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LASA98 Mediaciones corporativas entre Estado y sindicatos, Argentina (1916-1930) Enrique Garguin Centro de Investigaciones Socio-Históricas Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación Universidad Nacional de La Plata Prepared for delivery at the 1998 meeting of the Latin American Studies Association, The Palmer House Hilton Hotel, Chicago, Illinois, September 24-26, 1998

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LASA98

Mediaciones corporativas entre Estado y sindicatos, Argentina(1916-1930)

Enrique Garguin

Centro de Investigaciones Socio-HistóricasFacultad de Humanidades y Ciencias de la Educación

Universidad Nacional de La Plata

Prepared for delivery at the 1998 meeting of the Latin American Studies Association, ThePalmer House Hilton Hotel, Chicago, Illinois, September 24-26, 1998

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INTRODUCCIÓN

El objeto del presente trabajo es analizar la relación establecida entre Estado y sindicatosen un período en el que, como consecuencia del sufragio universal masculino, secreto yobligatorio, no fue el partido gobernante la única novedad, sino que se produjeron importantescambios en la forma del Estado y en su relación con la sociedad civil1. Entre 1912 y 1916finalizó el Estado oligárquico y comenzó la formación de un sistema político de base ampliada,que si bien abrió la posibilidad para el establecimiento de un sistema de partidos, éste no alcanzóa consolidarse plenamente y su fracaso se encuentra, junto con otros factores, en la base de lacrisis orgánica abierta en 19302. De todos modos, el Estado ya no pudo mantenerse cerradocomo antaño a las demandas de la sociedad civil, que comenzaron a crecer.

La clase obrera no fue ajena a este movimiento y desde fines de la Gran Guerra algunos desus sectores más dinámicos comenzaron a demandar al Estado por medio de sus organizacionespropias, los sindicatos, que también sufrieron cambios significativos durante la segunda décadadel siglo XX. Anteriormente, habían predominado los sindicatos por oficio, pequeños ydispersos, de base generalmente artesanal o semiartesanal, cuya producción estaba esencialmentedirigida al mercado interno urbano; mientras que durante los gobiernos radicales se asistió alpredominio de los sindicatos del transporte, generalmente ligados al comercio de exportación,organizados por rama y que concentraban a gran número de trabajadores. Paralelamente lacorriente sindicalista3 logró desplazar al anarquismo de su papel hegemónico dentro delmovimiento obrero. Si bien esta corriente se hallaba fuertemente marcada por el anti-politicismocaracterístico del anarquismo y reivindicaba la lucha de clases, pareció olvidar pronto estosprincipios que, en aras de la obtención de mejoras económicas, fueron reemplazados por un

1Ver: Ansaldi, Waldo, "Estado, partidos y sociedad en la Argentina radical, 1916-1930", en Cuadernos delClaeh, año 14, Nº 50, Montevideo, 1989, pp. 45-70; Bonaudo, Marta y Sonzogni, Elida, "Sufragio libre ycuestión social. Argentina, 1912-1922", en idem, pp. 143-163; Gutiérrez, Leandro y Romero, Luis Alberto,"Ciudadanía política y ciudadanía social: los sectores populares en Buenos Aires, 1912-1955", en Indice para elanálisis de nuestro tiempo, Nº 5, Segunda época, Centro de Estudios Sociales-DAIA, Buenos Aires, abril 1992,pp 75-101; Viguera, Aníbal, "Participación electoral y prácticas políticas de los sectores populares en BuenosAires, 1912-1922", en Entrepasados. Revista de Historia, Año I, Nº 1, Buenos Aires, 1991, pp.5-33. Heabordado algunos aspectos de dichos cambios en "La marea roja. El triunfo socialista en las elecciones porteñasde 1913", La Plata, 1994, policopiado, ver fundamentalmente pp.32-39. Este artículo saldrá próximamentepublicado en Waldo Ansaldi, Alfredo Pucciarelli y José Villarruel (editores), Quiera y sepa el pueblo votar,Buenos Aires, 1998.2Ansaldi, Waldo, "Democracia y dictadura en la historia de la sociedad argentina, en Indice para el análisis denuestro tiempo, op.cit., pp. 103-136.3La palabra "sindicalista" -al igual que "sindicalismo"- tiene en castellano un sentido genérico -todo lo relativo alos sindicatos- que excede a la tendencia ideológica del mismo nombre; sin embargo, en el presente trabajo sólose la utilizará para designar a dicha corriente.

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reformismo pragmático característico, alejado tanto de la utopía revolucionaria anarquista comodel reformismo dogmático-parlamentario del Partido Socialista.4

Existe un acuerdo bastante generalizado en cuanto a la actitud relativamente favorable deHipólito Yrigoyen hacia el problema obrero. La misma se plasmó, sin embargo, en una políticaestatal ambigua, que combinó la represión violenta con gestos favorables hacia los obreros.5 Unapolítica de doble signo (integración/represión) ya había sido ensayada por la élite conservadoradesde comienzos de siglo6; sin embargo hay dos diferencias fundamentales entre esta política y lade Yrigoyen: en primer lugar, los pocos gestos "obreristas" de los anteriores gobiernosconsistieron en proponer algunas leyes laborales que perseguían la prevención de estallidossociales mediante alguna pequeña concesión, y cuando eran finalmente aprobadas por elCongreso el resultado era un híbrido poco eficaz y de alcances limitados, que no satisfacíamayormente a los obreros; junto a estos intentos, la legislación represiva se mostraba coherentee implacable. Yrigoyen, en cambio, se propuso entablar contactos directos con la principalcentral obrera, la FORA-9º, dando así los primeros pasos para el establecimiento de mediacionesEstado-sindicatos de tipo corporativas7. En segundo lugar, Yrigoyen actuó en algunos conflictosde modo unilateral en favor de los obreros. Todo ello, sin embargo, se acompañó de lapersistencia de la legislación represiva anterior que no sólo no fue derogada, sino que se aplicóen abundancia en determinados momentos.

En este contexto, el período se abre no sólo con la apertura del sistema político sinotambién con uno de los ciclos huelguísticos más importantes de la historia argentina que incluyó,asimismo, al último y más importante intento insurreccional (la llamada Semana Trágica deenero de 1919); y concluye con un movimiento obrero considerablemente debilitado y con

4Ver Campo, Hugo del, El "sindicalismo revolucionario" (1905-1945), CEAL (BPA), Bs. As., 1986; Rock,David, El radicalismo argentino, 1890-1930, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1992 (1ª ed. en castellano1977), cap. 4.5Al respecto puede verse, entre otros, Campo, Hugo del, Sindicalismo y peronismo. Los comienzos de unvínculo perdurable, clacso, Buenos Aires, 1983; Rock, David, El Radicalismo...op. cit.; Grosso, Juan carlos,"Los problemas económicos y sociales y la respuesta radical en el gobierno", en AA.VV., El radicalismo,Ediciones Cepe, Buenos Aires, 1969; Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, vol. I,Hyspamérica, Buenos Aires, 1986. La nota disonante al respecto la da Peter Smith: Carne y política en laArgentina, Paidos, Buenos Aires, 1968, quien considera que Yrigoyen, "como vocero de las clases medias sealineó con los barones de la carne y los capitalistas extranjeros en lugar de con los obreros". Su tratamiento, sinembargo, es demasiado sesgado pues se limita a analizar las huelgas frigoríficas, a las que considera como "unsignificativo precedente de la infame `semana trágica'".6Para el período anterior a 1916, ver Falcón, Ricardo, El mundo del trabajo urbano (1890-1914), CEAL,Buenos Aires, 1986; Panettieri, José, Los trabajadores, CEAL, Buenos Aires, 1982 (1ª ed. de Jorge AlvarezEditor, 1968); Suriano, Juan, "Estado y conflicto social: el caso de la huelga de maquinistas ferroviarios de1912", en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana "Dr. Emilio Ravignani", Tercera serie,Nº 4, 2º semestre de 1991, pp.91-115; Zimmermann, Eduardo, Los liberales reformistas. La cuestión social en laArgentina, 1890-1916, Editorial Sudamericana-Universidad de San Andrés, Buenos Aires, 1995; e Isuani, Ernesto,Los orígenes conflictivos de la seguridad social argentina, CEAL, Buenos Aires, 1984, quien también realizauna incursión hacia la política seguida en la materia por los gobiernos radicales.7Ansaldi, Waldo, "Democracia y dictadura...", op. cit.; Rock, David, El radicalismo..., op. cit. Cfr. Cantón,Darío y Moreno, José Luis, "La experiencia radical (1916-1930)", 1ª parte de La democracia constitucional y sucrisis, Paidos, Buenos Aires, 1ª reimpresión 1980, quienes enfatizan la labor legislativa en la materia.

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fuertes tintes reformistas -entre ellos, la aceptación del Estado como interlocutor válido- queasistió con una actitud de aceptación pasiva, al igual que el resto de la sociedad civil, al golpe deEstado que, en 1930, inauguró la larga serie de dictaduras militares que caracterizaron buenaparte de la historia argentina del siglo XX.

El presente trabajo intenta dar cuenta de la innovación operada en esta época tanto en lapolítica estatal como en la conducta de los sindicatos (o de un importante grupo de ellos) y eltipo de mediación privilegiado. Nos centraremos particularmente en el modo en que dichastransformaciones se insertaron en el interior del sistema político argentino, privilegiando unamediación de tipo corporativa. Efectivamente, la creciente moderación mostrada por elmovimiento obrero no se canalizó en sus relaciones con el Estado a través de la mediaciónpartidaria que establecía el régimen político y cuya apertura a partir de la Ley Saenz Peña pudohacer esperable, sino que privilegió una mediación de tipo corporativo que, aunque legitimó endiversos sectores obreros la dominación estatal -fuertemente cuestionada hasta la primeradécada del siglo- no hizo lo propio con el régimen liberal democrático.A su vez, consideraremosa dichos acercamientos y sus peculiaridades no como meros epifenómenos de la lógicacorporativa predominante sino también como factores instituyentes. Es decir que representaron,desde las prácticas políticas, el punto de inicio, la puerta de entrada al mundo de las mediacionescorporativas entre Estado y sindicatos.8

Quizá sea pertinente aclarar el uso de algunos conceptos. Siguiendo a Waldo Ansaldi,concebimos al sistema político argentino como un "entramado de mediaciones entre la sociedadcivil y el Estado dominado por la bifacialidad o por un doble canal: la mediación partidaria y lamediación corporativa. Ella define, así, un sistema político que funciona con dos lógicas, unapartidaria y otra corporativa. De ambas mediaciones y lógicas, las corporativas priman sobre laspartidarias."9 El tipo de mediación que predomine tiene importancia fundamental cuando seanaliza la debilidad de la democracia argentina: mientras el primer tipo actúa dentro del sistemade partidos políticos característico de la democracia liberal, la mediación corporativa socava lasbases del mismo, ejerciendo presiones de manera directa -según relaciones de fuerza ajenas almodelo democratico-burgués- sobre la sociedad política. De esta manera pierden sus funciones ylegitimidad los canales orgánicos que la democracia liberal establece: los partidos políticos y elCongreso.

