Reseña de Justice for Hedgehogs de Ronald Dworkin (Germán Sandoval).pdf

7/25/2019 Resea de Justice for Hedgehogs de Ronald Dworkin (Germn Sandoval).pdf

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DWORKIN, Ronald, Justice for Hedgehogs, Cambridge,Massachusetts, Harvard University Press, 2011, xi,506 pp.

En el re ciente libro de Ronald Dworkin, Justice for Hed-gehogs, se discuten temas que ya haban sido tra tados en

otras obras; sin em bargo, en esta ltima entre ga se presen-tan nuevos elementos que dotan de mayor pro fundidad y al-cance a la teora jurdica dworkiniana. El autor ofrece unanovedosa perspectiva a partir de la siguiente sentencia: Elzorro sabe muchas cosas, pero el eri zo sabe una gran cosa.1

Ciertamente, la meticulosidad con la que el autor desa-rrolla su pensamiento nos recuerda la fortaleza con que elerizo se defiende al inte rior de sus espinas. A travs de sutexto, gracias a la uni formidad y la congruencia de la puntade cada una de sus lneas, Dworkin dibuja una coheren cia

sistmica que le permite avanzar en los complicados cam-pos del pensamiento jurdico, poltico, tico y moral. Los zo-

rros en su sa bidura pueden ser escpticos sobre la verdaddel erizo, sin embargo, con su nuevo li bro nos de muestraque ste sigue en pie: eppur si muove.

En su esperada obra, el profesor Dworkin hace frente asus crticos al respecto de anteriores debates, sin dejar delado quiz lo ms importante en su construccin te ri-ca el desarrollo de una propuesta filosfica del buen vivir,lo cual es una pieza cla ve para dotar de coherencia a suproyecto filosfico en general. As, la razndel erizo discu-rre en una diversidad de agujas racionales que dependen

unas de otras, hacien do de este texto, un ar gumento in te-

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PROBLEMA

Anuario de Filosofay Teora del Derecho 7

1 Dworkin, Ronald, Justice for Hedgehogs, Cambridge, Massachu-setts, Harvard University Press, 2011, p. 1.

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sta revista forma parte del acervo de la Biblioteca Jurdica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurdicas de la UN

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gral y consistente con su lnea de pensamiento iniciada yahace cuaren ta aos. En este nue vo libro, sien do un erizo,debe ser ms astuto que un zorro, pues una de sus prin ci-pales convicciones en el campo tico y moral es sos tener lateora de la uni dad del valor.

Ya Isaiah Ber lin2haba evocado la fra se del poeta Arqu-loco sobre el zorro y el erizo al sealar los riesgos delmonismo valorativo, en la primera mitad del siglo XX. Ber-lin consideraba que el monismo valorativo conlleva peligrosevidentes en los autoritarismos ideolgicos; por lo que su

contra-propuesta desde la pluralidad de valores fun d laexistencia de verdades diferentes e inconmensurables. Des-de luego, toda posicin terica surge de contextos histricosque muchas veces determinan el sen tido de las teoras; laaversin que, en efec to, tena Berlin hacia el monismo valo-rativo se deduce de la vivencia de los autoritarismos ideol-gicos fundados en el pensamiento sovitico o el fascismo deaquella poca. Sin embargo, es posible que dentro de la re-valorizacin propuesta por Dworkin se pueda redimir, des-de su perspectiva terica y tratamiento particular, la tesissobre la unidad del valor, pues en la actualidad, al cabo detanta verdad y conflicto entre verdades, quiz valga la pena

mirar atrs en busca del erizo.De all que las posiciones del zorro y del erizo se confron-

ten.3 Sin embargo, el ar gumen to a favor de la unidad del

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RESEAS BIBLIOGRFICAS

2 Cfr. Ber lin, Isaiah, El erizo y la zorra, Ensayo sobre la visin histricade Tolstoi, Barcelona, Pennsula, 1998.

3 Ciertamente, hay peligros en el erizo, pero no debemos olvidar quetambin hay peligros en la zorra. Igual que hay tiranos que han tra tado dejustificar grandes crme nes apelando a la idea de que to dos los valoresmorales y polticos estn reunidos en alguna visin armnica de una im-portancia tan trascendente que el asesinato a su servicio est justificado,otros crmenes morales han sido justificados apelando a la idea opuesta,

que los valores polticos relevantes estn necesariamente en conflicto yque nin guna eleccin en tre ellos puede ser de fendida como la nica elec-cin correcta, y que los sa crificios en algunas cosas que nos im portan sonentonces inevitables. Dworkin, R., La jus ticia con toga, trad. de Ma risaIglesias Vila e igo Ortz de Urbina, Madrid, Marcial Pons, 2007, p. 124.




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valor que plantea el profesor Dworkin, determina la cohe-ren cia de su apolo ga en un argumento au tnomo y no enun libro so bre alguien ms.4Por lo tanto, la descripcin quehace ste de la premisa de Isaiah Berlin al respecto delcarcter monista de los valores constituye un medio re-constructivo que ofrece, bajo el contexto actual, unainterpretacin de mundo desde una posicin particular.

El pensamien to de Dworkin nos muestra en este textouna nueva dimensin axiolgica sostenida en la dignidad yrespeto, en el vivir bien y una buena vida. Qui z slo por

ello tengamos que hacer de su lectura un imperativo ennuestros tiempos. Por lo anterior cabe aclarar, en cuan to alos nuevos argumen tos sobre la ver dad moral y la respon-sabilidad, que no es nugatorio el inters para los especialis-tas jur dicos, pues esta nueva rama en la repre sen ta cinterica del autor ser determinante en la coherencia de losvalores en general, cuyas implicaciones son profundas en ladescripcin de su teora del derecho, filosofa poltica y sustratamientos internos como la justicia distributiva y lajudi-cial review,slo por nombrar algunos t picos. Por lo tan to,la lectura del texto invita a nuestro pblico especializado yno especia liza do en el autor, a de partir una serie de dis-

quisiciones sobre los valores y el derecho, la dignidad y ladireccin de nuestro actuar hacia una buena vida.

Por lo que hace a este trabajo, intentar mostrar los as-pectos ms importan tes que aborda esta nueva obra, asu-miendo que lo ms importan te del li bro no se encuentra enesta resea, sino en la uni dad del texto en s, en sucompletitud.

