Ayahuasca y Cáncer
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AYAHUASCA (YAGÉ) Y CÁNCER: UN TESTIMONIO DE CURACIÓN
Por: Donald M. Topping, .D. Traducción de Helmer Hernández Rosales
Tomado de: The Bulletin of the Multidisciplinary Association for Psychedelic Studies. MAP
Volume 8 Number 3 Autumn 1998 -pp. 22-26.
Después de ser diagnosticado con cáncer de hígado, el autor fue advertido por los
oncólogos que sus oportunidades de sobre vivencia eran mínimas. Entonces acudió al yagé
por una segunda opinión.
Hace un año no pensaba que estaría escribiendo acerca de dos asuntos que generalmente
son considerados tabúes. Uno de éstos es el cáncer. Nosotros evitamos mencionar el cáncer
porque revela nuestros miedos a la muerte y al dolor. Cuando se rumora que un compañero
de la oficina tiene cáncer, este es visto de una manera diferente, evitamos el tema, o
hablamos en voz baja sobre él. Quisiéramos que no existiera.
Por razones completamente diferentes, la Ayahuasca se menciona en voz baja. La DEA - el
gran árbitro de todos los químicos en América - es responsable por este tabú y ha
clasificado al DMT, uno de sus constituyentes, como Fármaco de Clase I, convirtiéndolo en
ilegal y casi inalcanzable para la investigación espiritual, médica, sicológica y
neurocientífica. Como en el caso del cáncer, también tendemos a hablar del yagé en
susurros.
Ahora que disfruto de los privilegios de una persona recientemente jubilada, y de ser amigo
del cáncer y el yagé o Ayahuasca, puedo hablar libremente de los dos. Menciono la palabra
"amigo" porque ésa es la manera como veo la relación que ahora tengo con ambos.
Probablemente mi relación directa con el cáncer empezó con mi nacimiento hace sesenta y
ocho años cuando llegué al mundo con una estructura genética determinada, en parte, por
los miembros familiares de generaciones anteriores, quienes habían muerto de cáncer
colorectal metastático. Si hay alguna validez para la teoría de predisposición genética, yo
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estaba directamente en la línea para una experiencia de primera mano con las células que
tienden a formar los tumores de una manera frenética.
El diagnóstico
Y eso precisamente fue lo que me pasó hace diez años cuando me diagnosticaron cáncer de
colon. Como me sentía bien, tuve dudas sobre la exactitud del diagnóstico y solicité ver la
biopsia en compañía de un patólogo. Efectivamente, con la ayuda de un microscopio, vi
con mis propios ojos las pequeñas células, apiñadas como gotas de barro rojizo.
¿Cómo pasó eso? Me pregunté. La intervención quirúrgica inmediata fue la orden. Yo me
negué y decidí experimentar con la medicina natural. El cirujano y yo acordamos un
itinerario durante cuatro meses durante los cuales seguí un régimen de naturopatía: micro-
dosis de varias substancias, dieta vegetariana, visualización, descanso suficiente y ejercicio.
Después de este período, la segunda biopsia no reveló ninguna célula cancerígena. Yo
estaba alborozado; el cirujano estaba desconcertado y sugirió otra biopsia en dos semanas,
lo cual acepté. Entonces el descubrió un poco más de tejido con células cancerígenas y me
convenció que debía operarme. Lo hice, y cinco años después se dijo que yo había sido
"curado" a través de las maravillas de cirugía.
Recaída
Todo iba bien hasta septiembre de 1996, cuando un examen físico rutinario reveló que mi
cuenta de CEA- un indicador de actividad carcinogénica – estaba alta. Otro análisis de
sangre mostró brevemente después de esto que la cuenta de CEA subía rápidamente.
Posteriores exámenes revelaron dos sombras oscuras de apariencia sospechosa en el lóbulo
derecho de mi hígado. Una biopsia se realizó pronto en el tejido extraído del área
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sombreada. El veredicto del patólogo fue Cáncer. Habiendo perdido a un abuelo y a un
padre por causa del cáncer metastático de hígado yo estaba tremendamente preocupado por
este nuevo desarrollo. ¿Qué hacer?
Una consulta preliminar con uno de los oncólogos determinó que la cirugía podría ser una
posibilidad, siempre que no hubiera ningún otro tumor en mis órganos vitales o glándulas
linfáticas. Eso significó exámenes extensos.
Pronostico
Mientras esperaba los resultados, fui a la biblioteca médica de la Universidad de Hawái
para hacer alguna investigación sobre cáncer de hígado. Me remití a la "Biblia" de la
oncología, un tomo de dos volúmenes titulado Cáncer: Los principios y Prácticas de
Oncología (1989), editado por Vincent T. DeVita, Jr. Me dirigí a la Sección 3: El "
tratamiento del Cáncer metastático del Hígado, " por John E. Niederhuber y William D.
