Novela de Tribu 2 - Caminantes Silencios - Carl Bowen

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    World of Darkness- Mundo de Tinieblas:

    CAMINANTES SILENCIOSOSCarl Bowen

    (Grupo: Hombre Lobo / Saga: Tribus Garou / Volumen-2,Relato-A)

    "Tribe Novel: Silent Striders"Traduccin: Manuel de los Reyes

    _____ 1 _____

    Los monumentos en honor de los difuntos se erguan ante unafigura solitaria en la cima de la Colina de las Lamentaciones,proyectando sus sombras alargadas bajo la ltima luz del crepsculo.La figura los observaba en silencio, viendo cmo sus sombrasreptaban por el suelo hacia l como brazos extendidos. El sol ponientepona de relieve toscos montones de piedras y pedruscos singularesdepositados en memoria de los hroes cuyos restos yacan bajo el

    duro suelo. Los monumentos se alternaban para recordar a loshombres y a los lobos, esculpidos con minuciosidad o tallados apenas,segn se correspondiera a la dignidad y al temperamento de loshroes por los que se alzaban.

    Por aadidura, cada uno de los monumentos posea un atisbo delos espritus de aquellos que los hroes haban dejado atrs. Dondelos smbolos grabados o los epitafios cincelados al detalle dabancuenta de las mayores hazaas de los hroes, el relato ostentaba laimpronta del creador de cada monumento. El recuerdo del honor, la

    gloria y la sabidura de los cados quedaba por entero a merced deaquellos a los que se les haba encomendado su perpetuacin.La figura erguida ante aquellos monumentos se consideraba uno

    de estos ltimos, pero las historias que narraban las piedras no leresultaban conocidas. Hablaban de hroes que haban fallecido muchoantes de que l naciera en un lugar alejado de las tierras queconsideraba, con reservas, su hogar. Ninguno de los suyos estaba

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    enterrado entre los hroes santificados. Sin duda, muchos de lossuyos, los Caminantes Silenciosos, haban visitado aquel lugar enalgn momento de su larga historia de enconado sitio, luchas internasy frrea determinacin de perseverar. Seguro que algunos habancombatido por defenderlo, o haban sido portadores oportunos denoticias o de peligros a los que habra de enfrentarse. Quiz alguno desus compaeros de tribu hubiese llegado a derramar su sangre, oincluso a morir en aquel lugar. Sin embargo, ningn CaminanteSilencioso haba recibido sepultura en la manada de la Forja delKlaive. Aquel cementerio slo ofreca reposo a quienes haban podidollamar hogar a la manada, algo que ningn Caminante Silenciosohaba hecho jams. Pese a ser bien recibidos en aquella manada, ascomo en otras muchas diseminadas por todo el mundo, los hombreslobo de la tribu de los Caminantes Silenciosos no llamaban hogar a

    ningn sitio. La figura solitaria, meditabunda en la linde del camposanto, observaba los monumentos con gesto torvo, sintiendo el pesode la soledad en la que llevaba sumida toda su tribu desde hacageneraciones.

    --No debera haber venido --dijo en voz alta Mephi Ms Veloz quela Muerte, a nadie en particular. El fro del anochecer escarchaba sualiento. Sus dedos se cerraron con ms fuerza en torno al cayado deperegrino, su nico compaero de confianza durante ms aos de losque se atreva a admitir. La glida concatenacin de palabras ondulpor encima de su hombro, arrastrada por un viento constante queazotaba la cima de la colina. Portaba la fragancia del humo y de lapiedra pulida, incluso una leve traza de agua que discurra en algnlugar a lo lejos, pero no acarreaba el olor de ningn hombre o bestia.Mephi estaba a solas con los muertos.

    Aun cuando hubieron brotado las palabras, sigui sin estar segurode si se refera a ese cementerio o a la manada de la Forja del Klaiveen s. Se haba servido de un puente lunar para atravesar un ocano yser testigo de un acontecimiento que no haba llegado a ocurrir. Aligual que tantos otros visitantes de la manada, haba acudido para ver

    cmo se enfrentaba a la justicia un villano legendario; mas ste no sehaba presentado para la vista final que le haban preparado. Mephihaba desperdiciado un tiempo que debera haber aprovechado en losEstados Unidos, donde era ms conocido y ms capaz de cumplir consu solemne labor, en vez de presenciar aquel acontecimiento"histrico". Sus escasos aliados incondicionales y sus an msescasas amistades deban de pensar que haba perecido desde la

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    ltima vez que estuvo con ellos. A su regreso, tendra que aliviarsentimientos heridos y rebatir a quienes lo acusaran de eludir susresponsabilidades locales. Ya se haba ausentado sin darexplicaciones en numerosas ocasiones con anterioridad, pero talesausencias haban obedecido siempre a motivos de peso. En esaocasin, no era ms que un turista que ni siquiera haba encontrado loque haba venido a ver.

    Para colmo de sus pesares, Mephi tena que admitir que no iba apoder ensear gran cosa tras su prolongada e intempestiva estanciaen aquel rido e implacable tmulo noruego. No conoca en persona aninguno de los miembros de la manada, y estaba familiarizado con lasreputaciones y las leyendas de muy pocos. Claro que tampoco sehaba alejado de su camino para trabar amistad con ninguno de loshombres lobo de esa manada, pese a agradecerles su hospitalidad y

    sus fuertes brebajes. Los nicos hombres lobo con los que habaentablado conversacin eran forasteros a su vez. De hecho, leresultaban ms familiares las vidas y las hazaas de los hroessantificados de esa manada que cualquiera de los guerreros an convida que llamaban hogar a aquel sitio.

    Mephi hundi en la tierra el extremo romo de su cayado y supusoque deba ser el hecho de haber pasado demasiado tiempo ocioso enaquel lugar lo que haba propiciado la aparicin de sus morbosas ysolitarias especulaciones. Nunca consegua asentarse y descansar agusto, ni siquiera en sitios a los que estaba acostumbrado; sinembargo, no haba hecho otra cosa ms que remolonear desde sullegada a ese sitio. Nunca le faltaban responsabilidades de las queocuparse, historias que aprender y almas muertas que apaciguar.Tena que conservar recuerdos de otros guerreros cados, bien setratasen de hroes, cobardes o traidores. Cuando ms tiempopermaneca en un lugar, ms postergaba esas responsabilidades quele esperaban en el siguiente recodo del camino. Haraganear cuandohaba trabajo que hacer no era propio de l. Como tampoco lo eracreer que haba encontrado un hogar, siquiera temporal.

    Quiz aquella sombra introspeccin fuese slo culpa delcementerio. La mayora de los hombres lobo de la manada acudanaqu slo cuando mora alguno de sus hermanos de armas. Aunquehonraban a sus difuntos y narraban las historias de las gloriosasgestas de aquellos hroes, no visitaban sus tumbas para acordarse deellos. Los hombres lobo como Mephi, nacidos bajo el auspicio de losGalliard, tenan la responsabilidad de refrescar la memoria de los

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    dems. Un Galliard tena la responsabilidad de asegurarse de queaquellos monumentos y las historias que contaban no muriesen conlos hroes cados.

    Mephi consideraba que una de sus muchas responsabilidadesconsista en visitar estos lugares de los muertos y aprender todo loque pudiera de ellos a fin de poder transmitir esos conocimientos atodos aquellos hombres lobo que estuviesen dispuestos a escuchar.

    Aunque los sitios como aquel les recordaban a otros hombres lobo queera probable que no fuesen a vivir hasta alcanzar una avanzada edadni a ver la victoria sobre sus omnipresentes enemigos, Mephi losbuscaba. Aquellos sitios le recordaban que cualquier vida se merecaperdurar en el recuerdo. A medida que transcurran las horas y el solse pona delante de l, haba comenzado a creer que l era uno de losnicos hombres lobo que quedaban sobre la verde faz de Gaia que

    an crean eso.--Demonios, lo ms probable es que todo sean imaginaciones

    mas --murmur, con una sonrisa autocrtica--. Imaginacionesvanagloriadas e indulgentes, encima. --Con un giro de mueca, tornsu cayado de peregrino para que la sibilante cabeza de cobra doradaque lo remataba le mirase a los ojos. Le dedic la misma sonrisalacnica a la reluciente serpiente labrada a mano--. Quin sabe? A lomejor slo los muertos de los que nadie se acuerda consiguendescansar en paz, no?

    El ruido de unas pisadas que se arrastraban por la rocosapendiente que ascenda desde el Aeld Baile sac a Mephi de susensueos, aunque la sbita intrusin no lo azoraba. Ya lo habandescubierto hablando solo en demasiadas ocasiones como para queeso lo avergonzara. Cuando las pisadas dejaron de aproximarse,decidi darse la vuelta.

    --Disculpe --dijo un hombre, en un alemn suave--. Es ustedMephi Ms Veloz que la Muerte?

    Mephi asinti y se enderez. Reconoca a aquel hombre barbudo,bajo pero fuerte, de cuando haba llegado al tmulo, aunque no

    conoca su nombre. Lo nico que saba era que se trataba de uno delos guardianes de la manada a las rdenes de Brand Garmson. Seprotega del fro con un espeso abrigo ribeteado de lana, resistentespantalones de faena y botas pesadas como las que calzara unleador o un empleado de la construccin.

    Mephi se cubra tan slo con una fina camisa gris, unos vaquerosdescoloridos por el sol y un guardapolvo harapiento color canela,

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    cuyas mangas escondan las pesadas bandas de oro de sus bceps,pero no los brazaletes dorados de sus muecas. El fro no lemolestaba, no obstante, dado que haca horas que haba adoptado suforma de Glabro, ms corpulenta e hirsuta, para resguardarse de lasbajas temperaturas. Senta el fro en la punta de las orejas, y el collarplano de oro que le adornaba el cuello pareca un bloque de hielo,pero lo senta como si estuviese muy lejos.

    --Quiere acompaarme? --pregunt el hombre, indicando con ungesto la Casa del Vuelo de Lanza. No mostraba ninguno de losclsicos signos de sentirse intimidado por el aspecto de Mephi. Sinduda, ese hombre estaba acostumbrado a pelear con los lugareos (o

    junto a ellos), cuya masa muscular medida en sus formas de Homnidocasi doblaba la de la alta y esbelta figura de Mephi.

    --Acaso molesta mi presencia aqu? --pregunt Mephi, sin hacer

    ademn alguno de obedecer. La ronca cadencia de un reto retumbabaen su voz, debido en parte a los factores propios de su forma como asu irritacin por no haberse percatado antes de la llegada del hombre.

    --No --repuso el hombre, enervado pero sin perder la compostura.--Entonces, qu es lo que quiere?El hombre apret y relaj los msculos de la mandbula antes de

    responder.--Os buscan. La Greifynya quiere hablar con usted. Y los dems.--Ya veo --dijo Mephi, con apenas un matiz ms de respetuosidad.

    Si bien haban venido para llevrselo, lo llevaban ante Karin Jarlsdottir,la lder de los hombres lobo de aquella manada--. Quines son "losdems"?

    --El margrave Konietzko se cuenta entre ellos --contest elhombre, cuyos ojos se empaaron por un instante a causa de laadmiracin. Mephi comprenda su reaccin, puesto que l haba odohablar del margrave incluso en la otra orilla del Atlntico. AunqueKonietzko era un Seor de la Sombra, heredero por tanto de ladesconfianza que sentan las dems tribus por la suya, el genio tcticodel margrave y su inspirador coraje haban conducido a sus

    seguidores a la victoria por toda Europa, una y otra vez--. Y uno de losque se marcha maana --aadi el hombre, como si se le acabara deocurrir--. Del Viento Errante.

