El Materialismo de Spinoza- Vidal Peña

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Vidal I. Peña García El materialismo de Spinoza Ensayo sobre la Ontología spinozista Biblioteca de Filosofía, nº 5 Ediciones de la Revista de Occidente Bárbara de Braganza, 12 Madrid 1974 ISBN 84-292-4505-7 • 190 páginas El estudio sobre Spinoza del profesor Peña García supone, ante todo, un inteligente intento de mostrar que la filosofía del ilustre judío holandés de origen español, no es propiamente un panteísmo, ni un espiritualismo de ningún género, del que pudieran beneficiarse misticismos posteriores. Spinoza, que es un ejemplo clásico del desarraigado, pero ligado a otros desarraigados –los judíos hispánicos heterodoxos en el exilio–, no representa en la historia del pensamiento filosófico una simple prolongación del racionalismo cartesiano; en su caso se trata, más bien, de un «materialismo», pero no de la clase que complacería a los dogmáticos que habían de venir tras él, sino de un materialismo crítico: una ontología sin monismos ni corporeísmos metafísicos (en el peor sentido de este último término). También –y ello no es menos interesante– hay en la ontología spinoziana anticipaciones de la temática del «Espíritu Objetivo» hegeliano, tan importante para la constitución del materialismo histórico, al cual preludia así

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Vidal I. Pea GarcaEl materialismo de SpinozaEnsayo sobre la Ontologa spinozistaBiblioteca de Filosofa, n 5Ediciones de la Revista de OccidenteBrbara de Braganza, 12Madrid 1974ISBN 84-292-4505-7 190 pginasEl estudio sobre Spinoza del profesor Pea Garca supone, ante todo, un inteligente intento de mostrar que la filosofa del ilustre judo holands de origen espaol, no es propiamente un pantesmo, ni un espiritualismo de ningn gnero, del que pudieran beneficiarse misticismos posteriores. Spinoza, que es un ejemplo clsico del desarraigado, pero ligado a otros desarraigados los judos hispnicos heterodoxos en el exilio, no representa en la historia del pensamiento filosfico una simple prolongacin del racionalismo cartesiano; en su caso se trata, ms bien, de un materialismo, pero no de la clase que complacera a los dogmticos que haban de venir tras l, sino de un materialismo crtico: una ontologa sin monismos ni corporesmos metafsicos (en el peor sentido de este ltimo trmino). Tambin y ello no es menos interesante hay en la ontologa spinoziana anticipaciones de la temtica del Espritu Objetivo hegeliano, tan importante para la constitucin del materialismo histrico, al cual preludia as mismo por el uso de procedimientos dialcticos no mencionados.El caso de Spinoza (1632-1677) es un caso eminente, y en cierto modo aislado, dentro del siglo XVII, del pensador que representa filosficamente la posicin ms avanzada. En esa posicin filosfica podramos hallar hoy inspiracin a travs de un vocabulario metafsico para el planteamiento de las cuestiones ms generales del materialismo filosfico de hoy.En el libro de Vidal Pea encontramos, a la vez que un concienzudo y riguroso dominio de los textos de Spinoza y de la bibliografa en torno a, ellos, una original y penetrante interpretacin de la obra del genial filsofo. Con la publicacin deEl materialismo de Spinoza,la Biblioteca de Filosofa de la Revista de Occidente, ofrece una destacada muestra del trabajo que vienen realizando los filsofos espaoles jvenes.Vidal I. Pea Garca naci en Oviedo en 1941. Doctor en Filosofa y Letras y Licenciado en Derecho, es actualmente Profesor Adjunto del Departamento de Filosofa Fundamental de la Universidad de Oviedo, donde dictan los cursos de Historia de los Sistemas Filosficos. Ha colaborado en elDiccionario de Filosofade la Editorial Sgueme y est a punto de aparecer su traduccin a laEticade Spinoza con introduccin y notas.IndiceNota preliminar, 111.Consideraciones en torno a mtodo y fuentes,132.El modelo ontolgico del Materialismo filosfico. La materialidad ontolgico-general y los tres gneros de materialidad ontolgico-especial,533.La idea de substancia, en Spinoza, como Materia ontolgico-general,774.El primer gnero de materialidad especial en la ontologa de Spinoza: La naturaleza extensa como facies totius universi,1175.Problemas en torno al segundo gnero de materialidad especial en la ontologa de Spinoza,1436.El tercer gnero de la ontologa especial: ordo et conexio,173Conclusin,185Bibliografa,187A Gustavo BuenoNota preliminarHemos utilizado, para la cita de los textos de Spinoza, la edicin de Carl Gebhardt:Spinoza 0pera,Heidelberg, Carl Winters, 1924 (en 4 vols.).Para la traduccin de los textos holandeses delBreve Tratado sobre Dios, el Hombre y su Felicidad, nosservimos de la versin francesa de Charles Appuhn(Spinoza. Oeuvres vol. I,Pars, Garnier-Flammarion, 1964). Damos la traduccin espaola de la versin francesa, indicando siempre la paginacin de Gebhardt y la de Appuhn.De las ocasionales versiones castellanas de fragmentos de Spinoza somos responsables para las dems obras que elBreve Tratado.Las obras de Spinoza van, en cita, abreviadas del siguiente modo:KV. Korte Verhandeling: Breve TratadoPPhC. Principia Philosophiae CartesianaeCM. Cogitata MetaphysicaDIE. Tractatus de Intellectus EmendationeTThP. Tractatus Theologico-politicusEth. Ethica ordine geometrico demostrataTP. Tractatus PoliticusEp. EpistolaeLas citas van, cuando as lo hemos considerado oportuno, seguidas de la indicacin de su lugar en la edicin Gebhardt; por ejemplo:Ep.XIII; Geb. IV, p. 63, indica que el lugar citado de la carta XIII se encuentra en el tomo IV. p. 63 de la edicin Gebhardt.Hemos tenido presentes la versin castellana de laEticade Oscar Cohan (Mxico, F. C. E., 1958), as como la de Rodrguez Bachiller (Buenos Aires, Aguilar, 1957). Igualmente hemos consultado la traduccin espaola, a cargo de E. Tierno Galvn, delTratado Teolgico-polticofragmentos y delTratado Poltico(Madrid, Tecnos, 1966).Captulo 1Consideraciones en torno a mtodo y fuentesEl tema de nuestro trabajo conlleva, en cierto modo, una apreciacin del sentido de la filosofa de Spinoza en su conjunto, aunque su enunciado se refiera al aspecto, al parecer particular, de la Ontologa. En la ingente bibliografa sobre Spinoza{1}como, en general, ocurre con cualquier clsico tales visiones de conjunto ms bien sobreabundan, hasta el punto de que podra merecer,a priori,un justificado recelo el intento de ofrecer una visin ms que no hubiera sido ya desarrollada; las posibilidades de combinar y recombinar los filosofemas spinozianos seran, sin duda, finitas. Y, ciertamente, sera excesivamente pretenciosa la promesa de originalidad al principio de un trabajo sobre Spinoza. Nuestro designio no es el de presentar algo inaudito, sino ms bien el de articular interpretaciones, muchas veces ya dadas, de la filosofa spinoziana (aunque algunas de esas interpretaciones habrn de ser, sin duda, ms o menos modificadas, en virtud de las exigencias de nuestra propia posicin), en una perspectiva de conjunto que, conectndolas de cierta manera, les confiere una especial significacin.Digamos en seguida, para evitar malentendidos, que con ello no pretendemos como a primera vista podra parecer algo as como un sincretismo interpretativo, de carcter ms bien eclctico. Muy al contrario, se tratara de aplicar al pensamiento de Spinozaunmodelo ontolgico, que denominaremos el modelo del Materialismo Filosfico (y cuyo desarrollo reservamos para el siguiente captulo). Ahora bien: la significacin del uso de dicho modelo, segn pretendemos, no se agota en su mera ejecucin formal: digamos, en la constatacin puntual de correspondencias entre los elementos del modelo y los del sistema filosfico considerado: Spinoza, en este caso. La ejecucin de semejante proyecto, con el rigor posible, es, sin duda, un trmite inexcusable, y, por s misma, puede constituir un objetivo autnomo de investigacin. Pero, adems de eso, lo caracterstico del modelo en cuestin es que l mismo constituye unateoraacerca del Materialismo Filosfico; unadoctrinaque pretende exhibirverdades(y ya noslopuntos de referencia). Pero, a su vez, como ulteriormente se ver, dicha pretensin de verdad de la [14] teora (aunque sta pueda ser presentada como el fruto de una, construccin conceptual, en principio independiente, en cuanto tal construccin, de sus aplicaciones a un material histrico) es, en definitiva, indisociable de su verificacin histrica. Para decirlo rpidamente: la interpretacin de la Ontologa de Spinoza como Materialismo Filosfico (interpretacin que incluye la posibilidad de aplicar el modelo en cuestin al pensamiento spinoziano) significara, no ya solo una reexposicin sistemtica de Spinoza, cuyo valor heurstico podra estimarse, por ejemplo, en trminos de simplicidad, coherencia, plausible reordenacin del material conceptual spinozista, &c., sino una manifestacin concreta una entre otras posibles de la verdad de la doctrina del Materialismo filosfico, en general. Vamos a aclarar un poco las perspectivas, desde el punto de vista de la disciplina Historia de los sistemas filosficos (dentro de cuyos lmites desea situarse, acadmicamente, este trabajo), en las cuales nos instalamos, y en cuya virtud estimamos por lo menos plausible la realizacin de un proyecto como el que acabamos de mencionar. Nuestras observaciones, en este punto, tendrn, en todo caso, el valor de simples indicaciones generales.Podemos distinguir dos vas de aproximacin a la historia de los sistemas filosficos, documentables en la tradicin de la disciplina (y, desde luego, conectadas con fenmenos de la historia del pensamiento de alcance ms general). Las llamaremos, respectivamente, lava tipolgicay lava funcional.No vamos a detenernos ahora en un anlisis minucioso de cada una de ellas. Solo algunas indicaciones, ms bien denotativas.1) A la va que llamamostipolgicacorrespondera una actitud predominantementetaxonmicaante los sistemas filosficos. El ejercicio de esa actitud conllevara el establecimiento de una tipologa de sistemas, mediante el uso de los gneros porfirianos, y la consiguiente nocin de distributividad. Una til referencia histrica, que coordinara esta va con otros sectores del pensamiento, podra venir dada por la taxonoma de las especies, de Linneo. En un plano intemporal que excluye el orden secuencial entre los elementos clasificados las especies aqu los sistemas aparecen definidas de una vez por todas (hay tantas especies como Dios cre al principio del Mundo), de acuerdo con conjuntos de rasgos de los que participan distributivamente los miembros de cada una. Ante un individuo dado, la tarea consiste en incluirlo dentro de la clase distributiva correspondiente. Pero los sistemas permanecen cerrados: no dicen relacin, ni a otras clases de sistemas ni, propiamente, a los dems sistemas de la misma clase: la cohesin entre ellos se opera por la aplicacin extrnseca (ya sea fruto de una deduccin apriorstica de rasgos, ya de una induccin de los mismos a partir del material histrico) de las notas que constituyen el gnero. No hay instrumentacin operatoria que haga posible elpasode uno a otro.Eltipo,ciertamente, puede ser concebido por lo menos de dos maneras: ya sea como clase a la que pertenecen distintos sistemas (sistema es aqu el conjunto de pensamientos de un autor), ya sea como conjunto de rasgos [15] extrados de los distintos autores, cuyos sistemas resultan as fraccionados por su pertenencia a diversos tipos o formas de pensamiento. En la primera manera de constitucin deltipopodramos recordar losTypen der Weltanschauungende Dilthey (que, aunque incluyen ms cosas que la filosofa, son tambin una clasificacin de las filosofas){2}; en la segunda manera, por ejemplo, lasDenkformende Leisegang{3}. Pero, en ambos casos, lo esencial es que los tipos, configurados de uno u otro modo, permanecen incomunicados. Materialismo y atesmo, misticismo y pantesmo, idealismo y tesmo se repiten y presentan siempre la misma estructura.