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    Contra lademocracia

    Miriam Qarmat

    coleccin RUPTURAS

    MiriamQ

    armat

    Contralad

    emocracia

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    Miriam Qarmat

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    Prefacio

    El mito de los derechos y las libertades democrticosEl paraso de los derechos del hombre y el ciudadanoLa unidad contradictoria de la prosaica realidadLas pretendidas libertades obrerasCorrelacin de fuerzas entre las clases y formalizacin

    jurdica de una situacin de hecho inevitable

    Dos formas de interpretar la historiaA qu aspiran los marxistas?

    La mistificacin democrtica. Invariance nmero 6, 1969IntroduccinLa mistificacin democrtica

    De la libertadLa libertad es la esclavitud asalariada!1. La libertad o los hilos invisibles y floridos de la relacin social capitalista2. La libertad del proletariado: trabajar o reventar de hambre3. Comunidad humana contra libertad individual privada4. El comunismo y la realizacin del reino de la libertad

    La libertad (extracto). Lanarchie, nmero 205, 11 de marzo de 1909La cadena de los libres (extracto). RICARDO FLORES MAGN,

    Regeneracin , 22 de octubre de 1910

    APNDICE: Acerca del estado libre de la socialdemocracia

    Sumario

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    18

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    Los textos que aqu presento no son un producto del intelecto. No son obra de unindividuo, ni tampoco de genios universitarios. Ni siquiera son el resultado dellibre pensamiento, ni tampoco de la inspiracin autnoma de tal o cual grupo de

    librepensadores asociados en funcin de sus afinidades.Son, por el contrario, un conjunto de afirmaciones (y ms an de negaciones!) progra-mticas del proletariado, son la expresin terica del movimiento real que se contrapo-ne al capital y que contienen su destruccin total. Son la expresin de la comunidad delucha que se contrapone a toda la organizacin social presente y que para realizar los

    objetivos que le son propios lucha por afirmarse como clase, como partido, como fuer-za mundial de destruccin de todo el sistema capitalista mundial.El lector no encontrar grandes novedades, ni descubrimientos, en los textos que publica-mos. Al contrario, las afirmaciones que aqu se exponen son en su gran mayora muy vie-

    jas, porque la lucha histrica del ser humano contra la explotacin y la opresin tiene milesde aos y las determinaciones vitales de esa lucha tambin. Lo que con los aos cambianno son esas determinaciones esenciales, sino las implicaciones que las mismas tienen, a laluz de los movimientos sociales que se han desarrollado. Las intuiciones y las afirmacio-nes de los revolucionarios de diferentes pocas se van viendo confirmadas o refutadas enla prctica social y as se va desarrollando y precisando el programa revolucionario.Claro que no todas las sociedades de clases son iguales, que no todas las explotacionesy las dominaciones son idnticas, que no todos los modos de produccin inmediatosexpropian de la misma forma a los productores y que por ello las revueltas y sobre todo

    las posibilidades de la revolucin no son iguales hace 2.000 aos, 400 aos o ahora. Sinembargo, las diferencias se han exagerado enormemente; la burguesa (y especialmentesu ala socialdemcrata) tiene enorme inters en magnificar aquellas diferencias para afir-mar mejor la sociedad actual como el objetivo final del ser humano. Cuanto ms brba-ra e inhumana es presentada la antigedad, ms humana parece la barbarie de lacivilizacin actual. As hicieron creer a la humanidad entera que la prehistoria era unapoca terrible de escasez y miseria, que la esclavitud secular era un verdadero infiernoterrenal y que el hombre haba conquistado su verdadera libertad en la sociedad del

    bienestar, es decir en el capitalismo. La insistencia en el horror de la esclavitud pasadasirve para camuflar el horror de la esclavitud asalariada actual.

    Prefacio

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    En realidad, aunque haya habido muchsimos modos de produccin diferentes, desde lacomunidad primitiva a hoy, la humanidad ha sido cada vez ms separada y contrapues-ta a la naturaleza, el ser humano cada vez ms desposedo, por la propiedad privada, desus propias condiciones naturales y medios de vida, la explotacin del hombre por elhombre cada vez ms desarrollada, las energas humanas ms dirigidas hacia una activi-dad inhumana, la sociedad cada vez ms controlada por la fuerza ciega, catica e irregu-lable del mercado capitalista. El trabajo asalariado y el progreso de su civilizacin lejosde abolir la barbarie deja chiquitas en atrocidades a todas las esclavitudes pasadas. Noslo el trfico de carne humana es mayor en el capitalismo que en todas las pocas pasa-das, sino que las mayores guerras, masacres, tragedias ecolgicas, hambrunas permanen-tes son proporcionales al progreso tecnolgico del capitalismo. Incluso esa historia atroz

    de las masacres del siglo XX, con los bombardeos masivos de las ciudades y los camposde concentracin (no slo nazis y estalinistas), son tambin, contrariamente a lo quequieren hacernos creer el ms puro producto del progreso de la civilizacin capitalista.Consecuentemente con ello, aunque en las revueltas de los explotados de la antigedadse puedan observar diferencias con respecto a las revueltas proletarias de hoy, no debi-ramos olvidar que el proletariado actual es heredero de todas las revueltas de las clasesdel pasado y que las determinaciones fundamentales de aqullas se encuentran potencia-das en la lucha proletaria mundial. La agresin contra las condiciones de vida sigue sien-do la fuente de toda lucha. Contra el progreso del capital y el estado, la lucha de losexplotados aora siempre aquel pasado en el cual el ser humano no haba sido libera-do de su relacin natural, pero con la tendencia del proletariado a devenir fuerza hist-rica mundial existe, por primera vez, la posibilidad revolucionaria de abolir para siemprela explotacin del ser humano. Cuanto ms generalizada es la dictadura mundial de laeconoma, es decir de la tasa de ganancia contra las necesidades humanas, ms se hacen

    aicos las ideologas reformistas y se impone, la necesidad de la destruccin revolucio-naria de la sociedad burguesa, de la dictadura proletaria destruyendo toda la sociedadmercantil. La inconsciencia de clase y de esta perspectiva revolucionaria hace posibleque la catstrofe capitalista se siga agravando, y postergando as, la indispensable inver-sin de la praxis, que har que el ser humano en vez de ser dominado por el mundo obje-tivo, empiece al fin a realizar su historia conscientemente.La revolucin avanza y recula, se apodera de las masas y queda alternativamente redu-cida a su mnima expresin, cuando la misma es derrotada. El programa revolucionariose va afirmando y delimitando con ese movimiento del proletariado. Cuando ste sedesarrolla se sita afuera y en contra de todas las estructuras del estado burgus (parla-mentos, frentes, partidos, sindicatos), cuyo objetivo es precisamente mantenerlodominado. Cuando la contrarrevolucin se impone slo quedan algunas minoras ms omenos aisladas que hacen la obra de partido, luchando por el mantenimiento y el desarro-

    llo de la autonoma revolucionaria, extrayendo las lecciones del avance y la derrota,desarrollando la teora y afirmando el contenido del programa revolucionario. Lo claveen la afirmacin revolucionaria en uno y otro caso es siempre la ruptura, la negacin,la lucha afuera y en contra, la afirmacin de esa autonoma del proletariado frente alcapital y todas sus estructuras estatales, la tendencia del proletariado a constituirse enclase y por lo tanto en partido para afirmar la revolucin social que destruir toda lasociedad actual.Los materiales de este libro Contra la democracia tienen en comn la crtica del funcio-namiento orgnico del capital, de sus estructuras fundamentales, de la democracia, dela libertad, y de los derechos y las libertades democrticos. Como veremos no se trata

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    nicamente de denunciar los mitos dominantes sobre los derechos y las libertades demo-crticos, poniendo en evidencia las mentiras ms corrientes sobre la libertad y en gene-ral sobre la democracia sino, con diferentes niveles de profundidad y abstraccin, deexplicar la democracia como estructura esencial del funcionamiento de la sociedad mer-cantil generalizada. Y complementariamente con ello, poner en evidencia que la libertad,la igualdad y la fraternidad, consagradas en toda la superestructura burguesa (en la legis-lacin, en la cultura, en las religiones), lejos de ser ideales morales surgidos del espritu

    puro para perfeccionar el hombre, son la expresin histrica, positiva e idealizada derelaciones de produccin bien reales y putrefactas, del intercambio mercantil mundial,de la esclavitud asalariada con el consecuente e indispensable terrorismo de estado.En este libro Contra la democracia he seleccionado tres textos de base utilizados por

    fracciones comunistas del proletariado en su lucha por dotarse de una direccin revolu-cionaria. Los mismos fueron publicados por primera vez entre el final de los aos seten-ta y los aos noventa del siglo XX en diferentes idiomas. Las versiones iniciales encastellano aparecieron en los siguientes nmeros de la revista Comunismo, rgano cen-tral del Grupo Comunista Internacionalista (1):

    El mito de los derechos y las libertades democrticos en Comunismo nmero 1, dejunio de 1979. La mistificacin democrtica en Comunismo nmero 32, de noviembre de 1992. De la libertad, as como el apndice Acerca del estado libre de la socialdemocra -cia, en Comunismo nmero 43, de enero de 1999 (2).Para la publicacin de este libro se hicieron cambios menores en todos los textos. Soloel texto acerca de La mistificacin democrtica que aqu publico tiene cambios real-mente decisivos con respecto a la versin original. Si bien yo asumo esta nueva redac-cin, y los errores que contenga, debe subrayarse que la misma es tambin una obra

    colectiva fruto de una importante discusin y clarificacin internacional, tal como seexplica en la introduccin del mismo.

    MIRIAM QARMAT

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    1. Se pueden consultar el conjunto de materiales de este ncleo comunista en http://www.geocities.com/icgikg/Direcciones de contacto: [email protected] y BP 33 Saint Gilles (BRU) 3, 1060 Bruselas, Blgica.2. Este texto fue publicado antes en francs en la revista Communismenmero 47, de mayo de 1998.