    Mephi frunci el ceo. Se haba extendido el rumor por el clan deque la manada del Viento Errante se haba ofrecido voluntaria parapartir en una misin relacionada de algn modo con la campaa queestaba llevando a cabo el margrave Konietzko contra las fuerzas del

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    Wyrm en el centro de Europa. Aunque Mephi desconoca lospormenores, haba escuchado las murmuraciones igual que todos.

    --Ya veo --le dijo al guardin, con un gruido--. El margraveKonietzko y alguien del Viento Errante. Qu tengo en comn conellos para que la Greifynya nos quiera ver reunidos?

    El nativo mene la cabeza con el ceo fruncido cuando Mephihubo terminado de formular la pregunta. Guard silencio por unosinstantes para ordenar sus ideas.

    --No me ha entendido. La Greifynya y los dems me han enviadoa buscarlo. Todos ellos desean hablar con usted.

    En esta ocasin, le toc a Mephi guardar silencio y fruncir el ceo.--Por qu?--No les he pedido explicaciones.--Ya veo --buf Mephi--. Buen chico. Entonces, por qu no me

    enseas dnde estn?Los ojos azules del guardin relampaguearon como chispas enuna soldadura, pero se mordi la lengua. Al parecer, saba cundozanjar un tema espinoso frente a un hombre lobo susceptible. Eso, osaba que tena trabajo por hacer y pretenda terminarlo.

    --Por aqu. --Se dio la vuelta cuando Mephi asinti con la cabeza ycomenz a desandar sus pasos.

    Mephi mir de soslayo la cabeza de cobra que coronaba sucayado con una mezcla de diversin, poca satisfaccin y algo dedecepcin por el hecho de que la competicin de comentariosmordaces no hubiese terminado en puetazos. Haca meses que noparticipaba en una buena pelea en la que lo que estuviese en juegofuese su honor en vez de su vida. Nada de refriegas de bar, nada deconcursos de empujones, nada de discusiones a voz en grito conmujeres celosas que no saban dnde se haba metido desde la ltimavez que lo vieron. Nada. La ira creca en su interior y buscaba en vanouna va de escape. Le ocurra siempre que permaneca en el mismositio durante demasiado tiempo.

    Mene la cabeza y comenz a caminar. Cuando descubriera para

    qu lo queran Karin Jarlsdottir y el margrave, tendra que reanudar sucamino. Tena que regresar a los Estados Unidos. Al menos all podraser de alguna utilidad.

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    Tajo Infectado no agach los hombros mientras recorra el pasillohmedo y malsano. Estara fuera de lugar, e invitara al ataque inclusoen un lugar como aquel. Los queridos de Arastha que vivan enaquella Colmena acechaban siempre en las esquinas y en las bocasde los tneles vacos que conectaban con el pasillo principal antes dellegar a la cmara de Arastha. Cuando se corra el rumor de quealguien haba sido llamado a presencia de la seora, aquellos cretinos,ilusos y celosos se apiaban en el pasillo para esperar al sujeto de laconvocatoria. Si el Danzante invitado mostraba cualquier signo dedebilidad, era probable que lo retaran y se le echaran encima, conindependencia de que hubiese provocado o no al retador. La nica

    justificacin que poda ofrecer el superviviente de la reyerta por lo quehaba hecho era decir que la vctima haba sido dbil, indigna de

    ofender a Lady Arastha con su presencia.Tajo Infectado saba por experiencia personal que proyectar unaimagen de fortaleza sola dar al traste con casi todas esas vanasemboscadas, pero tambin era consciente de que las apariencias sinms no eran suficientes. Si no se mantena alerta por si llegaba atener lugar el asalto, le dara igual lo fuerte que pareciese.

    La luz oscilante de las antorchas le echaba el techo encima yconsegua que sus ojos no dejaran de saltar de sombra en sombra. Noobstante, incluso las sombras culebreaban y se retorcan a la luz delas teas; a Tajo Infectado le recordaban a amantes enfermos quequisieran compartir un ltimo abrazo. No vea a nadie en lasinmediaciones, pero no por ello baj la guardia. Las sombrasondulantes podan ocultar formas inmviles. El rtmico eco de lostacones de sus botas bien podra encubrir el sonido de unarespiracin. Su sentido del olfato era casi inexistente en esa forma, porlo que slo la peste ms hedionda conseguira hacerle arrugar la nariz.Quiz estuviese solo en el pasillo subterrneo, quiz estuvieserodeado.

    La vigilancia de Tajo Infectado lo condujo sano y salvo casi todo el

    camino hasta su destino, pero los problemas le estaban esperando.Una masa desgreada de pelaje naranja moteado y encostrado desangre aguardaba agazapada ante la puerta de reja de huesos de lacmara de Lady Arastha. Aquel feo corpachn mir a Tajo Infectado ygir sus ojos, amarillos como el pus, presa de la anticipacin. Irgui lasorejas, tupidas y maltrechas. Tajo Infectado poda escuchar el excitadobarrido de la cola del hombre lobo en forma de Crinos. Reconoci al

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    monstruo de inmediato.--Astillahuesos --gru Tajo Infectado, mirando a su adversario a

    los agitados ojos amarillos--. Aprtate.--Arastha est ocupada --gru Astillahuesos a su vez,

    incorporndose a medias. Sacudi las manos cuando las levant delsuelo; sus largas y descascarilladas garras chirriaron contra la roca.

    --Me han llamado --sise Tajo Infectado, entre dientes. Aunque seencontraba tan slo en forma homnida, sus ojos miraban sin miedolos del hombre lobo en forma de Crinos. Con Astillahuesos medioagachado, Tajo Infectado no tena que levantar la barbilla y exponer lagarganta para hacerlo--. Arastha quiere verme.

    --Estoy montando guardia --ronc Astillahuesos. Se humedecilos colmillos con su lengua jaspeada--. Vete.

    Tajo Infectado le ense los dientes.

    --Si la seora te ha puesto a ti solo de guardin, ser que no leimporta que la asesinen.Astillahuesos desorbit los ojos, ofendido, y se irgui cuan alto

    era.--Estoy de guardia! --aull, golpendose el pecho con una mano

    que podra aplastarle la cabeza a un hombre. Dio un paso al frente yrugi a Tajo Infectado. El aliento sulfuroso de la bestia golpe el rostrode Tajo Infectado; unas gotas de saliva aceitosa salpicaron el sueloque los separaba. Tajo Infectado apart la bota para evitar que se larociaran. Consider todo un triunfo que Astillahuesos no lo hubieralanzado de cabeza contra la pared. Astillahuesos era un fantico joveny duro de pelar, pero demasiado estpido para actuar primero.Resultaba obvio que aquella "astuta" artimaa haba agotado susreservas de ingenio por ese da.

    --En ese caso --dijo Tajo Infectado, mientras la rabia comenzaba aagolparse en algn lugar entre su estmago y su corazn--, ve yannciale a Lady Arastha que estoy aqu. --Se preocup de aparentarestar enojado en vez de furioso. La expresin humana no pronosticabaningn ataque. Consegua que pareciera dispuesto a someterse a la

    ridcula autoridad de Astillahuesos.La inmensa cabeza de ste se estremeci al escuchar laspalabras de Tajo Infectado. Sus pupilas se dilataron en sus ojosvidriosos.

    --Anunciar...--Deprisa --espet Tajo Infectado. La rabia comenzaba a oprimirle

    el diafragma; tuvo que contenerse para no asumir la forma de Glabro a

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    fin de aliviar la presin--. Entra y dile a Arastha que estoy aqu!Astillahuesos retrocedi de espaldas hacia la puerta de Arastha,

    con una expresin de tenue diversin en sus ojos salvajes. El dbilbrillo de aquellos lbregos ojos indicaba que crea que se haba salidocon la suya.

    --Que te anuncie. S. --Su respiracin comenz a acelerarse, ysus siguientes palabras brotaron pastosas--. Espera.

    --Deja de darme largas! --grit Tajo Infectado, con frustracinfingida, mientras la furia lo llenaba hasta rebosar. Apret los puos confuerza para detener el temblor de sus dedos--. Ve!

    Tajo Infectado ya era un recuerdo en la mente del coloso, que diootro paso hacia la puerta de Arastha, antes de abrirla con miradaausente.

    En cuanto aquellos ojos dejaron de fijarse en Tajo Infectado, ste

    permiti que su rabia rompiera por fin su dique. Explot en forma deCrinos, salt y hundi las garras en el pelo, la piel y los msculos de laespalda de Astillahuesos. Dos parbolas ensaadas despellejaron a

    Astillahuesos desde la cola hasta el omoplato. Presa de la agona y lasorpresa, Astillahuesos se puso de puntillas y solt un gaido decachorro aterrorizado.

    Tajo Infectado, a lomos de la ola de su impulso inicial, choc consu rival y redobl el asalto. Hundi las garras de su pie derecho en laparte posterior de la pierna de Astillahuesos, convirtiendo la zona entrelos testculos y la rodilla en una masa sanguinolenta, antes de sujetara su vctima con un abrazo de hierro. Con los codos sujetando losbrazos enemigos, cruz las muecas y clav las garras en losmsculos nervudos de ambos lados de la garganta de Astillahuesos.ste llorique y una baba de color rojo brot de la comisura de suslabios para baar la mueca de Tajo Infectado.

    --Cunto me quieres, imbcil bobalicn? --gru Tajo Infectadoal odo de Astillahuesos cuando el hombre lobo de mayor tamaohubo quedado inmovilizado. Le propin un pellizco en la punta de laoreja para recalcar la pregunta.

    Astillahuesos no respondi.--Te he hecho una pregunta --volvi a gruir Tajo Infectado,

    lamindole la mejilla--. Me quieres ms que a Arastha? En tal caso,vivirs.

    La cabeza de Astillahuesos se estremeci en lo que poda ser unleve asentimiento o un intento por tragar ms sangre antes de que sele escapara entre los labios y le baara el rostro.

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    --Dilo --orden Tajo Infectado, flexionando las puntas de los dedoscuando la piel de Astillahuesos intent curarse a su alrededor--. Di queme quieres.

    --Te... quiero... --gorgote Astillahuesos, lo mejor que pudo. Losbrazos pendan inertes a sus costados, y un gemido dbil y lastimeroescap de su garganta.

    --Ms que a Arastha --exigi Tajo Infectado, arrancndole un trozode oreja de un bocado. Utiliz la lengua para colocar la triza de carneen la boca de Astillahuesos. ste ni siquiera intent morderle.

    --Ms... --boque el bruto--. Ms... Arastha...--Buen chico --gru Tajo Infectado. Redujo la presin sobre el

    cuello de Astillahuesos, pero no lo solt, sino que se inclin haciadelante y le propin un leve empelln con el hocico en la cabeza paraque la girara en direccin a la puerta enrejada de huesos de Lady

    Arastha. Ambos pudieron ver la silueta de una mujer, alta y desnuda,en los amplios espacios en forma de rombo que separaban losbarrotes. Los esbeltos dedos de la mujer asomaron entre los huecosde la reja mientras los observaba. Astillahuesos gimi y comenz atemblar.

    --Deja que viva, mi celoso Tajo Infectado --dijo la mujer. Podrahaber utilizado el mismo tono para pedir un beso--. No le hagas msdao a tu nueva mascota. Ven conmigo.

