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Revista Gaceta Laboral Vol. 12, No. 1 (2006): 69 - 89 Universidad del Zulia (LUZ) · ISSN 1315-8597 Voces de la desesperanza: La desestructuración alimentaria en México (1994-2004) Blanca Rubio Vega 1 Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM, México. E-mail: [email protected] “Desde entonces la tierra se quedó baldía y como en ruinas. Daba pena verla llenándose de achaques con tanta plaga que la invadió en cuanto la dejaron sola. De allá para acá se consumió la gente; se des- bandaron los hombres en busca de otros “bebederos”. Recuerdo días en que Comala se llenó de “adioses”…(Juan Rulfo: Pedro Páramo). Resumen En este artículo se intenta demostrar que el Tratado Trilateral de Libre Comercio que firmó México con Estados Unidos y Canadá en 1994, ha traído consigo un proceso de desestructuración de la capacidad productiva de bie- nes básicos como los cereales así como de la capacidad de la agricultura para generar un ingreso que permita reproducir las unidades productivas agríco- las. Tal situación ha generado un proceso de “despoblamiento” rural debido a la fuerte migración hacia los Estados Unidos, con lo cual el mundo rural se está convirtiendo en un campo fantasma. Palabras clave: Desestructuración, descampesinización, estructura producti- va, migración, resistencia. 69 Recibido: 30-06-05 . Aceptado: 21-01-06 1 Agradezco la colaboración de Víctor Rosales en la recopilación y sistematización de la información estadística y hemerográfica.

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Revista Gaceta LaboralVol. 12, No. 1 (2006): 69 - 89

Universidad del Zulia (LUZ) · ISSN 1315-8597

Voces de la desesperanza:La desestructuración alimentariaen México (1994-2004)

Blanca Rubio Vega1

Instituto de Investigaciones Sociales. UNAM, México.E-mail: [email protected]

“Desde entonces la tierra se quedó baldía y como en ruinas. Dabapena verla llenándose de achaques con tanta plaga que la invadió encuanto la dejaron sola. De allá para acá se consumió la gente; se des-bandaron los hombres en busca de otros “bebederos”. Recuerdo díasen que Comala se llenó de “adioses”…(Juan Rulfo: Pedro Páramo).

Resumen

En este artículo se intenta demostrar que el Tratado Trilateral de LibreComercio que firmó México con Estados Unidos y Canadá en 1994, ha traídoconsigo un proceso de desestructuración de la capacidad productiva de bie-nes básicos como los cereales así como de la capacidad de la agricultura paragenerar un ingreso que permita reproducir las unidades productivas agríco-las. Tal situación ha generado un proceso de “despoblamiento” rural debidoa la fuerte migración hacia los Estados Unidos, con lo cual el mundo rural seestá convirtiendo en un campo fantasma.

Palabras clave: Desestructuración, descampesinización, estructura producti-va, migración, resistencia.

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Recibido: 30-06-05 . Aceptado: 21-01-06

1 Agradezco la colaboración de Víctor Rosales en la recopilación y sistematización dela información estadística y hemerográfica.

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Voices of Despair. The De-structuringof the Food Sector in Mexico (1994-2004)

Abstract

In this article an attempt is made to demonstrate that the tri-lateralNAFTA free commerce agreement signed between Mexico, the UnitedStates and Canada in 1994 has de-structured the productive capacity forbasic goods such as cereals as well as the agriculture capacity to generateincome which permits the reproduction of agricultural productive units.Because of this there has been greater migration towards the United Statesand greater rural abandonment, converting agricultural populations intoghost towns.

Key words: De-structuring, loss of agricultural workers, productivestructure, migration, resistance.

Introducción2

Cuando se firmó el Acuerdo Trilate-ral de Libre Comercio con EstadosUnidos y Canadá, allá por el 94, el Go-bierno aseguró que generaría inversio-nes para los exportadores y que a lalarga se incrementaría el empleo y be-neficiaría a la población rural. Hoy sa-bemos que no ha sido así. De aquellafecha para acá, el campo ya no es elmismo: el TLCAN ha malherido el co-razón del agro mexicano, alojado en losgranos básicos, el sustento de la ali-mentación popular.

El campo ya no da para comer.Cuando la cosecha es buena, los pre-cios no permiten recobrar lo que se in-virtió y cuando los precios llegan a su-bir, ya no hay dinero para sostener laproducción. Así como Pedro Páramoconvirtió a Comala en un paraje deso-lado, la apertura comercial está des-poblando al campo mexicano. Anteseran los caciques, ahora las grandesfirmas transnacionales.

Primero azotó al campo una fuertecrisis rural. Eran los años ochenta yninguna actividad agropecuaria al-

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2 Expreso mi reconocimiento a los excelentes reportajes que realizaron los periodistasKarina Avilés, Matilde Pérez, Claudia Herrera, Alonso Urrutia, Juan Balboa, Mari-na Chávez, Cristóbal García y Elizabeth Velasco, del Diario La Jornada, cuyos testi-monios han sido utilizados en este trabajo para ilustrar la situación del campo mexi-cano.

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canzaba rentabilidad. En esos mis-mos años llovió sobre mojado con lapolítica neoliberal que tornó ilegal lalucha por la tierra, privatizó las Insti-tuciones Estatales y redujo el presu-puesto rural. Pero nada de lo anteriorfue como la apertura comercial indis-criminada.

Los bienes agropecuarios perdieronsu valor. Se depreciaron como si no lle-varan encerrado el trabajo de los hom-bres del campo, como si sobraran, comosi no nutrieran igual. Entonces dejó deser “negocio” producir alimentos.

Los que tenían buenas tierras o al-gún dinero cambiaron de cultivo, pri-mero hacia las hortalizas y los fruta-les y luego hacia el maíz blanco. Peromuchos también salieron perdiendo ysólo quedaron unos cuantos producto-res con rentabilidad. Actualmente norebasan los 300 mil.

Los demás empezaron a autocon-sumir la producción y luego a aban-donar las tierras. Primero los hom-bres se fueron “de mojados” a traba-jar al otro lado de la frontera. Las mu-jeres, los ancianos y los niños pobla-ron los parajes desolados. Luego par-tieron las familias enteras. Empeza-ron a cerrar las escuelas y la pobla-ción rural registró tasas negativas envarios estados. El campo se fue vol-viendo desierto.

De este campo fantasma trata el si-guiente artículo. De porqué se ha idodevastando. Del impacto del Tratadode Libre Comercio. Del abandono de latierra y de quienes se quedan comomudos testigos del desastre.De porquéel “libre mercado” puede transformartantos mundos y tantas vidas. De

quién sale ganando y de cómo se luchatodavía por recobrar, si no el ingresoagrícola, por lo menos el terruño, laquerencia.

En el primer punto se aborda la de-sestructuración alimentaria que hatraído consigo la apertura comercial,así como sus causas y manifestacio-nes en el ámbito nacional y regional.En el segundo apartado se analiza laproducción agropecuaria que tienerentabilidad y su impacto sobre elcampo mientras que al final se ade-lantan algunas conclusiones.

