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1 UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO” SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO. JUNIO - NOVIEMBRE 2003. EXZEQUIADES LUZARDO TORO Barquisimeto, 2004

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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO”

SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL

MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD

DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO

“DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003.

EXZEQUIADES LUZARDO TORO

Barquisimeto, 2004

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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO”

DECANATO DE MEDICINA

POSTGRADO DE MEDICINA CRÍTICA.

SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL

MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD

DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO

“DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003.

Trabajo para optar al Grado de Especialista en Medicina Crítica

Por: EXZEQUIADES LUZARDO TORO

Barquisimeto, 2004

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SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL

MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD

DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO

“DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003.

Por: EXZEQUIADES LUZARDO TORO

Trabajo de Grado Aprobado

__________________________ _________________________ Dra. Isabel Laguna V. Jurado 2 Tutora

________________________ Jurado 3

Barquisimeto, 2004

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INDICE

INDICE DE CUADROS v INDICE DE GRÁFICOS vi RESUMEN vii INTRODUCCIÓN 1 CAPITULO

I EL PROBLEMA 2 Planteamiento del Problema 2 Objetivos 4

Generales 4 Específicos 4

Justificación 5

II MARCO TEÓRICO 7 Antecedentes de la Investigación 7 Bases Teóricas 9 Operacionalización de las Variables

III MARCO METODOLÓGICO 25

IV RESULTADOS 29

V DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES 40

VI RECOMENDACIONES 43

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 44 ANEXOS 49 A Curriculum Vitae 50 B Instrumento de Recolección de Datos 51 C Autorización 53 D Flujograma del Tratamiento 54

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INDICE DE CUADROS

Cuadro

Pág.

1 Valores reportados para Presión Intracraneana, saturación yugular O2, presión de perfusión cerebral antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

32

2 Relación entre los valores de Presión Intracraneana con presión de perfusión cerebral y saturación de oxígeno antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

33

3 Relación entre los valores de presión intracraneana con presión de perfusión cerebral y saturación de oxígeno después de aplicada las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

34

4 Valores reportados en los pacientes estudiados antes y después de la aplicación de medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

35

5 Relación de valores de saturación yugular de oxígeno y presión de perfusión antes y después de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

37

6 Porcentaje de reducción de la presión intracraneana después de aplicada la técnica de saturación de oxígeno. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

38

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Niveles de EO2 en pacientes isquémicos. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

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INDICE DE GRÁFICOS

Gráfico

Pág.

1

Distribución de los pacientes en estudio según el Sexo. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

29

2

Distribución de los pacientes en estudio según la Edad. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

30

3

Valores reportados para Presión Intracraneana (PIC), saturación yugular O2 (SatO2), presión de perfusión cerebral (PPC) antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

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UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL “LISANDRO ALVARADO”

POSTGRADO DE MEDICINA CRITICA

SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD

DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003.

Autor: Exzequiades Luzardo Toro Tutora: Isabel Laguna Vásquez

RESUMEN

Con el objetivo de determinar la saturación yugular de oxígeno en sangre del bulbo yugular como técnica de monitorización en pacientes con trauma craneoencefálico, se realizó un estudio descriptivo transversal a todos los pacientes que ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central Universitario “Antonio María Pineda” en el periodo Junio – Noviembre 2003 en este diagnóstico. Se tomó una muestra a conveniencia de 8 pacientes, el 87% masculino y el 13% femenino con un promedio de edad de 33,5 años. Se realizó monitorización continua de signos vitales, presión intracraneana (PIC), Presión de Perfusión Cerebral (PPC), Saturación yugular de oxígeno (SyO2), diferencia arterio yugular (Day) y Extracción Cerebral de Oxígeno (EO2); durante tres (03) días consecutivos, a partir de su ingreso a la Unidad de Cuidados Intensivos. Se recolectaron 20 muestras sanguíneas en los ocho (8) pacientes, determinándose en ellas las modificaciones ocurridas antes y después de la aplicación de medidas terapéuticas y su relación con la PIC y PPC. La SyO2 tuvo una mejoría estadísticamente significativa (P = 0,0001) posterior a la aplicación de medidas terapéuticas, relacionado con el descenso de la PIC en el 85% de los casos (P=0,00001) y aumento de la presión de perfusión cerebral en el 75% de los casos (P= 0,001). La modificación de la Day y EO2 no fue significativa. En conclusión la separación yugular de oxígeno y el resto de las variables hemodinámicas parecen ser un buen patrón para el seguimiento del paciente con trauma craneoencefálico severo, además de aportar información valiosa al momento de ajustar las medidas terapéuticas. Palabras Claves: Trauma Craneoencefálico, Saturación Yugular de Oxígeno.

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INTRODUCCIÓN

La frecuencia de aparición de trauma craneoencefálico, su alta mortalidad

dentro de los traumas en general, así como la necesidad de desarrollar un sistema de

atención especializado desde su llegada a las unidades de cuidados críticos

constituye la motivación principal para la realización de este trabajo.

Los traumatismos craneoencefálicos tienen el mayor potencial de

morbimortalidad entre todos los traumatismos. El desarrollo de sistemas de atención

al traumatizado en diversos países del mundo ha mejorado el pronóstico de estos

pacientes.

Los traumatismos craneoencefálicos generalmente ocurren como parte de

politraumatismos y son responsables de una tercera parte de la mortalidad. Se debe

prevenir una segunda lesión causada por hipotensión, hipoxia y otras lesiones

asociadas, con lo cual disminuye la mortalidad. Más de tres cuartas partes de los

pacientes que mueren por traumatismo craneoencefálico presentan daño cerebral por

isquemia.

Estos pacientes son muy susceptibles a la hipoxia, por pérdida de la

autorregulación del flujo sanguíneo cerebral y vasoespasmo.

El monitoreo del flujo sanguíneo cerebral y más aún el consumo metabólico

cerebral de oxígeno continúa siendo un enigma.

Los estudios realizados en otros centros han demostrado que la determinación

de saturación de oxígeno en bulbo yugular en conjunto con monitoreo de presión

intracraneana parece ser una buena variable en la monitorización del trauma

craneoencefálico severo.

El propósito de esta investigación es correlacionar valores de presión

intracraneano con saturación yugular de oxígeno y así poder elaborar guías de

actuación ante estos pacientes.

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CAPITULO I

EL PROBLEMA

Planteamiento del Problema.

El Trauma Craneoencefálico es una causa frecuente de morbimortalidad, que

generalmente afecta a personas en edades reproductivas y constituye una problema de

salud publica en Venezuela, así como en la región Centroccidental.

Los accidentes representan la causa más importante de muerte en adultos

jóvenes menores de 45 años en los países industrializados (White, 1992), el 70 %

corresponde a casos con traumatismo craneal cerrado, los cuales dejan una

incapacidad permanente alarmante.

La incidencia en los Estados Unidos se acerca a 180-220 por cada 100000

habitantes por año, de los cuales 373000 son hospitalizados y 75000 mueren ( Kraus,

1996). En Colombia, fallecen 127 personas por cada 100000 habitantes, debido a

trauma. La mortalidad en pacientes con politraumatismo y trauma craneoencefálico

es de 18,2% y de solo 6.1% en pacientes con solo politraumatismo (Gennarelli,

1989).

La isquemia cerebral es común en el trauma craneal severo (Glasgow < 8), se

observa hasta en el 90 % de autopsia (Grahan, 1978), y está asociada a la lesión

primaria inicial, favorecida por los factores de lesión secundaria que es uno de los

principales componentes de la lesión secundaria.

La alteración de la permeabilidad de capilares cerebrales altera la

autorregulación cerebral y por lo tanto el flujo sanguíneo cerebral, con aumento de la

presión intracraneana y disminución de la presión de perfusion cerebral, con

disminución del flujo sanguíneo cerebral y aumento de la resistencia vascular

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cerebral, produciéndose en los casos severos un daño isquemico secundario,

sobrepuesto a la lesión primaria y agravada por los factores de hipoxia e hipotensión.

La isquemia cerebral es posiblemente el mecanismo más importante en la producción

de lesiones secundarias.

En los pacientes con traumatismo de cráneo el manejo en UCI cumple un doble

objetivo: 1. Detectar y tratar las complicaciones de las lesiones primarias capaces de

provocar daño cerebral diferido y 2. Brindar las condiciones optimas para la

recuperación natural de la función cerebral (Shoemaker, 1998).

Para limitar la influencia de los factores de lesión secundaria, la clínica se apoya

en técnicas de monitorización como la Tomografía Axial Computada, medición de

presión arterial, presión intracraneana y saturación de oxigeno es sangre venosa

yugular entre otros (Gopinath, 1994), para así ofrecer un manejo adecuado del trauma

craneoencefálico durante su hospitalización en UCI.

