Dakota Rebel - Clan Anaboris 02 - Penas Reales

8/18/2019 Dakota Rebel - Clan Anaboris 02 - Penas Reales

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Ethan Conner y Jamie McHale se trasladaron a Chicago para queJamie pueda asumir como rey de los vampiros de la ciudad. Pero lascosas no van como lo habían planeado. Ethan se siente abandonadocuando el nuevo rey está demasiado ocupado tratando de agarrar elcontrol de la ciudad para pasar suficiente tiempo con su compañero.

Cuando Ethan es llamado a casa por su padre para hacerse cargo de

su antiguo reino en su ausencia, él está casi aliviado de tener que salir.Los hombres tratan de elaborar una relación de larga distancia, perola tensión es tan fuerte entre ellos, más de la que había sido antes.

Mientras tanto, Jamie está luchando para afirmar su poder sobreun grupo de vampiros que permanecen leales a su antiguo monarca. Élcree que sus asesores están conspirando a sus espaldas y se preocupade que no sea lo suficientemente fuerte para mantener las cosas enconjunto por su cuenta.

Los hombres se necesitan el uno al otro más que nunca, pero sin elvínculo que originalmente los unió, su terquedad y la agresividad sesienten muy fuertes para ganar de nuevo. Ambos se preguntan sipodrán hacer las cosas funcionar, o si han estado luchando una batallaperdida desde el principio.


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3Penas RealesDAKOTAREBEL

Clan Anaboris 2


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Capítulo Uno

― Tienes gusto de dulces― Gruñí contra la oreja de Jamie mientraschupaba se lóbulo en mi boca. Volvió la cara, presionando sus labioscontra los míos antes para obligarlos abiertos con la lengua. Sus

brazos alrededor de mi cintura, como si pudiera tirar más ajustado asu cuerpo, pero lo mantenía para abajo con mi peso. No había muchoespacio para acercarse.

Me aparté del beso, sonriéndole. No podía creer que por finestábamos solos en casa. Jamie se había convertido oficialmente en elRey Vampiro de Chicago hace más de un año, y yo vine con él. Pero pornunca haber sido un rey antes, tenía mucho que aprender delgobernante anterior. La Reina Stephanie había sido una mujerbastante agradable, pero ella había usado la formación de Jamie comoexcusa para llevar su dulce culo de nuestro nuevo lugar. Dado que losalojamientos eran tan pequeños, no había manera de hacer ruido sinque oiga, por lo que había evitado ser demasiado fuerte por temor aavergonzar a Jamie. Yo no me podría haber preocupado menos, pero élsiempre fue más sensible que yo. Finalmente, después de quince largosmeses de estar constantemente separados por su trabajo, él era todo

mío. Sus ayudantes estaban en su lugar, Stephanie estaba fuera denuestro cabello, y yo podía joder al nuevo rey, largo, duro y fuertecomo yo quería. Las cosas finalmente habían regresado a su lugar paranosotros.

― ¿Qué estás pensando?―, Preguntó Jamie suavemente.


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― Vamos a ser vinculados de nuevo pronto―, dijo con un suspirosatisfacción. Y fue gracias a un hechizo mal hecho dirigido por mimadre y la hermana de Jamie, Beth, que nos habían vinculado, lo que

no fue muy bien recibido desde que pasamos la mayor parte denuestras vidas creyendo que nos odiábamos. Pero, afortunadamente,pudimos ir por el calvario sin matarnos uno a otro, a pesar de haberestado muy cerca un par de veces. Tuve la ventaja adicional,finalmente, para hacer entender a Jamie que estaba locamenteenamorado de mí y no podía vivir sin mí.

― Sí―, dijo con una sonrisa. ― No puedo esperar hasta quepertenezcas completamente a mí otra vez.

Traté de razonar acerca de la pieza “completamente”, ya quebásicamente lo hacía de todos modos, pero él me besó de nuevo, sulengua y los dientes robando todas las palabras que podría haber

jugado para él. Él siempre supo cómo hacer que me callara, y creo quenunca me importó.

Su polla se movió, presioné mi erección contra él hasta que estuvocompletamente duro y listo para mí otra vez. Me liberé de sus labios yme deslicé mi camino por su cuerpo, arrastrando besos en el cuello, enla clavícula y deteniéndome para chupar uno de sus pezones en la boca.

Cerró los dedos en mi pelo, silbando suavemente mientras mi lenguaestalló en su piel. Pero tenía cosas más grandes para burlarme con miboca, por lo que continué por su cuerpo hasta llegar a su hermosa polladura. Su punta brillaba con pre-semen y yo no podía esperar paratener mi segundo sabor de la noche.

― Ethan, eso no es justo―, dijo Jamie mientras tomaba la cabeza

de su polla en mi boca, luego corrí mi lengua alrededor de ella por unmomento antes de dejarla ir de nuevo.― ¿Quién ha dicho nada de justo? No he sido capaz de hacerte

gritar en meses. Echo de menos el sonido de mi nombre rasgando tugarganta.


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― Entonces ven aquí para joderme. Te juro que gritaré para ti, pero yo te necesito en mi interior. Te necesito fuerte y rápido y tenecesito ahora.

¿Quién era yo para discutir con el rey? Extendí la mano para lamesita de noche, entonces me serví un poco de lubricante en la mano,acariciando mi eje con él algunos veces antes de facilitar su camino deregreso al cuerpo de Jamie. Él levantó las piernas, rodeando miscaderas con ellas y tirando de mí cerca.

Lo besé de nuevo, chupándose el labio inferior en mi boca ysuavemente mordiendo. Movió las caderas como si me pudiera forzaren él. Me reí contra su boca, pasando su lengua con la mía antes de

llegar entre nosotros y colocarme contra su entrada.Su cabeza voló hacia atrás y sus uñas se clavaron en mis hombros

cuando me empujé rápidamente hacia él. Yo no creo que ninguno denosotros pudiera manejar un acto sexual leve en este momento. Habíapasado demasiado tiempo desde que yo lo había bien yverdaderamente jodido y yo no me perdería mi primera oportunidadpara hacer eso.

― Qué te gusta?― Gruñí cuando aceleré el ritmo. Su ano era tancaliente y apretado alrededor de mi eje que era difícil pensar paraasegurarme. La fricción jugaba el infierno con mi control. Era tanbueno esta noche como si fuera la primera que me enterré en sucuerpo. ― ¿Será que te perdiste esto?

― Sí―, gritó. ― Me perdí a ti jodiéndome mucho. No te detengas,no te detengas nunca.

Sus palabras me hicieron perder todo sentido de mí mismo y

golpeaba dentro y fuera de él tan rápido que escuché mis bolasgolpeando contra su culo. Yo quería follarlo violentamente durantemeses y ahora podía, y no quería que nunca llegara el tiempo paraterminar.

Volvió la cabeza y pasó la lengua por mi muñeca hasta donde podíallegar. Su mirada para mí, y yo balanceé la cabeza, sabiendo lo que


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quería hacer. Sus colmillos se hundieron en la vena debajo de la pieldelicada. Aunque traté de luchar contra eso, el dolor me empujó sobreel borde, y me vine con fuerza dentro de su culo. La liberación de

Jamie me siguió segundos después, su semilla pulverizando contra supecho mientras chupaba mi piel. Me quedé dentro de él, mirando a miamante, viendo la contracción del cuello para tragar mi sangre, y meenamoré nuevamente.

Después de un minuto, soltó mi muñeca y me sacó de él con ungemido. Rodando me derrumbé en la cama junto a él tomando su mano,entrelazando nuestros dedos.

― Deberíamos hacerlo de nuevo―, dijo Jamie con voz tensa.

― Tenemos que hacer esto para siempre,― yo acordé con unasonrisa.

Suspiró y me apretó la mano antes de salir de la cama. Me volví a unlado y lo observé limpiar su pecho con una toalla y tomar suspantalones donde habían sido desechados después que los desgarré.

― Qué demonios estás haciendo?― Le pregunté, mi pulso aceleradode nuevo, esta vez con ira.

― Me estoy vistiendo―, dijo con una sonrisa. Caminó hacia elarmario, y me volví a caer sobre el colchón con un puff .

― No acabas de decir que íbamos a hacerlo de nuevo?― Gritédetrás de él.

― No quise decir en este mismo segundo― dijo al salir del armarioabotonándose una camisa. ― Tengo cosas que hacer.

― Sí―, le dije levantándome de la cama y caminando hacia él. ― Yo.Me besó, pero me retiró de sus brazos.

― Ethan entiende. Sabes que yo no puedo.Yo sabía eso, pero no me eso no me tenía que gustar. Yo esperabaque después de Stephanie saliera, tendríamos al menos un par de díaspara nosotros mismos antes de que se enterrara de nuevo en eltrabajo. Casi me olvido.


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― Bueno, creo que voy a seguir los planes para nuestra propiavinculación, entonces?

Dije poniéndome de nuevo los pantalones.

Se detuvo en la puerta de nuestra habitación y apoyó la cabeza enla madera.

― Ethan, no hagas eso ahora―, dijo en voz baja.― Hacer qué?― Le pregunté, tirando de la camisa sobre mi cabeza.― Actuar así.― Se volvió hacia mí, pero no caminó en dirección a mí.

― Pensé que ibas a ser de apoyo. Yo soy el rey de Chicago, Ethan.― Oh, créeme, estoy muy consciente de lo que eres Jamie

McHale.― Un cabeza trasero, arrogante y pomposo, eso es lo que

quería decir, pero no quería agravar la conversación en una pelea,entonces mantuve esos pensamientos para mí mismo.

― Maldita Sea!― Jamie cerró la puerta detrás de él. ― Esta casaestará llena de personas en diez minutos. Me tengo que ir. ― Élsuspiró, temblando de ira.― Es así que va a ser, Ethan? Te quejaráscada vez que tengo que ir a trabajar? Si quisiera una mujer, mecasaría con una mujer.

Lo miré con incredulidad. Parecía como si fuera a tomar suspalabras, pero yo levanté la mano. No quería oír una sola excusa. Laspenas de ellos había empezaron hace un año, y yo no estaba de humorpara escuchar más.

― Tienes razón―, le dije. ― Ve a hacer lo que necesitas hacer ReyJamie. Estaré aquí cuando te parezca que puedas volver a mí.

― Ethan-― ¡Fuera de aquí!―, le dije a través de mis dientes.

Él gruñó con frustración, pero salió de la habitación, cerrando lapuerta lo suficiente detrás de él para hacerme saltar.― Joder!― Le grité a la habitación vacía.Íbamos muy bien en no luchar recientemente. Ambos de nosotros

luchando por cortesía tan pronto como sea posible. Comprendí que


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estaba bajo mucho estrés con su trabajo, pero no pude evitarsentirme como si estuviera completamente alejándose de mí.

