Reincidente 98

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* Reincidente no incluye sección de Sociales Año VI, Número 98, 2da. quincena de abril de 2015 D icho proyecto contempla un descuento para estudiantes de 50% del costo de transporte en las dos líneas de la Red Urbana del Transporte Articulado (RUTA); vislumbra la conexión de RUTA con el Sistema de Transporte Universitario (STU) con el objetivo de llegar a más colonias y la construcción del Parque Lineal Universitario que será ejecutado por la Dirección General de Obras de la BUAP. Estrictamente no es un proyecto de la Universidad sino del gobierno de Puebla en donde la Universidad será su ejecutor. La iniciativa de construir una “ciclopista” que conecte Ciudad Universitaria con el edificio Carolino, pasando por la preparatoria Benito Juárez, pone a discusión públi- ca la concepción de ciudad que las instituciones promoto- ras sostienen para implementar el proyecto denominado “Parque Lineal Universitario” y, sobre todo presenta una oportunidad interesante para preguntarnos ¿qué ciudad queremos? ¿A qué tipo de urbanismo aspiramos como habitantes de la ciudad de Puebla? Hoy, en las ciudades latinoamericanas, el estudio del espacio público ha suscitado un interés creciente, funda- mentalmente por la tendencia a su privatización y la im- plementación de un urbanismo centrado en lo privado, el mercantilismo y no en lo público. Este urbanismo imple- mentado a partir de los procesos de globalización privile- gia lo individual/privado sobre lo colectivo/público y se expresa, entre otros procesos, en la privatización, segrega- ción y parcelación del espacio urbano. Por ejemplo, la zona de Angelópolis, se caracterizaba por la privatización y parcialización del espacio urbano porque se construyeron lugares privados desconectados sobre anti- guos terrenos de cultivo del pueblo de Tlaxcalancingo; ex- propiados por el gobierno que los exhibió ideológicamente como reserva ecológica de la ciudad, para que pocos años después fueran vendidos a capitales privados. Estrategia gubernamental capitalista que también se observó en el Pa- seo de San Francisco, en el centro de la ciudad. Hoy, la zona de Angelópolis es un gran complejo de hospitales, plazas co- merciales, casinos, restaurantes, librerías, oficinas guberna- mentales, centro cultural, hoteles, bancos, fraccionamien- tos para las clases alta y media principalmente, tiendas de servicios especializados, agencias de venta de automóviles, escuelas, universidades, etc., que está diseñada para llegar en automóvil y en donde cada lugar está cerrado, protegido y aislado uno del otro. En su diseño se expande el espacio privado sobre el espacio de encuentro. Incluso, el Parque del Arte que podría considerarse el único espacio público “abierto” de la zona, está cercado, aislado de la calle, solo con una entrada y con estacionamiento de cuota, es ejem- plo de la parcialización del espacio urbano; además, modelo de exclusión socio-espacial por los capitales económicos y simbólicos que exhiben sus usuarios que reducen la interac- ción con otros grupos sociales y por su predisposición a la uniformidad social interna. Al parecer, los parques abiertos “a todo el mundo” tienden a desaparecer en la ciudad de Puebla. Así lo ob- servamos actualmente en la zona de Los Fuertes y en el Parque Ecológico, ambos cercados y porciones de ellos “privatizados” o “concesionados” para restaurantes y cafés. Los ejemplos se multiplican por toda la ciudad, en la misma zona Angelópolis, en el cruce de la vía Atlixcáyotl y Circuito Interior, donde hace cuatro o cinco años fue construido un puente vehicular, quedó una área verde que ahora ostenta un letrero que dice: “Se Renta”. Antes de su construcción, fue una superficie con juegos para niños y un asta donde ondeaba la bandera nacional. Por las tardes, era lugar de paseo, juego, encuentro y comunicación entre vecinos de los alrededores. Ahora se observa un complejo vial porque se privilegió al automóvil y la antigua función de convivencialidad del lugar prescribió, se impuso el ur- banismo de oropel, porque continúa el congestionamiento de autos a determinadas horas del día, es decir, no resolvió el supuesto problema vial. El absurdo del urbanismo globalizador llega hasta delimitar pequeños sitios dentro del mismo espacio pri- vado. Ejemplo de ello es la plaza comercial en donde se encuentra la librería Gandhi que coexiste con otros co- mercios y un casino. El desatino se expresa en la lucha entre los comerciantes por los lugares de estacionamien- to para sus clientes; algunos delimitan “su espacio” con una pluma y valet parking; otros emplean personal para que evite se estacionen personas ajenas a su comercio, etc., es decir, la simbólica de reserva, de fronterización y de privatización, expresión del urbanismo globalizador, no admite, ni siquiera, un pequeño recinto de carácter público, libre, abierto y sin costo. Hoy tienden a des- aparecer los estacionamientos gratuitos que los comer- ciantes ofrecían como un servicio para sus clientes. Todo espacio urbano debe ser privatizado, como ya lo vemos en los puentes peatonales que exhiben espacios publici- tarios alquilados o vendidos; así, los puentes vehicula- res ostentan ya grandes anuncios comerciales, igualmen- te rentados por tiempo determinado; las mallas metáli- cas utilizadas para bardear terrenos ahora son alquiladas para propaganda comercial, etc. Para el urbanismo globalizador, el espacio público abierto y de encuentro no es funcional porque no permite su utilización mercantil. Incluso en los antiguos centros históricos el espacio público es asediado, se le considera secundario y una plaza o jardín es un obstáculo para el “progreso” o la modernización de la ciudad. Esta es una concepción limitada que responde a intereses únicamen- te económicos, que requiere ser repensada para construir una concepción amplia que permita edificar un urbanis- mo soportado en el encuentro y convivencia de la diversi- dad sociocultural; de ahí la importancia de su definición y la construcción de políticas urbanas convivenciales/colec- tivas y no privatizadoras/individuales. Las ciclopistas no están ausentes de esta discusión porque intervienen directamente sobre el espacio público. Su construcción requiere, en primer lugar, de una concep- ción antropológica de ciudad y de espacio público; segun- do, entender la importancia de la apropiación social del espacio público para sus diversos usuarios y, finalmente, reflexionar qué tipo de urbanismo se quiere implementar para su gestión. Una ciclopista no es solamente una obra de ingenie- ría, requiere un estudio socio-antropológico porque en el fondo lo que se debate es el tipo de ciudad a construir. Una ciclopista debe estar sustentada primeramente en resolver problemas de movilidad y en un urbanismo que desarrolle políticas de gestión que promuevan el contacto social, la vida colectiva y las expresiones simbólicas y con ello la activación de procesos de arraigo, apego, pertenen- cia e identidad. No figuran ahora en la ciudad de Puebla ejemplos de este tipo de urbanismo; por lo contrario, el gobierno estatal y el municipal siguen implementando el urbanismo segregativo. Por ejemplo, en la misma zona de Angelópolis, la ciclopista recién inaugurada se conci- bió como infraestructura de recreación y no para resolver problemas de movilidad urbana en la zona, no propicia convivencialidad y está convertida en una isla espacial confinada. El “Proyecto integral para el diseño y construcción del Parque Lineal Universitario en el municipio de Puebla”, presentado por la BUAP, es un documento con carencias conceptuales y de información que son necesarias para in- tervenir el espacio público. Por ejemplo, no existe nada so- bre cómo se concibe la ciudad y el espacio público, no hay un diagnóstico de cómo se transportan los universitarios y cuáles son sus rutas de movilidad hacia el centro de la ciudad, etc. El documento solo brinda como anteceden- tes de la ciudad de Puebla que está ubicada en el valle de Puebla y ofrece “a los residentes una magnifica vista de sus picos nevados”. De igual manera, los objetivos son limi- tados porque dice que “promoverá formas sustentables de movilidad”, pero carece de una definición de ella. Promover la movilidad urbana supone, en primer lu- gar, pensar a la calle como un espacio público de coexis- tencia de diferentes medios de transporte: automóvil, transporte colectivo, bicicleta e incluso área para caminar. Ponderar la calle para uso exclusivo del automóvil lleva a construir proyectos de exclusión, de confinamiento para los otros medios de transporte como las bicicletas, porque se piensa que la calle, o algunas de éstas, son peligrosas para los usuarios de bici, por lo que es necesario edificar- les carriles exclusivos. En lugar de ello, es necesario pensar la intervención de la calle desde el urbanismo colectivo y desarrollar un plan piloto en una de esas calles o en toda la ruta propuesta por el proyecto “Parque Lineal Universita- rio”, que priorice la conectividad abierta, convivencialidad y promoción de comportamientos urbanos responsables, como disminuir la velocidad de los autos en las calles, en- tre otras acciones. No se necesita infraestructura eleva- da para uso exclusivo de las bicicletas, las calles existentes proveen espacialmente lo necesario para la circulación de todos los medios de transporte y para reforzar y fomentar la coexistencia social sin exclusión. Lo que está en juego, y de ahí la importancia de la participación de la BUAP, es si se promueve un urbanis- mo social de encuentro o un urbanismo individual de ex- clusión social. El autor es Doctor en Antropología Social por la Univer- sidad Autónoma Metropolitana-plantel Iztapalapa. Ac- tualmente es Coordinador de la Maestría en Antropolo- gía Social de la BUAP. EL ESPACIO PÚBLICO Ernesto Licona Valencia ELEFANTES BLANCOS Mariana Figueroa Castelán DEL ESPACIO SOCIAL AL ESPACIO FÍSICO Carlos Montero Pantoja EL IMPERIALISMO DEL BÉTON Uri Márquez Mendoza GEOGRAFÍA HISTÓRICA EN EL CONTEXTO DE INTERNET Andrea González Medina DESDE LA FACULTAD Mariano Torres Bautista EFECTO PANÓPTICO Octavio Spíndola Zago DE PLANTAS Y ANIMALES Cecilia Vázquez Ahumada REINCIGRAMA Fernando Contreras AQUÍ, PUROS CUENTOS Paco Rubín FRANTASÍAS José Fragoso Cervón ARITMOMANÍA Gabriela Breña PERO, NOSOTROS ¿QUÉ LES HICIMOS? Ernesto Licona Valencia* El 30 de marzo último, en acto solemne realizado en el Centro Cultural Universitario, el gobernador del Estado de Puebla, el alcalde de la ciudad y el rector de la BUAP presentaron el proyecto denominado Red de Movilidad Sustentable.