Ensminger. El párrafo inicial tenía las siguientes palabras alentadoras: "La propagación de
las células malignas de un tumor primario en el hígado y su crecimiento allí dentro conduce
a una grave prognosis para el paciente. Mientras estos tumores de hígado meta-estáticos
pueden ser la primera evidencia de la progresión del cáncer de un paciente, y a menudo -
sobre todo en el cáncer del colorectal – son los únicos tumores descubiertos, ellos casi
siempre indican la diseminación extendida de la enfermedad. A pesar de los avances en el
descubrimiento temprano de la metástasis del hígado, el desarrollo de nueva droga, las
técnicas quirúrgicas mejoradas para la resección, y las terapias innovadoras, la mayoría de
los pacientes no sobrevivirán." (Pág. 2201) El resto del capítulo se consagraba a sostener
esa prognosis triste. En una palabra, el futuro parecía bastante sombrío. Entonces empecé a
buscar información sobre las terapias alternativas.
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Buscando una alternativa
En primer lugar me dirigí donde el Dr. Andrew Weil quien me recomendó lo siguiente: 1)
Hágase quitar el tumor quirúrgicamente si es posible; 2) Empiece tomando micro-dosis del
extracto del hongo maitake; 3) lea el libro de Michael Lerner, las Opciones para sanar.
Esperando respuesta a los pedidos por correo de maitake y del libro de Lerner, tuve otras
consultas con los cirujanos que no eran precisamente alentadoras.
Me dijeron que mis oportunidades de supervivencia eran alrededor de 25-30%. Otro lo puso
por debajo del 15%, si se tiene en cuenta los riesgos del mismo procedimiento quirúrgico.
Tal parecía que ellos también habían leído la Biblia del cáncer de Vito. Además me
advirtieron que en caso de que la cirugía fuera posible, yo debía continuar el tratamiento
con una quimioterapia intensa de un año para exterminar cualquier célula cancerosa
restante (junto con la mayoría de células saludables) que sin duda podía haber quedado
flotando en mi torrente sanguíneo.
Cuando el libro de Lerner llegó por correo, yo me senté y leí tan rápidamente como fue
posible sus 621 páginas fascinantes. Al mismo tiempo, empecé tomando el extracto del
hongo maitake, y a prepararse físicamente y mentalmente para la cirugía y el tratamiento
siguiente. Durante este período descubrí más literatura sobre las terapias alternativas,
incluso Essiac, dietas macrobióticas, reiki y enemas de café todos de los cuales ofrecieron
más esperanza que la Biblia del oncólogo.
La cirugía
El cirujano (apropiadamente llamado Dr. Payne) quitó la mitad derecha de mi hígado el 26
de noviembre de 1996. Durante los siguientes cinco días fui conectado a varios catéteres
uno de los cuales ponía morfina directamente en mi espina.
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No fue hasta mi salida del hospital que comprendí cuando había sido agredido mi cuerpo,
no sólo por el cuchillo del cirujano, sino por una mezcla de drogas que son parte del arsenal
de la agresiva cirugía. La idea de otra agresión por la quimioterapia era aterradora.
En algún momento, durante el período de recuperación dolorosa de la operación, recordé
haber leído algo, en alguna parte sobre las propiedades curativas de la Ayahuasca. No lo
tuve en cuenta en el momento, puesto que parecía improbable que yo iría al Amazonas, y
no estaba interesado particularmente en una experiencia psicodélica. Además, requería
reposo para mi mente que todavía estaba convaleciente de las heridas físicas y psíquicas de
la cirugía mayor cuyo resultado era dudoso.
Tres semanas después de la cirugía, fui a mi cita con el oncólogo quien propuso empezar
inmediatamente el tratamiento de la quimioterapia. Cuando yo le dije que había decidido no
hacerlo, porque yo no creía que el ataque extenso a mi cuerpo sería beneficioso, él parecía
ofendido, quizás incluso dijo algunos insultos. Cuando le conté mi plan para seguir un
programa de terapias alternativas, él se rio disimuladamente, pero me deseó suerte.
A principios de abril oí hablar de un grupo que usaba la Ayahuasca en la Isla Grande de
Hawái. Empecé a hacer preguntas que me llevaron a un hombre joven que había estado con
el grupo en varias experiencias o " trabajos" como son llamados en la Iglesia del Santo
Daime Daime de Brasil.
Nos reunimos en mi casa durante una tarde. El habló sin parar durante más de tres horas
sobre el sacramento y sus propiedades curativas psíquicas y físicas. Me sentí fascinado
cuando al escucharlo y concluí que debía encontrar una manera de vivir esta experiencia,
para darme cuenta por mis propios medios si las historias que yo había leído y había oído
era verdad. ¿Ésta realmente podría ser una experiencia curativa, o era sólo otro viaje
psicodélico?
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Unas semanas después supe que habría unos "trabajos" en la Isla Grande, y que yo podía
participar en el grupo. Acepté inmediatamente aunque yo todavía estaba en una condición
débil debido a la cirugía. Esto parecía ser mi introducción a la Ayahuasca.
El grupo se encontró al atardecer en una loma aislada dónde un devoto del Santo Daime
había construido una casa, consistente en un cuarto hexagonal grande con tres o cuatro
alcobas. (Yo aprendí después que el hexágono es un símbolo importante dentro del Santo
Daime.) Aproximadamente sesenta personas de Hawaii se habían reunido para el evento, la
mayoría lo había hecho antes. Nosotros estábamos todos vestidos en blanco (como era el
requisito), y cuando llegó el momento de empezar tomamos nuestros sitios en sillas que se
habían colocado en dos semicírculos que se enfrentan, los hombres en un lado y las mujeres
en el otro.