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    El proletariado, en su tendencia a organizarse en clase autnoma, requiere reu-nirse, desarrollar la prensa proletaria, asociarse, realizar huelgas, ocupacionesde fbricas, organizar la accin directa, liberar a los compaeros presos, armar-

    se, etc. Dichas tareas fueron asumidas con diferentes resultados en todos los momen-tos de su lucha histrica, independientemente de la forma de dominacin burguesa, deque la dictadura del capital sea asumida abiertamente o en forma camuflada en base alas llamadas libertades democrticas.La poltica burguesa para el proletariado consiste en presentar como idnticas dichas

    necesidades proletarias y el conjunto de instituciones y libertades democrticas (dere-cho de prensa, de asociacin, amnista para los presos polticos, libertad de reunin,de huelga, etc.). No slo los clsicos liberales burgueses tratan de convencernos de quela democracia es mejor, sino que la totalidad de los partidos seudoobreros (socialis-tas, estalinistas, trotskistas) basan su poltica contrarrevolucionaria en la afirmacin deque la clase obrera se aproxima al socialismo (o abre el camino para luchar por l) conla defensa y la conquista de la totalidad de esos derechos y libertades.En realidad existe como veremos una oposicin irreductible e inconciliable entreel conjunto de libertades democrtico burguesas y las necesidades del proletariadode organizarse sobre su terreno de clase. Las posiciones que el proletariado con-quista en este terreno no deben confundirse nunca con las pretendidas libertadesobreras.Existen dos caminos antagnicos, que se corresponden con dos crticas muy diferen-

    tes de cualquier situacin coyuntural. O bien se critica la falta de igualdad, de demo-cracia, de tal o cual derecho y por lo tanto es necesario luchar por mayores derechos,libertades e igualdades democrticas; o se comprende que las races mismas de todasesas libertades, esas igualdades y esos derechos son esencialmente antiproletarios y

    por lo tanto se lucha por la destruccin del conjunto del estado democrtico con todassus igualdades, derechos y libertades.Cuando la izquierda nos dice que la derecha es dictatorial y antidemocrtica, quecuando llega al gobierno no respeta los derechos del hombre, que por ello nuestro inte-rs es el de abanderarnos con la democracia y bajo su manto protector luchar por lademocracia pura... Nos est nicamente haciendo el cuento del to o tiene un inters

    El mito de los derechos ylas libertades democrticos

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    objetivo en la democratizacin? Cuando la izquierda nos dice en nombre del marxis-mo que la burguesa y el capitalismo no respetan las libertades democrticas, quetenemos que defenderlas contra el ataque fascista, que tenemos que reclamarlas ahdonde no existen, que se es el camino del proletariado hacia el socialismo... Estnnicamente levantando un conjunto de consignas oportunistas o luchan objetivamente

    por imponer la democracia?Sin lugar a dudas toda fraccin de la burguesa intenta utilizar al proletariado como basesocial y carne de can de sus intereses y ello responde parcialmente a la cuestin. Peroaspiran o no a la democracia? El cuento de las libertades y los derechos del hombre esslo un cuento sin ninguna base material o, por el contrario, emerge y responde a unarealidad y una necesidad objetivas? Acaso debemos concluir que ninguna fraccin de

    la burguesa tiene inters en esas libertades y derechos del ciudadano, lo que implicaraaceptar que el proletariado no caera bajo la dominacin de la burguesa defendiendorealmente aquellas libertades y aquellos derechos? O, por el contrario, luchan por el

    paraso de los derechos democrticos que corresponde objetivamente a una aspiracinsuprema de la burguesa?Evidentemente nuestra respuesta es la segunda, el conjunto de los derechos del hombrey el ciudadano corresponden enteramente a la forma ideal de la reproduccin de la opre-sin capitalista. Veamos en qu consiste y de dnde emerge dicha forma ideal de lademocracia.

    El paraso de los derechos del hombre y el ciudadanoEl partido del orden, el partido general del capital, o si se quiere el conjunto de partidos

    burgueses seran absolutamente incapaces de enfrentar al proletariado como clase, comopartido. Por ello, el secreto central de la dominacin burguesa radica en impedir la cons-

    titucin del proletariado en fuerza autnoma, en partido contrapuesto al orden socialcapitalista, para lo cual no hay nada ms adecuado que el conjunto de libertades y dere-chos del hombre y el ciudadano. Efectivamente, mientras el proletariado ni siquiera sereconoce a s mismo, cada miembro de la clase trabajadora, cada desposedo, funcionacomo un buen ciudadano con libertades, deberes y derechos que derivan de su ciuda-dana y acepta el conjunto de reglas de juego que lo atomizan y lo diluyen en el pue-

    blo, donde sus intereses especficos de clase no tienen ninguna cabida. Comociudadano, igual a todos; como elector, igual a todos; como vendedor y comprador, libree igual a todos... no existe como clase. sta es precisamente la condicin para el funcio-namiento de la democracia, sin ser molestada.Pero ese reino ideal de la democracia, que nos prometen la izquierda y la derecha, ennombre del socialismo y la libertad, donde no existen las clases, sino los ciudadanos ylos hombres libres, como toda forma ideolgica de la burguesa, ni surge de la nada,

    ni se mantiene como pura idea fuera del mundo. Por el contrario, este mundo para-so terrenal de los derechos del hombre y el ciudadano obedece por un lado a una rea-lidad material bien precisa, al reino de la circulacin de mercancas, de donde todoslos abogados del capital extraen sus categoras y conclusiones. Por el otro, el conjun-to de formas mentales que del mismo se derivan, son aceptadas por la sociedad y porlo tanto son objetivas. La dilucin del proletariado en el amorfo ciudadano no tienenada de inmaterial, aunque se base en el mstico mundo de las mercancas. Los millo-nes de pginas escritas por marxlogos y juristas del capital, las constituciones bur-guesas, etc., no puede pretenderse que le sirvan slo a la burguesa, para no respetarlascada vez que las cosas se le complican, sino que debe admitirse que reflejan y conso-

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    lidan cierta realidad, y que como ideologa transformada en fuerza material asegura sureproduccin.En el mbito de la circulacin de las mercancas no existen clases, todos son ciudada-nos y hombres iguales que aparecen respectivamente como compradores y vendedoresde mercancas; como iguales, libres y propietarios. Incluso cuando se trata de la com-

    praventa de la mercanca fuerza de trabajo se est en pleno paraso de los derechos delhombre y el ciudadano (1). Cada uno persigue su propio inters privado en el reinode la libertad, la igualdad, la propiedad. Libertad, pues el comprador y el vendedor deuna mercanca fuerza de trabajo no obedece a otra ley que la de su libre voluntad.Igualdad pues en el mundo de las mercancas todos son compradores y vendedores, ycada uno recibe un valor igual al valor contenido en la mercanca que vende, cambian-

    do equivalente por equivalente. Propiedad, pues cada uno se presenta al mundo delcambio como propietario de su mercanca y slo puede disponer de lo que es suyo.Todos los ciudadanos contratan como hombres libres, iguales y propietarios, de dondeemerge naturalmente la fraternidad entre ellos. El reflejo jurdico de este mundo es elconjunto de constituciones, leyes, decretos y contratos, donde se garantizan la libertad,la igualdad e idntica posibilidad de acceso a la propiedad de mercancas de todos loshombres. Toda compraventa de mercancas es el resultado de un acuerdo de volunta-des entre los hombres (expresin jurdica: contrato) propietarios, libres, iguales y her-manados por la mercanca.De este mundo fetiche de las mercancas donde no tienen cabida las clases, sino loshombres igualizados, los ciudadanos, emergen el conjunto de libertades y derechos ylas estructuras y personas que sern elegidas para decidir sobre la regulacin y la mejo-ra de dicho mundo. Para ello no slo se les permite votar y elegir como ciudadanos, sinotener sus representantes en los rganos democrticos, para lo cual se les asegura la

    libertad de reunin, la libertad de prensa, la libertad de asociacin, la libertad de expre-sin, etc. Los ciudadanos pueden asociarse, sea como electores y elegibles, sea comocompradores y vendedores de mercancas. Nada ms natural entonces que los ciudada -nos puedan constituirse en partidos polticos, aspirar a conseguir cargos en el gobierno,en los ministerios, en los parlamentos, en los soviets. Para ello tampoco tienen que mos-trar su certificado de sangre azul. Como ciudadano cualquiera, independientemente desu condicin social (de la cual el mundo del derecho hace abstraccin), puede ser dipu-tado, ministro o presidente. No hay tampoco nada ms natural que puedan, comovendedores o compradores de mercancas, asociarse, sindicarse, negarse a vender o acomprar si no les parece conveniente. A ello corresponde otro conjunto de derechos ylibertades, como las que rigen las sociedades annimas o los sindicatos obreros. Losvendedores y los compradores de mercancas, asociados en calidad de tales (jamscomo trabajadores o como burgueses, dado que en el mundo de la circulacin de las

    mercancas nadie trabaja ni nadie se apropia del trabajo de otro), pueden hasta suspen-der la entrega de los valores de uso, reclamando que se le pague el equivalente de suvalor, derecho de huelga; de la misma manera que el ciudadano que compra dicha mer-canca puede decidir comprar otra equivalente, libertad de trabajo (no profanemos elsacrosanto reino de la mercanca hablando de carneros y amarillos); o negarse a seguircomprando, libertad de empresa en este paraso no puede existir tampoco ni desocu-

    pacin ni lock-out(2).

    11El mito de los derechos y las libertades democrticos

    1. VerEl capital, Karl Marx, tomo 1, seccin segunda, captulo 4.2. Cierre patronal contra la lucha proletaria.

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    No es que nos olvidemos de los derechos de los presos, ni de la amnista general, puesen este mundo, siempre y cuando todos se comporten como buenos ciudadanos, compra-dores y vendedores, como en el que se imagina Amnista Internacional, no hay presos.Se nos dir que en ninguna parte existen tales derechos y libertades, que en muchos luga -res se limita el derecho de propiedad (en realidad, en todos), que en tales otros slo se

    permite el partido nico, etc., y de ello no nos cabe la ms mnima duda. Sin embargo,en cualquiera de estos ejemplos existe una fraccin burguesa, que critica los regmenesrespectivos por las carencias y las imperfecciones de la democracia, pero para hacerlo,tiene que tener un sistema de referencia, y es precisamente, este sistema de referencia, elque tratamos de poner en evidencia. Slo as seremos capaces de romper con la crtica

    burguesa que slo denuncia las imperfecciones de la democracia y reconocer nuestro

    enemigo en todos los defensores de la democracia pura o perfecta, que es al mismo tiem-po, producto y reflejo de la superficie mercantil de la sociedad, cuadro de referenciade toda crtica burguesa a las imperfecciones de la democracia y punto de convergencia dela contrarrevolucin en un momento de crisis revolucionaria.Pero es posible que la ideologa burguesa llegue al extremo de imaginarse una sociedadas, donde no haya presos porque nadie robe, ni a ningn grupo de trabajadores se lesocurra organizarse como clase, donde toda huelga se haga en los estrictos marcos delderecho de huelga, donde toda asociacin tienda a reagrupar a compradores y vendedoresque aseguran que las mercancas se venden y se compran a su justo precio, etc?Indudablemente s. Hace ms de dos siglos, los demcratas no tenan problema en reco-nocer que la repblica democrtica deba corresponder a un pueblo de dioses, comodeca Rousseau. Hoy, por el contrario, la burguesa, en su apotetica descomposicin,incapaz de comprender su limitada perspectiva histrica, se aferra a toda tabla salvadora,

