Democracia y Universidad Segunda (1)
-
Upload
emily-tatiana-beltran-munoz -
Category
Documents
-
view
213 -
download
0
Transcript of Democracia y Universidad Segunda (1)
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
1/46
Democracia y universidad
[Un alegato político a favor
del derecho a no ser político]
Universidad Nacional de Colombia
Sede BogotáFacultad de Ciencias Humanas
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
2/46
Democracia y universidad
[Un alegato político a favordel derecho a no ser político]
Luis Eduardo Hoyos
Universidad Nacional de Colombia
Sede Bogotá
Facultad de Ciencias Humanas / Decanato
exto de circulación restringida y distribución gratuita, editadoexclusivamente con finalidad académica, para uso en aulas de la
Universidad Nacional de Colombia. Prohibida su venta.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
3/46
Democracia y universidad
[Un alegato político a favor
del derecho a no ser político]
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
4/46
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
5/46
[5]
Democracia y universidad
Un alegato político a favor
del derecho a no ser político*
Luis Eduardo Hoyos**
«Yo los quiero invitar a la subversión.
Yo los quiero invitar a la rebeldía.
Y yo los quiero invitar a que sean y seamos capaces de
decir que no estamos de acuerdo con el régimen actual».
Senadora de la República de Colombia
(o de lo que queda de ella)
[Intervención pronunciada en la Universidad
Nacional, a principios de septiembre de ]
Se me ha pedido que hable de «democracia universi-
taria» a propósito de una intervención que hice en
una de esas caldeadas asambleas que se han vuelto
ya parte de la vida cotidiana en las universidades
* Contribución leída en el marco de los Conversatorios de la Facultad de Ciencias Humanas de la UniversidadNacional de Colombia el de septiembre de . El textoes también parte del libro de homenaje al Profesor CarlosB. Gutiérrez (Rodolfo Arango y Margarita Cepeda [eds.]),próximo a aparecer.
** Profesor Asociado del Departamento de Filosofía de laUniversidad Nacional de Colombia - Bogotá.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
6/46
[6]
públicas. A propósito de la controversia suscita-
da por la designación de un nuevo decano para la
Facultad de Ciencias Humanas de la UniversidadNacional sostuve allí, no por primera vez, que a la
universidad pública, como comunidad cualificada y
culta, le correspondía acabar con el malentendido
que ha surgido a propósito de la obligación cons-
titucional de consultar a la población universitaria
sobre el nombramiento y designación de sus direc-
tivas. Ese malentendido consiste en confundir dicha
consulta con una elección directa. En la universidad
pública —dije— no hay, ni puede haber, elecciones
directas de las directivas de turno. Y eso tiene mu-
chísimo sentido, pues la universidad no es ni de le- jos parecida a una alcaldía o a un partido político o
a un parlamento. Si es necesario el recurso a proce-
dimientos que podrían ser llamados «políticos» en
la estructura organizativa de la universidad, deben
estar ellos rigurosamente subordinados a criterios
académicos. Esto implica, entre otras cosas, que launiversidad ha de ser más una meritocracia que una
democracia. Y por decir eso fui invitado a este foro.
Un parlamento es una institución eminentemen-
te política, en la que se reúnen representantes de la
sociedad civil, legitimados como tales por el voto
directo, individual y secreto, para debatir y propo-ner proyectos que —de acuerdo con la concepción
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
7/46
[7]
del bien de cada cual— habrán de beneficiar a dicha
sociedad. Una alcaldía o una gobernación tienen ese
carácter político, pero también uno administrativo,es decir, básicamente técnico. De cualquier manera,
una alcaldía se estructura como cuerpo político que
tiene a la cabeza un ciudadano que ha obtenido su
cargo por elección popular. Hasta hace relativamen-
te poco las alcaldías y gobernaciones en Colombia
se ejercían por designación directa del poder ejecu-
tivo. Esa situación, afortunadamente, ha cambiado.
Curiosamente, para los que no lo saben, en los años
ochenta del siglo a la guerrilla comunista de las y al partido conservador colombiano los unía
la permanente exigencia de que en nuestro país de-bería haber elección popular de alcaldes y goberna-
dores. Creo que esa exigencia era razonable, aunque,
obviamente, también pienso que era posible hacerla
(como muchas otras) sin necesidad de matarse por
ella. Pero ese es otro tema.
La universidad, en cambio, no es una institucióneminentemente política. Lo que quiero decir con ello
es que, a diferencia de un parlamento o de un par-
tido, lo que define a la universidad no es la política ni
los compromisos que en ella se den con la actividad
política. Mi punto de vista es que lo que da razón de
ser a la universidad, y la define, es el hecho de seruna institución comprometida con el conocimiento
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
8/46
[8]
y con el desarrollo cultural y científico. Cuando la
actividad principal de las universidades es la política
y no la científica y la académica, la primera que se veamenazada es la autonomía universitaria. Insisto en
lo siguiente: con esta tesis no estoy defendiendo la
idea de que en la universidad no se pueda hacer po-
lítica o debatir políticamente. Lo que quiero decir es
que la actividad política no constituye la esencia de
la acti vidad universitaria. De manera análoga, sería
inaceptable prohibir que dentro de las universidades
se profesen creencias religiosas. No es pensable que
una manifestación cultural tan importante como la
religión no se haga presente dentro de las univer-
sidades, en las que se intercomunican permanente-mente tantas personas y tan diversas maneras de ver
el mundo. Pero lo que no es defendible es que la acti-
vidad religiosa sea parte constitutiva de la actividad
universitaria. Hay universidades en Colombia, prin-
cipalmente privadas, que tienen consagrados en sus
estatutos un compromiso con la fe católica. Piensoque eso es atentatorio de la autonomía universita-
ria. Hasta antes de promulgarse la Constitución de
, en muchas de esas universidades era requisito
obligatorio la clase de religión en todas las carreras.
Después de eso ya no se puede hacer por ser
violatorio del acuerdo constitucional en el que se ra-tifica que este es un país plural en el que hay libertad
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
9/46
[9]
de cultos. Pero, independientemente de ese hecho,
esa obligación confesional de algunas universidades
católicas puede ser considerada como un claro des-conocimiento del carácter autónomo y libre de la
universidad. La obligación confesional —cualquiera
que ella sea— dentro de las universidades, es una
aberración que riñe con la misma idea moderna de
universidad.
En lugar de hablar aquí directamente de «de-
mocracia universitaria» voy a proponer más bien el
siguiente planteamiento, muy simple: me voy a atre-
ver a decir qué es, en mi opinión, lo más caracterís-
tico de la democracia, qué lo más característico de la
universidad y por qué, en consecuencia, la univer-sidad no puede ser en ningún caso una institución
eminentemente política. Algunas consecuencias
saldrán de aquí, obviamente, para pensar el asunto
de la así llamada «democracia universitaria».
