Plot, Martin - La Carne de Lo Social - Introduccion

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ISBN 978-987 -574-244-4

Índice

Plot, MartínLa carne de 10 social - Ia ed. - Buenos Aires : Prorneteo Libras,

2008.220 p. ; 2lx15 cm.

1. Pilosofía Política. I. TítuloCDD 320.1

Introducción: El advenimiento de 10 democrático-político 9

1. Una genealogía de! enigma de Ia democracia

1.1. Deus Mortalis: Hobbes, Locke, Rousseau y Ia busqueda de

un absoluto post-teologíco 271.2. La carne de 10 sociall: La institucionalización democráticade Ia oposición y Ia libertad en Montesquieu, El Federalista yTocqueville 64

ISBN: 978-987-574-244-4Hecho e! depósito que marca Ia Ley 11.723Prohibida su reproducción total o parcialDerechos reservados

Conc!usión: La fragilidad y el déficit institucional de 10democrático-político.................... . . ................. 215

© De esta edición, Prameteo Libras, 2008Pringles 521 (Cll183AEJ), Buenos Aires, ArgentinaTe!.: (54-11) 4862-6794/ Fax: (54-11) 4864-3297info@prometeolibros.comwww.prometeolibros.comwww.prometeoeditorial.com

2. Acciónpolítica y 10 democrático-político

2.1. La carne de 10 social Il: Merleau-Ponty y e! equilibrio inestablede Ia democracia 992.2. El elemento irreducible: una critica democrático-políticade Ia acción comunicativa de Habermas 1342.3. Acción política democrática y tiempo público: e! carácterexcepcional de Ia deliberación 174

Bibliografía. 219

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Introducción: El advenimiento de 10democrático-político

Más que seguir viendo a Ia democracia como un nuevo episodio de Iatransferencia de 10 religioso a 10 político, (no deberiamos concluir que Iasviejas transferencias de un registro ai otro tenían el objetivo de asegurarIa preservación de una forma que ha sido aboli da de allí en más, que 10

teológico y 10 político han sido divorciados, que una nueva experiencia deIa institución de 10 social ha tomado forma ... y que, en definitiva, ésta esuna expresión de Ia inevitable -y, sin âuâa, ontológica- dificultad que Ia

democracia tiene para leer su propia historia?

C1aude LefortLa democracia moderna es un enigma. Habiendo nacido de Ia separa-

ción de 10 teológico y 10 político ésta ha puesto a Ia sociedad cara a caracon su propia institución. En órdenes teológico-políticos, Ias sociedadesdan por presupuesta su propia existencia, se ven a sí mismas como unaunidad garantizada por Ia mirada exterior y objetivante de Dios. Las de-mocracias modernas, en cambio, confrantan Ia arnbiguedad propia delos seres que son en parte el resultado de su propía y permanente auto-institución, entidades que se manifiestan ante su propia mirada, entida-des que no son solo objetos ante otras sino que son a Ia vez sujeto yobjeto de sí mismas, entidades que ven, se ven y son vistas. Las democra-cias modernas son seres bidimensionales, reversibles, videntes visibles.Seres que, como decía Maurice Merleau-Ponty de todo aquello que no esni materialidad inerte ni etérea espiritualidad, ni pura positividad nipura negatividad, son carne. AI dejar de ser un objeto heterónomamenteconstituido, el cuerpo político deviene entonces carne auto-configurada.Una de Ias estrategias articuladoras que desarrollaré aquí con el objetivode comprender esta rnutación y el advenimiento de Ia forma de sociedadque llamaré democrático-política será precisamente Ia de iluminar Ias

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bajo hasta el más importante, y esta uruon es indisociable de Ia ·uniónmística entre rey y reino. "3 Más aun, Ia mirada unificadora de Dios" tienesu otro lado, porque en Ia misma medida en que el rey "tiene el don deatraer Ia mirada de todos, de concentrar sobre sí Ia absoluta visibilidaddei hombre-en-tanto-que-ser. este cancela Ias diferencias entre puntosde vista y asegura que todo converja en 10 Uno.'? En breve, el rey eratanto el cuerpo como Ia cabeza dei cuerpo político y así fue como Iarevolución democrática se puso en escena cuando tanto el cuerpo físicodei rey como el cuerpo político en su conjunto fueron decapitados." Lacorporalidad de 10 social -su unidad, su forma heterónomamente cons-tituida- fue así destruida. De esta manera, el enigma de Ia democraciamoderna es el enigma de una sociedad, de aqui en más, atrapada en unaconstante dinámica de auto-institución -que más adelante describire-mos, una vez más siguiendo a Merleau-Ponty, como el "equilíbrio inesta-ble'' de Ia democracia-, una dinámica que hace entonces su apariciónante Ia generación de un vacío de referencia trascendente generado porIa separación de 10 teológico y 10 político característica de Ia moderní-dado Lefort argumenta que este proceso debe ser visto como una muta-cíón simbólica. La democracia moderna nace deI desplazamiento de 10religioso de 10 simbólico a 10 imaginario. En este pasaje de un ordenteológico-político a uno democratico-político", Ia religión deviene ideo-logía y deja de gobernar nuestro acceso ai mundo porque deja de ser el

potencialidades políticas dei pensamiento deI último Merleau-Ponty. Detodas maneras, esto no será desarrollado sistemáticamente sino hasta Iasegunda parte del Iibro, en dónde exploraremos Ia relevancia de los tra-bajos de éste para una teoría de Ia democracia y de Ia acción políticademocrática. Por el momento, esbocemos Ia noción de democracia pre-sentada por Claude Lefort, estudiante, amigo y editor póstumo de Mer-leau-Ponty, quién ha desarrollado algunas de Ias implicancias de su pen-samiento para Ia teoría política contemporánea. En uno de sus muchosreconocimientos a Ia obra y estilo intelectual de Alexis de Tocqueville,Lefort dice:

EI arte de Ia escritura de Tocqueville parece, efectivamente, estar aiservicio de una exploración de Ia democracia que es, simultanea-mente, una exploración de Ia "carne de 10 social". Utilizamos esteconcepto -que tomamos prestado de Maurice Merleau-Ponty- paradesignar un tipo específico de medio (milieu) que se desarrolla a me-dida que es puesto a prueba por sus divisiones internas y es sensiblea sí mismo en todas sus partes. [... ] Tocqueville se deja guiar por Iasexigencias de su investigación. Explora el tejido social en su detallesin temor a descubrir allí propiedades contrarias. Me animaría adecir que ejecuta "cortes" en su tejido y que busca en cada una desus partes Ias potencialidades que se encuentran escondidas en suinterior, todo esto sabiendo que, en realidad, "todo es una unidad".[".] En este sentido, el díseüo de Tocqueville no es extrano a Iainspiración detrás de Ia Ienomenología ... Tocqueville trata de descu-brir algún principio generativo de Ia vida social pero no nos autorizaa creer que uno podría disipar Ia opacidad de Ia vida social misma. Loque él delinea es Ia exigencia de! descifrar interminable de Ia génesisde sentido.'

