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    I

    HACIA UNA PEDAGOGIA DE LA CONVIVENCIA.

    adems surge otra obligacin que, tras el profundo

    cambio de los marcos tradicionales de la existencia, nos

    exige comprender mejor al otro, comprender mejor el

    mundo. Exigencias de entendimiento mutuo, de dilogo

    pacfico y, por qu no, de armona, aquello de lo cual,precisamente, ms carece nuestra sociedad

    Esta posicin lleva a la Comisin a

    insistir especialmente en uno de los cuatro pilares

    presentados e ilustrados como las bases de la educacin.

    Se trata de aprender a vivir juntos Una utopa

    pensarn, pero una utopa necesaria, una utopa esencial

    para salir del peligroso ciclo alimentado por el cinismo

    o la resignacin.

    Jacques Delors (1996)

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    Hacia pedagoga de la convivencia

    En los ltimos tiempos hemos presenciado el crecimiento de undiscurso educativo sobre la convivencia. Esta forma parte de la

    reflexin de diferentes autores y define los ttulos de diversas

    publicaciones en el campo de la educacin1. Aunque se trata de una

    antigua aspiracin de los educadores, este concepto ha ido

    perfilndose con ms fuerza por su rica complejidad semntica y

    potencialidad tica en estos tiempos. En las siguientes pginas

    recuperaremos algunas de sus significaciones.

    Inicialmente, definiremos los alcances de una pedagoga de

    la convivencia, dando cuenta de su contexto multidisciplinario,

    para luego trabajar un binomio valrico clave, tolerancia-

    convivencia. Asimismo, abordaremos el sentido del tacto

    pedaggico en los procesos educativos. Posteriormente,

    resumiremos las ideas centrales del Informe Delors sobre el

    1Ver: Zaritzky, Graciela.(1999) La formacin para la convivencia y los

    derechos del nio. En: Varios. Educacin para la paz. Colombia: Mesa redonda

    Magisterio. Len, Eduardo.(1999).Aprendiendo a vivir con los otros. Lima:

    Tarea. Anderson, Tracy. (1999)Hacia una mejor convivencia. Una propuesta de

    enfoque y organizacin para la escuela de madres y padres. Lima: Tarea.

    Daniel, Norberto y Prez, Elena. (1998). La Convivencia en la Escuela: un

    hecho, una construccin. Hacia una modalidad diferente en el campo de la

    intervencin. Paids: B. Aires. Varios (1997)Programa de enseanza de

    habilidades sociales y educacin en valores para la convivencia. Madrid: GrupoAlbor-Cohs. Divisin Editorial. Guerrero, Luis. (1994). Aprendiendo a convivir.

    Estrategias para resolver conflictos con los nios en la escuela y en la familia.

    Lima: IEP. Mena, Isidora. (1993).Convivencia social en la educacin media.

    Santiago de Chile: CPU. Cembranos, Ma. del C. y Gallego, M.J.(1988). La

    escuela y sus posibilidades en la formacin de actitudes para la convivencia.

    Madrid : Instituto de Estudios Pedaggicos Somosaguas. Departamento de

    Ciencias de la Educacin, Madrid.

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    aprender a vivir con los dems. Finalmente, nos detendremos en

    algunas corrientes educativas que aportan experiencias y

    reflexiones sobre la convivencia desde el contexto educativo. Estascorrientes son en realidad respuestas pedaggicas a diversas

    demandas que la sociedad hace para mejorar la calidad de nuestro

    existir junto a otros.

    Definiendo una perspectiva tica-formativa

    Proponemos entender la pedagoga de la convivencia como unesfuerzo de reflexin crtica, inspirada en valores humanos, sobre

    los problemas y potencialidades de la convivencia en los procesos

    educativos. En esta propuesta reflexiva, la convivencia es

    problematizada como un fenmeno humano de la coexistencia que

    se produce entre los educandos y educadores. En ese sentido, nos

    interesa interrogarnos sobre los tipos o estilos de convivencia que

    se construyen al interior de los procesos de enseanza-aprendizaje.

    Ms especficamente, nuestra indagacin apunta a comprender

    cmo las personas aprenden a convivir en medio de las prcticas

    educativas.

    Pero, la convivencia no es slo un hecho sino tambin una

    bsqueda. De all, que al hablar de ella, asumamos este doble

    sentido: la convivencia como fenmeno y proyecto humano. La

    primera nos motiva a indagar sobre las formas de socializacin einteraccin en los procesos educativos, la segunda nos exige pensar

    y proponer, inspirados en determinados valores, en cmo convivir

    mejor ahora y aprender a convivir para despus. En realidad,

    necesitamos de ambas: del anlisis sobre cmo interaccionan

    educandos y educadores en contextos educativos intencionados,

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    como la escuela y otros, y cmo favorecer formas ms humanas de

    convivencia en dichos espacios.

    Las preguntas que desde esta perspectiva se legitiman

    conjugan tanto nuestras preocupaciones por la manera como

    interactuamos los seres humanas en las experiencias formativas as

    como los retos que nos plantea la sociedad para convivir mejor.

    Nuestro acercamiento mira la convivencia en las instituciones

    formadoras en medio de los problemas de la convivencia en la

    sociedad. De all, que nos interesa abrirnos a preguntas como: qutipos de convivencia son la que predominan en las prcticas

    educativas? para qu tipos de convivencia preparan las

    instituciones formadoras? en qu medida los procesos de

    enseanza-aprendizaje estn potenciando aquellos valores y

    competencias que las personas necesitamos para ser ms tolerantes

    y abiertas en nuestra relacin y comprensin de los dems?, cmo

    la educacin puede prevenir el desarrollo de la intolerancia, el

    dogmatismo y el autoritarismo?, qu conceptos y enfoques pueden

    ayudarnos a problematizar los mltiples aspectos que implican el

    aprender a convivir en un mundo de semejantes y diferentes?, qu

    corrientes educativas estn contribuyendo a enfatizar estos

    aprendizajes?

    Para responder a estas interrogantes necesitamos de un discurso

    crtico y motivante, capaz de ayudarnos y animarnos a este pensardesde espacios y tiempos diferentes la convivencia que buscamos

    construir en medio de las experiencias educativas y desde ellas hacia la

    sociedad.

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    Una pedagoga de la convivencia, como proyecto tico-

    formativo2, busca integrar nuestra necesidad de afirmar valores y

    enfoques que promuevan el aprendizaje de vivir junto a otrosdurante los procesos formativos y en medio de un contexto

    histrico determinado. Los valores y actitudes alrededor de la

    tolerancia, la solidaridad, la participacin, la comprensin, la

    prudencia, entre otros, son fuentes de interpelacin a nuestras

    formas de interactuar con los alumnos y entre docentes, y a los

    climas institucionales que hemos edificado. Los conceptos de

    lenguaje, comunicacin, dilogo, interaccin, habilidades sociales,clima, estrs y otros ms, nos sirven para iniciar una

    problematizacin crtica de los vnculos humanos en situaciones

    formativas. Esta perspectiva quisiera unir en un mismo esfuerzo

    integrador la opcin moral y la opcin crtica. La dimensin tica

    de esta perspectiva nos recuerda que para aprender a vivir junto a

    otros es imprescindible el cultivar una sabidura3, un arte y

    2 Aunque nuestra expresin es compuesta, vale rescatar las significaciones dadas

    sobre el trmino tica, Strotman (1996:56)La tica reflexiona los criterios de la

    praxis humana que llevan al hombre a una vida feliz o lograda por la distincin

    entre el bien y el mal. Bacigalupo (1996:69): Una convencin bastante

    aceptada entre filsofos reserva tica para la disciplina acadmica o la parte de la

    filosofa prctica cuyo objeto de estudio es la moral; y la moralpara el conjunto

    de costumbres que rigen de hecho la conducta humana en trminos de lo bueno y

    lo malo. Savater (1995:59): Moral es el conjunto de comportamientos que

    t, yo y otros que nos rodean solemos aceptar como vlidos; tica es lareflexin sobre por qu los consideramos como vlidos y la comparacin con

    otras morales que tienen personas diferentes. Pero en fin, aqu seguir usando

    una u otra palabra indistintamente como arte de vivir..

    3 Para Woodruff (2000): La sabidura es el resultado de la prctica constante de

    muchas virtudes. Es el resultado acumulado de una vida virtuosa y nos permite

    tener una visin integrada de la vida y los acontecimientos. La sabidura es

    capaz de atraer al otro y mantener un dilogo ameno, es acogedora; no

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    virtuosidad sobre nuestras relaciones con los dems, donde los

    valores que hemos aludido sean vividos como valores

    fundamentales y practicados con tacto, con sensibilidadpedaggica. La dimensin crtica nos alude al saber, a los

    conocimientos crticos que constituyen nuestras herramientas para

    analizar los problemas y potencialidades del convivir al lado de

    nuestros semejantes y diferentes. En esta direccin, la convivencia

    ser entonces una sabidura y un saber desde un actuar formativo.

