Maurice Agulhon, un historiador de la República

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HAL Id: hal-01935041 https://hal.archives-ouvertes.fr/hal-01935041 Submitted on 26 Nov 2018 HAL is a multi-disciplinary open access archive for the deposit and dissemination of sci- entific research documents, whether they are pub- lished or not. The documents may come from teaching and research institutions in France or abroad, or from public or private research centers. L’archive ouverte pluridisciplinaire HAL, est destinée au dépôt et à la diffusion de documents scientifiques de niveau recherche, publiés ou non, émanant des établissements d’enseignement et de recherche français ou étrangers, des laboratoires publics ou privés. Maurice Agulhon, un historiador de la República Pilar González Bernardo To cite this version: Pilar González Bernardo. Maurice Agulhon, un historiador de la República. El círculo burgués, seguido de Una pequeña biografía intelectual, 2009. hal-01935041

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Submitted on 26 Nov 2018

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Maurice Agulhon, un historiador de la RepúblicaPilar González Bernardo

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Para citar: Pilar González Bernaldo “Maurice Agulhon, un historiador de la República”

in Agulhon, Maurice, El círculo burgués, seguido de Una pequeña biografía intelectual.

Edición y notas de Pilar González Bernaldo. Buenos Aires, Siglo XXI, 2009

Maurice Agulhon, un historiador de la República

Pilar González Bernardo*

Si Philippe Ariès gustó reconocerse como historiador de domingo, Maurice Agulhon presentó

su trayectoria intelectual como la de una historia vagabunda, en el sentido que le diera

Montaigne de curiosidad errante, más atraída por la exploración que por las empresas

acabadas.1 Sin embargo, y como él mismo lo precisó, estos vagabundajes nada tienen de

marginalidad institucional. Agulhon ha franqueado todos los jalones de una carrera

universitaria de excelencia: alumno de la Escuela Normal Superior, donde fue compañero de

promoción de Michel Foucault, alcanzó en 1950 el primer rango en el selectivo concurso de

agregación, tribunal que tenía entonces como presidente del jurado a Fernand Braudel. Luego

de un cargo interino en el Centro Nacional de Investigaciones Científicas (CNRS), obtuvo su

primer puesto universitario en Aix-en-Provence (futura Aix-Marsella), primero como

asistente, y en 1969 como profesor titular, con 43 años de edad. Allí lo “descubrió” Georges

Duby, quien lo reclutó para varias de sus empresas editoriales de grandes síntesis históricas,

como lo recuerda en sus “Reflexiones”, que incorporamos en la presente edición. En 1972

“subió” a París y adquirió, junto al codiciado cargo de profesor titular de Historia

Contemporánea de la Universidad París 1 –ex Sorbona–, una estatura nacional. Coronó su

carrera con su elección, en 1986, en el Collège de France, donde ocupó la cátedra de Historia

de Francia Contemporánea –antiguamente, cátedra de Historia General, que había acogido al

gran Jules Michelet, y más recientemente a François Simiand y André Siegfried–, siguiendo

con ello la trayectoria de Georges Duby, quien por otro lado, como recuerda el propio

* ICT-Universidad de París Diderot- París 7.

1 Cf. Agulhon, Maurice, 1988, Histoire vagabonde I. Ethnologie et politique dans la France contemporaine,

París, Gallimard; íd., 1988, Histoire vagabonde II. Idéologie et politique dans la France contemporaine, París,

Gallimard; íd., 1996, Histoire vagabonde III. Le politique en France, d’hier à aujourd’hui, París, Gallimard.

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Agulhon, luego de haberlo impulsado en “selección nacional”, lo “llevó” al Collège.2 Ello no

impidió que siguiera siendo un autor relativamente desconocido, poco traducido y menos

leído, a pesar del papel central que hoy todos le reconocen en la renovación de la historia, de

las ciencias políticas y de la sociología política.3 No podemos menos que comenzar esta

introducción saludando la iniciativa de Siglo Veintiuno Editores de traducir a este célebre

historiador confidencial.