Siguiendo Ia famosa noción de Ernest Kantorowicz-, Lefort nos diceque los dos cuerpos dei rey en Ias monarquías teológicas eran Ia garantíapremoderna de Ia unidad social y política. EI reino era concebido comouna unidad orgánica y mística en relación directa con un cuerpo dei reyque era a Ia vez real y simbólico. En su carácter simbólico este represen-taba una unidad social externamente constituida: "Una unión carnal esestablecida entre el gran indivíduo y su masa de sirvientes, desde el más

3 Claude Lefort, Democracy and Political Theory (Minneapolis: University of MinnesotaPress, 1988), p. 245."Podría sonar extrano presentar a Ia "Mirada de Dios" como unificadora u "objetivante",como Ia lIamamos unas líneas atrás, de todas maneras esta referencia debe ser vista ensintonía con Ia crítica que Merleau-Ponty haría de Ia filosofia de Ia negatividad sartreanaen Lo Visible y 10 Illvisible. En Sartre, el "Ser" es presentado como ese opuesto, desencar-nado y chato, a una idea radical de sujeto. La bi-dimensionalidad a Ia que refíere Merleau-Ponty era presentada en Sartre como una polaridad entre un ser que sería pura positividadde un lado y una nada que seria pura negatividad de! otro. Lo que aquí queremos dejartrascender -y que enfatizaremosen el capítulo 2.1- es que 10 democrático-político es Iaforma de sociedad que no achata 10 social sino que asume plenamente su multi-dirnensiona-lidad, su camalidad.5 Lefort, Demotracy alld Po/itical Theory, p. 245."Edmund Morgan, quién también se apoya en los analisis de Kantorowicz, muestra queen el caso de Inglaterra Ias sucesívas luchas de poder entre el Parlamento y los oficiales deIrey Contribuyeron a un desplazamiento de Ia soberanía deI rey hacia el pueblo. Edmund~organ, Illvelltillg the People (New York: W W Norton, 1989), p. 18-37.

Proponemos aqui lIamar "democrático-política" a Ia forma de 10 social, en sentidolefoniano, que reemplaza los ordenes teológico-políticos en tiempos modernos porquees Ia irrepresentable idea de "pueblo" precisamente Ia que va a ocupar ellugar una vezOCUpadopor 105 dos cuerpos del rey.

IClaude Lefort, Writillg. The Po/itical Test (Durham: Duke University Press, 2000), p. 48-9. EI énfasis es de Lefort. L'lS traducciones de todos los textos citados en inglés sonnuestras. La traducción de los textos en francés cuyas citas provienen de su versióninglesa han sido contrastados con su original.2 Ernst Kantorowicz, The King's Two Bodies: A Study in Medieval Po/itical Theology (Prin-ceton: Princeton University Press, 1957).

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escenario en el que Ia sociedad se representa a sí misma. Con Ia apariciónde regímenes políticos seculares en Ia modernidad temprana, pera parti-cularmente durante Ias revoluciones democráticas de fines del siglo XVIlIy principios dei XIX en Europa y América, 10 político pasa a monopoli-zar aquello que Lefort llama 10 simbólico, el espaeio en el que Ia sociedadse pone a sí misma en escena, en forma y en sentido." De todas maneras,esta separación de 10 teológico y 10 político no cambia el hecho de queambos órdenes comparten Ia posición de un exterior-interior en el queIas sociedades se ven representadas. Según Lefort, entonces, 10 religiosoen regímenes teológico-políticos y 10 democrático en regímenes demo-crático-políticos gobiernan nuestro acceso ai mundo. Así es como Ia de-mocracia moderna, pone en escena

el único régímen conocido en el que el poder ha sido representadode tal modo que éste es un lugar vacío y que, por 10 tanto, ha mante-nido una separación entre 10 simbólico y Ia real. Esto es hecho através de un discurso que revela que el poder no pertenece a nadie;que aquellos que ejercitan el poder no Ia poseen; que éstos, en efec-to, no pueden sostener que el poder les es consubstancial; que elejercícío del poder requiere de competencía periódica y repetida;que Ia autoridad de aquellos dotados de poder es creada y re-creadacomo resultado de Ia manifestación de Ia voluntad deI pueblo.?

Aunque esta eita de Lefort podría sonar sorprendente -sobre todo porsostener 10 que parece casi un lugar común: que Ia política democráticaimplica alternancia y elecciones- es de todas formas crueial para nuestroargumento. Discutámoslo brevemente: a pesar de que su pensamiento esuno de 105 más complejos exponentes de Ia teoría democrática contem-poránea, cuando se trata de indicar Ias principales características de Iapráctica democrática, Lefort parece distanciarse de otros teóricos y limi-tarse a se fialar 105 lugares comunes de Ia alternancia política y el sufragio

"Este proceso no fue, por supuesto, lineal. Morgan muestra brillanternente para el casoinglés 10 que luego se generalizaria en Ia América hispana: el proceso por el cual e! ejércitoreclamaria para si una confluencia nacionalista, populista y teológica de poder de jure Y.de facto. "[En 16471 los voceros deI ejército y e! Rump ofrecieron, de una forma teológicanovedosa, argumentos que cedieron Ia soberania de! pueblo a los batallones más fuertes.Los defensores de esta teoria descubrieron que todo gobierno se basa en Ia fuerza y queeso era 10 que Dios queria. Era Ia obligación solemne de todos los hombres obedecer aquien fuese que tuviera Ia fuerza porque 'no es posible que alguien Ilegue a Ia cima deIpoder sin que asi 10 disponga Dios.' De esto se deducía que 'aquellos que poseen loslugares y ejercen Ia responsabilidad de facto deben recibir de jure y ex debito Ia dignidadpropia de Ia autoridad pública.''' Morgan, lnventing the People, 78-79.9 Lefort, Democracy and Political Theory, p. 225.