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  • * Reincidente no incluye seccin de Sociales* Reincidente no incluye seccin de Sociales

    Ao VI, Nmero 98, 2da. quincena de abril de 2015

    Dicho proyecto contempla un descuento para estudiantes de 50% del costo de transporte en las dos lneas de la Red Urbana del Transporte Articulado (RUTA); vislumbra la conexin de RUTA con el Sistema de Transporte Universitario (STU) con el objetivo de llegar a ms colonias y la construccin del Parque Lineal Universitario que ser ejecutado por la Direccin General de Obras de la BUAP. Estrictamente no es un proyecto de la Universidad sino del gobierno de Puebla en donde la Universidad ser su ejecutor. La iniciativa de construir una ciclopista que conecte Ciudad Universitaria con el edificio Carolino, pasando por la preparatoria Benito Jurez, pone a discusin pbli-ca la concepcin de ciudad que las instituciones promoto-ras sostienen para implementar el proyecto denominado Parque Lineal Universitario y, sobre todo presenta una oportunidad interesante para preguntarnos qu ciudad queremos? A qu tipo de urbanismo aspiramos como habitantes de la ciudad de Puebla?

    Hoy, en las ciudades latinoamericanas, el estudio del espacio pblico ha suscitado un inters creciente, funda-mentalmente por la tendencia a su privatizacin y la im-plementacin de un urbanismo centrado en lo privado, el mercantilismo y no en lo pblico. Este urbanismo imple-mentado a partir de los procesos de globalizacin privile-gia lo individual/privado sobre lo colectivo/pblico y se expresa, entre otros procesos, en la privatizacin, segrega-cin y parcelacin del espacio urbano.

    Por ejemplo, la zona de Angelpolis, se caracterizaba por la privatizacin y parcializacin del espacio urbano porque se construyeron lugares privados desconectados sobre anti-guos terrenos de cultivo del pueblo de Tlaxcalancingo; ex-propiados por el gobierno que los exhibi ideolgicamente como reserva ecolgica de la ciudad, para que pocos aos despus fueran vendidos a capitales privados. Estrategia gubernamental capitalista que tambin se observ en el Pa-seo de San Francisco, en el centro de la ciudad. Hoy, la zona de Angelpolis es un gran complejo de hospitales, plazas co-merciales, casinos, restaurantes, libreras, oficinas guberna-mentales, centro cultural, hoteles, bancos, fraccionamien-tos para las clases alta y media principalmente, tiendas de servicios especializados, agencias de venta de automviles, escuelas, universidades, etc., que est diseada para llegar en automvil y en donde cada lugar est cerrado, protegido y aislado uno del otro. En su diseo se expande el espacio privado sobre el espacio de encuentro. Incluso, el Parque del Arte que podra considerarse el nico espacio pblico abierto de la zona, est cercado, aislado de la calle, solo con una entrada y con estacionamiento de cuota, es ejem-plo de la parcializacin del espacio urbano; adems, modelo de exclusin socio-espacial por los capitales econmicos y simblicos que exhiben sus usuarios que reducen la interac-cin con otros grupos sociales y por su predisposicin a la uniformidad social interna.

    Al parecer, los parques abiertos a todo el mundo tienden a desaparecer en la ciudad de Puebla. As lo ob-servamos actualmente en la zona de Los Fuertes y en el Parque Ecolgico, ambos cercados y porciones de ellos privatizados o concesionados para restaurantes y cafs.

    Los ejemplos se multiplican por toda la ciudad, en la misma zona Angelpolis, en el cruce de la va Atlixcyotl y Circuito Interior, donde hace cuatro o cinco aos fue construido un puente vehicular, qued una rea verde que ahora ostenta un letrero que dice: Se Renta. Antes de su construccin, fue una superficie con juegos para nios y un asta donde ondeaba la bandera nacional. Por las tardes, era lugar de paseo, juego, encuentro y comunicacin entre vecinos de los alrededores. Ahora se observa un complejo vial porque se privilegi al automvil y la antigua funcin de convivencialidad del lugar prescribi, se impuso el ur-banismo de oropel, porque contina el congestionamiento de autos a determinadas horas del da, es decir, no resolvi el supuesto problema vial.

    El absurdo del urbanismo globalizador llega hasta delimitar pequeos sitios dentro del mismo espacio pri-vado. Ejemplo de ello es la plaza comercial en donde se encuentra la librera Gandhi que coexiste con otros co-mercios y un casino. El desatino se expresa en la lucha entre los comerciantes por los lugares de estacionamien-to para sus clientes; algunos delimitan su espacio con una pluma y valet parking; otros emplean personal para que evite se estacionen personas ajenas a su comercio, etc., es decir, la simblica de reserva, de fronterizacin y de privatizacin, expresin del urbanismo globalizador, no admite, ni siquiera, un pequeo recinto de carcter pblico, libre, abierto y sin costo. Hoy tienden a des-aparecer los estacionamientos gratuitos que los comer-ciantes ofrecan como un servicio para sus clientes. Todo espacio urbano debe ser privatizado, como ya lo vemos en los puentes peatonales que exhiben espacios publici-tarios alquilados o vendidos; as, los puentes vehicula-res ostentan ya grandes anuncios comerciales, igualmen-te rentados por tiempo determinado; las mallas metli-cas utilizadas para bardear terrenos ahora son alquiladas para propaganda comercial, etc.

    Para el urbanismo globalizador, el espacio pblico abierto y de encuentro no es funcional porque no permite su utilizacin mercantil. Incluso en los antiguos centros histricos el espacio pblico es asediado, se le considera secundario y una plaza o jardn es un obstculo para el progreso o la modernizacin de la ciudad. Esta es una concepcin limitada que responde a intereses nicamen-te econmicos, que requiere ser repensada para construir una concepcin amplia que permita edificar un urbanis-mo soportado en el encuentro y convivencia de la diversi-dad sociocultural; de ah la importancia de su definicin y la construccin de polticas urbanas convivenciales/colec-tivas y no privatizadoras/individuales.

    Las ciclopistas no estn ausentes de esta discusin porque intervienen directamente sobre el espacio pblico. Su construccin requiere, en primer lugar, de una concep-cin antropolgica de ciudad y de espacio pblico; segun-do, entender la importancia de la apropiacin social del espacio pblico para sus diversos usuarios y, finalmente, reflexionar qu tipo de urbanismo se quiere implementar para su gestin.

    Una ciclopista no es solamente una obra de ingenie-ra, requiere un estudio socio-antropolgico porque en el

    fondo lo que se debate es el tipo de ciudad a construir. Una ciclopista debe estar sustentada primeramente en resolver problemas de movilidad y en un urbanismo que desarrolle polticas de gestin que promuevan el contacto social, la vida colectiva y las expresiones simblicas y con ello la activacin de procesos de arraigo, apego, pertenen-cia e identidad. No figuran ahora en la ciudad de Puebla ejemplos de este tipo de urbanismo; por lo contrario, el gobierno estatal y el municipal siguen implementando el urbanismo segregativo. Por ejemplo, en la misma zona de Angelpolis, la ciclopista recin inaugurada se conci-bi como infraestructura de recreacin y no para resolver problemas de movilidad urbana en la zona, no propicia convivencialidad y est convertida en una isla espacial confinada.

    El Proyecto integral para el diseo y construccin del Parque Lineal Universitario en el municipio de Puebla, presentado por la BUAP, es un documento con carencias conceptuales y de informacin que son necesarias para in-tervenir el espacio pblico. Por ejemplo, no existe nada so-bre cmo se concibe la ciudad y el espacio pblico, no hay un diagnstico de cmo se transportan los universitarios y cules son sus rutas de movilidad hacia el centro de la ciudad, etc. El documento solo brinda como anteceden-tes de la ciudad de Puebla que est ubicada en el valle de Puebla y ofrece a los residentes una magnifica vista de sus picos nevados. De igual manera, los objetivos son limi-tados porque dice que promover formas sustentables de movilidad, pero carece de una definicin de ella.

    Promover la movilidad urbana supone, en primer lu-gar, pensar a la calle como un espacio pblico de coexis-tencia de diferentes medios de transporte: automvil, transporte colectivo, bicicleta e incluso rea para caminar. Ponderar la calle para uso exclusivo del automvil lleva a construir proyectos de exclusin, de confinamiento para los otros medios de transporte como las bicicletas, porque se piensa que la calle, o algunas de stas, son peligrosas para los usuarios de bici, por lo que es necesario edificar-les carriles exclusivos. En lugar de ello, es necesario pensar la intervencin de la calle desde el urbanismo colectivo y desarrollar un plan piloto en una de esas calles o en toda la ruta propuesta por el proyecto Parque Lineal Universita-rio, que priorice la conectividad abierta, convivencialidad y promocin de comportamientos urbanos responsables, como disminuir la velocidad de los autos en las calles, en-tre otras acciones. No se necesita infraestructura eleva-da para uso exclusivo de las bicicletas, las calles existentes proveen espacialmente lo necesario para la circulacin de todos los medios de transporte y para reforzar y fomentar la coexistencia social sin exclusin.

    Lo que est en juego, y de ah la importancia de la participacin de la BUAP, es si se promueve un urbanis-mo social de encuentro o un urbanismo individual de ex-clusin social.

