SanchezP - Presentacion Editar Literatura

20
3UHVHQWDFLµQ 3HGUR 6£QFKH]3ULHWR %RUMD La corónica: A Journal of Medieval Hispanic Languages, Literatures, and Cultures, Volume 30, Number 2, Spring 2002, pp. 3-22 (Article) 3XEOLVKHG E\ /D FRUµQLFD $ -RXUQDO RI 0HGLHYDO +LVSDQLF /DQJXDJHV /LWHUDWXUHV DQG &XOWXUHV DOI: 10.1353/cor.2002.0010 For additional information about this article Access provided by Western Ontario, Univ of (3 Jun 2015 04:19 GMT) http://muse.jhu.edu/journals/cor/summary/v030/30.2.sanchez-prieto-borja.html

description

Sánchez-Prieto Borja, Pedro. “Presentación. Editar la literatura española (Edad Media y Renacimiento).” La Corónica 30.2 (2002): 3-22.

Transcript of SanchezP - Presentacion Editar Literatura

  • 3UHVHQWDFLQ3HGUR6QFKH]3ULHWR%RUMD

    La cornica: A Journal of Medieval Hispanic Languages, Literatures,and Cultures, Volume 30, Number 2, Spring 2002, pp. 3-22 (Article)

    3XEOLVKHGE\/DFRUQLFD$-RXUQDORI0HGLHYDO+LVSDQLF/DQJXDJHV/LWHUDWXUHVDQG&XOWXUHVDOI: 10.1353/cor.2002.0010

    For additional information about this article

    Access provided by Western Ontario, Univ of (3 Jun 2015 04:19 GMT)

    http://muse.jhu.edu/journals/cor/summary/v030/30.2.sanchez-prieto-borja.html

  • Critical Cluster

    Editar la literatura espaola

    (Edad Media y Renacimiento)

    A la memoria de Germn Orduna,maestro muy querido

  • PRESENTACIN

    Pedro Snchez-Prieto BorjaAlcal de Henares

    Cuando en una triste tarde de un diciembre que el ciclo de los dasy las noches hace ya lejano me enter de la muerte del profesor GermnOrduna, percib enseguida que se cerraba una etapa en el estudio delas letras medievales. El tiempo transcurrido desde entonces, y el ampliopanorama avistado en la obra postuma Ecdtica. Problemtica de la edicinde textos, no han hecho sino perfilar mejor aquella primera impresin.Y es que los aos de intensa actividad investigadora de Orduna hancoincidido con los del nacimiento de la crtica textual en el mbitohispnico. No ha sido sta, claro, una coincidencia casual, pues muchoes lo que este apasionado de la Crnica de Ayala ha tenido que ver enel proceso. Desde las pginas de la revista Incipit, publicacin pioneraen situar a la crtica textual como centro de inters, Germn Orduna ysus colaboradores del "Seminario de Edicin y Crtica Textual" deBuenos Aires daban cuenta de la labor cumplida acerca de diversasobras medievales, pero, y esto era lo novedoso, sin quedarse en el casoparticular, sino buscando su encaje en un mtodo que se iba renovandojustamente por su constante verificacin en los textos, y trazaban asnuevos caminos y exploraban sendas que otros hemos transitado conmejor o peor fortuna.

    Hoy, tras esa labor del crculo de Buenos Aires, del manual (y losestudios) de Alberto Blecua, y de tantos esfuerzos de los colegas, lacrtica del texto ha encontrado un hueco como parcela con entidadpropia en la investigacin sobre la literatura espaola, especialmentede la Edad Media. Cierto es que los planteamientos tericos hancontado con la sustancia prctica de la labor cumplida sobre los textos,en un caso cerca de la exhaustividad, el del Libro de buen amor, y ahestn las impresionantes contribuciones de Margherita Morreale, JoanCoroutines o Alberto Blecua. Pero la labor terica era necesaria porrazones de naturaleza bien distinta. Una, porque haba que articular

    La cornica 30.2 (Spring, 2002): 5-22

  • 6 Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    unas orientaciones metodolgicas cada vez ms complejas, e inclusocontradictorias, y renovarlas de acuerdo con nuevas exigencias de rigor,y a ello cooper Orduna con aportaciones como la del valor de lacollatio externa como criterio para trazar la historia textual. La otrarazn era la necesidad de formar nuevos investigadores. Quien seadentrara hace no tantos aos en la tarea de editar un texto antiguocastellano encontraba un panorama muy diferente del que ya amediados del siglo XX haba en Italia, por no decir en los aos 70. Laausencia de reflexiones tericas era prcticamente absoluta, y las pocasque haba no se caracterizan precisamente por estar al corriente de laprofunda renovacin que se gestaba acerca de otras literaturas. Creojustamente que es la reflexin integradora de la variada casustica queplantea la edicin de cada texto antiguo lo que otorga entidad comodisciplina (llmesele humanstica o, si se quiere, cientfica) a la crticatextual. Por eso cabe hablar de verdadero nacimiento y no derenovacin. Las circunstancias de que ste fuera tan tardo dentro delhispanismo han sido objeto de diversas reflexiones, y no aadir aquotras.