    Tajo Infectado asinti, desdeoso, pero hizo lo que Lady Arasthale ordenaba. Con un giro y un empujn, tir rodando al suelo a

    Astillahuesos; ste aterriz de bruces, antes de trastabillar paraincorporarse a cuatro patas. Se llev una mano al cuelloensangrentado e intent erguirse, pese a la agona que laceraba suespalda. Escupi, y un cogulo de flema sanguinolenta golpe el suelode piedra con un chasquido.

    --Ve y crate, mascota de Tajo Infectado --arrull Arastha--. Leharn falta tus servicios cuando termine su visita. Apresrate.

    Sin mediar palabra, Astillahuesos se incorpor hasta quedaracuclillado y se march, arrastrando los pies y la cola. Slo dedic un

    instante para fulminar a Tajo Infectado con la mirada antes dedesaparecer por el primer tnel que encontr.Cuando el cretino se hubo marchado, la rabia de Tajo Infectado

    comenz a amainar. Al mismo tiempo, su cuerpo se fundi y repleghasta recuperar su apariencia humana. Slo la carne y el peloadheridos a sus uas lo relacionaban con las acciones del monstruoque fuera haca tan slo un momento.

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    --Magnfico --celebr Arastha detrs de la puerta--. Muy bienhecho.

    Tajo Infectado estaba seguro de que le habra dicho lo mismo aAstillahuesos si el resultado hubiese sido distinto. Lady Arasthafomentaba ese perverso cortejo entre los machos ms fuertes de laColmena.

    --Los jvenes degenerados siempre caen en sa. Djame entrar.--No seas tan vehemente --brome Arastha--. Y si Astillahuesos

    hubiese sido mi favorito?--No lo era --ronc Tajo Infectado. Avanz hacia Arastha. Coloc

    la mano en la puerta para que sus dedos se cerraran en torno almismo barrote que los de ella. Se contuvo para no intentar abrir lapuerta sin su consentimiento, o para no descerrajarla conindependencia de sus deseos. Aunque le herva la sangre tras el

    combate, su ansia an no le haba privado del todo del uso de razn.Ni siquiera roz los dedos de Arastha--. Si hubiese sido tu favorito,habras mandado que fueran a buscarlo a l.

    --Cierto --convino Arastha. Retrocedi para sumergirse en lassombras de su cmara, en direccin a su lecho. Acarici con los dedosla pared ms cercana, por encima de un mosaico mural de hueso ycristal que representaba al Wyrm Profanador; a Mahsstrac, el Impulsodel Poder; y a G'louogh, el espritu ttem patrn de Arastha. El sonidode las uas de Arastha deslizndose sobre la exquisita obra de arte laacompa en su inmersin en la penumbra.

    --Entra pues, mi impaciente Tajo Infectado --dijo, a medida quedesapareca--. Y cierra la puerta detrs de ti.

    _____ 3 _____

    Mephi sigui al silencioso guardin hasta una cabaa achatada demadera oculta a la sombra de la Casa del Vuelo de Lanza, donde le

    ordenaron que entrara. Segn le dijeron, los dems le esperaban en elinterior, y no podan comenzar la reunin hasta que l se hubieseunido a ellos. Sin mediar ms palabra con el guardin, asinti y pasadentro.

    En el interior, la casa era todava ms pequea de lo queaparentaba desde el exterior. Constaba de una sola estancia, con unachimenea de piedra sita en el extremo ms alejado de la pared de la

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    derecha y una mesa baja de madera que dominaba el suelo. Unrobusto martillo de guerra que deba de tener ms aos que la sumade las edades de todos los presentes penda en la pared opuesta a lachimenea. La pared enfrente de la puerta estaba cubierta de pieles deanimales y unos cuantos trofeos de caza, tan escasos comoimpresionantes. Aunque la habitacin slo tena dos ventanaspequeas, la luz del fuego y la que emanaba de una lmpara del techoiluminaban de sobra aquel espacio.

    Lo que reduca la distancia entre las paredes, no obstante, eranlos dems hombres lobo que ya haban ocupado distintos asientosalrededor de la mesa circular. sta apareca cubierta de mapas y loque parecan ser documentos manuscritos, y los ocupantes de laestancia concentraban su atencin en ellos en vez de en la puerta quehaba permitido la entrada del fro. Una lugarea de constitucin

    fuerte, con una gruesa trenza dorada, permaneca de pie al otro ladode la habitacin, enfrente de l. Sus ojos azules eran encantadores,pese a la sombra y distante mirada que les privaba de calidez. Laslneas marcadas y las duras facciones de su rostro bien pudieranhaber sido talladas en madera de roble o en granito. Mephi lareconoci al instante como Karin Jarlsdottir, la Greifynya que lo haballamado. Era mucho ms hermosa de cerca de lo que le habaparecido desde la distancia a la que la haba visto por los alrededoresdel tmulo.

    Cuando Mephi carraspe, mengu a su forma de Homnido y dejsu cayado apoyado cerca de la puerta, los dems hombres lobo de laestancia levantaron la vista para fijarse en l. La primera en hacerlofue una hembra cimbrea sentada sobre los cuartos traseros en formade Lupus cerca de Jarlsdottir. El pelaje de la loba era negro calcinado,con tonos bermejos que la luz del fuego resaltaban para mayorefectividad. Sus paletillas eran nervudas y fuertes, como si estuvieseacostumbrada a cubrir largas distancias a la carrera. Levant lacabeza, olfate una vez y volvi a concentrarse en los mapas quequedaban ms cerca de ella encima de la mesa.

    El nico hombre de la habitacin, aparte de l, estaba en cuclillasenfrente de la loba. Se incorpor con la agilidad de alguien que tuviesela mitad de sus aos. La forma en que se mova exhiba la perfectasincrona entre la gracia humana y la lupina que algunos hombres lobotardaban toda una vida en aprender. Aquel no era un lobo haciendoequilibrios sobre dos piernas humanas, ni un simple hombre quepudiera correr a cuatro patas. Era el espritu de un cazador recubierto

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    de carne cambiante. Su cuerpo musculoso se tens igual que unmuelle, y una melena gris acerada le cay sobre los hombros, rozandola capa negra ribeteada de piel que le cubra la espalda. La miradaapreciativa que obtuvo Mephi del hombre reluca con una indelebleexpectacin imperiosa. Una pesada espada a dos manos penda delancho cinturn de cuero. Coloc una mano sobre la empuadura conun gesto fortuito, sin aparente premeditacin. El margrave Konietzkoera an ms impresionante de cerca de lo que le haba parecido aMephi la primera vez que lo vio en el Aeld Baile. Mephi se sinti msconsciente que nunca de sus manidas bandas doradas y sus ropasradas.

    Mephi se sobrepuso a aquella sbita oleada de asombro y sevolvi hacia la mujer rubia enfrente de l, al otro lado de la mesa.

    Agach la cabeza y dijo en noruego moderno:

    --Greifynya, habis mandado a buscarme.--Bienvenido a la manada de la Forja del Klaive, Caminante

    Silencioso --repuso Karin Jarlsdottir, en ingls--. Lamento no habersalido a recibiros en persona cuando llegasteis. Habis tenido unbuen viaje?

    --Como si hubiese vuelto a casa. --Replic Mephi. Aunque, enesencia, siempre deca lo mismo cada vez que le daban la bienvenidaa un tmulo, la repeticin no le confera mayor autenticidad a suspalabras. Mir a Konietzko y dijo:-- Margrave Konietzko, incluso en

    Amrica se habla de vos, seor.El margrave medieval asinti con la cabeza, sin que sus astutos y

    evaluadores ojos perdieran de vista ni por un instante a los del recinllegado.

    Por ltimo, Mephi se volvi hacia la loba prxima a Jarlsdottir yvolvi a inclinar la cabeza.

    --Seora --dijo, sin ms informacin que le ayudara a continuar.--sta es Cazadora de Lluvia --explic Jarlsdottir--. Una Garras

    Rojas de la manada del Viento Errante. Es husped aqu, igual quevos.

    Mephi volvi a saludar a Cazadora de Lluvia, preguntndose porqu la Greifynya no habra mencionado tambin el clan natal de laloba. Puede que la manada del Viento Errante no tuviese uno. Si bientales circunstancias eran algo inusuales, no resultaba descabellado. Elpropio Mephi careca de hogar protectorado.

    --Gracias por acudir tan deprisa, Mephi Ms Veloz que la Muerte--prosigui Jarlsdottir--. Nos gustara pedirte tu ayuda en un asunto

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    muy importante y oportuno, concerniente a los planes formuladosdurante nuestra asamblea de camaradas.

    --Qu pasa con ellos? --pregunt Mephi. Haba permanecidoapoyado contra la pared del fondo cuando el margrave, la Jarlsdottir y

    Antonine Gota de Lgrima propusieron una serie de excursiones haciael sur, hacia el centro de Europa, pero no consegua imaginarse qutendra que ver aquello con l. O, ms bien, no vea de qu modo leafectaba aquello a corto plazo. Quiz aquellos tres queran la opininde un Galliard para interpretar el extravagante Acertijo de los Tresesdel Contemplaestrellas. Mephi hubiese accedido sin reservas de haberpodido proporcionar alguna pista, pero lo cierto era que no tena niidea de lo que haba querido decir el anciano.

    --Eres consciente de que la influencia del Wyrm y de la Tejedoraest aumentando en esta parte del mundo --dijo el margrave

    Konietzko. Su ingls posea un fuerte acento--. Lo habris odo,incluso en los Estados Unidos?--Estoy al corriente, seor.--Comprendiste lo que quiso decir el Contemplaestrellas cuando

    enunci su acertijo? --continu el margrave.--Lo mejor que pude --respondi Mephi, cauteloso--. Se refera a

    los peligros que crecen en el corazn de Europa y a una amenazapara el pasado de nuestra nacin Garou. No fue muy especfico.

    Descubri una senda a seguir, intervino Cazadora de Lluvia, enel idioma de gruidos y gestos que todos los hombres lobocomprendan. Advirti de sus peligros.

    --No te sigo --dijo Mephi. Al percatarse de la mirada que le lanzCazadora de Lluvia, se corrigi--. Es decir, que no s a lo que terefieres.

    --Con independencia del significado exacto de las palabras deAntonine Gota de Lgrima --dijo Karin Jarlsdottir--, el margraveKonietzko y los dems lderes guerreros de esta parte del mundo hanllegado a la conclusin de que se deben adoptar medidas parasopesar la amenaza real que suponen para nosotros las legiones del

    Wyrm estacionadas aqu. Por tanto, se han seleccionado dos gruposde Garou que respondern a esta llamada a la accin, si les esposible.

    --Vale --dijo Mephi--. Conozco los pormenores. Mari Cabrah y lamanada de tu Guardin piensan adentrarse en territorio serbio en unamisin de reconocimiento. --Mir a Cazadora de Lluvia y continu:-- Tumanada del Viento Errante afronta una empresa distinta. Eso tambin

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    lo cog de pasada pero, no dijisteis que iban a ser slo dosmanadas?

    --S --contest Jarlsdottir, con aire paciente--. La primera manadava a reunirse para partir hacia Serbia. La Furia Negra estadounidenseir con ellos.

    --Y los dems? El Viento Errante?--Los dems parten hacia Hungra maana al amanecer

    --respondi el margrave Konietzko--. Se dirigirn al desaparecidotmulo del recuerdo oculto en el interior del parque nacional deHortobgy.

    --Ests aqu porque esperamos que vayas con ellos --dijoJarlsdottir, un latido despus de que hubiese terminado de hablar elmargrave.

