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JORGE CEVES

compilador

HISTORIA ORAL

u ifrw

Instituto

Mora

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Instituto de Investigaciones

Dr.

José María Luis Mora

Hira de Gortari Rabiela

Director

General

Hugo Vargas Comsille

Coordinador de Publicaciones

Universidad Autónoma Metropolitana

Gustavo Chapela Castañares

Rector General

Enrique Femández Fas.snacht

Secreuzrio General

Cesarina

Pérez

Pría

Directora de Difusión Cultural

Consejo

Editorial

Nicole Giron Hira de Gortari

Carlos Marichal

y

Jan Patula

Portada: Yolanda Pérez

y

Gabriela Sánchez

Primera edición

1993

©

Derechos reservados

conforme a

la ley 1993

Instituto de Investigaciones

Dt. José

María

Ltús

Mora

Plaza

Valentín Gómez Farías núm.

12

San Juan Mixcoac

México

03730 D F

ISBN: 968-6382-80-1

Impreso en México

Primed

in

Mexico

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ÍNDICE

Introducción

Jorge E

Aceves Lozano 7

SoBRE L

HISTORI

OR L

27

lPara qué

sirve la

historia

oral?

Lutz Niethammer

29

De Herodoto a la grabadora: fuentes y

archivos

orales

D Aron Schnapper

y

D Hanet

60

- Praxis

antropológica

e

historia de vida

Fra1~oise

Morin

83

Los CONCEPTOS LOS MÉTODOS 115

- Historias de

vida

y análisis del

cambio social

Paul Thompson 117

Los

relatos

de

vida

en

el

análisis social

Daniel Bertaux

136

Historias de vida. Narrativa y la búsqueda del yo.

Martine

Burgos 149

Autobiografías diarios historias de

vida

e

historias orales

de

trabajadores: fuentes

de

conocimiento

socio histórico

Bronislaw Misztal

164

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lEs la historia de vida un espacio al margen del poder?

Régine

Robín

181

UNOS

E LOS TEMAS

El tiempo de mi vida : las funciones del tiempo

en

la

historia oral

lessandro Portelli

Las mujeres en el exilio: volverse feminista

Valentina d Rocha Llma

Mas allá de la trivialidad y la nostalgia: Contribuciones a la

construcción de una historia local

193

195

219

Llnda

Shopes 243

Bibliografía general 254

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INTRODUCCIÓN

]ORG

E CEVES LoZ NO

CAMINOS

DE

LA

HISTORIA

ORAL: LOS ANTECEDENTES

Desde los tiempos más antiguos

en

el oficio de historiar, el recurrir a los

testimonios orales de los grupos humanos ha sido fuente e inspiración

para el desarrollo del conocimiento histórico.

Desde la época de los griegos Herodoto que entre otros hace

el relato de las guerras Médicas-

y

Tucídides

quien

relata las del

Peloponeso-se han utilizado los testimonios orales de los actores o los

testigos de ciertos hechos o eventos sociales

que

despertaron interés,

siempre bajo un espíritu crítico.

No

sólo se consultaban los documen

tos escritos accesibles, sino que también se buscaban evidencias de

tipo personal trasmitidas oralmente, pues las sociedades antiguas eran

iletradas

y

analfabetas. Polibio, en el siglo

U

a. C. advertía sobre lo

ineludible que era considerar a los testigos de los hechos para hacer

una verdadera

historia.1

La

memoria, los testimonios y la tradición oral fueron desde los

inicios de la historia una fuente accesible, necesaria para ampliar las

evidencias e imprescindible en contextos

donde

la cultura oral era el

eje de la producción y

la trasmisión de conocimientos. Así, en la época

medieval, los cronistas recogían las versiones populares e informado-

 

Ph. Joutard, &tu wces que nos

llegan

del pasado Fondo de Cultura Econ6mica,

México, 1986, cap. 1, pp. 13-15 (Col. Populai; 345).

7

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8

Introducción

nes orales de la gente para alimentar sus escritos y enriquecer sus cono

cimientos,

no

obstante que sus obras

no

iban más allá de las murallas

y los edificios donde nacían. En el siglo XVI en Nueva España, fray

Bemardino de Sahagún recogió sistemáticamente los testimonios de

los ancianos indios para su

Historia general

de

la misma manera que lo

hicieron otros cronistas del periodo colonial.2 Posteriormente Voltaire,

en

la Francia del siglo

de

las Luces, recurrió a la utilización

de

testi

monios orales para conocer mejor y ensanchar su cuerpo de evidencias

sobre el periodo del reinado de Luis

XIV.

Michelet, a su vez lo hizo con

el afán

de

recuperar ciertas tradiciones y acontecimientos preservados

en la memoria

de

las personas a quienes pidió narrar sus recuerdos más

remotos sobre el espíritu y consecuencias de la revolución francesa.3

Aunque éstos no fueron

de

manera alguna los padres de la historia oral

moderna, son los antecedentes que podemos identificar

en

la tarea de

establecer el carácter científico

de

las distintas fuentes históricas.

En el desarrollo

de

la disciplina encontramos que el empleo de la

información oral ha sido

una

constante,

si

bien

ha

variado en

cuanto

a los factores siguientes: accesibilidad, intensidad, rango o amplitud,

valoración y jerarquía frente a otras fuentes de información.

Los especialistas de la historia, durante el siglo

XIX desconfiaron

en

repetidas ocasiones de la evidencia que se originaba en la tradición

oral y en los testimonios personales. Estos eruditos depositaron su

entusiasmo y valoraron especialmente la documentación escrita: las

fuentes documentales resguardadas

en

bibliotecas y archivos diversos,

que ya formaban voluminosos acervos a disposición de los investiga

dores.

La

perspectiva que dominaba

en

la historiografía decimonónica

privilegiaba la historia política y los grandes acontecimientos diplomá

ticos, bélicos o administrativos

de

los Estados europeos e imperios en

formación. La historia de los notables fue por muchos años objeto de

estudio y razón de ser

de

la investigación histórica occidental. El pro

greso de jerarquización y discriminación de las fuentes históricas, y la

atención a determinados sujetos o actores

de

la sociedad, se redujo a

2Cfr

Guillermo Ramos Arizpe y Salvador Rueda,Jiquil/xm 1895-1920.

Una

11isión

subalterna del pasado a

tra és

de la historia

oral

entro

de Estudios de la Revolución

Mexicana Lazáro Cárdenas ,

A C.

Jiquilpan, 1984, pp. 44 y

ss.

3

Ph. Joutard, El documento oral: una nueva fue.nte para

la

historia ,

en

Ph.

Joutard

y

otros,

Historia

oral

e

historias

de 11ida

FLACSO ·

San José, 1988, pp. 6

y

ss.

(Cuadernos de Ciencias Sociales, 18.)

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Jorge

Aceves

9

la consideración casi exclusiva

de

la documentación escrita relativa

a las elites y a los sectores sociales hegemónicos. La historiografía tran

sitaba por los pasillos del Estado

y

al construir la historia del poder, la

glorificaba.

Solamente los practicantes del folklor y

de

cierta etnología del

norte europeo, continuaron recopilando y nutriéndose de las fuentes

vivas para ampliar sus conocimientos y construir sus descripciones

y explicaciones sobre la cultura y la vida

de

los pueblos campesinos

tradicionales.

Las

fuentes orales, una vez discriminadas, quedaron en

el campo de las ciencias menores y fueron destinadas a usarse en re

lación con sujetos sociales analfabetas o inferiores . La tendencia pre

dominante fue entonces establecer el carácter científico de la historia

con base en el uso y análisis casi exclusivo

de

fuentes documentales.4

LA HISTORIA Y

LAS

CIENCIAS SOCIALES

Ya en el siglo XX la tendencia general dominante en la producción his

toriográfica seguía los mismos caminos de los eruditos clásicos, y sólo

el contacto y la mutua influencia con otras ciencias sociales y huma

nas motivó que la historiagrafía modificara su jerarquía de fuentes y

ampliara sus perspectivas científicas. Esto ocurrió

en

el periodo de en

treguerras, y más claramente a partir de la década de los años cuarenta.

Entonces ocurre un acercamiento de la historia a los

temas

y

métodos

de las ciencias sociales, así como a los términos y categorías científi

cos. La

renovación metodológica y las innovaciones aportadas por las

ciencias sociales se manifestaron tanto en la proliferación de nuevas

técnicas de investigación -sociológicas y antropológicas, por ejemplo-

como en nuevos instrumentos y medios tecnológicos (calculadoras,

grabadoras, etc.), que influyeron en la historia en dos niveles: en las

grandes categorías sociológicas y

en

el uso de métodos de investigación

que manejaban evidencias no medibles o cuantificables, los denomina-

4

Así lo exponen también G. Ramos

A

y S.

Rueda Jiquilpan op.

cit.,

p. 46:

Fue,

sin embargo, la experiencia directa de los historiadores en

la

construcción de la historio

grafía como discurso científico la que hizo desechar y jerarquizar las distintas fuentes, y

valorarlas e interpretarlas con vistas a una fiel recreación del pasado acorde a las concep·

ciones tenidas sobre la ciencia y lo científico en las distintas épocas; y fue esta experien

cia la que distanció al historiador de las 'fuentes vivas',

que

generalmente deformaban

la realidad en su favor y obstaculizaban la fría y desapasionada labor historiográfica.

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10

lmroducci n

dos métodos cualitativos

5

Cada disciplina benefició a la historia más

por sus aportes metodológicos que por cuestiones de campo u objetos

de investigación. La antropología, por ejemplo, influyó a la historia en

dos aspectos: a) al corregir

el

inherente etnocentrismo del historiador

occidental no crítico, y

b)

al abrir a la historia regiones geográficas y

fuentes de información y de conocimientos no puestos por escrito.

La ciencia histórica tuvo que engarzarse más fuertemente con las

demás ciencias sociales, añadiendo al

criterio .temporal la noción del

espacio concreto, para así poder expresarse en los diversos niveles y

momentos de la reconstrucción e interpretación de la historia: desde

el ámbito de la microhistoria hasta

el

de la historia regional y aun

na·

cional. Este desarrollo gradual hacia una ciencia histórica más local y

regional motivó la producción de una historia de 'tono menor', que

al descender un poco de la monumentalidad de los fenómenos univer·

sales y nacionales, quiere reencontrarse con lo que se recoge

en

ámbi

tos temporales y espaciales más pequeños .

6

Por ello la historia local y

regional requiere de sus propias fuentes, tanto en el proceso de descu

brirlas como para integrarlas o construirlas. Las fuentes, al ser orien

tadoras en el camino hacia un mayor conocimiento histórico y social,

participan

en

la construcción de las identidades locales y regionales.7

Este acercamiento de la ciencia histórica a otras ciencias sociales

coincidía

ton

un replanteamiento de

los

métodos y presupuestos de la

investigación social. Desde los años cuarenta

y,

por ejemplo, desde el

núcleo de la revista de los Annales (Lefevbre y Bloch),

la

propia histo·

ria renovaba sus puntos de partida y reformulaba sus jerarquías científi

cas,

en

cuanto a su predilección por ciertos sujetos y actores históri·

cos, temas y problemas de investigación, métodos y técnicas, fuentes

y procedimientos específicos de su actividad profesional, así como sus

vínculos con el Estado y la sociedad.8

5

Ver

Geoffrey Barraclough, Historia en M. Freedman,

S. J. e µ¡et

y G. Ba·

rraclought, Corrientes de la investigación en las ciencias sociales, Tecnos/UNESCO, Madrid,

1981, t

2,

pp. 293-567.

6 Véase Arístides Medina Rubio, Teoría, fuentes y método

en

historia regional ,

Relaciones, Colegio

de

Michoacán, vol.

IV,

ndm. 15, verano 1983, pp. 89-90.

7

Medina Rubio,

ibid,

p. 92.

8 J. Fontana, Historia. Análisis del pasado y proyecto social, Crítica-Grijalbo, Bar

celona, 1982; Eric Hobsbawm, De la historia social a la historia de la sociedad

en

E. Hobsbawm, Marxismo

e

historia

social,

LAP, México, 1983; E. P. Thompson, Miseria

de la teoría, Crítica-Grijalbo, Bárcelona, 1981; P. Vilar, Historia marxista, historia en

construcci6n , en C. R S. Cardoso y H. Pérez B. (comps.), Perspecti IW de la historiografía~

contemporánea, SEP México, 1976 (Sepsetentas, 280). \v

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Jorge Aceves

Frente al historicismo y al positivismo más clásicos y ortodoxos

se levantaron nuevas voces renovadoras que proponían perspectivas

y concepciones pioneras más heterodoxas y, por lo mismo, más aleja

das de las tendencias hegemónicas de la historiografía occidental.

La

llamada historia social

fue

constituyéndose como una propuesta re

novadora del papel de la ciencia histórica, tanto para interpretar el pa·

sado como para intervenir más activamente en las tareas del presente.

La historia social, en su desarrollo, permitió y buscó el contacto con

otras disciplinas científicas, diversificándose así los puntos de partida y

perspectivas de análisis. Historia económica, demográfica, social (es-

tructuras y movimientos sociales), geografía histórica, historia de las

mentalidades, etc., fueron derivaciones y vinculaciones de la práctica

historiográfica concebida como ciencia o historia total.

9

De manera paralela, el desarrollo de las ciencias sociales experi·

mentó en buena parte del siglo XX una tendencia decreciente en la

utilización de los métodos cualitativos y de los llamados documen

tos personales. En la segunda década del presente siglo, en Estados

Unidos se desarrolló una corriente sociológica que utilizaba la meto·

dología cualitativa

de

manera central en sus análisis. Esta corriente o

¡¡escuela de Chicago estuvo influida estrechamente por la experiencia

de la sociología en Polonia, que desarrolló investigaciones con base en

la recopilación y sistematización de informes orales y autobiografías de

campesinos. lo

Esta tendencia de investigación tomó fuerzas en el espacio aca

démico norteamericano e impulsó diversos proyectos que utilizaron

las historias de vida como parte central de

su

metodología de investi

gación, no exclusivamente sociológica. Los sujetos sociales estudiados

eran principalmente individuos no integrados a la sociedad, y concep

tualmente ubicados como anómalos , vagos, delincuentes, ladrones,

etc. Esta tendencia se diversificó posteriormente

y

además de comple-

9

P.

Vtlar,

Historia marxista .. , op

cit.,

pp. 145-146: ... la historia social se

rá siempre también historia global o total,

ya

que hincará sus raíces

en

la economía y

la demografía y no podrá eludir el estudio de las ideologías y de las mentalidades .. .

También véanse las obras

ya

citadas:

E.

Hobsbawm,

De

la historia social ... ,

op

cit.; G.

Barraclough, Historia ; y C. RCardoso y H. Pérez B.,

Los

mé¡odos de la historia, Grijalbo,

México, 1977. ,

IO

Véase Florian Znaniecki y William

l.

Thomas, The polish

peasan1 in Europe

and

America University ofChicago Press, Chicago, 1918-1920, 4 vols.; Ken Plummer, Los

documentos personales. ln1roducción a los problemas

y

la bibliografía del

método

humanist.a,

Siglo XXI de España, Madrid, 1989.

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12

Introducción

jizar sus puntos de partida teóricos, incorporó un conjunto más variado

de sujetos sociales, dando cabida a grupos sociales de las clases medias,

pero enfocándose mayormente a los sectores bajos de la sociedad.

El desarrollo de esa metodología cualitativa , que fundamentaba

su análisis social a través del uso de historias de vida, de testimonios,

entrevistas orales y de la observación participante, se enfrentó gra

dualmente a una tendencia de investigación empírica que

fue

ganando

relevancia y prioridad científica en Estados Unidos, es decir aquellos

acercamientos que centraban sus indagaciones y análisis con base en

modelos y procedimientos más cercanos a las ciencias básicas como

la física, la matemática o la estadística.

La

tendencia a desarrollar

proyectos cuyos propósitos eran medir, contabilizar y cuantificar todas

las aristas de la realidad social, hegemonizaron las ciencias sociales en

Estados Unidos (aunque no sólo allí) e impusieron su normatividad y

patrones de formulación, desarrollo y presentación del análisis social:

el pretendido objetivismo y neutralismo ideológico que abanderaba los

esfuerzos científicos.

La

tendencia cuantitativista dominó así el pano

rama cien tífico de la posguerra, desde los años cuarenta hasta finales

de los sesenta, marcando el ritmo y la dirección del desarrollo de las

ciencias sociales. Por ello las aproximaciones de carácter cualitativo

de la sociología empírica al estilo de Chicago quedaron a la zaga, dis

criminadas y circunscritas a proyectos de poca duración e importancia,

recibiendo escasos apoyos financieros y marginándoseles en espacios y

foros académicos.11

Es

importante decir que el análisis social siguió utilizando la me

todología cualitativa y

no

abandonó totalmente el uso de historias de

vida y otros documentos personales, aunque la encontramos como

subsumida a la tendencia de análisis social dominante: el cuanti

tativo, vinculado a los paradigmas funcionalistas de la sociología nor

teamericana y a los modelos estructuralistas de corte europeo, en boga

antes de los setenta.

La

crítica a dichos paradigmas sociales, el desa

rrollo de extensas y profundas crisis sociales a fines de los sesenta y

las propuestas renovadoras

dentro

de las ciencias sociales son algunos

de los factores que posibilitan el resurgimiento y la mayor relevancia

J

Balán (comp.),

Las

historias

de

vida en ciencias

sociales.

Teona y técnica Nueva

Visión, Buenos Aires, 197

4;

D. Bertaux, El enfoque biográfico: su validez metodológica,

sus potencialidades , en Ph. Joutard y otros,

Historia

oral

op.

cit., H. Schwartz, y

J

Jacobs, Sociología

cualitativa

método para

la

reconstrucción

de

l realidad Trillas, México,

1984,

558pp

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Jorge

Aceves

13

del análisis social en términos cualitativos. Sin convertirse en la ten

dencia dominante, ni mucho menos, sí adquirió mayor peso y presen

cia académica. A partir de los setenta el desarrollo de la metodología

cualitativa de investigación se vio enriquecida con nuevos conceptos

y puntos de partida teóricos y aportó al análisis social una mayor com

plejidad, pertinencia y difusión social.

TENDENCIAS

EN

I HISTORIA ORAL CONTEMPORÁNEA

La

historia oral contemporánea se ha desarrollado a partir

no

sólo de

la revaloración de la metodología cualitativa en las ciencias sociales

y de la renovación de la ciencia histórica

en

su contacto con otras

disciplinas científicas, sino también del desarrollo de un cierto capital

científico-tecnológico, que-estableció, desigualmente, las condiciones

para la producción de un tipo de conocimientos, con recursos instru

mentales, financieros y humanos especializados.

~ : Estados Unidos surgió la historia oral moderna, ya que allí se

concentraban los recursos científico-tecnológicos no sólo en

las

uni

versidades, sino también en los organismos gubernamentales, empre

sas de medios informativos, etc., que adaptaron y

en

ocasiones solici

taron un tipo especializado de proyecto científico para el análisis socio

histórico. El acceso y la utilización de los instrumentos de grabación

en

proyectos de investigación social y humana, experimentaron un no

table ascenso a partir de los años cuarenta.

En Estados Unidos, partir de 1948, se establece el funciona

miento formal de un proyecto de historia oral contemporánea en_ la

Universidad de Columbia dirigido por Allan Nevin, donde se emplea

la grabadora de carrete para el registro de los testimonios orales de

los

informantes de dicho proyecto. Proyectos como éste estaban dirigidos

a esclarecer hechos y eventos políticos mediante testimonios y relatos

biográficos de dirigentes políticos locales y nacionales. Como ejemplo

de tales proyectos, mencionamos el dedicado a esclarecer los inicios de

la radio, el de un presidente norteamericano, el del imperio Ford, en

tre otros más, enfocados a las elites políticas de Estados Unidos. Con

el tiempo, a estos proyectos se les bautizó como de hill.toria oral'~ y

su objetivo consistía en crear enormes bancos de datos que se depo-

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14

lrurodu ión

sitaban escrupulosamente, y muy bien organizados, en bibliotecas o

·centros de información, para que posteriormente fueran consultados

y rigurosamente analizados.12

La historia oral estadunidense es más bien de corte archivístico

y empírico, ya que

se

preocupó más por registrar y construir archivos

que

por desarrollar esfuerzos de análisis sociohistórico.

e

la consi

deró, especialmente

al

principio, como una ciencia auxiliar del método

histórico, como una simple técnica o procedimiento para almacenar

grabaciones. Se la veía como una técnica más de la entrevista grabada

y como un sistema depurado de la transcripción de la oralidad; o bien

como un sistema preciso para la constitución y conservación de un

nuevo tipo de archivo: las cintas grabadas y transcritas. Era una la

bor más bien archivística.

El

desarrollo de instituciones, asociaciones

y programas de investigación en Estados Unidos experimentó un boom

en

los años sesenta y setenta, a tal grado que

en 1967

se agruparon 90

asociaciones locales y regionales, y para 1973

ya

estaban integradas a

nivel nacional aproximadamente 315 agrupaciones de historia oral.13

La característica de

los

proyectos iniciadores

-el

resaltar y selecci~nar

sujetos sociales de la clase política dirigente- fue modificándose y en

sanchándose para incluir más y diversos actores sociales, con nuevos

intereses y problemas a estudiar. La política nacional o local, los gran

des hombres y sus hechos, la historia como celebración dejó

de

ser

el único camino de hacer historia.

Desde los setenta, la historia oral norteamericana diversificó sus

fuentes vivas, pluralizó las voces que recogía, complejizó sus propósi

tos científicos y desarrolló nuevos espacios institucionales, sociales y

aun editoriales, que muestran este crecimiento y enriquecimiento de

la práctica historiográfica.14

En Europa, por otro lado, la historia oral también se desarrolló

poco más tarde. En la década de los setenta surge y se desarrolla pau

latinamente en varios países, especialmente en Inglaterra. Para 1972,

ya encontramos allí un núcleo de seguidores de la historia oral, que

casi de inmediato inició la publicación de su boletín para después con

vertirlo en revista: Oral History The]oumal ofthe Oral History Society.

En

1973

se

constituyó la Asociación Inglesa de Historia Oral, que tres

12 Ver

D.

K.

Dunaway y

W. K.

Baum (comps.),

Oral

history: and interdisciplinary

anthology MSH

Nashville,

1984, 436

pp.

13 Véase el trabajo de Phillipe Joutard, El documento oral ... , op. cit.

14

Para constatarlo revísese el contenido de las revistas norteamericanas:

11ie

Oral

History

Review

(desde

1973)

y

la lntemational]oumal o Oral History

(desde 1980).

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Aceves

15

año~ má_s tarde ya contaba con 300 miembros. Desde un principio,

la h1stona oral a la inglesa ha tenido por objeto la historia social de

amplios grupos de trabajadores de la ciudad, del campo y de las cos

tas. Aquí tampoco esta práctica de la historia ha sido patrimonio ni

monopolio de los círculos universitarios

ya

que sindicatos, asociacio

nes locales y comunitarias han participado en tales proyectos amplia y

profusamente.15

Con base en la experiencia inglesa, aunque

no

constituye el único

ejemplo a nivel nacional y europeo, se ha constatado que para el es

tudio de

los

sectores populares, o de aquellos grupos usualmente ol

vidados por el r:egisrr~de la historia

-las

minorías étnicas, el mundo

camp~sin~,

~j<:_r_e§¡

los ancianos, los jóvenes, cada cual con sus

expenenc1as humanas ancladas con frecuencia en la v:i<la cotidiana y

microsocial-, la historia oral se ha vuelto insustituible)6.

. En países

~cómo

Italia, Francia, España, Noiueg~. Alemania, Po-

lonia, etc., se

ha

desarrollado también la historia oral produciendo in-

- teres~nte~ y distintas prácticas para enfocar los problemas y el papel

d~l h1stonado.r. Los balances recientes destacan la vitalidad y las am

plias pe~pec~1vas de investigación y difusión existentes, concluyendo

que la h1stona oral europea reciente ha logrado avances cualitativos

y.c~librado mejor las expectativas que en un principio le dieron na

c1m1ento.

El

desarrollo de un espíritu crítico y e l mejoramiento del

corpus metodológico han enriquecido y evitado el posible descalabro

por el que muchos practicantes, por sobreestimar y no tener claros los

límites propios de la oralidad, llevaron

al

descrédito muchos de sus re

sultados.

Lo

importante ha sido ver con claridad sus potencialidades,

pero también sus limitaciones~:?, La experiencia europea benefició y

complementó la perspectiva pragmática norteamericana de la historia

oral: no sólo se interesó en nuevos sujetos sociales y en <;:onstruir nue

v_as

fuentes histórica~;. también

se

propuso hacerlo desde una perspec

tiva conceptual y cnt1ca, al enfocar los temas de investigación desde

15

Véase ~h. Joutard, El documento oral... ,

op.

cit., p. 8; Raphael Samuel

(comp.),

Historia popular

y

teoría

socialista

Crítica Grijalbo, Barcelona,

1984;

J.

Le

Goff,

Pensa\f

historia,_P_aidós, Barcelona, 1991, incisos

4

y 5

. Joutard 1bia. p. 1 . Ver los balances y recuentos de Paul Thompson citados en

la biplio~afía

de

esta antología. '

1,_¿__7yéase

Giovani Contini, La historia oral en Italia y Daniéle Voldman, La histo

ria oral.en Franci~ , ~~bos

en

His~ria

y

Fuente Oral núm. 5 1991, Barcelona; RonaldJ.

Grele, lntroduct1on ,

en

lnternatwnal annual o oral history 1990,

Ct

Greenwood Press,

1991;

Jan Wlodarek (comp.), Biography

and

Society núm.

11,

Newsletter, Diciembre

1988, ISA, RC, núm.

38,

París.

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16

Introducción

entramados teóricos y

de

pertinencia social. .La historia oral europea

camina estrechamente con las corrientes de la historia local y popular

y es netamente social.18

En esta renovación de las perspectivas y puntos de partida del

análisis social e histórico, podemos ubicar el surgimiento de la

histo-

ria

oral contemporánea. Por un lado, tenemos los aportes renovadores

de la llamada historia social europea, que consistieron básicamente en

replantear críticamente los intereses y la práctica tradicional del histo

riador, las fuentes y los métodos de investigación utilizad9s: Por

el

otro,

la experiencia norteamericana y las contribuciones de las ciencias so

ciales que utilizaron

la

información oral y la metodología cualitativa,

básicamente la antropologfa social y la sociología de corte cualitativo.

La historia oral se nutre principalmente de estas dos experien

cias f se conforma en el entrecruzamiento

de

disciplinas tales como

la antropología, la sociología, la lingüística, la psicología y otras más.

Ya que al surgir

de una

vertiente de la historia social contemporánea,

selecciona nuews sujetos sociales antes no considerados: sectores subal

ternos, mujeres, niños, minorías culturales, etc.,

19

con el propósito de

abordarlos en niveles y escalas más locales y regionales, intentando con

técnicas .más precisas la construcción o localización de

nuevas fuentes

de información sociohistórica, y.enfocándose al análisis de situaciones

y fenómenos históricos poco estudiados, como fueron por ejemplo el

interés por los procesos productivos y migratorios o

los

relativos a la

familia y la vida cotidiana.

Yno

de los propósitos que ha ido definiendo la historia oral a par

tir de

su

surgimiento

ha

sido el de lograr aproximaciones a profundidad

con base en la utilización de relatos e historias de vida sobre los proce

sos históricos considerados, ciertamente

con

la intención de ampliar

el rango social de producción y socialización de los conocimientos. La

historia oral se

ha

caracterizado por considerar el ámbito subjetivo

de

la experiencia humana

-la

memoria,

el

trayecto biográfico, la inter

pretación de los procesos colectivos, etc.- y por destacar y centrar su

labor de construcción de fuentes y de análisis en esas experiencias,

por examinar la

visión

y versión de la experiencia de los actores sociales

especialmente atendidos por la historia social, local y oral.

18

Véase el excelente texto colectivo de Paul Thompson (comp.), Our common

history. The tr1msfomu1tion o Europa Pluto Press, Londres, 1982.

19 El término "nuevos" no significa que apenas surgieran a la existencia social,

pero antes de esta renovación dichos sectores sociales subalternos no eran "objeto" de

la historiografía dominante, lo mismo que los nuevos fenómenos de interés histórico que

involucraban a las grandes mayorías sociales.

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Jorge

Aceves

17

LA

HISTORIA ORAL EN Mfxrco

En nuestro país, no se

ha

realizado todavía un balance cabal de la géne

sis y desarrollo de la historia oral tal como se ha practicado

en

las últi

mas dos décadas. Existen aproximaciones y breves recuentos, tanto

para México como para el resto de Latinoamérica.20

No obstante, y a riesgo de simplificar demasiado su evolución,

considero que la historia oral contemporánea

en

México

-de

1970

a la fecha- y en el contexto de su propia realidad social y cultural,

ha estado atenta a lo que acontece en el exteriot; y en ocasiones ha

retomado y adecuado las experiencias

tanto

norteamericana como eu

ropea. De la primera, se reprodujeron los grandes proyectos de investi

gación empíricos y ciertamente, pragmáticos: el rescate extensivo de

la memoria de los viejos (hombres y mujeres), ya fueran revoluciona

rios, obreros, campesinos, inmigrantes, políticos de la elite, intelectua

les y profesionistas, etc. Se pretendía crear grandes acervos de cintas

grabadas que, una vez organizadas, clasificadas y correctamente trans

critas, estuvieran depositadas y a la disposición del historiador

en

el

futuro mediato. Una de las limitaciones principales que experimen

taron dichos proyectos a gran escala fue la inexistencia de los recur

sos científicos y tecnológicos necesarios para desarrollar un "capital

científico", en los volúmenes y escalas como se producen y concen

tran en Estados Unidos. En nuestro país

no

existían ni los recursos

humanos ni financieros que permitieran apoyar y asegurar el desarro

llo y permanencia de proyectos institucionales de historia oral

en

gran

escala, al "estilo norteamericano". También por ello es entendible que

no

exista una asociación regional, y menos aún nacional, de historia

dores orales

en

México, así como tampoco existe un órgano editorial

de difusión adecuado a los diversos investigadores involucrados

en

es

tos proyectos que incorporan el estudio de la evidencia oral.

20

Véase Eugenia Meyer, "La historia oral

en

Latinoamérica y

el

Caribe" en

Historia

Y

Fuente

Oral

núm. 5 Barcelona, 1991, pp. 139-144; Alicia Olivera S., "Eso que llaman

historia oral" en Historias núm. 16 enero-marzo 1987, México, pp. 143-149; Salvador

Rueda YA. Olivera, "La historia oral.

Su

importancia

en la

investigación histórica con

temporánea", en Boletín CERMLC 1 vol. 3, núm. 3, diciembre 1980, Michoacán, pp.

74-83;

B. García y

X.

Sepúlveda, "La historia oral en América Latina", en Secuencia

Inst. Mora, núm.

1

marzo, 1985, México, pp. 162-176;

Cuicuilco

ENAH núm. 22,

1989, YEnsayos

sobre

las culturas

contemporáneas

Universidad de Colima, m1ms. 8-9,

1990; A. Camargo, V de Rocha Lima y L Hippolito, The life history approach

in

Latin

America", en

Life Stories/Recits

de

Vie

núm.

1

1985, Pans-Essex, pp. 41-53.

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18

Introducción

A pesar de que ya no se desarrollan en la act~alidad p~o~e~tos de

historia oral a escala muy amplia en nuestro pais, esta dISCiph~~

ha

seguido muy de cerca la experiencia europea, inmersa en el

espmtu

Y

conceptos de la historia social.21

De

ma1:er~ que

en_

muchos

centr?s

de investigación y educación superior -pubhcos y

~nv_ados-_

o~gams

mos gubernamentales, asociaciones civiles, comumtanas y smdicatos,

en las zonas urbanas o rurales, etcétera, se llevan a cabo pr~yectos a

escalas reducidas si bien intensivas, que tienen como propósito_tr~ba

jar y construir acervos testimoniales de carácter oral. S~s ~b1en:os

son múltiples y diversos, no sólo de tipo h~stórico o academico, s~no

también pedagógicos, de difusión y promoción cultural, de denuncia Y

de

lucha

sociopolítica.

22

. .

Las preguntas que se plantean a la historia oral

siguet

~ie?do de

este tipo: lpara qué nos pueden servir las fuentes orales.

lComo

se

pueden trabajar esas nuevas fuentes? l(?~é. tipo

co.~trt~

d;be

mos de contemplar en su producción, anahsis y ut:hz~cion. l~ual ~s

la diferencia específica frente a otros métodos

_

tecmcas d~ i~~esn

gación sociohistórica? lCómo se realiza el estudio de la s~b1et_1V1dad

los procesos de la rµemoria, los

f

ujos

de la_

oralidad? Estas mq metude~

no siempre se resuelven fácilmente, no siempre se encuentran

el

es

pacio y

momento

adecuados para reflexionar y confr~ntar pr~puestas

y resultados con la realidad. Sin embargo, la histona ~ral sigue lla

mando la atención -y no sólo a los historiadores- prec1Sam~nte por

su

constitución pluridisciplinaria y la versatilidad de propósitos que

puede sustentar. , , · d

Aquí

y allá se ofrecen cursillos y talleres de metodos y tecmcas e

historia oral, se escriben regularmente ensayos y artículos de carácter

21 El archivo sonoro del INAH, pionero en la práctica de

la

historia oral en ~éx~~º·

ha

transitado en los últimos años hacia esta nueva forma o tstrategia de nvesnga_cion.

Tanto en el Instituto Mora, como en el Centro de Estudios de la Revolución ~ex1cana

Lázaro Cárdenas se desarrollaron diversos proyectos

de

escala Y rango a_mpho; ~n la

actualidad se ha dado mayor impulso a los de ámbitos locales y mas reducidos. Veanse

los boletines informativos de las respectivas instituciones. . . L

22 Actualmente se desarrollan proyectos de historia oral en sinos como: a UAM,

Iztapalapa (área de historia), la Universidad Autónoma ~e Baj~ Cal~fomia, el ~legio. ~e

la Frontera Norte, el Instituto de Investigaciones Dr. Jose Mana Luis Mora, la Dire~c1on

de

Estudios Históricos del NAH, el CIESAS, la Universidad Veracruzana Y~n orgamsmos

bemamentales como el IN , la DGCP, el CONAFE, el INEA y otros más. Inmtutos, museos

~asas

de

cultura

en

diversos estados de la república también

han

desarrollado tn s

experiencias particulares en

el

estudio de la historia local y regional a través

de

la

ente

oral.

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Jorge ceves

19

científico, se organizan encuentros y reuniones con investigadores de

distintas disciplinas sociales y humanísticas. Todo ello para comunicar

y discutir ideas y resultados. En fin, existe interés en conocer y prac

ticar las propuestas de la historia oral contemporánea, y cada grupo lo

va realizando con la información, los medios y los materiales que tiene

a su alcance.

Aunque existan los materiales, éstos

no

siempre son accesibles, ya

sea por estar en otros idiomas o por ser caros o difíciles de conseguir

tanto para los historiadores en particular, como para algunas biblio

tecas especializadas. Debido a la dispersión

en

que se hallan dichos

materiales nos pareció necesario presentar una selección de trabajos

sobre la historia oral contemporánea, que a continuación se ofrecen.

L ANTOLOGÍA: INVITACIÓN A

CONOCER

LAS FUENTES VIVAS

La historia oral, como uno más de los métodos de la investigación

sociohistórica contemporánea, nos ofrece resultados e informes que

podemos ya rastrear principalmente a partir de la década

de los

años

setenta. Las dos décadas acumuladas nos ofrecen un buen caudal de

trabajos que

han

abordado problemas, temáticas, sujetos históricos,

zonas geográficas y espacios sociales muy distintos y que han aportado

un conjunto de presupuestos metodológicos y herramientas técnicas

de investigación.

Ofrecer una antología de lecturas sobre historia oral no es una

tarea muy sencilla, dada la gran cantidad

de

material publicado. Por

ello, esta antología responde a un enfoque personal; se trata de una

guía de lectura cuyo propósito es lograr satisfacer -así sea parcial y

temporalmente- el interés por acercarse a una metodología de inves

tigación más cualitativa y humanista sobre los problemas y sujetos so

ciales contemporáneos.23

La antología es una invitación al conocimiento de las diversas pro

posiciones y experiencias de la historia oral, con el fin de comprender

su

importancia actual y la necesidad social

de

emprender esfuerzos sis

temáticos por estudiar, reconocer y valorar con justicia lo relativo a la

23 Para realizar esta antología me fue de mucha utilidad un trabajo previo:

J

E.

Aceves,

Historia oral e historias

de

vida.

Teoría métodos

y técnicas. Una bibliografía comen·

tada CIESAS, México, 1991 (Cuadernos de la Casa Chata .

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20

Introducción

experiencia humana y la subjetividad contenida en ella. Me gustarla

pensar como si esta antología fuera una especie de convocatoria para

todos los interesados en buscar y hallar en el pasado inmediato par,

tes de sí mismos y de la sociedad que les

ha

tocado

vivir.

La

sensi,

bilización del público lector es por tanto un propósito central de la

antología y de las sugerencias contenidas en ella.

Los textos de esta antología son de carácter introductorio

y

sin

embargo, su nivel académico y sus propuestas metodológicas los ha,

cen materiales de gran interés para el especialista. Ninguno es parte

de un manual o guía de campo; todos son trabajos pensados como

en,

sayos o artículos de investigación, y

han

sido recogidos en memorias

de trabajos presentados

en

coloquios y encuentros internacionales, o

publicados en diferentes revistas de prestigio dedicadas a esta metodo,

logfa. Los criterios que se procuró seguir para esta selección fueron los

siguientes: que fueran materiales producidos en la última década; que

se hubiesen difundido en revistas dedicadas a la historia oral, historias

de vida o historia social; que fueran trabajos de difícil acceso o inéditos

en español; que fueran ejemplos de trabajos de calidad de autores re,

conocidos por sus contribuciones al desarrollo y difusión de la historia

oral contemporánea.

No se incluyeron en esta antología otros trabajos importantes,

bien por ser fácilmente accesibles en México, o por haber sido recien

temente editados en revistas, o bien por constituir textos clásicos sobre

el tema desde hace ya más de una década. Sin embargo, en la biblio

grafía general se incorporan las referencias a estos materiales.

Los textos seleccionados incluyen aspectos teóricos, metodológi,

cos y técnicos así como balances de la historia oral.

Un

primer grupo

de trabajos (Niethammer, Aron-Schnapper/Hanet, Morin) tratan de

antecedentes, desarrollo y vínculos con otras ciencias sociales, recuen

tos de su logros y problemas, etc. En un segundo bloque (Thompson,

Bertaux, Misztal, Burgos, Robin) encontramos textos que abordan

cuestiones de método y de conceptualización surgidas a partir del tra,

bajo empírico con las fuentes orales. Finalmente, un tercer conjunto

de aróculos (Portelli, Rocha Lima, Shopes) tienen características más

bien temáticas

y

a partir de sus experiencias de investigación, exponen

problemas concretos acerca de los diversos sujetos y ámbitos sociales,

al igual que de los métodos y técnicas empleados en la historia oral

contemporánea.

El

primer grupo se integra con trabajos de un historiador alemán

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Jorge Aceves

21

y de dos franceses. L. Niethammer24 en su texto lPara qué sirve la

historia oral? nos da un excelente acercamiento a proolemas; foqüle-

füoes y dificultades que se enfrentan al practicar y desarrollar inves,

tigaciones de historia oral. No es un texto precisamente sencillo,

ni

muy optimista en cuanto a las potencialidades del método; sin em,

bargo, por su carácter crítico, por las precauciones metodológicas que

señala, su lectura es de mucha utilidad. Es importante destacar que el

autor está convencido de que la historia oral puede contribuir a trans,

formar, en mayor o menor grado, la relación tradicional existente entre

los historiadores y los grupos sociales sujetos de sus estudios.

El

texto de

D.

Aron,Schnappery

D.

Hanet,25 por su parte, además

de haber sido uno de los primeros exámenes sistemáticos de la historia

oral en Francia, contribuye a distinguir los conceptos y términos referi

dos a testimonios, entrevista, fuentes y archivos orales. Su objetivo es

poder definir

el

estatus científico de las diferentes formas de practicar

la historia oral y valorar el tipo de novedad que representa esta ten,

dencia de investigación. Por lo demás, resulta de gran interés porque

enfatiza el proceso central del método: la situación

de

la entrevista y

la especificidad de los archivos orales.

Franc;oise Morin26 en su trabajo Praxis antropológica e historia

de vida desarrolla un examen del uso de las historias de vida en la

investigación antropológica y sociológica recientes, tanto en Estados

Unidos como en Francia.

El

recuento es muy ilustrativo en cuanto a

24

Lutz Niethammer, destacado historiador alemán,

es

director del Instituto de

Estudios Culturales Superiores de Essen, de relevancia para el desarrollo y difusión de

la historia oral y obrera contemporánea. Entre sus publicaciones destacamos: La his·

toria oral como canal de comunicación entre obreros e historiadores , en Ph. Joutard

et al., Historia oral

e

historia

de

vida, FIACSO, Costa Rica, 1988, pp. 29-42 (Cuadernos

de Ciencias Sociales nfun. 18); L Niethammer (comp.), Lebenserfahrungund kollekti'l eS

gediichtnis die

praxis

der oral history, Suhrkamp Taschenbuch Wissenschaft, núm. 490,

1980, Lebensgeschichte und

sov lkultur

imruhrgebiet 3 vols., 1983-85).