No era como si esperaba que me dejara asistir a reuniones o nada

así, pero había noches cuando se despertó, que me dio un beso dedespedida y no regresaba hasta casi el amanecer. Estuve de acuerdoen mantenerme al margen hasta que tuviera plena afirmación en eltrono, pero yo no había acordado por más tiempo que eso. Estabaempezando a parecer como si él pensaba que yo esperaría hasta que élestuviera listo para tener una vida juntos.

¿Por qué me sentía que estaba tan fuera de lugar para pasar tiempoconmigo? Íbamos a ser vinculados pronto, o eso nos dijeron. De la

forma en que las cosas parecían ir, quería decirle que se fuera a lamierda y que fuera a divertirse en la comodidad de su trono todos losdías. No lo haría, pero seguro que me sentí bien por pensarlo.

Yo estaba un poco perdido en cuanto a qué hacer con el resto de minoche. Esperaba gastarlo con Jamie, pero ya que la idea había baleadapara el infierno, tendría que buscar otra cosa que ocupar mi tiempo.

No era como que no hubiera nada que hacer en Chicago. Por elcontrario, la ciudad estaba siempre ocupada. No importa la hora deldía o de la noche, algo estaba pasando en algún lado. El problema esque nada de esto realmente llamó mi interés. Perdí Royal Oak. Queríasalir con mis amigos, no sentarme solo en un bar esperando hasta quepudiera volver a casa sólo para estar en una cama vacía.

Eso ciertamente no era la vida que yo pensé que iba a terminar. Yoera el Príncipe de la ciudad de Royal Oak. Ni una sola vez me hubieraimaginado la idea de que iba a terminar conectado a un rey y sentado

en un segundo plano de sus responsabilidades. Yo era el único quedebería estar gobernando la ciudad. Me refiero, por supuesto, yoestaba feliz por Jamie, pero el mismo no se puede decir a mí mismo.

Quizá por eso Jamie y yo realmente habíamos luchado durante todanuestra vida. Nacidos para gobernar, pero no juntos. Nuncadejándonos caer en el amor, nos habíamos condenado a luchar y la ira


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y la hostilidad para el resto de la eternidad. De hecho, sonabademasiado como los primeros veintitantos años de nuestra relacióntambién.

No estaba seguro de cuánto tiempo más podía tolerar ser ignorado.Yo no era exactamente una prostituta por la atención ni nada, peronunca lo he hecho bien en mi propia. Mis padres nunca tuvieron otrohijo, por lo que eso significaba que estaba rodeado de amigos. Amenudo me preguntaba si yo hubiera sido tan popular como lo habíasido en Royal Oak, si mis padres no hubieran ordenado a la gente a

jugar conmigo.En Chicago, yo realmente no conozco a nadie, sino a Jamie. Y puesto

que siempre se iba, estaba tratando de ajustarme a pasar tiempo asolas y no iba también. La biblioteca de la casa estaba llena de cajasde libros que compré después de leer todo de interés que había sidodejado allí. Si hay algo no cambiaba pronto, iba a terminar sentado enel césped escribiendo poesía angustiado.

Miré el reloj y vi que mi diatriba interior sólo había matado unahora de la noche. Mierda. A pesar de que sólo podía manejar granparte de mi lamentación. Me irritaba al extremo que Jamie me habíareducido a tales profundidades patéticas.

Agarré mi celular y le envié un mensaje que tenía que estar en eldormitorio, desnudo y encima de mí en cinco minutos o me iba y novolvería. Ultimátums pueden ser sucios y turbios, pero también lo erallevar a tu amante a otra ciudad y luego abandonarlo hasta que estuvotan solo que realmente pensaba en escribir mala poesía. Mierda.


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Capitulo Dos

― Sabes,― dijo Jamie, cerrando la puerta detrás de él mientrascaminaba a la habitación unos minutos más tarde. ― Ultimátums sonsucios y astutos y yo no lo aprecio.

― Sí, bueno, y no me gusta ser engañado. Tienes un minuto y mediopara quedarte desnudo, o me voy a Jamie.

Corrió hacia mí, besándome en la cama y tan duro que sus colmilloscapturaron mis labios. Sus manos rasgaron mi ropa mientras yoarranqué la suya, también.

― Siete segundos de sobra―, le dije con una sonrisa. ― Sabía quevendrías.

― Eres un idiota―, dijo Jamie con una sonrisa que, obviamente, sevio obligado. ― Tú sabes que tengo que volver a trabajar esta noche,¿verdad? No quiero volver a pelear cuando tengo que salir.

― Y yo soy el idiota―, gruñí. Envolví mis brazos alrededor de sucintura y nos rodé, así que estaba sobre él. ― Sí, lo sé.

Suspiré en la boca mientras sus labios se abrieron para mi lengua.Sabía que había sido equivocado por chantajearlo para prestarmeatención, pero no me dio muchas opciones recientemente. Si él rompió

conmigo por conseguir mi camino, no lo estaba por encima demezquinos trucos. Yo conocía como Jamie actuaba como niño mimadocon suficiente frecuencia. Tal vez necesitaba un poco de su propiamedicina.

― ¿De verdad vas a dejarme?― Jamie preguntó de repente. ― Sihubiera ignorado tu mensaje me habrías dejado?


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― Tal vez―, le dije. ― No sé. Probablemente no.― Incluso para mísonaba muy cojo.

― Vaya, gracias―, dijo Jamie, empujándome fuera de él.

Nos tiramos uno frente al otro, mirando a los ojos del otro, como sipudiéramos leer los pensamientos del otro. Pero las cosas habían sidotan tensas entre nosotros últimamente que ninguno de los dosdemostraría expresiones y renunciaría a cualquier información.

Por último, sabiendo que iba a ser un terco necio y hacerme hablarprimero, yo cedí.

― Tú tienes que saber lo loco que estoy por ti, Jamie.― Lo sé,― dijo en voz baja. ― Pero tienes que entender que estoy

bajo mucha presión. Nunca goberné nada, y yo no quiero meter la pata.No te quiero perder, y yo no quiero iniciar una guerra de vampiros queterminará matándonos.

― ¿No crees que estás siendo un poco dramático?― Tal vez. Caray, yo no lo sé. Así que muchas cosas pueden salir mal

cuando pueden cambiar Ethan. No todo el mundo está contento conGraham muerto y que yo tomé su lugar. No importa realmente que elex rey asesinó a mis padres y por la ley de vampiros de la ciudad tieneque ser ofrecida a mí. Ellos se están centrando en que la ReinaStephanie le entregó el trono a un extraño. Creo que algunos de losmiembros del Consejo están tomando las decisiones a mi espalda oignorando por completo las cosas que les pido hacer. Todo el mundoanda por ahí como que sabe un gran secreto, y nadie me dice nada. Séque no me respetan, y no parecen tener miedo de mí tampoco. Ha sidouna terrible pesadilla.

Corrí mi dedo por su mejilla y en la mandíbula. Me dejó besarlosuavemente, pero se alejó cuando traté de abrazarlo.― Jamie, me gustaría que me hubieras dicho que todo esto estaba

pasando―, le dije después de un minuto. ― Si hubiera sabido lo maloque es, puede ser que no hubiera sido un idiota contigo.


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Él sonrió y entrelazó sus dedos con los míos, apretando mi manoligeramente.

― Y qué haría yo si Ethan Conner no fuera un idiota conmigo? Estoy

bien ajustado a su actitud, señor. Tratar con él en Chicago no esdiferente de tratar con él en el Real Oak. Pero aquí, no te vas al bardespués de luchar.

― No, yo voy a la maldita biblioteca como un idiota, gracias. Y tengoque decir, eso no me gusta.

― Entonces ve― dijo, por último moviéndose en mis brazos. ― Ve ahacer amigos y diviértete. Nos quedaremos aquí para siempre, Ethan.No puedes seguir luchando. Si quieres estar conmigo, tienes que estar

aquí. Esta es nuestra casa ahora.Besé la parte superior de su cabeza y luché para no suspirar. Yo no

quería a Chicago como nuestra casa.Teníamos una casa, y era preciosa. Nuestras familias estaban allí,

nuestros amigos, nuestro pasado y yo había pensado que nuestrofuturo. Yo sabía que él tenía razón, y no importa cuán duro yoblasfemara contra eso nada cambiaría el hecho de que Jamie McHaleera el Vampiro Rey de Chicago.

― Vas a follar conmigo antes de salir de nuevo?― Le pregunté,tratando de aligerar un poco el clima, ya que se había caído de nuevo ala desesperación. Pero si tenía que elegir entre eso y la ira, creo quela desesperación no era tan mala. Lo malo era que parecían ser misúnicas opciones.

― Bebé― dijo, subiendo encima de mí y mostrando una sonrisasincera para un cambio. ― Voy a hacer lo que quieres que haga.

― Cuidado―, le dije contra sus labios cuando lo besé. ― Soyterriblemente egoísta. Si vas a hacer declaraciones como esa, podríaarruinar seriamente tu noche.

― Dilo― dijo, tirando hacia atrás para mirarme a los ojos. ―Cualquier cosa que quieras esta noche, y es tuya.


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― Quédate conmigo―, le dije en voz baja. Fue apenas audible, perooyó. Él asintió con la cabeza como si supiera que era lo único que yonecesitaba esta noche.

― Lo haré.La punzada momentánea de culpa que sentí en precio por pedirle

abandonar su puesto por la noche desapareció con su consentimientopara hacerlo. Podía sentirme mal por ello más tarde.

Obligó a su lengua entre mis labios y dientes, saboreando cadacentímetro dentro de mi boca, al que pudiera llegar con el músculocaliente y húmedo. Mi pene estaba más duro con la sensación desentirlo presionando contra mí y me temía que podría venirme antes

de que llegáramos a ninguna parte. Después de tanto tiempo, todavíatenía ese efecto en mí, y yo todavía lo amaba.

Pasé mis manos por sus costillas y alrededor de su espalda, mis uñascortas haciendo todo lo posible para cavar en su carne cuando nosbesábamos como si no existiera un mañana. Últimamente, así es comome sentí, como si cada vez podría ser nuestra última vez, por lo quesería mejor que hacer que sea aún más fabulosa de lo que fue la vezanterior. Fuimos por algún buen sexo.

Balanceé mi cabeza, como si tallara un boceto y pudiera tener mispensamientos finalmente claros. La acción rompió nuestro beso, yJamie me miró confundido.

― Estás bien?― Sólo pensando demasiado―, le dije con una pequeña sonrisa. ― Lo

siento.― Nunca pidas disculpas.― Me besó de nuevo, y me obligué a pensar

en nada, aparte de la sensación de tenerlo encima de mí, el sabor de élcontra mi lengua, la forma en que me puso duro en un instante y larigidez de su propia erección moliéndose contra mí.