    La accin formadora de los educadores demanda de unsaber y una sabidura sobre la convivencia en los contextos

    educativos. La imagen del docente, principalmente asociado al

    dominio de un conocimiento especializado, su materia, no es lo

    nico que l lleva en su profesin. El docente tambin ha

    desarrollado un saber y una sabidura de cmo convivir con los

    alumnos, con sus pares, con los padres de familia. Afirmar la

    legitimidad y necesidad de una mayor madurez de este lado de

    nuestra vida profesional es una de las intenciones explicitas de una

    pedagoga de la convivencia.

    Para ensayar respuestas a las preguntas aludidas

    anteriormente, as como para elaborar otras, necesitamos afinar una

    lectura aguda de los procesos educativos y tambin recurrir a los

    aportes que diferentes enfoques y disciplinas nos brindan para un

    acercamiento ms profundo sobre la convivencia humana.

    La convivencia: en la bsqueda de un enfoque multi-disciplina-

    rio

    amenaza ni asusta al otro, trata de comprender las cosas para ordenar lo que

    tiene que ser ordenado, se equivoca y sabe reconocer su error..

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    Postulamos una pedagoga de la convivencia como una reflexin

    crtica sobre los problemas y potencialidades de la convivencia alinterior de las experiencias educativas. Esta problematizacin sobre

    cmo conviven las personas en situaciones formativas y cmo

    pueden aprender a interactuar mejor desde ellas, puede ser

    enriquecida por las perspectivas que nos han venido ofreciendo

    diversas disciplinas.

    Nuestro intento en este punto es lograr un esbozo deaquellas tendencias que nos aportan ricas intuiciones, conceptos y

    alientos para este trabajo reflexivo en torno a aquellos conceptos

    nucleares de la convivencia humana: lenguaje, dilogo,

    comunicacin, interaccin, habilidades sociales, clima, estrs. No

    es la finalidad en este momento el confrontar a los autores que

    aludiremos, la insercin de ellos en este texto esta restringida a

    llamar la atencin en la vecindad de los temas que abordan. Una

    pedagoga de la convivencia est permanentemente atenta a los

    avances de investigaciones y reflexiones pluridisciplinarias sobre

    los conceptos claves que hemos mencionado.

    Desde el campo de la filosofa, valoramos aquellas

    contribuciones que han abonado un terreno fecundo para repensar

    el lenguaje y la comunicacin. Un hito significativo en este camino

    es el aportado por Austin y Searle desde la dcada de los 60. En suobra pstuma, Cmo hacer cosas con palabras (1962), Austin,

    reconoce que todo hablar es un actuar y que es necesario distinguir

    al menos tres clases de acciones cuando alguien dice algo. En

    primer lugar, al decir algo existe el acto de decirlo, es lo que

    decimos en cuanto acto de decirlo, que es el acto locucionario, y

    que equivale al significado en el sentido tradicional. En segundo

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    lugar, existe el acto que ejecutamos al decir algo, lo que hacemos al

    decir algo, tales como informar, ordenar, advertir, comprometernos,

    etc. y que se denomina acto ilocucionario. En tercer lugar, tambinrealizamos actos perlocucionarios, que son los que producimos o

    logramos porque decimos algo, como convencer, persuadir,

    sorprender o confundir. Estas son las consecuencias que

    contingentemente sobreviven porque lo hemos dicho. Searle, en su

    obra de fines de los sesenta, Actos de habla, retoma lo avanzado

    por Austin, mejorando la clasificacin de los actos ilocucionarios.

    Ciertamente, como lo reconoce Echeverria (1997), ambos autoresrepresentan un desplazamiento de una filosofa centrada en el

    anlisis lgico del lenguaje a otra donde el lenguaje es vinculado

    con la accin de los seres humanos.

    Watzlawick y otros (1987) han desarrollado desde un

    enfoque pragmtico de la comunicacin4 algunos axiomas

    exploratorios que destacan la importancia de la interaccin

    comunicativa. Para ellos, existe la imposibilidad de no

    comunicar. En otras palabras por mucho que uno lo intente uno,

    no puede dejar de comunicar. As, la imposibilidad de no

    comunicarse hace que todas las situaciones en las que participan

    dos o ms personas sean interpersonales y comunicacionales. En la

    comunicacin no slo se transmite una informacin, el contenido o

    4 El estudio de la comunicacin humana puede subdividirse en tres reas:sintctica, semntica y pragmtica. La primera se refiere a problemas sobre

    trasmitir informacin (codificacin, canales, capacidad, ruido, redundancia y

    otras propiedades estadsticas del lenguaje); La segunda es la preocupacin sobre

    el significado y la tercera se refiere a los efectos de la comunicacin sobre la

    conducta. Su inters no es sobre las relaciones emisor-signo o receptor-signo,

    sino la relacin emisor-receptor que se establece por medio de la comunicacin.

    (Watzlawick 1987 ).

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    aspecto referencial, sino que tambin enviamos un mensaje sobre

    cmo debe entenderse dicha comunicacin, que sera el aspecto

    conativo. Este aspecto nos dirige a la relacin entre loscomunicantes definida en trminos verbales o no verbales.

    Desde el contexto latinoamericano son interesantes las

    recientes incursiones que ha realizado Echeverra a partir de una

    reflexin ontolgica del lenguaje. Desde su enfoque, se postula que

    el lenguaje es, por sobre todo, lo que hace de los seres humanos

    seres lingsticos, que viven en el lenguaje, siendo sta la clavepara comprender los fenmenos humanos. Aunque reconoce que,

    adems del dominio del lenguaje, tambin tendemos al dominio del

    cuerpo y la emocionalidad. El autor, abandona una nocin que

    reduce el lenguaje a un papel pasivo o descriptivo; en su lugar, el

    lenguaje es asumido como generativo(1996:33): no slo nos

    permite describir la realidad, el lenguaje crea realidades. La

    realidad no siempre precede al lenguaje, ste tambin precede a la

    realidad. El lenguaje, postulamos, genera ser. Esta capacidad

    generativa permite asumir mejor las posibilidades infinitas de

    modificaciones de los seres humanos.

    Los alcances que desde la biologa del conocimiento ha

    logrado proponer el cientfico chileno Maturana reflejan cmo

    desde disciplinas tan distintas fluyen reflexiones que aportan a la

    comprensin del fenmeno de la convivencia humana, donde unavez ms el lenguaje y el dilogo representan dimensiones

    esenciales5. Segn Maturana y Varela, en toda reflexin sobre los

    5 Desde un enfoque sobre la evolucin humana, el lenguaje es considerado como

    el acontecimiento ms remarcable en la formacin de lo humano y la humanidad.

    Ver: Foley, Robert (1997) Humans before humanity. An evolutionary

    perspective. Massachusetts: Blackwell.

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    fundamentos del conocer humano, es indesligable el

    lenguaje(1990a:13): nuestro punto de partida, nuestroinstrumento cognoscitivo, y nuestro problema. De estamanera, el bilogo se aparta tambin de una concepcin slo

    instrumental del lenguaje; nos realizamos no porque el lenguaje

    nos permita decir lo que somos, sino porque somos en el lenguaje,

    advierte el autor. Los planteamientos de Maturana (1990b;1991)

    van tejiendo una compleja semntica en donde trata de anudar:

    lenguaje-conversacin-amor-estructura del ser humano

    Otra contribucin muy influyente durante las ltimas

    dcadas ha sido la elaborada por el filsofo alemn, Habermas,

    quien junto a otros desarrollar la llamada teora crtica de la

    sociedad. En este caso, el punto de partida para su reflexin es la

    modernidad. Desde una crtica hacia ella, el autor nos va insertando

    en una tensin donde emerge lo comunicativo como un concepto

    friccionado con lo instrumental. La modernidadsobredimension una racionalidad instrumental donde el empleo

    del lenguaje ha estado orientado al xito, ms que al entendimiento

    entre las personas. El reto, en ese sentido, es desarrollar aquella

    otra vertiente que qued bloqueada con el transcurrir de la

    modernidad: una racionalidad comunicativa. Esta descansa en la

    argumentacin, la pertinencia de las razones y la persuasin

    (Habermas 1987).

    Desde las aproximaciones de las ciencias sociales surgi un

    concepto fundamental para comprender la convivencia humana: la

    interaccin social. Una de las contribuciones del interaccionismo

    simblico -desarrollados desde comienzos de este siglo por Mead-

    es que la interaccin social no se concibe como una simple

    respuesta de la persona a factores que estn actuando sobre ella,

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    sino como un proceso de construccin que es tambin

    formativo(Woods, en: Vsquez y Martnez, 1996). La persona

    elabora esquemas de interpretacin que no son nunca definitivos,pero se confirman y precisan como consecuencia de su

    confrontacin con las respuestas de los dems. Esto no implica que

    la interaccin sea nicamente consensual; puede incluir otros

    modos de interaccin, desde el enfrentamiento hasta la indiferencia.