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universal como Ias características principales de dicha práctica. (Seráque 10 que esto significa es que Ia filosofia política de Lefort terminaenredándose en su propia complejidad discursiva y, por 10 tanto, Iallan-do en Ia tarea de identificar aquellos aspectos norma tivos más funda-mentales de Ia democracia contemporánea que otros pensadores sí 10-gran identificar? tO será, en cambio, que deberíamos considerar 105 apa-rentes lugares comunes de Ia alternaneia en el ejercicio dei poder me-diante elecciones periódicas y frecuentes y el sufragio universal comoefectivamente ocupando un lugarnormativo central en Ia institución ypermanente auto-institución de Ia democracia moderna? Para decirlosencillamente, el objetivo de este trabajo es sugerir una respuesta afirma-tiva a Ia segunda pregunta y, ai hacerlo, esbozar un concepto de aceiónpolítica, basado ahora sí en el precedente teórico dei pensamiento deLefort y en Ia teoría de Ia percepción, el lenguaje y Ia expresión de Mer-leau-Ponty, que demostrará ser central a Ia perduración de Ia forma de-mocrático-política.

En el ensayo "tPermanencia de 10 teológico-polítíco?'"? y en otros es-critos, Claude Lefort enuncia con cuidado 105 principales elementos deIa experiencia sin precedentes que es Ia democracia moderna. Como sue-le suceder con su trabajo, 10 hace a través de un juego de contrastes 11. Eneste texto, Lefort contrasta Ia democracia moderna con 105 regímenes teo-lógico-políticos -de Ia misma forma en que, en otros ensayos, pone encontraste Ia democracia con el totalitarismo- a fin de mostrar Ias princí-pales características de Ia experiencia democrática. Lefort afirma que Iabien extendida concepción decimonónica "de que uno no puede perci-bir Ias transformaciones que tienen lugar en Ia soeiedad política -de queuno, en verdad, no puede evaluar aquello que aparece, desaparece oreaparece- sin examinar Ia sígnífícacíon religiosa de 10 Víejo y de 10Nuevo"12 se basaba en el sentimiento post-revolucionario de que habíatenido lugar un corte fundamental con el pasado. Los pensadores deisiglo XIX sentían, sin duda, Ia centralidad de Ia relación entre 10 religio-so y 10 político en el contexto de 105 cambios que se sucedían ante suspropíos ojos, pera no estaban completamente preparados para compren-

10 Claude Lefort, "Perrnanence of the Theologico-Political?" en Democracy and PoliticalTheory, p. 255.11 En realidad, ésta es Ia cualidad que Lefort atribuye a 'Iocqueville. pero es claro que,tanto por su estilo como por su contenido, Tocqueville debe ser considerado uno de losgrandes maestros de Lefort.junto, por supuesto, con Maquiavelo, Marx y Merleau-PontyVéase Writing, p. 37.12 Lefort, Democracy and Po/itical Theory, p. 213.

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der su significación. Hege!, por ejernplo, denunció en Ia Encyclopedia elintento de separar 10 religioso y 10 político como Ia "monstruosa torpezade nuestros tiempos". Sin embargo, en e! caso de muchos otros autores,esta separación no fue interpretada como monstruosa. Lo que fue comúna muchos pensadores decimonónicos -y 10 que Lefort analiza en e! casoparticular de Miche!et- no fue el rechazo de Ia separación de 10·teológicoy 10 político sino e! supuesto de que Ia revolución había inaugurado unanueva tradición religiosa que adquiría, en ese momento, un rostro polí-tico. Según esta interpretación, Ia Revolucíón había reemplazado al cris-tianismo como religión de nuestros tiernpos!'.

Si bien dichos pensadores estaban inspirados por una intuición ade-cuada -Ia que afirmaba que Ia formación teológico-política parece ser undato primario de todo orden social'<- 10 que queda en Ia democraciamoderna del sistema teológico-político de representación no es el signi-ficado religioso de 10 político sino su "principio oposicional"!". Este prin-cipio oposicional es el que ahora, luego de! desplazamiento de 10 religio-so hacia el ámbito de 10 privado, queda como atributo exclusivo del polode 10 político. Hasta que tuvo lugar este proceso de desimbricación du-rante los siglos XVI, XVII Y XVIII, 10 teológico-político había sido Ia refe-rencia interna-externa que determinaba Ia forma de Ia sociedad. Lo polí-tico era, entonces, 10 que siempre ha sido: Ia configuración general de Iasociedad, su [orma": Pero esta forma era teológico-política en el sentidode que su mise-en-form, que también implica su mise-en-scene y su mise-en-senseI7

, se corporizaba en un representante con una referencia mística.

13 Lefort, Democracy and Political Tneory, p. 236 Ysíguíentes. "Michelet eleva a Buffon,Montesquieu, Voltaire y Rousseau ai rango de padres fundadores de Ia nueva humanidad(incluso los lIama "los grandes doctores de Ia nueva Iglesía") ... Vemos, aquí, Ia operatoriade Ia transferencia [de 10 religioso a 10 político]. 'Hasta entonces, Ia unidad había estadobasada en Ia idea de una encarnación religiosa o política. Un Dios humano, un Dios hechocarne era 10 que se necesitaba para unir Iglesia y Estado. La humanidad aún era débil, ysituaba su unión bajo el signo, el signo visible, de un hombre, un indivíduo. De ahora enadelante, Ia unidad será más pura y se verá libre de esta condición material" .DemocracyandPolitical Theory, p. 241.14 Ibid., p. 249."Tbíd., p. 251.16 Esto es en referencia a Ia afirrnación que realiza Lefort de que Ia filosofia políticasiempre se ha ocupado de Iaforma de Ias sociedades y no de 10 que, en Ia modernidad, Iasciencias sociales han identificado como una esfera interna de Ia sociedad en su conjunto:Ia religión, Ia política, Ia economia, etc. Volveremos en breve sobre este punto.17 Nos referiremos a estos conceptos de maneras diferentes, dado que estas ideas seincorporarán en su totalidad a Ia terminología de este trabajo. Sin embargo, convienesubrayar que Lefort se refiere así a esa forma de experiencia fenoménicamente indistinguiblede confíguracion (o pu esta en forma) de Ias sociedades, de pu esta en escena ante sí mismas yde auto-ínterpretación (o de ponerse en sentido) que él atribuye?1 polo de 10 simbólico.

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La representación de Ia sociedad ante sí misma era mediada por el mo-narca como representante de Dios, y estaba encarnada en aquél. La revo-lución democrática se produce cuando colapsa esta mediación con 10extra-mundano, así como su corporización en el cuerpo del rey. Sinembargo, esta mutación no implica que ahora Ias sociedades no tienenforma, sino que convierten esta forma en un enigma permanente y unalabor permanente de auto-configuración. En Ias democracias modernasIas sociedades ya no tienen un cuerpo; ahora, son carne que solo lograngenerar una cuasi-representación desí mismas. Dado que el ahora desin-corporado y vacío lugar de poder se vuelve normativamente el premio aobtener en una lucha política permanentemente arbitrada por Ia inter-vención tanto periódica como excepcional de Ia voz del pueblo, esta activi-dad autoconfigurativa a Ia cual se dedican Ias democracias modernasresulta ser Ia dimensión interminable, fundamental y constitutiva de supropia existencia. Si este enigma de Ia forma de 10 social se "resuelve", Iademocracia es destruida.