En ese momento empecé a comprender, para mi frustración, que estaba en una experiencia
de grupo muy estructurada, nada de lo que yo me había anticipado a partir de mi lectura
limitada sobre la manera tradicional como la Ayahuasca se usa tradicionalmente en la
Amazonia. No obstante, entré en la experiencia con esperanza y aprehensión. El dolor
residual de la cirugía era un recordatorio constante de la razón por la cual yo estaba allí.
No describiré los rituales del Santo Daime que observé durante las dos noches sucesivas de
los "trabajos", más bien, me enfocaré en mi propia experiencia para la cual, yo no estaba
preparado. Mi único marco de referencia era las experiencias limitadas con LSD, hongos y
mezcalina durante los años sesenta y ninguna estaba asociada a la curación. Yo quería
descubrir que tenía la Ayahuasca que condujo a las aseveraciones sobres su capacidad de
sanar y enseñar.
La primera sesión
Después de algunos rituales litúrgicos preliminares, nos alineamos para recibir nuestra
primera taza de Ayahuasca justo después de la puesta del sol. Una segunda dosis se dio
aproximadamente dos horas y media después. A los veinte minutos empecé a sentir algo así
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como un efecto que parecía un poco familiar recorriendo todo mi cuerpo. Eché una mirada
alrededor del cuarto, y noté que otros estaban haciendo lo mismo, mientras se movían en
sus sillas e intentaban cantar las versiones litúrgicas de los ícaros en portugués. A esta
altura, empecé a preguntarme si había tomado la decisión correcta. Entonces, de repente, la
planta me atrapó y me llevó a través de un viaje prolongado hacia otra realidad, un viaje
para el cual yo no estaba totalmente preparado.
Cuando intento describir mi experiencia con la Ayahuasca a otros que conocen algo
sicodélicos, les digo que el LSD y los hongos distorsionan y proporcionan nuevas formas
de la realidad con la que se está familiarizado; la Ayahuasca lo conduce a una realidad que
usted nunca antes ha visto, ni ha imaginado. Cuando cerré mis ojos, las imágenes -si
pueden llamarse– empezaron a correr a una velocidad creciente ante mí. Los remolinos de
colores, formas, texturas y sonidos simplemente me avasallaron al punto que me quedé
inmóvil. Como muchos otros antes que mí, sin duda, me asusté un poco. ¿Para que yo había
permitido esto? Cuando abrí mis ojos la fantasmagoría de formas desapareció, y me vi en el
mismo cuarto con los otros, todos vestidos de blanco, la mayoría de quien estaba moviendo
sus labios con las canciones que cantaban los brasileños del Santo Daime. Cerré mis ojos de
nuevo, e inmediatamente las imágenes volvieron a surgir con intensidad, parecían estar
intentando entrar en los escondrijos más profundos de mi cuerpo y alma. Yo pensé: “eh,
esto no es muy divertido”. Después de este período de desorientación inicial, pude recobrar
mi enfoque en lo que inicialmente me trajo aquí.
Yo era un hombre condenado. Los oncólogos y su Biblia me dijeron que mis oportunidades
de supervivencia eran limitadas. Yo había venido a la Ayahuasca para una segunda opinión.
Entonces empecé a dejarme llevar y a permitir que la planta haga su trabajo.
Ahí fue cuando empecé a captar la primera vislumbre del mundo increíble y abrumador dla
Ayahuasca. No había ninguna vuelta atrás ahora. No había nada que hacer ahora sino
permitir que ocurriera.
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Las visiones de la Ayahuasca
Al igual que otras personas han relatado, vi plantas, serpientes, pájaros y animales
parecidos a jaguares que volaban, se arremolinaban, se contorsionaban y corrían casi a la
velocidad de la luz a lo largo de todo mi sistema, como si estuvieran explorando un nuevo
hábitat.
Al principio, ellos no me prestaron atención, aunque intenté retenerlos bastante tiempo para
tener una aproximación más íntima. Al rato, sin embargo, uno de ellos corrió hacia a mí, se
detuvo momentáneamente, luego se apresuró como sí tuviera un asunto urgente en alguna
otra parte. Después otro se aproximó a mi cara e hizo lo mismo.
No había tiempo para algún tipo de comunicación entre mí y las cosas que yo estaba
viendo. Era como si ellos quisieran hacer un inventario completo de quién yo era y qué está
pasando dentro de mí antes de que ellos estuvieran listos para hablar. Después de un rato
(uno pierde la noción del tiempo con la Ayahuasca) las figuras o visiones empezaron a
reducir la velocidad y a perder un poco de intensidad.
Yo estaba bajando, contra mi voluntad. Mis preguntas – cualquiera que fueran - no se había
contestado todavía. En ese momento, el líder de Daime hizo una señal para alinearse para la
segunda dosis de la bebida. Innecesario decir, entre el grupo de sesenta personas habían
muchos que se estaban purgando a través del vomito; yo no estaba todavía entre ellos.
Cuando la segunda ola se apoderó de mí, yo me sentía mucho más relajado y preparado
para hablar con los animales si sólo ellos hablaban conmigo. Como en una pista, las figuras
veloces empiezan a detenerse, me miran y sonríen antes de lanzarse de nuevo en su mundo.
Entonces, de repente, vi un profundo vació negro. Nada más que oscuridad quedó en el
lugar. Todas las luces, colores y formas desaparecieron mientras la oscuridad me cubría.