La saturación de oxigeno en sangre venosa yugular se ha constituido en una

parte importante de la monitorización en la asistencia de pacientes con trauma de

cráneo en los últimos 15 años, pues es un reflejo global de la perfusion cerebral y es

considerada como una variable ya consolidada (Macmillan, 2001).

Debido a que la saturación de oxigeno en sangre del bulbo yugular no forma

parte del monitoreo de los pacientes con trauma de cráneo severo en la Unidad de

Cuidados Intensivos del Hospital Central Universitario “Dr. Antonio Maria Pineda”,

el presente trabajo pretende determinar la saturación de oxígeno en sangre del bulbo

yugular como técnica de monitoreo en pacientes con trauma craneoencefálica severo

admitidos en dicho centro, en el periodo Junio – Noviembre 2003.

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Objetivo general.

Determinar la saturación de oxígeno en sangre del bulbo yugular como técnica

de monitorización en pacientes con trauma craneoencefálicos severos hospitalizados

en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Central Universitario “Dr. Antonio

María Pineda”.

Objetivos Específicos.

- Determinar la saturación de oxigeno de sangre del bulbo yugular, diferencia

arterioyugular de oxígeno, extracción cerebral de oxígeno presión arterial

media, presión intracraneana y presión de perfusión cerebral antes de aplicar

medidas terapéuticas.

- Relacionar los valores de presión intracraneana, presión de perfusión cerebral

con la saturación de oxígeno en sangre del bulbo yugular, diferencia

arterioyugular de oxígeno y extracción cerebral de oxígeno.

- Determinar las modificaciones de la saturación de oxígeno en sangre del bulbo

yugular, diferencia arterioyugular de oxígeno y extracción cerebral de oxígeno

durante y después de la aplicación de medidas terapéuticas.

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Justificación de la Investigación

El manejo moderno de los pacientes con lesión cerebral e hipertensión

endocraneana exige un adecuado conocimiento de todos los eventos fisiopatologicos

que lesionan el cerebro, así como los mecanismos capaces de provocar daño cerebral

secundario.

Actualmente el Trauma Craneoencefálico Severo se debe considerar como una

enfermedad progresiva a partir del momento del trauma, autolimitada, de duración

variable que puede terminar con la muerte del enfermo en un plazo igualmente

variable; y que consta de 3 fases:

Una primera fase de hipo perfusión de 24 horas de duración, que se inicia casi

de inmediato en todo el cerebro y no solamente en las zonas contundidas, reduciendo

rápidamente, en minutos, el flujo sanguíneo cerebral (FSC) hasta niveles de 20

ml/100 g (normal 50 mL/100mg); muy cercano al flujo sanguíneo de penumbra e

isquemia; por lo que cualquier periodo de hipotensión arterial que ocurra en este

momento duplica la mortalidad.

Una segunda fase de hiperperfusión que se inicia 24 horas después del trauma y

se mantiene por 4 días aproximadamente, en la cual, el FSC se recupera y sobrepasa

los 50 mL/100g, durante el cual se presentan periodos de hipertensión intracraneal

(HIC), generalmente sin traducción clínica y desencadenados por discretas

disminuciones de presión arterial; durante uno de los cuales frecuentemente el

paciente muere; lo que hace indispensable el monitoreo de presión arterial y de la

presión intracraneal.

Una tercera etapa de vaso espasmo, que se inicia generalmente al 5to. Día del

trauma y que se caracteriza por una nueva reducción lenta y progresiva del FSC,

similar al vaso espasmo de la hemorragia subaracnoidea espontánea, lo cual se

prolonga por 10 días más y a lo que hasta la fecha, se le ha dado poca importancia,

encontrándose actualmente en etapa de investigación (Borel, 1990).

El trauma craneoencefálico (TCE) es la primera causa de muerte en adultos

jóvenes (White, 1992). Su incidencia anual es de aproximadamente 200 por cada 100

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000 personas (Borel, 1990), y aunque todos no son letales pueden producir

discapacidad temporal o permanente (Jeannette, 1991). Después que el TCE se ha

producido lo que determina el resultado final y una rehabilitación exitosa es el

temprano reconocimiento y tratamiento de las lesiones secundarias.

Con el objetivo de detectar tempranamente anormalidades de la hemodinamia y

el metabolismo cerebral ha ido sugiriendo una serie de variables susceptibles de ser

monitoreadas y manejadas hasta llevarlas a la normalidad, con el fin de mejorar la

recuperabilidad del traumatizado; sin embargo, aún no existe una respuesta

totalmente precisa a la pregunta de si son útiles todas las variables de la hemodinamia

y el metabolismo cerebral en predecir el resultado a largo plazo del TCE. Este trabajo

propone determinar, en la serie de pacientes neurocríticos, el comportamiento de los

valores en las primeras 24 horas de presión intracraneal (PIC), tensión arterial media

(TAM), presión de perfusión cerebral (PPC), presión yugular de oxígeno (PyO2),

saturación yugular de oxígeno (SyO2), diferencia arterio-yugular de oxígeno

(DayO2), extracción cerebral de oxígeno (ECO2), antes y después de la aplicación de

medidas terapéuticas en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI); las evidencias han

demostrado que los pacientes se podrían beneficiar con la medición de todos los

parámetros hemodinámicos cerebrales, ya que facilita su manejo y disminuye el

porcentaje de lesiones secundarias.

Se ha realizado una revisión en la literatura internacional, nacional y regional,

evidenciándose que a nivel nacional y regional no existen pautas bien establecidas

sobre el uso de la saturación de oxígeno en sangre venosa yugular como técnica de

monitorización del trauma craneoencefálico severo.

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CAPITULO II

MARCO TEORICO

Antecedentes de la Investigación.

La saturación del bulbo yugular viene siendo utilizada desde hace más de 3

décadas como una técnica de monitorización del trauma craneoencefálico severo

resultado en una visión un poco más clara del metabolismo cerebral.

Raj y col en 1982 analiza la experiencia de la monitorización de la presión

intracraneana en 207 pacientes en un periodo de 4 años reportando un porcentaje de

complicaciones bajo y un beneficio importante, facilitando en manejo de pacientes

con trauma craneoencefálico. El autor ya evidencia la utilidad de sistemas de

monitoreo de los pacientes traumatizados.

En 1990 Rosner estudia la presión de perfusion cerebral en pacientes con

traumas craneoencefálicos severos.

Autores como Martins en 1996 afirma que el monitoreo continuo de la

saturación de sangre venosa de la yugular permite detectar episodios de hipó

perfusión e implementar las medidas terapéuticas de una manera racional. Cruz J en

1999 valora un total de 353 pacientes con trauma craneoencefálico. Un grupo de 178

pacientes se manejaron con monitoreo continuo de la extracción cerebral de oxigeno

y presión de perfusion cerebral, otro grupo control al cual sólo se monitorizó presión

de perfusion cerebral, observándose que en pacientes con compromiso encefálico e

incluidos en el grupo 1 se beneficiaron, obteniéndose mejores resultados en la

evolución clínica en comparación con el grupo control.

Cormio y col en 1999, realiza un análisis retrospectivo de 450 pacientes

admitidos en UCI con trauma craneoencefálico severo encontrándose elevación de la

Saturación de oxígeno del bulbo yugular (SjO2), en el 55% de los pacientes. Esta

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medición elevada fue interpretada como Hiperemia ligada a condiciones heterogéneas

que tendrían importantes implicaciones en el manejo de pacientes comatosos.

Liao Xiaoling y col en el 2000 publican un estudio prospectivo sobre la

importancia del monitoreo continuo de la saturación de oxigeno en sangre venosa

yugular durante la realización de endarterectomia carotidea, siendo esta superior al

monitoreo de la presión invasiva carótida como predictor de hipoperfusión cerebral

durante el clipaje carotideo.

Barbara Batista en 2001 selecciona 16 pacientes con trauma craneoencefálico

severo a los cuales se les realizo determinaciones de la diferencia arterioyugular,

extracción y saturación de oxigeno de la sangre venosa extraída del golfo de la

yugular; también se determino la tasa metabólico cerebral. Se comprobó el

predominio de la hiperemia cerebral y tasa metabólica baja, por lo cual se llegó a la

conclusión que existe un desacoplamiento entre el metabolismo y el flujo cerebral.

Basado en estos hallazgos parece importante realizar un seguimiento de los

parámetros hemodinámicos en pacientes que presenten trauma craneoencefálico

severo. En nuestro medio no existen publicaciones sobre este tipo de monitoreo, lo

cual motivó la realización de dicha investigación.

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Bases Teóricas

Los traumatismos craneoencefálicos generalmente ocurren como parte de

politraumatismos y son responsables de una tercera parte de la mortalidad por trauma.

