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    LAS TRIBULACIONES DEL:MATERIALISMO:

    RESPUESTA A MIS CRITICOS

    c. ,UUSES MOlJUNESUniversidad IlaeionalAutonoma de Mexico

    o . Enagosto de 1977 se publico enel n. 26 de esta cevistami articulo "Por que no soy materialista". Encabezad 1S por

    este titulo algo provocativo, expuse 10 que a mi entend er sondificultades graves inherentes a cualquiera de las Iormasen que se adopte el materialismo. Mi proposito conf eso alredactar .ese trabajo fueel de aclarar mis propias id eas y,en caso optimo, las de amigos y colegas con quienes c epartisobre el tema, De ahiel encabezamiento y el tono alg 0 per-sonal del articulo, que al parecer extrafio, cuando 110 dis-gusto, a algunos de mis Iectores,

    En una epoca en que millones de seres humanos, Ie lasmas diversas procedencias culturales, se declaran de buenafe "materialistas", senti la necesidad daplantearfme] lasdos preguntas siguientes:;. Que puede significar adop tar ladoctrina materialista? ;.Cual serfa la justificacion para adop-tarla (suponiendo que se haya dado alguna respuesta razo-nablemente clara a laprimera cuestion}? A pesar de haber indagado en la voluminosa literatura de y sobre a uto ressupuestamente materialistas, histericos 0 contemporane os, fi-losoficos y no-filosoficos, "vulgares" y "refinados", 110 en-centre ninguna respuesta satisfactoria a las dos pre] nmtas

    anteriores. Por esto me deeidi a hacer publica mi de iazon.Las reacciones al articulo en cuestion han sido, en los dosafios transcurridos al momenta de escribir estas ]ineas,cuantiosas y variadas. Algunas fueron divertidas por 11) sim- plistas; otras, penosas por 10 viscerales; pero afortt nada-mente muchas han sido valiosas y estimulantes. Al ca bo demas de dos afios de haberme planteado el problema, tengo

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    la impresión de haber alcanzado una perspectiva más clara,yeso se lo debo, en gran parte, a mis críticos y comenta-ristas.

    Apenas un año después de la publicación del artículo, seorganizó en México una mesa redonda sobre el materialis-mo, con participantes de diversa extracción filosófica. Lavariedad de puntos de vista básicamente distintos acerca dela naturaleza del materialismo, que se manifestaron en esaocasión, confirmaron una vez más mi sospecha de que elmaterialismo es una doctrina esencialmente confusa yde laque lo menos que puede decirse es que requiere de unaradical operación de cirugía conceptual. Algunos meses des- pués apareció el libro de José Ferrater Mora, De la materiaa la razón (Madrid, 1979), en el que se recoge y analizami tesis anti-materialista básica. En el interín, Enrique Villa-nueva, Álvaro Rodríguez Tirado, Carlos Pereyra, Mario Ote-ro y Miguel Ángel Quintanilla sucesivamente han publicadosus críticas a mi trabajo. Uno de los temas incluidos en elIII Coloquio Nacional de Filosofía en México (cuyo ribetegeneral es "Explicaciones materialistas e idealistas enfilo-

    sofía") es el del análisis del concepto de materia. En todoeste tiempo, numerosos comentarios formulados, de momen-to sólo verbal o informalmente, han dado también lugar adiscusiones estimulantes.

    Creo que todo esto muestra que una consideración detalla-da y crítica de la naturaleza del materialismo (y de cues-tiones relacionadas con él, como el monismo ontológico, elreduccionismo y el conceptode materia) era, y sigue siendo,candente. Por ello creo también justificado volver a la cargasobre el tema. A pesar de todo lo que ya se ha dicho sobreél, siento que aún hay puntos oscuros o controvertidos quemerecen ser investigados.

    En lo que sigue, me dispongo a hacer dos cosas. Primera,resumir brevemente mi posición actual ante el materialis-mo; es básicamente la misma de hace dos años, aunque,así lo espero, más articulada. En segundo lugar, quieroextenderme en el análisis de y la respuesta a las críticas

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    que se han hecho a mi artículo de 1977. Por razones obviasde objetividad, sólo me referiré a aquellos trabajos que hansido publicados. Respecto a las críticas aún no publicadas,no puedo más que esperar que vayan a la prensa lo antes posible.

    1. Ante todo conviene aclarar los términos de la discusión.El objeto de mis críticas es una doctrina, llamada "materia-lismo", que, con diversos matices y modificaciones, pero conuna innegable "identidad personal", lleva por lo menos dosmil quinientos años de existencia (en la cultura occiden-tal; en oriente probablemente lleve más). y entiendo estadoctrina como una ontología monista, es decir, una doctrinaque trata de dar una respuesta universal y unívoca a la pre-gunta: "¿Qué hay en el mundo?", o si se prefiere: "¿Dequé está constituida la realidad?". Por razones a' la vez his-tóricas y sistemáticas creo que éste es el sentido genuino (yel máximo atractivo) del materialismo. Es una ontologíauniversal. No quiero decir con ello que no esté conectadocon cuestiones epistemológicas, metodológicas, éticas, etc.

    Toda doctrina ontológicamedianamente articulada revela taltipo de conexiones. Pero ellas son, o bien consecuencias, o bien premisas secundarias, no el núcleo de la doctrina encuanto tal. El núcleo del materialismo es una tesis ontológi-ca: a la pregunta "¿Qué hay?", el materialismo responde:"Sólo hay materia"; o, equivalentemente, a la pregunta"¿Qué es lo real?", su respuesta es: ''Todo lo real es mate-rial, y nada más."

    Creo que esta delimitación del materialismo como nu-clearmente ontológicono es arbitraria por mi parte, sino quetiene amplia justificación en la historia de las ideas. Aunqueno sea éste el momento ni el lugar de hacer. aseveracioneshistoriográficas de gran alcance, sin embargo quisiera hacer notar que es fundamentalmente como ontología que se pre-sentó el materialismo de los atomistas y sofistas griegos, elde los mecanicistas de los siglos XVII y XVIII, el de los físico-fisiólogos "radicales" del XIX, el de los fisicalistas del XX,

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    también soy lo único que realmente existe en el mundo y

    que todo lo demás me lo estoy inventando en una especiede sueño (el sueño, por supuesto, también sería un proceso"material" que me ocurre a mí como ente "material").

    - El ateísmo (a veces llamado, por los más prudentes,"agnosticismo"): la negación de la existencia de uno o va-rios dioses, o de seres parecidos, como almas incorpóreas,ángeles, demonios, etc. Esta es ciertamente una posición on-tológica, pero no es universal: no se compromete con unacaracterización global de la realidad, sino que sólo niegaque haya determinadas cosas como dioses, demonios, etc. Elmaterialismo es una tesis mucho más general. Implica elateísmo, pero no es implicado por él.

    - El reduccionismo fisicalista: la tesis según la cual to.das las teorías científicas, incluidas las de la psicología, sonreducibles a la física. Esta tesis se suele adelantar dentrodel contexto de la discusión del llamado "problema mente-cuerpo". Lo natural es interpretarla como un punto de vista(o, mejor, un programa) epistemológicoy/o metodológico:a saber,·un programa para la reconstrucción más adecuada

    de ciertas relaciones interteóricas (entre la psicología y otrasdisciplinas). De manera algo forzada, algunos interpretaneste programa también como una tesis ontológica (= "lomental es reducible a lo corporal"). Quizás esto se puedahacer, aunque no estoy seguro de que tenga mucho sentido.En cualquier caso, nos hallaríamos nuevamente ante unadoctrina ontológica parcial, y no universal, como se suponeque es el materialismo, puesto que se trataría de una doc-trina acerca de los fenómenos mentales solamente.