En 10 que resta de esta introducción, reconstruiremos Ia manera en Iaque se describe Ia democracia moderna en los escritos de Lefort. Y 10llevaremos a cabo de tal manera que nos preparará para e! análisis de losprocedimientos mediante los cuales los principales pensadores políticosmodernos registraron Ia mutación simbólica que llevó de 10 teológico-político a 10 democrático-político. Nuestro objetivo, en los dos primeroscapítulos que constituyen Ia primera parte, será e! de mostrar cómo estospensadores lidiaron con Ia difícil experiencia de un cuerpo político queai comenzar a perder su forma teológico-política comenzaba a precisar nuevasmaneras de concebir su forma. Esta "genealogía" mostrará una lenta peroprogresiva aceptación de esos "lugares comunes" democráticos que Leforttuvo Ia lucidez de mantener en el centro de Ia teoría democrática con-temporánea. Entonces, dirijámonos, primero, a una lectura más detalla-da de como Ia alternancia del poder, como resultado renovado de Ia lucha políticaperiódica y excepcionalmente arbitrada por Ia intervención de Ia voluntad de! pue-blo, se encuentra en e! centro de! enigma inaugurado con Ia experiencia de Ia demo-cracia moderna.

Como dijimos renglones más arriba, detrás del paso de 10 teológico-político a 10 democrático-político se encontraba una gran mutación sim-bólica. Sin embargo, de acuerdo con Lefort, hay también una segundamutación simbólica que tuvo lugar más recientemente y en algunas regio-nes de Ia modernidad misma. Dado que esta segunda mutación intenta-ba superar 10 democrático-político propiamente dicho, ésta también puedeser empleada -mediante e! juego de contrastes; es decir, Ia perspectiva

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"comparativa" de Lefort- para arrojar luz sobre Ia experiencia democráti-ca como tal. Esta segunda mutación Iue el advenimiento de! totalitaris-mo, una forma política que surgió dei objetivo de lograr una re-corpori-zación dei poder, como en los regímenes teológico-políticos, pero estavez dentro de los límites seculares inaugurados por Ia modernidad ymaterializando una noción de Pueblo-Uno que ahora se mostraba .sinfisuras ni divisiones, aunque ya no como resultado de Ia mirada de Diossino como e! efecto de una imaginaria auto-transparencia de 10 social.Estas dos mutaciones simbólicas sucesivas -de 10 teológico-político a 10democrático-político y de Ia indeterminación democrática a Ia autotrans-parencia dei Pueblo-Uno- dieron a luz a Ias formas políticas de Ias socie-dades modernas propiamente dichas: Ia democracia y e! totalitarismo.Como vimos, fue Ia imagen de los dos cuerpos dei rey 10 que se encontra-ba en e! centro de! juego de representaciones que caracterizó a Ia forma-ción teológico-política. La primera mutación simbólica tuvo lugar cuan-do este sistema de representación colapsó y emergió e! nuevo: Ia demo-cracia moderna. La segunda mutación simbólica tuvo lugar con el surgi-miento de un nuevo tipo de partido, un partido que ya no acepta ser sólouna parte, sino que afirma ser consustancial con el todo. En ese momento,emergió un nuevo sistema de representación, una sociedad que "pareceinstituirse sin dívisiones?". El totalitarismo es así una reacción contra Iadilución democrática de los indicadores de certidumbre, un intento por"resolver Ias paradojas de Ia democracía?". Sin embargo, es importantereafirmar que esta segunda mutación simbólica no restituyó e! modelo delos dos cuerpos dei rey. En el totalitarismo, el egocrata'" no representauna referencia exterior a Ia sociedad, sino Ia unidad irrefutable, secular ytransparente dei Pueblo-Uno. Comparar Ia democracia con el totalitaris-mo, entonces, efectivamente arroja luz sobre 10 democrático-político.

Las características centrales de Ia forma totalitaria de sociedad son Iaapropiación total dei poder, Ia negación de Ia distinción entre el estado yIa sociedad' civil y Ia superposición de los órdenes del poder, Ia ley y elconocimiento. Los regímenes totalitarios invierten por completo Ia lógicade 10 democrático-político. En aquellos, el poder ya no designa un lugarvacío sino que está re-incorporado. Esta restitución de un cuerpo a Iacarne de 10 social recrea en una nueva forma Ia negación de Ia divisióninterna. Ahora Ia sociedad se ve, como dijimos, como una unidad perci-

I" Claude Lefort, The Political Forms of Modern, (Cambridge: The MIT Press), p. 284.10Lefort, The Political Forms oJ Modern Society, p. 305.2l1LapaI abra es de Aleksandr Solzhenitsyn. The GulagArchipelago (Nueva York: Harper,1974.)

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bidalconstituida por una mirada, sólo que esta vez esta mirada no es Iade Dios sino Ia dei Partido", que afirma poseer una "certeza absoluta?"acerca de Ia naturaleza de 10 social. Cuando se instituye Ia imagen deiPueblo-Uno, aparece un nuevo sistema de representaciones, que Lefortdescribe como una cadena de asociaciones que termina concentrando enIa voluntad dei egócrata el conocimiento total de 10 social afirmado porel estado; es decir, Ia cadena de asociaciones que parte dei estado, pasapor el proletariado, el partido y los dirigentes para, finalmente, concen-trarse en el jefe dei partido. EI partido y su líder se convierten en Ia"cabeza" dei cuerpo social y Ia ideología, en su sangre.

EI contraste entre Ia democracia y el totalitarismo puede también ob-servarse en Ia lucha de Ia oposición histórica a este último, que Lefortanalizó en particular en e! caso polaco": En esa experiencia, Ia autoridadtotalitaria Iue "refutada de hecho, y limitada en principio", el "discursoestalló en cada esfera de Ia sociedad" y "Ias bases de legitimidad [se]derrumbaron". Lo importante es que esa refutación inventó derechos através de su misma irrupción, porque Ia expresión -en el sentido deMerleau-Ponty, como veremos más tarde- instituye Ia práctica y, en Iaexperiencia polaca, "[se] inventó un derecho que [abrió] un campo deacción y pensamiento liberado de Ia tutela dei poder'?". Los trabajadorespolacos no sólo demandaban demandas" sino que. exigían -y, en este mis-mo acto, se atribuían- una capacidad de acción que los convertía enactores políticos capaces de ejercer su derecho a tener derechos. Hasta elsurgimiento de una oposición religiosa puso de relieve Ia base antidemo-crática dei totalitarismo, porque ésta reestableció un lugar de legitimidadexterna ai poder corporizado ". En pocas palabras, 10 que Ia oposiciónpolaca puso en evidencia fue que una sociedad que se representa en Iaforma de un Pueblo-Uno no puede sobrevivi r a Ia experiencia de Ia divi-sión a Ia manera en que sí pueden hacerlo Ias democracias; esto dicho apesar de que Ia voluntad de zanjar Ias brechas de Ia división es un espec-tro que siempre acosa a Ia democracia, como veremos en Ia segunda partedei libro. Cuando el conflicto logró aparecer en el espacio público, el

