Cultural 04-03-2016

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Pág. 3 Caminar por la ciudad SUPLEMENTO SEMANAL DE LA HORA, IDEA ORIGINAL DE ROSAURO CARMÍN Q. GUATEMALA, 4 DE MARZO DE 2016 Fotografía de Ban Vel

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Cultural 04-03-2016

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Página 2 / guatemala, 4 De marzo De 2016

Barrancópolis

por Jenner santos

l sintetizador, el beat, una melodía pegajosa; Julio Ar-mas exprime unos arreglos mortíferos y genialmente ejecutados que acompañan las rimas explosivas y de buena composición que ca-

racterizan a Kontra. Sonidos más oscuros y profundos reptan por las canciones de este disco; como si acaso el crew se hubiera en-cerrado en un cuarto a fumar y dejar fluir la creatividad que emana de las libretas y cae como diluvio en el micrófono.

En colaboración con NDR, Zaki, Diego Rodas, entre otros, nace este disco lleno de sombras y versos que agitan la serenidad de un cuerpo que se escurre como mantequi-lla por las calles calurosas de una ciudad que se derrumba. Una lluvia de ideas que bien se convierte en tormenta en la medida

Kontrastes es el más reciente disco del joven rapero Kontra, uno de los exponentes más sonados en la escena Hip Hop de Guatemala. Con furia y combustible Kontra alimenta el hambre que le apuñala la boca del estómago y le hace vomitar poesías llenas de desnudez y dolor. Rolas que te ubican en una prisión de la cual poco a poco, entumecido y desnudo, escapás para llegar a un destino paradisiaco sin violencia y lleno de baile.

“…lo que le falta de “calle” a las letras se compensa en arreglos y

colaboraciones que nos llevan y nos traen, de ida y de vuelta a ese mar tormentoso que al final, nos hacen

disfrutar de la inconfundible marca impregnada en su música.”

EJenner Santos

(Guatemala, 1990) Me gustan más los paches que los tamales y vivo ator-mentado porque Selena murió el día de su cumpleaños. Honesto y vil antes que cae bien. No sé qué decir cuando me preguntan si soy antropólogo o escritor.

“Kontrastes” cuenta con la participación de Cynthia Fión, NDR, Zaki, Diego Rodas, entre otros.

El productor Julio Armas (Izq.) y Random acompañan a Kontra en cada una de sus presentaciones.

Kontra durante la presentación de “Kontrastes” el 20 de febrero en Espacio Solemne.

que la gravedad de la rima colisiona con tus sentidos y te transporta a la insoportable levedad de una realidad paralizante.

https://soundcloud.com/kontramarin/sets/kontrastes

Naufrago es la primera rola del disco, una combinación de poesía y música que nos introduce de lleno a la ingestión de una bebida embriagante, un rap ávido y lleno de lamentos. Kontra nos invita a ese lu-gar donde reflexiona las vicisitudes de un mundo que se extiende ante sus sentidos, anulando las penas en un mar de alcohol, espera la incierta estocada de alguien que nunca llega; entumece el dolor implacable de la vida en un vaso de antiséptico bebible, navegando por ese mar de tristezas y sole-dades que le llenan el corazón y le hacen escupir rimas explosivas.

Dos años pasaron desde Kontratiempos y el tiempo no ha pasado en vano; espectros de la injusticia y la desigualdad, la indife-rencia y la calle vuelven para estremecer a una sociedad sumergida en el egoísmo y la apatía; la armonía de la música y la palabra emerge desde un lugar lleno de inercia que nos atrae al contoneo soez de un cuerpo borracho, con necesidad de la cercanía de la carne.

En inglés y en español Kontra nos vacu-na con esa dosis de intrincadas situaciones que él vive, acompaña las rimas con una voz melodiosa - siento que vivo en modo avión, de nada me doy cuenta yo, suelo perder la conexión y despegar sin dirección, siento que… - que dejan escapar el humo ligero de una felicidad efímera que todos

anhelamos consumir.El disco incluye nueve canciones que fue-

ron suficiente para plasmar los contrastes llenos de reflexión en el rap de Kontra; lo que le falta de “calle” a las letras se com-pensa en arreglos y colaboraciones que nos llevan y nos traen, de ida y de vuelta a ese mar tormentoso, con breves descansos en una isla llena de estupefacientes que al fi-nal, nos hacen disfrutar de la inconfundi-ble marca impregnada en su música.

La producción del disco estuvo a cargo de Outstanding Productions y se lanza a tra-vés de Música Inflamable y Bajo Presión Records, entes que nos hacen tener la espe-ranza que la contracultura del arte guate-malteco, se eleva fuerte y lejos de sí.

FotograFía de Charlie Quezada.

FotograFía de Charlie Quezada. FotograFía de Charlie Quezada.

El tiEmpo no ha pasado En vano: KontrastEs

rEsEña

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Guatemala, 4 De marzo De 2016 / PáGina 3

“Así es que volví a mi fonda y, andando por las calles oscuras, medité sobre esto y aquello como suele hacerse tras un día de trabajo”.