    Pero he hablado de mtodo, y habr quien se pregunte si hacefalta mtodo para llevar a cabo una edicin, y, en caso de que as sea,cul? En las disciplinas humansticas raramente caben respuestasinmutables, y la contingencia histrica de las actividades del hombrehacen que cada poca d respuestas diferentes (y que se planteeproblemas tambin diferentes). Bueno ser empezar por preguntarnospara quin editamos. Y sealar de antemano que ha habido y hanprolierado no pocas confusiones al asociar categoras cientficas a clasede destinatario. Siempre he credo que la filologa no puede ser unejercicio erudito que quede en el restringido crculo de los profesionalesdel mester. El ms elemental sentido comn me hace ser consciente deque los textos antiguos, especialmente los de la Edad Media, no tendrnnunca la difusin de las obras literarias modernas, y slo dos o tres deaqullos por la va de la obligatoriedad de la lectura en el bachilleratosern ledos, siendo muy optimistas, de manera ms o menos completapor la mayora de los hispanohablantes, en su "versin original" ImCelestina, y modernizadas el Poema de Mio Cid o el Libro de buen amor.Ojal que ste sea el portillo para que al menos una minora cada vezmenos exigua est en condiciones de disfrutar con otros textosantiguos. Creo sinceramente que una obra como la General estoriasoporta una lectura siquiera parcial de una minora culta no profesionaldel estudio de la lengua y la literatura (y algunos fragmentos podranproponerse en la enseanza a grupos ms amplios). Cuando me plante

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)7

    publicar la primera parte para la Fundacin "Jos Antonio de Castro"nunca pens que la voluntad de difusin de la literatura espaola, quees premisa de la coleccin "Biblioteca Castro", justificara Ia ms mnimamerma en el rigor con que haba de abordar la preparacin del texto.Antes al contrario, la responsabilidad de llegar a algunos lectores noespecialistas me obligaba a una ejercicio crtico que tena que satisfacerla mxima desde hace tiempo vigente en filologas como la italiana:comprender el texto y ayudar a los dems a entenderlo.

    As concebida, la crtica textual no es puro entretenimientoacadmico, sino un acto de responsabilidad por la que el fillogo poneal alcance de los lectores, pocos o muchos, los textos del pasado. Estafinalidad ltima de la filologa de dar a conocer los textos antiguosdebe ser causa y consecuencia de la consideracin del texto como raznde ser, eje y centro del quehacer filolgico. Por desgracia, no suelepercibirse as entre los estudiosos de la literatura, y las ediciones sevaloran ms por lo que rodea al texto -introduccin, notas, glosario,aparato- que por el texto mismo, como si para alcanzar ese objetivoltimo c]ue es proponer un texto a la curiosidad de los lectores eleditor no tuviera que recorrer un largo caminojalonado de dificultades:inventariado de los testimonios, lectura, transcripcin, colacin de lostestimonios, establecimiento de la sustancia, forma lingstica ypuntuacin, forma grfica.

    Los mtodos han de servir a unos objetivos, y la calidad del trabajoeditorial hay que juzgarla por los resultados y no tanto por laadscripcin a una u otra corriente metodolgica. Por todo ello, pensareme la mera transcripcin separada o yuxtapuesta de los testimonioses "editar" el texto es confundir los medios con los fines. No es quecarezca de justificacin, cjue la tiene, es que, sencillamente, es otracosa. Como investigador orientado al estudio emprico de la historiade la lengua, he utilizado con provecho las transcripciones del His-panic Seminary ofMedieval Studies de la Universidad de Wisconsin, aunquehe de advertir que los no pocos errores y descuidos exigen familiaridadcon la lengua antigua, y la prudencia de no darlo todo por bueno sincontraste con los testimonios manuscritos. El balance es decididamentepositivo si se considera que esas transcripciones son (o han sido) lanica manera de acceder a determinadas obras. Pero las transcripcionesno pueden sustituir a la edicin de los textos. Y no es cuestin slo deorientacin lingstica o literaria (s que mis colegas historiadores dela lengua son enemigos acrrimos de la regularizacin -que nomodernizacicin- grfica). Es que el texto antiguo, en tanto transmisorde un mensaje y portador de unas funciones comunicativas y, en mayor

  • 8 Pedro Sanche?-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    o menor medida, estticas, revela en su integridad los fines para losque fue creado slo cuando se presenta formulado en modo quemanifieste el ajuste genuino de forma y fondo (o de significante ysignificado). Restaurar ese ajuste es tarea inalcanzable all donde eleditor ha de habrselas con copias. Pero ni siquiera cuando tenemoscdices "originales" est garantizado, sencillamente por que las sucesivasfases o estados de un original, aun cuando no necesariamente impliquengrandes modificaciones textuales -al menos no en todo el texto-, spueden implicar (y me temo que esto es lo comn) una modificacinnotable de su forma verbal. La comparacin entre los cdices regiosde las partes primera y cuarta de la General estoria apunta en estadireccin, y las importantes diferencias entre ambos se deben no ya a"contienda de normas" en el "castellano alfonsi", sino a la pluralprocedencia geogrfica de quienes pusieron por escrito la materiahistoriogrfica. Y ello sin prejuzgar siquiera la homogeneidadlingstica de cada cdice. En pocas palabras, el concepto de "texto dela General estoria" me parece ms estable que el de "lengua de la Gene-ral estoria", por no hablar de "castellano alfonsi" (cuestin necesitadade una revisin profunda que espero abordar prximamente). Y enesa naturaleza mudable de su forma lingstica podemos encontraruna cura contra la supersticin de la letra, aun en el caso de autnticosexemplares}

    La "lengua" del autor no es en la mayora de los casos accesible, ysi acaso lo ser en el nivel lxico y sintctico, pero con menos seguridaden el fontico. Fuera de la lengua, o, en sentido estricto, de la formadel texto reconstruido, dejamos lo grfico, que en la manuscrituraantigua no constituye una entidad autnoma si no es en su interrelacincon el nivel paleogrfico. La comparacin entre distintos testimonios,y la interna de cada uno de ellos, permite percibir la variacinlingstica, que puede reflejarse en una franja especfica del aparatocrtico, mientras que ser imposible dar cuenta en un franja especialde toda la variedad grfica. Son las ediciones (en el sentido que aqule damos al trmino) una base para el estudio lingstico? Decidida-mente s para el estudio sintctico, lxico y morfolgico, siempre queel historiador de la lengua est dispuesto a comprobar la veracidad delos datos que se aportan especialmente a propsito de los usos menostrillados, de los hpax, que no daremos por buenos sin comprobacinen los testimonios, pero no lo son, ni pueden serlo, para el estudiofontico. Y no es slo un problema de fiabilidad, sino porque slo un

    1 No se me escapa que la situacin no es exactamente la misma en los textos poticos.

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)9

    estudio que parta de la singularidad paleogrfica y grfica permitirdeducciones fiables en el plano fontico (ejemplo llamativos, las formaslarga y "alta" de la i, "ese" alta y "ese" sigma con valor fonolgico, o laposibilidad de que ff- frente a /- correspondan a valores fonticosdistintos, no ya en sentido general de unos manuscritos comparadoscon otros, sino dentro del mismo documento, como parece suceder enalgunos diplomas de Fernando III: Snchez-Prieto 1998). Decidida-mente, es imposible que una sola edicin, una sola presentacin deltexto, pueda satisfacer todas las posibilidades de estudio grfico-fontico, morfolgico y sintctico, lxico, retrico, de los contenidosculturales e ideolgicos. Distintos accesos parciales, y distintas formasde edicin son posibles, lo que aboca a lo que podramos llamar"multiedicin".