― Te amo―, le susurré contra su boca.Se apartó de nuevo y me dio una sonrisa irónica.― Yo también te amo, aunque eres un tipo de maricón a veces.


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Entrecerré los ojos en él. Sabía que acababa de hacer comentariossimilares antes de mi falta de masculinidad en los últimos tiempos,pero no fue bueno para que me llamara así tampoco.

Sonrió cuando junté mi pierna alrededor de él y nos di la vuelta,entonces yo estaba presionándolo. La sonrisa desapareció cuando loagarré de la muñeca y hundí mis colmillos en la carne delicada. Susojos en blanco en su cabeza cuando un gemido escapó de sus labios ysu polla se movió con tanta violencia en sus vaqueros que podía verla através del tejido. Tragué saliva, no queriendo perder una gota de sudulce sangre.

― Entonces, ¿qué quieres hacer esta noche?― Jamie preguntó

después de que dejé caer su brazo. Lanzó los dedos suavemente sobreel cabello en mi antebrazo, mientras que me miró a los ojos.

― Quiero escuchar a mi rey rogar por mí―, le dije.― Mmm―, dijo pensativo. ― No creo que los reyes imploren.― Ah, pero mi voluntad.― Me incliné sobre él y ligeramente

mordisqueaba desde su hombro a su garganta. Cada arañón de miscolmillos contra su carne lo hicieron jadear y yo sentí pre-semengoteando de la punta de mi polla. Me preocupaba que no fuera a sercapaz de mantenerme el tiempo suficiente para oírlo rogar por mí, noimporta lo mucho que quería.

Un fuerte golpe en la puerta de la habitación nos hizo resonar unamaldición. Miré a Jamie, pero él sólo se encogió de hombros y memovió fuera de él.

― Si abres esa puerta-― Ethan― contestó, sosteniendo su mano hacia mí. ― Cállate, ¿de

acuerdo?Abrió la puerta y comenzó a susurrar a quien estuviera en el otrolado. Después un minuto, cerró la puerta de nuevo y suspiró mientrasse apoyaba contra ella y miró para mí.


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― Ve― dije en voz baja, esperando que mi expresión estuviera enblanco. Yo estaba hirviendo como un loco, pero realmente no semerecía mi enojo más.

― Ethan, por favor― Te dije que fueras― repetí, interrumpiéndolo.Parecía que iba a decir algo, pero en lugar de eso solo negó con la

cabeza y salió por la puerta, cerrándola suavemente detrás de él.Honestamente, me habría sentido mejor si él la hubiera golpeado. O

si me hubiera obligado a hablar con él. Cualquier señal de queremotamente le importaba lo que yo pensaba o sentía o que tuvieracualquier sentimiento por nuestra situación en absoluto. Pero sobre

todo, eso sólo parecía hecho. Y eso me cabreó.No tenía derecho a actuar como la parte perjudicada en todo esto.

Él era el único que, desde el principio, se rindió en todo. Él asumió elcargo en Chicago sabiendo que probablemente significaría dejarmeatrás. Cuando me ofrecí a ir con él, le encantó, porque una vez más suverdadero dolor en el culo no era el único que no da nada. Yo sí. Todopara el hijo de puta ingrato. Si mostrara una señal de que queríaalguna cosa de mí, aparte de una polla dura y una boca húmeda,entonces tal vez no estuviera tan jodidamente enojado todo el tiempo.

Mi celular sonó, y yo estaba tan perdido en mi enojo que salté consu sonido. Agarré la mesita de noche y miré el número con un suspiro.

― Hola Papá.― Podrías sonar un poco más feliz de escucharme―, dijo fríamente.

― Han sido dos meses desde nuestra última conversación. ¿Noextrañas a tu familia?

Al no ser un gran fan de preguntas cargadas decidí dejarlo así. Mipadre y yo habíamos tomado recientemente grandes pasos para seramigables con el otro. Pero Jamie y yo a veces no podíamos dejar derecoger nuestra relación como una costra. Probablemente una de lascosas individuales que normalmente no notamos que estamos haciendo.


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Esperaba que me dijera qué tenía que ver yo con nada de eso. Elchoque de las noticias todavía estaba afectando mi capacidad depensar con claridad, o yo podría haberlo visto venir.

― Necesito que vengas a casa y cuidar de la ciudad mientrasestamos fuera.

Allí estaba. Él me llamaba a casa y por una razón que no permitíacualquier denegación. Tenía que volver a Royal Oak. Tendría que dejara Jamie.

― Cuándo se van?― Le pregunté, y sin molestarse en discutir con supetición.

― Tan pronto como sea posible―, dijo con un suspiro. ― Y yo no sé

en cuánto tiempo volvamos. El médico puede tener que mantenerla allídurante un tiempo. Pero volveremos en cuanto podamos.

Asentí con la cabeza a pesar de que no podía verme. Mirando haciala puerta no podía evitar preguntarme lo que esto haría con mirelación ya frágil con Jamie.

No quería decirle.Bueno, supongo que no quería la pelea que tendría al decirle la

noticia.― Ethan― Mi padre dijo en voz alta en el teléfono. Él debe haberlo

dicho un par de veces ya, y yo estaba tan perdido en mis pensamientospara darme cuenta.

― Lo siento papá―, le dije. ― Todavía estoy aquí.― Por lo que vale la pena, siento mucho que tengo que alejarte de

Jamie. ― No pude reprimir un bufido de incredulidad.― No, lo digo enserio. Yo no soy un gran fan de Jamie McHale, pero sé que lo amas y

que te hace feliz. No he sido el padre más afectuoso en el mundo,pero yo te amo. Y todo lo que siempre quise para ti fue encontrar lafelicidad con alguien.

Él colgó antes de que pudiera contestarle, lo que era bueno, porqueno tenía ni idea de qué hubiera dicho a eso. Yo nunca lo había oídodecir que me amaba y que quería yo fuera feliz. Decir que no era


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afectuoso era un eufemismo. Hubo años en mi adolescencia en que yono lo había visto. En todo. Y ahora, él estaba tratando de ser el padredel año o algo así.

No pude evitar pensar que había dicho todo esto en un intento desuavizar el golpe de tener que volver a casa. No sonaba como él;sonaba como mi madre. Pero ella no había llamado; él lo hizo.

Me tomó cerca de una hora para empacar las cosas que pensé quepodría necesitar para el viaje de regreso a Michigan. No quería tomarmucho y que Jamie creyera que me iba. Yo quería lo suficiente comopara ponerme en caso que quedara atrapado allí por algunos meses.

Cuando mis maletas estaban llenas y yo estaba listo para ir como

podía ser, fui al encuentro del rey para darle la noticia. Chicagoestaba a sólo cuatro horas de Royal Oak, así que si mi pelea con Jamieera rápida podría llegar antes del amanecer. Yo realmente no queríaquedarme en Chicago una noche más después de decirle a Jamie queestaba saliendo. Y yo no estaba seguro de que él me quisiera allí detodos modos.


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Capítulo Tres

El rey me hizo esperar del lado de afuera de la sala del tronodurante casi media hora antes de que finalmente me concediera elacceso. Yo estaba tan molesto por el momento en que su lacayo me

mostró el camino que no podía importarme menos que me iba. Dehecho, me iba con ganas. Sólo podía esperar que me fuera de Chicagoantes de perforar a su vampiro rey en la cara.

― Lo siento,― dijo Jamie, caminando hacia mí, irradiando la ira deél en olas. Todo lo que él había hablado a puerta cerrada, obviamente,no había sido agradable.

― Estas personas están locos.Me besó, disipando su actitud cuando él me tocó, y sentí un poco de

pena pensando que yo estaba feliz de irme. Corrí mi dedo en sumandíbula y suspiré profundamente. No quería decirle.

― Jamie, sabes que te amo, ¿verdad?― Estás rompiendo conmigo?― Se apartó de mí, y sus

características endurecidas mientras me miraba a los ojos.― ¡No! Por el amor de Dios, cálmate. No estoy rompiendo contigo.

Aunque tengo que decirte que eres un completo idiota últimamente, y

estarías servido si así lo hiciera. Tengo una buena idea de cómo sesiente vivir sin ti después del año pasado. No sería exactamente unadificultad.

No tenía la intención de ir a nuestra conversación bastante comoiba, pero no fue sorprendente que lo hiciera. Lucha y follar era todo


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sobre lo que Jamie y yo éramos buenos. Y, ya que teníamos un montónde mierda últimamente, la lucha había aumentado.

― No seas tan dramático― dijo, poniendo los ojos. ― Disculpa si no

tuve tiempo de calidad contigo Ethan. Estoy un poco ocupadodirigiendo una puta ciudad de vampiros.

― Sí, bueno, no tendrás que aguantar mi teatro más. Tengo quevolver a Michigan. Esta noche.

Toda la tensión y la ira drenadas de su cuerpo. Me miró en estadode shock, y yo me sentí mal que acababa de dejarlo caer de esamanera. Pero, maldita sea, me volvía malditamente loco a veces.

― Me estás dejando?

― No, no, yo no dije eso. Yo no te voy a dejar. Yo sólo me voy deaquí. Por poco tiempo. Unos meses a lo sumo. ― Besé su mano y lo llevéa un par de sillas a un lado de la habitación. ― Siéntate. Te diré lo quepasó y entonces puedes flipar sobre mí, ¿de acuerdo?

Le hablé de la llamada telefónica y la necesidad de mi familia paraque me volviera a casa. Él miró al suelo todo el tiempo que hablaba,pero con su mano en la mía, así que era al menos algo.

― ¿Vas a volver cuando ellos vuelvan?― Por supuesto que lo haré. Y vamos a estar vinculados... si todavía

quieres.Finalmente me miró. Había lágrimas en sus ojos, pero no estaba

realmente llorando. Lo abracé contra mí y tuve que reprimir mi propiosollozo. No tenía la intención de hacerle daño. No importa qué tanenojado estaba con él, viendo el dolor de Jamie acabó de romper micorazón.

― Vamos―, le dije con un suspiro. ― No estés triste. Voy a ser unapelícula demasiado tiempo fuera. Puedes entrar en tu coche yempezar “... el viento se llevó” en tu cabeza, y por el tiempo en queRhett deja a Scarlet, estarás conmigo.


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Él sonrió y me besó suavemente en los labios suspirandopesadamente. Sabía que tenía que salir si iba a Michigan antes delamanecer. Pero yo sólo odiaba dejarlo de esa manera.

― Tú me vas a llamar cada noche, ¿verdad?― Preguntó, con voz másfuerte de lo que yo había esperado.

― Por supuesto. Y yo vendré aquí a visitarte, también. Son sólo unosmeses. Lo siento, pero es tan repentino. ― Me levanté, y él se puso depie conmigo.― Pero cariño, tengo que ir.

