NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL: …
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Revista Internacional de Estudios en Educación2002, Año 2, Nº 2, 81-106 S ESTUDIOS
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNOSOCIOCULTURAL: UN APORTE METODO-
LÓGICO EN EL MARCO DE LATEORÍA DE EYSENCK
Miriam Aparicio de SantanderCONICET/Universidad Nacional de Cuyo, Argentina
RESUMENEl artículo da cuenta de un estudio realizado en la ciudad de Mendoza,
Argentina, con 126 sujetos normales, estudiantes de nivel medio y 130 pacien-tes neuróticos que asistían a consultorio externo en hospitales neuropsiquiátri-cos, a quienes se le aplicaron varios instrumentos tendientes a evaluar ladimensión neurotismo-somatización y otras variables de base y sociocultura-les. En el marco de la teoría de Eysenck se da especial consideración alCuestionario de Síntomas Psicosomáticos (adaptación Phitod-Santander) cuyavalidación y confiabilidad el estudio trata de establecer.
Desde hace tiempo la interrelacióndinámica de semidependencia y semiauto-nomía entre los sistemas social, cultural yde personalidad es objeto de análisis en elmarco de distintas investigaciones encua-dradas en un programa central que tienepor eje la calidad del sistema educativoen su articulación con el sistema produc-tivo (Aparicio, 1980, 1992, 1995a,1995b, 1995c, 1995d, 1998a, 1998b,1998c, 1998d, 1998e, 1999a, 1999b,1999c, 1999d, 1999e, 2000a, 2000b).
Tal calidad ha sido abordada no sólodesde las cifras sino, y fundamentalmen-te, desde los procesos psicosociales vis-tos, por un lado, en cuanto condicionan-tes de los perfiles diferenciales de logroen el ámbito académico y laboral y, porotro, en cuanto efectos de la confluenciade variables de diversa índole en un sis-tema social complejo que tiene por últi-mo actor al hombre.
La estrategia de abordaje —macro/micro/macro— exigió trabajar con lossujetos mismos (unidades de análisis delos estudios complementarios) y técnicascualitativas y cuantitativas apropiadas.Ello derivó en la adaptación de las mis-mas cuando se estimó conveniente paratransitar con más seguridad y congruen-cia en la investigación central.
En la presente comunicación se tra-baja la dimensión "neurotismo/somati-zación" por cuanto en las indagacionesemergía asociada, llamativamente, a va-riables socio-culturales y de base, siendonuestro permanente marco de referenciala teoría de la personalidad de Eysenck.
El replanteo de algunas hipótesis sur-gidas en aquellos estudios se realizó me-diante una doble vertiente: normalidad yanormalidad. Este artículo se detiene enlos desarrollos posteriores realizadoscon una muestra de sujetos neuróticos
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respecto de la dimensión estabilidad-descontrol emotivo (asociada en la teoríaa somatización y estrés) como tambiénen el sentido de la validación de laspruebas utilizadas para su abordaje.
Breve aproximacióna la problemática
El enfoque tipológico adoptado surgede la concepción eysenkiana (Aparicio,1980; Eysenck, 1950, 1971). A conti-nuación, sucintamente, se describe cómoconcibe el autor la personalidad y cuálesdimensiones constituyen su sistema.
La personalidad es, en principio, laresultante de patrones reales o potencia-les del organismo, determinada por laherencia y el ambiente. Emerge y se de-sarrolla en la interacción funcional de loscuatro sectores principales en que seorganizan los patrones de comporta-miento: sector cognitivo, conativo,afectivo y somático, representados—respectivamente— por inteligencia,carácter, temperamento y constitución.Dice Maisonneuve al respecto: “A partirdel momento en que se coloca la idea depersonalidad, [algunos autores] ya alu-den a que deben existir correlacionesentre los diversos comportamientos de lapersona y, particularmente, entre susactitudes y los otros rasgos” (Stoetzel,1978, p. 174). Tales autores adhieren ala teoría sustancialista, ubicando entreellos a H. J. Eysenck.
Apoyado en dos pilares fundantes—la teoría junguiana y la concepción deKretschmer— y procurando integrarexperimentalmente por medio del análi-sis dimensional, Eysenck elabora unmodelo simple según el cual la persona-lidad varía a lo largo de tres dimensionesgenerales, bipolares e independientes:extro-introversión, neuroticismo y psico-ticismo.
Estos superfactores se extienden a lolargo de un continuo cuantitativo. Neu-
róticos y psicóticos no constituyen, pues,algo sui generis, cualitativamente distin-to del hombre normal; antes bien existeun continuo de neurotismo que une nor-males con neuróticos y otro de psicoti-cismo que une normales con psicóticos.En este marco, los valores medios y ba-jos caracterizan a los individuos norma-les; los altos, en cambio, implican pertur-baciones de tipo psiquiátrico.
Respecto del segundo superfactor, ya los fines del presente trabajo, convienerecordar que, extendido también a lolargo de una escala, halla su prototipo—en caso de perturbaciones neuróti-cas— en las personalidades histérico-psicopáticas (extrovertidos) y ansioso-obsesivas (introvertidos).
De las dimensiones apuntadas, sólo laafectiva (neurotismo-control) y tempera-mental (extro-introversión) fueron obje-tos del presente estudio, si bien se pro-fundiza en la primera por estimarla degravitación particular en el medio educa-cional, clínico y social en general.
En el marco de la teoría referente, esposible afirmar que el neuroticismo estádeterminado en alto grado por la heren-cia y vinculado estrechamente con laactividad del sistema nervioso autónomo.Siendo diferente la labilidad y reactivi-dad de dicho sistema según el sujeto, elsuperfactor herencia se constituiría en elresponsable —a nivel fisiológico— delas manifestaciones emocionales del su-jeto.
Esquema causalTomada de Hans Eysenck, la hipóte-
sis central que orientó el estudio es la si-guiente: Los síntomas psicosomáticosdistinguen a (a) los sujetos neuróticos delos normales, (b) los más neuróticos delos menos neuróticos en el grupo neuró-tico, (c ) los más inestables de los másestables en el grupo normal (Eysenck,1950, p. 71).
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Dadas las diversas interpretacionesde que es objeto el término normalidady para mantenernos fieles al espíritu delautor se debe recordar que aquí normalno significa que todos los miembros delgrupo testimonien una completa ausen-cia de síntomas neuróticos, sino que ungrupo medio normal comporta, cierta-mente, un número de rasgos neuróticosactuales o latentes.
En esta etapa, inicialmente se planteóla hipótesis de trabajo siguiente: A ma-yor neurotismo o descontrol emotivocabe esperar mayores manifestacionespsicosomáticas.
La estabilidad fisiológica constituyeun rasgo respecto del cual los gruposanormales, psicóticos y neuróticos seubican en polos opuestos y a ambos la-dos de la normalidad: los psicóticos sonmás estables y los neuróticos menos es-tables que los normales. En presencia demanifestaciones psicosomáticas cabríapensar, pues, en no normalidad o aleja-miento de ella en dirección al neurotis-mo. En otros términos, los síntomas psi-cosomáticos proporcionan un índice alta-mente saturado de neurotismo; no así depsicotismo, pues este aparece en otradimensión de covariación que la neuro-sis. La prueba el hecho de que los rasgosy factores más discriminativos entreneuróticos y normales no sirven paradistinguir a los normales de los psicóti-cos. Tampoco separan a otros gruposdiferentes de los neuróticos.
Además, siempre en el contexto de lamisma teoría, surgieron otros interrogan-tes. Las hipótesis derivadas fueron lassiguientes:
1. La somatización reviste caracte-rísticas diferentes según la neurosis seahistérica o distímica. Eysenck descubre,como es conocido, los principios dinámi-cos que fundamentan la extroversión e
introversión como los dos tipos de perso-nalidad psicopática. Halla las variablespsicofisiológicas más importantes en losmecanismos siguientes: (a) la rapidezcon que se producen los procesos deexcitación e inhibición; (b) la intensidadrelativa de las excitaciones producidas;(c) la lentitud de disipación de las inhibi-ciones. Dos postulados le sirven de pun-tos de apoyo: los organismos humanospresentan diferencias individuales enrelación con esos mecanismos y, sobre labase de esas diferencias, es posible clasi-ficar a los hombres en dos tipos.
