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Índice Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
La Carta para Jen de DecebelCapítulo
Jennifer Adams y DecebelCapítulo
Próximo Libro
Biografía del autor
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Sinopsis
ennifer Adams es, la mejor amiga de Jacque Pierce y Sally Morgan,
picante al hablar, un poco loca y humana… o eso pensaba. Jen acaba de
descubrir que ADN humano no es lo único que se encuentra en sus
venas, resulta que comparte un molesto pequeño gen de hombre lobo,
aunque no es más que sólo una gota. Ahora que ella y sus amigas viven en
Rumania con la manada de Fane, también está, oh tan convenientemente, pegada
con el objeto de su afecto, la bola de pelos, Decebel.
Atraídos entre sí por algo que no entienden, Jen se encuentra a sí misma
frustrada por la falta de señales de emparejamiento entre ella y la dicha bola de
pelos. No sólo se está ocupando de ese problema no tan frustrante, sino que ahora
se le ha informado que, debido a esa pequeña gota de sangre de hombre lobo en
ella, se requiere que ahora asista a una reunión de varias manadas de lobos no
acoplados. Este tipo de reunión no ha tenido lugar en más de un siglo, pero con
una escasez de hembras entre la población de hombres lobo, los machos están
cada vez más preocupados de jamás encontrar a sus verdaderas compañeras.
Mientras tanto Decebel lucha con las emociones que está sintiendo hacia
Jen. Él está tratando de mantener la distancia, pero hay algo acerca de la rubia
bocazas que lo mantiene regresando por más de su abuso verbal, algo que parece
que no puede conseguir suficiente… imagínate eso.
Tercer Libro de la Saga The Grey Wolves
J
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1 Traducido por Nelshia
Corregido por Nanis
en, no vas a regresar a los Estados Unidos así que deja de tratar de
empacar tu maldita ropa —gruñó Sally. Interceptó a Jen y le
arrebató los pantalones que estaba cargando hacia una maleta
abierta, la cual se encontraba recostada caprichosamente
atravesada en la gran cama con dosel. Jen la ignoró firmemente y dio media
vuelta hacia el armario para buscar más de su ropa.
—¿Podrías por favor simplemente hablar conmigo? ¿Por favor? —La voz
de Sally estaba empezando a asumir un gemido chillón.
—Oh, santo cielo. Por el amor de los oídos sanos en todo el mundo, deja
tus chillidos —espetó Jen, la ropa en sus manos tornándose más arrugada cada
segundo—. Sally, no hay nada de qué hablar, ¿de acuerdo? Es lo que es.
Sally levantó las manos en el aire mientras exhalaba con fuerza.
—No, no es lo que es, sea lo que sea que significa esa mierda. Es total y
jodidamente más complicado que “es lo que es”. —Sally estaba empezando a
desesperarse, y aunque cuando Jen comenzó este pequeño truco, Sally pensó que
tirar su maleta por la ventana podría ser drástico… sí, ya no lo era tanto.
Mientras Jen continuaba lanzando la ropa en la maleta, Sally decidió que
los tiempos desesperados necesitaban medidas desesperadas.
Se acercó a la ventana y la abrió. Sin mucha gracia, se las arregló para
empujar el mosquitero y ni se inmutó cuando éste cayó por el lado de la mansión
de tres pisos. Jen todavía estaba en el armario cuando Sally recogió su maleta y
empezó a llevarla hacia la ventana abierta.
—Pon la maleta en el suelo, aléjate de ella lentamente, y nadie saldrá
herido —dijo Jen entre dientes mientras salía del armario.
—J
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—Lo siento, Jen, pero no puedo dejar que te vayas. Así que voy a
arriesgarme a tu ira y a lo que sea necesario para mantener tu cascarrabias,
malhumorado, continuamente enojado trasero en Rumania.
Jen dio un paso hacia Sally y la maleta estaba ahora tambaleándose
peligrosamente en la cornisa de la ventana abierta.
—Retrocede como el infierno, Jennifer Adams. —Sally inclinó la maleta
hacia atrás como para dejarla caer. Jen siguió tomando pasos lentos y calculados
hacia Sally, pensando que su amiga usualmente sensata no se atrevería a soltar la
maleta… Estaba equivocada, muy equivocada.
Sally no sólo dejó ir la maleta, le dio un gran empujón justo cuando Jen se
lanzó a agarrarla. Sally saltó hacia atrás, llevándose de golpe sus manos sobre su
boca. Estaba tan sorprendida de sí misma como lo estaba Jen.
—¿Qué… cómo… por qué? —farfulló Jen mientras miraba a Sally con
incredulidad—. ¡Perra! —finalmente logró escupir.
—Es por tu propio bien, Jen. Realmente lo es —le dijo Sally, alejándose de
la enfurecida Jen.
Jen se asomó por la ventana abierta y vio el destino de su ahora
desparramada maleta y ropas. Miró de nuevo a Sally, todavía sorprendida que su
amiga se hubiera sacado un truco así. Sacudiendo la cabeza, se dio la vuelta y se
dirigió hacia la puerta del dormitorio.
—¿A dónde vas? —preguntó Sally.
—Fuera —gruñó Jen mientras abría la puerta.
—Por lo menos lleva un abrigo. ¡Hace frío! —gritó Sally a la figura de Jen
ya retirándose.
Sally sólo se quedó de pie mirando fijamente. No sabía si había hecho lo
correcto, pero sabía que Jen no tenía necesidad de irse. Sally no podría explicar
la sensación, pero algo en ella le decía que algo malo le pasaría a Jen si
abandonaba Rumania en estos momentos. No trató de darle sentido a la
sensación; sólo lo aceptó por lo que era… por ahora.
Jen bajó enfurecida por la larga escalera, tomando dos escalones a la vez,
todo el tiempo esperando que no se cruzara con nadie para así no tener que
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hablar. Una vez en la planta baja se giró a la derecha y se dirigió por un largo
pasillo. Pasó la biblioteca, una sala de estar y la sala de entretenimiento, para
llegar a su destino finalmente. Sin llamar, abrió la puerta y entró.
—Jen, ¿qué puedo hacer por ti? —preguntó Vasile mientras levantaba la
mirada desde su escritorio.
Antes de responder cerró la puerta detrás de ella. Luego, tomando una
respiración profunda, se volvió de nuevo hacia Vasile.
—No puedo quedarme aquí.
Vasile no se vio sorprendido por su admisión y no respondió. En su lugar,
esperó a que ella continuara.
Ella volvió a respirar hondo y soltó el aire lentamente.
—Mira, sé que sabes lo que la doctora Steele me dijo sobre los resultados
de mi sangre. Independientemente de eso, no puedo cambiar lo que siento por
cierto lobo. No puedo cambiar el hecho de que, ya sea que tengo sangre de lobo
o no, no soy su compañera, y dicho lobo no quiere tener nada que ver conmigo.
¿Cómo puedo saber esto, preguntas? —continuó Jen antes que Vasile pudiera
decir una palabra—. Porque él sólo se levantó y se fue. Nada tanto como un
“hasta luego, Jen”, “cuídate, Jen”, “adiós, Jen”, “ten una agradable maldita vida
sin mí, Jen”.
Jen de repente se llevó su mano sobre su boca, avergonzada de haber
derramado todo eso a Vasile. Sabía que la única razón por la que estaba
discutiendo esto con el padre de Fane era porque estaba desesperada por escapar
de este lugar. Para alejarse del único hombre, que había llegado a darse cuenta en
el último par de meses, que amaba. Después que la doctora Steele le reveló que
tenía un pequeña, muy diminuta cantidad de sangre de hombre lobo en ella, había
pensado que tal vez había una oportunidad para ella y la bola de pelos. Esa
esperanza había sido rápidamente apagada cuando dicha bola de pelos se levantó
y desapareció. Una semana después de la ceremonia de Jacque y Fane, Decebel
se había metido en su Hummer y, sin mirar atrás, se alejó conduciendo lejos de
la mansión de la manada. Y sesenta y dos días, cuatro horas y veintidós minutos
más tarde, todavía no había regresado. Pero, ¿quién está contando?
—¿No acabas de cumplir los dieciocho años, Jen? —le preguntó Vasile.
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Jen pareció un poco confundida por su elección de respuesta.
—Umm, sí. Creo que ese ruidoso barullo que escuchó hace un par de
semanas fue la idea de Sally y Jacque de una fiesta de cumpleaños. ¿Qué tiene
eso que ver conmigo yéndome?
—Si tienes dieciocho años, Jen, eres una adulta. No puedo hacer que te
quedes aquí. Si quieres irte, si realmente piensas que es lo mejor para ti, entonces
puedes irte. Te permitiré utilizar el avión de la manada para volver a los Estados
Unidos si eso es realmente lo que quieres —explicó Vasile.
Jen ladeó la cabeza hacia un lado, con los ojos entrecerrados en el Alfa
sentado tranquilamente frente a ella.
—¿Así de fácil? ¿Sin tratar de convencerme de quedarme, o decirme que
no renuncie, o bla, bla, bla chorradas de mierda?
—Sin “bla, bla, bla chorradas de mierda” —estuvo de acuerdo.
—Eh, está bien entonces. Vamos a hacer esto —afirmó ella.
—¿Ahora?
—Sí, ahora. ¿Es eso un problema?
Vasile tomó el teléfono, sin apartar los ojos de ella.
—Sorin, ¿podrías venir a mi oficina?
Jen tomó asiento en una de las sillas frente al escritorio de Vasile. Apoyó
las manos sobre los brazos de la silla, no pudo contener sus piernas de rebotar
hacia arriba y abajo mientras esperaba a que Sorin llegara.
Vasile no dijo nada mientras esperaron y eso estaba muy bien con Jen. No
quería escuchar más razones sobre por qué debería quedarse. Oyó la puerta
abrirse y cerrarse, y luego Sorin se paró a su lado.
—¿Qué puedo hacer por ti, Alfa? —le preguntó a Vasile.
—Jen ha decidido que quiere volver a los Estados Unidos —comenzó
Vasile, y para crédito de Sorin no hizo más que un parpadeo en dirección a Jen—
. ¿Podrías, por favor, arreglar que el avión esté listo? Conseguir sus cosas, llevarla
a la pista de aterrizaje, y asegurarte que suba al avión con seguridad.
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—Por supuesto —respondió Sorin como si Vasile no acabara de decirle que
Jen estaba partiendo a tan sólo dos meses después de llegar.
Mientras Jen se ponía de pie, detuvo a Sorin de irse con una mano en su
brazo.
—Por favor, no es necesario recoger mis cosas. —Sorin comenzó a objetar
pero Jen lo interrumpió—. De verdad, estoy lista para irme. Ahora mismo. —Se
volvió hacia Vasile, en busca de algún tipo de confirmación de que eso estaba
bien. Después de un momento de mirarla a los ojos, Vasile se volvió hacia Sorin
y asintió.
Cuando empezaron a salir de la oficina, Jen se volvió hacia Vasile.
—No se lo dirás a nadie, ¿verdad? Quiero decir, ¿me dejarás llamarlas una
vez que regrese a Estados Unidos?
Vasile sonrió suavemente.
—No voy a decir ni una palabra.
Ella soltó el aliento que había estado conteniendo.
—Gracias.
* * *
Jen se sentó en el lado del pasajero de otra Hummer, envuelta en un anorak
que Sorin le había dado.
—¿Qué pasa con ustedes los lobos y los Hummers? —murmuró
malhumorada.
—Funcionan bien en este clima —contestó Sorin, sin apartar la vista del
camino.
Jen lo miró brevemente, luego miró por la ventanilla del pasajero. Su mente
vagó hasta cierto magnífico hombre lobo alto, moreno, que tan desesperadamente
quería ver, pero al que anhelaba apuñalar en la mano con un cuchillo de
mantequilla a la vez… curioso cómo esa tentación parecía aplicarse sólo a él.
* * *
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Vasile esperó hasta que oyó que Sorin se apartó de la calzada antes de
levantar su teléfono otra vez.
—Tengo que hablar contigo. —Escuchó la voz en el otro extremo—. No,
no necesariamente justo en este momento, en la siguiente hora estaría bien. —
Finalizando la llamada, inmediatamente marcó otro número y esperó una
respuesta, se oyó una voz en la línea—. Detenlo —fue todo lo que dijo.
Vasile se recostó en su silla, cruzando las manos sobre su regazo. Negó
mientras se reía. Alina le iba a regañar por entrometerse, como ella lo llamaría,
pero él era el Alfa. Era su trabajo entrometerse, y era bueno en eso.
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2 Traducido por Nelshia
Corregido por Nanis
na hora y media más tarde…
Fane levantó el trozo de papel que su padre le entregó. Miró
a su padre, luego de vuelta al papel en la mano.
—¿Quieres que le diga a mi compañera que esperaste una hora y media
para informarme que su mejor amiga se fue para abordar un avión dirigido a los
Estados Unidos? —gruñó Fane.
—No esperé. Te llamé al minuto que en se fue. Tú no llegaste por una hora
y media —respondió Vasile, completamente imperturbable por el gruñido en la
voz de Fane.
—Con el debido respeto, Alfa, podrías haber mencionado la razón por la
que querías verme.
—No, no podía. Le dije a Jen que no diría una palabra —subrayó Vasile.
—¿Jen no captó ese pequeño indicio? —preguntó Fane, con las cejas
levantadas.
—¿No crees que deberías decirle a tu compañera lo que está pasando? No
sé cuánto tiempo más Sorin puede detener el avión antes de que Jen se dé cuenta
que algo está pasando.
La cabeza de Fane se alzó de golpe con las palabras de su padre.
—¿No se ha ido todavía?
—¿De verdad crees que la dejaría marcharse?
«Luna, necesito hablar contigo. ¿Podrías venir por favor a la oficina de mi
padre?» Fane envió a Jacque su pregunta a través de su vínculo. Se había vuelto
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tan fuerte desde su apareamiento que ella era una presencia constante y
confortante en su mente.
«¿Por qué escucho preocupación en tu voz, hombre lobo?» le preguntó
Jacquelyn con suspicacia.
Sin responder a su compañera, miró enojado a su padre.
—Voy a vengarme por esto, Alfa. Sólo para advertirte con tiempo.
Vasile guiñó un ojo a su hijo.
—Una pequeña lección de tratar los conflictos con tu compañera va a ser
buena para ti.
Fane miró a su Alfa con asombro.
—Padre, te das cuenta con quién estoy emparejado, ¿verdad?
Vasile se aclaró la garganta.
—Tienes un punto en eso. —Pero aun así no ofreció ninguna disculpa por
su despreocupación en el asunto.
La puerta de la oficina se abrió cuando una frustrada Jacque irrumpió con
una preocupada Sally justo detrás de ella.
—¿Qué está pasando, Fane?
—En primer lugar, no es tan malo como parece —comenzó Fane.
Jacque levantó la mano para interrumpir a su compañero.
—Dilo de una vez, bola de pelos.
—Sorin llevó a Jen al avión de la manada para volar de regreso a Estados
Unidos.
—¡QUÉ! —gritaron Jacque y Sally al mismo tiempo, haciendo que los dos
lobos hicieran muecas de dolor debido a su sensibilidad auditiva.
* * *
Jen se sentaba en el avión, bebiendo la segunda Coca-Cola que Sorin le
había traído mientras esperaba a que la pista fuera despejada. Al parecer,
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Rumania en diciembre se cubría de hielo. Figúrate. En realidad no se preocupaba
por la pista o el avión estando libre de hielo, sólo sabía que cuanto más tiempo se
sentara aquí, no en el aire, sin moverse hacia Norteamérica, más nerviosa se
volvía debido a que sería descubierta por su dos mejores amigas neuróticas que
sabía tenían buenas intenciones, pero no entendían por qué tenía que irse.
Cada día Jen despertaba con la esperanza de que bajaría las escaleras y
encontraría a Decebel; se iba a la cama todas las noches preguntándose por qué
se fue. No tenía idea de si él sabía de su sangre de lobo, y estaba al punto de que
no quería que le importara. Más fácil decirlo que hacerlo, pensó. ¿Por qué no
podía enamorarse de un chico normal, alguien que no fuera peludo a su voluntad?
No. Eso sería demasiado apestosamente fácil.
Inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Su mente vagó de nuevo a la
noche de la ceremonia de unión de Jacque y Fane. Su vida cambió para siempre
cuando la doctora Steele había explicado que la prueba de sangre que había hecho
en Jen después del accidente de auto había resultado anormal. Anormal como en
no humano. Jen recordaba sentir que las paredes de la habitación estaban
cerrándose en ella.
—¿Qué quieres decir con “no humano”? —había pedido a Cynthia.
—Tienes sangre de hombre lobo. Aunque es una cantidad muy diminuta
—había contestado Cynthia.
Sally había estado sentada a su lado, y su reacción había sido lo que Jen
quería decir:
—¡CÁLLATE! —gritó Sally, causando que todos a su alrededor se
detuvieran y miraran. Jen no lo había notado realmente. Lo único en que había
sido capaz de centrarse era en un cierto lobo a quien había estado echando un
vistazo toda la noche.
—¿Qué significa eso exactamente?
—Significa que en alguna parte de tu familia, generaciones atrás, hubo un
hombre lobo. —La doctora parecía desconcertada por esto—. Ni siquiera sé cómo
es posible a menos que todos sus descendientes se aparearan con humanos y la
línea de sangre se diluyera gradualmente.
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Jen y Sally habían escuchado a la doctora explicar que tal vez algo tan
traumático como el accidente había activado el mismo gen latente. Tal vez por
eso sus heridas habían sanado tan rápidamente. Jen le preguntó si pensaba que
iba a desarrollar cualquier otra característica de hombre lobo. Cynthia sintió que
dado que Jacque no lo había hecho, y ella era medio lobo, Jen estaba a salvo.
Pero realmente no sabía lo que eso significaría para Jen o su futuro.
—Tú eres el primer latente que he conocido —le dijo a Jen.
Durante dos meses después de aprender acerca de la sangre de hombre lobo
que yacía latente en su sangre, había estado constantemente atenta a cualquier
otro atributo de lobo. Lo único que sentía diferente era que podía sentir
emociones. Bueno, las emociones fuertes para ser exactos. En realidad no lo
entendía del todo, pero casi podía olerlas y cada emoción olía diferente. Jen se lo
mencionó a Sally y Jacque, y las dos habían querido que fuera a la doctora Steele.
Nunca lo hizo.
Jen escuchó una puerta de auto cerrarse de golpe, lo que la trajo de vuelta
al presente, al maravilloso hecho de que estaba sentada en un avión, un avión que
la llevaría lejos de todas estas cosas de hombre lobo.
Golpeó el pie con impaciencia y tamborileó sus dedos sobre el brazo del
asiento.
—¿Qué podría estar tomando tanto maldito tiempo? —dijo al avión vacío.
Con un bufido exagerado desabrochó el cinturón de seguridad y se levantó,
cansada de esperar. Era el momento de encargarse de las cosas por sus propias
manos.
Miró por la ventana y su aliento se congeló en sus pulmones por la vista.
Donde sólo había estado una Hummer negra, ahora estaban dos. De ninguna
manera, pensó. No es él. Vasile tiene, como, un millón de Hummers negras.
Hacía mucho tiempo que había decidido que era una cosa de lobos.
Jen se apartó de la ventana, tomando algunas respiraciones lentas y
profundas. Cerró los ojos y trató de recuperar su orientación. Yo puedo con esto.
Finalmente lista, se dirigió a la señal de salida.
A qué, no lo sabía.
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3 Traducido por Rihano
Corregido por Nanis
o crees que deberías llamarlo? —le preguntó Jacque a Fane
mientras caminaban hacia el auto, moviéndose lentamente,
tratando de no resbalar en el suelo cubierto de nieve.
Fane abrió la puerta del copiloto para Jacque pero ella no entró. Él se dio
cuenta que no se movería hasta que respondiera a todas sus preguntas.
—Mi padre será el que decida si Decebel debe ser llamado.
—Eso no es lo suficientemente bueno —gruñó Jacque—. No cuando es mi
amiga la que, posiblemente, esté cometiendo el mayor error de su vida. —Se
volvió y, extendiendo sus brazos para mantener el equilibrio sobre el suelo
resbaloso, se dirigió de vuelta a la mansión.
Sally estaba parada junto a Fane, con los brazos cruzados alrededor de su
cintura en un intento de protegerse del frío. Vio a su amiga irse.
—Va a decirle a tu padre lo que debe hacer, ¿verdad?
—Sigo diciéndole que esto se le va a devolver uno de estos días.
Jacque empujó abriendo la puerta del despacho de Vasile sin llamar. Alina
estaba de pie frente al escritorio de Vasile y Jacque se detuvo a su lado.
—No se preocupen por mí. Continúen —les dijo Jacque cuando ambos
dejaron de hablar para mirarla.
—¿El concepto de tocar de alguna manera disminuyó cuando dejaste tu
país? —Las cejas de Vasile estaban elevadas.
—Pido disculpas, Alfa, pero es importante —respondió, y estaba orgullosa
cuando su voz salió sin vacilar.
—N
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Alina pasó un brazo alrededor de los hombros de Jacque.
—¿Qué es importante?
—Creo que Vasile debe llamar a Decebel y decirle que vaya a hablar con
Jen. Creo que Jen lo escuchará —explicó Jacque.
—¿Qué te hace creer que Jen escuchará a Decebel? —preguntó Vasile—.
Tenía entendido que él era la razón por la que ella se estaba yendo.
La mandíbula de Jacque cayó abierta.
—¿Ella te dijo eso? ¿Realmente te dijo cómo se siente acerca de él?
—Bueno, no con tantas palabras, pero vi cómo lo miraba en tu ceremonia.
Sólo hay una razón por la que una mujer mira a un hombre así. —Vasile le guiñó
un ojo a su compañera.
—Vasile, deja de torturar a tu nuera —lo amonestó Alina—. Sigue y dile.
—¿Decirme qué? —preguntó Jacque ansiosamente.
—Llamé a Decebel justo después de que saliste de mi oficina.
—¿Lo hiciste? —preguntó Jacque con el ceño fruncido—. ¿Qué dijo él? ¿Va
a ir y buscarla? ¿Siquiera le importa?
—Reduce la velocidad, pequeña. —Alina se rió entre dientes.
Vasile se levantó de su escritorio y caminó alrededor hacia Jacque.
—No puedo hablar por los sentimientos de Decebel. Aunque, el gruñido
que soltó cuando le dije que Jen estaba yéndose lo llevaría a uno a creer que siente
algo por ella. Y sí, él va a verla. Esperemos que Sorin pueda seguir deteniendo el
avión sin que Jen empiece a sospechar.
—Mierda —se quejó Jacque—. Probablemente ya se ha bajado del avión y
decidió nadar hasta Norteamérica. Es de Jen de quien estamos hablando.
Sospecha de todo.
—Aconsejaría que ustedes tres se queden aquí y dejen que Decebel se
encargue de esto por ahora —dijo Vasile sobriamente, dejándole claro a Jacque
que esto realmente era más que nada una orden.
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Jacque asintió y salió de su oficina en busca de Fane y Sally. Ellos estaban
donde los había dejado, de pie junto al auto.
—¿Y bien? —la apremió Sally.
—Él ya lo había llamado —les dijo Jacque.
—Hay una razón por la que él es el Alfa —bromeó Fane.
—Sí, sí. Disfrútalo, hombre lobo —dijo Jacque, entrecerrando los ojos
hacia su compañero—. Tu padre aconsejó que nos quedemos aquí y dejemos que
Decebel lo maneje.
—Así que, ¿él va a buscarla? —Las cejas de Sally se alzaron en sorpresa.
—Según Vasile.
—Si yo pudiera ser una mosca en ese avión… —dijo Sally, mientras se
frotaba las manos.
—Lo sé, ¿verdad? —concordó Jacque.
* * *
Con su mente resuelta, Jen aceleró sus pasos hacia la salida del avión.
Agarró la manivela, jalándola para abrirla, y caminó hacia una pared sólida.
—Uff —gruñó Jen, luego se congeló. Conocía ese olor. Genial, pensó, ahí
voy con la cosa del olor de nuevo. Pero conocía ese olor: a madera, picante y
masculinidad. Un muy, muy enojado olor masculino. Dio un paso atrás y
lentamente levantó la barbilla para mirar a la cara del lobo cuyo recuerdo la había
perseguido durante los últimos dos meses.
—¿Vas a alguna parte, Jennifer? —preguntó Decebel, los ojos
entrecerrados y los labios apretados con fuerza.
Jen miró en esos brillantes ojos de color ámbar. No podía hablar, no podía
moverse y a estas alturas incluso respirar parecía ser demasiado para su cuerpo.
El hechizo se rompió cuando oyó a Decebel gruñir y se dio cuenta que lo estaba
mirando fijamente a los ojos. Su lobo vería eso como un desafío. Dio un paso
atrás, pero, ya sea un desafío o no, no iba a desviar sus ojos.
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Poco a poco, la ira y el dolor que la atormentaban se precipitaron de nuevo,
fluyendo a través de su cuerpo entumecido, dándole vida y la capacidad de hablar
una vez más.
—A decir verdad, voy a algún lugar. No es que eso sea asunto tuyo. —Jen
levantó una ceja mientras cruzaba los brazos sobre su pecho—. Entonces, si
amablemente te fueras, puedo ponerme en marcha. —Jen no podía creer el dolor
que atravesó su corazón mientras le decía a Decebel que se fuera. Le tomó todo
lo que tenía para no estremecerse ante sus propias palabras.
Sin dejarse intimidar por la actitud arrogante de Jennifer, Decebel entró en
el avión. Y a menos que Jennifer quisiera su pecho presionado contra el de ella,
la hizo tomar otro paso atrás.
—Tengo que estar en desacuerdo contigo. Considero esto muy asunto mío
cuando se refiere a ti.
Decebel observó las emociones pasar a través del rostro de Jennifer, tan
transparente para él.
Esperó a que ella respondiera, sabiendo que sería perspicaz y aguda, una
de las muchas cosas que admiraba de ella. No lo defraudó.
—Eso es curioso —comenzó ella—. Si soy tanto tú asunto, ¿dónde has
estado durante los últimos dos meses? Si soy tanto tu maldito asunto, entonces
debes tener una excusa fenomenal para ni siquiera venir a mi fiesta de cumpleaños
dieciocho. —Jen no pudo ocultar el dolor detrás de sus palabras. Bajó su cabeza,
mordiéndose el labio para evitar llorar. No funcionó.
Decebel dio un paso adelante, atraído hacia ella por razones que todavía
no entendía. Todo lo que sabía era que estar allí de pie viendo su dolor era
insoportable para él. Puso sus dedos bajo su barbilla y levantó su rostro para
mirarla a los ojos llenos de lágrimas. En ese instante estuvo en un momento y
lugar diferente. Mirando a un rostro con ojos verdes, no azules.
Un rostro con mechones color chocolate oscuro enmarcándolo en vez de
rubio. Observó mientras sostenía su frágil cuerpo en sus brazos, su vida
agotándose. La sostuvo hasta que su forma estuvo rígida, sólo una cáscara dejada
para marchitarse en la tierra.
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—Decebel. —El sonido de la voz de Jennifer lo trajo de vuelta al presente,
pero el recuerdo de aquel cuerpo sin vida le recordó lo que pasaba cuando se
preocupaba por alguien, lo que pasaba cuando era incapaz de mantener a esos
que amaba a salvo. Dejó caer su mano de su barbilla y dio un paso atrás, sin pasar
por alto el dolor que cruzó su rostro.
—Tú eres mi asunto, porque eres la mejor amiga de la compañera de mi
príncipe. Como el Beta es mi trabajo mantenerte a salvo —respondió, su
comportamiento repentinamente mucho más formal.
—Bueno, estoy relevándote de ese trabajo al irme. Así que no te preocupes,
Dec. Soy perfectamente capaz de sentarme en un avión por mi cuenta. —Jen se
volvió para regresar pero, no llegó muy lejos antes de que sintiera una mano fuerte
cerrarse alrededor de su brazo.
Decebel la volteó para enfrentarlo y pudo ver las emociones corriendo a
través de su hermoso rostro. Por su vida que no sabía cuáles eran.
—No te vas a ir, Jennifer. Jacque y Sally te necesitan en este momento. Por
alguna razón pensé que no eras el tipo de amiga que abandona a aquellos que
dependen de ti. —Decebel imaginó que la forma más fácil de conseguir que
Jennifer cooperara sería hacerla enojar y enfrentarla con un desafío.
Jen sacudió con fuerza su brazo del agarre de Decebel. Empujó sus
hombros hacia atrás y se paró tan recta como pudo. Luego dio un paso adelante
y podía jurar que había vapor saliendo de su piel. Ella estampó su dedo en el
pecho de Decebel mientras lo miraba enojada.
—En primer lugar, no sabes ni una jodida cosa acerca de mí así que no te
atrevas a decirme qué clase de amiga crees que soy. Segundo, nunca, jamás
abandonaría a uno de mis amigos. A diferencia de un perro peludo que conozco,
no me desaparezco sin lidiar con lo que sea que mis amigos necesitan. Jacque
sabe que necesito volver a los Estados Unidos. Ella tiene a Fane y a Sally.
—¿Es así? —la desafió Decebel.
—Sí, Cujo. Así es. —La mandíbula de Jen sobresalió hacia adelante
mientras apretaba sus dientes.
—Si Jacque es tan comprensiva, entonces, ¿por qué fue hasta Vasile para
hacerlo llamarme para que viniera a llevarte de regreso? —La expresión en el
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rostro de Decebel cuando terminó de hablar era la de un gato que acababa de
atrapar a un pajarito. Vio que la mandíbula de Jennifer cayó abierta ante sus
palabras. Se quedó en silencio y dejó que la información calara. Por último, ella
lo miró a los ojos otra vez, a la única otra persona a excepción de su Alfa a quien
le permitía salirse con la suya, y frotó su mano sobre su frente.
—¿Es por eso que viniste, porque Vasile te envió?
Decebel pudo notar que su respuesta tenía la habilidad de aplastarla y
posiblemente apartarla para siempre, haciéndole más fácil mantener sus
distancias.
Miró fijamente sus ojos azules, ojos que le rogaban por la verdad, ya fuera
dolorosa o no.
—Vasile me llamó. —El rostro de Jennifer decayó, así que Decebel
continuó rápidamente—. Pero no me ordenó que viniera a buscarte.
Su cabeza se levantó al oír sus palabras, sus ojos buscaron en su rostro por
cualquier atisbo de una mentira. Decebel estaba seguro de que preguntaría por
qué vino, pero en lugar de eso respiró hondo. De repente parecía cansada,
derrotada.
—Bien, me quedaré. Pero no porque tú digas que tengo que hacerlo. Me
quedaré por Jacque. —Jen se encaminó a rodear a Decebel y dirigirse a la salida
del avión. Mientras empujaba la puerta para abrirla y sentía el aire frío de
diciembre y el sol en su cara, se volvió de nuevo hacia el lobo que la observaba
en silencio—. Me quedaré, pero necesitas asegurarte de permanecer fuera de mi
camino. No quiero que pienses que necesito a un hermano mayor para vigilarme
y decirme qué hacer, así que no lo hagas. —Salió del avión y el aire fresco y helado
quemó sus pulmones. Sorin estaba de pie junto al auto con la puerta del
acompañante mantenida abierta para ella.
Decebel se quedó mirando el espacio vacío en donde había estado Jennifer.
Cerró los ojos y tomó una respiración profunda por la nariz, saboreando su
esencia.
Sacudiendo la cabeza, abrió los ojos.
21
—Jennifer —susurró su nombre con reverencia al avión vacío—.
Definitivamente no te veo como una hermana, y no creo que pueda permanecer
fuera de tu camino, incluso si quisiera.
22
4 Traducido por LizC
Corregido por Nanis
en se sentó en el jardín detrás de la mansión, sin quitarse el anorak que
se había puesto horas atrás. Era tarde y hacía frío, pero no quería estar
en el interior por el momento. No tenía ganas de responder a las
preguntas que sabía que sus dos mejores amigas indudablemente le
bombardearían. Levantó la cabeza hacia el cielo claro, maravillada por las miles
de estrellas que iluminaban la oscuridad.
Una rama se quebró en el suelo a su izquierda. Jen se volvió en la dirección
del sonido para ver a Alina venir hacia ella, envuelta en un abrigo pesado,
llevando dos tazas humeantes. No pudo evitar sonreír ante Alina mientras
tomaba la taza que le ofrecía. Jen sintió el calor del vapor de su taza elevarse y
acariciar su rostro mientras se la llevaba a los labios.
—Así que, Tweedle Dee y Tweedle Dumb te enviaron, ya veo. —Jen
apuntó al chocolate caliente por el que estaba totalmente agradecida.
Alina dejó escapar una pequeña risa mientras se sentaba en el banco junto
a Jen.
—Culpable de los cargos, me temo.
Jen se encogió de hombros, aceptando que no había forma que sus dos
amigas la dejaran en paz. Sin embargo, se alegró de que fuera Alina quien hubiera
venido. Había algo en ella que era tan tranquilo y reconfortante.
—Jen, ¿eres infeliz aquí? —preguntó Alina con suavidad.
—No —dijo Jen rápidamente—. No, Alina. Tu hogar es una maravilla y
Vasile y tú nos han hecho sentir como en casa.
—Entonces, ¿por qué quieres irte con tanto ahínco?
J
23
Jen miró disimuladamente a Alina por el rabillo del ojo mientras tomaba
otro sorbo. Tragó lentamente, saboreando el calor que viajó a través de ella.
—Sin ánimo de ofender, Alina, pero sé que tú sabes sobre la bola de pelos.
—Alina se rió ante las insistentes indirectas de Jen a Decebel.
—Está bien, culpable. Una vez más. —Alina sonrió, luego ésta se
desvaneció lentamente mientras colocaba su mano sobre el brazo de Jen—. Dale
tiempo, Jen. Si se supone que debe ser, entonces será. —Jen empezó a
interrumpir, pero Alina continuó antes de que pudiera—. Sé que piensas que
porque no tienes alguna de las señales de apareamiento no hay esperanza, pero
nunca hemos estado cerca de alguien con sangre de hombre lobo tan diluida como
la tuya. No se sabe las repercusiones, así que ten paciencia, pequeña. Él vendrá.
Jen asintió lentamente, a pesar de que en su interior todavía tenía serias
dudas.
—Supongo que tengo que ir a ver a Jacque y Sally y hacer un poco de
control de daños. —Jen hizo una mueca.
—Eso sería probablemente sabio —le dijo Alina mientras se levantaba y se
acercaban de nuevo a la mansión juntas.
* * *
Jen abrió la puerta de la habitación de Sally para encontrar a sus dos
mejores amigas sentadas en el suelo, yendo a través de los deberes que su tutor
les había asignado. Ninguna de ellas se detuvo a saludarla y podía admitir que se
merecía el desaire.
—Entonces, supongo que tengo que pedir disculpas por ser una completa
idiota —les dijo Jen, el remordimiento escrito en su rostro.
Sally la miró lentamente. Sus ojos reunidos en una mirada fulminante que
habría detenido en seco a un hombre adulto.
—Mira, Jacque. La lobo prodigio regresa. No es dulce de ella.
Jen hizo una mueca al oír las palabras de Sally, las cuales estaban enlazadas
en sarcasmo y drenando con vehemencia.
24
Jacque dio a Jen una mirada de pasada como si fuera nada más que un
mosquito.
—Eh, así parece —dijo. Y volvió a su tarea.
Mierda, pensó Jen. Iba a tener que humillarse. Cómo odiaba humillarse.
—Realmente lo siento. Sé que ustedes estaban preocupadas y que están
enojadas conmigo por ser egoísta.
Sally se sentó bruscamente.
—Preocupadas, sí. Enojadas, no. Dolidas, definitivamente. Jen, no has
querido hablar con nosotras sobre lo que está pasando. Has estado enfurruñada
por ahí durante los últimos dos meses. No has hablado sobre el asunto de la sangre
de lobo, no has hablado de Decebel, y luego armas el berrinche del siglo y
comienzas a empacar tus cosas, escupiendo cómo no puedes soportarlo más.
Estamos sentadas en la oscuridad, haciendo girar nuestros benditos pulgares. —
La voz de Sally había conseguido poco a poco ser más fuerte a medida que su
diatriba continuaba—. Cambié de opinión, estamos enojadas. Dolidas, enojadas
y preocupadas.
Jacque miró a Sally como si le hubiera crecido un tercer ojo, mientras que
Jen estaba buscando un hueco para meterse en él.
—Lo siento, Sally. No sé qué más decir, pero de verdad lo siento. Sólo me
he sentido tan, mierda, no lo sé. Frustrada, temerosa, sola…
—¿Sola? —interrumpió Jacque, obviamente herida.
—No porque ustedes no han estado allí —se apresuró a añadir Jen—. No
puedo describirlo. De acuerdo —Jen se detuvo y se sentó junto a sus dos mejores
amigas—, ustedes quieren que hable, aquí va. Cuando Decebel se fue después de
la ceremonia, sentí como si un agujero hubiera sido cortado dentro de mí. No sé
cómo describirlo que no sea absoluta soledad. He estado tan apestosamente
frustrada porque no me deprimo jamás por un tipo. Quiero decir, hola, soy Jen.
No necesito a un hombre. —Se pasó las manos por su largo cabello rubio en
agitación—. Pero allí estaba yo, suspirando por un hombre lobo y no sé por qué.
No entiendo por qué simplemente se fue como si no le importara un comino. —
Jen se secó las lágrimas que ahora surcaban su rostro—. Y maldita sea, estoy harta
de llorar.
25
Jacque se sentó y tomó a Jen entre sus brazos; Sally envolvió el suyo en
torno a las dos. Las tres chicas se sentaron en silencio mientras Jen trataba de
poner bajo algún tipo de control sus emociones dispersas.
Finalmente, Sally rompió el silencio.
—Bueno, estás perdonada. Sólo deja de ser tan terca y habla con nosotras,
¿de acuerdo?
Jen asintió mientras se limpiaba la última de sus lágrimas.
—Hablar, lo tengo. Estoy en ello, jefe —bromeó.
—Así que, ¿vas a escupir lo que pasó hoy? Ya sabes, contigo y… —dio a
entender Sally.
—¿Entre Colmillo Blanco y yo? Bueno, tengo que admitir que cuando vi a
Decebel me sorprendió. Conmocionada al igual que en: “¿qué diablos quieres
decir con una mujer sentada en un inodoro tanto tiempo que se siente ligada a
él?”.
—Oh, rayos. Me había olvidado de eso. Eso fue malvado. —Jacque se
encogió.
—Oye. Lucy, Ethel, enfóquense —espetó Sally.
—Oh, está bien. —Jen negó—. Así que me sorprendió, porque él era el
último lobo que esperaba ver. Para colmo, fue muy dulce. Lo que sólo me molestó
más… —Jen se fue callando, recordando cómo Decebel había ido
momentáneamente a otro lugar mientras miraba a sus ojos.
—¿Qué? —preguntó Sally.
—Probablemente no sea nada, pero hubo un momento cuando él me
miraba que en cierto modo se desvaneció a otra parte. Tuve que decir su nombre
varias veces antes de que saliera del trance. Entonces lo sentí empujar de regreso,
si eso tiene sentido. Quiero decir emocionalmente. Fue como si pusiera un muro
entre nosotros.
—Hmm, suena como que es hora de que investigue —dijo Jacque.
—Oh, por todos los santos. Sabemos que tus habilidades detectivescas son
legendarias. —Jen puso los ojos en blanco.
26
—Oye, sólo estoy perfeccionando mis habilidades —dijo Jacque
indignada.
—Lo que tú digas, Sherlock —bromeó Jen.
—Muy bien, entonces escupe el resto. ¿Qué más te dijo? —preguntó Sally
con impaciencia.
Jen procedió a decirles, ante su insistencia, palabra por palabra lo que se
dijo entre ella y Decebel. Y fiel a su estilo, Jacque y Sally pasaron el resto de la
noche diseccionando la conversación. Jen juró que lo habían llevado a una forma
de arte.
27
5 Traducido por Lililamour
Corregido por Nanis
ecebel descansaba en su cama, viendo sin rumbo fijo hacia el techo.
No podía dormir. Cada vez que cerraba los ojos veía su rostro.
Jennifer.
Su esencia estaba marcada a fuego en su cerebro, y el daño que él le había
causado grabado en su memoria. El rostro de ella se había ensombrecido con eso
en el avión. Por primera vez en su larga vida estaba realmente inseguro sobre el
camino que debía tomar.
Los sentimientos que se agitaban dentro de él hacia Jennifer le eran ajenos.
La única cosa con la que podía compararlo era con lo que había sentido por
Cosmina, su hermana menor.
Ella había sido la luz más brillante de su vida.
Dulce, amable y gentil. No había un día que pasara sin que sintiera el
agujero interno causado por su muerte. De alguna manera, cuando estaba con
Jennifer no se sentía tan vacío, tan solo.
Seguía esperando a que las señales de apareamiento aparecieran, a oír sus
pensamientos, a que sus marcas cambien. Al mismo tiempo temía los cambios.
Si los signos de apareamiento aparecían no tendría opción. Tendría que reclamar
a Jennifer, y eso lo asustaba más que nada desde el día en que vio a su hermana
morir en sus brazos.
Volvió a pensar en ese horrendo día, lo impotente que se había sentido.
Cosmina estaba siendo cortejada por dos lobos, uno de los cuales era su verdadero
compañero. Después de varios meses de persecución más o menos pasiva, se
desafiaron el uno al otro. Cosmina tenía que estar presente en el desafío por ley
de la manada. Decebel le había suplicado que no fuera pero ella no era una
infractora. Cosmina siempre hacía lo que se esperaba de ella.
D
28
Los lobos pelearon y el vencedor tuvo compasión del otro lobo y lo dejó
vivir. El lobo perdedor se tornó salvaje ante la idea de no tener a Cosmina y la
atacó antes de que nadie pudiera detenerlo.
Un auténtico compañero nunca sería capaz de ponerle una mano encima
a su pareja, iba en contra de todo dentro de ellos. Su lobo moriría antes de levantar
una mano contra su compañera.
El lobo perdedor había decidido que si él no podía tener a Cosmina
entonces nadie podía. Decebel había alcanzado al lobo demasiado tarde, la
garganta de Cosmina había sido desgarrada y la sangre brotó de ella
desbordándose.
La rabia que consumió a Decebel le había dado más que suficiente fuerza
para matar al lobo culpable y lo había descuartizado miembro por miembro.
Mientras sostenía a su hermana y veía la luz desvanecerse de sus ojos, ella
dijo sus últimas palabras:
—Cuando llegue el momento, hermano, no luches contra el destino. Deja
que ocurra incluso si no sucede de la manera que piensas que debería. —Y
entonces se había ido.
Cosmina siempre había tenido la habilidad de saber cosas, cosas futuras.
Nadie lo entendía y la manada con el tiempo lo aceptó.
Ahora mientras Decebel yacía sobre su cama, con sus emociones como una
tormenta turbulenta dentro de él, se tuvo que preguntar si ella habría estado
hablando de Jennifer.
Agarró su teléfono de la mesa de noche para ver la hora. Una de la mañana.
Gruñó.
Mañana, u hoy, mejor dicho, iba a ser miserable si no conseguía dormir.
Como Beta de la manada era su trabajo entrenar a los lobos más jóvenes. Incluso
en el siglo XXI era necesario para los lobos saber cómo defenderse, en forma
humana y de lobo.
Después del entrenamiento debía asistir a una conferencia telefónica con
Vasile. Algunas de las manadas de los alrededores habían llamado y pedido
hablar con él, pero no especificaron de qué se trataba. Cuando Decebel le había
preguntado si tenía alguna idea del tema, Vasile negó solemnemente y le dijo que
29
lo que fuera no creía que fuera una buena cosa. Aunque las manadas trataban de
mantener la paz entre ellos, había veces que era más fácil decirlo que hacerlo. Los
hombres lobo eran extremadamente territoriales y no les tomaba mucho meterse
en un concurso de meadas… sin doble sentido.
Con un suspiro de frustración agarró los auriculares de su iPhone y se los
puso, a continuación activó la canción “Down” de Jason Walker. Normalmente
escuchaba rock clásico, pero necesitaba algo relajante para calmarlo esta noche,
algo que le ayudara a enfocarse. Cerró los ojos y escuchó mientras las palabras de
la canción se vertían sobre él. Mientras escuchaba, sintió como si hubiera sido
escrita exclusivamente para él. Con cada palabra el rostro de Jennifer se hizo más
claro en su mente. Su contagiosa sonrisa, sus ojos brillando con malicia, el rápido
ingenio que podría cortar a una persona a la mitad, o hacerlos sentir como la
persona más importante en su mundo.
Imágenes corrieron a través de su mente de su tiempo en los Estados
Unidos cuando ella estuvo en el accidente, el miedo que había rasgado a través
de él cuando había visto su forma inmóvil en el suelo. Recordó sentirse tan fuera
de control mientras los médicos intentaban tratar a Jen cuando su lobo no quería
a nadie cerca de ella. Dejó escapar un gruñido bajo mientras su mente vagaba a
su pequeña jugarreta con el macho humano, Matt. Claramente recordaba el
nombre que Jennifer había susurrado en su oído. Todavía no había hablado con
ella acerca de esa noche, acerca de lo que había pasado con este tipo Matt. Sonrió
lentamente a sí mismo cuando finalmente comenzó a ir a la deriva. Planeaba
hablar con ella muy pronto acerca de Matt, y Decebel tenía el presentimiento de
que no iba a estar demasiado contenta al respecto.
Eso sólo le hizo sonreír más ampliamente.
* * *
—Jen, despierta. —Sally quitó las sábanas de encima de su dormida amiga,
permitiendo al aire frío verterse sobre ella—. Si no te levantas, traeré algo de agua
y reviviremos algunos de esos buenos recuerdos del hospital.
—Realmente creo que necesitas ayuda, Sally —murmuró Jen—. Arrojar
agua en mi cara, tirar mi maleta por la ventana, ¿y tú crees que soy yo la
perturbada? Es hora de que la bruja malvada mire en el espejo y pregunte quién
es la más bella de todas. —Jen se incorporó y trató de quitar el sueño de sus ojos—
. ¿Qué hora es? —gimió.
30
—Son las nueve de la mañana y se supone que debemos encontrarnos con
el tutor en treinta minutos. Empieza a moverte. Todas sabemos cuánto tiempo te
lleva convertirte en una persona en la mañana. Te juro que eres tan mala como
Jacque —le amonestó Sally mientras tomaba la mano de Jen y la jalaba fuera de
la cama, empujándola en dirección del baño.
—Maldita sea, Sally. Estoy levantada —se quejó Jen. Mientras cerraba la
puerta del baño, Sally la oyó murmurar—: Nota para mí misma, cerrar la puerta
del dormitorio en la noche para mantener a la alegre gente mañanera fuera.
Jen se paró frente al espejo del baño, con una toalla envuelta a su alrededor
y peinó los enredos de su cabello mojado. No se iba a mentir y decir que hoy no
estaba nerviosa, estaba más allá de nerviosa sabiendo que él estaba aquí. Decebel,
el hombre lobo que al parecer no era capaz de dejar ir, sin importar lo que su
mente le estaba diciendo. Su corazón le estaba dando a su mente el dedo medio.
Saltó ante el sonido de Sally golpeando la puerta del baño.
—Está bien, Bella Durmiente, vámonos. No vas a un concurso de belleza.
Jen abrió la puerta con fuerza.
—Prueba con un personaje de Disney diferente, Thelma, porque para
poder ser la Bella Durmiente tendría que estar durmiendo. —Las palabras de Jen
salieron un poco más fuerte de lo que pretendía, pero Sally no pareció estar
afectada por eso.
—De acuerdo, Jen. Habla. ¿Qué pasa? —Sally entrecerró los ojos. Su mejor
amiga estaba más tensa que un rollo de hilo de pescar.
Jen salió del baño y se dirigió hacia el armario. Agarró unas bragas y un
sujetador de la cómoda y comenzó a rebuscar a través de la ropa. Finalmente
decidiéndose por un par de jeans a la cadera y un jersey de lana caliente, salió del
armario y tomó un profundo respiro.
—Estoy nerviosa. Decebel regresó, como en está aquí en la mansión, lo
que significa que las posibilidades de verlo son mucho mayores que cuando se
había ido.
Sally se acercó a su amiga y le echó los brazos a su alrededor por un rápido
abrazo.
31
—Realmente te tiene. —No era una pregunta. Sally nunca había visto a la
firme y segura Jen en tal confusión.
—Tengo que hacer algo, Sally. No sé qué, pero no puedo soportar esto.
Nunca he querido a un hombre que no puedo tener. Tan presuntuoso como eso
suena, la verdad es la verdad.
El dedo de Sally estaba golpeteando en sus labios mientras cerraba los ojos
pensando.
—Uhm, ¿qué se está cocinando en ese cerebro sádico tuyo? —preguntó Jen
nerviosamente.
Los ojos de Sally se abrieron de golpe.
—Estaba pensando que tal vez si conoces a alguien más entonces podrías
pasar de tu peludo problema.
—¿Mi peludo problema? ¿En serio? Haces que suene como si tuviera un
crecimiento anormal de vello en las piernas o algo así. —Jen puso los ojos en
blanco.
—Mira. —Sally detuvo a Jen antes de que pudiera salir de la habitación—
. Sólo vamos a darle una oportunidad. Tú, yo, y Jacque… esta noche.
Conseguiremos que Sorin nos lleve a algún lugar donde haya chicos. Entonces tú
podrás hacer lo tuyo.
—¿Lo mío? —preguntó Jen, alzando las cejas.
—Sí. Ya sabes, lo tuyo. La cosa de la cacería caliente.
Jen se rió.
—Amiga, suena como una idea terrible con este tiempo.
Sally gimió.
—Oh, vamos, Jen.
Jen la interrumpió antes de que Sally pudiera continuar.
—No. No pongas esa voz quejumbrosa.
—Entonces di que irás esta noche. —La retó Sally—. ¿O eres una gallina?
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—Realmente te gusta vivir al límite, ¿verdad, Thelma?
—Oye, sólo digo lo que veo. —Sally se encogió de hombros.
Jen gruñó mientras echaba la cabeza hacia atrás.
Sally sabía que no podía soportar ser llamada gallina. Jennifer Adams era
muchas cosas, pero una gallina no era una de esas.
—Bien, iré. —Hizo una pausa, pensando en la idea de Sally—. Creo que
una noche de fiesta es justo lo que recetó el doctor.
—Excelente. —Sally sonrió, frotándose las manos en contenido regocijo.
—Hombre, me asustas a veces, Sal. Verdaderamente, lo haces. —Tomó la
mano de Sally y comenzó a caminar hacia la puerta del dormitorio—. Hagamos
esto.
* * *
—Si esa tutora trata de meter algo más en mi cabeza, juro que va a explotar
—se quejó Jacque.
—Te apoyo. Estas tres horas al día están pateando mi trasero súper fino —
gimió Jen mientras se deslizaba en un asiento en el comedor—. Quiero decir,
entiendo que tiene que condensar siete horas de la escuela en tres, pero en serio.
—Lo sé, ¿verdad? —concordó Sally mientras apoyaba la cabeza sobre la
mesa después de tomar asiento frente a Jen.
Jacque se sentó al final de la larga mesa y se reclinó en la silla.
«¿Cómo estás, Luna?» Escuchó la voz de Fane en su mente y sintió sus
dedos correr por su mejilla. Eso la hizo temblar involuntariamente.
«Oh, ya sabes, aparte de sentir que mi cerebro se va a convertir en papilla
y supurará por mis oídos, estoy genial». Lo escuchó reír, lo cual la hizo a ella
sonreír como una idiota.
—Veo que has estado trabajando en esa cara de estreñida cuando hablas
con Cujo —bromeó Jen.
Jacque sólo le puso los ojos en blanco a su amiga.
33
«Las chicas quieren salir esta noche. ¿Te parece bien?» preguntó a Fane.
«Seguro, ¿a qué hora? Mi padre tiene una conferencia telefónica que iba a
tener lugar esta tarde, pero se ha pospuesto para más tarde esta noche.»
«Está bien. Íbamos a pedirle a Sorin que nos lleve. En cierto modo quieren
que sea del tipo sólo chicas.»
Eso realmente hizo reír a Fane.
«Estoy seguro de que Sorin estará muy feliz de saber que todas ustedes lo
consideran una de las chicas».
Jacque soltó una carcajada, provocando que Sally y Jen ahora entornaran
los ojos hacia ella.
—Lo siento —murmuró.
«Entonces ¿estás bien con eso, hombre lobo?»
«Creo que siempre y cuando Sorin esté con ustedes puedo lidiar con eso.
Te amo, Jacquelyn».
«Qué curioso. Precisamente estaba pensando lo mismo de ti». Sintió los
labios de Fane contra los suyos. Todavía se estaba acostumbrando a ser capaz de
sentirlo aunque no estuviera con ella.
—Houston, estamos listos para despegar. —Sonrió Jacque.
Jen miró a Sally, luego otra vez a Jacque.
—¿Fumaste algo esta mañana y no compartiste?
Jacque puso los ojos en blanco.
—¿De verdad crees que tengo que fumar algo para estar feliz cuando me
despierto junto a Fane todas las mañanas?
—De acuerdo, punto para ti —dijo Jen, despachándola con un movimiento
de la mano.
—Entonces, ¿entiendo que estás diciendo con toda esa referencia a
Houston que saldremos esta noche? ¿Que la operación “olvidar al hombre lobo
mandón” ha obtenido luz verde? —preguntó Sally.
34
Jen se cubrió la cara y gimió al oír las palabras de Sally.
—¿En serio acabas de decir eso? ¿Operación olvidar al hombre lobo
mandón? ¿En serio, Sally?
Sally asintió con toda seriedad.
—Bien, si vas a llamar a nuestra salida una operación, y sabes cómo me
encantan las operaciones, al menos hazlo bien. Es operación “olvidar al jodido
hombre lobo atractivo, taciturno y mandón” —completó Jen.
—Muy apropiado. —Sally chocó puños con Jen, contenta de ver que su
amiga estaba recuperando su sarcástico sentido del humor.
—Bien, chicas. Creo que tenemos que irnos y comenzar la fase uno de la
operación OAJ, HLA, TM. —Jacque intentó decirlo con una expresión seria pero
tan pronto como se dio cuenta de que OAJ no rimaba con el resto en su pequeña
abreviación perdió la batalla. Jen y Sally se rieron con ella mientras se dirigían a
las escaleras.
—¿Cuál es exactamente la fase uno? —Jen enarcó las cejas ante Jacque.
—La fase uno, querida, es encontrar a tu mamacita interior.
—Ahh, lo entiendo. —Asintió Sally—. Todo se trata de abrazar a tu zorra
interior.
Jen negó.
—Creo que el aire es más escaso aquí porque ustedes dos claramente no
están recibiendo suficiente oxígeno para el cerebro.
—Oh, vamos. Danos un respiro. De todas nosotras, tú eres quien ha
abrazado a su zorra interior como una forma de arte —le dijo Sally.
—Cierto, muy cierto, Sally. Soy una experta en todas las cosas de putas.
—Jen se estaba riendo tan fuerte como Jacque y Sally cuando Decebel dio la
vuelta en la esquina.
Las tres chicas se congelaron mientras Decebel siguió adelante hasta que
se detuvo frente a Jen. Por un breve momento simplemente se miraron el uno al
otro. La intensidad que fluyó entre ellos era fuerte y casi sofocante.
35
—Puse tu ropa y tu maleta en tu habitación —le dijo Decebel.
Jen dio un paso atrás, sorprendida por sus palabras. Decebel había visto la
ropa en su maleta, y por ropa se refería a sus prendas femeninas. Sabía que su
rostro debía estar rojo brillante porque los ojos de Decebel brillaron cuando le
devolvió la mirada. Antes de que ella pudiera responder, él se inclinó y le susurró
al oído.
—Por favor, no permitas que tus amigas lancen tu ropa por la ventana.
Tuve que asegurarme de que los lobos que encontraron tus cosas regresaran todos
los recuerdos que tomaron; recuerdos que causarían que tu bello rostro se
encienda en diez tonos de rojo. —Ella sintió su aliento en su cuello, y él inhaló
profundamente antes de alejarse.
Jacque una vez le había dicho que cuando un hombre lobo hacía esa treta,
era porque estaba asimilando el olor de una persona. Se estremeció ante el
pensamiento y no pudo evitar girar para ver a Decebel alejarse.
Jen por fin notó a sus dos amigas, quienes la miraban con la boca bien
abierta.
—¿Escucharon eso? —preguntó.
Ambas chicas negaron, todavía incapaces de hablar, todavía atrapadas en
sus estados de shock por el comportamiento de Decebel.
—Maldita sea, ustedes dos. No sólo se queden ahí de pie. Métanse a mi
habitación para poder darles el 911. —Jen empujó a sus dos mejores amigas hacia
la puerta de su dormitorio, todo el tiempo tratando de averiguar lo que había
tenido lugar en el pasillo.
Una vez en la habitación, Jen cerró la puerta y se recargó contra ella. Con
la cabeza presionada hacia atrás, cerró los ojos y ralentizó su respiración. El
condenado lobo iba a darle un infarto. La frustración la recorrió por completo.
¿Por qué él? ¿Por qué su corazón tuvo que escoger al único hombre que nunca
podría tener?
—¿Qué te susurró al oído, Jen? —preguntó Jacque.
Jen negó, tratando de aclararse.
36
—Me dijo que no dejara que mis amigas tiraran mi ropa por la ventana. —
Hizo una pausa y miró fijamente a Sally, quien tuvo el buen sentido de parecer
avergonzada—. Porque tuvo que recuperar mi ropa, la cual llamó recuerdos, de
los lobos que al parecer la encontraron. —Se rió para sus adentros, sabiendo que
estaba una vez más del color de un betabel—. Y por el tono de su voz, al decir
recuerdos debieron de haber sido mis prendas femeninas.
Jacque se echó a reír.
—¿Acabas de llamar a tus sujetadores y bragas “prendas femeninas”?
—Eso es clásico. —Sally se rió.
—¿Podrían por favor ustedes dos Pollyanna1 centrarse? —las amonestó
Jen.
—Lo siento —dijo Jacque, tratando de recuperar la compostura—. No, de
verdad. Estoy bien. Por favor, continúa.
Jen puso los ojos en blanco.
—Entonces hizo toda esa cosa de la olisqueada que dices que Fane te hace.
La cabeza de Jacque se levantó como rayo.
—¿Te olfateó? —La alarma en su voz causó que algo de incomodidad
levantara su fea cabeza en Jen.
—Uhm, sí. ¿Eso es un problema?
—Sólo es tremendamente posesivo… y muy íntimo. Si Fane ve a otro lobo
olfateándome lo desmembraría.
Jen reflexionó sobre esto sólo brevemente antes de decidir que era hora de
seguir adelante.
—Olvidemos todo esto. Ni siquiera quiero entrar en el hecho de que
Decebel ha visto…
—Tu ropa interior —resopló Sally mientras interrumpía a Jen.
1 Pollyanna: Se usa para describir a una persona que es optimista de manera exagerada.
37
—Oh, cállate, Thelma —espetó Jen mientras se dirigía hacia el armario en
busca del traje para la noche.
De acuerdo, pensó, tengo que recurrir a mi zorra interior.
Se echó a reír mientras empezaba a rebuscar a través de su ropa. Sally y
Jacque se unieron a ella en el gran armario y comenzaron sus propias búsquedas.
—Oooh, ¿qué tal esto? —preguntó Sally mientras sostenía una corta mini
falda de mezclilla y un top sin mangas.
—Uhm, Sally, estamos en Rumania en la época de invierno. ¿Te dice algo
eso? —preguntó Jacque.
—Oh, cierto. Frío. Lo tengo —dijo mientras colgaba el traje de nuevo. Jen
sacó un par de jeans Lucky a la cadera. Ella y Jacque compartían amor por la
marca. Después agarró un mullido jersey profundamente colorido con un escote
bajo. Tenía corte entallado para un ajuste perfecto.
—Me gusta. —Asintió Jacque en señal de aprobación.
Jacque y Sally tomaron prestadas blusas de Jen. Sally eligió un suéter rojo
oscuro de amplias mangas que colgaba elegantemente de sus hombros. Jacque
escogió uno del color de su preferencia, un suéter tipo vestido verde que planeaba
llevar con mallas gris oscuro y botas. Con sus elecciones hechas, se dirigieron
hacia sus respetivos baños a cambiarse.
—Está bien, encontrémonos aquí de nuevo en veinte minutos para la fase
dos —advirtió Sally.
—¿Me atrevo a preguntar cuál es la fase dos? —preguntó Jen
aprensivamente.
—Ha pasado demasiado tiempo desde que hemos salido si tienes que
preguntar —le dijo Sally—. Peinado y maquillaje, Jennifer. Tenemos que tomar
toda esta belleza natural y hacerla brillar.
—¡Cieeeeeeerto, brillar! Estoy en ello, jefe —bromeó Jen.
38
6 Traducido por AariS
Corregido por LizC
amos! ¿En serio, Skender? ¿Eso es todo lo que tienes para
darles a estos cachorros? —gruñó Decebel mientras
observaba a los lobos que estaba entrenando en boxeo.
Decebel sabía que su frustración no venía realmente de las deficiencias de
los lobos sino de cierta rubia bocazas que tenía sus garras en él tan profundamente
que podía sentir la sangre bajando por su espalda. Lo triste acerca de toda la
situación: a él le gustaba. Sí, pensó, definitivamente hay algo mal en mí.
Skender le gruñó a su Beta.
—Guárdatelo para la lucha, Skender. No estarías gruñéndome si no
supieras que tengo razón. —Decebel entró en el círculo de combate que estaba
pintado en el suelo del gimnasio—. Tómate un descanso por un minuto —le dijo,
luego se volvió hacia el joven lobo conocido como Stelian.
Decebel sonrió lobunamente.
—¿Preparado para un verdadero desafío?
Antes de que el cachorro pudiera responder, el Beta atacó.
Decebel enseñaba artes marciales mixtas a todos los lobos, incluso las
hembras. Era imperativo que todos ellos supieran cómo defenderse en caso de
que otra manada atacara alguna vez. Por supuesto, había pasado más de un siglo
desde la última batalla entre manadas, pero Decebel era un firme creyente en
“mejor prevenir que lamentar”.
Lanzó una serie de golpes y patadas practicadas en el Muay Thai. Era un
tipo de kickboxing, y el arte marcial mixta predominante que enseñaba junto con
el Judo y lucha en el suelo.
—¡V
39
Stelian intentó contrarrestar los movimientos de Decebel, pero sin importar
lo que hiciera no pudo evitar que los golpes dieran en su objetivo. Después de
sólo cinco minutos Decebel derribó a Stelian.
No se molestó en mantener al cachorro subyugado. Se puso de pie y
retrocedió, indicando que el combate había terminado.
Comprobó su reloj y vio que tenía sólo veinte minutos antes de que tuviera
que estar en la reunión con Vasile y los demás Alfas.
—Eso será todo por hoy —le dijo al lobo más joven—. Hiciste un buen
trabajo. —Decebel agarró su toalla del suelo y se dirigió de vuelta a su habitación
para tomar una ducha rápida. Mientras caminaba, su mente vagó de nuevo a
donde parecía estar siempre: Jennifer.
Recordaba caminar a través del ala de la mansión que alojaba a los machos
sin compañera y captar su aroma. Decebel podía admitir ahora que tal vez había
sobreactuado ligeramente cuando irrumpió en la habitación y encontró a dos
machos rebuscando en su maleta. Así que, tal vez no tenía que haber arrojado a
Dragos a través de una pared. Y, sí, podía haber evitado lanzar a Dorian justo
encima de Dragos. Pero en ese momento su lobo había tomado el control, y todo
en lo que podía pensar era en que su aroma estaba alrededor de los machos sin
compañera, que estaban tocando sus cosas… cosas que sólo él debería conocer.
Decebel había pasado por alto ese pequeño dato, acerca de por qué en la tierra
pensaba que tenía derecho a conocer su ropa interior.
Había sentido que si no tomaba sus cosas y su esencia de la habitación de
ellos iba a matar a alguien, sin lugar a dudas. Uno de aquellos cachorros habría
muerto esa noche.
Gracias a Dios, habían sido un tanto inteligentes y se habían sometido
inmediatamente. Cuando Decebel les preguntó cómo habían conseguido las
cosas de Jennifer le habían contado acerca de cómo una maleta había caído de
una ventana de la mansión. Siendo estúpidos veinteañeros, vieron lencería
femenina y simplemente tuvieron que echarle un vistazo… estúpidos lobos
jóvenes.
Decebel se había calmado de alguna manera antes de devolver la maleta a
la habitación de Jennifer, pero realmente no había estado preparado para tropezar
con ella. Sin embargo, tenía que decir que verla sola —o sin otros machos a su
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alrededor, mejor dicho— calmó a su lobo inmensamente. Era otra cosa que no
quería analizar. Después de todo, ¿por qué debería ella calmar a su lobo? No había
signos de apareamiento.
El Beta dejó salir un gruñido bajo mientras entraba en su habitación y se
dirigía a la ducha.
Tenía que dejar de pensar en ella, simplemente estaba fastidiándolo. Llamó
estúpidos a los veinteañeros, pero en ese momento él los hacía parecer genios.
Decebel entró en la oficina de Vasile. Una gran pantalla había sido
instalada para la vídeo conferencia con los demás Alfas de manada.
Vasile estaba sentado ante su escritorio, y Fane y Skender estaban sentados
directamente delante de la pantalla.
—Fane, ¿a qué hora dijo Sorin que estaría de vuelta con las chicas? —
preguntó Vasile a su hijo.
Decebel observó curiosamente cuando la cabeza de Fane se alzó
rápidamente.
—No lo hizo —dijo a medio gruñido.
—Bueno, ¿a qué club dijeron que iban a ir? —continuó Vasile, ignorando
muy obviamente la irritación de Fane.
—No lo dijeron.
Decebel olió la mentira que Fane acababa de decir y eso fue suficiente para
decirle que algo estaba pasando.
—Disculpa, Alfa, pero cuando dices Sorin y las chicas, te refieres a…
Vasile le interrumpió antes de que pudiera terminar.
—Jen, Jacque, y Sally, por supuesto.
Decebel sintió a su lobo animándose y si hubiera estado en su forma de
lobo el pelaje de su cuello se habría puesto de punta.
—¿Dices que fueron a un club?
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—Sí. Sorin dijo que habían acudido a él y le habían rogado que las llevara
a una noche de chicas. Algo acerca de hacer que Jen y Sally conectaran con el…
creo que usaron las palabras “mojo rumano”, o alguna tontería así. —Vasile puso
los ojos en blanco—. Ya sabes cómo hablan esas tres. Es como una lengua
extranjera por sí sola.
Decebel había dejado de escuchar después de las palabras “conectar”, y
antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo se dirigía a la salida.
—Decebel, detente. —La voz de Vasile rezumó autoridad y Decebel no
tuvo otra opción sino permanecer inmóvil. Su Alfa había dado una orden y usado
su poder. Decebel no podía desobedecer.
—Alfa, tienes que saber que esas tres van a meterse en alguna clase de
problema. Son como imanes para el caos. —Decebel trató de razonar con su Alfa.
Sintió el poder de Vasile suavizarse y fue capaz de darse la vuelta y mirar a la cara
a los demás lobos. Hizo contacto visual con Fane y gruñó—. ¿Sabías que este era
su plan y aún así dejaste ir a tu compañera?
Fane soltó una risa.
—Espera hasta que tengas una compañera, hermano, y luego me cuentas
cómo la dejas hacer algo o no la dejas hacer algo, y cuando lo estés compartiendo
yo me reiré mientras te sacas su zapato del trasero.
A Decebel no le hizo gracia, y aunque entendía que ser compañeros era
una alianza, tenía que haber momentos en los que, como su protector, tenías que
ponerte firme.
—Sorin vigilará a las chicas y las mantendrá a salvo. Tengo completa
confianza en él —le apaciguó Vasile—. Si después de la conferencia con los Alfas
aún sientes la necesidad de ir a acorralarlas entonces tienes mi bendición, y mi
simpatía.
Decebel cedió y tomó asiento en una de las sillas junto al sofá. Justo cuando
se sentó la pantalla se encendió y allí estaban cuatro hombres cada uno en su
propio cuadrado pequeño mirando hacia ellos. Decebel estuvo bastante
sorprendido de ver a Dillon Jacobs, el padre de Jacque, entre ellos.
—¿Sabías que él estaría en esto? —le susurró Decebel a Fane.
Fane sacudió la cabeza.
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—Estoy tan perdido como tú.
Vasile caminó alrededor de su escritorio y permaneció de pie detrás del
sofá. Era el Alfa y no se sentaría en presencia de otro Alfa, aunque fuera a través
de la pantalla de un ordenador.
—Dillon, ¿cómo estás? —preguntó Vasile al padre de Jacque.
—Estoy bien, Vasile. Gracias por preguntar. —Dillon miró a Fane—.
Fane, ¿cómo están tú y tu nueva compañera?
—Estamos muy bien —le dijo Fane.
Ni Fane, ni Vasile, ni Dillon mencionaron que la nueva compañera de
Fane era la hija de Dillon.
Si los demás Alfas no lo sabían, no era algo que pudieran usar
potencialmente contra las manadas de Dillon o Vasile. Aunque era una manera
triste de vivir, las manadas podían ser muy volátiles entre unos y otros. Los lobos
eran astutos y siempre buscaban una forma de tener la sartén por el mango.
—Me gustaría presentar a los miembros de mi manada que están presentes
—dijo Vasile a los Alfas.
Señalando a cada lobo mientras hablaba, anunció:
—Este es Decebel, mi Beta. —Decebel dio un simple asentimiento en
reconocimiento a los demás Alfas. No era irrespetuoso, pero tampoco estaba
concediéndoles su dominancia sobre él.
A decir verdad, Decebel podía ser el Alfa de su propia manada, era más
que suficientemente dominante. Pero acontecimientos de su vida y su lealtad
hacia Vasile habían configurado sus decisiones, dirigiéndolo a donde estaba
ahora.
—Este es Fane, mi hijo y heredero —continuó Vasile—. Y este es Skender.
Está entre mis cuatro lobos principales.
Cuando Vasile terminó sus presentaciones, a continuación, cada hombre
en la pantalla se presentó. Estaba Dragomir de Hungría, Thad de Serbia, Víctor
de Bulgaria, y Dillon de los Estados Unidos.
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Completadas las presentaciones, Vasile y sus lobos esperaron a que uno de
los cuatro Alfas explicara por qué habían convocado una conferencia.
—Me doy cuenta que no es una práctica común para nosotros reunirnos
de esta forma, Vasile, pero los demás Alfas y yo estamos preocupados acerca de
la continuación de nuestra especie —explicó Dragomir—. Verás, ha pasado más
de una década desde que alguno de mis lobos ha encontrado una compañera. Ha
pasado media década desde que cualquier niño ha nacido. Nos estamos
convirtiendo en una especie en extinción.
Durante un momento, nadie habló. Luego Vasile dio un paso adelante, de
brazos cruzados, y miró a cada Alfa brevemente antes de hablar.
