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GUILLERMO ANDREVE

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-A---- 30 de Julio de 1905

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A1VO II,

Panamá, República de Panamá, de 30 Jullo de 1905.

NUM. 38

El, HERALDO DEL ISTMOc;o— REVISTA ILUSTRADA—~

Director: GUILLERMO ANDREVE .

"Bien faire et laisser dire ."

Hermana MelanceliaEn un convento vivía

Una monja que paliabaPor santa, y que se llamabaLi Hermana _Melancolía.

Fruto de savia tardíaQue brotó la PrimaveraSu rostro de lirio era,Y sus pupilas sombríasDos nocturnas mariposasSobre ese lirio de cera.

Nadie la vió sonreírPorque quiso en su enterezaEnnoblecer de tristezaLa ignominia de vivir.

Tan solo cuando al morirMiró la faz del Señor,krrojando su dolorComo se arroja una cruzBrilló en sus ojos la luzDe un relámpago de amor.

Y aquella monja sombríaQue nunca, nunca, sonrió,Cuando en su cripta clurmióSonreía, sonreía

Hermana Melancolía'Dame que siga tus huellas:Dame la gloria de aquellasTristezas ;oh Taciturna1Yo soy una alma nocturnaQue quiere tener estrellas!

AMADO NERVO.[México].

El retratOCon tu sombrero de mosquetero,

tus rizos largos, tu cuerpo chic,y tu mirada de fino acero,pareces novia del caballeroque hay en un cuadro que hizo Van Dick.

Tn gran corbata de muselina,las perlas negras del cinturón,tus ojos grandes, tu boca fina,te dan silueta para heroínadigna de un nuevo Decamerón.

NT imba una rosa sobre tu pelo,tiembla en tus manos un alelí,brota un perfume de tu pañuelo,y en el corpiño de terciopelosangra una herida que es un rubí.

13ajo la blonda de la pollerasurge la vaga sombra de un pieque se impacienta de tanta esperaporque_, el inquieto, tal vez c uisierabordar los pasas en un minul . . ..

Supo el moderno mágico Apelesrobar la esencia de muchas cosasy trasladarla con sus pince'es:cutre los labios sembró clavelesy en las mejillas fundió las rosas.

Yero el retrato, tan aplaudidocomo ninguna lo fué jamás,tiene un defecto que yo he advertido:brilla muy alto cuando te has ido,mas palidece cuando tú estás.

MANUEL UGARTE.

Paris .

.LEHE PERENNIUS

Sobre la onda azul, en donde ardíala esencia tropical de la mañana,la barca se alejó, como extrahumanaquimera que á los cielos se volvía.

Y con ella te fuiste! . . . . La armoníade tu belleza mística y profana,al irradiar su magia soberana,divinizó la nave que partía.

Hoy, que evoco, ya lejos, tu figura,la eatrafia dualidad de tu hermosura

11 en mi recuerdo la tristeza ahonda;Porque tiene tu forma anadiomena

la noble línea de la estatua helenay el pensativo enigma de Gioconda.

li g

11

HERRERA.(Panamá).

Las catedralesu Vetustas y grandiosas catedrales,

ensueños concretados en la piedra,IIL~7-L1~1 en vosotras se ve ascender la hiedra

y abatirse las ansias terrenales.© Apenas, por los huecos ojivales

de los altos cimborrios, la luz medra,y abajo el "Miserereo nos arredra

0 entre caudas de sombras sepulcrales.Para las almas puras } sencillas.

aún guardáis á su Dios: la muchedúmbreya no os dobla, cual antes, las rodillas;

a Que sois, del siglo á la incendiaria lumbre,

!r-̀~C~-Icomo palacios de Arte, maravillascomo templos de Fe, polvo y herrumbre!

MaNUEL S . PICHARDO.

(Habana).

j,~Holocaustoa Llenábanse de noche las montañas,

y á la vera del monte apareciala estridente carreta que volvíade un viaje espectral por las montañas.

Cantaba el viento en las sonoras cañas} asumiendo la astral melancolíalas horas prolongaban su agoníapaso á paso, á través de tus pestañas.

La sombra pecadora á cuyo intensoinFlujo arde tu amor, como el incienso,cuando bajo mi pecho te desplomas,

II miró, desde los álamos ligeros,en mi alma un extravío de corderosy en tu pecho un degüello de palomas.

~ILEOPOLDO DIAZ_

(Ginebra) .

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El Heraldo dEl Istmo 106

oGoQUE ACABA DE ESCRIBIR RUBÉN DARÍO PARA LA SEGUNDA EDICIóN DEL LIBRO DE PÉREZ. TRIANA `! DE BOGOTA AL ATLANTICO. "'

EINEMANNpublicó enLongres un libro ti-tulado o Down f ie Ori-

noco in a Carat e no hace mu-cho tiempo. De esta obra haytambién una edición hechaen Francia. Otra, castellana,va á aparecer ahora en Ma-drid y el autor me ha hechola honra de pedirme para ellaun prólogo . He accedido gus-toso. Primero, por ser quienla ha escrito persona de miestimación mental . Luego,porque me da ocasión de ha-blar de dos conceptos para míatrayentes y gratos, cualesson la Universidad y el bos-que dlrua rlfater y ilfaler Aá-t+rra . El autor, que escribiósu libro directamente en in-glés como lo hubiera podidoescribir en alemán, en francésó en castizo español, no es niespariol, ni francés, ni inglés,ni alemán . Es sudamericano.Es el señor -Santiago Pérez

Triana, natural de Santa Fe de Bogotá, capitalde la República de Colombia. Este escritor po-ligloto y cosmopolita, á quien España conocepor haberse establecido en Madrid con cargosdiplomáticos hace ya años y por haber sido dig-mimente presentado en el mundo de las letraspeninsulares por el ilustre Don Juan Valera,puede decirse que no es de ninguna manera ex-tranjero en esta generosa tierra. A mi enten-der, la República hispano-americana más seme-jante á la madre patria es la antigua NuevaGranada. Bogotá tiene más de un punto deigualdad con la capital de España, siquiera fue-se por haber sido llamada un tiempo, á causade su preponderancia literaria y de sus ufaníasacadémicas, la Atenas de la América, española.Ciudad desde antaño famosa por el cultivo deintelectuales disciplinas, ciudad de griego y delatín, y que á pesar de haber estado siempre altanto ríe lo nuevo del mundo, ha hecho gala,por bizarra coquetería, de pasados gestos seño-riales y maneras antiguas, sabia é ingenua almismo tiempo, cordial y llena de coloniales gra-cias, así la ha pintado, entre nosotros, en pági-nas finas, un eminente argentino que estuvoallá dé representante de su país, el Doctor Mi-guel Cané. Ceremoniosa y franca, doctoral yalegre, manejando lo mismo el tirso que el bas-t6n borlado, criadora de las águilas de la oda yde les gorriones, del- epigrama, vestida de gra-mática y coronada de lírica, muy llena de lospergaminos de sus Varones Ilustras de Indias,con eruditos licenciados y bachilleres que en sulejano nido mediterráneo nunca han visto elazul del mar, y con viajeros cultos como el P.Bizagu ne que á principios del siglo pasadohizo á lo Chateaubriand su itinerario á Jerusa-lén, ó como Tarar, llamado el Chino, porquefué al extremo Oriente é importó á Colombia elgusto por el arte y por las chucherías nipones ycelestes mucho antes de que los Goncourt im-pusiesen esa moda en Francia . Bogotá ha sidodigna primera maestra del señor Pérez Triana,que á su seriedad y saber ha unido la gentilezade un carácter amable y ameno, la pasión delos viajes y la tentación de las aventuras . Suprologuista inglés, el gran escritor . londinenseR. B. Cunninghame Graham, le aplica con jus-ticia este verso de La Arat<caaa, de Ereilla:

Climas pasé, mudé constelaciones,golfos innavegables navegando.

Mas ante todo; habrá que ver en el autorele que trato al scko7ar : En él, ya entrado en laplena madurez - de la vida, perdu ra el pasadouniversitario, el estudiante de Leipzig que senatlia de letras humanas y apuraba portento-sas series de vasos de cerveza en clásicos "sala-

wander" y "kneips." Guarda con amor susreminiscencias tudescas, y con ayuda de su ad-mirable memoria, ha compuesto un libro quese lee con gran gusto, libro sin didactismos niconsideraciones á lo Didon, antes bien, frag-mentarias narraciones de vida íntima. nostal-gias de momentos que no pueden volver porquepertenecieron al imperio irreemplazable de lajuventud. Cuerdo, enmedio de los entusias-mos naturales de la edad y del ambiente, notiene la cara señalada por las pueriles carnice-rías de los duelos de ritual . Mas la existenciaescolar dióle para lo futuro lo asentado del ca-rácter, la firmeza, en el estudio, la seguridad enel pensamiento y cierta benévola tolerancia quesuele venir en los suaves espíritus, del contactocordial con nobles profesores y ecuánimes com-pañeros . Allí aprendió mucho de lo que sabe,al halago de la ilusión y de la tradición . Allísupo de filosofías y entonó el G%utdrm+ut. iyitur.Alemania hace el gran bien de infundir la cien-cia y de enseriar el arte bajo un palio de poesía.Los viejos castillos feudales, el Rhin pausadodicen leyendas y cuentos. Cada soplo del airerepite una balada. De las tabernas históricas ydignas brotan coros armoniosos . Un eternoruiseñor vierte en el claro de la hura las in-acabables gotas de cristal de su ensueño infinitoy• el alma de la música se desprende del senofuerte del vasto Imperio ele hierro.