Partiendo, pues, de ciertas concepcio-nes de la teoría del aprendizaje, lograestablecer una estructura de la personali-dad normal y patológica. En ella los indi-viduos predispuestos a desarrollar esque-mas de conducta extrovertida, y que antetrastornos nerviosos manifiestan desvia-ciones histéricas, son aquellos en quie-nes el potencial de excitación se producelentamente y la excitación, así obtenida,es relativamente débil. En esta hipótesis,los histéricos somatizarían más que losdistímicos. En otros términos, “los sín-tomas histéricos se desarrollan en indi-viduos en quienes el equilibrio deexcitación-inhibición se desplaza en elsentido de una excitación inhibidora yviceversa en los distímicos” (Eysenck,1962, p. 106).
De esto se desprende la diferentenaturaleza de los síntomas en cada unode estos tipos psicopatológicos. Los delos histéricos serían de naturaleza inhibi-toria en tanto que en los distímicos seadvertiría, de modo evidente, una fallaen el sistema inhibitorio y un excesivopotencial excitador.
El propósito del presente estudio esponer a prueba esta relación neurosis-tipo de síntomas por medio de la varia-ble extroversión. Se aborda para ello la
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variable síntomas psicosomáticos de unmodo más exhaustivo que en las investi-gaciones clásicas. En lo que respecta aextro-introversión se incluyó tambiénuna escala específica.
2. La hipocondría subyace, comofactor muy general, al neurotismo. Dosestudios, particularmente, generaron lasospecha de la existencia de este factorcomo componente del neurotismo. Ey-senck, analizando los índices de correla-ción (ítem-total) del Cuestionario Médi-co de Maudsley sostiene que la generali-dad en las respuestas [al cuestionario]parece ser un compuesto de la sintoma-tología real, de la hipocondría y de laactitud positiva hacia instrumentos deeste tipo. En Argentina, Pithod y Regoatisban algo en la misma línea advirtien-do que las personas que puntuaban altoen síntomas psicosomáticos acumulabantambién puntuaciones positivas en indi-cadores de salud no sintomáticos (Pithody Rego, 1970).
Un análisis más fino permitió profun-dizar, asimismo, en la relación entre laneurosis (por medio de síntomas psico-fisiológicos) y variables de base, cultu-rales y de personalidad tales comoedad, educación, clase social e inteli-gencia.
Dos hipótesis principales guiaron elestudio en este sentido. La primera giróen tomo de la variable inteligencia. Lasegunda incluyó variables como estatusy, más precisamente, inconsistencia deestatus con los “ingredientes” que ellacomporta: clase, edad, nivel de instruc-ción y ocupación.
Se las puede enunciar así:1. Los neuróticos se hallan, en lo que
concierne a aptitudes, por debajo de lamedia, comparados —obviamente— consujetos normales.
2. Los sujetos de extracción social
más alta patentizan sus “conflictos” através de la somatización, en mayor gra-do que los provenientes de estratos ba-jos.
Hay ciertamente mucho que decir deestas variables. Respecto de la primera,por exceder los objetivos de la comuni-cación, se remite al lector a la abundantebibliografía.
La segunda variable, como en la hi-pótesis, vincula de modo directo aspec-tos de personalidad con otros actitudinal-culturales o estructurales. A continua-ción se remarcan algunos ejes por cuantoellos han sido objeto de un estudio enparticular (Aparicio, 1992).
Es menester comenzar aclarando susantecedentes en investigaciones anterio-res.
En la primera etapa de la indagaciónun hallazgo pareció especialmente inte-resante: los sujetos de las clases másaventajadas respondían, con mayor fre-cuencia, intropunitiva o fisiológicamen-te. En otros términos, somatizaban más.
Este resultado confirmaba la hipóte-sis ampliamente trabajada, entre otros,por Elton Jackson (1944) y GeraldLenski (1954, 1956) que sustenta quelos sujetos que se hallan en situación de“estatus inconsistente” originada por ladiscrepancia entre sus rangos sociales,tal que, poseyendo por origen un estatusalto (adscripto), alcanzan, por sí mis-mos, estatus sólo medios o bajos (adqui-ridos) y tienden a responder frente alconflicto intropunitivamente. La razón esobvia: descargan sobre sí mismos la cul-pa, no hay “chivos emisarios” —al me-nos manifiestos—, lo que conducirá auna mayor somatización.
Inversamente, la configuración delestatus inconsistente determinada por elpatrón bajo estatus adscripto-alto estatusadquirido (aunque sólo sea en relación a
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aquel) llevaría al sujeto a una descargade tipo extropuntivo, fundamentalmente,por medio de manifestaciones ideoló-gico-políticas (anomia, violencia, etc.).
En esta etapa, de control, con sujetosneuróticos, se puso nuevamente a pruebaesta hipótesis aunque esta vez con doslimitaciones de carácter práctico. La pri-mera, el número reducido en lo que con-cierne a clase social alta, por motivosque no es necesario explicar demasiado:en este nivel el enfermo acude —por logeneral— al médico particular o, en todocaso, a centros asistenciales privados, alos que el acceso con fines de investiga-ción es más limitado. La segunda es deíndole metodológica. En efecto, el reac-tivo utilizado para observar, especial-mente, el segundo perfil de inconsisten-cia fue, en el primer sondeo, una encues-ta constituida por indicadoresideológico-sociales inspirados en inves-tigaciones conocidas y propias (Apari-cio, 1980) (ver Apéndice A).
Esta encuesta no se aplicó a los suje-tos enfermos por estimarse que su conte-nido hubiese generado, muy probable-mente, rechazos en estas personalidadesconflictuadas o incrementado la tensión.No hubiera sido fácil, por otra parte,presentarla al modo de las demás técni-cas, como elementos que “contribuiríanal diagnóstico”.
No obstante, como puede observarsemás adelante, se logró confirmar resulta-dos en este sentido.
MetodologíaSujetos
Se trabajó con dos muestras. La pri-mera estuvo constituida por 126 sujetosnormales que cursaban el ciclo secunda-rio y concurrían a cinco establecimientoseducacionales, diferentes por sus carac-terísticas (estatales y privados, confe-
sionales y laicos, de varones, de muje-res y mixtos) y por su modalidad (Ba-chillerato Pedagógico, Militar, Co-mer-cial, Magisterio y Técnico Experimen-tal), situados en áreas urbanas y cordónsuburbano del Gran Mendoza. En ellosse concentran alumnos cuyo espectrosocial va de clase alta urbana a clasebaja-baja suburbana.
La distribución por edades es clara: elgrueso lo componen sujetos de 14 a 22años con sólo seis sujetos de más edad(ver Tabla 2).
Tabla 1 Distribución de la muestra según moda-lidad y sexo
ModalidadSexo
Varones MujeresMilitarBachilleratoComercialMagisterioTécnico
222001
21
00
23309
Tabla 2Distribución de la muestra por edad
Edad n
14-1516-1718-1920-21
22 o más
11822255
Se impone ahora una rápida des-cripción y delimitación de la segundamuestra obtenida de una “población”neurótica.
Se trabajó con 130 pacientes queasistían a consultorio externo de los hos-pitales neuropsiquiátricos El Sauce y
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Carlos Pereyra. También se incluyeronunos pocos casos del Hospital Ferrovia-rio y de una clínica privada. El estudiono estuvo exento de dificultades, entreellas la escasa afluencia de enfermos conese diagnóstico y la pérdida de casos porabandono del tratamiento.
