Revista ARS 7

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Por siglos y por siglos la historia del arte y la literatura fue una historia de hombres. Había escritores, arquitectos, escultores, pintores, músicos, etc., pero no su equivalente femenino. Las excepciones son menos que mínimas y más apreciables por ello. Pensamos en Sor Juana Inés de la Cruz, pionera del feminismo, poeta, dramaturga, escritora subversiva, monja mexicana que no vacila en dedicar poemas de amor a una Virreina y cuya voz es finalmente acallada por la Santa Inquisición. Pero no podemos multiplicar esos ejemplos. Habría que esperar el siglo XIX para que una tímida brecha vaya abriéndose y el XX para que magníficas artistas irrumpan exitosamente en todos los ámbitos del arte.

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Editorial

PáginasIntemporales

Archivo

Poemas de

Ensayo

Crónica

Libro

Ilustraciones e ilustradores

El Dios tristeGabriela Mistral

Gabriela Mistral yel salvador

- elisa Huezo Paredes

- rubia soledad

- KatHeryn rivera Mundo

- Miroslava rosales

- silvia elena reGalado

- María Cristina orantes

Un poema visual de efraín rivera Caravantes

Evocación de GabrielaMistralClaudia lars

Cartas de Gabriela Mistral a Claudia Lars.Notas de la Dra. Matilde Elena López

Negra Álvarez, obra en retrospectivabélGiCa rodríGuez

TelarañasHarry Castel

(Jennifer valiente)

A Gabriela MistralClaudia lars

Gabriela Mistral y el millonario VanderbiltCarlos CHávez

40 CuentosVidas cruzadasabiGaíl lóPez

Tan oscura como una noche sin lunaKrisMa ManCía

Orlando de Virginia Woolfastrid María baHaMond

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Índice

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47 Autoras, autores

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Nueva eraNúmero 7Año 2015

ARS

ARS, Revista de la Dirección Nacional de Investigaciones

en Cultura y Arte de la Secretaría de Cultura de la Presidencia.

ARS, arte en latín. Fue el nombre de la revista de la

extinta Dirección de Bellas Artes. Retomamos el título

y retomamos, en la medida de nuestras fuerzas, algo de la fe que la

hizo crecer.

SECRETARIO DE CULTURA DE LAPRESIDENCIA

Ramón Rivas

DIRECTOR NACIONAL DEINVESTIGACIONES

EN CULTURA Y ARTESajid Alfredo Herrera Mena

DIRECTOR DE ARSRicardo Lindo

COMITÉ EDITORIAL DE ARSAstrid María Bahamond

Miroslava RosalesRicardo Roque Baldovinos

Óscar MeléndezGuillermo Cuéllar

ILUSTRACIONESNegra Álvarez

CONTRAPORTADABernardo Crespín

COORDINACIÓN EDITORIALJasmine Campos

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓNGabriela Morán

Las opiniones vertidas en ARS son deexclusiva responsabilidad de sus autores.El contenido de esta revista puede serreproducido total o parcialmente citandola fuente.Secretaría de Cultura de la Presidencia,Dirección Nacional de Investigaciones enCultura y ArteCentro de Gobierno, San Salvador.

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Por siglos y por siglos la historia del arte y la literatura fue una historia de hombres. Había escritores, arquitectos, escultores, pintores, músicos, etc., pero no su equi-valente femenino. Las excepciones son menos que mínimas y más apreciables por ello. Pensamos en Sor Juana Inés de la Cruz, pionera del feminismo, poeta, dramaturga, escritora subversiva, monja mexicana que no vacila en dedicar poe-mas de amor a una Virreina y cuya voz es finalmente acallada por la Santa Inquisi-ción. Pero no podemos multiplicar esos ejemplos. Habría que esperar el siglo XIX para que una tímida brecha vaya abrién-dose y el XX para que magníficas artistas irrumpan exitosamente en todos los ámbi-tos del arte. Por sugerencia de la poeta Miroslava Ro-sales, esta edición de ARS va dedicada a las mujeres en el arte. Escritos de mujeres y escritos sobre mujeres. Obras de arte de una gran pintora y escultora salvadoreña, Negra Álvarez que mereció elogios del Pre-mio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa (ver ARS N° 2), y cuya obra se encuentra en importantes museos del mundo. En ARS n.° 7 nos centramos en dos ex-cepcionales poetas pioneras en América Latina, Gabriela Mistral y Claudia Lars, y en la larga amistad que las unió. La poesía había dado algún espacio a las mujeres, siempre y cuando se detuviesen en los co-rrectos límites de los tiernos sentimientos. Inversamente, parecía afeminado y por tanto culpable que un hombre los expre-

sara. Pero, en esa primera mitad del siglo XX, aisladas voces femeninas van rom-piendo parámetros. Ciertamente tienen Gabriela y Claudia encantadores versos dedicados a la infancia, que han opacado quizás un tanto el resto de sus respectivas obras, pero también fueron a temas que eran entonces reservados a los hombres, la angustia existencial y el amor corporal, por ejemplo. Pero, de ellas y de la relación de Gabriela con El Salvador verán más en el archivo que se les dedica. Sigue un ensayo sobre Negra Álvarez de una gran crítica de arte venezolana, Bél-gica Rodríguez, y unas reflexiones sobre las letras a la par incisivas y teñidas de humor de Jennifer Valiente. Vienen, después, poemas. Desde la ya fa-llecida Elisa Huezo Paredes hasta voces femeninas que habitan hoy entre nosotros. Esta muestra da un atisbo de la rica varie-dad de expresiones de la poesía femenina salvadoreña.Pero termina la sección de poemas un hombre joven, Efraín Rivera Caravantes, con un poema visual que nos habla de una dama cuasi inmaterial, que dibuja y escri-be, LA LÍNEA.Y vienen después cuentos, uno brevísi-mo y muy cruel de una joven estudiante de química que publica por primera vez, Abigail López, y otro breve y cruel tam-bién de una joven escritora ya con trayec-toria, Krisma Mancía. Concluimos con la relectura de Astrid Ma-ría Bahamond de un libro célebre, el OR-LANDO de Virginia Woolf, novela que, al otro lado del Atlántico, iba abriendo brecha a la literatura escrita por mujeres en la pri-mera mitad del siglo XX. La misma brecha.

Editorial

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Mirando la alameda, de otoño lacerada,

la alameda profunda de vejez amarilla,

como cuando camino por la hierba segada

busco el rostro de Dios y palpo su mejilla.

Y en esta tarde lenta como una hebra de llanto

por la alameda de oro y de rojez yo siento

un Dios de otoño, un Dios sin ardor y sin canto

¡y lo conozco triste, lleno de desaliento!

Y pienso que tal vez Aquel tremendo y fuerte

Señor, al que cantara de locura embriagada,

no existe, y que mi Padre que las mañanas vierte

tiene la mano laxa, la mejilla cansada.

Se oye en su corazón un rumor de alameda

de otoño: el desgajarse de la suma tristeza;

su mirada hacia mí como lágrima rueda

y esa mirada mustia me inclina la cabeza.

Y ensayo otra plegaria para este Dios doliente,

plegaria que del polvo del mundo no ha subido:

“Padre, nada te pido, pues te miro a la frente

y eres inmenso, ¡inmenso!, pero te hallas herido”.

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Gabriela Mistral

ElDiostriste

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El Salvador

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Erróneamente se ha venido repi-tiendo que Gabriela Mistral deno-minó a El Salvador “el Pulgarcito

de América”. Esa expresión es del poeta salvadoreño Julio Enrique Ávila. Pero sí tuvo relación con nuestra patria la Premio Nobel chilena. Aunque sólo estuvo unos días dando charlas y conferencias, fue por influencia suya que se publicaron los CUENTOS DE BARRO de Salarrué en Chile y mantuvo con nuestra gran Claudia Lars una correspondencia de muchos años. Y Claudia fue huésped suya en California. Poco antes de morir Claudia llevó una ces-ta con fotos y documentos a la Dra. Matilde Elena López. En esa cesta estaban, entre otras cosas, las cartas de Gabriela. Siempre dijo la doctora que las publicaría con un estudio. No lo hizo y perdió la memoria. Un acucioso periodista de La Prensa Gráfica, el Sr. Carlos Chavez, obtuvo entonces de Flo-ritchica Valladares, hija única de Matilde y de Roy Beers, hijo único de Claudia, au-torización para publicarlas. La Dra. López las había mecanografiado, tarea difícil pues la caligrafía de Gabriela Mistral no era nada clara. Las cartas ya transcritas aparecieron en la revista Séptimo Sentido del menciona-do periódico el domingo primero de marzo de 2009, en fotomontaje sobre la intrincada escritura de la gran poeta chilena. Vemos en sus líneas la amistad que unía a Claudia Lars con otro chileno excepcional, el poeta Juan Gumán Cruchaga. Junto a estas cartas vemos en Séptimo Sentido otras dos cartas de admiración que dedican a Claudia la cé-lebre poeta uruguaya Juana de Ibarborou y el escritor chileno Arturo Torres Rioseco,

quien dejó huella en la historia de la crítica hispanoamericana. Sólo hemos retomado, por de pronto, las cartas de Gabriela Mis-tral. Y retomamos del ciberespacio un pre-cioso artículo de Carlos Chávez hablando de su paso por nuestra tierra en 1931. La página del periodista data de 2009. Él de-clara que su artículo es un esbozo, algo que no deseaba publicar formalmente en aquel momento, sin embargo nos ha autorizado ahora a reproducirlo. Pero leamos primero dos poemas que Claudia dedica a Gabrie-la, muy distantes en el tiempo, y leamos esta correspondencia que muestra la pro-funda amistad y la mutua admiración que se profesaron.