8Puede parecer exagerado considerar que este sea el punto de inicio, teniendo en cuenta los antecedentes deintervención estatal en los conflictos ferroviarios de 1907 y 1912. Sin embargo, estas intervenciones no tuvieronefectos benéficos para los trabajadores. Así, cinco meses después de la segunda, La Fraternidad se quejabarespecto de la falta de voluntad oficial para hacer cumplir a las empresas lo acordado (consistente tan sólo en unareincorporación gradual de los huelguistas cesanteados) y, significativamente, se preguntaba: "¿Qué confianzapudiera tener la clase obrera en la palabra oficial o de un tribunal si el presidente empieza por no hacer cumplir alas partes que han comprometido la suya? ¿Quién se acercará a un gremio en lo futuro para ofrecer laintervención si el primer ensayo fracasa?" La Fraternidad, junio de 1912, p.2, citado en Suriano, Juan, "Estadoy conflicto social: el caso de la huelga de maquinistas ferroviarios de 1912", op.cit., p.107. Y el primer ensayoefectivamente fracasó.9Ansaldi, Waldo, "La interferencia está en el canal. Mediaciones políticas (partidarias y corporativas) en laconstrucción de la democracia en Argentina", en Boletín Americanista, Nº 44, Universitat de Barcelona, 1994,p. 8.

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Cabe aclarar que al hablar de un tipo de mediación corporativo no nos referimosexactamente al “neocorporativismo”, concepto surgido hace más de dos décadas para analizaralgunos rasgos de las sociedades industriales avanzadas contemporáneas, aunque, ciertamente,se halla cercano a algunos elementos constitutivos de este concepto10. Así, Manuel Pérez Yruelay Salvador Giner señalan tres características presentes en todos los autores para diferenciar el“viejo” del “nuevo corporativismo”, características que este nuevo corporativismo comparte conel contexto en que se desarrolla nuestro canal mediador:

El nuevo corporativismo, a diferencia del otro, tiene una cierta espontaneidad en suorigen que no responde totalmente a un diseño realizado desde el poder; coexiste con unaconcepción pluralista y conflictivista de la sociedad que no puede reducirse a una totalidadarmónicamente integrada. Sólo abarca una parte de las relaciones sociales, políticas yeconómicas y enlaza con un sistema de representación parlamentaria que guarda una estrechacongruencia con los principios del pluralismo liberal.11

Sin embargo, también hay numerosas diferencias. En primer lugar, el alcance y el nivel deanálisis son distintos, como ya se desprende del uso del sustantivo frente a la adjetivación: losestudios sobre el “neocorporativismo” se refieren a un sistema y dentro de él enfatizan los rasgosestructurales y funcionales de las organizaciones participantes12 mientras que nuestro uso deladjetivo se refiere a algunos rasgos del sistema político que de ningún modo lo definen porcompleto. Por otro lado, el neocorporativismo suele aparecer como opuesto a pluralismo(categoría con la que puede analizarse- y de hecho se ha analizado13- el período bajo nuestroestudio en Argentina) mientras que en nuestro trabajo lo utilizaremos para distinguir ciertoscanales de mediación de los canales partidarios (presentes ambos en inestable convivencia).

En síntesis, cuando hablamos de mediación corporativa no sostenemos la existencia deunidades “organizadas en un número limitado de categorías singulares, obligatorias, nocompetitivas, jerárquicamente ordenadas y funcionalmente diferenciadas, reconocidas oautorizadas (si no creadas) por el Estado, y a las que se ha concedido un deliberado monopoliorepresentativo dentro de sus respectivas categorías a cambio de observar ciertos controles sobrela selección de sus dirigentes y la articulación de sus demandas y apoyos”14(de hecho, nada de

10Concepto de todas formas poco preciso como puede apreciarse con una rápida mirada a la abundante y variadabibliografía a él referida. En castellano existen tres buenas compilaciones: Schmitter, Philippe y Lehmbruch,Gerhard (comp.), Neocorporativismo I, Alianza Editorial, México, 1992; Sanz Menéndez, Luis (comp.), ZonaAbierta, Nº67-68, Madrid, 1994; y Manuel Pérez Yruela y Salvador Giner (comp.), Revista Española deInvestigaciones Sociológicas, Nº31, Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), Madrid, julio-septiembre de 1985.11Manuel Pérez Yruela y Salvador Giner, “Corporatismo: el estado de la cuestión”, en idem, p.19.12Ver por ejemplo, la definición originaria (1974) de Schmitter en “¿Continúa el siglo del corporativismo?”, enSchmitter y Lehmbruch (comp.), op.cit., p.24.13Ver como ejemplo, Bunel, Jean, Pactos y agresiones. El sindicalismo argentino ante al desafío neoliberal,FCE, Buenos Aires, 1992.14Caracterización dada en la definición de Schmitter arriba mencionada. De todos modos, el privilegio de lamediación corporativa en nuestro período puede sí considerarse como un paso importante para el posteriorestablecimiento de un sistema neocorporativista (o corporativista social). Al respecto puede resultar fructífera lahipótesis esbozada por Jean Bunel, op.cit.; quien sostiene que en la Argentina post peronista no hay nipluralismo, ni corporativismo estatal, pero tampoco corporativismo societal, “si entendemos por ello que lagestión gubernamental moderna necesita de la formación de grupos de interés, en particular sindicatos de

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esto existía en la Argentina por nosotros estudiada), sino que hacemos referencia a la existenciade una relación directa entre las instancias ejecutivas del Estado y determinado grupo de interés,sin que medie la instancia específica que establece el régimen político para la articulación de lasdistintas demandas e intereses: los partidos políticos y el parlamento.

En relación a lo anterior, la bibliografía “neocorporativista” en general no encuentraproblemática la convivencia entre democracia liberal y mediaciones corporativas;15 sin embargo,acordamos con Bob Jessop cuando sostiene:

...los dos sistemas tienen diferentes reglas decisionales (unanimidad contra mayoría),diferentes principios de legitimidad (funcional contra electoral) y diferentes bases políticas(corporaciones contra partidos). Esto sugiere por lo menos que los resultados políticos preferidosen un sistema podrían ser incompatibles con aquellos favorecidos en el otro, y que de allípodrían resultar conflictos y hasta inmovilismo. La participación del ejecutivo político en ambossistemas [...] no garantiza la armonización de las políticas corporativista y parlamentaria, yhasta podría intensificar conflictos y contradicciones y/o sentar las bases políticas para laindependencia del ejecutivo, explotando las diferencias entre los dos sistemas.16

Los sindicatos, en tanto que organizaciones de carácter netamente clasista, pertenecientesa la sociedad civil y cuyo objetivo principal consiste en mejorar las condiciones de lucha de laclase obrera frente a la burguesía, no pueden evitar relacionarse con el Estado, relación quepuede ser de confrontación o de colaboración y que, en este último caso, utiliza canales demediación determinados. Para el caso que nos ocupa, se puede optar, fundamentalmente, entreun contacto directo con el Poder Ejecutivo, corporativo, o un canal "mediado" por los partidospolíticos y el Congreso. En este segundo caso, la historia europea nos brinda dos modelosposibles a seguir, que encuentran su contrapartida argentina en sendos intentos fallidos: por unlado, tenemos el modelo de estructuración entre el partido obrero y los sindicatos en la cualéstos se hallan subordinados a aquel (esto fue lo que intentó sin éxito el PS desde su fundación);por el otro lado, está el intento del Partido Laborista, con sus pretensiones de ser la expresiónpolítica del movimiento obrero organizado, en el cual el partido encontraba una posiciónsubordinada respecto de los sindicatos, y cuyo fracaso significó la extinción del partido. Elfracaso de ambos intentos resulta significativo al indagar las posibilidades reales de unamediación no corporativa Estado-sindicatos en la Argentina de aquellos años.

asalariados y organizaciones que gocen de un monopolio de representatividad, dirigidos a la solución racional delos problemas y que se apoyen en la autoridad ante sus mandantes, y en la capacidad técnica mucho más que enla movilización de sus afiliados.” (idem, p.135) En Argentina, sostiene, el corporativismo societal fue unaevolución del pluralismo interrumpida por el intento de corporativismo estatal peronista y, luego, por lo que élpropone denominar corporativismo político.15Por ejemplo, Lehmbruch, Gerhard, “Corporativismo liberal y gobierno de partidos”, en Schmitter y Lehmbruch(comp.), op.cit., pp.173-213, quien plantea una complementariedad funcional entre la representación basada enla dupla partidos-parlamento y la sustentada en el corporatismo.16Jessop, Bob, “Corporativismo, parlamentarismo y democracia social”, en Schmitter y Lehmbruch (comp.),op.cit., p.236. Otro punto de interés en Jessop es que el surgimiento de este híbrido aparece en relación a la crisispolítica signada por una separación creciente entre administración y parlamento en la que éste -y los intereses enél representados- pierde capacidad de control sobre aquella. Situación que se da desde el origen con elpresidencialismo argentino y resulta agravada por el personalismo del gobierno de Yrigoyen.

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LOS INICIOS (UN PUENTE SOBRE EL RIO)

Decíamos que durante el período escogido se opera un acercamiento mutuo entre elmovimiento obrero -más concretamente un sector de él- y el Estado, producto detransformaciones operadas en ambos actores. Estos cambios emergieron a la superficie de formarápida y espectacular a sólo dos meses de la asunción del nuevo gobierno, cuando se debió hacerfrente a un conflicto desarrollado entre las empresas de navegación y la Federación de ObrerosMarítimos (FOM). La importancia -y la excepcionalidad- conferida por el Estado a su resoluciónse aprecia en el hecho de que el número 37 del Boletín del Departamento Nacional del Trabajo(DNT) estuvo dedicado íntegramente a su desarrollo y resolución. Tal circunstancia erajustificada por la importancia del movimiento (que de prolongarse hubiese significado la virtualparalización económica del país, por ser el transporte marítimo un elemento vital de la Argentinaprimarioexportadora), su feliz solución y "el principio de arbitraje que como medio de soluciónquedó en ella sentado"17. En la misma introducción al informe, Alejandro Unsain, presidenteinterino del DNT, señalaba su carácter ejemplar, pero también sostenía la apremiante necesidadde legislar sobre los conflictos laborales dada su creciente importancia.

Esta falta de una ley en materia de huelgas, al hacerse sentir cada vez más, coloca a lasautoridades en la difícil situación de proceder en cada caso en forma diversa y ocasional,buscando dentro de sus posibilidades medios y recursos que carecen de la estabilidad que sólouna norma jurídica inexistente podría dar.18

En esta cita, Alejandro Unsain captó a la perfección una de las características queconsideramos centrales de la política laboral yrigoyenista: la ambigüedad, el (aparente)eclecticismo, el "proceder en cada caso en forma diversa y ocasional". Asimismo, aparece unreclamo que sería constante por parte de la dirección del DNT: legislación sobre conflictoslaborales, que daría mayor estabilidad a las resoluciones al extraerlas de la acción del poderpolítico y canalizarlas por medios institucionales.

En los comienzos del conflicto, la actitud estatal fue ambigua, con el DNT buscandoalguna solución presumiblemente amistosa y la prefectura apoyando de múltiples maneras a losarmadores, acción estatal que se mostraba mucho más coherente y efectiva que los deseos delDNT. Pero los grandes perjuicios que el paro provocaba conjuntamente con la intransigenciapatronal inclinaron la balanza para la búsqueda de una solución que finalmente favoreció a lostrabajadores: el apoyo de la prefectura fue suspendido con lo que se forzó a las empresas aaceptar el arbitraje de Yrigoyen, y el dictamen del jefe de policía -designado por Yrigoyen comoarbitro- otorgó numerosas demandas de los trabajadores.