Antes de introducir al autor y su obra, son necesarias ciertas advertencias sobre los textos

elegidos para esta edición. Veintisiete años de carrera académica y de vida de investigador

separan los dos textos que aquí publicamos. El primero, El círculo burgués, es una

monografía histórica publicada en 1977 por la prestigiosa colección Cahiers des Annales, una

empresa editorial asociada a la revista Annales y la editorial Armand Colin que se había

iniciado con la publicación del texto de M. Bloch Apologie pour l’histoire ou méthier

d’historien en 1952 y que dio a conocer luego textos de importantes investigadores como F.

Braudel, P. Chaunu, D. Julia, R. Aron, L. Dumont, F. Hartog, entre otros. El círculo burgués,

destinado a analizar la sociabilidad burguesa –cuya forma más difundida en la Argentina fue

el “club” a la inglesa–, es su primer trabajo de investigación orientado a una problemática

nacional, luego de una primera etapa especializada en historia regional.4 El segundo texto,

“Cómo se organiza una carrera” –que es cronológicamente el último–, fue presentado primero

en forma oral en un coloquio que la Casa de Velásquez organizó en su honor en 2001 sobre

“Política y sociabilidad. En torno a Maurice Agulhon” y luego editado bajo la forma de una

reflexión sobre su recorrido intelectual e institucional.5 Aunque el autor aborda en él la

problemática de la sociabilidad y hace explícita referencia a su trabajo sobre El círculo

2 Cf. entrevista a Maurice Agulhon, Bar-sur-Aube, 18/12/2008.

3 Cf. Delacroix, C.; Dosse, F.; García, P., 2005, Les courants historiques en France. XIX-XXe siècles, París, A.

Colin, Folio histoire; Peschanski, D.; Polak, M.; Rousso, H., 1991, Histoire politique et sciences sociales, París,

Complexe; Déloye, Y.;, Voutat, B., 2002, Faire de la science politique, París, Belin; Noiriel, G., 2006,

Introduction à la sociohistoire, París, La Découverte. 4 Si El círculo burgués está destinado a dar cuenta de una forma característica de sociabilidad típicamente

burguesa, en él hace referencia a una futura investigación sobre la sociabilidad obrera, proyecto que no llevó a

cabo en las dimensiones que se había propuesto entonces. El lector encontrará sin embargo unas primeras

reflexiones y algunas pistas sumamente sugestivas en su artículo “Clase obrera y sociabilidad”. Se trata de un

trabajo que fue publicado en inglés en 1984 en un libro homenaje al historiador Eric Hobsbawn y que fue

traducido al francés en Histoire vagabonde I, ob. cit., pp. 60-97. Este artículo conoce dos traducciones al

español. La primera aparece en la revista Historia social de Valencia en 1992, y posteriormente en la traducción

al español de su Histoire vagabonde I, por el Instituto Mora de México, en 1994. 5 El encuentro, organizado por Jordi Canal, buscaba hacer un balance crítico de los campos que las

investigaciones pioneras de Maurice Agulhon habían abierto o renovado. El ejercicio de homenaje in vivo, cuya

silenciada ambivalencia no dejó de señalar con cierto humor el propio Agulhon, fue la ocasión de clarificar su

relación con ciertos autores y corrientes de pensamiento. Algunos de estos textos, entre ellos una versión de la

conferencia de Agulhon, fueron publicados en 2004. Cf. Melanges de la Casa de Velásquez, 2004, nueva serie, t.

34-1.

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burgués, no se trata de una investigación histórica sino más bien de un ejercicio de ego-

historia que busca iluminar toda una trayectoria. Fue elegido como una suerte de presentación

del recorrido de Agulhon realizada por el propio autor, la última que haya publicado hasta el

día de hoy. El hecho de que este texto haya sido escrito para un público hispano –el

convocado por el seminario internacional organizado por la Casa de Velásquez- fue una razón

suplementaria para optar por él.

Los orígenes de una vocación, entre la historia y la política

Con el título Histoire et polítique à gauche Agulhon publicó algunas reflexiones y

testimonios, de los cuales hoy traducimos la primera parte: “Cómo se organiza una carrera”.6

En ella, como en la introducción que precede a las reflexiones, se define como historiador y

político, pasiones que lo llevaron a la feliz síntesis de historiador de la política.