Un día, el estudiante de la Universidad teu-tónica en forzada odisea á través de los bosquesde su patria, en navegaciones fluviales de ex-plorador y aventuras selváticas de misionero,obligado por las cosas políticas . renovando laempresa de fray Gaspar de Carvajal, entre no-ches de América llenas de extraños ruidos y delinsomnio de las fieras, en compañía de hombresbravos y naturales. tiene que contar algúncuento ó historia que ayude á pasar las horassolitarias de la selva. Y entonces vienen á sumemoria los recuerdos del florido antes, de laépo-a primaveral de los estudios, de la idaciomuller alemana en que se formara su virilidadespiritual . Y he allí un ejemplo que aduna croscosas tan dispares, la Universidad y el bosque.Así solemos ser ciertos americanos de países deselvas y grandes ríos, hechos por lo que al almatoca á los fuegos invisibles de las doctrinasaprendidas en aulas y libros y en contacto conla vida universal de la naturaleza por los soplosque nos inician en montañas y pampas, catara-tas sonoras ó inmensas palpitaciones de la tie-rra. ¡Grande y fe: linda mina para nuestros ar-tistas el prodigioso reino de nuestra Demetermaternal! No para la rapsodia delilliana ó bé-lica que catalogue productos de zona tórrida . ólas tentativas de una estética, mulata que quie-ra dar de beber agua castalia al ganado criollode cualquier Tirsis semibozal ; mas para el quesepa percibir con ojos mágicos el corazón denuestros montes, lo inmemorial de las razas au-tóctonas preñado de legendarios milagros, elsecreto de las ruinas y la visión de un porvenirincubado desde el pasado irás recóndito, y paracuyo fatal advenimiento Colón mismo es un ac-cidente. DIas entre tanto los poetas empiezan,hombres de pensamiento y pluma, "pioueers"ú ocasionales incursores nos van dejando pági-nas saludables, valientes y pintorescas . Hanidoaá ver. Han explorarlo . Han contado lo quehan visto . Han sido, va prácticos, ya líricos.ya pintores, ya geógrafos, ya simples periodis-tas ó anotadores de impresiones . De ellos losha-habido eficaces y admirables. Yo admiro,por ejemplo, á un colombiano ilustre. el Gene-ral Rafael . Reyes, en cuyas páginas de explora-dor por las regiones amazónicas he creído verrenacer la figura de los antiguos capitanes de laConquista, que iban en los rigores de las tierrasdesconocidas y ele las tribus hostiles con muchoaliento y gran coraje, y luego narraban sus ha-zarias con una lengua llena del ímpetu de lososados v de la simplicidad de los fuertes. Ad-mire á koberto J . Payr•S, ese vigoroso y bello

talento argentino que supo traer de las lejaníaspatagónicas y del extremo Sur de su patria in-mensa una obra en que, á través ríe las preci-siones del diarista v de las observaciones deletnólogo, surgen derrepente las flores de oro deun decir de artista- Y á. Clemente Onelli que,sabidor, estulioso y poeta, narra sus incursio-nes por las montarlas nacionales, sus jiras porlos Andes, sus impresiones hondas de vuelos decondores, lagos de hielo, almas abruptas, miste-riosos poemas de piedra . roncos aires, almas eleindios y mañanas de cristal.

Por eso be leido con fijo interés y placersincero el libro del señor Pérez Triana, su pasode Bogotá al Atlántico, por los ríos Meta, Vi-chada y Orinoco . Le he seguido. Le he acom-pasado en sus nocturnas salidas á la luz deaquellas lunas extraordinarias. He sentido lamagnitud de la selva y he respirado el perfumede los pebeteros de las orquídeas y he recorda-do entonces al sabio tío . al Triana de la botáni-ca. conocido de los sabios de Europa. Los ex-pedicionarios pasan bajo los árboles del bosqueLos paisajes son prestigiosos. Leal aparece,singular personaje. providencial y perspicuo,hombre ele orden y de previsión. arreglador dearmas é impagable para la cocina silvestre eleasados y barbacoas. Interesan y divierten ha-zarias cinegéticas y charlas de campamento.Más reales que en Maine Reid. se presentan loscazadores de tigres . como ese audaz Secundinoque tiene por sencilla costumbre el peligrosodeporte : é Higinio el domador de potros . almabravía y piernas aceradas . En medio de las ru-dezas montañeras . las humanidades persiguenal señor Pérez Triana . y como el Tajo de FrayLuís, un río saca fuera el pecho y le habla enretóricos períodos. El fleta finge en veces ra-bias marina. Sobre las corrientes aguas seentrelazan las ramas de los árboles de que cuel-gan horribles nudos de víboras ; y en otros pun-tos. en los anchos cristales fluviales, surge laevocación antigua del delfin del mito en un es-cenario lleno de gracia mitológica . Luego seráel atravesar la selva que pueblan los indios; laflora profusa_ la fauna rara: y se hará visiblela lección ele fiereza v orgullo incontaminadosdel animal humano en la Posesión y dominio desu naturaleza y ele su libertad. Y es en una dekm estaciones del fatigante y peligroso viaje, alamor de la paz nocturna y silvica . cuando seentabla entre el es-estudiante de Alemania ysus bizarros acompaúantes, indoctos y sencillos,el más inaudito ele los decamerones. El caza-dor contará cosas de la —jungle- americana quecomplacerían á Rudvard ñipling ; otro dirá uncuento rústico; el hombre culto. el "Scholar"rememorará la vida ele los antiguos c,>mpañe-ros de sus estulios eur opeos. y, como buenbogotano, agregará unas cuantas auéelotas enque habrá chistes y versos . Para la salvajeselv a serán iguales el parlar ele los hombres, elgrito del ave de la noche, el ruido del raudal. lavaga palabra del viento. Por fin, después decli iosas escena-; y uno que otro percance. elviajero llega al término de su empresa.

Ya filosófico . Ya irónico, ya jovial. el autordesenvnel-e en su narración. hecha de modotradicional y castizo. más de una idea profun-da. Su libro es como no árbol del bosque.Sabel apartar ]a raurazón copiosa y hallaréisel fruto dulce, ó el nido en que va á nacer el pá-jaro ele la aurora. E ;te libar no es para los quegastan de los que escriben de este modo . ó deeste otro . ó del otro modo de más allá . Hayque saber saoo~ lo bueno de tolo. \o bus-car maneras de literatos, sino revelaciones hu-manas. Y éste es nn libro de orígen noble, deinteneióu alta, de dignidad verbal . Buena aco-,ida tenga en la tierra de Don Gonzalo Jiménez(te Quesad,U

rum"sx DARIO.

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El HEraldo dEl Cstmo - 107

-Nicolás Victoria J.~UAiVDO con la publicación de los pri-

meros números de EL HERALDO DELISTMO, se presentaron para la conti-

nuación de la vida de esta Revista algunos obs-táculos poderosos que fué necesario vencer enlucha franca y recia, varios caballeros se acer-caron á nosotros y con sus voces de aliento ysus promesas y vaticinios lograron darnos bríospara perseverar en nuestra tarea. Entre esosbuenos amigos D. NICOLÁS VICTORIA J.—actualSecretario de Estado en los Ramos de Instruc-ción Pública y Justicia—figuró en primera lí-nea, y en las sesiones de la Convención Nacio-nal de la cual fué miembro, prestó apoyo deci-dido á nuestra empresa.

Hoy que publicamos su retrato, creemos denuestro deber hacerle presente que su buenavoluntad de entonces no la hemos olvidado, contanta mayor razón cuanta que es él uno de losmás ilustrados colaboradores de este periódicoy un inteligente escritor de estilo clásico muyraro en estos días, amante como muy pocos delestudio y con un conocimiento sólido de los es-critores maestros castellanos.

ViCTORIA debe á sus esfuerzos todo lo quees hoy. Y la alta posición que ocupa actual-mente es una enseñanza para los que faltos deapoyo, débiles de carácter ó escépticos profun-dos no luchan por creerse derrotados de ante-mano.

Querido Pepe:

Es la hora de los graves pesares, de las hon-das tristezas. de las tristes reflecciones ; la hora enque la conciencia amanece en el corazón paraalumbrar los vericuetos que las malezas de lasfaenas por la vida y el efímero y florido follajede la erigeucia soci~d han ocultado durante el díaen toda la redondez de su vasto hemiferio.

Ciérrase justamente hoy, y á esta hora, elcírculo del pesado curso de un aí1o, á partir deldía de nuestra despedida.

Dijísterne entonces : "cucado ine esnil>as,6áL&rneedel murciélago."

;Un año ! Es decir 365 días de continuoamanecer para volver á anochecer ! Qué mo-uotonía! i Cómo me cala y consume la nostal-gia del día que ha de amanecer para no anoche-cer, del día que amanecerá para siempre ! Unaño son, sin suma de más, ni suma de menos,365 cargas cerradas sobre las fronteras de la vi-da atacadas por el formidable despliegue defuerzas de la muerte. Pues si la vida militaconmigo, es porque, magnánima é impertérri-ta expatriada, me conduce, al combate que hade recuperar los hermosos dominios del sosiegoetelmo, subyugados por el exterminador poderde aquella impla,,able enemiga . Vivo: día trasdía y palmo á palmo gano terreno á la fatídicatirana. A esto se reduce todo el colosal vaivénde lai oleadas llaman,." que lisa pasado pasany pasarán por el globo : á 365, ó para nuestromal, á 366 días de cruda lucha . En 3s años, Po-

pe, 12,410 formidables combates empeñados ; yen esos diurnos combates cuántas arremetidasenérgicas y cuántos violentos rechazos . Sinembargo, pobre arista en el espantoso é innren-su oleaje, no olvidé tu ruego.

k í.

A esta hora del melancólico crepúsculoacabo de rendir una de las trescientas y tántasjornadas del año que Corre . Rendido mas novencido, encuéntreme al fin de ella en una ciu-dad, y de ésta en una casa, que tuviera tambiénsu bello amanecer ; y, sumo todo, tienen ahorasu tarde triste. Es un caserón enorme, destar-

Al publicar el retrato del buen amigo y no-table intelectual, le enviamos nuestras más sin-ceras expresiones de amistad y de aprecio.

talado y vacio hace luengos allos . El amigo áquien pertenece, empellado en hacerme ver lashuellas de su pasado, condújome á él. tA quécontemplar los restos de las "muertas grande-

A la hora del descanso alójome en una ló-brega, fria y polvorienta alcoba . Bajo la fe-bril impresión del anómalo consorcio de las fa-tigas del - día y de las disilusiones del pasado.recia la noche, y á medida que crecía esquivá-bame el sueflo el beleíio de sus blandascaricias . Vagando sobre los "yerto despo-jos," parrecióme oir el eco plañidero desRioja, llorando y á la vez cantando á las "reli-quias solamente de la. inueieible gente"

Por aquel oscuro aposentón había pasadouna generación gloriosa . En aquella hora lalobreguez de la tumba lo envolvía, el hielo dela muerte se exhalaba de sus agrietados muros,de sus ábsides agobiados bajo la pesada plantadel tiempo, de los frisos rotos y de las mútiladascariátides, de la abundante vajilla de barro finoŸde rico metal hecha trizas, trizas que mí atá-vico huésped guarda en las viejas rinconeras,cual preciadas reliquias y embelesantes recuer-dos, de los hendidos alquitrabes, de los borro-sos retablos y de los pebeteros fracturados.

Aquí hubo vida. La muerte y la sombrala desalojaron . La diminuta burbuja, en quealienta la mía., se pierde en la soledad y en elvacio que me rodean, como la gota de agua enel piélago inmenso. Así me decía, mientras lanoche promediaba . Sonó la hora. El edificiopareció removerse entero; huyó el silencio y elzumbar de mil alas desacordadamente agitadasllenó la soledad. Sólo la sombra permanecióinmutable. El gigantesco crescendo sube; elaposento retumba : pero la sombra permanece,la vida se anuncia con pasmoso empuje; perola oscuridad perdma ;crece el raído y el avan-ce de la vida crece ; pero la negrara de las ti-nieblas la envuelve.

