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    IDEOLOGIAS, DISCURSOSY DOMINACION

    Antonio Ario VillarroyaUniversidad de Valencia

    RESUMEN

    El artculo pretender efectuar una revisin crtica de la prolfica literatura acerca de las ideo-logas. Se adentra en un campo de las ciencias sociales, especialmente de la sociologa de la cultu-ra, en el que abunda el ensayismo y la polisemia lxica, con la intencin de imponer rigor analti-co. Para ello se construye una tipologa de las principales concepciones de la ideologa, diferen-ciando cuatro grandes modelos conceptuales: cognitivo-crtico, poltico-crtico, poltico-neutro y

    cognitivo-neutro o semitico. Se describe y examina cada una de estas concepciones. Y, final-mente, se opta por una concepcin poltico-crtica, que restringe el campo de accin del anlisisde la ideologa a los procesos de utilizacin de las formas simblicas en contextos de dominaciny con propsitos de legitimacin. Esta concepcin implica a su vez una redefinicin de concep-tos como discurso, cosmovisin y narrativa.

    EL PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA: QUE ES LA IDEOLOGIA

    La ideologa ha llegado a ser hoy, y por buenas razones, un trmino irre-mediablemente cado. Segn la categrica sentencia de Bell, la ideologa esuna palabra en desuso (1992: 453). En una poca de rampante pragmatismo,se ha convertido en un trmino caduco. Por su parte, Baudrillard, y con l elpostestructuralismo, sostienen que donde imperan los simulacros, no hay lugarpara la ideologa (ver Larrain, 1994: 110).

    Pero, curiosamente, un simple repaso a los numerosos ttulos de publicacio-

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    nes que han aparecido en los ltimos veinticinco aos y que incluyen el tr-mino ideologa o el derivado ideolgico en el enunciado del titular obliga a poneren entredicho dicha conclusin: al menos en ese sentido, no ha habido un fin

    de las ideologas. Algunos de estos titulares son sorprendentes, como, por ejem-plo, Relaciones laborales en empresas ideolgicas, La afasia y la polarizacin ideol-gica en torno al sistema nervioso central en la primera mitad del siglo XIXo El mar- xismo, ideologa fra. Unos pocos estn dedicados a la pura teora y al debateescolstico. La gran mayora se centran en el estudio de las ideologas en cam-pos tan dispares como la poltica, el derecho, la lengua o los medios de comuni-cacin, y por el tenor del enunciado intuimos que asumen un concepto crtico.Sucede de forma similar con un cuarto grupo que se centra en los aspectos ide-olgicos de ciertas prcticas sociales (desde el ftbol a la domesticidad, pasan-

    do por la medicina, el urbanismo, la biologa o incluso la fsica) y donde ideolo-ga aparece como sinnimo de discurso en su acepcin postestructuralista. Encambio, muchos otros manejan un significado ms neutro y analizan el sistemade creencias de algn movimiento social especfico (anarquismo, blasquismo,islamismo). En unos pocos casos, finalmente, una somera comprobacin delcontenido nos induce a pensar que la inclusin del trmino en el ttulo obedecea razones estticas, cuando no pura y falazmente comerciales.

    Tras esta mirada panormica, no es posible evitar una impresin de caos

    lingstico, de confusin bablica. Por si fuera poco, en la vida cotidiana y lalucha poltica, ideologa funciona como arma arrojadiza para sellar las opinio-nes del adversario con el estigma de la irracionalidad. Esta situacin ha llevadoa algunos autores a reconocer que nos hallamos ante el vocablo que ha susci-tado ms dificultades en las ciencias sociales (Abercrombie et al., 1987: 213;Lewins, 1989: 679; Boudon, 1989: 17; McLellan, 1995: 1). Tomarlo comoobjeto de anlisis puede ser tan temerario y peligroso como adentrarse por uncampo minado, pero en la medida en que el estudio de la vida social pretendaser cientfico habr de asumir un uso ms estricto, riguroso y preciso de su

    lxico. Por este motivo, nos sentimos obligados a reflexionar sobre su validezcomo herramienta terica.

    Comenzaremos nuestra argumentacin abordando la complejidad del pro-blema con un ejemplo tomado de las representaciones sociales sobre el trabajo.En la sociedad feudal fue usual legitimar el significado y relevancia de sterecurriendo a referencias bblicas como el exemplum de Marta y Mara y laexpulsin del Paraso. Segn la enseanza que se extraa de ellas, el trabajo eraun castigo acarreado por el pecado original y la devocin deba anteponerse a

    la obligacin. En qu sentido podramos afirmar que esta imagen es ideolgi-ca?, en tanto que constituye una visin del mundo operante en una sociedaddeterminada?, en tanto que consiste en una representacin falsa del trabajomanual como castigo, al atribuir el sudor y el esfuerzo a una sancin divina?, oen tanto que legitima la posicin social preeminente del clero y la nobleza enla sociedad estamental?

    En el seno del feudalismo surge la burguesa. Esta clase tiene una experien-

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    cia completamente distinta de la actividad productiva: el trabajo, duro y esfor-zado, permite ascender en la escala social e incluso lograr el cielo. Para ella, elmrito no radica en la devocin y mucho menos en el ocio. As se forja una

    nueva representacin social: el trabajo es vocacin, virtud, actividad esforzada,creativa y libre, que siempre encuentra su recompensa. Esta nueva representa-cin corresponde a la experiencia social y religiosa de determinados estratos ogrupos sociales ascendentes y, por tanto, es verdadera, ya que constituye unadefinicin de su situacin. Pero cuando esta clase social trate de configurar lasociedad en funcin de sus intereses y para ello necesite universalizar su sistemade valores, variar la funcin de dicho esquema mental. La idea de que el traba-jo es una virtud har frente a la necesidad de disciplinar a los viejos campesinosconvertidos en nuevos asalariados, y la de que es creatividad servir de base para

    la implantacin del derecho a la libertad de los intercambios en el mercado. Portanto, la universalizacin de estos valores (deber profesional y contrato libre)tiene una significacin constitutiva como dijera Weber y aparece comoun requisito del sistema capitalista e industrial en sus primeras fases.