    Los diferentes actores no siempre atribuyen el mismo sentido a los

    smbolos que usan, sino que los pueden interpretar de forma

    diferente. Asimismo, la interaccin simblica es siempre unproceso de interpretacin recproca y nicamente podemos actuar

    recprocamente sobre la base de smbolos, en especial de smbolos

    lingsticos (Brumlik y Holtappels 1992).

    Entre los alcances vertidos desde el rea de la Psicologa,

    podemos rescatar aquellos sostenidos por la corriente articulada

    alrededor de la comunicacin interpersonal que destacan el papel

    de las habilidades sociales. La Psicologa Social y la Psicologa

    Clnica nos han alumbrado el campo para conceptualizar el

    adecuado desarrollo social de las personas. Este desarrollo permite

    relaciones interpersonales satisfactorias y efectivas que requieren

    habilidades cognitivas y destrezas conductuales organizadas

    (Hidalgo y Abarca 1992) Estas aproximaciones han generado a su

    vez propuestas para el entrenamiento de las personas que ayuden a

    superar dficits en sus habilidades sociales y crecimiento de suasertividad, as como su insercin en el campo educativo.

    Ciertamente, los avances que otras corrientes psicolgicas

    han realizado para dar cuenta de las inteligencias mltiples, y no

    slo la intelectual, sino tambin otras como la social-interpersonal

    (Gardner 1987), as como, la llamada inteligencia emocional

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    (Goleman 1998) expresan una flexibilidad mayor para repensar

    matices de la compleja y rica trama de la convivencia entre los

    seres humanos.

    Con relacin al clima, encontramos interesantes alcances

    provenientes desde las corrientes sobre gestin institucional,

    microsociologa, etnocomunicacin, psicologa organizacional,

    entre otras. Detrs de esta expresin existe una reivindicacin de

    los aspectos subjetivos en la vida de las organizaciones sociales

    que, como seala Prez (1998), difcilmente pueden ser reducidas afuncionar como mecanismos objetivos de precisin. Incluso en

    ambientes muy despersonalizantes dichos aspectos subjetivos

    trabajarn clandestinamente para realizarse de una u otra manera.

    Zabalza (1996) nos ofrece una variedad de acercamientos en torno

    al concepto de clima que nos demuestra su despliegue conceptual.

    Este autor nos resume las tres tendencias mayores en la definicin

    de clima. La primera, representa una visin objetiva del clima que

    alude a un conjunto de caractersticas objetivas y medibles de la

    organizacin que distinguen a una de otra. Una segunda, defiende

    una visin subjetiva, pero colectiva del clima, definida como la

    percepcin colectiva de la organizacin en su conjunto y/o de cada

    uno de sus sectores. La tercera es aquella que destaca el sentido

    subjetivo, pero individual del clima: cada persona elabora su propia

    visin de la organizacin y de las cosas que suceden.

    Un tema asociado al anterior es el que concentra la atencin

    en el desgaste profesional o estrs laboral. Este agotamiento se

    expresa en diversas formas de somatizaciones fsicas y cuadros

    depresivos y ansiosos en los profesionales. Particularmente,

    aquellos profesionales que trabajan permanentemente con personas

    son las que tienden a un mayor desgaste. Travers y Cooper (1997),

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    sostienen la importancia de comprender el estrs como fruto de una

    interrelacin entre la persona y su entorno. Ms especficamente,

    Arn y Milicic (2000), enfatizan las consecuencias de los climaspositivos y negativos en las escuelas, en el tipo de desgaste que

    sufre el docente y que se expresar en la interaccin profesor-

    alumno. Los avances en los estudios sobre el estrs laboral,

    particularmente entre docentes, nos permiten subrayar la exigencia

    de repensar la convivencia en las experiencias educativas6. Ms

    an, nos deben motivar a construir no slo instituciones eficaces

    sino tambin instituciones saludables. Esta ltima caracterstica esla que logra que sus miembros tengan la inteligencia emocional

    necesaria para resolver sus conflictos en formas constructivas a

    travs de un clima positivo de valoracin mutua.

    En las lneas anteriores hemos resumido algunas tendencias

    que desde distintas disciplinas, como la filosofa, la ontologa, la

    biologa, la psicologa, las ciencias sociales y otras nos aportan una

    mirada fresca y panormica de los elementos que cruzan el

    acercamiento al fenmeno del convivir junto a otros. Debemos

    profundizar nuestras aproximaciones a dichas contribuciones desde

    los avances propios realizados en el campo de la reflexin

    didctica, curricular y pedaggica.7

    6 Los 10 factores de estrs docente segn Travers y Cooper son: Interaccin do-

    cente-alumno, direccin/estructura de la escuela, tamao del aula, cambios en la

    enseanza, evaluacin del profesorado, preocupaciones directivas, falta de esta-tus/promocin, caresta de suplentes y de personal, inseguridad laboral, ambige-

    dad del papel del docente.77

    Existen enfoques que han centrado su anlisis en torno a ciertos aspectos propios

    de la convivencia en el aula: Coll, C. y Sole, I. La interaccin profesor-alumno

    en el proceso de enseanza y aprendizaje. En: Coll, C. y otros (1990) Desarrollo

    psicolgico y educacin T.2 Madrid: Alianza E d. Cazden, C. (1988) El

    discurso en el aula. El lenguaje de la enseanza y del aprendizaje . Barcelona

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    En Amrica Latina, encontramos huellas importantes en las

    reflexiones pedaggicas dejadas por Freire en su texto mayor:Pedagoga del Oprimido. All, dos de los cuatro captulos son

    dedicados al tema de la dialogicidad y de la antidialogicidad,

    para fundamentar una teora de la accin dialgica que sirva a

    la liberacin y no a la opresin, basada en la colaboracin, la

    unin, la organizacin y la sntesis cultural. Estas ideas germinales,

    de uno de los pedagogos latinoamericanos ms influyentes del siglo

    XX, no fueron suficientemente recogidas en una reflexin mssistemtica del papel del dilogo y el lenguaje en la accin

    educativa; as como la incidencia de ambos en la formacin de las

    identidades de los sujetos inmersos en los procesos educativos.

    En los ltimos tiempos, autores como Godenzzi (2001),nos

    ayudan a rescatar esta veta en torno a una pedagoga del

    encuentro

    que se rige por el paradigma conversacional. Laconversacin es una actividad de uno-con-otro; es entenderse-con-

    alguien-sobre algo; es decir y dejarse decir; es una actividad

    reversible de apelaciones y respuestas que transforma a los

    interlocutores. Desde el dominio educativo, sostiene el autor, el

    paradigma conversacional contribuye a cultivar la capacidad de

    entenderse con los otros para comprender el mundo, para organizar

    la convivencia, para expresar las propias emociones-razones, y

    someterse a la crtica de los dems. La pedagoga del encuentroes, en buena medida, un educarse en todas las posibilidades del

    lenguaje.(p.159).

    :Paids. Titone, R. (1986)El lenguaje en la interaccin didctica. Teoras y

    modelos de anlisis. Madrid: Narcea,1986. Satnford G y Roark, A. (1981)

    Interaccin humana en la educacin. Mxico: Diana.

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    Tolerancia y convivencia

    Como proyecto tico-formativo, la pedagoga de laconvivencia, descansa en ciertos valores y actitudes interpelantes y

    estimuladoras de las prcticas educativas. Ciertamente, la

    tolerancia es un valor fundamental para comprender y promover la

    convivencia. Considero a la persona tolerante seala Pareja

    (1997:31)- como aquella que ha desarrollado una gran sabidura de

    vida, al ser capaz de comprender la heterogeneidad humana y

    aprender a convivir pacficamente con ella. Sabemos que detrsde la tolerancia subyace una historia de conflictos que la han

    reclamado como uno de los valores sustanciales para la relacin

    entre pueblos y personas con religiones e ideologas distintas.

    Tambin reconocemos que alrededor de ste valor se ha

    desarrollado distintos enfoques conceptuales que han contribuido a

    matizarla.8

    Sin embargo, la tolerancia es un valor insuficiente para las

    demandas del vivir junto a otros. Esta limitacin ha sido

    evidenciada por diversos autores que nos pueden ayudar a ahondar

    en los desafos del convivir. En ese sentido, coincidimos con

    Latap - de quien precisamente hemos retomado la expresin

    pedagoga de la convivencia - que frente a la intolerancia opone

    la convivencia, sta incluye la tolerancia pero aade y engloba

    8 Para el caso de la tolerancia desde el punto de vista poltico ver: Landa, C.

    (1994)Apuntes para una teora democrtica moderna en Amrica Latina. Lima:

    Fondo Editorial PUC. Ver adems: Bada, Jos (1996) La tolerancia entre el

    fanatismo y la indiferencia. Estella (Navarra): Verbo Divino. Fernando Fuente

    (coordinador) (1996) Cultura de la tolerancia. Madrid : Fundacin Pablo VI .

    Kamen, Henry (1987) Nacimiento y desarrollo de la tolerancia en la Europa

    Moderna. Madrid : Alianza Editorial.

