Historia de Gil Blas de Santillana: Novela (Vol 1 de...

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TheProjectGutenbergEBookofHistoriadeGilBlasdeSantillana(Vol1

de3),byAlain-RenéLesage

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Title:HistoriadeGilBlasdeSantillana(Vol1de3)

Novela

Author:Alain-RenéLesage

Translator:P.Isla

ReleaseDate:November19,2015[EBook#50492]

Language:Spanish

***STARTOFTHISPROJECTGUTENBERGEBOOKGILBLAS***

ProducedbyGiovanniFini,JosepColsCanalsandtheOnline

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NOTADELTRANSCRIPTOR:—Loserroresobviosdeimpresiónypuntuaciónhansidocorregidos.—Sehamantenidolaacentuacióndellibrooriginal,quedifierenotablementedelautilizadaenespañolmoderno.

—Eltranscriptordeestelibrocreólaimagendetapautilizandolaportadadellibrooriginal.Lanuevaimagenpertenecealdominiopúblico.

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LeSage

HISTORIADEGILBLASDESANTILLANA

TOMOI

MCMXXII

PapelexpresamentefabricadoporLAPAPELERAESPAÑOLA

LESAGE

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Historiade

GilBlasdeSantillana

NOVELA

TOMOI

TraduccióndelP.Isla

MADRID,1922

Talleres“Calpe”,Larra,6y8.—MADRID

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La famosísima novela de Le Sage GIL BLAS DE SANTILLANA fué traducidasuperiormenteporelpadreIsla,elautordeFrayGerundio.Estatraduccióneslaquepublicamos.HízolaelpadreIslacon la intencióndemostrarpatenteelorigen español de la inspiración que animara a Le Sage. ¿Consiguió lo quepretendía?Enpartesí,puesleídoelGILBLASenlatraducciónespañoladeIslaparece enteramente una novela picaresca de las muchas que ha producidonuestra literatura.Perosimiramosconmayoratención lanovela,veremosenellaungrannúmeroderasgosqueesencialmentelaclasificanentrelasobrasdeingenio e inspiración típicamente franceses. Prepondera la descripción decaracteres, la fina sátira moral, la intención psicológica sobre la meranarración de aventuras. Le Sage no inventa intrigas por el solo placer de laacción, sinoparaengarzarenellas tipos, vicios,defectosmorales, ridiculecesde la especie humana.Así adquiere su obra un sentido filosófico,moral;másquenoveladeaventurasesnoveladecostumbresydecaracteres.

LeSage,quenacióenlaBretañaysehizoabogadoenParís,fuéunodelosprimerosescritoresquevivieronexclusivamentedesupluma.Publicóen1715losdosprimerostomosdeGILBLAS,quellegabanhastaelpuntoenqueGilBlasesnombradointendentegeneraldeD.AlfonsodeLeyva.Envistadelformidableéxitoqueobtuvo,escribióunacontinuación,publicadaen1724,quecomprendelaestanciadeGilBlasenGranadaysutrasladoaMadrid,conlahistoriadesuprivanzaconelduquedeLerma.Eléxitodeestacontinuaciónsuperóaldelosdos primeros tomos, y en 1735 publicó Le Sage el final de la obra, con lanarración delministerio ymuerte del CondeDuque y el retiro deGil Blas aLiria.

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GILBLASDESANTILLANA

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DECLARACIÓNDELESAGE

Como hay personas que no saben leer un libro sin aplicar los caracteresviciosos o ridículos que en él se censuran a personas determinadas, declaro aestos maliciosos lectores que harán mal y se engañarán mucho en hacer laaplicación a ningún individuo en particular de los retratos que encontrarán enestaobra.Protestoalpúblicoquesolamentemehepropuestorepresentarlavidadelcomúndeloshombrestalcuales,ynopermitaDiosquejamásseamiánimoseñalaraningunoconeldedo.Sihubierealgunoquecreasehadichoporélloquepuedeconveniratantosotros,leaconsejoquecalleynosequeje,porquedeotramaneraélmismosedaráaconocer fuerade tiempo.Stultè nudabit animiconscientiam,diceFedro.

NomenosenFranciaqueenEspañasehallanmédicoscuyométododecurarnoesotroquesangrarsobradamenteasusenfermos.Losviciosylosoriginalesridículos son de todas las naciones. Confieso que no siempre describíexactamentelascostumbresespañolas.Porejemplo: losquesabencómovivenenMadrid los comediantes, quizámenotaránde haberlos pintado con coloresdemasiadamentemitigados;perocreídeberhacerloasíporquefuesenalgomásparecidosalosnuestros.

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UNAPALABRITAALLECTOR

Antesdeleerlahistoriademivida,escucha,lectoramigo,uncuentoquetevoyacontar.

Caminaban juntos y a pie dos estudiantes desde Peñafiel a Salamanca.Sintiéndosecansadosysedientos,sesentaronjuntoaunafuentequeestabaenelcamino.Despuésquedescansaronymitigaronlased,observaronporcasualidadunacomo lápidasepulcralquea florde la tierrasedescubríacercadeellos,ysobre la lápidaunas letrasmedioborradaspor el tiempoypor las pisadasdelganadoqueveníaabeberalafuente.Picóleslacuriosidad,ylavandolapiedraconagua,pudieronleerestaspalabrascastellanas:AquíestáenterradaelalmadellicenciadoPedroGarcía.

El más mozo de los estudiantes, que era vivaracho y un si es no esatolondrado, apenas leyó la inscripción cuando exclamó, riéndose a carcajadatendida:«¡Graciosodisparate!¡Aquíestáenterradaelalma!Puesqué,¿unalmapuede enterrarse? ¡Quién me diera a conocer el ignorantísimo autor de tanridículoepitafio!»Ydiciendoesto,selevantóparairse.Sucompañero,queeraalgomásjuiciosoyreflexivo,dijoparaconsigo:«Aquíhaymisterio,ynomehede apartar de este sitio hasta averiguarlo.» Dejó partir al otro, y, sin perdertiempo, sacóun cuchillo y comenzó a socavar la tierra alrededor de la lápida,hastaque logró levantarla.Encontródebajodeellaunbolsillo;abrióle,yhallóenélcienducados,conestaspalabrasenlatín:Declároteporherederomíoati,cualquieraqueseas,quehastenidoingenioparaentenderelverdaderosentidodelainscripción;peroteencargoqueusesdeestedineromejorqueyousédeél.Alegreelestudianteconestedescubrimiento,volvióaponerlalápidacomoantes estaba y prosiguió su camino a Salamanca, llevándose el alma dellicenciado.

Tú,amigolector,seasquienfueres,necesariamentetehasdepareceraunode estos dos estudiantes. Si lees mis aventuras sin hacer reflexión a lasinstruccionesmoralesqueencierran,ningúnfrutosacarásdeestalectura;perosilas leyeresconatención,encontrarásenellas,segúnelpreceptodeHoracio, lo

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útilmezcladoconloagradable.

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LIBROPRIMERO

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CAPÍTULOPRIMERO

NacimientodeGilBlas,ysueducación.

BlasdeSantillana,mipadre,despuésdehaberservidomuchosañosen losejércitosdelaMonarquíaespañola,seretiróallugardondehabíanacido.Casóseconunaaldeana,yyonacíalmundodiezmesesdespuésquesehabíancasado.PasáronseaviviraOviedo,dondemimadreseacomodóporamadegobiernoymipadreporescudero.Comono teníanmásbienesquesusalario,corríagranpeligromieducacióndenohabersidolamejorsiDiosnomehubieradeparadoun tío que era canónigo de aquella iglesia.LlamábaseGil Pérez, era hermanomayordemimadreyhabía sidomipadrino.Figúrate, allá en tu imaginación,lector mío, un hombre pequeño, de tres pies y medio de estatura,extraordinariamente gordo, con la cabeza zambullida entre los hombros, y heaquílaveraefigiesdemitío.Porlodemás,erauneclesiásticoquesólopensabaen darse buena vida; quiero decir en comer y en tratarse bien, para lo cual lesuministrabasuficientementelarentadesuprebenda.

Llevómeasucasacuandoyoeraniñoyseencargódemieducación.Parecíledesde luego tan despejado, que resolvió cultivar mi talento. Compróme unacartilla y quiso él mismo ser mi maestro de leer. También hubiera queridoenseñarme por símismo la lengua latina, porque ese dinero ahorraría; pero elpobreGilPérezsevióprecisadoaponermebajolaféruladeunpreceptor,ymeenvióaldoctorGodínez,quepasabaporserelmáshábilpedantequehabíaenOviedo. Aproveché tanto en esta escuela, que al cabo de cinco o seis añosentendía un poco de los autores griegos y suficientemente los poetas latinos.Apliquéme después a la Lógica, que me enseñó a discurrir y argumentar sintérmino. Gustábanme mucho las disputas, y detenía a los que encontraba,conocidosonoconocidos,paraproponerlescuestionesyargumentos.Topábamea veces con algunosmanteístas que no apetecían otra cosa, y entonces era eloírnos disputar. ¡Qué voces! ¡Qué patadas! ¡Qué gestos! ¡Qué contorsiones!

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¡Quéespumarajosenlasbocas!Másparecíamosenergúmenosquefilósofos.Deestamanera logrégran famade sabioen toda laciudad.Ami tío se le

caía la baba, y se lisonjeaba infinito con la esperanzadeque, envirtuddemireputación,prestodejaríadetenermesobresuscostillas.Díjomeundía:«¡Hola,GilBlas!Yanoeresniño;tienesdiezysieteaños,yDiostehadadohabilidad.Hemosmenesterpensarenayudarte.EstoyresueltoaenviartealaUniversidaddeSalamanca,dondecontuingenioycontutalentonodejarásdecolocarteenunbuenpuesto.Paratuviajetedaréalgúndineroylamula,quevaledediezadocedoblones,laquepodrásvenderenSalamanca,ymantenertedespuésconeldinerohastaquelogresalgúnempleoquetedédecomerhonradamente.»

Nopodíamitíoproponermecosamásdemigusto,porquereventabaporvermundo; sin embargo, supe vencerme y disimular mi alegría. Cuando llegó lahorademarchar,sólomemostréafligidodelsentimientodesepararmedeuntíoaquiendebíatantasobligaciones;enternecióseelbuenseñor,demaneraquemediómásdinerodelquemedaríasihubieraleídoopenetradoloquepasabaenloíntimodemicorazón.Antesdemontarquiseiradarunabrazoamipadreyamimadre,loscualesnoanduvieronescasosenmateriadeconsejos.Exhortáronmeaque todos los días encomendase a Dios ami tío, a vivir cristianamente, a nomezclarme nunca en negocios peligrosos y, sobre todo, a no desear, ymuchomenos a tomar, lo ajeno contra la voluntadde su dueño.Después de habermearengado largamente,me regalaron con su bendición, la única cosa que podíaesperardeellos.Inmediatamentemontéenmimulaysalídelaciudad.

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CAPÍTULOII

DelossustosquetuvoGilBlasenelcaminodePeñaflor,loquehizocuandollegóallíyloquelesucedióconunhombrequecenó

conél.

Héteme aquí ya fuera de Oviedo, camino de Peñaflor, en medio de loscampos,dueñodemipersona,deunamalamulaydecuarentabuenosducados,sincontaralgunosrealesmásquehabíahurtadoamibonísimotío.Laprimeracosaquehicefuédejarlamulaadiscreción,estoes,queanduviesealpasoquequisiese. Echéla el freno sobre el pescuezo, y sacando de la faltriquera misducadosloscomencéacontaryrecontardentrodelsombrero.Nopodíacontenermialegría;jamásmehabíavistocontantodinerojunto;nomehartabadeverle,tocarle y retocarle. Estábale recontando quizá por la vigésima vez, cuando lamulaalzóderepentelacabezaenairedeespantadiza,aguzólasorejasyseparóenmediodelcamino.Juzguédesdeluegoquelahabíaespantadoalgunacosa,yexaminéloquepodíaser.Vienmediodelcaminounsombrero,conunrosariode cuentas gordas en su copa, y al mismo tiempo oí una voz lastimosa quepronunció estas palabras: «¡Señor pasajero, tenga usted piedad de un pobresoldadoestropeadoysírvasedeecharalgunosrealesenesesombrero,queDiosselopagaráenelotromundo!»Volvílosojoshaciadondeveníalavoz,yvialpiedeunmatorral,aveinteo treintapasosdemí,unaespeciedesoldado,quesobredospaloscruzadosapoyabalabocadeunaescopeta,quemepareciómáslarga que una lanza, con la cual me apuntaba a la cabeza. Sobresaltémeextrañamente,miré como perdidosmis ducados y empecé a temblar como unazogado.Recogílomejorquepudemidinero;metíledisimuladaybonitamenteenlafaltriquera,yquedándomeenlasmanosconalgunosrealeslosfuíechandopocoapocoyunoaunoenelsombrerodestinadopararecibirlalimosnadeloscristianoscobardesyatemorizados,afindequeconocieseelsoldadoqueyomeportaba noble y generosamente.Quedó satisfecho demi generosidad y dióme

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tantasgraciascomoyoespolazosalamulaparaquecuantoantesmealejasedeél; pero lamalditabestia, burlándosedemi impaciencia, nopor eso caminabamásaprisa.Laviejacostumbredecaminarpasoapasobajoelgobiernodemitíolahabíahechoolvidarsedeloqueeraelgalope.

Nomeparecióestaaventuraelmejoragüeroparaelrestodelviaje.VeíaqueaunnoestabaenSalamancayquemepodíansucederotraspeores.Pareciómequemitíohabíaandadopocoprudenteennohabermeentregadoaalgúnarriero.Estoera,sinduda,loquedebierahaberhecho;peroleparecíaquedándomesumulagastaríamenosenelviaje,locuallehizomásfuerzaquelaconsideraciónde los peligros a queme exponía. Para reparar esta falta determinévendermimulaenPeñaflor, si tenía la dichade llegar a aquel lugar. y ajustarmeconunarrierohastaAstorga,haciendolomismoconotrodesdeAstorgaaSalamanca.Aunquenuncahabía salidodeOviedo, sabía losnombresde todos los lugarespordondehabíadepasar,habiéndomeinformadodeellosantesdeponermeencamino.

Llegué felizmenteaPeñaflorymeparéa lapuertadeunmesónque teníabellaapariencia.Apenasechépieatierracuandoelmesoneromesalióarecibirconmuchacortesía.Elmismodesatómimaletaymisalforjas,cargóconellasymecondujoauncuarto,mientrassuscriadosllevabanlamulaalacaballeriza.Erael talmesoneroelmayorhabladordetodoAsturias, tanfácilencontarsinnecesidadtodassuscosascomocuriosoeninformarsedelasajenas.DíjomequesellamabaAndrésCorzueloyquehabíaservidoalreymuchosañosdesargento,ysehabíaretiradoquincemeseshacíaporcasarseconunamozadeCastropol,queerabuenbocado,aunquealgomorena.Ydespuésmerefirióotra infinidadde cosas que tanto importaba saberlas como ignorarlas.Hecha esta confianza,juzgándoseyaacreedoraqueyo lecorrespondieseconlamisma,mepreguntóquién era, de dónde venía y a dónde caminaba. A todo lo cual me consideréobligado a responder artículo por artículo, puesto que cada pregunta laacompañaba conunaprofunda reverencia, suplicándomemuy respetuosamenteque perdonase su curiosidad. Esto me empeñó insensiblemente en una largaconversación con él, en la cual ocurrió hablar del motivo y fin que tenía endeseardeshacermedemimulayproseguirelviajeconalgúnarriero.Todomeloaprobó mucho, y no cierto sucintamente, porque me representó todos losaccidentes queme podían suceder yme embocómil funestas historias de loscaminantes. Pensé que nunca acabase; pero al fin acabó, diciéndome que siqueríavenderlamulaélconocíaunmuletero,hombremuydebien,queacasolacompraría. Respondíle me daría gusto en enviarle a llamar, y él mismo enpersonapartióalpuntoanoticiarlemideseo.

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Volvióenbreveacompañadodelchalán,ymelepresentóponderandomuchosuhonradez.Entramosenelcorral,dondehabíansacadomimula.Paseáronlayrepaseáronladelantedelmuletero,quecongrandeatenciónlaexaminódepiesacabeza. Púsole mil tachas, hablando de ella muy mal. Confieso que tampocopodíadecirde ellamuchobien;pero lomismodiría aunque fuera lamuladelPapa.Protestabaque tenía cuantosdefectospodía tener el animal, apelando aljuicio del mesonero, que sin duda tenía sus razones para conformarse con elsuyo.«Ahorabien—mepreguntófríamenteelchalán—:¿cuántopideustedporsumula?»Yo,queladaríadebaldedespuésdelelogioquehabíahechodeella,ysobretododelaatestacióndelseñorCorzuelo,quemeparecíahombrehonrado,inteligenteysincero,lerespondíremitiéndomeentodoaloquelaapreciasesuhombría de bien y su conciencia, protestando que me conformaría con ello.Replicóme,picándosedehombredebienytimorato,quehabiendointeresadosuconciencialetocabaenlomásvivoyenloquemásledolía,porquealfinésteerasu ladoflaco;yefectivamentenoeraelmásfuerte,porqueen lugarde losdiezodocedoblonesenquemitíolahabíavaluadonotuvovergüenzadetasarlaentresducados,quemeentregó,yyorecibítanalegrecomosihubieraganadomuchoenaqueltrato.

Despuésdehabermedeshechotanventajosamentedemimula,elmesoneromecondujoacasadeunarrieroquealdíasiguientehabíadepartiraAstorga.Díjome éste que pensaba salir antes de amanecer y que él tendría cuidado dedespertarme. Quedamos de acuerdo en lo que le había de dar por comida ymacho,yyomevolvíalmesónencompañíadeCorzuelo,elcualenelcaminomecomenzóacontartodalahistoriadelarriero.Encajómecuantosedecíadeélenlavilla,yaunllevabatrazadecontinuaraturdiéndomeconsusimpertinenteshabladurías,cuando,porfortuna,leinterrumpióunhombredebuenaspecto,queseacercóaélylesaludóconmuchaurbanidad.Dejélosalosdosyproseguímicamino,sinpasarmeporelpensamientoquepudieseyotenerpartealgunaensuconversación.

Luegoquelleguéalmesón,pedídecenar.Eradíadeviernesymecontentécon huevos.Mientras los disponían, trabé conversación con la mesonera, quehasta entonces no se había dejado ver. Parecióme bastantemente linda, demodalesmuydesembarazadosyvivos.Cuandomeavisaronqueyaestabahechalatortilla,mesentéalamesasolo.Nobienhabíacomidoelprimerbocado,heaquí que entra elmesonero en compañía de aquel hombre con quien se habíaparadoahablarenelcamino.Eltalcaballero,quepodíatenertreintaaños,traíaalladounlargochafarote.Acercándoseamíconciertoairealegreyapresurado,«Señorlicenciado—medijo—,acabodesaberqueustedeselseñorGilBlasde

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Santillana,lahonradeOviedoylaantorchadelaFilosofía.¿Esposiblequeseausted aquel joven sapientísimo, aquel ingenio sublime cuya reputación es tangrandeentodoestepaís?¡Vosotrosnosabéis—volviéndosealmesoneroyalamesonera—quéhombretenéisencasa!¡Tenéisenellauntesoro!¡Enestemozoestáisviendolaoctavamaravilladelmundo!»Volviéndosedespuéshaciamí,yechándomelosbrazosalcuello,«Excuseusted—medijo—misarrebatos;nosoydueñodemímismonipuedocontenerlaalegríaquemecausasupresencia.»

Nopuderesponderledepronto,porquemeteníatanestrechamenteabrazadoqueapenasmedejabalibrelarespiración;peroluegoquedesembaracéunpocola cabeza, le dije: «Nunca creí que mi nombre fuese conocido en Peñaflor.»«¿Qué llama conocido?—me repuso en el mismo tono—. Nosotros tenemosregistrodetodoslosgrandespersonajesquenacenaveinteleguasencontorno.Ustedestáreputadoporunprodigio,ynodudoquealgúndíadaráaEspañatantagloriaelhaberleproducidocomoalaGreciaelsermadredesussietesabios.Aestaspalabrassesiguióunnuevoabrazo,quehubedeaguantaraunapeligrodequemesucedieseladesgraciadeAnteo.Porpocaexperienciadelmundoqueyohubieratenido,nomedejaríasereldominguillodesusdemostracionesnidesushipérboles. Sus inmoderadas adulaciones y excesivas alabanzas me haríanconocerdesdeluegoqueeraunodeaquellostruhanespegotesypetardistasquesehallanentodaspartesyseintroducencontodoforasteroparallenarlabarrigaa costa suya; peromis pocos añosymivanidadmehicieron formarun juiciomuydistinto.Mipanegiristaymiadmiradormeparecióunhombremuydebieny muy real, y así, le convidé a cenar conmigo. ¡Con mucho gusto!—merespondió prontamente—. Estoy muy agradecido a mi buena estrella porhabermedadoaconoceralilustreseñorGilBlasynoquieromalograrlafortunadeestarensucompañíaydisfrutarsusfavoreslomásquemeseaposible.Alaverdad—prosiguió—, no tengo gran apetito, y me sentaré a la mesa sólo porhacercompañíaausted,comiendoalgunosbocadosmeramenteporcomplacerleypormostrarcuántoapreciosusfinezas.»

Sentóseenfrentedemíelseñormipanegirista.Trajéronleuncubierto,ysearrojó a la tortilla con tanta ansia y con tanta precipitación como si hubieraestadotresdíassincomer.Porelgustoconquelacomíaconocíqueprestodaríacuentadeella.Mandésehicieseotra,loqueseejecutóalinstante;pusiéronlaenlamesacuandoacabábamos,o,pormejordecir,cuandomihuéspedacababadeengullirse la primera. Sin embargo, comía siempre con igual presteza, y sinperderbocadoañadíasincesaralabanzassobrealabanzas,lascualesmesonabanbien yme hacían estarmuy contento demi personilla. Bebía frecuentemente,brindando unas veces ami salud y otras a la demi padre y demimadre, no

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hartándose de celebrar su fortuna en ser padres de tal hijo. Almismo tiempoechaba vino enmi vaso, incitándome a que le correspondiese.Con efecto, nocorrespondíayomalasus repetidosbrindis;con locualyconsusadulacionesme sentí de tan buen humor que, viendo yamedio comida la segunda tortilla,pregunté al mesonero si tenía algún pescado. El señor Corzuelo, que, segúntodas las apariencias, se entendía con el petardista, respondió: «Tengo unaexcelente trucha; pero costará cara a los que la coman y es bocadodemasiadamente delicado para usted.» «¿Qué llama usted demasiadamentedelicado?—replicó mi adulador—. ¡Traiga usted la trucha y descuide de lodemás!¡Ningúnbocado,porregaladoquesea,esdemasiadobuenoparaelseñorGilBlasdeSantillana,quemerecesertratadocomounpríncipe!»

Tuve particular gusto de que hubiese retrucado con tanto aire las últimaspalabras del mesonero, en lo cual no hizo mas que anticipárseme. Dime porofendidoydijeconenfadoalmesonero:«¡Vengalatruchayotravezpiensemásen lo que dice!» Elmesonero, que no deseaba otra cosa, hizo cocer luego latruchaypresentólaen lamesa.Avistadelnuevoplatobrillarondealegría losojosdeltaimado,quediómayorespruebasdeldeseoqueteníadecomplacerme;es decir, que se abalanzó al pez delmismomodo que se había arrojado a lastortillas. No obstante, se vió precisado a rendirse, temiendo algún accidente,porque se había hartado hasta el gollete. En fin, después de haber comido ybebidohastamásnopoder,quisoponerfinalacomedia.«¡OhseñorGilBlas!—medijoalzándosedelamesa—.Estoytancontentodelobienqueustedmehatratado,quenolepuedodejarsindarleunimportanteconsejo,delquemeparecetiene no poca necesidad.Desconfíe por lo común de todo hombre a quien noconozca,yestésiempremuysobresíparanodejarseengañardelasalabanzas.Podráustedencontrarconotrosquequieran,comoyo,divertirseacostadesucredulidad,ypuedesucederquelascosaspasenmásadelante.Noseaustedsuhazmerreírynocreasobresupalabraqueletenganporlaoctavamaravilladelmundo.»Diciendoesto,riósedemíenmisbigotesyvolviómelasespaldas.

Sentí tanto esta burla como cualquiera de las mayores desgracias que mesucedierondespués.Nohallabaconsueloviéndomeburladotangroseramente,o,pormejordecir,viendomiorgullotanhumillado.«¡Esposible—medecíayo—que aquel traidor se hubiese burlado de mí! Pues qué, ¿solamente buscó almesoneroparasonsacarle,oestabanyade inteligencia losdos? ¡AhpobreGilBlas;muéretedevergüenza,porquedisteaestosbribonesjustomotivoparaquetehaganridículo!Sindudaquecompondránunabuenahistoriadeestaburla,lacualpodrámuybienllegaraOviedo,yenverdadqueteharágrandísimohonor.Tuspadressearrepentirándehaberarengadotantoaunmentecato.¡Envezde

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exhortarmeaquenoengañaseanadie,debieranhabermeencomendadoquedeninguno me dejase engañar!» Agitado de estos amargos pensamientos, yencendido en cólera,me encerré enmi cuarto ymemetí en la cama; pero nopude dormir, y apenas había cerrado los ojos cuando el arriero vino adespertarme y a decirme que sólo esperaba por mí para ponerse en camino.Levantéme prontamente, ymientrasme estaba vistiendo vinoCorzuelo con lacuenta del gasto, en la cual no se olvidaba la trucha; y no solamente hube depasarportodoloqueélcargaba,sinoque,mientraslepagabaeldinero,tuveeldolordeconocerqueseestabarelamiendoenlamemoriadelpasadochascodelanocheprecedente.Despuésdehaberpagadobienunacenaquehabíadigeridotan mal, partí con mi maleta a casa del arriero, dando a todos los diablos alpetardista,almesoneroyalmesón.

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CAPÍTULOIII

Delatentaciónquetuvoelarrieroenelcamino,enquéparó,ycómoGilBlasseestrellócontraCaribdisqueriendoevitaraScila.

Noerayosoloelquehabíadecaminarconelarriero.Habíanseajustadoconel mismo dos hijos de familia de Peñaflor; un muchacho o niño de coro deMondoñedo,queibaacorrermundo;uncaballeretedeAstorgayunajovendelBierzo,conquienacababadecasarse.Enmuypocotiemponoshicimosamigos,ycadaunocontóadónde ibaydedóndevenía.Aunque lanoviaestabaen lomejordesuedad,era tanmorenaydetanpocagraciaquenomedabamuchogustoelmirarla;contodoeso,suspocosañosysurobustezinclinaronhaciaellaalarriero;tanto,queresolvióhacerunatentativaparalograrsusfavores.Pasólajornadaenmeditarelmodoydilatólaejecuciónhastalaúltimaposada.EstafuéenCacabelos.Hízonosapearenunmesónqueestáalaentradadellugar,estoes,unpocofueradeél,cuyomesonerosabíaélmuybienqueerahombrecalladoyamigodecomplacer.Dispusoquenoscondujeseauncuartomuyretirado,dondenos dejó cenar tranquilamente; pero al fin de la cena vimos entrar al arrierofurioso como un demonio, votando, jurando y blasfemando; y mirándonos atodos con ojos centelleantes, «¡Por vida de quien soy—dijo—que me hanhurtado cien doblones que traía en una bolsa de cuero, y por fuerza han deparecer! ¡Ahora ahorame voy derecho al juez, para que dé tormento a todoshastaquesedescubraelladrónymerestituyamidinero!»Diciendoestoconunaire muy natural, nos volvió apresuradamente y con enfado las espaldas,dejándonosatónitos,mirándonoslosunosalosotros.

Aninguno leocurrióquepodía ser aquellouna ficción, porque todavíanonospodíamosconocerbien;antessísospechéyoqueelladrónseríaelmuchachode coro, así como él quizá sospecharía lo mismo de mí. Fuera de eso, todoséramosunospobressimples,quenosabíamoslasformalidadesqueprecedenensemejantescasosalapruebadeltormento,ydesdeluegocreímosquesehabía

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decomenzarporaquí.Poseídos,pues,deestaaprensión,precipitadamentenossalimosdelcuarto,escapandounosalacalleyotrosalhuerto,parasalvarsecadacualcomopudiese;yelnoviodeAstorga,turbadoconlaideadeltormento,sesalvócomootroEneas,olvidadoenteramentedesumujer.Entonceselarriero,según supe con el tiempo, más incontinente que sus machos, y muy alegreporquesuestratagemahabíaproducidoelefectoquepretendía,entróenelcuartodondeestabalanovia,haciendoalardedesuinvención,yprocuróaprovecharsedelaocasión;peroaquellaLucreciaasturiana,aquiendabamayoresfuerzaslamala traza del arriero, hizo una vigorosa resistencia, dando descompasadosgritos.Lapatrulla,queporcasualidadsehallabacercadeunaposadaquesabíasermuydignadesuatención,entróenella,ypreguntóquiéndabaycuáleraelmotivodeaquellosgritos.Elmesoneroestabacantandoenlacocinayfingiendoquenadahabíaoído;noobstante,sevióprecisadoaconduciralcomandanteyala patrulla al cuarto de la persona que gritaba. Conoció luego el alférez elnegocio de que se trataba, y, como era hombre grosero y brutal, regalóprovisionalmente al enamorado arriero con cinco o seis buenos palos con elmangodelaalabarda,ylearengóconunasvocestanofensivasalpudorcomolaacción que dabamotivo a la arenga.No se contentó con esto: echómano deldelincuente y le condujo a la presencia del juez, juntamente con la agraviadadelatora, que con toda resolución quiso ir en persona a quejarse de él, noobstante eldesordenenque sehallaba.Oyólael juez,yhabiéndolaobservadoatentamente,hallóqueelacusadono teníaexcusaalgunayqueera indignodeperdón.Mandóalpuntoledespojasenyqueensupresencialediesendoscientosazotes,yordenódespuésque,sialdíasiguientenoparecíaelmaridodeaquellamujer,dossoldadoslallevasencontodadecenciaaAstorgaacostadelarriero.

Porloquetocaamí,atemorizadoquizámásquelosotros,salíprontamentealcampo,yatravesandoterrenos,penetrandomatorralesysaltandolosfososquehallabaenelcamino,lleguéporfinaunlóbregoyespesobosque.Ibaaentrarenélyaescondermeenelmáserizadomatorralcuandomeviderepentecondoshombresacaballo,quesepararondelantedemí.«¿Quiénvaallá?»,dijeron;y,comoelmiedoy lasorpresanomedejaronhablar,acercándosemás,cadaunomepusoalpechounapistola,intimándome,penadelavida,quelesdijesequiénera, de dónde venía y qué iba yo a hacer en aquel bosque.A estamanera depreguntar, que me pareció un quid pro quo del tormento con que se habíaburladodenosotroselarriero,respondíqueeraunpobreestudiantedeOviedo,queibaacontinuarmisestudiosenSalamanca,refiriéndolesloquenosacababade suceder y confesando sencillamente que el miedo del tormento me habíahecho huir sin saber dónde esconderme. Dieron una grande carcajada cuando

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oyeronundiscursoquetantomostrabamisencillez,yunodeellosmedijo:«Notengasmiedo,querido;venteconnosotrosynotemas,quetepondremosentodaseguridad.» Diciendo esto, me hizo montar en la grupa de su caballo, yvolviendo las riendas nos envainamos todos tres en lo más intrincado y másespesodelbosque.

Nosabíayoquépensardetalencuentro;mas,noobstante,nopronosticabacosamala.«Siestoshombresfueranladrones—medecíayoamímismo—yamehubieran robado y quizá asesinado también. Acaso serán algunos buenoshidalgosdeestatierra,queviéndomeatemorizadosehancompadecidodemíypor caridad me llevan a su casa.» No me duró mucho la duda. Después dealgunasvueltasy revueltas,congrandísimosilencio llegamospor finalpiedeuna colina, donde nos apeamos. «Aquí hemos de dormir», dijo uno de loscaballeros.Pormásqueyovolví losojosa todaspartes,noveíacasa,chozaocabaña, ni la más mínima señal de habitación; cuando vi que aquellos doshombresalzaronunagrantrampademadera,cubiertadetierraydeenramada,que ocultaba una larga entrada subterránea muy pendiente, por donde loscaballos por sí mismos se dejaron resbalar como quienes ya estabanacostumbrados. Los caballeros me hicieron entrar con ellos y dejaron caer latrampaconunascuerdasqueparaesteefectoestabanfuertementeatadasaella.YheaquíaldignosobrinodemitíoelcanónigoGilPérezmetidocomoratónenunaratonera.

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CAPÍTULOIV

DescripcióndelacuevasubterráneaydeloquevióenellaGilBlas.

Entonces conocí entre qué especie de gentes me hallaba, y fácilmente sepuede adivinar que este conocimiento me quitaría el primer temor; pero otromuchomayorseapoderóluegodemí.Diporsupuestoqueibaaperderlavidaconmispobresducados;ymirándomecomounavíctimaqueeraconducidaalsacrificio, caminaba más muerto que vivo entre mis conductores, cuando,advirtiendo ellos mismos que iba temblando, me exhortaron con la mayordulzura, pero inútilmente, a que depusiese todo temor. Habríamos caminadocomounosdoscientospasos,cuandoentramosenunaespeciedecaballeriza,aquedabanluzdosgrandescandilesquependíandelabóveda.Habíaenellaunabuenaprovisióndepajaymuchos sacosatestadosdecebada.Podíancaber enellahastaveintecaballos,peroalasazónsolamentehabíalosdosqueacababande llegar. Salimos de la caballeriza y llegamos a la cocina, donde una viejaestabadisponiendolacena.Nofaltabaenlacocinautensilioalguno.Lacocineraeraunamujerdemásdesesentaaños.Susblancoscabellosconservabanalgunasmanchas,residuosdelcolorrubiosubidoquetuvieran;subarbaerapuntiaguda,ylanariztanlargayencorvadaquecasillegabaabesarlabocaconlapunta,ysusojostanencarnadosqueparecíandostomatesmaduros.

«SeñoraLeonarda—dijounodeloscaballeros,presentándomeaaquelbelloángeldetinieblas—,mireestemocitoqueletraemos.»Yvolviéndosedespuésamí, y viéndome pálido y consumido, me dijo: «Vuelve, querido, en ti, y notengas miedo, pues no te queremos hacer mal. Nos hacía falta un mozo quealiviase en algo a nuestra pobre cocinera; te encontramos, y ésta ha sido tufortuna.Ocuparáslaplazadeunmozoquemurióquincedíasha,porqueeradedelicadacomplexión.Latuyaparecemásrobustaynomorirástanpresto.Alaverdad,novolverásyaaverelsol;pero,enrecompensa,comerásbienytendrás

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siemprebuena lumbre.Pasarás lavida conLeonarda,queesunacriaturamuyamableyhumana.Tendrás cuantas convenienciasquisieres, y ahora conocerásquenohasvenidoavivirentrepordioserosydespilfarrados.»Almismotiempotomóunaluzymemandóquelesiguiese.Llevómeaunabodega,dondeviunainfinidad de botellas y grandes vasijas de barro bien tapadas, llenas todas devinosexquisitos.Hízomepasardespuéspormuchoscuartos,unosatestadosdepiezasdelienzoyotrosdericospañosytelasdelanayseda.Enotroviplatayoroymuchavajillamarcadacondiferentesescudosdearmas.Seguíledespuésaunagransala,quealumbrabantresgrandesarañasdemetalyconducíaaotroscuartosquesecomunicabanconella.Aquímehizonuevaspreguntas,esasaber:cómome llamabay por quéhabía salidodeOviedo.Después que satisfice sucuriosidad, «Ahora bien, Gil Blas—me dijo conmucho agrado—: puesto quesólo saliste de tupatria para lograr algún acomodo, parecequenaciste depie,pues se te proporciona vivir entre nosotros.Ya te lo he dicho: aquí vivirás enmediodelaabundancia;nadarásenoroyplatayestaráscontodaseguridad.Tales este subterráneo, que aunque venga cien veces a este bosque la SantaHermandad, nunca dará con él: la entrada sólo la conocemos yo y miscamaradas. Acaso me preguntarás cómo hemos podido nosotros fabricar estesubterráneosinquelosupiesenlospaisanosdeloslugaresvecinos;perohasdesaber, amigo mío, que ésta no ha sido obra nuestra, sino de muchos siglos.Después que los moros se apoderaron de Granada, de Aragón y de casi todaEspaña,loscristianosquenosequisieronsujetaralyugodelosinfieleshuyeronyseocultaronenestepaís,enVizcayayAsturias,adondese retiró tambiénelvalientedonPelayo.Losfugitivosydispersosvivíanporfamiliasenlosbosquesy en las más ásperas montañas; unos, escondidos en cavernas, y otros, ensubterráneosqueellosmismosfabricaron,yésteesunodetantos.Despuésque,afortunadamente, arrojaron de España a sus enemigos se volvieron a susciudades,villasylugares,ydesdeentonceslossubterráneossirvierondeasilosalasgentesdenuestraprofesión.EsciertoquelaSantaHermandadhadescubiertoydestruidoalgunos,pero todavíahanquedadomuchos;yyo,graciasalCielo,quinceañoshacequehabitoimpunementeenéste.LlámomeelcapitánRolando,soy el jefe de la compañía, y el otro que viste conmigo es uno de miscamaradas.»

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CAPÍTULOV

Delallegadadeotrosladronesalsubterráneoydelaconversaciónquetuvieronentresí.

Nobienhabíadichoestaspalabraselcapitán,cuandoaparecieronenlasalaseis caras nuevas, que eran su teniente y otros cinco de la gavilla. Veníancargados de presa. Traían dos grandes zurrones llenos de azúcar, canela,almendras y pasas. El teniente, dirigiéndose al capitán, le dijo que habíadespojadoaunespecierodeBenaventedeaquelloszurrones,comotambiéndelmachoquelosllevaba;ydespuésdehaberdadocuentadesuexpediciónenlapieza que servía de despacho, se entregó en la repostería la hacienda delespeciero.Hechoesto,setratódecenarydealegrarse.Prepararonenlasalaunagran mesa, y a mí me enviaron a la cocina para que la tía Leonarda meinstruyeseenloquedebíahacer.Cedíalanecesidad,yaquemimalasuerteloquería así, y disimulandomi sentimiento,me dispuse a servir a una gente tanhonrada.

Di principio por el aparador, cubriéndole de vasos y salvillas de plata,flanqueadasdebotellasllenasdeexcelentevino,queelseñorRolandomehabíaponderado.Puseenlamesadosgénerosdesopa,acuyavistatodosocuparonsusasientos. Comenzaron a comer conmucho apetito,manteniéndome yo tras deellos en pie para servirles el vino. El capitán les contó en pocas palabras mihistoriadeCacabelos,conlacualsedivirtieronmucho.Asegurólesdespuésqueyo era un mozo de mérito; pero como estaba ya tan escarmentado de lasalabanzas,pudeoírmiselogiossinpeligro.Convinierontodosenqueparecíayocomo nacido para ser copero suyo, y que valía cien veces más que mipredecesor. Como después de su muerte la señora Leonarda era la que habíaservido el néctar a aquellos dioses infernales, le privaron de este gloriosoempleo,para revestirmeamídeél.DeestamaneramehalléconvertidoenunnuevoGanimedes,sucesordeaquellamalditaHebe.

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Despuésdelasopasepresentóungranplatodeasadoparaacabardesaciaralosseñoresladrones,loscualesbebíantantocomocomían,yenbrevetiemposepusieron todos de buen humor y comenzaron ametermucha bulla. Hablabantodosaunmismotiempo:unocomenzabaunahistoria,otroleinterrumpíaconun chiste o con una frialdad, éste gritaba, aquél cantaba, y, en fin, ya no seentendíanunosaotros.FatigadoRolandodeunaescenaenqueélponíamuchodesuparte,perotodoinútilmente,levantólavozenuntonoqueimpusosilencioa lacompañía.«¡Señores—lesdijo—,atencióna loquevoyaproponeros!Envez de aturdirnos unos a otros hablando todos a un tiempo, ¿no sería mejordivertirnos y hablar comohombres de juicio y de razón?Ahorameocurre unpensamiento.Desde que vivimos juntos, nunca hemos tenido la curiosidad deinformarnos recíprocamente de qué familia o casa somos, ni de la serie deaventuraspordondevinimosaabrazarestaprofesión.Contodo,mepareceéstauna cosa muy digna de saberse. Hagámonos, pues, esta confianza, que podráservirnomenosparanuestradiversiónqueparanuestrogobierno.»Eltenienteylos demás, como si tuvieran alguna cosa buena que contar, aceptaron congrandesdemostracionesdealegríalaproposicióndelcapitán,elcualcomenzóahablarenestostérminos:

«Ya saben ustedes, señores, que yo soy hijo único de un rico vecino deMadrid.Celebróseminacimientoenlafamiliacongrandesregocijos.Mipadre,queyaeraviejo, sintió sumaalegría alverse conunheredero,ymimadrenoquiso que otra mas que ella me diese de mamar. Vivía entonces mi abuelomaterno. Erami hombre que sólo sabía rezar su rosario y contar sus proezasmilitares,porquehabíaservidoalreymuchosaños,ynoseocupabayaenmás.Insensiblementevineyoaserelídolodeestastrespersonas.Continuamentemeteníanenbrazos.Pormiedodequeel estudionome fatigaseenmisprimerosaños,melosdejaronpasarenlosdivertimientosmáspueriles.»«Noconviene—decíami padre—que los niños se apliquen a cosas serias hasta que el tiempohayamaduradounpocosurazón.»Esperandoaestamadurez,noaprendíaaleeryescribir;masnoporesoperdíaeltiempo.Mipadremeenseñabamilgénerosdejuegos;conocíayoperfectamentelosnaipes,jugabaalosdados,ymiabuelomecontabamilnovelassobrelasexpedicionesmilitaresenquesehabíahallado.Cantábamesiempreunasmismascoplasacercadedichasexpediciones;cuandoenespaciodetresmeseshabíaaprendidobiendiezodoceversos,losrepetíasinerrarunpuntodelantedemispadres,loscualesseadmirabandemiprodigiosamemoria. No celebraban menos mi agudo ingenio cuando, valiéndome de lalibertad que tenía para decir cuanto me viniese a la boca, interrumpía susconversacionesparadecira tuertooderecho todo loquemeocurría.Entonces

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mimadremesofocabaacariciasymibuenabuelollorabadepurogozo.Nolesiba en zaga mi padre; siempre que me oía algún despropósito o algunabachillería,mirándome con gran ternura exclamaba: «¡Oh qué gracioso eres yqué lindo!»Conestasalas,noreparabaenhacer impunementeensupresencialas más indecentes acciones. Todo me lo perdonaban y todos me adoraban.Había entrado ya en doce años y aun no tenía ningún maestro. Buscáronmefinalmente uno; pero mandándole expresamente que me enseñase, mas sinfacultadparadarmeelmenorcastigo.Alosumolepermitieronquealgunavezmeamenazase sólopara intimidarme.Sirviódepocoestepermiso,porquemeburlabadelasamenazasdemipreceptor,obien,conlaslágrimasenlosojos,ibaa quejarme a mi madre o a mi abuelo, diciéndoles que el ayo me habíamaltratado. En vano acudía el pobre diablo a desmentirme: teníanle por unhombre brutal, y siempre me creían a mí más que a él. Un día me arañé yomismo y me fuí a quejar del maestro porque me había desollado;inmediatamente ledespidióde casamimadre, sinquererdarleoídos, pormásqueprotestabaalcieloyalatierraquenisiquieramehabíatocado.

»Deestemismomodomefuídesembarazandodemispreceptores,hastaquemepresentaronunocomo ledeseabaymeconveníapara acabarmedeperder.Era un bachiller de Alcalá. ¡Excelente maestro para un hijo de familia! Erainclinado a mujeres, al juego y a la taberna. No me podían haber puesto enmejoresmanos.Desdeluegosededicóaganarmeporelamoryporladulzura.Consiguiólo, y por este medio logró que también le amasen mis padres, loscuales me entregaron enteramente a su gobierno. No tuvieron de quéarrepentirse,porqueenbrevetiempoydesdeluegomeperfeccionóenlacienciadel mundo. A fuerza de llevarme consigo a todos los parajes donde tenía sudiversiónmeinspiródetalmaneralaaficiónaelloque,aexcepcióndellatín,enlodemáserayounmuchachouniversal.Cuandovióqueyanoteníanecesidaddesuspreceptos,fuéaenseñarlosaotraparte.

»Sienmiinfanciahabíavividotanlibrementeavistademispadres,cuandocomencéaserdueñodemisaccionestuvesindudamayorlibertad.Enelsenodemi familia fué donde di las primeras pruebas del aprovechamiento de mieducación.Burlábamedeellosalasclarasyentodomomento.Reíansedemisintrepideces, y tanto más las celebraban cuanto eran más vivas y másintolerables. Mientras tanto cometía todo género de desórdenes con otrosmuchachosdemiedadydemihumor.Comonuestrospadresnonosdabantodoeldineroquehabíamosmenesterparaproseguirenunavidatandeliciosa,cadauno robabaen sucasacuantopodía,ycuandoestonoalcanzaba,nosdimosarobardenoche,ysiempreconfruto.Pordesgracia,llegóalgúnrumordeestoa

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los oídos del corregidor.Quisomandarnos prender; pero fuimos avisados contiempo de su mala intención. Recurrimos a la fuga, y dímonos a ejercitar elmismooficioenloscaminospúblicos.Desdeentoncesacáhetenidoladichadehaberenvejecidoenlaprofesión,apesardelospeligrosquesonanejosaella.»

Cuando el capitán acabó de hablar, el teniente tomó la palabra, y dijo así:«Señores,unaeducaciónenteramentecontrariaa ladel señorRolandoprodujoenmíelmismoefectoqueenél.MipadrefuécarniceroenToledoyelhombremásferozquehabíaentodalaciudad;mimadrenoeradecondiciónmássuaveque su marido. Desde mi niñez me comenzaron a azotar a cual más podía ycomoacompetenciaunodeotro.Cadadía recibíamilazotes.Lamásmínimafaltaquecometieseeracastigadaconelmayorrigor.Envanolespedíaperdóncon las lágrimas en los ojos, prometiendo la enmienda; no habíamisericordiaparamí,ylasmásvecesmecastigabansinrazón.Cuandomipadremesacudía,siempremimadreseponíadesuparteenlugardeintercederpormí.Estosmalostratamientosmeinspirarontantaaversiónalacasapaternaqueantesdecumplirlos catorce años me escapé de ella. Tomé el camino de Aragón y llegué aZaragozapidiendo limosna.Enhebrémeallí conunospordioserosquepasabanuna vida bastante feliz y acomodada. Enseñáronme a contrahacer el ciego, elestropeadoyafigurarenlaspiernasunasllagaspostizas.Todaslasmañanas,alamanera de los comediantes que se ensayan para representar sus papeles, nosensayábamos nosotros para representar los nuestros, y después cada uno iba aocupar su puesto. Por la noche nos juntábamos y nos reíamos de los que sehabían compadecido de nosotros por el día. Canséme presto de vivir entreaquellos miserables, y queriendo juntarme con otra gente más honrada, measociéconunoscaballerosde la industria.Enseñáronmeahacerbellos juegosde manos; pero nos vimos precisados a salir presto de Zaragoza, porque nosdescompusimosconciertoministrodejusticiaquesiemprenoshabíaprotegido.Cada uno tomó su partido. Yo, queme sentía dispuesto a emprender grandeshechos,meacomodéenunatropadehombresvalerososquehacíancontribuiralos pasajeros y caminantes, agradándome tanto su modo de vivir, que desdeentoncesacánohequeridobuscarotro.Simehubierandadootraeducaciónmássuave, probablemente no sería ahoramas que un pobre carnicero, cuandomehallohoyconelhonoryconelgradodevuestroteniente.»

«Señores—dijoentoncesunladrónqueestabasentadoentreeltenienteyelcapitán—,lashistoriasqueacabamosdeoírnosontanvariadasnitancuriosascomolamía.DebominacimientoaunaaldeanaolabradoradelascercaníasdeSevilla.Tres semanasdespuésquemedió a luz, comoera todavíamoza,bienparecida, aseada ymuy robusta, la buscaron para que criase un niño, hijo de

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padresdistinguidos,queacababadenacerendichaciudad.Aceptócongustolapropuesta,yfuéaSevillaparatraerseelniñoacasa.Entregáronsele,yapenassevióconélensualdeacuandoobservóqueélyyoéramosalgoparecidos,yestaobservaciónleexcitóelpensamientodetrocarnos,conlaesperanzadequeconeltiempoleagradeceríayoelbuenoficio.Mipadre,quenoeramásescrupulosoque su honrada mujer, aprobó la superchería. De suerte que, habiéndonosmudado de pañales, el hijo de don Rodrigo de Herrera fué enviado con minombreaotraamaparaquelecriase,yamímecriómimadrebajoelnombredelotro.

»Diganloquequisierensobreelinstintoyfuerzadelasangre,lospadresdelcaballeritofácilmentesedejaronengañar.Notuvieronlamásmínimasospechadelapiezaqueleshabíanjugado,yhastalossieteañosmetuvieronsiempreensusbrazos;ysiendosuintenciónhacermeuncaballerocompleto,mebuscarontodogénerodemaestros.Pero losmáshábiles suelenhallardiscípulosque leshacenpocohonor;yofuíunodeéstos.Teníapocadisposiciónparalosejerciciosquemeenseñabanymuchamenosinclinaciónalascienciasenquemequeríaninstruir.Gustabamásde jugar con los criadosde casa, yéndolos a buscar a lacaballeriza y a la cocina. Pero el juego no fué mucho tiempo mi pasióndominante.Aficionémealvino,ymeemborrachabatodoslosdías.Retozabaconlas criadas; pero particularmenteme dediqué a cortejar a unamoza rolliza decocina,cuyodesembarazoybuencolormegustabanmucho,pareciéndomequemerecíamisprimerasatenciones.Enamorábalacontanpocacautela,quehastaelmismodonRodrigoloconoció.Reprendiómeagriamente,afeándomelabajezademisinclinaciones,yportemordequelapresenciadelobjetohicieseinútilessusreprimendas,despidiódecasaamiDulcinea.

»Irritómemuchoesteproceder,yresolvívengarme.RobésuspedreríasalamujerdedonRodrigo;corríenbuscademibellaElena,quevivíaencasadeunalavandera amiga suya; saquéla de ella a lamitad del día para que ninguno losupiese, y aun pasé más adelante. Llevéla a su tierra, donde nos casamossolemnemente,asípordarestedespiquemásalosHerrerascomopordejaraloshijos de familia un ejemplo tan bueno que imitar. Tres meses después de miarrebatadomatrimoniosupequedonRodrigohabíamuerto.Nodejédesentirsumuerte.PartíprontamenteaSevillaapedirsuherencia;perohallélascosasmuymudadas.Mimadrehabíayafallecido,yantesdesumuertetuvolaindiscrecióndedeclararloquehabíahecho,enpresenciadelcuraydeotrosbuenostestigos.El hijo de don Rodrigo ocupaba ya mi lugar, o por mejor decir, el suyo, yacababadeserreconocidoportal,contantomayoraplausoyalegríacuantoeramenorlasatisfacciónqueyolescausaba.Demaneraque,noteniendonadaque

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esperarenSevillayfastidiadoyademimujer,meagreguéaciertoscaballerosdefortuna,bajocuyadisciplinadiprincipioamiscaravanas.»

Acabósuhistoriaaquelladrón,ycomenzóotrolasuya,diciendoqueélerahijodeunmercaderdeBurgosyqueensumocedad,llevadodeunaindiscretadevoción,habíatomadoelhábitodeciertareligiónmuyaustera,delacualhabíaapostatadoalgunosañosdespués.Enfin,todoslosocholadroneshablaronporsuturno;ycuandoloshubeatodosoído,nomeadmirédeverlosjuntos.Mudaronluegodeconversación,ypropusieronvariosproyectosparalapróximacampaña,sobre los cuales tomaron su resolución, y se fueron a la cama. Encendieronbujíasycadaunose retiróasucuarto.YoseguíalcapitánRolandoalsuyo,ymientras le ayudaba a desnudar, «Ahora bien, Gil Blas—me dijo—, ya vesnuestromododevivir.Siempreestamosalegres.Entrenosotrosnosedalugaraltedio ni a la envidia. Jamás se oye aquí discordia ni disensión; estamos másunidos que frailes. Tú comienzas ahora, hijo mío, a gozar una vida muyagradable,puesnotetengoportantontoquetedépenaelvivirentreladrones.»

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CAPÍTULOVI

DelintentodeescaparseGilBlas,yéxitodesutentativa.

Después que el capitán de bandoleros hizo esta apología de su honradaprofesión, semetió en la cama;yoquité lamesaypuse todas las cosas en sulugar.Fuímedespuésalacocina,dondeDomingo—asísellamabaelnegro—yla tíaLeonardameesperabancenando.Aunqueno teníahambre,mepusea lamesa.Nopodíaatravesarbocado,yviéndometantristecomoeraregularestarlo,procuraban consolarme aquellas dos análogas figuras; pero sus consueloscontribuíanmásamidesesperaciónqueamialivio.«¿Dequéteafliges,hijo?—mepreguntó la vieja—.Antesbien, debieras alegrarte deverte entre nosotros.Eres mozo y pareces dócil, con que presto te perderías en el mundo, dondehallaríaslibertinosquetemeteríanentodogénerodedisoluciones,cuandoaquíestá tan segura tu inocencia.» «Tiene razón la señora Leonarda—dijo el viejonegroconunavozmuygrave—;ysepuedeañadiraloquehadichoqueenelmundo no se encuentranmas que trabajos. Damuchas gracias a Dios, amigomío,porquedeunavezparasiempre teha libradode lospeligros,disgustosyafliccionesdelavida.»

Sufrí con paciencia estos discursos, porque de nada me serviría elinquietarme.Enfin,Domingo,despuésdehabercomidoybebidobien,sefuéasu caballeriza. Leonarda cogió una linterna yme condujo a una covacha queservíadecementerioa los ladronesquemoríandemuertenatural,dondeviunlecho quemás parecía tumba que cama. «Este es tu cuarto—me dijo la vieja,pasándomelamanoporlacara—.Elmozocuyaplazatieneselhonordeocupardurmió en esa cama el tiempo que vivió con nosotros, y sus huesos reposandebajodeella;élsedejómorirenlaflordesuedad:noseastútansimplequeimitessuejemplo.»Diciendoesto,entregómelalinternayvolvióseasucocina.Puse la luzenel sueloymearrojé sobreaquelmiserable lecho,no tantoparareposarcuantoparaentregarmeamistristesreflexiones.«¡Ohcielos!—exclamé

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—.¿Habrásituaciónmásinfelizquelamía?¡Quierenquerenuncieparasiempreelconsuelodeverlacaradelsol;ycomosinobastarahallarmeenterradovivoalosdiezyocho añosdemi edad,meveo reducido a servir a unos ladrones, apasar el día entremalvadosy lanoche con losmuertos!»Estospensamientos,que me parecían muy dolorosos, y con efecto lo eran, me hacían lloraramargamenteysinconsuelo.Maldecíamilveceslaganaquelehabíadadoamitío de enviarme a Salamanca. Arrepentíame de haber tenido tantomiedo a lajusticia de Cacabelos y quisiera haber padecido el tormento antes que vermedondeme hallaba. Pero considerando que me consumía inútilmente en vanoslamentos,comencéadiscurrirenlosmediosdelibrarme.«Puesqué—medecíayoamímismo—,¿seráporventuraimposibleencontrarmododeescaparmedeaquí? Los ladrones duermen profundamente, la cocinera y el negro harán lomismodentrodepocotiempo;mientras todosesténdormidos,¿nopodréyo,afavordeestalinterna,hallarelcaminopordondebajéaestecalabozoinfernal?Alaverdad,nosésitendrébastantefuerzaparalevantarlatrampaquecubrelaentrada; pero probaremos; no quiero omitir nada de cuanto pueda hacer. Ladesesperaciónmeprestaráfuerzas,ypuedeserquemesalgaconello.»

Tomadaestagranresolución,melevantécuandomeparecióqueLeonardayDomingopodíanestaryadormidos.Cogí la linterna, salídemicovachaymeencomendéatodoslossantosdelcielo.Nodejódecostarmealgunadificultadelacertarconlasvueltasyrevueltasdeaquellaberinto.Lleguéenfin,alapuertade la caballeriza, y me hallé en el camino que buscaba. Fuí andando yacercándome a la trampa con cierta alegríamezclada de temor;mas, ¡ay!, enmedio del caminome encontré con unamaldita reja de hierro bien cerrada ycuyasbarrasestabantanjuntasqueapenaspodíapasarlamanoporentreellas.Vime cortadoy perdido con aquel nuevo impedimento, que al entrar no habíaadvertidoporestarabiertalareja.Contodo,nodejédeprobarsipodíaabrirelcandado.Examinélacerradura,haciendotodoloquepudeporforzarla,cuandode repenteme aplicaron en las espaldas cinco o seis fuertes latigazos con unbuen vergajo de buey.Di un grito, que resonó en toda la caverna, ymirandoatrás,vialmalditonegro,encamisa,conunalinternasordaenunamanoyconelazoteen laotra.«¡Hola,bribonzuelo!—medijo—.¿Queríasescaparte? ¡No,amiguito, no esperes sorprenderme! ¿Creíste que estaría abierta la reja? Puessábete que siempre la encontrarás cerrada. Cuando atrapamos a alguno, leguardamosaquímalquelepese,ysilograescaparsehadesermásladinoquetú.»

Mientras tanto, al grito que yo había dado despertaron tres ladrones, loscualesselevantaronyvistieronatodaprisa,creyendoquelaSantaHermandad

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veníaaecharsesobreellos.Llamaronalosdemás,queenuninstantesepusieronen pie. Toman las espadas y carabinas, y medio desnudos acuden a dondeestábamosDomingoyyo.Peroluegoqueseinformaronoentendieronelorigendel rumor que habían oído, su inquietud se convirtió en grandes carcajadas.«¿Cómoasí,GilBlas?—medijoelladrónapóstata—.¿Nohamásqueseishorasque estás con nosotros y ya querías apostatar? ¡Bien se conoce tu aversión alsilencioyalretiro!¿Quéharíassifuesescartujo?¡Anda,vetealacama,queporestavezbastanpor castigo losvergajazos conque te regalóDomingo;pero siotra vez vuelves a intentar escaparte, por San Bartolomé que te hemos dedesollarvivo!»Diciendoesto,seretiró.Losdemásladronessevolvieronasuscuartos;elviejonegro,muyufanodesuhazaña,serecogióasucaballeriza,yyome volví a zambullir en mi cementerio, pasando lo restante de la noche ensuspiraryllorar.

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CAPÍTULOVII

DeloquehizoGilBlas,nopudiendohacerotracosa.

Losprimerosdíaspensémorirme,rindiendolavidaalamelancolíaquemeconsumía;peroalfinmigeniomeinspiróquesufrieseydisimulase.Esforcémeamostrarmemenos triste.Comencéacantarya reír,aunquesingana.Enunapalabra,supedisfrazarmetanbienqueLeonardayDomingocayeronenlaredycreyeron buenamente que ya el pájaro se había acostumbrado a la jaula. Lomismojuzgaronlosladrones.Manifestábamemuyalegrecuandolesechabadebeber, y de cuando en cuando los divertía también con alguna chocarrería obufonada. Esta libertad que me tomaba les daba mucho gusto en vez deenfadarlos.«GilBlas—medijoel capitánenciertaocasiónenqueyohacíaelgracioso—, has hecho bien en desterrar la melancolía. Me gusta mucho tuespírituytubuenhumor.Noseconocealagentealprincipio;yonoteteníaportanagudoytanjovial.»