—Obviamente has llegado a algún plan si se has convocado esta reunión.
¿Cuál es este plan para ayudar a nuestra especie a sobrevivir?
Esta vez fue Thad el que habló.
—Después de discutirlo con Dragomir decidí hacer algo de investigación
en nuestros archivos de manada y ver si había alguna documentación que pudiera
ayudar. —Las palabras de Thad comenzaron a tomar velocidad mientras
compartía lo que había descubierto—. Ha habido muchas prácticas realizadas por
antiguas manadas que simplemente se han desvanecido del conocimiento. Una
de esas prácticas se llamaba El Encuentro. —Thad levantó lo que parecía un
pergamino muy antiguo y comenzó a leer—. Yo soy Damon, Alfa de la manada
de Bulgaria. Este es el reporte de las cuatro manadas, Hungría, Serbia, Rumania,
y la mía propia, Bulgaria, todas las cuales han acordado una tregua. Los Alfas de
estas cuatro manadas se han reunido esta noche y decidido implementar una
nueva tradición. Deberá escribirse en nuestros archivos de manada como una
tradición para ser seguida cada cuatro años. El decreto es como sigue: Todos los
miembros de la manada de sangre pura sin compañero mayor de edad debe asistir
a El Encuentro. El Alfa, cuatro parejas acopladas dominantes, y su compañera
deben acompañar a estos miembros de la manada. Las hembras sin compañero
pueden traer damas para ayudarlas a prepararse para El Encuentro. El mismo se
llevará a cabo en los Alpes de Transilvania en una propiedad que ha sido
adquirida por tres Alfas de manada como regalo para ser usada por nuestra
especie en este evento. El propósito de El Encuentro es ayudar a reunir a lobos
sin compañeros de otras manadas y con suerte encontrar verdaderos compañeros
entre ellos. Está en nuestra naturaleza ser territoriales y poco colaboradores con
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otras manadas, pero si no dejamos de lado estos hábitos y ponemos el bien común
de la especie en primer lugar, un día dejaremos de existir. Este mundo seguirá
adelante como si los Hombres Lobo Grises nunca hubieran existido. Si un Alfa y
sus miembros sin compañero de la manada son invitados a unirse a El Encuentro
y rehúsan, será tratado como un acto contra la especie y ese Alfa estará sujeto a
un desafío. Si es derrotado, sus miembros de la manada serán divididos entre las
otras manadas. Tenemos que estar alerta si queremos sobrevivir. Tenemos que
reconocer que las mismas cosas que con frecuencia nos hacen más fuertes y nos
mantienen a salvo tienen el potencial de aniquilar a nuestra especie.
Cuando Thad terminó de leer, cada uno de los lobos simplemente miraba
fijamente, estupefactos. De todas las cosas sobre las que esta reunión podía haber
sido, ésta no había sido siquiera registrada en su lista de posibilidades. El propio
Vasile nunca había oído hablar de tal decreto en su larga vida.
Podía apreciar el hecho de que era definitivamente un modo de encontrar
a su otra mitad para aquellos que no tenían compañero, pero era también un
riesgo poner a tantos machos sin compañera juntos. Sólo por esa razón
comprendió la importancia de tener parejas dominantes acopladas allí.
—¿Estás diciéndonos que quieres implementar este decreto ahora, en estos
tiempos? —preguntó Vasile incrédulo, pero continuó antes de que otro pudiera
responder—. Caballeros, no vivimos en una época donde a las hembras se les dice
qué hacer. Vivimos en el siglo XXI con mujeres liberales.
—Vasile, sabemos que este concepto es extraño y un tanto anticuado, pero
nosotros no somos humanos. —Era ahora Víctor, el Alfa de Bulgaria, quien tomó
la palabra—. Puede que vivamos en su mundo pero no, podemos vivir como ellos.
Somos una especie creada para la manada, para la familia. Nuestros machos,
especialmente los dominantes, no tienen el lujo como los humanos de salir con
quienquiera que quieran durante tanto tiempo como quieran. Necesitan la luz y
la paz que una verdadera compañera les traerá. Necesitan que la oscuridad que
reside en el interior de su lobo sea mantenida a raya por su verdadera compañera.
¿Qué mejor manera de ayudarnos a nosotros mismos que reunirlos?
—Supongo que si lo planteamos de modo que sea visto como en beneficio
de nuestra especie, tal vez los que no tienen compañero lo aceptarán y lo verán
desde una perspectiva positiva —concedió Vasile, sabiendo que si estos Alfas
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habían puesto su mente en hacer esto entonces había poco que pudiera hacer para
detenerlo sin traer una guerra a su puerta.
Vasile notó que Dillon no había tomado la palabra.
—Dillon, ¿qué tienes que decir con respecto a este método?
—Fui abordado por Thad, y aunque en el pasado era difícil incluir
manadas que estaban tan lejos, los viajes modernos obviamente han solucionado
eso. Los Alfas pensaron que sería bueno que una manada americana viniera y
trajera sangre nueva, por así decirlo. Creo que la idea tiene fundamentos y vale la
pena examinarla.
Antes de que Vasile pudiera responder, Thad habló de nuevo.
—Pensamos, si quieres ceder, que debido a que tu hijo encontró a su
compañera en los Estados Unidos sería pertinente para nosotros incluir a una
manada americana. Ya que conoces a Dillon Jacobs, él fue el primero en el que
pensamos.
—¿Ya no hay secretos en este mundo? —farfulló Decebel. Hasta ahora, sin
embargo, no tenía realmente ninguna objeción a la idea. La persona que no quería
que fuera no era pura sangre, así que no tenía que preocuparse por ello. Gracias
a la luna, pensó.
—También hemos decidido, ya que la compañera de Fane no es pura
sangre, que tal vez sería conveniente incluir a los mestizos y latentes en El
Encuentro. Obviamente son verdaderos compañeros potenciales.
Y aquí va el otro zapato, pensó Decebel.
Ahora él tenía un problema con ello. Si éste era su decreto, entonces
Jennifer sería requerida para ir. Ya que estaba bajo el cuidado de Vasile, y tenía
sangre de lobo, básicamente haciéndola de la manada, ella sin duda tenía que
acudir a El Encuentro.
Este día simplemente se pone cada vez mejor, pensó Decebel mientras
pasaba las manos por su cabello, apretando la mandíbula. Primero encontró a sus
sarnosos compañeros de manada examinando las cosas de Jennifer, luego
descubrió que Jennifer estaba en un club haciendo Dios sabe qué con algún
chucho… o peor, un humano. Un gruñido bajo retumbó en su pecho ante el
pensamiento.
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Ahora Jennifer sería requerida para estar alrededor de otros machos sin
compañera. Decebel era muy consciente del hecho de que todo este día, lo bueno
y lo malo, giraba alrededor de una bocazas, perversa y mandona rubia, y que
alguien lo salvara, porque a su lado era el único lugar donde quería estar en este
momento. Las palabras de Vasile finalmente lo trajeron de vuelta al aquí y ahora.
—Dado que obviamente han asumido la responsabilidad de planificar todo
esto ustedes mismos sin consultarme primero —las palabras de Vasile estaban
atadas con poder; incluso los Alfas en la pantalla pudieron sentirlo y apartaron
sus ojos del Alfa rumano—, ¿han fijado también una fecha para El Encuentro?
—No queríamos faltarte al respeto, Vasile —le dijo Dragomir—. Estabas
en los Estados Unidos, ocupado con tus propios asuntos y no quisimos agobiarte
con esto hasta que estuvieras de vuelta con tu manada.
Vasile ofreció un simple asentimiento en reconocimiento a sus palabras,
pero continuó haciéndoles bajar la mirada mientras esperaba una respuesta.
—La fecha está fijada para un mes a partir de hoy —respondió Thad—.
Será realizado en el emplazamiento tradicional de los Alpes de Transilvania y la
gran propiedad mencionada en el decreto ha sido renovada y ampliada a lo largo
de los años. Está ahora siendo preparada para nuestra llegada.
—Les concederé esto —comenzó y los demás soltaron el aliento—. Pero
—continuó Vasile, su voz calmada y controlada—, si alguna otra vez hacen tales
decretos sin mi conocimiento, sin mi aportación y sin mi visto bueno, les
recordaré por qué soy el Alfa de la manada más grande del mundo. Los respeto a
todos como Alfas y espero lo mismo de cada uno de ustedes.
—Como tú has dicho, así será. —Cada Alfa habló en su propia lengua,
reconociendo la dominancia de Vasile.
—Estaré en contacto a medida que el tiempo se acerque —les dijo Vasile
justo antes de apagar la pantalla, poniendo fin a la conversación. Se volvió a
Decebel—. Pon a Dillon al teléfono.
Decebel asintió mientras sacaba su teléfono móvil y marcaba el número de
Dillon Jacobs. Le tendió a Vasile el teléfono tan pronto como oyó el “hola” del
otro lobo.
—Dillon, soy Vasile. ¿Cuándo llegarás?
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—Creo que iré aproximadamente una semana antes de El Encuentro. Mi
compañera quiere reunirse con Jacque —explicó Dillon.
—Tú y los tuyos son bienvenidos a quedarse aquí hasta que sea hora de ir
a la propiedad. Estoy seguro de que me darás más detalles sobre la forma en que
todo esto se produjo y por qué no me llamaste y me advertiste acerca de lo que
los demás habían estado planeando. —Las palabras de Vasile, aunque firmes, no
fueron amenazadoras o crueles.
—Hablaremos cuando llegue. —Dillon hizo una pausa—. ¿Cuándo estás
planeando decírselo a las chicas?
—Mientras antes mejor —respondió Vasile—. Esas tres son casi tan
impetuosas como una loba pura sangre Rumana.
—Entonces llamaré a Jacque mañana. —Con eso, Dillon desconectó.
Vasile se frotó la cara como si finalmente cediera y se sentó en una de las
sillas vacías.
—¿De verdad esperan que Jennifer vaya a este encuentro? —Decebel
escupió las palabras como si fuera un bicho asqueroso.
—No tengo elección, Decebel. —Vasile miró ferozmente a su Beta—. Ya
sea que tú y tu lobo lo hayan aceptado o no, ella es de la manada. No importa la
cantidad de sangre en ella, tiene Canis lupis en sus venas y eso la hace someterse
a nuestras leyes. Trata con ello de la manera que necesites. Gruñe, ten un
berrinche, permite a tu lobo cazar, acepta tu atracción hacia ella… haz lo que sea
que debas, pero supéralo. ¿Queda claro?
—Cristalino —gruñó Decebel, pero se sometió mostrando su cuello.
—Skender. —Vasile se dirigió al lobo que había estado sentado
silenciosamente y observando como era su costumbre—. Necesito una lista de
todos los miembros sin compañero de la manada.
—La tendré para ti en menos de una hora —respondió mientras se
levantaba y salía de la oficina de Vasile.
—Decebel, organiza una reunión de manada para mañana por la noche.
Nos reuniremos en la sala audiovisual más grande a las 8 p.m.
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—Hecho. —Asintió Decebel.
De repente, Fane dejó de pasearse. Cerró los ojos como si se concentrara.
—¿Qué ves, hijo? —preguntó Vasile.
Fane estaba captando destellos de la mente de su compañera, aunque ella
estaba tratando de bloquearlo. Aún no había aprendido que ahora que estaban
emparejados le tomaría una concentración íntegra para bloquearle. La pequeña
arpía y sus dos amigas estaban causando bastante revuelo en uno de los bares
locales. Vio a Jen en su mente. Estaba encima de la barra… bailando. Fane
sonrió.
—¿De qué te ríes? —gruñó Decebel, sabiendo que no iba a gustarle la
respuesta.
—Creo que es hora de acabar con su noche de chicas antes de que Jen se
caiga de la barra —le dijo Fane, y aunque lo intentó no pudo esconder la risa
burlona en sus ojos mientras veía sus palabras penetrar en la mente de Decebel.
—¿Está en una barra?
—Oh, necesitarás algo mejor que eso, Beta. —Se rió Fane—. Está encima
de una barra, como en bailando sobre una barra. Los clientes están bastante
cautivados con ella.
Decebel estaba fuera de su asiento y abriendo de golpe la puerta de la
oficina de Vasile antes de que Fane terminara su frase.
—¿Tenías que burlarte de él? —le regañó Vasile.
Fane se encogió de hombros.
—Ver al duro y calmado Beta ser sacado de quicio es demasiado como para
dejarlo pasar, Alfa.
Vasile trató de esconder su sonrisa mientras sacudía la cabeza a su único
hijo.
—Bien. Pero date prisa y ve con él o destrozará el maldito bar. No tengo el
tiempo o la energía para tratar con ese desastre.
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—Como digas. —Fane le dio un guiño a su padre mientras seguía a
Decebel.
«Luna, te estoy dando una advertencia justa. Tu pequeña salida nocturna
ha sido descubierta por el objeto de tus burlas. ¿Crees que es acertado, mi amor,
hostigar a un macho dominante?»
Fane pudo sentir su sorpresa al escuchar la voz de él en su mente. Sonrió;
le encantaba sorprenderla. Era un buen cambio de ritmo ya que él era
normalmente el sorprendido.
«Mierda. ¿Está de camino hacia aquí?» Fane oyó la ansiedad en su voz.
«Está pisándote los talones, amor».
«Estás disfrutando demasiado de todo esto, Colmillo Blanco».
«Aw. Vamos, Jacquelyn, esa no es forma de hablarle a tu compañero». Rió
Fane.
«Sólo recuerda, hombre lobo, seguiré adelante con mi amenaza de tener
esa caseta de perro que hablamos construida para ti. Ahora, ¿cuánto tiempo?»
«Me hieres con tus palabras, Luna».
«Fane, no estoy jugando contigo. ¿Cuánto tiempo hasta que la taciturna
bola de pelos llegue?»
Fane no se molestó en decirle a Jacquelyn que él y Decebel habían estado
conduciendo mientras ellos habían estado conversando. El bar estaba a sólo cinco
minutos de la mansión. Sonrió para sí mismo cuando él y Decebel se bajaron del
Hummer. Decebel había estacionado directamente detrás del auto de Sorin,
bloqueando efectivamente cualquier oportunidad para escapar.
Mientras Fane abría la puerta del bar, se fijó en la escena y casi pierde la
compostura.
«Estás impresionante, Luna, aunque un poco escasa de ropa.» Fane
observó mientras los ojos de Jacquelyn, grandes como platos, se encontraban con
los suyos a través del bar. Sonrió perversamente. Levantando las cejas, susurró
en su mente: «Te tengo.»
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7 Traducido por LizC
Corregido por Nanis
medida que Sorin se detenía en el estacionamiento del pequeño bar,
lo único que podía pensar era que Decebel y posiblemente Fane iban
a desollarlo vivo una vez que se enteraran de que había dejado que
las tres arpías le convencieran de llevarlas fuera. No había ningún
club al que las chicas pudieran ir, por lo que habían sugerido amablemente un
bar.
Sí, pensó Sorin. Caminé directamente a la trampa.
—Esto va a ser genial. —Jacque sonrió cuando abrió la puerta y bajó del
Hummer.
—Estoy bastante segura de que tendré una actitud más positiva una vez
que me hayan presentado a este maravilloso amigo que se llama vodka del que
he escuchado tanto en este país —se quejó Jen.
—Definitivamente nada de bebidas —anunció Sorin.
Las tres chicas se detuvieron a medio paso y miraron a Sorin, la una a la
otra, y luego rompieron a reír.
Sorin gruñó, lo cual sólo les hizo reír más. Esta era una muy mala idea,
pensó Sorin mientras abría la puerta del bar. El interior oscuro se iluminó
brevemente por la luz de la calle y el sonido desde el interior llenó la noche
mientras las chicas entraban con Sorin en la retaguardia.
Las tres chicas se detuvieron y permitieron que sus ojos se acostumbraran
a la oscuridad. Entonces Jen tomó la iniciativa y se dirigió directamente a la barra.
Sorin aceleró el paso y la encontró allí al mismo tiempo.
A
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—Oye, Costin —se dirigió Sorin al camarero quien era también un
miembro de la manada—. Nu alcool pentru art.hot trei mosqueteras (Nada de
alcohol para las tres mosqueteras).
Jen se volvió hacia Sorin. Levantó una ceja y sonrió con malicia. Sorin
tragó, no le gustaba la mirada en los ojos de la loba-sin-importar-cuán-latente-
estuviera.
Jen se volvió a mirar a Costin y sonrió cálidamente.
—Oye, Costin. Te he visto alrededor de la mansión, pero no creo que nos
hayan presentado formalmente. Soy Jen, y estas son mis dos mejores amigas,
Jacque y Sally. —Las chicas sonrieron y le saludaron.
Costin les dio un guiño, haciendo que se sonrojaran. Ese guiño fue todo el
ánimo que Jen necesitó. Se inclinó más sobre la barra y batió sus pestañas al joven
lobo.
—Así que, hemos estado esperando una noche de fiesta para, ya sabes,
relajarse. ¿Seguramente puedes ayudar a una chica?
Costin sonrió ampliamente, luego miró a Sorin quien estaba
diligentemente tratando de mirar al lobo en sumisión. En gran medida para
diversión de Jen, Costin le guiñó un ojo a Sorin.
—No creo que una pequeña bebida vaya a doler mucho, Sorin.
—Tenemos dieciocho años, después de todo —intervino Jen.
Sally levantó la mano.
—Bueno, yo no…
Jen golpeó su mano hacia abajo antes de que pudiera terminar.
—Sally es mayor y odia ser agrupada con nosotras las mujeres más jóvenes
—encubrió mientras miraba a Sally fulminante, desafiándola a contradecirla.
Sally miró a Jacque, quien simplemente se encogió de hombros.
Jen se volvió hacia Costin, otra vez sonriente.
—¿Unul deget mic un bea apoi atunci, dragoste? (¿Un trago entonces,
amor?) —preguntó en casi impecable rumano.
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Sorin se quedó en silencio sorprendido, al igual que Sally y Jacque. Costin
se recuperó más rápido y sirvió tres tragos de vodka. Se volvió y miró a Sorin.
—Tu ai luat al tău chipeş plin, frate (Tienes las manos llenas, hermano) —
le dijo Costin con una sonrisa.
Una vez que cada una de las chicas tomó un vaso de chupito, los chocaron
entre sí.
—Este va por los lobos rumanos ardientes. —Jen le dio un guiño al
camarero, y luego bebió el trago. Las tres chicas tosieron cuando el vodka les
quemó las gargantas.
Costin se rió entre dientes.
—Se hace más fácil con cada vaso —les dijo mientras les vertía otro.
Sorin gruñó con frustración.
—Maldita sea, es mejor que me des uno de esos. Cuando Fane y Decebel
me despellejen quiero estar un poco sedado.
Costin se rió de nuevo.
—Todo irá bien, viejo. Ellas sólo quieren tener un poco de diversión, y aquí
están a salvo. Todo el mundo aquí sabe que ella —asintió en dirección a Jacque—
, es la compañera del Príncipe. Nadie se va a meter con ellas.
—No me preocupa que alguien se meta con ellas, Costin.
Costin vio como Jen enganchó su iPhone a los altavoces de su equipo de
sonido al otro lado de la barra y manipuló el volumen. A medida que la música
se vertía empezó a bailar alrededor de la sala.
Vio cómo su cuerpo se balanceaba al ritmo perfecto de la música, todos en
la sala quedaron hipnotizados por la belleza rubia.
Costin miró a Sorin de nuevo.
—Vas a necesitar otro de estos —le dijo mientras le servía otro trago. Luego
se sirvió uno para sí cuando las tres chicas comenzaron a bailar alrededor de la
sala, escogiendo diferentes hombres para bailar.
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Sorin observó con atención a las chicas. Aunque Costin tenía razón en que
todos los clientes del bar sabían quiénes eran esas chicas y ninguno se atrevería a
intentar cualquier cosa, él todavía iba a pasar por un infierno.
Una hora y media más tarde, Sorin vio con horror absoluto cómo Jen
bailaba en la barra alguna canción sobre extraterrestres.
Sally rió y aplaudió.
—Ese es su tema principal —gritó ella por encima del ruido.
—¿Qué? —gritó Jacque en respuesta.
—¿Recuerdas que te conté de ella emborrachándose con aquel enfermero
en el hospital de modo que yo pudiera ir a verte en la UCI? —preguntó Sally.
—Sí, ¿qué pasa con eso? ¿Era realmente necesario?
—Bueno, tengo que admitir que no fue nuestro mejor plan, pero ese no es
el punto. —Sally lo descartó con la mano—. Lo que estoy tratando de explicar es
que después de la pequeña escapada de Jen, la encontré en la ducha de la
habitación del hospital, cantando a todo pulmón bastante ebria esta canción de
Katy Perry, sólo que reemplazó la mayoría de las palabras con términos de
hombre lobo. Fue jodidamente hilarante. ¿La mejor parte? —Hizo una pausa, con
las cejas levantadas—. ¡Decebel la escuchó hacerlo!
—¡Cállate! —Jacque dio una palmada a su amiga en el brazo.
—¿No te dije esa parte? —preguntó Sally.
—Um, no. Creo que me acordaría de eso. Recuerdo que me dijiste que
salió del baño desnuda, y tuviste que dar a Decebel una mano.
—Oh, hombre. Ahora eso no tiene precio. No sé lo que estaba diciendo
pero se estaba volviendo loco. —Las palabras de Sally fueron cayendo a medida
que dejaba escapar un pequeño suspiro—. Colega, qué buenos tiempos.
Ambas chicas vieron como Jen siguió con su algarabía. Los chicos de todo
el bar le animaban. Nadie la tocó, sobre todo con Sorin lanzándoles dagas con la
mirada. Costin le entregaba a Jen un vaso de chupito de vez en cuando, pero
estaba tan ida en ese momento que ni siquiera se daba cuenta que sólo le estaba
sirviendo soda.
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La cabeza de Sally se alzó de golpe cuando escuchó a Jacque maldecir.
—¿Qué? ¿Qué pasa? —preguntó Sally, preocupada mientras veía el pánico
llenar los ojos de Jacque.
—Él está en camino.
Jacque y Sally se giraron para mirar a Jen quien ahora estaba arrastrándose
como un gato a través de la barra, su escote peligrosamente bajo amenazando con
revelar todos sus secretos.
La cabeza de Jacque giró bruscamente al sentir el poder de su compañero
llenar la habitación, y justo detrás de él estaba un muy grande y muy enojado
Decebel. Jacque miró de nuevo a Jen. Mierda, pensó. Él entró justo cuando uno
de los clientes ebrios tuvo el valor suficiente para meter un billete de cinco dólares
en el bolsillo trasero de sus pantalones. Para su crédito, lo hizo con tanto cuidado
que su mano nunca se puso en contacto con su cuerpo.
Bastante impresionante, pensó Jacque. Pero fue abruptamente sacada de
sus pensamientos cuando la habitación ruidosa de repente se hundió en el
silencio. Bueno, a excepción de una borracha y cantarina Jennifer Adams. A este
punto cantaba a todo pulmón “It Girl” de Jason Derulo.
—Oh, cielos. Aquí vamos —murmuró Sally en voz baja.
—Puedes ser mi chica, nena eres la… —Decebel intervino directamente en
frente de Jen, empujando con eficacia a los otros hombres fuera del camino e
interrumpiéndola antes de que pudiera continuar.
Jen miró a su alrededor, dándose cuenta por primera vez que la música se
había detenido. Le devolvió la mirada a Decebel, luego miró por encima a sus
dos amigas. Una gran sonrisa se extendió por su rostro cuando vio a Sally y
Jacque.
—¡Holaaaaa! —Las saludó como si no los hubiera visto en toda la noche.
Decebel tomó su mano.
—Jennifer, es hora de irse. Ahora. —Decebel esperó a que ella comenzara
a bajar de la barra. Cuando sólo se le quedó mirando, dejó escapar un gruñido—
. Jennifer, no me empujes en estos momentos. Vamos.
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—No estoy lista para irme —dijo simplemente mientras retorcía la muñeca
de su agarre—. Además, Cos aquí tiene otro trago para mí ¿no es así, îndrăgostit
băiat (amorcito)? —Jen se rió cuando los ojos de Costin se agrandaron. Se alejó
de la barra cuando los ojos brillantes de Decebel cayeron sobre él.
Costin levantó las manos.
—Beta, le he estado dando soda desde hace un tiempo —trató de razonar.
Decebel gruñó, pero se volvió hacia Sally y Jacque.
—¿Cuándo en el jodido infierno aprendió rumano?
Sally y Jacque se encogieron de hombros.
—Ella ha estado haciendo toda esa cosa del rumano desde que llegamos
aquí. Tu conjetura es tan buena como la nuestra —le dijo Sally.
—Ella está de pie —comenzó Jen cuando saltó de la barra, tropezando
contra un hombre lobo, quien tuvo la desafortunada suerte de estar demasiado
cerca de la chica borracha—, aquí mismo. —Tropezó de nuevo—. Quiero decir,
aquí. Ella, yo, estoy parada aquí mismo.
Decebel la apartó del lobo con el que había tropezado.
—Sí, todos podemos ver lo bien que estás de pie allí.
La cabeza de Jen se alzó de golpe ante sus palabras.
—Ouch —murmuró Jacque.
—Hmm, no una buena elección —susurró Sally.
Fane gruñó a su compañera y su amiga.
—¿Podrían dejar de empujarlo? —Habló igual en voz baja que ellas.
Jen apartándose de Decebel trajo la atención de nuevo a ellos.
—¿Qué quiere decir eso, tú, tú, te refieres…? —gruñó Jen por lo bajo
mientras se esforzaba por pensar a través de la bruma del alcohol—. Lobo
estúpido —terminó.
Decebel dio un paso más cerca de ella.
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—¿Lobo estúpido? Realmente, cariño, ¿eso es todo lo que tienes?
Jen lo fulminó con la mirada, la frustración de los últimos dos meses
alzándose en sus pensamientos inducidos por el alcohol.
—¡Oh, cielos, estamos en problemas! —murmuró Jacque en voz baja.
—Oooh, bonita referencia a Harry Potter. Me gusta —susurró Sally a su
vez con una sonrisa y chocando los puños.
Jen apartó la mirada de Decebel. Sus ojos recorrieron la zona a su
alrededor hasta que cayeron en lo que buscaban. Sonrió dulcemente mientras
cautelosamente rodeaba a Decebel, quien la observaban con ojos cautelosos. Jen
se inclinó sobre la barra y enganchó la pistola de soda junto a Costin, quien estaba
tratando muy duro en verse invisible.
—Jennifer —le advirtió Decebel.
—Oh, Decy, ¿qué te preocupa? ¿No será que tienes miedo de que una
pequeña loba latente en mí pueda patear tu mandón, gruñón, antipático y buen
trasero? —apuntó la boquilla hacia él.
—Esto no va a terminar bien. —Sally se estremeció.
Jacque asintió en un acuerdo silencioso.
—Jennifer —gruñó Decebel su nombre mientras trataba de quitarle la
pistola de soda de su mano—. No te avergüences a ti misma. Vamos a terminarlo
por esta noche.
Jen estaba tratando de averiguar en dónde estaba el gatillo, pero poco a
poco, peligrosamente notó sus palabras.
—¿Avergonzarme? ¿Me estás tomando el pelo? —Arrojó la pistola de soda
en la barra y se dirigió a sus dos mejores amigas—. Me largo. ¿Ustedes dos
vienen?
Sin esperar, Jen se dirigió a la salida. A pesar del alcohol en su organismo
estaba echando humo, y a decir verdad, el alcohol probablemente no estaba
ayudando a contener su temperamento.
Podía sentir los ojos de Decebel en ella mientras se alejaba de él y sabía que
el enfrentamiento no había terminado. No, él definitivamente tenía más por
57
decirle, pero él no era el único que tenía palabras por soltar. Sonrió para sus
adentros. Si Decebel quiere bailar, pensó, entonces, bailaremos. Ya veremos si se
sabe los pasos y puede seguir el ritmo.
Una vez en el estacionamiento Jen se volvió hacia la puerta, con los brazos
cruzados sobre su pecho, lista para la batalla.
Decebel irrumpió fuera del bar con Sorin, Jacque, Sally, y Fane detrás de
él. Caminó hacia ella, sus cuerpos a sólo un soplo de distancia.
—¿En qué diablos estabas pensando? ¿Bailando en un bar, bebiendo con
un grupo de hombres? —Como si de repente recordara su parte en esto, Decebel
se volvió a Sorin, quien dio un paso automático hacia atrás—. ¿Y qué estabas
pensando al traerlas aquí?
—Ellas querían salir esta noche. No pasó nada. Decebel. Todo el mundo
sabe quiénes son y a quién pertenecen. —Sorin intentó calmar al enfurecido lobo.
—¿Puedes controlarte un poco, colega? —dijo Jen entre dientes—. No es
como si me estaba desnudando o dejando que alguno de esas bolas de pelos me
toque, así que no sé cuál es tu jodido problema.
—¿Mi problema? —Decebel fulminó a Jen—. Mi problema es que tienes
diecisiete años.
—Dieciocho —dijeron Jen, Sally, y Jacque al mismo tiempo.
Decebel miró a las otras dos chicas, quienes de repente se interesaron
mucho en la grava en el suelo.
—Lo que sea —continuó Decebel—. Eres demasiado joven para estar en
un maldito bar bebiendo, lanzándote por ahí como…
Jen lanzó su puño en su pecho, cortando sus palabras.
—Será mejor que pienses muy bien sobre lo que está a punto de salir de tu
boca, bolsa de pulgas, porque no lo podrás deshacer y yo no voy a olvidarlo —le
advirtió.
Los labios de Decebel se apretaron juntos, sus ojos entrecerrados.
—Simplemente vámonos. Podemos terminar esta conversación más tarde.
—Decebel procedió a tomar el brazo de Jen para conducirla hacia el vehículo en
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el que él y Fane habían llegado. Ella sacudió su brazo y siguió a Sally y Jacque al
Hummer de Sorin.
Se volvió hacia Decebel, sin dejar de caminar hacia atrás.
—Tienes que ganarte el privilegio de mi compañía. Y sólo un consejo:
siendo un cabeza hueca gruñón, egoísta, pesimista, amargado y aburrido, no es
exactamente el camino para llegar a que viaje en tu auto. Así que, aquí está tu
insulto creativo Dec: ¡mete eso en tu pipa y fúmatelo! —Con eso se dio la vuelta
y siguió al vehículo, subiendo en él sin mirar hacia atrás.
Cuando Decebel dio un paso en su dirección, Fane lo agarró del brazo para
detenerlo.
—Sólo déjalo ir, Dec. Ambos necesitan calmarse. Puedes hablar con ella
una vez que llegues a la casa.
Decebel no hizo ningún comentario, pero continuó mirando fijamente el
auto en el que Jen había subido, el cual ahora se estaba alejando.
* * *
—¡Qué CORAJE! —gritó Jen con frustración mientras salía del Hummer
con Sally y Jacque justo detrás de ella—. Arruinó por completo mi noche.
Sally puso los ojos en blanco.
—Bueno, por supuesto, despelleja al lobo por atreverse a meterse con tu
noche.
Jen se volcó a Sally.
—Ese no es el punto. El punto es que él piensa que, por alguna razón, tiene
el derecho de decirme qué hacer.
Las chicas se dirigieron por las escaleras hacia la habitación de Jen.
Una vez detrás de la puerta, se arrojó sobre la cama y se quedó mirando el
techo.
—¿Estás bien? —preguntó Jacque con verdadera preocupación en su voz.
—Estoy confundida y todo este vodka dando vueltas en mi cerebro no está
ayudando a las cosas.
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—El vodka lo hace todo el tiempo —intervino Sally—. Se mete con las
ondas cerebrales y otras cosas.
Jacque miró a Sally.
—¿De qué mierda estás hablando?
Sally se encogió de hombros.
—Sólo digo.
Jen se rió.
—Esa es mi línea, Thelma.
—Mi error, Louise. Iba con el momento —bromeó Sally.
Jacque se sentó en la cama junto a Jen.
—Realmente creo que tienes que hablar con él. Sé contundente. Quiero
decir, las dos sabemos que luchas por ser contundente, pero podrías darle una
oportunidad.
Sally y Jen se rieron del sarcasmo de Jacque.
—Es sólo que no sé a dónde nos va a llevar esto —dijo Jen con
exasperación.
—Por cierto… —Sally miró a Jen, cruzando los brazos sobre el pecho—.
¿Cuándo y dónde aprendiste a hablar rumano exactamente?
—Sí —añadió Jacque indignada.
Jen se rió.
—Lo aprendí de Internet, elegí algunas frases que sabía que si las usaba en
el momento adecuado, me metería en la mente de Decebel. —Jen siguió
sonriendo—. Funcionó como un embrujo. ¿Vieron su cara?
—¿Qué has dicho?
—Cuando hablé con Costin por primera vez… por cierto, ¿notaron cuán
ardiente es? Está bien, no es el punto. De todas formas, le dije: “¿un trago
entonces, amor?”.
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Sally y Jacque se rieron.
—La segunda vez que hablé con Costin —continuó Jen—, le dije
“amorcito”.
—Eh, no me extraña que Decebel estallara —expresó a Sally.
—¿Así que has aprendido más?
—Oh, sí, pero me las estoy guardando. Tiene que ser el momento justo y
cuando menos se lo espere —explicó Jen.
Jacque inclinó la cabeza hacia abajo a sus manos y se frotó la cara, riéndose
entre dientes.
—Te lo juro, Jen, no puedo decidir si eres una genio o una lunática.
—Admito que es una línea muy fina —dijo Jen con total naturalidad—, y
voy a ser la primera en confesar que un día de estos mi dedo va a rozar más un
lado que el otro.
Las tres se rieron justo cuando alguien llamó a su puerta. Se congelaron,
mirándose entre sí, y luego observaron a medida que la puerta se abría.
—¿Estás bromeando? —murmuró Jen en voz baja—. Toca, esperas, eres
invitado a entrar; es realmente un concepto simple. ¿Pero el molesto hombre lobo
lo entiende? Noooo, claro que no. ¿Eso sería demasiado cortés, maldición?
Decebel entró. Sus ojos se posaron en Jen y su enorme cuerpo pareció hacer
que la habitación se redujera de tamaño. Jacque se levantó y comenzó a caminar
lejos de la cama. Jen tomó su mano, suplicando con los ojos a Jacque para que se
quedara. Jacque negó y tiró de su mano libre.
—Habla con él —le articuló a Jen.
Cuando Sally y Jacque salieron de su habitación, Jen murmuró en voz baja:
—Traidoras.
Jen oyó el chasquido de la puerta al cerrarse, un sonido siniestro que le
provocó piel de gallina en sus brazos. Continuó tumbada en la cama, pero después
de varios minutos de silencio finalmente se sentó.
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Jen miró al lobo de pie al otro lado de la habitación. Se había apoyado
contra la pared, con los brazos cruzados sobre el pecho. La clásica pose de
Decebel, pensó con una sonrisa mental.
Ninguno habló mientras ambos seguían mirándose fijamente el uno al otro.
Jen se encontró con su mirada fija en ella, pero finalmente permitió que sus ojos
vagaran. Nunca se cansaría de mirarlo. Su cabello oscuro estaba muy corto en los
lados, y largo en la parte superior, barriendo suavemente por su frente. Sus cálidos
ojos color ámbar podría jurar que podían abrir un agujero en una persona. Tenía
una nariz recta y afilada, y labios carnosos.
Tenía un rostro cincelado y suave, como si fuera tallado en piedra. Era muy
atractivo, demasiado atractivo.
No estaba segura de lo alto que era, pero coincidía con Fane en altura y
Jen recordaba a Jacque diciendo que Fane medía un metro noventa y tres. Sus
anchos hombros llenaban la ajustada camiseta blanca que llevaba. Su tono de piel
era de un cálido bronceado dorado, un color que tomaría a Jen semanas de estar
acostada fuera en el sol para lograrlo. Tenía una cintura estrecha y, larga y
poderosas piernas.
Decebel se aclaró la garganta, haciendo que la cabeza de Jen se alzara de
nuevo a su rostro. Parecía satisfecho, lo cual sólo sirvió para sacar a Jen más de
sus casillas.
—¿Qué quieres, Decebel? —preguntó, y se complació al escuchar su voz
tan firme cuando se sentía todo lo contrario.
Decebel siguió mirando fijamente a Jennifer, emociones arremolinándose
dentro de él que no era capaz de conseguir controlar.
—Yo… —comenzó, pero parecía estar confundido acerca de qué decir—.
No puedes ir por ahí bailando en bares y bebiendo vodka como si fuera agua.
Jen se puso de pie, con los brazos rígidos a su lado.
—¿Lo dice quién? ¿Tú? Bueno, esta es una noticia de última hora: tú no
eres mi padre, no eres mi hermano, y NO ERES MI GUARDIÁN. —La voz de
Jen se hizo más fuerte a medida que su ira se encendía.
—SOY TU CO… —rugió Decebel, empujándose de la pared. Pero se
contuvo antes de terminar la frase, casi mordiéndose la lengua en el proceso. Su
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respiración se había incrementado, estaba sorprendido por las palabras que casi
vuelan de sus labios.
No entendía de dónde había venido pero se sentía cierto, correcto. Estos
pensamientos se habían abalanzado a toda velocidad a través de su mente en
cuestión de segundos. Continuó fulminándola con la mirada y volvió a hablar, ya
no gritando, pero sus palabras fueron firmes. Eran ley.
—Soy tu Beta, y como tal, recibes órdenes de mí y las seguirá. —Decebel
ladeó la cabeza hacia un lado, de repente recordando algo—. ¿Y en qué momento
aprendiste rumano?
Jen sonrió ante eso.
—El Internet es un lugar maravilloso para aprender cosas nuevas, Beta.
Sería un gran lugar para que tú aprendas una cosa o dos.
Decebel dio un paso hacia ella.
—Tengo la sensación de que estoy un poco por delante de ti en el
departamento de educación de la mayoría de las áreas. —Sus ojos brillaron con
malicia.
—Oh, mi pequeño amigo peludo, te sorprenderías de lo que sé —dijo Jen,
a juego con su tono sugerente palabra por palabra, sílaba por sílaba.
Decebel entrecerró los ojos en ella.
—¿Qué se supone que significa eso?
Jen se encogió de hombros mientras le daba la espalda, después de haber
aprendido de sus lecciones en etiqueta de manadas, sabía que eso era una enorme
bofetada en la cara a un lobo dominante. Oyó a Decebel gruñir y dar un paso
hacia ella. Mi Beta, mi trasero, pensó mientras seguía ignorando al lobo
acosándola.
Podía sentir su cercanía y sabía que si daba un paso hacia atrás chocaría
contra su cuerpo. Un delicioso pensamiento, pero lo cortó abruptamente mientras
se recordaba que él estaba en su lista negra por el momento, y que posiblemente
se había encontrado una reserva permanente en ella.
63
—Ya sea que lo creas o no —la boca de Decebel estaba lo suficientemente
cerca de su oído como para sentir el aire caliente de su aliento cruzar su piel y
causarle un escalofrío—, es por tu seguridad que puse esas reglas.
—Tú no eres mi Alfa. Vasile sabía a dónde íbamos y no tuvo ningún
problema con ello.
La voz de Jen era baja, pero no menos potente que la de él.
—Eso puede ser cierto, pero una vez que tu comportamiento puso en
peligro tu seguridad tuve todo el derecho a pedirte ponerle fin de inmediato.
Jen podía sentir su sangre comenzar a calentarse, su rostro a enrojecer.
—¿Mi comportamiento? —dijo a través de sus dientes apretados—. No soy
una niña, Decebel. No necesito tus órdenes.
—Eres un miembro de esta manada. Seguirás las órdenes, te guste o no,
por la seguridad de la manada así como la tuya. Tienes que acostumbrarte a ello,
Jennifer. —Decebel colocó sus manos sobre sus hombros y suavemente le dio la
vuelta. Colocando dos dedos debajo de su barbilla, levantó su rostro para mirarlo.
Decebel apretó los dientes y cerró brevemente los ojos cuando vio las
lágrimas contenidas en los ojos de ella.
—No fue mi intención hacerte daño, Jennifer.
—No te hagas ilusiones, Beta. No estoy a punto de llorar porque me hayas
lastimado. Estoy enojada. —Jennifer no apartó los ojos de Decebel mientras decía
enfurecida—: Podría venirte realmente bien una lección de modales. Añade esas
a tus clases de cachorro y aprender a tocar y no irrumpir en las habitaciones, y
eso debería mantenerte ocupado lo suficiente para que no tengas tiempo de
preocuparte de mis actividades extracurriculares.
Los labios de Decebel parecieron elevarse en una leve sonrisa y una vez
más sus ojos brillaron con malicia. Jen no le gustaba la idea que, obviamente,
apareció en su cerebro.
—Ya que estás tan empeñada en que aprenda modales, tal vez deberías ser
mi maestra.
Decebel dio un paso atrás y siguió mirándola con una sonrisa maliciosa.
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Jen no pudo evitar su propia pequeña sonrisa en respuesta a él. Así que
demándela, él era adorable cuando sonreía de esa forma.
—En tus sueños, Beta.
—Tal vez —dijo en voz baja. Cuando se volvió para irse, Jen le oyó decir
en voz baja—: Dios sabe que no puedo conseguir soñar otra cosa que no seas tú
en mi cabeza.
Jen se sonrojó ante sus palabras, pero pensó que seguramente le había oído
mal. Él se volvió hacia ella antes de cerrar la puerta.
—Espero que hayas disfrutado de tu pequeña aventura de esta noche,
Jennifer, porque en los sucesos futuros te acompañaré. —Sus palabras fueron
inflexibles—. De hecho, si dejas la mansión por cualquier razón, voy a ser tu
escolta. —Decebel le guiñó un ojo, cerrando la puerta justo antes de que un
cepillo para el cabello volara por la habitación y se estrellara contra ella
ruidosamente. Las palabras fuertes de Jen siguieron el ruido.
—¡El único lugar al que me vas a escoltar es al veterinario para que puedan
sacarte el pie que voy a empujar en tu trasero!
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8 Traducido por Nelshia
Corregido por LizC
ambién te quiero mamá —dijo Jacque por su teléfono celular
mientras se acurrucaba en el abrazo de Fane—. Las cosas
están bien aquí. El tutor nos mantiene ocupadas y estamos
aprendiendo todo tipo de cosas.
—¿Cómo le va a Jen? —le preguntó Lilly.
—Ella está bien, sólo un poco confundida acerca de las cosas. Ya
saldremos de esta.
Lilly se rió entre dientes.
—Mi siempre optimista. —Jacque podía oír la sonrisa de su madre a través
del teléfono.
—Dejaré que te vayas, sólo quería hacerte saber que estoy pensando en ti
y te extraño mucho. —Lilly contuvo las lágrimas.
—Yo también te echo de menos. Estoy feliz, quiero que sepas eso —le
tranquilizó Jacque.
—Lo sé, y eso es lo que quiero para ti. Sé feliz, vive una vida maravillosa
con Fane.
—¿Vendrás a verme pronto? —preguntó Jacque esperanzada.
—Ya lo veremos, este verano tal vez.
—Está bien, te quiero.
—También te quiero Jacque, muchísimo. Adiós. —Jacque pulsó el botón
de finalizar en su teléfono y cerró los ojos un instante. Le encantaba hablar con
su madre, pero a veces hacía que su corazón se sintiera tan pesado.
—T
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—Te amo, Jacquelyn. Sé que fue mucho pedirte el venir aquí —dijo Fane
suavemente.
—No me arrepiento de venir Fane. —Jacque se volvió para mirarlo a los
ojos—. Quiero estar contigo. Sólo la echo de menos, y eso está bien.
Él la besó en la frente con suavidad e inhaló su esencia profundamente en
sus pulmones.
—¿Qué crees que está pasando con Decebel?
Fane se quedó callado por un momento.
—Realmente no lo entiendo, pero trata a Jen como si fuera su compañera.
Todas las señales están ahí. Creo que él está probablemente peor porque no lo
entiende tampoco.
Jacque pensó en eso. Ella se sentía mal por ambos, Jen y Decebel. Sabía
que Jen estaba perdidamente enamorada del lobo, y no podía imaginar lo que
sería amar a Fane, pero no ser capaz de estar con él. Jacque oró por el bien de
ambos, que lo que fuera que estaba pasando se solucionara en sí rápidamente.
—¿Estás bien, amor? —le preguntó Fane con suavidad.
Jacque se giró para poder mirar a los ojos a Fane.
—Odio ver a Jen herida. Y a Decebel, a decir verdad —le dijo
sinceramente.
—Eres un buena amiga, Luna, pero esto es algo que ellos van a tener que
solucionar por su cuenta.
—Si no se matan entre sí en primer lugar —añadió Jacque, medio en
broma.
Fane se rió entre dientes.
—Existe esa posibilidad. Y sus probabilidades se han hecho mucho
mayores.
Jacque lo miró a los ojos, mientras estos se nublaban en pensamientos.
—Oye, hombre lobo. —Trazó sus labios con la punta de su dedo, llamando
su atención—. ¿Qué es? ¿Qué está pasando?
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Fane se inclinó y la besó suavemente antes de responder.
—En la reunión a la que asistí con los otros Alfas, nos enteramos que han
decidido que es en el mejor interés de nuestra especie traer de vuelta una antigua
tradición —explicó.
Jacque se empujó hacia arriba en una posición sentada, dándose vuelta
para así poder ver de frente a Fane claramente.
—¿Por qué estoy recibiendo vibras de “esto es una mierda” de tu parte,
cariño?
—Bueno, amor, esencialmente porque a pesar de que podría ser
beneficioso, en base a la situación entre Jen y Decebel, es más probable que sea
perjudicial… para uno de ellos. Estoy tomando apuestas en Decebel ya que Jen
parece tener dominado el lado impetuoso.
Jacque sonrió brevemente por eso.
—¿Y cuál es esta tradición? —preguntó.
—Hace más de un siglo varias manadas solían tener un evento llamado El
Encuentro.
—Oooh, suena muy al estilo Stephen King —le interrumpió Jacque.
Fane sonrió a su compañera y sus interminables comentarios.
—El Encuentro fue instituido para miembros de la manada sin
compañeros, para venir y reunirse con la esperanza de encontrar a su verdadera
pareja. Fue escrito a ley de manada que si la manada era invitada, el Alfa no
podía declinar o sería considerado un acto contra la especie.
—Santo infierno —murmuró Jacque, mirando a la nada mientras pensaba
en cómo afectaría esto a su mejor amiga.
—¿Jen tiene que ir a pesar de que no es de sangre pura?
—Desafortunadamente, los cuatro Alfas implicados han decidido que ya
que mi compañera no es de sangre pura se demuestra que cualquier persona con
algo de sangre de lobo en su genética debe asistir, debido a que son posibles
compañeros verdaderos. —Fane tomó una respiración profunda y soltó el aire
antes de continuar—. La buena noticia es que mis padres tienen que ir, y tú y
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Sally pueden ir y actuar como asistentes de Jen. Naturalmente, a donde vas yo
voy, así que voy a asistir también. Habrá también algunos otros miembros de la
manada acoplados que ayudarán con la seguridad.
—¿Seguridad? —preguntó Jacque, confundida.
—En realidad no es una gran idea poner a un montón de machos sin
emparejar juntos, especialmente cuando habrán hembras no apareadas en juego
—explicó Fane.
—Ahh, eso es un punto válido. Entonces, ¿por qué están pensando que es
una buena idea?
—Sienten que vale la pena el riesgo ya que muchos Canis lupis no están
encontrando sus compañeras. —Fane envolvió su mano alrededor de la muñeca
de Jacquelyn y jaló de ella hacia él, tirándola hacia la curva de su cuerpo. Ella
apoyó la cabeza en su pecho mientras seguía pensando acerca de este nuevo
acontecimiento. Fane continuó—. Las parejas acopladas ayudarán a mantener
los no apareados en línea. Habrá una junta de manada mañana por la noche.
—¿Qué fue exactamente lo que quisiste decir con Sally y yo siendo las
asistentes de Jen? —le interrumpió Jacque.
—Bueno, hace un siglo, las llamaban damas de compañía. Estaban
básicamente allí para ayudar a preparar a la hembra no apareada para el evento,
ayudando con su vestido, arreglando su cabello. Eso fue cuando la ropa de las
mujeres era un poco más elaborada. Pero los Alfas suponen que ayudaría a las
hembras no apareadas a estar a gusto si tienen algunas amigas con ellas.
—Así que, ¿me estás diciendo que, en esencia, vamos a ser las sirvientes de
Jen? —preguntó Jacque dubitativamente.
—A falta de un término mejor —concordó Fane de mala gana.
—Por el bien de mi salud mental y futura amistad con esa ninfómana, no
le digas eso. ¿Puedes imaginarte cómo tomaría eso y correría un apestoso maratón
con esa información?
Fane se rió entre dientes.
—Seremos cuidadosos en la forma en que abordamos el tema.
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—Aunque, por supuesto, puede que quede demasiado preocupada con
todo el asunto de los machos sin pareja tras ella como para que realmente le
importe tener un sirviente —añadió Jacque—. Hombre, si Decebel no estuviera
en el cuadro, ella estaría en su idea del paraíso: un montón de hombres lobo
calientes con sus ojos en ella.
—Amor, te olvidas que soy el único lobo al que debes referirte como
caliente —bromeó Fane.
Jacque se acurrucó más cerca.
—No hace falta decirlo, hombre lobo, tú eres el más caliente de todos ellos.
Fane gruñó.
—Demuéstralo —le desafió.
Jacque se echó hacia atrás para mirarlo a los ojos y vio el deseo que los
llenaba.
—¿Ahora? —preguntó ella, sorprendida por el cambio brusco de tema.
—No podemos resolver el problema de Jen y Decebel esta noche, amor, ni
podemos cambiar si El Encuentro se llevará a cabo o no. Lo que podemos hacer
es amarnos el uno al otro. Lo que pienso hacer es olvidarme de todo lo demás,
excepto tú, Luna. Por el resto de la noche te olvidarás de todos los demás, excepto
de mí.
Jacque sonrió con picardía a su compañero.
—¿Demasiado mandón, eh? —bromeó.
—Te deseo —dijo él simplemente, sin intentar disimular su demanda.
—Por lo tanto, deberías tenerme —susurró ella mientras apagaba la
lámpara de noche, dejando sólo la luna para iluminar la habitación.
* * *
—Así que, para mayor claridad… —Jen se sentaba en la sala audiovisual
en uno de los mullidos sofás a la mañana siguiente. Jacque se sentó en el suelo,
apoyada contra una silla que Sally ocupaba. Vasile y Alina se sentaron en el lado
opuesto a Jen en otro sofá, mientras Sorin y Decebel permanecían de pie, uno a
70
cada lado de la sala, apoyados contra la pared—. Porque tengo una pequeñísima,
diminuta cantidad de sangre de hombre lobo en mí, ¿tengo que ir a lo que equivale
esencialmente a una danza de apareamiento y dejar que otros lobos no apareados
me olfateen?
Sally soltó un bufido de risa.
—Lo siento, tuve una imagen visual.
—Genial. —Jacque chocó su mano con Sally.
Jen fulminó a sus dos mejores amigas con la mirada.
—¿Si ustedes dos han terminado con su pequeño momento podríamos por
favor centrarnos en este próximo desastre?
—Lo siento, Jen. No nos tomes en cuenta. Como sea, sigue volviéndote
loca. —Sally ondeó su mano a Jen para que esta continuara.
—Gracias —dijo Jen con total naturalidad—. Está bien. —Se volvió a
mirar a Alina y Vasile—. Entonces, ¿he cubierto lo básico?
—En realidad no es tan incivilizado como lo estás imaginando, Jen —le
dijo Alina suavemente—. Es como una reunión social. Ellos los dividirán en
grupos, ya que hay un número considerable de personas. Por la noche todo el
mundo se dará cita en el gran salón para la cena y el baile. Pero durante el día se
te dirán dónde estarás. Un grupo de mujeres sin emparejar se reunirán en
diferentes lugares de la propiedad con los machos sin pareja. Habrán Alfas y
parejas acopladas presentes en todo momento. Nunca estarás sola con un hombre
que no esté emparejado a menos que encuentres tu compañero verdadero. De lo
que Jacque y tú han estado aprendiendo acerca de la manada en la tutoría, sabes
que hay signos claros cuando encuentras a tu verdadero compañero.
Jen no pudo evitar que su mirada derivara hacia donde Decebel estaba de
pie. Cuando sus ojos se encontraron, Jen sintió escalofríos corriendo por su
cuerpo con la intensidad de su mirada. La voz de Alina captó su atención una vez
más.
—Recibirás un itinerario una vez que lleguemos.
—Esta noche en la junta de la manada —continuó Vasile por Alina—, te
reunirás con algunas otras mujeres sin pareja que van a asistir también. Creo que
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tú, Jacque, y Sally deberían pasar algún tiempo con ellas y llegar a conocerlas.
Queremos que te sientas segura, Jen. Nadie va a obligarte a hacer nada, y si
resulta que conoces a tu compañero no entres en pánico, ¿de acuerdo?
—Alfa —Jen sonrió con tristeza—, ¿cuándo has escuchado que he entrado
en pánico alrededor de deliciosos hombres lobo?
Un gruñido resonó por toda la habitación.
—Oh, clávate un corcho en eso, B —le gruñó Jen a Decebel.
Vasile ladeó la cabeza hacia un lado mientras miraba a Jen.
—¿B?
—Sí. Ya saben, por Beta. Aunque, me gusta porque también podría estar
llamándolo por el término técnico para una mujer prostituta y él no lo sabría. Así
que en realidad, llamarlo B funciona absolutamente a mi favor —explicó Jen con
toda seriedad.
Todos se volvieron cuando un rápido estallido de risa llegó desde el lado
derecho de la habitación. Cuando Sorin vio que todos volvían sus ojos a él,
rápidamente empezó a toser. Alzando sus manos, finalmente se recompuso.
—Perdóneme, Alfa. Parece que me he atragantado con algo.
—Tienes que ser cuidadoso al tragar comentarios listillos, Sorin —se burló
Jen—. Tienden a tener un efecto de asfixia.
Sorin le dio un guiño a Jen, quien se negaba a mirar al lobo del mal agüero
en la sala perforando actualmente un agujero en su cabeza.
Jen miró de nuevo a Vasile.
—Bien, entonces, la moraleja de la historia es encontrar a un compañero,
no asustarme, y tratar de evitar cualquier concurso de meadas masculinas…
literalmente. —Jen guiñó a Decebel mientras decía esto y él levantó su labio en
una mueca.
—Eso suena casi correcto —concordó Vasile—. Creo que hoy deberías
hacer lo que haces como de costumbre. Trata de no preocuparte por El
Encuentro.
72
Jen resopló.
—Sí, haré justo eso.
* * *
Thad, el Alfa de la manada de Serbia, sostuvo un teléfono celular en su
oreja mientras escuchaba a su contacto.
—Va a haber una junta de la manada esta noche anunciando El Encuentro
—le dijo la voz en el otro extremo.
—¿Las tres estadounidenses asistirán? —preguntó Thad.
—Sí.
—Espero que te hagas amigo de ellas, ganes su confianza. —Thad se
detuvo—. Todavía estoy trabajando en los detalles del plan, pero en cuanto lo
haya resuelto estaré en contacto. Recuerda, no debes ponerte en contacto
conmigo. Yo me pondré en contacto contigo.
—Sí, Alfa. —Luego, su contacto desconectó la llamada.
Thad se sentó en su silla de oficina, con vistas sobre las montañas de su
territorio. Todo lo que tenía que hacer era ser paciente y dejar que su presa venga
a él. El Encuentro estaba a un mes de distancia, tenía un montón de tiempo para
finalizar el plan. Una vez que todo esté dicho y hecho, habré derribado al Alfa
más poderoso en un siglo.
* * *
Decebel llamó a la puerta de la enfermería de la manada. Recordando las
palabras de Jennifer, sonrió y esperó a que la doctora Steele lo invitara a pasar.
¿No estaría Jennifer orgullosa de mí?, pensó.
—Entre —oyó gritar a Cynthia Steele a través de la puerta.
Decebel giró el pomo y abrió la puerta, asomando la cabeza antes de
atravesarla.
—¿Es un mal momento, Cynthia?
—Decebel, hola. —Cynthia tomó sus gafas y dejó el libro que había estado
estudiando—. No, en absoluto. —Ella le hizo un gesto para que entrara.
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Decebel cerró la puerta detrás de él y entró en el área que se usaba para
tratar a su manada. La habitación consistía en varias camas grandes de hospital
a lo largo de una de las paredes y enfrente de ellas, dos áreas de cirugía que
estaban separadas por divisiones. Cynthia tenía un escritorio justo a la derecha de
la puerta con varios gabinetes detrás de ella. También había una zona de
laboratorio colocada con varias máquinas, microscopios y objetos filosos de los
que Decebel prefería estar lejos.
Parte del castigo de Cynthia por su participación en el secuestro de Jacque
era servir a la manada Rumana como médico en el lugar. Vasile, a las súplicas de
Jacque, había perdonado el castigo físico de Cynthia, pero Vasile la había
despojado de su carrera. Ella practicaba la medicina para la manada y, en retorno,
la manada le proporcionaría alojamiento, comida, lo esencial, pero hasta que
Vasile decidiera, no le pagarían y su libertad sería muy limitada.
—¿Qué puedo hacer por ti? —le preguntó ella.
Decebel se sentó en una silla en el lado opuesto de la mesa. Una vez
sentado miró directamente a Cynthia, quien rápidamente desvió la mirada.
—Necesito saber lo que sabes acerca de los lobos latentes.
—No sé mucho —le dijo ella.
—Entonces necesito que averigües sobre ellos. Averigua si hay alguna
documentación de sus tendencias de apareamiento y los acontecimientos que han
pasado a lo largo con ellos. —Decebel se inclinó hacia delante, con los codos
sobre las rodillas, las manos juntas delante de él.
—¿Qué está pasando, Decebel? —preguntó Cynthia, su ceño fruncido en
cuestión.
Él dejó escapar un suspiro de frustración.
—Pensé que tendría tiempo para lidiar con lo que sea que está pasando
entre Jennifer y yo, pero ahora con este encuentro…
—Oh, sí. Vasile me habló de eso —dijo ella, asintiendo con la cabeza—.
Él quiere que yo vaya por si hay lesiones durante las luchas inevitables entre los
machos sin pareja.
Decebel asintió.
74
—Tendremos suerte si no hay ninguna baja, para ser honesto.
—Por lo tanto, eso que hay entre tú y Jen… —le recordó.
—No sé lo que es. No hay señales de apareamiento diferentes a la urgencia
de mi lobo y el cómo reacciono en su presencia —explicó Decebel. La frustración
que él había sentido era evidente en la forma en que su cuerpo se tensaba mientras
hablaba—. No puedo oír sus pensamientos, mis marcas no han cambiado… aún
así, la idea de otro hombre cerca de ella me vuelve loco. Ella es en todo lo que
pienso. Su esencia se ha convertido en una parte de mí, y tengo la urgencia
ridícula de asegurarme que tiene mi olor sobre ella.
Cynthia le observó mientras hablaba, sin perder de vista la forma en que
sus ojos comenzaron a brillar mientras hablaba de Jen. Algo estaba pasando, eso
era seguro.
—Todo lo que me estás describiendo indica que has encontrado a tu
compañera verdadera —dijo Cynthia—. Voy a mirar en los archivos de la
manada y ver si existe alguna documentación sobre lobos latentes. Ella podría ser
tu pareja y puede que necesite algo importante para crear el vínculo, al igual que
necesitó algo traumático para sacar a la luz la genética de lobo en ella. O puede
que simplemente no sea tu compañera.
Decebel gruñó, sin gustarle ni un poco que la doctora siquiera sugiriera que
Jennifer no le pertenecía. Sí, estoy en problemas. Este encuentro iba a llegar a ser
la prueba definitiva en autocontrol para él y su lobo.
Decebel se levantó.
—Gracias. Realmente aprecio tu ayuda. —Antes de llegar a la puerta, se
volvió y añadió—. Y tu discreción.
Cynthia se sorprendió por completo de que el lobo dominante haya
acudido a ella. Eso por sí sólo demostraba que Jen se estaba metiendo con su
mente.
Se volvió hacia su laptop y entró a la base de datos en busca de historias de
las manadas de todo el mundo. Entre los miles de archivos seguramente había
algo documentado de un estado latente. Comenzó a buscar a través de archivos,
abriendo, echando un vistazo, y cerrando, una y otra vez. Sí, pensó, esto va a ser
divertido.
75
9 Traducido por Helen1
Corregido por LizC
en y Sally caminaron juntas a una gran sala de reuniones. La manada se
iba a reunir en cinco minutos para el anuncio de El Encuentro.
Esencialmente no habían hecho nada en todo el día. Era sábado,
así que no había clases. Jen se había visto obligada a soportar un sinfín de
garantías de parte de Sally que no iba a dejar su lado en el evento que
consideraban como el Festival de Machos 2010.
También habían optado por no salir después de que Jen les hablara de la
declaración de Decebel de estar siempre con ella cuando saliera de la mansión.
—¿Y cómo respondiste? —había preguntado Sally.
—Le dije que el único lugar al que iría con él era al veterinario —dijo Jen
inocentemente.
—Todos sabemos que hubo más en tu comentario que eso, Virginia. Así
que adelante, comparte el resto de lo que estoy segura fue una declaración muy
esclarecedora para Decebel —le provocó Jacque.
—Está bien. Agregué que estaría yendo al veterinario para que le saquen
mi pie de su trasero. No vi su rostro, pero estoy segura de que él se sintió, como
has dicho, esclarecido.
Sally había estado tomando un sorbo de agua en ese preciso momento y lo
arrojó por todas partes.
—Estoy interesada en conocer a estas otras hembras no apareadas —le dijo
Jen a Sally—. Espero que sean geniales. ¿Sabes lo que quiero decir?
—Si con “geniales” quieres decir, nada de psicópatas, celosas, perras,
entonces sí, ya sé lo que quieres decir —replicó Sally.
J
76
—Hombre, Sal. Seriamente he contagiado a tu una vez dulce disposición
inocente. —Jen se rió entre dientes—. Y a propósito, Sally querida, son perras,
no pueden evitarlo.
Sally miró a Jen por el rabillo del ojo.
—De verdad te ríes de tus propios chistes. Y, por cierto, tal vez la verdadera
Sally está finalmente saliendo a la superficie después de años de represión.
—Sí, tú sigue diciéndote eso, Sigmund. Mientras estás en ello, por qué no
nos explicas la teoría del condicionamiento —bromeó Jen con su mejor amiga.
—Sólo estoy diciendo.
—Una vez más demuestras que claramente te he influenciado. —Las cejas
de Jen se levantaron mientras miraba a Sally—. No estoy diciendo que eso es una
mala cosa. Quiero decir, la verdad, la mayoría de la gente se beneficiaría de la
personalidad elogiosa de Jen Adams.
Sally soltó un bufido.
—¿Se hace más pesado?
—¿Qué se hace más pesado?
—Esa gran cabeza que cargas 24/7, 365. —Sally le dio unas palmaditas en
la espalda a Jen—. Simplemente parece que tal vez tu cuello o espalda
comenzarían a doler en algún momento.
—Guau, Sally. ¡Estoy impresionada que no sólo vas por un título en
psicología! Ahora pareces estar optando al cargo de alcalde de “Creo que soy
graciosa” de la ciudad.
Sally se rió de Jen, pero rápidamente se detuvo mientras entraban en la sala
de reuniones. Sillas se alineaban en las paredes y también se alineaban en filas en
el centro de la habitación. La habitación no estaba llena aún, pero se estaba
llenando rápidamente mientras las personas desfilaban ante ellas.
—Supongo que debemos enganchar algunas sillas —murmuró Jen
mientras entraba en la sala, en dirección a la lejana esquina derecha.
—¿Por qué nos vamos a sentar aquí atrás?
77
—De esta manera podemos ver toda la habitación y hacer algo de
reconocimiento.
—Genial, aquí vamos con la jerga militar. ¿Fuiste un SEAL de la marina
o algún oficial de las fuerzas especiales en una vida pasada? —preguntó Sally.
—Es un don. Viene con tanta naturalidad que pensarías que he tenido un
entrenamiento formal. —Jen le guiñó un ojo.
—Sí, eso es exactamente lo que yo estaba pensando. Y, por cierto,
Hogwarts te aceptó y está esperando tu llegada.
—Ja, ja, buena esa —dijo Jen con sequedad—. Tienes mi voto… serás
alcalde en muy poco tiempo.
Sally puso los ojos en blanco, mientras ambas seguían viendo gente entrar
y se sentarse en la gran sala.
—¡Oooh, oooh! —Sally golpeó la pierna de Jen cuando vio a Jacque y
Fane—. Allí están Simba y Nala.
—Bien —se rió Jen, y luego gritó para llamar su atención—. ¡Oye,
princesa! Por aquí.
Jacque las vio y tiró a Fane en su dirección.
—Oigan, chicas, ¿por qué están sentadas aquí atrás? —preguntó Jacque.
—Aquí vamos —murmuró Sally.
—Estamos haciendo el reconocimiento —explicó Jen.
—Reconocimiento, correeeecto —repitió Jacque, arqueando una ceja
dubitativa.
—Oh, cállate y siéntate.
Fane se rió entre dientes y se sentó al lado de Sally, tirando de Jacque en
su regazo. Jacque le devolvió la mirada y sonrió.
—De esta forma nos aseguramos de tener suficientes sillas para todos —
explicó él con una sonrisa.
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—Oh, cierto. Nosotros definitivamente queremos asegurarnos de que haya
un montón de asientos. —Jacque sonrió.
—Bueno, siempre y cuando estemos siendo tan conscientes —interrumpió
Jen—: Sally, ¿por qué no vas a subir en el regazo de Sorin y yo voy —señaló
mientras un hombre pasaba junto a ella—, agarrar a ese bombón y tirarme en su
regazo.
Jen sintió una mano en la nuca mientras una voz hablaba en voz baja junto
a su oído.
—Si necesitas un regazo para sentarte, ţinere de meu inimă (dueña de mi
corazón), el mío será el único disponible para ti.
Ella vio como Decebel se sentaba en la silla junto a ella y sintió caer su
estómago en picada cuando le guiñó un ojo.
—Será mejor que me quede en esta silla. Tiene la tendencia a alejarse si se
deja por su cuenta. —Jen odiaba cómo su voz sonaba sin aliento y se pateó
mentalmente a sí misma por dejar que él vea cómo le afectaba. Por la mirada de
suficiencia que se deslizó por su rostro era de hecho muy consciente de ello.
Condenado hombre lobo, pensó para sí misma.
Sally miró a Jacque y sonrió, obviamente amando el juego entre Decebel y
Jen.
Jacque se inclinó y susurró al oído de Sally.
—Le doy dos días antes de que él ponga una mano sobre ella.
—Estás siendo generosa. Yo digo menos de veinticuatro horas.
—¿Es una apuesta? —preguntó Jacque, las cejas levantadas.
—Mejor que lo creas —respondió Sally. Sus labios se relajaron en una
sonrisa torcida.
Jen se inclinó alrededor de Sally y miró a sus dos mejores amigas.
—¿Qué están apostando?
—Por Dios. ¿Es que ella tiene oídos de águila o algo así?
79
—No, tonta. Tú susurrando es como escucharte a ti hablando en un
volumen normal, pero con la voz ronca. Realmente, suena más como una chica
que ha estado fumando durante treinta años. —Jen se encogió de hombros—.
Sólo te lo aconsejo. Puedes tomarlo y aplicarlo en tu tiempo libre.
Fane se rió al oír las palabras de Jen cuando Jacque le dio un codazo, lo
que le hizo toser.
—No te rías, hombre lobo. —Jacque se volvió hacia Jen—. Gracias por esa
observación, Sherlock.
—Siempre es un placer ayudar a un amigo en necesidad, Watson. —Jen
sonrió ante la mirada irritada de Jacque.
Sally puso los ojos en blanco.
—¿Habrá alguna vez un momento en que no tenga que enviarlas a las dos
a esquinas opuestas?
—Cuando el infierno se congele.
—Y la gente de allí, finalmente, consiga ese vaso de agua helada que han
estado esperando —agregó Jen.
Jacque se estiró alrededor de Sally, con su puño cerrado en alto.
—Me gusta esa.
Jen chocó el puño de Jacque y le guiñó un ojo.
—Lo sé, ¿verdad? Se me acaba de ocurrir.
—Oooh, bonita y perspicaz.
—¿Qué puedo decir, princesa lobo? Soy el paquete completo.
Decebel miró a Fane.
—¿A face tu fiecare a lua ce ei say? (¿Consigues alguna vez entender lo que
dicen?)
Fane sonrió a su Beta.
—Nu mai incerce sa (Ya no trato).
80
—Buena idea. —Decebel asintió.
Jen miró a Decebel, entrecerrando los ojos.
—No se habla en lengua extranjera alrededor de los americanos.
Decebel se inclinó hacia ella, el brillo de sus ojos haciendo a Jen temblar.
—Pero Jennifer, pensé que hablabas rumano. —Miró a Sally y Jacque—.
¿No tenían ustedes dos la impresión de que ella hablaba rumano?
Jacque y Sally asintieron a pesar de las dagas que Jen estaba arrojando con
la mirada en su dirección.
—Esa fue absolutamentre la impresión que teníamos, ¿cierto, Sally? —
Jacque se volvió para mirarla.
—Espera. Ah sí, recuerdo claramente un bar… vodka… y estoy casi segura
de Jen hablando en rumano con el camarero sexy. —Sally estaba sonriendo de
oreja a oreja mientras la cara de Jen se ponía roja.
—Espero que ustedes dos no estén apegadas a su ropa interior porque
acabo de tener el impulso repentino de hacer una fogata —gruñó Jen.
—Nota mental: ocultar la ropa interior.
«O podrías resolver ese problema no utilizando ninguna.» Jacque escuchó
la voz de Fane a través de su vínculo. Su mandíbula cayó abierta y su rostro se
puso rojo brillante cuando se volvió para mirar a su compañero.
Jen miró a Sally.
—Parece que Fane tuvo una sugerencia acerca de la ropa interior de la
princesa. Si tuviera que conjeturar, diría que él le dijo que yo no podría quemarlas
si no lleva ninguna.
Si Jacque podría haberse puesto más roja lo habría hecho.
—¿Cómo? ¿Qué…? —tartamudeó Jacque mientras miraba a su amiga
rubia, tratando de averiguar cómo ella sabía lo que había estado pensando Fane.
—Es un don, Watson. Pero en realidad se reduce a que cuando se trata de
chicas y ropa interior, los chicos siempre van a decir que no se mezclan.
81
Decebel tosió cuando se atragantó con su risa mientras Fane enterraba la
cara en la espalda de Jacque, sus hombros temblando. Jacque y Sally miraron a
su amiga con la boca abierta.
—Otro dato en el que podrían estar interesados es que cuando se trata de
chicas y bocas abiertas, los chicos… —Decebel se inclinó y cubrió la boca de Jen
con su mano y le advirtió con una mirada que se tragara sus palabras.
