Scheper-Hughes Nancy_Demografia Sin Numeros_Antropologia Del Desarrollo_p267_297
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·.'.t'La compilación incorpora los siguientes artículos traducidosdel ingléspor Albert A1varez: ". '.' _"_Oevelopment., de Gustavo Esteva, en The OevelopmentOidionary, A Guide lo Knowledge as Power, 1992, Londres,Zed Books,págs.6-25.
-Culture and 'Economic Oevelopment'·, de Conrad PhillipKoUak, en American Anthropological Association iromAmerican Anthropologist92: 3, septiembrede 1990. Sólopa-
ra estaedición.
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-Oemocracy without Numbers', de Nancy Scheper-Hughes,en D. 1. Kertzer y T. Fricke (cornps.), 'Anthrppolog·(ca/.~"·"" ;.:";, , .~Oemography. Toward New Synth,esis, 1997; 'Chicago;'; .. .},
University ot ChicagoPress,págs201'-222.
Sumario
9Introducción
La crisis del desarrollismo y el surgimiento de I
antropología del desarrolo, Andreu Viola
• "_ ,e, o'· .'_~ ~ i '"" .
.C\lbiertade MarioEskenazi
Q 2000 de todas las ediciones en castellano,Edicions Paid6sIbérica, SAMarianoCubí, 92 08021 Barcelonay EditorialPaidós, SAICF,Defensa,599- BuenosAireshttp://~.paidos.com
Quedan rigurosamente prohibidasin autorización de 105 titulares decopyright bajolas sanciones establecidadas en la leyes,la reproduccion total o parcialde estaobrapor cualquiermétodo o procedimiento, comprendidos la reprografíao tratamientoinformático. y ladistribuciónde ejemplares de eUa mediantealquilero prestamopúblico.
Primera parte: Cultura y desarrollo:el punto de vista de la antropologla1. Desarrollo, Gustavo Esteva
2. La culturay -el desarrollo económico»,Conrad Phillip Kotiak
Segunda parte: Ecologla
3. De la economía política: Balance globaldel
ecomarxismo y la crítica al desarrollo,
Eduardo &doya Garlandy Soledad Martínez MáJ
4.El lugarde la naturaleza y la naturaleza del lu
globalización o posdesarrollo, Arturo Escobar
Tercera parte: Género
5. La política de lasdonaciones alimentarias y I¡
respuesta de las recptoras desdeel alto (BoliviaLola González Guardiola
6. Pobreza y migración en el noreste argentino.Cristina Biaggi
67103
129
169
247
219
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-The Place of Nature and Nature of ..Place: Globalization orPostdevelopment?», de Arturo Escobar(inédito),
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También se reproduceel artículo .Sistilmas de conOCimiento,metáforay campode interacción: el calo del cultivode la patata en el altiplanoperuano',ya publicadben el número56 de larevista Agricultura y Sociedad (págs.;143-166l, publicacióneditada por la Secretaría General Técnica del Ministerio deAgricultura, Pescay Alimentación. i
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ISBN: 84-493-0810-0Depósitolegal:B-49.424/1999
Impresoen NovagratikPuigcerda. 127 - 08019 Barcelona
Impresoen españa- Printed in Spain
Cuarta parte: Salud
267 7. Demografía sin núm7ros. El contexto
económico y cultural de la mortalidadf infantilen Brasil,_.. 1 Nancy Schepet-Hughes
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7. Demografía sin números.
El contexto económico y cultural de la
mortalidad Infantil en Brasil'
Nancy Scheper-Hughes
Universidad de California, Berkeley
La investigación convencional en demografía y/o epidemiología se
puede esforzar por ser culturalmente sensible y puede iluminar,por
ejemplo, la lógica cultural y los perfiles de racionalidad alternativos
que pueden gobernar la fertilidad y la toma de decisiones sobre la
reproducción de las mujeres del Tercer Mundo, de la gente pobre,
de los inmigrantes, de los refugiados, y demás «otros» marginados.
Sin embargo, a menudo, se da una chocante falta de conciencia
sobre las maneras en que la cultura de dichas ciencias estructura
las preguntas formuladas y sobredetermina los hallazgos. En lugar
de simplemente descomponer o factorizar estas realidades en
algunas variables culturales reduccionistas y no problemáticas -lo
que, tal como lo expresó Kertzer (1996) en otro lugar, supone
«bajarle los humos a la cultura, ponerla en su sitio»-, una demo
grafía críticamente interpretativa tendría que convertirse en una
empresa mucho más radical, que pusiera en cuestión el estatus
1. La versión original del artículo, de la cual se ha suprimido en la presente edición unapartado por indicación de la autora, lue publicada como cOemography without Numbers',en O. l. Kertzer y T. Fricke (comps.), Anthropological Demography, Chicago, University 01Chicago Press,1997, págs. 201-222 (N. del comp.).
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neutral y objetivo de sus categorías investigadoras, así como la
adecuación'de sus intervenciones. ,.,
Almeida Filho ha empezado este proceso para la ciencia de
la epidemiología (1989, 1990, 1991). Ha examinado la cuestión
del objeto de conocimiento en su campo para llevar más allá las
preguntas sobre la posición dominante de la causalidad y del Salud
riesgo tal como operan en las investigaciones convencionales
en epidemiología Argumenta que, hasta la fecha, lo mejor que la
crítica epistemológica radical puede ofrecer a la epidemiología
es el «paradigma.de lo que falta, de lo que se necesita interpre-
tar, de lo que todavía está por llegar a ser para poder rellenar las
lagunas actuales- (Almeida Filho, 1991, pág. 6). Tengo la espe-
ranza de que los ensayos antropológicos incluidos en este volu-
men podrían hacer lo mismo por la ciencia de la demografía, es
decir, apuntar esas lagunas, sugerir lo que falta e indicar aquello
que aún se necesita interpretar.
Recientemente, T. M. S. Evens se refirió a la antropología
como la más «implícitamente revolucionaria- de las ciencias
humanas (1995, pág. 12). El radicalismo, aún por realizar, de la
epistemología antropológica deriva de «su interés constituyente
en la otredad> que la hace abierta de forma definitiva. Sin
embargo, el señuelo del empirismo fácil mina constantemente y
subvierte la promesa radical de la antropología Lo hace cada
vez que se presenta la antropología como un «cuerpo de cono
cimientos acumulados, más que como una disciplina obligada
por su propio objeto de estudio a perfeccionar continuamente
sus contenidos al interrogar los presupuestos de acuerdo con
los cuales opera- (Evens, 1995, pág. 12).
La realidad es siempre más compleja, contradictoria y esquiva
que lo que dan de sí nuestros limitados y parciales modelos teóri- 268
cos y métodos. E, incluso aquellos que, como yo misma, cuestio
namos las proclamas de verdad de la ciencia objetivista, no
negamos que haya en el mundo hechos significativos y suscepti-
bles de ser descubiertos. Algunas cosas son incontestablemente
factuales, y se necesita estudiarlas empíricamente. En mi propia
()emOgrafíasinnúmeros
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investigación, estoy profundamente enfrascada en el hallazgo de'
formas mejores de acceder a datos cruciales pero escurridizos,
sea a través de unas mejores técnicas de scartoqraffas, predicción
y respuesta a la epidemia global del VIH/sida (Scheper-Hughes,
1994), sea desenmascarando la cultura del silencio que esconde
las nuevas prácticas de «desapariciones políticas- de las favelas"
brasileñas (Scheper-Hughes, 1992, cap. 6; 1995).
Pasando a mi ejemplificación principal,y tal como he señalado
en otro sitio, entre 150 y 350 niños mueren cada año de hambre,
diarrea o deshidratación en la barriada de chabolas del Alto do
Cruzeiro, y el investigador que explora la mortalidad infantil" está
sometido a un fuerte imperativo moral y científico para hacerlo
bien (Scheper-Hughes, 1992, pág. 23).
En las situaciones del Tercer Mundo, hay muchísimas vidas y
muertes que contabilizar entre poblaciones de las que general
mente se piensa que no vale la pena hacer ningún seguimiento.
Pero investigaciones necesariamente empíricas como ésta no tie
nen por qué ser empiristas, es decir,no tienen por qué entrañar un
compromiso filosófico con las nociones ilustradas de razón, objeto
y verdad. El trabajo empírico se puede guiar por intereses críticos e
interpretativos sobre la parcialidad inevitable de las verdades y
sobre los diversosy contradictorios significados que presentan los
hechos y los acontecimientos en sus sentidos existencial,cultural o
político.
