Con El Toque de Un Angel

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“Mi nombre es Alicia, y todavía no séporque las cosas malas le suceden a laspersonas buenas, pero en fin...Tampoco séporque las cosas buenas le suceden a legente mala.Lo único que sé es que él era un ángel y yocaí perdidamente enamorada de él”.SinopsisAlicia nunca se había enamorado tan perdidamente de un chico. Muchomenos de su clase, el tenía el cabello oscuro y ojos claros, todo un galán.Pero hay un pequeño secreto oscuro de Gabriel que volteará el mundo deAlicia y la hará escoger entre él, o el resto del mundo.¿Qué escogerá?

Transcript of Con El Toque de Un Angel

 Por Génesis.L. Pantoja
 personas buenas, pero en fin...Tampoco sé
 porque las cosas buenas le suceden a le
gente mala.
Lo único que sé es que él era un ángel y yo
caí perdidamente enamorada de él”.
 
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Sinopsis
 Alicia nunca se había enamorado tan perdidamente de un chico. Mucho
menos de su clase, el tenía el cabello oscuro y ojos claros, todo un galán.
Pero hay un pequeño secreto oscuro de Gabriel que volteará el mundo de
 Alicia y la hará escoger entre él, o el resto del mundo.
¿Qué escogerá?
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--Cuéntame Alicia ¿qué se siente ser la única en el instituto con su virginidad intacta?—dijo Bianca sin escrúpulos casi a mitad del pasillo de la escuela donde casi cualquiera podía oírnos.
--Shhh—rogué mi cara se había puesto en un tono carmín y lo sabía por la cara de burla que había puesto mi mejor amiga, quien ahora estaba casi revolcada de la risa en el suelo.
Un grupo de chicos del equipo de natación pasaba justamente en que el comentario de Bianca salió de sus labios, mi cara estaba roja como un tomate. Y Bianca, ella se burlaba de mi virginidad tantas veces que ya había perdido la cuenta de cuantas eran.
Mordí mi labio inferior haciendo un puchero y cerré de golpe mi casillero de la escuela.
--No seas tímida Ally ¿Vamos a comer algo después de clases?—dijo Bianca mientras se untaba un poco de lápiz labial rosa en los labios y los  presionaba de tal manera que quedaban uniformemente esparcidos.
Los chicos del quipo de natación me comenzaron a hacer ojitos desde el otro lado del pasillo. Me recosté en el casillero para no tener que verles a la cara directamente, y comencé a tamborilear mis dedos contra el dorso de mi muslo lentamente.
Y fue justo en ese momento cuando lo vi, una maraña de pelo negro se iba acercando a donde yo estaba y unos ojos azules se encontraron con los míos en solo un pequeña fracción de segundo, el llevaba el uniforme del colegio totalmente desarreglado y la mochila de medio lado mientras toda la población femenina de estudiantes nos quedábamos pasmadas en nuestro sitio mientras semejante dios pasaba caminando por el pasillo del colegio. Me tuve que forzar a respirar mientras aún seguía en ese pasillo. Y Bianca no aguantaba las ganas de hacerme bromas de ello, apenas el cruzó el  pasillo en dirección al pasillo derecho para ir a su clase de inglés su boca se inclinó hacia un lado de tal manera que una sonrisa torcida cruzó su boca y miré nerviosa mis nudillos.
 
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Desde que él se había trasladado de Europa a mitad del año por uno de esos  programas de intercurso el y yo compartíamos dos o tres clases en el instituto. El por su lado era totalmente ausente de mi existencia y yo solo le miraba durante clases para asegurarme de que mis sentimientos por el eran más que un simple capricho de adolescente.
Cuando lo veía, mi corazón comenzaba a bombear sangre tan rápido que olvidaba respirar, y en medio de una clase casi me hiperventilé solo con ver que cruzaba su mirada con la mía por más de cinco minutos. Mordí mi labio para evitar que el recuerdo me opacara el día, Bianca me miraba como si estuve ausente de su conversación mucho tiempo.
--¿Qué—
--Te perdiste totalmente después de que pasó Gabriel en aquella dirección—dijo evitando reírse a carcajadas y me miraba cómplice—Te  perdiste mi maravillosa explicación de por qué la señorita Pérez no debería dar clases a estudiantes en formación, quiero decir, ella habla inglés  perfectamente pero a la hora de la práctica, no es tan buena, ¿verdad?
Asentí.
--¿Qué? –dije mientras ella mi daba un pellizco para salir a la realidad.
--¿Nos veremos más tarde? Necesito tu ayuda con una tarea de bioquímica avanzada. Mi madre me está metiendo en tantos cursos avanzados que creo que haré combustión en alguno de estos días—dijo con una carcajada tan sin humor que tuve que quedarme mirándola un rato con los ojos entrecerrados.
--Tendré que avisarle a mis padres—dije mientras cerraba mi mochila de tela de jean.
Ambas reímos ante mi comentario, mis padres no estaban ni la mitad de  pendientes de mí de lo que deberían. Podría irme al polo opuesto del país y ellos ni lo notarían. Pasaban todo el día en sus empleos, literalmente. Ya había olvidado lo que era tener ambos padres en casa, para examinar que no llevara un chico a casa, o que me preguntaran si había hecho la tarea.
 
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--No creo que haya problema con eso—dijo Bianca mientras me miraba fijamente y me abrazaba de tal manera que todo el aire salía de mis  pulmones.
--Yo tampoco, ¿nos vamos a clases?
Bianca me miro expectante y levantó una de sus cejas perfectamente sacadas y estuvo a punto de decirme algo, pero señaló al gentío a nuestro alrededor, ya casi no había nadie. Habían pasado ya diez minutos desde que habían tocado la campana para ir a clases, pero Bianca como siempre odiaba llegar de primera al salón de clases, en cambio llegaba de última, ganándose siempre muchas multas y castigos en la dirección. Me giré en dirección a Bianca.
--Cariño, será mejor que nos apresuremos en volver a clases—dijo Bianca
--Nos veremos en el almuerzo, creo que hoy darán pizza vegetariana—
Vi como el entrecejo de Bianca se profundizaba, ella odiaba todo lo que llevara vegetariana en el nombre. Era una carnívora por naturaleza. Me meneó su cabellera rubia en el rostro antes de empujarme ligeramente con su hombro.
Sabía que le estaba tomando el pelo.
--Anda a comerte con los ojos a Gabriel de nuevo—dijo Bianca descaradamente y caminamos casi al trote a nuestras clases al ver que ya casi no quedaban estudiantes en el pasillo, Bianca a clases de química y yo a la de inglés instrumental. Bianca me acompaño hasta mi aula y me guiño el ojo antes de darse una media vuelta y pavonearse hasta su aula.
Esa chica era mi mejor amiga.
 Nota mental, patearle el trasero a Bianca por hacer comentarios sobre mi vida privada en voz alta.
 
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 población femenina que se dedicaban a rodear a Gabriel durante la clase. El ruido de la sala nublaba cualquier otro pensamiento que tuviere por lo que saqué mi libreta de inglés y comencé a garabatear círculos en la hoja trasera con un lapicero de tinta roja, la mirada de un par de chicas se posó sobre mí inmediatamente. Las conocía apenas, eran las presidentas del club de fans de Gabriel.
Eran Hannah y Ashley.
Dos rubias de bote que siempre se apoderaban de los asientos laterales a Gabriel y este simplemente las ignoraba. Ellas se pararon de su asiento y me dieron un leve golpe en la hoja que me obligo a levantar el rostro.
--Alicia ¿Cómo estas?—dijo meciéndose de un lado a otro la que era conocida como Hannah.
--¿Bien?
Entrecerré los ojos ante su pregunta. ¿Qué querían?
--¿Nos puedes prestar los apuntes de inglés? Olvidamos los nuestros—dijo de nuevo Hannah con una sincera disculpa en sus labios.
Ella y yo sabíamos que ella estaba en esta clase por simple acoso a Gabriel, sus padres eran norteamericanos, había pasado algunos veranos en el país,  por lo que este idioma de no era nada difícil para ella. Le pasé mi libreta y algunas hojas con ejercicios resueltos.
--Eres un amor de persona, déjame copiar y te los devuelvo.
Asentí levemente, y mis ojos se encontraron con la perdición en carne y hueso.
En un par de asientos delante de mí, estaba Gabriel, que tenía los ojos azules y cuerpo muy atlético que me hacía perder la concentración en la clase, casi podía sentir las mariposas revoloteando dentro de mi estomago.
Un chico de beisbol le tiró una bolita de papel en el cabello y ambos rieron ante ese acto. Su mirada se encontró con la mía ante ese acto, me había descubierto espiándole.
Bajé la mirada inmediatamente.
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Hannah volvió con mis apuntes y no intenté pensar en Gabriel. Hannah seguía con su voz nasal al frente de mí hablando y hablando, pero Gabriel se intentó para de su asiento en mi dirección cuando Ashley se le abalanzó a los brazos de tal forma que tuvo que mantenerse sentado un rato más.
La señorita Pérez estaba por comenzar su clase, dio un par de toques a la mesa de su escritorio y todos regresaron a sus asientos. Hasta Hannah. La  profesora llevaba una camisa blanca con un lazo rojo en el cuello con una gargantilla de oro macizo, falda de tubo hasta el muslo color café y zapatos de tacón del mismo tono. El cabello de ella estaba recogido en un moño alto con un par de broches para el cabello.
Gabriel seguía con la mirada puesta en mí, aunque la profesora había indicado que todos se voltearan de sus asientos en los pupitres y prestaran la debida atención a la clase.
Será que…le resulté interesante.
En medio de ese pensamiento mi sangre se heló, él estaba a dos puestos de distancia de mi con la mirada agachada pero ahora se había girado y me estaba viendo directamente entre divertido y algo más, curiosidad. Aparte la mirada inmediatamente de él.
El se giró cuando vio que no le estaba prestando atención a él, pero era algo casi imposible. Era como que estaba más consciente de lo que él hacía que de lo que yo hacía en el aula. De sus subidas y bajadas del pecho mientras respiraba, de cómo movía lentamente cada uno de sus dedos contra la mesa de su pupitre y en como jugaba con su labio inferior mientras miraba fijamente a la profesora, tal vez estaba concentrado en clase. Pero algo me decía, que el también estaba con la mente en otra parte.
La parte ególatra de mí deseaba que estuviera pensando en mí, si quiera que alguno de sus pensamientos fuera destinado hacia mí y me consideraría afortunada.
 