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    Hacia pedagoga de la convivencia

    otras significaciones y posibilidades. Segn este autor mexicano, la

    tolerancia tiene sus lmites en la medida que nos recuerda la

    importancia de la comprensin y respeto del otro diferente, peroadems de ello, hay que promover el verdadero intento de construir

    juntos algo con lo mo y lo del otro, y an ms, el hacer ma sus

    necesidades.

    Para Latap (1998:15) una pedagoga de la convivencia

    solidaria puede distinguirse a travs de cuatro pasos:

    El primero es trabajar en desmantelar nuestros prejuicios. Va el

    anlisis racional y psicolgico, identificar esas barreras con que

    blindo al diferente; dentro de esto est tambin comprender que

    otros tengan prejuicios contra m y tratar de explicrmelo.

    El segundo paso ser enfrentar al diferente mediante la

    comunicacin y el dilogo. Ante el diferente hay dos maneras

    incorrectas de proceder: anularlo para afirmarme, e integrarlo alo mo reducindolo a mis categoras, que es otra manera ms

    sutil de anularlo. Lo correcta sera intentar comprenderlo como es

    y reconocer su propia razn.

    Un tercer paso es intentar construir juntos, construir algo nuevo a

    partir de los mo y de aquello que considero valioso en el

    diferente.

    El cuarto paso es abrirnos a una actitud solidaria con el diferente,

    lo que implica hacer mas sus necesidades y colaborar con l en

    satisfacerlas.

    En opinin del autor, la tolerancia no rebasa los dos primeros

    pasos, se queda en la comprensin y respeto, de all su preferencia

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    por hablar de una convivencia solidaria que incluye el tercero y

    cuarto momento y que buscan una actitud de autntica solidaridad.

    Otra contribucin que se inserta tambin en la lnea de ir ms

    all de la tolerancia es la que nos presenta el Informe de la

    Comisin Mundial de Cultura y Desarrollo, Nuestra Diversidad

    Creativa. Una agenda Internacional para el cambio cultural,

    publicada por la UNESCO en 1995. All se advierte que la

    tolerancia no puede ser interpretada como una simple cuestin de

    vivir y dejar vivir, siendo neutrales ante las diferencias ydejando que las personas piensan y hagan lo que les plazca

    mientras no molesten a los dems. El texto adquiere expresiones

    definidas cuando sostiene que (1997: 34):

    La tolerancia no es el objetivo (aunque es claramente preferible a

    la intolerancia, a la discriminacin y a la persecucin). En el

    mejor de los casos, es simplemente un paso en la direccin

    adecuada hacia el objetivo de aprender sobre los dems ydesarrollar un mayor entendimiento de sus valores.

    El Informe Delors se ubica en una direccin similar a las

    anteriores cuando plantea una concepcin ms amplia que supere

    lo que denomina una tolerancia minimalista (1996: 64):

    El espritu democrtico no podra contentarse, con una forma de

    tolerancia minimalista que consistiera nicamente en avenirse a

    la alteridad. Esa actitud que pretende ser simplemente neutra est

    a merced de las circunstancias, que pueden invalidarla cuando la

    coyuntura econmica o sociolgica vuelve especialmente

    conflictiva la cohabitacin de varias culturas. Por consiguiente,

    conviene superar la simple nocin de tolerancia y basar la

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    enseanza del pluralismo en el respeto y aprecio de las otras

    culturas.

    Los planteamientos anteriores constituyen insumos valiosos

    para la actualizacin de un discurso educativo de la convivencia y

    nos permiten reforzar una idea fundamental: la convivencia

    asumida como proyecto humano, como propuesta de vnculos entre

    personas y colectividades, requiere de la tolerancia pero busca ir

    siempre ms all. Convivir es tolerar y arriesgarse a construir

    juntos algo que nace de nuestras semejanzas y diferencias.

    La sabidura del tacto en la convivencia educativa

    Podemos desarrollar una pedagoga de la convivencia en la

    medida que expresemos una intencin de reflexin sobre nuestras

    interacciones comunicativas en situaciones formativas para mejorar

    nuestro tacto pedaggico. Esta necesidad de reflexin es muypertinente para enfrentar el desgaste de vitalidad de nuestras

    interacciones. La calidad de nuestra convivencia puede debilitarse

    ante la falta de momentos ms agudos de autoanlisis sobre cmo

    interactuamos y frente al peso de las rutinas institucionales. Ms

    an, la tarea educativa es una tarea con un alto de grado de

    imprevisibilidad, llena de emergentes, frente a los cuales solemos

    reaccionar no pocas veces con una pobreza de tacto, de sensibilidadpedaggica.

    Van Manen, ha rescatado esta potencialidad del tacto en la

    convivencia educativa y cuestionado su poca explicitacin en las

    teoras educativas(1998:149):

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    En otras palabras, todos sabemos algo sobre el tacto y sobre la

    necesidad de usarlo en nuestro trato con los nios. Las teoras de

    la educacin sorprendentemente, guardan silencio respecto a laimportancia de la calidad del tacto y sus manifestaciones. Es

    debido a que asumimos que el tacto es simplemente un extra,

    algo quizs deseable, pero en realidad superfluo en la verdadera

    tarea de educar a los nios? O es porque el tacto ocupa un aparte

    tan evidente de la vida cotidiana que no solemos preguntarnos su

    significado?.

    Para Van Manen, el tacto es el lenguaje de la accin en losmomentos pedaggicos que revelan una implicacin inmediata del

    educador en situaciones muchas veces inesperadas pero que exigen

    una respuesta. El tacto como forma de interaccin humana significa

    que nos mostramos inmediatamente activos en una situacin:

    emocional, receptiva y conscientemente. El tacto es en esa medida

    la comprensin pedaggica de prestar atencin a los educandos a

    travs de qu notamos sobre ellos, en la forma en que losescuchamos. Esta prctica sensible de prestar atencin expresa una

    responsabilidad de los educadores por ayudar al educando a su

    crecimiento. Esta responsabilidad hace que el educador pueda a

    travs del tacto transformar una situacin improductiva, poco

    prometedora, en un acontecimiento positivo para el educando.

    El autor nos advierte de un falso tacto desarrollado ms bien

    para manipular, es un tacto astuto que camufla sus verdaderasintenciones y que no representan lo mejor para la otro. El tacto no

    se lleva bien con la hipocresa, el engao, la avaricia, la

    posesividad y el egosmo.

    Van Manen resume en cuatro las caractersticas que definen

    el tacto pedaggico. En primer lugar, el tacto es la prctica de

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    orientarse hacia los dems, es la prctica de la alteridad mediante la

    cual opera una actitud de no considerarnos a nosotros mismos

    como el centro permanente de todas las cosas. La experiencia delotro es la rotura del silencio de mi mundo, que est centrado en el

    Yo. La voz del otro descentra mi universo. En segundo lugar,

    tener tacto es tocar a alguien y ello puede significar un simple

    roce, una palabra, un gesto o el silencio. Este toque puede de

    acuerdo a la situacin ser no necesariamente blando, sino tambin

    firme y decidido. En tercer lugar, el tacto es implanificable dado el

    carcter imprevisto de muchas situaciones educativas. Pero inclusoaunque el tacto no se pueda planificar, uno puede prepararse,

    preparar el corazn y la mente. En cuarto lugar, el tacto est

    gobernando por ideas pero depende del sentimiento y ello porque

    los seres humanos somos capaces de ejercer instantneamente la

    compleja facultad compuesta de perceptividad, sensibilidad e idea,

    y de adaptarse a la experiencia mutua: Ejercitar el tacto significa

    veruna situacin que reclama sensibilidad, entenderel significado

    de lo que se ve,sentir la importancia de esa situacin,saber cmo

    y qu hacer, y finalmente hacer algo correcto. Una ltima

    caracterstica del tacto es que ste gobierna improvisadamente la

    prctica. No existen reglas ni modelos predefinidos para actuar con

    tacto. En ese sentido, no son como los buenos modales para los

    cuales existen modelos prescritos para situaciones oficiales. Sin

    embargo, el tacto exige una disciplina delicada para que domine la

    praxis como accin llena de consideracin, consideracin llena deaccin.

    Cmo se manifiesta el tacto pedaggico? A esta pregunta,

    Van Manen responde que este se manifiesta retrasando o evitando

    la intervencin: a veces la mejor forma de actuar es justamente no

    actuar. Por lo tanto, el tacto incluye la sensibilidad de saber cundo

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    dejar pasar algo, cundo evitar hablar, cuando hacer como que no

    nos damos cuenta. El tacto tambin se expresa como receptividad a

    las experiencias del educando. Ello exige el evitar tratar lassituaciones de una manera estndar o convencional. Tambin se

    evidencia el tacto siendo sensible a la subjetividad, especialmente a

    la experiencia subjetiva del propio aprendizaje del alumno. El

    tacto, igualmente se exterioriza como una influencia sutil del

    educador que muchas veces no es capaz l mismo de reconocer.