I. La desestructuraciónalimentaria

La apertura comercial, junto con elretiro del Estado de la gestión agrope-cuaria, han generado una de las situa-ciones más calamitosas por las quehaya atravesado el campo mexicano.Sin embargo,no se trata de una más delas crisis que tantas veces han enfren-tado los agricultores del país. No atañesólo a un declive productivo transitorioo a un problema de transformación dela estructura de cultivos. La realidadque vive el medio rural mexicano esahora de otra naturaleza.

Se trata de un proceso en el cual seha empezado a desestructurar la ca-pacidad productiva de bienes básicosdel país, lo cual significa que tiene uncarácter estructural, es decir, que esresultado de una forma de dominio ysubordinación del capital que dominael campo.

Esto significa que se socava la ca-pacidad para satisfacer de manera es-tructural las necesidades alimenta-rias del país. Esta fractura no remitea una cuestión de disparidad entre

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oferta y demanda. Se refiere específi-camente a que se está resquebrajandola capacidad para reproducir las con-diciones productivas alimentarias.

En muchas ocasiones declina laproducción alimentaria de un pueblopor cuestiones de orden económico,climatológico o social. Sin embargo lascondiciones productivas permanecenintactas,de modo que cuando se resta-blece la normalidad, se recupera denuevo el nivel productivo.

Lo que está ocurriendo en nuestropaís, en cambio, es que las condicionesproductivas, aquellas que permitenreiniciar en cada ciclo el proceso pro-ductivo, se han empezado a fracturar.

Esto implica que se están cercenan-do las fuerzas productivas que fueroncreadas y fortalecidas a lo largo demás de medio siglo de construcción delagro contemporáneo.

Este es un hecho de gran trascen-dencia ya que coloca al país en una si-tuación de enorme vulnerabilidad,toda vez que puede generar una de-pendencia alimentaria de orden es-tructural, en el sentido de que el paísse torne incapaz de regenerar las con-diciones productivas alimentarias, locual resulta catastrófico en una situa-ción eventual de emergencia en lacual no pueda obtener los alimentoscomplementarios en el exterior.

Un hecho de esta envergadura pue-de lastimar profundamente la sobera-nía política de México, en un entornoen el que predomina una encarnizadalucha por la hegemonía alimentariaentre las potencias mundiales.

Cuando hablamos de desestructu-ración alimentaria, nos referimos en-

tonces a un proceso en el cual se estánagotando las condiciones productivasque permiten al sector agropecuarioabastecer, de manera estructural, dealimentos básicos a la población. Estoimplica que, aún cuando se regenerenlas condiciones económicas que per-mitan alcanzar rentabilidad a los pro-ductores, no se logra ya, en el corto ymediano plazo, regenerar las condi-ciones productivas para impulsar laproducción alimentaria.

Son las bases productivas mismaslas que están siendo minadas con locual se desmantela una capacidad ali-mentaria que ha sido conservada du-rante mucho tiempo.

Pero la desestructuración no atañesolamente a un problema productivo.Se refiere también a la incapacidaddel sector para generar condiciones desobrevivencia y de empleo a la pobla-ción rural.Se están minando las basespara que los agricultores puedan viviry reproducirse con su trabajo comocualquier otro ciudadano.

La agricultura (en sentido amplio)pierde así su capacidad para alimen-tar tanto a la población nacional comoa quienes trabajan en ella.

¿Qué es lo que ha ocasionado que lallamada “crisis rural” se transformeen un proceso desestructurador quepone en riesgo la soberanía alimenta-ria del país?

En primer término, este procesotiene que ver con una forma de subor-dinación y dominio impulsado por lasgrandes firmas transnacionales ali-mentarias.Dichas empresas dominanel mercado mundial apoyadas por losgobiernos de los países desarrollados,

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mediante dos mecanismos principa-les: el control de los precios interna-cionales de los alimentos y el impulsoa ultranza de la apertura comercial enlos países subdesarrollados.

A través de dichos procesos han lo-grado imponer en el ámbito interna-cional precios de los bienes agrope-cuarios por debajo del costo de produc-ción, que se establecen entre los pro-ductores más desarrollados del plane-ta: los agricultores de Estados Uni-dos3.

Estos precios llamados “dumping”,que no reditúan los costos invertidos,se imponen en el ámbito mundial mer-ced a la participación que tiene el gi-gante del norte en las exportacionesmundiales de alimentos.Este país par-ticipaba en el 2003 con casi la terceraparte de las exportaciones mundialesde cereales (29.08%),por lo que tiene laposibilidad de fijar los precios interna-cionales de dichos productos (FAO,2005).

Se trata de precios artificialmenteabaratados que no reditúan el valorinvertido en los productos. El preciodel trigo en Estados Unidos se en-cuentra un 40% por debajo del costo yentre 25 y 30% en el caso del maíz(Mark, 2003).

Con el fin de mantener una produc-ción creciente y con bajo costo de lasmaterias primas agropecuarias, lospaíses desarrollados erogan enormessubsidios que compensan a sus pro-

ductores de las pérdidas ocasionadaspor los bajos precios4.

Los bienes abaratados artificial-mente son colocados en los mercadosde los países subdesarrollados con locual se benefician tanto las empresasque los distribuyen, ya que tienen unmercado cautivo, como las empresasagroindustriales que los compran, yaque sus costos se reducen diametral-mente.

Este proceso genera una forma desubordinación desestructurante en-tre los productores rurales de los paí-ses subdesarrollados, ya que desvalo-riza la producción nativa, con lo cualsus productos son remunerados pordebajo de su valor e incluso por debajode su costo de producción. Toda vezque en nuestros países no existe el ni-vel de subsidios que impera en los paí-ses desarrollados, los productores seenfrentan a un proceso que fracturasus condiciones de reproducción. Esdecir, se ven imposibilitados a reini-ciar el nuevo ciclo productivo, con locual se desestructura su unidad deproducción.

Esta forma de dominio desestruc-turante desmantela la capacidad pro-ductiva de poblaciones enteras. Elmecanismo que permite esta subordi-nación lo constituye la apertura co-mercial en general y en particular elTratado Trilateral de Libre Comercio,ya que se levantan los aranceles quemantenían protegida la producciónagropecuaria y se permite la libre en-

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3 En Estados Unidos se paga el trigo un 40% por debajo del costo, 30% en la soya y 25%en el maíz (Mark, 2003).

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trada de bienes artificialmente abara-tados.

En este proceso han tenido un papelfundamental los llamados gobiernosneoliberales, ya que han privilegiadolos intereses de las firmas transnacio-nales sobre aquellos de los productoresrurales, por lo que han abierto las fron-teras a la importación en un nivel su-perior al estipulado por la Organiza-ción Mundial de Comercio.

La desestructuración alimentariase sustenta en los siguientes procesos:1. El declive de la capacidad producti-va alimentaria; 2. La fractura de lascondiciones productivas; 3. La deses-tructuración de las unidades produc-tivas y 4. Un proceso de despobla-miento rural.

