REVISTA EUROPEA. - ATENEO DE MADRID · 2018. 7. 12. · REVISTA EUROPEA. NÚM. 235 25 DE AGOSTO DE...

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REVISTA EUROPEA. NÚM. 235 25 DE AGOSTO DE 1878. Aüo v. DE LA Existo en todas partes, y especialmente en Francia, respecto á la protección debida al ani- mal, un sentimiento que no se confiesa, y del que apenas se dá cuenta. Es una especie de con- fusión, de embarazo, de fatiga, de timidez. En- tre las personas bien educadas se traduce por una sonrisa, por un ligero encogimiento de hom- bros, por el silencio, generalmente. Eatre las gentes del pueblo toma la forma de un amargo reconocimiento de la miseria y el sufrimiento de los humanos. En todos, ó en casi todos, de- tiene el arranque del corazón, y se puede decir de una manera general que cualquiera que acu- de ostensible y públicamente en auxilio de un animal doliente, ó maltratado, demuestra ser un bravo. Los ingleses, que con tanta frecuencia han dado ejemplo á los demás pueblos de valor cívi- co, lo dan también, desde hace medio siglo, en la cuestión de íá protección debida á los anima- les. Sus periódicos, sus revistas, su legislación, sobre todo, ofrecen la prueba. Desde la época en que abordamos la cuestión que nos ocupa (1), un ministro de Estado, lord Carnarvon, ha pre- sentado al Parlamento un proyecto de ley que, por más imperfecto que sea, constituye un alto testimonio de sus sentimientos respecto á los animales; otro ministro, salido del Poder, ha tomado la pluma para combatirlo, no por inútil, sino por insuficiente (2); las dos Cámaras lo han votado, después de una seria discusión, y la prensa entera ha demostrado, interviniendo apasionadamente en el debate, que no juzgaba el asunto indigno de la atención pública. (1) Véase la Revue politique et litteraire, del 20 de Febrero de 1875 y la del 28 de Enero de 1876. (2) Véase en la Contemporary Revieu, de Octubre de 1S76, un artículo de M. Roberto Lowu. TOMC XII El objeto práctico del bilí presentado al Par- lamento en la sesión de 1876, era el de limitar, en la medida posible, las torturas aplicadas á los animalea para las necesidades de las ciencias médicas y fisiológicas. El Gobierno habia nombrado una comisión, encargada de abrir una información sobre loa abusos cometidos, y de redactar un proyecto de ley que tuviera por objeto remediarlos. Los trabajos de la comisión, que han sido publica dos en un grueso volumen (l),las discusiones que han tenido lugar en las dos Cámaras, la ac- titud del público por una parte, la del cuerpo medical por otra, y la confusa contienda de la prensa sobre este asunto, todo ha sido fecundo en enseñanza para los que creen que el derecho del animal á vivir y gozar bajo ciertas condi- ciones, se reduce al derecho de los débiles, cuyo respeto por parte de los fuertes es objeto cons- tante del progreso social. El título de la ley propuesta por lord Carnar- von y votada por el Parlamento en Agosto de 1876, valía más que la misma ley. Este títu- lo Adfor amending ihe. Law relating lo cruelty to animáis, podia dar idea do una extensión gene- ral de^Sa ley existente, ó al menos de disposi- ciones orgánicas á propósito para asegurar su más completa ejecución. Esto no era, sin. em- bargo, de lo que se trataba: el único objeto de la ley era someter á una reglamentación severa la práctica de las viviscaciones. Esta práctica, que ha adquirido tan grande desarrollo en Ale- mania y en Francia, fue forzosamente adoptada en Inglaterra, dando lugar á que se alarmase el sentimiento público y reclamase con tal ener- gía la intervención del Gobierno, que éste creyó no poder rehusarla. Es imposible llevar la cuestión de la proteo cion debida al animal sobre un terreno máa des- favorable que el de la vivisección. Siempre (1) Report o¡ the Iioyal commiuion with the minutn o/ evidenee.—Un yol. en 8.",—Londres, 1876. 13

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  • REVISTA EUROPEA.NÚM. 235 2 5 DE AGOSTO DE 1 8 7 8 . Aüo v.

    DE LA

    Existo en todas partes, y especialmente enFrancia, respecto á la protección debida al ani-mal, un sentimiento que no se confiesa, y delque apenas se dá cuenta. Es una especie de con-fusión, de embarazo, de fatiga, de timidez. En-tre las personas bien educadas se traduce poruna sonrisa, por un ligero encogimiento de hom-bros, por el silencio, generalmente. Eatre lasgentes del pueblo toma la forma de un amargoreconocimiento de la miseria y el sufrimientode los humanos. En todos, ó en casi todos, de-tiene el arranque del corazón, y se puede decirde una manera general que cualquiera que acu-de ostensible y públicamente en auxilio de unanimal doliente, ó maltratado, demuestra serun bravo.

    Los ingleses, que con tanta frecuencia handado ejemplo á los demás pueblos de valor cívi-co, lo dan también, desde hace medio siglo, enla cuestión de íá protección debida á los anima-les. Sus periódicos, sus revistas, su legislación,sobre todo, ofrecen la prueba. Desde la épocaen que abordamos la cuestión que nos ocupa (1),un ministro de Estado, lord Carnarvon, ha pre-sentado al Parlamento un proyecto de ley que,por más imperfecto que sea, constituye un altotestimonio de sus sentimientos respecto á losanimales; otro ministro, salido del Poder, hatomado la pluma para combatirlo, no por inútil,sino por insuficiente (2); las dos Cámaras lo hanvotado, después de una seria discusión, y laprensa entera ha demostrado, interviniendoapasionadamente en el debate, que no juzgabael asunto indigno de la atención pública.

    (1) Véase la Revue politique et litteraire, del 20 deFebrero de 1875 y la del 28 de Enero de 1876.

    (2) Véase en la Contemporary Revieu, de Octubre de1S76, un artículo de M. Roberto Lowu.

    TOMC XII

    El objeto práctico del bilí presentado al Par-lamento en la sesión de 1876, era el de limitar,en la medida posible, las torturas aplicadas álos animalea para las necesidades de las cienciasmédicas y fisiológicas.

    El Gobierno habia nombrado una comisión,encargada de abrir una información sobre loaabusos cometidos, y de redactar un proyectode ley que tuviera por objeto remediarlos. Lostrabajos de la comisión, que han sido publicados en un grueso volumen (l),las discusionesque han tenido lugar en las dos Cámaras, la ac-titud del público por una parte, la del cuerpomedical por otra, y la confusa contienda de laprensa sobre este asunto, todo ha sido fecundoen enseñanza para los que creen que el derechodel animal á vivir y gozar bajo ciertas condi-ciones, se reduce al derecho de los débiles, cuyorespeto por parte de los fuertes es objeto cons-tante del progreso social.

    El título de la ley propuesta por lord Carnar-von y votada por el Parlamento en Agostode 1876, valía más que la misma ley. Este títu-lo Adfor amending ihe. Law relating lo cruelty toanimáis, podia dar idea do una extensión gene-ral dê Sa ley existente, ó al menos de disposi-ciones orgánicas á propósito para asegurar sumás completa ejecución. Esto no era, sin. em-bargo, de lo que se trataba: el único objeto dela ley era someter á una reglamentación severala práctica de las viviscaciones. Esta práctica,que ha adquirido tan grande desarrollo en Ale-mania y en Francia, fue forzosamente adoptadaen Inglaterra, dando lugar á que se alarmase elsentimiento público y reclamase con tal ener-gía la intervención del Gobierno, que éste creyóno poder rehusarla.

    Es imposible llevar la cuestión de la proteocion debida al animal sobre un terreno máa des-favorable que el de la vivisección. Siempre

    (1) Report o¡ the Iioyal commiuion with the minutno/ evidenee.—Un yol. en 8.",—Londres, 1876.

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    hemos pedido que se reglamentara la disecciónde los animales vivos, y no sabemos por qué estaley de policía había de ser más injuriosa para elcuerpo medical que la que conviene á la disec-ción de los cadáveres. Al misma tiempo hemosreconocido que el abuso del sentimiento en unamateria en que el interés del hombre puede estardemasiado fácilmente en oposición con el delanimal, tendia á comprometer la causa, á nues-tros ojos sagrada, que se quería servir.

    Uno de los escritores más simpáticos y másdistinguidos de las Revistas inglesas, miss Fran-cés Pover Cobbe, hizo el año pasado, en la CO»J-t&mporary Revien, la historia del bilí de lordCarnarvon. A nuestra vez vamos á hacerla, sa-cando de ellas propias deducciones.

    Ya hemos dicho en otra parte que en 1875 sepresentó una Memoria, firmada por seiscientaspersonas pertenecientes á las clases más ilustra-das, á la Sociedad protectora de Io9 animales deLondres, suplicándola gestionase la limitaciónde los abusos de la vivisección, por los mediosde que podia disponer.

    La agitación á que dio lugar la circulaciónde esta Memoria, los esfuerzos con que la So-ciedad respondió á aquel llamamiento, la pu-blicación del Manual del laboratorio de fisiología,á que hemos aludido en un artículo sobre lasvivisecciones, la iutervencion activa de la pren-sa, todo esto decidió á los fisiólogos y á los mó-dicos más eminentes de Inglaterra á salir al en-cuentro de las sospechas que sobre ellos pesa-ban. Uno de ellos, miembro de la Cámara delos Comunes, el doctor Playfair, se hizo el pro-motor de un proyecto de ley, cuyo título era elsiguiente: Billtopreventabusein experimente ouanimáis, made for the purpose of scientific diseo-very.—Ley para la prevención de los abusos en lasexperiencias hechas sobre los animales con un inte-rés científico.

    En el preámbulo se decía que nimportaba pre-venir las crueldades y los abusos en las vivisec-ciones, ii En el cuerpo del proyecto de ley se ha-lkban cláusulas exactamente parecidas á las quedebía contener otro proyecto votado más tarde:por ejemplo, que nadie pudiera hacer experiencías sobre animales vivos sin autorización delministro; que esta autorización no podria concederse mas que para un solo objeto: para descu •brimientos científicos nuevos, y-no para demos-traciones de hechos conocidos; que la violación

    de estas disposiciones pudiera ser castigada conuna multa de cincuenta libras esterlinas y tresmeses de prisión.

    Tal era la legislación propuesta por los mis-mos fisiólogos, y tal era también en sustancia elcontenido del proyecto de ley recomendado alParlamento por la comisión real, como "ofre-ciendo la marca de la buena voluntad y de la pnreza de intención de los ilustres sabios que la ha-bian aprobado, no siempre en sus detalles, sinoen su espíritu y en conjunto, n Estos eran-nadamenos que sir Thomas Watson, sir George Bur-rows, el profesor Humphry, el profesor Rolles-ton, Carlos Darwin, los doctores Pary, Burdon,Sanderson, Taylor, Gamgee, Handyside, Anto-ny y otros muchos.

    Parecía, pues, que todo el mundo que se ha-llaba de acuerdo para desterrar de los laborato-rios de Inglaterra, los abusos que los ingleses re-prochaban á los laboratorios del continente.

    Por desgracia, el giro dado en el público á es-tos proyectos legislativos vino á excitarlas sus-ceptibilidades del cuerpo médico; y los treamiembros de este cuerpo que habían apoyadoen 1875 el bilí de su representante, M. Playfair,firmaron en 1876 una exposición al ministro delinterior, contra el bilí, completamente, análogo,de lord Carnarvon. De aquí nació una absurdaguerra civil entre los hombres de ciencia, susadherentes y los escritores que loa servían de in-térprete, por una parte, y las Soledades protec-toras y el vulgo, por la otra. POTO en Inglaterrael vulgo tiene casi siempre ep. el Gobierno ua re-pvesentante ilustrado para la práctica de los ne-gocios. Este habia instituido una comisión -deinformación, formada de la manera más equita-tiva, puesto que de los siete miembros que lacomponían, cuatro eran hombres de Estado eminentes, uno representante de la prensa, favorableá las víctimas de la experimentación científica, ylos dos restantes eran M. Huxley, el fisiólogo, yM. Erichsen, el cirujano, que por sí solos equi-valían á un ejército.