    Es cierto que esta doctrina psicofísica se ha venido lla-mando "materialismo" dentro de ciertos ámbitos filosóficos.Sin embargo, su nombre genuino debería ser "físicalismo", omejor aún, "fisiologismo". Y no se trata sólo de una cuestiónde nombres. Como argüiré con más detalle al contestar a al-gunos de mis críticos, creo que el hecho de que a esa doctri-na dentro del problema mente-cuerpose la haya denominado"materialismo" tiene su doble origen en una confusiónentre

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    el contexto ontológico y el epistemológico por un lado, y en

    una evaluación errónea del estado actual de las ciencias yde sus relaciones interteóricas, por otro.- La teoría marxista del desarrollo histórico de las so-

    ciedades, corrientemente (mal) llamada "materialismo his-tórico": una teoría que afirma la existencia de determinadascorrelaciones entre fenómenos socioculturales en general yfenómenos estrictamente económicos, en su evolución histó-rica. Lo más apropiado es interpretar esta doctrina en partecomo una teoría empírica acerca de ciertas regularidadessociohistóricas, y en parte como un programa metodológico para el uso del llamado "método dialéctico" en el estudiode los fenómenos sociales. En el primer caso, no veo por quéella tiene que estar más ligada a cuestiones auténticamenteontológicas que, pongamos por caso, la teoría darwinianade la evolución en biología, o cualquier otra teoría empí-rica referida a un ámbito restringido de fenómenos de tipoevolutivo. En su segundo aspecto, es decir, como propuestametodológica, tampoco veo que esté más íntimamente aso-ciada a la ontología que, por ejemplo, un programa meto-

    dológico en pro del uso de ecuaciones diferenciales o cual-quier otra herramienta heurística en una ciencia empíricacualquiera.

    Pero aun cuando estuviéramos dispuestos a interpretar elmarxismo como ontología, ésta no sería ciertamente una on-tología universal acerca de la composición de la realidad,sino a lo sumo una ontología parcial acerca de la constitu-ción de los objetos macrosociales. (Por supuesto, los teóricosmarxistas pueden adoptar, suplementariamente, una ontolo-gía materialista universal, por ejemplo, la creencia en el

    atomismo, como parece que fue el caso del propio Marx; pero eso ya no es un aspecto específico del marxismo, quehaya que tratar por separado al discutir el materialismo.)

    Como se verá, algunos de mis críticos tomaron cotno pun-to de referencia algunas de las tesis o doctrinas anteriores para objetar a mis planteamientos anti-materíalistas. De loque acabo de decir puede desprenderse ya cuál es la línea

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    general de mi respuesta a tal tipo de objeciones: simple-mente están fuera de lugar. Contraatacar a una crítica delmaterialismo defendiendo el realismo en epistemología, elfisicalismo en el problema mente-cuerpo o el marxismo enel estudio de la sociedad no es defender el materialismo;es defender otra cosa, que no es mi problema. Esto apare-cerá más claro cuando analice las objeciones de cada unode mis críticos con detalle.

    Mi propósito, pues, fue y es discutir el materialismo comomonismo ontológico, y más específicamente, como un mo-nismo que afirma que todo es materia o que "todo lo real esmaterial". Como bien ha visto Quintanilla, las objecionesque presenté en mi artículo anterior pueden resumirse en dosargumentos: uno de carácter específico referido propiamen-te al materialismo, el otro de carácter más general en contrade cualquier forma de ontología monista. El argumento es- pecíficamente anti-materialista es, resumidamente, que, dadoque la noción de "materia" está hoy día tanto o más oscu-ra que nunca, afirmar "todo es materia" es una afirmación por lo menos igualmente oscura y aun más aventurada. En

    cuanto al argumento anti-monista general, su punto de par-tida es la situación de nuestro conocimientocientífico actual, para argüir que, en vez de un monismo, es mucho más plau-sible un pluralismo, que admita que la realidad (o, mejor dicho, la multiplicidad de realidades) puede subsumirsebajodistintas categorías ontológicas básicas y mutuamente irre-ducibles. Disiento de Quintanilla cuando afirma que estosdos argumentos, el específico y el general, son incompatiblesentre sí. Son independientes, pero no incompatibles. Sobreeste punto volveré al tratar las críticas de Quintanilla.

    Ambos argumentos, tanto el específico como el general,hacen uso implícito de dos criterios metafilosóficos (o, si sequiere, metaontológicos). Una doctrina monista es una doc-trina que afirma que hay un solo conceptobásico con conte-nido, bajo el cual se puede subsumir cualquier tipo de rea-lidad. (Ésta es la única forma que veo de precisar 10 que eso pretende una doctrina monista.) En el caso del materia-

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    lismo, este concepto privilegiado no puede ser otro sino elexpresado mediante el predicado "es materia" o "es mate-rial". Pues bien, para que una doctrina de esta clase seaadmisible, deben cumplirse los dos requisitos siguientes:

    (A) Debemosdisponer de criterios razonablementeclarosy efectivos" que determinen bajo qué condiciones se puedeaplicar el conceptofundamental de la doctrina en cuestión y

    bajo cuáles no; es decir, debemos disponer de criterios quenos permitan decidir, al menos en principio y con cierta probabilidad, para todo ente x, si estaríamos dispuestosa ad-

    mitir que x es P

    o bien que x no esP

    (siendoP

    el predicadoque expresa el conceptofundamental). Si no se cumple estacondición, entonces la doctrina en cuestión es arbitraria yconfusa, o arbitraria y tautológica; en cualquier caso, arhi-traria.

    (8) La pretendida aplicación universal del concepto encuestión ("materia" en nuestro caso), atendiendo a los cri-terios presupuestos en (A), debe estar sustentada suficíen-temente por las teorías científicas vigentes. De lo contrario,la doctrina carece de fundamento científico, es puramente

    especulativa en el mal sentido de la palabra.Ahora puedo resumir mi argumentación básica contra elmaterialismo específicamente y contra el monismo en gene-ral. La tesis es que estas doctrinas no cumplen las condi-ciones (A) y (8) expuestas; o, dicho más exactamente, quesi tratamos de que se cumpla (A), entonces no se cumple(8), y si tratamos de que se cumpla (8), entonces no secumple (A). En efecto, en la primera parte de "Por quéno soy materialista" mostré cómo, al intentar satisfacer lacondición (A), es decir, al intentar hacer del materialismouna doctrina que no sea confusa ni tautológica, chocamoscon resultados vigentes de las teorías científicas y/o de unanálisis lógico riguroso. (El caso más claro y más impor-tante de esta situación es el intento de salida atomista.) Por otro lado, la otra estrategia usada por los materialistas es

    1 Pero no necesariamente formales ni definicionales, como algunos críticoshan supuesto que yo exigía.

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    tratar de satisfacer (B) a como dé lugar. Se arguye entoncesque, por definición, el materialismo es compatible con cual-quier resultado científico vigente, que "materia" designasimplemente cualquier cosa que los científicos actuales acepoten como real; con lo cual es obvio que la doctrina se tauto-Iogiza, pues al definir primero la materia simplementecomo lo que es aceptado como real en una época determina-da y afirmar después que "todo lo real es materia", eviden-temente lo único que se está diciendo es que "todo lo reales real".

    Por todo ello concluí en mi artículo que, dados los resul-tados actuales del conocimientocientífico y del análisis filo-sófico, el materialismo es una doctrina implausihle. Quizásconvenga hacer notar una vez más que lo único que sostengoes que el materialismo es implausihle, no imposible. Con esto pretendo ser más cauto que muchos de mis adversarios ma-terialistas. En efecto, puedo imaginar situaciones en que elmaterialismo resultara más plausible. Por ejemplo, es ima-ginable que una depuración concienzuda de nuestras intui-ciones sobre el concepto de materia, combinada con ciertainterpretación apropiada de la teoría de la relatividad ge-neralizada como única teoría fundamental, diera lugar a unavisión del universo que se asemejara suficientemente a loque hoy entendemos por materialismo. Sin embargo, esto esaún música celestial, y por lo pronto me parece más sensatoadherirse a un pluralismo ontológicotan liberal como parez-ca conveniente.