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Me di cuenta que era la muerte anunciándose. Parecía estar diciendo:" Sí, yo también estoy
aquí, soy parte del sistema; pero no soy tan mala, entonces no tengas miedo"
En poco tiempo, la oscuridad empezó a desvanecerse lentamente a medida que el frenesí
calidoscópico volvía, hasta que la bebida y yo estuvimos exhaustos y yo regresé a la casa
de mi amigo para un sueño prolongado pero intermitente.
La segunda sesión
El grupo de sesenta personas se reunió otra vez la tarde del día siguiente para un segundo
"trabajo", al cual me incorporé con mucho menos agitación, esperando un poco de más
entendimiento través de la planta. Ésa demostró ser una esperanza falsa, probablemente
porque la planta no tenía nada más que decirme. Sin embargo, durante el segundo viaje
sentía otra vez la presencia de la planta que recorría mi cuerpo, asomándose y escarbando
en cada rincón y grieta en la búsqueda de algo en que trabajar, corregir, poner en orden,
pulir.
Había una presencia definida, con formas, colores y sonidos similares. Pero, a diferencia de
la primera vez, no había mensaje que pudiera discernir. La planta estaba ocupada haciendo
su trabajo. Varios meses pasaron antes de mi experiencia siguiente con Ayahuasca. Entre
tanto, había continuado con mi dieta vegetariana y hierbas chinas. Recuperaba
gradualmente el peso y la fuerza, mientras que las cicatrices y el dolor de la cirugía curaban
lentamente. Deseé visitar la planta otra vez para ver si tenía alguna cosa nueva que decirme
y para determinar si mi primera experiencia era ilusoria.
Tercera sesión
Para mi buena fortuna, conocí a una persona que había estudiado la Ayahuasca en Perú,
aprendiendo de los chamanes. Cuando le dije lo que buscaba, él acordó conducirme a través
de una sesión junto con otras cuatro personas más.
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Esta vez el escenario y el procedimiento eran enteramente diferentes al Santo Daime.
Después de bañarnos en el agua azul del océano, conducimos hasta el extremo de un
camino de la montaña, dejamos nuestro coche, y caminamos a un sitio aislado, una meseta
pequeña en las montañas de Waíanae de Óahu, engullidas en follaje exuberante con una
vista despejada del Océano Pacífico en dos direcciones. Se llama la colina Pupukea. El
escenario en sí mismo era una invitación para que los espíritus acudieran. Nuestro grupo
era pequeño, y todos habíamos aprendido el respecto por la planta y sus poderes. Llegamos
a nuestro sitio para acomodarnos antes de que la noche sin luna cayera.
A la luz de la vela practicamos la respiración profunda y la relajación en la preparación
para tomar el brebaje. La ceremonia incluía soplos de humo de tabaco sobre el brebaje.
Cada uno tomamos una porción de Ayahuasca. Inmediatamente después, nuestro líder
apagó las velas, insistiéndonos que " recuerden, la planta sabe lo que está haciendo."
El aislamiento, el silencio y la oscuridad eran impresionantes. Me coloqué
confortablemente en el piso, mi espalda contra un tronco de un árbol inmenso. Me sentía
muy tranquilo y relajado, cerré los ojos y esperé que la planta empezara a trabajar. Una vez,
después de quince minutos comencé a notar el efecto familiar de la ondulación. Esta vez,
sin embargo, la ondulación rápidamente se tornó en verdadera turbulencia.
La planta estaba sin ataduras y corría apresuradamente alrededor explorando su nuevo
ambiente. Sentía como si un animal enjaulado se liberaba dentro de mí, y tenía la
oportunidad de su vida.
A medida que las imágenes y las formas comenzaron a aparecer, tenían una sensación de
alegría y de exuberancia. Las serpientes sonreían, los jaguares reían y los pájaros gigantes
bajaban en picada sobre mí acariciándome con sus alas alargadas.
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Un desfile de las personas, conocidas y desconocidas, pasaba; cada uno de ellos sonreía y
trataban de tocarme y decirme con la mirada que me amaban. Cuando las serpientes y
plantan giraban y centelleaban ante mí, parecían estar sonrientes y me aseguraban que
habían mirado por todas partes dentro de mí, y que todo estaba bien. Mientras continuó la
noche, este ciclo siguió. Las imágenes venían directamente hacia mí a una velocidad
vertiginosa sonriendo y riendo, entonces giraban hacia otro viaje por todo mi sistema. Me
escuché reírme entre dientes suavemente bajo el cielo iluminado por las estrellas. ¿Dónde
estaba la oscuridad que había experimentado antes? ¿Dónde estaba la señora muerte, me
preguntaba? Entonces repentinamente, como si la planta escuchara mi pregunta, vi el vacío.
Solamente esta vez estaba claramente en el fondo. Parecía mirar furtivamente a través del
montaje de colores y formas vibrantes, como si dijera" todavía estoy aquí, no se preocupen.
Todavía no es la hora para mí". Y entonces se desvaneció. Vi las imágenes volviéndose
lentas gradualmente y desvaneciéndose, casi a regañadientes. Seguro que tuvimos un buen
tiempo juntos esa noche.