Al laudo arbitral siguió una huelga parcial (20/3/17) y un lock-out (27/3/17) empresariocomenzados cuando la empresa Mihanovich reemplazó personal de la FOM por crumiros de laSociedad Obrera Marítima del Trabajo Libre. Nuevamente, la Prefectura impidió a lostrabajadores realizar propaganda y hubo enfrentamientos entre obreros de ambas organizaciones.A comienzos de abril y con la intervención de la policía, las partes suscribieron un nuevoacuerdo.

17Departamento Nacional del Trabajo, Boletín (BDNT) Nº37, mayo de 1918, p.V.18 Idem, p.VII, el subrayado es nuestro.

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En el curso de todo este conflicto, los obreros se entrevistaron dos veces con el Ministrodel Interior (4 y 21 de diciembre) y otras dos con el Presidente de la Nación (6 de diciembre y24 de marzo)19, amen de los asiduos contactos con el DNT. "Yrigoyen había entablado contactopersonal con los líderes de la más importante federación "sindicalista" y había demostrado suapoyo a los obreros"20, concluye al respecto David Rock.

Muy probablemente, sea esta la primera vez en la historia argentina en que se produce untriunfo de obreros en huelga gracias al apoyo obtenido desde el Estado. Aunque ese apoyo nohaya sido más que prescindencia real, es decir, quite del apoyo efectivo a la parte patronal, elcambio de actitud fue notorio y resultó decisivo para el triunfo obrero.21 También resultófundamental para la construcción del "obrerismo" de Yrigoyen, imagen que comenzó adifundirse precisamente después de este primer contacto personal con los dirigentes marítimos yde la FORA. La relación directa daba sus buenos frutos para ambos. Pero más allá de los logrosmás inmediatos (satisfacción de reclamos para unos, imagen benefactora para otro) esteacercamiento entre el Estado y los sindicatos tiene significados más profundos: la intervenciónestatal no se dio por medio de canales instituidos formalmente, ni tampoco se hicieron presenteslos partidos políticos como tales. Los distintos actores representaron sus papeles no según unlibreto establecido por el régimen político sino mediante una "improvisación" guiada por lasparticulares circunstancias y las respectivas posiciones de fuerza. Seguramente sin saberlo,estaban inaugurando con sus acciones una modalidad que calaría hondo en la sociedadargentina: la mediación corporativa entre el Estado y los sindicatos.

La otra gran intervención estatal en un conflicto obrero, la ocurrida para solucionar lashuelgas ferroviarias de 1917, también fue justificada por la importancia para la nación toda delsector afectado, considerando que la huelga se había extendido "al extremo de perturbar casi enabsoluto la vida económico-social de la República".22 La huelga general ferroviaria se originó enuna pluralidad de huelgas parciales decretadas por las bases. Las causas de dichos movimientosfinalmente unificados eran de lo más diversas e iban desde aumento de salarios hasta lareadmisión de los trabajadores dejados cesantes luego de la huelga de 1912, pasando por elcumplimiento de la ley de jubilaciones.

19Hasta donde he podido indagar, el único antecedente de reunión entre un Presidente y una delegación obrerafue el de La Fraternidad con Sáenz Peña, pero su resultado no supuso ningún apoyo a los trabajadores y la huelgaferroviaria de 1912 fracasó. Ver Suriano, Juan, “Estado y conflicto social: el caso de la huelga de maquinistasferroviarios de 1912”, en op.cit.20David Rock, El Radicalismo Argentino, op.cit., p.143.21"Ha bastado la prescindencia de [las autoridades], que antes perseguían y encarcelaban huelguistas, para que laenergía y la unidad de éstos diera los frutos deseados." La Vanguardia (LV), 23/4/17. El periódico del PS habíareconocido anteriormente que el fallo arbitral constituía un triunfo para los obreros, lo que representaba un hechohalagueño pues no era frecuente esa conducta de parte de las autoridades. Pero también dejaba entrever unacrítica al gobierno de Yrigoyen por el “método unipersonal (siempre arbitrario)” empleado en la resolución delconflicto, y proponía la institucionalización de mecanismos de arbitraje. LV, 6/1/17, p.1.22 BDNT Nº42, 1919, p.73.

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Ante intereses tan complejos y sin el concurso de una legislación adecuada para lasolución de los conflictos entre el capital y el trabajo, el Poder Ejecutivo se propuso encontraruna fórmula de avenencia que pusiese fin a la huelga...23

Nuevamente tenemos tres elementos fundamentales: ausencia de legislación, intención deponer fin a la huelga, intervención ad-hoc del Poder Ejecutivo Nacional.

A pesar de que en este caso la actitud del gobierno fue menos indulgente con lostrabajadores, las críticas a su accionar por parte de los sectores más reaccionarios de la sociedadfueron mucho más agudas y generalizadas que en el anterior caso de la navegación de cabotaje,y provocaron un poderoso reagrupamiento de la burguesía argentina dejando de lado losanteriores reparos para con el capital ferroviario. Además, la paralización total del tráficoterrestre durante los 24 días de huelga general (septiembre-octubre de 1917) con sus secuelassobre la vida cotidiana volcó también a más amplios sectores de la población en contra de lostrabajadores, a pesar de los infructuosos intentos de estos en mostrar la huelga como productode los foráneos intereses ferroviarios.24

En estas condiciones, no es de extrañar que la conducta del gobierno fuese por demászigzagueante. En uno de los conflictos que precedieron a la huelga general que paralizó al paísentero, el diario radical La Epoca, reflejó en sus páginas las oscilaciones del gobierno,responsabilizando ora a "la actitud intransigente de los obreros" en momentos en que "la justiciano está con ellos"25, ora a las empresas y sus arbitrariedades injustificadas26. Este cambio en laopinión del diario radical durante el transcurso de la huelga en el Ferrocarril Central Argentinoestuvo determinado directamente por la actitud de los trabajadores respecto a la mediaciónestatal: cuando la asamblea de trabajadores de la FOF rechazó las condiciones arregladas porministro de Obras Públicas, Torello, pues no reincorporaba a los trabajadores despedidos, LaEpoca cuestionó la justicia de sus reclamos y atacó su "intransigencia"; posteriormente, luegode la aceptación de la segunda resolución de Torello -que reconocía la justicia del reclamo- eldiario cargó las culpas preferentemente sobre la empresa. Se reflejaba así la puja directaentablada entre el gobierno (cuya prioridad era restablecer el servicio) y los sindicatos.

Pero el conmocionado ambiente ferroviario no se aquietó con aquel decreto que sólo serefería a los trabajadores de una empresa en particular. Nuevas y numerosas huelgas parcialesfueron forzadas por las bases y el diario radical cargó nuevamente las culpas sobre la actitud delos huelguistas, "sus censurables sistemas de violencia" y la participación de "agitadoresprofesionales" lanzando serias advertencias acerca de la represión que sobrevendría.27

Finalmente, las direcciones nacionales de ambos sindicatos decidieron ponerse al frente delmovimiento y elevaron un petitorio que derivó en huelga general en todos los ferrocarriles delpaís desde el 24 de septiembre. Luego de varios días, en que el tráfico terrestre se encontróprácticamente paralizado, el PEN dictó un reglamento del trabajo provisorio muy distinto, según

23 Ibidem.24David Rock, op.cit, pp.156-160.25 LE, 11/8/17, p.1.26 LE, 17/8/17, p.1.27"Huelga y violencia", editorial de LE, 16/9/17.

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La Vanguardia, al oportunamente presentado por el DNT a los sindicatos. El mismo fuetajantemente rechazado por los trabajadores adheridos a la FOF, y recibió una respuestaambigua de parte de LF y de los telegrafistas (gremio de reciente organización y que formabaparte de la comisión mixta de huelga). Otro decreto fue sancionado el 13 de octubre ordenandocompulsivamente la vuelta al trabajo y con él, el gobierno creyó solucionado el conflicto.28 Peroa pesar del optimismo radical, y aunque el decreto incluía numerosos reclamos obreros, losConsejos federales de FOF, FOM Y FORA (todos de orientación sindicalista) reunidosresolvieron que con el decreto en cuestión no eran "satisfechas las aspiraciones del gremioferroviario" por lo que se declararía de inmediato la huelga general si el gobierno lo ponía enpráctica.

Finalmente la comisión mixta (FOF, LF y telegrafistas) se reunió nuevamente con Torelloy logró imponer otras mejoras que el gobierno incluyó en su nuevo decreto provisorio. Pero lacentral obrera no había sido la única en jugar sus últimas cartas: el Ministerio de Obras Públicasse había dirigido a la justicia para denunciar penalmente a los consejos federales de FOF, FOMy FORA por incitar a la huelga general y dificultar la solución del conflicto, medida que no sellevó a cabo porque el acuerdo finalmente se realizó. 29

Aunque el gobierno renovó su optimismo30, las empresas no cumplieron con las pautas deldecreto.31 Este incumplimiento patronal había sido vaticinado por una nota de redacción de LaVanguardia a poco de solucionado el conflicto en la que se criticaba al gobierno por no habersancionado el reglamento de trabajo ferroviario vía Congreso, modalidad que daría mayorfirmeza ante los incumplimientos patronales. Con ello el PS ponía de manifiesto el conflictoexistente entre los poderes ejecutivo y legislativo32, y las debilidades de este último paracanalizar las demandas de la sociedad civil y servir de arena de confrontación de los distintos 28"Sin violencias ni procedimientos extorcivos, el Ejecutivo ha logrado un acuerdo justo y razonable, dando bases sólidasa la armonía del capital y el trabajo de que la república ha menester..." LE, 13/10/17, p.1.29La Organización Obrera (LOO), 20/10/17. “...queda evidenciado que este como todos los gobiernos fingenignorar dónde residen las causas motrices íntimas de las incesantes luchas entre el capital y el trabajo [...] Elhecho no nos toma por sorpresa. Cada vez que los trabajadores inician una batalla reivindicativa tienendescontado que han de luchar contra un enemigo siempre presente en esas acciones: el ejercito.”, ibid. Desde elcomienzo, en Rosario, se sucedieron algunos hechos de violencia menores. Pero también hubo algunas represiones demagnitud: el 26 de septiembre la policía mendocina (responsabilidad del gobernador conservador Alvarez) disparócontra la multitud provocando la muerte de seis personas y una docena de heridos; el 5 de octubre tropas nacionalesreprimieron a los huelguistas provocando dos muertos y varios heridos; una niña de quince años resultó muerta por lasbalas del ejército nacional en Junín el 10 de octubre; en Talleres el 14 de octubre la marina dejó el saldo de tres muertosy una docena de heridos. LV en su nota de redacción del 23/10/17 calculaba que el saldo de esos hechos era alrededor de20 muertos y un centenar de heridos. Las mismas cifras, repetidas en la Cámara de Diputados, no fueron desmentidaspor la bancada radical. Ver LE, 29/6/18, p.3.30”... el conflicto fue resuelto en forma tan adelantada y certera como nunca se resolvió entre nosotros unasituación de ese género. Por primera vez, el estado adoptó en la emergencia la función conciliadora quecorresponde al poder público. Gracias a su intervención, la solución de la huelga fue una transacción razonadaentre las partes que llegaron inteligentemente a una solución ecuánime.”, LE,31LE, 13/11/17, p.1. Para este medio, sin embargo, dicha irregularidad no justificaba nuevas huelgas: si bien reconocíaen ello un derecho, no resultaría justo en la difícil situación por que atravesaba el país.32Al respecto, ver Mustapic, Ana María, "Conflictos institucionales durante el primer gobierno radical, 1916-1922", en Desarrollo Económico (DE), v.24, Nº93, abril-junio de 1984, pp.85-108.

