Pntura de Historia

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    P    I    N    T    U    R    A    S    D    E    H    I    S    T    O    R    I    A  ,    I    M    Á    G    E    N    E    S    P    O    L    Í    T    I    C    A    S  .    R   e   p   e   n   s   a   n    d   o   e    l    S   a    l    ó   n    d   e    R   e    i   n   o   s   F   E   R   N    A   N    D    O   M    A   R    Í    A    S DISCURSO LEÍDO EL DÍA 24 DE JUNIO DE 2012 EN EL ACTO DE SU RECEPCIÓN POR EL EXCMO. SR. D. FERNANDO MARÍAS  Y C ONTE STACIÓ N P OR LA EXCMA. SRA. D. a  CARMEN SANZ AYÁN MADRID 2012 REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA PINTURAS DE HISTORIA, IMÁGENES POLÍTICAS Repensando el Salón de Reinos

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Historia del arte

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    DISCURSO LEDO EL DA 24 DE JUNIO DE 2012EN EL ACTO DE SU RECEPCIN POR EL

    EXCMO. SR. D. FERNANDO MARAS

    Y CONTESTACIN POR LA

    EXCMA. SRA. D.a CARMEN SANZ AYN

    M A D R I D2 0 1 2

    REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

    PINTURAS DE HISTORIA,IMGENES POLTICAS

    Repensando el Saln de Reinos

  • PINTURAS DE HISTORIA,IMGENES POLTICAS

    Repensando el Saln de Reinos

  • DISCURSO LEDO EL DA 24 DE JUNIO DE 2012EN EL ACTO DE SU RECEPCIN POR EL

    EXCMO. SR. D. FERNANDO MARAS

    Y CONTESTACIN POR LA

    EXCMA. SRA. D.a CARMEN SANZ AYN

    M A D R I D2 0 1 2

    REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA

    PINTURAS DE HISTORIA,IMGENES POLTICAS

    Repensando el Saln de Reinos

  • Colabora: Capitana General de Canarias

    Ilustracin: Escudo de armas del general Lpez Fernndez. Museo Naval, Madrid

    2012: REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA 2012 del discurso: FERNANDO MARAS 2012 de la contestacin: CARMEN SANZ AYN

    ISBN: 978-84-XXXXX-XX-XDepsito Legal: M. XX.XXX - 2012

    Imprenta TARAVILLA S.L.Mesn de Paos, 6. 28013 Madrid

    Queda rigurosamente prohibida, sin la autorizacin escrita de los titulares del Copyright, bajo las sancionesestablecidas en la ley, la reproduccin total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, com-prendidos la reprografa y el tratamiento informtico y la distribucin de ella mediante alquiler o prstamopblico.

  • NDICE

    DISCURSO DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO MARAS

    PREMBULO ......................................................................................... 11

    PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS ................................... 17Repensando el Saln de Reinos .................................................... 20Las victorias del rey clemente ....................................................... 29De Bred a Baha de Todos los Santos ......................................... 34Polticos, cronistas y pintores ....................................................... 44

    CONTESTACIN DE LA EXCMA. SRA. D.a CARMEN SANZAYN .............................................................................................. 69

  • DISCURSO

    DEL EXCMO. SR.

    FERNANDO MARAS

  • EXCMO. SR. DIRECTOR DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA,EXCMAS SEORAS Y SEORES ACADMICOS,SEORAS Y SEORES,

    Q uieren ser mis primeras palabras en este acto, de sincero agra-decimiento sin retricas y de modesto reconocimiento de unjbilo ms que ntimo ante la deferencia que los miembros deesta institucin han tenido para conmigo, al elegirme para ocupar unpuesto de acadmico de nmero. Soy consciente tambin de que la mer-ced que se me otorga va ms all de mi persona, y afecta por una par-te al grupo al que pertenezco, el de los historiadores del arte y de laarquitectura, y al peculiar territorio, por otra, que he intentado hollardurante casi cuatro dcadas. Es ste el de los artistas y arquitectos nosolo productores, sino hombres de su tiempo, de personas que se for-maron no solo en un taller o un tajo, de individuos que tambin eranlectores y escritores, que hablaban y discutan entre ellos, que servan yse interrelacionaban con sus clientes y seores, que formaban parte degrupos a los que pertenecan desde su nacimiento o su juventud y enlos que queran ser recibidos y entendidos, de los ms amplios colecti-vos que no solo los haban conformado como hombres y profesionalessino que eran los destinatarios de sus obras. Un territorio en el que artey arquitectura no permanecan aislados en una esttica torre de marfil,se mantenan en un orgulloso ensimismamiento, en una digna autono-

    PREMBULO

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    ma, sino que constituan una tesela ms del mosaico que denominamosuna cultura, como actividades deudoras del resto de las piezas de eserompecabezas de actos y productos, de ideas, deseos y voluntades, quellamamos historia y, de una parcela de la misma que me gusta designarcomo la de la historia de las imgenes.

    Por ello, no se poda sino acentuar mi agradecimiento y el reconoci-miento del saber de esta corporacin al haber vislumbrado en mi que-hacer ciertos perfiles que parecan hacerme acreedor como historiadorde imgenes y edificios de la merced de formar parte de su grupo yde su institucin. Una institucin que, si se me permite recurrir por uninstante a la alhacena de mi memoria, ha estado presente desde mi aosde doctorando en una casa tan vecina como la del Consejo Superior deInvestigaciones Cientficas de Duque de Medinaceli; en ocasiones acom-paaba a su entonces director don Diego Angulo por Lope de Vega oHuertas, desde el Instituto Diego Velzquez, escuchndole hablar de sustareas bajo un ala de fieltro o de jipijapa; otras alcanzaba la calle delLen para consultar una duda con don Dalmiro de la Vlgoma y Daz-Varela, quien admita al veinteaero en su despacho con infinita ama-bilidad y saber, y procuraba dar satisfaccin a sus preguntas e ignoranciasobre cuarteles y chevrones, azures y sinoples; las ms veces, recurra alos fondos de su biblioteca, echaba una papeleta a ciegas vedado eltrato ntimo con los ficheros a la caza de un manuscrito o un impre-so, pero siempre con la empata de sus ordenanzas, alguno de los cua-les como don Julio todava me sonre cuando vuelvo por ac, puesva encaneciendo entre estos muros.

    Si mi gratitud se dirige a todos y cada uno de los acadmicos, ha depersonalizarse en tres de ellos, que con elocuente generosidad presen-taron mi candidatura, Doa Carmen Sanz Ayn, Don Martn AlmagroGorbea y Don Jos Luis Dez Garca, y reservar un silente reconocimientoa otros que obviaron su papel como causa eficiente.

    La medalla que el azar me ha deparado es la n 24, vacante por elfallecimiento del Excelentsimo seor don Jos Mara Lpez Piero (1933-2010), quien ingres en 2005 y que a su vez haba sustituido a don JuanPrez de Tudela y Bueso (1922-2004), profesor mio de Historia de Am-rica, cuando cursaba la licenciatura de Historia Moderna en la Univer-sidad Complutense de Madrid, a la sombra de historiadores que tantome estaban marcando como don Santiago Montero Daz (1911-1985), yla de historia del arte, en la que me mova impulsado por el dinmicoentusiasmo de Alfonso E. Prez Snchez (1935-2010), quien se converti-

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    ra poco despus en mi director de tesis y en mi introductor en la Uni-versidad Autnoma de Madrid1. Antes tambin haba sido distinguidocon la misma medalla mi muy admirado don Francisco Javier SnchezCantn (1891-1971), entre 1935 y 1971, que haba dado un nuevo sesgotextual y teortico a la historia del arte.

    No tuve el honor y el gusto de conocer personalmente al DoctorLpez Piero, por lo que no podr recordar de forma subjetiva su per-sona ni hacerlos partcipes de ancdota alguna. No obstante, las obrasde Lpez Piero figuran desde los ltimos setenta en mi biblioteca, le-das y subrayadas y su figura ha constituido como la de tantos otroshistoriadores de Erwin Panofsky a Sir Nikolaus Pevsner verdaderosmaestros de papel, tan importantes como muchos de carne y hueso quenos han acompaado pero que terminan siempre como terminaremosen el mejor de los casos transformados en magisterio con marca deagua.

    Su Ciencia y tcnica en la sociedad espaola de los siglos XVI y XVII y suEl arte de navegar en la Espaa del Renacimiento de 1979, constituyeron li-bros fundamentales, como su previa Introduccin de la ciencia moderna enEspaa (1969), para algunos de nosotros, que veamos la arquitectura yel arte, con algunos de sus histricos practicantes de la poca Moder-na, como un forma de ciencia aplicada en sus mtodos y en sus afanescognoscitivos, e intentbamos releer los textos cientficos de astrono-ma, de ptica, de filosofa natural o de mecnica que haban ledo yaantes El Greco, Juan de Herrera o Diego Velzquez. Aqullos que noshemos ocupado no solo de cuadros y estampas, sino tambin de mapasy corografas, de las constelaciones en los cielos universitarios salman-tinos, las lentes en los retratos del Greco, los anteojos o telescopios enlos lienzos de Jusepe Ribera, los eclipses lunares en las crucifixiones olas lunas etreas o slidas de las Inmaculadas Concepciones; los que tor-turamos a nuestros alumnos con las matemticas del Renacimiento, lacontabilidad, la regla de tres o los algoritmos de la computacin con losnuevos nmeros arbigos.

    1 No puedo dejar de sealar mi deuda hacia la enseanza, durante el bachille-rato, de Mara Elena Gmez-Moreno (1907-1997) y, por sus vnculos con mis padres,la ms privada de Enrique Lafuente Ferrari (1898-1985) y Fernando Chueca Goitia(1911-2004). Igualmente, la contraida con otros de mis maestros, de carne y hueso,de Giulio Carlo Argan y Henry A. Millon a James S. Ackerman y Howard Burns, yno por coetneos y colegas menos maestros, Richard L. Kagan, Agustin Bustamantey Joaqun Brchez, o incluso ms jvenes como Felipe Pereda.

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    A stos se sumaron otros textos bsicos e imprescindibles, como losdos volmenes de su Diccionario histrico de la ciencia moderna en Espaa(1983), que public con Thomas F. Glick, Eugenio Portela Marco y Vc-tor Navarro Brotns, con quien volvera a colaborar en su Histria de laciencia al Pas Valenci (1995).

    Maestro de la historia de la ciencia espaola, y uno de los referen-tes mundiales de la disciplina como se ha sealado recientemente2,haba plasmado Lpez Piero su saber en 171 libros, escritos como au-tor nico o en colaboracin, y ms de cuatro centenares de artculoscientficos y comunicaciones a congresos, lo que representara solo unaparte de su produccin cientfica y de su magisterio en las aulas, don-de prosigui su docencia como Doctor en Medicina y catedrtico en-tre 1969 y 1998 de Historia de la Medicina de la Universidad de Va-lencia, institucin en la que ya haba enseado desde haca aos. Habapartido nio desde Mula, para llegar a Alcoy y Valencia, y ms tarde ex-perimentar ya en los aos cincuenta un mundo diverso en las universi-dades de Munich, Bonn y Zurich, donde encontrara a un nuevo maes-tro en la figura del historiador de la medicina, trotstkista alemn huidodel nazismo a los Estados Unidos, Erwin H[einz]. Ackerknecht (1906-1988) y ya de regreso a la vieja Europa.

    Dotado de una enorme capacidad de trabajo y de una portentosacuriosidad, se ocup tanto de figuras individuales y nombres clsicos devariadsimas ramas de la medicina y la ciencia, como del anlisis ypublicacin de sus obras, clsicas de la anestesiologa, la anatoma pa-tolgica, la odontologa, el hipnotismo, del tratamiento de enfermedadesde la infancia, de la ciruga clsica y la ciruga asptica, o de la medici-na experimental, de la trepanacin a la neurociruga. Su campo de es-tudio se abri adems a la farmacia, la botnica, la veterinaria y la pa-leontologa, en un arco temporal que cubra tanto la Edad Moderna comola Contempornea, y en un arco estructural que incorporaba tanto laenseanza y los estatutos profesionales, como la socializacin de lamedicina y la ciencia. Estos intereses le llevaron hacia los trabajos sobre

    2 Vase Homenaje al profesor Jos Mara Lpez Piero (1933-2010), eds.Horacio Capel y Gerard Jori, Scripta Nova, xiv, 343, 2010 (http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-343/sn-343.htm).Tambin Jos Antonio Daz Rojo, Jos Mara Lpez Piero,historiador de la medicina y de la ciencia (1933-2010), Revista de hispanismo filos-fico, 16, 2001, pp. 217-221. Y su propia autorreflexin en Jos Mara Lpez Piero,Notas para una biografa intelectual, Anthropos. Revista de Informacin y Documen-tacin, 20, 1982, pp. 16-25.