Cuarta sesión
Cerca de un mes después de aquella noche memorable, volví a visitar las colinas de
Pupukea para otra sesión, esta vez con un grupo distinto de seis personas. Fui preparado
para una repetición de la experiencia, otra exploración emocionante y el reaseguramiento
de la planta. Pero, ése no podía ser. Esta vez llovía, lo cual restringió nuestro espacio bajo
una tienda improvisada.
Una vez más seguimos los procedimientos de la vez anterior, respirando, relajándonos y
tomando la Ayahuasca ceremoniosamente. Me recosté y esperé que la planta hiciera su
trabajo. Esta vez el inicio fue mucho más gradual, y nunca alcanzó la intensidad del viaje
anterior. Las imágenes estaban allí: pájaros, serpientes, plantas, gente. Pero, eran mucho
menos enérgicos, casi enfermizos. Ellos parecían decirme "hemos transitado esta ruta, y le
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dijimos lo que encontramos. Intentemos algo nuevo". Puesto que había incorporado la
experiencia con una agenda fija, la planta reaccionó como si estuviera limitada.
Ahora me doy cuenta que fue un error no confiar en la planta para tomar el camino. Si la
Ayahuasca pudiera hablar en palabras, estoy seguro que me habría dicho que durante ese
primer viaje a Pupukea "tome esta energía que le estoy dando, y corra con ella. Póngase de
acuerdo con alguno de los animales y vaya a dar un paseo. No hay nada que le impida
remontarse a las nuevas alturas de la conciencia y de la vida". Ése fue el mensaje que recibí
esa primera noche en las colinas de Pupukea.
El retorno donde el médico.
Aproximadamente dos semanas después de la sesión, fui por una cita programada con el
oncólogo. Me saludó con gusto, y me indicó los resultados de mi análisis de sangre
realizado una semana antes, que mostraba que mi cuenta de CEA - el indicador de actividad
del cáncer no era normal. Estaba debajo de lo normal! Cuando me preguntó lo que había
estado haciendo para lograr eso, le pregunté si él había oído hablar alguna vez de la
Ayahuasca. Me dio la respuesta que se podría esperar de un médico entrenado en la
medicina alopática occidental. Al menos logré explicarle que era una planta medicinal
usada por siglos en el Amazonas por los chamanes y curanderos, en ese punto levantó sus
cejas, encogió sus hombros, y sin duda pensó: "De donde viene este chiflado?" Él terminó
la visita diciendo: "usted es uno de los pocos afortunados". Afortunado? Quizás sí.
Pero sostener que mi recuperación fue una cuestión de suerte es no hacer caso a siglos de
experiencia de la gente que ha aprendido vivir con las plantas y entenderlas cuando ellas
hablan.
Hasta el momento, de mi experiencia he aprendido a respetar y escuchar la planta, así como
a aquellos que saben cómo interactuar en el mundo vegetal. Con más experiencia, espero
aprender algo de ese mismo lenguaje. Continuaré curando mi cuerpo y mi espíritu con
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Ayahuasca, y trabajaré para enseñar a otros a respetarlo. Como un profesor experimentado,
el asunto de la enseñanza puede ser fácil. En mi papel actual como reformador de política
de la droga, haré todos lo posible para liberar esta planta de las restricciones que la DEA le
ha puesto de manera tan caprichosa y arrogante. Espero que la gente que lea este artículo se
una a este propósito.
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AYAHUASCA Y CÁNCER: UNA POSDATA
Por: Donald M. Topping, Ph.D
Después de la publicación de mi artículo Ayahuasca y cáncer: Un testimonio de curación,
recibí varias cartas, correos electrónicos y llamadas telefónicas de personas interesadas,
algunas con cáncer y otros curiosos. La respuesta me tomó por sorpresa, y me suscitó otros
pensamientos sobre lo que creo está sucediendo conmigo y el papel de la Ayahuasca.
Antes de compartir estos pensamientos, necesito afirmar muy claramente que no estoy
proponiendo la Ayahuasca como una curación milagrosa para el cáncer o cualquier cosa.
Estoy narrando simplemente mi propia historia y mi conciencia de lo qué está sucediendo
conmigo. A este punto de nuestra experiencia y conocimiento, mi historia es mejor tomarla
como otra anécdota en el conjunto cada vez mayor del conocimiento del bejuco.
Primero que todo, permítanme decir que sigo estando sano y que el cáncer metastático
parece haber desaparecido completamente. El diagnostico original fue en septiembre de
1996. Cerca de mi septuagésimo año, puedo decir que nunca me he sentido mejor, aparte de
un par de coyunturas dolorosas aquí y allí, de recuerdos de mis días difíciles. La gente
comenta con frecuencia sobre qué tan sano parezco y me preguntan que estoy haciendo
para verme de esa manera. A algunas personas les explico que he cambiado mi dieta
(vegetariano), que hago ejercicio regularmente, y que he dejado casi completamente de
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tomar bebidas alcohólicas y cafeinadas y eso parece satisfacerlas. A otros que pueden
entenderme les digo que atribuyo mi salud a la Ayahuasca. Presumo que la mayoría de los
lectores de MAP caen en la segunda categoría, pero probablemente querrán una explicación
de cómo trabaja la planta.
Francamente, yo también. A falta de una explicación concreta, intentaré proporcionar mis
reflexiones así como discusiones que he tenido con diversos compañeros de viaje.