Una habitación propia - Virginia Woolf

D

Para conocer un lugar, para sentirlo próximo, es imprescin-dible recorrer sus calles, degus-tar las texturas de la ciudad, con sus sombras y luces; variar el paso con las inclinaciones del asfalto, escuchar sus murmullos, respirar el aire enrarecido o des-pejado y permitirse deambular con curiosidad a fin de proce-sar la experiencia. Esto es muy similar cuando se viaja, siempre querremos tocarlo todo con las manos desnudas.

esde hace unos me-ses recorro la capital a pie, esta ciudad cent roa mer ic a na tan insolente y hostil para el peatón. Se la han dado privilegios

a los automóviles, no a sus conductores, al punto que colapsa día a día un poco más.En medio de ese estrés diario y co-

lectivo al final de cada tarde, me toma por lo menos cuarenta minutos y mu-chos enojos abordar una unidad del transporte público más “ordenado” que tenemos, para luego perder una hora y media más para llegar a mi destino. En Guatemala ejercitamos la paciencia todos los días. La espera es una constante. Perdemos incontables cantidades de vida mientras espera-mos. Si uno fuera más sensible, per-dería la cordura por aceptar volunta-riamente desperdiciar la vida de tal forma.Para no acabar como el protagonista

de Un día de furia, decidí hacer algo distinto: la mayor parte de veces me muevo en bicicleta y si por alguna ra-zón no la uso, camino hacia el centro histórico. La primera opción me de-vuelve una hora y media de vida. Ca-minar me devuelve más que horas.Mi recorrido empieza en la zona 9

cuando salgo del trabajo a las cinco treinta de la tarde. Esta zona con-centra una abultada parte del trajín laboral de la capital guatemalteca. Es uno de los centros neurálgicos con edificios, oficinas y restaurantes de

Por Diana Vásquez reyna

todo tipo. El tránsito es espantoso, las calles están llenas de automóviles y ninguno se mueve, el ronroneo de carros solo expele gases que llegarán a la capa de ozono para carcomerla. Una rutina tóxica.Camino una hora y media. Me des-

pejo. Por lo regular veo que hay más hombres que mujeres en las calles. En unos minutos empezará a anochecer y recuerdo que nos han dicho hasta el cansancio que las mujeres no deben caminar solas por las noches. Pero sigo pensando en que si no tomamos las ca-lles, ¿quién se adueñará de ellas?Hay varias cosas que me llaman la

atención, una de ellas es que muy poca gente camina en Guatemala, la vida es sedentaria, cansada y la mayoría prefie-re evitar fatigas. Sé que hay muchos que no pueden llegar a casa ni en bicicleta, mucho menos a pie. No hay opciones para que una gran mayoría no pierda la vida en recorridos angustiosos y len-tos. En estos paseos de regreso a casa he tenido suerte. La violencia que se cuela todos los días aún no se cruza conmigo sobre la 7ª. avenida.Algunos piensan que la ciudad es

una ruleta rusa, quizá. La 7ª. entronca en el Centro Cívico, luego cruzo hasta la bulliciosa y abarrotada 6ª. avenida. En el camino dejo drogadictos solita-rios ocupados en sí mismos y algunos pasajes oscuros y poco amigables. La

Este texto fue publicado originalmente en (Casi) literal una revista digital que aborda temas vinculados a la cultura | arte | crítica | literatura. Visite casi-literal.com para obtener contenidos similares.

Fotografías de Ban Vel

verdad, hay buena iluminación, al me-nos en las áreas co-merciales. Ya en La Sexta, estar entre la gente y sus circuns-tancias, me hace sentir más cómoda.Hay jóvenes que

patinan o perfeccio-nan su baile, es poe-sía densa, es her-moso ver vida. La gente camina, grita, sonríe, vende lo que puede. Hay movi-miento. Muchos quizá verán peligro, yo veo que los es-pacios que la gente toma a su manera recuperan un poco de humanidad.Mi ciudad es una

gran desconoci-da para quienes se mueven en cuatro ruedas. Conocerla para algunos repre-senta riesgo, pero podemos tocarla con las manos des-nudas, considerarla, perdonarla y recuperarla a sorbos para que no se pierda y desfigure con ideas

colectivas de angustia, agresión, caos, desesperación y prisa.

Caminar por la Ciudad

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Guatemala, 4 De marzo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 4 De marzo De 2016

uando tu cuerpo te está pidiendo despertar, en tu mente hay imágenes bo-rrosas y lográs abrir los ojos; mirás al techo de tu cuarto -o de la sala en su defecto- y te preguntás:

“¿cómo... y a qué horas vine a la casa -si tenés suerte de estar en ella-?, ¿quién me vino a de-jar?, ¿habré dejado cerrada la puerta y guar-dado el carro?, ¿se habrán dado cuenta de que vine bien jalado?, ¿lo que recuerdo, pasó o lo soñé?, ¿qué hora será?... Finalmente, te levan-tás. Si están cocinando, ese olor que en otras circunstancias te parecería agradable, te pro-voca un no sé qué estomacal. Vas al baño y en el camino, frente al espejo, mirás que tu cuerpo estrena un novedoso moretón, un ligero rayón o -en el peor de los casos- una cierta irrita-ción allí por el cuello. Si esto te ha sucedido, te informamos que has entrado al mundo de la goma. Aquélla sed y una mezcla de sentimien-tos encontrados, aferrados a un fuerte dolor de cabeza, se combinan con un clamor porque aparezca alguien que te explique qué pasó... o bien que te regrese el cerebro al cuerpo.La goma, la cruda, la creedence o la cruz,

como le querrás llamar, el resultado de una larga y tendida jornada de tapis siempre será una señora resaca; como diría don Antonio Aguilar: “...se te arruga el corazón, la cabeza te revienta, das aliento de dragón, se te que-ma la garganta...”. Y es que como no es una cuestión de tener “aguante” o no, no hemos conocido a nadie que no la sufra, aunque cla-ro, haya de gomas a gomas. Dependiendo de qué tapis hayás degustado, de cómo te lo to-maste y de cuántos ingeriste, la goma vacilará entre un simple “amanecí calidad” -pero con algo de sed- o con un malestar físico -y mu-chas veces moral- que te llevará a decir: “no lo vuelvo a hacer”.Pero, ¿qué es eso de la goma? Pareciendo un

castigo divino, la verdad es que es algo estric-tamente fisiológico: es un estado generalizado de malestar en el cuerpo a raíz de una súbita abstinencia de metanol -componente princi-pal del alcohol- en el cuerpo. Como nos ex-plica el Dr. Rony Soto, el alcohol en bajas con-centraciones desinhibe: es la excusa perfecta para bailar, cantar, hacerte el chistoso de la reunión, pasarte de confianzudo con tus cua-tas... y cuates, soltar de un sólo aquélla verdad guardada, llevártelas de Romeo, creerte fisi-quín, hacerlas de machito y busca-cuentasos

C

FotograFía de elí orozco

La forma más rápida de curarte la goma es... con otro tapis, una michelada por ejemplo.