Para el despistaje de neuróticos sesolicitó a los psiquiatras la derivación delos sujetos previo diagnóstico. Además,a fin de unificar criterios, se les requirióencuadrar en lo posible el síndrome enlas categorías de neurosis histérica odistímica. Engrosaron esta última cate-goría los casos de neurosis fóbicas yobsesivo-compulsivas, mientras que fue-ron pocos los casos de histeria.
No obstante la delimitación no siem-pre fue clara; los puntos de vistas nofueron, muchas veces, coincidentes.Además surgió otra dificultad de impor-tancia para la operacionalización: frentea un número reducido de histéricos setuvo un grupo numeroso de distímicos.Esta circunstancia impidió, en algunasocasiones, ofrecer índices fiables decorrelación, razón por la que se tuvo quetrabajar —cuando las diferencias inter-grupales se hallaban en juego— sóloporcentualmente.
Pese a todo el relevamiento se con-cretó merced a un esfuerzo de conjunto,en el que colaboraron estrechamentepsiquiatras y psicopedagogos. El conoci-miento psiquiátrico ahorró sondeos esté-riles permitiéndo enfocar el estudio conseguridad sobre los casos afines con elobjetivo; los psicopedagogos, por suparte, contribuyeron en buena medida enla etapa de aplicación de pruebas.
Con el objeto de hacer ambas mues-tras similares en variables como edad ysexo, se excluyó de este estudio a niñosy adultos. Se distinguieron dos catego-rías: adolescentes y jóvenes. La muestra
totalizó 35 adolescentes y 95 jóvenes.No obstante la disparidad numérica, fueposible atisbar algunas confirmacionesrespecto del valor diagnóstico de losítemes constitutivos del cuestionarioadministrado.
Respecto de la primera se observóalgo que llamó la atención: se tratabanpor neurosis, en términos de porcentaje,muchas más mujeres que varones (90frente 40). Esta diferencia no resultó deuna selección puesto que se testaba atodo sujeto que concurría para su trata-miento. Bien pudo, pues, deberse al azar,aunque no se debería descartar que estu-vieran mostrando un hecho objetivo: elmayor descontrol o inestabilidad femeni-na. Esto último se corresponde con loobservado en reiteradas ocasiones (Apa-ricio, 1980; Pithod, 1975; Pithod y Apa-ricio, 1978; Pithod y Tablón, 1986) enlas cuales se observó un índice de neuro-tismo más marcado en las mujeres, rati-ficando hallazgos internacionales.
La variable edad se incluyó, sobretodo, con un propósito: hacer similares lamuestra de normales —relevada en laprimera etapa de la investigación— yésta en lo que concierne a todas las va-riables no específicas del núcleo neuro-tismo, excluida —obviamente—estabilidad-inestabilidad, en la que preci-samente son opuestas.
Esto motivó la eliminación de losniños para el estudio. No obstante, a pe-sar de las medidas extremadas, la mediade edad fue algo más alta para el gruponeurótico, debida a la escasa afluencia enel período de testificación de adolescen-tes con esta patología.
La edad osciló entre 14 y 25 años,con sólo ocho sujetos de más edad.
En cuanto a clase social, la mayoríade los sujetos provenía de los estratosmedios y bajos; apenas un poco más del
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10% correspondía a la clase media alta.La incorporación a algunas de las cate-gorías (alta, media o baja) se hizo ape-lando a los indicadores al alcance: lugarde residencia, nivel de instrucción, oficioy profesión.
Para la definición de las variablescomo antecedentes y contenido de losinstrumentos remitimos a trabajos ante-riores en la misma línea (Aparicio,1982).
InstrumentosLos instrumentos administrados fue-
ron los que se señalan a continuación.Para la muestra de normales se emplea-ron los siguientes: (a) Cuestionario deSíntomas Psicosomáticos; (b) Cuestio-nario CEP, de J. Pinillos; (c) Cuestiona-rio Caracterológico de Hey-mans-Wiersma; (d) Test de Matrices Progresi-vas de Raven; (e) Cuestionario Desidera-tivo (Arzeno, Ocampo y colaboradores)y (f) Encuesta.
A la muestra de neuróticos se admi-nistró los siguientes instrumentos: (a)Cuestionario de Síntomas Psicosomáti-cos; (b) Cuestionario CEP de Pinillos y(c ) Test de Matrices Progresivas deRaven.
La administración de los instrumen-tos fue precedida, en todos los casos, deuna entrevista, que permitió contrastaralgunos datos (antecedentes familiares,síntomas, etc.) con los de la ficha médi-ca. Como es fácil ver, la investigaciónincluyó métodos cuantitativos y cualita-tivos (validación convergente) con locual se procuró evitar riesgos.
Se trabajó individualmente, atendien-do a la especial índole de la muestra. Elestudio completo insumió varias horaspor sujeto, siendo efectuado por la mis-ma investigadora.
Por tratarse de un instrumento decisi-vo en la investigación a continuación se
presenta una descripción más analíticadel Cuestionario de Síntomas Psicoso-máticos.
El cuestionarioAntecedentes
Para la refutación formal de lo quepodría llamarse la hipótesis nula, esto es,la de que los dos grupos extremos (nor-males y neuróticos) no se hallan en abso-luto diferenciados, Eysenck utiliza cua-tro tipos de prueba: estudios relaciona-dos con estimaciones psiquiátricas, testsobjetivos de conducta, diferencias cons-titucionales, y cuestionarios e inventa-rios.
Respecto de estos últimos, los datosdisponibles mostraban con claridad queen condiciones convenientes las res-puestas brindan una excelente discrimi-nación entre normales y neuróticos.Quince escalas separadas del tipo cues-tionario daban, en su estudio, correlacio-nes positivas de grado variable con elcriterio normal-neurótico. Por medio delanálisis criterial demostró, también, queestas escalas se ajustaban a un modeloque apoyaba su hipótesis básica: la exis-tencia de un factor general de neuro-tismo-estabilidad (Eysenck, 1971, p. 88).
De todas ellas, la que mejor discri-minó entre normales y neuróticos fue lade desórdenes psicosomáticos, medidapor el Cuestionario Médico de Mauds-ley. Para la escala citada los datos halla-dos fueron: columna criterial igual a .66;saturación factorial grupo normal igual a.69; saturación factorial grupo neuróticoigual a .56. Resulta interesante destacarque en este estudio los normales no difi-rieron de los neuróticos en cuanto alpuntaje de mentiras, lo que contradiríala opinión de que el grupo normal tratade aparecer bajo un aspecto más favora-ble, cosa que no sucede con el neuróti-co. Esto mostraría que tanto normales
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como neuróticos tratan de aparecer de lamejor manera posible y que las respues-tas al cuestionario discriminan, efectiva-mente, en un elevado nivel de significa-ción, entre ambos grupos (Ey-senck,1971, pp. 125ss.). Lo evidencianlas puntuaciones medias, que para losgrupos normales fue de 10, mientras quepara los neuróticos de 20 o más síes.
La Figura 1 reproduce el porcentajede respuestas sí a algunas preguntas,seleccionadas del Inventario de Neuro-tismo original.
Cuestionario de Síntomas Psico-somáticos (adaptaciónPhitod-Rego)
Pithod y Rego (1970) efectuaron unaadaptación a fin de aplicarlo en su in-vestigación sobre actitudes frente alcambio educativo, con motivo de unhecho relevante y complejo como era laReforma Educativa Provincial. Esta seplanteó como una transformación pro-funda y gradual, en las que las actitudesde los actores asumían un rol primordial.De allí que entre las cuatro variables queintegraron el diseño causal se con cedióespecial importancia a la que se dio enllamar integración de la personalidad.
Esta variable se abordó a través de unCuestionario de Síntomas Psicosomáti-cos puesto que, resumidamente, el factorW, o estabilidad-neurotismo, constituye
Figura 1. Reproducción gráfica de los porcentajes de respuestas de los sujetos normalesy neuróticos para las 16 preguntas de mayor poder discriminatorio del Cuestionario Médicode Maudsley (Eysenck, 1971, p. 92).
