Sermon Ex 28

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  • 8/19/2019 Sermon Ex 28

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    Texto homilético: Éxodo 28

    Este capítulo nos muestra una imagen. Una imagen del sumo sacerdote que debemos observarla detenidamente,

    armando la imagen en nuestra mente porque es una imagen en palabras.

    Los versículos 1 –  4vienen a ser una introducción.

    El versículo 5 sigue con una descripción de las telas y materiales usados.

    En los versículos 6 –  14 sigue una descripción del efod, que es un tipo de delantal para el sumo sacerdote.

    Los versículos 15 –  30 describen otra parte de la vestidura sacerdotal: el pectoral.

    Los versículos 31 –  35 describen un manto con estas dos partes.

    En los versículos 36 –  38tenemos la descripción de una placa de oro sobre la frente del sumo sacerdote.

    El versículo 39 muestra su túnica y turbante.

    El versículo 40 describe la vestidura mucho más sencilla de los otros sacerdotes.

    El versículo 41 habla sobre la consagración de estos siervos al Señor.

    Y el capítulo termina con una conclusión, en los versículos 42 y 43.

    Sermón

    Amada iglesia de nuestro Señor Jesucristo.Así me dirijo a ustedes al comienzo de este sermón :“Iglesia”, como

    colectivo, aunque estamos aquí como personas diferentes, cada uno con su nombre propio.

    En nuestra sociedad moderna cada vez más nos tratan como números. Se nos identifica por nuestro número de

    cédula o RIF. Sin embargo, solamente el nombre es el reflejo de una cara y una personalidad.

    Ese nombre es la puerta hacia nuestra persona. Un nombre es altamente personal. Con ello se nos conoce, se nos

    llama, se nos busca, al punto que somos asociados con direcciones, oficios, y en muchos casos, ya no podemos

    ocultarnos.

    Por cierto, quedar oculto hoy en día es cada vez más difícil. Saben todo de nosotros y muchas veces quieren

    aprovecharse.

    A través de datos en internet, bancos, supermercados, comercios, por tarjetas, números telefónicos, pagos

    electrónicos, etc.,muchas empresas están interesadas en ubicarte. Quieren dirigirsu propaganda, para venderte algo,

     para tratar de conseguir tu dinero, pues muchas veces el principal interés por nuestros nombres es contar con la

     posibilidad de quitarnos algo, sea tiempo, dinero o posesiones.

    ¿Por qué lo digo? Responde esto: ¿También te conocen por tu nombre en organizaciones de ayuda? ¿Te llaman,

     porque saben que estás solo, cuando te falta dinero, cuando estás triste? ¿Tienen un registro de datos de los

    necesitados? Todo lo contrario. Eres el objetivo de la propaganda y tu nombre es clave para encontrarte

    fácilmente. Pero cuando necesitas ayuda, eres tú quien tiene que buscarla. ¿Dónde estála lista de los necesitados

    con tu nombre?¿Dónde se registran los nombres de las personas que sufren? La propaganda entra a tu casa por

    todas formas, pero en el hospital tienes que esperar tu turno.

    En el texto bíblico encontramos algo sorprendente. En esa porción también aparecen nombres de personas.

     Nombres que se anotan y que se presentan a otra persona. Pero lo sorprendente es que aquí los nombres no sonusados o abusados. Los nombres se presentan para obtener ayuda.

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    El sumo sacerdote entra al templo con una vestidura especial que lleva una lista de nombres que necesitan perdón

    y ayuda.

    Todos los pueblos en aquel tiempo tenían sacerdotes. Pero un sacerdote que entra al templo con una lista de

    nombres, y hasta carga una copia de ellos en su uniforme, es algo exclusivo del pueblo de Israel.

    Y el hecho de que lleve tal lista de nombres en el templo para presentársela a la deidad, es aun más insólito.

    En los templos antiguos sí se han encontrado objetos de devoción con nombres, obsequios que los devotosllevaban a la deidad firmados con su nombre. Se recomendaban a sí mismos a su deidado pedían ayuda o cura de

    una enfermedad. Pero no conocían sacerdotes que por propia iniciativa llevaban los nombres de los devotos ante la

    deidad. Eso solo ocurre en Israel.