Por Juan Pablo Muñoz Elías y TG

-al punto de creerte inmortal-, desafiando a cuantas personas y hasta carros pasan a tu al-rededor. Sin embargo, a la larga, el alcohol es un inhi-

bidor del sistema nervioso central, por lo que pasada la concentración de etanol de 0.20 mi-ligramos por decilitro, empezás a balbucear, a caminar torcido y a moverte con torpeza. Se considera que una concentración de 1.50 miligramos por decilitro, podría ser mortal. Pero, además de la afectación al sistema ner-

vioso, el alcohol desactiva la hormona anti-diurética, por lo que las idas al baño se vuel-ven más frecuentes -sobre todo con la cerve-

za-, siendo esta la causa de que expulsés cuanto líquido tengás y con él las sales y minerales correspondientes... A veces da testimonio de eso la respecti-va marca en el pantalón, sobre todo si ya andas bastante avan-zado en la jornada. Ah, pero después de esa noche

de desenfreno en donde sólo ves anécdotas, lágrimas y riso-tadas, de fondo sucede lo que hemos dicho en los párrafos anteriores... y viene la hora de pagar cuentas... ya no al canti-nero, sino al cuerpo.Y las tres facturas que te pasará

el cuerpo son: a) hiperactividad

simpática, que es esa tembladera que te hace sen-tir como que sos araña de corpus, dolor de ca-beza e inquietud por otro trago... que en más de alguien habrás notado... si no es que te pasó; b) deshidratación, es decir, falta de electrolitos, que se traduce en necesidad de agua y falta de energía -o sea que tomás todo lo que podés y no te com-ponés-; y, c) irritación del estómago y todo lo que esto conlleva, incluyendo la gastritis.Pero, a todas y a todos aquéllos nuestros

congéneres en el tapis, les tenemos buenas noticias (ya sabidas por la mayoría): hay una luz al final del túnel, “la goma no se puede evitar... pero puede curarse”. Un poquito de amor propio, una mezcla entre ciencia y fe traducidos en un par de buenos consejos de los ancestros en la materia, dale tiempo y al tiempo y listo: quedarás como nuevo, o un poco mejor de como estabas. Tras un análisis exhaustivo de la situación

entre todo el gremio, hemos llegado a la con-clusión de que hay algunas maneras de curarse la goma. Si llegara a faltar alguna más, hacéte la caridad y divulgála so pena de que al no ha-cerlo, habrás faltado a deberes de humanidad.Primera. El otro tapis. Aconsejado por mé-

dicos y por las viejas guardias en el arte del tapis, la forma más rápida de curarte la goma es... con otro tapis. Con el mismo que te la pu-siste o con otro tipo para no recordar, lo im-portante es no dejarle experimentar al cuerpo esa sensación de falta de etanol y equilibrar

así los nervios. ¡Ah, salud, pues... porque me caiga bien!, dice el engomado.Pero, así como existe quien se levanta de

madrugada a buscar su respectivo tapis cura-tivo -el guardadito del día anterior o directo a la tienda especializada en mañaneros-, y se lo avienta de a tesón y con tesón -de un sólo y encuchillado atrás de alguna puerta-, también está el menos arrecho que se levanta en ese limbo que te hace dudar si la hora co-rresponde al desayuno... o al almuerzo. Estos últimos, por lo general prefieren tomarse su quitagomas algo más preparado, generalmen-te con una michelada, con un calientito (mez-cla de licor con jamaica caliente), o de alguna otra ingeniosa manera. Dicen las malas lenguas que una vez te

asienta este trago rezagado, te vuelve el espí-ritu y hasta el hambre. El riesgo, claro, de esta medicina, es que se

puede convertir en la excusa perfecta para seguir en un largo viaje que te puede hacer perder el día... o hasta los años. Pero eso de los efectos del tapis en tu vida personal, fami-liar o social, será objeto de discusión en otra entrega de esta columna. Segunda. Con sueritos y medicamentos.

“Es que está malito”, dirá quién te quiere y te mima, y se aprestará a formar parte de la solución y no del problema... que implica la goma. O el más parco: “tomáte esto, vos, te va a caer bien”. Y si no hay un alma piadosa,

pues te mimás vos mismo; al fin, como dice el dicho: “quien con su gusto y su gana...”.Como ya se explicó, la goma es en parte falta

de sales y minerales que a la postre provocan poca capacidad para producir energía. Por tal razón, se vuelven necesarios esos productos llamados sueritos, que bien pueden hacerse con productos de abarrotería o adquirirlos ya listos en la farmacia más cercana.Cada quien y sus mañas, no faltará el irre-

dento y precavido que previo a los tapis, tiene ya la refrigeradora y el botiquín respectivo, listo para acudir a ellos a la primera opor-tunidad: un jugo de tomate, agua mineral, limones o un sobrecito de sales minerales. Para esas ingeniosas personas, también cuen-tan -como parte de la canasta básica- algunas bebidas estimulantes y obviamente suficiente agua pura. ¡Sale caro el gusto al tapis!Tercero. La vía culinaria. En todo grupo de

adictos al tapis sale el clásico: “comida hay en la casa, mejor pedí otro trago”. Esta célebre frase da idea de un cierto escepticismo res-pecto de la importancia del buen comer en el ámbito del buen beber. Y así como sucede durante la faena del tapis, sucede durante la penosa etapa de la goma: “yo no sé cómo pue-den comer cuando están así”.Sin embargo, lo cierto es que cuando comés