    por ms mtica que sea. S, la burguesa ha requerido integrar y asimilar (y ha sido capaz)

    toda religin que ayer combata en nombre de la razn y la ciencia... S, ha necesitado ylogrado canonizar y santificar el marxismo leninismo como religin de estado... Cmodudar que no aspire honestamente al paraso democrtico que siempre defendi?El hombre se imagina a dios a su imagen y semejanza, pero depurado de sus contradic-ciones, liberado de todos sus defectos, purificado. El capital se imagina tambin sureino eterno y perfecto, en base a afirmar el polo positivo de su sociedad, depurado desus aspectos antagnicos. Es incapaz de autocomprenderse a s mismo como realidadcontradictoria y condenada a desaparecer (riqueza y miseria, crecimiento y traba en eldesarrollo de las fuerzas productivas, produccin-circulacin, desarrollo y subdesarro-llo, igualdad-opresin), sino que se concibe como idntico a su polo positivo (rique-za, crecimiento, industrializacin, igualdad, libertad, democracia), por ms ahistrico,sin sentido y mtico que sea por ejemplo concebir la valorizacin del capital sin la des-truccin peridica, masiva y creciente de las fuerzas productivas sociales, o la riqueza

    inconmensurable de los burgueses sin la miseria infinita de los desposedos. Llmese ono socialismo, proclmese o no comunismo-democrtico (!?), el capitalismo (3) siem-pre construye todas sus categoras, su anlisis, su visin del mundo, desconociendo supropia realidad contradictoria, ignorando la unidad y oposicin indisociable entre el tra-bajo asalariado y el capital. La contradiccin implica desarrollo cuantitativo y explo-sin cualitativa, revolucionaria; el antagonismo contiene la superacin histrica delcapital, por eso el anlisis burgus siempre hace abstraccin de ello. No debe extraar-nos entonces para nada que en su mundo democrtico, en sus categoras ideales, noexista nadie que trabaje, ni nadie que marche preso por retobarse, sino la sociedad del

    bienestar eterno, capital, riqueza, igualdad, crecimiento, desarrollo, libertad...

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    La unidad contradictoria de la prosaica realidadAbandonemos ahora el mundo de las ideas y las categoras del capital, el de la circu-lacin, el del ciudadano... y volvamos al de todos los das, al de la produccin y lavalorizacin del capital. El vendedor de la fuerza de trabajo, le guste o no le guste, creaen los reyes magos o en la democracia, cuando est en la fbrica o en la oficina es untrabajador, y aqu tiene que rendir, escupir valor, sudar capital. Aqu no es igual atodos, ni libre de nada, ni propietario de lo que toca. Si quiere puede imaginarse quesu ciudadana la tiene suspendida, que su igualdad, su libertad y su propiedad lasdej en la entrada de la fbrica o la oficina y que las recuperar a la salida. Pero seequivoca rotundamente, si en las 8 horas (o ms) consuma materias primas y mqui-nas para producir valores de uso que seran propiedad del capital, en las 16 restantes,

    en los feriados, en los fines de semana o en las vacaciones consume comida, psiclo-go, cerveza, ftbol o televisin, para reproducir un valor de uso su fuerza de trabajoque slo utilizar el capital para su valorizacin. Fuera del fugaz y mstico paraso dela circulacin y las elecciones libres, el trabajador es, le guste o no, un trabajador todoslos minutos de su vida; hasta cuando fornica por placer o por aumentar la prole no esms que fuerza de trabajo de valorizacin del capital. Como tal, no es igual, ni libre,ni ciudadano, ni propietario. Y ello ni un solo minuto de su vida! No es ms que escla-vo asalariado. Todava ni siquiera se le ocurri organizarse para defender sus interesesde trabajador y ya tiene toda la igualdad, la libertad, la propiedad... contra l.Sin embargo para penetrar en el real significado del conjunto de los derechos y laslibertades burguesas no slo es necesario pasar de la circulacin a la produccin y cen-trarse en su unidad contradictoria, sino que se requiere captar la esencia misma de lascontradicciones de clase de la sociedad.As comprendemos que la primera libertad que tiene el proletariado es la contenida en

    su propia definicin, ser libre de toda propiedad (4). Efectivamente, los ancestros delactual proletariado fueron liberados, separados violentamente de sus medios de vida,

    privados por la violencia fsica, de toda otra propiedad que no fuera la de su prole y supropia capacidad de trabajar para otro. Esta libertad (desposesin) de toda propiedades la ms importante, pues determina todas las otras. Gracias a dicha libertad no sloes libre de vender su fuerza de trabajo, sino que tiene el derecho y el deber democr-tico de morirse de hambre l y su prole si no consigue comprador.La igualdad, que vimos que en el reino de la circulacin permita al obrero recibirun valor igual al valor de su fuerza de trabajo, es precisamente la que lo priva del

    producto de su propio trabajo, asegurando la explotacin capi talista. La fraternidadno es tampoco una consigna burguesa vaca de sentido. Es la expresin de la nicasocialidad de la forma social capitalista, la fraternidad mercantil, la hermandad decomparadores y vendedores que aceptan las mismas reglas y se arrodillan juntos ante

    su dios supremo: el dinero. Ha implicado en la prctica la fraternizacin de los bur-gueses contra el proletariado, y en tanto que fraternidad nacional y democrtica haservido para conducir a los trabajadores, atados de pies y manos por sus respectivosexplotadores, a la masacre entre los hermanos de clase en el campo de la guerraimperialista.

    13El mito de los derechos y las libertades democrticos

    3. Cuando se escribi este artculo, Rusia, los pases del Este de Europa, China... todava no se reconocancomo capitalistas, sin embargo para nosotros, como dice el texto, independientemente de las etiquetas,siempre lo fueron.4. Este tema se expone de forma mucho ms amplia en el artculo De la libertad.

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    La libertad, la igualdad, la propiedad y la fraternidad reales de la democracia implicanentonces una situacin permanente de violencia antiproletaria, la represin no solamen-te no constituye ninguna ruptura con la democracia, sino que es uno de sus elementosindispensables, de su imposicin, de su reproduccin y de su extensin. Hace ya muchotiempo que Marx denunciaba la sagrada trinidad, libertad, igualdad y fraternidad,como equivalente de infantera, caballera y artillera. Ms an, la tendencia al para-so de la democracia pura (donde nadie se quejara contra esa libertad, igualdad, propie-dad y fraternidad) implica el paso por niveles superiores de realizacin de la democracia,y sta, el pleno funcionamiento de la mquina terrorista del estado democrtico con for-mas cambiantes. Por ello, por ejemplo, entre la forma republicana y fascista no se operauna modificacin orgnica en el estado, sino un proceso de purificacin en su tendencia

    a realizar la inalcanzable democracia (5).Veamos otros derechos y libertades democrticos. El derecho electoral consiste en quecada cuatro o cinco aos el trabajador puede dejar un da de trabajar, vestirse de ciuda-dano e ir a elegir libremente a sus opresores. Lo que supone, evidentemente, por un lado,una libre campaa electoral, es decir acorde a la capacidad de cada fraccin burguesa deinvertir con este fin, y, por el otro, la libertad de imaginarse que la sociedad podra cam-

    biar con el acceso de tal o cual partido al gobierno del estado burgus. Dichas libertadesy dichos derechos otorgan el privilegio a los trabajadores de elegir, incluso entre los par-tidos autodenominados obreros, cul de ellos es el que puede dirigir mejor el estado delcapital y concretar fsicamente la masacre de los proletarios a quienes se les ocurra des-conocer las directivas de los grandes partidos obreros, rechazando lo que la sacrosan-ta mayora ha decidido. La libertad de prensa y propaganda consiste en asegurar tambinen este campo la libre empresa, de tal forma que sea slo el potencial econmico y lacapacidad financiera de los diferentes partidos lo que asegure el control y el dominio de

    la opinin pblica, lo que garantiza la libre aplicacin del principio mayoritario (6). Yfrente a ello, los trabajadores tienen la libertad, el derecho y el deber de joderse, u orga-nizarse como clase, para lo cual, no se les otorgar jams ningn derecho ni libertad!

    Las pretendidas libertades obrerasNosotros estamos de acuerdo en teora en que la democracia burguesa es el sistema dedominacin de la burguesa responderan socialistas de izquierda, estalinistas, trotskis-tas, etc., pero de lo que se trata hoy es de reivindicar los derechos y las libertades quesirven para la organizacin de la clase obrera: derecho de asociacin, de reunin, de sin-dicalizacin, de huelga, amnista para los presos polticos, etc., ah donde no existen ydefenderlos ah donde el fascismo los ataca... Lo que ustedes no comprenden agrega-ran es que slo con esos derechos podremos luchar por el socialismo.Dejemos de lado, por demasiado evidente, el hecho de que todas esas fuerzas del capi-

    tal tienen bien escondidita aquella teora que denuncia la democracia por lo que es(dictadura), que prometen sacar el da del juicio final y veamos en qu consisten en laprctica esos derechos y esas libertades inscritos en el programa que dichos partidosdenominan mnimo o transitorio. De todos esos derechos no tomaremos sino lo quese supone y pretende que sean libertades obreras. Por ejemplo, en el derecho de asocia-cin, haremos abstraccin de las sociedades annimas, de su funcin en la centralizaciny la concentracin del capital, y responderemos exclusivamente al mito de que el mismosirve a la clase obrera.El derecho de reunin, el derecho de asociacin, el derecho de sindicalizacin, la liber-tad de prensa, nos dice la burguesa (de derecha e izquierda), son derechos concedidos