    Mephi parpade, sorprendido, y se enderez. Aquello le haba

    cogido por sorpresa.--La gloria y el honor de esta empresa bien merecen la dificultad

    --dijo Karin Jarlsdottir al ver que Mephi no responda--. Sabemos lospeligros que entraa.

    --Eso no es lo que me preocupa --rebati Mephi. No querasepararse de aquella Carnada y de los otros dos hombres loboshabindoles dado la impresin de que se haba quedado mudo demiedo--. Es que no lo entiendo. No s nada acerca de este tmulodesaparecido. Nunca he estado en Hungra. Ni siquiera haba venidoantes a este tmulo. Por qu habis pensado en m para esto?

    Conocemos tu talento, contest Cazadora de Lluvia.--Eso es muy halagador--dijo Mephi. La curiosidad y el orgullo

    crecan a la par en su interior--. Conoces a Ojo de Tormenta? Esella la que os ha hablado de m?

    Mephi se haba sorprendido cuando, a su llegada, descubri a laque fuera camarada suya durante algn tiempo entre los invitados delclan. No esperaba encontrarse con Ojo de Tormenta tan lejos de suprotectorado natal. Teniendo en cuenta la feroz territorialidad de Ojode Tormenta (similar a la de todos los miembros de la manada de los

    Garras Rojas), deba de haber sido un asunto de singular importancialo que haba conseguido que se alejara de su hogar y recorriera tantoskilmetros.

    No, le dijo Cazadora de Lluvia. Ella no.--Se te ha llamado por tu nombre --explic Jarlsdottir.Mephi se sinti tentado de mirar al margrave, pero saba que no

    haba sido el Seor de la Sombra el que haba sugerido su implicacin

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    en ese asunto. El anciano nunca lo haba visto, era probable quenunca hubiese odo hablar de l, y Mephi no era tan vanidoso comopara creer que la reputacin que se haba forjado en los EstadosUnidos lo haba precedido. Aunque considerara la aseveracin deCazadora de Lluvia de que conocan su talento, a Mephi le costabaimaginarse cmo era posible que su renombre hubiese llegado hastael este de Europa, si no era en boca de alguno de los norteamericanosque haban asistido a aquella asamblea.

    Preguntamos, aclar Cazadora de Lluvia cuando la confusinensombreci el semblante de Mephi. Mi manada.

    Mephi no quiso preguntarle a la loba por qu de buenas aprimeras, pero su expresin formul la pregunta en su lugar.

    Mi alfa pregunt. La que siempre encuentra la luz, inclusodormida.

    Los ojos de Mephi delataron su sorpresa. El desconcierto seadue de su estmago.--Te refieres a Melinda Buscadora de Luz? Est ella al mando

    del Viento Errante? No saba que hubiese venido.--As es --afirm Karin Jarlsdottir. Sus ojos adoptaron un brillo

    suspicaz al ver la expresin de Mephi--. Los miembros del VientoErrante se ofrecieron voluntarios para esta empresa, y te piden que teunas a ellos. Buscadora de Luz te lo habra solicitado en persona, peroal margrave le pareci mejor hablar contigo, dado que no habamosodo hablar de ti.

    --Eso es cierto --aadi el margrave--. Dado que vas a atravesarmi protectorado para llegar a un territorio de vital importanciaestratgica que estoy encargado de supervisar, insist en conocerte.

    Aqu eres un desconocido.No para la que siempre encuentra la luz, incluso dormida --dijo

    Cazadora de Lluvia--. Ni para aquellos a los que ella les ha hablado deti.

    --Vers --continu Konietzko, como si no hubiese intervenidonadie en medio de su discurso--, esta misin es importante, da igual lo

    que diga el Contemplaestrellas. Tengo que cerciorarme de que lossoldados que accedan a llevarla a cabo son merecedores y capacesde conseguirlo.

    --Podis estar seguro de m --dijo Mephi, sin pensar--. Y del juiciode Buscadora de Luz. Ella y yo hemos colaborado en mltiplesocasiones en los Estados Unidos. Si ella se ha ofrecido voluntaria paraesto, yo estar a su lado. Gustoso.

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    --Qu bro --musit Jarlsdottir, con una leve sonrisa--. Ni siquierasabes para qu te quiere.

    --No me hace falta. Si hubiese sabido que ella se haba ofrecidovoluntaria antes de saber que yo estaba aqu, me hubiese propuestoacompaarla.

    No me preguntes por qu --pens--. Si quieres conservar tu carabonita, no lo hagas.

    --Conformes --dijo el margrave--. As pues, presta mucha atencina lo que voy a decirte. Podrs discutir los pormenores con la manadadel Viento Errante maana, antes de partir, aunque el objetivoprimordial de esta misin es sencillo. --Su rostro se asemejaba al deun dolo forjado en hierro cuando hinc una rodilla junto a la mesa.Jarlsdottir lo imit. Cazadora de Lluvia haba permanecido sentada entodo momento.

    Cuando Mephi se hubo acuclillado, el margrave seal un mapatopogrfico de Hungra y los pases vecinos. Traz la lnea del roDanubio hasta donde se cruzaba con el Tisza, en Yugoslavia, paraluego seguir el curso de este ltimo por toda Hungra hacia la fronterarumana, al este.

    --ste es el ro Tisza --dijo el anciano. Seal otra lnea que seadentraba en Rumania y continu:-- y ste es el ro Viseu. En marzode 2000, una rotura en el dique de una mina, aqu --seal un puntoen el Viseu, cerca de su nexo de unin con el Tisza--, derramsedimentos de metales pesados en el ro. Este vertido haba sidoprecedido por otro incidente acaecido en enero, cuando un accidentede similares caractersticas ocurrido en el ro Somes arroj cianuro alro. A punto estuvo de desembocar en el Danubio yugoslavo.

    --He odo algo --murmur Mephi--. En la CNN... en Internet...--S --dijo el margrave. Sus ojos entrecerrados puntualizaban su

    menosprecio--. Lo que no te habrn contado es la catastrficamagnitud de este desastre. Las criaturas que habitaban en el rofueron envenenadas y murieron. Los animales que se alimentaban deesas criaturas resultaron intoxicados. La corrupcin de la cadena de

    cazadores y presas ha extendido el veneno ms all de las orillas delro, incluso ms all de las llanuras sujetas a inundaciones que loflanquean.

    Pas dos dedos por la extensin central del ro Tisza, quediscurra por Hungra.

    --En la Umbra, la totalidad de este territorio ha muerto y se haconvertido en una Cloaca. Cada afluente es otra vena por la que corre

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    el veneno, tanto en este plano como en el espiritual. Los soldados delWyrm se estn haciendo fuertes aqu. Ms fuertes que nuestrosdestacamentos posicionados en la zona.

    --Terrible --murmur Mephi.--Te quedas corto --repuso el margrave. Golpete con un dedo

    una seccin del mapa que se extenda cerca del Tisza, si bien noocupaba mucho terreno--. ste es el emplazamiento del parquenacional Hortobgy. Slo mide quinientos veinte kilmetros cuadrados,pero es una de las escasas reservas naturales de esta parte del pasque los humanos se han propuesto proteger. Hace cinco aos, lamanada del Viento Errante descubri un tmulo del recuerdo, dbil ynatural, oculto en el corazn del parque. Los guerreros de la manadadel Cielo Nocturno y de un clan menor de Rumania hace poco que hanconseguido desbaratar los artificios de la Tejedora en esa zona y han

    despertado al espritu del tmulo. La manada del Viento Errante sepropuso adems encontrar una piedra del sendero que condujera altmulo. El lugar se llama Descanso del Buho.

    --Se llamaba --corrigi Jarlsdottir. Los msculos de su mandbulase vean tensos. El odio herva en sus difanos ojos azules.

    --Qu ha ocurrido? --quiso saber Mephi.Los superaron, gru Cazadora de Lluvia. Su cola golpe el

    suelo sobre el que estaba sentada. Demasiados, demasiado rpido.--As es --continu el margrave--. Los soldados del Wyrm se

    apoderaron del tmulo cuando la devastacin propiciada por eldesastre del ro Tisza alcanzaba su apogeo. El tmulo es pequeo, yslo un puado de almas ha acudido en su defensa. Algunos cobardeshuyeron. Otros haban partido ya para aliarse con mis fuerzas en otrasreas conflictivas antes de asegurar sus posiciones. El desastre cogicon la guardia baja a los defensores que quedaban, y el tmulosucumbi.

    --Era un tmulo pequeo? --pregunt Mephi, aprovechando lapausa del margrave. Cazadora de Lluvia le indic que as era.

    --Muy pequeo --corrobor el margrave--. Pero de importancia

    estratgica. Vers, su piedra del sendero conectaba con otros dostmulos de la regin, ms poderosos. Tambin se haban trazadoplanes para emplearlo como escala militar contra las fuerzasdesplegadas en Serbia por el Wyrm. De haber sucumbido en eseconflicto, nuestros soldados podran haberse replegado junto a lamanada del Cielo Nocturno para continuar la lucha. Por si fuese poco,pese a su escaso poder, sigue siendo un lugar sagrado de Gaia.

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    --As que, la manada del Viento Errante y yo vamos a intentarrecuperarlo? --pregunt Mephi, consiguiendo exhibir una razonablecantidad de conviccin.

    --Otra vez ese bro --dijo Jarlsdottir. En esta ocasin, no obstante,sus palabras destilaban un humor custico que pareci que le hubiesedejado mal sabor de boca. La expresin abatida que acompaaba alcomentario aada diez aos a la edad real de la Carnada de Fenris.Era demasiado joven para serGreifynya, segn saba Mephi por losrumores que circulaban entre los miembros de la manada. No lesentaba bien que le recordaran lo que poda ocurrirle a su hogar sillegaba a mostrar debilidad en cualquier momento.

    --Una manada de mostrencos no va a recuperar lo que perdieronmis soldados, forjados en las llamas de la guerra y que se mantuvieronen sus puestos hasta el final --se burl el margrave--. No, tal empresa

    escapa a las posibilidades del Viento Errante y las tuyas. Adems,tampoco es el momento adecuado. Vuestra responsabilidad es distintay ms inmediata. Sabes lo que es una piedra del sendero?

    --S --respondi Mephi, procurando que no asomara a su voz laindignacin que senta. Se pregunt si el margrave le hablara as atodo el mundo, o slo a quienes no fuesen unos Seores de la Sombra"forjados en las llamas de la guerra".

    --Bien. La piedra del sendero del Descanso del Buho es el objetode vuestra misin. El Viento Errante y t iris all, la cogeris y latraeris de vuelta antes de que los soldados del Wyrm se apropien deella. Esa piedra est vinculada a las piedras del sendero de lostmulos circundantes. Si nuestros enemigos llegaran a aduearse deella, nuestros tmulos en esta regin se volveran vulnerables a unataque.

    --Os ruego que me perdonis, margrave --interrumpi Mephi--.Pero, si el tmulo ha cado, no tendr ya la piedra del sendero elenemigo?

    --En tal caso, las legiones del Wyrm ya habran atacado lasposiciones expuestas --respondi Jarlsdottir--, y el margrave estara en

    su hogar, defendiendo su territorio.--S --dijo el margrave, con una fugaz mirada de soslayo a la

    Carnada de Fenris--. El Guardin y el Guarda del Descanso del Buhotenan rdenes de ocultar la piedra si no poda asegurarse el tmuloantes de verse sometido a un asalto concentrado. No hemos sidoatacados desde que cayeran los defensores del tmulo, por lo quedebemos asumir que tuvieron xito en su misin.