Varios autores que han escrito sobre la Ayahuasca (particularmente Mabit, arboleda y
Vega[1 ]) hablan de los tres dominios en los cuales el bejuco parece trabajar: el psicológico,
el espiritual y el orgánico. Mi experiencia confirma esta noción, aunque la distinción entre
el psicológico y el espiritual no se define tan claramente para mí como aquel entre el
espiritual y el orgánico.
Quizás esto se deba a que mi acercamiento único a la experiencia, iniciado por mí en la
búsqueda para una restauración de la salud. Sin embargo, las dimensiones psicológicas y
espirituales han desempeñado un importante, aunque sutil papel en mi recuperación.
Hablaré abreviadamente en cada uno de estas tres áreas tal como las experimenté durante
los últimos dos años, pero con un énfasis en el dominio orgánico. Esto no es reducir la
importancia de las otras dos áreas, las cuales sin duda juegan roles importantes en mi
bienestar.
Los cambios psicológicos
El cambio psicológico más profundo ocurrió en mi cuando encontré a la muerte en la forma
de un vacío oscuro, flexible, profundo. El mensaje claro era que la muerte está siempre
presente, pero que nada debe temerse. Está allí junto con el resto de fuerzas y de elementos
de la naturaleza, nada excepcional. La muerte sucede. La indicación de estos hechos
evidentes en palabras suena trivial. Pero cuando la Ayahuasca revela tales cosas, el impacto
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es mucho más intenso. Con la idea en mi mente de la muerte inminente, entrando en mi
primera sesión, según lo predicho por mi médico y los datos, era una preocupación
importante. El bejuco hizo evidente aquello inmediatamente.
En cuanto a otros impactos psicológicos, incluiría la lección sobre la importancia relativa
de las cosas en la vida. Un ejemplo vivo vino durante mi cuarta o quinto sesión cuando vi
una galería surtida de relojes de mano y de pared, docenas sino centenares de ellos,
moviéndose como en una zona de tiro, con las manecillas girando rápidamente en dirección
contraria. Interpreté esto como una referencia a mi preocupación con el tiempo y el temor
de que se acabe antes de haber logrado mis metas.
El yagé parecía decir" Esta bien, si eso te causa molestias, hagamos que el tiempo
transcurra al revés. "La revelación de que la noción del tiempo es algo que los seres
humanos ven como un bien para ser medido, calculado, ahorrado, gastado, vendido, etc.,
mientras que en la realidad de la Ayahuasca ninguna de esas cosas importan. Al igual que
la muerte, el tiempo está siempre presente. El vivir cada día plenamente significa mucho
más que la realización.
Otros, incluyendo algunos drogadictos, han señalado los impactos psicológicos que han
resultado de la ingestión del bejuco, tal como abandonar el ego mientras permiten que la luz
ilumine las esquinas oscuras de la psiquis y enfrentan el demonio interior. Algunos han
señalado esto como experiencia difícil. Aunque no he tenido este tipo de encuentro
psíquico, creo que entiendo el proceso. No hay lugar para el ego o el control al interactuar
con la Ayahuasca. No hay rincones oscuros en los cuales los demonios puedan ocultarse de
la exploración del bejuco.
El campo espiritual
Los aspectos espirituales de mis experiencias con Ayahuasca son aún más difíciles de
describir y de definir. No habiendo sido una persona espiritual desde mi temprano
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desencanto con el cristianismo, no tenía ninguna expectativa. Mi misión era la restauración
de mi salud física, que creí ingenuamente podía existir independientemente de mi
espiritualidad. La Ayahuasca me persuadió que era incorrecto. ¿Cómo ocurrió esto?
Durante las visiones inducidas con la Ayahuasca, veo y oigo algunas cosas asombrosas que
han cambiado mis opiniones y comprensión de las fuerzas que actúan en mi universo.
Las plantas se transformaban en animales, y viceversa. Las ondas de luces multicolores se
dividían en cintas de energía giratorias y ondulantes, ocasionalmente asemejándose a las
criaturas serpentinas, cambiando de forma vegetal a la forma animal y de animal a vegetal,
todo el tiempo emitiendo sonidos que solamente puedo describir como secuencia rápida de
chirridos agudos, un poco como los sonidos que emiten los delfines pero en tono diferente.
En las sombras oscuras del bosque en la noche, las plantas se volvieron rotundamente
vivas, latiendo suavemente y acercándose a mí como si fueran a juntarse. Aunque nada
sugería la presencia de una deidad, percibí la presencia inequívoca de una fuerza que
impregnaba la experiencia entera, conectando mi cuerpo con mi ser interior y con mis
alrededores: las plantas, el aire, las estrellas y más allá.
Serpentinas
En una ocasión intenté seguir las onduladas cintas queriendo ver que tan lejos me
conducirían en la oscuridad infinita. Me elevé hacia arriba, como si estuviera a bordo de la
cola de un cometa, hasta que las cintas se fraccionaron, formando arcos que cambiaron de
dirección en una trayectoria que las llevaría nuevamente a comenzar el ciclo otra vez.
Comencé a ver esto como la fuerza de energía que une todo, la fuerza de la vida, o el
espíritu, de la vida y de la muerte, el pasado, el presente y el futuro.