Se debe prevenir una segunda lesión causada por hipotensión, hipoxia y otras lesiones

asociadas, con lo cual se disminuye la mortalidad. Más de tres cuartas partes de los

pacientes que mueren por traumatismo craneoencefálico presentan daño cerebral por

isquemia.

El mecanismo por el cual se sufre el traumatismo craneoencefálico y la edad

pueden determinar el tipo de lesión cerebral, que varía según ésta; los pacientes

menores de 30 años, al lesionarse en accidentes automovilísticos tienen una mayor

tendencia a presentar un cuadro de daño difuso, mientras que los pacientes mayores

de 60 años lesionados en caídas, tienen mayor tendencia a presentar hematomas.

Estos pacientes son muy susceptibles a la hipoxia, por pérdida de la autorregulación

del flujo sanguíneo cerebral y vasoespasmo focal.

De acuerdo con los criterios del Traumátic Coma Data Bank se incluye bajo la

denominación de Traumatismo Craneoencefálico Grave (TCEG) a todos aquellos

pacientes que presentan una puntuación en la escala de Coma de Glasgow inferior o

igual a 8 puntos dentro de las primeras 48 horas del accidente y después de las

maniobras apropiadas de reanimación no quirúrgica (soporte hemodinámica, manitol,

etc.) (Foulkes, 1991). Aunque los criterios de admisión modifican considerablemente

los porcentajes propios de cada centro, aproximadamente el 10% de los pacientes

hospitalizados por un TCE presentan un TCEG (Jennett, 1996).

Clasificación de las lesiones traumáticas

Las lesiones secundarias son las que determinan la mortalidad del grupo de

pacientes a los que se ha denominado en la literatura "pacientes que hablaron y

murieron" ("talked and died") (Humphreys, 1990).

Sobre las lesiones primarias, al producirse éstas de forma inmediata al

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traumatismo, el clínico no tiene ningún tipo de control (5-8,59). Dentro de esta

categoría se incluyen las contusiones, las laceraciones cerebrales y la lesión axonal

difusa (Adams, 1982). Las lesiones Secundarias, aunque desencadenadas por el

impacto, se manifiestan después de un intervalo más o menos prolongado de tiempo

después del accidente (Adams, 1977). Los hematomas, el "swelling" cerebral

postraumático, el edema y la isquemia son las lesiones más representativas de esta

segunda categoría (Braham, 1996). A diferencia de las lesiones Primarias, en las

lesiones Secundarias, existe, por lo menos potencialmente, una posibilidad de

actuación.

Desde un punto de vista más pragmático y de acuerdo con Gennarelli, las

lesiones traumáticas pueden dividirse también en Focales y Difusas (Gennarelli,

1983). La inclusión de un paciente en uno de estos dos grupos, debe hacerse

necesariamente a partir de los datos que nos aporta la tomografía computada (TC).

Esta clasificación, aunque simple en apariencia, permite diferenciar grupos de

pacientes con un mecanismo lesivo, una clínica y unos resultados distintos. Las

lesiones Focales (contusiones cerebrales, laceraciones y hematomas), producen

déficit neurológicos por destrucción tisular e isquemia y sólo son causa de coma,

cuando alcanzan un tamaño lo suficientemente importante como para provocar

herniaciones cerebrales y compresión secundaria del tronco del encéfalo.

Isquemia cerebral y TCE.

Debido a su limitación para almacenar substratos, el encéfalo es un órgano

especialmente sensible a los insultos isquémicos. Esta reducida capacidad de

almacenamiento, le hace extremadamente dependiente de un aporte continuo y

suficiente de oxígeno y glucosa (Bouma, 19941). En un estudio anatomopatológico

efectuado por Graham, el 91% de los pacientes fallecidos a consecuencia de un TCE

presentaban evidencia de lesiones isquémicas (Graham, 1978). Los mismos autores,

en una nueva evaluación de este tipo de lesiones en un grupo de pacientes tratados

diez años más tarde, observaron que el 88% de los casos fallecidos en el mismo

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centro en el período 1981-82 continuaban presentando este tipo de lesiones a pesar de

evidentes mejoras en la recogida, sistemas de transporte y atenciones prehospitalarias

de este tipo de pacientes (Graham, 1989).

En general la isquemia afecta con mayor frecuencia al hipocampo y a los

ganglios basales (Graham, 1978). Cuando existen lesiones corticales, los territorios

frontera entre las arterias cerebrales anteriores y cerebral media son los más afectados

(58). En general, las zonas de infarto aparecen con mayor frecuencia en aquellos

pacientes que han presentado episodios conocidos de hipotensión arterial, hipoxia o

hipertensión intracraneal (Cooper, 1985).

Las lesiones isquemias son el origen de importantes cascadas bioquímicas,

fundamentalmente, la producción de radicales libres de oxígeno y la liberación de

aminoácidos excitotóxicos. Estas dos cascadas son extremadamente lesivas para las

células del sistema nervioso central y se ha demostrado que tienen una gran

relevancia en la fisiopatología del TCE.

Alteraciones del flujo sanguíneo cerebral y de sus mecanismos de control

El hecho de que cualquier órgano es capaz de adaptar el flujo sanguíneo a sus

necesidades metabólicas es un concepto fisiológico antiguo. Esta adaptación ha

recibido en muchos casos el nombre de autorregulación, y ello ha provocado una

importante confusión al aplicarse este término a la circulación cerebral, puesto que el

término autorregulación se usa en otro sentido (Sahuguillo, 1990). En el encéfalo, es

importante distinguir entre regulación metabólica y autorregulación. Por regulación

metabólica, entendemos aquella capacidad del tejido nervioso de aumentar el aporte

sanguíneo en respuesta al aumento de sus requerimientos energéticos. Este

acoplamiento metabólico es extraordinariamente preciso, y es un fenómeno que se

produce muy selectivamente, en el área o áreas cerebrales que aumentan en un

momento determinado su actividad (Lassen, 1959).

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Autorregulación cerebral

Entendemos por autorregulación cerebral aquella capacidad que tiene el

encéfalo de mantener un flujo sanguíneo cerebral (FSC) constante a pesar de cambios

en la presión arterial media (Edvinsson, 1993). Esta definición completamente válida

en el encéfalo normal, hay que matizarla cuando se aplica al paciente

neurotraumático. En este último caso, la presión intracraneal (PIC) asume el

protagonismo en el control del FSC a partir de los cambios que provoca en la presión

de perfusión cerebral (PPC). Por lo tanto la definición correcta de autorregulación

cerebral debe incluir necesariamente el hecho de que el FSC permanece constante

ante cambios en la PPC y no en la presión arterial media (Simon, 1987). Los

mecanismos de autorregulación son efectivos dentro de unos límites determinados de

PPC. En general se acepta que el límite inferior tanto en primates como en el hombre

normo tenso se encuentra alrededor de los 60 mmHg. de Presión Arterial Media

mientras que el umbral superior está cercano a los 140 mm Hg40. Si se tiene en

cuenta que la presión intracraneal normal es inferior a los 12 mm Hg., se puede

estimar que los límites normales de la autorregulación oscilan alrededor de los 50 y

130 mm Hg de PPC. En los pacientes hipertensos la curva normal de autorregulación

se encuentra desviada hacia la derecha, de forma que estos pacientes son más

resistentes a la hipertensión y sin embargo más sensibles a la hipotensión arterial.

La autorregulación es un fenómeno extremadamente vulnerable y sensible a

cualquier tipo de lesión cerebral. En los TCE, se ha demostrado que con mucha

frecuencia estos mecanismos se encuentran alterados o abolidos (Enevoldsen, 1976).

En general se acepta que la prevalecía de alteraciones de la autorregulación en la fase

aguda del TCE grave es superior al 50% (Muizelaar, 1989).

La hipotensión puede ser causa de infartos cerebrales, en algunos casos incluso

múltiples. Esta especial vulnerabilidad del encéfalo traumático a la hipotensión,

podría explicarse por las frecuentes alteraciones de la autorregulación que estos

pacientes presentan. La alteración en la barrera hematoencefalica, altera la

autorregulación cerebral y por lo tanto el flujo sanguíneo cerebral, con aumento de la

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presión intracraneana y disminución de la presión de perfusión cerebral, con

disminución del flujo sanguíneo cerebral y aumento de la resistencia vascular

cerebral, produciéndose en los casos severos un daño isquemico secundario,

sobrepuesto a la lesión primaria y agravado por los factores de hipoxia e hipotensión,

si es que éstos no han sido corregidos. La isquemia cerebral es posiblemente el

mecanismo más importante en la producción de lesiones secundarias. Se ha

demostrado que frecuentemente los traumatismos se acompañan de hemorragia

subaracnoidea y que entre mayor sea ésta, peor es el pronóstico.