    De esta información, que duró varios mesesy se hizo con toda la publicidad posible y todoel respeto conveniente para el cuerpo de los sa-bios, dedujo la comisión las siguientes conclu-siones,

    >'1.a Que es indudable que los fisiólogos demás elevado mérito, lo mismo que los demáshombres, pueden ser oulpables de crueldad.

  • N.° 235 LEO QtTESNEL.—DE LAJPKOTECGION DE LOS ANIMALES. 227

    "2." Que no es menos indudable que cons-tantemente se practican crueles experiencias; yque sobre este punto ha recogido la comisión eltestimonio de personas competentes, que hanvisto aplicar á los animales, en nombre de laciencia, sufrimientos inútiles.

    »3.a Que la comisión ha tenido conocimien-to de casos en que discípulos inexpertos se hanpermitido cometer, sin dirección ni consejo, ensu habitación particular, á ciertos animales, álas más crueles torturas, sin haberlos anestesia-do previamente.

    "4.a Que hay además otros muchos casos, enlos que la apatía, la indiferencia, el descuido delos experimentadores, dan lugar á una interven-ción de la ley.ii

    Por consecuencia, "considerando los hechosexistentes, considerando también que la vivisec-ción científica se halla, por su naturaleza, sujetaá grandes abusos,» los comisarios bosquejaronun proyecto de ley que recomendaron á la aten-ción del Gobierno; proyecto que ha sido, con cor-ta diferencia, reproducido en el bilí de lord Car

    Las disposiciones principales dti este bilí eran:1." Que el hecho de someter á un animal á

    una experiencia de Índole ocasionada á producirdolor, se considere por la ley como un delito.

    2.a Que el experimentador científico puedeobtener la exención de los efectos de esta ley,bajo ciertas condiciones, que son: recibir per-miso especial del ministro del Interior para ha-cer experiencias; no practicarlas más que en unlocal designado por el ministro; someterse á lainspección administrativa; dar cuenta al minis-tro de las experiencias hechas; emplear anesté-sicos, y dar muerte á los animales que hayansido objeto de las experiencias antes que cese elefecto de los anestésicos; obtener, en los casosen qué el uso de los anestésicos sea incompatiblecon el objeto de la experiencia, un certificado depersonas competentes que acredite dicha incom-patibilidad, y remitirlo al ministro del Interior,al mismo tiempo que la instancia en que se soli-cite autorización para hacer experiencias sobrelos animales en estado normal.

    3.a Que toda violación de la ley se castiguecon multa por la primera vez, y con multa yprisión, en caso de reincidencia.

    Este prpyeqto de* ley se hallaba tan conformecon el que habia propuesto el año anterior el

    doctor Playfair, y con el que la comisión habiaredactado con aprobación de los más célebresfisiólogos y médicos de Inglaterra, que pudocreerse que seria votado sin dificultad..

    Hemos dicho por qué no lo faé, y por qué elbilí de lord Carnarvon, que habia pasado casisin discutirse en la primera lectura, encontró alfin de su carrera una viva oposición.

    Entonces y. como, después de todo, t>\ Go-bierno inglés es un Gobierno formalmente repre-sentativo, en el cual hace ley la voluptad ¡ de lamayoría, pero que también tiene en cuenta elvoto de las minorías, pensó el ministerio enmodificar en cierto sentido el bilí que proponíaala adopción del Parlamento. Las modificacio-nes se redujeron á dos: 1.a Que no se podríaproceder contra las personas culpables de in-fracciones ¡ de la ley, sin autorización del mi-nistro del Interior; y 2. a , que los animales d»sangre íria fuesen excluidos de las disposicionesprotectoras de la ley. :

    Por otra parte, se decia en eLproyeeto quelos perros y los gatos no podrían ser objeto, enningún caso, de experiencias, y que el ministrono podría nunca dar autorización para ello.

    Y bajo esta última forma es como el bilí Jiallegado á ser ley del Estado en el mes de Agostodo 1876, por una mayoría, preciso es decirlo,considerable. En los últimos momentos se susti-tuyó la frase de animales invertebrados con ladeanimales de sangre fría, lo cual hizo entrar á larana eu el seno de la protección gubernamental..

    En virtud de esta ley se halla hoy reglamenta-da en Inglaterra la vivisección, del mismo modoque lo están la anatomía en las escuelas de me-dicina, el trabajo en las manufacturas, la ense-ñanza en los colegios y el culto en la Iglesia ofi-cial, sin que en ello exista la más leve sombrade ofensa para los vivisectores, los anatómicos,los manufactureros, los profesores y los minis-tros de la religión. .

    LEO QÜESNEL.

    {Concluirá.)

  • 228 REVISTA EUftOFEA.—25 DE AGOSTO DB 1878 .

    LEÓN XIII X LA ITALIA.

    CAPITULO SEGUNDO.

    LEÓN XIII.

    I. Primeras cuestiones; ideas de León XIII; sus pas-torales; loa progresos da la ciencia; la guerra a laIglesia; las fiestas y la Iglesia; la moral independien-te; Jesucristo; £1 Syllabus; más sobre las pastora lea.—II. Pío IX.—III. Sus relaciones con la Italia; susdoctrinas Sobre los gobiernos.—IV. a Su carácter.—V. Más sobre su carácter.—VI. Continuación.—VII-Continúa el mismo asunto.—-VIII. Nuevos detalles.—IX. Conclusión-'

    ¿Cuál es el pensamiento de León XIII? ¿Cuálsu concepto sobre loa tiempos en que ha sidoexaltado al solio pontificio y sobre las condi-ciones de la Iglesia que hade regir? Digámoslocon sus mismas palabras (1).

    ¡iLos tiempos se suceden corrompidos y cor-ruptores. La civilización en vez de adelantarmarcha hacia atrás, y abandona medrosa cuan-to había conquistado paso á paso, merced alCristianismo. Pues qué, jes signo de dulces cos-tumbres el odio y la envidia que invaden elánimo y progresa cada dia en los miserables, ydesprovistos de bienes materiales contra aque-llos que los poseen en abundancia? ¿Son pruebasde sentimientos paternales y amorosos estos ru-gidos, estas amenazas de incendios y de estra-gos que suenan en nuestros oidos? ¿Son plácidosy edificantes ejemplos los duelos que se sucedencon lamentable frecuencia, en los cuales porfútiles y á menudo inicuos y vergonzosos mo-tivos, se arma la diestra de fratricidas aceros,encomendando no al venerando ministerio dela justicia pública, sino á la sangre fria, á la

    • Véanse los números 203 y 234, y 261 paginas y 205.(1) Las citas que-siguen están extractadas todas de

    las Cartas pastorales de 1876-77 -78; de las cuales laprimei» tiene por título: La Iglesia Católica y el si-glo xix, la segunda y la tereera: La Iglesia y la Civili-zación, este último asunto habría debido ser tratado enuna cuarta pastoral, considerando al hombre como serintelectual, después de haber sido mirado bajo el pris-m* del bienestar material en la primera y bajo el deter moral en la segunda. Pero el autor no escribe yapastorales, sino encíclicas; y éstas no toleran semejan,tea asunto»; MÍ es que debemos creer, aunque dolléndo-

    HQS, que 1» obr»,—puerto «ae MÍ debe llaman»,—no sesoncluirij

    destreza, á la agilidad, al acaso, la Reparaciónde faltas verdaderas ó supuestas-? {lío empeza -mos á convertirnos de nuevo en bárbaros, aúnpeleando con furor por la civilización?!!

    Una duda tan angustiosa, pues, se ha fun-dado en dos observaciones: las iras de las cla-ses pobres Contra las ricas, y la frecuencia delos duelos.

    Las persecuciones hacia la Iglesia y la incre-dulidad progresan. nDiarios llenos de espírituanti-religioso combaten directamente la Igle-sia Católica en sus dogmas, en su moral, en sudivina institución y.constitución, en sus sacra-mentos, en su sacerdocio y en sus ritos; la im-piedad se esparce tanto y con tan varios modos,que el ánimo de quien no haya perdido la fé secontrista y horrorizan.

    nEl delito tuvo siempre en esta tierra unafunesta vitalidad; porque toda clase de freno se haroto; porque ahora existe la impudencia delmal; porque falta la regla inmutable á la cualantes se acudía para estimar la deformidad.Y por tal camino, [hacia dónde vamos? Haciaun estado salvaje y una tiranía espantosa.n

    nSurgen de todas partes hombres que llevancon sus palabras la confusión á las inteligen-cias, la perversión á las ideas, para hacer prosé-litos y vanagloriarse con muchos discípulos enlas escuelas de perdición que inauguraron.M

    Sin embargo, á pesar de correr hoy tiempostan dolorosos y tristes, no se ha de inducir quela sociedad no haya mejorado absolutamente ennada. "Compuesta do hombres esencialmenteperfectibles no puede permanecerse inmóvil, sinoque se progresa y sé refina. Un siglo hereda deotro lo investigado, lo*s descubrimientos, lasmejoras adquiridas; y así, la suma de los bene-ficios físicos, morales, políticos, viene creciendoadmirablemente. ¿Quién se atrevería á compa-rar las miseras casas de los pueblos primitivos,los toscos enseres del ajuar, los imperfectosútiles, con todo loque poseemos en el siglo XIX?¿No hay más proporción entre el trabajo perfecta-mente realizado por nuestras ingeniosas máqui-nas, y el que salía imperfecto y á fuerza de aê -tividad de la mano del hombre? ¿Hay duda si-quiera en el mundo de qué'Valen litas qué lasantiguas vías de coffivinióácíon mal trazadas,que los inseguros puentes^ qué los largds y pe-nosos viajes, nuestros ca«iiilos de -hierro que,colocándonos alas á la espalda, parece que

  • 235 B. BONGHI.—LEÓN XIII Y LA ITALIA.

    han empequeñecido nuestro planeta: tanto lospueblos se han aproximado? ¿Por la suavidad delas costumbres públicas, y, la cortesía en los mo-dales, no vá la edad que corre «obre las rudas ygroseras formas de los bárbaros? ¿Y las relacio-nes reciprocas no se han embellecido^ ¿Y el siste-ma político, bajo algunos respectos, no se hamejorado por obra del tiempo y de la experien-cia] iDónde están las venganzas privadas con-sentidas, las pruebas del fuego, el talion, etc.]Los pequeños feudos, los rivales municipios ylos indisciplinados soldados aventureros, jnohan desaparecido1! Es, pues, una verdad de he-cho que el hombre, en .las nuevas sociedades,se ha perfeccionado bajo el triple punto de vistadel bienestar material, de las relaciones moralesconsigo mismo y con los demás, y de las condi-ciones políticas.

    Ahora bien; los grados diversos de este pro-gresivo desarrollo, que alcanzan los hombresreunidos en sociedad constituyen la civilización,que es incipiente y niña, cuando las condicio-nes, por las cuales el hombre. bajo aquel triplerespecto se perfecciona, se confirman en unaescasa medida; y adulta, cuando ampliamente seconfirman, y sería completa si en alguna ocasiónee realizasen todas (1)."

    Ahora bien; ¿estos nuestros tiempos que, co-mo últimos son más civilizados y más perfectosaún bajo el respecto de las relaciones mo-rales de los hombres consigo y con sus semejan-tes, están también más llenos de corrupción yviolencias que los anteriores] ¿No incurría el obis-po de Perugia, al escribir de esta manera, en unaambigüedad de concepto] Y puesto que por cla-ridad de pensamiento admite lo que muchoseducados en igualdad de sentido desconocen,¿no debe precisamente á esta educación aquellatétrica imagen del estado social presente, queestá tan discorde con la otra parte del cuadro]¿Mo se debería, para armonizar mejor la com-posición y las tintas del mismo, investigar, sipor acaso la tétrica imagen, podria moderar-se un poco, iluminada, atenuada, alegrada hasta

    (1) La letra cursiva no ea del autor, sino mía, y liequei ido con ella llamai la atenoion del leotor «obre laspalabras Que me parecen más adecuadas para probaruna particular incertiduinbré del escritor, comparadascon otrasanterioree; y que el alto ingenio de quien lasescribe, las hace dignas de reverencia y de examen alpropio^ tiempo.

    con la sonrisa, mediante un más profundo exa-men de lo que en esta» condicione» de la reli-gión católica respecto á la sociedad, haya em-peorado, y por qué, y si existen, compensa-ciones?

