Tierra y trabajo en Nueva Granada, 1760-1845

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Tierra y trabajo en Nueva Granada, 1760-1845 Author(s): William Paul McGreevey and Mireya R. de Fayard Source: Desarrollo Económico, Vol. 8, No. 30/31, América Latina 4 (Jul. - Dec., 1968), pp. 263- 291 Published by: Instituto de Desarrollo Económico y Social Stable URL: http://www.jstor.org/stable/3466011 Accessed: 01/03/2010 13:05 Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of JSTOR's Terms and Conditions of Use, available at http://www.jstor.org/page/info/about/policies/terms.jsp. JSTOR's Terms and Conditions of Use provides, in part, that unless you have obtained prior permission, you may not download an entire issue of a journal or multiple copies of articles, and you may use content in the JSTOR archive only for your personal, non-commercial use. Please contact the publisher regarding any further use of this work. Publisher contact information may be obtained at http://www.jstor.org/action/showPublisher?publisherCode=ides. Each copy of any part of a JSTOR transmission must contain the same copyright notice that appears on the screen or printed page of such transmission. JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Instituto de Desarrollo Económico y Social is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Desarrollo Económico. http://www.jstor.org

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La historiografia sobre la independencia de Colombia ha ten- dido a hacer hincapie en los cambios politicos inherentes al cam- bio de elites: el desalojo de los funcionarios espafioles, la hege- monia politica de una elite criolla situada ya en posiciones de po- der economico y preeminencia social.

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Tierra y trabajo en Nueva Granada, 1760-1845Author(s): William Paul McGreevey and Mireya R. de FayardSource: Desarrollo Económico, Vol. 8, No. 30/31, América Latina 4 (Jul. - Dec., 1968), pp. 263-291Published by: Instituto de Desarrollo Económico y SocialStable URL: http://www.jstor.org/stable/3466011Accessed: 01/03/2010 13:05

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TIEMiRA Y TRABAJO EN NUEVA GRANADA, 1760-18451

WILLIAM PAUL McGREEVEY *

La historiografia sobre la independencia de Colombia ha ten- dido a hacer hincapie en los cambios politicos inherentes al cam- bio de elites: el desalojo de los funcionarios espafioles, la hege- monia politica de una elite criolla situada ya en posiciones de po- der economico y preeminencia social. Cualesquiera que sean los meritos interpretativos de este enfasis politico -y ha sido puesto en tela de juicio2-, encubre una abundante continuidad en la politica social, continuidad que, efectivamente, vincula el periodo de las reformas borbonicas y el dominio conservador del gobier- no de Bogota hasta 1845 en una sola unidad social en el tiempo. Una investigacion sobre la politica social en los anios 1760-1845 revela esa continuidad y tiende a confirmar, de manera microcos- mica, la periodizacion para la historia latinoamericana que han sugerido Morse y otros.3

Los aspectos mas importantes de la politica social fueron los relacionados con la ordenacion de los recursos agricolas. Las po- liticas aplicadas a la tierra derivaron de dos variantes principales de la teoria de la propiedad delineadas, por una parte, por la doc- trina de Rousseau (y los mas antiguos escritores patristicos y

* Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de California, Berkeley.

1 Este articulo se prepar6 como parte de un estudio mas amplio sobre la his- toria econ6mica de Colombia, financiado con una subvenci6n de la Fundaci6n Ford al Centro de Estudios Latinoamericanos, Universidad de California, Berkeley. Deseo agradecer a Woodrow W. Borah por sus comentarios a un borrador anterior.

2 V6ase GLEN D. DEALY, "Toward a Theory of Spanish American Government"

(Disertaci6n para el doctorado en Filosofia, Universidad de California, Berkeley, 1965), quien destaca la amplia participaci6n de las figuras politicas en los gobiern'os colonial e independiente.

8 RICHARD M. MORSE, "The Heritage of Latin America", en Louis HARTZ, ed., The Founding of New Societies, Nueva York, 1964, pfgs. 123-177, 322-323; e His- panic American Historical Review, XLVII (2), pags. 318-319, mayo de 1967, refi- ri6ndose a "New Approaches to Latin American Periodization: The Case for an Eighteenth Century Watershed".

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biblicos), seguin la cual los derechos de propiedad emanan de la delegacion que de ellos hace la comunidad en los, individuos y en- tidades corporativas y, por la otra, por las de Locke, utilizadas para justificar los derechos individuales de propiedad no estorba- dos por reclamaciones residuales de la sociedad. Se ha senialado que la independencia marco una desviacion de la doctrina de Rous- seau a la doctrina de Locke; de hecho, sin embargo, el cambio fue gradual y continuo a lo largo de los ultimos afios de la colonia y de los primeros del gobierno nacional. Este cambio gradual es el que otorga al periodo la virtud de la continuidad.

Pero la teoria de la tierra y la propiedad no constituian mas que un cumulo de problemas de politica social. En el analisis del otro conjunto principal de recursos agricolas -la poblaci6n ru- ral y la fuerza de trabajo- surgen otras continuidades. El pro- blema social que afrontaron los gobiernos colonial y nacional po- dria enunciarse asi: Zen que medida ha de utilizarse el poder le- gal del estado para proteger al indio de la explotacion por parte de los criollos y mestizos? Con este interrogante se vinculaba otro mas manifiestamente economico: icual es la mejor manera de asegurar regimenes eficientes de produccion en la agricultura? En el calculo social de esa epoca parecia que proteger al indio era antiproductivo; y en el transcurso de todo un siglo se retiro gra- dualmente la protecci6n. Los gobiernos de la colonia y los prime- I'os gobiernos nacionales se asemejaron en su creciente desprecio por el resguardo de indios; tambien se asemejaron al vacilar en extender la disoluci6n de la institucion. Reconocian que la dis- persi6n de las comunidades indias traeria como consecuencia for- mas mas extremas de explotaci6n. Los dirigentes coloniales cultos y los pocos hombres clarividentes que hicieron la revolucion -en especial el propio Bolivar- buscaron en vano el logro simulta- neo de objetivos en conflicto: integraci6n de los indios (y en menor grado de los negros) en una sociedad nacional y su pro- teccion de la elite criolla exploradora.4 La participaci6n del indio en la sociedad mas amplia exigia evidentemente que se aceptara la explotaci6n; si podia evitarlo, la elite criolla no se hallaba dispuesta a aceptar la competencia de los pequefios propietarios indios en los limitados mercados locales.

Durante este periodo las politicas aplicadas a la tierra y al trabajo se vieron mas intimamente unidas entre si por una con- dici6n economica basica de Nueva Granada: la baja densidad de

4 V6ase INDALECIO LIfVANO AGUIRRE, Los grandes conflictos sociales y econ6mi- cos de nuestra historia, 4 vols., Bogota, s/f.

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la poblacion. Ain a fines del periodo que estamos considerando solo se utilizaba alrededor del dos por ciento de la tierra fertil cultivable.5 La tierra podia pues obtenerse gratuitamente al pre- cio de quemarla. La tierra gratuita significa que solo redituia rentas diferenciales limitadas; los precios de la tierra en la pri- mera mitad del siglo XIX confirman que, en realidad, las ren- tas eran bajas.6 La elite criolla no podia contar solo con el ingreso producido por las rentas, a menos que la ubicacion y la calidad de sus fincas fueran superiores, en cuyo caso habrian de recibir un ingreso diferencial. Pero aun en esa circunstancia favorable, las disponibilidades basicas de trabajo y tierra producirian ingresos razonablemente buenos, desde luego limitados por las capacidades productivas de la mano de obra con una tecnologia atrasada. De no imponerse restricciones artificiales de cualquier indole, el tra-

bajo se beneficiaria con una porci6n importante del producto agri- cola, correspondiendo una porci6n reducida a la tierra y la clase rentista.

La elite criolla no pudo haber pasado por alto esta observa- ci6n. Se daba cuenta de que su bienestar exigia la explotaci6n del trabajo indio. En un nivel local, la explotacion podia lograrse monopolizando la demanda local de mano de obra y pagando sa- larios inferiores al supuesto ingreso marginal de aquella.7 Pero tal conducta puede hacer que los trabajadores se marchen a las fronteras donde hay tierra disponible y no es necesario traba-

jar por salarios miserables. La elite criolla aprendio rapidamente que era preciso establecer un "cinturon de seguridad" en torno a la poblacion trabajadora, para aislarla de la tierra gratuita. La

politica aplicada a la tierra y al trabajo evoluciono a fin de ase-

gurar un mercado controlado para esos dos recursos de la agri- cultura. La independencia, sin duda, trajo cambios; pero el cam- bio de una politica social de proteccion a otra de explotaci6n pre- cedio la independencia. Y una explotacion implacable era exce- siva para los conservadores que gobernaron hasta mediados del siglo. Las continuidades en la politica social residen en el carac- ter evolutivo del cambio.

En las sucesivas secciones de este articulo bosquejo los ori- genes del resguardo y de la politica social de protecci6n. Sigue

5 MICHAEL CONNIF y WILLIAM PAUL MCGREEVEY, "Estimates of Land Use in

Colombia, 1837-1960", manuscrito in6dito. 6 V6ase WILLIAM MCGREEVEY, An Economic History of Colombia, cap. VI,

tabla VI-I (a publicarse). 7 La explotaci6n tiene aqui el mismo contenido empirico y significado te6rico

que sugiri6 JOAN ROBINSON en Economics of Imperfect Competition, Londres, 1934.

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un amplio analisis de la evolucion de las politicas que en los di- versos paragrafos anteriores se present6 en un esbozo teorico. Por iiltimo, algunos comentarios generales evaluan la coincidencia de modelo y realidad.