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    a los obreros, conquistas de la clase obrera. Veamos, la realidad. Los trabajadores, luegode escupir valor durante todo el da al servicio del capital, dejando su fuerza, sus brazos,su cerebro, su sudor, su sangre, su vida, tienen reconocido no slo el derecho de ir al ft-

    bol o mamarse en el caf para distraerse, para estar en forma y tener un buen rendimien-to al da siguiente; sino que se les otorga el derecho de discutir, sindicalizarse y enviar asus representantes a negociar el precio al que vendern el pellejo. Es totalmente lgi-co que todo vendedor trate de vender su mercanca lo ms cara posible y, con gusto, elcapital acepta que los sindicatos transformen las necesidades excesivas de los obrerosen justas reivindicaciones salariales. Justa reivindicacin es la que permite unaumento de la tasa de explotacin que impida la concretizacin de la baja de la tasa deganancia y es hasta considerada legtima por el conjunto de la burguesa cuando no

    atenta contra la competitividad de la sacrosanta economa nacional. No hay duda de quelos grandes sindicatos son especialistas en hacer las reclamaciones justas para no aten-tar contra la ganancia del capital. Qu otra cosa puede caber en esos derechos otorga-dos por la burguesa que el derecho a este tipo de reclamaciones justas que no atentancontra la ganancia capitalista? Nada, absolutamente nada ms.Frente a una verdadera asociacin de trabajadores, es decir la que objetivamente defien-de los intereses de los trabajadores (y no como los sindicatos), luchando efectivamente

    por una reduccin real del tiempo de trabajo, un aumento efectivo del salario relativo (7),el capital no tiene ningn inters en reconocerle ni el derecho de asociacin, ni el de reu-nin, ni el de prensa, ni el de sindicalizacin; pues sta atenta contra la tasa de gananciay la economa nacional. En este caso, la democracia no tiene ms remedio que mostrarsus garras represivas: milicos, cuerpos de choque sindical, partidos... En nombre de lademocracia, los derechos de los trabajadores y el respeto a las decisiones sindicales, nodudarn en recurrir al terror blanco contra la organizacin clasista de los trabajadores. Y

    ni dudar que suceder lo mismo en todos los casos en que se asuma la asociacin de tra-bajadores como escuela de lucha comunista, y cuando el problema de la revolucin dejade ser un problema de palabras y se asume el combate no por la mejora del salario, sino

    por la abolicin del asalariado.En todos estos casos que hay que tener claro que son los nicos acordes con los intere-ses inmediatos e histricos del proletariado, la asociacin de proletarios, su prensa, susreuniones, sus acciones, se sitan abiertamente contra el capital, su ganancia y su econo-ma nacional. Entonces, la libertad de reunin y la de asociacin asumen la forma derepresin abierta (de la misma manera que el derecho al trabajo adopta la forma represi-va desde que los proletarios hacen un piquete o revientan a algn carnero) en nombre del

    15El mito de los derechos y las libertades democrticos

    5. El problema de la conversin del estado democrtico en estado fascista... no es una modificacin orgnicaque se verifica en el estado democrtico, sino un proceso de purificacin de este estado que aplasta por la vio-

    lencia todos los factores adversos que hubieran podido existir. BILAN.6. Ver al respecto el texto de Amadeo Bordiga El principio democrtico, publicado en Rassegne comuniste(1922). Existe una versin en castellano publicada por Etctera, apartado de correos 1363, Barcelona.7. Un aumento de salario relativo es el que objetivamente ataca la tasa de explotacin e impone una baja dela misma. Siendo el aumento de la explotacin (incluso con aumento del poder de compra de los trabajadores) lanica forma de impedir la disminucin efectiva de la tasa de ganancia, clave del desarrollo econmico del capi -talismo, la lucha real por el aumento del salario relativo pone inevitablemente al desnudo el antagonismo prin-cipal (destruyendo prcticamente la separacin socialdemcrata entre lucha econmica y lucha poltica, entrelucha reivindicativa y lucha revolucionaria): o desarrollo capitalista o abolicin del trabajo asalariado. Esto eslo que sucede en la prctica cuando se generaliza el enfrentamiento de clases en cualquier parte del mundo;cuando por ejemplo la lucha contra el aumento del precio de la carne termina en insurreccin generalizada. VerKarl Marx: Trabajo asalariado y capital.

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    respeto al sindicato legal, la lucha contra la subversin, la unidad contra los provocadores,el atentado a la seguridad nacional... No se trata de ninguna ruptura con la democracia,sino que por el contrario la represin es democrtica, pues se hace cuando los trabajadoresno se comportan como ciudadanos, sino que luchan por sus intereses, cuando noaceptan ser el ejrcito bien disciplinadito de valorizacin del capital para el cual se lehaban otorgado esos derechos y libertades. Esto evidencia que, contrariamente a lo quedice la burguesa, ningn derecho se le otorga a la clase trabajadora como clase (seraabsurdo y estpido que su enemigo histrico le diera alguna ventaja en la pelea), sinoque todos estos derechos son otorgados a los ciudadanos, como vendedores de mercan-cas. El terror represivo es absolutamente coherente con la aspiracin burguesa al para-so democrtico, frente a aquellos que no aceptan comportarse como ciudadanos y se

    organizan como clase.Con el derecho de huelga presentado por la izquierda burguesa como teniendo un valoren s antagnico con la superestructura jurdica burguesa pasa exactamente lo mismo. Noes un derecho otorgado a la clase, sino a los vendedores de mercancas. No es ningn

    patrimonio proletario, sino un elemento clave de su consolidacin como explotados.Siempre y cuando los trabajadores acepten mantenerse como simple fuerza de valoriza-cin del capital, tienen todo el derecho a adoptar la actitud de cualquier vendedor de mer-cancas, reclamar su justo valor, negarse a vender, suspender la entrega de sus valores deuso, etctera. En contrapartida aceptan la libertad del comprador de no comprar, la liber-tad de trabajo (es decir, amarillismo, desocupacin, lock-out, carneros, expulsiones...).Como con las otras libertades, el que sale con el cuero curtido es el trabajador. Y cuan-do se realiza una huelga en serio (haya o no derecho de huelga), donde realmente se ata-can los intereses burgueses, no hay derecho que valga, todos los derechos y las libertades

    burgueses se utilizan para reprimir, enseguida nos tildan de agentes provocadores y

    extranjerizantes; la huelga precisamente la que sirve a nuestra clase es declarada ile-gal, salvaje, antisindical. Y en realidad lo es! Consciente o no, toda lucha de nuestraclase se sita contra la igualdad del reino de la mercanca y por su destruccin, y por ellono puede aceptar ni carneros, ni amarillos, ni libertad de trabajo, ni derecho de huelga,ni el convenio entre el sindicato y los patrones. Y en nuestro terreno, en el del enfrenta-miento al capital, que hace indispensable la accin directa contra los carneros, los sindi-calistas y los alcahuetes, no existe, ni nunca podr existir ningn derecho burgus quenos ampare. Habra que ser terriblemente otario para creerse que la legalizacin de lahuelga que no la decidimos nosotros sino nuestro enemigo y la historia demuestra quela burguesa no da puntada sin hilo ofrece alguna garanta para ganarla, o para creerseque el derecho de huelga nos garantiza contra la represin del estado.Amnista para los prisioneros polticos grita Amnista Internacional, junto con pacifis-tas de todo tipo, trotskistas, socialdemcratas, parlamentos y gobiernos. Amnista para

    los presos polticos repiten a coro estalinistas, demcratas, humanistas, curas y carte-ristas (de Carter), de uno y otro campo imperialista, siempre que tales presos hayan sidoencarcelados por estados del campo adverso sus propios presos los tienen bien guarda-ditos tantos los unos como los otros. Lo nico que falta es que los comits de exiliadoschilenos, uruguayos o argentinos se les ocurra pedir la firma de este seor Bokassa defrica Central, que se dedica a matar nios; ya han conseguido la de la humanista social-democracia alemana, a la que casi no le quedan presos polticos, porque los est matandoa todos (8). Negociado inmundo, lucha imperialista, se cambian secretarios generales porcarne de clavo (9), espas rusos por sionistas declarados, socialdemcratas importantes

    por concesiones comerciales y en todo este repugnante trfico de carne humana se mez-

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    clan, hbilmente, todos los presos, incluidos los presos por luchar (10), nuestros com-paeros que cayeron combatiendo el estado burgus, cualquiera sea la organizacin for-mal en que militaron. Y nos hablan de amnista, que si cae la junta habr una ampliaamnista general, que si gana tal o cual partido otorgar una amplia amnista popular,que la mejor forma de ser solidarios con nuestros presos es recolectando firmas demcra-tas, colaborando con las campaas por cheque y telegrama que realizan AmnistaInternacional, los partidos, los gobiernos respetuosos de los derechos humanos...

    Nosotros sabemos que esa olla podrida se encuentra en diametral oposicin a la solida -ridad que esperan y exigen de nosotros los compaeros presos; que la nica solidaridadque existe es la solidaridad de clase, que no se concretiza ni con discursos humanitarios,ni jugando del lado de Carter en el ajedrez de los derechos del hombre, ni tampoco del

    lado ruso-cubano, ni con cartas a torturadores para que no torturen; sino en la lucha con-tra la burguesa de cada pas. nicamente la accin directa del proletariado utilizandotodos los medios a su alcance huelgas, ocupaciones, sabotaje de la produccin y al con-

    junto de la economa de cada nacin es capaz de imponer una relacin de fuerzas (nin-gn derecho o amnista) no slo para arrancar a los actuales presos de las garras delestado, sino para sentar las bases organizativas de su propio poder como clase, de su pro-

    pia dictadura para barrer de la historia el estado y el problema de los presos.Como ocurre con los otros derechos y libertades, la amnista, parlamentaria o guberna-mental, no tiene nada que ver con la lucha proletaria por arrancar a los compaeros delas crceles, pues mientras se mantenga el sistema de opresin, explotacin y miseriacapitalista habr siempre presos, y en especial presos por luchar. No solamente pode-mos afirmar que contra la prisin y la tortura no hay ningn derecho ni libertad que nos

    proteja, sino que ser siempre en base a esos derechos y libertades que se utilizar laprisin y la tortura. As como en el capitalismo todo trabajador efectivo es potencial-

    mente un desocupado, todo proletario que no acepte el conjunto de reglas de juego delciudadano derechos, deberes y libertades es potencialmente un preso. La represinfsica abierta, la picana, el submarino, las palizas o la muerte no son ms que la aplica-cin de la democracia.Por todo esto, la posicin de los comunistas frente a las libertades de asociacin, de pren-sa, de huelga, de reunin, la amnista..., es decir, frente a toda la legalidad burguesa esafirmar sin ninguna ambigedad que la organizacin del proletariado no se basa en nin-gn derecho, en ninguna ley, en ninguna libertad concedida por su enemigo, sino que elterreno de la organizacin revolucionaria de clase es necesariamente ilegal. Como diceMarx: Nosotros nunca lo hemos disimulado: el terreno en el que actuamos no es elterreno legal, sino el terreno revolucionario.Ello no significa que abandonemos una huelga porque sea declarada legal, que no publi-quemos y difundamos nuestra prensa porque circula legalmente en tal o cual perodo o

    17El mito de los derechos y las libertades democrticos

    8. Este texto se escribi cuando haban aparecido muertos en las celdas alemanas Baader y varios de sus com-paeros y el poder poltico en ese pas deca que se haban suicidado.9. Se refiere a la liberacin de los secretarios generales de los PC oficiales de Chile y Uruguay, Corvaln yArismendi, mientras sus correligionarios y bases quedaban presos y torturados a cambio de (ms all de lascolaboraciones y las informaciones aportados por stos a la represin) la liberacin de Soljenitsin preso polti-co en Rusia o la compra efectuada por la Unin Sovitica de carne al Uruguay.10. Contra la socialdemocracia internacional que pide la libertad de los presos inocentes o de los presos queno hayan cometido delitos, el proletariado revolucionario afirma la consigna de pelear por los presos que seencuentran en esa situacin por haber luchado, por continuar luchando; ms sintticamente ello se expresa enla consigna: liberar a los presos por luchar.

