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    Estudos Ibero-Americanos, PUCRS, v. 36, n. 2, p. 266-287, jul./dez. 2010

    Algunas claves de la Revolucin en elRo de la Plata (1810-1820)

    Some keys of the Revolution in the Ro de la Plata(1810-1820)

    Gabriel Di Meglio*

    Resumo: Os bicentenrios das independncias ibero-americanas provocaramuma reviso geral da historiograa desse perodo. Nesse artigo, utilizo algumascontribuies mais recentes sobre a questo para analisar, em primeiro lugar,os acontecimentos de 1810, e, a seguir, considerar quais as transformaes quezeram desse momento uma revoluo. Finalmente, analiso em um dos aspectosda mudana que pesquisei: o aparecimento e a importncia da participao polticapopular na cidade de Buenos Aires.Palavras-chave: Revoluo, Independncia, Participao popular, Buenos Aires, Rioda Prata

    Abstract: The bicentenaries of the Iberian-American independences have provokeda general historiographical review of that period. In this article I take some of themost recent approaches on the issue so as to explain, rst, what happened in the1810s, and then to consider which were the changes that made of that moment arevolution. Finally, I focus in one of the aspects (which I have researched) of thetransformation: the appearance, the features and the importance of popular politicalparticipation in the city of Buenos Aires.Keywords:Revolution, Independence, Popular participation, Buenos Aires, Ro de laPlata

    * Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. Emilio Ravignani, Universidad deBuenos Aires-Conicet.

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    La llegada del perodo de los bicentenarios de las independenciasiberoamericanas ha dado lugar a varias revisiones de esa etapa

    fundamental, a la aparicin de investigaciones sobre aspectosdesconocidos hasta ahora del proceso y al surgimiento de algunasdiscusiones.

    En este artculo tomo los avances del campo historiogrco argentinoen esa cuestin para realizar una mirada general sobre la Revolucin.En primer trmino, delinear el desarrollo de los acontecimientosprincipales en la regin rioplatense en la dcada de 1810, pensandoparticularmente en lectores no familiarizados con su historia. Luegosealar cules son los aspectos que hacen de la revolucin iniciada en

    1810 precisamente una revolucin, es decir, una transformacin rpiday profunda de la realidad. Finalmente, revisar uno de esos aspectos: laparticipacin popular en la poltica en la ciudad de Buenos Aires.1

    Aos agitados

    La invasin francesa a la Pennsula Ibrica en 1808, cuyo correlatofue la prisin del rey Fernando VII y la entronizacin en su lugar del

    hermano del emperador Napolen Bonaparte, provoc un verdaderocataclismo en el mundo hispano. Fue el corolario de una crisis que lamonarqua vena sufriendo ya por dcadas y que se haba hecho evidentedesde el desastre naval de Trafalgar tres aos antes. En 1808, mientraslas ciudades peninsulares formaban juntas para conservar la soberanahasta que volviera el monarca al que consideraban legtimo e iniciabanla resistencia armada, las autoridades coloniales en Amrica lograronmantener elstatu quo, pese a lo cual surgieron varias agitaciones. En

    el Virreinato del Ro de la Plata hubo distintas reacciones, desde laaparicin del Carlotismo movimiento que propona una regencia dela hermana de Fernando VII, instalada en ese momento en el Brasil porser la esposa del prncipe regente portugus-, hasta la formacin de dosjuntas autnomas en el Alto Per, que fueron duramente reprimidas.La debacle militar espaola de 1810, sin embargo, dara lugar a undesenlace diferente: la llegada de la noticia de la cada de toda laPennsula en manos francesas y de la total acefala poltica, llev aCaracas, Santiago de Chile, Cartagena de Indias, San Jos de Bogot y

    1 La bibliografa reciente sobre el perodo es vasta. Aqu se citan, por razones de espacio,slo algunos textos fundamentales para las cuestiones abordadas. Tambin se utilizan pocasfuentes. Me ocupo de los territorios que integraron el Virreinato del Ro de la Plata, conexcepcin del Alto Per.

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    algunas ciudades mexicanas, sin ponerse de acuerdo entre s, a acudira la idea de retroversin de la soberana a los pueblos para formarjuntas de gobierno que reemplazaran el poder real. Eso fue tambin loque ocurri en la capital del Virreinato del Ro de la Plata en mayo de1810.2

    Ante la difusin de las nuevas en Buenos Aires, una multitud sereuni para exigir la convocatoria a un cabildo abierto, en el cual sedecidi por mayora la destitucin del virrey y la formacin de unajunta de gobierno. El virrey saliente intent ponerse a la cabeza dela nueva junta, pero el 25 de mayo una movilizacin ante el Cabildo,apoyada por el Regimiento de Patricios (un cuerpo miliciano formado

    por vecinos de la ciudad tras la victoria sobre una invasin britnicaen 1806), lo oblig a renunciar e impuso una junta sin participacin delas viejas autoridades. El nuevo gobierno invit inmediatamente a lospueblos del virreinato a enviar diputados para integrarse en el cuerpo

    colegiado, al tiempo que envi una expedicin militar hacia el norte paragarantizar que la decisin adoptada en Buenos Aires fuera obedecidaen todos lados.

    Los primeros enemigos de la revolucin fueron las autoridades

    coloniales, a quienes llamaban los mandones, y todos los que en elVirreinato no aceptaron a la Junta y se declararon eles al Consejode Regencia instalado en Europa, como ocurri con las ciudades deCrdoba (pronto derrotada por la expedicin que parti de BuenosAires), Montevideo, Asuncin del Paraguay y las del Alto Per. Al pocotiempo, el enemigo de los revolucionarios se ira redeniendo: como lamayora de los nacidos en Espaa estuvieron en contra de la revoluciny los criollos estaban mayoritariamente a favor, el conicto pas de

    ser un levantamiento contra las autoridades coloniales, una lucha entreamericanos y espaoles. Es que con el estallido revolucionario variasde las tensiones que existan en el Virreinato del Ro de la Plata sehicieron explcitas y se politizaron. En primer lugar, el resentimientode los americanos hacia los espaoles nacidos en Europa, que en laltima parte del siglo XVIII empezaron a ocupar casi todos los cargos

    2 Para este proceso hay una profusa bibliografa. Vanse principalmente T. Halperin

    Donghi, Reforma y disolucin de los imperios ibricos, Madrid, Alianza, 1985; F. X.Guerra, Modernidad e independencias. Ensayos sobre las revoluciones hispnicas,Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 1993; J. M. Portillo Valds, Crisis atlntica.

    Autonoma e independencia en la crisis de la monarqua hispana, Madrid, Marcial Pons,2006. Para el caso de Buenos Aires vase Noem Goldman, El pueblo quiere saber de qu

    se trata! Historia oculta de la Revolucin de Mayo, Buenos Aires, Sudamericana, 2009.

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    administrativos y a tener privilegios de distinto tipo.3 Ms tarde ocurriraalgo similar con otras tensiones sociales.