—Gracias, Dec. Ese suele ser mi trabajo —dijo Sally—. Pero estaba en tal
shock que no pude hacer moverse mis extremidades.
Decebel inclinó la cabeza.
—¿Es por eso que siempre pareces estar tan cerca de ella?
—Es de suma importancia que todo el que está dentro de su alcance esté
listo en cualquier y todos los momentos de interceptar lo que podría venir de esa
lengua perversa.
Jen estaba frenéticamente tratando de hablar en torno a la mano de
Decebel ante el comentario de Sally. Decebel estaba aprendiendo rápidamente
cómo funcionaba el cerebro de Jennifer, y sólo podía imaginar lo que quería
expresar en lo que respecta al comentario de Sally sobre la lengua perversa. Él se
inclinó para susurrarle al oído.
—Voy a destaparte la boca. Sería sabio de tu parte dejar de lado el
comentario de la lengua perversa.
Jen lo miró por el rabillo del ojo, y después de un momento de tensión,
finalmente asintió una vez con sumisión. Decebel lentamente le descubrió la
boca, listo si era necesario cubrir de nuevo sus labios.
La habitación empezó a silenciarse y todos dirigieron su atención a la parte
delantera de la sala. Mientras Vasile daba la bienvenida y agradecía a todos por
venir y empezaba a explicar acerca de la reunión que tuvo con los otros Alfas, Jen
se inclinó hacia Decebel.
—Me debes. Sally me sorprendió con toda esa cosa de la lengua perversa.
Decebel rió y susurró a su vez:
82
—Por alguna razón, ţinere de meu inimă (dueña de mi corazón), tengo la
sensación de que habrá un montón de oportunidades para que puedas avergonzar
a tus amigas con los comentarios cuestionables en los que inocentemente se
adentran.
Jen se encogió de hombros.
—Es cierto, pero todavía me debes. ¿Y qué me llamas cuando hablas
rumano? Me has dicho la misma frase dos veces.
Decebel le palmeó la pierna, causando todo tipo de sensaciones de
hormigueo.
—Dar tu romaneste, Micul meu lup (pero hablas rumano, mi pequeña
lobo).
—Sé lo que es lup y no soy un lobo. Cualquier otra cosa que dijiste estoy
segura que es un montón de mierda también.
—Mi dulce Jennifer. —Era su turno para inclinarse más cerca. Tomó una
respiración profunda, tomando su aroma. Sus ojos se cerraron mientras un nuevo
olor golpeó su nariz. Era sutil, pero sin duda estaba allí—. No me di cuenta antes,
pero te aseguro, tu olor dice que eres definitivamente lobo. —Mi lobo, oyó gruñir
a su propio lobo, pero mantuvo esas palabras para sí mismo.
Decebel se reclinó en su silla. No podía concentrarse en lo que Vasile estaba
diciendo, no después de capturar esta nueva fragancia de Jennifer. Trató muy
duro de ocultar su sorpresa, pero estaba casi seguro que este nuevo aroma era el
olor de su compañera. Había varias cosas que identificaban a una mujer como
una verdadera compañera de un macho: la capacidad de escuchar los
pensamientos el uno del otro, las marcas cambiantes en el macho, nuevas marcas
que aparecen en la hembra, aquellas que coinciden con las del macho como una
pieza de rompecabezas, y un aroma que sólo el verdadero compañero
reconocería.
Los dos primeros, sin duda no habían ocurrido entre Jennifer y Decebel,
pero el aroma, su olor había cambiado. Era muy, muy sutil y estaba tomando
toda su fuerza de voluntad no tomarla en su regazo y enterrar la nariz en su cuello.
Sí, pensó, eso no la asustaría. Decebel negó con la cabeza y trató de dejar de lado
este nuevo desarrollo para poder escuchar a su Alfa.
83
—El Encuentro ha de tener lugar en un mes —estaba diciendo Vasile
mientras Decebel trataba de ponerse al corriente—. Quiero que cada hembra no
apareada elija una o dos hembras apareadas de las parejas que he elegido para
asistir y actuar como su compañía. Estas hembras ayudarán a las no emparejadas
a prepararse para los bailes nocturnos y si ella encuentra a su verdadero
compañero, también deberán servir de testigos.
—¿Tenemos que ir, Alfa? —Jen oyó una voz enfurruñada en el lado
izquierdo de la habitación y estiró el cuello para ver quién había hablado.
Vasile indicó al lobo que se pusiera de pie y Jen vio como una chica
pequeña se levantaba de su silla. Su cabello era corto al estilo de duendecillo.
Tenía ojos marrones expresivos y grandes, y una boca pequeña. Su tono de piel
oliva añadía más a su aspecto exótico.
Los ojos de Vasile se suavizaron y sonrió apaciblemente.
—Desafortunadamente, Crina, esto está fuera de mis manos. Hemos sido
invitados y si me niego sería considerado un acto contra nuestra especie.
La loba llamada Crina resopló y se sentó.
—Bueno, eso es una perra. —La sala vibró con bajas risas por sus palabras.
Jen sonrió y se volvió hacia Sally y Jacque, quienes sonreían también.
—Me agrada —les dijo.
Decebel escuchó las palabras de Jen y la miró.
—No creo que tú y Crina deban pasar el rato, Jennifer.
Jen ladeó la cabeza hacia un lado, con los labios fruncidos. Una oleada de
celos se precipitó sobre ella.
—¿Un viejo amor, Decebel?
Decebel se enderezó, claramente tomado fuera de guardia por la pregunta.
—No —respondió rotundamente.
Los ojos de Jen se estrecharon peligrosamente.
84
—¿Un amor actual? —Ella ni siquiera reconoció su voz cuando gruñó ante
la idea de Decebel con otra mujer.
Decebel observó mientras Jennifer se encrespaba a la espera de su
respuesta. Entonces cayó en cuenta: estaba celosa. No pudo evitar la risa que se
deslizó de sus labios. Vio su cuerpo tensarse y se dio cuenta que reír no era lo más
inteligente que podía haber hecho.
—¿Celosa, Jennifer?
—Por supuesto que no —escupió ella—. Creo que con todo lo que
coqueteas conmigo, si estás involucrado —la palabra salió como si fuera
repugnante para ella—, entonces necesitas llevar tu ser infestado de pulgas a otra
parte.
—¿Y si yo no estoy involucrado? ¿Entonces, qué? —preguntó en voz baja,
casi un desafío mientras la miraba a los ojos.
Jen dejó de respirar ante el calor en su mirada. Ella estaba hipnotizada
mientras mirando sus ojos estos comenzaron a brillar. Sus ojos ámbar se
encontraron con los suyos azules y ella se sintió siendo arrastrada más cerca de
él.
—Jennifer —susurró Decebel su nombre—. ¿Qué pasa si no estoy
involucrado?
La mano de él en su pierna, finalmente, la sacó de su trance. Ella tomó una
bocanada de aire cuando se dio cuenta que se estaba mareando por falta de
oxígeno. Sacudió la cabeza y miró a Decebel en estado de shock.
—¡Maldita sea!
Ella se levantó bruscamente cuando toda la habitación se volvió para
observarla. Jen no sabía lo que había sucedido, pero sabía que tenía que llegar lo
más lejos de Decebel como pudiera justo en ese momento. No podía pensar con
claridad cuando él estaba cerca, y seguro que no podía pensar cuando la miraba
de esa manera, y decía su nombre con esa voz, y la tocaba… Mierda, pensó. Estoy
tan jodida.
Decebel se paró para seguirla pero Sally le agarró el brazo. Ella ni siquiera
se inmutó cuando él le gruñó a la que le impedía seguir a Jennifer.
85
—Siéntate —dijo Sally firmemente al Beta furioso.
La habitación estaba en un silencio sepulcral cuando la puerta se cerró
detrás de Jen. Todos los ojos estaban puestos en el grupo de la esquina. Decebel
se volvió a sentar en su silla y se encontró con las miradas de los otros lobos. Uno
a uno se sometió a su Beta y miró hacia otro lado.
—Como estaba diciendo —continuó Vasile—. Todos los miembros sin
pareja asistirán a El Encuentro. Las parejas acopladas que asistirán ya han sido
informadas.
—¿Qué pasa con la latente de América? —preguntó un lobo macho en el
centro de la sala.
Decebel gruñó.
—Ella no es de tu incumbencia.
—¡Decebel! —gruñó Vasile.
Decebel desnudó su cuello a su Alfa en sumisión.
—Mis disculpas, Alfa.
Vasile volvió a mirar al otro lobo.
—La respuesta a tu pregunta, Stelian, es que todos y cada uno con
cualquier cantidad de lobo en la sangre están obligados a asistir. Jen es un latente,
pero es miembro de esta manada. Un miembro sin pareja —corrigió. Decebel
gruñó a las palabras—. Y, como tal, va a participar como cualquier miembro de
la manada. —Vasile asintió al lobo para que se sentara.
La reunión continuó durante otra hora con preguntas y frustraciones
siendo expresadas. A través de todo el proceso, Vasile fue paciente y respondió a
cada pregunta, pero fue inflexible y firme. Él dejó muy claro que su manada
asistiría y que si algunos machos se encontraban en un altercado serían tratados
con dureza. La sala estalló en carcajadas cuando dijo que quería aclarar que no
se trataba de una oportunidad de conectar y rascarse.
—Estaremos allí para buscar verdaderos compañeros. No para faltarle el
respeto a la pareja de otra persona, poniendo sus manos, boca o cualquier otra
parte cerca de lo que no les pertenece, simplemente porque se sienten atraídos por
86
ellos. No voy a castigar a cualquier lobo que desafíe a otro macho porque él fue
tan estúpido como para tocar la compañera de otro, aún cuando ella no había
estado acoplada en el momento. ¿He sido claro?
—Como usted dice, así será —dijo la sala al unísono.
Jacque le sonrió a Sally.
—Jen habría dicho algo sobre eso: “Cualquier otra parte cerca de lo que no
les pertenece” —repitió las palabras de Vasile—. Ella va a estar tan enojada de
haberse perdido la oportunidad de avergonzar a Decebel.
—Totalmente —concordó Sally.
Fane golpeó ligeramente su muslo.
«Luna, compórtate.»
«Oblígame» le desafió cuando se inclinó hacia atrás, lo que le hizo a él
gruñir bajo en su pecho.
Vasile finalmente despidió la reunión. Mientras Jacque se paraba, Fane le
susurró al oído:
—¿Supongo que tu reto tendrá que esperar, ya que quieres averiguar qué
causó a Jen salir tan abruptamente?
Jacque sonrió a su compañero, pero antes de que pudiera responder Sally
habló.
—Yo sé por qué salió de aquí en esa forma.
Las cabezas de Decebel y Jacque dieron la vuelta.
—¿En serio? —preguntaron al mismo tiempo.
Fane levantó una ceja al oír las palabras de Sally.
Sally a su vez se quedó mirando a Decebel.
—Jen nunca aprendió a usar su voz interior. Así que, Decebel, por qué no
compartes la forma en que ella te preguntó si estabas involucrado con Crina, y
cómo en realidad nunca le diste una respuesta, pero en cambio te burlaste de ella,
y después casi la hiciste hiperventilar con deseo.
87
La cabeza de Decebel se ladeó, sus cejas juntas.
—¿Cómo…?
—Yo diría que es un don, pero en realidad sólo soy cotilla como el infierno.
Y maldición, muchacho, la mirada que le estabas dando casi me tenía a mí en un
charco.
—¡Cállate! —chilló Jacque—. ¿Me estás diciendo que Jen salió de aquí
enfurecida porque él consiguió ponerla toda caliente y mojada?
Sally estaba sonriendo de oreja a oreja. Decebel parecía que sería muy feliz
si el universo simplemente se lo tragaba entero.
—Estaba enojada cuando se fue —se defendió Decebel—. Sólo se fue
porque estaba furiosa.
—Sí, enojada porque ella lo tiene mal por ti, Sherlock —le dijo Sally,
poniendo los ojos en blanco.
—¿En serio? ¿Le gusto?
Jacque rió ante la sonrisa arrogante de Decebel.
—Um, si no eres su compañero, eso no es una buena cosa, Casanova —le
recordó Jacque.
Sally asintió en acuerdo, escrutando a Decebel.
—Esperemos que ella encuentre su compañero en el Festival de Machos
para que pueda superarte.
Decebel dio un paso hacia Sally. Fane caminó alrededor de Jacque y puso
una mano sobre el pecho de Decebel, deteniéndolo.
—Tranquilo, Beta.
Decebel cerró los ojos respirando lentamente, deteniendo a su lobo.
Entonces las palabras de Sally fueron más allá de la niebla de celos.
—¿Festival de Machos? —preguntó.
Sally sonrió.
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10 Traducido por Katt090
Corregido por LizC
ecebel se dirigió a la oficina de Cynthia después de la junta de la
manada. Necesitaba compartir este nuevo avance sobre el cambio
de aroma de Jennifer y ver lo que la buena doctora tenía que decir
al respecto.
La puerta de la enfermería ya estaba abierta cuando llegó. Entró para
encontrar a Alina y Vasile sentados frente al escritorio de Cynthia.
—Decebel. —Vasile inclinó la cabeza.
—Lo siento, Alfa, no quise interrumpir. Puedo volver después —dijo
Decebel, saliendo de la habitación.
—En realidad, me gustaría hablar contigo acerca de lo que sucedió en la
reunión.
Decebel se estremeció mentalmente, recordando cómo le había gruñido a
Stelian por atreverse a preocuparse por el destino de Jennifer.
—Por supuesto. —Dio un paso más en la habitación y agarró una silla
extra. La trajo y se sentó al lado de Vasile.
Vasile miró a su Beta durante unos momentos antes de hablar.
—¿Es ella tu compañera? —preguntó finalmente.
Decebel dejó escapar un suspiro.
—No lo sé, Vasile —respondió en una rara muestra de vulnerabilidad,
mostrada mediante el uso del primer nombre de su Alfa. Eso dejó a Vasile saber
que Decebel necesitaba la orientación de su amigo tanto como de su Alfa.
Vasile asintió.
D
90
—Explícate.
—No escucho sus pensamientos, mis marcas son las mismas. Ella no ha
mencionado que tenga marcas en su cuerpo. Dicho esto, mi lobo la ha reclamado.
—Decebel se pasó las manos por el cabello, la frustración evidente en su
mandíbula tensa mientras continuó hablando—. He estado luchando contra él
por primera vez en más de un siglo. Sin importar lo mucho que me recuerde a mí
mismo que no hay signos de apareamiento, a mi lobo no le importa. Él la ha
reclamado y la quiere.
—Así que, aparte de cómo te sientes por ella, ¿no hay ninguna evidencia
de que ella podría ser tu verdadera compañera? —preguntó Alina con suavidad.
—Bueno, en realidad… —Decebel miró a Cynthia, quien había estado en
silencio escuchando la conversación—. Mientras estaba sentado junto a ella en la
reunión capté su olor. —Hizo una pausa.
Cynthia se animó.
—¿Y? —preguntó ella.
—Ha cambiado —dijo Decebel—. Es muy débil, pero juro que podía oler
el aroma de apareamiento en ella.
—¿A qué olía? —preguntó Vasile con cuidado. Decebel sabía que Vasile
sólo preguntaba porque él haría a otro lobo olfatear a Jennifer para ver si lo que
él olía era igual a lo que Decebel olfateó, pero aun así se erizó. Preguntar a otro
lobo cómo es el aroma de su compañera para él, era como pedirle a un hombre
humano que pasara a otro la ropa interior de su esposa. En otras palabras, era
extremadamente personal.
—Antes, siempre olía a vainilla. —Decebel recordó la reunión, cuando la
había olfateado profundamente—. Pero hoy había una pizca de canela. Estaba
apenas allí, pero era embriagador.
Las palabras de Decebel se suavizaron mientras pensaba en el olor de
Jennifer, recordando cómo su lobo se había despertado.
—Interesante —murmuró Cynthia—. ¿Cuánto tiempo has estado de
vuelta?
—Un par de días. ¿Por qué? —cuestionó.
91
—Desde que estás de vuelta, cuando estás cerca de Jen, ¿dirías que los
encuentros son intensos? —preguntó, haciendo caso omiso de su pregunta.
Decebel rió.
—Se podría decir que sí. Vuelvo a preguntar, ¿por qué?
—Antes de que vinieras estaba discutiendo con Vasile y Alina lo que había
encontrado poco antes de la junta de la manada. Me encontré con un caso
documentado de una lobo latente siendo emparejada con un Canis lupis puro. —
Cynthia miró a unos papeles y luego a Decebel—. En realidad es el diario de un
Alfa de hace más de un siglo.
—Eso es bueno, ¿verdad? —preguntó Decebel con aprensión.
—Bien —Cynthia hizo una pausa—, es bueno porque ahora tenemos algo
para en cierto modo… evaluar la progresión de un acoplamiento entre un latente
y un puro. Pero tiene el potencial de ser peligroso.
—¿Peligroso? —interrumpió Decebel, no gustándole la idea de que algo le
cause daño a Jennifer—. ¿Cómo puede esta información ser posiblemente
peligrosa?
—Voy a explicarte lo que estaba documentado y entonces voy a entrar en
cómo se aplica a ti y Jen —comenzó Cynthia.
—Te escucho —dijo Decebel mientras se enderezaba en su silla. Su lobo se
animó, lo que realmente le sorprendió ya que su lobo solía mantenerse tranquilo
menos en la caza o en la batalla.
Cynthia reunió los documentos que había imprimido y comenzó a leer.
—Conocí a mi verdadera compañera hoy. No por primera vez, pero fue la
primera vez en la que el vínculo había aparecido. Había estado siempre
extrañamente intrigado por ella, pero había asumido que era curiosidad debido a
su aire misterioso. Fui atrapado por completo con la guardia baja cuando oí sus
pensamientos por primera vez. Ella estaba en peligro, grave peligro. La oí gritar
por ayuda… en mi mente. Empecé a correr, sin tener en cuenta en dónde estaba
ni lo que estaba haciendo. Todo en lo que mi lobo podía pensar era que teníamos
que llegar a ella, tenía que salvarla. Corrí por lo que pareció una eternidad y
finalmente irrumpí en un claro. Allí, atada a un poste, estaba mi compañera de
pie.
92
»Las lágrimas corrían por su rostro, haciendo que los moretones que
empañaban sus mejillas brillaran. Sentí que la sangre en mis venas empezó a
calentarse. Mi corazón se aceleró y mis ojos, lo sé, estaban brillando mientras la
rabia se vertía en mí, impulsada por la necesidad de mi lobo de proteger a nuestra
compañera. Sus ropas estaban desgarradas, trapos rasgados. Su cabello estaba
cubierto de suciedad, como si hubiera sido arrastrada por el suelo. Ella no hizo
ningún sonido en voz alta mientras las lágrimas seguían fluyendo, pero su mente
era una tormenta turbulenta de miedo, ira, traición. Se volvió y me miró
directamente. Se me cortó la respiración cuando sus ojos azules brillantes se
clavaron en los míos. Fue instintivo llegar a su mente. “Estoy aquí, Rachel”, le
aseguré. “Todo estará bien”.
»Sus ojos se abrieron, la única indicación de que ella había oído y me
reconoció. Luego se cerraron. Las lágrimas claras como diamantes y numerosas
como gotas de lluvia de una tormenta de verano cubrieron su rostro lleno de
miedo una vez más.
»El crujido y el destello de llamas naranjas finalmente me sacudió de mi
asombro y me di cuenta que había hombres y mujeres por todas partes.
»Varios estaban prendiendo madera y heno que habían apilado debajo de
ella, mi compañera. Iban a quemarla viva. Cualquier control que tuviera se
rompió, el impulso del horror que estaba presenciando siendo el tirón final. Lo
perdí. Por primera vez en 200 años perdí el control de mi lobo. Mi cambio fue
instantáneo. Me lancé hacia adelante, derribando a cualquiera que se atreviera a
bloquear mi camino. No hice ninguna distinción entre hombre o mujer. En lo que
se refiere a mi lobo eran todos culpables y sufrirían la ira de un Alfa.
»Los gritos llenaron el aire mientras destruía uno por uno a los que no
habían corrido en miedo, sino que en su lugar, en su estupidez, pensaban que
tenían una oportunidad contra mí.
»Llegué a ella justo antes de que el fuego alcanzara sus pies descalzos.
Gracias a Dios que se desmayó justo cuando cambié volviendo a mi forma
humana. La desaté lo más rápido que pude, apartándola de las llamas que
parecían cobrar vida, llegando con sus brazos, en busca de su presa. La cargué,
sin mirar atrás. La llevé a la aldea de la manada, a mi casa, la cual ahora sería la
de ella.
Cynthia se detuvo allí y levantó la vista de los papeles.
93
—Voy a saltar a después de que ella se despierta y empiezan a interactuar.
Él describe sus sentimientos hacia ella y creo que podría ser útil para ti. Luego
voy a leer lo que él cree que le impide reconocer a su compañera y lo que se
necesitó para despertar a su lobo latente.
Decebel asintió, su único reconocimiento a sus palabras mientras su
cerebro procesaba lo que ya había leído.
—Rachel no está sorprendida de que sea un Canis lupis. No podía creer
que ella lo supiera todo este tiempo. Su familia ha sido inflexible acerca de pasar
su historia de generación en generación. La conocí hace más de un año.
»Ella es la hija de una sanadora gitana, Melinda, quien vino a la aldea para
ayudar con enfermedades menores. Sabía que la familia de su madre había
servido a la manada como sanadores por generaciones, pero lo que no sabía era
que la bisabuela de Rachel tuvo un breve romance con un miembro de la manada.
Como resultado, una niña había sido concebida.
»Rachel es una Canis lupis latente de cuarta generación, lo cual es
prácticamente desconocido y ciertamente nunca se ha acoplado.
»Rachel ha estado conmigo una semana. Ella ha estado sorprendentemente
aceptando nuestras circunstancias. Creo que es porque ha estado alrededor de la
manada y, sin yo saberlo, tenía conocimiento de los verdaderos compañeros y la
atracción. Encuentro que mientras más tiempo paso con ella más la anhelo. No
hemos completado los Ritos de Sangre. Ni siquiera la he besado, aunque me
encuentro a mí mismo necesitando tocarla, una caricia contra ella mientras
camino a su lado, una breve mano en su espalda, una suave caricia en su rostro
mientras duerme. Ella necesita mi toque, lo siento en ella aunque intenta bloquear
sus pensamientos de mí. Cuando atrapo pedazos de ellos estoy asombrado de la
visión que tiene de por qué se tardó tanto tiempo para que los signos de
apareamiento sucedieran entre nosotros. Finalmente me he decidido a hablar con
ella al respecto. Siento que si no resolvemos esto y la reclamo pronto nadie estará
a salvo.
»Le pregunté a Rachel sobre sus pensamientos sobre nuestro apareamiento.
Pensé que iba a tener que convencerla de eso, pero ella fue sorprendentemente
franca. Ella dijo que había hablado con su madre acerca de ello y la experiencia
que su madre tenía como sanadora es lo que la ayudó a idear su teoría, una con
la que parece estar jugando mientras escribo esto.
94
»Melinda cree que debido a que la sangre de lobo está tan diluida en Rachel
algo tenía que suceder para desencadenar esa parte animal de ella, algo intenso.
Dijo que debido a que la poca cantidad de lobo residiendo en ella estaba enterrada
tan profundamente, sólo que pasara algo que requiriera la ayuda de su lobo
provocó que surgiera. Rachel había estado en problemas cuando el vínculo nos
conectó. Le pregunté qué le había sucedido a esa gente que conocía para que le
hicieran una cosa tan horrible.
»Rachel me dijo que a pesar de que es una latente, un rasgo apareció una
vez que ella se convirtió en una mujer. Sus ojos comenzaron a brillar. Cada vez
que tenía miedo o estaba enojada, o incluso emocionada sus ojos cambiarían de
azul a azul brillante.
»La mejor amiga de Rachel lo había visto suceder y prometió no decírselo
a nadie. Ella rompió su promesa. Le dijo a su madre que pensaba que Rachel
podría ser una bruja. Eso fue todo lo que se necesitó. Clama ver una bruja y los
justos surgirán exclamando su indignación y señalando con sus dedos
condenatorios.
»Los aldeanos la habían sacado de su casa mientras su madre estaba fuera
y la condenaron a muerte. A muerte, sin ninguna prueba. Ahí fue cuando la
encontré. Su lobo latente sabía que necesitaba ayuda y se había impulsado a gritar
a su compañero.
»Melinda está convencida que debido a que Rachel y yo no nos
conocíamos o habíamos tenido contacto durante el año pasado; en otras palabras,
debido a que su compañero ha sido un extraño para sí, ella no había sido capaz
de llegar a él, a mí.
»Melinda también preguntó si notaba que el vínculo se hacía cada vez más
fuerte ahora que Rachel y yo estamos juntos todo el tiempo. Le expliqué cómo
me sentía, y cómo las emociones y las necesidades se están haciendo más fuerte.
Para un Alfa no acoplado, eso es peligroso. Ella me pidió que sea honesto con
Rachel sobre mis sentimientos, el vínculo, los Ritos de Sangre, todo.
»Rachel y yo completamos los Ritos de Sangre anoche, y completamos
nuestro apareamiento. Fue el último eslabón de mi lobo al suyo, latente o no.
Esta mañana las marcas de apareamiento aparecieron en su espalda. Son
preciosas. Mis marcas han cambiado también. Ella se burló de mí y dijo que eran
muy varoniles.
95
»A pesar de la sangre Canis lupis latente en Rachel, no creo que nuestra
unión sea más débil que otras parejas apareadas de sangre pura. Al hablar con los
otros machos apareados, Rachel y yo experimentamos los mismos sentimientos
intensos como ellos lo hacen, ya sea que estén lejos… o juntos.
Cynthia terminó de leer y la habitación quedó en silencio. Decebel miró al
frente, pensando en todas las posibilidades, resultados, y sí, incluso los peligros
que acompañan a esta información.
Vasile fue el primero en romper el silencio tenso.
—¿Ves por qué Cynthia siente que es una situación peligrosa?
Decebel no respondió al principio. Por último, se recompuso.
—¿Cuáles son mis opciones? —Miró directamente a Cynthia.
Cynthia respiró profundamente y se recostó en su silla.
—Crear una reacción intensa en Jen o dejarlo como está.
—Ninguna de ellas es aceptable —gruñó Decebel.
Cynthia se echó a reír.
—Dejar a un lobo dominante esperar a que alguien arroje una solución en
su…
—Cynthia —le advirtió Vasile, entrecerrando los ojos.
—Le pido perdón, Alfa —ella se sometió—. Lo que quise decir fue, ya sea
que es aceptable o no, es lo que es.
—¿Cuáles son tus reservas en cuanto a persuadirla? —preguntó Alina.
Decebel miró a Vasile.
—No quiero una compañera.
Las cejas de Cynthia se juntaron.
—¿Qué?
Alina siguió sosteniendo la mirada de Decebel, y como una Alfa en su
propio derecho, no daría marcha atrás.
96
Decebel finalmente cedió por respeto, no a falta de una posición
dominante. Dejó escapar el aliento que había estado conteniendo.
—Tuve una hermana, hace mucho tiempo. No pude protegerla. Decidí
entonces que no quiero volver a tener a otra persona confiando en mí para su
seguridad.
—Pero Vasile y yo confiamos en ti todos los días. Los otros lobos, los que
entrenas, las hembras no apareadas, todos confían en ti para protegerlos. ¿Cómo
es que tener una compañera es diferente? —cuestionó Alina.
—Tengo respaldo cuando se trata de todos los que acabas de nombrar.
Sabes tan bien como yo, Alina, que cuando se trata de tu protección Vasile es el
extremo de todo. Si quedas desprotegida, si tu protección falla, Vasile será el
único responsable. Eso es parte de estar apareados, vinculados. Vasile solo se
considera a sí mismo responsable de tu seguridad. No quiero esa responsabilidad
de nuevo.
—¿Estás dispuesto a pasar toda tu existencia virando más allá de la
oscuridad porque tienes miedo al fracaso? —preguntó Cynthia, incapaz de ocultar
su incredulidad—. ¿Dejarías pasar algo que otros consideran valioso y un honor?
No solo eso, sino que la condenarías a ella a vivir con sólo la mitad de su alma.
¿En serio? ¿Eso es lo que estás dispuesto a sacrificar?
Decebel gruñía a Cynthia cuando terminó.
—No lo entiendes. No eres un macho de esta especie; no eres un Alfa.
¿Tienes idea de lo que se siente al ver a la persona que amas y estabas obligado a
proteger, morir en tus brazos, porque no llegaste lo suficientemente rápido? ¿LO
HACES? —gruñó.
—Decebel. —Vasile no levantó la voz, pero sus palabras estaban llenas de
poder.
Decebel dio marcha atrás, pero su cuerpo se estremecía de ira al oír las
palabras de Cynthia, a sabiendas que eran la verdad.
—Esto es lo que esperaré de ti, Beta. —Vasile enfrentó a Decebel,
haciéndolo una orden formal. Cualquier otra cosa no conseguiría la cooperación
de él—. Vas a ser parte de la seguridad de Jen. Si no quieres seguir con esta
posibilidad, está bien. Te sugiero que esperes a ver si ella encuentra a su
97
compañero verdadero en El Encuentro. Si no lo hace, entonces vas a tomar parte
en ver si ella es tu compañera a través de los métodos que este documento ha
arrojado a la luz. No dejarás a Jen a la suerte de ser solamente una sombra de lo
que debería ser. ¿Entiendes?
Decebel gruñó, pero asintió. Terminó formalmente:
—Como usted dice, así será.
Decebel dio la vuelta para marcharse, pero Vasile habló antes de que
pudiera pasar por la puerta.
—Decebel, estás optando por esto. Si haces tanto como respirar sobre otro
lobo en El Encuentro debido a Jen, vas a sufrir las consecuencias.
—Entendido —reconoció él.
Salió de la habitación, yéndose no sólo con más preguntas, sino con una
confusión total y absoluta.
Decebel sabía que en el momento en que viera a otro lobo poner las manos
sobre Jennifer no iba a ser capaz de controlar a su lobo, sin embargo, había
acordado estúpidamente protegerla. Estaba haciendo la misma cosa que quería
evitar. Él era su protección. Maldita sea su Alfa y su intromisión.
* * *
Jen se paseaba por su habitación como un animal enjaulado.
No podía creer el ridículo que había hecho de sí misma, pero en ese
momento en todo lo que había sido capaz de pensar era en alejarse de un cierto
lobo.
Estaba tan jodida. ¿Cómo había llegado a este punto? Había estado
diciéndose a sí misma una y otra vez que él no era una opción. Podría muy bien
haber tenido una matrícula de tantas veces que lo había repetido a su corazón. Sí,
bueno su corazón estaba haciendo lo suyo, ya que no le importaba ni un tonto,
verdadero, comino que Decebel estuviera supuestamente fuera de los límites.
Algo en ella lo anhelaba.
Cada vez que estaba cerca de ella sólo quería frotarse contra él y
acurrucarse en su regazo.
98
Se puede decir volviéndose desquiciada, chicos y chicas, pensó Jen.
Yendo de ida y vuelta se paseó.
—Está bien —le dijo a la habitación vacía—. El Festival de Machos 2010
es la respuesta. Tengo que realmente, en serio, tratar de encontrar a mi
compañero. —Una vez más a su corazón no le importó ni un comino, mientras
Jen seguía diciendole que no había que ceder. Decebel es nuestro compañero, le
dijo—. No, eso no va a suceder. No te estoy escuchando. La la la la la la. —Jen
enganchó sus dedos en sus oídos, y cerró los ojos. Fue en este punto que Sally
entró en la habitación.
—¿A quién no estás escuchando, exactamente? —preguntó Sally, mirando
alrededor de la habitación.
Jen se dio la vuelta, dejando caer las manos rápidamente.
—Hola, Sal. ¿Qué pasa? —preguntó ella, tratando de alcanzar la calma,
pero cayendo cinco mil pies por debajo.
—Sí. Bueno, sobre eso… —Sally se cruzó de brazos y luego levantó una
mano para tocar su barbilla con un dedo—. ¿Qué pasa? Hmm. Veamos, saltaste
de la silla como si hubieras estado sentada en llamas y luego abandonaste la
reunión, como dije, como si las llamas estuvieran tratando de morder tu trasero…
sí, eso es más o menos lo que pasa.
Jen se estremeció ante la imagen que Sally dibujó.
—Está bien, así que no fue mi mejor momento —murmuró.
—¿Eso crees? —preguntó Sally, sus cejas subiendo.
—No sabes cómo fue… —La voz de Jen estaba llegando a ese punto agudo
cuando normalmente habría arrojado algo a otra persona por usarlo—. Estar allí
sentada al lado de su peluda sensualidad caliente, sus ojos haciendo esa cosa
ardiente, su voz profunda y suave, su mano estando toda muy cómoda sobre mi
rodilla. Lo digo en serio, Sally, era saltar y correr por las colinas o arrastrarme en
su regazo jadeando como una niña hormonal desesperada.
Sally rió.
—¿Acabas de decir niña hormonal desesperada?
99
—Cállate, Sally.
Ella levantó las manos en señal de rendición.
—Oye, no dispares a la que señala tus metáforas tontas.
Jen puso los ojos en blanco a su mejor amiga a medida que se dejaba caer
en el suelo, apoyando la espalda en la cama.
—Así que, ¿cuál es el…? —empezó Sally a preguntar, pero se interrumpió
cuando la puerta de la habitación se abrió de golpe.
—¡Estoy aquí! —Jacque entró corriendo al interior como un tempestuoso
huracán—. Estoy aquí —jadeó—. ¿Cuál es el plan?
Su cabeza iba de ida y vuelta entre Jen y Sally.
Jen asintió en dirección a Jacque.
—¿Qué demonios está mal con ella? —preguntó a Sally.
—Estoy empezando a pensar que es el s-e-x-o —deletreó Sally, cubriendo
el lado de su cara para que Jacque no pudiera ver, pero hablando en un susurro—
. Toda la falta de oxígeno del jadeo, las respiraciones pesadas, y lo que no está
matando a las células de su cerebro.
Jen rompió a reír.
—Eso sería aún más divertido si mi cerebro no estuviera tratando de llenar
en lo que no.
—¿Podríamos por favor, abstenernos de hablar sobre mi vida sexual? —
rechinó Jacque.
—No, no habrá ninguna abstención, porque entonces querrías que hable
de la atracción que estoy tratando de ignorar con el lobo que todavía no es una
opción a pesar de que ninguno de los dos parece que puede permanecer lo más
lejos posible del otro. —Jen tomó una respiración profunda y continuó—. Si
dejamos de hablar de tu vida fantástica de sexo, entonces ustedes dos hienas,
esperarán que les diga cómo cuando estoy cerca de él siento como si la
electricidad estuviera corriendo a través de mi piel. Querrían que les explique
cómo se acelera mi corazón y mi respiración se vuelve errática cada vez que
susurra en mi oído. Me obligarían a, en contra de mi voluntad, claro está,
100
describirles las muchas veces que he soñado oír su voz en mi mente, ver las marcas
cubrir mi piel, ver sus marcas cambiar. Así que, al infierno con el no. Solicitud
negada. No pasará, fin de la historia. En resumen, no podemos dejar de hablar de
tu vida sexual.
Sally estaba de pie con su mandíbula abierta, y Jacque estaba mirando a
Jen como si hubieran salido alas de su trasero.
—Bueno, entonces, está bien —finalmente habló Sally—. Creo que hablar
de la vida sexual de Jacque realmente ha arrojado algo de luz sobre las cosas.
¿Verdad, Jacque?
—¿Algo de luz? Mierda, mi vida sexual ha iluminado a todo un apestoso
estadio de fútbol.
—¿Quién sabría? —Jen se encogió de hombros inocentemente.
—¿Cuál es el plan, Jen? —preguntó Sally con sobriedad—. Todos sabemos
que tienes uno, asi que suéltalo.
Jen se puso de pie y comenzó a caminar de nuevo.
—Tengo que encontrar a mi compañero, tengo que permanecer lejos de B,
y tengo que unirlo todo junto —resopló ella, agitando su flequillo.
—Está bien, operación CEU comienza ahora. —Jacque sonrió.
—¿Operación CEU? —preguntó Jen dubitativamente.
—Um, princesa lobo, ¿podrías elaborar el título? —indicó Sally.
—C, compañero, E, evitar, U, unir —explicó Jacque.
—Oooh, CEU. Como si estuviéramos uniendo las pistas del mapa2 de su
futuro. Me gusta. —Sally guiñó un ojo a Jacque.
—Lo sé, ¿cierto? Se ajusta, como si estuviéramos haciendo un mapa de este
lío —añadió Jacque.
Jen sonrió y asintió con entusiasmo.
2 Mapa: en inglés map, debido a que la abreviatura de la operación sería MAP: M, mate, A, avoid, P, pull;
sin embargo, al traducir pierde el sentido de todo lo que dicen.
101
—Oh, yo tengo uno —dijo ella, uniéndose—. Es como si estuvieran
haciendo un mapa para dirigir sus estúpidos traseros fuera de mi habitación.
—Oye —dijo Sally, indignada.
—Oye, si el zapato encaja, Sally. Sólo estoy diciendo que, si encaja todo lo
que puedes hacer es llevarlo al máximo de su capacidad. Déjame decirte, que sólo
estoy haciendo un poco de justicia perversa.
Jacque se echó a reír y la cabeza de Sally giró bruscamente mientras la
observaba fijamente.
—Tienes que admitir que eso fue bastante divertido.
Sally lo pensó por un minuto y luego sonrió.
—Sí. Supongo que ella merece el apoyo, pero seguiré llamándolo
operación CEU.
—Bien, mierda. Pongamos esta operación en marcha —cedió Jen.
—¡Sí! —dijeron Sally y Jacque al mismo tiempo, dando palmadas.
Jen negó con la cabeza a sus dos mejores amigas. Leales, sí. Compasivas,
a ciencia cierta. ¿Locas como cabras? Sin lugar a dudas, pensó a medida que
sonreía mientras Sally y Jacque hablaban al mismo tiempo, consiguiendo
gradualmente hablar más fuerte mientras discutían entre sí.
Jen decidió tratar de sacar el máximo provecho de ellas como viniera.
Tenía la sensación de que iban a tener pocos y distantes momentos entre sí una
vez en El Encuentro.
102
11 Traducción SOS por LizC y Nelshia
Corregido por LizC
en, Sally, y Jacque pasaron las siguientes cuatro semanas aprendiendo
sobre las diferentes manadas que iban a estar presentes en El Encuentro.
Aprendieron los nombres de los Alfas y sus compañeras, si tenían
una. Aprendieron sobre las diferentes tradiciones y prácticas de las manadas. Jen
encontró interesante que aunque había algunas cosas que eran universales en el
mundo Canis lupis, las manadas eran muy individualizadas.
Ahora quedaban dos días antes de partir hacia los Alpes de Transilvania y
ellas, junto con otras tres hembras sin pareja y ocho machos sin pareja, se
encontrarían en la gran sala de reunión de la mansión para aprender a bailar.
—No necesito lecciones de baile —murmuró Jen en voz baja mientras
permanecía de pie con Sally y Jacque contra la pared del fondo.
—Creo que Vasile quiere que el baile sea clasificado apto para todo público
—bromeó Jacque.
Jen fingió indignación.
—Disculpa, pero mi ropa permanece en su sitio.
—La mayoría de las veces —murmuró Sally, estallando en risa junto a
Jacque.
—¡Oh, VAMOS! ¡Fue solo una vez! —gimió Jen—. Lo juro, pierdo la ropa
en una fiesta una vez y nunca dejarán de recordármelo.
—Oooh, ahora esto suena lo mío. —Crina, la loba que había hablado en la
reunión de la manada, llegó rebotando con otra chica—. Oye, no hemos sido
presentadas formalmente. Soy Crina y esta bestia es Mariana. —Ambas chicas
mostraron sonrisas amistosas.
J
103
Aunque Mariana no era realmente una bestia, era muy alta. De pie junto a
la pequeña Crina, ciertamente calificaba como una especie de bestia.
—Hola, Crina. Soy Jen. Estas dos tontas son mis mejores amigas, Sally y
Jacque.
Ambas chicas desnudaron sus cuellos brevemente a Jacque. Se había
explicado durante una de sus clases que, aunque Jacque no sostenía ningún poder
real en este momento, la manada debía mostrar su respeto por su lugar con
muestras de sumisión, como desnudar sus cuellos.
Jacque dio un solo movimiento de cabeza en reconocimiento a su
sumisión.
—Así que, ¿están lista para el Festival de Machos 2010? —les preguntó Jen.
Crina sonrió.
—¿Festival de Machos?
—Parecía mucho más del siglo XXI que “El Encuentro”.
Crina dio un codazo a Mariana.
—Te dije que serían geniales, ¿no?
Mariana sonrió.
—Sí, jefe. Lo dijiste. —Miró a Jen con complicidad—. Ella dijo que
cualquiera que pudiera hacer de Decebel todo un manojo de nervios como tú lo
haces tiene que ser genial.
Jen no sólo se rió de eso, ella se carcajeó.
—Él hace que sea muy fácil.
Crina sonrió con ella y agregó:
—Para que lo sepas, no sé lo que hay entre ustedes dos, pero ni yo ni
Mariana tenemos planes para él.
Jen se puso seria y miró a las dos chicas. No se le había ocurrido a ella
hasta ese momento que podría haber otras en la manada que tuviera algún interés
en Decebel. Antes de que pudiera detenerse, dejó escapar un gruñido. Jen vio
104
como los ojos de Mariana y Crina se abrieron de par en par y escuchó a Sally
tomar aliento agudamente, pero antes de que pudiera volverse, un fuerte brazo
rodeó su cintura y la apartó.
—¿Qué demon…? —comenzó ella, pero fue interrumpida cuando una
mujer en la esquina más alejada gritó:
—¡Tomen una pareja!
Jen se volvió bruscamente y se encontró cara a cara con Decebel.
—Hola, Jennifer. —Él sonrió sin arrepentimiento.
—Decebel, qué bueno verte. ¿Han pasado, qué, tres semanas desde que me
has agraciado con tu presencia?
—Ahh, sí. Acerca de eso… por favor, perdóname por mi ausencia. He
estado trabajando en tus medidas de seguridad.
—¿Mis qué? —preguntó Jen con cautela.
Decebel tomó la mano izquierda de Jennifer y la puso sobre su hombro,
tomó su mano derecha con la suya izquierda, y luego envolvió su brazo libre
alrededor de su cintura, atrayéndola.
—Tus medidas de seguridad —le dijo de nuevo, ahora mucho más cerca
de su oído—. Vasile me ha puesto a cargo de tu seguridad durante El Encuentro,
así que he ido y venido entre aquí y Transilvania trabajando en los problemas.
Jen abrió la boca en asombro, pero no dijo nada más. Estaba en realidad
en un pequeño estado de shock después de no ver a Decebel durante días y días.
Para tenerlo de pronto aquí en frente de ella, tan cerca, que era un poco
abrumador. Aunque no había manera en el infierno que ella alguna vez lo
confiese.
Bailaron en silencio durante unos momentos antes de que Jen espetara:
—Eres un muy buen bailarín.
Decebel rió.
—¿No se te ocurrió que algo que caminara en cuatro patas sería capaz de
bailar el vals?
105
Jennifer le sonrió. Decebel casi podía ver los pensamientos formarse en su
mente.
—En realidad, bailar el vals cuando estás en tu forma de cuatro patas,
debería ser bastante similar a hacerlo en tu forma bípeda. Sólo que, no necesitarías
una pareja porque ya tendrías un montón de piernas. —Jen no pudo evitar la risa
que burbujeó ante su propia pequeña broma. Decebel le gruñó, pero fue sólo a
medias.
Sus bromas fueron interrumpidas por otro grito.
—¡Cambio!
—Beta, ¿puedo interrumpir? —Costin, el lobo del bar, estaba de pie al lado
de una Jen y Decebel ahora congelados en el sitio.
Decebel abruptamente dejó ir a Jennifer.
—Por supuesto. —Él asintió hacia el otro lobo y se marchó sin mirar atrás.
Jen vio como Decebel se alejó y luego miró a Costin.
—¿Quién le haló los calzones? —preguntó ella en voz alta cuando una vez
más asumió la postura de baile.
—Oh, él sólo está un poco dolido que interrumpiera. A él no le gusta
mucho compartir sus cosas.
Jen miró hostilmente a Costin.
—Yo no soy una de sus cosas —dijo entre dientes.
Costin se rió, pero lo cubrió rápidamente con una tos.
—Por supuesto que no lo eres.
El resto de la lección consistió en ir cambiando periódicamente de pareja.
Todo el tiempo, Decebel mantuvo los ojos fijos en Jen y con quien sea que ella
estuviera bailando.
* * *
—Entonces, ¿cómo te sientes acerca de todo este asunto de El Encuentro?
—le preguntó Crina a Jen.
106
Cuando terminó la clase de baile, las cinco chicas se habían ido en busca
de chocolate caliente y ahora estaban reunidas alrededor de la mesa del comedor.
—Honestamente… —Jen hizo una pausa mientras tomaba un sorbo de su
chocolate caliente—, estoy un poco ansiosa de participar. Es algo que tiene mi
mente fuera de sí, me gustaría decir cosas desagradables, pero qué me condenen
si él no es la bola de pelos más deliciosa de este lado del mundo.
—La chica está realmente mal —le dijo Jacque a Crina y Mariana.
—Decebel es muy sexy, de eso no hay duda —concordó Crina.
La cabeza de Jen giró bruscamente y un gruñido vino de algún lugar dentro
de ella.
Crina levantó las manos en señal de rendición.
—Oye, no voy a infringir en tu lobo. —Ella mostró su cuello a Jen y algo
dentro de ella se instaló. Se estaba volviendo raro.
Jen negó con la cabeza, tratando de despejar la niebla que llenaba su mente.
—Lamento eso. No sé qué fue eso, pero fue, caramba, no sé qué.
Mariana habló por primera vez.
—Eras tú reclamando lo que es tuyo.
—Pero no hay señales de apareamiento.
—Aquí vamos —soltó Sally.
Jacque asintió en acuerdo.
—Una vez que le dan cuerda es como ver el conejito de Energizer. Es mejor
que se pongan cómodas.
—¿Y si todavía no han aparecido porque tus genes están latentes? —ofreció
Mariana.
Jen apoyó los codos en la mesa y luego puso su rostro entre las manos.
—He pensado en eso. Pero en serio, han pasado varios meses desde que
nos conocimos y en esos varios meses estuve en un accidente automovilístico con
107
quemaduras, descubrí que tenía sangre de hombre lobo, nos mudamos a un nuevo
país, ah, y cumplí los dieciocho años. Se podría pensar que algo allí activaría,
bueno, algo.
—Pero lo hizo —le dijo Mariana—. Se activó el interés en ambas partes,
¿no es así?
Jen pensó en sus palabras.
—¿Cuándo comenzaste a notar realmente a Decebel? —preguntó Crina.
—Después que desperté del coma. Él vino a mi habitación para ver cómo
estaba. Lo cual era extraño, por decir lo menos. Recuerdo que pensé: “guau, eso
es delicioso”.
Sally rió.
—Ella prácticamente tuvo que usar un babero alrededor de él por lo mucho
que babeaba.
—Sally, ¿cómo están esas próximas elecciones para alcalde?
Jacque se quedó perpleja.
—¿Qué?
Sally negó con la cabeza.
—Ni te molestes. Está falta de neuronas últimamente porque han sido fritas
por la sobrecarga hormonal.
Jen puso los ojos en blanco e hizo una señal en “L” con los dedos mientras
pronunciaba: “Lo que sea”.
Mariana comprobó su reloj.
—Bueno, se está haciendo tarde, así que supongo que deberíamos irnos.
Búsquennos en el Festival de Machos y vamos a pasar el rato. Nosotras las
marginadas debemos permanecer juntas.
Jen sonrió.
—Suena como un plan. Fue realmente genial conocerlas a ambas.
108
Sally y Jacque chillaron en acuerdo y se despidieron a medida que las otras
dos chicas se iban del comedor.
—Creo que deberíamos dar por terminada la noche —dijo Jacque,
derribando lo último de su chocolate caliente—. Un día menos antes de que nos
dirijamos a las colinas recubiertas de testosterona en Transilvania.
Las tres chicas enjuagaron sus tazas y se dirigieron a sus habitaciones.
* * *
Jen acababa de llegar a su puerta cuando ella lo sintió. Alguien estaba
observándola. No había duda en su mente de quién se trataba. Se volvió y vio a
Decebel de pie en el otro extremo del pasillo, mirándola.
Ninguno se movió durante varios minutos. Entonces él comenzó a caminar
hacia ella.
Jen no sabía si entrar a su habitación, correr, o permanecer congelada y
muy posiblemente desmayarse debido a la falta de oxígeno. Sus largas zancadas
devoraron la distancia entre ellos más rápido de lo que hubiera creído posible y,
de repente, él estaba allí, a menos de un pie de distancia de ella.
No podía hablar. Lo único que podía hacer era mirar a esos increíbles ojos
color ámbar.
Decebel cerró los ojos y respiró hondo. Una vez más detectó ese pequeño
bocado de canela en su aroma.
—Jennifer —susurró.
—Ajá —fue todo lo que Jen pudo decir.
La mano derecha de Decebel se estiró y apartó el largo cabello rubio de su
cara y cuello.
Se inclinó hacia adelante y puso su nariz contra su cuello, justo debajo de
la oreja, y volvió a respirar hondo. Jen en serio pensó que iba a desmayarse. Esto
no puede estar pasando. Ella quería pellizcarse para asegurarse de que estaba
realmente despierta. Cuando Decebel retrocedió, vio que sus ojos ámbar estaban
ahora brillando.
109
—No sé lo que está pasando entre nosotros, ţinere de meu inimă —le dijo
Decebel con voz ronca—. Te diré que me asusta.
—¿Te asusta? ¿Cómo puede algo asustarte?
Decebel rió cuando acunó suavemente su cara, su pulgar acariciando
tiernamente la línea de su mandíbula.
—Hay mucho que no sabes sobre mí, Jennifer, gran parte de mi pasado que
ha dado forma a lo que soy hoy. —Hizo una pausa mientras la miraba—. No
puedo estar lejos de ti, y ahora nuestro condenado Alfa me ha hecho tu protector.
—Y tú no quieres ser mi protector —interrumpió Jen con un susurro.
Decebel escuchó la inseguridad en su voz, pero la admiraba por no apartar
la mirada de él cuando lo expresó.
—El problema no es que no quiero ser tu protector, es que quiero ser más.
—Oh —exhaló Jen.
—No sé cómo voy a salir de esto, este… —Decebel buscó las palabras.
—¿Festival de Machos? —ofreció Jen, lo que trajo una sonrisa de infarto
de Decebel. Ella casi se desmayó.
Tienes que controlarte, se dijo. Jennifer Adams no se desmaya. Babear,
definitivamente. Mirar fijamente sin vergüenza, sin duda. Pero desmayarse está
prohibido.
Ella decidió que su diálogo interno estaba realmente empezando a salirse
de control.
—Sí, este Festival de Machos. No sé cómo voy a conseguir pasar por él sin
matar a otro lobo.
—¿Hay algo que pueda hacer para ayudar?
—No toques a otro hombre. No dejes que otro hombre te toque. —Los
labios de Decebel se tensaron mientras hablaba, traicionando su cuidadosamente
transmitido control.
—Está bien, no tocar. Lo tengo.
110
Una vez más se miraron el uno al otro en silencio. Gradualmente, Decebel
comenzó a inclinarse hacia ella y Jen se dio cuenta que iba a besarla. También
fue entonces cuando se dio cuenta de lo desesperada que lo deseaba, anhelaba ese
beso. Sus ojos empezaron a cerrarse mientras esperaba, y esperaba.
¿Qué demon…?, pensó mientras abría los ojos.
Él no se había movido más cerca.
—¿Vas a besarme? —preguntó Jen audazmente.
Decebel sonrió, pero se fue tan rápido como había llegado.
—No puedo.
Ella frunció el ceño.
—¿No puedes, o no quieres?
—No es así de simple, Jennifer. —Decebel comenzó a retroceder, pero Jen
le agarró la mano y la llevó de nuevo a su rostro. La sostuvo junto a su mejilla y
dejó que su calor se filtrara en ella. Nunca había sentido nada mejor que su toque
en toda su vida.
—Es así de simple. O lo haces o no. Es una elección, Decebel. Tú elección.
Así que no me digas que no puedes. A menos que tus labios estén súper pegados
a algún objeto. Entonces, ¿qué es?
—Creo que tienes que hablar con la doctora Steele, entonces vas a entender
lo que está en juego a partir de algo tan inocente como un beso.
Observó a medida que el brillo perverso demasiado familiar llenaba los ojos
de Jennifer.
—¿Quién dice que tiene que ser inocente?
Decebel dio un paso atrás esta vez y ella lo dejó ir.
—Duerme un poco, Jennifer. Te veré mañana —le dijo con suavidad.
Después de una pequeña sonrisa a ella, se fue.
Jen entró en su dormitorio después de ver a Decebel alejarse hasta que no
podía verlo más.
111
—Nos vemos en el otro lado, ¿Jen? ¿En serio? —se preguntó en voz alta—
. ¿Quieres que alguien te pida escribir un reporte experto sobre cómo ser
eficazmente patética? Porque déjame decirte, rubia, lo eres por todas partes.
Patética, pensó, soy una groupie y estoy hablando conmigo misma.
—Ughh.
Rápidamente pasó a través de su rutina de prepararse para la cama, todo
el tiempo recordando la sensación de la piel de Decebel sobre la de ella, su aliento
en su nuca. No había manera de que sobreviviera esto con su corazón intacto.
Ella sabía que cuando estuviera todo dicho y hecho, resultaría en un cascarón
vacío si no terminaba con Decebel a su lado.
La verdadera pregunta que se encontró enfrentando después de su pequeño
encuentro con la bola de pelos en el pasillo fue: ¿cómo vas a ir en la búsqueda de
un compañero cuando prefieres estar tratando de convencer al que quieres
perseguir de lo que le estaba abofeteando constantemente en la cara?
—Sí, buena suerte con eso —se dijo Jen.
* * *
—Así que, ¿supongo que te veré en un par de días? —le preguntó Jacque a
su padre a través de su teléfono celular.
—Sí. Y voy con Tanya. Ella realmente quiere conocerte. ¿Estás bien con
eso?
—Sí, está bien. Estaba previsto a suceder un día, ¿cierto? No hay tiempo
como el presente —le dijo Jacque, su voz saliendo anormalmente alta. Se sintió
nivelada mientras Fane envolvía sus brazos alrededor de ella por detrás y colocó
un suave beso en su cuello.
—Gracias, Jacque. Sé que es mucho pedir. Así que te veré pronto,
entonces. —Él desconectó la llamada.
Jacque dejó su teléfono celular sobre la mesita de noche.
—Bueno, esto debería ser divertido. Va a ser acogedor, un poco de conocer
y saludar —le dijo a Fane, frunciendo el ceño.
112
—Va a estar bien, Jacquelyn, es una hacienda grande. Si tú y Tanya no se
llevan bien habrá un montón de lugares a los que puedes escabullirte.
Jacque se retiró de sus brazos y se volvió hacia él bruscamente.
—¿Escabullirme? No me escabullo, hombre lobo.
Fane sonrió y le guiñó un ojo.
—Sabía que eso lo haría.
Jacque gruñó y lo derribó en la cama.
—Así que, ¿crees que si picas mi orgullo voy a ser menos propensa a evadir
la confrontación que tan desesperadamente quiero evitar?
Fane asintió.
—Eso lo resume todo.
—Qué bien me conoces ya, problemática bola de pulgas.
—Otra vez con las pulgas. —Él gruñó y le hizo cosquillas. Jacque chilló,
tratando sin éxito de luchar contra él. Finalmente él cedió y la atrajo hacia sí—.
Todo estará bien, Luna —susurró.
—Lo sé —concordó ella—, pero siempre hay una variable que no se
contabiliza, dispuesto a tirar las cosas fuera de la alineación. Entonces ya no está
todo bien.
—Ahh, amor. ¿De dónde proviene tal pesimismo?
—Creo que la preocupación de Jen se me está pegando. Sólo deseo que ella
y Decebel pesquen o corten el cebo de una vez.
—¿Pesquen o corten el cebo? No estoy familiarizado con eso —dijo Fane,
con el ceño fruncido.
—Eso significa seguir adelante con ello o superarlo. Es tan obvio que están
destinados a estar juntos.
—Él no puede reclamarla sin signos de apareamiento. Ella tiene que
participar en El Encuentro —le advirtió Fane.
113
—Entonces habrá un baño de sangre —dijo Jacque sombríamente—.
Debido a que el primer hombre lo suficientemente valiente como para poner un
dedo sobre Jen va a ver de primera mano lo que sucede cuando otro toca un
compañero ajeno. Con signos o no, el lobo de Decebel ha reclamado a Jen. Y el
lobo de Jen, lo poco que pueda ser, ha reclamado a Decebel, por no hablar de su
corazón.
Ambos se quedaron en silencio, mientras pensaban acerca de las
consecuencias que estaban seguros vendrían. Pero al igual que un tren a toda
velocidad sin frenos, nada menos que un milagro podría detenerlos.
114
12 Traducido por Itorres
Corregido por LizC
rees que fue sabio hacer de Decebel su protector? —le
preguntó Alina a su compañero.
Vasile continuó mirando a la carretera mientras
conducía hacia el lugar de El Encuentro.
Sabía que era una apuesta riesgosa colocar a Jen al cuidado de Decebel.
—No lo sé —admitió—. Supongo que estoy tratando de obligarlo a entrar
en acción. Tal vez si él ve a otros persiguiéndola, conseguirá superar ese miedo y
hará un movimiento. O podría ser sólo la muerte de algún pobre lobo.
Alina le observó atentamente mientras hablaba, notando las líneas tenues
que corrían a lo largo de su piel. Incluso después de dos siglos, su compañero
todavía estaba increíblemente guapo, pero parecía que el estrés de la vida se ponía
al día con él.
—A veces los lobos dominantes tienen que ser empujados hasta el borde
cuando no ceden por su cuenta. ¿Por qué crees que sea así? —El tono de Alina
era bromista.
Los labios de Vasile se levantaron ligeramente.
—Incluso nosotros los dominantes tenemos que tener un defecto, Luna, de
lo contrario, no sería justo.
Alina se rió y negó con la cabeza a su compañero engreído.
* * *
—Veo algo verde —anunció Sally.
—Árboles —gritó Crina, mientras Mariana decía—: Hierba.
—¿C
115
—No —contestó Sally.
—¿Cuál es el objetivo de este juego otra vez? —preguntó Crina.
—Entretenimiento sin sentido —dijo Jen—. Es por lo que son conocidos
los americanos.
Fane y Decebel rieron al oír las palabras de Jen.
Vasile había planeado la asignación de conducir, por lo que Jen, Jacque, y
Sally habían sido emparejadas con Crina y Mariana, así como Decebel y Fane.
Una gran familia feliz, pensó Jen mientras miraba alrededor de la cabina de la
Hummer. Estaba muy contenta de que Crina y Mariana hubieran resultado ser
geniales. Habría sido una gran jodida pérdida de tiempo que resultaran ser tontas.
—¿Más adivinanzas? —preguntó Sally.
—Creo que ya hemos tenido suficiente de Yo Veo, Sal —le dijo Jacque.
El rostro de Sally decayó brevemente, pero se animó cuando dijo:
—Bueno, ¿qué tal si…?
Antes de que pudiera terminar, Jen la cortó.
—¿Qué tal si discutimos los planes cuando lleguemos a este pequeño
festival de “Conozcamos al Papá del Bebé”?
Todo el vehículo estalló en carcajadas ante la jerga de Jen. Ella se sonrojó
furiosamente cuando Dec le dedicó una sonrisa de infarto.
—¿Cómo pueden todos contenerse de hacerse pis cuando ella está cerca?
—preguntó Crina, secándose las lágrimas que brotaron de sus ojos.
—Sin duda, es difícil —le dijo Jacque—. Y a veces es aconsejable llevar
una muda de ropa si vas a estar cerca de ella durante un periodo prolongado de
tiempo.
Después de las risas y bromas, finalmente permanecieron en silencio, hasta
que Fane retomó la pregunta anterior de Jen.
—Creo que esta noche hay una gran reunión con todas las manadas para
sentar las reglas básicas y el propósito detrás de El Encuentro —explicó Fane—.
116
Habrá un montón de parejas acopladas por todos lados y Alfas para mantener a
los machos bajo control.
—Siento como si tuviera que llevar un impermeable o algo así. —Jen sólo
bromeó a medias.
Crina rió.
—Supongo que, ¿tienes miedo de que alguien te pida una caminata a
oscuras?
Jen sonrió.
—Sabía desde el momento en que respondiste mordazmente a Vasile que
me agradarías.
Decebel puso los ojos en blanco.
—Genial, ahora realmente estamos en inferioridad numérica.
—No lo olvides, chucho. —Jen le arrojó un trozo de papel arrugado pero
él lo atrapó antes de que lo golpeara.
—Te gusta tentar a tu suerte, ¿verdad, Jennifer? —le preguntó.
—Tentar, o simplemente darle un enorme empujón. Lo que sea que
funcione. —Ella le guiñó un ojo y luego se deslizó hacia abajo en su asiento—.
Trataré de contar algunas ovejas antes de llegar allí. Tengo la sensación de que
voy necesitar mi ingenio.
—Eso podría ser un problema, Jen. Tendrías que tener… —comenzó Sally.
—Ni una palabra más, Sally. —Las palabras de Jen fueron seguidas por las
risas de las otras chicas, y entonces el vehículo cayó en silencio.
* * *
Thad observaba como sus lobos acomodaban la sala de reuniones con sillas
y mesas para las manadas.
La manada americana ya había llegado y estaba siendo instalada en sus
habitaciones. Las otras debían llegar en cualquier momento.
117
Los ojos de Thad siguieron el movimiento alrededor de la habitación, pero
su mente estaba en otra parte. No podía dejar de preguntarse si finalmente
encontraría su verdadera compañera entre los que venían a El Encuentro. Dos
siglos era demasiado tiempo para estar sin una compañera.
Sobre todo cuando los otros Alfas estaban todos acoplados. Él no era un
Alfa débil de cualquier modo, pero era un hecho que un Alfa acoplado era un
Alfa fuerte. Así que, independientemente de su propia fuerza, hasta que estuviera
acoplado él no tendría ninguna oportunidad contra otro.
Thad fue sacado de sus pensamientos cuando las dobles puertas de la gran
sala se abrieron.
Vio como entraron Vasile y su compañera. Detrás de ellos vio a su Beta y
Fane, el Príncipe de los Lobos Grises. El tamaño de ellos bloqueaba cualquier
vista de quienes podrían estar detrás de ellos. Thad estaba seguro de que era un
movimiento táctico por parte de Vasile. Sus mujeres estarían bien protegidas. Eso
podría ser un problema, pero no uno insuperable, pensó.
—Caramba —susurró Jacque mientras las puertas dobles se abrían y
entraban en una habitación inmensa—. ¡Mira este lugar!
—Me siento como la Bella en La Bella y la Bestia —le susurró Sally a Jen—
. Ya sabes, ¿cuándo ella entra en el gran salón de baile por primera vez?
—Bueno, estás en lo correcto en una cosa, Sal —murmuró Jen mientras
ella también observaba a sus alrededores—, no estamos cortos en bestias.
Jen inclinó su cabeza hacia atrás ante la provocación de Jacque y su propia
boca cayó abierta al ver la altura del techo. Esa no era la única cosa que tenía sus
bocas contra el suelo recién encerado. Pintado en el techo había un bosque
cubierto de nieve reluciente. De alguna manera, el artista había logrado un efecto
casi tridimensional, y con sólo mirarlo sentías como si estuvieras cayendo en la
pintura. Entre las colinas y los árboles había lobos. Algunos corrían, otros
permanecían en calma.
El tema era bastante obvio una vez que lo pensabas, se dio cuenta Jen. No
había ni un único lobo solo. Cada uno estaba emparejado con otro. Y mientras
miraba más tiempo podía ver que cada par era conmovedor. Los lobos corriendo
lado a lado estaban pintados de manera que sus colas se entrelazaban mientras
corrían, los que estaban sentados juntos tenían a uno agazapado cerca del otro, y
118
aquellos acostados tenían un lobo literalmente acurrucado alrededor del otro,
protectoramente, abrigadoramente. Era hermoso, y el significado era claro: los
lobos no estaban destinados a estar solos.
Fueron creados para un compañero.
Jen sacó los ojos de la convincente pintura cuando sintió un tirón en la
manga. Se dio la vuelta justo cuando Mariana estaba haciéndoles señas a todas
para que siguieran.
—Este apuesto caballero se ofreció a enseñarnos nuestras habitaciones —
les dijo Mariana.
Jen miró de vuelta y vio que Vasile estaba hablando con otro hombre que
parecía estar a cargo de algo. Es probable que no fueran necesarias. Miró a Jacque
y asintió en dirección a donde Mariana se dirigía.
—Cuenta conmigo. ¿Tú?
—Lidera el camino —respondió Jacque.
Jen no sabía si debía decir algo a Decebel, pero pensó, él tiene oído de lobo,
seguramente nos oirá salir. No sólo eso, no había manera que Fane no vigilara a
su pequeña loba. Así que se encogió de hombros y siguió al resto fuera de la sala
grande. De espaldas no se dio cuenta que Decebel asintió a Costin, una orden
silenciosa para mantener un ojo en las chicas hasta que él pudiera irse sin que
pareciera una falta de respeto.
—Vasile. —Thad levantó la voz para hacerse oír por encima de la
habitación mientras se abría camino hacia el Alfa rumano—. Me alegra tanto que
hayas podido venir.
—Quiero que nuestra especie prospere tanto como tú, Thad. Nuestra
manada aprecia tu invitación y por darnos la oportunidad que nuestros miembros
solteros de la manada conozcan, posiblemente, a sus verdaderos compañeros.
Decebel sintió que su piel comenzaba a picarle a medida que Jennifer
estaba cada vez más lejos de él. Estaba muy cerca de hacer caso omiso al
protocolo e ir tras ella, pero eso haría que Vasile quedara mal a los ojos de otros
lobos y él no haría eso a su Alfa.
119
Siguió recordándose que Costin mantendría un ojo en ella y no dejaría que
otros lobos se le acercaran. Aún así, su lobo estaba inquieto. Esta va a ser una
semana muy larga, pensó Decebel.
—¿A qué hora debo hacer que mi manada baje para el encuentro de esta
noche? —preguntó Vasile a Thad.
—Comenzaremos a las seis, por lo que probablemente querrás tenerlos un
poco antes para conseguir una mesa. Haré que dos de mis lobos les muestre sus
habitaciones. —Thad miró alrededor de Vasile en donde las chicas habían estado
de pie sólo unos momentos antes—. Parece que los machos dominantes ya se han
dado a conocer a tus hembras. —Él se rió entre dientes.
Decebel gruñó, pero antes de que pudiera conseguir sonar mucho más alto
Fane le dio un codazo fuerte en el costado. Decebel tosió. Abalanzó sus ojos sobre
Fane, quien tuvo el descaro de guiñarle. Su compañera pelirroja ya le estaba
contagiando algunas mañas.
Después de que Thad y Vasile terminaron de hablar, Vasile se dirigió a los
miembros de la manada que se habían quedado con él.
—Sigan a esos dos caballeros, nos van a llevar a nuestras habitaciones. —
Vasile indicó dos lobos de pie justo en frente de una gran escalera en la entrada.
Mientras subían las escaleras, Vasile se posicionó entre Fane y Decebel.
—Quiero que ustedes dos y Sorin vayan y se aseguren que las chicas se
mantengan fuera de problemas hasta esta noche.
—Como tú digas —dijeron Fane y Decebel al mismo tiempo.
Cuando llegaron a la cima de la escalera, la cabeza de Decebel giró
bruscamente a la derecha. Una risa alta provenía por el pasillo en esa dirección.
Le dio un codazo a Fane.
—Mi apuesta es que encontraremos problemas por ese lado. —Indicó la
dirección de donde las risitas venían.
—¿Sobreviviremos esta semana? —preguntó Fane a Decebel con
cansancio.
120
—¿Qué es esta mierda de sobreviviremos? Estás emparejado, puedes ir y
esconderte con tu mujer. Yo, por otro lado, tengo que estar justo en el medio de
las festividades. —Decebel dijo la palabra como si fuera una enfermedad.
Fane se rió y le dio unas palmaditas en la espalda a Decebel.
—De cualquier forma en que pueda ayudar, Beta, lo haré. Pero no te
envidio cuando se trata de ser responsable de Jen.
—No hay duda. Ella es imposible.
—No la querrías de cualquier otra manera, ¿verdad?
—No en mi vida —admitió Decebel descaradamente.
Justo cuando llegaron a la puerta de la que todo el ruido venía, oyeron, por
primera vez, las risas masculinas. Decebel gruñó mientras agarraba el picaporte
y abría la puerta de golpe. Fane estaba justo detrás de él, buscando
inmediatamente en la habitación por Jacque. No estaba tan enfadado como
Decebel porque había sido capaz de sentir a Jacquelyn, y sabía que no había
peligro.
Por supuesto, el peligro no era para nada en lo que Decebel estaba
preocupado, pensó Fane.
* * *
Jen casi salió rodando de la cama mientras reía. Los dos chicos que las
llevaron a sus habitaciones eran divertidísimos, aunque no era completamente
por ellos.
Ellos simplemente no entendían mucho de los dichos estadounidenses que
decían y cuando repetían o trataban de utilizar la jerga americana, el resultado
era muy gracioso.
—Así que, ¿te está gustando Rumania? —le preguntó el lobo llamado
Damion.
—Bueno, hace frío —comenzó Jen—, pero está bien. Tenemos que salir de
juerga y bailar. Costin allá —Jen señaló a Costin, quien estaba de pie en una
esquina con los brazos cruzados sobre el pecho, viéndose muy parecido a un mini-
121
yo de Decebel—, nos enganchará unas bebidas. Él incluso me deja bailar en la
barra.
—Perdóname, ¿pero que es eso de salir de juerga? ¿Y cómo te enganchas a
una bebida?
Jen, Sally, y Jacque no pudieron evitar la risa que burbujeó ante su inocente
pregunta.
—Lo siento, Damion. No nos estamos riendo de ti —le explicó Sally
cuando él comenzó a verse aún más confundido—. Es sólo que realmente no
pensamos en cómo nuestras palabras deben sonar tan raras para alguien que no
utiliza el mismo idioma.
Damion ondeó su mano, obviamente, no ofendido.
—Bueno, salir de juerga es como ir a un bar o un club, ya sabes, algún lugar
para pasar el rato. Cuando dije enganchar, quise decir, como que nos ayudará o
nos conseguirá algo.
Damion sonrió y miró a su compañero de manada Adrian.
—Creo que me gusta este término “enganchar”. ¿Qué te parece?
Adrian asintió.