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    salud pblica y sobre las relaciones entre medicina y ciencia y sociedad.Deudor intelectual de Maran y Lan Entralgo, a quien dedic su dis-curso de ingreso en esta casa, vea como su propia tarea el estudio dela salud y la enfermedad como estados de la vida humana en todas laspocas, y sostena que se deba reconocer la enfermedad como unarealidad biolgica cambiante, como un fenmeno social integrado entoda colectividad humana, pero tambin como una vivencia personal encada situacin histrica.

    Si ya obras muy tempranas, como Medicina y sociedad en la Espaa delsiglo XIX (1964), que elabor con Luis Garca Ballester y Pilar Faus (1964),se convirtieron inmediatamente en una referencia obligada, no solo parahistoriadores de la medicina sino tambin para todos los que se intere-saban por la historia social decimonnica, otros trabajos sentaron suspropias bases metodolgicas, como su Historia social, antropologacultural e historia de la medicina en la enseanza mdica que se pu-blic en la revista Medicina e Historia en un ya lejano 1971. Pues LpezPiero no fue ajeno a la tendencia historiogrfica de su propio tiempo,el de la socializacin y antropologizacin de la historia, en una entrecru-zada senda abierta por Fernand Braudel (1902-1985), Claude Lvi-Strauss(1908-2009) o Clifford Geertz (1926-2006).

    Y esta conciencia nutica de la necesidad de traspasar los propioslmites disciplinares, es la que ha hecho ms valiosa y ms amplia laleccin epistemolgica de Lpez Piero, en especial para aqullos quecreemos que el mbito de la historia del arte es el de las ciencias huma-nas, pero que debe guiarse sobre los criterios cientficos de la verifica-cin y la falsacin, de obras y textos, o de las autoridades recibidas, esdecir de nuestro campo experimental. Y que hemos de aproximarnosa nuestros objetos de estudio, imgenes, hombres y palabras, en los tr-minos, quiz incluso con el instrumental, de la antropologa, aunquetrasladndonos no a espacios distantes, sino a tiempos diversos y qui-z culturalmente tan alejados de nuestras propias casas como los bos-quimanos o los inuits, sto es, con el bagaje de una antropologa hist-rica. En cierto sentido, ms que el catlogo de una obra o un artista,debiramos habituarnos respecto al arte del pasado, a que nuestra mi-sin fuera historiarlo en su comprensibilidad antropolgica.

    Especial inters sinti Lpez Piero por la divulgacin, por prestaratencin a una audiencia no especialista, tanto como por dar voz a lospropios autores de su historia de la ciencia, con las sucesivas publica-ciones de textos, Materiales para la historia de las ciencias en Espaa. Siglos

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    XVI-XVII (1976, en colaboracin con V. Navarro Brotns y E. PortelaMarco) o, igualmente en colaboracin, Los impresos cientficos espaoles delos siglos XV y XVI. Inventario, bibliometra y thesaurus (1981-1986) y suBibliographia Medica Hispanica, 1475-1950 (1987-1992). O darles tambin asus autores imgenes, otro medio bsico en la comunicacin histrica alque dedic importantes esfuerzos, puente obvio con nuestra disciplina.Prueba de ello es su El grabado en la ciencia hispana (1987), en el que seanalizaba este medio grfico fundamental, y no solo para los estudiosanatmicos, desde la aparicin de la xilografa y la imprenta, y en quedaba cuenta globalizada de algunos de sus primeros intereses, como yatestimoniaba su El atlas anatmico de Crisstomo Martnez, grabador y mi-croscopista del siglo XVII (1964, 1982 y 2001); no es de extraar, que su hijaMara Jos Lpez Terrada haya terminado enseando historia del arte enla universidad valenciana.

    No haremos justicia en esta breve laudatio, en la que hemos omitidotantas otras publicaciones, honores y distinciones, a la figura intelectualdel Doctor Lpez Piero, de forma diversa a su propia rendicin dehomenaje a varios de sus maestros, de Mateo Seoane y Ramn y Cajala Lan. Sean al menos estas lneas un reconocimiento, entre lo privadoy lo pblico, a su persona y a su obra.

  • Si planteamos el binomio arte e historia3, pensamos de inmediatoen historia y pintura como pintura de historia; ceimos su signi-ficado a la representacin de un hecho histrico contemporneosucesos pblicos diramos desde el lenguaje del siglo XVII ms quea la historia en trminos humansticos, como representacin de una na-rracin discursiva, ya se tomara de los hechos y los textos bblicos, delas historias antiguas de griegos y romanos o de sus mitografas, o in-cluso de las alegoras con accin y tal vez un discurso silente, solo con-tado o recordado por los espectadores locuaces o silenciosos, que yaconocieran con detalle esa particular historia. Otra opcin, representadahoy por maestros como Peter Burke o Francis Haskell4, es la de ver enlas imgenes de la historia del arte un singular repertorio de fuentes his-tricas, no de carcter textual o material, sino grfico, con todas las con-secuencias que de su propia naturaleza debiramos extraer.

    Quisiera dedicar estas pginas, no obstante, a una tercera opcin, lade ver en las imgenes o en algunas de sus producciones un gesto po-ltico que debiera haberlas convertido en un hecho de clara lectura ysignificacin no solo ideolgica sino estrictamente poltica. Para ello, seha de ser consciente del carcter ms colectivo que estrictamente indi-vidual de las creaciones artsticas, y que en este tipo de imgenes nodebieran solamente de haber estado implicados los artistas que las eje-cutaron con su imaginacin y sus manos; los polticos y los historiado-res, o los cronistas si preferimos este trmino, habran desempeado unpapel bsico en la gnesis de estas imgenes, como protagonistas no solo

    3 Tres nuevos intentos se han realizado entre nosotros recientemente: FernandoGarca de Cortzar, Historia de Espaa desde el Arte, Planeta, Barcelona, 2007; JuanPablo Fusi y Francisco Calvo Serraller, El espejo del tiempo. La historia y el arte debeEspaa, Taurus, Madrid, 2009; Jos Enrique Ruiz-Domnec y Joaqun Brchez, Por lahistoria de Espaa, Bancaja, Valencia, 2010.

    4 Peter Burke ed., Visto y no visto. Formas de hacer historia, Alianza, Madrid, 1993;Francis Haskell, La historia y sus imgenes. El Arte y la Interpretacin del Pasado, Alian-za, Madrid, 1994; y sobre todo Peter Burke, Visto y no visto. El uso de la imagen comodocumento histrico, Crtica, Barcelona, 2001.

    PINTURAS DE HISTORIA,IMGENES POLTICAS

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    de decisiones ejecutivas sino como catalizadores de escenas y significa-dos. La verificacin de esta hiptesis depender de los documentos y nosolo de una lectura de las propias obras figurativas, muchas veces ex-cesivamente lastradas por interpretaciones inerciales.

    Permtaseme dar un rodeo, y alejarnos del Madrid de 1634 y el Salnde Reinos del Palacio del Buen Retiro adonde querra llegar. Situmonosen Vicenza en 1581, en compaa de la emperatriz Mara de Austria, deregreso a la corte de Madrid desde la imperial de Praga, junto a perso-najes como el embajador y mayordomo Juan de Borja y de Castro, I Condede Mayalde y de Ficalho, sus hijos el archiduque Ernesto, la reina deFrancia Isabel de Austria y la infanta Margarita, a la espera de reunirsecon Luis Gonzaga. Aunque la Repblica veneciana, filofrancesa, y la ciudadhaban previsto otro alojamiento para la emperatriz, sta se neg a ocu-parlo y opt por residir en casa de los Condes Valmarana, para los queAndrea Palladio haba erigido su nuevo palacio a partir de 1565; no eranrazones estticas las que motivaron tal eleccin sino el hecho de que lasrelaciones de Espaa con Vicenza se canalizaban a travs del partido fi-loespaol por filoimperial, del que Leonardo Valmarana era entonces sucabeza ms visible. Tal reconocimiento qued reflejado de inmediato porel Conde Leonardo, que coloc sobre la portada principal una larga ins-cripcin conmemorativa en latn, cuya traduccin rezara: La emperatrizMara de Austria, respectivamente hija, esposa y madre de los empera-dores Carlos V, Maximiliano II y Rodolfo II, llamada desde Alemania porsu hermano Felipe, potentsimo rey de los espaoles, para gobernar elreino que, recientemente conquistado, antes haba pertenecido al rey dePortugal, realizando el viaje a travs de Italia, en este palacio, que ellamisma escogi por la antigua amistad de los prncipes de Austria haciaesta familia clientelar, junto a sus hijos los archiduques Maximiliano yMargarita, fue recibida, con esplendidsimo aparato, por Leonardo Valma-rana, conde y pensionario del rey Felipe. 28 de septiembre de 15815.

    5 MARIA AVSTRIA, AVGVSTA CAROLI. V. MAXIMILIANI. ET RODVLPHI IIIMPERATOREM FILIA VXOR MATER A PHILIPPO FRATE. HISPANIARVM REGEPOTENTISSIMO, AD REGENDVM LVSITANORVM QVONDAM RE[R]VM IMPE-RIVM, NVPER PARTVM, E GERMANIA ACCITA, PER ITALIAM ITER FACIENS, INHIS AEDIBUS QVOD IPSA OB VETEREM AVSTRIACORVM PRINCIPVM ERGAHANC DOMVM CLIENTELAM, MAXIME VOLVIT CVM MARGARITA,MAXIMILIANOQ FILIIS, ARCHIDVCIBVS. A LEONARDO VALMARANA, COMI-TE, EODEMQ PHILIPPI REGIS PENSIONARIO, SPLENDIDISSIMO APPARATVACCEPTA FVIT ANNO M.D.LXXXI. IV. KAL. OCT. (la traduccin al castellano esnuestra).

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    Sabemos que ya estaba visible como muy tarde en 1594, ao en queel embajador espaol Francisco de Vera y Aragn y su esposa doa Anaenviaron a Felipe II una relacin del agasajo del gibelino Leonardo, te-nido por un gran amigo de Espaa (como si hubieran nacido en Ma-drid), con motivo del matrimonio de una hija, celebrado en Vicenza yapadrinado por los propios embajadores. En el Palacio Valmarana habancontemplado retratos de la familia real, del rey Felipe II, de su padreCarlos V y de las infantas Isabel y Catalina, as como de la emperatrizMara muy al natural a la que se haba alojado all al volver a Es-paa. Se sealaba tambin que haban asistido a la fiesta... con tantasinvenciones de msica con letras de Hespaa, tantos retratos de V. Md.en la sala donde se coma y en la misma mesa y servietas, y tan biendibuxadas sus reales armas en los manteles, como si V. Md. huviera decomer en ella. Por todo ello, prosegua la relacin, el conde haba co-

    Vicenza, Palazzo Valmarana

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    locado un letrero sobre la puerta principal de la calle en que declaraesta servitud tan rasamente como si no fuesse vassallo desta repblica,as los que gobiernan se recatan y se retiran dl.

    Manteles con las armas de Espaa y retratos de la familia real com-ponan el homenaje privado, llevado al exterior como gesto poltico pormedio del letrero, y no sin consecuencias sociales y por ende polticas.Textos, lienzos y cultura material, hecha elocuente por sus imgenesherldicas, podan en su intencionalidad y en las pupilas de sus espec-tadores transformarse en perpetuacin de un hecho poltico, menor si sequiere, como el desaire de la emperatriz a las decisiones de la Seren-sima.