Las politicas sociales de fines del siglo XVIIl y comienzos del XIX no pueden entenderse fuera de su relacion con el hecho so- cial historico mas significativo de la conquista: la gran mortalidad y la posterior recuperacion de la poblacion india (mas tarde mes- tiza). Las estimaciones corrientes establecen que la poblacion de America Latina en la vispera de la conquista espainola ascendia a mas de 100 millones; la poblaci6n total (incluyendo blancos, ne- gros y mestizos) habia descendido a unos 12 millones hacia 1650.8 Este descenso general de la poblaci6n solo se ha estudiado en de- talle para Nueva Espafia; sin embargo, Juan Friede hallo un des- censo similar para un grupo indio (los quimbayas) en Colombia central. El niumero de indios que pagaban tributo disminuy6 de 15.000 en 1539 a menos de 100 a fines de la decada de 1620.9 Estos datos se refieren s6lo a un grupo, pero si reflejan el cambio demo- grafico experimentado en otras partes de Colombia, tiene que ha- berse producido un desastre general para la poblacion nativa. La politica espafola desde fines del siglo XVI en adelante se pro- puso impedir que continuara este desdichado fen6meno.

El gobierno parece haber actuado por primera vez para de- tener el descenso de la poblacion en 1595. Ese afio seniala el pri- mero en que se dio a los indios derecho a la tierra y en que se instituyeron severas limitaciones al uso del trabajo nativo. Fals Borda, al resefiar este nuevo periodo de interes por el indio, es- cribe:

Este fue un periodo de triunfo del protector real sobre el poder local de los encomenderos... Desde una posicion

8 Las estimaciones relativas a la preconquista provocan acaloradas disputas entre los dem6grafos, historiadores y antrop6logos Para una resefa del debate y la literatura al respecto vease WooDRow BORAH, "The Historical Demography of Aboriginal and Colonial Latin America: An Attempt at Perspective". Proceedings of the XXXVIIth Meeting of the International Congress of Americanists (a publi- carse). La estimaci6n mas tradicional de 13,4 millones para todas las Americas aparece en ANGEL ROSENBLAT, La poblacion indigena y el mestizaje en America, Buenos Aires, 1954, I, pag. 102.

9 JUAN FRIEDE. Los quimbayas bajo la dominacidn espafiola, Bogota, 1963, psg. 253. Las tasas de declinaci6n de este grupo parecen ser paralelas, en tiempo y al- cance, a la declinaci6n observada por Borah y Cook para Mexico central.

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de servidumbre como la que habia ocupado en los afios pre- cedentes, el indio fue elevado a la de un arrendatario del rey espafiol. La revision de titulos ordenada por el rey Felipe en 1591 de acuerdo con la primera Cedula del Pardo trastorn6 la piramide de dos estratos (los conquistadores y los conquis- tados) que se habia formado durante los afios de la ocupacion inicial. Ademas, esas 6rdenes reales restringieron de manera definida el uso del trabajo nativo.10

Las concesiones de tierra no se daban en dominio absoluto pero parecen haber limitado la violacion de las tierras indias por parte de los colonos blancos. Esta politica de reconocimiento le- gal de los derechos indios sobre la tierra continuo hasta alrededor de 1642, a medida que se otorgaron mas y mas resguardos.1 Pero despues de esa fecha las reclamaciones de las comunidades indias plantearon un conflicto cada vez mayor con la poblacion blanca.

Aun cuando el periodo de formacion de los resguardos fina- lizo en 1642, continuaron existiendo como instituci6n, sin que se ejercieran mayores presiones sobre ellos, hasta la ultima mitad del siglo XVIII. Durante ese largo periodo la poblacion blanca no busc6 cambiar la base legal de la tenencia de tierras comuna- les, sino mas bien inducir a los indios comunales a abandonar sus tierras para trabajar en las haciendas.

En las comarcas altas pobladas por los chibchas (la zona que rodea a Bogota) la esclavizacion directa desapareci6 cerca del final del siglo XVI para ser reemplazada por un sistema de tra- bajo asalariado obligatorio en las haciendas de los blancos:

Paralelamente, se suponia en los hacendados espafioles o blancos un derecho a obtener ese trabajo. Asi, ademas del trabajo obligatorio en las minas fiscales (del cual se habl6, y que ceso en 1729), y de las prestaciones de trabajo en las obras publicas (que en la forma de trabajo personal subsidia- rio se prolongaron hasta mucho despues de obtenida la eman- cipaci6n de Espana), se daba una "mita agricola" en favor de

10 ORLANDO FALS BORDA, "Indian Congregations in the New Kingdom of Gra- nada: Land Tenure Aspects, 1595-1850", The Americas, XIII (4): 331-351, 333 (1957).

11 El termino resguardo se traduce generalmente al ingles como reservation land (tierras de reserva), con lo cual tiene un significado similar al de las reservas en las cuales se ubic6 a los indios de los llanos norteamericanos c'omo resultado del movimiento de la frontera hacia el oeste. Sin embargo, tambien podia significar tierras reservadas, es decir, tierras especificamente apartadas para uso de los indios y libres de reclamos por parte de los colonos 'o encomenderos blancos. Como al parecer las tierras inicialmente entregadas a los indios eran buenas, el proceso no tuvo las connotaciones de explotaci6n y de caracter negativo que los norteameri- canos pueden asociar con las reservas.

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los hacendados "blancos", en sentido cultural. Se trataba de trabajo obligatorio, pero pagado por los que de el se benefi- ciaban de acuerdo con una tasacion publica, que se queria representara una remuneracion equitativa.

Sin que fuera la fuente exclusiva de mano de obra para las haciendas, este "concierto" forzado representaba induda- blemente un aporte muy importante, esencial en la economia del grupo blanco en muchas partes de la faja oriental.12 En la Relacion del Presidente de la Audiencia del Nuevo Rei-

no de Granada, don Antonio Manso, preparada en 1729, se ofrece la. justificacion de tal sistema: "Es muy util para los mismos que sirven, porque como en los indios no reina el deseo de tener, si los dejasen en libertad de no trabajar ninguno lo haria volunta- riamente..."..1 La explotacion de las haciendas de los pobladores blancos. exigia el trabajo indio; por lo tanto las autoridades es- pafiolas buscaron la manera de proveerlo, asegurando al mismo tiempo que no se violaran demasiado los derechos y la capacidad de los indios para cultivar sus propias tierras. Si tenia que haber explotacio6n, al menos debia ser reglamentada. Pero, como sefia- la Fals Borda:

Tal sistema, sin embargo, degener6 lentamente, al volver al orden sefnorial al cual estaba conduciendo: hubo nativos que, despues de ser asignados a una hacienda, permanecieron en ella, practicamente como siervos, por un tiempo indefini- do. Cuando los propietarios ofrecieron parcelas en las cuales podian establecerse los indios (asegurando asi una fuerza de trabajo segura y permanente) y salarios en dinero, se forta- lecio con rapidez el germen del presente sistema de trabaja- dores residentes.14 La proteccion brindada por los Habsburgo no pudo extender-

se mucho mas alla del establecimiento de restricciones legales impuestas a la poblaci6n blanca. Los indios no eran legalmente iguales a los colonos blancos ni la justicia espafiola trato de que lo fueran. El sistema estaba destinado a la explotacion. No obs- tante, Ospina Vazquez, despues de estudiar las cuentas de algu- nas haciendas en la zona que rodea a Bogota, concluye que "la remuneraci6n de los concertados era relativamente alta, si se tie-

12 LUIS OSPINA VASQUZZ, Industria y protecci6n en Colombia, 1810-1930, Mede- llin, 1955, pAfg. 14.

's Relaciones de mando. Memorias presentadas por los gobernantes del Nuevo Reino de Granada, ed. E. Posada y P. M. Ibafiez, Bogota, 1910, pig. 8.

34 FALs BORDA, "Indian Congregations'', pag. 340.

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nen en cuenta los pagos en especie".15 En una nota al pie de pa- gina insiste en ello agregando que los pagos en especie entrafia- ban un nivel de consumo de los principales comestibles muy su- perior al consumo promedio corriente de grupos economicos equi- valentes en la zona.

El sistema del concierto debilit6 gradualmente a las comuni- dades indias en cuanto a poblacion y partidarios del sistema del resguardo. Asi ocurrio que, a medida que los miembros de la co- munidad se marchaban en busca de una residencia permanente en las haciendas, las tierras de los resguardos no se utilizaban con

plenitud. Ademas, en algunos casos tiene que haber existido un continuo descenso de la poblaci6n aun a lo largo del siglo XVII y principios del XVIII que exacerb6 la apariencia vacia de algu- nos resguardos. Como la comunidad no podia enajenar estas tie- rras comunales, los hacendados no estaban en condiciones de ob- tener en forma directa el control de las tierras. En lugar de ello los nuevos inmigrantes espafioles a las tierras altas de Colombia se trasladaron a las tierras de las reservas y las arrendaron a los indios. Este sistema fue posible en parte por el abandono de los indios que iban a trabajar en las haciendas y en parte por el con- tinuado descenso de la poblacion en algunas reservas.