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    --Ya veo. Entonces, tenemos que encontrar esta piedra y traerlaaqu tan deprisa como podamos.

    --Sin un squito de legiones del Wyrm --especific KarinJarlsdottir. Al momento, una sonrisa salvaje asom a sus labios--. Porlo menos, no sin que sepamos que vosotros vens primero.

    Mephi le devolvi la sonrisa. Recordaba lo que le haba ocurrido algrupo de engendros del Wyrm que haba acudido al Aeld Bailemientras l estaba all. Por los dientes de Set, aquello haba sido unamasacre.

    --Me llevaris la piedra al clan del Cielo Nocturno --dijo Konietzko,sin que pareciera percatarse de la torva sonrisa de Jarlsdottir--. se esvuestro principal objetivo. Tambin queremos que llevis a cabo unalabor de reconocimiento bsico. Averiguad lo bien atrincherado queest el enemigo, y comunicdnoslo. Si se os presenta la oportunidad

    de eliminar a algn adversario, no dudis. Si encontris desertores osupervivientes, ocupaos de ellos. Conducid a los supervivientes quean puedan valerse por sus propios medios de regreso al clan delCielo Nocturno. Ejecutad a todos los desertores que veis. Auncuando no se hayan enrolado todava en las filas del Wyrm.

    --Entendido.--Aun cuando esos objetivos secundarios no se consigan, volved

    con la piedra del sendero.Y recuerda las palabras del Contemplaestrellas --dijo Cazadora

    de Lluvia--. Debemos intentar comprender sus palabras.--S --admiti el margrave, con un dejo de menoscabo--. Eso

    tambin.Dicho lo cual, el margrave permaneci en silencio durante un

    buen rato. Los nicos sonidos que se escuchaban en la cabaa eranel crepitar y los chasquidos de los troncos que alimentaban el fuego dela chimenea. Todo el mundo miraba a Mephi, pero ste no tena nadaque decir. Ya les haba anunciado su compromiso en cuanto escuchel nombre de Melinda. Ira.

    --Sigues queriendo acompaar al Viento Errante, Caminante

    Silencioso? --pregunt el margrave--. Si tienes asuntos pendientes quesolventar en tu tierra...--No he cambiado de opinin --rebati Mephi--. Cundo nos

    vamos?--Maana al amanecer--dijo Konietzko--. Estate preparado.--Lo estar.--Bien.

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    El margrave inclin la cabeza con un ademn casi imperceptible,mir por ltima vez a los ojos de Mephi y sali de la pequea cabaa,sin ms adis que una palabra musitada entre dientes. Su partida dejentrar una rfaga de aire fro que aviv las ascuas de la chimenea.Mephi y Karin Jarlsdottir colocaron las manos encima de la mesa paraevitar que los mapas salieran volando. La glida racha amain porcompleto cuando la puerta se hubo cerrado de nuevo, pero la estanciano se calde. Incluso el aroma de los troncos quemados parecaatenuado por el de la dura tierra aeja del exterior.

    --Tienes todo lo que necesitas? --le pregunt Karin Jarlsdottir aCazadora de Lluvia.

    Lo suficiente. Mi manada estar lista. Nos iremos al salir laluna.

    --Muy bien --convino Jarlsdottir. Se puso de pie y cogi el enorme

    martillo cuajado de runas labradas que colgaba de la pared. Cuandose lo ech al hombro, Mephi admir el abultamiento y la flexibilidad desus msculos debajo de la ajustada camisa de franela con la que secubra. Tampoco los pantalones dejaban a la imaginacin la forma desus poderosas piernas--. Caminante, vuelvo a darte la bienvenida, quees tambin un adis. Tengo que hablar una ltima vez con miGuardin y su manada antes de que se haga de noche cerrada.

    --Lo comprendo, Greifynya --repuso Mephi. Se incorpor,consiguiendo que pareciera que se alzaba tras una reverencia honda ygalante, y le abri la puerta a la mujer. Jarlsdottir le dedic una miradade complicidad antes de arrebatarle la puerta y cerrarla de golpedetrs de ella. El cayado de Mephi se cay al suelo. Se agach pararecogerlo, con una media sonrisa. Cuando lo hubo apoyado de nuevocerca de la jamba de la puerta, se volvi hacia Cazadora de Lluvia.

    No te ver esta noche, gru la loba, antes de que Mephipudiera decir nada.

    --Cmo?No voy a llevarte ante la que siempre encuentra la luz, incluso

    dormida.

    --Por qu no? Seguro que quiere...No. Maana podrs verla.--Por eso has venido t en lugar de ella? --pregunt Mephi, con

    creciente frustracin--. Aunque sea ella la que est al mando, y not? --Si no tena cuidado, esa frustracin iba a convertirse en clera.

    Encontramos el tmulo del recuerdo juntos --respondi Cazadorade Lluvia--. Encontramos la piedra del sendero juntos. Sabemos lo

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    suficiente.--Por qu quiere Melinda que participe en esto si ni siquiera se

    digna verme? --insisti Mephi, prestando odos sordos a la evasiva.Pregntaselo, repuso Cazadora de Lluvia, con el equivalente

    lupino de un encogimiento de hombros. Maana.Mephi se rindi por fin. Reconoca la futilidad de discutir acerca de

    una loba testaruda con otra loba testaruda. Slo tena que esperarhasta el da siguiente. Quiz para entonces se le hubiese ocurrido laforma de hablar con Melinda Buscadora de Luz acerca de su ltimoencuentro, haca ms de diez aos.

    _____ 4 _____

    Despus de seguir la ondulante espalda de Arastha y sus trestrenzas rizadas hasta los recovecos de sus aposentos privados en laColmena, Tajo Infectado se sinti ms que decepcionado al encontrara otro macho esperndolos a ambos. El intruso yaca en forma de loboferoz encima de la cama de Arastha, con la cabeza apoyada en laspatas delanteras. Las sbanas, potreadas y salpicadas de fluidos,pendan a un lado del lecho, igual que colgaba la lengua del lobo de suboca. El pelaje negro y gris de sus hombros y el cuello sealaba entodas direcciones; cuatro surcos profundos que cruzaban la sencillaespiral ahusada de su paletilla derecha comenzaban a cerrarse. Elfuego que arda entre el corazn y el estmago de Tajo Infectado sereaviv.

    --Tajo Infectado --dijo Arastha, caminando a su lado yacaricindole el hombro--. Quiero que me satisfagas. Que me hagasmuy feliz. --Recorri su columna con una de las largas uas de su otramano.

    Tajo Infectado entrecerr los ojos y la mir de soslayo. Arasthadesprenda la calidez de una brasa cuando se peg a l. Heda a los

    aromas de la cama, pero Tajo Infectado saba que slo pretendamanipularlo. Aquellas toscas y torpes palabras bastaban paratraicionar las intenciones de Arastha. Los ojos del lobo se encontraroncon los suyos, pero el animal pareca demasiado plcido y exhaustopara moverse.

    --Cmo?Arastha se coloc detrs de Tajo Infectado. Recorri su nuca, sus

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    hombros y su torso con las uas. Al mismo tiempo, avanz hastavolver a situarse delante de l, obstaculizando la vista del machotumbado en su cama. l le sacaba media mano de altura, pero susojos estaban atrapados por los de ella, desproporcionados,semejantes a la entrada de una cueva. Ni siquiera consegua obligarsea mirar de soslayo aquellos senos, araados y perlados de sudor. Elbrillo ladino de sus ojos delataba su sonrisa lasa por el artificioescnico que en realidad era.

    --Ya no te muestras tan vehemente, Tajo Infectado? --ronrone,dejando que su muslo rozara el del hombre.

    Tajo Infectado inhal hondo por la nariz y observ el cuerpo deArastha, terso y atltico. Resisti la tentacin de volver a mirar sucama. No era tan incauto como para perderla de vista a esa distancia.

    --Se dira que ya te han satisfecho. He acudido para saciar

    cualquier necesidad que an pudiera quedarte.--S, as es. --Arastha se apart de l. Entrecerr los ojos. La

    expresin que le confiri su mirada le otorg ms autenticidad a sufalsa sonrisa--. Dime, Tajo Infectado. Eres feliz aqu?

    --S.Arastha retrocedi hasta sentarse en el borde de la cama, junto al

    enorme lobo. La cola del animal bati una vez. Sus ojos, blancos comola plata, se posaron en ella.

    --Tanta era la tristeza que te invada en tu antiguo hogar?--S.--No mientas --ronrone Arastha--. All eras feliz. Tenas un

    propsito. Gozabas de respeto.--Estaba confundido --admiti Tajo Infectado, con la cabeza

    gacha--. Era inocente.--Orgulloso --continu Arastha--. Tenas un buen hogar.--El que tengo ahora es mejor.

    Arastha volvi a posar sus ojos en l.--Pero tenas un buen hogar. Y un puesto de honor.--No quiero hablar de ello --espet Tajo Infectado, lo que le gan

    un destello divertido en los ojos de Arastha. Divertido, que noconciliador--. Seora.--Yo s, mascota --repuso Arastha. Mientras hablaba, rastrillaba

    con las uas el pelaje del lobo--. Me interesa mucho tu antiguo hogar.A lo mejor te devuelvo all.

    Tajo Infectado tens los msculos de la mandbula. Encogi losdedos de los pies dentro de sus botas.

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    --No temas, mi leal Tajo Infectado. Ese lugar nos pertenece ahora.No se me ocurrira enviarte a territorio enemigo. Ahora, ste es tuhogar. Quiero que vuelvas.

    Los ojos de Tajo Infectado saltaron de Arastha al extenuado lobotumbado junto a ella. El animal dejaba que Arastha le acariciara elpelaje, y estiraba el cuello cada vez que la mujer le rascaba entre lasorejas con las uas.

    --No lo entiendo.--A que soy mala por burlarme de l y confundirlo de este modo?

    --le dijo Arastha al lobo, al tiempo que jugueteaba con su larga orejaderecha--. Necesito que regreses al tmulo del que viniste, TajoInfectado. Por un tiempo.

    --Por qu? --Ni siquiera quera pensar en aquel lugar, muchomenos volver a verlo.

    --Como comandante de campo, y como escolta de un guerrerohonorable. Y para fortalecer los lazos que te unen a tu nueva manada.--Qu guerrero? Qu manada? No he...--Lo s --ataj Arastha--, pero lo hars. Esta noche, antes de tu

    partida, Espina de Alcaudn realizar el rito.--Quin?El lobo que yaca junto a Arastha levant su poderosa cabeza y

    observ a Tajo Infectado con clnica indiferencia. Mientras ambosmachos se sostenan la mirada, el cuerpo del lobo feroz se estir, sefundi y desapareci hasta que slo qued un hombre desnudotendido al lado de Arastha. Una tupida red de vello negro rizado lecubra el pecho y los hombros, salvo en el claro donde podaapreciarse la espiral sobre su hombro derecho y en izquierdo, sobre elque exhiba una luna creciente. Los intensos ojos plateadoscontinuaron escrutando a Tajo Infectado desde un rostro enmarcadopor una sedosa melena negra.

    --Ya casi es la hora --dijo el hombre.--ste es Espina de Alcaudn --present Arastha--. Hace poco

    que ha llegado, procedente de la Colmena de las Lgrimas del

    Prisionero. Ayud en la toma de tu antiguo hogar. Aquella victoria lecost la prdida de todos los queridos miembros de su manada. Aunas, le queda una labor muy importante por ejecutar all, y se ha unidoa nosotros para asegurar el xito de su misin, tras renunciar a suColmena natal en el lejano sur.