    Otra forma de manifestacin del tacto es como seguridad ante las

    diferentes situaciones. Saber controlar con seguridad las situacionesimpredecibles es todo un reto. Asimismo, el tacto es posible como

    el don de saber improvisar.

    El desarrollo del tacto pedaggico puede definitivamente

    servir en varias direcciones. El tacto puede ayudar a preservar el

    espacio del nio o educando. Ello significa retirarse cuando sea

    posible, pero mantenerse disponible para cuando las situaciones se

    vuelven problemticas. Al retirarse, el educador o adulto, crea el

    espacio en el que el educando pueda tomar decisiones y actuar por

    s mismo. Otro beneficio del tacto es que protege lo que es

    vulnerable. La vulnerabilidad, sobre todo del nio, exige al adulto

    convertir su poder en amabilidad y consideracin. El tacto tambin

    nos ayuda a evitar el dolor, lo hace ms llevadero, as como nos

    permite recomponer lo que se ha roto. En definitiva, a travs de un

    buen tacto podemos reforzar lo que es bueno para el alumnocreyendo en sus posibilidades y resaltando lo singular. Gracias al

    tacto, podemos reconocer las diferencias y preguntarnos: en qu

    sentido se diferencia este alumno?; qu puedo hacer para ayudar a

    que se d cuenta de su singularidad?. Por medio del tacto podemos

    favorecer el crecimiento personal y el aprendizaje de los

    estudiantes, reconociendo que tanto los contenidos como la forma y

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    el tacto con que el profesor enfoca la enseanza tienen

    consecuencias para el desarrollo personal y aprendizaje de ellos.

    Las ideas que hemos resumido de Van Manen, constituyen

    una valiosa reivindicacin de aspectos propios de la convivencia en

    procesos formativos. Podramos agregar que la sabidura en este

    tipo de convivencia se expresa en el tacto pedaggico. Esta

    sabidura del tacto nos reitera la importancia del lenguaje, la

    gestualidad, el silencio, el ambiente y otros elementos que definen

    nuestra interaccin cara a cara entre educadores y educandos.

    La sabidura del tacto pedaggico es crucial para afrontar

    una de las caractersticas de la interaccin profesor-alumno. Esta se

    sustenta en una estructura asimtrica que permite el desarrollo de

    funciones distintas y no iguales entre ambos. Estamos ante una

    estructura necesaria que implica una distancia y expectativas de

    funciones hacia el profesor y el alumno. Reconocer dicha asimetra

    y aprovecharla constructivamente exige de una sensibilidad e

    inteligencia durante las interacciones que la podemos cultivar

    gracias al tacto pedaggico.

    Aprender a vivir juntos

    El discurso educativo de la convivencia ha sido ricamente

    perfilado en el Informe de la Comisin Internacional sobre laEducacin para el siglo XXI de la UNESCO, presidida por Jaques

    Delors,La educacin encierra un tesoro (1996). All, se considera

    que, adems del aprender a conocer, aprender a hacer, y el

    aprender a ser, existe un cuarto pilar de la educacin

    contempornea que debe ser acentuado: el aprender a vivir juntos

    o aprender a vivir con los dems. Este debiera convertirse en un

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    pilar crucial tanto de las prcticas educativas como de la reflexin

    que hacemos sobre ellas.

    En el captulo que la Comisin dedica a los cuatro pilares de

    la educacin, se expresa como diagnstico que el aprender a vivir

    juntosse enfrenta a una tendencia de los seres humanos a valorar

    en exceso sus cualidades y las del grupo al que pertenecen,

    alimentando prejuicios desfavorables hacia los dems. El Informe

    agrega otra tendencia que hace an ms arduo este tipo de

    aprendizaje. Segn el texto, la actual atmsfera competitiva quepredomina en la actividad econmica nacional e internacional,

    tiende a privilegiar el espritu de competencia y el xito individual.

    Ms an, esa competencia da lugar a una guerra econmica

    despiadada provocando tensiones y exacerbando rivalidades

    histricas. La Comisin lamenta (p.104) que, a veces, la

    educacin contribuya a mantener ese clima al interpretar de manera

    errnea la idea de emulacin.

    Para avanzar en un aprender a vivir con los dems el

    Informe Delors propone dos orientaciones complementarias: el

    descubrimiento del otro y el tender hacia objetivos comunes. Para

    descubrir al otro, la educacin tiene la doble misin: ensear la

    diversidad de la especie humana y contribuir a una toma de

    conciencia de las semejanzas y la interdependencia entre todos los

    seres humanos. Como una consecuencia de dicha misin, el textohace un llamado de atencin particularmente a los profesores

    (p.105):

    La forma misma de la enseanza no debe oponerse a ese

    reconocimiento del otro. Los profesores que, a fuerza de

    dogmatismo, destruyen la curiosidad o el espritu crtico en lugar

    de despertarlos en sus alumnos, pueden ser ms perjudiciales que

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    benficos. Al olvidar que son modelos para los jvenes, su

    actitud puede atentar de manera permanente contra la capacidad

    de sus alumnos de aceptar la alteridad y hacer frente a lasinevitables tensiones entre seres humanos, grupos y naciones. El

    enfrentamiento, mediante el dilogo y el intercambio de

    argumentos, ser uno de los instrumentos necesarios de la

    educacin del siglo XXI.

    Para tender hacia objetivos comunes, el Informe Delors

    promueve el compromiso de las personas en proyectos motivadores

    que permiten superar los hbitos individuales y valorizar lospuntos de convergencia por encima de los aspectos que separan,

    dando origen a un nuevo modo de identificacin. El texto afirma

    que, se debe iniciar desde muy temprana edad a los alumnos en

    proyecto cooperativos en el marco de actividades deportivas,

    culturales y sociales. Asimismo, expresa que, la participacin de

    los profesores y alumnos en proyectos comunes puede facilitar el

    aprendizaje de un mtodo de solucin de conflictos y constituirseen un antecedente para los jvenes en el futuro de sus vidas.

    Tambin en otras partes del Informe es posible localizar

    diferentes orientaciones vinculadas a aspectos concernientes a este

    pilar de la educacin, como en el captulo denominado:De la

    cohesin social a la participacin democrtica. As, en torno a la

    enseanza del pluralismo y la tolerancia, se plantea que esta debe

    basarse en asumir la diversidad y la pertenencia mltiple como

    una riqueza. Por otra parte, se sostiene que esta enseanza. no

    slo debe ser entendida como una proteccin contra las violencias,

    sino adems como un principio activo de enriquecimiento cultural

    y cvico de las sociedades contemporneas que ayude a afirmar el

    derecho a la diferencia y la apertura a lo universal.

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    En el mismo captulo, Delors nos alerta a comprender que

    la enseanza de la tolerancia no se juega en una clase, ella ha de

    considerarse como una empresa permanente cuya prctica debebuscar formas coherentes de insercin en el quehacer educativo (p.

    63).:

    En efecto, los valores en general y la tolerancia en particular no

    pueden ser objeto de una enseanza en el sentido estricto de la

    palabra: querer imponer valores previamente definidos, poco

    interiorizados, equivale en definitiva a negarlos, pues slo tienen

    sentido si el individuo los escoge libremente.

    Una orientacin adicional que el Informe plantea para la

    enseanza de la tolerancia es el asumir la escuela como una espacio

    para explicar desde varias perspectivas las ideologas presentes en

    la sociedad, incluso las que influyen en la propia escuela(p. 63):

    Sin embargo, debera incumbir a la escuela explicar a los jvenesel sustrato histrico, cultural o religioso de las distintas ideologas

    con que estn en contacto en la sociedad circundante o dentro de

    su establecimiento o de su clase.

    La Comisin subraya que este trabajo explicativo no debera

    herir las sensibilidades, ms bien debe motivar el ingreso de la

    poltica y la religin en la escuela bajo un clima de mayor madurez

    y apertura.

    En definitiva, el Informe Delors significa un hito

    significativo en la legitimacin de una pedagoga de la convivencia,

    de reflexiones sobre un aprendizaje permanente que transcurre

    dentro de la escuela pero con una profunda repercusin fuera de

    ella y a la vez influenciada por ese contexto externo; adems,

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    Delors nos invita no slo a la reflexin, sino tambin a la

    afirmacin de valores y actitudes necesarias para vivir junto a los

    dems, como la tolerancia, el pluralismo, la participacin y otrosque son igualmente enriquecidos por diversas corrientes educativas

    contemporneas. Veamos ahora algunas de ellas.

    Corrientes educativas que alimentan una pedagoga de la

    convivencia.