    Frente a esta concepcin, que reifica la historia al proclamar la sociedadliberal como reino de la libertad, se yergue la representacin marxiana. El tra-bajo en la sociedad capitalista es alienacin y explotacin. El trabajador no tra-baja en uso de su capacidad creativa, sino por necesidad: de otro modo se

    morira. La libertad formal de los trabajadores en el mercado enmascara lanaturaleza desigual del poder econmico que obliga al trabajador a vender sufuerza de trabajo. Dados estos planteamientos, si partimos de que la ideologaes el sistema de creencias que legitima la dominacin, la visin marxiana nosera ideolgica, sino teora crtica de la ideologa y, por ende, de la domina-cin. Pero y si definimos la ideologa como un sistema de creencias que legiti-ma intereses particulares, intereses de clase? Sin duda, entonces, de acuerdocon Mannheim, el marxismo sera una ideologa ms.

    En fin, sistema de ideas falsas, ilusorias o errneas; sistema de ideas que

    legitiman la dominacin; sistema de ideas que representan intereses, visin delmundo, con qu definicin podemos quedarnos? Para hallar respuestas queanen el rigor analtico y la fuerza argumentativa deberamos revisar, en pri-mer lugar, la historia del trmino y proceder, despus, a un anlisis sistemticode sus usos. Dada la limitacin del espacio, reduciremos el primer aspecto a unbreve esbozo y nos centraremos en el segundo.

    LOS AVATARES DEL TERMINO IDEOLOGIADe hecho, la historia del trmino ideologa (vanse Lichteim, 1972; Thomp-

    son, 1984 y 1992; Vincent, 1992; Bell, 1990; McLellan, 1995) puede resumirsesucintamente afirmando que parece la evolucin de un neologismo a la deriva,pero cuando se la examina de cerca observamos la presencia de cierta lgica sub-yacente. Con l se trat de designar, en primer lugar, la ciencia de la formacin

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    natural de las ideas, una disciplina positiva, til y susceptible de rigurosa exacti-tud; despus, pas a nombrar el proceso de legitimacin simblica de la domina-cin; seguidamente, los sistemas de creencias mediante los cuales se representan

    intereses sociales y se motiva a los sujetos humanos para la accin colectiva (deter-minacin social) y, finalmente, cualquier visin del mundo. Para Destutt deTracy, encarnaba el proyecto de la razn ilustrada, pero Napolen primero, elmovimiento reaccionario de De Bonald y Chateaubriand despus, y luego el mar-xismo, identificaran la ideologa con una doctrina abstracta y especulativa, divor-ciada de la realidad. Este concepto de un conocimiento distorsionado, errado,persiste en Mannheim, pese a su intento de fundar una concepcin no valorativa.Y se reproduce tambin en los tericos del fin de las ideologas, que la definencomo una forma de simplificacin, de engao, una redecilla que envuelve a las

    personas y hace opaco el resto del mundo. Justamente, por las mismas fechas,pero completamente al margen de ese debate, autores como Lenski y C. Geerztacuan un concepto estrictamente neutro y general.

    Geertz publica en 1964 su conocido e influyente artculo La ideologa comosistema cultural, y Lenski, Poder y privilegio en 1966. Curiosamente, en sus obrasno hay referencias cruzadas, pero su visin es muy similar. Lenski, influido porMosca, quien sostena que la clase dominante siempre tiende a justificar su poderapoyndose en mitos y creencias y que no se puede regir una sociedad ni cimentar

    poderosamente su unidad sin alguna gran supersticin o ilusin general (vaseMosca, 1984), considera necesarias las ideologas para la justificacin moral delejercicio del poder, una estrategia eficaz para transformar la simple fuerza en dere-cho, para proporcionar un aura de legitimidad al privilegio (Lenski, 1969). EnHuman Societies, publicado en 1970, no slo acua un concepto neutro, sinotambin general: la ideologa no es ms que la informacin utilizada para inter-pretar la experiencia y ordenar la vida social.

    Idntico es el planteamiento de Cliford Geertz, aunque con mayor funda-mento terico. Para Geertz, las concepciones que identifican la ideologa con

    patologas comparten una teora del lenguaje muy deficitaria, al reducirlo auna funcin meramente pictrica y reproductora de la realidad. La metfora secaracteriza, nos dice Geertz, porque transgrede las significaciones corrientes yliterales y, por tanto, extiende el lenguaje al ampliar su alcance semntico ysuele ser ms efectiva cuanto ms falsa es. Del mismo modo, el smbolo o lasfiguras ideolgicas derivan su fuerza de la capacidad de aprehender, formulary comunicar realidades que se sustraen al templado lenguaje de la ciencia(1987: 184). De aqu su definicin de ideologas: stas son mapas de una rea-

    lidad social problemtica y matrices para crear una conciencia colectiva. Lasideologas desempean la funcin de definir (u oscurecer) las categoras socia-les, estabilizar (o perturbar) las expectativas sociales, mantener (o minar) nor-mas sociales, fortalecer (o debilitar) el consenso social, y aliviar (o exacerbar)tensiones sociales (1987: 178). La ideologa no es, pues, la contrafigura de laciencia. Ms bien, una y otra son dos estrategias simblicas diferentes que pue-den adoptarse legtimamente ante una misma situacin: la ciencia tiende a ser