{4}La actitud clasificatoria reitera, a fin de cuentas, y con diversas modulaciones, la posicin de su precursor, De Grando{5}.2) A la va que llamamosfuncionalcorrespondera lo que podramos llamar una actitud evolucionista (no taxonmica), que utilizara ms bien la nocin de gneros combinatorios (no porfirianos) y, consiguientemente, llevara incorporada la Idea detransformacin.Idea decimos de transformacin que, si bien es cierto que puede positivizarse (y la exigencia de una tal positivizacin suele acompaar a las pretensiones de unestructuralismoque se quiere estrictamente cientfico){6}, determinndose enprecisasestructuras lgico-matemticas como el grupo, por ejemplo, no es menos cierto que no se agota en, o no se reduce a, esa precisa y concreta expresin formal. Ms bien recorre distintas precisas expresiones formales, sin reducirse a ninguna definitiva, porque ningn usocategorialde la Idea de transformacin solidaria de la de estructura puede reducir lo que es una Idea de otro nivel: precisamente eltrascendental,{7}ante el cual la positivizacin rigurosa, cuando se adopta como requisitosine qua nondel uso racional de la Idea, representa una excesiva restriccin de la racionalidad (otra cosa es, por supuesto, el rendimiento cientfico categorial que la positivizacin estricta de la nocin pueda ofrecer).Decimos todo esto porque, cuando hablamos de esta segunda va evolucionista, no quisiramos sobreentenderla como reducida a la aplicacin de un mtodo estructuralista categorial, y solo como reducida a eso. Asociamos a ella ms cosas pongamos por caso que el uso positivo de la idea de grupo de transformacin. Frente al ejemplo de la taxonoma de Linneo que dbamos para la va anterior, propondramos ahora el de la Teora de la Evolucin: las especies fijas quedan rotas por la transformacin de unas en otras. Lo que se aplica al estudio de los sistemas filosficos no es ya un tipo esttico, sino un modelo al que se atribuyen rasgos funcionales (de ah la denominacin de esta segunda va) en cuya virtud queda, precisamente, abierta la conexin entre los sistemas. El modelo asume el papel de lacaractersticade una funcin, donde elcampo de variabilidadviene representado por los sistemas histricamente dados. La posicin del modelo no es, pues, la de un gnero cuyas especies sean los sistemas, en el sentido del universal participado por los singulares, sino la de unarelacin constante entre variables.Se trata de una idea similar a la de invariante en la transformacin. [16] Aludimos aqu a esta idea en su nivel ms general, sin comprometernos insistimos con ninguna ejecucinpositivade la misma. Podemos aclarar nuestra postura recordando que si el desarrollo matemtico de la idea de funcin obedece al problema de larepresentacin del devenir,{8}ello significara que larepresentacinse mueve en los marcos delproblema,pero no que lo agota,qua talerepresentacin positiva{9}.La introduccin de una conexin abierta entre los sistemas filosficos (que no datipos,sino que los enlaza en la consideracin de sus transformaciones) fue, como generalmente se reconoce, la obra de Hegel, y tambin desde otra perspectiva la de Comte{10}. Ciertamente, el reproche usual que se dirige a tales historias de la filosofa, pautadas por una cierta filosofa de la historia, es el de conectar los sistemas ajenosad maiorem gloriamdel propio, hacia el que los dems se ordenan. Independientemente del mrito o demrito que haya en eso, lo cierto es que la pauta del sistema propio introduce la posibilidad de explicar la transformacin de los ajenos (en un sentido similar se expres Marx al afirmar que la anatoma del hombre es una clave para la anatoma del mono){11}y, por tanto, inaugura la consideracin funcional a que aqu estamos refirindonos{12}. De un modo todava ms general, podramos aludir tambin como un remoto pero todava muy definitorio marco de referencia de la problemtica funcional,versusla tipolgica, a las palabras de Kant en suArquitectnicade la Razn pura; concretamente, al momento en que Kant establece su poderosa distincin entre elesquemaque instaura un sistema como unidad tcnica(technische Einheit),y elesquemaque organiza el sistema como unidad arquitectnica(architektonische Einheit){13}. Pero seguir la pista de todos estos planteamientos, de un modo riguroso y al pormenor, escapa a nuestras intenciones actuales. Desde un punto de vista puramente acadmico podramos decir, incluso, que este trabajo podra ser presentado (y acadmicamente justificado) como consistiendo nada ms que en una unidad tcnica, por seguir la terminologa kantiana. Pero queramos indicar qu consideraciones se mueven en su trasfondo. No son ajenas a este por dar de pasada alguna otra referencia intentos como el de Cassirer (donde la conexin sujeto-objeto, entendida como funcional, organiza el vasto campo del desarrollo histrico de la filosofa){14}; y, en la constelacin de ideas en que esta va funcional se mueve, podramos aludir tambin a la idea de transformacionesproyectivas(pues los diversos sistemas se deforman de un modo legal, que mantiene su conexin). La inspiracin que anima al clebre tema goethiano de laUrform(en cuanto se opone a la tipologa sin negar el papel de esta como responsable de la ereccin de impenetrables barreras entre los seres){15}, o la que inspira, en un sentido semejante, doctrinas como la de la vrtebra-tipo de Oken{16}, podran servir de llamativas asociaciones, biolgica y anatmica, de esta constelacin, evolucionista y funcional, de ideas.En los marcos generales de esta segunda va nos movemos. Naturalmente, la dimensintransformativaque ella implica hace que la aplicacin del esquema del Materialismo Filosfico que vamos a utilizar en el caso de Spinoza [17] no pueda considerarse agotada con este solo caso. Como precisaremos ms adelante, dicho esquema o modelo solo encuentra su cabal ejecucin al ser utilizado en ms casos. El Materialismo Filosfico (definido, como veremos, de cierta manera, y singularmente en los marcos ontolgicos de la oposicin clsica Ontologa general / Ontologa especial, entendida de cierto modo) es considerado como un tipo de pensamiento genuinamente filosfico y, por consiguiente, tanto como la construccin de sus rasgos, importa considerar laefectividad histricade semejante tipo de pensamiento que, bajo diversas formas, se supone ha tenido que darse en la tradicin filosfica. El estudio que aqu abordamos es, pues, una verificacinparcialde la efectividad histrica a que nos referimos; tenemos que poner en correspondencia los rasgos esenciales del modelo con rasgos de la filosofa de Spinoza. Ello, por supuesto, no implica que la filosofa de Spinoza quede agotada, recogida en su ntegra riqueza, por la mera aplicacin del modelo. Pero s aspiramos a que los resultados sean lo bastante significativos como para pretender que aspectos enteramente esenciales del pensamiento spinozista quedan ordenados de una manera sistemtica; y, como es natural, es necesaria, en todo caso, mediante la oportuna exhibicin de los textos spinozianos pertinentes, la justificacin de la plausibilidad de la aplicacin del modelo.Se trata, en definitiva, de reinterpretar a Spinoza, aunque sin olvidar que Spinoza constituye un caso entre otros posibles, en los que la aplicacin del modelo podra revelar con las oportunas modificaciones la existencia de unas constantes materialistas en el sentido que expondremos, as como podra dar cuenta, desde el interior del propio modelo, de las desviaciones histricas de dichas constantes. Nuestro actual proyecto se encuadra, pues, en un proyecto general que atae a la historia de los sistemas filosficos. Pero Spinoza, aun siendouncaso, es un caso eminente. Eminente porque, segn pensamos, el modelo se le aplica con una especial eficacia; porque, por decirlo rpidamente, constituira un caso muy puro de lo que aqu consideramos Materialismo Filosfico, tanto que resulta difcil no tenerlo a la vista (aunque sea de una forma sumaria, y en espera de ulteriores precisiones que solo el ms detenido estudio de los textos puede ofrecer) en el momento, precisamente, de la elaboracin del modelo.* * *

Declarar, de entrada, que va a interpretarse a Spinoza en algo as como un sentido materialista puede suscitar la sospecha de si, a fin de cuentas, no ir a inclursele dentro de una rbrica que tiene ya su propia tradicin exegtica, en la bibliografa spinoziana. Ignorar esa tradicin u otras sera, sin duda, absurdo. Pero desde ahora conviene advertir que nuestra versin de Spinoza no se acoge, ni mucho menos,simpliciter,a dicha tradicin materialista. Existen bastantes caractersticas en el modelo utilizado por nosotros que se apartan decididamente de lo que esa tradicin en lneas generales [18] ha estado dispuesta a considerar materialismo, y no ya solo en Spinoza, sino en general.{17}Pero, antes de polemizar con esa tradicin, o con otras que partan, en su interpretacin de Spinoza, de supuestos asimismo doctrinales (esto es, que consideren la filosofa de Spinoza desde esquemas que son, a la vez, y por as decirlo, instancias judiciales) vamos a criticar, en este captulo, ciertas aproximaciones metodolgicas a Spinoza, que no van a ser las nuestras, y que se caracterizan todas ellas, pese a sus diferencias, pornoser, precisamente, interpretaciones doctrinales. Con ello podremos tambin disipar algunas posibles ambigedades, desde el principio.A) Nuestro estudionova a orientarse por la va de una investigacincrtico-eruditadel pensamiento spinoziano, que atienda, sobre todo, a la conexin de esta con susfuentes.Una buena razn para no seguir esa va podra ser la de que carecemos de instrumentos adecuados para una tarea de esa clase. En segundo lugar, puede decirse que, de todas formas, el estudio crtico de las fuentes de Spinoza ha sido hecho ya, y con un elevado nivel de refinamiento acadmico, a partir del siglo XIX.{18}Cualquier manual de Historia de la Filosofa nos ofrece el panorama de esa tarea crtica{19}, as como el elenco de las diversas posibilidades clsicas mantenidas por los estudiosos del spinozismo, en torno al predominio de uno u otro tipo de fuentes ms o menos decisivas en la gnesis del pensamiento de Spinoza.{20}Recordmoslas de pasada: ya fuentesjudasMaimnides, Gersnides, Chasdai Crescas, Abraham ibn Esras, Len Hebreo... (como sostienen, por ejemplo, M. Jol, C. Gebhardt, L. Roth y otros, pero, sobre todos, H. A. Wolfson){21}, yaescolsticaso, en general,cristianas(as Freudenthal o, en parte, Dunin-Borkowski){22}, yacartesianas(las clebres opiniones de Bayle o Leibniz, o las ms modernas de A. Lon, P. Lachize-Rey o A. Rivaud{23}, aunque las actuales versiones de Spinoza en sentido cartesiano son siempre prudentes y no dejan de notar las diferencias). No han faltado, por supuesto, eclecticismos.{24}Son bien conocidas las vinculaciones, por otra parte, del pensamiento de Spinoza al de Hobbes{25}, o Bruno{26}, e incluso Campanella{27}, o al pensamiento neoplatnico clsico.