Nacido en Uzès en 1926, terminó la escuela secundaria en el sur de Francia en 1943 y partió a

Lyon, donde cursó la escuela preparatoria entre 1943 y 1946, experiencia que definió su

vocación. En su ensayo de “ego-historia”, recuerda que la opción por la historia no fue ni una

exhortación familiar ni una vocación infantil. Fue su interés por la política, anclada en una

cultura familiar republicana (socialista y pacifista de parte de sus padres, radical socialista por

parte de su abuelo materno), y el encuentro, en plena guerra, con un excepcional profesor de

historia de la escuela preparatoria, Joseph Hours, aquello que orientó su camino. Agulhon

recuerda en “el abuelo Hours” al Resistente y “pasador” de la producción de la escuela de los

Annales. A partir de la descripción que de este plebiscitado docente nos deja Clément Rosset

podemos entender mejor el impacto que Hours pudo tener en el joven Agulhon. En sus

reflexiones Rosset califica a Hours de “vidente” por su sentido prodigioso de lo existente

“efectivamente, concretamente, cotidianamente, en persona, en carne y hueso, en otros

términos de la historia tal cual se desarrolla en la realidad”.7 Hours, un maestro cuya lucidez

no imposibilitaba la acción y cuya acción no requería una abdicación de la exigencia crítica,

vino a encarnar esa síntesis que definió entonces la doble vocación de Agulhon de historiador

y ciudadano, y ese particular interés por la historia “efectiva, concreta, cotidiana”.8

6 Cf. Agulhon, Maurice, 2005, Histoire et politique à gauche, París, Perrin.

7 Cf. Rosset, Clément, 1992, En ce temps-là, París, Les Editions de Minuit, p.26.

8 Louis Althusser, otro de sus ilustres alumnos, reconoció en él quien más había aportado a su formación, gracias

a un rigor y una exigencia que no admitían complacencias. Cf. Althusser, Louis, L’Avenir dure longtemps, pp.

86-87. Agulhon dedicó “al profesor de historia en el Liceo del Parque (Lyon) quien, bien antes de que la historia

de lo cotidiano estuviese de moda, sabía suscitar al mismo tiempo asombro, sonrisa y reflexión”, su Marianne au

Combat, de 1979.

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La experiencia de la Segunda Guerra Mundial también contribuyó a ello al marcar un

encuentro nuevo y diferente entre los historiadores y la política, que se alejaba tanto del rol

patriótico que los primeros habían desempeñado durante la Gran Guerra como de la política

del apoliticismo que preconizó Lucien Febvre en su discurso inaugural de la cátedra de

Historia Moderna de la Universidad de Estrasburgo en 1920.9 La responsabilidad que esta

última actitud pudo tener en la “extraña derrota”, como lo denunció Marc Bloch en 1940,

llevó a asociar la tarea del historiador con la del ciudadano y a postular la proximidad entre

pasado y presente.10

Fue en este contexto de inmediata posguerra que Maurice Agulhon hizo

sus primeras armas de historiador y ciudadano, vocaciones que postula como profundamente

imbricadas y que lo acompañan hasta el día de hoy: “La historia está llena de la política de

ayer, y la política de hoy compondrá la historia de mañana”.11

Finalizada la guerra y la escuela preparatoria en Lyon, obtuvo el concurso de ingreso en la

Escuela Normal Superior y “subió” a París en 1946.12

El ingreso coincide con su adhesión al

Partido Comunista en momentos de su “apogeo eufórico”.13

Más tarde explicaría su opción a

través de la aplastante omnipresencia del PCF en la extraordinaria efervescencia política que

acompañó la liberación, y del sentimiento de deuda con aquellos que habían dado todo por la

Resistencia, en particular el Partido Comunista, entonces denominado “partido de los 75.000

fusilados”.14

Durante sus años parisinos militó en la sección del PCF del barrio latino junto a