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intereses. Porque prácticamente toda la relación entre los trabajadores y el Estado se dio a travésde las negociaciones directas entre el ejecutivo y los sindicatos, y la resolución del conflictoferroviario se dio por medio de un decreto del PEN que reglamentaba el trabajo ferroviario(resultado de la puja entablada entre las empresas y los sindicatos a través de las presiones quecada uno pudo ejercer directamente sobre el gobierno según sus posiciones de fuerza), cosa quepodría haber salido por ley: en los cajones del Congreso descansaba un proyecto sobre lacuestión que ningún legislador oficialista intentó desempolvar ni el ejecutivo se preocupó pormovilizar, cosa que no inquietó para nada ni a los representantes obreros ni a los patronales.Sólo el PS se quejaba:

"La solución de la huelga hubiera sido muy fácil si se hubieran convertido en leyes losproyectos votados por la cámara de diputados, relativos a la reglamentación del trabajo y a lajubilación del trabajo ferroviario. Sabiéndolo ¿por qué el ministro no concurrió al senado a pedirsu sanción inmediata en nombre de los altos y verdaderos intereses del país afectado por lahuelga? Pero como este gobierno sólo se mueve en virtud de cálculos electorales, dejó pasar esaoportunidad para dictar, después de quince días de paralización absoluta del tráfico ferroviario,un decreto «propio» que sólo servirá para confundir y embrollar aún más la situación"33

Antes de que finalizara el año 1917 numerosos ferrocarriles se hallaban nuevamente enhuelga por los mencionados incumplimientos patronales y continuaría así durante 1918. Si bienalgunas de ellas fueron parcialmente solucionadas mediante la intervención del ejecutivo o porarreglos directos, muchas fueron derrotadas y para abril de 1918 la FORA comienza a prepararla huelga general en solidaridad con los ferroviarios luego de que fracasaran las gestiones antelas empresas que los gremios ferroviarios habían depositado en Yrigoyen.34

Tenemos así, en conjunto, una actitud del gobierno similar a la sostenida durante elconflicto marítimo, aunque menos favorable a los obreros y mucho más indecisa y ambigua. Y sibien sus efectos inmediatos (tanto en cuanto mejorar las condiciones de los trabajadores comoen pacificar las relaciones sociales) fueron considerablemente menores que en el caso de losmarítimos, a mediano plazo las buenas relaciones con estos demostrarían ser más débiles quecon los ferroviarios, cuyos sindicatos serían en los años veinte ejemplo del nuevo tipo deorganización y actividad sindicales que se estaban gestando.35 Pero por el momento, ya se hacían

33 "La farsa del gobierno radical y la huelga ferroviaria", LV, 9/10/17, p.1. Quizá no esté demás recordar que elgobierno se encontraba en minoría en las cámaras legislativas por lo que hubiera resultado dificultoso lograr lasanción de la ley.34 "Preparémonos para la huelga general" titulaba a toda página el Nº34 (semanal) de LOO, 14/5/18. Y lo mismoocurría con los siguientes tres números; aunque también es de destacar que esos mismos números eran bastante críticosde las huelgas parciales, sin consulta, que se venían sucediendo, no porque fueran injustas o porque los parosferroviarios costaban mucho a la nación toda (este era el argumento del PS) sino porque el momento exigía recomponerfuerzas. "Hay que darse cuenta que en una huelga ferroviaria parcial, a más del enemigo potente que es la empresa estáel Estado contra el personal, de ahí que sea difícil triunfar"35Así, mientras que la FOM prácticamente desapareció entre 1924 y 1928, consecuencia de las fuertespersecusiones que sufrió por parte de las empresas y la patronal Asociación del Trabajo -apoyadas por laPrefectura Nacional-, los gremios ferroviarios mantuvieron sus buenas relaciones con el gobierno obteniendonumerosas mejoras para sus afiliados. Ver Horowitz, Joel, "Los trabajadores ferroviarios en la Argentina (1920-1943). La formación de una élite obrera", en DE, v.25, Nº 99, oct.-nov. 1985.

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visibles los límites tanto de la intervención estatal,36 como de la extensión de la actitudreformista en los trabajadores.

Por otra parte, el caso de los ferroviarios adquiere mayor interés pues introduce otrainnovación en las relaciones entre el Estado y los sindicatos. Como bien describe David Rock,con posterioridad al fracaso de la huelga ferroviaria de 1912, LF descubrió la necesidad de unaacción conjunta con los trabajadores de tráfico y talleres, que desde ese mismo año intentabanorganizar los "sindicalistas", y rápidamente ofreció su apoyo al nuevo sindicato y propuso laconformación de un comité mixto de huelga. Asimismo, el sindicato de maquinistas y foguistas,ligado al partido socialista, veía en el régimen político instaurado a partir de la ley Sáenz Peñanuevas posibilidades para la lucha gremial y hacia 1916 lanzó una campaña contra las empresasferroviarias tendiente a dividir el campo patronal y lograr cierto apoyo estatal, el cual se volvíaposible con la UCR en el poder. La resolución del conflicto marítimo no hizo más que confirmarsus esperanzas por lo que en enero de 1917 pidió una entrevista con el ministro de obraspúblicas, Pablo Torello, quien no carecía de ciertos resquemores respecto de las empresasferroviarias, resquemores compartidos por el yrigoyenismo en general.37 Luego de la reunión LFdifundió una circular que, según La Vanguardia, "expresa la confianza de que el actualgobierno no desconocerá la importancia del estudio de los problemas ferroviarios...”38.Efectivamente, el relato que de dicha reunión hicieran los dirigentes de LF manifiesta laexcelente impresión que les causara el ministro radical, así como la casi convicción de que elnuevo gobierno se comportaría de un modo distinto a "la negligencia y el desprecio con que losgobiernos anteriores han procedido"39 También la FOF inauguraba en ese enero del `17 susvisitas a la Casa Rosada para entrevistarse con Torello y entregarle un listado de quejas. Torelloprometió soluciones y pidió que no se tomaran medidas drásticas, declarando que las empresasestaban mal acostumbradas por los gobiernos anteriores pero que la situación cambiaría.40

Estos episodios estaban inaugurando una práctica más específica que la iniciada con laintervención estatal en el conflicto marítimo. En el caso ferroviario, los sindicatos se sentaron anegociar con el ejecutivo sin que existiera una huelga como hecho consumado41. Es cierto que el

36 Ver David Rock, El Radicalismo Argentino, op.cit.37Ver los editoriales de La Epoca de los días 13/11/17, 9/3/18/, 7/5/18 y 28/12/18.38LV, 7/1/17, p.1.39cit. en LV, 7/1/17, p.1. Ver también, LF, "Memoria" (documento inédito), Circular Nº 3, 7/1/17 , cit. en DavidRock, op.cit., p.151. Varios días después La Fraternidad informaba que Torello había prometido unareglamentación sobre tareas y salarios de maquinistas y foguistas. LV, 21/1/17.40LV, 18/1/17. El sindicato informó posteriormente que "no pudiendo tomar la defensa de los trabajadores, [alministro] sólo le quedaba hacer cumplir estrictamente leyes y reglamentos", El Obrero Ferroviario, Nº45,febrero de 1917, cit. en Juan Guillermo Torres Labor politics of the radicalism in Argentina (1916-1930),University of California, San Diego, 1982, p.101. Asimismo, en LV del 26/1/17 se informaba de otra reunión conTorello, esta vez de una delegación ferroviaria de Rosario.41En verdad la jóven y autónoma Asociación Argentina de Telegrafistas (AAT) le había ganado de mano. Ya ennoviembre de 1916 se entrevistó con el ministro del interior, Gomez, para solicitar el cumplimiento de las leyesde descanso dominical y trabajo de mujeres y niños y la obtención de numerosas mejoras, entre ellas la jornada de6 hs. y el ingreso a las cajas de jubilaciones ferroviarias. El ministro prometió estudiar el caso y responderles(LV, 23/11/16). Pero su menor poder tanto estratégico como organizativo hace a este caso menos relevante que el

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encuentro estaba justificado por la existencia de una falta de parte de la administración pública:el silencio de la Dirección General de Ferrocarriles ante la violación por parte de las empresas denormas por cuyo cumplimiento debía velar. Pero tanto los reclamos obreros como las promesasdel gobierno iban más allá de este tema administrativo, y con ello se estaban dando los primerospasos de un andar que se iría fortaleciendo tendencialmente, en el que los sindicatosdemandarían del Estado determinadas acciones ex-nuovo en negociaciones directas con el PoderEjecutivo, privilegiando de tal modo la mediación corporativa por sobre de la partidaria.

LA ACEPTACION (SORDOS RUIDOS OIR SE DEJAN)

Los ya mencionados conflictos fueron los de más resonante intervención (no meramenterepresiva) de las altas esferas del ejecutivo nacional, pero hubo algunas otras a las quepasaremos revista rápidamente. A comienzos de 1918, el gobernador del Territorio Nacional deMisiones arbitró en un conflicto marítimo de su región aplicando la solución y los fundamentosaplicados en Capital Federal42; en septiembre, un conflicto en los servicios postales y telegráficosdel país se terminó mediante un decreto del PEN, cuyos servicios habían sido solicitados por elsindicato;43 en 1919, la empresa telefónica se vio obligada por presiones del propio Yrigoyen aaceptar algunos reclamos obreros.44

Un nuevo conflicto que afectó el transporte marítimo de cabotaje al comenzar el año 1919ofreció al gobierno la oportunidad para intentar recomponer su imagen frente a los obrerosluego de la Semana Trágica -y ante la cercanía de elecciones en Capital Federal-, al tiempo quepor las características del sindicato marítimo, poderoso, estable, disciplinado y predispuesto a lasnegociaciones, ofrecía suficientes garantías de no ver empañada su actuación por la intromisiónde hechos violentos.45 Luego de varios intentos fallidos de conciliación y arbitraje, el gobiernosancionó dos obscuros decretos de oficialización de los servicios. Si bien ambos eran pococlaros y fueron duramente criticados por el PS y aceptados con exceso de explicaciones porparte de la FOM46, ellos sellaron la suerte del conflicto con la capitulación paulatina de las

de los ferroviarios. De hecho, seis meses después reclamaban al ministro que aún no habían recibido ningunarespuesta (LV, 6/5/17). Aunque en el mediano plazo también obtuvo su "premio" al ser incorporados lostelegrafistas en la segunda ola de jubilaciones por medio de la ley 11.110, de jubilaciones y pensiones paraempleados de empresas privadas en prestación de un servicio público.42BDNT, Nº 37, mayo de 1918, p. V.43CM Nº9, septiembre de 1918.44Horowitz, Joel, Adaptation and Change in the Argentine Labor Movement. 1930-1943. A study of fiveUnions, PhD. University of California, Berkeley, 1979, p.163. Posteriormente, sin embargo, la empresa logrócesantear, por diversas razones, a todos los participantes de la huelga. Barrancos, Dora, "La puñalada de Amelia(o cómo se extinguió la discriminación de las mujeres casadas del servicio telefónico)", ponencia presentada enlas VI Jornadas Interescuelas-departamentos de historia, Santa Rosa, La Pampa, 1997.45David Rock, op.cit., pp.190 y sigs.; Las distintas alternativas de este conflicto pueden seguirse en LV a partirdel 13/12/18 hasta abril de 1919 y LOO, números 66-75, febrero-abril de 1919.46El sindicato marítimo debió excederse en explicaciones acerca del por qué de su aceptación (editorial de laUnión del Marino reproducida en LOO, 5/4/19, p.1.), al tiempo que la FORA deslizaba numerosas críticas a la"actitud sinuosa y pusilánime del gobierno", aunque también reconocía que con el primer decreto del PEN "losarmadores del Centro de Cabotaje han quedado librados a sus solas fuerzas; y en esta situación es natural y lógico

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empresas. El gobierno se había puesto nuevamente del lado de los trabajadores marítimos yestos habían asistido a numerosas negociaciones con el PEN. Sin embargo, las reaccionesverbales de la FOM y la FORA parecen sugerir que, con posterioridad a la Semana Trágica, lasnegociaciones con el gobierno debían cubrirse con algunos conceptos de fuerte contenido críticohacia el mismo.