{28}Tampoco ha faltado la consideracin de Spinoza como pensador caractersticamenteportugus,explicable, ms que nada, en funcin de ciertas esencias portugesas{29}; e incluso se ha intentado una confirmacin en este sentido por la va de una aproximacin sub quadam specie aeternitatis,sin duda del pensamiento de Spinoza al de Oliveira Salazar{30}, aunque la fecundidad heurstica de dicha va no parezca excesiva. Como es natural, no damos aqu una bibliografa completa de los estudios crtico-eruditos de fuentes. Como decimos, en este sentido, Spinoza est suficientemente trabajado. Pero hay una tercera razn por la que nuestro mtodo no es este: la de que la interpretacin del pensamiento de Spinoza desde el punto de vista de sus fuentes no nos parece adecuada, en cuanto que no recoge, por s sola, caractersticas que nos parecen decisivas en ese pensamiento. Sera ridculo ignorar la importancia de los estudios crticos sobre las fuentes del [19] spinozismo; pero sera errneo, en nuestra opinin, otorgarles la primaca a la hora de interpretar la significacin sistemtica de su obra.Para no hablar en el vaco, refirmonos a un ejemplo eminente de la tendencia a otorgar esa primaca (que traemos aqu a colacin como ilustracin muy clara de lo que queremos decir en este punto). Se trata de la por otros conceptos extraordinaria y, desde luego, ya clsica obra de H. A. Wolfson sobre la filosofa de Spinoza.{31}Segn dicho autor, la obra de Spinoza en su conjunto, y sealadamente su punto culminante laEtica slo aparentemente exhibe una trabaznordine geometrico; en realidad, laEticade Spinoza es una obramore scholastico rabbinicoque demonstrata{32}. Lo caracterstico del estilo de Spinoza sera la elipsis, la elusividad: pero eso no es el fruto del orden geomtrico. La obra de Spinoza respondera a una problemticamedieval(a veces de signo aristotlico cristiano, pero las ms de ellas bebida en las fuentes judas); esa problemtica podra reducirse a un solo propsito de amplio alcance: to bring to its logical conclussion the reasoning of philosophers throughout history in their effort to reduce the universe to aunified and uniform wholegoverned by universal and unchangeable laws{33}. Cada solucin de Spinoza y esto sera lo ms caracterstico de la posicin de Wolfson a esos problemas, habra que explicarla como si obedeciese a unas preguntas medievales que Spinoza tena implcitamentein mente,y como si no fuese sino una prolongacin muchas veces, una mera reiteracin de ciertas posibles soluciones,yamedievales, a dichos problemas. De ah que explicar a Spinoza sea, segn Wolfson, explicar sussobreentendidos(el autor se reduce a sus fuentes medievales), sobreentendidos que prefiguran las propias respuestas spinozistas. Spinoza habra llevado a sus ltimas consecuencias los planteamientos medievales de ciertos problemas; su filosofa tendra sentido dentro de los marcos tcnicos filosficos elaborados por la filosofa medieval, especialmente la juda.En esta tarea, la labor de Wolfson es, sin duda, de una perspicacia histrico-crtica abrumadora. Incluso excesiva: Spinoza resulta quedar tanreducidoa Maimnides, a Chasdai Crescas, a Gersnides (al propio Aristteles, muchas veces) que se comprende muy bien que cuando, en el ltimo captulo de su obra, Wolfson se pregunta qu es lo que Spinoza aporta de nuevo, tenga dificultades para responder: uno acaba por no entender bien por qu Spinoza posee tan alta relevancia como filsofomoderno{34}. As, por ejemplo, frente a las interpretaciones que subrayan el mtodo geomtrico de Spinoza como esencial al desarrollo de su pensamiento (de este problema tendremos que hablar ms adelante), Wolfson sostiene que el mtodo geomtrico no es sinootra vezAristteles: la misma silogstica, en cuanto opuesta a la erstica o la dialctica; premisas verdaderas que son lacausade la conclusin...{35}Asimismo, la negativa de Spinoza a llamar substancias a cosas existentes concretas no sera sino una coherente consecuencia de su renuncia, precisamente, a cambiar la nocintradicionalde substancia: lo que es en s y se concibe por s{36}, con lo que la escandalosa Substancia spinoziana se convierte en un concepto tradicionalista. Esa Substancia, en definitiva, es lamisma[20] idea medieval de unsummum genustrascendente al Universo; y esa trascendencia revelada, al parecer, en expresiones como la de serprior in naturaa sus partes, a los modos (los modos, segn Wolfson, son partes del todo substancial) estara en la base de la ulterior afirmacin wolfsoniana de lapersonalidadde la Substancia.Cuando Spinoza predica launidadde su substancia, son argumentaciones medievales segn Wolfson las que tiene en la mente: el dualismo medieval es refutado a travs de la insostenibilidad de la teora de la creacin del Mundo, pero esa insostenibilidad, a su vez, estaba ya contenida en argumentaciones medievales: o bien la creacin se estimaba incompatible con la inmutabilidad, omnipotencia y benevolencia divinas (y esto habran sostenido Maimnides, Gersnides y Len Hebreo), o bien la creacin se estimaba incompatible con la simplicidad de Dios: algo simple solo puede producir lo simple (lo cual era tambin un tema del neoplatonismo judo); cuando Spinoza se plantea, ya desde el KV, el tema de la imposibilidad de la creacin, su crtica sereduciraa la reexposicin de esa vieja problemtica{37}. Asimismo, la va por la que se introduce la infinidad de atributos en la Substancia es la clsicavia eminentiaemedieval de la suma de perfecciones: la infinitud de perfecciones significa la eminenterealitasde la Substancia.{38}La superacin de la antinomia entre la afirmacin y la negacin de la pluralidad de la Substancia (Substanciauna,pero deinfinitosatributos), habra sido intentada por Spinoza a travs del planteamiento de un problema el de la esencia y la existencia que es tambin caractersticamente medieval (aunque, desde luego, originado en Aristteles): allof Spinoza's statements with regard to the nature of existence in relation to essence reflect the Avicennian and Maimonidean point of view{39}; el concepto decausa suihabra sido fabricadoad hocpara expresar la ntima unin de esencia y existencia (cuya composicin exigira una causa){40}.Igualmente, la cognoscibilidad de Dios a travs de sus atributos es una idea que obedece a la concepcin tpicamente medieval de los atributos como maneras de manifestarse Dios a los hombres{41}. El problema de la naturaleza subjetiva u objetiva de los atributos divinos notoriaquaestio disputatade la exgesis spinoziana se reducira, desde luego, para Wolfson, a la controversia medieval de los universales, respecto de la cual Spinoza habra seguido una va nominalista, salvo para el caso del universal que sera la Substancia...{42}.Un momento muy caracterstico en la argumentacin de Wolfson es el de su explicacin de la trama del Universo en el pensamiento de Spinoza. La imagen del Universo sera, en Spinoza, la misma imagen medieval, solo quealgomodificada. Habra ciertos elementosno esencialesen la concepcin medieval del Universo (Wolfson llama no esenciales a la finitud, a la doctrina de las esferas celestes...){43}, rechazados por Spinoza para quedarse con lo esencial, a saber: la idea de que God is pure form and hence the material universe did not proceed from him directly{44}. La modificacin que Spinoza introducira en esa bsica visin medieval una modificacin de alguna importancia, ya que consiste en la materializacin del Dios que era pura forma [21] es explicada por Wolfson en estos curiosos trminos: He shows that if God is pure form, then the interposition of another form between God and the universe will not remove the difficulty of how matter could arise from form by the ordinary process of necessary causality. As an escape from this difficulty he takes the bold step of making the material universe proceed by necessity directly from God, with the inevitable consequence that God himself becomes material...{45}. La argumentacin de Wolfson creemos merece un atento examen, que sin duda ha de concluir (vase nuestra nota anterior) que ese diagnstico de los marcos medievales de la imagen del Mundo de Spinoza es una obvia perogrullada no informativa.Por lo dems, el Dios material no sera tampoco cosa nueva; Chasdai casi lo formul sostiene Wolfson en los propios trminos de Spinoza: Dios es el lugar del mundo{46}. Incluso la doctrina de la Extensin y el Pensamiento, como atributos divinos, es explicada por Wolfson sin aludir para nada a Descartes, y s a Aristteles: tal doctrina sera una mera modificacin de la aristotlica en torno a la Materia y la Forma, modificacin que tendra por objeto acomodar el pensamiento aristotlico a la materialidad de Dios; la Extensin spinoziana tendra que ver con laforma corporeitatismedieval{47}.Hablando del modo infinito mediato que Spinoza menciona explcitamente: laFacies totius universi (Ep.LXIV, a Schuller), Wolfson sostiene, por una parte, el carcter bblico de esa representacin global del universo; y, por otra parte, esa representacin del Universo como unindividuo(segnEth.II, Lemm. 7,postProp. XIII, Sch.){48}podra reconducirse a losParsufimde la tradicin cabalstica (rostros de Dios, en el sentido de emanaciones de lo infinito){49}. Acaso sea conveniente subrayar que, casi inmediatamente despus de vincular a laFaciescon la temtica cabalstica de losParsufim,Wolfson aborda el tema de cmo, en Spinoza, los atributos divinos pueden ser concebidos independientemente uno de otro, sin que por eso se introduzca pluralidad en Dios; parece (vase nuestra nota inmediatamente anterior) que la temtica de losParsufimcomportaba, precisamente, la imbricacin de cadaParsufen el siguiente siguiente, en el orden de la procesin; si la concepcin de la independencia de los atributos es, segn el propio Wolfson afirma, una crtica velada de Spinoza a la filosofa medieval{50}, resultara entonces que habra de quedar comprendido dentro de dicha crtica aquello mismo que Wolfson dice ser precedente de laFaciesspinoziana...Por ltimo (pasando por alto otros muchos aspectos de la exposicin de Wolfson, que obedecen al mismo patrn metodolgico-interpretativo: Spinoza es respuesta a la filosofa medieval, dentro de unos marcos de soluciones prefiguradas ya por aquella), nos referiremos a una de sus ms fuertes afirmaciones (que es, con todo, coherente consecuencia de su propio mtodo): Dios como sertrascendente y consciente.Ciertamente, dentro de la problemtica medieval, Dios no suele representarse de otro modo...ergoSpinoza debe tambin representrselo as. Ciertamente, lainmanenciade la causalidad ha sido prevista por la terminologa filosfica medieval{51}, y Spinoza no hay manera de negarlo dice que Dios es causainmanens,notransiens.Pero que [22] Dios no sea causatransiensno querra decir, segn Wolfson, que Dios estenlas cosas, como el alma en el cuerpo. He aqu cmo Wolfson explica la incmoda posicin del Dios de Spinoza, con la mira puesta en salvar, en la medida de lo posible, su trascendencia: Proposition XIV ofEthicsI, where Spinoza says that all things are in God, and similarly the two Dialogues in theShort Treatise,where he likewise says that all things are in God as parts are in the whole, make it quite clear that the immanence of God does not mean that God is in all things as the soul is in the body, but rather thatall things are in God as the less universal is in the more universal(subrayado nuestro) or, to use Spinoza's own expression, as the parts are in the whole. Spinoza's statement that God is the immanent cause of all things is thus not an assertion that God is identical with the aggregate totality of all things; it is only a denial that God is the external and separable and hence immaterial cause of all things{52}. Y, algo ms adelante, aade: When Spinoza (...) says that all things are in God he meansexactly the same thing as when Aristotle says that man exists in animal as a species in a genus.