    2. Paso ahora a la consideración de los trabajos publicadoshasta la fecha que incluyen reacciones a mis argumentos anti-materialistas. Ello me permitirá no sólo responder a las ob- jeciones de mis críticos, sino completar algunos de los pun-tos generales que se han hecho en el apartado precedente.

    Ad Ferrater Mora:

    Mi respuesta al comentario de Ferrater Mora en De la ma-

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    teria a la razón (pp. 23-24) no puede ser muy polémica, puesto que este autor concuerda con mi argumentación anti-monista general. La reconstrucción que Ferrater Mora dade mi argumento y de sus consecuenciaspara una ontologíamaterialista es impecable. Ahora bien, lo que me desconcier-ta en la posición de Ferrater Mora es que, a pesar de reco-nocer las graves dificultades de cualquier doctrina monistay, en particular del materialismo, a renglón seguido noscomunica que "persistirá en el empeño" de adscribirse auna especie de monismoparamaterialista, que ciertamente élllama "monismo sui generis" (para distinguirlo de las for-mas criticadas), pero que, a mi entender, no deja de ser sujeto a algunas de las críticas ya expuestas. Ferrater Moracaracteriza su monismo de la siguiente forma: "Una de lastesis de esta posición es la de que si algo es real, es unhecho, proceso o fenómenonatural o está conectadode algu-na manera con algún hecho, proceso o fenómeno naturales.Los hechos, procesos o fenómenos naturales constituyen loque se llama, para abreviar, 'la Naturaleza', y ésta compren-de ante todo el universo 'material'" (op. cit., pp. 23-24).

    Parece pues que Ferrater Mora identifica lo material conlo natural, o por lo menos como "la base" de todo 1 0 natu-ral, para pasar entonces a su tesis monista de que "todo loreal es natural", la cual, según la identificación propuesta,sería una forma de materialismo.

    No puedo por menos que ver en esta tesis un ejemplo dela estrategia tautologizante o trivializante del materialismoen sus formas avanzadas, que he criticado más arriba. Enefecto, si identificamos lo material con lo natural para pasar a afirmar que "todo lo real es natural" o, equivalentemente,"todo lo real es material", pero sin dar una caracterizaciónno-vacua, efectiva de "natural", entonces estamos ante elmismo problema que reseñé en mi artículo. El predicado"es natural" es, o bien confuso, o bien trivial (esto últimosi se le entiende como idéntico a "es real"), y la tesis, por tanto, o es confusa, o es tautológica. Sustituir "la materia" por "la Naturaleza" no arregla las cosas; las deja igual.

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    (En este sentido, el naturalismo se enfrenta a los mismos

    problemas que el materíalismo.] Es posible que Ferrater Mora, al subrayar el carácter natural de lo real, lo que quie-ra dejar sentado es que no cree en la realidad de entes lla-mados "sobrenaturales", como dioses, demonios, etc. Estatesis ciertamente poseería más contenido que la anterior.Pero entonces no se trataría de una tesis monista general,sino de una tesis particular, a saber, el ateísmo, que, comohe argüido antes, no debe confundirse con el materialismo.

    Ad Villanueva, Rodríguez Tirado & Pereyra:

    Trataré juntas las objeciones que me han hecho estos auto-res, ya que parten básicamente de la filosofía de la mentey revelan muchos puntos en común."

    Una objeción muy general que me hacen estos tres auto-res es la de que mis críticas al materialismo están a lo sumo justificadas con respecto a lo que ellos llaman el materia-lismo "lego" o "vulgar" pero no respecto al materialis-mo "filosófico", que sería, aparentemente, el único dignode discutirse. Confieso que no entiendo el sentido de estadistinción tajante entre materialismo filosófico y materialis-mo lego. Por supuesto, hay personas con diversos nivelesculturales y distinto entrenamiento profesional que se auto-titulan materialistas, y el grado de precisión y claridad conque articulan sus creencias materialistas variará de unas aotras. Pero no creo que de ello pueda inferirse que hay unmaterialismo filosófico esencialmente distinto del "lego",al que por principio no se le apliquen mis críticas. La tareadel filósofo aquí, lo mismo que en tantos otros casos pare-

    cidos de análisis conceptual, sólo puede consistir en tratar de elucidar y sistematizar las concepciones presistemáticasdel "vulgo" no-filosófico. Y mi tesis justamente era, y es,que cualquiera de esos intentos de elucidación está condena-

    2 Pereyra añade a sus críticas desde el punto de vista del problema mente-cuerpo un comentario sobre la naturaleza del materialismo histórico. A él mereferiré después.

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    do al fracaso (a menos que, bajo el membrete de "materia-lismo", el filósofo se invente una doctrina cuyo parecido conel original sea irreconocible).

    Además, ¿son realmente tan "legos" muchos de los no-filósofos que se declaran materialistas en el sentido por mícriticado? Muchos de los científicosna,turales, ideólogos,activistas políticos, críticos de la religión, etc., que se decla-ran materialistas pretenden hacerlo fundadamente, con bue-nas razones, después de haber reflexionado sistemáticamente. No creo que las premisas y conclusiones de sus argumentos pro-materialistas sean tan radicalmente distintas de las delos filósofos. A lo sumo, lo que distingue a estos últimosde los primeros es el uso de una jerga algo técnica y esoté-rica. Pero la jerga es inesencial. . ..

    Creo ser justo con el materialismo al suponer qué no setrata sólo de una teoría recóndita, pergeñada a base de tec-nicismos filosóficos ininteligibles al común de los mortales,sino que se trata más genuinamente de una concepción delmundo, hasta podríamos decir, una concepción cosmológicagrandiosa (y por supuesto muy ambiciosa), que ha jugado

    un gran papel en el desarrollo intelectual de nuestra cultura.Creo que, a pesar de todas las matizaciones, distinciones ytecnicismos que los filósofos puedan introducir, hay un po-thos común.,un hilo conductor compartido por todas las per-sonas que se confiesan materialistas: ya sea un profesionaldel análisis filosófico que admite .las tesis más abstrusas deDavidson, o bien un físico entusiasmado con la introducciónde los quarks porque cree que con ellos quedará definitiva-mente establecido que en el universo sólo hay una clase decosas, a saber, quarks; o en fin, también el escolar inexperi-mentado que, para mostrar su rebeldía ideológica, espeta asus educadores religiosos: "Dios no existe porque todo esmateria y nada más." "Todo es materia": sigo creyendo queesteeslogan no es inadecuado para resumir el carácter cosmo-lógico de la Weltanschauung materialista. Es este eslogan elque mejor sintetiza el hilo conductor común a todos los ma-terialistas. Si no, ¿cuál podría ser? La afirmación ontológi-

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    ca universal del materialismo es la que le confiere su atrac-

    tivo para tan gran número de personas de tan diversa pro-cedencia y nivel cultural, y también, claro está, la que le produce sus graves problemas. Era contra ese denominador común de todos los materialistas que iba dirigido mi artícu-lo. Si se le elimina del horizonte de la discusión, entoncesciertamente mi crítica deviene carente de objeto, pero enton-ces también resulta difícil ver en qué radica la gracia deuna proclamación materialista.