El procedimiento de la democracia Quisiera empezar por los rasgos que me parecen
esenciales a la democracia. En primer lugar, creo
que la democracia es ante todo un procedimiento,
un método hallado históricamente por los hombres
para dirimir los conflictos que surgen inevitable-
mente de la búsqueda política del poder. Parte (notodo, por supuesto) de ese procedimiento consiste
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
10/46
[10]
en escoger por mayoría entre varias opciones. La
escogencia de una opción por mayoría, cuando hay
varias que se excluyen mutuamente, suele ser consi-derada típicamente democrática y supone un acuer-
do tácito entre todos los participantes de aceptar
la decisión mayoritaria, cualquiera que ella sea. La
regla de aceptar la decisión mayoritaria, cualquiera
que ella sea, tiene, así, prioridad sobre la decisión
mayoritaria misma porque ésta última la supone.
Tal cosa trae consigo una importante restricción: se
ha de aceptar cualquier decisión mayoritaria, salvo
aquella que consiste en abolir esa regla. Este aspecto
del procedimiento democrático es utilizado para re-
solver muchos conflictos y no solamente para resol- ver los de carácter estrictamente político. Así, por
ejemplo, un grupo de amigos que desea salir a cenar
y no se pone de acuerdo en el restaurante al que ha
de ir puede apelar a una votación entre las diferen-
tes opciones. En estos casos, y cuando el grupo no es
muy numeroso, se suele escuchar primero las razo-nes a favor de una y otra opción y se intenta tomar
la decisión sobre la base de la fuerza de esas razo-
nes. Al procedimiento de elección por mayoría se
apela normalmente como ultima ratio; cuando hay,
por así decir, «tablas» en el cotejo de razones. Y se
apela a dicho procedimiento porque se supone quees una buena solución en una situación de conflicto
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
11/46
[11]
de razones y/o intereses. Cuando los contrayentes
de un juego de este tipo son muy numerosos, es muy
difícil, si no imposible, esperar que se opte por algode acuerdo con el cotejo de razones. En estos casos
el procedimiento más expedito es el de escoger con-
forme a lo que mayoritariamente se ha decidido.
Me parece que la dificultad de poner de acuerdo
a tantos es una de las razones poderosas que hace
que el procedimiento de decisión por mayoría sea
tan generalmente aceptado. Pero no creo que sea la
única. Hay otra, muy importante, que no debe pasar
desapercibida. Cuando hay conflicto de intereses,
piénsese ya concretamente en un conflicto político,
las razones a favor de una u otra de las partes suelellevar a una situación en la que una solución cualita-
tiva es imposible; me refiero a una solución en la que
se haga justicia tanto a las razones de uno como a las
de otro bando. Con el procedimiento de elección por
mayoría se nivela por lo sano; quiero decir, se decide
cuantitativamente, lo que desde un punto de vistacualitativo nos llevaría con mucha seguridad a una
discusión sin término. Este último factor es suma-
mente característico del aspecto del procedimiento
democrático según el cual se toma una decisión por
mayoría. Con la resolución de un conflicto de tipo
cualitativo mediante un expediente cuantitativo nose pretende que el conflicto quede solucionado de
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
12/46
[12]
una vez por todas. La decisión mayoritaria no es en
realidad una solución cuantitativa a un conflicto
cualitativo, sino una forma de dar por terminadoel conflicto y, justamente, decidir, pasar a la acción,
por así decir. Aquí los bandos buscan ganar, pero
también tienen que estar dispuestos a perder. Si no,
no pueden jugar. Pienso que esta forma de dar por
terminado (y no de terminar) un conflicto de ca-
rácter cualitativo mediante un expediente cuanti-
tativo es una de las razones por las cuales también
ha de considerarse como esencial al procedimiento
democrático la alternación en el poder, es decir, el
carácter más o menos provisional, temporal, de las
decisiones por mayoría.Aunque la toma de decisiones basada en el con-
teo de la mayoría (que no es más, en el fondo —repi-
to—, que una forma de dar por terminado cuantita-
tivamente un debate que, cualitativamente, podría
no tener un fin), es parte esencial del procedimiento
democrático, no es, con mucho, el único aspecto im-portante de él, ni tampoco el más característico. Es
asimismo esencial al juego político democrático la
limitación del poder. La democracia moderna no es
solamente la forma de gobierno que acoge las deci-
siones de las mayorías, sino la que reconoce la nece-
sidad de limitar el poder y evitar su concentración.La democracia moderna no consiste en pasar el po-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
13/46
[13]
der absoluto del soberano al pueblo, sino en abolir
el carácter absoluto del poder. Constitutivo de este
rasgo tan esencial de la democracia moderna son ladivisión de poderes y la alternación de los gobiernos.
No puede llamarse fiel a principios democráticos
modernos, o respetuoso de ellos, un gobierno que
no reconoce los límites entre el poder ejecutivo, el
legislativo y el judicial, ni la independencia entre
ellos. Otro tanto vale decir de un gobierno interesa-
do en perpetuarse en el poder y cohibir la alterna-
ción política. No vale a favor de él, quiero decir, a
favor de que se le llame democrático, el expedien-
te plebiscitario de apelar al apoyo de las mayorías,
ni mucho menos su convicción de estar llevando acabo un buen gobierno. Lo primero no vale, porque
sería creer que lo único constitutivo de la democra-
cia es la decisión mayoritaria. Y la decisión mayo-
ritaria sin la limitación del poder es como un eje
con una sola rueda. Lo segundo tampoco, porque la
determinación de lo que sea bueno o malo, un bueno un mal gobierno, es esencialmente cualitativa y,
en cuanto tal, va a ser siempre favorecida por unos
—los que comparten el mismo esquema de valores
o fueron favorecidos por ese gobierno— y no por
otros. Se dirá: «justamente, como hay una situación
de “tablas”, desde el punto de vista de la aceptabi-lidad de las razones, entonces lo mejor es solucio-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
14/46
[14]
nar por votación el diferendo». Si es cierto que el
procedimiento de decisión por mayoría es un buen
procedimiento para dirimir situaciones de conflic-to dándolas por terminadas, pero no para solucio-
nar esos conflictos terminándolos definitivamente,
como lo haríamos después de un cotejo racional de
las razones, entonces no es aceptable suponer que la
creencia de que algo es bueno, incluso en el caso de
que sea la creencia de la mayoría, es un argumento
contundente para perpetuar un gobierno. El expe-
diente democrático de dar por terminado un cotejo
cualitativo de razones mediante un conteo de votos
es necesariamente correlativo al principio de alter-
nación en el poder, como principio limitativo deeste último. Por otra parte, nunca podrá ser buen
argumento que algo es demasiado bueno (aunque
lo sea) para cambiar una regla de juego que, entre
otras cosas, permitió a eso llegar a ser tan bueno.
