Sacerdotes Dignos de Credito

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ANTONIO GONZALEZ DORADO, S.J. SACERDOTES DIGNOS DE CREDITO Perspectiva latinoamericana

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ANTONIO GONZALEZ DORADO, S.J.

SACERDOTESDIGNOS DE CREDITO

Perspectivalatinoamericana

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Indice~

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IEL SACERDOCIO DE CRISTO

EN LA CARTA A LOS HEBREOS

1, El sacerdote y el Jesús de la historia , ,........... 132, Ja Resurrección: un cambio de perspectiva. . . . . . . . . . . . . . . 153. El contexto de la e,rofesión de fe en el

Sacerdocio de Cristo .. , , , , , .. , , .. , .. , .. , 174. Mediación y sacerdocio ".,""'., .. '., , ,..... 185. Finalidad de la mediaCión sacerdotal:

. la expiación del pecado ",.,',.,."., .. ,,',", ,. 196. Obletivo de la mediación sacerdotal: la nueva alianza, . , .. , 247. ,Primera condición: la solidaridad con el Padre .. , , 258, Segunda condición: la solidaridad con el hombre 269. Iercera condición: la insolidaridad con el ~ ""., 29

10. Hacia una nueva comprensión de lasegregación sacerdotal ,.,.,.,., , ,. 30

11, Las dos cualidades del Sumo Sacerdote " , ,.,',. 3112, El ministerio de la Palabra Divina , , , . 3413. Fundar casa y estar al frente de la familia de Dios .. , , , . 3514. La misión sacrifiClal del sacerdocio de Jesús ,... 3715. El Sumo Sacerdote .. , ... , .. ,., .. ,', ... ,............... 42

"SUMO SACERDOCIO DE CRISTOY SACERDOCIO MINISTERIAL

l. Origen de la problemática , , , . , , , . , , . , , . , ... , , . , , .. , . 452. Sacerdocio minlsterial:.sacerdocio relativo, .. , . , , , . 473. Sacerdocio ministerial y mediaCión , , , . , , , . 47

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4. La sacramentalización del Sumo Sacerdocio de Cristo:el carácter 49

5. Sacerdocio ministerial y renovación de la nueva alianza 526. Los instrumentos del ministerio sacerdotal 537. La exigencia de un estilo de vida 588. Caracteristicas del estilo de vida sacerdotal. . . . . .. . . . . . . . . . 599, Con la fuerza del Espíritu ..... , .. ,...................... 61

111SACERDOCIO MINISTERIAL

EN Y PARA AMERICA LATINA

l. Caracterización histórica del sacerdoteen América Latina ,....... 65

2, La Iglesia hoy en América Latina .. ,...................... 673. ,Una constatación de Puebla ~............................ 714. Finalidad y responsabilidad del sacerdocio ministerial

en América Latina 735; Solidaridad con Dios y solidaridad con los pobres. . . . . . . . . . 746. Las tentaciones del sacerdote 767. Los instrumentos privilegiados del sacerdote

en América Latina , , ,.............. 788. Sacerdocio y Eucaristía , . , , , .. , . . . . . . . . . . . .. . . . 799., El testimonio martirial del sacerdote .,."................. 82

IVSEMINARIOS PARA LA

fORMACION DE SACERDOTESEN AMERICA LATINA

1, Del discipulado al apostolado , ,.. 862. Contrastes y coincidencias entre Jesús y sus discípulos. . . . . 873. El sistema de Jesús Maestro' ,........................... 884. Resultados del sistema formativo de Jesús , 905. Responsabilidad y conciencia de la pastoral

promotora de vocaciones , ,............ 926. Seminario: comunidad de fe y de compromiso 957. Cristo y la Eucaristfa. centro de la comunidad .,.......... 968, Testigos privilegiados:, •. ," \, :.'. l"..................... 979. Seminario como lugar de la tentación. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99

10. Formación intelectual " .... , .. , .. ,.,." , ,...... 100I l. Colaboración pastoral .. , .. , , .. , , , , .. , . . . . . IOI12. Formación de la personalidad martirial ,... 102

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Introducción

«América Latina vive un momento privilegiado de gracia alcomprobar por doquier un hecho nuevo: el creciente númerode vocaciones sacerdotales» l.

Esta constatación es estimulante para un Continente mayo- "'\ritariamente católico que recientemente, en la Tercera Confe-rencia General del Episcopado Latinoamericano, celebrada enPuebla, ha reconocido como alarmante la actual escasez de sacer-dotes (P.n. 116), y que ha subrayado ql;!~lglesia se. sien~~esbordada en sus posibilidades actuales para llevar a todos la§,4.ena Nueva (P.n. 78).

Pero este incremento vocacional y la afluencia de tantas vo-caciones a nuestros seminarios agudiza la responsabilidad de losque trabajamos en la formación de los futuros sacerdotes. Nosencontramos ante un desafío y ante un cuestionamiento de lamayor transcendencia y que, simplificadamente, podemos for-mular con esta pregunta: ¿Cuál es el sacerdote que se nos exigeformar, teniendo en cuenta el presente y el futuro de AméricaLatina?

La pregunta es obvia, dado que en todo proceso formativoy pedagógico es indispensable para formado res y formandos--enla nueva concepción de formandos que establece la actual pe-dagogía- la fijación del fin y de los objetivos que se pretenden.Sólo a la luz de este horizonte se pueden establecer con garantía,criticar y evaluar los sistemas, métodos y medios que han dearticularse armónicamente para conseguir el objetivo de la for-mación.

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t:a Iglesia en América Latina, consciente de los graves proble-mas del continente y de los urgentes desafíos pastoral es queplantea, ha ,asumido oficialmente en sus Documentos de Medellíny Puebla el compromiso de una renovación y adaptación global,desencadenando una radical eclesiogénesis, en el sentido apuntadopor Leonardo Boft". La transformación de la Iglesia lógicamenteincide en la temática, en la experiencia y en la imagen del sacer-docio ministerial vivido en América Latina, porque, como ha afir-mado Galot. «el sacerdocio ministerial solamente se comprendeen el cuadro de la Iglesia; pertenece a la realidad estructural dela comunidad cristiana, tanto que toda búsqueda relativa a lanaturaleza del ministerio es de naturaleza eclesiológica,,3,

Por eso es preciso responder a la pregunta que acabamos deformular: ¿Cuál es el modelo de sacerdote que nuestra Iglesia nosexige formar, teniendo en cuenta el presente y el futuro deAmérica Latina?

Es evidente la importancia y la urgencia de este cuestiona-miento, pero también tenemos que reconocer la complejidad deltema y la dificultad de darle una respuesta adecuada, como cla-ramente lo expresaba el P, Rahner al abordar un tema similarante la Academia Católica de Baviera 4. La cuestión ha de sertratada desde múltiples perspectivas, en todas sus dimensiones yteniendo en cuenta una multiplicidad de datos simultáneamentedispersos y convergentes, para llegar probablemente a resultadosmodestos y provisionales, a ciertas aproximaciones que puedenayudamos a orientar mejor nuestra colaboración en la formaciónde los futuros sacerdotes.

A mí se me ha pedido abordar 'el tema desde su perspectivay su dimensión cristológicas. Definir la relación entre Cristo y elsacerdote ministerial es de la mayor transcendencia para la ela-boración de cualquier modelo sacerdotal, e incluso. desde el puntode vista teológico, es el último punto de referencia para valorar

, Eclesiogénesis. Los comunidades de base reinventan lo Iglesia (Santan-der 1980) pp. 77-95.

) GALOT, Jean, Teologla del sacerdozio (Firenza 1981) pág. 15.4 RAHNER, Karl, .Riflessioni theologiche sulla figura del sacerdote di

oggi e di domani., en Aspetti della teologia del sacerdozio dopo I1Concilio(Roma 1974) pp. 9-24.

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las diferentes imágenes con las que se ha presentado el sacerdociocristiano a través de la historia.

,Cristo no es sólo el modelo de sacerdocio comÚn de los fie~sino Que es también la fuente y el modelo del sacerdocio,ministerials. Y de tal manera queda este principio teológico re-cogido por el Vaticano 11que, en el Decreto sobre la FormaciónSacerdotal, hablando de los Seminarios Mayores, afirma que «todala educación de los alumnos en ellos debe tender a que se formenverdaderos pastores de las almas a ejemplo de Nuestro .SeñorJesucristo, Maestro, Sacerdote y Pastor" (OT,n. 4), «puesto quehan de configurarse por la sagrada ordenación a Cristo Sacerdote"(O.T. n, 8). Es decir, segÚn el pensamiento del Concilio Vatica-no 11,en la formación sacerdotal hay que tener como objetivoprincipal que en el futuro sacerdote emerja con toda su fuerzala realidad del Cristo vivo sacerdote. y esto por una exigencia ""teológico-ontológica de la misma ordenación sacerdotal, cuya di-námica tiende a configurar al ordenando con Cristo Sacerdote.de tal manera que llegue a ser Cristo el que viva y actÚe en él,manifestándose a la comunidad eclesial y al mundo a través de lavida y el ministerio del sacerdote.

Nos encontramos así ante el tema más clave para entenderel ser del sacerdote -la relación entre el sacerdote y el CristoSumo Sacerdote- y ante el objetivo más importante de la for-mación sacerdotal: formar pastores a imagen de Cristo Pastor.Cualquier modelo de vida sacerdotal, en las diversas culturas ymomentos históricos, será válido en la medida en que permitapresencial izar la Imagen básica ---el Icono- del Cristo Pastor; yserá tanto más ortopráctica cuanto más favorezca el encuentrode los hombres con el Cristo Salvador y Sacerdote.

Pero la dificultad y el problema teológicos comienzan a surgircuando tratamos de expresar comprensivamente la realidad delCristo-Sacerdote y. a partir de ella. su relación con el sacerdocioministerial. De otra manera, es en el necesario paso de Cristo ala Cristología y en la determinación de la perspectiva cultural ehistórica -desde la que se elabora o relee dicha Cristología-donde se origina una compleja problemática, tanto para los T eó-logos como para los Pastores y, especialmente en nuestro caso,para los Formadores de futuros sacerdotes, La Cristología ---es

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decJ.;,.las Cristologías- marca de alguna manera el nacimientode Cristo en el interior de una 'cultura y de una historia, haciéndoseCristo «todo para todos para salvarlos a todos» (1 Cor 9,22).Pero es también en las diversas opciones cristológicas donde sue-len surgir las tensiones y las discusiones, por la transcendencia quetienen tahto en el campo de la ortodoxia como en el de laortopraxis.

Sin duda que en todos nosotros, Obispos y formadores enlos Seminarios de América Latina, existe el deseo y la preocu-pación de que el Cristo Sacerdote vaya creciendo en nuestrosseminaristas al ritmo del proceso formativo. Pero ¿qué Cristo esel que deseamos que se forme en nuestros seminaristas? Dichode otra manera: ¿cuál es la cristología que preside el objetivo denuestra formación? ¿Es una cristología que, respondiendo a lasexigencias radicales del verdadero Cristo, sirve para presencial izaral Cristo Sacerdote que necesita América Latina en su presentey en su futuro?·

Suscitar el diálogo constructivo sobre esta pregunta es el finde estas reflexiones, en las que desearía dar algunas pistas orien-tadoras. Para ello he hecho la opción por una cristología concretasobre Cristo Sacerdote: la cristología desarrollada en la Carta alos Hebreos. Se trata de una cristología con la garantía de per-tenecer al conjunto de los libros inspirados y canónicos y que, ennuestras celebraciones litúrgicas, al ser actualizada por el lector,es afirmada como palabra de Dios.

Pero he escogido concretamente la cristología neotestamen-taria de la carta a los Hebreos porque, como dice Vanhoye, esel único escrito del Nuevo Testamento que habla explícitamentedel sacerdocio de Crist06

; porque dicha cristología sacerdotal nosólo fundamenta el sacerdocio común de los fieles, sino tambiénel ministerial?; y, por último, porque me parece extraordinaria-mente iluminadora para los problemas y las exigencias del sacer-docio en las actuales circunstancias de América latina.

6 MARTINI-VANHOYE, Bibbia e vocazione (Brescia 1982), pág. 152:'GALOT; Jean, o.c., pp. 17-44; SCHILLEBEECKX, Edward,jesús, la historiade un viviente (Madrid 1981) pp. 51 1-538.

1 MARTINI-VANHOYE, O.c., pp. 282-287; VANHOYE, A, Pretresanciens, pretre nouveau selon le Nouveau Testament (Parfs 1980) pp. 256-259.

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Desearía hacer una relectura de dicha cristología-sacerdotaldesde la peculiaridad de nuestras Iglesias en América Latina, comose han expresado en los documentos de Medellín y de Puebla.Son unas Iglesias que viven una nueva experiencia de Dios, muysimilar a la de Moisés ante la hierofanía de la zarza que ardía sinconsumirse en el monte Horeb (Ex 3): simultaneidad de fe y deinjusticia clamorosa en el mismo continente, decidida opción pre-ferencial por los pobres, y esperanza activa en el Dios que espromesa de salvación y de liberación. .

Establecidos los objetivos y las bases de nuestras reflexiones,dividiré el desarrollo de la exposición en cuatro partes. En laprimera intentaré una comprensión del sacerdocio de Cristo ydel sacerdocio ministerial: después fijaremos la relación entre elsacerdocio de Cristo y el sacerdoClo ministerial; en tercer lugar,proyectaremos esta comprensión teológico-existencial del sacer-docio sobre nuestro ministerio sacerdotal en el contexto de Amé- "'\rica Latina; por último, apuntaremos algunas conclusiones quepuedan ser orientadoras para la formación de los futuros sacer-dotes, que han de realizar su vida y su ministerio simultáneamente,a ejemplo de Jesucristo pastor y enfrentando los desafíos pas-torales de nuestro continente.

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IEl sacerdocio de Cristo

en la Carta a los Hebreos..•~

La explícita afirmación teológica deU;acerdociQ_o del sumos¡J.serd.Qciode Cristo es el resultado de una reflexión y de_~.~d~scubrimiento relativamente tardíos de la primitiy'a comunidad.'L que se expresa sólo en la Carta a los Hebreos8

.

Lo tardío de este descubrimiento y de esta afirmación sobrela sacerdotalidad de jesucristo no resulta extraño si se tiene encuenta que, durante la Vida histórica de jesús de Nazaret, no sepercibió sociológicamente ninguna relación entre el modo de vivirde jesús y la institución sacerdotal típica de la época y del pueblode Israel.

En efecto, como esquemáticamente ha escrito VanlÍoye, his-tórica y socialmente «la persona de jesús no se presentaba comosacerdotal; el ministerio de jesús no había tenido el carácter deun ministerio sacerdotal; y la misma muerte de jesús no aparecíacomo un sacrificio ritual»9.

Según las exigenCias de la ley de Moisés, fundamentalmentevigentes en la época de Jesús, él no podía ser considerado sacer-

B VANHOYE, Albert, Epistuloe od Hebroeos textus de socerdotio Ch-risti (Roma 1969) pág. 9.

9 MARTINI-VANHOYE, Bibbio e vocozione (Brescia 1982) pág. 154.

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·dote, dado que, perteneciendo a la tribu de Judá, no era hijo deuna familia sacerdotal 10. J~súsen ningún momento garticiga ni exig~participar en los clásicos servicios del templo ni en las funcione~sacrificiales i l. Más aún, en el caso de la purificación ritual de un

, I.~proso curado remite al enfermo al sacerdote de oficio'2.Incluso el estilo de vida de Jesús y las normas por las que se

rige son bien diferentes de las usuales entre los sacerdotes de laépoca, diferencias que en determinados momentos quedan ex-plícitamente subrayadas por Jesús13

Sin embargo, aunque Jesús no perteneciera a la clase sacer-dotal de su ambiente, ciertamente apareció con una recia per-sonalidad religiosa'4 que, por diferentes causas, hizo que se orien-tara, durante los años de su vida pública, a un tipo específico deactividades que hicieron que sus seguidores inmediatos lo desig-naran como Maestro o Rabino 15 y que el pueblo sencillo lo intuyeracomo Profeta 1

6,

El dinamismo profético de Jesús de Nazareth, que, optandopor Dios en favor del hombre, entra en conflicto con el sistemareligioso vigente de su tiempo, desembocó en una sentencia demuerte emitida por los tribunales legítimamente constituidos enJerusalén. Como ha escrito Vanhoye, «el acontecimiento del Cal-vario no tuvo nada de sacrificio ritual. Más bien se presentó comolo contrario, lo opuesto a un sacrificio, porque fue una pena legal,la ejecución de una sentencia de muerte. Ahora bien, una penalegal es lo contrario a un sacrificio. Un sacrificio, en la concepciónantigua, es un acto ritual, glorificante, que une a Dios. La víctima

10 DE VAUX, R., Instituciones del Antiguo Testamento (Barcelona 1964)pp. 450-452, 465-466, 505-508.

11 DE VAUX. o.e., pp. 453-454, 460-462.12 Mt 8,1-4: DE VAUX, o.e., pp. 584-586.13 Compárese DE VAUX, o.e. pág. 452, con los textos en los que

se habla de Jesús que bebía, se acercaba a los leprosos y difuntos, convivfacon los pecadores, etc.

14 SCHILLEBEECKX, Edward, Jesús, la historia de un viviente (Madrid1981) pp. 232-244; GALOT, Jean, ¡Cristo! ¿Tú quién eres? (Madrid 1982)pp, 104 ss,

1\ SCHILLEBEECKX, Edward, oe. pp. 198-208.16 MONLOUBOU, Louis, Pro(etismo y profetas (Madrid 1971) pp.

243-250.

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",se ofrece entre ceremonias santas, y así entra simbólicamente enDios. Una pena legal, por el contrario, es un acto jurídico, noritual; no es glorificante, sino infamante; separa del pueblo de Diosy del mismo Dios. Así pues, visto desde fuera. el acontecimientodel Calvario no tenía nada de ritual ni de sacerdotal. Aumentabala distancia entre jesús y el sacerdocio antiguo,.'7. Oficial y públi.camente, la crucifixión y muerte de jesús era el cumplimiento deuna sentencia legal emitida por la autoridad judicial con~ra unmalhechor, como había calificado el Sanedrín a jesús de Nazaretal entregarlo al Procurador Pilato Un 18,30). Oficial y públicamente,ante el pueblo, sobre jesús pesaba la maldición del Deuteronomio:«Si uno sentenciado a pena capital es ajusticiado y colgado de unárbol, el cadáver no se quedará en el árbol de noche; lo enterrarásaquel mismo día, porque Dios maldice al que cuelga de un árbol,

"'\y no debes contaminar la tierra que el Señor, tu Dios, va a darteen heredad" (Dt 21,22-23; Gal 3,13).

De esta manera, el fin histórico de la vida de jesús no sólo loalejaba aparentemente de cualquier posible comprensión sacer-dotal de su existencia, sino que incluso lo excluía del sacerdotalpueblo de Israel, marcado por la grave excomunión del «he-

18rem» .

El acontecimiento de la resurrección del Señor promueve loque ha designado la Teología como el paso del jesús Nazarenode la historia al jesucristo de la fe, ofreciendo a la comunidadcreyente una nueva perspectiva que les permitía nuevas inter-pretaciones y comprensiones de la globalidad de la persona ehistoria del jesús de Nazareth, al mismo tiempo que afirmaba que«Dios resucitó a este jesús (.,.y). exaltado así por la diestra deDios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo que estaba pro-metido, y lo ha derramado" (Hch 2,32-33).

Desde esta nueva perspectiva las nuevas comunidades cristia-nas fueron realizando una serie de descubrimientos sobre la per-

17 MARTINI- VANHOYE. Bibbla e vocazione (Brescia 1982) pp. 156-157.

" ADNE5, P,erre, La penitenCIa (Madrid 1981) pp. 20-23.

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sona y el ser de Jesús que se despliegan en los denominados«nombres» o «títulos» de Jesús,que, según Schillebeeckx, «tienenante todo un carácter salvffico o funcional» 19.

Así, ya inmediatamente después de los acontecimientos dePentecostés, la comunidad cristiana de Jerusalén lo proclama pú-blicamente con el arriesgado nOr'nbre del Justo. En efecto, pres-cindiendo de todas las resonancias veterotestamentarias, el quePedro afirmara en el Pórtico de Salomón, ante la multitud, queJesús era «el justo» (Hch 3,11-16) era comprometerse pública-mente con la inocencia de Jesús, calificando de injusta la sentenciadada por el Sanedrín, aunque pretenda excusarlos añadiendo que«sé que lo hicisteis por ignorancia, y vuestros jefes lo mismo»(Hch 3,18), lo que no evitará el primer encarcelamiento y juiciosobre cristianos en las personas de los Apóstoles Pedro y Juan(Hch 4,1-22).

Simultáneamente, ante el desconcertado pueblo que, hacíasólo pocas semanas, habfa visto condenada la vida de Jesús comola de un malhechor, siendo expulsado de la comunidad y ajusti-ciado en la humillante cruz, el mismo Jesús es afirmado como elMesías prometido (Hch 2,31-32; 3,18; 4, 10, etc.) y como el únicoSalvador, porque «la salvación no está en ningún otro, es decir,que bajo el cielo no tenemos los hombres otro diferente de élal que debamos invocar para salvarnos» (Hch 4,12). A partir deestas intuiciones y afirmaciones -profesiones de fe-- funda-mentales, las comunidades cristianas fueron descubriendo nuevostítulos de Jesús y un original estilo de vida inspirado en los re-cuerdos de los hechos y palabras de Jesús, con la conciencia deque el Cristo vivo les comunicaba la fuerza de su Espíritu20

Dentro de este apasionante dinamismo, en el que las comu-nidades cristianas iban haciendo nuevos descubrimientos de larealidad de Cristo, es el autor de la Carta a los Hebreos el quehará la desconcertante profesión de fe -desconcertante si aten-demos sólo a la exterioridad de la historia del Nazareno encua-drada en el marco social de su época- en Cristo como SumoSacerdote extraordinario (Hbr 4,14), exclusivo (Hbr 7,24), siem-

'9 Jesús, lo historio de un viviente (Madrid 1981) pág. 51 l.20 DUQUOC, Christian, Cristo/agio, Ensayo dogmático sobre Jesús de

Nozoret. e/ Mesfos (Salamanca 1978).

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pre vivo para interceder por nosotros (Hbr 7,25). Lo más inte-resante es que no se trata de una afirmación desnuda. sino de-sarrollada y explicada, de tal manera que nos permite una com-prensión nueva de la globalidad unitaria del Jesús histórico y delCristo glorioso, estableciendo al mismo tiempo unas sólidas basespara determinar el ideal y el modelo del sacerdocio ministerialen la comunidad cristiana.

3. El contexto de la profesión de feen el Sacerdocio de Cristo

¿En qué contexto y en qué circunstancias surge el descubri-miento y la afirmación explícita de Cristo como Sumo Sacerdote?

Los estudiosos de esta carta han encontrado grandes dificul- ~tades para determinar el autor, la fecha exacta y la comunidad ala que está dirigida21

• Pero lo que sí conocemos por el mismotexto son las circunstancias en las que vivía la comunidad.

Se trata de una comunidad que necesita constancia en su fe«para cumplir la voluntad de DIOSy alcanzar así la promesa» (Hbr10,36-37). En la carta se advierte el peligro de la apostasía en susmiembros, atemorizados en parte por persecuciones externasque, si aún no habían llegado a provocar muertes (Hbr 12,4), sinembargo ya habían originado apresamientos y torturas (Hbr 13,3).Simultáneamente, la comunidad se veía rodeada de «doctrinascomplicadas y extrañas» (Hbr 13,9) que invitan a volver a viejasfórmulas de religiosidad más exteriores y menos comprometidas,ofreciendo una tranquilidad, una falsa tranquilidad que el autor dela carta compara con la tentación de Esaú, adVirtiendo que «nadiese prostituye y profana como Esaú, que por un solo plato vendiósus derechos de primogénito» (Hbr I 2, 16). Las consecuencias deesta situación arriesgada y dura Originaban una peligrosa descom-posición interna de la comunidad, con pérdida del amor fraterno(Hbr 13, 1), faltas de asistencia a las reuniones (Hbr 10,24), faltasde atención a los presos y maltratados de la comunidad (Hbr13,3), resistencia a la hospitalidad entre los hermanos (Hbr 13,2),

21 BOURKE, Miles M" «Epístola a los Hebreos>, en Comentario BíbliCOSon Jerónimo T.IV (Madrid 1972) pp. 321-322.

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...•...rechazo e insubordinación contra los propios dirigentes (Hbr13,17) ...

Esen estas circunstancias cuando el autor de la carta, deseandofortalecer y animar a la comunidad, exclama: «Tenemos un gransacerdote al frente de la familia de Dios» (Hbr 10,21), «Jesús,pionero y consumador de la fe, que, por la dicha que le esperaba,sobrellevó la cruz, despreciando la ignominia, y está sentado a laderecha del trono de Dios. Meditad,. pues, en el que soportótanta oposición de parte de los pecadores. y no os canséis niperdáis el ánimo» (Hbr 12,2-3). Surge. de esta manera, en elNuevo Testamento el Jesucristo Sumo Sacerdote en el contextohistórico de una comunidad sometida a duras dificultades y conel peligro de abandonar su fe primera.

Ahora nos preguntamos: ¿En qué consiste y cómo se realizael Sumo Sacerdocio de Cristo, según la comprensión del autorde la Epístola alos Hebreos?

Las primitivas profesiones de fe en Jesús como Profeta, Sal-vador y Mesías invitaban a reconocer en Jesús un Mediador. Enla Primera Carta a Timoteo la formulación es totalmente explícita:«Hay un solo Dios y también un solo Mediador entre Dios y loshombres, Cristo lesúsLhombre también, que se entregó a símismo como rescate por todos» (1 Tim 2,5).

El autor de la Carta a. los Hebreos, teniendo en cuenta laoriginalidad y la novedad de jesús el Mesías, ensaya en la vida deCristo el S:~Quema de la mediación sacerdotal -~«todo sum2~ªcerdote se escoge siemp-re entre los hombre~ y se le estableceRara que los represente ante Dios y ofrezca dones l:: sacrificios[2or los [2ecados» (Hbr 15,1)-, prescindiendo de las exigenciaslegales mosaicas para la constitución de sacerdotes, exigenciascaducas y superadas por un legislador superior a Moisés, que esel mismo Cristo, porque «es cosa sabida que nuestro Señor nacióde judá, y de esa tribu nunca habló Moisés tratando del sacer-docio» (Hbr 7,14).

Es en este ensayo en el que el autor de la carta descubre ajesús como el Sumo Sacerdote.de la Nueva Alianza, pero al mismotiempo. releyendo el sacerdocio desde la experiencia .si!: .~

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llega a descubrir una nueva forma de realización sacerdotAl quepodríamos definir como el modelo del sacerdocio cristiano.