--Alicia ¿entonces?—dijo con evidente molestia
--Lo siento, ¿Qué?—añadí mientras mi lapicero rojo caía al suelo estrepitosamente y todos los demás compañeros guardaban silencio y miraban ahora en mi dirección, algunos entretenidos y otros horrorizados,  por ejemplo Gabriel quien ahora me veía y hasta se había girado en su silla  para mirarme de arriba abajo con su mirada escrutadora.
Mire en ambas direcciones, la chica tímida del salón creo que tenia por nombre Mirian me señalo su cuaderno e hizo con sus dedos un cinco y un tres, mire de reojo mi cuaderno y le leí con magnificencia el párrafo que allí decía. Leí el párrafo con tal magnificencia que todos en el salón me miraban sorprendidos, que les podía decir, en el verano pasado me había leído y releído el libro de esta asignatura lo suficiente para saber pronunciar un perfecto inglés en clases. Me agradecí mentalmente el haberlo hecho, si no, en este momento, estaría pasando la vergüenza de mi vida.
Miré en dirección a Mirian quien levanto los dos pulgares en señal de aprobación. Y le agradecí con una leve sonrisa. De repente todos se habían girado en sus asientos y miraban la pizarra sin titubear.
La señorita Pérez entrecerró los ojos dubitativos.
Pronto se dio media vuelta y siguió con su clase, me relaje en el asiento y le agradecí a Mirian por ayudarme nuevamente.
 No volví a perder la concentración en clase nunca más. Pero de vez en cuando subía la mirada a la silla de él y deseaba que se girara y me mirara,  pero como no lo hacía seguí garabateando muñecos de palitos en mi hoja. Se me rompió la punta del lápiz y se me ocurrió la brillante idea de ir y  pedirle su sacapuntas. ¿Se vería eso muy desesperado? Presté atención aún más a la clase después de eso.
 
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Según mi padre yo era hermosísima, pero los padres están genéticamente dispuestos a decir eso, si dijeran lo contrario se estarían diciendo que sus genes no son lo suficientemente buenos para engendrar belleza, y eso nadie lo podría decir. Mi piel era amarilla en un color pálido, casi aceitunado y mi cabello era en un café chocolate que caía en bucles en mi espalda de manera desarreglada, si llegaba a medir un metro sesenta antes de cumplir dieciocho me consideraría alta ahora solo medía un metro cincuenta y siete, algo promedio para mi gusto.
Del resto de mi parte física, delgada y con prominente frente, que tapaba estratégicamente con un flequillo de medio lado. Nariz fina, y labios delgados. Nada del otro mundo, se podría decir que estaba entre los estándares de la gente normal. No como Hannah o Ashley que eran rubias naturales con ojos claros, busto grande (naturales) y rasgos finos y elegantes.
Comencé a garabatear círculos de nuevo en la parte trasera de mi cuaderno.
Veinte minutos después sonó la campana y deseé que todos salieran rápido de clases para poder levantarme e irme, como era muy delgada era  propensa a que me empujaran con sus cuerpos al salir por el umbral al cafetín que por no decir, parecía una feria en días como hoy.
Recogí mis libros y me acomode la falda plisada del uniforme, estaba guardando las cosas en mi bolso cuando un lapicero rojo se me cayó, inmediatamente me agache a buscarlo y una mano pálida se topo con la mía.
--Eres Alicia Bennett ¿no?—dijo Gabriel con una voz aterciopelada mientras me colocaba el lapicero rojo en mi pequeña mano. Sentí el leve contacto y di dos pasos hacia atrás en respuesta. ¿Qué me pasaba? Intenté controlarme pero una gota de sudor se resbaló por mi sien y cayó como una gota pesada hasta el borde mi camisa.
 
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--Ese es mi nombre. ¿Cómo lo sabes?—recorrí el aula con la mirada algo nerviosa y él se hecho a reír simpáticamente. Ahora ya no había nadie en el salón.
--Eres mi compañera de clases—dijo como si fuese lo más obvio del mundo--¿Tienes prisa?—añadió mientras me seguía fuera del salón de clases. Tomó su hoja de apuntes y lapicero, era tan seguro de sí mismo que siempre dejaba los libros en casa, igualmente siempre sacaba las calificaciones más altas. Era casi perfecto.
 Ni siquiera la señorita Pérez estaba en el pasillo merodeando, esta tarda más de diez minutos en recoger todas las guías de ingles de su escritorio. Genial, pensé sarcásticamente. El me seguía como un halcón a su presa. Me sujetaba los hombros con ambas manos mientras caminábamos y sentía el rubor correr por mi rostro ahora que estábamos solos. Ni siquiera mi mejor amiga Bianca andaba merodeando para ver donde estaba. Me tomó suavemente por el hombro y me giró para quedar frente a él. Casi podía sentir su aliento mentolado en mi rostro, miré sus labios perfectos y ya, fue mi perdición total. El olía a menta fresca, miel y a suavizante de ropa; una combinación embriagadora.
Miré directamente a sus ojos azules.
--¿Te gustaría acompañarme a un sitio más tarde después de clases?—dijo con los ojos azules brillándoles de gran manera.
Un sitio, repetí en mi cabeza… ¿A qué clase de sitio me estaba hablando? ¿Sería eso como una cita? Me ruboricé al pensarlo.
--¿Qué clase de sitio? Quiero decir, eres lindo y todo, pero no suelo ir a cualquier clase de sitios—casi me ahogue con mi propia saliva, nerviosa. ¿Cómo pude decir eso? Definitivamente mi boca no estaba coordinada con mi cerebro. Me pasé la mano por el cabello quitando unos mechones que habían caído en mi rostro.
 
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--Tengo algo que hacer—dije recordando que me iba a reunir con Bianca después de clases-- Y para ser honesta no te conozco lo suficientemente  bien—ahora estaba jugando con mi labio un poco, pestañeaba de vez en cuando y no sabía porque no dejaba de comportarme como una chica a la cual nunca habían invitado a salir. Ah sí. Tal vez era porque nunca me habían invitado a salir.
Y él solo estaba ahí parado, en medio del pasillo con la camisa del uniforme un poco desarreglada y la corbata un poco suelta, su brazo que estaba tocándose el cabello como pensativo de repente estuvo frente a mi cara como pidiendo algo.
La movió incesantemente de nuevo. Y ahora todos en el colegio nos miraban entretenidos, seríamos la cotilla del día, el chico guapo y la nerd que se sienta de último en el salón.
Valla combinación.
Volvió a mover su mano a escasos centímetros de mi rostro.
--¿Qué?—dije mirándole embobada.
--Tu bolso, te acompañare a clases—dijo casi como una orden
--Puedo ir sola—dije un poco intrigada.
--¿Me dejarías el honor de ser tu acompañante en las horas de tu almuerzo y posterior a eso acompañarte a clases?—soltó sarcásticamente
--¿Y por qué haría tal cosa?—dije inmediatamente
Okey esto no iba en buen camino, pensé.
Su uniforme azul marino estaba un poco desarreglado, le daba ese toque rebelde que me hacía temblar por dentro. La camisa de vestir blanca estaba con dos botones sueltos y el resto del uniforme azul estaba perfectamente  planchado y sin arrugas. Para ser un chico eso resaltaba.
 
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La forma en que caminaba, por Dios. Hacia derretir los corazones con solo darle una mirada penetrante a cualquier chica en la escuela, incluidas a las docentes. Me susurró algo al oído antes de guiñarme el ojo. Su piel pálida, cabello oscuro de desenfadado, ojos azules muy penetrantes, en fin el era un adonis perdido en este mundo de simples mortales. Hasta Ginebra se hubiese decantado por Gabriel si lo hubiere visto y dejaría plantado a sus amores sin pensárselo. Pero no, ni Ginebra ni nadie podría mirar a Gabriel con los mismos ojos que yo lo veo. Casi se me paraliza mi corazón cuando escuché lo que me estaba susurrando en el oído.
--Hoy estas muy hermosa, por cierto—
Me ruborice como tonta. Esto no esta pasando, me repetía internamente. Me tensé cuando vi que me estaba sujetando la puerta para entrar a la cafetería. Era un perfecto caballero, y yo era la chica más afortunada en todo el mundo.
--Adelante -- soltó antes de dejarme pasar
Caminé nerviosa adentro de la cafetería de la escuela, inmediatamente todos se giraron para verme entrar con Gabriel y si, algunos ni siquiera hacían un mínimo esfuerzo en disimularlo. El grupo de porrista ya estaba a mitad de una sesión de cotilleo intenso y miré hacia el techo en busca de ayuda.
Los deportistas ni siquiera me miraban a mí, miraban a Gabriel con envidia  por su tonificado cuerpo y le lanzaban miradas asesinas desde el otro lado de la cafetería. Miré a Gabriel que los miraba con indiferencia.
--¿Qué problema tienen contigo?
--¿Quiénes?
Miré por encima de mi hombro en dirección a la mesa de los deportistas.
--Ellos
 
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--No me uní a su jueguito de pelota y están molestos por eso—dijo con toda la naturalidad del mundo.
Me quede boqui abierta.
--Nadie rechaza un puesto en el equipo de fútbol americano
Seguí caminando un poco más hasta colocarme detrás de la última persona en la fila de la cafetería.
El me seguía como un perrito a su dueño.
--Yo lo hice, les rechacé. No es la gran cosa
Ahora si tenía completamente mi atención, además de ser increíblemente guapo, inteligente y ahora atleta. Era como una especie de súper humano, ni siquiera podía verle si tenía poros sucios o espinillas. El bajó la mirada hasta mí con una sonrisa de medio lado.
--¿Qué?
--¿Acaso eres humano?
Se tensó y me dio un empujoncito para que avanzara en la cola.
--Eso importa—dijo en un susurro.
Le miré con los ojos como platos y llegué hasta el primer puesto de comida saludable, tomé un bol lleno de fresas y un zumo de papaya, y nada más  para mí, con semejante espécimen frente mío me sorprendería que pudiera tragar algo de comida. Gabriel estaba detrás de mí en la fila y no me apartaba la mirada de encima, tomo un plato de espárragos con salsa  bechamel y una coca cola de dieta. Pagamos y me dirigía a sentarme con Bianca en una mesa de atrás cuando unos largos dedos se posaron en mí ante brazo. Todos en la cafetería habían dejado lo que estaban haciendo  para mirarnos fijamente, hasta algunos que no se tragaban lo que estaba  pasando nos grababan con sus blackberrys y Iphones. Gabriel estaba detrás de mí y pronto volví a sentir el contacto con su piel.
 