El proceso de reemplazo de mezca racial de a po El proceso de reemplazo demogrffico, mezcla racial de la pa-

blacion y decadencia del resguardo, parece haber evolucionado con lentitud a fines del siglo XVII y ya entrado el siglo XVIII. En ese marco, las reformas administrativas de Carlos III (1759- 88), antes que conducir al cambio social rural resultaron ser su consecuencia. Fals Borda argumenta que "la tendencia a la desin- tegracion se vio acelerada por la politica real, en especial por la Cedula del Pardo firmada por Fernando VI en 1754." 16 Fue en esa epoca que los funcionarios espaiioles reconocieron por primera vez los resultados de la lenta evolucion de pautas relativas a la tenencia de tierras que tanto diferian de las prescripciones lega- les para el uso de las tierras indias. Don Andres Berdugo y Oquen-

15 OSPINA VASQUEZ, Industria y proteccidn, pAg. 14. El trabajo forzoso (Ia mita agricola) desaparecio alrededor de 1740 en las zonas de los chibchas y mas tarde en el sur. Pero el concierto libre continu6 entrado el siglo XIX durante las cosechas y Ols periodos de gran demanda de mano de obra. Los indios involucrados en este trabajo quiza hayan provisto la clase de vagabundos que con su ociosidad afligieron a las autoridades.

16 FALS BORDA. "Indian Congregations", pag. 341.

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do, el visitador recien designado, "hall6 que los indios habian arrendado su tierra a los blancos, reservandose solo una pequenia porcion del resguardo. Los blancos no solo ocupaban gran parte de la tierra sino que algunos estaban viviendo, desde luego en forma ilegal, en el propio pueblo."'7 Los indios arrendaban tierras a los chapetones (inmigrantes espafioles recien llegados) y dedi- caban sus propios esfuerzos al trabajo para haciendas cercanas. Esta practica seria bastante razonable si de hecho los espafioles hubiesen sido agricultores mas capacitados que los indios. Debe sefialarse que no se trataba de latifundistas, arrendatarios de mer- cedes o encomiendas de indios otorgadas en el primer siglo des- pues de la conquista; eran mas bien miembros de una clase inci- piente de familias de agricultores inmigrantes, a menudo ignora- da por quienes han escrito acerca de la tenencia de tierras en Co- lombia.18 Fals Borda escribe que el apremio a las tierras indias,

...en contra de lo que se ha creido generalmente, no prove- nia de latifundistas y hacendados sino de una nueva y nu- merosa clase de finqueros de menor cuantia, identificados por el virrey Manuel Guirior como miembros de una "clase me- dia".l9

Ospina Vazquez, luego de reseinar una serie de estudios de la historia de las haciendas en Colombia oriental y la situacion real de los colonos espafioles, llega a la conclusi6n de que no los ca- racterizaba una vasta riqueza.

Aparece que los "vecinos" -los espanioles- no son unos pocos, grandes seniores latifundistas. Son numerosos en casi todos los pueblos y parroquias, y pobretones por lo general. La clase acomodada, importante e influyente, no era la de los terratenientes, sino mas bien la de los funcionarios y comer- ciantes. (Es un estado de cosas todavia muy corriente en Co- lombia.) Habia unos cuantos grandes propietarios ausentis- tas, muy comuinmente 6rdenes religiosas. No parece que el latifundio se estuviera extendiendo en forma muy notoria. En ciertas regiones de las tierras calientes ocupaba una porci6n importante de las tierras. Se trataba principalmente de ha-

17 FALS BORDA, "Indian Congregations", pag. 342.

s1 ROBERT BEYER, por ejemplo, en su resefa hist6rica de la tenencia de tierras en Colombia ni siquiera menciona a ese grupo, y habla como la mayor parte de los escritores de minifundistas y latifundistas. Vease su "Land Distribution and Tenure in Colombia", Journal of Inter-American Studies, III (2): 281-290, abril de 1961.

19 ORLANDO FALS BORDA, El hombre u la tierra en Boyacd, Bogota, 1957, pag. 84.

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ciendas ganaderas; mas raramente, de haciendas de cana y de cacao.20

Si esta nueva especie de colonos espafioles trajo consigo la perspectiva de tecnicas agricolas distintas y mejores, estas desa- parecieron o fueron asimiladas en el popurri cultural y racial de las tierras altas de Colombia. No quedan kulaks, agricultores de clase media ni campesinos ricos para testimoniar la existencia de una clase agricola de pequefios propietarios.

Tanto Fals Borda como Ots Capdequi fecharian el comienzo de una nueva etapa en la historia de la tenencia de tierras en el afio 1754. Ots llega incluso a publicar la totalidad de esta extensa Real Cedula del 15 de octubre y la comenta en la siguiente forma:

A nuestro juicio, la Real Instruccion transcrita, bien puede ser considerada tambien como una verdadera reforma agraria intentada por el estado espafiol en America. Su alcance no es menor que el que tuvo, en su epoca, la Real Cedula citada de 1591.21

Aun cuando la orden se promulg6 en 1754, el primer testimo- nio de la venta de tierra (posibilitada por la eliminacion de los resguardos carentes de titulos claros) realizada segun esta nueva disposicion aparece en noviembre de 1759.22 Y aparentemente fue poca la accion concreta que se adopt6 para aplicar las nuevas pau- tas de tenencia y eliminar las tierras comunales indias que se su- ponian ineficaces.

Existen buenas razones para escoger un anio algo posterior como fecha de transicion. Lievano indica que un juicio del juez de Realengos en 1777 y la cedula que en respuesta a 1e envio Car- los III al virrey Florez, fechada en San Ildefonso el 2 de agosto de 1780, sefiala una clara ruptura con la antigua politica de pro- teccion para los derechos indios sobre la tierra. Carlos III es- cribio:

20 OSPINA VASQUEZ, Industria y protecci6n, pags. 12-13. 21 JosE MARfA OTS CAPDEQUI, Nuevos aspectos del siglo XVIII espafiol en Amd-

rica, BogotA, 1946, pig. 250. El texto de la Cedula aparece en las pags. 245-250. 22 OTs, Nuevos aspectos del siglo XVIII, pags. 252-254, resume los resultados

de un informe sobre las ventas de tierra preparado en diciembre de 1775. Entre los afios 1759 y 1763 hub'o 13 ventas de tierras; solo 3 mas en los 7 afos siguientes y 11 en los afios 1771-74. Este informe abarc6 s6lo una parte del virreinato; pareceria sin embargo que bajo esta legislaci6n particular se desarroll6 una actividad escasa, comparada con la abolici6n completa de los resguardos en 1777 y 1778. Hasta cabe presumir que las p'oliticas con respecto a la tierra desarrolladas a fines de la d6cada de 1770 (y aun la redacci6n del informe aqui citado) fueron el resultado de que la ley anterior no lograra introducir cambios en la tenencia de tierras suficiente- mente rapidos para las autoridades.

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He resuelto, conformandome con el dictamen del enun- ciado juez de Realengos, y con el de esa mi Real Audiencia, que en todo ese Virreinato no se inquiete a los duefios de tie- rras realengas en aquellas que actualmente disfrutan y de que esten en posesion, en virtud de los correspondientes titu- los de venta, composicion con mi real patrimonio, contrato particular, u otro cualquiera que sea capaz de evitar la sos- pecha de usurpacion, ni obligarles a que las vendan ni arrien- den contra su voluntad.23

Aun cuando a primera vista podria parecer que esta orden real apoyaba las pretensiones del indio sobre sus tierras de res- guardo, de hecho era raro que aquel contara con titulos claros o con la orden real que establecia el resguardo. Antes se habia ignorado su falta de titulos; desde ese momento los indios habrian de aprender a temer el sistema de los contratos escritos concebi- dos por los blancos para beneficio de los blancos.

Lievano interpreta la manifestaci6n del rey como un apoyo pleno para un sistema de dominio absoluto desprovisto de limita- ciones sobre el derecho de propiedad reservadas al estado. Cita una decision de la Suprema Corte, de 1942, en apoyo de su opinion:

El juez de Realengos reclamo -dice la Corte- por pri- mera vez, segun parece, en la vida de la colonia, el imperio de las reglas romanas sobre posesi6n y la propiedad, conforme a las cuales el duenio era libre de hacer de sus cosas lo que le viniese en gana. El criterio socialista de la legislacion espa- fiola para las Indias, imperante en mas de dos siglos, encon- traba el primer obstaculo (con el concepto del juez de Realen- gos) para la realizaci6n de los fines que incansablemente ve- nia persiguiendo desde la epoca del descubrimiento y la con- quista de America.24

La decision de Carlos III indicada en la cedula concordaba plenamente con la decisi6n del juez de Realengos. Asi altero de manera muy viva la base de la posesion de tierras, convirtiendola de una funci6n social en un derecho privado.2 Y en razon de que

2 Citado en INDALECIO LIhVANO ACUIRRE, Los grandes conflictos sociales y eco- n6micos de nuestra historia, 4 vols., Bogota, 1962, II, pag. 215.