{53}(subrayado nuestro.) En este sentido, habra en Spinoza dos clases de todo (cuya ms remota inspiracin halla Wolfson en Proclo, con su distincin entre y {54}: Dios, como ser que trasciende a sus partes (y ese es Dios como universal, como gnero), y laFacies totius universi,que es la suma (the sum, dice Wolfson) de las partes del universo{55}. Proclo, Aristteles y la filosofa medieval acaban, pues, por explicar a Spinoza a travs de los conceptos de universal o gnero de un modo que, creemos, resulta difcilmente comprensible{56}. No negamos que, efectivamente, pueda tener un sentido la distincin entre esas dos clases de totalidades en Spinoza, pero lainconmensurabilidadentre los seres finitos y ese pretendido gnero (Dios) vase nota anterior nos impide entender al Dios spinoziano como gnero. Entenderlo as solo puede ser el fruto de un casi increble prejuicio en favor de las fuentes como explicacin de Spinoza.Las sendas extraviadas a que conduce tal concepcin se ponen de manifiesto cuando Wolfson empieza a extraer la problemtica en ella implcita: a saber, si Dios, al ser mero gnero, no ser meroens rationis;para evitarlo, Wolfson recurre a la distincin entre Dios como universalrealy los atributos como universalesabstractos,lo cual, segn creemos, s es una solucinmore scholastico demonstrata,en cuanto que no significa sino la reiteracin del problema en otros trminos, tomando la reiteracin por solucin: qu es,a su vez,ese universal real? Aade an esta consideracin: que Dios esens rationis,en todo caso, en cuanto concebido, pero real en s{57}, lo cual no ayuda mucho, ya que, supuesto queconocerla esencia divina ser, precisamente,concebirla,entonces conocer a Dios sera conocer un ente de razn; y, en general conocer cualquier cosa sera conocer entes de razn, concepcin del conocimiento que no creemos sea la de Spinoza, para quien elens rationisocupa un lugar inferior en la jerarqua cognoscitiva.{58}La explicacin que Wolfson da de la consciencia divina basada en Aristteles y Maimnides como fuentes de Spinoza creo revela la definitiva [23] infecundidad de su extremoso mtodo. Dios se contemplara a s mismo, como en Aristteles, pero, tambin como en Aristteles y entre los medievales, esteconocimientode s no implicara voluntad, ni propsito. Wolfson recurre, para sostener la conciencia divina, a los clebres textos en los que Spinoza dice que se dan ideas en Dios, ideas que se dan en elEntendimiento infinitode Dios; Wolfson olvida, simplemente, una cosa: que las ideas del Entendimiento infinito de Dios son ideas que se danen un modo(pues el Entendimiento, el infinito incluido,es un modo){59}; no son ideasdeDios en cuanto Substancia.* * *

A lo largo de las ltimas notas, y tambin en el texto, hemos ido mostrando al paso nuestra discrepancia con Wolfson en diversos puntos. Para mostrarla ahora, en general, tras este recorrido por algunas de sus afirmaciones, diremos lo siguiente: buscarla verdad de Spinoza(por as decir) en lasfuentesde su pensamiento no nos parece un mtodo aconsejable. Y no se trata solo del problema de detalle de que, en ciertos casos, tales o cuales fuentes aducidas puedan ser histricamente controvertidas. Ni tampoco se trata, desde luego, de que Spinoza no tenga nada que ver con filosofas anteriores: por supuesto que tiene mucho que ver, y muchas de las conexiones que Wolfson (u otros) sacan a la luz estn slidamente establecidas y son muy valiosas. Pero la cuestin es de orden ms general: para decirlo brevemente, se tratara de que, en nuestra opinin, no es que Spinoza pueda reducirse a pensamientosexternosyanterioresal suyo, sino que, supuesto que entre su pensamiento y otros anteriores puedan encontrarse rasgos comunes, eso indicara la persistencia de ciertas constantes, caractersticas de la reflexin filosfica en general, a travs de las modificaciones histricas de esa reflexin. Reducir a Spinoza a una filosofamore scholastico rabbinicoque demonstratavendra a significar, en definitiva, en la intencin de Wolfson, que la filosofa spinoziana no abandona los marcos religiosos que haban inspirado aquel pensamiento: que por ejemplo el Diospersonaljudo sigue inspirndolo. Nuestra posicin sera ms bien la inversa: si hay rasgos comunes entre la filosofa spinozista y la judo-medieval, no es porque ambas sean religiosas (y, desde luego, rechazamos absolutamente la tesis segn la cual el Dios de Spinoza es personal o consciente) sino, ms bien, porque lasfilosofiasreligiosas medievales, dentro de sus componentes religiosos, posean tambin componentes, efectivamente, filosficos. Ciertamente, no ignoramos que esta manera de ver las cosas puede hacer recaer sobre nuestro mtodo una sospecha similar a la clsicamente dirigida contra los mtodos histricos inspirados en una filosofa de la historia; tambin podra decirse, para nuestro caso, que ordenamos los sistemas, o parte de ellos,ad maiorem gloriamde la propia concepcin del materialismo filosfico. De esta especie de acusacin intentaremos defendernos ms adelante. Queda claro, por el momento, en virtud de qu nos oponemos a concepciones como la de Wolfson. Por otra parte (y, por supuesto, desde nuestra interpretacin) la reduccin de Spinoza [24] al pensamiento medieval deshace la pureza del perfil materialista filosfico que, algo ms arriba, nos hemos permitido atribuir apriorial pensamiento de Spinoza: aquella reduccin no recogera, segn nos parece, esenciales novedades de la filosofa spinoziana (una de las cuales, y no la menor, sera la definitiva implantacinateade su pensamiento, aunque la idea de Dios conserve significacin filosfica, como veremos, en Spinoza){60}. Lo dicho para Wolfson, a propsito del predominio de las fuentes judas como decisivo para la interpretacin de Spinoza, puede extenderse a las dems opiniones a que nos hemos referido: pensamiento escolstico cristiano, neoplatonismo, pantesmo renacentista, o el propio cartesianismo. Conocer esas fuentes es trabajofilolgico(y, por cierto, de gran importancia), pero no puede sustituir al punto de vista histrico de los sistemas filosficos en el que pretendemos colocarnos.B) Pero, si nuestro mtodo no va a consistir en la reduccin interpretativa del pensamiento spinoziano a sus fuentes, entendidas como algoexternoyanteriora dicho pensamiento, tampoco podemos adoptar otra clase de mtodo, opuesta a la anterior, y que, si bien es cierto que no se ha practicado con mucha frecuencia, resulta sumamente significativa como caso lmite. Se trata, por as llamarla, de una perspectivainterioral pensamiento de Spinoza, que ha sido notoriamente ejercitada en las obras de H. F. Hallett{61}. Los subttulos de sus obras fundamentales (estudiosspinozistas) poseen una significacin muy precisa: se trata de ver a Spinoza desde dentro, en cuanto que el pensamiento spinoziano sera algo as como un prototipo de pensamiento metafsico, e, incluso, de pensamiento metafsicoverdadero,sin ms. Hallett se autodefine como pensador metafsico a pesar de ser ingls, dice, con evidente animosidad contra las corrientes empirista-lgicas y analticas que ostentaran la representacin del pensamiento anglosajn en este siglo{62}. Desde esa posicin, Spinoza servira como a corrective for the phenomenalism which, in one form or another, prevai1s in our era{63}. Y Hallett entiende que partir de esa posicin metafsica es esencial para comprender a Spinoza, con una comprensin autntica, es decir simpattica. Por ello, declara que I have not been obtrusively precise in distinguishing between the mereipsissima verbaof Spinoza and what is added under demand asspeculative exposition(subrayado nuestro) and development{64}. Exposicin especulativa: esa es la clave de su mtodo. Las exposiciones racionalizadoras, externas al pensamiento de Spinoza, no daran cuenta, segn Hallett, del autntico sentido de muchas doctrinas del filsofo; por ejemplo y es un ejemplo eminente, jams podrn dar cuenta de la doctrina de laeternidad de la mente humana:para entender la doctrina de la eternidad de la mente humana (que Spinoza desarrolla en el Libro V de laEtica) hay que ser metafsico(vendra a decir Hallett). O, dicho ms vigorosamente, para entender a Spinoza hay que ser, de algn modo, spinozista (en un sentido similar a como se ha dicho que para entender a Hegel hay que ser, de algn modo, hegeliano){65}. Las ideas metafsicas de eternidad e infinitud son enteramente [25] esenciales en el pensamiento de Spinoza: ello origina una constante dialctica infinitud-finitud, eternidad-duracin, que ms que explicada por Hallett desde posiciones a cuya luz las declaraciones de Spinoza se iluminen, es reexpuesta por l como si su sentido literal fuese, simplemente, su sentido, o es rellenada en sus lagunas por declaraciones de tipo spinozista del propio Hallett; en esta fiel reexposicin o pretendidamente fiel suplencia, Hallett se sirve, muchas veces, para aclarar las cuestiones, de metforas que lo nico que hacen esredundarla dificultad de la cuestin. Por poner un ejemplo: cuando Hallett se refiere a la conexin spinozista entre todo y parte (o, como l prefiere decir, entre macrocosmos y microcosmos, como las dosposicionesesenciales de la realidad, en el sistema de Spinoza) utiliza, en el curso de la explicacin de esa conexin, expresiones como estas: I say 'an individual part', for as we have seen the microcosm as an agent is no meresectionof atotum,but, as it were, a 'filament' of the invisible 'web' of macrocosmic agency{66}. Es muy explicable que, ante este tipo de frmulas, la crtica anglosajona vinculada ms o menos con las corrientes analticas haya arremetido contra Hallett; as C. D. Broad, despus de alabar el esfuerzo simpattico de la interpretacin del autor, se lamenta irnicamente de que lo nico que echa en falta es alguna razn por la que hubiera que creer, ya en lo que dice Spinoza, ya en lo que dice Hallett mismo{67}; si Hallett comulga con las experiencias metafsicas de Spinoza, esa sera, sin duda, una afortunada circunstancia personal, pero seguramente intransferible, y, por tanto, poco til como mtodo de explicacin, &c., &c.{68}En una va similar, Ruth L. Saw pese a haber realizado ella misma una especie de esfuerzo por no negar absolutamente sentido a la metafsica spinoziana{69} critica tambin a Hallett por lo que sera un admirable esfuerzo de identificacin con el personaje, olvidndose de la verdad de lo que dice.