2. Favela, -chabola' en portugués; en plural puede aludir a barrios o ciudades enteras dechabolas (N. del t).3. La autora utiliza diversas palabras para dividir en subgrupos de edad al scolectivo infantil. estudiado: así habla de babies-que en principio no caminan y se traduce por -bebés'
• de toddler, -niño que empieza a caminar. generalmente entre uno y dos años y medio-ode infant -categolÍa muy vaga entre los bebés y los niños -propiamente dichos' que ha si
do traducida a veces como 'niñito'. pero que. en ocasiones, la autora extiende para agrupar a los bebés (como en la expresién infantandehildmortalily), si no la usa para abarcar atodo el colectivo-, y de cnua; ehildren .....niño. niños', con una característica indiferencia
ción de género gramatical que señala la pubertad como límite de todo el colectivo-. De todas maneras, la utilización de la autora es bastante vaga, por lo que en la traducción se haintentado reflejar las distinciones sólocuando eran significativas (N. del t).
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III
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Demografía sin n~,!,eros: ~ntando ángeles
Desde el período 1964-1966 (con trabajos de campo subsi
guientes en 1982, 1986-1987, 1989, 1990 Y 1992), he estado
trabajando en una ciudad-plantación del noreste de Brasil, que yo
llamo Bom Jesus da Mata,' para documentar, analizar y explicar Salud
las causas, significados y efectos de la mortalidad infantil en una
población de cortadores de caña de azúcar, crónicamente empo
brecidos y hambrientos, y sus familias. Mi trabajo empezó duran-
te la imposición de la dictadura militar y continuó a través de los
años del llamado -Milagro Económico. hasta la democratización.
Seguir la pista de los -bebés ángel» en la zona de plantación
del noreste brasileño -el sector más pobre y tercermundista de
una nación por lo demás perteneciente al Primer Mundo, y que
se jacta de ser la octava economía del mundo- es tarea de pro
porciones tan enormes como los intentos de los trabajadores
del censo estadounidense por contar a la gente sin hogar, los
homeless, de las ciudades americanas. Buena parte del fenó
meno se esconde al escrutinio público. La referencia a una
demografía sin números es, en primera instancia, descriptiva.
Como sabe todo el mundo que trabaja en el Tercer Mundo, las
estadísticas oficiales y los informes de investigación no son fia
bles. Se estima que cada año mueren en Brasil un millón de
niños menores de cinco años (y más de la mitad de éstos lo
hacen en la empobrecida región del noreste). Pero las estadís
ticas oficiales son, como mucho, una burda aproximación a un
fenómeno sobre el que prima la desinformación. El sistema
nacional de estadísticas vitales de Brasil funciona sólo desde
1974, aunque se pueden obtener cifras locales anteriores por lo
que respecta a los municipios de capitales de Estado y eluda- 270
des grandes. La calidad de estos datos más antiguos es, natu
ralmente, muy variable.
4. Bom Jesus da Mata es una ciudad de plantaciones de azúcar en el Estado nororientalde Pernambuco con una población de aproximadamente 30.000 habitantes, es decir, untamaño medio.
Demografiasil números
271
Los demógrafos son bien conscientes de que los registros
públicos-censos oficiales, certificados de bautismo y nacimiento,
registros de matrimonios y divorcios, certificados de muertes y
enterramientos- no son fuentes de información puras, exactas u
objetivas.Tampoco son neutrales pohlicamente, ni siquiera científi
camente los registros y archivos públicos,así como las inferencias
estadísticas basadas en ellos no son tanto espejos de las realida
des como filtros y representaciones colectivas de las mismas. En el
mejor de los casos, los registros y estadísticas públicas revelan el
sistema particular de clasificación de una sociedad, así como algu
nos de sus valores sociales básicos, a través de aquello que se
juzga lo suficientemente valioso como para contarlo y registrarlo.
Los censos y los registros públicos cuentan unas cosas mejor
que otras. En el nordeste rural del Brasil, la muerte de un bebé
marginado en una bidonville -una barriada de chabolas- es un
hecho que apenas merece documentación alguna a ojos de la
mayoría La economía moral de la salud pública y de los servicios
médicos en el nordeste rural de Brasil es tal que dos tercios o
más de esos niños que mueren lo hacen sin diagnóstico ni eva
luación ni testimonio médicos. El espacio destinado a registrar la
causa de la muerte del niño en el certificado de defunción se deja
simplemente en blanco, un cero manifiestamente semiótico que
representa la intrascendencia del estatus civil de los niños en
Brasil. Incluso cuando se recoge la causa de la muerte, la infor
mación suele ser descuidada, inútil y carente de significado.
De las 881 muertes de niños y bebés recogidas en la oficina
del registro civil de Bom Jesus da Mata durante los tres años de
muestra escogidos (1965, 1985 Y·1987), sólo en 159 casos se
especificaba la causa de la muerte. Y el 35 % de éstas exhibía el
incontestable pero más bien inútil diagnóstico de -paro cardíaco. o
«paro respiratorio•. Los niños morían, podemos suponer, de haber
vivido. Otras causas de muerte comúnmente listadas: «prematuros,
«íebilidad», «hambre», -deshldratacións, «muerte accidental» (inclu
yendo a veces descripciones más específicas como -golpe en la
cabezas, -caída., -ahogado., senvenenamlento»), y la mito-poética,
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-sufrimiento infantil agudo•. Como no había seguimiento de ningún
tipo, -el Esieik» parecía mostrar una-desoladora falta de curiosidad
sobre las causas -naturales· o -accidentales. de las muertes de
tantos bebés ángeles con -sufrimientos agudos•.
Al menos un tercio de las muertes infantiles no se registra de
ningún modo. Aunque constitucionalmente los pobres brasileños Salud
están exentos de pago por los registros de nacimiento y defun-
ción, en las pequeñas poblaciones rurales y en las villas del nores-
te, la oficina del registro civil es a menudo una propiedad privada
y las sumas exigid,as por los certificados de nacimiento, matrimo-
nio o defunción resultan prohibitivas para las poblaciones más
pobres. En consecuencia, muchos padres necesitados posponen
el registro de nacimiento durante años y sólo registran las muer-
tes de los bebés que desean enterrar en el cementerio municipal.
La mayoría de los bebés nacidos muertos y de los prematuros son
simplemente enterrados en privado en el patio trasero, quintal, o
en el campo, sin el beneficio de ningún tipo de certificado. En
áreas rurales donde prevalecen viejas costumbres tradicionales,
no se registran las muertes de los niños no bautizados, indepen
dientemente de su edad, debido a que se los considera criaturas
estigmatizadas, en tanto que -paganos•. Sus padres los entierran
secretamente en cruces de carreteras y caminos, el lugar donde
Exu, la deidad afrobrasileña, y su séquito de espíritus de niños sin
bautizar se congregan para servir de mensajeros del bien y del
mal en el mundo.
El 15 % de los nacimientos en la bidonvi/le todavía tiene lugar
en casa, manteniendo empleadas regularmente a media docena
de comadronas ya mayores. A diferencia de aquellas que trabajan
en los hospitales y las maternidades, estas comadronas informa-
les trabajan relativamente aisladas del personal médico y del 272
Estado, ya que temen estar cometiendo un delito; no es de extra-
ñar que no insistan en el registro de los nacimientos -menos aún
en las muertes- en los que están involucradas. En cualquier caso,
con esto no pretendo vilipendiar la capacidad de las pertelres
rurales, ya que sus tasas de mortalidad y morbilidad se defienden
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bien en comparación con el número tan elevado de muertes peri
natales entre los pacientes de -caridad· del único hospital de Bom
Jesus, privado, pero financiado públicamente.
Al cruzar las estadísticas oficiales de las muertes de los niños
(desde el nacimiento hasta los cinco años) notificadas entre 1984 y
1985 en Patacuba,Ceara (noreste brasileño), con su propio sondeo
puerta a puerta, con entrevistas con las mujeres y sus sanadores
locales, Nations y Amaral (1991) hallaron que la oficina del registro
civil sólo había hecho constar el 44 % de las muertes reales de
niños, dejando sin registrar el 56 %. También descubrieron que el
registro oficial de las defunciones y la inspección a domicilio eran
menos sensibles que los relatores de muertes y los demógrafos
populares" por lo que respecta a la detección de los óbitos de las
mujeres menos apreciadasy de los recién nacidos de ambos sexos.
Para captar la realidad social de las muertes de bebés y niños
y para destapar las capas de significados subyacentes a las cau
sas metafóricas de la muerte que aparecen listadas en los certifi
cados de defunción, se requería cruzar los datos oficiales con la
tradición oral. Esto significaba confiar en las memorias e informes
propios de las mujeres de las barriadas de chabolas en tanto que
madres, sanadoras tradicionales, figuras religiosas y comadronas.