La estructura del li bro se divide en cinco partes y un ep-logo. Cada una de las par tes, a su vez, confi gura una se riede categorizaciones y discusiones internas que, como estra-tegia, le per miten al autor (y al lector) el en ten dimiento ra-mificado de divisiones que se desarrollan de acuerdo a los

argumentos principales: la objetividad moral, la verdad delos juicios morales, la responsabilidad moral, la dignidad, la

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4 Dworkin, R.,Justice for Hedgehogs, n. 2, p. ix.




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poltica, democra cia y el derecho. Estos elementos desde lagua y pretensin de la unidad del valor.

I

En la primera parte, llamada Independencia, la tesiscentral es defender la independencia de la nocin objetivadel valor. El autor trata pre misas m ni mas que se re velan alo largo de todos los captulos. Un ejem plo de ello es el ar-gumento de la igualdad, que se relaciona directamente conla res ponsabili dad de un Esta do legti mo para dar a los ciu-dadanos un cuidado como personas, mediante el respeto ala esfera de sus derechos y obligaciones, de modo que cadain dividuo que viva bajo el gobierno de di cho Estado puedahacer algo va lioso con su vida. Es as como esta premisa deigual dad, constituye en s misma, una relacin profundacon la justicia distributiva.

En este sentido, hay una relacin intrnseca entre laigualdad y la justicia, cuya correspondencia refleja igual-mente un vnculo entre la libertad y la democracia, valoresque desde la posicin de Dworkin, no se encuentran enconflicto como en la vi sin de Berlin, sino que por el contra-

rio son codependientes de su propia realidad y manifesta-cin. En este contexto, la tesis de la unidad del valor, confi-

gura una re lacin entre la libertad y la igualdad desde lacual se sita a es tos conceptos en una in tegra cin en s.Como se ha dicho, se trata de un planteamiento apenas encurso, que en los captulos siguientes fortificar progresiva-mente su postu ra. Pero lo que no se debe dejar de subra yares que el autor hace continua referencia al tratamiento es-pecial de estos conceptos morales, pues insiste en que ta lesconceptos son conceptos interpretativos. Por ello, es necesa-ria una configuracin terica de la moral desde la objetivi-dad de los juicios morales, su uso en las prcticas de lo

verdadero y el entendimiento de la responsabilidad moralcomo gua en la prefiguracin de la buena vida. De all queuno de los principales propsitos del texto sea constituiruna teora de la moral objetiva.

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En este inicio, el autor hace re feren cia a las cl si cas pre-guntas so bre la creen cia de la existencia objetiva de los va-lores: Pueden ser ver daderas las creencias sobre los valo-res? De dn de vienen? Quin los cre? Y de ser el caso,cmo es posible que el ser humano pueda entrar en con-tacto con aquellos? Por su par te, como ya ha ba soste nidoen algn otro lu gar, Dworkin compar te el argumento de laobje tivi dad de los va lores con el propio Berlin, pero no seconvence de la posicin pluralista, ni de las posiciones de-fen didas por el rea lismo moral y mucho menos del escepti-

cismo.5

Ante ello, el autor elabora una res puesta ms pro-

fun da, pues seala que en realidad debe apelar se a unateora sustan tiva del valor, que in cluya a una teora de laverdad en los valores.6As, se hace mani fies ta la defensa dela moral en un grado objetivo sobre las posiciones quecuestionan el grado de verdad respecto de los juiciosmorales.

En este orden de ideas, Dworkin compren de que la con-cepcin ordinaria de la moral es r gida con respecto a laexistencia objetiva de la verdad relativa a los actos morales,por lo que l considera que esta versin ordinaria establecenicamente su fundamento en la calificacin sobre la opi-

nin que al guien tie ne de un evento, no en cuanto al hechoen s como verdadero ma nifies to en el mundo real, sino

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5 Cfr. Dworkin, R., La justicia con toga, n. 3, p. 125, donde Dwor kin re-fle xiona: La visin de Berlin es ms compleja e inte resante. Crey que losvalores son efectivamente objetivos, pero tambin que hay conflictos irre-solubles entre los valores verdaderos. Es decir argument no slo que lagente est en desacuer do acer ca de cul es la verdad, sino que hay con-flicto den tro de la verdad sobre estos te mas. Ello explica por qu, tal comocit, ha bl de con flicto den tro del seno de una mis ma persona. Podemoscomprender su visin de for ma ms precisa si la situamos en la pri merapersona. Supongamos que nosotros mismos nos disponemos a imaginar

una vida que tuvie ra todo lo que un una vida ideal debe ra poseer; o nosdisponemos a construir una constitucin poltica que respete y positivicecada valor poltico importante. Estaramos condenados, sostiene Berlin, afracasar en cualquiera de los dos proyectos.

6 Cfr.Dworkin, R., Justice for Hedgehogs,n. 2, p. 24.




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ms bien, cercano a una creencia sobre la correccin oincorreccin del hecho.

De igual modo, Dworkin est cons ciente de que la conno-tacin objeto-verdadero corresponde a la visin cientistadel mundo propia de las ciencias fcti cas, y que la moraldesde luego tiene una naturaleza distinta. En el entendi-miento del autor, esta comprensin ordinaria desemboca enuna descripcin escptica de la verdad moral.

En este sentido, el autor de nueva cuenta7se enfren ta alas connotaciones sobre el escepticismo interno y externo.

Por ahora la relacin escptica interna o externa, se consti-

tuye como una diferencia de los valores morales que puedehacer una posicin (individuo, teora, visin de mundo, et-ctera) sobre la existencia de la moral en su ca rcter obje ti-vo del que pueda aducirse una ver dad. Por lo que el autorde inmediato rechaza la tesis arquimediana del escepticis-mo, que sostie ne la inexisten cia material de los actos mora-les. Pero no slo existe este tipo de escepticismo, sino quetambin encontramos al interno y al externo. En suspalabras:

El escepticismo interno acerca de la moralidad es un juicio

moral sustantivo de primer orden. Apela hacia juicios msabstractos en orden de negar que algunos juicios ms con-cretos o aplicados son verdaderos. El escepticismo externo,en sentido contrario, depende enteramente de enunciadosexternos de segundo orden sobre la moralidad. [...] Pero elescepticismo externo ms sofisticado depende, como lo dijeantes, de tesis metafsicas acerca del tipo de las entidadesque contiene el universo. Asumen que estas tesis metafsicas

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7 Cfr. Dworkin, R., El imperio de la justicia, trad. Claudia Ferrari, Bar-celona, Gedisa, 2008, p. 64 y ss. Cabe sealar que en este texto el tra ta-

miento sobre el escepticismo toma una direccin menos desarrollada queen el ltimo texto, pues seala que el escepticismo interno se dirige a lasustancia de los reclamos que desafa y el exter no, es una teora me tafsi-ca, no una posicin interpretativa o moral. El escptico externo tiene suspropias no objeta ningn reclamo moral o interpretativo(pp. 66-7).