—Entonces, ¿sería correcto que yo diga que quiero enganchar contigo?
Eso fue todo, incluso la fachada estoica de Costin se vino abajo. La sala
entera estalló en carcajadas. Esta vez Jen cayó de la cama y aterrizó junto a
Damion, quien la ayudó a levantarse justo cuando la puerta se abrió de golpe.
Jen miró hacia arriba y la primera palabra que vino a su mente voló fuera
de su boca:
—¡Mierda!
Golpeó sus manos sobre su boca, lo que sólo hizo que perdiera más el
equilibrio y cayó hacia delante, sobre el regazo de Damion. Para nada bueno.
La sala de repente se hundió en un silencio sepulcral.
Los ojos de Decebel aterrizaron en Damion y luego en Jen mientras
luchaba por enderezarse del regazo de Damion.
122
Sus ojos comenzaron a brillar y, por primera vez en mucho tiempo, su lobo
ganó.
Jen vio con completo horror como ocurrieron varias cosas a la vez. Decebel
se abalanzó sobre Damion al momento que Fane, Costin y Sorin, quienes
aparecieron de la nada, se abalanzaron sobre Decebel. Jen sintió ser tirada hacia
atrás y cayó sobre su trasero.
—No hemos estado aquí ni treinta minutos —dijo Jacque, sentándose a su
lado.
Sally se empujó desde la alfombra en el otro lado de Jen.
—Vaya, eso es impresionante.
Crina y Mariana, quienes habían estado sentadas cerca de Costin, se
acercaron también.
—Creo que sé en dónde tengo que estar si quiero entretenimiento gratis —
bromeó Crina.
—Siiiiiip —dijo Jen con un estallido en la “p”—. Sólo llámenme horario
estelar, porque si este tipo de mierda me sigue durante toda la semana, mi raiting
está obligado a dispararse.
Jacque resopló.
—Lucy, explícame este lío. —Ella utilizó su mejor voz de Ricky Ricardo.
—Ahh, Ricky, sólo quería darte una sorpresa —respondió Jen.
Sally rió con ellas. A continuación, el grupo colectivo de cinco se encogió
cuando Decebel consiguió un buen puñetazo a la cara de Damion antes de que
los otros machos finalmente lo retiraran.
Demonios, él es fuerte, pensó Jen.
Finalmente Decebel se recompuso y se sacudió a los demás.
—Estoy bien —dijo, levantando sus brazos en señal de rendición.
Damion limpió la sangre de su labio, sus ojos brillando ahora en un verde
espeluznante.
123
Sorin se puso en medio de los lobos, sus manos tendidas entre ellos, como
para mantenerlos a raya.
Decebel gruñó cuando Damion continuó mirándolo a los ojos. Damion
finalmente cedió y bajó la vista.
Jen murmuró:
—Por Dios Santo…
—Charlie Brown —terminó Sally.
Los ojos de Decebel cayeron sobre Jen, lo cual la hizo estremecerse, sólo
que no sabía por qué, ya que no había hecho nada malo.
Jen continuó sosteniendo su mirada y cuanto más tiempo la sostenía más
enojada se ponía. Finalmente ella se puso de pie, causando que Jacque y Sally se
apresuraran a sus pies, no queriendo ser las únicas en el suelo. Fane caminó hacia
Jacque y tomó su mano.
—Tenemos que irnos —le dijo él con suavidad.
«¿Crees que es prudente dejarlos en este momento?» le preguntó Jacque a
través de su vínculo.
«Definitivamente» respondió Fane al momento que tiró de ella hacia la
puerta.
Cuando nadie más hizo por seguir a Fane y Jacque, Decebel gruñó:
—¡Todos fuera!
De repente, todo el mundo estaba en movimiento. Jen sonrió para sus
adentros mientras comenzaba a dirigirse hacia la puerta con todos los demás. Oyó
a Crina reír detrás de ella, obviamente, dándose cuenta de lo que ella estaba
tratando de hacer.
—¡JENNIFER! —La voz de Decebel se envolvió alrededor de ella,
deteniéndola de inmediato.
Maldito Beta, pensó.
—Buen intento —susurró Crina mientras pasaba rápidamente delante de
Jen.
124
—Grita realmente fuerte si necesitas ser rescatada —le dijo Mariana, y
luego le dio un guiño—. Enviaremos a alguien.
—Sí, gracias por eso, chica lobo.
La puerta se cerró, dejando a Jen a solas con un muy grande y muy enojado
lobo.
Ella se dio la vuelta lentamente y se dirigió hacia la ventana, casi de manera
casual.
—Así que, ¿te está gustando el clima? —preguntó, como si él no acabara
de casi desgarrar a un hombre por la mitad.
—¿Qué parte de “no toques a otro hombre” no entró a través de esa cabeza
dura tuya, Jennifer? —La voz de Decebel era profunda y baja.
Oh, infiernos no, pensó Jen. Él no acaba de insinuar lo que creo que hizo.
Ella se dio la vuelta y le clavó sus ojos azules hielo.
—¿Sabes qué, Decebel? Creo que todo esto —hizo un gesto entre ellos—,
es un conflicto de intereses. Sí, cuanto más pienso en ello, más creo que es
perjudicial para tu salud que estés a cargo de mi seguridad.
—¿Un conflicto de intereses? —repitió sarcásticamente.
—Exactamente. En realidad, tu interés en mí ha causado que tu buen
sentido se convierta en conflictivo, o defectuoso. Espera, te tengo algo mejor que
eso: tu buen sentido ha dado a tu trasero un beso de despedida en salida a la
puerta, saludándote y sonriéndote con buenos deseos.
Decebel permaneció de pie atónito ante la ira en su voz. ¿Por qué está
enojada?, se preguntó. Él era el que la había encontrado en el regazo de otro lobo.
Oh, eso no era algo bueno para que él rememore. Sintió que sus caninos trataban
de alargarse y respiró hondo, tirando de su lobo de regreso.
—Lo único que sé es que estamos separados por cinco minutos y tú ya estás
acurrucada con un cachorro.
—A-acu-acurrucada —Jen estaba tan enojada que ni siquiera podía
conseguir sus palabras—. Si abrieras tus malditos brillantes ojos y dejaras de saltar
a conclusiones, habrías visto que yo no estaba acurrucada en su regazo. Me caí
125
de la cama y aterricé junto a él. Tu intromisión me sorprendió y perdí el equilibrio,
ahí es cuando terminé en su regazo.
—Él está interesado en ti —espetó Decebel.
—Por supuesto que está interesado en mí, bolsa de pulgas. Hay todo tipo
de intereses aquí.
Jen no pudo evitar provocarlo, era tan apestosamente fácil. Casi podía ver
el vapor que subía desde su cabeza ante sus palabras.
—No estás ayudando, sabes.
—No preguntaste si necesitaba ayuda, B. Irrumpiste aquí pensando lo peor
de mí y luego actuaste como un bárbaro. Entonces me acusas de tirarme a
propósito a algún tipo que ni siquiera carajos conozco. —Jen llegó al punto donde
realmente quería a Decebel fuera de su habitación. Sus emociones estaban en
carne viva. Había estado divirtiéndose, riendo y, claro, coqueteando un poco.
Pero muy a su pesar, sin importar cuán calientes eran Damion y Adrian, quienes,
por cierto, eran mega calientes, ella no estaba interesada. Entonces Decebel tenía
que venir y ser todo, bueno, todo Decebel.
—Mira, tenemos que tomar un descanso, ¿de acuerdo? Ve a buscar un Kit
Kat y dame un respiro.3
Decebel ladeó la cabeza hacia un lado, obviamente no entendiendo su
referencia.
Ella negó con la cabeza.
—No importa, sólo vete. ¿Eso es más claro para ti?
—¿Quieres que me vaya? —Decebel dio un paso atrás, obviamente
sorprendido por su declaración.
Sí, bueno, eso es lo que te pasa por ser algo que rima con palo, pensó Jen
con rabia.
—¿No puedes entenderlo a través de tu cabeza dura? —Le arrrojó las
palabras a su cara.
3 Kit Kat: Eslogan del famoso chocolate de la marca Nestle: “Tómate un respiro, tómate un Kit Kat”.
126
Decebel sintió como si le hubiera abofeteado, y se dio cuenta de cómo sus
palabras deben haberla hecho sentir.
—Jennifer… —Dio un paso hacia ella, con una voz mucho más suave.
Jen levantó la mano para mantenerlo a raya.
—Guárdatelo. No estoy lista para escuchar cómo lamentas haberme
lastimado y bla, bla, etc, etc. ¿Está bien? Sólo quiero descansar antes de esta
noche.
Jen se acercó a la puerta, la abrió, y esperó.
Decebel se quedó allí por un momento, todavía completamente
sorprendido de que ella lo estuviera botando. Finalmente él negó con la cabeza y
caminó para salir. Mientras pasaba por la puerta la oyó murmurar:
—Sería bueno si pudieras tratar de no hacer pis en mi puerta. —Luego la
cerró de golpe. Decebel escuchó el bloqueo de la misma.
Jen apoyó la espalda contra la puerta y se deslizó al suelo. Levantó las
rodillas y miró alrededor de la habitación. Estaba adornada elegantemente con
un candelabro y salvia. Tenía un efecto relajante… bueno, cuando no había de
pie un hombre lobo haciendo estragos en el medio de ella.
Cerró los ojos mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.
—Bueno, esto ha empezado espléndidamente. Te caes en el regazo de
alguien y todo se va al infierno en un instante —le dijo a nadie en específico.
Jen saltó cuando alguien llamó a su puerta. Puso los ojos en blanco y
gruñó:
—¡Vete, bola de pelos! ¡Te dije que ya terminé con esto!
—Jen, es Cynthia. Creo que tenemos que hablar.
Los ojos de Jen se abrieron y se puso de pie.
—Creo que lees mi mente.
127
13 Traducido por Lililamour
Corregido por LadyPandora
had respondió al golpe en la puerta de su habitación y no se
sorprendió al ver a su contacto en el otro lado.
—¿Tienes noticias para mí?
—¿Puedo entrar, por favor? Preferiría no ser vista en el recibidor. —Thad
dio un paso atrás para que pudiera entrar.
—He decidido que si alguien nos ve simplemente los guiaré a creer que
podría estar sucediendo un vínculo entre nosotros. Eso explicará cualquier
encuentro. —Cerró la puerta detrás de ella—. Ahora bien, Jen está bajo la
protección de Decebel y es grave. Jen afirma que no hay señales de apareamiento,
pero Decebel actúa como si ella fuera su compañera.
—Bueno, sólo tendrás que asegurarte de ganar la confianza de las
americanas. De esa manera cuando las guíes a su muerte nadie sospechará
estando contigo. ¿Conjetura algo tu compañero?
—No.
—Bien. —Thad se acercó al bar y se sirvió una copa. No le ofreció ninguna
a su invitada—. Tengo un plan para atrapar solo a Vasile. No puedo correr el
riesgo de que Fane o Alina estén ahí. Estoy pensando que una vez que las chicas
estén fuera del cuadro y la compañera de Fane esté muerta, daré la apariencia de
querer ayudar a Vasile, ganar más de su confianza. Entonces debería ser bastante
fácil sacarlo. Haría las cosas más sencillas si Jen y Decebel estuvieran
vínculados… sacas a uno, y el otro cae. Tienes que amar cómo los destinos
funcionan.
Thad tomó un sorbo de su bebida y, con un asentimiento, despachó a su
contacto.
T
128
—Sabes lo que quiero que hagas. No me decepciones.
—Sí, Alfa —respondió ella y se dio la vuelta para irse.
Thad le marcó a su Beta tan pronto como la puerta se cerró.
—Damion, infórmame.
—Decebel está vinculado, no hay duda. Ningún macho reaccionaría tan
enérgicamente a menos que fuera familia o una compañera.
—Hmm. Bien, podría ser bastante fácil de tratar con él. Si Jen desaparece
repentinamente, Decebel probablemente quedaría fuera de la ecuación. —Pensó
Thad en voz alta.
—¿Qué te gustaría que hiciera, Alfa?
—Desafortunadamente vas a, como dicen los americanos, sacrificarte por
el equipo. Continúa persiguiendo a Jen. Agitemos al Beta de Vasile un poco y
mantengámoslo distraído.
—Como digas —respondió Damion y terminó la llamada.
Thad comprobó la hora en su reloj y vio que se estaba acercando la primera
reunión. Todavía necesitaba bañarse y cambiarse.
—Planear la caída de una manada consume más tiempo de lo que uno
podría pensar. —Se rió entre dientes mientras se dirigía a la ducha.
* * *
Fane pasó su mano por la espalda de Jacquelyn mientras ésta yacía boca
abajo en su cama.
—¿Qué tienes en mente, amor? —le preguntó en voz baja.
Jacquelyn soltó un fuerte resoplido.
—Simplemente no puedo creer la forma en que Decebel se descontroló ahí.
Fane se recostó a su lado y se apoyó en un brazo. Continuó frotando su
espalda, incapaz de evitar tocarla ante cualquier oportunidad. Si alguien le
hubiera dicho que estar emparejado sería tan indescriptible, habría dicho que
129
estaban exagerando, pero a decir verdad, Jacquelyn lo asombraba. Cada día se
sentía más y más bendecido de tenerla en su vida.
—No veo cómo puede seguir negando que ella es su compañera —admitió
Fane—. Un macho sólo respondería tan fuertemente si su compañera estuviera
siendo tocada por otro.
—No lo entiendo —le dijo Jacquelyn mientras se giraba a verlo—. ¿Por
qué todos ustedes se esponjan? Fue un accidente incluso que aterrizara en el
regazo del tipo. ¿Los lobos son así de inseguros?
Fane se rió entre dientes.
—Te olvidas, Luna, de que no somos humanos. Sé que es difícil de
entender verdaderamente, pero un animal vive en nosotros, es una parte de quién
y qué somos. Esa parte de nosotros siempre responderá en su propia naturaleza.
Los lobos natos son muy territoriales. Creo que porque añadimos nuestras
emociones humanas eso sólo amplifica nuestros rasgos de lobo. Yo no lo llamaría
inseguridad cuando respondemos a otro macho tocando a nuestra compañera, es
más una cuestión de protección. Tú has visto las profundidades a las que iría para
protegerte.
—Muy familiar, sí —concordó ella con él con una sonrisa.
—Bueno, es sólo que para mí tiene sentido que es mejor evitar la
posibilidad de que algo te suceda. Tú podrías efectivamente hacer eso al evitar
situaciones que abren las puertas a esas posibilidades. Si un macho no te toca, no
tiene la oportunidad de dañarte.
Jacquelyn le sonrió.
—Creo que eso es un poco exagerado, hombre lobo.
—Podrías creerlo, pero por eso yo soy el Alfa.
Los ojos de Jacque se abrieron de par en par.
—¿En serio acabas de decir eso? —Se incorporó bruscamente y lo empujó
en el pecho, poniéndolo de espaldas. Jacque se inclinó sobre él—. Retráctate —
gruñó pero aun así había un toque de humor danzando en sus ojos esmeraldas.
—Pero soy el Alfa —le dijo Fane, con el ceño fruncido.
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—Tal vez, pero diste a entender que debido a eso puedes llegar a darme
órdenes.
Fane pasó el dorso de sus dedos a través de su mejilla. Jacque cerró los ojos
ante la sensación de su piel contra la de ella.
—Como Alfa, llegaré a darte órdenes.
—¿Ah, sí? —Lo desafió con los ojos todavía cerrados, saboreando la
cercanía entre ellos.
«Así es». Fane cambió al modo más íntimo de comunicación entre ellos.
«Y en este momento te ordeno que beses a tu compañero».
Los ojos de Jacque se abrieron y, sonriendo con malicia, comenzó a
levantarse. Fane rápidamente envolvió un brazo alrededor de su cintura,
atrayéndola hacia su pecho.
—¿A dónde vas?
—Me dijiste que besara a mi compañero —respondió ella—. Tengo que ir
a buscarlo, porque mi compañero no sería tan malditamente mandón.
—¿Malditamente mandón? —Fane se echó a reír.
Jacque lo pinchó en el pecho.
—No te rías de mí o te morderé.
Fane la acercó más y se inclinó para susurrarle al oído:
—¿Me lo prometes?
—¡Caray!, la influencia de Jen llega más lejos de lo que pensé.
Fane la miró directo a los ojos, en un silencioso desafío, retándola a que
hiciera como le había ordenado. Ella se acercó y se inclinó como si fuera a
besarlo, pero en su lugar lo mordió y trató de zafarse antes de que él pudiera tomar
represalias. Pero sus reflejos de hombre lobo eran más rápidos. La volteó sobre
su espalda y rápidamente presionó sus labios contra los de ella. Cuando se retiró,
Jacque estaba sonriendo.
—¿Qué? —dijo él entrecerrando los ojos.
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—Tú me besaste a mí, oh gran Alfa. —Jacque se echó a reír—. Yo gano.
Fane gruñó.
—¿Por qué tengo esta sensación de temor de que esto es un presagio de
nuestra muy larga vida por venir?
—Y amarás cada minuto de ella.
Fane se levantó y la jaló también.
—Lo haré más de lo que ya lo hago, Luna. —Estuvo de acuerdo sin
dudarlo—. Ahora tenemos que estar listos y luego ir a recoger a Sally y Jen.
—Suena como un plan, Stan. —Sonrió Jacque.
—¿Quién es este Stan?
Jacque se echó a reír.
—Realmente tenemos que trabajar en tu jerga.
—Ponte a trabajar, mi amor.
* * *
—Entonces, déjame ver si capto lo que estás diciendo. —Jen se sentó un
poco más erguida mientras enfrentaba a Cynthia y trataba de descifrar lo que la
buena doctora le estaba contando—. De acuerdo con este Alfa de hace siglos, a
fin de que las señales de apareamiento se hagan evidentes, ¿tiene que haber algún
tipo de catalizador?
—Más o menos —respondió Cynthia.
—Huh, ¿quién lo diría? —Las cejas de Jen se elevaron mientras
consideraba sus opciones.
—El problema es, y no sé si ha hablado contigo sobre ello, pero Decebel
está reacio a presionarlo.
—Bueno, si por hablar te refieres a acorralarme en el pasillo y con mucho
tacto decirme que no podía besarme porque, y cito: “no es tan simple, Jen”,
entonces seguro, ha hablado conmigo. —Puso los ojos en blanco ante el recuerdo
de las palabras de Decebel.
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—¿Qué pasa con los hombres y su incapacidad para comprometerse? —se
preguntó Cynthia en voz alta.
—No sé si es tanto su incapacidad para comprometerse o sólo están
asustados hasta la muerte.
—¿Asustados hasta la muerte? —Cynthia sonrió.
—Sí, estoy tratando de limpiar mi sucia boca.
—¿Cómo te está yendo con eso? —bromeó Cynthia.
—Es doloroso, pero necesario. —Jen le guiñó un ojo—. Bueno, realmente
no sé lo que puedo hacer con el hombre B. No estoy diciendo que no quiero
profundizar en eso porque obviamente hay algo ahí… está prácticamente
dándonos una paliza duramente. Al mismo tiempo no puedo hacerlo a que haga
algo. Maldito vándalo terco infestado de pulgas.
Cynthia se levantó de donde estaba posada en la cama de Jen.
—Será mejor que te alistes para esta noche. Todas tus maletas ya han sido
colocadas en tu armario y la manada pagó por alguna bonita ropa extra para que
también la uses.
—¿Cómo supieron mi talla?
—Para eso es para lo que están las amigas entrometidas, Jen. —Cynthia
sonrió mientras se dirigía a la puerta—. Mi consejo para ti, latente: cuando un
dominante no hace lo necesario porque otras cosas en la vida lo han hecho
recelosos, puede ser necesario obligarlos a soltar sus cartas.
Jen ladeó la cabeza hacia un lado.
—Eso tiene potencial para el desastre escrito por todas partes, doc. —
Sonrió Jen—. ¡Me gusta!
Cynthia se echó a reír mientras cerraba la puerta detrás de ella.
Jen se dirigió hacia el armario y empezó a tararear. Se dio cuenta mientras
entraba al armario que estaba tarareando la canción “ET” de Katy Perry. Negó
con la cabeza, tratando de desbancar la canción.
133
—Sííí, no, no necesitas ir ahí. —Y aunque estaba sola se sonrojó al recordar
las imágenes de ella que Sally le había mostrado de aquella mañana totalmente
vergonzosa. Afortunadamente Decebel aún no lo había sacado a colación y Jen,
sin duda, no abriría esa particular lata de “en qué demonios estaba pensando”.
Comenzó a pasar por la ropa que había sido colgada por quienquiera que
hubiera recogido esa paja en particular. Tuvo que sonreír. Desde luego que
Jacque y Sally habían tenido sus sucias patitas en todo este pequeño esfuerzo. Era
evidente que la estaban vistiendo ya sea para hacer jadear a Decebel como el lobo
que era, o para volverlo loco de celos. Ciertamente esto iba a ser divertido… era
probablemente el eufemismo del siglo para lo que le importaba a Jen. Agarró un
atuendo y se dirigió hacia el baño. Esta vez estaba tarareando “Strip Me” de
Natasha Bedingfield.
—Estoy tan mal de la cabeza. —Jen soltó una carcajada.
* * *
Dillon Jacobs estaba parado con su manada en el alejado lado izquierdo
del gran salón de reunión. Todavía no había hablado con Jacque porque quería
dejarla instalarse primero. Luego había corrido la voz de que Decebel había
atacado al Beta de Thad, así que había ido y hablado con Vasile, quien le aseguró
que las cosas estaban sin duda fuera de control. No era la respuesta que Dillon
había estado esperando, pero Vasile dijo que era un mal necesario. Dillon
respondió diciendo que los estadounidenses ya estaban lidiando con su porción
de drama en su manada. Vasile simplemente le había sonreído.
Dillon había decidido que mejor advertiría a sus lobos para que estuvieran
en alerta ante cualquier represalia de la manada de Thad. Su siguiente advertencia
había sido para los machos sin pareja de su manada, y había sido algo así como:
—Y por el amor de Dios, manténganse lo más jodidamente lejos posible
de Jennifer Adams. Es la rubia ligona. Si se dirige hacia ustedes, será mejor que
los vea correr por las colinas como si su vida dependiera de ello. Porque,
francamente, es así. —Por supuesto, sus lobos más dominantes habían visto esto
como un reto y preguntaron, ¿por qué, si Decebel y Jen no estaban emparejados,
no podían ver si ella era una compañera potencial para alguno de ellos? Dillon,
de una manera calmada pero firme, les había explicado que Decebel era, por
derecho propio, lo suficientemente fuerte y dominante para ser un Alfa de su
propia manada. Por lealtad a Vasile le servía. En otras palabras, él limpiaría el
134
piso con sus pieles si se sentía desafiado. Dillon no vino hasta Rumania para
presenciar un baño de sangre, y desde luego no había traído a su compañera para
ponerla en peligro.
De vuelta al presente, Dillon sintió unos brazos deslizándose en torno a él
desde atrás trayendo una sonrisa a su cara. Se volvió para mirar a los ojos de su
compañera.
—¿Cómo lo estás llevando, Alfa mío? —le preguntó Tanya.
—Estoy listo para que esta semana termine. Preferiblemente sin la pérdida
de extremidades o la vida.
Tanya sonrió.
—Tan optimista. ¿Jacque es igual?
—Así es, tremendamente. —Dillon se echó a reír—. En serio es una
persona positiva. Te va a gustar.
Tanya suspiró.
—La pregunta relevante es, ¿le gustaré yo?
—Compañera, ¿qué más se puede pedir?
Tanya se rió de las bromas de su compañero, agradecida de que estaba
empezando a soltarse un poco. De repente se puso rígida en sus brazos y Dillon
volvió la cabeza para ver lo que había llamado su atención. La manada Rumana
había llegado y Jacque los acababa de localizar. Él vio cómo ella sonrió y saludó.
Leyó sus labios mientras le gesticulaba:
—Iré a verte pronto. —Dillon asintió y se volvió hacia su compañera.
—Dijo que vendrá pronto, por lo que tienes un pequeño respiro para
inquietarte y preocuparte un poco más, mi amor. —Dillon gruñó cuando Tanya
se vengó de él hincándole el dedo en las costillas.
Vio a los otros tres Alfas que habían estado involucrados en la organización
de El Encuentro y decidió que era el momento de que tomaran sus asientos.
Señaló hacia la mesa que había sido asignada a ellos.
—¿Vamos?
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—¿Supongo que no podemos retractarnos ahora? —preguntó Tanya, sólo
medio bromeando.
—No, me temo que hemos cavado nuestras tumbas y ahora debemos
conseguir ataúdes hechos a nuestras medidas.
—Aquí vamos otra vez, siempre el optimista. —Tanya tomó el asiento que
él sacó para ella y observó como el resto de su manada hacía lo mismo, listos para
escuchar lo que serían las actividades de la noche.
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14 Traducido por Martinafab, Helen1 (SOS) y Itorres (SOS)
Corregido por LadyPandora
íctor, Alfa de la manada de Bulgaria, se situó en la parte delantera
de la sala. Levantando la voz para que todo el mundo pudiera oír,
anunció:
—Si todo el mundo gustara tomar asiento para que podamos empezar.
Cuanto más rápido terminemos con el asunto entonces más pronto comeremos.
Un grupo de machos en una mesa a su izquierda golpearon la misma y
dieron fuertes alaridos ante la mención de comida.
Víctor hizo una seña para que se calmaran y esperó unos momentos más
para permitir que todos se sentaran.
Jen alcanzó su silla en la mesa que tenía un cartel en el centro con elegante
escritura que decía Manada Rumana de Lobos Grises. Antes de que pudiera tirar
de ella, otra mano se extendió más allá de ella y rápidamente deslizó la silla.
—Permíteme.
Jen se volvió bruscamente, sorprendida por la repentina aparición de
Damion.
—Lo siento, Jen. No tenía intención de asustarte.
Jen no pudo evitar la sonrisa.
—Quieres decir sobresaltarme.
—Oh. Um, sí. Sobresaltarte —repitió Damion. Retrocedió sólo un paso y,
sin avergonzarse, la miró de arriba a abajo.
Bueno, pensó Jen, no seamos tímidos entonces.
V
137
Ella sabía lo él que veía. El top negro que escogió dejaba un hombro
desnudo, por lo que un brazo y la mitad de la espalda quedaban completamente
desnudos. Tenía incrustaciones de pedrería de cristal, que empezaban en la parte
superior y continuaban hacia abajo, haciéndose dispersos a medida que
desaparecían. El otro brazo tenía manga y llegaba a la mano en un punto y tenía
un resquicio para deslizar su dedo medio. Su cabello estaba en un recogido moño
ondulado, asaltado por pendientes de cristal de imitaciones de diamantes. Ella
llevaba sus jeans preferidos, igual que su mejor amiga, de marca Lucky y baja
altura y había un atisbo de carne al descubierto cuando se movía. Botas de tacón
alto negras completaban su conjunto.
—Te ves impresionante —le dijo mientras la tomaba de la mano y la
levantaba para darle una vuelta—. Déjame ver todo el efecto.
Jen no pudo detener el rubor que ella sabía que estaba aumentando
claramente desde su hombro desnudo hasta la punta de las orejas. Cuando estuvo
frente a él de nuevo, Damion sonrió, y fue una de esas sonrisas de trato fácil que
no puedes evitar devolver. Y así lo hizo ella.
Entonces, como si acabara de recordar lo que estaba haciendo, él hizo una
seña a su silla.
—Por favor, toma asiento. Sólo quería venir y asegurarme de que estabas
bien después del… —Hizo una pausa, y Jen se le adelantó.
—¿Desastre de esta tarde? —ofreció ella.
—Exactamente. Tu Beta estaba muy molesto.
Jen resopló.
—Eso es un eufemismo. Estoy bien. Sin importar su temperamento, B
nunca me haría daño.
—¿B?
—Sí. No es lo que debes pensar, aunque estoy tentada a veces. B de Beta
—le dijo Jen con un guiño.
Damion sonrió y empujó su silla cuando se sentó. Se inclinó sobre el
hombro de ella, demasiado cerca para su comodidad.
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—Guárdame un baile esta noche, ¿de acuerdo?
Jen estaba tan tensa por su cercanía que finalmente se limitó a asentir para
conseguir que se moviera hacia atrás. Él se enderezó y se alejó justo cuando llegó
Decebel.
—¿Qué quería? —le preguntó a Jen, luego la miró por primera vez. Sus
ojos brillaron inmediatamente. Un punto para el pequeño hombre, pensó Jen.
Decebel se recuperó rápidamente—. ¿Qué llevas puesto?
—Vamos a tratar con estas dos preguntas absurdas de una en una, bola de
pelos, debido a que cada una merece la misma cantidad de dolor. En primer lugar,
Damion me pidió que me casara con él y que tuviera sus bebés. Montones y
montones de bebés —le dijo Jen con una expresión completamente seria.
Sally casi se ahogó con el chicle que había estado masticando y Costin,
quien estaba junto a Decebel, empezó a toser.
Decebel gruñó.
—Lo estoy considerando. —Jen se dirigió a Sally—. Quiero decir, ¿qué
piensas, Sal? No es como si hubiera tenido otras ofertas y quién sabe si alguna vez
encontraré a mi verdadero compañero. Dios, si tan sólo pudiera tener un
verdadero compañero, claro está.
Sally estaba tratando desesperadamente de mantener una expresión seria.
—Bueno, no quieres precipitarte con estas cosas, Jen. Después de todo,
sólo tienes dieciocho años.
Jen se tocó la barbilla, como si estuviera pensando realmente en ello.
—Eso es cierto. Pero si me enrollara con Damion ahora, sólo piensa en
todos esos pequeños atrapa pulgas que podríamos hacer juntos. Piensa en cómo
algunos tendrían mi cabello rubio y su… ¡Ayyyyy! —gritó Jen.
Su cabeza se giró bruscamente para mirar a quien la había pellizcado. Para
su absoluta sorpresa era Alina, y había un brillo en sus ojos que Jen nunca había
visto.
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—Jen, baja el tono un poco, ¿de acuerdo? —Jen sabía que esta era su Luna
hablando, no la madre de Fane. Era su primer vistazo a Alina realmente siendo
firme con ella.
Jen asintió y se volvió a mirar a Decebel. La mirada de suficiencia en su
rostro borró toda oportunidad de hacerlo menos ofensivo.
—Y en segundo lugar, estoy usando lo que estaba colgado en mi armario.
Lo cual fue comprado y pagado por esta manada, y me veo impresionante. Así
que a menos que las palabras que se están preparando para salir de tu boca son:
Jen, te ves increíble o Maldición chica, eres ardiente, inclusive aceptaría: Me
gusta tu camisa, Jen; a menos que sea en esas líneas, te recomiendo
encarecidamente que sólo mantengas ese hocico tuyo cerrado.
Se volvió hacia la mesa, mirando cualquier cosa menos a Decebel, quien
había tomado un asiento al lado de ella. Podía sentir la ira pulsando de él; era casi
tangible. Se preguntó si alguien más estaba recogiendo sus vibraciones tan
fuertemente. Lo que sea, pensó, he terminado de tratar con él por hoy.
Jen decidió en ese momento que iba a divertirse esta noche y eso era todo.
Jen se giró a mirar a la parte delantera de la sala, junto con todos los demás,
cuando un hombre alto y delgado comenzó a hablar.
—En nombre de los otros Alfas que ayudaron a organizar este encuentro
histórico, quiero dar las gracias a todos por venir. Mi nombre es Víctor. Yo soy
el Alfa de la manada de Bulgaria. Mi compañera es Adrianna. —Indicó a una
mujer alta y delgada que se levantó brevemente de su asiento y saludó con la
mano—. Como sus Alfas le han dicho, el propósito de este Encuentro es permitir
que los Canis lupis no apareados tengan la oportunidad de conocer a otras
personas a quienes de otro modo podrían nunca haber conocido. Seamos
realistas, las probabilidades están en nuestra contra cuando se trata de encontrar
nuestros verdaderos compañeros. Algunos han estado buscando durante siglos,
sin ningún resultado. Es nuestra sincera esperanza de que muchos de ustedes de
hecho encuentren sus verdaderos compañeros entre los que están aquí.
Víctor hizo una pausa mientras otro hombre se acercaba a la parte
delantera.
—Quiero presentarles a Thad. Él es el Alfa de la manada de Serbia y el
cerebro detrás de El Encuentro.
140
Thad dio las gracias a Víctor y se volvió para dirigirse a la habitación.
—Entendemos que nos arriesgamos en traer tantos machos sin pareja y
ponerlos en un espacio tan reducido con las hembras. Tengan la seguridad de que
hemos tomado medidas para proteger a todo el mundo y a aquellos que quieran
pelear les solicitaremos un reto adecuado. Los desafíos no se harán hasta la
muerte, sino a la sumisión. No hemos venido aquí a perder miembros de la
manada. Pero no se equivoquen, habrá consecuencias graves para los que no se
controlen ellos mismos y a su lobo. —Thad miró sobre la compañera de Víctor y
le hizo señas para que se reuniera con él—. Ahora voy a dar la palabra a nuestra
coordinadora de eventos, Adrianna.
La alta loba se dirigió a la parte delantera y Jen notó la grandiosidad que
tenía cuando caminaba, tan femenina. Ella era muy bonita, con cabello largo y
oscuro color chocolate, labios delgados y grandes ojos marrones.
Jen se dio cuenta que era capaz de ver a Adrianna demasiado bien para la
distancia a la que estaba sentada.
Esto se está poniendo cada vez más extraño, pensó. Voy a tener que tener
otra charla con Cynthia.
—Esta noche será una de las tres noches que nos reuniremos como grupo
completo. En las otras noches, cada manada tendrá su propia comida en un lugar
designado. Si son afortunados y conocen a su verdadera pareja y quieren tener
una cena a solas, pueden solicitar una a través del buzón a la entrada de esta sala.
Simplemente escriban su solicitud, el momento en que desean comer, y dónde.
Será arreglado. Ahora bien, a cada uno de sus Alfas se les ha dado un itinerario
con su horario específico en él. Por favor, sigan el horario. Hemos hecho arreglos
para que todos los hombres y mujeres tengan la oportunidad de conocerse en una
de las reuniones del grupo. Si esto les parece un poco demasiado planeado, les
diré que hay un método para nuestra locura. Verán, un hombre lobo macho
desacoplado es un problema potencial. Así que hemos intentado evitar el
problema por completo al asegurar que haya algo para que todos hagan en todo
momento. Si no están teniendo una actividad de grupo, entonces estarán con su
manada. Las festividades de esta noche son simples: enaremos juntos como una
gran familia. Luego la habitación se despejará para bailar y socializar. Esos son
todos los anuncios por ahora, así que sin más preámbulos, la cena está servida.
141
Mientras anunciaba la cena, mujeres y hombres llevando las bandejas de
comida esuvieron repentinamente trajinando por la sala, colocando platos y
bebidas en las mesas.
Jen miró a Sally.
—Estoy teniendo un serio déjà vu de Hogwarts.
—Estoy contigo, definitivamente.
La sala se quedó en silencio con suaves murmullos cuando la gente empezó
a llenar sus platos con comida. Cuando Jen tomó la ensaladera al mismo tiempo
que Decebel, sus manos se tocaron. Jen sacó las de ella tan rápido que dejó caer
la taza. Gracias a los reflejos de hombre lobo, Decebel la atrapó antes de que se
derramara sobre la mesa. Jen ni siquiera miró en su dirección. Estaba enfadada.
Tan enojada, de hecho, no entendía por qué estaba sentada junto a él.
Miró a Sally y esperó hasta que llamó su atención. Entonces hizo señas
entre ellos con un pequeño movimiento de mano. Sally conocía a Jen muy bien
y entendió al instante lo que quería.
Sally asintió un “está bien”, porque también sabía que Jen era muy
cabezota. Ella podría hacer algo que lamentaría si seguía sentada junto a Decebel
mientras que, obviamente estaba enfadada con él.
Jen se puso de pie y tomó su plato. Decebel empezó a decir algo, pero Alina
nuevamente se metió. Ella puso una mano sobre Decebel, llamando su atención,
y se limitó a negar con la cabeza. Decebel gruñó pero dejó a Jen pasar sin
abordarla.
Sally se levantó también y caminó alrededor, cambiando sillas con Jen.
—Entonces, ¿a todo el mundo les gusta sus habitaciones? —preguntó
Jacque, tratando de suavizar el momento de tensión.
—Nuestra habitación es genial. ¿Cierto, Mariana? —chilló Crina.
Mariana asintió y tragó el bocado que ella acababa de tomar antes de que
respondiera:
—Oh, definitivamente genial.
—Excelente —dijo Jacque torpemente.
142
El resto de la comida se llevó a cabo casi en silencio con sólo minutos de
charla, aquí y allá. Cuando los platos fueron despejados de las mesas, todos se
dirigieron hasta estar de pie en los bordes de la habitación, mientras que la
mayoría de las mesas estaban siendo plegadas y removidas con la mayoría de las
sillas.
Jacque tomó la mano de Fane y miró a Jen y Sally.
—Tengo que ir a saludar a Dillon y conocer a su pareja.
—¿Quieres que vayamos? —preguntó Jen.
Jacque negó con la cabeza.
—No, yo me encargo. —Esto era algo que tenía que hacer por su cuenta…
bueno, ella con Fane.
Los encontró en el mismo rincón que ocupaban anteriormente, de pie y
mirando todo al igual que la manada Rumana había estado haciendo.
—Hola, Jacque. —El rostro de Dillon se iluminó mientras tiraba de ella en
un abrazo torpe.
—Hola, um, papá —dijo Jacque.
La mano de Jacque se tensó sobre la de Fane mientras Dillon apretaba a
su compañera a su costado.
«Tranquila, amor. No tienen que ser amigas del alma» dijo Fane a través
de su vínculo.
«¿Acabas de decir amigas del alma?» preguntó ella con incredulidad.
«Luna, estoy rodeado de tres chicas adolescentes. ¿Qué es lo que realmente
esperas?»
«Huh, supongo que no debería sorprenderme». Ella se encogió de hombros
por dentro.
Fane se rió entre dientes.
Jacque llevó su atención de nuevo a su padre y a su compañera cuando
Dillon presentó a Tanya.
143
—Jacque, esta es Tanya Jacobs, mi compañera y Luna de nuestra manada.
Jacque sonrió con lo que esperaba fuera una sonrisa amistosa.
—Es un placer conocerte, Tanya.
La sonrisa de Tanya era cálida y genuina.
—Dillon me ha hablado mucho de ti.
—No creas todo, no es tan malo como parece —bromeó Jacque.
Todos se rieron, aunque un poco nerviosos.
—Bueno, parece que va a empezar el baile así que no los retendremos, pero
espero que podamos llegar a conocernos —dijo Tanya.
—Eso suena bien —dijo Jacque sinceramente—. Estoy segura de que
podemos almorzar o algo así.
—Genial —respondió Tanya con otra sonrisa.
Jacque y Fane se dirigieron de nuevo a donde la manada esperaba.
—Bueno, eso no fue tan malo como pensabas, ¿no? —preguntó Fane
mientras le pasaba un brazo alrededor de su cintura y la atraía hacia sí.
—Ella fue más agradable de lo que esperaba —admitió.
—¿Quieres que esté allí cuando tengas el almuerzo con ella?
Jacque le sonrió.
—Siempre mi protector.
El rostro de Fane se puso serio.
—Siempre, amor.
Una vez que la habitación hubo sido dispuesta de manera que habría
espacio para bailar, vieron como una nueva mesa era empujada con equipos de
música en ella.
—Nos encargaremos de la improvisación. —Crina sonrió.
144
—¿Qué es exactamente lo que piensas que van a dejarnos improvisar? —
preguntó Sally.
Jen llamó la atención de Costin y le hizo señas. Ella no se iba a arriesgar
con la música.
—Oye, ve si te dejan encargar de la música —le dijo.
—No traje nada para la música, Jen.
Jen levantó su iPhone, agitándolo de un lado a otro.
—Lo tengo cubierto, mi peludo amigo.
Costin hizo una mueca ante el apodo, pero sonrió mientras tomaba su
teléfono.
—Lo engancharé. —Ambos se rieron de él utilizando el argot que le habían
enseñado ese mismo día cuando se desató el infierno. ¿Quién sabía que enseñarles
jerga callejera a los hombres lobos extranjeros podría ser perjudicial para tu salud?
Jen se encogió de hombros para sí misma.
—Así que, damas. —Jen se giró hacia el grupo de chicas extendiendo sus
brazos, y en uno de esos momentos increíbles cuando las cosas se alinean
perfectamente, dijo a la vez que la música comenzó a golpear a través de los
altavoces—: Vamos a bailar. —Jen sonrió—. Sí, soy así de buena.
Sally y Crina fueron las primeras en dar un paso.
Crina despegó hacia el área despejada, con los brazos en el aire y el cuerpo
moviéndose al ritmo, mientras la voz de Jason Derulo sonaba a través de los
altavoces.
Sally chilló:
—¡Me encanta esta canción! —Y se dirigió a la pista de baile, moviendo
sus caderas. Jen hizo una breve inclinación de cabeza a Jacque, quien besó a Fane
y luego se dirigió hacia ella.
—Mariana. —Jen hizo señas—. Vamos, chica, vamos a tumbar la casa.
Mariana rió.
—Muy bien, estás a cargo.
145
Las tres chicas se dirigieron a donde Sally y Crina bailaban y más chicos y
chicas se unieron.
Todos bailaron, rieron y bailaron un poco más. Jen no podía recordar
cuándo se había divertido tanto. Costin resultó ser un bailarín increíble y estaba
casi siempre en medio de todos, arrasando.
La siguiente canción sonó y Jen se congeló.
Las cabezas de Sally y de Jacque giraron bruscamente mientras la voz de
Katy Perry llenó la habitación; para ser específicos, “ET” de Katy Perry llenó la
habitación.
Las dos mejores amigas de Jen la miraron al momento que, también,
dejaron de moverse. Todo el mundo siguió balanceándose con el ritmo, como el
mar sacudido por el viento. Jen vio cómo los ojos de Sally y de Jacque se abrían
más y más.
—Maldita sea —murmuró Jen en voz baja cuando unos fuertes brazos se
envolvieron a su alrededor y sintió el cálido aliento contra su cuello.
—Creo que esta es nuestra canción —ronroneó Decebel en su oído. Jen
juró que en cualquier momento sería un charco en el suelo y Jacque tendría que
absorberla con algunas toallas de papel. Por qué pensó específicamente en toallas
de papel, no tenía ni idea. Estaba intentando arduamente en concentrarse en otra
cosa más que el calor de Decebel contra ella.
Para su mortificación completa él comenzó a moverse… con el ritmo. Las
mandíbulas de Sally y Jacque cayeron abiertas.
Jen articuló: “Sálvenme” a sus dos mejores amigas, pero como las malignas
traidoras que eran, comenzaron a bailar y completamente ignoraron su súplica.
Oh, esas dos vaquillas van a caer, se prometió a sí misma.
Después de unos momentos, Jen decidió que bien podría verse ridícula
rígida de pie mientras Decebel bailaba o podría tirar una cana al aire y hacerlo
bien.
Con su resolución hecha, Jen se volteó entre sus brazos y comenzó a
balancearse con la música. Sonrió para sí misma; siempre le gustaba tirar una
cana al aire. Alzó los brazos en el aire mientras se balanceaba y movía. Decebel
tenía las manos en sus caderas, moviéndose con ella, y siendo el caballero que
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era, dejó espacio entre sus cuerpos. Lo cual, Jen seguía diciéndose a sí misma, se
alegraba de ello… hasta que miró por encima y vio a la príncipa lobo y su bola de
pelos bailando cerca, muy cerca.
Estúpida pelirroja emparejada y casada, pensó, pero se echó a reír de todos
modos por lo felices que Jacque y Fane eran. Cuando terminó la canción, Decebel
se detuvo, pero no la soltó.
Se quedaron así, mirándose el uno a otro. Jen no tenía ni idea de cuánto
tiempo habían estado así, pero Damion apareció, solicitando la pieza de baile que
le había pedido guardar.
Cuando Decebel se apartó de mala gana, Jen pensó: Bueno, si sólo es del
tipo de bailar juntos pero sin tocarnos, debería estar bien.
Sí, esa idea voló por la puerta, casi estrellándose en su cara al salir en su
camino, cuando una canción lenta se encendió. Gimió para sus adentros, y volvió
a gemir cuando se dio cuenta de qué canción se trataba. “Fall for You”, de Second
Hand Serenade.
Damion la atrajo rápidamente a sus brazos justo cuando Decebel
retrocedió, nunca apartando ni quitando sus ojos de ellos.
Jen finalmente quitó sus ojos de Decebel cuando Damion habló.
—Eres una bailarina increíble.
Jen sonrió, con la esperanza de parecer genuina.
—Gracias. Me encanta bailar. Sólo dejarse ir y llevarse por la música. —
Estaba divagando. Bueno, cualquiera divagaría si estuviera en los brazos de un
hombre lobo mientras que el hombre lobo con el que quería estar te miraba
fijamente con dagas en los ojos. ¿A quién estoy engañando? pensó Jen. Nadie más
está ocupada queriendo a un hombre lobo. No, las otras chicas de mi edad están
encantadas con los deportistas, o los chicos artísticos que tocan en bandas, chicos
normales.
Miró a Decebel de nuevo cuando Damion los giró. Observó su fuerte
mandíbula tensa y su pecho flexionado mientras cruzaba sus brazos. Pero, ¿quién
quiere lo normal cuando se puede tener eso? Sonrió a sus pensamientos. Esa
sonrisa fue borrada de su cara rápidamente cuando Jen vio a otra hembra
caminando hacia Decebel. Estaba de pie demasiado cerca para el gusto de Jen.
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Justo en ese momento, Damion los giró de nuevo y los perdió brevemente de
vista. Cuando los tenía en su punto de mira de nuevo vio como Decebel llevaba
a la chica de la mano a la pista de baile. Jen estaba empezando a ver en rojo. No
se había dado cuenta de que había dejado de bailar hasta que Damion habló.
—Jen, ¿estás bien?
Jen no podía apartar los ojos de Decebel mientras lo veía tomar a la morena
en sus brazos. Se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago.
Estaba tratando de respirar, pero no era capaz de conseguir aire.
—¿Jen? —La voz de Damion empezaba a sonar preocupada.
—Damion, ¿qué pasa? —Jen oyó la voz de Sally, pero no podía responder.
Decebel debió sentir su mirada, porque su cabeza se levantó de golpe y sus ojos
se encontraron. Jen no quería que él la viera celosa o herida al ver a otra en sus
brazos. Sabía que no tenía derecho a estar enojada. Después de todo, había estado
bailando con un chico, pero eso no importaba en ese momento. Su mejor juicio
estaba fuera en un descanso para tomar café.
—¡Jen! —Jacque chasqueó los dedos delante de su cara.
Sally siguió la mirada de Jen y sacudió la cabeza.
—Esto no es bueno, Jacque, nada bueno.
Finalmente, Jen quitó sus ojos de la vista del infractor.
—Creo que mi noche ya terminó.
—Jen, no dejes que te arruine la velada —declaró Jacque.
—No me la arruinó, Jac, de verdad. Estoy cansada. —La excusa de Jen era
débil en el mejor de los casos, pero no había manera de que pudiera quedarse ahí
y ver a Decebel bailar con otras chicas. No, eso no iba a suceder, se dijo. Antes
de que sus amigas o Damion pudieran detenerla, se giró y rápidamente salió de
la pista de baile, yendo en línea recta hacia la salida.
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15 Traducido por RoChIiI
Corregido por LadyPandora
ecebel vio como Jennifer salía de la pista de baile en una rápida
caminata. Era obvio para él que ella realmente quería correr, pero
estaba tratando de no llamar la atención, y fallando
miserablemente. Se alejó de Sasha, la mujer que lo había invitado
a bailar.
—Lo siento, Sasha, pero tengo que irme. —Decebel se dio la vuelta antes
de que ella pudiera decir nada a cambio.
Fue cortado de ir en pos de Jennifer cuando Sally y Jacque se pusieron
delante de él, con las manos en sus caderas y los ojos entrecerrados.
Ellas no estaban contentas con él.
—Tengo que hablar con ella —les dijo, sabiendo que ellas habían visto toda
la escena en la pista de baile.
—¿Por qué? —le desafió Sally, e hizo al lobo en Decebel tensarse—. ¿Para
que puedas decirle cómo no deseas seguir estos sentimientos entre ustedes? ¿Para
que puedas coquetear con ella sólo para decirle que no estás interesado? ¿¡Para
que puedas decirle que no mire a otra parte aun cuando tú no la quieres!? —Sally
estaba echando humo para el final de su discurso.
—¡SÍ LA QUIERO! —gruñó Decebel.
Todo el mundo alrededor de ellos se quedó en silencio y Decebel se percató
que sus colmillos habían bajado. Él respiró hondo varias veces y se recompuso.
Fane se acercó y miró a Decebel y luego a las chicas.
—Creo que deberíamos salir. —Hizo un gesto hacia la puerta y todos ellos
salieron en fila.
D
149
Una vez en el camino de entrada, Decebel se volvió hacia Sally.
—Me disculpo por elevar mi voz en ti, yo sólo… —Decebel no quería
desnudar su alma con Sally, o Jacque, o Fane. Él quería a Jennifer. Quería decirle
a ella que casi desgarró su corazón cuando lo miró como si él la hubiera
traicionado cuando tomó a Sasha en sus brazos. Quería decirle que su piel picaba
en contacto con otro y que tomó todo en él no empujar lejos a Sasha. Quería
hacerle entender que se estaba volviendo loco viéndola tocar a otros machos. Pero
no había señales de apareamiento. Los Alfas los considerarían desacoplados, y
eso hacía para los dos el juego justo.
La mayoría de los Alfas no permitían que miembros de la manada
confraternizaran con alguien con quien no estaban emparejados. Ellos no le veían
sentido. Por lo que su argumento sería que si él y Jen se perseguían entre sí, sin
signos de que fueran verdaderos compañeros, entonces podrían estar
restringiendo al otro de encontrar a su verdadero compañero.
Decebel no había estado en El Encuentro ni por doce horas y ya sabía que
no sería capaz de hacer esto.
—Decebel, tal vez sólo deberías darle un poco de tiempo —le decía Jacque,
sacándolo de sus pensamientos. Pero sabía que si dejaba a Jennifer pensar en esto
toda la noche no iba a calmarse. No, tenía que hablar con ella.
Ahora.
—Lo siento, Jacque, pero tengo que discrepar. Ella tiene que escuchar lo
que tengo que decir.
Decebel caminó alrededor de una desconcertada Jacque, y más allá de
Fane y Sally. Subió las escaleras de dos en dos, moviéndose en silencio hacia la
habitación de Jennifer.
Él no sabía realmente lo que iba a decirle. Lo único que sabía era que de
alguna manera tenía que suavizar esto. Llegó a su puerta y no se molestó en
llamar, se imaginó que estaba acostumbrada a estas alturas y le encantaba ver la
chispa en sus ojos cuando ella se molestaba con él al respecto.
Sin embargo, cuando Decebel entró en su habitación, Jennifer no se veía
por ningún lado. Se acercó a su armario y suavemente tocó, pero no hubo
respuesta. Él abrió la puerta para encontrar que estaba lleno de ropa, algunas que
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incluso a primera vista podía decir que no le iba a gustar que ella usase en público,
pero Jennifer no estaba allí. Dio un paso atrás y se debatió sobre si debía esperar
o ir en busca de ella. Decidió que iba a ir a buscarla cuando la puerta se abrió y
ella entró.
Ambos se congelaron cuando sus ojos se encontraron, y Decebel juró que
su corazón iba a salírsele de su pecho.
—Dec —comenzó ella.
—Ven a dar un paseo conmigo —la interrumpió Decebel y se sorprendió a
sí mismo por su invitación a la vez.
—¿Qué? —preguntó ella, claramente confundida por su petición.
—Por favor. —Decebel dio un paso hacia ella. Él pensó que era una buena
señal que no diera un paso atrás, por lo que continuó moviéndose hacia ella.
Cuando llegó a su lado la tomó suavemente del brazo y lo metió en el suyo.
Caminaron en silencio, no sabiendo ninguno muy bien por dónde
empezar. Decebel la llevó al jardín interior del que estaba seguro que ella no sabía
nada al respecto, pero sentía que realmente le gustaría. Él abrió la puerta y le
indicó que entrara. No quedó decepcionado por su respuesta.
Jen entró en la habitación mientras Decebel sostenía la puerta para ella.
No sabía por qué había aceptado su invitación a caminar con él. Sí, Jen. Sólo
sigue mintiéndote a ti misma si te ayuda a dormir mejor por la noche, se
reprendió.
Jen no pudo evitar la respiración que se escapó de sus pulmones mientras
entraba en lo que parecía un mundo completamente diferente. Había plantas por
todas partes: plantas altas llenas de hojas grandes, pequeñas plantas con flores
delicadas que florecían en todos los colores que puedas imaginar. Había incluso
hierba, gruesa y afelpada hierba de color verde oscuro.
Había un camino de grava que serpenteaba por el jardín interior y se perdía
de vista cuando la vegetación se lo tragaba. Ella siguió por el camino, curiosa
sobre a dónde la llevaría. Podía sentir los ojos de Decebel sobre ella por detrás
mientras la seguía, pero no se molestó en mirarlo.
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Jen se sentía como un niño en una tienda de dulces. Volvió la cabeza de
lado a lado, tratando de absorber cada pequeña cosa. Ella vio que por el lado
derecho del jardín un pequeño arroyo burbujeaba y el agua fluía suavemente
hacia abajo sobre las rocas y plantas. Ella fue por una curva y allí, en el centro
había una glorieta con un columpio que colgaba del centro de la misma. Había
profundas vides verdes que crecían alrededor de la glorieta, sosteniéndola como
el abrazo de un amante.
Ella siguió el camino hacia los escalones de la glorieta y los subió.
Finalmente se dio la vuelta y se enfrentó a Decebel mientras se sentaba en el
columpio. Decebel subió lentamente los escalones y la mirada de sus ojos hizo
que Jen se sintiera como una presa.
Ella se estremeció y notó sus labios levantándose un poco, tan suavemente.
Bola de pelos creída, gruñó interiormente.
Él se sentó en el columpio y las siguientes palabras que salieron de su boca,
la dejaron sin aliento.
—Te quiero.
Jen dejó de respirar. No por elección, ella simplemente no podía. Era como
si sus palabras hubieran volteado un interruptor en ella y todo lo que requería el
cerebro para funcionar sólo se apagara.
—Jennifer. —Su nombre en sus labios, la intensidad en su voz hizo que
ella lo mirara—. Respira, Jennifer.
—No entiendo, Decebel.
—Yo tampoco —admitió él—. Lamento si mi baile con Sasha te hizo daño.
La boca de Jen se tensó ante el nombre de la otra hembra en sus labios.
—No tengo ningún derecho a estar herida. —Jen trató de actuar como si
no le importara, pero luego decidió que no iba a hacer esto. Ella no iba a jugar,
no con Decebel—. Está bien, dolió. —Ella ladeó su cuerpo para estar más de
frente con él—. En mi mente sé que no debería importarme con quién bailas. En
mi mente entiendo que no tengo ningún derecho sobre ti, ¿de acuerdo?
Honestamente, lo sé. Pero, maldita sea si a mi corazón podría importarle menos
lo que mi mente está diciéndole. —Jen sabía que corría el riesgo de sonar como
una niña necesitada, pero era el primer día de la semana infernal y si iban a llegar
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al día siete en una sola pieza, entonces era el momento de poner todo en la mesa.
Empezó a continuar, pero Decebel la detuvo con un dedo en sus labios.
—Necesito que sepas esto porque cuando me ves tocar, bailar, o hablar con
otra chica, necesito que te recuerdes a ti misma lo que he dicho, te quiero a ti. —
Decebel pausó y tomó aliento. Había decidido durante el paseo desde su
habitación hasta el jardín que él sólo iba a ser honesto, sin contenerse más, ya sin
tratar de lidiar con eso. Era demasiado viejo para dejar las cosas al azar y a pesar
de sus temores sabía que no iba a dejar la seguridad de Jennifer en manos de
otro—. A pesar de lo que sentimos el uno por el otro, los Alfas están en busca de
signos de apareamiento. Lo más parecido que tenemos a eso es la fuerte atracción
que ambos sentimos y la forma en como hueles.
Jen se sacudió.
—¿Yo huelo?
Decebel rió.
—No de mala manera, te lo aseguro. —Sonaba un poco decepcionado por
este hecho.
—¿Quieres que huela mal? —Frunció el ceño. Ella realmente no sabía a
dónde iba él con esto.
Decebel se inclinó hacia ella y apretó la nariz en la carne de su cuello y
respiró hondo. Escalofríos estallaron por toda la piel de Jen y ella trató, sin éxito,
con suavidad, no hiperventilar ante su proximidad.
—Tu aroma es embriagador para mí —gruñó Decebel cuando él se apartó
de ella a regañadientes—. Las parejas tienen un cierto aroma que sólo huelen el
uno del otro. Yo sólo acabo de darme cuenta que tu olor cambió, se hizo más
fuerte. ¿Tengo un olor para ti? —preguntó Decebel con curiosidad.
Jen podría haber detenido el rubor que se filtró en sus mejillas casi tan bien
como podría detener un tren de carga con sus propias manos.
—Como a madera, y picante —admitió.
Decebel quedó pensativo.
—Hmm, interesante.
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—¿Estás diciendo que los Alfas no nos permitirán optar por salir de El
Encuentro sólo a causa de la atracción del uno al otro? —preguntó.
—Así es. —Decebel se apoyó en el columpio y pasó el brazo por el borde.
Sus ojos se sintieron atraídos por la espalda desnuda de Jennifer y su mente no
pudo dejar de imaginar sus marcas en su piel hermosa y pálida. Antes de que
supiera lo que estaba haciendo, estaba trazando un patrón en su espalda
suavemente con la punta de su dedo.
Jen se congeló cuando sintió la punta del dedo caliente de Decebel en su
espalda. Él está tratando de matarme, decidió. Él debe suponer que si sólo me
tortura hasta la muerte entonces estaré fuera de la foto y zas, problema resuelto…
aunque la muerte por Decebel no suena tan mal en este momento. Jen resopló
ante sus pensamientos, pero por suerte Decebel no detuvo los patrones en
remolino de su dedo.
—Así que, lo que te estoy diciendo, Jennifer. —La voz de Decebel era
profunda y ronca—. Es que quiero ver a dónde va esto entre nosotros. Quiero
llegar a conocerte mejor y pasar tiempo contigo. Pero ambos vamos a tener que
soportar que el otro esté en compañía de más de un pretendiente. Hasta ahora,
ambos hemos demostrado que es más que difícil para nosotros.
Jen cerró los ojos. La combinación de su voz profunda y su dedo haciendo
patrones en su espalda era una auténtica tortura. Exquisita, perfecta, maravillosa
tortura. Ella oyó sus palabras, pero no pudo reconocerlas en el momento.
—¿Jennifer? —Su nombre fue casi un susurro en sus labios.
—¿Hmm? —Su cabeza se sintió adormecida alrededor de su cuello hasta
que la giró de vuelta hacia atrás para mirarlo—. Si quieres que yo sea capaz de
mantener cualquier intento de conversación inteligente contigo, entonces vas a
tener que dejar de hacer eso.
La sonrisa de Decebel era tan malvada como cualquiera que ella misma le
hubiera dado a él.
—¿Dejar qué, micul meu lup4? —le preguntó mientras seguía tocándola.
4 Micul meu lup: Mi pequeña loba, en rumano.
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Jen gruñó y se levantó de un salto. Ella se volvió a mirarlo, pero no estaba
enfadada.
—Entonces, ¿qué hacemos?
—Creo que ustedes los americanos lo llaman enrollarse. —Decebel levantó
una ceja hacia Jennifer.
—¿Realmente quieres ir ahí de nuevo? —bromeó ella—. Sería más que
nada pasar el rato, B. Enrollarse tiende a implicar una participación más física, si
entiendes lo que digo.
—Considéralo captado. —Le guiñó un ojo, lo cual sólo tuvo éxito en
causar que su corazón casi se detuviese.
Qué mal estoy, pensó Jen para sí misma.
—¿Así que pasamos el rato, hablamos y vemos qué pasa? —le preguntó
ella mientras se apoyaba contra un poste en la glorieta.
—Suena bastante correcto. —Decebel se puso de pie y se acercó a ella.
Dejó poco espacio entre ellos. Un poco más hubiera sido mejor para la
comodidad de Jen, pero ella trató de actuar como si no le molestara.
—Voy a pedir algo de ti, Jennifer —le dijo con seriedad.
—Estoy escuchando. —Jen levantó la barbilla y le dio toda su atención.
—Mi lobo no está lidiando bien con la idea de otros cerca de ti, tocándote.
Yo entiendo que no hay manera de evitarlo, pero él no. Para todos los efectos, él
te ha reclamado como suya, las señales de apareamiento se pueden joder para él.
El aliento de Jen quedó atrapado ante su declaración.
—Así que, lo que estoy pidiendo es, a falta de un término mejor, seguridad
en tus… —Decebel buscó la palabra correcta. Jennifer se le adelantó, como solía
hacer.
—¿Intenciones, intereses, atracción? —Jen sonrió, tendía a irse por la
borda en cuanto a vocabulario cuando estaba nerviosa, lo cual estaba. Nerviosa,
eso es.
—Todas las anteriores.
155
—Está bien. Así que, si rasco tu espalda, tú rascas la mía, ¿no?
La cabeza de Decebel se ladeó mientras se acercaba aún más. Jen se dio
cuenta que había desatado un monstruo con su coqueteo descarado. La pregunta
ya no era si él podía manejar lo que ella le ofrecía, sino si ella iba a sobrevivir a lo
que él volcaba en ella. Si fuera honesta consigo misma diría que todavía no sabía
la respuesta a esa pregunta. Pero, ¿dónde está la diversión en ser honesto con uno
mismo?
—Asumo que esto significa que necesitas la misma seguridad por mi parte.
Decebel puso las manos en sus caderas y la empujó lejos del poste y cerca
de él. Jen jadeó mientras sus manos se posaban en el pecho de él. Su respiración
se aceleró y vio sus ojos seguir sus movimientos mientras ella se lamía los labios.
¿Va a besarme? ¿Estoy lista para que me bese? Jen se rió de la pregunta.
¿Joan Rivers ha tenido suficiente cirugía plástica para calificar como una figurita
de plástico? Suficiente.
—Me gustaría que la respuesta a eso fuera no —le dijo ella—. No me gusta
ser la chica pegajosa e insegura.
Decebel rió y sintió el rumor vibrar a través de sus manos directamente a
su alma.
—Tú eres cualquier cosa menos pegajosa e insegura, Jennifer. ¿Misteriosa,
confiada, juguetona, hermosa, demasiado sexy para tu propio bien? Por supuesto.
Pero nunca pegajosa o insegura.
—¿Estás tratando de acumular puntos, lobo?
—¿Está funcionando?
—Nunca lo voy a admitir. —Ella le guiñó un ojo.
Él apretó sus caderas una vez con sus fuertes manos y la miró a los ojos.
—No dudarás en ningún momento de mis intenciones o interés en ti.
¿Queda claro?
—Cristalino —dijo ella con aire ausente mientras miraba sus ojos ámbar
comenzar a brillar. Tomó todo en ella, para no agarrar la parte delantera de su
156
camisa y tirar sus labios a los de ella. Decebel debió haberlo visto escrito en toda
su cara.
Él levantó una ceja en un desafío silencioso.
No iba a ser la que diera el primer paso, no con su lobo. Decebel rió entre
dientes y para su gran decepción, dejó caer las manos y dio un paso atrás.
—Supongo que debería acompañarte de regreso a tu habitación —le dijo
mientras él, una vez más, metió su mano en su brazo y comenzó a caminar por
los escalones.
Jen sonrió.
—¿No quieres volver y bailar?
Decebel la miró por el rabillo del ojo.
—Creo que ambos hemos soportado lo suficiente por esta noche. ¿No lo
crees, micul meu lup?
—Oh, vamos, B. ¿Seguramente no eres de los que huyen de un poco de
emoción? —se burló.
—Estar cerca de ti es más que suficiente emoción para mí, te lo aseguro.
Jen se sonrojó. Bueno, eso sólo va a tener que parar. No voy a
desmayarme, gruñó en su mente.
Decebel se rió entre dientes, como si pudiera escuchar su monólogo
interior. Lo más loco es que ella quería que él oyera su diálogo interior tanto como
quería que él finalmente la empujase hacia él y la besase sin sentido. ¡Oh, cómo
han caído los valientes! Jen se rió de sí misma.
Decebel la dejó en la puerta, pero antes de irse él la atrajo hacia él,
envolviéndola en un abrazo apretado. Metió la cabeza en su cuello y respiró
hondo.
Ella dejó escapar un suspiro de satisfacción. Si esto era lo que Jacque
experimentaba cuando Fane la abrazaba, no sabía cómo ella dejaba que la soltara.
—¿Estás pensando en tomar una ducha esta noche? —le preguntó él,
tomándola fuera de guardia completamente.
157
—Moviéndonos un poco rápido, ¿no?
Decebel realmente se sonrojó.
—Estoy siendo egoísta y un poco cauteloso, en realidad —explicó.
—¿Y qué tiene que ver que tome una ducha con eso?
—¿Has notado lo mucho que Fane toca a Jacque? ¿Especialmente antes de
que fueran vinculados?
—¿Cómo no notarlo? Estaban unidos por la cadera. Bueno, cuando ella no
estaba siendo disputada o secuestrada, eso es.
—Recuerda que no somos humanos, Jennifer. Cuando te toco, porque hay
una cierta cantidad de atracción entre nosotros, y debido a que mi lobo te ha
reclamado, dejo mi esencia en ti. Es como una especie de tarjeta de presentación
a otros machos. Te abracé tan cerca para poner la mayor cantidad de mi olor en
ti como sea posible sin… —se aclaró la garganta antes de terminar—, ponernos
más físicos.
Jen hizo un movimiento de “ahh” con la boca. Entonces su cabeza se
inclinó hacia un lado.
—¿Yo dejo un rastro en ti?
Decebel sonrió.
—Al igual que mi propio perfume personal —bromeó.
—¿Así que quieres saber si voy a tomar una ducha porque va a lavar tu
olor?
—Eso es correcto.
—Realmente me gustaría —admitió a regañadientes, porque a decir
verdad, le gustaba la idea de tener el olor de Decebel rodeándola.
Decebel la soltó. Puso dos dedos debajo de su barbilla y le levantó el rostro
para mirarlo.
—Entonces vendré a verte temprano antes de ir a desayunar. No podemos
ser vistos demasiado interesados en el otro. Aunque Vasile lo entienda, los otros
Alfas no.
158
—Entendido. ¿Así que entonces te veré por la mañana?
Decebel asintió.
—Que duermas bien, Jennifer —dijo mientras levantaba su mano y
suavemente pasó el pulgar por sus labios, casi como si estuviera imaginando lo
que se sentiría si la besaba. Ella quería retarlo a que lo descubriera, pero en lugar
de eso sonrió. Gran oportunidad.
Decebel sonrió mientras la dejaba mirándolo como una enamorada
adolescente.
—Eso es lo que eres, tonta —murmuró ella mientras se giraba y entraba en
su habitación.
Sally y Jacque estaban descansando en su cama. Qué sorpresa.
—Dinos las buenas, Jen. ¿Dónde has estado y por qué tienes esa sonrisa
tonta casi dividiendo tu cara en dos? —bromeó Jacque.
159
16 Traducido por Debs
Corregido por LizC
en giró en círculo.
—Estoy disfrutando de mi éxito. No arruines mi entusiasmo.
Sally se sentó.
—Has estado con Decebel —la acusó.
—¿Has estado practicando tu trabajo detectivesco, Watson? —preguntó
Jen con las cejas levantadas.
—En realidad no. Simplemente no hay nada, ni nadie, que pueda hacer
que te veas tan enamorada.
Jen comenzó a desvestirse, sin importarle que tenía compañía. Era la
desvergonzada y ellas estaban acostumbradas.
—Decebel me dijo que me quiere y que su lobo me ha reclamado como su
compañera —soltó sin ninguna advertencia.
Esta vez fue Jacque quien se sentó bruscamente.
—¿Sólo así? Nada de: “¿Oye, quieres ver una película?” o “¿Estoy
pensando que podemos tener una intensa atracción el uno por el otro?” ¿Sólo bam
—Jacque golpeó sus manos juntas—, tú eres mi compañera?”
Jen tomó un par de bóxers y una camiseta. Se imaginó que no iba a tomar
una ducha hasta que soltara cada detalle a estas dos, no es que ella no le había
exigido una vez lo mismo a Jacque.
—Creo que ambos simplemente no queremos jugar a ningún juego. Bueno,
no de aquellos que vayan a hacernos daño. Saben que todavía lo voy a hacer
trabajar, pero al menos sabemos dónde estamos parados.
J
160
—¿Y qué más te dijo? —preguntó Sally con impaciencia.
Jen procedió a repasar —textualmente, podría añadir— la conversación
con Decebel. Jacque y Sally colgaron de cada palabra.
—Así que, ¿te besó? —preguntó Jacque.
—No. —El rostro de Jen decayó—. Puso sus manos en mis caderas y me
atrajo hacia él. Y maldita sea, Jacque, podrías haber ayudado a una hermana y
prepararme para eso.
Jacque sonrió.
—Es bueno, ¿no?
Jen sonrió con nostalgia.
—Es mejor que comer chocolate Godiva y ver a Johnny Depp y Brad Pitt
mientras me tomo un baño de burbujas. Lo que, sí, he hecho… todo lo anterior…
al mismo tiempo.
Sally rió.
—Sólo tú pondrías un televisor tan cerca de una bañera.
—Todos tenemos nuestros vicios, Sal —dijo Jen sin arrepentimiento.
—Así que el veredicto es, que básicamente, van a seguir con todo esto de
actuar a espaldas de los Alfas. —Indicó Jacque más que preguntar.
—Me encanta un buen escándalo. —Jen sonrió.
—Especialmente cuando estás justo en el medio —añadió Sally.
—¿No lo sabes ya? —Jen se levantó de la silla que había ocupado mientras
recapitulaba su noche—. Oh, una cosa más —añadió distraídamente mientras se
dirigía hacia su baño para ducharse—, me dijo que quería su olor sobre mí. Así
que va a venir mañana temprano antes del desayuno.
—Cállate —farfulló Jacque.
—¿Y cómo exactamente es que va a lograr eso, Jennifer Adams? —El tono
maternal de Sally era agudo. Jen encontraba bastante divertido cuando Sally se
ponía toda protectora.
161
—¿Por qué, Sally? ¿Cómo te atreves? —Jen puso el más marcado acento
sureño que pudo—. ¿Implicas que voy a permitirle a ese lobo poner sus patas
sobre mí?
—Oh, cariño, voy a hacer más que implicar —replicó Sally.
—Entonces, me conoces mejor de lo que pensaba. —Jen le guiñó un ojo.
—¡Jennifer! —dijo Sally indignada—. Pensé que querías esperar.