1. Deterioro de la capacidadproductiva alimentaría

“De poco a poco les quitaron los pre-cios de garantía y nunca más pudie-ron saber a cómo iban a vender suproducto; después les cortaron loscréditos y la tierra sembrada se hizocada vez más chica; luego para pa-gar sus deudas empezaron a venderel tractor, el arado y cuando ya no tu-vieron otro remedio se vieron obliga-dos a vender que las tres,que las cin-co, que las quince hectáreas; se que-daron sin su tierra, también sin susvacas y finalmente, sin sus hijos”(Avilés, 2005).

El deterioro de la agricultura noempezó con la firma del TLCAN. Des-de principios de los años ochenta el

sector agropecuario entró en una pro-funda crisis manifiesta en la caída dela rentabilidad en prácticamente to-das las actividades productivas. Sinembargo, la apertura comercial pro-fundizó el desmantelamiento de laproducción de bienes orientados almercado interno, principalmente loscereales y las oleaginosas.

Aún cuando algunos cultivos se re-cuperaron en los años noventa, prin-cipalmente aquellos orientados a laexportación y algunas actividadesganaderas y forrajeras, los cerealesenfrentaron un ahondamiento de sudeterioro.

Esto quiere decir que las políticasaperturistas afectaron en particular alos bienes básicos de la alimentaciónpopular: de la crisis se pasó a la deses-tructuración alimentaria.

Mientras el PIB agropecuario pre-sentaba un virtual estancamiento enlos años de la crisis, con un crecimien-to del orden de 0.65% anual de 1984 a1994, a partir de la firma del TLCANse agravó la situación pues decrecióen un -1.95% anual durante los añosde 1994 al 2003 (inegi.gov.mx, 2005).Por su parte, mientras la producciónde granos básicos creció al 2.53% de1984 a 1994, prácticamente se estan-có en la fase de apertura comercial,pues creció al 0.44% de 1994 al 2003(Fox, 2004a).

En cuanto a las importaciones degranos básicos que habían crecido al3.07% anual de 1984 a 1994, se dispa-

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4 Para el 2002 la Unión Europea pagaba 724 dólares por hectárea, Estados Unidos115 y Japón 10, 269.

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raron al elevado rubro de 9.26% anualde 1994 al 2003 (Fox, 2004a).

Los datos anteriores demuestranque el campo ha empeorado a partirde la apertura comercial de 1994. Apesar de que se partía de una situa-ción ya de por sí crítica, el dominioagroalimentario trajo consigo que seprofundizara el deterioro económico.

El declive de los cereales respondefundamentalmente a que constituyenla punta de lanza en la estrategia dedominación de Estados Unidos. Enconsecuencia son los cultivos que hansido más impactados por el declive delos precios y la sustitución de bienesimportados procedentes de EstadosUnidos. A pesar de que el maíz y el fri-jol quedaron sujetos a protecciónarancelaria por encima de una cuotamínima establecida en el TLCAN, hansido fuertemente golpeados por laapertura comercial, debido a que no sehan respetado las cuotas de importa-ción a la vez que no siempre se han co-brado los aranceles correspondientesa la importación que rebasan las cuo-tas establecidas.

De 1995 al 2002 el país perdió 2 mil813 millones de dólares por dejar decobrar los aranceles correspondien-tes. Tan solo en el Gobierno de VicenteFox se ha permitido la entrada de 3millones 725 mil toneladas de maízsin cobro del arancel (ANEC, 2002).

Toda vez que la mayor parte de lapoblación rural se orienta a los cerea-les, la situación productiva de dichoscultivos ha contribuido fuertemente ala desestructuración de la agricultura.Siguiendo un perfil de la trayectoria delos cereales, se observa que los másafectados son el arroz y el trigo ya que

fueron los primeros en perder el aran-cel en el Tratado de Libre Comercio.

“Ahora da tristeza ver que el pro-ducto se deja pudrir en los surcos, por-que no hay precio. Si no se consiguenlos recursos, el arroz decaerá aúnmás” (Morales, 2004).

La producción de arroz que habíacaído a una tasa del -2.55% anual de1984 a 1994, cayó al -3.45% despuésde la firma del TLCAN. Tal situacióntiene que ver básicamente con la sus-titución del arroz importado por el na-cional y la imposición de precios pordebajo del costo. Mientras en 1990 el36.7% del arroz que se consumía en elpaís provenía de las importaciones,para el año del 2003 ya era importadoel 73.3% (Fox, 2004b).

El efecto que tuvo esta sustitucióntan radical de la producción nacionalpor la importada fue el declive muyfuerte del precio. De 1995 al año 2000el precio del arroz cayó a la elevadatasa de -11.09% anual en términosreales (Fox, 2004b).

Este proceso de dominio alimenta-rio por las empresas transnacionalestrajo consigo la desestructuración dela producción del arroz en nuestropaís. Mientras en 1983 se orientaban133,326 hectáreas a este cultivo, yapara el 2003 solamente quedaban 55,360 mil hectáreas (SAGARPA, 2005).

Según el Presidente de la Federa-ción Nacional de Productores deArroz (2004), mientras en 1990 exis-tían 20 mil productores en todo el paísactualmente sólo quedan 5,400. En elprincipal estado productor, Veracruz,el número de productores bajó de3,800 a 1,400 en el mismo período.

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“Hasta hace seis años aquí habíacultivos como el trigo, nos daba paracomer y hasta para estrenar trocanueva cada año, pero los precios ca-yeron, el gobierno detuvo los crédi-tos y la deuda con la Comisión Fede-ral de Electricidad llegó al millón200 mil pesos, nos cortaron la ener-gía y con ella el agua. La esperanzase secó” (Pérez, 2005a).

El caso del trigo es muy similar aldel arroz. Mientras de 1984 a 1994 laproducción decreció al -0.82% anual,en el plazo del TLCAN, de 1994 al2003 cayó al -4.64% anual. Esta situa-ción responde también a la fuerte sus-titución del cultivo pues mientras en1990 se importaba el 7.9% del consu-mo nacional, ya para el 2003 proveníadel exterior el 61.9% (Fox, 2004b). Enconsecuencia el precio ha declinadofuertemente, pues de 1995 al 2000bajó a la tasa de -7.60%, mientras quedel 1994 al 2004 declinó mas modera-damente al -1.77% anual.

La desestructuración de este pro-ducto es notable, ya que mientras en1993 se orientaba a este cultivo el6.58% de la superficie cosechada total,ya para el 2003 se había reducido al1.70%. El declive es más notorio entierras de riego pues en 1993 se dedi-caba el 17.2% de las tierras de riegodel país a este cultivo, mientras queen el 2003 ya solamente se orientabael 4.2% (SAGARPA, 2005).

La desestructuración productiva seobserva claramente en el Estado deSonora, principal productor de trigodel país, ya que según el Consejo Na-

cional de Trigo (2004), se dejaron desembrar 30 mil hectáreas dedicadas adicho cultivo debido a la caída de larentabilidad, con lo cual la Industriade Harinas y Pastas reforzará su ten-dencia a importar el cereal.