21Lefort 10 expresa de esta forma: "Comienza a producirse una deglución imposible deiCuerpo por Ia cabeza".22Esta expresión es de Schrnitt. Véase Car! Schmitt, Crisis in Parliamentmy Democracy(Cambridge: The MIT Press, 2000).2) Lefort The Political Forms of Modern Society, p. 307-319.Hlbid., p. 310.25U

50 aqui Ia noción de demandas de una maneta análoga a Ia que le da Ernesto LacJau.Ver LacJau, Ernesto, The Populist Reason (London: Verso, 2007)."Ibid., p. 313.

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totalitarismo comenzó a derrumbarse porque el proceso de disenso mos-tró eI hecho de que Ia división social estaba meramente oculta, una expe-riencia que, según Lefort, introdujo un descreimiento generalizado, unagrieta definitiva en los pocos rastros de legitimidad que le quedaban airégimen. La forma democrático-política no sólo está rnejor preparadapara transformarse ante Ia acción crítica de Ia oposición política sino queadernás requiere dei surgimíento permanente de esta oposición porqueel conflicto social, Ia libertad y Ia oposición en ella están plenamenteinstitucionalizados: "Las instituciones [democráticas] organizan y ajus-tan el espacio de conflicto social. [... ] La posibilidad de un cambio polí-tico surgido desde Ia opinión pública, de un desplazamiento de Ia mayo-ría durante Ias próximas elecciones, deja a mucha gente con Ia esperanzade tener alguna incidencia en eI futuro?". En pocas palabras, Ia luchapor los derechos y Ia política democrática como tal son, en efecto, doscaras de Ia misma moneda. Ambas

explotan 105 recursos de Ia libertad y Ia creatividad que brotan deuna experiencia que acoge 105 efectos de Ia divísion; lambas] resistenIa tentación de intercambiar el presente por el futuro; lambas] hacenun esfuerzo, por el contrario, por discemir, en el presente, 105 signosde un posible cambio sugeridos por Ia defensa de derechos adquiri-dos y Ia exigencia de nuevos derechos, ai tiempo que se aprende adistingui rios de 10 que es meramente Ia satisfacción de intereses. Yquién podría decir que dicha política carece de audacia, cuando uno[vio] a 105 soviéticos, a 105 polacos, a 105 húngaros o aios checoslova-cos, o aios chinos en rebelión contra el totalitarismo: son ellos losque nos enseüaron a descífrar el significado de Ia práctica pohtíca".

Y este significado de Ia práctica política es 10 que precisamente aquíqueremos reconsiderar. Porque aunque Ia oposición aios regímenes teta-litarios analizados por Lefort afirmara, como 10 hacía, no tener intencio-nes políticas, Ia significación política de sus acciones era evidente por-que Ia idea misma de los derechos es incompatible con Ia fusión deipoder, eI sa~er y el derecho que tiene lugar en 105 regímenes totalitarios.

27 Ibid., p. 308. EI parrafo continúa de esta forma: "Así, vimos cómo Ia sociedad francesapudo absorber Ia imponente efervescencia que hizo erupción en mayo de 1968". Estarelación entre Ias elecciones y los acontecimientos inesperados que monopolizan Ia aten-ción dei público durante un período de tiempo estará en el centro de nuestro analisis enel capítulo 2.3, donde trataremos el carácter excepcional de Ia vida pública. Este fenóme-no -que analizaremos con el término de "tiernpo publíco"- muestra un aspecto noteorizado de Ia deliberación pública: ai igual que Ia decisión, Ia deliberación también tienelugar en Ia excepción.'"Ibid., p. 272.

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La práctica de Ia oposición y Ia erupción de Ia libertad en acto " institu-yeron una forma diferente de sociedad; es decir, 10 que aquí llamamos 10

democrático-político. Y por esto mismo es que comprendemos que Iasviolaciones aios derechos humanos por parte de 105 regímenes totalita-rios de Europa dei Este y Ia de 105 estados terroristas latinoamericanos,no fueron "excesos" sino un aspecto de una forma de sociedad que, ai ser Ianegación de Ia aceptación democrático-política de Ia indeterminación deIa carne de 10 social, trató de abolir radicalmente Ia separación dei poder,de Ia ley y dei conocimíento " De este modo, el totalitarismo, o 105 regi-rnenes que implantaron eI terrorismo de estado como estilo de ejercício

.dei poder, colapsan cuando cometen el "error" de mostrar "alguna" li-beralizacióri." Esto es así porque Ias luchas por 105 derechos humanosterminan desplegando y dando existencia a Ia práctica de Ia lucha demo-crática y a Ia acción política como tal". Ambos tipos de régimen colapsanporque abren una puerta que luego son incapaces de cerrar, exhiben elhecho de Ia division interna de 10 social y exponen 10 ficcional de Ia ideade Pueblo-Uno. Más aún, a pesar de su oposición ai régimen, Ia dinárni-ca de Ia institución de derechos se despliega desde una posición social ypolítica autolimitante " y por 10 tanto análoga ai carácter autolimitativode 10 democrático-político, un punto que desarrollaremos más adelantecon Ia noción merleau-pontyana de sobrerrejlexión. Y esto sucede tantodurante 105 procesos de transición a Ia democracia como una vez ya ins-talada Ia misma, como tarnbién desarrollaremos en este trabajo. Estasnociones implican que, una vez en democracia, ni Ia acción política ni Ialógica de derechos buscan un cambio de régimen sino que se desplieganai interior de 105 difusos límites dei régimen democrático. Este carácterautolimitativo de Ia democracia implica que un horizonte de transparen-

29Sobre Ia manera en Ia cuallos miembros de Ia oposición de Europa Central actuaban"como si" fueran libres y corno esto fue central para minar ai régimen totalitario, véaseJeffrey Goldfarb, After the Fali. The Pursuit of Democracy in Central Europe (Nueva York:BasicBooks, 1992).30 Lefort, Democracy and Political Theory, p. 22. Véase, también, Lefort, The Po/iticalForms of Modern Society, p. 122-36.11 Ciertos casos, como el colapso de Ia dictadura argentina a principios de Ia década de1980, son emblemáticos. En el caso de Ia Argentina, solo se necesitó de Ia imposibiliaddde acallar por completo ai movimiento de derechos humanos y dei uso de un discursoPopulista por parte de los militares durante Ia Guerra de Ias Malvinas para hacer que Iatransición a Ia democracia se hiciese inevitable.32Véase Isidoro Cheresky, Derechos humanos y política: Genealogia de Ia idea democráticamoderna (Buenos Aires: Instituto Gino Germani, 1993).33Jean Cohen y Andrew Arato, Civil Society and Political Theory (Cambridge: The MlTPress, 1997), p. 492-3.