¿Cuál es este modelo de mediación sacerdotal cristiana ycÓmose ha realizado y realiza existencialmente en Cristo, según la Cartaa los Hebreos? Para responder a~a pregunta vamos a considerarlos siguientes aspectos: primero~alidad del sacerdocio y de lam~e ~~.c.'ión sac;,dotal; segundo. í:~;1jetivo inmediato; tercero, lasc . . nes Q~cas para que pueda eXistir mediaCión y mediador;cu' •••, condiUdnes personales;1;e( mediador para poder lIe~ar acabo su me~ión; quinto. '~o' s mediante las cuales realizasu mediación; y sexto. eje i d Y eficacia del Sumo Mediador,del Sumo Sacerdote. Jesucn o.

5. Finalidad de la mediación sacerdotal:la expiación del pecado

La naturaleza del ser sacerdotal es radicalmente religiosa 'iteológica. y su finalidad -según el autor de la Carta a los He-breos- ,es restablecer las relaciones entre Dios y el hombremediante la expiaCión de los pecados (Hbr 1.3; 2,18; 5.1; 9,28;etc.) X la liberación del hombre (2,15; 9.12; etc.). La imagen quepreside en la Epístola. para la determinación de esta finalidad, esla del Sumo Sacerdote en la liturgia del gran Día de la Expiación,«yom hakkipurim». o simplemente «kippur» 22.

Pero en un mundo como el nuestro. en el que se pierdeprogresivamente la conciencia de pecado, es necesario pregun-tarnos: i,g~ntendemos por pecado yqué entendíaQor pecadoel autor de la Carta a los Hebreos? ¡Qué es exp-iación del ec do1-cómo ha de realizarse la expiación sacerdotal del pecado? Sonpreguntas demasiado amplias, a las que pretendo responder conuna cierta brevedad.

En general, podemos decir que. en la Biblia, el pecado esdescubierto por una conciencia crítica y comprometida. iluminadapor la fe, como expresamos con lenguaje de hoy, que enfrenta

22 VANHOYE, A., Epistuloe od Hebroeos textus de sacerdotJO Christl(Roma 1969) pág. 130: ADNE5, Pierre, Lo penitencia (Madrid 1981) pp.17-18; La Mishnó (Madrid 1981) pp. 327-344.

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y ~aliza los males principalmente humanos, es decir, originadosen la libertad del hombre, que se sufren en la historia y en lasociedad. Es decir, ~Lhombre bíblico, en contacto con el mal-como en el caso de la experiencia de su esclavitud en Egipt(}---,DO se contenta con afirmar el hecho, sino que sabiamente buscalas~causasdel hecho para encontrar el oJ2ortuno _remedi(). Pero,sin ignorar las causas inmediatas que lo provocan -causas polí-ticas, sociales, económicas, religiosas, etc.-,¡desde su fe las trans-slende, descubriendo una causa más radical QU~_I20steriormmt~s~~esifica y tecnifica en los diferentes tiQos de causas inmediatas.Esta causa radical y última es el pecado.

LE palabra más expresiva del Antiguo T estameotQ...Rara ex-presar el pecado Y.@.,Wáscercana al Rensamiento ne<lli:stat:lJ.f:D.:-tarl.9...~.~.wecialmente RaulioQ,es~~ •.En el lenguaje profano,«pesha» significa la rebelión polftica y la religiosa, y en lenguajereligioso ~esla rebelión y la desobediencia humanas contra la vo~Iyntad de Dios Que estable¡;:e s:ocuunión cQn el hocubre23,

El pecado, que tiene características de universalidad, «porque-afirma S. Pablo al final de su discurs(}--- acabamos de probarque todos, judíos y paganos, están bajo el dominio del pecado»(Rom 3,9), no es una realidad estática, sino eeligrosameQtedi:námica. La rebelión contra el plan de Dios y el endiosamiento delhombre hacen que el pecado se constituya en «aguijón de lamuerte» (1 Cor 15,56); o, dicho de otra manera, el Qecado hace_quela muerte se transforme en homicidlQ. SanJuan, en su PrimeraCarta, ha resumido perfectamente toda esta visión bíblica delpecado: «Todo el que comete pecado comete también rebeldía,porque el pecado se identifica con la rebeldía» (3,4); «no amar-conforme al mandamiento del Señor- es quedarse en la muer-te, .9diar al proQio hermano es ser un asesino» (3,15), lo queclarifica con el caso de Caín, «que estaba de la parte del malo yasesinó a su hermano. ¿Y por qué lo asesinó? Porque sus propiasacciones eran malas, y las de su hermano justas» (3,12).

La rebelión contra Dios tiene como consecuencia la destruc-ción interna del hombre, de cada hombre, yde la comunidadhumana, porque los hombres «rompen toda regla de conducta,

23 LYONNET, Stanislaus, De peccato et redemptione, T.I: «De notionepeccati. (Roma 1957) pp. 29-37, 39, 54, 87.

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llenos como están de toda clase de injusticia, perversidad, codiciay maldad; plagados de envidias, homicidios, discordias, fraudes,depravación; son difamadores. calumniadores, hostiles a Dios. in-solentes. arrogantes, fanfarrones, con inventiva para lo malo, re-beldes a sus padres, sin conciencia, sin palabra. sin entrañas. sincompasión. (...) y no sólo hacen estas cosas, sino además aplaudena los que las hacen» (Rom 1,22-32f.

Esta realidad dinámica y social del pecado no era desconpcidapara la comunidad a la que se dirigía la Carta a los Hebreos. Elque les dirige la carta les escribe: «Recordad aquellos días pri-meros, cuando, recién iluminados, sostuvisteis recios y penososcombates; unas veces os exponían públicamente a escarnio yvejaciones, otras os hacían solidarios de los que así eran tratados.De hecho, compartisteis el sufrimiento de los encarcelados yacep-tasteis con alegría que os confiscaran los bienes. sabiendo queteníais un patrimonio mejor y estable» (Hbr 10,32-34). En elmomento de escribírsela el autor, parece que las persecucioneshabían arreciado. dado que les invita a la constancia, sin renunciara la valentía primera (Hbr 10,35-36). encontrándose los miembrosde la comunidad sometidos a encarcelamientos y torturas (Hbr13,3) y a la tentación de doctrinas complicadas y extrañas (Hbr13,9), que probablemente les ofrecían un camino fácil para salirde sus problemas.

¿Cuál ha sido la respuesta de Dios frente a esta situación depecado, es decir. de rebelión y de homicidio? En el Evangelio deJuan se afirma que «tanto amó DIOS al mundo que dio a su HijoUnico, para que tenga vida eter~a y no perezca ninguno de losque creen en él. Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo parajuz~ar al mundo, sino para que el mundo por El se salve» Un 3.16-17) 5. Pero ¿cómo obra Jesús frente a esta situación y a la misióndada por su Padre? El autor de la Carta a los Hebreos. recordandola función litúrgica del Sumo Sacerdote en el Día del Perdón

24 El pecado histÓricamente vlsibilizado no supone anarqufa. Existeuna solidaridad socialdel pecado que se estructura Imponiendo suspro-pias leyes. por lasque juzgaa los que se oponen al sistema.de tal maneraque los justos llegan a ser legalmente condenados como malhechores.como sucedió en el caso de Jesús. ••

2> Sobre la exégesis de este texto. véase MATEOS-BARRETO. ElEvangelio deJuan (Madrid 1979) pp. 197-199.

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-«yom ha-kippurim»-, descubre a Jesús, analizando su personay su vida, como el nuevo y Sumo Sacerdote, cuya misión es lapurificación y la expiación de los pecados26

.

Sin duda que para nosotros, como para los hombres delAntiguo Testamento, la expresión «expiación de los pecados»tiene una pesada carga ritualista que nos puede ocultar el signi-ficado profundo que encierra y que, sin embargo, era claro parala comunidad a la que se dirígía la carta que estamos releyendo.Sl<piar el pecado es «abolir el pecado» (Hbr 9,262 'f.... méÍS enc,Qncreto, «quitar los pecados de tantos» (Hbr 9,28), Es deci~c:>!)9.tras palabras, la expiación del pecado es la eliminación del pec~90nSL[2or el aiusticiamiento homicida de los pecadores, Slo.9Ror:_i~L~?nversión, porque «por mi vida-oráculo del Señor-, ih!!o~~.[10SJuiero la muerte del malvado, sino que cam~~qnducta"X viva» (Ez 33, I 1).

Ahora bien, la conversión fundamentalmente consiste en elreconocimiento del estado de rebelión frente a DIOS,con la con-siguiente aceptación obediente de la Soberanía de Dios -«malakYahweh/7

-, que implica el paso de «la inadmisible mentalidadde romper toda regla de conducta» (Rom I ,28) a dejarse regirpor el «amarás a tu prójimo como a ti mismo», el mandamiento,según S. Pablo, por el que queda cumplida toda la Ley (Gal 5,14);mandamiento que modélicamente ha quedado expresado por elmismo Jesús en S,Juan, diciendo: «Amaos unos a otros, lo mismoque yo os he amado» Un 13,34). Las características de esta nuevanorma de conducta según el plan de Dios, las características deeste amor, han sido expresadas por S. Pablo en su Primera Cartaa los Corintios (13,1-5), en abierto contraste con su descripciónexistencial e histórica de la conducta del pecado desarrollada enla Carta a los Romanos (Rom 1,24-32).

S. Pablo, con las primitivas comunidades cristianas, no ignoraque los que proceden en rebelión contra el plan de Dios, rom-piendo toda norma de conducta y fortalecidos con el homicidioen sus manos, son reos de muerte (Rom I ,32). Pero, cuando la

,. Sobre el vocabulario de «expiación» véase LYONNET, Stanislaus,De peccato et redemptione T.II: «De vocabulario redemptionis» (Roma1960) pp. 67-117.

27 HOFFMANN, P" «Reino de Dios», en Conceptos fundamentalesde Te%gra T.IV (Madrid 1966) pp. 53-69.

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comunidad de los hebreos se siente acosada en su carne por elímpetu del pecado radicalmente organizado contra ella, no se lepropone ni la solución de la guerra santa de los Macabeos ni lacobarde apostasía, sino la expiación de los pecados sacerdotal-mente iniciada y realizada por el Sumo Sacerdote Jesucristo. Deesa manera aparece la finalidad del sacerdocio de jesús: la libe-ración de los injustamente oprimidos mediante la conversión, tam-bién liberadora, de los pecados, proclamando el año de .graciadel Señor (Lc 4,19; Is 61,2). Es la proclamación y la venida delReino de Dios,

esumiendo: la finalidad, la vocación, la utopía -dirfamoshoy- del ser y de la actividad sacerdotal de Cristo, que se lerecuerda a la comunidad cristiana de la Carta a los Hebreos, esel mismo del propuesto por Pablo a los colosenses: la reconcilia-ción fecunda del universo entero -de lo terrestre y de lo ce-leste-- en Cristo, en el amor y en la Justicia de Dios (Col 1,12-20).

- ••. Pero, para conseguir acercarse a esta utopía, que a alertoun duro y difícil camino -porque el Reino de Dios y el Evangeliotambién son un método--, el del sacerdote que celebra la liturgiade la expiación del pecado. Pero no es la expiación de un pecadomítico, intelectualizado, domesticado, sino de un pecado históricoy activo -terrorista, diríamos en el lenguaJe de hoy-, que ame-naza con la violencia, incluso homiCida, al mismo sacerdote jesús.lo mismo que a la comunidad de los Hebreos. Al sistema de laviolencia activa Instaurado por el pecado, Dios responde por susacerdote, con el sistema de la expiación activa. Así rompe herOicay pacíficamente la espiral de la violencia.

La actitud sacerdotal de jesús, al comprobar la distancia entrela utopía y la realidad, no es pasiva, sino activa. con una actividadsacerdotal y expiatoria constante. esperanzada y arriesgada, perocuyos primeros resultados positivos constataba Pablo en el mis-terio de su propia vida: el perseguidor homicida se había Integradofraternalmente en la comunidad de los perseguidos; milagro quedespués ve repetirse en la comunidad de los Colosenses, porque«también vosotros estabaiS antes distanciados y erais enemigosjurados por causa de vuestras malas acciones; ahora, en cambio,por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo mortal, Dios os hareconciliado para haceros gente consagrada, sin mancha y sinreproche a sus ojos» (Col 1,21-22).

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Esto nos conduce al análisis de la actitud y la actividad de jesúscomo Sumo Sacerdote.

6. Objetivo de la mediación sacerdotal:• nueva alianza

El objetivo inmediato del sacerdocio de leills, en el <;2[1te>g;Q,de una estrategia para viabilizar la utopía. es el esla9J~cimientQ."(le una nueva alianza entre. ¡¿ios i los hombres.~ Así se nos diceen la Carta a los Hebreos que es «mediador de una alianza nueva»(Hbr 9.15). «de una alianza más valiosa. legalmente establecida enbase a promesas de más valor» (Hbr 8.6) y que deja «anticuadala primera». teniendo en cuenta que «todo lo que se vuelveantiguo y envejece está próximo a desaparecer» (Hbr 8.13).

La instauración y proclamación de la Nueva Alianza. teniendoen cuenta el esquema típico e histórico de la alianza bíblica28

como objetivo inmediato de jesús. es de la mayor trascendencia .para la comprensión del sacerdocio de jesús.

En efecto. la alianza. como instrumento religioso-jurídico es-tablecido por Dios para originar un nuevo Pueblo de Dios. ga-rantiza que la misión y el sacerdocio de jesús sobre el mundo serealice en comunión con otros hombres que. llamados por la fe.creen y tienen esperanza en la misión y en el camino -método-trazados y vividos por jesús. Y al mismo tiempo. permite y exigeque la actividad salvífica de jesús se prolongue históricamente yse realice mediante las acciones históricas de otras personas. Deesta manera, al desafío histórico del pecado se responde con unacontestación histórica. humana y comunitaria. Es decir. la instau-ración de la alianza muestra que el sacerdocio de Crist9 .•...•.ro..pbediencia al plan de Dios, no se Quede entende( en f:!..0e.j.Q..~~a riilig~o de la lucha ehtrUQ~ode!es m íti~~~nY._gelm~ sino sólo como una realidad ~eniendo eJ2",fu~nta.!~.perspectiva de la fe. nace históricamente ~ue actuando hi5~tóricamente, a través de un Pueblo coml2rometido con !esús,l2aracambiar o convertir el dinamismo 't el 5~ntido de la historia do-,

28 HASPECKER,J., «Alianza» en Conceptos fundamentales de Te%glaT.I (Madrid 1966) pp. 63-72.

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minados Ror el pecado, hasta que, sUReradas las divisiones inlustas.Lviolentas entre los hombres. toda la humanidad rinda el ver-dadero culto a Dios que ha comenzado a rendirse ya histórica-mente en la persona de Jesucristo, el Sumo Sacerdote.

Abierta la misión de Cristo a la salvación y liberación de todoslos hombres y de todo el hombre, la nueva alianza la establecetambién con la posibilidad de integrar a todos los hombres sindiscriminación de ninguna clase. dado que "ya no hay má-sJudíoni griego, siervo ni libre, varón ni mUJer, dado que hacéis todosuno con Cristo Jesús» (Gal 3,28). De esta manera. es la originaly nueva alianza instaurada por Cristo la que fundamenta la eXI·gencia de derribar las barreras divisorias entre los pueblos y ponerfin a las hostilidades entre los hombres, y la que ofrece la amnistíauniversal de Dios a todos los hombres (Rom 3.21-25).

7, Primera condición: ",2"""",',1la solidaridad co?\~I}tadre/v'Establecido el fiñ'y el objetivo inmediato del sacerdoClo de

Cristo, corresponde preguntarnos por I~ condiciones báSicasde~u mediación sacerdotal. Del estudio de la Carta a los Hebreosse desprende que son tres: la solidaridad con Dios, la solidari2.adcon los hombres y su insolidaridad activa con el pecado, "Q.QLQ.blJi:.todo sumo sacerdote se escoge siempre entre los hombres paraque los represente ante Dios y ofrezca dones y saCrIfiCiOSpor lospecados» (Hbr 5, I )29,

La Rrimera condición para poder quedar constituido como.mediador sacerdotal es la solidaridad con Dios, dado que el sa-s.~rdocio es en sí mismo ininteligible sin relaCión a Dios.

SD el caso de Cristo aparece una relación única. íQ!i..rrEL.X_~i.r:!gularcon Dios: la filiación divina. que de tal manera lo identificacon el Padre que, en el exordio de la Carta a los Hebreos, seafirma que "El es el reflejo de su gloria, impronta de su ser, élsostiene el universo con la palabra potente de Dios»,

.Pero la relación entre la filiación divina y el sacerdoclo no es.inmediata ni simple, como se desprende del proceso que sugiere

29 Una minuciosa exégeSIS de este texto véase en VANHOYE, Epis-tolo ad Hebraeos textus de sacerdotio Christi (Roma 1969) pp. 92-97.

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el aUtor de la Carta del paso de Hijp a Pontífice: «Hiio y todosomo era, sufriendo aprendió a obedecer y, así consumado,-seconvirtiÓ en causa de salvación' eterna para todos los que le9bedecen a El, pues Dios lo proclamó Sum9 Sacerdote en la línea,de Melguisedec» (Hbr 5,8-10).

En el caso del sacerdocio, éste exige un llamamiento y. unadesi n ción de ori en divin «porque nadie puede arrogarse esadignidad, tiene que designarlo Dios, como en el caso de Aarón»(Hbr:5,4).

J}I llamamiento o vocación de Dios tiene que seguir la res-puesta obediente del elegido, respuesta que el autor de la Cartaa.los Hebreos descubre en Jesús en el mismo instante de entraren el mundo diciéndole a Dios: «f'.9Uí estoy 1.0 para h.~cer .!\d,y,oluntad» (Hbr 10,5-9),

Históricamente, este misterio de la solidaridad de lesús con.oios aparece para el autor de la Carta a los Hebreos en lo preclarode la fe de Jesús-«pionero y consumador de la fe» (Hbr 12,2)--,totalmente sometido a la voluntad del Padre, «[?o~9lJe Yo noQuedo hacer nada J20r mf (...), porque no busco hacer mi voluntad,sino la voluntad del que me envió» Un 5,30). Más aún, descubreI¿nafe plenamente confiada en el momento de la Qrueba, cuandoJe2.-ústenía la sensación de que su ora~~'LQiL.~ª-eD los días de su vida mortal, ofreció oración y súplica, ~~~~.y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; i pios 12._escuchó, pero después de aquella angustia» (Hbr 5,7). ¡

Jesús es, por tanto, ~ Hijo llamado gor el Padre Rara realizaruna difícil misión; misión Que acegta con plena obediencia y que,realiza en la oscuridad de la fe con una constancia y una fidelidadgue le conducen hasta la muerte, «y no hay amor más grande~ dar la vida por los amigos» Un I 5, I 3); Y paralelamente, nohaLmaYOr amor y solidaridad c0r:. Dios g~§ el dar la vida ~_cumeljr la misión,,9.l;;leEl ha.~ncomendado a una p'er~.,?_~~.

8. Segunda condición:la solidaridad con el hombre

k.a mediac.ión sacerdotal ex~ también lapert~nen<¿i,~ a. jiL~omunidad humana 'i. la solidaridad ¡;on el hQmQ(f;:, «~~ todQ.,~umo sacerdote se escoge siemRre entre los homºn:~~» (HQr 5, 1).

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La realidad histórica de Jesús' hoy no ofrece dudas a nadie,como tampoco las ofrecía a las primitivas comunidades cristianas.Pero nos podemos preguntar en qué consistió la solidacLdad de_J~sús con el hombre y cuáles son los niveles que alcanza. En,~stepunto, la Carta a los Hebreos nos descubre profundidades in-sospechadas, al mismo tiempo que pretende aclararlas.

bil solidaridad de lesús con el hombre se construye DrQ2re~sivamente a partir de dos polos que se relacionan mutuamente,y. se hacen madurar Ror su influencia a través de la vida Históricade lesús: el amor y la eXReriencia.

La universalidad del amor de Jesús hacia el hombre, fiel reflejodel amor salvífico de Dios, ha sido afirmada y reflexionada porJuan con ocasión de la conversación nocturna mantenida con Ni-codemo Un 3,16,21). Y no podemos olvidar que" el amor essiempre principio de solidaridad. '"

Pero la solidaridad del amor ...princiDalmente en una situaciQ.o..trágica, se puede vivir a dos niveles diferentes: desde [email protected]•.Cidad de la tragedia. contemplando lo que está sucediendo al otro,9 .QarticiDando como ¡;¡aciente de la misma tragediª,,~~1amor participa' de esta experiencia trágica es cuando busca lassoluciones heroicas.

La vida de lesús. unida a la misión recibida del Padre. le condUlp,a experimentar la debilidad del hombre en todos sus aspectos.menos en el pecado, como se escribe en la Carta a los Hebreos:«No tenemos un sumo sacerdote Incapaz de compadecerse denuestras debilidades. sino uno probado en todo, Igual que no-sotros. excepto en el pecado» (Hbr 4,15). Pero profundicemosen el tema.

La primera gran experiencia de lesús es la extraordinaria fuer-za del mundo del pecado y el aniquilamiento al Que él mismo es~?metido por ser fiel a la misión salvífica y liberadora que Dios_le ha encomendado. Así. en....elproceso de su vida va a eXReri-mentar en R,ropla carne la tragedia del pobre y del o¡;>nmido hast'ts~ld?últimas S:0flsecue~...!-~~1~ ••b.9.~ghl~carece de poder para solucionar sus propios problemas., y queI\?r2,gresivamente es despojado de dicho poder. hasta quedar in-jY,stamente situado entre ,losoficial.Ql~J:1temalh~chores y som~ticjo .a~n ajusticiamiento propio de esc~2~~ y además ..su experienCiade ésta pobreza es tanto más radical cu~e 5t:!f@ ~a.¡.l..lSliwde Dios y sus oraciones clamorosas y con lágrimas aparentemente

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,no han sido escuchadas (Hbr 5,7-10), quedando en su angustia,,sometido a la más trágica e impotente soledad, abandonad~ deDios y de los hombres. Y. sin embargo, tenía la conciencia de serjusto e inocente, sin miedo a poder decir delante de la multitud:«¡A ver, uno que pruebe que estoy en pecado!» Un 8,46). Deahí·su extraordinaria compasión por todos los 120bres de estemundo y su opción preferencial por los pobres. como decimos.",.actualmente, porque él mismo ha padecido el horror de la 120-breza originada por la injusticia de los hombE_~,

Pero, en la Carta a los Hebreos, la experiencia de Jesús fuetodavía más radical. Según el texto, el sacerdote «es capaz de serindulgente con los ignorantes y extraviados, porque a él tambiénla debilidad lo cerca» (Hbr 5,2) ...Es cierto que Jesús no cometiólJ.ecado, pero los testigos de su vida atestiguan en repetidas ocª-:;siones que /esús fue sometido a la tentación y sintió en sí mismoIª debilidad del hombre tentado, como en la noche de Getsemaní,,~l:!,ªndo,con el realismo del Evangelio Q.[imitivo de M.ªr.<;~ma.:-nifiesta delante de sus discípulos: «Me muero de tristeza», Ror9lL~S.2menzaba «a sentir horror y angustia», según el testimonio del.~vangelista (Mc 14,33~34). Y cuando sale de su primera hora deoración y~ncuentra a sus discípulos adormilados, les transmite elconsejo partiendo de la experiencia de su propia debilidad: «Estaden vela y pedid no caer en la tentación: el espíritu es animoso,pero la carne es débil» (Mc 14,38).

Esta experiencia de la debilidaá del hombre frente a la ten-tación le permite comprender compasivamente «a los ignorantes,y a los extraviados» (Hbr 5,2)"es decir, a los pecadores; es decir,lncluso a los injustos enemigos del justo, haciéndole establecer elinaudito precepto: .,Amad a vuestros enemigos y rezad por los.gue os persiguen» (Mt 5,44). El mandato se hace realidad históricaen la vida de Jesús, cuando exclama repetidas veces en la cruz:"Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen» (Lc 23,34). Pabloreflexiona con admiración: «Cristo murió por los culpables. Cierto,con dificultad se dejaría uno matar por un hombre íntegro: contodo, por una buena persona quiiás. afrontada uno la muerte.Pero Cristo murió por nosotros cuando aún éramos l2ecadores:¡:¡.sídemuestra Dios el amor que nosJi~ne» (Rom 5,6-8). Y noconviene olvidar que, cuando Pablo hacía estas reflexiones, re-cordaba que él mismo habfa sido colaborador del grupo quehabía dictado la sentencia contra Jesús y contra Esteban y que le

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había entregado las facultades necesarias para encarcelar a loscristianos de Damasco.

9. Tercera condición:la·insolidaridad con el pecado

Si la mediación sacerdotal de Jesús exige como condiciónprevia la solidaridad con Dios y con los hombres anteriormenteapuntada, exige grn~ll~D.~mente la insolidaridad absoluta con el

_mundo del pecado.En efecto, el sacerdocio está establecido principalmente para

la expiación, es decir, para abolir el pecado (Hbr 9,26) y, de esamanera, quitar los pecados de tantos (Hbr 9,28). Es el método "'\eminente establecido por Dios en Cristo para vencer la rebelióndel hombre frente a Dios, con todas sus consecuencias históricasy sociales, y para instaurar el Reino de Dios entre los hombres.

Desde este punto de vista, la insolidaridad con el Q,~o esy"na condición básica para constituir a un hombre como Sumo?acerdote. En Cristo, esto se va a vivir radicalmente; a diferenciade los Sumos Sacerdotes del Antiguo Testamento, que se veíanobligados «a ofrecer sacrificios por sus propios pecados comopor los del pueblo» (Hbr 5.3). En el caso de Cristo se afirma enrepetidas ocasiones su inocenCia, y expresamente el que no habíacometido pecado (Hbr 4,15; 2 Cor 5,21).

~ero esta insolidaridad frente al pecado no es sólo pasiva-esdecir, Q9..,.,Sometiópecado-- sino activa y conflictiva frente a la9inámica del peca92_51ue históricamente se despliega a través dela agresión de los pecadores.

Por ese motivo, .,históricamente el pecado .g,olpea violenta-me~te a J~ús de tal manera gue !.e.L..91LLllq-s'qE}ocí~gl ~~ªgQ"lqj1j~Q...~¡J.do en favor nuestro, J2ara 91!~ r:o~0tr0sJ!~gáse,!!l9~

_9.:_~erjugicia de Dios en él» (2 Cor 5.21). Es conocida por todosla complejidad de este texto, pero me parece crucial el aclararlopara profundizar en el tema sobre el que estamos reflexionando .

. El texto subraya todo el poder del pecado. En efecto, lapalabra utilizada por Pablo es «hamartía», que tiene una signifi-cación concreta. «Hamartfa» es un estado permanente para todala humanidad, y una victoria con su correspondiente dOminiOdespótico sobre todo el hombre, incluso sobre la misma Ley

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judaica, hasta el punto de haberla hecho su aliada, con el tremendoapoyo de la muerte transformada en capacidad de homicidio.