    Relacionado conlo anterior, está un planteamiento por par-te de mis críticos que me parece inadecuado, y ademásasombroso. Según ellos, el problema del materialismo es to-talmente independiente de los resultados y concepciones dela ciencia moderna, en particular de la físicll' acerca de loque pueda ser la materia. Rodríguez 'tirado, por ejemplo,asevera: "la física de partículas tiene.poco o.nada que decir respecto al tema sujeto a discusión" ("¿Qué es la materia?", p. 88). y Pereyra: "La estrategia adecuada . •. para diluci-dar la pertinencia de adscribirse o no adscribirse al materia-lismo filosófico no pasa por el examen del concepto 'mate-

    ria'" ("Sobre el materialismo. Réplica a Moulines", p. 9).Para mí, esta posición es muy sorprendente, puesto queme parece obvio que el término "materialismo" ha de tener alguna relación con el término "materia", y no nada másla de una casualidad filológica. Hay una estrecha relaciónconceptual entre "materialismo" y "materia". El materia-lismo, sea cual sea la ulterior caracterización que de él seofrezca, es una doctrina que da. alguna clase de preeminen-cia a un tipo de realidad que llamamos "materia". Si noes ése el sentido del materialismo, entonces, ¿de qué estamoshablando? Ahora bien, si el concepto de materia intervieneesencialmente en una caracterización adecuada del materia-lismo, como me parece obvio, entonces también .me parececlaro que una parte del análisis del materialismo debe estar dedicada al análisis del concepto de materia. Y es aquí don-de no sólo los filósofos, sino también los físicos (o, al menos,los filósofos de la física) tienen manifiestamente algo que

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    decir. Divorciar el análisis filosófico del concepto de mate-ria de los resultados generales de la física moderna me pa·rece una forma inaceptable de proteccionismo a ultranza enfavor de una supuesta autonomía de la filosofía. En cues-tiones ontol6gicas, ciencia y filosofía están casadas: ningunade las dos puede actuar por su propia cuenta.

    Quizás la objeción más fuerte y recurrente en los tresautores mencionados es la de que no trato de la cuestióndel materialismo dentro del contexto del problema mente-cuerpo, que es, al parecer, la única forma de tratar el ma-

    terialismo que les parece filosóficamente interesante y fruc-tífera, o, al menos, la principal forma de hacerlo. La reduc-ción de los conceptosmentales a los físicos es, según Villa-nueva, "una forma paradigmática de abordar el materialis-mo" a la que yo no hago justicia. "En el problema de lamente y el cuerpo, por ejemplo, se llega al materialismo enuna forma oblicua, pero no por ello carente de fuerza. Loque un filósofo se plantea a este respecto es la cuestión acer-ca del hecho de la conciencia.'. . Los filósofos materialistastratan de hacer posible y plausible la creencia de que laconcienciano es un hecho último, y en esta forma dan conte-nido a la proposición 'sólo la materia existe'." ("Acerca dela creencia filosófica en el materialismo", pp. 107-108.)

    En la misma línea, Rodríguez Tirado se extraña de queme preocupe por el paralelismo conceptual entre entidadesastrológicas y ciertas entidades de la física moderna, y no,en cambio, por entidades mentales como deseos, intenciones,etc. Para él, "discutir al materialismo ... es discutir, entreotras cosas, la relación que existe entre teorías psicológicasy teorías neurológicas" ("¿Qué es la materia?", p. 82).Más adelante se vuelve más contundente respecto a lo queél cree que debe ser el tema del materialismo: "la tesis delmaterialismo stricto sensu estriba en considerar a los fenó-menosmentales comomeros fenómenosfísicos, en particular,eventos, estados o procesos neurofisiológicos en el sistemanervioso central del cerebro humano" (op. cü., p. 87).

    Con un matiz distinto, pero dentro del mismo contexto,

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    Pereyra caracteriza el materialismo "genuino" como una de-

    terminada respuesta al problema mente-cuerpo: "Según ladefinición más difundida, materialismo es el nombre dadoa un conjunto de doctrinas concernientes a la realidad encuanto tal, que parte del reconocimiento de la prioridad dela naturaleza sobre el espíritu, de la materia sobre la concien-cia, o de lo extra-mental sobre lo mental" (op. cit., p. 9).3Más abajo, su caracterización se vuelve más precisa: "adop-tar una posición materialista significa explicar los estados,sucesos o procesos mentales a partir de los estados, sucesoso procesos extra-mentales o materiales" (op. cit., p. 9).

    En la primera parte de este artículo he apuntado ya por qué no creo apropiado que el materialismo se discuta exclu-sivamente, ni siquiera centralmente, en el contexto del pro- blema mente-cuerpo.El hecho de que en la filosofía analíticacontemporánea frecuentemente se le haya discutido desdeeste punto de vista no tiene por qué impresionarnos especial-mente. No sería la primera vez en la historia de la filosofíaque por inercia o falta de espíritu crítico se perpetúa unaconfusión elemental. Lo que Villanueva, Rodríguez Tirado

    y Pereyra, como tantos otros que discuten el tema desde esta perspectiva, tienen en mente no es el materialismo propia-mente, sino el fisicalismo, o mejor dicho, el fisiologismo, esdecir, una tesis parcial acerca de la relación entre la psico-logía y la neurofisiología (tesis que, además, es de carácter fundamentalmente metodológico, y sólo subsidiariamente decarácter ontológico). Identificar el materialismo con la tesisde que la psicología es reducible a la fisiología, además deconfundir el contexto ontológico con el metodológico, sólo puede ser debido a un prejuicio tomado acríticamente por muchos filósofos contemporáneos: a saber, el de que estáfuera de toda duda que la ontología de las ciencias fisiológi-cas es materialista. Pero esto es precisamente lo que se cues-

    8 Nótese la doble identificación que hace Pereyra de lo material con lo na.tural y con lo extra-mental. Sobre el carácter problemático de la primera yame he extendido al comentar la posición de Ferrater Mora; la segunda íden-tificación será examinada en seguida.

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    tiona. Si no está ni siquiera claro que algunas de las teorías físicas vigentes adopten una ontología materialista (comoaduje en mi artículo anterior), menos claro aún estará quela adopte la fisiología y, a fortiori, la psicología.

    La tesis reduccionista de psicología a fisiología sólo esta-ría conectada realmente con el materialismo admitiendo lassiguientes premisas:

    (1)

    (11)

    (111)

    (IV)

    Disponemos de un concepto suficientemente precisode la relación de reducción entre teorías.Todas las teorías psicológicas existentes son redu-cibles a teorías fisiológicas.Todas las teorías fisiológicas existentes son redu-cibles a teorías físicas.Todas las teorías físicas existentes son reducibles auna única teoría fundamental, o a unas pocas teo-rías fundamentales.La ontología de esa(s) teoría(s) fundamental (es)es estrictamente materialista.

    (V)

    Tan sólo admitiendo esta serie de supuestos podríamosafirmar que la adopción del materialismo es pertinente parauna determinada solución del problema mente-cuerpo.Ahora bien, me parece claro que las cinco premisas anteriores son,dada la situación actual de las ciencias, sumamente dudosas.Sólo para (1) hay algún prospecto razonable de llegar auna solución satisfactoria partiendo de trabajos recientes ysumamente técnicos en filosofía de la ciencia. Sobre el restode las premisas, lo único que podemos decir es que, tomadasen conjunto, se asemejan al cuento de la lechera. En par-ticular, es la última la que ataqué en mi artículo. Y bastaque falle esa premisa para que la identificación del materia-lismo con cualquier posición adoptada en el problema mente-cuerpo resulte carente de fundamento.