    REPENSANDO EL SALN DE REINOS

    Es posible leer tambin en sus intenciones y en los ojos de sus es-pectadores y en trminos estrictamente polticos nuestro Saln de Rei-nos del Palacio del Buen Retiro? Este espacio ha sido palestra de encuen-tro entre historiadores e historiadores del arte desde la invencindecimonnica de esta disciplina; aqullos han tendido a una lecturafundamentalmente interpretativa del conjunto, mientras que stos se hanceido al estudio histrico-artstico de sus plurales lienzos batallas,retratos, alegoras hercleas y, en los ltimos aos, a lo que podra-mos llamar su display o instalacin museogrfica, no en balde desde 1911hasta hoy en da se reitera la necesidad tambin gesto poltico desu anastilosis, de su recuperacin en toda su realidad figurativa y ma-terial. Desde hace ya un siglo, nuestro acadmico don Elas Tormo yMonz (1869-1957) trat de reconstruir las tres secuencias de lienzos,sobre todo de los doce originales de escenas militares hoy reducidas asolo once6. Ms all de las posibilidades reconstructivas, esta informa-

    6 Elas Tormo y Monz, Velzquez y el Saln de Reinos del Palacio del BuenRetiro, Boletn de la Sociedad Espaola de Excursiones, 1911, pp. 24-44, 85-111, 191-217y 274-305, p. 222; Madrid, 1912; y en Pintura, Escultura y Arquitectura en Espaa, Ma-drid, 1949, pp. 127-246. Se basaba en el inventario del Palacio de 1701, el relato delViage de Espaa de Antonio Ponz (1776 [1775], 1782 y V, 1793) y la descripcin de 1635que Carl Justi (Diego Velzquez und sein Jahrhundert, Bonn, 1888; ed. esp. Velzquez ysu siglo, Espasa-Calpe, Madrid, 1953 e Istmo, Madrid, 1999, pp. 284-304), haba asig-nado al embajador florentino Commendatore Serrano [en realidad FrancescodeMedici comendador de Sorano]; tambin en Carl Justi, Miscellaneen aus drei

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 21

    cin no dejara de tener inters en la recuperacin historiogrfica delconjunto, para hacer revivir en los detalles un saln cuya liturgia civilse nos escapa por completo, al carecer de textos que nos refieran losactos que en l tuvieron lugar.

    Antes de decorarse e inaugurarse el Saln de Reinos hacia la prima-vera de 1635, nos lo describa el pintor Vicente Carducho en 1633 comoun saln para saraos o festines, previendo, o guardando lugares paragrandes pinturas: las ventanas dl caen a la plaa ms bien proporcio-nada que yo he visto y ninguna con tal asseo, sirvindole dos rdenesde balcones que la cercan con hermosura y comodidad, para las fiestasque en ella se hizieren...7.

    Cules fueron? Lo ignoramos8. Ponz nos seal a fines del siglo XVIIIque all se reunan las Cortes de Castilla, y ms de un siglo antes, elcomerciante y viajero ingls Robert Bargrave (1628-1661), durante su es-tancia en 1654-1655 lo haba identificado con la Sala de Consejos con eltrono real en el testero de Levante, un balcn alto alrededor, diez mesasmarmreas, gallant hangings round the walls en vez de lienzos, el techodorado y decorado con los venticuatro escudos de los reinos.

    Jahrhunderten spanischen Kunstlebens, II, G. Grotesche, Berln, 1908. El relato se asig-na hoy a Bernardo Monanni (1597-1647), secretario residente de la embajada del GranDucado de la Toscana en Madrid, entre 1626 y 1642, y se halla en Florencia, Archiviodi Stato di Firenze, Fondo Medici del Principato, filza 4.960, del 28 de abril de 1635.Tambin Mara Teresa Chaves Montoya, El Buen Retiro y el Conde Duque deOlivares, Anuario del Departamento de Historia y Teora del Arte, 4, 1992, 217-230.

    7 Publicado por Jos Mara de Azcrate, Una variante en la edicin de losDilogos de Carducho con noticia sobre el Buen Retiro, Archivo Espaol de Arte,95, 1951, pp. 261-262 y Anales de la construccin del Buen Retiro, Anales del Ins-tituto de Estudios Madrileos, i, 1966, pp. 99-135, y en Jos lvarez Lopera, La re-constitucin del Saln de Reinos. Estado y replanteamiento de la cuestin, en ElPalacio del Rey Planeta. Felipe IV y el Buen Retiro, ed. Andrs beda de los Cobos,Museo del Prado, Madrid, 2005, pp. 91-111, p. 98.

    8 No nos dan mayor informacin otras referencias a su espacio interior, puesdifcilmente corresponden con el Saln de Reinos las del embajador de MdenaFulvio Testi, del 10 de mayo de 1636, con motivo de una representacin teatral.Vase Testi, Lettere, ed. M. L. Doglio, Laterza, Bari, 1967, III, carta 1.150, y tambinen Jonathan Brown y John H. Elliott, A Palace for a King, The Buen Retiro and theCourt of Philip IV, Yale University Press, New Haven-Londres, 1980 (ed. esp. Unpalacio para un rey. El Buen Retiro y la corte de Felipe IV, Alianza, Madrid, 1981, p. 215y Taurus, Madrid, 20032, pp. 214-215). Tampoco es clara la de 1656 del ingeniero yescengrafo Baccio del Bianco; en Mina Bacci, Lettere inedite de Baccio delBianco, Paragone, 14, 1963, pp. 68-77, y tambin en Brown y Elliott, 2003, p. 155 y280, n. 14.

  • FERNANDO MARAS22

    Mayor significacin tiene la visita al Buen Retiro, un lustro ms tar-de, en enero de 1661, del diplomtico Lodewijck Huygens, hijo de Con-tantijn Huygens y hermano del cientfico Christian, con el embajador de

    Robert de Cotte sobre Ren Carlier, Plantas del Buen Retiro, Pars, BNF,Cabinet des Estampes, Ha 20, n 1.001 y 999

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 23

    la Repblica holandesa Godard Adriaan van Reede van Amerongen; alllegar al Saln de Reinos, el antes adversario poltico que compararaa Toledo con Bred lo describi en los siguientes trminos: ... Otrasala donde todos los generales principales de Espaa se pintaron con lasvictorias que han ganado. La bveda est pintada de blanco y oro muylindamente, y alrededor tambin va un corredor de rejas doradas9.

    Las miradas del pasado nunca coincidirn con las nuestras, pues siBargrave obviaba nuestros cuadros, en 1679 Madame dAulnoy solo tenaojos para el retrato ecuestre de Isabel de Borbn, un lienzo que repre-sentaba la entrada de la reina Isabel a caballo y vestida de blanco, lu-ciendo un sombrero guarnecido de piedras preciosas, plumas y unagarzota, y parece algo gruesa, de blanca piel y muy agradable. Sus ojosson hermosos, y la expresin de su semblante, dulce y espiritual10.

    Tal vez nos pierde a los historiadores del arte una pulsin por lomaterial y el detalle, como demuestran las discusiones sobre la existen-

    9 Bargrave, The Travel Diary of Robert Bargrave, (16471656), Levant Merchant, ed.Michael Brennan, Hakluyt Society, Londres, 1999, pp. 207-209, y en Brown y Elliott,1980, pp. 107-109 y 1981, pp. 113-114. El texto reza as: councell Seat: which is amuch more spatious room, having likewise a noble Balcone rount about it, Ten rich marbletables at the sides, & a Throne of Majestie for the King at the end of it, most gallanthangings round the walls, the roof painted & richly gilded with the several arms of the 24kingdoms of Spain.

    Vase tambin Lodewijck Huygens Spaans journaal: reis naar het hof van de koningvan Spanje, 1660-1661, ed. Maurits Alexander Ebben, Walburg Pers, Zutphen, 2005(ed. esp. Un holands en la Espaa de Felipe IV. Diario de viaje de Lodewijck Huygens1600-1661, Fundacin Carlos de Amberes, Madrid, 2010, pp. 207-211).

    10 Elle est cheval, vtue de blanc, avec une fraise au cou et un guarde infant. Elle aun petit chapeau garni de pierreries, avec de plumes et une aigrette. Elle tait grasse, blancheet trs-agrable, les yeux beaux, lair doux et spirituel. En 1679 la Baronesa dAulnoyMarie-Catherine Le Jumel de Barneville (1650-1705), la ms tarde conocida autorade unos Contes des fes (1697 y 1698), inici unas memorias de su viaje a Espaa,como una serie de cartas dirigidas a una supuesta prima, y dedicadas al Duque deChartres Philippe dOrlans, hermano de la reina de Espaa, la primera esposa deCarlos II Mara Luisa de Orlens; se refiri al Buen Retiro en texto escasamentecitado como residencia real situada junto a una de las puertas de la villa y, traslos jardines, se detuvo en sealar que la parte construida es de poca elevacin, yesto me parece un defecto; pero las habitaciones son espaciosas, magnficas y ador-nadas con bellas pinturas. En todas partes luce el oro y los colores vivos; desgra-ciadamente, al llegar a una extensa galera, se olvid de los cuadros de batallaspara fijarse solo en un cuadro, que representaba la entrada de la reina Isabel acaballo y vestida de blanco, luciendo un sombrero guarnecido de piedras precio-sas, plumas y una garzota, y parece algo gruesa, de blanca piel y muy agradable.Sus ojos son hermosos, y la expresin de su semblante, dulce y espiritual.

  • FERNANDO MARAS24

    cia en el Saln de un balcn alto corrido o de dos balcones lateralesindependientes11. La solucin parece encontrarse en otro dibujo, publi-cado dos veces y nunca estudiado, de una planta del palacio con unaseccin transversal del Saln, obra de 1712 tambin del estudio parisi-no del arquitecto Ren de Cotte y de la mano de su ayudante en Ma-drid Ren Carlier; en ella parece vislumbrarse la continuidad del dichosobalcn alrededor de todo el espacio12, no solo de este espacio principal

    11 No es explcito, sin embargo, el texto del poeta portugus Manuel de Galle-gos, en su Silva topogrfica, Madrid, 1637 y en Tormo, 1911, pp. 108-112 (Mira cmoen los frisos eminentes/ de uno y otro balcn, el soberano/ pincel con rasgos retra-t valientes/ al clebre Tebano).

    Aunque Bargrave sealaba su continuidad, las cuatro escaleras dos al oeste ydos al este que permitan acceder a la parte alta que aparecen en el plano cl-sico del Saln de Robert de Cotte pareceran refrendarlo. Vase Pars, BNF, Cabinetdes Estampes Ha 20, fol. 5 (n 1.001). Ya publicado por Yves Bottineau, Felipe V yel Buen Retiro, Archivo espaol de arte, 122, 1958, pp. 117-123, lm. 6, y despus porBrown y Elliott, 1981, fig. 36; al omitir aqul el dibujo n 999, sobre el que volvere-mos, no ha pasado a la literatura del Retiro hasta la fecha, aun habiendo sido in-cluido por Pierre Marcel, Inventaire des papiers manucrits du cabinet de Robert de Cotte,Pars, 1906, n 704, pp. 195-206, esp. p. 197; y reproducido con ficha tnica firma-da por UC [Universidad Complutense], sin transcripcin ni anlisis, como Proyec-to para el Antiguo Palacio del Buen Retiro 1712-1713, Planta del piso principal y jar-dines, en Domenico Scarlatti en Espaa, ed. Antonio Bonet Correa, Ministerio deCultura, Madrid, 1985, n 37, p. 94, 1.355 x 942 mm, Pars, BNF, Cabinet des Estam-pes Ha 20, fol. 5 (n 999); y por extenso por Franois Fossier, Les dessins du fondsRobert de Cotte de la Bibliothque Nationale de France, architecture et dcor, colefranaise de Rome-BNF, Pars, 1997, p. 670.