    El autor es Doctor en Antropologa Social por la Univer-sidad Autnoma Metropolitana-plantel Iztapalapa. Ac-tualmente es Coordinador de la Maestra en Antropolo-ga Social de la BUAP.

    EL ESPACIO PBLICO Ernesto Licona Valencia

    ELEFANTES BLANCOS Mariana Figueroa Casteln

    DEL ESPACIO SOCIAL AL ESPACIO FSICO Carlos Montero Pantoja

    EL IMPERIALISMO DEL BTON Uri Mrquez Mendoza

    GEOGRAFA HISTRICA EN EL CONTEXTO DE INTERNET

    Andrea Gonzlez MedinaDESDE LA FACULTAD

    Mariano Torres BautistaEFECTO PANPTICO

    Octavio Spndola ZagoDE PLANTAS Y ANIMALES

    Cecilia Vzquez AhumadaREINCIGRAMA

    Fernando ContrerasAQU, PUROS CUENTOS

    Paco RubnFRANTASAS

    Jos Fragoso CervnARITMOMANA

    Gabriela BreaPERO, NOSOTROS QU LES HICIMOS?

    Ernesto Licona Valencia*

    El 30 de marzo ltimo, en acto solemne realizado en el Centro Cultural Universitario, el gobernador del Estado de Puebla,

    el alcalde de la ciudad y el rector de la BUAP presentaron el proyecto denominado Red de Movilidad Sustentable.

  • Mariano E. Torres Bautista*

    Paul Krugman, Premio Nobel de Economa 2008, sugiere a Mxico educacin de calidad. Qu se le puede sugerir a un economista de derecha, tan criticable como el detestablemente clebre Milton Friedman, representante de la Escuela de Chicago y tambin Premio Nobel de economa en 1976? En primer lugar, leer el libro de Michel de Pracontal (2001), si es que tambin es capaz de leer el francs: Limposture scientifique en dix Leons. Pero no solo eso.

    Para Dahl, la democratizacin par excellence debe dividir las opiniones pblicas y gene-rar una dialctica institucional. Hoy ms que nunca queda claro que la tctica nor-teamericana es llevar estos dos principios a sus lti-mas consecuencias.

    Una vez que el discurso del comunismo como el gran enemigo estuvo agotado, vino el boom del te-rrorismo para permitirle a US mantener su industria blica base de su sistema monetario y financiero- funcionando. Pero en el contexto latinoamericano, la peor amenaza es el propio espritu latinoamerica-nista soberano, que algunos sealan de socialista o comunista. No pudieron con Chvez ni con Cas-tro, y ahora pulen su mecanismo. Con Cuba buscan el acercamiento y con Venezuela la amenaza de gol-pe de Estado. La causa? El ferviente espritu boli-variano y la alta conciencia poltica antiimperialista de los venezolanos.

    A qu le teme el gobierno de Estados Unidos? A la libre determinacin. Obama no puede permitir el reacercamiento del oso sovitico con SU suyo del presidente en turno de la Casa Blanca- continente. El caso ms escandaloso es Argentina. Hace poco, en la cumbre del G-20 de septiembre de 2013, en San Petersburgo, recordamos el clido abrazo y risas francas entre un Putin que retoma el proyecto pivote ruso, y una Cristina Fernndez ampliamente apoyada por su pueblo en plena tensin Casa Blanca-Kremlin! A tal nivel lleg el compadrazgo que en julio del ao siguiente, en La Casa Rosada, ambos mandatarios se reunieron en la formalidad de una reunin de Estado, calificada por ambos como estratgica.

    No olvidamos la Escuela de las Amricas y la estrategia Nixon de la Doctrina Monroe que de-vino en los golpes de Estado de la segunda mitad

    del siglo XX y la instauracin de regmenes dictato-riales abiertamente pro-yanquis. Cuando esta va se agot en el propio discurso del apostolado democr-tico de Estados Unidos, tras permitir la transicin a gobiernos independientes, Washington lanz su nuevo plan: tecnocratizar a los presidentes educn-dolos en sus universidades privadas, a fin de insertar en ellos el discurso occidental cristiano neoliberal. Bush vigoriz esta medida y fortaleci a la OEA y a la OCDE para lograr una intervencin macroes-tructural y una penetracin microfsica inestimable vase el ejemplo de las universidades, que prefieren someterse a los estndares internacionales antes que responder a su compromiso social.

    No podemos permitir que los pueblos de Lati-noamrica vivan sometidos a gobiernos no demo-crticos asever John Kerry, secretario de Estado, en una entrevista realizada por las declaraciones de Obama no cuestionamos tampoco la dureza de es-tos regmenes. La Cumbre de las Amricas de este mes de abril respir un aire tenso entre el bloque del Pacfico pro-yanqui Mxico, Panam y Colombia-, un Caricom (comunidad del Caribe) sometido por los prstamos urgentemente necesarios, y un Unasur (Unin de Naciones Suramericanas) mayoritaria-mente latinoamericanista encabezado por el gobier-no populista de Fernndez, la nueva izquierda de Bachelet que me permito poner en tela de juicio-, el gobierno autnomo indgena de Morales y el so-cialismo a la brasilea de Rousseff.

    Dejo a usted ms preguntas que respuestas Qu depara este momento histrico del neoliberalismo a Latinoamrica? Cul es el futuro inmediato de la izquierda latinoamericana?

    * El autor es estudiante de la Licenciatura en Histo-ria en la FF y L de la BUAP.

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    En su texto La poLiarqua, Robert A. Dahl plantea la idea de desarrollismo como la estrategia neoliberal de intervencin autorizada de un Estado polticamente consolidado y econmicamente slido a otro que requiere el impulso primermundista para salir del hoyo.

    En la Convencin Nacional de Industriales 2015, el Nobel de Economa sostuvo que nuestro pas se dej llevar por el Mexican Moment. Afirm:Mxico requiere fuertes inversiones eneducacin

    bsica de calidad as como una mejora eninfraestruc-tura que coadyuven a un despegue econmico. Lo que es decepcionante es lo que han querido en los ltimos 30 aos, un despegue econmico, lo siguen esperando y no ha sucedido. Desde aqu se descubre la hipocre-sa de los voceros del neo-liberalismo. Por una parte las teoras econmicas de la Escuela de Chicago sos-tienen, siguiendo a Adam Smith, que el mercado es la nica fuente de riqueza, entendida sta como los be-neficios de las empresas que para producirse correcta-mente necesitan economas de mercado, funcionando con total libertad, situacin ante la cual el Estado debe dejar su papel de inversor, animar a los particulares a invertir rebajando impuestos que inhiben y dismi-nuyen los beneficios. Como dicen las de mi pueblo: Viaste noms!

    El tambin clebre columnista de The New York Times es igualmente capaz de blasfemar diciendo que solo Dios sabe qu hace a unos pases ms exitosos que otros, para apoyar la tesis de que una fuerte inversin eneducacin bsica ayuda a hacer la diferencia. En el clmax del cinismo agreg: La situacin econmica en Mxico no es tan mala pero tampoco ha dado los re-sultados esperados. Hasta aqu no vease an cmo es que los industriales mexicanos le pagaron para venir-se a burlar de ellos y de todos los paisanos agregando todava que: La liberalizacin de hace treinta aos no bast; dudara en predecir, pero la ltima vez que todos

    estaban a favor de Mxico el resultado fue un flujo de inversin que en los 90 llev a un desastre. El Mexican Moment tampoco bast (...) la gente se dej llevar.

    Pero cuando agreg que Mxico tiene un gran potencial que, sin embargo, no se aprecia, por lo que debe aprovechar la transformacin que pueden traer las reformas estructurales, las cuales considera positi-vas; para luego continuar en su propagandstica pero-rata sin nimos de ofender que: Estados Unidos se percibe como la mayor ventaja de Mxico, pues es una economa fuerte y en vas de recuperacin.Deveras? A ver, cuntame ms!, dira el comediante de moda. Pero lleg a descubrir el agua tibia y como buen co-merciante a vender el novedoso hilo negro cuan-do afirm que: La infraestructura an es deficiente, principalmente en la red de transporte. De eso solo puede esperarse que nos quieran vender ms sistemas de movilidad contaminantes, energvoros consumido-res de hidrocarburos como los fabulosos metrobuses, portentos de la modernidad.

    Es innegable su inteligencia emocional, ya que antes de que se le desmayara o retirara alguien de su selecto pblico dijo: El pas ha tenido mejoras fun-damentales pues ya no hay crisis cada fin de sexenio, aunado a que los niveles de endeudamiento han mejo-rado, por lo que Mxico ya no es fuente de crisis glo-bales. Lo increble del momento es que a ste si le aplaudieron, no como a Pea Nieto!

    No queda ms que decir algo que, de tan eviden-te, parece perogrullada: de sobra conocido es el hecho de que ni en la Gran Bretaa postatcheriana ni en los Estados Unidos postreaganomics existe eso de lo que

    hacen tanta propaganda: una economa totalmente li-bre. Ambas economas sufren los estragos del crony-capitalism, el capitalismo de cuates del que se beneficia no la libre empresa, por la que pugnaba Adam Smith, sino aquellos allegados a las estructuras del poder, de manera a veces no tan disimulada.

    En Mxico ni que decir, es un interesante labora-torio social donde todo es tan evidente, que ese per-verso modelo econmico ha llevado hasta niveles poco sostenibles y durables un esquema de corrupcin, y la figura presidencial al nivel de espectculo de titirite-ros. Con la agravante de que se da a costa, nada ms y nada menos, que del presupuesto pblico!