—Oh relájate, Santa Polly. Lo único que va a hacer es abrazarme. Caray,
yo que pensaba que mi mente era la única que vivía en la canaleta. No me di
cuenta que estabas buscando en bienes raíces, Sal.
Jacque se levantó de la cama.
—Está bien. Bueno, no hagas nada que yo haría. —Jacque le guiñó un
ojo—. Por supuesto, tengo licencia para…
Esta vez Sally gritó el nombre de Jacque.
—¿Qué pasa con ustedes dos?
—Tenemos que conseguirte un hombre, Sally —soltó Jen, mientras cerraba
la puerta del baño.
—No necesito un hombre —gruñó Sally—. Tengo mis manos lo
suficientemente llenas con ustedes dos.
—Bueno, tal vez sea hora de que tengas las manos llenas de algo más —le
gritó Jen a través de la puerta. Oyeron comenzar el goteo de la ducha.
Jacque se rió.
—Excelente.
Sally siguió a Jacque fuera de la habitación, y Jacque rió más cuando oyó
murmurar a Sally en voz baja:
—Les voy a mostrar lo que es necesitar a un hombre. Pooor faaavor,
ustedes dos necesitan lavar sus bocas con jabón, o mejor aún con blanqueador.
No, no, en realidad. Con blanqueador y jabón.
* * *
162
Jen salió del baño, limpia y completamente sin rastros de Decebel, por un
golpe en su puerta. Le dijo a la pequeña parte en ella que esperaba que fuera dicho
lobo que se callara.
Abrió la puerta para encontrarse con Crina y Marianna de pie fuera de su
puerta.
—Hola, señoritas, ¿qué pasa? —preguntó Jen y dio un paso atrás para que
pudieran entrar.
—Espero que no sea demasiado tarde para pasar —dijo Marianna mientras
entraban.
—Soy un ave nocturna, así que no se preocupen.
—Marianna y yo estábamos aburridas —comenzó Crina.
—Traducción —interrumpió Marianna—: Crina está aburrida. Yo estoy
siendo arrastrada.
Jen sonrió.
—Entonces estábamos pensando, ¿sabes que mañana se supone que
debemos ir al gimnasio para aprender defensa personal de los machos de la
manada de Serbia?
—Sí —dijo Jen, ya interesada en una posible estrategia… oh, cómo amaba
las estrategias.
—Habrá otro grupo de mujeres allí también, así que me imagino que
probablemente van a presentar a nuestra manada públicamente. Yo, bueno,
nosotras —dijo Crina, mirando a Marianna, quien resopló—, estábamos
pensando lo divertido que sería si cuando presentaran nuestra manada,
hiciéramos una especie de porra o baile o algo. Como lo que hacen ustedes los
americanos por sus equipos deportivos.
—Están con ganas de acabar con la represión del hombre. Cuanten
absolutamente conmigo.
—¿Acabar con qué de quién?
—Es sólo un dicho, cuando alguien quiere rebelarse contra la autoridad.
163
Marianna asintió.
—Te das cuenta que Vasile se molestará por esto, ¿verdad? —preguntó Jen.
Crina le dio una sonrisa muy al estilo de Jen.
—Nunca nos detuvo antes.
—Excelente. —Sonrió Jen.
—Que conste que por lo general soy un espectador inocente —añadió
Marianna, pero después le dio un guiño a Jen.
—Ajá, seguro que lo eres. Muy bien, vamos a hacer esto. —Jen hizo una
pausa—. Um, ¿en dónde vamos a hacer esto exactamente?
—En el gimnasio. Estaba vacío cuando con Marianna y yo lo
comprobamos en nuestro camino hasta aquí —le dijo Crina.
—Muéstrame el camino, Thelma.
—¿Quién es Thelma?
Jen negó con la cabeza.
—Puedo ver que una gran noche de cine se avecina.
Las chicas llegaron al gimnasio sin encontrar a nadie, por lo que estaban
agradecidas.
—Así que Jen, ¿fuiste una porrista en la escuela? —preguntó Marianna.
—No, por lo general era una de las que se burlaban de las porristas. Pero
soy realmente buena en rimas y canciones, así que voy inventar alguna
composición. Crina, vi tus movimientos en la pista de baile. Tú y Marianna
armen algunos movimientos, ¿de acuerdo?
Asintieron y se pusieron a trabajar.
Una hora más tarde, Jen había compuesto una porra y Crina había
perfeccionado el baile para que fuera junto con ella.
—Muy bien, vamos a hacerlo desde el pincipio —dijo Crina.
164
Cada una de ellas se puso en sus lugares designados y en el recuento de
Jen, empezaron.
—Menea, menea, sacude, sacude,
Sabemos que quieres un poco de este dulce.
Menea, menea, adiós, adiós,
Algunos aún quieren algo del bol.
Cuidado muchachos, no se acerquen demasiado,
No es a nuestros Alfas al que deben temer angustiados.
Sucio, sucio, patas, patas,
Saben que quieren romper las ordenanzas.
Doble, doble, perro osado,
Jadeas y gruñes, mientras miras embobado.
Lo sentimos pero no somos tan fáciles,
Date la vuelta, si quieres algo sórdido.
Cáptalo, cáptalo, lo tienes, lo tienes,
Lástima que no puedes imponerte sobre este.
Lobo, lobo, grande, malo,
Recházanos, apártanos y nos molestaremos.
Podremos estar bien, y ser súper sexys,
Pero suaves lobas no somos ni por asomo.
Corre, corre, macho, macho,
Sabemos que quieres algo de este pedazo.
Golpéalo, golpéalo, tócalo, tócalo,
No lo encontraran, si no se los trazamos.
165
Les dijimos una vez, ahora lo decimos de nuevo,
No jugamos limpio, y nunca lo haremos.
Gruñido, gruñido, babear, babear,
Cero cachorros con nosotras, y nada de berrear.
Míranos, míranos, corre, corre,
Trata de atraparnos, si eres tan torpe.
Puedes mirar, tal vez incluso tocar,
Nos comprometemos a no hacerte mucho daño.
Chicos, chicos, no se escapen,
Tenemos más juegos que queremos jugar.
Desafíos, desafíos, peleas, peleas,
Quién recibirá, mis Ritos de Sangre.
Sabemos que cada uno, tiene un plan,
Atrápanos, atrápanos, si lo pueden lograr.
Las chicas estaban jadeando para cuando terminaron. En realidad todas
tenían dificultades para mantener una expresión seria a medida que ejecutaban
los movimientos. Jen se resquebrajó a sí misma con sus letras.
Mientras las chicas continuaron practicando, cambiando diferentes
movimientos para hacer que fluyera mejor, fueron totalmente ignorantes de la
audiencia fuera de las puertas del gimnasio. Un par de los machos de la manada
Serbia, habían estado de camino a hacer ejercicio al gimnasio, cuando escucharon
a las chicas animar. Se pararon a mirar antes de entrar y se sorprendieron al ver
a las tres mujeres sin pareja de la manada Rumana.
—En realidad, deberíamos irnos —dijo uno de los machos, mientras
continuaba mirando.
—Sí, deberíamos —respondió su compañero de manada.
Se produjo una pausa.
166
—Ve a buscar algunos de los otros chicos. Ah, y agarra mi teléfono.
Dejemos esto en vídeo.
* * *
Decebel yacía en su cama después de tomar una ducha de mala gana. No
había querido lavar el aroma de Jennifer de su piel. Pero se consolaba al saber
que iba a verla, tocarla de nuevo en la mañana.
Después de que la dejara en su habitación, había ido a la sala de
entrenamiento y drenó algo de la adrenalina que fluía por sus venas después de
haber estado tan cerca de Jennifer. Tuvo que admitir que se sentía más ligero,
más en control, ahora que habían hablado y puesto todas sus cartas sobre la mesa.
Se sintió aliviado al oír que Jennifer sentía algo tan fuertemente hacia él como él
lo hacía. A veces no estaba seguro. Era tan extraño para él sentirse inseguro y
preocupado de que no le gustara a una hembra. Sonrió para sus adentros.
A ella sí le gustaba. Mucho.
La cuestión no había cambiado realmente. Todavía iba a tener que lidiar
con otros lobos mostrando interés por ella. Pero le hizo sentirse mejor saber que
no estaba interesada en ellos. Que su corazón, era de él. Pensó que tal vez debería
estar preocupado de que ella de hecho encontraría su verdadero compañero entre
las otras manadas, pero a decir verdad, independientemente de la falta de señales
de apareamiento, Decebel apostaría su vida a que Jennifer Adams era su
verdadera compañera.
Ahí está, pensó. Estoy admitiéndolo y aceptándolo, mejor que eso, estoy
abrazándolo.
Decebel sintió su lobo bajar la guardia por primera vez en meses.
Finalmente, el hombre y el lobo estaban en armonía de nuevo.
Justo cuando empezaba a cerrar los ojos y quedarse dormido, escuchó
golpes en su puerta. Urgentes, fuertes, no un golpe promedio.
Decebel estuvo en la puerta de un salto.
Costin estaba en el otro lado, mirándolo un poco nervioso.
—¿Qué está pasando, Costin?
167
—Beta, son las 11.30. ¿Sabes dónde está tu mujer?
Decebel podría haber apreciado la pequeña broma, pero Costin se estaba
refiriendo a Jennifer, e implicando que no estaba donde la había dejado.
—Dime. —La voz de Decebel fue filosa.
Los ojos de Costin se abrieron y empezó a hablar muy rápido.
—Iba al gimnasio para hacer ejercicio y cuando llegué allí vi a un grupo de
machos de otras manadas mirando por las ventanas del gimnasio. Oí voces,
animadas voces femeninas. Cuando me acerqué lo suficiente para ver… bueno,
eran Jen, Crina y Marianna.
Decebel pasó junto a Costin y estaba tratando de no correr. Necesitaba
calmarse antes de llegar allí.
—¿Qué es lo que exactamente están haciendo? —preguntó mientras Costin
trataba de mantenerse al ritmo con su Beta.
Costin vaciló, pero la mirada que Decebel le envió le hizo aflojar la lengua.
—Están haciendo algún tipo de porra y baile —dijo vagamente.
—¿Quiero saber lo que lleva puesto?
—Probablemente no.
—Maldita sea.
Costin permaneció en silencio el resto del camino.
Decebel escuchó risitas y voces masculinas mientras rodeaba la misma
esquina por la que Costin había pasado sólo unos minutos antes. Caminó directo
a ellos, y los lobos se separaron como el mar rojo.
Todos miraron sobresaltados a Decebel, esperando a que perdiera el
control. En su lugar, arrebató el teléfono del lobo más cercano, y luego miró a
todos con ojos brillantes.
—Si han estado grabando esto tienen cinco segundos para borrarlo.
Hubo repentinos movimientos por todos lados, mientras los botones eran
oprimidos en los teléfonos.
168
—Si me entero de que alguno de ustedes no lo ha eliminado y lo muestran
a los demás, los llamaré afuera, los voy a desafiar, y van a perder.
Decebel se encontró con los ojos de los lobos y cada uno de ellos bajó la
mirada rápidamente.
—¿Queda claro?
—Sí, Beta —dijeron al unísono. El poder proveniente de Decebel era crudo
y fuerte. Tomaba, incluso el esfuerzo de los lobos más dominantes, no colapsar
bajo este.
—Bien. Ahora váyanse antes de decidir que no me importa mantener la
paz entre nuestras manadas.
Todos los lobos se habían casi ido antes de que hubiera terminado de
hablar. Lobos inteligentes, pensó.
Antes de que Decebel abriera la puerta del gimnasio, miró el teléfono que
había tomado y presionó el botón de reproducción en el vídeo. Los ojos de
Decebel se abrieron cada vez más, por cada palabra, cada movimiento de caderas,
cada giro, cada mirada de incitación que su compañera realizaba. Después de
permanecer en estado de shock por un momento, pulsó el botón borrar y le
entregó a Costin el teléfono.
—Cuando abra esta puerta, Costin, quiero que acompañes a Marianna y a
Crina a su habitación. Permanecerás fuera de su puerta el resto de la noche.
—Sí, Beta. —Costin obedeció.
Decebel alcanzó la puerta del gimnasio. Respiró hondo y le dijo a su lobo
que se tranquilizara, pero sabía que sus ojos todavía brillaban.
—Está bien, esta será la última vez. —Jen jadeaba, había pasado un tiempo
desde que había hecho tanto ejercicio—. Entonces creo que podemos terminar la
noche.
—Estoy bastante seguro de que la noche ha terminado.
Las tres chicas se congelaron ante el sonido de la voz detrás de ellas.
—Mierda, mierda, mierda —murmuró Jen para sí misma.
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—Crina, Marianna. —La voz de Decebel no era dura, pero firme. Hablaba
en serio—. Costin las acompañará a su habitación. No la dejen hasta que sea hora
para el desayuno en la mañana.
Ninguna de las chicas habló mientras caminaban hacia Costin.
Crina miró, al pasar a Jen y pronunció:
—Lo siento.
Jen se encogió de hombros, luego respiró hondo, y se volvió para mirar a
su Beta.
—Qué gusto encontrarte aquí —coqueteó.
La mirada en sus ojos le dijo que eso no iba a funcionar. Una cosa que Jen
estaba aprendiendo rápidamente sobre Decebel, era que sus emociones rara vez
lo controlaban. Con ella, de vez en cuando se liberaban de su jaula. Y en
momentos como este, cuando había decidido que tenía razón y que ella iba a
obedecer, nada podía influir.
—Recuerdo claramente que te dejé en tu habitación, Jennifer.
—Bueno… no estaba realmente cansada y, Crina y Marianna dijeron que
querían hacer algo de ejercicio, por lo que…
—¿Por qué es que no procuraron una escolta al gimnasio? ¿Por qué
exactamente pensaste que era una buena idea pavonearse en tu pijama sin ningún
tipo de protección en una mansión llena de lobos machos sin pareja? —Decebel
dio lentos y medidos pasos hacia ella, mientras hablaba—. Por favor, dime,
porque sé que tiene que haber una razón trascendental para hacer algo tan
perturbador y peligroso.
—¿Acabas de usar la palabra procurar? —preguntó Jen con incredulidad,
con la insinuación de una sonrisa de satisfacción en sus labios.
—Jennifer. —La voz de Decebel fue mortalmente baja.
Jen inconscientemente dio un paso hacia atrás, ante los ojos brillantes
clavados en ella.
—No es gran cosa, B. Nadie entró mientras estábamos aquí. No veo por
qué me estás fastidiando.
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Decebel rió. No era un buen sonido.
—No es gran cosa. Claro. Bueno, tal vez puedes explicarme por qué acaba
de tener que correr a veinte lobos lejos de esas puertas. Quienes, por cierto,
estaban grabando tu pequeña actuación en sus celulares. Así que, dime otra vez
cómo es que no es una gran cosa. —Decebel se movía de nuevo hacia ella.
Jen siguió retrocediendo hasta que el dorso de sus piernas golpearon las
gradas. Estuvo a punto de caerse sobre su trasero, pero se sostuvo con una mano.
Irritada con su torpeza y por el ligero temor que sentía por haber sido acosada por
Decebel y su extraña calma, volvió de nuevo a la Jen “no me importa nada”.
Llámenlo un mecanismo de defensa, pero le ayudaba a mantener la calma.
—¿Sólo veinte? —preguntó ladeando la cadera hacia un lado y apoyando
la mano sobre ella—. Hubiera pensado que el bailecito reuniría a un poco más.
—Hizo todo un espectáculo de parecer pensativa, tocándose la barbilla con el
dedo—. Hmm, tal vez necesitamos un poco más de acción de cadera. Aunque,
no creo que estuviéramos dando lo mejor de nosotras. Definitivamente va a ser
mejor cuando lo hagamos de verdad.
Decebel gruñó y dio un paso más cerca. Estaban a menos de un pie de
distancia. Jen todavía tenía la mano apoyada en la cadera, pero ahora tenía que
inclinarse un poco hacia atrás para mirar a su casi dolorosamente hermoso rostro.
—No me gusta ser el que te lo diga, nena, pero no vas a realizar ese
pequeño número para nadie. Nunca.
Los ojos de Jen se estrecharon.
—Tengo la sensación de que un día vas a cambiar de opinión acerca de
eso. Por cierto, no creas que llamarme “nena” te ayudará a salirte con la tuya por
ser un dictador, peludo, enfurruñado.
—Mira, sé que las mujeres no entienden cómo funcionan los cerebros de
los hombres. —En realidad pareció tímido mientras continuaba—. Tengo más de
un siglo de edad y mi cerebro aún funciona de esa manera. Los hombres no sólo
ven a chicas sexys haciendo un baile caliente.
—¿Qué otra cosa podrían ver? —preguntó Jen, revelando cuán inocente
era a pesar de todo su gran discurso.
171
—Cuando bailas así, y los miras como si fueras… ellos, nosotros —se
corrigió—, lo vemos como una invitación.
Jen no pudo evitar reír de incredulidad.
—Hombre, realmente están mal de la cabeza si eso es lo que obtienen a
partir de un baile y unas rimas, que en realidad insultan a los machos sin pareja.
Lo cual, si escucharan las palabras, entenderían.
Decebel le agarró la mano y tiró de ella hacia él. Envolvió sus brazos
alrededor de ella e inhaló su perfume profundamente en sus pulmones.
—Ya destacas con tu hermoso cabello rubio, piernas largas y ojos
impresionantes. ¿Podrías por favor no llamar más la atención sobre ti misma? —
le suplicó.
—Te faltó uno de mis mejores atributos —comenzó Jen, pero Decebel la
cortó.
—Jennifer. —Su voz era un gruñido.
Jen se rió.
—Sólo te dejaste a ti por fuera, lobo.
Decebel no pudo detener la sonrisa que se extendió por su rostro. Sólo ella
podía calmarlo y hacerle olvidar que estaba incluso enfadado.
—Voy a llevarte de vuelta a tu habitación y quiero que te quedes allí hasta
que vaya por ti en la mañana.
Jen salió del refugio de sus brazos. Puso los ojos en blanco.
—Bien, caramba. Siempre limitas mi estilo.
Decebel la acompañó de regreso a su habitación. Justo antes de que ella
entrara, la detuvo con una mano en su brazo. Se inclinó y la respiración de Jen se
aceleró. Rozó su nariz contra su cuello, haciendo que un escalofrío tensara el
cuerpo de Jen. Se echó hacia atrás y dijo la última cosa que Jen esperaba nunca
escuchar.
—Por mucho que odie que tomes otra ducha ahora que llevas mi olor, sería
lo mejor. Al parecer, tu pequeño baile te puso caliente.
172
Jen sonrió con malicia.
—Si a mí me puso caliente, sin duda te puso…
Decebel puso un dedo sobre sus labios. Negó con la cabeza, haciéndole
saber que sabía exactamente lo que ella había estado a punto de decir.
—Mantener tus palabras bajo control se está convirtiendo en un trabajo de
tiempo completo —bromeó. Ella le sacó la lengua en respuesta, con lo que sacó
una risa de él—. Que duermas bien —le dijo mientras se volvía para irse.
Jen se sonrojó acaloradamente mientras empezaba a abrir la puerta de su
habitación, pero antes de que él estuviera muy lejos, murmuró:
—No sería un trabajo tan duro, si mi boca estuviera ocupada con otras
cosas. —Sabía que su oído de lobo la escucharía.
Decebel no se dio vuelta.
—Espero ansiosamente poder olfatearte… quiero decir verte en la mañana,
Jennifer.
Jen rápidamente cerró la puerta. Sonriendo mientras se inclinaba hacia
atrás, dijo en voz alta:
—De verdad te estás metiendo con la bestia, Jen. Y si fuera una chica que
apostara, diría que quieres ser mordida. —Se rió sin aliento—. Eso lo resume
todo, Sherlock. —Negó con la cabeza y, una vez más se dirigió a la ducha.
* * *
La cabeza de Cynthia se levantó por el repentino llamado a su puerta. Miró
su reloj y se preguntó quién la visitaría a medianoche. Se levantó y abrió la puerta
para encontrarse a Sally en el otro lado.
—Sally. —Cynthia no ocultó la sorpresa en su voz—. ¿Está todo bien?
—Sí —dijo Sally en un principio, pero rápidamente se retractó—. Bueno,
la verdad, no lo sé. ¿Puedo hablar contigo un minuto? Me doy cuenta de que es
tarde. —No podía dejar de retorcerse las manos y cambiar de un pie al otro.
El comportamiento de la chica no pasó desapercibido por la doctora.
173
—Claro. Vamos, entra. —Sally sorteó por la puerta y Cynthia la cerró
suavemente—. Entonces, ¿qué te trae por aquí a estas horas? —le preguntó,
aunque no sin amabilidad.
—Se trata de Jen y Decebel… —comenzó Sally.
—Ah, sí. Las celebridades del baile —bromeó Cynthia.
Sally sonrió.
—Siempre puedes contar con Jen para hacer una entrada o una salida. Una
que siempre va a ser épica.
Cynthia esperó pacientemente a que Sally continuara.
—Después de que Jen dejó el baile, Decebel la siguió y hablaron.
—¿Sólo hablaron? —Las cejas de Cynthia se levantaron mientras se
inclinaba hacia adelante.
Sally asintió.
—Sí, no pasó nada divertido. Contrariamente a su apariencia y gran charla,
Jen realmente tiene un alto estándar cuando se trata de tener un encuentro físico
en una relación.
Cynthia tenía que admitir que estaba sorprendida. La boca de Jen sugiría
a menudo lo contrario.
—Cuando Jen regresó a su habitación, Jacque y yo la estábamos
esperando. Queríamos estar seguras de que estuviera bien, ¿sabes? —Sally seguía
con las manos inquietas, mientras hablaba—. Jen dijo que Decebel sacó todo
fuera.
Cynthia se sentó bruscamente.
—¿Qué quieres decir con “todo”?
—Le dijo que la quería y que su lobo la había reclamado como su
compañera. Por supuesto, todos lo vimos a un kilómetro de distancia, pero me
pregunto qué lo hizo cambiar de opinión sobre perseguirla tan rápidamente.
174
Cynthia cruzó las piernas mientras se echaba hacia atrás y miraba a Sally.
Era obvio que la chica se preocupaba realmente por Jen, e incluso por Decebel.
Qué bueno debe ser tener esa clase de amistad, pensó.
—Bueno, podría haber un par de razones para su brusco cambio. Sé que
Alina y Vasile han tratado de explicarles todas las diferencias entre los machos
Canis lupis y los machos humanos, así como los dominantes Canis lupis y los no
dominantes.
Sally asintió.
—Por eso, voy a tratar de no ser demasiada redundante. Así que, el macho
dominante es controlador, obsesivo, protector, muy leal, muy intenso, y muy,
muy posesivo. A veces estos rasgos son una molestia absoluta y, francamente, un
dolor en el… bueno, ya me entiendes. Sin embargo, hay otros momentos que
estos rasgos son necesarios en nuestro mundo. Estas cualidades pueden ser la
diferencia entre la vida y la muerte en algunos casos. —Cynthia hizo una pausa,
recopilando sus pensamientos—. Te diré que, a veces, un macho dominante
puede parecer un poco bipolar, ya que pueden cambiar en un abrir y cerrar de
ojos. Están condicionados a pensar con rapidez y bajo presión, tomar decisiones
rápidas para el bien de la manada y sus seres queridos. Así que lo que piensa que
podría ser la cosa más correcta para hacer un minuto, puede ser anulada en el
siguiente, por un cambio de circunstancias o jugadores en el campo. ¿Estás
conmigo todavía? —preguntó.
—Sí. Estoy empezando a ver cómo las cosas podrían haber hecho decidir
a Decebel que necesitaba superar este miedo de no ser capaz de proteger a Jen.
—Exactamente —concordó Cynthia—. Esta noche Decebel vio cómo se
iba a desarrollar el juego, por decirlo de alguna manera. Creo que se dio cuenta
la intensidad con que se siente hacia Jen. No ha tenido que competir por su
atención hasta ahora. Decebel es inteligente, es muy fuerte, y en su núcleo es un
Alfa. Al ser un Alfa tiene todas las características que he mencionado hasta el
extremo. La personalidad también puede hacer que ellas reaccionen con más
fuerza. La personalidad de Decebel es mucho más intensa que la de Fane. Es un
observador, no un hablador. Esta noche apostaría que se dio cuenta de cuál era
su límite en cuanto a no perseguir a Jen, y llegó a él. Cuando vio a otro lobo
mostrando un interés considerable en ella, lo que sea que estuviera refrenándolo
se rompió bruscamente.
175
Sally se frotó la cara, obviamente cansada, pero no se iba a ir por el
momento. Quería tratar de entender la dinámica entre Jen y Decebel. Algo en
ella se sentía obligada a cuidarlos.
—Sé que fue una larga explicación, y creo que probablemente la correcta.
Pero hay una segunda posibilidad de por qué Decebel cambió de opinión acerca
de su relación con Jen. Decebel vino a mí hoy y me dijo que el olor de Jen ha
cambiado para él. Dijo que estaba seguro de que era el aroma de apareamiento.
Sally frunció el ceño.
—Oh, sí me acuerdo de Fane explicando los diferentes signos de
apareamiento… el aroma era uno de ellos.
—Su olor podría haber finalmente empujado a su lobo hasta el borde, lo
que le permitió tomar el control sobre Decebel, aunque fuera brevemente.
Realmente creo que, debido a que Jen está en un estado latente, las señales de
apareamiento sólo van a requerir más vinculación emocional y, aún más molesta,
paciencia. Simplemente hay que ser paciente para dejar que la naturaleza haga lo
suyo. Es casi como si su lobo necesitara ser despertado.
—Buena analogía, doc. —Sonrió Sally con cansancio—. Está bien. Bueno,
sólo quería obtener su opinión sobre la situación. Pero hay una cosa más… ¿cree
que Decebel cambiará de parecer? —La voz de Sally tomó un tono serio—.
Cynthia, la fuerte de Jen, la capaz Jen, no manejará bien si Decebel se aleja de
ella. No después de su declaración de esta noche.
—Hay una cosa que un lobo no puede cambiar: sus sentimientos hacia su
compañera. Si Decebel aceptó que su lobo ha reclamado a Jen, si ha aceptado
que a veces el lobo en nosotros es mucho más perceptivo de lo que nosotros
somos, y está eligiendo a confiar en eso, entonces no hay vuelta atrás. Decebel no
podría alejarse de Jen, incluso si, por algún milagro, más allá de los milagros,
quisiera. No sólo eso, sino que va en contra de todas las fibras de su ser provocarle
dolor a Jen, físico o emocional. Su lobo nunca lo permitiría. Decebel tiene más
de un siglo de edad, Sally. Sabía todo esto cuando decidió dedicarse realmente a
Jen. Te puedo asegurar que no entró a la ligera.
Sally asintió y respiró profundamente, dejando entrar el aire lentamente.
—Está bien, eso me hace sentir mejor. Jen es una de esas personas que, una
vez que se compromete, una vez que declara que algo es suyo, se dedica con todo
176
su corazón. Jen tomaría una bala por Jacque y por mí, sin pensarlo. Arrastró a
Jacque fuera de un auto en llamas, sin importarle si lograba salir con vida. Así
que, sólo quería asegurarme que Decebel entiende que desde que le ha dado a Jen
luz verde para reclamarlo, necesita estar preparado para aceptar las
consecuencias. Esas consecuencias acaban de resultar ser una muy mandona,
pero también inflexiblemente leal, Jennifer Adams.
Una vez que Sally se fue, Cynthia se sentó sobre la cama y recapituló la
conversación. No estaba sorprendida realmente de que Decebel hubiera hecho su
movimiento. No después de lo que ella y todos los demás habían presenciado esta
noche. Cynthia decidió que sería importante tratar de mantenerse al día con
cualquier cambio que experimentaran, especialmente Jen, ya que ella no era
completamente Canis lupis. Sabía que a Decebel no le gustaría la idea. Lo
consideraría como curiosear sobre algo muy privado, pero esto era importante y
podría ayudar a las futuras relaciones latentes.
177
17 Traducido por Carmen170796
Corregido por LizC
en se sentó en su cama mientras se quitaba los zapatos. Había escogido
un atuendo cómodo, pero al mismo tiempo halagador. Definitivamente
tenía que ser cómodo dado que su clase de defensa personal era hoy. Así
que se puso pantalones de yoga negros, una camiseta azul manga larga,
y sus Nike. Parada frente al espejo, examinó el resultado y sonrió. No demasiado
desaliñada.
Jen realmente no era vanidosa, pero sí apreciaba los atributos que Dios le
había dado. Largas y torneadas piernas, una pequeña cintura y un busto grande.
Ciertamente le gustaba ser grande en esa área, pero estaba el molesto problema
de chicos a menudo hablándole a su pecho en lugar de a su cara. Algunas veces
pensaba que ellos realmente esperaban que les respondieran, de verdad.
Tenía un abundante y largo cabello rubio, aunque el rubio no habría sido
su primera opción, y brillante ojos azules. A menudo la confundían por una rubia
tonta, pero algunas veces era mejor dejar que las personas la subestimaran.
Jen miró el reloj en su teléfono y respiró profundo. Decebel estaría ahí en
cualquier momento, o al menos debería estarlo. Desafortunadamente había una
pequeña voz, a la cual la mayoría del tiempo ella era capaz de decirle: “me
importa un pito”, tratando de decirle que probablemente había cambiado de
opinión. Él probablemente se habría acostado en su cama anoche maldiciéndose
por reaccionar ante el calor del momento y hacer una promesa que estaba más
allá de lo que él quería.
Él no haría eso, le dijo a la voz.
¿Estás segura?, respondió esta.
Jen sacudió su cabeza.
J
178
¿Qué dem…? Estoy discutiendo con mi subconsciente. Detente, Jennifer.
Sólo detente.
Respiró profundo varias veces y se sintió un poco más en tierra.
—Está bien. Puedo hacer esto. No hay problema —le dijo a la habitación
vacía… después casi se le salió el corazón por la boca cuando hubo un golpe en
la puerta—. Sí, lo tienes bajo control, Mujer Maravilla —murmuró
sarcásticamente mientras abría la puerta.
Ella contuvo la respiración mientras la abría. Sin importar cuanto había
tratado de prepararse, siempre se sentía afectaba por su presencia: el tamaño de
él, el nivel de intensidad en sus ojos ámbar cuando la miraba. Está bien, así que
“afectada” era decirlo suavemente.
Ambos se quedaron parados ahí mirándose el uno al otro. Jen tuvo la
perceptible sensación que él también había esperado que ella se acobardara.
Decebel iba a aprender que Jen no se acobardaba. Una vez que se proponía algo,
se comprometía al cien por ciento.
—¿Puedo pasar? —preguntó Decebel finalmente, rompiendo el intenso
momento.
—Oh, sí. Lo siento —balbuceó Jen. Y después, mientras él entraba a su
habitación ella se dio cuenta de algo—. Tocaste la puerta —dijo. Las palabras casi
sonaban a una acusación en lugar de una observación.
Decebel se volteó a mirarla, una pequeña sonrisa en su cara reciamente
atractiva.
—¿Estás decepcionada?
—Sí. No. Quiero decir, sólo me atrapaste fuera de guardia —admitió
finalmente.
Aunque ella lo había fastidiado para que tocara las puertas, ahora
encontraba que la había hecho sentir especial. Sí, escuchaste bien, pensó. Tan
ridículo como sonaba, él irrumpiendo de esa forma la hacía sentir que no podía
esperar para verla, o chequearla. La urgencia en él cada vez que entraba
campantemente sin invitación era un subidón de adrenalina para ella. Esperaba
que él no pudiera ver a través de su expresión de póker que había perfeccionado…
no en realidad.
179
—No me gusta tocar —le dijo él, sonando como el dominante que era—.
No debería tener que llamar a tu puerta.
Jen sintió una sonrisa amenazando transformar su rostro.
—¿No deberías tener que hacerlo? —No le pasó desapercibido que él sólo
le había dado una manera para que ella mantuviera su orgullo y al mismo tener
lo que quería. Lobo astuto—. Si es así como te sientes, entonces, ¿por qué tocaste?
—le desafió ella.
—Pensé en intentarlo, ver si me gusta el asunto. —Él le levantó una ceja.
—¿Estabas probando el concepto de tocar? —Jen mantuvo una expresión
seria mientras hablaba. Se sentía muy orgullosa por ello.
—Esa es una buena manera de ponerlo —coincidió él—. Lo voy a devolver
a la agencia. No me impresionó el resultado.
Jen se rió.
—¿El resultado? Entonces, ¿no te gustó como respondí a la puerta?
Decebel se rió con ella.
—Prefiero la mirada enojada que me das cuando entro sin invitación.
—Bueno, supongo que en tu próxima entrada serás recompensado
totalmente por haber gastado tu tiempo en una fallida prueba. Me aseguraré de
estar doblemente enojada.
Decebel sonrió ante su gracia. Fue una sonrisa que hizo que Jen se diera
cuenta que sólo con ella, él se veía así. Sólo con ella dejaba caer la fuerte
apariencia exterior.
—Eres la única que me hace sentir así —dijo Decebel, habiendo una vez
más adivinado correctamente la dirección de sus pensamientos.
—Dime de nuevo por qué tenemos que tener esa cosa de la conexión
mental, porque tú ya sabes lo que estoy pensando la mayoría del tiempo.
—Tu rostro es muy expresivo. Nunca te escogería como una compañera
de póker. —Se río ante la mirada que ella envió en su dirección. Pero su lobo
estaba caminando de un lado a otro en su interior, cansando de platicar, listo para
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seguir con lo de marcar su esencia. Sus ojos deben haber empezado a brillar
porque ella tragó fuerte.
—Estoy seguro que tus compañeras en el crimen llegarán en cualquier
minuto. Ven aquí, Jennifer. —La voz de Decebel fue un gruñido. Estaba tratando
de bajar el tono del posesivo brillo en sus ojos, pero a juzgar por cómo ella parecía
lista para escapar, no estaba teniendo éxito—. Nunca te lastimaría —trató de
calmarla.
Jen mentalmente se golpeó por su reacción ante la conducta posesiva de
Decebel. Es Decebel, tonta, se reprendió. Moriría antes de lastimarte. Regañada
suficientemente, se irguió confiadamente y se acercó hasta detenerse frente a él.
Jen sabía que probablemente esa sería la única vez que la tocaría hoy, y
ella iba a saborearlo y grabarlo en su memoria. Una vez que estuvieran fuera de
su habitación, bajo el escrutinio de los Alfas, no podrían mostrar un verdadero
interés en el otro. Era suficiente malo que ya hubieran llamado la atención hacia
ellos mismo al punto en que la tenían en menos de veinticuatro horas. Nunca
podrían acusar a Jen o a Decebel de ser sutiles; definitivamente no era el segundo
nombre de ninguno de ellos.
Él gentilmente envolvió su gran mano alrededor de la nuca de Jennifer. La
observó fascinado mientras sus ojos se cerraban, como si disfrutara la sensación
de su piel sobre la suya. Tiró de ella más cerca. Sus brazos se envolvieron
alrededor de él y apoyó su cabeza en su pecho como si lo hubiesen hecho miles
de veces. Decebel gruñó profundamente, su lobo estaba disfrutando del toque de
su compañera.
Compañera, pensó Decebel. Cada fibra en él le decía que ella lo era, y aun
así a una pequeña parte de él todavía le preocupaba que la falta de señales de
emparejamiento fuera la confirmación de que no perteneciese a él.
Sintió un aullido de rabia brotando de su garganta ante la idea de ella
siendo de otro. Tenía que ponerle una cadena a su lobo.
Él puso su mejilla contra su coronilla y sopló suavemente en su cabeza.
Jennifer se estremeció en sus brazos, haciendo que él la estrechara más fuerte.
Después de estar así por lo que sintió como segundos, aunque él sabía que había
sido más tiempo, se apartó lo suficiente para inclinarse y colocar su nariz en su
cuello, el lugar sensitivo donde seguía con su hombro. Él respiró profundo y de
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nuevo sopló suavemente. Esta vez las rodillas de Jennifer casi cedieron y lo
hubiera hecho si sus brazos no hubieran estado a su alrededor; probablemente
habría caído al suelo.
Decebel sonrió mientras continuaba respirando cerca de su cuello. Le
estaba tomando cada onza de control que quedaba en él no morderla, incluso sólo
mordisquearla. Mostrarle dónde ella tendría su marca. Besó su cuello suavemente
y cuando escuchó un gemido susurrante salir de ella, rápidamente se alejó.
Mantuvo sus manos en sus brazos hasta que supo que estaba firme en sus pies.
Jen permaneció parada ahí, aturdida mientras Decebel abruptamente se
alejaba de ella. ¿Hice algo malo?, se preguntó. Miró a Decebel y vio que su
respiración se había acelerado. Apretaba los dientes y sus ojos estaban más
brillantes de lo que alguna vez los había visto.
—¿Estás bien? —le preguntó vacilantemente, temerosa de que lo hubiera
asustado.
—Sólo necesito un momento. —Su voz era ronca.
—¿Hi-hice algo malo? —balbució Jen en preocupación. De repente no
podía dejar de frotar sus manos en sus pantalones. No estaban pegajosas o
sudadas, pero sentía que tenía que hacer algo con ellas.
—No, hermosa. No hiciste nada malo. Sin embargo, hiciste algo bien.
Muy, muy bien. —Decebel dejó escapar un profundo suspiro mientras pasaba sus
manos por su cabello.
—Entonces, ¿qué está mal? —preguntó, ladeando su cabeza y cruzando sus
brazos sobre su pecho, efectivamente atrayendo los ojos de Decebel a sus ahora
levantados pechos.
La cabeza de Decebel se movió lejos tan rápidamente como sus ojos habían
aterrizado en ella. Se aclaró su garganta, indiscutiblemente incómodo y
avergonzado por sus acciones. Jen no pudo evitar la sonrisa que sentía en su
interior ante su obvia atracción hacia ella. Bueno, una chica tiene que saber, pensó
a la defensiva.
—No es que haya algo malo. Es sólo que… bueno, verás… —Decebel
realmente estaba nervioso.
Qué novedad.
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—Estoy atraído hacia ti —balbuceó finalmente.
—Bueno, eso espero —respondió ella.
—No estoy diciendo que sea malo, Jennifer. Estoy diciendo que es intenso
y… cuando haces sonidos como el acabas de hacer…
Las manos de Jen se movieron a su boca. Un amortiguado—: ¿Qué sonido?
—salió a través de su mano.
—El gemido —dijo de manera casual—. Nena, no puedes hacer sonidos
como ese. Es como entregarle a un hombre la invitación a un banquete hecho
sólo para él.
Aunque Jen escuchó todas sus palabras, permaneció atascada en la pasión
que escuchó en la palabra “nena”.
—¿Acabas de llamarme nena? —le preguntó dulcemente.
—Jennifer, ¿escuchaste lo que dije?
—Sí, ¿pero acabas de llamarme nena?
Decebel se le quedó mirando y la confusión llenaba su expresión.
—Sí. ¿Es ese un problema?
Jen sacudió su cabeza.
—No, como que me gusta —admitió desvergonzadamente—. Nunca
pensé que fueras del tipo que dice nena.
—Tengo la sensación de que hay un montón sobre mí que cambiará por ti
—le confesó.
—Huh. Bueno, me gusta. No te detengas. —Le guiñó un ojo.
Decebel se rió y sacudió su cabeza, una vez más pasando sus manos por su
cabello.
—Vas a ser mi muerte, Jennifer Adams.
—Entonces, ¿te veré hoy? —preguntó ella.
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—Sí. Estaré en todos los grupos en los que tú estés. Fue arreglado con
anticipación dado que he sido asignado para mantenerte a salvo.
—Pero, ¿es seguro? Quiero decir, ¿que tú estés conmigo?
Decebel no la miró cuando respondió.
—Para ti.
Jen no respondió y él se acercó de nuevo a ella. Estirándose, acarició su
mejilla y prometió:
—Trataré de mantener la calma.
—Tampoco me gusta verte con alguien más. Estaré intentando no perder
el control tanto como tú.
—Somos todo un par, ¿verdad? —dijo él, sonriendo.
Jen le devolvió la sonrisa.
Hubo un golpe en la puerta y Decebel automáticamente se puso frente a
ella. Ella lo empujó a un lado.
—Tranquilízate, lobo. Probablemente son las chicas.
Decebel siguió cerca y antes de que ella pudiera abrir la puerta, preguntó:
—¿Quién es?
Ambos escucharon risitas al otro lado. Jen puso sus ojos en blanco y abrió
la puerta.
Jacque, Sally, Crina, y Marianna se detuvieron y borraron las sonrisas de
sus caras.
—Señoritas. —Jen las miró severamente.
—Jen, me gustaría que supieras que no participé en las risitas —dijo Fane
desde detrás de la manada de hienas en la puerta de Jen.
—Anotado, bola de pelos —reconoció Jen.
Jacque sonrió dulcemente.
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—Vinimos a ver si estabas lista para bajar a desayunar.
—Sí, seguro que lo hicieron. —Jen sintió la mano de Decebal en su espalda
baja y se calmó, permitiendo que su enojo desapareciera—. Hagamos esto —
cedió ella con una sonrisa.
—Vayamos a darnos un atracón, señoritas —soltó Jacque mientras el
grupo se dirigía abajo.
—Jacque, pensé que dijimos que no usarías esa palabra —le recordó Jen.
—No —respondió Jacque—. Tú trataste de hacerme no usarla y yo te
ignoré.
—Qué bueno saber que valoras mi opinión —murmuró Jen.
—Con la mayor vehemencia, Jen. —La respuesta de Jacque hizo que Jen
bufara.
La sala donde iban a comer era mucho más pequeña que el gran salón
donde habían estado la noche anterior, pero era igual de lindo.
Todos tomaron asiento y Jacque se sentó a la izquierda de Jen y Sally a su
derecha. Cuando Jacque notó que Decebel se sentó frente a Jen, no a lado de ella,
miró a Jen, con sus cejas fruncidas. Sus ojos decían claramente: “¿Qué pasa?”
Jen se inclinó y susurró cerca al oído de Jacque.
—Tenemos que mantener las cosas en secreto.
—Entendido.
Vasile y Alina pronto llegaron y los otros miembros lentamente entraron.
Jen asintió hacia Cynthia cuando apareció. Aparentemente llegó tarde anoche
después de todo el drama. Jen suponía que ella y Decebel iban a tener que ponerla
al día con lo que habían decido anoche.
Dorin y Cami llegaron y le sonrieron a Jen. Ella les devolvió la sonrisa y
observó mientras Anton y Delia la reconocían. Una vez que toda la manada
estaba presente, Vasile señaló a que sirvieran la comida.
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El desayuno consistía en tocino, jamón, algún tipo de pan que se suponía
que eran panecillos, huevos, y panquecas si querías. La mayor parte la pasaron
en silencio mientras todos se concentraban en comer.
Vasile finalmente se dirigió a ellos.
—Cada uno de ustedes sabe qué debe hacer hoy. Represéntenos bien. —
Sus ojos aterrizaron en Decebel y Jen se esforzó por no reírse. Jacque, Sally, Crina
y Marianna no lo lograron. Decebel las miró amenazadoramente e
inmediatamente se callaron.
—Realmente no entiendo el punto de estas actividades —dijo Crina,
añadiendo comillas cuando dijo actividades—. Quiero decir, vamos, Alfa. Las
CF van a estar trabajando en defensa personal con los machos de la manada de
Serbia. ¿Qué es eso?
—¿Las CF? —preguntó Vasile antes de abordar su pregunta.
—Sí, como en Las Cinco Fabulosas —dijo ella señalando a Sally, Jen,
Jacque, Marianna y a sí misma.
Decebel, Fane, Costin e incluso Sorin trataron de esconder su risa tosiendo.
Crina les lanzó una mirada que prometía un castigo si no paraban y cesaban.
Vasile sonrió ante el nombre que ella había dado al grupo, y ante la amistad
que había crecido. Significaba que había camaradería, lo cual era vital para una
manada sana. Él sabía que una manada con mujeres intensas llenas de celos
insignificantes podía ser destruida fácilmente.
—Crina, tan ridículo y tonto como parece, estas actividades están
diseñadas para evitar tener lobos ociosos sin nada en qué concentrarse salvo en
vencer la competencia por una compañera. No podemos meterlas a todas en una
habitación y darles a los hombres pase libre.
—Hablando de “festival de machos”—bromeó Jen.
Sally y Jacque sonrieron.
—No necesito para nada esa imagen, Jen —le reprendió Sally, aunque la
sonrisa nunca dejó su cara.
—Oh, vamos. Saben que todos lo estaban pensando —se quejó Jen.
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Costin le sonrió y guiñó.
—Culpable del delito.
Decebel sacudió su cabeza ante el joven lobo. ¿Yo era así de tonto?, se
preguntó, después respondió su propia pregunta. No, definitivamente no.
Vasile continuó, ignorando la charla entre ellos.
—El punto de hoy es que puedan conocer otros machos pero su tiempo
también tendrá un buen uso. Todos deben aprender defensa personal y así
habremos matados dos pájaros con un solo tiro.
Cuando nadie más refutó, él continuó.
—Si son tan afortunados de encontrar a sus verdaderos compañeros, les
pediré que vengan a hablar conmigo y Alina inmediatamente. Este escenario es
bastante diferente al nuestro, y la pareja deberá probar su estatus de compañeros.
—¿Qué clase de prueba? —preguntó Decebel, con un transfondo de algo
muy peligroso en su tono.
—Lo más obvio serían las marcas. —Ante las palabras de Vasile, varios de
los machos sin pareja, incluyendo a Costin y Decebel, hablaron.
—No puedes hablar en serio —gruñó Decebel—. ¿Cómo se atreven los
Alfas a pedirnos que exhibamos a nuestra compñaera como si fuera un pedazo de
carne? Y pedir ver lo que debería ser sólo para los ojos de nuestra compañera…
eso es cruzar la línea, Alfa.
Alina tocó el brazo de su compañero y Vasile le echó un vistazo.
—Tú nunca le habrías permitido que vieran mis marcas.
Vasile permaneció en silencio mientras observa los rostros de su manada.
Los machos estaban tensos, listos para reaccionar ante la noticia del momento.
Incluso los machos con pareja estaban horrorizados ante la idea de alguien viendo
las marcas de una mujer. Él respiró profundo. Este encuentro realmente sería una
prueba para su liderazgo y la lealtad de su manada.
—No estoy diciendo que esté de acuerdo con ello, tampoco que los obligaré
a obedecer. Es por eso que les pedí que vinieran a mí y Alina en primer lugar.
187
—¿Por qué no sólo hacen que uno les diga lo que el otro está pensando? —
preguntó Marianna.
—Porque aseguran que la pareja puede simplemente planear qué dirán con
anticipación, haciéndolo parecer como si tuvieran una conexión mental cuando
no es así —explicó Vasile.
Sally levantó su mano para hablar. Vasile le sonrió amablemente.
—Sally, ¿tienes una pregunta?
—Um, sí. ¿Por qué alguien pretendería ser un una verdadera pareja?
—Sabes de nuestra longevidad. Has visto hasta que punto llegarían algunos
machos por tener una compañera a través de lo que Jacque experimentó. —Vasile
se detuvo y Sally asintió en acuerdo—. Hay mujeres que están igual de
desesperadas por un compañero. Algunos piensan que si ambos acceden
entonces deberían poder estar juntos, sin importar las consecuencias. Lo que no
entienden, o no recuerdan porque han estado solos por tanto tiempo, es que nadie
en esta tierra, humano o Canis lupis puede llenar el agujero dentro de sí. Nadie,
sin importar cuánto puedas amarlos, puede darte la otra mitad de tu alma. Y si
llega el momento en elegir entre alguien que no es tu verdadero compañero y tu
verdadero compañero aparece, no hay nada que te detenga de ir con él. Te alejarás
de cualquier vida que hayas construido, niños que hayas engendrado, y la persona
con la que te hayas casado sin una mirada hacia atrás. Es nuestro trabajo como
Alfas proteger a nuestra manada. Como un padre que guía a su niño, así es un
Alfa con su manada. Los Alfas que nos han reunido quieren asegurarse de que
nadie cometa el error de pensar que pueden encontrar lo que están buscando en
alguien que verdaderamente no les pertenece. Es por eso que insisten en una
prueba.
La sala quedó en silencio cuando él terminó de hablar. Vasile sabía que
entender el por qué no necesariamente lo hacía más fácil de aceptar. Su manada
simplemente tendría que confiar en él.
Decebel miró al otro lado de la mesa a Jennifer, imaginándola con sus
marcas. Después pensó en otro viéndolas. Simplemente eso no iba a pasar. Él
estaría muerto antes de que alguien más viera la espalda de Jennifer.
Sintiendo sus ojos en ella, Jen levantó la mirada y vio la intensidad de la
mirada de Decebel. Ella supuso que estaba contemplando la idea de ella portando
188
sus marcas y la posibilidad de alguien viéndolas. No estaba complemente segura
pero suponía que la respuesta de Decebel era un gran y rotundo: “Cuando el
infierno se congele”. Sus ojos estaban brillando, apretaba los dientes.
Había cruzado los brazos sobre su pecho y podía ver sus músculos
flexionándose. Sip, bastante seguro que los cerdos tendrían que volar, el infierno
se tendría que congelar, y George tendría que vender su propiedad frente al
océano antes de que otra persona viera sus marcas.
Si alguna vez aparecen, pensó ella solemnemente.
—Si nadie más tiene algo que decir… —Vasile esperó. Cuando nadie habló
les permitió irse.
189
18 Traducido por Mari NC
Corregido por LizC
en se sentó en el gimnasio con el resto de las CF; tenía que admitir que
le encantaba la designación de Crina a su pequeño grupo. Dorin y Cami
estaban en un lado de la habitación y Anton y Delia estaban en el otro.
Sus ojos recorrían el gimnasio constantemente, esperando a ver si
alguno de los lobos se convertiría en un problema.
Jen tenía la sensación de que algunos de los machos apareados tenían
ganas de pelear y no les importaría derribar a un lobo o dos. A la derecha estaba
sentado otro grupo de mujeres sin pareja. Algunas lucían ansiosas, sus ojos muy
abiertos, inspeccionando a los hombres en el suelo. Otras lucían como si acabaran
de averiguar que se dirigían al taxidermista.
Decebel y Fane estaban sentados un par de filas detrás de las CF en las
gradas, escudriñando a la multitud con la misma concentración. Incluso con los
ojos vagando por la habitación, Jen sabía que Decebel era muy consciente de ella.
Él sabría si se movía un centímetro de donde estaba sentada ahora. Sabría
si su respiración cambiaba en absoluto, o su ritmo cardíaco aumentaba. Sonrió
para sus adentros, pensando en lo agradable que era tener a ese por el que había
estado suspirando, lo agradable que era haber aceptado lo que hay entre ellos.
Marianna, quien estaba sentada a la izquierda de Jen, le dio un codazo y
movió la cabeza en dirección a las puertas.
Ellas vieron como un hombre, un hombre muy grande, entraba en el
gimnasio. Se detuvo en el centro y su presencia trajo inmediatamente la
habitación al silencio. Jen miró más de cerca y se dio cuenta que era Skender. Fue
entonces cuando se dio cuenta que ella no lo había visto o Boain desde que
llegaron al Encuentro.
Eso es raro, pensó.
J
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—¿Te diste cuenta que Skender y Boain han estado Perdidos en Acción
desde que llegamos? —preguntó, inclinándose hacia Jacque.
Jacque asintió.
—No había pensado en ello hasta verlo ahora mismo.
Jen vio como el rostro de Jacque adquirió esa rareza que ponía cuando
hablaba con Fane a través de su vínculo. Pensó: Nota mental: practica usar el
vínculo mientras te miras en el espejo. De esa manera ella podría asegurarse de
mantener una expresión normal cuando y si Decebel y ella alguna vez llegaran a
eso.
—Fane dice que Vasile los tiene a ambos encargándose de un par de las
actividades para ayudar a minimizar el riesgo de Decebel poniéndose en una
situación en la que pudiera ofender a las hembras de las otras manadas.
—¿Cómo podría ofenderlas? —preguntó Jen.
—Si de plano se niega a participar con una hembra en una actividad en
solitario o en grupo, se considera una bofetada en la cara.
Jen asintió mientras se volvía y miraba a quien le ocupaba cada
pensamiento. Él la miraba, como a menudo lo hacía cuando ella lo miraba. Ella
sonrió y la ligera curva en alto de sus labios no habría sido captada por cualquiera.
Pero Jen estaba aprendiendo sus expresiones sutiles. En su situación actual, él
estaba tratando de evitar sostener un cartel que dijera: “Estoy tras Jennifer
Adams”, pero al mismo tiempo no quería que olvidara lo que había dicho.
Él la quería.
—Bienvenida manada de Serbia —anunció Skender—. Mi nombre es
Skender y soy miembro de la manada Rumana. Estaré liderando las lecciones de
hoy. —Luego, dirigiéndose a las gradas, donde los dos grupos de mujeres se
sentaban, apuntó a la derecha—. Damos la bienvenida a las hembras de la
manada Búlgara.
Todos los chicos aplaudieron con respeto pero sus ojos eran salvajes e
impacientes.
—También damos la bienvenida a las hembras de la manada Rumana.
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Una vez más los machos aplaudieron.
—Eso habría sido la entrada perfecta —murmuró Crina, haciendo
referencia a la porra que había sido evitada completamente por mi Decebel.
Aguafiestas, gruñó Jen interiormente hacia él.
—Hoy los hombres van a enseñar defensa personal y algunos movimientos
de combate. Los Alfas sienten que es importante que todos los miembros de la
manada sepan cómo defenderse. Aquellos de ustedes que ya han estado
entrenando serán emparejados con un instructor avanzado. —Skender miró más
allá de las CF y señaló de nuevo—. Decebel, por qué no bajas con Crina y nos
demuestran algunos de los movimientos que aprenderemos hoy.
A medida que Decebel hizo su camino bajando las gradas, caminó detrás
de Jen y las otras chicas. Mientras pasaba a su lado frotó un dedo suavemente en
la nuca de su cuello, tan rápido que nadie se percató de ello. Ella sonrió.
Te quiero. Ella oyó su voz en su mente y deseó que no fuera sólo un
recuerdo.
Fue entonces cuando Jen realmente entendió por qué Skender había sido
hecho líder. Él sabía que Jen se sentiría menos amenazada si Decebel entrenaba
con una de las hembras de su manada. Ella estaba agradecida por ello, pero sabía
que era sólo un breve respiro porque él estaba mayormente avanzado en la lucha.
Él sería emparejado con un miembro de otra manada en algún momento, pero
definitivamente nunca con Jen mientras tuviera tanta habilidad de defensa
personal como la tenía en encestar. Eso sería un gigantesco nada.
Las chicas vieron como Decebel y Crina hicieron algunos impresionantes
movimientos de combate y luego demostraron algunos básicos —lo que Jen
consideraba “malditamente esquivos”— movimientos. Estos eran movimientos
diseñados para desactivar un atacante el tiempo suficiente para ficharlo con
seguridad.
Cuando la demostración terminó, Skender comenzó a llamar los nombres,
anunciando las parejas. Explicó que cada veinte minutos las hembras girarían
hacia la derecha para entrenar con un macho diferente.
Genial, pensó Jen. Es citas rápidas a lo Karate Kid.
192
Oyó ser llamados el nombre de Decebel y el de una chica. Ella ni siquiera
miró para ver quién era. No podía. En lugar de eso empezó a murmurar:
—Te quiero. Te quiero. Te quiero.
Jacque miró a Jen, sacudiendo la cabeza ante las tácticas extrañas de su
mejor amiga.
—Bueno, si insistes —respondió Jaque—. Aunque, Fane podría estar un
poco celoso.
Jen le disparó el dedo.
—¿Por qué estás murmurando eso? Has pasado de “no es una opción” a
“te quiero”. ¿Qué pasa?
Jen miró a Jacque y Sally, quienes la miraban inquisitivamente.
—Él me dijo que recuerde, cuando tiene que estar con las otras chicas, que
me quiere. No puedo mirarlo con otra chica. Me gustaría que no fuera un gran
problema pero nunca he estado tan jodida por un chico.
—Él no es cualquier chico —le dijo Jacque.
—Tal vez —dijo Jen suavemente.
Sally golpeó su pierna.
—No hables así. Es obvio que él está loco por ti, como certificablemente.
Confía en él, Jen.
Jen asintió y su cabeza se levantó de golpe cuando su nombre fue llamado.
Ella miró hacia la colchoneta que Skender había indicado, en donde un tipo alto
estaba de pie. Él le sonrió y la mirada en sus ojos la hizo sentir como si estuviera
tratando de ver su alma. La hacía sentir desnuda y vulnerable, y sólo había un
lobo con el que ella estaba de acuerdo con que la hiciera sentir así.
Empezó a bajar las gradas.
—Esto va a apestar.
Marianna le dirigió una sonrisa alentadora.
—Aguanta ahí, latente.
193
—Gracias, chica lobo. —Jen trató de devolverle la sonrisa, pero no llegó a
sus ojos.
Decebel observó mientras Jennifer se acercaba al lobo con el que había sido
emparejada. Casi gruñó cuando se dio cuenta que era el tipo del que había tomado
el teléfono la otra noche. Ese cachorro había estado grabando el baile de las
chicas. Apartó los ojos, tratando de poner a su lobo bajo control.
No escapó a su atención que Jennifer no lo había mirado ni una sola vez
desde que había sido emparejado con la pequeña morena delante de él. La chica
sonrió tentativamente y Decebel tuvo que forzar sus labios a levantarse. Por la
mirada en su cara no llegaba a ser una sonrisa.
—Vamos a terminar con esto —murmuró mientras daba un paso hacia ella.
Ella parecía lista para correr, y mientras Decebel comenzó a llevarla a través de
movimientos básicos de defensa personal podía sentirla temblando. Deseó poder
concentrarse lo suficiente como para al menos tratar de tranquilizarla, pero le
estaba tomando cada onza de su fuerza de voluntad no levantar a Jennifer sobre
su hombro y llevársela para llevar a cabo la Ceremonia de Vinculación.
Sus ojos seguían desviándose hacia ella, y cuando Skender finalmente
anunció que era hora de cambiar, dejó escapar un lento suspiro. Por lo menos ella
estaba alejándose del lobo que había estado babeando por ella anoche. Pero a
medida que Decebel vio quién era el siguiente en la fila de Jennifer se dio cuenta
que casi todos habían estado allí la noche anterior. Ellos habían visto a su
compañera mover sus caderas sugestivamente, cosas moviéndose que sólo
conducirían la mente de un hombre en la dirección equivocada. La coqueta
mirada de incitación que había estado pegada en su hermoso rostro… Maldita
sea, va a ser un largo día, pensó mientras se volvía para enfrentar a la próxima
hembra de la que no quería estar cerca.
Con una hora y media en el entrenamiento de autodefensa, Jen estaba
sintiéndose un poco alentada. Por fin le había permitido a sus ojos fijarse en
Decebel. Cada vez que había estado trabajando con una chica era dolorosamente
obvio que estaba tratando de tocarla lo menos posible.
Jen deseó poder decir lo mismo de los chicos con los que había estado
trabajando. Sentía como si estuviera constantemente teniendo que alejarse de un
accidental —sí, claro— manoseo o agarre. Sólo se alegraba de que Decebel no lo
hubiera visto.
194
El chico con el que ahora estaba entrenando se dio la vuelta para enseñarle
un movimiento que desactivaría a un atacante sujetándola por detrás. Jen se
quedó quieta mientras él envolvía un brazo alrededor de lo que ella pensaba iba
a ser su cuello. Él dio un paso más cerca de modo que sus cuerpos se tocaban
desde el pecho hasta las pantorrillas.
Pero en lugar de su cuello su brazo se envolvió sobre su pecho, su mano no
del todo bajo su brazo. Él básicamente tenía un puñado de senos. Para nada
bueno.
Jen lo hubiera pasado por alto si el idiota no hubiera apretado. Ella jadeó
en estado de shock e instantáneamente oyó un gruñido en algún lugar más allá de
ella. Conocía ese gruñido.
El lobo que la sujetaba apretó dolorosamente y Jen trató de alejarse de él,
lo que sólo causó que sintiera como sus garras se clavaban.
Eso va a dejar una marca, pensó.
El gruñido, el gruñido de Decebel, se convirtió en un rugido. Su cabeza se
levantó, mientras trataba desesperadamente de salir de las manos toconas del
lobo. Vio a Decebel mirándola, luego a la mano que estaba plantada en su pecho.
Decebel entró en fase, cambió más rápido de lo que jamás había visto a un
lobo cambiar, y se lanzó a través de la sala. De repente todo un torbellino en
movimiento. Jen fue sacada de los brazos ofensivos del lobo y se encontró en los
de Dorin.
—Sácala de aquí ahora —le dijo a Cami—. Y trae al Alfa. Él es el único
que puede hacer cambiar a Decebel.
Cami asintió y se volvió hacia Delia.
—Ve por Sally y Jacque. Fane y los otros chicos van a tener que tratar de
sacar a Decebel de encima del idiota.
Jen y Cami se volvieron al oír cuerpos chocando. Se congelaron. Para su
horror, el otro chico había cambiado en un lobo gris moteado y él y Decebel
estaban dando vueltas entre sí. Decebel era mucho, mucho más grande, con una
piel de color gris brillante y una pata blanca.
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Vieron cómo Decebel rugía y chasqueaba hacia al otro lobo, tratando de
alcanzarlo. Decebel tuvo su oportunidad cuando el lobo se tambaleó hacia atrás
un poco. Aprovechó el error y se lanzó hacia adelante. Sus dientes se hundieron
en el cuello del lobo más pequeño y en una sorprendente demostración de fuerza,
Decebel levantó al lobo y lo estrelló sobre su costado.
El otro lobo se resistió brevemente antes de someterse. Decebel dio un paso
atrás, liberándolo. Si Jen no hubiera estado muerta de miedo, se habría reído
cuando él le dio una palmada al otro lobo en la cabeza, dejándolo inconsciente
con eficacia.
Decebel levantó la cabeza y aulló, y como si estuvieran fuera de su control,
los otros machos de la manada Rumana aullaron con él.
De repente Jen sintió una presión llenar el aire que casi la llevó a sus
rodillas. Los aullidos cesaron. Ella observó mientras todos los lobos pura sangre
se arrodillaron y un muy, muy enojado Vasile retumbó a través de las puertas del
gimnasio.
Cuando Jen volvió a mirar a Decebel, pudo verlo luchando bajo el peso del
poder de su Alfa. Un par de veces se tambaleó, pero continuó. Bárbaro estúpido.
Ella puso los ojos en blanco y cerró el resto de la distancia entre ellos.
Negó con la cabeza.
—¿En qué estabas pensando? —Él le gruñó pero sabía que no era a ella—.
¿Quieres que nos separen? Porque eso es lo que van a hacer si no puedes evitar
perder la cabeza.
Dejó de hablar cuando Vasile se acercó a ella. Sus ojos brillaban de un azul
profundo. Él extendió la mano y alguien puso un par de pantalones de ejercicio
en ella.
—Cambia de vuelta. —Su voz era baja, pero no menos imponente de lo
que hubiera sido un grito. Decebel cambió y Jen se volvió rápidamente. Cuando
ya no oyó el roce de la ropa, se dio la vuelta para ver los ojos de Decebel sobre
ella, no en Vasile.
—¿Estás bien? —le preguntó.
Jen vaciló mientras pensaba en cómo el lobo la había agarrado, incluso
violado. Había sentido sus garras perforando su piel… Decidiendo que era
196
probablemente mejor para cada persona en la vecindad si ella no mencionaba ese
pequeño bocado, mintió… sólo un poco.
—Estoy bien.
Vasile se volvió hacia Skender.
—Por favor, dales mis disculpas a los Alfas y hazles saber que voy a
disciplinar a mi manada en consecuencia. Vamos a despedirnos hasta los
acontecimientos de esta noche.
Skender asintió.
Vasile miró a los otros miembros de su manada. Uno a uno, bajaron la
mirada, dejando al descubierto sus cuellos.
—Manada, reúnanse conmigo en la habitación en la que desayunamos.
Ahora.
Marianna se acercó a Jen. Sally y Jacque ya habían aparecido a su lado.
—¿Estás bien? —preguntó Marianna.
—No estoy muy segura de cómo me siento en este momento —admitió
Jen.
Podía sentir los ojos de Decebel sobre ella mientras caminaba detrás de
ellos.
—¿Qué pasó, Beta? —preguntó Fane.
—Ahora no —respondió Decebel bruscamente.
Uno a uno, los miembros de la manada se presentaron en la sala de
desayuno. Las mesas y las sillas habían sido removidas. En su lugar había sillas
de descanso. Vasile no se sentó. Alina se unió a él y se veía igual de enojada. Jen
vio como todos los machos se miraban entre sí. Ninguno cedería y se sentaría
hasta que Vasile lo ordenara. Una vez todo el mundo estuvo dentro, Dorin cerró
la puerta con un chasquido siniestro.
Para sorpresa de Jen era ella a quien Vasile se dirigió en primer lugar.
—Jen, por favor explícame con el mayor detalle posible lo que pasó.
197
Ella respiró hondo antes de empezar.
—El último lobo con el que estaba entrenando me toqueteó —dijo Jen con
franqueza.
Decebel gruñó, incluso Fane y Costin gruñeron ante sus palabras.
Vasile respiró hondo.
—¿Eso es lo más detallada que puedes ser?
—Al principio su mano sólo estaba posada en mi pecho, lo que hubiera
pasado por alto. El factor decisivo fue que él apretó y no lo soltó. —Ella se
encogió de hombros incómodamente—. Por lo tanto, no fue un tipo de gesto
“ups, mi error” o un “hola” pasajero, fue más un gesto como “me gustaría una
habitación para la noche, por favor”.
Decebel se estremecía visiblemente en la esquina mientras trataba de
mantener a su lobo bajo control.
—Decebel, cálmate —le ordenó Vasile.
—¿Ha dejado alguna marca en ti? —Vasile se giró hacia Jen.
Interiormente, Jen maldijo porque realmente había estado esperando evitar
esta parte.
—Cuando dices marcas… —empezó Jen vagamente.
Antes de que Vasile pudiera comentar Decebel estaba a su lado, girándola
para enfrentarla a él. A pesar de que fue muy amable con ella, su toque fue firme,
decidido.
Su mano, ahora firme, se acercó y le acarició el rostro.
—La verdad, Jennifer. ¿Ese mestizo dejó marcas sobre ti? —Las palabras
de Decebel fueron tan suaves. Ella se dio cuenta que no quería tener esta
conversación delante de todos.
—No estoy segura. Realmente no he tenido la oportunidad de comprobar.
—Comprueba —dijo Decebel simplemente.
La mandíbula de Jen se abrió.
198
—¿Qu-qué, aquí? ¿Ahora?
Alina se acercó a Jen y tiró de ella hacia un lado. Decebel volvió a mirar a
todos los machos de la habitación y gruñó. En un instante todos le dieron la
espalda. Él volvió a mirar a Jen. Alina estaba ayudándola a levantar su camisa.
Cuando Jen se fijó en él, detuvo su camisa de ir más arriba.
Se aclaró la garganta.
—Lobo, no te has ganado ningún privilegio especial. Así que a menos que
estés repartiendo Benjamins, no llegarás a ver el show.
En ese momento sus pensamientos acerca de ella estaban lejos de ser
inapropiados, sin importar qué parte viera. Pero él comprendió que ella no se
sentía cómoda con él viéndola sin ropa. Así que cedió y se volvió.
Las otras chicas se acercaron para formar un semicírculo a su alrededor
mientras él esperaba con impaciencia. Casi se giró cuando oyó el jadeo de Sally.
—Maldita sea —murmuró Sally.
Alina miró a su compañero; ella estaba gruñendo.
—Tiene hematomas y marcas de garras.
—Maldita sea —jadeó Jacque cuando se inclinó alrededor de Alina.
Crina se tapó la boca para evitar soltar una palabrota.
Marianna asintió.
—Eso va a estar allí por un tiempo, Jen.
Jen puso los ojos en blanco mientras observaba a Decebel retorcerse
mientras trataba de evitar mirar.
—Su lujo de detalles realmente está ayudando a mantener a todos
calmados, chicas —dijo Jen con sarcasmo—. Sólo relájense. No es como si tendré
sus marcas en mí para siempre.
Ella se dio cuenta del error de sus palabras un segundo después de que
salieran de su boca. El lobo de Decebel consideraría eso como otro lobo
marcándola, reclamándola. Jen sabía que no lo había hecho… sólo era un chico
pervertido.
199
Decebel empujó a todas las chicas fuera de su camino y estuvo de pie frente
a ella más rápido de lo que Jen pudiera parpadear. Ella se quedó inmóvil mientras
lo miraba a la cara, sus rasgos oscuros acentuados por la ira. Lo sintió tirar de su
camisa hacia abajo para cubrirla. Ella todavía no podía moverse.
—Una vez más, Jennifer, haces trivial algo que es serio. —Los ojos de
Decebel se estrecharon peligrosamente—. ¿Por qué?
—No estoy diciendo que lo que hizo estuvo bien, pero podría haberlo
manejado. Él sólo estaba siendo un chico. Vio una oportunidad de conseguir un
poco de acción grastis y la tomó. Soy perfectamente capaz de darle patadas a un
hombre en las bolas, B. No necesito que vayas todo colmillos y garras sobre él.
Todos los chicos en la sala se estremecieron al oír las palabras de Jen
excepto Decebel. Él estaba inamovible en este punto.
—¿Sólo estaba siendo un chico? ¿Sólo estaba SIENDO UN CHICO? —
rugió Decebel—. ¡Él te tocó! Tenía sus manos sobre ti, sobre tus…
—¿Partes femeninas? —ofreció Jen, oh, tan amablemente.
La boca de Decebel se apretó.
—Sí, Jennifer. Él tenía sus manos sobre tus partes femeninas. Eso no es
“siendo sólo un chico”, eso es ser un imbécil. ¡Un imbécil que tocó lo que es mío!
Jen debía callarse y cortar sus derrotas, pero dar marcha atrás nunca había
sido su fuerte.
Jacque observó, fascinada por el argumento subsiguiente frente a ella. No
creía que ninguno de ellos realmente se diera cuenta de lo apasionados que eran
el uno por el otro. Sin embargo, ella no estaba segura de que fueran a sobrevivir
su apareamiento sin que uno de ellos estrangulara al otro. Las palabras que Jen
estaba escupiendo en el momento estaban sacando seriamente las probabilidades
de supervivencia fuera de su esquina.
—¿Estás enojado porque él llegó primero, lobo? Porque si ese es el caso me
parece necesario recordarte que tu oportunidad está por venir.
Los chisporroteos, toses, y maldiciones que recorrieron la habitación
fueron enfatizadas por Sally sorprendiendo a todos con un:
200
—¿Qué DEMONIOS, JEN? Cállate.
Jen no apartó los ojos de Decebel mientras contestaba lo que era
ciertamente retórico.
—¿Qué? Sólo estoy recordándole que, en última instancia, yo soy suya.