    12 Vase la ficha completa en Fossier, 1997, p. 670: Autre plan idem [plan du rez-de-chausse des apparteme[n]ts royaux, et coupe transversale du Cason], graphite, plume et encrenoire, sanguine, 94 x 134,7 cm. Las inscripciones merecen su transcripcin completa:

    Sur le parterre aux huit carrs: de 15 p. plus ba que celuy du cheval; jardin basapel des roys... et des reines...;

    sur la cour de la statue: jardin du cavailo [sic] plus bas de 12 pied que les deuxpetits jar-dins;

    lOuest du palais: cott du jardin apell Las Ocho Cailles [sic];dans lovale du salon dor: pettit salon de glace...;sur le salon dor: grand salon avec balcon orn de pinture [sic] et de sculpture

    mauvaise; ses trois pice [sic] sont peinte du Jourdain [Luca Giordano];sur la galerie joignant le salon dor la Comdie: batiment bas servant de ser

    pour de loranger;sur la salle de la Comdie: tatre, orquestre, parterre, loge;sur lanti-chambre de la Comdie: pice formant une pice de la Comdie;sur la chapelle: chapelle de los Reinos; [transcrito por Vronique Gerard-

    Powell, a quien le agradezco las fotografas de detalle] bajo la D, profil marqu duct droit de la cour D, balcon y, bajo el alzado, passage sous le balcon.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 25

    sino tambin de las dos salas adyacentes. En la seccin, por debajo dela curva de la bveda en sanguina, es perfectamente visible la balcona-da sobre sus jabalcones, quiz incluso susceptible de abrirse hacia losbalcones exteriores del Saln, hacia norte y sur. En ese dibujo se vier-ten adems comentarios asombrosos desde nuestro punto de vista; al re-ferirse al Saln de Reinos, el francs lo identifica dndole aparente-mente un especial carcter de espacio sacralizado como chapelle de losReinos y, ms adelante, seala que en su plafon... son peinte les armes

    Robert de Cotte sobre Ren Carlier, Secciones del Casn y del Saln de Reinos,Pars, BNF, Cabinet des Estampes, Ha 20, 999 (detalles)

    sur la coupe du Cason: peinture, profil du Casson; le plain pied du Casson et plushaut de 10 pouce que celuy des apartement de leurs Majestez marqu par la lignerouge; la lettre marqu A et le profil des pice de los reinos o et la hauteur desdeux ettage aveq son cintre qui fait le plafon o son peinte les armes des royaume,ce qui luy donne se nom de los reinos; la pinture et fort mal; les lettres A B C Dmarque les apartement de leurs Majestez et de Messeigneurs les princes, A le Roy,B la reine, C Mgr. le prince des Asturie, D lInfan, Bb Madame la Princesse [desUrsins).

    Au verso du plan, fragment de dessin dun parterre et divers dtails dap-parte-ments avec cotes. Toutes ces mentions au gra-phite sont sans doute de la main deR. de Corte. Ha 20; R. de C. 999".

  • FERNANDO MARAS26

    des royaume, ce qui luy donne se nom de los reinos y que la p[e]intureet fort mal, dejndonos en la duda de si esta mala pintura era la de labveda o la colgada en sus paredes.

    Desgraciadamente, en la mayora de los casos los documentos expli-citan lo que ellos quieren, no lo que nosotros deseamos, responden a suspropios intereses y no a los nuestros. Bernardo Monanni, el informadorflorentino de los Duques de la Toscana de 1635, por una parte, y el au-tor del inventario de 1701, por otra y aun siguiendo rdenes distintos13,no nos proporcionaron en sus respectivos documentos unas secuenciascontinuas de los lienzos, sino que unificaron las series de cuadros conun mismo protagonista militar; Antonio Ponz, por su parte, reorden loslienzos en funcin de lo que le interesaba ms, ahora los autores de laspinturas. Adems, su informacin al respecto tampoco coincide con lanuestra, basada en las cartas de pago originales de las pinturas14; comoen 1701, en Ponz sigue la confusin entre Baltasar Alfaro y Juan de Haroy una identificacin errnea de las recuperaciones de las islas de San

    13 El orden de 1635 [entre corchetes], con las fechas de batallas y ejecucin do-cumentada y suma pagada, se coloca junto a la numeracin del Inventario de 1701:

    [1] 12 Zurbarn, La defensa de Cdiz [1625,302 x 323 cm] (1634) - ducados (2 lienzos grandes)[2] 9 Velzquez, La rendicin de Bred [1625,307 x 367 cm] (1634-1635) - ducados[3] 10 Leonardo, La rendicin de Jlich [1622,306 x 381 cm] (1634) 400 ducados[4] 5 Carducho, La batalla de Fleurus [1622,297 x 365 cm] (1634-1635) - ducados[5] 8 Pereda, El socorro de Gnova [1625,290 x 370 cm] (1634-1635) 350 ducados (grande)[6] 11 Mano, La recuperacin del Brasil [1625,309 x 381 cm] (1634-1635) 500 ducados[7] 1 Castello, La recuperacin de la isla de San Cristbal [1629, 297 x 311 cm] (1634-

    1635) 350 ducados[8] 2 Caxs, La recuperacin de Puerto Rico [1625,290 x 344 cm] (1634) 300 ducados [Albis de Castello][9] 4 Carducho, El socorro de Constanza [1633,297 x 374 cm] (1634-1635) - ducados[10] 7 Leonardo, El socorro de Br[e]isach [1633,304 x 360 cm] (1634) 400 ducados[11] 3 Carducho, El sitio de Rheinfelden [1633,304 x 360 cm] (1634-1635) - ducados[12] 6 [Caxs/Zurbarn], La recuperacin de San Martn [1633] (1634).14 Mara Luisa Caturla, Cartas de pago de los doce cuadros para el Saln de

    Reinos del Buen Retiro, Archivo espaol de arte, 132, 1960, pp. 333-355.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 27

    Cristbal y Puerto Rico,tomada sta por el pasodel rio Albis en Alemania;tambin existira error enla asignacin de dos lien-zos a Flix Castello, dos aCaxs y ninguno a Zurba-rn (dos artistas de los queno se habla en 1701), cuan-do hoy solo aceptamosuno del primero (el segun-do lo asignamos a Caxs),cambiamos los temas deCaxs (Puerto Rico en lu-gar de Cdiz) y atribuimosste a Zurbarn (Cdiz),aunque los pagos se refie-ran a dos lienzos del extre-meo, concedindole stesin embargo a Caxs15.Debiramos concluir quelas informaciones de 1701y 1776 derivaban de unamezcla de memoria oral yde las propias firmas pre-sentes en los lienzos16, fueran como tales o en bellas cartelas de inicia-

    El Saln de Reinos del Buen Retiro(Tormo y Monz, 1911)

    15 Al margen de obviar que La rendicin de Bred de Velzquez haba sido tras-ladado al Palacio real nuevo, quedando en su lugar El socorro de Valencia del Po mstardo de Juan de la Corte.

    16 Vicente Carducho (1577-1638) firm sus tres lienzos de El socorro de Constanzadel Duque de Feria (COSTANZAM PER DVCEM DE FERIA ANNO MDCXXXIII AB OBSIDIO-NE LIBERATAM. VICENTIVS CARDVCHI REGI MAIESTATIS PICTOR, ANNO ALTEROPINGEBAT [1634]); El sitio de Rheinfelden por parte del Duque de Feria (EXPVGNATAMREINFELT, CAPTASQ. WALDZVT, SECHIN, ET LAVFEMBVRG PER DVCEM DE FERIA ANNOMDCXXXIII. VICENTIVS CARDVCHI REGI MAIESTATIS PICTOR, ELAPSO ANNOPINGEBAT [1634]); y La batalla de Fleurus (Flandes) de Gonzalo Fernndez de Crdoba(VICTORIAM IUXTA FLORV. ANNO MDCXXII, A. D. GVNDIZALVO DE CORDOVAOBTENTAM. VINCENTIVS CARDVCHI REGI MAIESTATIS PICTOR, ANNO DVODECIMO ABELLO CVRRENTE PINGEBAT [1634]). Antonio de Pereda (1611-1678), en El socorro deGnova por el II Marqus de Santa Cruz, recurri a una firma menos ceremonial

  • FERNANDO MARAS28

    les doradas, aadindose quiz tambin en Ponz la lectura de AntonioPalomino y tal vez de Lzaro Dez del Valle, aunque incluso se filtrarana pesar de todo algunos errores17.

    En cambio hemos olvidado sealar, por ejemplo, la doble aparicin,entre los grutescos dorados y los escudos de su bveda, de tres jvenesentrelazadas, como las Tres Gracias aunque aqu vestidas, que solo po-dran representar una idea de unin. Y en otros casos, hemos cado enla tentacin de la sobreinterpretacin. Por ejemplo, de la colocacin dealgunos de sus cuadros, como de La recuperacin del Brasil de Fray JuanBautista Mano, y sus supuestos cambios en el tiempo, se ha queridoextraer alguna lectura poltica, como una arriesgada damnatio memoriaede uno de los protagonistas del lienzo, el mismsimo Conde-Duque deOlivares despus de su cada de 1643; extraa damnatio aqulla, noobstante, que conllevara la permanencia de La recuperacin de la isla deSan Cristbal del propio don Fadrique y un ligero desplazamiento dellienzo del Brasil de un lugar junto al monarca a uno menos privilegiado,con lo fcil que hubiera sido repintar su rostro o su cuerpo, convirtin-dolo en otra figura alegrica Marte tal vez, en compaa de la arma-

    Antonius pereda aetatis suae), como Flix Castello (1599-1651), en La recuperacin dela isla de San Cristbal por parte de Fadrique de Toledo (Felix Castello P F. 1635). Esposible que queden restos de una firma, en el ngulo inferior izquierdo del lienzo,semitapado por el marco, en la obra de Fray Juan Bautista Mano (1581-1649), Larecuperacin del Brasil (Salvador de Baha de Todos los Santos).

    17 Por ejemplo, aunque aparecen tal vez restos de una firma, el lienzo de Manofue adscrito en 1701 a un religioso dominico flamenco; Ponz corrigira su infor-macin a partir de la lectura de Palomino (1724).

    Por su parte, Palomino (p. 874) solo asign un lienzo (la entrega de una pla-za, que debiera ser Jlich) a Jusepe Leonardo y otro a Pereda (p. 958). Esta cons-tatacin y el hecho de que en 1710 dos lienzos (ste y Breisach) fueran atribuidos aun Anjelo Leonardi que parece fusin de Leonardo y Angelo Nardi, debiera ha-cernos pensar en la posibilidad de que este florentino pudiera haber intervenido enla memoria colectiva sobre el conjunto, dado que controlamos el pago de al menos600 ducados a Leonardo de los 800 en que se valoraba el encargo de dos lienzos(Jlich y Breisach). Palomino silenci la intervencin de Caxs, Castello, Zurbarny Carducho, en este caso a pesar de las tres cartelas explicativas de las batallas ycon su firma. Lzaro Daz del Valle en 1659 silenci tambin a Caxs, Castello,Carducho, Leonardo, Mano, e incluso a Velzquez y cit a solo a Pereda; vaseLzaro Daz del Valle y las vidas de pintores de Espaa [1659], ed. David Garca Lpez,Fundacin Universitaria Espaola, Madrid, 2008. Por su parte hacia 1675, y aunqueestuviera en Madrid en 1634-1635, ni una palabra profiere sobre el conjunto el ara-gons Jusepe Martnez, Discursos practicables del nobilsimo arte de la pintura [ca.1675], ed. Mara Elena Manrique Ara, Ctedra, Madrid, 2006.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 29

    da Minerva en lugar de desclavar dos enormes lienzos e intercam-biarlos de sitio, para que la inmutable efigie del valido siguiera recor-dndonos su participacin en los sucesos pblicos de 162518.

    A pesar de la extensa nmina de los historiadores que se han ocu-pado del Saln, todava quedan por explorar algunos de sus rincones,tal vez oscurecidos por el paso del tiempo y el cambio de nuestras pers-pectivas e intereses.

    LAS VICTORIAS DEL REY CLEMENTE

    No es necesario recordar en esta ocasin las circunstancias del encar-go del nuevo palacio real del Buen Retiro19, ni del nuevo centro repre-sentativo de la monarqua que constituy el Saln Grande o de Reinos,y cuya decoracin corri a cargo de los principales pintores de la cortemadrilea, probablemente convocados por Giovanni Battista Crescenzi,Diego Velzquez y tal vez Fray Juan Bautista Mano20. Entreverados conlos retratos reales de Velzquez y los trabajos del virtuoso Hrcules deFrancisco Zurbarn, colgaron hasta doce los lienzos de los pintores dela nueva escuela madrilea Jusepe Leonardo (El socorro de Breisach porel Duque de Feria y La rendicin de Jlich ante don Ambrosio Spinola), An-tonio de Pereda (El socorro de Gnova por el II Marqus de Santa Cruz),Velzquez (La rendicin de Bred a don Ambrosio Spinola)21, Mano (La re-cuperacin de Salvador de Baha por don Fadrique de Toledo) y Zurbarn (Ladefensa de Cdiz por don Fernando Girn) mientras que en el muro opues-

    18 lvarez Lopera, 2005, pp. 91-111, p. 108; a quien sigue Laura Olivn Santa-liestra, Deca que no se dejaba retratar de buena gana: modestia e invisibilidadde la reina Isabel de Borbn (1635-1644), Goya, 338, 2012, pp. 16-35 y Minerva,Hispania y Bellona: cuerpo e imagen de Isabel de Borbn en el Saln de Reinos,Chronica Nova, 37, 2011, pp. 271-300.