Esto significaba, en primer lugar, dejar la oficina del registro civil
para caminar a lo largo y ancho de los pobres bairros, bidonvilles,
y aldeas rurales del Brasil con el fin de seguir embarazos, naci
mientos y enfermedades -con sus tratamientos médicos y sus
curaciones culturales-, así como la muerte prematura de bebés y
niños. Significaba asistir a velatorios, ir de aquí para allá tras las
procesiones funerarias de bebés y niños, examinar tumbar viejas,
nuevas y reutilizadas, y hablar con todos aquellos involucrados en
la producción, muerte y entierro de los -bebés ángeles•.
5. La autora utiliza a menudo la expresión folk, relacionada con folklore, 'sabiduría, conocimiento del pueblo'. Se ha traducido como 'popular', ya que, aunque a veces esta traducción no es exacta, parece la más adecuada en el presente texto. que no entra en las complejas relaciones entre las categorías folk, .popular', ·tradicional·... La traducción.folklórico' se ha descartado por estar muy connotada en castellano en un sentido distintoal utilizado por la autora (N. del t).
Entre los demógrafos populares de las muertes de niños en
. Pernambuco, se encuentran los sacerdotes y las monjas católicas
que bautizaban a los niños, los farmacéuticos que les prescribían
recetas, el personal del hospital que tan pronto los expulsaba
como los atendía, los que hacían localmente los ataúdes con
pequeñas cajas de zapatos de cartón y de papel crepé, las costu- Salud
reras locales que cosían las mortajas de los bebés y las pequeñas
albas blancas con sus fajas azules para los niños más mayores, y
los vendedores de puestos en el mercado al aire libre que ofrecí-
an los otros materiales rituales utilizados en los velatorios de
niños: velas blancas, ropas blancas y azules, estrellas de plata
encoladas, medias blancas, flores, etc. Lo que no saben estas per
sonas, lo pueden saber los taxistas que llevan a las madres y sus
niños a los hospitales o que, ocasionalmente, pueden transportar
a un padre y a su hijo fallecido al cementerio público. Lo que los
taxistas no saben, lo sabrán con seguridad los sepultureros. Su
conocimiento frecuentemente rechazado o estigmatizado puede
completar el contexto social en el seno del cual se da la muerte
del niño.
Cuando se le pregunta «¿cuántos niños pobres y cuántos
niños ricos enterraste el mes pasado?», Seu Chico -el sepulture
ro con pie deforme de Bom Jesus da Mata- responde sin parpa
dear: «Treinta y cuatro pobres y un niño de la burguesía». ¿Cómo
lo sabía? «Sólo un "ángel" llegó con un ataúd verdadero, "compra
do" y sólo uno fue colocado en una parcela comprada» Las tum
bas de todos los demás pueden ser exhumadas y reutilizadas para
otros ángeles pauperizados en apenas tres meses. El dato de la
clase social falta en los certificados de defunción oficiales y, así,
se borra también la cara social de la mortalidad infantil y la mag-
nitud del sufrimiento humano y de las pérdidas. '274
Obtener las historias individuales de vida reproductiva de las
mujeres pobres es un método de investigación que consume
mucho tiempo, pero que resulta necesario, no sólo para corregir el
incompleto registro público oficial, sino también para profundizar
en el conocimiento del contexto y del significado de la muerte
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275
infantil, que, en el noreste rural de Brasil, se consideran de forma
alternativá como una «vida de ánqeb, Mientras las estadísticas
vitales oficiales recogidas en las oficinas del registro del nordeste
rural del Brasil no suelen informar sobre las causas de la muerte
de niños, las madres casi siempre pueden decir por qué murió
cada uno de los niños. Pero, el Estado y los científicos desechan
generalmente estos conocimientos dado que las explicaciones
etiológicas de las madres tienden puentes entre las realidades
biológica, social, política, espiritual y mágica Los modelos, para
digmas y categorías asumidas por estas mujeres no encajan con
las nociones -seculares, biomédicas, epidemiológicas y demográ
ficas- de causalidad, racionalidad y elección racional, nociones
que gobiernan la actual investigación científica
No obstante, las interpretaciones de las madres de la bidonville
sobre la muerte de sus niños y bebés pueden ayudar a clarificar los
patógenos -tanto microparásitos como macroparásitos- que se
llevana los niños de las chabolas en verdaderas mortandades:agua
contaminada, hambre y penuria provocadas socialmente, recursos
impredecibles, «jefes» explotadores, padres en los que no pueden
confiar, y sentimientos crónicos de «maldad interior» maternal, de
debilidad y de impotencia Tal como están prestas a reconocer las
madres, las causas de la mortalidad infantil en Bom Jesus da Mata
son constitucionales, económicas, políticas, y morales/teológicas.
A las historias reproductivas de las mujeres, se pueden añadir
el conocimiento, las memorias y la experiencia de los niños como
informantes potenciales, fuentes que normalmente se han pasado
por alto. Al fin y al cabo, los niños son hermanos," compañeros de
juego y, no sin cierta frecuencia, los primeros cuidadores de los
«bebés ángeles» condenados; incluso niños muy pequeños pue
den ser «informantes» dolorosamente entusiastas sobre la cues
tión de la muerte infantil. «Chinas, un niño de la calle en Bon
Jesus da Mata con apenas doce años, defendía su conocimiento
y su calidad de experto como sigue:
6. La autora emplea la expresión siblings, tan cara a los antropólogos y que se suele aplicar a aquellos niños que comparten al menos uno de los progenitores (N. del t),
Soy pequeño, Tía, pero he aprendido unas pocas cosas. Estaba al Cruzeiro se queda preñada 9,5 veces y da a luz ocho niños vivos. cuidado de la casa. Me tocaba a mí encargarme de todo: la cocina, la Sospecho que estas cifras son una estimación por lo bajo, que «olvilimpieza, la compra. Podrías decir que yo era la dona da casa [el ama da»algunos embarazos acabados en abortos, espontáneos o provo
de casal. Éramos todo un manojo de criaturas y ahora sólo quedamos cados, así como algunos niños nacidos muertos. Esa mujer tipo tres de nosotros. Si yo no he muerto es porque soy el mayor y el res experimenta 3,5 veces la muerte de sus hijos. Este perfil se parece
ponsable de todos. Murieron de hambre y de gasto [debilidad deriva- Salud Demografía mucho al patrón clásico de la «transición pre-demoqráfica», una alta sin números
da de una diarrea aguda]. Se suponía que yo debía salir cada día para fertilidad obligada por una mortalidad infantil «sin domar».
conseguir leche para los bebés... Cuando enfermaban, era yo quien Encuentro que las altas expectativas de defunción durante la tenía que abrigarlos y llevarlos al hospital. Y cuando morían, era yo infancia constituían, en verdad, un poderoso moldeador del pensaquien iba a pedirle un ataúd al alcalde y era yo quien los disponía en miento y de las prácticas reproductivas y maternales en la bidonvila caja Era yo quien conseguía las flores y quien llamaba a otros niños l/e, tal como evidencia el apego condicionado a los recién nacidos, para hacer una procesión al cementerio. a los que se trataba a menudo como visitas, más que como miem
bros permanentes de la familia. Una posición de observadora En definitiva, lo que resulta notable acerca de la mortalidad espera maternal, hasta que el bebé manifestaba que realmente se
infantil del noreste de Brasil es su aceptación generalizada como «agarraba a la vida», precedía a la expresión plena del amor y del un hecho de la vida cotidiana, y no sólo por parte de las mujeres apego materno. La predicción excesiva de muertes infantiles por de las fave/as, tan acostumbradas a parir «bebés ángeles». La parte de las madres, con su consecuente distanciamiento afectivo, muerte de los niños no ha penetrado en la conciencia pública -ni podía ser a veces mortal y contribuía a las muertes prematuras de siquiera en la de los médicos rurales o de los líderes políticos de los bebés, de los que se pensaba que carecían del gasto (gusto) o Bom Jeus da Mata- como un problema serio sobre el que hay del jeito (destreza) por la vida. Las madres describían a dichos que hacer algo. Se presume que los niños de las barriadas de cha niños como seres que «querían» o incluso «necesitaban» morir. bolas en el Brasil rural morirán de «causas naturales», de la misma Ayudadas por sus parientes femeninas, vecinas, comadres, forma que lo hacían los ancianos norteamericanos antes de la comadronas y sanadoras o curanderas, las madres distinguían entre medica/ización de la «tercera edad». La muerte de los niños aquellos niños y bebés a los que resultaba seguro otorgar los cuidapobres es el más natural, rutinario, ordinario e incluso esperado de dos y el cariño del que una era capaz, y aquellos que demostraban la los acontecimientos. voluntad, el destino o la constitución innata de los bebés ángeles. A
estos últimos se les podía ayudar a morir mediante una reducción
gradual -que no se detenía hasta la retirada totai- de alimentos, Dejar Ir. La economía moral de la maternidad líquidos y cuidado. Las mujeres buscaban así evitar el sufrimiento de
276 277 una muerte prolongada y agonizante en una «criatura pequeña». Para cuando completé mi estudio en Bom Jesus, cerca de un cen La filósofa feminista Sara Ruddick (1989) identifica una actitenar de mujeres de las favelas me habían contado sus historias tud femenina de «sostener», de «sujetara' como un rasgo fundareproductivas,así como sus pensamientos y sus sentimientos sobre mental del pensamiento maternal. Sujetar, aguantar, implica una sus vidas, sus matrimonios -en general informales-, sus partos y
las muertes de sus muchos hijos. La mujer media del Alto do 7. En el original inglés, holding(N. del 1.).
actitud mental de conservar y agarrar, de levantar y mantener
erguido, de apretarcontra sí y deriiostrarcariño, Tiene una con
notación de protección maternal y de conservar y valorar lo que
está a mano. ¿Pero qué pasa con la maternidad en un entorno
comoel de las barriadas de chabolas brasileñas, donde los riesgos
para la supervivencia del niño son legión? Allí, las madres deben Salud
admitir una cierta humildad, incluso pasividad, ante un mundo que
se encuentra, en tantos aspectos, más allá de su control.