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--Pensaba que tal vez querrías comer afuera—dijo Gabriel con una voz aterciopelada casi como un susurro.
--¿Afuera?—repetí
--Podríamos tener algo de privacidad--dijo mirando en todas direcciones como si de repente él estuviera siendo observado y ello le incomodara.
--No sé Gabriel creo que…—balbuceé algo como un no pero no me hizo caso alguno, era como si estuviera hechizada por su presencia y ni siquiera mi lengua podía articular una respuesta negativa a él. Luego de ahí perdí cualquier control que ejercía sobre mí misma. Temblé ante ese  pensamiento.
--Esta bien, podemos comer algo aquí primero ¿no?—ahora la sonrisa angelical de él me hizo sentirme aún más perdida de lo que ya estaba.
Me humedecí los labios y le señalé una mesa que estaba desocupada a escasos centímetro nuestro. El tomó ambas bandejas de comida y las depositó en ella.
Casi como zombie me senté a su lado. Ni siquiera tenía hambre en ese  punto, solo me limité a tomar un poco de jugo de papaya mientras él me estudiaba el rostro en cada segundo, volteé a ver si encontraba a Bianca sentada en la lejanía y allí estaba su mirada era igual de incrédula que la de los demás, y me sorprendió que no se acercó en ningún momento a interrumpir nuestro almuerzo. Di un par de sorbos más a mi jugo en cartón y le miré impasiblemente.
--¿Qué?—dijo mientras se tomaba un poco de su coca cola nuevamente.
--¿Por qué eres tan amable conmigo de repente? Es decir, antes en clases ni me mirabas.
El estrechó sus ojos como si estuviera sospechando de mí.
--Ya te lo dije, haces demasiadas preguntas.
--¿Y eso qué?—respondí a regañadientes.
 
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Ahora el miraba entretenido en dirección a Bianca, seguí su mirada cuando hizo conexión con ella y ambos se dieron una larga mirada entre ellos. El se giró en mi dirección nuevamente.
--Podrías dejar de hablar en clave, eso me sería de gran ayuda—dije mientras mordía una de mis fresas y le quitaba el tallo con los dientes.
Dejé el montón de pequeños tallitos en el mismo bol de las fresas.
--Si lo hiciera, simplemente me dejarías aquí hablando solo y eso, no me conviene para nada.
¿Qué rayos significaba eso?
El me hacía enfurecer tan rápido que era ridículo todo. Solo quería terminar mi comida e ir a clases, tal vez hablar de esto con Bianca luego e ir por comida chatarra.
Lo miré nuevamente, ¿Cómo era posible que alguien tan guapo terminara siendo un idiota?
Me miraba entretenido, casi como que sabía que era lo que estaba pensando sobre él.
Arrugué mi entrecejo.
--¿Se te ha perdido algo?—dije evidenciando que lo había visto mirándome  por el rabillo de su ojo, casi no había tocado su comida tampoco.
--Todos nos miran—dijo mientras se llevaba un trago de su coca cola de dieta entre sus labios.
--Aja—dije evidenciando lo obvio. ¿Es que acaso no se había mirado a un espejo últimamente? El era increíblemente guapo, casi tanto que su figura no encajaba con la de los demás estudiantes promedios que venían a esta escuela. Me fijé que algunos ya se habían olvidado de nosotros dos y habían continuados con sus vidas, pero Bianca no dejaba de mirarme desde el otro lado del comedor la miré texteando algo en su blackberry y me agaché debajo de la mesa para contestarle.
 
Le respondí rápidamente.
“NI SIQUIERA YO PUEDO CREERMELO, HABLAMOS DESPUES DE ALMUERZO” tecleé en mi blackberry y lo puse en vibrador inmediatamente.
El me miraba como si yo fuera un pedazo de carne, y tuviera mucha hambre.
--¿Eres vegetariano?—dije e inmediatamente me tapé la boca con una mano.
Una mueca se formó en su boca.
--No, pero a veces prefiero una buena ensalada a un bistec—dijo e inmediatamente sus pupilas se habían dilatado. ¿Podría ser efecto de la luz? Había leído una vez en un artículo por internet que ese efecto también solía ocurrir cuando instintivamente nos vemos rodeados de algo que nos gusta o nos llama la atención, era algo casi animal en nosotros.
Tomé otro trago a mi jugo para evitar que se secara mi garganta.
--¿Qué significa eso? Quiero decir, la mayoría de los hombres prefiere la carne sobre las hojas y eso está comprobado científicamente—dije mirándole nuevamente.
--Yo no soy como la mayoría—dijo mientras su mirada se iba oscureciendo lentamente a un azul casi negro.
--¿Eh?—mi voz salió como un susurro
--Quiero decir, soy un hombre, técnicamente. Pero no comparto las costumbres que la mayoría adopta en su comportamiento, no es por creerme superior a los demás solo que—dijo y su voz se fue apagando, ahora miraba detrás de mí con el ceño fruncido.
--¿Qué sucede?—dije girando mi rostro en la dirección en la que estaba mirando él.
 
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nuevamente en mi asiento mirando hacia el frente, tal ver era la novia, que ridícula me sentía al pensar que el me había invitado por ser bonita. Tal vez solo quería mis apuntes de una materia difícil, eso es la mayoría de las interacciones que tenía con la gente como él.
Adinerada y genéticamente favorecidos. Bien por ellos.
Para cuando él había terminado de hablar con quien fuere que estaba hablando ya había acabado mi comida y estaba a punto de levantarme. No necesitaba un amigo nuevo de todas maneras, solo me quedaban unos cuatro meses más en el instituto y en la universidad tal vez podría ser un  poco más popular.
Me giré y casi me hizo caer de bruces al suelo, mi bandeja se cayó de mis manos.
--Lo siento—dijo mientras se agachaba a recoger los cubiertos junto a la  bandeja.
--¿Con quién hablabas?—dije y mi voz cayó inmediatamente, tal vez había quedado ahora como una cotilla y él me miraba con el ceño fruncido.
--No tienes que decirme si no deseas, es solo que…--dije intentando remediar la situación—Olvídalo, ya me iba a mi clase—dije tomando la mochila del suelo y caminando en dirección a la salida.
--¡Aguarda!—dijo mientras posaba su mano en mi hombro.
Inmediatamente sentí que algo de helaba en mi interior, ¿era miedo? Una corriente eléctrica se apoderó de mi médula espinal y algo me decía que corriese en dirección contraria a la que fuere él. Deseé parar el tiempo
Algo en las pupilas de Gabriel pasaba, cuando me di cuenta estaba afuera caminando detrás de él hacia las afueras de la escuela. No llevaba ni si quiera la bandeja y el llevaba puesta una chaqueta de cuero italiana negra con algo inscrito en la parte de atrás, pero estaba en italiano o algo así, no  pude saber que decía.
 
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detenerse. El viento frio del invierno se paseó por mis piernas y temblé, por lo menos el pensamiento inconsciente lo podía manejar.
El ambiente estaba tenso, muy raro por cierto. No se escuchaba ni el piar de las aves, ni los autos, ni nada. Casi como si se hubiera congelado el tiempo y solo Gabriel y yo pudiéramos atravesar la barrera del tiempo y del espacio.
Caminamos hasta unas viejas estatuas de unos arcángeles que estaban detrás de la escuela, esta fue construida en 1972 justo al lado de lo que era una iglesia anglicana que fue cerrada para ubicarse en el casco central de la ciudad, y ahora las ruinas de ella estaban detrás de nuestra escuela.
El ángel en la estatua me miraba fijamente, temblé ante ese pensamiento, ya estaba temblando demasiado el día de hoy.
--¿Qué quieres?—dije con la mejor valentía que pude acumular en mi voz, aunque por dentro sabia que algo no andaba bien, algo…estaba a punto de  pasar.
--Alicia—dijo mientras se sentaba bajo la sombra de un roble y me miraba fijamente, casi como si yo fuera su presa.
--Estas actuando muy extraño—dije imposible a moverme a voluntad
¿Qué me iba a hacer? Mi cuerpo no reacciona como debería, que se supone que haga si intenta algo conmigo, marcar al 911, correr, gritar…no todo en ese orden pero eso es lo que sabía.
Una brisa helada pasó en ese momento y un montón de plumas blancas  pasó con ella, eran grandes no como las de cualquier animal que yo hubiese visto antes, eran brillantes y muy grandes casi perfectas, una majestuosidad se escondía detrás de ellas, pero al tocar el sucio asfalto se desaparecían.
Me frote los ojos con el dorso de mi mano.
Seguían apareciendo y desapareciendo, simultáneamente.
Era hermoso pero esto tenía que ser una ilusión ¿cierto?
 