Una rosa de angustias -mar y viento-

y la estrella que gime en tierra oscura;

una secreta herida de ternura

y el camino interior del pensamiento.

Tu nombre fijo, tu divino intento,

la suelta voz que llega, larga y pura;

este compás de sangre, que asegura

tus cantos recogidos en mi acento.

Dulce don invisible para el día

de la flor y la erguida melodía,

con el pájaro leve y la campana.

Lo diste sin saber, pero se advierte

que te sigue, imantado hasta la muerte,

el paso fiel de tu pequeña hermana.

De ROMANCES DE NORTE Y SUR (1946) POESÍA COMPLETA DE CLAUDIA LARS TOMO I, Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI), 1999, pág. 335.

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iba del Tranquilo Compasivo al Amoroso Sufriente

afirmando que los dos podían alumbrar la tierra entera

desde un mismo candelabro.

Casa tan quieta y limpia

me obligaba a caminar de puntillas

y era dulce recibir, sin pedirlo,

el oro de tu palabra.

Gocé un verano inmerecido

y rompí noches del corazón

queriendo descubrir abismos.

Por eso dijiste al fin con voz resignada:

“Amiga curiosísima:

llegas hasta mis huesos para observarme

y ya ves: me han matado mis muertos”…

Entonces comprendí las líneas

de un rostro severo

y ahora padezco el largo fuego

de todos tus versos.

POESÍA ÚLTIMA (1972) POESÍA COMPLETA DE CLAUDIA LARS TOMO II, DPI, 1999, pág. 353.

En su casa de Santa Bárbara, CaliforniaClaudia lars

Gabriela MistralEvocación de

Tu retiro apenas recogía

rumores de la ciudad mecanizada

isla para viajeros locos,

llena de ciruelas y libros.

No olvido nuestras lecturas

bajo una lámpara,

ni las visitas del escritor noruego

que hablaba de la cuarta dimensión

como si hablara de Oslo.

Fácilmente regreso a los álamos azules

y a ciertos afanes mañaneros

entre remolachas y coles.

Mariposas sin rumbo

querían descansar en tu cabeza

y el perro destructor de escarabajos

se transformaba al oír nuestras voces

en cordero de felpa.

Un Buda de marfil tenía asiento

cerca del libro más cristiano entre todos

y el Cristo medioeval en su cruz de viernes

agonizaba encima de la consola.

Tu profunda mirada

Notas de la Dra. Matilde Elena López

Tengo en mis manos los manuscritos que Gabriela Mistral es-cribiera a Claudia Lars, la primera de las cuales es un acuse de recibo de “Estrellas en el pozo”, el primer libro de poesía de nuestra gran lírica.

Son siete cartas reveladoras de la profunda amistad entre estas dos mujeres finas y espirituales, creadoras de belleza. ¡Cuánto dicen las cartas y cuanto revelan entre líneas! Aunque no co-nocemos la otra parte de la historia – las cartas de Claudia a Gabriela perdidas en algún baúl en su casa de Santa Bárbara, California-, a través de las epístolas de Gabriela se descubre un rasgo, el pliegue medio oculto del carácter, el temperamento apenas de aquella Gabriela “de andar reposado y estatura prócer de su ascendencia vasca y aymara…” y de Claudia, con su as-cendencia irlandesa y salvadoreña.

Mas, las cartas de Gabriela son señales al camino de aquella amistad que se mantuvo a lo largo de la vida. La primera car-ta, sin fecha, escrita en tarjetas con membrete del consulado de Chile, es breve, casi protocolaria:

Admirada y buena compañera:

Con no poca vergüenza vengo acusándole recibo de las “Estre-llas en el pozo”, solamente ahora. Primero fue que deje en Ma-drid mis cajones con libros, luego que he tenido un largo tiempo de dolencias. Pero el librito tapas azules lo he leído varias veces, y luego he hallado poemas suyos en el “Repertorio”.

Usted mejora, se depura y se decanta día a día. Quiero decirle que me gustan mucho, pero mucho, sus temas maternales e in-fantiles. Bien quisiera yo tener esa limpidez y levedad de verso. Su poesía comenzó mucho más formada de lo que comenzó la mía. No sé dónde está usted. ¿En Costa Rica? Mando estas pala-bras a la dirección de don Joaquín. Él se las hará llegar. Reúna

CARTA 1 (1937)

Gabriela MistralCartas de

a ClaudiaLars

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CARTA 2 (entre 1946 y 1948)

usted esos mismos y lindos poemas que le conozco. No dejé la poesía por ninguna razón de esas que dan mamás y parientes. Nos faltaría una muy bella hermana en el grupo de las mujeres que hacemos versos. Siéntame siempre su lectora admirativa y su amiga adicta. Y mis recuerdos a los amigos costarricenses.

Gabriela

“Estrellas en el pozo” se publicó en Costa Rica en 1934, bajo el signo de Joaquín García Monge, a cuya dirección envía Gabriela Mistral su carta.

La siguiente carta está escrita en el mismo tipo de libreta de papel corriente, talvez más grueso y sin anotar lugar ni tiempo.

Posiblemente desde Santa Bárbara y en la época en que Claudia hace un viaje a Estados Unidos, ubicándose en San Francisco. Este viaje es distinto al que realizó la joven Claudia la casa de las hermanas de su padre, distinto al de su boda con Roy Beers. Ahora Claudia se enfrenta a la vida, la fina alondra “nerviosa como el primer viaje de la alondra” en el cantar de Dávila An-drade, y allá rompe sus alas. Claudia nos contaba que trabajó en una fábrica de galletas en San Francisco, California, y que Juan Guzmán Cruchaga, que fue embajador de Chile en El Salvador, iba a recogerla por la noche, pues él se hallaba por la década de los cuarenta con su esposa Raquel en Estados Unidos. Este es el ambiente que enmarca la carta de Gabriela.

Carísima Claudia:

Ya telegrafié a Guzmán Cruchaga porque me pareció cosa seria el que no aprovechases una ocasión para ingresar en la primera Universidad de Los Ángeles. Lo principal era la entrada. Ese señor al que tú no has entendido, el profesor González, más sen-tidor que auditivo que yo, parece que adivinó lo que te pasaba en San Francisco.

Es justo que yo te diga que se trata de una persona muy delicada, tanto como nuestro Juan, “en las entrañas del alma”. Es un ami-go; tiene don de amistad. Pero tú no conoces (tachado de un lado) al criollo de afuera de Costa Rica. Chilenos, cubanos y dicen que los venezolanos también somos gentes crudas, y chacoteras, o

juguetonas. Te ha herido talvez aquella frase de “humor” que te puso. En La Habana oirías muchas más fuertes. No son fuertes, son habla confianzuda. En fin, ya eso se perdió. Parece que tú deseas quedarte en San Francisco. Tienes toda la razón por el lado del ambiente. No la tienes en cuanto al clima.

Él sólo quiso aludir al entrenamiento pedagógico. Este es el país donde reina Doña Metodología; y se valorizan los métodos más que la propia materia. Y eso te lo dijo en habanero. No quiero esconderte que tú has perdido una posición clave. Todo está en que te conozcan, en que entres, lo demás va solo. El profesor no está lastimado; es hombre de muchas experiencias humanas.

Tu vida en la fábrica no podía ser otra. Son cosas inadmisibles para gente de tu clase y de tu línea.

No olvides que yo te ofrecí esta casa. Es todo lo que podría hacer (1). A causa del cambio de residencia, yo hice una hipoteca aquí. (Además de que esto es mío sólo a medias).

La hipoteca es dura y ahora casi he arrendado un cuarto. Yo sony cónsul de 2da. Clase; de hecho de 4ta. Clase y de 9° grado. Digo que te ofrecí lo que tenía, casa, no dinero.

Pongo mucha fe en tu trato con el personal de “Mills”. Es un colegio fino. L Munguía y Rotunda –y el Rector- son algo cua-litativo y tendrán que darse cuenta de ti, con leerte y con oírte.

Permíteme aconsejarte que no seas susceptible. Lo digo por lo del señor González y por algo mío…

Se trataba de las RC por ahí, en una mesa. Yo dije que eran (que son) muy jerárquicas y que yo también entiendo eso de la jerarquía. Creíste que yo quería imponerte jerarquías: a ti! y me respondiste algo que no contesté. A pesar de mi “cotorrismo”, yo me callo como un indio cuando el caso viene.

Dime lo que sale de “Mills” pata ti. Y recuerda que en California hay una cantidad loca de empleos con relación a nuestra lengua. Alegría puede darte listas. Si de Mills nada saliese, no te retardes en buscar. ¿El muchacho estudia o trabaja? ¿Está contento? No se desalienten. La lucha sólo comienza. Pero yo veo que todo el mun-do arregla su problema después de un “tiempecito”, lo arreglan. Hay ½ millón de mexicanos y no sé cuántos de nosotros.

Olvidaba: el yanqui también es chacotero. El tuyo era fino, pero los más son bruscos y gruesos. Haz como si no los oyeras. Tu compañera tiene 26 años de errantismo. Y de ellos 14 con dinero escasísimo, y de estos 14, 6 sin renta ni jubilación. La tierra, el planeta, es duro. Un abrazo de Gabriela.

(1) Casa quería decir cuarto y comida.

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CARTA 3 (22 de agosto de 1948)

Muy querida mía:

¡Por fin supimos de ti! tuvimos cierta ansiedad respecto de ese viaje fantástico. Fue medio alivio tener tus líneas.