, Se8.únel texto, al que no conoera pecadoDiQs lo hizoeecad9..c.Según mi oRinión, se trata de una acción ~rmisiva J2revist~J?c:>rDios: en ese caso, el sujeto implícito sería el mundo del ee~que tuvo tanta fuerza que hizo a Cristo pecado, es decir, desde:?ustribunales establecidos en el mismo Pueblo_ de Dios Qudo.º-~c1arar, en nombre de la ley, al gue realmente era inocel}j:~,_como pecador público, de tal manera que su muerte amcier.~a;nte los ojos del mundo como el cumplimiento de una justicia ~la gue se llevaba a término una2..enten~@_l~ggLyj't-'=fdicamente_~stablecida contra un malhechor.

Pero el texto mismo permite una profundización ulterio_~Rodemos olvidar ,.g~~,§_Ralabra «hamartía» corresRonde al~:.breo «harta». Ahora bien, la palabra «harta» admite dos signifi:cados: significa peé§ldo y sacrificio eor eJ.e.~~É.sto nos permitetambién hacer la lectura de que «?-~o había conocido el,Recado, Dios lo hizo sacrificio del pecado por nosotros». Es decir,I~ta sentencia 'Xmuerte emitidas 'X.cumplidas Ror e~'?:9-º~~onstituyendo aJesús como malhechor, fueron asumidas libre-r'0.~f2tepor lesúscomo sacrificio Qor el pecado, de tal maneraque 2~spués de su Resurrección, cuando venga el Espíritu Santo,con este complejo hecho «probará al mundo gue hay culp~inocenCia y sentencia: -primero culpa, porque no creen en mí;tU,ego inocencia, y la Qrueba es gue voy con el Padre ( ...): poridillmo, sentencia, porgue el jefe del orden presente ha salidocondenado» (In 16,8-1 1).

Paradójicamente, ti triunfo del petado sobre I~~~sha sieto elfllismo instrumento ~ksús,-RadecL~r:l<i910 __l;J:1_?J.l._c,;ªm~_L.ba uti:lizado ¡¿ara demostrar la maldad .del sistema y. ofrecer a lo~~::,_,1;adores un camino de conversión y de liberación, No cabe dudade que «la locura de Dios es más sabia que los hombres, y ladebilidad de Dios más potente que los hombres» (J Cor 1,25).

10. Hacia una nueva comprensiónde la segregación sacerdotal

El análisis de las condiciones sobre las que se monta la me·diación, y, más en concreto, la mediación sacerdotal de Jesús, nos

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permite una nueva comprensión de las características de la dis-cutida segregación sacerdotal 30.

La segregación en el caso de Cristo, en ningún momentoaparece en la Carta a los Hebreos que se' haya hecho por se-paración de los hombres, sino todo lo contrario, radical izando lasolidaridad con el hombre y con su destino histórico, de tal maneraque el autor nos afirmará que, "Qor haber sufrido la muerte. estásoronado de gIQIj,ª-.Lde dig,nidad; así Ques.• por la gracia de Dios,la muerte que El experimentó redunda en favor de todos» (Hbr2,9). Es una situación totalmente distinta de la de los sacerdotesdell'ntiguo Testamento, que, eara eoder l2.0nerse en c.s;>!:ltactocpD..la realidad sagrada, tenían Que se.Qararsede toda agt"Jellarealidad humana gU~~Q!l~Dtarrlinarlos.

Pero, además, ,se trata de una solidaridad Que no le ofreceun Questo de Rreeminencia en la comunidad, con el ~Iendor Y. ""

.,Ios Rrivil~ios Que la SOCiedada,fQj!urngCªJ como sucedió con elsacerdocio de Israel, que suscitó ambiciones y envidia (Num 16-17; Sir 45,18; 2 Mac 4.7-8.24, etc.).EI camino de lesús para llegar.e ser Sumo Sacerdote es totalmente _contra.r_iQ.:.J)j,Jnl;:il---S1l~,S,iiCer-docio le ofreció Qrivilegios. y'a Que vivió en @.smismé!?J;gndicionesque cualquier hombre del pueblo del Israel de su tiemQo, e incluso.fue gravemente lesionado en sus derechos humanos31

Su segregación se limitó a la receRción de una misión arriesga,d.é!.que le condujo a la muerte y Q~ermite afirmar: «El HilO delHombre no ha venido a que le sirvan, sino a servir y a dar s':L_vida en rescate por todos» (Mt 20,28).

¿Cuáles son las cualidades fundamentales de Cristo para quepueda ejercitar eficaz e históricamente su sacerdocio en el mundo?El autor de la carta afirma que ",?,.ersumo sacerdote comRasivo(efeémonLt. digno de fe (pjstos) .~n lo Que toca a ..D~~Y_~<illlill'asElos pecados del Q.uebJg~(Hbr 2,17-18).

30 CASTillO, José María, El sacerdocio ministerial (Madrid 1971) pp.62-75.

31 URS VON BAlTHASAR, Ensayos teológicos Vol. 11(Madrid 1964)pp. 475-476.

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eje nuevo aparece en el texto la finalidad del sacerdocio deJesús: la expiación de los pecados, io cual implica históricamente"como ya hemos apuntado, la conversión de los pecadores, ~la aceptación salvífica del plan de Dios y el consiguiente cambio

Ien sus reglas de conducta. Eara que esta conversión pueda rea-lizarse, es necesario -escribe el autor de la Carta a los Hebreos-que el sacerdote, es decir, lesús, haya sido misericordioso y dignQdefeen las cosas referentes a Dios32,

La primera cualidad es la misericordia. En el mundo culturalhebreo, la misericordia tiene unos matices profundos y una riquezaque quedan ocultos a nuestra cultura greco-romana.

_~Parael israelita -ha escrito Léon-Dufour-, la misericordia_se halla en la confluencia de dos corrientes de pensamiento, lacompasión y la fidelidad,

EI¡?rimer término hebreo (rahamim) expresa el apego instin-tivo de un ser a otro. Según los semitas, este sentimiento tienesu asiento en el seno materno (rehem: I Re 3,26), o de unhermano (Gen 43,30). Esel cariño o la ternura. Inmediatamentese traduce en actos: en compasión con ocasión de una situacióntrágica (Sal 106.45), o en el perd6n de las ofensas (Dan 9,9).

Elsegundo término hebreo (hesed), traducido ordinariamenteen griego por una palabra que también significa misericordia(éleos), designa de suyo la piedad, relación que une a dos sereSe implica fidelidad .•Con esto recibe la misericordia una base sólida:~ es ya únicamente el eco de un instinto de bondad, que puedeequivocarse acerca de su bbjeto o su naturaleza, sino una bondad"consciente, voluntaria., Es incluso .r~spuesta a un deber interior,.fidelidad con uno mismo»~.

a uz e estasac araClones, .a mlsencor la sacer ota cm-liana es la ex resión más rofunda de la solidaridad de Cnsto_con la humanidad: se trata de una solidaridad vital y amorOSg-como la de la madre con la criatura que tiene en sus entrañas-y que supone, por ese motivo, una capacidad exquisita para «com,;Rª-gecerse de nuestras debilidades, (por ue ha sido robado en

32 MARTINI-VANHOYE, Bibbia e vocazione (Brescia 1982) pp. 163-168,

33 LEON-DUFOUR, Xavier, Vocabulario de Te%gra Brblica (Madrid1965) pp. 475-476.

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todo igual que nosotros» JHbr 4,15). Pero, al mismo tiempo, esuna misericordia que corresponde al mister~o' de su vocaciónlibremente aceptada. Es fidelidad a sí mismo, es obediencía al DiosSalvador y es fidelidad al hermano incluso cuando fratricidamentelo ha condenado a muerte~4. .

"a segun a cua I a e sacer ate es gue sea «piStOS», es,.decir, digno de fe. ,!~nhoye ha examinado con todo respeto lasdistintas posiciones exegéticas sobre el significado de la palabraen este texto. Su conclusión, tras finos y acertados análisis, es quese trata de una cualidad para que el sacerdocio pueda, tener.efectividad entre los hombre~. Ella traduce como «digno defe»Y5.En expresión más castellana, se puede interpretar como «dignode crédito». «Digno de crédito» es la autoridad necesaria deltestigo y del maestro para gue su palabra pueda ser aceptada.razonablemente .•Los contemporáneos de Jesús recordaban que, "'\cuando él terminaba de hablar, «la gente estaba asombrada desu enseñanza, porque les enseñaba con autoridad, no como sus..J§rados» (Mt 7,28-29) Esta autoridad es tanto más importantecuanto que Jesús afirmaba que «¡;ni doctrina no es mía, sino delque me ha enviado» Un 7, I ". Y el mismo Jesús acreditaba suspalabras afirmando: « r0;'; credenciales son)as obras que hagQ ennombre de mi Padre» (In 10,25}-

ólo un sacer OCIOmlsencor 10SOy Igno e cré ItO pue ehacer .efectiva la expiación de los pecados, I? conversión_ de loshombres al llamamiento salvífico de Dios. Sólo un sacerdoClo queba aceQtado en su vida la metodología propuesta por Di02 parala liberación del hombre y del mundo, tiene autoridad para quelQ.~hombres acepten los desconcertantes caminos de Dios, ra-dicalmente ..•.opuestos a los caminos del triunfo propuestos por el~gimen del pecado. Así VIViÓ Jesússu sacerdocio: con misencordia.X con la autoridad que nace del testimonio de la propia vida.

J4 Es interesante observar la diferenCia entre el rigor del antiguosacerdocio y la misericordia del nuevo en MARTINI-VANHOYE, Bibbloe vocozione (Brescia 1982) pp. 200-204; VANHOYE, Epistoloe od He-broeos textus de socerdotio Christl (Roma 1969) pp. 86-88.

3> MARTINI-VANHOYE. o.e pp. 179-184; VANHOYE, Eplst%e ...pp. 31-32.

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34 ~~~ ~'" '\7 '';' / Sacerdotes dignos de crédito I

12,Ei ministerio de la Palab;a Divina I

Hasta ahora hemos analizado las condiciones y las cualidadessobre las que se establece la mediación sacerdotal de Cristo. Peroahora nos preguntamos sobre los medios con los que jesús des-plegó e hizo efectiva su mediación entre los hombres. La Cartaa los Hebreos nos responde que con el ministerio de la ealabra,con la fundación de unanuevacasa):' conel sacrificio.-- La Carta a los Heb~~;s~;s'a~fine '~I ~r¡sti~~oco~o el hombreque ha hecho profesión de fe en jesús como enviado (apóstol) ysumo sacerdote: «Considerad al enviado y sumo sacerdote denuestra profesión de fe: a jesús» (Hbr 3, 1). El texto ofrece unaserie de novedades que han llamado la atención de los exegetas.En efecto, es el único lugar del Nuevo Testamento en el que seda a jesús el nombre de Apóstol, y se habla de una desconocida'fórmula de profesión de fe en jesús como Apóstol y SumoSacerdote36

,

Prescindiendo de estas curiosidades exegéticas, lo que sí apa-rece claro es Cristo como Apóstol y Sumo Sacerdote siendoobjeto de la fe del cristiano, El problema es cómo se ha suscitadoesta fe, San Pablo, enla carta a los Romanos, nos da directamentela clave: «La fe viene por el oído, y la audición por medio de lapalabra de Cristo» (Rom 10,17). Es el mismo tema que desarrollala Carta a los Hebreos. Tenemos una salvación excepcional «quefu~ anunciada al principio por el Señor» (Hbr 2,3).

Se trata de una palabra que es simultáneamente palabra deDios y palabra del hombre jesús: «En múltiples ocasiones y demuchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros padres porlos profetas, Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por elHijo» (Hbr 1,1-2). Es decir, se afirma que .)a última palabra de=Dios nos ha llegado a través de su Hijo, enviado (apóstoll..t¡::onstituido sacerdote. Por tanto, podemos concluir que la palabrapel lesús Profeta es, simultánea y radicalmente, palabra

. ~ .sacerdotal.

36 STRATHMANN, Hermann, La Eplstola a losHebreos.Texto y co-mentario (Madrid 1971) pág. 54.

37 También en el Antiguo Testamento el sacerdocio tenía ministeriode la palabra, aunque de características especiales;véase DE VAUX,Instituciones del Antiguo Testamento (Barcelona 1964) pp. 454-460.

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La función profética de jesús es clave para realizar su media-ción sacerdotal, y es la que desencadena el proceso histórico quele conduce simultáneamente al ajusticiamiento y al sacrificio.

En efecto, la mediación sacerdotal de éristo tiene como fi-nalidad la conversión del hombre al Reino de Dios, y es medianteel anuncio de la última palabra de Dios como el hombre puedeadherirse a la fe (Mt 28,19-20). jesús se definió a sí mismo en lasinagoga de Nazaret como el ungido para anunciar el mensaje deDios: «El Espíritu del Señor está sobre mí, porque El me ha ungidopara que dé la buena noticia a los pobres» (Lc 4,18). Su intensadedicación al ministerio de la palabra Justifica que sus contem-poráneos lo clasificaran como Maestro y como Profeta.

Pero es su misma palabra la que explica el proceso trágicode la vida de jesús, que desemboca en los tribunales que lecondenan a muerte. kl2alabra del Señor era simultáneamente '"anuncio y denuncia, proslamaciór; deneño.,j~_gr:ªsiª,~~ro ..cong~~ves acusaciones gue eXigían un cambi.~ist~:_.~~_fa_tídlc~consulta en el Sanedrín se basaba en este hecho: «¿Qué_~~~erTl()s?

.Ese hom b!:.e~!iza m~a!esL~.~<!~.ª.C051s ..9.~_~¿2R~_!()cJ().svan a creer en él» Un I 1,48). De esa manera. la. alabra ue da'vida a los homb¡es fue palabra de muerte para ~roplo Jesús;Fue palabra que sirvió eara fundamentar los dos polos en los gue_

ueda tensado vi orosamente el sacerdocio: la salvación de los.hombres y el sacrificio de su vida.

13. Fundar casa y estar al frentede la familia de Dios

El dinamismo de la palabra del Señor condujo desde el prin-cipio a congregar personas a su alrededor. En su vida mortalsurgió un grupo de discípulos y seguidores que le llamaban Señory Maestro, nombres que jesús aceptaba consciente de su misiónUn 13,13). Después de la resurreCCión, pronto se forma la primeracomunidad de hermanos bautizados en el nombre de Jesús elMesías (Hch 2,37-47).

La refiexión teológica de la Carta a los Hebreos nombra a lascomunidades pascuales con el nombre de «casa» o «familia" deDios, afirmando explícitamente que «su familia somos nosotros.

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con tar que mantengamos esa seguridad y esa honra que es laesperanza» (Hbr)6).

El autor deja claramente establecido que toda familia de Diostiene como fundador último a Dios. Pero simultáneamente. desde.el Qunto de vista histórico. no hay familia sin Qatriarca. Desde estaperspectiva establece una diferencia entre Moisés y Jesús. PorqueMoisés sólo fue un miembro de la familia abrahámica, a quienDios confió la misión de transmitir lo que El dijera (Hbr 3,5-6);pero Cristo es el fundador histórico de la nueva familia, lo mismoque, como Hijo, «había creado los mundos y las edades» (Hbr1,2), Es también el Hijo, pero. como Cristo y Sumo Sacerdote.el origen, fundador y fundamento de la nueva creación y, consi-guientemente, de la nueva familia de Dios, y por eso tiene mayordignidad que la familia misma (Hbr 3.4).

Queda claro, por tanto, el ministerio del sacerdocio de Jesúsde crear y fundar' la familia de Dios."Pero ¿qué relaciones estableceel sacerdocio entre Cristo y su familia?

Por una parte, las relaciones son fraternales con los otrosmiembros, «pues el consagrante y el consagrado son todos delmismo linaje. Por esta razón no tiene El reparo en Ilamarloshermanos, cuando dice: "Contaré tu fama a mis hermanos, enmedio de la asamblea te alabaré"» (Hbr 2, I 1-12), Se trata de unafraternidad gue. no se reduce a una comunidad en la ci3;r[l~~jen

I~QgLe, sinQ_E_r:Dbi~rL~D~QLnS~lt~2~j1_~._La_~,2sle~i!~SLY.!:r1,1<t.",muerte, de tal manera que se parece en todo a sus hermanos(Hbr 2.14-18),

Pero, por otra parte, es el hijo que está al frente de la familia(epi ton oikon aotou), Esta presidencia la realiza Jesúscon la palabraque dirige a la comunidad (Hbr 3,7-1 1); con las entrañas de mi-sericordia con las que vive sus problemas y dificultades (Hbr 4.15-16): arriesgando y perdiendo su vida, como «go'el» de su puebloen favor de sus hermanos; con el ejemplo de su constancia en lafe, en medio de tantas dificultades (Hbr 12,2-3); IntercediendoIsiempre por sus hermanos con la oración (Hbr 7,25): liberando

I «a todos los que, por miedo a la muerte, pasaban la vida enterdIcomo esclavos» (Hbr 2, I~I Esta presidencia de Jesús sobre su familia, para que teng,¡ resultados eficaces, exige por parte de los hermanos fe en Jesú

1; (Hbr 3, I ); obediencia ~«se convirtió en causa de salvación etern<11 para todos los que le obedecen a él» (Hbr 5,9)-; fidelidad

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constancia hasta el final (Hbr 2, 1-4); Y mantener la típica conductacristiana establecida por él Hbr 13,1-19 .

14. Lá misión sacrificial del sacerdocio' de Jesús

Siguiendo el desarrollo del autor de la Carta a los Hebreos,llegamos al 'punto capital de la exposición .(Hbr 8, 1), que es el,ministerio sacrificial del sacerdocio de Jesús,con el que JesúsrE,;alizael culto pleno a Dios, en el que cobran toda su fuerza y sentidolos ministerios de la palabra y de la presidencia de su casa. el quefundamentará un sacerdocio sumo, exclUSIVOy VIVO,de una ma-nera permanente, entre DIOS y los hombres.

En la Carta a los Hebreos es pnnClplO aceptado que «a todosumo sacerdote se le nombra para que ofr~zca dones y sacrificios»(Hbr 8,3). Queda establecida de esta manera una relación esencialentre el sacerdocio y el culto sacrifiClal.

Pero la carta distingue dos clases de sacrificios. Unos exterio~.res, o Que sQLQ..Quedenconferir una l2ureza externajHbr 9.14).Son dones y sacrificIos que se ofrecen. pero que «no puedentransformar en su conCienCia al que practica el culto, pues serelaCionan solamente con alimentos, bebidas y ablUCiones diversas,observancias e)(teriores Impuestas hasta que llegara el momentode poner las cosas en su punto» (Hbr 9.9-10). ,

Frente a este tipO de sacrificIos exteriores, expone otro tipode sacrifiCio, el saCrIfiCIOde Jesús-el de la entrega obediente de,s\j vida al Padre por la salvaCiÓnde sus.hermano¿~.~stél:,~~muerteigf)ominiosa en..Ja cruz-, gue eleva y. m~~.2_2J~s9_LS.i~S' elSumo Sacerdote, al mismo tiempo que tiene fuerza para purificar«nuestra conciencia de las obras de muerte, para que demos cult2~I Dios vivo» (Hbr 9,14). .

Pero ¿en qué consiste el sacrificio de Cristol Esa respuesta noes fácil y, sin embargo, su aclaración me parece fundamental parala comprensión del sacerdoClo y del sumo sacerdocio de Cristo.

,J"X De hecho, la muerte de Cristo puede verse desde dos pers-;::;? pectivas diferentes: desde una perspectiva puramente histórica o

desde una perspectiva teológica.Analizada bjstóricamente !.amuerte de Cristo, se trata de una

«passio», como todavía se dice en la narración de los aconteCi-mientos del ajusticiamiento de Jesús. Se, t,rata de una sentencl~injusta que ha sufrido un inocente y que se ha elecutadQ, como

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en tañtos otros casos, ~n un contexto profano que nada tieneque ver con lo religioso. Eticamente examinado el caso, se tratilde una injusticia pública que ni ha podido ser querida ni aprobadapor la víctima inocente. sino solamente soportada. Consiguien-temente, falta una nota fundamental del sacrificio: la voluntad y eldeseo de ofrenda por parte del oferente.

Vista desde el ángulo teológico y ético, el problema es másgrave. Si Dios, para la expiación de los pecados, exige y quierela muerte de un hombre inocente, parece que nos encontramosante una de las antiguas divinidades sanguinarias. agudizado elproblema porque en este caso no es un sacerdote ofuscado, sinoun tribunal positivamente injusto -y, consiguientemente, alejadode Dio$-, el que ejecuta la voluntad del Dios sanguinario. Si esel propio jesús el que desea su muerte, poniendo los mediosoportunos para conseguirla, nos encontramos muy cerca de lafigura del sUicida.

La solución a este problema creo que hay que encontrarla enuna conjunción de los planes histórico y teológico, sin olvidar que.simultáneamente. Dios es el Señor de la historia. pero que loshombres son los únicos protagonistas de la historia.

En el caso de jesús. el tema es apasionante. El aparece en sutiempo inserto en un complejo mundo de sistemas y estructurasque se encuentran. siguiendo la tradición de la humanidad. do-minadas por el régimen del pecado.~l recibe y acepta. obedientea Dios. una misión: la expiación del pecado mediante la conversiór'!,de los hombres y de la humanidad.

_~stamisión es aceRtada por Jesúscon todas sus consecuencias.lo que se expresa en la Carta a los Hebreos poniendo en loslabios de /esús. ya en su entrada en el mundo, las siguientespalabras: «Sacrificios y ofrend't' no los quisiste. en vez de estome has dado un cuerpo a rhÍ- (oo.); entonces dije: aquí esto'[ yoeara hacer tu voluntad. Dios 'f"'QÍQ.? (Hbr 10,5-7).

Lógicamente, Dios conoce el riesgo de esta misión frente a.1[1 sistema de pecado activo. ,Y Jesús, en la entrega histórica a sumisión, después de los primeros triunfos. ,comprende también el,desgo gue está corriendo. ya que se encuentra coml2rometidq~n un caminq que inevitablemente le conduce a la muerte~,c

Su marcha hacia la muerte no es suicida. En repetidas ocasionesprocura evitarla. como en Nazaret (Lc 4.28-29). o en jerusalénen las fiestas de la Dedicación Un 10.39-40); ocasión en la que

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incluso se refugia huyendo al otro lado del Jordán, saliendo de lajurisdicción de la policía del Templo.

yero el riesgo de la muerte no le hace ceder en su misión,,porgue «había que liberar a todos los que, por miedo a la muerte,2~?aban la vida e'ltera como esclavos". (Hbr 2,15).

Esta conciencia que tiene Jesús del riesgo que está corriendo.le origina una certeza de cómo va a terminar su vida. Por eso,en repetidas ocasiones habla de su hora y predice su fin .. Conocasión de la parábola del buen pastor. lo dirá explícitamente:«Nadie me guita la vida, la doy yo voluntariamente". Un 10,18).No cabe duda de que, si Jesús hubiera renunciado a su misión,nadi~habría atentado contra su vida. Pero esto no se lo permitíasu fidelidad al Padre y su amor a los hombres~ .por eso es Jesús,el que entrega voluntariamente su vida. porque no está dispuesto,a renunciar al compromiso de su misión. ..••.

LaJ2.~l:Ütud~cJeestaconciencia y del compromiso de jesús con"..?hLQli~i9JJ.j~.eXJ?.r:~.iª,~Ja institución de la Eucaristía, pocas horasa~s de iniciarse su pasión.f¿:1el contexto de un rito. Jesúsexpresa.:;u decisiÓn y el sentido de su muerte:.« Esto es mi cuerpo que~::~~~:;~~:~~i;::~~;~~a2~'~;)t:::p~,~~;a;;;~6~~:~:~

Cuando el mome'nto se acerca. J.s;s¿ss,ente'ei horrory'la"~ngustla ant~ !"ª.muerte (Mc 14.33-34). Se.encuentra ante el hechoineVitable. Pero no i\;,cepta defender su vida con la clásica violenciadel pecado (Mt 26-"51-54). sinogue sedefiende co['1la fuerz,a..deIªverdad. tanto ante el Sanedrín como ante el Procura~o-r~R~

.~ Pero la sentencia ya se había dictado, días antes, en elconciliábulo organizado por Caifás Un I 1,47-54).

~ sentencia de muerte.D9J.~J?!.:iva.~~.s!l?~<i~.~~s()!).sIa.ri9~cj~~gen~~LJ2.ecill!.2.~.~le~.b!stona. Ante Pilato responde conserenidad: «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si Dios note la diese. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene más culpaque tú" Un 19, II ).P~ro tamQQco lehill=erenqQflªra sU1!1isió~ .y _éL?u_~º-rnºr::Qmis().eltenerque padecer en l2fopia carne inocente.los efectos de una sentencia injustal como lo demuestra en la cruz _al decir: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" ~(...c....23.34). ~n la cruz s~constitute en l!Jez ge sus ~.s~~!...~!['1.2.~0.,!º-ogado de los..mismos 9.L1~inill~~nt~l~ haD._c;Qn.~[@ºº Y.~r1~2~ tarde cantan su victoria.

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-La garantía de haber sido fieLa su misión hasta sus últimasconsecuencias le hace entregarse en el último momento con con-fianza al Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»

,(~s.23,46).~ara lbS 12Q!;Jeres,de este mundo había muerto un malhechor.

fara la comunidad cristiaoa, moría el mártir fiel a su misión. Para~I autor de la Carta a los Hebceos se había consumado el gransacrificio, el que es capaz de cambiar el rumbo del mundo, y conél un Sumo Sacer~ote había,sido c2D~agradº-~Jnter~cie::LI29Cnosotros.

,~os hombr~s! como protagonistas de la historia, han desem-

Reñado libremente sus distintos papeles, supuestas sus diversasopciones. Pero es Dios, el Señor de la historia, el gue como Juezrevela la verdad de la historia.

pl;ro la revelación de Dios, que no es de condenación S!D9de salvación no la realiza con un dato extrínseco a la Dersona y

vida de jesús. Lo justifica resucitándol0, y desde su resurrecciónilumina la muerte de lesús, en la que se manifiesta la palabraescatológlca de Dios.

Esta palabra tiene dos dimensiones. Una, de cara a Dios:«Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unico, para quetenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en El.Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,sino para que el mundo por él se salve» (In 3,16-18), ,E:stees elmisterio de Dios con relación a la humanida<;J.escondido en laoscuridad de los siglos y manifestado en Jesús.

Pero en Jesús, muerto ignominiosa e injustamente y aceptadoR.2!: Dios como sacrificio de ex[?iación, Dios revela la grandeza,d.ela voc~ción del hombre '(los insospechables horizontes de su.humanización. Hombre es el que, sumergido en la dinámica del,!mor salvífico de Dios, se solidariza existencialmente con el horroc~ sus hermanos oprimidos, haciendo de su vida un proyecto deIjberación gue le conduce hasta el martirio, pero a un martirio,realizado de tal manera que, siendo testimonio supremo de suamor a los débiles, es al mismo tiempo misterio de expiación delos opresores, llamada. amorosa de conversión de los inicuos yde los gecadores: "gorgue Cristo murió por nosotros cuando,aún éramos pecadores;-enemigos suyos, históricamente, que lecondenaron a muerte-, ,ªsí demuestra Dios el amor gue nostjene» (d. Rom 5,8-10).-

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La garantía de haber sid2.Ji€lla~1.! rni~D hasta sus últimasconsecuencias le hace entregarse en el último momento con con-fianza al Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»(1&.).3 ,46).

p'ara lbS Qoderes deestt=mundo habra muerto un malhechor.Eara la comunidad cristiaoa, moría el mártir fiel a su misión. Parael autor de la Carta alas Hebreos se había consumado el gransacrificio, el que es capaZ de cambiár el rumbo del mundo, y conél un Sumo Sacerdote. había sido cºnsCi.gr.edQ~jntecs~g~LI2ºrnosotros.