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dorsal y de repente todo se volvió negro. Caía en espiral por un agujero negro sin fondo y todo mi ser simplemente estaba horrorizado.
Al llegar al fondo no había más que oscuridad.
Estaba rodeada de plumas blancas, eran hermosas y muy brillantes pero cuando las intentaba tocar se volvían negras y se incendiaban inmediatamente casi como si yo fuera algo toxico con algo de fósforo en los dedos, el fuego se acrecentó alrededor de mi y pronto me vi atrapada en mi propia destrucción y no había nadie, solo yo y la inmensa oscuridad. La situación se me había ido de las manos y me sentía cada vez más asfixiada, quería escapar, el humo llenaba mis pulmones y me asustó lo real que se estaba tornando el sueño, un poco de hollín salió de mi boca al intentar toser y me sequé el sudor de la frente con mi mano, era irremediable. Parecía que estaba en mi propio infierno, y no había escapatoria alguna. Solo quería huir de ese lugar cuando un dolor precordial me despertó inmediatamente.
 No me había dado cuenta que estaba dormida, ni recordaba el porqué de las lagrimas que brotaban de mis ojos, solo sentí alivio al ver que el sueño no era real y que Gabriel estaba en su momento abrazándome mientras sollozaba en su chaqueta de cuero. Me aferré a su chaqueta para evitar que viera mis lágrimas derramarse.
--Lo lamento—dijo él—te prometo que te lo explicare todo, no quería hacerte daño Alicia—dijo él mientras me pasaba la mano por los cabellos desenredándolos lentamente.
¿Daño?
¿De qué estaba hablando este sujeto?
--¿Qué ha sido eso?—dijo ahogando un sollozo—Era muy real—dije nuevamente intentando que mi respiración entrecortada volviera a la normalidad.
--Ha sido una ilusión—dijo suavemente mientras acariciaba mi cabello
 
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--Me han mandado a comprobar un par de cosas—dijo mientras examinaba todo mi rostro
--¿Qué cosas?—dije secándome el rostro con el dorso de la mano-- ¿Quiénes?—dije nuevamente.
--Los arcángeles—dijo mirando ahora el suelo del lugar—Creen que eres material para sus investigaciones, pero tranquila, no eres una de los “tocados”—
¿Eh?
--¿Qué son los “tocados”?—me iba incorporando lentamente en mi misma- -¿Cómo sabes esas cosas?
Ok, tal vez si preguntaba muchas cosas. Pero esta vez iban en serio. El debía responderlas.
--Los tocados son personas bendecidas por Dios indirectamente, son  personas las cuales un ángel les da la bendición y tienen directamente  beneficios como la vida eterna y algún súper don que los demás humanos no tienen
--¿Cómo qué tipo de dones?
Tal vez las historias de súper héroes no eran tan fantasiosas como yo creía. Si existían seres humanos así. ¿Dónde estaban?
El respondió a mi pregunta sin formular.
--No los hay, solo aparece un caso de ellos cada mil millones de años. Por eso es que me han mandado a corroborar—dijo mientras me tomaba de la mano dulcemente.
--Lo lamento
--Alicia—casi suplicó
 
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tales condiciones. El estaba un poco lejos de mí sentado en uno de los asientos de hierro forjado mirándome atentamente, y pronto se movió en otra posición para colocar mi cabeza en su hombro musculoso mientras me acariciaba el cabello. Estiro sus piernas y me seque las lágrimas, lo intente ver a la cara, pero su expresión no me tranquilizo, ¿era acaso dolor?
--Explícame que me hiciste ¿Qué fue todo eso? ¿Arcángeles? ¿Eso acaso existe?—dije mientras me secaba los ojos con el dorso de mi mano.
Tomó un par de respiraciones lentas y suspiró levemente.
--Lo lamento Alicia—dijo mientras besaba la parte anterior a mis brazos secando las lágrimas que allí quedaban—me he precipitado—dijo nuevamente—Los arcángeles si existen, como verás yo soy un ángel y tengo que corroborar todas las sospechas que tengan ellos sobre cualquier humano—dijo jugando con mis dedos con su pulgar y luego con su dedo corazón, no paraba de enviar caricias a mi cuerpo y de repente todo se tensó dentro de mí.
--Soy una humana normal, cuéntame más—dije incorporándome un poco de su lado.
--No lo sé, los arcángeles no son de esos que cuentan sus planes tan fácilmente—dijo mirándome directamente a los ojos—Los caminos de Dios son misteriosos—dijo con una leve sonrisa en su rostro.
--Eso lo sé, pero ¿Por qué la ilusión?—dije ya respirando normalmente.
Se pasó una mano por su perfecto cabello negro y me hizo suspirar nuevamente.
--Solo soy un mensajero Alicia, no sé ni la mitad de las cosas que me envían a hacer—dijo mientras acariciaba levemente mi mejilla con sus largos dedos.
--¿Eso fue un mensaje?—el sarcasmo no pudo evitar salir de mis labios y él semblante de él cayó en picada al ver mi expresión.
--¿Qué viste en tu ilusión?—dijo ahora mirándome con los ojos como  platos.
 
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Quise tocarle con caricias en la mejilla para aliviar su dolor pero mi cuerpo ya no era mío. Todo dolía, pero quería incesantemente borrarle esa expresión de dolor del rostro.
--¿Qué significa eso?—dije mirando fijamente el suelo—Ver el infierno
El se encogió de hombros.
--Las ilusiones son solo pequeños pedazos de tu futuro—dijo ahora mucho más serio que antes.
¿El infierno era mi futuro?
El me miraba con completo interés ahora.
--¿Estas bien?—dijo con una voz que no me transmitía ninguna calma, casi como si él estuviera aguantando las lágrimas también—Me importas Alicia—dijo como si nada y ahora me miraba con preocupación en sus ojos.
--¿Te importo?—el dejó caer su mano de mi cabello y ahora se había girado su rostro en dirección contraria a la mía al momento en que se giró nuevamente en mi dirección nuestras miradas se entrecruzaron como nunca. Me sentí en otra dimensión, una creada especialmente para los dos.
Me humedecí los labios con saliva y el caer de las hojas del otoño nos encerraba en nuestro pequeño mundo perfecto.
--Mientes—solté, evitando así su respuesta, que nunca llegaba por cierto.
Me paré del suelo con brusquedad y de repente sentí sus fuertes brazos alrededor de mí antes de caerme al suelo, mi torpeza me acompañaba en mis peores momentos. Pronto quedamos mirándonos fijamente a la cara, el con dolor en la suya y yo con que era…ah sí, rabia.
 
24
Me besó tiernamente y mis manos impidieron que él se alejara, al contrario apretaron su cabeza contra la mía de tal manera que cada parte que nuestro cuerpo se tocaba se iba encendiendo algo dentro de mí que pedía a gritos ser liberado, el deseo subía y subía mientras más duraba nuestro beso.
De repente una barricada de pensamientos nubló mi mente. ¿Qué había  pasado minutos antes?
Plumas. Gabriel. Sueño. Lágrimas
 Nada tenía sentido para mi…
¿Me había desmayado? ¿Qué era lo que había sucedido exactamente? Suspiré al soltar sus sedosos labios en forma de corazón y ahora sus hermosos ojos me estudiaban de pies a cabeza. Mi respiración seguía acelerada por lo intenso de nuestros besos y desee que él no se apartara más de mí, era un anhelo secreto. Me ruboricé al levantar la mirada de nuevo.
El me miraba como si yo fuera la causa de un dolor interno muy severo.
--¿Por qué me dices que te importo? Y al otro momento te quedas callado—dije con su rostro a escasos centímetros del mío, mis piernas temblaban por nuestra cercanía.
--Alicia—dijo mientras me besaba suavemente el borde la boca y frunciendo el ceño mientras se alejaba, casi como si le doliera alejarse de mí.
--Gabriel, dime por favor—dije mientras intentaba respirar, no me había dado cuenta que estaba aguantando la respiración durante el casi beso. Y mis pulmones ya demandaban del oxigeno--¿Es que acaso no soy lo suficientemente buena para ti?—alce un poco la voz en la última palabra y él se giró totalmente a mí para luego volver a presionarme con su cuerpo con su cuerpo.
 
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frustrada en el césped del parquecito, no porque quisiese sino porque mis  piernas no me darían para más.
Me había rechazado, mi corazón dolía de una manera que nunca había experimentado, le odiaba por hacerme esto. Sabía que no era tan linda como las demás chicas, pero esto, era simplemente demasiado. Prácticamente me le lancé encima con un cartel de “bésame” y simplemente se apartó de mí.
--Lo lamento—dijo antes de que todo se volviera negro de nuevo.
Miles de plumas siguieron apareciendo en mis subconsciente.
 