    Por esta razón no traté del problema mente-cuerpo en midiscusión del materialismo: porque creo que las dificultadesgraves del materialismo aparecen mucho antes de que ten-

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    gamos que recurrir a entidades específicas de la psicología;

    las dificultades aparecen, por así decir, ya en la base de la(supuesta) jerarquía de las ciencias: en la ontología de la fí-sica de fundamentos. Si no está claro en absoluto que la físi-ca fundamental se base en una ontología materialista (comoargüí anteriormente), entonces a [ortiori es menos claro to-davía que cualquiera de las soluciones específicas que se

    propongan al problema mente-cuerpoapoye el materialismo.Aun suponiendo que se pudiera mostrar que la psicología esreducible a la física en algún sentido preciso, no se habríaavanzado ni un paso en la justificación de una cosmovisiónmaterialista, mientras no se hubiera descartado convincente-mente la posibilidad de una ontología no-materialista parala física. Esta posibilidad no es una mera elucubración eso-térica de mi parte. Se han dado, histórica y contemporánea-mente, sistemas articulados (por lo menos igual de articu-lados que el materialismo) que pretenden fundamentar lafísica en una ontología no-materialista. Ejemplos: la mona-dología de Leibniz y el sistema análogo de Whitehead, paraquienes los constituyentes'últimos de la realidad física son

    entidades espirituales parecidas a lo que usualmente se.hadenominado'"almas"; el subjetivismo de Wigner, Savage yotros, para quienes la base ontológica de la' física cuántica(la parte supuestamente más fundamental de la física ac-tual) está constituida por los estados mentales .o creenciassubjetivas de los propios físicos; el geometrismo de Chewy el último Heisenberg, entre otros, quienes ven la únicasalida a las agobiantes dificultades y paradojas de la físicade partículas en admitir que las unidades últimas de aná-lisis físico no son partículasma.teriales, sino formas mate-

    máticas puras (un poco según las viejas ideas de Pitágorasy Platón).Espero que quede claro que no estoy abogando por nin-

    guna de estas alternativas de fundamentación no-materialistade la física. Tampoco las estoy rechazando. No es cuestiónahora de discutir su validez o grado de probabilidad. Elúnico punto que me interesa señalar es que estas alternativas

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    (y otras parecidas, quizás menos "épatantes") existen de

    manera sistemática y articulada en la literatura, y que mien-tras no se haya argüido convincentemente(con buenos argu-mentos y no sólo a través de reacciones emocionales, comosuele suceder) que no son viables por principio, no habremosavanzado en la justificación del materialismo, sean cualessean las posiciones adoptadas en el problema mente-cuerpo.(Para decirlo de forma un poco burda: si resultara que elcuerpo es un conjunto de mónadas leibnizianas comola menote, entonces podríamos reducir lo mental a lo fisiológicotodo lo que quisiéramos, y seguiríamos teniendo un sistemaespiritualista. )

    Ad Pereyra como materialista histórico:

    Además de criticar mi posición dentro del contexto del pro- blema mente-euerpo, Pereyra se hace portavoz de un senti-miento de malestar que parece ser generalizado entre losestudiosos del marxismo que leyeron mi artículo: la teoríamarxista del desarrollo de las sociedades se suele denominar "materialismo histórico", y en mi trabajo no hago la menor referencia a esta forma de materialismo ni presento argu-mentos que parezcan relevantes para él.

    En la primera parte del presente artículo ya he aclaradoen términos generales por qué me parece que una discusióndel marxismo no viene al caso cuando se trata de considerar el materialismo como ontología universal. El marxismo pro- porciona, a lo sumo, una ontología para ciertas teorías socio-lógicas; y nuevamente podríamos paralelizar aquí la situa-ción con el caso de la posición fisiologista en el problema

    mente-cuerpo. Para que la supuesta ontología introducida por los marxistas tuviera algo que ver con el materialismo,deberíamos asumir un razonamiento como el siguiente: lasociología es reducible, a través de una larga cadena de re-ducciones a disciplinas intermedias (quizás psicología, o eco-nomía, o Dios sabe qué), en último término, a "la" teoríafísica fundamental cuya ontología se admite que es estricta-

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    mente materialista. Pero, por razones análogas a las expues-

    tas frente al fisiologismo en el problema mente-cuerpo,nadade eso parece ser plausible hoy día. Por supuesto, muchosteóricos marxistas declaran ser, al menos verbalmente, anti-reduccionistas. (Éste parece ser el caso de Pereyra.] Peroentonces resulta aun menos claro en qué sentido la teoríamarxista puede tener algo que decir sobre el problema delmaterialismo. Hacia el final de su artículo, el propio Perey-ra se plantea la pregunta crucial: ¿por qué llamar a la teo-ría marxista "materialismo histórico"? Su respuesta es: "Envirtud de la función central que desempeña la producciónmaterial en la reproducción histórica de la sociedad" (op.cit., pp. 9-10). Esta respuesta es a todas luces insatisfactoria porque no aclara nada: el calificativo "material" dentro deltérmino "producción material" aparece simplemente comoun adorno superfluo en tanto no se aclare su referencia. Enefecto, ante la definición dada por Pereyra, podríamos se-guir preguntando: ¿por qué llamar "materiales" a ciertasformas de producción? Aun admitiendo que haya formas de producción más básicas que otras para explicar el desarrollo

    social y económico, ¿ qué tiene que ver esto con el materia-lismo? Éstas son las cuestiones candentes cuya respuesta seexige para que quede claro por qué se llama a la teoríamarxista "materialismo histórico". Pereyra no nos dice nadaacerca de ellas.

    Supongamos, como se suele hacer en este contexto, que"material" en el término "producción material" se refierea los factores económicosy/o tecnológicosde la producciónde bienes. Entonces, decir que la producción material escentral para la historia de la sociedad es decir sencillamente

    que los determinantes económicosy/o tecnológicosson cen-trales para el desarrollo de la sociedad. Pero no logro com- prender en qué forma esto apoya una ontología materialista.Podríamos perfectamente asumir una ontología espiritualistauniversal y hacerla compatible con la preeminencia de losaspectos económicosy tecnológicos en la explicación socio-lógica. Para decirlo nuevamente de una forma algo brutal:

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    herramientas y mercancías, obreros y capitalistas, todo ello podría no ser más que conjuntos de mónadas espirituales, y por mucho que les diéramos la prioridad ontológica sobreotros factores sociales, no habríamos adelantado nada ennuestra justificación del materialismo.

    Por supuesto, no pretendo negar el hecho histórico de queMarx y sus colaboradores de la segunda mitad del siglo XIXsimpatizaron con el materialismo como ontología tal como loentendemos aquí. No en vano el propio Marx escribió unatesis doctoral erudita sobre el atomismo griego mucho antesde que elaborara su teoría socioeconómica, Pero hay queubicar este hecho en su circunstancia histórica, como una aso-ciación contingente de ideas debida a la peculiar configura-ción ideográfica de la atmósfera cultural alemana a media-dos del siglo XIX. El famoso "Materialismusstreit", quetanto inflamó los corazones, más que los cerebros, de los in-telectuales alemanes de esa época, tuvo su origen fundamen-talmente en el ataque que iniciaron jóvenes científicos "ra-dicales", especialmente fisiólogos, como Du Boys-Reymond,Brücke, Helmholtz, Virchow, etc., contra el vitalismo y la Naturphilosophie imperantes, y contra su asociación con lafilosofía idealista alemana. Este ataque se generalizó y po- pularizó algo más tarde a través de divulgadores como Büch-ner, Vogt y otros "vulgomaterialistas". El rechazo virulentode la Naturphilosophie se asoció, por razones muy especí-ficas de la cultura alemana de la época (cuyo pivote fueronlos acontecimientos de 1848-49), por un lado con actitudesideológicas "progresistas" (democráticas, humanistas, antí-religiosas, anti-establishment académico) y.por otro con unacosmovisión vagamente materialista, según la cual todo enel universo, incluido el ser humano y sus producciones cul-turales, "no es más que materia en movimiento" (Büchner).Que el Materialismusstreit fue un fenómeno propio de lacultura alemana de mediados del XIX lo prueba el hecho deque, a pesar de su virulencia en Alemania, apenas tuvo re- percusión alguna en Francia y los países anglosajones, dondelas modas intelectuales eran otras. En esa atmósfera, cual-

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    quier intelectual alemán se sentía constreñido a tomar algún

    punto de vista con respecto a la polémica "idealismo-mate-rialismo";" y ya es sabido cuál tomó Marx. Pero todo eso esmetodológicamente independiente de las concepciones mar-xianas sobre la sociedad humana. Las teorías del valor, delas crisis económicas, de los sucesivos modos de producción,de las relaciones entre las clases sociales, todo eso tiene pocoo nada que ver con una ontología materialista: esas teorías pueden mantenerse o refutarse con independencia de que elmundo esté constituido o no por átomos materiales, mónadasespirituales o cualquier otra cosa.