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    la dimensin crtica de la cultura, el diagnstico, mientras que la ideologa esla dimensin apologtica o legitimadora. De esta forma, se alcanza una con-cepcin no valorativa de la ideologa entendida como sistema de creencias para

    la interpretacin del mundo.En sntesis, el resultado que nos arroja la historia del trmino es la convi-vencia de cuatro conceptos bsicos, cuya formulacin no ha sido caprichosa,sino que se halla vinculada a determinados procesos tpicos de las sociedadesmodernas: la necesidad de conocimiento fiable; la necesidad de legitimacinde una dominacin que no puede basarse ya en la fuerza descarnada ni en laapelacin a la divinidad; la necesidad de movilizacin simblica para la accinsocial, y la comprensin de la pluralidad de universos simblicos propia de lassociedades complejas. Pero si bien, como vemos en la figura 1, sta ha sido la

    forma de evolucin histrica del concepto, un anlisis sistemtico muestra queel orden lgico invierte el orden histrico: para poder hablar de distorsin (ode validez lgica) y de legitimacin de privilegios (o de eficacia social) es preci-so reconocer antes su funcin significante. Lo sorprendente es que para desig-nar las cuatro problemticas haya sido utilizado el mismo trmino de ideo-loga.

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    FIGURA 1

    Esquema evolutivo de las concepciones de la ideologa

    crtica

    neutra

    soncontingentes

    sonconstitutivas

    dimensinfundamental

    pretensin

    normativa

    LEGITIMACIONdel PODER

    LEGITIMACIONde DOMINACION

    DISTORSION

    VISION del MUNDO

    cognitiva prctica

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    CUADRO 1

    Las teoras de la ideologa

    Elemento Pretension Ubicacin Corrientes

    Definicin clave Extensin normativa terica y autores

    A) Cognitiva crtica

    Falsa conciencia, Carcter ilusorio Restrictiva Crtica Epistemologa Ilustracinprejuicio, Patogenia del Slo un tipo Depurar Sociologa del Engels y Luk csirracional, pensamiento de creencias conocimiento Mannheim

    simple, Distorsin son Funcionalismodogmatismo, ideolgicas T. Geiger=/= ciencia Althusser a

    Bell

    B) Poltica crtica

    Sistema de Funcin Restrictiva Crtica Teora del Marxismoideas que legitimante condicional Emancipar poder E. Frankfurt

    legitiman la Todoslos sist. Bourdieu

    dominacin de creencias Giddens

    pueden ser J. B. Thompson Fairclough

    Larrain

    C) Poltica neutra Lenin

    Sistema de Funcin Universal Neutra Teora del Gramsciideas que legitimante tendencial poder Althusser b

    legitiman de cualquier Son ideolgicas Anl. discurso

    el poder poder todaslas Laclau, S. Hallcreencias que Therborn

    legitiman C. Bell, R. Wilson

    el poder Vincent, ReboulSeliger, Gouldner

    Rudet al.

    D) Semitica neutra

    Visin del Funcin Inclusiva Neutra Teora de Geertz

    mundo o significante Todo sistema la cultura Dupontsistema de de creencias Castoriadis

    creencias es ideologa AbercrombieEs necesaria Wuthnow

    e inevitable FenomenologaUniversal y Ha. Mentalidades

    constitutiva Represt. Sociales

    Anal. discurso

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    UN MAPA SISTEMATICO DE LAS DEFINICIONESDE LA IDEOLOGIA

    Definicin cognitiva crtica: la ideologa como contrafigura de la ciencia

    Los autores que hemos agrupado en este campo conceptual identifican laideologa con un sistema de falsas creencias. El elemento clave de la definicines, por tanto, el carcter ilusorio o, si se prefiere, patolgico del pensamiento.Para unos, falsedad equivale simplemente a error o mentira; para otros, la fal-sedad radica en confundir juicios de valor con juicios de hecho; y mientras losfuncionalistas sostienen que las ideologas son irracionales y dogmticas ytoman como ejemplos el fascismo y el marxismo, parte de la tradicin marxistaafirma que son ilusorias y enmascaradoras y se centran, ante todo, en el anlisisde la teora econmica liberal y del mercado.

    Esta concepcin es restrictiva: slo un tipo determinado de creencias sonideolgicas. No todo el conocimiento es patolgico. El anlisis de la ideologase entiende como un instrumento crtico o evaluador; se pretende depurar lasrepresentaciones, las creencias y el lenguaje para lograr conocimiento fiable. Sulocuspropio es la epistemologa ms que la sociologa, puesto que se preocupa,ante todo, por la validez lgica de los sistemas de conocimiento.

    Dos crticas fundamentales se le han dirigido. La primera ataca su modelo deciencia (Dumont, 1974; Vincent, 1992); la segunda, su nfasis en la validez lgi-ca. Esta conceptualizacin distingue radicalmente entre creencias y conocimientoverdadero o cientfico. Si no existiera, al menos tericamente, la posibilidad deproposiciones por completo adecuadas a la realidad, el concepto de ideologacarecera de sentido, afirma Geiger (1972: 14). Ahora bien, ya Weber haba sea-lado que no hay fundamentacin cientfica para el conocimiento cientfico, que elcriterio de verdad depende de su significacin cultural, que conocer es seleccionary que toda seleccin conlleva simplificacin. Al estar fundada en una distincin

    radical entre realidad e ideas, ignora en qu medida la realidad es ya para los sereshumanos un dominio preinterpretado, que no existe la transparencia del lenguajey, por tanto, que ste no es un mero instrumento de representacin.