El flujo sanguíneo cerebral, la fuente de oxígeno en condiciones normales es

de 50ml/100gr/minuto; debe suplir los altísimos requerimientos energéticos del

encéfalo para mantener su integridad y el intercambio iónico necesario para la

transmisión normal de los impulsos nerviosos. Para esto, el encéfalo consume

aproximadamente 3.2ml/100gr/minuto de oxígeno o 1.5 umol/gm/min (rata de

consumo cerebral de oxígeno) CMRO2, que se puede deducir, multiplicando el flujo

sanguíneo cerebral, por la diferencia entre el contenido de oxígeno de la sangre

arterial (14ml/dl), en comparación con el de la sangre venosa tomada del bulbo

yugular (7.7 ml/dl), según la fórmula:

CMRO2 = FSC x A-V02.

El 50% de la energía se utiliza para la función sináptica, el 25% para mantener

los gradientes iónicos de la membrana sin el cual la célula muere y el otro 25% es de

uso desconocido. En condiciones normales el encéfalo genera energía mediante la

fosforilación de glucosa para obtener CO2 y H2O en el ciclo de Krebs. Alteraciones

metabólicas en la producción de energía celular resultan en la generación de radicales

libres de oxígeno que son nocivos para los ácidos grasos poli-insaturados de la

membrana celular; la liberación de ácido araquidónico lesiona los capilares y se

metaboliza rápidamente a prostaglandinas y leucotrienos, lo que a su vez produce más

radicales libres. La despolarización de la membrana celular produce la liberación de

neurotransmisores (catecolamina, 5HT, glutamato, gaba y opio idees) que en altas

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concentraciones también son citotóxicos y abren más canales de calcio.

El flujo sanguíneo cerebral (FSC) depende de la perfusión cerebral (PPC) que

se puede calcular restando la presión intracraneana (PIC) a la presión arterial media

sistémica (PAM). P P C = P A M - P I C.

Cuando hay disminución del flujo sanguíneo cerebral (FSC), para mantener la

rata de consumo cerebral de oxígeno (CMRO2) constante, se produce aumento de la

diferencia arteriovenosa de oxígeno; si se disminuye la presión de perfusión cerebral

(PPC), o se aumenta la presión intracraneana (PIC), se pueden mantener constantes

tanto el flujo sanguíneo cerebral (FSC) como la diferencia arteriovenosa de oxígeno,

por medio de alteraciones en la viscosidad de la sangre, de las necesidades

metabólicas del encéfalo o por cambios en el calibre de las arteriolas cerebrales con

diámetro entre 30 y 300 micras.

Los cambios en el diámetro de las arteriolas responden a la concentración de

CO2 arterial: la hipercapnia (hipoventilación) produce vasodilatación y la hipocapnia

(hiperventilación) vasoconstricción; esta reactividad ha sido atribuida a la respuesta

del músculo liso a los cambios en la concentración de hidrogeniones; a mayor PCO2,

mayor concentración de hidrogeniones con vasodilatación y disminución de la

resistencia vascular cerebral con mayor flujo sanguíneo cerebral. Sin embargo, con

hiperventilación prolongada, el pH del LCR retorna al nivel basal o a un nivel

ligeramente mayor a las 24 horas y por lo tanto el diámetro de los vasos, haciendo

entonces inefectiva la hiperventilación, con el agravante que se disminuye la

concentración de bicarbonato. Esto puede producir mayores cambios en el pH tisular,

secundarios a las alteraciones de CO2, lo que a su vez puede llevar a mayor

vasodilatación durante los periodos de normocapnia.

El flujo sanguíneo cerebral (FSC=CMRO2/A-VO2) depende de la longitud de

los vasos, que es constante, de su diámetro, que también es constante, en las arterias

mayores y sólo varía con el vasoespasmo secundario a la hemorragia subaracnoidea o

al trauma, a la presión de perfusión (PPC=PAM-PIC), a la viscosidad de la sangre y

especialmente al diámetro de las arteriolas entre 30 y 300 micras, donde está la

mayoría de la sangre, de modo que cualquier cambio en su diámetro producirá

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cambio en el flujo sanguíneo cerebral, en el volumen cerebral y por lo tanto en la

presión.

Se acepta que la PPC puede disminuir hasta 60 mm Hg, dependiendo de la

presión intracraneana. Cuando la PIC aumenta hasta niveles iguales a la PAM, la

PPC será 0 y se produce falta de irrigación y muerte cerebral.

Conceptos generales en la monitorización del paciente neurotraumático

El hecho de que el pronóstico del TCEG esté íntimamente ligado a los insultos

secundarios insertados sobre las lesiones primarias, obliga a establecer un sistema de

vigilancia de parámetros tanto cerebrales como sistémicos que permita evitar y tratar

de forma precoz tales insultos. Por lo tanto la monitorización adecuada del paciente

neurotraumático, es imprescindible para su correcto manejo terapéutico. El problema

radica en establecer qué sistemas de monitorización son imprescindibles para su

tratamiento y cuáles pueden considerarse superfluos o sólo adecuados para aquellos

centros con especial dedicación a la investigación del paciente neurocrítico.

La vieja polémica sobre si la monitorización de la PIC es o no imprescindible

en el control del paciente con un TCEG, ha sido ya superada, y esta monitorización se

considera imprescindible en este tipo de pacientes. En los tiempos actuales en que se

intenta que todas las actividades médicas, estén basadas y justificadas por la

evidencia científica, algunos autores han reabierto la polémica al afirmar que no

existen estudios controlados y con asignación aleatoria, que demuestren que el

monitor de PIC mejora el pronóstico del paciente con un TCEG.

La neuroimagen en la monitorización del TCE

La TC cerebral es la exploración radiológica de elección en el diagnóstico

inicial de los pacientes con un TCEG. Se trata de una exploración rápida y sensible

que permite además el diagnóstico y seguimiento secuencial de las lesiones. Según

los hallazgos de la TC, podemos diferenciar entre lesiones focales (contusiones

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cerebrales, laceraciones o hematomas) y lesiones difusas (alteraciones axonales y/o

vasculares difusas, lesiones cerebrales hipóxicas y "swelling" cerebral postraumático

(Gennarelli, 1993). Aunque esta simple clasificación nos permite orientar la actitud

terapéutica inicial, tiene como principal inconveniente su reducido valor pronóstico.

Recientemente, y a partir de los resultados del TCDB, se ha propuesto una nueva

clasificación de las lesiones, fundamentada en la presencia o ausencia de parámetros

radiológicos capaces de predecir no sólo los aumentos de la PIC sino también la

mortalidad (Eisemberg, 1990). La clasificación del TCDB, aunque presenta algunos

problemas y limitaciones, ha alcanzado una gran difusión y es en la actualidad, la más

utilizada y difundida.

Los objetivos fundamentales de esta nueva clasificación se centraron en la

identificación de pacientes de "alto riesgo": riesgo de hipertensión intracraneal

durante el curso evolutivo del enfermo, lesiones de elevada mortalidad y casos

aparentemente de bajo riesgo que presentaban sin embargo parámetros radiológicos

de mal pronóstico (Marshall, 1991). De este modo, en función del estado de las

cisternas mesencefálicas, el grado de desviación de la línea media y la presencia o

ausencia de lesiones > 25 cc, el TCDB distingue entre cuatro tipos de lesiones difusas

y dos tipos de lesiones focales (Marshall, 1991):

- Lesión difusa tipo I: Ausencia de patología craneal visible en la TC cerebral.

- Lesión difusa tipo II:En este grupo, las cisternas mesencefálicas están presentes y

la línea media centrada o moderadamente desviada (<= 5 mm). En esta categoría

aunque pueden existir lesiones focales (hiperdensas o de densidad mixta), su

volumen debe ser igual o inferior a 25 cc. También es aceptable encontrar cuerpos

extraños o fragmentos óseos. Una característica relevante de este grupo de

lesiones, es que dentro del mismo puede existir una gran variabilidad en las

lesiones detectadas: pequeñas contusiones corticales aisladas, una contusión en el

tronco encefálico, múltiples lesiones hemorrágicas petequiales formando parte de

una lesión axonal difusa.

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- Lesión difusa tipo III ("swelling"): En esta categoría se incluyen aquellos

pacientes en los cuales las cisternas están comprimidas o ausentes, pero en los que

la línea media está centrada o presenta una desviación igual o inferior a 5 mm.

Para incluir a un paciente en este grupo, no deben existir lesiones hiperdensas o

mixtas con volúmenes superiores a los 25 cc.

- Lesión difusa tipo IV ("línea media desviada"): Existe una desviación de la línea

media superior a los 5 mm, pero en ausencia de lesiones focales hiperdensas o

mixtas de más de 25 cc de volumen.

- Lesión focal no evacuada: Cuando existe una lesión hiperdensa o mixta de

volumen superior a los 25 cc, que no haya sido evacuada.