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una medida de integración y control ylas variables altamente saturadas en esefactor distinguirían —a estar conEysenck— entre normales y neuróticos.En este contexto, la estabilidad fisioló-gica adquirió una marcada importanciametodológica. Previamente a la aplica-ción se hicieron algunas modificacionesen el Cuestionario Médico de Maudsley,en el que se inspiró el nuevo cuestiona-rio. Los 40 ítemes iniciales se redujerona 37, de los cuales (a) 18 fueron tomadoso inspirados en Eysenck, quien, a su vez,remite al Cuestionario Médico citado, (b)otros se inspiraron o tomaron de cuestio-narios conocidos (Guilford, Pinillos, entreotros); (c) finalmente, se crearon algunos.
Dado el contexto en que fue aplica-do, se presentó como un cuestionario desalud, vinculado a los riesgos profesio-nales.
Si bien la gran mayoría de las pre-guntas intentaban detectar síntomas psi-cosomáticos, se incluyeron también al-gunos ítemes de personalidad poco agre-sivos y preguntas relativas a aspectos desalud no vinculados estrechamente condesórdenes nerviosos.
En cuanto a los resultados, resultó serun instrumento muy eficaz, pue arrojóíndices de correlación altos en el estudioítem-total. La confiabilidad, calculadapor la fórmula 20 de Kuder-Richarsondio .86. El índice de discriminatividadfue, por su parte, de .96.
Cuestionario de Síntomas Psicosomáti-cos (adaptación Pithod-Santander, 1980)
Contenido. Al cuestionario utilizadopor los autores, se introdujeron, a efectosde este estudio, las siguientes modifica-ciones:
1. Se suprimió el ítem 5, “Después dedar clase tiene dificultades en el ritmorespiratorio”, por ser específico de lafunción docente y hallarse contemplado,
además, en el ítem 3.2. El ítem 36, “Ha visitado muchas
veces al dentista en los dos últimosaños”, pasó a integrar la escala de hipo-condría.
3. Se incluyeron varios ítemes nue-vos: nueve referentes —obviamente— aáreas de salud no sintomáticas, con elobjeto de observar si los sujetos quepuntuaban alto en neurotismo tambiénacumulaban puntuaciones positivas enindicadores de salud no sintomáticos. Enotros términos, si la hipocondría subya-cía al síndrome neurótico como un factormuy general. Pithod y Rego habían atis-bado algo al respecto. Eysenck lo sugie-re también cuando, aludiendo a las co-rrelaciones relativamente altas halladasen el análisis de ítemes del CuestionarioMédico citado, dice que se deberían “ala sintomatología real, hipocondría y...”(1971, p. 73).
Resumiendo, el cuestionario que usa-mos aquí quedó constituido por 35 íte-mes de doble alternativa (sí-no) y 9 dehipocondría, también de doble alternati-va (sí-no).
La puntuación se obtuvo a partir delnúmero de síes (cf. Apéndice B).
ResultadosAnálisis de ítemes
El cuestionario presenta una densi-dad interna bastante elevada. No obs-tante es posible presumir que las corre-laciones se vieron oscurecidas por ladicotomización efectuada, sin la cual nose hubiese hallado implicación. Los índi-ces son, con todo, bastante considerables(ver Tabla 3).
La Figura 2 muestra una representa-ción gráfica de las correlaciones. En ellala marcada asimetría de las curvas dedistribución en normales y neuróticos nodeja lugar a dudas sobre el poder discri-minativo de este instrumento.
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Tabla 3Análisis de ítemes
Ítemes Normales Neuróticos
1 2 3 4 5 6 7 8 91011121314151617181920212223242526272829303132333435
.54
.53
.68
.79
.88
.97
.91
.90
.73
.72
.67
.60
.75
.77
.84
.78
.87
.57
.80
.61
.82
.52
.74
.55
.76
.82
.81
.76
.77
.38
.80
.82
.88
.67
.81
.52
.27
.65
.60
.66
.62
.63
.69
.65
.63
.60
.71
.56
.57
.47
.51
.76
.69
.66
.61
.65
.61
.71
.63
.66
.62
.62
.72
.49
.50
.76
.46
.68
.70
.68
Siguiendo este esquema se analiza acontinuación la subescala de hipocon-dría. Sus ítemes, como los del Inventa-rio, son de doble alternativa, por lo que
se utilizó el mismo coeficiente de corre-lación. El análisis ítem-total arrojó losresultados para las dos submuestras quese presentan en la Tabla 4.
Parecería, pues, tratarse de una escalabastante unitaria. Cabe recordar aquí quela correlación síntomas psicosomá-ticos-hipocondría arrojó .64 para normales y.73 en neuróticos, lo que confirmaría enalguna medida la hipótesis que llevó aincluirla en este cuestionario, destinadoa proporcionar una medida de neurosis.
Volviendo al análisis central delcuestionario, en lo que se refiere a lamedia de puntajes, la de neuróticos es de20 puntos, mientras la de normales nollega a 10.
La Figura 3 permite comparar el por-centaje de síes de neuróticos y normalescorrespondientes a los ítemes de la escala.
ConfiabilidadSe empleó la fórmula 20 de Kuder-
Richarson, muy utilizada para obtenercoeficientes de equivalencia en cuestio-narios o pruebas cuyos ítemes son dedoble alternativa.
Este coeficiente proporciona unamedida que consiste en la media de to-dos los coeficientes obtenidos por elmétodo de mitades equivalentes (Cron-bach, 1963, p.124). El autor señala quese puede considerar una buena aproxi-mación al método de formas paralelas.El índice hallado fue de .80.
DiscriminatividadDel cuestionario
Interesó particularmente la discrimi-natividad del cuestionario por cuantoproporciona un índice de la aptitud de laescala para distribuir en un continuosuficientemente amplio a los miembrosde un colectivo, lo que afecta a la “esca-labilidad” del instrumento (Pithod y Re-go, 1970).
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Figura 2. Representación gráfica de las correlaciones de los ítemes entre los gruposdel estudio.
Tabla 4Análisis ítem-total para la subescala de hipocondría
Ítem
Grupo a b c d e f g h j
Normales 0.2 0.7 0.9 0.7 0.8 0.6 0.7 0.8 0.7
Neuróticos 0.5 0.7 0.8 0.9 0.5 0.6 0.3 0.7 0.5
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Figura 3. Representación gráfica de los porcentajes de síes en respuesta a los ítemesde la escala por parte de los grupos del estudio.
Para su cálculo se siguió a Fergusonquien obtiene una medida de la discrimi-natividad controlando la coincidencia ono de las puntuaciones de los individuos.Obviamente, a mayor coincidencia me-nor es la discriminatividad. En el presen-te estudio, si neuróticos y normales obtu-vieran las mismas puntuaciones, la escalano discriminaría en absoluto. Expresa,pues, la razón entre el número de discrimi-naciones que el test realmente efectúa y elmáximo de discriminaciones. Los resulta-dos para el cuestionario fueron los siguien-tes. Para la muestra de normales se hallóuna d de .967, para la de neuróticos de .97
y para la muestra total de .99.Los índices corroborarían amplia-
mente la hipótesis de trabajo según lacual los síntomas psicosomáticos discri-minan (a) los más inestables de los másestables en el grupo normal, (b) los másneuróticos de los menos neuróticos en elgrupo de neuróticos, y (c) los normalesde neuróticos.
De los ítemes En el análisis de las respuestas se
intentó, además, hallar los estímulos demayor poder discriminativo entre lossujetos contrastados en cada una de las
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
93
variables: (a) normalidad y (b) anormali-dad (neurosis histérica y distímica).
En términos simples, se trató de res-ponder al siguiente interrogante: histéri-cos y distímicos ¿presentan diferenciasen cuanto a las respuestas sí o no? o,como dice Eysenck, la puntuación totaldel cuestionario ¿se compone de distin-tas subpuntuaciones?