    Pero, adems, se han planteado objeciones que, obviando el problema epis-temolgico, propugnan una definicin alternativa de ideologa. La crtica pro-cede, en primer lugar, de la tradicin irracionalista decimonnica (Nietzsche,Mosca, Pareto o Sorel), segn la cual las ideas falsas e irracionales tambinpueden ser tiles para el poder o la vida o, como seala Boudon (1989), son

    racionales subjetivamente (se las profesa por buenas razones). Adems, comonos han enseado Adorno, Marcuse, Foucault o Habermas, la ciencia y la tc-nica pueden operar como ideologas, en el sentido de enmascarar la domina-cin. Tanto la vieja ideologa del libre contrato como la nueva ideologa de laconciencia tecnocrtica nos dirn son ideologas porque sirven paraimpedir la tematizacin de los fundamentos sobre los que est organizada lavida social. De esta forma, hemos dado el salto al segundo modelo analtico.

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    Definicin poltico-crtica: la ideologa como legitimacin de la dominacin

    De acuerdo con ella, no existen sistemas de creencias que sean per se,

    intrnsecamente, ideolgicos. La ideologa es aquel aspecto o caracterstica delos sistemas de significado que sirve para legitimar la dominacin, para soste-ner el privilegio. Coinciden en este concepto determinadas corrientes del mar-xismo, igualmente socilogos crticos como Bourdieu, Giddens, J. B. Thomp-son, K. Thompson, Fairclough o McLellan, y autores ms difciles de clasificarcomo Lenski. Por ello mismo, sera un error imputar esta conceptualizacin enexclusiva al marxismo. Al respecto resulta muy ilustrativo el siguiente texto deGaetano Mosca:

    Con frecuencia las aristocracias se han envanecido de un origen sobre-natural o al menos diferente y superior al de la clase gobernada. Tal pre-tensin se explica por un hecho social importantsimo [...] que hace quetoda clase gobernante tienda a justificar su poder de hecho, apoyndoseen un principio moral de orden general. Pero recientemente la mismapretensin se present con apoyo de un equipo cientfico: algunos escri-tores, desarrollando y ampliando las teoras de Darwin, creen que lasclases superiores representan un grado ms elevado de evolucin social, y

    que por lo tanto ellas son mejores que las inferiores por constitucinorgnica. De Gobineau, Gumplowicz y otros van ms lejos, y sostienenresueltamente el concepto de que la divisin de los pueblos en clasesprofesionales est fundada, en los pases de civilizacin moderna, en unaheterogeneidad tnica (Mosca, 1984: 121-122).

    El anlisis ideolgico no se preocupa por la verdad cientfica, ms bienobserva en qu medida los sistemas de signos y smbolos se hallan implicadosen una distribucin asimtrica de poder y recursos (McLellan, 1995: 83;

    Frow, 1989: 208).Esta concepcin de la ideologa implica una teora conflictiva de la socie-

    dad: sta es una estructura objetiva en la que existe un reparto asimtrico delos recursos. La dominacin consiste en relaciones de poder que son sistemti-camente asimtricas, basadas en el privilegio y en la posesin de una porcindel excedente. Y dado que el privilegio no puede mantenerse durante muchotiempo fundndose slo en la violencia fsica, se requieren tambin mecanis-mos de ocultacin y formas ideolgicas de consentimiento.

    Uno de los aspectos ms interesantes de esta concepcin radica en el anli-sis de los mecanismos o modus operandide las ideologas. Rastreando por losdistintos autores pueden identificarse muchos de ellos: legitimacin (Marx),reificacin (Lukcs), racionalizacin (Habermas) interpelacin (Althusser),unificacin, etc. (ver especialmente Thompson, 1990; Larrain, 1994, y New-man, 1995). Tan slo pondremos un ejemplo. Lenski encuentra en la estrate-gia de la universalizacin una forma de legitimacin de los intereses particula-

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    res de la clase dominante: Hay buenas razones nos dice para creer que, alo largo de la historia, en muchas sociedades los intereses de slo una pequeaminora de sus integrantes estuvieron identificados de modo significativo con

    los de la sociedad total. Y en otro pasaje afirma que los miembros de las clasespolticamente dominantes tienen ms facilidad que los de otras clases parareconocer la convergencia de los intereses del individuo y los de la sociedad(Lo que es bueno para la General Motors es bueno para el pas, y viceversa).Las leyes nos dice pueden redactarse siempre de manera que favorezcan acierto segmento particular de la sociedad. Anatole France vio esto con claridadcuando escribi: En su majestuosa igualdad, la ley prohbe tanto al rico comoal pobre dormir bajo los puentes, pedir limosna en la calle y robar pan... Lasleyes pueden redactarse de tal modo que protejan los intereses de la lite, aun-que estn plasmadas en trminos muy generales, universalistas (Lenski, 1969:49, 55 y 65).

    Dos crticas fundamentales se han dirigido a los autores representativos deesta corriente: por un lado, se les acusa de postular un concepto consensual dela dominacin; de otro, identifican ideologa con intereses de clase, pero sloatribuyen formaciones ideolgicas a la clase dominante.

    En relacin con la primera crtica, conviene sealar que los autores msrecientes que postulan esta definicin (Lenski, Thompson, Fairclough, Gid-

    dens) no comparten algunos aspectos decisivos de la tesis de la ideologa domi-nante: la concepcin de la ideologa como dominacin no implica a priori laexistencia de la ideologa dominante ni, menos an, que sta sea la nicaforma de conciencia posible en una sociedad dada.