- Lesión focal evacuada.

Monitorización de la Presión Intracraneana (PIC).

De una forma tradicional se ha considerado la monitorización intraventricular

como el "standard" contra el que hay que comparar cualquier otro tipo de

transductores. Sin lugar a dudas, la ventriculostomía continúa siendo el sistema de

menor costo para monitorizar la PIC. A su bajo costo, hay que añadir como una

ventaja adicional el hecho de poder drenar LCR en el caso de que esto sea necesario

para tratar una PIC elevada. La desventaja fundamental de este sistema, está en el

hecho de que al estar calibrado a una referencia externa (agujero de Monro) debe

reposicionarse y recalibrarse cada vez que se modifica la posición del paciente. La

dificultad de cateterizar el ventrículo en situaciones en que existe un desplazamiento

o una reducción significativa del sistema ventricular, el riesgo de infecciones que

oscila entre el 5 y el 11% y las lesiones cerebrales derivadas de la canulación del

ventrículo, son otros de los inconvenientes y riesgos de esta técnica (Légate, 1991).

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La tasa de infecciones pude reducirse a cifras inferiores al 5% si se tuneliza el

catéter, se mantiene implantado durante un tiempo inferior o igual a cinco días, se

extreman los cuidados en su manipulación y se utilizan sistemas de drenaje cerrados

(Marshall, 1986).

Un estudio reciente de Ghajar et al. En 1995, efectuado en los denominados

"Trauma Centers" de EE.UU., demuestra que la monitorización intraventricular, está

siendo progresivamente reemplazada por sistemas que utilizan la fibra óptica. Estos

sistemas tienen la gran ventaja de que permiten la monitorización de la PIC en

cualquier compartimento teniendo además una elevada fiabilidad. Su principal

inconveniente es que son de costo elevado y que no pueden recalibrarse una vez

implantados.

La monitorización con tornillos subaracnoideos, tiene la gran ventaja de ser un

método poco invasivo y permitir monitorizaciones prolongadas con un riesgo

extremadamente bajo de complicaciones infecciosas o de otro tipo. Los

inconvenientes de este sistema derivan de la supuesta inexactitud cuando se comparan

sus lecturas con la presión intraventricular. Coroneosen 1972, encuentra una

excelente correlación cuando se compara la presión subaracnoidea con la

intraventricular en perros y en pacientes con un TCE, aunque en general la presión

extradural es en este estudio, discretamente más elevada que la intraventricular.

Como norma la presión subaracnoidea suele ser 1-2 mmHg más alta que la medida en

los ventrículos laterales (North, 1990). Estas diferencias aumentan sin embargo

cuando la PIC se eleva por encima de los 40 mmHg y cuando existen herniaciones

cerebrales que provoquen bloqueos del espacio subaracnoideo (Esparza, 1980). Los

sistemas subaracnoideos requieren por otra parte unos ciertos conocimientos en

cuanto a la técnica de implante, ya que sin ellos, pueden distorsionar y falsear las

lecturas obtenidas. La coplanaridad del sensor con la duramadre y un despegamiento

circular de la misma en todas las direcciones, son requisitos fundamentales para

obtener registros fiables.

La monitorización de la presión intraparenquimatosa o presión tisular, puede

hacerse mediante sistemas que utilizan la fibra óptica o recientemente con sistemas

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mecánicos. Este tipo de sensor, cuyo mejor exponente es el Sistema Camino

(Diseñado por Camino Laboratories, San Diego, CA), utiliza la fibra óptica acoplada

a una membrana situada en la punta del catéter. El sensor, está diseñado para poder

colocarlo en el espacio subdural, en los ventrículos laterales o en el parénquima

cerebral (Crutchfield, 1990). Aunque existen diferencias en los valores absolutos

cuando se compara la presión tisular con la intraventricular, los valores relativos en

un mismo paciente tienen poca variabilidad, siendo los coeficientes de correlación de

las mediciones intraparenquimatosas e intraventriculares, superiores en todos los

casos a 0,94 (Luerssen, 1989). La monitorización de la presión tisular, presenta como

principal inconveniente la imposibilidad de recalibrar el sensor y un riesgo de

infecciones y de lesión cerebral similar al de los catéteres intraventriculares. La

imposibilidad de drenaje de LCR y su elevado precio son otros de los inconvenientes

adicionales.

La monitorización intraventricular, aunque de bajo costo, presenta además de

los inconvenientes ya mencionados, el problema adicional de que en pacientes con

ventrículos de pequeño tamaño o importantes desplazamientos de la línea media, los

ventrículos son a menudo difíciles de canular. En estos últimos casos los sistemas de

presión tisular o los subaracnoideos son los más adecuados.

Indicación de Monitorización de la PIC.

Monitoría PIC. Indicaciones en Trauma

Pacientes con trauma severo y Glasgow <8

Excepto: No hipertensión intracraneana en TAC

Reconsiderar: >40 años.

Postura motora anormal.

Hipotensión arterial al reanimar.

Hematomas Intracraneanos Pre y Post operatorio

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Tipos de onda:

- Ondas Tipo A de Lundberg: Ondas Plateau. Comienzan y ceden bruscamente,

duran 5-20 minutos alcanzando PIC> o igual a 50 mmHg. Se atribuyen a

vasodilatación por isquemia. Requiere tratamiento inmediato. Una duración

mayor de 30 minutos debe hacernos sospechar la existencia de hematoma tardio.

- Ondas Tipo B: Por encima de 20 minutos sin sobrepasar 50mmHg una o dos

veces por minuto. Se atribuyen a PPC limites y a cambios en la PCO2.

- Ondas Tipo C: En relación a latido cardiaco.

- Otras ondas: Por estímulos, tos, desadaptación o aspiración de secreciones.

Monitorización de saturación de oxígeno de Sangre del Bulbo Yugular (SjO2)

Fundamentos de la monitorización con SjO2

Basándose en el principio de Fick, podemos calcular el flujo sanguíneo cerebral

(FSC) mediante la relación entre el consumo metabólico de O2 (CMRO2) y las

diferencias arteriovenosas (AVDO2), en este caso las diferencias arterioyugulares de

oxígeno (AJDO2), ya que:

FSC = CMRO2/AVDO2.

En donde FSC global (ml/100 g min) = CMRO2 global (ml O2/100 g tejido min)

*100/ AJDO2 (ml O2/100 ml sangre). En condiciones normales, el flujo es paralelo a

los requerimientos metabólicos, es decir, ambos están acoplados, permaneciendo

constantes las AVDO2. Tras una lesión cerebral aguda, el consumo metabólico de O2

disminuye de forma proporcional a la gravedad de la lesión. Sin embargo, la

alteración de los mecanismos de autorregulación puede alterar también este

acoplamiento y la relación entre CMRO2 y FSC puede variar. En estas condiciones, el

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valor de las AVDO2 puede constituir una estimación indirecta del FSC.

Las AVDO2 pueden calcularse: AVDO2 = Hb * 1,34 *(SaO2 - SjO2)/100 +

[(PaO2 mmHg - PjO2 mmHg) * 0,3/100] (GRACIA, 2000).

En la práctica diaria, asumiendo que el contenido arterial de O2, la Hb y el

CMRO2 permanecen constantes, puede utilizarse la SjO2 para estimar de forma

indirecta el FSC. Así, los cambios en la SjO2 serán directamente proporcionales al

balance entre el aporte y la demanda metabólica de O2. Un descenso de la SjO2 será

indicativo de hipoperfusión, mientras que su incremento indica un flujo excesivo a los

requerimientos metabólicos (cosa que puede ocurrir tanto en situación de hiperemia

absoluta como en caso de infarto establecido). Para profundizar en esta distinción e

investigar la hemodinámica cerebral a partir de determinaciones en la sangre obtenida

del bulbo de la yugular, se han propuesto otros numerosos índices que no siempre han

mostrado un alto nivel de concordancia en las mismas situaciones.

Al bulbo de la vena yugular interna se accede con la finalidad de obtener de

forma mínimamente invasiva sangre representativa del drenaje venoso cerebral. Con

mayor frecuencia, predomina el drenaje por el lado derecho y, aunque habitualmente

se obtienen valores similares de ambas yugulares, pueden existir diferencias en caso

de patología focal o por distinta contaminación extracraneal (por ejemplo, en general,

el drenaje venoso extracraneal se incorpora más cranealmente en el lado derecho).

Por todo ello, aunque no de forma unánime, se recomienda determinar cuál es el lado

con drenaje predominante para maximizar la posibilidad de que el lado elegido sea

más representativo, pudiéndose, sin embargo, encontrar diferencias relevantes e

imprevisibles entre un lado y otro. En cualquier caso, la colocación de un catéter en el

bulbo de la yugular exige la comprobación radiológica de su posición. Asimismo, la

extracción de la muestra debe hacerse muy lentamente para evitar fenómenos de

succión corriente abajo que también incrementarían la contaminación extracraneal.

