Oratoria sagrada y reescritura en el Siglo de Oro: el caso de la … · obispos a su grey: las...

20
CRITICÓN, 79, 2000 pp. 87-105. Oratoria sagrada y reescritura en el Siglo de Oro: el caso de la homilía Francis Cerdan LEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail En 1576, Fray Luis de Granada, en Los seis libros de la Rhetórica Eclesiástica, obra que recopilaba todas las retóricas de la antigüedad clásica hasta San Agustín, a la par que iba a servir de punto de arranque para todas las Retóricas Sacras o Artes de predicar de los Siglos de Oro, establecía una clasificación de los sermones en seis modos de predicar. Poco después, otros autores dieron en aumentar esta cifra, llegando por ejemplo Fra Francesco Panigarola (repetido después por Suárez de Figueroa) a establecer doce clases de sermones. Pero otras veces se redujo mucho ese número. A principios del siglo xvn, en 1605 exactamente, el doctor Francisco Terrones del Caño en su Arte o instrucción de predicadores^, pasando por alto los panegíricos, se centra en dos clases de sermones: los sermones de un tema o materia y los sermones en que se apostilla el Evangelio. Casi cuatro siglos después, quienes nos interesamos por la oratoria sagrada del Siglo de Oro solemos distinguir tres clases de sermones, como lo ha dejado bien establecido Hilary Dansey Smith 2 : 1) el sermón de un solo tema; 2) el paradoxón o sermón compuesto (categoría que abarca los sermones ocasionales y los diferentes panegíricos fúnebres o de santos); y 3) la homilía o sermón que expone y apostilla la letra del Evangelio del día. 1 Escrita en 1605, la obra fue publicada en Granada en 1617. Véase ahora la edición moderna, Instrucción de Predicadores, a cargo del P. Félix G. Olmedo, Madrid, Espasa Calpe, Clásicos Castellanos n° 126,1946, p. 99. 2 Hilary Dansey Smith, Preaching in the Spanish Golden Age. A Study ofsome Preacbers ofthe Reign of Philip III, Oxford, Oxford University Press, 1978, pp. 44-59.

Transcript of Oratoria sagrada y reescritura en el Siglo de Oro: el caso de la … · obispos a su grey: las...

CRITICÓN, 79, 2000 pp. 87-105.

Oratoria sagrada y reescrituraen el Siglo de Oro:

el caso de la homilía

Francis CerdanLEMSO, Universidad de Toulouse-Le Mirail

En 1576, Fray Luis de Granada, en Los seis libros de la Rhetórica Eclesiástica, obraque recopilaba todas las retóricas de la antigüedad clásica hasta San Agustín, a la parque iba a servir de punto de arranque para todas las Retóricas Sacras o Artes depredicar de los Siglos de Oro, establecía una clasificación de los sermones en seis modosde predicar. Poco después, otros autores dieron en aumentar esta cifra, llegando porejemplo Fra Francesco Panigarola (repetido después por Suárez de Figueroa) aestablecer doce clases de sermones. Pero otras veces se redujo mucho ese número. Aprincipios del siglo xvn, en 1605 exactamente, el doctor Francisco Terrones del Cañoen su Arte o instrucción de predicadores^, pasando por alto los panegíricos, se centra endos clases de sermones: los sermones de un tema o materia y los sermones en que seapostilla el Evangelio. Casi cuatro siglos después, quienes nos interesamos por laoratoria sagrada del Siglo de Oro solemos distinguir tres clases de sermones, como lo hadejado bien establecido Hilary Dansey Smith2: 1) el sermón de un solo tema; 2) elparadoxón o sermón compuesto (categoría que abarca los sermones ocasionales y losdiferentes panegíricos fúnebres o de santos); y 3) la homilía o sermón que expone yapostilla la letra del Evangelio del día.

1 Escrita en 1605, la obra fue publicada en Granada en 1617. Véase ahora la edición moderna,Instrucción de Predicadores, a cargo del P. Félix G. Olmedo, Madrid, Espasa Calpe, Clásicos Castellanos n°126,1946, p. 99.

2 Hilary Dansey Smith, Preaching in the Spanish Golden Age. A Study ofsome Preacbers ofthe Reign ofPhilip III, Oxford, Oxford University Press, 1978, pp. 44-59.

88 F R A N C I S C E R D A N Criticón, 79,2000

Esta última clase de sermones, tomando la palabra homilía en su sentido estricto dehoy3, me ha parecido muy adecuada para estudiar el fenómeno de la reescritura en laoratoria sagrada áurea. Cada año, el calendario litúrgico repite, en efecto, la mismasucesión de festividades. Para cada una de esas festividades el misal suministra para laliturgia un conjunto de textos obligatorios, unos cortos, como el introito, el ofertorio, lasecreta, la comunión y la postcomunión, otros más largos como la Epístola y un pasajede uno de los cuatro Evangelios. Al subir al pulpito, el predicador tiene presente a lamemoria esos textos y su contexto y, en general, los aprovecha para su sermón. En elcaso de la homilía, como hemos dicho, se centra en la perícopa evangélica. Las reglas dela homilía, ya las había expuesto Fray Luis de Granada:

Primeramente, antes de explicarse la lición del Evangelio, debe recitarse con brevedad, mascon tal brevedad que no carezca la narración de hermosura y elegancia; porque no ha de serayuna y seca, como hacen algunos muy insulsa y desagradablemente, sino aseada, con ciertacultura y aliño propio a ella. Pues el predicador en este asunto debe hacer más de parafraste oglosador que de intérprete, procurando referir con alguna mayor extensión lo que dijeron lossantos evangelistas con estilo breve y llano.4

Estas palabras, a mi parecer, constituyen una clara invitación a lo que podemosllamar un ejercicio de reescritura. Después de Fray Luis de Granada, otro dominico,Fray Agustín Salucio, subraya en sus Avisos para los predicadores del Santo Evangelio:

Poco sabrá quien no sabe tratar el mismo argumento con diverso estilo. Pero, sea como quieraesto de saber, o no, variar el modo de decir la misma cosa, que en esto cada uno hará lo quesupiere o pudiere como Dios le ayudare, cada año se lee el mismo Evangelio en la misa deaquel día y lo canta en el altar cada año el diácono; cada año se ha de predicar en el pulpito,so pena de que no se cumple con lo que pretende la Iglesia.

Persuádese el predicador que, como el diácono cada año, sin enfado suyo ni de quien looye, canta el mismo Evangelio y, si tiene linda voz y lo dice con buena gracia, da gusto, asísube él en el pulpito no más que a declarar lo que el diácono ha cantado y, si lo sabe biendecir, eso basta para ser bien oído.5

Y a su vez, con su peculiar estilo florido, Terrones del Caño aconseja:

[...] decir en latín las primeras palabras del Evangelio, citando el capítulo, y volverlos enromance [...]; tras desto decir la letra del Evangelio que se ha de predicar [...] porque dejar dedecir la letra es faltar el pan en la mesa y los contrabajos en la música, sobre que se fundantodas las demás voces. Porque a la letra se ha de ir y venir por todo el sermón como al pancon todas las viandas.6

3 Véase la siguiente definición moderna que da el Diccionario del Cristianismo, de Olivier de la Brosse,Antonin-Marie Henry, Philippe Rouillard (Barcelona, Herder, 1986): «Homilía: originariamente,conversación o coloquio familiar entre pocas personas.// En la literatura cristiana antigua, sermón de losobispos a su grey: las homilías de San Juan Crisóstomo.// Comentario pastoral del Evangelio después de sulectura en la misa y pronunciado normalmente por el celebrante mismo».

4 Fray Luis de Granada, Retórica Eclesiástica, en Obras, Madrid, Atlas, BAE III, 1863, pp. 564-566.5 Fray Agustín Salucio, Avisos para los predicadores del Santo Evangelio, ed. de Alvaro Huerga,

Barcelona, Flors, 1959, pp. 178-179.6 Instrucción de Predicadores, pp. 104-105.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 89

Tanto el perspicaz fraile dominico como el sabio obispo de Tuy (y después arzobispode León) invitan al predicador a que se entregue a un sutil ejercicio de reescritura.Reescritura de la letra del Evangelio que, por repetirse cada año, desemboca en lo queen música se llama las «variaciones» o, como se dice de manera más castiza encastellano, las «diferencias» o también, como dijera Raymond Queneau, en «ejerciciosde estilo».