    El texto desnudo es la justificacin ltima del editor ... y criteriocentral para valorar la calidad de una edicin. Por lo mismo, considerotan importante o ms la puntuacin que el aparato (a pesar de haberdefendido la necesidad de rigor no ya en su elaboracin, sino en elmodo mismo de formularlo), porque la puntuacin es un elementoprimordial para relevar la sintaxis y el ritmo, que adquieren todo suvalor ante el carcter siquiera parcialmente oral propio de buena partede la literatura de los Siglos de Oro y de casi toda la literatura medieval.

    Si la transcripcin de uno o varios de los testimonios no puedeconsiderarse en sentido estricto una edicin, es claro que sta ha de irorientada a la reconstruccin del "texto del autor", concepto que nopuede delimitarse aprioristicamente, sino tras el examen de toda lavariacin a la que la difusin del texto ha dado lugar. Slo el trazadode la trayectoria textual permite determinar, como mnimo, aquelloque con seguridad no perteneca al texto en sus estadios iniciales. Yello no slo en la oposicin "leccin correcta / deturpacin",2 sino enadiciones plenas de sentido, pero que en una u otra medida revelan sucontradiccin con el mbito del significado textual, en el caso msevidente cuando su contenido corresponde a un momento cronolgicoposterior3. Editar un texto obliga a tomar un sinnmero de decisiones,pero es fundamental poner lmites a la emendatio, con la precaucin deque muchos los genuinos en el plano textual y lingstico distan de

    - En casos aberrantes como francesa porfamosa de Rimado de Palacio 838, y en otrosque, sin serlo aparentemente, contradicen la conformacin del texto en el plano delcontenido o en el l'ormai; es lo que ocurre, dentro de la misma obra, en el cdice Escorial?.GGG. 19 (E) 8.'i4e "que quiera acorrerla", contra la rima en -er, en lugar de "que la quieraacorrer" (72).

    :l Es lo que sucede con la referencia a la desaparicin de la Orden del Temple en laGran conquista de Ultramar; vase 6.7 en mi ensayo dentro de este "Critical Cluster".

  • 10Pedro Snchez-Prieto BorjaIm cornica 30.2, 2002

    haber sidos inventariados en su totalidad (ejemplo, el caso mentadoms abajo del complemento circunstancial sin preposicin que abrefrase). Resulta, en este sentido, de lo ms necesario precisar el conceptode "texto base" (aproximadamente, el copy-text de la bibliografaanglosajona). En la concepcin ms extremada del "texto base", eltomar como referencia un determinado testimonio manuscrito oimpreso concreto nace de la necesidad de encontrar un criterio seguroa partir del cual establecer el tenor de una obra. En realidad, slo lafilologa de orientacin neolachamanniana hace al editor plenamenteresponsable de sus decisiones, con los riesgos que esto implica. En estaconcepcin metodolgica, tal como yo la entiendo, carece de sentidoel concepto de "texto base" aplicado a la sustancia del texto, pues stase establece contra el fondo de toda la variedad textual de lostestimonios. Y esto es as justamente porque esa sustancia es "elegible"por el editor y, por tanto, es su responsabilidad restablecer sta alestado que l considere genuino. No sucede as con la forma lingstica,y menos an con la grfica, y la variacin inherente a todo texto me-dieval y clsico, y aun de cualquier poca, es un serio inconveniente alas posibilidades reconstructivas de la lengua, salvo, claro est, questa adquiera relevancia textual (rima, acento y metro en el verso).Por ello resulta necesario elegir un testimonio concreto para la formaverbal del texto crtico.

    Las teoras literarias de los ltimos aos han puesto el acento en elconcepto de variante frente al de error (Orduna 2001), en claroparalelo con el desarrollo de la Sociolingstica que hace de la variacinel eje de sus pesquisas, en incluso de orientaciones de la Lingsticaaplicada, como el anlisis de errores que revaloriza los comporta-mientos desviados como parte del proceso de aprendizaje. Que nosiempre estemos en condiciones de precisar cmo era el texto del autorno quiere decir que las variaciones en el proceso de transmisin nopuedan distinguirse de las que correspondan a las fases iniciales, ydesde luego slo una concepcin ahistrica de las letras antiguas puedeponer en el mismo plano las modificaciones de la transmisin y las defase gentica. ' Resulta, pues, uno de los objetivos de la crtica textual,y tal vez el ms genuino y legtimo, identificar en lo posibles las fasespor las que el texto se gest, lo cjue pone la diana en el proceso creativode la obra literaria. Creo que as cobran pleno sentido las viejas palabras

    4 Con claridad meridiana explica Orduna (Ecdtica 63) la necesidad de que el editorse situ en un corte transversal del proceso cronolgico de constitucin de la obra, deacuerdo con lo que D'Arco Silvio Avalle llam "fenomenologa del original".

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)1 1

    de Vittore Branca: la filologa (entendida como crtica textual) no esun instrumento de la crtica, sino crtica en s misma. La crtica textualpresenta as aspectos que no encajan en la prctica de la edicin. Y esque el estudio del texto nunca se explicita del todo en la propuestatextual, porque el editor, generalmente, se ver obligado a presentarun nico texto, que corresponder a una fase elaborativa. Claro que,puesto en la encrucijada acerca del nacimiento de la obra literaria,puede ser preciso dar dos ediciones, segn proponen aqu Funes yTenenbaum para las Mocedades de Rodrigo.