Se cotejó, en primer lugar, la mediaen síntomas psicosomáticos para histéri-cos y distímicos: 25,5 frente a 20. Másilustrativa resulta la comparación delporcentaje de síes a cada cuestión enambos grupos (cf. Apéndice B).
Se observó que los distímicos —engeneral— responden no con mayor fre-cuencia. No obstante hay tres excepcio-nes que parecen significativas en el sen-tido de que concuerdan estrechamentecon el perfil clínico del distímico. Sonlos ítemes 3, 31 y 32 que detectan, pre-cisamente, inestabilidad, humor cam-biante, irritabilidad, labilidad del sistemaautónomo y propensión a la manifesta-ciones somáticas de sus trastornos consignos como enrojecimiento, diarrea, etc.Aunque la propensión en favor de losdistímicos no sea muy marcada ya es unindicio el que puntúen más síes solamen-te en estos ítemes.
Por su parte, los ítemes que resulta-
ron menos discriminativos fueron los
que aparecen en la Tabla 5.
Además se intentó observar la rela-
ción entre los resultados del cuestionario
y la variable de base sexo. Se calculó la
correlación tetracórica entre el ítem y la
puntuación total, separadamente, para
hombres y mujeres. El 68% de la mues-
tra estuvo constituida por mujeres mien-
tras sólo el 31% por varones. Esto ya es,
de por sí, bastante indicativo.
Tabla 5
Ítemes menos discriminativos
Ítemes
d
Normales Neuróticos
6
11
12
15
29
32
35
.80
.60
.70
.80
.60
.20
.90
.82
.56
.70
.78
.57
.23
.86
En media cada ítem tiene, pues, una
correlación prácticamente igual con el
total en hombres (Phim= 71) que en mu-
jeres (Phim= 70).
Continuando con esta discriminación
por sexos, finalmente la Tabla 6 presenta
el porcentaje de síes a los ítemes
a los cuales las mujeres respondieron sí
Tabla 6
Porcentaje de síes a los ítemes donde las
mujeres mostraron mayor frecuencia
que los valores
Ítemes
Sexo
Mujeres Varones
2568
131416172021222327
44,4%79%
84,4%53,3%58,9%33,2%69%
83,3%57,8%67%70%
52,5%65,6%
35%65%
77,5%35
45%22,5%40%65%
42,5%52,5%55%40%
47,5%
APARICIO DE SANTANDER
94
con mayor frecuencia que los varones.
Se puede afirmar que los ítemes del
cuestionario permiten distinguir norma-
les de neuróticos y neurosis en sus dife-
rentes grados. Asimismo, parecen tener
diferente valor diagnóstico para hombres
y mujeres y para cuadros de histeria y
distimia.
Constituye, pues, una técnica efecti-
va a este efecto. Si bien su objetividad se
podría cuestionar, por tratarse precisa-
mente de un Inventario, se admite —con
Eysenck— que ello dependerá del uso
de los resultados de una experiencia.
Así, si la meta es caracterizar grupos de
personas que se sabe son diferentes en lo
que respecta a rasgos de personalidad, se
debe reconocer la importancia de esta
objeción. Pero si es necesario separar en
dos grupos a sujetos cuyas característi-
cas se ignoran, el hecho de que presen-
ten diferencias significativas en sus res-
puestas a un cuestionario sugiere en
ellos alguna diferencia, apoyada en un
fenómeno objetivo. Para ejemplificar,
suponiendo que a la pregunta ¿sufre de
insomnio? el 80% del grupo neurótico
responde que sí frente a un 20% del gru-
po normal, cabría preguntarse aquí por la
razón: podría esto deberse a que real-
mente los enfermos neuróticos sufren
más de insomnio que la gente normal, o
bien a que, aun padeciendo menos del
síntoma tienden a manifestarlo “queján-
dose” con más frecuencia o que padez-
can de insomnio en igual grado que los
sujetos normales; pero para ellos repre-
senta un mayor estrés dada la marcada
inestabilidad emocional que los caracte-
riza. Las suposiciones podrían multipli-
carse pero, cualquiera sea el motivo, el
hecho es que neuróticos y normales se
diferencian objetivamente en su compor-
tamiento. Consecuentemente, sus res-
puestas al cuestionario permiten calcu-
lar la probabilidad de pertenecer a uno
u otro grupo.
Además de su valor diagnóstico, el
instrumento es eficaz para el pronóstico
en la medida que sus respuestas diferen-
cian no sólo a los neuróticos reconocidos
de los sujetos normales sino que también
separarían —de acuerdo con Eysenck—
a los neuróticos potenciales de un grupo
no seleccionado (Eysenck, 1971, p. 93).
Su utilidad es particularmente evidente
cuando éste último es muy numeroso
(i.e., reconocimiento médico en el servi-
cio militar, estudio de un grupo escolar
con diversas perturbaciones, etc.), dada
su rápida aplicación y sencilla evalua-
ción. A ello se suma su pronta acepta-
ción pues la presentación, bajo una for-
ma bastante “ortodoxa” como cuestiona-
rio de salud no genera, habitualmente,
rechazos.
No obstante, a pesar de la ventajas
que ofrece, es oportuno recordar que,
como instrumento no posee valor en sí
mismo y sólo puede constituirse en ele-
mento de juicio integrado a un estudio
de conjunto, dentro del cual puede arro-
jar alguna luz para el diagnóstico. Se
trata, pues, de un recurso experimental
que no quita valor al conocimiento clíni-
co o psicológico. Antes bien descansa
sobre él —lo especulativo—, que nunca
debe ser abandonado. Sinteticemos
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
95
Extroversión Paranoidismo Hipocondría
Inteligencia Control emotivo
Síntomas Psicosomáticos
-0.43
0.54-.60
ahora algunos de los resultados más
notorios.
Discusión
Se ha podido observar, en el estudio,
la confirmación de las hipótesis. Para
clarificar la presentación de los resulta-
dos se analizan a continuación los nú-
cleos más relevantes siguiendo el esque-
ma causal.
En cuanto al encadenamiento lógi-
co, la discusión se centra, primeramen-
te, en las variables constitutivas de la
dimensión en este estudio: síntomas
psicosomáticos, hipocondría, ex-tro-
versión, control emotivo, paranoidismo
e inteligencia, recurriendo en todos los
casos al análisis correlacional. Para el
tratamiento de la relación neurosis-varia-
bles de base y culturales, en segunda
instancia, la consideración se mantiene en
un nivel descriptivo y comparativo, traba-
jando, sobre todo, con porcentajes.
Neurotismo y variables o categorías
constitutivas y/o conexas
Primeramente se representan gráfica-
mente las variables que ingresan y sus
conexiones. La línea llena de la Figura 4
indica correlación positiva y la punteada,
negativa.
Las asociaciones, aunque moderadas,
se dan en la misma dirección. Los índi-
ces más significativos se observan en la
relación entre síntomas psicosomáticos,
hipocondría, control emotivo e inteligen-
cia, lo que era previsible en cuanto que,
respectivamente, constituyen un factor
general de la dimensión, su polo positi-
vo, y, la última, un aspecto que resulta
evidentemente comprometido cuando
hay desequilibrio emocional. Resultó
sugestivo aquí el marcado número de
discrepancias, particularmente en algu-
nas series.
Lo mismo cabe decir de la vincula-
ción de las variables entre sí. Llegados
a este punto y luego de resultados coin-
cidentes en dos ensayos sobre la temáti-
ca (Lautrey, 1989), se está en condicio-
nes de inferir que inteligencia y emotivi-
dad mantienen una cierta independencia
—si cabe hablar así en la unidad huma-
na— mientras el equilibrio no se rompe1.
Figura 4. Representación gráfica de las conexiones entre las variables del estudio.