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2
Todos los años para estas fechas papá me llevaba a ver los juegos de  baloncesto de la temporada en el estadio de fútbol de la ciudad, pero debido a su nuevo trabajo eso era algo casi imposible en estos días. Lo extrañaba como loca, y odiaba el hecho de que tuviera su nuevo empleo fuera de la ciudad y casi no pasara tiempo con nosotras. Mi cabeza palpitaba con ferocidad y casi podía sentir cada mínimo latido de sangre en mi cabeza al intentar respirar con brusquedad, me pasé la mano por mis pesados ojos y la imagen de mi padre cuidando de mí en mi cabeza, cada vez se iba desvaneciendo más y más.
Volví a pasar mis dedos por mi tabique nasal intentando empujar fuera el malestar que tenía y cuando me gire de donde estaba pude apreciar las luces amarillas y rojas jugaban a mezclarse en donde sea que estuviere, una  brisa cálida me abrigaba como si viviera a la orilla de una playa, era divino sentir esa brisa. De repente el dolor se apodero de mi a lo que diagnostique como un leve dolor de cabeza, pero algo dentro de ella palpito apenas me intente poner en pie, era como un proceso migrañoso que iba en aumento.
De repente me percate que estaba en mi habitación.
Toda rosa con muñecos de felpa en todos lados, no sabía cómo había regresado a ella, no después de…af…el dolor no me dejaba pensar.
Fue al baño de abajo por algunos analgésicos y vi que la casa estaba sola, mi madre estaba en el trabajo de enfermera y esta noche tenia guardia de 24 horas y papa era médico pero siempre tenía que atender alguno de sus congresos de médicos fuera de la ciudad, no recordaba donde. Debajo de mi la madera crujía debajo de mis pies.
Tome un vaso de agua y un analgésico.
El dolor incremento cuando sonó el teléfono de la casa, el ruido me llenaba los tímpanos como una avalancha cubre las casas. Respondí rápidamente, no soportaba el dolor.
--¡Alicia!—dijo Bianca con preocupación
--Bi..an..ca…--arrastré su nombre debido al dolor
 
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--Gracias a Dios que estas bien, pensé, pensé lo peor Alicia ¿Por qué no contestas tu teléfono celular?—grito por la bocina del teléfono
Alejé el teléfono de mi oreja un momento para visualizar la hora, habían  pasado muchas horas desde que el almuerzo había acabado.
--Ehn…Bianca. ¿Puedes venir a mi casa? No me estoy sintiendo bien—dije mientras me recostaba contra un taburete de la salita.
--Voy para allá—dijo Bianca
Deje de escuchar su voz y un fuerte bip bip bip.
Había colgado.
Apresuradamente busque asiento en uno de los muebles favoritos de papa, uno con un acabado hecho a mano o algo así, sentí leves arcadas venir a mí y me acurruque en el mueble rogándole a Dios que llegara Bianca rápidamente, necesitaba un médico, lo necesitaba ahora.
Veinte minutos después llego Bianca quien me vio temblando en el mueble, tuve pequeños periodos de lucidez en el camino al hospital, cuando me monte en el auto, cuando me hacían preguntas, de repente recosté la cabeza contra el cabezal de una camilla y sentí un pinchazo en mi antebrazo, vi como goteaba un frasco de solución 0.9 y una enfermera  ponía en ella algo con una jeringa, no soportaba el dolor, mucho menos ver cómo me colocaban algo para ello.
Voltee a otra dirección.
Bianca tenía ojeras y no paraba de llamar a alguien por el teléfono y mirar su reloj de muñeca.
Me imagine que estaba llamando a mis padres.
Cerré los ojos y simplemente me dejé llevar.
***
 
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El ruido de la sala de emergencia ya no era un dolor de cabeza, ahora de repente mis intestinos se movieron violentamente. No había comido desde hace mucho según mi estómago. Intente abrir mis pesados parpados con fuerza, la luz me cegó por unos instantes, pero cuando se adaptaron a la luz allí estaba mi madre, con su uniforme de enfermera hablando con Bianca quien le daba ánimos mientras yo estaba aquí tirada en la camilla.
Ya el frasco de solución 0,9 se había acabado y una enfermera, no recuerdo si era la misma o era otra a la anterior me lo cambio por otro. Y me miro con los ojos abiertos como platos.
--¿Ya te sientes mejor querida?—dijo casi en un susurro
--Mmm, si—dije con la poca voz que pudo salir de mi garganta
--Ya veo, tu madre y tu amiga han estado preocupadas ¿las llamo por ti?—  dijo mientras quitaba la aguja y me enterraba otra en el antebrazo
--Por favor—
Gire el rostro mientras me cambiaba el frasco.
Mi madre me lleno de besos toda la cara, nunca la había visto tan  preocupada. Ella estaba a mitad de guardia cuando llegue yo como  paciente, pensé. La culpa la tenia etiquetada en el rostro. A su lado Bianca apreciaba el espectáculo de besos en silencio.
--¿De verdad ya te sientes mejor?—dijo mi mama mientras me besaba la frente las mejillas y todo lo que hubiera en mi rostro
--Si mama—
--Esta bien, déjame arreglar eso con el médico de guardia—
Mama desapareció por las enormes puertas giratorias blancas.
Bianca se acerco nerviosa.
--Me has dado el susto de la vida Alicia, estoy muy molesta contigo ahora—dijo mientras entrecruzaba los brazos y fruncía el ceño.
--Lo siento—dije
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Pero pronto dejo lo mala y me dio un fuerte abrazo que impedía que mis  pulmones obtuvieran el suficiente oxigeno.
--Solo te perdonare si me llevas a comer a ese nuevo sitio—dijo mientras se secaba unas lágrimas que evidentemente no quería que yo viera que se le habían escapado.
--¿Cuál?—
--El de comida mexicana, me deberías invitar por lo menos un par de tacos—dijo con la sonrisa fresca de siempre
La amaba por eso, se contentaba fácil conmigo.
--Esta bien, hasta te dejare robarme la salsa—dije inmediatamente
Mi madre entro con un medico alto y guapo que me evaluó los signos vitales y me hizo un par de preguntas. Tenía el cabello rubio y ojos grises, era increíblemente guapo dije para mis adentros.
--¿Sientes esto?—dijo el médico mientras me golpeaba ligeramente con un  pequeño martillo, mi pierna se elevo involuntariamente.
Luego me evaluaron las pupilas y la presión arterial.
--Ya veo que estas mejor Alicia, espero que regreses a tu casa bien—dijo el médico.
--Me tomare el resto de la noche doctor, si no es molestia. Quiero acompañar a Alicia el resto de la noche—dijo mi madre
El médico y mi madre se apartaron de nosotras e intercambiaron números.
Era extraño, pero Bianca me saco de mis pensamientos nuevamente.
--¿Y entonces?—dijo como recriminación
--Y entonces ¿Qué?—dije
--¿A dónde se supone que fuiste después del almuerzo?—dijo cruzándose de brazos y sus ojos verdes acentuándose mientras me miraba.
 
--No—
Si lo hacía.
¿Pero que le iba a decir? Que vi plumas caer del cielo mientras estaba con Gabriel y luego nada. El sueño. El dolor. Todo era confuso. Y dolía intentar recordarlo.
--Bueno si…pero fue algo demasiado extraño Bianca—dije finalmente
--Cuéntame—
Bianca llevaba aun el uniforme de la escuela solo que con un suéter por encima, su cabello rubio caía por su rostro todo despeinado y el tono de verde oscuro de sus ojos se acentuaba cuando le pegaba la luz.
Respiré profundo.
--Eso lo vi—dijo ella
--Cuando estábamos afuera, algo raro pasó—dije nuevamente
--Entiendo—
Respire profundo, de nuevo.
--Mi cuerpo no reaccionaba, no podía moverme, me llevo a las ruinas de la iglesia anglicana y vi como empezaban a caer plumas blancas del cielo e inmediatamente como tocaban el suelo desaparecían—
 
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dieron de alta y Bianca no me había dirigido la palabra en lo que había quedado de noche.
El himno nacional sonaba de trasfondo mientras mi madre firmaba los últimos papeles de mi alta en el hospital y Bianca me ayudaba a vestirme con un suéter de lana blanco.
 Nos montamos en el auto de Bianca y nadie dijo nada hasta llegar a casa.
Mi casa era una casa blanca de dos pisos con algo de estructura antigua en ella, a mi madre le encantaba que fuera una casa antigua, aun recuerdo su frase cuando nos mudamos aquí hace un año.
--Aquí viviremos para siempre—dijo con alegría mientras se bajaba del auto corriendo como una niña pequeña.
Recuerdo que en esa época tenía yo solo quince años, y odiaba esta ciudad como nada en este mundo. El frio que hacía era horrible, me ponía el cabello con un frizz horrible, papa tendría que viajar para ir al trabajo todos los días lo que significaba que tendría que verlo menos tiempo y de paso, a mi perro Hunter no podía dejarle libre como en la vieja casa de campo, aquí tendría que cumplí reglas por el bien de los vecinos.
Hunter salto de mis brazos en dirección a la casa y yo le seguí con los  brazos entrecruzados y con rabia.
Pronto conocí a Bianca en una convención del libro en un centro comercial de la ciudad, yo comprando libros y ella acosando a él que es ahora su ex. Es un tema difícil ahora, así que ya no hablamos de ese ser.
Mi vida fue mejorando, ya tenía una amiga.
Quien saliendo de mis recuerdos un poco, me miraba de vez en cuando en el auto como preguntándose si mi cordura estaba bien o estaba mal. Tal vez  pensaba que me habían puesto suficientes narcóticos en el hospital para que dijera cuentos extraños, pero aún así trate de ignorarle. Miraba por la ventanilla del auto durante todo el viaje, y me acurruque en mi suéter la lana cuando me pegó el frío pensamiento que tal vez Gabriel si era malo, y me estuvo a punto de hacer daño. Miré con desconfianza ese pensamiento, el no era malo.
 