grasas, ayudás al sistema digestivo a absorber más lentamente el alcohol y que cuando estás de goma, su consumo es un indicio de que la re-

cuperación está cercana: carnitas de cerdo, chi-charrones o un buen bistec, ceviches o caldos. Centrándonos en los últimos dos, resulta ló-

gico que mucha gente prefiera platos como el ceviche porque este se encuentra íntimamen-te relacionado con un buen trago: “no hay ce-viche sin cerveza”, reza el dicho popular. Y en el caso de los caldos, pues porque obviamente llevan implícitos grandes cantidades de agua, sal, limón y algún tipo de carne. Y es que así como hay lugares especializados en ceviches, hay locales especializados en caldos: caldos de pollo o de huevos, -más al estilo casero-, de gallina, de pata, de chunto o de mariscos, son algunas de las variantes de esta cura. No viene al caso, aún, describir un lugar famoso por sus caldos, pero ¡vaya si no tienen afluen-cia principalmente los sábados, domingos... y lunes! ¿Por qué será?La última de estas variantes, gira alrededor

de los famosos atolitos, cuya gama es tan am-plia que se extiende del atolito de maicena hasta el mágico atol blanco que te venden en el mercado: servido en tu tasa de barro, ca-liente, con frijoles y abundante chile, será un líquido que además de proporcionarte fibras te hará sudar esos malos espíritus que te an-dás cargando.Cuarto. El deporte. Con eso de que ejerci-

tarte libera endorfinas y que ello sirve para reactivar el sistema nervioso, hacer deporte te puede ayudar a sacar cuanta toxina tengás en el cuerpo, pues se agiliza tu metabolismo, a la vez que te obliga a rehidratarte apresurada-mente. ¡Todo es que podás pararte y moverte con agilidad! ¿Vaya pequeña exigencia, no? Es por eso que esta magnífica cura es la que menos utilizan los seguidores de Baco. En todo caso, si querés hacer la prueba, correr, nadar y bicicletear son excelentes opciones... según nos han contado.Quinto. El reposo. “El tiempo todo lo cura”,

dicen los desamorados y tienen razón... cura hasta la peor goma posible. Vegetar, dejar que tu cuerpo haga lentamente su trabajo de res-tablecerse, es una opción muy común entre los parranderos que tienen la dicha de des-cansar al día siguiente. Reposo en cama, en hamaca o en el sofá, poca luz, silencio y un buen sueño, te ayudan a reponer no sólo la fatiga y el desvelo, sino también los efectos de la goma; sólo te levantás a comer, a beber algo o al baño y seguís en lo tuyo.

¿Vas a venir a la junta, vos?No, vos, no me ha regresado el espíritu al

cuerpo…¡Estás de goma!Algo así.Seguí durmiendo, pues.Y para finalizar, ¿qué es eso de la goma mo-

ral? Pues nada menos que el arrepentimien-to consciente o inconsciente de todo aquello que creés que hiciste o no hiciste, de lo que gastaste y de lo que dijiste durante una buena farra. Es, por mucho, un acto de vergüenza por lo que pasó, ya sea porque no lo recordés, lo medio recordés o porque te lo contaron, o gracias a ese gran invento de principios del siglo XXI que es el celular con cámara: la do-cumentación de tus reuniones de tapis, nun-ca más será un problema, ¿o será ya un peor problema?

FotograFía de elí orozco

La ingesta de sopas y caldos ayuda a la recuperación por sus grandes cantidades de agua, sal, limón y algún tipo de carne. Nosotros sugerimos un caldo de huevos. FotograFía de Ban Vel

“El tapis”

La goma Encontrarle la cuadratura a ese círculo

A ntes de que amanezca me dispongo otra vez a salir en bicicleta. La luz de la luna es inmensamente poderosa y tenaz. Prendo las lucecitas que me envió mi

abuelo de los Usa y salgo aún con frío. Paso saludando a mi vecino Alex, quien también ya sabe de los secretos del sereno. Recorro por la parada de buses y desde ahí puedo ver a más o menos cinco charamilas que sudan de frío a la par de un doble litro de Pepsi y vasos de duroport -habrá Kuto, Predilecto o alcohol medicinal ahí adentro-. Siempre los he saludado; siempre hay algo que nos conecta. Los observo como una familia; se integran bien y sus diálogos corren en la misma sintonía (una especie de compadrazgo secreto). Pienso, ¿qué tan borrachos somos todos? No sé, pero algo me dice que todos tenemos un teporocho entumido por dentro. Que ellos son la parte abandonada de nosotros mismos, una especie de vertedero de pasiones y arranques emocionales alguna vez reprimidos. Mi abuelo paterno siempre eligió, al igual que yo, tomar con campesinos, obreros, sastres, albañiles, y toda esa gama de personas que más parecieran ir por la vereda del olvido. Mi abuela se cansaba de recibirlos, de presenciar cómo los abrazaba. Todos eran sus primos, sus medios hermanos, y bueno, cuando esto pasaba, por un instante,

Por Paolo Guinea

la familia crecía por montones. Ya llevo un tiempo de no tomar, y la verdad es que mi cuerpo no daría para quedarme tirado en las calles -suficiente tengo conmigo mismo-, pero aún así sé que hay un chara dormido ahí adentro, al que no acicalo, ni contemplo; tan sólo detengo. Tampoco me da la chamarra para hacer conjeturas sobre esa vida, pero como bien decía Javier Payeras, -las resacas después de los 40 años son muy parecidas a los inicios sintomáticos del Ébola-. ¿Qué me imanta con los borrachos? ¿Qué sé yo! Está muy jodido encontrarle la cuadratura a ese círculo, pero hay alguna energía que corre subterráneamente que me dice, que alguna vez, quizá en otra vida, fui lo suficientemente intenso y emocional para atreverme a olvidarme de mí sin dejar de pensar en los demás; porque, dicho sea de paso, en ellos he visto una solidaridad inigualable. Hay perros charas, hay vidas secas que también son charas, hay charas mentales, charas espirituales, emocionales. Hay charas de charas. Muchas porciones de Latinoamérica son esa parte de nosotros que se quedó tirada, a la orilla del mundo, a dos centímetros del despeñadero. Hay madrugadas de madrugadas, donde en lugar de pensar en pájaros pienso en ellos -que también levantan a la mañana- con sus caras hinchadas y sus silencios desinflados; así como muchas de las veces, nos sucede con los sueños; nuestros sueños.