“Si no producimos frijol no vamos apodernos mantener. ¿Qué vamos aproducir? ¡A menos que sembremosmarihuana,que es la que si da! Pero,pos el gobierno ya estará sobre noso-tros” (Valadez, 2004).

El frijol es uno de los cultivos queconservará la protección arancelariahasta el año 2008.Sin embargo,ha en-frentado una importación ilegal queequivale al 30% de la producción na-cional, lo cual ha hecho caer tambiénel precio y la demanda de la legumino-sa. En el 2004 se encontraban almace-nadas 200 mil toneladas correspon-dientes a dos ciclos anteriores que nohabían sido vendidas, lo cual afectó a540 mil productores5. El precio del fri-jol cayó al -1.97% anual de 1984 a1994, mientras que en el período delTLCAN presentó un estancamientocon 0.02% en términos reales. La pro-ducción, que había crecido al 3.5%anual en el período de la crisis, semantuvo estancada en el período delTLCAN con un 0.41% anual de 1994al 2003, mientras que la superficie co-sechada representaba en 1993 el14.5% de la superficie cosechada to-tal, había declinado al 11.4% en el año2003 (SAGARPA,2005).Los más afec-tados han sido los productores tempo-raleros pues en 1993 el 17% de la su-

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5 La Jornada. Sección Estados. 7 de mayo de 2004.

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perficie de temporal se dedicaba a esteproducto mientras que en el 2003 so-lamente se orientaba el 13% (SAGAR-PA, 2005).

La desestructuración se observaclaramente en el plano regional. En1990 se producían en el estado de Chi-huahua 150 mil toneladas de frijol ydurante el 2004 la producción bajó a25 mil toneladas, insuficiente para elconsumo de la entidad que asciende a40 mil toneladas (Avilés, 2005).

En el estado de Querétaro la em-presa Finca Agrocomercializadorarealizó una encuesta entre 136 cam-pesinos de las comunidades de ElRayo, El Picacho, Mesillas, El Tepo-zán, Quiotillos, El Saucito, El Batán,El Rincón, La Piedad, El Pino, SanBartolomé, El Atorón y Rincón deAgua ubicadas en el municipio deAmealco y llegó a la conclusión de quelos campesinos no siembran frijol, de-bido a que carecen de los recursos ne-cesarios y a que los insumos son muycaros (Chávez y García, 2004).

“Antes, con una carga de maíz (mil200 kilos) obtenía 400 pesos; ahora200 o 300 pesos. Un día salí muytemprano de mi casa, me fui a Tla-quiltenango,Zacatepec y llegué a Jo-jutla y nadie me compraba. En unatortillería me ofrecieron 150 pesos yvendí la carga, pero fiado, porque elseñor solo me dio para que me fueraa comer algo” (Pérez, 2005b).

En cuanto al maíz,a pesar de consti-tuir uno de los cultivos que se volvieronopcionales ante la debacle general, de-bido a que conservó el precio de garan-tía hasta 1998 y a la fecha ha conserva-do los subsidios de ASERCA a la co-

mercialización, sin embargo tambiénenfrenta un proceso desestructuran-te.

La superficie cosechada que habíacrecido al 1.72% en el período de la cri-sis, declinó en la etapa del TLCAN al-0.95% anual. Esto trajo consigo undesaceleramiento de la producciónpues mientras de 1984 a 1994 habíacrecido al 3.51% anual, de 1994 al2003 creció al 1.41% anual.

Esto tiene que ver con un aceleradoproceso de importación a pesar de queel cultivo se encuentra “protegido”.Mientras las importaciones de estegrano decrecieron al -0.71% anual enla etapa de 1984 a 1994,durante el pe-ríodo del TLCAN crecieron a la eleva-da tasa del 9.70% anual (Fox,2004b).

Ello originó, en consecuencia, undeclive del precio real del orden de-4.22% anual en el mismo período. Poresta razón, mientras en 1993 el maízocupaba el 55.7% de la superficie co-sechada total, ya para el 2003 habíabajado al 50.17%. En tierras de riegoel maíz bajo de una proporción de 42%en 1993 a 30% en el 2003, mientrasque en temporal el declive fue de 65%al 55% de la superficie cosechada na-cional (SAGARPA, 2005).

El maíz blanco, de mejor calidadque el amarillo, se convirtió en una op-ción para los productores de riego debuena calidad, al punto de que estadoscomo Sinaloa, donde se ubican las me-jores tierras del país, se convirtió en elprincipal productor del grano en la se-gunda mitad de la década de los no-venta. Sin embargo, las malas condi-ciones económicas orillaron también alos medianos empresarios a abando-

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nar la producción. En la región del No-roeste, donde se ubica dicho estado, lasuperficie cosechada pasó de repre-sentar el 32% en 1993 a sólo el 23% enel 2003 (SAGARPA, 2005).

Sin embargo, donde ha sido dramá-tica la caída del maíz es en la regióndel Noreste, que comprende los esta-dos de Coahuila, Chihuahua, Duran-go, Nuevo León y Tamaulipas, puesmientras en 1993 el 34.5% de la super-ficie cosechada de la región se dedica-ba a este cultivo, ya para el 2003 sola-mente se dedica el 19.1% (SAGARPA,2005).

En Chiapas, uno de los principalesestados productores, el declive delmaíz es evidente. La Fraylesca que seconsideraba el granero del país, hacambiado el cultivo por bienes de ex-portación como la papaya maradol consemilla de origen cubano. En el distri-to de riego San Gregorio, se sembra-ban en 1990 18 mil hectáreas con unaproducción de maíz de 72 mil tonela-das. Actualmente se siembran mil 200hectáreas con una producción de 4 mil500 toneladas (Balboa, 2005).

“Si no es el precio es la lluvia (…) o laausencia de apoyos gubernamenta-les en medio del torbellino de la com-petencia internacional por los mer-cados” (Urrutia, 2005a).

La desestructuración productiva noafecta, sin embargo únicamente a losgranos básicos, aún cuando son losmás representativos del dominioagroalimentario de las transnaciona-les. Múltiples cultivos se han visto des-mantelados por la apertura comercial.

Tal es el caso de la soya, cuya pro-ducción cayó al -2.69% en la etapa dela crisis, de 1984 a 1994, mientras que

a partir de la firma del TLCAN cayó al-13.59% anual. La superficie cosecha-da cayó también al -13.75%. Se tratadel cultivo que ha enfrentado una sus-titución más radical, ya que mientrasen 1990 el 46.7% de la soya era impor-tada ya para el año 2003 el 97.1% delconsumo nacional procedía del exte-rior (Fox, 2004b).