25 Historiadoras que desde 1972 desarrollaron una investigación sobre Archivos

orales e historia del Seguro Social

en

Francia .

Cfr

D

Aron Schnapper y

D.

Hanet,

~chives orales et histoire des institutions sociales , Re11ue Frani;aise de

Sociologíe,

vol.

XIX,

1978; Histoire orale ou archi'l es orales? rapport d'activité

sur

la

constitution d'archi'l es

orales pour l'histoire

de

la sécurité socia le, Association pour l'histoire de la Sécurité Sociale,

París, 1980; Sources orales des historiens et constitutions d'archives orales , BuUetin de

Liaison

du omile D'histoire de la Securité

Sociale,

nfun. 7, enero de 1980.

26

Véanse algunos trabajos de la autora, antropóloga de la Universidad de Tou

louse, Le Mirail: F Morin y Guy Pouget,, Langue et identité ethnique: le cas occitan ,

Pluriel

1978, 15, pp. 9-26; E Morin, Identité ethnique

et

ethniclté, analyse critique

des travaux anglo-saxons , Production

et affirmation

d'identité,

Privat, 1980.

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22

lmrodu ión

la manera

en

que el método de la historia de vida ha influido positiva

mente en

el

desarrollo de ambas disciplinas, en cuanto a sus posibilida

des de hacerlo con otras. Para ejemplificarlo, Morin toma la cuestión

de la emicidad y revisa los logros, posibilidades y problemas que por la

utilización de informes orales

han

enfrentado los estudiosos del tema.

En el artículo se discute el frecuente desdibujamiento de las fronteras

entre las diferentes ciencias sociales, incluyendo en tales reflexiones a

la propia historia.

El segundo bloque de textos se inicia con un trabajo de Paul

Thompson27 titulado "Historias de vida y análisis del cambio social".

Allí se reflexiona sobre los caminos que

han

llevado a la confluencia de

la historia oral con la sociología que trabaja con relatos e historias

de vida. Hace un recuento del desarrollo de la historia oral inglesa,

aportando ejemplos y experiencias personales que conduzcan a una

mejor reflexión y evaluación sobre las bases conceptuales y las nece

sidades de vincular más la teoría con los procesos sociales y los cam

bios actuales. Thompson arguye que los relatos e historias de vida son

elementos clave de tal proceso; allí las mediaciones entre individuo y

sociedad son centrales para encontrar la lógica de los hechos en la vida

social.

Daniel Bertaux,28 en su texto sobre "Los relatos de vida en

el

27 Profesor de la Universidad de Essex, Inglaterra.

Es

el fundador V

ex

director

de

la revista Oral History Joumal (1972), y uno de los promotores y analistas más significati

vos a nivel internacional de esta disciplina. De

su

extensa obra

en

historia oral citamos

sólo:

The

ooice

of

the past: oral

hístory,

Za.

ed., Oxford University Press, Oxford,

1988;

Edwardians childhoods, Routledge Kegan Paul, Londres, 1981;

The

edwardians: the

remaking of

british

sociecy,

Weidenfeld and Nicolson, Londres,

1975;

"Oral history and

working class history"

en

B.

Bemardi, C Poni y

A

Triulzi (eds.), Fonti

Orali:

antropología

e storia,

Milán,

1978;

con T Wailey y T Lummis,

lioog

the fishing, Routledge, Capman

Hall Londres, 1983; E

P

Thompson (comp.}, Our

common

history.

The

transforma-

tion of

Euro

pe Pluto Press, Londres, 1982; "Playing at sktlled men: factory cul ture and

pride in work sktlls among coventry car workers", Social hístory, 1988; "Women in

the

fishing: the roots of power between the sexes", Comparative studies

in societ'y

and history,

27 (1985),

1; P Thompson,

C.

Itzin y M. Abendstem,

l don t fed old.

The

experience

o

later life, Oxford University Press, 1990.

28 Destacado investigador social francés en el CNRS, cabeza

del

Comité de Inves

tigación núm. 38, "Biografía vSociedad",

de

la Asociación Internacional

de

Sociología

(ISA) y editor de su boletín Biograph:,

and

Sociery, as( como de la revista internacional

Life Stories/Recits

de

Vie. Entre su extensa obra, cito sólo

D.

Bertaux (comp.), Biograph:,

and societ:,.

The

life hisiory approach in

th

social science, Beverly Hills, Sage Pub ., 1981;

Destins personnels t strnctures

de classe,

PUF,

París,

1977;

Histoires

de vie ou

recits de pra-

tiques? methodologie

de

l approche biographique

en sociologie,

Cordes, París,

1976; El

en-

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Jorge Aceves

23

análisis social", contrapuntea certeramente el artículo de Thompson

para examinar la situación que guarda la investigación sociológica re

lacionada con el uso de testimonios orales. El objetivo del texto es

discutir

y

reflexionar críticamente acerca de tres modalidades de pro

ducción de relatos de vida y las correspondientes formas de relación

entre investigador y narrador. Examina, asimismo, las diversas fases

por las

que

pasa o debería pasar la sociología que pretende desarrollar

los métodos cualitativos, a saber: la fase exploratoria, la analítica y la

sintética. El trabajo presenta también argumentos en favor de una es

critura sociológica más expresiva, que permita vincularse con públicos

más amplios

y,

al mismo tiempo, pueda ofrecer interpretaciones más

certeras y cercanas acerca de la vida social. Pues, como dice Bertaux,

es necesario "regenerar el estilo de la escritura sociológica, que desde

hace mucho tiempo se quedó encallada entre los callejones simétricos

del cientifismo y del ensayismo literario".

El artículo de Martine Burgos,29 "El texto

y

la vida", de contenido

marcadamente metodológico, aborda un problema que los usuarios de

materiales autobiográficos encuentran frecuentemente:

las historias

narradas tienen su propia lógica, no son sólo datos crudos,

sino.

que

configuran texto, narraciones; son un género específico. El trabajo de

Burgos se concentra en este punto inspirándose en las contribuciones

de

L.

Goldmann y P Ricoeur. Conceptualiza y discute.JLQ§ ,tfmü,nos:

el de sustancia~ el

del.coherencia

de los re atos de vida, criterios ambos

"é¡üele permiten examinar la cuestión de la credibilidad de los relatos.

Para Burgos, la existencia de una narrativa coherente depende de

la

estructura externa de la "vida real" que se refleja en ella: no es algo

que

el

narrador pueda crear a voluntad, sino sólo bajo ciertas circuns

tancias.

Lo

central del argumento de Burgos, consiste en conectar y

enfatizar dos elementos que usualmente se tratan de manera separada:

la vida y la historia o relato. La autora propone considerar ambos ele

mentos de forma estrechamente relacionada, como algo que siempre

debiera estar presente en el análisis de relatos e historias de vida.

Bronislaw Misztal,30 investigador polaco, ilustra y sistematiza, con

foque biográfico: su validez metodológica, sus potencialidades"

en

Ph. Joutard y otros,

Historia oral e historia de vida, Fl.ACSO, Costa Rica, 1988, pp. 55-80.

29 Otros trabajos

de la

autora, desde el campo

de

la sociología de la literatura, son:

Un récit en creux" en ewe de Sciences Humaines, 4, 1983; "l émergence du romanes

que

dans les histoires de vie paysannes. Analyse comparative

de

trois récits",

en

,·arios

autores, Societés

¡xi:,sannes

et depa:,sannisation, Tud Ha Bro, Rennes, 1983. ,

30

También del autor: Misztal,

B.

y

J.

Wasilewski, "Les vainqueurs

et

les vaincus:

la

Pologne aprés décembre 1981 ,

Ufe

Stories ecitsde Vie, núm. 2, 1986, París-Londres,

pp.

21-33.

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24

lmroducci n

su artículo sobre las diversas fuentes para el conocimiento sociohistóri

co de los trabajadores, los diversos tipos de documentos personales con

los que se enfrenta

un

historiador o investigador social y los que puede

llegar a producir con la historia oral. Discute someramente las especi

ficidades y problemas de las fuentes consideradas, y ofrece ejemplos del

caso polaco, no sólo para su localización, análisis y conservación, sino

también por su relación con otro tipo de fuentes no contemporáneas

y no construidas durante la investigación. Por ello, es un trabajo que

intenta mostrar las posibilidades y requerimientos de la investigación

centrada en documentos personales e información oral.

El breve texto de Régine

Robin31

tiene cierto interés sobre todo

polémico y metodológicó:'Discute·fa relación eritfé historia oral y la

berintos del pode¡; los problemas de la llamada "historia militante" y

sus vínculos, con lo que se pretende otorgarle un estatus de "historia

crítica alternativa". El interés de la autora consiste en parte en ha

cer evidentes las diluidas fronteras entre el conocimiento histórico y

los requerimientos del poder, sean cuales fueran éstos. Resalta mucho

más los problemas que surgen al utilizar el método de historia oral que

sus bondades,

ya

de todos conocidas y

en

ocasiones celebradas acríti

camente. Es un texto sobre los límites de

un

método y sobre ciertas

ilusiones de sus practicantes. Enlazado con lo anterior, la autora va

discutiendo diferentes formas de utilización del material resultante de

la historia oral

y

de vida, concretándose a vincularlo cada vez más con

la creación y ficción literarias.

Los tres textos siguientes abordan aspectos temáticos particula

res y podrían considerarse como ejemplos de los problemas, sujetos y

contextos sociales que se abordan actualmente desde la historia oral.

El trabajo de Alessandro Portelli,32 "El tiempo de mi vida. La

3 Catedrática de la Universidad de Québec en Montreal, tiene una vasta pro·

ducción, de la cual cito: "Enjeux: récits de vie, discours social et parole vraie",

en

Vingtieme

Siecle

10,

1986, París, pp. 103-110; "Frontiéres du fantasme ou récit vecu?",

Cahiers

e

Serrúotique

Textuelle núms. 8-9, 1986, pp. 9-20;

illusion

biographique: his-

toire

et

fiction

Ed. du Préambule, Montreal, 1989; "Literatura

y

biografía", en la revista

Historia

y

Fuente

Oral

núm.

l,

1989, Barcelona, pp. 69-86.

32 Relevante historiador oral de la Universidad de Roma, ha trabajado aspectos

te6rico-metodológicos

y

desarrollado nuevas líneas de investigación histórica. Editor

de l

Giomi

Cantati y promotor del "Circolo Gianni Bosio", en Roma. Entre algunos

de sus textos:

Biografia

e una

citta. Storia

e

racconto Temi

1930-1985 Giulio Einaudi,

Turín, 1985; The best trashcan wiper in town: the life and times ofValtero Peppoloni,

worker",

Oral

History

Review

vol. 16, núm. 1, primavera 1988, Nueva

York,

pp. 69-

90; La verdad del corazón humano. Sobre los fines actuales de la historia oral"

en

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  orgeAceves

25

función del tiempo en la historia oral", es un ejemplo de los proble

mas metodológicos que enfrenta el historiador al intentar compren

der

y analizar las fuentes orales, sean grabaciones o transcripciónes de

tas mismas. Portelli examina las modalidades de uso y percepción

de la noción del tiempo por parte de los narradores, las formas de ar

ticulación de los procesos de la memoria y la necesidad de entender

las diversas "funciones" del tiempo para comprender el proceso na

rrativo

y

sus productos, sean historias

de

vida, autobiografías, relatos

orales, u otros.

Con

ejemplos de sus experiencias en entrevistas ora

les, el autor muestra los recursos que los narradores ponen en juego

durante la entrevista,

y

la forma en que las narraciones son afectadas

por la mera presencia del historiador-recolector. Los cambios que se

hacen en la transcripción de la oralidad para hacerla literaria y social

mente comprensible en el tiempo y en el espacio social donde se gene

ran. Memoria, subjetividad, oralidad, son varias de las nociones que,

junto con la del tiempo, denotan la complejidad que Portelli confiere

al análisis histórico que descansa en fuentes orales.

El

texto "Mujeres

en

el exilio" de la brasileña Valentina da Rocha

l,-ima

33

se propone contribuir a la historiografía de la mujer exiliada. Es

un aporte de su experiencia de investigación; narra los múltiples pro

blemas que tuvieron que superarse para desarrollarla exitosamente

y

obtener resultados, tanto a nivel personal como en cuanto a un mayor

conocimiento del exilio en general y de la mujer en particular. e exa

mina el aporte específico de la historia oral en este proyecto de gran

escala, así como la formación de una práctica política feminista que

acompañó a la mayor parte de las exiliadas entrevistadas.

El

artículo

enfatiza el involucramiento político de las exiliadas y examina cinco

temas que dan pie al análisis de la historia reciente de la mujer bra

sileña (1964-1979) en su búsqueda por reconstruir su identidad.

Secuencia núm.

12,

septiembre-diciembre, 1988, Instituto Mora, México,

pp.

191-

196; "Historia y memoria: la muerte de Luigi Trastulli", en Historia y Fuente

Oral

núm.

1,

1989, Barcelona, pp. 5-32; "Forma

y

significado de la representación histórica",

en

Historia

Y Fuente

Oral núm.

4,

1990,

pp.

79-99; "Oral history, the law and che making

ofhistory" en History

Workshop

núm. 20, 1985, pp. 5-35.

33

Destacada investigadora e integrante del Centro para la Investigaci6n y Do

cumentación de la Historia Brasileña Contemporánea (CPDOC); entre sus obras: V da

Rocha Lima (comp.), Getulio

una historia oral

Editora Récord, Río de J aneiro, 1986; A.

Camargo, V da Rocha L. y L. Hippolito,

The

life history approach in Latin America",

Life Stories/Reciu

de Vre

núm. 1, 1985; A. Oliveira, M. T. Moraes,

N.

Marzola y

V

da Rocha L., Memorias das mulheres do exilio,

Paz

e Terra, Río de Janeiro (Memorias do

Exilio, 2); "Memoirs of a project:: Mem6iras do exilio. Steps

of

a methodological search",

ponencia al X Congreso Mundial de Sociologfa, México, 16-21 de agosto, 1982.

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26

lmroducci6n

Cierra esta antología el texto de Linda Shopes.34

s

un trabajo

de

carácter propositivo sobre el papel que puede desempeñar la histo

ria oral en la construcción y desarrollo de proyectos de historia local

y comunitaria. Plantea la necesidad de enfrentar una tendencia de

la práctica histórica contemporánea, que sólo pretende recuperar el

pasado en función de preservarlo bajo una forma romántica y triviali

zando los hechos y circunstancias históricas. La historia oral, arguye,

ha favorecido el interés de la comunidad y de los grupos sociales loca

les por su pasado histórico, pero requiere no estancarse en la mirada

hacia atrás, sino volverla hacia el futuro. Para ello, propone que la his

toria

oral-orientada

a la comunidad-se

centre

y enfoque sus esfuerzos

heurísticos hacia el estudio de

problem s

relevantes y pertinentes de la

sociedad que se investiga. Asimismo, sugiere contextualizar siempre

los llamados "núcleos-problemáticos" (conjunto de problemas socia

les relevantes para la localidad) como parte de los ámbitos y niveles

sociales mayores.

Parafraseando a Paul Thompson,

35

desearíamos que la lectura de

estos textos animara al lector a descubrir las

fuentes

vivas y a involu

crarse con ellas. Ya que la mayoría de los estudiosos que lo han hecho

han descubierto que la historia no sólo se oculta detrás de los docu

mentos, sino que aparecen también en la memoria del presente, en las

palabras y

en

las experiencias de vida de la gente que ha sido testigo

de determinada historia. Esos

historiadores,

en

el proceso

de

descri

bir e interpretar el pasado, han decidido escuchar el testimonio de los

vivos.

La historia oral propone así indagar nuevos temas y problemas,

orientando los proyectos hacia el conocimiento o descubrimiento de

nuevos sujetos y actores sociales, renovando métodos y utilizando

tam

bién fuentes, medios y recursos técnicos novedosos, más adecuados

a la estrecha y comprometida relación que los historiadores y demás

científicos sociales desean tener con el tiempo y la sociedad en que les

ha

tocado vivir.

Junio, 1992.

3

4 Historiadora norteamericana, integrante del equipo editorial de la Oral History

Re11iew. Cito de ella The Baltimore neighborhood heritage project: oral history and

community involvement", Radical History Re11iew núm. 25, 1981, pp. 27-44.

35 P Thompson, en su "lntroduction", ur common history Pluto Press/Humanities

Press ne., New Jersey, 1982, p. 9.

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SOBRE L HISTORI OR L

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¿PARA QUÉ SIRVE LA HISTORIA

ORAL?

LUTZ NIETHAMMER

Un viejo fontanero, nacido en 1900 en

una

familia de trabajadores

de catolicismo estricto, trabajador

en

el ramo

del

metal desde 1919,

sindicalista desde los años cincuenta, miembro del

PC

desde 1928

y

de

nuevo desde su jubilación a finales

de

los sesenta, ha trabajado toda su

vida en pequeñas empresas del ramo del metal, en la última durante

32 años.

Con

motivo de la pregunta de si en la fase

de

la guerra

relámpago

Blitzkrieg)

había creído en una victoria alemana, recuerda

{en la entrevista) l discurso de Hitler que daba a conocer l ataque a

Polonia

y

comenta:

Allí tenía

yo

un colega que estaba en las

SA,

pero nos entendíamos,

él sabía perfectamente que yo pensaba por mi cuenta. Y de pronto

nos enteramos de la guerra. Él tampoco vive hoy ya: tuvo un ac

cidente, cayó de un tejado. Y entonces nos enteramos de la gue

rra. Bueno, digo, Jupp se llamaba Joseph, le llamábamos Jupp,

más corto-,

sí,

Jupp, la guerra ya está perdida , le dije al hombre

de las

SA.

Hombre

dice

cómo puedes decir eso. Jupp -digo-,

después de esto ya hablaremos. No es que me hubiese hecho algo,

o

así,

eso no.

Me

conocía, sabía que yo era un buen colega y todo,

también que me gustaba ayudar y eso. Sí, y después de la guerra le

pregunté a él le alistaron aún, fue militar (mientras que nuestro

interlocutor fue declarado inútil; L. N. ). Después

de

la guerra

• Memoria y biografía publicado

en

istoria

y

Fuente Oral,

núm. 2, 1989, pp.

3-25.

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30

lRzra

sirve la historia oral

volvió.

Le

digo:

Jupp, lqué te

dije

el 1 de septiembre

del 39?

"Maldita carroña me dice-, tenías razón . Sí --<ligo yo--, los ale

manes aún no han ganado ninguna guerra. Ni siquiera ganaron

la

del

70-

71,

sólo

5 millones o

billones

-lqué era?- en

el

ataque de

julio ...

le

digo- ganar ganó elinglés la guerra, nooo, y -le digo- no

sotros los alemanes aún no hemos ganado ninguna guerra. Tenemos

las

guerras

de

1806, Napoleón,

y

.. le digo- Y Federico

El

Grande

tampoco

ganó

muchas guerras: la guerra de los Siete Afios,

eso

no

eran guerras ganadas -le digo-, todo derrotas." Así

se lo

expliqué,

históricamen te.1

Entrevistar al pueblo

no

siempre conduce a la verdad

en

la histo·

ria. Algunas informaciones generales demuestran ser erróneas

cuando

se comparan

con

las fuentes más cercanas al tema, de tal forma que

hay que delimitar qué es lo que vale la pena preguntar. Pero a me

nudo uno obtiene respuestas a preguntas que

no

se han formulado,

y, además, apuntan a nuevas preguntas. No es un resultado sino una

premisa de la historia oral el hecho de que los historiadores que dis·po

nen

de fuentes adecuadas a sus preguntas no necesiten crear nuevas

fuentes. Ningún historiador sensato hará entrevistas para echar nueva

luz sobre el balance de los éxitos militares de Alemania. Sin embargo,

la cita invita a observaciones y consideraciones de otro tipo.

En primer lugar,

documenta

la necesidad cotidiana de fundamen

tación histórica de pronósticos y juicios políticos

aunque en

este caso

los argumentos históricos falsos respaldan un juicio correcto. Podría

invitar a restituir

un

aprendizaje

en el

palimpsesto del recuerdo de

un

anciano

a

saber, que todas las guerras de los grandes suponen derrotas

para el pueblo y a preguntar por qué este sentido (sea

en

la conver

sación mantenida entonces, sea en el recuerdo de un ochentón sobre

lo que había dicho años atrás) se convirtió

en

un modelo de argumen

tación nacional: idespués de todo los alemanes nunca ganamos lEs

esta la voz de un pueblo vencido varias veces pero a pesar de ello sólo

superficialmente enmendado?

l

refleja la pragmática comunicativa

de un izquierdista

ante

la esperanza de victoria de su entorno? l re

mite a la irritación de un comunista alemán frente al pacto de Stalin y

Hitler o a la expansión militar y el afianzamiento de la hegemonía rusa

como sustituto de la revolución en el área socialista? Está claro que

1

Entrevista con

Anton

Cronenberg, Casette 11 l Entrevistador, Alexander

von

Plato. Proyecto

LUS R.

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Lutz

Niethammer

31

esto no se puede decidir exclusivamente a partir de este fragmento de

conversación, pero sí se podría determinar mejor a partir de la compa·

ración entre diversas interpretaciones de entrevistas significativas.

La cita también se podría ofrecer como fuente para relativizar el

significado de ·la pertenencia a tendencias políticas (como, en este

caso, al pensamiento de tradición comunista y al séquito del ührer

fascista) frente a la importancia del medio social y al compañerismo

en

el trabajo: tanto

en

el Tercer Reich como posteriormente, el viejo

izquierdista y el viejo nazi son, en primer lugar, compañeros mientras

se relacionen como buenos colegas en la empresa. Ya el hecho de que

nos haya llegado este testimonio (y que el hombre de las SA tenga que

ir a la guerra mientras que nuestro entrevistado puede quedarse

en

la

empresa) señala las fuerzas de resistencia

de

culturas sociales frente

a las lealtades políticas y las posibilidades del poder. De este modo

se podría fomentar la comprensión de aquellos espacios y relaciones

prepolíticos que se expresaban, por ejemplo, en el slogan

de

desnazi

ficación del "nazi que se había mantenido honesto" como una de las

bases

de

integración social en la posguerra.

Finalmente la cita también es adecuada como objeción frente a

un prejuicio histórico muy extendido: a saber, que hasta el inicio de

la guerra o hasta Stalingrado, casi nadie en Alemania había dado con

un pronóstico correcto

de

la situación y que, aquellos que ya habían

expresado en Weimar que "Hitler significa la guerra", habían sido eli

minados en su totalidad por el terror nazi --evidentemente una doble

exención para los muchos que habían aprobado el fascismo en su fase

de expansión. Sin embargo, había en realidad restos

de

una opinión

pública contraria, por ejemplo en los rincones de compañerismo en

las empresa1:, y en ellos no sólo se diagnosticaba que Hitler significaba

guerra, sino que esta guerra también se perdería. Una tal intervención

rompe, además, con la supuesta amplia aprobación al Sistema NS, de

jando de lado tópicos, aparentemente de sentido común, y abre el te

rreno a preguntas más profundas.

El lector crítico alegará con razón que todo esto es demasiado sig

nificativo para una alocución claramente confusa

de

pocas frases.

Y

en

efecto, desarrollarla de este modo solamente es posible sobre el fondo

de muchas conversaciones, que presentan referencias y datos aislados

(o estructuras de relación latentes entre la memoria individual y la

pública) como experiencias sistemáticas de investigación y así las va

lidan. Para todo ello existen ahora diferentes fundamentaciones. A

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¿fura ué sirve

la

historia oral?

32

. de la historia oral se ha desarr~Uad.o

nivel internacional, la prácnc; . ha producido una conciencia

con

fuerza durante el óltimo

;codem~

YEn esta aportación quisiera in-

, · del met o. · de

progresivamente

cnnca

. . del trabajo con entrevistas

tentar generalizar algunas ~e~pecnva~encias hechas con el proye.~to

recuerdo sugeridas a partir e

~xlpe

l zona del

Rhurl

930-1960 (a

.d ltura socia

en

a

·

. . ,

Historia de la vi a y cu ) 3 Considero que una de imitacion

partir del ahora citado como

LUS: ¡

ria oral y

una

determinación más

de las expectativas puestas en la is o l d s colaborarían a reforzar los

estricta de las dimensiones de sr5 ~ ~ o ~ a ~o,ntemporánea y a la comu

impulsos que puede apor~ar a. a .

ni

cación social sobre la

histohr~a.

. ral tomada del método amen-

od

·fi

d istona o , d

La palabra c i ca a .

·fi

do literal- no para un eter-

· · a -en contra de su sigm ca .

cano se un iz

1

' . . ales revistas especializadas Ora

2 A seguir de forma clarísima en las

d~s p~:~Jo)

e Intemational

Joumal of Oral

(University of Essex, Colchester, R;mo . en el Bul etin d'lnstitut d'Histoire du

~tory (Mecl<ler Westport, Conn.); para rancia b e la mesa redonda:

Problemens

de

~:

PréserH

(Véase ~qu~ i~;t {

~o: u;era:ºacrtas

de los _congr;: ~;ª~ ;=~;~

métodhe en

htStoire ora

e,

' (

P)

Our Common

HtStory.

.

l

r

l

lefs

~ ~~~

0

r;no;:~~

r;~ r c ~ t : : e {~ ; f it<teí:/:~.ej :

~a::~:~:.;t~~h(ll~/:e

o . f ence Amsterdam, octu re, . b e 1982 (hekt. ed. p 1 ippe

HtStory Conl:'His:oire

Orale,

Aix

en

Pro~enc.e,~r;I ~der a la Societat, Barcelona,

lntematwna I .

1

rnational d'HtStoria

v a

· l los volúme·

Joutard

1

~;-J\~o~:.º~~r~es Vilanova). Ent ~:e:;Ja~~:;:i:ti::i;ives

C?edacht-

: : l ~ t z

Niethademme?i :i;~J:~~~i~~:t:it~l

y memoria colectiv(

a.

;;tt:~:Ji:~

nis.

Die Pra:os rora 2 d 1985· Gerhard Botz e.a. co b idie

historia oral), Francfort, 1980, a.Ee

.,E'nführung

in Arbeitsweisen und

Themen

e

.

Geschichte und

Arbeiterbewegung_-

me

'

Historia oral y movimiento obrero. n~ m

der

Geschichte

geschichtsloser

Soz1~ gruppen

(

s temáticos de la historia de grupos soc1ale~

troducción a los modos die trabalJ9o8y4ca{:~ntroducciones básicas son

P.aul Thodmppas~:·

. . ) Vi

a y

Co

oma, · · q ·nous ,11iennent u ,

sin h1stona , ien

t

d

1978

. Philippe Joutard:

Ces

ooix "'

The

ooice of

the

lfst,

Ox or ' '

el

Land

p is 1983. · . la Fundación Volkswagen Y por

ar '3 El proyecto

LUSIR

fue financiado por en 1980-1983 en la Universidad de .Es~n

Federal Nordrhein Westfalen y IIHevado adcai;e desde 1984 se trabaja en una amphac1fn

n la Universidad a Distancia agen, on h a arecido, fundamentalmente, en ?s

y e ecto. Resultados del proyecto. an p

d'e heute hinsetzen

sol .

Faschis·

de ~ste proy ditados or mí:

Die

Jahre

wei

rncht,

wo

man ' ónde onerlos. Experiencias

voluef:~::gen

im R[urgebiet (''Aquellos

añ :

uno~o richt~

war, daschiefgegangen

;:fascismo

en

la zona

dd

Rhur) y

HinU:~ rs~;s

uno

;e

da cuenta que fue ?ueno que

ist.

Nachkriegseefahru~gen

'.m ~hurgebie;~}

la

zona del Rhur ), ambos Ber~ Y.

t::

no funcionara. Expenencias de posguPlato· Der Verlierer

geht nicht

leer

aus. trie

I

n")

83 el volumen Alexan er von . . d Comités de empresa protoco

ª

l9b : : Prowkoli (El

perdedor no se

quleda

sm ~o por nosotros dos: Wir kriegenJetzt

g e~ B 1984 así como

en

el vo umen e

I

a

Berlm y onn, ,

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Lutz Niethammer 33

minado tipo de historia que se bastase con la tradición oral, sino para

una técnica específica de investigación contemporánea.4 Es adecuada,

por un lado, para la exploración de determinados campos fragmenta

rios para los que no hay o a los que no es accesible

otro

tipo de docu

mentos

de

transmisión y, en este sentido, representa un instrumento

de heurística contemporánea. Pero, por

otro

lado, permite una con

cepción más amplia del pasado inmediato y

de

su elaboración socio

cultural como historia, y así su práctica revierte sobre la comprensión

de la historia

en

general.

A esto se le enfrentan dos malentendidos muy extendidos. El uno

opina que la historia oral

es

un autoengaño social-romántico, que se

pierde por falta de recuerdos fiables y afirmaciones representativas y

no

sirve científicamente para nada. El otro busca

en

la historia oral

una especie de acortamiento universal respecto al ayer, una especie de

instant history

propia para todo y que permite comprender los mundos

perdidos del abuelo a partir de su última casette. En contraposición a

estos prejuicios globales,

la

función de la historia oral para la historia

contemporánea se ha de entender más bien análogamente como la

arqueologia para los historiadores de la historia antigua.

Se trata de un campo de métodos específicos para un tiempo de

terminado y apoyado en un trabajo interdisciplinario, que posibilita

una ampliación de la tradición y percepción histórica y que se dife

rencia de otros campos de heurística histórica por el hecho de que

las fuentes no son directamente accesibles y que la forma de explo

rarlas determina su carácter. Es cierto que también esta comparación

es defectuosa, entre otras cosas, porque los restos de lo recordado en

la memoria no tienen la calidad de los fragmentos

de

cerámica en un

yaciiniento.

5

Pero es instructiva aun por encima

de

lo heurístico: la

andere Zeiten. Auf der Suche

nach

der Erfahrung des

Volkes

in nachfaschistischen Liindern

(''Ahora nos tocan tiempos diferentes. A

la

búsqueda de la experiencia del pueblo en

países posfascistas ), Berlín y Bonn, 1985, que reúne colaboraciones recopiladoras de

nuestro proyecto con estudios de historia oral de Italia, Austria y la República Federal.

(Este artículo

es

un recorte de mi colaboración a este volumen:

Preguntas-respuestas

preguntas.

Experiencia

y

reflexiones

a

la historia oral). Los colaboradores y autores del

grupo del proyecto LUSIR son:

Anne

Katrin Einfeld, Ulrich Herbert, Nori Méiding, Bemd

Parisius, Alexander von Plato, Margot Schmidt, Michael Zimmermann y yo.

4 Respecto a los orígenes de la historia oral y a su relación con la tradición oral ,

remito a mi colaboración: Oral history

n

USA'.', Archi

für

Soz.ialgeschichte 18 (1979),

pp. 454-501, y respecto al centro de interés temático: Érase una vez ... Del cambio de

la tradición oral , Joumal für Geschichte (

1984)

H. 3, pp. 8-41.

5 Véase el apartado Gedachtnis und Befragung (Memoria y formas de interro

gar),

Fragen-Antworten-Fragen

(preguntas-respuestas-interrogar),

ibid.

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34

lRzra

siroe la hiswria

oral?

excavación amplía la comprensión histórica basada en la transmisión

textual, mediante la dimensión de lo espacial y rompe proyecciones

de la fantasía histórica a su respecto, aportando una nueva posibili

dad de percepción (de lo perceptible, de localizaciones

en

planos, etc.)

para realimentadas de una forma más realista. De forma parecida la

inducción interactiva de la entrevista de recuerdo estimula la pers

pectiva de la ciencia histórica, marcada por datos producidos en

un

proceso, mediante la aproximación a la perspectiva de la experiencia

subjetiva. Favorece, además, atribuciones proyectivas. Por último, y

de forma parecida a la arqueología, crea a partir de una forma específi

camente fragmentaria

y

ejemplar, bases para una nueva percepción,

en

este caso: la de la dimensión de la experiencia.

Por todo esto, ahora voy a intentar delimitar escuetamente los

campos en los que la entrevista de recuerdo promete una aportación

heurística para la historia contemporánea y apuntar, seguidamente,

algunos puntos de vista que muestren en qué medida la dimensión de

la experiencia es históricamente importante y cómo su intervención

puede

tener

una función crítica.

EL TESTIMONIO DE LOS EXPERTOS

Con la vista puesta en aquelias elites cuyas memorias, si algún día se

escribiesen, no serían vendibles, se creó la historia oral en la América

de la inmediata posguerra.

Se

reconoció no sólo que las decisiones

socialmente relevantes se producen cada vez menos en el nivel del li-

derazgo representativo, sino que se preforman en gran medida en los

altos mandos, las estructuras organizativas y los procesos de votación;

y que a

menudo

los responsables ya sólo las resiguen y legitiman res

pecto a la opinión pública. Pero las prácticas lógicas y los procesos

institucionales, que están en la base de estas decisiones, se desarro

llan a partir de un tejido de elites participantes (managers, funciona

rios, burócratas, expertos), que la mayoría de las veces

no

producen

transmisión histórica respecto a sus motivos y relaciones y cuyos tes

timonios escritos sólo son las morrenas ter:ninales de los procesos

de votación internos que cada vez necesitan menos de la escritura.

Esto era completamente diferente en el siglo XIX

y

principios del

XX

cuando, en primer lugai; el número de participantes era mucho menor

y en segundo lugar, a éstos no les quedaba más remedio que comuni-

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Lutz

Niethammer

35

carse po · b

r escnto so re sus motivos real E .

modernos a mediados del siglo

XX

od es. s cierto que

los

aparatos

crecimiento que, sin embargo de~~ d~en _ca1a vez más papel

un

cación

moderna

pero baio

las'

d.

ismdmmr

por la telecomuni-

d

b

. ' , con iciones el teléfo d

¡

pos e tra

ªJº

móviles esta tr . . , b no y e os gru-

1

. . , ansrnision asta cad

aná isis histórico penetrante 6 L b . a vez menos para un

de estado mayor en la Casa l as gra acion~s

de

N~xon

del trabajo

cámara para el soborno . anca y

el

trabaJo de Fhck utilizando la

, no tienen tanto v

¡

d

yan transmitido un com rta . a or e rareza porque ha-

los negocios, sino porqu~na : : : º~f~ lmente 1~sacostumbrado en

brado por los poderosos es

extr

d e tr~nsmisión de lo acostum-L . . ema amente musual.

a expenencia enseña sin embar I

círculo de estas elites amp1·' d go, que so

O

pocos jubilados del

ia as, que una vez fuera d · ·

necen a menudo en la disciplina de su . . . e ~rvicio perma-

y quieren recordar con precisión fip_nvilefado anonimato, pueden

dad anterior. Excepto en casos

ext:u

~ ~ t ~ os¡ detalles de su activi

rehúsa de sus servicios cuando s aor manos, a memoria del pasado

una vez pasados decenios de p e trata ~e

l~

reconstrucción detallada,

han mostrado, una y otra

~ez

1:~tesos e e~isión co~cretos. Esto

lo

con la persecución de críme , n~errogatonos a testigos en relación

dos decenios y también, ha d:~: ~;~~alsocia_l~stas después de más de

critos de testigos y apostillas a inf< ~putacion a las montañas de es

Puede ser diferente si

los

suces

o~a~iones

orales contemporáneas.7

ment?s críticos en la trayectori::i:~nJfifan a la _vez importantes mo

éste nene a menudo escrú ulos ~ 11_1emonzante, pero entonces

periencia hecha con entrfvistatd~~t~fº~~zar

?les

recuerdos.

La

ex

propuesta de que para la histon· f

as

a e ites, ha conducido a la

. . a po itica contemporán 1 ·

?ªtonos a testigos se deberían realiza 1 . ea, os mterro-

importantes. Pero estos ro ectos r a poco tiempo de los sucesos

transmisión tropiezan

mp

y parabasegurar preventivamente la

' uy pronto con arrer d , .

gadora, entre otras cosas porqu . 1· . as e economia mvesti-

todológicos.s e imp ican importantes problemas me-

 

Arthur

M. Schlesinger, Jr. ya formul6 esto 196

cremento de las máquinas de escribir h h h

en

7 de la forma siguiente: El in-

de p~peles, mientras que el incremento~ef~l~f.aum~ntar

en:aordinariamente

la marea

senado de este papel. Desde t ono a reducido extraordinariamente el

en onces se producen c d d

vez contienen menos cosas. (On th . . a a vez más ocumentos que cada

Mont~ly, marzo, 1967, pp. 69-71). e writmg of contemporary history , The Atlantic

Representativo sería Wolfan Be M . .

mstad

8

t

s.f., pp. 63,

ss.

g

nz

Y artm Müller:

Geschichtswissenschaft

Dar.

Véase Ora] historyin USA'' .

op.

cit.'

p.

480.

El

problema fundamental en

la

pro-

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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36

iPara ué sirve

la historia oral

Muchos historiadores contemporáneos, decepcionados del rendi

miento y

la

fiabilidad de las "entrevistas dirigidas" a elites, encontraban

sin embargo estos encuentros valiosos como conversaciones "de en

torno". Porque la memoria de largo plazo parece más productiva para

las relaciones sociales dentro y

entre

las organizaciones, para la valo

ración de circunstancias que determinaron procesos de decisión y para

la repetición del código en que se comunicaba sobre éstos; en una pala

bra: para historias de los niveles superiores del mundo del trabajo.

9

Por

eso se podían realizar, en estos casos, investigaciones antropológicas y

de historia social sobre el

mundo

cotidiano del organizationman. Como

muleta informativa de la historia política contemporánea, también hay

que considerar estos recuerdos

de

relaciones organizativas altamente

diferenciadas como datos especialmente fluidos

y

subjetivos, que sólo

se pueden valorar y controlar en relación con las correspondientes in

vestigaciones

en

archivos. En este sentido, la entrevista-interrogatorio

se acerca aquí al procedimiento de investigaciones combinadas para la

ilustración del estado de las cosas tal como se practica judicialmente.

A menudo conversaciones "de fondo"

(background),

llevadas sin mag

netófono y que por ello tampoco dejan material textual utilizable, son

más fructíferas y suficientes.

ximidad temporal de entrevistas históricas al acontecer político que deberían clarificar,

está en la interacción entre economía de la investigación y protección del secreto. Si la

interrogación se realiza desde fuera de las relaciones de poder, le faltan

los

criterios por

los que vale la pena practicar historia oral, y resulta una especie de escritura histórica

de transición que,

en

vista de

su

gran presentación de historia oral, más tienta a los pe·

riodistas que a los historiadores. Las excepciones se producen cuando la investigación

está orientada hacia

una

relación de cosas concretas y altamente escandalosas y se lleva

a cabo en la forma de una investigación criminalista, porque entonces,

en

caso de éxito,

se produce un escándalo en el

que

el poder tiene

que

prescindit; para su defensa, de

la práctica normalmente utilizada de mantener secreta información. (Un ejemplo: la

investigación del Washington Post

en

el

affaire

Watergate.)

Si

la interrogación se reali

za desde las relaciones de poder, se pueden abarcar los campos de desideratas para una

transmisión futura, pero falta la mirada crítica

que

pueda valorar

su

significado y formu

lar preguntas correspondientes, y para el análisis es difícil liberarse de los mecanismos de

censura de la institución. Es muy poco frecuente que un político pueda a la vez privile

giar y liberar, para una tarea de este tipo, a un investigador. Una tal excepción es Arnulf

Baming:

Machtwechesel

(Cambio de poder),

Stuttgar\

1982,

pp.

13

ss.,

un

informe es

cueto e impresionante de sus experiencias

en

actos políticos actuales, con enrrevistas y

con la dimensión de

su

eficacia.

9

La propuesta de una etnografía de las capas dominantes (Elitelore) con entrevistas

de historia oral en Latinoamérica, fue hecha por primera vez en un congreso del folclor

en

1967 por James

E.

Wilkie: "Postula tes of the Historia Oral

Center

for Latín America",

]oumal o librnry History, 2, ( 1967) pp. 45-54.

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  utzNiethammer

En LUSIR este tipo de entrevista~

tructuras políticas, sólo se realizaron

en

historias de vida a miembros de comités de

t

de la red de elites

de

base industriales mineras

tigaciones de actas sindicales. Justamente, conve

1

,

~I

margen de las entrevistas propiamente dichas, die.

importantes, por ejemplo, para la reconstrucción de

i

39

políti~as.

1

~

Pero las informaciones sobre contenidos

polí~ic'-.

e~penencias

y

sus códigos, que

van

más lejos de semejantes

h.

c10nes reales y planteamientos estructurales, son a menudo e s ~

mente

difíciles de interpretar

en

el campo

de

las elites políticas

da'~

que

éstas constantemente tenían que repensar la determinación

de

sus·

metas

Y

en consecuencia, su memoria

ha

trabajado

y

reinterpretado

sus recuerdos

ya en

muchos sentidos.

. Quisiera mostrar esto con el ejemplo

de

una reflexión retrospec

tiva

d~

un

representante sindical sobre

el

problema de la socialización

e n la mmediata posguerra. Formuló así sus experiencias: ''Aquí el

tlempo

no

estaba maduro para aquel tiempo."

En

un principio el

oyente queda perplejo ante una frase tal. Pero la contradicción de

que esta afirmación sea por un lado de brevedad formularia por otro

lado borrosa y vesti~a ~e conceptos generales ("tiempo"), ~ue aquí,

a_demás, esconden sigmficados diferentes,

apunta

a un código quie

tista

de

la autocomprensión, en la que se mantiene una certidumbre

que _ ª

no es apropiada para ser comunicada.