APARICIO DE SANTANDER
96
Cuando esto sucede, concretamente ante
neurosis, cabe esperar una inteligencia
empobrecida, al menos en sus manifesta-
ciones, único modo de llegar a ella. Alu-
diendo a la incidencia del desorden neu-
rótico en la resolución de problemas de
la vida, se puede afirmar que una cosa es
la capacidad real y otra el uso que haga
de ésta el individuo. Hoy es posible
declararlo apoyados en una nueva con-
firmación experimental.
Respecto de esta variable surgieron,
además, dos datos sugestivos pero con-
gruentes: El CI bajó notablemente en la
mujeres (recordar que son más inesta-
bles) y con la edad. La relación entre
los jóvenes es casi de 50% a 50% para
las categorías “alto” y “bajo” mientras
que entre los adolescentes la mayoría se
concentró en el último ítem.
En lo que se refiere a la variable hi-
pocondría, se puede estimar que su in-
clusión no fue un desacierto pues —de
acuerdo con los datos— sería un compo-
nente de la dimensión abordada, aunque
de “peso” moderado. Así lo reflejan las
correlaciones y el estudio ad intra de la
escala (particularmente, ítem-total). Esta
variable se asoció, pues, en sentido con-
gruente, con un alto descontrol, surgien-
do con mayor proporción entre los suje-
tos de menor C.I., de mayor edad, de la
clase social más alta, de mayor agresivi-
dad, de menor estabilidad y de sexo fe-
menino.
Por su parte, las variables control
emotivo y paranoidismo se comportaron
dentro de lo previsible: una como medi-
da positiva de estabilidad opuesta, natu-
ralmente, al sindrome; la otra como me-
dida de control asociada positivamente a
los cuadros de neurosis.
Más interesante resulta la vincula-
ción de la variable extroversión con el
núcleo del presente estudio. Ya se ha
considerado, de un modo más exhausti-
vo, el porqué de su inclusión en este
trabajo. Sólo desde ese contexto “teóri-
co” es posible comprender adecuada-
mente el síndrome neurótico, siempre a
la luz de los estudios de Eysenck. El
autor prueba, en principio, mediante el
análisis dimensional, la existencia de dos
factores generales: (a) neurotismo-esta-
bilidad y (b) extro-introversión, términos
que denotan extremos de los que concibe
como un continuo cuantitativo. Por lo
mismo, el neurotismo constituye un ras-
go que va del polo normal al estricta-
mente neurótico pasando por etapas gra-
duales. Respecto de la segunda dimen-
sión, que covaría con e1 neurotismo, se
la halla —en el ámbito patológico— en
las personalidades histéricas y distími-
cas.
Retomando el hilo sedescubre aquí la
clave de su inclusión: la variable extro-
versión permitió abordar la relación en-
tre tipo de neurosis y síntomas psicoso-
máticos. Se asume para ello que extro-
vertidos e introvertidos hacen, en caso
de neurosis, las psicopatologías señala-
das.
Pero la hipótesis aquí planteada va
un poco más allá. La somatización re-
viste características diferentes según la
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
97
neurosis sea histérica o distímica. En
términos simples, los histéricos somati-
zarían más y distinto que los distímicos.
Al respecto, en la muestra de normales
se calculó la media de síntomas psicofi-
siológicos para introvertidos y extrover-
tidos. Ello supuso previamente el despis-
taje de los dos subgrupos, los que se
deslindaron atendiendo a las curvas de
distribución, en función de la media arit-
mética y desvío típico. Se trabajó, estric-
tamente, con el 27% superior y el 27%
inferior de la variable en juego. Las dife-
rencias para los dos submuestras no fue-
ron significativas.
No ocurrió lo mismo en la segunda
muestra. Aquí fue posible separar objeti-
vamente no sólo extrovertidos de intro-
vertidos sino histéricos (extrovertidos
neuróticos) de distímicos (introvertidos
neuróticos) apoyados ahora en un crite-
rio externo (diagnóstico psiquiátrico).
Se corroboró que, efectivamente, el
modo más frecuente de neurosis entre
los extrovertidos era la histeria mientras
que entre los introvertidos lo eran las
perturbaciones de tipo depresivo, ansio-
sas y obsesivo-compulsivas, entre otras,
englobadas por el rótulo de distimias. La
correlación positiva indica asociación
con neurosis histérica, a la inversa la
correlación negativa. El coeficiente Phi
estimado como R de Rearson arrojó un
índice moderado (.40).
Esto daría una primera confirmación
experimental a la hipótesis que vincula
neurosis y extroversión. Propios del his-
térico son, en efecto, la relación exagera-
da con personas, el acomodarse, real-
mente imitativo a las circunstancias.
Según Jung (1965), una extroversión
inequívoca se evidencia en el afán comu-
nicativo de los histéricos que, en ocasio-
nes, llega a la comunicación de conteni-
dos fantásticos. El introvertido neurótico
tiende a desarrollar, por su parte, en ma-
yor grado síntomas de ansiedad, insegu-
ridad, tendencias obsesivas, rigidez y
apatía respecto de cosas y personas.
Pero es preciso dar mayor atención a
este aspecto, puesto que esta afirmación
quizá pueda inducir a error. Se debe te-
ner cuidado, pues, de identificar —como
muchos autores hacen— enteramente
sociabilidad y extroversión. Estudiando
de cerca los escritos de Jung se constata
que la primera no es signo, o por lo me-
nos principal signo, de la segunda. La
idea, que discrepa incluso con las des-
cripciones de histerias hechas por los
clínicos, parece deberse a Freyd (1942).
Entre ellos, Henderson y Gillespie mues-
tran que la personalidad del histérico es
insólita, a veces emocional, incluso “tí-
mido y reservado” (Eysenck, 1950, p.
60). La aparente sociabilidad surgiría,
más bien, de esa continua posición tea-
tral unida al deseo de impresionar y ga-
nar simpatía y a la falta real de profundi-
dad en los sentimientos, enmascarados
por la exacerbada intensidad de su ex-
presión. Luego, el abandonar la “baja
sociabilidad” como parte integrante del
síndrome de la introversión (y a la inver-
sa) para incluirla en el síndrome neuróti-
co no permite deducir, sin más, que la
ausencia de sociabilidad asociada al neu-
rotismo presente más afinidad con la
APARICIO DE SANTANDER
98
distimia que con la histeria y viceversa.
Investigaciones en esta línea parecen
confirmar esto último. Respecto de la
muestra sólo constituye un primer ha-
llazgo experimental y como tal debemos
interpretarlo.
Pero ¿se puede concluir de los datos
de este estudio que los sujetos histéricos
somatizan más? La posición de la inves-
tigadora es que sí. La correlación entre
síntomas psicosomáticos y tipo de neu-
rosis da una diferencia en síntomas a
favor de los histéricos. Porcentualmente
el 70% de los histéricos se ubicó en la
categoría “Alto” (= muchos) de la varia-
ble síntomas psicosomáticos; los distími-
cos, en cambio, se repartieron en “Alto”
y “Bajo” casi en un 45% y 54%, respec-
tivamente, inclinándose, como se ve,
hacia la categoría “Bajo". Eysenck, de su
lado, halla en una muestra de 1500 sol-
dados una media de 17 entre los distími-
cos y de 21 entre los histéricos.
De lo dicho, en lo que atañe a la
comparación entre neuróticos histéricos
y neuróticos distímicos por medio de la
extroversión se advierten, en este estu-
dio, las siguientes diferencias ubicadas
en el sentido de las hipótesis:
1. Los extrovertidos (neuróticos) ha-
cen con más frecuencia cuadros histéri-
cos.
2. Los histéricos somatizan algo más
que los distímicos.
3. La naturaleza de los síntomas es
diferente según el tipo de neurosis de
que se trate: inhibitoria para los histéri-
cos y de evidente predominio de la exci-
tabilidad para los distímicos.
4. La respuesta de estos tipos patoló-
gicos es también, obviamente, diferente:
desorganizada-extrovertida y sobreacti-
va, respectivamente.