—Sí, bueno, hacer hincapié en que otro lobo tenía sus manos sobre toda
tú, sin contar que eso sucedió delante de tu compañero, no está ayudando
realmente —replicó Sally.
La mano de Decebel se alzó mientras apretaba sus ojos cerrados. Se
pellizcó el puente de la nariz, sosteniéndose de un hilo.
—Alfa. —La palabra era una súplica.
—Parejas acopladas, por favor lleven a las chicas de vuelta a sus
habitaciones. El resto diríjase de nuevo a su habitación.
Todo el mundo estaba en movimiento excepto Jen y Decebel. Vasile fue el
último en salir de la habitación. Antes de cerrar la puerta se volvió a mirar a
Decebel, quien no apartó la mirada de Jen.
—Entiendo por qué lo hiciste, Beta. Y puede que debido a que eso dejó
marcas en su piel tú no serás castigado por tu insolencia.
Decebel observó a Jennifer devolverle la mirada sin pestañear. No podía
recordar un momento en su larga vida en el que hubiera estado tan enojado.
Empezó a temblar con la urgencia de cambiar, recordando la mano del lobo en
su compañera.
Jennifer dio un paso hacia él, completamente impávida ante su falta de
control. Ella colocó las manos a ambos lados de su cara y antes de que él se diera
cuenta, se puso de puntillas y presionó sus labios contra los suyos.
Decebel deseó poder decir que él dudó en considerar las consecuencias de
sus acciones, pero en ese momento nada podría haber calmado su lobo de la
manera en que ese toque íntimo lo hizo. Sus brazos rodearon su pequeña cintura,
acercándola más. A medida que su cuerpo se encontraba con el suyo, Decebel
inclinó la cabeza para profundizar el beso. Él la oyó gemir y gruñó en respuesta.
Cuando sus lenguas se encontraron casi sonrió.
201
Ella no había tratado con vacilación deslizarse en su boca, no su mujer.
Ella se lanzó confiadamente, retándolo a responder. Él la sintió estremecerse
cuando la acercó más, su pecho fuertemente presionado contra él. Eso trajo sus
pensamientos de vuelta a su lesión.
La posesividad se lanzó hacia delante, confundiendo su cerebro, y su beso
se volvió desesperado. La levantó por la cintura y la presionó contra la pared, ni
una sola vez separando sus labios de los de ella.
Jen le echó los brazos al cuello y se impulsó hacia arriba, luego envolvió
sus piernas alrededor de su cintura. Este valiente movimiento le permitió empujar
a través de la niebla. Él suavizó el beso y después de unos pequeños persistentes,
se echó hacia atrás.
Decebel notó lo hermosa que se veía, sus labios rojos e hinchados por su
beso, sus ojos medio cerrados mientras trataba de recuperar el aliento.
Lentamente ella desenvolvió sus piernas y bajó al suelo. Él no podía negar la
atracción que sentía por su confianza. Ella no se sonrojó ni se disculpó por haber
llegado a ser tan apasionada, no trató de ocultar el deseo que llenaba sus ojos, y
no bajó los brazos para concederles algo de espacio. Ella se agarró con fuerza y
sonrió seductoramente.
—Eso fue delicioso.
Decebel rió.
—De todas las cosas que puedes decir: apasionado, asombroso, increíble,
inigualable, ¿y sales con delicioso?
—Fue todas esas cosas —estuvo de acuerdo—. Pero ninguna de ellas
describe cómo sabes.
—Jennifer. —Su nombre fue un gemido sacado desde su pecho.
—¿Cómo lo describirías entonces? —le desafió.
—¿Qué parte? ¿Tu sabor? ¿La sensación de tus labios sobre los míos?
¿Tener tu cuerpo presionado tan cerca de mí? ¿Qué quieres que describa, nena?
—La mirada en tus ojos dice lo suficiente —respondió ella con suavidad.
Jen dejó caer los brazos y Decebel inmediatamente se sintió frío y vacío.
202
—¿Estás mejor? —preguntó vacilante.
Decebel lo pensó por un momento.
—Sí. Gracias. Simplemente no podía calmar a mi lobo —hizo una pausa—
, o a mí mismo.
—¿Así que estás tranquilo ahora?
—Algo. —Su sonrisa se desvaneció, reemplazada por una mandíbula
apretada y el ceño fruncido—. Sólo necesito un poco de tiempo contigo. Sólo a
ti.
Jen vio como Decebel permitía que la pared que siempre erigía frente a
otras personas bajara. Ella lo tomó de la mano y lo llevó hasta uno de los sofás
de dos plazas. Quitándose los zapatos, subió sus piernas en el sofá y se inclinó
hacia su costado mientras sus brazos la rodeaban. Ella cerró sus ojos y sintió que
él descansaba su mejilla contra su cabello. Hubo un ruido sordo en su pecho
mientras se acurrucaba más cerca.
Decebel cerró sus ojos mientras sostenía a Jennifer. Esto era lo que
necesitaba su lobo. Estaba empezando a darse cuenta de por qué Fane tocaba a
Jacque todo el tiempo. Era como si no podía no tocarla. La tranquilidad,
comodidad y paz que venía del contacto de Jennifer era una droga. Una droga a
la que se estaba haciendo rápidamente en adicto.
Gustosamente, pensó.
—Quedémonos aquí por un tiempo, ¿de acuerdo? —le preguntó Jen medio
dormida.
—Diez mil no podrían alejarte de mi lado.
203
19 Traducción SOS por Lililamour y Nelshia
Corregido por Mari NC
e estás pidiendo que te permita tomar represalias
contra el Beta rumano? —preguntó Thad al lobo que
estaba parado frente a él, el mismo lobo que había
agarrado a Jen.
—Sí, Alfa. Ella no le pertenece a él. No tenía derecho a atacar.
—Tal vez no es su pareja, Dragos, pero es una compañera de su manada
—le recordó Thad.
—Aun así, él todavía podía haberlo manejado de otra manera, no tenía que
derramar sangre.
Thad se quedó callado por un momento mientras consideraba sus
opciones. Esta situación podría realmente trabajar a su favor… si la jugaba muy
bien. Se volvió hacia Dragos.
—¿Por qué no atacar a aquel que le permite a Decebel tales libertades? —
El otro lobo miró hacia él, traicionando su interés. Thad continuó—: ¿Por qué no
eliminar al que controla a Decebel?
Dragos no podía negar que eliminar al más poderoso Alfa del siglo lo
atraía.
—¿Cómo podría eliminarlo? Es demasiado fuerte y está protegido.
Dragos observó a Thad sacar un pequeño frasco de la obviamente cara
chaqueta que estaba usando.
—Dos gotas de esto en su bebida y, el gran y feroz lobo se derrumba.
Fue entonces cuando Dragos se dio cuenta de lo que había en el frasco.
—¿M
204
—Menispermum —susurró.
—Conocida de otro modo como Moonseed —coincidió Thad—. Bien
hecho. Debes saber, entonces, que el jugo que sale de esto es mortal. —Dragos
asintió—. Así que tu tarea es poner esto en su bebida. He simplificado eso
invitando a los Alfas a cenar conmigo en privado. Cada uno tendrá su propio
lugar marcado con sus nombres. Tú serás uno de los lobos que servirán esa noche
y te asegurarás de que Vasile obtenga la bebida especial. Después podrás ver con
satisfacción cómo el gran Alfa se marchita lentamente. Verás que, a diferencia de
la Kamalah, la Moonseed mata lentamente, hace que la víctima sufra.
Dragos sonrió ante la idea de poner a uno de los lobos más grandes sobre
sus rodillas.
—¿Cuándo es esta cena?
—En tres días. Te quiero aquí a las 5:30 p.m.
Thad despidió al lobo. Después envió a un mensaje de su teléfono: “Tengo
órdenes para ti.”
Pocos minutos después su contacto de la manada Rumana entró en la
habitación.
—Tengo un plan armado para la muerte de Vasile. Tu trabajo consistirá en
sacar a Jen en una búsqueda inútil para encontrar el antídoto para la Moonseed.
Mientras ustedes están fuera buscando, de alguna manera Jen caerá en una de
esas inoportunas grietas en la montaña.
—El antídoto para la Moonseed es la Wolfsbane. —La frente del contacto
se frunció—. Crece por todos lados. ¿Cómo la llevaré tan lejos?
—Me aseguraré de destruir toda la Wolfsbane más cercana a la finca, lo
cual te obligará a vagar para buscar más lejos. La realidad es, que en verdad no
quiero la Wolfsbane, pero necesitaré algo de la planta para engañarlos cuando le
administremos el llamado antídoto. Verás, cuando está en su forma líquida son
casi imposibles de distinguir. De hecho, la única persona que yo sé que puede
distinguirlas son las sanadoras gitanas. Pero, convenientemente, no hay una
sanadora gitana alrededor —explicó Thad con una sonrisa de satisfacción.
Observó mientras su contacto pensaba en el plan, luego asintió.
205
—De acuerdo. ¿Cuándo?
—Vasile será envenenado en tres días. Jen me parece del tipo héroe. Serás
capaz de convencerla para que vaya contigo, no hay problema.
El contacto no dijo nada más y se fue.
Thad sonrió. Su plan se estaba armando bastante bien. Era pura suerte que
Dragos haya acudido a él en busca de venganza. Ahora la culpa por el veneno
caería sobre sus hombros. Thad se quedaría al margen e incluso sería capaz de
actuar como si estuviera ayudando. En tres días iba a ver el Alfa rumano caer
sobre sus rodillas y, en última instancia, ver su fallecimiento.
* * *
Vasile y Alina se sentaron en una pequeña sala de reunión con los otros
Alfas y sus compañeras, con excepción de Dillon, quien estaba pasando tiempo
con Jacque. Vasile había sido el que llamó a la reunión, sintiendo que sería mejor
tomar las consecuencias de las acciones de su Beta de frente.
—¿Averiguaste exactamente lo que provocó a tu Beta? —preguntó Víctor,
Alfa de la manada de Bulgaria.
—El lobo que estaba entrenando a Jen estaba tocándola inapropiadamente.
Aparentemente Decebel vio al lobo tocándola antes de que Jen pudiera manejarlo
por su cuenta. —Vasile esperó para ver si alguno lo contradecía. Nadie habló así
que continuó—: Como ustedes saben, Decebel es Beta de mi manada. Jen es una
hembra sin pareja, haciendo de eso su trabajo protegerla ya que ella no tiene
ningún compañero que lo haga.
—Estoy de acuerdo en que debía protegerla —habló Dragomir—. La
pregunta es, ¿fue demasiado lejos?
—No creo que su condición sin pareja deba decidir la cantidad de defensa
que le está permitida. —Alina se dirigió a Dragomir—. Si alguna hembra
emparejada hubiera sido agarrada con tanta fuerza de modo que los moretones y
marcas de garras se hicieran visibles, su compañero mataría al infractor. No
habría ninguna lucha hasta la sumisión como lo hizo Decebel. El lobo que tocara
a una compañera de esa manera estaría firmando su sentencia de muerte.
¿Nuestras hembras no emparejadas valen mucho menos?
206
—No. No, Alina. No quise decir eso en absoluto. —Dragomir dio marcha
atrás, claramente incómodo con la imagen que Alina pintó.
—Si ellas no valen menos entonces Decebel fue tolerante. ¿Estás de
acuerdo?
Vasile trató de ocultar la sonrisa que amenazaba con extenderse por su
rostro mientras observaba a su compañera meter a los Alfas en cintura.
—Tengo que estar de acuerdo contigo, Alina —intervino Víctor—. No creo
que ninguna acción disciplinaria sea necesaria. Se ha resuelto. Decebel puso al
cachorro en su lugar, y estoy seguro de que el joven lobo ha aprendido su lección
acerca de lo que sucede cuando uno toca a una mujer inapropiadamente.
Vasile se levantó, jalando a Alina junto con él.
—Les agradezco a todos por discutir el asunto. Si hemos terminado… —
Dejó colgando la frase.
—Vasile, todavía están planeando unirse a nosotros en la cena para los
Alfas, ¿cierto? —preguntó Thad mientras Vasile y Alina se dirigían a la puerta.
—Sí, gracias. Asistiremos.
* * *
—Entonces, ¿te está gustando la vida en manada, Jacque? —preguntó
Tanya mientras ella, Jacque, Dillon y Fane estaban sentados juntos en una de las
muchas salitas en la mansión.
Fane tenía su mano sobre el respaldo del sofá en el que él y Jacque estaban
sentados. Movió su mano por debajo de su cabello y sus dedos trazaron las marcas
de su piel… las conocía de memoria. Jacque intentó no temblar ante el toque de
su compañero.
«¿Podrías por favor, comportarte?» preguntó Jacque, utilizando su vínculo.
«Sólo estoy frotando tu cuello, amor. No es como si estuviera tocando…»
«Fane, no te atrevas» amenazó Jacque antes de que él pudiera terminar la
frase. No ayudó el que él se imaginara lo que había estado a punto de decir.
Jacque sólo sabía que su rostro estaba rojo como un tomate.
207
«¿Está tomando notas cuando estás cerca de Jen?» Fane le envió otra
imagen y Jacque estuvo a punto de saltar y salir de la habitación ante eso. «Si tan
sólo pudieras ver la hermosa sombra roja con la que está brillando tu piel en este
momento. Te ves bastante deliciosa.»
—Realmente he estado disfrutándolo. Estoy aprendiendo mucho sobre la
historia de la manada, la cual me parece muy interesante —respondió Jacque,
más secamente de lo que pretendía. Fane iba a pagar por su tonto juego.
Jacque pasó la siguiente hora hablando con su papá y Tanya, todo el
tiempo tratando duramente de ignorar las palabras e imágenes de su compañero,
unas que harían incluso a Jen sonrojarse.
«Quiero que sepas que esto significa la guerra» prometió Jacque mientras
se despedían.
Fane se rió entre dientes mientras colocaba su mano en la parte baja de su
espalda.
—¿Quieres ir a ver a Jen? —le preguntó.
—Esa es probablemente una buena idea. ¿Crees que Decebel le está
permitiendo tener visitantes?
Fane se echó a reír.
—¿Estás diciendo que va a ser un poco sobreprotector ahora?
—No. —Jacque lo miró por el rabillo del ojo—. Estoy diciendo que va a
ser completamente irracional y tendremos suerte si no la hace vestir sacos en lugar
de ropa cuando esté en público.
—¿Yo era tan malo?
—Uhm, Fane, no me dejaste salir de tu vista excepto para ocuparme de
cosas personales durante más de un mes. Así que, sí. Fuiste así de malo y algo
más. —Jacque lo golpeó con su hombro.
—Parece que no éramos los únicos preocupados por ella —dijo Fane
mientras se unían a Sally, Crina y Marianna en la puerta de Jen.
—Hemos estado tocando por cerca de cinco minutos. O Decebel la ha
amarrado y no contesta la puerta, o ella no está aquí —les dijo Sally.
208
—¿Crees que todavía están en la sala de reuniones? —preguntó Jacque.
—Vale la pena intentarlo —aportó Crina.
—Apuesto diez dólares a que se reconciliaron y están besuqueándose —
anunció Jacque.
—Tomaré tu apuesta y le subo cinco. Digo que se reconciliaron pero el
besuqueo no estuvo considerado en el orden del día. —Crina les guiñó un ojo.
—Eres condenadamente retorcida. —Jacque sonrió—. Jen lo amaría.
* * *
Decebel despertó cuando sintió a Jennifer moverse. En algún momento ella
había tomado una almohada y apoyó su cabeza en su regazo. Él había acariciado
su cabello hasta que él mismo finalmente se había quedado dormido. No podía
recordar un momento en que hubiera dormido tan bien, incluso sentado en
posición vertical sobre un asiento de dos plazas.
Jennifer tenía a su lobo prácticamente ronroneando. Estaba tan contento
de tenerla tan cerca, tan relajada en su presencia. Bajó la mirada y notó que estaba
empezando a despertar. Pasó el dorso de sus dedos por su mejilla y los ojos de
ella se abrieron. Lo miró y sonrió. En ese momento podría haberle pedido
cualquier cosa y él habría derribado imperios para que ocurriera.
—Hola —murmuró él.
—Hola a ti.
Ella estiró los brazos hacia arriba y arqueó la espalda como un gato
despertando de una larga siesta en el sol.
Decebel se aseguró de mantener los ojos pegados a su cara y fuera de su
hermosa silueta. Cuando ella lo miró de nuevo, él apartó el cabello de su cara y
se inclinó para capturar sus labios con los suyos.
Cuando él retrocedió, ella estaba sonriendo como el gato de Cheshire.
—Más —ordenó ella.
Decebel rió entre dientes cuando ella envolvió su mano alrededor de la
nuca de su cuello y lo atrajo hacia ella. Él colocó sus manos en sus caderas y
209
estaba arreglándoselas para arrastrarla a su regazo cuando la puerta detrás de ellos
se abrió de golpe.
—¡Yo gano! —gritó Jacque.
—No, no lo haces —contrarrestó Crina—. Mira sus manos.
Definitivamente no sólo estaban besándose. Había un poco de manos en acción
evidentemente.
—Oh, yo no diría evidentemente —añadió Marianna—. Más bien como la
posibilidad de manos en acción.
Sally se volvió.
—Mi respeto por ti está creciendo a pasos agigantados.
Marianna sonrió y le guiñó un ojo.
La cabeza de Jen se levantó de golpe para mirar por encima del hombro de
Decebel.
—¿Qué diablos están ladrando? —gruñó, claramente no contenta con la
interrupción.
—Tenían una apuesta —ofreció Sally.
—¿Una apuesta? ¿Una apuesta sobre qué?
—Tu virtud —contestó ella secamente.
La boca de Jen se abrió.
—Ya he sido toqueteada una vez hoy y mira lo que conseguí. ¿De verdad
crees que estoy lista para más?
Decebel gruñó. Él la atrajo hacia sí para así poder susurrarle al oído.
—No es un buen tema para traer a colación, nena.
Jen le dio un beso en la mejilla.
—Lo siento, B.
Jacque miró a Sally, quien estaba tan estupefacta como ella.
210
—¿Ella tiene un lado suave? —murmuró Jacque.
—¿Ella acaba de utilizar las palabras “lo siento” y “B” en la misma frase?
—contrarrestó Sally.
—Supongo que cada criatura tiene su debilidad. La suya es similar a la mía.
—Jacque sonrió—. Calientes y sensuales hombres peludos.
Crina y Marianna rieron.
—Me gusta el mío con crema batida —dijo Jen con complicidad a las dos
lobas. Luego miró a Jacque—. ¿Con qué te gusta el tuyo, Roja?
Fane habló rápidamente.
—No respondas eso, Luna.
Decebel rompió con una carcajada por la firmeza en la voz de Fane, y las
chicas todas continuaron detrás de él. Fane ni siquiera esbozó una sonrisa.
—Entonces, ¿qué trajo al grupo variopinto a vernos? —preguntó Jen una
vez que la risa estuvo bajo control.
—Fuimos a tu habitación para ver cómo estabas, pero no estabas allí —le
dijo Sally.
—¿Todos ustedes?
—Eres de la manada —respondió Marianna como si eso fuera todo lo que
había que decir.
El teléfono de Decebel sonó y Jen se elevó para que pudiera llegar a su
bolsillo. Ya que eran todos super entrometidos, se aseguraron de ser lo más
silenciosos posible mientras él respondía a la llamada.
—¿No lo hicieron? —preguntó Decebel.
La sala se quedó en silencio mientras él escuchaba.
—Está bien. Sí, lo tengo. Gracias, Vasile. —Cerró el teléfono y levantó la
vista para encontrar seis pares de ojos clavados en él.
—Entonces, ¿hay un plan para esta noche? —preguntó casualmente.
211
Jen puso los ojos en blanco.
—Escúpelo, lobo.
Decebel agarró su muñeca y la tiró hacia adelante. Ella cayó contra su
pecho. Envolvió sus brazos alrededor de ella, disfrutando de la libertad de tocarla.
—Ese era Vasile —dijo finalmente.
—Sí, como que averiguamos eso cuando le diste las gracias y utilizaste su
nombre. —Los ojos de Jen se estrecharon—. Inténtalo de nuevo.
—Estás irritable esta noche, ¿no? —bromeó Decebel.
—Creo que me gustabas más cuando eras taciturno —murmuró Jen, lo que
sólo le hizo reír y acercarla más.
—Vasile me informó que los Alfas han decidido no someterme a ningún
castigo por mis acciones contra el mestizo que te tocó. —Las palabras de Decebel
se volvieron más ásperas mientras hablaba.
—No habría tenido ningún sentido para ellos el castigarte —le dijo Fane.
—¿Por qué dices eso? —le preguntó Jacque a su compañero.
Fane tomó su mano y tiró de ella hacia él, metiéndola bajo su brazo.
—Cualquier hembra con pareja que hubiera sido tocada de esa manera
habría visto como su compañero destrozaba al infractor miembro a miembro.
Jacque se estremeció ante la amenaza en su voz.
Jen ladeó la cabeza hacia Decebel.
—Aw, ¿el pequeño lobo peludo haría un juguete del pervertido por mí? —
bromeó, apretando las mejillas de Decebel como lo haría a un bebé.
Decebel quitó suavemente sus manos y tomó su rostro entre las suyas.
—Voy a matar al próximo hombre que te toque. Ya he terminado de jugar
agradable —dijo, chasqueando los dientes mientras sus colmillos descendían.
—Sally, consigue una manguera. —Jen sonrió con malicia—. Porque eso
fue tan malditamente caliente y estoy ardiendo.
212
Decebel entornó los ojos, pero lo suavizó con una sonrisa.
—Ohhh nooo —gimió Sally—. Pensé que era malo antes que la ninfómana
tuviera una válvula de escape. Ahora ella tiene su propio niño juguete.
Decebel gruñó.
—No soy un niño juguete —dijo, claramente ofendido.
—No te preocupes por ella, B. Sólo está frustrada sexualmente —aplacó
Jen.
Decebel conmocionó a la habitación en silencio cuando miró a Sally y
bromeó secamente:
—Bienvenida al club.
La cara de Jen se volvió ocho tonos de rojo.
Jacque se recuperó primero.
—Maldito infierno, no sabía que Jen tenía ese color en su repertorio de
piel.
Crina y Marianna se rieron mientras Jen trató de recuperarse. Ella ocultó
su flamante rostro rojo en el cuello de Decebel. Él le frotó su espalda con dulzura
y le murmuró palabras en rumano.
Nota mental, pensó Jen. Averiguar lo que está diciendo… Corrección,
estrangular al lobo por bromear sobre sus necesidades en frente de mis amigos,
luego, averiguar lo que está diciendo.
—Entonces, ¿qué vamos a hacer esta noche? —preguntó Fane.
Jen se sentó, habiéndose finalmente recobrado.
—¿No hay algún tipo de algo que hacer esta noche?
—Sí, pero mi padre piensa que es mejor que pasemos desapercidos. Sólo
hasta que las cosas se tranquilicen.
—Bueno, mi voto es que ataquemos el comedor, antes de todo —anunció
Jen.
213
Sally puso los ojos en blanco.
—Aquí vamos con la jerga militar.
—¿De dónde saca eso? —preguntó Jacque, sacudiendo la cabeza.
—No puedo decidir si ella estuvo en las fuerzas especiales en una vida
pasada o se cayó de cabeza cuando era niña. —Sally se encogió de hombros.
—Definitivamente no caí de cabeza, Sally querida. Mi cabeza está
perfectamente redondeada, libre de cualquier contusión —dijo Jen con altivez.
Marianna, quien por lo general se quedaba en silencio y observaba, se rió
entre dientes.
—Sólo un estadounidense describiría la forma de su cabeza como si se
tratara de alguna clase de forma de arte especial para ser apreciado.
Jen se levantó del sofá, enderezando su ropa y ajustando su cola de caballo.
Le sonrió ampliamente a Marianna.
—En serio, chica loba. ¿Estás viendo la misma cabeza que yo veo en el
espejo? —le preguntó mientras ella hacía un movimiento circular alrededor de su
cabeza—. Esta es la manera en que Dios les muestra que él es de hecho capaz de
crear la perfección.
Jacque y Sally resoplaron mientras Fane y Decebel rieron.
Jen miró hacia Decebel cuando le oyó murmurar:
—Niciodata nu inceteaza sa ell (ella nunca dejará de sorprenderme).
—¿Tienes algo que decirme, B? —preguntó Jen dulcemente.
—Sólo que nunca he contemplado a una cabeza que poseyera tal absoluta
perfección, nena —le dijo, inclinándose dramáticamente en la cintura.
Jen entrecerró los ojos.
—Definitivamente me gustabas más como sombrío y taciturno, bola de
pelos.
Su respuesta fue una sonrisa maliciosa y un guiño.
214
20 Traducción SOS por LizC y Nelshia
Corregido por Mari NC
f, si como otro bocado voy a vomitar —gruñó Jacque mientras
miraba al festín en el que todos habían zanjado con gusto.
—Estoy de acuerdo, Thelma. —Jen se reclinó en su
silla, frotando su vientre—. Estoy tan llena como una garrapata pegada a la carne
de un mastín toro en un día caluroso de verano.
Jacque negó con la cabeza.
—Lo juro, Louise, realmente sabes cómo arruinar una buena actividad
inducida por carbohidratos.
—Estoy para complacer, princesa lobo.
Crina se levantó y se estiró mientras miraba alrededor de la habitación.
—¿Qué dicen de ir a nadar? Hay muchas posibilidades de encontrar una
piscina en este criadero.
—Buena esa, “criadero”, me gusta. —Jen sonrió.
Jacque se sentó y miró a Fane.
—¿Qué dices, hombre lobo? ¿Te animas a nadar?
Fane asintió, pero no contestó en voz alta.
«Tú en un traje de baño… como si pudiera negarme a eso.»
Jen observó el intercambio entre Jacque y Fane y sabía que estaban usando
su vínculo.
Algo en su corazón se tensó. Ella quería esa intimidad, anhelaba tenerla
con Decebel. Se volvió a mirarlo y lo encontró observando a Fane y Jacque
—U
215
también. Debió de sentir sus ojos sobre él, porque se volvió y encontró su mirada.
Algo tácito fluyó entre ellos. Casi como si pudiera oírle decir que no se
preocupara, ya llegaría su hora. Su respuesta fue: ¿Estás tan seguro? A lo que él
gruñó, esta vez en voz alta. Jen sacudió la cabeza, asombrada de cuán en sintonía
estaban el uno con el otro, y sin embargo, parecía haber un gran abismo entre
ellos.
—Yo podría ir a nadar —habló Marianna.
—Sí, cuenten conmigo. —Jen se puso de pie, estirando su rígido cuerpo.
A medida que se abrían camino hacia el vestíbulo, Fane y Decebel
reaccionaron.
—¿Qué oyes? —preguntó Jacque justo cuando Costin cruzaba la esquina,
casi derribando a Marianna.
—Oh. Lo siento, Marianna —le dijo mientras se enderezaba. Parecía
nervioso y no se encontró con las miradas de Fane o de Decebel.
Decebel dio un paso adelante.
—¿Qué es todo ese ruido?
Costin negó con la cabeza mientras miraba al suelo.
—¿Por qué siempre tengo que ser el que descubre las cosas? —murmuró.
—Costin —le advirtió Decebel.
Finalmente Costin levantó la mirada. No se dirigió a su Beta, en lugar de
eso se dirigió a Fane.
—Creo que deberíamos buscar a tu padre y a algunos de los otros hombres.
Fane asintió. Costin echó a correr mientras Fane se volvía a Jen.
—Distráelo.
Jen pareció confundida por un segundo, pero se recobró rápidamente tan
pronto como Decebel se movió en dirección a Costin, la dirección del ruido.
Jen no sabía qué hacer para distraer a un hombre lobo con más de un metro
noventa que era diez veces más fuerte que ella. Se retorció el cerebro en busca de
216
ideas a medida que Decebel seguía adelante, lo hizo con lentitud, como si tuviera
miedo de lo que iba a encontrar. Fane estaba de pie frente a él, tratando de
convencerlo para quedarse.
Entonces la inspiración le golpeó. Él es hombre, pensó Jen. Y sonrió.
—¡Oye, bola de pelos! —gritó Jen. Había un brillo malicioso en sus ojos
mientras agarraba el dobladillo de su camisa y la tiraba por su cabeza, dejándola
en un sujetador deportivo.
—Esto no está para nada bien —le murmuró Sally a Jacque.
Jacque negó con la cabeza mientras se pellizcaba el puente de su nariz.
—Te juro que vamos a tener que envolver su boca con cinta adhesiva y
ponerle una camisa de fuerza.
Jen suspiró en broma.
—Los sacrificios que hacemos por nuestros hombres.
Decebel se volvió ante el sonido de la voz de Jen y ella le dio un guiño.
—¿No quieres pasar el rato por aquí?
Y entonces ella meneó sus dedos sonriendo.
* * *
Costin estaba golpeando a la puerta de Skender cuando Vasile salió de su
habitación.
—¿Qué está pasando? —preguntó Vasile.
Costin miró a los ojos de su Alfa brevemente.
—Necesitamos todos nuestros hombres. Ahora.
Alina oyó la voz preocupada del lobo y siguió a Vasile hasta fuera.
—¿Qué pasó?
—Decebel va a armar una matanza si ve lo que acabo de ver y no lo
detenemos.
217
—¿Qué has visto? —Vasile dio un paso adelante.
Costin explicó rápidamente sobre el baile de Jen, Crina y Marianna
mientras que los machos de las otras manadas las grababan en vídeo.
—Alfa, no fue un pequeño baile inocente. Pero nuestras hembras no sabían
que estaban siendo grabadas, por lo que definitivamente no moderaron sus
estados de ánimo, si sabe lo que quiero decir.
Alina estaba sacudiendo la cabeza en señal de frustración.
—Así que, aunque Decebel les ordenó eliminar el vídeo, ¿alguien no lo
hizo?
—Exacto. Ellos lo están mostrando en una de las salas de cine en este
momento. Está lleno de machos. Creo que piensan que “en la unión está la
fuerza”. Suponen que Decebel no puede tomar represalias con tantos de ellos
presentes.
—Ellos no saben que él es un Alfa en su propio derecho. —La voz de Alina
fue baja.
—No, Luna. Decebel deliberadamente permite que otros lo subestimen. —
Los ojos de Vasile se alzaron de golpe cuando Skender, Boain, Dorin, Anton, y
un par de otros hombres corrieron por las escaleras.
—¿Están al tanto de la situación? —preguntó Skender.
—Costin acaba de informarme. Dado que no se ha producido un pánico
generalizado, ¿hago correctamente en conjeturar que Decebel aún no ha entrado
allí?
Skender y los machos con él no pudieron evitar las risas.
—Está por el momento… distraído.
—¿Siquiera quiero saber con qué? —preguntó Vasile secamente.
—No, Alfa. Usted definitivamente no quiere saber —respondió Skender.
—Bien —espetó—. Vamos. Alina, por favor, ven y reúne a las hembras. Y
llama a Cynthia. Probablemente vamos a tener que usar un tranquilizante en él.
218
Había pasado mucho tiempo desde que Vasile había sometido a uno de sus
machos de tal manera, pero Decebel era poderoso, y había encontrado a su
compañera y no podía vincularla a él. Esa era una combinación mortal, incluso
sin la adición de los machos sin pareja a la mezcla. Vasile había subestimado los
sentimientos de Decebel hacia Jen. Eso no iba a suceder de nuevo, si todos ellos
sobrevivían a esto.
Los lobos siguieron a su Alfa mientras se abría camino por las escaleras
con un único pensamiento determinado: tenía que evitar que su Beta destruyera
a una manada entera… o dos.
* * *
El sujetador de Jen cayó justo cuando Skender y un montón de machos de
la manada Rumana giraban la esquina ahora infame. Fane maldijo y se alejó.
Skender y los ojos de los otros machos golpearon el suelo más rápido de lo
humanamente posible mientras seguían corriendo, pero Jen escuchó a Skender
alto y claro al pasar.
—Sigue con el buen trabajo, latente.
Decebel estaba tan aturdido que no se había movido. Sus ojos brillaban y
se veía mucho más enojado de lo que Jen lo había visto nunca. Bien, pensó. Al
menos está funcionando.
—Um… está haciendo un poco de frío aquí, Dec. —Jen se estremeció.
Decebel se movió más rápido de lo que sus ojos podían rastrear. Él la
agarró por la cintura y la arrastró a una habitación vacía. La bajó con cuidado,
pero rápidamente. Luego dio media vuelta y salió.
Antes de que él cerrara la puerta, gruñó:
—Cúbrete, mujer, y reza para que haya recuperado el control cuando
regrese por ti. —Luego cerró la puerta con tanta fuerza que casi se cayó de las
bisagras.
—Eso fue bien —gruñó Jen mientras tiraba de su sujetador deportivo hacia
abajo. Ella se quedó inmóvil al abrirse la puerta, pensando que tal vez Decebel
había decidido castigarla ahora, pero Jacque, Sally, Crina y Marianna entraron.
Jacque le arrojó a Jen la camisa que había descartado.
219
Marianna se acercó a Jen y puso una mano en su hombro.
—Sólo quería tocar a la que deliberadamente provocó la ira de un Alfa —
le dijo, y luego dio un paso atrás con una sacudida de cabeza.
—Él es Beta —la corrigió Jen mientras se ponía su camisa.
—No —discrepó Crina—. Él es un Alfa, sólo decide no tomar ese título.
Definitivamente tiene todo el poder de uno. Algunos se preguntan si sería tan
poderoso como Vasile si decidiera que ese fuera su camino.
Jen dejó escapar un profundo suspiro.
—Bueno, Fane dijo que lo distrajera. ¿Qué más sugerirías para detener un
Alfa con represalias mortales en la cabeza?
—No estamos diciendo que el método no fuera eficaz. Sólo estamos
diciendo que eres una loba valiente. —La voz de Crina en realidad sostenía un
temor reverencial.
—Así que, ¿sabemos exactamente qué situación demencial hizo necesario
que sacara las armas grandes? Valga el doble sentido, naturalmente. —Jen rió.
Jacque resopló.
—Sólo tú, Jen. Sólo tú.
* * *
Después de que Decebel cerró la puerta, cerró los ojos y tomó una lenta
respiración. Tengo que ponerlo bajo control, se dijo mientras trataba de hacer
retroceder a su lobo. Su compañera iba a hacer que cada hombre de su vecindad
muriera. ¿Cuántos de sus compañeros de manada acababan de presenciar su
pequeño truco? Apretó los ojos con fuerza, sólo para ver los moretones y marcas
de garras que empañaban su piel. Su lobo gruñó. Bueno, eso no era algo en lo que
necesitaba pensar. Finalmente, abrió los ojos y se volvió hacia Jacque.
—Ella no va a dejar esta habitación.
Sin otra palabra, comenzó a moverse en dirección al ruido que había oído
antes. Fane estaba tratando de mantener el ritmo y razonar con él al mismo
tiempo.
220
—Beta, ¿no crees que tal vez deberíamos seguir el consejo de Costin y
esperar a nuestro Alfa?
Decebel no respondió. Cuanto más se acercaba más claro se hacía el ruido.
La cabeza de Fane se alzó de golpe cuando oyó la voz de Jen.
“Podremos estar bien, y ser súper sexys, pero suaves lobas no somos ni por
asomo.”
Decebel se detuvo en seco. Las imágenes de Jennifer y ese baile pasaron
por su mente. Fane vio los caninos de Decebel descender, sus garras crecer, sus
ojos brillar salvajes. Fane se movió rápidamente para ponerse frente a su Beta, lo
cual fue probablemente la cosa más estúpida que podía haber hecho.
Fane trató de ser contundente.
—Decebel, detente.
Decebel lo golpeó a un lado como si no fuera más que una mosca molesta.
Fane no estaba usando todo su poder, no quería provocar al ya enfurecido lobo.
Cuando Decebel llegó a la sala de donde todo el ruido provenía, Vasile ya estaba
allí con los otros.
Fane miró con horror como una habitación llena de hombres silbaban y
gritaban mientras las mujeres parte de su manada bailaban, oh, tan
sugestivamente, en una enorme pantalla de tamaño cine.
Vasile se volvió a Fane.
—Detén la reproducción de eso.
Fane no esperó a ver qué pasaba. Entró en la habitación, empujando a otros
machos fuera de su camino con el fin de buscar el origen de la secuencia de vídeo.
Decebel gruñó tan fuerte que la habitación quedó en silencio. Todas las
cabezas se volvieron a ver a medida que el Beta Rumano tomaba todo su poder
de Alfa, drenándolo de sus compañeros de manada.
—¡DECEBEL! —rugió Vasile. Bien podría haber estado gritándole a una
pared.
Decebel se abalanzó.
221
—Agárrenlo —ordenó Vasile a su manada. Ocho hombres descendieron
sobre Decebel mientras él se lanzaba hacia delante. Los hombres gruñían contra
su fuerza bruta. Le estaba tomando todo el poder a Vasile evitar que Decebel
cambiara. Si él cambiaba, la única manera en que Vasile sería capaz de detenerlo
sería cambiar también y tomarlo en su forma de lobo. Él no quería ni pensar en
las consecuencias.
Todos ellos luchaban mientras Decebel empujaba, cortaba, e incluso
mordía para librarse de sus manos. Vasile observó a Cynthia corriendo por el
pasillo hacia ellos, Alina y las otras detrás de ella. La rebeldía de las americanas
estaba contagiando a su compañera, pensó secamente.
—Manténgalo quieto —gruñó Cynthia mientras levantaba una gran
jeringa y agarraba el brazo de Decebel.
Ella hundió la aguja en su brazo. Ni siquiera se inmutó, si es que se dio
cuenta. El émbolo descendió, empujando el poderoso sedante en su sistema.
Decebel siguió luchando, estaba a punto de liberarse cuando se desplomó.
* * *
Jen vio como Decebel, luchó contra su manada. Ella no pudo reprimir un
grito mientras observaba, al poderoso y enorme Decebel derrumbarse. Jen salió
corriendo y empujó a varios machos fuera de su camino.
—¡MUÉVANSE!
Jen colocó suavemente su cabeza en su regazo, colocando dos dedos en su
cuello. Ella dejó escapar un suspiro ahogado, su pulso era fuerte.
—Tenemos que moverlo ahora —dijo Cynthia con firmeza—. Eso no va a
durar mucho tiempo.
—Jen —la voz de Vasile fue tranquila, gentil—, tienes que dejar que nos lo
llevemos.
Jen miró al hombre que se había convertido en su Alfa.
—¿A dónde lo llevan? —La voz de Jen era más pequeña de lo que nunca
había oído.
222
—Vamos a tener que retenerlo hasta que pueda hablar con los Alfas acerca
de su situación única —explicó Vasile rápidamente.
—¿Encerrarlo? —Las cejas de Jen casi rozaron la línea de su cabello—.
¿Podré verlo?
Vasile negó con la cabeza.
—No hasta que hable con los Alfas. Jen, Decebel no puede controlar a su
lobo en lo que a ti se refiere, y estos machos sin pareja no retrocederán, siempre
y cuando parezcas disponible. Tengo que hacer esto para protegerlo de sí mismo,
pero también de ellos.
Jen finalmente cedió. Se inclinó y lo besó en los labios antes de dejar ir a
Decebel.
Ella vio como nueve personas llevaron al hombre que amaba lejos para ser
encerrado como un criminal. Los ojos de Jen se estrecharon mientras sus labios
formaban una línea recta y firme.
—Jacque —Sally dio un codazo a su amiga, y asintió con la cabeza en
dirección a Jen—, mira ese rostro.
—Mierda —murmuró Jacque mientras observaba los engranajes perversos
girar en el cerebro de Jen.
—Diría que esto va a sacudir a todos en esta monstruosidad que llaman
casa —respondió Sally automáticamente.
Ellas vieron mientras Jen se acercaba a Crina y Marianna.
—¿Qué está tramando? —murmuró Jacque.
—Necesito que me hagan un favor —le dijo Jen a las dos lobas
enérgicamente.
—¿Qué necesitas, compañera de manada? —preguntó Crina.
—Quiero saber los nombres de los que planearon esto.
—¿Tienes un plan? —preguntó Sally cuando ella y Jacque se unieron al
grupo.
223
—Puedes apostar tu trasero sin pelo a que lo tengo. —Los ojos de Jen casi
brillaban.
Marianna miró a Jen con aprensión.
—¿Deberíamos estar asustadas?
—Siempre y cuando estés parada en este lado de la línea de trato de
Jennifer Adams, estás a salvo.
—Debidamente anotado.
—¿Pueden averiguarlo? —volvió a preguntar Jen.
Marianna asintió.
—Creo que puedo. Hay un macho que ha estado echándome un vistazo.
Creo que un poco de reciprocidad podría recorrer un largo camino.
La sonrisa de Jen se ensanchó. Estaba empezando a convertirse en un
aspecto muy perturbador.
—Excelente.
224
21 Traducido por Flochi
Corregido por Mari NC
ecebel se sintió atontado cuando despertó. Sacudiendo la cabeza,
pasó sus manos por su rostro.
En un torrente de locura, los recuerdos lo inundaron y se
puso de pie de un salto con un gruñido. Pero no había nadie que respondiera, sólo
cuatro paredes de piedra. Decebel se acercó a aquella que tenía una puerta.
Agarró la perilla y tiró. Estaba cerrada con llave. Se dio la vuelta, asimilando su
entorno. La habitación no era grande pero estaba bien amueblada. Una cama con
dosel grande con una edredón verde y elegantes cortinas doradas rodeaban el
marco apoyado contra la pared más alejada. Al otro lado de la cama había dos
sillas con respaldo del mismo tono de verde que el edredón. Por encima de las
sillas había un espejo grande enmarcado en oro antiguo con la cabeza de un lobo
tallada en la cima. No había ventanas en la habitación.
Decebel gruñó. Una jaula dorada, pensó.
El espejo atrajo sus ojos nuevamente.
—¿Por qué un prisionero necesitaría un espejo? —se preguntó en voz alta.
Mientras más se acercaba, más se permitía usar su vista de lobo. Finalmente, su
rostro a tan sólo unos centímetros del vidrio, se dio cuenta que era un panel de
doble cristal. Alguien lo estaba observando.
Decebel gruñó y golpeó el vidrio con tanta fuerza que una pequeña grieta
se formó donde su puño hizo impacto.
—Beta, cálmate.
Decebel alzó la vista cuando escuchó la voz de su Alfa. Los altavoces en el
techo se hicieron obvios.
—¿Por qué estoy encerrado, Alfa? —gruñó Decebel.
D
225
—No estás controlando a tu lobo.
—¿Controlar mi lobo cuando esos mestizos lujuriosos andan detrás de mi
compañera? —gruñó Decebel, interrumpiendo a Vasile.
—No tienes pruebas visibles de que es tu compañera. Déjame manejar esto,
Decebel.
—¿Cómo encerrarme, evitar que la proteja, es manejarlo? —se burló
Decebel.
La puerta se abrió de golpe repentinamente y Vasile entró. Decebel sintió
el poder de su Alfa empujándolo a someterse.
—Entiendo que solo eres mi Beta por decisión, no por falta de fuerza. Tú
escogiste esto, Beta. Te someterás a mí, no me faltarás el respeto. —La voz de
Vasile fue mortal—. Te amo como a un hermano, Decebel. Entiendo que
necesites protegerla, pero tienes que confiar en mí. No tiene que gustarte, pero
obedecerás mis órdenes.
Decebel estaba estremeciéndose con ira. Estaba dividido por primera vez
en su vida. El único pensamiento de su lobo era llegar a su compañera, protegerla,
reclamarla, atarla a él. Pero Decebel, el hombre, podía usar la lógica. Finalmente
se hundió hasta ponerse de rodillas y desnudó su cuello. Vasile soltó el aliento
que estaba conteniendo y se acercó a él.
—No estoy intentando derrotarte, Decebel, estoy intentando protegerte.
Eres fuerte, mi igual, pero dudo que alguno de nosotros pueda encargarse de
cuatro Alfas y sus manadas. Lo cual es lo que pasará si atacas a sus machos por
mirar a tu compañera de tu manada.
—COMPAÑERA —gruñó Decebel.
—Para nosotros, sí, ella es tuya —dijo Vasile con calma—. Para ellos no.
Ella no lleva tu aroma en su sangre, no carga con tus marcas o tu mordida, no
hay ningún vínculo mental. Todas esas cosas son fallos en contra de ustedes dos.
—Realiza la Ceremonia de Vinculación, Vasile. Permíteme completar los
Ritos de Sangre. Entonces todo el mundo verá que Jennifer me pertenece.
Vasile sacudió la cabeza.
226
—Deja que hable con los otros Alfas. El día de hoy se han encontrado tres
verdaderas parejas, quizás estén dispuestos a permitirles a ti y a Jen algo de
tiempo para explorar esto sin ningún otro macho en la escena.
—¿Por qué es incumbencia de ellos? —gruñó Decebel—. ¿Qué tienen que
decir respecto a mí o al destino de ella?
—Normalmente, nada. Pero vinimos a una reunión donde los lobos están
buscando específicamente a sus verdaderas parejas. Los Alfas están buscando los
mejores intereses para sus machos. Si alejas a Jen de los otros machos y ella no
es tu compañera, entonces podrías estar condenando a uno de sus hombres a una
existencia sombría. —Decebel empezó a interrumpirlo pero Vasile lo detuvo—.
No la ven como tu compañera, por lo tanto no te dejarán mantenerla para ti solo.
Es tan simple como eso. Afirmar que hay un sentimiento entre ti y ella no es
suficiente para ellos.
Los hombros de Decebel se desplomaron con derrota mientras la realidad
se hundía. Entendía ahora por qué su Alfa lo había encerrado.
Independientemente de lo que pensaran los otros Alfas, independientemente de
la falta de marcas de acoplamiento entre él y Jennifer, él y su lobo la habían
reclamado. Ningún macho Canis lupis emparejado permitiría a otro tocar, mirar,
perseguir, o coquetear con su compañera. Él no podía confiar en ellos. A la vez,
la idea de Jennifer allá fuera sin él, como su compañera diría: no es muy bueno.
—¿Qué hay de Jennifer? —le preguntó a Vasile.
—Está con Alina y las otras hembras. La protegeremos, Decebel.
—No quiero que otro la toque. ¿No puedes evitar que participe en esas
estúpidas actividades? —espetó Decebel la palabra como si fuera lo más
repugnante.
—Veré que puedo hacer —cedió Vacile—. Necesito que consigas
controlarte.
Decebel asintió una vez. No miró a Vasile cuando este se fue.
Luego de varias respiraciones profundas, Decebel finalmente se puso de
pie. Empezó a pasearse al igual que su lobo se paseaba en su interior, pensando,
planeando. El lobo era astuto y no estaría enjaulado, no lo mantendrían lejos de
su compañera.
227
* * *
Jen yacía en su cama, mirando fijamente el techo. Estaba inquieta,
enojada… No, pensó, estoy furiosa. Enojada no empieza a cubrir lo que siento.
Se puso de costado, acomodando la almohada unas cien veces, e intentó
contar cada animal que había salido del Arca. Nada ayudó. No podía dormirse,
no cuando sabía que Decebel estaba encerrado.
Vasile no le diría dónde. Lobo astuto, pensó. Seguro que no se encontraba
en algún calabozo o prisión tosca. Vasile nunca permitiría que uno de los suyos
fuera tratado de esa manera. Pero aun así, los lobos estaban destinados a ser
libres, a correr y vagar. Decebel no manejaría bien el estar enjaulado.
Gruñendo en voz alta, Jen alcanzó su iPhone. Enchufó los auriculares y se
los puso en los oídos. Sin revisar su música, sólo golpeó el botón de reproducir y
esperó. Sonrió cuando empezó “Fight for You” de Jason Derulo. Su sonrisa se
amplió cuando pensó en el plan que estaba poniendo en marcha.
Oh, sí. Lucharía por Decebel. Qué Dios ayudara a aquellos que se
encontraban en el lado equivocado del campo de batalla.
* * *
A la mañana siguiente, Jen observó a Marianna moverse por la sala donde
la manada de Serbia estaba tomando el desayuno. Siguió los movimientos exactos
del progreso de Marianna mientras la loba empezaba una conversación con el
macho interesado.
Jen se había preguntado por qué un lobo mostraría interés si las marcas de
emparejamiento no aparecían. Su mandíbula cayó al suelo cuando Marianna y
Crina le explicaron que en los pasados años, cuando las verdaderas parejas eran
encontradas, a veces tomaba varios días que las marcas aparecieran. Cuando Jen
empezó a replicar sobre ello, Crina agregó rápidamente que nunca tomaba más
de cuatro días. Decebel y Jen habían estado cerca el uno del otro por meses.
Jen había preguntado luego por qué nadie se había molestado en divulgar
ese pequeño bocado. Crina dijo que Alina les había dicho que los Alfas no querían
que los machos fueran excesivamente atrevidos con ninguna hembra, sólo por
atracción, por días con una esperanza de que las marcas aparecieran.
La respuesta de Jen:
228
—Quizás sería mejor castrar a los machos y cortar todas las amenazas y las
meadas en lo arbustos.
Costin había escuchado y gruñó, luego palideció cuando Jen lo había
mirado e hizo un movimiento de tijeras con los dedos. Mientras lo hacía, cantó
la melodía de Wheels On the Bus: “Las tijeras al lobo van a cortar, cortar, cortar.”
Pero ahora, Marianna estaba hablando con el lobo que la había estado
mirando ayer. Él era apuesto, alto y fuerte, como todos los Capis lupis.
—Hola —dijo él con una sonrisa taimada.
—Hola —respondió Marianna con su propia sonrisa dulce—. ¿Cuál es tu
nombre?
—Jovin. ¿El tuyo?
—Marianna. —Ella pestañeó—. Entonces, ¿quieres ir a alguna parte?
El rostro de Jovin se iluminó.
—Seguro.
Mientras él se ponía de pie y se despedía de sus compañeros de manada,
Marianna se volvió hacia las CF y les alzó un pulgar. Ahora a conseguir que él le
entregue la mercancía. Puso los ojos en blanco. Estoy hablando como las
americanas ahora, gimió.
Rápidamente dominó su expresión cuando Jovin la tomó de la mano y la
sacó de la sala.
—Entonces, oh, gran maligna, ¿cuál es tu plan? —le preguntó Sally a Jen
secamente.
Jen se frotó las manos y sonrió.
—Bueno, comienza con un strip póker5.
—Ahh, buen Dios. Siempre empieza con un strip póker.
5 Strip póker: Es una variación del juego de cartas póker en el que los jugadores se quitan prendas de ropa
cuando pierden sus apuestas. Puede jugarse con cualquier tipo de póker, aunque normalmente se basa en
simples variaciones con pocas rondas de apuestas, como cinco cartas con descarte.
229
—¿Recuerdas lo que pasó la última vez que jugaste strip póker? —agregó
Jacque.
—Esto suena bueno —chilló Crina, agachándose en el suelo de la
habitación de Jen.
—Oh, vamos. Eso fue una sola vez. O sea, en serio, una pierde un pequeño
juego de strip póker…
—Jen, contigo siempre es “solo fue una vez” —suspiró Sally.
—Ves, eso es bueno. Significa que aprendo rápidamente. —Jen se encogió
de hombros.
—Increible. —Jacque lanzó sus manos al aire—. Encuentra una manera de
justificar cualquier cosa.
—¿Quieres escuchar mi brillante plan o te gustaría enumerar todas mis
transgresiones?
—No. —Sally fue la que alzó las manos ahora—. Vamos a seguir cavando
en esa caja de pandora y acabaremos encontrando algo peor que el brillante plan
que estás preparando que nos vas a explicar.
Jen fulminó a Sally con la mirada.
—Si terminaste…
—Por supuesto.
Crina miró a Jacque.
—¿Siempre son así?
—Créelo o no, esto es bueno. Han considerado asesoría, pero creo que
están intentando resolver sus diferencias ellas solas.
—Bien, pícaras, escuchen. —Jen se puso de pie con las manos en las
caderas, el acero estaba en sus ojos—. Como estaba diciendo, empieza con strip
póker. Necesitamos algo que los mantenga distraídos por un momento. De esa
manera, Jacque y Sally tendrán bastante tiempo para ir a través de las
habitaciones de los lobos.
230
—Oye, oye. Me perdiste en lo de Jacque y las habitaciones de los lobos. —
Jacque retrocedió.
—Bueno, si crees que Fane estará bien con que juegues strip póker con un
grupo de lobos sin pareja, entonces está bien…
—De acuerdo, buen punto —concedió Jacque.
—Pero, ¿qué se supone que buscaremos en sus habitaciones?
—Ropa —afirmó Jen—. Todas ellas. No quiero que tengan una pisca de
ropa que ponerse. Ropa de cama, también. Sábanas, toallas, edredones. Que
desaparezca todo.
—¿No serán capaces de simplemente transformarse a sus formas de lobo?
No necesitarán sus ropas —interpuso Crina.
—Ahí es donde las cosas se ponen complicadas.
—¿Más complicado que confiscar un montón de ropa de hombre y de
alguna manera llevársela sin ser vistas? —preguntó Sally sarcásticamente.
—Complicado porque voy a tener que hablar con Cynthia. Estoy pensando
que si tienen drogas para someter a los hombres lobos, entonces quizás tengan
drogas para prevenir que se transformen.
Jacque sonrió.
—Malvada, retorcida mujer.
—No quiero que nadie salga lastimado, pero no quiero que piensen que
pueden meterse con lo que es mío y salir impunes. Entonces, aunque pueda
parecer leve, van a estar humillados.
Crina, quien había estado escuchando atentamente, levantó la mano. Jen
la miró.
—¿Qué pasa, loba?
—¿Cómo sabes que ganarás en el strip póker?
—Jen nunca pierde —dijo Sally como si tal cosa.
Jen se encogió de hombros.
231
—Lo que está intentando decir es que, yo nunca pierdo.
—Bueno —dijo Jacque lentamente—. Entonces, strip póker y un éxodo
masivo de todas las formas de cubrirse. —Ladeó la cabeza a un costado—. ¿Qué
vamos a hacer con dichas ropas, toallas, etc, etc?
—¿Qué les parece una fogata, chicas? —Jen guiñó un ojo—. El fuego es mi
especialidad, después de todo.
Sally volvió a gemir.
—Strip póker y fuego. ¿Alguna vez aprende?
Jen empezó a pasearse. Iban a necesitar ayuda. No había manera de que
Sally y Jacque pudieran conseguir todas las cosas de esas habitaciones ellas solas.
Piensa, Jen. Dios, se supone que eres la maquinadora de esta pandilla.
Se devanó los sesos. Necesitaba a alguien que pudiera moverse por la
mansión con libertad.
Alguien a quien no le prestarían atención.
No había manera de que dejaran a alguna de las hembras caminar por los
pasillos sin invitación. Nada de hembras, pero un macho iría donde le plazca.
Bah, era como si estuviéramos de regreso al siglo dieciocho o algo así.
—Necesitamos a un amigo —anunció Jen, luego su cabeza se alzó de golpe
hacia Jacque—. ¿Estás dejando escuchar todo esto a tu bola de pelos?
Jacque sacudió la cabeza negativamente, aunque sabía que tan pronto
como Fane se enterara iba a estar enfado hasta la médula.
—Bien, no lo hagas. Sabes que nos encerraría hasta que todo esto haya
acabado. —Jen se golpeteó la barbilla—. ¿Quién sería más sencillo? ¿Costin o
Sorin? —pensó en voz alta.
Hubo un golpe en la puerta. Jen se acercó y la abrió para ver la dulce
sonrisa de Costin. Iba a ser Costin.
—Estaba comprobando para asegurarme de que las damas están bien. —
Sonrió. Si Jen no estuviera embelesada por cierto lobo fuera de control podría
haberse sentido atraída por Costin.
232
—Costin, las parcas te han enviado —dijo Jen dramáticamente, estirando
el brazo para indicarle que entre.
Jacque puso sus ojos en blanco.
—¿Qué está haciendo? —murmuró Sally.
—Salvando nuestros traseros al último minuto —respondió Jacque.
—Bueno saberlo.
Costin entró con cautela.
—Las parcas me han escogido, ¿eh? ¿Debería preguntar?
—Bueno, probablemente serás considerado culpable por asociación de
todas formas. Podrías meterte de lleno desde el principio. —Jen sonrió
dulcemente hacia él—. Además, siempre digo que si vas a hacerlo, hazlo en
grande.
Él miró a las otras chicas en la habitación.
—Sí, habla en serio —ofreció Jacque secamente.
—¿Qué necesitas? —Luego resopló—. Sólo para que conste, juraré que me
chantajeaste para entrar en esto.
Jen sonrió.
—Sabía que eras más que sólo una cara bonita.
Costin resopló, levantando una sola ceja hacia ella.
—Necesitamos que ayudes a Sally y Jacque a robar ropa, sábanas, toallas.
Casi cualquier cosa que pudiera tratar de cubrir su gloriosa desnudez. —Jen
estaba caminando por la habitación mientras hablaba todavía pensando en la
logística de su plan. Cuando Costin le dio una mirada confundida, agregó—: Oh,
de los lobos que planearon esa pequeña aventura de película.
—Bien… primero. Sólo quiero decir que no creo que sea una mala idea,
sino que pienso que es una idea seriamente mala.
—Seriamente mala —repitió Jen—. Bien, anotado.
233
—Muy bien, digamos que sigo con esto y ayudo. ¿Cómo exactamente se
supone que vamos a sacar todos esos artículos de las habitaciones?
Jen detuvo su caminar y soltó un fuerte resoplido.
—Esto es lo que tengo. Todas las habitaciones tienen ventanas en ellas,
¿cierto?
Costin asintió.
—Bien, entonces, ¿qué tal si Jacque y Sally te tiran los artículos por la
ventana? De ese modo podrías tomarlos y hacer una pila en el patio principal.
—Está bien, ¿luego qué?
—Entonces encendemos un fósforo y los vemos arder, nene. —Los ojos de
Jen se entrecerraron y la sonrisa que se deslizó por su rostro hizo que escalofríos
recorrieran la espalda de Costin.
La habitación estuvo en silencio por varios minutos.
—Así que, ¿cuándo se supone que vamos a hacer esto y dónde van a estar
los lobos? —preguntó Costin finalmente.
—Oh, sí. Te perdiste esa parte —balbuceó Jen, luego se animó—. Bueno,
empieza con strip póker.
—Aquí va —murmuró Jacque.
Los ojos de Costin se ensancharon.
—Oh no, Jen. Huh uh, de ninguna jodida manera. Decebel me arrancaría
la cabeza si piensa que te dejé jugar strip póker con un grupo de machos. De
ninguna manera va a pasar. Puedes olvidarte de tu plan y esperar por De…
Costin fue abruptamente interrumpido cuando Jen se acercó tanto a él que
sus pechos se tocaron.
Él intentó retroceder, pero ella agarró el frente de su camisa y lo mantuvo
en el lugar.
—Escucha y escucha bien, peludito —gruñó Jen—. Así es como ha ido mi
día. Pasé la mañana esquivando patas mugrientas, literalmente, solo para tener
una pata mugrienta aterrizando en mi seno y apretando con mucha fuerza. Vi al
234
lobo que probablemente es mi compañero luchar con tal cachorro de patas
mugrientas y terminar en toda una lucha sangrienta. Luego me levanté la
camiseta en una habitación llena de lobos para mostrar las, oh, tan bellas
adicciones a mi ya glorioso pecho. ¿Hasta aquí estás conmigo?
Costin era inteligente y no hizo nada más que respirar.
—Para colmo, estas pulgas caminantes me grabaron a mí y a mis chicas
sin nuestro conocimiento cuando estábamos siendo poco decentes… nuestra
culpa. Luego, después de que Decebel les dijera que lo tiraran y los dejó ir, ellos
lo pusieron en una gran pantalla y tuvieron una fiesta… no nuestra culpa. Tuve
que exhibirme a la maldita manada entera para evitar que Decebel matara a los
idiotas, lo que significa que él vio los moretones y todo eso, y seguramente me
encerrará en una habitación hasta que decida que puede manejar a otros machos
estando cerca de mí nuevamente. Encerraron a Dec porque fue hecho un basilisco
sobre ellos, lo que significa que no voy a estar con él. Soy una chica. No puedo
desafiar a esos idiotas, limpiarían el piso con mi trasero. Pero puedo emparejar
las cosas. Demonios, no hay furia como el de una mujer despechada, Costin.
Harías bien en recordarlo. —Ella soltó su camisa y retrocedió, pero le sostuvo la
mirada—. Estoy cansada, estoy furiosa, quiero ver a mi lobo, y me duele el pecho.
No me digas que no tome represalias contra aquellos que me ofendieron.
¿Estamos en la misma página?
Costin se frotó la cara y dejó escapar un suspiro. Volvió a mirar a Jen y una
gran sonrisa se extendió en su rostro.
—Me alegra tanto que seas la compañera del Beta.
Jen ladeó la cabeza hacia un lado.
—¿Por qué dices eso?
—Porque alguien necesita evitar que su cabeza se agrande más de lo que
ya está y tengo la sensación de que eres el lobo para hacerlo. Eso, y que tú lo
mantendrás ocupado —Costin meneó las cejas sugestivamente—, y lejos de
nuestros cabellos.
—Huh, él tiene egomanía —concordó Jen—. De regreso al problema en
cuestión, ¿estás dentro o fuera?
Los ojos de Costin se suavizaron.
235
—Estoy dentro. Alguien tiene que asegurarse de que salen vivas de esta.
Aahh, es una mala idea —gimió.
Jen sonrió.
—Estoy muy contenta de que veas las cosas de nuestra manera.
Odiaríamos tener que atarte y meterte en un armario en alguna parte.
La cabeza de Costin giró bruscamente hacia las otras chicas.
—Una vez más —dijo Sally secamente—, sí, lo dice en serio.
236
22 Traducido por Brenda3390
Corregido por Nanis
ynthia estaba sentada en su escritorio, continuaba en la búsqueda
de los archivos por cualquier documentación sobre el
emparejamiento de los latentes y los pura sangre Canis lupis. La
puerta se abrió de repente.
—Doc, necesitamos de su ayuda —anunció Jen mientras ella y Sally
entraban.
Cynthia se recostó en su silla y sonrió.
—¿Cómo puedo servirles, chicas?
—Primero necesito que prometa que mantendrá una mente abierta y me
dejará terminar antes de enloquecer. —Jen sostuvo la mirada de Cynthia,
esperando a que la doctora aceptara antes de continuar.
—Está bien, lo haré. Prometo mantener una mente abierta y no enloquecer
hasta el momento apropiado.
—Genial. —Jen tomó asiento en una de las dos sillas en frente del
escritorio y Sally tomó la otra—. Estoy declarando la guerra a los hombres que
fueron lo suficientemente estúpidos para provocar a mi compañero.
—¿Tu compañero? —interrumpió Cynthia.
—No no, Doc. Prometió mantenerse al margen hasta que terminara. —Jen
le arqueó una ceja.
Cynthia levantó las manos en señal de rendición.
—Como estaba diciendo, estoy declarando la guerra. No quiero herir a
nadie pero sí quiero mandar un mensaje claro de que las mujeres en esta manada
no van a aceptar mierda de nadie, ni vamos a tolerar que ellos enojen a nuestros
C
237
hombres. —Jen hizo una pausa esperando a ver si Cynthia iba a decir algo. No
lo hizo—. Así que he estado cocinando un plan, que aunque es inofensivo, será
bastante humillante.
Empezó a explicar los detalles de su plan. Al mismo tiempo, los ojos se
Cynthia se fueron abriendo más y más.
—Ahora bien, un problema que estaba tratando de solucionar era cómo
asegurarme de que todos vayan a ver los Chippendales. Creo que he encontrado
la solución. Crina y yo seremos las que los invitaremos a jugar cartas con
nosotros. Les diremos que tenemos que jugar en el gimnasio después de que todos
se hayan ido porque no podemos tener sus esencias en nuestras habitaciones o
nuestros machos enloquecerán. Entonces, después de que Jacque, Sally y Costin
hagan su parte, ellos podrán tomar los volantes, hechos por mí, e ir puerta por
puerta a repartirlos. —Jen sonrió, obviamente satisfecha consigo misma.
Sally la miró, con la frente arrugada.
—¿Qué va a decir el volante exactamente?
—Que deben venir a una fiesta multi-manada después de horas en el
gimnasio. Inteligente, ¿no? —Jen levantó la mano a Sally para chocarlas.
Sally le dio un golpe reacio a la mano.
—Pero cuando lleguen al gimnasio en lugar de una fiesta van a obtener una
vista de…
Jen interrumpió.
—Lobos con el trasero desnudo.
Luego se echó a reír.
—De verdad estás empezando a asustarme —dijo Sally cansadamente.
Cuando Jen miró a Cynthia expectante, ella se inclinó hacia adelante y
puso sus codos sobre el escritorio. Tomando una respiración profunda, preguntó:
—¿Y qué es exactamente lo que necesitas que yo haga en este loco, aunque
ingenioso, plan?
238
—Estábamos esperando que tal vez tú supieras de una forma de impedir a
los lobos transformarse —explicó Jen—. Sería un poco inútil si ellos pudieran
transformarse en sus formas de lobo.
—Vaya. Sin presión, ¿eh? —La sonrisa de Cynthia fue leve, pero no las
había echado de su oficina… aún—. No conozco ninguna droga que se haya
desarrollado para este propósito. Un Alfa puede impedir a sus lobos cambiar,
pero, ¿lo tomo como que no quieres que ninguno de los Alfas esté al corriente de
este plan tuyo?
—Estarías en lo correcto.
Cynthia se tocó la barbilla mientras pensaba en todas los cosas que sabía
respecto a la medicina y los lobos. Sally de repente saltó.
—Santa mierda.
—Uh, Sally querida, ¿te gustaría compartir tu obvia epifanía? —preguntó
Jen.
—Nepeta —susurró Sally.
—¿Nep-qué?
—Nepeta —repitió—. No me preguntes cómo sé esto porque no tengo ni
una jodida idea. Sólo estaba sentada aquí pensando en lo loca que eres…
—Sí, gracias por el voto de confianza —murmuró Jen.
—… y luego, ¡BAM! Sólo está allí en mi cerebro. Nepeta. Impide a los
lobos transformarse.
Cynthia estaba sentada con su boca abierta, mirando a Sally.
Sally miró a la doctora, y lanzó sus manos al aire.
—Les estoy diciendo que no sé de qué diablos se trata todo esto, pero ahí
está.
Jen se levantó, y se fue alrededor de la computadora de la doctora,
empujando contra la doctora para tener acceso al mouse y el teclado.
—Mueve tu aturdido trasero hacia un lado y déjame hacer un poco de
investigación, doc.
239
Cynthia distraídamente rodó su silla fuera del camino de Jen mientras ella
empezaba a teclear.
—¿Qué estás haciendo?
—Buscando Neptun —respondió Jen.
—Nepeta —le corrigió Sally—. N-E-P-E-T-A.
Ella la miró.
—¿Incluso sabes cómo deletrearlo?
Sally asintió y trago duro.
De repente Jen rió.
—Oh, esto es demasiado. El nombre más común para nuestra pequeña
congeladora de cambio es hierba gatuna6. —Sally en realidad dejó escapar
algunas risas mientras Jen golpeaba el escritorio—. No sé qué puede ser aún mejor
que eso.
Cynthia finalmente fue sacada de su shock momentáneo cuando Jen la
sorprendió con el golpe al escritorio. Miró a Sally y sonrió.
—Uh, doc. Me está asustando —admitió Sally de mala gana.
—Creo que eres una sanadora —le dijo Cynthia con admiración—. Una
sanadora gitana.
Jen miró de Cynthia a Sally y de vuelta.
—¿Cómo dijo?
—Cada siglo más o menos, una sanadora gitana aparece en una manada
de Canis lupis. No hay ninguna razón para ello. Pero es un gran honor y empuja
las balanzas de poder mayormente hacia esa manada —explicó.
—¿Qué quiere decir con “aparece”? —preguntó Sally.
—Sólo que quién sea ella, y la sanadora siempre es mujer, dondequiera que
ella esté, el destino la trae a la manada a la que va a servir. Tú fuiste destinada a
6 Hierba gatuna: menta de gato, menta gatuna, albahaca de gatos, gatera, gataria, nébeda, y en algunas
provincias llamada valeriana.
240
ser amiga de Jacque, porque Jacque era la clave para guiarte a esta manada. Así
como Jen estaba destinada a ser amiga de Jacque, porque ella también iba a ser
una parte de la manada Rumana.
—¿Cómo es eso siquiera posible? —preguntó Sally dudosamente.
—No hay cómo explicar los Destinos, Sally —le dijo Cynthia
honestamente—. Todos tienen un destino y sin importar cuántas veces se
extravíen, siempre van a encontrar la forma de volver al camino que va a cumplir
su propósito.
—Entonces, ¿cómo sabes que soy una sanadora gitana? —Sally se sentó de
nuevo en la silla de la que se había desbocado.
—Bueno tenemos que asegurarnos de que lo eres, pero las sanadoras
gitanas son bendecidas súper naturalmente con el conocimiento de las hierbas,
medicina, las artes de la curación, cosas que sería imposible saber sin años de
estudio.
—¿Cómo sabes todo esto? —preguntó Jen.
—No sólo estudié medicina humana cuando fui a la escuela de medicina.
Aprendí lo más que pude sobre cómo atender a los Canis lupis también. Aunque,
nunca seré capaz de aprender todo lo que las sanadoras saben. Estudié la historia
de las sanadoras gitanas dentro de las manadas un par de décadas atrás. No ha
habido una sanadora gitana, al menos documentado, en casi dos siglos. —
Cynthia sacudió su cabeza en incredulidad y sonrió—. Vaya. Si confirmamos
esto, Vasile va a estar emocionado.
—Está bien, así que empecemos con las felicitaciones —anunció Jen—.
Sally, felicitaciones. Ahora tenemos que dejarlo pasar y volver a esta revelación
en un tiempo y hora posteriores.
—Sin falta, Jen, acabo de descubrir que soy alguna clase de rara mercancía,
pero por favor vamos a planificar la caída de algunos pervertidos Canis lupis. —
Sally le puso los ojos en blanco a su sarcástica mejor amiga.
—Extraordinario. —Jen asintió—. Así que, hierba gatuna. Como estaba
diciendo, es extremadamente asombroso pero, ¿dónde podemos conseguir algo
de ello? Aquí dice que es comúnmente encontrada en Europa. Y por casualidad
estamos en Europa. ¿Coincidencia?
241
—Sí —interrumpió Sally.
—Yo creo que no —continúo Jen, sin inmutarse—. Cynthia, tengo una
misión para ti si decides aceptarla.
—Oh, hermano —murmuró Cynthia—. Déjame adivinar. ¿Quieres que
encuentre un poco de hierba gatuna y averigüe cómo hacer la mezcla?
—Preferiblemente algo líquido para que así podamos echarlo en sus
bebidas —dijo Jen distraídamente.