    El primer objetivo de los revolucionarios de 1810 fue elautogobierno, en principio dentro de la monarqua y hasta que retornarael rey prisionero. El sistema que pensaban era emancipar a lascolonias de la tirana de la madre patria, pero no salir de la monarqua;pertenecer a la Corona pero no a Espaa.4 Esa posicin inicial iradando paso rpidamente a un proyecto ms ambicioso, de cambiopoltico y social, que estuvo ligado a la gura descollante de la Junta, elsecretario Mariano Moreno. Para l la revolucin no era slo un cambiode autoridades, sino que implicaba una transformacin completa del

    orden vigente; era la reinstalacin de la libertad, la razn y la justiciauniversales. Moreno cre el peridico La Gaceta, rgano de difusindel gobierno, y all sostuvo que pese al amor que los americanos tenanpor su monarca preso, lo cierto es que ste no era legtimamente reyporque los americanos no consintieron que l fuera su soberano sino quese impuso por conquista. En esa crtica del dominio colonial estaba elgermen de la idea de independencia.5

    Las diferencias entre el sector radical conducido por Moreno y

    un sector ms moderado en principio opuesto a llevar adelante mscambios que la ruptura ya realizada- agrupado en torno del presidentede la Junta, el comandante de los Patricios Cornelio Saavedra, llev ala primera divisin entre los revolucionarios. La incorporacin de losdiputados del Interior, favorables a la posiciones saavedristas, obliga Moreno a renunciar y a marchar a una misin diplomtica (en laque pronto morira). Sin embargo, algunos de sus partidarios siguieronen la Junta. Para desplazarlos, los saavedristas organizaron en abril

    de 1811 una movilizacin de miembros del bajo pueblo de Buenos

    3 Para los resentimientos antiespaoles vanse Gustavo Paz, La hora del Cabildo: Jujuyy su defensa de los derechos del pueblo en 1811, Fabin Herrero (comp.), Revolucin:

    Poltica e ideas en el Ro de la Plata durante la dcada de 1810, Buenos Aires: EdicionesCooperativas, 2004, pp. 149-166; Sergio Serulnikov, Las proezas de la Ciudad y suIlustre Ayuntamiento: Simbolismo poltico y poltica urbana en Charcas a nes del sigloXVIII, Latin American Research Review, vol. 43, n. 3, 2009, pp. 137-165; y MarianaPrez, En busca de mejor fortuna. Los inmigrantes espaoles en Buenos Aires entre el

    Virreinato y la Revolucin de Mayo, Buenos Aires, Prometeo, 2010.4 La cita, de Matas Irigoyen, en Noem Goldman, Buenos Aires, 1810: la revolucin, eldilema de la legitimidad y de las representaciones de las soberana del pueblo, Historia

    y poltica (Madrid), en prensa.5 Noem Goldman,Historia y lenguaje. Los discursos de la Revolucin de Mayo, Buenos

    Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 2000.

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    Aires, apoyados por las tropas, con la cual inauguraron una prctica parapresionar o remover gobiernos que sera fundamental de ah en ms.

    De hecho, los saavedristas perdieron el poder de esa manera cuandollegaron las noticias de un gran descalabro de la expedicin militarenviada al norte. El ejrcito haba ocupado al principio todo el Alto Per,pero tropas organizadas por el virrey del Per terminaron derrotndoloduramente en junio de 1811. En septiembre la nueva arrib a la capital yla consiguiente agitacin removi a la Junta; el Cabildo de Buenos Airesform un gobierno nuevo integrado por una faccin tambin nueva para todos los territorios revolucionarios: el Triunvirato. ste tuvo quelidiar con una situacin blica cada vez ms compleja. El ejrcito del

    Norte debi retroceder hasta Tucumn, donde Manuel Belgrano logruna importante victoria que detuvo el avance de los leales al Consejode Regencia. Pero los revolucionarios no lograban tomar Montevideo plaza amurallada al tiempo que una expedicin militar ya habafracasado en obligar a Asuncin a plegarse a la Revolucin.6 Lacontienda haba sido desde el principio una guerra civil entre americanosde uno y otro lado, y espaoles residentes en Amrica, peleada conrecursos locales. Su prolongacin oblig a buscar la profesionalizacin

    de los ejrcitos y a realizar reclutamientos ms amplios, con locual las consecuencias en la sociedad empezaron a ser ms fuertes.El Triunvirato fue bastante moderado en sus posiciones polticas y

    fue presionado por el grupo morenista, que se organiz en la SociedadPatritica, dirigida por el radical Bernardo de Monteagudo. Ese clubtermin fusionndose con la Logia Lautaro, una sociedad secreta creadapor algunos ociales americanos que haban luchado contra Bonapartepara el ejrcito espaol y que en 1812 se trasladaron al Ro de la Plata

    para ponerse al servicio de la Revolucin; sus dirigentes eran Carlos deAlvear y Jos de San Martn. En octubre de 1812, la Logia derrib al

    6 Asuncin se declar a favor del Consejo de Regencia y en marzo de 1811 reuni tropas quederrotaron a la pequea expedicin que lleg desde Buenos Aires mandada por Belgrano.Sin embargo, dos meses ms tarde una parte de la elite asuncea desplaz al gobernadorespaol y form una junta autnoma. Asuncin rm un tratado con Buenos Aires y sedispuso eventualmente a integrar una confederacin con esa ciudad, mientras mantena unaautonoma total. La Junta fue reemplazada en 1813 por un consulado de tres miembros;uno de ellos, Jos Gaspar de Francia, se convertira al ao siguiente en Dictador Supremo

    de la Repblica del Paraguay. Impondra un frreo rgimen que logr subordinar a laelite asuncea e impuls un aislamiento casi total del Paraguay, evitando as la ingerenciaportea y del resto del Litoral, y mantenindose fuera de las convulsiones blicas. Francialograra mantener ese sistema hasta su muerte, en 1840. Vase Nidia Areces y BeatrizGonzlez de Bosio,El Paraguay durante los gobiernos de Francia y los Lpez, Asuncin,El Lector, 2010.

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    gobierno mediante una movilizacin de tropas y de miembros del bajopueblo, y cre el Segundo Triunvirato.

    Las premisas de la Logia eran ganar la guerra contra los enemigos

    de la Revolucin, declarar la independencia absoluta y mantener elcentralismo, es decir que todas las decisiones se tomaran desde lacapital. Decidi concentrar el poder, para lo cual se reemplaz alTriunvirato por una gura individual, el Director Supremo. El gobiernode la Logia se bas en el manejo secreto e inconsulto, y procur limitarla movilizacin popular. En 1813 convoc a representantes de lasprovincias a un congreso con el objetivo de sancionar una constitucin.Esta Asamblea del ao XIII tom una serie de medidas importantes:

    proclam la libertad de vientres, por medio de la cual todos los hijos deesclavos iban a nacer libres a partir de entonces; suspendi el tributoindgena; dej de jurar delidad a Fernando VII; aboli los ttulos denobleza y la inquisicin; prohibi la tortura. Se esperaba que declarara laindependencia, pero el cambi de situacin en Europa, donde Bonaparteempez a ser derrotado, hizo que los diputados pausaran la marcha ala espera de qu poda ocurrir. Por lo tanto, no hubo independencia, nitampoco constitucin.