    Seores pregoneros del neoliberalismo por favor! La mejora del sistema educativo bsico y de todos los niveles, requiere nada ms y nada menos que una fuerte y decidida intervencin estatal, lo mismo que la verdadera modernizacin de la movilidad en y entre nuestras ciudades, puertos y poblaciones. La infraes-tructura de comunicaciones necesita preparar desde ahora el transporte del futuro, o sea el transporte en comn, digno, eficiente y no contaminante ni consu-midor de combustibles fsiles. Para esto, tambin es necesario dejar de depender de decisiones provenien-tes del Capitolio y que nuestra clase poltica aprenda a negociar como lo hacen otras de pases ms pequeos, y al parecer ms inteligentes.

    * El autor es Doctor en Historia por la Universidad de Pars I, Phanteon- Sorbonne. Actualmente, se des-empea como investigador/docente del Programa de Maestra en Antropologa Social de la BUAP.

  • 3Calles y avenidas, cuyo caos ha sido resultado de una histrica irregularidad poblacional, vehicular e institucional, son ahora base para la justificacin de proyectos que impactan socialmente los dinamismos de los habitantes, partiendo de modos de excluir y segregar a cierta poblacin en tanto via-bilidad poltica y econmica de intenciones pactadas; de ello que la ciudad de Puebla presente paisajes imaginarios que definen las vivencias y aspiraciones que por un lado se sustentan en la cotidianidad de la vida social, la cual es significada por los habitantes hacedores del espacio, y por el otro, en argumentos poltico-urbansticos que hablan desde modelos pre-establecidos de manera global y no desde la (con)vivencia diaria. Ambos paisajes establecen formas de controlar y apropiarse del territorio.

    Moverse, desplazarse, es lo que hace la gente a diario para la realizacin de sus mltiples rutinas. Las formas de su movilidad construyen las dinmicas y sentidos que sustentan el reconocimiento de los espacios, por lo que debemos partir del entendido de su circulacin para las posteriores aplicaciones dirigidas a su impacto, remodela-cin o reivindicacin. Sin embargo, esto no sucede. No solo hay un desconocimiento en cuanto a estas complejas dinmicas poblacionales, sino que la esttica y ciertos pri-vilegios a quienes poseen autos particulares, por ejemplo, se vuelven el eje explicativo y sustentante de la realizacin de construcciones separatistas que desplazan otras formas de transitar, recorrer y andar por la ciudad; tal es el caso de las ciclovas, los parques lineales, las redes de transporte articulado y los puentes peatonales.

    Andar a pie, en bicicleta, motocicleta, en carretas jaladas por burritos, transporte pblico o en particular, son algunas de las formas en que los poblanos transitan de ma-nera diaria; sin embargo, las obras antes mencionadas han privilegiado la circulacin de los automviles y automovilistas, elevando mediante puentes o condensando en puntos estratgicos (utpicos, ms que prcticos) las otras formas de desplazamiento, y junto con ello a sus actores y sus historias individuales y sociales.

    En la ciudad de Puebla, como en la mayora de las ciudades del mundo, se vive en una constante situacin de riesgo: la inseguridad, las multitudes, los accidentes y tantas otras cosas que mantienen un estado de incertidumbre. Para gestionar el riesgo, nos propone la perspectiva capitalista, podemos recurrir a algn tipo de seguro, un seguro que no es proporcionado como derecho de ciudadana sino como una mercanca por la que se debe pagar; de ello, la viabilidad econmica y poltica de privilegiar en las calles la presencia de autos. La mayora cuenta con algn tipo de seguro, anualmente todos generan pagos al Estado, y son los encargados de llenar bolsillos por ideas brillantes como el cambio de placas, la monopolizacin de los verificentros y rutas de transporte pblico, as como la fotoinfraccin que ha dado gratas sorpresas a ms de uno.

    El peatn y el ciclista viven el riesgo, pero no cuentan con los medios para ges-tionarlo; se eleva a la sociedad a estos puentes, parques y vas, a la ciudad de arriba, desplazando a su vez problemas y vivencias diarias, los riesgos cotidianos, por lo que la planeacin de estas obras debe ahora considerar la presencia de personal de seguridad pblica para seguir combatiendo problemticas cuyas races siguen aquejando a la ciu-dadana pero ahora en las alturas o en puntos neurlgicos que explotan a determina-das horas del da. Aquellos transportes unificados, parques lineales, puentes o ciclovas seguras, funcionales, de recreacin, para familias y estudiantes, se convierten en espacios sin utilizar por su poca funcionalidad o porque los usuarios se vuelven vcti-mas de asaltos, accidentes, entre otros tantos infortunios.

    Privilegiar modos de movilidad sobre otros, implica una falta de conciencia en cuanto a la convivencia civilizada que una ciudad moderna debera proclamar. La segregacin de formas de hacer en y de la ciudad trae consigo una sociedad que se desboca, que re-aprende a moverse en la ciudad y llega a escapar de lo planeado, que sale de un aparente control mimetizado en forma de proyectos de primer mundo que terminan convirtindose en elefantes blancos re-apropiados por usos que s emergen de las formas diarias y contextuales de la sociedad. Sera pertinente pensar en una educacin vial que permita la convivencia y coexistencia de las mltiples formas de circular por la ciudad como sustancia bsica de la obligacin poltica? La respuesta parece sencilla y ejemplificada con muchas ciudades alrededor del mundo, sin embar-go la falta de conocimiento o de inters por conocer otras vidas sociales, as como los intereses poltico-econmicos de algunos cuantos, suelen volverla compleja y parte reproductora de una sociedad de riesgo, incertidumbre y segregacin, cuyos reflejos se vislumbran en los desplazamientos bsicos y cotidianos de los sujetos, as como en la multiplicidad de lugares para su realizacin.

    * La autora es Maestra en Antropologa Social por la BUAP.

    Mariana Figueroa Casteln*

    Con sorprendente rapidez, la ciudad de Puebla y sus habitantes se han visto reestructurados a partir de una

    oleada de obras pblicas sumamente costosas y en su mayora, ms estticas que funcionales- que pretenden

    justificar el gasto pblico, la deuda o minimizar la atencin a los otros problemas que realmente necesitan ser

    solucionados de manera urgente. En los ltimos aos la administracin del gobierno estatal ha puesto su atencin en el espacio pblico existente en Puebla Capital. Sos-teniendo el argumento de degrado, por tanto, impulsa una estra-tegia de acciones de mantenimiento y mejoramiento del espacio pblico de la ciudad, cuyo resultado fueron intervenciones profundas de re-novacin urbana que re-significan el valor arquitectnico y urbano de cada lugar intervenido, al cambiar la imagen de tiempos pretritos para imponer la marca actual que representa y significa al llamado morenovallismo.

    Pero no solo eso, tambin se ha modificado la categora de los usuarios habituales, porque siendo sitios eminentemente populares se han trabajado para recibir usuarios con capital econmico orientado hacia el segmento de mayor capital global (clase media, clase media alta e incluso de clase alta).

    La ciudad tena, hasta antes de la intervencin, los espacios pblicos siguientes: las plazas-jardn del centro histrico; los parques con infraes-tructura deportiva: Jardn del Arte y el Parque Ecolgico; espacios ms recreativos con cualidad de paseo: Los cerros de Loreto y Guadalupe (Zona de Los Fuertes), las lagunas de San Baltazar y la de Chapulco. Los usuarios de todos ellos son de bajo capital econmico, comnmente llamados secto-res sociales populares (inmensa mayora de este pas). La prctica deportiva de los actores de capital econmico (los sectores sociales de clase media alta y alta), se realiza en los llamados clubes (Alpha, Albatros, Britania, Parque Espaa), cuya apropiacin requiere la distincin de miembro validada con un costo econmico.

    Efectivamente, por el degrado de los lugares referidos, ni usuarios ha-ba. Los discursos para su renovacin subrayan la necesidad de repararlos, lo cual era entendible y plausible. Esto se suma a los hbitos y costumbres de los sectores con capital econmico que estn cambiando; es Cool y Fas-hion, Think Blue o Think Green, es decir, son personas comprometidas con el cuidado del medio ambiente y la invencin de tecnologa eco-amigable, promueven el consumo de comida orgnica, practican algn deporte o rea-lizan algn ejercicio fsico.

    Estas nuevas formas de pensar se han materializado en la creacin de ciclovas, sendas, parques como espacios abiertos, as como la multiplicacin de espacios cerrados bajo la figura dominante del Gym.

    Y esta tendencia la capitaliza el gobierno del Estado desde donde impul-sa la estrategia, respaldada en los planes correspondientes.

    Las estrategias son pues acciones que, gracias al principio de un lugar de poder (la propiedad de un lugar propio), elaboran lugares tericos (sistemas y discursos totalizadores) capaces de articular un conjunto de lugares fsicos donde se reparten las fuerzas. Las estrategias combinan estos tres tipos de lugares, y tienden a dominar a unos con otros. Privilegian pues las relaciones de lugares (Certeau, 2010: 45)

    En efecto, la estrategia para apropiarse de manera tangible del territorio fsico de la ciudad, colocando en el espacio pblico, la arquitectura, su marca y elementos simblicos crea las condiciones para sumar a todos los capitales, fortaleciendo el capital global y el poder.

    Este capital, cuya distribucin desigual origina diferencias constatadas, particularmente en los consumos y en los estilos de vida. Estoy pensando de hecho en lo que cabe llamar capital poltico y que proporciona a sus po-seedores una forma de apropiacin privada de bienes y servicios pblicos (residencias, automviles, hospitales, escuelas, etc.) (Bourdieu, 1997: 30).

    Por tanto, la estrategia del gobierno del estado de Puebla, reproduce fiel-mente el Espacio de las posiciones sociales y espacios de los estilos de vida, de la Distincin de Bourdieu (1997: 16).