Para ilustrar este fenómeno de la reescritura en el género de la homilía he vaciladomucho a la hora de escoger ejemplos concretos. Lo mejor hubiera sido estudiar variashomilías compuestas por un mismo predicador sobre una misma página de Evangelio.Pero no era fácil encontrarla porque, si muchos de los autores predicaban de año enaño el mismo texto evangélico, a la hora de publicar sus sermonarios se limitaban a unsolo testimonio por festividad. Y si presentaban varios sermones para el mismo día, nose trataba de homilías sino de sermones compuestos que no se atenían a la letra delEvangelio y que, por consiguiente, se salen del marco que nos hemos fijado. Una posibleoportunidad me la brindaba el santoral, en particular el Evangelio de la festividad deuna santa virgen, y ya se sabe que son muchas, porque las mujeres canonizadas por laIglesia son, salvo algunas viudas, en mayoría o vírgenes o mártires, o vírgenes ymártires a la vez. El calendario litúrgico propone, pues, para tal festividad, la parábolade las vírgenes locas y de las vírgenes prudentes. Pero las más veces, estos sermones sepresentan como panegíricos en los que la letra del Evangelio tiene menos importanciaque la vida, las virtudes y los milagros de la santa.

Por fin se me ha ocurrido escoger el caso contrario de la santa virgen y atenerme alepisodio de la mujer adúltera, Evangelio que se canta el sábado de la tercera semana deCuaresma. Me ha parecido interesante esta perícopa de la adúltera por la posibilidadque se me ofrecía de contrastarla con la utilización que se hacía de este tema en laliteratura y en particular en los dramas del honor en el teatro de la misma época. Elinconveniente es que los cuaresmales impresos ofrecen pocos testimonios de sermonespara los sábados, porque los predicadores, además de los domingos claro está, solíansubir al pulpito más bien los miércoles y los viernes. Al final, he conseguido reunir unconjunto de doce ejemplos de predicadores muy representativos de la oratoria sagradadel siglo XVII. Pero he de advertir una cosa, y es que siempre he abogado por losestudios de marcado enfoque sincrónico centrados en períodos más bien cortos, porquepara la oratoria sagrada del Siglo de Oro todavía no se ha llegado a una periodizaciónsatisfactoria y necesitamos de muchos trabajos sincrónicos, incluso monográficos, antesde llegar a una visión diacrónica. Con todo, a pesar de la amplitud de un siglo, que es loque cubren los predicadores escogidos, considero que me he limitado a un estudio másbien sincrónico, que no puede servir mucho para conclusiones de tipo diacrónico.

Antes de analizar el mecanismo de reescritura operado por cada uno de estospredicadores, vamos a leer la corta página de San Juan, en el capítulo 8, versículos 1-11, que es el texto base. Por supuesto, tendríamos, en todo rigor, que leer (o cantar,pero no soy diácono) este texto en la versión latina de la Vulgata a la que remito en

90 FRANCISCERDAN Criticón, 79,2000

nota7, pero, en definitiva, me parece más oportuno para nosotros en el desarrollo deeste coloquio de hoy leer la difundida y muy fiel versión castellana moderna de Nácar -Colunga:

Se fue Jesús al monte de los Olivos, pero de mañana volvió otra vez al templo, y todo elpueblo venía a Él, y sentado, los enseñaba. Los escribas y fariseos trajeron a un mujersorprendida en adulterio y, poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sidosorprendida en flagrante adulterio. En la Ley nos ordena Moisés apedrear a éstas; tú ¿quédices? Esto lo decían tentándole, para tener de qué acusarle. Jesús, inclinándose, escribía conel dedo en tierra. Como ellos insistieran en preguntarle, se incorporó y les dijo: El que devosotros esté sin pecado, arrójele la piedra el primero. E inclinándose de nuevo, escribía entierra. Ellos, que le oyeron, fueron saliéndose uno a uno, comenzando por los más ancianos, yquedó Él solo y la mujer en medio. Incorporándose Jesús, le dijo: Mujer, ¿dónde están?¿Nadie te ha condenado? Dijo ella: Nadie, Señor. Jesús dijo: Ni yo te condeno tampoco; vetey no peques más.8

Sea dicho de paso, se trata de una perícopa introducida muy tardíamente en elEvangelio de San Juan y que no puede ser atribuida al evangelista. Pero eso importapoco para nosotros. Lo primero que podemos decir es que estamos en presencia de unabreve narratio con presentaciones descriptivas y partes dialogadas. El conjunto ofreceevidentes características dramáticas pero también una gran sobriedad, por su economíaen los modos de escritura a lo largo del episodio9. Todo ejercicio de reescriturapresupone una muy atenta lectura previa y supongo, pues, que todo predicador delSiglo de Oro (como de otra época cualquiera), frente a esta página evangélica, seejercitaría en apurar una lectura lo más cabal y completa posible. Así lo dice otroteorizador célebre que no he citado aún, el franciscano Fray Diego de Estella, en suModo de predicar, capítulo IV («Del sentido literal»):

Lo primero que ha de hacer el predicador es entender muy bien la letra del Evangelio quequiere predicar, según aquello que dice San Jerónimo: Debemus Scripturam sanctam

7 «Iesus autem perrexit in montem Oliveti: et diluculo iterum venit in templum, et omnis populus venitad eum, et sedens docebat eos. Adducunt autem scribae et pharisaei mulierem in adulterio deprehensam: etstatuerunt eam in medio, et dixerunt ei: Magister, haec mulier modo deprehensa est in adulterio. In legeautem Moyses mandavit nobis huiusmodi lapidare. Tu ergo quid dicis? Hoc autem dicebant tentantes eum, utpossent accusare eum. Iesus autem inclinans se deorsum, dígito scribebat in terra. Cum ergo perseverarentinterrogantes eum, errexit se, et dixit eis: Qui sine peccato est vestrum, primus in illam lapidem mittat. Etiterum se inclinans, scribebat in terra. Audientes autem unus post unum exibant, incipientes a senioribus: etremansit solus Iesus, et mulier in medio stans. Erigens autem se Iesus, dixit ei: Mulier, ubi sunt qui teaccusabant? nemo te condemnavit? Quae dixit: Nemo, Domine. Dixit autem Iesus: Nec ego te condemnabo:vade, et iam amplius noli peccare» {Biblia Vulgata, juxta Vulgatam Clementinam, ed. de A. Colunga y L.Turrado, sexta edición, Madrid, BAC, 1984, p. 1050 b).

8 Sagrada Biblia, ed. de Eloino Nácar Fuster y Alberto Colunga Cueto, cuadragésima edición, Madrid,BAC, 1984, p. 1355 b.

9 De esta página evangélica, Antonio Buero Vallejo supo hacer una magnífica «reescritura» en 1949 consu tragedia en un acto: Las palabras en la arena, estrenada la noche del 19 de diciembre de 1949. La obra,que sacó el primer Premio de la Asociación de Amigos de los Quinteros en 1949, se publicó en la ColecciónTeatro, n° 10, Madrid, Ediciones Alfil-Escelicer, 1964.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 91

secundum litteram intelligere [...] y mire bien a qué propósito se trae la parábola o doctrinaque quiere predicar.10

En efecto, como ya decía en el capítulo anterior:

De los cuatro sentidos de la Escritura que son literal y moral, alegórico y anagógico, de losdos ha de usar el predicador, que son literal y moral.11

Vemos así que sólo después de exponer el sentido literal podrá el predicador dirigirsehacia el sentido moral o sea el tropológico12. Examinaremos pues, en una primeraparte, los mecanismos de esta exposición de la letra del Evangelio.