    El obispo de Perugia parece, ciertamente,hombre apto para ello, puesto que aprecia todo elvalor moral de los progresos de la ciencia, lle-gando á aceptarlos hasta con entusiasmo. "Elhombre recibió de Dios—así se expresa—paratodo el tiempo de su existencia, esta tierra enla cual vive y de la cual fue creado Señor. Laspalabras que renovó en la mañana de la crea-ción: supeditad la tierra y dominad, jamás fueronrevocadas. Permaneciendo en el estado de ino-cencia y de gracia, habría el hombre ejercitadosu dominio sin esfuerzo, la sujeción de las cria-turas habría sido espontánea; mientras queahora el dominio es trabajoso, y las criatura»no muerden el freno de aquel dominio, sinoobligadas; pero en la esencia el dominio per-manece; y á la Iglesia, que es madrs_, nada pue-de serle tan caro como el que se realice, mani-festándose el hombre tal y como verdaderamen-te es: Señor de la creación."

    HY tal derecho se realiza, cuando este rey dela creación, rompiendo los velos que cubren su»facultades, no sólo se atreve á trabajar sobre loque toca con sus manos, ó ve con sus ojos, sinoque penetra en las entrañas mismas de la natu-raleza, recoge los tesoros de fecundidad y fuerzaque yacen en su seno, y los convierte en uso yder^ho propio y del prógimo. ¡Cuan bello jrmajestuoso aparece el hombre cuando diri-ge el rayo y lo hace caer á sus plantas, llamala chispa eléctrica y la envía como nuncio de fsus deseos á través de los abismos del Océano, ómás allá de las escarpadas montañas, ó á lolargo de las interminables llanuras! ¡Cuan glo-rioso se muestra cuando ordena al vapor queponga alas á sus espaldas y lo -conduzca, con laceleridad del relámpago, por mar y tierra!¡Cuan potente, cuando con su ingenio desarro-lla aquella fuerza misma, la aprisiona y la con-duce por determinados senderos para dar movi-miento y casi inteligencia á la materia bruta,la cual sustituye al hombre, evitándole durasfatigas! Y decidme, ¿no hay en el hombre comoun destello, una chispa de su Creador, cuandoevoca la luz y la coloca á-su albedrío para ilu-minar las tinieblas de la "Roche en las calle» de

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    nuestras ciudades, en los vastos salones denuestros palacios, adornándolos con sus esplen-dores? ii

    El obispo de Perugia discurre sobre la cien-cia con más entusiasmo que ella misma. Resu-midas sus muchas y bellas palabras en breves ypocas, se debe decir que él creé que la cienciaes una vía gloriosa y fatigosa, por la cual elhombre se coloca por sí mismo en aquellas feli-ces condiciones señoriales respscto de la natu-raleza én que el pecado lo hizo caer: el pecadooriginal no imputable á ninguno determinada-mente, sino á toda la humanidad. La ciencia ensu opinión, es una grande y fructífera expiaciónque empieza con el hombre abandonado á sí pro-pio, y se cumple con la humanidad misma. ¿Nodebe parecer amplio y magestuoso este concep-to, aun á aquellos que niegan la verdad teóricadel estado de gracia y de la caída del mismo?

    Y sin embargo, con los tiempos civilizados ycon la ciencia en gran progreso, la Iglesia, segúnla opinión del obispo de Perugia, está combatidapor más cruel y perniciosa guerra que nuncalo fue. \

    nAhora no se trata ya de esta ó de la otraverdad impugnándolas, sino que se ataca al fun-damento, fuera del cual no se puede edificarnada; no se trata ya de buscar el verdadero sen-tido de la palabra divina, sino de saber si Diosha hablado; no ya de conocer de qué maneraquiere Dios ser servido y adorado, sino de siexiste un Ser supremo que pueda ser objeto denuestras adoraciones y de nuestra servidumbre.Jja razón, como el hombre del pecado descritopor San Pablo, surge con las armas de la nega-ción, se levanta contra todo lo que Dios dijera,y entrando en el templo profanado, se desem-baraza de Dios echando fuera todo lo antiguoYo os lo pregunto jqué puesto queda en estemundo para el Creador y Reparador del hom-bre] ¡Ay de mí! si todavía en el corazón de losfieles, disminuidos ennúmero, encuentra un asilo,si existen almas á las puertas de las cuales, vie-ne í llamar y le responden aún, socialmente hoypor hoy no tiene lugar en esta tierra. Ha sidolanzado en nombre de la ciencia por el girode los acontecimientos, en nombre de una orgu_llosa independencia, de la enseñanza, y en nom-bre de la libertad, de la moral. El grito judío:no queremos que éste reine sobre nosotros,—no reso-nó jamás ni tan fragoroso ni tan imprudente, n

    "No es difícil comprender por qué—-así se ex-presa en otro lugar,—-se promueve guerra espe-cialmente á la Iglesia católica. El honor de lascontrariedades,' de las persecuciones está reser-vado á la Iglesia católica apostólica romana; elinfierno y cuantos á su servicio so encuentran,saben desde antiguo la conducta quo ella sigue;y aunque no sea considerada por los enemigoscomo un camino triunfal, no cesan, sin embar-go, de oponérsele, dejando á un lado algún otropensamiento, para renovar con artificios y nue-vos ardides su constante guerra. Ahora bien,¿por qué razón esta disparidad en la manera dejuzgar las sociedades religiosas que llevan escri-to en su estandarte »Fé y Revelación," palabrasacerbas odiadas por quien tiene un único anhelo,abatir la Cruz; un sólo designio, sembrar enmedio del mando el olvido hacia Dios?»

    » ¡Ah! la impiedad,—-dice un ilustre filósofomoderno,—-tiene un tacto, un instinto infaliblejai'a conocer cuál es el punto débil y contra élcual es preciso redoblar los esfuerzos. Si no hu-biese otros enemigos más que el protestantismoy el cisma, se tendría en la mano la victoria:tan débil es el contrario; pero se sabe á cienciacierta cuan fatal es Roma, y por esto la Iglesiaromana opone como único recurso contra todossus enemigos el desprecio, para que sirva deblanco á los dardos envenenados. La impiedadrazona en este punto con cierta astucia. LaIglesia romana, que posee la integridad de ladoctrina revelada, la custodia siempre inaltera-ble: es el manantial de donde la vida saca susavia y donde van á recobrarla los qu§ la hanperdido ¡cosa admirable! con una insistenciaque ninguna institución jamás tuvo. Sometidaá toda clase de guerra desde la sangrienta per-secución hasta la del sarcasmo y la burla, salióilesa de las varias pruebas, sin que sacase subandera un solo girón, ni el depósito que se leconfió perdiese lo más mínimo. A las prepoten-cias cesárea y vulgar, respondió pagando consangre y con la libertad de sus sacerdotes y desus hijos el derecho de mantener su fé; á lasheregías vencidas y siempre renacientes, opusola palabra de Dios, el consejo de los Obispos, laevidencia de la razón: á las ciencias orgullosascon sus descubrimientos, probó que todo pasodado hacia adelante en los variados caminos dela investigación, se aproxima á ella, y que según

    ' el famoso dicho de Bacon, quien tiene solamen-

  • N." 235 R. BONGHI.—LEÓN XIII Y LA ITALIA.

    te una tintura de ciencia, trata con frecuenciade hostilizar á la religión, siendo arrastrado confacilidad al ateísmo; mientras que quien én lasciencias profundiza, acaba por reconocer la rec-titud de las doctrinas reveladas y la solidez delas enseñanzas cristianas.n

    »Si á las armas extraordinariamente formi-dables del ridículo no pudo oponer más que lapaciencia, el tiempo le hizo la justicia que elmundo le habia negado" enredado en las redesde los bufones. Los escarnios y las sátiras pasa-ron con sus autores, pero permaneció el venenopropinado produciendo mortíferos frutos; y asívemos al terminar el pasado siglo, á los pueblosdesilusionados olvidar á los charlatanes, vol-viendo á los pies de la Iglesia católica; !y tomarel antídoto para ayudarles á salvar su vida amor-tiguada por insensatas negaciones. E! antiguouso de esta buena Madre, es dar de mamar consus pechos la leche animadora, hasta á aquelloshijos rebeldes y parricidas que le hicieron trai-ción."' "Cuando todo se ha perdido por su culpa, lesva al encuentro, ofreciéndoles de su custodiadotesoro cuanto necesitan; entra en las escuelaspara arrojar de ellas á los corrompedores de lajuventud, ó iniciar á esta en la ciencia restau-radora del Catecismo cristiano; sube á las cáte-dras para iluminar á los pueblos y reconducirlosal culto activo de las virtudes olvidadas; tomala pluma y escribe aquellas admirables obras quecasi nos consuelan de los errores: ¡tan grandees la luz que difunde en torno de las verdades dela fe'.n

    Una institución tan gallarda, que las perse-cuciones no abate, que el escarnio no trastorna,que la ciencia vigoriza, está llena de consola-ciones. "Dejando aparte—escribe el obispo dePerugia con elocuencia conmovedora—que paralalglesia católica no son palabras vacías de senti-lasde humanidad, las de amor fraternal, ¿quiénignora la eficacia que llevan consigo, endulzan-do las asperezas, interrumpiendo la dolorosacontinuidad del trabajo los domingos y las so-lemnidades cristianas, las cuales difunden laalegría religiosa en lasfamilias délos creyentes?"

    De igual manera que en largo viaje hecho po:árido desierto, bajo la inclemencia del sol, sehallan, con inmensa alegría del caminante, lu-gares en que copudos árboles ofrecen deseadasombra, y suaves tapetes de verdura ambiciona-

    do reposo: así estos Caros días aparecen pararestaurar el cuerpo en el descanso, y el almacon inefables consuelos. Entonces el pobrecillosacúdese de encima el polvo del campo y del ta-ller, y parece respirar con sus mejores vestidosmás á sus anchas; apercíbese de que Dios no locreó para que permaneciese perpetuamente un-cido al carro de la materia, sino para que fuese-su Señor. Para él envía el reanimador rayo delsol; para él estas colinas que lo embriagan consus perfumes; para él estos prados, en medio delos cuales va á solazarse con la mujer, con lostiernos hijos; para él, en fin, aquella gracia deDios en que la modesta comida aparece más sa •brosa que de costumbre. Si entra en la iglesia,donde lo llama la voz de la religión, encuentradelicias que en ninguna otra parte puede hallar;las armonías de los sacros cantos deleitan BUSoidos, sus ojos se deslumhran á la vista de pre-ciosos mármoles, de ricos dorados, de elegantesparamentos, de la severidad de las líneas arqui-tectónicas, pero sobre todo baja para conmovery purificar su corazón desde el pulpito, la pala-bra del ministro de Dios, que le recuerda laredención, sus deberes y sus esperanzas inmor-tales. Entonces, los inocentes goces de la fami-lia dejan de ser un deseo para convertirse emhecho.