24 Citado en LIVANO, II, pag. 213. 25 En contraste, la actual Constituci6n de Colombia establece la primacia del

interes social gobre el privado, en lo que respecta a la propiedad. El articulo 30 dice lo siguiente:

Se garantizan la propiedad privada y otros derechos adquiridos con justo titulo por las personas naturales o juridicas, de acuerdo con la ley civil, y las leyes pos- teriores no pueden desconocerlos o lesionarlos. Cuando la aplicaci6n de una ley

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el nuevo enfasis en el derecho privado no se refirio a las preben- das de las posesiones comunales, el indio se vio doblemente pri- vado de recurso legal. El virrey don Manuel Guirior ya habia tomado a su cargo la obligaci6n de reglamentar y reordenar con- diciones de tenencia para los indios que han de haber tenido muy en cuenta el beneficio de la poblacion blanca:

Pertenece ta,mbien al gobierno el fomento y arreglo de la poblacion. Esta, aunque por naturaleza se aumenta creciendo los individuos con los que nacen y vienen de Europa, pero carece del buen orden que contribuiria a su lucimiento, y trae origen este danio desde la conquista del reino, donde son po- cos los lugares de espainoles (comprendo en esta voz a todos los que no son indios) y la mayor parte de las gentes de la clase media viven dispersas en los campos, en las cercanias y al abrigo de los pueblos de indios, disfrutando los resguar- dos de estos y alguin corto pedazo de tierra que les sufrague para vivir miserablemente, sin que puedan observarse las le- yes que prescriben su separacion, ni evitarse los dahios que causa su consorcio, resultando de todo el poco lustre de las poblaciones, su falta de gobierno econ6mico y la grave difi- cultad de que se administre la justicia. Todo esto podra en mucha parte remediarse con favorables consecuencias luego que se practique la visita del distrito que el Rey tiene come- tida al fiscal protector don Francisco Antonio Moreno y Es- cand6n; para que suprimiendo y uniendo los corregimientos cortos y numerados los indios, se hagan arreglados demarca- ciones y se formen pianos de las provincias, estableciendo co- rregidores asalariados, con la amplitud de la jurisdiccion que franquean las leyes y encargados del cobro de los tributos. Esta operacion, aunque dificil y dilatada, podra producir ven- tajosos efectos en lo sustancial y en lo concerniente al fomen- to de la agricultura de los indios, separaci6n de gente de co- lor, proporcionando parroquias y uniendo algunos pueblos, para lo que pienso dejar tomadas todas las providencias a su

promulgada p'or razones de beneficio pfiblico o intereses sociales resulta en un con- flicto de los derechos de personas privadas con la necesidad reconocida por la mis- ma ley, el interes privado debe ceder ante el interes pfblico o social.

La propiedad es una funci6n social que entrafia obligaciones. Pueden realizarse expropiaciones, por razones de beneficio pfiblico o interes

social definidos por la Legislatura, por medio de una decisi6n judicial y con indem- nizaci6n previa.

No obstante la Legislatura, por razones de justicia, puede determinar los casos en los cuales no existe causa de indemnizaci6n, con un voto favorable de una ma- yoria absoluta de los miembros de cada Camara.

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logro; y si no pudieren evacuarse antes de mi salida, no dudo que V.E. lo verifique con toda la proteccion que demanda una empresa tan util y prevenida por S. M. en la real cedula del 3 de agosto del afio pasado.26 Sin embargo, cuando se considera la historia de la politica

aplicada a la tierra en este periodo seria erroneo preocuparse de- masiado por los cambios legales. Lo que debe destacarse es que la creciente poblacion espafiola y la expansion de la poblaci6n urbana (desde fines del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX la poblacion de Bogota aumento probablemente entre el 1 y el 2 por ciento anual) acrecentaron la demanda de comestibles. En consecuencia se elevo la demanda derivada de tierra bien ubica- da, de manera que las tierras indias cercanas a los centros urba- nos parecieron cada vez mas atractivas. Los habitantes de la co- lonia obtuvieron pues que el estado instituyera una politica que habria de desplazar a los indios fuera de las mejores tierras, de- jandolas disponibles para unirlas a las haciendas. Ademas, al agruparse a los indios habrian de disminuir los regresos al tra- bajo en los resguardos y un nuimero mayor de aquellos buscaria trabajo asalariado en las haciendas de los criollos. Juan Friede escribe que la aparicion del trabajo asalariado rural

...es cosa que s6lo se logr6 en el siglo XVIII, cuando por falta de tierras y abrumadores impuestos coloniales, junto con el general empobrecimiento de los residuos de la poblacion in- digena de America, tuvo el indio que alquilarse para subsis- tir... La politica consistente en empobrecer a la poblacion aborigen, para obligarla a trabajar, se ha utilizado y utiliza generalmente en el sistema colonial. No de distinta manera se hace trabajar actualmente al negro africano en las colo- nias britanicas y francesas, lo mismo que se hacia en Egipto y en la India.27

Zambia ha ofrecido un analisis mas reciente de un fen6meno similar. Los africanos nativos, lejos de pasar por alto las ventajas de las nuevas oportunidades del mercado, incrementaron la pro- duccion de maiz. Observese la respuesta de las autoridades co- loniales que, nos es dable presumir, no eran especialmente distin- tas de los espafioles de las tierras altas de Colombia en el siglo XVIII:

26 Relaciones de mando, pigs. 149-150. 27 JUAN FRIEDE, El indio en lucha por la tierra; citado en LIEVANO. Los grandes

conflictos, II, pig. 210.

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En lugar de acoger bien esta respuesta, el gobierno la vio con preocupacion. Para esta epoca el nuimero de agricultores europeos era lo bastante elevado como para ejercer una in- fluencia dominadora sobre la politica agricola y, obviamen- te, estos agricultores no tenian interes en que el precio de los productos agricolas se hiciera inferior al de las minas. De- seaban en cambio suficiente tierra para una expansion mayor y precios elevados para su producci6n. Como un medio para lograr su objetivo en materia de tierras, en 1928 se estable- cieron reservas nativas en la zona del ferrocarril y se inicio el proceso de trasladar a los africanos a esas zonas. La mie- dida tuvo por efecto disminuir la competencia africana exis- tente en el mercado y, cosa mas importante, al reservar para los europeos una franja que en la mayoria de las zonas se extendia alrededor de 20 millas a cada lado del ferrocarril, limitar severamente la competencia africana potencial en los mercados comerciales.28 La situacion humana es demasiado similar como para que

puedan existir respuestas que no sean similares: los poderosos, cuando pueden, tambien se haran ricos. Y cuando no son eficien- tes, ejercera su influencia el poder del estado. Citando otra vez el caso de Zambia, podemos ver la probable respuesta politica de un gobierno blanco dominante:

Si se reconoci6 la debilidad de la agricultura europea, lo mismo se hizo con el desarrollo potencial de la produccion africana de maiz. En su informe de 1931, el director de Agri- cultura justifico la falta de asistencia agricola sistematica a los africanos ubicados en el cinturon del ferrocarril con la siguiente observaci6n: "Si los nativos se apoderasen de todo este mercado (como muy bien podria ocurrir, con la excep- cion de muy pocos articulos, si se realizasen esfuerzos deli- berados para fomentar con esta finalidad la produccion de cosechas) la poblacion europea se veria rapidamente expul- sada de la tierra, y resulta dificil ver c6mo podria beneficiar- se mucho el nativo individual, por cuanto su parte del pro- ducto seria infinitesimal". Lo absurdo de este argumento no hace mas que atestiguar los temores del agricultor europeo.29 Lo que otorga un caracter distintivo a la situacion de Colom-

bia es el retiro casi repentino de la protecci6n de la Corona al res-

28 ROBERT E. BALDWIN, Economic Development and Export Growth: A Study of Northern Rhodesia, 1920-1906, Berkeley, 1966, pAg, 150.

29 BALDWIN, Economic Development and Export Growth, pfg. 151.

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guardo como instituci6n legal. El retiro de esa proteccion fue esencial para los designios de la elite criolla que buscaba controlar la mejor tierra para agricultura y la riqueza e ingresos con ella asociados en una economia en desarrollo. La politica del Ilumi- nismo (destinada a restaurar algo del perdido laissez faire) solo dio carta blanca a una elite terrateniente.

Los objetivos principales del gobiero de Carlos III no in- cluyeron ya la justicia social para el indio. Todos los esfuerzos administrativos se dedicaron a la racionalizaci6n gradual de la politica colonial; en la practica esto significo que una cantidad cada vez mayor de dinero proveniente de impuestos iba a pasar de las colonias americanas a la metropoli. El camino adecuado para la busqueda de esta finalidad parecia ser la racionalizaci6n del esquema de tenencia de tierras. Pero como la ocupacion de facto de las tierras indias se remontaba al final del siglo XVll, y como los funcionarios oficiales pudieron observar la direcci6n del cambio en las condiciones de la tenencia, consideraron que no hacian sino ayudar a la aceleraci6n de un proceso inevitable. Durante 1777 y 1778 el gobierno virreinal adopt6 medidas para la venta y disposici6n de la totalidad o parte de los 19 resguar- dos de Boyaca;30 tal ritmo de cambio en la ocupacion de tierras dificilmente puede considerarse como una simple ayuda a un proceso inevitable. A medida que se vendian las tierras, los indios se veian obligados a abandonarlas y a tomar posesion del espacio desocupado en otros resguardos. La protesta que enviaron los indios del resguardo de Beteitiva al virrey, el 12 de julio de 1779, describe los resultados:

Que ha dos afios mas o menos -dicen- que por el visi- tador don Jose Caimpuzano se nos mand6 con gran acelera- ci6n que desocupasemos las tierras que poseiamos en el dicho resguardo de Beteitiva y Tutasa y pasasemos con nuestras familias y bienes al pueblo de Duitama, que alli se nos darian tierras suficientes; suplicamos lo que pudimos... y no dando- nos oidos sino antes bien, diciendonos que si como lo tenia man- dado no se cumplia, que con todo rigor se mandaria que se cum- pliera y que se quemasen nuestras casas y ranchos, obede- cimos caminando para Duitama con los mayores trabajos, que no tenemos palabras para explicar... y sin saber c6mo llega- riamos en los dos dias que ocupamos para llegar con nuestras mujeres, la chusma de hijos, nuestros ganados mayores y

Fa FALS BORDA, "Indian Congregations", pig. 343.