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son enunciados ms cercanos de la moralidad que de jui ciosinternos de la moral.8

As, la idea general del escepticismo involucra una posi-cin moral, pues, al negar la posibilidad de encontrar unaverdad objetiva en el universo, se adecua a un posiciona-miento moralper se, por lo que el escepticismo externo de-viene en contradiccin ante la incapacidad de negar la exis-ten cia de una posicin moral en el univer so que constituyauna realidad; lo an terior va en con tra de lo que Dworkin de-nomina una epistemologa moral o el principio de Hume.9

A partir de ambos escepticismos, el autor describe unasecuencia de replicas y contrarreplicas sobre el escepticis-mo y sus errores. Por lo que pre fi gura en un pun to superiorsu concepcin sobre la uni dad del valor. Se a la que la prin-cipal postura que intenta combatir es el escepticismo inter-no. Ante ello, nues tro erizo del si glo XXI (Dworkin), conside-ra que de acuerdo a la posicin arquimediana o el prin cipiode Hume, el escepticismo moral es ms que evidente. Sinembargo, los planteamientos que se encuentran del otrolado pueden estar ligados a mundos ideales y corres pon-dencias de alta metafsica que hara inteligible el tratamien-

to de la objetividad de la moral, o peor an, darle la raznal zorro (Berlin). Es decir, que las justificaciones dadas porel campo emprico pueden ser tan escpticas, como estti-cas las del campo meta fsico. Por tal motivo, el autor consi-dera que a efec to de alcanzar una comprensin moral, sehace imperante la configuracin de una epistemologa inte-grada, que tendr que ser asumida como interpretativa. Laepistemologa integrada, quiere decir que no solamente elproceso cognitivo de verificacin al respecto de la capacidadobjetiva de la existencia de verdad de un objeto, confe en

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8 Dworkin, R., Justice for Hedgehogs, n. 1, p. 31.9

Este principio en pa labras del autor sos tie ne que no hay se ries deproposiciones acerca de cmo es el mundo, como una rea lidad de fac tocientfico o metafsico, que puede proveer un exitoso caso para s sin al-gn valor escondido en lo intersticio- para cualquier conclusin acerca loque debe ser el caso. Ibdemp. 44.




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los sentidos que validen los principios de ese conocimiento,sino que tam bin habr que tomar en cuenta la re lacin delo que creemos que es verdad, situacin que consti tu ye unacierta circularidad. En este panorama la idea de circulari-dad prevalece dentro de los hechos morales objetivos y lasconvicciones sobre tal moralidad.10

II

La segunda parte del li bro tiene por nombre Inter preta-

cin. Uno de sus principales ejes conductores ser la res-ponsabilidad, pues sta tomar un papel fundamental en la

distincin objetiva de los juicios morales (e interpretacin).Bajo esta gua, la bsqueda inter na de una conviccin mo-ral se ge nera en el individuo como creencia de verdad.Empero, de afirmarse el sentido de la pluralidad objetiva detales valores, entenderamos que existen muchas verdades

y que son sostenidas de acuerdo con posturas de convic-cin o de creencia, lo que en el pla no objeti vo de los juiciosmorales objetivos carecera de existencia. De tal suerte queel carc ter del fundamento objetivo sobre el que parta laconviccin moral debe constituir, all mismo, la res ponsabi-

lidad.Por tanto, el au tor nos indica que: el centro de la respon-

sabilidad es la integridad y que la epistemologa de una per-sona moralmente responsable es interpretativa.11As, Dwor-kin, fiel a su concepcin de la interpretacin constructiva,12

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10 El argumento de la epistemologa integrada, as como su afinidadkantiana en el tratamiento de la tica y la moral, son algunos de los pun-tos neurlgicos del texto (en cuanto a mi inte rs particular) sobre los quevaldr la pena desarrollar un documento de mu cha ms precisin, por loque me re servo los comentarios de fon do para un trabajo posterior.

11 Ibidem, p. 101.12

Para Dworkin el derecho (como una prctica) y la teora jurdica sonmejor entendidas como procesos de interpretacin constructiva, inter-pre tacin que hace de su objeto el mejor que puede ser (en pa labras deDworkin, una interpre tacin que hace de s misma el mejor ejemplo posi-ble de la forma o gnero a la cual stos perte ne cen). La in terpretacin




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abre campo dentro de la mo ral para construir un pun to departida cognitivo y objetivo. Explica que las nociones msgenerales sobre la moral se encuentran relacionadas conconceptos morales ms sofisticados y stos, a su vez, conotros con ceptos de la vida polti ca que guardan estre cha re-lacin con los an teriores, as en dife rentes ni veles de la so-ciedad el sujeto las interpreta irreflexivamente desde unaunin de los valores en conjunto.13 Por lo que, tanto enejercicio de estos ac tos como en su conviccin, somos mo-ralmente responsables del grado alcanzado de nues tras dis-

tintas y concretas interpretaciones, desde una posicin in-

tegra da, que soporte tales con ceptos en tre s en una red devalores queper seadoptamos autnticamente.

De all que la responsabilidad debe establecerse desdeuna ptica reflexiva del sujeto que determine la conviccinsobre el acto moral, por lo que es ne cesario que busquemosa travs de la coherencia del valor entre nuestras conviccio-nes.14Por lo tanto, se requiere de una in ter pretacin crticade los valores para establecer una relacin coherente de lasconvicciones, y conformar filtros desde los cuales sea posi-ble fundar por va de la interpretacin, la autenticidad delas convicciones; sin embargo, no debemos olvidar que el

carcter interpretativo sobre la moral e incluso sobre la res-

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constructiva es tanto una imposicin de la forma en que un objeto va a serinterpretado (en el sentido de que la forma no es inmediatamente mani-fies ta en el obje to) y una derivacin de la for ma de ella (en el sen tido deque el intrprete est obligado por el obje to de interpre tacin, y no es librepara imponer cualquier forma que el intrprete pudiera elegir). Se puedepensar que la interpretacin constructiva es semejante a lo que sucedecuando la gente ve constelaciones de es trellas y mira en ellas represen ta-ciones de figuras mticas, o a la forma en que los modernos mtodos es ta-dsticos puede analizar puntos en una grfica (informacin representa-da), y determinar qu lnea (representa una ecuacin matemtica y, porende, una correlacin de algn tipo en tre las va riables) explica me jor esainformacin. Bix, Brian, Filosofa del Derecho: Ubicacin de los problemasen su contexto, trad. de Imer B. Flo res, Ro drigo Ortiz y Juan Vega, Mxico,UNAM, Instituto de Investigaciones Jurdicas, 2010, p. 116.