Es triste, Claudia nuestra, que hables de esos 15 dolaritos. Tú me los devolverás algún día, si me encuentras corriendo por el mun-do y yo no tengo “dos” centavos. Antes de ese día no. Te di muy poco. Oye: yo no soy una pasmosa “distraída” y “no entendí” aquello de que ibas... a Panamá, entendí que irías allá después. No supe por qué. Imagino lo mal que andarías con ese puñadi-to de monedas. “Voladuras” tengo (…) y que me da vergüenza contar. Oye, Claudia-hijita: aunque yo ande trotando por México donde esté allí –creo que será en una pensión- esa casa es la tuya, como esta misma.

¿Sabes, Chiquita? Yo dudo un poco de “alcanzar” a Guatemala. Por aquello de la altura. Y me ha echado a perder lo de Vene-zuela, el nombramiento de uno de la “clique” de S. Videla como embajador allí. Me duele por Gallegos, a quien admiro y quiero. Además, yo tengo fuerzas muy falaces. Me agoto a poco de andar, por el corazón flaco. Dejaste aquí, querida, un aura poética-espi-ritual tan viva y a pesar de lo delgada, tan fuerte que te recorda-remos constantemente. Es lindo que te alegrasen los árboles de tu casa. También tú vas a pasar en el amor de plantas y animales. El mundo está de veras satánico, y da espanto allegársele en cualquier canto del mundo.

Que escribas. Eso también es refugio. Que hagas poesía, para defenderte del periodismo, el cual daña mucho. La copia “Al padre” es maravillosa. Y mándamelo para hacerlo publicar en alguna buena revista. Y sigue en esa línea, no lo malogres con el abandono.

Da mis “Memorias” y cariños a tu madre y al niño que me duele no haber visto.

La “Línea mía” es mi defensa, Claudia. No es naturaleza, no. Dios te guarde. Dame noticias de libros. BC. Que yo no tenga. Listas dame. Tampoco sé de lo último –lo nuevo- filosófico. Y cuando quieras esos libros para ti me lo dices también.

Un abrazo tierno de Coni y mío

Otra vez “Dios te guarde”. Gabriela.

22 de agosto. El 13 (fue viernes 13) de este mes, fueron los cinco años de Yin. Reza por él.

Nota: Ella le llamaba también Yin-yin. Era su sobrino Juan Miguel.

CARTA 4 (19 de diciembre de 1948)

El 19 de diciembre Gabriela escribe una nueva carta justo en vísperas de su cumpleaños -20 de diciembre- y de Navidad:

Querida mía, bastante me ha preocupado –y algo me ha dolido- tu silencio tan largo Claudia, tanto.

Tengo la impresión, Claudia buena, de que quedaste muy poco tiempo con nosotras. También esto me duele. Porque yo necesito el mes y el año para oír y responder. Soy mucho más lenta de lo que la gente puede imaginar, Claudia. Y te fuiste a poco de llegarme, contando el sartal doble de nuestras confidencias; ¡tan retenidas y retardadas!

Ya no te he llamado desde lejos, 1º porque no vine a durar y 2º, porque el colapso cardíaco-hepático de Mérida me dejó con el cuerpo tan vago como las neblinas, una cosa que es y no es, Claudia mía y buena. Tres horas estuve –sé ahora- entre los dos mundos. Y volví sabiendo algo inesperado, claro y fuerte. Viví adentro de eso un estado de conciencia tan dulce, maravilloso y piadoso como no se sabe decir. Y con esto me fue dada una muerte tan inédita que me parecía una cita con alguna Potencia sin rostro que hubiese querido hacerme saber lo no aprendido. Al volver me dolió el regreso y me hizo sonreír ver la cara espan-tada de la gente que llenaba el cuarto.

Los yucatecos fueron para mí de una bondad indecible. ¡Qué raza querida! Si no los conoces, ve a verles. Y dímelo para ser-virte de algo en ese viaje. Nunca se olvidará aquello ni por mí ni por ti.

Tengo tu poema por lo más bello que me han dado aquí abajo. Y lo he leído y releído, celebrando el arte y agradeciendo con mi corazón colmado, la generosidad loca, que me sobrepasa y un poco me agobia por el exceso.

Gracias te doy yo. Pero qué agradeces tú a quien tan poco te dio, ¿qué? A mí me alegra mucho tu nuevo arte. Aunque lo primero ya valiese tanto, éste se trae consigo tu vida más profunda, me-jor, la más recóndita e inédita de tu vida. Y esta clase de vida, Claudia, no me la sé en la escritura de nadie. Y debes seguir soltándola, prestándola a tanto pobre en espíritu que aúlla de hambre, sin saber que es hambre lo que tienen.

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CARTA 5 (21 de enero de 1949)

Parece que no voy a Guatemala. A menos que haya barcos de Veracruz a San José, cosa que aún ignoro. Porque el avión sube tan alto que yo no puedo con eso. (El corazón ha quedado mucho más flaco que antes).

Creo ir a Puerto Rico. Me dices si aquello te interesa como des-canso. Me lo dices. Estamos en Fortín de las Flores, estado de Veracruz, por unos días. Después de eso y según como siga, el avión para las Antillas. La dirección provisoria allí es “Universi-dad, Río Piedras; Puerto Rico”.

Reza por Yin, buena mía. A ver si él se alegra, te va y me enco-mienda a ti, pues eres tanto más fuerte que yo. Y Dios te lo pague.

Te repito mi encargo: compra para ti y para mi los libros nuevos que te gusten. Y me dices lo que costaron, como una niña buena y por ello, obediente. Hazlo.

Cuéntame cómo anda allí tu vida, si fácil o dura. Yo quiero sa-berlo.

El abrazo tierno de tu Gabriela y finos recuerdos de Coni. Ga-briela.

19 de diciembre ¡Feliz Navidad, querida!

Cara Claudia Lars

Me he quedado inquieta de saber, por Palmita, que han llegado a su casa 2 o 3 cartas tuyas. Yo no recibí sino la que acompañaba tu maravilloso recado para mí. Y te escribí sobre él. Las cartas a que alude Palma me las reexpidió hacia Fortín y Mocambo (Ve-racruz); pero no han llegado a mí.

El mar me está rehaciendo. Mi colapso de Yucatán no fue cosa muy grave. Espero quedar aquí 1 mes más. Tal vez sigo a Gua-temala, si me siento ya fuerte. No olvido que en tal caso pediré a Arévalo algo para ti. Yo quedaré en alguna aldea a 100 metros de altura, tú irías a verme ahí y darías conferencias o lecturas en la capital. Háblame de esto.

Te piensa, y quiere, y admira

Gabriela

21 de enero

¡Feliz año, querida!

P. S. Hacer llegar este chequecito a D. Joaquín. Es la suscripción del “Repertorio” por el año antepasado (1947). Pero dile que sólo me mande los números que yo deba leer. Porque la vista me da aún para muy poco.

Don Joaquín García Monge, a quien alude, fue fundador y di-rector de la Revista Repertorio Americano, una de las publi-caciones más importantes para la cultura latinoamericana. A su muerte la mantiene la Universidad de Heredia, Costa Rica (Joaquín nació en 1881 y murió en 1981. En Repertorio Ame-ricano se publicaron los primeros poemas de Claudia Lars con una presentación de Salomón de la Selva: “Una mágica poetisa de nuestra Patria Grande”, Vol II, San José, Costa Rica, lunes 30 de mayo de 1921. La carta de Salomón de la Selva a García Monge fue enviada desde Nueva York. 28 de abril de 1921. Es más que una presentación: Salomón consagra a Claudia desde sus primeros versos.

CARTA 6 (febrero o marzo de 1950)

Desde el hotel Mocambo, Veracruz, México, envía a Claudia Lars una larga carta de cinco hojitas en papel sencillo, delgado, como tomadas de una libreta de apuntes. Esta fue guardada sin duda por la importancia de los sucesos y personajes a los que alude, así como el bello comentario de Gabriela a la poesía de Claudia, que ya para entonces había escrito “Canción redonda”, 1937; “La casa de vidrio”, 1942; “Romances de norte y sur”, 1946; “Sonetos”, 1946; y “Ciudad bajo mi voz”, 1946.

Dice la carta:

Tan cara, tan pensada Claudia Lars:

Una sola noticia sobre ti, desde hace 15 meses, desde que llegué a México. Esta decía que estabas en Guatemala. Creí que de allá te pasarías a México. No has venido.

Y no te escribí yo diciéndote algo concreto, porque cuando lo supe ya estaba vencida mi estadía aquí. (Las comisiones se dan por 1 año; yo llevo 1 año tres meses).

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Estoy nombrada para dar conferencias por toda Italia y quedar en el punto climatérico que yo escoja. Esto quiere decir que debo quedarme allá en definitiva.

No odedecí, porque era una grosería cuando acababan de darme una tierra aquí, 60 hectáreas, nada menos. Pero ya no vivo de P.N: (¿Premio Nobel?): yo vivo de mi sueldo de cónsul, dear, y tengo que obedecer.

Ayer y hoy he sentido mi corazón muy fatigado, rendido. No sé si sea el calor de Veracruz. Yo creo que es harto difícil que yo tenga fuerzas para la navegación de regreso a México ni a Chile. Es la 1ª vez que a lo largo de 8 horas mi corazón no vale nada. Ni mi cuerpo. He ido al hotel en auto, de ida y vuelta. Son 4 calles.

Poca esperanza tengo, pues, de volver a verte. A menos que ese hombre fuerte, corajudo y bueno que es el presidente de Gua-temala (Juan José Arévalo) te diese una Comisión para Italia. Cuando yo esté ya posada en algún lugar, voy a ensayar diversos puntos. Pero esta fatiga cardíaca. Yo saldría de aquí en 20 ó 35 días más. Mis señas serán, por mientras, el Consulado de Chile en Génova, Italia.