    Al lado de su mujer, rodeado de sus hi-jos, ejercita la más noble y más suave de las so-beranías; reconoce á sus subditos, que tienentan profunda huella en su corazón, y reconocidoporvSllos, se dá cuenta exacta de sus necesida-des; y el amor al trabajo lereanima y satisface.»"Así, con el descanso de la fiesta, se restaura fí-sica y moralmente; y lo que so llama por algu-nos ocio censurable, no es sino tregua fecunda,que después de gustada hace recomenzar el tra-bajo sin 1» antipatía con que se le presenta áveces como ana condena, como un suplicio, n

    La guerra á una Iglesia tan segura de sí mis-ma, tan benéfica y tan sagaz en todos sus insti-tutos, no puede ser racionalmente hecha,—di-ce el obispo,—ni en nombre de la filosofía ni enel de la civilización. Dios es probado que existe,por el consentimiento universal, por la persua-sión de los sabios, por la contemplación de lanaturaleza; La fé cristiana se prueba por losmilagros que acompañaron la misión del Crea-dor de la misma, no habiéndose demostrado qáesean imposibles los milagros, á pausa de la esta. -

  • 232 REVISTA EUROPEA,.—25 DEnAGOSTQ BEi 1878. N-.• 235

    bilidad de, las leyes naturales descubiertas por laciencia. , t

    "Quien arrojó los fundamentos de la tierra,quien la envolvió como á niño por las aguas,que trazó confines al mar, que asignó á losplanetas la órbita que debian recorrer ¿no seráapto para hacer sentir á las leyes su poderio,obligándolas á ser ministros de sus deseos? n Larazón humana »no puede ser la suprema normade la verdad; tiene su natural grandeza, pero esfalso que decaiga al someterse á la divina reve-lación, i! Nada hay que impida el proceso armó-nico de las doctrinas reveladas y los progresosde la ciencia^ El pensamiento de los filósofos esdiscordante, y falto de eficacia sobre la vida ylas costumbres; upara el fin de poner en condi-ciones de conocer lo que interesa á las genera-ciones para su destino temporal, y para el má8formidable aún, eterno, es indispensable aque-lla unidad de pensamiento y de obra, aquellafuerza irresistible de autoridad y de sanción,que hace eficacísimo el código de la fén.

    Lá doctrina contra la cual el obispo de Peru-gia se acalora mis, 69 aquella en que lanzado áDios de la conciencia, la deja sin otro testimo-nio que ella misma, sin otro juez que una auto-ridad impersonal, abstracta, llamada el deber.»Es el más funesto de los errores,—exclama,—que jamás salió del infierno; del cual error, sibien es facilísimo descubrir el absurdo, es suma-mente arduo arrancar de su posesión á los se-cuaces, puesto que responde y solicita á dospasiones: el orgullo que rechaza toio vínculo dedependencia, y la pasión que odia instintiva-mente cuanto la odia ó la corrige.n

    Y concluye:•'La moral hecha, independiente de Dios y de

    su santa ley, será para el hombre de instintosviolentos y súbitos trasportes, la fuerza queobliga á toda cosa á aterrarse ante él; para elhombre de destempladas concupiscencias, seráel arte de hacerse rico á toda costa; para el las-civo, será el placer, para el disipado será loútil."

    "¡Ay de mí! jQué frutos podrán madurar desemejantes hechos moralesí De esta moral sal-drán hombres políticos, que inmolen tranquila-mente al Dios Estado, grandes hecatombes de sushermanos, que meditan ambiciona» guerras, laa«reglan con procedimientos astutos, impul-•ando al vecino y obligando »1 mundo á pavo-

    rosas tempestades de armas y de ejércitos! quedestrozanelderecho.il

    "De esta moral saldrán las inmundas arpíasque arrebatan la comida al pobre, dilapidan elpatrimonio público, consumiendo con las-usurasy las ilícitas ganancias, á los particulares. Deesta moral saldrán los hombres corrompidos,que no tienen delante de los ojos otro paraísoque el de la carne, que escriben las doctrinas dela libre espansion y loa casamientos temporales;que arrojan de la tierra la santa imagen delpudor, disuelven los vínculos de la familia yconvierten las costumbres en bestial salvajis-mo; ii y así continúa su invectiva el obispo porlargo tiempo: pero relatarla toda sería prolijo;basta la antífona leida, para imaginar el tonodel canto. Se vé que el obispo tenia ejemplosclaros ante su vista; mas puede afirmarse que lageneralización sea un poco aventurada.

    La doctrina moral de la Iglesia en cambio, esde tal manera—dice—nqueobservadafielmentedebe de un modo infalible conducir á sus hijosá un perfeccionamiento moral maravilloso, con-cillando la mansedumbre con las costumbrespuras, la cordialidad con la suavidad de las re-laciones, ii Y ella sola, la Iglesia, tiene un pri-vilegio singularísimo que la distingue de todolo demás: el que habian deseado en vano lossabios del paganismo: el sumo perfectlsimo yabsoluto modelo de toda virtud y generoso sen-timiento, es decir Cristo. Y para que se conoz-ca con cuanto entusiasmo habla de él, y se pue-da apreciar el propio carácter de su espíritureligioso, copiaremos algunas palabras:

    iiCuán bello es, queridos hijos mios, este mag-nífico modelo dado por la Iglesia, y que la Igle-sia ha defendido contra las injurias de los Gnós-ticos, de losArrianos, de todos los herejes, hastadélos protestantes, hasta de los modernos incré-dulos que por distintos caminos se esfuerzan porarrebatarle la corona de la divina luz que brillasobre su majestuosa frente. Jesús es Hombre-Dios, y por consiguiente, es la virtud, la per-fección ilimitada, absoluta. Hace diez y nuevesiglos que, individuos, pueblos, instituciones,se esfuerzan por mirarse en él y tomarlo comomodelo, y siempre hay algo nuevo que aprenderde él, algo que depurar, como si se hubieseayer empezado limitarlo.—Jesús, por lo demás,en cuanto es divino y perfeetísinio modeló, es almismo tiempo el más amplio y comprensivo,

  • s* 235 B . B01TC(HI.'i--LE0Íí XIII Y IiA ITAMA.

    porque aparece como Maestro en todas las con-dicionas de la vida .—La mayor parte de loshombres se compone de pobres, de operarios,que, con el sudor de su frente han de ganarse elpan, consiguiendo apenas, por medio del traba-jo, devorar el escaso é insuficiente para ellos ysus familias.it

    "Ahora bien; semejante al caso de estos,nace Jesús pobre, y pobremente prosigue lavida en el taller paterno, atendiendo á lasmodesta» operaciones del artesano. ¡Oh, caroscolegas mios! ¡Vosotros, que sois testigos diaria-mente de tantos afanes y de tantas privacionesque el mundo ignora, ó quo al menos procuracerrar los ojos para ignorarlas y que no pertur-ben sus profanas alegrías; vosotros, que com-partís á menudo con los pobres el pan que te-neis tasado para vuestras necesidades, inten-tando siempre favorecerlos lo más posible, po-ned siempre que os venga á mano, anta su vista,la imagen de nuestro divino Salvador, con lacual pueden confortarse de sus penas! Dejadque digan vuestros detractores que piensan pro-mover por otros caminos la civilización; vos-otros, suministrando á las almas el bálsamo deaquella religiosa consolación, habréis hechomucho más en pro de la civilización misma:calmareis las convulsiones que podrían llegaren dia, quizá no lejano, á cambiarse en atro-ces actos de salvajismo; enalteceréis personasque la pobreza postró, y envileció á sus propiesojos y á los del prójimo, y que se sentirán ele-vadas en Jesucristo, reconociendo la dignidadreal que para ellos conquistó, y tomando áni-mos para custodiarla en su seno con la virtud yla honradez de la vida.—Pero Jesucristo, si esbajo este respecto el perfectlsimo modelo de lospobres, no por esto deja de ser igualmente per-fecto modelo para los grandes y reyes de la tier-ra.»

    «Jesucristo es rey, y su naturaleza de rey semanifiesta por el imperio absoluto que ejercesobre el universo y sobre las almas de las cria-turas racionales: la naturaleza se humilla antesus indicaciones, altera ó suspende el curso delas invariables leyes por que se rige, páranse losvientos, aquiétense las ondas, multiplícanse lassustancias, quiere que las almas más empeder-nidas y gastadas se subyuguen ante »u palabra,arrastradas por la omnipotente fascinación quebrota de sus ojos y de su rostro. Pero este po-

    der real amplísimo lo dirige para salud* d» loshombres, sirviéndose de él par» satisfacen liasnecesidades de los mismos, para curar las en-fermedades de que están trabajados, para ar-rancarlos del férreo sueño de la muerte, parasalvarlos de la opresión de Satán, venidapara asediar sus cuerpos, para librarlos de la ti*ranía más dura y peligrosa que las criminalesconcupiscencias que lo tienen poseído, y que losvicios de que se hallan contaminados. —¡Ay!¡quién pudiera hacer, queridos mios, que todosaquellos que son grandes entre sus hermanos,todos los que oprimen en sus manos el cetro yel freno del poder, se aproximasen á Jesús imi-tando y arreglando su vida á imagen y semejan-za de él? Entonces lograríamos que la sociedadfloreciese de nuevo, no sólo con los grandessantos, sino con los reyes memorables por em-presas civiles, como Enrique de Baviera, Este-ban de Hungría y Luis de Francia. Jesús esPadre, no por el hecho de la generación carnal,sino por el más inmensamente excelso de la ge-neración, que hace nacer la vida del espíritu."

    "Ahora bien; jno es de imitar este carácter tannoble por los padres? Con qué inefable solicitudno atiende Jesús á educar y promover ei creci-miento en los hombres del espíritu de los incul-tos discípulos que llama á su alrededor y pre-destina para el apostolado? ¡Cómo se apercibede sus defectos y con cuánta sagacidad no cor-rige sus debilidades, afirmándolos on su fe cuando se muestran vacilantes! n

    «Y cuando está para separarse de ellos mate-rialmeifte y volver donde habia venido; coacuánta ternura no les recomienda al celestialPadre común!—Oh padres, si una chispa deaquel fuego que resplandece en la palabra de J e -sús, expuesto por el evangelista Juan, se arrai-gase en vuestro seno, cuánto no ganarían vues-tros hijos y por ende la sociedad civil en superfeccionamiento moral: Jesús no dependia denadie en razón á su divina personalidad; perosin embargo, quiso someterse á su verdaderamadre según la carne, y á su padre putativo,para enseñar á los hijos la amorosa sujeciónhacia aquéllos á quienes debieron laexistencian.

    »Y si los jóvenesmirasen esteejemplo sacandode él enseñanzas en provecho propio, jno soprestaría á la vez con esto, eficaz remedio á unade las llagas más sangrientas que afligen ánuestra edad, como es la impaciencia y

  • 234 REVISTA E0aOPBA.¿--25 DE AGOSTO DE 1878.

    día contra todo freno y contra toda ley? Estoshijos, á semejanza de Jesucristo, obediente ha-cia la autoridad parterna, ¿no saldrían del hogarcon el hábito de la disciplina, dispuestos á so-meterse á las justas órdenes de quien representaá Dios en el gobierno de los asuntos humanos?Nosotros experimentamos, queridos hijos mios,un gusto particular en discurrir acerca de labelleza de esto Modelo Supremo, y de buenagana nos extenderíamos á indicarlos tesorosen él escondidos, y la correspondencia innegableque existe entre éstos y el progreso acrecentadode la civilización, si las dimensiones de este es-crito no nos impusiera la obligación de serparcos."

    Nada falta, por consiguiente: doctrina purí-sima, cultura de sentimiento, respeto á la cien-cia, eficacia en el magisterio, todo lo tiene laIglesia Católica} y sin embargo, ya hemos vistocómo se lamenta el obispo de que se hayan le-vantado contra ella tantas tormentas, durandohasta el presente. ¿Cómo ss explica esto, si nohubiese culpa, ni error ninguno en la conductade la Iglesia misma? Error sustancial, cierta-mente, qxie no según el obispo, puesto que níadefinición del Concilio Vaticano afirmaba unadoctrina que fue siempre patrimonio de losSantos Padres y de las escuelas más insignes, lainerranza (infalibilidad), queremos decir del ro-mano Pontífice en cuanto al Dogma y á la mo-ral;" dos palabras, sobro todo la última latísi-mas, y que abrazan poco menos que toda laacción del pontificado en sí misma y en las di-versas relaciones con los Estados. Cuando séafirmó nuevamente tal doctrina, nhubo profetasde escándalo, á decir verdad, pero semejantesprofetas nos relataron mentiras.n El Syllabus,que contiene todas las definiciones de los erroresmorales y sociales en boga, para reprobarlos ymantener pura la doctrina de la Iglesia, noaparece udesearado como un espantajo á la fazdel mundo, ii sino que penetrado de la verdadde cada una de sus proposiciones, iluminadaspor documentos en los cuales se halla enuncia-da anteriormente; y cuando se quiera no sóloser "hábiles, sino lo que conviene más aún, hon-rados ,n se borrará toda apariencia, de quecondene el Syllabus al Estado moderno y á lacivilización verdadera.