    Se critica la identificacin y confusin entre integracin social e integra-cin del sistema o, dicho en otros trminos, entre orden normativo y ordenfctico. Los tericos de la ideologa dominante tienden a ofrecer una visinsobreintegrada de la sociedad en la que la ideologa forja un total sin fisuras(Abercrombie et al., 1987: 181), lo que plantea una grave dificultad para expli-

    car el conflicto y las resistencias (Turner, 1980: 78; K. Thompson, 1986;Archer, 1988). Pero, adems, la existencia de determinado grado de estabilidadno depende necesariamente de la ideologa. De hecho, las clases sociales tienencosmovisiones que son diferentes y contrapuestas, pero estn unidas por unared de relaciones sociales objetivas: la coercin sorda de las relaciones econ-micas (Marx), la divisin del trabajo (Durkheim), la naturaleza coercitiva de laley y la poltica (Mosca), el hbito y la costumbre (Lenski). Por otra parte,dichas teoras suelen caer en la falacia internalista que implica ignorar que los

    procesos de recepcin y apropiacin son inevitablemente una tarea hermenu-tica y contextual (K. Thompson, 1992: 352; Fairclough, 1992: 28; Wilson,1993; J. B. Thompson, 1990 y 1995).

    Admitiendo esto, es decir, que todas las clases y grupos sociales tienen unaforma de conciencia prctica que no es reductible a una ideologa dominante,sin embargo, muchos autores restringen el trmino ideologa para designarsolamente el sistema de ideas que conserva y legitima el statu quo y que oculta

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    las contradicciones, vindose obligados a buscar otros trminos para designarlas formas de la conciencia prctica de los grupos subordinados y de los movi-mientos de protesta. Sin embargo, en Gramsci, en Althusser y en otros autores

    encontramos un concepto neutro de ideologa como legitimacin del poder ocomo motivacin para la movilizacin a la accin social. Lincoln, por ejemplo,sostiene que el discurso puede servir tambin a los miembros de las clasessubordinadas en sus tentativas para desmistificar, deslegitimar y deconstruir lasnormas establecidas, instituciones y discursos que juegan un rol en la construc-cin de su subordinacin (1989: 4-5). De esta forma, damos el salto a la con-cepcin poltico-neutra.

    Concepcin poltico-neutra: la ideologa como sistema de creencias relativoa la accin sociopoltica

    Al pasar de los campos conceptuales A y B a C y D (ver mapa cognitivo) seproduce una ruptura en el tipo de pretensin normativa que rige la conceptua-lizacin. Mientras que las dos formas primeras de definicin tienen un carcterevaluador, ahora nos introducimos en definiciones aspticas. Ya no cuenta ni lacausacin social ni la veracidad o falsedad. De esta forma, se rompe con la tra-

    dicin ilustrada: el sistema de creencias puede ser falso e injusto, pero siguesiendo significante y til. Veamos, en primer lugar, las caractersticas de ladefinicin C, que identifica la ideologa con cualquier sistema simblico queproduce significacin en relacin con el poder y la configuracin de la socie-dad.

    Tan ideolgicos son los sistemas de creencias que tratan de conservar elorden social como los que propugnan su reforma o su revolucin. Por tanto,estos autores conciben la ideologa como todo sistema de creencias ordenado ala legitimacin del poder, de la accin social y poltica en el sentido ms

    amplio y general posible. As, su concepcin est directamente relacionadabien con una teora del poder como fenmeno generalizado, bien con una teo-ra del poder como fenmeno restringido al campo o subsistema autnomo delo poltico.

    El poder puede ser definido de una forma amplia como un fenmenogeneralizado: consiste en la capacidad para actuar en la consecucin de objeti-vos e intereses particulares, la capacidad de intervenir en una secuencia deacontecimientos y alterar su curso. De acuerdo con dicha definicin, podran

    clasificarse dentro de esta categora aquellas definiciones de la ideologa paralas cuales su funcin distintiva es la constitucin de sujetos, de comunidadesimaginarias o de identidades sociales.

    Pero poder hace referencia tambin a la capacidad de accin en el mbitoespecfico de lo poltico, donde se dirime la configuracin de la sociedad. Ideo-loga designa, en este caso, el sistema de significaciones que conciernen a laorganizacin social legtima, su funcionamiento y finalidades (ver Ansart,

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    1974; Wilson, 1992). As, por ejemplo, Ball y Dagger la defienen como unconjunto de creencias bastante coherente y comprensivo que explica y evalalas condiciones sociales, ayuda a la gente a comprender su lugar en la sociedad

    y proporciona un programa para la accin social y poltica (1995: 9). Este esel uso que se ha impuesto entre los politlogos y los tericos de los movimien-tos sociales (Laraa y Gusfield, 1994; Scott, 1990; Newman, 1995; Vincent,1992). Para estos ltimos, la ideologa constituira, junto con la estructuraorganizativa y la estrategia, uno de los elementos caractersticos de todo movi-miento social (por ejemplo, la no violencia gandhiana sera un elemento de laideologa del movimiento de Martin Luther King, pero otro lo constituira sumesianismo basado en el sueo americano fundacional).

    Desde el punto de vista de la extensin, nos hallamos ante una concepcinrestrictiva slo un tipo particular de creencias o aspecto de los sistemas decreencias son ideolgicos, aunque tendencialmente universal todas lasformas de legitimacin de poder son ideologa. Pero una vez dado ese saltohacia la neutralidad, algunos autores se preguntan: por qu deberamos res-tringir el campo del anlisis ideolgico en vez de ampliarlo a todas las formasde conocimiento y a todas las prcticas de significacin? As emerge la cuartaperspectiva.

    Concepcin semitica neutra: la ideologa como sistema de creenciaso como discurso

    En este apartado integramos una amplia diversidad de autores, tendencias,tradiciones e incluso disciplinas, cuyas definiciones son formuladas a partir delos aos sesenta como consecuencia tanto del giro lingstico como del girohermenutico. Aunque reservando posiciones muy distintas para los sujetos,ambos implican una consideracin de las formas simblicas no slo como un

    elemento de la vida social que, como sostendr el funcionalismo, responde adeterminadas necesidades y cumple unas funciones concretas, sino como cons-titutivas de las relaciones y el mundo social: la sociedad es un universo prein-terpretado, simblicamente constituido, o, como dice Frow, todos los sistemassociales son sistemas semiticos.