~os hombr~s, como protagonistas de la historia, han desem-p..~.Qadolibremente sus distintos paf2eles, supuestas sus diversas

opciones. Pero es Dios, el Señor de la historia, el que como Juez,revela la verdad de la historia,

p~ro la revelación de Dios, que no es de condenación slD9de salvación, no ía realiza con un dato extrínseco a la Dersona y

vida de /esús. Lo justifica resucitándolo, y desde su resurrección,ilumina la muerte de lesús, en la que se manifiesta la palabr\1escatológica de Dios.

Esta palabra tiene· dos dimensiones. Una, de cara a Dios:" Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Uhico, para quetenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en El.Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,sino para que el mundo por él se salve» (In 3,16-18), ,E:stees elmisterio de Dios con relación a la humanida<;i. escondido en laoscuridad de los siglos y manifestado en Jesús.

~o en Jesús,muerto ignominiosa e injustamente y aceptadoRQ!: Dios como sacrificio de eXQiación, Dios revela la grandeza,d,e la vocación del h9mbre y.los insospechables horizontes de su..humanización. Hombre es el que, sumergido en la dinámica delamor salvrfico de Dios, se solidariza existencialmente con el horror~\d.S hermanos oprimidos, haciendo de su vida un f2royecto deliberación que le conduce hasta el martirio, pero a un martirio,realizado de tal manera que, siendo testimonio supremo de suamor a los débiles, es al mismo tiempo misterio de expiación delos opresores, llamada amorosa de conversión de los inicuos yde los Qecadores: "Qorgue Cristo murió por nosotros cuando,aún éramos pecadores:-enemigos suyos, históricamente, que lecondenaron a muerte-, ,así demuestra Dios el amor que nostiene» (d. Rom 5,8-10).-

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En realidad, la revelación de Dios y la revelación del hombreque se realizan en la muerte de Cristo son lasdos caras coherentesde una misma moneda. El dinamismo liberador de Dios generaa,.través de Cristo el J2royecto de un hombre nuevo Qara la,construcción de un mundo nuevo en el que «ya no habrá muerte.ni luto ni llanto ni d210r,.Qu~_19_e:J.~_~Qt~sha pasado» (Ap 21 .4).

Pero es interesante advertir que.,este sacrificio de jesús, quenos revela al verdadero jesús, es un sacrificio con fuerza trans-formante para originar nuevos hombres-nuevos como jesús. Elautor de la Carta a los Hebreos hace una contraposición. Refi-riéndose a los sacrificios exteriores del Antiguo Testamento, afir-ma que «los sacerdotes están todos de pie cada día celebrandoel culto, ofreciendo una y otra vez los mismos sacrificios, incapacesde quitar los pecados» (Hbr 10, I 1), porque «se ofrecen dones ysacrificios que no pueden transformar en su conciencia al que ..•.••practica el culto» (Hbr 9.9). Sin embargo, jesucristo, «con unaofrenda única,' dejó transformados p3;ra si;;'Qre a los que va,consagrando» (Hbr 10,14).

¿Cómo se despliega esta fuerza transformante sobre la hu-manidad a partir del sacrificio de Cristo? El entusiasmo por elvalor y la novedad del sacrificio de Cristo nos podría conducir ainterpretar su efectividad con una mentalidad ingenua y mítica.Tanto San Pablo como el autor de la Carta a los Hebreos nossacan de ese sueño fácil, tentación permanente de la humanidad.

Si punto de enlace entre el hombre [?ecador y el sacrificio de;Qisto se realiza a través del engarce de la fe. «Ahora, en cambiO,independientemente de toda Ley, está proclamada una amnistíaque Dios concede (",), amnistía que Dios otorga por la fe enJesucristo a todos los que tienen fe. A todos sin distinción, porquetodos pecaron y están privados de la presencia de Dios; perograciosamente van siendo rehabilitados por la generosidad deDios, mediante el rescate presente en Cristo Jesús; Dios nos loha puesto delante como lugar donde, por medio de la fe. se .expíar:) los pecados con su propia sangre» (Rom 3,21-26). :r.la fe .Sju[?oneno sólo una confianza en un perdón extrínseco de nues-.1ros pecados, en una purificación exterior que no puede trans-formar la conciencia, sino que, como dirá la Carta a los Hebreo,s(Hbr 9.9), ir:!l!2licaadem2S una conversión interna, a la gue va unida~I coml2romiso del seguimiento de Cristo con ~na identificación

~n su misión, en ~?,:L~sjjlo"de~191..Z::J:I'.~u".E'!~.~!l2<!?9~..~~~.ión.

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lSacerdotes dignos de crédito

I¡-'--;:,""""_•••._~-:----;--;---~-:--:--.----;-.,--'1""""-1Por ese motivo, cuando la comunidad a la que se dirige la

Carta a los Hebreos, por razón de las dificultades, entra en si-tuación de crisis, el autor de la carta les hace recordar «aquellosprimeros días, cuando, recién iluminados, sostuvisteis recios ypenosos combates» (Hbr 10,32), Y les invita a la constancia, po-niendo «fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, Jesús»(Hbr 12,2).

La, .muerte sacrificia) de Cristo es repondida por el Padrejustificando a su Hijo en la Resurrección, sentándolo a la derecha,

. d~ [?oder de Dios y proclamándolo Sumo Sacerdote vivo, per-eetuo r exclusivo.

Estas afirmaciones, que nos parecen recoger el pensamientode la Carta a los Hebreos, incluyen implícitamente diversos plan-teamientos y cuestiones que pueden ayudar a comprender másprofundamente el sumo sacerdocio de Cristo .

. La primera de estas cuestiones es cuándo quedó Cristo cons~tituido como Sumo Sacerdote. Yanhoye ha planteado teórica-, ._-"",._., .,-.~ ••.• ,,- "8

mente~,iltro J22.~,icio~9~!.9J.~s~.~obre el tema3

. Prescindiendode las inevitables discusiones sobre esta cuestión, f?ropongo miI2!:2pia opinión~ con las consecuencias que implica para la com-prensión del Sumo Sacerdocio de Cristo.

El autor de la Carta a los Hebreos afirma que Jesús, ~sufriendo,al?rendió a obedecer y, as! .consumado, se convirtió~~O••s.au~~.desalvación eterna f?aratodos Jº-s~~~'p~dec~~I,~~.?_ºi()sLO.J2roclamó como Sumo Sacerdote en la línea g~Melguised~~(Hbr 5,9-10). !n~~ta direccióDJ?arece gue t~Q~m.2s._ql,!~_2-f.it:rTI.argu~, en un desarrollo lineal, el Sumo Sacerdocio se realiza l_~esta con la resurrección y, consiguientemente, gue no existiótal sacec9ocio durante la vida terrestre de Jesús.

En esta misma línea parece definirse la Carta a los Hebreosafirmando explícitamente: «Como a todo Sumo Sacerdote se lenombra para que ofrezca dones y sacrificios, era indispensableque él también tuviera algo que ofrecer. Ahora que, si estuviera

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en la tierra, no sería ni siquiera sacerdote, pues, ya están los queofrecen los dones presentos por la Ley. Pero el servicio de éstoses un esbozo y sombra de lo celeste (...). De hecho, a él le hatocado una liturgia muy diferente, pues él" es mediador de unaalianza más valiosa» (Hbr 8,3-6).

La afirmación de la carta es de la mayor transcendenCla: n()admite en /esús un mero sacerdocio competitivo dentro de un,mismo tipo de sistema., Para prestar el servicio de la purifi¡:aciónexterna ante la comunidad, no era necesario el sacerdoClo deCristo; para eso ya estaba legal y sociológicamente establecido enIsrael y en los otros pueblos su propio sacerdocio. Por eso, sigueafirmando, si estuviera en la tierra, ni siquiera sería sacerdote.

c?e trata, Dor tanto, de un sacerdocio oriQinal y nuevo, cuyafI1ediación tiene como objetivo cambiar a los hombres por dentro,convirtiéndolos en su conciencia. ¡Cuánd.o surge este sacerdocic¿en Cristo? Nuestra opinión es gue surge con su muerte, lo queexplicará la afirmación del Sumo Sacerdocio de Cristo no terreno

._sino celeste, no transitorio sino eterno.r En efecto, según la "mentalidad del autor de la Carta a losHebreos, ~upuest~ la eos!ura inicial de Jesúsde obediencia al Padre.(obediencia que atraviesa toda la vida histórica de Cristo), en elmismo jesús se fue dando una transformación interna, un proceso,de conversión, no del pecado a la amistad con Dios, pero sí dela obediencia optada a la obediencia experimentada a través deIªs dificultades y tentaciones. (Hbr 2, I 8; 4, I 5; 5,7, etc. ), de talmanera que la Carta a los Hebreos no tiene reparo en afirmarqu~«sufriendo, aprendió a obedecer;- (Hbr¡5,3). Es en la ex-Qeriencia de su muerte donde Jesús tiene simultáneamente lae~peri~l'ls:i~,.2YJ2rerY1a.d~su obedienCia al Padre y de su-amor alos hombres, y es en su muerte donde queda fijada de una formairrevoc.ilble );;,consiguientemente, eterna la postura de Cristo anteDios_L~Dte los hombresJijada definitivamente esta opción fun-damental de Jesús, que coincide con la opción salvífica de Diosmismo, es cuando el Padre lo identifica consigo,r: a su Hijo-tlombre lo exalta y lo eleva constituvéndolo en el Sumo Eterno'i Exclusivo Sacerdote de la humanidad . .

Pero, desde el punto de vista teológico, líe I~J2~ede consl:f

qerar 2ª~erdote en el período de su vida histórica? Creo quepodemos.~firmar con Vanhoye que hay un primer estadio delsacerdocio de Cristo: ~acerdocio «In fieri», .un sacerdoCJo

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en la tierra. no sería ni siquiera sacerdote. pues. ya están los queofrecen los dones presentos por la Ley. Pero el servicio de éstoses un esbozo y sombra de lo celeste (...). De hecho, a él le hatocado una liturgia muy diferente. pues él" es mediador de unaalianza más valiosa» (Hbr 8,3-6).

La afirmación de la carta es de la mayor transcendenCJa: noadmite en /esús un mero sacerdocio competitivo dentro de urJ"mismo tipo de sistema ...Para prestar el servicio de la purifi¡::aciónexterna ante la comunidad, no era necesario el sacerdoCJo deCristo; para eso ya estaba legal y sociológicamente establecido enIsrael y en los otros pueblos su propio sacerdocio. Por eso. sigueafirmando. si estuviera en la tierra. ni siquiera sería sacerdote.

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_,sino celeste. no transitorio sino eterno,,En efecto, según la "mentalidad del autor de la Carta a los

Hebreos. ~l!J2uest51laf??stura inicial de Jesúsde obediencia al Padre,(0gediencia que atraviesa toda la vida histórica de Cristo). en elmismo jesús se fue dando una transformación interna, un proceso,sL~conversión. no del l2ecado a la amistad con Dios. pero sí dela obediencia optada a la obediencia experimentada a través deIªs dificultades y tentaciones, (Hbr 2. I 8; 4. I 5; 5,7, etc.). de talmanera que la Carta a los Hebreos no tiene reparo en afirmarqu~ «sufriendo. aprendió a obedecer» (Hbr5.a). Es en la ex-~ncia de su muerte donde Jesús tiene simultáneamente lae~J2eri~~§,"~~e su obedienCia al Padre z:: de su·amor alos hombres. y es en su muerte donde queda fijada de una formairrevocable 'Y.consiguientemente. eterna la postura de Cristo anteDios,L.a.nte los hombresJiJada definitivamente esta opción fun-damental de Jesús. que COincide con la opción salvífica de Diosmismo, ~s cuando el Padre lo identifica consigo.t, a su Hijo.:!1ombre lo exalta y lo eleva constituvéndolo en el Sumo Eterno'i Exclusivo Sacerdote de la humanidad.

,Pero, desde el punto de vista teológiCO, ~J2.uede consl:derar sª~~~ en el Qeríodo de su vida histórica? Creo quepodemos.~firmar con Vanhoye que hay un primer estadio delsacerdocio de Cristo: ,es un sacerdocio «in fieri», ,un sacerdoCJo

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en marcha y que se va construyendo progresivamente, que alcanzasu madurez en los acontecimientos de la muerte de Jesús, que s~~ia definitivamente en el mismo acontecimiento de su muert~sacrificial y que se revela, se manifiesta y se constituye en plenitud ~en el misterio de su resurrección~9.

Esto nos conduce a una profunda concepción del sacerdociorevelada por Dios en Cristo su Hijo:sacergote ~s el hombre 9ue~-~dentificadocon el proyectosalvífico de Dios, y fiel al misma:-h_~ce.siesu vida una muerte sacrificial y expiatoria en favor de sushermanos pecador~ para g:.,Jeen el viejo mundo del pecado,p-ueda instaurarse la paz y la alegría del Reino de Dios.

Jesús ha sido el pionero y el consumador, en su propia vida,de esta aventura divina.5.~~ncuentra a la derecha de Dios, siemQreintercediendo por nosotros, y permanece como el modelo ejem-plar del hombre nuevo comprometido en la instauración de u~mundo nuevo, conforme al proyecto de Dios. Así habla el autorde la Carta a los Hebreos, escribiendo a una comunidad que sesentía s;ansada en .':11edl~c:l§.tantas dificultades y que padecía la;tentación d~~~rlaugurar un camino propio, olvidando el caminoabierto por Cristo, el Gran Sacerdote que está al frente de lafamilia de Dios, que somos nosotros.

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11Sumo Sacerdocio

de Cristoy sacerdocio ministerial

Las conclusiones de la Carta a los Hebreos son claras y ter-minantes, después de haber desarrollado la originalidad y novedaddel sacerdocio de Jesús: Cristo es el Sumo Sacerdote 40, exclusivoy único para los tiempos de la Ultima y Nueva Alianza, y que estávivo sentado a la derecha del Padre.

En la fe universal de la Iglesia es evidente que este sacerdociode Cristo continúa manifestando históricamente su funClonalldadcon relación al mundo a través de su cuerpo visible que es laIglesia, a la que Pedro ha definido como «linaje elegido, sacerdocioreal, nación consagrada. pueblo adquirido por Dios, para publicarlas proezas del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz»(1 Pt2,9-IO),

Pero, supuestas las bases de fe sobre el Sumo Sacerdocio deCristo, a través de la historia de la Iglesia y en nuestros mismosdías se ha ido planteando una serie de problemas sobre el sa-cerdocio ministerial, con consecuencias senas para la comunidadcristiana, como sucedió en la época de la Reforma Protestante.

40 DE VAUX. InstituCiones del Antiguo Testamento (Barcelona 1964)pp. 508-514.

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,--.l. Origen de la problemática

Como nos ha afirmado con agudeza José María. Castillo, «laactual problemática sacerdotal no se ha suscitado fundamental-mente como el resultado de una reflexión sobre los datos teo-lógicos del sacerdocio o como una duda planteada a partir de lasfuentes, sino como consecuencia de la vida en sr misma; de la vidaproblematizada de los sacerdotes». Y añade: «Lo cual nos llevaa pensar que lo que fundamentalmente está en juego no es elproblema de unas ideas que interpelan mi vida, sino el problemade una vida que busca justificación o explicación en unas ideas.Lo que cuestiona a tantos .sacerdotes y lo que provoca la crisisde tantos sacerdotes es, antes que nada, un conjunto de cuestionesvitales que inevitablemente revierten como interrogantes sobrelos principios mism.os de la teología del sacerdocio» 41.

Honestamente, pienso que el proceso actual sobre la proble-mática sacerdotal es e~ mismo proceso que siempre se ha re-petido: de la problemática de la vida a la problemática de lateologíá~ y que en nuestro caso termina en la pregunta: ¿ en quéestá lo específico y lo original del sacerdodo cristiano?

Nos encontramos en situaciones muy similares a la de la co-munidad de la Carta a los Hebreos, situaciones en las que sere plantea por necesidad la globalidad de la vida tal como se havivido hasta un momento determinado. El cuestionamiento vitalpuede desembocar en una apostasía o en una radicalización delmisterio en el que se enraíza la vida. El autor de la Carta a losHebreos renuncia a soluciones fáciles o coyunturales, y encuentraen la reflexión de la fe en Cristo la verdad del camino que ha deseguir con constancia la comunidad desconcertada y atribulada.La respuesta se encuentra siempre, al final, en la Palabra Reveladade Dios, que es Jesús, «fijos los ojos en el pionero y consumadorde la fe, Jesús» (Hbr 12,2).

Este es el método que pretendo seguir en este capítulo: re-flexionar sobre el sacerdocio ministerial y su problemática desdela reflexión sobre el Sumo Sacerdocio de Cristo.

" CASTILLO, JoséMarra, El sacerdocio ministerial (Madrid 1971) pp.7·14.

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Teniendo en cuenta las afirmaciones sobre el Sacerdocio deCristo propuestas por la Carta a los Hebreos -sacerdocio sumo,vivo y exclusivcr-, tendremos que afirmar que el sacerdocioministerial es sólo un sacerdocio relativo o, dicho de otra manera.que no tiene consistencia en sí mismo --como lo tenía el sacer-docio del Antiguo T estamentcr-, sino sólo en relación con Cristoy, más en concreto, con el Sumo Sacerdocio de Cristo.

El lenguaje no es nuevo en teología, ya que, cuando los teó-logos estudian el sacrificio de la cruz y el sacrificio eucarístico,afirmando que el único sacrificio absoluto de la nueva alianza esel sacrificio cruento de Jesús en la cruz, tal como se manifiesta enla Carta a los Hebreos, concluyen afirmando que el sacrificioeucarístico es relativo y múltiple, afirmación de la que se derivará '"pos~eriormente una gran variedad de teorías42

.

En realidad, al afirmar la sacerdotalidad relativa del sacerdocioministerial, lo que estamos afirmando es su sacramentalidad y,más en concreto, que el sacerdote es, en la comunidad cristianay para el mundo, el sacramento de Cristo como Sumo Sacerdote.

En las reflexiones que siguen pretendo desarrollar las impli-caciones que supone esta afirmación. al mismo tiempo que esperoque dicho desarrollo sirva como fundamento para Justificar laafirmación.

Esencia del sacerdocio, según la Carta a los Hebreos. es lafunción mediadora entre Dios y los hombres. ¿Hasta que puntose puede aplicar esta función al sacerdocio ministerial?

Dentro de una comprensión teológica de los sacramentos,podemos afirmar que la sacramentalidad es un sistema de me-diación histórica mediante el cual el Cristo vivo, que habita enmedio de nosotros, pero invisible y sólo captable desde la fe.manifiesta la continuidad de su misión y de su acción salvífica enel devenir de la historia.

'2 AUER, Johann. Sacramentos. Euco"stla (Barcelona 1975) pp. 273,282.

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Desde este punto de vista, y en un primer estadio, se puedeafirmar que la Iglesia como sacramento, y todo su sistema internosacramental, es primariamente. mediación histórica entre el hom-bre histórico y el Cristo glorioso y resucitado, transhistórico, quecontinúa siendo el único y exclusivo mediador entre el Padre ylos hijos rebeldes, y entre los hermanos fratricidas,

Pero tampoco podemos olvidar que la conexión entre Cristoy la mediación histórico-sacramental no es de yuxtaposición me-cánica, sino de integración vital, casi biológica, como la ha expre-sado San Juan en la alegoría de la vid y los sarmientos Un 15,1-10), y San Pablo en el tema del Cuerpo de Cristo (1 Cor 12),que le permite afirmar que la globalidad cabeza-cuerpo se de-nomina "Cristo» (1 Cor 12,12), de tal manera que el fornicarioquita un miembro a Cristo para hacerlo miembro de una prostituta(1 Cor 6,15-18), Ahora bien, es en el despliegue histórico de unapersona donde se 'manifiestan, se actualizan y se hacen efectivosel ser, la vocación, la misión y la función de dicha persona, y,conslguientemente, es por la Iglesia y su sistema sacramental comose manifiesta, se actualiza y se hace efectiva la mediación del Cristoglorioso, que es el centro vital, aunque invisible, de la Iglesia, Eneste sentido podemos afirmar que, siendo Cristo el único me-diador, sin embargo, la Iglesia participa vitalmente de la mediaciónde Cristo, de tal manera que cón toda verdad, aunque con unadimensión relativa y participativa, se la puede llamar "pueblo sa-cerdotal»,

Cierto que esta reflexión teológica nos puede ayudar parauna comprensión de la sacerdotalidad de la Iglesia, es decir, delsacerdocio común de los fieles, Pero el problema se plantea auna instancia posterior: cuando pretendemos profundizar en elmisterio de la mediación específica del sacerdocio ministerial4J

.

Para proseguir nuestra reflexión, quiero dejar como presu-puesto establecido por el magisterio y afirmado por nuestra fe,la sacramentalidad específica del sacerdocio ministerial. Pero, eneste supuesto, nos preguntamos en qué consiste la específicamediación sacramentalizada del sacerdocio ministerial.

;) GALOr, Jean,Tealaglo del socerdazia (Flrenze 1981) pp, 104-129;GIBAUD, Michel, Socerdacia común y socerdacia ministerial en Yves Cangary en el Vaticano 11(Roma 1983), con amplia bibliografía sobre el tema,

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En la Carta a los Hebreos aparecen dos claras formalidadesde Cristo complementarias entre sí, pero al mismo tiempo per-fectamente diferenciadas.

Por una parte, es evidente que jesús aparece como hermanode todos los hombres, y más específicamente de la comUnidadcristiana, a la que se denomina «familia de Dios» (Hbr 2, I 1-13).Pero, simultáneamente, proponiendo la diferenCia con Moisés,presenta a jesús como fundador de la nueva familia. al m.lsmotiempo que, «como hijo que es, está al frente de la familia deDios» (Hbr 3,3-6); lo cual, traducido a lenguaje sacerdotal, quedaafirmado diciendo que «tenemos un sumo sacerdote al frente dela familia de Dios» (Hbr 10.21).

Me parece claro que esta dimensión del Sumo SacerdoClo deCristo -fundador y «estar-al-frente-de»- no se manifestaríahistóri.camente en la familia de Cristo si en el interior de la mismafamilia no hubiese un sacramento específico que hiciera presenteal Cristo Sumo Sacerdote baJo estos aspectos. En efecto, sin estesacramento específico, la comunidad haría sólo una referencia aun pasado histórico en el que se descubriría a jesús como Fun-dador, de una forma similar a como las antiguas tribus y pueblosrecordaban a su patriarca. Pero el acto fundacional de jeSlJSy el«estar-al-frente-de» no es sólo un recuerdo histórico. Sino unarealidad siempre actual y efectiva, porque «Jesucristo es el mismohoy que ayer y será el mismo siempre» (Hbr 13,8); es el SumoSacerdote que hoy sigue fundando y presidiendo su familia. Lasacramentalización histórica de esta dimensión del sacerdoclo deJesús es, a mi juicio, la que corresponde a la sacramentalidadespecífica del sacerdocio ministerial.

4. La sacramentalización del Sumo Sacerdociode Cristo: el carácterPero ¿cómo sacramentaliza Cristo en la comunidad su di·

mensión de Sumo Sacerdote, en el sentido específico que aca-bamos de apuntar?

Dentro del sistema sacramental de la Iglesia, toda sacramen-talización en sentido estricto se realiza mediante un acto ritual ycultural de la comunidad donde nace la nueva persona-sacra-mentalizada.

El rito realizado por la comunidad tiene a Cristo como fun-dador, y la comunidad reconoce que, celebrándolo ella feno-

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·mene+ógica e históricamente, es Cristo vivo el agente principal,de tal manera que dichas acciones rituales son entendidas comoacciones de Cristo.

En el caso del sacramento del Orden, la celebración ritual serealiza sobre un varón elegido del Pueblo de Dios, que quedasacramentalizado como sacerdote ministerial mediante la impre-sión del "carácter, que no puede ni borrarse ni quitarse», segúnfue definido por el Concilio de Trento44

Pero ¿qué es el carácter sacramental y, más específicamente,el carácter que se imprime en el sacerdocio ministerial? Estamosllegando a un punto crucial para la comprensión del sacerdocioministerial, punto en el que radican las exigencias y las posibilidadesde la vida y del ministerio sacerdotal4s.

El hecho del carácter, a~rmado por el magisterio, es, en ge-neral, un tema oscuro y de diffcil tratamiento entre los teólogos.A mi juicio, la intuición más valiosa sobre el tema la ha presentadoScheeben al escribir: "Podrramos decir que la gracia es el en-noblecimiento y la elevación de nuestra naturaleza y de nuestraactividad mediante la sublimación y transformación de las mismas,y que el carácter es el ennoblecimiento y la sublimación de nuestrahipóstasis, por cuanto la eleva a cierta unidad con la de Cristo yla hace participar de la consagración que esta última adquiere porla dignidad divina del Logos» 46. Expresado de otra manera, po-demos afirmar con Scheeben que el carácter afecta a la personamisma del consagrado, originándose una elevación hipostática.

Pero, tras la intuición de Scheeben, tenemos que seguir pre-guntándonos en qué consiste la elevación hipostática desenca-denada por la celebración sacramental sin sustitución de nuestrapersona humana. La respuesta creemos encontraria cuando ad·vertimos la diferencia entre la responsabilidad y la libertad, te-niendo en cuenta que la responsabilidad se realiza a nivel del

44 Cone. Trento, Sess. XXIII, cap. 4 (Dz. 960).15 SCHEEBEN, Matthias Josef, los Misterios del Cristianismo (Barcelona

1984) pp. 615-627; RUFFINI, .EI carácter como visibilidad concreta delsacramento en relación con la Iglesia., en Conci/ium n. 31, pp. I 11·/24;MARRANZINI, Alfredo, .Problematica del caractere Sacerdotale dopoil Concilio Vaticano 11., en Aspetti dello tea/agio del sacerdozio dopo iIConcilio (Roma 1974) pp. 25-64.

16 SCHEEBEN, O.e.,pág. 617.

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núcleo mismo personal, ya que es la persona la responsable desus actos, como sujeto último de atribución.

Desde esta perspectiva, el carácter significa la elevación quese origina en la persona al ser llamada por Cristo a participar desu propia responsabilidad, de la responsabilidad del Mesras y delCristo glorioso; responsabilidad que al mismo tiempo es conociday reconocida por la fe de la Iglesia en las personas en cuyo favorcelebró el correspondiente sacramento consecratorio en ell'lom-bre y con la fuerza del Señor, aceptándola o como miembro dela Iglesia --caso del bautismo-, o como miembro cualificado dela Iglesia --caso del sacramento de la Confirmación y del Orden.