Sin embargo, es en el nivel orgánico que mi experiencia ha sido más fácil de percibir y de
definir. Quizás esto es porque comencé mi relación con la planta por razones orgánicas:
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estaba buscando la restauración de mi salud y protección contra otras distorsiones de mi
estructura celular.
El nivel orgánico
Mi visión del cáncer, aunque poco científica, viene en gran parte de haber visto mis propias
células cancerosas bajo un microscopio electrónico en la compañía de un patólogo, y de las
“visiones” percibidas durante las sesiones con la Ayahuasca.
Muy claramente vi que pequeños grupos de mis células se habían apiñado, como si se
amontonaran para abrigarse o por miedo. ¿Por qué habían hecho esto? Ese es el gran
misterio del cáncer. Puede describirse como un caso de desorientación celular, células que
se han salido de su curso, no por causa de alguna bacteria invasora proveniente de afuera,
sino por algo existente dentro de ellas.
Igualmente, poco científica es mi opinión de lo que necesité para corregir esta deformidad
celular y prevenir su reaparición. Solamente puedo decir que necesitaba una reorganización
celular y una corrección del sistema de comunicación electro-química que las entrelaza a
través de las funciones complejas y desconocidas del ADN, el sistema de comunicación e
información fundamental de los organismos vivos.
No puedo explicar exactamente cómo he llegado a esta conclusión. No tengo ningún
fundamento científico y apenas empiezo a conocer los fundamentos de los sistemas
neurotransmisores, la química básica y de la literatura enteogénica. Podía demostrarse que
mi poco conocimiento es algo peligroso, como dijo alguna vez el Papa Alejandro. No
obstante, he formulado una hipótesis rudimentaria que procuraré explicar.
Lo que la Ayahuasca hace orgánicamente es restablecer el orden y hacer una
reestructuración. Pule los bordes ásperos, ilumina esquinas oscuras, agudiza los sentidos, y,
lo más importantemente, examina todo el detritus físico (así como el psíquico) y lo purga.
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Uno puede compararlo con la calibración de un motor y el cambio de aceite. De ese modo
básicamente, es como la Ayahuasca actúa en mí mientras enseña a mis células cómo no
quedar fuera de servicio otra vez.
Las plantas maestras
La idea de una planta como maestro es tan antigua como el uso mismo de la Ayahuasca.
La mayoría de los occidentales y los científicos en particular encuentran este concepto
absurdo porque sugiere que la planta es inteligente, tiene un espíritu y puede comunicarse.
Creo que este concepto necesita ser tomado seriamente. Si, como ha sido sugerido por
Narby[2 ] y otros, el ADN es el sistema de comunicación de las células, entonces no es
descabellado sugerir que el ADN de la planta está hablando con las nuestras después que
entra en nuestro sistema electro-químico, enseñándolas sobre balance y la alineación. Al
hacer esto, la planta sirve para restablecer la simetría que se requiere para la salud y el
bienestar.
No creo que la Ayahuasca contenga los productos químicos que destruyen las células del
cáncer como lo hacen las quimioterapias. Ésa no es la manera como la planta trabaja.
Más bien, la Ayahuasca sirve para restablecer el balance saludable normal de las células
al tiempo que localiza y purga las anormales que encuentra en su recorrido a través del
cuerpo. Déjeme describir las experiencias que me han conducido a esta conclusión.
En una sesión de la Ayahuasca quizá diez o quince minutos después de la ingestión,
comienzo a sentir una energía oscilando a través de mi cuerpo, que aumenta de intensidad
hasta percibir una ondulación.
Estas sensaciones están aparejadas con los puntos de luz que centellean intermitentemente
mientras la fuerza de la energía hace su ronda a través de mi cuerpo. Me recuerdan los
pequeños puntos de la luz que uno ve en la oficina del optómetra al tomar la prueba para la
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visión periférica (analizador del campo de visión). Mientras los minutos pasan, esta
sensación de la ondulación se vuelve más fuerte, sintiendo como si hubiera desarrollado un
vibrador interno que emitiendo ondas de energía. Se siente como la Aurora Boreal
surgiendo en ondas sucesivas a través de mi cuerpo.
En mi caso, esta etapa de la experiencia continúa por una a dos horas sin mucho cambio
antes que comience a tener cualquier visión, lo cual se considera un período de inicio muy
prolongado.
Lo que parece que está ocurriendo es que la planta está haciendo su trabajo orgánico en mi
cuerpo. Está explorando cada rincón y cada gruta de todo mi sistema, corriendo velozmente
por todas partes para asegurarse que todo está en orden.
Cualquier desorden es corregido y toda la basura se barre para ser llevada a mi basureo
visceral para una eventual purga. Para mí, quizás porque estoy buscando la limpieza
orgánica, esta fase dura más tiempo que para la mayoría de las otras personas. Yo que he
tenido cáncer metastático, allí debe haber mucho que limpiar.
Cuando las visiones finalmente comienzan, ellas parecen confirmar mis sensaciones. Entre
las primeras cosas que veo están las cintas multicolores de luz transparente que se mueven
por si mismas encrespándose, torciéndose en espiral, entrelazándose, adquiriendo
alternativamente características de serpientes y de plantas.
A veces parecen ser cintas de luz. Dentro de cada uno de ellas hay un esqueleto negro de
doble espiral que parece propulsarlo. La semejanza a los gráficos que he visto el ADN es
sorprendente.