François Furet, con quien compartió varias empresas editoriales y un común futuro de ex

comunistas. Pero a diferencia de Furet y de otros “ex”, su ruptura con el partido en 1960 –que

vincula a las fisuras que fueron provocando en la fe comunista tanto el informe Khrouchtchev

y la invasión de las tropas soviéticas en Hungría en 1956 como la crisis generada por el

“golpe de Estado” de de Gaulle en 1958, así como las decepciones frente a las insuficiencias

9 Cf. Febvre, Lucien, 1920, “L’histoire dans le monde en ruine”, Revue de synthèse historique, enero, t. 30, pp.

1-16, citado por Dumoulin, Olivier, 2003, Le rôle social de l’historien. De la chaire au prétoire, París, Albin

Michel, p. 223. 10

Cf. Bloch, Marc, 1946, “L’étrange défaite”. reeditado en L’Histoire, la Guerre, la Résistance, París,

Gallimard, 2006, pp. 525-653. Sobre esta cuestión véase Dumoulin, O, ob. cit. 11

Cf. Agulhon Maurice, “Leçon inaugurale au Collège de France, Chaire d’histoire de la France Contemporaine”

11/04/1986. Reproducida en Agulhon, Maurice, 1987, “Conflits et contradictions dans la France d’aujourd’hui”,

Annales E.S.C, 42e, n° 3, mayo-junio, pp. 565-610.

12 Como provinciano oriundo del sur de Francia, Agulhon utiliza frecuentemente esta expresión para dar cuenta

de su traslado a París. 13

Cf. Agulhon, Maurice, “Sur la culture du comunisme”, en Cefaï, Daniel, Cultures Politiques, 200,

reproducido en Histoire et politique à gauche…, ob. cit., p.112 14

Cf. Agulhon, Maurice, “Vu des coulisses”, en Nora, Pierre, Essais d’égo-histoire… ob. cit., p. 21.

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5

del combate anticolonial del PC en Francia– no lo llevó ni hacia la derecha ni hacia el

apoliticismo.15

Continuó su militancia en el “anticolonialismo subversivo” de los años sesenta y en el Mayo

Francés y luego, más moderadamente, en el socialismo. Esa vocación de permanecer

imperturbablemente de izquierda a lo largo de toda una vida en el accidentado siglo XX

encuentra para Agulhon explicación en las profundidades de la cultura familiar, para la cual

su inicial adscripción comunista implicó una discontinuidad, pero no una ruptura.

Sus años comunistas fueron, en todo caso, determinantes en la elección de su director de tesis,

quien, como declaró con toda naturalidad, no podía ser otro que Camille-Ernest Labrousse,

profesor de Historia Económica y Social de la Sorbona, economista de formación ex

comunista y notorio militante socialista de la Sección Francesa de la Internacional Obrera

(SFIO), hacia quien se dirigía toda una generación de historiadores comunistas. Annie

Krieger, camarada y compañera de Agulhon de la Escuela Normal, lo confirma: “Labrousse

era ineludible cuando se era estudiante de izquierda y, a falta de historia económica, se

proyectaba hacer una historia social”.16

Y ello porque la atracción masiva que ejercía

Labrousse entre los jóvenes historiadores comunistas tenía que ver tanto con el

convencimiento político de la pertinencia de su aproximación marxista como con el atractivo

de una historia económica que se abría a lo social.17

Labrousse representaba, asimismo, un

modelo de historiador comprometido que no dudaba en ejercer la doble vocación de sabio y

ciudadano, de allí que atrajera particularmente a quienes buscaban asociar investigación y

reflexión política como Agulhon.18

Naturalmente, fue sobre una cuestión política, de

sociología electoral, que los dos hombres acordaron un tema de tesis, aunque Maurice

Agulhon confiesa que ese acuerdo reposaba sobre cierto malentendido que ninguno de los dos

juzgó necesario dilucidar: para Labrousse se trataba de seguir la pista de André Siegfried, para

Agulhon de comprobar la idea thoreziana del comunismo como prolongación de la tradición

democrática francesa.19

En 1954, gracias a los buenos oficios de Ernest Labrousse, Agulhon obtuvo un pase

provisional al Centro de Investigaciones Científicas (CNRS), cargo destinado a liberarlo de

las clases para dedicarse enteramente a su investigación. El puesto requería, además del

15

Sobre la izquierda francesa y la cuestión colonial véase Becker, Jean-Jacques, Candar, Gilles (bajo la dir.de),

2004, Histoire des gauches en France, vol. II XXe siècle : à l’épreuve de l’histoire, París, La Découverte, pp.