Es

cierto que con un

mfmmo

de

conocimi~nt~s sobre la :poca, es fácil descifrar los concep

tos generales en su significado pohtico. Pero el entrevistado parece

que no

quería decir la frase resultante: "Aquí las circunstancias socia

les

no

es~aban maduras para la socialización",

ya que

sólo habría sido

una m~mda racionalización de una derrota

de

las izquierdas. A base

de decir men~s, daba a conocer más sob1e sí mismo, escondiéndolo de

nuevo ~nsegmda.

El

entrevistado es hijo

de

un carpintero que era un

decepcio,?ado "viejo luchador" de las

SA.

Al

final

de

la guerra, con

vencido. general

de

adolescentes"

en

las

juventudes

hitlerianas de la

Al~ma~ia central, huyó de la ocupación rusa del

Rhur

y ya en

1946

era

gma de Juventud

en

su empresa; dos años después se hizo miembro del

• O Alexandervon Plato; ";<'er scho Roben:

R?" (lQuién

dispar6 sobre Roberc R.?)

P;Óx1~amen.te en: Hannes Heer, Volker Ulrich (comp.): Unsere Geschichte (Nuestra

h1stor:~),

Rem1:"clc,

1985. Véase también Baring, pp. 16 ss.

. ~ntrev1sta.

con

Konrad Vogel, casette

I

2.

Entrevistador Alexander

von

Plato

La

histona

de su vida está explicada en ibid.,

\krlierer

(Perdedores), pp. 180 ss. ·

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38

¿Para qué sirve la hiswria oral? ..

. 6 funcionario sindical, también

sindicato y más a~e~nte'. se co~;ir~:;ués de la guerra, lo llevó a la iz

del

SPD.

Su

cambio e

onen':ci

n, so social vertiginoso; hoy figura

quierda a la vez que le aporto un ~scend l i·zquierda entre los multi-

d l pocos protagonistas e a ,

1

cfom~ un~osed~:u ciudad. La socialización es una meta que para

e ,

uncionan . ci io el contenido de su nuevo

después de la guerra, designa en

_un

pdnn hpora se identifica con aquel

. desde la perspectiva e a , l

~:::~;/~:~de esta distancia, la

s o r t z ;

YJi~~:~~~~~i:n;;~~:ai

A partir de este concepto te'.°poral o·

'ropo

en otro lugar sí es-

  l · ). por lo visto e mismo e d( aquí e nempo · ·

nte

en la zona e

taba maduro para la socialización, pero er~ 1ustEame l . cúmulo

. , . d d de él había huido. ste comp eio

ocupación sovienca, e on d adro enigmático en el que se

. · compone e este cu d

de expenenci~s,_ se d l historia vital y una orientación a -

integran condiciones e ento~o, l ero sin embargo conservada .

. d

d'

n' e ahora ya mactua P , '

qum atar iame . . . ae a la comunicación porque para

Todo ello, en un pnncipio,

s~

s~Jtr 'd d el entrevistado esconde las

el mantenimien~o

del~

p~opia iide~nm:diante fórmulas vacías. Pero

difíciles percepcion.~ e a r;_a las vacías contienen una oferta co

como código reduci o, estas ormu en una conformidad en el

municativa al interlocutor,dqlue le prop~n al de racionalización de la

marco de un traslúcido

roo

e o convencion

izquierda. · , n políticos están

El ejemplo puede mostrar que las

en~redvaidsetass

ccoon múltiples líneas

l

, ialmente

en

socie

llenas de a evosias -espec d . d' ..

0

Incluso y especialmente

, . b d en su pasa o inme

tac

· ,

polmcas que ra

as

d · d efímero para la me-

allí donde el objeto de.l recuerdo ~o esse~ ª ; :u importancia perso

moria de largo plazo smo que est pre cuerdo no reelabo

nal, las entrevistas expr~san só~? raras¿:~~;~;~vierte

en

un fondo

rado de relacione~ polí~cas -~ª i~:ªf~s factores individuales y sociales

fructífero para la m~es;gaci

~-

transformación de

la

experiencia,

que interactúan

en

a o~ac ;n y r lo ue hace a la reconstrucción

pero en una fuente comp ica a

\

't'qa

no es tan determinante en

histórica. Sin embargo, esta pro ema ic .6 de campos

otro tipo de entrevistas

d~ expedrtfios_pa:a

1:~e~:;:::~c~is;ber: para la

de la historia contemporanea e cien es .d.

. d l d' ·ones de vida con iana.

reconstrucción e as con

i~id 'd

-en la que los grupos e in-

u

de la vi a con iana

na

gran par e . iales elaboran interpretaciones so-

dividuos entablan relacion~ soc y dos por interpretaciones

bre

la

coherencia de sus vidas o son marca

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Lutz Niethammer

39

heredadas- no produce, por sí mismo, ninguna transmisión textual

y,

a menudo, tampoco de otro tipo. El déficit histórico de este campo

en el que interfieren estructuras sociales y procesos políticos con la

vida individual,

en

que la historia se vuelve experiencia vivida, re

sulta sorprendente para muchos, porque la cotidianidad parece tan

cercana, que se podría suponer que su transmisión sea ubicable y cada

cual un experto de su historia inmediata. Pero, de hecho, la histo

ria de la cotidianidad es especialmente difícil de investigar y necesita,

a menudo, más fundamentación teórica que la historia política o de

las ideas.12 Responsable de ello es, sobre todo, la circunstancia de que

la mayor parte de lo cotidiano en la: vida diaria se constituye a partir

de un gran número de realizaciones subconscientes, en la costumbre

de percepciones y acciones rutinarias y apenas manifiestamente va

riables, cuya imagen específica se integró en la socialización y sólo es

visible desde dentro de su especificidad cuando su práctica ya no se da

por supuesta. Pero lo subconsciente es historia olvidada .13 La ela

boración de sus contenidos específicos permanece inconsciente y no

se transmite mientras éstos son válidos. e hace visible sólo en tanto

estos contenidos ya no son evidentes, es decir, por percepción ajena o

recuerdo.

En este sentido no es de extrañar que la aproximación histórica a

la praxis de los sujetos suponga problemas heurísticos específicos. Los

restos de una cotidianidad anterior son, dada

la

oralidad que predo

mina en la masa de relaciones cotidianas, especialmente fragmenta

rios, y los elementos aca~reados por la cultura material, en tanto que

han sido transmitido y reunidos, no contienen su sentido

en

ellos mis

mos, dado que sólo son formas de paso e instrumentos de una vida

desaparecida. La interpretación histórica depende entonces, normal-

12

Véanse mis Anrnerkungen zur Alltagsgeschichte (Anotaciones a la historia

de

la cotidianidad),

eschichtsdidaktik (

1980), pp. 231 ss.;

Alf

Lüdtker, Rekonstruktion

von

Alltagswirklichkeit -Entpolitisierung der Sozialgeschichte? (Reconstrucción de la

realidad cotidiana- iDespolitizaci6n

de

la historia social7), en Robert M. Berdahl, et

aL

Klassen

und

Kultur

(Clase

y

cultura), Francfort, 1982, pp. 321

ss.

Referencias bibliográfi

cas amplias

y

complementadas enNorbert Schindler: Spuren in die Geschichte der an

deren Zivilisation (Huellas a la historia de la otta civilización) en Richard von Dülrnen

y Norbert Schindler (cornps.), Volkskultur (Cultura popular), Francfort, 1984, pp. 13

ss.

Así corno Klaus Tenfelder, Schwierigkeiten rnit dern Alltag (Dificultades con la

cotidianidad), eschichte

und

eseUschaft 10 (1984), pp. 376 ss.

13 Pierre Bourdieu:

Entwurf

einer Theorie der Praxis

auf

der rundlage de Kalryüschen

esellschaft

(Esbozo para una teoría

de

la práctica basada en la sociedad cabileña),

Francfort, 1976, p. 171.

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40

lRzra

sirve la historia oral?

mente, del caso singular transmitido, que documenta la descompo

sición de la praxis cotidiana o la persecución de

un

comportamiento

discrepante, o bien de otros te~timo~ios de

observ~dore_s

profan?s,;

Para dilucidar si estos testimonios aciertan o no el sentido propio

de las circunstancias descritas o con qué reflejos

lo

alumbran, son ne

cesarios testimonios controladores "desde dentro".

14

Hoy la mayoría

de proyectos de historia oral están orientados a los gru~os sociales o

a fases de las generaciones actuales que no han producido, o apenas

lo han hecho, testimonios subjetivos de transmisión y los quieren in

troducir

en

la historia mediante entrevistas sobre historia de vida y

cotidianidad.

Pero tampoco para eso hay caminos directos. Si las relaciones del

individuo con la contidianidad se abren fundamentalmente a la per

cepción externa y al recuerdo, también la inducción interactiva de

secuencias cotidianas en las "entrevistas de recuerdo" produce sólo

fuentes que únicamente son interpretables, en su totalidad, mediante

el control recíproco de ambas dimensiones, la externa y el_recuer~o,

ya que aquí se habla sobre la cotidianidad sólo por dos monvos. Bien

14 Donde el individuo se aparta de sus referencias sociales y choca con el sistema

de reglas de la sociedad, se forman a menudo, a la zaga

del~

pe~cuci6n judicia o _admi

nistrativa fuentes históricas que hacen hablar al poder silencioso de acontecimientos

y

tambi~ a sujetos que en otro caso permanecerían mudos. _Ejemplar

serí_a:

Regina

Schulte: "Feuer im Dorf" (Fuego en el pueblo), en Heinz Reif (comp.), Rauber,

Volk

und Obrigkeit

(Ladrones, pueblo y autoridad), Francfort, 1984, pp. 100

ss.

Pero tales

investigaciones presuponen un mínimo de amor a la verdad y e apoyo por ~arte de las

instituciones.

En

el caso de las persecuciones de masas, especialmente

en

el siglo XX que

eligen sus víctimas independientemente de su subjetiv dad,

~ ~

s~ele encontrar esto;

el destino de las víctimas justamente no es representatlvo o md1canvo para la suerte de

los no

perseguidos que en otros aspectos sí les son comparables. Si _e~ este caso. no ~e

elabora a posteriori una transmisi6n a partir del informe de los supervivientes, la histona

de las víctimas desaparece

de

la memoria. En relación

con

esto, no se debe atender a

reflexiones sobre precisión respecto a la economía investigadora o a elucubraciones re

lativizadoras válidas solamente para otras formas de transmisi6n, porque los actos de los

perseguidos en estos casos son totalmente ciegos frente a la subjetividad Yexperiencia

de los perseguidos. Por tanto, aquí hay un campo de tareas importante para la historia

oral, que sin embargo, he dejado de lado en este artículo porque se plantean

una

serie de

problemas adicionales

en

base a la profunda traux_natiz.aci?n de los a~ectados, con:io se

ha

mostrado en la investigaci6n de, por ejemplo,

mbus

indias perseguidas y esp~ialm~n

te, en supervivientes judíos del holocausto, tal como se tiene que

to~ar

en consideración

en

una investigaci6n sobre la experiencia alemana

de

la persecuci6n que, finalmente,

parece iniciarse. Véase el informe del óltimo proyecto sobre mujeres francesas depo~ta

das a Auschwitz: Michael Pollak,

wpérience

concentratíonnaire:

ressources de x>u1101r

et

seru d identité, en Vilanova (comp.), pp. 353

ss.

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  utz Niethamrner

41

porque se ha preguntado sobre ella, y entonces el sentido es consti

tuido por el entrevistador porque su petición de descripción exacta de

campos prácticos cotidianos solamente puede arrancar de la memoria

latente testimonios parciales. O bien, porque el entrevistado quiere

reco;dar una cotidianidad que ya no existe y supera el impedimento,

por el supuesta, de la trivialidad de lo explicado sólo mediante el sen

timiento del pesar o del alivio por un cambio sucedido. Estos senti

mi~nt~s nostálgicos, presentes en muchas personas ancianas15 -y no

e l significado que tenfa en su momento la praxis vital-son los quemo

tivan a la memoria activa a la comunicación y estructuran su sentido.

Pero ambas perspectivas se pueden complementar y controlar. A un

entrevistador paciente y ya suficientemente conocedor de los detalles

~e la vida de su interlocutor como para poder hacer preguntas poste

nores concretas, en la "entrevista de recuerdo", normalmente se le

suelen describir con exactitud rutinas cotidianasl6

-en

cualquie'r caso

aquellas que formaban parte del núcleo de actividad del entrevistado

Ycuyo dominio ~ra, por tanto, importante para él y un elemento de

su ~u.tocomprens1ón. Según mis informaciones,

la

causa de que estas

cotidianas puedan ser actualizadas en la memoria, no ha sido aún in

vestigada. Pero a mi parecer hay dos motivos plausibles: su dominio

e~a fundamental para la realización vital del trabajo o de otras acti

vidad;s, _de forma, que su desarrollo fue exactamente interiorizado y

s~ practica a traves del tiempo las hizo "pasar a la sangre", como se

die~. ~ero, por otro lado, se trata en la mayoría de los casos de co

nocu~iento~ materiales "inocentes" que

-a

diferencia por ejemplo de

las onentaciones de valores o experiencias básicas problemáticas- no

.

15

-~l

problem~ de

la

distorsi6n nostálgica se discute intensamente ahora en

la

in

vesttgac10n sobre h~stona oral. Véase por ejemplo Selma Leydesdorff,

Identification

and

P<>wer n

the

formation o the

romantic memory

en

ibid,

pp. 309 ss. En nuestro propio

proyecto me parece que esta dimensi6n se ha quedado corta

durante mucho tiempo.

Está~a~os tan ocupados con la comprensión de las numerosas pruebas de privacidad

Y actividad

durante

el fascismo, positivamente valoradas

en

los recuerdos de muchos

d e nuestros entrevistados, que no percibimos con el suficiente cuidado sonidos acceso

rios q~e, v~es .P~rían hacerlas aparecer también como recuerdos que escondiesen

exper~~ncias trreslStt~les de sometimiento y exposici6n.

Véanse.por e¡emplo los estudios sobre aprendices

de

panadero y muchachas

de

servicio doméstico, de Daniel Bertaux e Isabelle Bertaux. Wiame, y sobre costureras de

Nelleke Bakker_y_Jaap Talsma,

en

Botz/Weidenholzer (comps.), pp. 235 ss

0

sobre mu

chachas de servicio de Dorothee Wierlingen Talsma (comp.), vol. 2, pp. 307 ss.,

0

bien

en LUSIR :ºl. 1 (vé~se nota 3), por ejemplo las aportaciones sobre trabajo doméstico

d~

las

mu¡eres de mmeros de Anne-Katrin Einfeldt o

de

mineros j6venes de Michael

Zimmermann.

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42

lfura

qué

sirve la historia

oral?

tuvieron que ser explicados o reinterpretados.17 La precisión del re,

cuerdo resulta, en gran medida, del hecho de que el interrogado no

pueda reconocer una relación

entre

la pregunta y el sentido de su his,

toria vital.

Y,

normalmente, tal relación tampoco existe, sino que

el

sentido de la pregunta posterior se constituye analíticamente y con,

cierne a las condiciones de vida de

un

grupo. Sin embargo, indirecta,

mente puede crearse esta relación en el momento del análisis, porque

la experiencia y las valoraciones del entrevistado se pueden cotejar,

respecto a su consistencia, con sus informaciones sobre historia coti,

diana. Si tales informaciones se adquieren preguntando a un grupo

reunido por una praxis común, producirán un potencial de recuerdos

ingenuos de densa descripción.18 En combinación con recuerdos sobre

situaciones comparables, se puede controlar y desarrollar una nutrida

descripción estructural, libre de particularidades individuales, o la ca,

racterización de un hábito de estructuración social de las disposiciones

para la praxis de los individuos.19

La consecución de estos datos por conversaciones -en el léxico

de la investigación social empírica se trata de entrevistas de expertos

es, sin embargo, a veces difícil. Por parte del entrevistador es ne,

cesaría una

gran

cantidad de trabajo introductorio para que, por un

lado, pueda

entender

por su parte el sentido de sus preguntas para su

17 Las·teorías fenomenol6gicas y marxistas sobre lo cotidiano, empiezan por cons

tatar

que lo cotidiano consiste en rutinas que se hat'l sumergido desde la conciencia,

pero que son actualizables. La inocencia

de

estos conocimientos es, en algunos casos,

precaria: a saber, cuando el interrogado ha reelaborado

tanto

la historia de su vida,

que

en

la entrevista

tiene que inventar

también cotidianidades extrañas.

18 Clifford Geertz, Dichte

Beschreib1mg; Beitriige

zum krstehen Kultureller Systeme

(Descripción densa. Aportaciones para la comprensión

de

sistemas culturales), Franc

fort, 1983. Especialmente la p. 21 muestra que no es la etnografía, comosistematizaci6n

de cotidianidades lejanas, quien puede integrar el contenido de la investigación cultu

ral, sino sólo los acontecimientos, modos de comportamiento, instituciones o procesos

sociales densamente (es decir comprensiblemente) descritos en el contexto de loco

tidiano. Con otras palabras: la investigación de la cotidianidad es irremplazable, pero

no

suficiente. Sin embargo, la ciencia de la historia

no

puede conseguir (a diferencia

de la emograffa) el conocimiento

de

condiciones cotidianas mediante la observaci6n,

y cuando las

deduce

a partir, por ejemplo, de informes sobre acontecimientos, mal los

puede volver a introducir para su análisis como correlato controlador. Por

eso

hay que

estar de acuerdo con Hans Medick, Missionare im Ruderbootl ([Misioneros en botes

de remos?), Geschichte und Gesellschaft

10,

(1984), pp.

295

ss., cuando exige

en

pp.

J 13

ss., la necesidad

de

reconstrucción de la historia de

la

cotidianidad

con

las &timas

técnicas, para poder

hacer

justicia a lo

que

él llama, de forma

en

cierta medida malin

terpretable,

la

teoría innata del sujeto histórico .

1

9 Respecto al

concepto de

hábito

de

Bourdieu, véase más adelante.

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Lucz Niechamrner

43

inves?gación y, por tanto, reúna l . . .

descnpci6n de recuerdos a paciencia necesana para una tal

tas suficientemente prec i ~ : ~ · par~ qfoue pueda formular pregun

cuerdo de rutinas

cot1ºd1 an

'

t

prem rmadas para apoyar el re-

as (como la e

¡ · ,

d

puesto de trabajo determinado I v? u~1on e actividades en un

ser aceptado por el entrevistad~ c: orgamz~c16n us~al del día, etc.) y

dar una tal información R dm¡° alguien a quien merece la pena

a menudo, en que no p~ed~r:0%tere e entrevist~do la dificultad radica,

ejemplo, cómo estaban amuebla~os nder el se~ndo de la pregunta (por

largo de su niñez), que le irrite la

l ~

tr_es pisos en los que vivió a lo

presuponga en

e

entrevistad

tnbv1ahdad

de

lo

pretendido o que

l

or un sa er quizás ·

ra o en esa especialidad

( B

_ . no existente en gene-

que hacer en una casa ) · uenob, senonta, ya sabe el trabajo que hay

· · · m em argo el traba· d d

cnpc1ones detalladas de la d· d

JO

e recuer o en des,

este tipo de barreras com

_cot~

iam ad, presupone la superación de

L

unicanvas por parte de a bo . l

a subjetividad de la

ex

rien . . . m s mter ocutores .

. interpretación del sentid . peh c1a de lo cotidiano y

los

modelos de

o m erente a las s t ·

se pueden reconstruir del m· d 1 uac1ones cotidianas, no

d

ismo mo o a partir de b ·

recuer os, porque la mayoñ d l com mac1ones de

miento con interpretacione:

~s t s

:eces éstas sucumben al enfrenta

tanto,

las

informaciones en

la

en;no_res, externas o supuestas, y. por

diendo a la historia de la vida

d;vista

de r~cuerdos varían respon

lo largo de los tiempos má y I pensamiento del entrevistado a

D

• s que a su particip · ,

nes. ado que las dimensiones de la vid .a~1on en estas situacio-

elementos de estructuras espe

ffi

d a

cot1d1~na

no son solamente

también el alcance de la praxi~ d~f~nd~ ~~upo, smo que ~ircunscriben

de su extensión

yde

su estruct . , .

1v1

uo,

la

percepción subjetiva

histórico:20 lqué tipo de p blurac1on mterna sería de un especial valor

. ro emas se pueden e l

naires

en este marco1 lpa , r so

ver,

con qué

parre

· · ra que son necesarias sol ·

o mstitucionales?, lson com atibles 1 . uc10nes organizadas

estructuras cotidianas o p as per~epc1ones de sentido con las

son compensatonas respecto a ellas?,

lcómo

20

En la historia contemporánea es t .

temas

de

referencia socioculturales I an evidente la superposición de diferentes sis

e~tre los que se mueve el individu~ enu;~ que se p~ed~ construir sentido y significado

aislados o un proceso unilineal de c

1

q . ª subordmac16n

de

aro bientes subculturales

valoraba la contradictoriedad d I o

on~ac1_6n

de los mundos vitales (Habermas) s b

dividuos.

Véase

también la poi expenenc1a y las tolerancias de movimiento de los~ -

--o<l G h mica entre AlfLUdtke· Kol . . m-

er: ese ichte als Einbahnstra

lC

1 . . • onisatton

der

Lebenswelten

como calle de dirección ónica 7) y Detl o~1zac1ón

de

los mundos vitales o historia

(Gloria y miseria de la barberí~)

D

: .v eu

ert; Glanz

und

Elend der Bartwichserei

' ru

rgumeni

140,

(1983),

pp.

536

ss.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

http://slidepdf.com/reader/full/historia-oral-2cropped 43/132

44

iPara

ué sirve la historia

oral

se transmite el

mundo

inmediato

en

sus relaciones globales, presen

tadas por medios de comunicación de masas, mercados o centros de

poder político? Por eso es necesario

intentarreducir

las desfiguraciones

del "efecto nostalgia" de la memoria cuando recuerda estructuras de

sentido de

lo

cotidiano para el sujeto. Para ello hay básicamente

dos posibilidades. Por lo menos en tanto las interpretaciones narra

das se desvíen

de

modelos hoy vigentes o considerados ahora como

válidos por el entrevistado, pueden despertar la sospecha de

una

"co

rrección" original. Pero además de esto, también se puede controlar

la correspondencia

entre

la descripción del detalle y la interpretación

de la totalidad, a saber si las interpretaciones organizan en

el

recuerdo

el

material transmitido de las propias rutinas cotidianas

y,

específica

mente, si éstas son compatibles con otras descripciones transmitidas.

Un buen ejemplo para ello se encuentra en las investigaciones

de Franz Brüggeemeier2 l sobre la cultura de los mineros en la

fase

de expansión de la minería

en

el

Rhur en

el cambio de siglo.

e

había sorprendido, en conversaciones con mineros viejos, el hecho

de

que describiesen sus condiciones

de

trabajo y de vida

continuamente

mediante calificativos de independencia, libertad, cálculo razonable

y cooperación. Esto

contrastaba

con todas las informaciones previas:

fuentes de la misma época describen a estos trabajadores como ines

tables e inadaptados, la bibliografía interpreta este comportamiento

como residuo inadaptado

de

valores agrarios y como modos de com

portamiento de inmigrados en choque con las exigencias de disciplina

de un modo de vida industrial. Al observador acrítico la autointer

pretación de los mineros le parece una

deformación nostálgica, por

que percibe sus condiciones de vida y trabajo como extremadamente

míseras e inestables, mientras que él está acostumbrado a suponer el

bienestar y la seguridad materiales como condiciones previas de in

dependencia, libertad, etc.

Una

reconstrucción exacta de las condi

ciones cotidianas de trabajo

y

vida, permitió reconocer que éstas eran

perfectamente compatibles con la autointerpretación de los mineros,

ya que bajo las condiciones específicas de los grupos de trabajo enton

ces usuales en la mina,

de

las viviendas necesariamente cooperativas

y de

la

alta movilidad

dada

la gran

demanda

de fuerzas de trabajo, las

míseras condiciones de vida sólo eran superables mediante el desarro

llo de una alta capacidad de cooperación y autodirecci6n.

Por lo tanto si la experiencia de proyectos de historia oral evi,

21 Véase Franz Josef Brüggemeier, Leben

\IOT

Ort, Munich, 1983.

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  utzNiechammer

dencia que la "enr·

para

la

reconsn

otro caso se tendn.

falta de transmisión

tación

de

su sentid~ ¡.

de ella perspectivas para

conclusiones

al

respecto p,

empíricamente reforzadas;

que yo supongo limitado, de

l::.

la

cotidianidad, se pueda superai

desarrollada para la historia contem

, . Según mis observaciones, las ;u

factles de re~?rdar y narrar, cuanto más Ct.

to

má~

~abihdades prácticas aparecen

en

conoc1m1entos teóricos)

y cuanto

más claran.

en

e

,contex~~ de experiencias inmediatas ¡x.

cepc1on o utilización

de

un producto) U b·

ama de . n tra "

casa que tiene ingresos accesorios media~t

parec~n· ser mucho más capaces de una narración

e

su tra ªJº

en_el

marco de una entrevista

de

historia

or;f

plo, un trab~Jador de una cadena de montaje o una traba\

en una_

oficma:2~

Cuando

la cotidianidad consiste

fund~m~

en

acciones tnviales

en

, · \

son abstractos o d'fi

si

mismas, c~yos efectos y responsabr

1

usos, Y cuyo sentido sólo pod '

-~

47

relaciones inabarcables para el afectado ( ue

na¡

ser aprecia \

mente

de

la

posición social y del sueldo),qel

e:;;~~t~d:educe may~

nudo, desamparado en sus intentos de d . . estara, a me

-.

de las relaciones sociales

en

po .

1

scnpc1ón, su representación

\

cla de modo inexplicabl ' r eJ~I;P º•.

una

administración, se

mez-

\

miento

de

su autoestim: c~n tmam estac10nes que sirven al manteni,

aumento de

la

mod . s e p~oceder alcanza amplios campos en

B . ema orgamzac1ón del trabajo.

or encima de esto desde la pers . d I

en

la narración dest· d,

pecava

e recuerdo

-es

decir

ma

a a un extraño más

jo

¡

tador-

es más fácil describir diferenc·

:e~

~orno es e entrevis-

culturas cotidianas que se apa t d tas que sm~1htudes. Justamente,

r an e expectac10nes y usos actuales,

22

En las entrevistas

LUSIR,

a menud

sociales presentes

en el

trabajo por II o en estos casos se sustituían las relaciones

erotismo de oficina), mientras~ueet~~:~squerodean el ugar de trabajo (por ejemplo,

características de realizaciones (por e·

le

~~bre.:l. traba¡o quedaba reducido a simples

en la administración"). ¡em p

0

escn ir facturas", o "lo que se suele hacer

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48

lPara

qué

sirve l

hiswria oral?

no se demuestre mucho más apto para la sintetización que en la vida

real.27

Sin embargo, en ambos casos las trincheras parecen más profun

das de lo

que

son.

La

historia oral y otros campos de la historia so

cial cualitativa, son necesariamente parte de una tradición de com

prensión científica histórica y social, ven en la historia un campo cul

tural que

ni

se puede ni se debe disolver completamente por la ciencia,

y tienen en común

con

muchos historicistas tardíos el prejuicio

de

que

la hif>toria es hecha por personas, sólo que para ello tienen en obser

vación a muchas más personas. Al igual que la ciencia social, histórica,

realizan una ampliación de los controles científicos de las transmisio

nes históricas, son partidarios de la democracia (incluso

entre

las elec

ciones) y

la racionalidad (incluso hasta

el

reconocimiento de sus lími

tes) y se remiten a tradiciones ilustradas, aunque no a las fantasías

de grandeza burguesa en ellas racionalizadas y a su alud de expansión

modernizante convertido en estructura, sino a

la

entonces reconocida

necesidad de autoformación y autorreflexión social.28 l ué significa

-situado

en un horizonte así ampliado- la aportación antes mencio

nada de

la historia oral a estimar la formación y praxis histórica de la

27 Véase Jürgen Kocka, "Klassen oder Kultur?" ( Clases o cultura?), Merkur 36

( 1982), pp. 955 ss.; ibid, "Historisch -anthropologische fragestellungen- ein Defizit

der historischen sozialwissenschaft?" (Problemas histórico-antropológicos, iUn déficit

de la ciencia social histórica?)

en

Hans Süssmuth (comp.),

Historische-Anthropologie),

Gotinga (1984),

ibid.,

"Zurück zur Erzlihlung?" (iVuelca a la narración?), Geschichte und

Gesellschaft

10, (1984), pp. 395 ss., Hans-. Ulrich Wehler: Preusfsen ist wieder chic

...

(Prusia vuelve a ser chic .. ) Francforc, 1983, pp. 99 ss.; ibid, "Geschichte

ven

unten

gesehen "(La historia visea desde abajo),

Die

Zeit,

núms. 19, 3, 5, p. 64.

El

tono

de

este apartado está provocado por las tiradas contra la "historia cotidiana"

con

las que,

desde hace algún tiempo, Hans Ulrich Wehler se desfoga mezclando

en

tonos estridentes

argumentos notables con polémicas generales, llamando a la defensa de la razón de

Occidente contra el peligro Verde y considera, más allá de la discusión, ésta como

show

bussiness.

Contra ello

no

se puede reaccionar muy en serio. Sin embargo, antes de

conocer la última polémica, yo lo había

intentado en

una escueta determinación

de

situaciones que aparecerá ahora como "Das kritische Porential der Alltagsgerschichte"

(El

potencial crítico de la historia de la cotidianidad), Geschichtsdiáaktik, Cuaderno 3,

1983.

28 La ambivalencia está expuesta de la forma más evidente en lmmanuel Kant:

"Idee zu einer allgemeinen Geschichte in weltbürgerlicher Absicht" (Idea para una his

toria general

con

objetivos

de

ciudadanía universal),

Geselschaftliche Schrifren,

vol. 8,

Berlín, 1912, pp.

12

ss. Me parece cuestionable que se pueda salvar el llamado pro

yecto de la modernidad o

una

"racionalidad

no

recortada" como totalidad,

con

base

en

aislar sus formas predominantes como patologías. Véase, por ejemplo, la introducción

a Jürgen Habermas (comp.): Stichworte

zur

geistigen

Situation der

Zeit" (Claves para la

"situación espiritual de la época"), 2 vols., Francfort, 1979, pp. 7 ss.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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I..utz

Niethammer

49

masa de sujetos?

No

se trata rimari . .

(o la reconstrucción de rela . p almente de la h1stona sucedida

b

c1ones

en

e pasad ) d

sa er

ya

existente

en

la trad ó . d o ~ue ~ue a aclarar

el

al significado

de

la historia ~c;n~os~no

1

\~pro~1mac1ones empíricas

mensión historia de

la

experienc1·a·

1 boa

~~tona.

Llamo a esta di-

. · e a rac1on de pe ·

nores como preestruc turación de e . rcepc1ones ame-

las perspectivas de investigació p ;c~pc1ones futuras

-aquí

se hallan

en

este momento. Si se sustitu

~ .~

s mte es ntes de la historia oral

configuración y en el se undo y perc~pc1ón ' en el primer caso,

por

la transferencia conscie~te

enf°r ~rax~

se nos presenta, más allá de

ciclad de comprensión y orienta~~ó: s:l r por experiencia y la ~apa

subconsc1encia sociocultural E t • campo mucho más ampho

de

parte de la historia de la . . s e ~ampo de lo subconsciente forma

un

campo interdisciplina~~pe;enc1a,

_pero ~a

convierte, también,

en

recuerdos" siempre puedes . ara su mvesngación, la "entrevista

de

De d I uponer

una

aportación 29

s e que a historia del pensa · h

.

sal con

el

desgaste del

conce

t

d m1_ento

a perdido su columna dor-

cionismo económico ha

sucu1:n~-~

ealr~

de desarrollo y que el reduc

perestructura, tal como

la

post \ a

I

autonomí~ relativa" de la su

según

mis

informes ninguna

t~ ,

a e estructurahsmo, ya

no

existe,

torio extenso para las rela . na

que

pretenda un sistema aclara-

¡

c1ones entre los

ca

b. . l

es y espirituales

en

la hist . E m ios

matena

es, socia-

perimenta de momento

enºí~ª~ie:/sr c~~po

de desideratas, se ex

conceptos, en los que se suele t i istonca con un sinnúmero de

"historia de mentalidades" d

1

rat~r

1º~malmente

de variantes de la

de los Annales

por

ejem lo ckl t~o e o . e cl_asificaci~n d~ la escuela

de las emociones.30 En

efto

pode

h1stona de las imagmaciones o

cho de que aíslen artificial~ conctpdt?s me -~arece problemático el he-

ente

a 1mens1on cultural

y,

o bien la de-

29c .

. orno intento mostrar en el a arcado "Befr .. .

c1ón

y memoria)

en

Fragen-Antworie/Fra

en

l

agun_g

und Gedachtms" (Interroga-

el arreglo social

que

consigue so'lo lo .

g 1

da entrevista de recuerdo alcanza, dado

(

" · . • s mve es e la c · · d I

. memona latente"), con ello apenas la confi . onc1encia y e o preconsciente

Interpretación que vaya más le¡'os d

dgurbac1ón de

la personalidad infantil. Una

· d

I

e su texto e e ser

d

· d d

c1a

e psicoanálisis, dificilmente pu d .

ev1

enc1a

a,

ado que, a diferen-

30

Véase, por ejemplo, Hage: &:h~1=1I?,Mtar ~ ~ validación comunicativa.

Grenzen eines Paradigmas der

fr ..

. h ' enea itatsgeschichte.

Chancen

und

l

.· anzos1sc en Gesch" h · h

menta idades, posibilidades y límites

de

. ic tswis~nsc_ aft" (Historia de las

owu 36, (1985), pp. 247 ss y co un paradigma de la c1enc1a histórica francesa)

por ejemplo, Hans Werner

Goe.,

tz

V.roo prollgramas

experimentales

de la

medievalfstica'

)

A

hi

 

, orste ungsgeschi ht • (Hi . •

nes •

re

v für

Kulturgeschichte

61 ( 1979)

2

c e

stona de

las

im

a~nacio-

Entdeckung der Liebe

1

m

H h .

1

1

PP· 53 ss.; Peter Dinzelbacher· "Über

di e

oc m1tte a ter" Sob Id b · . '

edadmedia),Saeculum32(198 )

185 ree escu nm1entodelamorenlaalta

, pp.

SS.

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46

lllira qué siroe la historia oral?

que quizás hoy

ya

son imposibles de encontrar, estimulan la memoria

a la comunicación. Pero lo que en el pasado era parecido a lo ac,

tual, tiende a borrarse en la normalidad, que fagocita las diferencias

matizadas. Sus contornos no se dejan establecer mediante una dife

rencia clara y es difícil mostrar su especificidad en narraciones. No

sólo nuestro proyecto ha hecho la experiencia23 de que los recuerdos

y la espontaneidad del entrevistado disminuyen cuando

ha

alcanzado

los 50 años, y éste no puede mostrar una diferencia de su pasado res

pecto a la actualidad con una situación totalmente distinta, sino sólo

con similitudes de mayor o menor grado. Eso puede tener relación con

el grupo de edad más entrevistado hoy (por encima de los 60 años),24

pero

da

también

un

indicio de que la continuidad sea un impedimento

para recuerdos plásticos y dignos de ser comunicados, cosa que coin,

cide con las opiniones arriba expuestas sobre la inconsciencia de la

normalidad cotidiana.

Formularé ahora lo dicho de una forma más generalizadora: la

reconstrucción de la cotidianidad con la ayuda de "entrevistas de re

cuerdo" es más adecuada para condiciones de vida que aun han per

tenecido

al

campo de experiencias de

los

coetáneos pero que con el

tiempo han variado, que no a modalidades que sólo se

han

desarro

llado desde esa fase y hoy dominan. Esto puede parecer una banalidad

histórica; pero la función altamente limitadora de esta consideración,

resulta sólo del hecho de que se refiere a un método histórico específico

contemporáneo. Puesto que si se quiere diferenciar realmente la his

toria contemporánea de la historia de otro tipo, entonces se caracte,

riza por el hecho de investigar sucesos y estructuras con los que

los

contemporáneos tienen, todavía, una relación de dominio y de expe

riencia inmediata.

23

Véase Ulrich Herbert, Die

guten un

die

schlechten

2.eiten" (Los buenos y los

malos tiempos), LUSIR, vol. , pp. 67 ss., y, por ejemplo, Yves Lequin y Jean Métral:

"Auf der Suche nach einem kollektiven Gedachmis" A la bósqueda

de una

memoria

colectiva), en Niethammer, Lebenserfahrung (Experiencia vital), pp. 339 ss.

24 Historia oral también se puede hacer con entrevistados más jóvenes, por ejem·

plo, con aquellos que crecieron en los años cincuenta. Entonces se muestran dos fenó

menos:

en

primer lugar, la memoria mantiene siempre impresiones

de

la construcción

de la propia colección de experiencias y éstas son más densas en la juvenrud, también

bajo condiciones sociales de relativa continuidad; pero, por otro lado, estas condiciones

no aparecen con tanta continuidad como en

el

caso de los que en aquel tiempo llevaban

a buen puerto sus esperanzas,

y

su especificidad

en

aquel momento ha de ser explicada

a

una

generación posterior. Eso se muestra, por ejemplo,

en

memorias de juventud de

la generación del 68.

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  utz

Niethammer

47

EXPERIENCIA DE

LOS SUJETOS

Pero

Ia

historia oral no es sólo un .

vacíos en la historia contemporá mstrume~ to heurístico para llenar

curarlo todo aporta posºbºlºd d nea que, sm ser una medicina para

. ' i i i a es en absol d .

percepción diferenciada en I h. . uto agota as mediante una

nes de vida cotidianas An" a IStonadsocial

y

cultural de las condicio,

1

. ·

Lesquena a

lah·

.

a ciencia histórica en bas ' IStona oral interviene en

h

. . e a empezar a estim I

IStónca de

Ia

masa de su·etos (ab . . ar e carácter

y

la praxis

nea con otros esfuerzos

po~

una

h.

;ev_iand~.

de1

p~eblo)

.25

Esto

la

ali

por las ciencias humanas esp . is

ona

social cualitativa, influenciada

,

ec1a

mente por I

1

muestra cada vez más . a antropo ogia y que se

dº como potencial críti fr

ra igmas, es decir,

los

intentos de d . . co ente a

los

llamados pa,

del saber histórico. omm10 de la completa organización

Al historicismo tradicional en su fo

raba la sociedad como . , rma afín

al

poder, que valo,

d . b . . una construcc1on de . . , . ,

e a

a sm investigar al p

bl

.d

opos1cion cienafica

y

que

· ue o, consi erado · ,

interpretarlo según supo . . quantite neg¡igeable para

I

sic1ones generales •

vas, os esfuerzos por una h. . . generosamente comprensi-

. istona social c

¡ · .

l

pecavas populares concretizadas ua itaova e oponen pers,

lativa autonomía de est

(o

h~blando académicamente:

la

re-

d

ructuras parciales soc.

¡

I

pue en acabar de contabilizar desde la l<_'Cu tura es), que no se

entre trono y cátedra a n perspectiva central de la alianza

, o ser que se int

¡

r

categorías residuales

("

egren

en

a rorma marmnal de

constantes antropoló · )

6

ó

representantes líderes de la d . . gicas . Por otra parte

· . ama a ciencia soc· I h· . '

sentirse provocados por el h h d ia IStónca, parecen

· ec o e que en

1

hº ·

t1va, su arsenal domé ,.; . a istona social cualita-

suco macrosoc1oló · d

más envejecido y acrítico . gico e teorías resulte cada vez

' que su invocación d . .

aparezca como una reducci·ó ,

·

. e racionalismo crítico

I d n esten y sm cons . ,

os

mo

os de conocimiento histó . ecuenc1as practicas en

nanción de los sujetos

y

d l ncod

y

que,

en

la historia,

la

obsti-

e os mun os de experiencias cotidianas

~: Véase LUSIR, vol. , p.

O.

Esta valoración s6lo se ued d . .

y

la

nu::ª . izquierda histórica

~o di:cu:: : ~;~roí·dado

que

la

derecha histórica tardía

H

 ~us o ¡envos de investigación e inter s ' no están

en

disputa metodológica

istonadores de Berlín de

1984

b ~ses no se solapan apenas. En el C d

. so re Historia An l ongreso e

~ r

P~rte

un

portante

de

la generación mayor o

yse

. tropo

¡gía,

faltaba

en

las secciones

og1ca. interesa a por la antropología social

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50

¿Para

ué sirve la hiswria oral?

jen coagular en una estructura estática,_ o bien investiguen (cultural-)

inmanentemente

sus cambios: en el pnmer caso, resultan estructuras

sin historia cuya larga duración postulada no serla convincente _en la

historia co~temporánea;

en

el segundo, una historia del pensamiento

socialmente ampliada, desposeída de

su

fundamentación idealista o

incluso de cualquier fundamentación. _

El concepto de experiencia, tal como era utilizado en los anos 60

con

criterios

de

historia social por Edward Thompson

31

y

que se con

virtió entonces en un concepto básico de la Nueva Izquierda), ofrec~

ventajas frente a esto, en todo caso si se le v~elve a li~~ar del opti

mismo que se le inculcó

en

su momento. Remite las trad1cio~:s de va

lores efectivos y las estructuras de pensamiento, a ~a percepcion de un

conjunto

de condiciones estructurales y suce~s. mterpreta?os como

acontecimientos históricos. Está abierto a mas mterpretaciones con

base en nuevas percepciones e interpretaciones, también desde o_tros

campos.32

y

no apunta al vacío

de

anticuado de una ~enta~idad

sino a la percepción e interpretación de futuros sucesos y situ~ciones

por los sujetos

de

la experiencia,

~

lo qu~, es

_capaz

de relacionarse

con sus praxis y, con nuestras propias expenencias. . ,

Sin embargo, la Nueva Izquierda, con su concentracion so?re ~l

efecto creador de experiencias de lucha colectiva para la conciencia

colectiva de un grupo, solamente

ha

tematizada una ~apa, la supe~

ficial, de la experiencia, su historia de sucesos y conflictos. Este m-

31 Edward P Thompson, The

making

o the

english working

class Londres,

1963,

define en su prólogo

su

interpretación de clase:

Una

clase deviene cuando algunas

personas sienten y articulan, como resultado de experiencias comunes (heredadas o

compartidas), la identidad de los intereses

entre

ellos mismos y frente a otras ~ers~nas

cuyos intereses son diferentes

de

los suyos

y

normalmente opuestos).