A medida que la intensidad y la velocidad de las visiones aumenta, las cintas parecen brotar
para arriba de las partes más profundas de mi intestino y de los limites más remotos de mis
extremidades, subiendo, remontándose y estallando en duchas brillantes de la luz, como
cohetes enormes.
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De tiempo en tiempo, veo y siento una corriente emergente poderosa de una masa dorada
brillante de energía, surgiendo desde lo profundo de mi ser, culminando en una explosión
orgásmica en infinito.
Con tales oleadas de luz siento la limpieza interna, como si se tratara de una especie de
rotor cósmico. Interpreto estas visiones (entre muchas otras) como manifestaciones de lo
que la planta está haciendo en el nivel orgánico.
Una vez dentro de mí, la planta comienza a hacer su trabajo, buscando esquinas oscuras
para iluminar y malformaciones para corregir, comunicándose desde sus células a las mías
a través de la cadena química proporcionada por nuestra ADN respectiva. En palabras
simples, el ADN del bejuco está hablando con el ADN mío. La semejanza de estas formas
visionarias del ADN no está en mi imaginación.
Las vi mucho tiempo antes de leer a Narby o hice la conexión con el ADN y estaba
impresionado con su reaparición constante durante cada experiencia con la Ayahuasca. Si
uno pudiera ver el ADN en la acción completa probablemente se parecería mucho a lo que
he intentado describir.
La importancia de la purga
Quizás el aspecto más importante del trabajo sobre el nivel orgánico es la purgación. Como
la mayoría de los demás, la Ayahuasca me hace vomitar. A diferencia de los demás, sin
embargo, no vomito generalmente hasta que se han desvanecido las visiones, quizá cuatro o
más horas después de la ingestión. Una vez más interpreto el vómito tardío de manera
similar al comienzo tardío de las visiones.
El bejuco necesita más tiempo para hacer el trabajo de la limpieza general, recolectando el
detritus y llevando al recipiente de la basura. Cuando el trabajo de limpieza general se ha
terminado, la vid presiona el botón del vómito y la basura es vaciada.
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En dos ocasiones he experimentado la diarrea leve, el otro tipo de purga que reportan los
ayahuasqueros. No puedo exagerar la importancia de la purgación. Ésta es la manera como
el bejuco elimina tanto las toxinas físicas como psíquicas que no pertenecen a un cuerpo o
de una mente sanos. El efecto de la limpieza es manifiesto, inmediatamente y en los días o
aún en las semanas subsecuentes. Aunque el acto en sí mismo no es agradable, los efectos
persistentes lo hacen valioso.
Me parece que es un rito de purificación. Pero, ¿cómo trabaja? Para validar mi
interpretación de cómo la Ayahuasca trabaja se requiere una suspensión de toda la creencia
previamente aprendidas acerca de las diferencias entre los mundos vegetales y animales.
Requiere la aceptación de la idea de que las plantas puedan comunicarse, no solamente
entre sí mismos sino con los seres humanos también. Debemos validar la noción de que,
como nuestro jefe del grupo dijo una vez "la planta sabe lo que está haciendo". Éstos no son
conceptos fáciles para que los occidentales entiendan o acepten.
Aunque, esta es la manera como yo, un escéptico y el pragmático de siempre, considera que
la planta hace su trabajo. Y ha trabajado innegablemente bien para mí. ¿Podía ésta ser
fantasía pura en mi parte?
¿Podría ser que he construido en mi imaginación un relato en un esfuerzo de explicar mis
experiencias? No pienso eso. He procurado proporcionar una descripción exacta de mis
experiencias. Y todavía estoy convencido de que relación con el bejuco es en gran parte
responsable de mi estado actual de buena salud. Mi experiencia con Ayahuasca y el cáncer
no es única. Continúo aprendiendo de otras experiencias similares entre personas de
diversas partes del mundo. Algunos de éstos han sido reportados en la literatura, otras en
forma oral. Hay también muchos de tales reportes para descartarlos como simplemente
anecdóticos.
Los curanderos del Amazonas han estado utilizando la Ayahuasca para propósitos curativos
por siglos, durante los cuales vieron obviamente resultados concretos, no necesariamente
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para el cáncer, sino para un conjunto de otras enfermedades. Como con otros médicos de la
medicina popular, no persiguen las modalidades del tratamiento que no trabajan.
Llegamos a la pregunta: ¿la Ayahuasca realmente cura tal como otros y yo afirmamos?
Una cantidad considerable de testimonios sugiere que lo hace. Sin embargo, si los
occidentales (en los que me incluyo), encerrados en nuestro anaquel analítico, debemos
creer, necesitamos ver estudios controlados en seres humanos con los datos cuidadosamente
medidos que se podrían estudiar y evaluar en un protocolo científico.
Tal estudio no debe ser difícil de conducir si los obstáculos de la prohibición pueden ser
superados. Una forma para hacer esto es conducir el estudio en un país menos represivo. El
otro acercamiento es enfrentar a la DEA y desafiarla para prohibir la investigación
científica el mundo de plantas enteogenas. Es mi esperanza ferviente que tales estudios
avanzarán en el futuro cercano. Hay mucho que aprender de las plantas si solamente
podemos quisiéramos escucharlas.