También los demásme honraron conmil alabanzas, exhortándome a estarsiempredebuenhumor.Pareciómequetodosestabanmuycontentosconmigo,yaprovechándome de tan buena ocasión, «Señores—les dije—, permítanmeustedes que les descubra mi pecho. Desde que estoy en su compañía no meconozcoamímismo;parécemequenosoyelqueera.Ustedeshandesvanecidolas preocupaciones de mi educación. Insensiblemente se me ha pegado suespírituyhetomadoelgustoasuhonradaprofesión.Memueropormerecerelhonor de ser uno de sus compañeros y de tener parte en los peligros de susgloriosas proezas.» Todos aplaudieron este discurso y alabaron mi buenavoluntad;perounánimementeconvinieronenquemedejaríanservirporalgúntiempoparaprobarmivocación,yquedespuéscorreríamiscaravanas,yalcabosemeconferiríalahonoríficaplazaaqueaspiraba.

Hubedeconformarmepor fuerzaycontinuarenvencermeyenejercermioficio de copero. A la verdad, quedé muy sentido, porque sólo pretendía ser

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ladrónportenerlibertaddesalirconlosdemás,esperandoqueenalgunadesuscorreríassemepresentaríaocasióndeescaparmedeellos.Estaúnicaesperanzaera lo que me mantenía vivo. Sin embargo, el tiempo de la aprobación meparecía largo, ymás de una vez intenté sorprender la vigilancia deDomingo,peroinútilmente.Siempreestabamuyalerta;tanto,quenobastaríancienOrfeospara encantar a aquel Cerbero. Es verdad que por no hacerme sospechoso noemprendíatodoloquepodíahacerparaengañarle.Veíameprecisadoavivirconlamayorcautela,porqueelnegroeraladinoyobservabamuchotodosmispasos,palabrasymovimientos.Así,pues,apeléalapaciencia,remitiéndomealtiempoquelosladronesmehabíanprescritopararecibirmeensucongregación,díaqueesperabacontantaansiacomosihubieradeentrarenunacompañíadehonradoscomerciantes.

Enfin,graciasalCielo,llegóalcabodeseismesesestedichosodía.ElseñorRolando dijo a sus camaradas: «Caballeros, es preciso cumplir la palabra quedimos al pobre Gil Blas. A mí me parece bien este muchacho y espero quetendremosenélunhombredeprovecho.Soydesentirquemañanalellevemoscon nosotros, para que dé principio a coger laureles en los caminos reales.Nosotrosmismoslehemosdeponerenelqueguíaalagloria.»

Todosseconformaronconelparecerdesucapitán,yparahacermeverqueyamemirabancomoaunodeellos,desdeaquelmomentomedispensarondeservirlos.RestituyeronalaseñoraLeonardaenelempleoqueantestenía,ydeque la habían exonerado para honrarme a mí con él. Hiciéronme arrimar elvestidoquellevabaencima,queconsistíaenunasimplejaquetillamuyusada,yme acomodaron todos los despojos de un caballero que acababan de robar,despuésdelocualmedispuseahacermiprimeracampaña.

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CAPÍTULOVIII

AcompañaGilBlasalosladrones;quéempresaacometeenloscaminosreales.

Hacia el fin de una noche de septiembre salí del subterráneo con losladrones.Ibaarmado,comotodos,concarabina,pistolas,espadayunabayoneta,ymontabaunbuencaballoquehabíanquitadoal caballerocuyosvestidosmehabían tocado en suerte. Como había estado tanto tiempo en la obscuridad,cuando amaneció no podía sufrir la luz; pero poco a poco se fueronacostumbrandomisojosatolerarla.

PasamosporcercadePonferradaynosmetimosenunbosquecilloaorilladel camino de León.Allí estuvimos esperando a que la fortuna nos ofreciesealgún buen lance, cuando descubrimos un religioso de la Orden de SantoDomingo,montado, contra la costumbre de estos buenos padres, en unamuymalamula.«¡BenditoseaDios!—exclamósonriéndoseelcapitán—.¡Heaquíelgran ensayo de Gil Blas! Es preciso que vaya a registrar el bolsillo de aquelfraile;veremoscómoseporta.»Todosloscamaradasconvinieronefectivamenteenqueaquellacomisióneralaquemecorrespondía,exhortándomeaquesaliesedeellaconlucimiento.«Espero,señores—dije—,quequedaréiscontentos.Voyadespojaraquelpadre,adejarletandesnudocomolapalmadelamanoytraeraquí su mula.» «¡Eso no—dijo Rolando—; no merece la pena. Alívialesolamentedelbolsilloytráelo;notepedimosmás.»Enestosalídelbosqueymeencaminé al religioso, pidiendo al Cielo me perdonase la acción que iba aejecutarcontantarepugnancia.Bienhubieraqueridopoderescaparmeenaquelmismopunto;perotodosmiscompañerosestabanmejormontadosqueyo,ysimevieranhuircorreríantrasmíyprestomeatraparían,omeespolearíanporlasespaldasconunadescargadesuscarabinas,conlaquemehubieraidomuymal;yasí,nomeatrevíaexponermeaunaaccióntanpocosegura.Llegué,pues,alpadre y pedíle la bolsa, poniéndole al pecho una pistola. Paróse un poco a

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mirarme,ysinmostrarsemuysobresaltado.«Muymozoeres,hijomío—medijo—,ymuytempranotehaspuestoatanviloficio.»«Padremío—lerespondí—,seavilonolosea,mealegrarahaberleempezadomáspresto.»«¡Ah,querido!—mereplicóelbuenreligioso,quenopodíacomprenderelsentidodemispalabras—.¿Quéesloquedices?¡Ohquéceguedad!Escúchame,yteharépresenteelinfelizestadoenquetehallas.»«¡Ohpadremío—leinterrumpíconprecipitación—,nosetomevuesareverenciaesetrabajoydéjesedemoralizar,quenovengoa los caminos públicos a que me prediquen! Quiero dinero y no sermones.»¿Dinero?—me dijo muy maravillado—. ¡Mal conoces la caridad de losespañolessicreesquelaspersonasdemiprofesiónydemicarácterlonecesitanparaviajar!Entodaspartesnosrecibenyhospedanconagrado,nostratanmuybien,ycuandopartimossólonospidennuestrasoraciones;en fin,nosotrosnollevamos dinero para caminar y nos ponemos enteramente en manos de laProvidencia.»«Peroalfin,padremío,concluyamos;miscompañerosmeestánesperando en aquel bosque. Eche prontamente la bolsa en tierra, o si no, lemato.»

Aestaspalabras,quepronunciécoléricoyamenazándole,elbuenreligiosomostró verse quitar la vida. «¡Espera!—me dijo—.Voy a satisfacerte, ya queabsolutamentenopuedeserotracosa;veoqueconvosotrosesociosatodafiguraretórica.»Diciendoesto,sacódedebajodelhábitounagranbolsadecueroyladejócaerenelsuelo.Díjeleentoncesquepodíacontinuarsucamino,yéllohizosinesperaraquetuvieseeltrabajoderepetírselo.Diócuatroespolazosalamula,quedesmintiólamalaopiniónenqueyolateníadesertanbuenamaulacomolademitío;ylabestia,dándoseporentendidadelcaritativoaviso,comenzódesdeluego a andar a buen paso. Apenas el fraile se alejó demí, cuandome apeé,recogíelbolsón,quepesabamucho,yvolvíametermeenelbosque,dondeloscamaradas me esperaban con impaciencia para darme mil parabienes por migloriosavictoria,comosimehubieracostadomucho.Apenasmedieronlugardeapearme según se apresuraban a abrazarme. «¡Animo, Gil Blas!—me dijoRolando—.¡Hashechomaravillas!Durantetuexpediciónnoapartamoslosojosdeti.Observótufirmeza,turesoluciónytodostusmovimientos,ydesdeluegote pronostico que con el tiempo serás un heroico ladrón y el terror de loscaminosreales.»Eltenienteylosdemásaplaudieronlapredicción,asegurandoquenopodíadejardeverificarsealgúndía.Dia todos lasgraciasporelbuenconcepto que habían formado de mí, prometiendo hacer todos los esfuerzosposiblesparamantenerlo.

Despuésquealabaron,tantomáscuantomenoslomerecía,lavillanaacciónquehabíahecho,lesentrólacuriosidaddeexaminarlapresa.«Veamos—dijeron

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—qué contiene la bolsa del religioso.» «Sin duda—añadió uno de ellos—queestarábienprovista,porqueestospadresnoviajancomoperegrinos.»Desatólaelcapitán,abriólaysacódosotrespuñadosdemedallitasdecobre,mezcladasconAgnusDeiyalgunosescapularios.Alverelhurtodeunamonedatannueva,todosprorrumpieronentandescompasadascarcajadasquepensaronreventarderisa. «A la verdad—exclamó el teniente—, que todos debemos estar muyagradecidos al señorGil Blas: el primer ensayo que ha hecho puede sermuysaludable a la compañía.» A esta bufonada siguieron otras de los demás.Aquellos malvados, y sobre todos el apóstata, se divirtieron con mil impíastruhanerías sobre la materia, profiriendo dichos que mostraban bien lacorrupcióndesuscostumbres.Sóloyonoteníaganadereír.Verdadesquemelaquitaban losbufonesque tantosealegrabanamicosta.Cadaunomeflechabaalguna pulla, y hasta el capitán me dijo: «Aconséjote, amigo Blas, que enadelantenotevuelvasameterconfrailes,porquesonmásagudosychuscosquetú.»

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CAPÍTULOIX

Delseriolancequesiguióalaaventuradelfraile.

Estuvimosenelbosquelamayorpartedeaqueldía,sinhabervistopasajeroalgunoqueenmendaseelchascoquenoshabíadadoelreligioso.Salimos,enfin,pararestituirnosanuestrosubterráneo,persuadidosdequelasexpedicionesdeldía se habían acabado con el risible suceso que todavía daba materia a laconversaciónyalaschufletas,cuandodescubrimosalolejosuncochetiradodecuatromulas.Acercábaseanosotrosagranpasoyleacompañabantreshombresacaballo,queparecíanvenirbienarmados.Rolandonosmandóhaceraltoparatratar de lo que se había de hacer, y la resolución fué que se los atacase.Pusímonos todos en orden, según la disposición del capitán, ymarchamos enorden de batalla acercándonos al coche. No obstante los aplausos que habíarecibido en el bosque, se apoderó demí un temblor universal, y sentí bañadotodoel cuerpodeun sudor frío,quenomepresagiabacosabuena.Pormayorfortunamía,mehallabaal frentedelcuerpodebatalla,enmediodelcapitánydelteniente,quedepropósitomepusieronentrelosdosparaquemehiciesealfuego desde luego. Reparó Rolando lo mucho que la naturaleza estabapadeciendoenmí;memiróconojostorvos,yconvozbroncamedijo:«¡Oye,GilBlas:tratadehacertudeber,porqueteadviertoquesiteacobardastelevantodeunpistoletazolatapadelossesos!»Estabapersuadidodequeloharíamejorquelodecía,paranoaprovecharmedeldulceyfraternalaviso,yasí,sólopenséenrecomendarmialmaaDios.

Entre tantoelcochey loscaballerossenosveníanacercando.Desde luegoconocieron lacastadepájarosqueéramos,yadivinandonuestro intentopor laordenanza y postura en que nos veían, se pararon a tiro de fusil. Todos traíanarmas,ymientrassepreparabanarecibirnos,saliódelcocheunhombredebuenparecer y ricamente vestido. Montó en un caballo de mano que uno de losmontadosteníadelabrida,ysepusoalfrentedelosdemás.Aunqueeransólo

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cuatrocontranueve,searrojaronanosotrosconunbríoqueaumentómitemor.No por eso dejé de prevenirme para disparar mi carabina, aunque temblabantodoslosmiembrosdemicuerpocomosiestuvieraazogado;mas,porcontarlascosascomopasaron,cuandollegóelcasodedispararla,cerrélosojosyvolvílacabeza a otra parte: demanera que aquel tiro nunca puede ser a cargo demiconciencia.

Nomedetendréen referir las circunstanciasde la acción,puesaunquemehallaba presente, nada veía; porque, turbada con el terror la imaginación, meocultabaelhorrordeunespectáculoqueverdaderamentemesacófuerademí.Loúnicoquepuedodecir esque,despuésdeungran ruidodemosquetazosycarabinazos, oí gritar a mis camaradas: «¡Victoria! ¡Victoria!» Al oír estaaclamación se disipó el miedo que se había apoderado de mis sentidos, y vitendidos en el campo los cadáveres de los cuatro que venían a caballo. Denuestrapartesólomurióelapóstata,queenestaocasiónrecibióloquemerecíapor su apostasía y sus malas chanzas sobre los escapularios y medallas. Elteniente fuéheridoenunbrazo,peromuy levemente,puesel tiro apenashizomásquerozarleunpocoelpellejo.

Corrió luego el señorRolando a la portezuela del coche, y vió dentro unadamadeveinticuatroaveinticincoaños,queleparecióhermosaauneneltristeestadoenquesehallaba.Habíasedesmayadodurantelarefriegayaunnohabíavueltoensí.Mientrasél seocupabaenmirarla,nosotrosatendimosa lapresa.Loprimeroquehicimosfuéapoderarnosdeloscaballosquehabíanservidoalosmuertos,yqueespantadosconlostirossehabíandescarriadodespuésdequedarsinguías.Lasmulasdelcochepermanecieronquietas,aunquedurantelaacciónse había apeado el cochero para ponerse en salvo. Echamos pie a tierra paraquitarles los tirantes, y las cargamos con los cofres que venían en la zaga ydelanteradelcoche.Hechoesto,sesacódeélalaseñoraporordendelcapitán,lacualaunnohabíarecobradolossentidos,yselapusoacaballoconunodelosladrones mejor montados, dejando en el camino el coche y a los muertosdespojados de sus vestidos, y llevándonos la señora, lasmulas, los caballos ypreseas.

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CAPÍTULOX

Dequémodoseportaronlosbandolerosconlaseñoradesmayada.GranproyectodeGilBlas,ysusresultas.

Llegamos a la cueva una hora después de anochecido. Lo primero quehicimosfuémeterlasmulasenlacaballeriza,atarlasalpesebreycuidardeellas;porque el viejo negro hacía tres días que estaba en cama, rendido a cruelesdoloresdegotayaunreumatismoqueapenasledejabalibremasquelalenguapara emplearla en mostrarnos su impaciencia, prorrumpiendo en las máshorriblesblasfemias.Dejamosaaquelmiserablejuraryblasfemaryfuimosalacocina a cuidar de la señora, que estaba sobrecogida de un paroxismomortal.Nos dimos tan buenamaña, que logramos volviese del desmayo;mas cuandorecobrólossentidosysevióentreunoshombresquenoconocía,sintiótodoelpesode sudesgraciaycomenzóadesesperarse.Todo lomáshorrorosoqueelsentimiento y el dolor pueden representar a la imaginación, otro tanto se veíapintado en sus ojos, que levantaba al cielo como para quejarse de lasindignidadesquelaamenazaban.Cediendoentoncesaimágenestanespantosas,volvióde repente adesmayarse, cerró susbellosojos, y los ladrones temieronque iban a perder aquella preciosa presa. El capitán, pareciéndole mejorabandonarla a sí misma que atormentarla con nuevos socorros, mandó lallevasen a la cama de Leonarda, dejándola sola y encomendada a su buenasuerte.

Pasamosnosotrosa lasala,yunode los ladrones,quehabíasidocirujano,reconoció el brazo del teniente y le aplicó bálsamo.Hecha esta operación, sepasó a ver lo que había en los cofres. Halláronse algunos llenos de telas yencajes,otrosdevestidos,yelúltimoquesereconocióconteníaalgunostalegosde doblones, cuya vista regocijó mucho a los interesados. Concluído esteregistro, la cocinera puso la mesa y sirvió la cena. Desde luego se movió laconversaciónsobrenuestragranvictoria,yRolando,volviéndoseamí,medijo:

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«Confiesa, Gil Blas, que has pasado un gran susto.» «No lo puedo negar—respondíyo—;antesbien,loconfiesodebuenafe;perodéjenmeustedeshacerdos o tres campañas, y entonces se verá si sé pelear como un Cid.» Toda lacompañíasepusodemiparte,diciendo:«Seledebeperdonar,porquelaacciónfuémuyempeñada,yparaunmozoquejamáshabíavistotiraruntironolohahechomal.»

Hablóseluegodelasmulasycaballosquehabíamostraído,yresolviósequealdíasiguienteiríamostodosavenderlosaMansilla,dondeverosímilmentenohabríallegadotodavíalanoticiadenuestrahazaña.Resueltoesto,acabamosdecenarynosfuimosalacocinaaveralapobreseñora.Hallámoslaenelmismoestado.Contodoeso,yaunqueapenassepercibíaenellaunlevealientodevida,algunosladronesnodejabandemirarlaconojosprofanos;yhubieransatisfechosusbrutalesdeseosanohaberloscontenidoelcapitánrepresentándolesquealomenosdebíandeesperaraqueserecobrasedeaquelabatimientodetristezaquela tenía casi sin sentido. El respeto con que miraban al capitán refrenó suincontinencia;sinesto,ningunacosahubierasalvadoalaseñora,yaundespuésdesumuertenohabríaestadosegurosuhonor.

Dejamos en tan triste situación a aquella infeliz señora, contentándoseRolando con encargar aLeonarda que la cuidase, y nos retiramos cada cual anuestro cuarto. Por lo que a mí toca, apenas me acosté cuando, en vez deentregarmealsueño,sólomeocupéenconsiderarlainfelicidaddeaquellapobreseñora.Nodudabaquefuesepersonadedistinción,yporlomismomeparecíasermásdeplorablesusuerte.Nopodíapensarsinestremecermeenloshorroresquelaesperaban,ymesentíatanfuertementeconmovidocomosilasangreoelamormehubieranunidoaella.Enfin,despuésdehabermecompadecidodesudestino,sólopenséenlosmediosdepreservarsuhonordelpeligroquecorríayen fugarme yomismo de la maldita cueva. Acordéme de que el negro no sepodíamoveracausadesusdoloresy lacocinera tenía la llavede lareja.Estepensamientome acaloró la imaginación yme inspiró un proyecto quemeditémuybienyacuyaejecucióndiprincipiodelamanerasiguiente:

Fingíquemehabíaasaltadoundolorcólico.Prorrumpídesdeluegoenayesyquejidos,ydespuésempecéadargritosyalaridoslastimosos.Despertaronalruidoloscompañeros,acudierontodosamicuartoymepreguntaronquétenía.Respondíles que estaba padeciendo un horrible cólico; y para que lo creyesenmejor, apretaba los dientes, hacía gestos y espantosas contorsiones,revolviéndome a todas partes y agitándome extrañamente. Hecho esto, derepentemequedémuytranquiloysosegado,comosimehubierandadoalgunastreguaslosdolores.Unmomentodespuéscomencéarevolcarmeenlacamaya

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mordermelasmanos.Enunapalabra,representécontalprimormipapel,quelosladrones,noobstantesertansutilesytanastutos,sedejaronengañarycreyeronque efectivamente padecía violentísimos dolores.Así, pues, todos se dieron lamayorprisaasocorrerme.Unometraíaunabotelladeaguardienteymehacíabeber la mitad; otro, a pesar mío, me administraba una lavativa de aceite dealmendrasdulces;otroibaacalentarpaños,ycasiabrasandomelosponíaenlabocadelestómago.Envanopedíamisericordia;ellosatribuíanmisclamoresalafuerzadelcólicoymehacíanpasardoloresverdaderosqueriéndomealiviardelosquenotenía.Enfin,nopudiendoyasufrirmás,meviobligadoadecirqueya no sentía retortijones y que no necesitaba de remedios. Cesaron demortificarmeconellos,yyomeguardébiendequejarmeporquenovolviesenaaplicármelos.

Duró esta escena casi tres horas, y juzgando los ladrones que ya no podíatardar en venir el día, partieron todos a Mansilla. Manifesté gran deseo deacompañarlos,ymequiselevantarparaquelocreyesen;peronolopermitieron.«¡No, no, Gil Blas!—me dijo Rolando—. Quédate aquí, hijo mío, porque tepodríarepetirelcólico;otravezvendrásconnosotros,queporhoynoestásenestadodehacerlo.»Mostrémemuysentidodenoserdelapartida,ylofingícontanta naturalidad que ninguno tuvo lamenor sospecha de lo que yomeditaba.Luego que partieron, lo que yo deseaba tanto que se me hacían siglos losinstantes,entréencuentasconmigoymedijeamímismo:«¡Ea,GilBlas,ahorasí que necesitas gran ánimo! ¡Armate de valor para acabar con lo que tanfelizmente has comenzado! Domingo no está en situación de oponerse a tugloriosaempresaniLeonardapuede impedirsuejecución.Sino teaprovechasde esta oportunidad para escaparte, quizá no encontrarás jamás otra tanfavorable.»Estasreflexionesmeinfundieronalientoyconfianza.Levantémealpuntode lacama,vestíme, tomé laespaday laspistolas,y fuímederechoa lacocina;peroantesdeentrarenella,habiendooídohablaraLeonarda,medetuvey apliqué el oído para escuchar lo que hablaba. Discurría con la señoradesconocida, que, habiendo vuelto en sí de su segundo desmayo ycomprendiendo entonces todo su infortunio, lloraba amargamente, faltándolepoco para desesperarse. «Llora, hijamía—le decía ella—, y llora todo cuantoquieras; no reprimas los suspiros y da libertad a los sollozos: con eso tedesahogarás.Esciertoqueparecíapeligrosoelaccidente;peroyaquerompistesen llorar, no hay que temer.Así que se te hayamitigado el pesar, que poco apocosedesvanecerá, teacostumbrarásavivirconestosseñores,quetodossongente honrada y hombresmuy de bien. Te trataránmejor que a una princesa;todosaporfíaseesmeraránencomplacerte,ycadadíatemostraránmásamor.

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¡Ohycuántasmujeresenvidiaríantufortunasilasupieran!»No le di tiempo a que dijesemás. Entréme en la cocina, con intrepidez y

púseleunapistolaalospechos,amenazándoladequitarleenaquelmomentolavidasinomeentregabaprontamenteysinréplicalallavedelareja.Turbóseavistademiacción;yaunqueerayadeedadavanzada,todavíateníatantoapegoa la vida que no la quiso perder por tan poca cosa como era entregarmeo noentregarme una llave.Alargómela prontísimamente, y luego que la tuve en lamano,volviéndomealabelladolorida,ledije:«Señora,elCielooshaenviadoun libertador; levantaosparaseguirme,queyoosconduciréypondrécon todaseguridad donde me lo mandéis.» No se hizo sorda a mi voz; mis palabrashicierontantaimpresiónensuespíritu,que,recobrandotodaslasfuerzasquelequedaban, se levantó, arrojóse a mis pies, y solamente me suplicó queconservase su honor. Alcéla del suelo, asegurándole que por mi parte nadatemieseyqueconfiaseenmihonradez.Cogídespuésunoscordelesquehabíaenla cocina, y, ayudándome lamisma señora, amarré con ellos aLeonarda a lospiesdeunagranmesa,amenazándolaconquelequitaríalavidaalmenorgritoque diese. Encendí luego una vela, y, acompañado de la señora desconocida,pasé al cuarto donde estaban las monedas y alhajas de plata y oro; llené losbolsillosdecuantosdoblonespudieroncaberenellos,yparaobligaralaseñoraaquehicieseotrotantoledijequeenellonohacíamasquerecobrarloqueerasuyo.Despuésdehaberhechounabuenaprovisiónmarchamosalacaballeriza,dondeentréyosoloconlaspistolasamartilladas.Dabaporsupuestoqueelviejonegro no me dejaría ensillar y aparejar tranquilamente mi caballo, y estabaresueltoacurarledeunavezdetodossusmalessinoqueríaserbueno;pero,pormi buena suerte, se hallaba a la sazón tan agravado de los dolores que habíapasado,yqueleatormentabanaún,quesaquéelcaballosinquedieselamenorseñal de haberlo conocido. La señora me esperaba a la puerta. Cogimosprontamente el camino que guiaba a la salida de la cueva, abrimos la reja yllegamosalatrampaquecubríalaentrada.Costónosgrantrabajoellevantarla,o, por mejor decir, para lograrlo hubimos menester nuevas fuerzas, que nosprestóeldeseodesalvarnos.

Comenzabaarayareldíacuandonosvimosfueradeaquelabismo,ydeloque nos cuidamos entonces fué de alejarnos cuanto antes de él. Yo monté acaballo,pusealaseñoraalagrupa,ysiguiendoagalopelaprimerasendaquesenospresentó, tardamospocoensalirdelbosqueyentrarenunallanura,dondenos encontramos con varios caminos. Seguimos uno a la ventura, teniendo yograndísimomiedodequefuesequizáelqueguiabaaMansillaynoshallásemosconRolandoysuscamaradas,queseríafatalencuentro.Perofuévanomitemor,

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porqueentramos felizmente enAstorga a cosade lasdosde la tarde.Observéquemuchos nosmiraban con particular atención, como si fuera para ellos unespectáculonuncavistoeldeunamujeracaballotrasdeunhombre.Apeámonosen el primer mesón, y ordené al punto que guisasen una liebre y asasen unaperdiz. Mientras esto se disponía, conduje a la señora a un cuarto, dondecomenzamosadiscurrir, locualnohabíamospodidohacerenelcaminoporlaprisaconqueviajamos.Mostrósemuyagradecidaalgranservicioquelehabíahecho,diciéndomeque,avistadeunaaccióntangenerosa,nosepodíapersuadirqueyofuesecompañerodelosinfamesdecuyopoderlahabíalibertado.Contéleentoncesmihistoria,paraconfirmarlaenelbuenconceptoenquemetenía.Conesto la empeñé a que me favoreciese con su confianza y me refiriese susdesastres,comolohizo,delamaneraquesediráenelcapítulosiguiente.

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CAPÍTULOXI

HistoriadedoñaMencíadeMosquera.

«NacíenValladolidyminombreesdoñaMencíadeMosquera.Mipadre,donMartín,coroneldeunregimiento,fuémuertoenPortugal,despuésdehaberconsumido su patrimonio en el servicio del rey. Dejóme pocos bienes, yconsiguientemente,aunquehijaúnica,noeraungranpartidoparaserbuscadaencasamiento.Mas, a pesar demi escasa fortuna, nome faltaban pretendientes.MuchoscaballerosdelosmásprincipalesdeEspañasolicitaronmimano;peroelquesellevómiatenciónfuédonAlvarodeMello.Alaverdad,eraelmásgalány airoso de todos, y reunía además otras prendas recomendables, que medecidierona su favor.Eraprudente, entendidoyvaliente, acompañandoaestoser muy comedido, atento, pundonoroso y el hombre más bien portado delmundo. En las corridas de toros, ninguno se mostraba más arriesgado, másbrioso ni más diestro; y en las justas era la admiración de todos su despejo,habilidadyvalentía.Finalmente,lepreferíasuscompetidoresyledimimano.

»Pocosdíasdespuésdenuestromatrimonioseencontróenunsitioretiradocon don Andrés de Baeza, que había sido uno de sus competidores enpretenderme. Picáronse los dos, sacaron las espadas y costó la vida a donAndrés.EraéstesobrinodelcorregidordeValladolid,hombredegenioviolentoyenemigomortaldelacasadeMello,y,porconsiguiente,juzgódonAlvaroquele importaba infinito no retardar unpunto su fuga.Volvióse inmediatamente acasa, contóme lo sucedido y me dijo: «Querida Mencía, es indispensablesepararnos; ya conoces al corregidor; me perseguirá encarnizadamente. NoignoraslomuchoquepuedeenEspaña,yasí,noestoyseguroenelreino.»Nolepermitiódecirmássudolor.Híceleque tomasedineroyalgunas joyas.Diómedespuéslosbrazos,estrechómeenellosyestuvimosasíungranrato,sinpoderunoniotrohablarpalabra,mezclándosenuestras lágrimas,suspirosysollozos.Vinoun criado a decir que estaba pronto el caballo; desasióse demí, partió y

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dejómeenunestadoquenosabrépintar.¡Dichosayosiloagudodeldolormehubieraquitadolavida!¡Quédepenasytormentosmehubieraahorrado!Pocashoras después de partido donAlvaro supo su fuga el corregidor. Hizo que lesiguiesen,ynoperdonódiligencia algunaparahaberle a lasmanos.Frustrólastodasmiesposoypúsoseensalvo.Viéndoseeljuezreducidoanopodertomarotravenganzaque lasatisfaccióndequitar todossusbienesaunhombrecuyasangrehubieraqueridobeber,confiscócuantopertenecíaadonAlvaro.

»Halléme con esto en tanmiserable situación, que apenas tenía lo precisopara vivir. Comencé a retirarme de todos, quedándome con una sola criada.Pasaba los días llorando amargamente, no ya mi necesidad, que llevaba conpaciencia, sino la ausencia de un adorado esposo, de quien no tenía noticiaalguna,sinembargodehabermeprometidoennuestradolorosadespedidaquedecualquierpartedelmundodondesehallaseprocuraríainformarmedesusuerte.No obstante, se pasaron siete años sin saber nada de él. Causábame profundatristeza la incertidumbre de su paradero. Supe al fin que, combatiendopor lasarmasdePortugalenelreinodeFez,habíaperdidolavidaenunabatalla.Asíme lo refirió un hombre recién venido de Africa, asegurándome que conocíamuy bien a don Alvaro de Mello, con quien había servido en el ejércitoportugués,yqueélmismolehabíavistoperecerenlomásreciodelapelea.Aestoañadióotrascircunstanciasquemeacabarondepersuadirdequeyanovivíamiesposo.

»VinoenestetiempoaValladoliddonAmbrosioMesíaCarrillo,marquésdelaGuardia.Eraunodeaquellosseñoresentradosenedadqueporsusatentosycortesanísimosmodaleshacenolvidarsusañosylogranaprecioentrelosdemás.CasualmentelerefirieronlahistoriadedonAlvaro,yconestemotivooyóhablardemíentérminosquetuvograndeseodeverme.Parasatisfacersucuriosidadsevaliódeunaparientamía,encuyacasameencontró.Vióme,yquedóprendadodemí,apesardelaimpresióndedolorquereparóenmisemblante.Pero¿quédigoapesar?Quizáloquemáslemoviófuéelmismoairetriste,melancólicoymarchito en que me veía, hablándole esto en favor de mi fidelidad. Mimelancolíapudosercausadesuamor.Poresomedijomásdeunavezquememirabacomounprodigiodeconstanciayqueenvidiabalasuertedemimarido,por desgraciada que fuese. En una palabra, quedó tan pagado de mí que nonecesitóvermesegundavezparatomarladeterminacióndecasarseconmigo.

»Valiósedelamismaparientamíaparapedirmiconsentimiento.Vinoéstaamicasaymemanifestóque,habiendomiesposoterminadosusdíasenelreinode Fez, no era razón que estuviese enterrada por más tiempo, que había yalloradosobradamenteaunhombrecuyacompañíahabíagozadoporsolospocos

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momentos,quedebíanomalograrlaocasiónquesemepresentabayqueseríalamujer más feliz y más contenta del mundo. Aquí ponderó la nobleza delmarqués,susgrandesbienesyamabilísimocarácter.Peropormásqueempleabasuelocuenciaenhacermepalpableslasventajasquehallaríayoenaquelenlace,nomepudopersuadir,noyaporquedudasedelamuertededonAlvaroniporelrecelodevolverleavercuandomenoslopensase;loúnicoquemiparientateníaque vencer era mi poca inclinación, o, por mejor decir, mi repugnancia a unsegundomatrimonio después de las desgracias que había experimentado en elprimero.Noporesodesconfióniseacobardó;antesbien,interesadayapordonAmbrosio,redoblósusinstancias.Empeñóatodamiparentelaenlapretensióndel marqués. Comenzaron mis parientes a estrecharme y apurarme sobre queaceptase un partido tan ventajoso. Veíame sitiada siempre de ellos,importunándomeyatormentándomeconlacontinuacantilenadequenoperdiesetanfavorableproporción.Porotraparte,mimiseriaeramayorcadadía,ynofuéestoloquemenoscontribuyóadejarvencermirepugnancia.

»Nopudiendo,pues,resistirmástiempo,cedíalfinatanrepetidasporfíasycaséme con elmarqués de laGuardia, el cual, el día después de la boda,mecondujo a una bellísima hacienda que tenía cerca deBurgos, entreTardajos yRevilla.Desde luegoseposeyódeunamorvehementehaciamí;observabayoen todas sus acciones un vivísimo deseo de agradarme; estudiaba enproporcionarmetodocuantoyopodíaapetecer.Ningúnesposoestimónuncamása sumujer ni jamás amante alguno empleómayor esmero en complacer a sudama.SindudaqueyohubieraamadoapasionadamenteadonAmbrosio,apesardeladesproporcióndenuestrasedades,sihubierasidocapazdeamaraotroquea don Alvaro; pero los corazones constantes no aciertan a dar entrada a unasegundapasión.Lamemoriademiprimeresposoinutilizabatodoslosesfuerzosdelsegundoparahacersequererdemí;nopodíacorresponderasusternurassinoconafectosyexpresionesdegratitudyderespeto.

»Hallábameenestadisposición,cuandoundía,asomándomeaunaventanademicuarto,vieneljardínunaldeanoquememirabaconparticularatención.Túveleporcriadodel jardinero,yporentoncesnohicecasodeél;peroaldíasiguiente, habiéndole visto en elmismo sitio,me pareció que estaba aúnmásatento amirarme.Estome conmovió.Observéle también yo pormi parte conalgúncuidado,ysemefiguródescubrirenéllafisonomíadeldesgraciadodonAlvaro.Estasemejanzaexcitóentodosmissentidosunaturbacióninexplicable,ydiungrangrito sinpodermecontener.Por fortuna,estabasolaentoncesconInés,lacriadademimayorconfianza.Descubrílelasospechaquemeagitaba,yella no hizo mas que reír, creyendo que alguna ligera semejanza me había

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alucinado. «Serenaos, señora—me dijo—, y no creáis haber visto a vuestroprimeresposo.Noesverosímilquesepresentaseaquíconeldisfrazdealdeano,nisehacecreíblequeaúnviva.Yomisma—añadió—voyahoraaljardínaveraesehombre,ainformarmedequiénes,yvolveréalmomentoadesengañaros.»Marchóaljardín,yuninstantedespuéslaveoentrarenmicuartomuyalterada.«Señora—medijo—,vuestra sospecha fuéporciertobien fundada.Elhombreque visteis en el jardín es verdaderamente elmismodonAlvaro; luego semedescubrió,ydeseahablarosasolas.»

»Podíarecibirleentonces,porqueelmarquéshabíapartidoaBurgos,yasí,dije a Inés que le condujese ami cuarto por una escalera secreta. Ya se dejaconocerlaagitaciónenqueyomehallaría.Nopudesufrirlavistadeunhombreque tenía derecho para decirme cuanto le viniese a la boca, y al parecer conrazón.Caídesmayadaluegoquelevienmipresencia,comosihubierasidosusombra.AsíélcomoInésmesocorrieronprontamente,ydespuésquevolvídeldesmayo,«Tranquilizaos,señora—medijodonAlvaro—,ynoseamipresenciaun suplicio para vos. No esmi ánimo causaros lamásmínima amargura. Novengo como marido furioso a pediros cuenta de la fe que me jurasteis ni acalificardedelitoelsegundoenlacequecontrajisteis.Sémuybienquetodofuémovido por vuestra parentela, y no ignoro las persecuciones que habéispadecido.Porotraparte,estoy informadode lavozdemimuerteesparcidaentodoValladolid,ytantomásjustamentecreídadevoscuantoqueningunacartamíaospodíaasegurardelocontrario.Finalmente,sédequémodohabéisvividodesdenuestrafatalseparaciónyquelanecesidad,másqueelamor,osobligóaentregarosenlosbrazosde...»«¡AhdonAlvaro!—leinterrumpíyoanegadaenlágrimas—. ¿Por qué razón queréis disculpar a vuestra esposa? ¡No tienedisculpa, puesto que vivís! ¡Desdichada de mí! ¡Ojalá me viera ahora en lamiserablesituaciónenquemehallabaantesdedesposarmecondonAmbrosio!¡Funestocasamiento! ¡Ah!¡Enaquellamiseria, tendríaa lomenoselconsuelodeverossinavergonzarme!»

«AmadaMencía—replicódonAlvaroen tonoquemostrababiencuánto lehabían enternecidomis lágrimas—, yo nomequejo de ti; antes bien, lejos decensurarlabrillantezenqueteveo,juroquedoyalCielomilgracias.DesdeeltristedíaenquepartídeValladolid, tuvesiemprecontraria la fortuna;mividafuéuntejidodedesdichas,y,parasucolmo,nuncamefuéposibledartenoticiasde mí. Seguro siempre de tu amor, se me representaba continuamente lasituación a quemi fatal cariño te había conducido.Consideraba ami adoradaMencía bañada en lágrimas, y esta consideración era mi mayor tormento.Confieso que algunas veces tenía por delito la dicha de haberte agradado.

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Deseabaquetehubiesesinclinadoacualquierotrodemiscompetidores,cuandoreflexionaba en lo mucho que te costaba la preferencia con que me habíashonrado. Por fin, después de siete años de penas, más enamorado de ti quenunca, he querido volver a verte. No he podido resistir a este deseo, y,habiéndomelopermitidosatisfacereltérminodeunalargaesclavitud,hevueltoaValladoliddisfrazadoenestetraje,ariesgodeserconocidoydescubierto.Allílohesabidotodo,yhevenidoenseguidaaestaposesión,dondehehalladomododeintroducirmeconeljardineroparaayudarleacultivarestosjardines.Taleselarbitrioquehetomadoparalograrhablarteensecreto.Masnoteimaginesqueconmipresenciavengoaquíaturbarlaventuraquegozas.Amotemásqueamímismo, respeto tu reposo y, acabada esta conversación, parto lejos de ti aterminarmistristesdías,quesacrificoatuamor.»

«¡No,donAlvaro,no!—exclaméaloír estaspalabras—.ElCielono tehatraídoaquíenbalde,ynopermitiréquesegundavezteapartesdemí.Quieroircontigo,ysolamente lamuertenospodrásepararenadelante.»«Créemeamí,Mencía—mereplicó—:vivecondonAmbrosio,ynoquierassercompañerademisdesdichas;dejaquecargueyosolocontodoelpesodeellas.»Añadióaéstasotras razones semejantes; pero cuanto más empeñado parecía en querersacrificarseamifelicidad,menosdispuestamehallabayoaconsentirlo.Luegoquemevió tan resuelta a seguirle,mudóde repentede tono, y con semblantemásalegremedijo:«Mencía,puestodavíaamastantoadonAlvaroquequierespreferirsumiseriaalaabundanciaenquetehallas,vámonosaviviraBetanzos,ciudaddelreinodeGalicia,dondehallaremosunseguroretiro.Simisdesgraciasmequitarontodosmisbienes,nomehicieronperdertodosmisamigos.Aunmequedanalgunos tanverdaderos,quemehanfacilitadomediosdepodersacartedeestacasa.ConsuauxiliocompréenZamoracoche,mulasycaballos,ytraigopor compañeros a tres amigos gallegos, resueltos y valerosos. Todos estánarmadosdecarabinasypistolas,ytodosesperanmiavisoenellugardeRevilla.Aprovechémonos de la ausencia de don Ambrosio. Voy a dar orden de quetraiganel carruaje a lapuertade esta casa,y almomentopartiremos.»A todoaccedí.FuévolandodonAlvaroaRevilla,yenbrevetiempovolvióconsustrescompañerosmontados.Sacáronmedeenmediodemiscriadas,que,nosabiendoquépensardeesteacontecimiento,huyerondespavoridas.SóloInéserasabedoradetodo;peronoquisounirsusuerteconlamíaporqueestabaenamoradadeunpajededonAmbrosio:loquedemuestraqueelafectodelosmásfielescriadosnoresistealapruebadelamor.EntréenelcochecondonAlvaro,nollevandoconmigo sino alguna ropa y ciertas joyas que tenía antes del segundomatrimonio,porquenadaquise tomarde loquemehabía regaladoelmarqués

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cuandosucasamiento.SeguimoselcaminodeGaliciasinsabersitendríamoslafortuna de llegar allá. Temíamos, con razón, que al volver de Burgos donAmbrosiovinieseenseguimientonuestro,acompañadodemuchagente,yquenos alcanzase; pero caminamos dos días sin que nadie nos siguiese.Esperábamosquesucediera lomismoen la tercera jornada,yyacaminábamostranquilamente.ContábamedonAlvarolatristeaventuraquehabíadadomotivoa la voz esparcida de su muerte y el modo de haber recobrado su libertaddespués de cinco años de cautiverio, cuando encontramos en el camino a losladrones en cuya compañía estabais vos. El que mataron con todos susacompañadoseselmismoyelquemehacederramareltorrentedelágrimasqueahoracaedemisojos.»

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CAPÍTULOXII

DelmodopocogustosoconquefuéinterrumpidalaconversacióndelaseñoraydeGilBlas.

Conefecto, sedeshacía en lágrimasdoñaMencía al acabardehacerme surelación. Dejéla dar entera libertad a los suspiros, y lloraba yo también: tannaturalesinteresarseeneldolordelosinfelices,ymuyparticularmenteeneldeunamujerhermosayafligida.Ibaapreguntarlequépartidoquería tomarenlacoyuntura enque sehallaba,yquizá ellamisma iba tambiéna consultarme lopropiosinohubierasidointerrumpidanuestraconversación.Oímosenelmesónun gran rumor que llamó nuestra atención. Causábale la venida el corregidor,que,acompañadodedosalguacilesymuchosministriles, seentróenelcuartodondeestábamos.Elprimeroqueseacercóamífuéuncaballeritoqueveníaencompañía del corregidor. Paróse a mirar muy despacio y muy de cerca mivestido,ydespuésdealgunasuspensiónexclamódiciendo:«¡ViveelCieloqueésta es mi mismísima ropilla! ¡La conozco tan bien como he conocido micaballo!¡Sobremipalabraquepodéisprenderaestehombrehonrado!¡Sindudaesunodelosladronesquetienennoséquéocultamadrigueraenestepaís!»

Aloíraquellaspalabrasmepersuadídequesindudamehabía tocado,pordesgracia mía, el despojo de aquel caballero, y, por consiguiente, me quedésorprendidoeinmutado.Elcorregidor,queporsuoficiodebíajuzgarantesmalquebiendelaturbaciónenquemeveía,hizojuiciodequelaacusaciónnoeramalfundada,ysospechandoquelaseñorapodíatambiénsercómplice,noshizoprenderalosdosyponerencuartosseparados.Noeraestejuezdeaquellosderostro grave y ceñudo; antes bien,mostraba un semblante apacible y risueño,acompañadodeunmododehablardulceycariñoso;perosabeDiossieramejorque los primeros. Luego que estuve en la prisión, vino a ella con sus dosprecursores, esto es, susdos alguaciles, los cuales, según subuenacostumbre,empezaronpor registrarmebien las faltriqueras. ¡Quédíaparaaquellahonrada

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gente!Acasoen todos losde suvidanohabían tenidootro semejante.Acadapuñadodedoblonesquemesacaban,estabaviendoque rebosabansusojosdealegría.Hasta elmismo corregidor parecía que estaba fuera de sí. «Hijo—medecíaenun tono llenodemielydulzura—,noextrañesni tengasrecelode loque ejecutamos, que en esto no hacemos mas que nuestro oficio. Si estásinocente,nadateperjudicará.»Mientrastantofueronpocoapocoaliviandodelpesomisbolsillos,quitándomeaunloquehabíanrespetadolosladrones:quierodecir los cuarenta ducados de mi tío. Escudriñáronme de pies a cabeza suscodiciosas e infatigables manos, haciéndome volver a todos lados ydespojándomedetodoslosvestidosparaversiteníaguardadoalgúndineroentreelpellejoylacamisa.Despuésquecumplierontanexactamenteconaquellasuimportanteobligación,elcorregidormehizosuspreguntas.Satisfícelaspresto,refiriéndole ingenuamente todo lo sucedido. Hizo escribir mi declaración ypartióconsugenteymidinero,dejándomedesnudosobrelapaja.

«¡Ohvidahumana—exclamécuandomevi soloenaquelmiserableestado—,quéllenaestásdecontratiemposydecaprichosasaventuras!DesdequesalídeOviedonoheexperimentadomasquedesgracias.Apenassalgodeunpeligrocuandocaigoenotro.Alllegaraestaciudadestabamuylejosdepensarqueentanpoco tiempohabíadeconocerasucorregidor.»Haciendoestas reflexionesinútilesmevestílamalditaropillaylorestantedelaropaquemehabíapuestoenaquelestado;ydespués,hablándomeyalentándomeamímismo,«¡Animo,GilBlas—medije—;valoryconstancia!¡Vamosclaros!¡Piensaquedespuésdeestetiempovendráquizáotromásdichoso!¿Serábuenodesesperarteporqueteves en una prisión ordinaria después de haber hecho tan penoso ensayo de tupacienciaenlatenebrosacueva?Mas,¡ay—añadítristemente—,yomealucinoyme lisonjeo!¿Cómoseráposiblequesalgadeestacárcel,cuandoacabandequitarme los medios de conseguirlo? Un pobre encarcelado sin dinero es unpájaroaquiencortanlasalas.»

Enlugardelaliebreydelaperdizquehabíamandadocomponermetrajeronun pedazo de pan negro y un jarro de agua, dejándome tascar el freno enmicalabozo.Enél estuvequincedías enteros, sinver en todosellosotrapersonaqueelalcaide,quevenía todas lasmañanasa registrary renovar lasprisiones.Cuandoleveía,intentabaquererentablarconversaciónconélparadesahogarmealgúntanto;peroaquelhombrenadarespondíaacuantolepreguntaba.Jamásmefuéposiblesacarleniunasolapalabra.Entrabaysalíamuchasvecessindignarsesiquiera demirarme.Al décimosexto día se dejó ver el corregidor, yme dijo:«Ya puedes alegrarte, porque te traigo una buena nueva. Hice que fueseconducidaaBurgoslaseñoraqueveníacontigo,examinélasobrequiéneras,ytu

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conductaysusrespuestastejustificaron.Hoymismosaldrásdelacárcel,contalqueelarrieroencuyacompañíavinistedesdePeñafloraCacabelos,segúnhasdicho,confirmetudeclaración.EstáenAstorga;yaleheenviadoallamar,yleestoy esperando. Si conviene su declaración con la tuya, inmediatamente tepongoenlibertad.»

Consoláronmemuchoestaspalabras,ydesdeaquelmomentomeconsideréfuerade todoenredo.Digraciasal juezpor labuenaypronta justiciaquemequeríahacer;yapenashabíaacabadomicumplido,cuandollegóelarrieroentredos alguaciles. Conocíle inmediatamente; pero el bribón, que sin duda habíavendidomimaletacontodoloquehabíadentro,temiendoleobligasenarestituireldineroquehabíarecibidosiconfesabaquemeconocía,dijodescaradamentequenosabíaquiényoerayquejamásmehabíavisto.«¡Ahtraidor!—exclaméyo—.¡Confiesaquehasvendidomiropayrespetalaverdad!¡Míramebien!YosoyunodeaquellosmozosaquienesamenazasteconeltormentoenCacabelos,llenandoatodosdemiedo.»Eltaimadorespondiómuyfríamentequelehablabauna jerigonzaqueélnoentendía;ycomoratificóymantuvohastael finaquelsolemnísimoembuste,milibertadsedifirióhastamejorocasión.«Hijo—medijoelcorregidor—,bienvesqueelarrieronoconcuerdaconloquedeclaraste;yasí,no puedo soltarte, por más que lo deseo.» Convínome, pues, armarmenuevamentedepacienciay resolvermeaestar todavíaapanyaguay sufrir alsilenciosocarcelero.Cuandopensabaenquenopodíasalirdeentrelasgarrasdelajusticia,siendoasíquenohabíacometidodelitoalguno,medesesperabaconeste triste pensamiento, y echaba de menos el lóbrego subterráneo. «Bienreflexionado—me decía yo amímismo—, allíme hallabamenosmal que eneste calabozo. Por lo menos en aquél comía y bebía alegremente con losladrones, divertíame con ellos yme consolaba la dulce esperanza de podermeescaparalgúndía;peroseréquizámuyfelizsisólopuedosalirdeaquíparairagaleras,apesardemiinocencia.»

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CAPÍTULOXIII

PorquécasualidadsaleGilBlasdelacárcel,yadóndeseencaminódespués.

Mientrasyopasabalosdíasylasnochesendesvariarentregadoamistristesreflexiones,sedivulgaronporlaciudadmisaventuras,nimásnimenosqueyolas había dictado en mi declaración. Muchas personas me quisieron ver porcuriosidad.Veníanunasenposdeotras,yseasomabanaunaventanillaquedabaluz a mi prisión, y después de haberme mirado algún tiempo se retirabansilenciosas.Sorprendiómeaquellanovedad.Desdemientradaenlacárcelnuncahabíavistoalmavivienteasomarsealatalventanilla,quecaíaaunpatiodondehabitabanelsilencioyelhorror.Mehizocreerqueyohabíallamadolaatencióndelaciudad;peronoacertabaapronosticarsiseríaparamaloparabien.

UnodelosprimerosquevifuéelmuchachooniñodecorodeMondoñedoqueenCacabelosseescapó,comoyo,demiedodeltormento.Conocíleluego,yélnofingiódesconocerme,comolohabíafingidoelarriero.Saludámonosunoyotro,yentablamosunalargaconversación,enlacualmeviprecisadoahacerleunanuevarelacióndemisaventuras,loqueprodujodosefectosdiferentesenelánimodeloscircunstantes,puesqueloshicereírymeatrajesucompasión.El,porsuparte,mecontó loquehabíapasadoenelmesóndeCacabelosentreelarrieroy lamujerdespuésqueun terrorpániconoshabíaseparadodeella.Enuna palabra, contóme todo lo que dejo ya dicho. Despidióse después de mí,prometiéndomequesinperder tiempo ibaahacer todo loposibleparaquemedieranlibertad.Desdeentoncestodaslaspersonasquecomoélhabíanvenidoaverme por mera curiosidad me aseguraron que mis desgracias las movían acompasión,ofreciéndomealmismotiempounirseconaquelmozoparasolicitarquemelibrasendelacárcel.

Cumplieronefectivamentesupalabra.Hablaronenfavormíoalcorregidor,quien,nodudandoyademiinocencia,particularmentedesdequeelniñodecoro

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lecontótodoloquesabía,tressemanasdespuésvinoalaprisiónymedijo:«GilBlas,aunquesifueseyounjuezseveropodríadetenerteaquí,noquierodilatarmástucausa.Vete;yaestáslibreypuedessalircuandoquisieres.Perodime—prosiguió—:sitellevaranalbosquedondeestabaelsubterráneo,¿nolepodríasdescubrir?»«No,señor—lerespondí—,porquecomoentréenéldenocheysalíantesdeldía,nomeseríaposibledarconél.»Conesoseretiróeljuez,diciendoque iba a dar orden al carcelero queme franquease la puerta. Con efecto, unmomentodespuésvinoelalcaideconsussatélites,quetraíanunlíoderopa,loscuales, conmuchagravedady sindeciruna solapalabra,medespojaronde lacasacaydeloscalzones,queerandepañofinoycasinuevo,memetieronporlacabeza una especie de chamarreta muy vieja y muy raída a manera deescapulario, y concluída esta ceremoniame pusieron a la puerta de la cárcel,echándomeaempellonesfueradeella.

Lavergüenzaquepadecíalvermeentanmalaropamoderómucholaalegríaque comúnmente tienen los presos cuando han recobrado su libertad. Tuveimpulsodesalirmeinmediatamentedelaciudad,porhuirdelavistadelpueblo,quenopodíasufrir sin rubor;peropudomásmiagradecimiento.Fuíadar lasgraciasalcantorcillo,aquiendebíatantaobligación.Nopudodejardereírluegoquemevió.«Aloqueadvierto—dijo—,parecequelajusticiahahechocontigotodassushabilidades.»«Nomequejodelajusticia—lerespondí—:ellaensíesmuyjusta;solamentedesearíayoquetodossusoficialesfueranhombresdebieny de conciencia. A lo menos, me pudieran haber dejado el vestido, pues meparece que no le había pagadomal.» «Convengo en eso—me replicó—; perodiránqueésassonformalidadesqueindispensablementesedebenobservar.Ysino,dime:¿crees,porventura,queelcaballoenquevinisteseharestituídoasuprimer dueño? No lo creas, porque el tal caballo está actualmente en lacaballeriza del escribano, donde se depositó comouna prueba del delito, y yoestoy persuadido de que su amo verdadero nunca volverá a ver ni siquiera lagrupera. Pero mudemos de conversación—continuó el cantorcillo—. ¿Quéánimo tienes y qué piensas hacer ahora?» «Mi ánimo es—le respondí—irmederecho a Burgos a buscar a la señora a quien liberté de los ladrones.Naturalmente,medaráalgúndinerillo,conelcualcompraréunoshábitosnuevosy partiré a Salamanca, donde procuraré aprovecharme de mi latín.Mi mayorapuroesqueaunnoestoyenBurgosyesmenestervivirenelcamino.»«¡Yateentiendo!—mereplicó—.Aquítienesmibolsa.Estáunpocovacía,alaverdad;masyasabesqueunpobrecantornoesunobispo.»Almismotiempolasacó,yme la puso en las manos con tan buena voluntad que no pude menos deaceptarla.Agradecíselotantocomosimehubierahechodueñodetodoelorodel

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mundo, y le pagué conmil protestas de servirle, cosa que nunca tuvo efecto.Despuésdeestonosdespedimos,yyosalídeaquelpueblosinveraningunadelas otras personas que habían contribuído a librarme de la prisión,contentándomecondarlesdentrodemicorazónmilymilbendiciones.

Elcantorcillotuvomucharazónennohacerostentacióndesubolsa,porqueenrealidadencontréenellapocodinero,ytodoencalderilla.Porfortuna,habíados meses que estaba acostumbrado a una vida muy frugal, y todavía merestabanalgunos realescuando lleguéal lugardePuentedura,pocodistantedeBurgos.Detúvemeenélpara saberdedoñaMencía.Entréenunmesón, cuyahuéspeda era una mujer muy pequeña, muy enjuta, vivaracha y de malacondición.Luegoconocí,porlamalacaraquemepuso,quenolehabíagustadomi chamarreta, lo que fácilmente le perdoné. Sentéme a una asquerosamesa,dondecomíunpedazodepanconuncuarteróndequesoybebíalgunostragosde un detestable vino que me trajeron. Durante la comida, que era muycorrespondienteamiequipaje,quiseentablarconversaciónconlahuéspeda,quemedióaentenderconungestodesdeñosoque teníaamenoshablarconmigo.SupliquélequemedijesesiconocíaalmarquésdelaGuardia,siestabalejossucasadecampoy,particularmente,sisesabíaenquéhabíaparadolamarquesasumujer. «¡Muchas cosas me preguntáis!»—respondió muy desdeñosa. Sinembargo,mecontestóenabreviaturayconmuymaltalante,diciendoquelacasadecampodedonAmbrosiodistabaunaleguacortadePuentedura.

Despuésqueacabédebeberydecenar,comoerayadenoche,mostréquedeseaba recogerme, y pedí un cuarto. «¡Un cuarto para él!—me dijo lamesonera,mirándomedehitoenhitoconaltivezycondesprecio—.¡Uncuartoparaél!¡Loscuartosdemicasalosreservoyoparagentesquenocenanpanyqueso! Todas mis camas están ocupadas, porque estoy esperando a ciertoscaballerosde importanciaquevienenahacernocheaquí; lomásque tepuedoofrecereselpajar,porquecreonoserálaprimeravezquehayasdormidosobrepaja.»Enestodecíamásverdadde loqueellamismapensaba.No le repliquépalabra. Abracé prudentemente el partido que me proponía; fuime al pajar ydormícontranquilidad,comohombrequeyaestabahechoatrabajos.

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CAPÍTULOXIV

RecibimientoquelehizoenBurgosdoñaMencía.

Nofuíperezosoenlevantarmealdíasiguiente.Fuíaajustarlacuentaconlahuéspeda, que ya estaba levantada, y me pareció de mejor humor que el díaantecedente.Atribuílo a la presencia de tres honrados cuadrilleros de la SantaHermandadqueconmuchafamiliaridadhablabanconella,yseríansindudaloscaballeros de importancia para quienes estaban destinadas todas las camas.Informéme en el lugar del caminoqueguiaba a la casa de campo a dondeyoquería ir, y se lo pregunté a un paisano que me deparó la suerte, del mismocarácterquemiantiguomesonerodePeñaflor.Nocontentoconrespondermealoquelepreguntaba,añadióquedonAmbrosiohabíamuertotressemanashacía,yquelamarquesa,sumujer,sehabíaretiradoaunconventodelaciudad,quemenombró.AlpuntomeencaminéenderechuraaBurgos,y,sinpensaryaenlacasadecampo,fuívolandoalmonasteriodondemedijeronquesehallabadoñaMencía. Supliqué a la tornera se sirviese decir a aquella señora que deseabahablarle unmozo recién salido de la cárcel deAstorga. Inmediatamente fué adarleelrecadolatornera.Volvióésta,ymehizoentrarenunlocutorio,adondedentrodepocovillegar,muyenlutada,adoñaMencía.

«Bienvenidoseas,GilBlas—medijoaquellaviudaconmodomuyafable—.CuatrodíashaqueescribíaunconocidomíodeAstorgasuplicándoletefueseaveryquedemiparteterogaseviniesesavisitarmeinmediatamentequesaliesesde laprisión.Nuncadudéquepronto tedarían libertad.Bastabanparaesto lascosasqueyodijealcorregidorendescargotuyo.Respondiéronmequeya,conefecto,estabaslibre,peroquenosesabíatuparadero.Temínovolverteavernitener el gusto de darte alguna prueba de mi agradecimiento, lo que hubierasentido extremadamente. Consuélate—añadió, conociendo que estabaavergonzado de presentarme a ella en tan miserable estado—; no te dé penaalgunaelhallarteenel infeliz ropajeenque teveo.Despuésdelgranservicio

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quemehiciste,seríayolamujermásingratade lasmujeressinohicieranadaporti.Miánimoessacartedelmalestadoenquetehallas;deboypuedohacerlo,puestengobienessuficientesparapodercorrespondertesinquemeseagravoso.