La

expenencia de

clase viene determinada, básicamente, por las relaciones de _pr~ucción,

en

las

que

las

personas

nacen

en las que

entran

involuntariamente. Conciencia de cla~e es la ma.~era

como se manejan culturalmente.

Véase

la crítica

de

Dieter Groh en su mtroducc1on a

Edward P Thompson, Cultura plebeya

y economía

moral Francfort, Berlín YViena, 1980,

pp. 25

ss.

ed

b ·

·

guia

32

En este sentido el concepto

de

experiencias

pu

e a arcar mves igac10nes •

das por teorías

de

aprendizaje y socialización. Michael Ves~ei;

Die

Entste.hu~g des

Proleta-

rials als Lemprozess

(La génesis del proletariado como proc,,so de aprendiza¡e), Fra~cfort,

1970,

ha

intentado

estructurar la investigación

de

Thompso~

en

un esque1_11a dchco del

aprendizaje a partir de luchas y ha derivado

en

consecuencia y

al_

co~trano qu~ E~~ls

y Marx, la predisposición a ello

no

de la degradación y homogeneización de

la

si_tuaci6n

material de los trabajadores, sino de

la

diferencia

entre

est~ pr~eso Y las exige~~ias

con las

que

se los medía, en este sentido coincidiendo con pr.mcipios nuev~s, empmco

comparativos, de una teoría de la revolución, o mejor del evitar

la

revolución.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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Lutz Niethammer

51

vel_ es especialmente fascinante tanto para los que han participado

activamente en un suceso, como, también, para la reconstrucción his

tóric~

de

la conciencia, porque aquí, en densa sucesión bajo las exi

gencias de la lucha común, la experiencia vivida se

ha

de expresar, se

ha

de

discutir y convertir en acción a nivel de conciencia, cosa que

arrastra los procesos de pensamiento al ritmo

de

los acontecimientos

y levanta auténticos bastiones de material de transmisión en los que

se puede sepultar la arqueología de la conciencia. Solamente después

de los acontecimientos se puede medir hasta qué punto la productivi

dad

de

la conciencia, deudora de la lucha y

de

la colectivización,

ha

expresado también las capas más profundas de la experiencia de los

participantes y jugará un papel importante para la praxis futura o si los

par~cipantes se habían embriagado con la situación de lucha y después

habian vuelto con resaca a una cotidianidad totalmente diferente.33

Si ahora uno introduce conceptos estructurales de la ciencias so

ciale~ o de la antropología, para iluminar las capas más profundas que

relacionan la conciencia actual con las estructuras a más largo plazo de

las c_ondiciones de vida, permanece inevitablemente un hueco de pen

samiento

en_tre

la subjetividad expresiva de la conciencia

y

la objetivi

dad construida de las estructuras. En este hueco

de pensamiento ger

minan las denuncias de conciencia falsa o arrogancia ilustradora .

Partiendo de una perspectiva diferente de problematización

-quería

superar en sus estudios etnológicos la contradicción

entre

es

tructuralismo y fenomenología- Pierre Bourdieu34 ha

intentado

cerrar

este hueco en la experiencia

con

su esbozo teórico de hábitos y pra

xis . Su pensamiento es sencillo y convincente, aunque su traductor

alemán; que habla de la dialéctica

entre

interioridad y exterioridad,

esto es entre la interiorización de la exterioridad y exteriorización de la

interioridad ,

35

intenta, con todos los medios a su alcance, imposibili-

33

En este sentido

la

reflexión sobre la relación de experiencias cotidianas fue

representativo para el per,isamiento continuado de la Nueva Izquierda. Véase Oskar

Negt/Alexander Kluge .Offemlichkeit

und

Erfahrnng (Opinión pública

y

experiencia),

Francfort,

1972.

Me

ha

interesado

ya

desde siempre

qué

resultados aportaría una conti·

nuación del.principio de estudio de la experiencia para la clase trabajadora inglesa más

allá del camsmo hasta alrededor de

1880.

En cierto modo nuestro proyecto se iniciaba

en una línea paralela, de saber: en la historia

de la

continuación

de la

fase heroica

de la

cultur{ del mo:Vimiento obrero

en

la República de Weimar.

; ~urdieu: Entwrf (Esbozo), esp. el capítulo Struktur, Habitus, Praxis (Estruc·

tura, habito, praxis),

~P·

139 ss. Véase taro bién el mismo: Zur Soziologie

der

5ymbolischen

f~.rmen

(Para una soc10logía de las formas simbólicas), Francfort, 1974, esp. pp. 42 ss.

( Klassenstellung und Klassenlage ) (Posición de clase y situación de clase).

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52

iHzra ué sin,e la

historia

oral?

tar

esta

comprensión. Bourdieu

apunta

al

hecho

de que conformación

y praxis no están cortocircuitados entre sí, sino que son ligados por

la historia de la vida. Las estructuras interiorizadas en el proceso de

socialización, válidas

en

el

entorno

sociocultural del sujeto, se con

vierten en una segunda naturaleza cuyo carácter específico de grupo

él

llama hábito: disposiciones

en

gran medida inconscientes y perdu

rables que ordenan actuaciones futuras, pero no como mecánicos re

flejos atemporales, sino como una exteriorización que integra todas

las experiencias pasadas .

3

6

Este canal subterráneo de la segunda naturaleza como historia ol

vidada, posibilita a Bourdieu evitar el cortocircuito mecanicista sin

caer

en

su opuesto de arbitrariedad subjetiva. Abre las estructuras so

ciales a

la

historia y lo hace sólo en aquellos grados de libertad que

exige un desvío por la ordenación de la experiencia de los sujetos y la

estructuración, dependiente de la experiencia, de su praxis.

El concepto teórico de Bourdieu encaja perfectamente

en

el hueco

situado entre aquellas dimensiones de experiencia de las que el sujeto

es consciente, que refleja

en

su praxis y

que

por ello pueden ser trans

mitidas e históricamente investigadas,

y

la estructuras profundas de su

conformación por estructuras socioeconómicas.

Es

cierto que

la

in

vestigación histórica y de ciencias sociales también puede investigar

esas estructuras, pero sus interrelaciones en el desarrollo de la vida

continúan en

la oscuridad.

El

hecho de que disposiciones tempra

namente adquiridas se mantengan inconscientemente y estructuren

de caso en caso la actuación práctica, es una hipótesis informada por

el psicoanálisis

que está

ampliamente documentada

en

el campo de

la socialización primaria (especialmente por miembros pertenecientes

a la clase media de países industriales del siglo

XX).

on el renaci

miento del interés psicoanalítico

en

la teoría cultural (concretamente

35 Bourdieu, Entwirf,

p.

164 (traductor Bemd Schwibs).

36 lbid. p. 169. Partiendo de materiales de historia contemporánea, represento

aquí, con la acentuación de fa individualización vital de formas de hábitos sociales

para la estructuración de una praxis específica, un modo de lectura que Bourdieu más

bien implicita y posibilita que explicita. Véase, sin embargo, su intento de mediar

la gramática generativa que une la escolástica con el gótico, con la innovación del

abad Suger, en su epílogo a Erwin Panofski: Gothische Architektur und Scholastik

(Arquitectura gótica y escolástica), que está impreso bajo el ótulo de Der Habitus als

Yermittlung zwischen Struktur und Praxis

(El

hábito como mediador entre estructura

y práctica) en Bourdieu, Symbolische Formen (Formas simbólicas),

p.

125, esp. pp. 155

55,

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Lutz Niethammer

en la socialización secundaria), se alcanza, sin

r

crítico, que provoca los esfuerzos interdisciplinal

coanálisis) en

tanto

en

cuanto

la posición psicm

puede aprender la verdad

de

la historia vital, ale

de

sus posibilidades

de

trasposición.37 También

55

ganado a partir

de

situaciones relativamente

estau\..a:S

ye1ement:ates:¡·,·-·----

deja abiertas muchas cuestiones, a saber: cuáles estructuras desarro-

llan y

en qué

momento esta fuerza de predisposición; cómo los niveles

de

socialización, que pueden estar estructurados a partir de diferentes

campos circundantes, se adecuan

entre

sí en la experiencia; y qué efec-

tos pueden tener estructuras concurrentes (por ejemplo

en

desclasa-

dos) o cambios específicos en las estructuras del

entorno

(por ejemplo

en la guerra, o en desterrados) sobre la relación de carácter y praxis.

La lista de preguntas se alarga rápidamente cuando uno se mete en la

investigación histórica de un hábito .38

Donde

queda

tanto

por determina¡; me parece oportuno dtrigir

la mirada hacia una historia

de

la experiencia

que

no caiga rezagada

3

7

Véase, por ejemplo,

Han

Martin Lohmann comp.), Das Unbehagen in

der Psy-

choanalyse.

Eine Stretschrift

(El

malestar

en

el psicoanálisis.

Un

escrito para la polémica),

Francfort y París, 1983, que en muchas facetas reivindica

una

revitalización de la teoría

psicoanalítica de la cultura, sin profundizar en sus contenidos actuales. a aportación

del etnopsicoanálisis para una etnología del país,

me

parece estar más bien en la me-

todología (Georges Devereux,

Angst

und

Methode

in den Sozialwissenschaften. Miedo y

método en las ciencias sociales, Francfort, 1984), o más bien

en

la sensibilización de

los

investigadores; véase Mario Erdheim y Maya Noadig, Groantasien und sozialer

Tod

(Fantasías de grandeza y muerte social),

Kursbuch,

58 (1979), pp.

115

ss.

e

la parti·

cipación en reuniones que me han posibilitado Mario Erdheirn

(Etnología

de l

ciencia,

Zurich), Hermann Sturm Estética y lo ajeno, Essen) y Regina Schulte Historia y an-

tropología: la percepción de lo otro, Londres), he ganado la impresión de que partes del

psicoanálisis, de la antropología, de la historia social y de ciencias afines se ven referidas

las unas a las otras para la superación de déficits y crisis disciplinarias, pero aún buscan,

más allá de estímulos ejemplares, lenguajes en los que puedan relacionar entre sí las

aportaciones de una colaboración

en el

campo de la investigación cultural.

38 Véase, por ejemplo, Dieter Groh, Base-processes

and

the problem oforganiza

tion: outline ofa social researchproject , Social History, 4 ( 1979), pp. 265 ss., esp. 279 ss.

En el proyecto LUSJR, que se limitaba a un campo de investigación mucho más modesto

e intentaba no investigar macroestructuras y procesos sociales, sino tenerlas

en

cuenta

sólo como horizonte interpretativo, nos encontramos con los problemas de operaciona

lización de un hábito inductivamente, no por una derivación

de

Bourdieu. Afectaban

sobre todo a la determinación de predisposiciones según alcance social, nivel temporal

y relación de procedencia, y la diferenciación de reproducciones individual-familiares,

que en una entrevista de recuerdo a menudo sólo se pueden presentir respecto a

los

mo

delos y acontecimientos socio-históricos, que están dirigidos a lo público y se muestran

ali( de forma más clara.

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54

l A:lra

qué siroe

la historia oral?

detrás de la comprobación histórica de estructuras efectivas, pero que

se enfrente a la esponjosidad de los conceptos históricos relacionados

con éstas ( cambio social )

y

al aura fatalista de una legalidad pro

pia y elaborada sobre los cambios estructurales, a base de investigar,

desde la perspectiva de la historia de la vida, la efectividad de estas

estructuras.39

Con

ello se ganan no sólo conocimientos sobre los cam

pos de acción práctica de los sujetos, sino que se amplían estos mis

mos campos.

Ya

que si Bourdieu tiene razón, si la imprimación de los

sujetos que estructura inconscientemente su actuación, se

ha

conver

tido

en

su segunda naturaleza y con ello

la

historia olvidada forma

la mayor parte de su experiencia, se posibilita con su investigación

un aumento en autodeterminación para los sujetos. a entrevista de

recuerdo sólo alcanza este campo, sin poder abarcarlo totalmente o

estructurarlo; pei;o se encuentra con los problemas del psicoanálisis en

el umbral de

la

pubertad, en cierto modo desde

el

otro lado.4°

Una gran parte del interés por la historia oral me parece surgir de

expectativas todavía no muy claras en esta dirección. lCómo podría

ser su aportación a una historia de la experiencia del tipo mencionado?

Desde luego, no de forma que, por ejemplo, intente radiografiar la

segunda naturaleza del hombre en una muestra representativa de

historias vitales, dado que sólo puede mantener y valorar un número

limitado de entrevistas de recuerdos y dado que no alcanza la his

toria de la primera niñez del entrevistado y la mayor parte de lo que

éste considere privado; con ello quedan fuera de consideración impor

tantes acuñaciones de su personalidad. Pero, por otro lado, el trabajo

interactivo de la memoria

en la

entrevista de recuerdo y esto la

diferencia de otros tipos de entrevistas narrativas- aporta no sólo

la experiencia ganada en

conciencia, sino, también, un gran número

de huellas de la historia olvidada que remiten a su aspecto público.

El

mayor número de historias plásticas de la memoria del entrevistado,

proviene del encuentro con novedades, por tanto hace accesible una

39

Las llamadas estructuras y procesos trascendentes (Kocka), o bien la integración

de

sistemas (Groh)

de

la historia

de

la sociedad, no son tan estáticas como en el estruc·

turalismo etnológico, pero

con

construcciones similares que, si se aíslan del pensar y

actuar de sujetos históricos o éstos se les subordinan, son legitimadas como autómatas

fantásticos. La historia perdería entonces sus receptores excepto en una condición

de

catecismo de adaptación. . .

40

Véase Mario Erdheim, ie gesellschaftliche Produktion wn Unbewut Eme Em·

führung in den ethnopsychoanal:ytischen Prozess (La producción social

de

subconsciencia.

Una

introducción al proceso etnopsicoanalítico), Francfort, 1982, esp. pp. 271 ss.

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  utzNiethammer 55

imagen interiorizada previa al concepto nuevo y esto remite a la falta

en el pasado de una predisposición

al

respecto:41 Yen la ordenación de

historias vitales, suscitadas por las mismas estructuras socioculturales

se pueden extraer fragmentos de lo que Bourdieu llama hábito .42 '

. '°:dem~,

e l

~aterial

de

nuestras entrevistas sugiere que la expe

nencia

del

md1v1duo

ba¡o condiciones de cambios sociales de gran

e~~ergadura para la vida individual, no sólo viene marcada por dispo

s1c1ones

tempranamente adquiridas, sino que se forma, en un proceso

de constante conflicto, con desafíos y normas sociales. Para una his

toria de

la

experiencia en este sentido,

las

entrevistas de recuerdo

pu~den crear bases de investigación importantes

y

dadas las disconti

nrndades de la historia alemana contemporánea, a menudo las únicas.

También aquí podemos referirnos a que en la narración de la historia

vital se relatan, fundamentalmente, encuentros con novedades que

no se acaban ~e adaptar a las pasadas estructuras de pensamiento, y

para ello dan pie más que suficiente los intrincados itinerarios sociales

que

casi_

todos habían de absolver en los años cuarenta. Por otro lado,

la elección, los comentarios y la utilización argumental de anécdotas

parecidas, en su caso también

las

huellas de su reelaboración, dejan

reconocer procesos de interpretación

y

de asimilación posteriores, que

pueden resultar de propuestas de interpretación o soportes de censura

de la cultura general, especialmente cuando su realización

ha variado

temporalmente, o también de expectativas proyectadas del entrevis

tador que se hayan transmitido al entrevistado. A partir de una in

vestigación exhaustiva del texto se pueden encontrar, a menudo, en

la entrevista, huellas con las que descomponer en niveles de tiempos

diferen~~s esta ensambladura de muchas capas de restos de vivencias,

transm1S1ones de experiencia y reelaboración actual. Con ello se des-

41

L d

a exp_enencia con entrevista e recuerdo enseña que las historias que recuer-

dan

los en~e:1Stados aparecen,

en

mayor medida,

en

dos terrenos:

en

su juventud y

en

la descnpción de su enfrentamiento con algo extraño hasta el momento (en nuestro

caso: fundamentalmente la guerra y la improvisación del abastecimiento

en

la posgue

rra) ~ue tenía para ellos un significado profundo (es decii; no lo extraño encontrado

por e¡emplo,

en

un viaje de recreo, que no se describe prácticamente nunca). De ell~

deduzco que la memoria mantiene escénica o anecdóticamente aquellas escenas

en

las

que se apren~e algo nuevo, conceptualmente aún

no

preparado, mientras que mediante

lo

ya

aprendido puede reducir en su complejidad experiencias posteriores comparables

y como tales las puede olvidar .

42

Véase, por ejemplo, Nori Moding, Siempre tengo

que

estar comprometido con

algo, pero no me pregunte por qué ,

LUSIR

vol. 3.

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56

lPara

ué sirve

la

historia oral?

cubre la continuidad de la experiencia a través de rupturas sociales o

políticas, en las que se interrumpen los sistemas de informes manteni-

dos

en

archivos o varía su ángulo de perspectiva y que a menudo, por

el

hecho

de que interpretaciones supuestas hasta el momento, se ha-

yan convertido en inverosímiles o inútiles, producen una separación

entre propuestas sociales y experiencia personal. En consecuencia, el

desvío por la historia vital individual también es necesario para la

percepción histórica de la corriente subterránea de la experiencia po-

pular. Al respecto quisiera aportar dos ejemplos de nuestro proyecto,

que iluminan, desde diferentes niveles de la experiencia popular, el

problema de la represión y el cómo evitarla: en las narraciones de vi-

vencias sobre las situaciones de vida y trabajo durante la guerra, las

escenas solían estar llenas de figurantes extranjeros, mientras que al

cuestionar el nacionalsocialismo se mencionaba fundamentalmente la

guerra como tal y los crímenes contra los judíos, pero no los trabajado-

res extranjeros. Si se preguntaba entonces a los entrevistados sobre la

problemática de los trabajadores extranjeros, sólo excepcionalmente

aparecían narraciones en las que extranjeros aislados cobraban nom-

bre, rostro y voz;

en

la mayoría de los casos se prod ucfan dos reacciones

estereotipadas: por un lado se afirmaba que con frecuencia les habían

dado bocadillos, por otro se apuntaba que los trabajadores extranjeros

liberados

en

la primavera del 45 saqueaban e incendiaban.

Las

reac-

ciones aportan una doble descarga de conciencia ante la suposición de

una mayor relación que la propiamente percibida con el problema de

sentido y valor del enjuiciamiento del nacionalsocialismo, y la aportan

por

la acentuación de la propia humanidad frente a un sistema inhu-

mano

de tiranía, pero que queda tendencialmente justificado, visto

el comportamiento de los trabajadores extranjeros liberados. Pero se

trata,

en

este caso, de un reflejo de represión bastante superficial; a

diferencia del tema del antisemitismo, que fue exhaustivamente tra-

bajado por instituciones formadoras de opinión en la posguerra,

no

ha

habido una tematización social del problema de los trabajadores ex-

tranjeros y prisioneros de guerra; así éstos, por una parte, no están

reprimidos

en

la memoria de la guerra, pero, por otra, tampoco están

integrados

en

la experiencia histórica. Estos recuerdos se narran

en

forma aún

no

trabajada y a menudo, incluso,

en

el tono original nacio-

nalsocialista, lo que apunta retrospectivamente

no

sólo a la extensión

de los presupuestos de interpretación nacionalsocialistas, sino también

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Lutz Niethammer

57

al futuro, a la preparación de los alemanes para recibir a los trabajado-

res emigrantes,43 también éste un concepto nacionalsocialista.44

Como segundo ejemplo tomo las tres historias de amor de la tra-

bajadora técnica Monika Hertel. Cuidadosamente da a cada una de

estas relaciones un sentido trascendental

al

rememorar su vida: su

primer amor fue para el sobrino de la mejor amiga de su madre,

ambas mujeres fomentaron

lo

que así se iniciaba y ella cree hoy que

habría continuado la relación; pero Monika fue el último amor del

chico, que murió ya al comienzo

de

la guerra de un disparo en el ab-

domen. Su gran amor por un arquitecto la sacó de su propio y estre-

cho ambiente, despertó

en

ella pasión y experiencia cultural; pero

l

amado debía supervisar, hacia el final de la guerra, presos de Dachau

realizando trabajo industrial y lo último que oyó de él fueron sus de-

presiones, después aun se enteró de que en ese tiempo él había en·

gendrado un niño con otra mujer. A los pocos años se encontró, en

pleno día, con un conocido casual que la había visto anteriormente

con un compañero de trabajo en una oscura estación ferroviaria y que,

después, le había escrito siendo prisionero de guerra inglés; su encuen-

tro será amor a primera vista . Este hombre se convertirá en su marido

pero antes de esto, Monika también tendrá que experimentar una

pérdida, a saber: en consideración y en perspectivas. Su amigo tiene

el bachillerato de guerra y una formación de urgencia como maestro.

Empleado

en

1947, ha de ser despedido

en

1948 cuando, con la re-

forma monetaria, vuelven a ser colocados los padres de familia desna-

zificados. Rápidamente se casan, para que él pueda mantenei; como

necesitado de ayuda social, su puesto de maestro. Pero no tienen nada,

y fundamentalmente no tienen piso. Aunque están civilmente casa-

dos, los padres los obligan a la abstinencia sexual hasta que al cabo

de un año pueden obtener un piso y casarse por la Iglesia la reno-

vada vigencia de la patria potestad se considera, en el ambiente de la

Renania, como antifascismo y se hace prevalecer mediante la dispo-

sición sobre el piso.

Su

suegra retomaba la situación

en

el punto en

que la guerra le había arrebatado a su hijo adolescente, hacía ya casi

diez años. Su niño , oficial de aviación fuera de servicio, se doblega

y Monika Hertel no quiere perder su tercer amor. Para ello se somete

a una tiranía beata, abandona su deseo de estudiar, después, incluso

43 Gastarbeiter Literalmente: trabajadores huéspedes ; N. del T.

44

Ulrich Herbert, partheid nebenan (Apartheid aquí al lado), en

LUSIR

vol.

1

pp. 233

SS,

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58 ifhra ué siroe la historia oral

su profesión, en la que ganaba más que su marido y que le gustaba.

Finalmente se alcanza la familia normal de los años cincuenta; pero y

esto

la

enlaza con el fatal inicio de

un

buen matrimonio- a sus hijos

les deja más libertad, fomenta sus relaciones, apoya sus cualificaciones.

Sus ideales de educación son la respuesta al moho familiar de posgue

rra que amenazaba con destruir su tercer amor. Quiere posibilitar a sus

hijos lo que le imposibilitó a ella la muerte social de su gran amor. Y pa

rece como si se sirviera para ello de aquellos medios que habían abierto

los caminos a su primer amor antes de que interviniese la guerra.

Una historia como ésta no contiene sólo piezas de mosaico con las

que

junto

con otros informes comparables- se puede reconstruir la

sucesión de modelos de valores y comportamientos que determinaban

la vida de familia y el comportamiento de pareja en los treinta y cua

renta, en su interrelación con condiciones de vida rápidamente cam

biantes. También muestra el desarrollo me parece que conseguido)

de experiencias históricas primarias, en el que lo perdido no es de

vorado por lo conservado, sino que se admiten recuerdos junto con

sus referencias de condiciones sociales y se dotan de tristeza, amor y

sentido y en el que el pasado experimentado fundamenta experiencias

de acción. Finalmente, muchos informes sobre experiencias tempra

nas comparables, podrían ser una aportación para la comprensión de

nuevos estilos de educación y conflictos generacionales desde los años

cincuenta y para un diagnóstico de su déficit de sentido cuando se des

prenden de sus relaciones históricas de formación y fundamentación y

se convencionalizan.

No es la valoración de una entrevista aislada, en cuanto a histo

ria de la experiencia, la que aporta nueva luz sobre la historia con

temporánea. Como tal ésta sólo podrá dar indicios sobre modelos

pattems)

extendidos y su poder efectivo históricamente específico, su

adaptación, rechazo u otro tipo de elaboración en la experiencia in

dividual. Y estos indicios no son pruebas con las que se pueda imper

meabilizar una nueva tesis. Las respuestas

de

los entrevistados funda

mentan más bien preguntas de nuestro saber histórico previo, exigen,

por un lado, una ampliación de nuestras estrategias de investigación

y por otro, se incluyen como documento de los sujetos directamente

en la comunicación histórica. Su interpretación se puede ampliar a

una historia social de la experiencia en la medida en que se consiga, a

partir de numerosas valoraciones de entrevistas, mostrar la regularidad

de tales ordenaciones y modos de elaboración en cortes temporales y se

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  utzNiethammer

9

consiga situarlas desde la perspectiva de la historia social. Para eso es

necesaria la relación con investigaciones históricas de estructura social

inclusive psicohistóricas) que pueden utilizar todo tipo de transmisio

nes fragmentarias para la precisión de las estructuras

de

condiciones

y actuaciones en campos temporales limitados de todo tipo, por un

lado para ganar medidas sobre la situación, por otro, para historiar las

investigaciones con una perspectiva informada desde los sujetos.

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DE

HERODOTO A LA

GRABADORA:

FUENTES

Y ARCHIVOS ORALES*

DOMINlQUE

ARON-SCHNAPPER

Y D NlELE

H4.NET**

Numerosos trabajos se desarrollaron bajo la dirección de historiado

res, etnólogos o sociólogos en los Estados Unidos desde fines de los

años cuarenta, luego en

Gran

Bretaña con el nombre de oral history,

y en Francia, sobre todo desde 1975, con denominaciones diversas.

Todos emplean o producen "testimonios orales", término genérico que

evoca un parentesco esencial entre todas estas investigaciones. No se

trata aquí de

enumerar

los trabajos en curso (cosa que han hecho R.

Bonnain y

F

Elegoet

1

  , sino de diferenciar los proyectos que, en efecto,

tienen en común reunir y/o hacer uso de los testimonios orales, pero

cuyo objeto y categoría científica siguen siendo fundamentalmente di

ferentes.

La

ambigüedad surge enseguida, pues ni el término de

testi

monios

orales, ni el de archivos orales traducen el de oral history, género

que

tanto practican los universitarios estadunidenses; los archivos o

testimonios no son historia. Además, lqué significa una historia oral,

que sería diferente de, u opuesta a una historia escrita?

Annales, E.S.C., año 35, núm. 1, enero-febrero 1980, pp. 183-199. Traducción

de

Rossana Reyes.

Centre de Recherches Historiques.

I

R. Bonnain y Fl. Elegoet, "Mémoires de France", Ethnologie Francaise, 1978,

t

8,

pp. 337-355. También puede consultarse Ph. Joutard, Le document oral, une nouvelle

source pour l'histoire", L Histoire, núm. 12, 1979, pp. 106-113.

60

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D.

Aron-Schnapper

D.

Hanet 61

Quisiéramos demostrar que en realidad existen tres tipos de tra

bajos con diferente categoría científica:

1)

La

recolección de testimonios orales

que

practican los archivis

tas profesionales, conservando y archivando los discursos políticos, las

historias de vida récits

e vie),

las autobiografías de hombres célebres

o, por el contrario, de albañiles, zapateros, obreros, etcétera, al igual

que

las fuentes escritas tradicionales. En la práctica, hoy son más bien

los hombres de radio y televisión quienes desempeñan

en

Francia esta

función; en los Estados Unidos, son los especialistas en

oral

history, que

se dan a sí mismos un título un tanto abusivo, a nuestro parecer, el de

oral

historia.ns.

2) La recolección de entrevistas o testimonios orales- destina

dos a ser analizados e interpretados de inmediato por los diferentes

especialistas en ciencias sociales.

El recurso de los testimonios orales cobra sentidos diferentes de

pendiendo de las tradiciones intelectuales

de

quienes los utilizan. Para

los etnólogos siempre

han sido uno de sus materiales básicos. Por su

parte, los sociólogos siempre

han

oscilado

entre

el

enfoque cuantita

tivo, que lleva a medir los fenómenos macrosociológicos, y el enfoque

cualitativo, atento a percibir los destinos individuales y los casos par

ticulares.

R.

Bonnain y F Elegoet recuerdan que la primera utilización

de las historia de vida como material sociológico privilegiado se re

monta a 1918 y a la famosa obra de W. Thomas y F Znaniecki The

polish peasant

in Europe

and America). A una fase de cuantificación

y de predilección por los modelos matemáticos, sigue hoy un regreso

a la atracción de comprender grupos pequeños mediante entrevistas

profundas, por la reconstitución de

lo

vivido, actitud cercana a la del

etnólogo que establece contactos directos con la población estudiada.

Un

buen número de encuestas citadas por R. Bonnain y

F

Elegoet

ilustran esta tendencia actual de la sociología,

que

refleja también la

corriente "interaccionista" ejemplificada por

lo

trabajos de

E.

Goffman.

La novedad está

en

el cambio de actitud de los historiadores:

iya

ahora parece muy lejana la época en que los mandarines de la vieja

Sorbona no aceptaban las investigaciones dedicadas a los actores vi

vos, ni el análisis de la información oral

Aun

cuando discutan, con

sobrada razón, su alcance y su valor, los historiadores, "nuevos" o no,

aceptan el valor de las fuentes orales, no sólo como fuente comple

mentaria de información, especialmente para la historia de las men

talidades o para la de los medios populares, sino como un medio de

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6

De Herodoro a la grabadora

acercamiento específico para penetrar desde el interior una cultura

O

una forma de conciencia colectiva.2

Así

recuperan

las

ventajas que

~la_ude Lévi-Stra_uss encontrara

en

el empleo de las autobiografías de

mdios, que permu~an restituir una cultura indígena 'del interior', si

tal cos~ ~uede decirse, como un conjunto vivo y gobernado por una

ªrn:1ºn~a i~terna y no como una apilación arbitraria de costumbres y

de mstitucion~s cuya presencia simplemente se comprueba 3

_Cualesqmera que sean las diferencias de perspectiva entre los in

v~stigadores, su empresa es la misma, la de la inteligibilidad de la re

alidad social, mediante

el

empleo

de

las fuentes orales entre otras

Los

llan~ar~1;1os

~isto~ad_ores

en

este texto, aunque

s~

formación ;

su

ad_s~npcio~

umversita1:a los clasifique como sociólogos, etnólogos

o pohtologos.

en

su traba10 de recolección y de aprovechamiento de

fuentes orales desempeñan el papel de historiadores .4

3) El tercer tipo de trabajo es la constitución de archivos orales

que

a

la

~ez son más que la simple recolección de documentos orale~

q_ue practican la mayo~ía de

los_oral historians

estadunidenses, pero que

si~ ezi:ibargo

no

consntuyen m una historia oral, como tampoco una

histo_na f~ndada en testimonios orales. Estos archivos, formados para

~os histonadores del futuro, no se trabajan, hecho que, como veremos

impone reglas particulares para su elaboración. '

_Est~

es el trabajo qu~ hemos realizado formando archivos para

la historia del Seguro SociaJ.5 De cualquier manera, antes de insistir,

en

una

segunda parte,

en

la especificidad del trabajo de archivo oral

respecto al de los archivist:as p~ros y al

de

los historiadores , es impor

tante

_rec~rdar algunos principios metodológicos comunes que rigen la

constitución de estos nuevos documentos en cualquiera de los casos.

; Véa~se, en este misn:o número,

los

artículos de J. Lequin y de Ph. Joutard.

. ?·

Lev1-Strauss, resena de

L.W.

Simons, The autobiography o a

opi indian, Yale

Umversity Press, New-Haven, 1942 en Année sociologique Za. serie 1940-1948 t

¡

330. ' ' ' .

p.

• 4

Cada vez que usemos

el

término de historiador

en

esta forma

lo

pondremos entre

comillas. '

.

5

El program~ de archivos orales se asignó

al

Centre de Recherches Historiques

ba10 1ª re s~onsab1hd ad ~e Dominique Schnapper, y fue financiado por el Comité In

term m1stenel pour l. . HIBtoire de la Sécurité Sociale bajo la dirección de P. L

Se i~ició el 1

de

abril de 1975 y concluyó el 31 de diciembre de 1979 E~ t::~ue.

rea_hzaron 365 entrevistas a

201

personas. Hizo las entrevistas

D.

Han~t, a quie~ :

unieron S. ~eswarte y D. Pasquier, el 1de enero de 1976 y A. Le Clech, Cl. Schneidet

M. Vormenngen, el 1de enero de 1978. '

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D.

Aron-Schnapper

y

D.

Hanet

/

EL CARÁCTER Y EL DESARROLLO DE LA ENTREVISTA

En las ciencias sociales, el método sólo se justifica por los resultados

que permite obtener; no podría ser evaluado antes del desarrollo de

la investigación. En cierto modo, el objeto propio de cada encuesta

impone su método: la manera de abordar un medio, de establecer la

relación con el entrevistado y de obtener su confianza varían según el

medio que se estudia. Pese a todo, en la medida

en

que una encuesta

se basa esencialmente en entrevistas, existen algunas reglas que rigen

su desarrollo.

La práctica de la entrevista ha sido el objeto

de

muchos estudios

por parte de psicólogos y de sociólogos,6 y no se trata aquí de resu

mirlos, sino de subrayar intencionalmente, para quienes están menos

familiarizados con

esta técnica que

no

es indicada

por

los especialistas

en ciencias humanas, algunos puntos esenciales a modo de ayudarlos

a aplicar rápidamente una técnica que, como las otras, se mejora me

diante el saber y la práctica.

El objeto de

las

entrevistas

Las entrevistas

no

son por sí mismas una panacea: recogen de manera

privilegiada cieno

tipo

de información

en

ciertos medios sociales y en

der

tas situaciones. En particular, se emplean con el propósito de conservar

y transmitir las historias, la descripción de los gestos de un oficio, de la

vida cotidiana

y

en general, todo

lo

que por su

carácter no

deja huella

escrita o deja pocas. Asimismo, varía el grado

en que los diferentes

grupos sociales dejan huellas escritas de su existencia; en última ins

tancia, las posibilidades de los analfabetos (que por largo tiempo

han

sido la mayoría de la población) de aparecer en las fuentes escritas

son menores que los políticos o los diplomáticos. Las situaciones de

marginalidad como, por ejemplo, las prácticas de los obreros nortea

mericanos en huelga durante la Gran Depresión,

que

estudia Terkel,7

la conciencia obrera, la memoria colectiva de tal o cual grupo,

lo

vi-

6 Se encontrará una introducción general

al

tema en Ch. Nahoum, L entretien

psychologique,

Presses Universitaires de France, París,

1958

y

una

bibliografía completa

en S. Richardson, B. Dohrenwend, D. Klein, lmerviewing

and

its

fimctions

Basic

Books

Nueva York

1965.

7

S.

Terkel, Hard times: an oral

history

o the Great Depression in America Pantheon

Books, Nueva

York

1970.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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64

De

Herodow a

l grabadora

vido del cambio social pueden ser objetos privilegiados para los testi

monios orales. También se entiende el desarrollo de los testimonios

orales

como

recurso para la historia social inglesa reciente.

Pero, por una parte, como lo recuerda Ph. Joutard, no existe la

tradición oral pura; por otra,

aun entre

los medios que dejan innume

rables huellas escritas sobre su actividad y su existencia, las entrevistas

permiten recuperar todo lo que ha existido fuera de los textos.

Desde esta perspectiva,

el

ejemplo de la historia del Seguro Social

nos parece ilustrativo.8 Los archivos orales, en particular, parecen a

priori poco adecuados para la historia de los organismos administrati

vos oficiales, que funcionan creando y aplicando una legislación escrita

y que, además,

cuentan con

numerosos cronistas e historiadores

en

el

curso

de

su desarrollo.

Ahora

bien, la experiencia ha demostrado que,

incluso en esta área, que parecía desafiar el trabajo de archivo oral,

aquéllos permiten obtener una gran cantidad de información

que

sin

los archivistas orales habría quedado en el olvido y no hubiera nunca

llegado a constituirse en acontecimiento para los historiadores del fu

turo. Esta investigación nos parece proporcionar una justificación a

fortiori del trabajo de archivo oral.

En

efecto, los archivos orales han permitido recuperar dos series

de documentos: por una parte, los pequeños hechos ciertos , cuya

acumulación ilustra, enriquece, matiza y corrige la reconstrucción de

tendencias racionalizantes de los historiadores; por otra parte, la ma

nera en que los diferentes actores históricos

han

vivido el nacimiento

y la vida de

una

institución.

Consideremos estos dos puntos. Los archivos orales nos permiten

descubrir cómo

han

sido elaborados los textos, quiénes son sus verda

deros autores (el ministro firma un plan o una reforma, es raro

que

los

haya redactaqo él mismo), cómo en la práctica, han sido aplicados,

9

con

qué

resistencias se

han

topado; nos descubren los proyectos olvi

dados, las posibilidades idas. Sólo los testimonios orales pueden

hacer

revivir el detalle de la vida cotidiana de las oficinas: equipo de máqui-

8 El

objeto propio de esta investigación y los problemas metodológicos que planteó

se

exponen

en

nuestro

artículo Archives orales

et

histoire des institutions sociales ,

Rewe

Fran~aise

de Sociologie, XIX, 1978, pp. 260-276.

9 lsabelle Bertaux estudia también la aplicación de la legislación (o mejor, su no

aplicación)

en

la formación de los aprendices de panadero. La manera

en que

los textos

se aplican a la realidad es un objeto privilegiado de las entrevistas orales. Cfr. l Bertaux

Viame, l.Ápr,rentissage en boulangeire dans l entre-deux-guerres, une enquete d histoire orale,

tesis

de

maestría, París VII septiembre de 1976.

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D Aron-Schnapper y D

Hanet

nas, de impresos, racionamientos de la época

de

guerra, calefacción

o mobiliario; pueden revelar, a través de sus detalles y mejor

que

los

análisis abstractos, la creciente burocratización de las instituciones del

Seguro Social y

su

influencia sobre el poder

de

los directores de las

Cajas, sobre la manera

de

escoger a los empleados, sobre

el

estilo de la

gestión financiera, sobre el estilo de las relaciones

entre

el director y

los empleados,

entre

los diferentes empleados.

Los

testimonios orales recuperan, por

otra

parte, lo vivido por los

actores históricos, lo

que

Péguy llamaría la historia haciéndose , es

decir, las diferentes significaciones que los actores

han

dado a su acción

y a la de los otros: no sólo es imposible conocer a las personas, sino las

relaciones entre ellas a través

de

las fuentes escritas. La evocación

d··

las personas (algunas

de

ellas olvidadas), las opiniones recíprocas

que

los actores

dan

unos de otros, el estilo de las relaciones interpersonales,

forman parte de la realidad

que

ha

de estudiarse

en

la medida

en

que

las instituciones,

cuando

surgen, quedan profundamente marcadas

por

_las

personalidades de quienes se

encuentran en

su origen, a veces de

manera definitiva.

Así muchos hechos olvidados, las evidencias de lo

que

Paul Leui

~lio~

llama, lo invisible cotidiano , las posibilidades censuradas por la

1lus16n

retrospectiva

de

necesidad, las interpretaciones contradicto

rias, en

una

palabra, lo vivido por lo sobrevivientes del Seguro Social,

constituyen objetos que sólo los testimonios orales permiten recuperar

y transmitir a los historiadores del futuro.

Sin embargo, como las otras fuentes, la utilidad

de

los archivos

orales depende del objeto

de

la investigación: si bien recogen de ma

nera privilegiada

el

cómo se aplica la legislación, la historia de la

l~gislación debe escrib~rse primero a partir de los textos legislativos; si

bien dan

fe

de las re lac1ones

entre

las personas, de los juicios

que los

di

versos actores dan unos de otros, las notas del Ministerio de Relaciones

Exteriores no dejan de ser por ello una fuente irreemplazable para la

historia diplomática. Para conocer las costumbres funerarias, las tum

bas y los cementerios son asimismo más útiles que las monedas. Si,

por esencia,

la

historia es conocimiento

mediant~

documentos los

testimonios orales constituyen

un

tipo de documentos

entre o~o;.

a relación

entrevistador entrevistado

La

entrevista es una relación singular entre

el

entrevistador y el

en-

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De Herodow a la

grabadora

tre\'IStado -lo que excluye la entrevista en la que participan dos o más

personas, de carácter esencialmente diferente.

La

experiencia muestra

que

la

primera reacción del entrevistador es, como lo dice C. Rogers, el

descubrimiento de un vacío, de una diferencia, de una separación por

llenar.1° Este descubrimiento explica los dos tipos de errores que come,

ten

los

principiantes: el del entrevistador silencioso que deja parlotear

srn conrrol. por lo tanto sin objeto, al entrevistado; el del entrevistador

impenoso que habla por el entrevistado, tiende a hacer las preguntas

y a dar las respuestas, e induce la respuesta con su formulación de las

preguntas.