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    en tal o cual pas, o que nos neguemos a salir de la crcel si un juez o Amnista nos con-sigue la libertad. Sera tambin colocarse en el terreno legal del cual se dependera per-manentemente como anttesis.

    No debe identificarse jams ilegalidad con clandestinidad. Toda verdadera huelga de tra-bajadores se desarrolla fuera de la ley, pero no es clandestina (aunque haya preparativosque s lo sean); la organizacin de los proletarios en asociaciones clasistas, consejosrevolucionarios, soviets, se sita enteramente en el terreno de la ilegalidad, aunque elgobierno quiera e intente legalizarla, pero desarrollan un conjunto de actividades pbli-cas y no clandestinas. El mejor ejemplo al respecto es la destruccin del ejrcito burgus

    por parte del proletariado. Cuando los soldados dejan de responder a las rdenes de sussuperiores, se unifican, se renen con el resto de la clase y alentados por la accin y pro-

    paganda comunistas comienzan a utilizar sus armas contra los oficiales, a demoler elejrcito burgus, a ejecutar a sus mandos superiores, no lo hacen necesariamente deforma clandestina (aunque muchas de las acciones que conducen a esta correlacin defuerzas sean organizadas necesariamente de forma clandestina), sino abiertamente. Sinembargo, es el acto ms ilegal que se pueda imaginar.Colocarse en el terreno de la ilegalidad implica asumir la totalidad de las tareas indepen-dientemente de las libertades y los derechos democrticos, sin perder nunca de vista quetoda libertad y todo derecho democrticos son el resultado de una decisin del enemigo(incluso en el caso en que la misma responde a la presin de la calle), y como tal, no

    puede ser otra cosa que la tctica que ese enemigo considera ms adecuada (parte de larespuesta) para enfrentarnos, para imponer sus intereses.

    Correlacin de fuerzas entre las clases y formalizacinjurdica de una situacin de hecho inevitableLlegamos as a la ms repugnante y peligrosa de todas las mentiras. Oigamos otra vez alos abogados del capital: Nosotros somos marxistas y sabemos que todos esos derechosson democrtico burgueses, pero la burguesa es incapaz de darlos o mantenerlos, debe-mos imponrselos, arrancrselos. Y llamarn a luchar hoy por el derecho de huelga, laasamblea constituyente, la amnista de los prisioneros polticos, la libertad de reunin,las elecciones libres, la libertad de prensa... a los que algunos agregarn que hay quemantener la autonoma de la clase obrera [?!] para realizar la revolucin permanente yotros que se trata nicamente de una etapa.Empecemos por responder a lo ms burdo y evidente. Dnde se vio una clase que puedamantener su autonoma que, si no jugamos con las palabras, quiere decir luchar por sus

    propios intereses de clase, luchando precisamente por la purificacin del estado democr-tico, aparato de dominacin de su enemigo? Esta pregunta no tiene respuesta en el campomarxistoide del trotskismo o el estalinismo. El proletariado en la visin trotskista demo-

    crtica de la historia sera no la primera clase de la historia que al mismo tiempo que esexplotada y oprimida tiene la capacidad de ser revolucionaria; sino un fiel servidor de suopresor; sera as la clase dominada, menos autnoma, ms cobarde e insensata de toda lahistoria. Mientras los esclavos del pasado en toda revuelta atacaban la esclavitud y a losesclavizadores; los siervos a las instituciones medievales, a la iglesia y los seores; el pro-letariado tendra, en esta visin de la historia, que luchar primero por objetivos burgueses,con mtodos burgueses (legales), para preparar su propia revolucin.Y, adems, si fuese cierto que la burguesa no puede mantener o dar la democracia yque slo el proletariado en su lucha autnoma puede imponrsela, por qu mierda

    pudiendo imponer no impone su poder de clase no despus, sino en ese momento, la

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    dictadura del proletariado, sino que por el contrario impone una dictadura contra l?Por masoquismo? Segunda pregunta que no tendr nunca respuesta en la marxologa

    propia a la izquierda burguesa.Pero cul es la relacin que existe entre un avance proletario, una correlacin de fuer-zas desfavorable para la burguesa y el otorgamiento de tal o cual derecho o libertad?Tomemos un ejemplo: Argentina, 1973, cuando potentes luchas proletarias de aoslogran, al fin, arrancar de las crceles a quienes estn presos por luchar. Mientras, los

    peronistas burocrticos y antiburocrticos, los morenistas y el resto de la fauna tros-ca llamaban a esperar el decreto que todava ni se saba si sera o no general, si incluirao no a los que cometieron delitos graves, la lucha proletaria vaciaba Villa Devoto y

    permita la reintegracin de muchos compaeros a la inquebrantable lucha del proleta-

    riado (una situacin muy similar a la que se haba dado en Espaa en 1936). Y el decre-to se firm en el entrevero! Cmo interpretar el hecho? Para los ms clsicos partidosburgueses, el que salgan los presos es siempre una consecuencia de que se decrete tal ocual cosa legalmente; para los partidos burgueses que se autoproclaman obreros la cosaes al revs, el decreto de amnista es la gran victoria de la clase obrera. Ambos tipos de

    partidos estn de acuerdo en que lo fundamental es la formalizacin jurdica, la accindel estado. Existe oposicin, pero se trata de una oposicin en el seno de una mismaclase: la burguesa. Slo estn en desacuerdo en cules son las vas ms adecuadas paraintegrar democrtica y jurdicamente la situacin.Para los comunistas, por el contrario, la victoria obtenida por la clase no consiste en nin-gn decreto, sino en la fortificacin organizativa de la clase, la afirmacin prctica de suautonoma, y que los presos estn en la calle. Y la amnista? La amnista la denuncia-mos como lo que es: una maniobra jurdica de la burguesa que intenta integrar en sulegalidad, en su estado democrtico, lo que pasa en la calle y no puede evitar. Su objeti-

    vo es evidente, transformar una correlacin de fuerzas coyunturalmente favorable a suenemigo histrico en su contrario, al retomar las riendas de la sociedad. La formaliza-cin jurdica permite disfrazar la salida de los presos en amnista la izquierda y la dere-cha aportan las mscaras para la ocasin, esconder detrs de la libertad del ciudadanotodo lo que le resulte simptico a la totalidad de los proletarios (unos como triunfo,otros como consecuencia).Entre el derecho de prensa y la existencia de la prensa proletaria autnoma hay la mismaoposicin. Independientemente del caso ms general ya analizado de la libertad de pren-sa, garantizando la libertad de empresa y la predominancia del aspecto financiero en eldominio, slo puede explicarse que la libertad de prensa abarque a la prensa proletaria

    porque es el derivado de una situacin de fuerzas independientemente de la formalizacinjurdica o porque con la circulacin legal se logra su control y su inocuidad. En una socie-dad donde todo lo que se vende es mercanca, se aspira a su dilucin en el mundo del cam-

    bio, el dinero y el consumo, donde los trabajadores jams podrn predominar.Lo mismo sucede con el derecho de huelga. Dejando el caso ya analizado de la huel-ga que no ataque la tasa de ganancia de la burguesa (para lo cual creemos ms adecua-da la palabra paro), la huelga slo se reconoce legalmente cuando la burguesa no tienems remedio como producto de una correlacin de fuerzas y/o cuando a travs dela legalizacin aspire a quebrarla. Ambos casos aparecen indisociablemente unidos en la

    prctica, pero en ninguno la legalizacin le aporta nada nuevo al proletariado. Su fuerza,y slo su fuerza, es lo nico que tiene al proletariado antes y despus de la legalizacin.Llegamos a la tercera pregunta sin respuesta para los marxistoides. Si no es por estasrazones, correlacin de fuerzas (independientemente de toda legalizacin), intento de

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    quebrarla aislndola de las huelgas salvajes, por qu la burguesa otorgara un dere-cho, no ya al annimo ciudadano, sino a su enemigo histrico: el proletariado?Y las preguntas sin respuestas podran seguir hasta el infinito. Si fuese cierto que el fun-cionamiento del conjunto de los derechos y las libertades democrticos favorecen larevolucin, por qu en los pases de ms larga tradicin democrtica y permanencia delas instituciones y las libertades democrticas como por ejemplo en Estados Unidosnunca se produjo una insurreccin obrera generalizada digna de ese nombre? Cmo es

    posible que precisamente se haya gestado la crisis revolucionaria en un pas como Rusia,donde slo se conoci el antidemocrtico zarismo durante siglos y la democraciaunos pocos meses? Los obreros del petrleo y el proletariado en general durante 1978 y1979 en Irn, en qu derecho o libertad basaban su huelga y su lucha? En la Argentina

    de Ongana exista el derecho a los cordobazos, por qu no reclamar el derecho deinsurreccin?En realidad no se trata nicamente de preguntas sin respuestas, sino de intereses mate-riales de clase antagnicos a los del proletariado. Es absolutamente normal que la bur-guesa democrtica, de derecha o de izquierda, trate de imponer sus derechos del hombrey el ciudadano, y que para ello presente como equivalentes la amnista con la salida delos presos a la calle, el derecho de huelga con la huelga, la existencia de la prensa con elderecho de prensa. El eje central de toda la mistificacin consiste en considerar la for-malizacin jurdica (libertad o derecho) como la victoria obrera, cuando es en realidadun arma de la burguesa, y no puede explicarse de otra forma.