Si el ser humano es falible, y frágil y limitado, si
su conocimiento de las cosas está cercado por la ig-norancia y se topa permanentemente con ella, no es
aceptable concederle a un ser humano atribuciones
para que gobierne a los otros absolutamente. La ne-
cesidad de ligar la limitación del ejercicio del poder
a la falibilidad humana es uno de los rasgos más ca-
racterísticos del pensamiento liberal y democrático.No es casual que ambas ideas surjan en un momen-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
15/46
[15]
to histórico, el de la Ilustración tardía de fines del si-
glo , en el que las capacidades racionales eran
ensalzadas al mismo tiempo que se llamaba crítica-mente la atención sobre la necesidad de reconocer
su alcance limitado.
A parte de la división clásica de los tres pode-
res, la democracia occidental moderna también ha
llegado históricamente a la creación y desarrollo de
instituciones que tienen la función de controlar el
ejercicio del poder. Es el caso de las procuradurías,
las fiscalías y las contralorías. Es tanto lo que se jue-
ga en el ejercicio del poder y en la pretensión de ese
ejercicio —pretensión que constituye la esencia de la
actividad política— que las sociedades occidentaleshan creado mecanismos institucionales para con-
trolar el poder y prevenir los excesos derivados de
su concentración temporal. Las entidades controla-
doras, por supuesto, no tienen una razón de ser di-
vina, sino que son el resultado de conclusiones a las
que se ha llegado después de tortuosas experienciashistóricas. Si no aprendemos del dolor, difícilmente
podremos esperar aprender de otras cosas.
De todo lo que he dicho hasta ahora se puede
sacar la siguiente conclusión provisional: la demo-
cracia, entendida como procedimiento político para
dirimir los conflictos de intereses y la contiendapor el poder, se opone al absolutismo del poder, a
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
16/46
[16]
su concentración y a la perpetuación en él. Pienso
que la democracia debe ser ante todo juzgada como
método, como procedimiento, y no como otra cosa.En efecto, aunque la democracia puede ser conside-
rada como un método expedito para la resolución
de conflictos de interés, para canalizar las preten-
siones de poder y para limitar su ejercicio, y en esa
medida los sistemas democráticos pueden ser con-
siderados como buenos, adecuados al desarrollo del
proceso social, no debe pensarse que se la valora así
positi vamente en el sentido en que se valora algo
como substantivamente bueno. Me explico: cuando
los filósofos decimos que algo es substantivamente
bueno, estamos pensando en lo que cada uno tienepor bueno para sí. Mucha gente, por ejemplo, tie-
ne como buena a la familia, mientras que para otra
gente éste no es un bien tan indispensable. Hay mu-
chas personas, casi todas, que consideran a la sa-
lud como un bien máximo; otras están dispuestas
a sacrificar su propia salud por otros bienes, etc. Lademocracia no debe ser considerada como buena en
este sentido. Ella no propone una forma de vida si-
guiendo un ideal determinado de bien, sino que es el
procedimiento que hace posible que convivan mu-
chos ideales del bien y que se diriman sus conflictos
mediante el ejercicio temporal y limitado del poder.Todo el que es demócrata tiene que estar dispuesto
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
17/46
[17]
a someter a un límite sus ideales de vida buena, al
mismo tiempo que tiene el derecho de reclamar que
ese ideal tenga un lugar en la sociedad.El procedimiento de la democracia es prioritario
en relación con los diferentes intereses que deciden
jugarlo, pero esa prioridad no es substantiva. La crí-
tica de que la democracia liberal moderna es me-
ramente formal no es por ello una crítica muy bien
pensada contra ella, pues la democracia, entendida
como procedimiento para dirimir los conflictos de
interés y regular la contienda por el poder, debe
comprometerse lo menos posible con los conteni-
dos del bien que valoran los contrayentes del juego
y con los intereses de cada parte. El procedimien-to democrático debe ser lo más ajeno posible a esos
ideales del bien y a esos intereses. Si los contrayentes
del juego democrático deciden regular sus preten-
siones de poder es porque aceptan unos principios
muy básicos que son constitutivos, definitorios, de
ese juego. Cada uno de los pretendientes del poderpuede defender la idea de bien que considere más,
digamos, verdadera, o el concepto de sociedad que
le parezca mejor, pero no lo puede hacer saltándose
aquellas reglas constitutivas del juego democrático
que —repito— no deben identificarse con el ideal de
bien de los contrayentes. Pienso que la decisión pormayoría, la división e independencia de los poderes
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
18/46
[18]
y el control, la limitación y la alternación del ejerci-
cio del poder son reglas constitutivas, y no acceso-
rias, del juego democrático.Los filósofos políticos suelen distinguir entre
«reglas constitutivas» y «reglas regulativas» (o lo
que llamo aquí «reglas accesorias»). Las primeras
definen un juego, a la vez que lo regulan. Las segun-
das lo regulan, pero no lo definen, es decir, pueden
ser cambiadas sin que por ello se esté proponiendo
un cambio de juego. Sobra decir que todo juego re-
quiere de reglas. Pongo un ejemplo sencillo: en el
football hay al menos una regla constitutiva, de al-
gún modo ya contenida en su propio nombre y por
tanto definitoria de él: los contrayentes deben siem-pre usar los pies para controlar el balón. En estricto
sentido, ésta es una regla prohibitiva que consiste en
que no es permitido usar las manos para controlar el
balón. El football debería mejor llamarse handless-
ball . Nótese que, como regla prohibitiva, la regla de
no usar las manos para controlar el balón da másmargen de juego que la prescriptiva: «se deben usar
los pies», pues da la posibilidad de usar el pecho, la
Véase John Rawls, «Two Concepts of Rules» y lainterpretación que de la misma idea hace John Searle en«How to Derive “Ought” from “Is”». Ambos en: Teoriesof Ethics. Philippa Foot (ed.). Oxford: Oxford UniversityPress , - y -, respectivamente.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
19/46
[19]
cabeza, etc. En el football se acepta una excepción
a esta regla constitutiva: a un jugador, a saber: al
arquero, le es permitido usar sus manos para con-trolar el balón. Con todo, esta excepción, como sa-
bemos, es excesivamente restrictiva: sólo uno de los
jugadores puede ser arquero y a él sólo le es permiti-
do usar sus manos dentro de una determinada área
y por un tiempo limitado. Por fuera de esa área, él
es un jugador de football , o de balompié, más. Junto
a esta regla constitutiva hay muchas del balompié
que son accesorias o regulativas: por ejemplo, que
la llamada pena máxima se cobre desde los me-
tros, o que los partidos duren hora y media. Estas
últimas pueden ser cambiadas sin que se cambie laesencia del juego, pero no se puede cambiar aquella
regla constitutiva del football sin que se cambie al
mismo tiempo el juego mismo. Es en ese sentido que
digo que la decisión por mayoría, la división e inde-
pendencia de los poderes, el control, la limitación y
carácter temporal del ejercicio del poder son reglasconstitutivas de la democracia. Querer cambiar esas
reglas es proponer un cambio de juego.