Yo te habré parecido una ingrata, tal vez nadie ha dicho de mí co-sas bellas como tú, ni tan bellas tampoco. Y tengo, aparte de eso, una admiración muy subida de tu nueva poesía. Sigue, sigue; no te dejes jamás al derrotismo de nuestra raza. Y lee a tus ingleses sin descanso. Hay en ti, a causa de tus dos sangres, unas virtudes y una profundidad de la entraña espiritual que no tenemos nin-guna de las mujeres-poetas del Continente, sábelo tú y siéntete obligada a escribir más y a vivir mucho.

Para eso, cuídate. De cuerpo y de alma. Líbrate de los estados de-presivos, no te abandones, querida; ama tu oficio y siéntelo divino.

Ignoro cómo vas viviendo allí. Dile al Sr. Arévalo que haga por ti, antes de irse, lo que iba a hacer por mí. Dile que tú eres una Ga-briela joven, y a la que hay que ahorrar miseria y luchas. Porque esto quiebra y daña a una mujer. Yo lo sé por mí.

Si yo no caigo en Brasil y no me matan lo único que quedaba de los míos, yo no estaría en este punto de flaqueza y acabamiento físico. Que él halle para ti algo estable, Claudia. Él que te mande a Europa. Tú podrías llevarme información suficiente de Guate-mala y daríamos en Italia unas conferencias –juntas- sobre esa patria y Centro América además.

Mucho me han cuidado aquí; pero tal vez el calor de Veracruz me haya dañado. Yo te mando un abrazo tierno, mi pena de no volver a verte y mi deseo el más vivo que nos reencontremos en este mundo.

Gabriela Mistral

Hotel Mocambo, Veracruz, México.

CARTA 7 (1950)

Caros Carlos Samayoa y Claudia Lars.

Por fin se sabe de ustedes. Yo estaba un poco adolorida de que me olvidasen tanto! Carlos ha escrito el mejor libro sobre “los fe-nómenos criollos” y políticos que me conozco, lado a lado con el de Asturias. Qué prosa tan limpia y culta, y fresca. Yo me conocí al fenómeno Ubico. Usted ha sido para él veraz sin crueldad. Ojalá no abandones el género biográfico: es noble y necesario para formar a los muchachos. Claudia querida: no viniste. Y yo me voy a Italia. Y tengo la certidumbre de que no volveré por estas tierras. Te estoy dando, pues, una cita para la otra vida, la verdadera.

Me han nombrado cónsul en Nápoles.

No se me borra la impresión magnífica del poema tuyo sobre tu padre navegador. Cópialo y mándamelo cuando te dé mis señas. (Se refiere al poema “Instante y elegía de un marino”). Y que la fe-licidad conyugal no te aleje e la poesía. Es pecado mortal asfixiar el don y despedir la gracia… Escribe más, querida Claudia mía.

Sean felices y no se olviden de mí.

Un abrazo para los dos.

Vuestra Gabriela Mistral.

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GabrielaMistral y millonario

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Hace años escuché, soñé o leí que Gabriela Mistral, la chilena pre-mio Nobel, visitó El Salvador.

Confirmar eso me convendría mucho para el artículo que estoy trabajando. Uno que prefiero no revelar aún, porque no está afi-nado….

Gasté toda la mañana preguntándole a medio país si era cierto lo de la visita de Mistral. Consulté con mi septuagenaria abuela que, al igual que la chilena, fue maestra, y me respondió: “Sólo Dios sa-brá” . Leí cuatro biografías, platiqué con dos ancianas transeúntes, dos jóvenes que me repreguntaron si ella vivía aún, y de Internet obtuve lo mismo: nulas respues-tas. Empecé a sentirme iluso.

Entonces recordé, joven de memoria corta- que en la redacción trabaja un periodista de más de 80 años. Don Alfonso Salazar es una enciclopedia británica viviente, con los tomos aún completos y legibles. Cuan-do le pregunté por Gabriela Mistral me aclaró, primero, que él es menor: “Cuan-do ella vino aquí, yo apenas era un niño”, dijo mientras se quitaba los lentes, como para recordar mejor las cosas. 10 minutos después supe, gracias a él, que Gabriela Mistral estuvo aquí en octubre de 1931. Con esa información corrí a la hemero-teca. A consultar periódicos de la época cuaternaria: Mistral arribó al puerto de

La Libertad el viernes 18 de septiembre, en un vapor que venía de Panamá. Desde La Libertad tardó tres horas en ascender hasta el Hotel Nuevo Mundo, en San Sal-vador. Fue recibida con champaña y capi-talinos ávidos de aliento cultural.

Según la vetusta nota de periódico, la poe-tisa sorprendió a los salvadoreños. Mu-chos la imaginaban con rasgos indígenas. Como india araucana. Pero ¡no! Resultó sonriente, blanca, rozagante, casi rubia, de ojos casi verdes y casi amarillos. Lo que no añadieron es que tenía 44 años. Tampoco intuían, quizás, que ganaría el Nobel después, en 1945.

Sin embargo, la sorprendida fue Mistral: “En El Salvador se ha hecho en un mínimun de territorio un máximun de trabajo”, dijo.

La pensadora y diplomática chilena estu-vo 20 días en el país, tiempo en el que lo-gró salpicar de notas el periódico. Inaugu-ró una escuela y la “roto-prensa” de este periódico. Declamó poemas. Fue homena-jeada a saciedad. Visitó San Miguel, Santa Ana y Ahuachapán. La hicieron subir el cerro de Las Pavas… para que se inspira-se… luego la llevaron a Mejicanos… para explicarle que fue allí donde terminó, con belicosidad, el sueño expansionista mexi-cano, y que se inspirara de nuevo.

Carlos Chávez

Pero Gabriela fue opacada no por un temporal que afectaba a casi todo el país, sino por un avión de Pan-am que hizo escala en San Salvador. De él se “asomó” el magnate esta-dounidense Cornelius Vanderbilt. Algo así como el hijo del Bill Gates de antes, pagó, en 1936, parte de la millonaria película “Lo que el viento se llevó”. Mientras saludaban a la multitud, Cornelius y su “hermosí-sima esposa” fueron sensación. No cuesta imaginar que fue así.

Una breve nota, más debajo de Van-derbilt, explica que el 8 de octubre Mistral tomó un tren hacia Guatema-la, “y se nos va casi con la certeza de que no regresará”.

Sí, Gabriela Mistral estuvo en el país. Y no, no regresó más.

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De frutos sagrados y protestas de la tierra, exposición retrospectiva de Negra Álvarez (Margarita Ál-

varez), conocida artista de El Salvador, recogió cuarenta y cinco años de trabajo artístico representado en ochenta y nueve obras, entre pinturas, esculturas, fotogra-fías e instalaciones. Este grandioso con-junto, presentado en el Museo de Arte de El Salvador a fines del pasado año 2012, significó el reconocimiento a la constancia creadora de una artista que ha dedicado su vida al arte, a su país, a su familia y a sus amigos. Cuando conocí a la Negra, a principio de los años noventa, estaba de-dicada a una expresión de fuerte temática político-social, no por acercarse a un rea-lismo social, ni tampoco a lo panfletario que puede ser un discurso visual ligado a ese tema. En esos años trabajaba escul-turas, unas tallas en madera que “repre-sentaban” la tragedia de un país sufriendo la tragedia de una guerra (El caminante, 1988, de la serie Los Mutilados). En un texto que escribí en 1990, hablé de esto,

puntualizando que “este lenguaje en el trabajo de la Negra Álvarez está ligado, de una u otra manera, a una posición existen-cial autobiográfica, tanto individual como colectiva”.

Las diferentes etapas por las que ha tran-sitado esta artista centroamericana, y de la mano de la magnífica curaduría de Jor-ge Palomo, fueron expuestas y analizadas en los textos de Palomo con profundidad. De ellos pueden inferirse varias conclu-siones partiendo de los importantes da-tos biográficos que tienen relación con el medio y contexto en los que ha produci-do una obra ligada a la vida del hombre y naturaleza salvadoreña. Pero, no por esto podría considerársele una artista local, o localista. Todo lo contrario, ella muestra, y demuestra, la capacidad de expresarse en un lenguaje universal a partir de elemen-tos e imágenes que su tierra le ofrece: se-res humanos, frutos, paisajes, situaciones sociales. Un recorrido por los diferentes períodos artísticos transitados por Negra Álvarez, muestra la preocupación de una artista de fuerte carácter iconoclasta que a lo largo de una carrera, conducida sin prisa pero sin pausa, ha logrado armar un “cuerpo de arte” que la ubica con propie-

Negra Álvarez, obra en retrospectiva

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Ens

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Ensayos

(Comentario a la retrospectiva de Negra Álvarez en noviembre de 2013)

bélGiCa rodríGuez

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dad en la escena del arte contemporáneo, centroamericano y latinoamericano, aun-que no sea, todavía, lo suficientemente co-nocida. Ahora bien, el carácter iconoclasta que la caracteriza la ha inducido a utilizar diversos medios de expresión y modalida-des formales. La tela, el papel, metal, ma-dera, mármol, le han servido como soporte a sus diferentes investigaciones visuales reflejadas, práctica y teóricamente, en pin-tura-pintura, escultura, dibujo y otros. Al lado de esto, es importante mencionar sus experimentaciones e investigaciones con objetos encontrados, con materiales re-ciclados, con la chatarra, tanto obtenidos directamente de la naturaleza, del entorno que la rodea, e incluso tomados de la vida doméstica. Es extraordinario el uso que hace de fragmentos de árboles, de láminas de metal, de puertas. Con todo este arsenal de conocimiento y conciencia de las ideas y conceptos, así como de los materiales que maneja, la artista ha podido crear y realizar una obra que le pertenece.