    El aspecto general que comparten dichas concepciones es una universaliza-cin de la ideologa, para lo cual desarrollan un concepto radicalmente nuevo:ideologa es todo o cualquier sistema de creencias, pudiendo tener tanto una

    organizacin sistematizada y coherente como dispersa y heterognea. Es unconcepto central para entender los procesos de significacin. Su locuspropio esla teora de la cultura.

    As, por ejemplo, la ideologa, para Therborn, hace referencia a ese aspec-to de la condicin humana bajo el cual los seres humanos viven sus vidas comoactores conscientes en un mundo que cada uno de ellos comprende en diversogrado. La ideologa es el medio a travs del cual operan esta conciencia y esta

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    significatividad (1987: 1-2). O, como dice S. Hall: aquellas imgenes, con-ceptos y premisas que proporcionan los marcos mediante los cuales representa-mos, interpretamos, comprendemos y producimos sentido de ciertos aspectos

    de la existencia social (en Larrain, 1994: 73-74). Por tanto, la ideologa serauna dimensin constitutiva de la sociedad y de la formacin de la subjetividadhumana, designara los procesos de significacin, los sistemas de creencias y devalores.

    En el anlisis suelen discernir dos planos: el meramente cognitivo y el de laprctica; la ideologa como sistema de creencias que se poseen, como una cate-gora de la conciencia discursiva, y como proceso que se manifiesta en la expe-riencia de la vida cotidiana, en la conciencia prctica. Fruto de ello es la acua-cin de conceptos como conciencia preterica (fenomenologa), mentalidad(historia de las mentalidades),prejuicio yrepresentacin social(Moscovici) ydis-curso (postestructuralismo).

    Estas corrientes han supuesto una reaccin razonable y sana frente a for-mas de anlisis que reducan la cultura a un mero epifenmeno o que interpre-taban las formas simblicas como reflejo ms o menos transparente de unmundo exterior dado. Pero tambin conducen al relativismo y disuelven todaposibilidad de crtica y evaluacin. Tanto la tradicin durkheimiana que consi-dera que las formas simblicas reflejan la realidad sin ocultarla, como el estruc-

    turalismo que postula el discurso como nica fuente de constitucin de losocial, abocan a la inconmensurabilidad de las formas de vida y de los valores.Si aceptamos sus postulados, nos quedamos hurfanos de criterios para analizarel error y el engao, la injusticia y la dominacin, y las ciencias sociales debe-ran enmudecer. De acuerdo con sus supuestos, resulta imposible tanto el an-lisis de la asimetra cultural (culturas contemporneas con distinto grado deevolucin) (sincrona) como de la irreversibilidad de determinados procesosculturales (diacrona) (la perspectiva en pintura, la circulacin de la sangre enmedicina, etc.). Y as, llevando la tesis al esperpento, podra sostenerse sin son-

    rojo que fue verdad, in illo tempore, que el sol giraba alrededor de la tierra (verNorris, 1995).

    En la medida, pues, en que dichas concepciones disuelven la totalidadsocial en el discurso, lo que sucede es que confunden rdenes o dimensionesde realidad: hay constitucin simblica, por supuesto, pero por qu deberanexcluirse otras prcticas sociales? O, como ha planteado Larrain, por qudeberamos limitarnos a investigar lo que produce sentido en una ideologa yno buscar tambin en ella lo que es incorrecto y exponerlo? (1994: 83). Y, si

    aceptramos que adems de sentido tambin hay sinsentido, sentido correcto eincorrecto, verdadero y falso, justo e injusto, legtimo e ilegtimo, por qudeberamos confundir todo utilizando el trmino ideologa para designardichas realidades? En, desde y al mundo preconstituido, segn nuestro puntode vista (ver figura 2), pueden dirigrsele distintas miradas y preguntas y se lepuede constituir con perspectivas distintas que no se disuelven ni precipitanunas en otras.

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    IDEOLOGIAS Y DISCURSOS

    Desde luego, reconocer la diversidad de problemticas no resuelve el dilemalxico, pero constituye el primer paso para ir acotando su alcance. De algunamanera, as est sucediendo en las recientes tendencias que se detectan en labibliografa. Cuatro son especialmente pertinentes para el tema que nos ocupa:

    1. Como consecuencia de los giros postempirista y hermenutico, ascomo del desarrollo autnomo de la filosofa, historia y sociologa del conoci-miento cientfico, la concepcin cognitivo-crtica, que contrapone ideologa aciencia y la identifica con prejuicio, error o ilusin, apenas tiene ya una pre-

    sencia significativa.2. Por el contrario, y como resultado de convergencias tericas muy dife-rentes, se ha impuesto una concepcin neutra restringida, poltico-neutra, queidentifica ideologa bien con cosmovisiones y teoras polticas, bien con los sis-temas de creencias relativos a cualquier forma de poder y constitucin de losocial (vase, por ejemplo, la reciente aparicin del Journal of PoliticalIdeologies).

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    FIGURA 2

    La diversidad de perspectivas sobre el universo preconstituido

    SOCIOL

    OGIADE

    LACULTURA

    SOC

    I

    OLOGIADEL

    PODER

    MUNDOPREC

    ONS

    TITUIDO

    EPISTEMOLOGI

    A

    SENT

    IDO

    VERDAD

    LEGITIMID

    AD

    DOMINACION

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    3. En ciertas corrientes tericas (como el postestructuralismo) se ha pro-ducido incluso un abandono del trmino, reemplazndolo por el vocablo alter-nativo de discurso.