En consecuencia, entre las madres de un bidonville brasileño y
recurriendo a supropia elección de metáforas, el pensamiento y las
prácticas maternales responderían a unaposición metafísica distinta
y bastante opuesta: «dejar i~, «solta~, «dejar marchan, «dejar parti~.8
Entre las mujeres mayoritariamente católicas del Alto do Cruzeiro,
«dejar j~ implica una actitud fundamentalmente religiosa de calma y
de resignación ante los sucesos que no se pueden cambiar o supe
rarconfacilidad. Semejante saltoalvacío implicaba unafe y unacon
fianza que no les resultaba fácil alcanzar a muchas mujeres pobres.
Las mujeres se debatían para conformarse a las demandas que la
pobreza y fa escasez imponían en la práctica y la experiencia de la
sexualidad y de la maternidad. La «santa indiferencia» frente a la
terrible adversidad es un apreciado, aunque esquivo, valor religioso.
Los antropólogos laicos hacen un flaco favor a la comprensión del
fenómeno al reducirlo a «fatalismo campesino», Mientras tanto, los
demógrafos, como los niños, piden demasiado de las madres, parti
cularmente cuando atribuyen el pensamiento y la práctica de la
maternidad a conceptos alienados de elección racional respecto a
los niños y de cálculo matemático de su valor.
Hay algo de consuelo en la noción de «madre suficientemente
buena» formulada por Donald Winnicot (1987): su fe, una fe de sen-
278
8. La expresión utilizada por la autora es letting go, 'dejar ir>,'soltar>, .dejar marchar>,'dejar partir>;describe la relación de la madre con el 'bebé ángel- (objeto directo del uso verbal) por oposición a holding. La expresión se utiliza también, a menudo, en forma pronominal (traducible por .dejarse ir»; aunque la autora no la utiliza de esta manera, tambiénpodría describir adecuadamente el estado de pasividad que se autoimponen las madrespara poder .dejar ir> al 'bebé ángel-, de tal manera que la traducción tal vez más exacta,del espíritu que no de la letra, resultaría ser: .dejar(se) ir>(N. del t). .
1oemograHasinnúmeros
'1:79
tido común, en la capacidad de las madres ordinarias para llevar a
cabo las tareas requeridas para sostener y apoyar una nueva vida
bajo condiciones ordinarias. Sin embargo, es seguroque esa mater
nidad «suficientemente buena» -una noción cargada de sentimien
tos de perdón- depende de un entorno social y económico lo
«suficientemente bueno». V, aunque raramente seacostumbra a pen
sar como sigue:¿hasta qué punto una maternidad «suficientemente
buena» depende de la presencia de un bebé «suficientemente
bueno»? Pero las mujeres de las fave/as dicen a menudo que están
«defraudadas» o «decepcionadas» con sus bebés débiles y enfermi
zos, especialmente con aquellos a los que parece faltar un cierto
talento pera la vida
La clase de pensamiento que evoluciona de la experiencia y la
práctica ele la maternidad en uncontexto de hambre, penuria y muer
tes de niños es algo análogo a la ética social y moral de la batalla,
donde predominan la selección por rango o capacidad" el pensa
miento e n categorías y lasideassobre la capacidad mágica dereem
plazar o de recolocar a los muertos y desaparecidos, así como una
ideaaceptable o significativa de lamuerte. Enun mundodondereina
unaeno rmeincertidumbre sobre la vida humana, las madres se pue
den acercar a cada nuevo embarazo con pena y horror. Si un niño
muerej oven -antes de habertenido una oportunidad de recibir un
nombre,de serbautizado o de expresar su naturaleza individual-, su
muerte se puede aceptar como un acontecimiento desafortunado,
pero no como una tragedia Como dijo un padre de las chabolas
cuando una enfermera le dijo titubeante que no todo había ido bien
en e I parto de su mujer: Pois menos um por meu poquinhode angu
-«F'ues uno menos para mis poquitas qachas--. En el Alto do
Cruzeiro, el amorde las madres crece pocoa poco, gradual y teme
ros amente, aumentando en fuerza e intensidad unavez quela madre
pe'rcibe que el niño no es una visita ocasional al hogar, una mera
9. La palabra utilizada por la autora es triage, galicismo que, utilizado en lengua inglesa,de signa la selección según criterios de calidad, particularmente en situaciones de catástrc rfe como las batallas, donde se han de fijar prioridades en el orden y nivel de atención are cibir por los heridos (N. del t).
_--- ..--0----------- d
,, .
parada en su camino hacia el otro mundo, sino que quiere quedarsey entra en la /uta,en la lúCha que eS:su vidiL~'
Me he encontrado con situaciones en las que algunas madres
empobrecidas de las chabolas parecían haber suspendido cual
quier compasión, empatía o cuidado hacia sus niños débiles y
enfermizos,ayudándolos a morir bien y fácilmente. Pasé varios años
tratando de entender, traducir y defender la posición de estas muje
res, que practicaban una catolicismo popular, y que, consecuente
mente, rechazaban el aborto -e incluso, en ocasiones, el control de
natalidad- por razones morales, pero afirmaban confiadamente
que sus hijos supernumerarios, sobrantes, -querían morir», de tal
manera que otros, incluyendo ellas mismas, pudieran vivir.
Llegué a pensar sobre los bebés del Alto do Cruzeiro que eran
-abandonados., a los que se -renunciaba. (es decir, qu e se ofre
cían) y «se dejaba de tener en cuentas, en términos de chivo
expiatorio y de sacrificio, en el sentido trabajado por Re né Girard
(1987). Girard erige su teoría de la religión alrededor de .la idea de
violencia sacrificial y la necesidad de una víctima conse nsuada o
sustitutoria -el «chivo expiatorio generador»- cuyos suf rimientos
o muerte -como en el caso de Jesús- ayudan a resol ver inso
portables «tensiones, conflictos (sociales) y dificultades de todo
tipo» (1987, pág. 74). Los «bebés ángel. del nordeste d el Brasil,
cedidos y ofrecidos, se sacrificaban de manera similar ante terri
bles conflictos sobre la supervivencia y la penuria Y justo así es,
de hecho, como sus madres hablaban de ellos. La siguien te refle
xión teológica tuvo lugar en una reunión de una -comunid ad ecle
sial de base» de Alto do Cruzeiro en 1990:
·¿Qué quiere decir que un bebé "tiene que" morir o que muere
porque "quiere" morir?', pregunté.
Terezinha fue la primeraen hablar: ·Significa que Dios se los 11 eva
para salvamos del sufrimiento».
·Loque quiere decir», se inmiscuyó Zephinha, -es queDios concICe
el futuromejorque tú o que yo. Podría ser quesi el bebéviviera, caussa
se muchosufrimiento a la madre. Podría acabar siendo un ladrón o un
Salud
280
o-n"Yrafla¡i'lriJTlelO5
281
asesino o un cabo safado, un bueno para nada Si fuese niña, podría'
avergonzar a sufamiliar convirtiéndose en prostituta en la zona.. Luego,
en lugar de todo esto, mueren comobebésy lo hacen paraahorramos
grandes sufrimientos, no paradarnos dolor. Sí, Ihaymuchas razones par
alegrarse por la muertede un bebéh
Luizaañadió: ·Sueno, yo sólo sé que continúo pariendoy que los
míos continúan muriendo. Pero nunca abandono la esperanza Quizá
los primeros nueve tenían que morir para despejar el camino, para
hacer sitio,de maneraque los últimoscinco pudieran vivir»:
.Yo mismas, dijo Fatima, .no tengo mucha esperanza en éstas,
refiriéndose a la niña de entre uno y dos años, inquieta y enfermiza,
que se encontraba sobre su regazo. ·Si Dios la quiere, entonces,
lestaré feliz por ella y feliz por rriO Estaría contenta de tener un "cora
zoncito saqrado" en el cielo.'