    Dos formas de interpretar la historiaLa contrarrevolucin ha interpretado la historia a su gusto para su reproduccin. Por ello,cuando gritamos cuatro o cinco verdades nos dicen que desconocemos la historia, que la

    clase obrera realiz una larga lucha para obtener el sufragio universal, para obtener elderecho sindical... Todos los partidos seudo obreros reducen as la historia de las luchasobreras a la conquista de los derechos democrticos, pudiendo as justificar su prctica.Estos idelogos del capital utilizan como mtodo de interpretar en realidad revisar yfalsificar la historia, no los antagonismos reales y los intereses especficos de las clasesen pugna, sino lo que las masas inscriben en sus banderas en cada momento. Entre lainterpretacin de los partidos seudo obreros y la posicin comunista, como en todos losaspectos, hay un abismo de clase. Aquellos tratan de probar cmo el conjunto de comba-tes proletarios va acercando poco a poco a los obreros al reino inalcanzable de la demo-cracia pura y a ellos, en tanto que sus representantes, a los parlamentos y ministerios.Esta interpretacin se desvanece completamente si ubicamos el problema en sus verda-deros fundamentos, es decir, si tenemos en cuenta los intereses y la perspectiva de lalucha de clases. En efecto, slo son comprensibles los diferentes episodios de la lucha de

    los trabajadores si no se los separa de la lnea histrica hacia la emancipacin del prole-tariado. Poco importa lo que tal o cual proletario o incluso el proletariado todo enterose imagine momentneamente como su objetivo. Lo que importa es lo que estar hist-ricamente forzado a hacer en conformidad con su ser., KARL MARX. Lo que interesa enla historia de los combates de los proletarios no es tal o cual bandera an confusa, sinoel gigantesco esfuerzo por organizarse y enfrentar a la totalidad de la burguesa.Es lgico entonces que mientras los marxistoides consideran el sufragio universal comouna conquista proletaria, nosotros consideramos que toda reforma del estado es un inten-to de perfeccionar los mtodos de dominacin capitalista. La verdadera conquista de lostrabajadores es la experiencia de la lucha, su ejemplo para el proletariado mundial, su

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    organizacin y autonoma crecientes a travs de la historia, las lecciones que cada com-bate permite extraer y especialmente la indispensable separacin de la paja del trigo, esdecir, la identificacin de los enemigos progresistas del proletariado.La interpretacin de la historia en base a las sucesivas conquistas democrticas de losobreros, que conduce a los que se portan bien a las funciones parlamentarias o estata-les, no debe extraarnos. No debe olvidarse que la clase capitalista es la primera clasedominante de la historia donde los privilegios de sangre (hereditarios) juegan un papelno totalizador aunque no despreciable y por ello a priori no se excluye a nadie, aun-que sea obrero, de la posibilidad de ascender a esa clase. El mecanismo democrtico per-mite reclutar a los elementos ms capaces para gestionar el capital, y en este sentido no

    pueden excluirse a los personajes salidos del proletariado que en virtud de ese origen

    pueden tener una mayor capacidad de control de los proletarios. sta es la va no sloque sigui tal o cual trabajador hacia un puesto de opresin de sus hermanos de clase,sino que incluso partidos enteros fueron cooptados por el capital para su gestin a travsdel mecanismo democrtico. De qu otra forma pueden entonces dichos partidos inter-

    pretar la historia de la lucha del proletariado que como un conjunto de triunfos hacia elparlamentarismo y la democracia?En sntesis, las dos formas de interpretar la historia se corresponden enteramente con losintereses antagnicos de las dos clases de la sociedad: lucha por la revolucin comunis-ta o contrarrevolucin e integracin democrtica en la gestin del capital.

    A qu aspiran los marxistas?Dejando de lado ahora los cargos parlamentarios, los ministerios, la participacin en la

    propiedad y la gestin del capital desde el gobierno, los sindicatos, los directorios desociedades..., nos interesa responder a la pregunta siguiente: a qu clase obrera aspi-

    ra la izquierda del capital?, cul es el resultado de aceptar sus consignas?, qu situa-cin social intentan imponer?Que aceptemos sus consignas implica que las huelgas las hagamos por la defensa delderecho sindical, la libertad de reunin, la defensa del derecho de huelga, que dedique-mos nuestra prensa a la defensa del derecho de prensa (y las otras libertades), que nosasociemos (evidentemente con ellos y bajo su direccin) en nombre del derecho de aso-ciacin, que hablemos en nombre del derecho de hablar (o como dicen ellos el derechoa la libre expresin del pensamiento), que votemos por los diputados obreros en nom-

    bre del parlamentarismo revolucionario o para defender el derecho de votar (sufragiouniversal) y, por qu no, que vayamos presos en nombre de los derechos de los presos yla amnista, que arriesguemos el pellejo, la propia vida, en nombre de los sagrados dere-chos del hombre y el ciudadano. Que esto es exagerado? Cnicos!, cuntos proletariosque creyeron en ustedes estn muertos o presos por escribir en una pared la consigna de

    su propia sumisin: Viva la democracia, abajo la dictadura? El objetivo es evidente:arrancar al proletariado de su terreno de clase, de la accin a todos los niveles contra elcapital; pudrir y desviar hacia la defensa de la democracia todo lo que el proletariadovaya intentando huelgas, reuniones, prensa, discusiones, grupos militares en el cami-no hacia su dictadura de clase.Logrado este objetivo, la burguesa asegurara todos los piolines de su sistema de domi-nacin, lo que efectivamente ha sucedido histricamente. Cada fraccin del capital

    puede respirar tranquila de tener recambio para rato. La derecha (en el lenguaje de laopinin pblica de algunos lugares, pues en muchas partes del mundo es exactamente alrevs) puede matar, reprimir huelgas, liquidar imprentas obreras, tomar prisioneros; la

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    izquierda habra sido capaz de canalizar todo el descontento hacia la defensa de losderechos humanos. Ms an se busca llegar as a una situacin en la que todosacten como buenos ciudadanos, en la que a los obreros no se les ocurra realizar huel-gas por sus mezquinos intereses materiales, en la que a ningn grupo de descamisa-dos se le ocurra la malfica idea de hablar y escribir contra la democracia y muchomenos organizar insurrecciones. La izquierda habra aportado su valiosa contribucin

    para construir el paraso terrenal de la democracia pura con el que suea todo burgus,convenciendo a los obreros de que la lucha es por los derechos democrticos, que elsocialismo no es ms que la democracia generalizada y, como es lgico, que no lealcancen las palabras; es tambin inevitable que utilice otros mtodos. Siempre lo hahecho. De todas formas, el asesinato ser considerado como una buena leccin contra

    los provocadores y agentes de la CIA; la izquierda tiene una larga experiencia al res-pecto, la represin no es privilegio de la derecha.Sin embargo, este paraso terrenal burgus no puede durar, a pesar de la izquierda. ALenin lo acusaban de espa alemn, Rosa Luxemburgo y Liebkneck fueron asesinados

    por socialistas en nombre de la democracia, la tortura bajo el rgimen de Allende eraorganizada tambin por socialistas en nombre del gobierno de los trabajadores y lasacrosanta libertad; pero no pueden ni podrn evitar que los culo roto, los mal agra-decidos a la nacin, los anarquistas continuemos resurgiendo cada vez con ms fuer-za, destruyendo toda ilusin en la democracia pura. Y no aceptamos hacer huelga por ladefensa de tal o cual derecho, sino que la hacemos por nuestros propios intereses mate-riales, inseparables de los intereses histricos del conjunto de nuestra clase; luchamos

    por arrancar a nuestros compaeros presos de las garras del estado capitalista, pero noconfundimos ni un instante esta lucha, con la concesin parlamentaria de la amnista.Los marxistas, los maostas, los trotskistas, los socialistas..., en su lucha por la purificacin

    de la democracia, no pueden aspirar a otra cosa que a la sumisin total de la clase obrera o,mejor dicho, a su desaparicin y atomizacin en el ciudadano, es decir, en el burgus (11).

    Nunca el proletariado obtiene nada de los derechos democrticos y stos constituyensiempre un arma de la burguesa.A lo largo del texto hemos considerado de forma separada y por motivos de exposicindiferentes aspectos de los derechos y las libertades democrticos que en realidad se com-

    binan en la prctica.A) La democracia pura, ideologa del capital, donde no existen intentos de organizarsecomo clase, sino slo como ciudadanos.B) En la prctica slo puede existir la purificacin de la democracia real, que se concre-tiza histricamente en la atomizacin del proletariado como ciudadano, luchando por ladefensa y el mantenimiento de los derechos y las libertades, controlado por la derecha yla izquierda del capital. El terrorismo estatal se ejecuta en los marcos estrictos de los

    derechos democrticos contra los que los violan: toda organizacin de clase atenta con-tra la democracia.C) Formalizacin jurdica de derechos y libertades de una situacin de hecho inevitable.D) Dicha formalizacin tiende a reinvertir la correlacin de fuerzas desfavorable a la

    burguesa.Es evidente que ninguno de estos aspectos favorecen al proletariado, y que son insepa-rables. Dado que el cuadro de referencia (A) slo puede concretizarse por una situacinde relativa estabilidad democrtico terrorista (B), cuando las huelgas salvajes son

    22 Contra la democracia

    11. Ciudadano = habitante de la ciudad, del burgo = burgus.

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    demasiadas, los peridicos proletarios circulan en el proletariado como pez en el agua,los panfletos y los volantes subversivos son imparables, la burguesa necesita legalizarla situacin (C); se autorizan algunos peridicos, se sueltan a los presos que no hayancometido delitos comunes o graves, se legaliza algn tipo de huelga. Es evidente quese intenta quebrar (D) la unidad de los agentes del desorden, a algunos no habr msremedio que matarlos pues no respetan la democracia y es verdad, ahora que se

    permiten las huelgas debemos ser severos con los que no respetan el derecho al trabajoy continan con las huelgas salvajes y ni siquiera tienen en cuenta los intereses de lanacin y es verdad...; a otros se los tratar de arreglar con un aumentito de salariosacorde a los intereses de la nacin y es verdad, con el derecho de huelga debe-ra decir paro de trabajo, con el derecho de prensa, con el derecho de los trabajado-

    res a la dignidad nacional debera decir ciudadanos. Cuntas veces hemos vividoesta situacin!Siempre que se llega a una situacin compleja para la burguesa, muy lejana a su para-so democrtico (A), sta formaliza jurdicamente ciertas situaciones de hecho (C), loque constituye un arma decisiva (D) para obtener al menos una situacin democrticanormal (B). En esta democracia recompuesta por ms que huela a podrido hace tantotiempo, los demcratas liberales, los sindicalistas, los estalinistas, los trotskistas, lossocialistas podrn darse otra vez la mano en los corredores de los parlamentos, en lascmaras de conciliacin sindicato patronal... Fueron salvados los derechos democrti-cos del hombre y el ciudadano... Los obreros entran normalmente a trabajar y pronto

    podrn ejercer sus derechos cvicos.No es necesario llegar a una situacin de crisis poltica total de la burguesa para cons-tatar la articulacin de todos estos elementos. Sin embargo es en estas condiciones extre-mas donde la situacin abstracta que hemos descrito reproduce ms fielmente la

    realidad. Frente a la misma existen slo dos salidas posibles para el proletariado: o acep-tar la democracia y el desastre es inevitable (los ejemplos histricos son demasiados) o

    barrer con su armamento y organizacin la democracia, las asambleas constituyentes ocomo se llamen (hay un slo ejemplo histrico, la insurreccin de octubre de 1917 enRusia). sta es la nica salida para la humanidad, la organizacin insurreccional del pro-letariado, la lucha por su dictadura de clase, que como es evidente, no puede basarse enningn derecho, en ninguna libertad concedida por el enemigo.