Él balanceó la cabeza, y luego dio un paso adelante, presionando supecho contra el mío y asegurando mi cabello en sus manos parabesarme. Abrí la boca para él, y nuestras lenguas, los labios y los

dientes se despidieron de una manera que los amantes nunca pudierondecir con palabras.

Rompimos el beso lentamente, nuestras frentes presionadas juntaspor un minuto antes de que me alejara. Nuestros dedos seentrelazaron, y nos tocamos hasta que tomé el último paso que nosseparaba.

― Ethan―, Jamie me llamó.Me volví a tiempo para atraparlo. Me besó de nuevo, un toque

rápido, duro de sus labios contra los míos. Mis brazos lo aseguraronapretado alrededor de la cintura, y lo recogí del suelo por un minutoantes de establecerlo de nuevo hacia abajo y dejarlo ir de nuevo.

― Te amo―, dijo con una sonrisa irónica. ― Y espero que tu madreesté bien.

― Te amo. Gracias.Salí por la puerta antes de perder los nervios y quedarme otra

noche. No podía soportar otro adiós. Nos veríamos pronto yo estabaseguro, pero despedirme de él era más difícil de lo que imaginaba quesería.


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Llegué a Royal Oak alrededor de cuatro horas después, a tiempopara visitar a mis padres por un rato antes de ir a la cama durante el

día. Mi madre estaba descansando en su habitación cuando llegué allí,así que me senté a su lado y sostuve su mano mientras me preocupabapor su estado. Ella parecía muy delgada, muy infeliz y muy cansada,parecía una sombra de su antiguo ser.

Una parte de mí quería gritar a mi padre por no decirme antes. Estaera mi madre y yo tenía el derecho de saber que había estadoenferma. Esperar hasta que era tan malo que tuviera que recibirtratamiento médico no era algo que yo toleraría ligeramente. Pero yo

podía ver cómo estaba agotada mi madre y no quería pelear enfrentede ella.

Si hubiera tiempo antes de que salieran, lo llevaría a un rincón y selo haría saber. Si no, quería hacerlo enojar cuando hablara con él lapróxima. Tenía tantas preguntas. ¿Por qué esperó tanto tiempo? Noera como si la ciudad no pudiera sobrevivir sin su ausencia.

Royal Oak iba bastante bien, pero mis padres estaban en el poderdurante años, desde que la madre y el padre de Jamie habían muerto

y los míos habían tomado su manto. Chicago fue uno gran lío, y sabíaque era la razón por la que Jamie estaba tan ocupado con eso. Yo nosoy un vago, pero todo ese esfuerzo parecía ser un montón de presión.Yo soy más de un laico atrás y un tipo de persona que se divierte. Fuefantástico que Jamie hubiera saltado en su papel con los dos pies,pero nuestra relación sufría por ello. No me podía imaginar haciéndoloincluso con él.

Di otra vez las buenas noches a mis padres y me retiré a mi antiguahabitación. Mis bolsas ya habían sido llevadas allí para mí. Miré a lacama por un minuto y me di cuenta que estaría durmiendo solo porprimera vez en meses. La idea de no despertar junto a Jamie rasgó através de mí, y me hundí en el colchón con un suspiro pesado.


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No importa lo desagradable que podía ser, lo amaba. Con todos losobstáculos que tuvimos que superar para estar juntos, finalmente, loque realmente me dolía es que él nos podría poner en segundo plano

por su trono. Me acosté en la cama y miré el techo. Pensando en élcomo un idiota, y que eso me haría sentir mejor. Yo sabía eso toda mivida. No es exactamente un punto delicado para mí.

Mi celular sonó, y el sonido me sobresaltó. Lo saqué y respondí conuna sonrisa, sabiendo sin mirar la pantalla, quien me estaría llamandotan tarde.

― ¿Llegaste bien a casa?―, Preguntó Jamie.― Sí, gracias. ¿Cómo estás?

― Es extraño. Estar en la cama solo.― Lo sé―, le dije. ― Yo estaba pensando en eso también.Me quité la ropa y me metí bajo el edredón con el teléfono estando

presionado para mi oído. Era tan extraño estar tan lejos de Jamie. Nopodía entender cómo la distancia estaba realmente afectándome.

― Es estúpido ya extrañarte?― preguntó en voz baja.― No, por supuesto que no. Yo también te extraño. Te extrañé en

cuanto salí de la habitación esta noche. Nunca me contestaste, porcierto.

― Qué quieres decir?― Te pregunté si sabes que Te amo.― Oh,― dijo, y oí la sonrisa en su voz. ― Por supuesto, eso lo sé. Si

no me amaras, no me habrías aguantado todo este tiempo.― Eso es probablemente cierto―, le dije con una sonrisa.― Cómo está tu madre?―, preguntó con timidez.

― Ella es... No sé. Suena horrible, pero su espíritu parece estarbien. Estoy seguro que estará bien.― Por supuesto que lo hará,― él estuvo de acuerdo. ― Ella es muy

fuerte. Cualquiera que pueda llevar a tu padre todos estos años no sedará por vencido sin luchar.

Sonreí. No estaba equivocado.


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― Hey, el sol está por venir.Suspiré. Podía sentirlo también, y yo odiaba dejarlo ir.― Te llamaré mañana―, le dije. ― Te amo.

― Te amo, Ethan.Colgué el teléfono y miré en mi mano, hasta que el sol salió, y yo fui

para el día.

Cuando me desperté, me acerqué a Jamie, y él no estaba allí. Mesenté rápidamente, confundido por un momento en lo que me rodeaba.

Entonces todo se hundió otra vez, y me acordé de que yo estaba en miantigua habitación, en mi antigua casa, en mi vieja vida. Miré elteléfono celular al lado de mí. Fue más difícil de lo que admitiría nollamar a Jamie inmediatamente. Pero me resistí, pensando que teníamucho trabajo por hacer.

Me duché y me vestí antes de bajar. Me encontré al pie de lasescaleras con uno de los asesores de mi padre. Me entregó una tazade café y un sobre.

― ¿Dónde están mis padres?― Le pregunté mientras me llevó a lasala del trono.

― Se han ido, señor― dijo, mientras me llevó a una mesa. ― Sumadre me envió a decirle que ella lo ama y que llamará cuando pueda.

Legal de parte de ellos para hacerme saber que estaban dejándomeen la oscuridad. Solté un suspiro y me volví hacia el hombre queestaba a mi lado. Él era un mortal muscular de cabello rubio, ojos

azules metido en un esmoquin de mayordomo, y parecía ridículo.― Cuál es tu nombre?― Le pregunté después de mirar hacia arriba y abajo.

― Fredrick, señor ― dijo con una pequeña reverencia.


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― Para con eso,― le dije. ― No “señor”, sólo Ethan, ¿de acuerdo?Sólo Ethan. Y no tienes que vestirte así. Yo no soy mi padre y yo noquiero ser tratado como él.

― Pero usted es el rey a cargo, señor.― No, estoy aquí para mantener a los vampiros de los disturbios. No

habrá decisiones tomadas, promulgación de reglas, siervosinclinándose ni nada de eso. Estoy parando en casa, para que nadie lasaqueé. Eso es todo. Es temporal, y no creo que mi padre quisiera queactúes de esa manera.

Fredrick me miró durante un minuto antes de encogerse dehombros.

― Todo lo que usted diga, señor. ― Y él salió de la habitación.Fantástico. Miré el sobre que había dejado sobre la mesa. Estaba

dirigido a mí con la letra de mi madre. Lo rompí para abrirlo y leerrápidamente. Ella me decía que me amaba y que lo sentía por ser uninconveniente y que no sea yo quien destruyera la casa en su ausencia.Material típico de madre.

Caminé alrededor de la casa durante algún tiempo, no del todoseguro de qué hacer conmigo mismo. Mirando para mi teléfono celularcada cinco minutos no fue muy divertido, especialmente porque noimporta cuántas veces lo hacía, nunca me mostró que Jamie hubierallamado de nuevo. Finalmente, yo no conseguía estar solo en casa más.Cogí mi abrigo y salí para ver lo que estaba pasando en The Kiss.

The Kiss es el bar de vampiros locales, propiedad de Jamie y suhermana, Beth. Es un lugar agradable donde los vampiros y loshumanos pueden interactuar en un ambiente seguro y controlado.Jamie siempre había sido un socio silencioso en el bar, por lo que susalida no afectó mucho más a Beth que tener un mejor control sobresu inventario.


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Caminando a través de la puerta del bar era más como estar en casaque lo que había sido ir para la casa de mi padre. Los sonidos, losolores y personas. Había perdido un montón de cosas en Royal Oak,

pero no me había dado cuenta de lo mucho que echaba de menos elpub hasta caminar de regreso para él.

― Ethan Conner― Beth se tiró en mí, y apenas la atrapé. Ellaenvolvió sus piernas alrededor de mi cintura, sus brazos alrededor demi cuello y me besó en los labios.

― Encantado de verte también―, le dije con una sonrisa, mientrasla acomodé de nuevo en el piso.

― ¿Dónde está mi hermano?― Preguntó, mirando a su alrededor

como si Jamie estuviera escondiéndose detrás de mí.― Todavía en Chicago. Yo tenía que regresar por cosas de la familia,

y él tuvo que quedarse... tú sabes dirigiendo la ciudad.― Tú lo dejaste?― Su rostro cayó de pesar igual que Jamie cuando

le dije que me iba.― No, yo no lo dejé. Salí de Chicago por un corto período de tiempo.

Vuelvo a Chicago y Jamie cuando haya terminado aquí. ― Besé sufrente y sonreí.― Ustedes dos son tan similares, a veces da miedo.

Ella me sacó la lengua y se fue detrás de la barra. Estuve dandovueltas por la sala por un tiempo, y me trasladé de mesa en mesacuando viejos amigos me dieron la bienvenida y me compraron rondasde bebidas.

En el momento en que el bar cerró a las dos de la mañana yo estabacompletamente perdido y me senté solo en el bar con Beth.

― Tú no debes ir caminando sola a casa,― le dije, orgulloso de mí

incluso porque las palabras salieron.― Yo debería estar caminando a tu casa para asegurarme de que nopasas el camino ―, dijo con una sonrisa.― No te preocupes por mí.Estoy en la misma calle ahora.

― No vives en el apartamento más?


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― No,― dijo ella. ― Compré una casa el mes pasado. Supongo que nohas leído mis cartas?

No me había dado cuenta de que ella envió cartas a Jamie. Eso me

enojó un poco, y me pregunto qué otra cosa estaba escondiendo de míen los últimos meses.

― Lo siento, no, tu hermano no compartió.― Me encogí de hombros.― Seguro puedes llegar a casa ¿de acuerdo?

― Sí, Ethan.― Ella se puso de puntillas y me besó en la mejilla. ―Ten cuidado, por favor.