    Quien reúna toda esta serie de afirmaciones ydemostraciones que he ido citando con mucha

    lealtad de las pastorales del obispo de Perugia,experimentará de fijo la impresión de que elproblema que se ha propuesto tratar no lo haresuelto. Mientras más resaltan las virtudes dela Iglesia, se prueba la naturaleza benéfica, dul-ce, culta, amorosa hacia todo bien y toda ver-dad, se demuestra la eficacia de su autoridad,menos se entiende por qué se le haya movido ymueva tanta guerra, y menos aún porque re-sistiendo la misma, más que otra institucióncualquiera haya podido hacer, pierda, sin em-bargo, terreno en vez de conquistarlo. Haymás, el problema se convierte en un enigma, ylas palabras entusiastas que salen de la plumade quien lo trata en nombre de la Iglesia, pa-recen más bien efecto de la dificultad de resol-.verlo, que de la evidencia de una solución vis-lumbrada con claridad por el autor, aunquepiense que á otros se le oculta.

    De todas maneras, si falta esta solución, apa-rece en cambio clara la mente y el ánimo deLeón XIII. Su sentimiento religioso es viril, ycomo heredado del de Leou I. Se contenta tam-bién con tener por objeto »á Dios, á Cristo, ála Santa Iglesia, los religiosos deberes, las espe •ranzasinmortales del cristiano;" y no se gastaen débiles y ficticios entusiasmos. El culto deMaría es una gentilísima flor de la concienciareligiosa del catolicismo; mas es causa de infi-nitas sensiblerías, exageraciones y deliquios enla conducta y en el pensamiento de los sacerdo-tes y de los legos católicos.

    Tengo observado que en estas pastorales, Ma-ría es nombrada é invocada una sola vez, y sindesmayos ni melindres. Las doctrinas de laIglesia están todas fijas en el espíritu del eacrirtor, no separándose de ellas en un ápice, sinoque antes por el contrario, manteniéndose en-teramente adherido á ellas, muestra un concep-to amplísimo y una convicción profunda en laciencia y en los progresos materiales. Si unecon esta una opinión tan triste de la condiciónde los tiempos en que vive, se debe, no á quedesprecie ó desconozca lo que tienen de bueno,sino á la lucha, que observa se envenena contrala Iglesia, la cual le parece tan injusta comonociva. Su ánimo experimenta un ardiente de-seo por atraer al seno de la Iglesia á los enemi-gos; pero an inteligencia no le dicta el camino.Tiene pensamiento robusto, si bien se debe aña-dir, privado de originalidad; nutridcrdeestudios,

  • N.* 235 R . BELTRAN Y RÓZPIDE!—FILOSOFÍA GRIEGA.

    pero no tales que le hayan podido -librar deltodo de las trabas de la enseñanza recibida enel Seminario, y del hábito en los métodos derazonar y'exponer, á los cuales la mente del jo-ven tanto sé acostumbra; desdeña toda vulga-ridad, tanto eo su pensamiento preciso, comoen su estilo franco, y á veces fiero, hallándoseuno y otro muy por encima de las inteligenciasmedias, de quienes escuchan su discurso.

    El Pontífice tiene, pues, como hombre unaelevación superior á la de muchos de sus prede-cesores, y un conjunto de cualidades intelec-tuales y morales, que lo hacen apto para impri-mir en su pontificado un sello propio; sello ydirección, que si no es adecuado para una gran-de iniciativa, lo es, sin duda para dar á la Igle-sia un camino más racional, y fecundo, y tran-quilo, que el seguido de muchos años á esta parte.

    Pero sus dificultades son grandes.

    KuGGEao BoNGiii.(Traducción de H. Giner.)

    (Continuar (h.)

    FILOSOFÍA GRIEGA.

    ESCUELA. ATOMÍSTICA.

    Leuoippo.—Demócrito.—L:> existente.—El lleno] y elvacío en el espicio.—TJO3 Átomos.— Doctrinas cos-mológicas y psicnlógieas.—Teoria del conooimiento.—Doctrina moral.—Juicioi.

    El fundador del Atomismo en Grroeia esLeueippo. Demócrito, su discípulo inmediato.Según Ritter y otros historiadores, son dos so-fistas, juicio inexacto, puesto que el carácterdel sofista estriba en una tendencia eclécticaque, de ningún modo, cabe reconocer en la Es-cuela de Abdera, concienzudamente materialis-ta, con criterio propio, fisonomía especial y degran importancia, como expresión del mundosensble.

    Es Escuela que tiene ya sus antecedentes.Las doctrinas de Leueippo y Demócrito guardaníntima relación con ciertas afirmaciones de lasEscuelas de la Jonia y del Oriente, y hallantambién eco en edades posteriores, porque elaspecto sensible, la influencia del conocimientode los sentidos es permanente en toda la histo-ria de la, filosofía. De otro modo, no se daría

    esta constante renovación de la Escuela mate-rialista. En los tiempos que historiamos, el an-tagonismo de la Escuela Eleática con los sentí->dos, la negación terminante del conocimiento-sensible, provocaron dirección opuesta en elmaterialismo; fenómeno tal voz análogo al queen la Edad moderna han producido las doctrí»-1

    ñas de Hegel.

    Leueippo pasa como el fundador de la EscuelaAtomística. De él nada ó muy poco sabemos.Se ignora hasta cuál fue su patria, y la críticamoderna pone en duda todo lo que se habia re-ferido de su vida y enseñanzas. Créese que nacióen Abdera, que fue maestro de Demócrito, queviajó por Oriente y Egipto y llegó á penetrarlos misterios de todas las religiones déla Antigüe1

    dad; hechos que, como es notorio, la leyendaatribuye á la mayor parte de los fundadores deEscuelas filosóficas. Aristóteles y los demás discípulos de Platón, al historiar la Escuela ato-mística, citan juntos los nombres de Leueippo yDemócrito, y de aquí un dato para afirmar queDemócrito fue discípulo, compañero ó contem-poráneo de Leueippo. Sin embargo, todas las no-ticias que tonemos de Leueippo son tan vagas,que lo más prudente es decir que ignoramoshasta su patria y su época, y que su doctrina,aquella serie de argumentos con los cuales seesforzaba en probar la existencia de la vida,oponiendo la vida, el atomismo y e-1 movimien-to eterno á la indivisibilidad ó inmovilidad delos eleatas, es tan incierta como lo son los da-tos biográficos. En suma, no ha llega do hastanosotros más que un eco de'su fama, como fun-dador de la Escuela.

    El filósofo que personifica la Escuela de Abde-ra es Demócrito, respecto de cuya vida y doctri-nas hay testimonios más fehacientes.

    Demócrito, nacido en Abdera (Tracia), en losprimeros años del siglo v antes de Jesucristo,—460, 470 ó 494,—es el propagandista y mante-nedor del Atomismo. De él, los antiguos bió-grafos refieren las maravillas quo de todos loafundadores de Escuelas. Tuvo fama de muy sábio, y él mismo se vanagloriaba de que no habiaen el conocimiento humano nada que le fueseextraño; ni religión, ni filosofía, ni medicina,ni matemáticas, ni astronomía, ni moral, ni

    , física, ni política: "todo lo sé, lo resuelvóy ló

  • 236 REVISTA EUROPEA.—25 DE AGOSTO DE 4878 . N". 235

    conozco." Cuéátasé que su padre, ano délosprimeros ciudadanos de Abdera, alojó en sucasa á Xeijes, cuando éste regresaba de la famo-sa expedición á Grecia, y que el rey de los Per-sas, agradecido, le dejó algunos Magos y sabiosCaldeos para maestros del joven Demócrito. Mástarde visitó los países donde, según decia Pla-tón, las ciencias eran tan antiguas que habíanencanecido; vivió en Oriente, penetró los mis-terios de la ciencia egipcia y escuchó á los sa-bios de la Persia, juicios que se repiten de todoslos fundadores de Escuelas ante-socráticas, ycomprueban la idea ya enunciada de que todasestas Escuelas primitivas sirven como de lazo deunión entre la antigua filosofía oriental y la filo-sofía greco-latina. Todas buscaban en el Orien-te luz y noticia para el desarrollo del pensa-miento.

    Los viajes quebrantaron de tal suerte la for-tuna, por cierto considerable, del filósofo, que,vuelto á la ciudad natal, sus conciudadanoscreyeron precisa la interdicción de bienes, con-siderándole como un pródigo ó un insensato.Según otras tradiciones, las leyes del país pri-vaban de sepultura á los que habian disipado supatrimonio. Demócrito, para sustraerse á losefectos de esta ley, ó para evitar la interdic-ción, leyó en público su Gran Diacosmos (del or-den y disposición del Mundo), y de tal modoentusiasmó á los Abderitas que prescindieron delas leyes, y en vez de castigo le premiaron en 500talentos, le honraron con estatuas de bronce, ydispusieron que el Tesoro de la ciudad sufragaselos gastos de sus funerales. Dícese también quese le confió la suprema dirección de los nego-cios públicos; mas pronto renunció el filósofotan alta dignidad, y volviendo á sus estudios,agotados ya los viajes por los países donde flo-reció la ciencia y libre de las tareas abrumado-ra» de la política, propagó su Escuela con inde-cible actividad y escribió su doctrina filosófica.

    Otra tradición supone que le tuvieron porloco, y que se llamó á Hipócrates para que levolviera la razón.

    Murió en edad muy avanzada, entre los 90 ylos 109 años.

    Según Diógenes Laercio, dejó escritas Demó-crito 72 obras. De algunas, en especial de las fi-losóficas, se conservan fragmentos; de la mayorparte sólo conocemos los títulos y la crítica fbr-raula sobre ellas juicios no muy favorables á su

    autenticidad. Tratan de moral, física, lógica,matemáticas, astronomía, medicina, poesía, mú-sica, gramática, estrategia, en suma, de todaslas esferas del conocimiento humano. Las citasde Aristóteles y fragmentos diseminados en mul-titud de autores, dan materia suficiente paraformar idea de lo que fue la Escuela atomís-tica.

    Cicerón nos habla, de Demócrito y ponderasus altas condiciones de escritor, su estilo asiá-tico, pomposo, rico en imágenes, aptitudes quetal vez contribuyeran en pueblo tan artistacomo el griego al aplauso con que se acogieronlas doctrinas atomistas. Es la Escuela que pre-dominaba en Atenas en la época del famoso via-je de Parrnénides y Zenon, y fue principal obje-tivo de los argumentos de este último.

    La doctrina de Demócrito tiene por base ymétodo la consideración matemática de la for-ma. Entendió que no conocemos las cosas en loque ellas son, saino en cuanto se nos aparecen.Sólo el fenómeno cae bajo el conocimiento hu-mano; las sustancias ó esencias quedan incógni-tas. La verdad se halla en un pozo á cuyo fondono llega el hombre. La forma es la ley en quese manifiesta todo lo que aparece, el teatro de loconocido, la única materia de conocimiento. Desuerte que el espíritu matemático será el predo-minante; pero sin que esta sea la concepción dePitágoras. Tiene un cáráeter geométrico, se fijamás en el espacio; lo existente se dá en 1» ex-tensión y la extensión en el espacio. Lo que noestá en la extensión, en el espacio, no está enninguna parte. No es el espacio algo imaginadoni la armonía numérica de la Escuela Pitagóri-ca, sino la forma, la figura inmutable que den-tro de sí contiene la mutación de la figura yforma, y desde que esta concepción prevalece,necesariamente la filosofía se detendrá en la for-ma y la estimará como esencial, porque el es-pacio es lo esencial que existe y el espacio es lamisma forma, la figura inmutable.