    Por otra parte, en la orientacin neolachmanniana vigente en Italia(y, parcialmente, en el hispanismo) los mtodos han privilegiado eldebate sobre la eleccin entre variantes, como si slo ste fuera elaspecto determinante de la calidad de una edicin, mientras que otrastareas del trabajo ecdtico han quedado relegadas. As sucede con lapresentacin grfica (cuestin sobre la que es verdad que en los ltimosaos ha habido encontradas posturas, antes sobre los textos de losSiglos de Oro que sobre los medievales) y muy especialmente con lapuntuacin, a decir de Margherita Morreale el elemento crtico dems alcance, en tanto medio principal para mostrar la inteleccin deltexto. Por ello no es ningn disparate que en un programa de anlisiselectrnico diseado por Bautista Horcajada los signos de puntuacintengan categora de lemas. En mi edicin de la General estoria lapuntuacin fue causa de muchos desvelos por la dificultad de encontrarsoluciones prcticas acordes con la tipologa sintctico-rtmica de estaextensa obra, teniendo en cuenta que los principios adoptados en laPrimera Parte, de predominio casi absoluto del modo narrativo, tenanque valer para las otras, en las que extensas secciones, en particular loslibros sapienciales traducidos de la Vulgata, presenta una sintaxis muchomenos trabada que los libros histricos (bblicos o no). Contando,adems, con que la enumeracin bajo la forma de anales, de algunossegmentos tampoco se corresponde con el perodo largo de las partesnarrativas, y con que en las pocas secciones poticas, como el Cantar delos cantares, la variedad rtmica se asocia a una notable variedad deesquemas sintcticos. He hablado de trabazn entre ritmo y sintaxis, yes que, a diferencia de lo que ocurre con los escritos contemporneos,la sintaxis de casi todos los textos medievales y de la mayora de losclsicos no puede evaluarse slo desde una perspectiva funcionalabstracta, porque el ritmo, marcado por pausas,' los elementos

    "' Aplicacin prctica es el excelente artculo de Teresa Mara Rossi (1975) en el quese ve que la posicin postpausa se considera clave en la distribucin en textos del s. XIIIde las formas abierta ? trabadas de futuro.

  • 12Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    demarcativos y de engarce (los ahora llamados "conectores"), e inclusopuede que la distribucin de los acentos en los textos en prosa tenga aveces consecuencias para su gramtica.6

    Esta incardinacin de ritmo y sintaxis explica algunos de los rasgosgenuinos de los textos antiguos, en tanto nacidos de lo que Peter Kochllam "oralidad elaborada". Que el destino general de los textos hastano hace tanto era la lectura en voz alta es algo bien sabido,7 pero lasexigencias terico-prcticas de esta realidad no se han tenido en cuentasalvo en contados casos, y ni siquiera de una manera plena para lostextos poticos en verso.8 La consecuencia lgica de este planteamientoes la necesidad de promover la lectura en voz alta para los textosantiguos en el mbito acadmico, y de llevar a cabo ediciones "orales"de los textos. Esa edicin oral de los textos de la Edad Media o delSiglo del Oro plantea problemas adicionales a los ya intrincados deformular una propuesta ecdtica acerca de los mismos. El ms obvio,sobre todo para textos renacentistas y clsicos, es el de asignar a lasgrafas valores fonticos, habida cuenta de que stos no eran estables,y distintos lectores haran distintas lecturas; pero tampoco sera menorel de decidir una sintaxis que la elocucin ha de sancionar. Lasdificultades no son pocos, pero el intento merece le pena -y algunos,parciales, ya ha habido, sobre todo para la poesa contempornea-porque slo la lectura hace justicia a la naturaleza especfica de laliteratura de antao. Y aunque siempre se podr decir que a msnecesidad de elegir ms posibilidad de equivocarse, la propuesta sobreel texto antiguo resultara de este modo ms completa y coherente.

    He defendido que edicin cientfica y difusin de la literatura noson categoras contradictorias, pero tambin que el destinatariocondiciona si no el modo en que el texto se ha de presentar s lo queacompaa a ese texto. El lector especialista exigir que se le haga

    6 Esta ltima razn (aunque no de forma exclusiva) contribuye a que se pierda lapreposicin en cuando el circunstante locativo abre frase: General estona, Tercera Parte, Librode la Sabidura 2:9, "C[]da logar dexemos seal de alegra...".

    7 En El (lujte (I: xxxii): "cuando es tiempo de las siegas, recogen aqu las fiestas muchossegadores, y siempre hay alguno que sabe leer, el cual coge uno d'e'stos libros en las manosy rodemonos d'l ms de treinta, y estmosle escuchando con tanto gusto que nos quitamil canas".

    8 Lo evidenci la prueba de lectura simultnea de manuscrito y ediciones a las que enel SECRIT se someti al Cantar deMio Cid, como se ve por la publicacin resultante (Orduna1 997). Muestra es tambin el estudio de Orduna "La textualidad oral del discurso narrativoen Espaa e Hispanoamrica (ss. XIV-XVII)" (Orduna 2001) en el que se pone de relievecmo el empleo de e ? otross que a primera vista queda fuera de la norma adquiere sentidoen la lectura en voz alta.

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)1 3

    explcito el modo en que se ha elaborado la edicin y, sobre todo, quese le d informacin rpidamente contrastable sobre la variacin tex-tual y lingstica contra cuyo fondo se propone, si no "el texto", s "untexto". Por ello es una necesidad bsica que el aparato crtico vaya apie de pgina, y no al final, como por desgracia imponen los editoresincluso en colecciones no precisamente populares. Es tambin necesarioque variantes textuales y de lengua ocupen franjas diferentes delaparato, y que entre las ltimas distingan las de autntica naturalezalingstica de las meramente grficas, y ms despus de la publicacinen esta pginas de la propuesta de Ins Fernndez-Ordez.