Asentí con la cabeza y saludé como yo empecé a caminar hacia lacasa. Mi teléfono sonó mientras yo iba a subir las escaleras, y lo

busqué antes de conseguir que se atascara entre la oreja y el hombro.― Hola?― Ethan, ¿estás bien? Suenas divertido,― dijo Jamie.― Espera.― No podía conseguir mi llave en la cerradura con el

teléfono presionado a mi oído. Estaba a punto de patear la puertacuando Frederick la abrió para mí. ― Gracias, Fred,― le dije mientrasle di unas palmaditas en la espalda.

― ¿Quién es Fred?― Preguntó Jamie, su tono enojado.― Es como un mayordomo o algo así―, le dije. ― No te atrevas

ponerte celoso de mí, Jamie McHale.Caminé por las escaleras a mi habitación y me tiré en el colchón

todavía totalmente vestido.― Lo siento,― dijo, e incluso sonaba como que lo decía en serio. ―

Simplemente es una mierda aquí sin ti.― Es una mierda aquí, también,― le dije. ― Estaba tan confundido

cuando me desperté hoy y no estabas conmigo.Me quité los zapatos y tiré mis pantalones en el suelo. Eratemprano, pero yo estaba perdido y cuando llegué en el teléfono conJamie, no quería que la noche continuara por más tiempo. Yo lo estabaextrañando más de lo que pensé que nunca haría. Salir con mis viejosamigos había sido bueno, pero yo quería estar con Jamie.


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― Sí―, dijo. ― Qué estás haciendo?― Preparándome para la cama―, le dije. ― Espera.― Dejé caer el

teléfono en la cama, así que podría tirar de mi camisa. ― Está bien, lo

siento.― Ethan―, dijo Jamie lentamente. ― Estás borracho?― Sí―, le dije inmediatamente y sin vergüenza. ― Estoy totalmente

destruido. Fui a The Kiss, con viejos amigos y hablé con Beth por untiempo. Y ahora estoy en la casa y acostado aquí desnudo sin ti encimade mí, y eso es una mierda. Demasiado.

― Eso es un infierno de una noche―, dijo con una sonrisa. ― Estásrealmente desnudo y desperdiciado en la cama ahora?

― Sí―, le contesté, sonriendo. Su voz se había vuelto ronca en elteléfono, y el sonido de eso hizo que mi polla se contrajera enrespuesta. ― Qué estás haciendo?

― Acostado en la cama.― ¿Estás desnudo?― Ahora lo estoy.Cerré los ojos e imaginé a Jamie tumbado en la cama, desnudo y

duro para mí. Mi mano fue a mi polla, y empecé a acariciar mi ejelentamente con las imágenes en mi cabeza.

― ¿Qué estás haciendo ahora?―, Preguntó con una voz burlona.― Pensando en ti desnudo y tocándome. ¿Qué estás haciendo?― Haciéndome una paja y deseando que estuvieras aquí para

chuparme la polla.Sabía que adoraba cuando hablaba sucio para mí. No era justo para

él usarlo contra mí cuando estaba tan lejos. Mi agarre se apretó

alrededor de mí cuando empecé a bombear más rápido.― ¿Te gustaría eso?― Preguntó, con la voz un poco tensa. ― Tegustaría sentir mi polla llenando tu boca y la garganta? Tragándomehasta que yo me venga en tu lengua?


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― Maldita sea, Jamie,― gruñí mientras mis bolas se apretaron y mismúsculos se estrecharon con la construcción de un orgasmo en misentrañas.

― Después de que me venga en tu boca, me gustaría ir sobre ti ytener tu pene enorme todo el camino dentro de mi culo. Sé lo muchoque te gusta cuando mis músculos aprietan en la base de tu eje.

― Joder!― Semen salpicó en mi pecho en ráfagas calientesmientras mi espalda vino fuera de la cama. Caí de nuevo con larespiración jadeante para las almohadas por un minuto hasta que medi cuenta que había dejado caer el teléfono. Lo recogí del suelo y lopuse en mi oído. ― Sigues ahí?

― Yo estoy aquí. ¿Estás bien?― No, no estoy bien―, le dije con un suspiro. Agarré una camisa del

suelo y la utilicé para limpiar mi pecho. ― Maldita sea, te extraño y tequiero aquí ahora. Yo no tenía idea de que sería tan difícil alejarme deti, y es sólo el segundo día.

― Lo sé―, dijo. ― Pero la buena noticia es que voy a volver avisitarte en un par de días. Quiero decir, si está bien contigo.

― ¿En serio?― Le pregunté a mi radio de humor. ― ¿Cómo vas amanejar la situación?

― Voy a entrar en mi coche y conducir hasta Michigan. Entoncesvoy a tomar tu culo y joderte hasta la inconsciencia.

Me reí. Parecía un plan perfecto para mí. No me habían jodido hastala inconsciencia en mucho tiempo. Pero algo en que él me visite eraconfuso. Yo no podía entender por qué sin embargo. Entre estarborracho y haberme venido demasiado duro, mi mente no estaba muy

centrada.― Deberías dormir un poco,― dijo Jamie después de un minuto desilencio. ― Te llamaré mañana y hacerte saber a ciencia cierta cuándovoy a estar allí. Bueno?

― Está bien―, le dije. ― Te amo. ― Yo también te amo.


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Cerré el teléfono y di la vuelta a mi lado, sosteniendo una almohadacontra mi pecho y pensando el sustituto horrible que era para miamante. Yo estaba dormido antes de que pudiera empujarlo lejos.


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sonido de la voz de Jamie en el otro lado del teléfono. Pensé enllamarle, pero sabía que no tendría tiempo para hablar. Él dijo quellamaría para confirmar su visita, podría esperar un par de horas más.

Fredrick estaba parado en mi puerta cuando la abrí. Lo miré y pasépor él, golpeando su hombro al pasar.

― Señor― dijo, detrás de mí. No le hice caso, entré en el cuarto debaño y cerré la puerta en sus narices.

Me estaba cansando de ser llamado “señor”. Mi padre era el señor.Eso fue algo que yo nunca me había esforzado para ser. Siempre hesido más de un “muchacho” y tener un mayordomo en absoluto seestaba poniendo aburrido. Me sentí realmente muy capaz de cuidar de

mí mismo. Antes, cuando yo vivía aquí nunca había visto a este hombre.Pero ahora, Fredrick el Valet me siguió como un maldito perro.

Mi estado de ánimo no era nada mejor después de que me di unaducha. Abrir la puerta para encontrar a Fredrick me dejó realmentemolesto.

― Mira, Fred, te aprecio tratando de ayudarme y todo, pero yo nonecesito de eso. Encontrarás algo para ocuparte a ti mismo hasta quemi padre vuelva. Por favor? Soy bien capaz de darme de comer ybañarme y abrir mis propias malditas puertas. Bueno?

― Señor―, dijo con un suspiro. ― Ethan. Su padre fue muyespecífico que yo estaba para cuidar de usted en su ausencia. Todo loque necesita lo estoy haciendo por ti.

― Genial―, dije. ― Lo que necesito que hagas es que me dejes enpaz.

Lo pasé de nuevo, feliz de que esta vez no me siguió. Es claro que

cuando bajé y me quedé en el medio de la sala del trono en silencio,como que me gustaría tenerlo. Desde hace aproximadamente unminuto, me preguntaba cómo de patético sería si yo pasaba otra nochebebiendo en The Kiss. Así que decidí que no me importaba y salí.

Había sido lo suficientemente bueno para mí antes de unirme conJamie, así que me negué a creer que estar con él me había cambiado


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tanto. Si quería emborracharme con viejos amigos dos noches en unafila, se veía bien para mí.

La misma multitud de anoche estaba allí de nuevo esta noche. De

hecho, la mayoría de ellos estaban en los mismos lugares. Fuereconfortante saber que hay cosas que no cambiaban.

Bethh se limitó a asentir para mí esta vez cuando hice mi camino através del bar. Levanté la mano a cambio y me dirigí a una mesa de

jóvenes hombres especialmente turbulentos a los que habíapertenecido cuando vivía en Royal Oak.

Yo había ido a la escuela con estos hombres, crecido en la mismacalle que algunos de ellos. Tom y yo habíamos sido particularmente

buenos amigos que comparten un interés en beber y dormir con tantoshombres como podríamos tener en nuestras manos. Por lo que pudever de la conversación, no había cambiado mucho.

― Ethan Conner, no puedo creer que te fuiste y creciste― dijoTom, moviendo la cabeza hacia mí. Estábamos en una segunda jarra decerveza, y yo estaba sintiéndome bastante bien.

― ¿De qué estás hablando?―, Le pregunté.― Así que te fuiste y te vinculaste, te alejaste y estás guardando la

casa de un hombre, que si he oído bien, te vas a casar.Dijo “casar” de la forma en que la mayoría de la gente hablaría de

algo repugnante. Me reí, asintiendo con la cabeza y dándolepalmaditas en la espalda.

― Oh, Thomas, no lo golpees hasta que lo pruebes.― Vacié mi jarra y me serví más del nuevo jarro que Bethh puso debajo de la mesa. ―No es tan malo como nosotros solíamos creer.

― ¿Qué?― Preguntó Tom, tomando la jarra y llenando su propia jarra. ― Estar casado?― Estar enamorado― le dije, levantando su copa para brindar. ―

Jamie es un infierno de un hombre.Tom negó con la cabeza y se encogió de hombros.― Lo que tú digas compañero.


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Yo no cerré el bar juntos de nuevo, dándome cuenta de que habíadejado mi teléfono en casa y Jamie debía estar llamándome, medespedí de mis amigos, besé a Beth y yo le dije que me llamara así que

pudiéramos salir pronto, y volví a la casa.Fredrick abrió la puerta para mí antes de que pudiera tratar de

conseguir las llaves. Miré para él, pero le di las gracias cuando entréen la casa y me dirigí a mi habitación, pero Fredrick me detuvo.

― Señor,― dijo, caminando hacia mí.― ¿Qué dije al respecto?― Le pregunté, volviéndome hacia él.― Está bien. Ethan. Hay alguien aquí para verte.― Me agarró del

codo y me llevó a la sala del trono. Abrió la puerta para mí y

prácticamente me empujó dentro, cerrando la puerta detrás de mí.― Ya era hora―, dijo Jamie. ― Estaba empezando a pensar que no

volverías esta noche.Me volví y le sonreí. Él sonrió y me tomó en sus brazos, besando mi

cuello y pasando los dedos por el pelo.― Pensé que me llamarías― le dije, dándome la vuelta para mirarlo.― Lo hice. Te llamé todo el camino hasta aquí.― Él tomó mi mano y

me llevó a una mesa en el medio de la habitación.― Lo siento, olvidé mi teléfono―, le dije mientras me sentaba a su

lado. ― No eso es lo que quise decir de todos modos. Pensé que novendrías hasta más tarde.