    19 Sobre su arquitectura, vase hoy, adems de Brown y Elliott, 1981, y CarmenBlasco, El Palacio del Buen Retiro de Madrid: Un proyecto hacia el pasado, COAM, Ma-drid, 2001, Juan Luis Blanco Mozo, Alonso Carbonel (1583-1660), arquitecto del Rey ydel Conde-Duque de Olivares, Fundacin Universitaria Espaola, Madrid, 2007.

    20 Ampliamos en estas pginas las publicadas en Fernando Maras y Mara Cruzde Carlos Varona, El arte de las acciones que las figuras mueven: Fray Juan Bau-tista Mano, un pintor dominico entre Toledo y Madrid, en Juan Bautista Mano, ed.Leticia Ruiz Gmez, Museo Nacional del Prado, Madrid, 2009, pp. 57-75, esp.pp. 67-70.

    21 Sobre este lienzo, vase ahora Anthony Bailey, Velzquez and the Surrender ofBreda. The Making of a Masterpiece, Henry Holt & Company, Nueva York, 2011.

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    to, quedaban las obras de los tres pintores de la vieja guardia: de Eu-genio Caxs (La recuperacin de San Martn, hoy perdida, por parte delMarqus de Cadreita y La recuperacin de Puerto Rico por parte del almi-rante don Juan de Haro), de Vicente Carducho (La batalla de Fleurus por donGonzalo Fernndez de Crdoba, El socorro de Constanza y El sitio de Rhein-felden por parte del Duque de Feria) y de Flix Castello (La recuperacin dela isla de San Cristbal por don Fadrique de Toledo).

    Como se ha ido perfilando en los ltimos aos, los hechos de armasque colgaron de sus muros, las victorias de las tropas espaolas, cubranun arco temporal 1622-1633 estrictamente contemporneo por no de-cir de rabiosa actualidad, como en algn caso se ocup de evidenciarloVicente Carducho en sus cartelas conmemorativas de 1634 (ANNO ALTE-RO PINGEBAT; ELAPSO ANNO PINGEBAT).

    Su formulacin expresa, con el protagonismo concedido a los gene-rales al mando de los ejrcitos, constituy tambin una novedad radicalen la tradicin de las representaciones de los hechos militares, entrela-zadas con las imgenes de las posesiones de la monarqua, en una suertede cartografa herldica que cubra la bveda del Saln del trono deFelipe IV, como ya haba decorado, con algunas corografas de ciudadesdel reino obra de Anton van den Wyngaerde sobre los muros la Salao Galera de Retratos de Felipe II y Felipe III, repintada en 1608 en elPalacio del Pardo22. Los restos visibles de esta Sala, escasamente valoradacomo precedente de nuestro Saln, incluyen todava hoy la imagen dela rendicin de Granada a los Reyes Catlicos pintura de FranciscoLpez bajo la direccin de Juan Pantoja de la Cruz pero sin incluir aningn general que compartiera el protagonismo absoluto de los monar-cas a caballo, a cuyos pies un Boabdil desturbantado y rodilla en tierraentrega las llaves de la ciudad.

    En este sentido, el Saln de las Virtudes del Prncipe, tal como fue-ra reconstruido e interpretado por Carl Justi y Elas Tormo y, sobre todo,por John H. Elliott y Jonathan Brown23, se ha convertido paulatinamen-te en un Saln de la Virtud Herica o de la Virtud Noble, pasando de

    22 Fernando Maras, El Palacio de El Pardo: de Carlos V a Felipe III, RealesSitios, 1989, pp. 137-146; Magdalena Lapuerta Montoya, La Galera de los retratosde Felipe III en la Casa Real de El Pardo, Reales Sitios, 143, 2000, pp. 28-39 y Lospintores de la corte de Felipe III. La Casa Real de El Pardo, Comunidad de Madrid,Madrid, 2002.

    23 Brown y Elliott, 1981, pp. 149-202 y 20032, cap. 6, pp. 193-202. lvarez Lopera,2005, pp. 91-111.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 31

    El Pardo, Galera de Retratos, Annimo del s. XIX, AGP

    verse como un speculum principum a considerarse ms bien como unspeculum republicae, al tratarse de una glorificacin no solo del monarcay su valido, el Conde-Duque de Olivares, sino tambin de los nobles quecontribuan a los triunfos del reino24.

    24 Richard L. Kagan, Imgenes y poltica en la corte de Felipe IV de Espaa.Nuevas perspectivas sobre el Saln de Reinos, en La historia imaginada. Construccio-

  • FERNANDO MARAS32

    Es muy posible que el programa del Saln de Reinos saliera, sobreprobables modelos figurativos del pintor y tratadista milans Gianpao-lo Lomazzo, e histricos del jesuita Giovanni Botero y de Diego deSaavedra Fajardo, no solo de la minerva de sus pintores, cualquiera quefueren, o incluso del Marqus de la Torre, el italiano Giovanni BattistaCrescenzi (1577-1635), consejero artstico del monarca desde el reinadode Felipe III.

    Es ms probable que su complejo programa saliera de las reunionesde la junta especial o comit de historiadores creado por el mismsimoConde-Duque en 1634, integrada por personajes como el bibliotecario deOlivares Francisco de Rioja, Guilln de la Carrera o Juan de Palafox yMendoza, pero en la que para nosotros tuvo que tener un papel prota-gonista el propio Conde-Duque25, as como el cronista Toms Tamayo deVargas, sobre el que volveremos ms adelante.

    La coyuntura era especialmente propicia para esta estrategia, pues en1633-1634 el descontento poltico con Olivares haba precipitado unaespecie de huelga de los aristcratas del reino, quienes haban comen-zado a ausentarse de la corte como protesta precisamente en el veranode 1634. Olivares consider como traicin este proceder e instituy unaJunta de Obediencia para castigar a los recalcitrantes, entre ellos al mis-msimo don Fadrique de Toledo, Capitn general de la Mar Ocana y dePortugal, quien haba exigido ciertas condiciones para marchar a Pernam-buco en el Brasil con una nueva flota; como consecuencia fue puesto enprisin y exiliado, perdi todos sus cargos en la Casa real y sus ingre-sos seoriales, y se le impuso una importante multa26.

    nes visuales del pasado en la Edad Moderna, eds. Joan Llus Palos y Diana Carri-Invernizzi, CEEH, Madrid, 2008, pp. 101-119.

    25 Desde Justi, 1888 y 1953 y 1999, p. 288, que imagin un programa concebidopor parte del Conde-Duque de Olivares y Fray Juan Bautista Mano, y Tormo, 1911,p. 292, que propuso como mente rectora del programa al Consejo de Estado con elConde-Duque y Felipe IV, se ha mantenido un papel para el Conde-Duque, aun sinprecisarse sus perfiles.

    26 Tal vez esta situacin justificase el retrato algo genrico del general en el lien-zo de Mano, si lo comparamos por ejemplo con el que aparece en La recuperacinde la isla de San Cristbal de Flix Castello.

    En julio de 1634 don Fadrique de Toledo Ossorio (1580-1634) fue encarcelado enSanta Olalla (Toledo) y ms tarde en Mstoles; en noviembre fue sentenciado porel Consejo de Castilla a destierro perptuo y a una multa de 10.000 ducados. Falle-cido el 10 de diciembre, su sentencia no fue anulada hasta el verano de 1635 y conello su honor restituido. Hijo del V Marqus de Villafranca y hermano menor delVI Marqus de Villafranca don Garca de Toledo, don Fadrique fue caballero de

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 33

    Sin embargo, don Fadrique no era el nico militar y aristcrata enhaber mantenido una actitud de resistencia pasiva. El 4 de febrero de1634, el Conde-Duque redact un papel sobre las prevenciones parala defensa de la Monarqua, que no era sino complemento de sus pla-nes de 1625 de la Unin de Armas; prevea la creacin de una reservamilitar y la organizacin de recursos fiscales, materiales y humanos anteun ataque francs que se presuma inminente; para ello, se reclam a losnobles su ayuda militar para levantar tropas y organizar la defensa pordemarcaciones. Como ministro de la Guerra, Olivares reclam que almenos diecisiete ttulos se aprestaran a organizar sus levas hasta alcan-zar la suma total de 22.000 infantes, renovndose las coronelas, y lesexigi servir con las tropas y compaas que levantaren en caso de seracometidos y salir en persona27. El papel no fue bien recibido y si parael verano algunos haban comenzado a ausentarse de la corte, para el 30de octubre de 1634 se haba desterrado al Almirante de Castilla, al Condede Oropesa, al Marqus de Velada, al Condestable de Navarra y a losDuques de Sesa, Maqueda y del Infantado hasta completar un hepteto.

    La misin de mantener la lealtad de los vasallos y hacerlos pblica-mente corresponsables de los triunfos, como forma de premio, a lamanera sealada por el secretario real Antonio de Mendoza, podra serotra lectura del conjunto blico del Saln de Reinos, que tuviera encuenta la interrelacin con los trabajos de Hrcules, considerados no solocomo smbolo tradicional de la monarqua hispana, sino como hroe alservicio de un rey como el mtico Euristeo de Argos28. De hecho, en 1656,el italiano Baccio del Bianco describi el Saln como un espacio donde

    Santiago (1626), I Marqus de Villanueva de Valdueza y grande de Espaa (1629),Comendador de Valderricote (1631), Capitn General de la Mar Ocana (1618 y1631) y Capitn General de la Mar de Portugal (1633). Supuestamente don Fadriquese haba siempre lamentado de haber escogido carrera que conllevaba comportar-se cruelmente, aadiendo dolor a la miseria. Su conquista de San Cristbal enlas Antillas (1629) constituye con la recuperacin de Salvador de Baha de Todos losSantos (1625), su segunda victoria representada en el Saln, nmero similar al delI Marqus de los Balbases don Ambrogio Spinola (1569-1630) y solo inferior a lastres victorias del III Duque de Feria don Gomes Surez de Figueroa (1587-1634),protagonista del conjunto segn algunos testigos seiscientistas. Poco aporta Francis-co Castrillo Mazeres, El Saln de Reinos y la monarqua militar de los Austrias,Militaria. Revista de cultura militar, 2, 1990, pp. 43-66.

    27 Vase en Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares. II, Poltica interior:1627 a 1645, eds. John H. Elliott y Jos F. de la Pea, Alfaguara, Madrid, 1981, doc.XIII, pp. 113-130.

    28 Seguimos en estos prrafos a Kagan, 2008, pp. 101-119.

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    se celebraban los ms grandes hechos marciales de los ms famososcapitanes que Espaa puede mostrar, y estableci por lo tanto unainterpretacin ms colectiva que de exclusiva autoglorificacin del ReyPlaneta y la monarqua austriaca.

    DE BRED A BAHA DE TODOS LOS SANTOS

    Aunque nuestra valoracin esttica actual y la econmica del sigloXVIII hayan antepuesto al lienzo de Mano el de La rendicin de Bred deVelzquez (120 doblones frente a los 500 doblones de 1701 y 7.200 rea-les a los 30.000 de 1791)29, parece evidente que la palma del juicio pol-tico seiscientista se la llev el fraile dominico, y ello nos parece bsicopara entender la significacin del conjunto.

    Por una parte, tal afirmacin est justificada por la posicin privile-giada de su lienzo en el Saln30. Si se lee el informe del secretario de laembajada florentina Monanni, del 28 de abril de 1635, nuestra primeray principal fuente sobre la disposicin de los cuadros, desde la entradaoeste del Saln, los primeros lienzos visibles desde la posicin privile-giada del rey, al otro extremo del saln, situado al este, eran en elngulo noreste/sureste La recuperacin de Baha y en el ngulo sureste/noreste La recuperacin de la isla de San Cristbal, cuyo protagonista eratambin don Fadrique de Toledo31.

    29 La equivalencia entre el dobln y el real en las entradas del inventario de 1701(tanto en reales como en doblones, con las mismas cantidades reseadas en 1791)nos dejan algo perplejos, dado que la estableceran en una equivalencia 1/600 msque en 1/32.