{70}Debemos advertir que la crtica analtica a Hallett nos merece ciertas cautelas: bajo capa de crtica a una delirante metafsica (de Hallett,o de Spinoza,que resultan ltimamente igualados en la crtica) los crticos propendcn a olvidar algunos puntos en que, puestas entre parntesis sus exageraciones metafsicas, Hallett apunta certeramente a efectivos problemas ontolgicos a los que nos referiremos, y a Hallett a propsito de ellos, ms adelante{71}: citemos solo ahora la cuestin del carcter sistemtico de laFacies totius universi{72}, la unidad no-orgnica de laNatura naturata(y sus consiguientes implicaciones a la hora de tratar la importante cuestin del carcter biolgico del pensamiento mecnico de Spinoza...){73}. La crtica analtica tendera a veces, al descalificar a Hallett, a descalificar el pensamiento de Spinoza como metafsico en su conjunto, lo cual no es incoherente con la usual perspectiva anti-histrica que tanto el empirismo lgico como la filosofa analtica han practicado con alguna frecuencia{74}. Pero, pese a estas importantes reservas, debemos tambin reconocer que las objeciones analticas a Hallett contienen algo verdadero: esa pretensin de asumir la mente de Spinoza es, en definitiva, utpica, y no parece que deba ser ofrecida como el ideal de un mtodo histrico de explicacin de un sistema filosfico. En otras palabras, [26] que ser spinozista en el siglo XX, y pretender reexponer a Spinoza rellenando sus lagunas mediante la aportacin de pensamientos que Spinoza habra formulado si se hubiera dado cuenta tan impregnado se supone el comentarista del propio espritu spinoziano no es algo que pueda hacerse sin graves peligros, e incluso sin bordear la comicidad. As como en el primer tipo de mtodo presentado Spinoza quedaba excesivamente reducido a otra cosa (y por ello, en algn sentido, anulado), en este segundo tipo laverdadde Spinoza es tan autnoma y fervientemente asumida que lo que queda anulado es el sentido histrico, el sentido de latransformacin(que incluye, desde luego, constantes). Sin duda, el spinozismo ha podido ser presentado, en ocasiones, como prototipo de actividad filosfica (y nosotros, en cierto modo, no estamos nada lejos de presentarlo as). Bergson pudo enunciar su clebre frase: todo filsofo tiene dos filosofas: la suya y la de Spinoza{75}, o Brunschvicg alabar la leccin permanente que el matematismo de Spinoza da al espritu moderno{76}, o Friedmann recordar que el camino de salvacin que la filosofa habra sido para Spinoza es una va transitable, a travs de su hermoso trazado estoico, hasta nuestros das{77}. Incluso la creacin de instituciones como laSocietas spinozanaestara en la lnea del reconocimiento de esa especie de carcter prototpico del spinozismo, y considerara, en algn sentido, su verdad (en un sentido que, refirindose en concreto a laSocietas,Deborin calific duramente, por cierto, no tanto como prototipo de filosofa cuanto como prototipo de idealismo burgus){78}. Pero, de una u otra forma, idealismo o no, los reconocimientos de paternidad filosfica que hayan podido serle reclamados a Spinoza se han venido refiriendo, ms bien a actitudes de carcter preponderantemente moral, o a un entendimiento generalsimo del mtodo filosfico, no a su concreta doctrina, en su concreto entramado conceptual. Acaso nosotros reclamemos esa doctrina (en cierto sentido), ms acusadamente que otras muchas posiciones; y, sin embargo, creemos que la autorreclamacin de la etiqueta de spinozista que Hallett hace est fuera de lugar. Usando trminos jurdicos, diramos que no importa tanto lamens legislatoris(la mente de Spinoza) como lamens legis,de la ley de su sistema: una menteimpersonal(y, al proceder as, seguimos una remota inspiracin spinozista: tambin es en Spinoza impersonal lamens,en algn importante sentido). Pero esamens,al ser impersonal, no se cierra sobre s misma (en el fuero de la conciencia, o en la bveda del crneo), ni puede, por tanto, reconstruirse solo desde s misma, sino en la necesaria conexin de los sistemas filosficos, legalizados en su variacin por el hilo de la problemtica ontolgica a que ms adelante nos referiremos.C) Acaso un tercer tipo de mtodo parezca ms viable, dadas las crticas que acabamos de dirigir al anterior. Y, sin embargo, tampoco va ser el nuestro. Nos referimos al mtodo estructural de Martial Gueroult, que Gilles Deleuze{79}ha calificado como el verdadero caminocientficoen las investigaciones sobre el pensamiento de Spinoza: ese ...mthode structurale-gntique, qu'il [27] (Gueroult) avait labore bien avant que le structuralisme s'impost dans d'autres domaines{80}. El mtodo estructuralista de Gueroult, en su reciente y ya clebre obra sobre Spinoza (cuya publicacin ntegra an no ha sido concluida), acaso beneficindose de la buena acogida general a los productos estructuralistas en los ltimos aos, ha constituido un autnticosuccs de scandale,originando las inevitables polmicas{81}. Reconozcamos de antemano, y ampliamente, que la obra de Gueroult es un estudio magnfico, difcilmente imitable, de la estructura inminente del pensamiento de Spinoza en la parte I de laEtica: el texto aparece desmenuzado y analizado en sus ms mnimas conexiones, hasta extremos realmente increbles de paciente finura. El punto de partida de Gueroult es el de la estricta fidelidad altexto,fidelidad que en Spinoza se carga de especial sentido, teniendo en cuenta que dicho texto progresaordine geometrico,y que eso sostiene Gueroult es esencial para el propio Spinoza. El principio clave del spinozismo sera el del racionalismo absoluto, el de latotalinteligibilidad de las cosas. En consquence, toute interprtation de l'ensemble de l'Ethiquequi rintroduit plus ou moins quelque incomprhensibilit en Dieu et dans les choses est trahison de la doctrine{82}. La tesis de la total inteligibilidad conllevara, segn Gueroult entre otras cosas la consecuencia de que ...aucune connaissance vraie ne pouvant se raliser hors d'une dduction de type gomtrique, toute tentative de comprendre l'Ethiqueen la dpouillant de sa forme revient vouloir accder la vrit par la ngation du procs qui la rend possible...{83}. La controversia entre la interpretacin del mtodo geomtrico spinoziano como esencial o como accidental es ya vieja, y a ella tendremos que volver, aunque sea de pasada, ms adelante. Pero las implicaciones de la actitud de Gueroult no se limitaran a un simple voto en pro de la interpretacin del geometrismo de Spinoza como esencial, sin ms. Remachando lo especficamente estructuralista de esa actitud, subraya Deleuze en su artculo sobre la obra de Gueroult queel historiador de la filosofia nunca es un intrprete;sien Spinoza, y concretamente en la parte de laEticaobjeto del anlisis de Gueroult, hay unaestructura,consistente en un orden de razones (un orden de filosofemas), ese orden de razones debe ser concebido, si se quiere adoptar un mtodo adecuado, como enteramente independiente de un contenido oculto. La existencia de un contenido distinto de eseorden explcitoque el autor ofrece no tiene por qu ser presumida siquiera; y Deleuze en un estilo bastante caracterstico de los productos lingsticos intelectuales franceses de los ltimos aos concluye afirmando que el orden, que no est oculto, no se ve sin embargo fcilmente, porque es idntico alhecho de decir, aunque siempre desviado por lo quese dice, &c.{84}En suma, se tratara de la muy conocida hipstasis del fenmeno (por as llamarla), que acompaa frecuentemente, como declaracin filosfica acoplada, a ciertas producciones estructuralistas, hipstasis del fenmeno que tiene, sin duda, remotos antecedentes, a los que no es ajeno Nietzsche (de quien, como se sabe, es el propio Deleuze uno de los ms relevantes comentaristas actuales){85}.La voluntad de permanecer en el interior del sistema de Spinoza no [28] sera, pues, en Gueroult, nada semejante a la interioridad que considerbamos para el caso de Hallett, en el apartado anterior. No se tratara de seguir la mente de Spinoza, reconstruyndola como l mismo hubiera hecho en aquellos tramos en que se produzcan lagunas en el sistema. Se trata ms bien de que, propiamente, no hay tales lagunas: Spinozaeslo que ldice,y en elordenen que lo dice: ...l'unique voie lgitime pour entrer dans la doctrine est des'associer au processus dmonstratif qui seul, selon elle, peut produire la vrit;car, puisque 'les dmonstrations sont es yeux de l'Ame', qui les ngligerait en les tenant pour subsidiaires, littralment, crverait les yeux de son intelligence...{86}.Podramos preguntarnos acerca del alcance de las afirmaciones que acabamos de citar: deben ser tomadas literalmente? Parece que, si su alcance es literal, entonces el resultado del verdadero mtodocientfico de estudio de laEticasera, simplemente, el de volver a escribirla, lo cual podra parecer ocioso, salvo que uno adoptase la perspectiva del Menard de Borges, aquel fidelsimo renovador delQuijote{87}. Sin duda, la nica manera de penetrar en la doctrina de laEticaes la de seguir el orden de sus demostraciones: si con ello quiere recomendarse que laEticase lea empezando por el principio, siguiendo a continuacin pgina tras pgina, y concluyendo por la ltima, la recomendacin es seguramente juiciosa, aunque acaso sera exagerado presentarla como el prototipo de la cientificidad; sera, ms bien, una condicin de esta, ms que un resultado. Una vez que esa recomendacin se ha seguido, pueden ocurrir dos cosas: 1) que el conjunto de definiciones, axiomas, lemas, postulados, demostraciones... de Spinoza nos parezca enteramente coherente y verdadero, en cuyo caso seremos spinozistas y no hablaremossobrelaEtica,sino quecitaremosla Etica, pues contiene la verdad; 2) que encontremos que ese orden de razones spinozianas, al que deberamos asociarnos, no es tal orden, en cuanto necesaria concatenacin de verdades; hallamos incoherencias formales, incompletudes, inadecuacin entre lasintencionesspinozianas de mantenerse en un terreno estrictamente deductivo y suefectivaapelacin a cuestiones de hecho (pongamos por caso)... Es improbable que, pese a ello, demos de lado al pensamiento de Spinoza como si, por ser parcialmente incoherente o contener manifiestas falsedades, careciese de valor. Podemos, por ejemplo, intentar salvar la coherencia de Spinoza recurriendo a conexiones conotrostextos (que, por tanto, yanopertenecen al explcito orden de razones de laEtica), o podemos aventurar una conexin entre diversos textos de la propiaEticaque pase por encima de dicho orden explcito. Ciertamente, tambin podemos renunciar a mantener a toda costa la coherencia, y, simplemente, constatar la incoherencia, aunque tampoco tenemos por qu renunciar a explicarla, a dar una justificacin coherente de la incoherencia: pero para eso tendremos que proceder desde fuera del propiotextoincoherente. Podemos hacer muchas ms cosas. Pero desde que hemos reconocido que el orden de razones no es perfecto, no es autosuficiente como orden coherente de razones (que produce verdades:y eso no es desdeable), entonces hablar de Spinoza y de su Eticanoser solomencionar el ordenen cuestin. [29] El crtico inmanentista podr decir que, entonces, empezamos a traicionar a Spinoza; que no tenemos por qu interpretarlo, pues ya ha dicho Spinozaloque quera decir ycomoquera decirlo. Pero asociarse a Spinoza, de esa suerte, es asociarse a un monlogo; dicho de otro modo, es callarse. Sin duda, Gueroult no ha seguido el camino del silencio como era de esperar: las 586 pginas de texto de su obra (que se refieresoloa la primera parte de laEtica) contienen muchas cosas, y, desde luego, son algo ms que una reiteracin de laEticamisma. Contienen conexiones con otros textos, opiniones en torno a clsicasquaestiones disputataespinozianas; y, si bien es cierto que salvar la coherencia interna del sistema spinozista es uno de sus objetivos fundamentales, tambin es cierto que esa coherenciapatentizadapor Gueroult no puede decirse que se reduzca a lamismacoherencia explcita de laEtica: de algn modo, siempre es una coherencia reconstruida, implcita. En el desarrollo de esa tarea, la obra de Gueroult contiene valiossimas aportaciones. Lo nico que aqu queremos poner en duda es que el valor de dichas aportacionesse deba necesariamenteal uso riguroso de un