Respecto de las dos últimas afirma-
ciones, se han hallado algunas confirma-
ciones a través del análisis de ítems del
Cuestionario de Síntomas Psicosomáti-
cos, objeto de otra comunicación (Apari-
cio, 1993a). Aquí basta con recordar que
los distímicos, si bien responden “no” a
los ítemes del cuestionario en mayor
proporción que los histéricos, en los íte-
mes 7, 31 y 32 contestan “sí” con mayor
frecuencia que aquéllos. Estos ítemes
evidencian, precisamente, algunos de los
rasgos más característicos del perfil del
distímico: “¿Tiene muchas ausencias al
trabajo por motivos de salud?” (7), “¿Se
siente a veces contento y a veces deprimi-
do?”(31), “¿Sufre crisis de diarrea?”
(32). Labilidad del sistema autónomo,
humor cambiante, inestabilidad, propen-
sión a la manifestación somática de sus
trastornos con signos tales como la dia-
rrea, el enrojecimiento, entre otros, son,
pues, rasgos típicos de estos “enfermi-
zos”.
Neurotismo y variables de base
y culturales
A continuación se considera la rela-
ción entre neurotismo y las variables de
base y culturales. Observando las fluc-
tuaciones, siempre en la dimensión
estabilidad-inestabilidad emocional, en
relación con la edad se advierte que el
neurotismo se hace algo más patente, en la
muestra, hacia fines de la adolescencia y
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
99
particularmente entre los jóvenes. Man-
teniéndose casi estable y más bien bajo
durante aquélla, parece exacerbarse, en
ambos sexos, en la etapa evolutiva si-
guiente. Cabría suponer que, dada la
peculiaridad de la dimensión, aumente
también con la crisis puberal. De ser esto
así se corroboraría lo sostenido por Ey-
senck respecto del origen hereditario y/o
congénito de dicha variable de personali-
dad, como de su fuerte dependencia del
sistema nervioso autónomo. Por lo pron-
to, sólo se puede afirmar que, al menos
en los datos del presente estudio, el neu-
rotismo tiende a crecer con la edad, lo
que halla —por otra parte— confirma-
ciones en otras investigaciones experi-
mentales (Eysenck,1971, p. 93).
Respecto de la variable sexo, a lo ya
señalado en el sentido de una mayor
inestabilidad se puede agregar un dato:
no se observó ni un sólo caso de histeria
entre los sujetos de sexo masculino.
Respecto del estrato social, los estra-
tos más bajos se hallan —casi por regla
general— en situación de desventaja en
lo que hace a nivel cultural. Algo fue
posible atisbar en cuanto a su relación
con la neurosis, aunque las conexiones
se ven —seguramente— oscurecidas por
el número reducido de sujetos de clase
alta o media alta de la muestra. Por ello,
se evita hacer cualquier inferencia vincu-
lada de modo directo con estas últimas.
Se presenta lo observado en el contexto
de las clases medias y medio-bajas.
El término clase fue tomado en senti-
do amplio, próximo al de estrato; esto es,
sin connotaciones ideológicas (Olivei-
ra, 1969). Frente a 28 sujetos de “bajo”
neurotismo 13 (menos del 50%) presen-
tan un índice “alto”, siempre en rela-
ción al grupo normativo. En otros tér-
minos, el canal para aliviar tensiones no
parece ser preponderantemente la soma-
tización al menos en este contexto, por
lo que quedaría en pie un interrogante
¿Por dónde canalizan el conflicto estos
sujetos de clase media? La vía no es la
intropunición, pero esto no equivale a
decir que sí lo sea la extropunición en
sus diferentes formas: inconformismo,
negativismo o violencia, entre otras. Se
intenta profundizar en la cuestión. Por lo
pronto ya existen dos confirmaciones en
el mismo sentido (Aparicio, 1980).
En el estrato bajo se advierte una
pequeña diferencia en favor del neurotis-
mo, medido siempre a través de los sín-
tomas psicosomáticos. Este resultado
aparentemente es contradictorio con los
hallazgos anteriores, pero no lo es. La
razón es simple: no se sabe lo que hubie-
se ocurrido si se contara con un número
aproximado para los dos subgrupos (más
alto y más bajo), a lo que se suma la es-
casa diferencia de los porcentajes.
Siempre en este marco, además, sur-
gió un dato curioso, aunque, al parecer,
no incongruente: si bien tanto los sujetos
de clases altas y bajas de “alto” neurotis-
mo son más hipocondríacos que los suje-
tos más estables, la proporción de éstos
es marcadamente mayor en las clases
APARICIO DE SANTANDER
100
más altas. Siendo la hipocondría, por
otra parte, un componente del neurotis-
mo, hallarla en mayor porcentaje en este
grupo social es un dato que va, pues, en
la línea de la hipótesis aquí seguida.
No se insiste aquí en la relación de
aspectos psicosociales-estructurales, por
cuanto otro estudio se ha ocupado de
ello (Aparicio, 1992).
Sí interesa en esta instancia del traba-
jo haber marcado algunas ideas directri-
ces y orientación metodológica. Asimis-
mo, hacer notar que si bien se ha aborda-
do aquí la somatización en sus diversos
grados a nivel cuasi individual, una me-
todología tal también permite atisbar
algunos aspectos psicosociales del fun-
cionamiento de los grupos y de organiza-
ciones sociales más vastas, así como
poder comprender algo más de las dife-
rentes respuestas ante situaciones diver-
sas como son la resistencia al cambio (vis-
ta, por tomar un caso, mediante la flexibi-
lidad o rigidez); inconformismo y/o rebel-
día, conformismo “psiquiátrico”, actitudes
revolucionarias, adhesiones carismáticas,
ensoñación, aislamiento, entre otras;
situaciones que por sus connotaciones
pueden revestir cierta gravedad ante las
actuales circunstancias. Se trata de una
aproximación al problema, en la que se
seguirá indagando.
Notas
1. Se retienen aquí sólo algunas afirmaciones
de Lautrey por cuanto, si bien no asumen la vincu-
lación menor inteligencia, mayor somatización,
menor descontrol emotivo, sí vinculan inteligencia
a estrato, variable que bien podría estar mediando
aquí la relación inteligencia-Somatización y, por
otro, en una rápida revista el autor ubica a Ey-
senck dentro de lo que denomina “posición genéti-
ca” en lo que a la conexión inteligencia-estrato se
refiere.
Dice Lautrey (1989):
Ya Binet concluye, hacia 1911,
luego de contrastar resultados de investi-
gaciones suyas con las de Decroly y De-
gand, fundamentalmente, que las distan-
cias existentes entre sus datos y los de los
autores han de atribuirse a los medios
sociales diferentes, aunque no deja de
considerar que ...el origen no tiene el mis-
mo efecto sobre las diferentes pruebas de
su test; ciertamente unos son más sensi-
bles que otros. (p. 14).
A partir de allí, señala Lautrey,
todos los estudios de este género han da-
do el mismo resultado. Las diferencias
son más o menos importantes según el
contenido o la forma del test de inteligen-
cia usado: pero ellas van siempre en el
mismo sentido: los niños de las capas
populares triunfan en media menos que
los niños de las capas sociales favoreci-
das; habría una ligazón estadística entre
los resultados de los tests de inteligencia
y la clase social. El hecho, muchas veces
certificado, ha hecho correr mucha san-
gre: irrita a aquellos que están preocupa-
dos por la justicia social, en tanto que
aquellos que buscan justificar las injusti-
cias sociales no se animan todavía a utili-
zar [este argumento]. (p. 14)
Las interpretaciones que se han dado de este
fenómeno pueden ser reducidas a tres:
1. Las diferencias tienen un origen hereditario
(potencial genético desigualmente repartido entre
clases sociales).
2. Las diferencias se deben al hecho de que
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
101
los diferentes medios sociales no ejercen una
acción igualmente estimulante sobre el desarro-
llo del niño.