Durante los conflictos obreros suscitados en la Patagonia entre 1920 y 1922, actuó comoarbitro el gobernador del Territorio -enviado para tal fin por el PEN- en febrero de 1921. Sinembargo, lo convenido no fue respetado por los terratenientes y, ante el resurgir de losconflictos hacia fines de ese mismo año, el teniente coronel Varela -enviado por el PENnuevamente a la región- encabezó una de las represiones más sangrientas de nuestra historia.47

Ella no sólo muestra los límites del “obrerismo” de Yrigoyen, también nos retrotrae alseñalamiento de Waldo Ansaldi en el sentido de que la política laboral de Yrigoyen distó tantode ser homogénea que, agrega, dejó de concebirse como "cuestión policial" pero para aparecer -en los casos extremos- como "guerra civil", manifiesta exageración que pone de relieve una delas debilidades de la democracia y la mediación partidaria: el recurso al ejército como árbitro.48

El PEN También se interesó, aunque sin mayores consecuencias, en otro puñado deconflictos como el mantenido por la Unión Naval en abril de 1918, en que el ministro de marinaofreció su arbitraje; el conflicto en los molinos de Capital Federal, también durante 1918, en elque Yrigoyen recibió a una delegación de los trabajadores; el conflicto que durante 1920enfrentó a la Federación Obrera en Construcciones Navales con la Unión de ConstructoresNavales, en el que el MOP actuó como mediador; y el que llevaron a cabo unos 6.000 obrerosde la empresa Gath y Chaves en que el ministro del interior, Gómez, actuó como mediador perosin ningún resultado: la empresa se mantuvo intransigente y la huelga fue languideciendo por elreemplazo paulatino de los huelguistas a pesar del apoyo dado por la FORA que declaró unlargo boicot; en esta ocasión, el gobierno no utilizó ningún tipo de presión sobre la empresa.Finalmente, al reseñar sintéticamente las huelgas de 1921, el DNT señalaba como una de lasprincipales la iniciada por los obreros del puerto y los carreros a la que adhirieron las dos FORAafectando a unos 50.000 trabajadores. Sostuvo que el PE intentó intervenir pero sin mencionarformas ni resultados.49

Es probable que se nos escape algún otro caso, pero resulta claro que luego de 1919 -eincluso antes- la actitud intervencionista de Yrigoyen y su eficacia se resintieronconsiderablemente. A su vez, en las publicaciones del DNT las menciones a la intervenciónestatal en los conflictos laborales son cada vez menos frecuentes y más crípticas. 50

anticipar que el triunfo de la FOM se producirá a corto plazo." (LOO, 1/3/19, p.1; y LOO, 22/3/19, p.2). El segundodecreto del ejecutivo impuso la reanudación del servicio, el pago del mes de febrero y dejó para posteriores discusiones elpago de marzo (LV, 29/3/19 y sigs.).47Bayer, Osvaldo, Los vengadores de la Patagónia Trágica, (3 tomos) Editorial Galerna, Buenos Aires, 1974; y FioritoSusana, Las huelgas de Santa Cruz (1921-1922), CEAL (BPA), #101, Buenos Aires, 1985.48Waldo Ansaldi, "Democracia y dictadura...", op.cit., pp. 123-124.49 Ver CM Nº53, mayo de 1922.50Durante 1923 todas las huelgas se resolvieron por arreglos directos entre las partes, limitándose el accionar delDNT a la indagación de sus causas, la confección de estadísticas, etc. Lo mismo parece haber ocurrido con las116 huelgas de 1922 aunque en su reseña no se explícita; y la situación continuaba igual en el primer semestre de

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Sin embargo, amén de persistir algunos intentos más tibios, lo anterior dejó sentado unmodus operandi de puertas abiertas y diálogos para cuestiones más cotidianas, más difícil depercibir por carecer de la luminosidad de aquellas intervenciones algo histriónicas por parte delPEN, pero de existencia indudable. Ello se ve en las buenas relaciones entabladas durante elgobierno de Alvear entre los sindicatos ferroviarios y el ministro Tramonti y la consecución denumerosas mejoras por parte de este gremio mediante convenios colectivos.51 También loindican las numerosas denuncias de negociaciones y connivencia con el gobierno que secruzaron las distintas centrales obreras en sus disputas ideológicas.52 Incluso sobre el final denuestro período, la porción más importante del movimiento obrero reconoció -y reivindicó- loque desde tiempo atrás venía realizando, esto es, sus frecuentes negociaciones con distintossectores del Estado, fundamentalmente sus asiduas concurrencias a los despachos ministeriales.

Efectivamente, en una severa crítica dirigida a los "quintistas" (integrantes de la FORA del5º Congreso, anarquista) la publicación oficial sindicalista sostenía que tanto el "camaleonismo"(epíteto con que los quintistas caracterizaban a los sindicalistas) como los anarquistasacordaban, teóricamente, con que "el movimiento obrero no puede regirse por normaspreestablecidas"; a partir de aquí desarrollaba una justificación teórica del pragmatismo,justificaba las negociaciones con el gobierno como la táctica indicada en determinadasocasiones, denunciaba que también los anarquistas estaban descubriendo sus ventajas y lesvaticinaba un futuro cercano a lo que actualmente criticaban.

[...] Ideas, más ideas, para que la organización sindical marche en línea recta hacia lameta [ridiculizaba a los anarquistas]. Nada de compromisos, de sucias componendas en las

1928, cuando se solucionaron en Capital Federal 66 huelgas, todas por arreglo directo entre las partes. Ver CMNº76, abril de 1924; CM nº63, marzo de 1923; y CM Nº 125, julio de 1928.51El 3 de septiembre de 1920 se firmó un contrato colectivo de trabajo entre todas las empresas ferroviarias deconcesión nacional y La Fraternidad, en presencia del ministro de Obras Públicas. El mismo abarcó a cerca de15.000 trabajadores e incluía interpretación de lo dispuesto por el decreto nacional de noviembre de 1917, y uncompleto escalafón de sueldos, ascensos y otras mejoras (CM Nº33, septiembre de 1920). Fue este el primerconvenio colectivo firmado por los ferroviarios (que fueron el segundo gremio en realizar esta práctica, doce añosdespués de inaugurada en soledad por la FGB, ambos con direcciones socialistas). La sindicalista UF lo seguríapronto en esta práctica que se repetiría en los años siguientes (particularmente, los convenios de 1925 y 1927) ysería casi constante en su historia.52"Federación presidencial", "traidores del proletariado" que tienen "un pacto con el gobierno radical", se quejabade haber sido acusada la FORA-9 por la del quinto congreso en el transcurso de su Congreso Extraordinario (vernota de la FORA-9 en LV, 3/10/20). En el mismo congreso, no obstante, se pidió la realización de una ententeentre ambas centrales y el delegado del sindicato del FF.CC. Central Norte Argentino (estatal) solicitó que unacomisión se entrevistara con el ministro de obras públicas por la readmisión de 3.000 obreros despedidospaulatinamente con posterioridad a enero de 1919 (ibid). Dos días después, un editorial de La Vanguardiadirigido a propiciar la unidad afirmaba que la misma era posible, a pesar de los agravios de los quintistas: "Losnuevos procedimientos de la Federación Obrera comunista [FORA-5] prueban también que está madura para unacercamiento con la FORA. El congreso de aquella resolvió, por ejemplo, [...] enviar a la Casa Rosada unadelegación que gestione del ministro de obras públicas la readmisión de algunos obreros ferroviarios despedidos."LV, 5/10/20, p.1. Ver también Hugo del Campo, op.cit., p.23, quien muestra como los dirigentes sindicalistas eranconsiderados radicales o filo radicales por muchos. Del otro lado, ver, "El movimiento obrero y el DepartamentoNacional de Trabajo", en LOO, Nº6, 1/5/17, p.2., donde los sindicalistas critican duramente al DNT como organismopuramente burgués, al tiempo que reconocen -a su pesar- que numerosos sindicatos se acercan a él, pese a su “naturalezatraidora”.

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mansiones donde el poder público tiene su asiento, cuyo contacto con los trabajadores anula lasenergías combativas y apaga el espíritu revolucionario.

La palabra simbólica del poder eran las «alfombras», tan pisoteadas por los camaleonesque no se podía hablar de aquéllas ni de éstos, sin asociar ambos términos. Con todo, pensamosque algún día nos alcanzarán. Por de pronto, ya empiezan a tener conciencia de que siguen anuestra retaguardia y de que esa posición se la deben a la faramalla ideológica que les trabó lamarcha.

También perdieron el asco que experimentaban por las «alfombras». El sindicato máscaracterizado del quintismo, el de panaderos de la capital, ha pisado las de la jefatura de policíacon motivo del conflicto que sostiene para abolir el trabajo nocturno. Y parece que fueron de suagrado, ya que desde allí se largaron a las del ministerio del Interior, donde menudearon lasentrevistas con el titular de esa cartera.

El hecho no es nuevo. Ya los estibadores de Rosario estaban cansados de alfombreocuando los panaderos de aquí saboreaban ese placer. [...] ¿Y los principios? ¿Y las fanfarronadasacerca del arbitraje? ¿Qué significa ese ir y venir por las alfombras gubernativas? ¡Linda figuradespués de treinta años de esfuerzos filosóficos realizados [...]

Sin ninguna clase de desmedro para su personalidad, la Unión Sindical Argentina,cuando creyó necesario presentarse ante los poderes públicos, lo hizo para proclamar por losderechos vulnerados por el Estado.