    Tajo Infectado procur no torcer el gesto al escuchar la frase"renunciar a su Colmena natal".

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    --Por tanto, debers conducirlo a travs de nuestros tneles yocuparte de que llega sano y salvo a tu antiguo hogar--continu

    Arastha--. Debe llegar all sin sufrir ningn percance, para desempearsu trabajo. T te ocupars de que as sea.

    --Qu trabajo? --pregunt Tajo Infectado, que intentaba mirar alos ojos a Arastha y a Espina de Alcaudn al mismo tiempo.

    Arastha sonri, con la mentira asomada a sus ojos.--El astuto Espina de Alcaudn sabe ms acerca de tan

    intrincados asuntos que t y que yo. Es un visionario, depositario delos ms prolijos dones de discernimiento que pueda otorgar el Padre.Te los explicar por el camino en menos tiempo del que me llevara am describirlos ahora.

    --Pero antes, tengo que unirme a su manada? --Tajo Infectadose esforz por no proferir un gruido. En su hogar, en su hogar

    anterior, nadie tomaba ese tipo de decisiones para un hombre lobo sinel previo conocimiento del hombre lobo en cuestin--. Por qu?--Unirse no es la palabra adecuada --repuso Arastha, acariciando

    de arriba abajo la musculosa espalda de Espina de Alcaudn con eldedo corazn--. Os convertiris en una nueva manada. Vosotros dos yun tercero. Cada uno velar por la seguridad de los dems y osmereceris el favor del Padre por medio de la consecucin de la visinde Espina de Alcaudn. Actuaris como uno solo. T, mi tenaz TajoInfectado, has sido un solitario entre nosotros durante demasiadotiempo. Otros miembros de la Colmena han comenzado a jugarse alas tabas tu potencial adhesin a sus respectivas manadas. Nosoporto ver cmo alguien tan valioso se convierte en carne deapuestas.

    El rostro de Tajo Infectado arda con rabia contenida, pero no dijonada.

    --Deberamos comenzar--intervino Espina de Alcaudn, antes deerguirse sobre sus rodillas y salir de la cama de Arastha. Cuando lohizo, Tajo Infectado vio que le adornaba el estmago una cicatriz quesimbolizaba el cayado de pastor retorcido del Wyrm Profanador. La

    cabeza del dibujo rodeaba el ombligo del hombre, y el bastndesapareca en la mata moteada y empapada de vello sobre supubis--. Ser mejor que rena a los dems antes de que se hagatarde.

    Sin hacer ademn de vestirse, el hombre moreno se dirigi haciaTajo Infectado con una tenue sonrisa ausente. Tajo Infectado sesobrepuso al impulso de asir aquella lustrosa melena y estamparle el

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    rostro contra el suelo. Se limit a observar el alejamiento del hombre,cuya espalda se adornaba con el producto de una ltimaescarificacin. Se trataba del catico smbolo arremolinado de la tribude los Danzantes de la Espiral Negra. Tajo Infectado lo conoca bien;le haban tatuado una marca parecida entre el pulgar y el ndice de sumano derecha al elegir esa Colmena como hogar.

    Antes de que Espina de Alcaudn hubiese salido de la estancia,Tajo Infectado pregunt:

    --Quin es el otro?--Uno como t y como yo, y como ninguno de los dos --respondi

    Espina de Alcaudn--. Al igual que t, es un Ahroun. Al igual que yo,perdi al resto de sus compaeros de manada en nuestra guerra. Alcontrario que nosotros, naci como miembro de pleno derecho de estatribu, no es un mero converso.

    --Qu ms sabes acerca de l?--Que es obediente y leal. En cuanto se lo ped, accedi a montar

    guardia frente a la puerta de la cmara mientras Arastha y yo teesperbamos. Le dije que nos anunciara tu llegada.

    --Mira que tardaste en llegar aqu --intervino Arastha, con unasonrisa perversa. Sus ojos destellaban a la luz de las antorchas.

    --Seguro que lo has visto.--As es --respondi Tajo Infectado. Le ense los dientes a

    Espina de Alcaudn--. Tendrs que ir a buscarlo si quieres que venga.Espina de Alcaudn mir a Arastha de reojo. La mujer se limit a

    dedicarle una sonrisa.--No creo que te cueste seguir su rastro. Anda y trelo, mi brioso

    Espina de Alcaudn. Tajo Infectado esperar conmigo a que regreses.Espina de Alcaudn mir a Tajo Infectado, sonri, y volvi a fijarse

    en Arastha.--Desde luego. Me tomar mi tiempo.--No digas tonteras. Apresrate a traer aqu a tu compaero de

    manada, ahora que Tajo Infectado sigue estando presentable. --Susojos se posaron en Tajo Infectado--. Yo te ayudar a prepararte para

    el Rito del Ttem. Vas a necesitar toda la energa y la inspiracin quepueda proporcionarte cuando regresen Espina de Alcaudn yAstillahuesos. Cuando d comienzo el rito, tendris que decidir cul delos tres va a ser vuestro alfa. --Se sent en la cama, se desperez conindolencia, exponiendo el cuello, y se recost de modo que las puntasde sus tres trenzas rozaran la almohada. Las aletas de la nariz de TajoInfectado se dilataron y sus ojos bebieron vidos de la imagen de

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    aquel cuerpo--. Yo te ayudar a prepararte, si es que eres capaz, TajoInfectado.

    --S. --Saba qu tipo de ritos de manada eran los predilectos deArastha, pero aquello no le importaba. Lo que requera toda suatencin era lo que tena delante. Lo que la mujer le estaba ofreciendoen aquellos momentos era mucho ms importante que arrebatarle elpuesto de alfa a Espina de Alcaudn cuando comenzara el rito.

    _____ 5 _____

    Cazadora de Lluvia abandon la cabaa para reunirse con sumanada poco despus de que Karin Jarlsdottir se hubiese despedido,

    pero Mephi permaneci all durante un buen rato. Mientras seconsuman los troncos de la chimenea, revis los mapas topogrficos,las toscas cartas estelares y los apuntes manuscritos que se habanquedado encima de la mesa, intentando familiarizarse siquiera depasada con el lugar al que se dirigira a la noche siguiente.

    Mientras recorra con la mirada las hojas desplegadas ante l, suspensamientos continuaban anclados en Melinda Buscadora de Luz.Qu haca ella ah? Cundo se haba unido a la manada, y cundohaba cruzado el Atlntico? Cunto haca que haba llegado? Si anse senta dispuesta a sincerarse con l igual que cuando haban sidoamigos, tendra que hacerle todas esas preguntas y ms. Si no, queera lo ms probable, tendra que intentar sonsacar a su manada.

    Cuando se le hubo ocurrido aquella idea, Mephi se detuvo con elceo fruncido. Cazadora de Lluvia haba dicho que lo conocan porqueMelinda les haba hablado de l. Qu significaba aquello,exactamente? Si los lazos emocionales y espirituales que vinculaban aMelinda con su manada eran tan fuertes como se supona que debanserlo tras el Rito del Ttem, lo ms probable era que ella ya leshubiese hablado del tiempo que pas junto a l tras su Primer Cambio.

    Si se lo haba contado, Mephi iba a tenerlo difcil para ganarse suconfianza, no digamos ya para averiguar nada.Se estremeci, incmodo de repente. Ya se encontraba en

    desventaja, por el mero hecho de no pertenecer a la manada... aninguna manada, ya puestos. Era consciente de que los vnculos deuna manada de hombres lobo, en principio, unan a los miembros de lamisma con ms fuerza que los lazos familiares, aunque sus

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    experiencias familiares personales tampoco pusieran muy alto ellistn. Si Melinda les haba contado toda la verdad acerca de l a losmiembros de su manada, se podra considerar afortunado si el tratobrusco de Cazadora de Lluvia era la acogida ms calurosa que recibapor parte de cualquiera de los componentes del Viento Errante.

    --Demonios --mascull por encima del hombro, en direccin a sucayado con cabeza de cobra, sin mirarlo directamente--. Me podra darpor satisfecho si no se limitan a partirme la cara sin ms.

    --Todava llevas eso a cuestas? --inquiri una voz conocidadesde el umbral de la puerta, detrs del asiento de Mephi.Sobresaltado, se gir y se incorpor al mismo tiempo--. Yo crea queya lo habras tirado.

    Los ojos de Mephi embebieron la visin de una mujer que le costreconocer, pero que haba llegado a ser como una hermana para l en

    el pasado. La recordaba dos dedos ms baja que l, diferenciacompensada ahora por los tacones de sus robustas botas de montaa.La larga pelambrera de apretados rizos por la que antao hubiesepasado sus dedos era ahora un halo de cabello corto ondulado queconsegua que su rostro enjuto no pareciera tan largo como l lorecordaba. Un par de diminutos pendientes con forma de lunacreciente le adornaban los lbulos de las orejas, y el smbolo de losdos zarpazos cruzados propio de su tribu, los Seores de la Sombra,le adornaba los dorsos de las manos. La grasa corporal que en elpasado le hiciera parecer dbil y necesitada de proteccin se habaevaporado, dejando atrs tan slo unas tersas curvas femeninasesculpidas en vetas de msculo slido. Sostena el cayado de Mephiante ella con ambas manos, fingiendo examinar con sus ojos de oroanaranjado la cabeza de cobra que lo remataba, evitando cruzar lamirada con Mephi.

    --Hola.--Hola, Caminante --salud Melinda Buscadora de Luz, con un

    poso del afecto depositado haca tanto tiempo. Hablaba con vozcansina, como si aquella brizna de afectividad fuera una cruz con la

    que hubiese estado cargando hasta ese instante, en el que por finhaba podido desembarazarse de ella. La lasitud desapareci cuandosus ojos se encontraron.

    --Tienes una pinta estupenda --aventur Mephi, procurando nosonrojarse.

    --Las caminatas --repuso Melinda. Volvi a mirar el cayado--. Elsegundo mejor ejercicio fsico posible.

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    --Eso he odo --convino Mephi, con una sonrisa compungida--.Qu tal ests, Lin?

    Melinda agach la cabeza y le dedic una mirada que podrahaber fundido el cristal. Volvi a apoyar el cayado contra la pared.

    --No me llames as.--Perdona, Melinda. O Buscadora de Luz, si lo prefieres.Melinda anduvo hasta colocarse enfrente de Mephi, con la mesa

    de por medio, y se cruz de brazos. Observ los mapasdesperdigados con el ceo fruncido.

    --Qu haces aqu, Mephi? De todos los lugares del mundo...--El juicio --comenz a balbucir Mephi--. Arkady, el Colmillo

    Plateado. Me enter de que segua con vida y de que iban a juzgarloaqu.

    --Y? --Los ojos de Melinda seguan clavados en la superficie de

    la mesa.--Forma parte de "La saga de la Corona de Plata", recuerdas?

    Intent robar el derecho de nacimiento del rey de los ColmillosPlateados, pero fracas. Luego, en vez de ser ejecutado, lo enviaronde vuelta a su lugar de origen. Se supona que ahora iba a ser juzgadopor conspirar con el Wyrm. Slo que no apareci...

    --Todo eso ya lo s --espet Melinda--. He escuchado la historiade Arkady una docena de veces. Te he preguntado que por qu estst aqu.

    --Ya me conoces --tartamude Mephi--. Quera conocer el final dela historia. Segn La saga de la Corona de Plata, el villano se esfumasin ms, pero en cualquier historia que se precie debe ocurrir algopara que el villano se lleve su merecido. Tena la esperanza de queeste juicio lo consiguiera. La saga se queda algo coja si Arkady selimita a... desaparecer...