E X P O S I C I Ó N DE LA LETRA Y S E N T I D O L I T E R A L

Poco hay que decir, en principio, de la declaración o exposición de la letra delEvangelio. Muchos predicadores dan, primero, una sencilla y fiel traducción del textoevangélico. En general, después de citar en latín el versículo principal que parece ser elreclamo de la perícopa entera, —es lo que técnicamente se llama dar el tema delsermón— el orador sacro proporciona, en la salutación, un breve resumen de la página.Y después, cuando se trata de una estricta homilía, se repiten uno a uno los versículos,en latín primero, seguidos de su traducción inmediata al principio de cada punto, oconsideración o discurso, en que se articula el sermón. Esta traducción suele ser fiel.Veamos, por ejemplo, el caso del dominico Fray Alonso de Cabrera: Adducunt autemscribae et pharisaei mulierem in adulterio deprehensam et statuerunt eam in medio:«Traen los escribas y fariseos una mujer presa y comprehendida en adulterio y pónenlaen medio de todo el auditorio»13. O, más lejos, Jesús autem inclinans se deorsum, dígitoscribebat in terra: «Inclinóse, abajóse y escribió con el dedo en la tierra». Traducciónliteral que no llega a reescritura. Pero puede ocurrir que ya a este nivel de sencillatraducción, el predicador dé ligeros toques de manipulación o que añada algún detalle.El dominico Fray Jerónimo Bautista de Lanuza14, por ejemplo, empieza dando unacorrecta traducción del versículo 5: «Llevan la mujer a Cristo y dícenle: Maestro, a estamujer habernos ahora hallado en adulterio; la ley claramente nos dispone que las tales

1 0 Fray Diego de Estella, Modo de predicar y Modus concionandi, ed. de Pío Sagüés Azcona, ofm,Madrid, CSIC, 1951, p. 21.

™ Ibidem, p. 18.12 Según la doctrina constante de la Iglesia el sentido de la Escritura es uno, pero de una unidad

misteriosa que presenta diversos aspectos no contradictorios sino complementarios. Al sentido literal queresulta del contexto inmediato, se ha superpuesto un sentido espiritual que nace del texto colocado en elconjunto de las perspectivas bíblicas. Este sentido espiritual puede presentar tres aspectos: el sentido alegóricopropiamente dicho, que se refiere a Cristo, el sentido tropológico, que se refiere a la vida individual delcristiano, y el sentido anagógico, que se refiere a la consumación escatológica de todo el cuerpo místico deCristo.

13 Fray Alonso de Cabrera, Libro de Consideraciones sobre los Evangelios, desde el Domingo deSeptuagésima, y todos las ferias de Quaresma, 2 vols., Barcelona, 1602. Cito por la edición moderna deMiguel Mir, Sermones, Madrid, Bailly-Baillière, NBAE 3,1930, p. 267b.

1 4 Fray Jerónimo Bautista de Lanuza, Homilías sobre Evangelios que la Iglesia Santa propone los días deQuaresma, Balbastro, 1621, tomo II, pp. 1014b-1017a.

92 FRANCIS CERDAN Criticón, 79,2000

sean apedreadas». Pero en el cuerpo del sermón, repite varias veces esta cita-traduccióny se puede ver el proceso de matización operado en la reescritura:

Pónenle delante del Señor la mujer y dícenle: Maestro, ahora ha sido cogida esta desventuradaen adulterio, etc.

Un poco adelante dice:

Ponen a la pobrecilla adúltera en medio de aquel espectáculo.

Y a la tercera va la vencida:

Maestro, a esta pobreta habernos hallado en adulterio.

Como veremos, estas sucesivas matizaciones (incluso puestas a cargo de los fariseos)que operan un glisando manifiesto, preparan el sentido moral que el predicador va asubrayar.

No sólo los predicadores traducen la letra sino que insisten, filológicamente, comoen una clase de lengua, en el sentido literal. En su consideración 3a, por ejemplo, FrayAlonso de Cabrera dice así:

Veamos ahora cómo pasa la acusación. Magister, haec tnulier modo deprehensa est inadulterio. Cada palabra tiene énfasis y en la opinión de ellos agrava.

Y se pone a detallar palabra por palabra:

Maestro: a quien de oficio incumbre resolver las dudas de la ley. Esto lo dicen porque no seinhiba de la causa, y que se la remita a ellos. Haec, «esta »: señálanla con el dedo para queparezca más grave su delito, cotejando con la santidad que ellos representaban [...]. Haectnulier: mujer, en quien la natural complexión es más moderada y no admite pasiones tanimpetuosas como en los varones. Mujer, en quien la vergüenza debiera tener más fuerza;porque las enfrenó con ellas naturaleza, poniéndola por reparo de la flaqueza mayor. Mujer,en quien es más afrentoso este delito y más prejudicial, por la incertidumbre que habría en loshijos y sucesiones. Modo deprehensa est. No es negocio atrasado, ni olvidado, ni que pasandodías por él se ha caído, sino ahora la cogieron en flagranti delito, y está el pecado fresco ycorriendo sangre. El escándalo es público y el pueblo espera el castigo. Y no cualquier pecado,sino in adulterio. Con esto echan el sello. Crimen gravísimo, que no sufre disimular.15

Lo mismo hace el agustino Fray Cristóbal de Fonseca, sin duda inspirándose enCabrera:

Todas esta palabras tiene un linaje de énfasis que encarecen la gravedad de la acusación. Haectnulier, porque etc.16.

1 5 Op. cit. p. 268a.16 Fray Cristóbal de Fonseca, Discursos para todos los Evangelios de la Quaresma, Madrid, 1614,

p. 280.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 93

Como vemos, la traducción induce la explicación del sentido literal, lo que introducela subjetividad del predicador y apunta hacia las conclusiones morales, y veremos queen esta dirección se puede ir muy lejos. Estas explicaciones se centran en el contextoinmediato de la acción referida, y muchas veces los predicadores hacen preguntas (parapoder contestarlas después) sobre lo que significa tal o cual detalle: ¿por qué prendierona la adúltera y no al adúltero? ¿qué se hizo de él? ¿por qué se inclinó Cristo? ¿por quéescribió con el dedo en la tierra? y, sobre todo, ¿qué es lo que escribió? Queda abiertala puerta a todas las hipótesis, incluso las más raras o descabelladas. Así, por ejemplo,el también agustino Fray Pedro de Valderrama dice:

Antes de dar la sentencia, se inclinó, mostrando con esta inclinación cómo debían inclinarsetambién a hacer misericordia los que tan yertos estaban para usar de rigor con aquellamiserable, dando a entender por esto de qué manera han de proceder los jueces en elconocimiento de las causas de los reos a quien han de condenar...17

El mismo predicador, a propósito de Cristo escribiendo en tierra, subraya:

Dígito scribebat in terra. Muchos interpretan esta escritura de Cristo Redentor nuestro en latierra y cada uno a su manera.18

Y cita a continuación a San Agustín y San Jerónimo, antes de proponer su propiaexplicación:

Pero sepamos qué pretendió el Señor ahora en escribir en la tierra los pecados de aquellos. Fuedecir claramente: ¿Habéis andado escarbando en los pecados ocultos de esta mujer? Pues yoescarbaré los vuestros. ¿Sacáis debajo de la tierra los pecados secretos de flaqueza? Pues yodesenterraré y sacaré debajo della los vuestros que son malicia. ¿Hacéisos muy de los justos,pensando que nadie sabe vuestro pecado? Pues mirad cómo andan rodando por ese suelo ytodos tropiezan en ellos [...].19

Con este último ejemplo, vemos cómo las explicaciones del sentido literal permiten yaun obligan al desarrollo de los muy conocidos procedimientos de la retórica, idóneospara presentar artísticamente la narración oratoria con los adornos que le sean másapropiados. Estamos aquí en el corazón mismo de la elocutio que es, sobre todo en elsiglo XVII, la parte principal de la retórica. La elocución, con el manejo de los tropos yfiguras, es lo que constituye como tal la obra literaria. Con el párrafo siguiente, tambiénsacado de Valderrama, creo que estamos en presencia de una prosa que tiene tanto deliteratura como de moral o, si se quiere, que es auténtica literatura moral. El predicadorcomenta en un símil una de las dos pinturas de Eustacio, en la que se representaba auna bella mujer con un carbunclo en la frente:

1 7 Fray Pedro de Valderrama, Exercicios espirituales para todos los días de la Quaresma, Sevilla, 1602,fol. 128r.