― Bueno, esta noche parecía un momento tan bueno como cualquierotro. Tengo que salir mañana, pero tenía que verte.

Mi sonrisa se desvaneció un poco, la idea de él dejándome ya mechupó un poco. Yo sabía que tenía una ciudad para ser reinada, pero no

podía ayudarme preguntarle por qué se había molestado en venir si élestaba saliendo apenas llegó.― ¿Recuerdas la última vez que te sentaste en esta mesa?― Jamie

preguntó con una risa.Sonreí de nuevo cuando me acordé del día que estaba aquí hablando

con mis padres. Estábamos vinculados entonces, apenas finalmente


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consiguiendo una cuerda en la magia y sin necesidad de tocarnos eluno al otro constantemente. Pero él no soltó mi mano todo el tiempoque se había sentado allí.

― Sí― dijo, mirando a su alrededor. ― Tú casi me jodiste en elcésped del frente cuando salimos. Maldita sea, tu padre estabamolesto.

Me reí. Sacar la mierda de mi padre había sido una de mis aficionesen mi juventud. Ese día, me había llevado afuera a Jamie y lo pusecontra un poste, besándolo a tientas hasta que pensé que no podíacontrolarme. Él me trajo de vuelta a mis sentidos. Jamie siempre hasido bueno conmigo estableciéndome. El realmente era mi mejor

mitad.― Así que,― dije, estrechándole la mano. ― Sólo tengo esta noche?Él asintió con la cabeza, apretando la espalda, y me di cuenta de que

su sonrisa había desaparecido sin embargo. Caí de rodillas delante deél y lo saqué para besarme. No me había dado cuenta como habíaperdido la sensación de él hasta que su lengua pasó por mis labios yllamó a la mía propia.

De repente fue como si estuviéramos de nuevo recientementevinculados. Tenía que tenerlo, allí mismo, en ese momento, osinceramente me sentí que iba a morir de necesidad. Tenía laesperanza de que sintiera lo mismo que yo hice cuando comencé arasgar su camisa abierta.

Él gimió en mi boca, resbalando de la silla al suelo y tirando micintura. Nuestro beso nunca se rompió cuando hicimos lo imposiblepara obtener el uno al otro desnudo. Finalmente, tuve que alejarme de

él el tiempo suficiente para que pateáramos los pantalones y luegocaímos para atrás de nuevo juntos, las manos y bocas explorando elcuerpo del otro como si nunca hubiéramos estado juntos antes, ynunca de nuevo.

― Te amo,― susurró en mi oído antes de tallar la piel delicada consu colmillo. ― No me gusta esa cama grande sin ti.― Lamió una gota de


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decepción duró sólo un minuto, porque extendió mis muslos más lejos ysondeó mi entrada con la lengua.

Mi espalda se arqueó por completo fuera del suelo, y Jamie deslizó

sus brazos por debajo de mis muslos, sosteniéndome de modo que sólomis hombros estaban en el suelo mientras él continuó su exploraciónoral de mi culo.

― Jamie― le gruñí mis ojos casi completamente girando en micabeza.

― ¿Qué?― Preguntó, con la boca todavía tan cerca de mí, sentí sualiento en mi piel suave.

― Maldita sea, te quiero.

― Como mi príncipe mande― dijo, bajando mis piernas al suelo.Se arrastró hasta mi cuerpo, arrastrando besos mientras se movía

sobre mis muslos, mi estómago, mi pecho, mi garganta.― Date la vuelta―, susurró contra mis labios.Le di un beso, y luego hice lo que me pidió, rodando sobre mis manos

y rodillas frente a él. Mi cuerpo se estremeció mientras pasaba susmanos por mis costillas, lento, firme, amasando la piel entre los dedos.Lo había extrañado más de lo que había imaginado, perdiendo lasensación de tenerlo en mi contra, tocándome y besándome.

Lo oí gemir antes de presionar su polla contra mi abertura. El sedeslizó suavemente dentro de mí, con las manos moviéndose por miscaderas, sosteniéndome todavía como si supiera que quería golpearmepara atrás hacia él.

Sólo habían pasado dos días desde que había estado con él, peroparecía que toda una vida ya había pasado y quería sentir su necesidad

de mí. Yo no lo diría en voz alta, pero estaba un poco decepcionado deque él era capaz de tomarse su tiempo, que él no quería rasgarme apartir de su propia frustración y añoranza. Eso es lo que quería de él.

― Jamie―, finalmente le dije, mi voz esforzándose por evitargritarle.

― Ethan?


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― Te amo.― Yo también te amo.― Su voz era suave y dulce, y pasó la mano en

mi espalda de nuevo, frotando círculos lentos en la espalda antes de

inclinarse para besar mi piel.― Jamie?― Hmm,― murmuró en mi contra.― No me vas a romper― le dije.― ¿Qué quieres decir?― Preguntó, empujando más profundo en mí

hasta que mis músculos se tensaron contra la base de su pene.― Quiero decir, quiero que me folles. Duro y rápido. Yo te quiero

para romperme y poner las piezas juntas. Quiero sentir tu polla y tus

caderas golpeando en mi culo. ― Llegué alrededor y pasé un brazodetrás de la espalda, mientras que se puso de pie hasta las rodillas,manteniéndose cuidadosamente en el interior. Besé sus labiossuavemente, y luego susurré: ― Jódeme.

Jamie me devolvió el beso, coincidiendo con el acto de ternura. Meguiñó un ojo y me empujó de nuevo en mis manos con una mano firmeen el hombro. Su otra mano estaba sosteniendo mis caderas, sus uñasen mi piel cuando finalmente comenzó a moverse.

Más rápido y más fuerte, él golpeó en mí hasta que se movía tanrápido que todo lo que sentí fue la punta de su pene rozando,rascando, frotando contra ese punto dulce en mi culo. Mis dedosintentaron como infierno para no cavar en el suelo de madera debajode mí, pero todo lo que conseguí fue raspar la piel hasta que sentí lasangre alrededor de las uñas. No me importaba.

Yo estaba al tanto de todo, pero no podía concentrarme en nada.

Todo lo que importaba era Jamie y yo en este momento. Nada existíaen ese espacio y tiempo, sino los dos.Estaba tan concentrado en la sensación de la piel de Jamie contra

mí que mi orgasmo me tomó por sorpresa. El nombre de Jamie salió demi garganta mientras grité y la parte superior de mi cuerpo cayó al


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suelo, mi polla rociando el semen en mi pecho en el suelo y los brazoscuando caí.

No pasó mucho tiempo antes de que Jamie se venga, también, sus

uñas cavando más en mi piel mientras llenaba mi culo con su semilla. Sefrotó la cara contra mi espalda, envolviendo sus brazos alrededor demi cintura y su lengua corriendo en mi piel para lamer mi sudor.

― Eso es más de lo que estabas pensando, mi amor?― preguntó,haciéndonos rodar a un lado y tirando de mí más cerca de él.

― Sí, ya sabes, algo así,― dije con una sonrisa.Él puso su brazo alrededor de mi cintura y me abrazó más cerca de

él. Nos quedamos tendidos en el suelo duro durante un tiempo, felices

de estar juntos de nuevo. Siempre que el pensamiento de éldejándome trató de arrastrarse en mis pensamientos lo empujé lejos.Tendría días para hacer frente al hecho de que él se había ido; menegué a perder tiempo en preocuparme por ello cuando él estabaconmigo.

― Para―, susurró como si leyera mi mente. ― Lo estoy intentando.Besó mi cuello y me levantó, tirando de mí a mis pies con él.

Reunimos nuestra ropa de varios lugares que habían sido arrojadas ynos vestimos en silencio. Por más que cualquiera de nosotros no queríapensar, el peso de su partida era pesado para los dos.

Tomé su mano y lo llevé a mi habitación. No hablamos. No habíasuficientes palabras para expresar nuestro dolor y nuestro amor. Ledi un beso y lo arrastré a la cama, tirando de él contra mí,sosteniéndolo como él me había asegurado allá abajo. Fue una lucha,pero conseguí no llorar por eso. Y si él estaba llorando, no podía decir.

Nos quedamos así durante el resto de la noche, con los dedos devez en cuando rozando mi brazo, tocando ligeramente el pelo allí, peroninguno de nosotros habló. Eventualmente amaneció, y nos dormimos,el sol robando el dolor de nosotros por lo menos durante un par dehoras.


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y rodar sobre mi espalda, por lo que yo estaba mirando el techo enlugar de la parte posterior de su cabeza.

― No puedes estar hablando en serio― dijo con la voz cada vez más

alta y más fuerte. ― Tengo que salir pronto, comenzarás una peleaconmigo durante el tiempo en que despierto?

Pero no era esto, no todo de cualquier forma. Era que él estabamanteniendo las cosas de mí. Si él no me cuenta de que estabadespertándose antes del anochecer qué otras cosas importantesestaba escondiendo de mí?

Abrí la boca para explicar, pero la cerré. No importaría. Jamiehabía cambiado desde que asumió Chicago. Era aún más arrogante y

mimado que lo que había sido hace dos años. A veces era como si yo nolo conociera más y estaba ahora enamorado de un desconocido.

El sol se había puesto, y esa extraña sensación de volver a la vidame llenó. Yo estaba todavía impresionado con la sensación, pero Jamiedebe haber experimentado esto muchas veces más que yo porque élsólo salió de la cama y empezó a vestirse.

― Mira, Ethan, lo siento si crees que tienes el derecho de sabertodo lo que hago. Pero no lo tienes. Tú no me posees. Demonios, nisiquiera estamos vinculados todavía. Así que no actúes así.

― ¿De quién es la culpa de eso?― Me senté, de repente el mundomás sólido y fuerte que lo que había estado. ― He estado pidiéndotedurante meses para casarnos, pero no, estabas muy ocupado. Despuésde que tomaste completamente sobre lo que dijiste. Y después de quelo haces. Pero todavía me mandas callar.

― No estoy dejándote fuera.― Se volvió hacia mí y me cogió la

barbilla con la mano. ― No sé cómo hacerlo.― Hacer qué?― Le pregunté, tratando de mantener la ira bajocontrol.

― Estar contigo. Pasamos una vida entera luchando y después de unmes de mierda y más combates acordamos vivir juntos y vincularnosde nuevo. Es tan rápido.


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― Entonces... ¿entonces qué?― Lo miré. ― ¿Ya descubriste que nome amas de verdad?

Mi corazón estaba en mi garganta mientras esperaba a que él

respondiera. Cada segundo de silencio me hizo morir un poco más. Yoestaba a punto de salir con él cuando por fin abrió la boca.