    Los Directores Supremos realizaron un gran esfuerzo para equipara los ejrcitos de pertrechos y tropas, ampliando el reclutamiento conla incorporacin de esclavos a las las y con levas masivas. De todosmodos, no consiguieron logros en el rea principal de la contienda. Laofensiva lanzada sobre el Alto Per en 1813 obtuvo dos importantesderrotas, tras las cuales los enemigos contraatacaron y volvieron a tomarSalta. Ante la hostilidad general y lo difcil de mantener la posicin losocupantes se retiraron, y en 1815 los revolucionarios volvieron a avanzar

    sobre tierras altoperuanas, para ser otra vez vencidos decisivamente. Elmayor xito de la Logia en la guerra fue conquistar Montevideo, elbaluarte contrarrevolucionario en el sur, en junio de 1814, triunfo queevit la llegada de tropas espaolas al Ro de la Plata. Sin embargo, elDirectorio pronto tuvo que dejar toda esa regin, la Banda Oriental,en manos de los revolucionarios locales, cuya oposicin al gobiernocentral se convirti en una exitosa resistencia armada tras la cada deMontevideo.7

    7 Vanse Tulio Halperin Donghi, Revolucin y guerra. Formacin de una elite dirigenteen la Argentina criolla, Buenos Aires, Siglo XXI, 1972, y Pilar Gonzlez Bernaldo,Produccin de una nueva legitimidad: ejrcito y sociedades patriticas en Buenos Airesentre 1810 y 1813, en AAVV, Imagen y recepcin de la Revolucin Francesa en la

    Argentina, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1990, p. 27-51.

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    El origen de esa disidencia se anclaba en el origen de la Revolucin.Si sta se haba hecho en nombre del retorno de la soberana a lospueblos, por qu Buenos Aires tena preeminencia sobre los otros?Los porteos decan que era la antigua capital y que tena ms recursoseconmicos y culturales para dirigir al ex virreinato, lo cual fue aceptadopor buena parte de las ciudades. Pero tambin hubo una crecientetendencia a la autonoma, muy resistida por la capital en la zona de suinmediata inuencia: el litoral de los ros Uruguay y Paran. El lderdel levantamiento de la Banda Oriental, iniciado en las reas rurales en1811, era Jos Artigas, quien apoy primero a los gobiernos porteospero luego se empez a oponer al centralismo y plante reemplazarlo

    por un sistema confederal en el cual todas las provincias estaran enigualdad de condiciones. Esa propuesta hizo que los diputados orientalesfueran rechazados por la Asamblea del ao XIII, dominada por la LogiaLautaro. Buenos Aires intent acaba con el poder de Artigas, pero steobtuvo un fuerte respaldo en Entre Ros, Corrientes, Santa Fe y la zonaen la que haban estado las misiones jesuitas hasta el siglo XVIII. Todoel Litoral y la Banda Oriental formaron laLiga de los Pueblos Libres,confederal y bajo el protectorado de Artigas, y dejaron de obedecer al

    gobierno central. Para 1815, entonces, el territorio revolucionario estabapartido en dos.Asimismo, ese mismo ao el resto del Interior empez a mostrarse

    harto del centralismo del Directorio. Para colmo la economa estabaarruinada tras la separacin del Alto Per sede de las minas y por losefectos de la guerra; las noticias de Europa regreso de Fernando VIIal trono, formacin de la Santa Alianza que condenaba a los gobiernossurgidos de revoluciones- atemorizaban a la dirigencia; y el resto

    de los focos revolucionarios americanos Mxico, Nueva Granada,Venezuela, Chile- haba cado otra vez en poder realista. La crisis parecatotal.

    Una reaccin general que implic otra vez una agitacin popular derrib a la Logia Lautaro, expulsando al Director Supremo Alvear. Trasun perodo de confusin, ascendi al poder un grupo ms conservador,encabezado por el tambin porteo Juan Martn de Pueyrredn, quevolvi a reestablecer los vnculos entre el Interior y Buenos Aires (perono con el Litoral artiguista). Este grupo ms moderado fue sin embargoel que impuls la declaracin de independencia. Esto se explica porqueparecan tener pocas alternativas: los territorios recapturados por losrealistas haban sido violentamente reprimidos, la intransigencia deFernando VII no permita una vuelta atrs. Un congreso reunido en

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    Tucumn declar la independencia de un territorio de lmites imprecisosque por consiguiente fue llamado Provincias Unidas en Sudamrica.El nombre argentina slo se usaba en esa poca para llamar a lagente que viva a orillas del Ro de la Plata, como los porteos (porqueargentum signica plata en latn). Los contemporneos se reconocana s mismos como del lugar en el que haban nacido cordobeses,salteos, sanjuaninos, porteos, riojanos, etc y como americanos. Nohaba todava una identidad nacional; ella se iba a formar ms adelante,como consecuencia de la independencia y de haber combatido por unacausa comn durante los aos revolucionarios.8

    Los diputados no se pusieron de acuerdo acerca de cul deba

    ser la forma de gobierno del nuevo pas, si una repblica o unamonarqua, y dejaron la resolucin en suspenso, manteniendo de hechoun sistema republicano. Lo que no sufri desafos en el congreso fue elcentralismo (ms tarde los congresales se trasladaron a Buenos Aires,donde sancionaran en 1819 una constitucin centralista que no lleg aaplicarse). A la vez, el Congreso procur aanzar el giro conservador.Al da siguiente de declarar la independencia, proclam n de larevolucin, principio del orden. Sin embargo, mientras continuara

    la guerra de independencia, ese orden anhelado por las elites iba aresultarles imposible de ser construido.En el Congreso de Tucumn participaron diputados de ciudades

    que estaban ocupadas por los realistas y que hoy no forman parte de laArgentina: Tarija, Potos y Cochabamba. Las provincias que integrabanlos Pueblos Libres, enfrentadas con el Directorio, no estuvieronpresentes. Ellas se consideraban desde 1815 independientes de Espaay de cualquier otro pas, aunque sin una declaracin formal.

    Las Provincias Unidas en Sudamrica enfrentaban un desafocomplejo. La apuesta fue apoyar a la expedicin que el general SanMartn organizaba para atacar a los realistas que ocupaban Chile,eludiendo as otro posible fracaso en el Alto Per. La conduccin de laguerra en el norte qued a cargo del gobernador de Salta Martn Miguelde Gemes, quien con sus milicias se dedic a combatir las incursionesde los realistas altoperuanos a travs de una guerra de guerrillas. Aeste panorama blico se sum la guerra civil entre el gobierno centralubicado en Buenos Aires y los Pueblos Libres artiguistas, que se librintermitentemente en los aos sucesivos.

    8 Jos Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, Estados: Orgenes de la Nacin Argentina(1800-1846), Buenos Aires, Ariel, 1997.