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,menores y los demas bienecitos. Y legados a Duitama, el alojamiento fue abrigarnos en mantas o en alaras de las casas y ranchos de los indios de Duitama... y hemos visto que no nos han senialado hasta el presente ninguna tierra, por lo que estamos arrendados en un estado de perecer... Los ganados los hemos menoscabado (vendido a menos precio) para man- tenernos... Los mayores trabajos, que se aumentan dia a dia, dependen de los malos tratamientos que los habitantes de Duitama nos dan.31

Asi, pues, el final de la decada de 1770 seniala una aceleraci6n en la agresion de los blancos a los privilegios indios sobre la tierra, establecidos en los comienzos del siglo XVII. Mas el control de la tierra entrafiaba tambien el control del principal recurso complementario, o sea el trabajo de la poblaci6n indigena. Un resultado no previsto de la politica espafiola fue el desarrollo de una poblaci6n rural flotante que, cuando era posible, buscaba em- pleo en las haciendas, pero mas comunmente aumentaba la po- blacion de vagabundos.

Durante este periodo hallamos testimonios de la preocupa- ci6n oficial por la vagancia en muchas regiones de America Latina. Mario G6ngora ha iniciado el estudio del problema en Chile y la consideracion de sus origenes temporales y sociales.32 No se han lievado a cabo estudios comparables de este fen6meno para el caso de Colombia. Empero, en diversas zonas del pais comenzaba a surgir el problema. Juan Friede, por ejemplo, al resumir su resefia del ultimo periodo colonial en el Macizo Co- lombiano (Cauca y Narifio) escribe lo siguiente:

Resumiendo estos datos se puede decir lo siguiente: en el ocaso de la colonia encontramos los resguardos indigenas del Macizo Colombiano grandemente debilitados por su cen- tenaria lucha con variable exito contra el colonizador blanco, espafiol o criollo. Muchos indios, tanto anaconas como per- tenecientes a reducciones, abandonan el resguardo o su pueblo y deambulan por la region, viviendo como jornaleros, explotados miserablemente... No tienen para su refugio nin- guna propiedad, tierra o casa. Es un verdadero proletariado rural. Las autoridades coloniales tratan en vano de impedir

i Citado en FALS BORDA, "Indian Congregations", pAg. 346-347; tambi6n (sin referencias) en LIaVANO, Los grandes conflictos, II, pags. 289-290.

MABIO G6NOORA, "Vagabundaje y sociedad fronteriza en Chile. Siglos XVI a XVII", Publicaci6n N9 2, Cuadernos del Centro de Estudtos Socioecon6micos, Facul- tad de Ciencias Econ6micas, Universidad de Chile, 1966.

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la vagancia con ordenanzas y leyes. El resguardo mismo em- pieza a desmoronarse: flaquea el tradicional apego a la co- munidad. Obligados por las precarias condiciones economicas, falta de tierra y tributos excesivos, varias familias indigenas se desprenden del tronco principal de la comunidad, tratando de fundar propios e individuales modos de subsistencia.33

El desmenuzamiento de los resguardos en esa parte del pais producia un aumento sustancial de la oferta de mano de obra en el mercado rural de trabajo. Como antes se menciono, el trabajo forzoso (presumiblemente necesario solo en condiciones de es- casez de mano de obra) se dejo de lado alrededor de 1740. Podemos suponer que los terratenientes blancos deploraban en puiblico la vagancia pero privadamente la aprovechaban, por cuanto en tales condiciones no podian aumentar los salarios rurales. Duran- te cualquier periodo de escasez de mano de obra, en la epoca de la cosecha por ejemplo, era posible aprehender a los vaga- bundos y obligarlos a trabajar alegando sus violaciones de las leyes relativas a la vagancia. Ademas, la aceptaci6n del derecho romano implicita en la Cedula Real del 2 de agosto de 1780 pudo haber establecido un sistema de tenencia en dominio absoluto. Luego fue posible retener la tierra sin destinarla a un uso pro- ductivo, tan s61o para asegurarse de que no se apoderara de ella la poblaci6n indigena flotante a fin de utilizarla para una agri- cultura de subsistencia. En una economia con excedente de tierras era preciso negarlas a los indios con el objeto de que aceptaran el trabajo en las haciendas criollas. La vagancia fue un resultado del establecimiento de derechos de tenencia no estorbados por obligaciones sociales de utilizar la tierra. Si esta no se hubiese retenido sin destinarla a la producci6n, los vagabundos (y tam- bien los trabajadores indios) se hubieran establecido en ella para una producci6n de subsistencia que no generaba un excedente de producci6n pasible de explotaci6n por parte de los criollos.

Es dificil aceptar el aserto de Friede en el sentido de que la presi6n de la poblacion a fines del siglo XVIII disminuia el pro- ducto per capita de la tierra. Es mucho mas probable que se mantuvieran fuera de las manos de los indios vastas extensiones de tierra utilizable, a fin de obligarlos mejor a trabajar en las haciendas. Las discusiones y la preocupacion acerca de la vagancia pueden considerarse pues como un complemento de una politica

a8 JUAN FRnEDE, E. indio en lucha por la tierra, Bogota, 1944, pAg. 97.

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social destinada a obligar a los indios a aceptar un trabajo asala- riado.

Pero la vagancia no era exclusiva de las zonas indias. El in. forme del visitador real a Antioquia, en 1789, contiene muchas referencias a la "ociosidad" del pueblo.34 No se utiliza la palabra vagancia, pero el termino ociosidad es comurn. En Antioquia habia pocos indios, y aparentemente ninguno en tierras de reservas. Por lo tanto la ociosidad a que se alude tiene que haber prove- nido de otras fuentes. G6ngora, en su estudio de la historia social chilena, sefiala que tanto los espafioles pobres como los indios fueron llevados a ocupar un status marginal en la sociedad.35 Su analisis sugiere que las victimas de la nueva politica social in- troducida por Carlos III se extendian mas alla de la poblacion indigena para incluir los estratos inferiores de espafioles, criollos y mestizos. Puesto que no existe un razonamiento a priori en el sentido de que una politica "liberal" debe promover la movilidad social y el mejoramiento de las oportunidades de vida de los es- tratos medios, no necesitamos negar la posibilidad de que las victimas principales de la politica borb6nica no fueran s61o los indios sino toda una gama cromatica de los pobres del virreinato.

La zona de Santander era notable por su prosperidad y bie- restar a mediados del siglo XVIII. Constituia una zona de "em- puje" para los inmigrantes espainoles. Fue la zona que origino la cposicion a la politica de la corona en la Rebelion Comunera. Con todo, en la segunda mitad del siglo XIX se hallaba en in- negable decadencia. En esta zona al menos la politica "liberal" parece haber servido los intereses del rico por oposicion al pobre y al duenio de recursos modestos. Quizas estas lineas divisorias se hallaban mas firmemente trazadas que las existentes entre espa- nol, criollo, mestizo, pardo e indio.36

En Antioquia, sin embargo, los "ociosos" de la decada de 1780 hallaron una valvula de escape para las energias no gastadas en la frontera meridional El elevado indice de nacimientos propio de la zona combinado con la tierra gratuita, produjeron un des- plazamiento continuo de poblacion a lo largo de las moderadas ondulaciones de la cordillera central. Algunos de los primeros nuevos pueblos se formaron al final del periodo colonial; el mo-

84 Vase EMILIO ROBLEDO, Bosquejo biogrdfico del sefior oidor Juan Antonio Mon y Velarde, Visitador de Antioquia, 1785-88, 2 vols., Bogota, 1954.

85 G6NGOnA, "Vagabundaje y sociedad fronteriza", passim. 8 Para una comparaci6n con M6xico vease FRANqOIS CHEVALIER, "Conservateurs

et liberaux au Mexique",, en ARTURO ARNAIZ Y FREG Y CLAUDE BATAILLON, eds., La in- tervenci6n francesa y el imperio de Maximiliano, Mexico, 1965.

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vimiento migratorio gan6 fuerzas en el siglo XIX y principios del XX.37

La finalidad de la politica social borbonica era la eliminaci6n de las posesiones comunales ineficaces. Los administradores de esa politica en los afos 1777 a 1808 pensaron probablemente que ese enfoque aseguraria el deseado desarrollo de una clase de pequefios propietarios capaz de promover el progreso econ6mico y el mejoramiento tecnico. iPor que fracaso la politica? ,Por que las tierras pasaron de las posesiones comunales a las grandes haciendas? La respuesta se halla quiza en la nueva teoria de la propiedad que sustento el ataque al resguardo.

Hemos sefialado ya que la politica aplicada a la tierra, aun cuando iniciada y puesta en practica por las autoridades espafio- las, fue estimulada por la clase alta criolla. Con todo, las fuerzas combinadas de esas elites solo aceleraron algo el cambio en la tenencia de tierras; el resguardo se elimin6 muy lentamente de varias zonas del pais. Por ejemp]o, en Boyaca una serie de im- portantes resguardos se elimin6 s6lo en los afios 1834 a 1840.38 Las zonas ubicadas hacia el norte de Boyaca parecen haberse hallado en manos de pobladores blancos ya a mediados de la decada de 1850. Las provincias de Socorro, Gir6n, Pamplona, Velez y otras revelan, por sus nombres y origenes espafioles, que en ellas do- minaba la poblaci6n espafiola. Por otra parte, la Rebeli6n Comu- nera, que alli tuvo su origen en 1781, fue casi puramente un mo- vimiento de los colonos blancos contra el gobierno colonial.

Desde fines del siglo XVIII en adelante no hubo en la zona componentes indios significativos.39 De manera similar, Antioquia tenia menos de un 5 por ciento de poblacion india en la vispera de la independencia.40 El resguardo solo se mantuvo firme, en- trado el siglo XX, en el sur del pais. Alli el crecimiento limi- tado de la poblacion blanca y mestiza y, algunos vinculos con las tradiciones incaicas mas antiguas se combinaron para producir un ambiente comunal mas estable para el sistema del resguardo.