J8 Ibidem, fol. 129r.19 Ibidem, fol. 130r.

94 FRANCISCERDAN Criticón, 79,2000

Por el carbunclo que tenía en la frente, quisieron denotar por ventura que, así como el animalque tiene esta piedra en la frente es dificultuosísimo de cazar, porque siempre burla a loscazadores, los cuales, al tiempo que le van a echar mano de noche, guiados por el resplandorque de ella sale, quedan frustrados de sus esperanzas y burlados, porque luego el animal cubrela piedra en sintiendo el ruido, echándole una capa con que les quita la luz que les guiaba. Así,lo que más ilustra a una mujer y con lo que más burla a los cazadores deshonestos que laquieren cazar, es con saberse recoger y cubrirse cuando siente la ocasión.20

De tener más tiempo, podría entrar aquí en el estudio pormenorizado de muchostropos, en particular de la metáfora o de las numerosas figuras, tanto de palabra comode sentencias, empleadas por los predicadores, particularmente cuando se entregan a lahipotiposis. Tendré que limitarme a algunos ejemplos. Veamos, primero, este cuadropresentado por el mercedario Fray Hernando de Santiago:

En medio de esta lección del Templo, entran los Escribas y Fariseos, con gran tropel y ruido,inquietando la gente, con una mujer adúltera a quien cogieron con el hurto en las manos;hácese una gran rueda de gente, y poniéndola en medio, con que crecía su vergüenza yconfusión y con ésta sus lágrimas...21

Un poco más lejos, en el cuerpo del sermón, Fray Hernando vuelve atrás y presenta conamplificatio el momento en que la mujer fue «aprehendida»:

Entran de repente Escribas y Fariseos en su casa y cógenla en el delito. Bastaba para suconfusión el verse desnuda en presencia de tanta gente y, sin darle lugar a que se pudiesecubrir, llena ya la casa de cuantos por la calle pasaban, que al alboroto de la justicia todosentraban dentro, se sale de la pieza al patio, y de allí a la calle, adonde aguardaban los quedentro no cabían a verla salir y por todas las que llevaban irían diciendo en pública voz, cómola habían hallado, para asegurarse más de que en presencia de Cristo no pudiese negarlo

En estos momentos narrativos brotan a menudo exclamaciones, interrogaciones yapostrofes o interpelaciones. Así, Fray Jerónimo Bautista de Lanuza:

Cuando se halló esta mujer delante del Señor, a vista de todo el pueblo acusada, comoquebrantadora de la ley, ¡cuánto quisiera nunca haber cometido aquel pecado! ¡Qué diera porno haber consentido en tal cosa, que el deleite pasó en un punto y quedaba la confusión yvergüenza presente y muerte que la esperaba!23

Por su parte, el jesuíta P. Manuel de Nájera, exclama:

2« Ibidem, fol. 127v-128r.2 1 Fray Hernando de Santiago, Consideraciones sobre todos los Evangelios de los Domingos y Ferias de

la Quiaresma, Salamanca, 1597, p. 355.2 2 Ibidem, p. 361.2 3 Op. cit. p. 1045.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 95

¡Oh, si pudiera responder esta mujer, cuántos más acerbos fueron sus dolores que sabrosossus delitos, cómo corrigiera muchos engaños, expuesta a confusión pública, amenazada dedura lluvia!24

También aparecen frecuentemente, dentro del mismo movimiento narrativo eldialogismo o sermocinación, como en el sermón de Bautista de Lanuza:

Creyendo pues que lo tenían ya entrampado, sin saber qué responderles, comenzaron unos yotros a darle prisa: «Maestro, responded», «Maestro ¿qué decís? No nos detengáis, queestamos esperando vuestra resolución»25,

lo cual desemboca directamente en un apostrofe del predicador a los escribas y fariseos:

¡Oh, necios! y ¿no sabéis la doctrina del Espíritu Santo, que quien pregunta alguna duda degrave dificultad ha de tener espera en la respuesta? ¡Lléveos el diablo, hijos de Satanás, quemás porfiados sois con Cristo que vuestro mismo padre!26

El mismo Bautista de Lanuza interpela directamente a todas las mujeres:

No seáis necias, ni fiéis de palabra que os den, que al cabo os dejarán burladas con vuestrainfamia.

La interpelación puede dirigirse también al mismo Cristo. Así el jesuita P. AndrésMendo27:

Merezcamos oír Nec ego te condemnabo, que no habéis de condenar, no, Señor, por quiensois. ¡Ea, mi Jesús, sea así, que con vuestra ayuda hemos de mejorar costumbres, hemos dehacer penitencia, hemos de adquirir virtudes, hemos de solicitar vivir en vuestra gracia, paramerecer vuestra glorial

Insisto en qué no se trata de meros procedimientos retóricos gratuitos, sino quesiempre llevan dentro la finalidad procurada en tal o cual momento del discurso. En laintroducción del segundo de sus dos sermones sobre la adúltera, el benedictino FrayDiego Malo de Andueza empieza así:

A una mujer hermosa, y por eso desdichada, que es privilegio de la belleza el tener pocaventura, la traen los Escribas y Fariseos, corredores de culpas, al Tribunal de Cristo, porquedicen ha de morir apedreada por haber sido en adulterio cogida. Pero esta adúltera ¿no teníanombre? ¿Quién lo duda? ¿Cómo, pues, lo calla el Evangelista? Diga cómo se llama, para quequede castigado el apellido. ¿Será cortesía el ocultarle? No es sino castigo el no decirle: así lallama sólo mujer, que quiere decir lasciva [...].28

24 P. Manuel de Nájera, sj, Discursos morales para las ferias de Cuaresma, Madrid, 1651, p. 68 b.25 Op. cit, p. 1038b.2é Ibidem, p. 1028a.2? P. Andrés Mendo, sj, Quaresma, 2a parte, para los lunes, martes jueves y sábados, Madrid, 1668,

p. 346.28 Fray Diego Malo de Andueza, Oraciones Evangélicas. Domingos y ferias principales de Quaresma.

Madrid, 1661, p. 198.

96 FRANCISCERDAN Criticón, 79,2000

El mismo Fray Diego Malo de Andueza, en la salutación de su primer sermón, nosproporciona un buen ejemplo de prosa sermonística barroca que anuncia elgerundianismo. En esta página, en efecto, se puede notar cómo la exposición del sentidoliteral lleva a cabo un proceso de reescritura en el que el predicador se compromete nosólo al nivel literario, sino hasta al de la ideología:

El Evangelio que hoy canta la Iglesia empieza desta suerte: cogieron los Fariseos a una mujeren ofensa fragante de su marido, que hay pecadores de tan público conocimiento, que gustanmás de la publicidad que del deleite. Bien sé yo que hay pecadores más desgraciados unos queotros; mas todos son divertidos. Unos en el gusto de ofender y otros en el modo de pecar.¡Oh, mirad, por Dios, cómo pecáis! Que aunque para con Dios por cualquier pecado se pierdela opinión, mas para con el mundo, por el poco juicio, por el escándalo con que se peca, sepierde la fama. ¡Notable siglo que, aun cómo se ha de pecar (ex suppositione) es menester queenseñe un predicador! Con grande ruido traen por la calle a la adúltera los hipócritashazañeros. Pero miren qué soldado, qué bandolero, qué pirata traen tumultuarios, sino a unamujer frágil, que si no merecía lo feo de su culpa luz, se le debía sombra. Lléganse con ella aJesucristo. ¡Oh, mujer, no librarás mal!, que quien te hizo de barro, te sabrá excusar el desliz.A esta mujer, dicen, hemos encontrado ahora infiel a su obligación, al tálamo injuriosa.Decidnos, Maestro, qué se ha de hacer de ella. Porque si a la ley de Moisés se atiende, ha demorir apedreada, que es contagio una hermosura y no quiso se acercasen a ella, aun paraejecutar la pena. Pero tú ¿qué dices? que tu disposición se ha de guardar. ¡Oh, cómo lelisonjean! Mas el untar el casco a uno, es para darle con más seguridad la pedrada. Este era suintento, dice San Juan, no que se castigase el delito, sino buscar en el perdón la calumnia deCristo. Para esto traen, no el adúltero, sino la adúltera bella, que para las hermosas no hay enlos tribunales sala de rigor, todas son de gracia. Cristo se inclinó (pesa mucho una pena) yescribía en la tierra. ¿Qué escribía? Que somos linces para las faltas ajenas y topos para laspropias. Los Fariseos porfían que dé la sentencia.¡Oh, mortales, qué criminales que sois enajenos delitos y en los propios qué piadosos jueces! Cristo se levantó, que crece Cristoperdonando, y castigando se apoca, y díjoles: el primero de vosotros que se hallare sin culpassea quien el primero tire la piedra. ¿Abajóse alguno por piedras al suelo? No, que tropezó larazón luego en sus culpas y todos se fueron, los viejos los primeros. ¿Viejos y acusadores demujeres mozas? Sería de desdeñados, que como Susana no les hizo buen rostro, la adúltera noles haría buena cara. Cristo, finalmente, se halla solo con la adúltera. ¿Solo? Sí, que no hacecompañía una mujer deshonesta, que aunque a un prescito siempre le parece está solo sin estacompañía. Perdonóle el pecado y encargóle la enmienda de advertido; que en materias degusto, el error que se comete un día es pronóstico cierto para todo el año. Aquí se acaba elTexto: para la gloria hemos menester la gracia, etc. [Ave Marta]

Adduncunt ei mulierem deprehensam in adulterio...

Una mujer cogida en adulterio (que no se niegue hay pecadores unos más desgraciados queotros, aunque no más pecadores) traen al aerópago de Cristo. Pero si la hallaron en delitoactual, ¿también con ella le cogieron a él? Es así. Pues ¿cómo echan mano más de la adúlteraque del adúltero? Si las hermosas libran bien en los tribunales, como dijo Acursio sobre la leyaemi, notando que el emperador se había inclinado a favorecer a una dama moza porquetenía justicia: Et altera ratio, quae in littera non erat, quia pulchra erat. ¿Cómo hoy, si quierenque se cumpla la ley, traen a juicio una mujer hermosa y dejan libre al adúltero? ¿Será por laocasión de la calumnia, o porque se escapó del rigor? No es esto sólo, dice la glosa ordinaria

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 97

de nuestro monje Estrabón, sino porque el adúltero era rico y redimió con el dinero la vida: laadúltera, que debía de ser pobre, por pobre se expuso a la muerte.29

En estos dos ejemplos de Malo de Andueza, podemos ver cómo los predicadores, apartir del sentido literal, podían deslizarse hacia interpretaciones muy personales yexpresar sus anclajes ideológicos.

Para concluir el examen de esta primera parte, yo diría, tal vez con excesivaseveridad, que en la exposición y explicación del sentido literal, casi todos lospredicadores se portan como los malos estudiantes nuestros frente al ejercicio del«comentario de textos». El texto les sirve de pretexto para introducir sus propioscentros de interés. En nuestros predicadores, podemos denunciar los mismos defectos, asaber que se centran en el contexto, en la realidad supuesta del episodio contado, o seala «anécdota» o, digamos,«el referente», y lo presentan con todos los colores delacontecimiento vivido y actualizado. Se proyectan en el texto y dejan la rienda suelta asu subjetividad, convencidos de que son depositarios de la verdad revelada y de quetransmiten fielmente el mensaje evangélico. Pero ¿no será ésta la genuina y legítimaobligación del predicador según la Tradición que se remonta a los orígenes de lapredicación? Nos lo va a confirmar, creo yo, el examen de la segunda parte de nuestroestudio.

L O S M O D O S D E L A I N V E N C I Ó N Y L A D I S P O S I C I Ó N D E L S E R M Ó N

Todas las Retóricas sacras dan pormenorizadas instrucciones para saber buscar loselementos de la inventio pata los sermones. Así el doctor Francisco Terrones del Caño,tratando del predicador novel, aconseja en su Arte o Instrucción de Predicadores:

[...] al estudiar los libros sobre la Sagrada Escritura [...] ha de ir notando y apuntando en suslugares comunes o Evangelios todo lo que hallare notable, curioso o provechoso [...]. Algunosvan reduciendo y apuntando lo que notan por Evangelios de las Dominicas, fiestas o ferias delaño [...]. Yo he tenido el entendimiento algo más libre, y así he ido por otro camino de tenerlibros blancos distinguidos por abecedario, dejando para cada letra a, b, c, cuatro o doce oveinte hojas [...] y allí en cada letra iba poniendo los vocablos de materias predicables [-].30

Y poco después añade:

[...] hay algunos puntos o bocados que no pueden ser comunes para muchos Evangelios sinoque son casi propios de algún Evangelio particular, y para semejantes puntos es bien que hayaen algún cartapacio otra tabla aparte de los Evangelios y Dominicas de todo el año dejando acada Evangelio un blanco competente donde irá apuntando lo que se hallare en los autorespropios de allí.31

No otra cosa había dicho Fray Agustín Salucio:

29 Ibidem, pp. 188-189.3 0 Instrucción de Predicadores, pp. 50-51.31 Ibidem, pp. 51-52.

98 FRANCISCERDAN Criticón, 79,2000

Sabido, pues, lo que cada Evangelio admite de las cosas dichas, es buen consejo disponerlopor sus tablas reducidas al mejor orden que cada cual supiere.32

Bien sabemos ahora que la cultura de los Siglos de Oro fue una cultura de excerpta,como dijo Marcel Bataillon33. Incluso los consejos de Salucio o de Terrones del Cañoeran en gran parte inútiles, ya que a partir de la mitad del siglo xvi menudearon loslibros de lugares comunes, las tablas de cosas notables y otros florilegios queconfluyeron en obras de compilación de las diversas fuentes conocidas. Para esteepisodio de la Adúltera referido en el capítulo 8 de San Juan, el corpus es nutridísimo yocupa tres o cuatro páginas enteras (de gran tamaño) en los Florilegios o Polianteas.Este corpus se compone, en primer lugar, de numerosas citas de la Biblia, tanto de loslibros históricos del Antiguo Testamento: Génesis (con los casos de Abraham, de Isaac,de José y la mujer de Putifar), Éxodo (con Moisés y la ley), los libros de Reyes, deSamuel (con el caso de David y Betsabé), etc., como de Libros Sapienciales: Proverbios,Libro de Job, Salmos, Eclesiástico, etc. Después hay un buen acopio de citas de losPadres: principalmente San Juan Crisóstomo, San Basilio, San Ambrosio, San Gregorioy sobre todo San Agustín. No faltan, por fin, las citas de los clásicos y, sobre todo, delos escolásticos, con el benedictino Wilfrido Estrabón y, no podía ser menos, con SantoTomás de Aquino.

Las citas textuales de muchas de estas fuentes de la, diremos, inventio se repiten desermón en sermón o mejor dicho de homilía en homilía, porque el género se presta aunmás a estas coincidencias, porque se trata de la reescritura de un solo y mismo texto-base. Se aprovechan los mismos episodios ejemplares y conocidísimos, como la historiade Abraham que oculta al rey Abimelech que Sara es su esposa, temiendo por su vida,porque sabe que se vacila menos en matar a un hombre para disfrutar de su esposa queen incurrir en el adulterio. Lo mismo pasa con Isaac. Igual se repite la historia de Davidque mandó a la guerra a Urías para gozar a su esposa Betsabé. También aparecerepetidas veces la historia de Tamar y de su suegro. No faltan las repeticiones dealgunos dichos o casos curiosos hallados en los filósofos o historiadores de laantigüedad. No pocas veces tenemos la impresión de que los predicadores se copianunos a otros. Asi, por ejemplo, Fray Alonso de Cabrera cuenta:

Alejandro, ensorbecido por sus victorias, dio en un frenesí decir que era Dios y llamarse hijode Júpiter. Escribióle una carta a su madre, y puso en el sobrescrito: «Alejandro, hijo deJúpiter, a su madre Olimpias, salud». Corrióse notablemente la madre que su hijo la hicieseadúltera, aunque fuese con Júpiter, a quien ellos en su vanidad gentílica tenían por el mayorde los dioses [...].34

Casi con las mismas palabras Fray Cristóbal de Fonseca refiere:

3 2 Avisos, p. 163.3 3 «[...] la culture de la Renaissance a été pour la plupart de ses bénéficiaires, en dehors de cas privilégiés

[...], une culture d'excerpta mis à la portée de nombreux esprits par l'école et par le livre imprimé» (MarcelBataillon, «Sur l'humanisme du Docteur Laguna», Romance Philology, XVII, 2,1963-1964, p. 232).