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    El xito acompa al plan de San Martn, desde el cruce de losAndes en 1817 y la derrota de los realistas de Chile en 1819 hasta laocupacin de Lima, base del poder espaol en Amrica del Sur, en1821. En el Ro de la Plata, el alto costo del conicto en fue debilitandoal gobierno central, que debi delegar a guras de cada provincia lacapacidad de reclutar hombres y recursos para la lucha (ste fue elorigen de los futuros caudillos). Por su parte, el enfrentamiento entrela capital y los artiguistas termin destruyendo a ambos sistemas: elgobierno de Pueyrredn apoy implcitamente en 1816 una invasinportuguesa a la Banda Oriental que termin derrotando y expulsando aArtigas en enero de 1820; algunos das ms tarde, uno de los principales

    comandantes artiguistas, el entrerriano Francisco Ramrez, unido con elgobernador de Santa Fe Estanislao Lpez, venci a las tropas porteasdel Directorio, obligndolo a disolverse junto con el Congreso. En 1820,entonces, el gobierno central surgido en 1810, y con l lo que quedabadel sistema revolucionario, desapareci. Slo quedaron provincias sinningn tipo de organizacin institucional por encima de ellas.9

    Los cambios revolucionarios

    Termin la revolucin en 1820, con el colapso de los sistemaspolticos surgidos de ella? No hay acuerdo sobre esto. Es indudable quemuchos fenmenos abiertos por la revolucin tomaran mucho tiempo;la construccin de los estados nacionales en la regin, por caso, nonalizara hasta el ltimo tercio del siglo. Incluso la guerra no terminen aquel ao: en el actual norte argentino dur hasta 1824, y en el surde las Pampas se mantuvo una guerrilla realista integrada sobre todo por

    indgenas hasta 1832.10

    De todos modos, la dcada de 1820 sirve comopunto nal para poder evaluar los cambios inmediatos, aquellos que laRevolucin caus ante los ojos mismos de sus protagonistas.

    El primer aspecto que aparece como novedad, por supuesto, esla formacin de cuatro nuevas conguraciones nacionales en lo que

    9 Halperin Donghi,Revolucin y Guerra, op. cit. Otras miradas generales sobre el procesoen Genevive Verdo, Lindependence argentine entre cits et nation (1808-1821),Paris, Publications de La Sorbonne, 2006, y Gabriela To Vallejo, Rupturas precoces y

    legalidades provisorias. El n del poder espaol en el Ro de la Plata,Ayer. Revista dehistoria contempornea, n. 74, 2009, p. 133-172.10 Para una reexin sobre la duracin de la revolucin y una revisin regional de las

    transformaciones vase Ral Fradkin, Qu tuvo de revolucionaria la revolucin deindependencia?, Nuevo Topo. Revista de historia y pensamiento crtico , n. 5, 2008,

    p. 15-43.

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    haba sido el Virreinato del Ro de la Plata: las Provincias Unidas, que en1826 adoptaran el nombre de Repblica Argentina, Paraguay, Bolivia yUruguay (aunque la construccin de los respectivos estados nacionalessera lenta).

    Un segundo cambio decisivo es el de los criterios por los cualesunos mandaban y otros obedecan. Los que en 1810 eran sbditos de unrey se haban convertido para 1820 en ciudadanos republicanos. Pesea que tambin la construccin efectiva de esa ciudadana iba a llevartiempo, la instalacin de un sistema tan diferente no deja de ser muysignicativa. El gobierno del pueblo comenz a ejercerse de hechoen 1810, pero su adopcin de derecho sera ms compleja. Si bien ya

    a inicios de 1811 el peridico revolucionario La Gaceta defenda lasventajas del gobierno popular y en manos de muchos, la dirigenciano se arriesgaba a hablar directamente de la instalacin de una forma degobierno republicana.11 La primera defensa abierta de esa posibilidadla hizo la Banda Oriental, que envi a sus diputados a la Asambleadel ao XIII con instrucciones al respecto; el artiguismo mantuvo esaposicin inalterablemente. En las Provincias Unidas dirigida por BuenosAires la cuestin fue ms disputada, sobre todo a partir de 1815, con la

    Restauracin europea. Los que se inclinaban por instaurar una repblica,apelaban a la tradicin clsica y argumentaban que creaba virtud cvica.Otros preferan buscar un rey en Europa para legitimar la revolucinante los reyes del Viejo Continentes varios antiguos republicanosadoptaron ideas monrquicas por esta razn. Fue el caso de Belgrano,quien propuso una lnea americanista: hacer rey a un descendiente de losincas, Juan Bautista Tupac Amaru, pero nadie lo respald. Finalmente, laderrota del Directorio en 1820 termin con los proyectos monrquicos.

    La identicacin de la repblica con el sistema representativo, opuestoa la democracia (que se ejerca por ejemplo en los cabildos abiertos)fue lo que permiti que quienes antes de ese ao se inclinaban porla creacin de una monarqua constitucional adoptaran velozmente lasolucin republicana.12 Uno de ellos, Bernardino Rivadavia, sostuvoque el triunfo de la repblica no fue producto de una preferencia sinode la fuerza de las cosas.13

    11

    Orden del da, 14 de febrero de 1811, Gaceta de Buenos Aires, T. II, Buenos Aires, 1910,p. 109-10.12 Rubn Salas,Lenguaje, Estado y poder en el Ro de la Plata (1816-1827), Instituto de

    Investigaciones de Historia del Derecho, Buenos Aires, 1998.13 Cit. en Ricardo Piccirilli, Rivadavia y su tiempo, T. 3, Buenos Aires, Peuser, 1960,

    p. 293.

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    Es menos claro cmo el republicanismo obtuvo su aceptacinpopular. La Revolucin se hizo en nombre de la soberana del pueblo,y si bien eso era compatible con una monarqua, tambin haca perfectosistema con la idea de efectivo gobierno popular. Junto a eso, lo queparece haber sido decisivo fue la identicacin general con la causa dela Patria. La trada identitaria colonial era Dios, la Patria y el Rey, perola guerra de los aos 10 la disolvi al oponer a la Patria con el Rey;como aquella adopt de hecho la forma republicana de gobierno, unay otra se fueron transformando en lo mismo quienes lucharon en sunombre. De ah parece haber provenido una abstraccin: la Patria fueequivalente a la repblica y el Rey, el enemigo, a la monarqua como

    un todo. A la vez, esto coincida bien con las ambiciones igualitaristasque eran frecuentes en el Ro de la Plata, muy claras en el artiguismo(con su consigna de que nadie es ms que nadie).14 El payador orientalBartolom Hidalgo, que tambin fue popular en Buenos Aires, cantabaque el Rey es hombre cualquiera, y que no se necesitan reyes / paragobernar los hombres / sino bencas leyes.15

    Otra transformacin profunda iniciada en 1810 fue econmica.En el perodo colonial todo giraba en torno de la minera altoperuana,

    en particular de Potos. El bien ms exportado a travs del puerto deBuenos Aires era por lejos la plata, y buena parte de los territoriosrioplatenses se dedicaban a abastecer de distintos productos a esa regin.Los descalabros provocados por la guerra y la prdida del Alto Per porparte de los revolucionarios no dejaron ms alternativas que volcar losrecursos a la produccin pecuaria para la exportacin. El librecambio,promovido por los comerciantes britnicos y por sectores criollos comolos hacendados porteos desde antes de 1810 e instalado por primera

    vez por el virrey Cisneros en 1809 para obtener recursos- se volvi unaclave econmica. El Litoral era el ms favorecido para aprovechar lanueva situacin; sin embargo, territorios donde la ganadera se habadesarrollado fuertemente en el siglo XVII, como la Banda Orientaly Entre Ros, vieron sus stocks destruidos por la guerra. BuenosAires, en cambio, con pocos enfrentamientos librados en su territorio,empez a volcarse con fuerza a la produccin de cueros y vivi un

    14

    Vase Gabriel Di Meglio, Repblica, en Javier Fernndez Sebastin (dir.),Diccionariopoltico y social del mundo iberoamericano, Madrid, Fundacin Carolina-SECC-CEPC,2009, p. 1270-1281.