¿De verdad estaba bien? No, no lo creo.
--Solo cansada—baje del auto inmediatamente
--Te acompaño—dijo mamá sujetándome por el hombro
Bianca nos acompaño hasta mi habitación en silencio.
--Iré a preparar algo de desayunar y llamare a la escuela cariño ustedes faltaran hoy a clases, deberías llamar a tu padre en cuanto puedas, estaba muerto de preocupación —dijo mama antes de cerrar la puerta detrás de ella
La habitación quedo en silencio
--¿En verdad eso fue lo que paso?—añadió Bianca rápidamente
--Si—suspiré
Bianca parecía no tragarse mi historia, y no la culpaba, sonaba como una locura
--Bianca—dije en un susurro
Bianca había cerrado la puerta de la habitación antes de irse y las fuertes  pisadas de sus pies se escucharon mientras bajaba por las escaleras, un  portazo de la puerta y luego silencio.
Mama abrió lentamente la puerta y me tendió un teléfono celular y vi en sus ojos algo, como preocupación.
--¿Sucede algo con Bianca?—pregunto mama
--Solo esta molesta—dije
--Oh cariño, llama a tu padre mientras preparo algo de comer. No deberías  pelear con tu única amiga—dijo mama antes de irse
Única amiga…repetí en mi cabeza
Marque a papa quien atendió a la tercera repicada
 
--Ah, hola cariño ¿Cómo te sientes?—dijo el
--Fuerte como un roble—dije alegremente
--Lo siento tanto por no estar allí cariño, prometo llegar rápido, estoy ya de camino a casa—añadió el
--No tenias que cancelar lo del congreso papa—
--Si tenía, además eres mi única hija. Y yo soy médico, que clase de padre seré si no estoy contigo en estos momentos—añadió el
La verdad un poco dramático, pero me amaba como a nadie.
--Nos vemos en unas horas cariño, estoy en el tráfico—
--Está bien papa, te amo—
--También te amo mi niña—
 
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3
Siete días y siete noches pasaron sin ver rastro de Gabriel, se había esfumado de la escuela. Pasaba todo el día con la sensación de estar siendo observada y en las noches era perseguida por alguien que venía a mí con la intención de matarme, no quería que eso me pasara, me despertaba de golpe con el pulso acelerado y mirando siempre por la ventana, era algo ya casi mecánico.
Soñar, despertar, mirar por la ventana. Ya me estaba dando miedo la cosa.
Bianca me perdono, pero no del todo y yo lo sabía. Ella pensaba que le había mentido, y no era así, ¿pero como explico que eso era verdad y no una mentira? Mi padre pasaba casi todo el día trabajando solo le oía llegar a eso de 11 pm e irse a eso de 5 am, y a mi madre la habían transferido a una clínica en el centro de la ciudad, allí le pagaban mejor pero si antes no la veía, ahora menos. Además se estaba comportando de manera extraña, ahora usaba mas perfume del habitual para ir al trabajo, se ponía un poco mas de maquillaje…era raro
Pasaba todo el día sola en casa sintiéndome sola, valga la redundancia de  palabras.
Cuando me di cuenta ya era sábado, limpie la casa con esmero, primero el  baño y luego cada una de las demás habitaciones a eso de las cinco de la tarde llame a Bianca varias veces. A la segunda atendió.
--¿Dime que no tenemos plan para esta noche?—grito con alegría
--No tenemos plan para esta noche—alegue rápidamente
--Pues ya tenemos, vístete que voy para tu casa en diez—
Colgó
A los diez minutos estaba Bianca entrando a mi casa como perro por su casa con bolsas de compras en ambas manos
--¿A que no adivinas que haremos hoy?—dijo
--¿Qué?—
Saco unas mini faldas y unos tacones de las bolsas
--Iremos a nuestra primera noche a un bar—dijo ella
Mi cara fue de shock
--¿Qué?—
--Fiesta nena, fiesta—dijo mientras terminaba de sacar las cosas
--Necesitaríamos credenciales falsas, recuerda. Tenemos apenas diecisiete, no podemos ni siquiera beber legalmente—dije
--Novata—dijo mientras me tiraba una credencial falsa en el rostro
La tome en el aire
Decía Carolina Martínez, 19 años, soltera. Con una foto algo retocada mía,  parecía mayor a lo que soy.
--¿De dónde la sacaste?—dije
--Un amigo de papa—dijo ella mientras se bajaba los pantalones y se ponía una mini falda negra
--¿Cómo lo sobornaste?—
Ella era buena en eso.
--Digamos que papa no debe enterarse que el intento coquetear conmigo o si no estará despedido—dijo mientras se quitaba el sujetador y la blusa que cargaba y se ponía un sujetador con encaje rojo con piedras
--Oh, lo lamento—añadí
Se volteo en mi dirección haciendo un puchero
--Tranquila nena, yo fui la que estaba coqueteándole en primer lugar, pero  papa no se tiene por que enterar. Además el me cree más a mí que a cualquiera--
--¿Y que es todo eso?—dije mientras tomaba un sujetador de encaje negro de una de las bolsas
 
--Sexi—dijo ella alegremente
--Póntela—dijo mientras me lanzaba un vestido corto de lentejuelas rojo
Dos horas después que terminamos de arreglarnos Bianca llevaba una mini falda roja y una blusa con escote negra tacones de aguja negros y cinco capas de maquillaje sobre su rostro, el cabello rubio lo llevaba en un moño alto muy bien alisado. Yo por mi parte llevaba un mini vestido de lentejuelas rojo y tacones de color crema e iba igual de maquillada que ella, con miles de capa de maquillaje, tanto así que tapaba cualquier rastro de  juventud en nosotras, llevaba el cabello castaño suelto con una raya a medio lado. Parecíamos mayores a veinte.
¡Increíble!
Le deje una nota a mi mama en la cocina solo por precaución que estaría en casa de Bianca, y salimos totalmente bañadas en perfume de mama y con solo el dinero para ambos taxis.
Al llegar al lugar la emoción recorrió mi cuerpo, estaba a punto de hacer algo prohibido. Caminamos hasta la fila para entrar al sitio que tenía un gran letrero de SIETE el gran sitio de moda de la ciudad y en cuanto el  portero nos vio trague disimuladamente, Bianca se hizo pasar por ebria y nos miro de reojo por un par de segundos.
--Credenciales por favor—demando el gorila de la puerta con vehemencia
Pensé, hasta aquí llegamos. El gorila medía casi los dos metros de alto, llevaba camisa manga larga negra y corbata roja, junto con unos lentes oscuros y su piel morena, inspiraba miedo.
Bianca entrego la de ella primero con un toque coqueto
--¿Kiara?—repitió el gorila
--Si—afirmo Bianca
 
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--¿Nos dejaras pasar o qué?—grito Bianca mientras posaba una mano en su cadera en modo de enfado
--Solo quería ver el nombre de la diosa de mi corazón—dijo el gorila
Mi estómago se revolvió.
Asco.
--Por supuesto señoritas, pasen adelante—dijo mientras se comía con la mirada a Bianca.
Una vez dentro del lugar las luces de neón opacaron mi vista y el humo falso en mis pulmones ¿esto era todo? Un montón de gente bailando en la zona central con máscaras en sus rostros, otro sector donde proporcionaban  bebidas alcohólicas y otra donde caían grandes cortinas de terciopelo roja, creo que era la zona vip o algo así. Bianca me arrastro hasta el bar y pidió dos cocteles de nombres estrambóticos, que ni siquiera yo podía mencionar, el mío era en un tono azul con algo de rojo flotando encima de lo azul, el de ella era burbujeante a la vista en tono amarillo con una linda sombrillita en el. Bianca me miraba expectante
 
Sentí que alguien me tomaba por los hombros.
--¿Qué se supone que haces aquí?—dijo la voz aterciopelada con algo de enfado en ella, él estaba detrás de mí. Sentí la alegría recorrer todo mi cuerpo ante su contacto.
Me gire para verlo, era Gabriel quien llevaba la máscara después de todo.
-- Suéltame, no tienes derecho a pedirme explicaciones—demandé mientras recordaba su falta de tacto la última vez que nos vimos. Las plumas, las caricias, y también recordaba perfectamente como me había hecho desmayarme por segunda vez antes de llevarme a mi casa. La rabia iba ascendiendo en mí como cuando lanzas un fósforo a un tanque de gasolina— ¡Suéltame!—repetí ferozmente alentada por el alcohol.
 No me soltó, sus manos posesivamente ahora estaban en mis caderas. Empujé sus manos de ellas inmediatamente.
La música ahora estaba detenida y un hombre con traje gris increíblemente guapo se poso en la cabina de DJ, puso una tonada lenta y grito a cuatro vientos:
--¿Alguna damisela quiere bailar en el escenario?—
Mi piel se helo al ver Bianca levantar la suya e instintivamente levanto la mía.
--Wow, ya tenemos a las dos primeras chicas. ¿Alguien más? Se podrían ganar un Audi A4 cada una si quedan como finalistas así que anímense chicas—dijo el anfitrión de la fiesta
El llevaba traje gris y corbata azul marino, su cabello negro estaba echado hacia un lado con una sonrisa medio torcida y dientes perfectos. Varias chicas con cuerpos perfectos estaban subiendo hacia el escenario.
--Alicia, ¿Qué se supone que estas haciendo?—dijo Gabriel antes de que Bianca me empujara hacia el escenario. Lo último que lo vi cruzarse de  brazos y evidentemente tenía el ceño fruncido, su frente se arrugo detrás de la máscara.
Mi cabeza iba de Gabriel a Bianca.
¿Cómo se atrevía a enfurecerse conmigo?
 