Una organización, cuando está en conflicto o tiene que reclamar al Estado sus derechos yllega hasta sus representantes, no pierde ni con mucho su personalidad sindical; pues no va adelegar en el gobierno la solución de su conflicto, ni va a mendigarle clemencia, sino queconcurre sencillamente a los llamados que se le hacen o va directamente, porque así lo exigenlas circunstancias o porque es a él a quien debe reclamarle la libertad de propaganda, la libertadde los presos o presentarle sus protestas por procedimientos de sus subalternos.53

El discurso mantiene sus tópicos clasistas y revolucionarios, pero la intransigencia deantaño ha quedado atrás.54 El autor era coherente con su primera afirmación -las ideas son underivado de la acción-, y más de dos lustros de prácticas que no desdeñaron el diálogo con elEstado decantaron, finalmente, en una ideología que terminó por aceptarlo. Esta citacorresponde al final de nuestro período y puede considerarse, sin lugar a dudas, como uno de losresultados de la práctica que intentamos analizar; es decir, la relación Estado-sindicatosdesarrollada durante los gobiernos radicales fortaleció las tendencias reformistas y favorables aldiálogo que se hallaban en germen en el movimiento obrero al comenzar el período, al punto que

53Bandera Proletaria, año VII, Nº393, 26/1/29, p.1; cit. en Roberto Reinoso (comp.), "Bandera Proletaria":selección de textos, CEAL (BPA), Buenos Aires, 1985, pp.124-126.54Citamos extensamente a los sindicalistas por resultar más significativos al respecto pero no fueron los primerosen expresar verbalmente lo que en la práctica se venía asentando desde antes. Efectivamente, la COA (cuyo pilar,significativamente, lo constituían los ferroviarios) había tomado la delantera en esa carrera. En 1926, su llamadofundacional a la organización para la emancipación del sistema capitalista, “permanente causa de explotación,injusticia y miseria”, no excluía “ningún medio eficaz de lucha”. En sus consideraciones manifestaba, asimismo,no descartar las relaciones solidarias con “distintas formas de organización y acción de la clase trabajadora”;sosteniendo que la organización obrera podía, entre otras cosas, “acentuar su influencia en el gobierno de losintereses colectivos” y así “acelerar la evolución de la sociedad capitalista” (cit. en Jacinto Oddone, Gremialismoproletario argentino, La Vanguardia, Buenos Aires, 1949., p. 437). Entre sus actividades planteaba las detransmitir a las autoridades sus resoluciones y ejercer de contralor de comisiones arbitrales y cajas de jubilacionesy pensiones.

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ya no era necesario ocultar bajo una hojarasca de palabras combativas las relaciones pacíficasmantenidas.55

LOS LIMITES (ALGUNOS SON MAS IGUALES QUE OTROS)

Tanta innovación en tan poco tiempo debía ser explicada y justificada ante la opiniónpública. Respecto de las causas que movieron a este cambio de actitud, Yrigoyen difundía supretensión de mitigar "los sufrimientos de las masas" basada en el carácter "eminentementepopular" de su gobierno. Basándonos solamente en estas expresiones podríamos pensar queYrigoyen consideraba a la clase obrera como una de las legítimas "esferas orgánicas"constituyentes de la sociedad, y a su política obrera como parte de su intento por ampliar lasbases del Estado.56 Sin embargo, el propio Yrigoyen nos brinda, al mismo tiempo, elementosque se encaminan en otra dirección y, si no son contradictorios, se dirigen al menos hacia otropúblico: su política también se justificaba pues tendía a pacificar las relaciones sociales,eliminando la violencia. 57

Por otro lado, hemos visto que en los casos más resonantes de intervención estatal, lashuelgas habían afectado gravemente la economía nacional, hecho que fue aceptadoexplícitamente por las autoridades como causal de su intervención. Esta explicación cobra mayorfuerza -en relación a las referencias a la justicia social brindadas por Yrigoyen- si tenemos encuenta no sólo los innumerables casos de reclamos obreros -sin duda igualmente justos- en losque el Estado se mantuvo totalmente al margen58, sino también los que su actuación fuecontraria a los trabajadores, dando apoyo a los patrones o reprimiendo a mansalva (huelgas enlos frigoríficos, de los municipales, Semana Trágica, etc.)59.

55Cabe aclarar que la política estatal no fue la única causal del creciente reformismo, ni este fue su únicaconsecuencia: por la modalidad privilegiada, el reformismo se canalizó a través de la mediación corporativa y node la partidaria.56Falcón, Ricardo, "El gobierno de Hipólito Yrigoyen y la cuestión obrera", ponencia presentada en las 4tas. JornadasInterescuelas/ Departamentos de Historia, Mar del Plata, 20-22 de octubre de 1993, policopiada.57“En el camino de las reformas de esta índole, es indispensable extender estos beneficios, a fin de que se asegureal país su tranquilidad permanente y su continuo progreso en el armonioso conjunto de todas sus esferas yactividades.” (Mensaje presidencial acompañando la propuesta de ley de jubilaciones para empleados decomercio. Cit. en CM Nº58, noviembre de 1922, p.931). “Sin violencias ni procedimientos extorcivos, el Ejecutivoha logrado un acuerdo justo y razonable, dando bases sólidas a la armonía del capital y el trabajo de que la república hamenester para su engrandecimiento." LE, 13/10/17, p.1. “Y hoy puede afirmarse, por mil demostraciones, que hapenetrado en hondo al alma del pueblo el convencimiento de que ya no es indispensable recurrir a las accionesviolentas y de hecho para alcanzar más justicia” (Mensaje Presidencial al abrir las sesiones parlamentarias de1920, cit. en CM Nº55, julio de 1922, p. 883.58En verdad no es acertado en ningún caso caracterizar la actuación del Estado como competamente al margen,en la generalidad de las huelgas pequeñas la actitud de la policía era claramente favorable a las empresas y así lodenunciaban tanto La Vanguardia como La Organización Obrera. Pareciera ser que si no mediaba una ordenexplícita y categórica en sentido contrario, la policía obstaculizaba de múltiples maneras el accionar de loshuelguistas.59Estos casos resultan fundamentales para comprender los estrechos límites que tenía el "obrerismo" de Yrigoyen.Nuevamente remitimos al libro ya citado de David Rock para una visión de conjunto y de los casos mássignificativos. También puede verse, Bilsky, Edgardo, La semana trágica, Ceal, Buenos Aires, 1984; Bayer,

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El panorama también se aclara si observamos la actuación del DNT. Y es que además deaquellas intervenciones directas, con ciertos caracteres histriónicos por parte de prominentesfiguras del Poder Ejecutivo, existió una intención intervencionista por parte del Estado,generalmente practicada por parte del DNT, a la que también debemos prestar atención. Comohemos visto, las intervenciones realizadas por Yrigoyen habían sido precedidas por intentos deinterceder en los conflictos de parte del DNT, ante cuyo fracaso la intervención fue derivadahacia instancias más altas del Ejecutivo Nacional.

En la Crónica Mensual Nº7 del DNT, por ejemplo, se informaba que el Departamentohabía intervenido en dos huelgas de importancia: molineros e industria del calzado. En la última,los obreros rechazaron el ofrecimiento a la conciliación y el conflicto se resolvió por acuerdodirecto entre las partes dos meses después60. En la de los molineros ambas partes aceptaron lainvitación a conciliar en el Departamento, pero el acercamiento no fructificó: no hubo acuerdoen cuanto a la readmisión del personal huelguista, que había sido fácilmente reemplazado porrompehuelgas quedando, no obstante, paralizada la producción por la falta de insumosconsecuente al boicot declarado por numerosos gremios, entre ellos la FOM. El DNT ofrecióentonces un arbitraje que fue aceptado por los obreros pero no por la empresa. Al poco tiempola participación de la FOM logró que se reuniera una comisión obrera con Yrigoyen, quien secomprometió a estudiar el caso e interceder, aunque nada visible realizó al respecto.61 Para finesde julio habían fracasado dos nuevas reuniones directas entre obreros y patrones y el conflictorecién fue solucionado para fines de agosto por arreglo directo entre las partes.

El primer punto a retener aquí -amen del intento de mediación y arbitraje estatal- es queninguno de estos dos casos frustrados derivó en la intervención de autoridades de mayorresponsabilidad y notoriedad (los molineros se entrevistaron con Yrigoyen pero en este casoestaba involucrada la FOM y, por lo demás, nada obtuvieron de ese encuentro). Evidentemente,los trabajadores del calzado y los molinos no fueron considerados en igual rango que losferroviarios y marítimos, de mayor importancia numérica y estratégica para la economía engeneral. Por ello, ante el fracaso de su mediación, al DNT sólo le quedaba lamentarse, aunque laactitud de los obreros impedía la desesperanza absoluta al revelar

... la existencia de un ambiente propicio para implantar en la República Argentina, por medio dela ley, un sistema de conciliación y de arbitraje obligatorio semejante al que rige en Nueva Zelandia envirtud de la ley de 1908.62

Ricardo Falcón63 ha señalado que la finalidad de normalización económica y pacificaciónde las relaciones sociales se hallaba presente en los intentos reformistas de los anteriores

Osvaldo, op.cit.; Sebastián Marotta, El movimiento sindical argentino. Su génesis y desarrollo, Lacio, Buenos Aires,1960-1961 (vol. II), Calomino, 1970 (vol III).60Ver también LV, 13/7/18 y sigs.61Paralelamente, una comisión de los no huelguistas del molino Río de La Plata se entrevistó con el ministro delinterior solicitando protección para desarrollar su trabajo, LV, 14/7/18.62Departamento Nacional del Trabajo, CM Nº7, julio de 1918, p.97? (el original está muy deteriorado y no se leela página). El interés por los "medios preventivos para evitar cierta clase de conflictos entre el capital y el trabajo"(BDNT Nº39, octubre de 1918, p.5.) fue una constante del DNT; pero resultaron infructuosos sus sucesivosesfuerzos en esa dirección (proyectos de ley sobre contratos colectivos, arbitraje obligatorio, asociacionesprofesionales; consultas con las organizaciones patronales sobre diversos procedimientos, etc.).

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gobiernos, mientras que Yrigoyen habría perseguido la expansión de las bases sociales delEstado mediante la incorporación de los trabajadores. Sin embargo, a partir de lo que venimosviendo no podemos acordar completamente con él. Efectivamente, lo segundo es en parte cierto,pero sin que ello implique el abandono de los otros objetivos. En este sentido, consideramos quelas diferencias con los gobiernos del "Régimen" se refieren a que éstos, cuando abandonaron sufaz represiva, buscaron una respuesta global para la "cuestión social" en su conjunto64, y unmecanismo esencial de la misma lo constituyó la doble política de represión al anarquismo ypermitir el crecimiento del socialismo.65 Este camino estaba vedado para Yrigoyen puesto que elanarquismo se encontraba ya en decadencia (aunque no dejó de ser blanco de violentasrepresiones toda vez que logró asomar su amenazadora cabeza) y, principalmente, porque en elPS no podía ver a una fuerza integradora de los trabajadores sino a su principal competidor enCapital Federal. Pero Yrigoyen percibió otra divisoria de aguas en el interior del movimientoobrero, más ligada al sector de la producción afectado y a las características del sindicato, y a suprofundización -integrando a unos, manteniendo en la marginalidad a otros- apuntó sus dardos.Así, la finalidad es en parte la misma, pacificar las relaciones sociales (y también electoral) perolos medios son distintos: incorporar a un sector del proletariado, ampliar parcialmente las basesdel Estado, sí; pero todo ello por medios más o menos novedosos que privilegiaron la lógicacorporativa al basarse en relaciones personalizadas de miembros del PE, marginar al Congreso yestimular una división sectorial en el interior del movimiento obrero regida principalmente por laparticular posición de fuerza y poder de negociación.