    El espacio social se manifiesta en un tejido fsico que conecta los lugares de las intervenciones, formando tambin un sistema fsico de relaciones que asegura que los actores con capital econmico salgan de sus espacios y se ex-tiendan sobre la ciudad. El diseo arquitectnico, los nuevos componentes y el diseo urbano delimitan y encierran a los componentes re-significando el espacio pblico. El resultado es un lugar privado, encerrado, con puntos de control, caracterizados con las puertas de entrada-salida. Se cobrar el in-greso en el futuro? Por lo pronto, las bardas y las puertas, con el sello del mo-renovallismo han modificado completamente el carcter abierto que tenan.Fuentes Consultadas:Bourdieu, P.. (1997). Razones prcticas sobre la teora de la accin. Barcelona: ANAGRA-

    MA Coleccin Argumentos.Certeau, M. (2010) La invencin de lo Cotidiano I. Artes de Hacer. Mxico: Universidad

    Iberoamericana, Instituto Tecnolgico de Estudios Superiores de Occidente.

    * El autor es investigador del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP.

  • 444

    Uri Mrquez Mendoza*

    La diferencia radica no en ver esta estatifica-cin capitalista bajo su sino tradicional, ya que Lorenzo Meyer lo ha destacado en di-versas ocasiones, el Estado es una empresa ms (empresa que integra muchas iniciativas privadas, dirase una empresa que rene diversas empresas) dentro del llamado mercado global; la estatificacin capitalista significativamente nos remitira ahora a una condicin postmoderna, donde las fronteras entre privado y pblico se amalgaman para constituirse en poder. He ah la importancia de ver y considerar al bton (Cal + silicio + aluminio + xido de hierro + sili-cato + aluminato de calcio) y cualquier tipo de mezcla usada por las polticas pblicas de manera simplista, pues hay una oposicin entre el bton con su ya cono-cida sinergia artificial y el paisaje natural sinnimo de modernidad2. La modernidad del bton!, peor an si adems, validamos la racionalidad premeditada al b-ton como sinnimo de progreso, porque perpetuamos esta manera simplista de ver la mezcla empleada por el poder pblico, que de manera fctica y subliminal no para de avecindarse en nuestra psique colectiva y masificada, en nuestra cultura ciudadana, entonces imprescindible ser en un futuro enfocar los estudios analticos sociales y las crticas de la llamada poltica moderna (no ausente en las polticas morenovallistas), que necesitan hallar terreno slido en la especie conocida como transas (voz de Efran Huerta) mediante el uso de una de las tantas y prolijas herencias directas de la inventiva romana: el levantamiento de una infra-estructura basada en la idea oppidum viaque romana (Ciudad y va romana), como legitimadora de la vida civilizada en la psique populi, caso de la bellsima ciudad de Puebla, acaso con ms peso que la propia lingua latina madre de muchas y muchos romances, sirva como muestra de lo que ha de llamar la atencin a historiadores y analistas sociales: la pervivencia del bton por ms de dos milenios! sin ignorar la Edad Media y su uso extenso en Occidente como producto primo de la traza, forja y aparejamiento de nuestras calles.

    Este reino del bton al que nos referimos, se ha ido expandiendo con mayor fuerza, inusitada y arquetpica sombra, adoptando un ejemplo memorable de impe-rialismo in situ. Pero no es propsito disertar en torno al imperialismo de un sustantivo comn concreto, o en torno al desarrollo histrico del mismo bton en Occi-dente, lo que interesa sealar aqu es el absurdo de la proyeccin subconsciente de nuestra idea de progre-so, el espejismo que ms que espejismo es un intento de justificar mayores recursos pblicos, de los cuales una parte deviene como propiedad de la empresa en turno.

    No es absurdo considerar el punto referente a la vida privada de cada cual, ya que visto desde el tamiz actual, el deseo de poseer un automvil ha llegado a todas las clases sociales, desde su invencin en el siglo XIX hasta hallarlo en un mercado educativo poblano de siglo XXI, una especie de profesin del automvil o arte de su constitucin? Muchos jvenes demandan continuar sus estudios enfocados al rea automotriz. Las razones que los incitan a ello son diversas, desde

    mediados de los aos sesenta del siglo pasado, tal y como lo demuestran los estudios Mara Teresa Ven-tura Rodrguez (La industrializacin en Puebla, Mxi-co, 1835-1976), el enfoque econmico de la ciudad de Puebla vir hacia la industria, como parte de las polti-cas del desarrollo estabilizador, para luego verterse a la industria alemana del motor, sustituyendo a la ciudad textil, a la vez que fomentaba un mayor ingreso en las familias de rededor, antes dedicadas al sector agrcola. La compra de un automvil actualmente implica po-seer un ingreso fijo y un capital acumulado bastante amplio, lo que no impide en muchos casos hacerse del mismo mediante endeudamientos bancarios. Cuntos autos circulan da a da en la ciudad, algunos todava sin verificar, pero qu incongruencia pagar por un ser-vicio (pagar al Estado no anula la contaminacin que produce este medio) que de suyo es privado, pues el capital invertido debe ser bastante amplio! porque el imperialismo del bton se expande en razn de con-siderar un mercado amplio de automovilistas, quie-nes junto a los peatones (son los que aportan una gran porcin de impuestos para el sustento del bton), sin darse cuenta los inversores del motor que ya no obtie-nen beneficios, ms que el traslado de un lugar a otro, lgica derruida si es que se allegase alguna falla o ac-cidente. Ser una inversin? El peatn al margen de estas polticas ya no es un factor decisivo en el cambio, entonces cmo se explica lo que el periodista Juan Pablo Proal expresa?:

    He escuchado decir a no pocos de mis paisanos: Este (Moreno Valle) roba, pero al menos hace algo. Esta afirmacin se liga a la megalomana del goberna-dor, quien ha levantado obras millonarias a mansalva y tal vez explicara por qu los ciudadanos aprueban su gestin, que a finales del ao pasado obtuvo una calificacin de 7.4, de acuerdo con una encuesta de la consultora local BEAP, dirigida por el analista poltico Rodolfo Rivera Pacheco.

    La idea surge de una impresin diaria. Imagine-mos la experiencia de un peatn que a todas luces exi-ge el respeto a una cultura vial, cuando cruza la ca-lle y es casi devorado por un automvil (el resultado: 12,549 accidentes viales, con una tasa de letalidad de 64.9 casos por cada mil accidentes y de mortalidad de 13.6 personas por cada 100 mil habitantes. Bajo es-tas condiciones, los accidentes vehculo motor se cuentan como la novena causa de decesos entre los poblanos, con indicadores que se encuentran solo un punto por debajo de la media nacional), sin saber que no es la cultura vial lo que debe prevalecer, sino un cambio radical en la concepcin de las polticas del progreso, dado que, y este es el asunto que nos com-pete, el automovilista es privilegiado por la poltica vi-gente, un privilegio ms a los inversores del motor, el privilegiado, no es de extraar, en el saeculum neolibe-ral es el ya de por s privilegiado3. Y en fin el bton como sinnimo de progreso4, ruido y propaganda, al lado del chofer que gesticula, un tanto adusto, hemos cado en un bache.

    Notas1 Recordemos que la expansin de los capitales acumulados

    en regiones alta y medianamente industrializadas no slo

    requieren inversin total individual para poner en marcha la industria sino adems inversin total para dar comienzo rpido a una economa de este tipo: carreteras, canales, mue-lles, barcos, construcciones de todo tipo, inversiones agrco-las, minas, etc. (Hobsbawm, Eric: En torno a los orgenes de la revolucin industrial. Mxico, Siglo XXI editores, 2011, p. 49).

    2 Cuando moderno aparece en el latn de los albores de la alta Edad Media tiene solo el sentido de reciente, que con-serva a lo largo de la todo el perodo medieval; antiguo puede significar perteneciente al pasado, y ms precisa-mente, a esa etapa de la historia que Occidente llama, desde el siglo XVI, Antigedad: la poca anterior al triunfo del cristianismo en el mundo grecorromano, a la gran regresin demogrfica, econmica y cultural de la alta Edad Media, atestiguada por la crisis de la esclavitud y una intensa ru-ralizacin. Cuando a partir del siglo XVI la historiografa dominante en Occidente, la de los eruditos y despus la de los universitarios, subdividi a la historia en tres pocas: an-tigua, medieval y moderna, cada objetivo suele remitir a un perodo cronolgico y moderno se opone ms a medieval que a antiguo. Pero es el trmino moderno el que genera la dupla y su juego dialctico: en efecto, la conciencia de la modernidad nace precisamente del sentido de ruptura con el pasado. Solo en el siglo VI aparece el neologismo modernus formado por modo, recientemente, como hodiernus de hodie hoy. De acuerdo con la feliz expresin de Curtius [1948], modernus es una de las ltimas herencias del bajo latn (Le Goff, Jacques: Pensar la historia. Modernidad, presente y pro-greso. Barcelona, Paids, 2005, pp. 147-59).

    3 El privilegiado que no es tan privilegiado: el automovilista, en tanto que los impuestos sobre su inversin le representan un dficit significativo. El privilegio en el Ancien regime, sig-nificaba una autonoma corporativa y capacidad para auto-gobernarse, lejos, muy lejos de la semntica del uso que se hace del sustantivo privilegio hoy da.

    4 Del mismo modo, moderno se confronta con lo que entra en el campo del progreso. En la medida en que este trmino, que se desprende del latn en el siglo XVI, sigue siendo un sustantivo, arrastra en su huella a lo moderno. Lo reciente, opuesto al pasado, ocupa su lugar en una lnea de evolucin positiva; pero cuando en el siglo XIX el sustantivo genera un verbo y un adjetivo progresar, progresista moderno resulta en cierto sentido excluido, devaluado. As moderno afronta los tiempos de la revolucin industrial atrapado en-tre lo nuevo, de cuya frescura e inocencia est desprovisto, y lo progresista, cuyo dinamismo le falta. dem., p. 153.

    * Estudiante de Humanidades de la Facultad de Filo-sofa y Letras de la BUAP.