.Pero épor qué querría Dios que los bebés sufrieran tanto al
morir?', persistípreguntando.
.A mí no me prequntes-, dijo EditeCosmos.•Hice todoparaman
tener a los míos sanosy vivos, pero simplemente Dios no quería que
los tuvieseconmigo. Creo que Él nos envíaestas muertes paracasti
garnos por los pecados del mundo. Y sin embargo, los bebés no
merecenrealmente esto. Somos nosotros los pecadores, pero el cas
tigo cae sobre ellos.'
.Cállate, Edite', dijo otra,.Murieron,como lo hizoJesús,para sal
varnos del sufrimiento. ¿No es así, hermana Juliana?'
Pero la hermana Juliana -una nativa del seco senso (interior),
donde, según decía, los bebés no morían como moscas, tal como les
sucedía en la zonade plantaciones de azúcar- no estaba segurade
que las mujeres tuvieran razón en su pensamiento moral.•No pienso
que Jesús quiera a todos vuestros bebés', dijo, <Creo que quiereque
vivan.' Pero, después de todo, la hermana Julianaera una monja, y las
mujeres de la bidonville no le hacían mucho caso:¿qué podía saber
ella de bebés?
Buscando una forma apropiada y respetuosa de presentar los
dilemas existenciales en las vidas de estas mujeres desesperada-
li I!I.ii.111 1
1';
'1
,1
mente pobres -mujeres que podían encogerse de hombros cuan
do morra otro pequeño hambriento odeshldratado, y' comentar
filosóficamente: Melhor motrer menino do que um de nos mourrer
(-Mejor que muera el bebé que uno de nosotros [adultosbj-, me
encontré caminando en una cuerda floja, en el ámbito de la repre-
sentación y en el de la ética, una cuerda que me imagino resulta Salud
familiar a muchos antropólogos. La lógica del superviviente que
guía las acciones de las madres de las chabolas hacia algunos de
sus débiles hijos es comprensible. Pero las cuestiones morales y
políticas en juego todavía ofrecen una razón para detenerse y
dudar.
En mi renuncia a objetivar o a idealizar románticamente a las
mujeres del Alto do Cruzeiro, evité el señuelo fácil de la victimolo
gía y rehusé ver a las mujeres como meras víctimas pasivas de un
destino cruel, tan cruel e inhumano como lo eran sus realidades
materiales. También me negué a verlas como católicas adoctrina
das y adocenadas, repitiendo como loros tópicos eclesiásticos
que les -caían- desde Roma o desde la archidiócesis de Recife.
Estas mujeres elegían activamente, por mediatizadas que estuvie
sen sus elecciones; de la misma manera, escogían entre aquellos
aspectos seleccionados de las enseñanzas católicas que podían
usar y con los que podían convivir, descartando al mismo tiempo
otros. Algunas de sus elecciones morales evidenciaban más que
un toque de mala fe, y perdonad el juego de palabras.
Pienso, por ejemplo, en la aclaración de Doña Dora después
de explicar la creencia popular sobre los niños muertos como
ángeles alados que vuelan felices alrededor de los tronos celes
tiales de Jesús y María: -Bueno, esto es lo que decimos. Esto es
lo que nos contamos las unas a las otras. Pero, para decirte la ver-
dad, no sé si esas historias sobre la vida tras la muerte son cier- 282
tas o no. Oueremos creer lo mejor para nuestros hijos. ¿Cómo, si
no, podríamos soportar todo este sufrirniento?». O pienso en Xoxa,
instruyéndome a sus trece años sobre cómo había que compor-
tarse en el velatorio de un niño consumido cuya madre se había
negado a darle pecho: -No debes reprender a la madre. Debes
[)eII"!lralla~,..;rneros
283
decir lo muy apenada que estás de que Jesús viniera a por su
bebé". -Sí, claro», repliqué, «pero tú óqué piensas?» -¡Oh, Nancy!
Ese bebé nunca tuvo suficiente para comer, pero lrnmca, nunca
debes decir eso!-La solución que encontré finalmente fue practicar \0 que llamo
antropología-pe-no-cháo, -antropología con los pies en el suelo»
La frase se refiere tanto a una práctica del trabajo de campo fun
damentada existencial, metodológica Y políticamente, como a la
antropología de -pies desnudos>, que, en el lenguaje de la teolo
gía de la liberación, significa asumir -una opción preferencial- por
los pobres. Interpreto esto en el sentido de permitir que me arras
tren, de vez en cuando, a las luchas políticas locales, para acom
pañar a mis amigas e informantes brasileñas en su luta diaria
La muerte de Mercea: el estudio de caso individual
Para asegurar mi interpretación, la anclaré en la narración de la
corta vida y la muerte de Mercea, una niñita de tres años del barrio
de favelas de Alto do Cruzeiro en Bom Jesus da Mata. Mercea
murió en casa, sola y desatendida, mientras su madre y su antro
póloga estaban fuera, bailando por las calles durante el carnaval.
Ouiero ilustrar la contribución que puede suponer a la investiga
ción demográfica un solo ejemplo, un -n- igual a 1.
Generalmente se considera el estudio de caso como un método
de obtener lo general a partir de lo particular, introducido por Max
Gluckman (1963) Y la Escuela de Antropología Social Británica de
Manchester (Evens, 1995, págs. 1'7-18). Adicionalmente, un estudio
de caso «íescríto pormenorizadamente- puede desvelar los princi
pios fundamentales de un orden social dado, las formas en que el
pensamiento, las ideas y la praxis interactúan, pudiendo iluminar los
significados más profundos de los acontecimientos sociales y de la
economía moral que gobierna la resolución de un incidente concre
to. El estudio de caso es esencial para capturar lo situacional del
conocimiento y la práctica culturales.
Mercea, de tres años, estaba gravemente enferma en febrero
de 1989, y había estadoasí desde su nacimiento en el hospitalde
Ferreira Lima, en Bom Jesus. Su madre, Biu, era una trabajadora
de la cañade cuarenta y tres años, una mujerdura, de complexión
ligera, con brazos fuertes y un espeso pelo castaño -su única
vanidad-, que recogía en una trenza cada mañana Se levantaba
en la oscuridad para preparar una taza de café solo antes de salir
a pie hacia la plantación local donde estaba empleada, junto con
su hija de nueve años, como jornalera no declarada, ganando
menos que el salario mínimo oficial. Biu llevaba a casa alrededorde 1,25 dólares diarios.
Dejaban a Mercea en casa junto a su hermana Xoxa, de
trece años. Mercea se sentaba en un rincón oscuro y se rasca
ba sin parar sus llagas y picaduras de chinche, inevitablemente
infectadas. No podíacaminary sólo emitía unas pocas palabras,
entre las cuales, se incluían incesantes peticiones de carne fres
ca, sin salar. No habíahabido «papa» en casa desde la noche de
Sao .Joáo (San Juan), cuando Óscar -el segundo marido de Biu
según el derecho consuetudinario- se largó con el hornillo de
gas y la cama de la pareja, así como con los dos chicos más
sanos de los siete hijos e hijas de Biu que habían sobrevivido
tras quince partos; Óscar se había ido a vivir con una mujer más
joven, jactándose de que su nuevacompañera todavía tenía susdientes.
«Los niños pequeños son como los pájaros", dijo Biu una vez,
«hoy están aquí, mañana se han ido. Paraellos da lo mismo estar
vivos o muertos. No tienen ese cierto apego a la vida de los niños
más mayores." De todas maneras, Mercea ya había sobrevivido
más de unadocenade crisismédicas, con fiebres, dolencias respi
ratorias, violentas diarreas, y vómitos que habían dejado exhausto
su frágil cuerpecito, habían retardado su capacidad de hablar y la
habían llevado cerca de la muerte. Cerca de la hamaca de Mercea,
había una mesa de madera con botellas de medicinas mediovací
as, algunas de las cuales habían «funcionado durante algún tiem
po', según Biu.Había antibióticos, cremas antisépticas para la piel,
".------- - .-
Salud
284
I)eII109l1lfla
silriJnefOS
285
remedios para la tos, analgésicos, tranquilizantes y pastillas para
dormir. Habíainclusó un estimulante del apetito, aunque a menudo
no podían ofrecer a la niña nada más que unas cucharadas de
mingau -unas gachas espesas de arroz o mandioca- durante todo
el día, con sus veinticuatro horas. Ninguno de estos tratamientos
habían resuelto la principal dolencia de la niña, que Biu describía
como«debilidad' y «nervios» -un nervoso infantil-, y quedejó a su
niña incapaz de afrontar la luta Biu decíaque Mercea nuncahabía
mostrado un verdadero gasto o jeito por la vida
Su madre informó que Mercea sufría episodios periódicos y vio
lentos del«ataque de losniños», expresión con laquelasmujeres del
Alto se referían a unas convulsiones agudas en las que los niños
sacudían y golpeaban descontroladamente sus cabezas, mientras
sus ojos rodaban, les aparecían tícs y presentaban rigidez corporal.