»Los lances—continuó—que me sucedieron hasta el día en que nossepararonparameternospresosya los sabescomoyo;ahoravoyacontarte loquemeaconteciódesdeentonces.LuegoqueelcorregidordeAstorgadispusoqueme condujesen aBurgos, después de habermeoído la relación puntual demissucesos,medirigía lacasadedonAmbrosio.Causómi llegadageneralyextremada sorpresa; peromedijeron que ya llegaba tarde, porque elmarqués,profundamenteafligidopormi fuga,habíacaídogravementeenfermo,y tanto,quelosmédicosdesesperabandesuvida.Estatristenoticiafuéunmotivomássobrelosmuchosqueyateníaparallorarelrigordemifataldestino.Contodoeso, quise que le avisasen mi llegada; entré después en su cuarto y corrí aarrojarmederodillasalacabeceradesucama,anegadoenlágrimaselsemblantey el corazón traspasadodelmás agudodolor. «¿Quién te ha traído aquí?—medijoluegoquemevió—.¿Vienesacomplacerteenlaobradetusmanos?¿Notebastahabermequitadolavida?¿Eramenester,paramayorsatisfaccióntuya,quetusmismosojos fuesen testigosdemimuerte?»«Señor—le respondí—,yaoshabrá informadoInésdequehuíconmi legítimoesposo,yanoserel funestoaccidentequemeprivódeél,nuncamásmehubieraisvueltoaver.»ReferílealmismotiempocómodonAlvarohabíamuertoamanosdeunosladronesycómomehabíanconducidoalsubterráneo,contodolodemásquemehabíasucedidohastaentonces.Apenasacabédehablar,cuando,alargándomecariñosamentelamano,medijoconternura:«¡Basta,hija;yanomequejodeti!Puesqué,¿debopor ventura culpar un proceder tan justo y tan honrado?Hallástete de repentecon tu legítimo esposo, a quien adorabas, y me abandonaste por irte con él.¿Podrénunca condenar con razónuna conducta dictadapor la conciencia y lajusticia?Noporcierto;ningunarazóntendríaparaquejarme.Poresonopermitíque ninguno te siguiese.Respetaba en aquella fuga el sagrado derecho que lahacíalícita,yaunnecesaria,comotambiéneldebidoamorqueprofesabasatuqueridoyverdaderoesposo.Enfin,tehagojusticia,yprotestoqueconhaberterestituído a mi casa has recobrado toda mi ternura. Sí, querida Mencía, tupresenciamecolmadegozoydeconsuelo.Mas¡ay,cuánpocomeduraráunoyotro!Conozcoquemiúltimahorasevaacercando.Apenaslasuertemevolvióajuntarcontigo,cuandomeseránecesarioarrancarmedeticonelúltimoadiós.»Redoblósemi llanto al oír palabras tan amorosas, lasque excitaronenmíunaaflicción extremada.Aunque adoré a donAlvaro, no lloré tanto por él.MuriódonAmbrosioaldíasiguiente,yyoquedédueñade laricadotequemehabía

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señalado en las capitulaciones. No es mi ánimo emplearla mal. Aunque soytodavíamoza,ningunomeverápasaratercerasnupcias.Esto,amiparecer,sóloespropiodemujeressinpudorysindelicadeza.Antesbien, tedigoqueyanotengoinclinaciónalmundoyquequieroacabarmisdíasenesteconventoysersubienhechora.»

TalfuéeldiscursodedoñaMencía;acabadoelcual,sacódelafaltriqueraunbolsillo y me lo tiró por la reja del locutorio a donde le pudiese alcanzar,diciendo:«Toma,GilBlas,esoscienducados,únicamenteparaquetevistas,ydespués vuélveme a ver, porque no quiero que se limite a cosa tan corta miagradecimiento.»DilemilgraciasylejuréquenopartiríadeBurgossinvolveradespedirme de ella. Hecho este juramento—que estaba bien resuelto a noquebrantar—,me fuí abuscaralgúnmesón.Entréenelprimeroqueencontré,pedíuncuarto,yparaprecaverelmalconceptoqueporeltrajesepodíaformardemídijealmesoneroque,aunquemeveíaenaquellospobrestrapos,teníaconquépagarelgasto.Aloírestaspalabras,elmesonero,quesellamabaMajueloyeranaturalmentegrandísimobufón,mirándomeyexaminándomeatentamentedepiesacabeza,medijoconciertoairemaliciosoychufleteroquenonecesitabademiaseveraciónparaconocerquesindudaharíayoensucasamuchogasto,porqueentrelosremiendosdeaquellosmalostrapossedivisabaenmipersonaun no sé qué de nobleza que le obligaba a creer que yo era un caballero degrandesconveniencias.Nodejédeconocerqueelbellacoseestababurlandodemí, y para cortar de repente sus bufonescas frialdades saqué el bolsillo y a suvistacontésobreunamesamisducados,losqueleobligaronaformarunjuiciomásfavorabledemí.Roguélequemehiciesebuscaralgúnsastre,alocualmereplicó que sería mejor llamar a algún prendero, el cual traería diferentesvestidosdetodasclases,paraquedarprontovestidodeltodo.Armómeelconsejoy determiné seguirle; pero como se acercaba ya la noche, dilaté este negociohastaeldíasiguiente,ysólopenséencenarbienpararesarcirlomalquehabíacomidodesdequesalídelsubterráneo.

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CAPÍTULOXV

DequémodosevistióGilBlas,delnuevoregaloquelehizolaseñoraydelequipajeenquesaliódeBurgos.

Sirviéronmeuncopiosoplatodemanosdecarnerofritasylecomícasitodo;bebíaproporciónydespuésfuímealacama.Eraéstamuydecente,yesperabaque luego se apoderaría de mis sentidos un profundo sueño; pero engañéme,porque apenas pude cerrar los ojos, ocupada la imaginación en qué género devestidohabíadeescoger.«¿Quéharé?—decía—.¿SeguirémiprimerintentodecomprarunoshábitoslargosparairaserdómineenSalamanca?Pero¿aquéfinvestirme de estudiante? ¿Tengo deseos de consagrarme al estado eclesiástico?¿Acasome inclina a ellomipropensión? ¡Nadade eso!Mis inclinaciones sonmuycontrariasalasantidadquepide:quieroceñirespadayverdehacerfortunaenelmundo.»Yaestomedecidí.

Resolví, pues, vestirme de caballero, bien persuadido de que esto bastaríapara alcanzar un empleo de importancia. Con tan lisonjeros proyectos, estuveesperando el día con grandísima impaciencia, y apenas rayó en mis ojos suprimera luz cuando salté de la cama. Hice tanto ruido en el mesón, quedespertaron todos.Llamé a los criados, que estaban todavía en la cama, ymerespondieron echándome mil maldiciones. Al fin se vieron obligados alevantarse,ylesdiordendequefuesenabuscaralprendero.Notardóenllegaréstecondosmozoscargados, cadaunoconungranenvoltorio.Saludómecongrandes cumplimientos y me dijo: «Caballero, ha tenido usted fortuna endirigirseamímásbienqueaotro.Noquierodesacreditaramiscompañeros,nipermitaDiosquehagaelmenoragravioasureputación;mas,aquíparaentrelosdos, ninguno de ellos sabe qué cosa es conciencia. Todos sonmás duros quejudíos;yosoyelúnicodemioficioquelatiene;melimitoaunagananciajustayrazonable, contentándome con un real por cada cuarto. Equivoquéme: quisedecirconuncuartoporreal.»

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Despuésdeestepreámbulo,queyocreítontamentealpiedelaletra,mandóa los mozos que desatasen los envoltorios. Enseñáronme vestidos de todosgéneros y colores,muchos de ellos de paños enteramente lisos.Deseché éstoscondespreciopordemasiadohumildes.Presentáronmedespuésotroqueparecíahaberse cortado expresamente paramí, el cualme deslumbró, sin embargo deque estaba un poco usado. Se componía de una ropilla, unos calzones y unacapa;laropilla,conmangasacuchilladas,ytodoéldeterciopeloazulbordadodeoro. Escogí éste y pregunté el precio. El prendero, que conoció cuánto meagradaba,medijo:«Enverdadqueesustedunseñordegustomuydelicado,yseve bien que lo entiende. Sepa usted que este vestido se hizo para uno de losprimerossujetosdelreino,quenoselepusotresveces.Observebienlacalidaddelterciopeloyhallaráqueesdelmejor.Pues¿quédirédelbordado?Noparececabemayordelicadezani primor.»«Ybien—lepregunté—, ¿cuántopedís porél?» «Señor—me respondió—, ayer no le quise dar por sesenta ducados; y siestonoescierto,no seayohombredebien.»A laverdad, la contestacióneraconvincente. Yo le ofrecí cuarenta y cinco, aunque acaso no valía la mitad.«Caballero—replicóélfríamente—,yonosoyhombrequepidomásdelojustonirebajounochavodeloquedigolaprimeravez.Tomeustedesteotrovestido—continuó,presentándomeelprimero,queyohabíadesechado—,queselodarémásbarato.»Todo esto sólo servía para aumentar enmí la ganaque tenía delotro, y como me imaginé que no rebajaría ni un maravedí de lo que habíapedido,leentreguésussesentaducados.Cuandoviólafacilidadconqueseloshabía dado, juzgo que, no obstante la delicadeza de su rígida conciencia, searrepintiómucho de no haberme pedidomás. Pero al fin, contento con haberganadoarealporcuarto,sedespidióconsusmozos,aloscualestampocodejédeagasajardándolesparabeber.

Viéndomeyaconunvestidotanseñor,comencéapensarenlorestanteparapresentarmeenlacallecontodaautoridadydecencia,loquemeentretuvotodalamañana.Comprépañuelo, sombrero,mediasde seda, zapatosyunaespada.Vestíme inmediatamente; pero ¡qué gozo fué el mío cuando me vi tan bienequipado!Nomecansabademirarme.Ningúnpavorealserecreónunca tantoenmiraryremirareldoradoplumajedesucola.AquelmismodíapaséavisitarsegundavezadoñaMencía,lacualmevolvióarecibirconlamayorurbanidadyagasajo.Diómenuevasgraciasporelservicioquelehabíahecho,aquesiguióuna salva de recíprocos cumplidos. Después, deseándome en todo la mayorprosperidad, se despidió de mí, y se retiró, regalándome sólo una sortija detreintadoblonesysuplicándomelaconservasesiemprepormemoria.

Quedéme frío cuando me vi con la tal sortija, porque había contado con

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regalodemuchomásprecio.Enestasuposición,malcontentodelagenerosidaddelaseñora,volvíalmesónhaciendomilcalendarios;peroapenashabíallegadocuandoentró en él unhombrequevenía trasdemí, el cual, desembozando lacapa,mostróun talegobastante largoque traíadebajodelbrazo.Asíquevieltalego,queparecíallenodedinero,abrítantoojo,ylomismohicieronalgunaspersonas que estaban presentes; yme pareció oír la voz de un serafín cuandoaquelhombremedijo,poniendoeltalegosobreunamesa:«SeñorGilBlas,miseñoralamarquesasuplicaaustedsesirvaadmitirestacortedadenpruebadesuagradecimiento.» Hice mil cortesías al portador, acompañadas de otros tantoscumplimientos,yluegoquesaliódelmesónmearrojósobreeltalegocomoungavilán sobre su presa y llevémele a mi cuarto. Desatéle sin perder tiempo,vaciélesobreunamesaymeencontréconmilducadosquecontenía.Acababadecontarlosal tiempoqueelmesonero,quehabíaoído laspalabrasdelportador,entró para saber lo que iba en el talego. Asombróle la vista de tanta plata yexclamóadmirado:«¡FuegodeDios,ycuántodinero!¡Sindudasabéis—añadióconmalicia—sacar buen partido de las damas! ¡Apenas ha veinticuatro horasqueestáisenBurgosyyahacéiscontribuiralasmarquesas!»

Nome desagradó esta sospecha y estuve tentado a dejar aMajuelo en suerror, por lo que lisonjeaba mi vanidad. No me admiro de que los mozos sealegrendesertenidosporafortunadosconlasmujeres;peropudomásenmílainocencia de mis costumbres que la vanagloria. Desengañé al mesonero y lecontétodalahistoriadedoñaMencía.Oyólaconsingularatención,ydespuésleconfiéelestadodemisasuntos,suplicándole,puessemostrabataninteresadoenservirme,meayudaseconsusconsejos.Quedósecomopensativoalgúntiempo,ytomandoluegounaireserio,medijo:«SeñorGilBlas,confiesoquedesdequeviausted lecobróparticular inclinación;yyaque lemerezco laconfianzadequemehablecontantafranqueza,debocorresponderaelladiciéndolesinlisonjaloquesiento.Amímeparecequeustedesunhombrenacidoparalacorte,yasí,leaconsejosevayaaellayprocureintroducirseconalgúngranseñor,viendodemezclarseensusnegocios,ysobretodoenlosdesuspasatiemposydevaneos,sinlocualperderáustedeltiempoynadaadelantaráconél.Conozcobienalosgrandes:ningúnapreciohacendelceloydelalealtaddeunhombredebien,ysólo estiman a las personas que les son necesarias para sus fines.Además deéste,tieneustedotrorecurso:esmozo,biendispuesto,galán;yesto,auncuandofueraunhombresintalento,bastabayaunsobrabaparaencapricharasufavoraalgunaviudapoderosaoalgunahermosadamamalcasada.Sielamorempobreceamuchosricos,talvezsabetambiénenriqueceralosqueeranpobres.Soy,pues,deparecerquevayaustedaMadrid;peroconvienesepresenteconostentación,

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puesallí,comoentodaspartes,sejuzgadelaspersonasnoporloqueson,sinopor lo que aparentan ser, y usted solamente será atendido a proporción de lafigura que hiciere. Quiero proporcionarle un criado mozo, fiel, cuerdo yprudente;enfin,unhombredemimano.Compreusteddosmulas,unaparasíyotra para él, y sin perder tiempopóngase en camino lomáspronto que le seaposible.»

No podía menos de abrazar un consejo que era tan de mi gusto. Al díasiguientecomprédosmulasyrecibíelcriadoqueMajuelomepropuso.Eraunhombredetreintaañosydeunaspectohumildeydevoto.DíjomeserrayanodeGaliciayllamarseAmbrosioLamela.Loquemásadmiréenélfuéque,siendolosdemáscriadosporlocomúnmuyinteresados,éstenoseparabaenpedirgransalario. Díjome que en este asunto se contentaría con lo que quisiese darle.Compréunosbotinesyunamaletaparallevarmiropaymisducados,ajustélacuentaconelmesonero,yalamanecersalídeBurgoscaminodeMadrid.

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CAPÍTULOXVI

Dondesevequeningunodebefiarsemuchodelaprosperidad.

Dormimos en Dueñas la primera jornada, y el día siguiente entramos enValladolidalascuatrodelatarde.Apeámonosenunmesónquemeparecióseríaelmejordelaciudad.Micriadosefuéacuidardelasmulasyyomandéaunamozadelaposadallevaselamaletaalcuartoquemedieron.Lleguétanfatigado,que sin quitarme los botines me eché en la cama, donde insensiblemente mequedé dormido. Era ya casi noche cuando desperté. Llamé a Ambrosio. Noestabaenelmesón,perotardópocoenparecer.Preguntélededóndevenía,ymerespondió,devotoycompungido,quedeunaiglesiadedargraciasalSeñorporhabernos librado de toda desgracia en el camino. Alabéle su devoción y lemandéqueencargasemedispusiesenalgoquecenar.

Al mismo tiempo que le hablaba entró en mi cuarto el mesonero con unhachaencendidaenlamano,alumbrandoaunaseñoraricamentevestida,lacualmepareciómáshermosaquejoven.Dábaleelbrazounescudero,yunmoritolaseguía llevándole la cola del vestido. Quedé no poco sorprendido cuando laseñora,despuésdehacermeunaprofundareverencia,mepreguntósiporventurasería yo el señor Gil Blas de Santillana. Apenas le respondí que sí cuando,desasiéndose del escudero, vino apresuradamente a darme un abrazo con talalborozoyalegría,queañadiómuchosgradosamiadmiración.«¡Seamilvecesbendito el Cielo—exclamó—por tan dichoso encuentro! ¡A usted, señorcaballero,austedveníayobuscando!»Aloírestosemevinoa lamemoriaelpetardistataimadodePeñaflor,yyaibaasospecharqueaquellaseñoraeraunasolemneembusteraounadescaradaaventurera;peroloqueañadiómeobligóaformardeellaun juiciomás favorable.«Yosoy—medijo—primahermanadedoñaMencía deMosquera, que debe a usted tantas obligaciones.He recibidohoymismounacartasuya,enquemeparticipaelviajedeustedalacorteymeencargaletratebienyleobsequiesitransitareporestaciudad.Doshorashaque

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laandocorriendotoda,yendodemesónenmesónasaberquéforasterossehanapeado en ellos, y por las señas queme dió de usted elmesonero conocí quepodía ser el libertador demi prima.Ya que he tenido la dicha de encontrarle,quieromanifestarlelomuchoquemeinteresoenlosbeneficiosquesehacenami familia, y particularmente ami queridaMencía.Mehará usted el favor devenirahoramismoahospedarseenmicasa,dondeestarámenosmalqueenunmesón.»Quise excusarme,haciéndolepresentequenopodía admitir su finezasinincomodarla;perofuéprecisorendirmeasuseficacesinstancias.Habíaalapuerta del mesón un coche que nos estaba esperando. Ella misma tuvo grancuidadodehacerponerdentrode él lamaletay todomi equipaje,«porqueenValladolid—dijo—haymuchosbribones»,locualerademasiadamentecierto.Enfin,entramosenelcocheellayyoconsuvejeteescuderoymedejésacardelmesóndeestamanera,congranpesardelmesonero,porqueasíseveíaprivadodelgastoqueél suponíaqueyohabíadehaceren suposadacon la señora, elescuderoyelmorito.

Despuésdehaber rodadobastante, paró en fin el coche a la puertadeunacasagrande,adondesubimosaunasalabienadornadaeiluminadaconveinteotreinta bujías. Había en ella también muchos criados, a quienes preguntó laseñora si había venido don Rafael. Respondiéronle que no, y ella me dijo,volviéndose amí: «SeñorGilBlas, estoy esperando ami hermano, que ha devolver esta noche de una quinta que tenemos a dos leguas de aquí. ¡Cuánagradable será su sorpresa cuando se encuentre en su casa con un huésped aquientantodebetodanuestrafamilia!»Almismopuntoqueacabódedecirestaspalabras oímos ruido y supimos le causaba la llegada de don Rafael. Dejóseprestoverestecaballero,queeraunjovendebellotalleymuyairoso.«Hermano—le dijo la señora—, no sabes cuántome alegra tu vuelta.Túme ayudarás aobsequiar como se merece al señor Gil Blas de Santillana. Nunca podremospagar lo que ha hecho por nuestra parienta doña Mencía. Toma esta carta—añadió—yleeloqueenellameescribe.»AbrióladonRafaelyleyóenaltavozlosiguiente:

«MiqueridaCamila:ElseñorGilBlasdeSantillana,quemehasalvadoelhonorylavida,acabadesalirparalacorteysindudapasaráporValladolid.Teruegoencarecidamenteporelvínculodelparentesco,yaunmásporlaamistadquenosune,leagasajesyobsequiescuantopuedas,obligándoleaquedescansealgunos días en tu casa. Espero nome negarás este gusto y quemi libertadorrecibirádetiydelprimodonRafaeltodogénerodeatenciones.Burgos,etc.Tuprimaqueteama,—DoñaMencía.»

«¿Cómo así?—exclamó donRafael luego que leyó la carta—. ¿Es posible

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seaésteelcaballeroaquiendebenomenosqueelhonorylavidamiparienta?DoygraciasalCieloporestedichosoencuentro.»Diciendoestoseacercóamí,y abrazándome estrechamente, dijo: «¡Oh qué gusto y qué fortuna la mía entenerenmicasaalseñorGilBlasdeSantillana!Noeramenesterquemiprimalamarquesa le recomendase: bastaba avisarnos que pasaba por aquí. Sabemosmuybienmihermanayyocómodebemostrataraunhombrequehizoelmayorserviciodelmundoalapersonaaquienmásamamosdetodanuestraparentela.»Correspondí lomejor que pude a todas aquellas expresiones y a otrasmuchassemejantes, acompañadasdemil caricias.AdvirtiendodespuésdonRafael quetodavíateníayopuestoslosbotines,mandóasuscriadosmelosquitasen.

Pasamosdespuésalcuartodondeestabaesperándonoslacena.Sentámonosala mesa, colocándome a mí en medio de los dos hermanos, quienes mientrascenábamosmedijeronmilexpresionescariñosas;celebrabantodasmispalabrascomootrostantosrasgosdegraciaydediscreción,yeradeverelcuidadoconque me hacían plato, sirviéndome de cuanto había en la mesa. Don RafaelbrindabafrecuentementealasaluddedoñaMencíayyocorrespondíadelmismomodo.DoñaCamilanosedescuidabaenimitarnos,yavecesmeparecíaquememiraba como a hurtadillas de una manera que podía significar mucho, y aunllegué a creer que para hacerlo buscaba ocasión, como quien temía que suhermano lo advirtiese. Bastó esto para persuadirme que ya me había hechodueño de la voluntad de aquella señora y para resolver aprovecharme de estedescubrimientoporpocoquemedetuvieseenValladolid.Conestaesperanzamerendífácilmentealacortesanasúplicaquemehicierondequemedetuvieseensu compañía algunos días. Agradecieron mucho mi condescendencia, y laparticular alegría quemostró doña Camilame confirmó en la opinión de quehabíahalladoenmíunhombremuydesugusto.

Viéndomedeterminado donRafael a detenerme algún tiempo,me propusounviajeasuquinta,delaquemehizounamagníficadescripción,comotambiéndelasdiversionesquequeríaproporcionarmeenella.«Unasveces—decía—nosdivertiremos en la caza, otras en la pesca; y si usted gusta de pasearse,encontrará bosques sombríos y jardines deliciosos. Además de esto no nosfaltarábuenacompañía,ycreoquenoecharáusteddemenoslaciudad.»Aceptélaoferta,yquedamosenquealdíasiguienteiríamosalataldivertidísimaquinta.Levantámonosdelamesaconestaresolución,ydonRafael,llenodealegría,medióunestrechísimoabrazo,diciéndome:«SeñorGilBlas,ahíledejoaustedconmihermana;voyadarlasórdenesnecesariasparaelviajeyparaqueseavisealas personas que nos hande acompañar.»Dicho esto se salió del cuarto, y yoquedéasolasconlaseñora,dándoleconversación,enlaquenodesmintióloque

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yohabíajuzgadodelastiernasmiradasdelacena.Tomómelamano,ymirandoconatenciónlasortija,dijo:«Parecemuylindoestediamante,peroespequeñito.¿Entiende usted de pedrería?» Respondíle que no. «Lo siento—me replicó—;porque si lo entendiera, me diría cuánto vale esta piedra—mostrándome ungruesorubíqueteníaeneldedo;ymientrasyolomiraba,añadió—:Regalómeloun tío mío, que fué gobernador de Filipinas, y los joyeros de Valladolid loaprecian en trescientos doblones.» «Lo creo—repliqué—, porque me pareceprimoroso.»«Puesyaqueausted legusta—repusoella—,quierohagamosuntrueque.»Diciendo y haciendo,me cogiómi sortija ymetióme la suya enmidedo.Después de este cambio, que yo tuve por un regalo hecho con gracia ynovedad,Camilameapretólamanoymemiróconternura;luego,cortandoderepente la conversación, me dió las buenas noches y se retiró enteramenteconfusa y como avergonzada de haberme manifestado demasiado sussentimientos.

Aunqueerayoentoncesunodeloscortesanosmásnovicios,nodejéporesodepenetrarlomuchoybuenoquesignificabaaquellaprecipitadafuga,ydesdeluego consentí en que no pasaríamal el tiempo en la quinta. Poseído de estalisonjera idea y del brillante estado demis negocios,me encerré en el cuartodonde había de dormir y previne a mi criado me despertase temprano el díasiguiente. En lugar de pensar en acostarme, me entregué enteramente a losalegrespensamientosquemeinspirabamimaleta,queestabasobreunamesa,ymirubí.«¡GraciasaDios—decía—quesiantesfuímiserable,yanolosoy!Milducados por una parte y una sortija de trescientos doblones por otra es undecente caudal para bandearme algún tiempo. Ahora veo queMajuelo nomeengañó.SindudaqueenMadridencenderéenamoramilmujerescuando tanfácilmente he agradado a Camila.» Veníanseme a la imaginación todas laspalabras y acciones de aquella señora, y gozaba anticipadamente de todos lospasatiemposquedonRafaelmehabíaponderadodesuquinta.Contodoeso,apesardeunas ideas tanhalagüeñas,nodejóel sueñodehacer suoficio;yasí,sintiéndomeadormecido,medesnudéymemetíenlacama.

Al despertar el día siguiente conocí que era tarde. Admiréme de queAmbrosionomehubiesedespertadohabiéndoselomandado;perodijeentremí:«Ambrosio,mifielAmbrosio,estaráenalgunaiglesiaolehabráhoycogidolapereza.»Mastardépocoenperderelbuenconceptoquehabíahechodeélparadar lugar a otro menos favorable, aunque más justo y verdadero, pueshabiéndomelevantadoynohallandomimaletaentodoelcuarto,sospechéqueme la había robado por la noche. Para aclararmis sospechas abrí la puerta ycomencéa llamaralhipócritarepetidasvecesyconvozmuyesforzada.Amis

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gritosacudióunviejoymedijo:«¿Quéquiereusted,señor?Todossuscriadoshan salido de mi casa antes de amanecer.» «¿Qué es eso de mi casa?—lerepliquéyo—.Puesqué,¿noeséstaladedonRafael?»«Yonoséquiénesesecaballero—respondióelviejo—;sóloséqueéstaesunacasadehuéspedes,queyo soy su dueño y que, una hora antes que usted llegase, aquella señora conquiencenóanochevinoapedirmeuncuartoparauncaballeroprincipal,queelladijoviajabadeincógnito.Yolediéste,habiéndomelopagadoadelantado.»

Caíentoncesenlacuenta:conocíloquedebíapensardedoñaCamilaydedonRafaelycomprendíquemicriado,instruídoafondodetodosmisnegocios,mehabíavendidoaaquellosdosgrandísimosbribones.EnvezdeecharmeamísololaculpadetanpesarososucesoydeconocerquenomehubieraacaecidoanohabertenidolaligerezaeindiscrecióndedescubrirmeaMajuelosinlamenornecesidad,mevolvícontralainocentefortunaymaldijemilvecesmisuerte.Elposadero,aquiencontémiaventura—de lacualquizáelbellacoestaríamejorinformadoqueyo—,mostróacompañarmeenmisentimiento.Compadeciósedemíyprotestó lomuchoquesentíaqueeste lancehubiesesucedidoensucasa;pero yo creo, a pesar de todas sus protestas, que él tuvo tanta parte en estapicardía como elmesonero deBurgos, a quien siempre atribuí el honor de lainvención.

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CAPÍTULOXVII

PartidoquetomóGilBlasderesultasdeltristesucesodelacasadeposada.

Despuésdehaberlloradobien,peroenvano,midesgracia,comencéahacerreflexiones, y saqué de ellas que en lugar de rendirme a la desesperación ydesaliento debía animarme a luchar contra mi mala suerte. Volví, pues, adespertarmivalor,ymedecíaamímismomientrasmeestabavistiendo:«Aundoygraciasamifortunadequeaquellosmalvadosnose llevasentambiénmisvestidos y algunos ducados que tengo en las faltriqueras.» Y les agradecía elhaber andado tan comedidos, pues habían tenido también la generosidad dedejarmelosbotines, loscualesdialposaderoporlatercerapartedeloquemehabíancostado.Enfin,salídelaposadasintenernecesidad,graciasaDios,dequienmellevaseelhatillo.Loprimeroquehicefuéiralmesóndondemehabíaapeadoeldíaantecedente,aversimismulassehabían libradode laborrasca,aunque,alaverdad, juzgabaqueAmbrosionolashabríaolvidado;yojaláquesiemprehubiera juzgadodeél con tantoacierto,pues supequeaquellamismanochehabía tenidobuencuidadodesacarlas.Conque,dandoporsupuestoqueyonolasvolveríaaver,comotampocomimaleta,caminabatristeysindestinoporlascalles,pensandoenelrumboquehabíadetomar.OfreciósemelaideadevolveraBurgospararecurrirsegundavezadoñaMencía;peroconsiderandoqueestoseríaabusardesubondadyqueademásmetendríaporunsimple,desechéeste pensamiento. Juré, sí, guardarme bien en adelante de mujeres, y porentoncesnomefiaríaniaundelacastaSusana.Decuandoencuandoponíalosojosenmisortija;mas,acordándomequehabíasidoregalodeCamila,suspirabade rabia y de dolor. «¡Ah!—decía entremí—. ¡Nada entiendo de rubíes; perobienentiendoyconozcoalagentecillaquehaceestoscambios!¡Nomepareceprecisoiraunjoyeroparaconocerquesoyunpobrementecato!»

Contodo,noquisedejardeirasaberloquevalíalasortija,quereconocida

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por un lapidario la tasó en tres ducados.Al oír semejante tasa, aunque nomecausósorpresa,diatodoslosdiabloslasobrinadelgobernadordeFilipinas,o,pormejordecir,sólolesrenovéeldonquemilvecesleshabíahechodeella.Alsalir de casa del lapidario encontré unmozo que se paró amirarme.No pudecaeralprontoenquiénera,aunqueenotrotiempolehabíaconocidomuybien.«¿Cómoqué,GilBlas?—medijo—.¿Fingesacasonoconocerme?¿Esposibleque en dos años me haya mudado tanto que no conozcas al hijo del barberoNúñez? ¡Acuérdate de Fabricio, tu paisano y tu condiscípulo de Lógica, y decuántasvecesargüimoslosdosencasadeldoctorGodínezsobrelosuniversalesygradosmetafísicos!»

Antesqueacabasedehablarhabíayovenidoenconocimientodequiénera.Abrazámonosestrechamenteconmildemostracionesdeadmiraciónydealegría.«¡Ahqueridoamigo—prosiguióFabricio—,yquéencuentro tanfelizycuántome alegro de volverte a ver! Pero ¿en qué equipaje te veo? ¡A la verdad, queestásvestidocomounpríncipe!¡Bellaespada,mediasdeseda,calzónyvestidode terciopelo con bordado de plata! ¡Fuego! ¡Esto me huele a un fortunóndeshecho!¡Apuestoaquealgunaviejaliberaltehizodueñodesubolsillo!»«Teengañas—le respondí—;mi fortunanoha sido tan feliz como imaginas.» «¡Aotroperroconesehueso!—replicóél—.Túquiereshacerelreservado,¡peroamíquelasvendo!Dímeporvidatuya:esebellísimorubíquetantobrillaenesededo, ¿de quién le hubiste?» «De una grandísima bribona—le respondí—.¡Fabricio,miqueridoFabricio,sabequeenvezdeserelAdonisdelasmujeresdeValladolid,hesidosudominguillo!»

Pronuncié estas palabras en tono tan lastimoso, que Fabricio conociómuybien quemehabían jugado alguna burla.Apurómepara que le dijese por quérazónestaba tanquejosodelbello sexo.Tuvepocoquehacer en resolvermeasatisfacer su curiosidad; pero como la relación era algo larga y no queríamossepararnostanpresto,entramosenunfigónparadiscurrirconmáscomodidadysosiego. Allí nos desayunamos. Y mientras tanto le hice menuda relación decuanto me había sucedido desde mi salida de Oviedo. Convino en que misaventuras eran muy extrañas, y después de asegurarme lo mucho que sentíavermeenelestadoenquemehallaba,añadió:«Amigo,esmenesterconsolarnosyanimarnosentodaslasdesgraciasdelavida.Esoesloquedistingueunpechogenerosodeuncorazónapocado.¿Veseunhombredeentendimientoreducidoalamiseria?Espera con valor y paciencia otro tiempomás feliz. ¡Nunca—diceCicerón—,nuncadebeunhombreabatirse tantoque llegueaolvidarsequeeshombre!Yopormí soydeestecarácter.Lasdesventuras nome acobardan; sésuperarlasysé resistira losgolpesde lamala fortuna.Porejemplo:amabaen

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Oviedoalahijadeunvecinohonradoyellameamabaamí;pedílaasupadre,ynegómela,comoeraregular.Otrocualquierasehubieramuertodepesadumbre;peroyo,¡admiralafuerzademitalento!,deacuerdoconlamismamuchacha,larobé de casa de sus padres. Era viva, atolondrada y alegre sobremanera; porconsiguiente, pudo más con ella el placer que la obligación. Anduvimos seismesespaseándonosporGalicia,yllegóatalpuntosudeseodeviajarquequisoiraPortugal;perotomóotrocompañerodeviajeymedejóplantado.Sinofuerael que soy, me hubiera desesperado y abatido con el peso de esta nuevadesgracia;masnocometítaldisparate.MásprudenteysufridoqueMenelao,enlugar de armarme contra el Paris que me había robado mi Elena, me alegrómuchodevermelibredeella.NoqueriendodespuésvolveraAsturiasporevitarcontiendasconlajusticia,meinternéenelreinodeLeón,dondeanduvedelugarenlugar,gastandoeldineroquemehabíaquedadodelraptodemininfa,puesenaquellaocasiónambosnosproveímossuficientementededineroyropa.Al finmehalléalllegaraPalenciaconunsoloducado,conelcualtuvequecomprarunpardezapatos,yelrestodurópocosdías.Vimeperplejoenaquellasituación.Comenzabayaaguardardietayeraindispensabletomaralgúnpartido.Resolví,pues,ponermeaservir.Acomodémedesdeluegoconunricomercaderdepañosque teníaunhijodadoa todos losvicios.En sucasaencontréun seguroasilocontra la abstinencia, pero igualmente un grandísimo obstáculo. Mandóme elpadrequeespiasealhijoysuplicómeelhijoleayudaseaengañaralpadre.Eraprecisooptar: preferí la súplica al precepto, y estapreferenciamecostó el serdespedido. Pasé después a servir a un pintor, ya hombre viejo, el cual queríaenseñarmeporcaridadlosprincipiosdesuarte;peroalmismotiempomedejabamorirdehambre,yestomedisgustódelapinturaydelamansiónenPalencia.VínemeaValladolid,dondeporlamayorfortunadelmundomeacomodéconunadministradordelhospital.Conélestoy todavía,ycada instantemáscontento.ElseñorManuelOrdóñez,miamo,eselhombremásvirtuosodelmundo,puessiemprevaconlosojosbajosyunrosariodecuentasgordasenlamano.Dicenquedesdemozosólotuvopuestasuatenciónenelbiendelospobres,ylemiracon mucho amor, empleando a este fin un celo infatigable. Esto no se haquedadosinrecompensa:todohaprosperadoensusmanos.¡QuébendicióndelCielo!Elsehahechoricocuidandodelahaciendadelospobres.»

LuegoqueacabóFabriciosudiscurso,ledije:«Porciertomealegrodevertetan contento con tu suerte; pero, hablando en confianza, paréceme que podíashacerunpapelmásbrillanteenelmundoqueeldecriado.Unmozodetutalentodebíapensarmásalto.»«Teengañasmucho,GilBlas—merespondió—:hasdesaberqueparaunhombredemihumornopuedehabermejorsituaciónque la

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mía.Confiesoqueeloficiodecriadoespenosoparaunmentecato;masparaunmozo despejado tiene grandes atractivos. Un ingenio superior que se pone aservirnosirvematerialmentecomounpobrebobo:entramenosaservirqueamandar en la casa. Su primer cuidado es estudiar bien el genio y lasinclinaciones del amo. Halaga sus defectos, lisonjea sus pasiones, sírvele enellas,segranjeasuconfianza,yhételequeyaletieneagarradoporlanariz.Deestamaneramehegobernadoconmiadministrador.Desdeluegoconocídequépie cojeaba. Advertí que todo su deseo era que le tuviesen por santo. Fingícreerlo,porqueestonadacuesta;yaunhicemás:procuréimitarlerepresentandoensupresenciaelmismopapelqueélrepresentabadelantedelosdemás:engañéalengañador,ypocoapocovineasersutodoycomosuprimerministro.Bajosusauspiciosyensuescuelaesperoquealgúndíaestaránamicargolosasuntosdelospobres,porquemeinteresotantoporsubiencomomiamo.¿Yquiénsabesiporestecaminollegarétambiénahacerigualomayorfortuna?»

«¡Bellas y alegres esperanzas, querido Fabricio!—le repliqué—.Doitemilparabienes por ellas. Mas, por lo que a mí toca, vuélvome a mis primerospensamientos. Voy a trocar mi vestido bordado por unas bayetas, iréme aSalamanca,matricularémeenlaUniversidadymepondréapreceptor.»«¡Granproyecto!—repusoFabricio—.¡Graciosa idea! ¿Puedehabermayor locuraquemeterte a pedante en lomejor de tu vida? ¿Sabes bien, pobrete, en lo que teempeñas abrazando ese partido? Luego que halles conveniencia, te observarátoda la casa. Examinarán escrupulosamente tus más mínimas acciones. Seráprecisoqueestésfingiendoyvenciéndotecontinuamente,queafectesunexteriorhipócritayqueparezcasunhombreadornadodetodaslasvirtudes.Notendrásuninstanteportuyoparadivertirte.Censoreternodetudiscípulo,todoeldíasete irá en enseñarle el latín y en reprenderle y corregirle cuando diga o hagaalgunacosacontralabuenacrianza.Yalcabodetantotrabajoysujeción,¿quépremioteespera?Sielseñoritosaletraviesoymalinclinado,atiteecharánlaculpa,diciendoquelecriastemal,ysuspadrestedespediránsinrecompensayaunquizásinpagarte.Así,pues,nomehablesdeltaloficiodepreceptor,porquees un beneficio con cargo de almas. Háblame del empleo de criado, que esbeneficiosimplequeanadaobliga.¿Estáelamollenodevicios?Pueseltalentosuperiordelcriadolossabelisonjear,convirtiéndolosavecesenpropiautilidad.Uncriadodeestejaezviveconmuchapazenunabuenacasa.Comeybebeasugusto, por la noche se va a la cama y, como un hijo de familia, duermetranquilamente, sin tener quepensar en el carniceroni en el panadero.AmigoGilBlas—prosiguióFabricio—,nuncaacabaríasitehubieradecontartodaslasventajasqueseencuentranenlanomuylucida,peromuyprovechosacarrerade

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criado.Créeme:desechapara siempreelpensamientode serpreceptory siguemiejemplo.»«Seaasí,Fabricio—lerespondí—;peronotodoslosdíassehallanadministradores como el que tú has hallado, y si yome determinara a servir,quisiera a lomenosencontrar conunbuenamo.»«¡Oh!—repusoél—.Enesotienesrazón.Yotomopormicuentaelbuscártele,yloharéaunquenoseamasqueporcontribuiraquenosevayanaenterrarenunaUniversidadlostalentosdeunhombrecomotú.»

Lapróximamiseria queme amenazaba, la resolucióny seguridad conqueFabriciomehabló,aunmásquesusrazones,mepersuadieronfinalmenteaquemepusieseaservir.Tomadaestadeterminación,salimosdelfigón,yFabriciomedijo:«Ahoramismoquieroconducirteenderechuraacasadeunhombreaquienrecurrelamayorpartedelosquebuscanamo.Tieneemisariosqueleinformande cuanto pasa en todas las familias, sabe las que necesitan criados, y en unregistromuyexactollevarazónnosólodelasplazasvacantes,sinotambiéndelasbuenasomalascualidadesdelosamos:enfin,élfuéquienmeacomodóconeladministrador.»

Fuimoshablandodeestaespeciededespachoyoficinapúblicatansingular,hasta que llegamos a una callejuela, y en un rincón de ella, a una casa baja,donde el hijo del barbero Núñez me hizo entrar. Nos encontramos con unhombredecincuentaañosqueestabaescribiendo.Saludámoslecortesanayaunrespetuosamente;perofueseporserdegenionaturalmentesoberbioygrosero,obien porque estando acostumbrado a no tratar sino con lacayos y cocheros loestaba también a recibir las visitas asaz descortésmente, no se levantó, ni auncasi se dignó mirarnos, contentándose con hacer una ligera inclinación decabeza. Con todo, poco después me miró con atención. Conocí muy bien seadmirabadequeunmozoconunvestidobordadoquisieraponerseaservirdecriado, cuando podía pensar que iba yo a buscar uno.Duróle poco esta duda,porqueFabricio ledijo al punto:«SeñorAriasdeLondoña, aquí lepresento austedelmayoramigomío.Esunhijodebuenafamilia,ysusdesgraciaslehanreducidoalanecesidaddeservir.Proporcióneleustedunabuenaconveniencia,contando seguramente con su correspondiente agradecimiento.» «Señores—respondiófríamenteArias—,ésaeslacantilenageneraldetodosustedes:antesde acomodarse prometenmucho; pero después de bien acomodados, tú que leviste,yde todoseolvidan.»«¿Cómo?¿Qué?—replicóFabricio—.¿Estáustedquejosodemí?¿Nomeheportadobien?»«Mejorpudierashaberteportado.Tuconveniencia equivale a la de primer oficial de cualquiera oficina, y hascorrespondido como si te hubiese acomodado con un autorcillo.» Tomé yoentonces la palabra, y para que conociese el señor Arias que no servía a un

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ingrato,quisequeelagradecimientoprecediesealfavor.Púseleenlamanodosducados,prometiéndolequenose limitaríaa tanpocacosamireconocimientocomomecolocaseenunabuenacasa.

Mostrósecontentodemiproceder,diciendo:«¡Asígustoyodequesetrateconmigo! Hay vacantes excelentes puestos: leerélos, y usted escogerá el quemejorlepareciere.»Aldecirestocalóselosanteojos,tomósuregistro,abrióle,revolvió algunas hojas y comenzó así: «Necesita lacayo el capitán Torbellino,hombrecolérico,brutaly fantástico;gruñe sin cesar,blasfema,dadegolpesymuy a menudo estropea a los criados.» «¡Pase usted adelante!—dije yoprontamente—. ¡No me gusta el señor capitán!» Rióse Arias de mi viveza yprosiguió leyendo: «Doña Manuela de Sandoval, viuda y entrada en edad,impertinentey caprichosa, se halla sin criado.Por lo comúnno tienemásqueuno,yéseapenaslapuedeaguantarundíaentero.Diezañoshaquesólohayensucasaunalibrea,ysirveparatodosloscriadosquerecibe,seanflacosogordos,grandes o pequeños. Se puede decir que no hacen mas que probársela, y asítodavíaestánueva, aunque se lahanpuestodosmil.FaltauncriadoaldoctorAlvaroFáñez,médicoquímico.Tratabienasuscriados,dalesbiendecomeryungransalario;perohaceenelloslaexperienciadesusremediosyseobservaqueencasadeestequímicohaysiemprevacantesplazasdecriados.»

«¡No lo dudo!—interrumpió Fabricio dando una carcajada—. Pero vamosclaros,quenosvaustedproponiendoadmirablesconveniencias.»«Tenunpocodepaciencia—replicóAriasdeLondoña—;todavíanolasheleídotodasypuedehaber alguna que te contente.» Diciendo esto, prosiguió su lectura de estamanera: «Tres semanas ha que está sin criado doña Alfonsa de Solís; es unaseñora ancianaydevota, quepasa en la iglesia las trespartesdeldíayquieretener siempre junto a sí al criado. Otro: ayer despidió al suyo el licenciadoCedillo,hombreyaviejoycanónigodeesteCabildo.»«¡Altoahí,señorAriasdeLondoña!—interrumpió Fabricio—. ¡A ese puesto nos atenemos! El canónigoCedilloesgrandeamigodemiamoyyoleconozcomucho;séquegobiernasucasaenclasedeamaunaviejabeata,quesellamalaseñoraJacinta,yeslaquetodolomanda.EsunadelasmejorescasasdeValladolid,porqueenellasevivecon gran paz y se come grandemente. Fuera de eso, el canónigo es un señorenfermizo,gotosoinveterado,quetardarápocoenhacertestamentoysepuedeesperar algún legadillo. ¡Gran esperanza para un criado! Gil Blas—continuóFabricio volviéndose hacia mí—, no perdamos tiempo. Vámonos derechos acasa del licenciado; yo mismo te quiero presentar y salir por fiador tuyo.»Habiendo dicho esto, por no malograr la ocasión, nos despedimosaceleradamente del señor Arias, quien me ofreció, por mi dinero, que si no

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lograba aquella conveniencia me proporcionaría otra tan buena y aun quizámejor.

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LIBROSEGUNDO

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CAPÍTULOPRIMERO

EntraGilBlasporcriadodellicenciadoCedillo;estadoenqueéstesehallabayretratodesuama.

Por miedo de no llegar tarde, nos pusimos de un brinco en casa dellicenciado.Estabacerradalapuerta;llamamosybajóaabrirunaniñacomodediezaños,aquienelamallamabasobrina,aunquemalaslenguassuponíanentrelasdosparentescomásestrecho.Leestábamospreguntandosisepodríahablaralseñorcanónigo,cuandosedejóverlaseñoraJacinta.Eraunamujerentradayaenlaedaddediscreción,perotodavíadebuenparecery,sobretodo,deuncolorfrescoyhermoso.Veníavestidaconunaespeciedebatadepañoordinario,queceñíaconunaanchacorreadecuero,delacualpendíaporunladounmanojodellaves y por otro un gran rosario de cuentas gordas. Saludámosla conmuchorespetoyellanoscorrespondióconigualcortesanía,peroconunairedevotoylosojosbajos.

«Hesabido—ledijomicamarada—queelseñorlicenciadoCedillonecesitaunmozo honrado que le sirva y vengo a presentarle éste, que espero le darágusto.»Alzó entonces la vista el ama,miróme atentamente, y no acertando aconciliarmivestidobordadoconeldiscursodeFabricio,preguntósierayoelque pretendía entrar a servir. «Sí, señora—respondió el hijo de Núñez—, élmismo es; porque, tal como usted le ve, le han sucedido desgracias que leprecisanaello.ConsoláraseensusinfortuniossitieneladichadecolocarseenestacasayvivirencompañíadelavirtuosaseñoraJacinta, lacualesdignadeseramadeunpatriarcadelasIndias.»Aloíresto,labuenadelabeataapartólosojos de mí por volverlos al que le hablaba con tanta gracia, y quedó comosorprendidaalverunrostroquenoleparecíadesconocido.«Tengoalgunaidea—le dijo—de haber visto ya esa cara, y estimaría que usted ayudase a mimemoria.»«CastaseñoraJacinta—lerespondióFabricio—,esyhasidograndehonormíohabermerecidolaatencióndeusted.Dosveceshevenidoaestacasa

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acompañandoamiamo,elseñorManuelOrdóñez,administradordelhospital.»«¡Justamente!—replicóentonceselama—.¡Acuérdomemuybien!¡Yacaigoenlacuenta!BastadecirqueestáencasadelseñorManuelOrdóñezparasaberqueseráustedunhombremuydebien.Suempleoessumayorelogioynoerafácilqueestemozoencontrasemejorfiador.VengaustedconmigoyhablaráalseñorCedillo, que sin duda tendrá gran gusto en recibir un criado venido por talmano.»

Seguimosalamadelcanónigo,elcualvivíaenuncuartobajocompuestodecinco piezas a un mismo piso, todas muy decentes. Díjonos esperásemos uninstanteenlaprimeramientrasibaaavisaralseñorcanónigo,queestabaenlasegunda.Despuésdehabersedetenidoalgúntiempo,sindudaparainformarleyprevenirledetodo,volvióanosotrosynosdijoquepodíamosentrar.Vimosalviejo gotoso sepultado en una silla poltrona, con una almohada detrás de lacabeza,descansandolosbrazosenunasalmohadillasyapoyandolaspiernasenunalmohadóndepluma.Acercámonosaél,sinescasearlascortesías;ytomandoFabriciolapalabra,nosecontentóconrepetirleloqueyahabíadichodemíalaseñora Jacinta, sino que se puso a hacer un panegírico de mi mérito,extendiéndose principalmente sobre el grande honor que me había granjeadobajoelmagisteriodeldoctorGodínezenlasdisputasdeFilosofía,comosifueranecesariosergranfilósofoparaservirauncanónigo.Sinembargo,nodejódealucinarleelbelloelogioquehizoFabriciodemí,yconociendo,porotraparte,queyonodesagradabaa la señora Jacinta,«Amigo—respondióami fiador—,desdeluegoreciboaestemozo:bastaquetúmelopresentes.Nomedisgustasutraza,yjuzgobiendesuscostumbres,supuestoquemeloproponeuncriadodelseñorManuelOrdóñez.»

LuegoqueFabriciomevióadmitido,hizounagrancortesíaalcanónigo,otramásprofundaalaseñoraJacintaysedespidiómuyalegre,diciéndomealoídoque me quedase allí y que ya nos veríamos. Apenas había salido de la sala,cuandoellicenciadomepreguntócómomellamabayporquéhabíasalidodemitierra,obligándomeconsuspreguntasacontarletodalahistoriademivida,enpresenciadelaseñoraJacinta.Divertílosaentrambos,sobretodoconlarelacióndemiúltimaaventura.DoñaCamilayD.Rafaelleshicieronreírtanfuertementequelehubodecostarlavidaalpobregotoso,pueslarisaleexcitóunatostanviolenta que temí fuese llegada su hora. Aun no había hecho testamento:considéresecuántoseturbaríalabuenaama.Vilatodatrémulayazoradacorrerdeaquíparaallíporsocorreralbuenviejo,haciendoconélloquesehaceconlosniñoscuandotosenconviolencia,estregarle lafrenteydarlepalmaditasenlasespaldas;peroalfintodofuéunpuromiedo.Cesódetoserellicenciadoyel

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ama de atormentarle. Quise entonces proseguir mi relación, mas no me lopermitiólaseñoraJacinta,temerosadequelerepitieselatosalamo.Llevómealguardarropa,donde,entreotrosvestidos,estabaeldemipredecesor.Hízomeleponeryguardóelmío,loquenomedisgustó,porquedeseabaconservarle,conesperanzadequetodavíapodríaservirme.Desdeelguardarropapasamoslosdosadisponerlacomida.

Nomemostrénovicioeneloficiodecocinero.HabíahechomiaprendizajebajoladisciplinadelaseñoraLeonarda,quepodíapasarporbuenamaestradecocina, bien que no comparable con la señora Jacinta, la cual merecía sercocinera de un arzobispo. Sobresalía en todo género de guisos y platos.Sazonaba delicadamente un jigote, la chanfaina y, en general, toda especie depicadillo, de manera que eran sumamente gratos al paladar. Cuando estuvodispuestalacomida,volvimosalcuartodelcanónigo,donde,mientrasyoponíalos manteles en una mesilla inmediata a su silla poltrona, el ama le ponía laservilleta,prendiéndoselapordetrásconalfileres.Se le sirvióuna sopaque sepodía presentar a un corregidor deMadrid, y una fritada que podía avivar elapetitodeunvirrey,sielama,depropósito,nohubieraescaseadolasespecias,porno irritar lagotadelcanónigo.Avistade tandelicadosmanjares,mibuenviejo,queyocreía estababaldadode todos susmiembros,diópruebasdequeaunnohabíaperdidodeltodoelusodelosbrazos.Sirviósedeellosparaayudaraqueledesembarazasendelaalmohadaydemásimpedimentos,disponiéndosea comer alegremente. Las manos tampoco se negaron a servirle; aunquetrémulas, iban y venían con bastante ligereza a donde eramenester, bien quederramando en la servilleta y en losmanteles lamitad de lo que llevaba a laboca. Cuando vi que ya no quería más de frito, le puse delante una perdizrodeadadedoscodornicesasadas,quelaseñoraJacintaletrinchóconelmayoraseo y pulidez. De cuando en cuando le hacía beber grandes tragos de vinomezcladosconunpocodeaguaenunatazadeplatabastanteanchayprofunda,aplicándoselaellamismaalabocayteniéndolaconlasmanos,comosifueraunniñodequincemeses.Secomiólaspechugasylaspiernas,sindejarlosalones.Siguiéronselospostres,ycuandoacabódecomer,elamalequitólaservilleta,volvióleaponer laalmohada,y,dejándoledormir tranquilamentelasiesta,nosretiramosnosotrosacomer.

Eraéstalacomidadiariadenuestrocanónigo,acasoelmayortragóndetodoel Cabildo; pero la cena era más parca. Contentábase con un pollo o con unconejoyconalgúncubiletede fruta.En sucasa,por loque tocaa la comida,estabayobieny lopasabaalegremente; sólo teníaun trabajo,nopocopesadoparamí.Eraprecisoestardespiertounagranpartedelanochevelandoalamo.

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Padecíaésteunaretencióndeorinaqueleobligabaapedirelorinaldiezvecescada hora. Además sudaba mucho, y era menester mudarle de camisa confrecuencia.«GilBlas—medijolasegundanoche—,túeresmañosoydiligenteyveoquemeacomodarámuchotumododeservir.SolamenteteencargoquedestambiéngustoalaseñoraJacinta,complaciéndolayobedeciéndolaentodocomosiyolomandase,yguardesconellalamayorarmonía.Quinceañoshaquemesirveconunceloyamorparticular.Tienetantocuidadodemíquenosécómopagárselo,yconfiésotequeporestolaestimomásqueatodamifamilia.Porelladespedídemicasaaunsobrinocarnal,hijodemipropiahermana,ehicebien.Nopodíaveraestapobremujery, lejosdeagradecerle loquehacíaconmigo,continuamente la estaba insultando, burlándose de su virtud y tratándola deembustera,porquea lagentemozadehoy todo loquesuenaa recogimientoydevociónleparecehipocresía;peroyamelibrédetanbuenaalhaja,porquesoyhombrequeprefieroatodoslosrespetosdelasangreelamorquemetienenyelbien queme hacen.» «Usted, señor, tienemuchísima razón—le respondí—: elagradecimiento debe siempre podermás que las leyes de la naturaleza.» «Sinduda—replicóél—;yenmitestamentoharéverelpococasoquehagodemisparientes.Elamatendrábuenaparteenél,ynomeolvidarédeticomoprosigassirviéndomesegúnhascomenzado.Elcriadoquedespedíayerperdióunabuenamandaporsumalmodo.Sinomehubieravistoprecisadoadespedirle,porqueyanolepodíaaguantar,yosololehabríahechorico;peroeraunsoberbioqueno tenía el más leve respeto a la señora Jacinta, y era muy holgazán. No legustabaacompañarmedenocheyselehacíaintolerableelestardespiertoparaasistirme en lo que podía ocurrir.» «¡Qué bribón!—exclamé yo, como si elespíritudeFabriciosehubierapasadoalmío—.¡Nomerecía,porcierto,estaralladodeunamotanbuenocomosumerced!Elquelograestafortunadebeserdeunceloinfatigable,hadecomplacerseensutrabajoyhadecreerquenadahaceauncuandosudesangreporservirle.»

Conocíquelehabíangustadomuchoalcanónigoestasúltimaspalabras,ynolegustómenoslaqueledideestarsiempreprontoyobedientealasórdenesdelaseñoraJacinta.Queriendo,pues,pasarporuncriadoquenotemíatrabajonifatiga,procuréservirenuntodoconelmayorceloyelmejormodoquemeeraposible.El ama—a la cual debohacer esta justicia—cuidabamuchodemí, loquedeboatribuir al esmeroconqueprocurabayogranjearmesuvoluntadcontodogénerodemodalesatentosy respetuosos.Cuandocomíamos juntosellaysu sobrina, que se llamaba Inesilla, estaba yo pronto a mudarles de platos, aservirlesdebebery,enfin,ahacerconellasloqueharíaelmásfielylealcriado.Por estosmedios llegué a conseguir su amistad.Un día que la señora Jacinta

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habíasalidoahacernoséquécompras,hallándomesoloconInesilla,comencéadarle conversación, y le pregunté si vivían todavía sus padres. «¡Oh, no!—merespondiólaniña—.Muchotiempohaquemurieron,segúnmelohadichomitía,porqueyonunca losconocí.»Creílapiadosamente,aunquesurespuestanofuémuycategórica,y la fuíponiendoen tantaganadeparlarquepocoapocomedijomásdeloqueyoqueríasaber.Descubrióme,o,pormejordecir,descubríyopor su sencillez que la señora tía tenía un amigoque estaba en casadeunantiguocanónigoencalidaddemayordomoyqueteníanajustadoentrelosdosaprovecharse de la herencia de sus amos y gozarla en paz por medio de uncasamiento cuyos privilegios disfrutaban de antemano. Ya dejo dicho que laseñoraJacinta,aunquealgoentradaenaños,semanteníademuybuenparecer.Es verdad que ningúnmedio perdonaba para conservarse bien. Por otra parte,dormíaconsosiego,mientrasyoestabaenpievelandoalamo.Pero,sobretodo,loquemáscontribuíaamantenerenellaaquelcolorvivoyfrescoera—segúnmedijoInesilla—unafuentequeteníaencadapierna.

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CAPÍTULOII

Quéremediossuministraronalcanónigohabiendoempeoradoensuenfermedad;loqueresultó,yquédejóaGilBlasensu

testamento.

Serví tres meses al señor licenciado Cedillo, sin quejarme de las malasnochesquemedaba.Cayómaloalcabodeestetiempo;entrólecalenturayconella se le irritó la gota. Recurrió a losmédicos, siendo la primera vez que lohacía en toda su vida, aunque había sido larga. Llamó determinadamente aldoctor Sangredo, a quien tenían en Valladolid por otro Hipócrates. La señoraJacintahubieraqueridomásqueel canónigo, ante todas cosas, comenzaseporhacer testamento; pero además de que no le parecía a él que estaba de tantopeligro, en ciertas materias era un poco caprichoso y testarudo. Fuí, pues, abuscar al doctor Sangredo, y condújele a casa. Era un hombre alto, seco ymacilento, que por espacio de cuarenta años a lo menos tenía continuamenteempleadalatijeradelasParcas.Suexterioreragrave,serio,conunsiesnoesdedesdeñoso;suvoz,gutural,sonorayahuecada;pronunciabalaspalabrasconun tantico de recalcamiento, lo que a su parecer daba mayor nobleza a lasexpresiones.Parecíaquemedíasusdiscursosgeométricamente,yerasingularensusopiniones.

Después de haber observado al enfermo, comenzó a hablar así en tonomagistral: «Trátase aquí de suplir el defecto de la transpiración escasa,dificultosaydetenida.Otrosmédicosordenarían,sinduda,enestecasoremediossalinos, urinosos y volátiles, que por la mayor parte tienen algo de azufre ymercurio;perolospurgantesylossudoríficossondrogasperniciosasinventadasporcuranderos.Todaslaspreparacionesquímicasmepareceninvencionesparaarruinar lanaturaleza;yoechomanodemedicamentosmássimplesyseguros.¿Quéesloqueustedacostumbracomer?»,preguntóalenfermo.«Comúnmente,cubiletes ymanjares jugosos», respondió el canónigo. «¡Cubiletes ymanjares

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jugosos!—exclamó suspenso y admirado el doctor—. ¡Ya nomemaravillo dequeustedhayaenfermado!Losmanjaresdeliciosossongustosemponzoñados,lazos que la sensualidad arma a los hombres para destruirlos con mayorseguridad.Esprecisoqueustedrenuncieatodoalimentodebuengusto:losmásdesabridosson losmáspropiospara la salud.Como la sangrees insípida,estápidiendoalimentosanálogosasunaturaleza.¿Ybebeustedvino?»,levolvióapreguntar. «Sí, señor, pero aguado», respondió el enfermo. «¡Qué dice ustedaguado!—exclamó el doctor—. ¡Qué desorden! ¡Qué espantoso desarreglo!¡Debíaustedhabersemuertocienañosha!¿Yquéedadesladeusted?»«Voyaentrarensesentaynueveaños»,repusoellicenciado.«Justamente—continuóelmédico—, la vejez anticipada siempre es fruto de la intemperancia. Si ustedhubierabebidosóloaguaclaratodasuvidayusadodealimentossimples,comomanzanas cocidas, por ejemplo, y guisantes o judías, no se vería ahoraatormentadodelagota,ytodossusmiembrosejerceríantodavíafácilmentesusrespectivasfunciones.Contodo,nodesconfíoderestablecerle,comoseentregueciegamente a cuanto yo ordenare.» El canónigo, aunque gustaba de buenosbocados,ofrecióobedecerleentodoyportodo.