preciso mtodo estructuralista, en los trminos (solo medianamente serios, desde luego) en que hemos aludido ms arriba a tal mtodo; y, sobre todo, en los trminos en que Deleuze pretende que dicho mtodo, efectivamente, se ejercita. Ciertamente, Gueroult huye de esas ...vues cavalires qui, dans l'loignement du texte, risquent de laisser toute licence aux interprtations gratuites{88}, pero ese legtimo escrpulofilolgicoviene siendo invocado de siempre por cualquier historiador de la filosofa (aunque los desacuerdos sobre su efectiva prctica sean, por supuesto, constantes, pero es que lostextosno son transparentes; si lo fueran, no habra problema); no parece que esa demanda de fidelidad al texto sea una actitud estructuralista, por s sola. Lo caractersticamente estructuralista sera la fidelidad al orden inmanente de las razones; ah estara, segn declara Gueroult (aunque nos parezca que no lo practique), y segn subraya con toda energa Deleuze, la clave del mtodo. Vamos a referirnos a un ejemplo concreto.Deleuze sostiene que uno de los mayores aciertos de Gueroult vendra representado por su manera de zanjar la vieja polmica acerca del carcter subjetivo u objetivo de los atributos, en la doctrina de Spinoza, mediante un modo de enfocarla que sera consecuencia directa de su mtodo; de suerte que el mtodo estructuralista revelara su fertilidad al resolver definitivamente cuestiones como esa. Sin duda, una de las interpretaciones ms llamativas de Gueroult es la de asignar (siguiendo el texto al pie de la letra), a las ocho primeras proposiciones del libro I de laEticaun carctercategrico,yno hipottico,que es el que muy ordinariamente se les asigna{89}. No es que Spinoza (vendra a decir Gueroult) parta,ex hipothesi,de la consideracin de la Substancia de un solo atributo (empleando frmulas como dos Substancias..., etctera, que no representan su vocabulario definitivo), para luego elevarse, desde esas hiptesis, al principio anhipottico de launidadde la Substancia, principio que anulara, precisamente, las hiptesis de partida. Tomar como hipottico ese fragmento de laEticasubraya Deleuze ha servido solo [30] para ir a parar al gigantesco malentendido acerca del carcter subjetivo u objetivo de los atributos de la Substancia: aquellos atributos de los que solo se habla ex hypothesi no podra saberse si eran o norealidades...Pero si esas Proposiciones se toman, siguiendo su explcita presentacin, como categricas, entonces la distincinrealentre atributos (distincin apoyada en su presentacin explcita comosubstanciasde un solo atributo: entre substancias hay distincin real) es lacondicintcnica misma (y no un obstculo) para poder pasar de un modo tcnicamente justificado al concepto de un ser, tanto msricocuanto ms atributosdistintostiene; si no se garantiza previamente que los atributos sonrealmentedistintos, la riqueza, la plenitud de ser de ese Ser no podra haber sido racionalmente presentada. Segn Deleuze, Gueroult, al seguir el orden de las razones spinozianas, habra dado cuenta de por qu Spinoza tiene que hablar de la Substancia de un solo atributo para poder hablar de la Substancia nica de infinitos atributos; y al hacer eso no interpretara a Spinoza, sino que se ceira a la literalidad del propio orden de razones de este.A primera vista, parece que lo que Deleuze quiere decir es que Gueroult se ha dado cuenta de que, para que la Substancia tenga muchos atributos, tiene efectivamente que tenerlos, ya que, si no los tuviera, no los tendra. Aparentemente, esta contribucin al conocimiento profundo de Spinoza (o, mejor dicho, a su conocimiento superficial, ya que no habra fondo en Spinoza) puede parecer menos decisiva de lo que Deleuze pretende. Para hablar con algo menos de frivolidad (ya que, sin duda, Delcuze ha querido dar mayor trascendencia a lo que dice), diremos que eso no es zanjar la cuestin de la naturaleza de los atributos, ni la del concepto de Substancia, de ninguna manera. Condecirque la distincin real entre Substancias de un solo atributo es la condicin para que haya una Substanciarealmentecompuesta de atributos distintos, no parece que se solucione demasiado; siempre puede volverse a preguntar: si para que la distincin sea real tiene que serentre Substancias(lo cual, como se sabe, significa seguir la terminologa cartesiana), entonces, cmosubsisteluego una distincin real en el seno de lanicaSubstancia? Acaso substancia significa primero una cosa y luego otra? Por qu Spinoza no ha dicho que la Substancia se compone de infinitas substancias? Parece que tendra que haber dicho eso, si sus afirmaciones iniciales acerca de la Substancia de un solo atributo fuesen lo quecategricamenteentenda por Substancia. Ciertamente, estamos de acuerdo sobre elfondode la cuestin en cuanto que nosotros tambin estimamos (como, por lo dems, casi todo el mundo, y no solo los crticos salvados del error por el mtodo estructuralista) que Spinoza pretendi considerar a los atributos como entidades reales, independientes de la conciencia, y, no entes de razn. Pero lo que nos resistimos a creer es que esta interpretacin objetivista del atributo derive del mero orden de razones de laEtica.Las ambigedades de dicho orden subsisten, y no basta con decir que el orden es el orden para que se disipen; no porque se reconozca que la distincin real es el trmite tcnico filosfico del que se sirve Spinoza para desarrollar su concepto de Substancia, se cancela [31] la equivocidad que dicho trmino plantea explcitamente. Podra, acaso, cancelarse esa equivocidad diciendo que la nocin originaria de substancia una nocin claramente cartesiana de la que Spinoza parte, al desarrollar sus implicaciones, acaba por autodestruirse, transformndose enotranocin; pero esa transformacin del concepto de substancia, que implica unaefectiva contradiccinentre la substancia nica que despus aparece, seoreando el resto de laEtica,no est expresamente recogida en el orden de las razones; y ello, porque una contradiccin no serepresentaformalmente, aunque se est de hechoejercitando.Claro que interpretar as las cosas supone salirse de la conexin explcita de las razones en laEtica,a irse a ese fondo que el crtico inmanentista quiere proscribir.Acaso, en definitiva, nuestro rechazo de este mtodo (rechazo que, insistamos de nuevo, nada tiene que ver con la minusvaloracin del esfuerzo y resultados de la obra de Gueroult) obedezca a que advertimos en l (y, sobre todo, en la extremosa exposicin que Deleuze hace de l) algo as como una contemplacin de la filosofa de Spinoza desde una perspectiva esttica. Esttica decimos en el sentido en que una importante tradicin de pensamiento ha entendido esta palabra, a saber, como autonoma del orden de lo fenomnico (esa consideracin anim al acuador del trmino esttica como filosofema Baumgarten{90} y, aunque no en el mismo sentido, est presente tambin en el juicio esttico de Kant{91}; de maneras distintas, persiste hasta nuestros das, ya sea como filosofa espontnea de los artistas, ya en doctrinas diversas){92}. Spinoza visto, en ese sentido, estticamente, sera Spinoza reexpuesto en su inmanente apariencia (nica realidad). Deleuze lo dice claramente: al negar que la filosofa tenga un contenido distinto de lo que se dice, se desconexiona con una funcin importante de ella: tratar sobre verdades. Spinoza tendra su verdad (dira el crtico inmanentista), que es su sistema, su estructura. Al desconectar as a Spinoza de la va de la verdad en la que, segn entendemos, se mueve la historia de la filosofa, al desinteresarse por lo que no sea contemplar a Spinoza como un objeto aislado, fabricado de esta o aquella manera, y acerca del cual no se puede decir ms que eso: que est fabricado de tal o cual manera, al inmanentismo del orden explcito del txto acaba, acaso, por slo poder decir que Spinoza es un objeto bello (bien construido). Desde luego, es perfectamente posible considerar as a Spinoza, y la solemne belleza de laEticaha encontrado siempre admiradores. Pero hemos decidido adoptar otro punto de vista que, al interpretar a Spinoza, intenta aproximarlo, de un modo si se quiere parcial einteresado, al parcial e interesado combate histrico de la verdad.* * *

Hemos criticado tres ejemplos de mtodos, y hemos empezado a referirnos a los marcos generales en los que se mueve el nuestro. Naturalmente, la filosofa de Spinoza ha sido interpretada de otras muchas maneras, pero a ellas no consideramos oportuno referirnos ahora. Daremos razones de esta [32] decisin. Puede afirmarse, en general, que la mayor parte de las interpretaciones de Spinoza a que no nos hemos referido son agrupables dentro de un tipo: el de las interpretaciones doctrinales de Spinoza. Esto es: aparte de la reduccin de Spinoza a algo externo y anterior sus fuentes (dentro de cuya va hemos escogido a Wolfson como ejemplo destacado), de la interpretacin interior consistente en asumir la verdad del spinozismo (la versin de Hallett), y de esa otra interpretacin interior consistente en ceirse al sistema inmanente de Spinoza (la va estructuralista), las dems aproximaciones a Spinoza puede decirse.- son las elaboradasdesdeuna cierta posicin doctrinal, en principioindependientedel spinozismo, que sirve de pauta para reexponer (y, desde luego, para valorar) la propia filosofa de Spinoza. As, por ejemplo, el subrayado del carcter idealista de la filosofa spinoziana, su descripcin como pantesmo, como misticismo, o como materialismo (aparte de otras posibles variedades), son cosas que se hacen desde posiciones idealistas, o religiosas, o materialistas, ya para beneficiarse como si fuese una aliada de aquella filosofa, ya para criticarla como adversaria.Como nuestra exposicin es, en buena medida, ella misma doctrinal, tendremos ocasin, al paso, de discutir en puntos concretos otras versiones asimismo doctrinales de Spinoza. Como lo que rechazamos, entonces, de esas interpretaciones, no es el hecho de que sean doctrinales (pues, segn entendemos el problema, slodesdeuna doctrina pueden exponerse coherentemente pensamientos ajenos) sino el que tales doctrinas no coincidan, ms o menos ampliamente, con la nuestra propia, no es oportuno tratar de ellas en este momento, pues no es el mtodo de suyo lo que les objetamos, sino las consecuencias de su concreto ejercicio.Esta adscripcin a una interpretacin doctrinal (que est en la lnea de nuestra adscripcin a la segunda de las maneras ms arriba reseadas de concebir la historia de los sistemas filosficos) acaso merezca algunas palabras de posible descargo. En efecto: ya advertamos, al mencionar a los precursores de la interpretacin que llambamos funcional en concreto, Hegel y Comte que esa interpretacin poda ser acusada de ordenar los sistemas ajenos con arreglo al propio y como confirmacin de l, lo que poda ser contemplado como delito de parcialidad. Esa parcialidad podra perseguirse en cualquiera de las interpretaciones que llamamos doctrinales, y acaso el mrito que autorreclamaran metodologas como la estructuralista sera, ms que ningn otro, el de superar la parcialidad e instaurar una perspectiva neutral y estrictamente cientfica. Ahora bien, nuestra posicin es la siguiente: esa neutralidad, o es meramente utpica, o conduce a privar a la filosofa de inters filosfico. Naturalmente, tratar aqu en detalle este problema nos llevara demasiado lejos: tanto como a exponer, prcticamente, toda una manera de concebir la filosofa; esta cuestin se relaciona con una toma de posicin general