Pepe, d era a1uello vida? Vida sí ; más vi-da sin luz. Era el murciélago ; el habitante delas siniestras sombras ; el sir que no ama la vi-da, porque la vida es luz y él detesta y aboini-na la luz; el único sér que no espera con ansiasla llegada del día para emprender el combatepor la vida, porque, plegadas lag alas, se está

muy feliz entre las sombras de la muerte de esavida superior.

Es el murciélago el sér indefinible : en bue-na lógica fatiga y agota los términos de la definición con los múltiples y complicados compo-nentes de su biología y de su organización ana-tómica.

Sér inclasificable, carece de tipo determina-do, no obstante que los comprende todos. Noexiste variedad, especie, género, clase, ni orden,ni familia, ni grupo que no comparta con elmurciélago los caracteres de una etnología oó-mún. No es ave, porque es cuadrúpedo ; no escuadrúpedo, porque es volátil; ni es plumífero,porque es paquidermo de luciente y delgadapiel; es herbívoro, carnívoro, mamífero y he-móvoro; no es cuadrumano, porque es rastrero.Con sus cuatro patas, el murciélago, no corre,se arrastra como el reptil ; pero provistas éstas,como están, de afiladas uflas, es trepador, él,que es incapaz de tenerse sobre éllas cuando porsu desgracia de un afortunado gorrazo lo pilla yagazapa algún rapazuelo travieso.

x x

Si no estuviese el murciélago armado dedoble andana de agudísimos dientes, pareceríauna avecilla modesta é inocentona que no osaerguirse por no distraer las miradas que se de-leitan contemplando el matizado plumaje delas demás aves, que no canta por no menosca-bar el aire que hinclie las canoras gargantas delos demás pajarillos ;.más, cuando con el sigilode la noode y la alevosía de la rapiña clava susdientes y aguza sus. garras y chupa la sangredel peche del rozagante ganado que al descuidoy entre la hierba pace, el murciélago se acredi-ta, contra todos los espejismo ques hubiera for-jado su solapada humildad, de ser la Pera pessi-rna con que en brillante prosopopeya personificoel viejo Jacob el erímen de los hermanos deJoseph.

El murciélago no habla ; pero rara vez calla:murmura, chismografía; con perenne chis, chis,infunde inquietud y espanto en las lobreguecesdo habita. ; y si otro rasgo se pidiese para asentar.lacaraeterístiéade semejanza entre . él y el hom-bre, hélo: el murciélago fuma y fuma con te-nacidad incansable, cigarrillo tras cignxillo, dos,cuatro, ocho, dieciséis, treinta y dos ; cuantos leden.

Como traficante de la honra ajena odiael murciélago la luz ; siente supremo deleite enla emboscada, vive en asecho ; nútrese en lastinieblas ; reposa en el silencio de la soledad delas sombras; mora, en las desiertas cavernas,en los osarios anónimos y hiere como el traidory el aleve . Todos los seres aman la apostura ygallardía; todos tienden á permanecer erectos.Serpiente odiada, eres prudente : luego eres no-ble en algo, tu cabeza.se yergue altiva y aira-da antes de hundir tu mortífero diente. Pue-des herirme de frente : yo no temo, te admiro.Sólo el lisongero capcioso vuelca su aposturay clava en el suelo su frente mercenaria ; elmurciélago sólo también, inclina á la tierra lacabeza ensangrentada cuando durante el día seoculta en los rincones de los palacios vetustos.La intriga es la prosecución de fines viles yegoístas por vías tortuosas y vedadas al decoroy á la nobleza del corazón : la apostura inde-corosa del murciélago es la que más armoniza ymejor define al intrigante : á la manera del chis.moso intrigante se cuelga el mu rciélago, aun-que para ello haya de invertir los polos, de laprimera grandeza que surja ; al modo de éstechupa aquél la sangre ajena por la impercepti-ble herida del honor lesionado : raposa humana,se cuela sin ser oído en los centros de la . paz,y de la dulce cordialidad del amor y-decia amis,tad, dejándolas, al retirarse, senlüradas desi-niestras sombras generadoras de crueles amár-guras.

'Si luz es vida, el único sór que ossa la vidaes el murciélago. Si la vida es luz, el úniefxqueaborrece la luz es el envidioso-chismógra,~, :-in-trigante.

14' . 1 jar,Alk-z"Abi Ax. @79D ED

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Ei Hearaldü dEl lstmo 108

Algún hijo de vecino debió- herir como hie-re el murciélago á Fr•a-Angélico antes de queviniera en fijar el vínculo ele afinidad entre es-te informe bicho y aquel deforme ángel enurónstrato transformado, al caer del cielo, pin-tando á éste con el símbolismo de aquél.

x~~

Desde el sér rudimental hasta el qué fueAngel ele luz recorre el murciélago la serietoda de los seres, sin radicar en ninguno, sinque pueda decirse qué es.

Para mí es la burla sarcástica de todos lostipas, de todas las especies, de todos los géne-

j~ Qui, en Panamá, pasóL/l~L\~ de esta vida—año

1888—e1 primer re-pentista del mundo espaflol.iExagero al asignarle el pri-jier puesto? Quizá .-,; no.lcaso en Panamá no hubodempo de conocérsele . Has-ta donde alcanza á fingir lamente, es imposible quepudiera-haber nada mejorque mi paisano—nació enCartagena—pero ni siquieraigual. Cuanto Joaquín Pa-b_a Posada dice de CésarConto, .es una nonada encomparación de lo que debe-ría decirse de Jorge. , Elnao,u,,,1 y la intención- dela décima de Pombo son úni-cas. Jamás lo vi~ tomar lapluma para hacer un soloverso_ Careciente de ilus-tración,- hablaba en versocomo cantan las aves . Te-nía, indudablemente, unafacultad -que no tienen losdemás hombres . Más ó me-nos lo mismo que sucedecon ciertos pillines : oye" untrozo de ópera, por una so-ja vez, y por medio de sil-bos lo repiten al instante.

En camnro, una seilorita de la Academia deSanta Cecilia hace mucha gracia . can ejecutaraquel trozo á primera vista . ¡Lástima y gran-de que en las décimas de Jorge Pombo—era elgénero que más cultivaba--abundé la- porno-grafía!

+as

La misma reforma que en la etiqueta socialllev ..ron á caba las damas francesas para dis-tinguir al dios Hugo cada vez que penetraba ensus - salones de ellas, honró á Jorge Pombo enla costa.de Cológrbia : seüoras y selloritas po-níanse dé pie á la entrada del vate. Y era en-tonces de ver• cómo revoloteaban aquellas ma-ripasas, pidiéndole cada una la improvisaciónde una décima. En ten baile llegó á improvi-sas sesenta, tras exigirle á cada seúorita un pieforzado, de la manera que ella ghstara ; es ásaber : bien en verso ó en prosa.

—Yo no soy más que tina mujer modesta,le dijo Ana Elena Borda.

—Pues bien:

Al ver tu rostro se llenade envidia el hermoso lirio,p es tu blancura un martiriopara la blanca azucena.C.in tus labios, Ana Elena,causas al clavel congojas,á la rosa misma enojas,v . . .la violeta al mirarte,como no puede igualarte,se "conde bajo sus hojas.

Picaresco además, y violador de las tradi-cioues del Génesis, tanta en . hacer al primer

ros, de todos los órdenes, ele todas las familias,de todos los grupos es el móttstruo.

.F.Plagio ó rrmr,do, copia Ó parrnlia po te tenlo,

y si dado me fuera aborrecer, yo te aborreciera:cuando en la estancia lóbrega y solitaria sientoque refrescas mi frente con el airecillo tibio delbatir de tus alas el pavor enfría mi sanare;paréceme que sobre mí se cierne el hálito he-lado del pálido arcángel de la muerte; cuando ámí te acercas con el chis . . . ohis de tu simula-da sonrisa, enérvanme las crispatm'as de la ago-nía.

C AY B.

PARA EL Hr•.RALDO DEL ISTIdO.

hombre autor del Paraíso "para complacer ála primera mujer," como en coufuudir lo de lafruta prohibida con quién sabe qué, se produ-ce de la manera que va á verse, al pedirlo Elvi-ra Rueco una décima para cella, que tan sóloera una hija de Eva:>

Formó Adán el parafsasolamente por quererdemasiado á su mujer,é hizo al punto lo que hizo.í11as no £ué culpable, no,porque si Adán fuera voy Eva fuera Elvira Rueco,señores . . .también yo pecocomo el pobre Adán pecó.

Adoraba en el General Santo DomingoTila. Embarcábase en Salgar, el que esto es-cribe, en unión de dicho General, como Ayudan-te que era de tan honorable hombre. El vapor

Tipo de Ias Sabanas .—El Guachero.

que debía conducirnos á Cartagena era el -flro.Hallábase Jorge á bordo coz tmos cuantos de-dos -de coc!-tail sobre los sesós; pero . . . no hacemás que ver al veterano, y lc ende_•aza ésta:

Este jefe distinguidotiene tan raro calor,que ante el peligro mayornunca correr ha podido.Siempre, al contrario, ha batidocon imponderab'.c arrojo;y, para quitarle el antojode dar alguna carrera,dispuso el Señor que fueraeste gran caud i llo ¡cojo!

Se había generalizarlo en Barranquilla unalgo así como refrán, que crecía : eSi al cielome llama Dios, no voy á ninguna pa rte,> parasignificar una especie ele negativa rotunda.—¿Vasátalpaseo?lepregintabauna muclmel~a,á cualquiera ele sus compafieras .—\o, hija ; si alcielo me llama Dios, no voy á ninguna parte.Y así para todo, resultando va no poco ceugm-te la muletilla . Cantaba alguna u, .che en rmaesquina de Barranquilla otro grand_, ca rtage-nero : Félix González. Oirle Jorge y encaminar-se allá, todo fué uno :

—;Hola, Félix! Me ha- atraído tu voz yvongo á darte un abrazo.

—Perfectamente. Pero antes tienes queimprovisarme uua décima con el pie forzadoése de- Si al ciclo n o llama .Dios, etc., quetánto me ha Btunado la atención.

- Tienes el precios,) dónPélix González, de hacercon tu acento conmoverlas libras del corazón .