EntoncesSangredomedijofueseprontamenteallamaraunsangradorqueélmismomenombró,ylehizosacaramiamoseistazascompletasdesangreparaempezar a suplir la falta de transpiración. Después dijo al sangrador: «MaeseMartínOñez:dentrodetreshorasvolvedasacarleotrasseis,ymañanarepetiréislomismo.Eserrorcreerquelasangreseanecesariaparalaconservacióndelavida:pormuchaqueselesaqueaunenfermo,nuncaserádemasiada.Comoentalestadoapenastienequehacermovimientoniejercicio,sinoelprecisoparanomorirse, nonecesitamás sangre para vivir que la quehamenester unhombredormido.Enunoyotrolavidasóloconsisteenelpulsoyenlarespiración.»Nocreyendomibuenamoqueuntangranmédicopudiesehacerfalsossilogismos,convinoendejarsesangrar.Despuésqueeldoctorordenófrecuentesycopiosassangrías,añadióqueeratambiénprecisodardebeberalenfermoaguacalienteacadapaso,asegurandoqueelaguaenabundanciaeraelmayorespecíficocontratodas lasenfermedades.Conestoconcluyósuvisitayse fué,diciéndonosa laseñoraJacintayamíqueélsalíaporfiadordelasaluddelseñorcanónigocontal que se observase a la letra todo lo que acababa de prescribir. El ama, quequizá juzgaba todo lo contrario de lo que él se prometía de sumétodo, le diópalabra de que se observaría con la más escrupulosa exactitud. Con efecto,inmediatamentepusimosacalentaragua,ycomoeldoctornoshabíaencargadotanto que fuésemos liberales de ella, luego le hicimos beber cinco o seiscuartillos; una hora después repetimos lo mismo, y de tiempo en tiempo

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volvíamosaello,demaneraqueenelespaciodepocashoraslemetimosunríodeaguaenlabarriga.Ayudándonosporotraparteelsangradorconlacantidaddesangrequelesacaba,enmenosdedosdíaspusimosalpobrecanónigoalaspuertasdelamuerte.

Yanopodíamáselbueneclesiástico,ypresentándoleyoungranvasodelsoberanoespecíficoparaquelebebiese,«¡Quitaallá,amigoGilBlas!—medijocon voz desmayada—. ¡Ya no puedo bebermás! Conozco queme es precisomorirapesardelagranvirtuddelaguayquenomesientomejoraunqueapenasmehaquedadoenelcuerpounagotadesangre:pruebaclaradequeelmédicomáshábilymássabiodelmundonoescapazdeprolongarnosuninstantelavidacuando llegó el término fatal. Es ya necesario disponerme para partir al otromundo.Anda,pues,ytráemeaquíunescribano,quequierohacertestamento.»Cuando oí estas palabras, que ciertamente no me desagradaron, fingíentristecermemuchísimo, y disimulando la gana que tenía de ejecutar cuantoanteselencargoquemeacababadedar,comohaceentalescasostodoheredero,«¡Oh,señor!—lerespondí,dandounprofundosuspiro—.¡Noestásumercedtanmalo, por la misericordia de Dios, que todavía no pueda esperar levantarse!»«¡No,no,hijomío!—repuso—.¡Estoyaseacabó!Estoyviendoquesubelagotay que la muerte se va acercando. Vé, pues, y haz cuanto antes lo que te hemandado.» Conocí, efectivamente, que se le mudaba el semblante y que ibaperdiendo terreno por momentos, por lo cual, persuadido de que el asuntoestrechaba,marchévolandoaejecutarloquemehabíaordenado,dejandoconelenfermoalaseñoraJacinta,lacualtemíaaúnmásqueyoquenuestrocanónigose nosmuriese sin testar. Entréme en casa del primer escribano que encontré.«Señor—ledije—,miamo,ellicenciadoCedillo,estáacabando;quierehacersuúltima disposición y no hay que perder tiempo.» Era el escribano un hombrerechonchoypequeñito,degenioalegreyamigodebufonearse.«¿Quémédicoleasiste?»,mepreguntó.«EldoctorSangredo»,lerespondí.«¡Puesvamos,vamosaprisa—repuso él, cogiendo apresuradamente la capa y el sombrero—, porqueese doctor es tan expeditivo que no da lugar a los enfermos para llamar a losescribanos!¡Esunhombrequemehahechoperdermuchostestamentos!»

Diciendoesto,salimosjuntos,andandoaceleradamenteparallegarantesqueelenfermoentraseen laagonía;yyodijeenelcaminoalescribano:«Yasabeustedqueaunpobretestadorcuandoestáenfermosuelefaltarlelamemoria,porlocualsuplicoaustedque,siesmenester,lehagaalgúnrecuerdodemilealtadydemicelo.»«Yoteloprometo—merespondió—,yfíatedemipalabra,puesesjustoqueunamorecompenseauncriadoquelehaservidobien;yasí,porpocoqueleveainclinadoapagartusservicios,leexhortaréaquetedejealgunabuena

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manda.»Cuandollegamosacasa,hallamostodavíaalenfermodespejadoycontodos sus sentidos. Estaba junto a él la señora Jacinta, bañado el rostro enlágrimas. Acababa de hacer bien su papel, disponiendo al canónigo a que ledejase lomejor que tenía.Quedó el escribano solo con el amo, y los dos nossalimosalaantesala,dondeencontramosalsangrador,queveníaahacerleotrasangría.«¡Deténgase,maeseMartín!—ledijoelama—.Ahoranopuedeentrar,porqueestásumercedhaciendotestamento.Lesangraréisavuestroplacerluegoqueacabe.»

Estábamoscongrantemorlabeatayyodequemurieseenelmismoactodetestar;pero,porfortuna,seformalizóelinstrumentoquenosocasionabaaquellainquietud.Vimos salir al escribano, que encontrándome al paso, dándomeunapalmaditaenelhombroysonriéndose,medijo:«¡Nohassidoechadoenolvido,GilBlas!»,palabrasquemellenarondealborozo.Yagradecítantolamemoriaquemiamohabíahechodemí,queofrecíencomendarlemuydeverasaDiosdespuésdesumuerte,laquetardópocoensuceder,porquehabiéndolesangradootravez el sangrador, el pobreviejo, queya estaba casi exangüe, expiró en elmismomomento.Apenasacababadeexhalarelúltimosuspiro,cuandoentróelmédico,quesequedócortadoymudo,noobstantedeestartanacostumbradoadespacharcuantoantesasusenfermos.Contodoeso,lejosdeatribuirsumuertea tantaaguaya tantas sangrías,volvió lasespaldas,diciendocon frialdadquehabíamuertoporquelehabíansangradopocoynodádolebastanteaguacaliente.El ejecutor de la medicina, quiero decir el sangrador, viendo que ya no eranecesario su ministerio, se marchó también, siguiendo al doctor Sangredo,diciendounoyotroquedesdeelprimerdíahabíandesahuciadoallicenciado.Y,enefecto,casinuncaseengañabancuandopronunciabansemejantefallo.

Luego que vimos muerto a nuestro amo, la señora Jacinta, Inesilla y yocomenzamosunconciertodefúnebresalaridos,ytalesqueseoyeronentodalavecindad. La beata, sobre todo, que tenía mayor motivo para estar alegre,levantabaelgrito con lamentos tan funestosqueparecía lamujermásafligidadelmundo.Enun instantese llenó lacasadegente,atraídamásdecuriosidadquedecompasión.Losparientesdeldifuntosepresentarontambiénmuypronto,yhallarontandesconsoladaalabeataquesepersuadieronqueelcanónigohabíamuerto ab intestato. Pero tardó poco en abrirse a presencia de todos eltestamento, dispuesto con las formalidades necesarias; y cuando vieron que eltestadordejabalasmejoresalhajasalaseñoraJacintayalaniña,pronunciaronuna oración fúnebre del canónigo poco decorosa a sumemoria,motejando almismotiempoalabeata,sinolvidarmeamí,queverdaderamentelomerecía.Ellicenciado—¡enpazseasualma!—,paraobligarmeaquenomeolvidasedeél

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en toda mi vida, se explicaba así en el artículo del testamento que hablabaconmigo: «Item, por cuanto Gil Blas es un mozo que tiene algún baño deliteratura,paraqueacabedeperfeccionarseysehagahombresabio,ledejomilibreríacontodosloslibrosymanuscritos,sinexceptuarninguno.»

Nosabíayodóndepodíaestarlatalsoñadalibrería,porqueenningunapartede la casa la había visto jamás. Sólo había sobre una tabla en el cuarto delcanónigo cinco o seis libros con algún legajo de papeles, y los tales libros nopodíanservirmeparanada.UnosetitulabaElcocineroperfecto;otrotratabadela indigestión y del modo de curarla; los demás eran las cuatro partes delBreviario,medioroídasdelapolilla.Encuantoalosmanuscritos,elmáscuriosoeratodoslosautosdeunpleitoquehabíaseguidoelcanónigoparaconseguirlaprebenda.Despuésqueexaminémi legadoconmayoratenciónde laqueél semerecía,selocedíalosparientesdeldifunto,quetantomelohabíanenvidiado.Entreguéles también el vestido que tenía a cuestas y volví a tomar el mío,contentándome con que me pagasen mi salario, y fuíme a buscar otraconveniencia.Por loque toca a la señora Jacinta, ademásdel dineroy alhajasque el canónigo le había dejado, se levantó con otras muchas cosas queocultamente había depositado en su buen amigo durante la enfermedad deldifunto.

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CAPÍTULOIII

EntraGilBlasaserviraldoctorSangredoysehacefamosomédico.

ResolvíirabuscaralseñorAriasdeLondoñaparaescogerensuregistrootracasa donde servir; pero cuando estabamuy cerca del rincón donde vivía, meencontréconeldoctorSangredo,aquiennohabíavistodesdelamuertedemiamo,ymeatrevíasaludarle.Conociómeinmediatamente,aunqueestabaenotrotraje, y mostrando particular gusto de verme, «Hijo mío—me dijo—, ahoramismoibapensandoenti.Hemenesteruncriadoytúereselquemeconviene,contalquesepas leeryescribir.»«Comousted—dije—nopidamás,délo todopor hecho.» «Pues siendo así—replicó—, vente conmigo, porque tú eres elhombre que yo busco. En mi casa lo pasarás alegremente; te trataré condistinción; no te señalaré salario, pero nada te faltará.Cuidaré de vestirte condecencia,teenseñaréelgransecretodecurartodogénerodeenfermedadesy,enunapalabra,másserásdiscípulomíoquecriado.»

Aceptélaproposicióndeldoctor,conlaesperanzadesaliruncélebremédicobajoladireccióndetangranmaestro.Llevómeluegoasucasaparainstruirmeenelministerioaquemedestinaba.Reducíaseésteaescribirelnombre,lacalley casa dondevivían los enfermosque le llamabanmientras él visitaba a otrosparroquianos. Para este fin tenía un libro en que asentaba todo lo dicho unacriadavieja,alacualsereducíatodasufamilia;pero,sobrenosaberpalabradeortografía, escribía tan mal que, por lo común, no se podía comprender loescrito. Encargóme, pues, a mí este registro, que se podía intitular con razónRegistromortuorioolibrodedifuntos,porquemoríancasitodosaquelloscuyosnombres se apuntaban en él. Escribía, por decirlo así, los nombres de los quequerían partir de este mundo, ni más ni menos que en las casas de posta seapuntan losnombresde losquepidencarruajeocaballos.Estabacasi siemprecon la pluma en la mano, porque en aquel tiempo el doctor Sangredo era el

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médicomásacreditadodetodoValladolid,debiendosureputaciónaunalocuelaespeciosasostenidadeciertoairegrave,yalmismotiempoapacible,juntoconalgunasafortunadascurasquefueroncelebradasmásdeloquemerecían.

PracticabamucholaFacultady,porconsiguiente,lefructificababien.Noporesoeltratodesucasaeraelmejor.Enellasevivíamuyfrugalmente.Garbanzos,habasymanzanascocidasoquesoeranuestracomidaordinaria.Decíaqueestosalimentos eran los más convenientes al estómago por ser más dóciles a latrituración. Con todo eso, aunque los consideraba muy fáciles de digerir, noquería que nos hartásemos de ellos, en lo que teníamucha razón; pero si a lacriadayamínosprohibíacomermucho,enrecompensanospermitíabeberaguasintasa.Lejosdeandarenestoconescasez,nosdecíamuchasveces:«¡Bebed,hijos míos! La salud consiste en que todas las partes de nuestra máquina seconservenflexibles,ágilesyhúmedas.Bebedaguaenabundancia,porqueeseldisolventeuniversalqueprecipitatodaslassales.¿Estáacasodetenidoylentoelcurso de la sangre? Ella le acelera. ¿Está rápido y precipitado? Le detiene.»Estabaelbuendoctor tanpersuadidodeesto,queaunélmismonobebíamasque agua, sin embargodehallarseya en edadmuyavanzada.Definía la vejezdiciendoqueerauna tisisnaturalquenosdesecayconsume.Fundadoenestadefinición, lamentaba la ignorancia de los que llaman al vino la leche de losviejos. Sostenía que antes bien los desgasta y los destruye, diciendo muyelegantementequeestelicor,asíparalosviejoscomoparatodoslosdemás,eraunamigotraidoryungustomuyengañoso.

Apesardetanbellosraciocinios,alosochodíasqueestuveenaquellacasapadecíunadiarreaacompañadadecruelesdoloresdeestómago, loque tuve latemeridaddeatribuiraldisolventeuniversalyalamalacalidaddelosalimentosque comía. Quejéme de esto al nuevo amo, esperando que al cabo vendría acondescender y a darme algún poco de vino en las comidas; pero era muyenemigodeestelicorparatenersemejantecondescendencia.«Cuandotehayasacostumbradoabeberagua—medijo—,conocerássusvirtudes.Porlodemás,site disgusta mucho el agua pura, hay mil arbitrios inocentes para corregir eldesabrimientode lasbebidasacuosas.La salviay labetónica lescomunicaungustodelicioso,ysiquieresque loseamuchomás,mezclaunpocodeflorderomero,declavelodeamapola.»

Pormásqueponderaselasexcelenciasdelaguaypormásquemeenseñaseelmodo de componer bebidas exquisitas sin que para nada fuese necesario elvino,labebíayocontantamoderaciónque,advirtiéndoloél,medijoundía:«Yanomeadmiro,GilBlas,dequenogocesunaperfecta salud,porquenobebesbastante,amigomío.Elaguabebidaenpocacantidadsólosirvepararemoverla

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porcióndelabilisydarlemayorvigoryactividad,cuandoesnecesarioanegarlaenundiluyentecopioso.Notemas,hijo,quelaabundanciadelaguatedebilitenienfríe demasiado el estómago. Lejos de ti ese terror pánico con quemiras lafrecuenciadetansaludablebebida.Yosalgoporfiadordesubuenefecto;ysinotesatisfacemifianza,eldivinoCelsosaldráaabonarla.Esteoráculolatinohaceun admirable elogio del agua, y añade en términos expresos que los que porbeber vino se excusan con la debilidad del estómago levantan un falsotestimonioaestaentrañaparaencubrirsusensualidad.»

Comohubierasidocosafeadarpruebasdeindócilcuandodabaprincipioalacarrerade laMedicina,mostréquemehacía fuerza la razónyaunconfiesoqueefectivamentelacreí.Proseguí,pues,enbeberagua,bajolafedeCelso,o,pormejordecir,comencéaanegarlabilisbebiendoengrancopiaaquellicor;yaunque cada día me sentía más desazonado, pudo más la preocupación queexperiencia.Tenía,comoseve,unaadmirabledisposiciónparasermédico.Sinembargo, no pudiendo resistir más a la violencia de los males que meatormentaban,tomélaresolucióndedejarlacasadeldoctorSangredo;peroéstemehonróconnuevoempleo,elcualmehizomudardeparecer.«Mira,hijo—medijoundía—,yonosoydeaquellosamosingratosydurosquedejanenvejeceraloscriadossinpasarlesporelpensamientoelrecompensarsusservicios.Estoycontentocontigo,tequieroy,sinaguardaraquemehayasservidomástiempo,esmiánimohacertedichoso.Ahoramismotevoyadescubrir lomássutildelsaludable arte que profeso tantos años ha. Los demás médicos piensan queconsisteenelestudiopenosodemilciencias taninútilescomodificultosas;yointentoabreviaruncaminotanlargoyahorrarteeltrabajodeestudiarlaFísica,la Farmacia, la Botánica y la Anatomía. Sábete, amigo, que para curar todogénerodemalesnoesmenestermásquesangrarybeberaguacaliente.Esteeselgransecretoparacurartodaslasenfermedadesdelmundo.Sí;estemaravillososecreto que yo te comunico, y la Naturaleza no ha podido ocultar a misprofundas observaciones, manteniéndose impenetrable a mis hermanos ycompañeros,sereduceasolosdospuntos:sangríasyaguacaliente,unoyotroenabundancia.Notengomásqueenseñarte.YasabesderaíztodalaMedicina;ysite aprovechas demis largas experiencias, serás tan granmédico como yo.Alpresenteme puedes aliviarmucho. Por lasmañanas te estarás en casa a tenercuentadelregistroyporlastardesirásavisitaramisenfermos.Yoasistiréalanobleza y al clero; tú visitarás a los del estado general que me llamaren, ydespués de haber ejercido algún tiempo, haré que te incorporen en nuestrogremio.Heaquí,GilBlas,queyaeres sabio sin sermédico, cuandootrospormuchosaños,ylamayorpartetodalavida,sonmédicosantesdesersabios.»

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Digraciasaldoctorporhabermepuestoentanpocotiempoenestadodesersubstituto suyo, y, en señal de mi agradecimiento, le ofrecí que toda la vidaseguiría a ciegas sus opiniones, aunque fuesen contrarias a las del mismoHipócrates. Pero esta palabra no era del todo sincera, porque no podíaconformarmeconsuopiniónacercadelagua,yenmicorazóndeterminébebervinosiemprequefueseavisitarmisenfermos.Segundavezmedesnudédemivestidoytoméotrodemiamoparapresentarmeentrajedemédico.Hechoesto,me dispuse a practicar laMedicina a costa de los pobres que cayesen enmismanos. Tocóme dar principio por un alguacil que adolecía de un dolor decostado.Dispuse lesangrasensinpiedadyquenosenegasenadarledebeberaguacalienteconabundancia.Entrédespuésencasadeunpasteleroaquienlagotalehacíaponerlosgritosenelcielo.Notuvemáscompasióndesusangreque de la del alguacil y fuí muy liberal en mandarle dar agua caliente.Valiéronme doce reales las dos visitas, y quedé tan contento con el nuevoejercicioquesólodeseabacosechadeenfermosyachacosos.

Al salir de casa del pastelerome encontré con Fabricio, a quien no habíavistodesdelamuertedellicenciadoCedillo.Mirómeatentoyatónitoporalgúntiempo, y después dió una carcajada tan grande que parecía iba a reventar derisa.Nodejabadetenerrazón:llevabayounacapatanlargaquemellegabaalostalones; la chupa y el calzón eran tan anchos que sobraban mucho para doscuerpos como el mío. En fin, mi figura podía pasar por original y grotesca.Dejéledesahogarse,yaunyomismolehubieraacompañadosinomecontuvieraeldecorodelacalleylarepresentacióndemédico,quenoesunanimalrisible.SimiridículotrajehabíamovidoarisaaFabricio,miseriedadselaaumentó,ydespuésque se riócuantoquiso,«¡Porcierto,GilBlas—exclamó—,queestásestrafalariamentepuesto!¿Quiéndiablos tehadisfrazadoasí?»«¡Pocoapoco,Fabricio,pocoapocoytratacontodorespetoaunnuevoHipócrates!Sábetequesoy substituto del doctorSangredo,médico elmás famosodeValladolid.Tressemanas ha que estoy en su casa, y en este breve tiempo me ha enseñadoradicalmentelaMedicina;demaneraque,comoélnopuedevisitaratodoslosenfermosquelellaman,visitoyounapartedeellosparaaliviarle.Elasistealagente principal y yo a la plebe.» «¡Bellamente!—replicó Fabricio—. Eso, enbuen romance, quiere decir que te ha cedido la sangre plebeya y él se haguardado la ilustre.Doite el parabién de la parte que te ha tocado, que enmiconceptoes lamejor,porqueaunmédico leconvienemásejercersuFacultadconlagentepobrequeconlaopulenta.¡Vivanlosmédicosdealdeaydearrabal!Susyerrossonmenossabidosynometentantabullasusasesinatos.Sí,amigo,tusuertemeparecelamásenvidiable,yporhablaramaneradeAlejandro,siyo

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nofueraFabricioquerríaserGilBlas.»ParaqueelhijodelbarberoNúñezconociesequenoexagerabanimentíaen

alabar tantomipresentecondición, lemostré losdocerealesdelalguacilydelpastelero,ydespuésnosentramoslosdosenunatabernaparabeberacostadeellos.Presentáronnosunvinobueno,elcualmepareciómuchomejordeloqueeraporlagranganaqueteníadebeberle.Echémealcuerpovalientestragosy,conlicenciadeloráculolatino,alpasoqueibabebiendoconocíqueelestómagonosequejabadelasinjusticiasquelehabíahecho.DetuvímonosbastantetiempoFabricioyyoenlatabernaynosburlamoslargamentedenuestrosamos,comoesusoycostumbreentretodosloscriados.Viendoqueseacercabalanoche,nosretiramos, quedando apalabrados de volvernos a ver la tarde siguiente en elmismoparaje.

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CAPÍTULOIV

ProsigueGilBlasejerciendolaMedicinacontantoaciertocomocapacidad.Aventuradelasortijarecobrada.

No bien había yo entrado en casa, cuando también volvió a ella el doctorSangredo. Informéle de los enfermos que había visitado y le puse en lamanoochorealesque restaronde losdocequemehabíanvalidomis recetas.«Ochoreales—medijo—pordosvisitassonpocacosa;peroalfinesprecisorecibirloquenosdieren.»Tomólos,y,embolsándoselosseis,mediósólodos.«Toma,GilBlas—prosiguió—;ahítedoyparaqueempiecesajuntaruncapital,puesdesdeluego te cedo la cuartapartede loqueme toca.Presto serás rico, amigomío,porqueesteaño,queriendoDios,habrámuchasenfermedades.»

Contentéme, y con razón, pues habiendo resuelto quedarme con la cuartapartedeloquerecibíaycediéndomeeldoctorlaotracuartapartedeloqueyoleentregaba,veníaa tocarme, sinomeengañamiaritmética, lamitadde loquerealmentepercibía.EstomediónuevoalientoparaaplicarmealaMedicina.Aldíasiguiente,luegoquecomí,volvíaecharmeacuestaselhábitodesubstitutoysalíacampaña.Visitémuchosenfermosdelosqueyomismohabíasentadoenellibroyatodoslesrecetélosmismosmedicamentos,aunquepadecíandiferentesenfermedades.Hasta aquí las cosas iban viento en popa y ninguno, gracias alCielo, se había alborotado contra mis recetas. Pero nunca faltan censores delmétododeunmédico,porexcelentequesea.Entréencasadeundrogueroqueteníaunhijohidrópico,ymeencontréconciertomediquillo,decoloramulatado,quesellamabaeldoctorCuchillo,llevadoallíporunparientedelmercader.Hiceprofundascortesíasatodosloscircunstantes,peroparticularmentealtalfigurilla,que me persuadí había sido llamado para consultar sobre la enfermedad queteníamos entremanos. Saludóme conmucha gravedad, y después de habermemiradoatentamente,«Señordoctor—medijo—,yoconozcoatodoslosmédicosdeValladolid,hermanosycompañerosmíos,peroconfiesoquelafisonomíade

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ustedesparamíenteramentenueva,porloqueesprecisoqueustedhayavenidoaestablecerseaestaciudaddemuypoco tiempoaestaparte.»«Yo,señor—lerespondí—,soyunjovenpasantequeejerzoalasombraybajolosauspiciosdeldoctor Sangredo, tan conocido en este pueblo y en toda la comarca.» «Doy austed la enhorabuena—me replicó cortésmente—de que haya adoptado elmétododeunhombretangrande.Nodudoqueseráustedhabilísimo,aunquetanmozotodavía.»Dijoestocontantanaturalidadquenopudediscernirsihablabade veras o si se burlaba demí. Estaba pensando en lo que había de replicar,cuandoeldroguero tomó lapalabraynosdijo:«Señores, tengoporciertoqueustedes saben uno y otro perfectamente laMedicina, y así, les suplico que, sigustan,sesirvanconsultarentrelosdosquéesloquedebohacerparalograrelconsuelodeverbuenoamihijo.»

Oyendoesto el doctorcillo, comenzóaobservar al enfermo,yhabiéndomehechonotar todos lossíntomasquedescubrían lanaturalezade laenfermedad,mepreguntódequémanerapensabayocurarla.«Mipareceres—lerespondí—que se le sangre todos los días y que se le dé a beber agua caliente enabundancia.»Aloír esto elmediquín, preguntó sonriéndose conaire socarrón:«¿Y cree usted que con esos excelentes remedios se le salvará la vida alenfermo?»«¡Ycómoquelocreo!—respondíanimoso—.Sindudaseconseguiráeseefecto,puessonunosespecíficoscontratodogénerodemales;ysino,quelodigaeldoctorSangredo.»«Segúneso—replicóeldoctorCuchillo—,seengañamucho Celso, y escribió un gran disparate asegurando que para facilitar lacuracióndeunhidrópicoesconvenientedejarlepadecerhambreysed.»«¡Oh!—lerespondí—.YonotengoaCelsopororáculo.Engañóse,comoseengañaronotros,yalgunasvecesmecomplazcoenircontrasusopiniones.»«Conozcoporla explicación de usted—repuso Cuchillo—la práctica segura y buena que eldoctorSangredoquiere inspirara todos losprofesores jóvenes.Lasangríay labebidaessumedicamentouniversal,porloquenomeadmiroyadequetantoshombres honrados perezcan en sus manos.» «Dejémonos de invectivas—leinterrumpí yo con sequedad—; no está bien en un hombre de la profesión deusted tocar esta tecla. Sin sacar sangre y sin dejarles beber se han enviadomuchoshombresalasepultura,yquizáustedhabrádespachadoaellamásqueotros.Siusted tienealgocontrael señorSangredo,escriba impugnándole,quenodejará,ciertamente,deresponder,yentoncesveremosquiéneselquequedavencido.» «¡Por San Pedro y San Pablo—prorrumpió lleno de cólera eldoctorcillo—,queustednoconocealdoctorCuchillo!¡Sepa,pues,amigomío,quetengogarrasycolmillosyquedeningúnmodomecausamiedoSangredo,elcual, mal que le pese a su vanidad y presunción, en suma no esmas que un

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original sin copia!» La figura del mediquillo me hizo despreciar su cólera.Respondíleconenfado;correspondiómeconelmismo,yenbrevevinimosalasmanos.Dímonosalgunaspuñadasynosarrancamosunoaotroporcióndepelosantesqueeldrogueroysuparientanospudiesenseparar.Luegoquelohubieronconseguido, pagáronme la visita e hicieron quedar a mi antagonista, queverosímilmentelespareciómáshábilqueyo.

Despuésdeestaaventurafaltépocoparaquemesucedieseotra.Fuíavisitara cierto sochantre que estaba con calentura. Apenas me oyó hablar de aguacaliente,cuandosemostrótanrebeldeaesteremedioquecomenzóadarvotos.Díjomemildesvergüenzasyaunmeamenazódequemeecharíaporlaventana.Salídeaquellacasamásdeprisadeloquehabíaentrado.Noquisevisitarmásenfermosaqueldíayme fuí derechoa la tabernade lo caro, donde lavísperahabíamos quedado apalabrados Fabricio y yo. Como ambos teníamos buenasganasdebeber,lohicimosperfectamente,ydespuésnosretiramoscadaunoasucasa,enbuenestadoambos;quierodecir,morosvan,morosvienen.Noconocióel doctor Sangredo el achaque de que yo adolecía, porque le conté con tantaenergía lo que me había sucedido con el doctorcillo que atribuyó misdescompasadasaccionesymispalabrasmalarticuladasalenojoycóleraquemehabíacausadoellancequelerefería.Fueradeeso,comoélerainteresadoenelhecho,sealteróalgocontraeldoctorCuchillo;yasí,medijo:«Hicistemuybien,GilBlas,envolverporelhonordenuestrosremedioscontraaquelaborto,o,pormejor decir, embrión de nuestra Facultad. Pues qué, ¿piensa el grandísimoignorantequenosedebenadministraraloshidrópicosbebidasacuosas?¡Pobrementecato! Pues yo defenderé delante de todo el mundo que con el agua sepuede curar todo género de hidropesías y que es un específico igualmenteadaptadoparaéstascomoparalosreumatismosyopilaciones.Estambiénmuypropiaparaaquelgénerodecalenturasqueporunaparteabrasanalenfermoypor otra le hielan, y esmaravilloso remedio para todas aquellas enfermedadesqueseatribuyenahumoresfríos,serosos,flemáticosypituitosos.Estaopiniónsólopareceextrañaa losprincipiantes,cualesCuchillo, incapacesdediscurrircomo filósofos; pero es muy probable en buena Medicina; y si ellos fuerancapacesdepenetrarlarazónenquesefunda,envezdedesacreditarmellegaríanasermismayoresapasionados.»

Tantaera sucólera,queniaun lepasósiquieraporelpensamientoqueyohubiesebebido,pues, por irritarlemás, adredementehabíayo añadidoalgunascircunstanciasdemipegujalodemi fecunda inventiva.Con todoeso, aunqueestaba tan ocupado en lo que le acababa de contar, no dejó de advertir queaquellanochehabíayobebidomásaguade loqueacostumbraba,porque, con

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efecto, el vino me había dado muchísima sed. Otro que no fuese el doctorSangredohabríamaliciadounpocodeaquellagrandesedquemeaquejabaydelos sendos vasos de agua que bebía; pero él creyó buenamente que yo ibaaficionándomealasbebidasacuosas,yasí,medijosonriéndose:«AmigoGil,aloqueveo,yaparecequenotienestantaenemistadconelagua.¡Porvidamía,que la bebes como pudieras el más delicioso néctar! No me admiro de eso,porqueyasabíayoqueconel tiempoteacostumbraríasaestesoberanolicor.»«Señor—le respondí—, bien dice aquel refrán:Cada cosa a su tiempo y losnabosenadviento.Loqueesahora,creasumercedquedaríayounacubaenteradevinoporunasolaazumbredeagua.»Quedótanencantadoeldoctorconestarespuesta, que tomó de ella ocasión para ponderar las excelencias de aquellabebida.Hizonuevamentesupanegírico,noyacomopanegiristafrío,sinocomounoradorentusiasmado.«Milyaunmilmillonesdeveces—exclamó—eranmásestimablesymásinocentesquelastabernasdenuestrostiemposlastermópilasdelossiglospasados,dondenoseibaamalgastarvergonzosamentelahacienday la vida anegándose en el vino, sino que concurrían allí a divertirsehonestamente y a beber sin riesgo agua caliente en abundancia. Nunca seadmirará bastantemente la sabia previsión de los antiguos gobernadores de lavidacivil,queinstituyeronlugarespúblicosdondecadaunopudieselibrementeacudirabeberaguaasusatisfacción,haciendoencerrarelvinoenlascuevasdelosboticarios,conseveraprohibicióndequeningunolepudiesebebersinolerecetaba el médico. ¡Oh qué rasgo de prudencia! Sin duda—añadió—que porunareliquiadelaantiguafrugalidad,dignadelsiglodeoro,seconservanaúneldía de hoy algunas pocas personas que, como tú y comoyo, solamente bebenagua, persuadidas de que evitarán o curarán todos los males bebiendo aguacaliente que no haya hervido, porque tengo observado que la hervida es máspesadaynolaabrazatanbienelestómagocomolaquesinhervir llegasóloacalentarse.»Másdeunaveztemíreventarderisamientrasmiamodiscurríaenelasuntocontantaelocuencia.Contodoeso,memantuveserio,yaunhicemás,puesmostréserdelmismosentirqueeldoctorSangredo:abominédelusodelvinoymecompadecídeloshombresqueteníanladesgraciadepagarsedeunabebidatanperniciosa.Despuésdeesto,comotodavíamesentíaconsobradased,llenédeaguacalienteunagrantazaydeunaasentadamelaechétodaalcuerpo.«¡Vamos, señor—dije a mi amo—, hartémonos de este benéfico licor yresucitemos en esta casa aquellas antiguas termópilas, de cuya falta tanto selamentausted!»Celebrómuchoestaspalabras,ypormásdeunahoraenterameestuvoexhortandoaquebebiesesiempreagua.Prometílequelabeberíatodalavida,yparacumplirmejormipalabrameacostéconfirmepropósitodeirtodoslosdíasalataberna.

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Ellancepesadoquehabíatenidoencasadeldrogueronomequitóelgustodeirarecetareldíasiguientesangríasyaguacaliente.Alsalirdelacasadeunpoetaqueestabafrenéticomeencontréconunavieja,lacualsellegóamíymepreguntó si era médico. Respondíle que sí, y ella me suplicó con muchahumildad me sirviese acompañarla a su casa, donde estaba indispuesta susobrina, que se sentía mala desde el día anterior, ignorando cuál fuese suenfermedad. Seguíla, y guiándome a su casa, me hizo entrar en un cuartoadornadodemueblesmuydecentes,dondeviunamujerencama.Acerquémeaellaparaobservarla.Desdeluegomellamólaatenciónsufisonomía,ydespuésde haberla mirado por algunos momentos reconocí, sin quedarme género deduda, que era aquellamisma aventurera que había hecho tan perfectamente elpapeldeCamila.Porloqueaellatoca,meparecióquenomehabíaconocido,yafueseportenerlaabatidaelmaloyaporeltrajedemédicoenquemeveía.Toméleelpulsoyviqueteníapuestamisortija.Sentíunaterribleconmociónalreconocer una alhaja a la cual tenía yo tanto derecho, y estuve fuertementetentadoaquitárselaporfuerza;perosabiendoquelasmujeresluegocomienzanagritar,y temiendoacudieseasudefensaeldichosodonRafaeloalgúnotrodetantos protectores como tiene siempre el bello sexo para acudir a sus gritos,resistí a la tentación. Pareciómeque seríamejor disimular por entonces, hastaconsultarelcasoconFabricio.Abracé,pues,esteúltimopartido.Mientrastanto,laviejameapurabaparaquedeclaraseelmaldequeadolecía supostizao suverdaderasobrina.Nofuítanmentecatoquequisieseconfesarquenoleconocía;antesbien,haciendodehombresabioeimitandoamimaestro,dijeconmuchagravedadque tododependíade falta de transpiración, y, por consiguiente, queera menester sangrarla inmediatamente y humedecerla bien haciéndole beberaguacalienteencantidad,paracurarlasegúneldebidométodo.

AbreviélavisitacuantopudeyfuímederechoabuscaralhijodeNúñez,aquientardépocoenencontrar,porqueibaaciertadiligenciadesuamo.Contéleminuevaaventuraylepreguntésileparecíaconvenientemevaliesedealgunosalguacilespararecobrarmialhaja,prendiendoaCamila.«¡No,porcierto!—merespondió—. ¡Nopiensesen taldisparate!Ese seríaelmediomás seguroparaquenuncaviesesen tumano lasortija.Esagentenoesmuy inclinadaahacerrestituciones;ysino,acuérdatede loque tesucedióenAstorga: tucaballo, tudinero, y hasta tu propio vestido, todo quedó en sus uñas.Es necesario, pues,apelaranuestraindustria,siquieresrecobrartudesgraciadodiamante.Déjamelopensaramímientrasvoyadarunrecadodemiamoalproveedordelhospital;espérameenlatabernadequesomosparroquianos,ytenunpocodepaciencia,queprestonosveremos.»

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Másdetreshorashacíaqueleestabaesperando,cuandoalcabopareció.Alprincipio no le conocí, porquehabíamudadode traje; traía el pelo trenzadoyunosbigotespostizosqueletapabanlamitaddelacara;delcintolecolgabaunaespada larga, cuya cazoleta tenía por lo menos tres pies de circunferencia, ymarchabaalfrentedecincohombres,todosconairetanresueltoydeterminadocomoél, llevandoigualmentesusgrandesbigotesyespadaslargas.«¡Servidor,señorGil Blas!—me dijo acercándose amí con resolución y despejo—.Aquítieneustedunalguacildenuevocuño,yenestahonradagentequemeacompañaunoscorchetesdelmismotemple.Sóloquedaacargodeustedelguiarnosacasade la mujer que le robó el diamante, y le empeño mi palabra de que lerecobrará.» Abracé a Fabricio luego que le oí estas palabras, conociendo porellas la estratagema que había inventado para favorecerme, aprobandomuchosemejantearbitrio.Saludétambiénalosfingidosministriles,loscualeserantrescriadosydosmancebosdebarbero,todosamigossuyos,aquieneshabíametidoenquehiciesenaquelpapel.Mandétrajesenvinoparaquerefrescaselaronda,ya la entrada de la noche nos encaminamos a casa de Camila. Llamamos a lapuerta,queyaencontramoscerrada.Vinoaabrirlalavieja;ycreyendoqueeranministrosdejusticialosqueveníanconmigoyquenoibanasucasasinalgúnmal fin, se llenó la pobre demiedo. «No se turbe,madre—ledijoFabricio—,quenovenimospormal, sinoaunnegociodepoca importanciaqueprestoseevacuará.» Diciendo esto, nos fuimos introduciendo hasta el cuarto de laenferma, guiándonos la vieja, que iba delante alumbrando con una vela en uncandelero de plata. Tomé el candelero, y acercándome a la cama de Camila,aplicando la luz a mi cara para que me viese mejor, «¡Infame!—le dije—.¿ConocesahoraaaquelcrédulodeGilBlasaquientanvillanamenteengañaste?¡Enfin,yateencontré,bribonaza!Elcorregidordióoídosamiquerellayordena estos señores de arrestarte y encerrarte en un calabozo. ¡Ea, pues, señoralguacil—dijeaFabricio—,cumplaconloquelehanmandadoyhagaloqueletoca!»«¡Nonecesito—respondióconvozbroncaydesabrida—queningunomeacuerdemiobligación! ¡Ya tengonoticiadeestabuenaalhaja,pues tiempohaque está escrita y registrada enmi librodememoria! ¡Levántese, reinamía, yvístasepronto,queyotendrélafortunadeirlasirviendodeescudero,silollevaabien,hastalacárcelpúblicadeestaciudad!»

Al oír esto Camila, aunque parecía tan postrada, advirtiendo que dosministrilessedisponíanasacarlaporfuerzadelacama,sesentóenella,yjuntaslasmanos, en tono suplicante,mirándome con ojos en que se veía pintado eldesconsuelo y el terror, «¡Señor Gil Blas—me dijo—, apiádese usted de mí!¡Estoselopidoporaquellasucastamadre,queledióaluzdespuésdehaberle

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tenido nueve meses en sus maternales entrañas! Aunque confieso mi culpa,todavía fuímás desgraciada que delincuente. ¡Voy a restituirle su diamante, yporamordeDiosnomepierda!»Diciendoestosesacólasortijaymelapusoenlamano.Peroyo le respondíquenomecontentabaconsóloeldiamante,sinoquetambiénqueríasemerestituyesenlosmilducadosquesemehabíanrobadoenlaposada.¡Señor—replicóella—,losmilducadosnomelospidaustedamí;pídaselosal traidordedonRafael,aquiennohevistodesdeentoncesacá,queaquellamismanocheselosllevó.»«¡Ahbuenamaula!—interrumpióFabricio—.Puesqué,¿nohaymásquedecirquenotuvistearteniparteenelloparadartepor legítimamente disculpada? Basta que hayas sido cómplice del don Rafaelparaquesetepidaestrechacuentadetodatuvidapasada.¡Sindudaquetendrásarchivadasenlaconcienciabellascosas!¡Ven,venalacárcel,dondeharásunabuena confesión general! También quiero llevar en tu compañía a esta buenavieja,aquienjuzgoimpuestaenunainfinidaddelancescuriosos,quealseñorcorregidornolepesarásaber.»

Al oír esto las dos mujeres, no omitieron medio alguno para movernos apiedad.Alborotaronlacasaagritos,llantosylamentos.Mientraslavieja,puestade hinojos, ya delante del alguacil, ya delante de los ministriles, procurabaexcitar su compasión,Camila, delmodomás tierno y patético delmundo,mesuplicabayconjurabalalibrasedemanosdelajusticia.Eraésteunespectáculodigno de verse. Fingí ablandarme y dije al hijo de Núñez: «Señor alguacil,puestoqueyaherecobradomidiamante,semedapocodelodemás.Nodeseoseaflijaaestapobremujer,porquenoquierolamuertedelpecador.»«¡Buenopor cierto!—me respondió—. ¡Usted esmuy compasivo y no valía un pepinopara alguacil! Yo no puedo menos de cumplir con mi obligación, y el señorcorregidorexpresamentememandóprendieseaestasprincesas,porquequieresuseñoríahacerconellasunejemplarquesirvadeescarmiento.»«Hágameustedelfavor—lerepliqué—dehacerpormíalgunacosaysuavizaruntanticoelrigordela orden en favor del regalo que estas damas le quieren hacer en cortademostración de su agradecimiento.» «¡Oh señor doctor!—repuso Fabricio—.¡Eseesotrocantar!¡Nopuedoresistiraesafiguraretóricausadatanatiempo!¡Ea,pues;veamosloquemequierenregalar!»«Daréleausted—dijoCamila—uncollardeperlasyunospendientesdepiedrasquevalenbuendinero.»«¡Sí—respondióFabricio taimadamente—,contalquenoseandelasqueteenviótutíoelgobernadordeFilipinas,porqueesasnolasquiero!»«Osaseguroquesonfinas»,dijoCamila.Yalmismotiempomandóalaviejatrajeseunacajitadondeestaban el collar y los pendientes, que ella misma puso en manos del señoralguacil; y aunque era tan diestro lapidario como yo, no dejó de conocer, sin

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quedarleningunaduda,queeranfinasasílaspiedrasdelospendientescomolasperlasdelcollar.«Estasalhajas—dijodespuésdehaberlasmiradoatentamente—meparecendebuenaley;ysiseañadeaellaselcandelerodeplataqueelseñorGilBlastieneenlamano,norespondoyademiobedienciaalseñorcorregidor.»«No creo—dije entonces a Camila—que por semejante friolera quiera usteddeshacerunconvenioque le tiene tantacuenta.»Diciendoyhaciendo,quité lavela del candelero, se la entregué a la vieja y alargué éste a Fabricio, que,contentándose con ello, quizá porque no vió en la sala ninguna otra cosa deprecioquesepudiesellevarfácilmente,dijoa lasdosmujeres:«¡Adiós,reinasmías!Ypierdancuidado,quevoyahablaralseñorcorregidoryadejarlasmáspurasymásblancasque lamismanieve.Nosotros lesabemospintar lascosascomoqueremos,ynuncalehacemosrelaciónquenoseaverdaderasinocuandotenemos algún poderoso motivo que nos obligue a desfigurar un poco laverdad.»

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CAPÍTULOV

Prosiguelaaventuradelasortija;dejaGilBlaslaMedicinayseausentadeValladolid.

EjecutadotanfelizmenteeladmirableproyectodeFabricio,salimosdecasadeCamila alabándonos de un suceso que había superado nuestras esperanzas,porque sólo habíamos ido a recobrar una sortija y nos llevamos lo demás sinceremonia ni el menor remordimiento. Lejos de hacer escrúpulos de haberrobado a dos mujeres del partido, creíamos haber hecho un acto meritorio.«Señores—dijoFabricioluegoqueestuvimosenlacalle—,soydeparecerquepara coronar esta bella hazaña vayamos a nuestra taberna de lo caro, dondepasaremosalegrementelanoche.Mañanavenderemoselcollar,lospendientesyelcandelero,haremosnuestrascuentasyrepartiremoseldinerocomohermanos.Hechoesto,cadaunoseiráasucasaydiscurriráloquemejorlepareciereparaexcusarsedehaberpasadolanochefueradeella.»Tuvimospormuyprudenteyjuicioso el pensamiento del señor alguacil. Volvimos, pues, todos a nuestrataberna, pareciéndoles a unosque fácilmente encontrarían algúnbuenpretextoparadisculpar el haberdormido fueraynodándoseles aotrosunpitoque losdespidiesensusamos.

Dióseordendequesenosdispusieseunabuenacena,ynossentamosa lamesa con tanto apetito como alegría.Durante ella se suscitaron especiesmuygraciosas, sobre todo Fabricio, que era fecundísimo y hombre de gran talentopara mantener siempre viva la conversación y divertir a toda la compañía.Ocurriéronlemildichosllenosdesalespañola,quenadadebealasalática;peroestandoen lomejorde ladiversiónyde la risa, turbónuestraalegríaun lanceinesperadoy sumamentedesagradable.Entróenel cuartodondeestábamosunhombre bastante bien plantado, a quien acompañaban otros dos demuymalacatadura.Traséstosentraronotrostres,y,enfin,detresentresfueronentrandohasta doce, todos con espadas, carabinas y bayonetas. Conocimos que eran

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ministros verdaderos de justicia y fácilmente penetramos su intención. Alprincipio pensamos en defendernos; pero en un instante nos rodearon y noscontuvieron, así por sumayor número como por el respeto que tuvimos a lasarmasdefuego.«Señores—nosdijoelcomandanteconciertoairecilloburlón—,tengonoticiadelaingeniosainvenciónconqueustedeshanrecobradodemanodeciertaaventureranoséquépreciosasortija.Laestratagemafué ingeniosayexcelente;tanto,quemereceserpúblicamentepremiada,recompensaquenoseles puede a ustedes negar. La justicia, que tiene destinado a ustedes dignoalojamientoensumismacasa,nodejará,ciertamente,depremiarunesfuerzotanraro de ingenio.» Turbáronse a estas palabras todas las personas a quienes sedirigían y mudamos todos de tono y de semblante, llegándonos la vez deexperimentar el mismo terror que habíamos causado en casa de Camila. Sinembargo,Fabricio,aunquepálidoycasimuerto,intentódisculparnos.«Señor—dijotrémulo—,nuestraintenciónfuésindudabuena,yengraciadeellasenospuede perdonar aquella inocente superchería.» «¡Qué diablos!—replicó elcomandanteconviveza—.¿Aesollamastúsupercheríainocente?¿Ignorasporventura que huele a cáñamo o, cuando menos, a baqueta esa inocentesuperchería?Fueradequeaningunoleeslícitohacersejusticiaasímismoporsu propia mano, os llevasteis, además de la sortija, un collar de perlas, uncandelerodeplatayunospendientesdediamantes.Lopeordetodoesqueparahacer este robo os fingisteis ministros de justicia. ¡Unos hombres miserablessuponerse gente honrada para hacer tal villanía y cometer semejante maldad!¿Os parece ésta una culpa venial que se lava con agua bendita? ¡Seréis muydichosossi sóloseechamanode lapencaparaborrarlaycastigarla!»Cuandollegamosacomprenderque lacosaeramásseriade loquenosotroshabíamosimaginado,nosechamos todosa suspiesy le suplicamoscon lágrimasque seapiadasedenosotros y denuestra inconsiderada juventud; pero todosnuestrosclamoresfueroninútiles.Desprecióconindignaciónlapropuestaquelehicimosde cederle el collar, los pendientes y el candelero. Tampoco quiso admitir lasortija, queverdaderamente eramía, quizáporque se la ofrecía a presencia detantostestigos.Enfin,estuvoinexorable.Hizodesarmaramiscompañerosynosllevó a todos a la cárcel. En el camino me contó uno de los alguaciles que,habiendo sospechado la vieja que vivía con Camila que no éramos gente dejusticia,noshabíaseguidoalolejoshastala taberna,yque, teniendomododeocultarseyconfirmarsussospechas,dióprontamentepartedetodoaunarondaparavengarsedenosotros.

Enlacárcelnosregistraronatodoshastalacamisa.Quitáronnoselcollar,lospendientes y el candelero, como también amí aquella sortija de rubíes de las

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Filipinas,que,pordesgracia,habíametidoenunbolsillo, sindejarmesiquieralospocosrealesqueaqueldíamehabíanvalidomisrecetas,pordondeconocíquelosministrilesdeValladolidsabíantanbiensuoficiocomolosdeAstorgayque toda aquella gentecilla tenía unos mismísimos modales. Mientras nosdespojabandedichasalhajasyde lodemásqueencontraron,elcabode rondarefería nuestra aventura a los ejecutores del expolio. Parecióles el negocio detantagravedad,quealgunosnospronosticabaniríamosalahorcasinremedio,yotros, menos severos, decían que la cosa se podría componer con doscientosazotesyalgunosañosdeservicioenlasgaleras.Mientrasresolvíasobreestoelcorregidor,nosencerraronenunobscurocalabozo,dondedormimossobrepajaextendida ni más ni menos que se extiende para que duerman los caballos.Hubieraquizáduradoestolargotiempoynohabríamossalidodeallísinoparairagalerassialsiguientedía,habiendooídoelseñorManuelOrdóñezloquehabíasucedido, no hubiese tomado a su cargo hacer todo lo posible por sacar aFabriciodelacárcel,loquenopodíasersinqueatodosnosdiesenlibertad.EraunhombrequeestabamuybienquistoentodoValladolid,ehizotantosempeñosy revolvió tanto que al cabo de tres días nos vimos todos libres, bien que nosalimosdelaprisióncomohabíamosentrado.Elcollar, lospendientes,yhastamipobrerubí,todosequedóallá.EstometrajoalamemoriaaquellodeVirgilio:Sicvosnonvobis,etc.

Luegoquenosvimosfueradelacárcel,nosfuimostodosabuscaranuestrosamos.RecibiómemuybieneldoctorSangredoymedijo:«MiGilBlas,nosupetu desgracia hasta estamañana, y estaba pensando en empeñarme fuertementeporti.Esmenester,amigo,nodesconsolarseniacobardarseporesteaccidente;antes bien, ahoramásquenunca te has de aplicar a laMedicina.»Respondíleque éste erami ánimo; y, con efecto,me apliqué enteramente a ella.Lejos defaltarmequetrabajar,nuncahubomásenfermos,comolohabíapronosticadomiamo.Acometieron fiebres epidémicas en la ciudad y arrabales. Teníamos quevisitarcadaunotodoslosdíasochoodiezenfermos,porloquesedejaconocerquesebeberíamuchaaguayquesederramaríagranporcióndesangre.Masyonosécómoeraesto:todossenosmorían,oporquenosotrosloscurábamosmal—lo cual claro está que no podía ser—o porque eran incurables lasenfermedades.Araroenfermohacíamosterceravisita,porquealasegundanosveníanadecirqueyalehabíanenterradoo,alomenos,queestabaagonizando.Comotodavíaerayounmédiconuevo,pocoacostumbradoaloshomicidios,meafligíamuchodelossucesosfunestosquemepodíanimputar.«Señor—dijeundíaaldoctorSangredo—,protestoalcieloyalatierraqueobservoexactamenteelmétododeusted;perocontodo,misenfermossevanalotromundo.Parece

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queellosmismosadredementesequierenmorir,nomásqueportenerelgustode desacreditar nuestros remedios. Hoy mismo encontré dos que llevaban aenterrar.» «Hijo mío—me respondió—, poco más poco menos, lo propio mesucede amí. Pocas veces logro la satisfacciónde que sanen los enfermosquecaen en mis manos; y si no estuviera tan seguro de los principios que sigo,creeríaquemismedicamentoseranenteramentecontrariosalasenfermedades.»«Señor—le repliqué—, si usted quisiera creerme, sería yo de sentir quemudásemosdemétodo.Probemos,porcuriosidad,elusarennuestrasrecetasdepreparacionesquímicas;ensayemoselquermes;lopeorquepodrásucederserálomismoqueexperimentamosconnuestraaguayconnuestrassangrías.»«Debuena gana—me respondió—haría yo esa prueba si no fuera por uninconveniente. Acabo de publicar un libro en que ensalzo hasta las nubes elfrecuente uso de la sangría y del agua. ¿Y ahora quieres tú que yo mismodesacreditemiobra?»«¡Oh!—repuseyo—.Siendoasí,noesrazónconcederesetriunfoasusenemigos.Diríanqueustedsehabíadesengañadoylequitaríanelcrédito.¡Perezcaanteselpueblo,noblezayclero,yllevemosnosotrosadelantenuestrotema!Alcabo,nuestroscompañeros,apesardelomalqueestánconlalanceta, no veo que haganmásmilagros que nosotros, y creo que sus drogasvalentantocomonuestrosespecíficos.»

Fuimos,pues,continuandoconnuestrométodofavorito,yenpocassemanasdejamosmásviudasyhuérfanosqueelfamosositiodeTroya.ParecíaquehabíaentradolapesteenValladolid:tantoseranlosentierrosqueseveían.Todoslosdías se presentaba en nuestra casa un padre que nos pedía un hijo a quienhabíamos echado a la sepultura o un tío que se quejaba de que hubiésemosmuertoasusobrino;peronuncaveíamosaningúnsobrinoohijoquevinieseadarnos las gracias porque con nuestros remedios habíamos dado la salud a supadre o a su tío. Por lo que toca a losmaridos, también eran prudentes, puesningunovinoalamentarsedenosotrosporquehubieseperdidoasumujer.Contodoeso,algunaspersonasverdaderamenteafligidasveníantalvezadesahogarconnosotrossupena.Tratábannosde ignorantes,deasesinos,deverdugos,sinperdonar los términos y voces más descompuestas, más rústicas y másignominiosas. Irritábanme sus epítetos groseros; pero mi maestro, que estabamuyacostumbradoaellos,losoíaconlamayorfrescurayserenidaddeánimo.Acasomehubierayotambiénhechoconeltiempoaoírlosconigualserenidadsiel Cielo, quizá por librar de este azote más a los enfermos de Valladolid, nohubierasuscitadounaccidentequedesterróenmílainclinaciónalaMedicina,queejercíacontaninfelizéxito,yelcualdescribiréfielmente,aunqueellectorseríaamicosta.

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Había cerca demi casa un juego de pelota, adonde concurría diariamentetoda la gente ociosa del pueblo, entre ella uno de aquellos valentones yperdonavidasdeprofesiónqueseerigenenmaestrosydecidendefinitivamentetodas lasdudasqueocurrenensemejantesparajes.EravizcaínoyhacíaquelellamasendonRodrigodeMondragón.Parecíacomodetreintaaños,hombredeestaturaordinaria,secoynervudo.Susojoseranpequeñosycentelleantes,queparecía daban vueltas en las órbitas y que amenazaban a todos los que lemiraban;unanarizmuychatalecaíasobreunosbigotesretorcidos,queenformademedialunalesubíanhastalassienes.Suvozeratanásperaydesabridaquebastabaoírlaparacobrarterror.Esteguaposelevantóconelmandodeljuegodepelota.Resolvíasoberanaydecisivamentetodaslasdisputasqueocurríanentrelos jugadores.No admitíamás apelación de sus sentencias que la espada o lapistola; el que no se conformaba con ellas, tenía seguro al día siguiente undesafío.EsteseñordonRodrigo,talcualleacabodepintar,ysinqueeldonquesiempre iba delante de su nombre le quitase el ser plebeyo, hizo una tiernaimpresiónenelcorazóndeladueñadeljuego.Teníaéstacuarentaaños;erarica,bastantebienparecida,yhabíaquincemesesqueestabaviuda.Noséquédiabloslapudoenamorardeaquelhombre.Seguramentequenoseenamoródeélporsuhermosura.Sería sindudaporaquelnoséqué deque todoshablanyningunosabeexplicar.Comoquieraquesea,elhechoesqueellaseenamoródeaquellarara figura y determinó darle su mano. Cuando estaba ya para concluirse eltratado, cayó gravemente enferma y, por su desgracia,me tocó amí el ser sumédico.Aunquesuenfermedadnohubierasidodesuyotanmaligna,bastaríanmisremediosparahacerlapeligrosa.Alcabodecuatrodíasllenédelutoeljuegodepelota,porqueenviéaladueñadeljuegoadondeenviabaamisenfermos,ysusparientesseapoderarondecuantodejó.DonRodrigo,desesperadodehaberperdido su novia, o, por mejor decir, la esperanza de un matrimonio tanventajoso, no satisfecho con vomitar fuego y llamas contra mí, juró que meatravesaríadeparteapartecon laespada laprimeravezquemeviese.Diómenoticiadeestejuramentounvecinomíocaritativoymeaconsejónosaliesedecasa para no encontrarme con aquel diablo de hombre. Este aviso, que mepareciónoeradedespreciar,mellenódemiedoyturbación.Continuamentemeimaginabaqueveíaentrarencasaalfuriosovizcaíno,yestepensamientonomedejaba sosegar. Obligóme, en fin, a dejar la Medicina y a buscar modo delibrarmedesemejantesobresalto.Volvíacogermivestidobordado,despedímedemiamo,quepormásquehizonomepudocontener,yalamanecerdeldíasiguiente salí de la ciudad, temiendo siempre encontrar a don Rodrigo deMondragónenelcamino.

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CAPÍTULOVI

AdóndeseencaminóGilBlasdespuésquesaliódeValladolidyquéespeciedehombreseincorporóconél.

Caminabamuyaprisa,ydecuandoencuandovolvíaamiraratrásporversime seguía el formidable vizcaíno.Teníale tan presente en la imaginación, quecada bulto y cada árbol me parecían que era él, y continuamente me estabadandosaltoselcorazón;perodespuésqueanduveunabuenaleguamesoseguéyproseguí mi viaje con mayor quietud, dirigiéndome a Madrid, adonde habíahechoánimodeir.NosentídejaraValladolid,ysólo,sí,elhabermeseparadodeFabricio,miamadoPílades,sinhaberpodidodespedirmedeél.Nomepesabaelhaber abandonado la Medicina; antes bien, pedía perdón a Dios de haberlaejercido.Contodo,nodejédecontareldineroquellevaba,aunqueeraelsalariodemis homicidios y demis asesinatos, semejante a lasmujeres públicas, quedespuésdearrepentidasdesumalavidanoporesodejandecontarcongustoeldineroque les ha valido.Halléme conunos cincoducados, lo quemeparecióbastante para llegar aMadrid, donde creía hacer fortuna. Además, tenía granganadeveraquellacorte,quemehabíanpintadocomoelcompendiodetodaslasmaravillasdelmundo.