    ESCRBENOS Paracualquieraclaracin Paraalgncomentario Parahaceralgunacontribucin Paraexternarunacrtica Paraprotestarporalgo Paraalgunamentada(peroleve) Paradiscutirelfuturodelahumanidad Paradudas(quenoseanexistenciales) Parapreguntas(nocapciosas)

    Si quieres recibir Reincidente, nuestro correo electrnico es:[email protected]

    Hay que destacar ms all de las directrices masculladas por los poderes pblicos, no nuestros poderes pblicos, que el reino del bton palabra francesa con sentido histrico per se perdnese la siguiente catacresis () al acudir a un trmino galo nos remite a un tipo de estatificacin capitalista1, bien waLL.

  • 5HORIZONTALES

    2. Filosficamente, es un asunto que lleva al planteamiento del latinoamericanismo.

    11. Smbolos del oxgeno y amperio.13. Independentista, planteaba la

    necesidad de la unidad latinoa-mericana ante las amenazas gringas.

    14. Milicias nacionalsocialistas, di-rigidas por Rhm (sigla).

    15. Smbolos del nitrgeno y n-quel.

    17. Ente.18. Batracio.19. Filsofo mexicano, autor de

    Amrica como conciencia.21. Existir.22. Escuchad.23. Poeta e independentista cuba-

    no, uno de los primeros latinoa-mericanistas.

    25. Abreviatura de norte y smbolo del sodio.

    26. Notifique a alguien (inv.).28. Igualar con el rasero.30. Unidad que conserva datos ge-

    nticos.31. Papagayo.32. Se desplaza hasta el lugar don-

    de est el que habla.34. Poeta nicaragense, mximo

    representante del modernismo.37. cido desoxirribonucleico.38. Terso.42. Ro de Europa, uno de los prin-

    cipales afluentes del Danubio.43. Presas, culpables de un delito.44. Dulce, jalea.45. ( Jos Enrique Camilo), escritor

    y poltico uruguayo, autor de Ariel.

    46. Cuerpo aeriforme a la tempera-tura y presin ordinarias.

    49. Smbolos del silicio y tesla.50. Moneda de cobre usada en la

    antigua Roma.51. (Galeano), escritor y periodista

    uruguayo, autor de Las venas abiertas de Amrica Latina.

    55. Abreviaturas de angstrom y de oeste.

    56. (Gustavo), sacerdote peruano que en 1968 pronunci la con-ferencia titulada Teologa de la liberacin.

    VERTICALES

    1. Doctrina estadounidense ten-diente a determinar los destinos de Amrica Latina.

    3. Smbolos del deuterio y boro.4. En el gnosticismo, inteligencia

    eterna emanada de la divinidad suprema.

    5. Abreviatura de Nuevo Len.6. Ro de Italia, nace en los Ape-

    ninos.7. Cuatro en nmeros romanos.8. Regalar, obsequiar.9. Terminacin verbal.10. Poner a una o ms personas

    frente a otra u otras e interro-garlas juntas para averiguar la verdad confrontando lo que di-cen.

    12. (Nin), escritora de origen cuba-no, autora de Un espa en la casa del amor.

    14. (Guevara de la), un importante smbolo de la emancipacin de Latinoamrica.

    16. Poblacin con alto grado de marginacin en Amrica.

    17. Propio o relativo a los sentidos (pl.).

    19. ltima y primeras letras del abecedario.

    20. Smbolo del astato.23. Del verbo manar.24. Decreto de un sultn.27. Trasldate hacia donde estoy.29. Dios entre los mahometanos.32. (Llosa), escritor peruano, autor

    de La fiesta del chivo.33. Representacin de una cosa en

    la mente (pl.).35. Pas de Asia.36. Arbusto de Amrica que se uti-

    liza en la fabricacin de cosm-ticos, barnices y cermica (pl.).

    39. Unin Americana (inic.).40. Trae hacia s.41. Mira, observa.47 Un insecticida.48. Abreviaturas de tera y de doctor.51. Smbolo del europio.52. Smbolos del uranio y yodo.53. Ronald Reagan (inic.).54. Ro de Galicia (inv.).

    ACLARACINEsperaba el autobs que le llevara de vuelta.Observando a las personas que al igual que ella, con

    cansancio, esperaban el colectivo, descubri el error del sitio, ya que en lugar de llamrsele parada de autobs, debiera nombrrsele sentada de autobs.

    ZURDOSe levant con el pie derecho.Si hubiera sido el izquierdo sera Messi o Maradona.MADERAEl bur gritaba con su voz de madera.Escupa promesas del cajn y tena la dicha de ver a Re-

    nata desnuda de espaldas.A veces, parpadeaba si faltaba la luz y sostena una vela

    en su cabeza de encino.

    PARISINOHechos nudos, los amantes se enredaron en la

    cama del hotel.Un beso francs les hizo llegar a los ms alto de la To-

    rre EiffelLOCURAEn chaleco de fuerza Ezequiel se azotaba por las pare-

    des blancas del lgubre manicomio.Llegaba hasta la luna en nave espacial, pero los mdicos

    insistan siempre en regresarle los pies a la tierra.CUESTIN DE OFICIOEl bombero lleg al lugar de los hechos.Apag el ardiente fuego que en la cama haca que una

    mujer ardiera.ABRIR Y CERRAR DE OJOSAbri los ojos. Haba nacido.Cerr los ojos. Haba muerto.

    Cecilia Vzquez Ahumada*

    Segn Laws (2013), la fiebre paldica arreme-ti en contra de Alejandro Magno y Oliverio Cromwell, cuya muerte hizo posible la recu-peracin del poder por parte de la realeza britnica.

    An hoy, la mitad de la poblacin mundial sigue bajo la amenaza del paludismo o la malaria (mala aria, mal aire en italiano). Esta enfermedad ha co-brado ms vctimas que todas las guerras y epide-mias del mundo juntas. Hasta finales de la dcada de 1930 solamente haba una forma de tratar el palu-dismo, el medicamento fabricado con la corteza del quino que es un arbusto cuyo origen se ubica en el norte de Bolivia y Per.

    A orillas de cualquier pantano ptrido infestado de mosquitos de Europa, Asia, frica Occidental se acuna al paludismo. Se cree en general que la malaria es una enfermedad tropical, pero fue trasladada por los barcos de ultramar que arribaron al Caribe. De aqu se propag a regiones africanas no occidenta-les, Malasia, Sri Lanka y Birmania. El paludismo no exista en Amrica hasta que lo trajeron los conquis-tadores occidentales.

    La malaria es una enfermedad que debilita, ella hizo su parte en contra de los ejrcitos confedera-dos en la Guerra civil norteamericana en 1865. Los japoneses podran haber fundado su imperio en el Sudeste Asitico (Birmania, India y China), de no ser porque los aliados lograron sintetizar Atrabine, medicamento que combate el paludismo. Se calcu-la que 20,000 norteamericanos padecan paludismo despus de haber estado en Vietnam (1962-1975).

    La malaria es una enfermedad que se manifiesta con una sucesin de fiebres fra-seca, caliente seca y caliente-hmeda, debilitando tanto al husped que acaba muriendo por el agotamiento. No todos mue-ren, algunos solo sufren un ataque, lo que los inmu-niza, otros padecen varios episodios durante parte de su vida y algunas personas son completamente inmunes a su ataque.

    EL origen del paludismo no es el mosquito, sino la presencia de una persona portadora del protozoo del gnero Plasmodium en la sangre. El Anopheles (52 de las 400 especies de mosquitos existentes) es capaz de transmitir la enfermedad. Es la hembra la que re-quiere la sangre humana para llevar a cabo su ciclo reproductivo. Los machos alados solamente consu-men nctar y fruta.

    Se han implementado medidas en contra del mosquito destruyendo sus huevos secando panta-nos o rocindolos de aceite para que disminuya la tensin superficial del agua y la hembra no pueda depositar sus huevos; durmiendo con mosquiteros o viviendo en casas con pilotes (los mosquitos vuelan hasta los 6 metros por encima del suelo).

    La historia del elemento activo para la cura del paludismo, la quinina, comienza en la dcada de 1630, cuando don Luis Jernimo Fernndez de Cabrera de Bobadilla Cerda y Mendoza, virrey del Per, desesperado por la enfermedad que aquejaba a su esposa, accedi a que el mdico que la aten-da, como una medida desesperada, le suministrara un remedio de los naturales andinos conocida como quinaquina. La recuperacin de la enferma hizo que la pareja regresara a Espaa junto con el remedio, mismo que protegi a sus dependientes y lo hizo ms rico de lo que ya era.

    Ya los aborgenes sudamericanos conocan de los efectos teraputicos de la corteza del quino, la quina. Saban de las especies de estos arbustos que produ-can alcaloides teraputicos; la que llamaban corte-za de cortezas. Hoy se sabe que contiene 30 alca-loides distintos, entre ellos la quinina y la quinidina, usados para combatir cardiopatas.

    Los nativos de Amrica compartieron sus co-nocimientos con los europeos. Los jesuitas fueron los monopolizadores de la corteza de cortezas en la dcada de 1650: eran los famosos polvos de jesui-tas. Aunque los europeos se negaban a considerar-los un medicamento, los tomaban solamente como un remedio.

    El mdico ingls Sir Robert Talbot lo prescribi con gran xito, pero de manera subrepticia, por lo que su fama como sanador del paludismo la acha-caban a mtodos como las sangras. Pareca que su secreto morira con l, pero Luis XIV de Francia re-vel el misterio del xito de Talbot.

    A finales del XVI, las flotas espaolas ya trans-portaban quino contra el paludismo, lo que lleg a ponerlo en peligro de extincin. Los holandeses e ingleses se esforzaron, desde entonces, por aclimatar la planta en sus dominios.