De acuerdo a lo expuesto en el párrafo an-terior, se mira y aprecia la totalidad de la obra de Negra Álvarez, desde sus inicios

hasta hoy, como el resultado de una mente reflexiva sobre lo artístico y lo humano, de una artista con sensibilidad social que se nutre del mundo exterior, pero fundamen-talmente de sus preocupaciones hacia el Ser y la naturaleza, de su espíritu y pro-funda sensibilidad social. En consecuen-cia, la suya es una obra cuya temática plantea problemas fenomenológicos, que, a la vez, acusa un fuerte carácter ontológi-co, puesto que se relaciona con el Ser en su realidad “real” y su acontecer históri-co, sin dejar de lado, por supuesto, el sus-trato más importante en toda obra de arte que corresponde a la práctica artística y sus códigos formales.

Para Negra Álvarez la práctica artística, junto a una autocrítica seria, ha sido com-pleja. No solo por el abordaje de diversos materiales, sino también por las también diversas maneras de considerar los temas que la han preocupado, no solo como ar-tista sino también como ser humano. De acuerdo a este análisis, podría afirmarse que existen dos grandes corrientes temá-ticas, figurativas siempre, enfocadas de acuerdo a atmósferas de silencios, pre-

guntas y respuestas: una simbólica que corresponde a conceptos (lo racional) y vivencias (lo emocional); y otra, la icóni-ca, anclada en una icnografía representa-da en imágenes de la violencia, explícitas y también subliminales, casi poéticas, re-presentativas del daño que al hombre hace una violencia universalmente repudiada.

De acuerdo a lo estrictamente plástico- formal, Negra Álvarez es una artista de gran fuerza cromática, aún en aquellas obras centradas en el tema de la violencia donde utiliza gamas apaisadas de colores de baja temperatura. Por otro lado, siendo figurativa, la estructura compositiva, en todas sus expresiones, es abstracta. En-tonces, aunque paradójico, abstracción y figuración se relacionan armónicamente. La figura lidera siempre, haciéndose más visiblemente fuerte de acuerdo al tema y el soporte que la contiene. Por ejemplo, el marco de una ventana, de una puerta, le sirve de anclaje formal a la figura, humana o natural (Niños en terremoto, 1986). Los fragmentos de árboles son soportes de un dibujo o de una pintura (Bodegón y pai-saje, 1993), o se convierten en esculturas

en sí mismos, el trozo de madera que acu-na una manzana (Frutos, ca. 1992). Y de aquí puede pasar a una forma geométrica constante en su obra: el círculo, encerra-do, protegido, expuesto en columnas cuya verticalidad está resuelta en complejidad totémica (Fruto sagrado I, 1993), y otras veces en horizontalidad paisajística (Ca-nasta básica, 2005).

Cuarenta y cinco años de trabajo, com-prueban que la coherencia de la propuesta artística de Negra Álvarez, se ha manteni-do constante en sus planteamientos con-ceptuales, en sus preocupaciones temáti-cas, expuesto todo en una obra realizada con honestidad, en un trabajo de arte re-sultado de profundas necesidades creado-ras y preocupaciones humanas.

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Cró

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CRÓNICAS

Telarañas

Entré a la Gaticueva y me espanté al ver que la última entrada fue el último sábado de septiembre, creo.

Generalmente escribía los sábados por la tarde, el único remanso de cuatro horas en mi atolondrado y apretado cotidiano, donde me desconectaba de todo y simplemente me soltaba frente a la pantalla. Pero lue-go entré en la vorágine del último trimes-tre del año, ese momento caótico donde se acumulan los trabajos (por gracia y fortuna) y de repente te encuentras escribiendo por encargo una docena de cuentos y un par de piezas... escribir por encargo, montar por encargo son cosas que antes me cabreaban mucho, pero que hoy hago con gusto y mu-cho estrés, primero porque significa que al-guien cree que eres lo suficientemente bue-no como para encargarte algo y atreverse a pagar por ello y luego porque te ayuda a se-guir puliendo el oficio así sea bajo presión.

Y no es que deje de escribir, todos los días a las cinco de la mañana me levanto a escribir una página en mi diario, me-ditar, hacer yoga, salir a caminar con el Niche y preparar el desayuno, esas cosas que uno increíblemente hace aunque el cerebro comience a funcionar después de las diez de la mañana y el segundo café del día, solo para no terminar perdiendo

la razón por el oficio de burócrata y tener mucho contacto con la realidad. Todas las noches escribo o corrijo religiosamen-te por una hora, corregir, esa especie de deporte nacional en mi planeta, que a ve-ces se convierte en TOC. Lo dicho, no es que haya dejado de escribir, pero con La Gaticueva creo que estaba esperando el momento adecuado, ese ritual de sábado en que me daba cita con la pantalla, me sentaba decentemente a la mesa, con luz de día y taza de café al lado, en fin, ese momento de sentirse como escritor más o menos formalito y en personaje, ya saben, como los de los libros, qué les digo, una también tiene sus momentos de ilusión... y en buscar el momento adecuado se pasó un mes, hasta que en una actividad litera-ria en que estuve en esta semana, alguien se me acercó a saludar: ¡Harry! ¿qué tal? Siempre leo 365 los sábados... y sin saber porqué me acordé de Papá Buck.

En algún lugar leí algo de Papá Buck, en el tiempo de la Cofradía de Bukows-ky, cuando nos compartíamos las santas escrituras con Héctor, en algún lugar leí algo sobre esperar el tiempo perfecto para escribir, decía algo como que el tiempo perfecto para escribir no existía, si tenías que escribir escribías, aunque te hubieran

(Seudónimo de Jenniffer Valiente. Este texto ha sido retomado de su blog La Gaticueva)

harry Castel

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elisa huezo Paredes

Desde el cercano ayer del corazón te guardo, Claudia.

Con tu rostro de flor amanecida,

tus transparentes ojos asombrados

de poeta o de niño que es lo mismo

y tu níveo perfil de imagen tibia.

Con tu largo cabello recogido

en suaves ondas de avellana obscura.

Desde el cercano ayer del corazón te guardo, Claudia.

Con tu frágil figura que despertaba

alegre con los pájaros

en tu casa de luz y cielo abiertos

para el viento y el sol que se colaban

por las claras cortinas volanderas.

Y yo entraba en tu busca y gritaba

tu cromático nombre cristalino

y tú me respondías a veces desde el antiguo patio

otras, desde tu mesa de trabajo; pero entonces

tu rostro era solemne,

mas al instante se tornaba dulce tu sonrisa fugaz

y nuevamente, ya conmigo, sentada frente a ti, leías

las frescas líneas de tu letra clara.

Me miraban tus ojos fijamente y tu voz grave y rítmica

Emergía en la estancia.

Yo iba en pos de ti como se va detrás de la esperanza,

llevaba el alma desasosegada,

una flor sin abrir y un libro abierto…

Y escuchando miraba tu silueta,

tu piel traslúcida tus ojos grandes

que iban desde tus páginas a mis ojos suspensos;

“Moreno el dormido…”

de aquel tierno poema en gestación.

Y olvidaba el motivo de mi busca,

porque yo iba a verte y a contarte,

a mostrarte mi angustia y mi congoja

a decirte mi duda y mi pregunta,

Mensaje a Claudia corazón

(Lars)

del

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cortado la luz, aunque no hubieras comido nada en todo el día, aunque no estuvieras seguro de si lo que ibas a escribir era bue-no o simplemente te estabas engañando pensando que lo de escribir era tu oficio, simplemente te sentabas delante de la má-quina de escribir y escribías, porque no podías no hacerlo. Si, de esas asociacio-nes mentales en mi planeta, que no sabes por qué autopista vino, pero que me hizo abrir de nuevo La Gaticueva, por el mal-sano gusto de compartir banalidades con los cibernautas desprevenidos.

Y al levantarme hoy a las cinco de la ma-ñana, en lugar de escribir mi diario, me-ditar, hacer yoga y salir a caminar con el Niche, agarré un trapo y me puse a sacarle las telarañas a la Gaticueva, a ver si queda medio decente y quien sabe, tal vez este sea el inicio de un nuevo ritual de sábado, que de momento dejo hasta acá porque el Niche me ve con cara de: ¿Y al fin vamos a salir o qué? Y es que este perro, como yo, es un animal de rituales, por eso me simpatiza.

POEMAS

Page 16: Revista ARS 7

pero la voz se me quedaba presa

y se hacía un ovillo

que se iba enlazando en tu poema,

persiguiendo la ruta de tu acento

lento, ondulante, casi cadencioso:

“Las torres de la nieve

tienen altas palomas congeladas.

La niña toca aquel invierno inmóvil

con los guantes de lana”.

Mis palabras de sombra

ya no tenían su porqué primero;

se habían diluido por seguirte en la luz,

el hombre, el ángel, la manzana, la flor: la poesía.

Y la mañana se escapaba veloz por las cortinas

Con su azul y su blanco y su verdura

Y al despedirse en oro nuestra tarde

Yo tomaba el camino entre los árboles,

El gritar de los pájaros y el viento.

En la puerta rural de tu vivienda

a lo lejos veía tu figura que me decía adiós.

Y eso era todo porque yo me llevaba una alegría

también con tu palabra, con tu sereno rostro

y tus espesos párpados morenos

que se alzaban…bajaban

con el cálido azul de tu lectura.