    --En eso tienes razn. sa no es forma de terminar una buenahistoria, con uno de los personajes yndose sin ms para que nuncase vuelva a saber de l. S a lo que te refieres.

    --Melinda, yo...

    --Ahrratelo. De veras es sa la nica razn que te ha tradoaqu, Mephi?Mephi pens durante largo rato, sopesando los contras que

    implicara confirmar la verdad. Poda decir que haba venido en buscade ella. Poda decirle que saba que ella haba acudido a esta regin yque se encontraba en este tmulo, rodeada de tantos y tanimportantes hombres lobo. Poda decirle que ella era el nico sedal

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    capaz de arrastrarlo tan lejos de sus aguas preferidas. Quiz una partede ella quisiera crerselo. No obstante, se decant por decir la verdad.Ella se dara cuenta si le contaba una mentira.

    --Pues s. sa es la nica razn.Una nube de tormenta nubl los sombros ojos de Melinda. El

    silencio flot entre ellos como algo tangible. La mujer altern el pesode su cuerpo entre ambos pies, antes de acuclillarse junto a la mesabaja. Clav la mirada en los papeles y los nudillos en la madera, y nolevant la vista.

    --No saba que estuvieses aqu --dijo, al cabo.--Yo tampoco saba que fuese a venir, hasta el ltimo minuto

    --repuso Mephi. Tambin mir a la mesa, a falta de contacto visual.--Me refiero a aqu. --Melinda golpete los nudillos contra la

    mesa--. En esta habitacin. No haba venido para hablar contigo, si

    eso es lo que piensas.--No. Esa Garras... Cazadora de Lluvia, me dijo que no queras

    verme esta noche.--Sigue siendo verdad --dijo Melinda. Pretendi ordenar los

    papeles que tena delante--. He venido para organizar los preparativospara maana por la noche. Si hubiese sabido que estabas aqu...

    --Ya --exhal Mephi--. Lo mejor ser que te deje a solas. --Torciel gesto en cuanto hubo pronunciado aquellas palabras.

    --Adelante --invit Melinda, mirando a la mesa todava con msintensidad--. T sabrs lo que te conviene.

    Mephi abri la boca para replicar, pero no consigui pronunciarpalabra. Apret los dientes en torno a un suspiro de vergenzafrustrada y se dio la vuelta para marcharse. Recogi el cayadoapoyado junto a la puerta, arrastrando su punta, una bola sujeta poruna garra, por las tablas y abri la puerta. Antes de adentrarse en laglida noche, se gir y volvi a mirar a Melinda.

    --Buscadora de Luz --dijo, por encima del ulular del viento--. Novoy a fingir que todava conozco tu forma de pensar, pero s que s loque debes sentir hacia m. --La cabeza de Melinda se gir hasta

    revelarle su rostro. Una expresin melliza del odio frunca sus labios yavellanaba su frente--. Lo que no s es qu te impuls a quererme abordo de esta empresa. De esta "misin", como la llama el margrave.

    --Soy una profesional. Cuando me parece que voy a necesitarayuda, la pido, aunque resultara ms sencillo evitar lascomplicaciones. Eso es lo que se hace cuando algo te importa.

    Mephi agach los hombros, y la cabeza.

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    --Ve y duerme un poco. Preprate para partir maana.--Estar listo.--Bien. Venga, est entrando el fro.Mephi asinti y sali de espaldas, sin mediar ms palabra. Cerr

    la puerta. Cuando hubo dejado de ver a Melinda, asumi de nuevo suforma de Glabro y regres al cementerio de la Colina de lasLamentaciones. Los muertos le haran compaa hasta que tuvieseque volver a enfrentarse a los fantasmas del pasado.

    _____ 6 _____

    Esa noche, en sueos, Mephi traspas la osificada Celosa paraaterrizar de pies y manos en el suelo del bosque. Los hilachos de gasaprendidos de su ropa, su piel y su cabello se desvanecieron al instanteal contacto con el fro aire nocturno, proyectando hacia el cielo volutasblanco azuladas semejantes a las llamas de una ara. Las hebras lecalaron los huesos de fro, y se estremeci para asegurarse de quetodas ellas se desprendan de su cuerpo. Pase la mirada por elcalvero anochecido para comprobar que haba regresado al mundofsico, en vez de volver a la Penumbra. Cuando se hubo convencido, se

    incorpor.--Menudo paseo--dijo, dirigindose a todos y a nadie--. Otro

    viajecito como se y tendr que plantearme comenzar a dormir enhoteles de ahora en adelante.

    Se volvi hacia el cadver del conejo que estaba a punto deconvertirse en su cena y aadi:

    --En cualquier caso, para m se acabaron las hamacas. Que sepasque te echo a ti la culpa de esos desagradables vaivenes.

    Mephi hizo una mueca y comenz a desollar al conejo con su

    navaja. Cuando hubo terminado, se agenci un puado de slidospalos y los dispuso a modo de espetn improvisado encima del fuegoque acababa de encender. Mientras trabajaba, mantena los odosatentos por si escuchaba a algn espritu. Haba liberado al espritu delconejo con un rpido agradecimiento por su sacrificio, pero no era seel que le preocupaba. Se haba quedado atascado al cruzar de regresoal plano fsico desde el espiritual, y ese tipo de situaciones siempre

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    atraa a otros espritus. Mientras avivaba las llamas y comenzaba agirar el conejo por encima de la hoguera, aumentaba su tensin. Cadavez que se quedaba atascado en la Celosa, tena que vrselas con unespritu de algn tipo. No era cuestin de si viese algo, sino de...

    --Cundo?--pregunt en voz alta--. Dime, conejo. No es quehaya visto a nadie por aqu, pero seguro que t s te cruzaste conalguien antes de que te despachara. No seas tmido, a m me lopuedes contar.

    --Dios santo--musit una voz dbil y atiplada, detrs de l--. Diossanto...

    Mephi se incorpor de un salto y gir en redondo. Vio a unhombre agachado, con los brazos estirados hacia el suelo. El hombreestaba completamente calvo, pero una ptina de barba se enfrentaba

    a varias docenas de muescas por el control de su mejilla, otorgndolea su rostro un aspecto insalubre. Se cubra con unas arrugadas ropasde excursionista y calzaba unas agrietadas botas de cuero. Tena lospuos apretados, separados como si estuviese tensando un cordn oun trozo de tela invisibles. Los ojos del hombre gatearon por el suelohasta llegar a los pies de Mephi, desde donde treparon hasta queambas miradas se encontraron. No se detuvo all, no obstante, sinoque sigui alzando la vista hasta fijarla en un punto a un metro porencima de la cabeza de Mephi. Cuando el hombre hubo dejado de

    moverse, Mephi pudo ver a travs de cuatro surcos profundos que lecruzaban la garganta. Si el hombre segua levantando la cabeza, iba agolpearse la coronilla entre los omoplatos. Mephi reconoci la formade la herida casi al instante.

    --Tranquilo--dijo Mephi, levantando las manos con las palmashacia fuera--. No pasa...

    --Jess bendito. --El hombre segua sin prestar atencin a Mephi.Abri los puos de golpe, y extendi los brazos hacia delante--. Losiento, lo siento, lo siento!

    --Tranquilzate, vamos. --Mephi dio un paso adelante--. Yo no soyel que te hizo eso. Nadie va a...Sin que pareciera siquiera que pudiese ver a Mephi, el hombre

    cerr los ojos y volvi la cabeza.--Dios santo, lo siento... --Cuando hubo pronunciado aquellas

    palabras, ech la cabeza hacia atrs de golpe, convirtiendo las cuatroheridas de su garganta en lneas rectas. Se enderez como si una

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    fuerza invisible lo hubiera levantado por los aires. Permaneci allcolgado, retorcindose igual que un rbalo sacado del agua por lacaa de un pescador, hasta que la fuerza invisible que lo mantena ensuspensin lo arroj contra el suelo. Aterriz convertido en una

    maraa de apndices inertes y comenz a perder consistencia. Antesde desaparecer, consigui boquear:-- Lo siento...--Yo tambin lo siento por ti--musit Mephi--. Me parece que te

    metiste con quien...El sonido de algo que se acercaba detuvo en seco su reflexin.

    Mephi se gir para ver cmo su muerte cargaba contra l a travs delmonte bajo igual que un tren de mercancas. Le dio tiempo a distinguirun pelaje negro y unos ojos rojos que se le echaban encimaprecedidos por un vendaval de garras goteantes, antes de rodar a un

    lado para salirse de su camino. Un aullido desgarrador hendi larelativa tranquilidad del calvero al tiempo que un torbellinoennegrecido de colmillos, garras y harapos al viento pasara por encimade l como una exhalacin, para sumergirse de cabeza en el manto dehojas y races del suelo.

    Mephi se puso en pie de un salto, al tiempo que adoptaba suforma de Crinos. Dej que una oleada de mpetu guerrero y su instintode supervivencia lo impulsaran hacia delante y salt sobre el ser quehaba estado a punto de destriparlo. Aterriz de rodillas sobre su

    espalda y se agach para sujetarle los codos con las manos. Aquellaposicin le confera la ventaja del apoyo, y su experiencia leproporcionaba la superioridad tctica. La bestia del suelo, el hombrelobo, estaba fuera de s, bien fuese a causa del dolor, la rabia o elterror. No adverta la presencia de Mephi ms que el fantasma delhombre al que, sin duda, haba asesinado.

    No se poda combatir con un hombre lobo en ese estado, Mephi losaba, pero si consegua inmovilizarlo y retener la ventaja, poda evitarque el ser se metiera en ms problemas de los que ya tena. Al menos,

    eso era lo que supona Mephi. Era la primera vez que se enfrentaba aotro hombre lobo en un mano a mano, y menos a uno que fuese presadel frenes.

    Por suerte, la teora aventurada por Mephi demostr ser cierta acorto plazo. Mientras sujetaba al frentico hombre lobo debajo de l,sus denuedos amainaron y, por fin, comenz a encogerse. No tard enpasar de ser un aullador hombre lobo enloquecido a convertirse en

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    una muchacha de unos quince aos de edad con las mejillas surcadasde lgrimas. Tras sofocar su propia ansiedad, Mephi se acuclill juntoa la joven y la sujet tras recuperar su forma homnida. Lo quequedaba de las ropas de la muchacha colgaba de su cintura y sus

    hombros. Tena los brazos baados en sangre hasta los codos. Sangreque no pareca suya.--Tranquila--dijo Mephi. Dej que la joven rodara hasta quedar

    tendida de espaldas, pero no la solt. Vio cmo tena los ojos enblanco y segua intentando zafarse para escabullirse a saber dnde--.No pasa nada.

    A modo de respuesta, la muchacha dio un brinco e intentmorderle en la mejilla. Mephi se apart de un salto. La joven seescabull a rastras. Cuando Mephi quiso darse cuenta, la muchacha se

    haba acuclillado sobre los dedos de los pies y mantena el equilibrioayudada por los de las manos. Una cuerda de niln penda rota de sutobillo izquierdo. La bruma escarlata comenzaba a escampar en susojos, pero la nica luz que los alumbraba era la del terror. Mephi sepuso de pie y le ofreci las manos, con los dedos extendidos. La jovense limit a inhalar bocanadas entrecortadas entre dientes y a mirarlocon los ojos desorbitados.