    La anotacin del texto, el cmo hacerla y su necesidad misma,han sido objeto de mil discusiones en simposios y seminarios. Desdeluego, la acumulacin erudita no puede ser un fin en s mismo, puesas se corre el riesgo de ahogar el texto en el mar de las notas a pie depgina (o al final) en un proceso comparable al de la glosa medieval.La informacin adicional ha de ser relevante, y estar orientada, enprimer lugar, a comprender el texto en su literalidad, y, en todo caso,en la referencias a los "realia" y contenidos culturales. Y todo ello deacuerdo con la elemental premisa de hacer del texto el centro de laedicin.9 No es fcil elegir el nivel en el que ha de situarse la anotacin,y en esto se peca tanto por defecto como por exceso; el criterio podraser el de explicar aquello que no entiende un estudiante universitariorecin licenciado en filologa o en historia.

    La conviccin de que hay una historia de la literatura, y la necesidadde comparar diversas obras, justifican plenamente el concepto decoleccin editorial, que no pueden entenderse como mera yuxta-posicin de ttulos, sino como resultado de aplicar unos principios ge-nerales y unos criterios comunes. Una coleccin ideal as concebidasera la que lograra satisfacer todas las necesidades de lectura y estudiode un texto antiguo, pero resulta evidente que en el soporte papel esa da de hoy inviable, y la alternativa que desde hace aos se propone,en la teora y en la tentativa prctica, es la edicin electrnica.'"

    " Por todo ello estoy de acuerdo con Joaqun Conzlez Cuenca en aprovechar el espacioque deja el verso en el rengln para dar informacin sobre el significado inmediato depalabrasy sintagmas.

    10 Un reflexin acerca del soporte: no recuerdo haber visto un libro en ningunapelcula de ciencia ficcin situada en el futuro. Para quien desde fuera de nuestra civilizacinnos observara, tal vez vera el libro como un objeto posterior ? ms avanzado que la pantalladel ordenador, por su simplicidad, estabilidad, transportabilidad... A lo mejor en un tiempoms o menos cercano el libro electrnico auna las ventajas del libro de papel y de lainformtica. Vase, de momento, Luca Megas (2002).

  • 14Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    Sin aspirar a la exhaustividad, que la hara inviable en la prctica,la edicim electrnica de textos antiguos (y, por extensin, de todas laspocas) podra contar con los siguientes elementos:

    a)Texto crtico, centro en el que convergen las diferentesaproximaciones a la materialidad de la obra antigua.

    b)Versin auditiva, al menos de un segmento de la obra encuestin, que sirva, en primer lugar, para formular unapropuesta acerca de la elocucin del texto, relevando as susintaxis, el ritmo y la forma fontica que, hipotticamente,subyace a su concepcin.

    c)Facsmil del testimonio manuscrito o impreso que seconsidere ms importante, por su valor textual, por ser mscompleto, ms legible, o, sencillamente ms accesible.

    d)Transcripcin paleogrfica del testimonio reproducidofacsimilarmente.

    e)Aparato crtico, en el que se recojan las variantes de sustanciarechazadas en el establecimiento textual.

    1) Variantes de lengua de los manuscritos.

    g) Notas lxicas que allanen los escollos con que pueda tropezarel lector.

    h) ndices electrnicos completos, entre los cuales, al menos,est una concordancia, un ndice de frecuencias, un ndicede lemas y un ndice de formas inverso.

    La electrnica ofrece, pues, posibilidades impensables hace poco en elestudio y edicin de los textos. Pero la utilizacin de recursoselectrnicos no es de por s garanta de nada; en verdad, slo tienensentido si se ponen al servicio de unos objetivos y unos mtodosconcebidos y planteados con rigor filolgico."

    En definitiva, no hay a da de hoy ningn mtodo que permitaresolver todos los problemas que plantea la edicin de un texto antiguo.

    1 ' Por ello creo que ser una contribucin de gran relevancia a los estudios hispnicosel programa de elaboracin de ndices electrnicos ? de anlisis textual elaborado porBautista 1 lorcaja Diezma (BCONCORD), al parecer de inminente difusin por la edito-rial Ollero & Ramos.

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento) 15

    El neolachmanniano, es, a mi juicio, el nico que invita a trazar lahistoria del texto ... a separar, en definitiva, el grano de la paja. Que selogre, es cosa que habr de sopesarse en cada caso particular.

    ? ? ?

    Cuando generosamente el profesor George Greenia, director deesta revista, me ofreci la posibilidad de coordinar un "Critical Clus-ter" sobre edicin de textos antiguos, consider necesario aunarplanteamiento tericos y prctica de la edicin, y prefer colaboracionessobre un texto concreto o autor determinado (General estoria, Mocedadesde Rodrigo, Cancionero general, glogas de Fray Luis de Len) o sobre untipo de textos (traducciones, impresos), a la yuxtaposicin de trabajossobre las diferentes fases del proceso editorial con ejemplos de diversaprocedencia, perspectiva sta ms propia del manual, y por tanto slohacedera por un nico investigador o varios de la misma orientacinmetodolgica y comunes intereses12. No es lo que estas pginas brindanun manual, aunque todos los trabajos podran encajar parcialmenteen uno, lo que se hace explcito en el ttulo de la colaboracin de JosManuel Luca. Aqu se ofrecen "propuestas para editar la literaturaespaola", y ste era el ttulo que pens inicialmente. Al profesorGreenia se debe la formulacin ms contundente "Editar la literaturaespaola", que acept sin dudar.

    No me atrevo a decir que quienes participan en este Critical Clus-ter compartan una misma orientacin metodolgica. En una tarea tancompleja como la edicin de un texto, y tan condicionada por cadacaso particular, es del todo impensable que se abrace sin fisuras elplanteamiento de una escuela, y aqu se puede decir aquello de que"cada maestrillo tiene su librillo", aunque no son precisamente"maestrillos" quienes me acompaan en estas pginas. S puedo decir,en cambio, que todos los colaboradores se atribuyen la responsabilidadentera de sus decisiones en materia de edicin, sin descargarla sobrelos hombros de los copistas o cajistas de antao, que realizaban sutarea en condiciones peores que las nuestras, al menos en lo queconcierne a la amplitud de la mirada histrica sobre los textos de losque nos ocupamos. Creo que esto los aproxima -o nos aproxima- alos mtodos neolachmannianos.