13 Cfr.Dworkin, R., Justice for Hedgehogs, n. 1, p. 101.14 Ibidem, p. 108.




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ponsabilidad, estarn sujetos a condiciones subjetivas in-terpretativas: tiempo, espacio, filosofa, etctera (ver: agui-jn semntico). Lo que nos lleva a la necesidad de soste nercualquier posicin desde la responsabilidad, pues la afir-macin de un hecho moral sin fundamento no es res ponsa-ble. As, cuan do un juicio de valor es ver dad, lo es deacuerdo a una razn del por qu es verdadero. En este sen-tido, el carcter esencial de la ver dad moral constitu ye en sun proceso de interpre ta cin, a lo que impone una cues-tin: es posible obtener la verdad en la interpreta cin? En

realidad la interpretacin como prctica social est en ca-

minada hacia la verdad.De acuerdo con lo anterior, hacia el ca ptulo ocho Dwor-

kin asume que el razonamiento moral es interpretacin yque obviamente pertenece al campo de la interpretacinconceptual. Lo que supone que dar le el tratamiento de in-terpretativo a la concepcin moral, fija la connotacin deprctica social interpretativa y asumirle en esta condicin,determina la posibilidad de establecer en la prctica unamejor inter pretacin que otra. Un ejemplo claro es la jus ti-cia.15

En consecuencia, Dworkin nos in dica que la principal

afirmacin sobre la interpretacin moral, es que los juiciosmorales pueden ser ver dad. Por lo que el carcter de ver dadal que apela no puede ser comparado en un sentido mera-mente ma terial como en la cien cia,16sino que bajo el argu-mento del autor, el concepto de verdad tam bin debetratarse como un concepto interpretativo.

III

La tercera parte, denominada tica, estudia dos nocio-nes centrales: la dignidad, y el libre albedro y responsabili-dad. Hacia el capitulo nueve, Dworkin acla ra que compren-

de moralen un sen tido dis tintivo pues, en su pos tu ra, fija

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15 Ibidem,p. 157 y ss.16 Ibidem,pp. 152-56.




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el patrn so bre cmo debemos tratar a los de ms, en tantoque la tica constituye el cmo debemos vi vir nuestras vi-das. De tal manera, los pa trones mo ra les se orientan al li-bre albedro y a la responsabilidad, y a aquellos relativos ala ti ca, a la buena vida y a la dig nidad. As, tales patronesse fundan en una con cepcin de buena vida, que involucrala interpretacin de los conceptos morales y al mismo tiem-po, la bsqueda de una con cepcin de mora li dad como guade la interpretacin del vivir bien.

Ciertamente, uno de los principales problemas tratados

en el libro es desarrollar la nocin de buena vida y vivirbien, alejndose de las posturas meramente empricas obien del enten dimiento convencional de la moral:

Esto requiere una distincin den tro de la tica que es fami-liar en la moral: una distincin en tre de ber y con se cuencia,entre bien y el mal. Debemos distinguir entre vivir bien y te-ner una buena vida. Estos dos dife rentes logros estn conec-tados y distinguidos en este sentido: Vivir bien significa es-forzarse por crear una buena vida, pero slo sujeto a ciertaslimitaciones esenciales de la dignidad humana. Esos dosconceptos, de vivir bien y tener una bue na vida, son concep-tos in terpretativos. Nuestra responsabilidad tica incluye in-

tentar encontrar concepciones apropiadas de ambas.17

Como he sealado atrs, la relacin entre los va lores estar ticulada en una unidad, la cual abarca igual mente el tra-tamiento de los conceptos interpretativos buena viday vivirbien. En este apartado, la estrategia de la epistemologa in-tegra da es ms que evidente, pues de acuerdo con la uninentre una buena vida y el vivir bien, podemos caer en lacuenta de que son en s una re lacin di recta en tre un planoen la rea lidad del actuar ma nifies to y otro dis puesto por lapropia construccin interpretativa del actor, que funda enlos valores, la conducta como limitacin y creencia de la

propia interpretacin.

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17 Ibidem, p. 195.




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As, es me nes ter fijar la postura de que en el campo de latica se contienen dos principios elementales para la direc-cin del vivir bien, el res peto propio18que estatuye la im-portan cia de tomar la vida seria mente y que las accionesmanifiestas conduzcan a una vida benfica o prospera yla autenticidad,19que en relacin con el an terior, establecela responsabilidad20personal de identificar aquello que con-sidera prospero en su vida,21 estableciendo mediante suconvergencia, la conformacin de un concepto ms elabora-do llamado: dignidad.

Hacia el final de la tercera parte del li bro, el pro fesorDworkin hace frente a diversas disquisiciones sobre la for-taleza del argumento del respeto propio y de la autentici-dad, lo que involucra de ante mano una nocin como virtud

y relacin a la responsabilidad, mientras argumenta el cui-dado del actuar y del conducir se hacia una buena vida. Losproblemas no dejan de aquejar al autor, dado que en elanlisis al respecto del libre albedro, la responsabilidad

juega un papel restrictivo y bastante abstracto. Pues comopuede imaginarse, existen posiciones que limitan la respon-sabilidad por condiciones ajenas a la decisin del sujeto,i.e. determinismo y epifenomenalismo.22 Sin embargo, el

autor defiende la existencia de la responsabilidad cuandoen principio,

[] las personas deban tener alguna capacidad mnima paraformar creencias verdaderas acerca del mundo, acerca de loses tados men tales de otras personas, y acerca de las pro ba-

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18 Ibidem, p. 205.19 Ibidem,p. 209.20 En el captulo 6, Dworkin establece una distincin de la responsabi-

lidad. En primer trmino, como virtud; en segundo, como una re lacinen tre gente y even tos. Diremos en el sentido de la vir tud, que al guien secomport responsablemente o irresponsablemente actuando como lo hizoen determinada ocasin En el sentido relacional, que alguien es o noresponsable por algn evento o consecuencia. Ibidem, p. 102.