Aunque las reglas que no son constitutivas pue-
den ser alteradas sin que ello implique un cambio de
juego, es importante notar que, por tener un carác-
ter regulativo y haber sido aceptadas por las partesantes de iniciar el juego, no deben ser cambiadas
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
20/46
[20]
mientras él está en curso. Imagínense que en me-
dio de un partido de balompié entre «Los macacos»
y «Los tapires», aquellos decidan cambiar la reglade que la pena máxima se cobre desde los once me-
tros, porque, supongamos por caso, su arquero es
más bajo de estatura que el de «Los tapires». «Los
macacos» deciden que la pena máxima debe co-
brarse desde los quince metros. El representante del
equipo argumenta razones de equidad y agrega que,
justamente en virtud de esas razones, dicha modifi-
cación a esa regla (que después de todo no es cons-
titutiva del balompié) ha de valer para ambos equi-
pos. Imagínense que los miembros de «Los tapires»
se oponen a esa decisión y que «Los macacos», que juegan de locales, proponen resolver la disputa ha-
ciendo una votación entre los asistentes al estadio.
Es más o menos obvio que semejante procedimiento
no sería legítimo. Pero no porque no tenga a su favor
principios de equidad, o porque «Los macacos» re-
curran a él siendo locales, sino porque es violatoriodel acuerdo sobre las reglas que ha sido previo a la
concertación del partido.
Hay otras tres características irrenunciables de
la democracia a las que me quiero referir brevemen-
te. Son ellas: la representación, la transparencia y el
respeto a las minorías. La democracia no es sola-mente un procedimiento para la resolución tempo-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
21/46
[21]
ral de los conflictos que surgen de las pretensiones
de poder y para limitar su ejercicio, sino que es un
mecanismo representativo. Ese carácter representa-tivo de la democracia es el responsable de que exista
el político como profesional. El político de profesión
es un ciudadano mayor de edad que se especializa
en hacer gestión a favor de la comunidad que repre-
senta y que usualmente pertenece a un partido. No
debe, en mi opinión, representar en primer lugar a
su partido, sino a la comunidad. Los partidos son
instituciones, internamente también estructuradas
según reglas democráticas, que se organizan para
facilitar el acceso al poder. Ellos sí tienen principios
de unión substantivos, es decir, los partidos se for-man y unen de acuerdo con ideales del bien y, cuan-
do acceden al poder gobiernan según esos ideales,
pero han de representar a la comunidad y han de
gobernar procurando su bienestar. El aspecto repre-
sentativo de la democracia también es parte de su
carácter procedimental. Usualmente se distingueentre democracia directa y democracia representa-
tiva. En los últimos años las discusiones en la filoso-
fía política se han nutrido con la introducción de un
nuevo concepto, el de democracia deliberativa, que
debe ser indicador de un mejoramiento del procedi-
miento democrático moderno. Infortunadamente,no puedo ocuparme aquí en detalle de estas distin-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
22/46
[22]
ciones. Por lo pronto, quisiera decir que estos son
tres aspectos que no riñen entre sí sino que, antes
bien, me parecen complementarios.El mecanismo de la democracia directa es el voto
individual. En casi ninguna comunidad muy nume-
rosa se toman decisiones substantivas de acuerdo
con un procedimiento de votación directa, sino que
se delega a los representantes políticos de la socie-
dad civil (estos sí, elegidos por voto directo) la toma
de decisiones. Hay sitios, como los Estados Unidos,
en donde incluso se delega a los llamados colegios
electorales lo que en casi todas las democracias es
asunto del elector individual. Dentro de los parla-
mentos, concejos y asambleas se votan los diferentesproyectos, procurando que hayan sido sometidos a
un proceso deliberativo que se deja normalmente
en manos de comisiones, menos numerosas que las
plenarias y por ello más adecuadas para el estudio y
el cotejo de razones. Sólo en muy pocos países, hasta
donde sé, se somete a la comunidad un tema subs-tantivo para que sancione ella plebiscitariamente
sobre él. Suiza es uno de esos pocos ejemplos. Es re-
lativamente corriente ver que en algunos cantones
se convoca a la comunidad para que decida direc-
tamente sobre temas substantivos: aborto, cláusu-
las sobre inmigración, transformaciones urbanas,etc. Pero así y todo, ese procedimiento procura ser
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
23/46
[23]
limitado por algunos, pues los riesgos que conlle-
va no son muy difíciles de ocultar. Cierto es que la
valoración del voto directo supone una gran con-fianza en el ciudadano y eso, en mi opinión, es su-
mamente positivo. Pienso incluso que la confianza
en el elector es una de las diferencias cruciales entre
el pensamiento liberal y el pensamiento conserva-
dor. Pero también es importante reconocer que la
decisión mayoritaria sobre temas substantivos en
una comunidad política y numerosa no parece ser
la mejor alternativa para capotear la dificultad, in-
herente al procedimiento democrático, de que la de-
cisión mayoritaria no puede ser ella misma más que
una decisión procedimental, es decir, no debe tenerel estatus cualitativo de las decisiones basadas en el
cotejo de razones. Por ser tan difícil la toma de deci-
siones colectivas por medio del cotejo argumentado
de razones (yo me atrevería a decir que en algunas
ocasiones incluso por ser imposible), es que se hace
necesaria la elección plebiscitaria. Convocar a unacomunidad política para que decida por votación
sobre un tema substantivo puede ser por ello una
forma no muy afortunada de resolver la disparidad
inevitable entre lo cuantitativo y lo cualitativo, ane-
ja al procedimiento democrático. De ahí el sentido
de la representatividad democrática. Cuando la co-munidad no es eminentemente política, como es el
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
24/46
[24]
caso de la universidad, esta disparidad debe ser re-
suelta de otra manera: la deliberación racional debe
primar siempre sobre el procedimiento representa-tivo. Aunque la gestión de una directiva universita-
ria no puede ser eximida del control social y de la
evaluación externa, lo primero que se debe exigir
de una directiva universitaria es calidad académica,
intelectual y moral. Por eso, principalmente, es que
se debe respetar el principio que presume que sus
decisiones están orientadas por la búsqueda de las
mejores razones. En ese mismo orden de ideas, es,
en mi opinión, indispensable que el equipo directivo
de una universidad se rodee de asesores altamente
cualificados. Sin este principio básico de la confian-za en la inteligencia no veo cómo pueda organizarse
una universidad. Diré algo más al respecto al final
de este texto.