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Subimos por las escaleras traseras al lugar rápidamente, ya arriba habían cuatro chicas mas, una morena con un vestido azul despampanante y curvas  perfectas, una rubia con el cabello corto por las orejas y vestido verde con encajes, una pelo rojo con piel blanca como la cal y muy delgada y otra que ante nosotras nos dejaba en ridículo, era hermosa con su piel morena y cabello rizado con curvas perfectas.
 Nos unimos a ellas y el anfitrión soltó un grito y luego llamo a uno de los DJs del sitio, todas comenzamos a bailar como podíamos, de repente la chica de cabello rojo fue eliminada y luego la rubia despampanante. Menos mal no era un concurso de belleza porque si no la primera en irse seria yo, o en su defecto Bianca.
Seguimos bailando, ahora el ritmo era más intenso, tocaban la canción de “David Guetta TITANIUM” mi favorita y comencé a mover el cuerpo como toda una profesional, Bianca me miraba de vez en cuando para hacerme reír e intimidar a las demás concursantes. De repente todos los  presentes comenzaron a enloquecer y a lanzarnos billetes mientras ellos también empezaban a bailar.
Varios reflectores se posaron sobre mi cabeza y me sentí como una estrella famosa, la música se detuvo y empezó una canción de “SKRILLEX” que no sabía cómo se llamaba solo sé que me encantaba como sonaba y en cómo cada una de las partes de mi cuerpo se movía frenéticamente.
Bianca movía el trasero como una diosa y me guiño el ojo para que mostrara mis mejores pasos, los que ella me había enseñado hace tiempo. Busque con la mirada al Gabriel pero había desaparecido, de repente cuando me voltee a mitad de un paso sexi allí estaba él pasmado.
Parecía que había visto un fantasma. Me miraba de arriba abajo con su mirada penetrante y lo vi ponerse incluso ¿nervioso?
Decidí ignorarle y seguir bailando, a lo último quedamos de finalistas Bianca, la chica con piel oscura que tenia por nombre Kimberly y yo. Todas nos ganamos un Audi A4. Bajamos del escenario apenas pudiendo respirar, y gritamos con la emoción.
--¡Oh por Dios ah sido tan emocionante!—grito Bianca
Gritábamos y bailábamos como adolescentes que éramos.
 
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Si, si parecíamos adolescentes. Menos mal no había nadie que nos viere en ese momento.
--¿Te fijaste que use ese paso que me enseñaste la otra vez? Fue de lo más emocionante—dije y me calle inmediatamente, el anfitrión de la fiesta nos llevaba para reclamar nuestro premio nos señalo con el dedo la entrada a una puerta trasera del edificio, caminamos por varios pasillos de ladrillos encementados y cruzamos varias veces por portones eléctricos, allí al final estaban los autos.
Los Audis A4 estaban allí, uno color perla, otro en plata y el otro en negro. Kimberly ya estaba encima del Audi A4 negro así que Bianca escogió el  perla y yo me quede con él plata. Eran hermosos.
Bianca quedo en enviar los abogados de su padre para arreglar todos los  problemas “legales” con el anfitrión, ya que dado, no habíamos entrado legalmente al lugar ni éramos mayor de 21.
--Pequeños detalles—bufó Bianca mientras marcaba un par de teclas de su  blackberry rosa
--Le estoy marcando a un abogado de papá, el siempre sabe qué hacer con estos líos legales—dijo mientras se concentraba más en su teléfono
--Vale, oye Bianca—dije y Bianca subió la mirada inmediatamente--¿Has visto al tío de la máscara?—dije ahora con vergüenza en mi rostro Bianca me estudiaba con el ceño fruncido.
--Aja—dijo lentamente a la espera de mi explicación a mi pregunta.
--Es Gabriel—dije ahora mirándole nuevamente.
Los ojos de Bianca se abrieron como platos y su boca formó una perfecta o.
--¡Vale eso es genial!—exclamo Bianca—Ahora puedes preguntarle donde se había metido en estos sietes días—dijo ella mientras terminaba de atender una llamada a su blackberry, los abogados de su padre parecían no dormir, eran más de las doce de la noche.
 
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--Conseguiré esos autos, aunque tenga que sobornar a media ciudad—dijo Bianca mientras pasaba su peso a una de sus caderas—Y será mejor que tu consigas ciertas respuestas de cierto jovencito—dijo Bianca guiñándome un ojo
--¿O si no que?—dije riéndome un poco tonta.
--¡O iré yo personalmente y le robare algo más que información!—agregó Bianca, y es que ella era buena con los chicos, es decir, había perdido su virginidad a los trece con un chico siete años mayor que ella. Tenía labia.
Pero la idea de Bianca coqueteando con Gabriel me repudió, en vez de  pensar en eso dije:
--Tengo sed—añadí rápidamente mientras me tocaba la garganta
--Volvamos al bar—
Caminamos contoneando las caderas como habíamos practicado miles de veces cuando de repente el chico de la máscara se encontraba en uno de los laterales de la barra tomando un poco de soda con el ceño fruncido. Me le acerco lentamente, me siento en el taburete a su lado de manera coqueta y  pido otro trago. Gracias a Dios esta noche era barra libre, sino el dinero  para el taxi lo hubiera dejado solo en un trago.
El bar tender me pasa una bebida transparente con una aceituna en el fondo de una copa triangular, creo que un Cosmopolitan, me sorprendo a mi misma sabiendo el nombre del trago. Es refrescante y seco. El chico de la máscara no pudo apartar la vista de mí. Primero mira el escote pronunciado de mi vestido y luego a mis largas piernas, devorándome de arriba abajo.
 No lo hubiere hecho de no saber quien se encontraba detrás de la máscara.
De no saber que era el chico con el que no he parado de soñar durante estos  benditos siete días y siete noches, y reí para mis adentros cuando recordé que el lugar también se llamaba SIETE.
Irónico, pensé.
 
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caminamos hasta el final de un pasillo en las afueras del club. Pensé en enviarle un mensaje de texto a Bianca si sucedía cualquier cosa.
Bianca me miraba perpleja desde el otro lado del club y levanto una copa en mi dirección, ella estaba disfrutando esto.
El vapor del club salía por debajo de una de las puertas por las que habíamos salido, un hombre de contextura gruesa estaba recostado detrás de una pared del pasillo fumándose un puro y haciendo bocanadas de humo  para nosotros, levantó el puro y nos hizo una reverencia. Seguimos caminando un poco más.
Llegamos finalmente al final de un callejón, una ambulancia pasó instantáneamente a nuestro lado, llevaba algún herido, iba a gran velocidad. El chico de la máscara tenía sus ojos clavados en mí, al punto que sentí que mi piel quemaba en su presencia.
Tenía miles de preguntas que hacerle, muchísimas, sobre todo ¿Qué había sucedido ese día? Después de salir al patio con el ya nada estaba en mi memoria, si me había desmayado o algo merecía saber. Además como había sabido mi dirección de casa, o incluso haber entrado. Era espeluznante.
--¿Qué fue lo que sucedió ese día? El día que te acompañe fuera. Creo que merezco una explicación—dije valientemente
--No quieres oírla, además, tengo sentimientos egoístas. Te quiero cerca de mí, por lo menos por el momento—dijo acercándose a mí cuerpo, puso su  boca cerca de mi oído lentamente
--¿Qué es lo que planeas hacer exponiéndote así? Tan provocativa—  demandó él con furia. Subió su mano por mi muslo y todo mi cuerpo se tensó al contacto.
--¿Exponerme?, ¡soy joven puedo exponerme cuanto quiera!—casi soné como una adolescente malcriada, le aparté de mi con una mano, me sorprendió que use toda mi fuerza y apenas se movió un centímetro
--De verdad me frustras Alicia—sus ojos azules oscureciéndose cada minuto
Y allí estuvo de nuevo
 
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Intente quitarle el antifaz con mis dedos, pero me detuvo en el proceso, en vez de eso tomo dos respiraciones y sostuvo mis manos junto a su cara acariciándose con ellas las mejillas. Algo dentro de mí se despertó, en realidad me gustaba que me tocara, me gustaba tocarle, me sentí perdida y encontrada al mismo tiempo. Pero el me miró y me soltó ambas manos.
--Lo siento—dijo ahora miraba mis ropas como si fuesen impuras, que en realidad no es que hubieran sido para lo contrario.
--Toma—me pasó su chaqueta por encima de los hombros y la cerro por el frente con uno de los botones.
De repente en medio de ese callejón el tiempo se volvió a detener para mí, solo que ahora no había plumas cayendo ni nada fuera de lo normal solo él y yo mirándonos impasiblemente. Quería besarle, tomar su rostro entre mis manos y juntar mis labios con los suyos. Nunca había sentido esto, deseo. Pero allí estaba haciéndome sentir devastada y aliviada al mismo tiempo.
--¿Podrías por favor regresar a casa y ponerte a salvo?—dijo casi en tono de súplica.
--Pero si no estoy en peligro—alegue rápidamente
--Alicia he estado observándote toda la noche, es cuestión de tiempo que alguno de los tipos en el club te inviten un trago y quieran propasarse contigo—dijo con el ceño fruncido
Ahora sus ojos azules se intensificaron en color, ya no eran azul cielo eran un azul muy brillante casi eléctrico. Pensé que era mi vista que me engañaba pero allí estaba él, un reflejo de la perfección con los ojos más increíbles que había visto en toda mi vida. Brillaban como las luces de navidad, aún mejor que eso.
Eran preciosos.
--¿Cómo sabes eso?—dije
 
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“AVISAME SI NECESITAS UNA SALIDA DE EMERGENCIA” decía el mensaje de Bianca en cuanto lo revisé, tecleé algo de vuelta mientras Gabriel me miraba con gesto asombrado.
“TODO BIEN” tecleé casi sin respirar, el no apartó ni un segundo su mirada de mí mientras escribía.
Me besó los labios tan tiernamente que hasta mis piernas temblaron debajo de mí y un suspiro salió de mis labios, le deseaba como nunca antes había deseado a alguien. Pasé mi mano por su cabello negro y liso y lo enrede con mis dedos para mantenerlo más cerca de mí, el gimió un poco al ver que intenté profundizar el beso.
Se apartó un poco, ahora me veía diferente, algo de culpa se presentó en sus ojos.
--No, no eres capaz de hacerme daño. Tu eres bueno—dije acercándome a él, quien para evitar mi contacto se recostó aún más de la pared que estaba tras suyo. No había mucho espacio en el callejón pero hay estaba yo, deseando que me tocara, aun cuando me había dicho que me iba a lastimar, mi cabeza estaba ya dando vueltas por el alcohol y mis pies comenzaban a doler por los tacones.
Allí estaba él, la figura perfecta de un hombre con la cara desfigurada por el dolor. Ahora la camisa de vestir estaba por fuera y el cabello un poco despeinado por la brisa fría de la noche.
--Vete—dijo mientras se tocaba el tabique de la nariz con los largos dedos que tenía como para reprimir un instinto.
--¡No!—dije
--No—repetí
--No me tienes miedo ¿cierto?—dijo el
 