    --Tranquilzate, venga--dijo Mephi, con voz profunda y cabal.Dobl la rodilla para dar un paso, y la muchacha retrocedi como si

    acabase de tocar un cable de alta tensin--. Yo no soy el que te hahecho eso.--Dios santo--dijo una voz atenuada, detrs de l.Sin pensar, Mephi se gir en redondo para ver la misma aparicin

    calva, medio agazapada y con el mismo aspecto pvido de temor.Mephi volvi a girarse a tiempo de ver cmo la joven hua a la carrera.Cuando el fantasma comenz a repetir sus ltimos movimientos denuevo, Mephi emprendi la persecucin, breve y desigual. La chica,aterrorizada, haca tanto ruido como tres personas mientras surcaba

    las tinieblas y tropezaba con todas las ramas, piedras y hoyos ocultosdel suelo del bosque. Mephi, ms acostumbrado a viajar de noche porterrenos abruptos, cogi a la muchacha antes de que sta pudierapartirse el cuello contra una rama baja o barriera algn terrapln conlas posaderas. La envolvi con sus brazos nervudos y la levant envolandas. La joven forceje y patale, pero Mephi prefiri dejarse caeral suelo con ella antes que volver a soltarla. La sujet hasta que se

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    hubo extenuado, y ms, hasta que el agotamiento hubo aplomado susarticulaciones. Cuando se hubo quedado quieta, la levant y le ech suguardapolvo nuevo por encima. La joven se arrebuj contra su pechoigual que un beb mientras la ayudaba a incorporarse.

    --Nadie va a hacerte dao--le susurr mientras la llevaba devuelta a su campamento--. Ya no. No tienes por qu tener miedo.Cuando hubo regresado a su pisoteado espetn y a su cena de

    conejo rebozado en tierra, deposit a la muchacha a la luz de la lunacreciente y se sent junto a ella. Observ que le haba roto el fornidocayado de madera de roble durante su previo asalto en forma deCrinos.

    --Mira lo que has hecho, nia--susurr, al tiempo que le apartabaun largo mechn jaspeado de la frente--. Acabo de darme cuenta. Me

    parece que vamos a tener que saldar cuentas ms tarde. Por ahora,duerme, pareces molida. Y desorientada. Muy desorientada.La joven se agit en su sueo intermitente y se acerc a Mephi.

    ste la envolvi an ms en su abrigo y le atus el cabello con losdedos para recogrselo detrs de una oreja. La muchacha estir elcuello y abri sus ojos legaosos, sin ver.

    --No te preocupes, cachorra--murmur Mephi, cerrndole losprpados con un roce de las yemas de sus dedos--. Estar aqu cuandodespiertes. Yo te ayudar a pasar por esto. Por ahora, descansa.

    Cierra los ojos y suea con tu hogar.* * *

    Mephi se despert desorientado sobre el suelo fro y pedregoso,delante del cementerio. Levant la cabeza de sus patas delanteras ymir a la derecha, esperando ver a Melinda all tendida, acurrucada

    junto a l para calentarse. Slo la cabeza de cobra de su cayado ledevolvi la mirada. Las sombras alargadas ganduleaban a sualrededor. La decepcin brot cogida de la mano de la percepcin del

    presente. Exhal un suspiro por la nariz. Se levant, se desperez almximo, como si estuviera orando ante las tumbas de los hroessagrados, y volvi a asentarse sobre sus posaderas.

    Cuando el hambre rugi en sus tripas, Mephi se relami los belfosy se estir hasta recuperar su forma de Homnido. La ausencia depelaje y la mayor superficie de su apariencia humana no contribuan acombatir el fro, por lo que no tard en asumir la forma de Glabro.

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    Aquello estaba algo mejor, aunque no lo suficiente para sentirsecmodo por completo. Acababa de despuntar el alba, a juzgar por ladireccin y la longitud de su sombra; puede que el da se caldeara encuanto el sol ascendiera hasta su cnit. Lo esperaba con fervor.

    --Pensaba que los Caminantes eran inmunes a las inclemenciasdel tiempo --coment una voz rica en matices, en el preciso instanteen que Mephi se percataba del sonido de las pisadas a su espalda--.Crea que era algo propio del territorio.

    Mephi se volvi para observar la familiar figura del Guardin de lamanada, Brand Garmson, aproximndose a l. El enorme Carnada deFenris se detuvo cerca de Mephi y mir por encima de l, hacia elcementerio.

    --Qu territorio?El Fenris frunci el ceo por un momento, antes de responder.

    --Ya... Se me olvidaba que vosotros no tenis hogar.Mephi reprimi un gruido y se record que slo era un huspedall, as como el hecho de que ese Guardin de la manadaprobablemente podra pulir hasta la ltima piedra del poblado con l,antes de enviarlo al siguiente protectorado de una patada. No hacadao guardar las formas de vez en cuando.

    --Puedes adaptarte a este fro, Caminante --insisti el Guardin,an sin mirar a Mephi--. Por qu no lo haces?

    --Es un regalo de la piadosa Gaia --repuso Mephi, procurando queno le castaetearan los dientes--. Prefiero no hacerlo hasta estar deservicio. Si no, me parecera un desperdicio. Ya sabes. No se aplastaa una mosca con una piedra. Adems, tampoco hace tanto fro.

    Garmson solt un bufido risueo, antes de apoyar sus puoscarnosos en las caderas. Le dedic una fugaz mirada de soslayo aMephi, antes de volver a fijarse en el campo santo. Sus alientos setornaban bruma, se entremezclaban y se alejaban flotando a lomos dela brisa. Mientras los blancos penachos desaparecan, Mephi sepregunt si estaran cruzando la Celosa para adentrarse en la UmbraOscura y atormentar a los muertos.

    --Los guardas jvenes dicen que has pasado aqu toda la noche--continu Garmson, tras una breve pausa--. Antes y despus de quela Greifynya enviara a buscarte.

    --As es.--Qu haces aqu todava?--Trabajo de campo. Y dormir un poco. No est abarrotado de

    desconocidos.

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    --Cualquier lugar al que vayas estar lleno de desconocidos --dijoGarmson, sin asomo de burla ni conmiseracin en su voz. Para l, erauna verdad constatada.

    --Ya --dijo Mephi. Para l tambin lo era.--Ya has terminado con tu "trabajo de campo" y tu siesta?--Aja --contest Mephi. Sus mandbulas crujieron en torno a un

    largo bostezo--. Adems, ya es hora de saludar al sol.--Eso pensaba yo. Llevas haciendo lo mismo desde que llegaste.

    Quiz hoy sea el ltimo da que tengas esa oportunidad.Aquel comentario desconcert a Mephi, hasta que se imagin las

    palabras que Garmson haba omitido. Aunque el Saludo al Sol era unsencillo ritual de alabanza a Helios (o a Ra, como prefera denominarlol), Mephi procuraba no pasarlo por alto ningn da. Aunque no fuesepor otra cosa, mantena sus cuerdas vocales en plena forma, pero

    tambin constitua una rutina reconfortante. Un ancla cuando se perdatodo lo dems. Al parecer, Garmson se haba percatado de ello y nohaba querido que Mephi se perdiera el amanecer del que sera sultimo da en el clan de la Forja del Klaive.

    --Ya, bueno. --Recogi su cayado del suelo. A lo mejor laimpresin que haba llegado a forjarse el Guardin de l no era tanmala como se haba imaginado--. Gracias.

    --De nada --repuso Garmson, con un asentimiento imperceptible--.Ahora, vete. Quiero estar solo.

    Mephi abri mucho los ojos, ofendido, pero se mordi la lengua aldarse cuenta de lo que haba estado mirando Garmson todo el tiempo.El Guardin no perda de vista una de las lpidas ms recientes delcementerio; la que exhiba el nombre y las gloriosas hazaas de suhijo, recientemente fallecido. Mephi, sintindose intruso, se dio lavuelta y dej al anciano a solas con sus recuerdos y su dolor.

    _____ 7 _____

    Un puntapi en las costillas despert a Tajo Infectado poco antesdel amanecer. Profiri un gruido y lanz un manotazo lnguido en ladireccin de la que haba venido el golpe. Fall, por suerte, dado queera Arastha la que se lo haba propinado. Se sent en la cama y serestreg la mano por la cara cuando se dio cuenta de que ella estaba

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    all.--Levntate --orden Arastha, mientras caminaba hacia el otro

    lado de la cama para despertar a Astillahuesos y a Espina deAlcaudn--. Toda una vehemente generacin de Galliard contiene larespiracin, a la espera de que d comienzo vuestra obra.

    Tajo Infectado lanz un gemido y desenred las piernas del nudoformado por el musculoso y peludo brazo de Astillahuesos y el cuellode Espina de Alcaudn. La propia Arastha era una Galliard, por lo queTajo Infectado se abstuvo de decirle dnde poda meterse suvehemencia la generacin a la que se haba referido. Le dola laespalda, le dolan las piernas y le dola la garganta despus de todauna noche de aullidos. Le dolan todas las partes del cuerpo que podapalparse con la mano. Mano que tambin le dola.

    --Arriba, Espina de Alcaudn --dijo Arastha, propinndoles un

    coscorrn a los otros dos--. Despierta Astillahuesos. Esta nuevafamilia tiene que comenzar su viaje. Todos vosotros, revividenseguida.

    Astillahuesos fue el siguiente en despertar. Se frot una pelculade mucosa que le cubra los grandes ojos con el dorso de una zarpade Crinos. Espina de Alcaudn abri los ojos a continuacin. Seincorpor sobre las rodillas y se estir encima de la cama, igual que unperro. No pareca magullado en absoluto, hasta que se sent, seenderez y se desperez. La mueca que vio Tajo Infectado en elsemblante de Espina de Alcaudn consigui que todo el esfuerzo de lanoche anterior hubiese merecido la pena.

    --Pero qu muchachos ms adorables --dijo Arastha, cuando todoel mundo se hubo despertado. El ajustado traje de cuero que vestacruji cuando se puso las manos en las caderas--. Mira que soisencantadores. Sera una bendicin del Padre si pudiera pasarme todala maana embelesada delante de vosotros.

    Tajo Infectado cogi la indirecta y fue el primero en salir de lacama de Arastha. Los otros dos se apresuraron a hacer lo propio.

    --Espera --dijo Arastha, invitndole a levantarse sujetndole la

    barbilla con uno de sus largos dedos--. Antes, responde. A quinhabis elegido como alfa?Tajo Infectado y Espina de Alcaudn miraron a Astillahuesos, que

    agach la cabeza y se rasc el hocico de quirptero.--A m --respondieron ambos a la vez, mientras Astillahuesos

    guardaba silencio. Se lanzaron sendas miradas fulminantes, antes devolver a encararse con Arastha.

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    --Ya veo. Pas lo mismo anoche, cuando conseguisteisextenuarme de esa forma tan deliciosa entre los tres. Habiscomulgado con un espritu ttem durante mi ausencia?

    --Hakaken --dijo Astillahuesos--. Dijeron que era Hakaken.--El Corazn del Miedo --musit Arastha, rascando a Astillahuesos

    entre las orejas. Sus ojos mantenan a Tajo Infectado y a Espina deAlcaudn paralizados en el sitio--. De la Bestia de Guerra, aunque sulinaje no le priva de nobleza. Conoces la historia de Hakaken? Era unSeor de la Sombra pagado de s que pretenda bailar la Espiral Negrapara destruir el mismsimo corazn del Laberinto Fragmentado. Creyque podra soportar la verdad acerca de lo que somos y el poder de loque sabemos. Lleg a bailar incluso hasta la Octava Espiral, la que seconoce como la Danza d