Como otras muchas mujeres delAlto, Biuconsideraba lasconvulsio
nescomo un signo temprano de unadebilidad incurable, un anuncio
de lo que luego se desarrollaría como locura, epilepsia, retraso men
tal o parálisis. «Esos bebés nunca están del todo bien, en su cabeza
o en su cuerpo.' Yeso explica la medicación antipsicótica, pensada
para adultos y comprada ilegalmente, que se encontraba junto a
Mercea Normalmente, se permite que los niños mueran rebajando
gradualmente susraciones dealimentos y líquidos. La eutanasia está
cerca de la forma en que las mujeres de la bidonville, muchas de
ellas católicas practicantes, contemplan sus acciones. Pero Mercea
erademasiado mayor para este tipode solución.
La crisis final de Merceatuvo lugar los días antes del carnaval
brasileño, cuando muchas tiendas y servicios públicos están
cerrados. El personal del hospital estabaen huelga y el trabajo no
se reanudaría hastael Miércoles de Ceniza, Biu y yo pensábamos
unirnos a los juerguistas en la primera noche de carnaval, pero
Merceacontinuaba teniendo una tos asfixiante. No podía respirar
y su pequeño pecho se sacudía rápidamente con cada esfuerzo.
Su piel estabasecacomo el pergamino. Biu se las compuso para
que su hija de dieciséis años cuidara a Mercea Los trabajadores
del hospital se habían negado a atender a la niñita durante los
•
I
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1,
1;1:'
días que precedieron a su muerte; el farmacéutico local le vendi6
a su madre varias' medicinas para la tos; y 'cuando la pequeña
Mercea estaba agonizando, el chófer de la ambulancia municipal
lIeg6 demasiado tarde para ser de alguna ayuda
Biu y yo nos volvimos a encontrar la mañana después de car-
naval, cuando nos reunimos en la casa de Antonieta, la hermana Sak.d
mayor de Biu, para preparar el consumido cuerpecito de Mercea
para el entierro en un pequeño ataúd pintado de cartón y contra
chapado. La única respuesta oficial, paradójicamente compasiva,a
la enfermedad y muerte prematura de Mercea llegó en la forma
de ese féretro para pobres gratuito, proporcionado por el alcalde
y confeccionado en la provisional fábrica municipal de ataúdes
que está pegada a la parte trasera de la prefeitura, el ayunta
miento. Biu estaba en estado de shock, apenas habíamos tenido
tiempo de quitarnos nuestros vestidos de carnaval. Dispusimos a
Mercea con un traje blanco de Primera Comunión y cubrimos sus
pies descalzos y su cuerpo hasta la barbilla con flores blancas
diminutas y de dulce fragancia, como correspondía a un inocente
niñito ángel. El tío de Mercea, y su designado padrino de bautis-
mo, asperjó su cuerpo inmóvil con agua bendita en un ritual de
bautizo condicional, post mortem. Nadie estaba seguro de si un
bautizo semejante contaría en la otra vida
Los hermanos de Mercea y sus compañeros de juegos lleva
ron el ligero ataúd hasta el cementerio municipal. Los niños entie
rran a los niños en muchos lugares de América Latina Sirve, entre
otras funciones para exonerar de responsabilidad a los adultos y
para socializar a los niños desde una edad muy temprana, familia
rizándolos con la «muerte sin llanto». Naturalmente, ninguna cere
monia religiosa señal6 la muerte: 300 niños y bebés muertos en
una ciudad de 30.000 personas serían una carga excesiva para el 286
único sacerdote cat6lico. Mientras, las hermanas franciscanas
regañaban a las mujeres que les traían bebés muertos para que
los bendijesen, en lugar de bebés enfermos que ayudar y, posible
mente, salvar. S610 una pequeña tira de papel de la oficina del
registro civil documenta la muerte. En el caso de Mercea, la diag-
~fia;a"""'os
287
nosis se dejó en blanco en el impreso. No había habido examen
médico. La niña había muerto en casa, luego, de «causas natura
les>. El sepulturero riñó a los niños por haber dejado suelta la tapa
del ataúd de Mercea «Las hormigas llegarán hasta tu hermanitas,
dijo a Leonardo, el hermano mayor que lloraba en mi hombro a
pesar del fuerte mandamiento cultural en contra de verter lágri
mas que podrían volver húmedo y resbaladizo el camino hacia el
cielo del bebé ángel.Cuando Xoxa volvió de la plantación (donde la habían emple-
ado brevemente durante las vacaciones de carnaval) y se ente
ró en casa de que su hermanita se había muerto, también se
entristeció profundamente. Xoxa estaba especialmente enfada
da porque habían enterrado a su hermana sin medias y, durante
varias semanas, la perturbaron las visitas del espíritu de Mercea
que levitaba sobre la lona del catre de Xoxa, señalando sus
magullados pies desnudos. «No puede hablar»,decía Xoxa, «por
que, como todos los bebés ángeles, es muda- Cuando, varios
meses más tarde, volvimos a la tumba de Mercea para llevarle
un par de medias, hallamos que el área había sido despejada y
que habían dado el espacio de Mercea a unos desafortunados
niñitos gemelos. Los restos de Mercea habían sido arrojados al
profundo pozo conocido como el <osario», cerca de la pared
occidental del camposanto.
Las estadísticas vitales y las técnicas de investigación de los
informes y sondeos ocultan la existencia de patrones tradicionales
de negligencia selectiva que sólo pueden sacar a la luz métodos
de observaci6n antropológica, cualitativos, críticamente interpreta
tivos y conducidos existencialmente; además, dichos métodos
actúan de tal manera que evitan culpar a las mujeres por sus
acciones. De todos modos, se continúa convirtiendo en fetiches
los hallazgos de la investigación, objetivándolos, comparándolos y
tratándolos como si fueran representaciones adecuadas de la
realidad. Peor, se los traduce con harta presteza en programas de
salud indiferentes, si no iatrogénicos, y en estrategias sanitarias
basadas en soluciones tecnológicas. Citaré el programa de
Terapia de Rehidratación Oral (ORD,IO y una promoción descon-.. c;:: textualizada de ta lactancía materna, ambas actuaciones apoyadas
~I .. ' durante muchos años por la campaña internacional de <supervi-L vencia del niño»" de la UNICEF.
fSalud
I~Primera mala aplicación: ORT y supervivencia del niño
La Terapia de Rehidratación Oral -proclamada por los médicos
especializados !ln la salud pública como «un oasis de esperanza
para el mundo en desarrollo» y como «un milagro de la medicina
moderna» (Mull, 1984)- proporciona un casoqueviene al pelo. Se
promueve la distribución de bolsitas de ORTen comunidades con
un alto riesgo de mortalidad infantil, asumiendo que, en todas par-
tes del mundo, los padres, en tanto que tales, comparten una serie
de objetivos, entre los cuales destacaría el valor igual que se da a
la supervivencia y la salud de todos y cada uno de los niños naci-
dos. El programa de supervivencia del niño asume que, una vezse
escamotea al niño deshidratado de las fauces de una muerte
inmediata gracias a la simple aplicación de la ORT, se restaurarán
la alimentación, el cuidado y los instintosde preservación «norma-
les» por parte de los padres. Pero, en un lugar donde la muerte
infantil se considera como una consecuencia del propio nacimien-
to, una consecuencia altamente probable, esperada e incluso
beneficiosa -tal comoocurrea vecesen lasbarriadas de chabolas
del noreste rural del Brasil-, y cuando la cuarta partede los bebés
muere antesde su primer año de vida, las mujeres pobres pueden
no desear traer de vuelta a la familia a un niño que ya habían per-
cibido como alguien que «habían abandonado», que ellas «habían
dejado de tener en cuenta». En consecuencia, he tenido la mala 288 1289fortuna de ver montones de bebés de las chabolas rescatados
I
~"-
10. En inglés ORT. de OralRehydration Therapy. Se prefiere ORTa las siglas españolas,TRO, paraevitarconfusiones. yaque.siendoun términobastanteespecializado, no se suele traducir.11. Eninglés. childsurvivai(N. del t).