21 Ibidem,pp. 203-04.22 Ibidem, pp. 219 y ss.




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bles con secuen cias de lo que hacen. En segundo lugar, laspersonas deben tener, para sostener un grado de normali-dad, la habilidad de tomar decisiones que ajusten con lo quedeben llamar su personalidad normativa: sus deseos, prefe-rencias, convicciones, relaciones, lealtades e imagen propia.Las decisiones genuinas, pensamos, son delibe radas, y al-guien quien no pueda corresponder su decisin final con al-guno de sus de seos, planes, convicciones o vncu los, es inca-paz de una ac cin responsable.23

A fin de cuen tas, la bs queda del vivir bienparte de una

responsabilidad tica que se imbrica con los juicios mora-les, a par tir de la premisa de que una buena vida puede te-

ner valor de acuerdo a la manera en como sta es vivida.As el plan teamiento de los principios ticos tambin serelaciona con el campo moral.

IV

La cuarta parte se intitula Moralidad. La premisa con laque abre el capitulo 10 se vincula con la pre gunta por elres peto a uno mis mo y a los otros. Es por ello que Dworkinretoma nuevamente el principio de Kant,24 principio me-

diante el cual se vin cula, en sus trminos, el carcter obje-tivo del respeto directamente con el principio de dignidad

(pri mer prin cipio-respeto propio), lo que a su vez fija la cla-ra relacin entre tica y moral a travs del reconocimientodel valor objetivo de nuestra vida, en el valor objetivo de lavida de los dems.

De acuerdo con esto, el principio de Kant cuenta con unreferente pre vio en la idea de la objetividad del valor, por loque el temor de la circulari dad (la identidad entre verdad

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23 Ibidem, p. 226.24

Este prin cipio es tablece el res peto a uno en s y a los dems, de loque deriva el respeto objetivo de uno mismo y por reflejo, constituye elrespe to por los otros que en palabras del autor se resume en: Ves la im-portancia objetiva de tu vida reflejada en la importancia objetiva en al-guien ms, ibidem, p. 261.




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objetiva y juicio objetivo verdadero) toma por sorpresa a al-gunas pgi nas del captulo once, de ah que el au tor es ta-blezca la distincin entre el carcter objetivo en el planomaterial que corres ponde al prin ci pio de Hume y el tra-tamiento sobre conceptos interpretativos. Dworkin se de-fiende, desde el principio de autenticidad, en tanto que estesegun do prin cipio de la digni dad asigna a cada uno denosotros una responsabilidad personal para actuar consis-ten temente con el carcter y proyecto que cada uno identifi-ca.25Por tanto estamos en presencia de una interpretacin

constructiva, es decir, en plano de la epistemologa integra-

da. Desde esta ptica, am bos principios de la dignidad nodeben chocar entr si, sino por el contrario deben serecuaciones simultneas resueltas en conjunto.

Por lo tan to, la idea del prin cipio de Kant, desde unaperspectiva tica, refiere a la afirmacin de un valor objeti-vo verdadero que se encuentra ma nifies to en el valor de lahumani dad en s. De esta manera:

De bes encontrar el mis mo va lor objetivo en las vi das de to-das las dems per so nas. Tie nes que tratarte como un fin enti mismo, y consecuentemente, ms all del respeto propio,tambin tienes que tratar a los dems como fines en ellosmismos. El respeto pro pio tam bin requiere que te tratescomo autnomo en este sentido: debes aprobar los valoresque estructuran tu vida. Lo que implica, encontrar nuestrosegundo principio: debes juzgar la correcta manera de vivirpor ti mismo y resistir cualquier coercin que pueda usurpartal autoridad.26

Este principio es conveniente para los propsitos deDworkin, ya que establece una referencia objetiva per seyen cuanto a fines particulares que se imbrican necesaria-mente con la con cepcin de digni dad, y en consecuencia, sevincula necesariamente con la responsabilidad. En ese en-

tendido la comprensin de la propia dignidad, se limita a

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25 Ibidem, p. 261.26 Ibidem, p. 265.




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una afirmacin objetiva de los fines buscados (autenticidad)y la ca pacidad de su ubicacin, desde la construc cin de laintegracin del individuo a partir de la base objetiva delrespeto propio.

El principio de Kant establece objetivamente la importan-cia del valor personal: cada persona es responsable segnel prin cipio de dignidad de hacer algo valioso como un findeterminado de su vida premisa que, sin embargo, nodeja de ser problemtica. De tal modo, el ac tuar deberestar dirigido por dicha nocin de dignidad.

Sin embar go, el prin cipio de Kant es suficiente en s parael fundamento de una moralidad poltica, ya que el bienes-tar es un concepto interpretativo, por lo que no existe unaregla general que pueda identificar hechos y circunstanciasde conformidad con la gua de una formula.

De lo ante rior, Dworkin, fija un en tra mado de acuerdocon el cuidado propio y a los fi nes de nuestro ac tuar, queimpele su autonoma en tanto que son fines particulares;en este or den de ideas, de nueva cuenta encontra mos unaproblemtica que en obviedad ser tratada con mayor deta-lle en la par te fi nal del tex to: la moral poltica y la au tono-ma de los fines individuales. Al respecto es menester dar

cuenta, que solo las prc ticas sociales que pueden crearobligaciones, son aquellas que se fundan en los dos princi-pios de la dig ni dad, y no as por disposicin auto cr tica opor la va del consenso. Ante ello Dwor kin acepta parcial-mente la paradoja entre la construccin de obligaciones po-l ticas, en tanto que las personas que viven en esa comuni-dad, estn o no de acuerdo con sus contenidos y debencumplirlas por un principio de auto ri dad. Por lo que estaafrenta constituye una redimensin del planteamiento,pues de acuerdo a su postura, debe crearse una concepcininterpretativa que sea consistente con la dignidad desde larelacin de obligaciones asociativas.27

En tal circunstancia el dilema poltico puede traducirseen la propia legitimidad del Estado, lo que implica necesa-

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27 Cfr.ibidem, p. 320.