    4. Sin embargo, ello no ha obstado para que tambin se desarrolle confuerza una tendencia que trata de preservar un sentido crtico (sociopolticocrtico) y que pretende hacer compatible y complementario el anlisis del dis-curso y el anlisis de la ideologa.

    La decantacin que se ha ido produciendo es muy reveladora, pues en algoparecen estar de acuerdo tanto los crticos como los neutros: en el tema de quetratan las ideologas. Estas se ocupan de los aspectos relativos a la configura-cin y la identidad del ser social, del poder en sentido tanto amplio como res-tringido. Quedan fuera, en buena lgica, el problema especficamente episte-molgico (concepcin cognitivo-crtica) y el problema semitico (concepcincognitivo-neutra) y slo se los toma en consideracin en cuanto se hallan rela-cionados y afectan al tema central: la legitimidad del poder.

    En este contexto, finalmente el dilema se reduce a si es posible y necesariauna evaluacin de los sistemas de creencias relativos al poder, en qu trminos,y si podemos nombrar adecuadamente ese proceso crtico como anlisis de laideologa.

    Nuestra propuesta es la siguiente. De forma esquemtica, siguiendo aSewell*, podemos representar en un diagrama (figura 3) la trama estructuralde una sociedad como el resultado de la interaccin de dos factores: los recur-sos y los esquemas culturales. En el eje horizontal ubicamos los esque-mas/reglas, es decir, la cultura, y en el vertical los recursos sociales (poder,relaciones sociales, bienes materiales) que se distribuyen asimtricamente, deforma estratificada.

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    * Sewell, en un interesante artculo, parte de una crtica a la nocin de estructura virtual deGiddens y a la nocin de habitusde Bourdieu, para proponer una teora alternativa que le permi-ta incorporar a un tiempo el cambio en la estructura y superar la divisin entre las interpretacio-nes materialistas y semiticas. En este contexto, presenta su redefinicin de la dualidad de laestructura: sta se halla compuesta simultneamente de esquemas, que son virtuales, y de recur-sos, que son reales, lo que implica que los esquemas son efectos de los recursos tanto como losrecursos de los esquemas. Una empresa no es un montn inerte de ladrillos, madera y metal.Incorpora o actualiza esquemas y esto significa que los esquemas pueden inferirse a partir de laforma material de la empresa. La entrada a la factora, el lugar para fichar, el diseo de la lneade produccin, todos estos rasgos de la empresa muestran y validan las reglas del contrato capita-lista de trabajo (1992: 13). En sntesis, nos dice Sewell, las estructuras estn constituidas por

    esquemas culturales y conjuntos de recursos que se sostienen mutuamente, que capacitan ydeterminan la accin social y tienden a ser reproducidos por dicha accin. Pero su reproduccinnunca es automtica. Las estructuras estn en peligro, al menos en cierta medida, porque sonmltiples y se entrecruzan, porque los esquemas son trasponibles y porque los recursos son poli-smicos y acumulan impredecibilidad. Al situar la relacin entre los recursos y los esquemas cul-turales en el centro de un concepto de estructura se hace posible mostrar cmo el cambio social,no menos que la esttica social, puede ser generado por la realizacin de las estructuras en la vidasocial (1992: 19).

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    La cultura (eje horizontal) produce tanto sentido (es decir, significado o siste-mas de creencias y orientacin o sistemas de valores) como identidad(constitu-cin de sujetos personales o colectivos). Y proporciona significado tanto para lasdimensiones meramente existenciales (como ser sexuado, ser mortal, tener unaedad) como para las dimensiones sociohistricas (pertenecer a una tribu o unanacin, tener una u otra profesin, ser miembro de una iglesia, club, partido o

    movimiento). Para ello cuenta con visiones del mundo o cosmovisiones, que sonsistemas de creencias articulados, y con narrativas, que son estructuras lingsti-cas que exponen en forma de relato la trama de un conjunto de acontecimientos.Estos pueden ser fundantes o etiolgicos (mito), ficticios (narracin literaria) oreferirse al pasado humano (narracin histrica). Unas y otras, cosmovisiones ynarrativas, proporcionan informacin de muy diversos tipos, unas y otras tienencomponentes cognitivos y prcticos, unas y otras son formas de discurso.

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    FIGURA 3

    Las dimensiones de la estructura social y la interrelacin entre ideologas y discursos

    (sentido e identidad)

    PODER

    dominacin

    existencial

    CULTURA

    subordinacin

    soc

    iohistrica

    i

    i d n t i d a ds e n t i o

    e

    d

    o

    lo

    g

    a

    s

    DISCURSOS

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    El discurso, tal y como lo entiendo aqu, depende de realidades extradis-cursivas, a las que se refiere y significa; consiste tanto en textos como en prcti-cas, y su funcin es configurar identidades y posiciones sociales y producir

    conocimientos y creencias.El poder y los recursos (eje vertical) se hallan distribuidos asimtricamente,lo que da la polaridad bsica de dominacin y subordinacin. En su relacincon la cultura pueden distinguirse al menos dos planos. Por un lado, el podersiempre est constituido semiticamente, de manera que poder y cultura seimbrican de forma indisoluble. Toda forma de poder comporta/produce cono-cimiento y toda forma de conocimiento comporta/produce poder. Pero, en unsegundo plano, la cultura interrelaciona con el poder en tanto que consiste ensistemas de significado o formas simblicas que legitiman la distribucin de losrecursos y la dominacin. El dominio y el privilegio, si son duraderos, nuncase basan en la mera fuerza, requieren algn tipo de legitimacin moral. En elprimer sentido afirmamos que los movimientos sociales producen conocimien-to e identidades alternativas con el propsito de transformar la realidad, y elconocimiento producido les capacita para desarrollar estrategias, formas deaccin y construir nuevas identidades. En el segundo sentido observamos quelos grupos dominantes producen una identidad cultural pblica y la difundencon el propsito de legitimar y perpetuar su dominacin.