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cia y de desaparición de Ia división social y dei conflicto son sólo posi-bles desde una perspectiva contraria a Ia forma de ser de Ia democrático-político. En palabras de Lefort, "quien secretamente suene con una abo-lición del poder ... imagina una sociedad que se pondría espontânea-mente de acuerdo consigo misma'?". Lo que "elude Ia imaginación":"es el enigma mismo de Ia democrático-político, esta es, Ia coexisten-cia de Ias cuest iones de Ia unidad y Ia pluralídad que caracteriza a Iacarne de Ia social.

A pesar de que nuestra inspiración es obviamente lefortiana, es detodos modos necesario cuestionar en forma parcial -porque se refiere alcampo mismo de Ia indagación presentado en este libro- Ia insisteneiapor parte de Lefort en que el campo de Ia filosofia política, por un lado,y Ias de Ia ciencia y Ia sociologia política, por el otro, difieren radical-mente. Lefort afirma que Ia filosofia política se aboca a Ia preocupaciónclásica por Ias formas de sociedad en Ia tradición de Ia politeia de Platon".Por otro lado, "Ia ciencia política y Ia sociologia política se relacionancon un dominio que ha sido delineado en respuesta a 105 imperativos deiconocimiento positivo y que está, como tal, circunscripto y distanciadode Ias demás dominios que se definen como, por ejernplo, 10 econórnico,10 social, 10 jurídico, 10 religioso, 10 estético, entre otros que se podríanmencionar":". La cuestion, sin embargo, es más cornpleja, y Lefort mismo10 reconoce. No obstante ello, desde nuestra perspectiva, su forma dereferirse a Ia ambíguedad que debería introducirse en esas distincionesno llega suficientemente lejos. "Detengamonos y redireccionemos nues-tros pasos", dice luego de haber enunciado su habitual punto de vistasobre este punto:

Debemos aceptar que Ia representación de Ia política que se encuen-tra en Ias orígenes de Ia ciencia social está generada por Ia constitu-

H Lefort , The Po/itica/ Forms ofModern Society, p. 272.35 Ibid, p.27l.36 Lefort se reííere a Ia filosofia de Ia forma en que Merleau-Ponty solta hablar de Iapintura. Merleau-Ponty decía, con frecuencia, que, desde 105 primeros intentos dei serhumano de haeer visible el mundo a través de Ia pintura, 105 pintores se han dedicado aIa misma tarea una y otra vez, comenzando siempre de nuevo y siempre yendo hasta elextremo. Lefort, por otro lado, dice que cuando habla de interpretar y reinterpretar 10político, él está "presentando deliberadamente Ia idea de una tarea que ha sido Ia mismadesde eI momento mismo en que fue formulada y que, sin embargo, siempre es precisocornenzar de nuevo en cada período, porque el conocimienroque esta procura no puededivorciarse de 10 que le es dado a cada uno para investigar desde su propia posicion".Lefort, Democracy and Po/itica/ Theory, p. 6.37 Lefort , Democracy and Po/itica/ Thwry, p. 2.

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ción misma de Ia democracia; porque es una verdad indudable, como10 afirma Ia ciencia social, que el poder ya no es exterior ... y que ... hasido desinmbricado de 10 religioso. Es, sin dudas, verdad que el po-der ya no refiere a un punto de origen que coincida con 105 orígenesde Ia ley y el saber y que, en ese sentido, el tipo de acciones y relacionesque se agrupan alrededor de su pala pueden distinguirse de otrostipos de acciones y relaciones que podrían ser llamadas jurídicas,económicas y culturales; y es, por Ia tanto, cierto que puede circuns-cribirse algo a Ia que pcdrtamos considerar Ia política [Ia politique].Lo que sí permanece oculto a Ia mirada dei observador científico esIa forma de 10 simbólico que, como resultado de Ia mutación en elpoder, hace que esta nueva distinción sea posíble: Ia esencia de 10político [du poli tique ]. La ilusión de que Ia político puede localizarse aiinterior de Ia sociedad está, por 10 tanto, no exenta de una ciertaconsistencia".

Lefort seüala una articulación entre Ias preguntas planteadas por Iafilosofia política -o, ai menos, Ias preguntas formuladas por su filosofíapolítica-, y Ias de Ia sociología política y Ia ciencia política, que mereceser explorada. Y en verdad él explora esa articulación, Ia misma queexploraremos en mayor detalle en esta obra. Más aún, esa exploraciónestá indicada permanentemente en sus textos. Por este motivo es que nopodemos evitar pensar que su insistencia acerca de Ia separación radicalentre Ia naturaleza de Ia filosófico y Ias indagaciones sociológicas sobre 10político es, en efecto, el producto de Ia dificultad, en su calídad deautor, para captar en forma integral el estilo y campo de su propia expre-sion. Sea como sea, Ia atención que presta Lefort a Ia esfera de nuestrointerés en este trabajo -el tipo de "acciones y relaciones" instituido por Iademocracia y su centralidad a Ia forma democrático-política; o, para de-cirlo de otra manera, Ia alternancia en el poder como resultado renovado de unalucha política periódica y excepcionalmente arbitrada por Ia intervención de Ia vo-luntad del pueblo- es de crueial importancia también en su teoría democrá-tica. Ya hemos visto que cuando Lefort elige describir Ias característicascentrales de Ia teológico-político o de Ias formas totalitarias de soeiedad,éSle dedica toda su atención a fenómenos tales como el de "Ias dos cuer-pos del Rey" o el Partido, que afirma representar ai Pueblo-Uno. Estasignifica que, incluso para Leíort, no es sólo Ia forma democrática desociedad sino toda forma de sociedad Ia que identifica como pclíticas a unupo dado de acciones y relaciones. Así Lefort, en Ia mayor parte de susanálisis se concentra tanto eri Ia forma general de sociedad -el estilo social

18Lefolt,Democracy and Po/itical Theory, p. 227 -8. Énfasis nuestro en "aeciones y relaciones".

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de un régirnen dado- como en esos tipos particulares de acciones y rela-ciones que cada forma de sociedad instituye como políticos.