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riamente, en el programa del profesor Dworkin, la interpre-tacin del concepto de legitimidad.

V

En correspondencia con el final del libro, Poltica, deacuerdo con lo sosteni do en la parte ante rior, la obligacinpoltica constituye un deber de asociacin pues une a diver-sos individuos en una comunidad poltica. Esto es as, pueslos individuos ejercen sus obligacio nes polticas de una ma-nera separada dentro de una entidad poltica, que no esotra cosa que un conjun to de sujetos, y que algunos de es

-

tos individuos tienen roles especiales y poderes que les per-miten actuar, solos o en conjunto, en nombre de la comunidadcomo un todo28(ms adelante, a par tir de esto, compren de-remos la idea de democracia asociativa y su inminenterelacin con la moralidad).

En este orden de ideas es menester comprender un nue-vo tipo de valor: la mo ralidad polti ca. A sta le atae:[l]o que todas las personas en conjun to se deben a otroscomo individuos cuan do actua mos en o en nombre de talartificial persona colectiva.29De tal suer te la idea de dere-

chos polticos dentro de la configuracin del planteamientoen Dworkin parte de la siguiente idea:

Los derechos son triunfos que de otro modo adecuaran jus-tificaciones para acciones polticas. Una poltica es normal-mente justificada, por ejemplo, si esta hiciera a la comuni-dad ms segura por la reduccin del crimen: Esta es unabuena justificacin para incrementar lo impuestos para pa-gar ms polica. Pero incrementar seguridad no es una justi-ficacin adecuada para prohibir discursos impopulares so-bre las es qui nas de las calles o para ence rrar a sospechososde terrorismo indefinidamente sin una orden judicial de car-gos en su contra. Estas ltimas polticas violan derecho pol-

ticos el derecho de libertad de expresin y para no ser cas-

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28 Ibidem, p. 327.29 Ibidem, pp. 327-328.




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tigado sin un juicio justo. El sentido de triunfo de underecho es el equivalente poltico del sen tido ms familiar enel que la idea es usada en la moralidad. Debo decir, S quet puedes hacer ms bien por ms gente si tu rompes tuprome sa que tienes conmigo. Pero tengo la certeza de que apesar de todo la cumpliste.30

Por ende, la justi fi cacin del derecho como triun fo atien-de a una visin comuni ta rista, de acuer do con las perspec-tivas del entramado liberal de su obra Liberalismo, consti-tucin y democracia.31 En esta perspectiva, la idea de la

toma de decisiones polticas, fomentan la responsabilidadcolectiva y eleccin individual de acuerdo a los intereses detodos sus miembros. As, la afirmacin del trmino triun fopara evocar a los derechos polticos, guarda sentido con elcarcter de la virtud como integridad, al que apela el autorcomo una de las cuatro virtudes que debe conte ner una co-munidad democrtica que sostenga esta visin: equidad,

justicia, legalidad e integridad. De tal suerte que la legitimi-dad, debe apuntar a un res peto por la dignidad asumidapor el bien comn. De aqu que una comunidad pol tica notiene el po der moral de crear obligaciones en contra de susmiembros a menos que les trate con la misma im portan cia

y respeto; de lo que se deduce que el principio de legi timi-

dad es la fuente ms abstrac ta de los dere chos polti cos.32

De all que la dig nidad sea el valor que evoca la unidad delos valores dentro de la construc cin de tales derechos. As,la idea de derechos polticos y jurdicos, constituyen unareferencia imbrical desde la unidad del valor. Asumiendocomo tal, que la abstrac cin ms profunda en la relacincomunidad-poltica-dignidad es el derecho humano,33 que

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30 Ibidem, p. 329.31 Dworkin, R., Liberalismo, constitucin y democracia, Bue nos Aires,

La Isla de la Luna, 2004.32 Dworkin, R., Justice for Hedgehogs, n. 1, p. 330.33 En cuanto a la concep cin de dere chos humanos, Dworkin cuenta

con una descripcin especial que asume su carcter interpretativo, queimplica una interpretacin de acuerdo con las condiciones polticas, eco-




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en obviedad deber ser un concepto interpretativo, alineadopor los dos principios de la dignidad y que necesariamente,apela a la interpretacin de acuerdo a las condicionesculturales del entorno, sujeto al valor de la dignidad.

En el captulo diecisis, aborda cuestiones sobre la posi-bilidad de la igualdad de acuerdo a la po si cin sugeri da porla justicia distributiva, a sabiendas de que los montajesfantsticos sobre los que discurren las teoras liberales,slo evocan posiciones de sociedades angelicales en detri-mento de sociedades rea les. Por ende, con sidera que es ne-

cesario aplicar la in ter pretacin ante los conceptos de losque sostienen a tales posiciones.La igualdad34puede estar en declive al res pecto de la li-

ber tad, pero he ah uno de los problemas que la plu rali dadde valores manifiesta en el momento de colisin entre supluralidad.35En la te sis de la unidad del valor, la libertad

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nmicas, culturales y perfiles histricos. Sin embargo, a pesar de ello, nopuede establecerse la existencia abstracta de un tipo de derechos huma-nos, sino que al ser interpre tados se afir ma su existen cia como una creen-cia obje tiva. Situacin que no se en cuen tra en pug na con que tal objetiva-cin sea realizada de acuerdo a las convicciones de generalidad de todaslas culturas, que en obviedad debern estar enraizadas en la concepcinde dignidad. Cfr.ibidem, p. 338.

34 Nos comenta el autor: Sin embargo, lo que tra to de defender es unaafirmacin mucho ms general: si aceptamos la igualdad de recursoscomo la mejor concepcin de la igualdad distributiva, la liber tad se con-vier te en un aspecto de la igualdad, en lugar de ser, como se suele pensar,un ideal poltico independiente potencialmente en conflicto con ella.Dworkin, R., Virtud soberana, trad. de Fernando Aguiar y Mara Julia Ber-tomeu, Barcelona, Paids, 2003, p. 132.