~
mediadocena de veces o más por la ORTYlos antibióticos duran-.
te su primeraño de vida, sólo paramorirde diarrea crónica, debili
dad o dolencias respiratorias tras el séptimo o el octavo rescate.
La distribución de bolsitas de ORT no tiene en cuenta los
suministros de agua contaminada, ni anticipa los efectos de la
percepción local de las sales como poderosos alimentos medici
nalespara los niños, que requerirían, según estavisión, un escaso
suplemento nutritivo. Los bebés criados con ORT, como los cria
dos con papillas aguadas, morirán a menudo con ella La ORT no
sustituye la leche de pecho, ni el agua limpia, ni la atención en el
proceso de alimentar al bebé, ni el cuidado médicoadecuado, ni el
alojamiento apropiado, ni los salarios justos, ni la educación públi
ca gratuita y universal, ni la igualdad de sexos. Y, sin embargo,
todos ellos son prerrequisitos para la supervivencia del niño.
En este contexto, la intervención mediante ORT óreañrma la
vida o alargala muerte?
Durante los años que observé a Biu y su familia. Mercea reci
bió ORTen varias ocasiones. La llevaron a clínicas y la vacunaron
contra las principales enfermedades infecciosas. La trataron con
tra las lombrices.y la aparente neumonía de la que murióen esta
do de aflicción aguda (el «sufrimiento infantil agudo» listado en
los certificados de defunción de la oficina del registro civil empe
zaba a tener una cara humana) era quizá, tal como acabó por
verlo Biu con el tiempo, una bendición disfrazada Para escapar
del hambre y la enfermedad crónicas, Mercea necesitaba mucho
más de lo que posiblemente le podía ofrecer cualquier compo
nenda tecnológica No se podía salvar al niño sin hacer simultá
neamente lo propio con su madrey sus hermanos. Y la salvación
de Biu ysus otros hijos dependía en parte de la del marido alie
nado, Óscar; cuyo estado de humillación económica permanente
le hacía correr avergonzado de hogar en hogar. La pobreza de
Óscar lo convirtió en un padre promiscuo y en un marido desas
troso. La salvación de Óscar y de todos los demás nietos de los
nietos de los nietos de los nietos de los esclavos de plantaciones
en todo el mundo depende de una reordenación de las relacio-
• ·~Il\!~ !¡l,l! nes Norte-Sur y de la economía capitalista global, por ingenuo y
11:
1 ;!:' '." ,"-,. '. ".' ..'.,....., .poco intuitivo que esto pueda parece a finales del siglo xx,
1" '
I! ¡.1:
Segunda mala aplicación: la leche de la madre
y la muerte del niño Salud I~~~silnúmeros
A través de la investigación empírica convencional, se ha estable-
cido una correlación bastante directa entre la supervivencia del
niño y la lactancia maternaen el Tercer Mundo, así como entre su
muerte y el uso de biberón. Sin embargo, también está amplia-
mente documentado que cada generación de nuevas madres en
el Tercer Mundo tiende a dar de mamar a su prole menos que la
precedente. Hace más de una década, la UNICEF (1983) infor-
mabaque el porcentaje de bebés criados con pecho, por el tiem-
po que fuése, había caído desde el 96 % en los cuarenta hasta
menos del 40 % en los setenta. Este fenómeno resultabaparticu-
larmente acusado entre los inmigrantes de oriqen rural en las
áreas urbanas, donde el trabajo asalariado desplaza a las econo-
mías domésticas y las industrias artesanales máscompatibles con
la cría de pecho, e interpone una cuña de plástico entre la madre
y el niño,entre el pecho y el bebé.
El alimento básico de los bebés de las mujeres asalariadas
consisteen leche reconstituida en polvo, a la que se añade algún
tipo de fécula y que se endulza con azúcar. Muchas mujeres
pobres no pueden permitirse la cantidad suficiente de leche en
polvo comercial para satisfacer el hambre de su bebé, en cuyo
caso, incrementan la proporción de fécula y azúcar, si no eliminan
completamente la leche, y alimentan a sus hijos con unas gachas
acuosas llamadas papa d'agua Los bebés no tardan en enfermar 290 1291
y en morir a consecuencia de dicha dieta
¿Por qué se mantiene esta práctica irracional ante un fracaso
tan gráfico? ¿Porqué las mujeres pobres renunciaron tan fácilmen-
te a la cría de pecho por los comerciogénicos biberón y leche en
Ipolvo? ¿Cómo se convirtieron en consumidoras de un producto que
no necesitaban, que no podían pagar y que contribuía tan directa
mente a la rriúerte de sus hijos? Estudi6s empíricos y encuestas de
investigación -incluyendo un estudio patrocinado por la OMSsobre
los patrones de alimentación infantil en nueve países (Gussler y
Briesmesiter, 1980)- indicaban que la explicación más común que
aducían las propias mujeres paradejar la críade pecho era la «falta
de leche>. Este hallazgo condujo a muchas argumentaciones sin
fundamento sobre la fragilidad biológica de la lactancia materna
como práctica (incluyendo.añrmacones sobre la correlación de fac
tores como la altura, el peso, la grasa corpórea o diversos aspectos
nutricionales con el éxito de la cría de pecho). De hecho, la lactan
cia materna está protegida por mecanismos de evolución biológica:
incluso mujeres desnutridas y flacuchas -por no mencionar a las
mujeres famélicas- pueden dar de mamar adecuadamente a un
bebé. En cualquier caso, afirmaresto no debe dar a entender falta
de empatía alguna con los cuerpos tan a menudo nutricionalmente
maltratados de cadauna de esas mujeres.
Una cosa es cierta: la leche de la madre asume nuevos signi
ficados culturales y simbólicos doquieraque el trabajo asalariado
sustituya a las economías de subsistencia En la vida de las plan
taciones de azúcar del moderno nordeste brasileño, la cultura de
la cría de pechose perdió en un período de tiempo muycorto. Lo
que ha cambiado radicalmente son las creencias de las mujeres
pobres en la bondad esencial de lo que sale de sus propios cuer
pos, algo que hoy se contempla como sucio, desorganizado y sus
ceptible de comunicar enfermedades. frente a aquello que surge
de objetos modernos, limpios y saludables, como las latas de la
fórmula para lactantes de Nestlé, las agujas hipodérmicas o los
tubos de rehidratación.
Además, en el contexto del «bricolaje social- que gobierna la
formación de familias en las favelas brasileñas, el ritual que crea la
paternidad social hoy reubica la leche para el bebé y la traslada
desde los pechos maternos -desdeñados por las madres respon
sables y amorosas- hasta las bonitas latas de las fórmulas de
leche en polvo, que son llevadas a las casuchas y chabolas de las
1It,11!','11' 1,1
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fave/~s brasileñas por,hombres responsables y amorosos, pese a ,
los avisos estatales y corporativos que ostentan dichos productos
acerca de sus peligros, avisos que esas mujeres analfabetas no
pueden leer. Lapaternidad se negocia y se trafica hoyen díaa través del don de la «leche rnascuñna», la leche en polvo de Nestlé. Laleche del padre, y no su semen, es el medio de los hombres pobres Sak.d
paraconferirla paternidad y paraestablecer simbólicamente la legi
timidad del niño.
Cuando su novio aparezca en el umbral con el requisito sema
nal de la lata-de leche en polvo, una nueva madre del Alto do
Cruzeiro dirá encantada: «IHaz palmitas, pequeñínl ll-laz palmitasl
IHa llegado tu lechel•. Y al contrario, la mujer con los pechos
repletos de lechecon la que alimentaa su pequeño es,simbólica
mente hablando, la mujer abandonada y rechazada, la mujer cuyo
bebé no tiene padre. Parauna mujer, declarar que no tiene leche,
quetiene muypoca lecheo que su lechees débily aguada puede
ser una afirmación orgullosa de que una protectora madre mas
culina, un padreque da leche, la reclama como suya, a el/ay a su
bebé, y los nutre a ambos. Todos los carteles, las clases y los
anuncios de UNICEF promoviendo los beneficios «obvios. de la
lactancia maternal no le pueden dar la vueltaa esta nueva prácti
ca que ha transformado el género y la capacidad generatriz de
una maneratan profundamente moderna y tecnológica
Hacia una demograffa más allá de los números
Enel corazón del método antropológico se encuentra la práctica del
testimonio, que requiere una inmersión comprometida, tanto como
seaposible, en los mundos fenomenológicos vividos por los objetos 292
de estudio de la antropología Mirar, tocar, ver, sentir y reflexionar
con la genteen lasexperiencias claves y en losdilemas morales de
sus vidas -y de nuestras propias vidas con ellos-, tal como está
ocurriendo sobre el terreno, constituye el método de la observación
participante, un método que es difícil de categorizar y todavía más
IlJlI"'Pfia,...."...,.