Mientras iba pensando en lo que había oído decir de ella y recreándomeanticipadamenteenlasdiversionesygustosquemeimaginabahabíadegozar,oílavozdeunhombrequeveníacantando trasdemíagaznate tendido.Traíaacuestas unamaleta, en lamano una guitarra y al lado una larguísima espada.Caminabacon tantobríoquemuyprestomealcanzó.Eraunodeaquellosdosaprendicesdebarberoquehabíanestadopresosconmigopor laaventurade lasortija.Desdeluegonosconocimoslosdos,yaunqueunoyotroestábamosentan diferente traje, quedamos igualmente admirados de vernos juntos en aquelsitio. Contéle brevemente la causa de haber dejado a Valladolid y él mecorrespondiódiciéndomequehabíatenidounapeloteraconsumaestro,decuya

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resulta uno y otro se habían despedido para siempre. «Si hubiera queridomantenerme aún en Valladolid—añadió—, habría encontrado diez tiendas poruna,porque,sinvanidad,meatreveréadecirqueacasonoseencontraráentodaEspaña quien sepa rasurar mejor a pelo y contrapelo ni levantar mejor unosbigotes;peronopuderesistiralavehementeganadevolveravermipatria,delaquehadiezañosquefalto.Quierorespiraralgún tiempoelairenativoysabercómo están mis parientes. Pasado mañana espero verme entre ellos, porqueresidenenOlmedo,villamuyconocida,másalládeSegovia.»

MedeterminéairencompañíadelbarberohastasulugarydesdeallípasaraSegovia, con esperanza de encontrar alguna mayor comodidad para llegar aMadrid.Comenzamosahablardecosasindiferentesparadivertirlamolestiadelcamino.Eraelmozuelodebuenhumorydemuygrataconversación.Alcabodeunahoramepreguntó si tenía apetito. «En llegando almesón lo veremos», lerespondí. «¿Pero no se puede tomar antes alguna parva?—me replicó—. Yotraigoenlaalforjaalgoquealmorzar;cuandocamino,siempretengocuidadodellevarpara labucólica,ynogustodecargarconvestidos, ropablancaniotrostraposinútiles,metiendosóloenlaalforjamunicionesdeboca,misnavajasyunpocodejabón,ycolgandolabacíadelcinto.»Alabésuprevisiónyconvineenquetomásemoselrefrigerioquemeproponía.Desviámonosunpocodelcaminopara sentarnos en un prado, donde sacó su provisión el barberillo, que todoconsistía en media docena de cebollas, algunos mendrugos de pan y unosbocados de queso; pero lo que presentó como lomejor ymás precioso de laalforja fué una bota llena de vino, que aseguró ser muy exquisito y sabroso.Aunquelosmanjaresnoeranlosmásdelicados,comoalosdosnosapretabaelhambre,nossupieronmuybienynolosdesairamos.Vaciamostambiéntodalabota, quehacíados azumbres, deunvinoque amiparecernomerecíaque elbarberillo lo hubiese alabado tanto. Concluída nuestra frugal refacción, nosvolvimos a poner en camino y a continuar nuestro viaje conmás vigor y conmayor alegría. El barberillo, a quien Fabricio había dicho quemi vida estaballenadeaventurasmuy singulares,me suplicó se las contase,parapoderdecirquelashabíaoídodemipropiaboca.Pareciéndomequenadapodíanegaraunhombreque acababade regalarmecon tan espléndido almuerzo, ledi el gustoquedeseaba,y,encorrespondencia,ledijeeramenestermerefiriesetambiénélsu vida. «Por lo que toca a mi historia—contestó—, no merece, cierto, sercontada, porque toda ella se reduce a hechos sencillos; pero, sin embargo—añadió—,yaqueno tenemoscosamejor enquéentretenernos, se la referiré austed tal cual ella ha sido.»Ydiciendo y haciendo, comenzó a contarla, pocomásomenosenlostérminossiguientes.

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CAPÍTULOVII

Historiadelmancebillobarbero.

«FernandoPérezdelaFuente,miabuelo—porquemegustatomarlascosasmuydeatrás—,despuésdehaberseguidoeloficiodebarberoenlanoblevillade Olmedo por espacio de cincuenta años, murió dejando cuatro hijos. Elprimogénito,pornombreNicolás,heredólatiendaysiguiólamismaprofesión.Beltrán,quefuéelsegundo,selemetióenlacabezaelsermercaderytratóenmercería.Eltercero,llamadoTomás,sededicóamaestrodeescuela.Elcuarto,quese llamabaPedro,sintiéndose inclinadoaestudiar,vendiósu legítimaysefuéaMadrid,dondeesperabadarseconeltiempoaconocerporsuerudiciónysu ingenio. Los otros tres hermanos nunca se separaron, manteniéndose enOlmedo, y allí se casaron todos tres con hijas de labradores, que trajeron enmatrimonio poca dote, pero en recompensa de ella una gran fecundidad, puesparecehabíanapostadoacuálhabíadeparirmás.Mimadre,queeralamujerdelbarbero,parióseisenloscincoprimerosañosdecasada,siendoyounodeellos.Mipadre,luegoquetuvefuerzas,mepusoasuoficio,yapenascumplíquinceaños cuando un día me echó a cuestas la alforja que veis, y ciñéndome estamismaespada,«¡Ea,Diego—medijo—,yapuedesganarlavida!¡Veteacorrermundo!Estásalgobastoy te convieneviajarpara limarte, como tambiénparaperfeccionarte en tu oficio. Vete, pues, y no vuelvas a Olmedo hasta haberandadotodaEspaña;noquierooírhablardetihastaquehayashechotodoesto.»Diómeunpaternalabrazo,cogiómedelamanoybonitamentemecondujohastaponermedepatitasenlacalle.

»Estafuélatiernadespedidademipadre;peromimadre,queeradegeniomenosáspero,semostrómássentidademimarcha.Echóalgunaslágrimasyaunmemetió a escondidas en lamano un ducado. Salí, pues, deOlmedo en estaconformidad, y tomé el camino de Segovia.No bien había andado doscientospasos, cuando examiné la alforja, picándome la curiosidad de saber lo que

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llevaba.Encontrémeun estuchehendidoy abierto por todas partes, dentro delcual había dos navajas de afeitar, tan mohosas, gastadas y mugrientas queparecían haber servido a diez generaciones, con una tira de cuero parasuavizarlas y un pedazo de jabón.Además de eso hallé una camisa nueva decáñamo, unpar de zapatos viejos demi padre, y lo que sobre todome alegrófueronunosveinterealesqueencontréenvueltosenuntrapo.Aestosereducíatodomihaber.Poraquípodráustedconocerlomuchoquefiabamipadreenmihabilidad, cuando me echó de su casa con tan poco ajuar. Sin embargo, laposesióndeunducadoyveinterealesmásnodejódedeslumbraraunmuchachoqueentodasuvidahabíavisto tantodinerojunto.Considerémeconuncaudalinagotable,yllenodealegríaproseguímicamino,mirandodecuandoencuandoelpuñodemitizona,cuyahojasemeenredabaentrelaspiernas,memolestabaeimpedíacaminar.

»Haciaelanochecer lleguéal reducido lugardeAtaquines,conunhambrequeyanopodíasufrir.Entréenelmesóny,comosimesobrasemuchoparaelgasto, mandé en voz alta que me trajesen de cenar. El mesonero me estuvomirandoconatenciónalgúntiempo,yconociendoloquepodíaseryo,«Sí—medijo con mucha dulzura—, sí, caballerito mío; usted será servido como unpríncipe.» Condújome a una pieza pequeña, y un cuarto de hora después mesirvióunencebolladodegato,quecomícontantoapetitocomosifueradeliebreodeconejo.Acompañóesteexquisitoguisadoconunvinoque,segúnéldecía,elreynolebebíamejor.Yaunqueconocímuybienqueyaeraunvinoembrióndevinagre,sinembargo,lehicetantohonorcomohabíahechoalgato.Despuéseramenester,parasertratadoentodocomounpríncipe,quemedispusieseunacamamáspropiaparadespertaraunapiedraqueparadormir.Figúreseustedunatarimatancortaque,aunsiendoyopequeño,nopodíaextender laspiernassinquesaliesenfueralamitad.Fueradeeso,elcolchóndeplumasereducíaaunaespecie de jergón hético y estrujado, cubierto de una sábana doblada que,despuésdesuúltimalavadura,habríaservidoquizáacienpasajeros.Contodoeso,enlacamaquefielmenteacabodepintar,conlabarrigallenadegatoydeaquelpreciosovinoqueantesdescribí,graciasamispocosañosyaminaturalrobustezdormíprofundamenteypasélanochesinlamásleveindigestión.

»Aldía siguiente, luegoquehubealmorzadoypagadobien lacomidaquemehabíanservido,meplantédeuna tiradaenSegovia.Asíque llegué tuve lafortuna de queme recibiesen en una tienda, dándome sólo de comer y vestir;peronoparéallímásque seismeses,porqueotromancebobarberoconquienhabíatrabadoamistadyqueríairaMadridmelevantódecascos,ymemarchécon él a esta villa. Acomodéme luego fácilmente, sobre elmismo pie que en

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Segovia, en una tienda de lasmás concurridas, pues su vecindad al corral delPríncipe atraía a ella tanta multitud de parroquianos que el maestro, dosmancebosyyonobastábamosadarabastoatodos.Allíibanpersonasdetodasclases,yentreellascomediantesyautores.Unavezse juntarondossujetosdeesta clase; pusiéronse a hablar de lospoetasy las poesías del tiempo, y les oípronunciar el nombre de mi tío. Entonces me apliqué a oírlos con mayoratención.«DonJuandeZabaleta—dijouno—esunautordequienmeparecequeel público no debe estar muy satisfecho. Es un hombre frío, sin fuego y sininventiva.Laúltimacomediasuyaledesacreditóexcesivamente.»«YLuisVélezdeGuevara—dijo el otro—, ¿no acaba de regalarnos con una bellísima obra?¿Puede haber cosa más miserable?» Nombraron no sé a cuántos otros poetascuyos nombres no tengo presentes; perome acuerdo bien de que hablaron deellosmuymal.Demitíohicieronambosmáshonoríficamención.«Sí—dijounodeellos—,donPedrodelaFuenteesungranautor;susescritosestánllenosdeunagraciaydeunaerudiciónquealmismotiempoinstruyenydeleitanporsudelicadasal.Nomeadmirodequeseaestimadodelacorteydelpueblonidequemuchosseñoreslehayanseñaladopensiones.Hamuchosañosquegozaunagruesarenta,yelduquedeMedinaceliledacasaymesa,porloquenadagasta,yasí,esprecisoqueestémuybienytengadinero.»

»No perdí palabra de todo lo que dijeron de mi tío aquellos poetas. Yasabíamos en la familia que hacía mucho ruido enMadrid con motivo de susobras.Algunaspersonas,alpasarporOlmedo,noshabíaninformadodelobienadmitido que estaba; pero como nunca nos había escrito y parecía haberseextrañado mucho de nosotros, oíamos todas aquellas noticias con la mayorindiferencia.Noobstante,comolabuenasangrenopuedementir, luegoqueoídecirquelopasabatanbienymeinformédelasseñasdesucasa,tuvetentaciónde ir a verle y darme a conocer con él. Sólo me detenía el haber oído a loscómicosllamarledonPedro.Aqueldonmehacíatitubear,recelandofueseotrodelmismonombreyapellidodemitío.Contodoeso,vencíalcaboestetemor,pareciéndome que así como había sabido hacerse sabio podía también habersabidohacersenobleycaballero;yasí,resolvípresentarmeaél.Paraesto,aldíasiguiente,conlicenciademimaestro,mevestílomásdecentementequepudeysalí a la calle, no poco vanaglorioso y cuellierguido de verme sobrino de unhombrecuyoingeniometíaenlacortetantabulla.Sabidoesquelosbarberosnosonlagentedelmundomenossujetaalavanidad.Comencé,pues,atenermeengran opinión, y caminando con orgullosa gravedad, pregunté por la casa delduquedeMedinaceli.Enseñáronmela,yentrandoenella,supliquéalporteromedijese cuál era el cuarto del señor don Pedro de la Fuente. «Suba usted por

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aquellaescalerilla—medijo,mostrándomeunaqueestabaalfindeunpatio—yllamealaprimerapuertaqueencuentreamanoderecha.»Híceloasí;llaméalapuerta,ysalióaabrirunmocito,aquienpreguntésivivíaallíelseñordonPedrode la Fuente. «Sí, señor—me respondió—, pero ahora no se le puede entrarrecado.»«Losientomucho—repliqué—,puesverdaderamentelequisierahablar,porqueletraigonoticiasdesufamilia.»«AunqueselastrajeradelPadreSantodeRomanoleharíayoaustedentrarenestemomento,puesestáactualmentecomponiendo,ymientrastrabajanoquierequeningunoentreainterrumpirleydistraerle.Denadiesedejaverhastamediodía;yasí,puedeusted iradarunavueltayvolverentonces.»

»Salíme, pues, y me fuí a pasear por Madrid toda la mañana, pensandosiempreenelmodoconquemitíomerecibiría.«Sinduda—decíayoparamí—quetendrágrandísimogustodevermeyconocerme»,porquemedíasucorazónpor el mío; así, contaba con que sería muy tierno el acto de vernos yreconocernos.Alfinvolvícontodadiligenciaalahoraseñalada.«Vieneustedmuyatiempo—medijoelpaje—;prestosaldrámiamo.Espereustedaquí,quevoyaavisarle.»Volviódentrodeuninstanteymehizoentrardondeestabamitío, cuya vista me llenó de gozo, porque luego observé en su cara el aire denuestra familia.Era tan parecido ami tíoTomás, que le hubiera tenido por élmismoanohaberlevistoenaqueltrajeyenaquelestado.Saludéleconprofundorespeto y le dije que era hijo de maese Nicolás de la Fuente, el barbero deOlmedoyhermanodesuseñoríayquehacíatressemanasqueestabaenMadrid,siguiendo elmismooficiodemipadre, en calidaddemancebo, con ánimodeandar la España para perfeccionarme en la Facultad. Mientras le estabahablando,advertíquemitíoestabadistraídoypensativo,dudando,alacuenta,simeconoceríaonoporsobrinoodiscurriendoalgúnarbitrioparaeximirsedemíconarteycondestreza.Tomóestesegundopartido,yafectandociertoairejovialy risueño,medijo:«Ybien, amigo, ¿cómoestánde salud tupadrey tus tíos?¿Enquéestadosehallanlascosasdelafamilia?»Comencéainformarledesufecunda propagación; fuíle nombrando uno por uno todos los hijos, varones yhembras, comprendiendo en la relación hasta los nombres de sus padrinos ymadrinas.Pareciómequenoseinteresabademasiadoentanmenudaexplicación,y queriendo conseguir su intención, «Ahora bien, queridoDiego—me dijo—:apruebomuchoelquepiensescorrermundoparaperfeccionarteentuoficioyteaconsejo no te detengas mucho tiempo en Madrid. Este es un lugar muypernicioso para la juventud y tú te perderías en él. Mucho mejor harás enrecorrerotrasciudadesdel reinodondenoestán tanestragadas lascostumbres.Vete,pues,ycuandovayasamarcharvuelveaverme,quetedaréundoblónpara

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ayudadelviaje.»Diciendoesto,mefuéllevandopocoapocohacialapuertadelasalaymedespidióconbuenaspalabras.

»Noconocí,pormipocamalicia,quesólobuscabapretextosparaalejarmedesí.Volvíalatiendaydicuentaamiamodelavisitaqueacababadehacer.Elbuenhombre,quenopenetrómásqueyolaverdadera intencióndelseñordonPedro,medijo:«Yonosoydelparecerdetutío.Enlugardeexhortarteacorrermundo,meparecedebíaaconsejartequepermaneciesesenMadrid.Eltratacontantaspersonasdedistinciónquefácilmentepuedecolocarteenunacasagrande,donde enbreve tiempopodrías hacer gran fortuna.»Pagadode estas palabras,queexcitaronenmiimaginacióngrandiosasesperanzas,dentrodedosdíasvolvía casa de mi señor tío y le propuse que podía emplear su valimiento paraacomodarmeconalgúnpersonajedelacorte.Disgustólemucholaproposición.Aunhombrevano,queentrabafrancamenteencasadelosgrandesysesentabaconellosalamesa,noleagradabamuchoqueunsobrinosuyocomieseconloscriados mientras él estuviese comiendo con los amos, pues en tal caso elDieguillo llenaría de vergüenza al señor don Pedro. Este, pues, se irritófuriosamente, y, lleno de cólera, me dijo: «¡Cómo, bribonzuelo! ¿Quieresabandonar tu oficio? ¡Anda, vete, que yo te dejo enmanos de los que te danmalosconsejos!¡Saldemicuarto,repito,ynovuelvasaponerlospiesenélsino quieres que te haga castigar como mereces!» Quedé aturdido al oír estaspalabras, y muchomásme espantó la bronca y destemplada voz con que laspronunció.Retirémellorandoymuyapesadumbradodelaasperezaconquemehabía tratado mi tío. Con todo eso, como siempre he sido de natural vivo yaltivo,prestosemeenjugóelllanto;pasé,porlacontraria,delsentimientoalaindignación,yresolvínohacercasodeunmalparientesinelcualhabíavividohastaallíyesperabavivirsinnecesitarleparanada.

»Nopenséentoncesmasqueencultivarmitalentoyenaplicarmealtrabajo.Afeitabatodoeldía,yporlanoche,pararecrearunpocoelánimo,aprendíaatocar la guitarra, siendo mi maestro un hombre de edad a quien yo afeitaba.Llamábase Marcos de Obregón, y me enseñaba la música, que sabíaperfectamente,porquehabíasidocantorenuna iglesia.Erahombrecuerdo,detantacapacidadcomoexperiencia,ymequeríacomosifuerahijosuyo.Servíadeescuderoa lamujerdeunmédicoquevivíaa treintapasosdenuestracasa.Ibale yo a ver todos los días al anochecer, cuando no había que hacer en latienda,ysentadoslosdosenelumbraldelapuertatocábamosalgunassonatasque no desagradaban a la vecindad.Nuestras voces no eranmuy gratas; perodandoa laguitarraycantandocadaunometódicamente lapartequele tocaba,gustábamos a las gentes que nos oían. Divertíase particularmente con nuestra

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músicadoñaMarcelina,queasísellamabalamujerdelmédico.Bajabaalgunasvecesaoírnosalportalynoshacíarepetirlastonadillasquemásleagradaban.Sumarido no le impedía esta diversión, pues, aunque español y viejo, no eraceloso.Porotraparte, suprofesión le teníaempleado todoeldía,ycuando seretirabaacasaporlanocheibatancansadodevisitarenfermosqueseacostabamuytemprano,yningunaaprensiónlecausabaelgustoquesumujerteníadeoírnuestras músicas, quizá por juzgar que no eran capaces de excitar en ellaperniciosasimpresiones.Aestoseañadíaque,aunquesumujereraalaverdadjoveny linda,no ledabamotivoalgunoparaelmásmínimorecelo, siendodeuna virtud tan adusta que no podía sufrir que los hombres ni aun siquiera lamirasen; y así, no llevaba a mal que tuviese aquel honesto e inocentepasatiempo,ynosdejabacantartodocuantoqueríamos.

»Una noche que fuí a la puerta del médico para divertirme, comoacostumbraba, encontré al viejo escudero, queme estaba esperando. Tomómeporlamanoymedijoquequeríanosfuésemoslosdosapasearunpocoantesdeprincipiar la música. Así que nos vimos en una calle excusada y solitaria, adonde me fué llevando y donde conoció que me podía hablar con libertad,«Querido Diego—me dijo con semblante triste—, tengo que comunicartereservadamenteunacosa.Temomucho,hijomío,queunoyotronoshemosdearrepentirdeestamúsicaquedamosalapuertademiamo.Nopuedesdudarlomuchoquetequieroyhetenidograngustoenenseñarteatocarlaguitarrayacantar, pero si hubiera previsto la desgracia que nos amenaza, te aseguro deverasquehubieraescogidootrositioparadartelaslecciones.»Sobresaltómeestarelación y supliqué al escudero que se explicase más claro, diciéndomefrancamente qué era lo que podíamos temer, porque yo no era hombre quequisiesehacerfrentealpeligroyquetodavíanohabíadadolavueltaporEspaña.«Voy—merespondió—adecirteloquedebessaberparaconocerelriesgoenquenoshallamos.Cuandounañohaentréaserviralmédico,mellevóunamañanaalcuartodesumujer,ypresentándomeaella,medijo:«Marcos,estaseñoraestu ama y siempre la has de acompañar a cualquier parte que vaya.» Quedéadmirado al ver a doña Marcelina. Encontréme con una dama joven y enextremohermosa,gustándomesobretodoloairosodesutalleyloapacibledesusemblante. «Señor amo—respondí al amo—, me tengo por muy dichoso enserviraunaseñoratanamable.»DesagradótantoadoñaMarcelinamirespuesta,que,consemblanteairado,medijo:«¡Oigaelimpertinente,elatrevido!¿Quiénle ha enseñado a tomarse esas libertades? ¡Sepa desde luego que no gusto delisonjas ni aguanto requiebros!» Sorprendiéronme extrañamente unas palabrastanásperas,pronunciadasporaquellabocatanagraciadaytanajenasdeloque

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prometía su apacible rostro.No acertaba yo a conciliar aquelmodode hablar,groseroydesabrido,contodolodemásqueobservabaenunamujerdepresenciatangrata.Elmarido,acostumbradoyaaello,lejosdeenfadarse,seteníapormuyafortunadoenquelehubiesetocadounamujerdeaquelextrañocarácter;tanto,quemedijo:«Marcos,mimujeresunprodigiodevirtud»;yviendoqueseponíael manto para ir a misa, me mandó que la fuese acompañando a la iglesia.Apenas salimosa la calle cuandoencontramosdosmozalbetesque, admiradosdel aire y garbo de doña Marcelina, le dijeron al paso algunas cosas muylisonjeras;peroellalesrespondiócontaldespegoylesdijotantasnecedadesquelos pobres quedaron corridos y suspensos, sin poder comprender cómo podíahaber en el mundo una mujer que llevase a mal el ser alabada y aplaudida.«Señora—ledije—,hagaustedquenooyeypasesincontestaraloqueledicen;menosmaloescallarquerespondercondesabrimiento.»«Esono—replicóella—:quieroenseñaraesosinsolentesqueyonosoymujerquesufromepierdanelrespeto.» En fin, profirió tantos desatinos que no pude menos de decirle misentir,aunque fueseapeligrodedisgustarla.Lehicepresentedelmejormodoqueme fué posible que hacía injuria a la naturaleza echando a perder con sucarácter adusto mil bellas prendas de que la había dotado; que una mujer degenio afable y de modales atentos podía hacerse amar sin el auxilio de lahermosura, cuando, por el contrario, la más hermosa, si no es afable yagasajadora,sehaceunobjetodedesprecio.Aestasrazonesañadíotrasdirigidasa la corrección de sus ásperos modales. Después de haberla aconsejado a misatisfacción, temí me costase caro mi celo y fidelidad, excitando su cólera yproduciendoalgúnefectoquemefuesedepocogusto.Masnosucedióasí:noseenfadódemisinsinuaciones,contentándoseconnoseguirlas;yelmismoefectoprodujeronlasquetuvelatonteríadehacerlelosdíassiguientes.

»Cansémedeadvertirleenvanosusdefectosyabandonélaalaasperezadesu genio. Pero ¡quién lo creyera! Este natural tan agreste, esta mujer tanorgullosa,dedosmesesaestapartehamudadoenteramentedecondición.Hoyesatentacontodosyatodostrataconmodalesmuycariñosos.YanoesaquellaMarcelinaquenorespondíasinonecedadesaloshombresquelaelogiaban;yaoye con agrado sus lisonjas.Gustaque lediganque eshermosayqueningúnhombrelapuedemirarsincobrarleafición.Sonmuydesugustolosrequiebros,y, en suma, ya es otra muy diferente mujer. Esta mudanza apenas escomprensible; pero loquemás tehade admirar es el saberque túmismohasobrado este gran milagro. Sí, mi querido Diego, tú has sido el autor de unatransformación tan extraña; tú quien has convertido aquel tigre feroz en unamansísima cordera. En una palabra, tú hasmerecido su atención, como lo he

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observadomásdeunavez;yoyoconozcomalalasmujeresomiamaseabrasaportienunvehementísimoamor.Estaes,hijomío,latristenoticiaqueteníaquedarte,yéstaes ladesgraciadasituaciónenque losdosnoshallamos.»«Yonoveo—respondíalviejo—granmotivodeafligirnosen todo loqueustedmehadicho, ni mucho menos que sea desgracia mía el que me ame una mujerhermosa.» «¡Ah Diego!—me replicó—. ¡Bien se conoce que discurres comomozo!Sólomirasalceboynotemesalanzuelo.Teparassóloenelplacer;peroyo,comoviejoyexperimentado,preveolosdisgustosquecausadespués,porquenohaycosaquetardeotempranonosedescubra.Siprosiguesenveniracantara nuestra puerta, con tu vista se encenderá cada día más la pasión de doñaMarcelina, y olvidada tal vez de todo recato, llegará a conocerlo el doctorOloroso, su marido, el cual se ha mostrado tan condescendiente hasta aquíporque no tiene el más levemotivo para tener celos; pero después se pondráfurioso,sevengarádesumujerypodráhacernosatiyamíunflacoservicio.»«Puesbien,señorMarcos—lerepliqué—,cedoavuestrasrazonesymeentregoavuestrosconsejos.Dígameustedquédebohacerycómomehedeportarparaevitar todo siniestro accidente.» «Dejando los dos nuestras músicas—merespondió—ynovolviendotúaparecerdelantedemiseñora.Unavezquenotevea, poco a poco se le irá entibiando la pasión y recobrará su tranquilidad.Espérame en casa del maestro, que yo te iré a buscar, y allá tocaremos ycantaremossininconveniente.»Ofrecíloasí,y,conefecto,hicepropósitodenoirmásalapuertadelmédicoyestarmeencerradoenmitienda,puesqueyoeraunmozoquenopodíaservistosinpeligro.

»Sinembargo,elbuenMarcos,apesardesuprudencia,experimentódentrodepocosdíasqueelmediodiscurridoyaconsejadoporélnosirvióparatemplarelfuegodedoñaMarcelina;antesbien,produjounefectoenteramentecontrario.Estaseñora,alasegundanochequenonosoyócantar,lepreguntóporquérazónhabíamossuspendidonuestramúsicaycuálera lacausadequeyomehubieseretirado. Respondióle que tenía tantas ocupaciones que no me dejaban uninstante para divertirme. Mostróse satisfecha de esta excusa, y por tres díassufriómi ausencia conbastante firmeza;mas al cabode este tiempoperdió lapacienciayledijoasuescudero:«Marcos,túmeengañas.Diegonohadejadode venir aquí sinmotivo, y esto encierra algúnmisterio que quiero descubrir.Habla y no me ocultes nada, que así te lo mando.» «Señora—respondió él,pagándole con otramentira—, ya que usted quiere saber las cosas como son,sepaquealpobreDiegolehasucedidomuchasvecesvolverseasucasadespuésdenuestrasmúsicasyencontrarsesincena,yyanoseatreveaexponerseairalacamasincenar.»«¿Cómosincenar?—exclamóellalastimada—.¿Porquénome

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lo has dicho antes? ¡Pobre mozo! ¡Anda al instante y tráemelo contigo,asegurándolequenuncavolveráasucasasincenar,porqueyodaréordenqueseleguardeaquísiemprealgúnplato.«¡Quéesloqueoigo!—exclamóelescudero,admiradodeoírlahablardeaquellasuerte—.¡Quémudanza,cielos!¿Soisvos,señora, la que me habláis en esos términos? ¿Pues de cuándo acá os habéishecho tan compasiva y sensible?» «Desde que tú viniste a esta casa—merespondióprontamente—;o,pormejordecir,desdequereprendistemismodalesdesdeñososyteempeñasteensuavizarlaasperezademiscostumbres.Mas,¡aydemí—prosiguió ella enternecida—,quehepasadodeun extremoaotro!Dealtiva e insensibleque era,mehevuelto sobradomansay cariñosa.Amoa tuamigoDiegosinpoderloremediar,ysuausencia,muylejosdetemplarmiamor,le inflamamásymás.»«¿Esposible,señora—replicóelviejo—,queunmozoque nada tiene de hermoso ni gallardo haya excitado en vos una pasión tanvehemente?Yodisculparíavuestra inclinación sios lahubiera inspiradoalgúncaballerodegranmérito...»«¡AhMarcos!—interrumpióMarcelina—.¡Oyonomeparezcoennadaa lasotrasmujeres,o tú,noobstante tu largaexperiencia,todavíanolasconocesbiensitepersuadesqueelméritoesquienlasmueveparaelegir a un sujeto! Si he de juzgarlo por mí misma, nunca reflexionan paraenamorarse.Elamoresundesordendelarazónqueapesarnuestronosarrastratrasdeunobjetoynossujetaaél.Esunaenfermedadquenaceennosotrasynosatormentacomolarabiaalosanimales.Notecanses,pues,enpersuadirmedequeDiegonoesdignodemicariño;bastaqueleame,parafigurarmeenélmilprendasquenodescubrestúyquequizátampocoéltendrá.Envanoteempeñasen hacerme creer que ni sus facciones ni su figura tienen cosa que puedallamarmelaatención;amímeparecehechiceroymáshermosoqueelsol;fueradequetieneensuvozunasuavidadquemeencantaysemefiguraquetocalaguitarraconunagraciayprimorparticular.»«¡Pero,señora!—replicóMarcos—.¿Habéis pensadobien loque es el talDiego, subajayhumilde condición?...»«Yonosoymejorqueél—meinterrumpió—;peroauncuandofueraunamujerdedistinción,nuncarepararíaeneso.»

»Elresultadodeestaconferenciafuéque,desesperanzadoelviejoescuderodeadelantarcosaalgunaconsuamaenestepunto,ladejóensucaprichoyseretiró,comoundiestropilotocedealatormentaqueledesvíadelpuertoadondesehapropuestodesembarcar.Aunhizomás:pordargustoasuama,mevinoabuscar,mellamóaparte,ydespuésdehabermecontadotodolosucedidoentreella y él, «Bien ves, Diego—me dijo—, que no podemos excusarnos decontinuar nuestrasmúsicas a la puerta deMarcelina. Es indispensable, amigomío,queesta señora tevuelvaaver,porquedeotramaneranos exponemosa

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quehagaalguna locuraqueperjudiquemásquenadaasu reputación.»Nomehicederogar,yrespondílequeiríaasucasaconmiguitarraasíqueanocheciese,ypodíallevarasuamaestaagradablenoticia.Hízoloasíydióalaapasionadaamante la más alegre y gustosa nueva que podía desear, con la esperanza devermeyoírmeaquellanoche.

»Pero faltó poco para que un lance pesado le hubiese frustrado estaesperanza.Nopudesalirdecasahastadespuésdemuyanochecido,y,pormispecados, era la noche muy obscura. Caminaba a tientas por la calle, y quizállevabaandadoyalamitaddelcamino,cuandodeunaventanameregalarondepiesacabezaconcierto«¡Aguava!»quelisonjeabapocoelsentidodelolfato.Viéndome en tal estado, no sabía qué partido tomar. Volverme a casa eraexponermealaspesadaszumbasdelosotrosmanceboscompañerosmíos;iralade Marcelina en aquel magnífico equipaje no me lo permitía la vergüenza.Resolvíme,noobstante,airacasadelmédico,persuadidodequeencontraríaaMarcos a la puerta y que todo se remediaría antes de presentarme en aquelestadoaMarcelina.Conefecto, fuéasí;encontréleesperándomea lapuerta,yluego queme vió,me dijo que el doctorOloroso acababa de recogerse y queaquellanochenospodíamosdivertiranuestrosabor.Respondílequeantetodascosas era menester limpiarme el vestido, y le conté lo que me había pasado.Mostrósemuycondolidodeelloymehizoentrarendondemeestabaesperandosuama.Apenasoyóestaseñoramisuciaaventuraymevióeneltristeestadoenque me hallaba, prorrumpió en expresiones del mayor dolor, como si mehubieransucedidolasmásfunestasdesgracias;ydespués,comosihablaseconlapuerca que me había puesto de aquella manera, se desfogó echándole milmaldiciones. «Señora—le dijo Marcos—, moderad esos impulsos; consideradque el lance fué puro efecto de casualidad y no conviene mostrar tan fuerteenojo.» «¿Cómo quieres—respondió ella—que no sienta vivamente la ofensaque sehahechoaeste inocentecordero, a estapalomasinhiel,queni aun sequejadelultrajequeharecibido?¡Ojalá fuerayohombreenestaocasiónparavengarle!»

»Otras mil cosas dijo, pruebas todas de su ciego amor, que igualmenteacreditócon lasacciones,porquemientrasMarcosmeestaba limpiandocon latoalla,Marcelinafuécorriendoasucuarto;trajounacajitallenadetodogénerode perfumes, quemó cantidad de ellos, sahumó todosmis vestidos y los rociócon espíritus olorosos en abundancia.Concluído el sahumerio y aspersorio, lacaritativa señora fué en persona a la cocina y me trajo pan, vino y algunospedazos de carnero asado que tenía guardados paramí. Obligóme a comer, yteniendo gusto en servirme ellamisma, yame hacía plato y yame echaba de

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beber, a pesar de cuantoMarcos y yo podíamos hacer y decir para que no sehumillase a semejantes demostraciones. Acabada la cena, templamosprontamentelosinstrumentosyarreglamoslasvocesparadarprincipioanuestroconcierto.Marcelinaquedóembelesadadeoírnos;bienesverdadqueescogimosdepropósitociertoscantaresyletrillasamorosasquehalagabansuamor;ydeboconfesar quemientras cantábamos yo lanzaba de cuando en cuando hacia ellaunasojeadastiernasquepegabanfuegoalasestopas,porqueeljuegomeibayagustando.Nomecansabaelconcierto,aunqueyahacíamuchoqueduraba.Porloquetocaalaseñora,lashorasleparecíaninstantes,ydebuenaganahubieraestadooyéndonostodalanochesisuescudero,aquienlosinstantesselehacíanhoras,nolehubieraavisadoqueerayatarde.Dióleeltrabajodedecírselomásdediezveces;perodabaconunhombreinfatigableenestepunto,quenoladejósosegarhastaqueyomeausenté.Comoeracuerdoyprudenteyveíaasuamatanlocamenteapasionada,temíanossucediesealgúndesastre.Eltiempoverificólofundadodesutemor,porqueelmédico,yafueseporquecomenzóaentrarensospechayadudardealgúnenredosecreto,oyaporqueeldiablillodeloscelos,que hasta entonces le había respetado, quiso inquietarle, comenzó a reprendernuestrasmúsicas,yaunhizomás,prohibiéndonoslasentonodeamoquequeríaser obedecido, y sin dar razón alguna de lo que mandaba, declaró que noaguantaríamásseadmitieseensucasaaningunodefuera.NotificómeMarcosestaresolución,quehablabatanparticularmenteconmigo,ynopuedonegarqueporentoncesmedesazonómuchísimo,porquesentíaperder lasesperanzasquehabíaconcebido.Contodoeso,pornofaltaralaobligacióndefielhistoriador,deboconfesarqueacorta reflexiónmecostópocoelconformarmey llevarenpacienciaaquelrevésdelafortuna.NoasíMarcelina,cuyaaficióncobrómayorfuerza.«QueridoMarcos—dijoalescudero—,detisoloesperoalgúnconsuelo:ruégotequehagastodoloposibleparaquetengaelgustodeversecretamenteaDiego.» «¿Qué es lo que usted me pide, señora?—le respondió colérico—.¡Demasiada contemplación he tenido con usted! ¡No, no quiera Dios que porfomentaruna locapasióncontribuyayoadeshonraramiamo,a lapérdidadevuestra reputación y a mancharme a mí mismo con el borrón de tal infamia,despuésdehaberpasadotodalavidaporhombremuydebien,porcriadofielyde una conducta irreprensible! ¡Antes dejaré la casa que servir en ella de unmodo tan vergonzoso!» «¡Ah Marcos!—replicó la señora, asustada de estasúltimaspalabras—.¡Meatraviesasdeparteaparteelcorazóncuandohablasdemarcharte!Puesqué,¿piensas,cruel,dejarme,despuésquemehas reducidoallastimosoestadoenquemeveo?¡Restitúyemeprimeroaquelorgulloyaquellatranquilaaltivezquetúmismomequitaste!¡Oh,yquiéntuvieraahoraaquellosfelicísimosdefectos!Gozaríadegranpazmicorazónenlugardeltumultoquele

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agita gracias a tus imprudentes reconvenciones. ¡Tú, tú fuiste quien estragastemis costumbres cuando quisiste enmendarlas! ¡Pero qué es lo que digo!—continuóella, llorando—.¡Desdichadademí!¿Aquéfindarteencaracontaninjustas quejas? ¡No, amadopadre, no fuiste tú el autor demi infortunio! ¡Mimalasuertefuélaúnicaquemepreparómidesgracia!¡Nohagascaso,tepido,de las necias palabras que profiero! Mi pasión me ha trastornado el juicio.¡Compadécetedemiflaqueza!¡Túeresmiúnicoconsuelo,ysiapreciasmivida,nomenieguestuasistencia!»

»Aldecirestaspalabrascreciósu llantodemaneraquenopudocontinuar.Sacóelpañuelo,cubrióseconélelrostroysedejócaerenunasilla,comounapersonaqueserindealpesodesuaflicción.ElbuenMarcos,queeradelamejorpastadeescuderosquejamássehavisto,nopudoresistiraunespectáculotanlastimoso,que leconmovióvivamente,ymezcló suscompasivas lágrimasconlasdesuafligidaama,diciéndole,llenodeternura:«¡Ahseñora,yquéatractivoeselvuestro!Notengofuerzasparacombatirvuestrapena,queacabaderendirmivirtud,yprometoauxiliaros.¡Yanomeadmirodequeelamorhayatenidopoder para haceros olvidar de vuestro deber, cuando la compasión sola lo hatenidoparanoacordarmeyodelmío!»Demaneraqueelpobreescudero,apesarde su irreprensible conducta, se sacrificó muy servicialmente a la pasión deMarcelina.Alamañanasiguientevinoacontarmetodolosucedido,ymedijoqueteníayapensadoelmododeproporcionarmeunaconversaciónsecretaconsuama.Conestoanimómiesperanza;perodoshorasdespuésllegóamisoídosunanoticiatantristecomonoesperada.Elmancebodeunaboticaquehabíaenelbarrio,yeraunodenuestrosparroquianos,vinoahacerselabarba.Mientrasme disponía a rasurarle, me dijo: «Señor Diego, ¿cómo le va a usted con suamigo el viejo escudero Marcos de Obregón? Ya sabrá usted que está paramarcharse de casa del doctor Oloroso.» «No, por cierto», le respondí. «Puessépalo usted—me replicó—, y no dude que la cosa es cierta.Hoy sin falta ledespedirán.Suamoyelmíoacabandetenerahoraunaconversación,aquemehallépresente,enlacualdijoelprimeroalsegundo:«Señorboticario,tengoquehaceraustedunasúplica.Noestoycontentoconunviejoescuderoquetengoencasa,yensulugarquisieraunadueñafiel,severayvigilantequeguardaseamimujer.» «¡Ya entiendo!—respondió mi amo—. Usted necesitaría de la señoraMelancia, que fué la que custodió a mi difunta esposa, que aunque ha seissemanasqueenviudé todavía lamantengoencasa.A laverdad,meseríamuyútil para gobernarla; pero se la cedo a usted gustoso, por lo mucho que meinteresoensuhonor.Bienpuededescuidarconellaenpuntoalaseguridaddesuhonra,porquees laperlade lasdueñasyunverdaderodragónparaguardar la

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castidaddelsexofrágil.Endoceañosqueestuvoalladodemimujer,quecomoustedsabeeramozaylinda,novienmicasaniaunlasombradeungalán.¡Sípor cierto! ¡Bonita era la dueña para sufrirlo! Sobre este punto no aguantabachanzas. Aun diré más: mi mujer, a los principios, gustaba mucho depasatiemposygalanteos;perolaseñoraMelanciasupofundirlatandenuevoquelainclinóenteramentealavirtud.Enfin,esuntesoroparavuestraseguridad.»Quedó el señor doctor muy satisfecho de unos informes tan a medida de sudeseo,yambosconvinieronenquehoymismoiríaladueñaaocuparellugardelescudero.»

»Esta noticia, que tuve por cierta, como en efecto lo era, desconcertó lasideas de todos los buenos ratos que yo esperaba lograr; y Marcos, que vinodespuésdecomer,acabódedesvanecérmelasconfirmandotodoloquemehabíadicho el mancebo. «Amigo Diego—me dijo el buen escudero—, estoycontentísimo con que el doctor Oloroso me haya despedido, porque me halibrado de molestísimos disgustos y cuidados. Además de haberme echado acuestas, muy contra mi inclinación, un villanísimo empleo, necesitaba andarcontinuamente ideando trazas y urdiendo enredos para que pudieses hablarsecretamenteaMarcelina.¡Quéembrollo!GraciasalCielo,meveoyafueradeestoscuidadosy,sobretodo,delospeligrosquelosacompañan.Porloqueatitoca, hijo mío, también debes alegrarte de haber perdido algunos ratos de unplacermomentáneo,atruequedehabertelibradodetantaspesadumbres,sustosyriesgos.»AgradómemucholamoraldeMarcos,porquemeparecióqueyanadapodíaesperar,ysinhacermegranviolenciadeterminóabandonarelcampo.Noerayo,loconfieso,deaquellosamantesporfiadosquehacenvanidaddelucharcontratodoslosobstáculos;peroauncuandolofuera,laseñoraMelanciadejaríabienburladomiempeñoy tenacidad.Elgeniorigurosoqueatribuíanaaquellamujer era capaz de desesperar a los amantes más pertinaces y atrevidos. Sinembargodeloscoloresconquemelahabíanpintado,nodejédeentenderdosotres días después que la señora médica había adormecido a aquel Argos ycorrompido su fidelidad. Salía yo una mañana de casa a afeitar a un vecinonuestro,cuandounabuenaviejasellegóamíymepreguntósierayoDiegodelaFuente.Respondílequesí,yellamereplicó:«Puesaustedveníayobuscando.VayasumercedestanochealapuertadedoñaMarcelina,hagaalgunaseñal,yluego le será abierta.» «Muy bien—le repliqué yo—; pero es preciso quequedemosdeacuerdosobrequéseñalhadeser.Yoséremedarmaravillosamenteel maullido del gato, y maullaré dos o tres veces.» «Basta eso—repuso lamensajeradeamor—;voyadarpartedesurespuestaalaseñora.Servidoradeusted,señorDiego;elCieloleconserve.¡Quégalánsois!¡Afequesiyofuera

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unaniñadequinceañosnolebuscaríaparaotra!»Diciendoesto,sedesviódemíaquellaoficiosavieja.

»Agitómeterriblementeestemensaje,ytodalamoraldeMarcosselallevóel aire. Esperé con impaciencia la noche, y cuandome pareció que ya estaríadurmiendoeldoctorOloroso,meencaminéhaciasupuerta.Allídiprincipioamismaullidos,quedebíanoírsedelejosyhacíanmuchohonoralmaestroqueme había enseñado tan bello idioma. Un momento después bajó la mismaMarcelinaaabrirconmucho tiento lapuerta,yvolvióacerrarla luegoqueyohube entrado. Subimos a la sala en donde habíamos tenido nuestro últimoconcierto, la cual estaba débilmente alumbrada por una luz que ardía sobre lachimenea. Nos sentamos juntos para dar principio a nuestra conversación,alterados ambos, aunque con la diferencia de que el placer sólo causaba laconmocióndeMarcelinaylamíaestabamezcladaconunpocodesobresalto.Envano me aseguraba mi dama que nada teníamos que temer por parte de sumarido,puessehabíaapoderadodemíun temblorque turbabamialegría.Sinembargo, le pregunté: «Señora, ¿cómo habéis podido engañar la vigilancia devuestraaya?PorloqueoídecirdeMelancia,nocreíaqueosfueseposiblehallarmedios de darme noticias vuestras y mucho menos de vernos a solas.»Sonriéndose entonces Marcelina de mi pregunta, me contestó: «Dejarás desorprendertedelasecretaentrevistaquetenemosestanochejuntosluegoquetehayacontadoloquepasóentrelasdos.Cuandoentróenestacasa,mimaridolehizomilcariciasymedijo:«Marcelina,teentregoaladireccióndeestadiscretaseñora, que es un compendio de todas las virtudes y un espejo en que debesmirartedecontinuoparainstruirteenlamodestia.Estaadmirablepersonadirigióporespaciodedoceañosalamujerdeunboticarioamigomío;perodirigió...deloquehaypoco:entérminosquehizodeellacasiunasanta.»

»Estas alabanzas, que el aspecto grave de Melancia no desmentían, mecostaronmuchas lágrimas ymepusieron desesperada.Me figuré las leccionesquetendríaqueescuchardesdelamañanahastalanocheylasreprensionesquemeseríaforzosoaguantartodoslosdías.Enfin,consentíenllegaraserlamujermás desgraciada delmundo, y olvidando toda consideración enmedio de unaesperanzatancruel,ledijeconmuchasequedadalayaluegoquemevisolaconella: «Sin duda os dispondréis para hacerme padecer mucho; pero deboadvertirosquesoypocosufridayquenodejarépormipartededaroscuantosdesairespueda.Osdeclaroquemicorazónestádominadodeunapasiónquenoseráncapacesdearrancardeélvuestrasreconvenciones.Sobreestopodéistomarvuestras medidas. Redoblad vuestra vigilancia, porque os prometo no omitirnadaparaengañarla.»Aloírestaspalabras,ladueñaadusta,quebiencreíibaa

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ensartarmeun sermónpor primera entrada, se puso risueña, yme dijo con untonoafable:«Muchomeagradavuestrocarácter.Vuestra franquezaprovoca lamía,puesveoquenacimoslaunaparalaotra.¡AhbellaMarcelina,quémalmeconocéis si formáis juicio de mí por el elogio de vuestro esposo o por laseveridaddemiexterior!Nometengáisporenemigadelosplaceres,porquenome hago agenta de los celos de los maridos sino para ser útil a las mujereshermosas.Hacemuchotiempoqueposeoelgrandeartededisfrazarme,ypuedodecir que soy doblemente feliz, porque disfruto a un mismo tiempo de lacomodidaddelvicioydelareputaciónquedalavirtud.Paraentrenosotras,elmundonoesvirtuososinodeestemodo:cuestademasiadoadquirirelfondodelas virtudes, y por eso en el día todos se contentan con tener sus apariencias.Dejaosguiarpormí—continuóelaya—,yveréiscómoselapegamostanbienalviejo doctor Oloroso, que os aseguro tendrá la misma suerte que el señorfarmacéutico,porquenomeparecemásrespetablelafrentedeunmédicoqueladeunboticario.¡Pobreseñor!¡Cuántaspiezaslejugamossumujeryyo!¡Quéamableeraaquella señoraydequébellocarácter! ¡SualmagocedeDios!Osaseguroquehapasadobiensujuventud;hatenidoquéséyocuántosamantes,aquienesintrodujeensucasasinquesumaridoloadvirtiesejamás.Así,señora,miradme con ojosmás favorables, y estad convencida de que pormás talentoquetuvieseelescuderoqueosservía,nadaperderéiseneltrueque,yauntalvezosserémásútilqueél.»

»Figúrate ahora, Diego—continuó Marcelina—, si habré agradecido a ladueña el habérseme descubierto con tanta franqueza, cuando la creía de unavirtudaustera. ¡Veahícómose juzgamalde lasmujeres!Melanciasegranjeódesde luegomi afectopor este carácterde sinceridady la abracéconungozoextremado,quelemanifestóconanticipacióncuántomealegrabadetenerlaporaya.Haciéndolaenseguidaenteramenteconfidentademissentimientos,lepedíque me proporcionase cuanto antes una conversación a solas contigo, lo queefectivamentecumplió,valiéndoseestamañanadelaviejaquetehablóyqueesunamensajeraque le sirviómuchasvecespara lamujer del boticario.Pero loquehaydemásgraciosoenestaaventura—añadióMarcelinariéndose—esqueMelancia, por la relación que le hice de la costumbre que tienemi esposo depasar la noche sosegadamente, se acostó junto a él y ocupami lugar en estemomento.» «Lo siento mucho, señora—dije entonces a Marcelina—, y deningún modo apruebo vuestra invención. Vuestro marido puede muy biendespertarse y echar de ver el engaño.» «¡Oh, eso no!—replicó ella conprecipitación—.No tengas elmenor cuidado por eso y no hagas que un vanotemoracibareelplacerquedebestenerenhallarteconunamujerquetequiere.»

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»La esposa del doctor, observando que este discurso no desvanecía mistemores,noomitiónadadecuantocreyóapropósitoparaserenarme,yporfinhizotanto,quellegóaconseguirlo.Desdeestemomentoyanopensémasqueenaprovecharmedelaocasión;peroaltiempoenqueCupido,acompañadodelasrisasyde los juegos, sedisponíaa labrarmi felicidad,oímosdarunas fuertesaldabadasa lapuertade lacalle.Al instante,elAmorysucomitivavolaronamaneradeunospajarillostímidos,espantadosrepentinamenteporungranruido.Marcelinameocultódebajodeunamesaquehabíaen la sala, apagó la luz,ycomolohabíaconcertadoconsuaya,encasoqueestecontratiemposucediese,sefuéalapuertadelaalcobaenquedormíasumarido.Entretanto,losgolpesque atronaban la casa continuaban con tanta repetición que, despertando eldoctor,sesentóenlacama,dandovocesaMelancia.Arrojóseéstadelacama,aunqueelviejo,quecreíaera sumujer, ledecíaqueno se levantase; reunióseconsuamaque,sintiéndolaasulado,lallamabaagritos,paraquefueseaverquiénestabaalapuerta.«Yaestoyaquí,señora—lerespondióelaya—;volveosa la cama si queréis, que yo voy a ver lo que es.» Durante esto tiempo,habiéndosedesnudadoMarcelina,seacostóconeldoctor,quenotuvolamenorsospecha de que le engañasen. Bien es verdad que esta escena acababa derepresentarse en la obscuridad por dos actrices, de las cuales una eraincomparableylaotrateníamuchadisposiciónparaserlo.

»Elayanotardóenpresentarse,enbatadedormiryconunaluzenlamano,diciendo a su amo: «Señor doctor, tenga usted la bondadde levantarse aprisa,porqueellibreroFernándezBuendía,vecinonuestro,leacometióunaapoplejía,yosllamandesuparteparaquevoléisasusocorro.»Elmédico,vistiéndoselomásprontoquepudo,partióacasadelenfermo,ysumujer,enbatadenoche,vinoconelayaalasalaendondeyoestabaymesacarondedebajodelamesamásmuerto que vivo. «Nada tienes que temer, Diego—me dijoMarcelina—,serénate.»Almismotiempo,diciéndomeendospalabrasdequémodosehabíaarregladolacosa,quisoenseguidavolveratomarelhilodelaconversaciónqueteníaconmigoyhabíasidointerrumpida;peroseopusoaestoelaya.«Señora—le dijo—, vuestro marido acaso puede hallar muerto al librero y volverseinmediatamente;ademásdeque—añadió,viéndometraspasadodemiedo—¿quéharíais con ese pobre mozo, no hallándose en estado de continuar laconversación?Más vale ponerle en la calle y dejar el negocio paramañana.»Doña Marcelina convino en ello, aunque a pesar suyo: tan amiga era de lopresente; y creo que sintió bastante no haber podido hacer poner al doctor elnuevobonetequeleteníadestinado.

»En cuanto a mí, menos afligido de haber malogrado los más preciosos

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favores del amor que gozoso de verme libre del peligro, me fuí a casa delmaestro, en donde pasé el resto de la noche en reflexionar sobremi aventura.Estuvealgúntiempoindecisosiacudiríaalacitadelanochesiguiente,porquenoformabajuiciodesalirmásbienlibradoenestasegundacalaveradaqueenlaprimera;peroeldiablo,quesiemprenoscerca,o,pormejordecir,seapoderadenosotrosensemejanteslances,mehizocreerquepasaríaporunmentecatosimequedabaalamitaddeuncaminotanbueno;yaunrepresentóamiimaginaciónaMarcelina con nuevos atractivos y ponderó el precio de los placeres que meesperaban. Resolví, pues, continuar mi entremés, y muy resuelto a tener másfirmeza, con tan bellas disposiciones, me fuí al día siguiente a la puerta deldoctorentreonceydocedelanocheyenmediodeunaobscuridadtangrandequenoseveíabrillarniunasolaestrellaenelcielo.Maullédosotresvecesparaavisarqueestabaenlacalle.Perocomonadiebajabaaabrirme,nomecontentóconempezardenuevo,sinoquequepusearemedartodoslosdiferentesgritosdelgato,queunpastordeOlmedomehabíaenseñado;ylohicetanalnatural,queunvecinoquevolvíaasucasa,teniéndomeporunodeestosanimalescuyosmaullidosimitaba,cogióunguijarroquetropezóconlospiesymeloarrojócontoda su fuerza,diciendo:«¡Maldito sea el gato!»Recibí tan fuertegolpe en lacabezaquequedéaturdidoporelpronto,ymefaltópocoparaquecayeseatierraatolondrado.Estobastóparaquediesealdiabloelgalanteo,yperdiendoelamorjuntamente con la sangre, me volví a casa, donde desperté e hice levantar atodos. El maestro reconoció la herida, que le pareció peligrosa; pero no tuvomalas resultas y se cerró al cabo de tres semanas. En todo este tiempo no oíhablar de Marcelina. Es natural que Melancia, para desprenderla de mí, lebuscase algún otro conocimiento, de lo que no me informé porque nada meimportaba, pues salí de Madrid para andar la España luego que me viperfectamentecurado.»

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CAPÍTULOVIII

EncuentrodeGilBlasysucompañeroconunhombrequeestabamojandomendrugosdepanenunafuenteyconversaciónquecon

éltuvieron.

ContómeelamigoDiegodelaFuenteotrasaventurasquelesucedieronenadelante; pero todas de tan poca importancia que no merecen la pena dereferirse.Sinembargo,meviprecisadoaoírselas,yenverdadquenofuébrevela relación, pues duró hasta que llegamos a Puente de Duero, donde nosdetuvimoslorestantedeaqueldía.Hicimosenelmesónquenosdispusiesenunabuena sopa y asasen una liebre, después de cerciorarnos de que eraverdaderamentetal.Alamanecerdeldíasiguienteproseguimosnuestrocamino,habiendo antes llenado la bota de un vinomediano ymetido en lasmochilasalgunos pedazos de pan, juntamente con la mitad de la liebre, que nos habíasobradodelacena.

Despuésdehabercaminadocercadedosleguas,nossentimoscongranganadealmorzar;yhabiendovistocomoadoscientospasosdelcaminoungrupodeárbolesquehacíansombradeliciosísima,escogimosaquelsitioehicimosaltoenél. Allí encontramos a un hombre como de veintisiete a veintiocho años, queestabamojandoenunafuentealgunoszoquetesdepan.Teníaasuladosobrelahierba una espada larga y unamochila. Pareciónosmal vestido;mas, por otraparte, buen rostro y bien plantado. Saludámosle cortésmente y él noscorrespondióconigualcortesanía.Presentónosluegosusmendrugosmojados,ycon cierto aire risueñoydespejadonosdijo si éramos servidos.Admitimos elconviteenelmismotono,masconlacondicióndequehabíadetenerabienquejuntásemos los almuerzos para que fuesen más abundantes. Vino en ello conmuchogusto,ynosotrossacamosnuestrasprovisiones,loqueciertamentenolodesagradó. «¡Oh, señores!—exclamó enajenado de alegría—. Verdaderamentequeustedesvienenbienprovistosdemunicionesdeboca,yseconocequeson

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hombres prevenidos y que miran a lo venidero. Yo me fío demasiado en lafortuna.Sinembargo,apesardelmiserableestadoenqueustedesmeven, lespuedoasegurarquealgunavezhagounpapelmuybrillante.Sepanustedesquenopocasmetratandepríncipeyestoyrodeadodeguardias.»«Segúneso—dijoDiego—,seráustedcomediante.»«Adivinólousted—respondióeldesconocido—; por lo menos ha quince años que no tengo otro oficio. Siendo niñorepresentabayaciertospapelescortos,estoes,quetuviesenpocoqueaprender.»«Hablemosfrancamente—replicóelbarberomeneandoladinamentelacabeza—.Tengo dificultad en creerlo, porque conozco bien a los comediantes y sé queestosseñoresnoacostumbrancaminarapienihaceralmuerzosaloSanAntón;ymetemo,metemoquesiustedhahechoalgúnpapelnohabrásidootroqueelde encender y apagar las lamparillas.» «Piense usted demí lo que quisiere—respondió el histrión—, lo cierto es que hago los primeros papeles ycomúnmentemehacenrepresentareldeprimergalán.»«Siendoasí—repusomicamarada—,doyaustedlaenhorabuena,ycelebromuchoqueelseñorGilBlasy yo hayamos tenido la honra de desayunarnos en compañía de tan granpersonaje.»

Comenzamosentoncesaroernuestrosrebojosylaspreciosasreliquiasdelaliebre,alternandocontanfrecuentes topetadasa labotaqueenpocotiempoladejamos enteramente pez con pez, sin que en todo este tiempo desplegase loslabiosningunodelostres.Alcaborompióelsilencioelbarberillo,diciendoalcomediante: «Estoy admirado de ver a usted en estado tan lastimoso. No sepuededudarqueesmuchapobrezaparaunhéroedeteatro,yperdoneustedsilehablo con esta claridad.» «Por cierto—replicó el actor—que se conoce no haoído usted hablar del famoso comedianteMelchorZapata, porque ha de saberustedque,por lamisericordiadeDios,nosoydegeniodelicado.Medaustedmucho gusto en hablarme con tanta franqueza, porque también gusto yo dehablarconella.Confiesodebuenafequenosoyrico;ysino,mirenustedesestaropilla.»Diciendoesto,nosmostróelforrodeella,queeratododeloscartelesde comediaque se fijan en las esquinas. «Esta es la tela que comúnmentemesirve de forro; y si todavía tienen curiosidad de ver lo que hay en miguardarropa, contentaré a ustedes. Helo aquí—y al mismo tiempo sacó de lamochilaunvestidoentero,guarnecidodeesterillaviejadeplatafalsa,unagorramuyraída,conunpenachodeviejísimasplumas,unasmediasdesedaconmásagujerosqueuncriboounasalvaderayunoszapatosmuyusadosdebadanillaencarnada—.Yavenustedesahoraquesoymedianamente infeliz.»«Esoes loquemeadmira—lereplicóDiego—.Puesqué,¿no tieneustedmujernihija?»«Sí, señor—respondió Zapata—, pero vea usted la desgracia de mi estrella:

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tengomujermoza,masnoporesoestoymásadelantado.Casémeconunalindacomedianta, esperandoquenomedejaríamorir dehambre;pero, pormipocafortuna,diconunamujerdejuicioydeunrecatoincorruptible.¡Quiéndiablosno se engañaría como yo! ¡Una mujer virtuosa, que era del número de loscómicos de la legua, me había forzosamente de tocar a mí en suerte!»«Seguramente,esdesgracia—dijoelbarbero—;pero¿porquénosecasóustedcon alguna bonita comedianta de las compañías deMadrid? ¡Entonces sí quelograría su intento!» «Convengo en ello—respondió el farsante—; pero a unpobre comediante de la legua no le es lícito elevar sus pensamientos a tanencumbradasheroínas.EsosolamentelopodráhaceralgunodelacompañíadelcorraldelPríncipe,yaunenellasevenmuchosprecisadosacasarseconotrasmujeresquenosonde laprofesión,y,por fortunasuya,Madridesbuenoysesuele encontrar en él algunas que se las pueden apostar a las princesas delteatro.»