Aplicando esta teoría teológica al caso del sacerdocio minis-terial, las consecuencias son lógicas y de fácil comprensión.

Primero, el sacerdote, mediante el carácter, es el hombre queha sido llamado por Cristo para participar sacramentalmente en "'.su responsabilidad de fundar y estar al frente de su familia, de talmanera que la comunidad reconoce tal responsabilidad con laconsiguiente autoridad.

Segundo, dicha responsabilidad no la puede conferir demo-cráticamente el pueblo de Dios, porque nadie puede dar lo queno tiene, y dicha responsabilidad es radicalmente exclusiva delSumo Sacerdote, Cristo, que ha fundado la familia y que continúavivo en medio de la comunidad.

Tercero, si la responsabilidad de Cristo en este punto esperpetua, la sacramentalización de dicha responsabilidad tambiéntiene que serio, lo cual justifica la afirmación de T rento de «uncarácter que no puede ni borrarse ni quitarse». Se trata, portanto, de una responsabilidad que, una vez que ha sido librementeaceptada por el sujeto y entregada por Cristo en la celebraCiónritual de la comunidad cristiana, ni el ordenado sacerdote puedeposteriormente renunciar a ella ni la comunidad puede arreba-társela, ni siquiera en el caso límite de que fuese expulsado de lapropia comunidad cristiana, Se comprende que el nacimiento yla aceptación de una responsabilidad de este tipo tiene que surgiren un contexto de absoluta libertad, en el que la entrega del dones la respuesta de Cristo a la oración y a la petición del que deseaser consagrado y de la comunidad que le acompaña 47

<7 La palabra de DIos se puede conSiderarcomo don-llamada. mien-tras que los sacramentos son don-respuesta.

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El nuevo sacerdocio ministerial, por tanto, se constituye comotal por el denominado carácter sacerdotal, es decir, por una ele-vación hipostática que le hace participar sacramentalmente de laresponsabilidad del Sumo Sacerdocio de Cristo con el vigor o lasfuerzas necesarias para mantener la fidelidad y la constancia in-herente a la misma responsabilidad.

5. Sacerdocio ministerialy renovación de la nueva alianza

La finalidad del sacerdocio ministerial no puede ser distintade la finalidad dela Iglesia y de la finalidad de Cristo: la celebracióndel verdadero culto a Dios mediante la expiación del pecado delmundo, es decir, mediante la conversión personal y comunitariade la humanidad que acepta y vive con alegría el Reino de Dios:en el horizonte escatológico celeste aparece la nueva Jerusalén,descrita en el libro del Apocalipsis (Ap 21).

Pero, como vimos anteriormente, el objetivo inmediato delSacerdocio de Cristo es la instauración y proclamación de unanueva y última alianza, en la que se funda y de donde nace unnuevo pueblo, realidad histórica que se denomina como «familiade Dios».

En el esquema bíblico, la alianza se realiza entre un grupohumano que recibe la misión, la ley y las promesas de Dios, yDios mismo; pero la relación entre ambas partes se establecemediante un Mediador -en el Antiguo Testamento es Moisés-que transmite el mensaje de Dios (Hbr 3,6) y que sella el com-promiso con los correspondientes sacrificios.

Dado que la alianza no se establecía sólo con la generaciónprimera, sino también con sus descendientes, la alianza se reno-vaba todos los años en la fiesta de la Pascua, que simbólicamentecoincidía con el comienzo del año religioso israelita48

.

En el caso de la nueva alianza, el fenómeno, históricamente,es similar, siendo en este caso el Mediador Jesús, pero con ca-racterísticas superiores a las de Moisés, como claramente mani-fiesta la Carta a los Hebreos (Hbr 3,3).

Es Jesús el que congrega a una multitud y le transmite conautoridad el mensaje de Dios, y es él quien establece la alianza

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firmada en su propia sangre -----que es obediencia al Padre y amorliberador a los hombres-, fundando el nuevo Pueblo de Dios,a cuyo frente queda como Sumo Sacerdote ..

Si Moisés murió, jesús permanece vivo gloriosamente. Peroel pueblo cambia gene racionalmente, puede admitir nuevos miem-bros, y en muchos momentos puede sentir la tentación de aban-donar la alianza, como en el caso de la comunidad de la Carta alos Hebreos. Esto exige una actualización permanente de la alianza.dado que, si la fidelidad de Dios no falla nunca, puede fallar lafidelidad del hombre.

Esto origina una concepción viva de la alianza. No es un do-cumento, sino una relación vital entre Dios y los hombres -su

. pueblo, su familia- que tiene siempre como único mediadorfundante al mismo jesús, que se sacramentaliza en esta función ""\históricamente a través del sacerdocio ministerial, y que tienecomo responsabilidad participada con Cristo el mantener viva laalianza, con todas sus características originales y con todas susexigencias, misión y promesas.

La afirmación que hacemos no es nueva. En efecto, la Iglesiaha descubierto y afirmado el origen del sacerdocio ministerial,especialmente en la disposición del Señor en la última Cena: «Ha-ced esto en memoria mía» (Lc 22, 19). Generalmente, la atenciónde los estudiosos se ha orientado a la dimensión del rito euca-rrstico. Pero no podemos olvidar que se trata del momento his-tóricamente fundante de la nueva alianza, como expresamenteaparece en el mismo texto: «Esta copa es la Nueva Alianza selladacon mi sangre, que se derrama por vosotros» (Lc 22,20). Elmandato, por tanto, implica la renovación de la Nueva AJ.ianza,que, de hecho. se fundamenta y se sella con la muerte del Señor,sacrificio de la Nueva Alianza que, ritualmente, se actualiza en laEucaristía.

Esta es, por tanto, la específica misión del sacerdocio minis-terial: la actualización permanece e histórica de la Nueva Alianzaestablecida entre Dios y la humanidad en el sacramento de laIglesia a través de la mediación fundante de jesús.

¿Cuáles son los instrumentos que el Sumo Sacerdote entregaa sus sacerdotes para hacer frente a su responsabilidad específica

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, ya su misión y para poder actualizar continuamente, en la historia,la Nueva Alianza?

Manteniendo el paralelismo con el esquema de la Carta a losHebreos, son tres: la palabra, la eucaristra y el estar al frente dela familia de Dios.

El primer instrumento es la palabra o el servicio profético.Pero, en repetidas ocasiones, se viene preguntando actualmenteen qué se encuentra la originalidad de la palabra sacerdotal y enqué se diferencia de la palabra laica!. Creo que la solución hayque encontraria en la originalidad especffica de la misión sacer-dotal: sacramentalizar al Cristo, Sumo Sacerdote que funda casay familia (Hbr 3,3-4).

Al sacerdote le corresponde volver a actualizar con su palabrala salvación que «fue anunciada al principio por el Señor» (Hbr2,3), que suscita la fe en la que se apoya el primer discipulado,imagen muy cercana al discipulado post-pascual que se originapor la palabra de los Once, palabra vigorizada por el mandatoexpreso de jesús Resucitado: «Se me ha dado plena autoridaden el cielo y en la tierra. Id y haceddiscfpulos de todas las naciones,bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del EsprrituSanto, y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado;mirad que Yo estoy con vosotros cada dra hasta el fin del mundo»(Mt 28,16-20).

. .Consigvientemente, se trata de una palabra con fuerza para

congregar en la fe, pero al mismo tiempo con la garantra de unafe que se abre al verdadero jesús, único punto en el que puedesurgir el verdadero cristiano. Por eso se puede llamar palabrafundante, pero al mismo tiempo confirmante, porque garantiza laverdad de la nueva fe profesada. Es la palabra «que fue anunciadaal principio por el Señor y que nos han confirmado los que laoyeron, mientras Dios añadra su testimonio con portentosas se-ñales, con variados milagros y distribuyendo dones del EsprrituSanto según su voluntad» (Hbr 2,3-4).

Pero el Sumo Sacerdocio no sólo nos muestra a jesús comoel pionero de la fe, sino también como su consumador. En estesentido, la Palabra de jesús es la palabra que garantiza el cum-plimiento de la promesa, ilumina y confirma el camino para llegarhasta ella y fortalece a la comunidad en el momento de sustentaciones y dificultades. Es la fuerza circular de la palabra dejesús, que no sólo funda, sino que consuma o lleva hasta la plenitud,

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conforme a la palabra de Pablo de que «su reinado tiene quedurar hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies ( ...). Ycuando el universo le quede sometido, entonces también el Hijose someterá al que se lo sometió, y Dios lo será todo para todos»(1 Cor 15.25-28).

La originalidad de la palabra sacerdotal se encuentra. en estesentido, permeabilizada por lo que. en el decorrer de la historiade la Teología, se ha denominado el Magisterio Jerárquico'. Es lapalabra evangelizadora, pero con la garantía de la autenticidad,es decir, con la garantía de que es palabra de Dios, palabra deJesús, la única palabra capaz de generar y desarrollar hasta suplenitud la fe que nos salva.

El segundo instrumento del ministerio sacerdotal es la Euca-ristía. La celebración eucarística ha sido la dimensión privilegiada '"por Trento para la afirmación del sacerdocio ministerial: «El sa-crificio y el sacerdocio están tan unidos por ordenación de Diosque en toda ley han existido ambos. Habiendo, pues, en el NuevoTestamento, recibido la Iglesia Católica por institución del Señorel santo sacrificio visible de la Eucaristía, hay también que confesarque hay en ella nuevo sacerdocio, visible y externo, en el que fuetrasladado el antiguo» 49.

Desde nuestra perspectiva, no podemos olvidar que la nuevaalianza la inaugura el Señor y la fundamenta con el sacrificio desu vida, sacrificio que él mismo ritualizó prolépticamente con lainstitución de la Eucaristía. En esta celebración ritual, Cristo ma-nifiesta el último sentido de su muerte y el significado y el com-promiso de toda su existencia, Tiene el sabor de un juramentoen favor de la nueva comunidad cristiana y de toda la hum~midad:el juramento de estar dispuesto a morir. incluso ignominiosamente,por la expiación de los pecados: «Esta es la sangre que seráderramada por vosotros y por todos los hombres para el perdónde los pecados»,

«De hecho -dice San Pablo-, cada vez que coméis de estepan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hastaque vuelva» (1 Cor 11,26). Pero se proclama con todo su signi-ficado, iluminada por la palabra de compromiso de Jesús ante la

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nueva familia de Dios y ante toda la humanidad en el momentode establecer la nueva alianza.

Por ese motivo, no es extraño que al sacerdote ministerial,que, unido a la responsabilidad de Jesús, sacramentaliza al Sumosacerdote ante la comunidad, le corresponda, en exclusividad ycomo ministerio, actualizar en la celebración eucarística la muertey el compromiso de Jesús, mediante el cual se funda la NuevaAlianza. Es en la Eucaristía y con la Eucaristía, fuente y cumbrede la vida cristiana, donde se funda y actualiza la fundación delnuevo Pueblo de Dios. Esa es la responsabilidad del sacerdote yéste es su instrumento sacerdotal: reactualizar en la comunidadel único sacrificio de Cristo, por el que ha entrado como GranSacerdote en la gloria del Padre.

En la Carta a los Hebreos aparece también unida la fundaciónde la casa ton el estar al frente de la familia de Dios; por esoCristo es el Gran Sacerdote que está al frente de dicha familia.Es un tema complejo que pretendo sintetizar, manteniendo unafidelidad al conjunto de lo expresado en la carta. Estar al frentede la familia de Dios es la responsabilidad del Sumo Sacerdote;no sólo congregar al Pueblo de. Dios, sino continuar salvando yliberando a los congregados y a la comunidad.

La instrumentalización de esta responsabilidad, la concreta elautor de la Carta a los Hebreos casi exclusivamente mediante elejercicio de la palabra que el Sumo Sacerdote dirige a su co-munidad. Por eso el escritor advierte a la comunidad con la ex-presión del Espíritu Santo: «Si hoy oís su voz, no endurezcáis elcorazón como en el tiempo de la rebelión, como el día de laprueba en el desierto, cuando me tentaron a pesar de que habíanvisto mis obras durante cuarenta años» (Hbr 3,7-9). Y se tratade una palabra a la que se debe obediencia por parte de lacomunidad, porque Jesús «se convirtió en causa de salvación eter-na para todos los que le obedecen a él, pues Dios lo proclamóSumo Sacerdote en la línea de Melquisedec» (Hbr 5,9-1 O).

En el resto del Nuevo Testamento, con las posteriores acla-raciones auténticas del Magisterio de la Iglesia, aparece que laresponsabilidad de estar al frente de la familia de Dios la despliegamediante otras acciones tales como las denominadas sacramentosde la reconciliación, de la santa unción, de la confirmación y delorden. Son funciones especrficas del sacerdocio ministerial. unsacerdocio que, al presencial izar sacramentalmente en la comu-

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nidad al Sumo Sacerdote Cristo, ha de presencial izar simultánea-mente su gran misericordia; pero también esa actitud sería frentea los rebeldes, «porque somos compañeros de Cristo siempreque mantengamos firmes hasta el final la actitud del principio»(Hbr 3,14), Y la tierra que «da espinas y cardos es tierrade desecho. a un paso de la maldición, y acabará quemada»(Hbr 6,8).

Pero el autor de la Carta a los Hebreos es un hombre'de unprofundo realismo humano e histórico. Sin duda, reconoce quela autoridad para estar al frente de la familia de Dios la ha recibidoCristo por la consagración del Padre, que le ha hecho su SumoSacerdote en el pueblo. Pero dicha autoridad ha de ser creíbleo, dicho de otra manera, el Sumo Sacerdote ha de ser digno decrédito. «pistós» (Hbr 2,17). Esto le conduce a construir una '"fenomenología de la autoridad. sólo comprensible en la profun-didad del-pensamiento que elabora en su reflexión de creyentesobre Cristo. La autoridad verdadera exige la eJemplaridad, y esla ejemplaridad la que Impone ante el pueblo una autoridad moralque permite que ésta se constituya en eficazmente salvífica yliberadora. Por ese motivo, el Sumo Sacerdote aparece como elmodelo de la comunidad, de tal manera que el escritor de laCarta a los Hebreos alienta a la atribulada comunidad diciendo:«Corramos con constancia en la competición que se nos presenta,fijos los oJos en el pionero y consumador de la fe, Jesús, que. porla dicha que le esperaba, sobrellevó la cruz, despreciando la ig-nominia, y está sentado a la derecha del trono de Dios. Meditad,pues, en el que soportó tanta oposición de parte de los pecadores.y no os canséis ni perdáis el ánimo. Aún no habéis resistido hastala sangre en vuestra lucha con el pecado» (Hbr 12,1.4). -

En resumen: el ministerio de «estar-al-frente-de" es equiva-lente a un «estar-delante-de» como prototipo, como modelo,como adelanto en el cumplimiento de la vocación y de la misión.al mismo tiempo que sirve a su pueblo y se arnesga por su pueblo,que participa de la misma vocación y misión. La autoridad se hacedigna de crédito cuando se fundamenta en el servicio y en laejemplaridad. Entonces la obediencia del pueblo se gana másfácilmente. Esta es la autoridad de nuestro Sumo Sacerdote y laque, participando en su responsabilidad, se exige al sacerdoteministerial para que presida la comunidad lo mismo que Cristo.

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Esta concepción de la responsabilidad y autoridad sacerdo-tales, del «estar-al-frente-de» como servicio y ejemplaridad emi-nente, es decir, ejemplaridad que sirve de modelo de vida cristianacon capacidad de promover la fidelidad y la constancia de la feen la familia de Dios, nos conduce a considerar otro aspecto denuestro tema: la participación del sacerdote ministerial en la res-ponsabilidad específica y radical del Hijo-Sumo Sacerdote le exigeun estilo de vida capaz de hacer visible históricamente en el mundoy.en la comuhidad a Cristo como Buen Pastor.

La ausencia de dicho estilo de vida supondría en cualquiercaso, como ha indicado Schillebeeclo<. «una anomalía desde elpunto de vista de la Iglesia»5°.1a vida y el testimonio del sacerdoteno es una cuestión ajena a su ministerio. Según la Carta a los.l:iebreos, es la que en realidad permite gue el sacerdoció se realicecon las notas esenciales de ser misericordioso, digno de créditoy. cualificado con la autoridad moral de la ejemplaridad.

La responsabilidad del Sumo Sacerdote exige una coherenciaentre el ministerio y. la vida, teniendo en cuenta la finalidad y elobjetivo de la misión. En el caso del sacerdocio cristiano. no nosencontramos. ante un sacerdocio meramente legal, externo y ri-tualista. Es de su esencia «ofrecer dones y sacrificios que trans-formen en su conciencia al que practica el culto» (Hbr 9.9). comoen el caso de Cristo, que «presentándose como sumo sacerdotede lós bienes definitivos, (...) mediante sangre no de cabras ybecerros, sino suya propia, entró de una vez para siempre en elsantuario, consiguiendo una liberación irrevocable» (Hbr 9, I 1-12).

Pero podemos preguntarnos: ¿cuál es el Cristo que tiene quemanifestar el sacerdote ministerial en su estilo de vida: el CristoGlorioso o el Jesús histórico? La pregunta puede parecer ociosa,pero históricamente ha tenido graves consecuencias,

En efecto, la imagen de un Sumo Sacerdote ya triunfante.revestido con las categorías del poder humano --categorías ex-presamente rechazadas por el mismo Jesús (Lc 22.24-30}-, haoriginado en muchos casos la imagen de un sacerdocio ministerial

;() SCHILLEBEECKX, E., Cristo, sacramento del encuentro con Dios (SanSebastián 1983) pág, I 17.

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rodeado de poder y de privilegios, ocupando puesto de honoren la sociedad.

Esta brillante imagen bizantina del Cristo glorioso, con fre-cuencia nos ha hecho olvidar que el sac~rdocio glorioso es sólo~ resultado de un sacerdocio infieri: porque primero pasó porel ignominioso alusticiamientb en la cruz, en fidelidad a su misión,hoy se encuentra a la derecha' del Padre para interceder pornosotros. Más aún, a veces nos olvidamos que en la experienciadel CrístoGlorioso está asimilada la experiencia dellesús histórico,como simbólicamente lo ha representado en pleno cuadro degloria el autor del Apocalipsis: «Entre el trono con los cuatro'vivientes y el círculo d~ los ancianos vi un Cordero: estaba deRíe, aunque parecía degollado» (Ap 5,6). Utilizando otra com-garación, podemos decir que en el Cristo Glorioso permanecenlas cicatrices de su historia, cicatrices que continúan haciéndolo "'\sacerdote misericordioso y digno de créditQ.

El sacerdocio ministerial es el sacramento, el signo del SumoSacerdote glorioso; pero la tensión y la diferencia entre el signoy lo signado se manifiestan en este caso en una reactualizacióndel Jesús histórico revivido en este sacerdote ministerial concretoque, caminando con la comunidad, se dirige con esperanza ciertahacia la casa del Padre.

La r:ondición previa para poder ser sacerdote es ser miembrode la comunidad, es deCIr, un hombre que cree en Cristo, queha experimentado en su Vida la salvación y 1(1 liberación' de DIOS-como Pablo en el camino de Damasco- y que ha cambiadoen su conciencia de tal manera que es reconocido por su ho-nestidad (1 Tlm 3,1-13) y por su integraCión en la comunidad.

La imposición de las manos le exige al sacerdote ser «unmodelo para los fieles en el hablar y en la conducta, en el amor,la fe y la decencia» (1 Tim 6, I I -12).

Dentro de este cuadro general. es la misma. Carta a los He-breos la que subraya lascaracterísticas del estilo de Vida sacerdotal,del nuevo sacerdocio vivido primeramente por Jesús mismo,

La primera característica es la profunda solidaridad con el,Dios Salvador. Solidaridad Que supope comunicaCión con DIOS.

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amor eminente y obediencia al cumplimiento de la misón que sele ha encomendado y al camino o método establecido por el¡;nismo Dios en Cristo, consciente de que Jesús,sufriendo, apren-dió a obedecer y, así consumado, se convirtió en causa de sal-vación eterna para todos los que le obedecen a él.

~a obediencia sacerdotal a Dios condujo al Hijo al procesode la encarnación, encarnación que es simultáneamente solidaridadcon el hombre, ingresando como hermano en la comunidad hu-mana, pero.solidaridad histórica concreta, que, en el caso deCristo, San Juan la expresa diciendo que la «Palabra se hizo carne(sarx)>>{In 1,14), Y San Pablo afirmando que «tomó la condiciónde esclavo, haciéndose uno de tantos» (Flo 2,7). Se trata de unasolidaridad «compasiva» -en el sentido griego de la palabra-:habiendo pasado con los hombres «la prueba del dolor, puedeauxiliar a los que ahora la están pasando» (Hbr 2,17- 18).

. Así pues, la vocáción sacerdotal en Cristo supone un llama-miento, no de separación del dolor humano, introduciéndose enuna misteriosa «a-patheia», sino todo lo contrario. Es el llama-miento a b-ajar incluso a lo más profundo del horror de la tragedia8umana, compartiendo experimental y solidariamente la mismatra¡¡edia de los hermanos. No es una subida al mundo de losprivilegios, sino.una bajada al in~erno de los hombres que padecenla agresión a su dignidad humana e incluso la privación activa delos derechos fundamentales del hombre. Es la vocación a la con-dición de esclavo, haciéndose (gesto activo que indica una opción)uno de tantos ante el poderoso y agresivo mundo del pecado.Es la incorporación al grupo de los desheredados del mundo y ala familia de Dios que sufre injustamente la l2ersecución. '

Pero el llamamiento al descenso solidario del sacerdote es!odavía más profundo: es el descenso a la experiencia de la ten-tación y de la debilidad del hombre, lo cual le permitirá la com-prensión de la radical pobreza de la persona humana balo elrégimen del pecado.

En efecto, el sistema del pecado organizado en fuerza opresivano sólo engendra opresión y destrucción de la dignidad humanaen los oprimidos, sino que simultáneamente intenta generar en elgrupo oprimido odio o servilismo, homicidio o desesperanza. Encualquiera de las hipótesis, es el llamamiento del mundo del pe-cado para que se incorporen a su sistema activo incluso lasvfctimasde dicho sistema, con la falaz promesa de que así serán como

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dioses, aunque ocultándoles que serán dioses homicidas y con-denados a muerte. El sistema activo del pecado no sólo engendraoprimidos. sino que además intenta corromRer al 0Rrimido.

Son las mismas tentaciones que, en los casos límites. sentiráel sacerdote unido a los sufrimientos de su pueblo. Y es .~~compasión». en esa experiencia radical de la tentación y de ladebilidad humana. donde el sacerdote llega a la comprensiónmisericordiosa de todo hombre y se sumerge en la pmfundaexperiencia de un Dios gue «no guiere la muerte del pecador.sino que se convierta y viva». y que «no mandó a su Hijo al mun-~o para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por él"Un 3.17-18).

Es en este contexto donde el sacerdote tiene posibilidad deidentificarse con el profundo misterio de su vocación, que esparticipar en la misma vocación de Cristo. Entre el odio y la "'\desesperanza. se abre un tercer camino que tiene que recorrerél mismo de tal manera que con su ejemplo impulse a su pueblooprimido y tentado a seguirlo con esperanza. teniendo «fiJos losojos en el pionero y consumador de la fe. Jesús» (Hbr 12,2).

.Su vocación es la del sacrificIo, la del martirio incluso. en favorde su pueblo oprimido y en favor de los pecadores opresores.Es la vocación de la absoluta insolidaridad con el pecado. quesimultáneamente intenta liberar a su pueblo de la tentación de lacorrupción y liberar a los pecadores del pecado. Es la aceptaciónen fe del misterioso camino trazado por Dios para la salvaCiónde la humanidad: el de la expiaCIón de los pecados. Es un camino.que, desde el amor a todo hombre, evita el homicidio y la de-sesperanza. pero acepta el sacrificio y el martirio como medioprivilegiado para la liberación de su pueblo opnmido y para lasalvación de los pecadores opresores.

Es cierto que la andadura sacerdotal por este camino puedeconducir a resultados históricos Inmediatos bien diferentes. comotambién aparece en la Carta a los Hebreos. Unos hombres, consu fe, «subyugaron reinos. administraron justicia, consiguieron pro-mesas, taparon bocas de leones. apagaron la violencia del fuego,escaparon del filo de la espada, fueron valientes en la guerra ypusieron en fuga ejércitos extranjeros. Hubo mUjeres que reco-braron resucitados a sus difuntos. A otros, en cambio, los matarona golpes, pues no aceptaron el rescate, quenendo obtener unaresurrección más valiosa. Otros tuvieron que sufrir el ultraje de

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I~s azores e incluso de cadenas y cárceles. Fueron apedreados,aserrados, quemados, murieron a filo de espada. Andaban erran-tes, cubiertos de pieles de ovejas o de cabras. pasando necesidad,apuros y malos tratos: el mundo no se los merecra. Andaban pordespoblado. por montes, por cuevas y oquedades del suelo» (Hbr11,32-40).

Pero, ion resultados positivos o negativos históricamente. lavocación sacerdotal, como la del Cristo Sumo Sacerdote. es ladel sacrificio de la propia vida.

EI·sacrificio sacerdotal tiene muchas dimensiones. Es el sacri-ficio en su modo de comportarse con la comunidad, tal como lopropone San Pedro: «Me dirijo a los responsables de vuestrascomunidades, yo, responsable como ellos, que fui testigo de lapasión de Cristo y experimenté la gloria que va a revelarse: cuidaddel rebaño de Dios que tenéis a vuestro cargo, mirad por él, nopor obligación, sind de buena gana, como Dios quiere; tampocopor sacar dinero, sino con entusiasmo: no tiranizando a losque os han confiado, sino haciéndoos modelos del rebaño»(1 Pt 5,1-3). Es el sacrificio del «pastor bueno que se desprendede su vida por las ovejas», no como el asalariado que, «cuandove venir al lobo, deja las ovejas y echa a correr, y el lobo lasarrebata y dispersa» Un 10, I 1-18). Es el sacrificio del sacerdoteque reza por sus enemigos y que, cuando muere a manos deellos, ofrenda su vida como oración y testimonio por la salvaciónde los pecadores.

¿Esesta dimensión sacrificial un horizonte ideal, o una exigenciaque nace del carácter sacerdotal?