35 Si acep tamos la igualdad como valor y creemos que la igual dad su-pone que cada ciudadano debe tener acceso a una asistencia mdica de-cente, entonces pensaremos que una comunidad prspera que permiteque algunos ciudadanos mueran por falta de esta asistencia les infligeuna gran injusticia. Si acep tamos la liber tad como valor y pen samos qu

sta se vulne ra cuando se exige a los ricos pagar impuestos para reunirms dinero para los pobres, entonces pensaremos que estos impuestos noslo incomodan a los ricos sino que su ponen una injusticia hacia ellos. Siaceptamos tanto la libertad como la igualdad y consideramos que poseenestas implicaciones, pensaremos que una comunidad poltica viola sus




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no puede estar en conflic to con la igual dad, de ah que ladistincin separada de las libertades positivas y negativas(al res pecto de las primeras, son limitantes del actuar, porlo que en el sentido de la libertad negativa entendemos unalibertad de coaccin legal). Ambas posiciones de la libertadnacen del pensamiento neutralista de I. Berlin que estable-ce una disminucin de la li bertad en aras de otro valor.36

El planteamiento de Berlin sobre la libertad positiva,constituy un eje para ser usado por los totalitarismos ennombre de verdaderos y supremos intereses en perjuicio de

la libertad. Lo que supone una dimensin extremista deluso del valor de la misma. Que, tanto como en el carcternegativo dentro de la concepcin de Berlin, son comprendi-das como un fin en si mis mas, y que por ende, no puedenser reconciliables.

Desde su concepcin particular, Dworkin insiste en dis-tinguir (como condiciones interpretativas) la Libertad (free-dom) de la li bertad ne ga tiva, pues en la pri mera, el ciu da-dano tiene completo manejo de poder de actuar en lo quequiera hacer, sin las limitaciones constrictivas de la comu-nidad poltica, y en la segunda, se tra ta de un rea de esalibertad que una comunidad poltica no puede tomar sin

daar al ciudadano en una manera especial: comprometien-do su dignidad al negarle la misma importancia o caractersti-

ca esencial de responsabilidad por su propia vida.37 Por loanterior, la configuracin de Dworkin de la libertad negati-va, constituye un ejercicio de responsabilidad, que a su vezse encuentra dirigido por la dignidad. Obviamente el carc-ter interpretativo del concepto de libertad le permite al au-

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responsabilidades haga lo que haga. Debe elegir, en definitiva, no si daaa algn grupo, sino a qu grupo daar. ste es el tipo de conflicto res pectoa los valores po lticos que Berln tena en men te: lo inevita ble, no de la de-cepcin, sino de un estigma moral irredimible, Dworkin, R., La justiciacon toga, n. 3, p. 127.

36 Dworkin, R., Los derechos en serio, trad. de Marta Gustavino, Mxi-co, Planeta-Agostini, 1993, pp. 380 y ss.

37 Dworkin, R., Justice for Hedgehogs, n. 1,p. 366.




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tor, fijar una co rre lacin desde la igualdad y libertad, sincolisin entre ellos, sino como unidad, as como de stascon el derecho. Punto contrario al planteado por I. Berlin.

De tal suerte que el profesor Dwor kin, com pren de que eltratamiento independiente del derecho puede evocar la limi-tacin de la libertad posi tiva a fin de sal vaguar dar los otrosvalores autnomos, por ende entiende que el derecho, des-de la perspectiva de la unidad del valor, se tra ta solamentede una rama de la moralidad polti ca. As, asu me que estostriunfos de los que parte el sistema poltico, constituyen

una ruta de la dignidad entramada en la moralidad poltica.De ello, que la in tegridad a la que apela esta moralidad seen tra ma desde la dignidad y la ti ca, a efecto de que la rela-cin entre moral y tica sea cooperativa y no competitiva.

As llega a la compren sin de que la democracia38 tienedos visiones: la democracia mayoritaria y la democraciaasociativa. El liberalismo de acuerdo con la tendencia de lalibertad positiva corresponde a la versin de la primera de-mocracia en cita y de acuerdo a la compren sin de la li ber-tad negativa, a la segunda. Por lo que hace a la democra ciamayoritaria, el programa de representacin de acuerdo aun proceso electivo, supone la toma de deci siones de los re-

presentas polticos a favor de su comunidad. En tanto queen la democracia asociativa, asume que una mayora pol-tica tiene autoridad moral para decidir temas controversia-les para todos, pero en la concepcin asociativa, una ma yo-ra no tiene autoridad moral para de cidir nada, a menos

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38 Accordingly, for him, in a de mocracy as a conception of self-go vern-ment: (1) the people must be allowed personal res ponsibility for their ownlives, and such responsibility is compatible with governance by others orpolitical responsibility when certain contidions are met; and (2) thoseconditions include certain choices that must be exempt from collec tivedecision if personal responsability is to be perser ved and to be taken se-

riously. Flores, Imer B., Ro nald Dworkins Justice for Hedgehogs andPartnership Conception of De mocracy (With a Comment to Jeremy Wal-drons A Majority in the Life boat, Problema. Anuario de Filosofa y Teoradel Derecho, Mxico, Instituto de Investigaciones Jurdicas, nmero 4,2011, p. 90.




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que se tra te de las ins titu ciones por medio de las cuales go-bierna y que son suficientemente legtimas.39

Dworkin supone la preferencia de la democracia asociati-va40 al efec to de la parti cipacin ciudadana en la toma dedecisiones por va de sus instituciones. La dignidad de susciudadanos requiere que ellos mismos tengan un rol im por-tante en su pro pio gobierno. Bajo este en tra mado, la re la-cin de poder y su ejercicio es enfticamente presenciadoen las instituciones del estado, esto en consideracin de lareferencia argumentativa de la unidad del valor, pues la in-

tegridad de una moralidad poltica debe refrendarse en laaplicacin cotidiana de esas libertades conocidas comotriunfos, desde los albores de la rama de la moralidad pol-tica llamada derecho.

De acuerdo a la posicin mayori ta ria se plantea el carc-ter antidemocrtico de la toma de decisin judicial, puescomo se ha visto en cualquier otra cantidad de discusionesprevias sobre la obra de Dworkin, algunos, fuera del argu-mento particu lar del profesor, consideran que la redireccinde la poltica judicial de acuerdo a la integridad,41constitui-ra una modificacin de las intenciones manifestadas en lasleyes prescri tas por los cuerpos legislativos de conformidad

a los cnones de la democracia representativa. En detri-mento de lo anterior, el autor considera que la interpreta-

cin realizada por el operador jurdico desde la integracin,corresponde necesariamente a la compenetracin de la inte-gridad poltica, de conformidad con un principio legislativo

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39 Dworkin, Ronald, Justice for Hedgehogs,n. 1,p. 385.40 Para una mejor comprensin del ar gumento al res pecto del tra ta-

miento de la parte cin co, sobre todo en Flores, Imer B., loc. cit., n. 38, pp.65-103.