Esencial al procedimiento democrático también
es, en mi opinión, la transparencia. Es lo que Kant
llamaba «imperativo de la publicidad» que opera,para él, como el principio normativo por excelen-
cia de la vida política. Lo que está a la base de esa
idea son dos cosas: la búsqueda del control político
mutuo y la necesidad de mantener a una sociedad
bien informada. Si al representante político de un
sector de la sociedad se le ha confiado el poder dedeliberación y elección sobre asuntos substantivos,
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
25/46
[25]
es una mínima obligación de él mantener informa-
do al elector sobre su gestión, así como también lo
es la manifestación transparente de sus intencionesy de los pactos y coaliciones que suscriba.
No puedo dejar de mencionar, finalmente, el
respeto a las minorías como elemento muy signi-
ficativo de la democracia. La democracia, concebi-
da como un procedimiento político expedito para
subsanar los conflictos de interés y las disputas por
el poder, está íntimamente ligada a una concepción
pluralista y liberal del mundo social. Una mayoría
no ha de tenerse nunca como definitiva y absoluta.
No sólo es muy raro que en los procedimientos de
elección democrática se dé una mayoría absoluta,del cien por ciento, sino que la mera posibilidad de
que se presente no debe ser considerada indepen-
dientemente de su carácter temporal. Lo que sí es
muy usual es que de las contiendas democráticas
por votación resulten mayorías y minorías. Y estas
últimas, no sólo deben ser respetadas, sino que sucapacidad de control sobre el poder de las mayorías
y su derecho a disentir deben ser estrictamente pre-
servados. La democracia es el mejor procedimiento
hallado hasta ahora para que esta convivencia plu-
ral, e inevitablemente tensa, no amenace la existen-
cia de la sociedad.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
26/46
[26]
La autonomía de la universidad
La universidad es, esencialmente, una comunidad
académica, científica y cultural y es eso, y nada más,lo que da su razón de ser. Y lo que preserva el carác-
ter académico, científico y cultural de la universidad
es su autonomía. La universidad ha de ser libre y la
libertad de las universidades ha de ser esencialmente
la libertad científica, académica e intelectual.
La autonomía universitaria se suele entender
en Colombia —principalmente en las universi-
dades públicas— como el principio según el cual
las universidades se rigen a sí mismas, es decir, se
comprende en relación negativa con agentes insti-
tucionales externos a la universidad. La universidadpública determina su destino sin intervención del
gobierno central, tanto presupuestalmente (recibe
los recursos del ministerio de hacienda, pero los
administra según sus criterios), como desde el pun-
to de vista de las orientaciones para su manejo, en
conformidad con su misión (usualmente expresadaen la triada: docencia, investigación, extensión).
No es igual de frecuente, sin embargo, considerar
otros dos aspectos también esenciales a la noción
de autonomía universitaria: En primer lugar, la idea
de que la autonomía universitaria, como toda au-
tonomía (el principio según el cual uno se da a símismo la ley, o la norma) implica necesariamente
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
27/46
[27]
la noción de responsabilidad. No hay autonomía sin
responsabilidad. Esta es una noción normativa muy
característica de la Modernidad y que debe tambiénser característica de la universidad moderna. La res-
ponsabilidad, en el caso de la universidad, es, por su
parte, establecida por la obligación que tiene ella de
contribuir al desarrollo cultural, intelectual y cien-
tífico de la sociedad. La universidad cumple con
este compromiso social principalmente por medio
de los resultados de la investigación y de la llamada
extensión. Pero es evidente que el compromiso con
una formación docente de calidad es constitutivo de
su función social, sólo que este factor relaciona a la
universidad directamente consigo misma y más omenos diferidamente a ésta con la sociedad.
Por otra parte, la autonomía universitaria no
debe ser vista sólo en relación con agentes institucio-
nales externos a la universidad, sino también en rela-
ción consigo misma. Lo que deseo sostener es que la
autonomía universitaria es un principio rector de la vida universitaria misma. Se trata aquí de defender
la idea de que la autonomía universitaria es un prin-
cipio intelectual, incluso diría, si me acosan, espiri-
tual (no material: la autonomía universitaria no es la
extraterritorialidad del campus) definido por la idea
de que las universidades son, principalmente, comu-nidades académicas y científicas. Las universidades
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
28/46
[28]
no son principalmente ni comunidades políticas, ni
comunidades económicas. No quiere esto decir que
en las universidades no se pueda hacer política o quelas universidades no puedan vender sus servicios.
En lo que acabo de decir está lo fundamental de
mi opinión sobre la autonomía universitaria. Voy a
procurar darle un par de vueltas a este pensamiento
para que lo veamos desde diferentes ángulos. Para
lograr bien este propósito quisiera que no se per-
diera de vista la tesis que estructura toda la movida
que propongo. Se podría enunciar así: La autonomía
universitaria es el factor más vital de la universidad.
Este principio de la autonomía universitaria debe
articular, a su vez, tres ideas:() La autonomía debe consistir en la indepen-
dencia de factores de poder e influencia externa,
como los gobiernos. Según este criterio, para llamar
autónoma a la universidad, ésta debe regir su propio
destino y administrarse a sí misma. Se compren-
de de suyo que la autonomía universitaria, segúneste criterio, no puede ser absoluta. A mi modo de
ver, concebir la autonomía en general, y la autono-
Véase el artículo de la Constitución Política deColombia: «Se garantiza la autonomía universitaria. Lasuniversidades podrán darse sus directivas y regirse por suspropios estatutos, de acuerdo con la ley. La ley estableceráun régimen especial para las universidades del Estado».
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
29/46
[29]
mía universitaria en particular, como ilimitada es
incurrir en una falacia que no vacilaría en llamar
metafísica y que consiste en negar que el desplieguede cualquier actividad llamada autónoma (e incluso
libre) debe tener a la base algunas condiciones que
la hacen posible.
La sentencia - de de la Corte Constitu-cional Colombiana (Magistrado Ponente, Alejando
Martínez Caballero) estipula del siguiente modo el
criterio de la autonomía universitaria con respecto
a los agentes externos: «Por regla general, la univer-
sidad se rige por el principio de plena capacidad de
decisión, lo cual implica un grado importante de
acción libre de injerencia legislativa y judicial, nece-saria para desarrollar un contenido académico que
asegure un espacio independiente del conocimiento,
la capacidad creativa y la investigación científica».
Por su parte, la Ley de , que establece un
canon normativo (entre otras, de inspección y vigi-
lancia) para el ejercicio de la autonomía universitaria,puede ser entendida como un indicio más del carácter
no absoluto de la autonomía universitaria. Así la in-
terpretó al menos el Consejo de Estado en cuan-
do dijo que la «autonomía (de la universidad–)
Claves para el debate público. La autonomía universitaria.Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, julio de ,n.º , p. , nota .
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
30/46
[30]
no es absoluta, pues corresponde al Presidente de la
República ejercer la suprema inspección y vigilancia
sobre las instituciones de educación superior (art. de la Ley de y art. numeral de la Car-
ta Política)». Esa inspección y esa vigilancia deben
concernir, evidentemente, a la misión de la universi-
dad y de ninguna manera a algo ajeno a esa misión.