ante el problema de las relaciones filosofa-ciencia-ideologa que no cesa, en los ltimos tiempos, de ser debatido. Para decirlo del modo ms neutro y acadmico posible adems de breve: nos acogemos a la posicin que clsicamente puede formularse como del primado de la razn prctica. [33] Entindase esto en el sentido segn el cual, en Kant, dicho primado de la razn prctica est internamente articuladoen la propia exposicin de la razn pura; ya que, como es sabido, la exposicin de un pensamiento en su forma superior en forma sistemtica, arquitectnica comporta la orientacin del sistema conforme a una idea directriz, idea que es, ella misma, no ya un productoacadmico,sinocsmico(en el sentido de Kant); idea que viene dada que es legislada en marcos morales{93}. La fecundidad de esos planteamientos kantianos para ulteriores tipos de pensamiento no necesita ser ponderada. Sin poder precisar ms por ahora, consideramos entonces que la ordenacin de un sistema partiendo del prejuicio de una doctrina no es una mera incorreccin o lo es solo desde planteamientos cerradamente escolsticos, en todo caso, que no han hecho su propia autocrtica y, por lo dems, podemos recordar rpidamente que Spinoza no es ajeno a esa clase de ideas; como veremos, su clebre igualdad esencia = potencia, o su afirmacin del Deseo como esencia del hombre permiten tambin pensar si, en el propio Spinoza (al parecer paradigma de filsofo especulativo), la propia especulacin no ir subordinada a la potencia de obrar, lo cual hara pensar que Spinoza ha hecho su crtica de la razn... Y ello no es nada gratuito pues, como tendremos ocasin sobrada de manifestar, no consideramos a Spinoza, en absoluto, como un filsofo dogmtico.Ahora bien: si el modelo que vamos a aplicar a la filosofa de Spinoza es, en cuanto modelo de una cierta ontologa (el materialismo filosfico), algo doctrinal, hay que decir que, en su aplicacin concreta, en este caso, puede funcionar, de algn modo,al margende esas intenciones doctrinales que estn en su trasfondo. Es ms: nuestra intencin actual es presentarlo ms bien como si funcionase, efectivamente, al margen, dado el carcter inevitablementeparcialde su aplicacin en este trabajo. La legitimidad acadmica de nuestra tesis puede salvarse as esperamos considerando dicho modelo desde un punto de vista estrictamente heurstico (digamos, como la unidad tcnica, en el sentido kantiano, de que hablbamos ms arriba). Por decirlo en otros trminos: la conexin entre el modelo ontolgico del materialismo filosfico, por una parte, y el pensamiento de Spinoza, por otra (conexin que a lo largo de este estudio vamos a intentar establecer), aunque puede y, en nuestra intencin ltima, debe presentarse en trminos de equivalenca, creemos, sin embargo, que cumple unos mnimos requisitos acadmicos presentndose y as lo har como condicional. Lo diramos as: no es necesario pretender que si y solo siel modeloesmaterialismo filosfico, el sistema de Spinoza es materialismo filosfico; basta con afirmar que siel esquema o modelo es materialismo filosfico,entoncesel sistema de Spinoza lo es. La formulacinmnimade nuestra tesis incluye, pues, la posibilidad delsalva veritatey, dado el carcter parcial de este trabajo, dicha cautela es muy til, pues lo que nos est vedado, sin duda, aqu, es exponerin extensoel propio modelo en cuanto doctrina, y lo nico que podremos hacer ser ajustarlo a los textos de Spinoza. Pero los marcos de una cierta concepcin de la historia de la filosofa (una historia filosfica de la filosofa) estn sobreentendidos, [34] e importaba aqu aludir a la formulacinmxima(o fuerte) de nuestra tesis, en cuanto indicativa del tipo de pensamiento que la inspira. Pero, acadmicamente, el modelo puede funcionar y as funcionar aqu meramente como hipotsis.* * *

Unas rpidas palabras finales, inevitables junto a consideraciones en torno al mtodo, sobre la cuestin de lavaloracin de las fuentes.Es un tpico de la bibliografa spinoziana el de ofrecer una opinin sobre el valor relativo que, como expresin del pensamiento de Spinoza, poseen sus distintas obras. Naturalmente, acerca de la fuente principal laEtica hay completo acuerdo; podr interpretrsela de uno u otro modo y desde el punto de vista metdico, sobre todo, podr pensarse que el mtodo geomtrico es en ella esencial o no pero nadie duda que en ella puso Spinoza lo mejor de s mismo. Ninguna de las dems obras est libre, en principio, de puntualizaciones crticas, y pasaremos rpida revista a algunas de ellas.1) ElBreve Tratado sobre Dios, el hombre y su felicidadha sido, alternativamente, sobre e infravalorado, como autntico exponente del pensamiento de Spinoza{94}. El hecho de ser obra de juventud, destinada a un crculo de amigos, y simple borrador de laEticaha sido puesto muchas veces de relieve en sentido peyorativo; si bien, en cambio, se subraya su importancia para conocer estadios juveniles del pensamiento de Spinoza (aunque ulteriormente fuesen modificados) y, por tanto, su carcter de fuente de primer orden desde el punto de vista de la gnesis de la filosofa spinozista. Pensamos que, puesto que efectivamente se trata de un borrador de laEtica(como muestra su disposicin misma: dios-hombre-salvacin), parece plausible dictaminar de su autenticidad spinozista mediante la confrontacin de su acuerdo con laEticaen las cuestiones comunes a ambas obras. Ahora bien: si es cierto que hay numerosas concordancias explcitas entre el Spinoza joven y el maduro (concordancias que salen garantes de la fiabilidad de gran parte delBreve Tratadocomo fuente genuinamente spinozista, adems de confirmarnos que, en lo esencial, el pensamiento de Spinoza estuvo hecho desde muy pronto){95}, tambin es cierto que en elBreve Tratadose dicen cosas quenose dicen en laEtica.Habra simplemente que no prestarle atencin, como no genuinamente spinozistas? Nuestra posicin en este punto es esta: los textos oscuros delBreve Tratado(y pensamos sobre todo, porque han de concernirnos especialmente, en los dosDilogosen l incluidos) poseen un gran inters como datos del proceso de formacin del pensamiento de Spinoza, y laforma problemticaen que se le planteaban cuestiones que son expuestas despusapodcticamenteen obras posteriores (y especialmente en laEtica). Baste mencionar el tratamiento titubeante que en esos Dilogos merece la cuestin, importantsima a la hora de analizar el spinozismo, del todo y las partes. ElBreve Tratado,pues, a salvo su parcial oscuridad, e incluso su [35] desconcertante en ocasiones vocabulario religioso, es realmente una fuente del spinozismo, aunque algunos de sus textos deban ser tomados con precaucin, siendo siempre, de todas formas, ilustrativos de los problemas internos de la filosofa de Spinoza.{96}2) LosPrincipios de la Filosofa de Descartes,seguidos de losPensamientos Metafsicos(primera publicacin de Spinoza) han sido an ms fuertemente criticados como fuente genuina de su filosofa. A fin de cuentas, desarrollan pensamientos ajenos (cartesianos), y fueron al menos losPrincipios originariamente concebidos de acuerdo con un designio puramente pedaggico.{97}Ahora bien, en el momento de su publicacin, el prefacio de Lodewijk Meyer contena ya la alusin clara a ciertas diferencias con Descartes, si bien esas diferencias no apareceran segn Mayer en el texto, y quedaran reservadas en la intencin de Spinoza, aunque eso no es del todo exacto; si bien Spinoza expone a Descartes, hay rasgos de su propio pensamiento en esa exposicin.{98}De todas formas, el texto de losPrincipiosdebe tomarse muy cautelosamente, sobre todo teniendo en cuenta las objeciones a la mecnica cartesiana que Spinoza fue haciendo posteriormente (ver nota anterior); ello no querra decir, sin embargo, que no existiese un acuerdo general entre Spinoza y el mecanicismo cartesiano, algunos de cuyos desarrollos (por ejemplo, la teora de los torbellinos) incluso pudieron inspirar a Spinoza como sugeriremos ms adelante alguna de sus tesisontolgicas: de ello trataremos en el lugar oportuno.En cuanto a losCogitata,es bien conocida la clsica polmica de Kuno FischerversusJ. Freudenthal, acerca de su significacin: anticartesianos para Fischer (correctivos al cartesianismo de losPrincipia), antiescolsticos (aunqueusandoconstantemente terminologa escolstica), para Freudenthal{99}: Spinoza se hallara en esta obra en un nivel, por as decir, escolstico-cartesiano, en la lnea de algunos manuales (Heereboord, Burgersdijk) que pudieron servirle de fuente.{100}Parece sensata la afirmacin documentada de G. H. R. Parkinson: In fact Spinoza often refers to passages in thePrincipia philosophiae cartesianaeandCogitata Metaphysicaas containing his own wiews{101}. Ciertamente, la terminologa spinoziana ya cuajada corrige la significacin de algunas de las expresiones que utiliza en esta obra (escolsticas, perotambincartesianas, sin duda: vase el tema de lasclases de distincin){102}, pero ha contado con esa elaborada tcnica filosfica como innegable punto de partida{103}. Con las debidas cautelas crticas, ejercitadas en cada caso concreto, pueden tomarse estas dos obras (y sealadamente la segunda, aunquetambinla primera, en contra de lo que muchos estn dispuestos a admitir) como autnticamente representativas del pensamiento de Spinoza.3) ElTratado de la Reforma del Entendimiento,as como elTratado Polticoplantean ordinariamente al problema de su inacabamiento, aunque esta circunstancia pueda ser diversamente valorada en uno y otro caso. La inconclusin del DIE podra acaso deberse como uno de sus comentaristas [36] clsicos, H. H. Joachim, ha sugerido a insuficiente maduracin de su temtica; de hecho, si Spinoza lo hubiera revisado opina Joachim habra escrito otra cosa. La manera como Spinoza ha modficado temas del DIE en laEticaindicara una evolucin de su pensamiento, que puede dar pie a considerar insuficiente al DIE{104}. A. Darbon opin, en cambio, que la inconclusin del DIE se habra debido a las caractersticas mismas del mtodo de que en l se trata: dedicada la primera parte del tratado a la meditacin interior de Dios, como la idea ms inmediata a nuestro conocimiento (pues Darbon concibe el mtodo del DIE, no como algo lgico, sino como algo psicolgico un exercice de mditation, que no se dirige a la razn adulta, sino que intenta una primera aproximacin del hombre la source de toute intuition), la segunda parte habra debido mostrar lasconsecuenciasfecundas de esa aproximacin a Dios; pero esa segunda parte perda sentido a medida que el autor iba componiendo laEtica,donde dichas consecuencias eran expuestas en el orden debido. As, el DIE no estara segn Darbon inconcluso, propiamente hablando: su segunda parte sera... la mismaEtica{105}. Pero, en todo caso, y aun considerando las imperfecciones a que Joachim alude, nunca se ha puesto seriamente en cuestin que el DIE exprese el autntico pensamiento de Spinoza, y en cuestiones centrales adems, que hay que coordinar necesariamente con sus declaraciones de laEtica.Respecto delTratado Poltico,el problema que plantea su inconclusin (debida a la muerte de Spinoza) es, fundamentalmente, el de interpretar si, como se ha pretendido, esta obra significa una correccin de la actitud de Spinoza ante la democracia como rgimen poltico. Segn algunos, la preferencia que hacia ella habra manifestado Spinoza en elTratado Teolgico-polticose habra trocado, en elTratado Poltico,en una ms acentuada defensa de la oligarqua (a causa del asesinato de los hermanos De Witt por losultimi