    En 1859, el buscador de plantas Clements Markham envi ejemplares al jardn botnico de Kew (cerca de Londres), otros a Calcuta, logrando exitosamente el cultivo del quino. Pero el holands Johan de Vrij adapt el quino en Java ganndoles la partida del monopolio de la quinina a los ingleses, siendo los lderes de la comercializacin a lo largo de 60 aos.

    Es hasta 1942 cuando se desarrollan sucedneos de la quinina, lo que coadyuv a los aliados a su triun-fo contra los japoneses.

    Segn la UNAM, en Mxico se reporta paludis-mo en todos los Estados de la vertiente del Pacfico, as como en el sur de Durango y Chihuahua.* La autora es Licenciada en Antropologa Social por la BUAP, actualmente adscrita al INAH-Puebla.

    Decanme que yo era todo poderoso; mentira; ni aun puedo resistir la f iebre

    El Rey Lear. Shakespeare (1564-1616)

  • 66

    Lo anterior forma parte de un proceso hist-rico permeado por revoluciones sociales en Europa que dio origen al pensamiento ilus-trado. La razn se convierte desde entonces en uno de los principales ejes de las ciencias sociales, en tanto, evoca la bsqueda de un conocimiento siste-mtico sobre la realidad.

    Tal conocimiento sistemtico se reflejaba en una visin sobre la ciencia proveniente del modelo new-toniano, que provoc que los pensadores de la poca afirmaran que las leyes tambin podan hallarse en la vida social y poltica. En este sentido, la concepcin de ley otorgada por Newton que involucraba un deter-minismo riguroso, devino un paradigma que impide considerar cualquier fenmeno en tanto singularidad puesto que aspiraba a un alcance de certezas sobre el mundo social, derivadas de una concepcin de la si-metra entre el pasado y el futuro, donde el tiempo y el espacio representaban sucesos absolutos irreversibles.

    Adicionalmente, las ciencias sociales se vieron en-vueltas en un proceso de disciplinarizacin y profesio-nalizacin que dio inicio a una incesante divisin de las ciencias. El modelo newtoniano fue aceptado de manera general en las distintas disciplinas, aunque existieron algunas posturas que se oponan a dicha concepcin. En consecuencia, el estudio de las reali-dades sociales se dividi en posiciones nomotticas e ideogrficas, que se cimentaban en el explicar y el comprender, lo cual impact la manera en cmo ana-lizamos la sociedad, en relacin con las categoras de tiempo y espacio.

    Es importante destacar que la Historia fue la pri-mera de las disciplinas de las ciencias sociales que alcanz una existencia institucional autnoma. Sin embargo, imbuida del pensamiento positivista domi-nante, mostr una preeminente preocupacin por el llamado estudio objetivo, as como por la evidencia emprica. El desarrollo de la Geografa tambin que-d enmarcado dentro de la lnea positivista. A pesar de que en un principio mostraba una aproximacin tanto a las ciencias naturales como a las ciencias hu-manas, posteriormente empez a ser generalista, sin-tetizadora y no analtica. Se debe sealar que, tanto la Historia como la Geografa, mostraron un inters nulo por las categoras de tiempo y espacio, en la me-dida de que si los procesos eran universales y determi-nistas, el espacio era tericamente irrelevante.

    Una de las principales aportaciones que pe-netraron la crtica al paradigma positivista fueron las contribuciones de Sauer, quien expres una detraccin de las formas de hacer Geografa histrica debido a que no existe una base intelectual comn. Adems, en-fatiz la falta de inters en los procesos y secuencias histricas. A partir de tal crtica, Sauer fue generan-do una argumentacin segn la cual la Geografa his-trica no puede disociarse de la cultura y, por tanto, se requiere hacer uso de la Antropologa. Por ende, no existe una universalidad, sino diferenciaciones por rea. As, el objetivo de la Geografa histrico-cultural consistira en la diferenciacin espacial de la cultura.

    Debe sealarse que en la actualidad encontramos

    la emergencia de un modo de interaccin tecnologa-sociedad, en el cual surge una transicin por medio de un nuevo paradigma organizado a partir de las tecno-logas de la informacin. Dicho cambio afecta de for-ma crucial lo espacial-temporal. Sin duda, a partir del uso de Internet, uno de los aspectos ms problemticos dentro de las ciencias sociales ha sido definir dichas categoras. No obstante, Manuel Castells (La Galaxia Internet, 2001) propone una redefinicin a partir de la hiptesis consistente en que la sociedad se carac-teriza por la ruptura de la ritmicidad. As, el tiempo atemporal se refiere a la desecuenciacin de la accin social, mientras que la espacialidad conlleva flujos de informacin, razn por la cual debe entenderse en su acepcin social.

    Esto involucra una transformacin cultural que, de acuerdo con el autor, puede denominarse cultura de la virtualidad real, que exige nuevas formas de hacer in-vestigacin para dar cuenta de las formaciones sociales no-tradicionales que ocurren on line. As, existen di-versas aproximaciones del uso de la tecnologa, donde uno de los ejes predominantes es el inters especial por el estudio de lo que la gente hace con la tecnologa.

    Histricamente, uno de los principales mtodos para aprehender las transformaciones culturales es la Etnografa. Esta ha intentado dar cuenta del presente cambio, desembocando en la denominada Etnografa virtual, la cual retoma su concepcin a partir de lo vir-tual, relacionndola con el concepto de cultura y un modo particular de hacer. Por tanto, debe tomarse en consideracin que el espacio virtual se encuentra com-puesto por sujetos que generan acciones y estructuras. En estos trminos, puede vislumbrarse que el espacio virtual debe considerarse una espacialidad social que se sita en un tiempo y en un espacio determinados. Es importante entonces puntualizar la existencia de suje-tos en Internet; tomar en cuenta que su uso responde a un momento histrico determinado y, adems, que se encuentra en relacin con las espacialidades que son asumidas por los sujetos. El tiempo atemporal y el es-pacio de flujos dependen de una formacin espacial-temporal dada.

    La transformacin de la experiencia de la tempo-ralidad y la espacialidad, a partir del uso de Internet, as como de redes, implica pensar cmo re-conceptualizar las categoras de anlisis en funcin del tiempo y del espacio. Por ende, es necesario problematizar el hecho de que si existe una nueva formacin espacio-tempo-ral construida a partir de los flujos de comunicacin y de su infraestructura, es indispensable evocar la nece-sidad de repensar el estudio de la temporalidad y la es-pacialidad. Sin embargo, cmo podemos trazar puen-tes tericos adecuados entre la Geografa histrica y la sociedad tecnolgica?

    Si partimos de que el tiempo deviene una prcti-ca social, entonces se transforma en una accin y, por tanto, existen particularidades sobre dichas prcticas sociales. Por ello, cuando Sauer menciona que algunos de los temas de inters de la Geografa histrica des-embocan en el hombre como agente de la Geografa fsica, pone el acento no nicamente en la existencia

    de un sujeto, sino en la necesidad de comprender la existencia de prcticas sociales.

    En cuanto al rea, implica un modo de vida fun-cionalmente coherente que consiste en elementos simblicos, donde la interaccin social queda redefi-nida mediante la creacin de un sub-espacio de comu-nicacin entre gente que utiliza su espacio para cons-truir una red de comunicacin con otros espacios, que conlleva pensar el lugar donde el individuo necesita comunicarse. Esto permite reflexionar que no existen leyes generales de la sociedad, sino acuerdos culturales. As, no existe una cultura en Internet, sino mltiples culturas. Por ello, una propuesta desde la Geografa histrica reside en pensar el tiempo atemporal como una prctica social donde el hombre se convierte en agente de la Geografa histrica, mientras que el es-pacio de flujos se entiende como generador de formas culturales. Lo anterior envuelve una serie de diferen-ciaciones que necesitan ser aprehendidas a partir de la interrelacin tiempo-espacio.

    * La autora es estudiante de Sociologa, generacin 2011, de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la BUAP.

    Un ejercicio de reflexin en torno a la geografa histrica implica preguntarnos por su origen. Por ello, es importante mencionar que la construccin histrica de las ciencias sociales emerge en el siglo XVIII, y alude primordialmente a la idea de que podemos reflexionar de forma inteligente sobre la naturaleza de los seres humanos.

    MUSEO REGIONAL DE PUEBLAAv. Ejrcitos de Oriente s/n Centro Cvico 5 de mayo. Los Fuertes.

    Andrea Gonzlez Medina*

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    Director y editor: Enrique Conds LaraConsejo Editorial: Mariano E. Torres Bautista, Juan Lozada Len, Jos Fragoso Cervn,

    Mara de Lourdes Herrera Feria, Hugo Lpez Coronel, Ernesto Licona Valencia, Gabriela Brea, Cecilia Vzquez Ahumada y Eulogio Romero Rodrguez, Octavio Spndola Zago

    Correccin: Enrique Conds BreaDiseo: Israel Hernndez Cedeo

    Correo electrnico: [email protected]*No incluye seccin de Sociales

    RE~INCIDENTE. Ao 6. No. 98. Segunda quincena de abril de 2015. Es una publicacin quincenal editada por el C. Enrique Conds Lara, domicilio Costado del Atrio de San Francisco 22 bis. Cuadrante de san Francisco, Delegacin Coyoacn, CP. 04320, tel. (55) 55-17-76-63. Correo electrnico: [email protected]. Editor res-ponsable: Enrique Conds Lara. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo 04-2011-032210460200-101. ISSN: 2007-476X. Otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Certificado de Licitud y Contenido No. 15198 otorgado por la Comisin Calificadora de Publicaciones y Revistas de la Secretara de Gobernacin. Impresa en los talleres de El Errante, Editor. Privada Emiliano Zapata No. 5947, San Baltasar Campeche, Puebla Pue. C.P. 72550. Este nmero se termin de imprimir en abril de 2015 con un tiraje de 5000 ejemplares. Las opiniones expresadas por los autores no necesariamente reflejan la postura del editor de la publicacin. Queda estrictamente prohibida la reproduccin total o parcial de los contenidos e imgenes de la publicacin sin previa autorizacin de RE-INCIDENTE.