    Ad Otero:

    El punto central de desacuerdo en Otero es mi exigencia de-que una doctrina materialista se base en un concepto claro-de materia. Este requisito le parece exagerado. Tratar defundamentar el materialismo en una noción precisa de mate-ria sería una tarea imposible, o al menos sobrehumana; porque eso presupondría una teoría final sobre la constitu-ción del universo, un estadio de la evolución científica que,evidentemente, no hemos alcanzado y probablemente no al-canzaremos jamás. En relación con esto, y en términos más.formales, Otero sostiene ("Sobre una clase de argumentosantimaterialistas", p. 7) que tratar de construir un predi-cado con contenido que distinga entre lo que existe y lo queno existe equivaldría a tratar de construir la ciencia toda.- lo cual sería un absurdo práctico, si no teórico. ParaOtero, el valor del materialismo estriba no tanto en propo-·ner una cosmología conceptualmente bien delineada, sino un

    programa de investigación, que irá precisando sus conceptosa medida que se desarrolle.Admito que un atractivo central del materialismo podría

    ser, y de hecho ha sido históricamente, el de encaminar la

    • En Alemania, a diferencia de Francia o Inglaterra, se suponía que éaos.eran los dos únicos términos básicos de cualquier discusión filosófica que va-liera la pena.

    107'

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    investigación científica por determinados derroteros y que,

    para un programa heurístico de esta índole, no es pertinenteexigir que se disponga de una teoría final sobre la estructuradel universo. También reconozcoque éste es un punto que podría tener cierta importancia en la discusión del materia-lismo, sobre todo desde el punto de vista metodológico, yque yo no mencioné en mi artículo. En este sentido, Oteroha señalado una laguna en los términos de mi planteamientoanterior. No obstante, creo que el mostrar esa laguna no in-valida mi crítica del materialismo. En primer lugar, lo queno admito es que mi exigencia fuera exagerada. Pedir queuna doctrina materialista se apoye en una noción mínima-mente clara y científica de materia no equivale a exigir unateoría final del universo. No veo cómo Otero podría esta- blecer tal equivalencia; en todo caso, no la argumenta en sutrabajo. Me parece obvio que la primera exigencia es muchomás débil y razonable que la segunda. Es más, existen ejem- plos de conceptos de aplicación muy general en la descrip-ción física del universo, como "energía" o "campo", que sonsuficientemente precisos y operativos, sin que por ello este-

    mos presuponiendo una teoría definitiva que los contenga.Todo lo que requiero es que "materia" tenga un nivel com- parable de precisión y cientificidad. En realidad, histórica-mente ya alcanzó ese nivel, o casi, durante una etapa de lahistoria de la ciencia: básicamente dentro del atomismo clá-sico. Pero en la actualidad creo que se puede afirmar queya no es así. El concepto de materia ha sufrido una evolu-ción de signo contrario al de otros conceptos básicos de ladescripción física del universo: ha ido perdiendo sucesiva-mente su precisión y contenido, para devenir cada vez más

    una noción vacua y confusa.Ello explica también por qué, a mi entender, el materia-lismo ha ido perdiendo su atractivo genuino, incluso comoel programa heurístico que pretende Otero: las líneas de in-vestigación que, supuestamente, toman el concepto de mate-ria como central o básico (en la medida en que todavía seden en la ciencia de facto) se han convertido en "programas

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    degenerativos", para usar el término de Lakatos, Esto no podía ser de otro modo, dado que la noción misma de mate-ria, cuestionada desde diversos ángulos de la evolución cien-tífica reciente, se ha volatilizado. Y ya he explicado en mirespuesta a otros críticos por qué un "materialismo sin mate-. " . .na me parece una mcongruencra.

    Otra objeción que me hace Otero es que, al criticar el ma-terialismo en general, estoy presuponiendo que existe un nú-cleo común a todas las doctrinas denominadas "materialis-tas"; pero que no doy una prueba de ello. En realidad, nosé cómo se podría probar un supuesto ideográfico de estetipo; sería como pedir "pruebas" de que existe un núcleocomún a todo lo que llamamos "cristianismo" o "socialis-mo". No creo que en la historia de las ideas se disponga de pruebas formales de esta clase; sin embargo, ello no obsta para que estudiemos y critiquemos cosas como el cristianis-mo, el socialismo o el materialismo. De lo contrario, la no-ción misma de historia de las ideas resultaría imposible.

    Por lo demás, admito que podría defenderse con plausi- bilidad que, en la actualidad, la idea del materialismo hallegado a tal grado de descomposiciónconceptual que ya no puede hablarse con propiedad de un núcleo común a todaslas doctrinas que se autotitulan "materialistas". Debido asucesivas "estratagemas de inmunización", las tesis fuertese interesantes que constituían el núcleo básico de las doctri-nas clásicas del materialismo se habrían difuminado en unaniebla de subterfugios filosóficos. De ser así (y hay razones plausibles para suponer que a tal situación hemos llegado),

    esto, naturalmente, no sería un contraargumento a mi críticadel materialismo, sino un refuerzo: si por "materialismo"hoy día se entiende una docena de cosas distintas que no tie-nen nada que ver entre sí, entonces mejor sería usar otrosrótulos menos problemáticos para cada una de ellas y en-terrar para siempre ese fantasma arcaico.

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    Ad Quintanilla:

    Este crítico es quien más se ha concentrado en los puntosque considero fundamentales de mi discusión del materia-lismo, a saber, las cuestiones ontológicas y científicas, por lo que trataré todas sus objeciones con especial detalle.

    Como ya he dicho más arriba, Quintanilla reconstruyeadecuadamente mis dos argumentos centrales contra el mate-rialismo: el específicamente anti-materialista y el generalanti-monista. Concuerda en parte con el segundo, pero nocon el primero; es más, según él, los dos argumentos sonmutuamente contradictorios: si el segundo es válido, no lo puede ser el primero. En efecto, arguye, para que la premisacentral del segundo argumento (la de que la realidad poseediversas propiedades fundamentales mutuamente irreduci- bies) sea válida, es necesario presuponer que la. investiga-ción científica puede determinar cuáles son las verdaderas propiedades de las cosas (con lo cual concuerdo); y de ahíinfiere: ''Si conocemospropiedades reales de las cosas rea-les, entonces el materialista puede decir con sentido que co-nocemos parcialmente la materia" ("La crítica del materia-lismo", p. 82). Por tanto, concluye Quintanilla, el primer argumento sobre la irremediable oscuridad del concepto demateria no es aceptable.