En muchas ocasiones he reflexionado sobre el texto de lainstitución de la Eucaristra: y del Sacerdocio. Jesúsdetermina: «Ha-ced esto en mi memoria». La pregunta que podemos hacemoses la siguiente: cierto que las palabras establecen la repetición delrito eucarfstico, pero ¿sólo incluyen esta exigencia? No podemosolvidar que Jesús está estableciendo una liturgia muy diferente dela antigua (Hbr 8,6), capaz de transformar la conciencia del quepractica el culto (Hbr 9,9). Desde este punto de vista, ya mi juicio,Jesús no manda sólo que sus sacerdotes vuelvan a repetir el ritohaciendo presente al Señor decidido a morir por la comunidady por todos los hombres para el perdón de los pecados. Lo queles impone también es que en el rito, simultáneamente con Cristo,desde su conciencia cristificada, adopten la misma actitud de Jesús

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y expresen de corazón el mismo compromiso. Yo pienso quecelebrar la eucaristía es también. de parte del sacerdote presi-dente. mirando a su propia comunidad y a todos los 'hombres.juramentarse públicamente a entregar su vida, incluso martirial ycruentamente. como Jesús. «por vosotros y Dor todos los hom-,bres para el perdón de los pecados». Sólo de esta manera se

,produce un encaje y una coherencia perfectas entre el SumoSacerdote que invisiblemente preside y el sacerdote ministerial.entre los sentimientos y las palabras de Cristo y los sentimientosy las palabras del sacerdote que lo sacramentaliza. de tal maneraque ante la comunidad no sólo Cristo. sino también el sacerdote.aparece como «sacerdote misericordioso y digno de crédito».Cuando se llega a esta seriedad y profundidad religiosa en la vida,es cuando el sacerdote. que ha de ser el modelo de la comunidad,puede honestamente repetir con San Pablo: «Sed Imitadores míos """como yo lo soy de Cristo» (Flp 3.17).

Al llegar a este punto de mis reflexiones, me parece escucharlas palabras de Jesús a los hiJOSde Zebedeo: «¿Sois capaces debeber la copa que voy a beber yo?» (Mt 20,22). Y detrás de estapregunta oigo otra palabra de Jesús que dice: «¡Abba! ¡Padre!: túlo puedes todo. aparta de mí esta copa; pero no se haga lo queyo quiero, sino lo que quieres tú» (Mc 14.36).

Sacramentalizar en la historia el Sumo Sacerdocio de Cristono es una vocación fácil. La Iglesia siempre ha tenido concienciade que en la ordenación sacerdotal hay una comunicación es-pecífica al ordenado del Espíritu Santo. que es el Espíritu de Cristo.Es la fuerza que Dios sigue enviando. como en un nuevo Pen-tecostés a los que El ha elegido para sacramentalizar en el mundoy en la comunidad el Sumo SacerdoClo de Jesús. Es «el Espírituque acude en auxilio de nuestra debilidad» (Rom 8,26).

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111Sacerdocio ministerial

en y para América Latina

El sacerdocio ministerial tiene una misión permanente en laIglesia y en el mundo: ser el sacramento vivo de Cristo SumoSacerdote. Pero, siendo el sacerdocio siempre el mismo, sin em-bargo, las situaciones, los desafíos y los problemas concretos dela historia son cambiantes. Esto origina la diversidad de imágenessacerdotales, que corresponden a la diversidad de situaciones enlas que el sacerdote tiene que desarrollar su función. Esto nosconduce a preguntarnos por la figura del sacerdote en nuestraAmérica Latina, teniendo en cuenta su pasada historia, la situaciónactual del continente y las opciones realizadas por la Iglesia, tantoen Medellín como en Puebla.

l. Caracterización histórica del sacerdoteen América Latina

No es fácil presentar una caracterización del sacerdocio enAmérica Latina. Sólo propongo una hipótesis de trabajo aten-diendo a algunas de sus figuras más destacadas y que son mássobresalientes en la historia de nuestra Iglesia.

Las circunstancias en las que llegó el sacerdocio cristiano aAmérica, con ocasión del denominado «descubrimiento», lo con-figuraron con una dimensión marcadamente misionera. El sacer-dote fue un conquistador a lo divino, con la preocupación de

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evangelizar y bautizar a las comunidades indígenas existentes enel continente y, posteriormente, a los negros procedentes deAfrica. En esta línea· se recuerdan hombres tan eminentes comoS. Pedro Claver y el Beato Roque González de Santa Cruz, entreotros.

Pero la dura política de los colonizadores hizo también de lossacerdotes, en nombre del Evangelio, eminentes promotores dela dignidad de la persona humana y defensores de los derechosde los indígenas. Toda una Hnea en esta dirección quedó marcadaen el célebre sermón de Fray Antonio de Montesinos pronunciadoel cuarto domingo de Adviento del año 1511: «¿Esque acaso noson éstos personas? ¿Esque, frente a ellos, no tenemos que cumplirlos mandamientos del amor y de la justicia? ¿No tenían éstos suspropias haciendas? ¿Nos han hecho algo acaso?¿Esque no tenemosque predicarles el evangelio y esforzarnos cuidadosamente en suconversión?,.51. Será la misma línea que seguirá Fray Bartoloméde las Casas, que se honrará con el título de protector y defensorde los indios.

Las exigencias de la misión hicieron que también se caracte-rizaran los mejores exponentes de nuestro sacerdocio como enér-gicos reformadores de la Iglesia. Entre ellos sobresalen SantoT oribio Alfonso de Mogrovejo, San Luis Beltrán y San FranciscoSolano.

Es un sacerdocio original. Con frecuencia, mientras los sacer-dotes evangelizan misioneramente a los indios, incluso no siendotodavía cristianos, los defienden en sus derechos humanos frentea los cristianos que pretenden abusar de su categoría de con-quistadores.

Se trataba de una situación diferente de la de la comunidadde la Carta a los Hebreos: la comunidad cristiana en la reciéndescubierta América era la que atacaba al mundo indígena todavíaen proceso de misión. El sacerdote defendía a la comunidadindígena, a la que misionaba, y procuraba la reforma y la con-versión de la comunidad cristiana venida al Nuevo Mundo.

La ejemplaridad sacerdotal fue víctima en muchos casos dela persecución de los propios cristianos, por considerarlos trai-

SI STEHLE, Emil: Testigos de la re en América Latino (Estella 1982)pág. 17.

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dores a su raza, y en otras ocasiones murieron mártires a manosde los indígenas, al verlos como peligrosos adelantados de lasespadas52

Este modelo de sacerdocio, conformado en América Latinadurante varios siglos, ha marcado profundamente nuestro pre-sente, y creo que también influirá en nuestro futuro.

Si fue original la situación de los primeros siglos de la coloniaen el Continente Latinoamericano desde un punto de vista pas-toral, donde se configuró un novedoso sacerdocio ministerial--almenos en figuras representativas y eminentes-, no menos original ~es el momento actual, que nos abre a nuevos modelos de viday ministerio sacerdotal.

Es diffcil presentar en breves Ifneas un cuadro completo yajustado de la actual situación del continente. Por eso, sólo pre-tendo ofrecer con Puebla su intuición fundamental de nuestrarealidad. intuición que ha de ser posteriormente matizada desdemuchos puntos de vista y ajustada al momento y a la realidadvariada de los diversos pueblos y naciones.

Tras la evangelización de los años de la colonia, hoy surgeante nuestros ojos un continente en el que la inmensa mayoríade su población es cristiana, más aún, católica.

No se trata sólo de un continente numéricamente católico.Los Obispos reunidos en Puebla afirman algo más importante:«Con deficiencias, y a pesar del pecado siempre present,e. la fede la Iglesia ha sellado el alma de América Latina, marcando suidentidad histórica esencial y constituyéndose en la matriz culturaldel continente. de la cual nacieron los nuevos pueblos. El Evangelioencarnado en nuestros pueblos los congresa en una originalidadhistórica cultural que llamamos América Latina,. (P. nn. 445-446).

Sin embargo, tanto Medellín como Puebla denuncian la ina-decuación entre la fe. que prácticamente profesa la mayoría delos habitantes del continente, y la vida. Esta inadecuación tiene su

51 GONZALEZ DORADO, AntoniO, «26 mártires de las antiguasreducciones del Paraguay', en Acción 49 (1981) 17·29.

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manifestación exponencial en la dimensión social, con graves con-secuencias. Medellrn denunció la separación entre la fe y la res-ponsabilidad social53

. Puebla ha desarrollado el tema afirmando:«Se ha señalado la incoherencia entre la cultura de nuestros pue-blos, cuyos valores están impregnados de fe cristiana, y la condiciónde pobreza en que a menudo permanecen retenidos injustamente.Sin duda, las situaciones de injusticia y de pobreza aguda son unrndice acusador de que la fe no ha tenido la fuerza necesaria parapenetrar los criterios y las decisiones de los sectores responsablesdel liderazgo ideológico. y de la organización de la convivenciasocial y económica de nuestros pueblos. En pueblos de arraigadafe cristiana se han impuesto estructuras generadoras de injusticia»(P. nn. 436-437).

Esta situación queda aún más definida en los documentos,provocando un escándalo y una contradicción desde el punto devista de la fe (P.n.· 28).

Los Obispos detectan «la situación de inhumana pobreza enque viven millones de latinoamericanos» (P.n. 29), con el desarrollode una «creciente brecha entre ricos y pobres» (P.n. 28), des-cubriendo «que esta pobreza no es una etapa casual, sino unproducto de situaciones y estructuras económicas, sociales y po-líticas, aunque también haya otras causas de la miseria» (P.n. 30).

Pero, junto a esta situación de la pobreza, siguen diciendo losObispos, «compartimos con nuestro pueblo otras angustias quebrotan de la falta de respeto a su dignidad como ser humano,imagen y semejanza del Creador, y a sus derechos inalienablescomo hijos de Dios. Parses como los nuestros, en donde confrecuencia no se respetan derechos humanos fundamentales-vida, salud, educación, vivienda, trabajo ...-, están en situaciónde permanente violación de la dignidad de la persona. A esto sesuman las angustias surgidas por los abusos de poder, típicos delos regrmenes de fuerza. Angustia por la represión sistemática oselectiva, acompañada de delación, violación de la privacidad, apre-mios desproporcionados, torturas, exilios. Angustias en tantas fa-milias por la desaparición de sus seres queridos, de quienes nopueden tener noticia alguna. Inseguridad total por detenciones sinórdenes judiciales. Angustias ante un ejercicio de la justicia so-

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metida o atada. (".) Angustias por la violencia de la guerrilla, delterrorismo y de los secuestros realizados por extremismos dedistintos signos, que igualmente comprometen la convivencia so-cial» (P. nn. 41, 42, 43 Y ss.).

Esta situación hace que «desde el seno de los diversos paísesdel continente está subiendo hasta el cielo un clamor cada vezmás tumultuoso· e impresionante. Es el grito de un pueblo quesufre y que demanda justicia, libertad, respeto a los derechosfundamentales del hombre y de los pueblos. La Conferencia deMedellín apuntaba ya, hace poco más de diez años. la realidadde este hecho: "Un sordo clamor brota de millones de hombres.pidiendo a sus pastores una liberación que no les llega de ningunaparte". El clamor pudo haber parecido sordo en ese entonces.Ahora es claro, creciente y, en ocasiones, amenazante» (P. nn.87-89).

Trágico resultado de esta situación es "la deplorable realidadde violencia en América Latina» (P.n. 53 1). Violencia desenca-denada incluso «por la autoridad encargada de tutelar el biencomún» (P.n. 53 1), Y «violencia terrorista y guerrillera, cruel eincontrolable cuando se desata» (P.n. 532), originándose la de-nominada espiral de la violencia.

Estos grupos enfrentados tienden a legitimarse mediante ideo-logías. Ideologías que llevan «en sí mismas la tendencia a abso-lutizar los intereses que defienden, la visión que proponen y laestrategia que promueven. En tal caso se transforman en ver-daderas religiones laicas.Se presentan como una explicación últimay suficiente de todo, y se construyen así un nuevo ídolo, del cualse acepta a veces, sin darse cuenta, el carácter totalitario y obli-gatorio. En esta perspectiva no debe extrañar que las ideologíasintenten instrumentar personas e instituciones al servicio de laeficaz consecución de sus fines. Ahí está el lado ambiguo y negativode las ideologías» (P.n. 537). «Todo esto se aplica tanto a lasideologías que legitiman la situación actual como a aquellas quepretenden cambiar/a» (P.n. 537).

Entre las primeras, Puebla denuncia el liberalismo capitalista(P.n. 542) y la doctrina de la Seguridad Nacional (P.n. 546). Entrelas segundas, hace expresa referencia al colectivismo marxista (P.n.543-545).

Dado el peso de la fe en el continente, estas ideologías so-meten a la Iglesia a la tentación de las relecturas del Evangelio,

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expresadas de la siguiente manera por los Obispos: «La tentación(es...) considerar una política determinada como la primera ur-gencia, como una condición previa para que la Iglesia pueda cum-plir su misión. Es identificar el mensaje cristiano con una ideologíay sbmeterlo a ella, invitando a una relectura del Evangelio a partirde una opción política. Ahora bien, es preciso leer lo político apartir del Evangelio, y no al contrario» (P. nn. 559 ss.).

En el fondo de todos estos planteamientos y análisis realizadospor Puebla, hay un reconocimiento implícito de la mayor trans-cendencia: que los problemas sociélles-'-en el más amplio sentidode la palabra- son simultáneamente problemas intraeclesiales,es decir, planteados entre hermanos que tienen la misma fe. Setrata de cristianos que someten injustamente a otros cristianos ala pobreza y a la injusticia. Son unos y otros, cristianos, los quese sienten tentados y arrastrados por «doctrinas complicadas yextrañas», como diría la Carta a los Hebreos (13,9), para justificarsus posturas, violentando el mensaje del Evangelio con acomo-daticias relecturas del Evangelio. Son cristianos los que, desdedichas relecturas, se enfrentan homicidamente, generando en elseno de la comunidad cristiana la espiral de la violencia.

Esuna situación más compleja que la que padecía la comunidada la que se dirige la Carta a los Hebreos. y es una situación tambiéndiferente de aquella a la que dio origen en América Latina lallegada de los colonizadores. ,

Ante este cuadro, la iglesia en América Latina toma concienciade su responsabilidad: «La misión de la Iglesia en medio de losconflictos que amenazan al género humano y al continente lati-noamericano, frente a los atropellos contra la justicia y la libertad,frente a la injusticia institucionalizada de regímenes que se inspiranen ideologías opuestas y frente a la violencia terrorista, es inmensay más que nunca necesaria. Para cumplir esta misión, se requierela acción de la Iglesia toda, pastores. ministros consagrados, reli-giosos, laicos, cada cual en su misión propia; unos y otros, unidosa Cristo en la oración y en la abnegación, se comprometerán, sinodios ni violencias, hasta las últimas consecuencias, en el logro deuna sociedad más justa, libre y pacífica, anhelo de los pueblos deAmérica Latina y fruto indispensable de una evangelización libe-radora» (P.n. 562),

La realización de dicha misión irT'iplicauna opción preferencialy solidaria con los pobres (P. nn. 1134-1165), dado que ellos son

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las principales víctimas inmediatas de la situación de injusticia delcontinente: y una opción preferencial por los jóvenes. porque laIglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora. símbolode la misma Iglesia (P. nn. 1166-1205). .

La meta y el camino trazados por Puebla son los siguientes:«La acción evangelizadora de nuestra Iglesia latinoamericana hade tener como meta general la constante renovación y transfor-mación evangélica de nuestra cultura. Es decir, la penetraciór) porel Evangelio de los valores y criterios que la inspiran. la conversiónde los hombres que viven según estos valores y el cambio que.para ser más plenamente humanas, requieren las E1structuras enque aquéllos viven y se expresan» (P.n. 395).

No es el momento de desarrollar la densidad de estas orien-taciones. Bástenos poner dos subrayados: la opción preferencialpor los pobres, con todas sus consecuencias, no es coincidentecon la opción por una política determinada e ideologizada --enel sentido propuesto por Puebla (n. 536)- que se impone comouna condición previa para que la Iglesia pueda cumplir su misión(P.n. 559); segundo, la Iglesia, con toda su complejidad, proponecon toda claridad el método que la especifica para el cumplimientode su misión, que es la conversión o, como diría la Carta a losHebreos, la expiación de los pecados.

La transcendencia del sacerdocio ministerial en estas circuns-tancias es evidente. Pero nos preguntamos: ¿cuál es el modelo desacerdote propuesto por Puebla en estas circunstancias? Y se-guimos preguntándonos: ¿hastaqué punto este modelo sacerdotales fundamentalmente coincidente con el propuesto en la Carta alos Hebreos y es válido para sacramentalizar en la actual AméricaLatina el Sumo Sacerdocio de Cristo Jesús?

Los Obispos reconocen en Puebla que, «de acuerdo con lasnecesidades de los tiempos, se advierte un cambio en la menta-lidad y actitud de los ministros jerárquicos y, consiguientemente,en su imagen» (P.n. 664).

Recogiendo y seleccionando algunos de los aspectos positivosde este cambio de imagen, subrayamos lbs siguientes:

Primero, «se va tomando conciencia más profunda del ca-rácter evangelizador y misionero de la tarea pastoral,. (P.n. 665).

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Segundo, «la forma de muchos pastores ha crecido en sencillezy pobreza, en mutuo afecto y comprensión, en acercamiento alpueblo, en apertura de diálogo y en corresponsabilidad» (P.n,666).

Tercero, «es admirable y alentador comprobar el espíritu desacrificio y abnegación con que muchos pastores ejercen su mi-nisterio en servicio del Evangelio, sea en la predicación. sea en lacelebraciÓn de los sacramentos o en la defensa de la dignidadhumana, afrontando la soledad, el aislamiento, la incomprensióny, a veces, la persecución y la muerte» (P.n. 668t,

Cuarto, '«se advierte una mayor clarificación con respecto ala identidad sacerdotal que ha conducido a una nueva afirmaciónde la vida espiritual del ministerio jerárquico y a un servicio pre-ferencial a los pobres» (P.n. 670).

¿Desde qué prisma, desde qué norma luminosa subrayan estosaspectos los Obispos como positivos en la configuración de lanueva imagen sacerdotal latinoamericana? Fundamentalmente,desde la perspectiva cristológica de Cristo como Buen Pastor. Eltexto dice explícitamente:

«Quienes reciben el ministerio jerárquico quedan constituidos,según sus funciones, pastores en la Iglesia. Como Buen Pastor,van delante de las ovejas; dan la vida por ellas para que tenganvida y la tengan en abundancia; las conocen y son conocidos porellas.

"Ir delante de las ovejas" significa estaratentos a los caminospor los que los fieles transitan, a fin de que, unidos por el Espíritu,den testimonio de la vida, los sufrimientos, la muerte y la resu-rrección de Jesucristo, quien, pobre entre los pobres, anunció quetodos somos hijos de un mismo Padre y, consiguientemente, her-manos.

"Dar la vida" señala la medida del ministerio jerárquico y esla prueba de mayor amor; así lo vive Pablo, que muere todos losdías en el cumplimiento de su ministerio.

"Conocer las ovejas y ser conocido por ellas" no se reduce asaber las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio

I

J5< MARINO, León, «Mártires de hoy en Latinoamérica», en Acción

49 (1981) 9-16: W.AA., Praxis del martirio ayer y hoy (Quito 1981):STEHLE, Testigos de {a (e en América Latina (Estella 1982).

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ser, amar como quien vino no a ser servido, sino a servir" (P. nn.681-684).

Es fácil advertir en estos textos de Puebla la cercanía a laconcepción del Sumo Sacerdocio de Cristo propuesto en la Cartaa los Hebreos. Es el mismo Cristo comprendido desde dos nom-bres equivalentes: Buen Pastor y Sumo Sacerdote. Pero descen-damos a un análisis más preciso y detallado.

4. Finalidad y responsabilidad del sacerdocioministerial en América Latina

En el transfondo del documento de Puebla está la luminosaenseñanza de Pablo VI expresada en su Exhortación Apostólica ""\«Evangelii Nuntiandi». En ella se define a la Iglesia como unacomunidad evangelizada y evangelizadora (EN. nn. 13, I S). Peroel mismo Pontífice, una vez que ha expresado e) contenido de laEvangelización, añade que el "problema del cómo evangelizar essiempre actual, porque las maneras de evangelizar cambian segúnlas diversas circunstancias de tiempo, lugar y cultura: por esoplantean casi un desafío a nuestra capacidad de descubrir y adap-tar» (EN n. 40).

y éste era el desafío de Puebla: discernir y definir la evan-gelización en el hoy y en el futuro de América Latina.

Su análisis pastoral de la realidad le conduce al descubnmientode un continente mayoritariamente católico, pero con una debi-lidad de fe en la comunidad que se manifiesta en la falta deresponsabilidad social, en la existencia de estructuras generadorasde pobreza, de injusticia, de lesiones contra la dignldád de lapersona humana y, consiguientemente, en el enfrentamiento, in-cluso violento y homicida, entre las personas que con frecuenciaafirman que tienen una misma fe y que pertenecen a una mismaIglesia.

Frente a esta situación, la Iglesia configura su propio proyectode evangelización en un proceso fundamental de evangelizacióninterna, enel que simultáneamente se promueva "constantementeuna reconversión y una educación de nuestro pueblo en la fe aniveles cada vez más profundos y maduros, siguiendo el criteriode una pastoral dinámica que, en consonancia con la naturalezade la fe, impulse al pueblo creyente hacia la doble dimensión

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personalizante y comunitaria»55 y le haga «mantener la fe en lavida»56.

Pero, en la dramática situación latinoamericana, la evangeli-zación ha de asumir el «mensaje, especialmente vigoroso en nues-tros d(as, sobre la liberación», tal como también lo expresaba enel mismo documento Pablo VI (EN. nn. 30-35) y que concreta-mente ha sido definido por Puebla para nuestro caso particular(P.n. 562), con el objetivo del logro de una sociedad más justa,libre y pacífica.

En esta misión se requiere la acción de toda la Iglesia: «Pas-tores, ministros consagrados. religiosos, laicos, cada cual en sumisión propia».

En el caso del sacerdocio ministerial, la misión propia vienedada, como anteriormente dejamos expuesto, por la participaciónen la responsabilidad de Cristo como Sumo Sacerdote, El do-cumento de Puebla expresa esta responsabilidad de una formaexistencial. afirmando en concreto del presbítero que es la per-sona que. «por el servicio de ese Reino. abandona todo paraseguir a su Señor. Signo de esa entrega radical es el celibatoministerial, don de Cristo mismo y garantía de una dedicacióngenerosa y libre al servicio de los hombres» (P.n. 692). La entregaradical hay que unirla. en este caso, a la responsabilidad radicaldel Cristo Sumo Sacerdote, que ejemplar y modélicamente hade vivir para el Reino, en el Reino y con todas las exigehcias delReino. teniendo en cuenta que el Reino no es sólo un proyectode futuro, sino una metodología concreta marcada por Dios y ala que el sacerdote se somete en obediencia y en esperanza: lametodología de la expiación de los pecados, en la que se buscasimultáneamente la conversión de los pecadores y la liberaciónintegral de la comunidad oprimida.

5. Solidaridad con Diosy solidaridad con 105 pobres

Teniendo como telón de fondo la imagen de Jesucristo BuenPastor", Puebla viene a marcamos las dos condiciones que pro-

ss MEDELLlN, Doc. VI; «Pastoral popular», n. 6.56 MEDELLlN, Doc. V: «La juventud», n. 11.

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~periencia de Dios. que deberá compartir con sus hermanos»(P. nn. 693-694).

Los textos son extraordinariamente sugerentes para una in-terpretación de la solidaridad con Dios propuesta por Puebla a '"los sacerdotes en América Latina .

.Se trata de una solidaridad con el Padre q¡;e. en el documento.se configura como experiencia del Dios vivo. Son claras referenciasal Antiguo Testamento. en el que el Dios Vivo es el Dios quedice: «He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído susquejas contra los opresores. me he fijado en sus sufrimientos. Yhe bajado para librarlos de los egipcios •. (Ex 3.6-10). Es el mismoDiós que dice por Ezequiel: «¿Acaso quiero yo la muerte delmalvado y no que se convierta de su conducta y viva?•. (Ex 18.23).Pero es un Dios vivo que, al mismo tiempo. interpela a su enviadodiciéndole: «Si yo digo al malvado que es reo de muerte y tú nole das la alarma -es decir, no hablas poniendo en guardia almalvado para que cambie su mala conducta y conserve la vida-.entonces el malvado morirá por tu culpa y a ti te pediré cuentade su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado y no seconvierte de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirápor su culpa. pero tú habrás salvado la vida. Y si el justo se apartade su justicia y comete maldades, pondré un tropiezo delante deél y morirá; por no haberlo puesto en guardia. él morirá por supecado y no se tendrán en cuenta las obras JUstasque hizo; peroa ti te pediré cuenta de su sangre. Si tú. por el contrario. ponesen guardia al justo para que no peque. y en efecto no peca.ciertamente habrá salvado la vida por haber estado alerta. y túhabrás salvado la vida •. (Ez 3,16-27). Es la experiencia de Diosglobal de un hombre que es elegido como sacerdote para AméricaLatina.

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P ro no b tener la ex eriencia de Dios' hace falta man-tenerla. para mantener a. Pue a a a a sacer ote e a ne-:esidad de la oración en todas sus formas. Pero para que la oraciónpueda mantener esa expenencla del DIos vivo en América Latina.es fundamental la inserción en el lugar desde donde se pronunciala oración: el continente flagelado por la división mortal entre loscristianos. y donde una masa de millones de hombres clama porsu liberación.

Esto conduce a la segunda condiciÓn propuesta por Pueblapara la realización del-sacerdocio -rñínisteña:ren-;t>;merica c;itiña:-'la solidaridad-c:ón el mundo de los pobres, Nos encontramos,c6mo~~eri-la-'Carta el los Rebreos. con el Sacerdocio que «baja».ya'que propone como modelo a Jesucristo «quien, pobre entrelos pobres. anunció que todos somos hijos de un mismo Padrey, por consiguiente. hermanos» (P.n. 682). Por ese motivo.~[2resamente dice que 'el sacerdote no se puede limitar «a saberde las necesidades de los fieles», Lógicamente, con este principioPuebla reconoce con satisfacción que «la forma de vida de muchospastores ha crecido en sencillez y pobreza (...). en acercamientoal pueblo» (n. 666)>>.

Posteriormente marca con toda claridad de qué pueblo setrata: «Den los presbíteros prioridad en su ministerio al anunciodel Evangelio a todos, pero muy especialmente a los más nece-sitados (obreros. campesinos. indrgenas. marginados, grupos afro-americanos), integrando la promoción y defensa de su dignidadhumana» (P,n, 71 1). «como Pastor que se empeña en la liberaciónintegral de los pobres y de los oprimidos» (P.n. 696.fo

Puebla no ignora las consecuencias a las que conduce estasolidaridad: soledad, aislamiento. incomprensión y. a veces, per-secución y muerte (P.n, 668), Es la actualización latino-americanadel principio paulino: «tomó la condición de esclavo haciéndoseuno de tantos»,

La inserción histórica del sacerdote en el cruce de los pro-fundos problemas humanos que hoy agitan al continente le va ahacer experimentar su propia debilidad,y en su debilidad va acomprender la debilidad de los cristianos de América Latina. lo

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que le permitirá llegar a ser el sacerdote misericordioso y com-pasivo caracterizado por la Carta a los Hebreos.

La debilidad va a advertirla en la tentación de la corrupción,tema que ha sido especialmente desarrollado por Puebla.