435-451. 16

Cf. Kriegel, Annie, 1991, Ce que j’ai cru comprendre, Robert Laffont, París, p. 305. 17

Borghetti, Maria Novella, 2005, L’œuvre d’Ernest Labrousse. Genèse d’un modèle d’histoire économique,

París, EHESS. 18

Cf. Perrot, Michelle, 2008, “Camille-Ernest Labrousse”, en Encycolpedia Univesalis. 19

Cf. ibíd., pp. 26-27.

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director de tesis, un tutor, función a la que se prestó fácilmente F. Braudel, que ya había

advertido al brillante candidato durante el concurso de agregación. El activo militantismo

comunista de Agulhon, que una entusiasta y hasta exaltada convicción alimentaba y que la

Revue Critique tenía entonces por misión custodiar, no fue sin embargo propicio para un

encuentro fructífero con quien era entonces el jefe indiscutido de los Annales.20

La decepción

que Agulhon recuerda haber inspirado en su padrino puede sin duda entenderse con esta

clave, pero seguramente debe mucho también al desacuerdo sobre la construcción de su

objeto de estudio. “Está usted encerrado en la fase B”, evoca con perplejidad Agulhon que fue

la reacción instantánea de Braudel a la presentación de su tema de doctorado sobre las

transformaciones económicas y sociales producidas en el departamento del Var, entre la crisis

del Antiguo Régimen y 1851.21

La explicación que dio entonces el joven historiador y la

reacción a su respuesta terminaron de sellar el desencuentro entre el “constructor de imperios”

y el joven francotirador.22

Cierto es que las razones expuestas por el doctorando para justificar

esa cronología “demasiado ajustada” no eran totalmente científicas y resultaron

improcedentes para Braudel. Ellas testimonian, sin embargo, una ética personal y profesional

que quizás haya jugado más que sus vagabundajes en la manera de construir una carrera,

rasgo anclado en esa isla de rigor protestante, de republicanismo laico y de “puritanismo raro”

que fue su niñez en una familia de maestros hugonotes, “familia protectora, pero severa”.23

De

hecho Agulhon rechazaba avanzar en el tiempo por la simple y llana razón de que había otro

doctorando tratando el período posterior, y que ese reparto había sido concertado entre ambos.

“Quedaba claro que para Braudel una historia seria debía comprender más de un siglo y que

un brillante individuo lleno de futuro podía, como el Señor de La Fontaine, atravesar con su

búsqueda el huerto de un maestro de provincia.”24

El episodio parece haber templado las

relaciones entre ambos.

20

Véase al respecto su análisis de esta paradoja, que implicaba el adoctrinamiento de los intelectuales a través de

la noción de cultura política, en “Sur la culture communiste” en Cefaï, Daniel, 2001, Cultures politiques, París,

PUF, reeditado en Histoire et politique…, ob. cit., pp. 98-125. 21

Haciendo referencia a las fases A de expansión económica y B de recesión o estagnación de los ciclos

económicos definidos por François Simiand. 22

Sobre el “imperio de Braudel”, vése Delacroix, C., “Le moment de l’histoire-sciences sociale – des années 20

aux années 40”, en Delacroix, C. ; Dosse, F. ; García, P., 2005, Les courants historiques en France. XIXe et XXe

siècle, París, Gallimard, El relato de ese encuentro en Agulhon, Maurice, “Vu de coulisses”, pp. 30-31. Tulio

Halperin Donghi nos deja también un interesante testimonio del contexto político-ideológico en el que se

desplegaba el imperio de Braudel. Cf. Halperin Donghi, Tulio, 2008, Son memorias, Buenos Aires, Siglo XXI,

pp. 241-253. 23

Cf. Agulhon, Maurice, “Vu des coulisses…, ob. cit. 24

Cf. Agulhon, Maurice, “Vu des coulisses”, en Nora, Pierre, 1987, Essais d’ego-histoire, París, Gallimard, p.