La identíficación, por parte de Lefort, de tipos de acciones y relacio-nes que Ia democracia moderna afirma como central a su propia existen-cia puede encontrarse en casi cualquiera de sus textos. Y si bien es ciertoque él enfatiza que "no hay necesidad de detenerse en 105 detalles deiaparato institucíonal", observación con Ia que acordamos plenamente,tarnbién es cierto que Lefort sí se ocupa de esbozar Ias significaciones queIa constelación institucional de 10 que hemos llamado 10 democrático-político lleva implícita. Lo citaremos una vez más:

Lo importante es que este aparato [institucional] evita que 105 go-biernos se apropien el poder para sus propios fines y que 10 incorpo-ren a sí mismos. EI ejercicio deI poder está sujeto a procedimientosde redistribución periódica y representa el resultado de una con-frontación controlada, con reglas permanentes. Dicho fenórnenoimplica una institucionalización deI conflícto. Ellocus de! poder esun lugar vacío, que no puede ser ocupado -es de un tipo tal queninguna persona ni grupo puederi ser consustanciales con él- y nopuede ser representado. Solo 105 mecanismos de! ejercicio del poderson visibles, o solo 105 hombres, 105 simples mortales que ejercen Iaautoridad política. [YI e! fenómeno de Ia desincorporización [delpoder] ... está acornpanado por Ia separación de Ia esfera de! poder,Ia esfera de Ia ley y Ia esfera del conocimiento. [... ] EI ejercicio deipoder muestra, entonces, que está vinculado a Ia temporalidad de sureproducción y que está subordinado aI confhcto de Ias voluntadescolectivas. [... 1 La construcción de un escenario político en e! cualpuede producirse Ia competencia muestra que Ia división es, de ma-nera general, constitutiva de Ia unidad misma de Ia sociedad. 0, paraexpresarlo de otra manera, Ia legitimación deI conflicto puramentepolítico contiene, dentro de él, e! principio de una legitimación delconflícro social en todas sus formas.

puede reconocerse en Ia forma de una redistribución periódica de Iaautoridad política de acuerdo con normas que reglamentan el sufragiouniversal. Segundo, esta redistribución periódica deI poder implica Iainstitucionalización dei conflicto; y Ia escenificaclón dei conflicto en elpolo político muestra que Ia división, y no Ia unidad, es constitutiva de Iasociedad en Ia Iorrnacíón dernocráttco-política". Hablando un poco másconcretamente, 10 que Lefort da a entender es que el sueno de una supe-ración racional de sólo posiciones "aparentemente" en conflicto no essólo una utopía irrealizable sino, también, normativamente hablando, unsueno antidemocrático. Tercero, este fenómeno bidimensional de Ia desin-corporización deI poder y Ia institucionalización dei conflicto implicaque el locus dei poder es un lugar vacío y por eso no puede ser plena-mente representado: sólo son visibles 105 hombres y Ias mujeres que cir-cunstancialmente ejercen Ia autoridad política y 105 mecanismos por 105cuales llegan a hacerlo. Cuarto, Ia desincorporización deI poder tieneotras ramificaciones: separa Ias esferas deI poder, de Ia ley y deI conoci-miento; es decir, el poder político es irreducible a Ia posesión de unsaber o a 10 que dicte Ia ley, tanto como Ia ley y el conocimiento ya no sonreductíbles uno aI otro, ni aI poder político. Y todo esto, finalmente,significa que Ia democracia se instituye y a Ia vez se sostiene a través de Iadisolución de 105 indicadores de certidumbre con respecto a Ias creen-cias colectívas, los mecanismos de autoridad, Ias jerarquias sociales, etc.

Estas características de Ia forma democrático-política no surgieron deun modelo filosófico: como dice Lelort, 10 religioso y 10 político, no Iafilosofia, gobiernan el acceso al mundo. Sin embargo, ha sido en el lentoproceso de reflexión que efectuó Ia sociedad sobre Ia separación de 10teológico y 10 político, inaugurada en el siglo XVI, que estas característi-cas obtuvieron una configuración tanto conceptual como práctica. De estemodo, 10 que mostraremos en Ia primera parte deI libro es que estascaracterísticas institucionales son elementos constituyentes de Ia formademocrático-política y estuvieron -y aún siguen estando- en el centro deIa génesis misma deI principio democrático en 105 tiempos modernos. EnDesde mi punto de vista, 10 importante es que Ia democracia se ve

instituida y sostenida por Ia disolución de los indicadores de certidumbre.Inaugura una historia en Ia cuallas personas experimentan una inde-terminación fundamental respecto de Ia base deI poder, de Ia ley yde! conocimíento".

En estos párrafos se sintetizan 105 elementos centrales que Lefort atri-buye a Ia democracia moderna. Primero, Ia desincorporización deI poder

40 En "LPermanenciade 10 teológico-político?", Lefort toca este tema de Ia siguienteforma: "Lainstitucionalización dei conflicto no se encuentra dentro de Ia competenciadei poder; más bien, el poder depende de Ia institucionalización dei conflicto. Su!Ostitucionalización...nos permite identificarun campo específicode Iapolitica,el campode Iacompetencia entre los protagonistas cuyas formas de acción y programas explicita-mente losdesigna como losque reclamanel ejerciciode Iaautoridad pública. Esto revela,de inmediato, el vínculo existente entre Ia legitimidad dei poder y Ia legitimidad de un~onnictoque parece ser el elemento constituyente de Iapolítica". Lefort,Democracy and

ollltcal Theol""y, p. 226-7.3QLefort, DenlOcracyand Political Theory, p. 17-19. EI énfasis es de Lefort.

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Ia primera parte, también se establecerá Ia relación -con 10 cual se antici-parán muchas de Ias principales preguntas que se formularán más acaba-da mente luego en Ia segunda parte de este trabajo- entre Ia reconstruc-ción genealógica de! enigma democrático en el pensamiento políticomoderno y algunos debates contemporáneos de Ia teoría dernõcrática y elestudio del espacio público. Para cumplir con este objetivo, nos explaya-remos sobre ciertos conceptos del último Merleau-Ponty como forma desuperar algunas de Ias dificultades con Ias que ha tropezado Ia compren-sión de Ia indeterminación de Ia política democrática. El abordaje queseguiremos en Ia primera parte es genealógico porque es consciente de suposicionamiento retrospectivo: es decir, desde Ia perspectiva contempo-ránea de Ia teoría democrática y Ia cuestión de Ia democracia moderna,rastrearemos el advenimiento de esas instituciones y prácticas que dieronforma a 10 que llamamos "10 democrático-político".