    30 Posicin ya sealada por Justi, 1888 y 1953 y 1999, pp. 284-304, sobreMonanni, quien defendi que abra la serie, a mano izquierda del trono del rey, ellienzo dedicado a Baha de Todos los Santos.

    31 Todava ha de confirmarse la reconstruccin del orden de los cuadros msreciente de lvarez Lopera, 2005, pp. 106-108, quien los situaba respectivamente enlos muros sur y norte, contra la lgica de que los mejores empezando por Manoy acabando por Velzquez debieran de haber quedado en el muro norte, mejoriluminados desde la ventanas meridionales, y no a contraluz en el muro sur; su re-construccin depende de interpretar la descripcin de Monanni como un itinerariode derecha a izquierda, contra las agujas del reloj, para adaptarlo mejor a la recons-truccin de Barbara von Barghahn, en buena medida irreconciliables. El inventariode 1701 en Barbara von Barghahn, Philip IV of Spain, His Art Collection at the BuenRetiro Palace, a Hapsburg Versailles, Ph. D. Diss., New York University, 1979 yUniversity Press of America, Washington DC, 1980 y Philip IV and the Golden

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    Por otra parte, mantena tal protagonismo por el nfasis puesto en Larecuperacin de Baha en la serie de poemas recogidos por Diego de Co-varrubias y Leiva32. Titulado el librito Elogios al Palacio Real del Buen Retiroescritos por algunos ingenios de Espaa recogidos por Don Diego de Covarru-bias i Leiva Guarda Mayor del Sitio Real del Buen Retiro (Imprenta del Rei-no, Madrid, 1635)33, y dedicado a don Gaspar de Guzmn, recogi 34elogios, sonetos, dcimas, un epigrama, un romance y un panegrico delcronista real don Jos Pellicer de Tovar. Varias obras se dedicaron alsaln de cosmogrfico diseo al decir de Gaspar Dvila (fol. 10) amapa dilatado en los blasones en el verso de Juan de Sols (fol. 11)34

    House of the Buen Retiro: in the Tradition of Caesar, Garland, Nueva York, 1986, II,passim, e ilustracin de room 10, fig. v (los dibujos parecen incorrectos al revertir ho-rizontalmente la pared norte).

    Es posible tambin que la descripcin de 1635 empezara por el ngulo noroes-te hasta el noreste para cambiar de lado y proseguir desde el ngulo sureste hastael suroeste. Sin embargo, existen un par de objeciones a esta interpretacin; por unaparte, Monanni parece haber agrupado algunos de los cuadros en funcin de losgenerales representados, por mor de la economa discursiva, pero rompiendo lgi-camente la secuencia; por otra, su serie entra en contradiccin con las medidas delas paredes donde se colgaban los lienzos, irregulares y diferentes en los dos mu-ros norte y sur. A esta conclusin puede llegarse con una medida detallada de lostramos situados entre las ventanas del Saln a partir de las plantas ms antiguasque conocemos, los dibujos del arquitecto Robert de Cotte (1656-1735) sobre losestudios preliminares de su ayudante Ren Carlier (1722) de 1712.

    En este caso, siguiendo la secuencia de medidas de las paredes si el dibujo esexacto y los lienzos y la descripcin de 1635, podra seguirse en sta una secuen-cia que comenzaba por el ngulo suroeste hasta el sureste, a mano izquierda delrey, y despues recomenzaba en el rincn noroeste hasta finalizar en el noreste, a laderecha del monarca.

    En consecuencia, y ante la constatacin de nuestra falta de conocimiento preci-so, hemos preferido dejar abierta la cuestin de su ubicacin precisa y las dos po-siciones al norte o al sur, pero evidentemente en ambos casos el lienzo de Manoocupara el primer lugar a la derecha o a la izquierda ms probablemente delmonarca. El inventario de 1703 se conoca desde Tormo y Monz, 1912.

    32 La obra se cita de pasada en Tormo, 1912, pp. 278-279, Brown y Elliott, 1981,pp. 201, 224 y 242 y lvarez Lopera, 2005, p. 111, n. 93-94.

    33 Citamos por el ejemplar de Madrid, BNE, R26.780. Sobre ste, vase tambinAcademia burlesca que se hizo en Buen Retiro a la majestad de Filipo Cuarto el Grande. Aode 1637, ed. Mara Teresa Julio, Iberoamericana Vervuert, Madrid-Frankfurt, 2007.

    34 Armas de todos los Reynos y Seoros de esta Monarcha. Mapa dilatado (enel que se representa su Imperio) en los Blasones. Vase Vctor Mnguez, Juan deCaramuel y su Declaracin mstica de las armas de Espaa (Bruselas, 1636), ArchivoEspaol de Arte, 320, 2007, pp. 395-410, con la representacin de los escudos de lamonarqua en esta obra contempornea.

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    y a sus pinturas aunque sin citar nombre alguno de artista como elpoema de Diego de Andosilla (fol. 9).

    Sorprendentemente cuando no se cita ni una sola vez a Velzquez,cuatro poemas se le dedicaron a Fray Juan Bautista y su lienzo brasile-o. As compusieron sus versos A la Pintura que Fr. Iuan Baptista pintpara el Retiro, de la expulsin de los Olandeses del Brasil la poetisazaragozana doa Ana Ponce de Len y el toledano Andrs Carlos deBalmaceda [Valmaseda]. Nuestra doa Ana, cuyos perfiles desgraciada-mente se nos escapan por completo35, subray con singular sensibilidad

    La rendicin de Bred, Madrid, Museo del Prado

    35 No podemos confundirla con la IV Condesa de Feria (ca. 1528-1601), por sumatrimonio con don Pedro, y ms tarde monja en Montilla, biografiada por el padreMartn de Roa; tampoco con su homnima Sor Ana de la Cruz (1606-1650), hija del

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 37

    en su soneto la unin admirable que presida el cuadro, de expresin deafectos y colores, de copia del natural e idea de las victorias filipinas,de la blandura del pincel y la dureza de las armas rebeldes (fol. 15):Esta Admirable unin, esta pintura/ Si no es raro milagro, assombro sea/Del arte, que en afectos lisonjea/ Lo que alaga en colores su hermosu-ra./ Tanto imitar el natural procura,/ Quanto formar Fray Iuan quiso ensu Idea/ Y lo informe el Pincel fcil assea/ Con gala, con destreza, y conblandura/ Del Revelde Olands armas rendidas,/ Vitorias de Filipo di-latadas,/ Y en sucintos perfiles reduzidas,/ Mejor que en bronce, en linoestn gravadas,/ Porque escritas no tienen, ni esculpidas,/ El vivo alien-to que les da pintadas.

    No menor inters presentan el soneto del Maestro Gabriel de Roa (fol.12), Al quadro de la Restauracin del Brasil que pint para el BuenRetiro, el Padre Fr. Juan Baptista Mayno, y los versos de don AlonsoPrez de las Cuentas y Zayas, vezino de Toledo, parroquia de San Chris-tval (fol. 14 v), que merecen tambin ser citados por extenso.

    El dramaturgo y licenciado de Toledo don Gabriel cant sus cualida-des artsticas y expresivas: A tu Pincel, tu ingenio, y tu grandeza/ laadmiracin humana se suspende,/ y por segundas causas comprehende/ su mayor perfeccin naturaleza./ Tanto de tu Criador a la pureza,/ Tuvalenta mrbida se estiende, / Que algn vital espritu te enciende,/ ssa

    Duque de Alcal Francisco Enrquez de Ribera y Leonor Manrique, que haba llega-do a Santa Clara de Montilla en 1606 de la mano de su tia, Juana de Ribera, Duque-sa de Feria y Marquesa de Priego, lo que hace difcil su presencia en Madrid en1635. Una Ana Ponce de Len y Aragn (1674) se cas con Francisco Carlos Pascualde Borja y Centellas, VI Marqus de Lombay, en Madrid, hija del IV Duque de Ar-cos, pero caremos de ulterior informacin para identificarla positivamente.

    Vase sobre las poetisas del Seiscientos, Manuel Serrano y Sanz, Apuntes para unabiblioteca de escritoras espaolas desde el ao de 1401 al 1833, 2 vols., Biblioteca Nacio-nal, Madrid, 1903-1905. Aurora Gloria Egido Martnez, Las academias literarias deZaragoza en el siglo XVII, en La literatura en Aragn, ed. Aurora Gloria EgidoMartnez, Zaragoza, 1984, pp. 101-128, tras Jos Snchez, Academias literarias del Si-glo de Oro espaol, Gredos, Madrid, 1960. Nieves Baranda Leturio, Las mujeres enlas justas poticas madrileas del siglo XVII, en Hommage Jacqueline Ferreras, ed.Thomas Gomez, Centre de Recherches Ibriques et Ibro-Americaines de lUniversitParis X, Pars, 2003, pp. 19-41, Cortejo a lo prohibido: lectoras y escritoras en la Espaamoderna, Arco Libros, Madrid, 2005 y Las mujeres en las justas poticas madrile-as del siglo XVII, Bulletin Hispanique, 109, 2, 2007, pp. 421-447; tambin MaraCarmen Marn, Juan Francisco Andrs de Uztarroz y el Parnaso femenino enAragn, Bulletin Hispanique, 109, 2, 2007, pp. 589-614. Tampoco aparece entre lasescritoras nombradas por el propio Tamayo de Vargas en su Junta de libros.

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    en dibuxos inmortal destrea./ De alma y voz se compone quanto aspi-ra / En tu saber a la viviente llama,/ Porque alguna deidad en ti respi-ra./ Les d a las formas que tu ardor inflama/ Alma para los ojos del quemira,/ Y voz para las lenguas de tu fama.

    Don Alonso Prez de las Cuentas y Zayas, por su parte, se centr enel acontecimiento militar y poltico: Sac a Gerardo36 del mayor empe-o/ La siempre docta Religin Guzmana37,/ Aun en Pinceles docta, deessa Indiana/ Naval empressa lo dir el disseo./ De Fadrique uno, y otroarmado leo,/ Digno blasn de estirpe Toledana/ El mar coronen y ensu espuma cana/ Tmulo erijan al rebelde isleo./ Aun en sombras el

    Elogios al palacio real, Madrid, 1635 y Toms Tamayo de Vargas, Restauracinde la ciudad del Salvador, Madrid, 1628

    36 Referencia aparentemente genrica a los holandeses que haban tomado Sal-vador de Baha.

    37 Doble referencia a don Gaspar de Guzmn y a la orden de Santo Domingo deGuzmn a la que perteneca el pintor Mano.

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    Quarto Sol Hispano/ Su luz dispensa de Laurel ceido,/ Y el nombredeste Apeles Castellano./ Aun en colores suene, avr sido/ La vez pri-mera que de docta mano/ La luz dex pintarse, y el sonido. El ReyPlaneta, el apolneo y coronado de laurel Felipe IV, habra sido capaz deproyectar su luz de forma que en tpico que reaparecer en obrascomo Las Meninas su retrato lograra que el nombre de este nuevoApeles castellano resonara en colores, mientras que Mano habra logra-do por vez primera que luz y sonido, semblantes y palabras, pudie-ran ser representados en un lienzo; los semblantes eran evidentes, laspalabras de juramento y perdn estaran en la memoria tal vez silen-te, tal vez elocuente de sus espectadores.

    Aunque, como hemos visto, el siglo XVII fue prdigo en poemasencomisticos de pintores y pinturas, y el propio Mano haba recibidoelogios en verso, es difcil encontrar un ejemplo semejante de atenciny encomio vario. Como es natural, a los ojos de sus contemporneos, laobra del religioso deba merecerlos38.

    Mano pint su lienzo de La recuperacin del Brasil entre el verano de1634 y la primavera de 1635 (abril), recibiendo por l la suma de 500ducados39. sta es estrictamente tambin la cronologa de la cada y re-cuperacin del protagonista de la obra, don Fadrique de Toledo, que seinici y tuvo lugar respectivamente poco despus del encargo y de suentrega.