3 4 Op. cit., p. 269.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 99

Escribiendo Alejandro a su madre Olimpias, se llamó hijo de Júpiter, pero hizo a la madreagravio de que la hiciese adúltera aunque fuese con el mayor dios del cielo.-35

Y también ambos predicadores se refieren a Plinio y a Eliano para subrayar la conductade los animales que abominan del adulterio, contando el caso de la leona que si se juntacon el leopardo, después desaparece y va a purificarse.

Varias veces he notado la repetición del símil del «carnicero que sacan a la públicavergüenza, cuando le azotan por las calles por los pesos falsos: se los echan al cuello yla carne con que engañó para mayor afrenta suya»36. Los mismos argumentos sacadosde los Santos Padres también se repiten en muchas homilías que cobran así un muygrande parentesco.

En conclusión, podemos decir que la frecuencia de estas repeticiones, a vecestextuales, en la mayoría de las homilías, lleva a pensar que los predicadores, muy asabiendas, se entregaban a una labor de recuperación de las fuentes tradicionales y queoperaban un proceso de reescritura muy consciente. Esta reescritura no les planteabaningún problema. No experimentaban el sentimiento de incurrir en plagio. Al contrario,este aprovechamiento de las numerosas fuentes tradicionales era, para ellos, el mejormodo de autorizar, como dicen los teóricos, el contenido de su sermón. De manera muyexplícita, algunos predicadores publicaban sus sermonarios para que sus sermonessirvieran de modelo a los predicadores noveles. En los centros de formación, comodiríamos hoy, en particular en los conventos-universidades de las órdenes religiosas o enlas casas de los jesuitas, la reescritura de los sermones de predicadores más famosos eraun ejercicio obligado y muy noble.

EL S E N T I D O T R O P O L Ó G I C O O LA O R I E N T A C I Ó N MORAL

Hasta ahora he insistido sobre todo en los rasgos que se repiten en muchas homilías.En esta tercera parte de mi estudio me referiré a puntos en los que se pueden notardiferencias tocantes a la lección moral que quiere sacar cada predicador.

Podemos destacar un primer punto: los sermones en los que el caso mismo de lamujer adúltera y su pecado pasan rápidamente al segundo plano y sirven de punto departida para consideraciones teológicas más generales. En estos sermones se accederápidamente al sentido espiritual. La adúltera representa el alma cristiana desposadacon Cristo: Anima christiana est Christo desponsata, como rezan todas las Polianteas.Veamos este pasaje de la peroración del granadino Doctor José Barcia y Zambrana:

Veis ya, católicos, qué pocas almas se librarán de la nota de adúlteras. Aprehendidos estamosen adulterio espiritual. Presentémonos ante Jesucristo, Señor nuestro, con la confusión que lamujer adúltera y teniendo el castigo que merecen nuestros adulterios según la ley, sujetémonosal juicio de la misericordia y piedad antes que llegue el tiempo del juicio riguroso de laseveridad y justicia [...].37

3 5 Op. cit., p. 281.3 é Cito aquí a Valderrama, op. cit., p. 1352a.3 7 Dr. José Barcia y Zambrana, Despertador Cristiano Quadragesimal de sermones doctrinales para

todos los días de la Quaresma, 1" éd., Madrid, 1697, p. 219.

100 FRANCIS CERDAN Criticón, 79,2000

La teología moral desarrollada en estos sermones es bastante sencilla. Lasespeculaciones sobre el equilibrio entre la suma justicia y la no menos obligada sumamisericordia desembocan en la supremacía de la segunda sin menoscabo de la primera.Con tal que el alma cristiana reconozca su pecado, se arrepienta y se disponga a novolver a pecar, la misericordia divina, por la intervención redentora de Cristo, redime lacriatura pecadora. Se conocerá aquí una corriente teológica que plasmó a menudo a lolargo del siglo xvn en la poesía, con los romances o sonetos del pecador arrepentido(muchas veces a la hora de la muerte), que acaban, después de la expresión de lacontrición, en un vibrante acto de esperanza. No me da tiempo ahondar aquí en estetema, pero estoy seguro de que sería fácil encontrar en los sermones las vetas másprofundas de las creencias religiosas o del sentimiento religioso del Siglo de Oro con susproyecciones en las conductas individuales y colectivas de entonces.

En el segundo grupo, podemos reunir la mayoría de las homilías que siguen al textoevangélico paso a paso y que se centran en la anécdota de la adúltera presentada altribunal de Cristo por los escribas y los fariseos. Objetivamente, podemos reducir elcaso a las dimensiones de un drama doméstico en el que actúan como protagonistas oactantes, tres personas: la adúltera, el marido y el amante, desempeñando las demáspersonas el papel de comparsas más o menos importantes. Es interesante comparar lasposiciones de los diversos predicadores frente a estas tres personas principales deldrama.

1. La adúltera. Desde luego, ningún predicador podía —ni quería— aplaudir suconducta. Todos recuerdan la gravedad del adulterio como pecado mortal capital alnivel religioso y como disturbio escandaloso al nivel social. En este punto no haydiferencias notables. Pero los predicadores, en general, no se demoran en reprehender ala culpable: al fin y al cabo tampoco la condenó el propio Jesucristo. Lo que sí hacenalgunos es enaltecer la conducta recatada que ha de guardar la perfecta casada. Esmateria harto conocida y estudiada. Para volver a la letra misma de los sermones, hayque subrayar que casi todos los predicadores acompañan la palabra mujer con unadjetivo calificativo del tipo «pobre, desgraciada, desaventurada, infeliz», que traducecierta comiseración. Pero esta comiseración puede aplicarse ora a la criatura pecadoraporque ha sucumbido a la tentación, ora a la mujer agobiada, víctima de la violencia yarrastrada por los «tumultuarios» escribas y fariseos. Hay cierta ambivalencia, pero loque no ocurre nunca es el desprecio abriertamente declarado, ni la condena tajante. Lacondena, sí, se expresa respecto al pecado en sí, al adulterio. Aquí también los procesosde reescritura son frecuentemente utilizados como hemos dicho antes a propósito de lainventio.