    Solucin alReincigRama de eSte nmeRo

    El viernes santo me encontraba arrinconado en mi chante porque los cristianos se ha-ban apoderado de los sitios donde se re-fugian los que tenemos algn tiempo que perder, como los Portales donde podemos chelear y encontrarnos con cualquiera de los cuatachines. A los que no quisimos meternos en la vorgine de salir en Semana Santa y toparnos con los esquizo-frnicos chilangos que invaden con su frentica y violenta presencia todos los espacios del pas, lo ni-co que nos qued en esta temporada fue refugiarnos en nuestra guarida y acompaarnos con uno mismo, pero despus de das, la verdad es que ya no me so-portaba a m mismo y pens que lo ms conveniente era salir de ese estado vivencial que ya era asfixiante. As que sin titubeos tom el celular y llam al primer sujeto que me poda sacar de este mal viaje.

    Hola pinche Hongo, qu ests haciendo?. Del otro lado de la bocina contest el susodicho: Estoy aqu con unos cuates: por qu no te vienes y por ah te traes unas chelas.

    Una excelente solucin a mi alucinante destierro, ya que Hongo vive actualmente con su bellsima com-paera en las afueras de esta creyente y devota locali-dad. Por un tiempo estuvo exiliado en Chilangotitln y los das que pernoctaba en esta ciudad, debido a los asuntos que tena que atender, su casa se converta en nave espacial para la banda de los atascados; despus se ausentaba por semanas pero y ah est el canijo pero, en los ltimos meses decidi con su compae-ra (ms bien ella decidi) que los aires de esta ciudad le venan bien y dejando atrs el mundanal ruido de la gran urbe resolvi de nuevo avecindarse en Camotit-ln, dejndonos sin la ocasional nave psicodlica para nuestros alucinantes viajes.

    Debo decir aqu en favor de mi amigote que ya est construyendo una nueva nave (biblioteca, bunker, mausoleo, segn el decir de los cuatachines) donde (con el permiso de su domadora) pueda recibir a sus pasados amigotes, o ella exiliarlo cuando se ponga in-soportable.

    Al llegar a la cabaa, me enter que su abnegada compaera (me consta) haba citado a algunos viejos amigos (creo que por eso de viejos, yo no haba sido

    invitado) a festejar su no-cumpleaos, como l dice, y en verdad me dio gusto saludar (no siempre te los en-cuentras porque viven en diferentes ciudades) a Chi-cali, a Melndez con su Rosi (que tena tiempo de no verlos), al jovenzuelo Juvenal, a su cervecero heredero y su compaera, etc., personajes todos ellos que ga-rantizaban una agradable y placentera tertulia.

    Agasajados por un exquisito pozole y bota-nas elaborados por la mismsima anfitriona, que es una excelente cocinera, amenizados con msica de los 60s y 70s (boleros, rock y msica guapachosa), saboreando vinos de diferentes cualidades y entre bromas, risas y sarcasmos, recordamos una serie de ancdotas de los aos maravillosos donde nos for-mamos como peleadores callejeros. Recordamos aventuras vividas en el movimiento estudiantil de 68, los aos de crcel en el Palacio Negro de Le-cumberri, los viajes a Rusia para ser adoctrinados en el comunismo sovitico, la experiencia como miem-bros de la guerrilla en pases de Amrica Latina, la relacin poltica con altos personajes (presidentes de la Repblica, secretarios federales de gobierno, go-bernadores, dirigentes de partidos polticos no sola-mente comunistas), de las diferentes investigaciones en las que estamos involucrados y principalmente recomendaciones y comentarios sobre libros anti-guos y actuales que se estn leyendo o consultando y, tambin, tambin, nos quejamos de los achaque que nos aquejan (la banda de la muerte). As, la tarde-noche transcurri en solaz esparcimiento.

    Para variar, como siempre, fui el ltimo en des-pedirme (te corrieron cabrn) y solo recuerdo que los anfitriones me recomendaban que no me fuera en ese estado (hasta la madre). Al da siguiente no saba dnde me encontraba, pero poco a poco fui re-conociendo mi recmara, y tocando mis bolsillos para ver si tena mi celular, cartera y fui a revisar en qu estado estaba mi carro, el cual encontr estacionado fuera de mi casa aunque con las puertas medio abier-tas. La reunin con los aejos fue un buen y aorado agasajo.

    * El autor es Doctor en Sociologa Jurdica por la BUAP y cuatachn.

    Jos Fragoso Cervn* Para el ao de 1990, el parque vehicular de la Ciudad de

    Mxico casi alcanzaba los 2 millones de vehculos. Para el ao 2008, ya eran ms de los 5 millones. Cada ao ingresan a la circulacin 250 mil vehculos. Clculos sealan que para el 2020 habr 7.5 millones y 9.5

    millones para el 2030. En 1990, los usuarios de vehculos automotores circulaban,

    en la Ciudad de Mxico, a una velocidad promedio de 40 km./hr. A 17 km./hr. en el ao 2007.

    La velocidad actual promedio es de 12 km./hr. y ello signi-fica que cada conductor y sus pasajeros pierdan diariamente, en promedio, 2 horas de sus vidas.

    En los ltimos tres aos, del gasto de la inversin pbli-ca consolidada, se ha destinado 21% de este presupuesto a infraestructura vial, comparada con un 2% de inversin en transporte.

    Cifras del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) muestran que las deficiencias en la movilidad de la Ciudad de Mxico provocan una prdida de 3.3 millones de horas hombre al da, lo que significa, al darle un valor mone-tario al tiempo, $33 mil millones de pesos tirados a la basura por el congestionamiento. Y no olvidemos los trastornos pa-ralelos de contaminacin y salud.

    En ese mismsimo lugar, 4 mil personas mueren cada ao por enfermedades respiratorias ligadas a la contaminacin. Los automviles producen el 60% de las dainas partculas suspendidas.

    Y como cereza del pastel un dato ms: anualmente mueren 2 mil 800 personas en accidentes viales.

    Un ejemplo de la reduccin de los tiempos de traslado, si las autoridades de la zona metropolitana de la Ciudad de Mxi-co privilegiasen la inversin en transporte pblico eficiente, es la lnea 1 del Metrobs (Indios Verdes El Caminero), el cual sola ser de 2:40 horas y ahora es de 1:25 horas.

    Pero bien deca mi abuela que nadie escarmienta en cabeza ajena. Ni aunque sea la de tu vecino ms prximo. En Puebla est de moda la ostentacin y el derroche. Segundos pisos, puentes, cemento, cemento, cemento en detrimento del paisaje urbano, de la ef iciencia, de la in-versin a largo plazo privilegiando el bienestar comn.

    Fuente:http://elpoderdelconsumidor.org/transporteeficiente/hacia-el-colap-so-vial-de-la-zona-metropolitana-del-valle-de-mexico/http://imco.org.mx/indices/#!/

  • Increble pero cierto. Resulta que ahora y hasta inicios del mes de junio nos tendremos que soplar 11 millones 356 mil 254 spots polticos! en radio y televisin mediante los cuales los partidos pretenden conquistar nuestro voto o, ms exactamente, engaarnos para seguir usufructuando a gusto las mieles del poder.

    Aunque usted no lo crea, en solo dos meses tendremos que ver y escuchar 97 mil horas! de propaganda poltica baln intentan-do hacernos creer lo buenos, eficientes, comprometidos, capaces, bien intencionados y hasta sacrificados que son los notables as-pirantes a curules, regiduras y gobiernos estatales por los que tendremos la gran oportunidad sufragar.

    Sin embargo, no hay que alarmarse tanto. La presidenta del comit de radio y televisin del INE, doa Pamela San Martn, nos reconforta desta-cando que, como no podemos ver u or ms que un canal de televisin o de radio a la vez, lo mximo que lograremos ver o escuchar al da son tan slo 97 promocionales. Qu alivio!, o no?

    Por supuesto, a los partidos polticos no les costar un quinto esa cam-paa meditica porque todo procede del erario pblico, o sea, de nosotros los causantes cautivos. Quiz por eso es de tan baja calidad la campaa que vemos y escuchamos a todas horas en estos das. Sin embargo, hay que de-cir que muchos piensan que las escasas cualidades positivas e imaginativas que caracterizan la propaganda en curso obedece a la conviccin que pre-valece en las cpulas gobernantes y de los partidos polticos en el sentido de que los ciudadanos somos muy tontos y que nos conformamos con cual-quier baratija que nos prometen.

    El hecho es que, cuando la telenovela, la pelcula, el noticiario o la m-sica que nos gusta ms, estn por empezar o, peor an, en su mejor mo-mento, nos clavan los mentados anuncios polticos ofreciendo cosas que no se van a cumplir y que todos sabemos que se no harn. Los hacen as por-que se saben impunes y que nadie les reclamar su falsedad. Pero en tanto, a nosotros, ciudadanos de a pie, televidentes y radio escuchas comunes y corrientes, ya nos echaron a perder el momento agradable, emocionante, relajador.

    Qu les hicimos para que nos hagan eso? A nuestras costillas hacen y deshacen a su antojo, se enriquecen de lo lindo, manipulan, imponen, en-gaan y, todava, no contentos, nos aturden e intoxican con sus promocio-nales chafas.

    De verdad, qu son ms aburridos: los info-comerciales de altas horas de la noche o los spots de los partidos polticos?

    PARTIDO POLTICO NMERO DE SPOTSPRI 2,983,501PAN 2,477,392PRD 1,846,489PVEM 820,405PT 693,300MOVIMIENTO CIUDANANO 644,769PANAL 651,702MORENA 309,674PARTIDO HUMANISTA 309,674PARTIDO ENCUENTRO SOCIAL 309,674CANDIDATOS INDEPENDIENTES 309,674