    Nuestro ms caluroso saludo comunista, nuestro apoyo incondicional a todos los prole -tarios que luchan para afirmar sus intereses autnomos de clase mundial, contra la bes-tia capitalista, contra su estado y contra los partidos y los sindicatos que perpetan susupervivencia.

    23El mito de los derechos y las libertades democrticos

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    IntroduccinEl tema es analizado tomando como base un texto fundamental aparecido en la revista

    Invariance nmero 6, de 1969, pginas 142 a 149, extrado de un importante trabajo pro-gramtico titulado La revolucin comunista. Tesis de trabajo. Dichas tesis son segui-das por comentarios y en algunos casos por verdaderas contratesis que son el productode 30 aos de polmicas internacionales y reapropiacin programtica. No puede caberninguna duda de que el proceso de crtica de la sociedad burguesa pasa por mltiplesfases y se afirma precisamente en base al trabajo internacional de minoras comunistas.

    Como se afirm en mltiples ocasiones, el resultado escrito de esa accin programticaes siempre provisorio, en estado de borrador y muchas veces es abandonado a la crti-ca roedora de los ratones. Por eso el programa social de la revolucin a venir avanza asaltos, en base a negaciones sucesivas, a tesis y contratesis que se transforman en esla-

    bones de una delimitacin cada vez mayor de la crtica a la sociedad burguesa.El grupo que publicaba Invariance debe ser considerado, a nivel mundial, justamentecomo uno de los eslabones cruciales en la reapropiacin terica y la afirmacin progra-mtica comunista y ello a pesar de que en muchos casos, como veremos a lo largo deeste trabajo, en problemas muy decisivos, dicho grupo no haba roto con algunos fun-damentos de la concepcin socialdemcrata. En efecto, dicho grupo (y su principal ani-mador J. Camatte) fue durante varios aos, en especial durante la ola de luchas defines de la dcada de 1960 y principios de la de 1970, uno de los pocos ncleos que con-tinuaron el balance de la revolucin y la contrarrevolucin y que reafirmaron y profun-

    dizaron aspectos fundamentales de la concepcin comunista.Conviene subrayar que esto fue posible gracias a una ruptura (lamentablemente inaca-bada) con la contrarrevolucin socialdemcrata, en particular con la ideologa leninistaradical, del bordiguismo. Dicha ruptura se concret, en una ruptura organizativa quesitu a dicho ncleo fuera y contra la organizacin denominada Partido ComunistaInternacional (PCI, Programa comunista y Le proletaire) (1).

    La mistificacin democrtica

    1. Para distinguir el grupo al que nos referimos, estamos obligados a mencionar los ttulos de las revistas y losperidicos que esta secta leninista-bordiguista publicara y/o publica porque hay muchos otros grupos bordiguis-tas, pero tambin trotskistas o estalinistas que se denominan igual tanto en Italia, como en Francia y otros pases.

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    Merece tambin sealarse que, gracias a los compaeros deInvariance, pudimos conocer(no slo nosotros, sino nuestra generacin de proletarios!) un conjunto de documentoshistricos de nuestra clase que de otra manera hubiesen permanecido ocultos y/o indi tos.En efecto, Invariance public en su Serie I y su Serie II un conjunto de textos de lasdiferentes fracciones que rompieron con la Tercera Internacional en putrefaccin, quese conocen con el nombre de Fracciones Comunistas de Izquierda. Textos de Bordiga,Pannekoek, el KAPD, Gorter, Sylvia Pankhurst, el Communist Labour Party, elBureau de Amsterdam de la Internacional Comunista, la Internacional ObreraComunista..., que permanecan inditos o totalmente indisponibles, circularon graciasa Camatte y los otros compaeros de ese ncleo revolucionario. El PCI, para mante-ner el oscurantismo, en particular con respecto a la obra de Bordiga, lleg al extremo

    de recurrir, en nombre de la propiedad privada, a la justicia burguesa para impedir,contra Camatte, su publicacin.Claro que esta reivindicacin que hacemos de la obra de Invariance, tanto por la repu-

    blicacin de documentos histricos de nuestro partido (2), como por sus propios apor-tes en la afirmacin de nuestro programa, no implican apoyar el aceleradodegeneramiento que sufri dicho grupo, luego de derrotada la ola revolucionaria (1966-1973), y que se concret en el viraje hacia la metafsica burguesa y el abandono delmarxismo revolucionario operado en la Serie II de dicha publicacin, y que se fue agu-dizando luego en las series siguientes que continuaron publicndose de forma intermi-tente. Al contrario, apoyar las rupturas clasistas permite definir mejor cuando esemismo grupo renuncia a las mismas y es subsumido por la ideologa dominante. Comoen todos los casos en que publicamos materiales de nuestra clase, dicha publicacin,(incluida la obra de Marx y Engels), no implica en absoluto una reivindicacin acrticade los mismos, de los militantes que los escribieron y de las organizaciones en que mili-

    taron. Es por eso que, como dijimos anteriormente, las tesis de trabajo de Invarianceson criticadas sin ningn tipo de tab o lmite.El programa histrico del comunismo se va afirmando por rupturas y negaciones yconstituira el ms puro idealismo pretender que un militante pueda, en un momentodado, afirmar todo el programa de la revolucin y que en plena sociedad capitalista

    pueda no estar influenciado por la ideologa burguesa. Por eso en todos los casos queInvariance adopta posiciones que nosotros consideramos contrarrevolucionarias,nosotros lo explicamos de la mejor manera posible y tratamos de ir a la raz de las mismas.Constatamos al respecto, como se expondr a continuacin, que sin excepcin son unano ruptura con el bordiguismo y en general con el programa histrico de la socialdemo-cracia. Merecen sealarse los siguientes puntos de base: concepcin no mundial delcapitalismo, progresismo indudablemente ligados al positivismo cientificista, partici-

    pacin en las guerras imperialistas a partir de la concepcin leninista de la liberacin

    nacional, sindicalismo...El lector podr comprobar hasta que punto el texto as elaborado, con sus tesis y con-tratesis, es un importantsimo eslabn en la crtica histrica que nuestro partido hace dela democracia. En efecto entre las histricas crticas a la democracia efectuadas duran-te siglos por diferentes movimientos sociales y grupos comunistas en todo el mundo,las primeras afirmaciones tericas de las mismas efectuadas de Marx y Engels en este

    26 Contra la democracia

    2. En nuestros textos no utilizamos el termino partido en el sentido corriente de tal o cual grupo poltico for-mal, sino que nos referimos al partido en el sentido histrico de la palabra, a la organizacin del proletariadoen fuerza y la afirmacin de su direccin revolucionaria (negacin prctica de todo el mundo del capital).

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    sentido (3), especialmente poniendo en evidencia la unidad dialctica mercanca-demo-cracia, hasta las posiciones actuales de los comunistas, de contraposicin global a lademocracia, considerada como el mecanismo de reproduccin de la sociedad mercantil(atomizacin individual y unificacin de la comunidad ficticia del capital) hubo dife-rentes saltos cualitativos. Tanto las tesis de Invariance como los correspondientescomentarios constituyen, sin duda, uno de ellos.

    La mistificacin democrticaHemos mantenido el ttulo de La mistificacin democrtica, que utilizaInvarianceen sus tesis de 1969, porque es ya parte de la historia de la ruptura con la democra-cia, sin embargo, como veremos, el mismo no es correcto. En efecto, la democracia,

    no es una solo una mistificacin sino una poderosa realidad social. Claro que existela mistificacin democrtica en el sentido de la creencia en la democracia comomedio e incluso como fin de la lucha proletaria; pero es evidente que el artculodesarrolla mucho ms globalmente el tema de la democracia y precisamente explicala mistificacin democrtica (como dice la cita de Marx que reproducimos ms ade-lante), en base a la prctica humana o, mejor dicho, a la prctica histrica de la huma-nidad deshumanizada.

    Primer prrafo

    El asalto del proletariado a las ciudadelas del capital no podr hacerse con ninguna posibi-

    lidad de xito sin que el movimiento revolucionario del proletariado termine, de una vez por

    todas, con la democracia. sta es el ltimo refugio de todos los renegamientos, de todas las

    traiciones, porque ella es la primera esperanza de aquellos que creen sanear, revigorizar el

    mundo actual que est podrido hasta sus propios fundamentos.

    Hoy, a casi 40 aos de escritas estas tesis, debemos ratificar la importancia total de estaafirmacin, el movimiento revolucionario del proletariado no puede triunfar sin asumirabiertamente su contraposicin con la democracia en todas sus formas (4). Todas losintentos de salvar el presente mundo encuentran en la reivindicacin democrtica sultimo refugio.

    La vida social es esencialmente prctica. Todos los misterios que desvan la teora hacia el

    misticismo encuentran su solucin racional en la prctica humana y en la comprensin de

    esta prctica.

    KARL MARX, 8 Tesis sobre Feuerbach.