Actualmente, se puede conocer la saturación venosa de oxígeno de forma

continua gracias a los catéteres de fibra óptica. Ofrecen a priori la posibilidad de

mejorar la detección y monitorización frente a las mediciones puntuales discontinuas

que no permiten objetivar el momento ni la magnitud de situaciones patológicas

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transitorias. Sin embargo, en los sistemas actualmente comercializados, persisten

problemas derivados de su colocación contracorriente y en una peculiar situación

anatómica inestable, ocasionando numerosos artefactos de medición.

En resumen, las diferencias arterioyugulares de O2, SjO2 y otros parámetros

derivados de su cálculo se utilizan normalmente como un método relativamente

sencillo a la cabecera del paciente para conocer la adecuación entre flujo sanguíneo

cerebral global y consumo. En los sujetos en muerte encefálica es de esperar que

detectemos parámetros indicativos de nulo consumo cerebral de oxígeno.

Técnica de colocación de catéter en golfo yugular.

La técnica de inserción del catéter en el bulbo yugular es similar a la utilizada

para el acceso venoso central. Si se usa la vena yugular interna derecha no

contraindica el uso de la vena contralateral. Al cateterizar se prefiere la vena yugular

derecha, para de esta forma tomar muestras representativas de la funcion cerebral

global.

Para la inserción del catéter se lateraliza la cabeza en sentido contrario a la vena

yugular a cateterizar, utilizando un catéter No 19 debe tomarse como punto de

referencia la cara anterior del cuello a nivel del cartílago cricoides, justamente lateral

al pulso de la carótida y en dirección al pabellón auricular. Una vez canalizada la

vena yugular interna se introducirá el catéter aproximadamente 10 centímetros y

luego será conectado a un set de infusión con una solución salina a una velocidad de

3 a 5 cc por hora (Kriten, 2001).

Interpretación:

- Normal: 55-75% DA-V 6ml/dl.

- Hiperemia: >o= 75%. DA-V <o= 4ml/dl. FSC>>CMRO2

- Isquemia: <40% . FSC<<<CMRO2.

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Implicaciones diagnósticas – terapéuticas:

- Detección precoz de la fístula carotídea cavernosa postraumática.

- Estallido circulatorio cerebral en las malformaciones arteriovenosas.

- Hiperventilación hipocapnica optimizada.

- Efecto isquémico potencial de la combinación de hipocapnia rutinaria y manitol

en la craneotomía.

- Normalización de la ECO2 y la glucosa por hipocapnia optimizada.

- Efecto beneficioso de bolus de manitol en normalizar la hipertensión

intracraneal. Y la ECO2.

- Efectos adversos del bolus de pentotal, induciendo episodios de oligohemia en

algunos pacientes.

Limitaciones:

- Carácter global.

- Anomalías en el drenaje venoso cerebral.

- Contaminación por sangre extracerebral sobre todo si se moviliza.

- Requiere calibraciones frecuentes.

- Rx. Diaria para verificar la localización.

- Da información de un solo hemisferio. No detecta isquemia contralateral.

Ventajas:

- Buen detector de episodios isquémicos.

- Es la medida indirecta más fiable del FSC en las lesiones difusas.

- Buen detector de la hiperemia.

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Manejo Terapéutico

Flujograma del tratamiento

Preparada por el Dr. Erick Valencia (Anestesiólogo Intensivista Fundación Santa Fe de Bogotá)

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CAPITULO III

MARCO METODOLÓGICO

Se realizó un estudio descriptivo transversal, cuyo universo estuvo constituido

por todos los pacientes que ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos del

Hospital Universitario “Dr. Antonio María Pineda” en el periodo Junio – Noviembre

2003 en diagnóstico de traumatismo craneoencefálico severo. Se tomó una muestra a

conveniencia constituida por 8 pacientes que cumplían los siguientes criterios de

inclusión:

- Mayores a 18 años.

- Sexo masculino o femenino.

- Trauma craneoencefálico severo de cualquier etiología.

- Glasgow < 8 puntos.

Se excluyeron a pacientes que tuvieran otras patologías asociadas que

comprometieran su estado hemodinámico y ventilatorio.

A los pacientes que ingresaron a la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital

Universitario Dr. Antonio María Pineda” en los criterios de inclusión establecidos se

les realizó previa autorización de sus familiares intubación orotraqueal previa

sedación y relajación en las primeras 24 horas posterior al trauma, para luego ser

conectadas a ventilación mecánica, manteniendo una PCO2 de 30 a 35 mmHg y PO2

mayor de 100 mmHg. Se colocó vía venosa central por el manejo de líquidos

endovenosos y monitorización de presión venosa central. En un paciente fue

necesaria la colocación de catéter balón en la arteria pulmonar debido a signos

clínicos de shock a pesar de optimización de presión venosa central, obteniendo un

adecuado estado volumétrico y garantía de transporte tisular de oxígeno.

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Se verificó indemnidad de vía digestiva mediante la colocación de sonda

nasoenteral, así mismo se inició un adecuado aporte nutricional. Se colocó sonda

vesical constatándose buen estado de vías urinarias y monitorización del volumen

urinario. Posterior a la estabilización hemodinámica se procedió a realizar

tomografía axial computada de cráneo, para luego ser trasladado a la Unidad de

Cuidados Intensivos y ser valorado en conjunto con el Servicio de Neurocirugía.

A cada paciente se le practicaron los siguientes exámenes de Laboratorio:

- Hematología Completa.

- Perfil de Coagulación.

- Glicemia

- Electrolitos

- Urea – Creatinina.

- Rx de Tórax

- Electrocardiograma

Dependiendo de lo encontrado en los resultados tomográficos y ante la

presencia de colecciones intracaneales drenables, el Servicio de Neurocirugía

procedió al tratamiento quirúrgico de las mismas para posteriormente colocar tornillo

subaracnoideo en todos los pacientes objetos de este estudio, realizándose monitoreo

continuo de presión intracraneana según técnica estándar.

Luego de insertar un catéter Intracat Nº 16 en el golfo de la yugular para

monitorización intermitente de la saturación de Oxígeno de sangre en Bulbo Yugular

según técnica descrita. Así mismo se realizó monitorización invasiva de presión

arterial y saturación arterial de oxígeno mediante colocación de Jelco Nº 16 en arteria

radial.

Al evidenciarse valores de presión intracraneana igual o superiores a 20 mmHg

o 15mmHg en el caso del lóbulo temporal traumático, se tomaron muestras

simultáneas de sangre del bulbo yugular y sangre arterial para la medición de

saturaciones de oxigeno y cálculo de la diferencia arterioyugular de oxígeno y

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extracción cerebral de oxígeno.

- Si la saturación de oxígeno en sangre del bulbo yugular fue <55% con diferencia

arterio yugular de 8 vol/%. Se consideró como isquemia o bajo flujo.

- Si la saturación de oxígeno en sangre del bulbo yugular estuvo entre 55 y 75%

con diferencia arterio yugular de 4 a 6 vol/% se consideró estado normal de flujo

cerebral.

- Si la saturación de oxígeno en sangre del bulbo yugular fue mayor a 75% y la

diferencia arterio yugular menor a 4 vol/% se consideró estado de hiperflujo.

Con respecto a la extracción cerebral de oxígeno, valores ubicados entre 21-40

se consideran normales. La presión de perfusión fue normal cuando era mayor o

igual a 70mmHg y alterada con valores menores a 70mmHg.

De acuerdo al patrón presente en el paciente se aplicaron medidas terapéuticas

según el protocolo descrito por el Dr. Erick Valencia, Anestesiólogo Intensivista de la

Fundación de Santa Fe de Bogotá que fue modificado por el Tutor y Autor (Anexo D)

debido a que en la Institución en la que se realizó el estudio no se cuenta con

Ecografía Doppler Transcraneal, luego se realizaron nuevas tomas de muestras de

sangre de bulbo yugular para determinar las variaciones de saturación yugular de

oxígeno, diferencias arterio yugulares y extracción cerebral de oxígeno,

relacionándolas con presión intracraneana y presión de perfusión craneal.

La monitorización se realizó por tres días con un total de 20 tomas de muestras

de sangre de bulbo yugular consecutivos antes y después de la aplicación de medidas

terapéuticas posterior al ingreso del paciente a la Unidad de Cuidados Intensivos.

Los datos se recogieron en un instrumento conformado por tres partes: 1.

Identificación que consta de nombre, edad, sexo, cédula de identidad, dirección,

teléfono; 2. Datos sobre fecha de ingreso a UCI, Glasgow al ingreso, causa de lesión;

3. Registro de presión intracraneana, saturación yugular de oxígeno, diferencia arterio

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yugular, porcentaje de extracción de oxígeno, presión de perfusión cerebral. Así

como valores de exámenes de laboratorio realizados.