* * *

Así se repitieron muchos días

en el lejano ayer en que te guardo, Claudia

sin sospecharlo yo, tú mucho menos

que el hondo cauce era un camino abierto

en mi guardada palabra recogida hacia adentro

para hacerla surgir en este ahora

a la vuelta del tiempo en que te miro

con la misma sorpresa en tus pupilas,

tu bullicioso hablar, tu risa a veces

de niña maliciosa, tus rencores que duran

lo que el humo en el viento

y tu noble explicar de los errores.

Pero aquí estás, estamos como siempre

con las manos unidas

y los ojos de frente,

con el lenguaje limpio

que me ha hecho decir esta mañana:

Desde el cercano ayer del corazón te guardo, Claudia

(Poema publicado en el libro VOCES SIN TIEMPO, DPI, 1978).

Albertina I

He mutilado mis deseos.

Enfrento al espejo

con el corazón plagado de dolores.

Sonrisa de tiempo se asila en mi piel.

II

Desnudos

con los pies heridos

avanzamos siguiendo el ombligo de nuestras madres

Bajamos al infierno en busca del eterno fuego

saliva sagrada, que en jícara nues- tra sangre

perpetua.

III

Albertina.

Origen de todos los umbrales

tus manos son la cuenta del eterno camino:

peña base del siglo,

hoja que hiere al viento,

agua que sana al verbo,

animal que pare en silencio

sos.

Alforza encumbrada en el Sumpul,

tu cansado mirar guarda

la florida feria de tu primer amor,

tus piernas moldeadas de soles y lluvias

asistieron muchas batallas,

arco en la oscuridad que resiste a la muerte

guerrera insaciable de nocturnas fruiciones.

IV

Cicatriz andante somos,

lágrima

universo marino atrapado en la pupila,

recuerdo primitivo

de formas primeras,

sangre de la nana más vieja

que fertiliza nuestra tierra.

rubia soledad

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PoeMas deKatheryn rivera Mundo

Tallaré mi tristeza en una sábana,

serán paredes los silencios,

las horas se disfrazarán de moho,

allí olvidaré los besos maquillados.

Temblará la sangre

sobre hojas de cemento.

Bordaré de fuego el nácar que me espera,

allí guardaré los ojos

y los labios alimentados de tortura.

No sé si volveré a ser niña

o el perro que devora la náusea de una burla.

Ustedes se amaron sin prisa

en compañía de inviernos que fueron hoguera.

Sin saber que eran a la medida exacta

se vistieron el uno con la piel del otro.

Llevaron el pétalo de su amor como escudo.

Enterraron horas de lágrimas y llagas.

Bajo el palpitar de la luna,

jamás el murmullo de su espalda don la otra.

en sus calles no hay caídas en la tentación del brazo ajeno,

descansan solo en sus miradas.

Saben que uno es el resultado de uno más uno

y no se dividen siquiera,

en la enfermedad que es hormiguero del otro.

Veo el horizonte

de sus caricias sin ausencias

en compañía de dos gaviotas

tatuadas con su misma sangre.

Nací con ustedes

donde los dos nacieron,

y crecí en el agua de sus días,

donde fui la raíz de su primer beso.

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mas

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jugaban

y la tarde caía como pétalos sobre las casas de adobe

6 disparos

6 disparos

el juego de los ángeles es cubierto por la sangre

micheeelleee

un disparo en su risa de abundante agua

y flores amarillas

fernando

el pequeño fernando

tan pequeño

el recién llegado al barrio

es herido en la cabeza

los límites del territorio:

la muerte

PoeMas deMiroslava rosales(Los siguientes poemas fueron previamente publicados en la revista mexicana CUADRIVIO)*

barrio el ángel

un padre rebana la vida de sus 2 hijos

con la noche de aliada

y luego se mata

estos niños

ya no serán columpios

en un parque con grama bien cuidada por el sol y la lluvia

ni la risa colmada de azúcar y avena

lourdesni trompetas en búsqueda del alba

y de los cometas

ni caballitos de mar

en lourdes

2 niños tan pequeños como una medalla son ahorcados

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mas

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mas

* http://cuadrivio.net/literatura/poesia/variaciones-de-la-ciudad/

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PoeMas desilvia elena reGalado

TejidoVolvamos los humanos y humanas

Solos hacia la hondura del silencio

el agua nunca tuvo sed y fluyó libre

como laboriosas arañas

tejamos nuestra casa

en ese secreto antiguo

del sustento y la espera

del movimiento que fluye al detenerse

Busquemos en lo mínimo las claves

la verdad es plural y multiversa

Bajo el sol y la lluvia nuestra casa

tejida contra la tempestad

de los desgarramientos

tejida para la luz en sus rincones,

tejida en la felicidad del hilo que se anuda a otros hilos

Volvamos las humanas y humanos

habitemos el templo

que nacerá de las ruinas

no busquemos en horizonte ajeno

Nada nos hace falta

Todo fue suficiente desde siempre.

PutasMonas putas

porque fuimos las niñas más rebeldes

Bichas putas

porque fuimos mar y cuerpo en estallido

Mujeres putas

porque no nos derrumbaron con la ofensa ni la injusticia

Viejas putas

por nuestra sabia voz de brujas

Esa fue la condena.

Nosotras, las ingobernables,

la resolvimos a nuestro favor…

PoeMas deMaría Cristina orantes

Entrañablesextraños

Desconocidos ellos y cercanos,

entrañables extraños,

encendidos en nuestra misma llama,

capaces de arañar por nuestra causa,

nos extienden los fraternales puentes de sus brazos,

nos ofrecen el néctar de sus áureas corolas,

nos abren el recinto de luz en el que habitan,

nos estrechan en sus vastas alas

y allí bajo su abrazo nos muestran su verdadero rostro:

Satanaces.

Desechable Desechable.

Tu estampa, tu palabra, tu mirada, tus manos.

Al igual que los platos y los vasos de los días de picnic,

como las servilletas de papel.

¿Vida útil? Lo que dure tu temple.

¿Amigos? un buen número

en tanto permanezca la etiqueta adherida a la sonrisa plástica.

Desechable.

Tu nombre, el tiempo que ofrendaste, tus milagros,

como las cucharitas, los cepillos de dientes,

las máquinas clonadas, las medias, los pañales

y los preservativos.

¿Tiempo de vida? Lo que dura una mueca,

ese voluble gesto inexplicable

que cambia a la vuelta de la esquina.

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Page 20: Revista ARS 7

un PoeMa visual deefraín rivera Caravantes*

I

El espacio.

II

Punto. Punto. Punto… línea.

La línea recta comienza a no ser estable ni constante:

segmentos altos y bajos, zigzagueantes,

y luego vueltas,

enredos,

círculos,

espirales.

Solo estoy siguiendo la línea del mundo.

III

Líneas que van juntas y nunca se tocan,

líneas que se cortan y se vuelven rojas,

líneas que se yuxtaponen, se frotan, se abrazan,

y hacen tramas.

Solo estoy haciendo tramas:

sombras cada vez más oscuras

y reservas de espacios en blanco

para la luz futura.

IV

Solo estoy trazando algunas líneas

con mis manos.

Solo estoy borrando algunas líneas

de mis manos.

V

Estoy, entonces,

y dibujo lo que amo

como en un sueño.

VI

Solo estoy dibujando un mapa

con aguas y puentes y un tesoro enterrado,

señalado con una X.

La X puede estar en una esquina del mundo,

a la orilla de un continente,

en una isla

o en medio de mi pecho.

VII

Solo estoy dibujando mi corazón extraño,

deforme y precioso.

Solo estoy dibujando algunas letras,

algunas palabras, algunos nombres y algunos rostros,

como dios en sus primeros días.

Solo estoy naciendo de nuevo por siempre. 21 de diciembre de 2013* https://www.youtube.com/watch?v=UR_uNIB7M7s

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Poe

mas

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Page 21: Revista ARS 7

Una mañana silenciosa, un mucha-cho con lágrima en los ojos salió de un cementerio, se dirigió a la

parada de buses y esperó. En su mano arrugaba un pedazo viejo de papel. Levan-tó la mirada y vio a su compañero acercar-se, éste le saludó, le dio una palmada en la espalda y le hicieron parada a un auto-bús. Subieron. Su compañero se sentó al fondo y él se quedó detrás del conductor. El muchacho se miró al espejo, limpió su cara y desarrugó el papel, lo vio, suspiró y lo volvió a arrugar, giró su cabeza ha-cia donde se encontraba su compañero y de pronto sus ojos se encontraron con los de una pequeña sentada al lado opuesto a

abiGaíl lóPez

Vidascruzadas

él. Regresó la mirada al frente y una gota se asomó a su ojo. Agachó la cabeza, vol-vió a ver a su compañero y se dirigieron a una señora robusta justo detrás de donde estaba sentada la pequeña, y le quitaron sus collares y anillos. Los muchachos se bajaron corriendo y se confundieron en-tre la gente. La pequeña del autobús se levantó del asiento con su mamá y se diri-gieron hacia la salida. En la grada estaba un papel arrugado. La pequeña lo recogió y leyó: “Niña de 11 años muere por bala perdida en brazos de su hermano”. Cu-riosamente el hermano de esa niña era el muchacho que se llevó las joyas y la niña de la foto se parecía a ella.

KrisMa ManCía

-Hasta aquí llegas, vato.

Él me apuntaba con su arma y yo en el sue-lo de una casa que ya no era mía. Detrás de él, otros tres hombres se reían. Lucían de igual modo: cabezas rapadas, jeans flo-jos, camisetas de algún equipo deportivo, y tenis blancos de los Nike. La moda de los delincuentes, me dije, cuando ella y yo habíamos abierto la puerta dispuestos a huir de la fiesta. Ella estaba aburrida mucho antes de que la abuela apagara las velitas de sus noventa años cumplidos, cercanos a una muerte provocada por el esfuerzo de soplar las velitas sin la ayuda de su tanque de oxígeno.