    15 Cielito a la venida de la expedicin espaola al Ro de la Plata y Un gaucho de laguardia del Monte contesta al Maniesto de Fernando VII, en Bartolom Hidalgo, Cielitos

    y dilogos patriticos, Buenos Aires, Centro Editor de Amrica Latina, 1967, p. 26 y 31.

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    despegue econmico. Esa reorientacin econmica sera el inicio deuna organizacin econmica que se consolidara ms tarde en el modeloagroexportador argentino de nes del siglo XIX.16

    A la vez, este cambio trajo aparejado otro en la cspide social.Los antiguos comerciantes monoplicos ligados con Cdiz fueronalgunos de los principales perdedores de la Revolucin. El comercioqued pronto en manos de los comerciantes britnicos, mientras que lossectores ms ricos del Litoral volcaron sus no tan abundantes capitales a

    la produccin ganadera. As, la posicin dominante que los comerciantestenan en Buenos Aires hasta 1810 fue reemplazada en los aos 20 por lade los estancieros. Ese fue el origen de la poderosa clase terrateniente,

    decisiva en Argentina por dcadas desde entonces.17Una novedad crucial de la Revolucin fue el surgimiento de una

    vida poltica conictiva y multiclasista. Por un lado, del seno de la elitesurgi lo que hoy se denominara una clase poltica; fueron muchos losque empezaron a dedicarse a lo que algunos contemporneos llamabanla carrera de la revolucin, a llenar sus das de actividad poltica. Yotra novedad fue que varias mujeres de la elite empezaron a participaren esa poltica, discutiendo los asuntos pblicos en sus tertulias o al

    reunirse en pequeos grupos. Algunos hombres se preocuparon por esedato, que iba en contra del lugar pasivo que se asignaba a las mujeresen la sociedad. En marzo de 1813 un annimo imprimi un texto quedeca: da vergenza, y toca ya la raya de lo escandaloso el modolibre en que se expresa un nmero no muy despreciable de jvenespatricias en orden a los negocios polticos; retiradas a lo oscuro yms recndito de sus retretes, hablan de mltiples asuntos y entre otrascosas satirizan las ms sabias disposiciones de nuestro gobierno.18 El

    autor peda que se las castigara. Pero muchas siguieron interviniendoen poltica y algunas se volvieron famosas por eso, como MacachaGemes, Melchora Sarratea y Mariquita Snchez de Thompson.

    Asimismo la vez, esa vida poltica empez muy pronto a involucrara sectores ajenos a las elites, y ese fue un cambio trascendental.En distintas partes del ex Virreinato del Ro de la Plata se dio una

    16 Un buen resumen de esta temtica en Jorge Gelman, El mundo rural en transicin, en

    Noem Goldman (dir.),Nueva Historia Argentina, tomo 3, Buenos Aires, Sudamericana,1998, p. 71-101.17 Tulio Halperin Donghi, Clase terrateniente y poder poltico en Buenos Aires (1820-

    1930), Cuadernos de Historia Regional, n. 15, 1995, p. 11-46.18 Memoria sobre la necesidad de contener la demasiada y perjudicial licencia de las mujeres

    en el hablar, Impresos, biblioteca John Carter Brown, 68-334-181.

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    participacin popular que devino fundamental. En la Banda Oriental,peones, ocupantes de tierra sin ttulo, esclavos y otros integrantesdel universo popular que siguieron a Artigas buscaron con la lucha

    a favor de la Revolucin mejorar sus condiciones de vida, asegurarel respeto de derechos consuetudinarios y lograr una sociedad msjusta; presionaron en 1815 para obtener tierras de los malos europeosy peores americanos, enemigos del sistema, hasta que la invasinportuguesa puso n a la experiencia.19 En Salta y Jujuy, los campesinos llamados gauchos en ese momento que se movilizaron en 1814contra los realistas y terminaron liderados por Gemes, consiguieronel fuero militar, que les permita no ser juzgados por el Cabildo sino

    por sus ms permisivos ociales, y dejaron de pagar los arriendosmientras durara la guerra.20 Le dieron un sentido propio al conceptode patria, en nombre del cual luchaban, que inclua las nociones deigualdad ante la ley y abolicin de las distinciones tnicas; a la elitele cost muchos aos lograr la desmovilizacin y el reestablecimientodel orden social.21 Ambos movimientos tuvieron una fuerte base rural ydesaaron abiertamente el orden social. Fueron los ms radicales de laregin pero no los nicos. Tambin otras zonas vivieron conmociones

    populares, como Mendoza, donde en 1812 hubo una fallida revuelta deesclavos, y el resto del Litoral artiguista, donde hubo otros desafos alorden, como ocurri en Entre Ros y en la zona de las antiguas misionesjesuitas, donde hubo una amplia movilizacin indgena.22 Tambin en laciudad de Buenos Aires la participacin popular fue decisiva. Aunqueel desafo all al orden social fue menos claro, los efectos de la accinplebeya fueron de mucho peso, en particular porque al ser una capital,los movimientos con presencia popular tenan consecuencias que iban

    ms all del mbito urbano; si caa un gobierno, implicaba a todas lasProvincias Unidas. A continuacin me ocupar de ese tema, apelando amis propias investigaciones.

    19 Ana Frega, Pueblos y soberana en la revolucin artiguista. La regin de Santo DomingoSoriano desde nes de la colonia hasta la ocupacin portuguesa, Montevideo, Edicionesde la Banda Oriental, 2007.

    20 Sara Mata, Los gauchos de Gemes. Guerras de independencia y conicto social, BuenosAires, Editorial Sudamericana, 2008.

    21 Gustavo Paz, Province and Nation in Northern Argentina. Peasants, Elite, and the State,

    1780-1880, tesis doctoral, Emory University, 1999.22 Beatriz Bragoni, Esclavos, libertos y soldados. La cultura poltica plebeya en Cuyodurante la revolucin, en Rul Fradkin (ed.), Y el pueblo dnde est? Contribuciones

    para una historia popular de la revolucin de independencia en el Ro de la Plata, BuenosAires, Prometeo Libros, 2008, p. 107-150. Para el Litoral vase el artculo de Ral Fradkinen este mismo dossier.