El algodón es también un cultivoque ha enfrentado un declive pronun-ciado pues la superficie cosechadacayó al -10.49% de 1993 al 2003. Estasituación responde también a la ele-vada sustitución que ha sufrido el cul-tivo. Mientras en 1990 se importabael 13.4% ya para el 2003 se importa el66.5% del consumo nacional. Este cul-tivo ha declinado principalmente enla región Noroeste que incluye los es-tados de Baja California Norte y Sur,Sinaloa y Sonora ya que mientras en1983 representaba alrededor del 7%de la superficie cosechada ya para el2003 solamente participaba con el1.05% (SAGARPA, 2005).

Otros cultivos que han resentido ladesestructuración provocada por laapertura comercial son la piña, debidoa la entrada de fruta importada de Tai-landia, o la vid, afectada por las impor-taciones de Chile, o el cacahuate,por laentrada de este producto de Argentinay de China. Inclusive, cultivos de ex-portación como el café han visto mer-marse la producción y las gananciaspor la entrada del aromático de malacalidad y bajo precio, procedente deVietnam.

En Coatepec, Veracruz, una de lasprincipales zonas cafetaleras, la pro-ducción de café se desplomó en casi 40%debido al declive del precio. Sus habi-

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tantes se han ido al corte de la caña ohan cambiado el café por la produc-ción de plátano que por lo menos dacuatro cortes al año. El único beneficiode café que queda en la región sola-mente procesa entre 600 y 700 kiloscuando procesaba entre 70 y 80 tone-ladas.

El Consejo Regional del Café repor-ta que el número de afiliados bajó de11 mil en los años noventa a cerca de 5mil en la actualidad (Urrutia,2005a).

En cuanto al cacahuate, la produc-ción se ha desplomado en Amatlán deCañas, Nayarit.

De las 11 tostadoras que existíansolamente quedan 3, mientras que delas 2 mil 500 hectáreas que se sembra-ban solamente se orientan al cultivo600 hectáreas, debido a que la empre-sa Mazapanes “La Rosa” ha preferidoimportar cacahuate de Argentina y deChina que entran a precios por debajodel costo.

Aún cultivos no tradicionales de ex-portación enfrentan dificultades pro-ductivas como es el caso de la fresa enel estado de Morelos.

“Son muy pocas las ganancias: estatemporada invertí 90 mil pesos y sime va bien, espero recuperar 50 milpesos que servirán para pagar larenta de las 20 tareas, volver a com-prar semilla y todo lo que necesitopara sembrar” (Pérez, 2005b).

Esto indica que las opciones de in-versión para los agricultores son muyreducidas y solamente pueden accedera ellas quienes tienen capital y canalesinternacionales de comercialización.

El campo nacional se está convir-tiendo en un páramo donde las opcio-nes productivas se cancelan y la capa-

cidad productiva se destruye acelera-damente.

2. Fractura de las condicionesproductivas

“Me gusta ser campesino, pero noquiero que mis hijos se dediquen aesto; es mucha friega, se come mal yno hay dinero. No sé que vaya a pa-sar porque nos están arrinconando,nos están quitando el agua…”

Otro factor en el que se manifiestala desestructuración alimentaria loconstituye la fractura de las condicio-nes productivas de los agricultores.Este proceso responde esencialmentea la política gubernamental que impe-ra desde 1982 y que ha relegado alcampo de la estrategia de desarrolloeconómico del país. El declive del gas-to público así como su orientación detipo asistencialista han afectado fuer-temente la capacidad productivaagropecuaria. Junto con ello la priva-tización de las Instituciones estatales,y del manejo del agua, así como la re-ducción del financiamiento, en uncontexto de competencia desleal debi-do a la apertura comercial y con ello,el declive de los precios, ha generadoel desmantelamiento de las condicio-nes de producción que constituye aho-ra un obstáculo para impulsar la pro-ducción.

El gasto público orientado al desa-rrollo agropecuario cayó a una tasaanual del -7.21% de 1994 al 2003,mientras que el gasto orientado haciala SAGARPA se redujo en un -3.29%anual en términos reales en el mismoperíodo (Fox, 2004a).

Por su parte el financiamiento pú-blico orientado primero a través de

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BANRURAL y después de la Finan-ciera Rural se redujo a la elevada tasadel -8.10% anual de 1993 al 2002.

Aquellos productores ubicados entierras de buen potencial agrícola y sincartera vencida con el gobierno, quefueron orientados a la Banca Privada,enfrentaron peores condiciones, ya queel crédito de la Banca Comercial orien-tado a los sectores agropecuario,silvíco-la y pesquero se redujo en un -15.97%anual de 1994 al 2003 (Fox, 2004a).

Mientras las condiciones económi-cas para la producción se deterioraronfuertemente, las condiciones de in-fraestructura resintieron también unfuerte revés. Entre ellas la más claraes el uso del agua.

El problema principal que ha afec-tado a los productores se refiere a la re-ducción en la disposición del agua paralos agricultores, debido por un lado alabandono de la política oficial de losdistritos de riego y por otro, al desvíodel líquido para las ciudades y lasgrandes empresas transnacionales.

“La evolución de la superficie bajoriego en los últimos diez años del mile-nio tuvo una tendencia declinante: enel ciclo 1989-90 se irrigaron 3.19 mi-llones de hectáreas en los Distritos deriego,mientras que diez años después,la superficie atendida fue de 2.51 mi-llones de hectáreas.” (…) “En el bajorío Bravo, en Tamaulipas, 180 mil hec-táreas han quedado sin riego, o con unsolo riego en los últimos diez ciclos, elValle del Yaqui en Sonora ha sufridoescasez en el ciclo de invierno, mien-tras que en Sinaloa se restringe a unsolo riego de auxilio al maíz (Peña yHernández, 2004: 140).

Por otra parte, el Gobierno dejó deadministrar los distritos de riego ytrasladó su manejo hacia los usuarios.Este hecho fue la base para permitirun acaparamiento del agua por partede grandes empresas transnacionaleso bien de grandes empresarios.

Tal es el caso de la Coca Cola que haacaparado el uso del agua mediante larenta de parcelas. Mientras un granempresario puede tener agua para100 has., un ejidatario alcanza sola-mente para dos (Pérez, 2005a).

En Zacatecas más de 50 derechosde pozos para proveer a ejidos fueronadquiridos por la Cervecería Modelocon el consentimiento de las autorida-des quienes les transfirieron sus dere-chos (Velasco, 2004).

En otros lugares la infraestructurade riego se ha deteriorado debido alabandono de su mantenimiento porparte de los gobiernos. Tal es el casode del Distrito de Riego San Gregorioubicado en Chamic, Chiapas.

“Todo se cae a pedazos en este lugarque hace quince años era uno de losdistritos de riego de mayor produc-ción de maíz,melón,sandía y hortali-zas. Sus paredes se derrumban, lascompuertas están destruidas y loscanales llenos de arena. Piedras, ár-boles y maleza no dejan correr lasaguas que salen de madre y enchar-can las brechas laterales” (Balboa,2005).

Junto con ello, la Comisión Federalde Electricidad ha negado la distribu-ción de energía eléctrica para el ma-nejo de los pozos a aquellos producto-res que han contraído deudas con laparaestatal.En el Estado de Sonora eladeudo por un millón doscientos mil

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pesos que contrajeron los productores,trajo consigo que se cerraran los pozosde los que se abastecían de agua, porlo que ahora no tienen agua para re-gar los cultivos.