    ¿Cuál es el significado de esto? Tanto para Israel como para nosotros:

    Nuestros nombres son llevados ante Dios.

    1.   Nombre por nombre.

    2.  Sobre el corazón del sumo sacerdote.

    3. 

    Ante el Santo, Santo, Santo.

    1.  Nombre por nombre somos llevados ante Dios.

    La vestidura del sumo sacerdote es muy especial. Única. Nadie se vestía de esa manera. Oro, púrpura, carmesí,

    escarlata, lino fino, descritos como leímos en los versículos 2 –  14 y 39 –  43.

    La parte más llamativa, a la cual se dedican más palabras, es la parte que el sumo sacerdote lleva en los hombros.

    En cada hombro lleva una piedra de ónice. Es una piedra con los colores blanco y negro, haciendo un contraste

    hermoso. En las piedras están grabados los nombres de los doce hijos de Israel, seis nombres en una y seis en la

    otra, por orden de nacimiento.

    Acá no vemos que haya un nombre colectivo. ¿Por qué no se grabó simplemente “Israel”? ¿No era un solo pueblo?

    Sí. Pero, no obstante tenemos aquí nombres propios, uno por uno, seis por cada piedra.

    En esto hay un mensaje claro. El pueblo de Dios consiste de personas y familias: doce tribus, cada una con su

     propia fecha de nacimiento. En la iglesia no somos anónimos ni impersonales. Tu fecha de nacimiento es

    importante, igual que tu familia y tu nombre. Dios no quiere conocerte como a un número, sino como una niña, un

    niño, una mujer, un hombre, todos con un nombre propio. La relación con nuestro Señor es muy personal.

     No se grabaron todos los miles de nombres de israelitas en esas dos piedras: eso hubiese sido imposible. Solo segrabó el comienzo, pero con eso se marcó la pauta. Los israelitas son conocidos por Dios como hijos de tal y cual

     padre, nacidos en tal y cual fecha. Así, tu descendencia es importante. Tu nombre no se pierde en el colectivo.

    Ahora bien, si miras de cerca a cada uno de esos nombres, no verás cosas muy impresionantes, pues detrás de cada

    nombre hay una historia personal, y esas historias están a la vista en los hombros del sumo sacerdote. Son historias

    vergonzosas. En la primera piedra, Rubén: conocido por el adulterio con la esposa de su padre. Simeón y Leví:

    responsables de la matanza en Siquén como represalias por la violación de su hermana Dina.Judá: el hombre de los

    arreglos, de poca ayuda para José cuando lo tiraron en el pozo. En la segunda piedraGad y Aser. De ellos sabemos

     poco porque llevaban sus propias vidas y no se mezclaban con los demás. Y finalmente Benjamín, a quien Jacobllamó en su bendición lobo rapaz. (Gén. 49:27)

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    Estos nombres no representan una galería de próceres, no son insignias o condecoraciones de honor sobre los

    hombros del sumo sacerdote. No es una lista de perfecciones.Pero sí es una lista completa de todos los nombres,

     presentados ante Dios, sin importar su historia.

    Pudieras creer que esas historias personales pudieran quitar la belleza y el colorido de la vestidura del sacerdote y

     por ello preferirías no estar a la vista. Pero esos nombres asociados a las historias vergonzosas, siempre son

    llevados por el sumo sacerdote ante la presencia de Dios, porque necesitan su perdón.El sacerdote lleva los nombres visibles y altos sobre sus hombros y no puede sentir vergüenza de ellos, porque es

    Dios quien quiere verlos uno por uno.

    Tú pudieras sentirte culpable por tus antecedentes vergonzosos. Muchos cristianos prefieren el anonimato en la

    iglesia. No quisieran que se conociera su nombre, su pasado, la historia de sus antepasados. Sienten vergüenza por

    su nombre o su personalidad. Se sienten culpables o insignificantes. Aun así, sus nombres son grabados uno por

    uno como recordatorio y presentados ante Dios.