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Guatemala, 4 De marzo De 2016 / PáGina 5PáGina 4 / Guatemala, 4 De marzo De 2016

uando tu cuerpo te está pidiendo despertar, en tu mente hay imágenes bo-rrosas y lográs abrir los ojos; mirás al techo de tu cuarto -o de la sala en su defecto- y te preguntás:

“¿cómo... y a qué horas vine a la casa -si tenés suerte de estar en ella-?, ¿quién me vino a de-jar?, ¿habré dejado cerrada la puerta y guar-dado el carro?, ¿se habrán dado cuenta de que vine bien jalado?, ¿lo que recuerdo, pasó o lo soñé?, ¿qué hora será?... Finalmente, te levan-tás. Si están cocinando, ese olor que en otras circunstancias te parecería agradable, te pro-voca un no sé qué estomacal. Vas al baño y en el camino, frente al espejo, mirás que tu cuerpo estrena un novedoso moretón, un ligero rayón o -en el peor de los casos- una cierta irrita-ción allí por el cuello. Si esto te ha sucedido, te informamos que has entrado al mundo de la goma. Aquélla sed y una mezcla de sentimien-tos encontrados, aferrados a un fuerte dolor de cabeza, se combinan con un clamor porque aparezca alguien que te explique qué pasó... o bien que te regrese el cerebro al cuerpo.La goma, la cruda, la creedence o la cruz,

como le querrás llamar, el resultado de una larga y tendida jornada de tapis siempre será una señora resaca; como diría don Antonio Aguilar: “...se te arruga el corazón, la cabeza te revienta, das aliento de dragón, se te que-ma la garganta...”. Y es que como no es una cuestión de tener “aguante” o no, no hemos conocido a nadie que no la sufra, aunque cla-ro, haya de gomas a gomas. Dependiendo de qué tapis hayás degustado, de cómo te lo to-maste y de cuántos ingeriste, la goma vacilará entre un simple “amanecí calidad” -pero con algo de sed- o con un malestar físico -y mu-chas veces moral- que te llevará a decir: “no lo vuelvo a hacer”.Pero, ¿qué es eso de la goma? Pareciendo un

castigo divino, la verdad es que es algo estric-tamente fisiológico: es un estado generalizado de malestar en el cuerpo a raíz de una súbita abstinencia de metanol -componente princi-pal del alcohol- en el cuerpo. Como nos ex-plica el Dr. Rony Soto, el alcohol en bajas con-centraciones desinhibe: es la excusa perfecta para bailar, cantar, hacerte el chistoso de la reunión, pasarte de confianzudo con tus cua-tas... y cuates, soltar de un sólo aquélla verdad guardada, llevártelas de Romeo, creerte fisi-quín, hacerlas de machito y busca-cuentasos

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FotograFía de elí orozco

La forma más rápida de curarte la goma es... con otro tapis, una michelada por ejemplo.

Por Juan Pablo Muñoz Elías y TG

-al punto de creerte inmortal-, desafiando a cuantas personas y hasta carros pasan a tu al-rededor. Sin embargo, a la larga, el alcohol es un inhi-

bidor del sistema nervioso central, por lo que pasada la concentración de etanol de 0.20 mi-ligramos por decilitro, empezás a balbucear, a caminar torcido y a moverte con torpeza. Se considera que una concentración de 1.50 miligramos por decilitro, podría ser mortal. Pero, además de la afectación al sistema ner-

vioso, el alcohol desactiva la hormona anti-diurética, por lo que las idas al baño se vuel-ven más frecuentes -sobre todo con la cerve-

za-, siendo esta la causa de que expulsés cuanto líquido tengás y con él las sales y minerales correspondientes... A veces da testimonio de eso la respecti-va marca en el pantalón, sobre todo si ya andas bastante avan-zado en la jornada. Ah, pero después de esa noche

de desenfreno en donde sólo ves anécdotas, lágrimas y riso-tadas, de fondo sucede lo que hemos dicho en los párrafos anteriores... y viene la hora de pagar cuentas... ya no al canti-nero, sino al cuerpo.Y las tres facturas que te pasará

el cuerpo son: a) hiperactividad

simpática, que es esa tembladera que te hace sen-tir como que sos araña de corpus, dolor de ca-beza e inquietud por otro trago... que en más de alguien habrás notado... si no es que te pasó; b) deshidratación, es decir, falta de electrolitos, que se traduce en necesidad de agua y falta de energía -o sea que tomás todo lo que podés y no te com-ponés-; y, c) irritación del estómago y todo lo que esto conlleva, incluyendo la gastritis.Pero, a todas y a todos aquéllos nuestros

congéneres en el tapis, les tenemos buenas noticias (ya sabidas por la mayoría): hay una luz al final del túnel, “la goma no se puede evitar... pero puede curarse”. Un poquito de amor propio, una mezcla entre ciencia y fe traducidos en un par de buenos consejos de los ancestros en la materia, dale tiempo y al tiempo y listo: quedarás como nuevo, o un poco mejor de como estabas. Tras un análisis exhaustivo de la situación

entre todo el gremio, hemos llegado a la con-clusión de que hay algunas maneras de curarse la goma. Si llegara a faltar alguna más, hacéte la caridad y divulgála so pena de que al no ha-cerlo, habrás faltado a deberes de humanidad.Primera. El otro tapis. Aconsejado por mé-