" La historia antioquefia, en muchos aspectos, debe tratarse separadamente de la de otras zonas. Vease JAMES J. PARSONS, "Antioqueflo Colonization in Western Colombia", Ibero-Americana, XXXI, Berkeley, 1949.

s Vease FALS BORDA, "Indian Congregations", pag. 350. " Vease JUAN FRIEDE, El indio en lucha por la tierra, pAgs. 100-102, que exami-

na brevemente el papel insignificante de la poblaci6n indigena tanto en la Rebe- 16n Comunera de 1781 como en el m'ovimiento por la independencia en la segunda

dAcada del siglo XIX. 4 Vease JAMES J. PARSONS, "Antioquefio Colonization in Western Colombia",

pig. 4. El comentario social de la Rebeli6n Comunera se resefia en un reciente ar- ticuto inedito de Einc VAN YOUNG, "The Comun of Socorro", Centro de Estudios Latinoanelicanos, Berkeley.

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Aun cuando las elites tenian probabilidades de ganar con la eli- minaci6n del resguardo, solo podian ocasionar su muerte en los casos en que eran mas numerosas: alrededor de Bogota, el centro administrativo del gobierno colonial, los pueblos espafioles ubica- dos en Antioquia y Santander y aquellos diseminados por los te- rritorios indios mas populosos.

El gobierno republicano criollo, en el impetu del celo revo- lucionario, solo necesit6 66 dias para poner en movimiento el proceso legal de eliminacion de las reservas indias aun existentes. El 24 de setiembre de 1810 la Junta inicio su ataque formal al sistema indio tradicional de tenencia de tierras. So capa de pro- mover los derechos individuales, en el periodo republicano se nego sancion legal al resguardo: los resguardos debian dividirse entre los miembros de la comunidad y en lo sucesivo la tierra debia tratarse como una propiedad privada individual. De ahi el termino repartimiento o particion de la tierra. El decreto del 5 de julio de 1820 dio al indio su independencia con respecto a la reserva; "de este modo", escribe Juan Friede, "el problema indio en la repuiblica se convierte en el problema de la supervivencia o desaparici6n del resguardo".41 Alli donde los indios permanecian juntos y trataban de retener la propiedad de sus tierras (como hicieron en el sur de Colombia), las haciendas vecinas los mante- nian bajo constante apremio para que vendieran.

El influjo de las politicas criollas tal como las formularon los nuevos gobiernos republicanos vari6 en las diversas regiones del pais. Fals Borda, al resefiar la situacion en Boyaca, llega a la si- guiente conclusion:

Hacia 1810 la poblacion de Boyaca se habia trasformado en amplia medida en una gran comunidad de mestizos. Para entonces la mayor parte de las localidades montafiosas se ha- bian convertido en parroquias, sin tenerse en cuenta que es- tuvieran habitadas por indios, mestizos o blancos. Por consi- guiente, parece que la decision gubernamental de acabar por completo con los resguardos fue mas realista de lo que hasta ahora se ha considerado.42

Esta claro el contraste con la opinion emitida por Friede, quien estudio el sur. El punto de vista mas equilibrado tendria que tener en cuenta el hecho de que las promulgaciones legales iniciales no afectaron mucho las disposiciones relativas a la te-

41 FIED, El indio en lucha por la tierra, pAg. 106. 42 FALS BOMDA, "Indian Congregations...", pag. 36.

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nencia de tierras. El desmenuzamiento real de las tierras comunes y su distribucion entre los indios que pagaban tributo se posterg6 hasta 1832; con todo, se prohibi6 a los indios que vendieran su parte de tierra por diez afnos; pero solo cuando el gobierno liberal de Jose Hilario L6pez promulgo las reformas de 1850 los indios -como los demas ciudadanos colombianos- poseyeron esa tierra en dominio absoluto con plenos derechos de alienacion Asi, pues, muchos aspectos de la tenencia en todas las regiones debieron aguardar dos acontecimientos que solo se presentaron en la se- gunda mitad del siglo XIX: 1) expansion del comercio en ex- portaciones agricolas e importaciones textiles; y 2) aumento de la poblacion, que habria de reducir la relaci6n tierra-hombre para crear el problema del minifundio.

III

Aun cuando los criollos actuaron con lentitud en su intrusion real en las tierras indias, aprovecharon con rapidez otras ven- tajas que ofreci6 la independencia de Espaiia. Un resultado de la lucha militar (que muchos consideran la primera de nume- rosas guerras civiles en Colombia) fue la partida de gran canti- dad de leales espanioles hacia la peninsula. Sus tierras fueron devueltas al patrimonio nacional, luego utilizadas como respaldo para los bonos vendidos en apoyo del esfuerzo militar por la independencia. Resulta imposible establecer la significaci6n cuan- titativa de esa redistribucion de la tierra. Aun cuando el informe de 1963 de INCORA, agencia para la reforma agraria de Colombia establecida en 1961, se refiere a la toma republicana de las tierras de los leales espafioles en 1819 como a "la primera reforma agra- ria",43 la mayor parte de esas tierras terminaron en manos de grandes terratenientes. Es cierto que el flamante gobierno in. dependiente convirti6 en ilegal el sistema del mayorazgo, del cual se pensaba que producia posesiones excesivamente grandes.44 Cualesquiera que fueren los efectos reales del mayorazgo, su proscripcion legal no detuvo la formacion de grandes posesiones ni produjo su desintegracion. Anibal Galindo escribe que entre 1820 y 1874 se distribuyeron unos 3,3 millones de hectareas de

43 Instituto Colombiano de Reforma Agraria, Segundo afo de reforma agraria, 1963, Bogota, 1964, pag. 18.

44 La mayoria de los autores comentan este cambio legal, sugiriendo algunos que es importante (NIETO ARTETA. Economia y cultura, pags. 156-57) y otros que fue insignificante. Como muchas grandes propiedades adquirieron realmente importancia durante este periodo, el segundo punto de vista parece mas realista.

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tierras del gobierno y que "no hay sino unas 100 mil hectareas que hayan sido concedidas a los ocupantes y cultivadores del suelo".45 Los criollos financieramente solventes que realizaron la revolucion se beneficiaron asi con su control del gobierno repu- blicano al adquirir a precios muy ventajosos las ex tierras de la Corona: tierras que se habian vendido a 20 o 30 pesos por hec- tarea a fines del periodo colonial eran cedidas a los tenedores de bonos o vendidas para financiar la guerra por 1 6 2 pesos.46

Tres categorias de tierras entraron en la esfera de los nuevos gobiernos republicanos: tierras de la Corona (baldios, conocidos durante la epoca colonial con el nombre de realengos), que a lo largo del periodo colonial nunca habian sido alienados del domi- nio puiblico; tierras de los leales que volvieron al patrimonio nacional, y resguardos que siempre se habian considerado como arrendamientos de los indios cuya posesion mantenia la Corona. En la vispera de la independencia la primera categoria de tierras probablemente continuaba siendo de tan poco valor como a lo largo del periodo colonial. S6lo en la segunda mitad del siglo las zonas de tierras bajas tuvieron un uso econ6mico; y solo despues de la gradual erradicacion de las enfermedades tropicales que comenz6 en la decada de 1920 esas zonas pudieron sustentar una actividad econ6mica concertada. Algunas zonas montaniosas y los vastos llanos orientales tal vez no sean ocupados jamas. El mero cambio de regimen politico dificilmente pueda haber cambiado mucho la disposici6n o el provecho personal vinculados con la mayor parte de los baldios.

Las tierras de los leales tenian probablemente un alcance limitado. Cabe suponer que los leales espainoles se limitaban a los peldanios superiores de la burocracia colonial y a algunos pocos colonos recien llegados desde Espafia al virreinato. Como una finalidad de la politica administrativa espafiola consistfa en tras- ladar al personal para que no se sintiera excesivamente alienado con respecto a los puntos de vista e intereses locales resulta im- probable que esos funcionarios contaran con grandes posesiones de tierras. Por otra parte, en general se esta de acuerdo en que

45 ANiBAL GALINDO, Estudios econ6micos i fiScales, Bogota, 1880, pag. 259. Buena parte de este total tiene que haber sido atribuible a la confiscaci6n y reventa de las tierras de la Iglesia, 1861-63. La cifra es incierta por falta de datos confiables.

46 Segun se informa en conferencias de INDALECIO LIEVANO AGUIRRE en la Uni- versidad de los Andes, primavera de 1963. El mismo historiador informa (otra vez sin proporcionar documentaci6n) que Francisco de Paula Santander, vicepresidente en el gobiern'o de Bolivar y presidente a su vez, recibi6 aproximadamente un tercio del territorio en el cual se hallan hoy los departamentos de Santander y Norte de Santander.

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los funcionarios coloniales tenian un elevado status social en absoluta desproporcion con su situaci6n econ6mica, inferior a la de los comerciantes, mineros y terratenientes criollos mas ricos.4? Asi, pues, los beneficios a obtenerse con la expropiacion de las tierras de los leales tienen que haber sido limitados.

Por lo tanto los criollos se volvieron hacia las tierras indias

para lograr las ganancias que esperaban obtener como resultado de la adquisicion del poder. Hubo dos posibles resultados favora- bles de la destruccion final del resguardo: 1) la tierra podia pasar de manos de la comunidad india a las de alguin hacendado vecino, y 2) la mano de obra quedaria presumiblemente libre para tra- bajar de manera temporaria o permanente para la misma hacien- da. Es aqui donde cabria esperar los mas tenaces esfuerzos para que se cumpliera la "reforma de la tierra".