    Mas comprendía Demócrito que si el espacioestuviera completamente lleno, no habría másque un sólo cuerpo; una masa compacta lo ocu-paría todo, y así, para llegar á la variedad y álo singular, era preciso admitir el vacío. El es-pacio, pues, está cortado por el vacío, y el va-cío no es una entidad de la razón pura, ni unaabstracción; es una verdadera realidad: hay lleno,y hay vacío, y la oposición entre lo lleno y lo

  • N.° 235 B. BELT8ANY BÓZPIDE j-í-FII/OSGFÍ A ot:vacío di las condiciones para la existencia de losdistintos cuerpos.

    De manera que Demócrito desenvuelve sudoctrina bajo principios completamente opues-tos á los que sustentaba la Escuela Eleática. Elvacío existe con el lleno, es decir, el No-serjunto al Ser. ¿Y el Ser, lo que llena el espacio,qué es? La materia, que está en el espacio siem-pre dividida y limitada por el vacío, actuandoeste sobre aquella como agua que penetra enun vaso lleno de ceniza. Pero la divisibilidaddel Ser tiene necesariamente límites, y la ma-teria, en último término, se compone de par-tes indivisibles, átomos. Y que es así, pre-tendía demostrarlo Demócrito con el siguien-te razonamiento. Dividiendo y subdividien-do un cuerpo cualquiera, ó quedará algo, unresiduo, ó no quedará nada; esto último esun absurdo, porque entonces los cuerpos secompondrian de nada y de la nada procederían;si resta alguna cosa, ¿tiene extensión ó no latiene? Si no la tiene, es también absurdo quepuntos inextensos den por resultado verdaderoscuerpos; si es extenso, tenemos ya demostradoel error en que incurren los que afirman que lamateria es divisible hasta el infinito.

    Al mismo objeto concurría esta otra prueba.Las cosas unas son indivisibles, porque de launidad no puede salir la pluralidad. Es impasi-ble que la unidad venga de dos ó dos de la unidad.Una cosa no seforma de dos, pues lo uno nopuede ser uno cuando contiene á lo que ha sidodos. Dos no se forman de una, porque si se for-máratt, es que no existia la unidad sino la dua-lidad . Luego lo uno es indivisible, eterno y ab-•oluto, y este uno primero es el átomo absoluto,eterno é indivisible, según estos axiomas.

    En suma, el espacio, los átomos, el vacío sonpara Demócrito el Universo y sus principios ylas únicas condiciones de toda existencia. De lapenetración mutua de lo vacío y lo lleno, resul-ta necesariamente la divisibilidad de la mate-ria, peto con un límite, que es el átomo, ya indivisible, y eterno también, porque no hay otracosa ó cosa» de donde proceda, y de la nada,nada sale.

    El átomo es lo que dá ser y existencia á to-do. No sabemos si tiene realidad, pero sí ase-gaíamos qué aparece en la variedad indefinidade las formas geométricas.

    Esto1» átomos

  • 238 REVISTA. rT'2S »B 4,OOSTC* DE 1878 k N.°235

    que se modifican ó perecen cuandoaquellas; varían de posición ¡ó se disgregan; asíhan nacido todos loa mundos, y entre ellos laTierra, mundo pequeño y, ligero, el mas anti-guo, que vagaba errante por el espacio atrayendo más y más átomos y aumentando devolumen* hasta que llegó á fijarse en el centrodel Universo. Átomos pequeños y ligeros for-maron el aire, loa grandes y pesados las tierrasy el agua, átomos esféricos y diminutos elfuego.

    Hay una gradación de inferior á superior, des-de, el átomo tosco, informe y pesado, hasta elátomo sutil, invisible,, esférico, que créaloscuerpos activos y motores: la tierra, el agua, elaire y el fuego, los seres inorgánicos, las plantas,lo»' animales y el hombre,, constituyen esta serieprogresiva en que los cuerpos van adquiriendoproporcionalmente una mayor vitalidad, quenace déla mayor,pureza y redondez del átomo.

    Y si el alma no es, ni puede ser, segwa. Demó^crito, cosa distinta del cuerpo, porque obra so-bre él, y sólo es posible concebir la acción deun sor en otro cuando ambos SOR semejantes,claro es que el movimiento fisiológico,, la fuerzavital, ha de emanar también de la misma can,-!sa. La extrema divisibilidad del átomo llegahasta sus últimos límites, y hay átomos imper-ceptibles, perfectamente esféricos, que cumplenrespecto á los átomos físicos, más toscos y deaugulosas formas, una función que se asemeja álas del espíritu en la vida.

    Eso que los hombres llaman alma, no es másqué un átomo esférico que,i como la forma geo-métrica más, perfecta, distingue á los seres su-periores? es un átomo más sutil, más trasparen-te que el átomo de cuerpo, que por su ligerezase desliza en todas las partes de éste, repitiendodentro de una organización determinada lo quehacen fuera todos los demás átomos: causa, mo-vimiento, y con el movimiento calor, vida ysensibilidad.

    Estos átomos se hallan esparcidos por todo elUniverso,,: se introducen en el hombre, en losanimales y en las plantas y permanecen unidosal cuerpo porque la corriente de aire de la res-piración impide su salida; pero cuando la respi-ración cesa, el. alma, los átomos, huyen delcQerpp, entran en nuevas combinaciones y ani-man otros seres, en tanto que kra átomos toscosy groseros que forman el cuerpo van y vienen,

    obedeciendo alternativamente á las leyes deatracción y repulsión, y forman diferentes con-creciones materiales.

    Por tanto,:diferencia esencial entre' alma ycuerpo no existe; no; hay alma ó el alma queIjay es un átomo material, y es inútil, pues, ha-blar de facultades anímicas y de funciones psi-cológicas. Dedúcese también de e&tp> doctrinaque el hombre es mortal, porque todo él es ma-teria, en sí infinita, psro variable hasta el infi-nito en la sucesión de estados y .formas, y elhombre no es más que una forma, un astado dela materia. ;

    Respecto al conocimiento, opina Demócritoque se forma por el contacto del que conoce conlo conocido. Moléculas imperceptibles, despren-didas de los objetos, vienen á herir nuestrosórganos exteriores. Todo conocimiento se debeá emanaciones que, mediante los sentidos ybajo la forma de eVíaX*, ídolo, imagen, fi-gura semejante al cuerpo de que proceden,penetran á través de los poros del sujeto y seimprimen en; el alma. Pero Demócrito desconfíadel conocimiento sensible. La sensación engaña,y por otra parte, los principios eternos del Uni-verso, los átomos y el vacío, escapan á la ac-ción de los sentidos. Estos sólo,nos dan la apa-riencia, la superficie, la forma del objeto cono-cido, nunca lo interno y esencial del mismo;dan sólo el conocimiento oscuro, porque elcontacto entre el que conoce y lo conocido estambién oscuro y muy mediato. Hace falta elesfuerzo del hombre para, desde este conoci-miento oscuro, alcanzar, inducir todo lo quesea posible de lo esencial ó interno, aspirandoasí al conocimiento puro ó claro. Sin embargo,esta segunda facultad es también impotente,carece de vigor para penetrar toda la esencia,no hace más que componer,; inducir, suponer, .generalizar á lo sumo, pero sin ver la esencia,ni poder afirmar jamás absoluta verdad en elconocimiento. La forma, la figura es como cor-teza que envuelve la parte interna ó esencialdel objeto, y así los átomos que vienen á im-primir en nosotros las UÍOA* Ó imágenes, siem-pre partirán de la superficie, nunca podrán des-prenderse del fondo objetivo, y aquella cortezaserá eterno valladar opuesto á la posibilidad delconocimiento claro. No hay, pues, ciencia; sólohay conocimiento de hechos y más techos.

    En lo que se refiere á las esferas de la Etica,

  • N." 235 B. t BELTRAN Y B.ÓZPIDE. FILOSOFÍA GRIBO A.

    Detnócrito no afirma principio moral; érale im- 'posible dada su doctrina, pero, en cambio, cre-yendo que el gran problema de la filosofía esalcanzar el Sumo Bien, y siguiendo la tenden-cia de las antiguas Escuelas, pregúntase por

  • 240 REVISTA EUROPEA.—25 1»! AGOSTO DE 4878. N,° 235

    cío y movimiento, pero movimiento sin ley, de ,suerte que, constituyéndose el mundo por lacombinación de los átomos, combinándose éstosen virtud del movimiento, y careciendo de leyel movimiento, es preciso reconocer como prin-cipio primero el azar, la casualidad.

    La Escuela de Leucippo y Demócriío, como lamayor parte de las Escuelas materialistas, se-duce por la claridad que ofrece en la exposicióny desarrollo, formando un todo bien enlazadoen sus principios y consecuencias. Pero la basede esta» Escuelas es siempre una hipótesis, yaquí lo es el átomo. Falta demostrar el átomo,que con el vacío y el movimiento hay que ad-mitir como supuestos necesarios. Ifo se com-prende cómo existe el átomo, siendo la materiadivisible y siendo el átomo materia; no se con-cibe el vacío mas que como una exigencia for-mal del $istema; no se ve el movimiento masque como una fuerza aetiva, cuya causa primase desconoce y cuyos afectos se producen envirtud de otra hipótesis, pues si los átomos lle-gan á combinarse y forman' cuerpos, es (Epi-cwtoj porque en un momento dado hay una li-gera desviación en el movimiento vertical en-gendrado por la diferencia de peso.

    Y si preguntamos lo que es y lo que vale estaEscuela en religión y en ciencia, en moral y enpolítica, hallamos que no hay religión, porquelo» Dioses son creaciones del hombre, bajo lainfluencia del terror que infunden el trueno, elrayo, los eclipses y otros fenómenos naturalesíque no hay ciencia, porque solo conocemosnuestras sensaciones producidas por efluvios quevienen de la parte exterior, superficial del ob-jeto, sin que jamás podamos sabe/ lo que eseobjeto es en sí, lo que es verdaderamente; que nohay moral, porque se niega á las acciones hu-manas toda razón de bondad intrínseca, y enúltimo resultado, aparece él egoísmo como lagran virtud que ttos lleva al Sumo Bien, quenos dá la tranquilidad del alma; que no hay po-lítica, porque el buen ciudadano solo debe pro-curar orden, estabilidad, luego los pueblos sosfelices con cualquier forma de gobierno, y esnecesario condenar el progreso, si ha deveniracompañado de trastornas, crisis. y revolu-ciones.

    El exceptiéismoy el sensualismo, resultadoneceaáító de lasldoctrifias enseñad*» por Dmitk(¡rito, alcanzan de dia en di» mayor predominio

    en los sucesivo» representantes de la Escuela.La continúan Diómenes de Smyrna y Ana&areode Abdera, compañero de Alejandro Magno ensus expediciones. Además, Metrodoro de Chios,precursor de la gran Escuela excéptica que fun-dó Pyrrhon, y Nausiphano deTeios, maestro deEpicuro.

    El nombre de Epicuro es el que más fama ypopularidad consigue, pues sin alterar el fondodel sistema, deduce consecuencias morales tannumerosas y de tal índole, que el sensualismoaparece ya en todo su esplendor, y griegos y ro-manos acogen con entusiasmo aquella filosofíapráctica que subsistituia al Organan de Aristóte-les reglas claras y precisas, y que enseñaba losmedios de buscar el placer, el soberano bien, lafelicidad. Entre sus discípulos, además del ilus-tre poeta latino, que se inmortalizó cantandoLa naturaleza de las cosas, mencionaremos á lacélebre cortesana Leontium, amada de Epicuro;á Zenon, que disputó con los estoicos sobre lanaturaleza d© los Dioses; á Amafassius, primer;epicúreo romano; á Catius, de la época de Cice-rón y á Bassus, contemporáneo de Séneea.