La primera tentación surge del orden establecido, del «statusquo», Se trata de una instrumentalización «que es siempre unriesgo en la vida política, (que) puede provenir de los propioscristianos y aun de los sacerdotes y religiosos, cuando anuncianun Evangelio sin incidencias económicas, sociales, culturales y po-Ifticas» (P.n. 558). Se trata de la tentación del llamado espiritua-,lismo, o del conformismo, o de la desesperanza, o de la falsaapreciación de que las cosas no pueden cambiar, o que sólopueden cambiar a un precio demasiado alto. Es el olvido de que~I f2recio del cambio o de la conversión del mundo es la cruz. En "'\ocasiones, esta tentación es «el integrismo tradicional (que) esperael Reino, ante todo, del retroceso de la historia hacia la recons-trucción de una cristiandad en el sentido médieval: alianza entreel poder civil y el poder eclesiástico» (P.n, 560),

"Cuando la solidaridad y el compromiso del sacerdote con elpueblo gue sufre son profundos, la tentación tiene otras carac-terísticas, Está la tentación del odio y la violencia como vía desolución inmediata (P,n. 562), Está la tentación de la relectura delEvangelio a partir de una opción política ideologizada (P, nn, 559.536), abandonando el método establecido por el Sumo Sacerdote.Existe incluso la tentación «de hacerse líder político, dirigentesocial o funcionario de un poder temporal» (P,n, 696), Puebla haconcretado esta tentación diciendo que «la radicalización de gru-pos opuestos cae en la misma trampa, esperando el Reino ge unaalianza estratégica de la Iglesia con el marxismo, excluyendo cual-quier otra alternativa, No se trata para ellos solamente de sermarxista, sino de ser marxista en nombre de la fe» (P,n, 56 1),

En diferentes sitios, no deja Puebla de apuntar la tentacióncontra. la unidad del cuerpo sacerdotal-ministerial de la Iglesia, porcarencia de comunión participativa -una de las vértebras deldocumento-, y que tipifica como «falta de unidad en los criteriosbásicos de la pastoral, con las consiguientes tensiones de la obe-diencia y serias repercusiones en la pastoral de conjunto»(P,n, 673),

Pero sentir la tentación en la propia carne, cuando se sientensimultáneamente los dolores y los sufrimientos del pueblo opri-

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mido, escamino de maduracióh sacerdotal, según el texto de laCarta a los Hebreos.

Es cuando se comprende la debilidad del pueblo y la maliciadel sistema activo del pecado, que intenta o sumergirlo en ladesesperanza total, en el inactivismo inoperante, o contagiarlo conel odio homicida como camino de liberación.

Pero es, al mismo tiempo, comprender a los cristianos quepor ignorancia o por debilidad cedieron a la tentación y se cons-tituyeron en los opresores de sus hermanos.

Sólo en la experiencia profunda de la tentación es cuando elsacerdote se puede decidir por la liberación de su pueblo, peroatento a las tentaciones a las que se encuentra sometido en sudeseo de liberación. Y sólo en esta experiencia profunda se llegatambién a comprender a los pecadores, a los opresores, sintiendola urgencia de liberarlos con su pueblo.

7. Los instrumentos privilegiados del sacerdoteen América Latina

Tres son los instrumentos privilegiados para que el sacerdotepueda realizar su misión en América Latina: la Palabra. la Eucaristíay el testimonio de su vida. Son los tres instrumentos no parafundar casa-que ya está fundada-, sino para reconstruir y salvarla casa y, de esa manera, reconciliar a la familia de Dios en elcontinente.

El primero es la palabra, claramente unida a la función proféticadel sacerdocio, pero de amplia complejidad en el momento actual.

primera dimensión ae la palabra es la misionera. No hayevangelización verdadera -dice la Evangelii Nuntiandi- mientrasnGse anuncie el nombre, la doctrina, la vida, las promesas, elreino y el misterio de Jesús de Nazaret, Hijo de Dios» (EN. n.2~'l.-

Se trata, y especialmente en nuestro continente, de una pa-labra misionera para conseguir una adhesión no sólo a las ver-daderas, sino «adhesión al programa de vida -vida en realidadya transformada- que él propone, En una palabra, adhesión alreino, es decir, al mundo nuevo, al nuevo estado de cosas, a lanueva manera de ser, de vivir juntos, que inaugura el Evangelio»(EN. n. 23).

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Pero la Palabra de Dios debe iluminar simultáneamente .Iassituaciones humanas y los acontecimientos de la vida para hacerdescubrir en ellos la presencia o la ausencia de Dios. (P.n. 997).Al presbítero, en concreto, se le dice que en su ministerio deanunciar el Evangelio ha de integrar .Ia promoción y la defensa--de la dignidad humana. (P.n. 71 1). Como decía Pablo VI •• ¿cómoproclamar el mandamiento nuevo sin promover, mediante la jus-ticia y la paz. el verdadero, el auténtico crecimiento del hombre?Nos mismo lo indicamos al recordar que no es posible aceptarque la obra de la evangelización pueda o deba olvidar las cues-tiones extremadamente graves, tan agitadas hoy día, que atañena la justicia, a la liberación, al desarrollo y a la paz en el mundo.Si esto ocurriera, sería. ignorar la doctrina del Evangelio acercadel amor al prójimo que sufre o padece necesidad. (E.N, n. 31).

Esto implica la palabra-denuncia ante los responsables de la "'"'situación de pecado que genera activamente la pobreza, la injusticiay la opresión de la dignidad humana en millones de hombres. Espalabra-denuncia para la conversión, ya que los Pastores descu-bren en lo más profundo del sistema. sin determinar el caráctertécnico de las raíces, un misterio de pecado (P.n. 70).

Pero ha de ser. al mismo tiempo, una palabra concientizadorapara el pueblos7

, capaz de crear organismos de solidaridad conlos que sufren, de denuncia de los atropellos y de defensa de losderechos humanos (P.n, 92) y de promover entre los obreros ycampesinos, que quieren ser tratados como hombres libres yresponsables, el derecho fundamental a crear libremente orga-nizaciones para defender y promover sus intereses y para con-tribuir responsablemente al bien común (P. nn. I 162-1 163). Almismo tiempo, hay que promover en el pueblo la pobreza evan-gélica (P, nn. I 148-1 152), que lo abre al sistema liberador de laexpiación de los pecados, sin dejarse corromper internamentepor lastentaciones a que le somete el sistema opresivo del pecado.

8, Sacerdocio y Eucaristía

«El ser y el obrar del sacerdote, en la identidad de su servicio,están referidos a la Eucaristía, raíz y quicio de toda la comunidad.

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centro de la vida sacramental, hacia la cual lleva la palabra; poreso, se puede decir que 90nde hay Eucaristía hay Iglesia»(P,n.662). •

Es interesante advertir que en un documento en el que seinsiste en la evangelización por medio de la palabra. se centre elsacerdocio ministerial en la Eucaristía.

En efecto, la situación no es desconocida. Los Obispos afirmanque los «problemas se ven agravados por la ignorancia religiosaa todos los niveles. desde los intelectuales hasta los analfabetos.La ignorancia y el indiferentismo llevan a muchos a prescindir delos principios morales, sean personales o sociales, y a encerrarseen un ritualismo, en la mera práctica social de ciertos sacramentoso en las exequias, como señal de su pertenencia a la Iglesia» (P.nn. 81-82). Dada esta situación, ¿no nos encontramos ante unaincoherencia? Además, ¿cómo podemos celebrar la Eucaristía,signo de la unidad y expresión de la caridad, en unas comunidadesenfrentadasen muchos casos incluso con el odio y la violencia? Eltema es de la mayor transcendencia y merecería un tratamientomucho más pormenorizado que el que aquí podemos abordar.Sólo apunto algunas sugerencias en relación con nuestro tema,

No podemos olvidar que, desde el punto de vista de losObispos, nos encontramos en un continente cristiano. aunque conuna fe débil, es decir, que no ha tenido la fuerza necesaria paraunir fraternalmente a los creyentes entre sr. Es en estas circuns-tancias cuando el documento nos ofrece una perspectiva clave dela Eucaristía: la Eucaristía es también la raíz y el quicio de toda lacomunidad, es fuente de la vida cristiana; y es interesante noolvidar las condiciones históricas en la que se celebró la primeraeucaristía -un traidor. hombres que pensaban en espadas, per-sonas que se peleaban por el primer puesto, fanfarrones que ibana negar o a abandonar al Señor pocas horas después, al comenzarlas dificultades-, de tal manera que puede uno fácilmente des-cubrir la dura soledad en la que se encontraba el SacerdoteJesucristo.

Quizá, desde la perspectiva de la fe, la gran misión del sacer-dote en América Latina sea celebrar Eucaristía en un pueblo ycon un pueblo que tiene que recorrer un largo camino hasta quesu vida sea coherente con su fe.

Sin duda que tiene que ser una Eucaristía en la que, superadoslos puros ritualismos casi mágicos y su instrumentalización para

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ciertos acontecimientos sociales, iluminada por una correcta ca-tequesis y conformada a lasadaptaciones necesarias, haga presentea Cristo Sumo Sacerdote en medio de la propia comunidad parasu conversión, dado que, como afirma el Concilio de T rento enel lenguaje teológico de la época, «aplacado el Señor por la obla-ción de este sacrificio, concediendo la gracia y el don de la pe-nitencia, perdona los crímenes y pecados, por grandes que~ .sean- .

En la gran predicación que hace el mismo Jesús por boca desu Ministro en el momento de la consagración, manifiesta su in-solidaridad absoluta con el pecado, su identificación con el mundode los oprimidos, su postura de liberación de los pecados y sucompromiso de salvar simultáneamente a los oprimidos y a lospecadores no con el homicidio y con la violencia, sino c8('l laentrega martirial de su propia vida. Es la gran predicación queJesús hace en el concreto cuadro histórico de hoy, en la actualcomunidad latinoamericana, como ayer lo hizo no en un contextomítico, sino en una real situación histórica en la que. después depronunciar su juramento ante la incipiente comunidad. fue vio-lentamente condenado a muerte por sus enemigos y cobarde-mente abandonado y negado por su propia comunidad, como SI

se tratara de un vulgar malhechor.Es cierto que «el que come del pan o bebe de la copa del

Señor sin darles su valor tendrá que responder del cuerpo y dela sangre del Señor» (1 Cor I 1,27). Pero también la Eucaristíapone ante nuestros ojos al pionero y consumador de la fe, Jesús,exigiendo un cambio interno de la conciE;ncia y de la conducta,como en repetidas ocasiones se dice en la Carta ~ los Hebreos.Es en el mismo sacerdote, como ya indicamos anteriormente, enquien primero tiene que darse dicho cambio de conducta, de talmanera que la ejemplaridad del sacerdote histórico de hoy, unidaa la ejemplaridad de Cristo, promueva progresivamente el cambiode la comunidad para que, de una fe incipiente y cargada deignorancias, evolucione haCia una fe madura que promueva laconversión personal, la purificación de la cultura y el paso de unasestructuras generadoras de injusticia y de muerte a otras estruc-turas generadoras de fraternidad, de justicia y. consiguientemente,de paz, por los caminos marcados y seguidos por el Señor.

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La autoridad ontológica del sacerdote enla comunidad ha dequedar garantizada con la autoridad moral del pastor, que es-quemáticamente propone el documento de Puebla afirmandoque, «como el Buen Pastor, va delante de las ovejas¡ da la vidapor ellas para que tengan vida y la tengan más abundante; lasconoce y es conocido de ellas" (P.n. 681). de tal manera que,«~poyado en su propio testimonio, promueve la séj.ntidadde todos,los fieles como primer medio de evangelización (P,n. 689). Sóloasí el pastor, siguiendo la terminologra de la Carta a los Hebreos,llegará a ser un sacerdote digno de crédito.

Las circunstancias de América Latina ofrecen a estas palabrasun sentido de realismo que nada tiene que ver con fáciles inter-pretaciones espirituales. En Puebla se escribe: «La conciencia dela misión evangelizadora de la Iglesia la ha llevado (...) a alentar laopción de sacerdotes y religiosos por los pobres y marginados:a soportar en sus miembros la persecución y, a veces, la muerte,en testimonio de su misión profética» (P.n. 92). lo que poste-riormente confirma más en concreto de los sacerdotes, dado que«es admirable y alentador comprobar el espíritu de sacrificio yabnegación con que muchos pastores ejercen su ministerio enservicio del Evangelio, sea en la predicación, sea en la celebraciónde los sacramentos o en la defensa de la dignidad humana, afron-tando la soledad, el aislamiento, la incomprensión y, a veces, lapersecución y la muerte" (P.n. 668).. El sacerdote que pretende reconstruir la Iglesia en AméricaLatina. obediente a los caminos trazados por el Padre, despuésde padecer la dureza de la solidaridad con un pueblo oprimidoy tentado, corre el riesgo, en muchos momentos, de ser igno-miniosamente asesinado por los poderes de este mundo -por-que su muerte sonará corno ajusticiamiento ante dichos poderes,,desconcertando al pueblo-- y de ser abandonado por su mismopueblo, como lo fue Jesús, por desconfiar de la eficacia del Reino.Pero a los ojos de Dios y, con frecuencia, también de los hombres,sus sacrificios y su muerte brillan como un martirio --como unsacrificio. dirá la Carta a los Hebreos- en favor del pueblo y delos pecadores. en favor de la liberación de los pecados de todoel pueblo, para que se produzca' una reconciliación universal y,depuesto el odio, la violencia y la injusticia. surja una fraternidad

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nacida de la conversión personal y colectiva de los hombres aDios, que se define como el Amor.

En este contexto, la vocación del sacerdote en América Latina.si es vocación de evangelización, es también vocación al martirio,que aparece como una posibilidad constante en el horizonte desu vida y de su ministerio.

Esta vocación martirial del sacerdote en América Latina, a laque se compromete en el momento de su ordenación sacerdotal(compromiso que repite ante la comunidad siempre que celebraEucaristía), le exige también promover una profunda comunióncon el Episcopado y con los presbíteros.

No podemos olvidar que el horizonte de su ministerio es uniren Cristo a la comunidad cristiana dividida y enfrentada en Amé-rica Latina. La posibilidad de esa unión tan difícil ha de testimoniarla ..•~en la sacramentalización, igualmente difícil, de la comunidad que,sacramentaliza al Sumo Sacerdote Cristo. Es una condición pro-puesta por el Señor para el resultado de la Evangelización: «Enesto conocerán que sois discípulos míos, en que os amáis unosa otros" Un 13.35)59; y es también la petición de Jesús en suoración sacerdotal Un 17).

Al terminar estas reflexiones es fácil afirmar que el modelode sacerdote propuesto para América Latina es fundamental-mente coincidente con el Sumo Sacerdote del que nos habla laCarta a los Hebreos, pero adaptado a las complejas circunstanciasde una América Latina en la que ha penetrado la muerte en mediode la comunidad cristiana, pero que ha de mirar con esperanzasu futuro, en la medida en que no olvide «que tenemos un gransacerdote al frente de la familia de Dios" (Hbr 10,21).

>9 Sobre el sentido de Conocer, véase .Conocer», en LEON-DU-FOUR, Vocabulario de tea logIa bíblico (Barcelona 1965) pp. 154-1 57.

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IVSeminarios para la

formación de sacerdotesen América Latina

Desde el punto de vista del sacerdocio ministerial, América.Latina tiene planteados, entre otros, dos problemas fundamen-tales: la carencia de sacerdotes (P.n. 78) y la formación de loscandidatos al sacerdocio (P. nn. 669-891).

El primer problema fue abordado en el 11Congreso Latinoa-mericano de Vocaciones, celebrado en Bogotá del I al 5 deNoviembre de 198tO

El segundo problema implica dos cuestiones fundamentales:¿Cuál es el modelo de sacerdote que hemos de formar? y ¿cómopodemos colaborar para que se forme dicho tipO de sacerdoteen los candidatos que llegan a nuestros seminarios?

Para el primer cuestionamlento, en las páginas anteriores heintentado ofrecer algunas reflexiones/respuestas teniendo encuenta la teología sobre el Sumo SacerdoclO de Cristo elaboradaen la Carta a los Hebreos y su aplicación a nuestras circunstanciasde América Latina, a la vista de las aportaciones de Puebla, quehemos contrastado con el proyecto de la misma carta.

Pero, si es importante delinear la imagen sacerdotal desde sutranscendental dimensión cristo lógica sacramentalizada al hoy y al

60 Resultado de dicho Congreso, en el libro Vocaciones paro el SIgloXXI en América Latino (Bogotá 1983).

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futuro de América Latina, no es menos importante reflexionarsobre Cómo conseguirla, El tema es extraordinariamente amplioy se puede abordar desde muchos puntos de vista, Fiel al temaque me he propuesto, yo pienso abordarlo desde la perspectivatambién cristológica, teniendo en cuenta que Jesús no sólo es elSumo Sacerdote, sino que también fue históricamente, y siguesiéndolo, el formador de sus sacerdotes ministeriales, que lo per-petúan visiblemente a través de la historia. Por tanto, es tambiénen Cristo, como generador y formador de sacerdotes, dondedebemos encontrar . las orientaciones básicas para el modo deproceder de nuestros seminarios.

Recién inaugurada su vida pública, Jesús forma una comunidadde discípulos que lo reconocen como Maestro (Mc 3,13-19; Mt10,1-4; Lc 6,12-16; Jn 13,13-14). Este grupo de los Doce, tras laResurrección de Jesús y la venida del Espíritu Santo, quedan cons-tituidos como Apóstoles con características bien definidas: son lostestigos de Jesús, fundan las primeras comunidades cristianas, de-nuncian el pecado del mundo que se ha manifestado en el asesinatode Jesús, lo presentan como el único Salvador, invitando a todosa la conversión, orientan con autoridad a las nuevas comunidadesen las que se celebra la fracción del pan, y en su mayoría, segúnIQ atestigua la tradición apoyada en algunos datos de la Escritura,padecen persecusiones, encarcelamientos, torturas, juicios y hastala misma muerte. La Iglesia reconoce a los Obispos, y en su tantoa los presbíteros, como sucesores de estos Apóstoles61

Desde este punto de vista, y prescindiendo de ciertos pro-blemas cristológicos62

, podemos afirmar que el discipulado deJesús tenía como horizonte el modelo apostólico, la sacramen-talización del Sumo Sacerdocio de Cristo en los momentos his-

61 VATICANO 11,Lumen Gentium, nn. 18-20; véase GONZALEZDOAADO, Antonio, • Pastoral vocacional en la civilización urbano-in-dustriallatinoamericana., en Vocaciones poro el siglo XXI en América Latino(Bogotá 1983) pp. 154-162 .

. 62 .La ciencia de Jesús., en GALOT, Jean, ¡Cristo! ¿Tú quién eres?(Madrid 1982) pp. 347-378.

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tóricamente fundacionales de la Iglesia dentro de un complejocuadro social muy similar al vivido por el mismo Jesús..

2. Contrastes y coincidenciasentre Jesús y sus disdpulos

Entre jesús y sus discípulos se advierten, durante todos losaños de convivencia. discrepancias perfectamente claras.

jesús es bien consciente de su vocación, de su misión, de sucamino y del destino que le espera, y no duda en afirmar que"Yo soy el camino. porque soy la verdad y la vida" Un 14.6).

Los discípulos aparecen marcados por esquemas muy dife-rentes de los del Maestro jesús. Creen que se han encontradocon el Mesías esperado. no obstante lo humilde de su condición ""'\social. Pero suponen, con la mentalidad popular, que el objetivoes la restauración de Israel en medio de las naciones (Act 1.6).objetivo que. una vez conseguido, les garantizará a ellos en lanueva situación puestos importantes que ya se disputan en vidade jesús (Mt 20.20-28; Lc 22,24-30; jn 13,1-17). Por eso lo ima-ginancomo un rey luchador y triunfador. preparan espadas parala lucha (Lc 22,38; Mt 26,51-54) y, fanfarronamente. le prometenfidelidad hasta la muerte Un 13.36-38).

Este mundo de esquemas diferentes les hace difícil entenderel magisterio de jesús hasta el final de su Vida Un 14,8-14. y 25-26). les hace discrepar positivamente de Jesús(Mt 16.22-28). sien-ten la tentación de abandonarlo Un 6,66-71), uno termina traicio-nándolo, y todbS huyen en el arresto de Getsemaní (Mt 26,56),Y el más audaz en ese momento lo niega delante de una ,criadade Caifás (Mt 26.69-75).

En estas condiciones no se le presentaba fácil a jesús la for-mación de sus discípulos en la perspectiva de hacerlos sus Após-toles.

Pero, en medio de tantas diferenCias. había un punto vital enel que conectaban jesús y sus discípulos, originando una comu-nidad de formación: llamados por jesús, ellos habían respondidodejándolo todo, y así. entre ambas partes había surgido un au-téntico compromiso: jesús era reconocido como Maestro y losaceptaba como sus discípulos. como sus amigos y como sus in-mediatos colaboradores en un proyecto común. que era el pro-yecto de Jesús mismo.

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Las bases de la nueva comunidad estaban formadas por la feen Jesús y el compromiso entre ambas partes de cara a un pro-yecto común, claro en la conciencia del Maestro y oscuramente-incluso deformadamente- intuido por los discfpulos.

El sistema seguido por Jesus para la formación de los futurosapóstoles nos resulta sumamente original y sigue siendo aleccio-nador para nuestros días. Expongo algunos rasgos más sobresa-lientes.

La función de Jesús como Maestro no anula en ningún mo-mento su dimensión de Profeta, tal como lo reconocía el pueblo.Jesús integra simultáneamente las dos dimensiones de tal maneraque. aunque dedica tiempos espedficos a la formación de susdiscfpulos, su misma actividad profética adquiere caracterrsticasde magisterio para sus discfpulos, ya que normalmente se en·cuentran presentes en las diversas actividades que Jesús despliegadurante su vida.

El discipulado, en realidad, tiene como primer efecto hacerde los discfpulos testigos próximos de la vida del Maestro, tantoen sus apariciones públicas como en su intimidad. Así, son testigosde la oración de Jesus. de sus preocupaciones y alegdas másrntimas y profundas, de su forma de relacionarse con su familia,con sus paisanos y con sus amistades. Podemos decir que la vidade Jesús, bajo todos sus aspectos, se hace transparente ante losdiscípulos, lo que le permite a Jesús constituirse no sólo comoMaestro-Instructor, sino como modelo de un nuevo tipo de vida.Como el mismo Jesús dirá: «Ya no os llamo más siervos, porqueun siervo no está al corriente de lo que hace su amo; os llamoamigos, porque os he comunicado todo lo que le he oído a miPadre» Un 15,15). Así, los Apóstoles se considerarán posterior-mente testigos privilegiados. compañeros «mientras vivía con no-sotros el Señor Jesús, desde los tiempos en que Juan bautizabahasta el dra en que se lo llevaron al cielo» (Hch 1,21-22).

Jesús los sometió a sus mismas condiciones de vida, teniendoque compartir con él sus posibilidades, sus riesgos y sus alegrras.Por eso Jesús, al final de su vida, podrá decirles con toda verdad:«Si a mí me han perseguido, lo mismo harán con vosotros, y el

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caso. que han hecho de mis palabras harán de las vuestras» Un15,20),

Los integra en un tipo de comunidad especial. El mantienetoda la autoridad, «porque vosotros me llamáis Maestro y Señor,y con razón, porque lo soy» Un 13,13); pero simultáneamente sehace su servidor, les lava los pies y los defiende hasta la muerteen el momento del peligro: «Os he dicho que soy yo. Si mebuscáis a mí, dejad que éstos se marchen» Un 18,8), porque'«nohay amor más grande que dar la vida por los amigos» Un 15,13).

Los instruye especialmente, de tal manera que jesús afirmaque «a vosotros se os ha comunicado el secreto del reinado deDiosÍ> (Mc 4, I 1), Y expresamente dirá en la oración sacerdotalque "las palabras que Tú me transmitiste se las he transmitido yoa ellos» Un 17,8 y 14), '"

La corrección es una parte integrante del sistema formativode jesús, A veces incluso puede parecer excesivamente dura,como en el caso de Pedro: ,,¡Quítate de mi vista, Satanás! Eresun peligro para mí, porque tú no piensas en lo de Dios, sino enlo humano» (Mt I 6,23). Pero con frecuencia es con ocasión delos errores y fallos de los discípulos, cuando jesús suele proponersus mejores lecciones (Mt 16,24-28; Mc 9,33-37; 10,35-45; Lc9,51-56; 22,24-30; jn 21,15-19, etc.). Pero, sobre todo, sobresalela paciencia de jesús, que acepta el lento ritmo que supone elpasar de una concepción de la vida y del proyecto a otros to-talmente diferentes, como en repetidas ocasiones se manifiestaen la última cena,

Pero en la escuela de jesús no hay un lugar en el que lacuriosidad encuentre experiencias nuevas y originales, La escuelade jesús no es la escuela de las experiencias, sino la del compro-miso, la misión y la colaboración, con todos las riesgos consiguien-tes, ~sf aparece durante toda la vida de jesús, pero muy espe-cialmente en lo que los exegetas han denominado la «misión delos Doce» (Mt 10,5-25; Mc 6,7-13: Lc 9,1-6),

La libertad radical sobre la opción que se ha hecho se lesdevuelve a los discípulos, especialmente en los momentos másdifrciles Un 6,67), pero se les exige la coherencia con las exigenciasde la escuela a la que se han incorporado,

Pero sobresale especialmente la calidad del amor de jesús asus discfpulos, que se establece en norma del amor que los com-pañeros de discipulado tienen que desarrollar entre sí: «Igual que

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yo os he amado, amaos también entre vosotros. En esto cono-cerán que sois disdpulos mfos, en que os amáis unos a otros»Un 13,34-35).

Desde un punto de vista teológico, y en la dinámica de laCarta a los Hebreos, no podemos dudar que este sistema for-mativo de jesús es una dimensión de su Sumo Sacerdocio. Eslógico que, siendo Sumo Sacerdote Maestro, no sólo consagre alos que elige, sino que los forme previamente como sacerdotes.

Pero tenemos que preguntarnos con honestidad cuáles fueronlos resultados del sistema formativo establecido por jesús. Comoen toda evaluación, los resultados pueden medirse a corta distancia--es decir, los conseguidos a la muerte de jesús, el Maestro- ya larga distancia, observando la globalidad de la vida de los dis-dpulos transformados en Apóstoles. -

Estableciendo la evaluación acorta distancia, y con un criteriode efectividad inmediata, los resultados pueden aparecer comonegativos. En efecto, después de varios años de discipulado conjesús, no parece que hayan entendido demasiado el mensaje dejesús ni al mismo jesús (<<Con tanto tiempo como llevo con vo-sotros, ¿todavía no me conoces, Felipe?»; jn 14,9) ni que hayanpercibido por dónde marchan los caminos del Maestro, cuandoen la última cena todavra retienen escondidos dos machetes (Lc22,38). Más aún, de un pequeño grupo de doce, cuando llega elmomento del peligro uno lo traiciona, otro lo niega cobardementey los demás lo abandonan, de tal modo que Jesússe queja diciendo:«Mirad que se acerca la hora, y ya ha llegado, de que os disperséiscada uno por vuestro lado dejándome solo. Aunque yo no estoysolo, porque está conmigo el Padre» Un 16.32).