El

primer discurso de un enrrevistado tiene siempre un sentido

particular; el X)lírico o el militar hacen una declaración

ya

fabricada

y

prevista, incluso sobre un tema preciso, para periodistas e investiga·

dores, con la mente a menudo poco clara; el gran industrial también

dispone de un discurso

ya

listo,

que

ha "ofrecido" bajo formas leve

mente diferentes en coloquios, seminarios y reuniones de trabajo. En

el caso del Seguro Social, los responsables, políticos o militantes sindi·

cales tenían una declaración preparada sobre el medio en general, su

participación

en

el

medio, lo

que

había sido, lo que hubiera debido ser.

Incluso en los medios populares, el discurso autobiográfico que mejor

p<xlría

llamarse testimonio,

se

organiza y reconstruye de inmediato: la

O X)S1C1ón entre lo escrito y lo oral coincide con la de lo espontáneo y lo

constru1do. l l Pero en todos los casos, el trabajo de archivo oral, como

el de "hISroriador" que recoge testimonios orales, intenta rebasar el

discurso inicial para alcanzar lo inédito de la información y acercarse a

lo

\'i\'ido

p<Jr

los

actores históricos.

La

relación singular y prolongada

entre dos rnd1v1duos que se establece a lo largo de la entrevista cons·

muye un medio privilegiado (que lo escrito no puede conocer) para

salir de esta primera fase

-más

o menos larga según los entrevistados

 ,

para realizar, más allá de las declaraciones y

los

testimonios, verda

deras entrevistas.12

La

relación de entrevista es una relación social entre dos indi

viduos socialmente determinados. Ahora bien,

la

vida social se ,re-

1: C Rr,ger,, Le

dé~lt ppement

de la penr nne Dunod, París, 1967, ¡xmim.

11 Coment:ano de

J.

Gr1y durante la jornada de estudio 50bre "el testimonio oral",

r,rg,,niz;.d,, ¡y;r l.s Fond.stion ~·atir,n;sle des Sciences Poliriques

el

14 de mayo de

1977

bw,

re\¡y,m.sbilid.d de J. B<,urdin

y R.

Girardet).

1 De

cu;,lquier mr.,dr, igue habiendo posibilidad de fracaso, sobre todo entre los

r~¡y,n\;,ble\ de alto nivel,

en

cuyo

cav, el

mejor entrevistador no obtendrá jamás sino

el dL.curv, Y• prr,nunci;,dr,

en

numerr.,sa., circunstancias oficiales.

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D

Aron-Schnapper D

Hanet

6i

sume en una incesante evaluación mutua entre unos y otros indivi

duos. Además, toda relación donde uno está en la posición y en el

derecho de interrogar al otro crea, por sí misma, una relación de des

igualdad, más o menos perceptible según el sentido de la diferencia

social entre el entrevistador y el entrevistado. Incluso

en

una enrre

vista donde la adscripción social del entrevistado es cercana o superior

a la del entrevistador, como era el caso

en

nuestra encuesta, seguimos

teniendo la tendencia a "evaluar, a ju:gar, a aprobar o desaprobar

lo

di·

cho

por la

otra

persona o por el otro grupo".

u Ya

Alexis de Tocq ueville

describía lo que esperaban el público y los amigos de quien hablaba

de sí mismo: "Entonces, aun cuando uno quiera ser sincero, es raro

que

lle,·e a cabo esta empresa.

La

falla está, primero,

en

el público. a

quien le gusta que uno se acuse, pero que no soporta que uno se elo

gie; los mismos amigos tienen

la

costumbre de llamar candor amable

a lo malo que uno dice de

sí,

y vanidad incómoda a lo bueno que uno

cuenta, de

cal fom1a que la sinceridad se vuelve así un oficio bastante

ingr.anto."14 Esto obliga

al

entre,·iscador a realizar progresivamente un

verdadero trabajo consigo mismo que le pem1ica inceriori:ar la humil

dad de saber escuchar sin juzgar, guardar una

simratía

acti,·a que sin

embargo no implique ninguna participación. Mediante una continua

vigilancia de sí, que podría llamar.se epistemológica. el entre\'Íscador,

con su actitud profunda, podrá hacer sentir

al

entrevistado que se

le

escucha

con

atención, sin evaluarlo, ni aprobarlo,

ni

condenarlo. Se

trata, pues, de crear un verdadero

luibitus

del entre,·istador, que con

la

práctica se vuelve "natural".

Este

habitus

implica que

el

desarrollo de la entre,·ista obedece a

ciertas reglas simples, que parecen evidentes una ve: que se fomm·

lan. El entrevistador debe, a lo largo de las entrevistas, ser discreto,

centrando la conversación en los temas esenciales pues, en efecto, los

resultados parecen ser mejores

si

se respeta el ritmo y el estilo del en

trevistado, que

si

la conversación se desarrolla de manera lógica pa·

ra el entrevistador; hay que precisar al entrevistador la infom1ación

en

el momento

en

que recuerda un fragmento de vida o, dicho de otro

modo, dejar que su memoria t1uya con libertad, ayudando y orientando

al mismo tiempo sus recuerdos; nunca juzga¡;

evitar

las preguntas di·

rectas que parecerían un interrogatorio policiaco, así como las pala-

13

C

Rogers, op

cit.

p. 230.

14 A de Tocqueville, "Souvenirs", Ckuvrc:s com¡ i¿1es Gallimard. París, 1964, t. XII,

p.

101.

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68

De Herodow a

la

grabadora

bras cargadas de valor; multiplicar los puntos de vista, insistir sobre los

puntos detallados, los ejemplos; pedir ilustraciones precisas, aclarar las

expresiones ambiguas,

no

hacer las preguntas delicadas sino hasta

las últimas entrevistas, simpatizar con

el

entrevistado permaneciendo

neutro y borrado. Realizar una entrevista tal vez

no

llegue a ser todo

un arte, como dice Ch. Morissey, pero en todo caso es una práctica en

la que uno se educa con el trabajo y la experiencia.IS

Además de la actitud del entrevistador, una de las condiciones

esenciales de la confianza

que

debe establecerse entre los dos miem

bros de ese diálogo singular y desigual es la garantía que el entrevista

dor pueda ofrecer de guardar el secreto. El anonimato es el secreto

de

los sociólogos (aunque

en

ciertos medios plantea problemas difíciles

de resolver). Los archivistas, o los archivistas orales , recogen entre-

vistas que por

30

años

quedan

al amparo del secreto de los Archivos

Nacionales (en el caso de nuestra encuesta). Con parte de nuestra

población, esta garantía fue la condición necesaria para evitar una ne

gativa. Para los historiadores que quieren usar de inmediato los do

cumentos es indispensable obtener la autorización para publicar que,

según los medios y las personas, amenaza con lograr que se olviden

muchos hechos significativos o, por el contrario, con estimular la pa

labra del que habla.

En esta empresa de progresiva adquisición de confianza, el uso de

la grabadora, que da a las palabras pronunciadas un peso suplementa

rio, amenaza con aumentar la reticencia del entrevistado,

que

será me

nor

si éste la percibe como un instrumento acostumbrado de trabajo, o

mayor si representa

un

aparato extraño y solemne (que provoca decla

raciones igualmente solemnes)

De

hecho, según nuestra experiencia

y la de otros equipos, el empleo creciente de este tipo de aparato en

todos los medios hace

que

no tarden

en

olvidarse de

él.

No por ello deja la grabadora de representar una novedad

en

la

utilización de las fuentes orales que los historiadores (en sentido es

tricto) han conocido desde Herodoto. Libre es de aceptar este re

lato de los egipcios quien encuentra tales cosas increíbles; en cuanto a

mí, lo que me propongo a todo lo largo de mi historia es poner por

escrito

lo

que

dicen unos y otros, tal corno lo he oído. 16 Por

otra

15

C. Morissey, On oral history interviewing , en L Dexter (comp.), Elite and

specialized

interviewing

Northwestern University Press, 1970.

16

Herodoto,

,

2.3. Elegimos esta cita entre las que nos señaló nuestro amigo

Philippe Gauthier, en particular Herodoto, IV, 195; vn, 148, 150, 152, etcétera.

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D Aron-Schnappery D. Hanet

69

parte, en lo que respecta a las acciones que ocurrieron en el curso de

esta guerra, no

he

creído que, para narrarlas, hubiere yo de fiarme del

testimonio de los que llegaron primero, como tampoco

de

mi personal

parecer. O bien los presencié

yo

mismo, o bien

he

averiguado entre

otra

gente sobre cada uno de ellos con toda la exactitud posible.

1

7 La

grabadora sustituye los discursos reconstituidos según la lógica

de

la

historia18 o las descripciones de los testigos oc u lares , 19 que los his

toriadores del pasado reescriben de manera magnífica a partir de un

documento bruto que no es, por definición, propiamente lo vivido por

los agentes históricos, sino la reconstrucción

que

éstos hacen de él

ya sea inmediatamente, ya sea al término de

su

vida, reconstrucción

indudablemente más cercana de lo vivido que la de los antiguos histo

riadores que trabajaban con tradiciones orales, o de los historiadores

contemporáneos

que

trabajan con fuentes escritas, pero

de

la misma

naturaleza.

alú:lez

y

límites

de las entrevistas

El hecho de elaborar voluntariamente documentos para los futuros his,

toriadores no tiene nada de nuevo, muchos grandes hombres y otros

menos grandes, en particular numerosos funcionarios,

han

dedicado

su

retiro a redactar sus memorias o, con mayor frecuencia aún, a pro

poner reformas a partir de su experiencia. Pero entre la redacción de

memorias, es decir, la elaboración de archivos escritos y la constitución

de

archivos orales, existe cierto número

de

diferencias. El escritor dis

pone de tiempo, puede precisa~ confirmar sus recuerdos; a cambio, les

da forma, es decir que construye, puede tender a la autojustificación

sin el riesgo de que lo contradigan. He observado que la mayoóa de

17

Tucídides, 1, 22.

18

Recordemos la famosa fórmula de Tucídides 1, 22): Añado que

en

lo que toca

a

los

discursos pronunciados por unos y por otros,

ya

sea justo antes,

ya

sea durante la

guerra, era muy difícil reproducir su contenido

con

exactitud,

tanto

para mí, ct1ando

los había oído personalmente, como para cualquiera que

me

los transmitiese de

tal

o

cual procedencia, y

he

expresado lo que, a mi parecer, hubieran podido decir que mejor

respondiera a la situación.

19

También Michelet reescribe talentosamente las descripciones que su padre le

hacía de la vida cotidiana en los conventos antes de

la

revolución (L

histoire

de l

Révo

lution fraru.aise,

fditions de la Pléiade, París, 1939, pp.

24-25)

y el relato

de un

testigo

ocular sobre la atmósfera de la asamblea que votó por la muerte de Luis

XVI,

op. cit.,

pp.

329-330.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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70 De Herodow a la grabadora

quienes han dejado memorias sólo nos han dejado ver sus malas accio

nes o sus debilidades, cuando, por azar, las

han

tornado por promesas o

por buenas intenciones,

lo

que a veces ha ocurrido

..

No

es

entonces

el amor por la \'erdad lo que hace hablar, son los vicios de la

mente

que traicionan sin querer a los \'icios del corazón."20

Los

testimonios

orales, cuando

se

trata de una \'erdadera campaña de archivos orales

y no de una simple recolección de testimonios, tienen diversas venta

jas en relación con las memorias escritas. En primer lugar, su carácter

sistemático permite recoger testimonios de todos los actores aún vivos,

que en su mayoría nunca hubieran pensado en escribir memorias; en

consecuencia,

se

reúnen múltiples testimonios sobre los mismos he

chos. Por otra parte, un buen entrevistador, por su misma neutralidad,

puede hacer evocar hechos olvidados a medias, hacer decir cosas que

el entrevistado no quería pensar o formular,

ya

sea por su actitud (para

quienes no tienen vocación de escritor, a menudo es más agradable

hablar a alguien atento y ajeno, que escribir), o bien por las objeciones

que la multiplicidad de los testimonios recogidos le permite plantear,

corno \'eremos más adelante.

Desde luego, el futuro usuario deberá verificar con mayor rigor la

exactitud de

los

hechos y

de

la información, pues el entrevistado no

siempre tiene el tiempo ni la posibilidad de consultar sus papeles, aun

que después de todo el documento escrito está con frecuencia "cons

truido" para otros, sino para el historiador rnismo21 y, de todas formas,

el

historiador debe siempre someter los documentos, cualesquiera que

éstos sean, a una crítica cuya función es "responder a la siguiente pre

gunta hecha por el historiador: 'Considero que este documento me

informa esto;

¿

puedo confiar

en

él?"'22

La

recolección y el uso de las entrevistas pueden y deben ser tan

rigurosos corno en el caso de las fuentes escritas familiares para el his

toriador, o en el de los datos codificados que elaboran los sociólogos,23

a condición de respetar las reglas del desarrollo de la entrevista,

que

ya

antes hemos recordado brevemente, y

de

tomar la entrevista corno

una fuente entre otras.

Por lo demás, una entrevista nunca es únicamente verbal. Debe

¡ A de Tocqueville, Souvenin , r p. ca. p. 101.

¡

1 Es el caso de las actas

de

reuniones, los documencos

de

contabilidad, etcétera.

;; P. Veyne, Omrment (JTI écril l huroire, Éditions du Seuil, París, 1974, p. 194.

¡3 Hace ya mucho que M. Magec demostró que la observación etnológica

podía

ser can rigurosa como la explotación de los resultadOII codificad011. e,~ M. Magec,

Guide

d

étude

cürecte

es

Cf,mpt .ntemenU

cuhureh

CNRS,

París, 1962.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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D Aron-Schnapper y D Hanet

l

ir acompañada de observaciones sobre las expresiones.

los

movimien

tos involuntarios, la vestimenta. el contexto de vida. las maneras. los

comportamientos reales que pueden restar \'alor a los planteamientos

que

se hagan, o modularlos. Por

la

misma razón -el discurso está le¡os

de ser

el

único medio de expresión· una entrevista nunca debe anali

zarse como un documento único que se baste a sí mismo. ~Arch~vistas

orales" e "historiadores" por igual deben considerarla como una ruente

entre otras, completarla con todo lo que pem1ita situarla y criticarla.

con

todas las demás fuentes de conc,cimiento (obsen·aciL)nes. wm¡:x.)r·

tamientos reales, documentos escritos personales o generales. tex ws

legislatiYOS,

objetos. etc.). Ninguna fuente es única para

lL IS

h1swria

dores: lpor qué la fuente oral tendría. abruptamente. este pm·1leg10

exorbitante? ,Por qué de súbito oh·idarfan k1S hisroriadL)res wJL, k,

adquirido por la crítica de la "historia científica" elab1)rada desde

el

siglo

xvm?

Si bien es necesario respetar algunas reglas esenciales

en

el desa

rrollo de una entre,·ista. no deja de ser cierto que las en tre\'isras Cl,bran

una significación diferente según

el

trabajL)

de

im·estigaciL'ln

en

el que

sean utili:adas.

"ARCHIVISTAS ORALES , ARCHI\1STAS E "HISTl. 'RL-\[\_

'RES

Los términos de testimonio oral o de

or.zJ hisrory

pueden.

en

etect\.).

designar el trabajo

de

los archiYistas, quienes recL,gen

dedar,l('.Íl)fü~S

testimonios de "los má

;;

,·iejos del pueblo", de los "grandes tesn~l'IS .

o de los ''\·enerables ancianos" comL, decía ~tichelet. y k IS

cl~ihcan.

los ordenan, los codifican y lL,s CL,nsen·an.

al

igual ,1ue k IS ,k,cumenn.'\S

escritos; o rambién pueden designar el trabajo de k IS "hiswri,l\fore5"

que analizan y hacen

inteligible..':-

los don1menn.,s L,rale:- que LHI\.\. : L

ellos mismos, han recogido c«..'n

el

sobreentendido Je que. para i.l his

toria m,~s contemporánea,

pan.'Ce Jitkil.

si

no

imp,) ;;ible. pa~u p1.,r

alt\.,

los testimonic..'lS de lüs tc.-stigos

L

Je

k1S

agenres

histL\riú\,.-.;

y PL'r

últimc..,,

d trabajo de los "archi,·ist,l."'

L,rnles .

cuya t.'Spc.'CihcidaJ inrentareml'

1

s

ahora demostrnr. H

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7

De Herodow a la grabadora

LA ESPECIFICIDAD DE

l

CAMPAÑA DE ARCHIVOS ORALES

La

problemática Los archivistas tradicionales se contentan con recoger

declaraciones y testimonios, sin problemática precisa, y con conservar

los para que sirvan a los investigadores del futuro. Su problema, como

el de los archivos escritos, es el lugar, que algún día obligará a elegir

entre las transcripciones orales, las cintas y los documentos escritos,

en función de criterios que aún están por definirse. (Por ejemplo, lno

habría que pensar

en

una selección representativa para los expedientes

del Seguro Social?)

Por el contrario, los historiadores (que, recordémoslo, pueden

ser sociólogos o politólogos .. ) usan

el

método de las entrevistas para

responder a una problemática precisa, aunque a veces se defina de

manera amplia: por ejemplo, el aprendizaje del oficio de panadero de

entreguerras que estudia l Bertaux, el cambio social que A. Burguiere,

J.

Goy, J.

Ozouf

toman por objeto de su encuesta; la militancia política

de los estudiantes de entreguerras

J.

Boudin, R. Girardet). El carácter

científico de la empresa es el mismo para todos aquellos que llama

mos historiadores , a pesar de que los especialistas de ciencias socia

les son más sensibles a los problemas generales y tienden a privilegiar

el presente, mientras que los historiadores (en el sentido estricto del

término), preocupados también por saber lo que ocurrió en un lugar

dado en un momento del pasado , dirigen su atención sobre todo a los

hechos singulares de ese pasado.

En contraste con los dos trabajos precedentes, los archivistas ora

les , que trabajan para los historiadores del futuro, tienen una pro

blemática mucho más precisa. Por definición,

los

hombres plantean

al pasado preguntas relacionadas con su propia experiencia histórica.

Por definición, los archivistas orales no pueden imaginar todos los

interrogantes a los que en treinta o cuarenta años se verá sometido el

material que ellos recogen hoy. Para ellos,

la

cuestión no es, pues, para

usar la expresión de Bachelard, definir y construir hechos en función

de

una problemática teórica que

no

pueden formular, ni establecer

el

tas elaboradas y explotadas

en

función de

una

encuesta particular pueden constituir, a

continuaci6n, archivos orales para los historiadores del futuro¡ sería una lástima

que

las entrevistas que proyecta A Prost para los subtenientes de la guerra de Argelia se

destruyeran después

de

su primera explotación.

En

función

de

su experiencia histórica,

los historiadores del futuro amenazan con leer

en

ellas informaci6n

que

a nosotros se

nos escapa.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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D. Aron Schnapper y

D. Hanet

73

diálogo entre el material recopilado y la formulación de las hipóte

sis

que constituye la esencia de la empresa científica, sino recoger, de

la manera más amplia y lo más abierta posible, un máximo de infor

mación, por ende contradictoria, que multiplique los puntos de vista

de diferentes actores históricos sobre los mismos sucesos.

No

se trata de oponer archivistas orales e historiadores por su

método, con entrevistas libres para los primeros y entrevistas guiadas o

semiguiadas para los segundos. En ninguno de los casos, son libres las

entrevistas (en

rigor

sólo las entrevistas clínicas pueden llamarse asO

sino que pueden calificarse indistintamente de semiguiadas o guiadas,

si por ello

se

entiende que el entrevistado deja fluir libremente su me

moria y su discurso dentro del cuadro definido por el encuestador.

25

Se

oponen por la significación diferente que se confiere a una entrevista

del mismo tipo: los historiadores usan los elementos, es decir, los re

lacionan con la problemática de la encuesta; los archivistas orales ,

los recogen, pero para ellos no son un momento de una investigación

científica de la misma naturaleza. En

el

primer caso, el entrevistador

edifica

la

entrevista en torno a la formulación del problema que

se

plantea, sin dejar de respetar el ritmo y

el

estilo del entrevistado. En

el segundo caso, se persigue información de manera sistemática y ex

haustiva, de tipo capta-todo , para usar la fórmula de los politólogos,

multiplicando

los

puntos de vista contradictorios. El fin y la función

de la entrevista no son los mismos.

Por eso la forma y el número de las entrevistas varían en

los

tres

casos considerados: las semejanzas de método

se

detienen en

el

de

sarrollo mismo de la entrevista.

Los

archivistas y los historiadores

pueden obtener las respuestas a todas las preguntas que

se

plantean en

una sola entrevista, aunque su duración implique varias sesiones (no se

puede hacer una entrevista de diez horas sin parar). Al contrario,

los

archivistas orales , más abiertos , más críticos, sólo pueden mejorar

la calidad de la información obtenida confrontando puntos de vista,

interrogando

en

repetidas ocasiones a los mismos actores, estudiando,

analizando el material recogido según los métodos comprobados de la

crítica de textos que los historiadores (en el sentido estricto) practican.

Así podrán confrontar de manera anónima los testimonios simultáneos

de los diversos actores, y con sus objeciones, suscitar complementos,

matices, precisiones, y a veces la retractación.

La

multiplicidad de

los

25

La

distinci6n clásica guiada/semiguiada nos parece inadecuada para caracterizar

una

serie de entrevistas en las que se suceden fases no guiadas y guiadas.

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74

De Herodoto

a la grabadora

entrevistados es una necesidad del método

de

los archivistas orales

En el cuadro se encontrará un ejemplo concreto

de

las entrevistas que

deben practicar los archivistas orales .

Número de entrevistas realizadas según

el sector de actividad principal del entrevistado

Sector de actividad

Núm ro e

fases

l

2

3

4

5

8

Total

Administración central

y

responsables nacionales

5

10

3

21

Mundo político

5

3

9

Mundo médico

6

5

12

Mutualidad

4

Cajas del Régimen General

29

20

7

3

59

Cajas

del

Régimen de

Minas

4

18

4

28

Cajas

del

Régimen Agrícola

24

6

2

32

Cajas

del

Régimen Comerciantes

3

4

8

Cajas

del

Régimen

Artesanos 2 6

Cajas

del Régimen

Ferrocarriles

9

4

14

Cajas de

las

Profesiones

liberales y otras cajas

z

5

8

90

78

18

1

4

2 1

Número de entrevistas

90

156

54

4

4

8

368

• Esta categoría comprende a

la

vez a personas ancianas

que

fallecieron después

de

la primera fase, a personas que perdieron

la

memoria, a personas que sólo participaron

de forma marginal o

en

fechas recientes

en

la historia del Seguro Social, a personas

de

posición modesta, cuya experiencia fue muy limitada o, por el contrario, a personas

con

frecuencia importantes, localizadas

al

final

de

la encuesta, cuando

la

información

ya estaba bien establecida y con quienes una sola entrevista larga, muy bien preparada,

permitió confirmar los hechos obtenidos.

En lo referente a los múltiples pequeños hechos ciertos , al igual

que

en

lo vivido por los actores históricos, tal y como ellos lo reconsti

tuyen a partir de sus recuerdos, al ir avanzando la encuesta las entre-

vistas permiten obtener respuestas a una serie de preguntas suscitadas

por

el

conjunto de información ya reunida y mejorar la calidad de la

información obtenida.

Este método, al que nos vimos obligados al comienzo de nuestra

experiencia en la confonnación de archivos orales (abril-noviembre de

1975), nos parece indispensable para escapar a esos testimonios ya pre-

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D Aron Schnapper D

Hanet

75

parados, a esos discursos sobre uno mismo elaborados para

el

otro por

amabilidad hacia

el

encuestador y que los archivistas corren siempre

el

riesgo de recoger piadosamente. Claro está

que

hay

que

pasar por este

discurso-testimonio o discurso-declaración,

que

a

menudo

tiene lugar

en la primera entrevista. Es indispensable

que

el archivista oral lo

escuche, aunque no responda a las preguntas que el entrevistador se

plantea: es necesario este discurso para cimentar la confianza, tiene

un efecto catártico ineludible para que

en

las entrevistas siguientes

puedan tratarse temas más precisos.

Los relatos de los viejos

no

carecen nunca de interés, pero, después

de este discurso recogido por

el

archivista, la constitución de archivos

orales comienza cuando el archivista oral , cuyo papel es más com

plejo y más activo, rebasa esta primera fase (que puede ser más o menos

larga) para obtener hechos nuevos, como ya hemos visto antes, o bien

una percepción nueva

de

hechos

ya

conocidos, gracias a la confianza

que inspira y al trabajo de crítica que ha realizado con todas las entre-

vistas precedentes. Sólo este trabajo de crítica de los textos, que acaba

por tomar más tiempo que la grabación misma de las entrevistas, per

mite lograr una nueva calidad

en

la información.

Ninguna insistencia serla excesiva

en

esta especificidad del objeto

y del método de los archivos orales.

De

ningún modo porque, hasta

donde nos es dado sabe~ nuestro equipo sea

el

único que la practica

de manera sistemática (en los trabajos norteamericanos de oral history

que, por su objeto, se parecen al nuestro, los

oral

historio.ns son archi

vistas, en nuestra opinión), sino porque funda la distinción de los tres

papeles sociales y permite precisar el método propio para la elaboración

de archivos orales.

La elección de la

muestra.

La constitución de una muestra obedece

a reglas diferentes para los historiadores

y

para los archivistas ora

les . Si se trata de un trabajo histórico , el objeto de la investigación

determina

la

elección. Además, en numerosos casos

el

problema de

la representatividad es secundario, pues la lógica

no

es la de la es

tadística, sino la

de

la

calúlad

de

las entrevistas y

de

la información

que contiene. (Con todo, hay que tomar precauciones ante la ten

tación posterior de extraer conclusiones estadísticas de una muestra

que

no

se construyó sobre una base estadística.)

En cambio,

cuando

se trata de archivos orales, es más útil que el

investigador se esfuerce en multiplicar los grupos representados,

en

ob

tener

entrevistas tan variadas como sea posible, aun cuando no adopte

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76

De Herodow a

la

grabadora

la lógica de la representatividad estadística. Por ejemplo, en nuestro

trabajo, realizamos entrevistas a funcionarios de diversas instituciones

sociales,

de

todos los niveles, a políticos, sindicalistas, médicos, em

pleados y responsables del Régimen General, y a los de las cajas par

ticulares, a los de

Vichy y a los de

la

Resistencia ,• así como a los

usuarios

de

diferentes medios sociales. En resumen, intentamos obte•

ner la información más completa y más precisa posible, encuestando,

en la medida de lo posible, a todos los actores implicados o a los repre

sentantes de

todos

los grupos implicados. No obstante, observemos que

la representación de las diversas categorías no puede dejar de ser des

igual, en primer lugar por razones biológicas

y

sobre todo, porque los

grupos sociales participan a edades distintas

en

la historia del Seguro

Social: los sindicalistas y

el

personal

de

las instituciones sociales, desde

el principio de su vida profesional, y a edad más tardía,

los

políticos y

médicos.

Ninguna campaña

de archivos orales pem1ite encuestar a

todos los actores cuyo testimonio habría permitido una reconstitución

más fiel

de

los acontecimientos.

El us9 Los archivistas puros se contentan con clasificar y codifi

car sus documentos, mientras que los historiadores se ven confron

tados ante los problemas clásicos del uso de las entrevistas, sobre los

que existe además

una

abundante bibliografía. Nos conformaremos

con

recordar el principio esencial.

El

uso de las entrevistas puede y

debe ser tan riguroso como el de los cuestionarios estadísticos, pero

proporciona resultados

cualitativos

que convienen a ciertos objetos, a

ciertos medios, a ciertas situaciones. Si uno busca cómo ha sido

vivido

el cambio social a nivel

de

un pueblo, la grabación el uso

de

entre-

vistas pueden constituir

un

medio de investigación riguroso, siempre

y

cuando

este

método

no excluya otras fuentes de información. Si,

por el contrario, se intenta sa9er cómo evolucionó la repartición de

las fortunas en Francia

durante

el mismo periodo o la evolución de las

oportunidades en

la escuela según las categorías, socioprofesionales,

la encuesta estadística es obligada, los testimonios orales sólo pueden

usarse a título

de

ilustración.

Los archivistas orales no aprovechan su material, estrictamente

hablando. Practican el método tradicional de los historiadores, el

de

la

• Uso extensivo de las dos grandes fuerzas políticas de Francia durante la II Guerra

Mundial para referirse a dos bandos contrapuestos (los vichyssois eran los partidarios

del régimen de Pétain, instalado en Vichy, mientras que la Resistencia se oponía a la

introducción del fascismo en Francia). [N. del

T.

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D.

Aron Schnapper

y D. Hanet

77

crítica de los documentos, que la escuela histórica científica elaboró

en

el siglo

XIX

para obtener información de mejor calidad. Como

ya

vimos

antes, cada entrevista se analiza y critica no sólo

en

función del cono

cimiento del problema que tengan los investigadores, sino sobre todo

en función de las otras entrevistas. Al ir avanzando la encuesta, se

vuelven cada vez más centradas, la búsqueda

de

información es cada

vez más precisa. Paradójicamente, en este intercambio de métodos en-

tre las disciplinas de las ciencias sociales, los archivistas orales se ven

en la necesidad de aplicar la más clásica crítica histórica

en

el análisis

de las entrevistas.

lDebe la crítica de las grabaciones ser de

la

misma naturaleza que

la aplicada a las fuentes escritas? Si se toma en

cuenta

el inevitable

sesgo que introduce la situación particular

de la

entrevista, nos parece

dificil analizar las entrevistas si no es según los principios de la crítica

de textos (lo que no es el caso cuando se

trata

de encuestas relacio

nadas con la oralidad misma, como los emotextos de Ph. Joutard).

Hemos dejado de lado todas las interpretaciones del inconsciente que

se expresarían a través del hecho de la oralidad: vocabulario, aso

ciación de ideas, la fluidez y el tono de sus palabras, balbuceos, va

cilaciones, lo que exige,

en

nuestra opinión,

tanto

la competencia del

lingüista, como la del psicoanalista (según M. Eyck, los resultados que

los politólogos

han

obtenido hasta la fecha

han

sido poco convincen·

tes).

La

especificidad de lo oral reside, en nuestro caso, en la calidad

específica

de

la información.

Los

documentos

orales: riesgo de fascinación

Después de la fascinación que largo tiempo ejercieron sobre los inves

tigadores de ciencias sociales los métodos matemáticos y la abstracción

de

la

cuantificación, tiende a desarrollarse

una

nueva fascinación por

los métodos de lo vivido (suponiendo que

el

término tenga un sen

tido), independientemente de los resultados que permitan obtener.

quí importa subrayar,

con

base en algunos ejemplos, los abusos que

el empleo

de

lo oral amenaza con causar, abusos relacionados con lo

que podemos llamar la doble ilusión de la realidad -ilusión de tocar

lo vivido mismo- y de la totalidad. Esta fascinación se expresa

en

la

multiplicación

de

las historias de vida, de las autobiografías,

en

las que

el investigador sueña con descubrir el todo

de

lo vivido, el todo del

individuo, del grupo familiar o hasta de todo el grupo social. Es con

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78

De Herodow

a

la

grabadora

motivo de esta fascinación

que

los investigadores comprueban, con

pesar, que los entrevistados

construyen su autobiografía; algo inevita

ble, desde

el

momento

en

que ya

no

viven

su

vida sino que la cuentan,

en que escogen ciertos hechos desechando otros; algo inevitable, pue

sto

que

nunca

puede decirse todo y que lo vivido es por esencia indefi

nido, que la relación entre el entrevistador y el entrevistado desvía el

texto (pero con relación a qué verdad

si

no a la de lo vivido mismo que

nadie,

ni

siquiera el entrevistado, descubrirá nunca).26 En resumen, el

hecho de que ningún método recobrará

nunca

lo vivido, de que toda

fuente, escrita u oral, no será

nunca

sino la visión que los contem

poráneos, autores de estas fuentes, tenían

de

su propia historia ,27 se

resiente

como una

restricción insoportable.

Esta fascinación por el documento puede observarse en una pri

mera etapa

de

los trabajos de lsabelle Bertaux, uno de los raros trabajos

que se califican como historia oral llevada a buen tém1ino en Francia

sobre el aprendizaje del oficio de panadero en la época de entreguerras.

Aunque en

el

subtítulo del trabajo se lee encuesta de historia oral , se

trata más bien

de

una antología de documentos orales, sumamente va

liosa, para escribir una historia que, en esta etapa al menos, se reduce a

algunas frases sugerentes: Todo converge en

una

relación fundamen

tal,

la

relación de extorsión del trabajo gratuito que los artesanos pana

deros imponen a los niños [ .. ] debido a las necesidades estructurales

que se derivan del carácter artesanal del ramo. 28 Lamentamos que

no haya demostrado esta proposición analizando las entrevistas que

recogió,

entre

otras fuentes.2

9

En el transcurso de un coloquio, dijo:

No

hice

el

análisis de estas entrevistas,

no

podía decir

nada

mejor

26

No se

trata

del sesgo

que

imprime

un

mal entrevistador, sino del sesgo inevitable

que

toda situación de entrevista introduce.

2

7

P

Veyne, 1'.histoire conceptualisante , en J Le Goff y P Nora (comps.), Paire

'historie, t. l Gallimard, París, 1974, p. 67.

28

J. Bertaux, op.

cit.,

pp. 174-175.

29 Pero seguramente era sólo una etapa de su trabajo, pues en un texto que con

tiene reflexiones muy diversas, Daniel Bertaux, en una parte

de

su argumentación, que

por lo demás nos parece discutible, se une a nuestra posición a propósito del trabajo dd

sociólogo:

Helo

aquí situado ante la alternativa fundadora: callarse y dejar hablar , o

bien subir

de un

brinco

al

nivel verdaderamente sociológico,

en

el que

uno

ha de es

forzarse por distinguir el movimiento histórico de las

relaciones

sociales.

Este nivel existe

potencialmente y, por regla general, casi nunca se

encuentra

en el nivel de la conciencia

de los actores, o al menos de sus discursos. Por

lo

tanto, el análisis sociol6gico h 11

1

,g,1r,

pero

este

lugar

ha de

ser conqi,istado. Cfr.

D. Bertaux,

Comment

l'approche biographique

peut transformer la pratique sociologique , Recherches

l:conomiques et

Sociales, núm. 69,

abril de

1977.

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,

D.

Aron-Schnapper D Hanet .J.lLU~C_

i:

79

Bibliotec8 ~

que los entrevistados. 30 No cabe duda

de que

estos documentos son

estéticamente superiores, por su poder de evocación, la calidad siem

pre emotiva de los relatos autobiográficos, la descripción pintoresca de

los testigos oculares o

de

los venerables ancianos ,

en

comparación

con los análisis abstractos de los historiadores, pero no

por ello dejan

de ser una forma de inmediaticidad confusa .31 Suprimir el análisis

por su causa es renunciar a la misma empresa científica.

Por otra parte, les verdaderamente bruto este documento? Se

guramente la grabación

de

los discursos ofrece un documento más

próximo a la realidad

que

los reconstruidos por Tucídides según la

lógica de la situación histórica. Pero quien

evoca sus recuerdos ya

no

es quien los vivió: también reconstituye sus recuerdos según su propia

lógica. El documento oral, como la fuente escrita, puede y debe ser

estudiado y criticado, en el sentido fuerte de la crítica histórica. La

situación de entrevista es uno de los elementos de los que Seignobos

llamaba la crítica externa. El documento oral

no

es un

fin

en sí; no es

historia, es un documento para los historiadores contemporáneos o

para los del futuro y por lo mismo debe someterse a las mismas con

diciones

de

empleo científico que las otras fuentes. La recolección

de documentos orales puede ser tan rigurosa y sistemática como cual

quier trabajo científico, sin que por ello el documento como tal se haga

científico .

o

vivido existencial no es la construcción necesaria del

conocimiento, la conciencia ingenua no es el equivalente de la con

ciencia conocedora. La historia pertenece al

orden

no de la vida, sino

del espíritu. 32

La

mis'lla renuncia a la empresa científica se expresa por momen

tos entre algunos investigadores del museo etnográfico de Creusot.

Este vasto proyecto conlleva primero una labor, perfectamente justifi

cada, que puede llamarse archivista en el sentido amplio del término:

Una

sección entera de nuestra memoria colectiva amenaza con des

aparecer para siempre

si

no guardamos, conservamos, inventariamos,

clasificamos, exponernos estos testimonios tan diversos de modos de

vida en vías de extinción. 33 Tenemos las preocupaciones acostum

bradas de los museos: inventarios de los emplazamientos, de las cons-

30

Comunicación oral de Isabelle Bertaux en la

jornada de

estudio sobre el testi

monio oral ,

ya

citada.

31

P Veyne, k,c. cit., p. 70.

32

R

Aron.

lntrodi,ction

aa philr,sophie

de

l'histoire, Gallimard, París, 1948 ( la. ed.,

1938),t

102.

3

J

C

Marrey, Point de vue ,

Aménagement

local, febrero de 1977, p. 4.

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8/17/2019 Historia Oral 2_cropped

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80

De Herodoto

la

grabadora

trucciones, de los archivos, de los documentos y también de los

objetos, desde luego ...

34

Pero a este trabajo de archivista q~e acoge

máquinas y legajos por igual haciendo un llamado a la población para

que espulgue sus graneros y haga revivir sus más antiguos recuerdos,

se suma de inmediato la ambición de influir

en

ella: Invitamos a la

población a descubrir los factores positivos

que

f~rjar~n su ~~rso~ali

dad y a los negativos que frenaron su desarrollo ;

35

La ongmahdad

del museo etnográfico de

la

Comunidad reside

en

su ambición: aspirar

al desarrollo cultural de una población.

36

Última etapa, la población

no

sólo ayuda a reunir archivos de todo tipo (desde objetos hasta re

latos autobiográficos), se convierte en objeto y actor involuntario de

una empresa

que

ya

no

es ni archivística

ni

histórica . Los investiga

dores, que ya no son ni archivistas ni historiadores ,

se

sitúan en el

mismo plano que la población y acaban por escribir en el programa de

uno de sus congresos: El aislamiento de los

que

fabrican la historia

debería poder convencerlos de que,. para una buena part~ de la ?ent~,

la cuestión es simplemente vivirla. No se trataría

de

la misma histona

y no sería válida para todo el mundo? 37 La respuesta a esta pregunta

retórica es evidentemente no; la palabra historia se toma en dos sen

tidos diferentes:

la

historia

que

viven los hombres tiene

una

categoría

epistemológica distinta de la historia fabricada (admiremos de paso

la crítica que este término implica) por los historiadores. La práctic.a

histórica sabe bien que

no

es cuestión de revivir el pasado, de perci

birlo y ponerlo a prueba [ .. ] sino de present rlo en un discurso que lo

haga inteligible.

38

Seguramente la práctica de las entrevistas orales, como toda_ prac

tica social,

nunca

es inocente, e incluso si se realiza sin que el inves

tigador tenga la aspiración de provocar una reacción p~lític.a (en el

sentido amplio),

puede

llevar a una nueva toma de concienci~ colec

tiva. Los

historiadores se encuentran ante el problema conocido por

los sociólogos

que

trabajan

en

las sociedades contemporáneas, cuyo

análisis mismo se convierte en uno de los datos objetivos de la reali

dad social que han observado e interpretado.

Ya

la toma de conciencia

34 M. Évrard, Les gens feuillent mémoire et grenier , ibid., p. 7

35 bid.

36

M.

Évrard, l:économie de

la

communauté urbaine.

Le

Creusot-Montceau-les

Mines , Spécial éco-musée, p. l

37 Programa del Congreso sobre la Memoria colectiva obrera , organizada los días

7 8 9 de octubre de

1977

(Circular del

15

de abril, p. 1).

' ' 38 F

Chatelet, a

naissance de

l'histoire, Pion, París, 10/18 , 1974, P· 16.

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D

Aron-Schnapper

y D Hanet

81

de las sociedades contemporáneas por sí mismas constituye, gracias a

las ciencias sociales,

una

de sus características. Sin embargo, no hay

que

concluir por ello

que

la encuesta oral cuestiona el papel de los

historiadores , que el historiador

ya

no

es responsable de

detentar

o

de elaborar

un

saber, sino, como el narrador

en

la sociedad antigua

(por lo demás mítico),

de

mantener y

de

transmitir una tradición.

No

se debe sustituir el papel de historiador (sociólogo, psicólogo ... ) que

interroga, analiza, explica, vuelve inteligible,

por

el del archivista.

El

papel del archivista, oral o no, tiene su

evidente

utilidad y nobleza,

pero

no

debe confundirse con

el

del historiador .

Aun cuando

no se

trate

del pasado sino del presente, el conocimiento sólo puede ser re

trospectivo: podemos vivir u observar los sucesos en el momento en

que

ocurren, sólo después los organizamos y los podemos

hacer

inteli

gibles.