barbarorum?){106}. La obra queda un poco indefensa ante esta interpretacin antdemocrtica, precisamente porque la parte de ella que trata de la democracia es la que falta casi por completo{107}. Lo que nos importa ahora es lo siguiente: el TP manifiesta opiniones genuinamente spinozistas, aun poniendo entre parntesis su mayor o menor preferencia por la democracia: ya que la monarqua y la aristocracia tanto como la democracia misma puede considerarse que estn tratadas por Spinoza con una especie dedistanciamiento descriptivo(Spinoza habla de lo que ha de ser, en su gnero, cada una de esas formas de gobierno, para aproximarse ms a la racionalidad). Por lo dems, creemos que no deja de haber datos para seguir sosteniendo el democratismo muy particular, desde luego, pero eso desde siempre de Spinoza, ya que la democracia es nombrada en el TP como el rgimen ms absoluto, y eso no puede por menos de ser una especie de elogio, en Spinoza{108}. Pero estas cuestiones no nos importan directamente en este momento.4) La sospecha que acaso s pudiera recaer, de rechazo, sobre el TP de que acabamos de hablar sera la que se ha suscitado a propsito delTratado Teolgico-Poltico(y que podra dirigirse contra la obra poltica de Spinoza, [37] en general). El TThP no sera genuino spinozismo se ha insinuado porque es una obra de encargo, destinada a defender la poltica de los De Witt, y dirigida al gran pblico. Por tanto, no revelara el verdadero pensamiento de Spinoza, sino un pensamiento amaado segn las exigencias del vulgo (y, en este sentido, por ejemplo, las elogiosas alusiones a Cristo seran pura hipocresa, as como el encarecimiento de la religin como camino de salvacin... de los ignorantes){109}. Toda una corriente interpretativa moderna especialmente francesa se ha levantado contra ese modo de considerar el TThP, propendiendo ms bien a la versin opuesta: sera en la obra poltica de Spinoza, ms incluso que en laEtica,donde habra que buscar las claves del pensamiento spinoziano (a esta cuestin nos referiremos ms adelante, en los captulos V y VII). Bstenos decir, por el momento, que consideramos al TThP (as como al TP) completamente centrales en la produccin spinoziana, y no como meros oportunismos, por la sencilla razn de que es el propio Spinoza quien nos invita a considerar as esas obras. Y no lo hace en ellas; es ya en esa introduccin general a su pensamiento que sera el DIE donde Spinoza, desde las primeras lneas, vincula el pensamiento filosfico con la poltica: Para alcanzar este fin (a saber: el del conocimiento de la unin del espritu con la naturaleza, conocimiento que es el objetivo final de la filosofa) es necesarioprimero tener tal conocimiento de la Naturaleza que baste para adquirir esta naturaleza superior; en segundo lugar,formar una sociedad tal y como debe desearse para que el mayor nmero posible alcance ese objetivolo ms fcil y seguramente posible{110}. El fin de la filosofa es, en Spinoza, especulativo, gnstico si se quiere{111}(pues lasalvacinest en elconocimiento), y, sin embargo, ha considerado esencial que la sociedad sea de tal manera que esa salvacin a travs del verdadero conocimiento (y no ya solo la salvacin de los ignorantes) sea facilitada por ella. Veremos que esta idea no es accidental, sino que Spinoza la reitera en numerosas ocasiones; la opinin que se haca sobre el papel que el Estado jugaba en la conducta y conocimiento humanos era de la mayor importancia, y esperamos ms adelante destacar este punto, sobre el que, hoy, de todos modos, se insiste ms de lo que se hizo en el pasado, en la bibliografa spinoziana. Siendo as, teorizar sobre la comunidad poltica no es mero oportunismo (concebible ms o menos como interesado en un sentido no filosfico), sino que es algo por completo esencial o, para decirlo de otro modo, que elintersprctico en la constitucin de un cierto tipo de sociedades filosfico,pues que es condicin de la realizacin de la filosofa. Podr, sin duda, sospecharse si Spinoza no habr mantenido que un Estado justo es deseable porque facilita la labor filosfica, ms bien que lo contrario, a saber: que la labor filosfica es deseable porque facilita un Estado justo. Y eso podr ser reprobado o no. Pero lo que no es dudable es que la teora del Estado tiene en el pensamiento de Spinoza un puesto primordial; si el filsofo es el prototipo de hombre libre, no se olvide que el hombre solo es librein Civitata{112}(y eso lo dice Spinoza en suEtica,de la que nadie sospecha que no sea genuinamente spinozista). Desde ese punto de vista, las hipocresas religiosas de Spinoza pongamos [38] por caso no seran ms hipcritas que las afirmaciones sobre la metafsica del pueblo: ambas implicaran por emplear trminos hegelianos una reconciliacin con la realidad, un reconocimiento, por ejemplo, de las pasiones como hechos; y la obra poltica de Spinoza muestra patentemente el proyecto de esa reconciliacin, por la que se consideran tambinracionaleslas impurezas pasionales. Tambin en este sentido, la poltica es perfectamente racional.5) Utilizaremos, por supuesto, y profusamente, lasCartasdel epistolario spinoziano, pacficamente consideradas por todos como importantsimas para aclarar su pensamiento. No haremos, en cambio, ninguna referencia, ni a la disertacin sobre elArco Iris,ni a laGramtica hebrea.Acerca de esta ltima, recojamos sin embargo esta curiosa observacin de Kolakowski: acaso en laGramticase encuentren huellas delnominalismospinoziano, ya que en ella ...toutes les parties du discours, sauf les interjections et les conjonctions, sont rduites au substantif (esto es, alnomen){113}. La observacin puede tener su valor, pero reconocemos nuestra incompetencia para erigirnos en jueces de una cuestin en la que interviene la gramtica hebrea. Por lo dems, ni el trabajo sobre el Arco Iris, ni la Gramtica, tienen que sepamos mayor importancia que la de simples curiosidades.

Notas{1}Entre las obras ms recientes, vase: A. S. Oko:The Spinoza Bibliography,Boston, G. K. Hall, 1964, completada por J. Wetlesen:Spinoza's bibliography,Oslo y Boston, Universitetsforlaget, 1968.{2}Dilthey:Los tipos de concepcin del mundo y su desarrollo en los sistemas metafsicos(trad. esp., enTeora de la concepcin del mundo,Mxico, F. C. E., 1945); son Demcrito o Hobbes los que se incluyen comocasosde la estructura homognea (p. 153) del naturalismo; o Spinoza y Hegel, como casos de idealismo objetivo; o Kant y Fichte, de idealismo de la libertad. Cfr. pp. 152-170.{3}Leisegang,Denkformen,Berln, De Gruyter, 1951 (2 ed.). La definicin deDenkform,en p. 15.{4}Leisegang,Introduccin a la Filosofa,trad. esp., Mxico, UTEHA, 1961, p. 140.{5}En suHistore compare des systmes de philosophe(Pars, 1804),apudE. Brhier,Historia de la Filosofa(trad. esp., Buenos Aires, Ed. Sudamericana, 5 ed., 1952), I, p. 68. De Grando significara, frente a la pluralidad de sectas la historia baconiana la reduccin a tipos. Ya Kant, por lo dems, ofreci una sumaria tipologa justamente al final de laCrtica de la razn pura(parte II, cap. IV).{6}As, J. Piaget (Le structuralisme,Pars, P. U. F., 1968), a fin de evitar la ambigedad resultante de entender por estructura cualquier formalismo no estrictamente empirista (p. 7), intenta precisar (positivizar) esa Idea, definindola como totalidad transformativa autorregulada, que funciona de acuerdo con formulaciones precisas (red, grupo), y no vagas (=filosficas).{7}Nos remitimos aqu a los supuestos del SeminarioSobre la Idea de Estructura,desarrollado conjuntamente por el Departamento de Filosofa y el Seminario de Etnologa de la Universidad de Oviedo, en el curso 1968-69, y cuya parte terica corri fundamentalmente a cargo del profesor Gustavo Bueno. Cfr., de este mismo autor,El papel de la filosofa en el conjunto del saber,Madrid, Ciencia Nueva, 1970.{8}As enmarca histricamente la idea matemtica de funcin. p. ej., J. Hadamard, [39] en su trabajo introductorio(La science mathmatique)a la tercera parte de la obra colectivaL'outillage mental: Pense. Langage. Mathmatique(ed. por la Socit de Gestion de l'Encyc1opdie Franaise, Pars, 1937), ver 1.52-16 y 1.54. Sobre, p. ej., la teora leibniziana de las funciones y las transformaciones, en el marco de la multiplicidad histrica y el progreso, cfr. M. Serres,Le systme de Leibniz et ses modles mathmatiques,Pars, P. U. F., 1968, especialmente, I, pp. 263-279.{9}Cuando decimos funcional, en nuestro contexto, no por no emplear la nocin en un sentido estrictamente matemtico nos descalificamos automticamente para emplearla, puesto que la misma nocin matemtica se mueve en un terreno problemtico de ms amplio alcance. No se trata, pues, de metfora en sentido peyorativo. Se trata de que el uso de funcin no queda agotado por una de sus menciones.{10}Cfr., p. ej., Windelband,Historia de la Filosofa(trad. esp. de la 15 ed. alemana, Barcelona, El Ateneo, 1970), p. 15. E. Brhier,ob. cit,I, pp. 69-72.{11}Marx,Elementos fundamentales para la Crtica de la Economa poltica(trad. esp. Madrid-Mxico-Buenos Aires, Siglo XXI, 1972), vol. 1, p. 26. Contina diciendo Marx: ...los indicios de las formas superiores en las especies animales inferiores pueden ser comprendidos solo cuando se conoce la forma superior(ibidem).No har falta subrayar, por cierto, laascendencia hegelianade tales ideas (frente a los intentos de la escuela althusseriana por negarla). Y, aunque Althusser se haya referido a ese mismo texto (cfr.Lire le Capital,Pars, Maspero, 1968, t. I, pp. 158-159) como uno de aqullos sobre los que aparentemente podra apoyarse una lectura historicista de Marx (una lectura que, consiguientemente, lo vinculara a Hegel), criticando esa lectura aparente en virtud de constituir tal texto y otros semejantes no ms que la gense speculative (p. 159) de un concepto (l mismo ya cientfico, y no especulativo) que vendra dado enEl Capital,creemos que el texto en cuestin sigue teniendo todo su valor, toda vez que esatajantedistincin entre la gnesis de un concepto y el concepto nos parece escasamente dialctica y escasamente aceptable, por razones que aqu no podemos desarrollar. Cfr. sobre losGrundrisse,G. Bueno.{12}Acaso convenga notar de pasada que esacommunis opinio,para el caso de Comte, habra sido controvertida por Piaget: ...cuando A. Comte estableci su ley de los tres estados (...) lleg a unaclasificacinde lostiposde organizacin cognoscitiva o racional, seriados segn su orden de aparicin histrica, pero a ttulo de 'variedades' de la razn, a la vez que insisti en el carcterfijo opermanente de su estructura formal (Biologa y Conocimiento,trad. esp., Madrid, Siglo XXI, 1969, pp. 72-73. Subrayados nuestros). Pero la insistencia de Comte en que esa ley describe unatransformacin irreversible(y no una simple tipologa) es bastante notoria; incluso dio un criterio de transformacin, de suerte que, aunque hubiese coexistencia histrica parcial de estadios, habra una categora las ideas morales y sociales que definira el estadio preponderante: C'est seulement quand un nouveau rgime mental a pu s'tendre jusqu' cette extrme catgore, que l'on peut regarder l'volution correspondante comme pleinement ralise,sans qu'il puisse alors rester aucune crainte ou espoir quelconque de retour l'tat antrieur (Cours de philosopbe positive,Pars, 1841, t. V, cap. 52; reimp., Pars, Anthropos, 1969, pp. 20-23, texto citado, p. 22). El orden irreversible de la transformacin de los estadios, con su correspondiente criterio, est bastante claro. Piaget otorgara a Comte el benefi