.\li pasmo, mi admiraciónyo no sé cÓmo expresarte.sólo puede aseverarteque. si oyendo lo tu vozal cielo me llama llios,no voy á ninguna parte_

-Cnando llegó 1 (=eneral Gaitán Obeso á

Bar~angnilla. el allo 188:1, nombró al doctordon Pedra A. Lara. Jefe Civil: Este clon Pe-dro tenía la ,bifindn-ra--perdóneme él, si vive,ó excúsenme Ios sucos—de usar, en vez depantalones . renos cuasi calzones. ~Ihale Jorgeatentamente. y suéltale aquélla de

Encargado Pedro A . Laraele la ('ivil .íefatura,haciendo está gran figuracon su figura tan rara.Aseguran que se párasi c1 enemigo se acerca,como que es hombre de tuerca,pero .- . por sus pantalones,juzgo que tiene intencionesde ¡saltar alguna cerca'.

Era Jorge capaz ele jorobar á cualquiera.Dígxlo, si no, también. Benavides Z., hombrede tadeuto y personalidad saliente entre .los li-berales de Bolívar. `legro el color, y el cabe-1loonlóri9co, como enroscada hoja toledana, ó,más bien coinomuelledereloj . Aesepeloledamoselarotubrede,~,c.~r,F. Antesdeinsertarladéci-maquele soltó Jo_ge á Benavides, conviene ex-plicar• que por allí tenemos uu mono muy negro,de pelo negro ta nibié-n, al cual llamamos nu,ri-w,nula, así corno otro mono. igualmente negro,pero de pelo blanco . al que distinguimos con sucastizo nomine de tití

Pues hé aquí cómo se produjo Jorge frente á frente de Benavides :

Cuando ya se torne canoese pelito -cuscú,honra v gloria será, túde e_le pueblo soberano.El más venerable ancianode la patria verá en tisu representante. rhabrCu pasado ese diade la ,ran categoríade marimonda a tití_

De m{Ls está el dech• que se formó una 1na-rinrorena de cien mil de á caballo.

En fin . . .nre parece que para muestra bas-ta no botón. Algún día haré tina edición delas poesías de Jorge Pouibo, poniéndome, porsupuesto, de acue:,.o con la distiugtida familiade aquel granele amigo, cuyo recuerdo me vie-ne á la memoria ahora que paso por la casadoude exhaló su último suspiro- . . . .

Llxo \i . DE LEON.Panalná : lo Julio 1905

ColoresPARA LESBIA.

Qué cosa más- rubia que rico topacio?;Qué túlgida estrella! ¡qué rubio es el sol!¡Qué ruina que cruza la luna el espacio!Se ostenta en Oriente ; qué rubio arrebol . . . .!

S el blanco e.. la dicha, que infiltra belleza.Qué crenchas tan blancas allá en el azul . . . .!

¡Qué blanco es el cisne que envuelve nobleza .!¡Qué b!attca es la novia bajo el blando tul . . . .:

'Qué róseo el Oriente si preludia aurora!Rosadas mil llores exhibe el pensil;'Qué róseo cl plumaje del ave aa ', raQue en copos rosados revuela en Abril!

-Ri el blanco, y el róseo, v el rubio nos,,ritan

- La vida le damos al :1rtc inmortal!Tu blancura, virgen . rO co r rubio iue¡tanA amarte t- . unidoS. :-ivir vil lo ideal . . ..1 'anam.i : IHtri .

arLlo AlUoNA Q.

JORGE POMBO

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El HEt-aldo dEl lstmo - 109

F ®JA~ Revista socialr( j7 A sido tan largo el viaje _ - . . DIe en-LSMI IS cuentro fatigado, la cabeza une dá

wil vueltas, Mis ojos no descubrennada .

Recuerdo todavía la inmensa nube roja queme llevó tan alto . mego el momento de calorsofocante, y aquel c nsancio que aniquiló micuerpo y nre hizo dormir después profunda-mente.

Con razón he sentido frio al verme de uue-vo aquí y me ha parecido poco ardien#e el sol ymuy pálidos sus rayos; y en la tarde. al fijar losojos en el cielo, no he podido descubrir• aún niun punto, siquiera ara punto rajo en aquel espa-cio azud.

DespuEs-- - después ha venido la noche yha sido como otras veces : negra y fría ; pálidasliras estrellas! Entonces he prOcarrado deja• es-capar el alma por ver si asciende envuelta en lanube iu,nensa ; he quejido calentar el aire conMi respira ión ar,1ieute y he mirado mucho álas estrellas por ver de esconderlas con el fuegOde mis ojs.

Pero nada . hs podido descifrar• aún . Ni Si-guiera por qué Ini linda virgencita me ha mira-

IRisa era magnífica muchacha

alegre y vivaracha:contab r apenas diez v siete abriles.Dióle á sus ojos el fulgor un astro:

su cuello de alabastroformado fue de artísticos perfiles.

IIEra su padre un pescador . Dichosa

en su morada, Rosafundaba en las virtudes su ale,rfa;y cuando su buen padre iba $ la pesca

en la mañana fresca,las mallas de una red Rosa tejía.

IIIY mirando alejarse la barquilla

de la cercana orillapara ser instrumento de las olas.esa virgen con íntima ternura,

y voz cándida y puraentonaba dolientes barcarolas.

IVLa Castidad £ue su único tesoro!

Jamás la sed del orosintió ni en sus mayores privaciones:ni lágrimas surcaron sus mejillas:

así son las sencillasalmas y los sencillos corazones.

VSiempre mostráse con su madre, atenta:

frisaba en los cuarentaaquel amado ser todo embeleso.Se amaban Madre é hija tánto, tánto

con un amor tan santoque era de los amores el exceso!

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..VI

A tiaeés del cristal de la pupilase ve el alma tranquila

de Rosa, nuestra cándida gacela.Yaya pintar tanta belleza, en suma,

se necesita plumacomo aquella que dió vida a (í r«ziclla.

VIIO ser el dulce vate colombiano

de númen soberanoque. bañado en raudales de 1'ocsía,oemandó de las ilusas el auxilio

v escribió el triste ldiliode recuerdos dulcísimos : nlAni-k.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

- VIIIEn un bohío alegre v pintoresco

besado por el frescoviento del mar, moraba la sencillafaimilia de la bella pescadora,

muchaclia encantadoraque ser podía octava maraviila.

IXArrobadora y guapa la doncella

F candorosa y bella,h_zi á mcís de un galán perder la calma,

do después con ojos tristes y ha reído con ma- .-licia.

.Al apretar su mano la sentí fría, tan fríaque id instante recorrió todo mi cuerpo un es-tremecimiento terrible . Y la pobrecita tuvomiedo y palideció.

=Por Dios, no te comprendo, me dijo ; tusmanos queman, tu rostro está encendido . . . . ha-bla, Yero habla pronto!

-Y me merqué á ella y la dije al oído—muy

quedo—efihro había. ido muy lejos en medio deuna• nube.'ilniv grande y que arrójaba llamas.

Sólo 'liudo suspirar y darme un beso ar-diente . . . .Y como si aún tuviese mucho, muchí-simo miedo . 'me abrazó con fuerza, con ansiadesesperante y cerró los ojos . . . .Y lenta, len-tamente fuimos ascendiendo

Después la pobrecita me ha dicho muchasveces, de todo corazón, que desea tan sólo vi-vir—por siempre—envuelta en aquella inmensanube roja, aunque tenga llamas y aunque estasllamas quemen como fuego del infierno!

PEDRO aNTONIO DIAYTIN

PARA EL HERALDO DEL IST31f0.

porque en su sér encantador unía,en grata simpatía,

]a-belleza del cuerpo y la del alma.X

Pero Andres, mozorico y elegante,decidor y arrogante,

en la morada penetró de Rosa . . ..L9 templo del Hogar fue profanado

y el ídolo volcadodesde su regio pedestal de diosa.

XIY qué fué del santuario ayer risueño,

morada del ensueñoun tiempoY-Fue mansión del desencantolSoplaron sobre él heladas brisas;

huyeron las sonrisasy con salmodias vino luego el llanto.

XIIPobre Rosal . . . . Ya florpálida y mustia

la atormentó la augustiaque hiere el corazón y los sentidos.Muchas horas pásaba meditando

;~ y á solas sollozando6lanrando-«tyistísimos gemidos.

XIIIM\ intióle aquel amante amor sincero.

Sintió el amor primerola pescadora y se entregó inocente:cierzoyglaciales congelaron su alma

- y perdida la calmaespesa nube oscureció su frente.

XIVMurió despues el sér humilde y bueno

que la ]levó en el seno,también bajó á la tumba su buen padre, .y sintió desaliento sin segundo

al mirarse en el mundohuérfana y sola próxima á ser Madre!

XVEs de noche! Mirad: de puerta en puerta

de andrajos va cubiertasirviendo de irrisión al vulgo necio Sufre de la Miseria el grave yuga

y á veces un mendrugoarrójanla y á veces el desprecio.

XVILleva Rosa en los brazos tierno niño

con maternal cariño.creatura que cuenta más de uní año,

-_humana encarnación de la inocencia

que debe su existenciaá la unión del Amor y del Engaño.

XVII

. : :'Y mientras tanto, en agradable fiesta

~y al sqn de aleggre orquestaque resuena en espléudfd_a morada,Andrés con bella dama - se desposa -

;ay! y.la lSóbre Rosala Caridad imploró. acongojada.

F&DERIc1 ESCOBAR.

~A recepción que dió el Club ' `Ir is" en lossalones del hntern«ciolur! en obsequiodel - Excelentísimo senos Presidente de

la República, y señora, y del Honorable CharlesE. Magoon, .Gobernador de la Zona del Canal,resultó exquisita bajo todo concepto y ha de-jado recuerdos_-gratísimos en el almá de todolos que asistieron á ella.

,De tántas y, tán#.diversas maneras se hala-

go allí á _los invitados, . que no sería fácil decir•cuál de los sentidos gozó más . en aquellos mo-mentos deliciosos en qué ' todo . eFa bullicio yalegría, música y perfumes; sonrisas y cumpli-mientos, El hombre sufre y trabaja í diarioen las tremendas luchas por la.vida; .-la mujerpanameña no necesita . ser la+dueño del hogarpara tomar también parte activaren Ias faenas áé1 inherentes . Pero cuando el espíritu social sa-cude su etargo y.reune en amable consorcio á losmiembros de la sociedad en fiestas como la dellá, el alma oprimida del luchador se expande yen su alegría llega éste -á considerarse recom-pensado. con creces de sus fatigas . Como por en-canto, apártase de su memoria el recuerdo ne-gro de los sinsabores de la vida y por el cielo desu fantasía sólo vé cupidillos juguetones quealetean entre sonrisas de mujeres hermosas.