    El episodio escogido, como sabemos, la reconquista de Salvador deBaha de Todos los Santos de manos holandesas, haba representado, conla participacin de una flota hispano-portuguesa, un ejemplo de la ne-cesidad y la efectividad de la unin de armas de los diferentes reinosde la monarqua proyectada y fomentada por el Conde-Duque40; pero

    38 Vase ahora Alfonso Rodrguez G. de Ceballos, La recuperacin de Baha,de Maino: de Res Gesta a emblema poltico-moral, en Historias inmortales, Funda-cin Amigos del Museo del Prado-Galaxia Gutenberg, Madrid, 2002, pp. 175-194 yen Juan Bautista Mano, 2009, n 34, pp. 180-192; Ulrich Pfisterer, Malerei alsHerrschafts-Metapher. Velazquez und das Bildprogram des Salon de Reinos,MarburgerJahrbuch fr der Kunstwissenschaft, 29, 2002, pp. 199-252, esp. pp. 220-225.

    39 Bastante ms por ejemplo que Caxs (300), Pereda y Castello (350) o Leonardo(400). Caturla, 1960, pp. 333-355, en esp. pp. 347-348; solo se han encontrado dosrecibos, de 26 de marzo (50 ducados) y de 16 de junio de 1635 (finiquito de 200ducados); otros pintores comenzaron a cobrar entre junio y julio de 1634. Lo reci-bido por Velzquez o Carducho no resulta claro.

    40 Sobre la coyuntura histrica especfica, Lus Henrique Dias Tavares, Histriada Bahia, UNESP, So Paulo-Salvador, 200110, pp. 131-143; Ana Mara de Moraes

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    tambin un ejemplo claro de la lucha contra la infidelidad de unos sb-ditos rebeldes, contra la hereja protestante y contra sus colaboradores,los infieles judos portugueses que vivan en la ciudad brasilea.

    Desde 1625, con la toma de Bred, este episodio se convirti en fun-damental para el propio Conde-Duque, quien insisti en sus memoria-les una y otra vez sobre su trascendencia no solo militar sino fundamen-talmente poltica.

    En el documento llamado Memorial genealgico, que Olivares di-rigi al rey el 26 de julio de 1625, dando cuenta de algunas de sus ac-ciones, se precisaba este hecho; ... en la guerra se ha hallado Seor, V.M. con grandes aprietos porque ni lo han visto los nacidos ni ledose enhistorias antiguas ni modernas, sealaba de forma retrica, para enu-merar los reinos y prncipes europeos conjurados y coaligados contraEspaa y dar el primer lugar en importancia a la invasin y toma de labaha de Todos los Santos en el Brasil por parte de los estados rebeldesde Holanda. A pesar de ello, y no obstante todos los ataques sufridos,el rey se encontraba victorioso y no se le haba tomado ni una alme-na, mientras que haba logrado Bred a los hocicos de todos, y en elBrasil, dos mil leguas de esta plaza, ha[ba] recuperado la baha de To-dos los Santos con suma reputacin, sin haber perdido en ambas empre-sas ms de doscientos y veinte hombres41.

    Pocos meses despus, en el memorial del Conde-Duque al virrey deAragn don Fernando de Borja, del 2 de diciembre de mismo 1625, queconocemos con el nombre de la Unin de Armas, se volva sobre estavaloracin, en este caso para subrayar la necesidad de una corresponden-cia en materia de armas y defensa de unos y otros reinos de la monar-

    Belluzzo, O Brasil dos viagantes, Metalivros, So Paulo, 1994; Lus Felipe de Alencas-tro, O trato dos viventes. Formaco do Brasil no Atlntico, Companhia das LetrasSchwarcz, So Paulo, 2000, pp. 210-215; Jos Mara Blanco Nez, La recuperacinde Salvador de Baha de Todos los Santos (1625), en Guerra y Sociedad en la Monar-qua Hispnica. Poltica, estrategia y cultura en la Europa moderna (1500-1700), Funda-cin Mapfre-CSIC, Madrid, 2006, I, pp. 981-1005; Jos Manuel Santos Prez, El de-safo holands al dominio ibrico en Brasil en el siglo XVII, Universidad de Salamanca,Salamanca, 2006.

    Sobre el trasfondo poltico internacional, vase tambin Klaas Ratelband,Nederlanders in West-Africa 1600-1650, Angola, Kongo en So Tom, Walburg Pers,Zutphen, 2000.

    41 En Memoriales y cartas del Conde Duque de Olivares. I, Poltica interior: 1621 a1627, eds. John H. Elliott y Jos F. de la Pea, Alfaguara, Madrid, 1978, doc. VII, pp.152-154.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 41

    qua, con el fin de lograr hermanarlos a todos42. Semejante poltica nosolo era natural, como actitud propia de un cuerpo unido en su propiadefensa, sino adems justa y necesaria, venciendo el discurso ciego delos ignorantes oiosos, poco prvidos de los accidentes a que por elcomn suceder vienen expuestos como demostraran algunos sucesossingulares, que encabezaba la recuperacin de Salvador de Baha peroantes, como es lgico, su prdida:

    Dos mil leguas se hallaban de tierra firme los habitadores de SanSalvador de la baha de Todos [los] Santos sin tener apenas noticia delos rebeldes holandeses. Su ocio y seguridad, aun prevenidos de seismeses antes, los hizo advertir tampoco [tan poco] el peligro que en un

    Fray Juan Bautista Mano, La recuperacin del Brasil (Salvador de Bahade Todos los Santos), Madrid, Museo del Prado

    42 En Memoriales y cartas I, 1978, doc. IX, pp. 183-185.

  • FERNANDO MARAS42

    punto se vieron esclavos de infames dueos, su ciudad y su iglesia pro-fanados por los enemigos de Dios y de su Maj[esta]d de manera que lams cierta seal de la guerra y el pronstico ms verdadero della es lapaz descuidada; pues los enemigos que siempre estn velando para elmayor mal nuestro en lo que ven ms quieto es donde ms apriesa eje-cutan el golpe con mayor seguridad y esperanza de suceso, sin ser se-guridad ni prevencin las que pueden mantener continuadamente unreino en tiempos de paz; pues la experiencia muestra bien no slo quees suficiente sino que de toda la que no es infantera pagada, ejercitaday ajustada a la orden militar todo es nada... Con lo cual, y con el cui-dado de nuestros enemigos no puede dudar la provincia ms quieta deque cuando lo est le han de tocar el alma y como quiere que las gue-rras que hoy se mueven no miran slo a saquear un lugar sino a tomarpie en stos y otros reinos de su Maj[esta]d sin dejar a ninguno ocioso,es imposible que cuando la gente que tienen de milicias fuera infante-ra pagada pudiera de ninguna manera defenderse ningn reino parti-cular. Y siendo esto as tampoco parece que se puede justificar el opri-mir y apretar los otros reinos por defender a aquel particular si aqulno se oprime cuando los otros son invadidos.

    Era necesario un sentimiento de unidad entre los vasallos de todoslos reinos, que hiciera sentir que la ofensa del rey de Aragn y de aquelreino es injuria al rey de Castilla y la de Castilla lo es del de Aragn yni ms ni menos la de cualquiera de los otros reinos; ello se lograrael dia en que Castilla sea feudataria de Aragn y Aragn de Castilla,Portugal de entrambas y entrambas de Portugal; y esto mismo respectode los reinos de Espaa, los de Italia y los de Flandes con recprocacorrespondencia.

    El ejemplo del xito de esta poltica se basaba en una lista de algu-nos hechos de armas, que el Conde-Duque puso en boca del propio reyante el Consejo de Castilla en 1627, en su sexto ao de reinado, aunqueadelantara que en la guerra no tengo que referir lo que se ha hecho puesha sido a los ojos de todos, cuanto y ms a los vuestros; no obstante,despus de enumerar sus fuerzas de infantes y caballera y los navosde su armada, pas revista a las principales victorias frente a los reinosy prncipes que, todos juntos, no haban logrado, sin embargo y en pri-mer lugar, que mis fuerzas solas (a que) desamparasen el sitio de Bre-d y dejasen de tomarla, y al mismo tiempo con ejrcito de mar y tie-rra socorr las provincias del Brasil, siti y tom la plaza de San Salvadorque haban tomado el ao antes y fortificado los rebeldes holandeses43.

    43 En Memoriales y cartas I, 1978, doc. XIII, pp. 244-245.

  • PINTURAS DE HISTORIA, IMGENES POLTICAS 43

    Debiera ser evidente la significacin que para el monarca y su vali-do representaba esta accin y suceso pblico, conseguido a ms de2.000 leguas de distancia y en el que los castellanos se haban unido alos portugueses para la salvacin de Baha.

    En los aos venideros, la importancia de esta unin poltica se hizocomo es natural todava ms perentoria; en una carta al Infante donFernando, de 27 de septiembre de 1632, el Conde-Duque se lamentabade la falta de obediencia y tibieza de amor y sobra de fines propios,que tena el servicio del monarca y que encaminara a que todo ir afondo, para reprochar a la nobleza de ttulos su egoismo insolidario.

    Las circunstancias, como sealaran Elliott y de la Pea44, motivaban talesescritos, redactados al regreso del valido y su rey de la jornada de Cata-lua en mayo de 1632, dejando al Cardenal Infante en una Barcelona quedaba muestras de insubordinacin, para reunir en una nueva sesin lascortes catalanas; a esta situacin se una la defeccin en Flandes del CondeEnrique de Berghes y la prdida de Maastricht, y en casa las excusasarrogantes de los nobles para no servir, que culminaron con la confron-tacin de don Fadrique de Toledo y el valido, y la creacin por parte deste de la Junta de Obediencia que lo llev al castigo y al exilio.

    Esta relacin de textos no hara sino refrendar la afirmacin de 1635de Monanni, quien insisti en el protagonismo artstico de Olivares enla concepcin de la pintura del conjunto del palacio y sobre todo delSaln de Reinos: [Olivares] ha fatto dispinger per tutte quelle Gallerie, his-torie, o favole curiose, et par[ticolarmen]te nel salon grande le armi con oro, etinsigne dei Regni della monarchia, e tra luna finestra e laltra 12 tavole assaigrandi dai migliori Pittori che ciono qui, con 12 Impresse successe al tempo delRe presente...45 La larga condena caida sobre el Conde-Duque ha conlle-

    44 En Memoriales y cartas I, 1978, pp. 64-65.45 El texto completo reza: Vi va [Olivares] quasi ogni giorno con esser tanto

    occupato arrivedere, assistere, et dar nuovi ordini in persona; ne ci Giardiniere,Architetto, et Maestro di fonti et opere, che non lo chiami, et impieghi. Oltre agliappartamenti delle MMt loro finiti et adobbati cosi riccamente con letti,paramenti, quadri et ogni mobile di grandissima valuta, ha fatto dipinger per tuttequelle Gallerie, historie, o favole curiose, et particularmente nel salon grande leArmi con oro, et insegne dei Regni della Monarchia; et tra luna finestra e laltra 12Tavole assai grandi dai miglior Pittori che sieno qu, con 12 Imprese successe altempo del re presente, cio [1] il soccordo di Cadiz eseguito per Don FernandoGirone, [2] la presa di Bred, [3] et quella di Giuliers per il Marchese Spinola, [4]la battaglia di Flor per don Gonzalo di Cordova, [5] il soccorso di Genova per ilMarchese di Santa Croce, [6] le recuperazioni della Baa nel Brasil, et [7] dellIsola

  • FERNANDO MARAS44

    vado nuestra ceguera ante el importantsimo papel por l jugado en laconstruccin, a travs de las imgenes pintadas y sobre todo estampa-das, de la imagen de la monarqua hispana y de la suya propia46.

    POLTICOS, CRONISTAS Y PINTORES

    La fuente histrica de los sucesos brasileos ms probable para Oli-vares y Mano debiera haber sido el texto de un amigo del pintor, desdesus aos en Toledo, pero sobre todo un cronista real, Toms Tamayo deVargas, texto titulado Restauracin de la ciudad de Salvador i Baia de Todoslos Sanctos en la provincia del Brasil, por las armas de don Philippe el 4,Nuestro Seor (Madrid, viuda de Alonso Martn, 1628)47; la represent

    di San Cristofano nellIndie per don Federigo di Toledo, e [8] di Porto ricco perlAlmirante Haro; [9] li soccorsi di Costanza, [10] di Brisach, et [11] delle 3 Ville delReno per il Duca di Feria, et [12] lespulsione degli Olandesi dallIsola di SanMartino per il Marchese di Cadrayta. La vittoria di Norlinghen, quando si diedequestordine, non era ancora successa, et non fu solo con lArmi di qu, ma diCesare ancora, tuttavia si dipenger in unaltra sala massimamente per honordellInfante Cardinale.