    Dios nos conoce personalmente. No puedes ocultarte detrás de la espalda de la iglesia o de la cristiandad. No

     puedes, no deberías y no lograrás hacerlo.El sumo sacerdote lleva al pueblo ante Dios, nombre por nombre. Así Dios se acuerda de nosotros. Así Él nos

    conoce. Así Él me conoce a mí: mis datos personales no están ocultos ante Él. No puedo taparlos. Estoy grabado

    ante sus ojos sin nada que me cubra.

     No son nombres de honor. Pero el sumo sacerdote los levanta en los hombros y los introduce en el santuario ante la

     presencia de Dios.

    De igual forma Cristo, que es nuestro sumo sacerdote, como recordatorio, revela tu nombre y tu persona ante Dios.

    La gente te podrá olvidar, pero Jesús se ocupa de que Dios nunca te olvide. Dios recuerda nuestra dirección y fecha

    de nacimiento y nuestros nombres tienen todo su interés, gracias a Jesús. El lleva tu vida ante el trono de Dios ynunca se olvida de tu nombre.

    2.  Nuestros nombres son llevados ante Dios sobre el corazón del sumo sacerdote.

    Es sorprendente que se repiten los nombres. En los versículos 15 –  30encontramos los doce nombres de nuevo. En

    el pectoral se engarzan doce piedras preciosas y sobre ellas los nombres de los hijos de Israel, cada piedra con un

    nombre diferente (28:21).

    Quien ve al sumo sacerdote, ve dos veces los mismos nombres, primero sobre los hombros y luego sobre el

     pectoral. Nuevamente un símbolo que en el pueblo de Dios no hay números, sino personas: padres e hijos.

    Sin embargo, hay una diferencia entre las hombreras y el pectoral. En las hombreras los doce nombres están

    grabados en un solo tipo de piedra preciosa. Pero en el pectoral cada nombre tiene su propio color.

    Lo que era una lista sobre los hombros, ahora tiene un color personal en el pectoral. Cada nombre recibe su propia

     piedra preciosa.

    El nombre de Rubén recibe el color intenso de la pasión, la vergüenza y la importancia en el rojo del rubí.

    Simeón recibe el color amarillo del crisólito: agresión y la luz del sol.

    Y el último, Benjamín, caracterizado por su padre como un lobo rapaz, recibe el rojo del jaspe: la amenaza de los

    ojos del lobo desaparece y se convierte en un rojo hermoso.

    Las tribus no llevan sus colores de escudo o armadura adentro: Dios mismo les da un color a sus nombres.

    Son escritos con los colores cálidos de piedras preciosas.

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    Cada uno su propio color: nadie permanece impersonal ante Dios.

    Los nombres propios se convierten en joyas para una vestidura. Piedras preciosas para el sumo sacerdote.

    ¿A qué deben estos nombres sus colores ante Dios? No a sí mismos. Sino al lugar donde son llevados en el cuerpo

    del sumo sacerdote: sobre el corazón (28:29). Sobre el corazón del sumo sacerdote tu nombre recibe un color

     profundo y permanente: por fin tu identidad se pone perfecta y positiva.

    Y esta era una señal para los israelitas: es seguro ser llevado ante Dios para que te recuerde por siempre, si detrásde tu nombre late el corazón del sumo sacerdote. Los nombres están en el elemento de impartir justicia en la

    vestidura del sumo sacerdote.

    Y también es una señal para nosotros. Nuestro sumo sacerdote Jesús tiene compasión de nosotros. Nos lleva sobre

    el corazón. Por su amor, tu nombre sin color es coloreado. No eres una piedra preciosa de ti mismo, pero su amor

    te hace precioso ante Dios para llegar al destino que aguarda. Tu nombre también está sobre el corazón de quien es

    tu justicia. La justicia que te fue imputada para poder permanecer ante la presencia de Dios.

    Así puedes verte a ti mismo: un nombre grabado en ágata, como un anillo con una piedra preciosa. ¿Realmente me

    veo así? Sí, por pura Gracia de Dios.Gracias a su amor que nos coloca sobre el corazón de su Hijo, recibimos lo que no teníamos. Eso lo simboliza el

    sacerdote que debe llevar los nombres sobre el corazón, cada uno con su color personal.