    La legitimidad de una pedagoga de la convivencia, de unareflexin sistemtica que ayude a potenciar nuestro aprender a vivir

    con los dems, se expresa tambin en el desarrollo terico y

    valrico de diversas corrientes educativas que avanzan en esa

    direccin. Estas corrientes9, desde acentos distintos, han ido

    construyendo lenguajes pedaggicos pertinentes para el aprender a

    convivir en medio de los procesos educativos, como: la educacin

    intercultural, la educacin moral, la educacin en derechos

    humanos y la paz, la educacin desde la perspectiva del gnero, la

    educacin para la resolucin de conflictos y la educacin

    ciudadana. Estas, as como otras, son corrientes complementarias

    que desde ngulos particulares promueven reflexiones y prcticas

    que buscan: el reconocimiento del otro, la tolerancia, la integracin,

    9 Sobre la conceptualizacin de corrientes es sugerente la definida por

    Capella(1999:51): En el campo de las ciencias sociales, y por ende de la educacin, se

    suele llamar corriente al conjunto homogneo de ideas y fenmenos cuya

    importancia, a travs del tiempo y del espacio, crece, se estabiliza, disminuye o

    desaparece. Cuando se estudian corrientes que se dan en un mbito determinado

    se observa que existe una cierta correlacin de stas con otras de ndole filsofi-

    ca, psicolgica, poltica, social, econmica, etc. por lo que en s mismas slo

    tienen carcter referencial.

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    la cooperacin, la responsabilidad, y otros valores propios del

    aprender a vivir con los dems en un mundo de semejantes y

    diferentes. Cabe advertir, que el seleccionar varias de ellas, no deberestar las posibilidades que se abren desde los cursos o asignaturas

    convencionales en los centros educativos para pensar y facilitar

    este aprendizaje.

    La educacin intercultural

    Esta tendencia ha manifestado un gran crecimiento en laactualidad con muchas posibilidades de impacto. Esta corriente es

    motivada en parte por una mayor conciencia de los conflictos

    culturales, la crisis de la modernidad y la globalizacin mundial.

    Existen a su vez perspectivas filosficas y desde las ciencias

    sociales que alimentan sus fundamentos10. Segn Vallescar (2001)

    la interculturalidad representa un avance respecto al

    multicuturalismo en el sentido de que este ltimo se refiere a la

    presencia, en un mismo lugar, de culturas distintas que no estn

    necesariamente en relacin o estaran en relaciones conflictivas. En

    cambio, desde el horizonte de la interculturalidad se exige no slo

    el reconocimiento sino conceder a cada cultura la facultad de

    contribuir con su aportacin particular.

    Zuiga y Ansin (1997: 39) han resumido as los objetivos de esta

    corriente:

    10 Adems de los llamados clsicos post-modernos ver: Taylor, Charles (1993).

    El multiculturalismo y la poltica del reconocimiento. Mxico: FCE. Honneth,

    Axel (1997) La lucha por el reconocimiento. Sobre la gramtica moral de los

    conflictos sociales. Barcelona: Crtica de Barcelona.

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    La construccin, definicin y valoracin de la propia identidad,

    personal y cultural, como base para relacionarse con otras

    identidades, individuales y sociales.

    La formacin en valores de alto contenido democrtico, como el

    respeto mutuo, la tolerancia, la igualdad, la justicia y la paz. La

    tolerancia debe ser entendida como virtud de reconocimiento del

    otro y no como una actitud de condescendencia frente a un

    posible ser inferior.

    La gestacin de actitudes favorables a las personas y expresionesde las diversas culturas de la sociedad nacional y mundial,

    actitudes que se fundamentan en el conocimiento, comprensin

    respeto y valoracin de las mismas. Estas actitudes contribuirn

    a superar comportamientos discriminatorios que afectan la vida

    nacional.

    El desarrollo de capacidades de comunicacin e interaccin con

    personas de culturas diferentes a la propia, lo que ayudar a laconstruccin constante de nuevos conocimientos, la conciencia

    de los deberes y derechos de uno y de los otros, pareja a la

    conciencia de nuestra interdependencia.

    El desarrollo de habilidades cognitivas, capacidad de anlisis y

    destrezas necesarias para participar activa y crticamente en la

    toma de decisiones polticas y en actividades socio-econmicas

    de la localidad y del pas.

    El acceso a un bagaje de conocimientos que permita un desarrollo

    intelectual que, unido a la prctica de valores democrticos,

    contribuir a la formacin de personas con capacidad de

    liderazgo en una sociedad justa.

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    La estimulacin de la creatividad, la imaginacin y la

    sensibilidad plasmadas tanto en actividades socio-econmicas

    que contribuyan al desarrollo sostenible, como en diferentesformas de expresin artstica.

    Esta corriente nos ha ayudado a reconceptualizar la educacin

    bilinge para reinsertarla en el marco de la interculturalidad.

    Tambin nos est desafiando, como bien lo advierte Merino y

    Sedano (1995), a superar la visin extica y anecdtica de las otras

    culturas cuando stas son incorporadas en las escuelas. Igualmente,

    ambos autores insisten en no reducir la educacin intercultural slo

    a una cuestin escolar, ella es una tarea que implica al conjunto de

    la sociedad, porque responde a problemas que no son meramente

    escolares. Asimismo, la educacin intercultural, a travs de

    diversos programas y reflexiones, est contribuyendo, como lo

    sostiene Daz Aguado (1995), a prevenir desde las aulas formas

    de intolerancia como el racismo.

    La educacin moral.

    Una preocupacin creciente de esta corriente ha sido el

    fundamentar y buscar formas de introducir su perspectiva en el

    currculo escolar. Una de sus fuentes de elaboracin conceptual

    proviene del campo de la psicologa, que cuenta entre sus tericos

    ms influyentes de este siglo a Lawrence Kholberg. Este autorretom el legado de Piaget para proponer niveles de estadio del

    desarrollo moral e inici una experiencia de educacin moral en

    una escuela norteamericana11. Seguidores de este enfoque, Hersh,

    11 Esta experiencia tuvo alcances interesantes, aunque tambin sus limitaciones

    segn Cueto (1993:176 ): La Comunidad Justa tiene dos grandes limitaciones.

    La primera sealada por el mismo Kohlberg cuando afirma que su modelo es

    bsicamente para alumnos de secundaria. Esto debido a que alumnos menores no

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    Paolitto y Reimer, han madurado opciones y modelos pedaggicos

    para incorporar la educacin moral en el currculo escolar y

    ahondar en las exigencias hacia el docente (1984: 95):

    En nuestro trabajo, hemos descubierto que los profesores no son

    capaces de comenzar a practicar un programa hasta que se examinan

    sus supuestos sobre su rol de enseantes en la clase. Tres temas que

    se centraban al principio de este libro son fundamentales en este

    cambio de paradigma: 1) la necesidad de fomentar nuestra propia

    conciencia de temas morales antes de que podamos esperar que lo

    hagan los alumnos; 2) el reconocimiento de que muchas de lasinteracciones entre el profesor y el alumno tienen una dimensin

    moral, y 3) el darse cuenta de que algunos tipos de interaccin social

    llevan al desarrollo moral ms que otros.

    En la misma lnea de preocupacin por introducir la educacin

    moral en la escuela, Villegas (1994), subraya la idea que sta debe

    ser incorporada en el currculo explcito, contrariamente a la idea

    de la formacin en valores a travs del currculo oculto. Propone,

    adems, que la meta de esta educacin sea la formacin de un

    sentido de responsabilidad, tanto a nivel individual como

    ciudadano. La responsabilidad debe entenderse como el

    compromiso o la necesidad de actuar que una persona siente como

    consecuencia de su propio razonamiento moral. Por lo tanto, el

    concepto de responsabilidad implica un aspecto cognoscitivo,

    afectivo y otro conductual. Otros planteamientos de la autora para

    son ticamente competentes, lo cual significa en trminos concretos que no

    han llegado al estado convencional del desarrollo moral y por tanto una

    Comunidad Justa no puede ser comprendida por ellos. Kohlberg no desarroll

    alternativas para estudiantes de primaria. La segunda limitacin a mi modo de

    ver es que la Comunidad Justa se ocupa casi exclusivamente del rol de la

    escuela, dejando de lado a padres de familia y comunidad en general. En este

    modelo la escuela funciona aislada del entorno social..

    36

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    el diseo de un currculo sobre educacin moral son los siguientes:

    se debe utilizar informacin existente en el rea de la psicologa del

    desarrollo; sus alcances deben ser parte de muchos aspectos delcurrculo general; debe ser diseado prestndole atencin al

    contexto socio-cultural y por varios miembros de la comunidad12.

    La educacin para los derechos humanos y la paz.

    La educacin para los derechos humanos ha sido fuertemente

    estimulada por un discurso internacional cuyo referente central hasido y es la Declaracin Universal de los Derechos Humanos

    suscrita por las Naciones Unidas en 1948. En ella se propone que:

    La educacin tendr por objeto el pleno desarrollo de la

    personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos

    humanos y a las libertades fundamentales; favorecer la

    comprensin, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y

    todos los grupos tnicos o religiosos; y promover el desarrollo de

    las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la

    paz(Art. 26.2). Desde esa fecha hasta la actualidad han sido

    elaborados diferentes documentos que han avalado la necesidad e

    importancia de este tipo de educacin.