Dijimos que ese bouquet encantador que sellama Club "Iris" supo halagar exquisitamentetodos los sentidos . En efecto, la vIsta, el másespiritual de todos, no sabía donde posarse unmomento, pues si bien el decorado del salónera de un gusto irreprochable, unos ojos negrosque relampaguean,por aquí ; unos labios rojosque por allá entreabre el dios de las sonrisas;una mano blanca que más allá hace juguetearla luz sobre los diamantes que la adornan ; y uncuerpo esbelto que acullá se revela bajo la fal teda recogida. con primor, son cosas que atraen,deleitan y cautivan de tal'manera que aquellanoche se notaba en los ojos masculiiioá .á la avi-dez corriendo parejas con la intranquilidad.

2 Pues y el oído ? Allá va Ana Alvaradoque sabe transportarnos por un momento delsalón á un bosque. convirtiéndose ella eñ Y'uise-ñor; sigue Amelia Lyons la de los cabellos deoro y ojos soñadores que ejecuta en el. pianomaravillas de agilidad y hace vibrar el almacon la nota sentimental que arranca del instru-mento, hiriendo sus teclas con esa misma dul-zura que.hay en su semblante. En pos de ellaviene Carinen Espinosa, morena encantadoraque canta un trozo_ de música alegre y bonitaDespués Gertrudis ]Kglipcke, adorable hija delRhin, interpreta,brillaútemente á su connacio-nal Beethoven, y por último Carmen Márquez,quien posee la primera garganta del Istmo,arrancó aplausos frenéticos entonando, acom-pañada, con el tiple. esas cauciones de . la alti-planicie colombiana en cuyos tonos menorespredomina lo melancólico y lo dulce.

Perfumes delicados en los palluelos de finabatista y flores naturales que_,realzaban la ele-gancia de trajes y tocados bicieron las deliciasdel olfato, al par que el paladar se regaló conlas suntuosidades de un Lujjet opíparo.

g Y qué hemos de decir de la recitación deElena Alemán y de los discursos de Elisa Espi-nosa y Eugenia Díaz? Nada puede darse máshermoso que oír á la primera recitar con decircorrecto y entonación sentida el famoso IdilioEterno de Julio F16rez ; ni nada más admirableque oír á la segunda dedicar la fiesta en ingléscon el más puro acento ; ni nada irás placenteroque el discurso de la última, pronunciado ennuestra hermosa lengua : la ele Cervantes y San-ta Teresa de Jesús.

El Gobernador Magoon, digno represen-tante de la República modelo, que cada día sehace más simpático y más popular entre los hi-jos del Istmo, contestó con elocuente improvi-sación las frases dedicatorias, y luego que huboterminado . . . . tno habíamos dicho nada delquinto sentido, verdad? pues ahora le toca:La orquesta rompió á tocar, los bailadores ro-dearon los talles gráciles de sus parejas, las ma-nos oprimieron las manos y las, delicias del bai-le, prolongadas hasta- la madrugada, .dieron finá la-interesanto recepción.

FAUSTO.

3r. D~ JUi-IG DR 1C1C)r

Rosa ó la nija W pescador

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Ei HEraldo dEl Istmo 110

Literatura Hispano••AmericanaFrancisco García Calderón Rey : DE LITTEa13 ( Crítica )

con un prólogo de José Enrique Rodó .—Lima, 1904-

j7 A obra del meritísimo Rodó/Ilv~ empieza á rendir frutos

en la América latina ; losdiscípulos del admirable maestrouruguayo están realzando su la-bor. He aquí uno, el peruanoGarcía- Calderón, que lleva á sutrabajo la-serena reflexión y laalta espiritualidad del maestro.Nada de sonajas ni de cascabelesarlequinescos,-ni de gemas, ni desinsontes, ni de rtbsintos—6 séaseajenjos,—ni de bibelotes ni chu-cherías, sino algo que tiene car-ne sobre hueso.

Nueve artículos 6 ensayoscríticos contiene esta colecciónde ellos, titulada De Litter¡s, yen todos campea escogida lecturay serena reflexión.

' -De los nueve ensayos, cuatro se refieren á

cosas nuestras, á-cosas de Espaza, 6 mejor di-cho, á cosas que, habiendo nacido en Espaffa,.son hoy patrimonio común á los pueblos todosde la lengua castellana. El uno se titula Claríny los prólogos, y tratando su autor de buscar áClarín en sus .prólogos, encomia. al maestro loque se merece. Lo cierto es que su vida deconstante lucha y lo que tuvo Clarín que cederal apremio del artículo, casi diario, ha impedi-do que nos demos todos clara cuenta del enor-me influjo en el pensamiento espa8ol contem-poráneo de aquel espíritu pródigo que derramóá manos llenas su caudal. ¢Cuando se piensa-dice el seIIor García Calderón--en los tesorosde erudición- y de vida interior que Clarín arro-jó pródigamente en páginas voladoras, se mal-dice á la Némesis, cruel y vengadora, que cie-rra los horizontes hermosos para la juventud .¢Y luego nos presenta, como «presea del protec-tor generoso de la juventud,¢ sus prólogos, suobra de simpatía. - García Calderón parece uniren un culto á los dos maestros, á Clarín y á Re-dó, el ade noble abolengo castellano .»

Otro de los ensayos de Gareía Calderón so-bre cosa espaijola es el que dedicó á Núñez deArce con ocasión de su muerte ; otro el que con-sagró á Menéndez y Pelayo, y es un elogio ca-luroso á propósito de los ataques que á D . Mar-célino dirigió un escritor paraguayo ; el senordon Manuel Domínguez, tomando pie para ellode la . /!¡star¡¢. (le.. los heterodoxos españoles, y elúltimo es una crítica de la novela Reposo, deAltamira. En estos cuatro ensayos despliegasu autor, tanto .su . detenido conocimiento denuestras cosas como su simpatía hacia ellas. -~

De los otro cinco ensayos, uno se refieré' ála literatura del Perú, patria del crítico, y es

J'ei,nr doctor Francisco Ard la, béñares:

Yo no vengo aquí en nombre de ningunaagrupación política;-no vengo tampoco en nom-bre de una sociedad harto civilizada para queyo la represente : vengo aquí, sellores, sin mástítulos que los que da el patriotismo ; vengo enmi propio nombre y en el de todo istmeno decorazón que sienta conuligo;

Doctor Francisco ArdIla : Habéis interpre-tado públicamente un sentimiento que podría-mos llamar netamente istmello con vuestroartículo de El GSonr¡sta de 30 de Mayo; habéisdado á conocer en ese artículo con la franque-za que os ca acteriza, los motivos no escasosque nos hacen pensar casi con vergüenza en unIstmo colombiano . Es esa la causa de esta ma-nnestaci6n que os honra y honra á quienes osIadlruren;es esalacausade que yo, joven inesperot, sin títulu para ello, me halla atrevido en es-ros instantes de verdadero derroche patriótico á

un estudio sobre el brioso poeta- peruano JoséSantos Chocano, de quien dije en estas Páginasy de quién volveré á decir . El recio é impe-tuoso Chocano, poeta de tan castiza alcurniaespiritual espaiSola, está perfectamente vistopor - _García Calderón; está muy bien visto elpoeta revolucionario, poco accesible á las ter-nuras del amor . «La musa del amor esquivalas citas del poeta de la lucha,» 6 tal vez es pa-ra 61 lucha el amor mismo, y pierde, luego deconquistado, su encanto . «El poeta reniega delamor que encadena en traidores lazos, y no fijaotro ideal que el del hombre normal y armóni-co para el cuál el amor viene sólo después dehaberlo ganado ras law herc,ílras 1¡drs, a

Confieso que esto aspecto de Chocano, quetan bienhace resaltar García Calderón, es unode los que más me agradan en el poeta riel Pe-rú. Cuando nos encontramos por ahí con tan-to _ amor peruano, consuela el encontrarse conun amor de gallo; entre tanto baboso, levantael ánimo dar con un hombre viril que sientevirilmente el amor.

Los otros cuatro ensayos se titulan: (iasnueL¢ manero e, la. crít¡ca, que se encierra en es-ta frase de Guyau : ¢Criticar es perdonareotro, sobre Fernando Rranet¡ére• que nos Presen-ta muy hábilmente á este crítico ; otro ; //erLrrtSpencer, y el último, Hacia 1 porren¡r. No sési dentro de algunos ailos volviendo á leer áSpencer, dirá el joven García Calderón Io queahora de él dice ; sólo sé que hace veinte altosadmiraba y o á Spencer tanto como el críticopernano le admira en este libro. Hoy em-pieza á parecerme su filosofía la filosofía de losaficionados á ella, de los que no gustan de ahon-dar démasiado . Se pasa de clara . García Cal-derón cita á Hume, á Berkeley, á Stuart Mill yá Darwin . Prefiero cualquiera de ellos á Spen-cer . Este gana en extensión todo lo que en in-tensidad pierde.

El ensayo Bavia el porvenir es un eco vivoy con resonancias propias ; pero un eco del«Ariel» 'de Rodó . El autor ensalza lo nuevo-Y hace"bien . Lo nuevo es bueno tan sólo porser nuevo, si es verdaderamante nuevo, si esdistinto, si es otro, - Acaso el progreso consistaen ailadir algo distinto á lo que ya había sinque importe el que lo aIIadido sea peor 6 mejor.juzgándolo con este 6 el otro criterio. El pro-greso humano depende, en primer lugar, deque cada hombre que nace es distinto ele loshombres que existieron—por pequefia que la di-ferencia sea;—de que cada uno es único éinsustituible . Todos podemos decir con donQuijote: «;No hay otro yo!»

MIGUEL DE UNAMUNO.

dirigiros la palabra Acaso haya vehemenciaen mi decir, acaso haya en él dislocatniento deideas, pero esa vehemencia y ese dislocamientoobedecen á la ciega inspiración de la musa san-ta, la inviolable doncella, la eterna inspiradora

-de la Protesta . Desechad . pues, de mis pala-bras todo lo que juzgueis inconveniente 6 perjudicial á la justicia de nuestra causa, y ved sóloen el fondo de este breve discurso la sinceraexpresión del patriotismo ofendido.