    27La mistificacin democrtica

    3. Otros militantes antes o despus que ellos pueden ser citados en esas histricas afirmaciones programti-cas contra la democracia, aunque no creemos que en cuanto a una crtica verdaderamente profunda y socialde la misma. Por ejemplo, un idelogo apologtico de la pequea burguesa como Proudhon lleg a oponersepor principio a la actuacin poltica en el campo de la democracia y hasta a considerar el sufragio universalcomo sinnimo de contrarrevolucin, y muchos militantes revolucionarios desde Bakunin al KAP en Alemania,pasando por Bordiga, afirmaron estas posiciones que hoy constituyen el abc de nuestro programa. Sin embar-go, Proudhon no dej de ser un demcrata; Bakunin, a pesar de su radicalidad poltica antidemocrtica, nolleg nunca a esbozar una crtica social de la democracia; Bordiga critic el principio democrtico pero sesubordin a la disciplina democrtica y acept hasta el electoralismo y el parlamentarismo de la IC por dis-ciplina y el KAP, a pesar de su compromiso prctico en la lucha contra la misma, no lleg a comprendernunca todas sus consecuencias.4. VerTesis de o rientacin programtica del Grup o Com unista Internacionalista, tesis nmeros 11, 12, 29 y 30.

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    Tesis 1

    De forma general, podemos definir la democracia como el comportamiento del hombre, la

    organizacin de ste cuando ha perdido su unidad orgnica original con la comunidad.

    Existe, entonces, durante todo el perodo que separa el comunismo primitivo del comunismo

    cientfico. (5)

    El ciclo histrico de la democracia coincide con el de la mercanca y por lo tanto conel del individuo. Se desarrolla con el mercado y morir con l. El hecho de definir loslmites histricos de la democracia y afirmar su muerte como necesidad histrica es un

    punto crucial de ruptura programtica con la izquierda burguesa.

    Tesis 2La democracia nace a partir del momento en que existe divisin entre los hombres y la

    reparticin del haber. Lo que quiere decir que nace con la propiedad privada, los indivi-

    duos y la divisin de la sociedad en clases, con la formacin del estado. Por ello se hace

    cada vez ms pura en la medida en que la propiedad privada se generaliza y que las cla-

    ses aparecen con mayor claridad en la sociedad.

    Esta tesis, cuya primera parte es una explicitacin de la anterior, es una afirmacinprogramtica muy importante en contraposicin con todas las ideologas dominantes.As, por ejemplo, todas las argumentaciones contra nuestras posiciones desde el libe-ralismo burgus, hasta la ideologa anarquista individualista parten del individuocomo de un dato, como algo que hubiese existido siempre y especulan sobre que elmismo es de tal o tal manera (egosta, busca el poder...) y olvidan que el individuo(como las clases, el estado, la propiedad privada...) es tambin un producto histrico.

    No es el individuo egosta el que crea la propiedad privada, sino por el contrario esla propiedad privada la que crea, produce por primera vez, el individuo.En realidad, todas estas concepciones sobre el hombre en general parten de lo que quie -ren probar. Quieren demostrar que el hombre siempre es egosta, que siempre hubocompetencia..., y no se dan cuenta que cuando estudian el pasado proyectan hacia atrsal miserable hombre burgus y leen la historia a partir de l. Incapaces de comprenderlas formas primitivas de comunismo, de comunidad, aceptan como presupuesto dogm-tico el individuo, como si ste fuese sinnimo de ser humano y no un producto de rela -ciones sociales de produccin muy posterior.Merece subrayarse tambin la afirmacin de que la democracia se generaliza con eldesarrollo de la propiedad privada y la contraposicin de clases; y no, como imagina lalgica vulgar, que la democratizacin implicara una especie de disminucin de losantagonismos de clases.

    28 Contra la democracia

    5. Muchas veces nosotros no estamos de acuerdo con la terminologa utilizada por Camatte, terminologaque en ocasiones expresa una no ruptura con el lenguaje tpico de la socialdemocracia. Si bien no podemossealarlo en cada caso, lo de comunismo cientfico no podemos de dejarlo pasar. Es totalmente absurdodenominar a la sociedad futura comunismo cientfico. Dicha expresin, acuada para distinguir el comu-nismo, como fin del movimiento presente de abolicin de la sociedad burguesa, de los proyectos comunistaso socialistas crtico utpicos, denota la persistencia de la ideologa positivista, progresista, cientificista de laburguesa en muchos revolucionarios. No slo no tiene ningn sentido el acolar el adjetivo cientfico al comu -nismo futuro, sino que es un contrasentido histrico total porque el comunismo ser necesariamente supresinde esa religin dominante que la sociedad actual denomina ciencia.

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    Tesis 3

    La democracia supone un bien comn, a repartir. En la sociedad antigua, la democracia

    limitada presupona la existencia del ager publicus, y los esclavos no eran hombres. En la

    sociedad moderna, este bien es ms universal (comprende un nmero mayor de hombres),

    ms abstracta e ilusoria: la patria.

    Nosotros pensamos que la unidad histrica (y lgica) democracia-mercanca es an mspotente; son dos aspectos de una misma realidad. La democracia no surge de la escla -vitud (aunque coexista con ella), sino del comercio. En efecto, en esas sociedades anti-guas donde la mercanca se encontraba en la periferia de la sociedad, la democraciatambin ocupaba ese lugar perifrico, y slo adquira una importancia interna en los

    centros comerciales como, por ejemplo, en Atenas. En la sociedad mercantil gene-ralizada, en el capitalismo, la democracia se generaliza. Un conjunto de comunidadesficticias (no slo la patria, sino la raza, el partido, la religin, el frente, la regin, el clubde ftbol...) reproduce la ilusin de una comunidad como condicin de la reproduccinde la atomizacin del individuo.

    Tesis 4

    La democracia no excluye de ninguna manera la autoridad, la dictadura, el estado. Por el

    contrario, ella los necesita como fundamento. Sino, quin podra garantizar el reparto,

    quin podra regular las relaciones entre los individuos y entre stos y el bien comn, si no

    existiera el estado?

    En la sociedad capitalista plenamente desarrollada, el estado se presenta tambin como

    el guardin del reparto desde un punto de vista doble: impedir que la plusvala sea roda por el

    proletariado; garantizar que sea repartida bajo la forma de ganancia industrial, ganancia

    comercial, inters, renta... entre las diferentes esferas capitalistas.

    Es esencial subrayar el terrorismo estatal como fundamento de la democracia; al res-pecto nos parece crucial insistir en que ms all del reparto del producto, lo esencial enel terrorismo democrtico es la reproduccin de la separacin (cada vez mayor) entre el

    productor y sus medios de vida, la propiedad privada. Ese terrorismo es el presupuestohistrico y la condicin lgica para que la mayor parte de la humanidad pierda la mayor

    parte de su vida tratando de ganarse la vida. Si por el terror no se hubiese despose-do al productor, si el terror no existiese permanentemente monopolizado por el estado,todo el que necesitara se apropiara de lo que requiere y no habra tantos idiotas tiles

    para reproducir el capital.

    Tesis 5

    La democracia implica, por lo tanto, la existencia de individuos, de clases y del estado; porello la democracia es a la vez un modo de gobierno, un modo de dominacin de una clase

    y el mecanismo de unin y de conciliacin.

    En efecto, los procesos econmicos, en su origen, dividen a los hombres (proceso de

    expropiacin) que estaban unidos en la comunidad primitiva. Las antiguas relaciones

    sociales son as destruidas. El oro se transforma en una fuerza real que reemplaza la auto-

    ridad de la comunidad. Los antagonismos materiales hacen enfrentarse a los hombres de

    tal forma que podran hacer reventar la sociedad, hacerla inviable. La democracia apare-

    ce como un medio de conciliar los contrarios, como la forma poltica, ms apta, para unir

    lo que ha sido dividido. Representa la conciliacin entre la vieja comunidad y la nueva

    29La mistificacin democrtica

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    sociedad. La forma mistificadora reside en la aparente reconstruccin de una unidad perdida.

    La mistificacin era progresista.

    En el polo opuesto de la historia, en nuestros das, el proceso econmico ha conducido a la

    socializacin de la produccin y los hombres. La poltica, por el contrario, tiende a dividirlos,

    a mantenerlos como simples superficies de intercambio para el capital. La forma comunista

    se vuelve cada vez ms poderosa en el seno del v iejo mundo capitalista. La democracia apa-

    rece como una conciliacin entre el pasado que an acta en nuestro presente y el futuro:

    la sociedad comunista. La mistificacin es reaccionaria.

    Es sumamente importante esta globalizacin del concepto de democracia para que lamisma no se confunda con una simple forma de gobierno que, como cree la opinin pbli-

    ca, se opondra a la dictadura. En nuestros trabajos, justamente por considerar que lademocracia no es ninguna forma de gobierno sino la esencia misma de la reproduccin dela dominacin del valor en proceso, es decir, el modo de vida propio del capital, nosotros

    preferimos no utilizar nunca democracia (como hace la ideologa dominante) comosinnimo de una forma de gobierno o como una simple forma poltica. En las tesis de

    Invariance, por el contrario, se mantienen, se dice explcitamente, todas las acepciones,lo que genera muchas dificultades de comprensin y algunas confusiones.Contra la oposicin vulgar entre terrorismo de estado y conciliacin, entre dominacinde clase y unin, es importante insistir en que la democracia es precisamente la unidad deesos polos, la necesaria unificacin de lo opuesto utilizando todos los medios. Contracualquier poltica de conciliacin de clases, lo importante no es repetir la anttesis vul-gar de la conciliacin explicando que existe oposicin y violencia de la clase dominan-te, sino enfrentar la conciliacin, como una prctica realmente existente, consistente enunificar lo opuesto; no es proclamar tericamente que la conciliacin es imposible, sino

    enfrentarla como clave de la dominacin de clase. No es mentira que la conciliacinexista, lo que es mentira es que la misma pueda existir sin basarse en el terror. Sin con-ciliacin no se puede reproducir la oposicin de clases, ni tampoco la sociedad capita-lista, por eso mismo la conciliacin se encuentra del otro lado de la barricada.Por otra parte, debemos sealar que no estamos de acuerdo en la oposicin progresista yreaccionaria (aqu entre mistificacin progresista y mistificacin reaccionaria) que hace

    Invariance y que aparece en el conjunto de las tesis. Nosotros vemos en esta oposicinuna no ruptura con el clsico apoyo crtico del capital hecho histricamente por la social-democracia y la reproduccin del concepto aclasista del progreso. Para nosotros, desdeel punto de vista del explotado, del sometido a la mistificacin, una mistificacin pro-gresista, es un sin sentido: el explotado tiene objetivamente inters en la lucha contra laexplotacin y por lo tanto toda mistificacin se contrapone a sus intereses. Desde el

    punto de vista del capitalismo, por el contrario,