Como 10 expresó Lefort: "el proyecto de interpretar o reinterpretar 10político con el objetivo de enfrentar Ias preguntas que surgen de Ia expe-riencia de nuestro tiempo no es, por cierto, un proyecto que pueda em-prenderse a menos que nos preguntemos: \~Qué es 10 político?':':". Y,desde nuestro punto de vista, interpretar 10 político en nuestro tiemporequiere una indagación de los problemas característicos de nuestras de-mocracias "verdaderarnente existentes?": Nuestro presupuesto es que unade Ias áreas centrales de esos problemas es Ia cuestión de Ia acción polí-tica en Ia sociedad política propiamente dicha. Como dijimos, para pre-sentar este argumento, introduciremos el trabajo tardío de Merleau-Pon-ty como punto de partida fundamental para Ia comprensión de 10 demo-crático-político. En nuestra interpretación de Ia obra de Merleau-Ponty,sugeriremos una productividad política de conceptos tales como "sobre-rreflexivo", "hiperdialéctico", "quíasrna", "reversibilídad" y "advenimíen-to". Este último concepto será muy importante, porque permitirá sugerirque 10 democrático-político es Ia forma que reemplaza Ia idea de trans-formación social implícita en Ia discontinuidad revolucionaria entre regí-menes con Ia idea de transforrnación implícita en Ia institucionalizacióndemocrática de discontinuidad dentro del régimen. La dinámica deI ad-venimiento -que presentaremos en paralelo con un concepto de "espaciopúblico" como dinámica de tiempo público- se convierte en el aspectofundamental que captarán los teóricos políticos, una vez que 10 teológico

41 Lefort, Demoaacy and Polilical Theory, p. 1.42 Nancy Fraser, "Rethinking the Public Sphere", en Craig Calhoun (ed.) Habcrmas andlhe Public Sphere CCambridge: The MIT Press, 1997)

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Y 10 político comenzaron a separarse a principios de los tiempos moder-nos: el objeto de 10 teológico (Ia sociedad humana) se convierte tanto en elobjeto como en el sujeto de 10 político, esto es, Ia carne de 10 social. Y, dichoen pocas palabras, éste es el motivo por el cual debemos comenzar, en Iaprimera parte, con el cuerpo político secular de Hobbes, el Leviatán; y espor esto que 10 concluiremos a Ias puertas de Ia noción de Ia carne de 10social en Merleau-Ponty.

Una vez que hayamos demostrado que el enigma de una sociedad queenfrenta su propia institución es originalmente Ia dimensión articulado-ra de 10 político en Ia democracia moderna, en Ia segunda parte del libronos dedicaremos a re-inscribir Ia cuestíón de Ia deliberacíón y Ia esferapública en Ia teorización dei campo político propiamente dicho. Sosten-dremos que Ia vida política no debería ser pensada, como 10 sugiereJürgen Habermas, en términos de una dívisión entre el gobierno comoespacio de mera racionalidad instrumental y Ia esfera pública como unespacio de comunicación libre de restricciones, simplemente porque,como dice Bernard Flynn, no es

posible concebi r Ia abolición de! poder. Según Lefort, Ia instituciónde Ia división social, Ia articulación que distingue a una sociedad deuna manada de animales, es, en sí misma, un acto de poder. .. EIespectro que acosa a Ia sociedad democrática es e! espectro de Iaunificación, el espectro dei Uno, e! dominio total de Ia diferencia.Según Lefort, actuar políticamente es rechazar este fantasma. Laacción política es ...una acción hermenéuticamente inscripta dentrode Ia carne dei campo político en Ia cual ésta se desplíega ".

En Ia segunda parte del libro, nos dedicaremos a debatir de maneraexplícita el concepto de "acción política democrática". En el primer ca-pítulo de Ia segunda seccíón, presentaremos entonces nuestra lecturadetallada de Ia contribución del último Merleau-Ponty a Ia teoría demo-crática. En el segundo, haremos 10 propio con el concepto de acciónpolítica democrática, en contraste con Ia noción de acción comunicativade Habermas. Este contraste generará Ias condiciones para el esbozo pos-terior de Ia relación de esta acción política democrática de inspiraciónweberiana y arendtiana con nuestra idea de tiempo público, 10 que seráel objeto deI tercer capítulo de Ia segunda parte del libro. Esta relaciónSugerirá que, de Ia misma forma en que se necesitan hablantes para sus-tentar una lengua viva, también se necesitan actores políticos democráticos

43 Bernard Flynn, Political Philosophy ai lhe Clasure af Metaphysics (Atlantic Highlands:Humanities Press, 1992), p. 202.

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para mantener vivas Ias instituciones políticas democráticas. Esta demos-tración nos obligará a considerar 105 estándares normativos a Ia luz de 105

cuales tendremos que juzgar .los partidos y 105 actores políticos, cuestióna Ia que se hará referenda tanto en el último capítulo como en Ia condu-sión dei libra.

1. Una genealogía del enigma de Iademocracia

1.1. Deus Mortalis: Hobbes, Locke, Rousseau y Ia búsquedade un absoluto post-teológico

Autorizo y entrego a este hombre, o a esta asambIea de hombres,el derecho a gobernarme, con Ia condición de que también Ie

entregues ese derecho y autorices todas sus acciones de Ia mismaforma. [... 1 Ésta es Ia generación de ese gran Leviatán o, mejor

dicho (para habIar con mayor respeto) de ese Dios Mortal, al cuaIdebemos, bajo el Dios lnmortal, nuestra paz y defensa.

Thomas Hobbes

Los pensadores políticos modernos Ilamados contractualistas han sidoletdos en una variedad de formas. Sin embargo, estas interpretacionesrara vez se distanciaron dei marco que considera a Hobbes el fundadordei gobierno absolutista y Ia sociedad atomista, a Locke el pionero de losderechos de propiedad y el gobierno limitado, o a Rousseau el propulsorde Ia voluntad general y Ia democracia directa. En el presente capítulo, aileer estos autores, haremos hincapié en un aspecto diferente de Ia obrade cada uno de ellos. Siguiendo Ia descripción de 10 democrático-políti-co que esbozamos en Ia lntraducción, ahora reconstruiremos, desde unpunto de vista genealógico, Ios aspectos cruciales de Ias teorías de estospensadores en Ios cuales Ia cornbinación dei conflícto político, Ia alter-nancia en el poder)' el sufragio universal se convierten, poco a poco, encl componente csencial de Ia auto-cornprensión de Ia democracia mo-derna. Adernas. en este capítulo y en eI siguíerue, no solo mostraremosque esta problemática está presente en Ios autores más influycntes deIpensamiento político moderno sino que también indicaremos como ellento reemplazo de una fuente mística de poder político por Ia idea de