    En la Edad Media los átomos caen en el olvi-do, y en la moderna, después de Gassendi, queen el siglo xvn pretendió rehabilitar á Epicuro,la idea materia se afirma ya como inseparabledel fenómeno divisibilidad, y el átomo desapa-rece del campo de la filosofía.

    El estudio de las cuatro grandes Escuelas quellenan la vida filosófica de Grecia en su primerperíodo, muestra el natural progreso y desarrollodel pensamiento desde Thales hasta Demóerito,desde Pitágoras hasta Parménides. La enseñanzafísica representa en Grecia, como en toda ci-vilización, el primer momento en que la inteli-gencia humana trata de explicarse los naúl-tiples fenómenos que en la tierra y en el cielocautivan la atención del hombre; busca la cattsade estos fenómenos y la causa de las causas, 1»causa primeraj el principio, y dominando, comodomina, el sentido naturalista, el principio 'pri-mero es también físico, material, ea el agua, «1aire ó el fuego. Pero en breve la razón humanamuestra que. sobre aquella tendencia, hija legí-tima del predominio de los sentidos, hay virto**lidade» diferentes que la han de conducir po*

  • N/ 295 E. H4JECKEL.—HEBfiNOIA Y REPBO0UQCJXX1S. Ui

    vías opuestas en. la indagación, de la verdad; elpensamiento griego se levanta del mundo sensi-ble^ trasciende á otro conocery reflexionando bajootros elementos, crea la abstracción y el idea-lismo, cuyo primer representante es la EscuelaPitagórica. La doctrina idealista se formula demodo más completo en la Escuela de Elea, queprescinde de loa velos y misterios que rodeabanal Pitagorismo, el orden espiritual se impone ála Naturaleza; pero la Escuela Atomística nosdice que el espíritu no ha quebrantado la in-fluencia del.cuerpo, que los sentidos aún valen,y no poco, en las esferas de la filosofía, pues á lavez que Pitágoras se continúa en los filósofos deElea, los Jónicos viven ¡en los pensadores ato-mistas;

    El Eleatismo y el Atomismo señalan el térmi-no de la razón filosófica en Grecia en los tiemposanteriores á Sócrates, en sus dos tendencias,

    ' ideal y sensiblej espiritual y material, y no obs-tante partir ambas de puntos tan opuestos, con -ducen casi á idénticos resultados, preparando elterreno para el cultivo de la filosofía en el pe-ríodo ¡subsiguiente. Ambas conducen al excep-Mcismo, al ateismo, al fatalismo; ambas deseo •nocen que la unidad en la variedad y la varie-dad en la unidad son la más. alta expresión dela vid* y ambas protestan contra el politeis-mo, sin llegar á ser monoteístas. Hay confusio-nes y hay presentimientos; deslindar los térmi-nos de la confusión, y pasar del presentir alconocer y al afirmar, es misión reservada á losfilósofos del Siglo de Oro en la Historia delpensamiento griego.

    RICARDO BELTRAH Y RÓZPIDB.

    HERENCIA Y REPRODUCCIÓN.

    En la precedente lección hemos visto que laf uerza natural que modifica la forma de las dis-tintas especies animales y vegetales es, según1 % teoría de Darwin>: la selección natural; enten- •diendo por ;esta expresión la acción combinaday general de la herencia y de la variabilidad en ;la lucha por la existencia, cuyas funciones fisio-lógicas pertenecen al cojijuijto de los animalesy vegetales, y- pueden asociarse^ otras actávi-dadf s 'vitales} á 4as fiineiónes de -nutrición jy?Se

    TOMO XII

    reproducción. Todas- las diferentes formas orgá-nicas que acostumbramos á considerar comoproductos de una fuerza creadora, activa y te-leológica pueden considerarse, según la teoríade la selección, como los necesarios resultadosde una selección natural, obrando sin objetodeterminado, y de una acción combinada é in-consciente también, de las dos grandes propie-dades llamadas herencia y variabilidad. La granimportancia de estas dos propiedades vitales delos organismos me obliga á examinarlas deteni-damente, por cuya razón me Ocuparé, en la pre-sente lección, de la herencia, en particular.(Morf.gen., II, 170—191.)

    Es conveniente establecer cuidadosamente ladiferencia que existe entre la herencia y el le-gado: la primera es 1» fuerza de trasmisión, lafacultad que poseen los organismos de trasmitirsus cualidades á su descendencia por la vía dela reproducción y el hecho >de la trasmisión; yel segundo, no es otra cosa que el ejerokúo realde aquella facultad, ó sea la trasmisión efec-tiva. .-.• '• • i : •'-. ; ••

    Herencia y legados hereditarios son hechostan comunes y generales, que la mayor parte delos hombres; no se ocupan en serio del valor ysignificación de aquellos fenómenos vitales, en-contrando muy natural y sencillo que cada or-ganismo.se reproduzca, y que, así en el conjuaTto como en ios detalles, los hijos se. parezcan 4sus padres. De aquí que, en lo general, nadie sefije en la herencia ni se ocupe de ella,; sino enlos casos en que, una particularidad, que porprimera vez se presenta en un individuo, seatrasmitida & sus descendientes, de cuyo modosuele actuar la herencia en algunas enfermeda-des ó en ciertas desviaciones extraordinaria»)irregulares y monstruosas de la conformaciónhabitual del cuerpo.-

    Entre las monstruosidades hereditarias, debocitaros, como fenómenos especialmente instruer-tores, el aumento ó disminución del número ha-bitual de loa dedos de las manos, y piéa en elhombre, No, es raro encontrar familias humana*que posean, durante varias generaciones, aeisdedos en cada mano y otros seis en cada piá,

  • 242 BEVISTA1 EüRÓ?Ei.-^25 DE AGOSTO DE 1878.

    en las manos y pies, y trasmite hereditaria-mente aquella particularidad á algunos de susdescendientes, pudiendo observarse cómo secontinúa la sexdigitacion hasta tres, cuatro y áveces más generaciones^ de una misma familia;y habiéndose dado el caso, en una familia espa-ñola, de contar catorce individuos provistos deaquellos dedos suplementarios. La trasmisióndel sexto ó sétimo dedo no es permanente entodos los casos, porque los individuos sexdigi-tados suelen cruzarse con otros que no lo son;pero si se reprodujesen siempre entre sí, es de-cir, si los hombres sexdigitados sólo se casasencon mujeres sexdigitadas, sé llegarla á obtener,por medio de la fijeza de tal carácter, una espe-

    • cié humana provista de seis dedos en las manosy pies. Los hombres sexdigitados qué se casancon mujeres que no lo son, y viceversa, produ-éénottfos hombres que 'presentan caracteresmixto», 'acabando, después de haber trascurridoalgunas genesaciones, por volver al tipo normal.Así, por ejemplo, de ocho hijos que procedan deun padre sexdigitado y de una madre normal, dosden teiieír seis dedos en lospiés y manos; cuatropueden tenor un número mixto de dedos en lospies y en las manos; y dos pueden ser perfec-tamente normales. Hubo una familia españolaen que todos los hijos, á excepción de uno;eran sexdigitados; el.más joven era él único nor-mal, y su padre, que era sexdigisaáo, no queríareconocerlo cómo hijo. i • ! •

    La influencia de la herencia es también muynotable en la extractara y ColoíSdtoü dé la piely de los cabellos. Todo el mundo sátíe eon quéregularidad se trasmiten; étt ñiucíhsís familiashumanas, durante un gran rtámétlo de genera-ciones, ya una especial eónform*eion del siste •ma cutá&eo, como una gran finura ó nna granaspereza de la piel, ya nna'éíxhuberartcia del

    W a un color especial de los ojos. De^ , ciertas excrecencias y ciertas man-chas '"fle la piel, vulgarmente llamadas ctn~tejas, así como otras alteraciones pigmentarias,sueleatrasmitirse á menudo en muchas gene-raciones con tal exactitud, quo se presentan,en.los( hijos precisamente en los mismos pun-•tosiqtie las llevaban sus padres. Los hombrespuerco-espines de la familia Lambert, que-vivían en Londres en i el siglo pasado, hangido muy célebres, bajo 'este punto ite^wfo-a. Eduardo Lamberto «naeidnsíjieii:̂ kWt>, ér»

    notable por una extraordinaria y móitátruó-sa conformacioa de la piel. Todo su cuerpo es-taba revestido de una corteza córnea de unapulgada de espesor, erizada de espinas y de es-camas, también córneas, qué tenian otra' pulga-da de largó; pues bieü, Lambert legó aquellamonstruosa conformación dé la piél'á sus hijosy nietos, pero no á sus nietas; porque en estoscasos sucede frecuentemente que la trasmisiónsólo se verifica en la línea masculina, del mis-mo modo que algunas hipertrofias adiposas lo-cales sólo son trasmitidas en la línea feme-nina.1 ' • ; • . • • • • - • \ i ••

    1 No creo necesario recordar la exactitud1 cbnque es trasmitida la fisonomía y la conformacióncaracterística de la cara, porque sabido es queaquella trasmisión ya sigue exclusivamente lalínea masculina, ya hv femenina, ya Una mezclade una y otra1.

    Todo el mundo conoce también los fenóme-nos, tan llenos de enseñanzas, de la herencia delos estados patológicos, y en particular lade' las enfermedades délos órganos respirato-rios, de las escrófulas y de las afecciones delsistema nervioso, que con tanta facilidad sontrasmitidas de padres á hijos. Con freouen-cie sucede que aparece de repente en una fa-milia una enfermedad hasta entonces en elladesconocida., qué se ha desarrollado bajo la in-fluencia de causas externas, de particulares con-diciones patológicas, y que Será trasmitida, porel individuo que la padecerá sus descendientes,los cuales, en parte ó en la totalidad, se veránatacados de aquella enfermedad; hecho triste ydesgraciadamente muy conocido que se verificaen las afecciones pulmonares, como sucede conla tisis, en las del hígado, en la sífilis, y en lasenfermedades mentales, que más que todas ins-piran un interés espacial. Los rasgos peculiaresdel carácter, como el orgullo, la ambición, laligereza, son trasmitidos íntegros; lo mismo su-cede con las manifestaciones anormales de la ac-tividad intelectual, con las ideas fijas, la me-lancolía, la debilidad de carácter, y como acabode decir, con las enfermedades mentales. KstbMhechos prueban de un modo evidente que elalma del hombre, como la de los animales,; noes más que una actividad mecánica, ó sea. lasuma de los movimientos moleculares ejecáta-dos por las partículas cerebrales; y esta* aOtivi-

    i.f lo mismo que la* demás propiedad»* tíírt-

  • '- 235 E. HAECKEL.—HEBENCIA Y BEPBODÜCCION. 243

    í, sean cuales fueren, es trasmitida y here-dada como el órgano en que residen.

    No se pueden citar estos importantes é incon-testables hechos sin exponerse á provocar unescándalo, y sin embargo, es lo cierto que todoel mundo confiesa tácitamente la realidad delos mismos. ¿De qué proceden las ideas de "saludhereditaria,n de »ciencia infusa,« de "noblezahereditaria, 11 sino de la convicción que existeen todo, de que la constitución del espíritu puedeser trasmitida de padres á hijos por medio dela reproducción física, ó sea por un acto pura-mente material] La conciencia de la inmensaimportancia que tiene la herencia se revela enmultitud de instituciones humanas, como sonla división de las castas, que existen en muchospueblos, en casta de sacerdotes, casta de guer-reros, casta de obreros, etc. Es indudable que la.institución de tales castas, está basada en laidea del elevado valor que se dá á los méritoshereditarios inherentes á ciertas familias, quese supone deben ser trasmitidos á los descen-dientes de las mismas. En la convicción queexiste en los pueblos de que pueden ser trasmi-tidas de padres á hijos ciertas y especiales ele-vadas cualidades, están basadas también lasinstituciones de la nobleza y de las monarquíashereditarias: pero desgraciadamente, no sólo setrasmiten las virtudes, sino los vicios, que á suvez so fortifican por medio de la herencia; y sios tomáis el trabajo de comparar, en la historiauniversal, á los individuos que han pertenecido álas diferentes dinastías, en todas partes encontra-reis multitud de pruebas que confirman el poderde la harencia, pero mucho menos de la heren-cia de las virtudes que de la de los vicios. Ejem-plos de esto mismo os presenta la historia delos emperadores romanos, de los Julianos, delos Claudios y de otras familias reinantes.