41 Situacin contraria que defien de el autor, pues como es de no tar enel Imperio de la justicia: Tenemos dos principio de integridad poltica: un

principio legislativo, que pide que los legisladores traten de que todo elconjunto de leyes sea coherente desde el punto de vista moral, y un prin-cipio adjudicativo, que instruye que se considere el derecho lo ms cohe-rentemente posible desde esa perspectiva. Dworkin, R., El imperio de la

justicia, n. 7, p. 132.




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y otro adjudicativo42 que permita establecer, unacoherencia en la moralidad poltica, por lo que es necesariocomprender su basamento liberal, en pro de unademocracia asociativa.

Dado que el derecho debe buscar los fundamentos de lasprcticas jurdicas en estamentos que implican la referen-cia a una red de valores mu cho ms larga, se ape la a unaconstruccin poltica, guiada claro est, por la moralidadpoltica. De ah que deba plan tear se la afrenta de compren-der en un sentido inverso, al derecho como moralidad. El

autor establece dentro de su comprensin la integracin dela ti ca hacia la mora li dad polti ca y su re lacin con la mo-ral personal, en este sentido el derecho comprende unarama de la moralidad poltica.43

La perspectiva que propone Ronald Dworkin, ms queuna serie de entramados constre i dos por la forma o unproceso, supone la integracin de un derecho lleno de sus-tan cia, en cuanto ar gumento de fon do, en el que en efectoel derecho se encuentre imbricado con la moralidad y quepueda as, proponer un planteamiento de justicia ms pro-

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42 En el planteamiento de Dworkin al respecto de la interiorizacin dela integracin en la vida cotidiana: el derecho solo puede ser interpretadode una reformulacin metodolgica, donde los tericos del derecho seconvierten en participantes de las disputas argumentativas en la prcticajurdica, disputando directamente los elementos torales de dicha prcti-ca. Bajo este modelo, la prctica jurdica, de la cual la teora del dere choes parte, es vista como una practica interpretativa, donde preguntas so-bre lo que es el dere cho pre guntas que van desde lo ms abs tracto sobreel rasgo distintivo de una institucin social, hasta lo ms concreto como,por ejemplo, A es responsable de pagar daos a B se responden inter-pretando el material jurdico que tenemos a la mano bajo cierto esquema.Este esquema o plan Dworkin lo denomina interpretacin constructiva,y consiste en intentar mostrar dichos materiales jurdicos desde su mejorperspec tiva, o hacer de ellos lo mejor que puedan ser en trminos del g-nero al cual pertenecen.Dickson, Julie, Evaluacin en la teora del dere-cho, trad. Juan Vega, Mxico, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurdi-cas, 2006, pp.120-21.

43 Dworkin, R., Justice for Hedgehogs, n. 1, p. 405.




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fun do, no por una situacin casual, sino como direccincausal.

EPLOGO

A mi jui cio, el autor re serv un lugar de honor a la cons-truc cin ms bella de sus palabras y teora: el eplogo.

En sus letras, nos conduce por la ruta que tom la cien-cia del mundo moderno que en sus explicaciones internas,constituyeron un pletrico albor de referencias metafsicas

donadas por la filosofa. Dworkin se pregunta si es posibleque el mundo de la ciencia est a sal vo de los valores. Yaque al cabo de todo el li bro, nos ex pli c como es po si blecomprender un mundo objetivo de valores en una nueva di-mensin. Pues, pese a que algunos autores intentaron lle-var al valor a una cientismo radical, la explicacin de la ob-

jetividad del valor se sostuvo con debilidad, as, la versindel profesor estatuye una revisin post-colonial de la ver-dad, ya que ha buscado explicar el por qu es tan im por-tante construir una verdad para la moral poltica, en vasde desenmascarar el escepticismo externo, y as, desde lainterpretacin de los conceptos, definir una responsabilidad

moral, a fin de lle gar a una verdad en s misma, como con-

cepto interpretativo.44 Con fron tar un mundo de acuerdo ala integri dad de los valores, es dar la vuelta a los ar gumen-tos supeditados en una alta metafsica o en un exacerbadomundo natural, la objetividad de la verdad en los juiciosmorales son manifiestos en una conviccin que implica laresponsabilidad de encontrarles y soportarlos.

La existencia de una respuesta correcta acer ca de lo quees mejor implica la responsabilidad de buscarle y de soste-nerle a pesar de que se tra te de una omisin. En el casono hay escapatoria en creer lo que otros no. Escepticismoo nihilismo no son ciertamente un escape.45

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44 Ibidem, p. 418.45 Idem.




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En la bs queda de la unidad del valor, se apela necesa-riamente a la idea de la justi cia del eri zo, pues slo sabeuna cosa (pero la sabe muy bien). Nos da mos cuenta quelo que sabe bien el erizo es la eleccin de una buena vida, yel ca mino inte gral que debe colegir la sociedad con la queconvive, pues en s mismo, todos forman parte del mis moentramado que configura el medio vindicatorio del erizo.Pero el dar la vuelta de una pre ten dida buena vida, requiereconciencia y responsabilidad de uno mismo y los dems.Podemos vi vir bien sin tener una buena vida pero vives

mal si no tratas duramente de hacer mejor tu vida.46

La guaque nos ofrece el profesor Ronald Dworkin, nos evo ca unplan ms profun do que una simple teora del derecho, de lamoral o de la justicia, nos evoca algo que en nuestros dasle hayamos como la excepcin y no como una regla, sercoherentes ante nuestras autenticidades-interpretativas-mundanas y su vinculacin responsable con el mundo. As,la dignidad nace incluso en el lugar menos esperado, por loque nos recuerda:

Sin dignidad nuestras vidas son solo parpadeos de duracin.Pero si lo gramos llevar una buena vida, creamos algo ms.

Escribimos una nota al pe de nuestra mortalidad. Hace mosde nuestras vidas pe que os diamantes en las arenas csmi-cas.47

Germn Medardo SANDOVALTRIGO*

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46 Cfr.ibidem, p. 420.47 Ibidem, p. 423.

* Profesor de Teo ra del dere cho y Filosofa del dere cho en la Fa cultadde Derecho de la UNAM; doctorando en derecho por el Instituto de Investi-

gaciones Jurdicas de la UNAM.

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