    Me parece claro que la inferencia que he entrecomilladoes un non sequitur. Admitir que conocemos "propiedadesreales de las cosas reales" no implica la plausibilidad delmaterialismo. Una cosa no tiene que ver con la otra. Comoya he indicado antes, es inadecuado identificar "lo real"con "lo material", pues lo primero es una categoría episte-mológica y lo segundo una ontológica. (Recuérdese que nohay que confundir realismo con materialismo.) El partidariode una ontología espiritualista también podría sostener queél conocelas "propiedades reales de las cosas reales" (que enese caso serían "cosas espirituales"). Quizás el materialistaquiera replicar que un espiritualista, justamente por serlo,no puede "conocer las propiedades reales de las cosas rea-

    no

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    les". Pero ésa es justamente la asunción que se está cuestio-

    nando; su validez no puede admitirse a priori; el peso de la prueba recae sobre el materialista.En cuanto al segundo argumento que presenté, aunque

    Quintanilla. admite su validez en principio, sostiene que norefuta el materialismo, al menos la forma de materialismoque él sostiene: su materialismo pretende ser compatible conuna ontología pluralista. Para ello considera concretamenteuna definición de materia adecuada a este fin: "materia estodo lo que tiene cualquiera de las propiedades que la cien-cia atribuye a las cosas" (op. cit., p. 83):1

    Este es otro caso típico de trivialización o tautologizacióndel materialismo, como he explicado en § 1. Prescindien-do del hecho de que proponer un "materialismo pluralista"me suena análogo a tratar de dibujar un "cuadradoredon-do", la definición de materia propuesta para evitar los pro- blemas de un materialismo ontológicamentecomprometidohace tanto a la una como al otro enteramente vacíos de con-tenidovDecir que materia es cualquier cosa que la cienciaafirma que hay no es decir gran cosa; y comprometersecon

    una doctrina (el "materialismo" así entendido) que lo únicoque sostienees que hay las cosasque la ciencia dice que hay,no es tampoco comprometersemucho. A lo más a lo que unose compromete aquí es a una vaga forma de cientificismo,no al materialismo. Por añadidura, el relativismo inherente aesta noción de materia y al materialismo concomitante nos podría llevar a consecuenciasdesastrosas para cualquier con-cepción del universo que remotamente se parezca al materia-lismo: la ciencia de hace tres siglos, la de Kepler, Van Hel-mont y Newton, atribuía a las cosas propiedades (por ejem- plo: relaciones místico-platónicas entre las órbitas planeta-rias; efluvios espirituales de las sustancias químicas; prin-cipios espirituales de atracción y repulsión originados en la

    5 No estoy seguro de que Quintanilla mismo desee proponer esta definicióncomo el núcleo del materialismo - el tono general de su artículo es máscauto. Sin embargo, por si acaso, y dado que he oído esa definición en bocade muchos soi·disant materialistas, creo que vale la pena extenderse sobreelle,

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    teleología divina, etc., etc.) que nadie, ni entonces ni hoy,consideraría compatibles con una ontología materialista. Yaunque nos forcemos a afirmar que todas las propiedadesreales de las cosas admitidas por la ciencia actual son, por definición, propiedades materiales (lo cual es muy forzado),no sabemos qué ocurrirá dentro de trescientos años: ¿quéhabría de decir el materialista actual que resucitara den-tro de un par de siglos y se encontrara con una cienciaque admitiera la realidad irreductible de entidades astro-lógicas, parapsicológicas y hasta (i qué sorpresa!) de esta-dos mentales cotidianos comocreencias e intenciones? Decir:"materia es todo lo que tiene cualquiera de las propiedadesque la ciencia atribuye a las cosas" es prácticamente de-cir que la materia, y por tanto el materialismo, puede ser cualquiercosa y que el materialista sólo se compromete aestar con la ciencia del momentopase lo que pase: una for-ma de oportunismo filosófico.

    Quintanilla plantea otra cuestión más técnica y de discu-sión más complicada, pero en cualquier caso de suma impor-tancia para una ontología de la ciencia. Al considerar mis

    argumentos en contra del reduccionismo materialista, diceconcordar con mi tesis anti-reduceionista general, pero nocon los términos específicoscon que trato de sustentarla. Enmi artículo de 1977 mencioné, como cosas que forzosamentele han de producir quebraderos de cabeza a un materialistaque quiera seguir de cerca la ciencia moderna, "entidadestales como ondas de probabilidad, energía interna, entropía, puntos espaciotemporales, etc." Quintanilla critica mi usode esta terminología: los términos en cuestión no se referí-rían a entidades, sino a propiedades de entidades. Su males-tar ante mi uso terminológico está, efectivamente, en gran parte justificado; lo menos que puede decirse de él es quees descuidado. No creo que este uso (negligente) de termi-nología física sea tan esencial a mi argumento como Quin-tanilla supone; de todos modos vale la pena aclarar este punto por su importancia intrínseca.

    En primer lugar, conviene aclarar que lo que constituirá

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    la ontología básica de las teorías físicas serán entidades ad-

    mitidas en sus dominios de definición correspondientes, esdecir, lo que se admite como argumentos (individuos) de lasfunciones métricas en una reconstrucción lógica adecuadade dichas teorías. (Los argumentos son las "entidades"; lasfunciones, sus "propiedades".) Ahora bien, no siempre estáclaro, en el uso negligente de los términos técnicospor partede los físicos, si están hablando de un argumento o de unafunción. Esto puede ser un problema difícil de decidir, y ladecisión no siempre será completamente no-arbitraria.

    De las "cosas" problemáticas para el materialista que yomencioné en mi artículo, hay algunas que son claramentefunciones y no individuos del dominio básico (es decir,"propiedades" y no "entidades"). Es el caso de "energía"y "entropía". Otros casos no son tan claros: de "campo elec-tromagnético" y "ondas de probabilidad" creo que puededecirse actualmente que dentro de ciertas teorías aparecensin duda como funciones, pero en otras exposicionesparecenadmitirse como individuos irreductibles del dominio básico.Esto es particularmente el caso para "campo". No debería

    asombrarnos esta situación ambigua, pues los físicos sonambiguos, las teorías que ellos producen también lo son, ysu reconstrucción lógica en muchos casos todavía está enciernes (o en el limbo). Nos enfrentamos aquí a un problemagenuino de filosofía de la física con profundas consecuenciasontológicasgenerales, y un mérito del trabajo de Quintanillaes hacernos reflexionar sobre este punto, Ahora bien, todo loque podemosdecir de momentoes que nos enfrentamos a unatarea importante a resolver por cualquier programa futurode reconstrucción lógica de la física.

    En el caso de las entidades espaciotemporaleshay que ad-mitir que existen ya reconstrucciones adecuadas de teoríasfundamentales de la física donde, o bien aparecen puntosespaciales e instantes temporales, o bien puntos espaciotem- porales como parte del dominio básico de definición de lasfunciones. Y no es válido calificarlos de puras "ficcionesmatemáticas", como hace Quintanilla: verdaderas ficcio-

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    nes matemáticas utilizadas en física son, por ejemplo, los

    números imaginarios; en cambio, los elementos del espacioy tiempo, que tienen plena interpretación física, no puedencompararse a tales ficciones. Si posiciones espaciales e inter-valos temporales hubieran de tomarse como meras ficcionesdebido a su carácter idealizado y matematízado, entoncescon la misma razón deberíamos considerar ficticias partícu-las y campos. Por ello no puedo admitir la crítica de Quin-tanilla en este punto particular. Sigo creyendo que espacioy tiempo constituyen un verdadero problema para una onto-logía materialista.

    Aparte de ello, el hecho de que algunos de los conceptosque mencioné, como "entropía", deban considerarse propia-mente como refiriéndose a funciones y no a individuos, noles quita su carácter problemático para el materialismo. Enefecto, el problema que yo quería hacer notar con tales con-ceptos es que no está claro que las teorías que los contienensean reducibles a una teoría con ontología básica materialis-ta (como podría ser una teoría atómica). Además, aunque setrate de funciones y no de individuos, sigue en pie la cues-tión de averiguar cuál es la naturaleza del dominio de defi-nición de tales funciones, es decir, averiguar la naturalezade sus argumentos. Por ejemplo, ¿cuáles son los individuos básicos apropiados para una teoría que contenga la entropía?Quintanilla no nos lo dice, y por mi parte dudo de que, seacual sea la reconstrucción propuesta, aparezcan en ésta comoargumentos de la entropía entidades claramente materiales(en un sentido no ad hoc de "material"}."