dicos y por las viejas guardias en el arte del tapis, la forma más rápida de curarte la goma es... con otro tapis. Con el mismo que te la pu-siste o con otro tipo para no recordar, lo im-portante es no dejarle experimentar al cuerpo esa sensación de falta de etanol y equilibrar

así los nervios. ¡Ah, salud, pues... porque me caiga bien!, dice el engomado.Pero, así como existe quien se levanta de

madrugada a buscar su respectivo tapis cura-tivo -el guardadito del día anterior o directo a la tienda especializada en mañaneros-, y se lo avienta de a tesón y con tesón -de un sólo y encuchillado atrás de alguna puerta-, también está el menos arrecho que se levanta en ese limbo que te hace dudar si la hora co-rresponde al desayuno... o al almuerzo. Estos últimos, por lo general prefieren tomarse su quitagomas algo más preparado, generalmen-te con una michelada, con un calientito (mez-cla de licor con jamaica caliente), o de alguna otra ingeniosa manera. Dicen las malas lenguas que una vez te

asienta este trago rezagado, te vuelve el espí-ritu y hasta el hambre. El riesgo, claro, de esta medicina, es que se

puede convertir en la excusa perfecta para seguir en un largo viaje que te puede hacer perder el día... o hasta los años. Pero eso de los efectos del tapis en tu vida personal, fami-liar o social, será objeto de discusión en otra entrega de esta columna. Segunda. Con sueritos y medicamentos.

“Es que está malito”, dirá quién te quiere y te mima, y se aprestará a formar parte de la solución y no del problema... que implica la goma. O el más parco: “tomáte esto, vos, te va a caer bien”. Y si no hay un alma piadosa,

pues te mimás vos mismo; al fin, como dice el dicho: “quien con su gusto y su gana...”.Como ya se explicó, la goma es en parte falta

de sales y minerales que a la postre provocan poca capacidad para producir energía. Por tal razón, se vuelven necesarios esos productos llamados sueritos, que bien pueden hacerse con productos de abarrotería o adquirirlos ya listos en la farmacia más cercana.Cada quien y sus mañas, no faltará el irre-

dento y precavido que previo a los tapis, tiene ya la refrigeradora y el botiquín respectivo, listo para acudir a ellos a la primera opor-tunidad: un jugo de tomate, agua mineral, limones o un sobrecito de sales minerales. Para esas ingeniosas personas, también cuen-tan -como parte de la canasta básica- algunas bebidas estimulantes y obviamente suficiente agua pura. ¡Sale caro el gusto al tapis!Tercero. La vía culinaria. En todo grupo de

adictos al tapis sale el clásico: “comida hay en la casa, mejor pedí otro trago”. Esta célebre frase da idea de un cierto escepticismo res-pecto de la importancia del buen comer en el ámbito del buen beber. Y así como sucede durante la faena del tapis, sucede durante la penosa etapa de la goma: “yo no sé cómo pue-den comer cuando están así”.Sin embargo, lo cierto es que cuando comés

grasas, ayudás al sistema digestivo a absorber más lentamente el alcohol y que cuando estás de goma, su consumo es un indicio de que la re-

cuperación está cercana: carnitas de cerdo, chi-charrones o un buen bistec, ceviches o caldos. Centrándonos en los últimos dos, resulta ló-

gico que mucha gente prefiera platos como el ceviche porque este se encuentra íntimamen-te relacionado con un buen trago: “no hay ce-viche sin cerveza”, reza el dicho popular. Y en el caso de los caldos, pues porque obviamente llevan implícitos grandes cantidades de agua, sal, limón y algún tipo de carne. Y es que así como hay lugares especializados en ceviches, hay locales especializados en caldos: caldos de pollo o de huevos, -más al estilo casero-, de gallina, de pata, de chunto o de mariscos, son algunas de las variantes de esta cura. No viene al caso, aún, describir un lugar famoso por sus caldos, pero ¡vaya si no tienen afluen-cia principalmente los sábados, domingos... y lunes! ¿Por qué será?La última de estas variantes, gira alrededor

de los famosos atolitos, cuya gama es tan am-plia que se extiende del atolito de maicena hasta el mágico atol blanco que te venden en el mercado: servido en tu tasa de barro, ca-liente, con frijoles y abundante chile, será un líquido que además de proporcionarte fibras te hará sudar esos malos espíritus que te an-dás cargando.Cuarto. El deporte. Con eso de que ejerci-

tarte libera endorfinas y que ello sirve para reactivar el sistema nervioso, hacer deporte te puede ayudar a sacar cuanta toxina tengás en el cuerpo, pues se agiliza tu metabolismo, a la vez que te obliga a rehidratarte apresurada-mente. ¡Todo es que podás pararte y moverte con agilidad! ¿Vaya pequeña exigencia, no? Es por eso que esta magnífica cura es la que menos utilizan los seguidores de Baco. En todo caso, si querés hacer la prueba, correr, nadar y bicicletear son excelentes opciones... según nos han contado.Quinto. El reposo. “El tiempo todo lo cura”,

dicen los desamorados y tienen razón... cura hasta la peor goma posible. Vegetar, dejar que tu cuerpo haga lentamente su trabajo de res-tablecerse, es una opción muy común entre los parranderos que tienen la dicha de des-cansar al día siguiente. Reposo en cama, en hamaca o en el sofá, poca luz, silencio y un buen sueño, te ayudan a reponer no sólo la fatiga y el desvelo, sino también los efectos de la goma; sólo te levantás a comer, a beber algo o al baño y seguís en lo tuyo.

¿Vas a venir a la junta, vos?No, vos, no me ha regresado el espíritu al

cuerpo…¡Estás de goma!Algo así.Seguí durmiendo, pues.Y para finalizar, ¿qué es eso de la goma mo-

ral? Pues nada menos que el arrepentimien-to consciente o inconsciente de todo aquello que creés que hiciste o no hiciste, de lo que gastaste y de lo que dijiste durante una buena farra. Es, por mucho, un acto de vergüenza por lo que pasó, ya sea porque no lo recordés, lo medio recordés o porque te lo contaron, o gracias a ese gran invento de principios del siglo XXI que es el celular con cámara: la do-cumentación de tus reuniones de tapis, nun-ca más será un problema, ¿o será ya un peor problema?