El tiempo se había detenido y retrocedido. Sonaba la canción “Hit the road Jack”, de Ray Charles en el viejo tocadiscos de mi hermana. Una joya que se había comprado en una tienda de antigüedades y que para sorpresa funcionaba de maravilla y tenía los discos intactos. Mi hermana se diver-tía cambiando los discos con una destreza natural, como si ella hubiera crecido en la misma época de faldas cortas y felices que

mi madre usaba, cuando era apenas una adolescente subida a unos zapatos de pla-taforma, y desde donde esperaba conocer a mi padre con esos ojos marrones ocultos detrás de sus lentes oscuros de Ray Ban. Mi viejo, detenido en una fotografía del álbum familiar y que la abuela le mostra-ba a mi novia que ya estaba ahogada de tantas atenciones. De pronto, llegó el café y el pastel para romper la dieta que ella había mantenido, cubiertos desechables que odiaba porque era profanar su creen-cia ambientalista, el sobrino que llegó co-rriendo y girando con su vaso de jugo y que lo derramó sobre la falda blanca que adoraba, que se había sido tejido en la In-dia y que siempre se ponía para ir a even-tos importantes. Me miró con la expresión de que ya estaba harta, pero en mi mente lo traduje como un quiero estar a solas contigo en el hotel. Mi hermana mayor se afanaba en limpiar y extender con un trapo la mancha de su falda y diciéndole cosas que no entendía. Mi cuñado, ebrio ya de cerveza, me decía en tono de broma, que tal vez esa princesa de ébano necesi-taba su ayuda para quítarle la falda, que qué lástima que no es una fiesta de bikini. Él desnudaba a mi novia con una mirada de pérfido y mi hermana se sonrojaba in-tentando ocultar su vergüenza ajena con una sonrisa fingida y forzada.

El sol bajó hasta el ocaso. Hora de des-pedirnos. La tía besó a mi novia y le dijo que regresara pronto. Novia sosa, dijo, detrás de mi espalda, la prima que siem-pre había soñado con casarse conmigo, y que tartamudeaba cada vez que decía mi nombre, y que suspiraba cuando termina-ba de pronunciarlo. Prima tonta, dije por debajo. El incesto no estaba en la lista de mis preferencias. El gen de mi abuelo no me había tocado. Viejo loco, dije para mis adentros cuando pasé frente a su retrato de boda, ¿cómo pudiste casarte con tu pri-

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Cuentos

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ma? En tus tiempo habían tantas mujeres, ¡y mira qué mujeres! Y tú tan francés, con tus hábitos de la segunda guerra mundial en la que nunca participaste. Más nazi que cualquier otro dolor del mundo. Más católico y presionado por la familia para procrear la especie. Una especie pura de sangre y venas. La única ideal era la pri-ma, ¿verdad? Y yo hablaba con tu retrato, mientras mi novia era cuestionada por su piel oscura. Tan oscura como una noche sin luna, dijo mi madre. Ella no compren-dió. El español nunca lo entendía, menos en metáforas. Ella se limitaba a sonreír. Sabía cinco idiomas, pero nunca imaginó que se enamoraría de alguien que tuviera una familia que hablara español. Nadie la preparó para eso. Solo podía mostrar sus dientes blancos, mientras mi madre decía que no podía dejar de verla. Era la prime-ra vez que miraba a una mujer negra. La tocaba para ver si era real.

Me pregunto si mi madre había tomado sus pastillas para sus alucinaciones auditivas. Esas voces eran mi pesadilla, aunque a ve-ces eran voces amables que la instruían en realizar cosas extrañas como ese pequeño jardín japonés en el patio trasero, o ese candelabro de botellas de vino, o ese pollo a la marinera que no estaba en el libro de recetas, o ese raro objeto que ella soplaba para hace burbujas, o esa poción de rosas,

sal y vinagre que hervía, dejaba una noche al aire libre y luego esparcía por la casa, o esa premonición de advertirme y rogarme que no me fuera. Nada que temer, mamá, mi novia estará mejor en el hotel.

¿Habrá previsto que abriríamos la puerta donde nos esperaban con las armas dis-puestas?

Y yo en el suelo sin nada que me defen-diera, sin entender qué sucedía y sin saber quién me disparaba. Me lamenté de amar a esa mujer de piel tan oscura como una noche sin luna que había nacido en Kenia, que había sido reconocida a los doce años por su padre, un exportador de café, y que consideró que por su inteligencia y belle-za fuera enviada y educada en un colegio británico. Cuando la vi entrar al metro de Nueva York, no paré de observarla hasta bajar con ella en Queens donde daba cla-ses de francés. Quererla tanto y tener la idea de traerla a mi país para que la cono-ciera mi familia y que, después de partir el pastel de la abuela que cumplía noventa años, anuncié que me casaría con ella.

Amor, los delincuentes tardarán mucho en vaciar la casa, en matar a todos, en violar las cerraduras y a las mujeres, en huir con el tocadiscos de mi hermana. Amor, no tardará en llegar la policía y ambulancia. Will you love me tomorrow?

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Libros

Virginia Woolf es una de las gran-des escritoras del siglo XX de habla inglesa. Su obra de ficción

humanista, imaginación y genio poético sigue siendo objeto de homenajes en la li-teratura actual. Su época dominada por la novela como género tiene en Orlando una propuesta contemporánea a nivel mun-dial. Su estética consiste en formas inédi-tas de composición musical, pictográfica, escenográfica, que rompen con el acade-misismo y los tabúes de la época.

La escritora es individualista —en con-traste con otros autores coetáneos que se comprometen con la realidad que los ro-dea—, Virginia Woolf es mucho más sub-jetiva, más audaz y acorde a su sensibili-dad, a su cosmovisión, a sus sentimientos. Educada con la música atonal, la pintura abstracta y ciertas escuelas literarias, las cuales influyen en crear una novela escri-ta siguiendo un formato de biografía que obviamente haciendo una burla de los convencionalismos de la biografía de la época: la referencia al tiempo y al trascur-so del mismo no es precisa; Woolf comen-ta en varias partes de la obra lo que debe hacer un buen biógrafo y lo que no, siem-

pre optando por lo que se supone es lo que debe ser el rol del buen biógrafo. En este punto se denotan las enseñanzas del padre de la escritora, Leslie Stephen, él mismo un destacado biógrafo dentro del conven-cionalismo victoriano, con las aportacio-nes de eminentes autores victorianos tales como Carlyle y Thomas Mccouley.

Sin embargo en la novela existe una cro-nología bien marcada (1588-1928). Si hablamos de la sensibilidad de Woolf, no significa que ella se convierta a la hora de escribir en una disciplinada trabajadora, meticulosa, perseverante y original.

Practica la crítica visual, y en su obra el universo de la pintura le sirve de punto de intriga, punto de peripecias, punto de estudios, y, sus personajes son como bos-quejos. Establece un sistemas de relacio-nes entre las unidades narrativas, que son los objetos, las escenas y los personajes, el pasaje de a simultaneidad óptica a la continuación narrativa. Además es remar-cable su interés político y especialmente su militancia en defensa de los derechos de la mujer, los cuales se ven reflejados en su obra.

OrlandoVirginia Woolf

Astrid María Bahamond

La libertad sexual dentro del grupo de Bloomsbury: experiencia única en los albores del siglo XX se ve plasmada en Orlando. El personaje no sólo cambia de sexo, sino que en diversos puntos del li-bro, se puede interpretar que mantiene re-laciones homosexuales. En última instan-cia, la autora transmite el mensaje de que el sexo y los roles de sexo que se deben asumir son completamente ridículos y ar-tificiales. Orlando no dejó de ser la misma persona al convertirse en mujer, pero tuvo que soportar todo el peso que significaba pertenecer al “sexo débil”.

Virginia Woolf se esfuerza por saciarse de la vida, al mismo tiempo que está para-lelamente relacionada a la muerte…siem-pre recurre al diálogo o a la descripción o

monólogo interior, que se efectúa muchas veces, sin explicación, sin transición.

La producción literaria de la escritora (el cuarto de Jacob, Mrs Dalloway, Viaje al faro, Las Olas, La marca sobre el muro, Kew Gardens, Una novela no escrita, Ob-jetos masivos, Una sociedad, Lunes o mar-tes, El vestido nuevo, Un colegio femenino visto desde el exterior, Azul y verde, Una dama ante el espejo…) no hubiera sido posible sin la cuádruple conjunción de una cultura sólida, literaria, de una vida intelectual, de una inmensa capacidad de trabajo, y sobre todo, evidentemente de un temperamento funcionalmente artístico.

HogartH Press, Traducción de Jorge Luis Borges, Londres, 1928

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Gabriela MistralSeudónimo de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga (Vicuña, 7 de abril de 1889 – Nueva York, 10 de enero de 1957). Fue una poeta, diplomática, feminista y pe-dagoga chilena. Autora de TALA, EL POE-MA DE CHILE y otras obras, fue la primera y hasta ahora la única mujer latinoamericana en recibir el Premio Nobel (1945).

Claudia larsSeudónimo de Margarita del Carmen Brannon Vega (Armenia, Sonsonate, 20 de diciembre de 1899- San Salvador, 22 de julio de 1974). Poeta y prosista salvadore-ña, dejó una obra rica y variada. Citamos entre sus libros TIERRA DE INFANCIA, DONDE LLEGAN LOS PASOS, SOBRE EL ÁNGEL Y EL HOMBE.