― Ethan― suspiró y me besó en la mejilla. ― Por supuesto que teamo. Yo solo no sé como estar contigo. Esto es lo mejor que hesentido acerca de nuestra relación en meses.

Estaba seguro de que acababa de decir que él no se sintió cómodoconmigo porque no peleábamos más. Era tan ridículo que yo no pudeevitar empezar a reír, y una vez que empecé, no pude parar.

Me miró con los brazos cruzados, obviamente molesto con mireacción, pero me tomó unos minutos para calmarme lo suficiente parahablar con él de nuevo.

― Maldito idiota,― dije finalmente. ― Tú no sabes cómo estarconmigo? Has estado conmigo durante casi dos años y obsesionadoconmigo toda la vida. Jesús, Jamie, tu cabeza está realmente tanlejos en tu culo que no sabes qué camino es para arriba más? Me dicesque me extrañas y tú me amas, y haces este gran gesto de venir todoel camino de regreso a Michigan por una noche, y luego me dices queno estás cómodo, porque no estamos golpeando la mierda del otro más.Cristo. Realmente eres sólo un niño, maldición, ¿no?

― Ethan― Jamie se veía y sonaba tan sorprendido como yo sentíamientras que las palabras se derramaban de mi boca. Pero yo no pudesoportarlo más.

― ¿Sabes qué, Jamie?― Lo miré con frialdad. ― No me mereces.

― Bueno, no estás sólo lleno de tí mismo?― Él explotó. ― ¿Creesque eras algún Gran Premio desde que llegaste a Chicago? Lo único quehas hecho es estar alrededor gimiendo, quejándote y jodidamentelamentándote que estoy demasiado ocupado para ti. Bueno, adivina quéEthan? Tengo una maldita ciudad para reinar. No puedo hacer nada siestoy demasiado ocupado como para tomar tu mano y enseñarte a dar


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la vuelta a la grande, nueva ciudad aterradora. Me llamas un jodidoniño? Tú eres el único que no tiene absolutamente ninguna idea comoestar en tu propio país. Tú siempre has tenido a tus padres o tus

amigos o mi hermana para cuidar de ti. La primera vez que no tienes aalguien que te diga qué hacer, estás completamente perdido, carajo.

Para cuando terminó de hablar, sus ojos se abrieron, como si nopudiera creer todo lo que acababa de vomitar para mí. Pero fuedemasiado tarde también. No podía tomarlo de nuevo.

― Fuera de mi casa.― Mira Ethan, lo siento si exploté como eso-― Fuera de mi maldita ciudad. Sólo tienes que irte, Jamie. Y no te

molestes en volver. Yo no voy a distraerte de tu importante labor conmi... puterío y lamentos. Estoy en casa ahora y, obviamente, ya nonecesito de tus servicios de dar la mano. ― Crucé los brazos sobre elpecho y lo miré con calma.

En el interior, mi corazón y mi cabeza estaban en guerra por laspalabras que salían de mi boca. Aún así, yo no podía hacerlo más. Yo loamaba más de lo que he amado a nadie. Tal vez, esto no fue suficiente.Tal vez era el momento de dejarlo ir y que haga lo que tenía que hacersin mí. Y tal vez después de algunos siglos, yo sería capaz de repararlos miles de millones de pedazos de mi alma destrozada por verlo salirde mi puerta.

Una parte de mí quería ir tras él. Incluso después de oír el portazofrontal y el sonido de su coche lejos, era difícil no seguirlo. Sinembargo, yo sabía que tenía que defender mi tierra. Yo no era untonto enamorado que necesitaba perseguir a mi alma gemela. Si a él no

le importaba lo suficiente sobre nosotros para que funcione cuandolas cosas eran buenas, no estaba dispuesto a luchar para salvarlomientras caía alrededor de mí.

Caí en la cama y puse mi cara en mis manos. Repitiendo los últimosmeses en mi cabeza pude ver que ninguno de nosotros había cambiadonada. Él también era un idiota, y si iba a ser completamente honesto


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señalarlo, pero tuve miedo de romper un hechizo que había sidocolocado en él.

― Bueno, debería ver a tu madre. Te llamaré cuando tengamos más

noticias del médico.Colgó sin decir adiós.Sonreí en el teléfono antes de ponerlo en el bolsillo. Esto era más

como el padre que conocía. Mirando el reloj, me di cuenta de que nohabía logrado matar gran parte de la noche. Yo realmente no queríavolver al bar de nuevo. Por más que me gustaba emborracharme unbuen rato con mis viejos amigos, no me sentía para eso hoy.

En cambio, me encontré caminando por las calles solo. A pesar de no

tener un destino en mente cuando me fui de casa, tipo que sabíadónde iba a acabar de cualquier forma.


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Abuela, o Shawnna para el resto de la ciudad, era del clan de la AltaSacerdotisa. Ella cantó en la mayoría de las reuniones, una grancantidad de sanación y cotidianas cosas místicas de vampiros si es

necesario.Ella también era a la abuela de Jamie. Después de que sus padres

habían muerto, ella se hizo cargo de él y Beth. Yo la conocía de todami vida y la consideraba familia para mí, también. Solía volver loco aJamie cuando la llamé a Abuela, pero una vez que había llamado,aprendió a tolerarlo.

― Considérame castigado― le dije, inclinándome hacia ella yllevando su mano a los labios para otro beso. ― ¿Será que fuiste a ver

a mi madre después de que ella enfermó?― Lo hice―, dijo. ― Tu padre finalmente la llevó a ver a un médico?

Le dije que todo lo que estaba sufriendo no la mataría, sólo estabadebilitando su cuerpo. No parecía creerme, a pesar de que ambos eranobstinadamente contra dejar ver a alguien acerca de su condición.

― Están en Denver ahora con un especialista en sangre,― dijealiviado de que Abuela también creía que mi madre no estabamuriendo. ― Es por eso que estoy en casa, en realidad. Entonces, ¿quéestás haciendo aquí hoy?

― Colección de zarzas―, dijo mientras señalaba a una cesta a suspies. ― La mejor pregunta es ¿qué estás haciendo aquí?

― Sólo persiguiendo humo―, le contesté con un encogimiento dehombros.

― No pasó mucho tiempo para acabar aquí―, pensó. ― Acabas depatear a mi nieto a la acera, y ya estás de vuelta en este lugar

lamentando la pérdida de su vínculo. Ethan pensé que era más difícilque eso.― Yo no soy... eso ni siquiera es... ¿Qué diablos estoy haciendo,

Abuela?― Caí a la hierba y cogí mi cabeza entre las manos. ― ¿Por quéJamie y yo somos un lío?


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Abuela se sentó a mi lado y pasó un brazo alrededor de mi hombro.Ella me apretó con fuerza y suspiró.

― Ethan, tú y Jamie son los hombres más difíciles que he conocido.

A menudo me pregunto si debería haberme negado a levantar laconexión en absoluto. Al menos con ella en el lugar, sabían lo quetenían entre sí. Ahora que no hay una fuerza mágica que estéforzándolos a estar en proximidad entre sí, todo lo que quieren haceres empujar al otro lejos. Lo que es ridículo. Cualquiera que tenga ojospuede ver cuánto se aman. Lo que nadie puede averiguar es por quéhay una niebla constante de animosidad entre los dos. Es como unamaldita pared que ninguno de ustedes está dispuesto a llegar a un

término medio. ― Ella se inclinó sobre la hierba, con la mano en mihombro tirando de mí hacia ella. Miramos las estrellas por un tiempo,ninguno de los dos habló.

Ella estaba en lo cierto. A veces era como si hubiera una presenciafísica entre Jamie y yo. Como si nuestra ira era demasiado gruesapara ir y no podíamos evitar gritar o lanzar golpes en un intento dellegar al otro. No creo que el amor debería ser tan difícil.

Nunca he sido tan tonto como para pensar que sería dulce y rosastodo el tiempo. Sabía que las relaciones dieron trabajo, y yo estabadispuesto a hacer mi parte. Pero cuánto más estudiaba la forma enque Jamie y yo nos tratábamos entre sí, más parecía que estábamosmejor separados.

― Te equivocas, ya sabes―, dijo Abuela suavemente. ― Si alguiense merece uno a otro, esos son ustedes dos.

― Puedes leer la mente ahora, también?― Le pregunté, volviéndome

hacia ella con una ceja levantada.― No, puedo sentir tu tristeza desesperada irradiando como calorde una quemadura de sol. Son buenos hombres con grandes corazones.Pero mi nieto pasó por un montón de dolor en su vida, y la única formaen que puede reaccionar ante cualquier cosa es con rabia. No es justo,no es ciertamente correcto, pero es como es, y sé que él nunca va a


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cambiar. Pero escúchame, Ethan Connor. Si hay alguien en esteplaneta que puede hacer a este niño feliz, eres tú. No renuncies a éltodavía. Por favor.

― Abuela, yo no voy a ir arrastrándome de espaldas a él,― Suspiré y me pasé una mano por el pelo. ― Lo eché. No puedo tomarlo denuevo. Yo no soy el que debería disculparse y pedir volver a estar

juntos. Él es el que no quiere tomarse el tiempo para nosotros. Él es elque está deliberadamente manteniendo cosas de mí.

― Lo sé,― dijo en voz baja. ― Y si pudiera pedir disculpas por él loharía, pero no puedo. Y yo no sé lo que se necesita para conseguir quelo haga, pero yo puedo prometerte que él está de corazón roto ahora

como lo estás tú. Cuando vino a verme esta noche, él parecía tan malcomo había estado la noche en que el vínculo se disolvió. Él te ama. Séque tiene una manera de mierda de mostrarlo, pero realmente lo haceEthan.

Me reí, pero no había humor en el sonido.― Esa es la parte más difícil. Sé que me ama. No hay duda en mi

mente, pero el hecho de que él no puede demostrarlo, o actuar sobreello, o incluso hablar de ello me mata, Abuela. ― Solté otra risita. ―Escúchame. Parezco una mujer. Esto es a lo que me ha reducido.

― En primer lugar, no es tan malo ser una mujer. En segundo lugar,la emoción no es una característica específica femenina. Y en tercerlugar, Jamie es un imbécil. Siempre lo ha sido y siempre lo será. Perotú lo sabías cuando te inscribiste para esto. Aquellos de nosotros quelo adoramos ya nos resignamos al hecho de que no va a ser grande endar un paso atrás. Si esto no es algo que se puede sostener más,

entonces creo que es tu llamada. ― Ella se levantó, su pequeño cuerpode edad crujiendo con el esfuerzo.― Pero creo que si miras en el fondo verás que duele mucho más

alojarse solo de vez en cuando a sentirse solo en una habitación allado de él.


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Me puse de pie y le di un abrazo. Ella me dio unas palmaditas en laespalda, entonces se retiró a la taza mi cara en su mano.