Pero, si la evaluación la hacemos a la luz de los criterios dela Carta a los Hebreos, los resultados no son tan precarios comopuede parecer a primera vista.

En efecto, no cabe duda del desconcierto que se produceentre los discfpulos con ocasión de la condena a muerte de jesús.Pero una cosa queda clara: su adhesión profunda a jesús y laconciencia de su inocencia, de tal manera que hasta judas el traidorse ahorca, porque «He pecado, entregando a la muerte a un

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inocente" (Mt 27,4). A los demás les ha faltado valentféi, pero noamor ni confianza en jesús, a quien sienten como amigo; de otramanera, no se explica que, tras su negación, .Pedro llorara amar-gamente (Mt 26,75).

El compromiso con jesús I la convivencia en su escuela leshan dado otros resultados. Una nueva experiencia de Dios I desolidaridad con Dios: un Dios que llama al seguimiento de Cristo,I una nueva dimensión de la vida religiosa como obedientia alseguimiento de Cristo, de un jesús al que no lograban entenderdemasiado, porque rompía continuamente sus esquemas.

La obediencia a Dios y el seguimiento de Cristo no lo ex-perimentaron como un sistema que les sacara de la situaciónordinaria de los hombres y les pusiera en un lugar de privilegiosocial. Por el contrario, experimentaron que continuaban siendo '"\los mismos hombres del pueblo que eran antes. Más aún, co-menzaron a sentirse acorralados ante los poderosos, viendo queeran inocentes y sin otras posibilidades de defenderse que la huidaUn 10,39-40; 11,8 Y 16).

Ni siquiera el seguimiento de Cristo les libró de la tentación,porque los años de convivencia con jesús aparecen cargados detentaciones. Y no sólo sintieron la tentación y la debilidad, sinoque incluso cedieron a ella, porque tuvieron demasiado miedo.Pero todo queda aceptado y comprendido por jesús: ,,¡Simón!¡Simón! Mira que Satanás os ha reclamado para cribaras comotrigo. Pero yo he pedido por ti para que no pierdas la fe. Y tú,cuando te arrepientas, afianza a tus hermanos" (Lc 22.31-32). Seestaban moldeando los futuros sacerdotes misericordiosos, por-que han sido probados en todo igual que nosotros (Hbr ~,15).

Por otra parte, la experiencia de su propia debilidad y de suscardas, contrastada con el modo de comportarse Jesús con ellosen la última cena e incluso en el Huerto en el momento delprendimiento, les hacía prepararse, desde la propia experiencia,a descubrir y aceptar otro camino nuevo, inaugurado por jesúspara la instauración de Israel y para la salvación del mundo.

Desde este punto de vista, los resultados del magisterio deJesús no se pueden considerar tan negativos. Estaba preparadauna vida, a través de gozosas y dolorosas experiencias, capaz deasumir sacramentalmente, sin desviaciones fundamentales, elSumo Sacerdocio de jesús, una vez que fueran iluminadas por elmisterio de la resurrección y fortalecidas por la venida del Espíritu

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Santo. Si jesús aprendió a obedecer sufriendo (Hbr 5,9), los dis-cípulos de jesús aprendieron a ser sacerdotes en la experienciade la escuela de jesús.

Si planteamos ahora la evaluación a larga distancia, es decir,analizando la globalidad de la vida de los Apóstoles, por los datosque han llegado hasta nosotros, lbs resultados no pueden ser máspositivos. En efecto, se observa en ellos una identificación esencialcon el Sumo Sacerdocio de Cristo, tal como queda planteado enla Carta a los Hebreos, llegando hasta el martirio, en circunstanciasmuy similares a las de jesús y con todas las características nece-sarias para poder ser considerados por la comunidad como sacer-dotes misericordiosos y dignos de crédito.

Son, sin duda, consideraciones complejas, pero que nos des-cubren el difícil proceso de la formación de un sacerdote. Pero,al mismo tiempo, son consideraciones cristológicas, es decir, deCristo como Maestro y Formador de sacerdotes con el objetivode conformarlos a su imagen y semejanza para que lo sacramen-tal icen en el proceso histórico del devenir de la Iglesia en el mundo.Así encontramos, para evaluar nuestros seminarios, unos criteriosnormativos que tienden a que se cultive más clara y plenamentela vocación de los candidatos y a que se formen verdaderospastores de almas a ejemplo de nuestro Señor jesucristo, Maestro,Sacerdote y Pastor, y se preparen para el ministerio de enseñar,santificar y regir al Pueblo de Dios63

, «teniendo en cuenta laconcepción del sacerdocio católico tal como procede de la re-velación divina explicada por la tradición constante de la Iglesia y

, . 64por su magisterio» .

S. Responsabilidad y conciencia de lapastoral promotora de vocaciones

La formación de los seminaristas estarfa desorientada y co-rrería graves riesgos si, a través de todo el proceso -desde elnacimiento de una vocación sacerdotal hasta su ordenación--, lospromotores vocacionales y los formadores no tienen una clara

63 Normas bósicas de la (omiaci6n Sacerdotal (Roma 1970) n. 20 .•.• Ibid,, Introducción, n. 3.

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conciencia no sólo de la transcendencia del ministerio sacerdotal,sino también de la dificultad y los riesgos que hoy supone sersacerdote en América Latina a ejemplo de Nuestro Señor jesu-cristo.

El sacerdote hoy, en América Latina, tiene como misión lareconciliación en Cristo de la gran comunidad cristiana dividida yenfrentada, procurando que la fe madure en los distintos grupos.defendiendo y promoviendo solidariamente a los sectores injus-tamente oprimidos, y procurando liberar a todos de la corrupciónde los binomios «odio-violencia», «miedo-servilismo», a travésdel original camino propuesto por el Señor -método evangélicoque ha de inspirar y animar cualquier otro tipo de métodostécnicos y concretos- que en la Carta a los Hebreos se designacomo «expiación de los pecados»,

Esto hace que a la persona llamada se le exija una entregatotal y absoluta a su propia vocación, entrega que, desde distintasdimensiones, se llamará «celibato», «pobreza», «renuncia a pri-vilegios sociales», «opción preferencial por los pobres», etc., etc.

Más aún, hay que tener conciencia de que, por su ordenaciónsacerdotal, al sacerdote se le va a ubicar en una situación extraor-dinariamente compleja y difícil, donde muchos querrán instru-mentalizarlo e incluso corromperlo. unas veces rodeándolo dehonores y beneficios, otras veces pretendiendo tentarlo con elpoder de la corona de líder político, como a jesús Un 6,15), Y nofaltarán los que quieran amordazarlo con el miedo,

Ser sacerdote en el hoy y en el futuro inmediato de AméricaLatina no es fácil. Cuando miro a nuestros jóvenes seminaristas,no dudo que algunos de ellos, en el núcleo de su vocación,. llevanya sembrada la semilla del martirio, que generalmente va pre-cedida de pesadas situaCiones conflictivas en el medio ambientee incluso en el mismo seno de la comunidad eclesial.

Seguir la vocación sacerdotal supone tener que desembocaren una vida pública muy similar a la que tuvo jesús y a la quetuvieron los Apóstoles, pero dentro de nuestro característicocontexto religioso y social. Por eso es de una responsabilidadextraordinaria la promoción de las vocaciones. No se trata deacobardarse, porque jesús sabía (y sabe) para qué llamaba a susdisdpulos, y los llamó, Pero era consciente de que no los llamabapara un camino fácil. como no fue fácil su propio camino, a pesarde lo cual aseguró que estaría siempre con ellos (Mt 28,20), y su

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formación se adecuó al futuro previsible .de la vocación de losllamados.

Pe'ro este llamamiento consciente por parte del Obispo y delos promotores vocacionales no implica. desde el principio, quedicho proyecto y futuro sea tan claro en la mente de los candidatosal sacerdocio. Ellos también proceden del mundo del conflicto.como les sucedía a los discípulos, donde han asimilado esquemasy proyectos que no son coincidentes con los de jesús. Por esoes previsible que en el proceso de formación surjan tensiones ydificultades que revelen la coexistencia de los dos proyectos. Perolo importante es que haya una decisión de seguir a jesús aban-donándolo todo.

El abandono de todo implica ciertas renuncias básicas de en-trada. Tales son ciertas renuncias afectivas. renuncias a determi-nados proyectos humanos. Sin renuncias nunca puede darse elseguimiento en el discrpulado de jesús,

Pero el abandono de. todo exige también una orientación dela libertad desde una opción fundamental. Llegamos a uno de losproblemas más conflictivos y menos clarificados de nuestro tiem-po. y que es importante aclarar desde el principio a los candidatosal sacerdocio,

En efecto, una de las aspiraciones mayores de las jóvenesgeneraciones es la de la libertad. aspiración que coincide con unade las grandes afirmaciones de S, Pablo: «Para que seamos libresnos liberó Cristo» (1 Cor 5, I ). Pero existe una notable confusiónentre la mera libertad psicológica y la libertad existencial, temade la mayor transcendencia para los candidatos al sacerdocio, Lalibertad psicológica es el instrumento que posee la persona parapoder hacer una cosa u otra, al menos teóricamente, La libertadexistencial supone una opción fundamental en función de un pro-yecto o de una vocación. disponer de los medios necesarios parapoder realizar dicho proyecto. y someterse a las exigencias delcamino que conduce a la realización de la vocación. El olvido deque la posibilidad de la llegada a un horizonte está en función dela existencia de un camino (medios) y del sometimiento o ascesisa las exigencias de dicho camino, origina la alienación o la veleidadque, en nuestro caso, imposibilitan el seguimiento sacerdotal deCristo. Abandonarlo todo es abandonar otras posibles opciones.con las posibilidades que internamente ellas me ofrecerían, de-cidiéndome exclusivamente por esta opción concreta con todas

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sus consecuencias. Es la palabra del Señor: «Nadie puede estar alservicio de dos amos, porque aborrecerá a uno y querrá al otro.o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servira Dios y al dinero» (Mt 6,24). Se'rá la tentación permanente entodo seminario, bajo el pretexto de la libertad. La admisión deesta esquizofrenia tiene como resultado la imagen de Judas, quequiso simultáneamente apostar por Cristo -ya que era su dis-cípulo- y por el dinero -porque, según San Juan. era ladrón.

6. Seminario: comunidad de fe y de compromiso

La opción sacerdotal desemboca normalmente en el Semi-nario, supuestos los exámenes y discernimientos previos sobre ~los candidatos y con los candidatos.

Pero me parece importante aclarar que el ingreso en el Se-minario es el ingreso en una comunidad eclesial específica, queincluso canónicamente tiene las características de una parroquiapersonal (C.l.e. en. 262).

El Seminario es, sin duda, un. centro de formación eclesiástica,Pero incorporarse a un Seminario no es lo mismo que matricularseen una universidad, aunque ésta se denomine católica y aunquela matriculación se realice en una de sus facultades de filosofra ode teología. Incorporarse a un Seminario es, fundamentalmente,un acto de fe, la respuesta a un presumible llamamiento de Jesúsal sacerdocio ministerial. Es integrarse en una específica comunidadsacerdotal y eucarística en comunión y en compromiso con laIglesia Particular a la que se pertenece.

Se trata de una comunidad con todas las exigencias y comopromisos que tiene cualquier otra comunidad con relación a Cristoy a la Iglesia Particular. Por eso no puede aislarse de ella ni mar-ginarse de sus orientaciones, de sus problemas, de sus dificultadesy de sus empeños.

Pero al mismo tiempo es una comunidad específica, con unamisión especial recibida del Obispo: la formación de sacerdotescapaces de sacramentalizar al Sumo Sacerdote Cristo (en nuestrocaso, en el hoy y en el futuro de América Latina) de tal maneraque, supuesto uno de los objetivos del sacerdoclo -ser modelosy ejemplos ante el pueblo-. sea ya también dicha comunidadmodelo y ejemplo entre las otras comunidades cristianas de laIglesia Particular.

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Esto h;de originar una unidad de aspiraciones entre forma-dores y formandos, donde unos deben actuar como el CristoMaestro y los otros como los Disdpulos del Señor, todos unidosen la fe y en el compromiso de la misión recibida, sabiendo queel Cristo Maestro Y' Sacerdote habita activamente en medio dela comunidad.

El punto focal de toda la vida de la comunidad de un Seminariono puede ser otro que Cristo, el Sumo Sacerdote y Maestro. Eldesarrollo vital de un seminario y de cada uno de sus miembrosse ha de medir por el crecimiento de la fe en Cristo, mediantela cual se ha de incrementar su conocimiento, la adhesión y elcompromiso de los discípulos, la experiencia vital hecha amor, latransformación progresiva de la persona con el horizonte paulino:«Estoy crucificado con Cristo, pero vivo ... no yo, Cristo vive enmí. Mi vivir humano de ahora es un vivir de la fe del Hijo deDios, que me amó y se entregó por mr»(Gal 2,20-21).

Un sacerdocio sin la vivencia profunda de Cristo, sin la iden-tificación con Cristo mediante la fe, es un sacerdocio muerto, unsacerdocio condenado a la desviación personal, con graves con-secuencias para toda la Iglesia y para la evangelización del mundo.

Por eso el seminario ha de ser un centro de espiritualidadcristológica, donde cada uno de los miembros, tanto a través dela oración personal como comunitaria, se deja progresivamentepenetrar por Jesús, con la esperanza de que el Misterio de Cristose haga revelación personal.

Pero en el Seminario hay una búsqueda especial del CristoSumo Sacerdote, cuya misión especifica ha de incorporar sacra-mentalmente en su vida el futuro sacerdote. Por ese motivo, sila Eucaristía es la clave de toda comunidad cristiana, en los se-minarios ha de tener una transcendencia especial, porque es don-de se revela y manifiesta de una forma eminente la dimensión delSumo Sacerdocio de Cristo. Penetrar el misterio de la Eucaristra,como ya hemos visto anteriormente, es penetrar el misterio ra-dical de la vida de Cristo yel misterio de la vida del sacerdocioministerial. Pero es, al mismo tiempo, la fuente y la fuerza, la luzy la orientación segura para una vida orientada a la expiación de

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los pecados ya conducir a la comunidad cristiana por el mismocamino. En este contexto resulta normal que las Normas Básicasde lo Formación Sacerdotal digan que «la celebración diaria de laEucaristra, que culmina con la comunión sacramental, recibidadignamente y con plena libertad, constituya el centro de todala vida del Seminario, y asistan a ella con devoción todos losalumnos,,65.

Este contacto focal con Cristo y con la Eucaristía ha de originarprogresivamente personalidades bien definidas en su fe y bienorientadas en sus metas y caminos. Misión de los formado res espreguntarse continuamente: ¿Hacia qué Cristo orientamos a nues-tra comunidad?

La focalización del Seminario en Cristo y en la Eucaristía nopuede ser un pretexto para hacer de la comunidad del Seminariouna comunidad aislada o separada. El sistema de Cristo paraformar a sus discípulos fue hacerlos testigos privilegiados de suvida, de tal manera que al término de su existencia les podía decircon verdad que para ellos no había tenido ningún secreto, sinoque había sido totalmente transparente.

El Seminario debe estar, como comunidad específica, en unaprofunda conexión con toda la Iglesia Particular a la que pertenece,y muy especialmente con el Obispo y con todo el colegio pres-biteral. Ha de ser la comunión directa e inmediata con la IglesiaProfética y Pastoral uno de los principales instrumentos de con-figuración del semlnarista. Por eso, en cierto sentido, sé puedeafirmar que el seminario tiende a ser lo que sea la Iglesia en laque se encuentra inscrito. y el semlnarista tiene fácilmente comoideales los modelos sacerdotal es que conoce.

Una Iglesia decadente, acomodaticia, aburguesada, deSOrIen-tada, es el gran peligro para un seminario.

Por eso, también por este motivo un Obispo con su pres-biterio ha de revisar el plan de pastoral de la diócesis y adaptarloa las profundas exigencias evangélicas. La presencia de sacerdotes

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que viven la plenitud del Evangelio, en las condiciones de nuestraAmérica Latina, será la garantía mejor de formación para nuestrosactuales seminaristas. Junto a esta ejemplaridad vivida e inmediata,tienen un gran valor los modelos sacerdotales que se comunicana los seminaristas. De ahr la importancia de la hagiograffa --ensu sentido más amplio- que se maneja en los seminarios, Lossacerdotes modélicos de América Latina deberfan ser recordadoscontinuamente en los seminarios. Figuras como las del Beato Ro-que González, Montesinos y Fray Bartolomé de las Casas, Mons.Oscar Romero, etc., etc. deben ser estudiadas, recordadas y ve-neradas en la comunidad. Ellos son los modelos reales que hande estar ante los ojos de quienes aspiran al sacerdocio. porque,de una forma similar a la de Cristo. son los «pioneros y consu-madores de la fe» en América Latina,

Esta cercan fa del Seminario con su Iglesia ha de desembocartambién en una cercanía y solidaridad con la amplia comunidadde los fieles en la que se concreta la Iglesia Particular. Se trata deun tipo de acercamiento en el que se puedan percibir los pro-blemas reales en los que vive sumergida la Iglesia y las dificultadesvitafes en la que se debaten los sectores más populares,

Esto ha de desencadenar én los seminarios la conciencia deque no pueden ser comunidades socialmente privilegiadas, Lasexigencias que impone una formación seria -Iocal,es, bibliotecas,profesores, tiempo, tranquilidad, etc.- no pueden ser causa dedesviaciones que hagan a la comunidad renunciar a un estilo devida pobre. que se ha de manifestar en la alimentación y en elvestido: en la modestia y sencillez de los instrumentos orientadosal descanso necesario; en la no participación en aquel tipo deactividades, incluso culturales, a las que sólo tienen acceso, pordisponer de medios, las clases más adineradas; en la responsa-bilidad frente al trabajo y al estudio: en la adaptación a una disciplinapor el Reino de los Cielos a la que los pobres han de sometersepor la necesidad de conservar su trabajo; en el acceso a lasposibilidades médicas relacionadas con la salud, e incluso en laalegrra cuando. por diferentes motivos, no se puede disponer delos medios ideales para la formación. Esta caracterización en po-breza, trabajo y disciplina de la vida del seminario, ha de con-cientizar alas seminaristas de que su formación no está orientadaa conseguir una vida privilegiada en el futuro -aunque sea reli-giosa-, sino a dotar al continente de un servicio. la evangelización,

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que por su misma naturaleza exige en el sacerdote que lo prestala íenuncia a todo privilegio. la solidaridad con el mundo de lospobres y con la misma pobreza. y la sacramentalización de Jesúspobre. que vivió entre los pobres evangelizando a todos.

Conforme el seminario viva en esta cercanía a su Iglesia y asu compleja realidad social. en una dinámica de promoción for-mativa. no es extraño que paradójicamente se haga el lugar de latentación. arriesgada situación que también hay que aceptar comoun medio de formación de los futuros sacerdotes.. Las tentaciones son múltiples. pero creo que podemos tipi-ficarlas en dos grupos principales. Son las tentaciones de nuestros "'\seminarios y de nuestros seminaristas.

La primera es la tentación de la insolidaridad con el pueblo,con el pretexto del servicio al pueblo. Son las conocidas tenta-ciones del dinero, del prestigiO y del poder, a los que se quieretener acceso con el título de la vocación. Es la aspiración a gozar.ya en el mismo seminario. de todo tipo de privilegios. como ensayode los que se espera disfrutar una vez ordenado sacerdote. Es latentación de la promoción sOCIal.pensando, como los discípulos.en los puestos que iban a ocupar cuando Jesús triunfara comoMesías. En estas circunstancias, el seminarista tiende a exigir todotipo de ventajas y libertades. sin advertir que se está separandode su pueblo y que ésos son los caminos que Satanás propuso aJesús en el desierto para la realización de su misión salvífica en elmundo.

La segunda tentación es la del mesianismo inmediatista y efi·ciente. Se manifiesta en el desprecio por los procesos de for-mación. e incluso en un falso escándalo ante los medios de foromación de los que se dispone. Surge el ideal de un falso héroeimprovisado, dispuesto a morir ya con el pueblo. olvidando queel pueblo necesita no un héroe. sino un sacerdote Que hayacambiado en la interioridad de su conciencia, que en un largoRroceso de soledad con Cristo haya generado en su interior laaudacia y la sabiduría del Evangelio.

Las tentaciones no dejan de ser un medio de formación sa-cerdotal si los formadores están pacientemente atentos a ellas.

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T raerí conflictos graves en la vida interna de los seminarios, peroson necesarias para que el futuro sacerdote tenga conciencia desu propia debilidad ante la tentación y, compartiendo la debilidadde todos, pueda ser misericordioso con el pueblo tentado y conlos pecadores que cayeron en la tentación. Las tentaciones delseminario son el prólogo experimental de las grandes tentacionesa las que va a ser sometido el sacerdote en su vida ministerial.

La formación intelectual de los seminarios ha de ser exclusi-vamente pastoral, lo cual no se opone a la seriedad cientrfica conla que dicha formación ha de ser impartida.

«Formación pastoral» quiere decir orientada a la formacióndel pastor, del sacerdote, para que pueda realizar su misión enla comunidad, en la Iglesia y en el mundo.

"Conocimiento cientffico» quiere decir superación de unaconciencia ingenua ante los fenómenos inmediatos, que conducea la persona al descubrimiento progresivo de sus causas, hastallegar a conocer, en la medida de lo posible, la relación interes-tructural de los propios fenómenos y las causas últimas que losoriginan. Asf, el conocimiento cientffico se desarrolla en la ex-periencia, en la observación y en la reflexión, en el ejercicio delanálisis y de la srntesis, en la crftica de las teorfas preestable-cidas, etc.

Pero el conocimiento cientrfico, si no quiere caer en "cien-tifismo» o en banalidad de sofistas, está marcado por un com-promiso serio y responsable: la actividad cientffica, en su búsquedade la verdad, ha de estar orientada al servicio del hombre, conla conciencia de que la verdad nos hará libres.

Por ese motivo no hay contradicción entre formación pastoraly conocimiento cientffico.

Más aún, si por pastoral entendemos la misma fe en cuantoque se abre dinámicamente, en un proceso de evangelización dela comunidad cristiana y del mundo, el encuentro entre la fe y laciencia es lo que llamamos teologfa, en su sentido más amplio, yel encuentro entre la fe evangelizadora y la ciencia serfa la teologfapastoral. Desde esta perspectiva, la formación global en el se-minario es teologfa pastoral ordenada a la formación de los pas-tores y sacerdotes.

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Ahora bien, ¿qué es lo que necesita conocer un pastor. y unpastor en América Latina? Necesita conocer crrtica y profunda-mente la realidad en la que se encuentra y a la que es enviado.asimilando todos los elementos necesarios para poder seguir in-terpretando en un futuro la realidad cambiante. Esto le exige unaaproximación a la realidad en la que se encuentra y a la que esenviado. asimilando todos los elementos necesarios para poderseguir interpretando en un futuro la realidad. Esto le ex~ge unaaproximación a la realidad, desde las ciencias fenomenológicashasta las filosóficas, hasta llegar a una interpretación crrtica y ana-lítica pastoral, es decir, desde la perspectiva de la fe evangeliza-dora, desde la perspectiva de Cristo. Junto a esta dimensión, hade surgir otra dimensión complementaria: la de la respuesta sal-vífica a las necesidades y problemas de la realidad. Es la profun- "'\dización en Cristo y en su misterio, lo que, con un sentido másrestringido, se llama teología propiamente dicha.

Resumiendo: la formación intelectual tiene que conducir a unconocimiento profundo de Cristo y de la Iglesia, de su misión,situándose en el marco de la realidad que ha de ser evangelizada.

Toda comunidad cristiana tiene que ser evangelizadora. Nopuede replegarse sobre sí misma. Jesús envía a sus discfpuloscomo sus colaboradores más próximos para evangelizar las aldeasde Israel, llevando la Buena Noticia, curando a los enfermos, ex-pulsando a los demonios y anunciando la paz; y los ~nvía sindinero ni alforjas, y hasta sin bastón (Mt 9,5-15). No se trataba,por tanto, de una actividad pastoral cobijada, llena de seguridades.Les hacía correr todos los riesgos a sus discípulos. Era una actividadvaronil y seria que, al volver. era evaluada en un rico contextode oración.

El seminario, a mi juicio, tiene que ser un centro de pastoral.No se trata de meras experiencias pastorales, como se ha repetidoen los últimos años. Se trata de vivir la misión, el compromiso,siendo enviados en el nombre del Señor, con los riesgos naturales,colaborando en la actividad de la Iglesia particular. El sacerdoteno puede desorientarse durante los años de su formaCión en elentretenimiento curioso de tener experiencias, transformándose

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en un turim. irresponsable frente al complejo museo de la vida,Jesús, sencillamente, aceptó y vivió su vida con toda responsabi-lidad e, incorporando a los discípulos a su misión, los formó,

He aquí, mirando al colegio de los discípulos de Jesús, elmodelo del centro de pastoral que ha de constituir el seminario,teniendo como sectores preferenciales los más necesitados:«obreros, campesinos, indígenas, marginados, grupos afroameri-canos» (P.n, 71 1), Y la juventud, en la que se debería desarrollarcon los seminaristas una intensa pastoral vocacional.

Toda la actividad del Seminario debería estar orientada de talmanera que en los alumnos se fuera desarrollando una fuertepersonalidad martirial, ya que «.el dar la vida -afirma Puebla-~eñala la medida del ministerio' eclesiástico» (P,n. 683). y es pre-visible que en el hoy y en el futuro de nuestro continente lossacerdotes tengan que seguir «afrontando la soledad, el aisla-miento, la incomprensión y, a veces, la persecución y la muerte»

. (P,n. 668),Por eso la formación tiene que ser exigente y no blanda,

austera y no cómoda, intensa en la oración y que acostumbre ala renuncia y al sacrificio, llena de ideales y que concientice en losdifíciles caminos del Evangelio, constante en la corrección nece-saria y paciente. en el proceso de asimilación, profundamenteeucarística,

~n un tigo de formación de esta clase pebe predominar la,experiencia de una comunidad de fraternidad y amor, con laalegría, que es don del Espíritu Santo, y con ta esperanza, que esel ancla de nuestra salvación,pe una comunidad donde «IQs ,re-yentes vivían todos unidos y tenían todo en común, vendíanposesiones y bienes y lo repartían entre todos según las necesi-dades de cada uno, (...) frecuentaban el templo en grupo, partíanel pan en las casas y comían juntos alabando a Dios con alegriay de todo corazón» (Hch 2,42-47). salieron hombres, como eldiácono Esteban, fieles a la palabra de Dios, dispuestos al martirioy capaces de agonizar bajo las piedras exclamando: «Señor. noles tomes en cuenta este pecado» (Hch 7,60),

Page 99: Sacerdotes Dignos de Credito

Largo y difícil es el camino; pero con la confianza puesta enDios y con la presencia del Cristo vivo, Sumo Sacerdote y Maestro,es posible colaborar en la formación de sacerdotes para AméricaLatina que integren en sus vidas el Sumo Sacerdocio que Diosnos ha manifestado en su Hijo Jesucristo a través de la Carta alos Hebreos.