    Porque la filologa no puede quedarse en la casustica particular,sino que tiene tambin que proponer modelos que, al menos, sirvan

    ' Carcter introductorio tienen, en cambio, el ensayo de Joaqun Rubio y el mo.

  • 16Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    para la formacin de nuevos fillogos, creo justificado iniciar la listade colaboraciones con la de Joaqun Rubio ("Renuevos de la filologa").No es despropsito, dice Rubio, que la filologa se abra a nuevoshorizontes y a disciplinas vecinas para continuar su andadura. Losejemplos que aduce son paradigmticos. Por un lado, el del estudio delos romances conducido por Diego Cataln, quien plantea lasdificultades de estudiar textos orales en los que no se reconoce el estadoprototipi) o arquetpico, y en los que la hiptesis tradicionalista deMenndez Pidal es insuficiente porque lo ms caracterstico es lainnovacin constante. Por otro lado, el proyecto de Vittore Branca"Boccaccio visualizado" aborda el estudio de la difusin del Decameronatendiendo a las ilustraciones de las copias manuscritas, para concluirque stas constituyen un universo interpretativo de la obra del autorque es tan necesario explorar como las variaciones del texto. El valorpedaggico para "chicos y grandes" de los ejemplos aducidos, y, portanto, de la propuesta de Rubio, radica en la necesidad de concebir lafilologa como disciplina abierta, cosa ms necesaria hoy que nuncaante la autosuficiencia que suelen reclamar para s diversas orientacionesen el estudio de los textos, lo que contribuye a una cada vez msexagerada parcelacin de las humanidades que no puede ser sinoempobrecedora.

    En mi ensayo "Gnesis y transmisin de los textos medievalescastellanos" examino en unas cuantas obras el proceso por el que stasse elaboraron, y pongo de relieve cmo ese proceso condiciona todala tradicin textual, de modo que es insuficiente adoptar la perspectivahabitual de "examen de la transmisin" para comprender la verdaderanaturaleza histrica del texto. De este modo, han de revisarse muchaspropuestas estemticas sobre nuestras obras de la Edad Media.

    Ins Fernndez-Ordez, "Tras la collalio o cmo establecercorrectamente el error textual", seala la necesidad de distinguirrigurosamente el error de la variante lingstica. La habitual confusinentre estas dos categoras en la filologa espaola ha dado lugar aclasificaciones errneas de los testimonios, con consecuencias negativaspara el establecimiento del texto. El amplio muestrario de las dosclases de variacin textual en la Segunda Parte de la General estoria quepresenta Fernndez-Ordez constituye una gua til que podraplicarse en otros textos, al tiempo que seala que el inventariado delas variantes de lengua no puede limitarse al plano fontico ymorfosintctico, sino que ha de abarcar tambin el lxico y la "variacindiscursiva" (cambios en el orden de las palabras, presencia o ausenciadel pronombre sujeto, adiciones o supresiones de elementos de relacin,

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)17

    etc., siempre con el lmite de que no afecten a la sustancia delcontenido). Se incorporan as a la filologa los avances de la lingsticadel siglo XX, y, sobre todo, se formula una propuesta metodolgicacjue resolver ms de una aporia de la estemtica, para empezar elcaso mismo de la relacin entre de los manuscritos de la SegundaParte de la General estoria. Vi

    Leonardo Funes y Felipe Tenenbaum abordan los problemas queplantea la edicin de las Mocedades de Rodrigo ('Mocedades de Rodrigo:una propuesta ecdtica"), que presenta al editor una de las situacionesms difciles que pueden plantearse: obra de autora desconocida, sindatacin precisa y de la que se conserva un nico manuscrito. El casoilustra a las claras la insuficiencia de una crtica textual concebida comodisciplina autnoma; "no hay forma de acotar un campo de trabajo enlos lmites puros de la crtica textual", dicen con razn los autores,"porque la discusin de la problemtica histrico-literaria serimprescindible para abordar la cuestin textual y, a la vez, suposicionamiento en dicha problemtica impactar decisivamente en lanaturaleza de su labor ecdtica". El estudio revela cmo la actitud delcopista hacia su modelo ha de tenerse en cuenta para valorar lascaractersticas de aqul. Quien en el siglo XIV copi el poema sobrelas Mocedades en el mismo cdice que una versin en prosa contempo-rnea de la Crnica de Castilla (desgajada de la Estoria de Espaa) tenaun inters documental por la vida del Cid. La investiga-cin cumplidaconcluye que hay que distinguir entre este estadio "recepcional" y dosfases elaborativas, una refundicin propagandstica en favor de ladicicesis de Palencia y una "Gesta" primitiva base de la refundicin. Laconsecuencia coherente con esta historia textual es ofrecer latranscripcin del manuscrito nico, y presentar dos ediciones crticasque reconstruyan cada una de las fases elaborativas.

    Mara Morras ("El texto en su laberinto: para la edicin crtica delas traducciones medievales") estudia las traducciones peninsulares en

    l:i Aparte del valor clasilicatorio, Ia distincin entre lo que ha de considerarse textualo lingstico se supedita a la posibilidad de distinguir con cierto margen de seguridad loque pertenece al autor ? lo que puede ser modificacin introducida en la transmisin. Porello, en el caso de las traducciones ms o menos literales de los romanceamientos bblicos,lecciones que en otros textos situaramos bajo la rbrica "variantes de lengua", como es laexplicitacin o no del posesivo, adquieren naturaleza textual; es el caso, en la traduccinalfonsi del Cantar de los cantares 2:9, "catando por las finiestras" "catando por nuestrasfmiestras", que pueden discriminarse a tenor del modelo latino "respiciens per fenestras";pero, claro est, el valor clasilicatorio de una coincidencia como sta entre manuscritoses secundario, y en todo caso, podr aducirse slo como confirmacin del ya establecidoa partir de los errores de contenido que tengan carcter dirimente.