    Dos documentos especficos a la educacin, promovidos por la

    UNESCO, han sido la Convencin relativa a la lucha contra las

    discriminaciones en la esfera de la enseanza (1960) y laRecomendacin sobre la educacin para la comprensin, la

    12 Ver otros autores sobre esta corriente: Puig, J. (1995)La educacin moral en

    la enseanza obligatoria. Barcelona: ICI/Horsori. Buxarraias, M.R. et. al (1995)

    La educacin moral en primaria y secundaria. Madrid: Edelvives.. Oser, Fritz

    (1995) Futuras perspectivas de la educacin moral. Revista Iberoamericana de

    Educacin N8. Frisancho, Susana (2001) Educacin y desarrollo moral. Lima:

    Ministerio de Educacin.

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    Hacia pedagoga de la convivencia

    cooperacin y la paz internacionales y la educacin relativa a los

    derechos humanos y las libertades fundamentales (1974). Este

    ltimo establece principios rectores para la educacin de losderechos humanos, as como aspectos particulares sobre su

    aprendizaje y enfatiza la necesidad de un estudio interdisciplinario

    de los derechos humanos y los problemas principales de la

    humanidad. Tambin plantea alcances sobre la preparacin de

    docentes y materiales educativos. En 1978, el Congreso

    Internacional sobre la Enseanza de los Derechos Humanos,

    subraya en su informe final que los derechos humanos debenincluir las experiencias y contribuciones histricas de todos los

    pueblos. Asimismo, sostiene que su enseanza debe hacerse como

    una materia integradas en las disciplinas apropiadas. Desde la

    UNESCO no slo se han divulgado documentos sino tambin se ha

    desarrollado el Plan de Escuelas Asociadas que representan un

    testimonio de educacin en derechos humanos y de educacin para

    la comprensin internacional13.

    Junto a este discurso internacional de la educacin en derechos

    humanos fueron evolucionando otros discursos matizados por los

    procesos sociales y polticos de los pases y regiones. Para el caso

    latinoamericano podemos encontrar en varios de ellos -Magendzo

    (1989), Prez Aguirre (1986)- un inters creciente en insertar los

    derechos humanos no slo en proceso educativos extra escolares

    sino tambin al interior del currculo escolar otorgndole un statusque genera tensiones. Asimismo, ha surgido la preocupacin de

    incorporar los derechos humanos en el nivel universitario como lo

    13 Este Plan se cre en 1953 contando en la actualidad con ms de tres mil

    colegios en 166 pases. Ver: Maza, A. (1996) Escuelas Asociadas. Hacia un

    mundo sin fronteras. En: Revista de Educacin N234, Mayo (Ministerio de

    Educacin-Chile)

    38

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    Luis Sime

    plantean Concha (1994) y Martnez (1994). Considerado como un

    escenario importante, los derechos humanos deben estar presentes

    particularmente en la formacin o capacitacin de docentes enservicio, como lo ha trabajado Mujica (1991).

    La educacin desde la perspectiva de gnero.

    Esta perspectiva ha sido alimentada por varias fuentes de

    inspiracin y reflexin. Los movimientos de reivindicacin de la

    mujer durante los 60 y 70 llegaron a cuestionar la escuela por sucarcter excluyente y reproductor de desigualdades que

    perjudicaban a la mujer. A ello se fue sumando los trabajos de

    investigadores de gnero, especialmente desde las ciencias sociales,

    que suministraron elementos comprensivos sobre cmo se

    reproduce el sexismo en las escuelas y cmo la educacin ha

    consolidado en su cultura un modelo masculino. Estudios

    etnogrficos, como los realizados por Edwards, Micheli y Cid

    (1993), sealan que pese a la activa participacin de las alumnas en

    clase, el profesor adopta un trato preferencial con los alumnos

    varones, a ellos se les estimula y tolera un mayor protagonismo en

    las aulas. Las autoras llaman la atencin en el uso del genrico

    masculino en el lenguaje cotidiano de los docentes.

    Otra vertiente de las investigaciones en este campo ha estado

    dirigida a demostrar los alcances y lmites de la escuela mixta.Sara-Lafosse, Chira y Fernandez (1989), demostraron, a partir de

    encuestas a alumnos, docentes y padres de familia de escuelas

    mixtas y no mixtas, que las primeras constituyen espacios menos

    segregantes y que los prejuicios frente a la educacin mixta carecen

    de fundamentos. El estudio posterior de Tovar (1997: 36),

    evidenci las dinmicas contradictorias de los colegios mixtos en

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    Hacia pedagoga de la convivencia

    los cuales los espacios y rutinas separan a los nios de las nias:

    En la mayor parte de estos colegios, nios y nias entran por

    puertas distintas, forman fila separados por sexo y una vez queingresan en los salones de clase se sientan tambin por un lado las

    chicas y por otro los chicos. Ms all de la distribucin de los

    espacios, la autora peruana logra captar el uso del masculino en el

    lenguaje e imgenes de los docentes.

    Tambin la perspectiva de gnero ha constituido un referente

    sustancial para investigar los textos escolares y proponerrecomendaciones para ellos.14

    Adems del abanico de investigaciones sobre gnero y

    educacin, esta corriente ha crecido cada vez ms en la produccin

    creciente de programas y materiales para su incorporacin en la

    escuela. Uno de los caminos ha sido la capacitacin del docente en

    servicio, a travs de los cuales se busca, como lo plantea Carrillo

    (1998), desarrollar y fortalecer la conviccin que coeducar es una

    dimensin de su labor como profesionales de la educacin. Adems

    se propone que los docentes adquieran y apliquen instrumentos

    para analizar y transformar expresiones de discriminacin de

    gnero en su escuela que favorezcan la convivencia democrtica.

    En los planteamientos de diversos autores destaca como una

    idea central el no quedarse slo en la propuesta de una escuela

    14 Ver: Anderson, J. (1982) La imagen de la mujer y el varn en los libros

    escolares peruanos. Lima : UNESCO. Binimelis, A. Y Blazquez, M. (1992)

    Anlisis de roles y estereotipos sexuales en los textos escolares. Santiago de

    Chile: SERNAM. UNESCO (1992) Manual de recomendaciones para la

    eliminacin de estereotipos en los textos escolares. Guatemala. Franco, E. (1994)

    Una perspectiva de gnero en el anlisis de libros de texto de historia de los

    primeros aos de la escuela media bonaerense. En:Espacios de Gnero, N 3.

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    mixta sino acentuar la importancia de una educacin coeducadora,

    no sexista, cuestin que va ms all del juntar fsicamente

    alumnos y alumnas en un mismo espacio.

    La educacin para la resolucin de conflictos.

    Esta es una corriente cuyo surgimiento ha sido promovido por

    los avances que desde diferentes disciplinas- el derecho, ciencias

    sociales, psicologa social e incluso las ciencias biolgicas- se han

    venido efectuando en torno al tema de la resolucin de conflictos.Ms histricamente esta corriente recoge el legado de las filosofas

    de la no violencia y de la paz que diversos personajes han

    encarnado (Ghandi, Luther King y otros) Asimismo, en las ltima

    dcadas la agudizacin de problemas de violencia y agresin al

    interior de las escuelas ha sido un motivo de bsqueda de

    alternativas entre educadores y autoridades para garantizar

    condiciones ms seguras de convivencia en las aulas15.

    Esta propuesta educativa mantiene como premisa un enfoque

    no negativo sobre el conflicto, ms bien se aproximar a ste

    articulando un discurso creativo y abierto. Segn, Girard y Koch

    (1997), el conflicto nos rodea y ofrece ricas oportunidades para

    aprender acerca de nuestra cultura, valores, necesidades e

    intereses, as como la de los otros. La disciplina de la resolucin de

    conflictos brinda una variedad de herramientas para tomar distanciade un conflicto y tratar de responder a preguntas bsicas: cul es

    15 Uno de los pases donde se ha expandido esta corriente es sin duda los Estados

    Unidos, estimndose unos cinco mil programas. La violencia en las escuelas

    norteamericanas es un problema creciente y difcil de enfrentar. Se calcula que el

    veinte por ciento de estudiantes van armados a los colegios. Ver: Trahtemberg,

    L. (1998).

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    la fuente y tipo de conflicto?; cules son las caractersticas de las

    partes involucradas?; cules son sus creencias y posturas?.

    Len y otros, sostienen que nuestras respuestas ante los

    conflictos no siempre contribuyen a generar un clima de no

    violencia porque cuando nos toca vivir dichas situaciones

    respondemos con un patrn figurado, en el cual hemos sido

    formado desde nios. Por ello, los autores (1996:25) manifiestan la

    necesidad de descubrir cul es el crculo vicioso del conflicto y

    cmo romper el punto que hace que el conflicto escale ensituaciones de violencia junto a la oportunidad de crecimiento que

    nos da..