    De esta forma recibimos un Nombre Nuevo, que nadie conoce. Nosotros, la misma persona, pero con un nombre

    representado por un color precioso. No merecido. Por pura Gracia.

    3.  Nuestros nombres son llevados ante el Santo, Santo, Santo.

    Ahora el sumo sacerdote lleva los nombres en el templo. Mientras camina suenan las campanillas. Su presencia

    llama la atención.Quizá nos parece extraño que otra persona lleve nuestros nombres adentro. Nuestra naturaleza quiereser

    autosuficiente. Realizarse a sí misma. Construir su propio nombre y su fama. No queremos depender de otro.

     Necesitar un mediador es impersonal, dice nuestra naturaleza ante el hecho de ser llevados ante el Santo.

    Ciertamente es extraño. ¿Por qué Rubén o el hijo de Rubén no puede acercarse a Dios en el templo y decirle: aquí

    estoy y este es mi nombre? ¿Por qué un hombre no puede presentarse ante Dios con su vida y decir: esta ha sido mi

    vida; éste es el resultado de mi proyecto de vida? Queremos presentarnos ante Dios nosotros mismos. No

    queremos ser llevados por otro.

    Sin embargo, ser llevado por otro es la única forma posible. Eso lo aprendemos de la tercera parte del capítulo,

     porque hay otro Nombre en la vestidura. Más alto que el pectoral del efod o que las hombreras con los doce

    nombres de los hijos de Jacob, el sumo sacerdote lleva sobre la frente una placa de oro, que dice: “Consagrado al

    SEÑOR” (28:36). 

    La presentación de los nombres de los israelitas va acompañada de una guía segura. Ese es el secreto de los

    nombres en las piedras preciosas. El sumo sacerdote nunca hubiese podido llevar estos nombres pecaminosos al

    templo sin un pase especial. Un pasaporte para el templo y para el cielo: “Consagrado al SEÑOR”. 

     No es Rubén que lleva esta placa sobre la frente. Tampoco Judá, ni Benjamín, ni Aser. Tampoco tú, ni yo. Ningún

    ser humano puede llevar esa placa de oro. En ningún lugar puedes conseguir un pase que te da acceso a Dios. Solo

    el sumo sacerdote recibe ese pase de oro. Un pase otorgado por Dios mismo, y solo unidos al sumo sacerdote

     podemos entrar.

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    En el Antiguo Testamento lo hacía, provisionalmente y por Gracia,la casa de Aarón. Con una placa sujetada con

    un cordón. Lo hacían solo por las horas de servicio: el sacerdote entra al templo, pero también sale de allí. Y al día

    siguiente camina por las calles de Jerusalén sin esa placa.

    En el Nuevo Testamento eso es diferente. Jesús no necesita una placa. El es en persona “Consagrado al SEÑOR”.

    El no necesita llevar esa placa sobre la frente, porque el nombre del Padre está en su interior. El es bienvenido en

    el cielo de naturaleza y eternamente.Dios nombró en el Antiguo Testamento un portador de nuestros nombres, quien como sumo sacerdote era

    aceptable para Él, con esta vestidura y esta placa. En el Nuevo Testamento Dios dio el Mesías como portador de

    nuestros nombres: este Mesías es su Hijo amado. Gracias al Gran Sumo Sacerdote de Dios nuestros nombres están

    en el cielo.

     No hay otro camino. El otro camino sería el del orgullo del hombre, que pregona “yo entro solo”. Pero eso es

    imposible. No lo lograrás. El orgullo, la soberbia y la arrogancia no se mantienen ante Dios. Ese camino es una vía

    muerta.

     No necesitamos presentarnos a sí mismos. El Mesías nos lleva. Recibimos un color. Recibimos un nuevo nombre.En la tierra tu nombre está en registros de datos, pero solo por el tiempo que se pueden aprovechar de ti. Pero en el

    cielo tu nombre está registrado con el sacerdote: Él te ayuda, en la vida y al momento de morir.