  • 18Pedro Snchez-Prieto BorjaIm cornica 30.2, 2002

    el "otoo de la Edad Media", y pone de relieve las riqueza deinformacin que para historia lingstica, literaria y cultural deriva dela edicin crtica de una traduccin. En lo que toca al problemaecdtico, "la posibilidad de reconstruir el texto del borrador, de laversin corregida y definitiva o de tal o cual redaccin, y de mostrarlas sucesivas refundiciones o las modificaciones puntuales de los lectores[...] depende en gran medida de la cantidad de piezas que el azar hayapreservado hasta hoy y del lugar que stas ocupen en el rompecabezasque es toda historia textual". Cuestin relevante es la que concierne alproceso de traduccin. Es significativo que el borrador se ponga enlimpio por un proceso de copia al dictado, mtodo corriente, segnMorras, antes de 1450, en traductores como Alfonso de Cartagena oEnrique de Villena. Sobre la copia en limpio del borrador el traductorintroduca correcciones compulsado de nuevo el texto latino, a vecessobre un ejemplar distinto del empleado para elaborar el borrador.Puede comprenderse as lo difcil que resulta establecer la filiacinlatina de las traducciones al romance, por no hablar de las posibilidadesremotas de encontrar el ccklice o cdices concretos base de la traduccin.Con vistas a abordar la edicin crtica de los textos traducidos, Morraspropone distinguir, en el doble plano de la labor del traductor y*de ladifusin del texto, entre errores mecnicos y modificaciones interpre-tativas. Obviamente, la adecuacin relativa al texto latino es el princi-pal criterio ecdtico. Ahora bien, la autora se hace eco de las crticas aeste principio ante la circularidad de la reconstruccin del modelosubyacente y de la reconstruccin textual de la traduccicin. A mientender es el conocimiento del modo de traducir -y, en definitiva- lacomparacin del texto consigo mismo lo que permite substraerse a lacircularidad. Estos son algunos de los laberintos en que se mueve eleditor de traducciones. El trabajo de Morras ayuda a encontrar lasalida.

    Juan Carlos Conde ("Praxis ecdtica y teora mtrica: el caso delArte Mayor castellano") plantea las dificultades que entraa elestablecimiento textual de la poesa en verso mayor escrita entre 1 380y 1550 aproximadamente. En particular, se pregunta J.C. Conde enqu manera "el modelo de verso subyacente al texto versificado esuna parte que sirve de ayuda valiosa en el transcurso de las tareas deedicin". Es verdadera la idea tan extendida de que resulta ms fcileditar una obra en verso que en prosa? La respuesta a esta pregunta lelleva a Conde a profundizar en la relacin entre mtrica y ecdtica, ya sealar que subyace cierta circularidad en la fundamentacin mtricade ciertas propuestas ecdticas. De ese crculo vicioso slo puede salirse

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)19

    con un fundado conocimiento de la "potica" que hay detrs de cadatexto en verso. En el caso del Arte Mayor, el ritmo es un principioestructurador que impone sus condicionamientos por encima de lagramtica de la lengua de uso. Pero no se tratara slo de desviacionesespordicas, sino de la manifestacin de un sistema preexistente, yesto adentra al investigador en aspectos medulares de la creacinliteraria.

    Jos Manuel Luca Megas ("Cmo editar los textos impresos?Notas y comentarios para un manual") presenta un amplio panoramade la nueva situacin que en la historia de los textos acarre laintroduccin de la imprenta manual. Luca Megas describe detenida-mente el proceso de produccin del libro en la edad moderna comocamino para entender la compleja gnesis textual y lingstica delimpreso, empezando por el hecho de que el texto es responsabilidadde varias personas, frente a la copia manuscrita. Importa distinguirentre edicin, emisin y estado, de ms abstracto a ms concreto, paracomprender por qu no todos los ejemplares de una "tirada" soniguales. "Editar un ejemplar de la editio princeps (o de cualquier otrareedicin) no es editar la edicin -dice Luca Megas-. Por este motivo,se hace necesario el cotejo del conjunto de los ejemplares conservadospara intentar, en la medida de lo posible, utilizar como texto base elejemplar ideal, de la princeps, que ser el nico camino para acercarnos ala ltima voluntad del autor, ms all de las (inevitables) erratas quetodo ejemplar documenta". La edicin de textos impresos, tal como laplantea Jos Manuel Luca, se convierte as en una verdadera propuestacrtica, lejos de los planteamientos bedieristas adaptados de la edicinde obras de transmisin manuscrita.

    Joaqun Gonzlez Cuenca ("La inalcanzable editio optima delCancionero general") plantea los arduos problemas ecdticos delCancionero de Hernando del Castillo, publicado en Valencia por primeravez en 1511, y luego, corregido y enmendado por el propio Castilloen 1514. Es sabido como ste y otros cancioneros se sirven decomposiciones poticas de distinta poca, autor e incluso subgnero,que responden a distintas intenciones, y al transplantarse a un contextonuevo (el creado artificialmente por el compilador) dota a las distintasunidades de valores y alcances nruy diversos de los que tenan en laforma en la que nacieron o, al menos, en el que se difundieroninicialmente. Por ello, dice Gonzlez Cuenca, "falla aqu el principiodel textus optimus", ya que el texto de los poemas que dio a la imprentael antologo no es el que autorizaran los autores, y concluye conse-cuentemente que el editor actual ha de respetuar la versin de Castillo,

  • 20Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    pero sin caer en el seguimiento supersticioso de la letra impresa, todavez que no faltaran las modificaciones respecto del texto que steentreg a la imprenta. De esos principios ofrece Gonzlez Cuenca unaaplicacin prctica, anticipo de la que ser su inminente edicin delCancionero general.