Los resultados se analizaron de acuerdo a frecuencias absolutas y porcentuales,

promedios y desviación estándar, aplicándose Prueba de Chi2 para determinar

significancia estadística sí la hubiera. Dichos resultados se reflejan en tablas y

gráficos.

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CAPITULO IV

RESULTADOS

Gráfico Nº 1

Distribución de los pacientes en estudio según el Sexo. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

13%

87%

FemeninoMasculino

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

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Gráfico Nº 2

Distribución de los pacientes en estudio según la Edad. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

43

31 29

24

33

54

31 33

0

10

20

30

40

50

60

Paciente 1 Paciente 2 Paciente 3 Paciente 4Paciente 5 Paciente 6 Paciente 7 Paciente 8

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

La edad promedio de los pacientes fue de 33,5 ± 10,31 años.

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Gráfico 3

Valores reportados para Presión Intracraneana (PIC), saturación yugular O2 (SatO2), presión de perfusión cerebral (PPC) antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

El total de muestras de sangre del bulbo yugular, fue de 20 durante los 3 días de

monitorización. La presión intracraneana mínima fue de 15 mmHg y máxima de 40

mmHg, la saturación yugular de oxígeno mínima fue 46% y máxima de 87%, presión

de perfusión cerebral mínima de 35 mmHg y máxima de 75 mmHg.

0102030405060708090

PIC SatO2 PPC

MínimoMáximoPromedio

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Cuadro Nº 1

Valores reportados para Presión Intracraneana, saturación yugular O2, presión de perfusión cerebral antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

Valores PIC SatO2 PPC

Mínimo 15 46 35

Máximo 40 87 75

Promedio 25.45 65.6 64.5

Desv. Estándar 6.78 13.8 9.8

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

(PIC) = Presión Intracraneana

(SatO2) = Saturación yugular O2

(PPC) = Presión de Perfusión Cerebral

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Cuadro Nº 2

Relación entre los valores de Presión Intracraneana con saturación de oxígeno, presión de perfusión cerebral, diferencia arterioyugular de oxígeno y extracción de oxígeno antes de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

PIC<20 PIC>=20 Nº % Nº %

SatO2 (n=20) Normal Isquemia Hiperemia

0 2 1

0

10.0 5.0

6 6 5

30.0 30.0 25.0

PPC (n = 20) Normal Alterado

1 2

5.0

10.0

6

11

30.0 55.0

Day (n=20) Normal Hiperemico Isquémico

1 1 1

5.0 5.0 5.0

6

11 0

30.0 55.0

0

EO2 (n=20) >20 <=20

1 2

5.0

10.0

5

12

25.0 60.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

El 15% de las muestras fueron tomadas con presiones intracraneanas menores

de 20 mmHg, de éstas el 5,0 tenía presión de perfusión cerebral normal y 10%

presentaron presión de perfusión alterada, diferencia arterio yugular normal 5.0%,

Hiperemia 1% e Isquemia 1%.

El 85% de las muestras fueron recolectadas con presiones intracraneanas mayor

de 20 mmHg de éstas el 30% tenían presiones de perfusión cerebral normal y el 55%

estaba alterado.

Con respecto a la diferencia arterioyugular el 30% estaba dentro de valores

normales y el 15% estaban hiperémicos.

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Cuadro Nº 3

Relación entre los valores de presión intracraneana con saturación de oxígeno, presión de perfusión cerebral, diferencia arterioyugular de oxígeno y extracción de oxígeno después de aplicada las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

PIC<20 PIC>=20 Nº % Nº %

SatO2 (n=20) Normal Isquemia Hiperemia

15 2 0

75.0 15.0

0

2 1 0

10.0 5.0 0

PPC (n = 20) Normal Alterado

15 1

75.0 5.0

3 1

15.0 5.0

Day (n=20) Normal Hiperemico Isquémico

10 6

50.0 30.0

2 0 2

10.0

0 10.0

EO2 (n=20) >20 <=20

8 9

40.0 45.0

2 1

10.0 5.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

Posterior a la aplicación de medidas terapéuticas; el 85% de los pacientes

presentaron saturaciones normales, el 20% Hiperemia y ninguna muestra fue

Isquémica. La presión de perfusión cerebral fue normal en el 90% de los casos y

alterada 10%.

Con respecto a la diferencia arterio yugular normal en el 60%, Hiperemia 30%

e isquémico 10%.

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Cuadro Nº 4

Valores reportados en los pacientes estudiados antes y después de la aplicación de medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

Antes Después Valores Nº % Nº %

PIC Normal Alterado Chi2: 19.34 p=0,00001 (s)

3

17

15.0 85.0

17 3

85.0 15.0

SatO2 Normal Isquemia Hiperemia Chi2: 14.26 p=0,0001 (s)

6 8 6

30.0 40.0 30.0

17 0 3

85.0

0 15.0

PPC Normal Alterado Chi2: 9.79 p= 0,001 (s)

7

13

35.00 65.00

18 2

90.0 10.0

Day Normal Hiperemia Isquemia Chi2: 3.65 p= 0.16

7

12 1

35.0 60.0 5.0

12 6 2

60.0 30.0 10.0

EO2 (n=20) > 20 <=20 Chi2: 1.67 p= 0.19

6

14

30.0 70.0

10 10

50.0 50.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos. N = 20 (s) Diferencia estadísticamente significativas

EO2 = Extracción Cerebral de Oxígeno

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44

En este se establece una comparación entre los valores reportados antes y

después de la aplicación de medidas terapéuticas. La presión intracraneana cerebral

tuvo una recuperación estadísticamente significativa (p = 0,00001) de 85%.

La saturación yugular de oxígeno se comportó en forma similar presentándose

isquemia en 40% de las muestras y 30% de Hiperemia con recuperación posterior de

85% siendo estadísticamente significativa.

La presión de perfusión cerebral hubo normalización en el 90% de las

muestras. La diferencia arterioyugular no hubo recuperación estadísticamente

significativa.

La extracción cerebral de oxígeno mejoró tan sólo en el 20% de los casos

después de la aplicación de medidas terapéuticas, siendo no significativo

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Cuadro Nº 5

Relación de valores de saturación yugular de oxígeno y presión de perfusión antes y después de aplicar las medidas terapéuticas. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

ANTES

Presión de Perfusión Cerebral Normal Alterado

SatO2

Nº % Nº % Normal 3 15.0 3 15.0

Isquemia 3 15.0 5 25.0 Hiperemia 1 5.0 5 25.0

TOTAL

7

35.0

13

65.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

DESPUES

Presión de Perfusión Cerebral Normal Alterado

SatO2

Nº % Nº % Normal 16 80 1 5.0

Isquemia 0 0.0 0 0.0 Hiperemia 2 10 1 5.0

TOTAL

18

90

2

10

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

A continuación se observa que antes de aplicar medidas terapéuticas en el 65%

de las muestras, se evidencian presión de perfusión cerebral alterada, de estos el

15.0% tenía saturación yugular normal, el 25% saturaciones en rango de isquemia y

el 25% en rango de Hiperemia.

Después de aplicar medidas terapéuticas el 90% presentan presión de perfusión

normal con saturación yugular normal 80% de los casos e Hiperemia en el 10% de los

casos.

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46

Cuadro Nº 6

Porcentaje de reducción de la presión intracraneana después de aplicada la técnica de saturación de oxígeno. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

% de reducción

Nº %

< 25%

1

5.0

25 – 50%

8

40.0

51 – 75%

7

35.0

> 75%

4

20.0

TOTAL

20

100.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos.

El 40% de los pacientes en estudio redujo la presión intracraneana entre un

25% y 50%, el 35% redujo su presión intracraneana entre un 51% y un 75% del valor

inicial; un 20% tuvo una reducción mayor a 75%.

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47

Cuadro Nº 7

Niveles de EO2 en pacientes isquémicos. Unidad de Cuidados Intensivos Hospital central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” Barquisimeto Junio – Noviembre 2003.

EO2

Nº %

< = 20%

5

62.5

> 20%

3

37.5

TOTAL

8

100.0

Fuente: Instrumento de Recolección de Datos. EO2 = Extracción Cerebral de Oxígeno

El 62.5% de los pacientes presentaron una Extracción cerebral de Oxígeno

menor del 25% y el 37.5% tenía extracción cerebral mayor de 25%.

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48

CAPITULO V

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

El trauma craneoencefálico es la causa principal de muerte en pacientes

politraumatizados. Aproximadamente el 50% de todas las muertes por trauma se

asocia a lesiones craneoencefálicas y es responsable del total de fallecidos en edades

productivas. En el trauma craneoencefálico el impacto mecánico origina la

degeneración neuronal mediante mecanismo de lesión primaria, mecanismo de lesión

secundaria producidas por alteraciones sistémicas y mecanismos neuroquímicos que

se inicia inmediatamente al trauma.