Señores : Podemos entrar, resueltamente,en una lucha que llamaremos ele "emancipa-ción," ain temor de que en el porvenir se noscalifique con el bochornoso título á que se hanhecho acreedores nuestros hermanos del Cen-tro. La lucha que emprendamos en defensade la honra de nuestro territorio, será sólo laaceptación de un reto desventajoso hecho envarias ocasiones con sobra de deslealtad y faltade franqueza . . . Esa lucha está pues just,fi-cada -

U, cuestión "venta de nuestro Istmd' tanresueltamente alwrdada por algunos períódices.Vitolinos y otros que no lo son, y más queesto el Id

ificativ, sIlencio de la prensa guberr-nativa, han venido á derramar la co apleta ríe nuestra dignidad por tanto tiempo ul-trajada.Alegando razones para ellos incontestables,come la de yne el Istmo tarde ó temprano,di ja-rá ríe Ilerteuw;er á ( :olombia . y haciendo un sa-cri{k%o patrióticw que ]es honrara, si en el fondode todo esto no se descubriera el humo de la"locomotora que atraviesa las llanuras del "Ca-quetá," puestros hermanos riel centro optanIorque el Istmo pase á poder de los EstadosUnidos. por ser este país el que mejoresgarantías parece prestar á los patrióticos finesde unestlos llermanoH.

El Isttno, como pueblo independiente,también tiene derecho á alegar estas y some=jantes razones, para querer desmembrarse denu territorio cuyo solo contacto le infamó . Sitarde ó temprano dejaremos de ser colombia-nos, y Ior esta ley ineludible para ellos, quierevendérsenos. toca á los istmenos—como á hom-bres libres—y no á otro ninguno . el disponerde sus propios destinos-

Más razones lodenos alegar en favor denuestra c:ansa .. de las cuales no han hecho men-ción los mercachifles de la honra nacional.Han debido agregar á sus consideraciones so-bre la venta ríe nuestro territorio que, efectiva-mente . los istmeños formamos un pueblo ente-ramente distinto á los de la mayor parte de Co-lombia . Porque á la verdad '¿que tenemos no-sotros de común con los Imbitantes de esás—sa-banas inmensas v de esas montaSas casi inac-cesibles . vecinas de los páramos? Sdmos-menos gramáticos, es verdad. pero estamosmás en contacto con la -civilización ; sabemospoca retórica . no tenemos armonía ninguna enel lenguaje y sinembargo hablamos mejor - 'queellos el castellano. Hasta nuestra posición -te-Iográfica se burla de la idea del Istmo colom-biano. Afiádase á esto que nuestra incorpora-ción al suelo colombiano fué obra de la espon-tánea voluntad de los istmellos á quienes en-tonces como ahora podría haber seducido el omyankee. Dias no es. por fortuna, á nosotros áquienes así seduce el oro corruptor: que, aun-que pobres por razones que no hay pata quédecir. el oro inspira en nosotros aquel déspegoconsiguiente á la familiaridad; y sea porque loremos pasar para Europa diariamente en ba-rras 6 en pequeflos guijarros :. sea porque le ve-rnos regresar triunfante para nuestro ferroca-rril, en monedas relucientes y limpias, sin quellame. en lo mas mínimo nuestra atención. Yno es. senores. vano alarde de patriotismo loque digo. Allí tenis nuestra Agencia Postal,toa de las oficinas de más movimiento colaAmérica y por la que pasan á diario valoresenvidiables. sin que jamás hayamos tenido queentrar en vergonzosas averiguaciones poi lapérdida de un sólo paquete ele encomiendas.

Pero agregar estas consideraciones á la pa;h-%6tir ., consideración de nuestros hermanos deque el Istmo tarde ó temprano dejará de pérte-necer á Colombia . era lleagar á esta conclusiónúnica. para sentar la cual sí es necesario algomas del patriotismo por ellos exhibido, y unpoco de menos apego á ese mismo oro que lua-gau nuestro corruptor ; esto es : «El Istmo es«libre para disponer de sus propios destinos«como lo fué para incorporar en nuestro terii-«torio, una vez que esa incorporación puede«traernos difi ultades que el patriotismo eygé.,«evitar.»

Mas no habiéndolo hecho así, y siendo de-ber de todo ciudadano velar por la integridadele su patria—y conste que nuestra patria es yasolo el Isttno—toca á los istmeños llevar ade-lante, aunque por distintos medios, la iniciati-va del Sunlapáz de deslneniblación de nues-tro territorio del suelo colombiano. ,

Hombres t,a~ :nos si no sabios filóloa°os, ¡u-teligentes . llourados y conocedores de la vidapráctica, que es cuanto se necesita para "ber-ne• bieu uu país. ¿Por qué, pues, aceptar por .usas tiendo la vergüenza de que se nos llame:,.t :ul ac•eecudameute la Irlanda de Colombia?

Documento notable(Discurso pronunciado por don León A. Soto

en la manifestación popular hecha al senordoctor Francisco Ardila la noche del _' de Ju-niq de 1898).

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61 sraldo dEl Istmo - 111

R Afrodita(ODA DE SAPO)

lersión. directa del griego.

Inmortal Afrodita,La que en trono te sientas refulgente,Hija artera de Zeus, no permitaTu venerable numen la doliente

Angustia que me agita.Más vén á mí . cual antes

Dejando de tu padre la morada-11 eco de-mis voces sollozantes,Endulzaste mi vida congojada

Y mis penas amantes.uncido el carlo de oro,

Tus preciosos gorriones conducíanA paso acelerado su tesoro.1' el ala por el éter sacudían

Con celestial decoro.Hasta la tierra oscura.

Oh dichosa, llegaron, y mostrandoTu semblante inmortal tierna dulzura,Investigabas con acento blando

'NIf duelo y desventura."¿Qué quiere," me dijiste.

'-Tu ánimo turbulento? i A quiénen vanoLas dulces redes de tu amor tendiste?iQuién es, oh Safo, el arrogante humano

Que tu pasión resiste'Que si ingrato te esquiva

Presto te seguirá ;si tus presentesHoy desprecia, darálos mientras viva:Y buscarán sus ósculos ardientes

Tu boca fugitiva,"Hoy tambien á ¡ni vuéla:

Líbrame ya de mi tormento agudo:Cúmpleme aquello que mi pecho anhelaY sé á mi lado protector escudo:

Por mf combate y vela.JOSÉ DE LA CRUZ HERRERA.

1Balo ofxos cielosLISBOA

N la mailana del sol del ¡u-I ¡Jt

vierno de Lisboa la ciudadsurgió á mi vista como

un panorama de colores incendia-dos por un fuego brillantísimo.De cada casa se alzaba una ]lamapolícroma; eran reflejos azules, ro-jos, ocres, amatistas, violetas ysobre todas estas llamas sobresa-lían los enormes donibos de losnumerosos templos católicos.

Sobre aquellas nueve colinasse extendía en una irregularidadpintoresca la antigaa y tradicio-nal Lisboa, que en aquella maifa-na. tibia yo contemplaba desde elpuente del navío, el cual río arri-ba ine conducía hasta las mismasplantas de la capital.

\ \ /

El Tajo ancho, riente. plateado

'~\11

se perdía á lo lejos como una espe-ranza que en vano se aguardase, y_=, = á ambas orillas, caseríos se reclina-

-

-

ban sobre las suaves montañitas.Pasamos así Cascaes con sus villas suntuosas ysu vieja é iadefeusa castillo ; pasamos Mont' Es-toril delicioso y solitario en esta tibia estaciónbienal; áticay blanca como eucaje de espuma

apareció la torre de Belem rodeada horrible-inente de carboneras y al fin, las hileras de ca-sas tapizarlas de azulejos que al ser heridas porel sol, aún fuerte en este clima dulce . llameabanmultiNdoras presentando á mis ojos ávidos, unpanorama embriagador. Algunos navíos deguerra, silenciosos é inmóviles enarbolaban elpabellón blanco y turquí y aún más lejos po-deroso y adormido, un acorazado inglés colorde ceniza se percibía para mostrar por todaspartes la. soberanía naval de Albión.

La ciudad amanecía, nos llegaban los ecosde la vida que se desespereza—la ardiente vidade una villa latina— ritmando con la banda demúsica de nuestro trasatlántico ; frente se abríaespaciosa y blanca ]a plaza del Comercio, consu gradería sobre el río, y á los tres lados lospórticos de los diversos M¡nisterios del Reino,mientras al fondo, majestuosa, barroca y com-plicada se alzaba la gran puerta de la Rein An-gusta, como entrada al corazón de la ciudad.

Lo accidentado de la topografía aumenta lopintoresco de la población . Hay cales dondee] primer piso de una casa corresponde al quin-to en la del fondo, y hay subidas á las cuales elcaminante llega fatigado y sin respiración ; larua Foca. da Carmo que conduce al Ociado, can-tro y altura de la aííeja ciudad lisboeta, es deinclinación que asusta ; pero salvadores de eseejercicio alpinista, amplios seguros y elegantesascensores transportan á las personas de las ca-lles de la ciudad baja—á Lnixa—hasta las azo-teas de las casas opuestas, todo en una fantasmagoría 6 en una ascención al Cervino.

A las diez de la maiiana, el CI ado hierveen una animación original ; pregonadores defrutas ; racimos de mozos de cuerdas—os gnIk-gos—suciamente vestidos, can unos gorros ver-des á manera de colador, charlan y discuten:batallones de mendigos, inválidos de todos losmiembros, asaltan y persiguen con ferocidad álos transeuntes ; vendedores de pescarlo—as va-rinas—tipo clásico lisboeta, van en grupo á piedescalzo, en un animado trotec¡llo que sacude

FRANCISCO GARCIA CISNEROS

la cesta repleta y les hace mover las caderascómicamente ; nz-o-otrs de todas edades berreanlos números de lotería mientras por las acerascruzan las señoritas muy morenas, casi todascon un fuerte bozo sobre el labio superior, enbusca de nuevas modas 6 á pasear sus graciosasfigu as.

Debajo de mi hotel, en un espacioso local,una tabaquería sirve de refugio á elegantes des-o_anpados, que de guante blanca desde las pri-meras lloras del día se cuentan las miles histo-rias de una ciudad pequeña . En cada esquina,en frente de cada-tabaquería de las infinitas dela Rua Crn-rett, gimpos de caballeros, pulcra-mente vestidos, mas un poco atrasados en lamoda, hacen la crónica galante y mitudana deldía .

Estos grupos van aumentando después delas tres, y enfrente de aquella gran plaza de don

Pedro IV, la acera es estrecha para contenerla multitud de militares, marinos, cómicos, to-reros, drrndtpr que asechan el paso de cada mu-jer con esa insolencia característica de la razalatina.

Los lisboetas tienen razón de vivir en lacalle, el clima dulce y tibio incita el ejercicioen plein air; la Avenida da. Tibertade, paseo s¡m-pático que desde la estación del Rocío—un edi-ficio gótico de los más bellos de Europa—se ex-tiende hasta las alturas de la villa, es frecuen-tado todas las tardes, y sus aceras de mosaiconegro y blanco cabe graciosos jardines de pal-meras, no están jamás huérfanas de gente chic,en tanto por el paseo, apuestos caballeros, es-beltas amazonas y lujosos trenes van y vienenentre saludos ysonrisas que se redoblan cuandoaparece, como es de uso cuotidiano, el coche delos Reyes, donde albea el suave rostro de liriode la bellísima Reina Donna Amelia y el franca.rubicundo y jovial del amable Rey don Carlos I.