    Margherita Morreale ("Problemas irresueltos de la edicin de losversos de Fray Luis de Len ejemplificados en la versin de las glogasvirgilianas") pone el dedo en la llaga acerca de la validez de lametodologa ecdtica ante las dificultad de llegar a una edicin fiablede la poesa de Fray Luis. Ni siquiera, afirma, se ha conseguido deslindarlos versos autnticos y probar la autenticidad de la carta-prlogo aPortocarrero. Tampoco cree Morreale que la distribucin de loscaptulos en los manuscritos corrobore la hiptesis de las "etapas" o"familias" por intervenciones sucesivas del autor que sugirieron el pa-dre C. Vega y O. Macr. Constata tambin Morreale algo quecomprobamos cada da en la prctica de la edicin de traduccionesmedievales, aun cuando la poesa ofrece dificultades aadidas: que elrecurso a los modelos es un criterio ms seguro para la edicin que lavalidez otorgada de antemano a unos testimonios frente a otros. Porello cree esta investigadora que es ms provechoso partir no de lapoesa original, sino de las traducciones o adaptaciones, y ejemplificaesta prioridad en las glogas.

    No creo equivocarme al afirmar que la amplia problemticaplanteada en estos ensayos y, sobre todo, las propuestas que se formulanponen de manifiesto el vigor que mantiene la crtica textual dentro delos estudios humansticos, y ello gracias a una apertura hacia disciplinasque tienen su fundamento en el examen del texto escrito u oral, ysobre todo a su capacidad para modificar sus planteamientos paraadaptarse a la problemtica que cada caso particular plantea, y a suvez integrar esa problemtica en el mtodo." Esta vocacin integradorale permitir seguir ocupando un lugar central en los estudios sobre laliteratura y la lengua de otras pocas. Pero en la Filologa espaola lascarencias pesan, por desgracia, casi tanto como los logros. A propsitode los segundos, Alberto Blecua seal que la publicacin de Orgenesdel espaol de Menndez Pidal (1926) y, tiempo despus, del Diccionario

    1 ' Por razones ms que justificadas no pudo aceptar la invitacin a colaborar en estenmero Adelino Alvarez, que ahora ultima su edicin del libro de los emperadores de JuanFernndez de Heredia, y es una ausencia que lamento, pues la utilizacin de una fuentegriega (la "Epitom historin" de Zonaras) no tiene paralelo en la literatura medieval delreino de Castilla, y plantea algunas cuestiones distintas de las que estamos acostumbradosa examinar en obras que siguen fuentes latinas.

  • Editar la literatura espaola (Edad Media y Renacimiento)2 1

    crtico etimolgico de la lengua castellana (1955) de Coromines permitiabordar de manera decidida la edicin de un gran nmero de obrasespaolas (74). Para continuar esa andadura con exigencias renovadasde rigor se echa en falta un diccionario histrico de la lengua espaolay, no menos, una amplia gramtica histrica descriptiva que incorporela novedades desde la publicacin de las obras monumentales deMenndez Pidal y de Lapesa, no tanto en el plano terico como en elde los usos que el examen de nuevos textos ha sacado a la luz o,sencillamente, ha ido precisando. Y, claro, har falta la voluntad decididade abordar con rigor la edicin de tantas obras que todava esperanen el purgatorio tras haber sido editadas hace aos con criteriosclaramente superados o de las que contamos slo con transcripcionespaleogrficas.

    ? ? ?

    No puedo ocultar, finalmente, mi satisfaccin al ver concluida lapreparacin de este volumen. De la calidad de los trabajos aqu reunidosjuzgar el lector. A m me basta con decir a los colaboradores que sugenerosidad, rigor y diligencia me hacen contraer con todos ellos unadeuda impagable; como tampoco me ser fcil saldar la que tengo conel profesor George Greenia, y, por extensin, con el hispanismonorteamericano, al acoger en las pginas de Lc/ cornica estos ensayos.El espritu positivo, la amabilidad y la paciencia de George han hechofcil, adems de grata, mi tarea.

    julio de 2002

    Obras citadas

    Blecua, Alberto. 1991. "Los textos medievales castellanos y susediciones". Romance Philology 45.1: 73-88.

    Koch, Peter. "Pour une typologie conceptionelle et medial des plusanciens documents/monuments des langues romanes". Le passage l'crit des langues romanes. Eds. Maria Selig, Barbara Frank et JrgHartmann. Tubingen: G. Narr, 1993. 39-82.

    Lpez de Ayala, Pero. 1987. Rimado de Palacio. Ed. de Germn Orduna.Madrid: Castalia.

    Luca Megas, Jos Manuel. 2002. Literatura romnica en Internet. Madrid:Castalia.

  • 22Pedro Snchez-Prieto BorjaLa cornica 30.2, 2002

    Orduna, Germn . 2001. Estudios sobre la variacin textual. Prosa castellanade los siglos XIII al XVI. Buenos Aires: SECRIT

    ------ . 2000. Ecdtica. Problemtica de la edicin de textos. Kassel: EditionReichenberger.1997. "La edicin crtica y el codex unicus: el texto del Poema de

    Mo Cid". ncipit 17: 1-46.Rossi, Teresa Maria. "Formas de futuro en un romanceamiento bblico

    del siglo XIII". Zeitschrift fr romanische Philologie 91 (1975): 386-402.

    Snchez-Prieto Borja, Pedro. 1998. "Fontica ordinaria y fontica dela lectura en la investigacin sobre los textos castellanos medievales".Alti del XXI Congresso Internazionale di Linguistica e Filologia Romanza(Centro di studi filologici e linguistici siciliani, Universit di Palermo,18-24 settembre 1995). A cura di Giovanni Ruffino. Tubinga: MaxNiemeyer Verlag. 455-70.

    Snchez-Prieto Borja, Pedro, y Bautista Horcajada Diezma, Eds. 1994.Alfonso el Sabio. General estoria, Tercera Parte. Vol. IV, Libros deSalomn. Madrid: Gredos.