«El Estado —dice la Ley —, de conformidad con la
Constitución Política de Colombia y con la presente
ley, garantiza la autonomía universitaria y vela por la
calidad del servicio educativo a través del ejercicio de
la suprema inspección y vigilancia de la educación
superior».
() La autonomía universitaria, como toda auto-nomía, debe ser entendida en relación interna con la
responsabilidad. Responsabilidad por una función
social expresada en la tríada: docencia, extensión e
investigación.
() La autonomía es también un principio endó-
geno y, por así decir, intelectual (si se quiere espiri-tual), que consiste en la preservación de la libertad
académica y científica, y de la pluralidad.
Quisiera convencerlos de que la articulación de
estos tres componentes da la esencia del concepto
de autonomía universitaria. Se siguen de ahí, a mi
Op. cit ., p. . Op. cit ., p. .
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
31/46
[31]
modo de ver, consecuencias importantes para com-
prender la relación entre universidad y política,
universidad y dinámica empresarial y universidady democracia procedimental.
Como sé que somos particularmente sensibles al
tema, quizás sea importante que especifique aún más
en qué sentido estoy empleando el término «políti-
ca» para prevenir malentendidos y tergiversaciones.
Cuando utilizo el calificativo «político», o «política»,
o también el substantivo, me refiero principalmente
a la contienda por el poder y a los conflictos de in-
tereses surgidos de esa contienda, es decir, a las di-
ferentes pretensiones por el poder. Y el poder al que
me refiero es el de regir a una sociedad, o a un grupohumano organizado institucionalmente y en el cual
los individuos están abocados a vivir juntos sin im-
portar la vida que cada cual lleve, o sin importar qué
actividad es la que cada cual decidió que ha de dar
sentido a esa vida. No me refiero, así, a los llamados
«micro-poderes». Según el uso que estoy haciendo deltérmino, no es política la lucha por el poder que enta-
blan dos amantes para ver con qué lugar de la cama se
queda cada uno después de hacer el amor; aunque en
otro sentido sí lo pueda ser. Tampoco se compadece
con el uso que propongo la famosa idea de Aristóte-
les según la cual el «hombre es un animal político»,aunque esa idea sea inobjetable. Como todos saben,
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
32/46
[32]
con esa formulación, Aristóteles se refería al carác-
ter eminentemente social (ciudadano; «político» en el
sentido de abocado a vivir en la polis) del ser huma-no. Cuando digo «político», o «política», me refiero,
entonces, a los mecanismos de disputa y/o concerta-
ción para regir o influir en una sociedad o en un gru-
po humano en el que los individuos están abocados
naturalmente unos a otros, es decir, no por elección
libre ni en virtud de un ideal de vida o una actividad
determinados.
Todos los ciudadanos de una comunidad política
tienen derecho a pretender el poder o a vincularse a
un grupo que lo pretenda y que ha de representarlos.
Pero no toda pretensión del poder es legítima. La le-gitimidad del poder y de las aspiraciones a él no es,
sin embargo, el tema de esta contribución. Se trata
de un tema delicado, lo sé; pero no de un tema que
no se pueda llevar al ámbito de la discusión racio-
nal y conducir a algún acuerdo, así sea muy básico.
Podría bastar en este contexto con decir que la vio-lación de los derechos humanos, la ruptura del or-
den institucional que sigue al irrespeto de las reglas
procedimentales de la democracia y la corrupción,
son tres factores (no los únicos, pero en mi opinión
sí los principales) que deslegitiman el uso del poder
y su pretensión.
Luis Eduardo Hoyos, «El problema de la legitimidad
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
33/46
[33]
Sea de ello por ahora lo que fuere, para la línea
de argumentación que me interesa esbozar aquí es
importante sobre todo partir de la base que toda pre-tensión de poder es, en principio, legítima, es decir,
que todo el mundo tiene el derecho de hacer políti-
ca en el sentido que le estoy dando al término (que
no es de ninguna manera un sentido inusual). Pero
cuando alguien quiere hacer política en ese sentido
y cree que la universidad es el lugar idóneo para ello,
está desvirtuando tanto el sentido y la razón de ser
de la universidad, como el de la política. El miem-
bro de la universidad puede hacer política, pero la
universidad no tiene la obligación de ser política
en el sentido empleado del término. Los miembrosde instituciones eminentemente políticas, a las que
les concierne directamente la contienda por el po-
der, como los partidos, los concejos, las asambleas,
el parlamento, etc., sí que están obligados a actuar
políticamente, y si no lo hacen, están equivocando
su función. Resulta por eso extraño el espectáculode los que pretenden el poder y rechazan al mismo
tiempo todo compromiso o actitud política. Cuando
eso ha ocurrido en Colombia (con los movimientos
llamados «anti-políticos», o con algunos muy influ-
yentes movimientos cívicos de opinión) no se trataba
política», La crisis colombiana. Reflexiones filosóficas.Bogotá: Universidad Nacional de Colombia, , -.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
34/46
[34]
en estricto sentido de anti-política, sino de rebelión
contra los procedimientos políticos tradicionales.
Algo, por supuesto, muy político. Con todo, es in-teresante ver cómo algunos de estos movimientos
de carácter cívico sí alcanzaron a presentarse ante
la opinión pública como contrarios a la formación
de instituciones eminentemente políticas, como son
los partidos. Esa actitud «anti-política» de ciertos
pretendientes del poder demostró, como sabemos,
ser muy inconveniente y limitada. Descansaba qui-
zás en una contradicción: el pretendiente del poder
no puede ser «anti-político» porque la esencia de la
política es la pretensión del poder.
Soy consciente de que me he permitido una ex-traña paradoja para subtitular este escrito. Lo iba a
dejar, simplemente, «alegato a favor del derecho a
no ser político». Y aquí «político» debe ser entendi-
do en el sentido propuesto. Pero después de pensar-
lo un rato, incluí el adjetivo «político» para calificar
a mi alegato. Lo es, no propiamente en el sentido dequerer ingresar con él en alguna contienda por el
poder, sino en el sentido de que quiero interpelar
con él al pretendiente del poder que quiere servirse
de la universidad para dar curso a su contienda. Por
eso me permití la paradoja. Si se mira con cuida-
do, eso la justifica. Aquí hay algo muy importanteen juego que quizás merezca una breve aclaración
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
35/46
[35]
adicional: una cosa es la acción política directa y
proselitista, que siempre está ligada a la contienda
por el poder, y otra cosa es el pronunciamiento ola opinión política que no tienen directamente el
propósito de competir por el poder. Lo segundo
siempre estará y podrá estar dentro de las universi-
dades, como lo está dentro de muchas otras partes.