«Peroqué—lereplicómicompañero—,¿nuncapensóustedentrarenalgunade las compañías de la corte? ¿Acaso se necesita un mérito consumado paralograrlo?» «¡Bravo!—respondió Melchor—. ¡Usted se burla con su méritoconsumado!Veinteactoreshayencadacompañía.Pregunteustedalpúblicoloque siente de ellos y oirá cosas bellísimas. Más de la mitad, por lo menos,merecíanircargadoscomoyoconlamochila,y,enmediodeeso,noestanfácilcomo se piensa ser recibido entre ellos, pues se necesita dinero o grandesempeños que suplan por la habilidad. Ninguno puede saberlo mejor que yo,porqueahoramismoacabode representar enMadrid,y salgomásaturdidodepalmadasysilbidosquetodoslosdiablos,sinembargodequemeprometíasermuyaplaudido,porquerepresentabagritando,manoteando,descoyuntándomeytorciendoel cuerpohacia todaspartes, conmilgesticulacionesyposturascienleguasdistantesdetodolonatural,hastallegarunavezcasiadarenlacaraunapuñadaamidamamientrasyoestabadeclamando.Enunapalabra,representabaimitandolaescuelaqueelvulgocelebraenlosgrandesactores;yenmediodeeso, loqueaplaudía tantoenotrosno lopodíasufrirenmí. ¡Veaustedcuántopuedelapreocupación!Envistadeello,noacertandoadargustoynoteniendomedios para ser admitido en la compañía a pesar de todos los silbidos de lamosquetería,dejéaMadrid,ymevuelvoamiZamora,dondeestánmimujerymiscompañeros,quenohacenallígranfortuna.¡YquieraDiosnonosveamosprecisadosapedirlimosnaparapoderpasaraotraciudad,comomásdeunaveznoshasucedido!»

Diciendo esto, nuestro príncipe dramático se levantó, echóse a cuestas lamochila,ciñóselaespada,ydespidiéndosedenosotros,«¡Adiós!—nosdijocon

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mucha gravedad—. ¡Quieran los dioses inmortales derramar sobre ustedes amanos llenassus favores!»«¡Yquieran losmismos—le respondióDiegoenelpropio tono—que halle usted en Zamora a su mujer mudada y mejorestablecida!» Luego que el señor Zapata nos volvió la espalda, comenzó agesticular y a representar caminando, y nosotros le comenzamos a silbar paraquenoseleolvidasentanprestolossilbidosdeMadrid.Conefecto,creyóquetodavíalesonabanenlosoídos,yvolviendolacarayviendoquenosotrosnosdivertíamosasucosta,lejosdedarseporofendido,élmismoayudóalazumba,y prosiguió su viaje dando grandísimas carcajadas. Correspondímosle pornuestrapartecongrandealgazara,ycogiendootravezelcaminoreal,seguimosnuestramarcha.

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CAPÍTULOIX

EstadoenqueencontróDiegoasusparientes,ycómoGilBlasseseparódeéldespuésdehaberparticipadodeciertasdiversiones.

FuimosaqueldíaadormirentreMojadosyValdestillas,aunlugarcillocuyonombresemehaolvidado,yalsiguiente,alasoncedelamañana,entramosenla llanada de Olmedo. «Señor Gil Blas—me dijomi camarada—, aquél es ellugar demi nacimiento. No le puedo volver a ver sin llenarme de júbilo: tannaturalesentodoselamarsupatria.»«SeñorDiego—lerespondí—,unhombrecomousted,quetantoamortieneasutierra,parecedebíahaberhabladodeellaconmayorestimación.Ustedmelapintócomosifueraunlugarcilloounaaldeayamísemepresentacomounaciudad.Erarazónque,porlomenos,latrataseusteddevillagrande.»«Yo lepidoperdón—respondióelbarbero—,perodiréque después de haber visto a Madrid, Toledo, Zaragoza y otras principalesciudadesdeEspaña en lavueltaquehedadopor ella, todomeparece aldea.»Conforme íbamos adelantando en la llanura y acercándonos a Olmedo, nosparecióverjuntoalpueblomultituddegente,ycuandonoshallamosadistanciadepoderdiscernirlosobjetos,tuvimosmuchoenquédivertirlavista.

Vimos tres pabellones o tiendas de campaña, poco distante una de otra, yalrededordeellasmuchedumbredecocinerosyayudantesdecocinaqueestabandisponiendo una gran comida. Unos ponían unas mesas largas dentro de lastiendas, otros echaban vino en grandes vasijas de barro, éstos atendían a quecociesen las ollas y aquéllos daban vueltas a luengos asadores en que estabanespetadas viandas de todo género. Pero amí nadame llevó tanto la atencióncomo un espacioso teatro que observé, bastante elevado, que estaba adornadocon algunos bastidores de cartón pintado de diferentes colores y lleno deinscripciones griegas y latinas. Luego que el barbero vió tanto griego y tantolatín,dijo:«¡EstomehueleterriblementeamitíoTomás!¡Apuestoalgoaquehaandadoaquísumano,porquesabedememoriaunainfinidaddelibrosdeaula!

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Loquemeenfadaesqueenlasconversacionesencajasincesarpasajesenterosdelostaleslibros,cosaquenoatodosagrada.Fueradeeso,hatraducidovariospoetasgriegosylatinosyestáinstruídoenlaantigüedad,loqueseconoceporlas notas con que los ha enriquecido, como, v. gr., aquello de que en Atenaslloraban los niños cuando los azotaban, cosa que si no fuera por su vasta yselectaerudiciónnosotrosnolasabríamos.»

Despuésdehabervistomicamaradayyotodaslascosasqueacabodedecir,nos dió gana de preguntar por qué y para qué se hacían todas aquellasprevenciones.Al tiempoquenosíbamosa informar,seencontróDiegoconunhombre que conoció ser su tío, el señorTomás de laFuente, y que al parecermostraba sereldirectorde la fiesta.Fuímonosaél apresuradamente;masestemaestro de primeras letras tardó algo en conocer a su sobrino: tantamudanzahabíahechoenaquelpobremozolaausenciadediezaños.Conocidoalfin, leabrazó estrechísimamente y le dijo: «¡Oh querido sobrino Diego! ¿Conque alcabohasvueltoaveratusdiosespenatesyelCieloteharestituídosanoysalvoa tu familia? ¡Oh día tres y cuatro veces beato! Albo dies notanda lapillo!Muchasnovedadesencontrarásenlaparentela.TutíoPedro,aquelgrantalento,yaesvíctimadePlutón:tresmeseshaquemurió.¡Hombreavariento,quetodasuvidaestuvo temiendo lehabíande faltar sietepiesde tierraparaenterrarse!Argenti pallebat amore. Tenía muchas pensiones de los grandes y no gastabadiezdoblonesalañoencomidayvestido.Nodabadecomeralúnicocriadoquele servía.Más insensatoque aquelgriegoAristipo, el cual, caminandopor losdesiertos de Libia, hizo a sus esclavos que dejasen en ellos todas las grandesriquezasquellevaban,alegandoqueaquellacargalesincomodabaenlamarcha,amontonabatodalaplataytodoeloroquepodíahaberalasmanos.Mas¿paraqué? Para que lo gozasen sus herederos, a quienes no podía sufrir. Dejó a sumuertetreintamilducados,queserepartieronentretupadre,tutíoBeltrányyo.Todosnoshallamosenestadodepasarlobien.MihermanoNicoláscolocóyaasu hija Teresa, que acaba de casarse con el hijo de uno de nuestros alcaldes:connubio junxit stabili,propriamquedicavit. Este himeneo, concluído bajo losmás felices auspicios, es el que estamos celebrando hace ya dos días con elaparatoqueves.Hicimoslevantarestastiendasdecampañaenestallanura.LostresherederosdePedrotienencadaunolasuyay,porsuturno,costeanlafiestadeundía.Habríacelebradomuchoquehubiesesllegadoantesparaquegozasesdetodas.Anteayer,díaenquesecelebrólaboda,corriótupadreconelgasto,ydióuna soberbiacomida,ydespuéshuboparejas,y secorrió sortija.Tu tíoelmercadertomódesucuentaeldíadeayerynosdivirtióconunabellísimafiestapastoril. Vistió de pastores a los diezmuchachosmás lindos y agraciados del

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lugar y de pastoras a las diezmuchachasmás pulidas y aseadas que había entodo Olmedo, empleando en engalanarlas las cintas más ricas y los máspreciososdijesquesehallaronensutienda.Todaaquellalucidajuventudarmómil graciosísimas danzas, cantando después otras tantas letrillasmuy chuscas,tiernas y amorosas.Y aunqueno parecía posible cosamás divertida, con todoeso no dió gran golpe, sin duda porque enCastilla laVieja hemos perdido elgusto a las diversiones pastoriles. Hoy me toca a mí, y pienso divertir a losvecinos de Olmedo con un espectáculo todo demi invención: finis coronabitopus.Mandéalzarunteatro,enelcual,conlaayudadeDios,harérepresentarpormisdiscípulosunademis tragedias, intituladaLospasatiemposdeMuley-Bugentuf,reydeMarruecos.Seejecutaráconelmayorprimor,porqueentrelosmuchachos los hay que declaman como los más célebres comediantes deMadrid.SontodoshijosdehonradasfamiliasdePeñafielySegovia,ylostengoen mi casa a pupilaje. ¡Excelentes representantes! ¡Verdad es que les heenseñadoyo!Sudeclamaciónparecerá acuñada en el cuñodelmaestro:ut itadicam.Encuantoalatragedia,notequierohablardeella,puestoquelahasdeoír,pornoprivartedelplacerdelasorpresa,ysólodirésencillamentequedejaráextáticos a todos los espectadores. Es uno de aquellos asuntos trágicos queponen todaelalmaenconmoción,por las terribles imágenesde lamuertequeofrecen a la fantasía.Yo siempre he sido de la opinión deAristóteles: que esnecesario excitar el terror. ¡Ah, si yo me hubiera dedicado al teatro, nuncasaldríanaélsinohéroessanguinariosypríncipesasesinos,ymebañaríasiempreen sangre! ¡Enmis tragedias severíamorirno sóloa losprimerospersonajes,sinohasta lasmismasguardias! ¿Quédigohasta lasmismas guardias? ¡Haríatambiéndegollaralapuntador!Enfin,sólomeagradaloterrible;ésteestodomigusto.Deestamanera,lospoemasdeesaespecieselevantanconelaplausodela muchedumbre, mantienen el lujo de los comediantes y hacen célebre elnombredelosautores.»

Acababadepronunciarestaspalabras,cuandovimossalirdelpuebloyentraren la llanura un gran gentío de uno y otro sexo. Eran los dos esposos,acompañados de sus amigos y parientes, e iban precedidos de diez a docetocadoresdeinstrumentos,quetañíantodosauntiempo,haciendounconciertomuy ruidoso. Salióles al encuentro Diego y dióse a conocer. Inmediatamenteresonaron por el campo los gritos de alegría con que fué recibido delacompañamiento, corriendo todos a abrazarle y procurando cada uno ser elprimero.Notuvopocoquehacerencorresponderatodaslasdemostracionesdeamor y cumplimientos que le hicieron. Sofocábanle a abrazos todos los de lafamilia y cuantos sehallabanpresentes, y luegoque se aquietóunpoco aquel

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primer turbión, ledijosupadre:«Seasbienvenido,hijoDiego.Enverdadquedurantetuausenciahanadelantadomuchotusparientes,¿noesasí?Porahoranotedigomás;asutiempolosabrásmuypormenor.»Mientrastanto,elgentíosefué adelantando hacia la llanura, llegó a ella, entróse en las tiendas y fuésesentandoa lasmesas,queyaestabanpreparadas.Yonodejéamicompañero;sentémejuntoaélyentramboscomimosconlosdosnovios,quemeparecieroncorresponderbienunoaotro.Durómuchotiempolacomida,porqueelpreceptoro maestro tuvo la vanidad de querer que tres veces se cubriese la mesa, poraventajar a sus hermanos, que no habían dispuesto las cosas con tantamagnificencia.

Despuésdel banquete, todos los convidadosmostrarongrande impacienciaporverlarepresentacióndelaobradelseñorTomás,nodudando—decían—queunaproduccióndeingeniotansuperiorseríadignísimadeoírse.Acercámonos,pues,alteatro,dondetodoslosmúsicosocupabanyaellugardelaorquestaparatocar en los intermedios. Esperaban todos con el mayor silencio a que dieseprincipioalatragedia.Dejáronseverlosactoresenlaescena,yelautor,consuobra en lamano, estaba tras las cortinas, en sitio dondepudiese apuntar y seroído de los que representaban.Conmucha razón nos había prevenido que eratrágicosudrama,porqueenelprimeractoelreydeMarruecosmatóporvíadediversióncienesclavosaflechazos;enelsegundohizodegollartreintaoficialesportuguesesqueunodesuscapitaneshabíahechoprisioneros;finalmente,eneltercero, aquelmonarca, cansado de susmujeres, pegó élmismo por sumanofuego a un palacio aislado donde estaban encerradas y, juntamente con él, lasredujo todas a ceniza. Los esclavosmoros y los oficiales portugueses estabanrepresentados por unas figuras demimbre, y el palacio, que era de cartón, seaparentaba abrasado por un fuego artificial. Este incendio, acompañado delastimosos gritos que parecían salir de en medio de las llamas, dió fin a latragediaycerróelteatrodeunamanerapatéticaydivertida.Resonaronentodala llanura los vivas y los aplausos con que fué celebrado un drama de taningeniosainvención,loqueacreditóelbuengustodelpoetaysusingularaciertoenlaelecciónyoportunidaddelosasuntos.

CreíayoqueyanadahabíaqueverdespuésdeLospasatiemposdeMuley-Bugentuf,peroengañéme.Anunciáronnosunnuevoespectáculo los timbalesytrompetas.Eraéste ladistribuciónde lospremios,porqueTomásde laFuente,paramayorsolemnidaddelafiesta,atodossusdiscípulos,asípupiloscomolosquenoloeran,leshabíahechotrabajarvariascomposiciones,yenaqueldíasehabíanderepartirlospremiosalosmássobresalientes,consistiendoaquéllosenciertos libros que el mismo preceptor, a costa suya, había ido a comprar a

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Segovia. De repente, pues, se dejaron ver en el teatro dos bancos largos deescuelayunarmariooestantellenodelibrospequeñosencuadernadosconaseo.Entonces todos los actores se presentaron en la escena y formaron unsemicírculodelantedelseñorTomás,elcualsedejabavercontantagravedadyautoridadcomopudieraunprefectodecolegio.Teníaenlamanolalistadelosnombres de los que debían ser premiados. Entregósela al rey de Marruecos,quiensepusoaleerlaenaltavoz,llamandounoporunoalosnombradospararecibir el premio.Cada cual iba con respeto a recibir un libro de lamano delpedante, inclinándoseprofundamenteal iryvolvercuandopasabandelantedelmonarca marroquí. Juntamente con el libro, se los coronaba a todos con unaguirnaldadelaurel,ydespuésseibansentandoenunodelosdosbancos,paraquefuesenvistos,aplaudidosyadmiradosdetodos,peroparticularmentedesusmadres,amigosyparientes.Pormáscuidadoquepusoelpreceptorenquetodosquedasencontentos,no lopudoconseguir,porque,observándoseque lamayorparte de los premios habían tocado a los pupilos, como regularmente seacostumbra, las madres de los otros discípulos lo llevaron muy a mal, sealborotaron y acusaron al maestro de parcialidad; y tanto, que una fiesta tangloriosa y tan alegre hasta aquel punto faltó poco para que se acabase tandesgraciadamentecomoelbanquetedelosLapitas.

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LIBROTERCERO

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CAPÍTULOPRIMERO

LlegadadeGilBlasaMadrid,yprimeramoaquiensirvióallí.

Detúveme algunos días en casa del barbero y juntéme después con unmercaderdeSegoviaquepasóporOlmedo.Había idoaValladolidconcuatromulascargadasconvariosgénerosysevolvíaasucasacontodasellasdevacío.Hízome montar en una, y tomamos tanta amistad en el camino, que cuandollegamos a Segovia se empeñó en que me hospedase en su casa. Dos díasdescanséenella,ycuandomevióresueltoamarcharaMadridconelarriero,medióunacarta,encargándomemuchoquelaentregaseyomismoenmanopropia,sin decirme que era una carta de recomendación. Hícelo así, poniéndola yomismoenmanosdelseñorMateoMeléndez,mercaderdepaños,quevivíaenlapuertadelSol, esquinade lacalledelCofre.Apenasabrióelpliegoy leyó sucontenido, cuandome dijo con unmodomuy agradable: «SeñorGil Blas,micorresponsal,PedroPalacios,merecomiendalapersonadeustedcontanvivasexpresionesquenopuedodejardeofrecerleuncuartoenmicasa.Ademásdeestomesuplicalebusqueunabuenaconveniencia,cosadequemeencargocongusto y con esperanza de que no me será muy difícil colocar a ustedventajosamente.»

Acepté lagenerosaofertadeMeléndez,con tantomayorgustocuantoveíaquemidineroseibaporinstantesacabando;peronolefuígravosolargotiempo.Pasados ocho días,me dijo que acababa de proponerme a un caballero amigosuyoquenecesitabaunayudadecámara,yque,segúntodaslasseñas,nosemeescaparíaestaconveniencia.Conefecto,habiéndosedejadoverel talcaballeroenaquelmismomomento,«Señor—ledijoMeléndezmostrándomeaél—,éstees el mozo de quien hablamos poco ha, de cuyo proceder me constituyo porfiador como pudiera del mío mismo.» Miróme atentamente el caballero, yrespondió que le gustaba mi fisonomía y que desde luego me recibía en suservicio. «Sígame—añadió—, que yo le instruiré en lo que deberá hacer.»

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Diciendo esto, se despidió delmercader yme llevó consigo a la calleMayor,frenteporfrentedeSanFelipeelReal.Entramosenunacasamuybuena,dondeélocupabauncuarto,subimosunoscincooseisescalonesymeintrodujoenunaposentocerradocondosbuenaspuertas,enlaprimeradelascualeshabíaunarejilla de hierro para ver a los que llamaban. Pasamos después a otra pieza,dondeteníasucama,conotrosvariosmueblesmásaseadosquepreciosos.

SiminuevoamomehabíamiradobienencasadeMeléndez,tambiényoleexaminéaéldespuésconparticularatención.Eraunhombredeunoscincuentaaños, de aspecto frío y serio. Parecióme de buena índole y no formé malconceptodeél.Hízomemuchaspreguntasacercademifamilia,ysatisfechodemisrespuestas,«GilBlas—medijo—,yocontemploqueeresunmozodegranjuicio yme alegromuchodequeme sirvas; y por tu parte esperoque estaráscontentocontuacomodo.Tedaréseisrealesaldíaparaquecomasytevistas,sinperjuiciodealgunosprovechosquepodrástenerconmigo.Yonosoyhombrequedémuchamolestiaaloscriados;nuncacomoencasa,sinosiempreconmisamigos.Porlamañananotienesquehacermasquelimpiarmebienlosvestidos;lorestantedeldíatequedalibreypuedeshacerloquequieras;bastaqueporlanocheteretiresacasatempranoymeesperesalapuertademicuarto.Estoestodo lo que exijo de ti.»Después de haberme dado esta instrucción sacó seisreales del bolsillo y me los entregó, para empezar a cumplir nuestro ajuste.Salimoslosdosjuntos,cerróélmismolaspuertas,llevóseconsigolallaveymedijo: «No tienes que seguirme y puedes irte adonde te diere la gana; pero¡cuidado que te encuentre en la escalera cuando vuelva a casa por la noche!»Diciendo esto semarchó yme dejó que dispusiese demí comomejor semeantojase.

«Vamos claros, Gil Blas—me dije entonces a mímismo—, que no te eraposibleencontraramomejor.Túsirvesaunhombrequeporlimpiarlosvestidos,hacerle la cama y barrer su cuarto por lamañana te da seis reales cada día ylibertaddehacerdespuésloquequisieres,nimásnimenosqueunestudianteentiempodevacaciones.¡Afequenoseráfácilhallarotraconvenienciaigual!YanomeadmirodelhipoqueteníaporveniraMadrid;sindudaerapresagiodelafortuna queme esperaba.»Pasé todo el día en andar de calle en calle, viendomuchascosasquemecogíandenuevoyquenomedabanpocaocupación.Porlanochecenéenunahosteríapocodistantedenuestracasa,yprontamentemeretiréalsitiodondeelamomehabíamandadoleesperase.Llegótrescuartosdehoradespuésysemostrócontentodemipuntualidad.«¡Muybien!—medijo—.¡Esomegusta!Yoquierocriadosqueseanexactosenhacerloquelesmando.»Dicho esto abrió las puertas del cuarto, cerrólas, y como nos hallábamos a

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obscuras,echóyescasyencendióunavela.Ayúdeledespuésadesnudar,yluegoquesemetióenlacamaencendíporsumandatounalamparillaquehabíaenlachimenea,cogí lavelay llevélaa laantesala,dondemeacostéenuncatre.Aldía siguiente se levantó entrenueveydiezde lamañana, cepillé susvestidos,dióme mis seis reales y despidióme hasta la noche. Salió fuera de casa, sindescuidarse de cerrar bien las puertas, y hétele aquí que uno y otro nosseparamosparaelrestodeldía.

Taleranuestravida,queamímeparecíamuydulceyacomodada.LomásgraciosodetodoeraqueyonosabíaaúncómosellamabamiamoyMeléndezloignoraba también. Sólo conocía al tal caballero por uno de tantos comoconcurrían a su lonja a comprar géneros; y los vecinos tampoco pudieronsatisfacermicuriosidad.Aseguráronmetodosquenosabíanquéclasedehombreeramiamo,aunquehacíadosañosquevivíaenaquelbarrio.Dijéronmequenotrataba con ninguno de los vecinos, y algunos, acostumbrados a juzgartemerariamentemaldetodo,inferíandeaquíqueeraunhombredequiennosepodía formar juicio algunobueno.Con el tiempo se adelantómás: sospechóseque fuese un espía del rey de Portugal, yme aconsejaron caritativamente quetomasemismedidas acercadel particular.El avisomepuso en sumocuidado,porque desde luego formé juicio de que si era verdad lo que decían corría yogran peligro de visitar los calabozos de Madrid. Mi inocencia no me podíaasegurar y mis pasadas desgracias me obligaban a temer a la justicia. Habíaexperimentadoyadosvecesque,sinoquitalavidaalosinocentes,alomenosguarda tan mal con ellos las leyes de la hospitalidad, que siempre es unadesgraciahospedarseensucasa,aunqueseaporpocotiempo.

Consulté con Meléndez lo que debía hacer en tan críticas circunstancias;peronosupoquéconsejodarme.Nopodíacreerquemiamofueseespía;mastampocoteníarazónfuerteypositivaparanegarlo.Tomé,pues,elpartidomediode observar bien todos sus pasos, y si descubría que verdaderamente era unenemigodelEstado,abandonarleenteramente;peroalmismotiempomeparecióquelaprudenciaylobienhalladoqueestabaconélpedíanquecaminaseconelmayortientoycircunspecciónenponerporobraloquehabíadeterminado,sinasegurarmeantesdelaverdad.Comencé,pues,aexaminartodassusaccionesymovimientos, y para sondearlosmejor, «Señor—le dije una nochemientras leestaba desnudando—, no sabe un hombre cómo ha de vivir para librarse demalaslenguas.Elmundoestáperdidoynosotrostenemosunosvecinosquenovalen un demonio. ¡Malditas bestias! No creerá su merced cómo hablan denosotros.»«Ybien,GilBlas—merespondió—,¿quées loquepuedendecir?»«¡Ah,señor—repliqué—,alamurmuraciónnuncalefaltaasunto!Encuéntralos

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olossueñahastaenlamismavirtud.¿NoesbuenoquenuestrosvecinostienenalientoparadecirquenosotrossomosgentepeligrosayquelaCortedebevigilarnuestra conducta? En una palabra: dicen que su merced es espía del rey dePortugal.»Entoncesalcé losojosy lemiréconcuidado, comoAlejandroa sumédico,paranotarelefectoqueproducíaloqueacababadedecirle.Pareciómequeseturbabaalgúntanto,locualconfirmabapoderosamentelasconjeturasdela vecindad. Noté que poco después se quedó pensativo y cabizbajo, y estotampoco lo interpretémuy favorablemente.Así estuvoporunbreve rato;peroluego,comoquienvuelveensí,medijoenuntonoyconrostromuytranquilo:«GilBlas,dejemosalosvecinosquediganloquequieran;nuestraquietudnohadedependerdesusmalignasexpresiones.Nohagamoscasodeloquedicenloshombresmientrasnodemosmotivoaquelodigan.»

Acostóse después con mucho sosiego y yo hice lo mismo, sin saber quépensar.Aldíasiguiente,cuandoíbamosasalirdecasa,oímosllamarrecioalapuertadelaescalera.Acudióconprontitudelamo,ymirandoporlarejillavióaunhombrebienvestido,queledijo:«Señorcaballero,yosoyalguacilyvengodepartedelseñorcorregidoradeciraustedquesuseñoríadeseahablarledospalabras.»¿Quémequiereelseñorcorregidor?»,respondiómiamo.«Esoesloquenosé—replicóelalguacil—;perovayaustedasucasaypresto losabrá.»«Yo le beso lasmanos al señor corregidor—repuso sumerced—;yono tengonadaqueverconsuseñoría.»Diciendoestaspalabrascerróenfadadolasegundapuerta,ycomenzándoseapasearporelcuartoenademándeunhombre,segúnloqueamímeparecía, aquienhabíadadomuchoquediscurrir el recadodelalguacil,me puso en lamanomis seis reales yme dijo: «AmigoGilBlas, túpuedesirteapasearadondequieras,queyonotehemenester.»Persuadímealoír esto que tenía miedo de que le prendiesen y que por eso no quería salir.Dejéle,pues,yparaversimeengañabaenmisospecha,meescondíenparajedesde donde podía observar si salía o no. Habría tenido paciencia paramantenerme allí toda la mañana si él mismo no me hubiese aliviado de estetrabajo, pues al cabo de una hora le vi salir y presentarse en la calle con undesembarazo y un aire de confianza que dejó confundidami penetración. Sinembargo,nomedeslumbraronestasapariencias;antesbienmehicieronentrarenmayor desconfianza. Parecióme que todo aquello podía muy bien ser conestudio,yauncasilleguéacreerquesehabíadetenidoencasaaqueltiempopararecogersusjoyasydinero,yqueprobablementeibaaponerseensalvohuyendo.Perdílaesperanzadeverlemás,yaunestuveperplejoensiiríaaquellanocheaesperarleenlapuertadelaescalera:tanpersuadidoestabadequesaldríaaqueldíadeMadridparalibrarsedelpeligroqueleamenazaba.Sinembargo,nodejé

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de ir a esperarle, y quedé admirado de verle volver como acostumbraba.Acostóse sin la menor muestra de cuidado ni inquietud, y por la mañana selevantóyvistióconlamayorserenidad.

No bien acabó de vestirse, cuando llamaron de repente a la puerta. Fué élmismo a mirar por la rejilla quién llamaba. Vió que era el alguacil del díaanterior;preguntólequéseleofrecía,yelalguacilrespondióqueabriesealseñorcorregidor. Al oír este nombre temible se me heló toda la sangre. Había yacobrado un endiablado miedo, y más que pánico terror, a toda esta casta depájarosdesdequetuveladesgraciadecaerensusmanos,yenaquelmomentohubieraqueridohallarmecien leguasdistantedeMadrid;peromiamo,quenoera tan espantadizo ni tan medroso como yo, abrió la puerta con sosiego yrecibióal señorcorregidorconrespeto.«Yaveusted—dijoamiamo—quenovengoasucasacongrandeacompañamiento,porquenuncahegustadodehacerlascosasconestruendo.Sinhacercasodelosrumorespocofavorablesaustedquecorrenporelpueblo,mehaparecidoquesupersonaeraacreedoraaqueselatrataseconmiramiento.Sírvaseusteddecirmecómosellama,quiénesyquéhaceenMadrid.»«Señor—lerespondiómiamo—,minombreesdonBernardodeCastelblanco,familiaconocidaenCastillalaNueva.MiocupaciónenMadridse reduce a pasearme, frecuentar los teatros y divertirme con algunos pocosamigos,gentetodamuyhonradaydehonestaygrataconversación.»«Sinduda—dijoel juez—, tendráustedunagranrenta.»«No,señor—repusomiamo—;notengorentas,nitierrasyniauncasa.»«¿Puesdequéviveusted?»,lereplicóel corregidor. «De lo que voy a enseñar a vuestra señoría», respondió donBernardo;yalmismotiempoalzóuntapizyabrióunapuertaqueestabatrasdeél,sinqueyolahubieseobservado,yluegootraqueestabadespuésdeaquélla,ehizoentraral juezenuncuartito,dondehabíaungrancofretodollenodeoro,quequisovieseconsusmismosojos.«Yasabevuestraseñoría—ledijoentonces—quenosotroslosespañolessomosporlogeneralpocoamigosdeltrabajo;maspor grande que sea la aversión con que otros le miran, puedo asegurar queningunaseigualaconlamía.Soynaturalmentetanperezosoyholgazán,quenovalgo para ningún empleo ni ocupación. Si quisiera canonizar mis vicios,dándoles el nombre de virtudes, diría que mi pereza era una indolenciafilosófica,unrasgodelentendimientodesengañadodeloqueelmundosolicitaybusca con tanto ardor; pero debo confesar de buena fe que soy haragán yperezosodenacimiento;tanto,quesimevieraprecisadoatrabajarparacomer,creoquemedejaríamorirdehambre.Enestesupuesto,afindepasarunavidaque se acomodase con mi humor, por no tener la molestia de cuidar de mihacienda, y mucho más por no haber de lidiar con administradores ni

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mayordomos,convertíendinerocontante todomipatrimonio,queconsistíaenmuchas posesiones considerables. Cincuenta mil ducados en oro hay en estecofre,loquebastayaunsobraparaloquepuedovivir,aunquepasedeunsiglo,puesnolleganamillosquegastocadaañoycuentoyadiezlustrosdeedad.Nomedacuidadolovenidero,porque,graciasalCielo,noadolezcodealgunodeaquellostresviciosquecomúnmentearruinanaloshombres:soypocoinclinadoa comilonas y meriendas, juego poco, por mera diversión, y estoy ya muydesengañadodelasmujeres.Notemoqueenmivejezmecuentenenelnúmerode aquellos viejos lascivos a quienes las mozuelas venden sus mentidos einteresadosfavoresapreciodeoro.»

«¡Oh y qué dichoso es usted!—exclamó el corregidor—. Teníanle, contratoda razón, por un espía, personaje que de ningúnmodo podía convenir a unhombre de su carácter. Prosiga usted, donBernardo, en vivir como ha vividohasta aquí. Tan lejos estaré de turbar sus días tranquilos y serenos, que desdeluegolosenvidioymedeclaroporsudefensor.Pídeleaustedsuamistadyyoleofrezcolamía.»«¡Ah,señor!—exclamómiamo,penetradodetanatentascomoapreciablespalabras—.Admitoelpreciosodonquevuestraseñoríameofrece.Suamistadescomplementodemifelicidad.»Despuésdeestaconversación,queelalguacilyyooímosdesdefuera,elcorregidorsedespidiódemiamo,quenohallabaexpresionesconquemanifestarlesuagradecimiento.Yodemiparte,porimitaramiamoyayudarleahacer loshonoresde lacasa,hartéalalguacildeprofundascortesías,aunqueenelcorazónlemirabaconaqueltedioconquetodohombredebienmiraauncorchete.

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CAPÍTULOII

DelaadmiraciónquecausóaGilBlaselencuentroconelcapitánRolandoydelascosascuriosasquelecontóaquelbandolero.

Luego que don Bernardo de Castelblanco hubo despedido al corregidor,acompañándolehasta la calle, volvióprontamente a cerrar el cofrey todas laspuertasqueleresguardaban.Hechaestadiligencia,saliódecasa,muyplacenteropor haberse granjeado tan importante amistad, y yo no menos alegre por verasegurados ya mis seis reales. La gana que tenía de contar esta aventura aMeléndezmeobligóaencaminarmeasucasa;peroalestaryacercadeellameencontré con el capitán Rolando. No puedo explicar lo sorprendido que mequedéconesteencuentronipudemenosdeestremecermeytemblarasuvista.Eltambiénmeconoció.Llegóseamígravemente,yconservandotodavíasuairedesuperioridadmemandóquelesiguiese.Obedecíletemblando,yenelcaminoibadiciendoentremímismo:«¡Pobredemí!¡Ahoraquerráquelepaguetodoloque ledebo!¿Adóndeme llevará?Puedeque tengaenestavillaalgunacuevaobscura. ¡Diablo! ¡Si tal creyera, en estemismomomento le haría ver que notengo gota en los pies!»Con estos pensamientos iba andando tras de él,muyatento a observar el sitio donde pararía, con intento de huir de él a carreratendidaporpocosospechosoquemepareciese.

PrestomesacóRolandodeestecuidadoydesvaneciótodomitemor.Entróseenunafamosataberna;seguíle;mandótraerdelmejorvinoydispusosehiciesecomida para los dos.Mientras tanto, nos metimos en un cuarto, y así que elcapitánseviósoloconmigo,mehablódeestasuerte:«Sinduda,GilBlas,queestarás muy admirado de verte aquí con tu antiguo comandante; pero más teadmirarás cuando hayas oído lo que te voy a contar. El día que te dejé en lacuevaymarchéconmiscompañerosaMansillaavender lasmulasycaballosque habíamos robado la noche anterior, encontramos al hijo del corregidor deLeón, acompañado de cuatro hombres a caballo, todos bien armados, que

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seguíansucoche.Acometímoslos;dimosmuerteadosdeellosy losotrosdoshuyeron.Temiendoelbuencocheroquehiciésemoslomismoconsuamo,nossuplicóconlágrimasque,poramordeDios,noquitásemoslavidaalhijoúnicodel señor corregidor de León. Estas palabras, en vez de enternecer a miscompañeros, losenardecieronmás.«Señores—dijouno—,nodejemosescaparalhijodelenemigomásmortaldelosdenuestraprofesión.¿Acuántosdeéstosnohahechoajusticiarsupadre?¡Venguémoslosysacrifiquemosestavíctimaasus cenizas!» Todos los demás aplaudieron tan inhumano consejo, y hastamitenienteibayaaserelgransacerdotedeaquelsangrientosacrificiosiyonolehubiera detenido el brazo. «¡Aguarda!—le dije—. ¿A qué fin derramar sangresin necesidad? Contentémonos con el bolsillo de este pobremozo, y pues nohaceresistenciaseríaunabarbaridadmatarle;fueradequeélnoesresponsabledelasaccionesdesupadre,niaunelpadreencondenarnosamuertehacemasquecumplirconlaobligacióndesuoficio,asícomonosotroscumplimosconladelnuestroenrobaraloscaminantes.»

»Intercedí, pues, por el hijo del corregidor, y no fué inútilmi intercesión.Sólolecogimostodoeldineroquellevaba,yjuntamentenosapoderamosdeloscaballos de los hombres que habían muerto en la refriega y vendímoslos enMansilla con los demás que conducíamos. Volvímonos después a nuestrosubterráneo, adonde llegamos el día siguiente poco antes de amanecer. Noquedamospocoatónitosdeverlevantadalatrampa,ymuchomásdeencontraraLeonardaamarradafuertementeenlacocina.Contónosendospalabrastodoloacaecidoynosadmiramosmuchodequehubiesespodidoengañarnos;nuncatehubiéramos creído capaz de jugarnos semejante petardo y te perdonamos elchascoengraciadelainvención.Luegoquedesatamosalacocineralediordende que nos compusiese bien de comer. Entre tanto fuimos a la caballeriza acuidar de los caballos, y encontramos casi expirando al viejo negro, que enveinticuatro horas no había probado bocado ni visto persona alguna que lesocorriese. Deseábamos darle algún alivio; pero había perdido ya del todo elconocimiento, y nos pareció un caso tan desesperado el suyo, que, a pesar denuestra buena voluntad, desamparamos a aquelmiserable, que estaba entre lavidaylamuerte.Noporesodejamosdesentarnosalamesa,ydespuésdehaberalmorzado grandemente, nos retiramos a nuestros cuartos, donde estuvimosdurmiendoodescansando todoeldía.Cuandodespertamos,nosdijoLeonardaque ya había muerto Domingo. Llevamos el cadáver a la covacha donde teacordarás que dormías, y allí le hicimos el funeral como si hubiera tenido elhonordeserunodenuestroscompañeros.

»Al cabo de cinco o seis días sucedió que, habiendo hecho una salida,

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encontramosmuydemañana,alaentradadelbosque,trescuadrillasdelaSantaHermandad, que al parecer nos estaban esperando para dar sobre nosotros.Alpronto no descubrimos mas que una. No la temimos, y aunque superior ennúmeroanuestratropa,laatacamos;peroaltiempoqueestábamospeleandoconella, las otras dos, que habían hallado modo de mantenerse emboscadas, seecharonde repente sobre nosotros y nos rodearondemanera quede nadanossirviónuestrovalor.Fuénosnecesariocederalnúmerodelosenemigos.Nuestrotenienteydosdenuestroscamaradasmurieronenlafunción.Losotrosdosyyo,cercadosportodaspartes,nosvimosprecisadosarendirnos;ymientraslasdoscuadrillasnosllevabanpresosaLeón,latercerafuéacegarydestruirlacueva,que fuédescubiertadelmodosiguiente:atravesandoelbosqueun labradordellugardeLuyego,volviendoasucasa,vióporcasualidadalzadalatrampadelacueva, que dejaste abierta el mismo día que te escapaste con la señora, ysospechóqueaquéllaeranuestrahabitación,ynoteniendovalorparaentrarenella, se contentó con observar bien sus contornos; y para acertarmejor con elsitio,descortezóligeramentealgunosárbolesvecinosyotrosmás,detrechoentrecho, hasta estar fuera del bosque. Pasó después a León, dió parte de aqueldescubrimiento al corregidor, cuyo gozo fué mucho mayor por cuanto estabainformadodequesuhijohabíasidorobadopornuestracompañía.Elcorregidorhizo juntar tres cuadrillas para prendernos, y les dió por guía al labrador quehabíadescubiertoelsubterráneo.

»Mi llegadaa la ciudaddeLeón fuéungrandeespectáculopara todos susvecinos. Aunque yo hubiera sido un general portugués hecho prisionero deguerra, no habría sido mayor la curiosidad con que todos corrían y seatropellabanporverme.«¡Aquéles—decían—,aquéleselcapitányelterrordetoda esta tierra! ¡Merecía ser atenaceado, y no menos sus dos compañeros!»Presentáronnos al corregidor, que desde luego comenzó a insultarme. «¡Ya loves,malvado—medijo—:elCielo,cansadodetusdelitos,tehaentregadoamijusticia!»«Señor—le respondí—,esciertoquehecometidomuchos;peroa lomenosnotengoqueacusarmedehaberquitadolavidaalhijodevuestraseñoría.Si vive, amíme lo debe, yme parece que este servicio es acreedor a algúnreconocimiento.» «¡Ah, infame!—replicó—. ¡Sin duda que estaría bienempleadounprocedergenerosoconhombresdetucarácter!Yauncuandoyotequisieraperdonar,¿melopermitiría,porventura,laobligacióndemiempleo?»Dicho esto, nos mandó meter en un calabozo, donde no dejó pudrir a miscompañeros. Salieron de él al cabo de tres días, para representar un papel unpocotrágicoenlaplazaMayor.Porloquetocaamí,estuvetressemanasenterasen la cárcel. Tuve por cierto que se dilataba mi suplicio para que fuese más

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terrible,y,enfin,cadadíaestabaesperandounnuevogénerodemuerte,cuandoalcabomandóelcorregidorquemellevasenasupresencia,yestandoenellamedijo: «Oye tu sentencia.Quedas libre. Si no fuera por ti,mi hijo hubiera sidoasesinadoenmediodeuncamino.Comopadre,deseabaagradecerteestegranbeneficio;peronopudiendoabsolvertecomojuez,escribíalaCorteentufavor.Pedí al reyelperdónde tusdelitosy lo conseguí.Vete adondequieras;pero,créeme—añadió—, aprovéchate de tan feliz comono esperado suceso.Vuelveentiyabandonaparasiempreesadesastrosavida.»

«Atravesado el corazón con estas últimas palabras, tomé el camino deMadrid,conpropósitodevivirconsosiegoenestavilla.Encontróyamuertosamis padres y su herencia enmanos de un viejo pariente nuestro, queme dióaquella cuenta fiel que acostumbran los tutores. Sólo pude lograr tres milducados,queacasonocomponíanlacuartapartedeloquedebíaheredar.Pero¿quéhabíadehacer?Nadaadelantaríaconponerlepleito,sino tenerdemenostodoloquegastaseenél.Porhuirlaociosidad,compréunavaradealguacil,y,segúncumploconmiempleo,parecequenohetenidootroentodamivida.Misnuevoscompañeros,pordecoro, sehabríanopuestoamiadmisión sihubieransabidomihistoria;pero,porfortunamía,laignoraban,o—loquevieneaserlomismo—afectaronignorarla,porqueenestehonradocuerpotodostieneninterésenquenosesepansushechos,susvirtudesymilagros.Contodoeso,amigomío—continuóRolando—,yoquierodescubrirtemicorazón.Nomegustaeloficioquehe tomado.Pideuna conductademasiadamentedelicadaymisteriosa, quesólodalugarasutilezasyraposerías.¡Ohycuántoechodemenosmiantiguaynoble profesión!Confieso que esmás segura la nueva, pero esmás gustosa ydivertidalaotra,yyosoyamantedelaalegríaydelalibertad.Voyviendoquetengotrazadeexonerarmedeesteempleoydesaparecereldíamenospensado,para retirarmea lasmontañasqueestánenelnacimientodelTajo.Séquehayallí cierta madriguera, habitada por una valerosa tropa llena de catalanesdeterminadoscuyonombresoloessumayorelogio.Simequieresseguir,iremosaaumentarelnúmerodeaquellosgrandeshombres.Mebrindanconelempleode segundo capitán de tan ilustre compañía, y haré que te reciban en ella,asegurándolesquediezveces tehevistocombatirami lado,yensalzaréhastalasnubes tuvalor.Hablarémejorde ti queungeneraldeunoficial cuando lequiere adelantar; pero me guardaré bien de tomar en boca la pieza que nosjugaste, porque esto te haría sospechoso, y así, no diré palabra de la aventuraconsabida. Ahora bien—añadió—: ¿estás pronto a seguirme? Espero turespuesta.»

«Cada uno tiene sus inclinaciones—respondí a Rolando—; usted es

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inclinado a las empresas arduas y peligrosas y yo a una vida tranquila ysosegada.»«¡Yateentiendo!—meinterrumpió—.Aquellaseñoracuyoamortehizohacer loque emprendiste la tienes todavíamuydentrodel corazón, y sindudaqueensuamablecompañíagozasdeaquellavidacómodaygustosaaquete llama tu inclinación. Confiesa con sinceridad que, después de haberlerestituído sus muebles, estáis comiendo juntos los doblones que recogisteis yrobasteis de la cueva.» Respondíle que estaba muy equivocado, y paradesengañarle,enpocaspalabraslecontétodalahistoriadelaseñora,contodolodemásquemehabíasucedidodesdequemeescapédesucompañía.Alfindelacomidame volvió a hablar de los señores catalanes yme confesó que estabaresueltoairajuntarseconellos,volviéndomeadarotrotientoparapersuadirmeaqueabrazaseaquelpartido.Peroviendoqueno lopodíaconseguir,memiróconunairefieroymedijoconciertaseriedadferoz:«¡Yaquetienesuncorazóntanvilybajoqueprefierestuservilcondiciónalhonordeentrarenlacompañíadeunoshombresvalerosos,teabandonoalavillaníadetusruinesinclinaciones!¡Olvidaenteramentequemevolvisteaencontrarhoy,yjamásmetomesenbocaconpersonavivientedeestemundo,porquesillegoasaberquealgunavezhashablado demí...! ¡Yame conoces, y no te digomás!»Al decir esto, llamó altabernero,pagólacomidaynoslevantamosdelamesaparaircadacualporsucamino.

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CAPÍTULOIII

DejaGilBlasadonBernardodeCastelblancoyentraaserviraunelegante.

Salimos de la taberna, y cuando nos estábamos despidiendo uno y otropasabamiamopor lacalle.Vióme,yobservéquemásdeunavezsevolvióamirar con cuidado al capitán. Parecióme que le había sorprendido verme encompañíadesemejantesujeto.Alaverdad,latrazadeRolandonoexcitabaideasmuyfavorablesdesuscostumbres.Eraunhombremuyalto,carilargo,denarizaguileña, y aunque no de desgraciada figura, tenía no sé qué trazas de ungrandísimobribón.

Nomeengañéenmisospecha.CuandodonBernardoseretiróacasaporlanoche,lehallémuyprevenidocontralacataduradelcapitánypropensoacreertodas las proezas que yo le pudiera contar de él si me hubiera atrevido areferírselas. «GilBlas—me dijo—, ¿quién era aquel pajarraco con quien te vipocoha?»Respondílequeeraunalguacilymeimaginéquequedaríasatisfechocon esta respuesta. Pero me hizo otras muchas preguntas; y como me vieseperplejo en las respuestas, porque me acordaba de las amenazas de Rolando,cortó de repente la conversación ymetióse en la cama. Lamañana siguiente,luegoqueacabédehacer lashaciendasordinarias,meentregóseisducadosenlugardeseisrealesymedijo:«Toma,amigo,estosducadosporloquemehasservidohastaaquíyveteaserviraotracasa,queyonomepuedoacomodarconun criado que cultiva tan honradas amistades.»De pronto nome ocurrió otracosa que decirle sino que había conocido en Valladolid a aquel alguacil conmotivodehaberleasistidoenciertaenfermedadcuandoejercíayolaMedicina.«¡Bellamente!¡Nosepuedenegarqueesingeniosalasalida!Mas¿porquénomerespondisteanochelomismoenvezdeturbarte?»«Señor—ledije—,nomeatrevíadecirloporprudencia,yéstaes laverdad.»«Ciertamente—mereplicó,dándomecariñosaspalmaditasenelhombro—queesoesserprudentehasta lo

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sumo,yenverdadqueyonoteteníaportanto.¡Anda,hijomío,veteenpazydatepordespedido!»

Partíme inmediatamentey fuímeenderechuraadarestamalanoticiaamiprotector Meléndez, el cual me dijo, por consolarme, que pensaba hacerdiligenciasparaacomodarmeenotracasamejor.Conefecto,pocosdíasdespuésmedijo:«AmigoGilBlas,muylejosestarástúdepensarenlafortunaqueahoravoy a anunciarte. Tendrás el mejor puesto del mundo. Sábete que te heacomodadocondonMatíasdeSilva.Esunsujetodelaprimeradistinciónyunodeaquellosseñoritosmozosquese llamanelegantes.Tengo lahonradesersumercader.Acudeamitiendaportodocuantoseleofrece;esverdadquetodovaalfiado,peronadasevaaperdernuncaconestosseñores.Comúnmentesecasanconherederasricas,quepagantodassusdeudas;ycuandoestono,selescarganlosgénerosatansubidoprecio,queaunquenosecobremásquelacuartapartede las partidas siempre queda ganancioso el mercader que sabe su oficio. ElmayordomodedonMatíasesamigomío;vamosabuscarle,queélesquientehadepresentarasuamo,ypuedesestarsegurodeque,porrespetomío,harádetiparticularestimación.»

Mientras íbamos caminando a casa de don Matías, me dijo el mercader:«Parécememuyconvenientequeestés informadodelcarácterdelmayordomo.LlámaseGregorioRodríguezy,aquíparaentrelosdos,esunhombrenacidodelpolvodelatierra,ysintiéndosecontalentoparaelmanejoeconómico,siguiósuinclinación y se ha enriquecido arruinando dos casas cuyas rentasmanejó. Teprevengoqueeshombremuyvanoygustamuchodequelosdemáscriadosselehumillen.Aélhandeacudirtodoslosquepretendanalgunagraciadelamo.Sialguno consigue algo sin su participación, siempre tiene prontosmil artificiospara hacer que se revoque la gracia o que le sea enteramente inútil. Ten estopresente para tu gobierno. Haz tu corte al señor Rodríguez aunmás que a tumismo amo y no perdones diligencia alguna para conservarte siempre en sufavor.Suamistadteserádegranprovecho;tepagarápuntualmentetusalario,ysi lograsmerecersuconfianzanosecontentaráconesto,porque tienemuchosarbitrios para dar en qué ganar. Don Matías es un mozo que sólo piensa endivertirseynadacuidadelosintecesesdesucasa.Miraahorasipuedehaberlamejorparatalmayordomo.»

Luego que llegamos a la casa, preguntamos si podíamos hablar al señorRodríguez; respondiéronnos que sí y que le encontraríamos en su cuarto.Efectivamente,lehallamosenél,yestabaconunlabradorqueteníaenlamanoun talego de terliz lleno, a lo que parecía, de dinero. Elmayordomo, quemepareciómáspálidoyamarilloqueunadoncellacansadadesuestado,selevantó

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apresuradoy corrió con los brazos abiertos a recibir aMeléndez.Elmercaderabrió también los suyos y se abrazaron estrechísimamente, en cuyasdemostraciones de amor había por lo menos tanto artificio como verdad.Despuésdeestose tratódemí.RodríguezmeexaminódepiesacabezaymedijoconmuchaafabilidadqueyoeraelmismísimoqueconveníaadonMatíasyqueél tomabaasucargopresentarmeaesteseñor.Lesignificóelmercader lomuchoqueseinteresabapormíysuplicóalmayordomoquemetomasebajosuprotección, y dejándome con él, se retiró, despidiéndose con muchoscumplimientos.Luegoque salió,medijoRodríguez:«Yo tepresentaré al amodespués que haya despachado a este pobre labrador.» Acercóse al paisano, ytomándole el talego, le dijo: «Veamos si están aquí los quinientos doblones.»Contólos por su mano, y hallándolos justos dió su recibo al labrador y ledespidió. Guardó luego los doblones en el talego y, vuelto a mí, «Ahorapodemos ir—me dijo—a ver al amo, que se estará vistiendo, porque no selevantahastamediodíayyaescercadelauna.»

Con efecto, acababa entonces de levantarse don Matías. Estaba en bata,repantigadoenunasillapoltrona,conunapiernasobreunbrazodelasilla,yerasuocupaciónestarpicandouncigarro.Hablabaconunlacayoquehacíaoficiodeayudadecámarainterinamente.«Señor—ledijoelmayordomo—,aquíestáestemocito,quetengoelgustodepresentaravuestraseñoríaparareemplazaralcriado que se sirvió despedir anteayer. Su fiador esMeléndez, elmercader devuestra señoría. Asegura que es un mozo de mérito, y yo creo que vuestraseñoríaestarácontentoconélysedaráporbienservido.»«Bastaquetúmelopresentes—respondiósuseñoría—paraquelereciba;yoledeclarodesdeluegomiayudadecámarayquedayaevacuadoestenegocio.Rodríguez,hablemosdeotracosa,pueshasvenidocuando ibaamandarque te llamasen.Tevoyadarunamala nueva,mi amadoRodríguez. Anoche estuvemuy desgraciado en eljuego;perdíciendoblonesquellevabaenelbolsilloyotrosdoscientossobremipalabra.Yasabes lonecesarioqueesapersonasdemicondiciónpagarcuantoantesestegénerodedeudas.Estassonpropiamentelasqueelhonornosobligaasatisfacer conpuntualidad; lasotras,bastaque sepaguencuando sepueda.Espreciso,pues,quemebusqueseneldíadoscientosdoblonesyselosenvíesalacondesadePedrosa.»«Señor—respondióelmayordomo—,másfácilesdecirloqueejecutarlo.¿Dóndequierevuestraseñoríaqueencuentreyotantodinero?Nopuedocobrarunmaravedídesusarrendadorespormásamenazasqueleshago;me es indispensable mantener la casa y la familia con toda la decencia queconviene;mecuestasudoresdesangreelhallarmodoparasoportartantogasto.Esverdadquehastaaquí,porlamisericordiadeDios,lehepodidosobrellevar;

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peronoséyaaquésantoencomendarmeymeveoreducidoalúltimoapuro.»«Cuantoestáshablandoesinútil—respondiódonMatías—,ytodasesasnoticiassólo sirven de enfadarme. Rodríguez, no tienes que esperar que yo mude deconductaniquequieratomaramicargoelgobiernodemihacienda.¡Porciertoqueseríamuybuenadiversiónparaunhombrecomoyo!»«¡Paciencia!—replicóelmayordomo—.En tal caso, estoy persuadido de que presto se verá vuestraseñoríalibreparasiempredeesecuidado.»«¡Yamecansasymematascontantabachillería!—repuso enfadado el señorito—. ¡Déjame arruinar sin que me lorecuerdes!Esmenester,tedigo,quebusquesesosdoscientosdoblones;vuelvoadecir que es menester y quiero precisamente que los busques y los halles.»«Pues,segúneso—dijoRodríguez—,voyaversilosquieredaraquelbuenviejoqueotrasveceshaprestadodineroavuestra señoría, aunquea crecidausura.»«¡Véyrecurreaunqueseaalmismodiablo!—respondiódonMatías—.¡Comoyotengalosdoscientosdoblones,todolodemásnomeimportaunbledo!»

Nobienacababadedecirestaspalabras,coléricoyenojado,cuando,alirseel mayordomo, entró en su cuarto otro señorito mozo, llamado don AntonioCentelles.«¿Quétienes,amigo?—preguntóésteamiamo—.Parecequeestásdemalhumor;veoentusemblanteunciertonoséquéquemelohacesospechar.¡Sindudaquetehapuestoasíelbrutoqueacabadesalirdeaquí!»«Escierto—respondiódonMatías—.Esmimayordomo,ysiemprequevieneamicuartomedaunmalrato.Nosabehablarsinodemisnegocios,yrepitemilvecesquemecomomisrentasymeengulloelcapital.¡Granbestia!¡Comosifueraélquienloperdiese!»«Amigo—respondiódonAntonio—,enelmismocasomehalloyo.Mimayordomonoesmásmiradoqueel tuyo.Cuandoelgrandísimoganapán,enfuerzademisrepetidasórdenes,metraealgúndinero,noparecesinoquemeda lo que es suyo; me dice que me pierdo y que todas mis rentas estánembargadas.Véomeprecisadoa tomar lapalabraparacortar laconversación.»«Pero lo peor de todo es—dijo donMatías—que no podemos vivir sin estasgentes y que para nosotros es éste un mal necesario.» «Convengo en eso—respondióCentelles—.¡Peroaguardaunpoco—prosiguió,reventandoderisa—,que ahora me ocurre un pensamiento muy gracioso y nunca imaginado!Podemoshacercómicaslasescenasseriasquecadadíarepresentamosconestoshombres y que nos sirva de diversión lo mismo que nos apesadumbra.Hagámoslo de este modo: yo pediré a tu mayordomo el dinero que hayasmenesterytúpedirásalmíoelqueyonecesite.Dejarémoslesdecirtodoloquequieran y nosotros les oiremos con oídos de mercader. Al cabo del año, tumayordomo me presentará sus cuentas y el mío te dará las suyas. De estamanera,yosólooiréhablardetusgastos, túsólotendrásnoticiadelosmíosy

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veráscómonosdivertimos.»Aestaingeniosainvenciónsesiguieronmilchistosasagudezasquealegraron

a los dos señoritos, y uno y otro las llevaron adelante con mucho alborozo.Interrumpió Gregorio Rodríguez su alegre conversación entrando en la salaacompañadodeunvejete,tancalvoqueapenasseledescubríauncabello.QuisodespedirsedonAntonio,ydijo:«¡Adiós,donMatías,queprestonosvolveremosa ver! Quiero dejarte con estos señores, con quienes quizá tendrás que tratarnegociosimportantes.»«¡No,no!—respondiómiamo—.¡Estáteaquí,quetúennadanosestorbas!Estebuenviejoquevesesunhombremuydebien,quemeprestadineroaunveinteporciento.»«¿Cómoaunveinteporciento?—replicóCentellescomoadmirado—.¡Afequehassidoafortunadoencaerentanbuenasmanos!Yocomproeldineroapesodeoro,porqueningunomeloquiereprestarmenos de a treinta y tres por ciento.» «¡Qué usura!—exclamó entonces elusurerísimoviejo—.¿Tienenalmaesosbribones?¿Creen,porventura,quenohayotromundo? ¡Yanoextrañoquesedeclame tantocontra laspersonasqueprestana interés!Elexorbitanteprecioaquevendensusempréstitoses loquenosdesacredita a todos, quitándonos lahonray la reputación;yo, a lomenos,sólo presto puramente por servir a los que se valen de mí, y si todos miscompañerossiguieranmiejemplo,noestaríamostandesacreditados.¡Ah,silostiempospresentesfuerantanfelicescomolospasados,tendríayoelmayorgustoenabrirmibolsayofrecérselaavuestraseñoríasinelmásmínimointerés,pues,aun enmedio demi pobreza, casi tengo escrúpulo de prestar mi dinero a unmiserableveinteporciento!Mas,¡ohDios!,parecequeeldinerosehavueltoaenterrarenlasentrañasdelatierra;yanoseencuentraunochavo,ysuescasezmeobliga a ensanchar un poco las estrechas reglas demimoralidad. ¿Cuántodinero ha menester vuestra señoría?», preguntó volviéndose hacia mi amo.«Doscientosdoblones»,respondióéste.«Cuatrocientostraigoenuntalego—dijoel usurero—; contaré lamitad y se la entregaré a vuestra señoría.»Almismotiempo sacó de debajo de la capa un talego de terliz, que me pareció ser elmismoqueaquellabradoracababadedejarconquinientosdoblonesenelcuartodeRodríguez.Luegomeocurrióloquedebíapensardeaquellamaniobra,yviporexperiencialamucharazónconqueMeléndezmehabíaponderadolodiestroqueera elmayordomoenhacer sunegocio.Elviejo abrió el talego,vació losdoblonessobreunamesaypúsoseacontarlos.Lavistadetodaaquellacantidadencendiólacodiciademiamo.«SeñorDimas—dijoalusurero—,ahoramismomeocurreunareflexiónquemeparececuerda.Verdaderamente,yoeraunpobrementecatocuandosólopedíaustedeldineroqueprecisamentehabíamenesterparadesempeñarmihonorymipalabra,noacordándomedequemequedabasin

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unochavoparaelgastoprecisodemicasayquemañanameveríaprecisadoarecurrirausted.Tomaré,pues,esoscuatrocientosdoblonessobreelmismopie,paraexcusarleel trabajodehacerotroviajeamicasa.»«Señor—respondióelviejo—, es cierto que tenía destinada una parte de este dinero para un buenlicenciado,herederodegrandesposesiones,queempleacuanto tieneen retirardel mundo a muchas pobres jóvenes que peligraban en él, manteniéndolasdespuésensuretiro;masunavezquevuestraseñoríanecesitadeestacantidad,ahí la tiene toda a su disposición. Basta que vuestra señoría se digne señalarhipotecassuficientesylibresparaasegurarelcapitalylosréditos.»«¡Oh!Porloquetocaalaseguridad—interrumpióRodríguezsacandodelbolsillounpapel—,la tendráustedaúnmayorde loquepudieradesear, sóloconqueel señordonMatíassedigneecharsufirmaenestaletradecambio.Envirtuddeella,libraavuestrofavorquinientosdoblonescontraTalegón,arrendadordelosestadosdeMondéjar.»«Meconformo—replicóelusurero—,porquenosoyhombrequemehagaderogar.»Entonceselmayordomopresentóunaplumaamiamo,que,sinleerlaletra,firmósunombretarareando.