    Concuerdo plenamente con la observación final de Quin-tanilla en que la forma más fructífera de discutir problemas

    de ontología de la ciencia, y en particular, de una posibleontología materialista, es dentro del marco de teorías axio-matizadas. Un materialismo axiomatizado sería, al menos,un materialismo claro y controlable, y ésta es una de las

    6 En mi reconstrucción de la termodinámica (en Erkenntnis, 1975) intro-duje estados como individuos básicos. Es dudoso que tales entes sean compa-tibles con una genuina ontología materialista.

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    máximas (e infrecuentes) virtudes de que puede hacer galauna doctrina filosófica. Mi problema, no obstante, es que aúnno conozconingún candidato plausible a tal forma de mate-rialismo. El candidato que propone Quintanilla es la onto-logía de Bunge, de aparición reciente en su Treatise on BasicPhilosophy. No puedo ni quiero entrar aquí en una discusióngeneral de la ontología bungiana; esto nos llevaría demasia-do lejos. Afortunadamente para la presente discusión, el pro- pio Quintanilla resume lo que, a su entender, son los dos principios básicos del "materialismo" de Bunge: "(i) que enel mundo hay entidades dotadas de propiedades, pero no pro- piedades que no lo son de nada en concreto; (ii) que nues-tras teorías son representaciones de las propiedades de lascosas y que una representación de una cosa no es lo mismoque la cosa" (op. cit.; p. 85).

    Después de la forma en que he venido discutiendo el ma-terialismo en mi artículo anterior y en éste, creo innecesariohacer ver al lector por qué, a mi entender, ninguno de esosdos principios tiene nada que ver con una ontología mate-rialista. Tomados en conjunto, son simplemente una forma

    de realismo epistemológico anti-platénico (el segundo prin-cipio subraya el elemento realista, mientras que el primeroexcluye el platonismo). Es fácil ver que estos principios soncompatibles con ontologías claramente no-materialistas. Po-demos hacer el test con nuestra piedra de toque consuetudi-naria: una ontología espiritualista proto = leibniziana quesostenga que el universo está constituido por mónadas espiri-tuales. Tal ontología puede coherente y naturalmente incluir entre sus principios: (i) que las mónadas poseen propieda-des (espirituales), pero no hay ninguna propiedad que nolo sea de alguna mónada; y (ii) que nuestras representacio-nes de las mónadas no son lo mismo que las mónadas. Nohay ninguna dificultad en traducir los principios bungianosa una ontología espirltualista.'

    r Supongo que es totalmente superfluo hacer notar en este punto que noestoy abogando ni por los principios de Bunge ni por una monadologíaespi-ritualista, ni por nada parecido. Espero que a estas alturas ya haya quedado

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    3. Finalmente, quisiera hacer una aclaración sobre el último párrafo de mi artículo de 1977, el cual, al parecer, ha pro-vocado un gran malestar, cuando no el sarcasmo, en algunosde mis críticos. Terminé mi artículo anterior conJo que lla-mé una "confesión personal": la proclamación de mis sim- patías por la actitud vital implícita o explícita en el materia-lismo, si bien soy incapaz de suscribirme a él como tesisontológica. Coincido empáticamente con el materialismo enrechazar actitudes vitales de tipo romántico y místico. Algu-nos han sentido que este tipo de proclamaciones de senti-mientos está fuera de lugar en un artículo filosófico serio.Villanueva empieza su comentario: "Moulines se confiesano-materialista. Afortunadamente hay algo más que una con-fesión personal"; Rodríguez Tirado ironiza preguntándosesi gozo o no leyendo a místicos y románticos como Juan dela Cruz y Shelley.

    En general, concuerdo con quienes rechazan las procla-maciones de fe personal en trabajos filosóficos. Las discu-siones filosóficas deberían ser lo más despersonalizadas po-sible, tanto en su contenido como en su forma. Este es un

    principio general de metodología filosófica. Sin embargo,como todo principio general, puede ser matizado o debili-tado en algunos casos. Hay temas de discusión filosóficaque, por las razones que sean, van inevitablemente ligadosa evaluaciones y actitudes personales. Uno de ellos es el pro- blema del materialismo, como se echa de ver por las reac-ciones emocionales que subrepticia o abiertamente ha provo-cado la lectura del artículo en cuestión en muchas personas.

    En el debate milenario en torno al materialismo, con de-masiada frecuencia se ha atacado esta posición debido a mo-tivaciones filosóficamente inadmisibles, por ejemplo, motiva-ciones religiosas, éticas y hasta estéticas. No creo que sea unaexageración decir que, a lo largo de los dos mil años de his-toria del materialismo, la gran mayoría de autores que han

    suficientemente claro que en todo este artículo no estoy abogando por nadaen absoluto. Mi único propósito el!"blanquista": hacer ver que el materialismono funciona; lo que vaya a sustituirlo, ya se verá.

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    polemizado con esta doctrina lo han hecho no tanto a conse-cuencia de un análisis conceptual desapasionado, sino porquesencillamente se les revolvían las tripas. Cuando redacté miartículo quise puntualizar que mi crítica al materialismo no provenía de ese lado.

    Rodríguez Tirado me conmina a argumentar por qué laactitud vital del materialista me parece más valiosa humana-mente que la de su contrincante habitual. No creo que elcontexto de mi artículo fuera el adecuado para tratar estacuestión. Por eso advertí que la proclamación de mis simpa-tías "cordiales" por el materialismo era una "confesión personal". Una argumentación sistemática en favor del ma-terialismo en este sentido debería ser necesariamente de ca-rácter histórico y nos llevaría a escribir un largo tratado dehistoria de las ideas y de la cultura. Esto, evidentemente,trascendía en mucho mi propósito original al iniciar la dis-cusión sobre el materialismo. Tampoco ahora es éste el lugar para fundamentar una evaluación histórica del papel jugado por el materialismo en el desarrollo de la cultura occiden-tal. Sin embargo, aunque sea sin el fundamento de una eru-

    dita exposición histórica, quisiera sentar la tesis (que, por lodemás, me parece históricamente obvia) de que, desde laantigüedad hasta las primeras décadas de este siglo, la acti-tud materialista jugó un papel decisivo y positivo en el pro-ceso de liberación de temores supersticiosos, opresiones por parte de poderes eclesiásticos y políticos, hipocresías mora-les, inhibiciones sexuales, y tantos otros sistemas inventados por los seres humanos para hacerse sufrir a sí mismos inne-cesariamente. Los ejemplos históricos de los atomistas y so-fistas griegos, los materialistas "encubiertos" del XVII, losenciclopedistas del XVIII, los "vulgomateríalistas" alemanesde mediados del XIX, los ideólogos socialistas y anarquis-tas de la segunda mitad del XIX y principios del xx, algunos psicoanalistas radicales del xx y el "ala izquierda" delCírculo de Viena, todo ésos son ejemplos que hablan por símismos como representantes del papel histórico liberador que ha jugado lo que llamo "la actitud vital materialista".

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  • 8/19/2019 Las tribulaciones del materialismo

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    Ésa es la actitud a la que me refería al final de mi artículoanterior. Por desgracia, el siglo xx ha presenciado tambiénel uso de la concepción materialista del universo para jus-tificar sistemas ideológicos de opresión intelectual y no-intelectual. El caso más notable y obvio es, por supuesto, elde la escolástica soviética. Otro caso, menos ohvio y de me-nores consecuencias políticas, pero no menos preocupante para el crítico de la cultura actual, es el dogma materialistaadoptado por muchos científicos naturales, que les lleva aasfixiar cualquier línea de investigaciónque no se conformea la ortodoxia vigente. Pero esto último ya es otro tema, enel que no quiero ni puedo entrar ahora. Tan sólo quería se-ñalar, a modo de conclusión,que, en mi opinión, hay razonesobjetivas de tipo histórico que le permiten a un espíritu críotico simpatizar con el materialismo a través de la historia(al menoshasta hace pocas décadas), a pesar de que se estéconvencido de que esa concepción, en último término, hafracasado en su intento más genuino de proporcionar unacosmovisióncoherente y plausible.

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