Así y todo, no tiene por qué desplazar la actividad
académica. Lo primero, en mi opinión, sólo puede
hacer presencia en la universidad si es marginal a la
dinámica académica y científica y está estrictamen-
te subordinado a ella. Piénsese, por ejemplo, en la
invitación que un instituto de estudios políticos, o
algo por el estilo, hace a unos candidatos para queexpongan sus ideas en medio de una contienda elec-
toral. En ese caso, los académicos invitan a los polí-
ticos para interpelarlos, pero no para competir con
ellos por el poder.
La universidad no es definida por ser una insti-
tución que compite en la contienda por el poder yes parte de la preservación de su autonomía el que
ella no se vuelva un campo de batalla por el poder,
que ella no quede sometida a los avatares de la lu-
cha por el poder político. El miembro de la comu-
nidad universitaria está en todo su derecho de ser
político, pero si no lo es, no contradice con ello sufunción de universitario. Así mismo, el miembro de
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
36/46
[36]
la universidad está en todo su derecho de no ser po-
lítico, porque como miembro de la universidad no
ingresa a ésta para hacer política, sino para desa-rrollarse científica y académicamente y para contri-
buir al desarrollo científico, intelectual y cultural.
Al miembro de la comunidad universitaria lo asiste
igualmente el derecho a decir que no acepta que la
comunidad de la que decidió formar parte deba ser
eminentemente política, deba ser una comunidad
permanentemente sacudida por la contienda por
el poder. Y el miembro de la universidad que tiene
agenda política debe respetar ese derecho.
La autonomía universitaria, entendida como
principio endógeno, ha de garantizar el carácter noconfesional de la universidad, y eso significa, el ca-
rácter plural, no sólo de las opiniones políticas —por
supuesto— sino también de las religiosas, estéticas,
de diferentes formas de expresión cultural, etc.
Cuando la universidad se vuelve el laboratorio don-
de se prueban todos los proyectos transformadoresde la sociedad (como fue el caso de nuestra univer-
sidad pública durante mucho tiempo) y el universi-
tario no parece contar con herramientas normati-
vas para contrariar la vieja divisa: «A estudiar y a
luchar por la liberación nacional»; cuando eso pasa,
digo, la principal amenazada es nada menos que laautonomía universitaria, la misma autonomía por
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
37/46
[37]
la que tanto pelean los que dentro de las universi-
dades tienen, principalmente, agenda política, y no
académica o científica. Aquellos que tienen única yprincipalmente agenda política dentro de la univer-
sidad no quieren la autonomía universitaria, quie-
ren la extraterritorialidad del campus para forzar
sin control la acción política directa. Sé muy bien
que elegí más o menos arbitrariamente una consig-
na política con la que se identificó durante mucho
tiempo (entre otros) un grupo político conocido
por su fanatismo y sus continuos llamados a la vio-
lencia (aunque el grafiti de marras se sigue viendo
por doquier). Se me podría alegar que eso no vale
para el caso de activistas políticos no radicales y no violentos que abogan por el derecho a hacer política
dentro de las universidades. Estoy de acuerdo con el
reparo: puede (no tiene que) hacerse política dentro
de las universidades; pero la actividad política en la
universidad no sólo debe estar estrictamente subor-
dinada a su misión académica, científica y cultural,sino que en ningún momento la puede obstruir, es-
torbar, o, si prefieren —para que quede claro de qué
estoy hablando— bloquear.
En la Universidad Nacional de Colombia hizo
carrera en un tiempo la visión de que ella era un
fiel reflejo de los conflictos más cruciales de nuestrasociedad y que por eso era una institución tan com-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
38/46
[38]
plicada y tan difícil de manejar. Esa visión —que
aún goza de cierta aceptación— tiene una fuerte co-
loración fatalista. Me opongo a ella: la UniversidadNacional no puede ser el reflejo de los conflictos de
nuestra sociedad, y debe constantemente esforzarse
por no serlo. La Universidad Nacional, como insti-
tución académica y científica, dedicada, entre otros,
al estudio de nuestra sociedad, debe ser un modelo
normativo e inteligente para un país desbaratado
por el crimen y la violencia.
La imperativa invitación a «estudiar y a luchar
por la liberación nacional» o la exhortación a los es-
tudiantes, por parte del pretendiente del poder, para
que se rebelen contra el actual régimen, parece estar justificada en la premisa de que ninguna esfera de la
vida humana puede sustraerse a la política, enten-
dida como lucha por el poder, o contra el poder do-
minante. No considero aceptable esa premisa. Hay
esferas de la vida social que se pueden, e inclusive
se deben, sustraer a la lucha directa por el poder ocontra el poder prevaleciente, que se pueden y de-
ben sustraer a la actividad política. Pero el luchador
por la liberación nacional y el pretendiente del po-
der que invoca la rebeldía dentro de la universidad
expresan su convicción sobre la omnipresencia de
lo político de una manera dramática: actualmente,según ellos, estamos en Colombia en una situación
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
39/46
[39]
tal, que no podemos permitirnos no ser políticos de
acción en ningún momento, en ninguna esfera de
la vida, y muchos menos en la universidad (que es,según una socorrida concepción popular de la que
ellos se valen, el lugar en donde está la «gente que
piensa»): hay que oponerse al régimen actual. Ése es
el llamado dramático y urgente.
Debo confesar que comparto muchos de los te-
mores relacionados con la vocación anti-democrá-
tica del actual gobierno y pienso que hay que opo-
nerse a sus pretensiones de perpetuarse en el poder
y a sus vejámenes. Pero no estoy conforme con que
se utilice la cátedra, o el campus universitario, para
manifestar políticamente esta oposición, como nosea dentro de un marco académico y plural y aje-
no a la contienda directa por el poder. En primer y
principal lugar, y en concordancia con las ideas que
vengo tratando de articular, porque no acepto que
la universidad sea el lugar de la política, y mucho
menos de la acción política, dado que creo, simple-mente, que a la universidad la define la autonomía
académica y científica. En segundo lugar, porque no
creo en la efectividad de una protesta (universitaria,
o de cualquier otra índole) que no sale articulada en
movimientos políticos a donde tiene que salir: a la
calle. Y en tercer lugar, porque no estoy seguro deque se justifique el tono dramático del pretendiente
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
40/46
[40]
del poder, cuando nos invita a la subversión. No creo
conveniente —ni necesario— sostener que hay que
paralizar los esfuerzos creativos y producti vos paradedicarnos a la rebeldía. Esa invocación, dentro de
la universidad, me parece irresponsable. Y ya dije
que tampoco hay autonomía sin responsabilidad.