MATILDE ELENA LÓPEZNacida en San Salvador en 1919 y fallecida en la misma ciudad en 2010, Matilde Ele-na López fue poeta, ensayista y dramaturga. Fue miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua y Premio Nacional de Cultura. Entre sus obras citamos DANTE, POETA Y CIUDADANO DEL FUTURO (1965), ES-TUDIOS SOBRE POESÍA (1973) y el poe-marios LOS SOLLOZOS OSCUROS (1982).

CARLOS CHÁVEZSan Salvador, 1980. Se graduó en la Uni-versidad Centroamericana José Simeón Ca-ñas (UCA) en 2008 en el área de comuni-caciones. Durante más de siete años trabajó para La Prensa Gráfica, donde solía es-cribir crónicas y reportajes de largo aliento en su revista dominical, Séptimo Sentido. En 2010, recibió un reconocimiento de la UCA por su labor periodística en favor de los derechos humanos. En 2013, participó con el curso de periodismo Iberis, en Ma-drid, España. Y actualmente estudia un máster sobre “Investigación de la comuni-

cación como agente histórico-social,” en la Universidad de Valladolid, España. BÉLGICA RODRÍGUEZNacida en Venezuela, 1941, Bélgica Rodrí-guez es historiadora e investigadora de arte, curadora de exposiciones, docente univer-sitaria, conferencista, miembro de jurados, directora de instituciones museísticas y ge-rente cultural. Licenciada en Letras por la Universidad Central de Venezuela. Master of Art del Courtauld Institute of Art, Universi-dad de Londres. Posee un doctorado en His-toria del Arte por la Universidad La Sorbona, París, con mención de Honor. En la misma universidad es diplomada en museología y museografía. Fue directora del Museo de Arte de las Américas, Organización de los Estados Americanos (OEA). El artículo que ahora pu-blicamos había permanecido inédito.

HARRY CASTELSeudónimo de Jennifer Valiente. Ha ganado certámenes nacionales en poesía y narrati-va, además de los Juegos Florales de Chala-tenango en narrativa en 1996 y ser selección de la VII Bienal de Dramaturgia Femenina “La escritura de las diferencias” en 2014. Su poesía, narrativa y dramaturgia han sido publicadas en El Salvador, Costa Rica y Es-tados Unidos. Mantiene la columna de mi-crocuentos 365 en el Suplemento Tres Mil de Co Latino y el blog La Gaticueva.

ELISA HUEZO PAREDESNacida en Santa Tecla en 1913, Elisa Huezo Paredes fue poeta y pintora. Si bien publi-có solo un libro, VOCES SIN TIEMPO (San Salvador: Dirección General de Publicacio-nes e iImpresos, 1978) su obra ha sido reco-nocida por diversos estudiosos y antólogos.

RUBIA SOLEDAD Firma asimismo como soledad quetzalte-pec (en minúsculas). Rubia Soledad nació

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en Quezaltepeque, Departamento de La libertad, en 1991. Actualmente cursa el último ciclo de la Licenciatura en Histo-ria en la Universidad de El Salvador. Tra-baja como investigadora adjunta del pro-grama Cultura y Religión, dirigido por la Secretaría de Cultura de la Presidencia y la Universidad Evangélica de El Salvador.

KATHERYN RIVERA MUNDO Poeta salvadoreña nacida en 1989. Ha sido promotora cultural en la ciudad de Santa Tecla y San Salvador. Docente en educa-ción parvularia. Perteneció al primer taller literario y de teatro del Palacio Tecleño y al taller literario El Perro Muerto. Ha pu-blicado en diferentes periódicos y revistas nacionales e internacionales. Su primer poemario fue ganador del Primer Certamen Ipso Facto, por editorial Equizzero.

MIROSLAVA ROSALESNació en El Salvador en 1985. Forma par-te de la Dirección Nacional de Investiga-ciones en Cultura y Arte. Tiene a cargo la sección “El vértigo de Hispanoaméri-ca”, de la revista española Kiliedro. Per-teneció al extinto taller literario El Pe-rro Muerto. Su trabajo aparece en varias antologías, en cuenta THE THEATRE UNDER MY SKIN. CONTEMPORARY SALVADORAN POETRY (Teatro bajo mi piel. Poesía salvadoreña contemporánea) (El Salvador: Kalina Editorial, 2014) y RESISTENCIA EN LA TIERRA (Chile: Ocean Sur, 2014).

SILVIA ELENA REGALADO(San Salvador, 31 de agosto de 1961). Poe-ta y directora de Casa del Escritor, Museo Salarrué, Secretaría de Cultura de la Presi-dencia. Su poesía ha sido publicada en va-rias antologías, incluidas OCHI DI ROSSA INFURIATA (Italia, edición bilingüe), en la antología en francés Poesía Salvadoreña de María Poumier (2002) y en la antología cen-

troamericana STIGAR publicada en Suecia en el 2004. Entre sus poemarios, citamos PIELES DE MUJER, DESNUDA DE MÍ, IZQUIERDA QUE AÚN PALPITAS.

MARÍA CRISTINA ORANTESPoeta salvadoreña nacida en México D.F. en 1955. Abogada y notaria. Cofundadora del grupo literario de mujeres Poesía y Más. Se encuentra en la antología POESÍA DEL SIGLO XX EN EL SALVADOR (España: Editorial Visor, 2012). Ha publicado varios poemarios de los cuales el más reciente es EL GRITO ES HACIA ADENTRO (San Salvador: DPI, 2011).

EFRAÍN RIVERA CARAVANTES(El Salvador, 1983). Poeta y artista visual salvadoreño. Ha participado en varias expo-siciones colectivas. Obtuvo el primer lugar en poesía en el I Certamen Letras Nuevas con el poemario MEMORIA DE POEMAS, La Prensa Gráfica (2004) y el tercer lugar en el XI Premio de Arte Joven por la obra NA-TURALEZA MUERTA, creada en conjun-to con Nadie (Javier Ramírez), en el Centro Cultural de la Embajada de España (2010). Sus textos han sido publicados en diversos suplementos y en la antología de poesía jo-ven salvadoreña UNA MADRUGADA DEL SIGLO XXI de Vladimir Amaya.

ABIGAÍL LÓPEZNació en San Salvador en 1995. Formó parte del taller de poesía, con Silvia Elena Regalado, en la Casa del Escritor. Desde hace años y hasta la fecha asiste al taller de narrativa breve de la DNI (Dirección de In-vestigaciones de la Secretaría de Cultura). Estudia licenciatura en Laboratorio Clínico en la Universidad de El Salvador.

ASTRID MARÍA BAHAMONDSalvadoreña, doctora en Historia del Arte por la Universidad Carolina de Praga, Re-pública Checa, es autora de PROCESOS

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DEL ARTE EN EL SALVADOR (San Sal-vador: DPI, 2012) y, juntamente con Jor-ge Palomo, del catálogo CARLOS CAÑAS PREMIO NACIONAL DE CULTURA (San Salvador: Secretaría de Cultura de la Presi-dencia, 2012). Ha sido curadora de varias exposiciones de arte y es autora de nume-rosos artículos sobre el tema.

KRISMA MANCÍANacida en San Salvador en 1980, Krisma Mancía es profesora egresada de la Univer-sidad de El Salvador (UES). Perteneció al

taller de talentos de la Casa del Escritor. Ha publicado LA ERA DEL LLANTO (2004). En 2006 ganó el I Premio de Poesía Joven La Garúa de Santa Coloma de Gramenet, Barcelona, con el poemario VIAJE AL IM-PERIO DE LAS VENTANAS CERRADAS.

Agradecemos a Séptimo Sentido la auto-rización para reproducir el material sobre Gabriela Mistral y Claudia Lars.

IlustracionesIlustradorese

NEGRA ÁLVAREZNacida en Santa Ana en 1948, Margarita Álvarez de Martínez, más conocida como Negra Álvarez, su nombre artístico, es una de nuestras más reconocidas artistas. Tra-bajos suyos hay en diversos museos del mundo y el Premio Nobel Mario Vargas Llosa le dedicó una elogiosa página (ver ARS n.º 2). La portada corresponde a la serie HUE-LLAS DE UNA EXISTENCIA y es un re-ciente dibujo a tinta y acuarela. La mayoría de las imágenes aquí reproducidas corres-ponden a las series YO Y MI SOMBRA y SOBREVIVIR. Se trata de fotografías in-tervenidas y son obra de la larga reclusión de los dos últimos años de la autora en el hospital donde cuidaba a su esposo agoni-zante, el pediatra Guillermo Martínez que ahora en paz descanse, gran persona de quien ella recibió siempre gran apoyo. De-bemos pues ver estas láminas como un úl-timo canto de amor y un esfuerzo contra la adversidad. Bien podemos evocar aquí las

palabras de Goethe: “Divino arte, cuántas veces en los momentos más desgraciados de mi vida fuiste mi único consuelo”.

BERNARDO CRESPÍNEl autor de nuestra contraportada, Bernardo (o Bernabé) Crespín nació en San Salvador, en 1949. A los 15 años ingresó a la Acade-mia de Dibujo y Pintura de Valero Lecha donde permaneció hasta 1970. Ese mismo año partió del país e hizo estancias cortas en Panamá y Colombia “pintando decora-dos y haciendo retratos.” Con ello ahorró para ir a Francia. Expuso dibujos en París en 1972 y en El Salvador ha expuesto en di-versas galerías. Hay obra suya en MARTE (Museo de Arte de El Salvador).

fotoGrafías de Gabriela Mistral

http://blog.elsupuesto.com/cultu-ra/2013/04/gabriela-mistral-ternura/

http://radio.uchile.cl/wp-content/uploads/2014/05/1381466-620x771.jpg

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