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    La participacin poltica popular en la ciudad deBuenos Aires

    Casi un ao despus de la instalacin de la Primera Junta, lo hemencionado ya, la dirigencia revolucionaria empez a tener divisionesinternas que llevaron a una ruptura entre una faccin ms radical yotra ms moderada. Cmo dirimir un enfrentamiento ahora que yano se contaba con la autoridad metropolitana para desempatar? Lossaavedristas encontraron un camino para quitar de en medio a los

    diputados morenistas de la Junta: apelar a una agitacin popular. Peroquin poda protagonizarla? Hallaron la respuesta en quienes ocupaban

    la porcin ms baja de la sociedad.La pertenencia al mundo popular estaba determinada por el colorde piel si se trataba de negros, pardos o trigueos (aunque tambin habamuchos plebeyos blancos), por la falta de respetabilidad (marcadapor la ausencia del ttulo don/doa delante de sus nombres), por lapobreza, la ocupacin laboral (manual o sin calicacin), la lejana delpoder poltico, la situacin de dependencia con respecto a otros, lasdicultades para poder formar un hogar y los espacios de sociabilidad

    compartidos. La mayor parte de los artesanos de la ciudad, junto conuna suerte de heterogneo proletariado urbano, y tambin los esclavos que pese a la gran diferencia de no tener libertad estaban incluidos enmuchos de los rasgos recin enunciados formaban la plebe o bajopueblo.

    En la noche del 5 de abril de 1811 la faccin de Saavedra organizuna concentracin en la Plaza de la Victoria, la principal de la ciudad.Para ello se salt a los arrabales en busca de mquinas para ejecutarel movimiento, o como entonces se deca, se apel a los hombres deponcho y chirip contra los hombres de capa y de casaca.23 En esasociedad preindustrial, la ropa era muy cara y ciertas prendas slo podanlucirlas quienes tenan dinero. La levita era un smbolo de diferenciasocial; los hombres de los sectores medios y bajos usaban la chaquetacomo prenda; los ms pobres usaban poncho y chirip, en ocasioneseran tildados de descamisados. Estos pobladores de los suburbios,apoyados por el grueso de las tropas presentes en Buenos Aires quemantuvieron un segundo plano en la accin para evitar acusaciones

    de un movimiento realizado por la fuerza , se presentaron como el

    23 Ignacio Nez, Noticias Histricas,Biblioteca de Mayo, T. I, Buenos Aires, Senado dela Nacin, 1960, p. 452.

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    pueblo. De este modo, estaban ampliando el alcance de un conceptoque hasta entonces era socialmente limitado.

    No es fcil conocer los motivos plebeyos para participar, siemprees muy difcil hallar documentos para explorar las posturas populares,pero hay dos causas que se pueden inferir. Primero, la movilizacin fueconducida por varios alcaldes de barrio, vecinos destacados de cadadistrito a quienes el Cabildo designaba en el cargo para ocuparse de la

    polica, la higiene y el orden; su inuencia era importante y pudieronvolcarla en esta ocasin. Luego, el primer punto del petitorio entregadoal Cabildo da un indicio clave: se exige la expulsin de todos losespaoles de la ciudad. Esa animosidad contra los europeos era ms

    moderada entre la elite que entre la plebe, que sufra cotidianamente lasventajas peninsulares en la consideracin social, el comercio minoristao el mercado matrimonial. A ella se apel, aparentemente, para lograrla masiva presencia popular. Surgi as una prctica: para que la elitepudiera movilizar a personas ajenas a ella no le alcanzaba con ejercer unaautoridad o con disponer de relaciones clientelares; tena que encontrarmotivos compartidos con aquellos a quienes buscaba conducir, y assera en los siguientes movimientos de la dcada. Cuando en 1814

    Saavedra fue juzgado por lo ocurrido en abril de 1811, se quej diciendoque la combinacin de plebe en la plaza y tropas sostenindola habavuelto a ser utilizada en posteriores cambios de gobierno.24

    En 1811 apareci otra forma de participacin plebeya: la estapoltica. En mayo se conmemor el aniversario de la Revolucin confestejos masivos. La presencia popular en celebraciones pblicas eracomn hasta entonces, lo nuevo era que ahora se haban politizado.Las victorias militares y otros acontecimientos destacados se volvieron

    motivo de celebracin callejera. Las estas mayas para homenajear ala Revolucin se convirtieron en fundamentales para la vida pblicaportea, abarcando a todos los sectores sociales.

    El ao 1811 termin por volverse determinante en la historia popularpor el motn en diciembre de la tropa del Regimiento de Patricios, formadasobre todo por jornaleros, artesanos y menestrales pobres (ningunollevaba el don delante de su nombre). Tras la Revolucin, el regimientohaba sido convertido en parte del ejrcito de lnea; pasado el fervorinicial, cuando la guerra empez a alargarse, el impulso gubernamentalhacia la profesionalizacin militar fue caldeando los nimos en las las.

    24 Instruccin de Saavedra a Juan de la Rosa Alba, en Biblioteca de Mayo, T. II, vol. 1,Buenos Aires, Senado de la Nacin, 1960, p. 1122.

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    Algunos cabos redactaron un petitorio solicitando que se nos tratecomo a eles ciudadanos libres y no como a tropa de lnea. Un ocialamenaz con cortar la trenza, distintivo del regimiento, a quienes nomantuvieran la disciplina, provocando un rechazo generalizado: msfcil les sera cargarse de cadenas que dejarse pelar. La respuesta delocial fue que si sentan el hecho como una afrenta l tambin estaraafrentado pues se hallaba con el pelo cortado, pero la indignada rplicaargument que l tena trajes y levitas para disimularlo. As, en unmovimiento que buscaba defender el derecho de los milicianos tambinse puso apareci en juego una tensin social entre la ocialidad y latropa.25 Los amotinados no aceptaron negociar y el gobierno termin

    atacndolos con fuerzas leales, que lograron tomar el cuartel tras un cortoy violento combate. Once dirigentes fueron fusilados y colgados.

    De ah en ms hubo varios levantamientos o intentos de motn en elejrcito de lnea; a diferencia de las movilizaciones contra los gobiernoseran liderados por miembros de la plebe y no de la elite. En enero de1819 fue otra vez el turno de la milicia: los sargentos, cabos y soldadosdel Tercer Tercio Cvico, cuerpo integrado por pardos y morenos,realizaron un motn contra las autoridades, que buscaban acuartelarlas y

    no respetaban as el derecho miliciano de servir desde cada domicilio; aesto se sumaron elementos de tensin racial. El soldado Santiago Manuldijo ante un grupo de changadores que el gobierno es un ingrato, noatiende a nuestros servicios, nos quiere hacer esclavos y que vamosa morir en defensa de nuestros derechos, al tiempo que hubo soldadosque tuvieron expresiones contra los blancos.26 El motn, nalmente,fue desbaratado.

    Al ao siguiente, el mismo Tercer Tercio, junto con el Segundo, que

    tambin tena una importante composicin plebeya porque aglutinabaa los habitantes de los suburbios de Buenos Aires, cumplieron unpapel decisivo en los conictos que siguieron en la ciudad a la cadadel gobierno central. En octubre de 1820 ambos cuerpos, a los que sesumaron otros plebeyos, participaron, dirigidos por sus ociales, en unlevantamiento en contra del regreso al poder de la impopular faccinque haba ocupado el Directorio entre 1816 y ese ao. La intervencinde milicias de la campaa llev a los ociales rebeldes a negociar,pero las tropas de los Tercios decidieron resistir y fueron vencidas con

    25 Las citas textuales en Ernesto Fitte, El motn de las trenzas, Buenos Aires, FernndezBlanco, 1960, p. 92, 86 y 87.

    26 Archivo General de la Nacin [en adelante AGN], sala X, legajo 30-3-4, SumariosMilitares,957.

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    una gran matanza. Las milicias de la ciudad fueron empequeecidas ydebilitadas desde entonces.