FotograFía de elí orozco

La ingesta de sopas y caldos ayuda a la recuperación por sus grandes cantidades de agua, sal, limón y algún tipo de carne. Nosotros sugerimos un caldo de huevos. FotograFía de Ban Vel

“El tapis”

La goma Encontrarle la cuadratura a ese círculo

A ntes de que amanezca me dispongo otra vez a salir en bicicleta. La luz de la luna es inmensamente poderosa y tenaz. Prendo las lucecitas que me envió mi

abuelo de los Usa y salgo aún con frío. Paso saludando a mi vecino Alex, quien también ya sabe de los secretos del sereno. Recorro por la parada de buses y desde ahí puedo ver a más o menos cinco charamilas que sudan de frío a la par de un doble litro de Pepsi y vasos de duroport -habrá Kuto, Predilecto o alcohol medicinal ahí adentro-. Siempre los he saludado; siempre hay algo que nos conecta. Los observo como una familia; se integran bien y sus diálogos corren en la misma sintonía (una especie de compadrazgo secreto). Pienso, ¿qué tan borrachos somos todos? No sé, pero algo me dice que todos tenemos un teporocho entumido por dentro. Que ellos son la parte abandonada de nosotros mismos, una especie de vertedero de pasiones y arranques emocionales alguna vez reprimidos. Mi abuelo paterno siempre eligió, al igual que yo, tomar con campesinos, obreros, sastres, albañiles, y toda esa gama de personas que más parecieran ir por la vereda del olvido. Mi abuela se cansaba de recibirlos, de presenciar cómo los abrazaba. Todos eran sus primos, sus medios hermanos, y bueno, cuando esto pasaba, por un instante,

Por Paolo Guinea

la familia crecía por montones. Ya llevo un tiempo de no tomar, y la verdad es que mi cuerpo no daría para quedarme tirado en las calles -suficiente tengo conmigo mismo-, pero aún así sé que hay un chara dormido ahí adentro, al que no acicalo, ni contemplo; tan sólo detengo. Tampoco me da la chamarra para hacer conjeturas sobre esa vida, pero como bien decía Javier Payeras, -las resacas después de los 40 años son muy parecidas a los inicios sintomáticos del Ébola-. ¿Qué me imanta con los borrachos? ¿Qué sé yo! Está muy jodido encontrarle la cuadratura a ese círculo, pero hay alguna energía que corre subterráneamente que me dice, que alguna vez, quizá en otra vida, fui lo suficientemente intenso y emocional para atreverme a olvidarme de mí sin dejar de pensar en los demás; porque, dicho sea de paso, en ellos he visto una solidaridad inigualable. Hay perros charas, hay vidas secas que también son charas, hay charas mentales, charas espirituales, emocionales. Hay charas de charas. Muchas porciones de Latinoamérica son esa parte de nosotros que se quedó tirada, a la orilla del mundo, a dos centímetros del despeñadero. Hay madrugadas de madrugadas, donde en lugar de pensar en pájaros pienso en ellos -que también levantan a la mañana- con sus caras hinchadas y sus silencios desinflados; así como muchas de las veces, nos sucede con los sueños; nuestros sueños.

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Rodrigo Arenas Carter (1976) Escritor chileno, vive en Guatemala desde hace un año. Tiene una Maestría en Literatura y además se dedica al arte de la perfor-mance. Amante de las redes sociales, por eso te damos su blog: rodsands.word-press.com

S

Lo que más me llama la atención del cortometraje producido en Chile y, como bien ya lo saben muchos, ganador de un Os-car, “Historia de un Oso” no es la impecable técnica de anima-ción ni la inteligente narración de las desventuras de un oso que es alejado de su esposa e hijo para ser esclavizado en un circo. Lo que realmente se me queda en la cabeza es la escena final, en la que se vislumbra una ciudad de un tiempo quizás remoto y en la cual dicho oso puede trabajar tranquilo en la calle, un detalle del que poco y nada se ha escrito.

Pero vamos por parte.

in duda alguna este trabajo brilla por su técnica. La per-fección en el uso de la luz, de los colores y de las textu-ras ante el desafío de trans-formar pixeles en figuras de latón es impresionante. Más

aún, los personajes logran adquirir perso-nalidad, cosa difícil de alcanzar en poco más de diez minutos de metraje. Además, los efectos de sonido y la pegajosa música

PoR RodRigo ARenAs CARteR

soBRe HistoRiA de Un oso: VendedoRes CALLeJeRos, LAtÓn Y eXiLio

del dúo Denver contribuyen enormemente a emocionar al espectador.

Segundo, mucho se ha escrito y hablado sobre el trasfondo narrativo de “Historia de un Oso”, en especial en la prensa chi-lena. Para los amigos guatemaltecos que no lo sepan, es una metáfora respecto a la experiencia del exilio del abuelo del rea-lizador Gabriel Osorio. Leopoldo Osorio, fiel partidario de Salvador Allende, quien estuvo dos años en la cárcel y luego partió fuera del país como muchos compatriotas debido a la dictadura de Pinochet. “Mi cir-

co fue la cárcel pública”, declaró a los me-dios chilenos. En la historia de Leopoldo se representan mil historias de prisión y exilio, como la de mis primos, o como la de muchos otros latinoamericanos que de-bieron enfrentar lo peor sólo por el hecho de pensar distinto.