“Somos un grupo de nueve campesi-nos de la sociedad de producción ru-ral que debemos 300 mil pesos a laCFE; no podemos pagar porque losprecios de la uva estuvieron en elpiso desde que entró el producto chi-leno y ahora que hay mejor precio notenemos dinero para renovar los vi-ñedos que ya tienen mas de 20 años”(Balboa, 2005).

De esta suerte, los otrora prósperosagricultores de Sonora que impulsa-ban cultivos como la vid, el algodón, eltrigo, el olivo, se han visto orillados arentar sus parcelas ante la imposibili-dad de sembrar sin agua.

Por otra parte, el declive de los in-gresos debido a la subordinación de-sestructurante que enfrentan los pro-ductores, ha generado un claro decliveen el uso de maquinaria agrícola.Mientras en 1990 se importaron 190mil tractores, en el 2002 solamente seimportaron 91 mil (Flores, 2003).

Asimismo, el sistema de bodegasconstruidas por el Gobierno enfrentaun fuerte deterioro ante el abandonode que es objeto.

“En aquel silo de un ejido de masarriba se llegaron a almacenar, toda-vía a principios de los ochenta, masde mil toneladas de maíz y entre 400y 500 toneladas de frijol al año. Aho-ra a la bodega ya le salieron hierbas

que se han comido hasta la canchade básquetbol de junto”6.

Las condiciones productivas tantode carácter económico como técnico sehan deteriorado, con lo cual los pro-ductores carecen de recursos paraechar a andar la producción.

“No le sacamos la vuelta al trabajo,pero lo que están haciendo es fomen-tar la venta de las tierras y sobretodo de los pozos; quieren que volva-mos a las haciendas de Porfiriato.No entienden que ¡Queremos traba-jar! Sin embargo, pareciera que laautoridad quiere una agricultura ti-rada, campesinos empobrecidos quese vayan a morir en su intento porcruzar la frontera norte. Estamosacosados, ¡nos quieren desapare-cer!”7.

3. La desestructuración de lasunidades productivas

campesinas y empresariales

“Ya no es costeable sembrar. Desdeel Gobierno de Carlos Salinas nos jo-dieron a los campesinos. Dejamos detener un mercado seguro, el bancono presta, el gobierno reventó el cul-tivo de la caña con el que sacábamosalgo de comer.Nomás somos peones”(Pérez, 2005b).

Existe una desvalorización artificialde la producción básica del país hechoque arruina a los productores y les im-pide sostenerse en la agricultura. Estadesvalorización se observa en primerlugar en el declive de la participaciónde dichos productos en la estructura devalor de los principales cultivos de Mé-

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6 Testimonio de don Pedro Torres del Ejido Agua Fría, en: Avilés, 2005.7 Testimonio de campesino de Sonora. Matilde Pérez, 2005a

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xico. Mientras en 1994 los granos bá-sicos participaban con el 52.7% del va-lor nacional, ya para el 2003 partici-paban con el 37.3% (SAGARPA,2005).Esto significa que el valor en términosrelativos ha decrecido.

Tal situación responde a la subordi-nación desestructurante que enfren-tan los productores rurales, la cualtiene la característica de que no repro-duce la explotación, sino que genera laexclusión de aquellos a quienes les ex-trae el valor producido, ya que agotalas condiciones productivas al impe-dirles obtener por lo menos el costo delo que han invertido.

Este proceso ha generado entre loscampesinos un fortalecimiento de ladescampesinización, que ha traídoconsigo el abandono de las parcelas demala calidad por parte de la poblaciónque emigra del campo.

Esto se observa en la reducción dela superficie cosechada en tierras detemporal de los granos básicos, puesmientras en 1993 el 81% se dedicaba adichos cultivos, en el 2003 solamentese orientaba el 70.2% (SAGARPA,2005). Asimismo, se calcula que cadaaño más de 50 mil productores dejanel agro (Pérez, 2005c).

En Atzalán, Veracruz, 50% de lastierras están abandonadas, mientrasque en Coatepec del mismo estado, el40% de las fincas cafetaleras han sidoabandonadas (Urrutia, 2005b).

Un rasgo notorio de la desestructu-ración rural lo constituye el hecho deque no sólo los campesinos son exclui-dos de la producción sino los pequeñosy medianos empresarios agrícolas. Esun proceso que fractura por tanto lareproducción de la unidad campesina

y la del capital agropecuario orienta-do a la producción de bienes básicospara el mercado interno.

En el plano estadístico se observaque los productores con tierras de rie-go han sido fuertemente afectados.Mientras en los años de la crisis laproducción de los diez principales cul-tivos creció a un ritmo anual del2.93% en tierras de riego, de 1994 al2003 decreció al –8.82%. Los cultivosmás afectados fueron la soya, el trigo,el maíz y el arroz. La superficie cose-chada por su parte declinó en un–9.12% en este período (SAGARPA,2003).

Por esta razón los campesinos aco-modados y los pequeños empresariostienden a rentar o vender las parcelasante la ruina que enfrentan. Tal es elcaso de los productores de CaborcaSonora, ya mencionados en los testi-monios, que se vieron agobiados por ladeuda de la CFE ante el declive de losprecios de la vid, por lo que acabaronrentando sus tierras Y ahora se em-plean como jornaleros por 80 pesos aldía, cuando tienen suerte (Pérez,2005a).

Por esta razón, aún los más próspe-ros agricultores han conocido la ruinaproductiva. Es lo que ha ocurrido congrandes productores de café, antigua-mente llamados finqueros, o con losagricultores del norte y noroeste queconstruyeron la zona más avanzadadel capitalismo rural mexicano.

Tal es el caso de Joaquín Alcántara,antes propietario de la Hacienda Zim-pizahua en Coatepec Veracruz, quienperdió, debido a los bajos precios delcafé. Ahora, la que llegó a ser una “fin-ca Modelo”, se encuentra abandonada

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y llena de maleza debido a que ha sidoembargada por el Banco; o bien, elcaso de Rodolfo López Chaires del Eji-do Rodolfo Campodónico en Sonoraquien llegó a ganar 25 mil pesos encada ciclo agrícola y ahora vive en unacasa de cartón a la vera de un canal deriego, debido a que la importación dela vid arruinó su producción (Pérez,2005a).

También es el caso de Raúl Arám-bula de Agua Fría, Bachíniva, enChiahuahua.

“Entre mis dos chamacos y yo sem-brábamos entre 20 y 25 hectáreas.Después empecé a deber 100 mil,200 mil pesos y no podía pagar ypara darle al Banco empecé a venderla tierra. Ahora ya llevo vendidas 30hectáreas de cultivo. También perdítodo el ganado que tenía en Guerre-ro, eran 70 reses. Tenía tres tracto-res y vendí dos. Por eso los hijos sefueron;yo le decía al mayor que no sefuera…” (Avilés, 2005).