Uno de los edificios que más he admiradoen Lisboa fué el convento de los Jerónimos,clásica obra del año 1500, con un claustro quees una maravilla de ese fantástico y alambica-do estilo barroco ; aquellas arcadas donde cadacolumna y cada ojiva es de un tejido diferente,hacen pensar en la fantasía y en la paciencia delos artistas que lo concluyeron . En este Con-vento hoy Escuela Pía, reposan en capillas es-peciales las cenizas de Vasco de Gama, del for-midable Camoens, y en su santuario aparte, en•un túmulo á manera de arca, de tallado már-mol, duerme el sueño de la gloria el místico yático bardo Alejandro Herculano.

Después en el confortable tranvía america-no en ese paseo á orillas del legendario Tajo, se

.desarrolla todo el panorama ; lejos en una emi-nencia el poderoso palacio de Ajuda, residenciade la Reina Madre Donna María Pía de Saboyay de su hijo el Infante Don Alfonso Duque deOporto; más moderno y menos artístico, el deNecesidades, residencia actual de los Soberanosy gracioso con su inmenso jardín, el de Belénque sirve para hospedar los Príncipes extran-jeros.

El arte de mosaicos en azulejos debe re-montarse en Portugal á siglos, porque no haypalacio 6 castillo donde este encantador adornono sea el principal ornamento . Con las piedrasrepresentan escenas bíblicas, amorosas é histó-ricas . En la Catedral—donde están los túmu-los de casi todos los Reyes—he admirado verda-deras maravillas de ese arte; en el Museo de lasJanellas Irerdes se conservan verdaderos master-pieces encantadores y sencillos que pueden riva-lizar en lo exquisito con los frescos de Luino,los tapices de Gobelinos y los abanicos deWatteau.

La vida en Lisboa es monótona y tranqui-la, sin la indolente vida de café de Madrid, nila viciosa y neurótica de cabaret en París; ape-nas quedan para el aburrido extranjero tres 6cuatro teatros de prosa portuguesa, un circo yel teatro de ópera italiana, al cual es difícil vi-sitar por estar de fondo á cima - completamenteabonado. El auditorio de San Carlos es presi-dido cada noche por los Reyes, ambos melóma-nos distinguidísimos y en su siglo y medio deconstrucción ha albergado los pontífices delArte Lírico : Malibran, Cata]in¡, Gris¡, Alboni,Lablache, Marchisio, teatro de Corte . Masini.Gayarre, Manetti, De Reszke, Castehnari, Pas-qua, Fancelli, Rubini, Tamagno, Darelee y Ca-ruso. La fama del San Carlos es mundial y loslisboetas tienen fama de ser exigentes y difíci-les de contentar. Su original maneta de des-aprobar, dando golpes con los pies—pato ir enportugués—es temida de los artistas más re-nombrados. Pero ve no he visto un auditoriomás frío y más indiferente . La pas¡ón del por-tugués ea pasar en la vida como un sir blasé.cansarlo de todo . acostumbrado á lo mejar, fin-gir que no le agrada nada, aunque muchos quehe conocido no han ido más lejos de Entronca-mento . Las funciones pasan en silencio, tailpare?e que se asiste á una velada fúnebre, ape-nas si de los palcos todos llenos se oye el mur-nmllo de una cairversación, algún J1A-t mal r --pr¡mirlo, y en las pDltronas los elegantes, pAramostrar sus aristocráticas aburrimientos danla espalda al escenar io, mientras leen los paró_

La razón está cle muestra parte y en causaa razón es obvia hasta sus mismas derrotas

~n triunfos.Doctor Francisco Ardila : Por vuestras

cualidades morales cle honradez é independen-cia de caracter y por la posición que con el pro-pio esfuerzo os habeis creado . sois el llamado álevantar en alto la. bandera sostenedora. de es-te honroso dilema: cEl Istmo independientey soberano, ó el Istmo anexo por voluntad pro-pia, á una Nación poderosa que sepa hacerlopróspero y feliz>

He dicho.

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Ei HEraldo dEl lstmo 112

divos de la noche—Arovidudes, Carreio da. tzoite.,0 Dia, etc .—mas apenas cae la cortina en unsilencio de muerte, todo el mundo se pone elsombrero sin ocuparse de las señoras que estánen los palcos y desfilan "gravemente como sedesfila delante de un cadáver.

En los otros teatros—Doinut llnielia, Dmnta.Varía, Prbtailte Real, Rara dos Condes . Gimnasioy Trinidade,--he admirado los pujantes talentosdramáticos de magníficos actores como Lucilla,Simoes, Rosas, Santos. Brazao y Taborda, peroen el auditorio noté más expansión y menosaristocracia.

Del Castillo de San Jorge, parda fortaleza,se domina toda la ciudad que brilla como unagran diadema: el río se adormece con la calma;Ontra Rauda allá muy lejos parece una pince-lada de un rosa ténue ; Cacillas irradia al soldel poniente, y por entre los buques que repo-san de largos vitjes, el , fe.rt•,y boas serpentea de-jando una ancha cinta de espumas.

A la izquierda el barrio de Alfama, con suscasas unas sobre otras en una construcción casimedisecal, donde se hacina el pueblo y allá enlas medias noches, los pequeños y peligrososcafés que abren sus puertas- sobra las mal em-pedradas callejuelas, son lugares de escenas deencantos y amores; ante las botellas del rojoCollares, los guitarristas entonan los fados enritmos melancólicos que el idioma portuguésaumenta con sus diptongos, largas sílabas decuatro vocales que tal parecen ayes de una razaque sufre.

Al fondo de la Avenida, y aún más lejos eldelicioso paseo llamado Cannpo Grande, dondese alza muzárabe y graciosa con sus arábigascúpulas la Palaza de Toros, sólo abierta duran-te los veranos . Aqui son más humanos que enE,paila, no existe la muerte del toro . y sólo secontentan con elegantes y difíciles suertes á ca-ballo delante de toros embolados.

N®-TAE-3Doctor Ciro L, Urriola

Este distinguido hombre de ciencia, ha sidonombrado por el Excelentísimo señor Presidentede la República representante de Panamá en elCongreso Médico Internacional que para tratarde la Tuberculosis ha de reunirse en París áprincipios de Octubre ,. próximo.

El nombramiento hecho por el Doctor Ama-dor nos parece de lo más acertado, y lo felicita-mos por esto . Al Doctor Urriola—un buen amigonuestro que nos merece cariño y respeto—tam-bién lo felicitamos, pues esta designación al parque honra sus méritos, le permitirá ponerse altanto de los adelantos europeos en los últimosaños y en materia de ciencia médica .

28 de JulíoEl Perú, la progresista y cariñosa hermana

del Sur, celebró en este día el aniversario de snIndependencia del poder español . Y esta fecha,que trae el recuerdo de todo un pásado glorioso,es ocasión de mayor regocijo para los hijos deese país y para los que con él simpatizamos, todavez que la Nación peruana va orgullosa por elcamino de la prosperidad intelectual, política ycomercial.

El honorable doctor Cárdenas, encargado deNegocios del Perú en la República, recibió enese día con su cultura exquisita á sus connacio-nales y á los amigos que fueron á felicitarlo.

Att RevoirAyer, en el Palena, siguió viaje á Lima Da-

río Herrera. Lleva en su partida el pesar de laPatria, pero no puede quedarse en ella . Ese esel destino . Panamá, pródiga siempre, ve sin-embargo alejarse sus mejores hijos, que van consu talento á poner en tierra extraña muy alto elnombre de la Patria que se ven compelidos áabandonar . Roberto Lewis, Arias Hidalgo, Da-río Herrera, peregrinos del Arte, cuán poco de-jais en casa al marcharon!

Mateo IturraldeCon recular concurrencia, y encabezada por

el señor Alcalde Municipal del Distrito, severificó el domingo 23 la peregrinación anun-ciada ante la tumba del eximio patriota doc-

Lisboa, como todas las ciudades que tienenhistoria. venera sus héroes, sus guerreros y suspoetas con estatuas y monumentos . De cara al

río, el marcial Duque de Terecira; al fin rielChiadq, en bronce, la estatua del formidableCamoi;ns, y á labajada de la inclinaclísima ICrr .t

ele fllecrían en inmaculado mármol blanco, elmonumento de Eea de Queiroz, aquella delicio-sa estela que legó al siglo una labor de arte di-fícIl de superar . Una hermosa nmjer desnudatiende los brazos al busto del exquisito autor deOs .Raías y á través del velo diáfano que la cu-bre se percibe la fuerte verdad de la carne,como representación de aquel epígrafe que Esade Queiroz esculpió en la portada de su libro:11 Ilcliquia: Sobre u undez forte da 1 ío rLule n„,o oto rlinpluuui da Przrintrwio . idea muy piadosadel escultor.

Allí destacándose del grupo ele bambúesque lloran en las noches de mucho viento, elbusto delgran es~-ritor lusitano se alza para re-cuerdo perenne del que escribió poderosamentepsicológico o prinui Ilaxilio, áticamente sarcás-tico d lllastre Cliza de Rauiíre_z y humanamenteadorable 0 Crioae (lo Podre .lnunn

En la tarde dulce, cuando el cielo azul pa-rece una porcelana muy lavada, solo. contem-plaba aquel río por donde un día salieron Vascode Gama y Alvarez Cabral, á llevar bajo labandera bicolor, lengua, religión v progreso átierras muy lejanas, aquel río que corre por si-glos murmurando idilios y epopeyas de Reyesaventureros que como Don Sebastián partieroná lo desconocido para saciar sus espíritus fanta-seadores; de marinos que conquistaron tierrasdiversas donde aún bate sus alas el pabellónblanco y turquí ; de poetas que como Camoi?ns.como Herculano, como Ena de Queiroz, hicie-ron en sus rimas y en sus párrafos, célebre á latierra que el Douro, el _llinho y el Tajo ba-ímil

FRANCISCO GARCiA CISNEROS.

tOr MATEO ITURRALDE. Quince hermosas Co-ronas fueron colocadas en su sepulcro . cubriendoel modestísimo monumento elevado á su memo-ria. Hicieron uso de la palabra algunos caballe-ros en términos adecuados . La Banda Republi-cana solemnizó el acto con algunas escogidaspiezas .

Para la Historia PatriaPor una de esas casualidades que podrían

llamarse providenciales ha venido á nuestrasmanos el original del discurso que dirigió alDoctor Francisco Ardila. en ocasión inolvidableel dulce poeta León A. Sóto.