    Existe, pues, una vinculacin intrnseca entre discurso y poder, que se datanto en el plano de las cosmovisiones como en el de las narrativas de identi-dad. Podemos, en consecuencia, analizar y evaluar en qu medida las formasdiscursivas contribuyen a sostener, reestructurar, desafiar o transformar relacio-nes de poder. Mientras que los crticos proponen restringir el concepto deideologa a aquellas formas simblicas que legitiman los poderes dominantes uocultan las contradicciones sociales que les favorecen, los neutros, renuncien ono a la posibilidad de evaluacin de las formas de poder y desigualdad, utilizanideologa para designar por igual los sistemas formales de ideas polticas y los

    sistemas informales de creencias y valores que movilizan para la accin social.Y dado que las pautas de comportamiento de los cientficos sociales en relacincon el lxico carecen de todo tipo de regulacin formal, podemos sospecharque en el futuro las cosas seguirn como hasta el da de hoy.

    Sin embargo, de acuerdo con el enfoque que hemos presentado (interrela-cin entre recursos y esquemas, estratificacin y cultura, discurso y poder),creemos que existe espacio para un concepto crtico de ideologa y que el anli-sis de la ideologa debe gozar de legitimidad acadmica. En este caso, ideologa

    y discurso seran complementarios. Mientras que ste designara la totalidad delas estructuras lingsticas y prcticas simblicas mediante las cuales se produ-ce sentido e identidad, ideologa se referira de forma restringida a aquellosaspectos del discurso que son utilizados contextualmentepara legitimar relacio-nes de dominacin del tipo que sean. Esta es la posicin defendida por autorescomo Lincoln (1989), Dant (1991), J. B. Thompson (1992), Fairclough(1992), Purvis y Hunt (1993), Larrain (1994) o McLellan (1995). Las formas

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    simblicas no sonper seintrnsecamente ideolgicas. Son ambiguas, abiertas ycontextuales; por ello mismo pueden ser instrumentalizadas para transformarel simple poder en autoridad o legitimar la dominacin. Por ejemplo, el natu-

    rismo (figura 4) es una cosmovisin existencial, pero podra ser una ideologa;el racismo es una narrativa existencial y una ideologa; el nacionalismo es unacosmovisin, implica una narrativa y puede ser una ideologa. Y lo mismopuede decirse del globalismo.

    De acuerdo con esta concepcin, el anlisis de la ideologa de lo que seocupa es de la interrelacin entre las prcticas discursivas y otras prcticassociales; concretamente, de la relacin entre la cultura y el poder. Y, por tanto,la ideologa es slo una de las posibles formas del discurso.

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    FIGURA 4

    Ejemplificacin de la contextualidad de las formas simblicas y sus posiblesfunciones ideolgicas

    PODER

    dominacin

    ex

    istencial

    CULTURA

    subordinacin

    soci

    ohistrica

    i

    i d n t i d a ds e n t i oed

    o

    lo

    g

    a

    sRACISMO GLOBALISMO

    NATURISMO NACIONALISMO

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    Hemos comenzado con un ejemplo, concluiremos con otro. En esta oca-sin nos referiremos a las representaciones sociales del dinero. Podra resultarde inters analizar visiones moralistas contrapuestas, como la popular del vil

    metal o la del sentido reverencial del dinero de Ramiro de Maeztu. Pero enun contexto de dogmatismo neoconservador (para el cual la libertad se identi-fica con ausencia de coercin fsica, la justicia distributiva con mera justicia enlas transferencias, y el Estado debe quedar reducido a su mnima expresin),nos limitaremos a reproducir y comentar un fragmento de El dinero, de John K.Galbraith, donde trata acerca de la poltica monetaria:

    Los regmenes monetario y econmico afirma Galbraith son parteinextricable del mayor problema de la distribucin de la renta en la eco-noma moderna. Esto ser tambin cada vez ms evidente. Nada msatractivo para el hombre de instinto conservador que la idea de que lapoltica econmica es una materia puramente tcnica. No involucracuestiones de clase social o de poltica social. Con la tcnica adecuadase endereza la economa: el poder y la renta, y su disfrute, no resultanafectados. Tampoco los liberales han sido inmunes a la idea de que lapoltica monetaria y fiscal son socialmente neutrales. Pero no es as.Como hemos visto, una de las caractersticas centrales de la sociedad

    econmica moderna es el rechazo por las clases sociales subordinadas delos lmites establecidos en su renta y su consumo... El movimientohacia una distribucin ms conscientemente igualitaria de la renta ten-dr que ser aspecto indispensable de una poltica econmica fructfera(1996: 297).

    Aqu se nos describen dos clases de ideas: a) los supuestos acerca de la con-figuracin de la sociedad actual (defensa de una sociedad ms o menos iguali-taria); b) las aserciones que legitiman las tesis neoconservadoras (interpretacin

    de la poltica monetaria como una cuestin estrictamente tcnica). Si aplica-mos el trmino de ideologa a las primeras, manejamos un concepto poltico-neutro; si a las segundas, un concepto poltico-crtico, ya que analizamos unode los modus operandide la legitimacin del privilegio.

    Estoy persuadido de que, por un principio de economa lxica, se asentary persistir el uso neutro de ideologa para designar sistemas de pensamientosociopoltico y sistemas de creencias y valores de los movimientos sociales.Pero creo que el anlisis ideolgico, como desvelamiento de la utilizacin de

    las formas simblicas al servicio de los privilegios y la dominacin, puede ydebe ocupar un lugar legtimo dentro de las ciencias sociales, mientras quepara analizar sistemas de valores, sistemas de creencias y relatos de identidadson ms adecuados conceptos como cosmovisin, narrativa y discurso.

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