Concluídoestenegocio,sedespidióelviejodedonMatías,yésteledióunestrechoabrazo,diciéndole:«¡Hastalavista,señorDimas;soytododeusted!Noséciertoporquésontenidosporbribonestodoslosdesuoficio.YopormíjuzgoquesonunosentesmuynecesariosalEstado,elconsuelodemilhijosdefamiliayelrecursodetodoslosseñoresquegastanmásdeloquepermitensusrentas.»«Tienes razón—dijo entonces Centelles—; los usureros son unos hombres debienquemerecensermuyestimadosyhonrados;yyoquieroabrazartambiénaéste,quesecontentaconunveinteporciento.»Diciendoesto,seacercóalviejopara abrazarle, y los dos elegantes, para divertirse, se lo enviabanrecíprocamenteunoalotro comosi fueraunapelota.Despuésdehaberlebienzarandeado le dejaron ir con el mayordomo, que merecía mejor aquelloszarandeosyaunalgunacosamás.

Luego que salió Rodríguez con el testaferro de sus maldades, envió donMatíasalacondesadePedrosalamitaddeaqueldinero,pormanodeunlacayoqueestabaconmigoenlaantesala,ylaotramitadlametióenunbolsillodeseday oro que llevaba ordinariamente en la faltriquera.Contentísimo de verse contantodinero,dijomuyalegreadonAntonio:«Ybien,¿enquéhemosdepasareldía de hoy? Pensémoslo un poco y tengamos entre los dos consejo privado.»«¡Que me place—respondió Centelles—, que eso es ser hombre de juicio!Conferenciemos,pues.»Cuandoibanatratardeloquehabíandehacer,entraronotrosdosseñoritos,pocomásomenosdelamismaedaddemiamo,estoes,deveintiochoa treintaaños,unode loscuales se llamabadonAlejoSeguieryel

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otro don Fernando de Gamboa. Luego que se vieron juntos, los cuatrocomenzaronadarse tantosabrazoscomosi endiezañosno sehubieranvisto.Después de esta ceremonia, don Fernando, que era de genio muy alegre,dirigiendolapalabraadonMatíasyadonAntonio,«Ybien,señores—lesdijo—,¿dóndepensáiscomerhoy?Sinoestáisconvidados,osquiero llevaraunacasitadeloscielos,dondebeberéisunvinitodelosdioses.Anochecenéenellay no salí hasta las cinco o seis de la mañana.» «¡Ojalá hubiese yo tenido lamismaprudencia—exclamómiamo—,puesasínohubieraperdidomidinero!»

«Yo—dijo Centelles—quise tener anoche una nueva diversión, porque lavariedad es madre del gusto. Llevóme un amigo a casa de uno de aquellosricotes que hacen su negocio manejando los del Estado: un asentista. En eladorno de la casa se veía magnificencia y elección demuebles exquisitos; lamesa, bien cubierta y servida; pero descubrí en los amos de la casa ciertaridiculezquemedivirtióextremadamente.Eldueño,aunquedenacimientobajoydeeducacióngrosera,afectabamodalesalogrande.Sumujer,aunqueerafeadegana,creíaserunaVenus,yademásdecíamilnecedades,sazonadasconunacentovizcaínoquelesdabaungranrealce.Fueradeeso,estabansentadosalamesa cuatro o cinco niños con su ayo. Considerad ahora cuántome divertiríaaquellacenacasera.»

«Puesyo,señores—dijodonAlejoSeguier—,cenéconunacomedianta:conArsenia.Eramosseisdemesa:Arsenia,Florimunda,unaniñaamigasuya,majade profesión, elmarqués deZenete, don Juan deMoncada y vuestro servidor.Pasamos lanocheenbeberyendecirgalanterías.Pero ¡quénoche!EsverdadqueArseniayFlorimundanosonde lasmásdiscretas;pero¿qué importa?Sudesembarazosuplelafaltadetalento.Sonunascriaturastanalegres,vivarachasydivertidas,quelasprefieroalasmujeresjuiciosas.»

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CAPÍTULOIV

HaceamistadGilBlasconloscriadosdeloselegantes;secretoadmirablequeéstosleenseñaronparalograrapocacostalafamadehombreagudo,ysingularjuramentoqueainstanciadeellos

hizoenunacena.

Prosiguieron aquellos señoritos charlando de esta manera hasta que donMatías,aquienyoentretantoayudabaavestir,sehallóendisposicióndepodersalir de casa. Díjome entonces que le siguiese, y todos los cuatro elegantestomaron juntos el camino de la casa a donde había ofrecido llevarlos donFernandodeGamboa.Comencé,pues,amarchardetrásdeellos,juntamenteconlos otros tres criados, porque cada uno de los caballeritos llevaba el suyo.Observéconadmiraciónquelostalescriadosprocurabanremedarentodoasusamos, imitando su aire y movimientos. Saludélos a todos como un nuevocamaradasuyo,correspondiéronmedelamismamanera,yunodeellos,despuésdehabermemiradoatentamenteporunbreverato,medijo:«Hermano,conozcopor toda tu traza que nunca has servido a ningún caballerito de esta especie.»«Esverdad—lerespondí—,porquehamuypocotiempoquelleguéaMadrid.»«Asímelopareceamítambién—replicóél—.Todavíahuelesalugar,porqueteveo tímido, atado, y observo en tu modo de manejarte un no sé qué dealdeanismo,rusticidadyencogimiento.Peronoimporta;yoteprometosobremipalabra que presto te desbastaremos y te puliremos.» «Eso es lisonja», lerepliqué.«¡Nadadeeso!—merespondió—.Estáciertodequenohayhombre,portoscoquesea,aquiennosepamoscepillarypulir.»

Nonecesitódecirmemásparaqueyoconocieseque teníaporcompañerosunoslindosperillanesyquenopodíacaerenmejoresmanosparallegaraserunmozo de provecho. Cuando llegamos a la tal casa, hallamos ya preparada lamesaydispuestalacomida,quedonFernandohabíatenidocuidadodeencargardesde por la mañana. Sentáronse a la mesa nuestros amos y nosotros nos

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dispusimosaservirlos.Comenzaronacomeryacharlarconmuchaalegría,yeraparamígrandísimadiversiónelverlosyoírles.Sucarácter,suspensamientosysus expresionesmedivertían completamente. ¡Quéviveza! ¡Qué chistes! ¡Quéagudezas!Meparecíanunoshombresdediferenteespecie.Cuandosesirvieronlos postres, les pusimos muchas botellas de los mejores vinos de España, ylevantados los manteles, nos retiramos los criados a otro cuarto, donde habíamesaparanosotros.

Tardé poco en conocer que los caballeros criados de mi cuadrilla eranhombres de mucho mayor mérito de lo que yo me había imaginado. No secontentaban con imitar los modales de sus amos; afectaban hablar el mismolenguaje,ylosbellacoslohacíantanalaperfección,que,areservadeunciertoairecillo de nobleza que no sabían remedar, en todo lo demás parecían losmismos. Admirábame su desenvoltura y desembarazo, pero mucho más meadmiraba su prontitud y la agudeza de sus dichos; tanto, que absolutamentedesesperéllegarnuncaaparecermeaellos.ElcriadodedonFernando,envistadequesuamoeraelqueregalabaalosnuestros,hacíaloshonoresdelbanquete,yllamandoaldueñodelacasa,ledijo:«Patrón,tráiganosacádiezbotellasdelvinomásgenerosoquetenga,y,segúnustedacostumbra,cárgueloenlapartidadel que bebieron nuestros amos.» «Con mucho gusto—respondió él—; pero,señorGaspar,yasabeustedqueelseñordonFernandomeestádebiendomuchascomidas. Si por medio de usted pudiera cobrar algún dinerillo...» «¡Oh!—respondióelcriado—.¡Nopaséiscuidadoporloqueseosdebe!Yosalgofiadordequelasdeudasdemiamosoncomoplataquebrada.Esverdadquealgunosacreedores han hecho embargar nuestras rentas; peromañana haremos que selevante el secuestro y seréis pagado de todo el importe de la cuenta, sinexaminarla.» Trájonos el vino, no embargante el secuestro, y bebimospoderosamentemientras llegaba el día de que éste se alzase. Eran de ver losbrindis que continuamente nos hacíamos unos a otros, llamándonosrecíprocamente por los nombres de nuestros amos. El criado de don AntoniollamabaGamboaaldedonFernando,yeldedonFernandollamabaCentellesalde don Antonio, y a mí me llamaban Silva. Poco a poco nos fuimos todosemborrachandobajo estos nombres postizos, nimás nimenos como lo habíanhechonuestrosseñoresamosbajolossuyospropios.

Aunque en la realidad no brillaba yo tanto como mis camaradas, sinembargo,nodejarondemostrarsebastantecontentosconmigo.«AmigoSilva—medijounodelosmenostartamudos—,esperoqueharemosdetialgobueno.Veoquetienesfondoeingenio,peronosabesaprovechartedeél.Elmiedodehablar mal te acobarda; no te atreves a hacerlo por temor de decir algún

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despropósito. Con todo eso, ¿cuántos pasan hoy en el mundo por hombresagudos e ingeniosos sólo porque se arriesgan a decir cuanto se les viene a laboca,aunquedigantalvezciendisparates?Calificarásedeunadoblevivezadeespíritutumismoatolondramiento.Aunquedigasmildesatinos,comoentreellosseteescapealgúndichoagudo,seolvidaránlasotrasnecedadesysólosetendrápresente y se celebrará la tal agudeza, haciéndose concepto superior de tusingularmérito.Estoynomáshacennuestrosamos,yestoynomásdebehacertodoaquelqueaspirealareputacióndehombredeingenioychistoso.»

Sobre que yo no aspiraba a otra cosa, el medio que me enseñaban paraconseguirlomepareciótanfácilypracticable,quejuzguénodebíadespreciarle.Comencéaprobarleinmediatamente,ynoayudópocoelvinoquehabíabebidoparaquenomesaliesemalaquellaprimeraprueba.Quierodecirquedesdeluegocomencé a hablar a diestro y siniestro, y tuve la fortuna demezclar entremilextravaganciasalgunasagudezasquemegranjearongrandesaplausos.Llenómedegranconfianzaesteprimerensayo.Aumentécontragoslacharlataneríaparaquemeocurriesealgúnconceptillo,yquisolacasualidadquenosemalograsenmisesfuerzos.

«Ahora bien—me dijo el queme había dado la importantísima lección—:¿noconocestúmismoqueyaempiezasacivilizarte?Aunnohadoshorasqueestásennuestracompañíayyaeresunhombremuydiferentedelqueeras;cadadía irás mejorando. Ya estás viendo y palpando qué cosa es esto de servir acaballerosypersonasdedistinción.Insensiblementeelevayennobleceelánimo;efecto que no se experimenta sirviendo a clase baja ni aun a la de medianacondición.»«Sinduda—le respondí—;y,por tanto,dehoyenadelantequieroconsagrarmisserviciosalanobleza.»«¡Bravo!¡Bravo!—exclamóelcriadodedonFernando,queestabayaalumbrado—.¡Noesdadoalagentebajaeltenerpensamientosaltosni talentos superiorescomonosotros! ¡Ea, señores—añadió—,altotodos,yhagamosjuramento,porlalagunaEstigia,denuncaserviraesagentecilla de media braga!» Reímonos mucho del pensamiento de Gaspar;celebrámosle,ycon labotellaenunamanoyelvasoen laotrahicimos todosaquelbufonescojuramento.

Mantuvímonossentadosalamesahastaqueplugoanuestrosamosretirarse,quefuéamedianoche,loqueamiscamaradasparecióunexcesodesobriedad.VerdadesquesilostalesseñoritossalierondeallítantempranofuéporiraveraunaelegantemalacabezaquevivíaenelbarriodePalacioyteníasucasaabiertadía y noche a toda la gente del bronce. Era una mujer de treinta y cinco acuarentaaños,lindaenextremo,todavíadesingularatractivo,ytandiestraenelartedeagradarque,segúndecía,vendíamáscaroslosrebuscosdesubellezaque

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habíavendidolasprimicias.Vivíanenlamismacasaotrasdosotresdamasdelamismalaya,quenocontribuíanpocoalconcursodeseñoresqueenellaseveían.Poníanseajugardespuésdecomer,cenabanallíypasabanlanocheenbeberydivertirse. Nuestros amos se detuvieron en la tal casa hasta el amanecer, ymientras ellos se divertían con las damas de buen humor, nosotros nosholgábamoscon lascriadas,quenoeranmenos jovialesquesusamas.En fin,nos separamos todos luego que se mostró la aurora, y cada uno se retiró adescansar.

Miamoselevantóamediodía,comoacostumbraba.Vistióse,salió,seguíleyentramos en casa de donAntonio Centelles, donde encontramos a un tal donAlvaro deAcuña. Era un hombre ya entrado en años y disoluto de profesión.Todoslosmozuelosquequeríanserelegantesseponíanensusmanosyacudíanasuescuela.Formábalosasugusto,enseñándolosalucirenelgranmundoyamalgastarsuscaudales.DonAntoniononecesitabadeestalección,porqueyasehabíacomidoelsuyo.Luegoqueseabrazaronlostres,dijoCentellesamiamo:«Afe,donMatías,quenopodíashaberllegadoamejortiempo.DonAlvarohavenidopara llevarmeacasadeunparticularquehaconvidadohoyacomeralmarqués de Zenete y a don Juan de Moncada, y yo quiero que tú seas delconvite.» «Pero ¿cómo se llama ese tal?», preguntó don Matías. «Se llamaGregorioNoriega—respondiódonAlvaro—,yendospalabrastediréloqueesestemozo. Es hijo de un joyero rico que ha ido a negociar en pedrería a lospaísesextranjeros,yalpartirlehadejadoelgocedeunagranrenta.Gregorioesunpobretonto,propensoacomerygastartodosudinerohaciendoeleleganteyquerevientaporparecerhombreingeniosoyagudo,apesardelanaturaleza,quenolehaconcedidoestagracia.Púsoseenmismanosparaqueledirigiese;yolohagoamimodo,yenverdadquelellevoenbuenestado,pueselfondodesucaudal está ya medio consumido.» «Eso es lo que yo no dudo—interrumpióCentelles—, y espero verle presto en el hospital. ¡Vamos, don Matías,conozcamosaesehombreyayudémosleaqueacabedearruinarse!»«Vengoenello—dijomiamo—,porquetengograngustoendarentierraconlafortunadeesos señoritos plebeyos que quieren hombrearse y confundirse con nosotros.Como, por ejemplo, nada he celebrado tanto como la ruina del hijo de aquelasentista a quien el juego y la vanidad de querer figurar con los grandesobligaronavendersumismacasa.»«¡Oh!—replicódonAntonio—.Ese talnomereceletenganlástima,porquenoesmenosnecionimenospresumidoensumiseriaqueloeraensuprosperidad.»

Partieron,pues,miamo,CentellesydonAlvaroacasadeGregorioNoriega.Mojicón, criado de Centelles, y yo fuimos también tras de ellos, muy

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persuadidos los dos de que nos esperaba una gran bucólica y ambos tambiénmuy contentos de cooperar por nuestra parte a la destrucción de aquel pobrementecato. Al entrar en su casa vimos mucha gente ocupada en disponer lacomida, y nos dió en las narices un olor de cocina que anunciaba al olfato elrecreoquetendríaluegoelpaladar.AcababandellegarelmarquésdeZeneteydonJuandeMoncada.Dejóseverdespuéseldueñodelacasa,quedesdeluegomeparecióunsolemnísimomajadero.Afectabainútilmenteelaireymodalesdeloselegantes;peroeraunafeísimacopiadeaquelloshermososoriginales,o,pormejor decir, un atolondrado que se esforzaba por ostentar despejo ydesembarazo.Figurémonosunhombrede este carácter entre cincobufonesdeprofesión empeñados únicamente en burlarse de él y en hacerle gastar cuantotenía. «Señores—dijo don Alvaro después de los primeros cumplimientos—,éste es el señor Gregorio Noriega, que, sobre mi palabra, presento a ustedescomounodelosmáscabalesyperfectoscaballeros.Poseemilbellasprendasyesunjovenmuyculto.Escojanustedesloquequisieren:esigualmentehábilentodaslasfacultades,desdelalógicamásaltaysutilhastalamáspuraydelicadaortografía.» «¡Oh, señor, eso ya es demasiado!—interrumpió Gregorio,sonriéndosesinningunagracia—.Yosí,señordonAlvaro,quepodíadecírseloausted, porque usted sí que es aquello que se llamaun pozo de ciencia.» «Porcierto—replicódonAlvaro—,quemiánimonofuébuscarmeunaalabanzatanagudaydiscreta;peroenverdad,señores,queelnombredelseñorGregorioharáungranruidoenelmundo.»«Yo—dijodonAntonio—loqueadmiroenél,aunmásquesuortografía,eselaciertoen laelecciónde laspersonasconquienestrata.En lugardebuscar comerciantes, sólogustade tratar con caballeros, sindársele nada de lomucho que esta comunicación le ha de costar. Tiene unospensamientos tan nobles y elevados, queme admiran.Esto es lo que se llamagastarconbuengustoygrandiscernimiento.»

A estos irónicos discursos se siguieron otros muchos en todo semejantes.BurláronsecompletamentedelpobreGregorio,ydecuandoencuando,entonodeelogios,lelanzabanciertaspullasquenoconocíaelpobrebobo;antesbien,todoloconvertíaensubstancia,tomandoalpiedelaletracuantoledecían,ysemostraba muy satisfecho de sus taimados huéspedes, creyendo que le hacíanmuchofavor,siendoasíquesemofabandeél.Enfin,fuéelhazmerreírmientraslacomida,yauntodoelrestodeldíaydelanoche,porquetodalapasaronlosseñores míos en aquella diversión. Nosotros bebimos a discreción, ni más nimenosquenuestrosamos,y todosestábamosbiencompuestoscuandosalimosdecasadelseñorGregorio.

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CAPÍTULOV

VeseGilBlasderepenteenlancesdeamorconunahermosadesconocida.

Después de haber dormido algunas horas, me levanté de buen humor, yacordándomedelconsejoquemehabíadadoMeléndez,fuí,mientrasdespertabael amo, a hacer la corte almayordomo, a cuya vanidadme pareció halagar elcuidadoqueyoponíaenrendirlemisobsequios.Recibiómeconmuchoagradoymepreguntósimeacomodababien lavidaquehacían losseñores.Respondíleque,aunqueeranuevaparamí,nodesconfiabadehacermeaellaconeltiempo.

Efectivamente fué así, porque tardé muy poco en acostumbrarme. Dereposadoyjuiciosoqueantesera,paséderepenteaservivaracho,atolondradoyzumbón.DiómelaenhorabuenademitransformaciónelcriadodedonAntonioy me dijo que para ser hombre ilustre no me faltaba mas que tener lancesamorosos. Representóme que esta era una cosa absolutamente necesaria paraformarunjovencompleto,quetodosnuestroscamaradaseranamadosdealgunapersona lindayque él tenía la fortunadeque lemirasen conbuenosojosdosseñorasdedistinción.Creíquementíaaquelbellaco,yledije:«AmigoMojicón,no se puede negar que eres buen mozo y agudo; pero no alcanzo cómo hanpodidoprendarsedeunhombredetucondicióndosseñorasdistinguidasencuyacasa no estás.» «¡Gran dificultad, por cierto!—respondióMojicón—. Ellas niaun siquiera saben quién yo soy. Estas conquistas las he hecho usando de losvestidosdemiamo,ylacosapasódeestasuerte:Vestímedeseñor,imitébienlos modales de tal y fuíme al paseo. Hice gestos y cortesías a todas las queencontraba, hasta que tropecé con una que correspondió a mis expresivasmuecas. Seguíla y logró también hablarle. Tomé el nombre de don AntonioCentelles, pedí una cita, hice algunos esguinces, insté, convino al fin en ello,etcétera.Hijomío,asímehegobernadoyoparalogrartalesfortunas;ysitúlasquierestener,siguemiejemplo.»

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Eramuchalaganaqueyoteníadehacermehombreilustreparaquedejasede poner en práctica este consejo, y más cuando tampoco sentía en mí granrepugnancia en tentar alguna empresa de amor. Resolví, pues, disfrazarme deseñorparabuscaramorosasaventuras.Noquisevestirmeennuestracasaporquenoseadvirtiese;peroescogíenelguardarropaelmejorvestidodemiamo,hiceun paquete y llevéle a casa de cierto barberillo amigo mío, donde podíadisfrazarmelibremente.Vestímeallílomejorquepude,ayudándomeelbarbero;ycuandonosparecióqueyanocabíamás,meencaminéhaciaelpradodeSanJerónimo, de donde estaba bien persuadido a que no volvería sin haberencontradoalgunafortuna;peronotuvenecesidaddeirtanlejosparahallarunadelasmásbrillantes.

Alatravesarunacalleexcusada,visalirdeunacasapequeñayentrarenuncoche que estaba a la puerta una señora ricamente vestida y muy hermosa.Parémeamirarlaylasaludédemaneraquepudobienconocerquenomehabíadisgustado,yellaporsímehizoverquemerecíamiatenciónmásdeloqueyopensaba, porque levantó disimuladamente el velo y descubrió unmomento lacaramás lindaygraciosadelmundo.Fuéseenestoelcocheyyoquedéen lacallesorprendidodeaquellaaparición.«¡Ohquéhermosura!—medecíayoamímismo—.¡Cáspita!¡Nomefaltabaotracosaparaacabardetrastornarme!¡Silasdos señoras que aman aMojicón son tan hermosas como ésta, digo que es elganapánmásdichosode todos losganapanes!Estaríayo lococonmisuertesimerecieseserviraunadamacomoésta.»Mientrashacíaestasreflexiones,volvícasualmente los ojos hacia la casa de donde había visto salir a aquella lindapersona,yviasomadaalarejadeuncuartobajoaunaviejaquemehizoseñasdequeentrase.

Fuívolandoalacasa,yenunasalamuydecentementeamuebladaencontréala venerable y disimulada vieja, que, teniéndome cuando menos por algúnmarqués,mesaludóconmuchorespetoymedijo:«Sinduda,señor,quevuestraseñoría habrá formado mal juicio de una mujer que, sin tener el honor deconocerle, le ha hecho señal para que entrase en su casa; pero juzgará másfavorablementedemícuandosepaqueno lohagoasícon todosyquevuestraseñoría me parece algún señor de la corte.» «No se engaña usted, amiga—leinterrumpí,avanzandolapiernaderechayladeandounpocoelcuerposobreelcostadoizquierdo—.Soy,sinvanidad,deunadelasmejorescasasdeEspaña.»«Bienseconoce—prosiguiólavieja—,yacienleguasseechadever.Yo,señor,tengograngusto,loconfieso,enservirdealgoalaspersonasdecircunstancias,yésteesmiflaco.Habiendoobservadodesdemirejaquevuestraseñoríamirabaconmuchaatenciónaaquellaseñoraqueacababadesalirdeaquí,meatrevoa

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suplicarlemedigacontodaconfianzasilehagustado.»«Mehagustadotanto—lerespondí—,queafedecaballeroosaseguronohevistoenmividacriaturamás salada.Así, pues,madremía, haced que ella y yo nos veamos a solas, ycontadconmiagradecimiento.Esteesunodeaquellosserviciosquenosotroslosgrandesseñoresnuncapagamosmal.»

«Yahedichoavuestraseñoría—replicólavieja—quetodayoestoydedicadaa servir apersonasdedistinciónyquemimayorgusto espoderles serútil enalguna cosa. Por ejemplo, yo recibo en mi casa ciertas mujeres a quienes elconceptoenqueestándehonestasyvirtuosasnolespermiteadmitirenlasuyacortejantesylesofrezcolamíaparaquepuedanconciliarenellasuinclinacióncon la decencia exterior.» «¡Bellamente!—le respondí—. Y es muy verosímilqueustedacabedehaceresteservicioaesadamadequienestamoshablando.»«Noporcierto—repusoella—;ésaesunaseñoraviudaymozaquedeseatenerun amante; pero es de un gusto tan delicado en este particular, que no sé siencontraráenvuestraseñoríaloquebusca,aunqueseaunseñor,aloqueparece,degranmérito.Trescaballeros lehepresentado, todos tresacualmásgalányairoso, y, sin embargo, ninguno le ha contentado, despidiéndolos a todos condesdén.»«¡Oh,madre!—exclaméyoconciertoairedeconfianza—.¡Esoamínomeacobarda!¡Disponedqueyolehableyosdoymipalabraqueprestoosdaré buena cuenta de ella! Tengo deseo de verme a solas con una hermosuraesquiva,porquehastaahoraningunahetropezadodeesaespecie.»«Puesbien—repuso lavieja—,vengavuestra señoríamañanaaestamismahoray satisfaráesedeseo.»«Nofaltaré—respondí—,yveremossiuncaballeromozoygallardopierdeesaconquista.»

Volví a casadel barberillo, sin empeñarmeenbuscarotras aventurashastaver el éxito de la presente. El siguiente día, después de haberme vestido a loseñor, fuí a casa de la vieja una hora antes de la que ellame había señalado.«Señor—medijo—, vuestra señoría ha venidomuy puntual, a lo que le estoyverdaderamenteagradecida,aunqueesverdadqueelmotivolomerecebien.Hevisto a nuestra viudica, y las dos hemos hablado mucho de vuestra señoría.Encargóme que nada le dijese de esto; pero he cobrado tanto amor a vuestraseñoría, que no puedomenos de decirle que ha quedadomuy prendada de supersona y que será un señor afortunado. Hablando aquí entre los dos, la talviuditaesunbocadomuyapetitoso.Sumaridoviviópocotiempoconella;fuéun relámpago sumatrimonio y se puede decir que casi tiene elmérito de unadoncella.» Sin duda que la buena vieja quería hablar de aquellas doncellasputativasquesabenvivirenelcelibatosinecharnadademenos.

Tardópoconuestraheroínaenllegaracasadelavieja,encochedealquiler

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comoeldíaanterior,perovestidaconricasgalas.Luegoquesedejóveren lasala salí al encuentro, dando principio a mi papel por cinco o seis profundascortesías a lo elegante, acompañadas de garbosas contorsiones. Acercándomedespuésaellaconmuchafamiliaridad,ledije:«Reinamía,aquítieneustedasuspies, en este caballeritomozo, una de lasmás difíciles conquistas; pero desdequetuveayerladichadeveresosbellosojos,astrosdelmáshermosocielo,niunsoloinstantesehaborradodemiimaginaciónelvivoretratodetanperfectooriginal, de modo que enteramente ofuscó el de cierta duquesa que yacomenzabaaposeermicorazón.»«Sinduda—respondióellaquitándoseelvelo—queeltriunfoesmuygloriosoparamí;masniporesoesmuypuramialegría,porqueunseñoritodevuestraedadesnaturalmenteinclinadoalavariedadyalamudanza, siendo tan dificultoso de fijar como el azogue o el espíritu volátil.»«Reinamía—le repliqué—, si a usted le place, dejemos a un lado lo futuro ypensemos sólo en lo presente.Usted es bella; yo la amo.Embarquémonos sinreflexión como lo hacen los marineros; no miremos a los peligros de lanavegación;pongamossolamentelosojosenlosplaceresquelaacompañan.»

Diciendo esto, me arrojé precipitadamente a los pies de mi ninfa y, paraimitarmejor a los elegantes, le supliquéy aun importunédeunmodourgentequemehiciesefeliz.Pareciómealgúntantoconmovidaconmisinstancias;perojuzgandosindudaqueaunnoeratiempodeaccederaellas,mealejódesíconcierto cariñoso enojo, diciéndome: «Deténgase vuestra señoría, queme pareceun poco atrevido y me temo que sea aún más libertino.» «¡Qué, señorita!—exclaméyo—.¿Seráposiblequeustedaborrezcaaunhombreaquienamanlasmujeresdelaprimeratijera?¡Solamentealasvulgaresyaldeanasparecenmalesastachas!»«¡Esoyaesdemasiado!—repusoella—.¡Yanopuedomás,yasí,merindoarazóntanpoderosa!Veoqueconlosseñoressoninútileslosespantosyreparos;esprecisoqueunapobremujerandelamitaddelcamino.¡Vuestraesya la victoria!—añadió, aparentando una especie de vergüenza, como sipadeciera mucho su pudor en aquella confesión—. Vos, señor, me habéisinspiradoafectosque jamáshesentidopornadie.Sólomefaltasaberquiénesvuestraseñoríaparadeterminarmeaescogerleporamante.Téngoleporunseñor,yporunseñordenoblesyhonradospensamientos.Contodoeso,noestoymuysegura,yaunquemeconfiesoinclinadaasupersona,noacaboderesolvermeahacerúnicodueñodemiamorymiternuraaundesconocido.»

Acordémeentoncesdel ingeniosomodoconque el criadodedonAntoniohabíasalidodeotroapurosemejante,yqueriendoyo,aejemplosuyo,sertenidopormi amo, dije ami viuda: «No tengo reparo demanifestarosmi nombre yapellido,puesnoestanobscuroquemeavergüencedeconfesarlo.¿Habéisoído

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hablaralgunavezdedonMatíasdeSilva?»«Sí,señor—respondióella—,yaundirétambiénqueenciertaocasiónleviencasadeunaamigamía.»Turbómeunpoco, a pesar de mi descaro, esta inesperada respuesta; pero serenándome alpuntoy cobrando alientopara salir biende aquel barranco, proseguí diciendo:«Me alegro, ángel mío, de que conozcáis a un caballero... a quien... tambiénconozcoyo;puessabed,yaquemeesprecisodecirlo,quelosdossomosdeunamismacasa.Suabuelosecasóconlacuñadadeuntíodemipadre,yasí,somos,comoveis,parientesbastantecercanos.YomellamodonCésarysoyhijoúnicodelilustredonFernandodeRibera,quemurióquinceañoshaenunabatallaquesedióenlarayadePortugal.Fuéunaacciónendiabladamenteviva,yosharíauna exacta y menuda relación de ella; pero sería malograr los momentospreciososqueelamorquierequeyoempleeencosasdemayorgusto.»

Después de esta conversación, me mostré más vivamente encendido yapasionado;peroalfintodovinoapararennada.Losfavoresquemiapasionadadeidadmeconcediósólosirvieronparahacermesuspirarpor losquemenegó.Lacruelvolvióameterseensucoche,quelaestabaesperandoalapuerta.Yo,contodoeso,nodejéderetirarmemuysatisfechodemibuenafortuna,aunquetodavíanofuesecompletamiventura.«Sinohepodidohastaahoralograr—medecíayoamímismo—masquefavoresamedias,sindudaesporque,siendomiprincesaunadamatandistinguida, leparecióquenopodíanidebíarendirsealprimer ataque.Laaltivezde sunacimiento retardómidicha;pero ésta sólo sediferiráporalgunosdías.»Verdadesque,porotraparte,semeofrecíatambiénquequizápodíaserunadelaschuscasmásladinasyrefinadas.Contodoeso,meinclinaba más a mirar la cosa por la mejor parte que por la peor, y así, memantuve firme en el buen conceptoquehabía formadode la dama.Habíamosquedadodeacuerdo,cuandonosdespedimos,enquenosvolveríamosavereldíasiguiente;yconlaesperanzadeestartanvecinoalcolmodemisdeseos,merecreabayoenpensarqueerainfaliblesulogro.

Ocupadode tan risueñospensamientos lleguéacasadelbarbero.Mudédevestido y fuí en busca de mi amo, que sabía estaba en cierta casa de juego.Halléle, con efecto, jugando, y conocí que ganaba, porque no era de aquellosjugadoresserenosqueseenriquecenoarruinansinmudardesemblante.Miamoeraburlón,yauninsolente,cuandoledababien;perosiperdíanohabíaquienleaguantase.LevantósemuyalegredeljuegoysedirigióalcorraldelacalledelPríncipe.Seguílehastalapuertadelteatro,yallímepusoenlamanounducado,diciéndome:«Toma,GilBlas,quequieroqueentresa laparteenmiganancia.Vete a divertir con tus amigos, y a media noche irás a buscarme a casa deArsenia,dondehedecenarencompañíadedonAlejoSeguier.»Diciendoesto,

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entróseenelteatro,yyomequedédiscurriendoenquégastarmiducadosegúnla intención del donador; pero tardé poco en resolverme. Presentóse en aquelpuntoClarín,criadodedonAlejo,yllevéleconmigoalaprimerataberna,dondeestuvimosbebiendoydivirtiéndonoshastamedianoche.Desdeallínosfuimosacasa de Arsenia, donde Clarín debía también hallarse, habiéndosele dado lamismaordenqueamí.Abriónoslapuertaunlacayueloynoshizoentrarenunasalabaja,dondeestabandoscriadas,launadeArseniaylaotradeFlorimunda,riéndoseambasacarcajadatendida,mientrassusdosamasseestabandivirtiendoenelcuartoprincipalconnuestrosamos.

Lallegadadedosmozosdebuenhumorquesalíandecenarbiennopodíadesagradaraaquellasdamiselas,queacababan tambiéndeacomodarsecon lassobrasdeunacena,ycenadecomediantas.¡Perocuálfuémiadmiracióncuandoenunade aquellas criadas reconocí amiviudita, ami adorableviuda, queyohabía tenido por unamarquesa o condesa!Ella tambiénmepareció nomenossorprendidadeverasuqueridodonCésardeRiberaconvertidodeeleganteenlacayo. Sin embargo, nos miramos uno a otro sin turbarnos, y aun nos dió aentrambostal tentaciónderisa,quenopudimosreprimirla;despuésdelocual,Laura—que éste era el nombre demi princesa—, retirándome apartemientrasClarínhablabaconlacompañera,mealargócongracialamano,diciéndomeenvozbaja:«¡Tóquelausted,señordonCésar!Dejémonosdequejasy,envezdeellas, hagámonos amistosos cumplimientos. Usted hizo su papel a las milmaravillas y yo no representé desgraciadamente el mío. ¿Qué le parece dellance?¡Vaya,confieseustedquemetuvoporunadeaquellasdamasqueavecesse divierten en imitar a las que hacen por oficio lo que ellas por burla!» «Esverdad—lerespondí—;pero, reinamía, seas loque fueres, sábeteque,aunquehemudadodeforma,nohemudadodeparecer.Admitebenignamentemicariñoy permite que acabe el ayuda de cámara de donMatías lo que tan felizmentecomenzódonCésardeRibera.»«¡Quitaallá!—repusoella—.Tenporciertoquete amomás en tu propio original que en el retrato de otro. Tú eres entre loshombreslomismoqueyoentrelasmujeres;éstaeslamayoralabanzaquepuedodarte.Desdeestemismopunto tereciboenelnúmerodemisapasionados.Nonecesitamos ya de la vieja para nada; puedes venir aquí con libertad, porquenosotras,lasdamasdeteatro,vivimossinsujeción,mezcladasconloshombres.Convengoenqueestonoatodosparecebien;peroelpúblicoseríe,ynuestrooficio,comotúsabes,essólodivertirle.»

No pasó la conversaciónmás adelante porque no estábamos solos.Hízosegeneral; fué viva, alegre, festiva y llena de agudezas y de equívocos nadadifíciles de entender.La criada deArsenia,mi adoradaLaura, superó a todos,

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mostrandomásingenioymásagudezaquevirtud.Porotraparte,nuestrosamosylascomediantasreíanarribatandescompuestamente,queseconocíanosersuconversaciónmásserianimáscircunspectaquelanuestra.SisehubieranescritotodaslasbellascosasquesedijeronaquellanocheencasadeArsenia,creoquesehabríacompuestoun libromuy instructivopara la juventud.Mientras tanto,llegó la hora de retirarse cada uno a su casa; quiero decir que ya habíaamanecido,y fuépreciso separarnos.Clarín siguióadonAlejoyyome retirécondonMatías.

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CAPÍTULOVI

DelaconversacióndealgunosseñoressobreloscomediantesdelacompañíadelteatrodelPríncipe.

Almismotiempoqueselevantabamiamodelacama,recibióunbilletededonAlejoSeguier,enquedecíalequedabaesperandoensucasa.Pasamosaellayencontramosallí almarquésdeZeneteyaotrocaballeritodebuena traza, aquienyonuncahabíavisto.«DonMatías—dijoSeguieramiamopresentándoleel tal caballerito—, este caballero es don Pompeyo de Castro, mi pariente.ResideenlacortedePortugalcasidesdesuinfancia.AyernochellegóaMadridymañanaserestituyeaLisboa.Nonosconcedemasqueestedíaparagozardesu compañía y conversación. Yo quiero aprovechar un tiempo tan precioso, yparahacerlemásgratoydivertido,necesitodetiydelmarquésdeZenete.»Aloír esto mi amo dió un estrechísimo abrazo al pariente de don Alejo, yrecíprocamentesehicierongrandescumplidos.Amímeagradómuchotodoloque decía don Pompeyo, y desde luego hice juicio de que era hombre deentendimientosólidoydediscernimientodelicado.

ComierontodosencasadeSeguier,ydespuésdecomersepusieronajugar,para divertir el tiempo hasta la hora de la comedia. Entonces fueron todos alteatrodelPríncipe,dondese representaba lanueva tragedia intituladaLareinadeCartago.Acabada la representación,volvieron juntos a cenardondehabíancomido,ytodalaconversaciónselallevólatragediaqueacababandeoírylosactores que la representaron. «En cuanto al drama—dijo donMatías—, hagopoco aprecio de él, porque encuentro a Eneas más frío e insulso que en laEneida;peroesprecisoconfesarqueserepresentódivinamente.VeamosloquenosdiceelseñordonPompeyo,porquesospechoquenosehadeconformarconmi sentir.» «Señores—respondió aquel caballero sonriéndose—, veo a ustedestanpagadosdesusactoresytanhechizadosparticularmentedesusactrices,quenomeatrevoaconfesarqueenestepuntonoconcuerdannuestrasopiniones.»

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«¡Bien dicho—interrumpió burlándose don Alejo—, porque aquí sería malrecibida la vuestra! Haces bien en respetar las actrices a presencia de lospanegiristas de su reputación.Nosotros vivimosy bebemos todos los días conellas, somos defensores del primor con que representan, y si fuere menesterdaremostestimoniodeello.»«Nolodudo—interrumpióelpariente—,ytambiénpudieranustedesdarlodesuvidaycostumbres, según la familiaridadconqueme parece las tratan.» «¡Sin duda que seránmejores vuestras comediantas deLisboa!», dijo entonces zumbándose elmarquésdeZenete. «Sí, ciertamente—respondiódonPompeyo—,valenalgomásquelasdeMadrid;porlomenoshayalgunasenquienesnosenotaelmásmínimodefecto.»«Esastales—replicóelmarqués—pueden contar con vuestras certificaciones.» «Yo—repuso donPompeyo—no tengo trato alguno con ellas ni concurro a sus reuniones, y asípuedojuzgardesuméritosinpreocupaciónniparcialidad.Pero,debuenafe—prosiguió—,¿estáisverdaderamentepersuadidosdequeenvuestroteatrotenéisuna compañía excelente?» «¡No, pardiez!—respondió el marqués—. Yosolamentedefiendounnúmeromuycortodelosactoresyechoaunladoatodoslosdemás.PeronomenegaréisqueesadmirablelaprimeradamaquerepresentaelpapeldeDido.¿Nolorepresentacontodalanobleza,contodalamajestadycontodoelagradoquenosfiguramosenaquelladesgraciadareina?¿Ynohabéisadmiradoelarteconqueinteresaalespectadorensusafectos,haciéndolesentiraquellos mismos movimientos diversos que excitan en ella las diferentespasiones?Parecequesearrobaoqueseexhalacuandollegaalomásdelicadoypatético de la declamación.» «Convengo—respondió don Pompeyo—en quesabeconmoveryenternecer;estoquieredecirquerepresentabien,peronoquecarezcadedefectos.Dosotrescosasmechocaronenella.Porejemplo:siquiereexpresarunafectodeadmiraciónodesorpresa,vuelveyrevuelveaquellosojosdeunmodotanviolentoytanfueradelonatural,queverdaderamentedicemuymalenlamajestuosagravedaddeunaprincesa.Añádaseaestoqueconengrosarlavoz,quetienenaturalmentedulceydelicada,formaunsonidobroncobastantedesapacible.Fueradeeso,enmásdeunlugardelatragediahacíaciertaspausasque alteraban u ofuscaban el sentido, dando motivo para sospechar que nocomprendía bien aquello mismo que decía. Sin embargo, quiero más biensuponerqueestabadistraídaqueacusarladefaltadeinteligencia.»«Aloqueveo—dijo don Matías al censor—, vos no os atreveríais a componer versos enalabanza de nuestras cómicas.» «¡No digáis eso!—respondió don Pompeyo—.Antesbien,descubroenellasungrantalentoatravésdesusdefectos,yaundiréquemeencantólaquehizopapeldecriadaenelentremés.¡Quénaturalidadlasuya! ¡Conquégracia sepresentóen las tablas!Cuando tienequedecir algúnchiste, le sazona con cierta risita taimada llena demil gracias, que le añaden

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infinita sal. Podrá quizá notársele de que alguna vez se deja llevar algo de suvivezayquepasa los límitesdeundesembarazocomedido;peronohemosdesertanrigurosos.Yosóloquisieraquesecorrigiesedeunamalacostumbrequehatomado.Muchasveces,enmediodeunaescenayenpasajeserio,interrumpede improviso la acción por dejarse llevar de una loca gana de reír que le da.Diráseme,acaso,queentoncesesprecisamentecuandomáslaaplaudenlosdelpatio. ¡Grande aprobación, por cierto!» «¿Y qué nos dice usted de loscomediantes?—interrumpióelmarqués—. Sin duda que contra éstos dispararátoda su artillería, cuando no ha perdonado a las comediantas.» «No es así—respondió don Pompeyo—. Vi algunos actores jóvenes que prometen mucho;sobre todo me gustó bastante aquel comediante gordo que hizo el papel deprimerministrodeDido.Recitamuynaturalmente,yasíserecitaenPortugal.»«Siésoslecontentaronaustedtanto—dijoSeguier—,habráquedadohechizadodelquehizoelpapeldeEneas.¿Noleparecióaustedungrancomediante,unactor original?» «Y aun demasiado original—respondió el censor—, porquetiene tonos que son privativos suyos. Por señas, que son bien agudos y biendescompasados; tanto, que casi todos salen fuera de lo natural. Precipita laspalabrasdondeseencierraelsentidoysedetieneenlasotrasquenocontienenalguno. Tal vez hace también gran esfuerzo en las puras conjunciones.Divirtióme mucho, con especialidad en aquel pasaje en que explica a suconfidentelaviolenciaquelecuestalanecesidaddeabandonarasuprincesa.Noes fácil expresarundolormás cómicamente.»«¡Pocoapoco,primo!—replicódonAlejo—.¡Alpasoquevas,nosharáscreerqueaunnosehaintroducidoelmejorgusto en la cortedePortugal! ¿Sabesqueel actordeque se trata esunhombre singular? ¿No oíste las palmadas y los vivas con que todos leaplaudieron? Todo eso prueba que no es tan malo como le pintas.» «Nadaprueban—replicó don Pompeyo—esas palmadas ni esos vivas. Dejemos,señores,silesplace,esosaplausosdelvulgo.Frecuentementelosdamuyfuerade tiempo y contra toda razón, y por lo común aplaude menos el verdaderomérito que el falso, como nos lo enseña Fedro por medio de una fábulaingeniosa. Permitidme que os la cuente: Juntóse en una gran plaza de ciertaciudad todo el pueblo para ver las habilidades que hacían unos charlatanestitiriteros.Entreelloshabíaunoquesellevabalosaplausosdetodos.Estebufón,alacabarotrosvariosjuegosdemanos,quisocerrarlafuncióndandoalpueblounespectáculonuevo.Dejóseversoloenel tablado;cubrióse lacabezacon lacapa; agachóse, y comenzó a remedar el gruñido de un cochinillo, con tantapropiedad,quetodoscreyeronqueverdaderamenteteníaescondidodebajodelacapa algúnmarranito verdadero. Comenzaron todos a gritar que se quitase lacapa;hízoloasí,yviendoquenoteníacosaalgunadebajodeella,serenovaron

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losaplausosy lagrandealgazaradelpopulacho.Un lugareñoqueestabaenelauditorio, chocándole mucho aquellas importunas expresiones de neciaadmiración, gritó pidiendo silencio, y dijo: «Señores, sin razón se admiranustedesdeloquehaceesebufón.Nohahechoelpapeldelmarranitocontantaperfeccióncomoaustedeslesparece.Yoloséhacermuchomejorqueél;ysialgunoloduda,notienemasqueconcurriraestesitiomañanaalamismahora.»Elpueblo,preocupadoyaenfavordelcharlatán,sejuntóaldíasiguiente,aúnenmucho mayor número que el anterior, más para silbar al paisano que pordivertirse en ver lo que había prometido. Dejáronse ver en el teatro los doscompetidores.Comenzóelbufónyfuémásaplaudidoquelohabíasidonunca.Siguiósedespuésellabrador;agachósecubiertoconsucapa,tiródelaorejaaunmarranitoquellevabaescondidodebajodelbrazo,yelanimalitoempezóadarunosgruñidosmuyagudos.Sinembargo,elauditoriodeclarólavictoriaporelpantomimoyatolondróalpaisanoconsilbidos.Noporesoseturbónicorrióelbuen lugareño; antes bien, mostrando el lechoncillo al auditorio, «¡Señores—dijoconmuchasocarronería—,ustedesnomehansilbadoamí,sinoalmarrano!¡Mirenahoraquébuenosjuecesson!»«Primo—dijodonAlejo—,enverdadquetu fábulapicaque rabia.Con todoeso, apesarde tu lechoncillo,nosotrosnosmantenemosenlodicho.Mudemosdeasunto—prosiguió—,porqueésteyameempalaga.¿Conquetúestásresueltoamarcharmañana,sinhacercasodelgrangusto que tendría yo en disfrutar por más tiempo de tu amable compañía?»«Tambiénquisierayo—respondió supariente—gozarmásdespaciode la tuya,peronopuedo.Ya tedijequevinea lacorteaciertonegociodeEstado.Ayerhablé al primer ministro, mañana tengo que volver a verle y un momentodespués me es preciso partir en posta para restituirme a Lisboa.» «Cátate unportuguéshechoyderecho—replicóSeguier—;ysegún todas lasseñas,nuncavendrásaestablecerteenMadrid.»«Creoqueno—respondiódonPompeyo—.TengolafortunadequemequiereelreydePortugalyestoybienhalladoensuCorte.Pero¿creerás túque,noobstante labondadconquemedistingue, faltópocoparaquesaliesedesterradoparasiempredesusdominios?»«¿Cómoasí?—le replicó don Alejo—. ¡Cuéntanoslo, por tu vida!» «Con mucho gusto—respondiódonPompeyo—;yalmismotiempooscontarétambiénlahistoriademissucesos.»

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CAPÍTULOVII

HistoriadedonPompeyodeCastro.

«Ya sabedonAlejo—prosiguiódonPompeyo—quedesdemismás tiernosañosmeinclinéa lasarmas;ycomoenEspañagozábamosunapazoctaviana,toméelpartidodeiraPortugal.DeallípaséaAfricaconelduquedeBraganza,quemeempleóensuejército.ErayounsegundodelosmenosricosdeEspaña,lo que me puso en precisión de distinguirme con hazañas que mereciesen laatencióndelgeneral.Hicemideber, demodoqueelduquemeadelantóymepuso en paraje de continuar en el servicio con honor. Después de una largaguerra, cuyo fin no ignoran ustedes, me dediqué a seguir la Corte, y SuMajestad,porlosbuenosinformesquedierondemílosgenerales,megratificócon una pensión considerable. Agradecido a la generosidad del monarca, noperdí ocasión de manifestar mi reconocimiento. Poníame en su presencia aaquellashorasenqueerapermitidoverleyhacerle lacorte.Porestaconductame granjeé insensiblemente su estimación y recibí nuevos beneficios de subenignidad.

»Undíaquemedistinguíenunacarreradesortijayenunacorridadetorosque precedió a ella, toda la Corte aplaudiómi valor ymi destreza, y cuandovolví a casa, colmado de aclamaciones,me hallé con un billete en que semedecíaqueciertadama,cuyaconquistamedebíalisonjearmásquetodalagloriagranjeada en aquel día, deseaba hablarme, y que para esto, a la entrada de lanoche,concurrieseaciertositioquesemeseñalaba.Diómemásgustoestepapelquetodaslasalabanzasquehabíarecibido,nodudandoquefueseunadamadelaprimera distinción la que me escribía. Fácilmente creerán ustedes que no medescuidéyqueapenasanocheciófuívolandoalparajequesemehabíaindicado.Esperábame en él una vieja para servirme de guía, y me introdujo por unaportezuelaeneljardíndeunagrancasa,dondemecondujoaunricogabinete,enquemedejóencerrado,diciéndome:«Sírvasevuestraseñoríadeesperaraquí

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mientras aviso ami ama.» Vimil cosas preciosísimas en aquel gabinete, queestabailuminadocongrannúmerodebujías,magnificenciaquemeconfirmóenelconceptoqueyohabía formadode lanoblezadeaquelladama.Ysi todo loque estaba mirando contribuía a ratificarme en que no podía menos de seraquélla una persona de la más alta calidad, mucho más me confirmé en miopinióncuandoellasedejóver,conunaireverdaderamentenobleymajestuoso.Sinembargo,noeraloqueyohabíapensado.

«Caballero—medijo—avista del paso que acabo de dar en vuestro favor,sería inútil querer ocultaros los tiernos afectos que habéis excitado en micorazón.NopenséisqueéstosmelosinspiróelgranméritoquehabéismostradohoyavistadetodalaCorte,noporcierto;esteméritonohizomasqueprecipitarsumanifestación.Oshevistomásdeunavez,meheinformadodequiénsoisyelelogioquemehanhechomehadeterminadoaseguirmiinclinación.Peronooslisonjeéis—prosiguióella—creyendoquehabéishecholaconquistadealgunaduquesa.Yonosoymasquelaviudadeunsimpleoficialdeguardiasdelrey;loúnico que puede hacer gloriosa vuestra victoria es la preferencia que os doysobreunodelosmayoresseñoresdelreino.ElduquedeAlmeidameamayhacecuanto puede para ser correspondido, pero no lo consigue y sólo admito susobsequiosporvanidad.

»Aunque estas palabras me dieron a entender que trataba con una chuscaamigadeaventurasamorosas,nodejédemostrarmeagradecidoamiestrellaporeste encuentro. Doña Hortensia—que así se llamaba—estaba en la flor de sujuventudysuextremadahermosurameencantaba.Fueradeesto,meofrecíaserdueñodeuncorazónquesenegabaalaspretensionesdeunduque.¡Grantriunfoparauncaballeroespañol!ArrojémealospiesdeHortensiapararendirlegraciasporsusfavores.Díjelecuantopodíadecirleunhombreapasionado,ycreoquequedó muy satisfecha de las vivas expresiones con que le aseguré de mifidelidad y gratitud. Separámonos, quedando ambos los mayores amigos delmundo,despuésdehaberconvenidoenvernostodaslasnochesquenopudiesevenirasucasaelduque, tomandoellaasucargoavisarmemuypuntualmente.Asílohizo,yyovineaserelAdonisdeaquellanuevaVenus.

»Perolosplaceresdeestavidaduranpoco.ApesardelasprecaucionesquetomóHortensiaparaquenuestraamistadnollegaseanoticiademicompetidor,nodejódesaberéstetodoloquenosimportabatantoqueignorase.Enteróledeellouna criadadescontenta, y aquel señor, naturalmentegeneroso,pero altivo,celosoyarrebatado,seindignósobremanerademiaudacia.Lairayloscelosleturbaronlarazón,y,siguiendosóloloqueledictabasuenojo,determinótomarvenganza de mí de un modo infame. Una noche que estaba yo en casa de

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Hortensiame esperó a la puerta falsa del jardín, en compañía de sus criados,armados todosdegarrotes.Luegoquesalíhizoquesearrojasenamíaquelloscanallas y les mandó que me matasen a palos. «¡Dadle fuerte!—les decía—.¡Muera a garrotazos ese temerario, que con esta infamia quiero castigar suinsolencia.»Apenasdijoestaspalabras,cuandotodosmeasaltaron,ymedierontantospalos,quemedejarontendidoentierra,sinsentido.Retiráronsedespuéscon su amo, para quien aquella cruel escena había sido el más divertidoespectáculo.Permanecíelrestodelanocheenelestadoenquemedejaron,hastaqueal rompereldíapasaron juntoamíalgunaspersonasque,observandoquetodavía respiraba, tuvieron la caridad de llevarme a casa de un cirujano. Porfortuna,seadvirtióquenoeranmortaleslosgolpes,ytuvetambiénladecaerenmanosdeunhombrehábilquemecuróperfectamenteendosmeses.AlcabodeestetiempovolvíapresentarmeenlaCorte,dondeproseguíenelmismométodoqueantes,perosinvolveraentrarencasadeHortensia,lacualtampocohizoporsupartediligencia algunaparaquenosviésemos,porquea este soloprecio lehabíaperdonadoelduquesuinfidelidad.

»Como todos sabían mi aventura y ninguno me tenía por cobarde seadmirabandevermetanserenocomosinohubierarecibidolamenorafrenta,sinsaberquédiscurrirdemiaparenteindiferencia.Unoscreíanque,apesardemivalor,lacalidaddelagresormeconteníaymeobligabaatragarmeelultraje;yotros,conmayorfundamento,nosefiabanenmisilencioymirabancomounacalmaengañosalasosegadasituaciónqueaparentaba.Elreypensó,comoéstos,queyonoerahombrequeolvidaseunagraviosintomarsatisfaccióndeélyquenodejaríadevengarmecuandoencontraseoportunidad.Paraaveriguarsihabíaadivinadomipensamiento,mehizoentrarundíaensugabineteymedijo:«DonPompeyo,yaséellancequetesucedió,yconfiesoqueestoyadmiradodevertutranquilidad. Tú ciertamente maquinas y disimulas.» «Señor—le respondí—,ignoro quién pudo ser mi ofensor, porque me acometieron de noche unosdesconocidos;fuéunadesgraciadelaqueesforzosoconsolarme.»«¡No,no!—replicóelrey—.¡Nopiensesalucinarmeconesarespuestapocosincera!Estoyinformadodetodo:elduquedeAlmeidafuéelquemortalmenteteofendió.Túeresnobleyespañol,ysémuybienaloqueteempeñanesasdoscircunstancias.Sindudahashechoánimodevengarte,yquierodecisivamentequemeconfiesesla determinación que has tomado, y no temas que llegue jamás el caso dearrepentirtedehabermeconfiadotusecreto.»«Puesyaquevuestramajestadlomanda—respondí—, no puedo menos de manifestarle con toda verdad mipensamiento.Sí, señor, sólopiensoenvengar laafrentaquehe recibido.Todohombre que ha nacido comoyo es responsable de su honor a su linaje y a su

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mismo nacimiento. Vuestra majestad sabe muy bien la injuria que se me hahecho, y yo he resuelto asesinar al duque de un modo que corresponda a laofensa.Lesepultaréunpuñalenelpechoolelevantarélatapadelossesosdeunpistoletazo,ymerefugiaréenEspañasipudiere.Tales,señor,miintención.»«Alaverdad—repusoelrey—,mepareceviolenta;peronoporesomeatreveréacondenarla, considerada la cruel afrenta que te hizo el duque. Conozco quemerece el castigo que le tienes dispuesto; pero suspéndelo por un poco; no lopongas en ejecución tan presto; dame tiempo para pensar y encontrar algúnmedio que os esté bien a los dos.» «¡Ah, señor!—exclamé yo, no sin algunaconmoción—. ¿Pues a qué fin me obligó vuestra majestad a descubrirle misecreto? ¿Qué medio puede jamás...?» «Si no encuentro alguno que te dejesatisfecho—interrumpió el rey—, podrás ejecutar entonces lo que tienespensado.Nopretendoabusardelaconfianzaquemehashecho;nosacrificarétuhonor,yenestaconformidadpuedesvivirmuytranquilo.»

»Andaba yo discurriendo qué medios podía buscar el rey para componeramigablemente este negocio, y he aquí cómo lo dispuso. Habló a solas a mienemigo y le dijo: «Duque, tú has ofendido a don Pompeyo de Castro y noignorasqueesuncaballeroilustreaquienyoestimoyquemehaservidobien.Es preciso que le des satisfacción.» «Señor—respondió el duque—, no se lanegaré.Siestáquejosodemiproceder,prontoestoyadarlesatisfacciónconlasarmas.»«Esmuydiferentelaquedebesdar—replicóelrey—.Unespañolnobleconocemuybienlasleyesdelpundonorparaquerermedirsuespadanoblementecon un cobarde asesino. No puedo darte otro nombre, ni tú podrás borrar labajezadeunaaccióntanvillanasinopresentandotúmismounpaloatuenemigoy ofreciéndote a que él te apalee por su mano.» «¡Santo cielo!—exclamómienemigo—. Pues qué, señor, ¿quiere vuestra majestad que un hombre de miclase se degrade y humille delante de un caballero particular hasta llevar conpaciencia algunos palos?» «No llegará ese caso—respondió el rey—. YoobligaréadonPompeyoadarmepalabradequenotetocará;sóloexijoquelepidasperdónde tuviolencia,presentándoleelpalo.»«Señor—replicóelduque—, eso es pedirme demasiado y prefiero el quedar expuesto a las ocultasasechanzasdesuenojo.»«Apreciotuvida—repusoelmonarca—,yquisieraqueeste asunto no tuviera funestas resultas. Para terminarlo con menos disgustotuyo,seréyosolotestigodedichasatisfacción,quetemandodesalespañol.»

»Necesitóelreydetodosupoderparaconseguirqueelduquesesujetaseaun paso tan humillante, pero al fin lo logró. Envióme después a llamar ycontóme la conversación que había tenido conmi enemigo, preguntándome almismo tiempo si me contentaría yo con la satisfacción en que ambos habían

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convenido. Respondíle que sí y di palabra de que, lejos de ofenderle, ni aunsiquieratomaríaenlamanoelpaloquemepresentase.Dispuestasasílascosas,concurrimos el duque y yo al cuarto del rey cierto día y a cierta hora, y sumajestadsecerróconnosotrosensugabinete.«¡Ea—dijoalprimero—,conocedvuestrafaltaymerecedelperdón!»Diómeentoncessusdisculpasmicontrarioypresentómeelbastónqueteníaenlamano.«Tomad,donPompeyo,esebastón—medijoel rey—ynoosdetengamipresenciapara tomarvenganzadevuestrohonorultrajado.Yooslevantolapalabraquedisteisdenomaltrataralduque.»«No,señor—respondí—;bastaquesehayasujetadoaserapaleadopormí.Unespañolofendidonopidemayorsatisfacción.»«Puesbien—repusoelrey—,yaquelosdososdaisporsatisfechos,podréisahoratomarlibrementeelpartidoquese acostumbra entre caballeros, según el proceder regular. Medid vuestrasespadaspara terminar el duelo.»«¡Eso es loqueyodeseovivamente—dijo elduque con voz alterada y descompuesta—, porque sólo eso es capaz deconsolarmedelvergonzosopasoqueacabodedar!»