Como

ha

señalado

J

Goy,39

no

es cuestión

de

elaborar una nueva

historia (el historiador siempre se compromete

con

la investigación de

su

propio pasado, así sean las fuentes orales o escritas) ni, claro está,

una

nueva sociología, sino de regresar a la constitución, con los medios

mecánicos

de

reproducción y el carácter sistemático de la encuesta

mediante entrevistas, perfeccionadas por sociólogos y psicólogos, de

las fuentes que durante siglos fueron las fuentes de los historiadores,

aunque una tradición reciente

que

apenas si se remonta a principios

de este siglo haya llevado a los universitarios franceses a rechazarlas.40

Los inicios de la historia griega descansan en relatos;41 el historia

dor

es,

en

primer lugai; el que se informa, el

que

investiga la tradición

oral.4

2

Con

todo, desde Herodoto y Tucídes existe por definición ese

desfase típico entre la experiencia vivida

y

la retrospectiva, que nunca

es resurrección y siempre es reconstrucción conceptual .43 Sin em

bargo, ese regreso a las fuentes de la historia

no

debe

hacemos

olvidar

9 Intervención

en

la jornada de estudios organizada por la Fondation Nationale

des Sciences Politiques,

ya

citada.

40 El

término de documentación oral de archivos orales nos parece conveniente

para el trabajo de los archivistas y de los archivistas orales ; en cambio, seguimos la

mentando el empleo del término de historia oral, adoptado

en

Francia siguiendo a los

anglosajones, para designar una historia que se basa en fuentes orales, entre otras.

41 En cuanto a mí, he de hacer conocer lo que me dicen, pero no estoy obligado

a creer completamente en ellos (que asf se diga de todo mi relato), pues hay gentes que

llegan a pretender .. (Herodoto, VII, 152). Podrían citarse muchos otros pasajes de

Herodoto: I, 123;

IV,

195;

VII, 148, 150,

152;

vn, 154, 168, etcétera.

42

D. Roussel, Les historiens

grecs,

Presses Universitaires de France, París, 1972.

43 R.

Aron,

op

cit.,

p.

95.

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82

De Herodoto

a

la grabadora

el sentido mismo de la reconstitución histórica, ni las adquisiciones de

finitivas de la escuela histórica científica del siglo

XIX

Cualquiera que

sea el proyecto, el del archivista, el del "historiador" o el del "archi

vista oral", el propósito es la utilización o la constitución de una nueva

fuente histórica, que algunas generaciones de historiadores universi

tarios equivocadamente dejaron de lado, y que los recientes intereses

de los historiadores han dotado con nueva actualidad. Puesto que los

cambios particularmente rápidos de la sociedad industrial hacen que

se resienta con mayor fuerza la necesidad de

mantener el recuerdo de

las tradiciones preindustriales y de recordar a un mundo que se desva

nece de

manera a menudo brutal, necesitamos

tanto

archivistas que

acepten las fuentes orales dándoles igual valor que a

los

documentos

escritos, como "archivistas orales" que (sin importar cuál sea su for

mación inicial) conozcan a la vez la práctica de la entrevista y el análi

sis riguroso de los textos, así como -last, but not least- historiadores

contemporáneos dispuestos a usar las fuentes orales, que reconozcan

su valor inestimable y sus límites.

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PRAXIS ANTROPOLÓGICA E HISTORIA

DE

VIDA*

FRAN<;OlSE

MOR N

Excepción hecha de narraciones como Tristes tropiques, los trabajos an

tropológicos de los antropólogos franceses no suelen ser

best

sellers. No

obstante, en los últimos años varias obras

de

"intelectuales nativos"

en

particular aquellas

en

las que el sujeto relata su historia de

vida-

han tenido un gran éxito.

La moda de la "autobiografía del pobre" se inició en 1975 con Le

cheval

d Orgueil, que forma parte de la serie comercialmente exitosa de

"Terre humaine".

Los volúmenes previos de la serie se convirtieron de pronto en te

soros ocultos para quienes procuraban comprender "lo que pasaba

en

la

mente

de los sujetos"

1

Todos los editores descubrieron a su "campe

sino arquetípico" y le dieron

voz.2

Como observó Claude Kamoouh, "la

hagiografía de los campesinos agotados por el trabajo se vende bien".

3

*Publicado en

Intemational Joumal

of

Oral

History, vol. 3, núm. 1, febrero, 1982,

pp. 5-29. Traducción de Victoria Schussheim.

I Pierre-Jakez Helias, prefacio a Toinou le cri d'un enfant, Antoine Sy v~re (comp.),

París, 1980.

2

Por ejemplo Émile Caries

J.

C.

Simoens, 1977), Henri Vincenot (Denoel, 1978),

Grenadou

Seuil,

1966), editado ahora en rústica.

3

Claude Kamoouh, "Les chantrés de la rusticité", Autrement, vol. 14, núm.

1,

1978. Kamoough, L 'Homme,

17,

1977, le recrimina a esta literatura, y en particular

a Helias, por tratar de comprender el pensamiento del campesinado bretón a través de

sus "anécdotas de granero más que mediante

la

reflexión sobre la cultura de

la

región

bretona". Pero como señalara Marce Druhle, Le

che\ al

d Orgueil de Pierre Jakez Helias:

83

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 84

Praxis amropol6gica e historia de vida

De hecho, las innumerables narraciones

de

la serie, trazadas con bu

cólica rusticidad y que celebran los fuegos de turba al anochecer, cons

tituyen una excelente mina de inforrnación.4 Además,

Heritage year

que legitimó y honró después los valores

en

extinción de la cultura

campesina, incrementó este interés por los poetas épicos de la vida

rural .

El nuevo mito del buen salvaje refleja un cambio del interés, del

exotismo lejano al exotismo próximo en el que se crea distancia, si

multáneamente, a través de la historia y del terna . El mito desarro

llado durante recientes años de transición

con

una creciente concien

cia de todo un mundo

el

mundo

de

la Francia rural, con sus institu

ciones, su calendario y sus relaciones- está desapareciendo .5 Como

ha señalado Freddy Raphael,

el

amor por

el pasado

y

la

resurrección de la tradición representan,

con frecuencia, una sensación de pánico ante el rápido cambio, un

deseo de esconderse bajo las faldas de

la

abuela como si fuese otro

mundo ,

un

temor a perder los baluartes y los apoyos necesarios

para mantenerse firme contra el flujo de cambios que inundan este

siglo.

Negarse a cortar

el

cordón

umbilical

con

el

pasado constituye

un intento por huir de la muerte.6

Para poder saciar esta hambre de pasado, para satisfacer esta bús

queda de raíces perdidas, los últimos testigos y las únicas fuentes de

una civilización moribunda relatan su historia y se transforman en los

bardos de nuestro campo de ficción .7

analyse d'un document 'biographique' , Pluriel 1980, Helias en ningún momento ha

aducido cientificidad;

no es

un problema que le interese . Este bretón escribe sus me

morias y da testimonio de una visión interna de la sociedad campesina, ya sea mítica o

moral.

4 Freddy Raphael, Le travail de la mémoire et les limites

de

l'histoire orale ,

Annales, enero-febrero, 1980, p. 143. ,

5

R. Bonnain·y Fanch Elegoet, Mémoires de crance: apere.u provisoire des

en·

quetes

en

cours ,

Ethnologie francai.se

núm. 8, octubre-diciembre, 1978,

4, p.

339.

6

Raphael, Travail de la mémoire , p. 143.

7

Véase el libro de Michel Marie y Jacques Viard,

La

campagne inventée Editions

Acres-Sud, 1977.

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Fraru;oise

Morin

LAs

NARRACIONES DE

EXPERIENCIAS DE VIDA

CUESTIONAN A LA SOCIOLOGÍA

85

Mientras este fenómeno de la autobiografía del hombre pobre si

gue siendo un éxito popular, los investigadores

en

ciencias sociales en

Francia están descubriendo la narración

de

vida como herramienta

metodológica práctica. Daniel Bertaux, por ejemplo, fascinado por

las obras de Osear

l..ewis

y consciente de la pobreza de esos méto

dos sociológicos cuantitativos que se utilizaron en exceso

en

la década

de 1960, ha procurado aplicar

al

principio casi clandestinamente

el método biográfico como técnica

de

observación. (El

establishment

sociológico permanece indiferente, si es que

no

hostil,

ante

tales enfo

ques cualitativos, que considera subjetivos y, por tanto, no científicos.)

En el contexto de la investigación sobre las determinantes de lamo-

vilidad social , Daniel Bertaux emprendió una crítica metodológica de

la historia de vida,s apoyándose sobre todo

en

trabajos norteamerica

·nos, y puso a prueba el método durante un estudio sociológico sobre

la supervivencia de las panaderías familiares enfrentadas a la meca

nización y la comercialización de la industria .

Ha

descubierto que. la

recopilación de narraciones de vida no es una técnica. Es mucho más.

Es

un nuevo enfoque sociológico. Y este enfoque crea gradualmente la

necesidad de reevaluar todos los otros aspectos de la praxis y el método

sociológico actuales .9

Ha

alcanzado una mejor comprensión

de

la resistencia del esta-

blishment

porque las implicaciones del enfoque biográfico incluyen

todo un nuevo enfoque de la práctica de la sociologia . Bertaux se

ve

llevado, de hecho, a comparar la variedad

de

significados de los

datos que recopila

en

las narraciones autobiográficas (cuya impor

tancia lo abruma ), con la chatura de los datos empíricos habituales

(también denominados cuantitativos .. y hasta científicos ).10 Al

mismo tiempo que critica el frenesí cuantitativo ll de la sociología,

denuncia también a los sociólogos que, presentándose como los crea-

B Daniel Bertaux,

Histoires e

vies

ou

récíts

e pratiques

informe CORDES, marzo de

1976.

9 Daniel Bertaux, Comment l'approche biographique peut transformer la prati·

que sociologique , Recherches

Économiques et

Sociales nóm. 6, abril, 1977, p. 29.

10

lbid. p. 30.

Daniel Bertaux, Ecrire la sociologíe , Tnformation

en

Scienses Sociales núm. 18,

enero, 1979.

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86

Praxis

arnropol6gica

e

historia

de vida

dores de significado", sobreimponen en realidad un collage

de

signifi

cado -extraído

no

de la realidad social, sino de su propia experien

cia personal- cuando

se

enfrentan a datos "silenciosos"

12

Si utiliza el

método biográfico, que "deja que el informante hable por sí mismo", la

sociología ya

no

"se escribirá tras puertas cerradas so pretexto de ob

jetividad". Bertaux denuncia "el mito de las pretensiones científicas

de la sociología"

_ 3 Con

el pretexto de la objetividad, e imitando a las

ciencias naturales, la sociología es llevada a "cosificar

lo

que está vivo,

a estructurar

lo

que es conflicto y contradicción, a considerar inmu·

table y rígido lo que es, en esencia, histórico".14 En la medida en que

libera la voz de sus sujetos, el enfoque biográfico parece "especialmente

útil para reestructurar toda la práctica de la sociología", cuyo objetivo

no

son fenómenos que obedecen a las leyes de la naturaleza física, sino

"la dilucidación progresiva y continua del proceso histórico de las re

laciones sociales"

15

Esa "sociología de rostro humano", que revalide a los seres hu

manos y a la vida misma al negarse a tratar "los hechos sociales como

cosas", según

ha

propuesto Bertaux, caracteriza también el trabajo de

Fanch Elegoet. El enfoque biográfico, que emplea para comprender

las prácticas sociales del campesinado bretón desde el comienzo del si·

glo hasta la

década

de 1960 parece "tener el potencial para arrojar

nueva luz" sobre esa sociedad, ya que permite "que su lógica interna

surja a través de las prácticas y las representaciones de sus actores"

16

Al darle voz a los "actores silenciosos" de la historia, Elegoet se niega

a imponerles sus presupuestos o intereses metodológicos y conceptua

les; el enfoque biográfico "no se presta a la proyección de

un

marco

de referencia externo sobre su sujeto". "Permite una comprensión de

lo que está pensando el campesinado bretón", y el acceso a "la reali

dad cotidiana de sus relaciones sociales". Debido a que destaca la vida

social, "permite que hablen los silenciosos" y "rechaza un testimonio

selectivo, censurado, aprisionado en sistemas de pensamiento exclu

sivos, reduccionistas, totalitarios", la biografía permite "obtener otro

12 Bertaux, "Approche biographique", p. 49.

13

Daniel Bertaux, "From the life history: approach to the transformation of so-

ciological practice" en D. Bertaux (comp.),

Biograph:

and societ: Londres, 1981.

14 Bertaux, "Ecrire", p. 25.

15

Bertaux, "Approche biographique",

p.

33.

16 Fanch Elegoet, "La société paysanne bretonne par l'approche biographique",

ponencia presentada

al

Noveno Congreso Mundial de Sociología, Upsala, 14-18 agosto,

1978, grupo

d

hoc

núm.

20, l'.approche biographique, mimeografiado, 9 pp.

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Fra~oise Morin

87

tipo de infom1ación, densa y profusa" .

1

7

No

obstante, si bien lleva a

los mecanismos lógicos internos de las sociedades que se analizan, el

enfoque biográfico implica una actitud analítica diferente por parte

del analista. "No se trata de hacer que el objeto encaje

en

categorías

externas, sino, por el contrario, de extraer las construcciones inter

nas de la sociedad por medio de las propias categorías semánticas del

informante" _ 8 En oposición a los métodos sociológicos habituales; en

los que "el investigador selecciona los datqs que recopila, impone su

problemática, su ordenamiento de la realidad, sus categorías", Elegoet

recoge el "significado que abunda en el material en bruto, y que rebasa

lo que una metodología predeterminada le hubiese permitido expresar

a los informantes y comprender al analista" .

19

Con su riqueza, el material biográfico desafía al investigador; su

análisis lo lleva a la "formulación de nuevas hipótesis y a la invención

de nuevos principios teóricos".

Desde esos primeros esfuerzos aislados de Bertaux y Elegoet,

20

la recopilación de material biográfico en Francia ha experimentado

cierto florecimiento, no sólo

entre

los sociólogos, sino también entre

los geógrafos, los politólogos, los historiadores y los lingüistas.

2

1

Si bien la recopilación de autobiografías, archivos orales o emo

textos permite "la penetración en esferas y escenarios sociales inacce

sibles por medio de las fuentes escritas, y le da voz a los participantes

olvidados de la historia", como dice Raphael,22 Bertaux y Elegoet han

demostrado que al menos a los sociólogos les plantea una serie de inte·

rrogantes que obliga al investigador a redefinirse, así como a cuestionar

su praxis.

Ya

no puede quedar satisfecho con la simple reproducción

de problemas clásicos. Con la historia de vida el investigador se ve

forzado a "ampliar su enfoque", a "ver desde otra perspectiva", a

fin

de

obtener una visión interna de la vida social.

Según estos dos investigadores, la visión interna de la sociedad a

17 Fanch Elegoet, "l'.homme et lamer , Tud Ha Bro Sociétés bretonnes núm.

l,

1979,

p.

2.

8

R. Bonnain y Fanch Elegoi t, "Mémoires

de

France: les archives orales pour quoi

faire", Ethnologie fraru¡aise vol. 8, núm.

4

octubre-diciembre

de

1978, p. 354.

19 Elegoet, "Société paysanne bretonne", p. 7. '

20

También hay que destacar a M. Catani, quien

ha

empleado desde 1970

el

método

biográfico para estudiar el medio de los inmigrantes en Francia. Véase Mohamed Y

Catani, ]oumal de Mohamed Stock 2, París, 1973.

21

R. Bonnain y E Elegoet,

en su

artículo "Mémoires de France",

han

invent¡,riado

más de cincuenta diferentes proyectos actuales

en

las diversas disciplinas.

22

Raphael, "Travail de mémoire", p. 127.

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88

Praxis

amropol6gica

e hiswria

de vida

~avés de la narr~ción autobiográfica es la razón de ser del antropólogo.

Desde sus comienzos -escribe Elegoet- la etnología ha practicado

la narra~ión c,º~.memorativa, la entrevista genealógica, la biografía,

la autobiografía.

23

Bertaux cita a Leo Simmons y Osear Lewis, au

tores de las grandes autobiografías etnográficas conocidas

en

todo

el mundo, cuyo mérito principal ha sido el de permanecer

en

silen

cio ante la riqueza de las narraciones que recopilaron. Sin embargo,

y aunque la antropología cuenta con una larga tradición de historia

de

vid.a,

debemos recordar que ésta ha sido usada principal

-y

casi

exclusivamente-

en

Norteamérica. lQué piensan de este método los

antropólogos franceses? lPor qué

lo

han empleado tan pocas veces?

Estas pr~guntas se vuelven aún más interesantes ante

el

hecho de que

el trabaJo de campo <; el etnólogo está mediatizado por uno o más in

formantes que

se

refieren a sus propias experiencias vitales cuando res

ponden sus preguntas. Es esto lo que lleva a L L Langness a decir que

toda la an~ropologfa es, por su naturaleza, biográfica[ ... ] porque el in

formante solo comprende las cosas en el contexto de su propia vida .24

Antes de interrogar a los antropólogos franceses acerca de

la

solidez

de este enfoque metodológico, revisemos la tradición norteamericana.

LA HISTORIA DE VIDA EN LA ANTROPOLOGÍA NORTEAMERICANA

Dos obras separadas por un intervalo de veinte años han intentado

asumir una posición frente al problema: la primera es The

use of

per-

soruzl o~u~ts in ~nthropology de Clyde Kluckhon (1945); la segunda

es

_he

life

history

m

anthropological

science

de

L.

L

Langness

(1965)

Al tiempo que presentan una visión crítica del enfoque, ambos libros

prop~gnan su mayor utilización por parte de los antropólogos. Pero

c.o~viene señ~lar que en años recientes, con su insistencia en la obje,

t1V1dad y

~u

b~ueda de una estru~tura -en detrimento de

lo

subjetivo

y de

lo

psicologico- la antropologia ha tendido a descuidar la técnica.

Durante ~odo el siglo

XIX

la literatura de naturaleza biográfica que

rastreaba la vida

de

los grandes jefes amerindios y celebraba las virtu,

des del buen salvaje -que acababa de ser conquistado y al que se

pretendía civilizar - fue muy popular en Estados Unidos. Sin em-

23 Elegoet, Société paysanne bretonne , p. 340.

24

L. L Langness,

The life

history in anthropological scíence, Nueva York, 1965, p. 4.

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Franfoise

Morin

89

bargo, fue hasta 1926, con la publicación de Crashing thunder de Paul

Radio cuando los antropólogos comenzaron a usar realmente el enfo

que biográfico. Como señala John Dollard,

el

valor de la obra radica

en

su reconstrucción de la cultura winnebago desde

el

interior, más

que

en

el excelente análisis de la vida de un individuo 25 En realidad

Radio utiliza la biografía no sólo para rastrear cronológicamente una

experiencia determinada, sino también para mostrar cómo reaccionan

los individuos a las normas culturales impuestas por la sociedad. Su

influencia sobre los antropólogos norteamericanos fue significativa; a

partir de entonces, y hasta 1945, emplearon ampliamente esta técnica

cuando iban a las reservaciones a recopilar relatos de los últimos tes

tigos de la cultura amerindia tradicional. En un esfuerzo comparable,

Edward Sapir destacó las ventajas de un matrimonio entre la psico,

logía y la antropología. Al demostrar en su obra la relación intima que

hay

entre

individuo y cultura, inspiró a muchos de sus alumnos utilizar

la biografía en sus investigaciones.

e

En medio de este florecimiento de los documentos biográficos du

rante el primer periodo (1926-1945), destacan tres obras: Son of old

man hat,

de

Walter Dyk (1938);

Snwke

from their

fires,

de Clelland

Ford (1942), y el más conocido Sun Chief de

Leo

Simmons (1942).

Kluckhohn considera que este libro

es

la mejor autobiografía nativa,

no sólo por su etnografía, que proporciona un caudal de información

nueva sobre una sociedad ampliamente estudiada, sino también por

que renueva el método biográfico. Analicemos primero este último

punto. Leo Simmons, siguiendo los consejos del etnólogo Mischa Ti

tiev, especialista en la cultura hopi, escogió como informante a Don

Talayesva, que tenía entonces 50 años, y lentamente le hizo escribir

-por

sí mismo- la historia de su vida (pagándole aproximadamente

siete centavos de dólar por cada página manuscrita). En consecuen

cia, durante tres años (1938-1941), y totalmente solo, Don Talayesva

escribió un diario que llegó a tener ocho mil páginas y que rebasaba

con mucho las preguntas iniciales planteadas por Simmons, a lo que

se debe su calidad excepcional de reconstruir la cultura hopi desde

dentro... tal como es vivida primero por el niño, y después por el

adulto _26 La contribución metodológica de este libro consiste en el

hecho de que, por primera vez, el autor

de

la biografía es el mismo

informante. Desde iuego, el papel del etnólogo resulta determinante

2

5John Dollard,

Critería

for

the life

history, New

Haven

1935, p. 260.

2

6 Claude Lévi-Strauss, prefacio a la traducción francesa, Soleil hopi l autobiographie

d un

indíen

hopi

Par(s, 1959,

p.

x.

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90

Praxis amropológica e hiswria de vida

en la presentación final; además, Kluckhohn le reprocha a Simmons

el haber condensado excesivamente el material en bruto de Talayesva

-sólo se publicó una quinta parte-y haber modificado el estilo original,

del cual sólo encontramos un breve ejemplo en una carta (apéndice

D

que Don le mandó a su hermano Honseseoma Oso que Rastrea), que

era el nombre hopi de Simmons.27

- Más allá de su novedad metodológica, lqué otra cosa puede en

contrar el antropólogo en una historia de vida como ésta, que tras

ciende la mera descripción para revelar por primera vez, desde aden

tro , cómo se experimentan las costumbres y las instituciones? Titiev,

por ejemplo, le escribió a Kluckhohn que estaba sumamente impresio

nado por la sensación de impacto e ira de Don cuando en su iniciación

le revelaron los secretos de los kachinas .2

8

Al mismo Kluckhohn le

impresionó el papel central que desempeña la brujería en la narración,

papel que poco a poco conduce a la angustia y conforma el compor,

tamiento de Don Talayesva. En su análisis de los efectos de la cultura

hopi sobre la personalidad de Don, David Aberle es sin duda quien me

jor pone de manifiesto la riqueza de este documento.29 Aberle señala

que, desde los 4 años, Don estaba desarrollando una sensación de des

confianza:

Tamqién aprendí a reconocer a la gente en la que

podía

confiar[ ...]

Aprendí pronto a distinguir a la gente que

podía

castigarme[ ...] Los

parientes a los que

un

chico tiene

que vigilar más de

cerca

son

los

hermanos de su

madre

y sus hermanos de

clan.

Tienen dere

cho a castigar severamente a un chico desobediente,

y

casi

pueden

matarlo.30

La iniciación

en

la sociedad kachina, hacia los

9

años, sólo sirvió

para aumentar esta desconfianza. Cuando los kachinas entraron a la

27 Si bien el texto retrabajado por Simmons es tal vez más fácil de leer y, por tanto,

más accesible para el gran público, para el investigador hubiese resultado más útil contar

con

el

texto original de Don.

La

reelaboraci6n y

la

organización del discurso recopilado

por el método biográfico sigue siendo un tema de gran discusión. Para preservar la cua

lidad especfficamente oral

de

los testimonios, se tiende cada vez más, en la actualidad,

a publicarlos sin modificaciones. Véase por ejemplo Selim Ahmed,

Une

.iie d Algérien,

est

ce ~a

f

ait

un

livre que

les gens

oont lire?,

París, 197 3.

8 Citado por Kluckhohn.

9 David Aberle,

The

psychosocial analysis

of

a hopi life-history ,

Comparati1.1e

Psyclwlogy Monographs, vol.

XXI,

núm.

1,

1951.

30

Leo Simmons,

Sun

Chief,

New

Haven, 1945, pp. 67-70.

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Fra~oise Morin

91

kiva sin máscaras me llevé una gran sorpresa. No eran espíritus sino

seres humanos .. Me impresioné y me enojé especialmente cuando vi

a todos mis tíos, padres y hermanos de clan que bailaban como kachi

nas.

Lo

peor fue lo que sentí cuando vi a mi propio padre[ ... ]

3

Los

kachina, a los que siempre le habían presentado como dioses, no eran

más que sus parientes.

La

desilusión y la traición refuerzan lo que Don

había experimentado desde la infancia: resentimiento y desconfianza.

Durante su vida adulta las creencias y prácticas de la brujería siguie

ron reforzando este tipo de personalidad. Dentro del contexto de este

hecho psicocultural, de miedo por un lado y de angustia por otro, la

muerte sucesiva de sus hijos es interpretada como actos de brujería

y hostilidad. Don

se

vio impedido de reaccionar por el miedo avasa

llador de convertirse en un kahopi, es decir en un espíritu maligno o

Dos Corazones. El análisis de Aberle, que lamentablemente no pode,

mos discutir en este lugar, tiene el mérito de demostrar el potencial de

historias de vida como la de Don para revelar la importancia de la inte

racción continua de costumbres, instituciones, creencias y parentesco

con el comportamiento de Don; o,

en

otros términos, la forma

en

que

la cultura funciona como telar para las hebras del destino individual.

La edad dorada de la biografía en Estados Unidos terminó con

Sun

Chief, y las últimas obras son evidencia de una mayor preocupación por

la metodología que en las primeras, que estaban motivadas, sobre todo,

por el deseo de registrar culturas en extinción.

Siguiendo la obra teórica de Cora Dubois y Abraham Kardiner,

quienes utilizaron documentos biográficos,32 el desarrollo de la escuela

de Cultura y personalidad y una vasta investigación sobre el cam·

bio cultural y la aculturación, se podía haber predicho, como hizo

Langness, que la historia de vida adquiriría más popularidad después

de 1945. Paradójicamente, durante este segundo periodo la historia

de vida fue abandonada por los antropólogos norteamericanos.

Se

sugieren varias razones de ello. Langness señala un uso cada

vez mayor de

tests

psicológicos y de entrevistas cerradas por parte de

los antropólogos interesados por los problemas de la personalidad, lo

que corresponde sin duda a un movimiento por objetivar, por cuantifi

car los hechos para volverlos representativos. Cuando se empleaba la

31 Ibid.

p. 84. '

32 Cora Dubois, The

people

of Alor Minneapolis, 1944; Abraham Kardiner, The

psyclwlogical frontien

of

society, Nueva York, 1945.

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92

Praxis amropológica e hiswria de vida

historia de vida era un tipo de estudio de caso clínico individual, sobre

todo entre los etnopsiquiatras.33

Como lo ha propuesto Sidney Mintz, parece necesario ubicar la

falta de interés de los antropólogos por la historia de vida en el con

texto de la ~ntropología norteamericana. Mintz nos recuerda que,

hasta el comienzo de la segunda guerra mundial, los antropólogos se

concentraban por entero en sociedades ágrafas, técnicamente rudi

mentarias y no muy diferenciadas .

3

4

En la medida en que los evolu

cionistas veían el estudio de las sociedades primitivas en términos

de rastrear la historia de la humanidad, algunos antropólogos, como

Franz Boas, no sentían interés por reconstruir las etapas del progreso

~umano.

No

obstante, era necesario capturar, mientras aún era po

sible, todo lo que quedaba del pasado no occidental .35 Esto sugiere

que el estudio de los pueblos aculturados por el dominio de una so

cie~ad colonial

no

contaba _con un espacio en la antropología.

Las

sociedades que debían estudiarse tenían que ser aisladas, primitivas ,

y

no

estar en contacto con el mundo occidental. Esto tendió a hacer

de la antropología una

ciencia

de una clase de existencia humana (ge

nuina o espuriamente 'primitiva') y a amputar arbitrariamente la com

prensión de las continuidades de la existencia humana

en

l

tiempo

y

en

el espacio.

6

La necesidad de estudiar a esas sociedades como

si fuesen estáticas condujo a los antropólogos norteamericanos, du

rante

50 años, a presentar a los amerindios como primitivos que no

participaron en la historia de la cual fueron víctimas, y a ver bajo una

luz favorable la modernidad de la vida amerindia que se produjo corno

resultado del contacto constante con la sociedad dominante.

Cuando

en

1948,

después de la guerra, Sidney Mintz participó

en

el Proyecto Puerto Rico organizado por Julian Steward, el estudio an

tropológico de las sociedades modernas y complejas era muy poco fre

cuente, si

es

que

no

totalmente herético . Realizar la etnología del

Caribe era igualmente problemático, ya que las sociedades antillanas

no eran primitivas sino productos históricos que no cabían dentro

de la esfera de la antropología clásica. Hasta 1945, la historia de vida

.

33

Por ejemplo George Deveraux, Reality

and dream:

psycliotherapy

of a plain in-

dian, Nueva York,

1951;

\lictor Bamouw, The fantasy world

of

a chippewa womann,

Psych~~ry: Jouma for the t~y of lnie ~sonal

Relations~ núm. 12,

1974,

pp.

67- 76.

S1dney Mmtz, prefacio a la ed1c1on francesa de su libro

Taso,

la ~ie d'un

trawilleur

de l canne,

París,

1979, p. 10.

3

5 fbid., p. 10.

36

lbid.,

p. 11.

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Fra~oise

Morin

93

se adecuaba muy bien a este contexto ideológico. Relataba la vida de

amerindios que vivían en sociedades tradicionales, armoniosas,

si

bien

resultaron profundamente desorientadas por la llegada de los blancos.

Al describir lo que pronto

se

convertiría en el pasado norteamericano,

la historia de vida momificó a los amerindios en su primitivismo ori

ginal, tal como los antropólogos querían representarlo.

Después de la segunda guerra mundial esta herramienta meto

dológica, basada en una visión estática de las sociedades primitivas,

parecía inadecuada para el estudio de sociedades occidentalizadas y

estratificadas. El uso de la biografía, por parte de Mintz y de Osear

Lewis, para relatar la vida de gente común y corriente del proleta

riado de Puerto Rico y de México resultó algo revolucionario o mar

ginal. Cuando en 1960 (un año antes que el libro de Osear Lewis),

apareció Worker

in the

cane 37 casi no había ninguna autobiografía de

personas de la clase trabajadora occidentalizada escrita por antropólo

gos . Esta biografía fue la primera obra antropológica que ahondó en

una vida proletaria a fin de comprender lo que el colonialismo, el im

perialismo, la pobreza y el sistema de la plantación industrial le habían

hecho a un tipo de persona y de comunidad .

  8

.

Osear Lewis señala que los antropólogos mexicanos, preocupa

dos por su problema indíger,a, han descuidado a los pobres urbanos .

  9

La cultura de la pobreza que se revela en Los hijos de Sánchez, es no obs

tante, un problema persistente. En México ha sido un fenómeno más

o menos perdurable desde la conquista española de 1519, cuando se

iniciaron el proceso de destribalización y el movimiento de campesinos

hacia la ciudad .40

Mintz y Lewis, al trabajar en sociedades que la antropología solía

ignorar, resultan innovadores tanto en sus enfoques metodológicos

corno en las relaciones sociales de su trabajo de campo. n la ma

yor parte de las obras que se comentan aquí, el antropólogo aparece

como un espíritu invisible que graba y observa sin involucrarse emo

cionalmente. Por doquier se pasa por sobre la relación que vincula al

antropólogo y al informante, cuya calidad es decisiva para las condi

ciones de producción de la narración final. Mintz y Lewis, por

el

con-

37 Sidney Mintz, Worker of

the

cane,

New

Haven, 1960.

38 Mintz,

Taso,

p.

14.

39 Osear Lewis,

The children

of Sanchez: Autobiography

of a

mexican family, Nueva

York, 1961,

p. XXII.

Los

hijos de Sánchez. Autobiografía de

una familia

mexicana, Grijalbo,

México,

1982.

40 lbid., p. XXV

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94

Praxis antropológica e hiswria de vida

trario, d_estacan

en

sus respectivas introducciones la importancia de

las relaciones

~

comparten

con

sus informantes, y que no son de na

turaleza ec~nomica, como la de Simmons y Don Talayesva, sino fruto

de una

amistad profunda y

una

confianza reconocida. Oigámoslos:

o que comenzó como un interés profesional en su vida se con

virtió en amistades cálidas y perdurables(

...

]

La

familia Sánchez

aprendió a confiar y a creer en

mí.

Nos llamaban a mí a

mi

esposa

en

momentos de necesidad o de

crisis

y les ayudamos en

enfermedad~s, borracheras, problemas con

la

policía, desempleo y

peleas familiares. No seguí la práctica antropológica habitual de

pagarles como informadores (ino como informantes ), y me sor-

pre~dió la falta

de

motivación monetaáa en su relación conmigo.

Básicamente, lo que los llevó a contanne

sus

histoáas de vida fue

su sentimiento de amistad.41

El

trabajo que Taso y yo emprendimos juntos

se

basaba en la

confianza y la estima mutuas. Nunca le pagué directamente a Taso

por su cooperación, ni hubiese sido posible que lo hiciera: nos

· habíamos vuelto demasiado amigos. Yde cualquier manera el pago

no hubiera sido congruente con

los

valores rurales de Puerto

Rico.

o

que podía hacer era comprar regalos ocasionales para la familia

Y

ayudar con el cuidado dental de los niños, o con

los

arreglos de

l~ casa. Taso c~nfía ahora

lo

bastante en mí como para sentirse en

libertad de pedmne dinero cuando lo necesita mucho, y esto es una

verdadera prueba de

la

intimidad que hemos llegado a

tenei:42

, El uso de grabadoras eléctricas,

que no

eran

tan

comunes

en

la

d~cada de

1950

como ahora, permitió en ambos casos grabar las narra

~iones de los "silenciosos de la antropología". Osear Lewis señala

que

con ay~da de la grabadora las personas impreparadas, sin educación

Yhasta iletradas pueden hablar de sí mismas y relatar sus observacio

  ~y experiencias de

manera

desinhibida, espontánea y natural".43 Si

bien ~eorganizó cr?~ológicamente la narración grabada, Mintz subraya

que

nunca

cambie las palabras de Taso o su sentido".44 (Adviértase

cuánt~

se

a~anzó desde Sun

Oiief.

Si

Don

hubiese podido grabar

su

narración, Simmons hubiera evitado la trampa

que

se creaba al hacer

que una persona formada en

una

sociedad con tradición oral empleara

la comunicación escrita.)

41 lbid.

p. XX.

42

Mintz,

Worker

p. 7.

43

Lewis,

Children p. XXII.

44

Mintz,

~rker p.

6.

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Fra~oise Morin

95

Si bien el libro de Lewis nos brinda

una

visión

penetrante

de una

familia proletaria mexicana gracias al uso

innovador

de autobiografías

cruzadas que "suprimen parcialmente la subjetividad inherente a una

autobiografía única",

5

la

obra de

Mintz

parece

más

importante

por un

número

de

razones. El

autor no

se satisface con reconstruir la histo

ria de Taso, sino

que

más bien nos informa de las motivaciones que lo

llevaron a

emprender

la historia de vida de Taso.

Se

entera por ac

cidente

de que Taso, con quien había trabajado varios años antes y

a quien considera su amigo, acaba de convertirse al pentecostalismo.

Al no

comprender

el significado de un cambio tan fundamental para

alguien a quien creía

conocer

bien y

que

había resultado

ser

un

infor

mante muy pobre

en

lo referente a materiales religiosos", Mintz decide

volver a Puerto Rico y "pedirle a Taso que coopere[ .. ] escribiendo la

historia de su vida".46 El trabajo entra, así, en el contexto de un pro

grama de investigación, con una larga relación por ambas partes, con

una gran amistad en la que cada uno involucra al otro, y la riqueza de

cuya interacción nos es presentada por el autor.

Otro elemento innovador que nos ofrece el libro -que ningún

otro documento biográfico

ha

logrado hasta hoy- es el análisis de los

datos biográficos

de

Taso a la luz del

contexto

socioeconómico

de

su

grupo social proletario rural. Como lo

señalara

Mintz

en

un artículo

reciente,47 esto implica que, si bien la historia de vida requiere un tra

bajo de campo intensivo con uno o más informantes, no puede sos

layar el estudio intensivo de la

comunidad

en la que vive y trabaja

el informante principal.

De

hecho, es la comprensión de los cambios

acelerados

que

se produjeron

en

los cinco

años

anteriores

-no

sólo

en

el Barrio Jauca (el barrio de Taso), sino

también

en la región costera

meridional y en todo

Puerto

Rico- lo

que

le permite a Mintz explicar

los diversos problemas a los

que

se

enfrentó

Taso a lo largo

de

su vida

y

comprender cómo -dado el desorden económico, político e ideológico

de toda la sociedad- Taso se ve llevado a escoger rumbos alternativos,

como la conversión al pentecostalismo.

Desde

que

en

1960

apareció este primer análisis del material bio

gráfico -esta "historia

dentro de la

historia"-,48 cabe condolerse, como

Langness, de

que

en nombre de

una

presunta objetividad científica

45 Lewis

Children p. XI.

46 Mintz, \.\íbrker p. 6.

47

Sidney Mintz,

The

anthropological interview and che life history", The Oral

History Review 1979, pp. 18-26.

48 Título del último capítulo de la traducción al francés de Mintz, Worker.

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96

Praxis amropológica e

hiswria

de

vida

mayor Y de preocupaciones teóricas diferentes, los antropólogos nor

teame~icanos hayan rechazado este enfoque. Y, no obstante, lno es

esta busqueda de la precisión una coartada científica para

no

aventu

rarse e~ la ~atural_eza de la relación dual de la antropología, implícita

e~ la histona de vida,

en

la que "el etnógrafo y el infonnante se

entre-

vistan mutuamente ?49

LA HISTORIA DE VIDA Y LOS ANTROPÓLOGOS FRANCESES

Durante

los últimos

50

años

50

los estilos nacionales en antropología

s~ ex~resaro~ en parte, en Francia, en una actitud ambigua hacia la

~1stona de vida. ~lgunos la recomiendan; otros la aprecian pero con

sideran

que

ensena poco. Muchos la ignoran; muy pocos la usan.

~n

~u

~;tfculo de 1_934, "Fr~gmentd'un plan de sociologie générale

des1.-npt1ve , ~ue anahza los metodos existentes para estudiar lo·s sis

temas educativos, Marce Mauss muestra que existe un medio de eva

 ua~i~n.

Es_

la recopilación de autobiografías. Se puede interrogar a

md1v1d

u~s discretos como l?s

i_efes

sioux, como por ejemplo a 'Crashing

thunder,

al que Paul Radm introdujo a la historia. En estas narra

cio 1es indiv.~duales se ve cómo se cría a la gente, quién lo hace y de

que

manera .

51

En su famoso Manuel d'etlmographie Mauss encuen

t~a

también que "el método autobiográfico que cons~te en solicitarle

biografías a ciertos individuos, como

lo

hace Radin da excelentes re-

I d

.. 52 n •

su ta os · ue esta manera, uno de los padres fundadores de la antro-

pología francesa parece recomendar la historia de vida como enfoque

metodológico.

En una encomiosa reseña de Sun Chie[, publicada primero

en

una

re~ist~ norteamericana

53

y luego en L 'Anné Sociologu¡_ue Lévi-Strauss

comcide con Mauss.

El libro constituye un documento de excepcional valor para la etno-

:~ Mintz,

. ~~

anthropological interview",

p.

23. Cursivas del autor.

. P

Merc1er, ~nthropologie sociale

et

culturelle" en Jean Poirier (comp.) Eth _

log1egenérale,

París, 1968, p. 898. • no

Marce Mauss, Oeuvres, París, 1969, vol. 3, p. 341.

53

Marce ~auss,

Ma~uel

d ethnographie París, 1947, p.

15.

Leo W. S1mmons, Rev1ew of Sun Chief" Social

Research

núm ·10 1943

515-517. ' ' . ' • pp.

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Franqoise Morin

logía

y la psicologia[ ...]

porque,

desde

el comienzo,

tiene éxito en la

tarea

más difícil

a que se enfrenta el investigador

de

campo: cómo

presentar una cultura ajena

desde

dentro" como un todo viviente

regido

por

la

armonía interna, yno

como

una acumulación arbitra

ria de costumbres e instituciones cuya

exi.stencia,

simplemente,

se

observa.54

97

Esta "admirable biografía pennite observar paso a paso la adap

tación de un niño a las exigencias de su cultura".

5

5 Este teórico del

parentesco nos recuerda, incluso, que "para un niño hopi no

es

más

difícil que para uno de los nuestros

entender

por qué a cualquier an

ciano debe llamarlo 'hijo mío'

.

Lo que le parece contradictorio al

primero no lo es menos para el segundo. "La descripción de las dificul

tades psicológicas que pueden ser causadas por el aprendizaje de este

sistema", incluso para un niño como Don, "que nació en una sociedad

que lo practica tradicionalmente", representa para Lévi-Strauss "una

de las mayores contribuciones de

Sun

Chief a la teoría emológica".56

Esta función catártica, "el mérito principal

de

los trabajos que se ba

san en autobiografías indígenas", permite resolver, por eliminación,

numerosos problemas o seudoproblemas que, "debido a la artificiali

dad de la observación desde el exterior, parecen reales". Pero hasta

aquí llegan las virtudes de la biografía. Si bien Lévi-Strauss coincide

con Kluckhohn en que la biografía "contribuye a resolver falsos pro

blemas", se muestra muy inquieto cuando el segundo observa que "el

estudio sistemático y comparativo de documentos individuales puede

inaugurar

una

nueva era de la investigación etnográfica" 57

En la medida en que revelan varias claves de lo que habría de diri

gir y dominar la antropología francesa hasta el presente y de lo que en

cierta forma determinaría la falta de interés de Lévi-Strauss por la bio

grafía, estas reflexiones, tomadas principalmente de dos de sus reseñas

publicadas treinta años atrás

en

t nné Sociologique, siguen teniendo

importancia. Si bien reconoce el valor excepcional de una narración

corno la de Don Talayesva, que supera lo que para el antropólogo ha

representado con frecuencia un "enigma insoluble" y logra lo que la

~5

Claude Lévi-Strauss, "Compte rendu

de Sun

Chief. the autobiography of

a hopi

indian, par Leo S. Simmons",

I:Anné

Sociologique 1940-1948 1950, p. 330.