Sin embargo, y tal como lo adelantaba, lo que más me da vueltas por la mente es la toma que cierra el relato. La cámara se aleja, y vislumbramos la panorámica de una ciudad que pareciera ser Valparaíso, con sus construcciones patrimoniales des-cuidadas, su ambiente cálido y las calles adoquinadas, un paisaje romántico pero lejano a gran parte del Chile de hoy, atesta-do de malls, de carreteras por las cuáles no se puede circular sin pagar, y de niños que no conciben la vida sin Playstation. Pero, el detalle que más me angustia es ver la tran-quilidad con la que ese oso puede ganarse el pan honestamente en la calle, tan ho-nestamente que lo hace relatando parte de su vida. Porque mientras el gobierno llena de elogios a los realizadores de este corto, muchísimos artistas callejeros son multa-dos y arrestados por la policía chilena (ca-rabineros) como si fueran el mayor peligro

público, humillándolos innecesariamente y ante la impotencia de los ciudadanos que han dejado testimonio de esos maltratos en las redes sociales. Ese oso me recuerda a los organilleros que recorrían las calles de Chile llevando alegría a nuestra infan-cia por medio de un remolino de papel, al tiempo que se ganaban la vida sencilla y honestamente, en una postal de un pasado que no era necesariamente mejor, pero en el cual estaba claro que ser malabarista ca-llejero distaba mucho de ser un criminal.

FotograFía de gabriel osorio vía aP

El cortometraje animado del debutante director chileno Gabriel Osorio, “Historia de un oso”, recibió un Premio de la Academia.

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Ameno Córdova. Me llamo Amenhotep, pero está de la gran diabla decir mi nombre por eso me dicen Ameno. Ando tomando fotos porque no

tengo nada que hacer en esta vida más que expresar lo que veo, nunca me gustó estudiar y no me importa lo que piensen de mí y ya.

ReseñA

D

Hoy fue día de fotos en la calle, me encuentro a la señori-ta Gabriela Mariposa, entre casaca y casaca ahí estaba yo tirándole el bóxer, de repente vemos caminar a don El-vin Santiagos (Mijo). Aquel es uno de los tres actores prin-cipales de la nueva lica del Chofo Espinosa (Otros Cuatro Litros), he de decir que no me cae muy bien don Elvin, incluso hubo un tiempo que discutimos pesado en el Fa-cebook por muladas, pero aquel al igual que a mí, le llega el cine y la música, he visto que para el aniversario de la muerte de Lennon siempre pone en su perfil de Facebook, una foto del master, bueno, eso pela.

esde que escupo pala-bras para La Hora he tenido la oportunidad de ir a eventos especia-les (me mandaron al sinfónico tributo a Pink

Floyd, no me dejaron entrar). La cosa es que el lunes 29 de febrero hubo una proyección para medios de la tercer lica de Chofo, la proyección fue en el teatro de Bellas Artes, lugar no muy bonito para ver una lica, el proyector no es muy bueno y las butacas son ha-cedoras de dolor de nalgas pero ya vi la película y estoy feliz.

Arte más injusto el del cine. A pesar de que los juguetes para hacer las licas están “al alcance” de la mara, sigue siendo muy caro, y se los digo porque hoy que vi a don Elvin, me contó que el alquiler del teatro (la Gran Sala del Centro Cultural Miguel Ángel Astu-rias) costó nada menos y nada más que Q22,000. ¡Joder! Con ese dinero hago cuatro videoclips, un medio metraje, compro una camarona, mando a com-poner el órgano que está en la casa de mi mamá o mando a imprimir un exce-so de fotos (ya me pegó esta onda). Les comento esto porque, he aquí cuando el público se vuelve parte del proyecto, para ir directo al grano es cuando nos toca comprar la entrada, ir con nues-tras mejores galas, de la mano de esa persona que nos hace sonreír y pues el círculo se cierra finalmente cuando vamos a presenciar esas imágenes en movimiento que tanto nos llega.

Ese Carlos del Valle (Chente) me caga de la risa, no creo que le haya costado hacer su papel, pues ese muchacho es así de caca. Del Valle es muy de ahue-vo, es de esos cineastas que hacen de

PoR Ameno CóRdovA BARRAnCóPolis

Hay que ir por “otros 4 litros”

todo (cámara, sonido, edición y panes con jamón), recuerdo una vez que tra-bajamos en Honduras, en Utila para ser exactos, fue para el Sunjam, buen rodaje nos echamos esa vez.

Carlos Hernández El Gordo (Linares), es de esos artistas que hacen cualquier onda y lo hacen de ahuevo, la música de aquel es muy buena (¡Hagamos un video Gordo!). Su personaje es dema-siado bueno, no les quiero arruinar la Lica pero hay una escena donde lo cru-cifican (mejor si lleven pañal) se van a cagar de la risa.

A Don Elvin lo siento como al más emo-cionado por la lica, he visto que anda por todos lados haciendo publicidad. Hay una escena en PanaRock (publicidad gratis, mínimo una hamburguesa cuan-do ande por allá) que me llegó un chingo, tiene que ver con una rola de Bohemia Suburbana, engasada esa escena.

Hay que ir a ver la Lica muchá, no por-que es producto nacional y blah blah blah, sino porque vale la pena, está he-cha con amor y eso se nota, hay cues-tiones en la producción que tal vez pu-dieron ser mejor, pero yo me he vuelto un criticón así que no importa lo que diga mi otro yo.

El master Sergio Valdés Pedroni y Toby Cortés como siempre son demasiado de ahuevo, amé sus actuaciones (mal-ditos cabrones). La sirena del lago, solo puedo decir ¡Yayui!

Vayan a verla, la cita es el domingo 6 de marzo, a las 17:00 horas en el Teatro Nacional, la entrada tiene un valor de 60 tukis. Consejo sano: vayan con los ojos rojos. ;)

FotograFía cortesía de elvin santiagos.

El equipo de producción de la película trabajó durante meses. Una de las locaciones en las orillas del lago de Atitlán en Sololá.

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Fotografía de Nadia Urrutia