    Desde el punto de vista de Garca y Ugarte (1997), existe un

    potencial educativo del conflicto en la medida que su manejo

    constructivo pueda brindar beneficios como: ensearnos nuevas

    habilidades y mejores caminos para responder a los problemas;construir mejores relaciones y ms duraderas; aprender ms acerca

    de nosotros y de los dems; desarrollar nuestra creatividad; respetar

    y valorar las diferencias; desarrollar el pensamiento reflexivo.

    Estamos ante una corriente que a travs de mltiples

    estrategias, como la formacin de mediadores escolares (Cascn

    2001), mecanismos de negociacin y conciliacin y programas para

    el afrontamiento de la conflictividad escolar (Valls 2001), busca loque Bodine y otros han propuesto para crear una escuela pacfica

    (citado por Girad y Koch, 1997: 95):

    Primero, la escuela se convierte en un medio ms pacfico y

    productivo en el que los estudiantes y los docentes juntos pueden

    centrar su atencin en la cuestin real de aprender y divertirse.

    42

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    Segundo, los estudiantes y los adultos adquieren capacidades vitales

    esenciales que los beneficiarn no slo en la escuela, sino tambin en

    el hogar, en su barrio y sus roles actuales y futuros como ciudadanosde una sociedad democrtica.

    La educacin ciudadana

    A lo largo de la dcada de los 90 en Amrica Latina, son

    diversos y crecientes los proyectos que han encontrado en la

    educacin ciudadana un referente discursivo para legitimar suspropuestas, tanto vinculadas al mbito escolar como fuera de ella16.

    La valorizacin de la democracia no solamente como sistema de

    gobierno sino como cultura democrtica y el papel de las

    instituciones ha ido contribuyendo a demandar de la educacin una

    preocupacin mayor por aquellos aprendizajes que se necesita para

    la formacin de los ciudadanos.

    Para Gonzles y Sime (1996), los objetivos de una educacinciudadana deben apuntar a la integracin y promocin de cuatro

    ejes fundamentales: dignidad, participacin, bienestar y justicia, y

    convivencia. Ms an, est educacin busca vincular valores y

    competencias pensados desde la diversidad y especificidad de los

    sujetos educativos.

    En la perspectiva de Estevz (1998), la educacin ciudadanadebe producir sus cambios ms sostenibles en el nivel cultural, es

    decir, en los modelos de comportamiento social que se encuentran

    internalizados en la conciencia de las personas regulando sus

    16 Ver: Len, E. (2001)Por una perspectiva de educacin ciudadana. Enfoque

    general y curricular . Propuesta para la Educacin Secundaria. Lima: TAREA-

    USAID. Ugarte, D (2001)Adolescentes ciudadanos. Formacin de lderes y

    democracia en la escuela. Lima: TAREA-USAID.

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    conductas. La educacin ciudadana debiera asumir un sentido

    emancipador cuando tales modelos normativos operan para

    sostener los patrones culturales de la desigualdad, la opresin y lasdiscriminaciones. En la misma ruta, Palacios (1998), refuerza el

    papel cultural de la educacin ciudadana en la medida que ella se

    ubica ante la paradoja de: extender una educacin democrtica

    desde una cultura que todava es autoritaria. De all, la dificultad

    todava presente para aprender a relacionarnos con el conocimiento

    de una manera menos autoritaria y ms libre y creativa a pesar de

    una mayor presencia de un discurso constructivista en la educacin.

    Ms explcitamente vinculado al mbito escolar, Kalinowski, et

    al (1996), plantean como rasgos de una escuela interesada en

    formar ciudadanos democrticos: una escuela que forme e

    instrumente para una vida en democracia, una escuela que ejercite

    la participacin; una escuela que promueva la convivencia

    democrtica; una escuela donde se construyen saberes y una

    escuela que enfrenta las relaciones sociales antidemocrticas

    presentes en nuestra sociedad.

    Hemos presentado distintas corrientes educativas que nos estn

    alimentando desde sus aportes propios a una reflexin crtica sobre

    el aprender a vivir junto a otros. No obstante, es necesario aclarar

    que estamos ante corrientes con trayectorias desiguales en cuanto a

    su produccin terica, investigacin emprica y desarrollo prctico.Hay autores que han llamado la atencin en los dficits de alguna

    de estas dimensiones para ciertas corrientes, como es el caso de

    Merino y Muoz (1995), para la educacin intercultural. Ellos se

    interrogan sobre la constitucin de esta corriente como un modelo

    terico-cientfico y no slo como un conjunto de actividades y

    programas educativos especficos y transitorios. En realidad, el

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    reto compartido por todas ellas es convertirse en corrientes que

    puedan autosostenerse en base a discursos organizados que las

    legitimen cada vez ms como propuestas actualizadas, razonables yrazonadas.

    Tambin es importante mencionar las intersecciones que se han

    ido creando entre ellas. En gran medida esto es posible debido a

    que comparten finalidades comunes, como es la convivencia. En

    ese sentido, apreciamos los enlaces de corrientes como la

    educacin moral con la educacin en derechos humanos, laeducacin ciudadana y democrtica, la educacin de gnero y la

    educacin intercultural. Estas mezclas en lugar de provocarnos un

    desconcierto por la confusin, debe motivarnos a un trabajo

    terico de hibridacin, es decir, dar cuenta de los enlaces,

    consolidar los puentes y ayudar a que ellas produzcan lo que deben

    producir: convivencia.

    Una observacin adicional sobre estas corrientes estriba en

    reconocer que sus reflexiones y alcances estn principalmente

    proyectadas hacia el mbito escolar. Todava el campo de la

    educacin superior es un territorio poco pensado y practicado desde

    ellas, a pesar de la existencia de esfuerzos parciales.

    Las corrientes aludidas se proponen espacios de formacin

    especializada para los docentes en servicio que laboran en lasescuelas. Estos espacios de capacitacin generan a su vez sus

    propias teorizaciones y metodologas que requieren an mayores

    niveles de sistematizacin sobre cmo tambin all los docentes

    conviven y aprenden a convivir.

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    Ciertamente las corrientes que hemos mencionado se

    desarrollan en medio de tensiones tanto tericas como prcticas.

    Una de ellas es la que proviene de la siempre compleja cultura

    escolar o cultura institucional para ser ms amplio. Los

    proyectos de convivencia que cada una de ellas representan se ven

    tensionadas por las prcticas de convivencia que la cultura

    institucional ha cultivado. Por consiguiente, la problematizacin

    sobre dicha cultura es imprescindible para encontrar formas menos

    rgidas de insercin de estas corrientes, buscando ms bien

    afirmarse en aquellos hilos de la cultura institucional que puedenser tejidos con otros sentidos para mejorar la calidad de la

    convivencia.

    Otra de las tensiones viene del equilibrio entre los

    conocimientos conceptuales, las habilidades y actitudes que ellas

    buscan promover para diferentes sectores. Creemos que para

    aprender a convivir con los dems se requieren de estas tres

    dimensiones adecuadamente balanceadas para pblicos

    heterogneos en edades, razas, situacin social, etc. Un riesgo

    siempre presente a enfrentar en la educacin es al reduccionismo y

    la estandarizacin, de all la importancia de una perspectiva crtica

    desde adentro y fuera de dichas corrientes para mejorar sus

    alcances.

    Reflexiones finales.

    Esta presentacin ha querido dar cuenta de los discursos

    educativos sobre la convivencia que en los ltimos tiempos hemos

    ido acumulando. En ese camino, el Informe Delors de la UNESCO

    representa un hito en la configuracin de dicho discurso.

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    Nuestra intuicin es que estamos en mejores condiciones

    tericas y prcticas para argumentar la legitimidad de una

    pedagoga de la convivencia. Esta expresin puede representarmejor la riqueza y variedad de significaciones, motivaciones e

    intencionalidades, alrededor del convivir con los dems, sus

    problemas y potencialidades desde los procesos educativos.

    Esta pedagoga de la convivencia demanda un esfuerzo de

    dilogo con otros acercamientos disciplinarios que nos ayudan a

    evidenciar la fuerza creciente de algunos conceptos bsicos sobre laconvivencia humana como: el papel del lenguaje, la comunicacin,

    el dilogo, las habilidades sociales, las interacciones, el clima, el

    estrs y otros tambin tiles para comprender y orientar el

    transcurrir de las relaciones dentro del contexto educativo. Pero

    igualmente requerimos de una sabidura que exprese aquellos

    valores y actitudes, como la tolerancia, el pluralismo, la

    participacin, la prudencia, etc. que nos motiven a cultivar un tacto

    pedaggico en medio de nuestras interacciones comunicativas. Esta

    pedagoga, como proyecto tico-formativo, busca construir un

    saber y animar una sabidura, una reflexividad y una virtuosidad,

    ideas crticas y compromisos prcticos para mejorar la convivencia

    en uno de los lugares donde se nos va buena parte de nuestras

    vidas, como son las escuelas y otros centros de formacin. Ello nos

    permite reiterar en la necesidad de unapedagoga, de una reflexin

    que acompae e interpele nuestro convivir de cada da. Esta sernecesariamente una pedagoga para escuchar el eco de nuestras

    voces y construir un lenguaje de compaa.

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