La subordinación desestructuran-te es, por tanto, un fenómeno generali-zado que destruye las condiciones pro-ductivas, tanto de campesinos comode empresarios, impidiéndoles con-servar su unidad productiva.

4. El despoblamiento rural

“Se han ido tantos del pueblo,que to-dos cabríamos en un lado de la carre-tera y sobrarían casas” (Herrera,2005a).

La subordinación desestructuran-te ha generado un proceso que podría-

mos llamar como despoblamiento ru-ral8, debido al incremento sin prece-dentes de la migración rural orienta-da fundamentalmente a los EstadosUnidos, que ha traído consigo que mu-chos pueblos rurales se vayan que-dando vacíos.

La tasa de crecimiento medioanual de población nacida en Méxicoque reside en Estados Unidos se in-crementó al 5.83% de 1990 al 2003.Los estados en los cuáles predominala población campesina son los quepresentan tasas más altas de creci-miento. Tal es el caso de Chiapas,Guerrero, Hidalgo, Oaxaca, Puebla,Tlaxcala y Veracruz, en los cuáles latasa de crecimiento supera al 10% enel mismo período (CONAPO, 2005).

La migración ha traído consigo undespoblamiento al que algunos auto-res llaman “desruralización”9, que seexpresa en el hecho insólito de que latasa de crecimiento de población ruralsea negativa en varias entidades delpaís, todas ellas del Norte aledañas alos Estados Unidos. Tal es el caso deCoahuila, Chihuahua, Durango, Na-yarit, Nuevo León, Tamaulipas y Za-catecas, durante los años de 1993 al2003 (Fox, 2004c).

Si bien existe una tendencia en elcapitalismo al decrecimiento de la po-blación rural, éste es en términos re-lativos. El hecho de que la poblaciónrural decrezca en términos absolutosno forma parte del crecimiento de laciudad a expensas del campo, sino de

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8 Autores como Armando Bartra llaman a este proceso vaciamiento (Bartra, 2003b).9 Víctor Quintana llama desruralización a este proceso.

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un despoblamiento rural que tieneque ver con la migración masiva.

“Aquí quedamos puro desecho”10.

Al principio, la migración involu-craba fundamentalmente a los hom-bres, por lo que en los ejidos y comuni-dades quedaban solamente mujeres,niños y ancianos. Esto dio por resulta-do que las mujeres se hicieran cargode la parcela. Según un estudio de laSecretaría de la Reforma Agraria, el60% de las familias del medio ruralson dirigidas por mujeres (Citado porVillafuerte, 2005).

Lo que ha permitido sobrevivir es-tos núcleos familiares son las crecien-tes remesas que envían los migrantes.En el 2004 alcanzaron la cifra de16,612.85 millones de dólares, apenascon una diferencia de 5 millones en re-lación a lo obtenido por las exportacio-nes de petróleo, principal rubro decaptación de divisas del país (Bancode México,2005).Si las remesas no su-peraron al petróleo fue debido al in-cremento que alcanzó el precio del hi-drocarburo en el 2004.

Esto indica que México se convierteen un país exportador de mano deobra, debido a la desestructuraciónrural y al hecho de que no se creanfuentes internas de empleo para rete-ner a la fuerza de trabajo del campo.

“Hoy caminar por Estancia de losLópez es encontrarse con caseronasabandonados, ventanas tapiadas y

puertas cerradas con candado” (He-rrera, 2005a).

Aún cuando quedan muchos pue-blos con mayoría de mujeres y niños,se observa la tendencia a la migraciónde familias enteras, con lo cual lo po-blados se van volviendo desiertos.

“Aquí no se puede tener mucho, lascosas se pasan de caducidad porqueno las llevan. Estas tres Campbellstienen tres años. Ahora está acámuy triste, siendo que era un ranchomuy grande; cuando se levantaba elfrijol y el maíz sacaba 3 mil pesosdiarios y ahora hay días que, no meva a creer, pero saco 20 pesos”11.

Una expresión de este proceso loconstituye el descenso del número delas escuelas primarias rurales. En elámbito nacional se observa un estan-camiento en su evolución pues de1993 al 2000 crecieron al 0.45% anual,sin embargo se observan tasas negati-vas en 12 entidades del país, entre lasque sobresalen nuevamente estadosdel norte que tienen elevadas tasas deemigración, como Zacatecas, Coahui-la, Chihuahua, Tamaulipas, NuevoLeón. Un caso que llama la atenciónes el Estado de México en el que el nú-mero de escuelas primarias cayó auna tasa media anual del -10.57% de1993 al 2000 (SEP, 2000).

“En el fondo del despoblado la prima-ria Ignacio Ramírez 2580, que abriósus puertas por última vez en abrilde 2002, al igual que la Damián Car-mona, del Rancho Peña, cerrada

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10 Testimonio de Doña Elpidia. Habitante de Agua Fría, Chihuahua. En: Avilés, 2005.11 Testimonio de Doña Cuca, dueña del único tendajón que queda en el Ejido Agua

Fría. En: Avilés, 2005.

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hace tres años y que la Escuela ofi-cial 7076 Socorro Rivera del ejido deAgua Fría, que junto con la casa delmaestro está tan llena de agujerosque parece bombardeada. Es entreotros muchos el testimonio del “finde la escuela rural”, como dicen lospropios campesinos” (Avilés, 2005).

En muchos poblados los niños seven obligados a trasladarse a las cabe-ceras municipales para asistir a cla-ses en los Centros Regionales de Edu-cación Integral (CREI) porque la es-cuela de la comunidad ha sido cerra-da.

“En Agua Fría (Chihuahua) hay 40casas deshabitadas y nueve con gen-te” (Avilés, 2005).

Pueblos fantasmas testimonian eldesastre rural. Poblaciones completasse han visto obligadas a dejar la tierraque los vio nacer porque las políticasneoliberales no garantizan a los mexi-canos el derecho de vivir dignamenteen su país, como sucedió en Estanciade los López, Nayarit, donde la pobla-ción se redujo de 4 mil a 2 mil habitan-tes en el lapso de dos décadas (Herre-ra, 2005).

Muchos regresan, pero otros sequedan allá para no arriesgar de nue-vo al pasar la frontera. Sólo vienencuando ya van a morir.

“Los que se van son como los elefan-tes: vienen a morirse a su tierra, auna tierra que aman, pero de la queya pocos pueden vivir” (Herrera,2005a).

II. Los beneficiarios de ladesestructuración rural

Sobre las ruinas que van quedandoen el campo mexicano se levantan

ahora los emporios de las empresasextranjeras y se propaga una nueva“ganaderización” rural.

Las transformaciones legales al artí-culo 27 constitucional impulsadas porSalinas de Gortari en 1992, abrieron elcauce a la inversión extranjera directay a la compra de tierras por parte de ex-tranjeros en tierras mexicanas.Esto hagenerado que las mejores tierras delpaís empiecen a ser apropiadas por em-presas foráneas que impulsan cultivosno tradicionales para la exportación yaprovechan la “ganga” de productoresarruinados y endeudados.