    Cules fueron las razones de la participacin poltica popular?Una de las claves de la movilizacin en la dcada de 1810 fue la yamencionada animadversin contra los espaoles. En junio de 1812, unesclavo llamado Ventura denunci que su amo, el poderoso comerciantevizcano Martn de lzaga, estaba organizando la contrarrevolucin.Como consecuencia, el gobierno apres a los peninsulares implicados yla presin popular lo forz a tomar duras medidas: 33 espaoles fueronfusilados a lo largo de un furioso mes, en el cual los porteos ganaronvarias veces las calles ante rumores de invasin desde Montevideo con

    apoyo local. Los integrantes del Triunvirato fueron hostigados mientrascaminaban o recibieron ataques a sus residencias al ser acusados de

    tibios. El asunto concluy con cientos de espaoles expulsados de laciudad a zonas de la campaa bonaerense.

    Ese odio politizado permita a los plebeyos dirimir conictos conlos peninsulares surgidos en otras esferas; buena parte de las tensionessociales de la poca se subsumieron en ese tomar a los espaoles comoblanco. A lo largo de los aos, varios fueron delatados con evidencia

    o sin ella por conspirar contra la revolucin, y terminaron presos omuertos. La adhesin a la Patria, es decir al campo revolucionario, fueigualando simblicamente a todos los americanos, incluyendo a losafricanos, en oposicin a los peninsulares, llamados sarracenos.

    Es que en el apoyo a la Revolucin hubo tambin una tendenciaigualitarista. sta fue en alguna medida el resultado de la politizacinde una situacin previa: una sociedad integrada segn escribi el virreySantiago de Liniers en 1806 por gentes que se creen todos iguales.27

    Segn el relato de un integrante de la tropa de los cuerpos voluntariosde la milicia que se formaron en 1806, los soldados de cada compaano queran que sus ociales llevasen la charretera sino una pequeaseal, porque eran smbolos de vanidad; para mostrar su opinin hubomilicianos que se pusieron charreteras de papel en la bragueta.28 Eligualitarismo fue tambin una de las claves del discurso del grupo msradical de revolucionarios de Moreno a Monteagudo en los inicios

    de la Revolucin, y tambin fue una de las claves del artiguismo, cuyazona de origen estaba ubicada a slo cincuenta kilmetros de BuenosAires.

    27 Cit. en Paul Groussac, Santiago de Liniers, Buenos Aires, Ediciones Estrada, 1943, p. 120.28Diario de un Soldado, Ministerio del Interior, Buenos Aires, 1960, p. 65.

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    Las aspiraciones igualitaristas fueron poco satisfechas, pero decualquier manera la Revolucin, y tambin la guerra, dieron lugar aun cambio fundamental a este respecto: la disolucin del sistema decastas, que obligaba a la inferioridad legal a negros, mestizos, pardosy zambos. Ya en la expedicin que parti en 1810 hacia el norte, elcomandante Juan Jos Castelli un radical- alab el comportamiento delas compaas de castas y pregunt al gobierno No pudieran declararlecuando lo exija la oportunidad el uso del Don a uno de castas?.29 Elcambio no fue inmediato pero empez a desenvolviendo a lo largo deesos aos. Las desigualdades por el color de piel no desaparecieron dela sociedad, pero s lo hicieron legalmente.

    Para la poblacin negra haba un objetivo primordial, quecompartan los esclavos y los libertos emparentados con ellos: obtener lalibertad. En la Revolucin encontraron un camino posible para lograrla:por un lado a travs del ingreso de los hombres a los ejrcitos, de dondesuponan que iban a salir libres; por otro, por las esperanzas generadaspor la libertad de vientres en 1813, que hizo a un moreno libre declararen 1815 que todo respira el desterrar la esclavitud.30 Esto no iba aocurrir, aunque la esclavitud como institucin se debilitara muchsimo

    con la Revolucin y su importancia econmica se desmoronara (a pesarde lo cual no fue abolida hasta la Constitucin Nacional de 1853). Enlos aos revolucionarios se cre una fuerte identicacin de los negroscon la causa de la Patria. Servirla daba derechos; cuando en 1820 unocial insult a unos soldados negros, uno de ellos le dijo que si bienera negro era un cabo de la Patria, dando inicio a una gritera en contradel ocial.31

    A estas motivaciones de fondo hay que aadirle en cada movilizacin

    concreta las razones particulares, cuando se pueden dilucidar. En losmotines descritos y en otras ocasiones lo que llev a la accin, y a ladeterminacin para defender posiciones, fue la sensacin de un derechoultrajado. Los derechos, aunque desiguales, eran un fundamento centralde la sociedad colonial y la indignacin que causaba el que no se losrespetara era un motor poderoso para obrar.

    En otras ocasiones puede parecer que la actuacin popular se debia la obediencia. Es lo que parece haber ocurrido en abril de 1815, cuandoel Cabildo convoc con su campana a la defensa de la ciudad de un

    29 Cit. en Goldman, Historia y lenguaje, op. cit., p. 131.30 Solicitud de Hilarin Gmez en AGN, X, 8-9-4, Solicitudes Civiles y Militares.31 AGN, X, 29-10-2, Sumarios Militares, 146.

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    posible ataque del Director Supremo Alvear, quien avanzaba con suejrcito para sofocar el levantamiento en su contra liderado por aquellainstitucin. Para la poblacin, el Cabildo era un padre que velaba porel bien comn, y muchos respondan a sus llamados. Pero tambin esverdad que Alvear era odiado porque haba incrementado an ms elesfuerzo reclutador del Estado sobre la plebe, ya muy fuerte desde 1812,y porque haba aumentado el precio de la carne y del pan las basesde la dieta portea debido a impuestos para la guerra. Es indudableque ese descontento contribuy a la obediencia prestada al llamado delCabildo.32

    En el ya mencionado levantamiento miliciano de octubre de 1820,

    los plebeyos que intervinieron pueden haber concurrido por orden desus ociales y tambin porque el Cabildo respaldaba a de los rebeldes.Pero esto no alcanza como explicacin, puesto que durante el mismo aoexistieron otras convocatorias en los cuales las tropas no respondieron

    a sus ociales. No bastaba en esos momentos convulsionados con darrdenes para que stas fueran cumplidas, sino que se necesitaba unacuerdo en los motivos de la movilizacin. La obediencia no explicatampoco las causas de la intransigencia durante ese levantamiento de la

    tropa miliciana en la Plaza de la Victoria; los soldados, furiosos contralos directoriales, no aceptaron las negociaciones de sus jefes. Loprimordial fue el posicionamiento poltico.