293
difícil de enseñar. Esteencuentro humano, siempre imperfecto si no •
viciado, exige que el investigador tome posiciones, cometa errores,
avance, retroceda, y avance de nuevo. Enel nordeste de Brasil, sig
nificaba vivir y absorber, a guisa de protección, la indiferencia al
hambre y a la muerte, hastaque no lo pude aguantar más y permití
que volviese el horror reprimido. Ser testigo quiere decir a veces
tomarse a la gentesegún sus propias palabras y, otras, inferira par-
tir de lo que dicen y hacen. Significa mantener un diálogo abierto ,
con gente que sencillamente padecen conflictos morales, afrontan
desafíos y se horrorizan, porturnos. Significa, sobre todo, no perma
necer por encima o fuera de la refriega, observando con frialdad y
registrando hechos objetivos paraconvertirlos en modelos científi
cos, aunque ni sean, ni nunca hayan sido, nada semejante.
Contra esta «pequeña tradición. y esta «práctica menor- de la
antropología tradicional humanística y comprometida, se despliegan
las fuerzas poderosas, las armas de maravillosa potencia y la alta
tecnología de la investigación científica En los años sesenta, a tra
vés de grandes donaciones de fundaciones norteamericanas
incluyendo la Fundación Ford o la MacArthur-, se introdujeron en
Brasil los métodos básicos cuantitativos de la demografía y la epi
demiología Estas donaciones han establecido departamentos aca
démicos y programas de formación doctoral y posdoctoral que, a
estas alturas, ya han producido unatradición casi inexpugnable de
positivismo científico. La demografía en particular ha adquirido un
enorme poder e influencia en la confección de políticas y programas
sociales y gubernamentales en Brasil, México, India y cualquier otro
lugardel llamado mundo «en vías de desarrollo•. Podríamos empe
zar por interrogarnos sobre la historia política y económica particu
lar que ha llevado al dominio de semejantes enfoques y tradiciones
de investigación, así como al estatus actual de sus medidas de
salud y bienestar «objetivas., algo queya han hecho autores como
Arjun Appadurai (1991) para la India colonial o David Armstrong
(1986) parala medicina de finales del sigloXIX en Gran Bretaña
Hoy, estamos tan acostumbrados a pensar quesólo se pueden
construir políticas oficiales y gubernamentales a partir de datos
.. l'j"
duros -una acumulación de hechos objetivos y neutrales, plasma-
. dos en cifras estadfsticas y gráficos de-flujos....;;·que apenas pode
mos imaginar políticas y programas públicos seríos que broten de
estudios de casos en profundidad o de análisis interpretativos y
de argumentaciones filosófico-morales. Pero, hasta muy reciente-
mente, en Estados Unidos y en cualquier otro lugar, se discutían Salud
las políticas públicas y se tomaban las decisiones al respecto apo
yándose en argumentos históricos, éticos y filosóficos, mientras
que, de ser usados, los hechos, los números, las estadísticas y
otras medidas .cuantltativas no eran más que evidencias que
corroboraban los procesos cualitativos mencionados, y no se
esperaba, como tan a menudo se hace actualmente, que las can
tidades pronunciaran la última palabra
Aunque su influencia se ha atrofiado a finales del siglo xx, la
investigación interpretativa ha introducido los derechos humanos y
las preocupaciones éticas en el seno de diversos programas Y
agendas de investigación científica Una investigación etnográfica
-cualitativa y culturalmente sensible- sobre la cuestiones de
población y reproducción en la India, África y América Latina clari
ficó muy pronto la diferencia crucial entre la planificación familiar y
el control de población, revelando también las tensiones entre el
bien individual y el bien común, en tanto que construcciones socia
les en el seno de formaciones polñicas" diferentes (Polgar, 1976;
Mamdani, 1967). Gracias a la investigación interpretativa y cualita
tiva, se están explorando, en el lenguaje filosófico y político-moral,
las consideraciones éticas y el grado de adecuación cultural de
varios tipos de intervenciones gubernamentales. Las recientes lla
madas a la investigación y las iniciativas estratégicas de la OMS. y
de diversos gigantes de la financiación de la investigación -como
las ya mencionadas Fundaciones Ford y MacArthur- están empe- 294
zando a afirmar y promover los derechos reproductivos, los dere-
chos de las mujeres y cuestiones más amplias acerca de la
equidad política y social (Martine, 1990; Ford Foundation, 1991;
12. La autora utiliza el término polity, muy empleado también en castellano por los antropólogos potñícos, pese a no estar reconocido por la Real Academia (N. del t),
oemog<afía.. números
295
Scheper-Hughes x.otros, 1991), Por ~jemplo, entre 1992 y 1994,
la oñcíriade la FundaciónFord en Río de Janeiro patrocinó un pro':
grama de investigación sobre el sida aplicado críticamente: «sida,
mujeres y derechos reproductores» (Scheper-Hughes y otros,
1991), Este programa intentaba descubrir maneras de llevar los
temas reproductivos particulares de las mujeres que tengan que
ver con el sida a la educación de base y al programa de prevención
de la enfermedad, campos centrados casi exclusivamente hasta
entonces en la ·alfabetización del condón» (Scheper-Hughes,
1994; Goldstein, 1994).'3
Obviamente,lo que estoy llamando -epídernoloqra y demografía
sin números» requiere antropólogos que sean capaces de actuar
libremente, sin que se valgan de ellos la medicina, las ciencias bio
médicas o las ciencias demográficas estadísticas, en calidad de
dependientes, auxiliares o simplemente servidores." Realmente, no
hay necesidad de más colaboración entre antropólogos formados
cualitativamente y epidemiólogos o demógrafos, si ello requiere
reducir el reino de lo social a un conjunto de variables reificadas y
sin vida El amontonamiento de datos cuantitativos sobre el que
reposan las categorías occidentales -y, consecuentemente, las bio
médicas- no va a generar perspectivas renovadas. En su lugar, se
necesita una antropología orientada hacia la praxis,aplicada crítica
mente y comprometida políticamente. Se necesita para iluminar los
dilemas de las poblaciones vulnerables -disyuntivas siempre com-
13. Goldstein y yo tratamos de persuadir a activistas de base y trabajadores médicos deque los actuales programas de educación sobre el sida -basados sobre presunciones falocéntricas y sobre nociones bastante universales sobre lo que llamo -ciudadanía sexualbásica.- eran incapaces de proteger a las mujeres pobres, así como a otros grupos sexualmente vulnerables. Las mujeres pobres y otras -hembras clasificatorias' (por ejemplo,los/as -pasivo/as sexuales', en el seno del dominio brasileño de sexo/género), como losniños de la calle o los travestidos femeninos, carecían de falo y,consecuentemente, de lacapacidad para efectuar elecciones sexuales racionales, o del poder de controlar la autonomía transgresora de aquellos que sí lo tenían (véase Scheper-Hughes, 1994), Goldstein(1994) sugiere que la transmisión sexual del VlH giraba sobre este conocimiento hastaahora rechazado en el clima que domina el presente discurso de los activistas del sida,centrado en el macho y,exclusivamente, en el -sexo positivo',14. En otro lugar me extiendo más sobre esta cuestión, argumentando que la antropologíamédica aplicada crilicamente -y sus protagonistas, claro está- debe establecer una mayor distancia con los centros y las fuentes de la biomedicina y del -biopodero, asumiendo
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plejas y pollfacéticas, seacual sea fjJJ carácter, existencial, cultural,
médico, moral o político-, dilemas como los que afrontan las muje-
res y niños de las favelas brasileñas. La investigación críticamente
interpretativa empieza con una serie de cuestiones negativas: équé
esconden las estadísticas oficiales? ¿De quiénes son los intereses
económicos o políticos quese reflejan en el tipo de archivos que se Salu;!
conservan? ¿Cómo se mantienen los archivos? ¿Qué acontecimien-
tos se rastrean? ¿Qué es lo que se considera que apenas vale la
pena contar? Y équé puede decirnos todo estode la invisibilidad de
ciertos grupos y'clases de gentes, mujeres y niños pequeños, en
particular? Sólo un giro paradigmático hacia untrabajo analítico teó
ricamente guiado y críticamente interpretativo podrá abrir nuevas
áreas de conocimiento acerca de la relación entre la manera como
vive la gentey la manera como muere.
296
un rol de marginalidad voluntaria, Iy la pobreza voluntaria debería venir a continuadónl Laantropología médica puede proporcionar -esa vocecita que llega desde las líneas de banda, desde los márgenes, a veces burlona, a menudo irónica, pero siempre traviesa, _ afligiendo a los que viven en el confort y dejando la antropología como la 'ciencia di flcil',
(Scheper-Hughes, 1990, pág, 195).
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