Cynthia se sentó en silencio, contemplando las consecuencias de ser parte
de la pequeña maquinación de Jen. No iba a mentir y decir que estaba más allá
de tal mezquindad, porque honestamente, quería atrapar a esos mocosos por
pensar que podían meterse con sus mujeres. Vasile con toda seguridad se iba a
enojar, pero de nuevo ella ya estaba en la casa del perro proverbial así que, qué
diablos.
—Está bien, estoy dentro. —Ella aplaudió con entusiasmo, sintiéndose
más joven de lo que se había sentido en mucho tiempo.
Jen guiñó.
—Adoro cuando un plan empieza a formarse, especialmente uno que
involucra strip póker, hogueras, y hombres lobos desnudos. En serio, ¿qué más
querría una chica?
Sally gimió mientras se desplomaba de vuelta en la silla.
—Esto va a ser un desastre, puedo sentirlo.
La cabeza de Jen salió disparada en torno a Cynthia.
—¿Puede chica gitana aquí predecir el futuro?
—No, no son clarividentes.
—En ese caso, no, Sally. Lo que estás sintiendo es la exuberante alegría
que viene de participar en una de las experiencias cambia vidas de Jen.
—¿Oh, es eso lo que es? Pensé que era gas —dijo Sally irónicamente.
Ignorando la observación de Sally, Jen se dirigió a Cynthia de nuevo.
242
—Así que tú tienes la operación congelación de cambio. Son —Jen miró a
su reloj—, las nueve ahora. Vamos a necesitar probarlo antes de que la operación
comience, así que necesitamos estar listas para mañana en la noche.
—¿Cuándo están planeando tener esta pequeña fiesta? —preguntó
Cynthia.
—Pasado mañana. Fane le mencionó a Jacque que los Alfas y sus
compañeras van a tener una cena privada ese día. Con ellos distraídos, creo que
sería el momento más oportuno para obtener nuestra venganza.
—Está bien —dijo Cynthia levantándose—. Voy a salir y ver si puedo
olfatear un poco de hierba gatuna fuera de los terrenos de la propiedad. Ustedes
chicas traten de mantenerse bajo el radar.
—Lo haremos, doctorísima. —Jen le dio un pulgar en alto y salió de la
oficina.
Sally miró de vuelta a Cynthia, quien sonreía.
—No te preocupes, Sally. Haré un poco de investigación sobre las
sanadoras gitanas, y tú y yo resolveremos esto.
Sally le devolvió la sonrisa.
—Gracias, doc. Se lo agradezco.
243
23 Traducido por Rihano
Corregido por Nanis
sí que el Beta ha sido sacado de la escena —le dijo Damion a
sus cuatro compañeros de manada—. Eso significa que la
rubia no estará tan protegida.
—¿De verdad crees que ella podría ser tu compañera? —preguntó Vilim.
Él entrecerró los ojos.
—No lo sé. Sé que si ella lo es, voy a desgarrar tus manos por tocarla de la
manera en que lo hiciste durante el entrenamiento.
—Como si tú no hubieras aprovechado la oportunidad —lo acusó Vilim—
. No es como si ellas fueran fáciles de evitar. Ella está bastante bien dotada, por
si no te habías dado cuenta.
—Sólo mantén las manos quietas de ahora en adelante —gruñó Damion.
—Sí, Beta —concedió él a regañadientes.
—¿Thad no dijo que nos iba a castigar por el vídeo? —preguntó Sava.
Damion negó.
—Dijo que no le pareció otra cosa más que nosotros mostrando nuestro
interés por las hembras Rumanas. Ninguna de esas mujeres en el vídeo está
emparejada. Eso las hace elegibles.
* * *
Marianna golpeó la puerta de Jen y esperó, mirando a su alrededor
nerviosamente. Había conseguido la información que Jen pidió, aunque tuvo que
hacerlo parecer como si las chicas no estaban molestas, sino realmente halagadas
por la atención de la proyección del vídeo.
—A
244
La puerta se abrió y Sally le sonrió.
—¿Cómo te fue? —preguntó ella.
Marianna entró para encontrar a Jen, Jacque, Crina y Costin todos en el
piso con papeles esparcidos, sosteniendo marcadores. La única palabra que vio a
simple vista fue fiesta.
Ella levantó un trozo de papel que había estado sosteniendo y sonrió.
—Conseguí los nombres.
Jen se levantó de un salto.
—¡Sabía que podías hacerlo!
Marianna sonrió, contenta de haber sido útil de alguna manera. Se
sorprendió de lo mucho que había comenzado apreciar a las estadounidenses.
Sintió una tristeza asentarse sobre ella ante ese pensamiento, pero rápidamente se
lo quitó de encima mientras Jen leía los nombres en voz alta.
—Así que, Costin. Eres un hombre —dijo Jen.
—Me alegra que lo hayas notado. —Sonrió Costin.
Jen puso los ojos en blanco.
—¿Sabes quiénes son estos tipos? Aparte de Damion y Adrian, que ya los
conocimos.
Él gruñó.
—Son todos de la manada de Serbia. Damion es el Beta. Vilim es el lobo
que… —Costin hizo una pausa incómoda.
—Consiguió el premio —añadió Jen amablemente.
—Tienes una habilidad con las palabras, Jen. Sé quienes son y como se ven
todos ellos.
—Perfecto. —Suspiró Jen—. Ahora, toca invitarlos a jugar.
—Eso no debería ser difícil —le dijo Costin—. Siempre están juntos.
—Podríamos hablar con ellos en el desayuno de mañana —ofreció Crina.
245
—Bien dicho, loba —la elogió Jen, y luego miró hacia el suelo—. Creo que
tenemos suficientes volantes. Demos por terminada la noche.
Todos dejaron escapar un suspiro colectivo.
—Oh, vamos. Todos ustedes actúan como si los hubiera hecho firmar por
sus almas o algo así.
—Bien podrías haberlo hecho —murmuró Jacque.
—Escuché eso, Jacque Pierce. Oh, y recuerda que no debes dejar que tu
bola de pelos entre y revise tu cerebro, o nuestro plan se irá a la mi…
—Entiendo eso, Jen —la interrumpió Jacque mientras se dirigía a la
puerta.
Jen levantó las manos y dio un paso atrás.
—Está bien, sé cuándo retroceder.
—¿Desde cuándo? —La boca de Sally hizo un mohín hacia ella.
Jen le enseñó el dedo y empezó a recoger los volantes dispersos. Todo el
mundo salió en fila uno tras otro, murmurando buenas noches.
Costin estaba cerrando la puerta cuando se detuvo y se volvió de nuevo
hacia Jen.
—Oye, quería hacerte saber que fui a revisar el parámetro exterior de la
mansión, e incluso encontré una carretilla en uno de los edificios de trabajo. —Él
sonrió—. Encontré queroseno también. Vamos a iluminar la noche, pequeña
latente.
Jen se echó a reír.
—Hombre, cuando te metes en algo, vas con todo, ¿no es así?
—Suponiendo que probablemente voy a morir por ayudarlas, bien podría
hacerlo a lo grande.
—Pensamos igual —bromeó ella—. Gracias, Costin. Realmente. Decebel
se va a enojar.
—Es un eufemismo —añadió Costin rápidamente.
246
—El del milenio —concordó ella—. Pero ya sea que él es mi compañero o
no, no acepto mierda de nadie. Me defiendo a mí misma y a esos a los que amo
cuando puedo. Él podrá montar un gran berrinche y golpear su pecho, pero al
final va a entender por qué tenía que hacer esto.
Su rostro era serio, su voz cargada de emoción.
—Él está bendecido por tener una compañera como tú, y Alfa en todos los
sentidos de la palabra.
Jen sonrió y le guiñó un ojo.
—Apuesta tu caliente y peludo trasero que lo soy.
Costin se rió entre dientes mientras cerraba la puerta.
* * *
Jacque abrió la puerta de su habitación y de Fane y lo encontró acostado
en su cama, leyendo.
—Has estado muy callada hoy —le dijo, refiriéndose a su vínculo.
Jacque odiaba la idea de mentirle a Fane, incluso si se trataba de una
mentira por omisión.
—Sólo he estado con Jen y las chicas. Tú sabes que ella es mentalmente
agotadora. Te extrañé. —Jacque subió a la cama y se tendió a su lado. Con la
esperanza de distraerlo, tímidamente añadió—: En más de una forma.
Fane se rió entre dientes.
—No te vas a salir del apuro tan fácil, Luna.
Jacque le acarició el cuello mientras él seguía mirando su libro. Sus manos
comenzaron a frotar su espalda, moviéndose hasta su cuello, y luego corriendo a
través de su espeso cabello oscuro.
Fane dejó escapar un gruñido desde lo profundo de su pecho.
—Jacquelyn —le advirtió.
—¿Sí, compañero? —preguntó inocentemente.
247
Fane cerró el libro de golpe y lo puso a un lado. Rodó sobre su costado,
apoyándose en un brazo, evadiendo con eficacia sus manos viajeras.
Jacque le frunció el ceño.
—Admitiré que soy nuevo en las relaciones, y obviamente, nuevo en estar
acoplado. Sin embargo, he visto suficiente televisión estadounidense para
entender que las mujeres piensan que pueden distraer a un hombre con el sexo
cuando están tratando de evitar algo.
Jacque sabía que su cara se estaba volviendo roja porque podía sentir el
calor arrastrándose hasta su cuello.
—Así que, aunque pasé la mayor parte del día en un semi estado de
sorpresa por la dirección en la que tus pensamientos han esto yendo, lo cual
normalmente no es algo con lo que estés súper cómoda, llegué a la conclusión de
que no debes querer que yo sepa algo. —Fane entrecerró los ojos. No estaba
enfadado, pero estaba un poco molesto—. ¿Es mi evaluación de la situación
exacta, Jacquelyn?
Jacque gimió y rodó sobre su espalda, tirando su brazo a través de sus ojos.
—Luna, ¿qué está pasando? —preguntó Fane sin rodeos.
Ella tomó una respiración profunda y soltó el aire.
—No te lo puedo decir.
Él gruñó.
—¿Estamos guardando secretos tan pronto?
La cabeza de Jacque se alzó rápidamente a mirarlo. Él vio el brillo en sus
ojos esmeraldas y supo que tuvo éxito en sacarla del paso.
—En realidad no es mi secreto para contarlo, Fane. No estoy tratando de
ser taimada. —Bueno, eso no era absolutamente cierto. Pero aun así, pensó ella—
. Prometí que no te diría.
Fane sostuvo su mirada, frustrado, pero también comprendiendo el hecho
de que ella no quería romper su promesa. Admiraba esa cualidad.
248
—Luna, te he dejado… —Se detuvo y cerró los ojos, apretando el puente
de su nariz—. Quiero decir, he estado dispuesto a que pases la mayor parte de tu
tiempo con tus amigas, mientras hemos estado aquí. Principalmente porque sé
que te tengo en las noches. —Jacque se sonrojó—. Entiendo que Jen te necesita.
Entiendo que ellas son muy importantes para ti. Pero al igual que mi familia y
amigos ya no son lo primero en mi vida, ni la tuya lo es en tu vida tampoco. —Él
disminuyó el espacio entre ellos, odiando la distancia. Pasó los dedos por su
mejilla, su cuello, el hombro y el brazo, aterrizando sobre su cadera. La atrajo
hacia sí—. No quiero que eso suene egoísta, o mandón, pero tu seguridad es lo
primero. Jen tiene una tendencia a tirar la seguridad por la ventana, junto con su
sentido de supervivencia.
Jacque sonrió ante sus palabras, pero sabía que a pesar de que estaba
bromeando, también estaba diciendo la verdad.
—Te amo. Odio esconder algo de ti, pero necesito que confíes en mí. —
Jacque se estremeció interiormente ante sus palabras, sabiendo que le estaba
pidiendo que le diera la confianza que no se merecía por el momento.
Fane llevó la mano a su nuca y tiró de su cara hacia la suya. Apretó sus
labios con firmeza contra los de ella, y le encantó que ella gimiera y se relajara
contra él. Le encantaba que tuviera ese efecto en ella. Casi gruñó cuando sintió
su lengua barrer, buscando la entrada. Abrió su boca, profundizando el beso, y
escuchó como su corazón se aceleró, música para sus oídos.
Ralentizó el beso y finalmente se apartó. Él rozó sus profundamente
amados labios con el pulgar y se echó a reír cuando ella lo mordió. Su respiración
se cortó cuando vio que sus colmillos, los cuales sólo hacían una aparición en
determinados momentos, habían descendido.
Sus ojos comenzaron a brillar en reciprocidad.
Fane observó con fascinación como Jacque chasqueó la lengua contra uno
de los caninos afilados y sonrió con malicia hacia él.
Él estaba preparado para dar por terminada la conversación, al menos por
la noche.
—Voy a confiar en ti, amor. Pero si algo te sucede a causa de este secreto…
249
—Shhh. —Jacque lo interrumpió cuando se acercó a él y mordisqueó su
labio inferior con suavidad. Fane gruñó y tiró de ella imposiblemente más cerca.
—¿Estás hambrienta, compañera, o simplemente feliz de verme? —bromeó
él, respecto a sus caninos haciendo acto de presencia.
«Ha pasado un tiempo desde que he tenido tu sangre» dijo ella en respuesta
a su broma.
El rostro de Fane se tornó serio.
«Sabes que ni siquiera tienes que pedirlo.»
«Lo sé.» Ella había bajado su mirada de la suya, y estaba jugando con el
cuello de su camisa. «Es sólo que es… vergonzoso.»
Fane dejó escapar una carcajada, echando la cabeza hacia atrás.
Jacque lo miró, sus ojos se estrecharon y su boca se tensó.
—¿Por qué te estás riendo de mí?
La risa de Fane finalmente se detuvo. Él tiró de su cola de caballo para
soltar su cabello. Pasó los dedos a través de este y siguió sonriéndole.
—Después de los pensamientos que me estuviste enviando hoy, pequeña
arpía, no veo cómo algo puede avergonzarte.
Jacque entornó los ojos.
—¿Vas a besarme o burlarte de mí toda la noche?
Fane rozó los dientes a lo largo de la piel de su cuello donde estaba su
marca, sus propios caninos descendiendo.
«¿Quién dijo algo acerca de besarte, Luna?»
* * *
Decebel se puso de pie luego de terminar varios cientos de abdominales y
flexiones. Estaba inquieto; su lobo estaba poniéndose muy nervioso. Se paseó por
la habitación, doblando sus manos mientras sus garras se mantenían
descendiendo y retrayéndose. Había estado en un estado de cambio parcial
durante todo el día y sabía que en ese momento, él era más peligroso que nunca.
250
Lo único que podía hacer era esperar por los cielos que Jennifer se estuviera
quedando fuera de problemas y que Vasile estuviera manteniendo una estrecha
vigilancia sobre ella. Porque sabía que cuando saliera de la reclusión, y la
encontrara en menos seguridad que estar encerrada en su habitación con la puerta
custodiada, iba a perder la minúscula cantidad de control a la que se aferraba con
ambas manos.
Todavía estaba furioso por el lobo que se había atrevido a tocar lo que era
suyo. Y entonces su compañera había montado ese pequeño truco en el pasillo
para el disfrute de todos. No iba a mentirse a sí mismo, Jennifer tenía un cuerpo
hermoso. Simplemente no había planeado verlo junto con el resto de su manada.
Tal vez tenía que explicarle que los Ritos de Sangre realizados después de la
Ceremonia de Vinculación eran generalmente en donde la ropa desaparecía… en
privado. Se aseguraría de hacer hincapié en lo privado.
Su pequeña hazaña le había permitido ver la evidencia de la mano del lobo
en el cuerpo de su compañera. Los moretones donde sus dedos habían presionado
duro, y los molestos cortes donde sus garras habían penetrado en su carne. Para
rematar el día del demonio, Decebel había visto, en una neblina de color rojo,
una habitación llena de hombres sin pareja babeando detrás de su compañera y
de sus dos compañeras de manada.
Gruñó ante todos los recuerdos, al darse cuenta que en ese momento habría
matado a todos y cada uno de los lobos responsables.
Sólo había una cosa que lo calmarían a él y a su lobo: Jennifer.
—Alfa —habló Decebel hacia la habiatación abiertemente—. Tengo que
hablar contigo, por favor. —Su voz era gutural, tan cerca al cambio.
Menos de un minuto después de que él habló, la puerta de su habitación se
abrió.
—Decebel —dijo Vasile su nombre como un Alfa adolorido por el
sufrimiento de uno de los suyos.
—La necesito —dijo Decebel honestamente.
—No puedo traértela.
251
—Entonces, al menos dame un teléfono para que pueda hablar con ella. —
Decebel nunca había sido una persona de mendigar, pero estaba a punto de
arrastrarse, sólo para escuchar su voz.
—Ellos van a oír si hablas con ella. —La frente de Vasile se frunció—.
Pero… no serían capaces de ver un texto.
Decebel sintió una sonrisa extenderse a través de su rostro, no realmente
una sonrisa feliz, sino más como una de “acabo de sacar furtivamente una galleta
del tarro de galletas”. Hace seis meses, ni siquiera habría considerado los
mensajes de texto, pero desde que Fane y algunos de los otros lobos jóvenes
habían empezado, de alguna forma se había visto obligado, y a aprender la jerga
concerniente a eso.
Resultó, que Decebel prefería enviar mensajes de texto a hablar en
cualquier momento. Excepto con su compañera. Pero tendré que bastar por
ahora, pensó.
—Voy a volver en un momento. Tendré que conseguir el número de Jen.
—Date prisa —gruñó Decebel, pero agregó—, por favor.
Decebel se paseó y paseó mientras esperaba que su tabla de salvación le
fuera traída. Si tenía alguna duda de Jennifer siendo su compañera, habían sido
eliminadas mientras sentía su rabia crecer al estar lejos de ella.
Eventualmente Vasile entró, sosteniendo su teléfono. Decebel se obligó a
retraer sus garras de modo que fuera capaz de escribir sin trabas.
No reconoció a Vasile mientras se iba.
Decebel encontró su nombre en su lista de contactos y pulsó el botón de
texto. Una pantalla en blanco apareció con un teclado debajo de ella.
Decebel txt: Jennifer
Él esperó, gruñendo cuando ella no respondió de inmediato. Su teléfono
vibró finalmente mientras su texto aparecía.
Jennifer txt: Bola de pelos
Decebel gruñó, pero sonrió ante su boca inteligente. Su teléfono vibró de
nuevo antes de que pudiera responder.
252
Jennifer txt: ¿Estás bien?
Le importaba. Tenía el corazón en la garganta mientras leía el simple texto
de ella.
Decebel txt: Un poco gruñón
Jennifer txt: Estás bien, entonces
Decebel rió, sintiendo a su lobo asentarse, aunque sólo fuera un poco. Era
suficiente para mantenerlo cuerdo.
Decebel txt: ¿Cómo estás tú?
Jennifer txt: Extrañándote
Decebel txt: Te extraño también, nena
Jennifer txt: ¿Estamos de acuerdo?
Decebel txt: Nunca
Jennifer txt: ¿Estás enojado conmigo?
Decebel txt: Estaría mejor
Jennifer txt: :(
Decebel txt: Eres mía
Jennifer txt: Sí
Decebel txt: Únicamente mía para ver
Jennifer txt: No sabía cómo distraerte
Decebel txt: Misión cumplida
Jennifer txt: lol
Decebel txt: Mantén tus ropas puestas
Jennifer txt: ¿Muy mandón?
Decebel txt: Mantén tu ropa puesta
253
Jennifer txt: Eso puede hacer las cosas difíciles
Decebel txt: Jennifer. Mantén. Tu. Ropa. Puesta.
Jennifer txt: Bien, voy a mantener algo de ropa
Decebel txt: Te necesito
Jennifer txt: V dijo que no
Decebel txt: ¿Le preguntaste?
Jennifer txt: Por supuesto, eres mío
Decebel txt: Grrr
Jennifer txt: ¿Un buen grrr?
Decebel txt: Definitivamente
Jennifer txt: Excelente
Decebel txt: ¿Estás siendo buena?
Jennifer txt: Hum, se más específico
Decebel txt: Jennifer
Jennifer txt: Siempre soy buena en lo que sea que hago
Decebel txt: No es tranquilizador
Jennifer txt: ¿No estás de acuerdo?
Decebel txt: No puedo
Jennifer txt: ¿?
Decebel txt: He estado en el otro extremo de ti siendo buena
Jennifer txt: Estás siendo retorcidamente malvado
Decebel txt: Tu culpa, yo era inocente antes de conocerte
Jennifer txt: Estoy segura de que estabas absolutamente limpio
Decebel txt: Debería dejarte dormir
254
Jennifer txt: ¿DEJARME? En serio
Decebel sabía que la única forma en que iba a conseguir que se fuera a
dormir sería utilizando la psicología inversa. Por mucho que quería sentarse y
escribirle toda la noche, ella necesitaba descansar.
Decebel txt: Necesito que duermas, nena
Jennifer txt: Eres un rápido aprendiz
Decebel txt: Sueña conmigo
Jennifer txt: Voy a pensar en ello
Decebel txt: Compañera, grrr.
Jennifer txt: Humm delicioso
Decebel txt: ¡Mujer! Ve a dormir
Jennifer txt: ¿Sola?
Decebel txt: ¡Demonios, sí, sola!
Jennifer txt: Una cama tan grande, solitaria
Decebel txt: Jennifer
Jennifer txt: ¿Alguna vez te dije que eres sexy cuando eres mandón?
Decebel txt: Sí, estabas bebida hasta tu lindo trasero
Jennifer txt: Sonrojándome
Decebel txt: Deberías estarlo, ve a la cama
Jennifer txt: No puedo escribirte si duermo :(
Decebel txt: Tú me matarás
Jennifer txt: Te aseguro que eso no es lo que quiero hacerte
Decebel txt: Sonrojándome
255
Jennifer txt: ¡PECR7!
Decebel txt: Ve. A. Dormir.
Jennifer txt: ¿Me acompañas?
Decebel txt: El teléfono estará cerca de mi corazón
Jennifer txt: Lágrimas
Decebel txt: No llores nena
Jennifer txt: ¿Por qué aquí? ¿Por qué ahora?
Decebel txt: No sé, Jennifer
Jennifer txt: Apesta
Decebel txt: Estoy abrazándote
Jennifer txt: Más lágrimas
Decebel txt: Mi lobo se está poniendo inquieto
Jennifer txt: Lo siento, estoy bien
Decebel txt: Abrázame también
Jennifer txt: Toda la larga noche
Decebel txt: Buenas noches nena, xoxo
Jennifer txt: Buenas noches
Decebel txt: ¿Nada de amor para mí?
Jennifer txt: No quería que se te subiera a la cabeza
Decebel txt: Gracias por tu preocupación
Jennifer txt: Buenas noches, un profundo e intenso beso, con las manos en
tu cabello, los cuerpos presionados juntos
Decebel txt: GRRRRRRRR
7 PECR (LMAO): Partirse el culo de risa; en el inglés original: Laughing My Ass Off.
256
Jennifer txt: ¿Qué? ¿Demasiado?
Decebel txt: Voy a soñar contigo
Jennifer txt: Apuesto a que lo harás, lol, buenas noches B
Decebel txt: Buenas noches nena
Decebel se desplazó a través de sus textos, sonriendo ante su alegría
jugetona. No era suficiente, pero le ayudaría a pasar la noche.
* * *
Jennifer se hizo un ovillo en la cama de la que le había dicho a Decebel que
era demasiado grande para estar en ella sola. Todo el día se había mantenido a sí
misma ocupada. Ahora aquí, en la oscuridad, podía sentir el agujero que se estaba
ampliando con cada momento lejos de Decebel.
Ella había estado emocionada cuando Vasile le había dicho que podía
escribirle. Sonrió para sus adentros, recordando sus textos. Decebel tenía un lado
dulce y romántico. Y maldita sea si esto no era la cosa más sexy.
Cerró los ojos y pensó en él. Su hermoso rostro, cabello oscuro, ojos de
color ámbar… Se quedó dormida ante los recuerdos de la profunda y
tranquilizadora voz de su compañero, y su fuerte cuerpo sosteniéndola.
257
24 Traducido por Isa 229
Corregido por Nanis
ynthia bostezó mientras se sentaba en la mesa con su manada,
desayunando. Había estado fuera buscando hasta las dos de la
mañana. Estuvo en fase cuando salió a buscarlo, sabiendo que su
lobo se podría mover mucho más rápido.
Finalmente, a más de dieciséis kilómetros de distancia de la finca, encontró
la Nepeta, también conocida como hierba gatuna. Todavía trabajaba en
perfeccionarlo en forma líquida, la parte más difícil era que tendría que ser
bastante potente, pero también disuelta de modo que las pocas partículas de la
planta no fueran visibles.
La gente tiende a sospechar cuando hay cosas flotando en sus bebidas.
Cynthia captó la mirada de Jen a través de la mesa y le asintió, un
movimiento sutil para que ella la siguiera afuera.
Cynthia esperaba en el pasillo cuando las cinco muchachas salieron, Costin
pisando sus talones.
Sí, esto no parece sospechoso, pensó.
—¿Qué sucede, doc? —preguntó Jen.
—Encontré la Nepeta a dieciséis kilómetros. He estado trabajando en ello
toda la mañana y la única cosa en la que no estoy segura es en su potencia para
hacerlo indetectable en la bebida.
—¿Encontró algo que impedirá que los chicos sean capaces de cambiar? —
Costin habló bajo, para que no fuera escuchado por casualidad.
Cynthia, Jen y Sally asintieron al mismo tiempo, pero no se explicaron.
Él levantó sus cejas.
C
258
—De acuuuerdo, ¿cómo averiguó eso?
Sally miró a Cynthia quien dio un movimiento casi imperceptible con su
cabeza.
—Hicimos unas indagaciones y esto en cierto modo cayó en nuestros
regazos —le dijo Jen vagamente.
—Ajá, sólo cayó a sus regazos. —Costin las observó con recelo—. Bien, si
esa es tu historia…
—Finalizada, ilustrada y corregida. —Jen le dio una asentimiento agudo—
. Está bien. Todos andando, gente. Doc, necesitamos sujetos de pruebas para su
magia.
—Esa sería la manera más exacta de determinar si es eficaz —acordó
Cynthia.
Jen sonrió a Costin dulcemente.
Costin miró el destello en los ojos de Jen cuando ella le sonrió.
Comprendiendo lo que ella estaba pensando, levantó sus manos.
—De ninguna manera, Jen. Vamos, no puedes pedirme que haga eso. No
puedo protegerlas si no puedo cambiar. No. Me opongo enérgicamente.
Jen no discutió, comprendiendo que ninguna coquetería, arrastre, empuje
o soborno iba a funcionar con Costin. Miró a cada miembro de su grupo, todas
tratando de pensar en un lobo para probar este brebaje.
Finalmente, Cynthia habló.
—Yo lo haré. Es mi creación, debería ser la que lo pruebe.
—¿Estás segura que quieres hacer esto, Cynthia? —preguntó Sally.
—Sí, definitivamente. Llevaré a Jacque, Sally y Costin conmigo mientras
que ustedes tres ponen la carnada a su presa.
Jen sostuvo su puño en alto hacia Cynthia. Ella entendió lo que Jen
intentaba hacer y formó su propio puño, chocándolo contra el de Jen.
—Que comience esta fiesta, señoras.
259
Costin aclaró su garganta y mordazmente miró a la conspiradora diabólica.
—Ah, por el amor de Dios. Que comience esta fiesta, señoras y hombre
lobo caliente. ¿Feliz? —preguntó Jen.
—¿Crees que soy caliente? —Costin sonrió abiertamente y guiñó.
—No le llegas ni a los talones a B, así que no te emociones mucho.
—Ouch. Estoy dolido, Jen. —Sonrió Costin, colocando su mano en su
corazón.
Jen negó y se dio vuelta hacia Marianna y Crina.
—¿Listas?
—Totalmente. —Sonrió Crina.
Marianna dio un débil:
—Síp. —Sus cejas se levantaron mientras hacía movimientos de pompón
con sus manos.
—Ese es el espíritu. —Jen se rió—. Vamos, encontremos la manada de
ratas.
* * *
Damion alzó la vista de su mesa para ver a la americana rubia y a las dos
lobas Rumanas yendo hacia él.
—Este día se está poniendo bueno, chicos.
Los otros cuatro giraron en sus asientos para mirar mientras las muchachas
caminaban con seguridad hacia su mesa. Ellas se detuvieron a un metro de
distancia y observaron a cada uno de ellos.
—Oí que ustedes son los chicos que grabaron ese increíble vídeo. —Jen
sonrió con satisfacción mientras cruzaba sus brazos en su pecho… no por
casualidad.
Los ojos de Damion vagaron al sur de su cuello antes de volver a su cara.
260
—Fuimos nosotros. —Damion les guiñó—. Quisimos compartir toda esa
belleza con todos.
—Aw, eso es lindo. —Jen echó un vistazo atrás a Crina y Marianna—.
¿No es lindo eso, muchachas?
—Muy lindo. —Crina levantó una ceja hacia los lobos.
Marianna asintió silenciosamente con una sonrisa dulce.
—¿Hay algo que podamos hacer para ustedes, señoritas? —habló Adrian,
llamando su atención.
—De hecho, vinimos para invitarlos a un partido amistoso de naipes
mañana por la noche. Habrá refrescos.
Damion se inclinó atrás en su asiento y dobló sus brazos. Descaradamente
observó a Jen, comenzando por sus pies, yendo por todo el camino hacia la
cumbre de su cabeza rubia.
—¿Quién más estará allí, hermosa?
—Ustedes, los cinco sementales y nosotras. —Jen se señaló a ella y las dos
muchachas con ella.
Él levantó sus cejas mientras una sonrisa se deslizaba por su cara.
—¿Y qué tipo de naipes se jugarán?
Jen se inclinó adelante, descansando su mano en la mesa para así poder
susurrar de cerca.
—La clase que rima con lip stroker8. —Guiñó y luego se enderezó mientras
observaba al cerebro de Damion deducir lo que le acababa de decir—. Si quieren
jugar estén en el gimnasio mañana en la noche a las diez en punto. Es nuestro
pequeño secreto, si sabes a lo que me refiero.
Damion miró mientras ella se alejaba balanceando sus caderas muy
atractivamente. Oyó que varios de sus compañeros de manada silbaban por lo
bajo.
8 Lip Stroker: Juego de palabras que Jen usa en lugar de decir Strip Póker, el cual es un póker de prendas.
261
—¿Así que, vamos? —preguntó Adrian a su Beta.
—Como si alguna vez renunciaría al strip póker con unas mujeres tan
bellas. —Damion puso sus ojos en blanco—. Sí, vamos —reiteró cuando Vilim y
Josif le miraron sin expresión.
—¡Strip póker! —anunció de repente Vilim.
—Shhh.
—Cierra la boca, idiota. —Damion y Adrian le detuvieron.
—No me di cuenta que era eso de lo que ella estaba hablando —siguió
Vilim.
—¿Qué más rimaría con lip stroker? —preguntó Damion a su compañero
de manada, con su voz llena de exasperación—. Ustedes cuatro mantengan
cerrado el hocico —les advirtió—. No quiero que ningún otro macho descubra
esto. Esas lobas son nuestras.
* * *
—Eso salió bien —dijo Jen con entusiasmo. Sintió que su teléfono vibraba
y lo sacó del bolsillo trasero de sus jeans ajustados.
Decebel txt: Buenos días, hermosa
Jen sabía que la sonrisa que se extendía por su rostro probablemente
parecía ridícula, pero no le importó. Decebel pensaba que ella era hermosa y
estaba pensando en ella. Lo único que podría hacerlo más lindo era que él
estuviera allí para decírselo en persona.
Jen txt: Buenos días a ti
—¿Crees que se aparecerán? —la voz de Crina trajo a Jen al presente.
—Cariño, sus ojos estuvieron sobre nosotras todo el tiempo. Estarán allí.
—Miró a su teléfono mientras decía—: Dirijámonos a la oficina de Cynthia y
veamos cómo van las cosas.
Decebel le había mandado un nuevo mensaje.
Decebel txt: ¿Qué vas a hacer hoy?
262
Jen sabía que Decebel no quería que participara en ninguna de las
actividades que estaban previstas, pero Vasile no podría justificar que ella no
estuviera allí. Así que tenía que responder esto con cuidado… si no podía ser
honesta sólo tenía que desviar su atención.
Jen txt: Tejer cestas
Llegaron a la oficina de Cynthia y abrió la puerta sin llamar. Costin, Jacque
y Sally ya estaban allí, sentados y mirando a la doctora.
—Entooonces, ¿cómo les va, chicos? —preguntó Jen cuidadosamente.
—Estamos esperando —susurró Jacque.
Jen vio a cada uno de ellos y luego a Crina y Marianna.
—¿Esperando qué?
—Para ver si ella cambia —le respondió Sally.
—¿Por qué susurramos? —preguntó Crina.
—No lo sé. Simplemente me pareció que no deberíamos ser ruidosos o
hacer movimientos bruscos —respondió Jacque distraídamente.
Costin puso sus ojos en blanco y miró a Jen.
—Han pasado quince minutos y hasta ahora no ha entrado en fase. —
Habló en un tono regular.
—¿Cuánto bebió, doc? —preguntó Jen.
—Coloqué un tercio de taza en 8 onzas de líquido. Hasta ahora sólo me
siento atrapada. Como si mi piel sólo estuviera atascada. En realidad no sé cómo
describirlo.
Los otros lobos de raza pura en la sala se estremecieron ante la descripción
de Cynthia.
—Así que, ¿sólo nos sentamos y esperamos? —preguntó Crina.
—Más o menos. —Costin asintió.
—¿A qué hora es la actividad grupal que se supone que vamos a hacer hoy?
263
—A las once —respondió Jen, mirando a su teléfono. Eran las nueve, y
tenía un nuevo mensaje.
Decebel txt: ¿Por qué no me gusta como suena eso?
Jen sonrió.
Lobo inteligente.
Jen txt: El tejido de cestas es perfectamente seguro.
Decebel txt: Entonces, ¿es toda una clase sólo para chicas?
—Lobo astuto —se burló Jen.
Jen txt: Define toda
Decebel txt: Completa, entera, única, total
Jen txt: Qué lindo
Decebel txt: Responde
Jen txt: Tengo que usar el baño de las niñas, ya regreso
Jen txt: Para tu información, el baño de las niñas es toda, completamente,
enteramente, totalmente de chicas :)
Decebel txt: ¡Jennifer!
Jen ignoró el último texto. No quería mentirle. Él sólo se preocuparía y
probablemente rompería algo. Se apoyó contra la pared y se deslizó hasta el suelo.
Cerrando sus ojos, se preparó a esperar con los demás para ver cuánto le tomaría
a Cynthia hasta poder cambiar. Su teléfono vibró varias veces más. No miró los
mensajes, pero sabía que serían probablemente en mayúsculas.
Mala Jen, pensó para sí misma.
* * *
Jacque caminó hacia el comedor y directo hacia los brazos de Fane.
«Eso está mejor» murmuró Fane en su mente.
«Yo también te extrañé.»
264
Se acurrucó en su pecho y dejó salir una respiración profunda. Hacerse
cargo de todo el drama del plan de Jen y la poción mágica de Cynthia la estaba
desgastando.
Aunque, todos ellos estaban un poco menos estresados al descubrir que le
tomó a Cynthia más de tres horas para cambiar después de beber la mezcla de
hierba gatuna. Por lo menos sabían que esa parte del plan funcionaría.
—Espero que no te importe, pero tu padre preguntó si comeríamos con
ellos y le dije que sí.
Jacque sonrió ante la mirada preocupada en el guapo rostro de Fane.
—Eso está bien, hombre lobo.
Mientras salían, Jen pasó por su lado.
—Te veré después en tu habitación, Jen —dijo Jacque con una actitud
calmada.
—Está bien, qué te diviertas. —Jen les guiñó un ojo y sonrió a Fane—.
Oye, sexy. ¿Estás cuidando de mi chica?
Fane se rió entre dientes.
—Siempre.
—Me refiero de todas las maneras —les lanzó Jen mientras continuaban
yéndose—. Sólo en caso de que no lo comprendieras.
—¿Dónde van? —preguntó Sally sentándose junto a Jen en la mesa.
—Asumo que a comer con Dillon —le dijo Jen—. Pero soy conocida por
equivocarme en raras ocasiones. Hay la posibilidad de que ésta sea una de esas.
Sally entornó los ojos.
—Debe ser agotador ser tú, Jennifer Adams.
—Es una gran responsabilidad, sin duda —dijo Jen seriamente—. Es decir,
las expectativas harían fracasar a la más débil mujer.
—Oh, sin duda.
265
—Sólo digo, Sal, no es fácil ser verde.
Sally resopló.
—No eres verde.
Jen descartó su comentario.
—Es todo relativo, chica.
Crina y Marianna ingresaron a paso lento, luego Costin. Cynthia fue
última. Estaban tratando de deshacer su “tiempo juntos”, así no parecía
sospechoso. Probablemente no estaba funcionando ya que todos se veían tan
culpables como el Profesor Plumb en el Conservatorio con el Candelabro.
Comieron rápidamente, todos deseosos de finalizar los planes para la
noche siguiente. Jen estaba lista para tener un tiempo a solas. Usando vagamente
la palabra sola: casi estaría con Decebel. Él le había estado mensajeando todo el
día, la mayoría de ellos equivalente al gruñido de su nombre. Odiaba dejarlo
colgado, pero había tenido que tomar las estúpidas lecciones de natación.
Sí, pensó ella. Escuchaste bien. Tenemos lecciones de natación, al igual
que mesas de billar. La última cosa que necesitaba era que Decebel la imaginara
inclinada sobre una mesa de billar con un montón de machos sin compañeras
alrededor de su… lo cual era lo que había sucedido exactamente.
Convenientemente dejaría salir un poco de eso esta noche cuando le escribiera.
Antes de que Jen pudiera dejar la mesa, Vasile habló.
—¿Todos recuerdan que esta noche hay otra reunión de manada?
—Mierda —murmuró Jen y fue seguida por varios otros murmurando
improperios similares en su pequeña pandilla.
Vasile levantó una ceja.
—¿Planes?
Los ojos de Jen se ensancharon y quedó congelada con la mirada del Alfa.
Su cerebro se detuvo, lo único que podía oír era una voz gritando: Redada.
—Ah, um —comenzó Sally—. Creo que Jen esperaba saltearse esto, con
todo lo que ha pasado.
266
Jen miró a Sally y quiso que ella viera la gratitud en sus ojos.
—Bien, supongo que podría decirse que no estás sintiéndote bien —dijo
Vasile pensativamente. Miró de vuelta a Sally—. ¿Estoy en lo cierto en asumir
que hay varias otras mujeres que quieren saltarse esto con Jen?
Sally asintió.
—Sí, Alfa. Señor.
Alina sonrió ante el nerviosismo de Sally.
—Está bien, entonces. Pero no van a dejar la habitación de Jen. Para nada.
—Vasile miró fijamente a cada una de las chicas.
—Sí, Alfa —dijeron todas al unísono.
Mientras Jen se paraba para irse, captó la mirada de Costin y articuló.
—Nos vemos.
Él dio un asentimiento leve.
Cynthia también asintió.
Desastre apartado, pensó Jen con un suspiro.
267
25 Traducido por Helen1
Corregido por LizC
stá bien, vamos a repasar una vez más —anunció Jen
mientras yacía en su cama.
Hubo un gemido colectivo a través de toda la
habitación.
—Jen, es casi la una de la mañana —se quejó Costin.
—Una vez más, después, les prometo que los dejaré ir.
Jacque bufó.
—Muy amable de tu parte, oh, gran genio.
Jen volvió la cabeza y le sonrió.
—Lo sé, ¿verdad?
—Vamos, Jen. Estoy cansada, de mal humor, y tengo un caliente hombre
lobo esperando en mi cama.
—De acuerdo, a las diez en punto Crina, Marianna, y yo estaremos…
—En el gimnasio —suministró Crina.
—Me aseguraré de que las bebidas enriquecidas estén en el lado en el que
los chicos van a sentarse —explicó Marianna.
—Y Jacque y Sally estarán… —Jen miró fijamente a las dos chicas.
—Haciendo nuestro camino a las habitaciones de los idiotas —dijo Jacque
secamente.
—Qué entusiasmo, Jac. Gracias.
—E
268
—Cynthia y yo estaremos afuera por debajo de las ventanas de las
habitaciones a la espera de las donaciones para la hoguera —agregó Costin.
—Muy bien. Entonces…
—Jacque irá al gimnasio y vigilará para ver si los chicos han perdido
completamente. Luego iremos de puerta en puerta repartiendo los volantes —
continuó Sally.
—Exacto. —Jen miró a Cynthia—. Y tú…
—Estaré esperando para oír de Jacque a través de mensajes de texto que la
fiesta ha comenzado, entonces encenderé el botín.
—¡Magnífico! Creo que lo tenemos, chicos y chicas.
—Finalmente —gimió Jacque mientras se levantaba y se estiraba—. Me
voy. —Se despidió con la mano a Jen y salió por la puerta.
Costin, Cynthia, Crina y Marianna estaban justo detrás de ella.
Sally permaneció al pie de la cama de Jen y miró a su amiga.
—¿Estás bien, Jen?
Jen le sonrió a Sally.
—Estoy mejor ahora que Decebel y yo podemos comunicarnos, incluso si
es sólo con mensajes de texto.
—¿Y estás segura de que quieres seguir adelante con esto?
—Estoy segura —dijo Jen con sencillez.
Sally asintió una vez.
—Está bien, entonces, Lucy. Te veré por la mañana.
—Qué duermas bien, Ethel.
Jennifer se levantó y se fue a prepararse para la cama. Lo único que quería
en ese momento era arrastrarse debajo de las mantas y luego pasar el tiempo con
un cierto hombre lobo melancólico.
269
Poniéndose unos pantalones deportivos y una camiseta larga manga, corrió
al cuarto de baño, se cepilló los dientes y se lavó la cara. Mientras se secaba la
cara con una toalla, se detuvo para mirarse en el espejo. Algo había cambiado,
pero ella no podía descifrar lo que era. Tenía el cabello tan largo y rubio como
siempre, sus ojos azul cristalinos, piel blanca y suave, y sin embargo, todavía
había algo.
Ella se encogió de hombros y tiró la toalla en el mostrador.
Mientras se subía a la gran cama suave, agarró su teléfono de la mesita de
noche. Se apoyó contra la cabecera con las muchas almohadas mullidas que
adornaban la cama y golpeó el icono de mensaje de texto en su teléfono.
—Ah, caramba —murmuró cuando vio un mensaje de texto tras otro de
Decebel.
Sabía que iba a ser malo, pensó mientras sus dedos comenzaban a moverse
con destreza a través del pequeño teclado en pantalla.
Jen txt: ¿Hola?
Jen contuvo la respiración mientras esperaba su respuesta. Y esperó y
esperó. Frunció el ceño ante su teléfono.
—Bueno, tal vez esté dormido —habló en la oscuridad. Unos cuantos
minutos pasaron sin respuesta.
Sintiéndose despojada y muy vacía, se acurrucó en las almohadas y puso
el teléfono a su lado. Sabía que debería haber contestado sus mensajes de texto,
pero también sabía que iba a estar molesto y preocupado si él se enteraba que ella
había pasado tiempo entre los otros machos.
Podría haber manejado eso mejor.
Jen había comenzado a seguir a la deriva en un sueño inquieto cuando su
teléfono sonó.
Miró a la pantalla a través de los ojos llenos de sueño. Estuvo a punto de
llorar cuando vio que era un mensaje de Decebel. No le importaba si le gritaba,
ella sólo necesitaba saber de él.
Decebel txt: Hola nena
270
Ahora ella lloró. Esperaba que él despotricara, pero en cambio él le envió
un simple “hola nena”. Lo podía oír en su mente, y ver la media sonrisa que
estaría en sus labios. Se echó hacia atrás y se limpió las lágrimas antes de
responder.
Jen txt: ¿No hay gritos?
Decebel txt: ¿Estás bien?
Jen txt: Físicamente sí
Decebel txt: ¿Alguien te tocó hoy?
Jen txt: No
Decebel txt: Sin gritos
Jen txt: Lamento no responder
Decebel txt: Entiendo por qué
Decebel txt: No significa que me guste
Jen txt: Me preocupé por ti
Decebel txt: Sí
Jen txt: No debería haberlo hecho
Decebel txt: No estoy enojado Jennifer
Jen txt: Gracias
Decebel txt: Te extraño. Me siento vacío
Jen txt: Yo también
Decebel txt: Te veré mañana en la noche
Jen se disparó hacia arriba ante las palabras en su pantalla. ¿Él iba a salir?
¿Mañana por la noche?
—No es bueno —murmuró. Bueno, iba a tener que conseguir que Costin
lo interceptara y detuviera de alguna manera. Ella soltó un bufido—. Sí, eso va a
funcionar muy bien.
271
Jen txt: Vas a salir ;)
Decebel txt: Vasile está hablando con los otros Alfas, explicando nuestra
situación
Jen txt: Eso es bueno
Decebel txt: ¿Estás feliz?
Jen txt: ¡Por supuesto! No tengo quien me gruña :)
Decebel txt: Es tarde
Jen txt: ¿Esa es tu manera de decirme que vaya a dormir sin ser mandón?
Decebel txt: Es mi trabajo cuidarte Jennifer
Jen txt: Oye B, es tarde y estoy cansada, creo que voy a decir buenas noches
Decebel txt: lol, esa es mi chica
Jen txt: Te extraño, buenas noches, xoxo
Decebel txt: Te extraño más, buenas noches nena, xoxo
Jen dejó su teléfono en la mesilla de noche y se acurrucó de nuevo en las
sábanas. Estaba exhausta, pero el descanso la eludía porque ahora tenía que
averiguar cómo iba a conseguir que Decebel no se enterara de su plan. Sabía que
después de haber estado dicho y hecho él estaría enfadado, pero su lema siempre
ha sido: “Es más fácil pedir perdón que pedir permiso”.
Parecía que el lema por fin iba a morderla en el trasero.
* * *
Decebel se recostó en la cama en su prisión temporal y pensó en la
respuesta de Jennifer ante su liberación mañana. Había esperado un poco más
que “eso es bueno”, y ya que no dudaba de sus sentimientos hacia él, sólo
quedaba otra explicación. Ella estaba tramando algo. Sonrió para sí mismo. Su
compañera lo iba a mantener listo y alerta, ninguna vida aburrida para él. Por
extraño que parezca, esperaba con interés los estragos que estaba seguro que ella
iba a causar.
272
Decebel cerró los ojos y se rió para sus adentros. Ahora, sólo era cuestión
de salir mañana y detener cualquier plan que ella y sus cohortes estuvieran
implementando sin matar a algunos inocentes, o no tan inocentes, machos.
* * *
—¿Cómo le va a Decebel? —le preguntó Alina a su compañero cuando ella
se acurrucó junto a él en su cama, con la cabeza en su pecho.
Vasile acarició su largo cabello oscuro con suavidad. Incluso después de
siglos aún no había nada mejor que su compañera en sus brazos, su olor
rodeándolo.
—Él parece estar un poco mejor desde que se puede comunicar con Jen.
Alina se echó a reír.
—No puedo imaginar a Decebel enviando mensajes de texto como un
adolescente enamorado.
Vasile sonrió y se rió con ella.
—No tengo ninguna duda de que ella es su compañera y al igual que todos
nosotros los machos, está completamente perdido sin ella.
—Así que admites que estarías perdido sin mí —bromeó ella.
—Mina, ma vad (mírame) —susurró.
Alina se echó hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, un privilegio que
pocos tenían.
—Eu sint nimic fara tine (no soy nada sin ti). Fara tine nimic in viata
aceasta ar insemna nimic (Sin ti, nada en esta vida significaría nada). —Vasile la
levantó para asío poder colocar ambas manos a cada lado de su rostro.
Suavemente, acarició sus mejillas y le encantó la forma en que su piel se sonrojó
bajo su mirada—. Sin ti, Alina, los colores no serían tan brillantes, las fragancias
no serían tan dulces, y los alimentos serían cenizas amargas en mi boca. Durante
los dos siglos que has estado a mi lado. No detrás de mí, sino a mi lado, como mi
igual. Durante estos dos siglos no sé si te he expresado alguna vez realmente lo
que eres para mí, lo que significas para mí.
273
Vasile le limpió las lágrimas que se habían escapado de sus ojos. Se inclinó
hacia delante y la besó suavemente, luego retrocedió lo suficiente para que
cuando hablara sus labios rozaran los suyos.
—Si Jacque y Jen son la mitad de mujer que eres, Fane y Decebel serán
bendecidos más allá de toda medida. Así que nunca, jamás dudes de que sin ti yo
vagaría por este mundo en oscuridad y desesperanza. Yo sería una cáscara de un
hombre, incapaz de liderar, incapaz de cuidar de mi manada. Te amo, Alina mía.
Se sentaron en silencio, frente con frente, los labios apenas tocándose.
Respirando el aire del otro, siendo literalmente la vida del otro. Cuando
finalmente apagaron la luz, envueltos en los brazos del otro, Alina susurró en la
oscuridad las palabras que había pronunciado durante su ceremonia de unión
hace mucho tiempo.
—Sufletul meu pentru dumneavoastra, in-ima mea pentru dumneavoastra,
viata mea pentru dumneavoastra (Mi alma por la tuya, mi corazón por el tuyo,
mi vida por la tuya).
«Siempre, Mina» susurró Vasile en su mente.
274
26 Traducido por AariS
Corregido por LizC
nímense, gente. —Jen aplaudió mientras entraba en la
pequeña habitación en la que había pedido, vía mensaje de
texto, que todos se reunieran con ella.
—¿Qué pasa, Reina del Drama? —preguntó Sally.
—Decebel me envió un mensaje de texto anoche. Les ahorraré los detalles
sensibleros, pero…
—Sería la primera vez —murmuró Jacque.
Jen hizo un gesto con la mano como cerrándose la boca e hizo callar a
Jacque.
—Lo que compartiré es que dijo que va a salir esta noche.
Murmullos ondearon a través de la habitación.
—Mierda.
—Genial.
—Perfecto.
—Sabía que esto pasaría —gruñó Costin—. ¿Sabes lo que va a hacerme
cuando averigüe que te ayudé, Jen?
—Tengo una idea bastante buena. Pero no vamos a desmadrarnos como
un puñado de aficionados.
—Pero somos aficionados, tú… —Antes de que Jacque pudiera terminar,
Jen interrumpió.
—Ajá, no hay necesidad de insultar.
—A
275
—Pooor favor, sé que me has llamado mucho peor. —Puso los ojos en
blanco.
—Jacque querida, eso es el pasado. Este es el ahora, y ahora mismo
necesitamos averiguar cómo vamos a evitar que el gran lobo malo descubra el
proyecto de los tres cerditos.
—¿Te acabas de referir a nosotras como los tres cerditos? —preguntó Sally
con incredulidad.
—Oh, por Dios. Bien. Tres cerditos calientes como el infierno que son un
verdadero desafío para la Sra. Piggy. ¿Mejor? —Jen batió sus pestañas.
—Estás de una forma rara, Jennifer Adams.
—Bien, así que lo que estoy pensando —continuó Jen—, es que Costin o
Cynthia tendrán que ser los que estén al acecho de Dec porque ustedes serán
capaces de olerle antes incluso de verle.
Costin gimió.
—Sabía que debería haberme quedado simplemente en mi habitación.
Cuidándome a mí mismo. Pero no, precisamente tenía que andar alrededor de las
calientes hembras sin compañero. Justamente tenía que ser de mi habitual
encanto.
—No hay problemas de autoestima en ese lado de la habitación, ¿eh? —
interrumpió Sally.
Levantó la mirada hacia ella y sonrió.
—Tengo una debilidad por las mujeres hermosas y ellas parecen tener
debilidad por mí.
—Definitivamente sin problemas de autoestima.
Jen siguió adelante, ignorando su juego.
—No creo que necesitemos cambiar nuestros planes en este punto. Creo
que simplemente tenemos que ser extra vigilantes.
—¿Acabas de usar la palabra vigilantes? —rió Jacque.
—¡Jacque! —gruñó Jen.
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—Bien, bien. Me callaré. Me doy cuenta que tu malvado plan te está
estresando.
—Honestamente —concordó Jen—. ¿Quién sabría que sería tan agotador
ser el villano?
—¿Nunca has visto ninguna película de Disney? —preguntó Sally mientras
todos se levantaban para ir a desayunar.
Jen la miró interrogante.
—En serio, Jen, ¿crees que todas esas malvadas brujas lucían como si
hubieran sido montadas con fuerza y puestas a secar porque es fácil ser malvada?
Cynthia, Crina, y Marianna, quienes habían estado sentadas en silencio a
lo largo de la reunión, perdieron su compostura ante esto.
Jacque y Jen estaban sonriendo de oreja a oreja.
—Creo que nos las hemos arreglado para corromper a nuestra pequeña y
dulce Sally. —Jacque chocó los cinco con Jen.
—Ya era hora, también. —Jen empujó a Sally con el hombro—. Estaba
empezando a pensar que estaba más allá de toda ayuda.
—Ustedes dos están perturbadas. Como, en serio necesitadas de pastillas
importantes y años de asesoramiento perturbadas.
Crina miró a Cynthia.
—¿Son todas las americanas así?
Cynthia guiñó un ojo.
—No, creo que es una cosa sureña.
Jen se desternilló de risa.
—Es como siempre digo, ¡nosotras las bellezas sureñas lo damos todo!
—¡Yee-haw! —gritaron Jacque y Sally mientras hacían su camino por el
pasillo.
277
—Una gran manera de no llamar la atención sobre nosotros, señoritas —
murmuró Costin mientras pasaban a otros miembros de la manada.
—Costin, cariño, no hay manera de no llamar la atención sobre todo esto.
Todas las chicas rieron mientras Costin ponía los ojos en blanco.
—Vamos a… —comenzó Jacque.
—Atracarnos de comida. Sí, sí, lo sabemos, princesa lobo.
* * *
Vasile esperó hasta que todos estuvieran sentados antes de dirigirse a ellos
acerca de los planes del día.
—Quiero darles a todos una actualización sobre la situación de Decebel.
Jen se sentó derecha, esperando a ver lo que diría Vasile.
—Alina y yo cenaremos con los demás Alfas esta noche, y tengo la
intención de abordar el tema de Decebel y Jen. Con suerte, una vez que explique
las cosas, estarán dispuestos a permitir que Jen y Decebel pasen algún tiempo
juntos sin exigirles que participen en más eventos.
Jen dejó salir el aliento que había estado conteniendo.
—¿Van a permitir que Decebel salga esta noche?
Los ojos de Vasile se suavizaron mientras miraba a la compañera de
Decebel.
—No lo sé aún, Jen. Si los Alfas no están de acuerdo, entonces
probablemente será mejor mantener a Decebel separado de todo el mundo hasta
que volvamos a casa.
Jen simplemente asintió en señal de comprensión.
—En cuanto al resto del día, nuestras hembras tendrán lecciones de
esgrima. Algunos de los machos mayores sin compañera vienen de un periodo de
tiempo en el que las armas no eran un método de guerra.
—Sin ofender, Alfa —Jen tomó la palabra—, pero decirnos que los machos
que deberíamos estar mirando como compañeros son lo suficientemente viejos
278
como para ser considerados exposiciones en museos de antigüedades no hace
mucho por el viejo libido.
Crina y Marianna se rieron disimuladamente mientras Sally puso los ojos
en blanco y cubrió su rostro con desesperación.
Vasile sonrió.
—Por lo tanto, entonces te hará feliz saber que tu compañero está al menos
a medio siglo de ser admitido en dicha exposición.
Jen lo miró fijamente.
—No está bien, V. No está nada bien.
Vasile se rió entre dientes y le dio un guiño.
—Comamos y vayámonos. Oh, y una cosa más, Jen —Vasile se dirigió a
ella, su rostro libre de sonrisas—. Por favor abstente de apuñalar a un pobre lobo
desprevenido.
Jen pestañeó inocentemente.
—¿Significa eso que puedo apuñalar a una bola de pelos prevenida?
Vasile gruñó.
—Me tomaré eso como una negativa. Recibido, Alfa, señor.
279
27 Traducción SOS por LizC y Nelshia
Corregido por LizC
had contestó el teléfono celular que vibró en su bolsillo.
—¿Qué? —le espetó a su contacto—. Entonces, ¿has
encontrado un lugar para llevarla? ¿Conseguiste la orina para verter
sobre ella? —Él escuchó—. Entiendo que pienses que es desagradable, pero sería
inútil ocultarla si ellos pueden olfatearla. La orina lo enmascarará. Haz lo que te
pido. Sabes el precio que tendrás que pagar si no lo haces. —Golpeó el botón de
finalizar y se metió el teléfono en el bolsillo.
Salió de la suite hacia el área contigua que se había establecido como un
comedor, y vio cómo dos de sus hembras apareadas preparaban la mesa para la
cena que se llevaría a cabo en menos de una hora. Se había asegurado de cada
detalle con mucho cuidado, hasta el momento en que le entregaría a Vasile, el
Alfa más grande en dos siglos, la bebida fatal.
Thad sonrió para sus adentros al pensar en la forma en que la semana se
había desarrollado. El Beta de Vasile estaba encerrado, y todos estaban tan
distraídos por la situación con él y la americana que no tenían ni idea de que había
un traidor entre ellos.
Se acercó al mini bar y se sirvió una copa. Él la levantó en el aire mientras
susurraba en voz baja:
—Por una noche para recordar. —Se bebió el licor de un trago, saboreando
el ardor que causó en su garganta.
Un golpe en la puerta se escuchó, sacándolo de su ensimismamiento. Hizo
un gesto a una de las hembras para abrirla.
Dragomir y su compañera Agnes entraron.
T
280
—Dragmoir. —Thad inclinó la cabeza hacia el Alfa de la manada de
Hungría, a continuación, se acercó a su compañera—. Agnes. Te ves
encantadora, como siempre. —Le tomó la mano y suavemente depositó un beso
en ella.
—Gracias, Thad. —Agnes sonrió genuinamente—. Nos sentimos
honrados de ser tus invitados y honrados de ser incluidos en este monumental
evento. Es hora de que dejemos de pelear entre las manadas y unamos fuerzas
para ayudar a nuestra especie sobrevivir.
—Hablas como una verdadera hembra Alfa.
Continuaron con una pequeña charla a medida que cada Alfa y su
compañera llegaban. Vasile y Alina fueron los últimos, ambos caminando con la
confianza que viene con el hecho de gobernar desde hace dos siglos. Thad se
obligó a sonreír y mostrar efusión con Alina así como lo había hecho con las otras
hembras. Se recordó que esta sería la última vez que tendría que ver a la pareja
envuelta en su propio poder. Ese pensamiento fue suficiente para provocar una
sonrisa sincera cuando él los invitó a todos a sentarse alrededor de la mesa.
Él planeó para ellos una cena tranquila, para dar a Vasile y su compañera
una buena última cena antes de que dejen esta vida. Luego él personalmente
entregaría a cada pareja una copa de su vino más antiguo y más caro. El veneno
comenzaría a inundar el sistema de Vasile en menos de media hora de
consumirlo, y todo el infierno se desataría.
* * *
—No puedo creer que ese cobarde gallina llorara cuando lo pinché con la
punta de mi espada —gruñó Jen mientras ella y las otras tres mejores amigas
subían las escaleras para reunirse en su habitación. Habían terminado de cenar
hace un par de horas y habían estado sentadas alrededor, dándole a la lengua
cuando Jacque miró su teléfono y se dio cuenta que faltaban sólo cuarenta y cinco
minutos para que Jen, Crina y Marianna supuestamente debían encontrarse con
los machos en el gimnasio.
—Jen, cortaste su muñeca. Eso es un poco más que un pinchazo —señaló
Sally.
—Se curó en menos de un minuto. Podría entender su lloriqueo si le
hubiera cortado la mano, pero en serio.
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Crina y Marianna se rieron de Jen a medida que todas se amontonaban en
su habitación.
Jen inmediatamente dio la vuelta y señaló a Jacque y Sally.
—Bien, ustedes dos tienen que encontrarse con Costin y Cynthia en —miró
su teléfono—, veinte minutos en el consultorio de Cynthia. —Se volvió hacia
Crina y Marianna—. Creo que deberíamos usar trajes de baño bajo la ropa. De
esa forma, si la capa superior sale, no estaremos mostrando los calzoncillos.
—Está bien, nos vamos a cambiar y nos encontraremos aquí en quince
minutos —le dijo Crina a medida que ella y Marianna se iban. Jen les hizo un
gesto, en dirección a su armario.
—Está bien, Jen. Nos vamos —gritó Jacque mientras ella y Sally se dirigían
a la puerta.
—Espera, aguarda. —Jen asomó la cabeza alrededor de la puerta del
armario—. ¿Qué le dijiste al hombre lobo que estarías haciendo esta noche?
—Que estaría pasando tiempo con Sally. Lo cual no es realmente una
mentira.
Jen sonrió, pero fue triste.
—Lamento que hayas tenido que ocultarle esto a él.
Jacque se encogió de hombros.
—Me consuela saber que Decebel va a patear tu trasero cuando todo
termine.
Sally rió.
—Gracias por eso, Jac —se quejó Jen.
—Es mejor ser realistas. —Jacque se despidó cuando ella y Sally se fueron.
Jen se detuvo en su armario, contemplando cuán enojado iba a estar el
Beta.
—No será bonito, eso es seguro —murmuró mientras continuaba la
búsqueda de su ropa.
282
Veinte minutos más tarde, Jen, Crina y Marianna se sentaban en medio del
gimnasio con una baraja de cartas, vasos que habían robado en la cena, y un poco
de vodka que Costin había adquirido de alguna forma a escondida. Habían puesto
las almohadas de sus camas alrededor de un círculo para descansar en ellas, y Jen
habían establecido su iPhone para reproducir música de club. Crina logró
averiguar cómo encender sólo la mitad de las luces, así que no estaba tan brillante,
pero un suave resplandor caía sobre el piso.
—Bien, ahora sólo tenemos que… —Antes de que Crina pudiera terminar
su frase, la puerta del gimnasio se abrió y entraron cuatro lobos.
—¿Dónde está el quinto hombre? —preguntó Jen con un guiño.
—El Alfa tenía un asunto para que él se encargara, así que señoras, tendrán
que conformarse con nosotros cuatro —respondió Damion.
—Estoy segura que nos las arreglaremos de alguna manera —coqueteó
Crina.
Jen indicó dónde debían sentarse y Marianna les pasó los vasitos de
chupitos.
—Bueno, vamos a empezar esta noche de inmediato. —Jen levantó su
copa llena con suficiente vodka para tomar de un trago—. ¡Por una noche para
recordar!
Todos levantaron sus copas y los tintineos llenaron la habitación mientras
ellos brindaban conjuntamente y bebían.
Jen vigiló a los cuatro lobos para ver si había algún indicio que se habían
dado cuenta que sus bebidas estaban alteradas. Ella sonrió cuando sostuvieron
sus vasos en alto por otro trago. Crina llenó los chupitos a medida que Jen
comenzaba a barajar.
—Bien, entonces, ¿saben cómo jugar al póker?
—Buscamos los detalles básicos en Internet —le informó Adrian.
Jen miró a Crina y Marianna por el rabillo del ojo.
—Excelente —es lo que salió de sus labios, pero estaba pensando: Como
quitarle un caramelo a un bebé.
283
Repartió las cartas.
—Vamos a mantener la sencillez y jugar a cinco cartas. Ahora bien, al igual
que en un juego regular, ustedes pueden optar por retirarse, pueden hacer un farol,
y pueden pedir. Ya que no estamos jugando por dinero, la manera más fácil de
determinar cómo van a quitarse la ropa se basa en las apuestas. Por ejemplo, si
apuestan un dólar eso sería igual a un calcetín. Si estuvieran apostando cinco
dólares eso sería una camisa, y así sucesivamente. ¿Tiene sentido?
—Así que, ¿cuanto mayor sea la apuesta, más íntima será la ropa que se
retire? —preguntó Damion.
—Exactamente. —Jen sonrió.
—Realmente has pensado en esto, ¿cierto? —preguntó Josif.
—Nosotros los occidentales nos tomamos nuestro póker muy en serio, sin
importar el método de pago. —Repartió las cartas en la mesa y recogió las suyas.
Todo el mundo hizo lo mismo y miraron a sus manos—. Bueno. Entonces, que
empiece el jugador a mi izquierda… Crina, has tus apuestas. —Jen la miró
expectante.
Más temprano, Jen les había dicho que se quedaran en el juego sólo cuando
la apuesta fuera menos de cinco dólares, y doblaran en cualquier otro momento.
A ella no le gustaba presumir, pero sabía de póker. Tendría a estos chicos en sus
calzoncillos en cualquier momento. Haría las grandes apuestas para atraerlos, y
sin importar el hecho de que fueran lobos, ellos eran hombres y ella era sólo una
chica. Ellos no querrían doblar las apuestas… ya sea que eso los hiciera parecer
inseguros y débiles.
Jen le había sonreído a Crina y Marianna entonces, y las hizo reír cuando
puso a reproducir “The Gambler” de Kenny Rogers. Marianna tuvo que
preguntar:
—¿Es que ustedes los norteamericanos tienen una canción para todo?
Su respuesta había sido:
—Deberías ver nuestra televisión real.
Crina plantó su apuesta.
284
Y así comienza, pensó Jen.
* * *
—Está bien, vamos. —Costin se frotó las manos con nerviosismo.
—¿Estás bien Costin? —preguntó Sally—. Pareces un poco nervioso.
Costin la miró y sonrió.
—Pregúntame después que sobreviva a esto con mi virilidad intacta.
Sally se sonrojó y rápidamente siguió a Jacque.
Llegaron a la parte inferior de la escalera en el lado este de la mansión. Las
habitaciones de la manada de Serbia estaban cerca.
—Está bien. —Señaló Costin—. Iré con ustedes y me aseguraré que las
habitaciones están vacías. Entonces Cynthia y yo iremos a esperar debajo de las
ventanas para que ustedes comiencen a arrojar las mercancías.
Jacque asintió. Sally se estremeció.
—Creo que voy a vomitar.
Jacque la agarró por los hombros.
—Resiste, Sal. Conseguiremos esto, ¿de acuerdo?
—Conseguiremos esto —repitió Sally, sonando de todo menos confiada.
Costin probó el pomo de la puerta de la primera habitación que él sabía
que era de Damion y Adrian. Se abrió suavemente en un interior oscuro. Sonrió.
—Está despejado, señoritas. —Él les hizo señas dentro—. Voy a ver las
otras dos y seguiré mi camino. Ustedes dos dense prisa, ¿de acuerdo?
Sally y Jacque asintieron a medida que empezaban a entrar en el cuarto
oscuro.
Jacque se fue en línea recta hacia el armario, mientras que Sally comenzó
a quitar las sábanas de las camas.
—Realmente creo que deberíamos estar usando guantes para esto. —Sally
se estremeció cuando tiró las sábanas y las enrolló en una bola.
285
—Oye, deja una de esas sábanas desenrolladas. Podemos poner toda la
ropa en una pila en la sábana y arrojar todo junto —gritó Jacque desde el armario.
—Buena idea.
Jacque salió del armario, con los brazos llenos de ropa.
—Hagamos esto.
Sally rió. Se acercó a la ventana y la abrió. Luego dio un codazo a la
pantalla mosquitera y esta cayó tres pisos más abajo, donde estaban Cynthia y
Costin.
Costin las saludó y les hizo señas para que ella comenzara a arrojar las
cosas hasta abajo. Sally sonrió y le dio un pulgar en alto. Ella agarró el primer
conjunto de sábanas y las arrojó fuera. Miró hacia abajo y vio a Cynthia
recogerlas y ponerlas en una carretilla.
De ahí en adelante trabajaron como una máquina bien engrasada. Jacque
corrió alrededor agarrando todo lo que posiblemente pudiera cubrir una parte del
cuerpo, Sally lo tiró por la ventana, y Costin y Cynthia lo agruparon en una
carretilla.
Cinco minutos más tarde, se movían a la habitación de al lado.
Sally empezó a tirar las sábanas de las camas de nuevo mientras Jacque
destrozaba una versión susurrada de “Heartless”. Sally se unió a ella mientras
trabajaban.
En el tercer y último cuarto, Sally se asomó por la ventana mientras dejaba
caer el último artículo de ropa.
—¿Cómo se está viendo la hoguera? —susurró tan fuerte como pudo.
Costin sonrió.
—¡Va a ser épico!
Ella se rió mientras Jacque la jalaba de vuelta.
—Vamos, Sal. No tenemos tiempo para coquetear.
La boca de Sally cayó abierta.
286
—Definitivamente no estaba coqueteando.
—Sólo sigue diciéndote eso, cariño. Tal vez cuando Jen se convierta en
una monja será verdad. —Se echó a reír mientras tiraba de Sally fuera de la
habitación y bajaban las escaleras. Se apresuraron en dirección al gimnasio.
—Me pregunto, ¿qué tan lejos han llegado en el juego? —preguntó Sally.
—No debería tomar mucho tiempo. Jen dijo que estaban jugando a cinco
cartas con descarte. Eso es un juego bastante rápido de póker. —Jacque aceleró
el paso mientras pensaba en cómo Jen podría estar sentada allí, tratando de
mantener a los hombres lobo desnudos ocupados.
Lograron llegar al gimnasio y miraron por las ventanas de las puertas.
Jacque se asomó silenciosamente y casi se muere de risa.
—¿Qué? ¿Qué está pasando? —Sally dio un tirón en la manga de Jacque.
Sacudiéndose con risitas silenciosas, señaló a la ventana.
Sally silenciosamente miró por el borde de la ventana y rápidamente se
cubrió la boca por lo que vio.
Marianna y Crina se sentaban, viéndose bastante incómodas, en sus trajes
de baño. Frente a ellas, cuatro hombres disgustados sentados con nada más que
calcetines. Habían tomado las almohadas y las colocaron sobre sus regazos. Jen
no se veía mucho más feliz cuando ella tiró de su camisa sobre su cabeza. Aunque,
todavía tenía sus pantalones.
Jacque sacó su teléfono y envió un mensaje a Costin para hacer que trajera
su trasero hasta aquí y ayudara a ir de puerta en puerta para anunciar la fiesta.
Sally y Jacque se fueron rápidamente y casi chocaron con dicho lobo.
—¡Whoa! Entonces, ¿estamos bien? —Él sostenía los volantes en sus
manos y le entregó a cada chica una pila.
Jacque asintió.
—Démonos prisa. ¿Has visto alguna señal de Decebel?
Costin negó con la cabeza.
—No, así que será mejor mover nuestros traseros.
287
Todos despegaron a la carrera, dirigidos a las escaleras. Llegaron a la
segunda planta y de inmediato comenzaron a llamar a las puertas. Al abrirse las
puertas sonrieron y empujaron volantes en las manos de los ocupantes.
Cuando llegaron al final de la segunda planta y estaban en camino a la
tercera, Jacque envió a Jen un texto, haciéndole saber que los animales estaban
en movimiento. Los hombres y mujeres lobo ya estaban dirigiéndose hacia el
gimnasio. Luego rápidamente escribió un mensaje de texto a Cynthia que decía:
“nena, enciende mi fuego”, y se rió disimuladamente mientras golpeaba enviar.