»Dichas estas palabras, se retiró, colérico y abochornado, y dos horasdespuésmeenvióadecirquemeesperabaenciertositioretirado.Acudíalláyleencontrédispuesto a reñir en forma.Teníaunoscuarentay cincoañosyno lefaltabadestrezanivalor,pudiéndosedecirconverdadqueera igualelpartido.«Venid, don Pompeyo—me dijo—, y terminemos de una vez nuestrascontiendas.Unoyotrodebemosestarairados;vos,porelmodoconqueostraté,yyoporhaberospedidoperdón.»Diciendoesto,echóprecipitadamentemanoala espada, y tanto, que nome dió tiempo para responderle. Tiróme dos o tresestocadas con la mayor presteza, pero tuve la fortuna de parar los golpes.Acometíledespuésyconocíquereñíaconunhombretandiestroendefendersecomoenacometer;ynoséloquehubierasidodemíanohabertropezadoélycaído de espaldas cuando se defendía retirándose. Detúveme así que le vi entierra y le dije se levantase. «¿Por qué razónmeperdonáis?—mepreguntó—.Me ofende mucho esa piadosa generosidad.» «También quedaría muyobscurecida mi gloria—le respondí yo—si quisiera aprovecharme de vuestradesgracia. Levantaos, vuelvo a decir, y prosigamos nuestro duelo.» «¡No, donPompeyo!—me dijo mientras se iba levantando—. ¡A vista de un rasgo tannoble, no me permite mi honor empuñar la espada contra vos! ¿Qué diría elmundodemísituvieralafatalidaddepasaroselpecho?¡Tendríameporunruincobarde si quitaba la vida a quien pudo darme la muerte! No puedo, pues,armarmecontravuestravida;antesbien,migratitudhaconvertidoendulcesyamorosos afectos los furiosos movimientos que agitaban mi corazón. DonPompeyo—continuó—, cesemos ya de aborrecernos. ¡Poco dije! ¡Seamos

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amigos!» «¡Ah, señor—exclamó yo—, y con qué placer acepto una propuestatangustosa!Desde este instante os jurouna sincerísima amistad, y para darosdesdeluegolapruebamáspositivadeella,osprometonoponermáslospiesencasadedoñaHortensia,auncuandoellalodeseara.»«Noadmitolapromesa—dijoél—;antesbien,quierocederosestaseñora.Esmásrazónqueyoosladeje,puestoquesuinclinaciónavosesnaturalenella.»«¡No,no!—leinterrumpí—.Vos la amáis, y los favores que me hiciese podrían inquietaros; y así, quierosacrificarla a vuestra paz y quietud.» «¡Oh, insigne español, lleno todo denobleza y generosidad!—exclamó arrebatado el duque—.Me encanta vuestromododepensar.¡Oh,yquéremordimientossientoaloírlo!¡Conquédoloryconcuántavergüenzasemepresentaalamemoriaelultrajequeoshice!Parécemeahoramuyligeralasatisfacciónqueosdienelgabinetedelrey.Quierorepararladeunmodomáspúblico,yparaborrarenteramente la infamia,osofrezcounasobrinamía,decuyamanopuedodisponer;esunaherederarica,queaunnohacumplidoquinceaños,ytodavíamáshermosaquejoven.»

»Di al duque todas aquellas gracias que me podía inspirar el honor deenlazarmeconsufamilia,ypocosdíasdespuésmecaséconsusobrina.TodalaCorte se congratuló con aquel personaje por haber labrado la fortuna de uncaballero a quien había cubierto de ignominia. Desde entonces acá, señoresmíos,vivoconelmayorgustoenLisboa.Miesposameamayyolaamo.Sutíomedacadadíanuevaspruebasdeamistadypuedopreciarmedequemerezcounbuenconceptoal rey;ypruebadesuestimaciónes la importanciadelnegocioquedesuordenmehatraídoaMadrid.»

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CAPÍTULOVIII

PorquéaccidenteseveprecisadoGilBlasabuscarnuevoacomodo.

Esta fué la historia que contódonPompeyoyqueoímos el criadodedonAlejoyyo,aunquenosmandaronquenosretirásemosantesquelaprincipiase.Hicímoslo así, pero nos quedamos a la puerta de la sala, que de propósitodejamosentornada,ypudimosoírtodoloquedijo,sinperderunasolapalabra.Prosiguieron después bebiendo aquellos señores y se separaron antes del día,porquecomodonPompeyohabíadehablarporlamañanaalministro,erarazónquelediesentiempodereposaralgúntanto.ElmarquésdeZeneteymiamosedespidierondeaquelcaballero,abrazándoleydejándoleconsupariente.

Nosotros,porestavez,nosacostamosalamanecer,yaldíasiguientemiamomehonródándomeotronuevoempleo.«GilBlas—medijo—,tomapapel,tintay pluma para escribir dos o tres cartas que quiero dictarte, pues te hago misecretario.» «¡Bravo!—dije entre mí—. ¡Esto se llama acrecentamiento deencargos!¡Lacayoparairdetrásdemiamoatodaspartes,ayudadecámaraparaayudarle a vestir y secretariopara escribirle las cartas, dictándome su señoría!¡ElCielosealoadopor todo!¡Voy,comola triformeHécate,arepresentar tresmuydistintospersonajes!»«Túnosabes—prosiguiómiamo—quéfin llevoenescribirestascartas.Voyadecírtelo;perosécallado,porquetevalavidaenello.A cada paso tropiezo con gentes que me apestan alabándose de sus felicesgalanteos, y yo quiero sobrepujar a su vanidad, para lo que he pensado llevarsiempre en el bolsillo varios billetes fingidos de diferentes damas y leérseloscuandoelloshagannecioalardedesustriunfos.Estomedivertiráunratoyserémásdichosoquetodosmiscompañeros,porqueellossolicitanesasfortunassóloportenerelgustodepublicarlas,yyotendréelgustodereferirlassinlosmalosratos que trae consigo el pretenderlas. Pero tú—añadió—procura desfigurar tuletra,mudandolaformademaneraquelospapelesnoparezcanescritosdeuna

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mismamano.»Tomé,pues,pluma,tintaypapelparaobedeceradonMatías,quienmedictó

un billete en los términos siguientes: «Anoche faltaste a tu palabra y no tedejasteverenelsitioconcertado.¡AhdonMatías,noséquépodrásdecirparadisculparte!Grande ha sidomi error, pero bien has castigadomi vanidad y laligerezaconquecreíayoquetodaslasdiversiones,yauntodoslosnegociosdelmundo,debíanceder al gustodever aDoñaClaradeMendoza.»Despuésdeeste billete me hizo escribir otro como de una dama que posponía a un granseñorporamorasupersona;yotro,enfin,enelcualotradamaledecíaque,siestuviera segura de su discreción, harían juntos el viaje de Citerea. Nocontentándoseconhacermeescribirunosbilletes tanbellos,meobligabaaquelosfirmaseconelnombredevariasseñorasmuydistinguidas.Nopudemenosdedecirlequelacosameparecíademasiadamentedelicada,peromerespondiósecamentequenuncamemetieseendarleconsejosmientrasnomelospidiera.Vimeprecisadoacallaryobedecerle.Acabósedevestir,ayudándoleyo;metiólosbilletesenelbolsilloysaliódecasa.Seguíleyfuimosa ladedonJuandeMoncada,queteníaconvidadosaqueldíaacincooseiscaballerosamigossuyos.

Hubounagrancomidayreinóentodaellalaalegría,queeslasalsamejordelos banquetes. Todos los convidados contribuyeron a mantener divertida laconversación, unos con chistes y otros contando aventuras que ellos decíanhaberlessucedido.Nomalogrómiamotanfavorableocasióndehacerlucirlospapelesamorososquemehabíahechoescribir.Leyólosenaltavozyentonotannatural,que,aexcepcióndesusecretario,todoslosdemáspudierontenerlospormuyverdaderos.EntreloscaballerosquesehallabanpresentesatandescaradalecturahabíaunoquesellamabadonLopedeVelasco,hombregraveydejuicio,el cual, en vez de celebrar como los demás las imaginarias fortunas, preguntófríamenteamiamosilehabíacostadomuchohacersedueñodelavoluntaddedoñaClara.«Menosquenada—lerespondiódonMatías—,puesellafuélaquedió los primeros pasos. Vióme en el paseo, prendóse de mí, mandó que mesiguiesen, supoquién era yo, escribiómey citómepara su casa a la una de lanoche,cuandotodosestabandurmiendo.Fuíallá,introdujéronmeensucuarto...Lodemásnopermitemiprudenciaquelodiga.»

CuandodonLopedeVelascooyó aquella lacónica relación, se turbó tantoque todos se lo conocieron, y no era dificultoso adivinar lo mucho que seinteresaba en el honor de aquella dama. «Todos esos billetes—dijo ami amomirándole con semblante airado—son enteramente falsos, en particular el dedoña Clara de Mendoza, de que tanta ostentación hacéis. No hay en Españaseñorita más recatada y honesta que ella. Dos años ha que la obsequia un

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caballero que no os cede en nacimiento ni en prendas personales y apenas hapodido conseguir de ella los más inocentes favores, siendo así que se puedelisonjeardeque,sifueracapazdeconcederalguno,aningúnotrosinoaélselosdispensaría.»«¿Yquiénosdicelocontrario?—replicómiamoenuntonoburlón—.Yonomeapartodequeesunaseñoritamuyhonesta.Yotambiénsoymuyhonesto caballerito. Conque debéis creer que nada pasaría que no fuesehonestísimo.»«¡Oh,esoyapasaderaya!—interrumpiódonLope—.Dejémonosdechanzas.VossoisunimpostoryjamásdoñaClaraosdiócitaparadenoche.Nopuedotolerarquemanchéissureputación.Tampocoamímepermiteahoralaprudenciadeciroslodemás.»Ydiciendoestaspalabrasmiróconarroganciaalosconcurrentesyseretiróconunairequeanunciabalasmalasconsecuenciasquepodríateneraquelnegocio.Miamo,queteníabastantevalorparaunseñorde su carácter, hizopoco casode las amenazas de donLope. «¡Gran tonto!—exclamódandounacarcajada—.¡Loscaballerosandantessólodefendíanlasinparhermosuradesusdamas;peroéstequieredefenderlasinparhonestidaddelasuya,loquemepareceempeñotodavíamásextravagante!»

La retirada de Velasco, a la que en vano quiso oponerse Moncada, nodescompusolafiesta.Loscaballeros,sinpararlaatenciónenello,prosiguieronalegrándoseynosesepararonhastaelamanecer.Miamoyyonosacostamosalascincodelamañana.Elsueñoyamerendíayhabíahechoánimodedormirbien, pero echaba la cuenta sin la huéspeda, o, por mejor decir, sin nuestroportero,elqueunahoradespuésmevinoadespertaryadecirmequeestabaalapuertadelacalleunmozoquepreguntabapormí.«¡Ah,malditoportero!—dijebostezando,entreenfadadoydormido—.¿Noconsiderasquesólohaunahoraquemeacosté?Diaesehombrequeestoydurmiendoyquevuelvamástarde.»«Dice—respondió el portero—que tiene precisión de hablarte luego luego,porqueescosaurgente.»Levantémeaestaspalabras,poniéndomesolamenteloscalzonesyunaalmilla,yechandomilpestesfuíaverloquemequeríaelmozoque me buscaba. «Amigo—le dije—, ¿qué negocio tan urgente es el que meproporciona la honra de verte tan de mañana?» «Una carta—respondió—quetengoqueentregarenmanopropiaalseñordonMatíasyesprecisolaleacuantoantes.Sucontenidoesdelamayorimportancia,yasí,teruegoquemellevesasucuarto.»Persuadidodequedebíadeseralgunacosadegrandeconsecuencia,metomélalicenciadeiradespertaramiamo.«Perdonevuestraseñoría—ledije—silevengoainterrumpirelsueño;perolaimportancia...»«¿Quédiantresmequieres?», dijo enfadado. «Señor—dijo entonces elmozo queme acompañaba—,esunacartadedonLopedeVelascoquedeboentregarausía.»IncorporósedonMatías, tomóelbillete, leyóleydijo conmucho sosiegoal criadodedon

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Lope:«Hijo,yonuncamelevantohastamediodíaaunquemeconvidenparalamejordiversióndelmundo.¡Miraahorasimelevantaréalasseisdelamañanaparairareñir!Díleatuamoque,comomeesperehastalasdoceymediaenelsitio que me dice, seguramente nos veremos en él; dale esta respuesta.» Ydiciendoestovolvióseaecharytardómuypocoenquedarsedenuevodormido.

A las once ymedia se levantó y vistió con grandísima pachorra. Salió decasa, diciéndome que por aquella vezme dispensaba de seguirle; pero yo nopuderesistiralacuriosidaddeverenloqueparabaaquelnegocio.FuimetrasdeélalolargohastaelpradodeSanJerónimo,dondevialolejosadonLopedeVelasco, que le estaba esperando. Escondíme donde sin ser visto pudieseobservaralosdos,yviquesejuntaronyqueunmomentodespuéscomenzaronareñir.Durómucholapendencia,peleandounoyotroconmuchadestrezayconigualvalor;peroalfinsedeclarólavictoriapordonLope,quiendeunaestocadapasó de parte a parte a mi amo, dejándole tendido en tierra y huyendo muysatisfechodehabersevengado.CorríaceleradoadonMatías;hallélesinsentidoycasimuerto,espectáculoquemeenterneciótanto,quenopudemenosdeechara llorar por ver una muerte para la cual, sin pensarlo, había yo servido deinstrumento.Enmediodeestoydemi justosentimientonodejédepensarenhacerloquemeimportaba.Volvímealpuntoacasasinhablarpalabraanadie.Hicemihatillo,enelque,porinadvertencia,metítambiénalgunascosillasdemiamo,y luegoque lo llevóa casadelbarbero,donde teníaguardadoelvestidoqueusabaenmisaventuras,esparcí lavozdeladesgraciaquehabíasucedido,siendoyotestigodeella.Contélaaquienmelaquisooír,perosobretodofuíacontársela a Rodríguez. Este, menos afligido que solícito en tomar lasprovidenciasoportunas,juntóatodosloscriadosdedonMatías,mandólesquelesiguiesenyfuimostodosallugardelapelea.LevantamosadonMatías,queaunrespiraba;llevámosleacasa,yalcabodetreshorasmurió.TalfuéeltrágicofindelseñordonMatíasdeSilva,miamo,porelimprudentegustodeleerpapelesamorososfingidosporél.

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CAPÍTULOIX

DelamoaquienGilBlasfuéaservirdespuésdelamuertededonMatíasdeSilva.

Hecho el entierro de don Matías, fueron, pasados unos días, pagados ydespedidostodossuscriados.Yoestablecímimoradaencasadelbarberillo,conquienempezabaacontraerestrechísimaamistad.Prometíameestarallíconmásgustoymayor libertadqueencasadeMeléndez.Comomehallaba con algúndinerillo,nomediprisaabuscarnuevaconveniencia;porotraparte,mehabíahechomuydelicadosobreesteparticular.Yanogustabadeserviragentecomúny plebeya, y aun entre la noble quería examinar bien antes el empleo quemequerían dar.Aun elmejor nome parecía sobrado paramí, persuadido de quetodoerapocoparaquienhabíaservidoauncaballerorico,mozoyelegante.

Esperando a que la fortuna me ofreciese una casa cual yo me imaginabamerecer, juzgué no podía emplear mejor mi ociosidad que en dedicarme aobsequiar a la bella Laura, a quien no había visto desde el día en que nosdesengañamoslosdostangraciosamente.NomepasóporelpensamientovolveravestirmealodonCésardeRibera.Seríaunagrandeextravaganciadisfrazarmeya con aquel traje, y más cuando mi propio vestido era bastante decente,pudiendo pasar por un términomedio entre donCésar yGil Blas, sobre todohallándomebiencalzado,peinadoyafeitadoconayudademiamigoelbarbero.EnesteestadofuíacasadeArsenia,yencontréaLaurasolaenlamismasaladonde en otra ocasión le había hablado. Exclamó luego que me vió: «¿Quémilagroeséste?¿Erestú?¡Parécemequesueño,porquetecreímuertooquetehabíasperdido!Hacesieteuochodíasquetedijepodíasveniraverme;mas,aloqueveo,noabusasdelalibertadqueteconcedenlasdamas.»

Disculpémeconlamuertedemiamoyconlasocupacionesaquediólugar,añadiendomuy cortesanamente que aun enmedio de ellas tenía siempremuypresenteenelcorazónyenlamemoriaamiamadaLaura.«Siendoasí—medijo

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ella—,seacabaronyalasquejas,yteconfesaréquetambiéntehetenidoyomuypresente. Luego que supe la desgracia de don Matías, me ocurrió unpensamiento,queacasonotedesagradará.Díashaqueoídeciramiamaquesealegraríadeencontrarunmozoquesupiesedecuentasygobiernodeunacasa,para ser sumayordomo y llevase razón del dinero que se le entregara para elgasto de ésta. Inmediatamente puse los ojos en tu señoría, pareciéndome queserías el más a propósito para este empleo.» «También me parece a mí—respondíyo—queledesempeñaríaalasmilmaravillas.HeleídolasEconomíasde Aristóteles, y, por lo que toca a llevar una cuenta, ése ha sido siempremifuerte.Pero,hijamía—añadí—,unasoladificultadmeimpideentraraserviraArsenia.» «¿Qué dificultad?», replicó Laura. «He jurado—repuse—no servirjamásagentecomún,ylopeoresquelojuréporlalagunaEstigia.SielmismoJúpiternoseatrevióaviolarestejuramento,miratúcuántodeberárespetarleunpobre criado.» «¿A quién llamas tú gente común?—replicó Laura conmuchodespego—.¿Porquiénestienestúalascomediantas?¿Parécetequesonporahíalgunas abogadillas o algunas procuradoras? ¡Sábete, amigo mío, que lascomediantas son nobles y archinobles por los enlaces que contraen con losprimerospersonajesdelaCorte!»«Siendoasí—ledije—,cuentaconmigo,hijamía, para ese empleoquemedestinas; pero con tal quenomedegradenimehagavalermenosdeloquesoy.»«¡Notengasmiedodeeso!—repusoLaura—.Pasardelacasadeunelegantealadeunaheroínadeteatroeshacerelmismopapelenelgranmundo.Nosotrasestamosenunamismalíneaconlaspersonasde la primera distinción; el mismo aparato de cuarto, la misma mesa, y, enrealidad,esmenesterquesenosconfundaconellosenlavidacivil.Conefecto—añadió—,siseconsideranbienunmarquésyuncomediante,eneldiscursodeundíavienencasiaserunamismacosa.Sielmarqués,enlastrescuartaspartesdeldía,essuperioralcomediante,elcomediante,enlaotracuartaparte,superamuchomásalmarqués,porquerepresentaelpapeldeemperadoroderey.Esta,amiver,esunacompensacióndenoblezaydegrandezaquenos igualacon laspersonas de la Corte.» «Así es, por cierto—respondí—; sin duda que estáis anivel unos con otros. Los comediantes no son ya gentuza, como pensaba yohastaaquí,ymehasmetidoenganadeserviraungremiotandistinguidoytanhonrado.»«Mealegro—repusoella—,ynotienesmasquevolverdeaquíadosdías.Metomoestetiempoparairpreparandoamiamaafindequetereciba.Lehablaréentufavor;puedoalgoconellaymepersuadoquelograréqueentresencasa.»

Di las gracias a Laura por su buena voluntad, asegurándole quedabasumamentereconocidoasusfinezas,conexpresionestalesquenopodíadudar

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demi agradecimiento.Siguiódespuésuna largaconversaciónentre losdos, laqueinterrumpióunlacayoquevinoadeciramiprincesaqueArsenialallamaba.Separámonos,yyosalícongrandesesperanzasdequeprestotendríalafortunadepasarloapedirdeboca.Nodejédevolveralplazoseñalado.«Ya teestabaesperando—me dijo Laura—, para darte la alegre noticia de que eres de losnuestros.Venconmigo,quequieropresentarteamiseñora.»Diciendoesto,mellevóaunahabitacióncompuestadecincooseispiezasacualmásricaymássoberbiamentealhajada.

¡Qué lujo! ¡Quémagnificencia! Parecióme que entraba en casa de algunavirreina,o,pormejordecir,creíestarviendotodaslasriquezasdelmundojuntasenaquélla.Lociertoesquehabíaenellalomásricodetodaslasnaciones;tanto,quesepodíadefiniraaquellahabitación,conmuchapropiedad,«el templodeunadiosaacuyasarasofrecíatodocaminantelomásraroypreciosodesupaís».Vi a la deidadmajestuosamente sentada enun almohadónde brocado carmesíconfranjasdeoro.Erabellaycorpulenta,porquehabíaengordadoconelhumodelossacrificios.Estabaenungraciosodesaliñoyocupabasuslindasmanosencomponer un primoroso tocado nuevo para lucirlo aquella noche en el teatro.«Señora—le dijo la criada—, éste es el mayordomo de que tengo hablado, ypuedoaseguraraustedseríadifícil encontrarotroque fuesemásapropósito.»MirómeArseniaconparticularatenciónytuveladichadegustarle.«¿Cómoasí,Laura?—exclamó ella—. ¿Quién te dió noticia de tan bello mozo? ¡Ya estoyviendoquemeirámuybienconél!»Yvolviéndoseamí:«Querido—medijo—,túereselqueyobuscabayelqueverdaderamentemeacomoda.Sólotengoquedecirteunapalabra:estaráscontentoconmigosimesirvesbien.»Respondílequeharíacuantoestuviesedemiparteparaagradarlaentodo.Viendoqueestábamosacordes,me despedí prontamente para ir a buscarmi hatillo y volver a tomarposesióndelanuevacasa.

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CAPÍTULOX

EntraGilBlasaservirdemayordomoencasadeArsenia;informesqueledaLauradeloscomediantes.

Erapocomásomenoslahoradelacomediacuandominuevaamamedijola siguiese al teatro en compañía de Laura. Entramos en el vestuario, y allí,quitándoseelvestidoquellevaba,sepusootromagníficoparapresentarseenlaescena.Asíqueempezólarepresentación,mellevóLauraaunsitiodesdedondepodíamos oír y ver perfectamente. Desagradóme la mayor parte de losrepresentantes,sindudaporqueyaestabapredispuestocontraellosenvirtuddelo que le había oído a don Pompeyo. Con todo eso, fueron muy aplaudidos,aunquealgunosmehicieronacordardelafábuladellechoncillo.

TeníaLauragrancuidadodeirmediciendoelnombredeloscomediantesycomediantas conforme iban saliendo al teatro; y no contenta con nombrarlos,hacíaun retrato satíricodecadauno.«Este—decía—esunatolondrado; aquél,un insolente; aquella melindrosa que ves, cuyo aire es más descarado quegracioso,sellamaRosardayfuémuymalaadquisiciónparalacompañía.¡Másvaldría que se marchara con la que se está formando de orden del virrey deNuevaEspañayvaasalirinmediatamenteparaAmérica!Mirabienaquelastroluminosoqueacabadepresentarse,aquelbellosolquevacaminandoasuocaso:llámase Casilda, y si cada uno de los amantes que ha tenido la hubieracontribuídoconunapiedralabradaparafabricarunapirámide,comodicenqueen otro tiempo lo hizo cierta reina de Egipto, podría haber erigido una quellegase al tercer cielo.» En fin, a cada cual fué pegando Laura su parchecito.¡Quémalalengua!¡Niaunasumismaamaperdonó!

Sinembargodeesto—confiesomiflaqueza—,estabayoapasionadodeella,aunquesucarácter,moralmentehablando,nadateníadebueno.Detodosdecíamal, con tanta gracia, que me gustaba hasta su misma malignidad. En losintermedios se levantaba para ir a ver siArsenia necesitaba algo, y en vez de

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volver prontamente, se entretenía tras del teatro a recoger los requiebros ylisonjas que le decían los hombres.Unavez la seguí para observarla y vi quetenía muchos conocidos. Noté que tres comediantes, uno en pos de otro, ladetuvieronparahablarle,yobservéquegastabandemasiadafamiliaridad.Nomeagradóestomucho,yporlaprimeravezdemividacomencéaexperimentarloqueeranloscelos.VolvímeamisitiotanpensativoymelancólicoqueLauraloechódeverluegoquevolvió.«¿Quétienes,GilBlas?—mepreguntóadmirada—. ¿Qué negro humor se apoderó de ti desde que te dejé? Muestras unsemblantetristeysombríoquenoséaquéatribuirlo.»«Ylopeores,reinamía,que es con sobrada razón—le respondí—.Meparece que andas algo suelta, yestomedaquepensar amímásque a timi sentimiento.Yomismoacabodeverte muy alegre y divertida con los comediantes...» Al oír esto, dijo ella,soltandounagrandísimacarcajada:«¡Vamosclaros,queesgraciosoelmotivodetupesadumbre!Puesqué, ¿de tanpoco te espantas? ¡Esoesuna friolera!Ysiestásalgúntiempoconnosotrosverásotrasmillindezas.Esmenester,hijomío,quetevayashaciendoanuestrasmañas.Entrenosotrosnosegastanhazañeríasni mucho menos se usan celos. En la nación cómica, los celosos se llamanridículos, y así, apenas se encuentra uno. Padres, maridos, hermanos, tíos,primos, todosson lagentemásbienavenidadelmundo,ymuchasvecesellosmismossonlosqueestablecensusfamilias.»

Después de haberme exhortado a no sospechar mal de ninguno y a noinquietarmepornadadecuantoviese,medeclaróqueyoeraelfelizmortalquehabíaencontradoelcaminodesucorazón,ymeaseguróquemeamaríasiempreyanadiemás.Despuésdeuna seguridadcomoésta, de la cualpodíayobiendudarsintemordequemetuviesepormuydesconfiado,leofrecínoespantarmedenada;y,conefecto,cumplímipalabra.Aquellamismanoche lavihablarasolas, reír y divertirse con varios, sin dárseme un bledo.Acabada la comedia,volvimos a casa con nuestra ama, y poco después llegó Florimunda con tresseñores viejos y un comediante, que venían a cenar en compañía de las dos.Además de Laura y yo, había en casa una cocinera, unmozo de cocina y unlacayuelo. Juntámonos todos para disponer la cena. La cocinera, que era tanhábilcomo laseñoraJacinta,dispuso lasviandas,ayudándolaelmarmitón.Ladoncellayellacayuelopusieronlamesayyocuidédecubrirelaparadorconlamásbellavajilladeplatayalgunosvasosdeoro,votosofrecidosaladeidaddeaquel templo. Adornéle también con diferentes botellas de vinos exquisitos,haciendo de copero, para que viese mi ama que era yo hombre para todo.Admirémedeverelporteyairedelascomediantasdurantelacena,aparentandoser damas de importancia y figurándose ellas mismas que eran señoras de la

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primeradistinción.Lejosdedaralosseñoreseltratamientodeexcelencia,nolesdaban ni aun el de señoría, contentándose con llamarlos por sus apellidos. Esverdad que ellos se tenían la culpa, porque se familiarizaban demasiado conellas.Elcomedianteporsuparte,comoacostumbradoahacerelpapeldehéroe,lostratabatambiénsincumplimiento,brindabaasusaludyhacíaloshonoresdelamesa.«¡Afe—dijeentremí—quecuandoLauramedijoqueunmarquésyuncomedianteeranigualespartedeldía,pudoañadirqueaunloeranmuchomásporlanoche,pueslapasanbebiendojuntostodaella!»

Arsenia y Florimunda eran naturalmente alegres. Ocurriéronlesmil dichoschistosos,yalgomás,mezcladosconfavorcillosymoneríasmuycelebradasporaquellos rancios pecadores. Mientras mi ama conversaba inocentemente conuno, su amiga, que se hallaba entre los dos, no hacía ciertamente el papel deSusanaconellos.Yoestabaconsiderandoatentamenteaquel retablo—que,a laverdad,teníamuchosatractivosparaunmozodemiedad—cuandosesirvieronlos postres. Entonces puse en la mesa botellas de licores con sus copascorrespondientes yme retiré a cenar conLaura, queme estaba esperando. «Ybien,GilBlas—medijo—,¿quéteparecedeesosseñoresquehasvisto?»«Sinduda—lerespondí—,sonloscortejosdeArseniaydeFlorimunda.»«Teengañas—replicóella—;sonunosviejosvoluptuososquegalanteanatodassinfijarseenninguna. Se contentan sólo con un poco de agrado, y son tan generosos quepaganbien los leves favoresque se les conceden.Florimundaymi amaestánahorasinamantes,aDiosgracias;hablodeaquellosamantesquequierenalzarseconlaautoridaddemaridosyqueseanparasísolostodoslosgustosdelacasa,porquehacenelgastodeella.Yosoydeopiniónqueunamujerdejuiciodebehuirdetodoloquehueleaempeñoparticular.¿Aquéfinsujetarseaningunoquela domine?Másvale ganar poco a poco alhajas, que comprarlas deunavez acostadetanimpertinentesujeción.»

Cuando Laura estaba de humor de parlar, lo que le acontecía casi decontinuo, nada le costaban las palabras: tanta era la soltura de su lengua. Losseñores y los comediantes se retiraron al fin con Florimunda, acompañándolahastasucasa.

Luegoquesalieron,mediódiezdoblonesmiama,diciéndome:«Toma,GilBlas, ese dinero para el gasto. Mañana vienen a comer cinco o seis de miscompañeros y compañeras; procura regalarnos bien.» «Señora—le respondí—,con diez doblonesme atrevo a dar una suntuosa comida aunque sea a toda lacuadrilla cómica.» «¿Qué es eso de cuadrilla?—repuso ella—. ¡Mira cómohablas! No se debe llamar cuadrilla, sino compañía. Se dice muy bien unacuadrilladebandidosodeholgazanes;puededecirseunacuadrilladeautoreso

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depoetas,¡peroguárdatedevolveradecircuadrilladecomediantes!Lanuestraescompañía,y,sobre,todo,losactoresdeMadridmerecenbienqueasucuerposeledéestenombre.»Pedíperdónamiamadehaberusadodeunaexpresióntan poco respetuosa, suplicándole disculpasemi ignorancia y protestando quesiempre que hablase de los señores representantes de Madrid colectivamentediríacompañíayjamáscuadrilla.

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CAPÍTULOXI

Delmodocomovivíanentresíloscomediantesycómotratabanalosautoresdecomedias.

Al día siguiente,muy demañana, salí a campaña, para dar principio amiempleo de mayordomo. Era vigilia, y por orden de mi ama compré buenospollos, conejos, perdices y otras frioleras de semejante especie. Como losseñorescómicosnoestáncontentosdelosritosdelaIglesia,conrespectoaellosno observan con mucha puntualidad sus mandamientos. Llevé a casa máscomidadelaquebastaríaparaalimentaradocepersonashonradaslostresdíasde Carnestolendas. La cocinera tuvo bien en qué divertirse toda la mañana.Mientrasellacuidabadeaderezarlacomida,selevantóArseniadelacamaysesentó al tocador, donde estuvo hastamediodía. Llegaron entonces los señorescomediantes Ricardo y Casimiro. A éstos se siguieron dos comediantas,ConstanzayLeonor;unmomentodespuéssedejóverFlorimunda,acompañadadeunhombrequeteníatodalatrazadeuncaballeromajo:elcabellopeinadoalaúltimamoda,unsombreroconunala levantadaysupenachodeplumasenfiguraderamillete,calzonesajustados,ropillabordadaconfloresdeoroymediodesabrochada,pordondesedescubríauna finísimacamisaguarnecidade ricosencajes,guantesypañuelodeCambraydelicadísimo,metidosenlaguarniciónocazoletade laespada,capa larga terciadasobreelhombroconmuchogarboybizarría.

Con todo eso, aunque de tan buena traza y hombre verdaderamente bienplantado, todavíame pareció descubrir en él un no sé qué de extraño quemechocaba. «Es imposible—decía yo entremí—que no sea un hombre raro estesujeto.»Nomeengañéenmiconcepto,porqueeraunentesingular.Luegoqueentró en el cuarto de Arsenia, fué precipitadamente a abrazar a todas lascomediantas y comediantes conmayor intrepidez y algazara que elmozalbetemás atronado. Comenzó a hablar yme confirmé enmi opinión. Se recalcaba

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sobrecadasílabaypronunciabalaspalabrasconciertomodoenfático,pomposoy gutural, accionando, gesticulando y haciendo con los ojos aquellosmovimientosqueasuparecerestabapidiendoelasunto.Tuvelacuriosidaddepreguntar a Laura quién era aquel caballero. «Disculpo tu curiosidad—merespondióprontamente—.Es imposibleno tenerlaalverpor laprimeravezalseñorCarlosAlfonsodelaVentolería.Voyapintártelealnatural.Primeramentefuéenotrotiempocomediante;dejóelteatroporantojoysearrepintiódespuésmirándolo con juicio. ¿Has reparado en su cabello negro? Pues sábete que esteñido,nimásnimenosquesuscejasybigotes.EsmásviejoqueSaturno.Sinembargo,comosuspadrescuandonacióseolvidarondehacerasentarsunombreenel librodebautizados,élseaprovechadeestedescuidoparaquitarseveinteaños por lomenos. Fuera de eso, es el hombremás pagado de símismo quequizáseencontraráentodaEspaña.Pasólosochoprimeroslustrosdesuvidaenuna completa ignorancia, y para hacerse sabio encontró después un ciertopreceptorque leenseñóadeletrearengriegoyen latín.Aprendiódememoriauna multitud de cuentos y chistes, que a fuerza de repetirlos se ha llegado apersuadir de que son suyos efectivamente. Hácelos venir a la conversaciónaunque sea arrastrándolos por los cabellos, y se puededecir de él que luce suentendimientoacostadesumemoria.Finalmente,sedicequeesungranactor,ylocreopiadosamente;peroteconfiesoquenuncamehagustado.Algunasvecesle oigo declamar aquí, y, entre otros defectos, es muy visible el de unapronunciacióntanafectadayconunavoztantrémula,quedaciertoaireantiguoyridículoasudeclamación.»

TalfuéelretratoquelaseñoraLauramehizodeaquelhistriónhonorario,dequien puedo decir con verdad que no he visto mortal de un aspecto másorgulloso en todos los días de mi vida. Quería hacer también el chistoso ydiscreto,sacandodesumolleradosotrescuentosquenosencajóentonograveybienestudiado.Porotraparte,lascomediantasycomediantes,queciertamentenohabíanvenidoacallar, tampocoestuvieronmudos.Comenzaronahablardesus camaradas ausentes a la verdad de unmodo poco caritativo; pero esto esmenesterperdonárselotantoaloscomediantescomoalosautores.Acaloróseunpoco la conversación a expensas del prójimo. «¿Habéis sabido, amigas—dijoCasimiro—, el nuevo pasaje de nuestro compañero Cesarino? Compró estamañana un par demedias de seda, cintas y encajes, haciendo después que unpajeselosllevasealensayocomodepartedeciertacondesa.»«¡Québribonada!—exclamóelseñorVentoleríaconciertarisitavanaymofadora—.Enmitiemposeusabamásrealidad.Ningunopensabaensemejantesficciones.Esverdadqueaun las damas de mayor distinción nos ahorraban la ruindad y el trabajo de

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inventarlas,puesteníanelcaprichodeirellasmismasenpersonaacomprarloque nos regalaban.» «¡Pardiez—repuso Ricardo en el mismo tono—, que esecaprichoaunnoseleshapasado!Ysifueralícitodecirtodoloqueunosabeenestepunto...Peroesfuerzacallarciertoslances,particularmentecuandotocanapersonas de su posición.» «Señores—interrumpió Florimunda—, suplico austedesdejenaunladoesoslancesybuenasfortunas,puestoquetodoelmundolas sabe, y hablemos algo de nuestra Ismenia.He oído que se le ha escapadoaquelseñorquegastabatantoconella.»«Esmuycierto—respondióConstanza—; y aun dirémás: también acaba de perder un ricomayordomo, a quien sinremediohubieradejadosincamisa.Loséoriginalmente.Sumensajerohizounquid pro quo, llevando al señor un billete que era para el mayordomo y almayordomo una carta que escribía al señor.» «Dos grandes pérdidas», añadióFlorimunda.«¡Oh!—replicóprontamenteConstanza—.Porloquetocaaladelseñor,espocoimportante,puesyahabíaconsumidocasitodasuhacienda;peroelmayordomoahoracomenzabasucarrera.Nohapasadoaúnporlaaduanadelascoquetas,yasí,esunapérdidamuydignadellorarse.»

Aesto,pocomásomenos,seredujolaconversaciónantesdecomer,ysobreel mismo asunto continuó durante la comida. Y como nunca acabaría yo sihubiese de referir cuantas especies se tocaron, todas de murmuración o defatuidad,ellectorllevaráabienquelassuprima,paracontarleelmodoconquefuérecibidounpobrediablodeautorquellegóacasadeArseniahaciaelfindelacomida.

Entró nuestro lacayuelo donde estaban comiendo, y en voz alta dijo amiama:«Señora,ahíestáunhombreconlacamisasuciayllenodecazcarriashastael cogote, que, con perdón de ustedes, tiene traza de poeta, y dice que deseahablar austed.»«Hazle subir—respondióArsenia—. ¡Nadade cumplimientos,señores—añadió—, que es un autor!» Efectivamente, era uno que habíacompuestociertatragediaadmitidaporlacompañíaytraíaelpapelquehabíaderepresentar mi ama. Llamábase Pedro de Moya. Al entrar, hizo cinco o seisprofundascortesíasalosconcurrentes,sinqueningunodeellosselevantasenisiquiera le saludase. Solamente Arsenia le correspondió con una simpleinclinación de cabeza. Fuése acercando, pero siempre temblando y confuso;cayéronsele los guantes y el sombrero; levantólos y se acercó a mi ama, ypresentándoleunpapel,másrespetuosamentequeunlitigantepresentaasujuezun memorial, «Dignaos, señora—le dijo—, de aceptar el papel que tengo lahonra de ofrecer a vuestros pies.» Recibióle ella con lamayor frialdad y conciertoairededesprecio,sindignarseniaunderesponderunasolapalabraasucumplimiento.

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Noporestoseacobardónuestroautor,elcual,aprovechandoaquellaocasiónparadistribuirotrospapeles,dióunoaCasimiroyotroaFlorimunda,quieneslostomaronsinmáscortesíasniceremoniasquelasquehabíausadoArsenia;antesporelcontrario,elcomediante,naturalmentemuycortés,comolosoncasitodosestosseñores, le insultóconchanzaspicantes;peroelbuenPedrodeMoyalasllevóconpacienciaynoseatrevióavolverlelasnuecesalcántaroporquenolopagase después su trágica composición. Retiróse sin decir palabra, pero, amiparecer, vivamente picado del recibimiento que le habían hecho. Tengo porciertoquealláensuinteriornodejaríadedecirmilpestesdeloscomediantes,comomerecían;yéstos,despuésqueélsalió,comenzaronahablardelosautoresconmuchorespeto.«Paréceme—dijoFlorimunda—queelseñorPedrodeMoyanohaidomuysatisfechodenosotros.»«Ybien,señora—interrumpióCasimiro—, ¿qué cuidado se os da? ¿Por ventura son dignos de nuestra atención losautores?Silosigualáramosanosotros,éseseríaelmejormedioparaecharlosaperder.Tengobienconocidosaesospobresdiablosyporesomismoséquesilostratáramosdeotramaneraprestoseolvidaríandeloquesonynosperderíanelrespeto.Tratémoslos,pues,comoesclavos,yno temamosque lesapuremos lapaciencia. Si, enfadados, se retiraren de nosotros algún tiempo, no durarámucho;lamaníadeescribirlesharáprestovolverabuscarnos,ydarángraciasaDios si nos dignamos de representar sus obras.» «Tienes mucha razón—dijoentoncesArsenia—;solamenteperdemosaquellosautorescuyafortunalabramosconnuestrahabilidad,puesluegoqueloshemosacreditadoypuestoenparajedequetenganquecomersedanalaociosidadyyanoquierentrabajar;peroalfinlacompañíaseconsuelayelpúblicotienemenosquepadecer.»

Aplaudierontodosestepareceryquedaronenquelosautores,apesardelomalquelostratabanloscomediantes,siemprelesestabanmuyobligados,porqueles eran deudores de todo lo que tenían. Así los abatían los histriones,haciéndolosinferioresaellosyciertamentenopodíandespreciarlosmás.

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CAPÍTULOXII

TomaGilBlasinclinaciónalteatro,entrégaseenteramentealospasatiemposdelavidacómicaydentrodepocosedisgustade

ella.

Losconvidadossequedaronhablandosobremesahastaquellególahoradeiral teatro,yentoncesmarcharontodosaél.Seguílosyvitambiénlacomediaquese representóaqueldía, laquemegustódemaneraquehiceánimodenoperderninguna.Asímefuíinsensiblementeacostumbrandoalosactores:atantollegalafuerzadelacostumbre.Llevábanmeparticularmentelaatenciónaquellosquehacíanmásgestosydabanmásgritosenlastablas,ynoerayoelúnicodeestegusto.

Nome causabamenos agrado la discreción de las piezas que elmodo derepresentarlas.Algunasverdaderamentemeembelesaban;sobretodoaquellasenque se dejaban ver a unmismo tiempo en el teatro todos los cardenales o losdoce pares de Francia. Sabía de memoria muchos pasos de aquellosincomparablespoemas.Acuérdomedequeendosdíasaprendí todaenteraunacomediafamosa,intituladaLareinadelasflores.Larosaeralareina,queteníapor confidenta a la violeta y por escudero al jazmín.No había paramí obrasmejores que las parecidas a éstas, persuadido de que daban mucho honor anuestranación.

Nomecontentabaconadornarmimemoriacon los trozosmás selectosdeestas bellas producciones dramáticas, sino que también me apliqué aperfeccionar el gusto, y para conseguirlo con acierto, escuchaba con lamayoratenciónelparecerdeloscomediantes.Sialababanunapieza,yolaestimaba,ydespreciaba todas aquellas de que les oía hablarmal. Parecíame que eran taninteligentesenpiezas teatralescomo losdiamantistasenpiedraspreciosas.Sinembargo,observéquelatragediadePedrodeMoyafuémuyaplaudida,aunqueelloshabíanpronosticadoquetodoslasilbarían.Peronobastóestaexperiencia

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paraquesucríticasemehiciesesospechosa,yantesquisecreerqueelpúblicocarecíadegustoydiscernimientoquedudardelainfalibilidaddelacompañía.No obstante, me aseguraban todos que ordinariamente eran recibidas conaplausoaquellascomediasnuevasdequelosactoresformabanmalconceptoy,porelcontrario,silbadascasitodaslasqueellosmáscelebraban.Decíanmequeera regla general suya hablar siempre mal de las obras, y me citaban milejemplares de algunas que habían desmentido sus decisiones. Todo esto fuémenesterparaquealcabomedesengañase.

No seme olvidará jamás lo que sucedió un día en que se representó unacomedia nueva. Habíales parecido a los comediantes fría y fastidiosa,adelantándose a pronosticar que el auditorio no la vería concluir. Con estapreocupación representaron la primera jornada, quemereció grandes aplausos.Admirólosmuchoesto.Representaronlasegunda,lacualfuéaúnmásaplaudidaquelaprimera.Yheaquíatodosmispobresactoresatónitos.«¡Cómodiablosesesto!—exclamabaCasimiro—.¡Estacomediaadquierefama!»Representaronlatercera, que fué sin comparaciónmás celebrada que las otras dos. «¡Yo no loentiendo!—dijo Ricardo—. ¡Cuando creíamos que esta pieza no lograríaaceptación, todos la aplauden!» «Señores—dijo entonces un cómicoingenuamente—,lacausaesporquehayenellamilgraciasyrasgosingeniososquenosotrosnohabíamoscomprendido.»

Desdeentoncesdejédeteneraloscomediantesporbuenosjuecesymehicejusto apreciador de su mérito. Ellos mismos acreditaban con cuánta razón lagente les afeaba varias ridiculeces.Veía yo claramente que los aplausos, nadamerecidos,teníanechadosaperdertantoaloscómicoscomoalascómicas,loscuales,considerándosecomopersonasdesumaimportanciayobjetosdignosdeadmiración, estaban persuadidos de que hacían gran favor al público endivertirle.Dábanmemuyenrostrosusdefectos;mas,pormidesgracia,sumododevivirllegóagustarmedemasiado,yasí,mevimetidodepiesacabezaeneldesenfrenoyenladisolución.Nipodíaserotracosa.Todassusconversacioneseran perniciosas a la juventud y nada veía en ellos que no contribuyese aestragarme. Aun cuando no supiera yo todo lo que pasaba en las casas deConstanza, Casilda y las demás comediantas, bastaba para perderme lo queestaba viendo en la deArsenia.Además de aquellos señores ya viejos de quehabléantes,concurríanaellavarioselegantesynopocoshijosdefamilia,queencontrabanenlosusurerostodoeldineroquehabíanmenesterparaarruinarse.Algunavezrecibíantambiénaciertosagentesdequienesseservían,loscuales,en vez de ser pagados por su trabajo, les pagaban a ellas por que se dejaranservir.

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Florimunda vivía pared por medio de Arsenia, y todos los días comían ycenabanjuntas.Estabanlasdostanunidas,quecausabaadmiraciónalasgentesvertantaarmoníaentrecortesanasysecreíaquetardeotempranoseromperíasuamistadporalgúnobsequiante;peroconocíanmalatanperfectasamigas,porqueera muy íntima su unión; en lugar de ser celosas, como las demás mujeres,hacían vida común. Gustaban más de repartir entre sí los despojos de loshombresquededisputarseneciamentesusamorosossuspiros.

Laura,aejemplodeestasdos ilustrescompañeras,aprovechaba tambiéneltiempo,nodejandomalograrlomásfloridodesusaños.Habíameelladichoqueveríamil lindezas y nome engañó. Con todo eso, yo no hacía el celoso, porhaberleprometidoqueprocuraría adoptar el espíritude la compañía.Disimuléporalgúntiempo,contentándomeconpreguntarleelnombredelossujetosconquieneslaveíaasolasenconversación;perosiempremerespondíaqueerauntíoounprimocarnalsuyo.¡Ohycuántamultituddeparientestenía!Sufamiliadebía de ser más numerosa que la del rey Príamo. Mas no era negocio deatenerseúnicamenteasu infinitaparentela:hacía tambiénsussalidas fueradelárbolgenealógicoynoseolvidabade irdecuandoencuandoa representarelpapeldeseñoraviudaencasade laviejadeantaño.Enfin,Laura—pordarallectorunaideacabaldesupersona—eratanjoven,tanlindaytanalegrecomosu ama, excepto que ésta divertía al pueblo públicamente y la criada sólo lohacíaensecreto.Yocedíaltorrente,yporespaciodetressemanasmeentreguéatodogénerodeplaceresypasatiempos;perodebodecirqueenmediodeellosmesentíaatormentadodecruelesremordimientos,efectodemieducación,quellenaban de amargura todas mis delicias. No triunfó la disolución de tansaludables remordimientos; al contrario, eran mayores cuanto más meabandonabaamisdesórdenes.Comenzaronéstosacausarmehorror,graciasaminaturalcomplexión.«¡Ah,desventurado!—medecíayoamímismo—.¿Esestoloqueesperabadetitufamilia?¿Notebastabahaberlaengañadotomandootracarreraqueladepreceptor?Elverteprecisadoaservir,¿tedispensadecumplircon las leyes de hombre de bien? ¿Parécete que te puede servir de algúnprovecho vivir entre gente tan viciosa? En unos reina la envidia, la ira y laavaricia;elpudorylavergüenzaestándesterradosdeotros;éstosseentreganala intemperancia y a la pereza; aquéllos, al orgullo y a la insolencia. ¡Esto seacabó!¡Noquierovivirmásconlossietepecadoscapitales!»

FINDELTOMOPRIMERO

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INDICEDELTOMOPRIMERO

Páginas

DECLARACIÓNDELESAGE 7

UNAPALABRITAALLECTOR 9

LIBROPRIMERO

CAPÍTULOI.—NacimientodeGilBlas,ysueducación. 11

CAPÍTULO II.—De los sustos que tuvoGilBlas en el camino dePeñaflor, lo que hizo cuando llegó allí y lo que le sucedióconunhombrequecenóconél. 14

CAPÍTULO III.—Dela tentaciónque tuvoelarrieroenelcamino,en qué paró y cómo Gil Blas se estrelló contra CaribdisqueriendoevitaraScila. 24

CAPÍTULO IV.—Descripción de la cueva subterránea y de lo quevióenellaGilBlas. 28

CAPÍTULOV.—Delallegadadeotrosladronesalsubterráneoydelaconversaciónquetuvieronentresí. 31

CAPÍTULOVI.—Del intento de escaparse Gil Blas y éxito de sutentativa. 41

CAPÍTULOVII.—DeloquehizoGilBlas,nopudiendohacerotracosa. 45

CAPÍTULOVIII.—AcompañaGilBlasalosladrones;quéempresaacometeenloscaminosreales. 48

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CAPÍTULOIX.—Delseriolancequesiguióalaaventuradelfraile. 52

CAPÍTULO X.—De qué modo se portaron los bandoleros con laseñoradesmayada.GranproyectodeGilBlas,ysusresultas.

55

CAPÍTULOXI.—HistoriadedoñaMencíadeMosquera. 63

CAPÍTULOXII.—DelmodopocogustosoconquefuéinterrumpidalaconversacióndelaseñoraydeGilBlas. 73

CAPÍTULOXIII.—PorquécasualidadsaleGilBlasdelacárcelyadóndeseencaminódespués. 78

CAPÍTULO XIV.—Recibimiento que le hizo en Burgos doñaMencía. 83

CAPÍTULOXV.—DequémodosevistióGilBlas,delnuevoregaloquelehizolaseñoraydelequipajeenquesaliódeBurgos. 88

CAPÍTULOXVI.—Dondesevequeningunodebefiarsemuchodelaprosperidad. 94

CAPÍTULOXVII.—PartidoquetomóGilBlasderesultasdeltristesucesodelacasadeposada. 102

LIBROSEGUNDO

CAPÍTULO I.—Entra Gil Blas por criado del licenciado Cedillo;estadoenqueéstesehallabayretratodesuama. 115

CAPÍTULOII.—Quéremediossuministraronalcanónigohabiendoempeoradoensuenfermedad;loqueresultóyquédejóaGilBlasensutestamento. 123

CAPÍTULO III.—Entra Gil Blas a servir al doctor Sangredo y sehacefamosomédico. 131

CAPÍTULO IV.—Prosigue Gil Blas ejerciendo la Medicina contanto acierto como capacidad. Aventura de la sortijarecobrada. 139

CAPÍTULOV.—Prosiguelaaventurade lasortija;dejaGilBlas laMedicinayseausentadeValladolid. 153

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CAPÍTULOVI.—AdóndeseencaminóGilBlasdespuésquesaliódeValladolidyquéespeciedehombreseincorporóconél. 162

CAPÍTULOVII.—Historiadelmancebillobarbero. 166

CAPÍTULOVIII.—Encuentro deGilBlas y su compañero con unhombre que estaba mojando mendrugos de pan en unafuenteyconversaciónqueconéltuvieron. 198

CAPÍTULO IX.—Estado en que encontróDiego a sus parientes ycómoGilBlasseseparódeéldespuésdehaberparticipadodeciertasdiversiones. 203

LIBROTERCERO

CAPÍTULOI.—LlegadadeGilBlasaMadrid,yprimeramoaquiensirvióallí. 213

CAPÍTULOII.—DelaadmiraciónquecausóaGilBlaselencuentroconelcapitánRolandoydelascosascuriosasquelecontóaquelbandolero. 223

CAPÍTULO III.—DejaGilBlas adonBernardodeCastelblancoyentraaserviraunelegante. 232

CAPÍTULO IV.—Hace Gil Blas amistad con los criados de loselegantes; secreto admirable que éstos le enseñaron paralograr a poca costa la fama de hombre agudo y singularjuramentoqueainstanciadeelloshizoenunacena. 244

CAPÍTULOV.—VeseGilBlasderepenteenlancesdeamorconunahermosadesconocida. 253

CAPÍTULOVI.—De laconversacióndealgunos señores sobre loscomediantesdelacompañíadelteatrodelPríncipe. 265

CAPÍTULOVII.—HistoriadedonPompeyodeCastro. 272

CAPÍTULO VIII.—Por qué accidente se ve precisado Gil Blas abuscarnuevoacomodo. 282

CAPÍTULOIX.—DelamoaquienGilBlasfuéaservirdespuésde

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lamuertededonMatíasdeSilva. 289

CAPÍTULOX.—EntraGilBlasaservirdemayordomoencasadeArsenia;informesqueledaLauradeloscomediantes. 294

CAPÍTULOXI.—Delmodocomovivíanentresíloscomediantesycómotratabanalosautoresdecomedias. 300

CAPÍTULO XII.—Toma Gil Blas inclinación al teatro, entrégaseenteramentealospasatiemposdelavidacómicaydentrodepocosedisgustadeella. 307

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LOSHUMORISTAS

TITULOSPUBLICADOSPOR“CALPE”JulioCamba.—Laranaviajera.—Cuatropesetas.

Arnold Bennet.—Enterrado en vida.—Trad. del inglés porVicenteVera.Cuatropesetas.

——El «matador» de Cinco-Villas.—Trad. del inglés por C.RivasCherif.Cuatropesetas.

——Laviudadelbalcón,yOtros cuentosdeCinco-Villas.—TraducidodelinglésporC.RivasCherif.Cuatropesetas.

RenéBenjamín.—Gaspar.—Trad.delfrancésporManuelAzaña.Cuatropesetas.

JorgeCourteline.—Los señores chupatintas.—Trad. del francésporNicolásGonzálezRuiz.Cuatropesetas.

—— Boubouroche.—Trad. del francés por Nicolás GonzálezRuiz.Trespesetas.

H. S. Harrison.—Queed, el doctorcillo.—Trad. del inglés porJuandeCastro.—Dostomos.Cadaunotrespesetascincuentacéntimos.

Eugenio Heltai.—«Family Hotel» y Mi segunda mujer.—TraducidodelhúngaroporAndrésRévész.Cuatropesetas.

——Manuel VII y su época.—Trad. del húngaro por Andrés

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Révész.Trespesetascincuentacéntimos.

GómezdelaSerna.—Disparates.—Cuatropesetas.

Pedro Veber.—Los cursos.—Trad. del francés por José A.Luengo.Trespesetas.

Antón Chejov.—Historia de una anguila, y otras historias.—Trad.delrusoporSaturninoXiménez.Trespesetascincuentacéntimos.

Esteban Szomahazy.—El dramaturgo misterioso.—Trad. delhúngaroporAndrésRévész.Trespesetas.

PRÓXIMAMENTEHumoristas húngaros (Antología de).—Trad. del húngaro por

AndrésRévész.

KálmándeMikszáth.—Gentederumbo,yElcaftándelsultán.—Trad.delhúngaroporAndrésRévész.

Eugenio Heltai.—Los siete años de hambre, y Cuentos.—TraducidodelhúngaroporAndrésRévész.

GómezdelaSerna.—ElIncongruente.

LIBROSDELANATURALEZA

Elcontenidodelasobrasqueformanestaseriedelibros

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VANPUBLICADOSLos animales familiares, por Angel Cabrera, profesor en el

Museo Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96páginas, 42 dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 13fotograbadosenpapelestucado.

La vida de la Tierra, por J. Dantín Cereceda, profesor en elInstitutodeSanIsidrodeMadrid.Unvolumende96páginas,21dibujosy6láminasfueradetexto,con10fotograbadosenpapelestucado.

El mundo alado, por Angel Cabrera, profesor en el MuseoNacionaldeCienciasNaturales.Unvolumende96páginas,27dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 11 fotograbados enpapelestucado.

El mundo de los minerales, por Lucas Fernández Navarro,profesorenlaUniversidaddeMadridyenelMuseoNacionaldeCienciasNaturales.Unvolumende96páginas,43dibujosy 6 láminas fuera de texto, con 10 fotograbados en papelestucado.

Elmundodelosinsectos,porAntoniodeZulueta,profesorenelMuseo Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96páginas, 41 dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 12fotograbadosenpapelestucado.

Losanimalessalvajes,porAngelCabrera,profesorenelMuseoNacionaldeCienciasNaturales.Unvolumende96páginas,24dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 10 fotograbados enpapelestucado.

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Pecesdemarydeaguadulce,porAngelCabrera,profesorenelMuseo Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96páginas, 40 dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 11fotograbadosenpapelestucado.

La vida de las plantas, por J.DantínCereceda, profesor en elInstitutodeSanIsidrodeMadrid.Unvolumende96páginas,31dibujosy6láminasfueradetexto,con11fotograbadosenpapelestucado.

Losanimalesmicroscópicos, porAngelCabrera, profesor en elMuseo Nacional de Ciencias Naturales. Un volumen de 96páginas, 42 dibujos y 6 láminas fuera de texto, con 10fotograbadosenpapelestucado.

La vida de las flores, por J. Dantín Cereceda, profesor en elInstitutodeSanIsidrodeMadrid.Unvolumende96páginas,31dibujosy6láminasfueradetexto,con11fotograbadosenpapelestucado.

Todaslasobrasdeestacolecciónsevendenalpreciode1,75pesetascadalibroyllevanartísticascubiertasdelgrandibujanteBagaríaimpresasacincotintas.

LIBROSDEAVENTURASdelosmejoresautoresclásicosymodernos.

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MUCHACHOS,EDITADASPORCalpeyTRADUCIDASCUIDADOSAMENTEDELIDIOMA

ORIGINAL

VOLÚMENESPUBLICADOS

Los tramperosdelArkansas, porGustavoAimard.—Un tomo.Cuatropesetas.

Aventuras del capitán Corcorán, por Alfredo Assollant.—Untomo.Cuatropesetascincuentacéntimos.

Elcazadordeciervos,porFenimoreCooper—Dos tomos.Cadaunocuatropesetas.

Los tiradores de rifle, por Mayne Reid.—Un tomo. Cuatropesetas.

La isladel tesoro, porRobertoL.Stevenson.—Un tomo.Cuatropesetas.

DelaTierraalaLuna,porJulioVerne.—Untomo.Trespesetascincuentacéntimos.

Los mercaderes de pieles, por Ballantyne.—Un tomo. Cincopesetas.

Salvadodelmar,porKingston.—Untomo.Cuatropesetas.

Lamarinamercante,porMarryat.—Untomo.Cincopesetas.

El jinete sin cabeza, por Mayne Reid.—Dos tomos. Cada unocincopesetas.

Dosañosalpiedelmástil,porDana.—Untomo.Trespesetas.

El últimomohicano, por Fenimore Cooper.—Dos tomos. Cadaunotrespesetas.

AlrededordelaLuna,porJulioVerne.—Untomo.Trespesetas.

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La isla de coral, por Ballantyne.—Un tomo. Tres pesetascincuentacéntimos.

RobinsónCrusoe,porDefoe.—Dostomos.Cadaunotrespesetas.

Aventuras de Román Kalbris, por Malot.—Un tomo. Trespesetas.

Propiedad del Rey, por Marryat.—Dos tomos. Cada uno trespesetas.

AlolargodelAmazonas,porKingston.—Dos tomos.Cadaunotrespesetas.

ElRobinsónsuizo,porWyss.—Untomo.Cuatropesetas.

ViajesdeGulliver,porSwift.—Untomo.Trespesetas.

Elmatadordeleones,porGérard.—Untomo.Trespesetas.

DavidBalfour,porStevenson.—Untomo.Trespesetas.

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