Las manifestaciones neurológicas postraumáticas deben ser tratadas como

lesiones cerebrales secundarias y para lograr un adecuado tratamiento se hace

necesario un monitoreo de parámetros sistémicos y neurológicos, pues la exploración

neurológica puede estar interferida por fármacos o por condiciones metabólicas del

paciente. Por esta razón, en la presente investigación se estudió el comportamiento de

diferentes parámetros metabólicos en un grupo de 8 pacientes con trauma

craneoencefálico.

Vigue y Col. en 1999, reportó una serie de 27 pacientes donde comparan las

variaciones de la presión de perfusión cerebral y saturación yugular de oxígeno antes

y después de medidas terapéuticas, encontrando que antes del tratamiento el 37% de

los pacientes presentaban saturaciones yugulares bajo 55% y que esto se correlaciona

significativamente (P<0,0001) con niveles bajo presión de perfusión cerebral.

En el presente estudio en el 30% de los casos se observó saturaciones yugulares

de oxígeno menores al 55%. Así mismo también de se observó que el 25%

presentaban patrón de saturación yugular superior a 75%.

Con respecto a la presión de perfusión cerebral en el 52,9% hubo disminución

de la misma. Posterior a la aplicación de medidas terapéuticas, Vigue evidenció un

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49

incremento significativo (p < 0,00001) de la presión de perfusión cerebral y

saturación yugular de oxígeno, lo cual también ocurrió en la presente investigación

donde la normalización de la saturación yugular de oxígeno y presión de perfusión

cerebral fue estadísticamente significativa (p: 0,0001).

Macmilan en el 2001, reporta predominio de saturaciones yugular de oxígeno

hiperémico, en el 67% de los casos en estudio lo cual no se correlaciona en nuestro

estudio donde el patrón predominante fué el isquémico con el 40% de los casos

estudiados.

Posterior a la aplicación de medidas terapéuticas, Macmilan observó una

normalización del patrón hiperémico casi en la totalidad de los casos (85%), lo que no

ocurrió en el presente estudio, ya que los que mejor respondieron fueron los que

presentaban patrón isquémico mejorando en el 100% de los casos, la hiperemia se

corrigió en el 50% de los casos.

Se observó con especial interés en esta investigación que pacientes que

desarrollaban un patrón isquémico cerebral presentaban extracciones cerebrales de

oxígeno por debajo de lo que se considera normal, correspondiendo a un 62.5% de

las tomas realizadas. Este hecho pudiera ser explicado por un desacoplamiento entre

metabolismo y flujo sanguíneo cerebral. Esto fue demostrado en la investigación

hecha por Batista y Cols (2001), evidenciando hallazgos similares cuando

demostraron que sus pacientes disminuían gradualmente la extracción de oxígeno de

31% a 20% en promedio, en el contexto de saturaciones yugulares aumentadas que

reflejan un patrón de flujo sanguíneo cerebral aumentad con tasa metabólica

disminuida. Esta variable no fue determinada en esta investigación pero, Medrano y

Cols (2002) aseguran que cuando el flujo sanguíneo cerebral disminuye debe

aumentar el porcentaje de extracción para mantener una tasa metabólica cerebral

adecuada.

El trauma craneoencefálico sigue siendo un problema que afecta a personas

jóvenes. En el presente estudio se demostró una relación estadísticamente

significativa entre presión intracraneana, presión de perfusión cerebral y saturación

yugular de oxígeno, que se mantiene antes y después de aplicar medidas

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50

terapéuticas.

El patrón hemodinámico predominante es el isquémico, al mismo tiempo que es

corregido con mayor facilidad.

La saturación yugular de oxígeno y el resto de variables hemodinámicos son un

buen parámetro para seguimiento de pacientes con trauma craneoencefálico,

buscando un flujo sanguíneo cerebral adecuado, disminución de la presión

intracraneana y restauración o preservación de la presión de perfusión cerebral, por

encima de un umbral crítico evitando las lesiones secundarios y empeoramiento del

pronóstico, además pueden aportar información valiosa al momento de ajustar las

medidas terapéuticas.

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51

CAPITULO VI

RECOMENDACIONES

- Realizar nuevas investigaciones en un mayor número de pacientes y mayor

tiempo de estudio que permitan determinar la relación entre variables metabólicas

con pronóstico del paciente y ampliar el análisis con respecto al metabolismo

cerebral y autorregulación cerebral.

- El perfil hemodinámico cerebral debe considerarse como una técnica rutinaria en

monitoreo de pacientes con trauma craneoencefálico severo.

- Incluir parámetros bioquímicos como por ejemplo determinación de ácido láctico

para correlacionarlo con el perfil hemodinámico cerebral, para poder ajustar el

manejo de una manera más precisa.

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ANEXOS

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ANEXO A

CURRICULUM VITAE

EXZEQUIADES LEONARDO, LUZARDO TORO

Nacido en Maracaibo Estado Zulia, Venezuela.

Cursó estudios en la Universidad del Zulia, Facultad de Medicina.

Título Obtenido: Médico Cirujano.

- Médico Rural. Hospital Rural 1 La “Villa del Rosario” Estado Zulia.

- Médico Residente. Hospital Dr. Carlos Roa Moreno. Estado Táchira.

- Médico Residente. Hospital Dr. Rafael Calles Sierra. Estado Falcón.

- Médico Residente. Hospital Militar de Maracaibo Tcnel (Ej.) Dr. Francisco

Valbuena. Estado Zulia.

- Postgrado de Medicina Crítica. Hospital Central Universitario Dr. Antonio María

Pineda. Barquisimeto Estado Lara.

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ANEXO B

UNIVERSIDAD CENTROCCIDENTAL LISANDRO ALVARADO SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO YUGULAR EN EL MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO SEVERO. UNIDAD

DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL UNIVERSITARIO “DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003.

INSTRUMENTO DE RECOLECCIÓN

Protocolo Nº _________ Cama_________

I. Identificación:

Nombre: ___________________________________________ C.I. _____________

Edad: _____ Sexo: _____ Ocupación: ____________ Procedencia: ____________

Dirección y Número de Teléfono: ________________________________________

____________________________________________________________________

Fecha de Ingreso a UCI ___________________ Glasgow al ingreso: ___________

Causa de Lesión: _____________________________________________________

Monitoreo: __________________________________________________________

Día 1

PIC

Sat y O2

Day

EO2

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Día 2

PIC

Sat y O2

Day

EO2

Día 3

PIC

Sat y O2

Day

EO2

Hallazgos Tomográficos

TAC 1 TAC 2

Exámenes Paraclínicos

Hematología Completa TP – TPT Glicemia

Electrolitos Urea

Creatinina

Rx de Tórax__________________________________________________________

Electrocardiogramas __________________________________________________

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ANEXO C

AUTORIZACIÓN

Yo, ________________________________________, portador de la Cédula de la

Cédula de Identidad Nº _________________________, en mi condición de

_______________________ del paciente ___________________________________

C.I. _____________________; por medio de la presente autorizo a los médicos del

protocolo: SATURACION DE OXIGENO EN SANGRE DEL BULBO

YUGULAR EN EL MONITOREO DEL TRAUMA CRANEOENCEFALICO

SEVERO. UNIDAD DE CUIDADOS INTENSIVOS. HOSPITAL CENTRAL

UNIVERSITARIO “DR. ANTONIO MARÍA PINEDA”. BARQUISIMETO.

JUNIO - NOVIEMBRE 2003., a realizarse en el Hospital Central Universitario Dr.

Antonio María Pineda, para la inclusión de mi familiar en dicho estudio y acepto la

realización de la evaluación clínica, radiológica y metabólica.

Barquisimeto, __________ de _________________________________ de 2003.

Firma: __________________________________

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ANEXO D

Manejo Terapéutico

Flujograma del tratamiento

Preparada por el Dr. Erick Valencia (Anestesiólogo Intensivista Fundación Santa Fe de Bogotá) y modificado por el Dr. Isabel Laguna

Vásquez (Tutor) y Dr. Exzequiades Luzardo (Autor).

PIC>20mmHg ó PIC>15mmHg en Lóbulo Temporal Traumático

Svjo2<55% Da-vO2>8cc/dl

Svjo2 55-75% Da-vO2

4-6 cc/dl

Svjo2>75% Da-vO2< 4cc/dl

Bajo flujo Flujo Normal Hiperemia o Alto flujo

PAM PPC

Inotrópicos Volúmenes

Manitol Furosemida

HiperventilaciónPIC

PIC>20

PIC Tiopental