    Es imposible, en verdad, encontrar más no-tables ejemplos de la herencia de los rasgos másdelicados del cuerpo y del espíritu, que los queexisten en la historia de muchas familias quehan formado monarquías hereditarias; siendoésto evidente, en especial en las enfermedadesmentales de que acabo de ocuparme, porqueprecisamente se heredan de un modo especialen laa familias monárquicas; habiendo demos-trado el alienista Esquirol que, en aquellas fa-milias, las enfermedades mentales son sesentavece3 más numerosas que en el resto de la po-

    blación. Si se hiciese igual estudio en la noblezahereditaria, se vería también que las familiasnobles pagan á las enfermedades mentales untributo mucho mayor que las de los plebeyos,,lo cual no debe admirarnos, si tenemos encuenta el daño que aquellas familias se hacea ásí mismas, acortando la inteligencia de sus hi-jos con una limitada é incompleta educación, yaislándose voluntariamente del resto de la hu-manidad. Así es como se desarrollan, en tangran escala, algunas miserias de la humana na-turaleza; cómo se convierten en objeto de nna;selección artificial, y cómo se trasmiten, conuna fuerza cada vez mayor, en una direccióndefinida, y á través de muchas generaciones.

    En algunas dinastías se han visto trasmitirsey durar mucho tiempo los nobles pensamientosy el gusto por los productos más perfectos de la.humanidad en ciencias y artes; mientras, qae exftotras aparecían como vocaciones innatas, y.-pe»lo tanto,, hereditarias, el gusto por las armas, .1*tendencia á coartar la libertad humana ,y k»más violentos instintos; y estos hechos—hartolo sabéis—son muy conocidos de todos atparr;líos que están algo familiarizados con el estudiode la historia de loa pueblos. Existen también al-gunas familias que poseen hereditariamente cier-tas aptitudes intelectuales para las matemáticas,la poesía, la música, las artes de imitación, lahistoria natural, la filosofía, etc.; así que, en la-familia Bach, se han llegado á contar vein-tidós músicos distinguidos. La herencia de es-tas especiales actitudes tiene, naturalmente, porba*, lo mismo que la de las actitudes intelec-tuales en general, el acto material de la repro-ducción, en el cual, como en toda la naturale-za, los fenómenos vitales y la manifestación d»las fuerzas están inmediatamente ligados á com-binaciones materiales. Lo que se trasmite por lageneración, es, pues, el modo de combinación,el modo de los movimientos moleculares de. lamateria.

    Antes de examinar en sus detalles las diver-sas leyes de la herencia, de las cuales hay algu-nas muy curiosas, es conveniente dar á conocerla naturaleza real de este fenómeno. Los hecho»de la herencia, son, generalmente, considerado»como algo misteriosos, como hechos particula-res que la historia natural no ha profundizadoy que no pueden ser comprendidos ai.. eo'-.cM*causas primitivas, ni en su esencia. Sin emb*r-

  • Ikk REVISTA EUROPEA..—25 SÓE ; ASO^TO' DE 1878.

    go, en. él estado actual de la fisiología, se puededemoátrar dé úü ihbdb incontestable que los fe-nómenos dó la herencia'son hécho3 puramentemateriales, que se deben á causas mecánicas, re-sultado1 de movimientos materiales efectuadosen loS' cuerpos orgánicos, y qctb se lea puedeconsiderar comí) particularidades de los hechosde la reproducción. • ' • '

    Cada organismo, cada ser vivo debe su exis-tencia, ó á un acto da producción sin padreafgeneratió sponianea,'Archigoniaj ó á un acto deproducción con padres, ó generación propia-*menterdicha fgeneralio parentútis, TocógoniáJ,En una 3e 'las próximas lecciones me ocuparéde la generación espontánea ó : archigonia, ytrataré en la presenté de la generación propia-mente t«l d "tocogoúiá,: cuyo atento estudio esde una' gían importancia para comprender losfenómenos de la herencia. 'Ségura'meiíté qué lamayor par té1 'de los qvfe me escuchan no conocenmás*^u&*ldi hé'rfhós de réprddüócíon que sé'ob'-sérvan éñ lpíatiimales y plantáé que'ocupan losma^Sle^ááSf íugátáS de Tá escala, dbmó'sbnlósheclktís «Jé generación' Sexual & 'ánfttfonia, deseo1-1

    nocie'flüó) áii'su totalidad, íós de generaciónasexttól ó fñonégoniá, los cuafés solí' más aprópfi^«Hoque loa primeros para darnos á conocer lanaturaleza de la relaciones qué existen entre laherencia y la generación.

    Voy/pues, á tratar dé haceros comprenderperfectamente loa hechos de la generación axe-«ual, ó réprbduccitin móriogonica (Mónogonia),que puede ser por división, por formación debotones ó yemas, ó por producción de gérmenescéWáíesÓ Esporos. fMorf. gen., II, 36-58.) Loqué, sobre todo, nos importa' Consideran en estemotnento, és la reproducción dé los más ele-mentales organismos, de los cuales nos hemosde ocupar tóás adelante^ con motivo dé la ge-neraci6n' primitiva. 'Los mássencillos organis-mos'conocidos hasta el día, y los más rudimen-tarios que podemos imaginarnos, son las Mótíe-rtii aoaáticaa, pequeñísimos corpúsculos dotadosde1 tiflay qu«¿''propiamente hablando, no mere-*cea él ttoftábifé díe'orgaíásmós, porque crfándo sotratade seres viros; la é*présion "organismon«updnetni'Cuerpo anittlado, dotado de órganos,de partes "diferentes éútre' sí, que, á imitaciónde tas dBttfla*má-Jülna'arti.Hcial, se relacionan,«braádo dé i¥dmuft'acttordó'{íara"pfódücir la ac-

    d a í M cdtijMtó. Per* éti estoá nttiinos afió»

    se ha re«3onocido que las mónef as' son una especié de organismos' que rió están compuestos deórganos, sino constituidos por una materia sim-ple homogénea y sin estructura. El cuerpo delas morreras está representólo durante su Vidapor un pequeño grumo mucilaginoso, móyiblé yamorfo, constituido por una sustancia Carbona-da albuminoidea. Imposible nos es formarnosuna idea de organismos más sencillos é iníper-fectos. ' '

    Las primei'as observaciones completas quesobre la historia natural dé una mónera (Pro-togenes primordiaUsJ se conocen, han sido hechaspor mí en Niza el año de 1864; habiendo observa-do, en 1866, en Lanzarbte, uría de las islas Ca-narias, otras móneras también muy notables,eritré ellas la Profáúyxa"aurd>iUaca,< que tieneun color rojo anaranjado; algunas en 1867, enél Estrecho de ©ibraltar, y una muy original en1869 en las costas del mar del Norte, en Bergen(Noruega). Cienkowski describió también en1865 una interesante mónera de agua dulce queWáttib'Wampijnlla; pero la más notable ida todasha sido encontrada en 1868 por el célebre zoó^logo ingles Huxley, que la llamó Bathybius Hwc##tó.:!Bathybiu3 quiere decir »que vive á gran-des profundidades, n porque, en efecto, aqueladmirable organismo se encuentra, en los inmen-sos abismos oceánicos de 4.000 y á veces de8.000 metros, que las laboriosas explotacionesdélos ingleses nos han dado á conocer en estosúltimos años. En aquellas profundidades, pues,y entre el número infinito de politalamios y deradiolarids, que pueblan el fino limo cretáceode aquellos abistnos, se encuentra una inmensacantidad de Balhybius, que son una especie degrumos nuicilaginosos, redondeados los unos,amorfos los otrus, y formando algunos redesviscosas que cubren fragmentos de piedra ú otrosobjetos. Con frecuencia ae ven pequeños corpús-culos' calcáreos (diseolitos ciatólitea)-, englobadosen/aquellas maáas demucosidades, de lascualer)no son otra Cosa que los productos de escsecion.Tbdoel cuerpo del notable Bathybius; lo mismoqa»'él'de las demás- rbóneras, consiste simple-meirte-en un plasma sin estructura, ó protoplaa-ina, esto'os,: en uno de aquellos bompuéstoacarbonados!albuminoideas / que modificándos«haitaloinfinito, forinanelsubstratamiconstan'edé los ferüómenos de 'la vida en todas los orga-nisao». Bnmi Monografía de lm: móneras, pib-

  • N.° 235 HAEGKEL.-r-HEEENCIA Y, RíipRQDUPCION.

    blicada, en 1870, he hecho una detallada des-cripción del Bathybius y do otras móneras.

    En el estado de reposo, la mayor parte de lasmóneras toman la forma de pequeñas bolas mu-cosas, que no se peíciben sin el microscopio; ylas pocas que son visibles, tienen, lo más, eltamaño de una cabeza de alfiler. Cuando la mó-nera se mueve, se forman en su superficie pro-longaciones digitadas informes, que algunasveces tienen el aspecto de radios muy finos, lascuales se llaman pseudopodos. Aquellos falsospies son prolongaciones sencillas que. inmedia-tamente proceden de la masa albuminosa infor-me que constituye todo el cuerpo de la mónera.Imposible es distinguir en ellas partea hetero-géneas, y la prueba directa de la sencillez abso-luta de aquella masa albuminoidea semi-fluida,nos la suministra el modo que tiene de nutrirsela mónera, que podemos apreciar con ayuda delmicroscopio. Así, por ejemplo, si sucede quealgunos corpúsculos propios para la : nutriciónde la mónera, como restos de cuerp 3S orgáni-cos, plantas microscópicas, animalillos infuso-rios, etc., se ponen accidentalmente en contactocon ella, se adhieren á la superficie viscosa dela pequeña masa mucosa semi-fluida, on la cualprovocan una irritación que dá por resultadouna considerable afluencia, á aquél punto, de lasustancia coloidea que constituye el cuerpo, yla absorción de los corpúsculos adheridos; ó biense verifica que el simple cambio de lugar de al-gunos puntos del cuerpo viscoso de la mónera,basta para que aquellos corpúsculos penetren en 'su masa, en cuyo interior son digeridos y ab-orbidos por simple difusión (endósmosis).

    La,reproducción de aquellos seres primitivosque ni se pueden llamar con propiedad anima-les ni vegetales, es tan sencilla como su nutri-ción. Todas las móneras se reproducen única-mente por el procedimiento asexual, por mo-nogonia, y á veces, en los casos más sencillos,por aquel modo especial de la monogonia queconsidero como el primer término de la seriede los distintos procedimientos de reproduccióny llamo scisiparidad. Cuando uno de aquelloscorpusculillos mucosos, por ejemplo, una Pro-tamoeba ó un Protogenies,. ha adquirido, por laabsorción de una materia albuminosa exterior,cierto grueso, tiende á dividirse en dos partes,paralo cual se,forma, en toda au circunferenciattna depresión anular que acaba por producir la

    separación de las dos mitade,s. Cada-mitad vuel-ve á redondearse y se convierte en un indivíaapdistinto, en el cual nuevamente se produce elmismo sencillo juego de los fenómenos vitalesnutrición y reproducción. Hay otras mónera»(Vampyrelld) en las cuales el cuerpo se subdi-vide, por la reproducción, no en dos. sino encuatro partes iguales; y en algunas l'rotomonás,(Protomyxa Myxaskum) en u