De hecho, sin embargo, el ataque al resguardo se llev6 ade- lante con gran dilacion. Abolido legalmente en 1810, sobrevivio mas alla de las reformas de 1850 y' hasta entrado el siglo XX en algunas zonas.48 iPor que fue tan debil el ataque al resguar- do? Parece extraiio que la institucion persistiera hasta la decada de 1940. Es posible llegar a varias conclusiones. Primero, resulta claro que el indio no era una candida victima de la malevolencia y la codicia criollas. En muchos lugares defendi6 bien su posi- cion. Segundo, la propia institucion debe poseer cualidades in- herentes que la vuelven tecnica y economicamente factible. Los indios se adaptaron con facilidad a la creciente poblacion espa- fiola y mestiza y le arrendaron tierras (seria del mayor interes saber si fue para beneficio comunal o individual). Tercero, el valor de la tierra que poseian los resguardos ha de haber sido sustancial, puesto que caus6 tanta preocupaci6n, litigios y des- confianza mutua. Esta conclusi6n no resultara sorprendente ya que el crecimiento de la poblaci6n (tanto urbana como rural) experimentado desde mediados del siglo XVIII en adelante tiene que haber elevado el valor de la tierra bien ubicada si no sur- gian nuevas tecnologias capaces de ahorrar tierra.

Pero fuera de estas conclusiones limitadas poco es lo que puede decirse de manera definida acerca del surgimiento y deca-

47 Tanto para testimonios como para opiniones sobre este asunto v6ase The Origins of the Latin American Revolutions, 1808-25, R. A. Humphreys y J. Lynch, ed. Nueva York, 1966.

48 En el departamento de Narifio, en 1928, ain existian 88 resguardos que abarcaban 70 mil hectAreas. Como esa zona cubre el 2,2 por ciento del territorio del departamento, resulta innegable la continuada importancia del resguardo. Los res- guardos abarcaban probablemente ma del 10 por ciento de la tierra en uso. Vease OSPINA VASQUEZ, Industria y protecci6n, pAg. 19.

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dencia del resguardo en cuanto toca a sus consecuencias para la distribucion y aumento de los ingresos o para el cambio del status social dentro de Colombia. Esta importantisima institucion, aun cuando muy estudiada desde el punto de vista legal, sigue siendo desconocida, como buena parte del resto de la historia rural colombiana.

IV

Uno se ve llevado a la conclusi6n de que el periodo 1760-1845 forma una unidad natural para la continuidad de la politica so- cial. El ritmo de cambio fue lento, si se lo compara con los cam- bios producidos por fuerzas exogenas en la segunda mitad del siglo XIX.

No obstante las reformas borbonicas y la gradual usurpa- cion de las elites criollas a los perjudicados, despues de la inde- pendencia las condiciones de la tenencia y uso de la tierra cam- biaron con lentitud. El cambio fue mas rapido alli donde las condiciones de la demanda interior y extranjera hicieron que la tension entre las ganancias potenciales y reales fuera demasiado grande como para que la clase dirigente la resistiera. En los anos 1845-85 el liderazgo paso a los liberales radicales (llamados G6lgotas) quienes presidieron una aceleracion en el ritmo de cambio. Con el factor adicional de la desamortizacion de las tie- rras pertenecientes a la Iglesia, en 1861 hubo un incremento en las ventas de tierra, en sus precios y una gradual polarizacion de las unidades agricolas en latifundios y minifundios.

En pocos lugares el cambio agrario rapido y la polarizacion comenzaron antes de mediados del siglo XIX. Pero este hecho no puede negar importancia a la politica social borbonica del siglo XVlll o a la aspiracion acumulativa de la elite criolla en los comienzos del XIX. Las politicas sociales enunciadas durante esta prolongada epoca de cambio lento iban a tener consecuencias sustanciales para el ritmo y la direccion del cambio despues de 1845. Por ese motivo tales politicas merecen una atencion cabal.

EPfLOGO

Despues de 1845 los liberales radicales se interesaron ante todo en rehacer la sociedad colombiana a imagen de los estados euro- peos progresivos que marchaban a la cabeza del mundo en cuanto

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a industrializacion, instituciones democraticas e igualdad social. Al aumentar la libertad individual pensaron que producirian ne- cesariamente los resultados sociales y econ6micos deseados. En ninguna parte esta politica fracaso tan lastimosamente como en el marco cambiante del bienestar agrario.

Es cierto, sin duda, que como resultado de las politicas de libre comercio los agricultores colombianos se vieron beneficiados. Sin embargo, solo una pequefia parte de la poblacion rural recibio esos beneficios. Los aumentos en el valor de la tierra vinculados con el tabaco y otros productos de exportaci6n anteriores al cafe se hallaban concentrados en las tierras bajas que al mismo tiempo iban cayendo bajo la creciente dominacion de especuladores y latifundistas. S6lo en raros casos los pequefios propietarios fue- ron beneficiarios del comercio libre.

Las politicas liberales no parecen haber acelerado la conver- sion del uso de la tierra desde una producci6n de subsistencia o cercana a la subsistencia a otra para el mercado. Los indios se trasformaban en campesinos con mucha lentitud, y solo lenta- mente los campesinos se hacian mas sensibles a los mercados y demanda urbanos. Como los liberales radicales tenian interes en fomentar la disolucion de instituciones tradicionales, antimoder- nas, tales como el resguardo, se preocupaban desde luego por ace- lerar el ritmo seguin el cual los pueblos rurales podian integrarse en una comunidad nacional. En su opinion, la expansion del co- mercio internacional era la clave de la integracion interna. No vieron que la proteccion selectiva de las actividades artesanales urbanas, la preservaci6n de la tierra bien ubicada para los pe- quenos agricultores y la integracion gradual de los indios ubicados en un nivel de subsistencia en esta simbiosis rural-urbana hubie- ran servido mejor a sus objetivos. Una politica de exportaci6n agricola hubiera podido ser entonces la fuente de un incremento importante en el ritmo del desarrollo economico, en lugar de constituir el unico sector dirigente dentro de la economia. Y en razon de que ese sector dirigente solo tuvo un influjo limitado sobre el potencial de desarrollo de la economia interna, a traves de la demanda de trabajo y productos locales, los efectos de di- fusi6n del desarrollo de las exportaciones fueron probablemente menores que el desarrollo que hubiese generado una politica de urbanizacion-industrializacion. Tal como fueron las cosas, el indice de crecimiento de la poblacion de las diecinueve ciudades princi- pales (2-2,5 por ciento anual) no era muy superior al de la poblacion del pais en conjunto (1,2-1,5 por ciento anual), lo cual

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indica una migracion muy lenta de las zonas rurales a las urbanas en la segunda mitad del siglo XIX. Las ganancias derivadas di- rectamente del comercio libre e indirectamente del estimulo ofre- cido por el comercio libre a la redistribucion de recursos se vieron mas que neutralizadas por las perdidas a largo plazo en terminos de una integraci6n mas lenta que el punto optimo, por parte de los agricultores dedicados a la produccion de subsistencia, en la red del comercio interior.

Durante el uiltimo cuarto del siglo XIX, cuando comenz6 la construccion del ferrocarril, los perfeccionamientos en el sistema de transportes exacerbaron el regionalismo del pais al mejorar el vinculo de cada region con el mercado externo, mientras que de- caian los caminos destinados a viajes interiores.49 Como muchos

pequefios propietarios y campesinos en potencia podian aspirar a

competir en el mercado interno potencial, antes que en el externo, el advenimiento del comercio libre fue para ellos carente de sig- nificado en el mejor de los casos y, en el peor, debilit6 sus posi- bilidades de salir de la produccion de subsistencia y entrar en la de mercado.

No fue inesperado que s6lo los grandes terratenientes pu- dieran participar de manera efectiva en la produccion para el mercado extranjero. Las exigencias de escala para la produccion exportable excluyeron, en efecto, a los pequefios propietarios. Aun cuando el cultivo de tabaco por los pequeinos propietarios se habia practicado en Santander y algunas otras regiones desde comienzos del siglo XVIII, esas zonas no participaron en el mer- cado de exportacion de tabaco, controlado primero por un mo-

nopolio del Estado y luego por un puniado de agentes comerciales y especuladores con las tierras. Las condiciones tecnicas de la producci6n y comercializaci6n impidieron el desarrollo de una clase media campesina mientras el sector dirigente fue la agri- cultura tropical orientada a un mercado extranjero. Solo el desa- rrollo agricola local dirigido a los crecientes mercados urbanos hubiera podido crear las condiciones necesarias para esa clase. La urbanizaci6n, sin embargo, se veia minada por la expansion de las importaciones que reemplazaban la actividad manufacture-

49 Un estudio geogrAfico del comercio interior a fines del siglo XVIII indi- caba un activo intercambio entre las ciudades textiles orientales, las zonas mineras occidentales y pastos y sembrados en el medio. (ROBERT C. WEST, Colonial Placer Mining in Colombia, Baton Rouge, 1952, pags. 120-121). Buena parte de este comer- cio parece haber desaparecido hacia el final del siglo XIX. (OSPINA VASQUEZ, Indus- tria y protecci6n, passim. La decadencia del comercio interior es una de las preocu- paciones principales del autor al evaluar los efectos del comercio libre.)