Tal es el caso de la empresa Hortí-colas de Desierto en Caborca Sonora,quien ha rentado cientos de hectáreascon sus respectivos pozos a los otroraprósperos agricultores que fueronarruinados por la importación de lauva chilena y por los adeudos con laComisión Federal de Electricidad. Lospropietarios de la empresa radican enCalifornia y Arizona e impulsan lasiembra de cultivos no tradicionalesde exportación, en los cuáles se con-tratan los dueños de la tierra comopeones y jornaleros.

Es también el caso de la EmpresaCoreana Triple Ocho, asentada enSantiago Ixcuintla, Nayarit, produc-tora de hortalizas exóticas como le-chugas bok y yu, calabaza cabocha,berenjena thai, tamarindo verde, ca-labazas patera y fuzzy, melón bitter,chile thai. Dicha empresa ha extendi-do su dominio a través de la renta de450 hectáreas a precios muy bajos, al-rededor de 3 mil pesos la hectárea enel 2005 (Herrera, 2005b).

Estas empresas se han beneficiadode la quiebra de los productores, apro-

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vechando las buenas tierras a bajosprecios, así como la mano de obra quequeda desempleada y a la cual le pue-den pagar bajos salarios.

En el ámbito agroindustrial las em-presas que se han beneficiado de la si-tuación son aquellas que aprovechanlos bajos precios imperantes en elmercado mundial, Cargill y Continen-tal, que venden los granos abaratadosa nuestro país y obtienen enormes ga-nancias, Nestlé ha logrado bajar losprecios del café nacional a través de laimportación de café de mala calidadde Vietnam, así como las empresasque utilizan el maíz o el trigo comomateria prima básica, tales comoMinsa, Arancia, Maseca, AlmidonesIndustrializados de Maíz, Bimbo, etc.

Por otra parte, ante el declive de laagricultura de alimentos básicos, seobserva la tendencia hacia una nueva“ganaderización”del campo mexicano.

“Después del “bajón” del cacahuate,el pasto ocupa más hectáreas (3 mil)que cualquier otro cultivo, porquealgunos han encontrado en la gana-dería una alternativa para subsis-tir” (Herrera, 2005a).

Uno de los sectores favorecidos conla apertura comercial lo constituye elganadero. Si bien inicialmente fue du-ramente golpeado por la importaciónde carne de Estados Unidos, durantelos años noventa redujo fuertementeel impacto de las importaciones y lo-gró repuntar en las exportaciones.

Mientras las importaciones de car-ne en canal habían crecido a la eleva-da tasa del 19.98% de 1984 a 1994, enel período del TLCAN crecieron al9.02%. Aún cuando esta tasa siguesiendo elevada, muestra un claro de-

saceleramiento respecto a la etapa dela crisis. Las importaciones de porci-no, por su parte, pasaron de 20% a9.06% en los períodos citados.

Asimismo, las exportaciones de bo-vino y carne en canal crecieron a laelevada tasa de 10.9% y 10.7% duran-te los años del TLCAN, mientras quelas de porcino se incrementaron al18.3% y las de aves al 19.26%. Tal si-tuación ha generado que la produc-ción pecuaria muestre una clara recu-peración durante los años del TLCANen relación a la década de los ochenta.La producción de carne en canal quehabía crecido al 1.45% de 1984 a 1994se incrementó al 3.67% anual de 1994al 2003. Por su parte la producción deaves creció a la elevada tasa del 6.97%en el último período (Fox, 2004b).

El repunte de la ganadería ha gene-rado una opción productiva para losagricultores mexicanos. Se trata de loscultivos forrajeros. Entre ellos, el quedestaca ampliamente es el cultivo delsorgo.Mientras este cultivo había decli-nado al -2.69% anual de 1984 al 2004,durante el período del TLCAN creció ala elevada tasa del 6.50% anual. Loscultivos que se van abandonado, se sus-tituyen por este grano forrajero. Mien-tras en 1993 el sorgo ocupaba el 6.58%de la superficie cosechada nacional yapara el 2003 ocupaba el 13.16%. Estecultivo ha sido una opción tanto parapequeños empresarios como para cam-pesinos, pues en las tierras de riego lasuperficie cosechada de sorgo pasó del5% al 9.8%,mientras que en las de tem-poral pasó del 7 al 14% de 1993 al 2003(SAGARPA, 2005).

Otros cultivos que han cobrado im-portancia también son la avena forra-

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jera seca, verde y achicalada. Sin em-bargo, son cultivos que aunque tengancomprador, dejan pocos ingresos a losproductores y no se pueden comercomo el maíz y el frijol. Por ello, a laavena forrajera le llaman el “cultivode la desesperanza” (Avilés, 2005).

Nuevamente, como en los años se-tenta, la ganadería se enseñorea en elcampo. La tierra que ofrendaba comi-da a los humanos, se dedica a dar decomer a las vacas y a los cerdos.

Las “nuevas haciendas del milenio”de capital extranjero y la “nueva” ga-naderización del campo, se perfilancomo las tendencias a ocupar el vacíoque deja la desestructuración produc-tiva agrícola.

A manera de conclusión

“No veo otro horizonte. Sabe usted,no conozco otra cosa. Yo nací entrelas matas”.

El campo mexicano se está volvien-do silencioso. Como en el Comala deRulfo, en algunos pueblos, sólo se es-cuchan las voces de los muertos.

Pero tanto los que se quedan comolos que se van, no se resignan a perderla tierra. A dejar de ser campesinos. Poreso, entre el murmullo de las voces fan-tasmas se escuchan todavía muy fuer-tes las voces de la resistencia: de los mi-grantes zacatecanos que envían las re-mesas para la inversión agropecuaria,monto que ha superado a la inversiónpública orientada hacia el desarrollorural en el estado; de los productores degranos básicos que se alzaron en elFrente “El Campo no Aguanta Más”para exigir la renegociación del Tratadode Libre Comercio con Estados Unidosy Canadá en el año 2003; de los produc-

tores de bienes orgánicos, de los em-prendedores del turismo ecológico, delos exportadores de café gourmet;de lasmujeres organizadas en múltiples re-des productivas, de los agricultorescomprometidos con el desarrollo soste-nible.

Esta resistencia organizada, indi-vidual, pacífica, alebrestada, consti-tuye una fuerza social de gran empu-je. Los pueblos se vuelven desiertospero la gente, su gente sigue viva ydesde las voces de la desesperanza nose resigna a perder su condición rural.

Si un país pierde la capacidad paraalimentar a su población, pierde suidentidad nacional. Por ello la resis-tencia persiste a contracorriente.

“No las queremos urbanas.Sabemosque no seremos ricos, pero la tierraes parte de nuestra vida, y por eso,con o sin apoyo del gobierno seguire-mos como agricultores. ¿Qué haránlos industriales, los comerciantes,los habitantes de las ciudades sin uncampo cultivado, sin producción?”(Pérez, 2005b).

Verano de 2005

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