    Medita en el inmenso valor que hay en ello. El Gran Sumo Sacerdote no buscó su ganancia, sino tu salvación. El te

    lleva sobre Su corazón. Y te ha registrado en el libro de la vida. Es un registro de datos imborrable en el que

    estamos anotados.

    Qué bueno ver nuestros nombres desaparecer detrás de la cortina. Rubén, Judá, Leví, Alida, Adriana, Alfredo,

    nombres que muchas veces son olvidados en la tierra, pero que son completamente amados en el cielo. En la tierra

    finitos, pero grabados en Dios para siempre.

    Aplicación:

    Este es un momento para que te concentres en ti mismo. Cada uno de ustedes, meditando en su situación personal,

    ruéguele a Dios que les haga poner toda la atención en Su Evangelio.

     Ninguno de nosotros está exento de problemas, dificultades, negligencia, desaciertos, indiferencia, incapacidad,

    infidelidad, amenazas, ofensas, etc, etc, etc.

    Ahora bien, en términos generales habría dos respuestas ante estas situaciones. Una, orgullosa y soberbia, y otra

    humilde y mansa. La primera, producto de tu propia justicia. La segunda, producto de la Gracia de Dios.

    La respuesta del orgullo y la soberbia es natural y vendrá a ser un indicador que pondrá en evidencia los pasos que

    das en la senda del mal.

    Amados hermanos, nuestro orgullo y soberbia, solo denotan nuestra inmensa debilidad. Pretendemos mostrarnos

     justos actuando con insensatez y necedad, queriendo ser nuestros propios salvadores. Tomando decisiones que solo

     buscan seguir consintiendo el tan estimado ego.

    La respuesta orgullosa y soberbia descubre la total necesidad que tienes del Gran sumo Sacerdote: Jesucristo.

    Por el contrario, la respuesta de la humildad y la mansedumbre es ajena a tu naturaleza, es una respuesta de la

    Gracia, y también es un indicador. Pero es un indicador que mostrará el Poder de Dios poniendo tus pies sobre la

    roca, para que no resbales ni caigas.

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    La respuesta humilde y mansa es una bendita promesa que debes creer, no es algo que vas a hallar por tus propios

    medios. Así dice el Señor: “El vencedor será vestido de blanco. Jamás borraré su nombre del libro de la vida, y

    confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus ángeles.” 

    Dios ha perdonado todos tus pecados, te ha asegurado vida eterna e intercede efectiva y oportunamente,

    asegurándote la morada del Espíritu Santo, para que seas convencido de que la buena obra que ha sido iniciada en

    ti, irá siendo perfeccionada hasta el día de Cristo.Entonces, cree con todo tu corazón que tu nombre está sobre los hombros y delante del corazón de Cristo. Cree con

    todo tu corazón que Él te presenta a diario ante Dios Padre y solo por ello eres aceptado en Su comunión. Cree con

    todo tu corazón que eso es lo único que necesitas para que permanezcas en Cristo y Él en ti. Cree con todo tu

    corazón que solo por Gracia tu vida está en manos de Dios, y solo por ello puedes acercarte a Cristo para hallar el

    verdadero reposo. Ese reposo que te llevará a conocer cada vez más al Dios verdadero, a santificar Su Nombre. Ese

    reposo que te llevará a una sincera confesión de pecados y al verdadero arrepentimiento, pidiendo perdón a Dios.

    Ese reposo que te llevará a someterte voluntariamente al Gobierno de Cristo, doblando la rodilla y la cerviz y así

     progresar en reconocer, aborrecer y abandonar el pecado. Ese reposo que te llevará a esperar del Señor todo lo bueno, por lo cual, conociendo el verdadero testimonio de la Gracia, llegas, entre otras cosas, a perdonar de

    corazón a quienes te ofenden. Ese reposo que te hará humillar permanentemente ante Dios y depender de Él como

    el único que puede fortalecerte ante las tentaciones y librarte del mal, porque de Él es el Reino, la Gloria y el Poder

     por los siglos de los siglos.

    Amén.