No ignora persona alguna en esta ciudad queeste discurso en que el bu= amigo hacía vibrarmuy altas sus cuerdas patrióticas fue origen pa-ra él de muchas desgracias que concluyeron conla muerte. El discurso, casi todo de puño p le-tra de Soto, yacía olvidado entre papeles viejos.Un pariente suyo lo encontró casualmente vde manera amable nos lo ha facilitado para ;üpublicación, cosa que hacemos con verdaderogusto .

De Carlyle"¿Qué soy yd? ¿Qué eseste yo? ¿Una

voz, un movimiento, una apariencia . alguna ideaencarnada y visualizada en el Eterno Entendi-miento? Cogito, ergo sunz . Ah! Pobre sér pen-sante, esto es muy poca cosa . Seguramente soy.y antes no era: pero ¿de dónde? ¿cómo'? ¿á qué?La repuesta está á mi alrede lor. escrita en tc-dos los colores y en todas las formas, pronuncia-da en todo los tonos, de júbilo y de llanto, en laarmoniosa Naturaleza que tiene mil figuras ymil voces, más ¿dónde están los oios y los oídospenetrantes que descifren el sentido de ese apo-calipsis escrito por Dios? Vivimos entre unainterminable fantasmagoría v en la ,ruta de unsueño: interminable. porque la mas débil estre-lla, el siglo más remoto no están cerca de susbordes ; los sonidos y muchas visiones vuelan entorno de nuestros sentidos : pero á El, á quienno sueña v de quien son obra el sueño v el quesueña, no fo vemos : ni siquiera lo sospeel -ojos. áno ser en algunos raros momentos en que á me-dias despertamos Este sueño. este sonambu-lismo, es lo que en la tierra llamamos vida : enella la mayoría andan despreocupados, como si

distinguiesen la mano derecha de la izquierda;más ,610 s .n sabios los que saben que no saben

nada."

Folletos

Hemos recibido los siguientes:

Boletín. Estadístico número 2, salido de nues-tras ]trensas.

bynrme nrírucrri 2 dul Secrelrrrio de Instrucción

Pídilir;a.y Justicia, referente á su visita oficial álas escuelas públicas de las provincias de Vera-guas y Los Santos.

Agradecidos por el envío.

lRecreacfonceIntelectuales

:79” ameco DE LErttAS.

F A T 1U O

P E G A N

F A i B i I 1 0i

Suprimir de este cuadro cinco letra; y canlas restantes fornica• el noMbre ele un importan-te personaje ruso de actualidad.

f10^—PROBLEMA:

Disponerla serie (lelos números naturalesdesde 1 hasta 100 en diez columnas, de diez nú-meros cada una, ele molo que sumados éstosnúmeros verticalmente en cada columna y ho-rizontalmente en las hileras correspondientes,den en todas la carisma cantidad .

A. V . E

61 1 CUADRADO DE PUNTOS:

Sustituír los puntos con letras. de modoque leyendo horizontal y verticalmente diga:

19 Género rico,i° Adjetivo plural3 0 Tiempo de verbo con sufijodv Moneda antiguaLas soluciones se recibirán hasta las seis de

la tarde del día 10 DE AGOSTo próximo, y entrelas que se resulten buenas se rifarán los siguien-tes premios.

591 La 1 ,.¡Ón C'arurJ.60 1 Los In(irraos de París.qlR .1/i..s llnrrir•t.SOLO ADMITIREilIOS LAS SOLUCIONES QUE NOS

ENVIEN, FIR1LIDAS, NUESTROS SUSCRITORES.L ns soAtcioues que semi erfia as por debrgo de

ln puerta . eal:uubr cerrada la Tipugn<fía, no setontnrdu en consideración.

Soluciones del Número 36.

55 1, —Heraldo56"—0deray571—En mí cada mirada que me lanzas,

se deshace en millones de esperanzas.Obtuvieron premio:Por la 55 1--Gregorio illiró D.Por la 56"—Jorge L . ParedesPor la 57 1—Jorge L. PareclesPor la 58 1 —Gregorio Miró D.

Enviaron soluciones además:De la 5áI—Seúorita ilfariva Ucrós, J. H. de

Sola. .7orge L. Paredes. Carlos A . de Iclza,Angelo Lupi

De, la si"—J. H. de Sola, Gregorio illiróD.. Car los A. ele Icaza . Angelo Lnpi.

De la 5W--Se3orita i+Ituina Ucrós. ROdulfoPido, Jorge L. Pat_•de-, . Carlos A. ele Icaza .

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FOLLETIN DE "EL HERALDO DEL ISTMO."44

Blanca de VarellesNOVELA ~E PASIÓN

- rrva DE JEAN DE LA HIRE •w~ -

TraduccIón de EV ERARDO VELARDE

CAPITULO SEGUNDO.

Omnia vincit Amor

(Continuaclún)

se de los brazos del jóven : ellos la estrecha-ban, la apretaban cada vez más, amenazan-do fundirla, aniquilarla en la completa po-sesión. Blanca lanzó un grito ahogado.Un miedo atroz le detenía, como clavadas,las palabras en la garganta sintiendo des-vanecerse en un torrente de llamas todo suvalor. toda su fuerza, de resistencia, todoaquello por lo cual, antes, era vírgen é ig-norante. Ixti Voz, la Voz conocida, la Vozinsinuante y dulce hacíase escuchar comouna música que en los comienzos óyese le-jos y luego se aproxima sin cesar, tornán-dose más distinta y perceptible su suaveharmonía . Comprender y oír esa Voz es-pantó á la nina . La Luz •avanzaba, tuvomiedo de ver la Luz, y la Cosa misteriosaque no le habían revelado, sino hecho pre-sentir los libros, la Cosa misteriosa que im-ploraba y rechazaba al mismo tiempo suser, iba á aparecer á sus ojos aterrados yradiosos de contento . Tembló de temor yde alegría y, atiesando los músculos en unacontracción de todas sus fuerzas, rechazó áJacobo cuyo aliento quemaba . . . .Cayendode la cama, se hundió en la alFombra.

Jacobo, desatinado y riendo con sar-casmo, le dijo:

---Yo te he rodeado envolviéndote comola hiedra envuelve al roble y hc ahí que, túmisma, tú une rechazas! Qué Lemes7

vEl entierro .de .Juan Bautista tuvolu-

gar el día siguiente. El pertiguero cargósobre el asno el ataúd cubierto de blanco ylo IIc-vó á Collioure en donde debían cele-l;rarse las ceremonios religiosas. Dolores.1-uísa y I ;L•uu•a, ]o a .gaían En cuanto á .Ja-cobo, baba ym w rido peruruu Tel. sollo bacia

el fin del parque, inclinado sobre el parape-to del terrado siguiendo con los ojos la co-mitiva.

Cuando libre el asno de su carga, elpertiguero, Dolores y Luísa taciturnos,Blanca con el corazón pleno de una vagaalegría que ella misma se reprochaba, vol-vieron á Consolación, el perro Neptuno, conla soga roída, vino hacia ellos, la cabeza ba-ja, las orejas inclinadas y el rabo entre la.spiernas. Sin un ladrido, se volteó y siguióla marcha tras el pertiguero . El sol estaba.tan caliente que la reverberación que hacíaen el aire, obligaba á las tres mujeres y alermitaño á cerrar á medias los ojos. Elsudor corría por sus frentes, así que nopudieron contener un involuntario suspirode bienestar y de descanso cuando pene-traron bajo la fresca sombra de las casasde Baillaury .

El verano pasó sin traer cambio algunoen las relaciones de Blanca y de Jacobo.Haciéndose el calor insoportable en el cas-tillo, los jóvenes pasaban largas horas en elparque, escuchando al señor de Bisson--Chantal, que, con voz grave, los instruía enla historia y en la filosofía, haciendo desfilarante los ojos de sus espíritus las noblesfiguras de los pensadores de la antigüedad-En esas ocupaciones del todo intelectuales,latrágica muerte de Juan Bautista fué ol-vidada en el castillo . En Baillaury, los tra-bajes cotidianos eran también su diversión.Luísa recobró su alegría de antes y el per-tiguero su jovialidad lugareña ; solo Doloresno pudo ocultar del todo su dolor que, se-mejante al murmullo lejano de mn arroyo,parecía morir en un momento para. volverá renacer sin cesar.

El otoño llegó. Una á una las hojas elelos árboles de la. montaña, de los patios ydel parque, se secaban, volvíanse annari-llas, grises ó rojas, para después caer, cu-briendo el suelo de un tapíz ruidoso bajo elpaso. Un viento helado cruzaba. la monta-ña impidiendo las excursiones prolongadas.A menudo durante el día los hierros del co-lumpio instalado en el parque rechinabany gemían bajo el peso de Jacobo, en el gransilencio del castillo . Balanceábase con pa-sión, lanzando fuertes gritos que la monta-ña, de eco en eco, repercutía con el estruen-do de un proyectil sonoro . A algunos pa-sos. Blanca, sentada al sol, leía ó bordaba .,

dejando errar su mirada hacia el lado deCollioure.

Tras la ciudad, el mar extendía su an-cha cinta azul en la sesgadura de dos mon-tañas.

Ninguna escena de pasión habíase su-cedido, después de aquella que había se-guido inmediatamente á la muerte de JuanBautista. Vivían con exterior tranquili-dad. Jacobo cuyo cuerpo, más calmado,se formaba poco á poco, estaba entregadodel todo á los ejercicios físicos ; Blanca per-manecía calmada en apariencia, más roídainteriormente por la Curiosidad, porel Deseo y por el Amor, . cosas quecon precisión nada combatían ya. Segu-ramente, lentamente, el gusano avanzabaroyendo su corazón y amenazando ocuparla plaza, para dirigir terriblemente sus másinsignificantes latidos entretanto que el es-píritu ref exionabay la Carne se exaspera-ba Blanca sufría . Sus conocimientos conrelación al Misterio permanecían siempreen el mismo estado. Sorprendíase á vecesal codiciar una fuerte sacudida que, modi-ficando su vida, la hiciera entrar de lleno enlas regiones inexplaradas de la satisfac-ción física y del goce moral.

En cuanto al señor de Bisson--Chantal,jamás salía de su torre sino era á la horade las comidas. Trabajaba, llevando aún ála mesa la frente repleta de profundos pen-samientos que tanto Blanca como Jacoborespetaban guardando el más absoluto si-lencio.

El invierno siguió al otoño sin que latemperatura se hiciera sensiblemente Iría.Blanca, el primer día de Diciembre, deseóadormirse por siempre bajo la placidez fe-líz y la dorada.yrubiatibiezade , ol.

(Gout itera rú)

IV

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