David Rock por su parte, atribuye importancia central para las buenas relaciones entre elgobierno radical y los sindicatos al carácter ideológico de estos últimos: según esta hipótesis,serían los sindicalistas los que establecieron buenas relaciones con el gobierno radical puesto quecompartían un enemigo común (el PS) sin competir en sus respectivos ámbitos (electoral ysindical, respectivamente); por el contrario, el gobierno sería esquivo al diálogo con lossindicatos en los que el PS tenía ascendiente. En el caso ferroviario, sin embargo, el sectorsindicalista (FOF) fue el más intransigente mientras que el de orientación socialista (LF) fue elque más a gusto se encontró en la mesa de negociaciones con el gobierno. Por ello,consideramos que debe matizarse la hipótesis de Rock

Efectivamente, La Fraternidad no sólo se mostró siempre más moderada y dispuesta a aceptarlas distintas propuestas provenientes del Estado, sino que durante la huelga en el Central Argentinotambién mantuvo reuniones con el gobierno al margen de la comisión mixta de huelga, y estaconducta fue juzgada en duros términos por los "sindicalistas". La Organización Obrera caracterizóa esos encuentros con las autoridades como "conducta desleal de los delegados de La Fraternidad" ydenunció que sus dirigentes tenían terror a la huelga y sólo deseaban arreglar con la empresa y elministro.66 Al mes siguiente sostenía que la tolerancia para con LF tenía sus limites, dados por el

63Falcón, Ricardo, op.cit.; y "La relación Estado-sindicatos en la política laboral del primer gobierno de HipólitoYrigoyen", en Estudios Sociales, Nº10, Universidad Nacional del Litoral, Santa Fe, primer semestre, 1996.64Por medio del Código Gonzalez, o mediante las pocas leyes obreras efectivamente sancionadas que afectaban alproletariado urbano en su conjunto sin distingos de rama o sector de actividad (aunque limitados a CapitalFederal y Territorios Nacionales).65Esto, claro está, no era la política de la elite en su conjunto sino de un sector de ella.66LOO, 7/8/17.

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convencimiento de que ya no actuaba por equivocación sino "hipócritamente" al privilegiar susintereses particulares a los de todo el gremio ferroviario, por contraposición a la FOF cuyas huelgasde carácter solidario

"dan por tierra con el viejo espíritu corporativista que constituye el alma de la primera hora dela organización proletaria e impregna a ésta del nuevo y alto concepto que orienta la moderna acciónde los trabajadores".67

En el otro frente, resaltaba como "un hecho sugerente" el que los trabajadores de losFerrocarriles Provinciales de Santa Fe hubieran rechazado el ofrecimiento arbitral de la DirecciónGeneral de Ferrocarriles. Según el periódico sindicalista, los obreros sabían por experiencia de quepoco valor resolutivo eran las oficiosas intervenciones de terceros en discordia cuando de la discusiónde hechos e intereses antagónicos se trataba; con juicio acertado -concluía- sólo se fiaban de suspropias fuerzas.

La Vanguardia, por su parte, respondía de un modo indirecto. Una nota titulada "Losradicales y los obreros" nada decía acerca del triunfo obrero en el Central Argentino ni de las críticaslanzadas desde el periódico sindicalista a la conducción socialista de LF, sino que estaba dedicada alos obreros municipales reemplazados luego del último conflicto.

"Me extraña la actitud de la FORA al dejar que transcurra el tiempo y no exigir del intendentemunicipal el cumplimiento de sus promesas, pues son miles de obreros los que aún no han vuelto a suspuestos. Parece que ese organismo federativo siente indisponerse con el intendente o con el presidentede la república"68

Evidentemente, para la mayoría de los trabajadores a quienes se dirigían ambas apelaciones, lasbuenas relaciones con el gobierno eran mala palabra, o al menos así lo interpretaban ambos voceros.Sin embargo, cuatro días después apareció en el diario socialista un reportaje a José San Sebastián,presidente de LF, quien sostenía que estaban "ampliamente satisfechos" con la intervención deTorello en el último conflicto ferroviario.

Para nosotros, encontrar un ministro como el doctor Torello representa una satisfacción másgrande que la natural, pues usted bien sabe cuánto hemos tenido que luchar con ministros comoRamos Mejía o Moyano. Por eso, al encontrar hoy a un ministro de obras públicas que invoca lasnecesidades y las conveniencias del público antes que las necesidades y conveniencias de loscapitalistas ferroviarios extranjeros, nuestra satisfacción tiene que ser muy grande. Y no crea usted queconfundimos las cosas. Nosotros no creemos que el doctor Torello haya intervenido en la forma en quelo hizo por captarse las simpatías de los ferroviarios. No señor, creemos que el doctor Torello, parafallar este asunto en la forma rápida y terminante en que lo hizo , ha debido tener en cuenta tan sólolas conveniencias públicas [...] Conviene al mismo tiempo hacer entender al gremio que si el gobiernoestará de nuestra parte cuando la razón nos asista, no ocurrirá lo mismo cuando sin causa justificadaestemos revolucionando al país a cada rato con una huelga. Esto último es muy importante, y LF seencargará especialmente de hacerlo entender a todos. Lo digo así porque no faltan en el gremio los dela gimnasia revolucionaria.69

Al provenir de un dirigente obrero socialista y haber sido publicadas en el periódico oficial delpartido, estas palabras nos parecen sumamente significativas por varias razones. En primer lugar, nohemos encontrado en la pluma sindicalista ningún elogio tan acabado del gobierno radical. En 67LOO, 8/9/17.68LV, 17/8/17.69LV, 21/8/17, p.2.

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segundo lugar, y a diferencia de lo acostumbrado por los mismos socialistas, rechaza la hipótesiselectoralista para explicar la conducta gubernamental. Finalmente, y cual si fuera un vocero delgabinete radical, advierte que el gobierno no apoyará protestas obreras cuando la razón no asista a loshuelguistas (¡sorprendentes palabras para un dirigente obrero socialista!)

Los supuestos "excesos" huelguistas de los sindicalistas -según San Sebastián- habían sido lacausal de las divergencias entre LF y la FOF, pero los partidarios de la acción directa, continuaba eldirigente de La Fraternidad,

habrán de rectificar ese criterio, como ya hace tiempo han rectificado otros, entre ellos elcriterio de que no había que ir a pedir nada a los poderes públicos. Antes nos ponían de oro y azulporque íbamos a solicitar al gobierno, y ahora resulta que son ellos los que se entrevistaron con elministro más frecuentemente que nosotros, y hasta son ellos los que han llegado al presidente Irigoyenantes que nosotros...70

Aquí nos interesa señalar que, más allá de las últimas consideraciones de San Sebastián, fue elsindicato socialista el que más se acercó al gobierno, así como fue el primero en reivindicar lamediación estatal. Ciertamente, la postura del partido era ligeramente distinta, pero lo que queremosremarcar es que en el caso de los ferroviarios, no fue la corriente "sindicalista" la más favorable aldiálogo con la UCR sino la socialista, a contrapelo de lo que normalmente se sostiene, es decir, quehabrían sido los sindicalistas los más predispuestos a las intervenciones radicales pues compartían unenemigo común (el PS). Por el contrario, consideramos que, sin negar este elemento, lo principal noradicaba en la corriente político-ideológica del sindicato, sino en las características del gremio:transporte, concentrado y calificado. Estos rasgos no sólo daban mayor poder de negociación,también daban fuertes impulsos a determinados aspectos organizativos: generalmente sus sindicatoseran centralizados, por industria, de alcance nacional y disciplinados. La FOF agrupaba a lostrabajadores menos calificados de los ferrocarriles y su joven sindicato con su organización federativadejaba gran libertad de acción a las distintas seccionales.71

Veamos más detenidamente esta cuestión. Efectivamente fueron los sindicalistas los quelograron aglutinar a su alrededor a la mayor parte del movimiento obrero organizado a partir del9º Congreso de la FORA reunido en 1915. Ello era parte de su proyecto hegemónico de lograrla unidad de todo el proletariado, el cual era sumamente heterogéneo. La heterogeneidad ycreciente estratificación de la clase72 se trasladó a los sindicatos y sus diversas tácticas,estrategias y modelos organizativos. Así, nos encontramos con algunos trabajadoresprivilegiados ya sea por su calificación (gráficos, maquinistas), su inserción socio-cultural

70LV, 21/8/17, p.3. Nótese la similitud entre esta crítica a los sindicalistas y la que, en 1929, dirigieron estos a losanarquistas (ver supra).71Cabe aclara que los distintos traspies que sufrieron los ferroviarios de la FOF en sus diversas huelgas parcialescondujeron a la paulatina desaparición del sindicato que sería reconstruido en 1922 sobre bases completamentediferentes, abandonando el anterior federalismo que fue reemplazado por un sindicato centralizado y fuertementedisciplinado: “The Union Ferroviaria, because of its massive size, its disciplined control of its members and itsnon-political stance, was an organization that governments could work with easily. The vasta mayority of unionsdid not behave in a similar fashion and they did not grow during de 1920’s. However, a movement in thedirection of the style of the UF can be detected.” Joel Horowitz, Adaptation and Change... op.cit., p. 145.72Al respecto, ver David Rock, op.cit.; y Edgardo Bilsky, Esbozo de historia del movimiento obrero argentino:desde sus orígenes hasta el advenimiento del peronismo, Cuadernos Simón Rodríguez-Editorial Biblos, BuenosAires, 1987.

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(empleados de comercio y públicos, trabajadores de cuello blanco en general) o por el carácterestratégico de sus actividades (ferroviarios, marítimos). A su vez, estos trabajadores, que enalgunos casos reunían más de una de esas características (maquinistas y foguistas ferroviarios ymarítimos, por ejemplo) tendieron a constituir organizaciones sindicales poderosas, disciplinadasy centralizadas, organizadas por rama a nivel nacional y con indicios de burocratización73 comoLa Fraternidad (ligada al Partido Socialista), la Unión Ferroviaria (fundada en 1922 por lossindicalistas como versión centralizada y disciplinada a partir de los restos de la FOF), laFederación Gráfica Bonaerense (también ligada al PS; aunque en este caso no tenía alcancenacional ni centralización burocrática, era muy disciplinada y moderada: fue la primera -ydurante un decenio la única- en realizar convenios colectivos de trabajo). La Federación ObreraMarítima constituye otra importante excepción parcial: organismo de alcance nacional, porindustria y con considerable disciplinamiento interno, agrupaba a los trabajadores menoscalificados de abordo -aunque estaban lejos de ser no-calificados o de ser equiparados con ellos-y no desechó las buenas relaciones con el gobierno radical, pero mantuvo al mismo tiempo unaconsiderable combatividad y extraordinaria solidaridad para con otros gremios menosfavorecidos, hechos a los que no fue ajeno su sistema de organización federativo. En sureconstitución, a finales de los años veinte, hubo una tendencia bastante fuerte aunque fallidapara eliminar el sistema federativo y refundarla sobre el modelo centralista de los ferroviarios.74

Fueron estos los sindicatos que más se acercaron al poder estatal, y los que obtuvieron elgrueso de los beneficios de tal relación que poco podía aportar al resto de los trabajadores. Elhecho de que, debido a la particular estructura productiva argentina, el sector transporte fuera elmás dinámico y sus trabajadores los más poderosos, transformó a éstos en los más influyentesdentro del movimiento obrero, imprimiéndole parte de sus características que no sólo lovolcaron hacia posturas crecientemente reformistas sino también al privilegiamiento de lamediación corporativa.