Jacque y Sally se habían adelantado a Costin, tratando de repartir tantos
volantes como fuera posible antes de que lo inevitable pasara.
Costin finalmente las alcanzó y tomó el resto de los volantes.
—Ustedes dos adelántense y salgan de aquí. Tengo un mal presentimiento.
Jacque se veía alarmada.
—¿Qué pasa?
Él las empujó.
—Sólo vayanse. Y dense prisa.
Las chicas no le preguntaron de nuevo, sino que se unieron a la multitud
de Canis lupis caminando por las escaleras.
Costin entregó el último volante y se fue. Había bajado el último escalón
de la escalera, cuando de repente una mano agarró su cuello.
—¿Por qué hay un incendio en el jardín delantero?
—Oh. Hola, Beta. —Costin rió nerviosamente—. Te dejaron salir. ¿Fue
por tu buen comportamiento, o…?
Decebel dio un paso hacia él y gruñó.
—Responde a la pregunta, Costin.
—El fuego… está bien, bueno. Verás, lo que sucedió… lo que pasa…
mierda. —Él gimió y decidió que sería mejor simplemente ceder—. Jen está
quemando la ropa, las sábanas, y todas las cosas de los machos sin pareja de la
manada de Serbia —escupió Costin finalmente.
288
Decebel lo miró como si le hubiera crecido una segunda cabeza.
—¿En dónde está mi compañera ahora? —La voz de Decebel fue tranquila,
demasiado tranquila.
—Um, obteniendo el resto de su ropa.
—¿De dónde?
—De, uh, los, um, machos. —Costin estaba tratando de detenerlo tanto
tiempo como podía, esperando que Jen ya estuviera fuera de la habitación.
—¿Cómo está consiguiendo la ropa de ellos, Costin? —Los ojos de Decebel
estaban brillando y sus colmillos descendieron.
—Es algo así como una historia divertida, en realidad. Verás, Jen, Sally,
Crina, Marianna, y Jacque…
—¿¡CÓMO!? —gruñó Decebel.
—Están jugando strip póker. —Costin dio varios pasos hacia atrás mientras
su Beta luchaba por controlar a su lobo—. Si te hace sentir mejor, Jen está
ganando. Creo. —En retrospectiva, decidió que tal vez esa última parte no era
realmente de ayuda.
Decebel extendió la mano y lo agarró por el pescuezo y lo empujó hacia
adelante.
—Llévame a ella.
* * *
Jen escuchó que su teléfono dejó escapar un pequeño pitido. Ella colocó su
actual mano de cartas boca abajo en el suelo delante de ella, y comenzó a
estirarse, levantando sus brazos por encima de su cabeza.
—Chicos, necesito un descanso sólo por un segundo. ¿Qué tal otro trago?
Los lobos enfrente de ella tenían los ojos pegados a su figura mientras se
arqueaba y se estiraba. Todos asintieron al unísono, pero no hablaron. Jen sonrió
a Crina, quien simplemente se rió entre dientes mientras servía otra ronda de
tragos.
289
Mientras Jen siguió estirándose, se inclinó hacia Marianna. Ella se acercó
a su oído y susurró:
—La caballería está en camino.
Marianna hizo un leve movimiento de cabeza y sonrió a los hombres,
mientras tomaban sus tragos.
Jen miró a su cuerpo medio vestido. Hombre, eso estuvo cerca, pensó.
Cuando la puerta del gimnasio se abrió de golpe y sus oídos se encontraron
con el ominoso silencio, supo que había hablado demasiado pronto.
* * *
Decebel y Costin llegaron a la puerta del gimnasio y Decebel tuvo una
sensación de déjà vu.
—Si mi compañera está en el otro lado de esa puerta… —murmuró la
amenaza sin terminar.
Varios lobos se habían reunido y estaban mirando por la ventana. Hubo un
murmullo a través de la multitud de: “¿Están desnudos?” junto con risitas y
carcajadas.
El Beta gruñó y la multitud se abrió como el mar rojo. Decebel caminó
lentamente hacia delante, y cuando llegó a la ventana, tuvo que clavar sus garras
en las palmas de sus manos para evitar entrar en fase por lo que vio. Todos los
lobos a su alrededor cayeron de rodillas mientras su poder se vertía sobre ellos.
Se volvió hacia la multitud.
—Todos vuelvan a sus habitaciones. Ahora. —Su tono tranquilo no
ocultaba la rabia dentro de él. Sin decir una palabra, los lobos se levantaron y
salieron rápidamente.
Decebel miró a Costin, quien seguía de rodillas.
—Levántate —le dijo con voz ronca—. ¿Sabías que ella iba a hacer esto?
¿Sabías cómo me sentiría al respecto y le permitiste hacerlo de todos modos? —
Sus ojos brillaban y estaba luchando con cada respiración para evitar que su lobo
golpeara al cachorro delante de él.
290
—Asumo toda la responsabilidad —le dijo Costin con firmeza.
—Voy a tratar contigo cuando haya terminado con ella. —Decebel lo
despidió.
Él casi tiró la puerta del gimnasio al abrirla y caminó dentro. El olor del
miedo golpeó su nariz mientras los cuatro hombres desnudos se dieron la vuelta
y encontraron sus ojos brillantes.
—Incó-modo —canturreó Jennifer mientras observaba a Decebel entrar
enfurecido. Ella se puso de pie, dejando el círculo de hombres desnudos y mujeres
semidesnudas.
Decebel miró a Jennifer lo suficiente para ver que ella estaba usando
pequeños trozos de tela que apenas cubrían sus partes esenciales.
Luego tuvo que apartar la mirada. Él se sacudió y luchó por el control, pero
casi lo perdió cuando se dio cuenta que sus compañeras de manada no llevaban
mucho más. Para el momento en que sus ojos se posaron en los machos una vez
más, estaba seguro de que había un charco de sangre en el suelo de sus garras
clavándose en sus manos.
Decebel estaba viendo rojo en este punto.
—¡Cambien a sus lobos! —le gruñó a ellos.
Esperó y cuando no pasó nada, tomó largos pasos amenazadores hacia
adelante.
—¿Se atreven a desafiarme mientras se sientan desnudos en una habitación
con mi compañera?
Damion gruñó, pero bajó los ojos.
—No podemos entrar en fase. Lo hemos intentado.
Los ojos de Decebel se dispararon a Jennifer.
Ella se encogió de hombros inocentemente, mordiéndose el labio inferior.
—Uups.
Ahora de pie, Marianna y Crina retrocedieron lentamente mientras
Decebel avanzaba hacia Jen.
291
—¿Qué hiciste? —le preguntó.
Ella miró a los hombres Serbios, luego otra vez a Decebel.
—¿Tenemos que hacer esto aquí, en frente de ellos?
—Costin —llamó Decebel.
—¿Sí, Beta?
—Por favor, asegúrate que estos hombres regresen a sus habitaciones de
forma segura. Tan pronto como se vistan Crina y Marianna, llévalas a sus
habitaciones también.
Crina y Marianna tenían sus ropas puestas antes de que terminara de
hablar.
Decebel se giró de nuevo a Damion.
—Si pones una mano sobre mi compañero de manada, voy a desgarrarte
miembro a miembro. Espero que esta experiencia te haya enseñado a no meterte
con nuestras mujeres.
Jen sonrió, pero rápidamente se desapareció cuando Decebel la fulminó
con la mirada.
—Tienes mi palabra de que no vamos a tomar represalias —gruñó
Damion.
Decebel asintió una vez e hizo un gesto a Costin para llevar al grupo fuera.
Él dejó escapar un lento suspiro. Cuando Jen empezó a hablar, levantó una mano
para detenerla.
—Vístete, por favor. —Su voz era tensa, sus ojos estaban entrecerrados.
Jen tomó su camisa y la deslizó por su cabeza, luego se deslizó en sus
zapatos.
—Vamos —le dijo él. Con suavidad, pero con firmeza, la tomó de la mano.
292
28 Traducido por ஓ¥anliஓ
Corregido por LizC
ecebel abrió la puerta de la habitación de Jennifer y le hizo señas
para que entrara. Él no había hablado desde el gimnasio. No
confiaba en sí mismo. Sin mencionar que su lobo le hacía morderse
la lengua, ya que, a pesar de que estaba enfadado, no permitiría que
Decebel hiriera a Jennifer con sus palabras.
Una vez dentro, ella se acercó a la cama y se dejó caer. Rodó sus hombros
en derrota. Odiaba verla de esa manera, pero no pudo librarse de la imagen de
ella apenas vestida delante de esos hombres desnudos.
—¿Por qué? —le preguntó, con voz ronca, mientras trataba de mantener a
su lobo bajo control.
Jennifer lo miró, sin lágrimas en los ojos, sólo simple determinación.
—Tenían que aprender a no meterse conmigo y los míos.
Decebel gruñó.
—Es mi trabajo protegerte y defender tu virtud.
—¡Y un demonio que lo es! —gruñó ella—. Es mi virtud, Decebel. ¡La
palabra clave es MÍ! No me voy a sentar como una pequeña compañera obediente
cuando alguien intenta algo contra mí. O contra ti, para el caso.
Decebel gruñó.
Jennifer se puso de pie y caminó hacia él, pero él se dio la vuelta. Estaba
demasiado enojado para su tacto. Su espalda no la detuvo.
—Siento haberme guardado esto de ti —le dijo mientras lo envolvía entre
sus brazos desde atrás—. Siento haberte lastimado. Lamento haberte preocupado.
D
293
Si te sirve de consuelo, ésta será probablemente la última vez que me quite la ropa
en público.
El pecho de Decebel retumbó.
—¿Probablemente? —gruñó.
Ella sonrió mientras frotaba la cara contra su espalda.
—Bueno, no voy a poner mi sueño de ser una chica de espectáculo de las
Vegas en un segundo plano por el momento.
Jen esperó mientras el lobo de Decebel lentamente se calmaba a medida
que ella lo abrazaba. Finalmente, él se volvió hacia ella. Puso sus manos a cada
lado de su rostro, empujando mechones de cabello rubio fuera del camino. Pasó
el pulgar suavemente por su labio inferior y Jen sintió que se quedaba sin aliento.
—Te he necesitado, y te eché de menos —susurró Decebel.
Jen no habló. No podía mientras la sostenía hipnotizada por sus brillantes
ojos ámbar. Él se inclinó hacia adelante e inhaló profundamente. Sus ojos se
cerraron mientras su pecho retumbaba a medida que gruñía.
Luego, sus labios estaban sobre los suyos. Suaves al principio, pero luego
deslizó la lengua por sus labios y Jen se quedó sin aliento ante el contacto.
Decebel comenzó a retroceder hasta que Jen sintió la cama contra la parte
posterior de sus piernas. Él la puso de espalda sobre la cama, cubriendo su cuerpo
con el suyo, nunca rompiendo el beso. Las manos de Jen subieron por su propia
voluntad y pasó los dedos por su cabello, suspirando ante la suavidad.
Decebel la apretó con más firmeza en el colchón y ella sintió su mano en
su pantorrilla. Poco a poco pasó la mano a la parte posterior de su muslo, tirando
de su cuerpo más cerca hasta que su mano ahuecó su trasero.
Jennifer gimió al sentir su mano sobre ella, no es que ella nunca hubiera
tenido a un hombre poniendo su mano en su trasero, pero esto era diferente.
Muchísimo más íntimo y posesivo. Decebel dejó rastros de besos por sus mejillas,
su cuello, hasta su clavícula mientras Jen trataba de recuperar el aliento.
Cuando él le mordisqueó, ella jadeó. El sonido se abrió paso entre la niebla
de deseo que había nublado la mente de Decebel. Se echó hacia atrás y la miró a
los ojos, acariciando suavemente su rostro con las yemas de los dedos.
294
—Deberíamos parar —susurró mientras trazaba sus labios rojos y húmedos
en un estado de trance.
—Ajá —murmuró Jen.
—Jennifer —gruñó Decebel—. Dime que me detenga.
Jen cerró los ojos con el fin de escapar de su abrasadora mirada ámbar.
Respiró hondo y soltó el aire lentamente. Aclarando su garganta, por fin pudo
hablar.
—Decebel, quiero que te detengas. —Ella abrió un ojo para echar un
vistazo hacia él—. ¿Cómo estuvo eso?
Una sonrisa amenazaba con cruzar sus facciones.
—Casi convincente.
Un pensamiento golpeó en la mente de Jen mientras consideraba lo que él
le estaba pidiendo que dejara de hacer.
—¿Eres virgen?
Decebel sacudió la cabeza y se echó a reír.
—Eres muy contundente, ¿no es así?
Jen arqueó una ceja.
—Jennifer, tengo 125 años de edad —le dijo, como si eso lo explicara todo.
—Eso no es una respuesta —gruñó ella. Entonces otro pensamiento la
golpeó—. ¿Debería espantarme que seas tan viejo?
—Si quieres que lo explique detalladamente como una ciencia, realmente
un Canis lupis envejece un año por cada seis de un humano. Tengo más como
veinte en “tus años”, en un sentido. Si alguien debería espantarse esa debería ser
Jacque. Fane tiene sólo tres.
Eso hizo reír a Jen.
—Oh, esto es demasiado divertido. Definitivamente voy a tener que meter
eso en su cabeza. —Luego se tornó seria—. Bien, entonces veinte los puedo
manejar. Ahora, Capitán Evasor, responde a la primera pregunta.
295
—No.
Jen pareció desconcertada.
—No. ¿Te niegas a responder?
Decebel gruñó.
—No, la respuesta a la pregunta es no.
Jen se limitó a mirarlo, no muy segura de cómo responder. Sabía que no
debía escandalizarse, pero no pudo evitar sentir el dolor que cruzó su corazón por
su respuesta.
—¿Estás bien? —preguntó Decebel con suavidad.
—¿Cuándo fue la última vez? —le preguntó en voz baja, y Decebel gimió.
—¿Realmente quieres hacer esto?
—¿Cuándo, Decebel?
Él inclinó su cabeza de vuelta para que lo mirara cuando ella trató de
rehuir.
—Ya han pasado cinco años.
La boca de Jen se abrió.
—Oh. —Sus ojos se movieron hacia el techo.
Decebel le acarició la mejilla con suavidad.
—¿Estás bien?
Después de un momento, ella inhaló a través de sus dientes apretados.
—Bueno, yo nunca pensé que saldría con un perdedor… ¿Cinco años? —
Sus ojos se encontraron con los suyos ahora, formándosele una sonrisa burlona—
. Realmente sobrestimé tu sensualidad.
Él rodó alejándose de ella y pasó un brazo sobre su cara.
—Eres exasperante, mujer.
296
—Eso es lo que te gusta de mí. —Decebel gruñó sin comprometerse—. Así
que… ¿significa eso que ya no estás enojado conmigo? —preguntó Jen
esperanzada.
Él levantó el labio en una mueca, y ella pudo ver sus colmillos todavía
desplegados.
—Voy a tomar eso como un “Cuando se congele el infierno”. Es bueno
saber.
Luego, aleatoriamente.
—¿Acaso Matty —gruñó Decebel el nombre—, te tocó?
Ella se echó a reír.
—¿De verdad aún estás perturbado por eso? —Cuando él no respondió,
ella resopló y puso sus ojos en blanco—. Nos besamos, pero eso es todo. Y sólo
lo hice para mantenerlo ocupado de modo que Sally pudiera escaparse de allí.
Decebel la tomó por sorpresa cuando estuvo sobre ella una vez más, su
boca cubriendo la suya.
De repente, la puerta de la habitación de Jen se abrió de golpe, y Decebel
rodó lejos de Jen con un aullido de dolor y rabia.
Jen se incorporó y vio a un muy asustado Costin en su puerta. Sintió un
tirón en su interior, casi como un ligamento siendo estirado, pero no estaba ni de
cerca dolorida como Costin y Decebel obviamente estaban.
Decebel gruñó mientras se forzaba a ponerse en pie.
—¿Qué le ha pasado? —apretó sus dientes.
Costin negó con la cabeza, visiblemente luchando a través de su propio
dolor.
—Se desplomó en la cena que estaba teniendo con los otros Alfas. Alina
cayó a su lado. —Los ojos del lobo lucían cada vez más salvaje cuanto más
hablaba.
Decebel agarró la mano de Jen y se dirigió hacia Costin.
—¿Dónde está Fane?
297
—Él está de camino con Jacque a la suite… —jadeó—… donde es la cena
—explicó Costin mientras se dirigían hacia las escaleras.
Jen se detuvo cuando dos puertas se abrieron y Crina, Marianna, y Sally
salieron al pasillo.
Crina y Marianna estaban dobladas de dolor.
Decebel gruñó de nuevo, apoyándose a sí mismo en la barandilla de la
escalera. Jen le soltó la mano y corrió a ayudar a las chicas.
—¿Qué ha pasado? —Crina se estremeció.
—Vasile ha caído —les dijo Decebel, todavía luchando por el dolor—.
Jennifer, tú y las otras hembras métanse en una habitación y cierren la puerta.
Jen lo miró a los ojos.
—No, yo voy contigo. Todas vamos contigo. —Cuando él empezó a
interrumpir, ella lo cortó—. Sally podría ser capaz de ayudar.
Decebel entrecerró los ojos.
—¿Cómo?
—Ella es una sanadora gitana. Puede curar a los hombres lobo.
Tanto la cabeza de Costin como la de Decebel se giraron para mirar a Sally,
con sus bocas abiertas. Sally parecía como si quisiera meterse en un agujero.
—¿Cómo sabes eso? —preguntó Decebel.
Sally comenzó con:
—No ha sido confi… —pero Jen habló sobre ella.
—Ella identificó la hierba que evita que los lobos cambien sin siquiera
buscarla. Ella simplemente lo supo. Cynthia dijo que eso es sólo un don que las
sanadoras gitanas tienen y que no ha habido una en una manada en más de un
siglo.
Decebel no podía creer lo que estaba oyendo. ¿Cuáles eran las
probabilidades de que una mestiza, una latente, y una sanadora gitana terminaran
298
siendo las mejores amigas y todo en la misma manada? El destino realmente tenía
sus manos en la Manada Rumana.
—Está bien, vamos —reconoció—. Pero no te quiero fuera de mi vista.
Jen asintió una vez, y luego comenzó ayudar a Crina a caminar. Sally y
Marianna les siguieron mientras Costin abría la marcha.
299
29 Traducido por Isa 229
Corregido por LizC
ras dos horas cenando, Thad estaba finalmente listo para repartir
las bebidas. Los asistentes sacaron dos bandejas. Se acercó y
empezó a repartirlos. La última copa, se la entregó a Vasile.
Thad levantó la suya.
—Quiero brindar por una nueva era para nuestra especie. Ahora es nuestro
momento. Espero que muchos de los miembros de nuestra manada encuentren a
sus compañeros y seamos capaces de cargar a los cachorros una vez más. Por
cada uno de ustedes.
Una onda de mutuo acuerdo fluyó a través de la sala mientras cada uno de
ellos tomaba un trago de sus vasos. Thad vigiló a Vasile para asegurarse de que el
Alfa bebiera bastante del vino para que este sea eficaz. Cuando lo vio drenarlo,
tuvo que dominar la sonrisa que brilló en su cara.
Vasile miró a su compañera y sonrió.
—Te ves hermosa, Mina.
Alina se ruborizó.
—Todavía encantador, mi Alfa.
—Siemp… —Vasile intentó terminar la frase, pero de repente sintió un
gran peso en el pecho y tuvo dificultades para respirar.
—Vasile. —La voz de Alina sonó preocupada mientras levantaba el rostro
de su compañero para que la mirara. Ella jadeó cuando vio al lobo observándola
de vuelta.
—Veneno —le dijo el lobo, y sus ojos rodaron hacia atrás mientras se
derrumbaba.
T
300
Alina sólo tuvo un momento para darse cuenta de lo que había pasado
antes de que ella misma no pudiera respirar. Era como si algo estuviera
aplastando su pecho, tirándola hacia abajo.
Todo se puso oscuro y, también, cayó al piso.
Jadeos y gritos irrumpieron por toda la habitación mientras Víctor se
apresuraba al lado del Alfa caído.
—Hay pulso pero es débil. —Víctor miró a Thad—. Rápido, encuentra a
la doctora que Vasile trajo con su manada.
Thad asintió una vez y se volvió a susurrar al oído del miembro de su
manada, que luego corrió fuera de la habitación.
Thad se volvió a donde yacían inmóviles Vasile y Alina. Tuvo que
obligarse a sí mismo a actuar como si pareciera importarle. Ayudó a Víctor y
Dillon a levantar al Alfa y llevarlo a la habitación contigua. Dragomir recogió la
silueta inerte de Alina y suavemente la puso al lado de su compañero.
Agnes y Adrianna tenían lágrimas recorriéndoles por sus mejillas mientras
veían.
El grupo vio cómo las formas de Vasile y Alina comenzaban a
convulsionar.
—¡Qué alguien los ayude! —sollozó Agnes.
Dragomir envolvió a su compañera entre sus brazos y le susurró
suavemente.
Dillon, quien estaba respaldado en la puerta, casi fue derribado cuando
Fane, Decebel, Sorin, Cynthia, y un montón de hembras llegaron corriendo a la
habitación.
Jen se detuvo bruscamente cuando vio a Vasile y Alina acostados en la
cama grande, sus cuerpos convulsionando. Su mano cubrió su boca cuando sus
ojos se llenaron de lágrimas. Sally se alejó de Marianna rápidamente… una fuerza
invisible la jalaba hacia la cama.
Cuando Sally se acercó, Fane se giró y gruñó, pero Cynthia lo empujó.
—Déjala pasar —refunfuñó Cynthia.
301
La habitación entera se sumergió en el silencio mientras Sally, en un estado
parecido a un trance, se acercó a la cama. Subió al lado de Vasile y colocó su
mano en su corazón. El cuerpo de él se calmó inmediatamente.
—¿Qué dem…? —Los murmullos cesaron a través de la habitació mientras
que las bocas caían abiertas y las cejas se elevaban.
Sally se inclinó sobre Vasile y colocó su frente contra la de él. Ella cerró
sus ojos y su respiración se hizo profunda y lenta, como si hubiera caído en un
sueño profundo.
—Supongo que tenemos la confirmación —susurró Jen en dirección a
Cynthia.
—¿Qué está haciendo? —gruñó Fane a la doctora mientras miraba a Sally.
—Es una sanadora —dijo Cynthia con asombro—. La primera sanadora
gitana en más de un siglo. En nuestra manada.
Aquellos bastantes viejos para entender el significado de sus palabras se
hincaron sobre una rodilla.
Jen tiró de la manga de Decebel. Sus ojos brillaban y pudo ver el sudor que
se había roto en su frente.
—¿Por qué se arrodillan?
—Es un gran honor estar en la presencia de una sanadora. Otras manadas
se arrodillarán en señal de respeto.
Después de lo que pareció una eternidad, Sally finalmente se sentó. Ella se
volvió a Decebel.
—Su cuerpo ha sido envenenado con una hierba. Es común en estos lares.
Moonseed. —Sus ojos estaban desonfocados mientras hablaba.
—¿Cómo? ¿Quién haría esto? —gruñó Decebel mientras miraba alrededor
de la habitación. Se preguntó si miraba duramente sería capaz de ver la
culpabilidad de los demás.
—Eso no importa ahora —continuó Sally en voz baja—. Necesita el
antídoto. Se está desvaneciendo rápido, y Alina aún más rápido. Necesita
Wolfsbane. Contrarrestará el veneno.
302
Marianna dio un paso adelante.
—Sé cómo se ve el Wolfsbane. Puedo ir por algunos, crece en la ladera de
la montaña.
Jen miró a Jacque y a Fane, vio el horror y el miedo en sus ojos. Estaba tan
harta que la gente siguiera hiriendo a quienes ella amaba. Decebel se acercó a la
cama mientras Sally bajaba para permitirle acercarse aún más. Mientras estaba
distraído, Jen se deslizó hacia Marianna.
—Vamos, iré contigo —susurró en su oído.
Marianna la miró y una pequeña sonrisa apareció.
—Está bien. —Ella asintió y ambas retrocedieron lenta y silenciosamente
hacia la puerta. Nadie las miró. Todos los ojos estaban clavados en el Alfa caído
y su compañera.
Marianna y Jen se apresuraron a través de la mansión.
—Vamos a necesitar una linterna para ti —le dijo Marianna e hizo un
pequeño desvío.
—¿Dónde vamos a encontrar linternas?
—Hay un cobertizo justo fuera de la puerta oeste. Estoy cruzando los dedos
para hallar uno allí.
—Bien pensado.
* * *
Marianna seguía echando un vistazo a Jen por el rabillo del ojo, segura que
ella sería capaz de percatarse de su culpabilidad. Lograron salir por la puerta y
dirigirse directamente al cobertizo, el cual tenía una luz brillando en la parte
delantera, iluminando la entrada. Ambas se apresuraron y comenzaron a hurgar
en los estantes.
—La tengo. —Jen sonrió, sosteniendo una gran linterna industrial. Ella la
encendió y brilló alrededor del lugar.
—Perfecto —concordó Marianna—. Bien, vamos antes de que Decebel se
de cuenta que te has ido.
303
Salieron del cobertizo y se dirigieron a la parte frontal de la finca,
apresurándose para lograr salir por las puertas y adentrarse en la ladera de la
montaña oscura.
Ambas chicas se estremecieron cuando el frío las golpeó, ninguna de las
dos había pensado en tomar un abrigo en su apuro. Marianna sabía que Thad se
había asegurado en destruir todo el Wolfsbane cerca de la mansión, por lo que
tendrían que caminar por un buen rato para encontrarlo.
—¡OIGAN! Esperen.
Las cabezas de Jen y Marianna dieron vuelta para encontrar a Sally
persiguiéndolas, con su propia linterna en mano. Por supuesto Sally pensaría en
conseguir una linterna, ella siempre estaba preparada.
—¿Sally, qué haces? —preguntó Jen de prisa.
—Te vi moverte sigilosamente. Puedo ayudar. Sé qué hacer una vez que
encontremos la hierba. Tiene que ser preparado de cierta manera especial.
Marianna entrecerró los ojos hacia ella.
—¿Qué quieres decir?
—Las pequeñas hojas tienen que ser separadas y empapadas en agua salada
caliente para sacar las propiedades curativas. Si sólo aplastas la planta y las
mezclas en el agua no valdrá nada.
—Está bien, pero ten cuidado —refunfuñó Jen.
—Oh, eres la que habla de tener cuidado —chasqueó Sally desde atrás.
Marianna comenzó a andar más rápidamente y Jen y Sally tuvieron que
alargar su zancada para mantenerse a su lado.
—Probablemente vamos a tener que andar lejos. Pienso que si nos
separamos entonces vamos probablemente a encontrarlo más rápido.
—Divide y venecerás, suena como a un plan.
—Sally, ve al extremo izquierdo —le dijo Marianna y señaló en la
dirección que quiso decir—. Jen, ve al extremo derecho, yo iré directo. Busquen
una planta con hojas verdes oscuras y una flor morada.
304
—Oscuro y morado. Bien, hagámoslo.
Jen se dirigió en la dirección que Marianna había instruido.
Ella iluminó su linterna en el suelo, lado a lado, barriendo a través de los
arbustos. Todo el rato murmurando: “morado, morado, oscuro, oscuro,” bajo su
aliento.
Jen había caminado durante media hora cuando sintió un escalofrío
recorrer su columna. Se detuvo a media zancada y lentamente se dio vuelta en
círculo. Mirando hacia los árboles, apuntó la luz hacia el follaje. Alguien la estaba
siguiendo. No, alguien la estaba acosando.
—¿Quién está ahí? —Jen continuó enfocando la luz y entrecerró sus ojos,
tratando de penetrar la oscuridad. De repente una forma oscura arremetió contra
ella. Se le cayó la linterna al levantar sus manos y proteger su cara. Fue golpeada
bruscamente, sacando el aire de sus pulmones. Su cabeza salió despedida hacia
atrás y escuchó un crujido cuando su cráneo golpeó algo duro. Lo último que vio
antes de que la oscuridad la consumiera fue unos dientes afilados y ojos brillantes.
* * *
El lobo que era Marianna agarró la pierna del pantalón de Jen y comenzó
a tirarla hacia lo más profundo en las montañas.
La arrastró constantemente por varios kilómetros hacia la profunda
caverna que había encontrado. La loba puso a Jen boca arriba justo en el borde
de la misma. Luego Marianna gradualmente volvió a su forma humana; tembló
ante la pérdida de su pelaje, pero rápidamente se sacudió y agarró los cubos de
orina de lobo que Thad había insistido que tomara, los cuales había escondido el
día anterior.
Ella volvió al lado de Jen mientras ésta comenzaba a gemir y a volver en
sí.
—Diablos —gimió Jen.
—Lo siento, Jen. Lo siento, pero tengo que hacer esto. —Marianna empujó
las piernas de Jen sobre el borde de la caverna.
Jen jadeó y sus brazos se estiraron temblando en busca de algo, cualquier
cosa. Marianna le dio otro empujón y Jen se deslizó sobre el borde. Su estómago
305
se raspó contra la piedra mientras que su camiseta se subía; sus uñas se rasgaron
mientras trataba de agarrar algo para no caerse.
Jen se deslizó más y más, sus pies empujándose hacia cualquier roca que
pudiera darle un punto de apoyo. Finalmente sintió una raíz que sobresalía y la
agarró, aferrándose desesperadamente de esa cuerda vital. Ella miró hacia arriba
y apenas pudo ver a Marianna en la oscuridad, inclinándose sobre el borde, con
un cubo de algo en la mano.
—¿Por qué haces esto? —preguntó Jen, su voz apretada del miedo y la
tensión de sostenerse.
—No entenderías. —Marianna tenía lágrimas por sus mejillas—. Tienes a
tu compañero. ¿Cómo podrías entender?
—Pruébame —gruñó Jen.
Marianna limpió sus lágrimas.
—Estuve enamorada. Él era humano.
La boca de Jen cayó abierta.
—¿Y tu compañero?
—¿Qué pasa con él? —escupió Marianna—. No lo veo por aquí. ¿Y tú,
Jen? Quién sabe cuánto tiempo tarde hasta encontrarlo. Podría tardar siglos, sin
embargo, Vasile espera que viva sola, vacía.
—Él sabe que sólo tu compañero hará que el vacío desaparezca, Marianna
—dijo suavemente Jen, tratando de razonar con la loba enfurecida.
—Era feliz con Drey. Me hacía reír. —Los ojos de Marianna se nublaron
mientras que los recuerdos llenaban su mente. Luego su rostro se oscureció—.
Vasile lo descubrió e hizo enviar a Drey a los Estados Unidos. Me prohibieron
verlo, o a cualquier otro ser humano. Ya no estar más bajo el mando de Vasile es
la única manera en que puedo estar con Drey.
—¿Lo envenenaste? —Los ojos de Jen se ampliaron mientras su
respiración se aceleraba.
—No. Thad lo hizo. Thad accedió a dejarme unir a su manada, y si no
encuentro a mi compañero entre ellos, accedió a dejarme ir a Estados Unidos
306
para encontrarme con Drey. Me dijo que tenía que deshacerme de ti. Piensa que
al deshacerse de ti se estará encargando también del Beta. Decebel se matará por
pelear contra la manada de Thad o morirá buscando tu cuerpo. También tiene
planes para Fane… se implementarán con el tiempo también.
Jen no podía creer lo que estaba oyendo. Sus brazos estaban cansándose y
empezaban a temblar. Tenía que intentar que Marianna cambiara de alguna
manera su opinión.
—Marianna, no tienes que hacer esto. Podrías dejarme ir y sólo marcharte.
No se lo diré a nadie.
Marianna se rió.
—Thad me mataría si no terminara la tarea que me ha dado. Lo siento,
Jen. De verdad me agradas, pero amo a Drey, y no voy a desperdiciar mi vida
esperando por un compañero que nunca podría encontrar.
Empezó a inclinar el cubo de líquido y Jen sintió nauseas mientras el hedor
golpeaba su nariz un segundo antes de que el frío fluido la empapara. Jen escupió
y tosió, tratando de que no entrara en su boca.
—Lamento la orina, pero Thad insistió —le dijo Marianna mientras ella
recogía otro cubo y lo vertía—. Dijo que cubriría tu aroma y que les llevaría más
tiempo encontrarte.
Las manos de Jen comenzaron a deslizarse mientras que la raíz en la cual
se sostenía empezaba a deslizarse por la orina. Ella trató de ahogar el grito que
salió cuando se resbaló, ganando sólo su alcance en el último segundo.
—Harías cualquier cosa para estar con Decebel, Jen. Eso es lo que tengo
que hacer para estar con Drey.
—Decebel es mi compañero, Marianna. No es lo mismo. No estarás
satisfecha con el humano. —Jen intentó otra vez, pero sabía que era inútil
mientras Marianna se paraba.
—Me tengo que ir, no quiero que ellos vengan a buscarme. Ruego para que
tu muerte sea rápida y así no sufras. —Y luego ella se había ido.
307
Jen miró arriba hacia la oscuridad, comprendió justo antes de que sus
manos se deslizaran que ella iba a morir. Una lágrima se deslizó por su mejilla
mientras que su agarre aflojaba en contra de su voluntad.
Gritó roncamente mientras caía. No fue tan profundo como pensó, la caída
no duró mucho, pero no suavizó el aterrizaje. Ella golpeó el duro suelo y una vez
más, la oscuridad asumió el control.
308
30 Traducido por Brenda3390
Corregido por LadyPandora
ally finalmente encontró la hierba de flor púrpura. Corrió, su linterna
rebotando sobre el suelo. Ella cayó al suelo junto a la planta y
comenzó a cavar para sacar la planta por la raíz. No sabía cómo lo
sabía, pero sabía que tenía que tener la raíz unida para que el antídoto
fuera potente.
Cavó y cavó, sus uñas cubriéndose de suciedad, y finalmente sacó varias
plantas. Las metió en su camisa y comenzó a correr de nuevo. Cada vez más
rápido se empujo a sí misma, la urgencia por regresar llevándola como una
manada de lobos furiosos.
Sally no le dio importancia a Marianna o Jen, pensó que eran chicas
grandes y podían arreglárselas por sí mismas. Finalmente vió la masiva puerta de
entrada de la finca. Mientras entraba deprisa por la puerta, y se precipitaba por
las escaleras hacia la puerta principal, casi corrió contra Cynthia.
—Umph —gruñó Sally cuando se obligó a detenerse. Miró hacia la
doctora—. ¿Sigue vivo?
—Sí, pero por muy poco —le dijo Cynthia tristemente—. Quiero que
hagamos esto en mi oficina. No quiero decirle a nadie lo que estamos haciendo,
y cuando le demos el antídoto no le diremos a nadie que lo tenemos.
—¿Sabes quién lo envenenó? —preguntó Sally mientras sus ojos se abrían
más.
—No, pero tuvo que ser alguien en esa pequeña cena. Voy a tratar de hacer
que Fane y Decebel indaguen en la habitación, pero los dos están muy volátiles
en este momento. —Cynthia ladeó su cabeza a un lado—. Especialmente Decebel
desde que se dio cuenta que su compañera ha desaparecido.
Sally miró tímidamente al suelo.
S
309
—Ella está fuera con Marianna buscando Wolfsbane.
Cynthia asintió una vez e hizo eco de los pensamientos de Sally.
—Bueno, son chicas grandes. Pueden arreglárselas solas. Ahora, tú y yo
vamos a hacer el antídoto.
Cynthia tiró de Sally a la mansión y se apresuraron a su oficina.
Sally sacó las plantas y le dijo a Cynthia que le consiguiera un recipiente
con agua caliente y algunos viales pequeños.
Cynthia colocó los artículos en la mesa de laboratorio frente a Sally.
—Esto es tan extraño —murmuró Sally.
—¿Qué?
—Yo sabiendo qué es lo que tengo que hacer. Es como si alguien hubiera
encendido un interruptor.
Sally trabajó rápido, removiendo las hojas y sumergiéndolas en agua
caliente. Llenó el recipiente hasta que todo lo que se podía ver eran hojas oscuras
flotando en él. Tan pronto como el agua estuvo a temperatura ambiente, sabía
que estaba listo. Tomó dos viales y los llenó.
Algo hizo clic cuando sostuvo los frascos en sus manos. Sally cerró sus ojos
y sintió la magia, esa era la única palabra que se le ocurría, fluyendo a través de
ella mientras invocaba las propiedades curativas de la planta. Su boca empezó a
moverse mientras susurraba las palabras que aparecieron en su mente.
—Eres llamado la perdición del lobo cuando en realidad sanas.
Te invoco hoy para buscar el veneno destinado a robar.
Penetrar en el lobo y verter vida de nuevo en él.
Dale fuerza a mi Alfa, no lo dejes caer.
Sally abrió sus ojos y una sola lágrima se deslizó en uno de los frascos. De
repente el líquido empezó a brillar de un color blanco puro.
—Está hecho —le dijo Sally a Cynthia resueltamente.
310
Cynthia asintió. Sacó su celular y envió un mensaje a Decebel.
Cynthia txt: En camino
—Vamos.
* * *
Decebel se paseaba, su lobo estaba preocupado y herido. Su Alfa estaba
cerca de la muerte. La compañera de su Alfa estaba al borde la muerte. Y la
compañera de Decebel se había marchado sin siquiera un “nos vemos, bola de
pelos”. Cynthia acababa de mandarle un mensaje avisando que ella y Sally
estaban de camino con el antídoto. Ahora sólo tenían que orar para que
funcionara, que Sally realmente fuera una sanadora, aunque parecía que si lo era.
Pidió a todos que salieran excepto los miembros de la manada, y los demás
salieron a la habitación donde sólo unas horas antes los Alfas se habían reído y
burlado de sus manadas.
Decebel siguió mirando hacia abajo a los lobos a través de la puerta abierta,
su lobo buscando al que se atrevió a herir a Vasile, pero su mente era un desastre,
nublado con demasiados sentimientos. Estaría más tranquilo una vez que
Jennifer regresara. Una vez que ella estuviera a su lado, olfatearía al traidor.
* * *
Fane tiró de Jacque a su regazo y envolvió sus brazos alrededor de ella,
tratando de controlar su temblor. Ella estaba en shock, así como lo estaba él.
«¿Quién haría esto, Fane?»
«No lo sé, amor. Mi padre es muy poderoso, y con el poder vienen
enemigos. Simplemente no pensé que fuera nadie de entre nosotros.»
Jacque dejó a Fane y caminó hacia la cama, subiendo junto a Alina. Tomó
su mano y la sostuvo contra su corazón. Lágrimas bajaron por sus mejillas
mientras ella miraba a la mujer de la que había llegado a pensar como una madre
luchando por cada respiración.
«Ella es la mujer más dulce que he conocido, Fane. Tan desinteresada y
amorosa.» Jacque no pudo evitar el sollozo que forzó su camino desde su pecho.
Se inclinó sobre Alina y rezó para que fuera perdonada, para que los dos fueran
perdonados.
311
Fane deslizó sus brazos alrededor de ella. Una sola lágrima escapó de su
mejilla, por sus padres y por su compañera. Tantas muertes en los meses pasados,
tantas vidas desperdiciadas. Y ahora más serían tomadas. Ya sea la de sus padres
o la del culpable del intento de asesinato.
Sally y Cynthia entraron a la habitación y Decebel cerró la puerta tras de
ellas, dejando fuera a los otros. Sally caminó tranquilamente hacia la cama y
subió al lado de su Alfa, porque como la sanadora de su manada, él realmente era
su Alfa. Las lágrimas amenazaban con extenderse al pensar en cómo había
sentido el veneno en su sistema al presionar la mano hacia él antes. Era lento,
filtrándose en sus células, matando, destruyendo.
Sacó los frascos de su bolsillo y se olvidó de la habitación a su alrededor
mientras desenroscaba las tapas. Colocando una mano detrás de la cabeza de
Vasile, se inclinó al frente y presionó el frasco en sus labios. Así como antes, las
palabras que necesitaba decir fluyeron a través de su mente y de su boca. Susurró
cerca de su oído mientras sostenía el frasco en su boca, esperando para derramarlo
hasta que sus labios se separaran.
—Mi Alf, escucha mi voz. Soy Sally, sanadora gitana de la manada
Rumana. Llamo a tu lobo. Preséntate y cuida del hombre que alberga tu espíritu
y protege tu manada. Acércate, lobo Alfa, y confía en que lo que te estoy dando
es para sanar y no para herir.
Sally vio como los labios de Vasile se separaron, y ella fue capaz de inclinar
el antídoto en su boca. Rápidamente vertió el segundo frasco y lo miró tragar,
cerrar su boca, y volverse inmóvil de nuevo.
Una vez más, se inclinó al frente y puso su frente contra la de él. Cerró sus
ojos y ralentizó su respiración. Sintió al lobo revolviéndose debajo del hombre,
herido, asustado y enojado. Temía por su compañera, siendo incapaz de sentirla.
Sally susurró en su mente.
«Ella está aquí a tu lado, Alfa. Ningún daño vendrá hacia ella si luchas.
Lucha contra el veneno, deja que el líquido sanador se mueva a través de tu
cuerpo. Si tú eres curado, ella lo será.»
El lobo se asentó ligeramente. Sally podía sentir el Wolfsbane moverse,
buscando el veneno, como si se tratara de un ser vivo.
312
Descansa ahora, Alfa. Estás protegido, eres amado. Sally se apartó y bajó
de la cama. Sintió a su cuerpo hundirse, sin darse cuenta cuán extenuante había
sido la curación. Miró a Decebel.
—Está funcionando. No sé cuánto va a tardar hasta que él despierte.
Necesitan ser protegidos y vigilados.
—No habrán menos de cuatro lobos con ellos en todo momento. Vamos a
rotarnos en turnos para que así todos tengan tiempo de descansar. —Decebel se
giró hacia Fane—. ¿Asumo que te quieres quedar?
Fane asintió mientras sostenía a su compañera.
Decebel se giró hacia los otros miembros de la manada.
—Skender, Boain, Sorin, ustedes tomarán el primer turno con Fane. Tengo
que averiguar en dónde diablos está mi compañera. —Se giró hacia Sally—. Ven
—demandó bruscamente.
Sally se enderezó, reuniendo fuerza siguió al Beta fuera.
—¿Dónde está? —preguntó Decebel una vez que estuvieron en el pasillo,
lejos de los oídos indiscretos.
—Fue conmigo y Marianna a los bosques para encontrar el Wolfsbane.
Nos separamos y yo logré volver primero. Me imaginé que estarían justo detrás
de mí —explicó Sally rápidamente.
Miró al Beta luchando para controlar a su lobo.
—Voy a revisar su habitación. ¿Podrías conseguir a Cynthia y a Crina y
buscar por ella también?
Sin esperar por su respuesta, Decebel se giró y caminó rápidamente hacia
la habitación de Jennifer.
Decebel sabía antes de abrir la puerta que Jennifer no estaba en su
habitación. Entró de todas formas, necesitando su esencia a su alrededor.
Caminó hacia la cama y se sentó en el borde.
Sólo unas horas antes se había acostado con ella en esta cama,
sosteniéndola, besándola, mostrándole lo mucho que la amaba y la quería.
313
¿Cómo es que el día se había jodido tan rápidamente? Sintió su pecho apretarse
mientras la oscuridad se filtraba.
Su Alfa estaba enfermo y la manada estaba débil por ello, su compañera
estaba pérdida, y su lobo estaba al borde de la furia.
Las manos de Decebel temblaban mientras tomaba la almohada de
Jennifer y la empujaba a su cara. Tomó una respiración profunda y captó una
pequeña cantidad de comodidad de la vainilla y canela que se filtró dentro de su
propio ser.
Su mente vagó a hace mucho tiempo atrás cuando su corazón había estado
en manos de otra mujer, joven, llena de vida y de coraje al igual que su
compañera. Cosmina había sido una alegría para todos alrededor de ella y él la
había perdido. Pensó que su corazón nunca se iba a curar de la pérdida de su
hermana. Pero luego había conocido a Jennifer, su compañera. Ella llenó el
agujero en él y vertió vida donde la muerte había lentamente empezado a tomar
lugar. Ahora no sabía dónde estaba, no sabía si ella estaba bien.
El corazón de Decebel se rompió y su lobo empujó hacia adelante a medida
que un aullido lastimero se vertía desde el fondo de su alma. Mientras tomaba
respiraciones profundas, tratando de calmar a su lobo y rehacerse, pudo sentir a
su lobo estirándose, buscando el vínculo entre ellos que todavía tenía que
consolidarse verdaderamente. Sus hombros cayeron.
«¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he esperado por ti?». Su mente
buscando por su propia voluntad. «Apenas acabo de encontrarte y ahora te estoy
perdiendo».
Luego en el silencio, Decebel la escuchó.
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31 Traducido por ஓ¥anliஓ
Corregido por LizC
en pudo sentir algo cálido y pegajoso corriendo en sus ojos. Levantó la
mano para limpiarlo y un dolor agudo sacó un jadeo de ella. Estaba todo
negro como boca de lobo, ni siquiera podía ver la mano delante de su
cara.
―Mierda ―gruñó. Se dio cuenta entonces de que probablemente se había
roto el brazo. Se movió experimentalmente y sintió un dolor punzante en el
costado. Jennifer pensó por un segundo, tratando de recordar lo poco que pudo
de primeros auxilios.
Bien, dolor en el costado, es difícil respirar. Probablemente se rompió una
costilla, tal vez se perforó un pulmón. Excelente.
Ella rodó hacia un lado y fue capaz de levantar el otro brazo a la cabeza.
Sintió una herida abierta, una que estaba derramando sangre por su rostro y sus
ojos. Trató de ejercer presión, sabiendo que tenía que tratar de detener el flujo.
Estaba débil, y se debilitaba cada vez más.
«¿Tienes alguna idea de cuánto tiempo he esperado por ti?»
Abruptamente, Jen se sentó y casi gritó por el dolor que atravesó su cuerpo.
No es posible, pensó.
―No acabo de oír eso ―dijo en la oscuridad. Cerró los ojos y esperó para
ver si escuchaba más de la voz que ella necesitaba oír tanto como necesitaba aire
para respirar. El corazón le latía con fuerza en su pecho, su respiración era
superficial, y a pesar del frío, podía sentir el sudor choreando por su cuello.
«Apenas acabo de encontrarte y ahora te estoy perdiendo.»
J
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Ella dejó escapar un lento suspiro, saboreando el sonido en su mente. Por
fin, se dijo mientras las lágrimas corrían por sus mejillas frías, mezclándose con
la sangre que seguía fluyendo. Por fin.
«¿Decebel?» envió vacilantemente.
«¿Jennifer?» La voz de Decebel era urgente, firme.
«¿Puedes oírme?» le preguntó, todavía incapaz de creer que estaban
hablando a través de sus pensamientos. Había soñado, deseado, esperado y
anhelado para que esto sucediera.
«Maldito infierno. Sí, puedo oírte. ¿Dónde estás? ¿Qué pasó?»
«No sé dónde estoy» le dijo ella, tratando de recordar lo que había
sucedido. «Está oscuro… y frío. El suelo se siente como piedras y tierra.»
«Jennifer, ¿qué pasó?» le preguntó de nuevo.
«Es Marianna, Decebel. Hizo algún tipo de acuerdo con Thad. Decebel…»
Su voz se hizo más fuerte mientras comenzaba a recordar lo que pasó, Marianna
empujándola en un agujero en la tierra. Vertiendo la orina sobre ella, ahora, eso
era algo que Jen honestamente podría decir que ella nunca había tenido que pasar
en su vida. Dios mío, cómo había cambiado repentinamente su expectativa de
vida. «Fane y Jacque, ellos están en peligro. Thad los quiere a todos muertos.
Tienes que protegerlos.»
«Tengo que encontrarte» insistió Decebel.
«¡No! Tienes que protegerlos. Si algo le sucede a Fane, Jacque morirá. Lo
mismo con Vasile y Alina. Decebel, tienes que asegurarte de que estén a salvo»
declaró Jen.
«¡NO VOY A DEJARTE MORIR!» le rugió a través de su vínculo. «No
me pidas esto, Jennifer. No voy a perderte. No puedo.» Lo último salió como un
susurro.
«Decebel, no estamos vínculados. Si algo me pasa puedes seguir y tener
una vida. Jacque no puede. Si Fane muere, ella se va con él. Eso no es aceptable.
No tomaré su vida por la mía, ¿me oyes?»
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Las lágrimas rodaban por su rostro implacablemente, mientras trataba de
hacerle comprender que ella no sería capaz de vivir consigo misma si algo le
sucediera a Jacque o Sally.
«Vínculados o no, Jennifer, tú eres mi compañera. Lo que pides va en
contra de todo lo que soy. No puedo poner a otros por delante de tu bienestar. Le
pides a un río que revierta su flujo y al fuego del infierno que se congele. Eso no
es posible.»
La voz de Decebel estaba volviendo más y más un gruñido mientras trataba
de hacerle comprender que como su compañero, no la abandonaría.
«Entiendo. Esto es difícil para mí, también. Te amo, Decebel. Te he amado
desde el momento en que te conocí. Te amo mandón, rabioso, gentil, cariñoso…
Te amo de cualquier forma que vengas a mí. Yo quiero que tengamos una
oportunidad, y tengo que creer que el destino no es tan cruel como para sólo
darnos una. Tengo que creer que si no estamos juntos en esta vida, entonces en
la próxima.» Jen se esforzó para que su voz fuera fuerte. Ella no iba a fingir que
la idea de no volver a ver de nuevo a Decebel era el peor dolor que cualquiera
jamás hubiera experimentado. Ella preferiría estar de vuelta en ese auto en llamas,
sintiendo su carne ser chamuscada, que pensar que no había oportunidad de estar
con él. «Si tengo que hacerlo, entonces creeré lo suficiente por nosotros dos. Pero
Decebel, si vienes por mí, nunca te lo perdonaré, compañeros o no. Si me amas,
cliché como eso es, protegerás a esos que amo. Y si esta vida ha terminado para
mí, entonces vive por los dos, y yo te esperaré. Te veré de nuevo. Te besaré, te
tocaré, te amaré, Decebel. Si no es en esta vida, entonces en la otra.»
Los hombros de Decebel se estremecieron ante la fuerza de la emoción que
rodó a través de él. No desde que su hermana había muerto había sentido tanto
dolor.
Sólo que esto era peor, mil veces peor. Jennifer no lo entendía. A pesar de
que aún no estaban unidos por el vínculo de sangre, su conexión era fuerte. Ya
sentía su alma rasgándose en dos ante el conocimiento de que había una
posibilidad de que perdiera a su compañera.
«¿Cómo puedes pedirme esto a mí? Por favor, Jennifer. No lo hagas.»
«Es tarde» le escuchó susurrar.
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Decebel respiró hondo. Él se odiaba a sí mismo por eso, pero al final cedió,
sabiendo que ella no aceptaría nada menos.
«Te amo. Los mantendré a salvo, pero iré por ti. Vivirás, ¿me oyes? Vivirás.
¡VIVE! Pentru mine, iubitule. Te rog traiesc (Por mí, nena. Por favor, vive).»
«Hace tanto frío… ¿Decebel? Cuida de las personas que amo. Ese serías
tú.»
Decebel la sintió cada vez más débil, podía sentir su mente cerrándose. Se
sentía tan impotente. Una vez más no fue capaz de salvar a la mujer que amaba.
Él apretó los ojos y cayó al suelo. Su vínculo finalmente se había abierto, y por
unos breves momentos la había sentido. Sentido todo de ella. Ahora sólo había
oscuridad.
Momentáneamente se entregó al lobo que empujaba y gruñía para
presentarse. Sus ojos brillaron, sus garras extendidas clavándose en la alfombra
cuando sintió el dolor derramándose sobre él. Sus colmillos se alargaron mientras
inclinaba la cabeza hacia atrás y aulló.
Levantándose, tembló con furia y arrancó la puerta y salió al pasillo.
Atrapó un olor que casi lo hizo cambiar. Marianna, pensó. Bienvenida a casa,
compañera de manada.
Decebel salió en una carrera, siguiendo su rastro. Lo llevó directamente a
la habitación donde su Alfa y su compañera yacían a las puertas de la muerte.
Los lobos en la suite contigua se separaron mientras Decebel pasaba hecho
una furia. Arrancó la puerta de sus goznes cuando la abrió.
Fane, Skender, Boain y Sorin todos se adelantaron, gruñendo,
preparándose para defender a su Alfa. Cuando se dieron cuenta que era Decebel
y vieron la mirada en sus ojos, todos se echaron atrás y desnudaron sus cuellos.
Sus ojos recorrieron la habitación y se echó sobre su presa.
Marianna se puso de pie al lado de Sally, las lágrimas corrían por sus
mejillas. Se acercó a ella lentamente, dejándole ver su destino acercándosele.
Decebel la agarró por el cuello y la levantó del suelo, con la espalda contra
la pared.
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―¿¡DÓNDE. ESTÁ. ELLA!? ―gruñó en su cara. Marianna cerró los ojos
mientras trataba de luchar contra la compulsión en la voz de su Beta.
Marianna sabía que si le contaba a Decebel lo que quería saber, los lobos
de Thad la destrozarían miembro a miembro. Lo sabía porque eso es exactamente
lo que Thad le había dicho que sucedería. No sabía por qué había regresado,
debería haberse largado simplemente, pero ella pensó que eso la haría parecer
culpable. Obviamente no había importado.
Sabía que Decebel la mataría, pero él sería misericordioso y lo haría rápido.
Thad la torturaría. Se mordió el labio hasta que empezó a sangrar, luchando por
respirar mientras la mano de su Beta se apretaba.
―Respóndeme, Marianna.
―No puedo, Beta. Él me matara ―susurró.
―Tú ya estás muerta. Estabas muerta al momento en que dañaste a mi
compañera, al momento en que te atreviste a tocar lo que es mío. Estabas muerta
el momento en que accediste a llevarla a la muerte.
―No me vayas a torturar. Por favor. ―Marianna abrió los ojos y miró a
Decebel―. Yo sólo quería estar con él. Vasile no me dejó.
Los ojos de Decebel se ensancharon cuando sus palabras penetraron.
―¿Hiciste esto por un humano? ¿Por un hombre que no es nada para ti?
―YO LO AMO. Él es algo para mí. ―Marianna se estremeció con su
dolor y pena.
―Si no vas a hablar, entonces no tengo ningún uso para ti ―le dijo
calmadamente Decebel.
Marianna asintió, aceptando el destino que ella había elegido. Ella miró a
los ojos de Decebel una vez más, sabiendo que era la última cosa que vería alguna
vez.
―Dejo constancia este día que Marianna rompió ley de la manada y
lastimó a uno de los suyos. Intentó asesinar a mi compañera y traicionó a su Alfa.
Es por eso que ella muere el día de hoy ―Decebel miró a la mujer que había visto
crecer desde sólo un cachorro. Los ojos de Decebel se suavizaron brevemente―,
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esto no es fácil para mí. No podemos permitir la traición en la manada. Una
manada es tan fuerte como la lealtad que la mantiene unida.
―Lo siento.
Retorció su mano bruscamente hacia un lado, rompiendo su cuello antes
de que pudiera continuar. No quiso prolongar su muerte y él no quería oír sus
excusas. No mientras su compañera se estaba muriendo.
―¿Está todo bien? Me pareció oír…
Decebel se volvió ante el sonido de la voz de Thad. Los ojos de Thad se
abrieron en shock mientras miraba desde Decebel al cuerpo a sus pies. En ese
momento, supo que había sido descubierto. Cuando Decebel gruñó y se abalanzó,
Thad cambió en medio del aire y corrió directamente hacia la ventana de cristal,
lanzándose a través de ella.
Decebel se detuvo a media zancada cuando el poder se envolvió a su
alrededor.
―Decebel, ven a mí.
Decebel sintió el poder de su Alfa rodeándolo, ofreciendo una resistencia
y comodidad. Trató de luchar contra ello, pero incluso en su estado de debilidad,
Vasile era fuerte. Se dio la vuelta, sus piernas moviéndose sin su permiso. Se
acercó a la cama de Vasile y se dejó caer sobre una rodilla.
―Alfa. ―Decebel desnudó su cuello mientras temblaba por el control.
―Ábrete a mí ―le instruyó Vasile.
Vasile y Decebel habían hecho esto sólo en otra ocasión. Era una habilidad
que solamente un Alfa y Beta compartían, una forma de transmitir los recuerdos
si el otro cayera. Decebel cerró los ojos y se obligó a respirar con calma. Vasile
puso la mano en la frente de Decebel y observó las imágenes y sonidos que se
derramaron desde la mente de su Beta a la suya propia.
La habitación estaba en silencio mientras el resto de la manada observaba,
paralizados por los acontecimientos que acababan de desarrollarse, que aún no
habían entendido.
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Cuando hubo terminado, Vasile abrió los ojos y se encontró con los de
Decebel.
―Ella está viva.
―Sólo apenas. ―La voz de Decebel era apenas un susurro.
―¿Puedes escuchar sus pensamientos? ―Los labios de Vasile se curvaron
ligeramente, feliz de que el vínculo de su Beta con su compañera finalmente se
hubiera formado.
―Lo hice. Pero ahora está en silencio, oscuro.
―Eso podría significar que ella está inconsciente.
Decebel asintió, incapaz siquiera de considerar la alternativa.
―Vamos a encontrarla, Beta ―le dijo Vasile con firmeza.
Decebel se levantó. Su lobo estaba todavía en la vanguardia, sin poder
descansar, incapaz de pensar en otra cosa que la búsqueda de su compañera.
―Si… ―Decebel tuvo que aclararse la garganta antes de poder
continuar―. Si ella muere, tendrás que matarme.
Vasile asintió una vez, luego añadió.
―Ella no morirá.
Decebel cerró los ojos.
―¿Cómo puedes estar tan seguro?
Vasile rió entre dientes ligeramente.
―Nadie tan feroz como Jennifer Adams se iría silenciosamente en la
noche.
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Epílogo Traducido por Nelshia
Corregido por Mari NC
ecebel reunió cuerdas, linternas y agua. Costin estaba esperando
junto con Fane, Skender y Sorin.
—La manada de Thad se largó con él —anunció Fane.
Decebel gruñó.
—Vamos a tratar con él una vez que Jennifer esté a salvo.
—Vasile y Alina están bajo vigilancia. Deben estar lo suficientemente
seguros aquí, por ahora. —Las palabras de Sorin fueron arrasadas cuando gritos
estallaron desde el pasillo.
Los cinco machos corrieron hacia los gritos y chillidos. Crina corría hacia
ellos.
—¡FUEGO! Han puesto la mansión en llamas.
Decebel siguió moviéndose hacia las habitaciones que ahora tenían humo
saliendo de ellas.
—Crina asegúrate de sacar a Sally y Cynthia. —Les dijo Decebel mientras
seguía corriendo. Luego se volvió hacia los machos corriendo a su lado—. Vayan
a través de las habitaciones y asegúrense que todo el mundo esté fuera —gritó él
por encima del rugido de las llamas.
El fuego estaba engullendo todo en su rápido trayecto, demasiado rápido,
como si algo le diera poder.
Más gritos llenaron la mansión y, una vez que las habitaciones superiores
habían sido comprobadas, se dividieron a través del resto de la casa.
D
322
—¡Saquen a todo el mundo, ahora! Fane, tú vienes conmigo. Vamos a
buscar a Vasile y Alina.
Decebel estaba corriendo mientras gritaba sus órdenes. Gruñó mientras las
llamas se arrastraban como demonios del infierno por las paredes.
—Algo en todo esto está mal, Beta. —Fane expresó los pensamientos de
Decebel en voz alta.
—Magia —murmuró Decebel—. Magia negra.
* * *
Jen luchó por respirar, entrando y saliendo de la conciencia. En algún
punto intentó moverse, pero el dolor era tan grande que se había desmayado.
Algo la había despertado, un ruido, tal vez. Estaba oscuro y muy frío.
Oyó un forcejeo muy por encima de ella. ¿Un animal? ¿Una persona?
—¿Hola? —Su voz era ronca—. Por favor, ayúdame.
—¿Cuál es tu nombre?
Jen oyó la voz femenina desde algún lugar arriba y casi sollozó ante el
sonido.
—Soy Jen.
—Hola, Jen. —La voz era tan calmante y reconfortante, que le daban
ganas de acurrucarse en una pelota y dormir—. Mi nombre es Rachel…
Fin…
323
La Carta para Jen de
Decebel
Esta es una carta que Decebel escribió a Jen la noche que
decidieron ver a dónde los llevarían su relación y sentimientos.
Es la misma noche en que le dice que su lobo la ha reclamado.
Mi amor,
Sé que probablemente podría haber sido un poco más suave en cómo
anuncié mis intenciones hacia ti. Las palabras nunca han sido mi fuerte. Sin
embargo, voy a intentar lo mejor que puedo decirte lo que, en el poco tiempo que
te conozco, has llegado a significar para mí. Las risas no están admitidas.
El primer momento en que me di cuenta de que ibas a ser importante para
mí fue cuando vi tu todavía inmóvil figura recostada a un lado de la carretera
junto al vehículo en llamas. No te estabas moviendo. En ese momento, no creo
que nunca haya sentido tanto miedo. Supe entonces que me importabas. No
estaba muy seguro de qué manera, o capacidad, pero sabía que me importabas.
Durante tu tiempo en el hospital mi lobo se volvió más y más unido a ti y
yo también. Cada día tenía ganas de verte. Incluso tenía ganas de oír cualquier
observación inteligente que arrojaras en mi camino. Cuando estaba contigo, era
tan difícil no sólo mirar. Traté de memorizar tu rostro, tus expresiones, el sonido
de tu voz, tu olor, para así poder recordarlas cuando estuviéramos separados.
Cuando me enteré que eras una compañera potencial para mi clase dos
cosas sucedieron. La primera mi lobo aulló de triunfo, él estaba convencido de
que tú eras nuestra. La segunda era el miedo total y absoluto. Como ya te he
dicho, sé lo que es perder a alguien a quien amas, el ser incapaz de proteger a
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alguien que confía en ti, el estar totalmente indefenso ante el resultado del destino.
Corrí de ti, de nosotros. Es por eso que no estuve por esos meses.
Ahora, aquí alrededor de todos estos otros, la idea de perderte es
inaceptable para mí e insoportable. Hay algo en mí que sólo encaja en su lugar
cuando estás alrededor. Traes a mi lobo paz y llenas mi oscuridad de luz.
Esta noche te dije que te quiero, Jennifer. El verdadero significado de esas
palabras serían: Te amo.
Te amo. Eres mía y yo soy tuyo. Siempre te protegeré, cuidaré y proveeré
para tí. No hay nada ni nadie que te aleje de mí.
Gracias nena, por ser mi luz. Por traerme esperanza y aceptarme como soy.
Siempre tuyo,
Decebel
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Jennifer Adams y Decebel
Esta una conversación entre Jen y Decebel que los
lectores no llegaron a ver. Esto sucede en Just One Drop. Jen
y Decebel acaban de salir del incidente durante el entrenamiento
de defensa personal. Están sentados en el sofá después de que
todos los demás se habían marchado. Están hablando en voz
baja antes de ambos caer dormidos.
—¿Estás realmente bien? —le preguntó Jen tentativamente.
Decebel rió.
—¿Estuve tan mal?
Jen volvió la cabeza en su regazo para así poder mirarlo. Los ojos ámbar
de Decebel todavía brillaban.
—Mal es decir poco mi peludo amigo. Estabas listo para derribar una
manada entera.
—Él no debería haber puesto sus manos en ti, Jennifer. Sé que no
entiendes, pero para un macho Canis lupis ver a su compañera ser tocada por otro
macho es irritante. El ver a alguien hacerlo a ti de una manera tan íntima e
hiriente al mismo tiempo —Decebel comenzaba a gruñir otra vez—, por todos
los derechos si hubiera signos de apareamiento entre nosotros podría matarlo por
su imprudencia.
Jen estiró su mano y suavemente le acarició la cara tratando de suavizar
las líneas de expresión.
—No más fruncidos de ceño o gruñidos. Estoy aquí, estoy a salvo, soy
tuya.
326
—Mía —acordó Decebel mientras pasaba su mano de arriba abajo por su
muslo y cadera.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —Jen arqueó una ceja.
—Sólo si puedo preguntar algo de vuelta —le guiñó un ojo.
—¿Qué es lo que pensaste de mí la primera vez que te diste cuenta que
había algo allí entre nosotros?
Decebel cerró los ojos y Jen decidió que debía estar recordando ese día.
Ella esperó, observando su hermoso rostro.
—Estabas recostada sin vida sobre la hierba. No te movías —la voz de
Decebel era suave, y sonaba doloroso para él hablar—. Recuerdo correr hacia ti.
Tú eras todo lo que podía ver. Tu piel estaba tan quemada. Tenía miedo de
tocarte, miedo de hacerte más daño. Cuando los paramédicos te llevaron, tomó
todo en mí para no romper sus gargantas por tocarte. La única cosa que mantuvo
a mi lobo bajo control, fue el recordarle que ellos podrían ayudarte. Ellos podrían
salvarte y tendrían que salvarte porque pertenecías a mí. —Decebel miró hacia
abajo y abrió los ojos. Se encontraron con los suyos y le sostuvo la mirada
mientras hablaba—. Esa fue la primera vez que lo pensé, que tú eras mía. Es tan
correcto, tan verdadero. Mi lobo sabía sin ninguna duda que eras nuestra
compañera. Una vez que despertaste y tuve la oportunidad de hablar contigo, no
sabía cómo manejar mis emociones. Estaba preocupado de asustarte, y no
entendía cómo podía sentirme de la manera que lo hacía porque no eras Canis
lupis. Te vi dormir. Sólo tenía que verte respirar. No podía soportar no tenerte en
mi vista.
El aliento de Jen era superficial. Sentía como si todo el aire hubiera sido
empujado de sus pulmones mientras escuchaba a Decebel hablarle de sus
sentimientos hacia ella desde el principio. Ella no tenía ni idea de que fuera tan
intenso incluso entonces.
Decebel se inclinó y la besó suavemente en los labios, y susurró:
—Tu turno.
Él sonrió con malicia cuando ella frunció el ceño.
—¿La misma pregunta? —preguntó ella. Él asintió con la cabeza.
327
—Pensé que eras increíble.
—¿Increíble? Vaya, no me di cuenta que mis primeras impresiones fueran
tan buenas.
Jen le dio un manotazo.
—No he terminado.
Decebel rió entre dientes.
—Lo siento nena, adelante.
—Como estaba diciendo, me quedé sin habla cuando te vi. Quiero decir,
sé que jugué con las cosas, ya sabes, no quería estar ahí y verme como una
adolescente necesitada, pero por dentro, por dentro me estaba ahogando en mis
emociones por ti. Estabas tan confiado, tan guapo, tan intocable. Te odiaba y
amaba al mismo tiempo. Te odiaba porque nunca podría tenerte, te amaba porque
algo dentro de mí reconoció que estaríamos bien juntos.
—Mejor que bien, nena —dijo Decebel en voz baja, sus ojos transmitiendo
la profundidad de la emoción que llenaba su voz.
—Estoy tan contenta de que hayas ido a Estados Unidos con Vasile.
—Yo también, Jennifer —Decebel negaba con la cabeza—, no tienes idea
de lo feliz. Casi no voy. Vasile quería dejarme a cargo de la manada. Pero mi lobo
estaba inquieto sobre la idea. Le dije a Vasile eso y él me dijo que escuchara a mi
lobo. Él sabía que estabas ahí. Sólo la idea de no encontrarte…
—Shh —lo tranquilizó Jen pasando los dedos por su cabello—, pero me
encontraste. Estoy aquí. Estamos juntos. Y ahora, mi hombre hermoso, estás
atrapado conmigo. Realmente deberías pedir un premio de consolación.
Decebel sonrió hacia ella, una de las únicas personas que alguna vez
podrían conseguir una sonrisa de él.
—Tú eres mi todo —susurró mientras la besaba de nuevo antes de que
pudiera dar una de sus réplicas sabihondas. Sin duda, a él le habría encantado.
328
Próximo Libro
Out of the Dark
La oscuridad ha descendido sobre los Alpes de Transilvania.
Cuatro manadas de poderosos Lobos Grises —en una rara muestra de
cooperación— se han unido aquí, en un esfuerzo para ayudar a sus miembros de
la manada a encontrar sus verdaderos compañeros. Pero entonces, fueron
traicionados por uno de los suyos, un Alfa empeñado en convertirse en el más
poderoso de los Canis lupis. Y a pesar de que el intento de asesinato al lobo Alfa
Rumano reinante en la actualidad falló, sus planes para conseguir que Decebel,
el Beta Rumano, quede fuera del asunto viene en conjunto, incluso cuando se
descubre su traición. El lobo huyó, dejando destrucción, muerte y una compañera
desaparecida detrás de él.
Sin el conocimiento de las otras manadas, el lobo ha empleado a una bruja
para terminar el trabajo mortal y ayudarle a ganar otra herramienta para
aumentar su poder. Una maldición de proporciones devastadoras paralizará a
Decebel de una manera que puede disolver su frágil vínculo con Jennifer.
Mientras tanto, herida y sola, Jen ha estado luchando por su vida. Ella
había llegado a un acuerdo con su destino, aceptando que no iba a compartir una
vida con Decebel, hasta que la ayuda llega en la forma más inesperada…
Vasile tendrá que utilizar todos sus recursos —incluyendo a Sally, la nueva
sanadora gitana de la manada Rumana— para descubrir una forma en la que
podrán destruir a la bruja, levantar la maldición de Decebel y reunirlo con la única
mujer que lo complementa, y resolver un misterio que ha estado rondando la
manada Rumana durante 300 años.
Cuarto Libro de la Saga The Grey Wolves
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Sobre la Autora
Quinn Loftis es una autora premiada que vive en el hermoso Arkansas Occidental
con su marido, hijo, Nora el Doberman, y Phoebe la gata (quien cree que es una
ninja disfrazada). Es autora de ocho novelas, incluyendo el best-seller de USA
Today: Fate and Fury. Quinn está más allá de agradecida por haber sido
bendecida para ser capaz de escribir a tiempo completo, y espera que los lectores
sepan lo mucho que todo su apoyo significa para ella. Algunas de sus aficiones
son leer, hacer ejercicio, crochet, y pasar tiempo con la familia y amigos. Ella le
da todo el crédito de su éxito a Dios, porque él le dio el espíritu creativo y la
imaginación que se necesita para escribir.
Serie The Grey Wolves:
1. Prince of Wolves
2. Blood Rites
3. Just One Drop
4. Out of the Dark
5. Beyond the Veil
6. Fate and Fury
7. Sacrifice of Love
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Créditos Moderadoras
LizC Nelshia
Staff de Traducción
AariS
Brenda3390
Carmen170796
Debs
Flochi
Helen1
Isa 229
Itorres
Katt090
Llilamour
LizC
Mari NC
Martinafab
Nelshia
Rihano
RoChIiI
ஓ¥anliஓ
Staff de Corrección
Ladypandora
LizC
Mari NC
Nanis
Revisión y Recopilación
LizC
Diseño
Francatemartu