2. El marido. Después de la adúltera, el segundo actante, si se le puede llamar así,por lo menos de manera virtual, es el marido. El texto evangélico no hace ningunaalusión a él y muchos predicadores lo ignoran por completo. Puede parecer extraño estesilencio. Hubiera podido pensarse que una posible reescritura de la perícopa consistiríaen completarla, colmando los silencios. Pues no. En regla general los predicadores nosalen en defensa del marido agraviado. Y no podemos menos que subrayar el extrañocontraste entre la casi inexistencia del personaje del marido en los sermones y sufrecuente protagonismo en las novelas y en los dramas del honor del teatro aurisecular.Fray Alonso de Cabrera nota:

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 101

El hombre de punto y sangre en el ojo no se contenta con otra satisfacción sino con muerte delos adúlteros.38

Un poco menos violento, Fray Hernando de Santiago afirma no obstante:

Ella queda de todos aborrecida y aun de sus mismos parientes y el marido con tan justo dolorque menos que con matarla no le mitiga, a lo cual, si la ley de Dios no le da licencia, lashumanas se lo permiten.39

Lo cierto es que ningún predicador recuerda las leyes antiguas que disponían que losadúlteros habían de ser entregados al marido y que éste había de ser su verdugo. Losinvestigadores que han estudiado este punto del honor conyugal en la sociedad áureahan subrayado la contradicción entre la moral que sirve de base al desarrollo del temaen el teatro y la posición más indulgente de los moralistas y, añadiría yo, de lospredicadores. Los historiadores no han llegado a conclusiones definitivas sobre lafrecuencia del castigo de muerte aplicado a los adúlteros o a la sola adúltera. Pero creoque la mejor conclusión, la había sacado ya al final del siglo xvi el moralista PedroMedina, en su Libro de la verdad, donde afirmaba:

Porque si a todos los adúlteros, como dice un doctor, hubiesen de apedrear, no habría piedrasen las calles que bastasen.40

3. El amante. El tercer actante es el amante. A él sí que se refieren prácticamentetodos los predicadores. Casi todos repiten las mismas preguntas que ya hacían losPadres: ¿Qué se hizo de él? ¿Por qué escapó? Se repite en muchas homilías la mismaexplicación o hipótesis: era rico y con su dinero logró que le allanaran la huida. A partirde esta posible solución muchos predicadores desarrollan la lección moral (o sentidotropológico del texto) en una dirección social y llegan a denunciar, a vecesvehementemente, los desajustes de la sociedad en que viven. Así el trinitario FrayManuel de Guerra y Ribera dedica toda su salutación (y por consiguiente su sermónentero) al tema de la justicia y de los que tienen hambre y sed de justicia:

El delito pide cómplice. Si es acusada ¿cómo sola? Huiría el varón. No lo dudo; pero sospechole allanaron el camino. Dicen era poderoso. Luego la soberana majestad del oro ablandó elyerro.

Quiero enseñar una imagen de la justicia. No son míos los colores: fueran vanos. Sondivinos. Bienaventurados, dice San Mateo, los que tienen hambre y sed de justicia. Es voz de

38 Op. cit. p. 270.3? Op. cit. p. 355.40 Pedro Medina, Libro de la verdad, en la edición moderna de Ángel Valbuena Prat, Obras, Madrid,

CSIC, 1944, p. 379, citado por Claude Chauchadis en Honneur, morale et société dans l'Espagne de PhilippeII, Paris, CNRS, 1984, p. 106.

4 1 Fray Manuel de Guerra y Ribera, Quaresrna continuada. Oraciones Evangélicas para todos los días,2' ed. Madrid, 1699, p. 45.

102 FRANCIS CERDAN Criticón, 79,2000

El Predicador franciscano Fray Diego Murillo es quien con más vehemencia se expresasobre este tema de la justicia, y lo desarrolla con máxima claridad:

Modo deprensa est in adulterio. Ahora, Señor, la cogieron en crimen de adulterio. Pero diráalguno: ¿qué es del cómplice? ¿Dónde está el adúltero? ¿Cómo éstos no le prendieron? Apobres mujeres, siempre la soga quiebra por lo más delgado. ¿Quién duda sino que le cogeríantambién? Pero debía de ser hombre poderoso y rico, cohechó a los Fariseos, untóles lasmanos, que todo se puede creer de su avaricia, soltáronle. Esto es lo que se usa en el mundo, ycreo que no hay cosa más usada el día de hoy. Quebranta un poderoso la ley, y no hay quienle hable palabra. Quebrántala un pobrecito, y luego todos son a sacarle los ojos, luego lluevensobre él alguaciles. La ley es una misma y la ejecución tan diferente.42

Y muy poco después, Fray Diego vuelve a insistir repitiendo:

Pero lástima grande ver lo que pasa ahora en el mundo de hogaño: cuan poca indiferencia hayen el guardar de las leyes, que parece que ya no se establecen en las Repúblicas, sino para lospobres y desvalidos no más. Porque a los poderosos y ricos, todo les es lícito, y no hay ley nipregmática, por justa que sea, de que se den por obligados. Saldrá una pregmática de ConsejoReal acerca de las cortesías o del vestido: si la quebranta un pobre, pobre de él, que lo pagacon las setentas. ¡Qué de alguaciles son a prenderle, qué de Alcaldes de Corte a sentenciarle!Quebántala un poderoso, no hay quien le hable palabra. Corte el pobre una ramica del montepara calentarse y suplir su desabrigo, arrímanle luego la pena y déjanle destruido. Pero si esrico y poderoso, así puede atalar todo el monte sin que nadie se atreva a hablarle palabra.¡Oh, leyes del mundo y pregmáticas de los reyes de la tierra, telas de araña os pueden llamar,y así os llama el Profeta, que aunque justas, pero ejecutadas las más veces por ministrosinjustos, y no servís más sino de enlazar a los pobrecillos y que poco pueden, que lospoderosos y ricos, no hay ley que no atrepellen, estatuto que no rompan, ni pregmática queno quebranten. Para ellos no hay ley, no alguacil, no castigo ni azote. Bien se ha visto en lapresa que los Fariseos presentan hoy delante de Cristo nuestro Señor, y en la prisión quehicieron, que dejando libre al adúltero, por ser poderoso y rico, echaron mano de la que quizáno tuvo para untarles a ellos las suyas.43

Podrían multiplicarse las citas sobre el tema a lo largo del sermón. Y no se crea queFray Diego Murillo fuera un peligroso revolucionario. Fue un tranquilo y fecundopredicador, muy dentro de la tradición franciscana, que publicó nutridos sermonarioscomo modelos para los jóvenes predicadores. Sus sermonarios, muy difundidos,tuvieron abundante posteridad44.

Ya es hora de concluir. Espero haber mostrado que la homilía del Siglo de Oro fueun claro ejemplo de reescritura y eso a tres niveles. 1 ) Fundamentalmente es reescrituradel texto de la perícopa que sirve de Evangelio del día; 2) esta primera y fundamental

4 2 Fray Diego Murillo, Discursos predicables sobre los Evangelios que canta la Iglesia en los domingos yferias desde la Septuagésima hasta la Resurrección del Señor..., Zaragoza, 1601, fol. 415v.

4 3 Ibidem, fol. 416r-v.4 4 Sobre la figura y las obras de Fray Diego Murillo, véase la contribución de Vicente Gómez Vichares,

«Fray Diego Murillo, ofm, poeta y predicador del Siglo de Oro», en Primeras jornadas de Bibliografía,Madrid, Fundación Universitaria Española, 1977, pp. 295-354.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 103

reescritura se nutre y se reorganiza a partir de citas escriturarias y de fuentes patrísticasy humanísticas; y 3) ocurre, por fin, que las influencias mutuas lleguen, en un tercernivel, a una última reescritura de una homilía a otra.

Desde el punto de vista del manejo de la techne retórica, no hay grandes sorpresas ypodemos ver a los predicadores lucirse en el empleo de los habituales procedimientosretóricos y estilísticos de la prosa del Siglo de Oro.

Desde el punto de vista de la moral (según el sentido tropológico de la páginaevangélica), podemos ver que, más allá del caso de la mujer adúltera, los predicadoresllegan a diversas conclusiones, sea tocantes a la vida espiritual o, de manera másamplia, a la vida religiosa en general, sea tocantes a la moral social, traduciendovibraciones ideológicas a veces muy precisas. Este interés por la ideología subyacente enla oratoria sagrada del Siglo de Oro me parece cada vez más justificado y quedarésatisfecho si, a pesar de lo elemental de la comunicación que acabo de presentar, helogrado despertar la curiosidad y convencer a algunos de los participantes en esteseminario. Quam mihi et vobis etc.

Fuentes aprovechadas

TRATADOS DE PREDICACIÓNFray Diego de Estella, Modo de predicar y Modus concionandi, ed. de Pío Sagüés

Azcona, ofm, Madrid, CSIC, 1951.Fray Luis de Granada, Retórica Ecclesiástica en Obras, Madrid, Atlas, BAE III, 1863.Dr. Francisco Terrones del Caño, Instrucción de Predicadores, ed. de Félix G. Olmedo,

Madrid, Espasa Calpe, Clásicos Castellanos n° 126,1946.Fray Agustín Salucio, Avisos para los predicadores del Santo Evangelio, ed. de Alvaro

Huerga, Barcelona, Flors, 1959.