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ra local. En este periodo los objetivos sociales y economicos de los liberales se hallaban en conflicto: el objetivo social de crear una clase media rural-urbana que participara en la politica nacional no podia lograrse si se alcanzaba el objetivo economico de expor- taciones extendidas. Estas entrafiaban importaciones extendidas y una tendencia declinante hacia la urbanizacion, la industrializa- ci6n y una agricultura orientada al mercado. Para fines de la decada de 1880 estaba claro que no se habia formado ninguna clase media. Pero, cosa mas descorazonadora auin, tambien estaba claro que las supuestas ganancias eran ilusorias. La demanda ex- tranjera de exportaciones tropicales era demasiado erratica como para permitir un desarrollo economico regular; asi lo atestiguan los desastres con respecto al tabaco, el aiil, la corteza de quinina y el algodon.

Los liberales radicales sabian que sus objetivos de crear ins- tituciones democraticas, progreso economico e igualdad social exi- gian, primero y ante todo, el desarrollo de una clase sustancial de pequefios propietarios rurales. Constituye un problema esencial saber si, dadas las condiciones de Colombia en 1850, pudo haberse

logrado ese objetivo hacia 1885. Me inclino a creer que la res-

puesta es afirmativa. Los pequenios propietarios habian ganado la delantera en el siglo XVIII solo para ser anulados por las nuevas actitudes borb6nicas y las politicas de las elites criollas en las

primeras decadas posteriores a la independencia. Y en el siglo XX, en muchas zonas del pais, el cafe habria de ser una activi- dad de pequefios propietarios, con caracteristicas funcionales no diferentes de las que buscaban los liberales. Asi, pues, bajo con- diciones similares en general, en los siglos XVIII y XX una clase media rural estaba ganando terreno contra los problemas con-

juntos de los minifundios y latifundios; hay pocas razones para creer que ello era imposible en el siglo XIX. La dificultad parece residir en los errores de politica cometidos y en las decisiones sociales y econ6micas adoptadas.

Desgraciadamente, todas las medidas politicas adoptadas en- tre 1845 y 1885 fueron esencialmente negativas. Es decir, elimi- naron una que otra restriccion que presumiblemente impedia a los individuos alcanzar su pleno potencial. No se emprendieron virtualmente acciones positivas para asegurar que el curso del cambio social siguiera la senda prescrita. Tampoco se prest6 atencion alguna al hecho ahora obvio de que en realidad las restricciones particulares podrian (en un mundo "mejor despues

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del primero"50) llevar a un movimiento que alejara del estado deseado, en lugar de acercar a 1e. La abolicion del resguardo como entidad legal en 1850 aument6 por cierto la libertad de todos los indios individuales, y en un mundo perfecto (es decir, un mundo sin otras restricciones anteriores) los hubiera colocado a todos ellos en mejor situaci6n. De hecho, sin embargo, la ra- pida venta de tierras indias signific6 poco mas que un danio para la mayoria de los indios. Pues las restricciones a la com- pra por parte de los criollos se abandonaron en la misma me- dida que las restricciones a la venta por parte de los indios. Y una vez que los indios se quedaron sin tierras (aun cuando individualmente no podian haberlo predicho) tuvieron que ofre- cerse por salarios cada vez mas bajos a los nuevos duenios de aquellas. En un mundo menos que perfecto un simple aumento de la libertad no produce necesariamente un creciente bienestar.

Un cinico podria argumentar que el progreso economico y la igualdad social no constituyeron nunca las finalidades reales de los liberales radicales: solo podria pensarse en el engrandeci- miento propio para explicar buena parte de su politica agraria. Con todo, la tristeza con que los intelectuales liberales dirigentes contemplaron su obra (me refiero a los ultimos escritos de Ca- macho Roldan y los hermanos Samper) tiende a confirmar la opini6n de que tenian buenas intenciones pero ignoraban que es- taban poniendo en movimiento. Hubo sin duda liberales que ga- naron mucho en riqueza y poder con las politicas de aquellos anfos. Y buena parte del desorden civil del periodo parece ser mas una lucha por despojos que por elevados principios. Pero dejando todo eso de lado, no es preciso ser cinico para explicar la politica y la conducta liberales.

En la ultima parte del siglo XVIII no hubo ningun programa positivo para la clase de reforma agraria en que se hallaban em- peniados los liberales. No se pens6 en establecer colonos y peque- fios propietarios con el credito, los implementos y el consejo tec- nico necesarios. Al eliminar las tierras comunales y las tierras en manos muertas, al distribuir gratuitamente tierras que toda- via pertenecian al dominio puiblico. actuaron siguiendo el mejor consejo de los hombres de opini6n liberal en la desarrollada zona noratlantica. Su fracaso consistio en tratar de aplicar un consejo

50 La te'oria del "mejor despues del primero" se refiere a una serie de anali- sis que se han desarrollado en la economla internacional y la economfa del bienestar, para referirse a las consecuencias del cambio que depende de una decis6in politica en un mundo menos que perfecto. El ejemplo del texto puede ofrecer cierto sabor de la clase de problema que trata esta teoria.

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adecuado para un pais homogeneo, libre de indios (los Estados Unidos al oeste de los Apalaches), a un pais marcado por socie- dades segmentadas. En algunos aspectos la diferencia entre las dos es poco mayor que la existente entre interes propio y codicia. Cualquiera que sea el nombre que demos a la fuerza motivadora de las actividades economicas del hombre, con 1e definimos nues- tra propia actitud acerca de las consecuencias de estimular la libre eleccion. Actitudes aparte, sin embargo, esta claro que las nuevas oportunidades abiertas a la elite criolla como resultado de las politicas liberales la llevaron a socavar cualquier oportu- nidad de alcanzar los objetivos establecidos de progreso econo- mico e igualdad social. Solo una serie de medidas muy diferen- tes hubiera podido llevar al logro de ese objetivo.

Claudio Veliz, en un ensayo reciente, sugiere que todo el pe- riodo del liberalismo debe considerarse una aberracion (aun cuan- do se admite que muy duradera) con respecto al verdadero ca- racter de las politicas y la ideologia hispanoamericanas.

La tradicion institucional latinoamericana no incluye ni el inconformismo ni aquellos rasgos politicos -para distin- guirlos de los sociales- fundamentales del feudalismo que determinaron las relaciones entre el poder central y el pe- riferico; su historia ha sido dominada por un centralismo pa- ternalista con la calificada excepcion de los cien afnos poste- riores a 1830... Una vez terminada la prosperidad del siglo XIX, y con ella el liberalismo y radicalismo artificialmente sustentados de sus grupos urbanos dominantes, America La- tina comenzo lentamente a hallar su camino de regreso a su propia corriente cultural principal.51

Esta opinion -esencialmente correcta- seniala al periodo li- beral en Colombia como una epoca de laissez faire aberrante, le- gislado, basado en una teoria social y en politicas imitativas. Co- mo hemos mostrado en este articulo, los problemas agrarios de esa epoca fueron resultado de politicas conscientes seguidas entonces y no de fuerzas inexorables mas alla del control humano.

Traducido por Mireya R. de Fayard

51 CLAUDIO VELIZ (ed.), The Politics of Conformity in Latin America, Nueva York, 1967, pigs. 13, 14.

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RESUMEN

En este trabajo se analiza la continuidad entre el periodo de las reformas borbonicas y el dominio conservador del gobierno de Bogota. Segun el autor no existen grandes diferencias en la politica llevada a cabo por ambos sistemas sobre todo en los aspectos sociales mas impor- tantes, que estaban relacionados con los recursos agricolas, la poblacidn rural y la fuerza de trabajo. Las politicas aplicadas a la tierra y a3 trabajo se vieron intimamente unidas entre si por una condicion eco- nomica basica de Nueva Granada: la baja densidad de poblacion. Esto hizo que los criollos se aseguraran la explotaci6n del trabajo indigena. Si bien es cierto que la independencia introdujo modificaciones, el pasaje de una politica de proteccion a otra de explotaci6n ocurrio antes de la misma. En 1595 inici6se una politica de reconocimiento legal de los dere- chos indios, que protegia la disminuci6n de su poblacion. Las concesiones de tierras parecian haber limitado la violacion de suelos indios. Pos- teriormente, en 1754, se adoptaron medidas para vender las tierras de resguardos. El autor afirma que la creciente poblacion espainola de Bo- gota hizo aumentar la demanda de bienes y por tanto la de predios bien ubicados. Esto ocasiono la eliminacion de las tierras comunales y el aumento de la mano de obra errante. La corona retiro la proteccion al resguardo como institucion legal. Esta politica fue adoptada tambien por el gobierno revolucionario. El autor sostiene que el periodo 1760-1845 es una unidad natural para la continuidad de la politica social.

SUMMARY

The present paper examines the continuity which links the period of Bourbon reformism and the conservatist domination until 1845 as a single time-unit. The author suggests that there was no essentially di- fferences in the policy carried out by both systems, especially in the most important aspects of social policy that were related with agri- cultural resources, rural population and labor force. These politics were closely tied together with an economic condition of Nueva Granada: the low population density. Therefore the creole elite began to exploit indian work. Changes appeared with independence, but change away from a policy of protection to one of exploitation was previous to eman- cipation. In 1595 government acted to stem Indian population decline. The land grants seemed to have limited the violation of white settlers on In- dia land. In 1754, on the contrary, began the sale of land (through the elimination of resguardos which lacked clear titles). The author says that the most important factor that press on was the social movement. The growing Spanish population increased the demand for foodstuffs, and consecuently the derived demand for well-located lands. This fact produced the elimination of comunal lands and the appearing of a great vagrant labor force. Thus, the Crown remove protection of the resguar- dos as a legal institution. This policy was also developed by revolutiona- ry government. The author suggests that the period 1760-1845 makes a natural unit for continuities in social policy.

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