55 Oaude Lévi-Strauss, Les

structures elementaiTes

de l

parenté,

París, 1967, p. 104.

5

6

Claude Lévi-Strauss, prefacio a la edición francesa de Sun Chie{. soleil

hopi,

París,

1959,l

v

·

1 Lévi-Scrauss, "Compte rendu", p. 330.

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98

Praxis aruropológica e historia

de

vúia

mayoría de los antropólogos procuran en vano a lo largo de su ca

rrera: la reconstrucción significativa de una cultura desde adentro,

Lévi-Strauss no promueve la recopilación sistemática de esos datos

biográficos porque,

para

él, la experiencia individual no constituye un

objetivo científico. La biografía, más

que

ensefiar, devuelve la vida .

Por tanto, para el etnólogo resulta imprudente detenerse en los casos

individuales; por encima de todo debe recopilar esos elementos que

permitan elaborar una teoría sistemática.

En un artículo publicado

en 1965,

Roger Bastide demuestra que

dos ramas divergentes de la antropología francesa, representadas por

Lévi-Strauss y Leenhardt (sin duda se vincula con este último), se ba

san en un desacuerdo que, en realidad, es filosófico. Detrás de

Do

Kamo y La pensée sauvage están los espíritus de Descartes

y

de Kant.

58

El lector debe consultar el artículo para ver los detalles de la discre

pancia, pero señalemos, al menos, la idea de que las culturas estu- .,

diadas por los antropólogos presentan la misma multiplicidad que las

sensaciones para el filósofo. Ambos pretenden buscar

-y

por tanto

encontrar-

orden. Los etnólogos como Lévi-Strauss buscan la estruc

tura en actos culturales que son producto de la naturaleza humana.

Para descubrir tal orden, el antropólogo debe evitar las ideas confusas

y oscuras , como señala Bastide. Para Lévi-Strauss no existe manera,

como con Descartes, de convertir la confusión en orden y la oscuridad

en

claridad .59 Lévi-Strauss no niega esta zona de penumbra. Se ve

forzado a reconocerla, pero se libra rechazándola . Se libra de ella en

la idea misma de

la pensée sauvage

(que es desculturizada ), y trata la

clasificación de la realidad como característica distintiva de la mente

humana .60 La descarta en su estudio del mito; estudia a éstos para

destruirlos, encontrando sólo las huellas de la razón y sus leyes cons

titutivas.

Nunca

se arroja al abismo, ni coquetea con l vértigo de

los símbolos. Si bien reconoce la riqueza de las ideas, el

des~rtar

de las sugestiones y la cualidad de abrir brecha que se encuentra

en

las obras de Lévi-Strauss, Bastide critica su orientación durkheimiana,

que lo lleva a cosificar las diferencias y a convertirse en el cirujano que

58 Oaude

Lévi-Strauss, Compre

rendu

de l'ouvrage de CI. Kluckhohn.

The

use

of

personal

documents

in anthropological science , L 'Anné Sociologique

1940-1948 ,

1950,

p.

33 l

59 Roger Bastide, Conclusion

d'un débat

récent: la pensée obscure et confuse ,

Le

monde

non chrétien,

julio-diciembre,

1965, p. 139.

60 Ibid., p.

142.

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Franqoise

Morin

99

anestesia los cuerpos que desea operar a

fin

de poder disecar mejor la

red de los ligamientos .

6

1

Este comentario sobre las reflexiones de Bastide no es gratuito.

La historia de vida es parte de las sombras que

ha

desechado Lévi·

Strauss. Desde luego, parece seductor

(ya

que

encomia

Sun Chief);

pero también es peligroso porque desvía al antropólogo de su verda

dero trabajo.

El

problema es que no sólo se revelan dimensiones irra·

cionales de la vida social, sino también dimensiones significativas que

las estructuras de la razón o la mente no cubren. La subjetividad in·

herente de la historia de vida y el que produzca hechos que no pueden

asimilarse con cosas se denuncian como límites del método y pruebas

de su estatuto

no

científico. Lévi-Strauss sigue estando convencido de

que sólo los hechos sociales considerados como cosas pueden cons

tituir una verdad científica .62 Esta cosificación , enseñada durante

los últimos 30 años, ha dominado la antropología francesa a través de

su construcción de un sistema que, por erudito que sea, permanece

en

silencio con respecto a los seres humanos que le han dado vida.

Bastide se

ha

opuesto siempre a la antropología de las formas va,

cías y deshumanizadas. La civilización no es sólo un sistema mecáni

co de conexiones entre puntos, sino una armonía de significados que

no es el reflejo de esas relaciones sino, más bien, su carne y su sangre .

63

El etnólogo debe dejar de colocar la civilización bajo un cristal[ ... ]

debe descosificar los hechos sociales para volverlos humanos

.64

Com

prender que en la vida lo que es animal y planta tiene que triunfar

sobre el espíritu de la mineralogía .

6

5

En

su

busqueda de el Otro

en Otra parte , Bastide sondea incesantemente las profundidades de

un mundo de confusión y oscuridad,66 un

mundo

que nuestra civili

zación rechaza o que, más precisamente, considera como una exis·

tencia inferior, inadecuada, como una conciencia de segundo orden

y

por tanto, indigna de atención .67

61 Ibid., p. 144.

62

Ibid., p.

145.

63

Lévi-Strauss, Compre

rendu

de Kluckhohn , p.

33

l

64 Roger Bastide, l'.ethnologie

et

le nouvel humanisme ,

Rewe

Philosophique,

octubre-diciembre de 1964, p. 447.

65

Ibid.

p. 446.

66

Véase nuestro artículo, Franc;oise Morin, Roger Bastide ou l'anthropologie des

gouffres

,

Archives de

Scienm Sociales

de

Religioru,

n(ím. 40, 197

5,

pp. 99-106. Asi

mismo, Charles Lalive d'Epinay, Roger Bastide

et

la sociologie des confins , L 'Année

Sociologique, núm. 25,

1974,

pp. 13,26.

67 Roger Bastide, Conclusion débat récent , p. 148.

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100

Praxis

antropológica

e historia

de

vida

Como Bastide no levanta barreras impasables entre las diferen

tes ciencias sociales, y como destaca continuamente el hombre com

pleto y la relación íntima entre lo social y lo psicológico, siempre se ha

mostrado abierto

al

uso de la historia de vida

en

el trabajo de campo.

Si bien él mismo no

ha

recopilado ninguna,

ha

recomendado firme

mente el método a sus alumnos, tanto

en

Brasil corno

en

Francia. Ésta

no

es más que una de las muchas sendas que les

ha

abierto, al saber

que

en

su propia vida no disponía de tiempo suficiente para explorar

las todas. Dos de sus antiguos estudiantes brasileños han seguido esta

senda metodológica. La primera, María lsaura Pereira de Queiroz, re

copiló la historia de vida de una sirvienta afrobrasileña, hija de una

esclava y representante de la clase baja de color de Sáo Paulo.

La

segunda, Renata

J

rdin Moreira,

ha

escrito acerca de un dirigente mu

lato de asociaciones masculinas de color , testigo de la historia de los

Paulistas Negros. Bastide presentó estas dos experiencias en un vo

lumen de Sóciologia de 1953, diciendo que,

en

su opinión, la princi

pal contribución metodológica de esos trabajos consistía en demostrar

que,

en

oposición a lo que sugiere Dollard (cuyos criterios parecen re

sultar insuficientes), el investigador, por encima de todo, debe evitar

la estandarización, a

fin de

poder adaptarse al medio social específico.

Tiene que refinar la técnica según el grupo sea aislado o interactivo,

corresponda a un estrato o a otro, tenga modos de vida

fijos

o móvi

les, y grupos tradicionales o de transición .

68

Entre

los

estudiantes que

han par~icipado

en

los seminarios de Bastide

en

I..'.École Pratique des

Hautes

Etudes, Selirn Abou es sin

duda

el que mejor aplicó la técnica

en

su libro Immigrés

dans

l autre Amérique,69 que presenta las autobio

grafías de cuatro argentinos de ascendencia libanesa.

Sin embargo,

si

bien Bastide, tanto en sus clases como

en

sus

publicaciones,7°

se

ha mostrado abierto a esta técnica, nunca ocultó sus

dificultades.

Las

siguientes son las que consideramos más importan

tes. Primero, lejos de ser un monólogo que coloca al observador en

tre paréntesis, la historia de vida se apoya

en

un diálogo en el cual el

68

Roger Bastide, lntrodu¡;ao a dois estudos sobre a tecnica das historias de vida ,

Socioloiia núm. ,

1953,

pp. 6-7.

6

Selim Abou, lmmigrés dans l'Autre Amérique , París, 1971. Véase el anexo,

p. 531.

70

Véase

en

particular Roger Bastide,

Sociologie

des maladies mentales París, 1965.

También su artículo, Psychologie et ethnologie , Ethnologie gétlérale pp. 1649-1650.

Consúltense asimismo

los

archivos orales de su seminario (1962-1973), inventariados

por D. Dauty para CREDA, en los que trata, en diferentes periodos, la historia de vida.

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Fra~oise Morin

101

etnólogo es uno de los agentes del mundo exterior. El etnólogo

s~

en·

cuentra por tanto con todas las dificultades inherentes al traba10.~e

campo. Segundo, tanto la autojustificación como la ~bre:alor~cion

del sujeto pueden llevar al investigador a ret~?tar un

upo.

ideahza~o.

Tercero, aunque resulta deseable

la

comparac10n

entre

va.nos casos

in·

dividuales, en la realidad es utópica porque estamos traba1ando con un

universo de variables múltiples ; en otras palabras, aunque los casos

puedan parecer idénticos, cada uno tiene un significado y una signifi-

cación diferentes.

Una vez que

se

reconocen estas dificultades, el etnólogo puede

encontrar muchas ventajas en la historia de vida; al develar los as·

pee tos subjetivos de la organización, puede comprende~ mej?r

s.u

[un·

cionamiento· al entender cómo actúan juntos en

l

mismo individuo

lo económic~, lo político, lo religioso y lo social, puede, evitar la

d.i·

sección de la realidad inherente en sus técnicas y categonas de traba O

de campo y comprender cómo los jirones de realid.ad crean una Gestalt

única en el nivel del comportamiento verbal del informante;

y,

al pe

netrar en las áreas significativas del sujeto, el investigador puede evitar

los peligros de su propia subjetividad. .

Así como Bastide le demostró al sociólogo que el hombre dormido

no era lo mismo que un hombre muerto , cree que el etnólogo debe

complementar la historia de vida de una persona que se levanta

Y

se sienta con la de un hombre que se acuesta y sueña . En cuanto

a las funciones de esta herramienta metodológica, dependen del mo

mento de uso en el curso del trabajo de campo: puede sugerir hipótesis,

así como permitir su verificación e incluso su ejemplifi~ación. .

Éstas son las mismas funciones que Eric

de

Damp1erre le

ha

atri

buido a la historia de vida y más en general, a los documentos persona

les.71 Dampierre, de hecho, es uno de los pocos ~n~ropólogos fra~~~ses

que ha reflexionado sobre este instrumento. Si bien afirma sus neas

posibilidades , está consciente de los problemas que se p~~.ucen, ~o

sólo durante la recopilación, sino también durante l anahs1S Y~a

i.n-

terpretación. Dampierre llama la atención sobre el aspecto a~n?cial

de la historia de vida, en la medida en que es provocada Y sohc1tada

por el etnólogo. Como respuesta al estímulo, este, tipo de ~ocumento

se escribe en la dialéctica del yo y el Otro, y

cae

asi en la sene de tram·

pas que

entraña

la dialéctica.

El

análisis del documento reside en la

71 Eric de Dampierre,

Le

sociologue et l'analyse des documents personnels ,

Annales,

núm 3, 1959, pp. 442-454.

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102

Praxis amropológica e

historia de

vida

selecci?n de

_las

categorías, que a su vez se apoyan en

las

hipótesis"

qu~ el investigador se ha visto forzado a seleccionar. lCómo se puede

meJorar el valor de ese material? Dampierre planteó esta pregunta en

1959,

y lamenta no haber encontrado respuesta a ella

en

los

manuales

metodológicos.

En

ese periodo en Francia no había más que uno, el de

Marce Maget, publicado en 1953.

La

Guide d étude des

comportements

cultureles,

si

bien le dedica un capítulo a la biografía, no

es

satisfactoria

para el investigador pues no se ocupa de los problemas fundamentales

que aquí se plantean.

El tema de la historia de vida no volvió a tocarse hasta 1974 72 esta

vez en, un libro que denunciaba astutamente

la

bancarrota pedagógica

del metodo an':opológico. En Critiques et

politiques

de l anthropologie,

Jean Copans senala que el único adiestramiento metodológico del

et·

nólogo_

pa~a el t~abajo de campo consiste en leer monografías. No obs-

tante, mdica atmadamente que "la mayor parte de estas obras tienen

una seria falla epistemológica: no se aprende nada acerca de las condi-

ciones de su elaboración",73 lCómo se recopilan los datos?

lQué

obs-

táculos se presentan en el campo? En síntesis,

lcómo

se hace antro-

pologí~? Preguntas que todos los estudiantes se plantean, pero que los

profesionales eluden, prudentemente, en sus libros. Para subsanar esta

brecha metodológica, Copans recomienda una nueva colección nor-

teamericana, Studies in Anthropological Method, que incluye la obra

de ~angness de la que se habló antes. Pero aunque Copans merece

rédito por haber cuestionado ciertas prácticas antropológicas, es de

amentar

q_ue n?.

h~ya ~~enturado

lo

bastante lejos como para li·

rarse

de

cierto ciennsmo que domina a la antropología. Piensa que

angness comete

un

grave error teórico al afirmar que la naturaleza

e la antropología es fundamentalmente biográfica. Para Copans, si

os d~tos re~?pilados está~ e~ el nivel individual, la labor del etnólogo

onsiste en mostrar su significado y definir

el límite e

su

sigruficación

b

· · "

74 El l d l ,

1etwa · .

pape e antropologo es el de producir significado

yana

izar lo más ngurosament~ posible las estructuras, el material y los pro-

uctos ment~les ~e

la

so_ciedad.

Una vez cumplida esta misión, puede

mplea~ la h1st~na de vida para ilustrar el funcionamiento de lo que

a

ha

sido analizado. Desde este

punto

de vista la historia de vida

.

72

Ethnologie génér~le, que apareció en

1968

dedicaba

doce

capítulos (más de 300

aginas) a la metodolog1a antropológica. Ni

una

sola de ellas mencionaba la historia

de

ida.

73

Jean .Copans, Critiques et

politiques

de l anthropologie, París, 1974 p. 47.

74 Cursivas nuestras.

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Praxis amropológi ca e

historia

de vi da

la interacción, se arriesga a convertirse en objeto del interrogatorio.77

Perdería esa distancia áurea, garantizada por su identidad de extran

jero superior ;

78

tiene que estudiar objetivamente a esas sociedades

frías , que son las únicas dignas de su interés.

E NJCIDAD

E HISTORIA DE

VIDA

O DE

CÓMO

UN

TEMA

PROHIBIDO SE UNE A

UN

MÉTODO INÚTIL)

~i

~l

mund~ h~ experimentado más cambios durante el periodo del

ultimo medio siglo que en el tiempo transcurrido desde

el

comienzo

de

la

era

cristiana hasta

el

presente, ha sido sólo

en

los

últimos

30

años que los efectos de ese cambio han resultado tan profundos en el

tercer mundo como en Europa.

Ya

se trate del fin del campesinado

en un lugar o de

la

desaparición de los primitivos en el otro, por pri·

mera vez

en

la historia de la humanidad

ha

habido una ruptura en

la

transmisión de conocimiento por tradición oral .79 Conscientes de

q~e se e~frentan. a los últimos testigos de sociedades desaparecidas, en

anos recientes ciertos etnólogos franceses han resucitado el método

biográfico

y

recopilado datos de sobrevivientes de sociedades que

ya.

no se yueden observar directamente. La urgencia de esta tarea, que

recuerda

la

de los antropólogos estadunidenses en la década de

1930

quienes se veían frente a los últimos miembros vivos de las socieda~

d~s in,dias norteai.nericanas, se revelará en la proliferación de registros

biograficos que

fiJan

un pasado

y

crean archivos orales. En este te

rreno

de

la úl.tima oportunidad ,

el

método biográfico sirve para regis,

trar las prácticas culturales que morirán con sus últimos portadores.

El redescubrimiento de esta herramienta

no

es tanto una cuesti6n me,

todológica como una oportunidad de rescatar un legado cultural. Si

bien es una tarea que amerita prioridad, la historia

de

vida no se enfoca

aquí como un medio de momificar a estos últimos testigos y a través

de

ellos, a sus sociedades extintas.

Por otro lado, si se reflexiona sobre los fenómenos de la ruptura,

77

Véase la ponencia de

M

Catani, Susciter une histoire de víe sociale est d'abord

affaire de relation , ponencia presentada al Noveno Congreso Mundial de >ciologfa

Upsala, 14-18, agosto, 1978. '

; G. Lecl~r~, I::?bservat~n de l ~mme, une hisroire des enquetes socia/es, París, 1979.

Jean Pomer, Des réctts de vte aux ethnobiographies , Mélanges en l honneur

de

Charles Morazé: culture, science

et déwloppement,

París, 1979,

p.

514.

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Fra~oise Morin

105

la anomia, y las crisis engendradas por los rápidos ca~bios ex~eri~en,

tados por los participantes en las nuevas formas ~e vida,.la histona de

vida puede permitir

la

identificación de la elecc1on de ciertas estrat~

gias utilizadas para mitigar el desequilibrio y el.desorden de ~n camb10

demasiado rápido.

La

selección del método biográfico se vmci:la

~on

la dinámica del cambio y por ello, no es un simple registro de pracn~as

culturales sino, más bien, una revelación de interacciones, de confhc,

tos y de posiciones sociales y políticas.

Hasta la década de 1960 los individuos nacían f madu~aban e~

un medio que no cambiaba radicalmente ni cada decad~ m, tan si-

qu

iera de una generación a la siguiente .ªº Ahora no funcionan ya las

' l . d

.d

81

antiguas formas. Hay una crisis del modelo acurnu ativo e v1 a ·

En todos los países occidentales el año de 1965 se pr~~~ta .con:i~ el

punto en el que se desvió la senda lineal de nuestra civ1hzación. El

advenimiento de una nueva cultura y una nueva temporali?ad,

c~y~s

cuatro pilares, de acuerdo con F. Laplantin, son la tecnologi~ a~~10v1~

sual, las computadoras, la energía nuclear y el control genénco; p~o

vocó una crisis de significado y de visi6n social, así como una perdida

de identidad.

Ante

la crisis del tiempo acumulativo

y

lineal, la horno,

geneización cultural y social, el monoteísmo de los valor~s, el saq.ue?

del ambiente y de

la

economía por el dominio tecnocránco, la eh~i-

nación del papel local en la toma de decisiones, se elaboran vanas

contrarrespuestas culturales. Se renuevan viejos nichos cul~ura~es,

como la vida rural, el lenguaje de los antepasados, la comumcac1ón

oral la noción de rafees . Se busca refugio en lo viejo, como manera

de l~grar un reconocimiento de la diversidad

humana

y

la inv~nción

d~

nuevas formas sociales. Pero estas alternativas, estas estrategias de ah

vio, son la expresión de grupos mL1oritarios.

Ya

sean neorr~rales, eco

logistas, regionalistas o nacionalistas bretones, corsos u occ~tanos, son

pequeños grupos de individuos que, en un momento de su ~ida, .se han

encontrado en la necesidad de elegir entre varias trayectonas. lCómo

se convierte uno en ecologista, en neorrural o en nacionalista occi,

tano? lCuáles son los factores mediatizadores que articulan los polos

80

F.

Laplantine, Le revers du míroir , Autremenc, núm. 5, 1976, P· ~·

1

'd al

BI En el mismo artículo

F.

Laplantine entiende, por modelo acumulauvo, e

1.

e

de una sociedad en

la

que su conocimiento memorizado

y

capitalizado no se cuesaona

todavía, así como un tipo de relación con la historia que se entiende co~o un l~gado

que debe ser transmitido y un pasado que ha de ser cultivado [yJ al mismo tiempo

transformado .

82

H.

Mendras,

La

sagesse

et

l

désperdre

France

1980,

París, 1980.

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106

Praxis

antropológica e historia de

vida

individuales y colectivos de esos nuevos escenarios sociales? lC6mo se

elaboran las señales de esas nuevas identidades? Éstas son las pregun

tas a

las

que se enfrentan tanto la psicología como la sociología, y a las

que se puede dar respuesta con la biografía, en conjunción con méto

dos complementarios. Mediante un estudio actual sobre la renovada

a~veración de la identidad occitana, quisiéramos demostrar cómo, en

cierto momento del itinerario de la investigación, la historia de vida

puede servir para el estudio de la identidad. lPero qué queremos decir

con esto? Esbocemos primero nuestro proyecto metodológico y con

ceptual.

Si

b~en

los a.ntropólogos franceses se

han

negado a ocuparse de

la plurahdad étmca

en

las sociedades occidentales {y especialmente

en la~ de Francia), muchos investigadores extranjeros -la mayoría an

glosaJones- han estado estudiando, desde hace más de una década,

los fenómenos del renacimiento cultural y émico. Entre las diferentes

preo~upaciones metodológicas que se están desarrollando y que hemos

anahzado en otro

lugar,83

se cuenta una controversia acerca de dos

conceptos diferentes de emicidad.

El

primero, al que denominamos

p~mordialista , se basa

en

el principio de que el grupo émico es una

umdad cultural caracterizada por cierto número de rasgos objetivos de

natur,ale.za biológica {fenotipo y ascendencia), geográfica, lingüística y

economica. Este enfoque atributivo y categorista de los grupos étnicos

genera una concepción estática de la etnicidad,84 definida como un

sentimiento de pertenencia, que se transmite de alguna manera como

una identidad colectiva, innata para todos los individuos y todos los

miembros de un grupo.

La segunda concepción, a la que llamamos situacionalista ,

t . ,

mucho menos qescriptiva y está más abierta a la dinámica interactiva.

En lugar de tomar al grupo étnico como unidad de análisis, procura

comprender las situaciones en las que los grupos se encuentran

en

in

teracción.85 Estas situaciones entrañan fronteras étnicas que contro-

83

Véase nuestro artículo Identité ethnique et ethnicité, analyse critique des tra·

vaux anglo-saxons ,

Production

et

affinnation

d identité edición privada

1980

84

V

· • ·

eanse

en

particular Raoul Narroll,

On

ethnic unir classification , Current

Anthropology,

vol.

5,

núm.

4,

1965, pp. 283-312;

E. K.

Francis, The narure of ethnic

?1'ºu~ ·

American]ournal o

Sociology,

1952, pp. 393-400, e lnterethnic

relaiion.s:

anessay

m.s~:olog¡cal theory, Nueva York, 1976; H. Isaac, Basic group identity: che idols ofthe

tr1be , en Norman Glazer y Daniel Moynihan (comps.), Ethnicil y: theory

and experience

Cambridge, 1975, pp. 29-52. '

85

Este concepto de etnicidad

se

encuentra particularmente

en

Fredrik Barth,

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107

Fra~oise Morin

lan la dinámica de la formación de identidad por medio de la cual.un

grupo escoge su propia identidad

y

al ~ism~ tiemp~, ésta le es ~ ~

puesta desde el exterior. Este enfoque dinámico percibe que

l~

etmci

dad puede expandirse y contraerse de acu~rdo

con

l~s.fluctuaciones de

las situaciones históricas, económicas, sociales y po~incas e~,las

que~

encuentran los grupos étnicos. Esto significa que extste una adap~abi

lidad émica; un grupo no movilizado es un

~upo~~

estado de h1b~~-

nación 86 que, en determinado contexto sociopolmco, puede. movih

zar,

reclamar y recuperar su identidad étnica. La obra de Frednk

a ~ ~ h

es fundamental para el cambio de perspectiva hacia esta defimc1on

más dinámica de emicidad, que en

1969

expresó como

una

forma.de

organización social que se produce como ~esul~do de la inter.acción

del grupo y el

medio .87

Insiste en que los investigadores

estu.d1en,

no

el contenido cultural de la identidad émica, sino los mecanismos de

interacción que elaboran, mantienen o ponen

en

peligro las fr~nteras

colectivas. En la última década se han multiplicado los estudios que

utilizan este enfoque situacional. No es un tema de moda :i~o una

obra que contribuye a la elaboración de un nuevo enfoque teonco que

cuestiona los datos de una antropología antes santificada;

88

según

el

etnólogo escoja ser primordialista o situacionalista, las conclusiones de

su investigación pueden diferir radicalmente. .

Examinemos el problema occitano a la luz de estas dos 1~te:rre-

taciones. Si se trata de comprender la realidad del actual renacimiento

occitano haciendo un inventario de los atributos objetivos de un

grupo occitano en

1980, el

intento termina

en un

impasse.

Las

señales

de la occitanidad resultan muy vagas.

El

lenguaje

no

es más q~e

.un

patois

que habla una minoría de campesinos; nunca ha extsndo

un territorio geográfico discreto; la cultur~ está

en

p~oceso de desapa·

rición. Definirse a uno mismo como occitano no nene más q~e.una

débil resonancia

en

las áreas rurales que son, sin embargo, las ultimas

Ethnic groups and boundaries Boston, 1969 (Los grupos étnicos) sus

fronteras,

Fondo de

Cultura Económica, Méxic;,

1979);

Abner Cohen,

Urban ethnicit)',

Nueva

York,

1974;

John Bennet (comp.), The

new

ethnicicy:

perspectives

in

eihnology, Se.

Paul, 1975; A. L

Epstein, Ethos and identity, three studies in et~n~il)', Londres, 1978, YLeo A. Despres,

Ethnicity and resource

competition

in plural

societies,

La ~aya, 9_ 5 .

86 Cynthia

H.

Enloe, Ethnic

soldiers,

State

secunt)

m dwided

society,

Nueva

York,

1980,

p.

6.

87

Barth, Ethnic,

p. 15.

l n A

l

R ·

88

Abner Cohen, Ethnicity: problem and

focus

in anthropo ogy , nnua eview

inAnthropology, núm.

7,

1978,

pp. 379-403.

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108

Praxis

amropológica

e

historia de

vida

representantes de esta vida tradicional "reivindicada".

Lo

primordial

de esta identidad occitana resulta ser inexistente a la luz de una inter

pretación objetivista.

Su

inexistencia vuelve irrelevante un sujeto de

investigación que

ha

sido diluido y anulado por la reducción teórica.

Desde esta perspectiva el renacimiento occitano no

es

más que

una

creación ideológica de intelectuales marginados.

Por contraste, si se trata de comprender la etnicidad occitana co

locándola

en

un proceso dinámico de interacciones

en

las que uncen

tro ha impuesto un lenguaje y una cultura, ha definido su historia y

controla el mar.iejo económico y político de su espacio, definirse como

occitano significa ser consciente de esta dependencia, desear recupe

rar una identidad saqueada y un territorio colonizado. Desde esta pers

pectiva, que valora

lo

diacrónico más que

lo

sincrónico,

lo

subjetivo

más que lo objetivo, las metas relevantes

se

convierten

en

el deseo de

disputar las fronteras asignadas por el Otro, que hacen del lenguaje

propio un patois

de

la propia historia una página

en

blanco y del terri

torio propio "el Mediodía", con todo su séquito de estereotipos étnicos

negativos. Este despertar de la conciencia, que

se

expresa primero

en

términos de defensa de un lenguaje indiscutiblemente moribundo, de

una identidad perdida, más que vivida, de un territorio más mítico que

real, lleva a los occitanos a "querer vivir

en

su tierra" y a rechazar el

trabajo fuera de su región. Conocidos antes como gascones, auber

nienses, provenzales, buscan hoy estas "identidades" en "hibernación"

a

fin

de poder reelaborar y asumirse como "occitanos". Los conflictos

que oponen a los habitantes de Decazeville y Larzac o a los viticulto•

res de Montredon con la administración parisiense no son ya conflictos

aislados, sino los

de

una Occitania colonizada.

Ya

sea que sirva como

último refugio de las rápidas mutaciones de la sociedad posindustrial o

que construya mañana un movimiento político contra el Estado y sea,

por tanto, una indicación de una "revolución oculta",

89

a través del en

foque situacional la etnicidad occitana

se

convierte

en

tema relevante

para el análisis. Por encima de todo, nos ha permitido comprender la

significación ideológica y cultural de la etnicidad, el importante papel

de los intelectuales como "dadores de significado" a un espacio cultural

rechazado, y la dinámica del proceso de movilización que transforma

una identidad negativa

en

una identidad combativa.

Mientras se investigan las diferentes funciones sociales del len

guaje oc, así como las representaciones de Nosotros y de Ellos que en-

89 R. Ledrut,

LA

réwluiion cachü Tournai, 1979.

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Fra~oise Morin

109

gendra, los datos recopilados por medio de entrevistas, la observación

de grupos e incluso los cuestionarios muestran que, de acuerdo ~on

la situación, el lenguaje puede ser experimentado de formas muy dife

rentes, y hasta opuestas.

El patois

como lengua del trabajo agrícola, del contacto

_co~

los

animales, de la intimidad

en

una familia extensa, del reconocimiento

y la comunicación entre Nosotros los aldea,?os y Otro_s

;ldeanos ~s

vivido también por el campesino como un sublengua¡e del traba¡o

no urbano y por tanto, no culto. El lenguaje se convierte, así, en un

estigma que señala una identidad étnica negativa.

~o

obstante, este

mismo lenguaje se enseña

en

las escuelas secundanas. De _hecho, el

oc atrae cada vez a más jóvenes por la curiosidad, la nostalgia por una

civilización perdida y la necesidad de identificarse

con

los antepasados.

El lenguaje, medio de creación de conciencia y de revuelta de~e ~68,

se

ha

convertido

en

símbolo de la militancia

en

pro de una identidad

autoproclamada, y en objeto de una camp~ña ~ara_ intr~ducirlo como

lengua nacional.90 Las múltiples y contradictonas 1dent1dades q~e se

reflejan

en

un único lenguaje occitano pueden comprenderse m;¡~r a

la luz de esta interpretación contextual que se concentra en lo~ hm1tes

que conforman estas identidade~. y convie~~en a : leng~,ª occitana en

el eje de las interacciones entre Nosotros y los Otros ·

Para el campesino, el

patois

es el lenguaje del

ostal

la aldea, el

"terruño", es decir, un espacio conocido y familiar. Pero en cuanto el

campesino sale de este espacio, se encuentra enfrentando al m_undo

tecnológico de los Otros, portadores de una cultur~ y un

le_ngua¡e

su·

periores, que lo fuerzan a abandonar los propios y a i~temahz~r su

Yo

Y

su identidad de grupo

en

términos negativos.

Es

esta interacción entre

él y los Otros la que engendra situaciones en las que debe apr:nder los

valores que arrojan un profundo descrédito sobre aquel_las ~na~es cu ·

turales que perciben los Otros y que Goffman denomina

es~igmas

·

Para el joven estudiante de secundaria de la ciudad,

en

cambio, el oc

es un lenguaje de un área "pensada", pero se mantiene en el nivel del

aprendizaje libresco que invoca al pasado

y

losan

tepasados. El estu·

diante se pone así

en

oposición al campesino

que ha

llegado a conocer

su espacio social por la vía de la experiencia.) Hablar oc ya no.es hablar

patois el

lenguaje de los animales, sino,

en

el marco de u~ mundo ur

banizado y civilizado, es obtener comprensión, redescubnr un mundo

90 Véase nuestro artículo, Fran~oise Morin y Guy Pouget, "Langue

et

identité

eth·

nique: le cas occitan", Pluriel núm.

15,

1978,

pp.

9-26.

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raxis

amropológica

historia de vida

olvidado, un maestro. El lenguaje es el símbolo de un espacio político

dominado por el Otro

al

que uno ubica

en Otro

lado, de preferencia

en

París. Tras cobrar conciencia,

en

un

momento su vida, del domi-

nio expresado por estas fronteras impuestas, a su vez, por el Otro, el

militante lucha por hacer que el lenguaje experimentado en su niñez

como señal de vergüenza sea reconocido como lenguaje nacional .

Después de observar los diferentes grados de identidad occitana,

procuramos comprender ahora su función y su dinámica, identificar las

fases y las etapas que estructuran la identidad occitana, los mediadores

que expresan la identidad individual y grupal, y los catalizadores que

convierten a una identidad estigmatizada

en

una identidad de

com·

bate. El enfoque biográfico nos parece el mejor adaptado para este

propósito porque

en

el curso de una trayectoria de vida puede asir los

mecanismos de interacción

con

el Otro que presiden la elaboración de

identidades múltiples y las situaciones

en

que se yuxtaponen, se mez-

clan y/o se complementan mutuamente, o entran

en

conflicto. Ningún

cuestionario ni observación participante puede proporcionar tales da-

tos. Sólo el individuo,

en

su relato, puede presentarlos y volverlos

significativos de acuerdo con su propia lógica social. Sin embargo, la

singularidad del testimonio único no

es

lo que nos interesa.

Sólo por medio de la multiplicación de trayectorias de vida dife-

renciadas según la edad, el sexo, el medio social y el área en que se

habita logramos comprender la formación de estos grados diferentes

de identidad occitana.

Estamos en proceso de recopilar trayectorias de vida que se cen-

tran en la región gascona de La Lomag11e de la cual disponemos ya de

datos socioeconómicos. Al dirigirnos a la esfera campesina que parece

menos movilizada por el renacimiento occitano, le hemos concedido

un lugar privilegiado a las ancianas, que parecen haber desempeñado

un papel fundamental en la formulación de esta identidad negativa.

No

hemos tratado de comprender la biografía de una mujer particular,

sino más bien de desentrañar ciertas secuencias biográficas que corres-

ponden a diferentes temporalidades y espacios sociales, como las de la

escuela y el hogar, espacios habitados alternativamente por lenguajes

diferentes que corresponden a dos culturas en continua interacción y

competencia: el francés, lenguaje del maestro y del espacio nacional,

sinónimo de ultura y de Poder, y el

patois

lenguaje del terruño y de

Nosotros, de las prácticas culturales y del trabajo doméstico.

Se

de-

tectan los periodos del ciclo familiar en los que la mujer desempeña

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  ra~iseMorin

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un papel fundamental en la transmisión de los valores del gru~o, en

contrapunto con cambios, rupturas y acontecimientos del espacio na-

cional, como la guerra de 1914 que acarreó la des~ntegración de la

identidad étnica e inyectó el tiempo histórico

en

el tiempo grupal. En

estas primeras narraciones de vida la mujer campesina parece con~ar

con una identidad más negativamente cargada que el hombre. La m-

ternalización de la cultura y el lenguaje de Nosotros como algo que

no tiene valor económico y debe ser abandonado se repite a

lo

largo

de las entrevistas. Tras haber sufrido una agresión simbólica de las

instituciones educativas por lo referente a su lenguaje y su cultura

(como le ha ocurrido, por ejemplo, a las campesinas bretonas

d~

Fanch

Elegoet),91 la mujer campesina ha llegado a pensar_en esas senales de

identidad cultural como obstáculos; de aquí se denva, durante la en-

trevista antropológica, el problema de hacer que ~stas _mujer~s hablen

de su forma de vida, de pensamiento y de aut01dent1dad d1fere~tes,

debido a los estigmas que les han enseñado a vincular con la identidad

cultural.

La

interacción entre investigador e informante encuentra

aquí su dimensión plena; a partir del interrogatorio recíp~oco el su-

jeto adquiere lentamente conciencia del valor de

su

narración y de las

prácticas cotidianas que constituyen la i~entidad_. Aunque_ no se_~a

iniciado aún el análisis de estas trayectonas de vida, da la 1mpresion

de que la mujer campesina resulta de particular inter~~· ~n su pa-

pel de principal educadora de sus hijos, escoge transmitir ciertos va-

lores y tradiciones del grupo y del ostal (sobre to_do

re_ligiosos

morales

y culinarios), mientras censura otras señales de

1den_tidad

que puedan

obstaculizar una eventual movilidad social. (Por eJemplo, puede no

transmitir el patois mientras que el padre, que sigue siendo c~mpe-

sino, continuará usándolo con el hijo.) Al cabo

de

sus trayecto~as ~e

vida estas mismas mujeres se ven cuestionadas por la generacion JO•

ven ~ue participa en el despertar de las identidades en hibernación

y en la revaloración del Nosotros rechazado. En una familia °':citana

de tres generaciones no resulta raro observar el curso

en

conflicto de

tres identidades cambiantes:

_ Los abuelos (sobre todo la abuela), que

se

identifican con un

mundo que consideran pasado de moda, rechazado y

atra_sado

que

al mismo tiempo son vistos por los nietos que viven

en

la ciudad como

91

Fanch Elegoet,

Nous ne satJion que

le breton

et

il fallait p,irler fra~ais

a Baule

1978.

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Praxis

antropológica

e

historia de

vida

depositarios de una cultura

en

extinción, cuyas tradiciones y valores

deberían preservarse;

-   ospadres, destinados a vivir en un mundo urbano a fin de as

cender la escala social, ignorando o abandonando, como desventajas,

las señales de la identidad campesina occitana, e identificándose con

la cultura dominante.

-   oshijos, que redescubren los valores de la cultura rechazada,

aprende~ el lenguaje censurado, recopilan prácticas tradicionales de

los abuelos y procuran el renacer de la civilización reprimida por medio

de la identificación con una cultura que, para ellos, se ha convertido

en

mito.

Una

vez que se recopilan estas narraciones de vida campesinas

que procuran identificar y superar aspectos negativos de la identidad

occitana, las biografías de occitanos urbanos de la misma región que a

través de su actividad como músicos, cantantes, promotores de grupos

teatrales y maestros- participan

en

la reconstrucción de la identidad

occitana y

en

el futuro de Occitania, se concentrarán

en

el proceso

de movilidad étnica. Se analizará el total de sus narraciones de vida

y se las examinará

en

relación con las inquietudes metodológicas y

conceptuales de las cuales partimos. Como nuestro objetivo

no

es re

copilar archivos orales de una sociedad moribunda ni divulgar datos,

sino

detectar

las interacciones sociales que se encuentran

en

ciertas

prácticas de identidad que determinaron trayectorias de vida, el

en-

foque biográfico sirve de medio para que los actores de la etnicidad

occitana participen en la producción de su significado.

El uso de la historia de vida en el transcurso de esta investigación

antropológica

no

es el simple redescubrimiento

de

un método. Implica

un reexamen, por parte del antropólogo, tanto de su tema ·como de su

método y sus conceptos.

No

está de más mencionar que, al plantear la

etnicidad occitana como tema de investigación

es

decir, al decidirse

a estudiar

un

proceso de cambio dinámico, rechazando las categorías

objetivas y estáticas del equipo analítico clásico a fin de sondear en las

experiencias

y

la subjetividad de la identidad

étnica

esta herramienta

metodológica, hasta cierto punto, se impone por sí misma. iLos temas

prohibidos y los métodos inservibles van de la mano Si el antropólogo

se permite enfrentarse al desafío de nuevos campos de investigación,

como el de la pluralidad étnica en las sociedades occidentales, tiene

que reexaminar sus conceptos y sus herramientas metodológicas.

Ya

no funciona la cómoda distancia que le permite observar a las socieda-

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Fraru oise Morin 113

des lejanas a través de sus propias categorías.

Ya

no puede entronizarse

como "productor de significado" de datos proporcionados por los infor

mantes ni procurar la unidad del hombre. Debe abarcar lavisión plural

que el hombre requiere y concederle

al

informante un lugar desde

el

cual pueda contar su historia.

e

esta manera, la narración del in

formante derrumba las estructuras y sistemas fijos construidos por el

etnólogo y brinda los primeros elementos de una "anthropologie de la

différence".

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LOS CONCEPTOS LOS MÉTODOS

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HISTORIAS

b

VIDA YANÁLISIS

DEL CAMBIO SOCIAL*

PAUL THOMPSON

Recientemente, tanto los sociólogos como los historiadores sociales~

han estado redescubriendo el valor de la retrospectiva en la entre- :

vista en profundidad, pero bajo diferentes estandartes. Esto se debe

a que el sociólogo de la historia

de

vida

y

l historiador oral se en

cuentran en un territorio común al que han llegado desde diferentes

direcciones. Para el sociólogo desilusionado del tosco empirismo ma

sivo de la encuesta cuantitativa

y

de la agregación de masas de datos

abstraídos de sus fuentes en rebanadas intemporales e impersonales, la

historia de vida parece ofrecer información que, por su misma natura

leza,

es

coherente, arraigada en la verdadera experiencia social

y

que,

por tanto, puede generar percepciones sociológicas totalmente nuevas,

en oposición a las respuestas autorreflexivas a preguntas predetermi- ,

nadas. (Aunque se requiere un inmediato comentario marginal para

I

insistir en que no sugeriremos aquí que l sociólogo inquisidor podría

pasar, simplemente, de la búsqueda de hechos dirigida por la teoría a

la teorización inspirada por los hechos; ni que las historias de vida

se

pueden leer como

si

presentaran, de manera

no

problemática, hechos

recordados ni, en realidad, que deba mantenerse una distinción tosca

entre la interpretación subjetiva

y

los hechos objetivos que, en rea-

*Publicado en Daniel Bertaux comp.),

Biography

nd society. The life history ap.

proach

in

the

social sciences, SAGE Studies n Intemational Sociology, Beverly Hills, 1981,

pp 289-306. Traducción de Victoria Schussheim.