SERMONARIOSDr. José Barcia y Zambrana, Despertador Cristiano Quadragesimal de sermones

doctrinales para todos los días de la Quaresma, 2a ed., Madrid, 1697.Fray Jerónimo Bautista de Lanuza, Homilías sobre Evangelios que la Iglesia Santa

propone los días de Quaresma, Balbastro, 1621.Fray Alonso de Cabrera, Libro de Consideraciones sobre los Evangelios, desde el

Domingo de Septuagésima, y todos las ferias de Quaresma, 2 vols., Barcelona,1602.

Fray Cristóbal de Fonseca, Discursos para todos los Evangelios de la Quaresma,Madrid, 1614.

Fray Manuel de Guerra y Ribera, Quaresma continuada. Oraciones Evangélicas paratodos los días, 2a ed. Madrid, 1699.

Fray Diego Malo de Andueza, Oraciones Evangélicas. Domingos y ferias principales deQuaresma. Madrid, 1661.

P. Andrés Mendo, Quaresma, 2a parte, para los lunes, martes jueves y sábados, Madrid,1668.

104 FRANCIS CERDAN Criticón, 79,2000

Fray Diego Murillo, Discursos predicables sobre los Evangelios que canta la Iglesia enlos domingos y ferias desde la Septuagésima hasta la Resurrección del Señor...,Zaragoza, 1601.

P. Manuel de Nájera, Discursos morales para las ferias de Cuaresma, Madrid, 1651.Fray Antonio Pérez, Apuntamientos quadragesimales, Valladolid, 1630.Fray Hernando de Santiago, Consideraciones sobre todos los Evangelios de los

Domingos y Ferias de la Quaresma, Salamanca, 1597.Fray Pedro de Valderrama, Exercicios espirituales para todos los días de la Quaresma,

Sevilla, 1602.

BIBLIOGRAFÍA CRÍTICA SELECTABENNASSAR, Bartolomé, L'homme espagnol. Attitudes et mentalités du xvf au xixe

siècle. Paris, Hachette, 1975.CARO BAROJA, Julio, «Honor y vergüenza (examen histórico de varios conflictos

populares», Revista de dialectología y costumbres populares, tomo XX, 1964,pp. 410-460.

CHAUCHADIS, Claude, Honneur, morale et société dans l'Espagne de Philippe IL Paris,CNRS, 1984.

JONES, Cyril A., «Honor in Spanish Golden-Age drama; its relations to real life and tomoral», Bulletin ofHispanic Studies, 35,1958, pp. 199-210.

MARAVALL, José Antonio, «La función del honor en la sociedad tradicional», Idéologiesand Littérature, 7, 1978, pp. 9-27.

PERISTIANY, J.-G. (et alii), El concepto del honor en la sociedad mediterránea,Barcelona, Labor, 1968.

PITT-RIVERS, Julián, «Honor y categoría social», incluido en el volumen editado por J.-G. Peristiany, pp. 21-76.

Rico VERDÚ, José, La retórica española de los siglos xvi y xvn. Madrid, CSIC, 1973.SÁNCHEZ, Galo, «Datos jurídicos acerca de la venganza de honor», Revista de Filología

Española, IV, 1917, pp. 292-295.SMITH, Hilary Dansey, Preaching in the Spanish Golden Age. A Study of some

Preachers of the Reign of Philip III, Oxford University Press, 1978.

CERDAN, Francis. «Oratoria sagrada y reescritura en el Siglo de Oro: el caso de la homilía». EnCriticón (Toulouse), 79, 2000, pp. 87-105.

Resumen. Se estudia aquí el caso de la homilía, en el sentido estricto de ia palabra o sea como sermón que sededica a presentar, comentar y apostillar la letra del Evangelio del día. A partir de la misma páginaevangélica que, cíclicamente, vuelve a leerse cada año en semejante fecha, cada predicador realiza su propiareescritura para elaborar su sermón. Analizando unas cuantas homilías auriseculares (reinados de Felipe III yFelipe IV) pueden percibirse notables diferencias en este acto de reescritura, tanto al nivel de la estilística (apartir de la semántica y de los tropos y figuras convocados por la técnica retórica) como en la orientaciónmoral o ideológica, testimonio, al final, de la cultura imperante en la sociedad española del siglo xvn.

ORATORIA SAGRADA Y REESCRITURA 105

Résumé. Étude de l'homélie, au sens strict de sermon qui présente, commente et glose le texte de l'Évangile dujour. À partir de la même page évangélique qui revient cycliquement chaque année, chacun des prédicateursréalise sa propre réécriture pour élaborer son sermon. En analysant quelques homélies du Siècle d'Or (sous lesrègnes de Philippe III et de Philippe IV), on peut déceler d'importantes différences dans cet acte de réécriture,tant au niveau de la stylistique (à partir de la sémantique et des tropes et figures mis en œuvre par larhétorique) que dans l'orientation morale ou idéologique, c'est-à-dire, en définitive, au niveau de la culturedominante dans la société espagnole du xvne siècle.

Summary. Studied hère is the case of the homily in the strict sensé of the word as a sermon designed toprésent and comment on the text of the day's reading from the Gospel. From the same page of the Gospelread every year on the same date, each preacher undertakes his own particular form oí re-writing in order tocompose his sermon. On studying several Golden-Age homilies (from the reigns of Philip III and Philip IV)significant différences can be observed in this act of re-writing. Thèse différences appear not only on astylistic level (semantics and the tropes and figures summoned by the rhetorical technique of the orator) butalso as regards the moral and ideological stance adopted, a fact that bears witness to the prevailing culture ofSpanish seventeenth-century society.

Palabras clave. Homilía. Evangelio. Mujer adúltera. Reescritura.

D E MÚSICA. Colección dirigida por Juan Luis MiJány Màrius Bernardo

1 Cari Dahlhaus: Estética de la música. Traducción deJuan Luis Milán. Prólogo de Juan José Olives. 19%.-XII, 136 pp. DM30,-

2 Rainer Kleinertzt: (ed.) :Teatro y música cu España(siglo XVIII). Actas del simposio internacional(Salamanca, 1994). 1996. vill, 243 pp. DM 50,-,

3 Bcnct Carablancas: £1 humor cu la música. Broma,parodia c ironía. 2000, ca. 430 págs. En prensa.

P A R T I T U R A S

Juan José Olives. Variationen über ein Thema vonAlban Bcrg für Streichorchester. 1995.42 pp.

DM 45,-

Ramon Porter. Peça per a piano (1992). 1995. 12 pp.DM 30,-.

Juan Luis Milán. Vicr Sátze für Strcichtrio. 1995,20+7+8+6 pp. DM 35,-

Josep Soler. Lachrimae or Sevcn tears.Oboc y piano.1995. 12 + 3 pp. . DM35,-.

J. S. Bach /Rainer Feldmann: 6 Suiten für Violincellosolo BWV 1007-1012 nach dem Urtext für Gitarreeingerichtec von RaLner Feldmann. 1977. IX, 55 pp.

DM 54,-

EDITION REICHENBERGERPfannkuchstr. 4 D-34121 KassclTcl.(o56i) 7669793Fax: (0561) 775204c-mail: [email protected]://www.rcichcn berger.de

Venta en españa a través deReichenberger EdicionesAptdo de Correos 360E-48080 BilbaoTel +Fax (94) 6742047

EDITION REICHENBERGER

PALOMA OTAOLA GONZÁLEZ

TRADICIÓN Y MODERNIDADEN LOS ESCRITOS MUSICALES

DE JUAN BERMUDO

DEL Libro primero (i f 49) A LADeclaración de instrumentos musicales

Himno de la Natividad, Chris te Redcmptor(DtcLiraóón, fol. 87)

Edition Reichenberger, Kasscl 2000,

DeMusica 4

IX, 51S pp. DM. ISBN: 3-931887-93-6. DM 129,-