3. Se trata de un prejuicio cultural.
Para evitar todo contrasentido en la discusión,
Lautrey acota que estas tres interpretaciones “son
relativas a las diferencias medias atribuibles al
origen social y no a las diferencias individuales
que existen independientemente de la clase social”
(p. 14).
Ahora bien, lo que de esto interesa remarcar es
que la primera explicación, de tipo genético, ha
sido particularmente defendida por Eysenck
(1971). Reposa —de acuerdo con Lautrey— en las
tres proposiciones siguientes:
1. Las diferencias individuales en el dominio
de la inteligencia son masivamente innatas.
2. Existe una movilidad social ascendente y
descendente que se funda ya en las diferencias de
“fuerza psíquica, o en la riqueza, y en nuestra
sociedad esencialmente se funda en la inteligencia
(los más inteligentes escalan en la jerarquía social
y los menos inteligentes descienden” (p. 14; cf.
Aparicio, 1982).
3. La tendencia de los representantes de cada
clase social a casarse entre ellos fija las diferencias
de origen genético que derivan de las dos primeras
proposiciones.
Con todo, la tesis es discutida por Lautrey.
Entre otras afirmaciones, sostiene:
La segunda parte esencial donde el razo-
namiento peca radica en que la existencia
de determinaciones genéticas en la géne-
sis de las diferencias individuales no im-
plica en nada que ellas deban jugar un rol
en las diferencias medias entre los grupos
(aquí las clases sociales). Estas dos cosas
son independientes... La hipótesis Burt-
Eysenck sobre el origen hereditario de las
diferencias medias del desarrollo cogniti-
vo entre los niños de clases diferentes
efectúa este deslizamiento y no está en
nada demostrado. (p. 14)
Estudios internacionales arrojarían que las
diferencias sistemáticas de media entre los dos
grupos pueden ser atribuidas al sólo nivel social.
Por fin, dice el autor:
Algunos piensan que los tests de inteli-
gencia nada tienen que ver con la inteli-
gencia. Los instrumentos reflejan la ideo-
logía burguesa de los psicólogos que los
han construido, donde es normal esperar
la desventaja para los niños de medios
populares, poco familiares a la presenta-
ción del contenido. (p. 14)
En esta hipótesis, las diferencias que se cons-
tata entre los grupos sociales no son diferencias
de inteligencia sino de simples artefactos. No
obstante Lautrey estima que tampoco que con
esta sola explicación se puede dar cuenta de la
totalidad de los hechos.
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APARICIO DE SANTANDER
1En la primera columna aparecen los índices de correlación hallados por Eysenck para los ítemesinspirados o tomados de él; en la segunda columna los encontrados por Pithod y Rego. La tercera ycuarta columna muestran los resultados del presente estudio en ambas muestras (normales yneuróticos). En éstas, los índices seguidos de un guión indican que los resultados no son totalmentefiables debido a casillas semi-vacías. Asimismo el asterisco que sigue a los ítemes 19 y 25 señala queson de traducción libre, por lo que pueden ser equivalentes o no a los de Eysenck. El coeficiente decorrelación utilizado por nosotros fue Phi, estimado aproximadamente, a través del Phi máximo comoR de Pearson. Seguimos el procedimiento de Yela (1962).
104
APÉNDICE ACuestionario de Síntomas Psicosomáticos1
Nombre: Código:
Lea todas las preguntas y subraye la respuesta correcta, que corresponda: “SÍ” o “NO”.
NO omita ningún punto.
Es importante que sea completamente franco.
EY- PITHOD SANTANDER
1. ¿Se resfría frecuentemente?2. ¿Sufre actualmente de algún tipo de alergia?3. ¿Tiene algún problema crónico de las vías
respiratorias?a. ¿Padece alguna enfermedad seria?4. ¿Padece de las cuerdas vocales?5. ¿Suele tener palpitaciones o golpeteos de
corazón?6. ¿Ha padecido depresión nerviosa o surmena-je?b. ¿Ha consultado a más de tres médicos en los
dos últimos años?7. ¿Tiene muchas ausencias al trabajo por causa
de salud?8. ¿Se considera a sí mismo una persona de po-
ca salud?9. ¿Padece de insomnio?c. ¿Se suele hacer con frecuencia análisis clíni-
cos?10. ¿Es muy sensible a los dolores físicos (sufre
mucho cuando los tiene)?11. ¿Suele tener acidez de estómago?12. ¿Tiene digestiones lentas o pesadas?d. ¿Se ha hecho muchas radiografías en los dos
últimos años?13. ¿Padece de hígado?14. ¿Toma habitualmente digestivos?15. ¿Es muy irritable?e. ¿Ingiere medicamentos diariamente?16. ¿Padece de presión arterial (alta o baja)?
Sí NoSí No
Sí NoSí NoSí No
Sí NoSí No
Sí No
Sí No
Sí NoSí No
Sí No
Sí NoSí NoSí No
Sí NoSí NoSí NoSí NoSí NoSí NoSí No
.51
.65
.72
.79
.85
.45
.55
.68
.52
.77
.62
.70
.75
.77
.10
.55
.55
.82
.45
.70
.80
.85
.54
.53
.68-
.79-
.88-
.97-
.91-
.90.73-
.72
.67
.60
.75.77-.84
.78-
.87-
.53
.27
.65
.60
.66
.62
.63
.69
.65
.63
.60
.71
.56
.57
.47
.51
.76
NEUROTICISMO, INTROPUNICIÓN Y ENTORNO SOCIOCULTURAL
105
EYSENCK PITHOD SANTANDER
18. ¿Es desmemoriado o distraído?f. ¿Concurre a menudo a curanderos?19. ¿Sufre con cierta frecuencia de neuralgias?20 ¿Suelen darle calmantes?21 ¿Suele tener dolores musculares sin haber
hecho ejercicios fuertes?22 ¿Es más bien tímido?g. ¿Después de viajar en ómnibus o visitar un
hospital se desinfecta las manos?23 ¿Tiene accesos de temblor o escalofríos?24. ¿Le ha ocurrido tartamudear o tener dificul-
tades para expresarse?25. ¿Le cuesta conciliar el sueño?h. ¿Se hace controles periódicos de salud?26. ¿Suele tener pesadillas?27. ¿Tiene alguna vez dolores en la región del
corazón?28 ¿Sufre fuertes dolores de cabeza? 29. ¿Tiene a menudo mal humor? 30. ¿Transpira mucho sin hacer esfuerzos físi-cos?31. ¿Se siente a veces contento y a veces depri-
mido sin causa aparente?32. ¿Sufre crisis de diarrea?33. ¿Sufre dolores reumáticos?34. ¿Suele estar en tensión y necesita a menudo
relajarse?i. ¿Ha visitado al dentista muchas veces en los
últimos años?
Sí NoSí NoSí NoSí No
Sí NoSí No
Sí NoSí No
Sí NoSí NoSí NoSí No
Sí NoSí NoSí NoSí No
Sí NoSí NoSí No
Sí No
Sí NoSí No
.75
.84
.75
.48
.36
.88
.88
.74
.44
.81
.50
.80
.35
.70
.23
.74
.55
.71
.55
.43
.72
.30
.30
.72
.60
.64
.88
.64
.57
.80
.61
.82
.52
.55
.55
.82-
.81-.76.77.38
.80.82-.88-
.67
.81
.69
.66
.61
.65
.65
.63
.60
.60
.62
.72
.49
.50
.76
.46
.65
.70
.68
APARICIO DE SANTANDER
106
APÉNDICE BPorcentaje de síes en grupo de histéricos y de distímicos en el
Cuestionario de Síntomas Psicosomáticos
Ítem Histéricos%
Distímicos%
123456789
1011121314151617181920212223242526272829303132333435
609060301008020609080607060408090100708070100808090908080100605070207010090
41.436.824.125.323.682.827.644.860.057.556.370.152.927.678.256.372.466.756.348.356.365.552.969.057.562.160.970.157.541.479.323.056.380.586.2