    Otra causa de participacin puede haber sido el clientelismo. Esindudable que existieron personajes que usaron su inuencia barrial,conseguida gracias a su importancia social, a ejercer un cargo pblico opor ambas cosas (que en general se combinaban), para movilizar gente.Estos lderes locales se convirtieron desde la dcada de 1810 en piezas

    clave de la poltica portea.Esto es claro en el levantamiento de octubre de 1812, cuando laLogia Lautaro lleg al poder desplazando al Primer Triunvirato. LaLogia haba preparado una movilizacin de la que tomaran parte fuerzasmilitares e integrantes de de la Sociedad Patritica, todos hombres dela elite. Sin embargo, a su lado hubo una presencia plebeya, ligada a lagura de Juan Jos Paso. Su hermano, Francisco, estaba vinculado a dosabastecedores de forraje de algunos cuarteles militares, Hilario y AntonioSosa, a quienes su actividad les daba ascendencia en las quintas cercanasal mbito urbano. Ambos participaron en la movilizacin y rmaron el

    32 Los aumentos y sus causas en AGN, X, 30-10-1, rdenes de Polica, 188; Acuerdos delExtinguido Cabildo, serie IV, Tomo VI, Buenos Aires, 1927, p. 405.

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    petitorio que se present al Cabildo. Es altamente probable que fueranellos los que condujeron a muchos plebeyos a la plaza; indudablementeeso permiti que Paso, quien haba integrado el Triunvirato contra elcual se estaba manifestando, fuera elegido para ser parte del nuevogobierno. Asimismo, es posible que se haya prometido dinero a algunosconcurrentes. Meses ms tarde, el pardo Santiago Mercado, alias Chapa,quien se ocupaba de trajinar en el comercio y andar comprando yvendiendo, dijo que se haban empleado veintisis mil pesos parasobornar a militares y a otros con el n de que se hicieran presentesen la plaza ese da. Al poco tiempo, en enero de 1813, a travs de unadenuncia contra el mencionado Mercado, y de gente que oy a un

    dependiente o a varios mozos, el gobierno tom conocimiento de unaconspiracin en su contra dirigida por Francisco Paso y los hermanosSosa.33 Esta pequea faccin que agrupaba a prominentes miembros dela elite como los hermanos Paso, a lderes intermedios (brokers) comolos Sosa y a seguidores como Mercado parece responder bien a unmodelo clientelar. De todos modos, no implica que quienes acudieronno lo hicieran tambin por motivos polticos; de hecho, se supo que losSosa haban usado argumentos para soliviantar los nimos, diciendo

    que queran hacer guillotinar a los malos paisanos, lo cual recuerdalo ocurrido en abril de 1811.34

    Una caracterstica que aanz la participacin del bajo pueblo enlos asuntos pblicos fue la politizacin de los espacios de sociabilidadpopular. Mercados, calles y pulperas (esquinas en las que se vendanalimentos y otros bienes, adems de ser despachos de bebidas), fueronsitios de difusin de rumores, de lectura de la prensa en voz alta y dediscusiones polticas.35

    Al nal de la dcada de 1810, la plebe haba sufrido fuertemente laguerra de la independencia -muchos de los soldados que pelearon tenanesa extraccin social; algunos entraron al Ejrcito voluntariamente y otrosfueron obligados a hacerlo-. Los plebeyos pasaron largas temporadasen condiciones muy duras, y cuando termin el conicto solan seguir

    33 AGN, X, 29-9-8, SM, 83a.34 AGN, X, 29-9-8, SM, 83a.35 Para todo lo expuesto en este aparado puede verse Gabriel Di Meglio, Viva el bajo pueblo!

    La plebe urbana de Buenos Aires y la poltica entre la Revolucin de Mayo y el rosismo,Buenos Aires, Prometeo, 2006. La participacin popular en la campaa bonaerense en losaos revolucionarios, ms limitada pero tambin importante, ha sido estudiada por RalFradkin, Cultura poltica y accin colectiva en Buenos Aires (1806-1829), en Fradkin(ed.), Y el pueblo dnde est? Contribuciones para una historia popular de la revolucinde independencia en el Ro de la Plata, Buenos Aires, Prometeo Libros, 2008, p. 27-65.

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    tan pobres como antes. De ah la aparicin de lamentos populares querecogi Bartolom Hidalgo: el que tiene es don Julano / y el que perdise amol: / sin que todos los servicios / que a la Patria le emprest / lolibren de una roncada / que le largue algn pintor.36 Esa sensacin fueuna de las causas de la progresiva inclusin de una dimensin socialen el conicto poltico local que se aanzara desde 1820: la aversincreciente contra los aristcratas, que reemplazaron a los espaolescomo principal enemigo de muchos plebeyos.

    La participacin popular sigui siendo activa y decisiva en lapoltica portea, tanto en las movilizaciones contra gobiernos, comoen la intervencin en las elecciones que se volvieron centrales en la

    poltica portea desde 1821 y en otras agitaciones.37 Esto se debi enbuena medida a que la elite portea no logr crear reglas duraderas parazanjar sus disputas facciosas, lo cual dio un protagonismo extendidoa la movilizacin popular, al tiempo que esa participacin dicultabaa su vez el logro de un orden que satisciera a la elite. Recin en losaos 1840, cuando promediaba el segundo gobierno del poderoso JuanManuel de Rosas en Buenos Aires, el ciclo de movilizacin popularporteo llegara a su n. Rosas, obsesionado por el orden, entendi

    que para lograrlo deba controlar segn con a un diplomtico alos hombres de las clases bajas, siempre dispuestos contra los ricosy superiores, para lo cual procur conseguir una inuencia grandesobre esa clase para contenerla, o dirigirla.38 Lo consigui a travs de laeliminacin de la competencia poltica efectiva en la ciudad de BuenosAires, obteniendo as la desmovilizacin popular.39

    La participacin popular en la Revolucin fue uno de los cambiosms fuertes introducidos por sta: toda la poltica de la primera mitad

    del siglo XIX estuvo condicionada por aquella. Si se suma a lastransformaciones enumeradas en el segundo apartado de este artculo, sepuede apreciar que los aos 1810 introdujeron modicaciones decisivasen el Ro de la Plata. Es cierto que al observar otras esferas, como la

    36 Dilogo patritico interesante, en Hidalgo, op. cit., p. 48.37 Para las elecciones vase Marcela Ternavasio,Larevolucin del voto. Poltica y elecciones

    en Buenos Aires, 1810-1852, Buenos Aires, Siglo XXI, 2002.38 Prrafos de la nota en que el agente oriental da cuenta su gobierno de una conferencia

    con el nuevo gobernador de Buenos Aires don Juan M. Rosas (1829), en Jos MaraRamos Meja,Rosas y su tiempo, T. I, Editorial Cientca y Literaria Argentina, BuenosAires, 1927.

    39 Tulio Halperin Donghi, De la revolucin de independencia a la confederacin rosista,Buenos Aires, Paids, 1985; Gabriel Di Meglio, Mueran los salvajes unitarios! LaMazorca y la poltica en tiempos de Rosas, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 2007.

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    judicial o la religiosa, los cambios son menos abruptos, pero ello noalcanza a equilibrar el peso de la innovacin. Hay un dato ms que marcael peso de lo ocurrido en esos diez aos: la opinin de los contemporneos;todos sostuvieron que estaban atravesando una experiencia nica deconvulsin, un cambio profundo. La Revolucin transform la vida dequienes la protagonizaron, defendieron y padecieron. Nada volvera aser igual.

    Solicitado em 15/12/2009.Aprovado em 12/09/2010.