117

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  8

Historias de vida

y cambio social

lidad como sostuve en profundidad en he voice

o

the past- siguen

restando tan enmarañados aquí como en cualquier otra parte.) 1 Pero a

:través de la evidencia de la naturaleza intrínseca de la historia de vida

sea intencionalmente o no, se reintroduce la dimensión del tiem~

en la investigación sociológica: el ciclo de vida, la movilidad social o

la tradición y el cambio ya no pueden ser detenidos artificialmente

' y desarmados como relojes, sino que tienen que ser analizados como

son, en crecimiento y decadencia perpetuos, al menos a lo largo de

la vida de una generación. Para los primeros grandes teóricos de la

sociología, Marx y Comte, Weber y Durkheim, era axiomático que el

presente formaba parte de la historia.

La

historia de vida,

en

contraste

con la encuesta de masas, le da a los sociólogos un método que entraña

el mismo supuesto inherente.

Para los historia,dores el paso del tiempo fue siempre un punto de

partida, y la distinción entre la encuesta de masas y la historia de vida

nunca tuvo tanta importancia.

La

innovación clave fue el uso directo

de la ~ntrevista, la recopilación de evidencia oral mediante su propio

t~aba¡o

de campo.

Los

historiadores no son puristas metodológicos,

smo urracas; ante un problema, se apoderarán de cualquier eviden

cia que puedan descubrir y le darán el mejor uso posible. Es un lugar

común que la evidencia resultará parchada y sesgada, y que cuanto

más remoto sea el periodo estudiado, más inadecuada tenderá a ser.

La

historia oral surgió, en parte, del intento de utilizar las tradiciones

orales de las sociedades ágrafas, transmitidas a lo largo de siglos, para

construir historias, por ejemplo, del África precolonial, donde faltaba

la documentación escrita.

2

De

manera similar, para esos historiadores

1

Paul Thompson,

The wice

o the past.

Oral history

Oxford University Press,

Oxford, 1978 La 110:¡:

del pa5ado

Alfons el Magnánim, Valencia,

1988)

capítulo:, 4

( Evidencia ) y 8 ( Interpretación ). Este libro brinda

un

análisis com pl¡to

de

la filo

sofía y la práctica de los métodos de

la

historia oral y la historia de vida, así como una

sustancial bibliografía. Para información general véase también la revista semestral

de

la Oral History Society,

Oral History

que publica noticias regulares

de

Gran Bretaña

Y de

otros países europeos, reseñas, sugerencias bibliográficas y guías

de

las investiga·

c1ones

en

proceso,

as(

como aróculos destacados sobre el método de la historia oral y

sus resultados. Ha habido números especiales sobre historia

de

la familia e historia

de

las mujeres. Se puede conseguir en la Oral History Society, Department of Sociology,

University ofEssex, Wivenhoe Parle, Colchester C04 3SQ, Inglaterra. '

2

El

clásico es Jan Vansina, De la

tradition

orale essai

de méthode

historique Tervuren,

Annales

du

Musée Royale

de

l'Afrique Centrale, Sciences Humaines 1961 traducido

1

l

J ' '

mg es como an Vansina, Oral tradition. A stud:y i i

historical

methodolog: Rutledge

and Kegan Paul, Londres,

1965

La

tradición

oral

Editorial

Labor,

Barcelona,

1967).

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Paul Thompson

119

-relativamente pocos- que se interesan por la historia política y so

cial muy reciente, el atractivo inicial de

la

entrevista como forma de

recopilar evidencias era, simplemente, práctico: no se disponía de su

ficientes documentos.

Los

que existían podían

y

debían ser usados, sin

duda, junto con

la

evidencia oral. La forma de la entrevista típica era

semiestructurada, y

se la

mantenía pragmáticamente entre un cuestio

nario rígido y un testimonio espontáneo que dependía, de modo más

o menos firme, de

la

naturaleza de este problema histórico. Y

fue

sólo

a través de la experiencia de la entrevista que los historiadores descu

brieron que

la

historia oral podía aportar, no sólo más fragmentos de

información, sino enteras perspectivas nuevas; evidencia, y también

interpretaciones, de los puntos de vista, antes mal representados, de

hombres, mujeres y niños coiµunes y corrientes, acerca de lo que según

ellos

tenía más importancifl/~n

su

vida. Fue este descubrimiento el que

ha

hecho de la historia/cial europea

no

sólo

un

método sino un movi

miento, y un movimiento cuyas ambiciones básicas tienen mucho en

común con las de

la

sociología de la historia de vida.

Es evidente que, una vez que se reconoce que el presente tiene

que\

ser estudiado dentro de la perspectiva del tiempo, para los sociólogos :

se vuelve muy importante tener a su disposición información descrip- \

tiva básica, en términos

de

las cuestiones que están investigando res- ,

pecto al presente, acerca de cómo funcionaba la sociedad hace

30, 50

o 70 años. Ocasionalmente, los sociólogos lo han hecho bien. Entre '

las decenas de estudios de comunidad que erróneamente dan por sen

tado un pasado tradicional estable en contraste con el presente di

solvente y modernizado¡;

Westrigg

de James Littlejohn, se destaca por

su construcción, ígualmente sólida, de la clase social aldeana y del

poder en el pasado y en el presente.3 Pero tales obras son raras.

Es -..

más frecuente que los sociólogos investiguen el presente, busquen una

obra histórica importante del pasado reciente, no la encuentren, y se

dediquen a inventar.

Así fue

posible que toda una escuela de pensa

miento sociológico acerca de la familia floreciera a partir de la creencia

errónea de que la industrialización

y

la urbanización habían acarreado

una transformación de las grandes familias extensas multigenerncio-

nales del pasado a las familias nucleares pequeñas y ultraprivadas del

presente. Esta escuela de pensamiento dominó durante décadas la so

ciología de la familia; no obstante, no requirió más que una brevísima

3

James Littlejohn,

X-éstrigg;

the sociolog: of a cheviot

parish

Rutledge and Kegan

Paul, Londres, 1963.

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Historias

de

vida y cambio social

investigación empírica en los afios

60

para demostrar que en la ma-

yor parte de Europa occidental y de Estados Unidos la familia nuclear

había sido tan decisivamente dominante en el pasado como lo es hoy.

Para el periodo que abarca la memoria viva, esta cartografía básica

a partir de una etnohistoria como línea fundamental del trabajo

sociológico

contemporáneo

se ve facilitada en gran medida por las

entrevistas. Mi propio libro

he

edwardians:

the

remaking o british

society,4

fue concebido originalmente como una revisión general de

la historia social del periodo, más que como una aventura de trabajo

de campo. Pero descubrí que preguntarle al pasado lo que los colegas

sociólogos le estaban preguntando al presente difícilmente resultaba

posible con las escasas fuentes históricas convencionales

de

que se dis-

ponía. Había una·abundancia de publicaciones de principios del siglo

XX, incluyendo numerosos documentos gubernamentales, y algunos

estudios sociológicos de avanzada; pero muchas de las cuestiones que

me interesaban eran ignoradas o tratadas desde una perspectiva unila-

teral. El material manuscrito

no

podía llenar el vado porque la mayor

parte de lo que había llegado a los archivos ampliaba, simplemente,

las perspectivas burocráticas que se encontraban

ya

en

las

fuentes im-

presas: los archivos no habían recopilado aún una cantidad significa-

tiva

de

documentos personales, como diarios y cartas, que brindasen

puntos de vista alternativos. Yo quería saber qué significaba,

en

esa

época, ser hijo o padre en diferentes grupos sociales; cómo se conocían

y cortejaban los jóvenes; cómo vivían juntos después de casarse; cómo

conseguían colocación y cambiaban de empleo; qué sentían acerca del

trabajo; cómo veían a sus jefes y a sus compañeros

de

labores; cómo so-

brevivían y qué sentían cuando estaban desempleados; cómo variaba

la conciencia de clase según la ciudad, l campo y las ocupaciones.

Resultaba más fácil aproximarse a algunas de estas cuestiones que

a otras. Y antes de hacer cualquier interpretación tuvimos que'enfren-

tarnos, no sólo a los problemas de percepción comunes a todo el mate-

rial procedente de entrevistas, sino a las especiales debilidades y fuer-

zas

de la memoria; la reflexión al respecto habría de llevarme después a

escribir

he

voice o he past. Sin embargo, una vez que empezamos a re-

copilar la evidencia de las que llegarían a ser unas quinientas entrevis-

tas, seleccionadas sobre la base de una muestra diseñada para hacerlas

representativas (en términos de sexo, clase ocupacional y región) de

Paul Thompson,

Tlu

edwardians: tlu remaking o british

society,

Weidenfeld and

Nicolson, Londres, 1975.

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 uul Thompson

121

la población británica en 1911, se advirtió de inmediato la riqueza de

la información de que podía disponerse con este método. he edwar-

dians

es un comienzo, más que una conclusión, y las entrevistas que

se recopilaron para ese trabajo están sirviendo ya de fuente para otros

estudios de investigación. Pero el libro muestra con claridad cómo la

evidencia vital de la entrevista directa está contribuyendo a construir

una historia social confiable del pasado reciente; y sin ella no hubieran

podido emprenderse con seriedad algunas secciones, en particular las

que tratan de la familia. Cosa igualmente importante, como antídoto

contra las simplificaciones inevitables requeridas por cualquier visión

general de una estructura social global, pude presentar catorce rela-

tos de historias de vida de familias eduardianas reales, yuxtapuestos

a fin de mostrar la gama de la experiencia en las diferentes clases so-

ciales, desde la hija de un aristocrático propietario rural hasta el hijo

de un jornalero urbano desempleado, con lo que se ilustraba al mismo

tiempo la estructura

y,

gracias a su individualidad distintiva, el peculiar

carácter único, así como la representatividad

de

cada caso, y se reve·

laba la desaliñada realidad en que tiene que basarse la interpretación

histórica y sociológica. Las entrevistas de historia oral, en síntesis, pro-

porcionaron el material para la generalización sociológica descriptiva

del periodo y al mismo tiempo representaron un corte a través de esa

generalización, haciendo surgir nuevas interrogantes en muy diversos

niveles.

A la más fundamental de estas interrogantes no puedo hacer aquí

más que una referencia. La evidencia de cada historia de vida sólo

puede ser entendida plenamente como parte de toda la vida, pero para

hacer generalizaciones acerca de un problema social

en

particular te-

nemos que desprender la evidencia al respecto

de

toda una serie de en-

trevistas, viéndola y redisponiéndola desde un nuevo ángulo, como si

fuese horizontal, más que verticalmente; y, al

hacer

esto, le asignamos

un nuevo significado. Por tanto, debemos trabajar constantemente a

contrapelo del material a partir del cual construimos nuestro análisis

social global. En la encuesta masiva o

en

la estadística oficial esta di-

ficultad queda oculta, sepultada en la etapa del trabajo de campo, en

esos momentos en que, parado en el umbral de una puerta, un entre-

vistador que cobra a destajo se esfuerza por sondear la vida de otra

persona y tantea en busca de respuestas que puedan reducirse a palo-

mear y marcar las categorías preordenadas de un formulario impreso.

El

método de la historia de vida nos obliga, al menos, a enfrentamos a

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Historias

de

vida y

cambio

social

la violencia que se le puede hacer a la conciencia de

los

demás al im·

ponerle nuestros propios términos, y también nos permite encontrar

una solución parcial a este problema, mediante

la

yuxtaposición de las

historias de nuestros informantes con nuestras propias interpretado·

nes, de manera que cuando el trabajo esté escrito, la evidencia pueda

seguir siendo leída tanto a su modo como al nuestro.

Sin embargo, de manera más directa, el material de la historia

oral puede mostrar, simplemente, que nuestras concepciones previas

son falsas. Como profesionales de clase media que trabajamos en un

momento histórico particular, nos vemos llevados, con excesiva fre

cuencia, a generalizar a partir de nuestra propia experiencia y a dar

por sentado que otros grupos sociales u otros periodos la comparten;

o bien, a irnos

al

otro extremo y suponer que es única. Como

ya

se

mencionó, la familia nuclear no era una innovación reciente, y con

la revelación de este simple hecho se derrumbó todo

un

cúmulo de

especulaciones sociológicas. De igual forma, se puede demostrar fácil

mente a partir de la evidencia oral

y

también del pequeño número

de autobiografías tempranas de la clase trabajadora, que se remontan

hasta el siglo XIX), que la preocupación emocional intensa de

los

padres

por sus hijos no

es,

por cierto, algo nuevo, como pretenden hacérnoslo

. creer algunos modernistas autocomplacientes, aunque

su

contexto y

i

sus formas hayan cambiado, de hecho, a lo largo del tiempo.

De

ma

 nera similar,

si

bien la disminución del servicio doméstico y el surgi-

miento del trabajo profesional femenino a partir del siglo XIX pueden

haber significado que los hombres de clase media tuvieron que hacerse

cargo de más responsabilidades domésticas y que las mujeres ganaron

poder social, es erróneo supone¡; como lo hacen con prontitud dema

siados sociólogos, que esos cambios se reflejan de manera precisa en

las familias a lo largo de toda la escala social.

Los

estudios de historias

de vida han demostrado con gran claridad que en las clases trabaja·

doras y en el campesinado hay sectores sociales en los que las mujeres

-como las trabajadores textiles, por ejemplo, o las esposas de granjeros

y pescadores- desempeñaron un papel económico mucho más direc

to en el pasado, y en los cuales

hoy,

por

el

contrario, debido a los cam

bios en la responsabilidad económica y en las redes y el poder comu

nitarios, su posición relativa con respecto a la de los hombres se ha

deteriorado.

Cada uno de estos tres casos representa un ejemplo de un pro

blema sociológico

al

que podría contribuirse con un proceso sistemati·

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fuul Thompson

23

co de trabajo de campo en materia de historia de vida, con base teórica,

con lo que se aprovecharía el lapso temporal más largo que brindan las

entrevistas de historia oral con las

personas ancianas, así como con

las generaciones más jóvenes, y la intrínseca flexibilidad del método.

Porque

en

mi opinión es en esta flexibilidad donde radica el secreto

de su pleno potencial.

La

encuesta clásica depende de la eficacia y

la relevancia inmediatas de las preguntas determinadas por la hipóte·

sis

en

el inicio de la investigación. Por tanto, queda inmovilizada por

cualquier descubrimiento lo bastante importante como para cuestio·

nar sus propios términos. Pero el método de la historia de vida se basa\

en una

combinación

de exploración y preguntas dentro del contexto \

de un

diálogo

con el informante. Un supuesto básico de este diálogo

\

es que el investigador viene a descubrir tanto

lo

inesperado como lo

esperado, y también que el marco de referencia global dentro del cual

se da la información no es determinado por el investigador, sino por la

visión que tiene el infom1ante de su propia vida.

Las

preguntas tienen

que coincidir con este marco, no a

la

inversa; y es normal que buena

parte del material de la entrevista se relate independientemente de

las preguntas directas. Por tanto, la forma precisa de la pregunta no

puede ser fundamental para el método de análisis, de modo qu~ desa·

rrollar nuevas preguntas, o precisar y cambiar su enfoque a medida que

avanza la investigación, no pone en peligro la integridad del trabajo.

En consecuencia, el trabajo de campo

en

materia de historias de vida\

puede llegar a ser parte de una metodología mucho más poderosa, de \

un proceso continuo de someter las hipótesis a prueba y reformular· :

las, en el cual los primeros hallazgos llevan a nuevas teorías y nuevas;

preguntas -que se remontan a informantes anteriores y a sus relatos, :

así como a informantes nuevos-, con lo cual se aspira, en última ins-:

tanda

a una sociología que, al mismo tiempo está teóricamente viva y

sustancialmente arraigada

en

la realidad social.

Un ejemplo notable de esta clase de interacción entre la teoría

y el trabajo de campo es el que brinda el estudio, realizado por Peter

Friedlander, de

la

sindicalización de una fábrica automotriz

en

Detroit,

The emergence of a UAW local 1936-1939. study in class and culture.

 

Al principio, el investigador contaba con

una

escueta narración de

los acontecimientos y con cifras censales brutas extraídas de

los

do

cumentos; pero

no

sabía quiénes constituían el círculo interno de los

5

Peter Friedlander, The emergence

of a

U W local

/936-1939.

A

stud:y

in class

culture

University

of

Pittsburgh Ptess, Pittsburgh, 1975.

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Historias

e vida y cambio

social

dirigentes ni cuáles eran los grupos sociales clave de la fábrica y cómo

fueron cambiando las actitudes de éstos a medida que

se

desarrolló la

lucha por la sindicalización. En cuanto a la teoría, podía basarse, por

un lado,

en l

marco referencial marxista del conflicto de clases dentro

del capitalismo; por otro,

en

el concepto weberiano de la racionalidad

y el individualismo esenciales

en

una época burguesa. Pero se pro

ducía una lucha sindical dentro de una sociedad capitalista altamente

desarrollada; sus actores, sin embargo, eran trabajadores que, en su

mayoría, habían migrado a la ciudad desde contextos sociales muy di

ferentes, y que carecían de una cultura de individualismo racional y

de la conciencia del propio interés material

en

sentido de clase. Su lu

cha

por sindicalizarse era, entonces, parte de una transformación mu

cho más amplia de culturas sociales

en

familias e individuos migrantes:

eslavos de mentalidad religiosa, nacionalistas croatas revolucionarios,

artesanos yanquis y escoceses, familias granjeras de los Apalaches y

negros recién urbanizados de las plantaciones sureñas.

El

método de

Friedlander consistió

en

una repetida vuelta a las preguntas, de ma

nera que pudiesen ir de la mano el descubrimiento de la información

y el desarrollo de la teoría. Y aunque

en

la densa descripción

en

la

cual finalmente los fusionó

no

se permitió dar, como era de esperarse,

el último paso hacia

una

nueva teoría, sin duda sentó las bases para

hacerlo con las marcadas diferencias que pudo delinea¡; tanto

entre

las generaciones como entre los diversos grupos sociales de la fábrica,

en

el desarrollo de su ideología y

en

los papeles que adoptaron

en

la

lucha por la sindiéalización;

en

otras palabras,

en

una serie de relatos

precisos de sendas

particulares

de una conciencia a otra.

Ciertamente una de las especiales ventajas del método de histo

ria de vida consiste en que puede estudiar la conciencia común (en

contraste con la opinión de clase media)

y al

mismo tiempo las sen

das de conexión (rastreadas a través de la carrera vital de los indivi

duos).

El

sociólogo Roben Moore, por ejemplo,

en

su estudio de un

valle minero de Durham, Pit-men. Preachers and politics 6 se ocupaba

también,

en

parte, de la evaluación del protestantismo que hizo Weber

y del desarrollo de la conciencia de clase entre los mineros. Logró de

mostrar de qué manera el metodismo primitivo, con su insistencia

en

el auto mejoramiento individual, respaldado por el paternalismo de los

propietarios locales de las minas de carbón, contribuyó a inhibir el ere-

6

Robert Moore, Pit-men,

Preachers and

politú:s: the

effects

o

methodism

in

a Durham

miningcommunity

Cambridge University Press, Londres, 1974.

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cimiento de una conciencia militante de clase, hasta que tanto el pa

temalismo como la influencia religiosa se derrumbaron ante la crisis de

la industria minera en el siglo XX. La evidencia oral

le

permitió rastrear

cómo reaccionaban los diferentes grupos

ante

la crisis, sopesar así los

efectos de las influencias económicas y religiosas

en

la comunidad y

contribuir,

de

esta forma, a ese antiguo debate. Sin embargo

cosa

igualmente significativa, pero inesperada-,

ante

la sorpresa del propi..-.

Moore, de las historias de vida se desprendió que podía demostrarse

que la doctrina religiosa oficial, en oposición a los valores congrega

cionales o comunitarios de la moralidad social, tenía poca influencia de

cualquier tipo, porque pocas personas conocían las doctrinas precisas

o, incluso, los principios organizativos de su propia Iglesia.

Las

impli

caciones de tal hallazgo para la sociología de la religión son profundas,

porque

ha

usado como punto de partida la idea de que la doctrina ofi

cial tiene una relación directa

y

explicativa con el comportamiento

social de los miembros de las Iglesias. Esto bien podría decirse de una

minoría educada de la clase media, pero parece probable que en mu

chas comunidades el orden moral tenga

un

arraigo diferente, y que, por

tanto, el enfoque weberiano requiera de una drástica modificación.

También se

han

hecho descubrimientos paralelos mediante la evi

dencia oral retrospectiva en otra investigación sobre conciencia e ideo

logía. Y pueden mencionarse dos más. Primero, en el campo de la

sociología demográfica se ha supuesto, desde hace mucho tiempo, que

la planificación familiar

y

el uso del control natal se extendió por di

fusión de actitudes de las clases medias profesionales, y descendiendo

por la escala social, hasta las clases trabajadoras. e reconocieron cier

tas excepciones a este patrón, por ejemplo la baja fertilidad de los tra

bajadores del algodón

(y

vale la pena señalar que fue posible gracias a

la recopilación de datos retrospectivos de fertilidad), pero fue sólo muy

recientemente que la investigación sobre historias de vida de Diana

Gittin7 indicó que el modelo esencial

de la

teoría de la difusión es

falso:

porque las mujeres de la clase trabajadora cambiaron sus prácti

cas de control natal por canales de influencia independientes -sobre

todo por conversaciones en el trabajo-, más que por una influencia

directa de la clase media. De hecho, las que tenían

el

contacto más

próximo con las familias de clase media, las que trabajaban con éstas

7

Diana Gittins,

Social

change and family mucture: women work and the decline

o

family siZJ , Hutchinson, Londres, en prensa; Married life and birth control between the

wars ,

Oral History

vol.

5

núm.

2, 1977 (nómero

de

historia de las mujeres).

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Historias de vida cambio social

~orno empleadas domésticas, fueron las que recibieron menos conse

 OS sobre planificación familiar; y hasta los médicos y las enfermeras,

en

gen~ral, poco aportaban

-cuando

no confundían directamente- a

las pacientes de la clase trabajadora.

La

"difusión" es en realidad una

forma de explicación por medio de la cual las clases medias han ;ecla

mado un inmerecido crédito por una transformación social que le debe

mucho m~s a ~os desarrollos de la estructura económica y social global,

y

a las aspiraciones y esfuerzos de las mismas mujeres de la clase traba

Jadora. Además, la experiencia contemporánea de los demógrafos en

much~s lugares del mundo subdesarrollado apoyarla esta conclusión.

Sm

embargo,

si

las mujeres trabajadoras pudieron desempeñar un

p~pel i~dependiente tan destacado en el logro del extraordinario cam

bio social marc.ado por la transición demográfica de la década de 1870

a la de 1920, Lpor qué han sido mucho más lentas que los hombres

para r_econocer su propio interés colectivo y formar sindicatos efica

ces? Este es un a~unto que los sociólogos e historiadores del trabajo

varones han tendido a dar por sentado, más que a investigarlo como

si s~pusieran q~e ~ra "natural" que las obreras asumiesen un

pa~l

más

débil en_ el ~ovimiento laboral. Y cuando se

ha

estudiado el problema,

~as explicaciones se

han

centrado en los papeles y actitudes de la mu·

Jer e~ el lugar

_de

trabajo, sobre todo en su vida laboral más corta y

mas mterrumpida. Pero en su investigación sobre las obreras textiles

d~ Yo_rkshire Joanna Bornat8 ha demostrado de qué manera la con

ciencia labotel de las mujeres se conformó por su papel subordinado

tanto

en_

el hogar

co~o

en el trabajo.

No

sólo encontraban empleo

por medio de la familia, buscaban en el taller a amigos de la familia

para que las adiestraran y luego

le

entregaban el salario completo a su

madre; era el padre el que les decía si debían unirse o no al sindicato

y si lo hacían, el ~ue pagaba la cuota semanal a los cobradores que

i~a~ .

no al talle¡;, smo de casa en casa. Como lo sugiere este caso, la

dtv1sión caract~nstica (masculina) del mundo del trabajo y el del ho

gar ha oscurecido la comprensión adecuada de la conciencia de clase

de las mujeres como obreras. Y en la Inglaterra del siglo las muje

res h~n representado siempre una tercera parte o más de la fuerza de

trabaJO: l na sociología que no pueda explicarlas seeerige, por tanto,

sob_re

cimientos deformados.

e

hecho la sociología industrial, la his

tona del trabajo y la historia y la sociología de la conciencia de clase,

.

8

Joanna

~rnat,

"Home

a~d

work: a new context for trade union history",

Oral

History

vol. 5, num. 2,

1977

(numero de historia de las mujeres).

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en

la medida

en

que no atribuyan a las mujeres igual importancia en

su análisis, tenderán a generar interpretaciones erróneas del pasado y

predicciones falsas para el futuro.

Y sin embargo, buena parte de la sociología y la historia fallan

precisamente así, encerradas en dichos compartimentos de varones y

mujeres.

La

movilidad social, por ejemplo, se estudia una y otra vez

como si el mundo estuviese habitado por solteros.

9

lPor qué? Porque el

único marco de referencia estadístico de fácil acceso para la medición

es el que proporcionan las ocupaciones. Y como hay que reconocer

que las mujeres no están socialmente definidas, de manera necesaria,

por la ocupación, como sí ocurre con los hombres, la encuesta

de

mo

vilidad social "soluciona" este problema, iexcluyéndolas

iA

la mitad

de la población ¿y cómo podemos saber si

su

movilidad, no entre ge·

neraciones sino

en

sus propias vidas, entre el hogar de clase obrera, por

ejemplo, la oficina de la secretaria

y

el matrimonio con un hombre de

clase trabajadora, no es

más

potente como factor de cohesión social,

de transmisión de valores sociales entre las clases, que la

de

los hom·

bres? Sin historias de vida en las que las mujeres mayores expliquen

en

sus propios términos los pasos clave de su carrera social, no podemos

acercamos siquiera a esta cuestión.

1

En mi opinión, y de la misma forma, la naturaleza del cambio so, ·

cial

en

su conjunto

ha

sido fundamentalmente mal concebida. Las·

causas del cambio social suelen describirse sobre todo

en

términos ·

que reflejan la experiencia masculina, más

que

la femenina: de pre

siones que son colectivas e institucionales, más que personales, de la

lógica de la ideología abstracta que actúa a través de la economía, de

la política, de las redes de elite o de los sindicatos y otros grupos sociales

de presión. Evidentemente todos constituyen,

en

efecto, importantes

fuentes de cambio. Tras ellos yacen también las contradicciones más

profundas de la organización social y económica, que expresan

en

oca·

siones abiertamente, otras veces sin saberlo. Pero sin duda esto no es

todo. Falta un tercer elemento: el efecto acumulativo de la presión

individual hacia el cambio. Éste es

el

que aparece de inmediato con

las historias de vida; las decisiones que toman los individuos: cam

biarse de casa o mejorarla, abandonar una comunidad y migrar a otra,

dejar un trabajo que se ha vuelto intolerable o buscar otro

mejor

in·

vertir dinero en el banco, en acciones o en un negocio propio, casarse

9

Una excepción importante es la que ofrece Daniel Bertaux, Destins personnds et

structure

de classe Presses Universitaires de France, París, 1977.

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Historias

de

vida y

cambio

social

o separarse, tener hijos o no. Los patrones cambiantes de millones

de decisiones conscientes de este tipo tienen tanta o más importancia

para el cambio social

que

los actos de los políticos.

Esto resulta evidente en cuanto observamos los principales cam

bios sociales a largo plazo

que han

tenido lugar

en

Europa occidental

o en Estados Unidos durante los últimos 50 o 100 años. Algunos son

sin duda resultado de la presión colectiva y de la decisión política,

en particular el flujo de los derechos políticos y las libertades civiles

de hombres y mujeres y de las minorías étnicas, así como la creciente

intervención del Estado en materia de educación, salud y bienestar so

cial.

La

presión colectiva, en términos de sindicalismo, es responsable

en parte de la reducción del horario de trabajo

y

por tanto de la opor

tunidad de desarrollar el ocio masivo), y

ha contribuido, al menos, a

proteger aunque no ha logrado mejorar) la participación de la clase

trabajadora en las utilidades reales. Pero nada de eso contribuye real

mente a explicar los dos cambios más sorprendentes: la elevación de

la productividad económica y de los niveles de vida, y

la

reducción del

número de hijos. Aunque diversos Estados han tratado de intervenir

en ambos fenómenos, resulta imposible sostener que sean consecuen

cia de la intervención estatal. Porque la verdad es que ambos siguen

dependiendo en parte -incluso en la era del capitalismo monopólico,

la planificación económica gubernamental internacional las políti

cas estatales de población-·de las decisiones individuales de madres y

padres, de mujeres y hombres como consumidores y productores, tra

bajadores y gerentes, que ni los economistas ni los demógrafos han

aprendido a comprender hasta el punto en que puedan predecir ten

dencias más allá del futuro inmediato o formular lineamientos políti

cos efectivos

en

cualquiera de los dos campos. Como bien sabemos, la

prueba está a la vista: en la recurrente ineptitud de

los

gobiernos en

todo el mundo, ya sean capitalistas o comunistas, cuenten o no con el

consejo profesional de los científicos sociales.

Así, la mecánica esencial de dos de las fuerzas básicas del cambio

social, el cambio en la economía y en la población de una sociedad,

se comprenden de manera muy imperfecta. Y sin duda seguirá siendo

así

hasta que se conjunte lo que se sabe gracias a los estudios de mode

los económicos y demográficos abstractos, a las presiones ideológicas y

colectivas, con la comprensión que sólo puede lograrse mediante his

torias de

vida de

cómo interactúan dichas fuerzas a nivel individual

con las oportunidades económicas inmediatas, con la conformació~

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Paul

Thompson

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de ideas a través de la socialización, la amistad y los medios específi

cos, con el desarrollo de actitudes

en

la infancia y

en

la experiencia

de la familia adulta, para conformar esos miles de decisiones que, acu

mulándose, no sólo configuran cada historia de vida, sino que consti

tuyen también la dirección y la escala de los grandes cambios sociales.

Conviene destacar que no estoy proponiendo el método de la historia

de vida como un enfoque independiente o bien como una verdadera

panacea, pues estos problemas fundamentales son sin duda difíciles de

tratar, y cualquier avance hacia su solución tiene que ser lento. Pero

creo que un paso esencial consiste en aceptar el papel del individuo

como

parte

de la estructura de interpretación.

Una consecuencia inmediata de ese enfoque sería el reconoci

miento, primero, de que una elevada proporción de decisiones indi

viduales cruciales puede ser tomada tanto por las mujeres como por

los hombres; no sólo en esferas como la de la consolidación de la fami

lia, sino también como migrantes y trabajadoras las mujeres cambian

de empleo con más frecuencia que los hombres). Pero, segundo, no

sólo abriría perspectivas totalmente nuevas en campos específicos, so

bre todo

en

los económicos, donde resultaría más novedosa; al mismo

tiempo, y porque la lógica de cada vida muestra que la vida económica

y la familiar son interdependientes, se pondría fin a la separación del

análisis sociológico y el histórico en distintos compartimentos, y a la

relegación de la familia a un papel puramente secundario.

Desde luego, una consecuencia de la estructura sexual del poder

social ha sido que las profesiones de la sociología y la historia, domi

nadas por varones, han solido tratar los asuntos concernientes a las

mujeres, los niños y la familia como de importancia meramente se

cundaria. Aunque el impacto del movimiento feminista ha dado por

resultado una modificación sustancial de este descuido en lo que

se

re

fiere a los estudios de la mujer, con frecuencia las feministas no se han

interesado demasiado por las mujeres en sí mismas, precisamente por

que han estado ansiosas por destacar la importancia de las mujeres al

margen de la familia. Como consecuencia, la sociología de la familia

ha

permanecido un tanto marginada, relacionada más bien con la política

social. Entre tanto y también con ciertas excepciones-,IO la historia

IO

Entre las cuales se cuentan Tarnara Hareven y

Glen

Elder, cuyo trabajo puede

oponerse, por ejemplo,

al de

Edward Shorter, he

making

of the modem family Basic

Boolcs,

Nueva

York, 1975, o

con

el de Lloyd de Mau.se, he

history

ofchildhood Psycho

history Press,

Nueva

York,

1974.

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Historias de vid

y

cambio social

familiar angloamericana ha sido de especial interés para hombres (his

toriadores, sociólogos y psicohistoriadores ), cuyo principal mensaje

es una complaciente celebración de la modernización progresiva, a

lo largo de los siglos, desde un pasado duro y poco amoroso hasta la

igualdad liberada del presente que, según podemos suponer, ven gozar

a las mujeres y niños de su propia familia.

En

ambos casos, así como en

el

trabajo más cuidadoso de la escuela de historiadores y antropólogos

de

Annales

suele darse por sentada a la economía como un contexto

primario dado, dentro del cual debe desenvolverse la estructura de la

familia. Sigue siendo dificilísimo encontrar una investigación que exa

mine el impacto de la familia

en

el desarrollo económico, o la mutua

interacción de ambos.

Sin embargo, resulta claro que una interacción de este tipo debe

ser de importancia fundamental para el cambio social. Porque la -

milia es la institución social primaria en la que se produce y socializa

la energía humana. En su nivel más simple, le proporciona a la eco

nomía su fuerza de trabajo. Por tanto, se deduce que, a menos que los

cambios demográficos puedan reducirse a una absoluta dependencia

de la economía y esto no es posible-, los cambios en la ideología y

la estructura de la familia deben analizarse como fenómenos críticos

para el desarrollo económico y social global. Pero esta producción de

mano

de obra no es simplemente biológica. En la transmisión de ac

titudes e ideología,

de

un marco de referencia de valores religiosos y

seculares, los mediadores primordiales son las mujeres y los niños, ya

que

es a través de ellos que se dan los pasos iniciales para la socia

lización de cada nueva generación dentro de la familia y del barrio.

Como engendrar y socializar a los niños son procesos esencialmente

privados y domésticos, o por lo menos informales, la entrevista sensi

ble de historia de vida proporciona casi la única forma de compren

derlos e interpretarlos.

No

obstante, la importancia crítica de estos

procesos resulta evidente en

cuanto

asumimos

como

sin duda debe

mos

hacerlo

que la ideología puede tener una influencia significativa

en

el cambio económico y social.

Tal vez valga la pena ampliar este punto partir de ejemplos más

específicos. La vinculación

entre

el protestantismo y las actitudes eco

nómicas que postula Weber en La ética protestante y el espíritu del

capita-

lismo ha sido largamente discutida por los historiadores. Ha llevado,

por oposición, a sugerir que la declinación de la economía británica

después de 1870 puede haberse debido al abandono de los valores pu-

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Rzul Thompson 131

ritanos del trabajo esforzado y la disciplina personal por parte de las

familias de los empresarios, que se asimilaron cada vez más a las cla

ses medias, gastando sus recursos

en

el consumo conspicuo -beber,

ir a fiestas y hasta jugar y dedicarse a las mujeres-

en

lugar de rein

vertidos con ganancias en nuevas máquinas para la fábrica familiar, y

mandando a sus hijos a escuelas privadas en las que aprendían a go

bernar más que a trabajar.

e

ser cierta, esta explicación de la decli

nación económica

no

sólo sería históricamente interesante, sino que

tendría también una inmediata importancia política contemporánea.

Pero no contamos todavía con una historia de la familia empresarial en

Inglaterra, y de la forma

en

que su evolución difiere de la de otras clases

sociales. Una investigación preliminar que llevamos a cabo, compa

rando la vida familiar de empresarios británicos de éxito (los fracasos

son significativamente menos fáciles de rastrear), con las costumbres

usuales de

la

clase alta a principios del siglo

XX,

sugiere que, en un

nivel similar de comodidad material, había distinciones notorias en la

· práctica. A los hijos de los empresarios les regalaban juguetes mecáni

cos, autos y trenes eléctricos, más que caballitos mecedores, y después

recibían cierta formación

en

materia de ciencia o tecnología, más que

en los clásicos. Y sus familias, en conjunto, eran mucho más informales

y demostrativas emocionalmente, hasta el punto de tolerar ataques de

mal genio e incluso malas palabras. Los niños pequeños estaban me

nos restringidos al cuarto de juegos, veían más a su madre y a medida

que crecían, tenían más probabilidad de

mantener

una relación estre

cha con sus padres. Por encima de todo, y debido a diversas razones

-algunas como migrantes, otras por seguir

una

religión minoritaria

estas familias preferían juzgarse a s mismas según sus propios crite

rios, más que según los tradicionales valores de estatus de la sociedad

de clase alta: tenían en común una alta estima por el valor y el logro

individuales. Por el contrario, en la historia de vida de aquellos em

presarios que experimentaron por lo menos una etapa de declinación

económica o la bancarrota, se advertía cierta tendencia a integrarse

con la clase alta rural. En síntesis, parece que

un

factor clave que

alienta la iniciativa empresarial es el estímulo social de la individua

lidad dentro de la familia: ya sea positivamente, por medio de una

expresividad emocional ''progresista o de la creencia

en

la salvación

religiosa individual, ya negativamente, por

el

rechazo de los valores de

estatus de la sociedad convencional. Por tanto, daóa

la

impresión de

que vale la pena continuar y desarrollar la hipótesis inicial; las eviden-

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istorias

de

vida cambio

social

cias están a disposición de quien las busque. Pero el debate sobre el

terna entre los historiadores de

la

economía ha descansado en gran me

dida, y

de

manera bastante innecesaria, sobre la simple especulación.

Las

comunidades de pescadores proporcionan un caso

aún

más

claro de la importancia mutua de la familia, la ideología y la economía.

A fin de sobrevivir tienen que contar con la solidaridad comunal para

mantener una fuerza de trabajo, pero

l

estímulo de la iniciativa indi

vidual requería también enfrentar la adaptabilidad recurrente con los

recursos pesqueros, la tecnología y el mercado, que experimentaban

cambios.

El

grado

en

que la economía puede configurar las relaciones

familiares se advierte por la tendencia de las mujeres de familias pes

cadoras, en muchos lugares del mundo, y debido a que

los

hombres

suelen salir al

mar,

a contar con una mayor responsabilidad y autori·

dad familiares, aunque esto varía desde la asociación de los matri·

rnonios, frecuente entre los pescadores costeros, cuyas esposas traba

jan con ellos limpiando y comercializando el pescado, hasta el caso de

los pescadores de altura, que son verdaderos padres ausentistas, cu

yas esposas tienen el papel

de

progenitor único. Pero

la

influencia no

actúa sólo en una dirección. Las historias de vida permiten ver con/

gran precisión el contraste entre el destino de diversas comunidades.¡

En un extremo están los principales puertos de

la

industria pesquera,

donde las largas ausencias

en

alta mar, el exceso de bebida y una im·

placable política por parre de los propietarios de las compañías para

desintegrar a los sindicatos, mantener bajos los salarios e impedir que

los hombres, entre uno y otro viaje, pasaran el tiempo en su

casa

de

gradó y desmoralizó tanto

la

vida familiar y redujo hasta tal punto el

estatus de trabajar

en

la industria, que

ya

no se pudo contar con una

fuerza de trabajo suficientemente calificada: las familias de los pes

cadores mandaban a sus hijos a trabajar en otras cosas. Ésta es una

de las razones (aunque desde luego no es la única) de que, pese a sus

inmensos recursos, en los últimos 20 años los puertos de altura ingle

ses hayan ido perdiendo terreno ante los puertos costeros escoceses,

más pequeños, en los que ha persistido la propiedad familiar de los

barcos. Evidentemente, parte del secreto de estos puertos costeros ha

sido una ideología de trabajo esforzado, de frugalidad y de admiración

por l logro individual inculcada desde la niñez tanto

en

la casa y

en

la iglesia como en la comunidad. Pero tal vez el caso más interesante

sea el de la peculiar prosperidad económica -bastante antes del des

cubrimiento de petróleo en el mar del

Noite de

los pescadores de las

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Paul Thompson

133

islas Shetland, que destacan entre todas las comunidades de pescado

res por el elevado nivel social que le conceden a las mujeres y por la

afectuosa ternura con que

le

ensefian a los nifios a razonar por

{

mis

mos. Cuando a través de las historias de vida se comparan los puertos

de altura y los costeros, así como las diferentes pautas de relación fami·

liar y de valores morales comunes en diversas comunidades costeras,

se vuelve cada vez más claro el papel decisivo de la posición de mu

jeres y niños dentro de la estructura. Porque las comunidades en las

qµe la propiedad de los barcos es familiar, y que han tenido más éxito,

son aquellas en las que más se aprecian el valor y el logro individual,

y que pueden tolerar cierto grado de excentricidad y creatividad; den

tro de una familia autoritaria, jerárquica, dominada por los varones, la

transmisión de esos valores esenciales se ve seriamente inhibida.

Las relaciones entre familia, ideología y economía son, por tanto,

inseparables. Sin duda son fundamentales las restricciones que el sis·

tema económico, la tecnología y los recursos ejercen sobre la forma en

que hombres y mujeres viven su vida. Pero la economfaes una creación

social, y se construye en parte

en

el seno de la familia.

La

labor no re·

munerada de las mujeres

en

el hogar no es tan sólo una contribución

esencial para mantener la estructura existente en un momento dado,

sino también, a través de la crianza de los hijos, la base de la economía

social del futuro y un elemento generador del cambio social.