    46 Una primera aproximacin al tema en Jonathan Brown, Peut-on assez louer cetexcellent ministre? Imgenes del privado en Inglaterra, Francia y Espaa, en Elmundo de los validos, eds. John Elliott y Laurence Brockliss, Taurus, Madrid, 2000,pp. 321-337. Tambin La reprsentation du favori dans lEspagne de Philippe III etPhilippe IV, ed. Hlne Trop, Presses Sorbonne Nouvelle, Pars, 2010.

    47 Citamos por BNE, R31.009. Vase Pedro Ruiz Prez, La Junta de libros deTamayo: bibliografa, parnaso y poetas, Bulletin Hispanique, 109, 2, 2007, pp. 511-543,sobre Beln lvarez Garca, Junta de libros la mayor que Espaa ha visto en lenguacastellana por Toms Tamayo de Vargas. Edicin crtica, introduccin y notas, Tesis doc-toral, Universidad de Navarra, Pamplona, 1997 y Universidad de Navarra-Iberoame-ricana-Vervuert, Madrid, 2007. Pablo Jauralde Pou, Recensin de Junta de Libros, deToms Tamayo de Vargas, Revista de Filologa Espaola, lxxxix, 1, 2009, pp. 225-234.

    Lgicamente, aunque sin vincularse con el lienzo, Tamayo y su obra han sidocitados; vase Brown y Elliott, 1981, pp. 170 y 293, n. 53 y 20032. Richard L. Kagan,Clio & the Crown: The Politics of History in Medieval and Early Modern Spain, TheJohns Hopkins University Press, Baltimore, 2009 (ed. esp. Los cronistas y la Corona.La poltica de la historia en Espaa en las edades media y moderna, Marcial Pons, Madrid,2010, p. 306, n. 67), vincula texto y cuadro de pasada.

    Sobre las eventuales fuentes literarias del lienzo, Robert M. Shannon, Visions of theNew World in the Drama of Lope de Vega, Peter Lang, Frankfurt, 1989, cap. 4; ConsueloVarela, Brasil en la literatura espaola del Siglo de Oro, en Reflexiones en torno a 500aos de historia de Brasil, eds. Alfredo Moreno, Elda E. Gonzlez Martnez y RosarioSevilla, Catriel, Madrid, 2001, pp. 47-66; Enrique Garca Santo-Toms, Espacio urbano

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    segn el Conde de la Roca en 1628 a los ojos del rey nuestro seorque la decret, del conde de Olivares que la dispuso, y de los soldadosque la ejecutaron, y la obra habra sido un encargo expreso del propioConde-Duque del mismo 1625, que fue acogido por el nuevo cronista realcon especial cuidado en su redaccin, por ser la primera cosa que escribecon ttulo de cronista, segn una carta de Rodrigo Caro. A su vez, Ta-mayo reconoca como principal fuente de informacin para su texto lasnarraciones de dos autores, el maestre de campo Juan Vincencio Sanfeli-che, Conde de Bagnolo48, y el jesuita Bartolom Guerrero49.

    Nuestra propuesta de una fuente diversa a la mantenida tradicional-mente la comedia de Lope de Vega El Brasil restituido, desde 1914 has-ta hoy en da50 supone la conciencia de que, desde un punto de vis-ta iconolgico, la identificacinde una fuente para una imagen sesga deforma absoluta la interpretacin de sta como resultado de una lgicainferencial; por lo tanto un cambio no dejara de tener su importancia51.Toms Martnez Tamayo de Vargas (1589-1641), madrileo con fama dediletante y conocimientos de temas como los estudios anticuarios o las

    y creacin literaria en el Madrid de Felipe IV, Universidad de Navarra-Iberoamericana-Vervuert, Madrid, 2004; Cristbal Marn Tovar, El cuadro de batallas de Juan Bau-tista Mano, La recuperacin de Baha y las fuentes literarias del siglo XVII comosugerencia para su argumento, Enlaces. Revista del CES Felipe II, 7, 2007, pp. 1-17.

    48 Giovan Vincenzo Sanfelice, Conde de Bagnoli sul Triglio y I Prncipe deMonteverde.

    49 Bartolomeu Guerreiro (1564-1642), Jornada dos Vassalos da Coroa de Portugal,Lisboa, 1625, con un grabado de Baha firmado por Bento Mealhas firmado comoBenedictus Mealius lusitanus. Citado por Marn Tovar, 2007, pp. 5-6. No parece ha-berse empleado en cambio la relacin, que ha permanecido indita durante ms detres siglos y se dedic al Conde-Duque, de Eugenio de Narbona y Ziga, Historiade la Recuperacin del Brasil hecha por las armas de Espaa y Portugal el ao de 1623 (sic),en Anais da Biblioteca Nacional, lxix, Rio de Janeiro, 1950, pp. 163-231.

    50 Desde Pedro Beroqui, Adiciones y correcciones al catlogo del Museo delPrado, Boletn de la Sociedad Castellana de Excursiones, 6, 1913-1914, pp. 539-545.

    51 En paralelo debera volver a analizarse la dependencia de La rendicin de Bredcon respecto a su ms tradicional fuente, la comedia El sitio de Bred (1625) de Pe-dro Caldern de la Barca; resultara ms lgico, en un contexto de crnica histri-ca, sus deudas respecto a las dos obras del jesuita flamenco Hermann Hugo (1588-1629), no solo de su citadsima Obsidio Brediana armis Philippi IV (Amberes, Plantin,1626), traducida al espaol como Sitio de Breda, rendida a las armas del rey don PhelipeIV (Amberes, Plantin, 1627), sino de las casi desconocidas obra e imgenes de su Demilitia equestri Antiqua et Nova ad Regem Philippum IV (Amberes, 1630). Sobre Hugo,Luis Dez del Corral, Velzquez, Felipe IV y la Monarqua, Real Academia de San Fer-nando, Madrid, 1977 y Velzquez, la monarqua e Italia, Espasa-Calpe, Madrid, 1979.

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    biografas, haba sido nombrado cronista del rey en 1625, tras la muertede don Antonio de Herrera y Tordesillas, a pesar de su defensa quecomenzaba a ser ya extempornea y que se acentuara tras 1628 delfalso cronicn de Flavio Lucio Dextro52. Haba sido discpulo del jesui-ta Martn Alonso del Rio y amigo temprano de Quevedo hasta quelos distanci su gongorismo desde 163253 y del historiador de la Com-paa Juan de Mariana54. De hecho, en 1616 sali en defensa de su His-toria General de Espaa contra las advertencias del malagueo PedroMantuano (1579-1656), asumiendo el papel de defensor de la mismaverdad55.

    No obstante, la obra ms importante de Tamayo, en la lnea inicia-da en 1616, fue su defensa del falso cronicn de Flavio Lucio Dextro de

    52 Jos Antonio lvarez y Baena, Hijos ilustres de Madrid (1789), ed. facsmil Ma-drid, 1973, IV, pp. 341-347 y Ciriaco Prez Bustamante, Antonio de Alcedo y su me-moria para la continuacin de las Dcadas de Herrera, Madrid, 1968. Mara Elvira GilEgea, Vctor de Cartena, Toms Tamayo de Vargas y las falsificaciones del sigloXVII, en Actas del X Congreso Espaol de Estudios Clsicos 1999, ed. Emilio Crespoy Mara Jos Barrios Castro, Madrid, 2001, III, pp. 97-109.

    53 Tamayo fue amigo de Quevedo (1580-1645), quien se declar emptico haciadon Fadrique de Toledo en su caida y muerte, desde al menos 1612, fecha en queste le enva La cuna y la sepultura (solo publicada en 1634) y su estoica Doctri-na moral para el conocimiento propio y desengao de las cosas ajenas. Pablo Jauralde Pou,Francisco de Quevedo (1580-1645), Castalia, Madrid, 1999, pp. 244-258.

    54 Desde 1610, goz de la amistad del historiador Mariana (1536-1623), ya acu-sado por la Inquisicin, aunque crtico en su Espaa defendida, de redactar un libelocontra el Duque de Lerma. Quevedo y Tamayo visitaron a Mariana en Toledo. Tam-bin Vctor Sierra Matute, Toms Tamayo de Vargas y las cartas al cronista Andrsde Uztarroz, Voz y Letra, XX/2, 2009, pp. 137-162 y Toms Tamayo de Vargas, enBiblioteca de Autgrafos Espaoles, II, Calambur, Madrid, 2011.

    55 En su Historia General de Espaa del P. D. Juan de Mariana, defendida por el Doc-tor D. Thoms Tamayo de Vargas, contra las advertencias de Pedro Mantuano, DiegoRodrguez, Toledo, 1616, p. lv, texto dedicado al Cardenal Sandoval y con el vistobueno de 1613 de su amigo el Doctor Francisco de Pisa. Mantuano haba publica-do por dos veces sus Advertencias a la Historia de Iuan de Mariana de la Compaia deIess, impressa en Toledo en latin ao 1592, y en romane el de 1601: en que se enmiendagran parte de la Historia de Espaa, Miln, Hieronimo Bordon, 1613 y Madrid, Im-prenta real, 1613. Este escritor malagueo haba sido secretario del XI Condestablede Castilla y gobernador de Miln don Juan Fernndez de Velasco (ca. 1550-1613),a quien le dedic su trabajo; el noble haba pasado de una defensa de Dextro en1603 a sostener su categora de falso.

    Entre sus primeros trabajos de Tamayo figurara tal vez la traduccin del Librode la constancia de Iusto Lipsio (Sevilla, Matas Clavijo, 1616), aunque vaya a nombrede Hernando de Luxn, como pseudnimo del jesuita Juan Bautista Mesa.

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    162456, en la que haca adems un panegrico palmario de la labor his-toriogrfica del Conde-Duque, sealando la rectitud del juizio, la ver-dad i la fidelidad... eleccin del Excmo. Sor don Gaspar de Guzmn granConde de Olivares, en cuio gobierno los Escriptores antiguos renacen,las letras tienen su premio, i sus estudiosos procuran merecerle.

    Tamayo se aline, sin duda alguna57, con los eruditos que aceptaronlas falsedades y supercheras contenidas en el centn de textos entresa-cados de obras falsamente atribuidas no slo a Flavio Lucio Dextro, sinotambin a Marco Mximo, Liutprando de Cremona58, Julin Prez, AuloHalo o Heleca, que conocemos bajo la categora de falsos cronicones59.Se haba iniciado en tiempo de los Reyes Catlicos con las iniciativas delBeroso Caldeo de Giovanni Nanni, para reverdecer con nuevas motiva-

    56 Flavio Lucio Dextro Caballero espaol de Barcelona Prefecto-Pretorio de OrienteGovernador de Toledo por los aos del Sor CCCC, defendido por Don Thomas Tamaio deVargas, Madrid, Pedro Tazo, 1624, que dedic a don Francisco Fernndez Bertrn,abad de la colegiata de Olivares y protonotario apostlico, y aprobaron entre otrosel obispo de Ugento Juan Bravo de Laguna y el sumiller de cortina y embajador enParma don Juan Fonseca y Figueroa. Tamayo se apoyaba en los pareceres, entreotros escritores y eruditos, del sumiller de cortina don Juan Fonseca y Figueroa, delP. Paulo Albiniano de Rajas, don Pedro Salazar de Mendoza, Fray Francisco Diago,Martn de Roa, el Conde de Aover don Luis Lasso de la Vega, Fray AlonsoMaldonado OP, y el mismsimo Jernimo Romn de la Higuera. En esa lnea y delmismo ao, Antigedad de la religin christiana en el Reino de Toledo, por muestra de laverdad de la doctrina de Fl. Lvcio Dextro, at veritatem tempus in lucem extrahit TomasTamayo de Vargas, s.n., Madrid, 1624, en la que daba cuenta del fallecimiento de suamigo don Luis de Tena Gmez (1557-1622).

    57 No hay dudas en el texto de Tamayo (1624, f. 94), pues las palabras que poneen su boca Kagan (2009, p. 261 y 2010, p. 362) son en realidad su crtica a la incre-dulidad de su vecino toledano, Eugenio Narbona, Historia de D. Pedro Tenorio,arobispo de Toledo, Toledo, Juan Ruiz de Pereda, 1624, fol. 16: movidos de unosfragmentos (no tan libres de excepcin), de Escriptores Antiguos, de nuevo halla-dos si no inventados por algn Moderno; parece que Tamayo