― Te voy a decir lo mismo que yo le dije cuando me llamó esta

noche. Deja de joder esto.― ¡Abuela!― Le sonreí. ― Lenguaje.― Oh Chico,― dijo con un gesto de la mano. ― Fuera del templo, no

podría importarme menos. Eres como un hijo para mí, Ethan. Te amo, yamo a Jamie. Haz lo que tengas que hacer. Se queda en el centroMGM, habitación 1774.

― Él no fue a casa?― La miré con los ojos muy abiertos.― No, yo no sé si él me perdonará por decirte esto, pero pensaba

volver mañana para tratar de reconquistarte.La besé en la frente, y ella me sonrió.― Gracias, Abuela ― dijo antes de correr de nuevo a la casa.― No me decepciones―, ella me llamó.Yo no sabía lo que eso significaba, pero asentí en respuesta a

medida que continué por la calle principal. Yo sabía que tenía quellegar a Jamie, tan pronto como sea posible, sólo no tenía idea de loque diría cuando llegara allí.

― Ethan?― Jamie abrió la puerta y me miró con sorpresa. ― Quédemonios estás haciendo aquí?

Lo miré por un minuto, y luego le di una patada a la espinilla tan durocomo yo podía.

― ¡Ay!― Jamie me miró a través de una mueca de dolor.― Tú sabes qué― dije mientras me abrí paso a través de él a lahabitación. ― No hables. Sólo escucha. Por primera vez en tu vida,mantén la boca cerrada y prestar atención a otra persona.


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― Secretos de la ciudad? Jesús, Ethan, no podría si quisiera. No sélos secretos de la ciudad. Esos bastardos mantienen tanta mierda demí que es increíble que todavía tenga un trono para sentarme.

― Qué quieres decir?Hizo un gesto para sentarnos en la cama, y se hundió en el colchón,

tumbados junto al otro. Él me cogió la mano y sus dedos acariciaron mimano mientras hablaba.

― ¿Recuerdas cuando dije que nadie me respeta allí?― Sí.― Bueno, la mayoría de las ideas fue vetada de plano por el comité.

Tienen reuniones a mi espalda. Cuando trato de detener cualquier

política promulgada por Graham, soy inmediatamente apagado. Notengo poder. Mi presencia es suficiente para los vampiros regularesen la ciudad, pero todo el mundo en el Consejo hace lo qué demoniosellos quieren, y no sé cómo detenerlo.

― No puedes despedirlos? Sustitúyelos con otros, personas de tuconfianza?

― No sé en quién confiar― dijo, encogiéndose de hombros. ― Séque Stephanie está trabajando a mi espalda, y no puedo detenerla.

― Mi pobre rey,― dije, rodando a mi lado para mirarlo. ― Quisieraque me lo hubieras dicho antes. Eso es parte de lo que estabahablando. Tú mantienes cosas de mí, casi instintivamente. Demonios,ni siquiera compartes las cartas de Beth conmigo. Yo no sabía quehabía escrito a todos.

― ¿De qué estás hablando?― preguntó, confusión en su cara. ― No he recibido ninguna carta de Beth.

― Ella dijo que estuvo escribiéndote. Espera, ¿crees que estánmanteniendo tu correo electrónico?¿Qué demonios estaba pasando en esa ciudad?― No lo dudo.


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Se veía tan derrotado que hizo mi corazón doler. Mi Jamie, mi viejoJamie, habría estado enojado e indignado. Esta nueva versión delhombre del que me había enamorado daba miedo.

― Tal vez debería solo renunciar―, continuó. ― Tendremos aStephanie alrededor del trono mientras estoy aquí. Sería un infiernomucho más fácil que luchar con todos ellos todo el tiempo.

― Jamie McHale, escúchame. No hay nadie mejor en el mundo paraluchar que tú. No he pasado años ayudando a perfeccionar tushabilidades de imbécil sólo para tenerte rodando por un montón deburócratas.

― Pensé que odiabas que yo sea rey?― Jamie preguntó con una

sonrisa leve jugando en sus labios.― No, no me gusta la forma en que te comportas como un rey. Así

que hay que ir casa, y necesitas actuar como un idiota para ellos envez de para mí. Sal de tu ira y frustración antes de regresar a casa amí todas las noches. Encuentra tu columna vertebral maldita yempieza a hacerlos retroceder.

― Entonces me aceptarás de vuelta?― preguntó tímidamente,sacudiendo la mano apretada en la suya.

― Nunca te dejaré ir― dije, tirando de él cerca de mí y besándolo.Se movió para ponerse encima de mí, con las piernas cubriendo mis

muslos mientras apretaba su lengua entre mis labios. Suspiré con él, ymis dedos abiertos en su espalda mientras le devolví el besofebrilmente.

― Es por eso que yo me quedé―, murmuró contra mi boca.― Es por eso que vine a buscarte,― respondí con la palma de mi

mano pasando a descansar en su mejilla.― Te amo, Ethan.― Lo sé.― Mis dedos atrapados en su pelo mientras lo empujé para

besarme de nuevo.


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Capítulo Siete

Las caderas de Jamie se movieron, mostrando su endurecimientocontra mi muslo. No importa cuántas veces lo sentí crecer grueso yduro debajo de mí, a mi lado, nunca dejé de sorprenderme. La

sensación y el peso de su pene fue algo que me dejó sin aliento cadavez.

Sabiendo que cada erección que tuvo, a partir de ahora y hastasiempre, sería para mí era el más poderoso sentimiento del mundo.

― Quítate la ropa,― gruñí, mordiéndole la oreja antes de dejar quese mueva.

Me acosté en mi lado y observé mientras se desvestía para mí. Susdedos temblaban cuando abrió los botones de la camisa. Uno a uno,centímetro a centímetro, la extensión pálida de su pecho fue reveladapara mí. Quería arrastrarme fuera de la cama, caer de rodillas frentea él y frotar mi cara en la piel cremosa. Pero me quedé donde estabaviendo cuando la camisa cayó al suelo y sus manos se trasladaron a suspantalones.

Una vez que estaba desnudo, se puso delante de mí, su oscuramirada llena de calor, su inmediata erección contra su estómago, con

los puños apretados a su lado mientras luchaba por permanecerinmóvil bajo mi mirada. Su cuerpo era perfecto. Duro, tonificado,pálido y todo mío para hacer lo que quería. La única pregunta quequeda es qué me gustaría hacer con él.

Finalmente cediendo al impulso, me deslicé de la cama y me arrodilléen el suelo a sus pies. Mis manos se movían por sus piernas detrás de


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sus rodillas y parando bajo sus muslos justo por debajo de su culoapretado. Sentí el olor de su deseo saliendo de su piel en olas, y mehizo mareado. Él siempre tuvo el poder de difundir sus emociones en

una habitación cuando sus sentimientos fueron particularmentefuertes. Normalmente fue su ira que estaba casi justo en sunaturaleza en todo momento. Pero esta necesidad era algo nuevo.Nunca había sentido su lujuria severamente antes.

Lo miré, mi cara a centímetros de su pene. Se retorcióviolentamente mientras exhalé a través de él. Una perla ondulada delíquido preseminal cayó en una fila para el lado de su eje. Mi lenguasalió y lamió una amplia gama encima de su piel, saboreando su esencia

y haciendo a sus piernas temblar por el contacto. Sus manos cayeron amis hombros por apoyo y agarré sus muslos más duro manteniéndoloen posición vertical.

Mi propia erección estaba gritando por algún tipo de fricción. Eracasi doloroso lo tan duro y listo que estaba para Jamie. Una parte demí quería saltar a mis pies, arrancar mi ropa y golpear a mi amante enel colchón. Pero luché contra ese impulso, golpeándolo abajo tantocomo pude.

Jamie y yo no habíamos tenido una noche a solas, sin presión y sinexpectativas en más de un año. Yo lo necesitaba; él lo necesitaba. Nosmerecíamos esto, y yo no sería el único en engañarnos por unaexperiencia que puede no pasar de nuevo por un largo tiempo.

Había sido enteramente demasiado tiempo desde que habíasaboreado cada centímetro del cuerpo de mi ex marido, y yo estaríacondenado si dejara que mi libido arruinara mi oportunidad de hacerlo.

― Acuéstate,― dije, no me preguntó, acabó de hacer lo que le pedí.Después tirarse rápidamente me uní a él en la cama de nuevo, miscaderas al lado de él y mi cuerpo cubriendo su pecho. Con firmesbesos deliberados me dirigí a través de su cuello y la garganta,deteniéndome brevemente para morder la piel de su clavícula ysaborear las gotas de su sangre. El sabor picante acobrado fue tan


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específico de Jamie y yo no podía contener la respiración que explotóde mi pecho. Amaba a este el hombre completamente, con cadapedazo de mi corazón. No importa lo mal que las cosas habían estado

entre nosotros, yo sabía que nunca volvería a realmente dejarlo ir.Empujé ese pensamiento lejos, mientras que continuaba saboreando,

lamiendo y chupando mi camino por su pecho. Él no se iba, y yo no eracualquiera. No tiene sentido perderse en pensamientos como ese.Estábamos exactamente donde deberíamos estar.

Mi lengua se arremolinó sobre sus pezones, haciéndolo arquearsehacia atrás y empujando el pecho más firme contra mi cara. Yoalternaba entre pellizcar uno y chupar al otro, arriba y abajo, de

izquierda a derecha con los dedos y la boca hasta que él finalmentehizo un ruido lloriqueando en la garganta que me dice que la sensaciónhabía pasado de buena para casi dolorosa.

Seguí adelante, mi lengua lamiendo su camino hasta el pecho,lamiendo entre cada costilla, cuidando de no dejar ningún rastro depiel seca en su estela. Mi polla tembló al pensar en el cuerpo debajode mí. Cada centímetro que me pertenecía. Corazón, mente, alma ycarne eran míos. A pesar de la lucha y los insultos y la violenciaocasional, amaba a este hombre con todo mi ser. Él era mi todo, y

juré, cuando mis dientes rozaron por una de sus caderas, me nuncadejaría que nuestros argumentos mezquinos se queden en el camino denuestro futuro de nuevo.

― Vuélvete―, le susurré. El sonido de mi voz lo hizo saltar cuandorompió el silencio que cayó sobre la habitación.

Se volvió con la cara apoyada en sus brazos mientras se acomodaba

en su estómago. Me arrastré encima de él de nuevo, dándole un besoen la mejilla expuesta antes de que yo montara su culo y frotara lasmanos firmemente sobre sus anchos hombros. El se desplazó debajode mí, tratando de encontrar un ángulo cómodo para su erección, queahora quedó atrapada contra el colchón. Hice todo lo posible paraignorar mi propio miembro grandilocuente, pero mis bolas estaban tan

8/18/2019 Dakota Rebel - C

Dakota Rebel - Clan Anaboris 02 - Penas Reales

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