Como venimos viendo, la práctica totalidad de los contactos y los encuentros entre elEstado y los sindicatos se dieron a través de negociaciones directas entre el Poder Ejecutivo ylos representantes obreros. Esto ocurrió tanto en los casos en que se trataba de resolver unconflicto concreto (huelgas) entre el capital y el trabajo (en los que la mediación o el arbitrajegubernamental estaban, a su vez, consolidando -si no inaugurando- la intervención estatal enesta materia, considerada ámbito de las relaciones privadas por el liberalismo clásico75), como en

73En 1928 la UF tenía 67 empleados y marchaba a la vanguardia en cuanto a burocratización se refiere, hechopor el que era duramente criticada, sobre todo por los anarquistas. Joel Horowitz, op.cit.. También EdgardoBilsky, Esbozo..., op.cit.; y Juan Guillermo Torres, op.cit., pp.96 y sigs, quien señala que, según denuncias deLa Protesta, varios integrantes de la Confraternidad Ferroviaria cobraban, en 1922, entre 420 y 250 pesos, cifrasmuy superiores a las del obrero ferroviario medio.74Sebastián Marotta, op.cit.75Los antecedentes que nos impiden considerar estas prácticas como inaugurales se refieren a las intervencionesestatales durante los conflictos ferroviarios de 1907, 1910-11 y 1912 pero sus resultados distan mucho deasemejarse a los logrados por Yrigoyen. Nos referimos aquí exclusivamente a la resolución de las disputasconcretas suscitadas entre ambos "factores concurrentes de la producción", librados tradicionalmente a susrespectivas fuerzas, y por ello hacemos excepción de las tres leyes referidas al trabajo existentes con anterioridad:descanso dominical, trabajo de mujeres y niños y accidentes de trabajo. La directa intervención estatal en losconflictos fue justificada inicialmente por el carácter de servicios públicos y la relevancia para el funcionamiento

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los que los sindicatos intentaban demandar del Estado cuestiones específicas: la sanción dealguna legislación de previsión social, la derogación de las leyes represivas, la libertad de lospresos por razones "sociales", la imparcialidad policial, la presión para que las empresas aceptenconvenios colectivos, etc. Por contrapartida, los partidos políticos y el Parlamento encontraronserias dificultades para canalizar las demandas crecientes de la sociedad civil -en este caso, delmovimiento obrero organizado- a pesar de que el proceso político abierto con la sanción de laley Sáenz Peña parecía impulsar a que fuesen ellos los canales de mediación válidos entre lasociedad civil y el Estado.

Pero la lógica corporativa tampoco se detuvo ante los portales del Congreso e ingresó alas salas de ese ámbito estatal específico para la mediación partidaria. Efectivamente, lalegislación obrera y de previsión social sancionada durante la presidencia de Yrigoyen estabaprincipalmente dirigida a un sector pequeño del proletariado, aquel que por las característicaspropias de su trabajo y su asentada organización sindical más capacidad de presión poseía en susnegociaciones directas con las autoridades del ejecutivo y que, efectivamente, fue el que másrecurrió a esta práctica. Así, una somera revisión de la legislación sancionada durante losgobiernos radicales nos muestra que durante la primera presidencia de Yrigoyen no parece habersido privilegiada la sanción de leyes obreras de importancia y alcance generales, como las de descansodominical, trabajo de mujeres y menores o de accidentes de trabajo sancionadas durante el períodoanterior. Por el contrario, resaltan las que beneficiaban a los grupos más poderosos del sindicalismoargentino (jubilaciones para ferroviarios y demás servicios públicos, bancarios, hogar ferroviario)conjuntamente con leyes que favorecían a los obreros en tanto que integrantes de un conjunto socialmás amplio (alquileres).76

Durante el mandato de Alvear parece haberse esfumado la sanción de leyes particulares. Elresurgir de las de incidencia general sin embargo, parece algo cauteloso, sin ningún avance cualitativoen la filosofía del derecho y de resultados ambiguos: la modificación de una ley como la reguladoradel trabajo de mujeres y jóvenes -sin duda muy necesaria- que ya tenía 17 años de vigencia; laobligatoriedad del pago de salarios en moneda nacional, tan importante para ciertas regiones alejadas,resultaba, por ello mismo, de difícil aplicabilidad; la ley de jubilaciones 11.289, de gran trascendenciapor extender sus alcances a gran número de trabajadores, no fue recibida con beneplácito por sussupuestos beneficiarios y pronto debió ser derogada; la prohibición del trabajo nocturno enpanaderías, finalmente, no logró ser aplicada efectivamente por aquellos años. Esta situación continuódurante la escueta segunda presidencia de Yrigoyen, con la aparente excepción de la ley sobrejornada laboral. Sin embargo, esta última ley sólo podía afectar al comercio (en la industria se habíaimpuesto desde hacía años la jornada de ocho horas) y su entrada en vigencia fue prorrogada por undecreto presidencial.

Esto no sólo es un indicio indirecto del funcionamiento de la mediación corporativa pordetrás de la sanción legislativa, sino que además la estimulaba. Efectivamente, ya hemos señaladoque la política laboral de Yrigoyen fue esencialmente ambigua, pero esta característica posee mayores económico general de la república de los sectores afectados, pero en ocasiones se trocó en una legitimaciónexplícita del intervencionismo estatal y el abandono del Estado liberal, cosa que no llegó a concretarse.76Una importante excepción a lo que venimos sosteniendo y que no debe soslayarse la constituye la Ley 10.505 detrabajo a domicilio sancionada en 1918. Para la situación de los trabajadores (en su mayoría mujeres) a los que laley estaba dirigida, asi como para el proceso de su aprobación, ver Panettieri, José, Las Primeras leyes obreras,CEAL (BPA), Buenos Aires, 1984.

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implicancias. Su ambivalencia dio como consecuencia primera el favorecer básicamente a los grandessindicatos de transportes (y en buena medida a los de servicios en general, aunque éstos estabanmenos organizados) y parcializar la relación Estado-sindicatos, la que sólo se efectivizó con un sectorde ellos, sobreponiendo de tal modo los intereses particulares de esos grandes sindicatos a losgenerales de la clase en su conjunto y reforzando de este modo los impulsos en el mismo sentidosurgidos de las características de la clase obrera argentina. Esta particularización de las relacionessociales tendió, sin duda, a privilegiar la mediación corporativa ya que, al tiempo que desdibujaba lasposibilidades de una mediación orgánica de la clase obrera qua clase (como podría ser un partidopolítico), favorecía la institución de determinado sindicato como corporación y su relación con elEstado como corporativa. Esta tendencia, como hemos visto, no es observable sólo en la legislaciónsancionada bajo la presidencia de Yrigoyen sino también en las intervenciones estatales durante losconflictos laborales.

FIN DE JUEGO (EL JUEGO CONTINUA)

La Semana Trágica aparece señalada por numerosos autores como un hito en cuanto al"obrerismo" de Yrigoyen y su intento de establecer innovaciones en cuanto a la relación Estado-sindicatos; también hemos visto -en concordancia con lo planteado por David Rock- que ya en laresolución dada al conflicto ferroviario se manifestaron los límites posibles de tales intentosinnovadores. Efectivamente, puede observarse que las intervenciones estatales posteriores a enero de1919 -y aun desde antes- fueron menores y mucho más modestas. No obstante lo cual, dejó sentadoun modus operandi que, si no continuó con la intervención estatal en los movimientos huelguistas -tampoco hubo muchas huelgas de envergadura-, sí mantuvo las puertas abiertas al diálogo -conalgunos sectores, se entiende- para cuestiones menos apremiantes, con lo que se fue aceitando elengranaje de la mediación corporativa entre el Estado y los sindicatos en base a cotidianeidad si no atrascendentalidad.

Volviendo sobre las intervenciones de altas esferas del Poder Ejecutivo en los conflictos, suvirtual desaparición se extiende durante toda la presidencia de Alvear, pero el retorno de Yrigoyen ala primera Magistratura fue señalado por el Departamento Nacional del Trabajo como un resurgir dela intervención estatal, en este caso, al igual que en 1917, por parte del PEN de manera directa:

En el movimiento social obrero se ha observado una orientación más definida de losgremios hacia las soluciones legalitarias, aún en las asociaciones que hasta hace poco actuabanal margen de la ley. El retorno a la normalidad ha recibido un nuevo impulso después del 12 deoctubre último, y varios conflictos entre el capital y el trabajo se han solucionadosatisfactoriamente mediante la intervención de las altas autoridades de la Nación, lo cual es unsíntoma halagador de pacificación social. Es indudable que esta tendencia legalitaria seacentuará el día que se sancione la ley de las asociaciones gremiales [...], especialmente si esaley se llegare a completar con otras que instituyan la conciliación y el arbitraje, comoigualmente la de creación del fuero especial reclamado por la significativa evolución que seobserva entre las relaciones del capital y el trabajo.77

Si bien el DNT no señalaba los casos particulares en que existió tal intervención, este halago ala acción de "las altas autoridades de la Nación" coincidía con el reproche que postularían lasautoridades del Departamento nombradas por el gobierno golpista de 1930. Eduardo Maglione, al

77 CM Nº 136, junio de 1929, p. 2785.

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asumir como presidente del DNT con el gobierno de Uriburu, realizó una reseña histórica de larepartición a su cargo, reivindicando su fundación en 1907, cuya gestión

...fue más tarde desvirtuada en la práctica por los gobiernos absorbentes que midieronlas funciones públicas con la vara de sus intereses políticos electorales. Y así fue como eldesempeño y la dignidad del cargo diferido al presidente de la institución han sido ejercitadosdesde la silla del Presidente de la Nación con los resultados notorios."78

En un sentido similar se dirigen los recuerdos de Andrés Cabona:

En los últimos tiempos del gobierno de Yrigoyen el sindicalismo no le era adverso, perotampoco le era favorable. Yo fui partícipe de muchas gestiones que se hicieron en la CasaRosada y nos teníamos que aguantar "amansadoras" de varias horas, para que nos prometieranun día y otro día que se resolverían nuestros problemas; sin embargo, pasaban los meses y no setomaba ninguna determinación.79

La intervención directa de las altas autoridades del PEN no fue la única similitud con elpasado. También en 1928 se inauguró en un conflicto marítimo llevado a cabo en el Riachuelopor parte de la recientemente reconstituida FOM. El resultado, nuevamente un triunfo obrero.

No sabemos hasta donde pudo llegar este nuevo intento por la interrupción que supuso elgolpe militar. Medido con la vara de las condiciones de vida de los trabajadores, no es dableatribuirle mayor éxito que al primero a juzgar por sus comienzos, sin duda infinitamente másmodestos. Pero como aquel, debió significar un nuevo avance en cuanto a la integración políticadel proletariado, fortaleciendo la dominación estatal mediante la expansión del consenso.Efectivamente, estas prácticas ampliaron las bases de legitimidad del Estado, pero no hicieron lopropio con el sistema liberal-democrático puesto que no fortalecieron al binomio partidos-Parlamento como canales de mediación entre la sociedad civil y el Estado. Esto último es lo queestablecía el régimen político argentino que pretendía instaurar una democracia de tipo liberalcomo forma de gobierno que asegurara los intereses de la burguesía, no por medio de ladominación directa, sino mediante la consecución del consenso suficiente para alcanzar una basede sustentación más amplia que la estrecha de la dominación oligárquica. Las prácticas de ambosactores, sin embargo, tomaron otra dirección y tendieron a socavar las bases de legitimidadsobre las que pretendía erigirse el régimen liberal democrático vigente, constituyéndose en unelemento -entre otros- de la debilidad de la democracia argentina.

78 CM Nº 151, septiembre de 1930, p.3310.79 Citado en Oscar Troncoso, Fundadores del gremialismo obrero, T.1, CEAL, Buenos Aires, 1983, p.48.