He dicho que la articulación de tres principios
—la idea de independencia (relativa) del gobierno
y de los otros entes estatales, la idea de la responsa-
bilidad social y el principio endógeno de la libertad
académica y de la pluralidad— constituye un con-
cepto racionalmente defendible y bastante comple-
to de autonomía universitaria. Pretendí mostrar
que ese concepto puede dar una clave interesantepara ver las relaciones entre universidad y políti-
ca. Ahora quisiera decir algo brevemente sobre el
modo como este concepto de autonomía permite
comprender la relación de la universidad con lo que
llamé la dinámica empresarial, o si lo prefieren, con
la economía.Que la universidad pueda y deba vender servi-
cios no debe ser entendido como que ella deba estar
abocada al autofinanciamiento. El autofinancia-
miento, en mi opinión, atenta contra la autonomía
universitaria. Por eso quisiera arriesgar la tesis de
que la única universidad que puede aspirar a auto-nomía en este sentido es la pública. El financiamien-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
41/46
[41]
to externo (estatal, pero también no estatal) de la
universidad pública es demasiado importante, vital,
para su desarrollo, por dos razones: en primer lugar,porque el costo social de no contar con una educa-
ción superior de calidad y a la que sea posible acce-
der, sin necesidad de contar con excesivos recursos
personales, es, en una sociedad tan aterradoramen-
te desigual y desventajosa como la nuestra, excesi-
vamente alto. La educación de calidad y accesible a
los no favorecidos por esa lotería que ha generado
en Colombia la concentración social de los privile-
gios es uno de los principales factores niveladores y
compensatorios. Si hay un ejemplo de justicia social
compensatoria es el de la universidad pública de ca-lidad y accesible. Y nunca serán pocos los esfuerzos
que se hagan en este país para ensanchar el espectro
de influencia de la educación superior subsidiada y
externamente financiada.
Pero el financiamiento externo de la universi-
dad pública también es importantísimo porque es lacondición material de posibilidad de la autonomía
universitaria. La libertad intelectual, académica y
científica se garantizan si la universidad no se con-
vierte en territorio de la competencia económica o
si no se vuelve un mercado persa de ofrecimientos
de programas educativos de alto, o mediano costo,para financiarse, valiéndose de ciudadanos cada día
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
42/46
[42]
más necesitados y obnubilados con la titulación. No
quiere decir esto que la universidad no pueda ven-
der servicios o que no pueda, e incluso deba, bus-car modos alternativos de financiamiento (como,
por ejemplo, los subsidios o becas estudiantiles
externas). Pero ella no debe estar abocada al auto-
financiamiento. El financiamiento externo, princi-
palmente el estatal —que en últimas proviene del
contribuyente—, pero no sólo el estatal, es esencial
para su funcionamiento. La autonomía de la uni-
versidad, hay que decirlo, cuesta dinero. Pero noten
cómo se hace aquí claro que esa autonomía, como
toda autonomía, no es incondicionada. La autono-
mía universitaria, claramente, está soportada poruna condición de posibilidad: su financiamiento
externo. La administración autónoma de los recur-
sos del contribuyente por parte de la universidad
debe ser —sobra decirlo— responsable y pulcra. Sin
responsabilidad, vuelvo y digo, no se comprende
cabalmente la idea de autonomía. Y la universidadpública debe revertir a la sociedad los esfuerzos que
ésta hace para mantenerla con los productos que re-
sultan de las labores prescritas por su misión social.
En ese orden de ideas, debe estar ella sometida al
control externo y a la evaluación.
Finalmente, las consecuencias de todo lo que hedicho para comprender la relación entre la univer-
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
43/46
[43]
sidad y el procedimentalismo democrático se dejan
expresar en pocas palabras. El único mecanismo es-
trictamente plebiscitario que, dentro de la Universi-dad Nacional, me parece necesario y aceptable es el
de las representaciones: la representación profesoral
y la representación estudiantil. El resto debe estar
guiado por criterios estrictamente meritocráticos
y, en concordancia con ello, racionales y delibera-
tivos. La administración de la Universidad Nacio-
nal debe depender exclusivamente, en mi opinión,
de funcionarios de carrera que se deben someter de
tiempo en tiempo a evaluaciones sobre su gestión.
La dirección académica de la Universidad Nacional
debe estar regida por principios estrictamente aca-démicos y meritocráticos. Aquí el mayoritismo es
un mal, porque las decisiones de índole académica o
las decisiones de manejo que una directiva univer-
sitaria ha de tomar en beneficio del buen desarrollo
académico y científico de la institución no siempre
son populares y no tienen por qué siempre buscar lapopularidad. No es que la complacencia de muchos
y la excelencia deban reñir necesariamente. Pero la
búsqueda de la excelencia y el desarrollo intelectual
y cultural deben ser, justamente, autónomos, inde-
pendientes de los vaivenes a los que está expuesto
el mayoritismo. Por eso la obligación constitucionalde la consulta sobre la designación de sus directivas
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
44/46
[44]
académico-administrativas no debe ser entendi-
da como una elección directa y plebiscitaria y por
eso la designación de esas directivas debe obedecer,ante todo, a criterios académicos, intelectuales y
científicos. Nuestra comunidad académica, por ser
una comunidad que busca la excelencia intelectual,
debería convivir unida por la confianza. En esas cir-
cunstancias, se debe aceptar que la dirección acadé-
mica temporal de la Universidad Nacional, ejercida
por académicos de méritos reconocidos y públicos,
tenga jurisdicción para manejar la Universidad
Nacional. Las decisiones que una directiva univer-
sitaria tome siempre deben poder ser controladas,
evaluadas y cuestionadas. Esta directiva tambiénpuede y debe consultar a la comunidad: nadie puede
decir sinceramente que en la Universidad Nacional
no haya mecanismos deliberativos y participativos
para llevar a cabo esas consultas. Pero a la direc-
tiva universitaria se le debe otorgar, en todo caso,
potestad sobre sus decisiones, si es cierto que esadirectiva está basada en los méritos intelectuales,
científicos y, por supuesto, morales. Exigir que una
directiva universitaria someta a referendo todos sus
proyectos de organización de la Universidad Nacio-
nal es un sinsentido que tiene origen en la creencia
errada de que la Universidad Nacional es ante todo
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
45/46
[45]
una institución de carácter político o interesada en
algo distinto al desarrollo científico y cultural.
Somos eminentemente una comunidad cien-tífica y académica. No somos eminentemente una
comunidad política. Si la autonomía de la universi-
dad —su bien más preciado y no tangible, como no
es tangible la dignidad— no se entiende en los tres
sentidos complementarios que he propuesto, no es
una idea correctamente pensada. Pienso que la au-
sencia de esa corrección ha sido la que ha dado lugar
a tanto abuso del término.
-
8/18/2019 Democracia y Universidad Segunda (1)
46/46
,
es una Publicación Especial
del Decanato de la Facultad de
Ciencias Humanas. El texto fue
compuesto con tipos Minion y
Frutiger. Se utilizó papel HolmenBook de gramos y, en la
carátula, Kimberly de gramos.
Se terminó de imprimir en Bogotá,
en octubre del año .