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--Deberías simplemente alejarte de mí. No sabes cuánto autocontrol tengo que tener para simplemente no tomarte en este callejón oscuro y hacerte mía—
Ante esta revelación la sangre se drenó de mi rostro.
--Y no, no seré ni dulce ni paciente con la última virgen de la escuela—dijo metiendo las manos en sus bolsillos y mordiéndose el labio fuertemente.
--¿Cómo sabes que soy?—dije
 No me dejo terminar la frase
--¿Qué? ¿Virgen? Eso se te nota en la cara, y bueno…también tienes esa aura especial de las vírgenes, que con ojos normales simplemente no…-- dejo en suspenso su frase, ya mis ojos estaban abiertos de par en par
--Oh, Gabriel—dije su nombre en un susurro
--No soy bueno para ti, aléjate y sigue con tu vida por favor—dijo mientras me presionaba contra la pared con una de sus manos y con la otra sostenía mi mentón para que pudiera mirarle a los ojos, mi entrepierna sintiendo  perfectamente todo su cuerpo.
--¿Por qué?—dije ya con lágrimas en los ojos, y me sentí estúpida por estar llorando frente a él.
Me miró con sus ojos y sentí que me atravesó el alma, luego detrás de él apareció un ala enorme como la de un ángel pero esta no tenía plumas  blancas como las que había visto antes, eran diferentes, mucho más hermosas.
Suspiré mientras observaba eso.
--Tu no eres humano ¿y qué?—dije casi en un susurro
 
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--¿Quiénes? ¿Los arcángeles?—dije pasándole los dedos por el reborde de sus perfectos labios en forma de corazón.
--Ellos mismos—ahora él miraba con ferocidad mis labios como si deseara arrancármelos.
Me presionó contra la pared nuevamente y ahora pude escuchar un gemido ahogado en su garganta mientras me besaba con ferocidad, devorando mi  boca con evidente salvajismo y jugueteando con mi lengua mientras me subía el mini vestido y tocaba con rapidez mis muslos y espalda. Estaba totalmente perdida, acalorada, y deseosa de que él me hiciera suya en ese asqueroso callejón subí mis piernas alrededor de él para acercarlo más a mí y me comenzó a abrir el vestido por la cremallera lentamente, mis dedos entre su cabello negro aprisionándolo aún más y queriendo acercarlo aún más de lo que ya estábamos. Le deseaba. Quería que fuera él el  primero…Le besé con más fuerza y se apartó bruscamente de mí. Su respiración forzada y entrecortada, y su mirada de dolor me recorrió de arriba abajo con el vestido casi caído y con el cabello revuelto. Ambos estábamos en las mismas condiciones, acalorados y con ganas de llegar al clímax de esta tensión sexual.
--Alicia no puedo sobrepasarme contigo—dijo mientras yo me subía la cremallera de mi vestido. Ya era la segunda vez que me rechazaba.
Inmediatamente lo dijo se abalanzó sobre mí, cerré los ojos y de repente el ya no estaba, solo había una pequeña pluma negra en el suelo, que inmediatamente se desvaneció al tener contacto con el suelo frío.
Bianca salió apurada por la puerta trasera.
--¡Hey Alicia! ¿Qué haces aquí sola? Ven adentro esto se esta poniendo  bueno—agito su mano sobre su cabeza y entró en el club nuevamente.
Pero ahí me había quedado yo, helada.
 
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4
Ese mismo día cuando regresamos del club SIETE, Bianca venía medio dormida y un poco prendida porque no decirlo, su cabello rubio ahora era una maraña y justamente me sentía como una niñera en estos momentos.
--¿Ally?—dijo Bianca mientras se estiraba en el asiento del taxi--¿Ya llegamos?—dijo nuevamente.
--Ya casi—dije casi en un susurro el taxista nos miraba de vez en cuando  por el vidrio de su taxi para asegurarse que Bianca no se vomitara dentro de él.
Le pague el dinero al del taxi y ayude a bajar a Bianca del automóvil poco a poco, metí la llave en la puerta delantera y me entró el pánico cuando la llave giró sin problemas, estaba abierta.
La casa estaba en oscuras, el miedo apoderándose de mi sistema. Dejé a Bianca afuera e intente despertarla con movimientos bruscos y nada pude hacer para despertarla, ella estaba fuera de combate, tendría que hacer esto sola. Busque en la cesta que estaba lateral a la escalera y saque una sombrilla que había sido de mi abuela anteriormente, de madera maciza. Si era un ladrón tendría con que defenderme.
Una pisadas en el piso de arriba y lo supe, marque al 911. Cerré la puerta de la casa y me devolví por la puerta de entrada de la casa, una figura alta y curvilínea se apareció detrás de mí y me empujó contra la grava del patio de la casa, Bianca estaba inconsciente por el alcohol y me giré para enfrentar a mi agresor.
Una mujer de veinte tantos me miraba con desprecio.
--¿Tu quien eres?—grité
--Eso debería preguntarte yo a ti—dijo escupiendo cada palabra delante de mí
La rubia entrecerró los ojos con fiereza y algo dentro de mí se estremeció con violencia. Todos los vellitos de mi cuerpo se erizaron en respuesta.
--¿Qué haces en mi casa?—dije arrastrándome hacia atrás
 
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--Solo vine a matarte—dijo mientras sacaba un arma nueve milímetros y la apuntaba directamente a mi cara.
El miedo se apoderó de mí. Y la golpeé en la entrepierna con todo lo que  podía. Me ayude a levantar del suelo y la empujé contra la grava fuertemente. La pistola salió disparada en dirección a la puerta de la casa. Un fuerte quejido salió de la boca de esa extraña mujer.
Bianca seguía dormida, era imposible. Pensé rápidamente en todas la vías escapatorias de esta situación, descartando una a una al ver que no podía dejar sola a mi mejor amiga. Si no ella estaría muerta también. Se revolcaba del dolor mientras se levantaba del suelo y me asesinaba con la mirada.
--Me ha dolido eso—dijo mientras se levantaba del suelo
Era blanca casi rosada con cabello rubio corto por las orejas, ojos rosados cosa que me hacía desconcentrar totalmente, eso no era natural. Delgada como una femme fatale con enormes pechos y cintura pequeña, toda una modelo en su complexión. Mi cuerpo estaba tenso y no reaccionaba ante mis estímulos, no otra vez, pensé. Miré nerviosa a Bianca.
¿Ahora qué hago?—pensé.
--No te preocupes por ella, le he puesto algo en la bebida—dijo señalando a Bianca con su uña perfectamente arreglada
--¿Drogaste a mi amiga?—soné muy molesta, mi voz se elevo dos tonos
--Tenía que tenerte para mi solita—dijo mientras me daba un fuerte golpe que me hizo irme un poco para atrás
Caí un par de metros detrás no sin girar sobre la grama y rasparme las rodillas un poco.
--Y deleitarme como te destruía de a poco—dijo mientras me pateaba un costado del tórax
Giré del dolor de nuevo.
--Duele—dije entre dientes
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Tenía que llegar a la pistola, sin importar como, tenía que llegar. Si no, estaría acabada.
Otro golpe fue recibido ahora por mi estómago.
--¿Por qué me quieres asesinar? ¿Qué represento para ti?—solté rápidamente el dolor era insoportable ya. Escupí sangre.
--Tienes algo que es mío, lo quiero de vuelta—
 No entendía que me decía. ¿Algo que era de ella? Eso era absurdo.
--No es cierto, te has equivocado de persona—alegué inmediatamente, solo era cuestión de tiempo en que llegaran los policías y podría salvarme de esta situación. Escupí otra bocanada de saliva con sangre al recibir otro golpe, este iba directamente a mi rostro y caí a varios metros de distancia. Si seguía así me iba a terminar de nuevo en el hospital. Tenía que hacer algo para detenerla.
Me levanté de la grava y ella me miraba con aún más desprecio.
--¡El es mío! ¿Oíste?—dijo mientras sacudía su imponente dedo frente a mi rostro.
Miré en dirección al arma y luego hacia ella. Aún quedaba la posibilidad de que la pudiere alcanzar. Ella pareció leerme el pensamiento porque se abalanzó sobre el arma antes que yo, alcanzándola y empujándome de nuevo contra la grava y el césped de la casa.
--¡No se de que estas hablando!—le alce la voz
--Gabriel—dijo como que si eso me sacara de todas las dudas—Es mi novio ¿entiendes?—dijo mientras comenzaba a cargar la pistola de nuevo, era evidente que estaba disfrutando ese momento porque una sonrisa maléfica se posó en su rostro.
--¿Y eso qué?—escupí las palabras—El no me quiere—dije mientras me tapaba la boca para evitar escupir más sangre
 
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cuerpo se heló al escuchar el ruido de la bala, me cubrí el rostro para evitar así el impacto de bala, siguió disparando para verme allí acorralada y asustada pero esta vez hacia el cielo, como si se estuviera burlando de los demás ángeles al hacer eso. Se le acabaron las balas y se apresuró a recargar, el estuche de balas nuevo se le cayó inmediatamente y al verme allí me comenzó a golpear con olas de aire, primero fueron más violentos y luego fueron disminuyendo.
Cuando se apresuró a golpearme nuevamente ya mi cuerpo dolía por todas  partes, cuando iba a pegar el grito de mi vida, apareció quien menos esperaba.
Gabriel.
Detuvo con una m