31.

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7

Una vez transcurridos los años de delegación, Agulhon obtuvo, en 1957, un cargo en la

Universidad de Aix como asistente de Pierre Guiral, donde continuó desarrollando, junto con

la enseñanza de la historia, sus investigaciones doctorales sobre el Var. Como suele ocurrir, su

interés por las prácticas asociativas, que entonces postulaba como vinculadas a la tradición

republicana, lo llevó a retroceder en el tiempo a fin de entender mejor el fenómeno estudiado.

Esta incursión en el siglo XVIII, que lo alejaba parcialmente del perímetro tanto temporal

como geográfico fijado por su tesis, le dio la ocasión de presentar en 1962, en el congreso de

“Sociétés savantes de Poitiers”, una comunicación sobre cofradías y asociaciones en la

Francia meridional de ese período. El interés que suscitó su exposición lo llevó a profundizar

en uno de los aspectos destacados en la comunicación: el de la doble pertenencia de ciertos

nobles a cofradías religiosas y logias masónicas. Como el trabajo comenzó a tomar

proporciones considerables, decidió presentarlo, bajo la dirección de Guiral, como tesis de

tercer ciclo en Aix-en-Provence en 1966.25

Esta primera investigación, que instaló rápidamente el término “sociabilidad” en el

vocabulario histórico, fue muy bien acogida por los historiadores de los Annales. Tres años

más tarde Agulhon presentó la tesis de Estado sobre la tradición republicana en el Var en la

Sorbona, bajo la dirección de Labrousse, con un jurado compuesto entre otros por Pierre Vilar

y con la sorprendente ausencia de Braudel.26

Agulhon reconoce que el trabajo acabado no

justificaba el patrocinio de Labrousse y Vilar y que, aunque próximo al hombre y al político,

había sido infiel al Labrousse de los precios y las coyunturas.27

Sin embargo, como André

Burguière postula con acierto, esa infidelidad al Labrousse de los precios, que Agulhon

compartió con otros discípulos como Pierre Goubert y Paul Bois, no fue tanto producto del

abandono de su método como de la reducción del campo de aplicación espacio-temporal,

hecho que los llevó a variar las fuentes y, con ello, a introducir otras aproximaciones abriendo

así la vía a la antropología histórica.28

Finalmente, el desacuerdo inicial con Braudel le había

franqueado el camino hacia nuevos problemas y aproximaciones.

25

Precisemos que entonces el candidato a una tesis de Estado debía presentar previamente una primera tesis,

llamada de “tercer ciclo”. Esta primera tesis fue publicada en 1966 con el título La sociabilité méridionale

(Confréries et associations dans la vie collective en Provence orientale à la fin du XVIIIe siècle), 2 vols., Aix-

en-Provence, La Pensée Universitaire, 878 p. Reeditada por François Furet en Fayard con el título Pénitents et

francs-maçons de l’ancienne Provence. Essai sur la sociabilité méridionale, París, Fayard, 1968. 26

Su jurado de tesis de Estado estuvo compuesto por Louis Girard, Ernest Labrousse, Pierre Vilar y Jacques

Droz. 27

Cf. íd., “Vu des coulisses”, p. 41. Su relación con el marxismo y sobre todo con el pensamiento de Marx es

abordada en el texto que aquí publicamos. 28

Burguière, André, 2006, L’Ecole des Annales. Une histoire intellectuelle, París, Odile Jacob Histoire, París, p.

146

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8

La tesis de Estado defendida 1969 dio lugar a diferentes publicaciones que recibieron el

patrocinio de historiadores annalistes. Una parte fue publicada con el título République au

village en la colección “Civilización y mentalidades”, que dirigía Philippe Ariès en Plon; Une

ville ouvrière au temps du socialismo utopique concentró otra parte de la tesis y fue publicada

en la colección de la Ecole de Hautes Etudes gracias a los buenos oficios de F. Furet, para

entonces directeur d’études de la VI sección de la Escuela Práctica de Altos Estudios, y la

tercera parte fue publicada bajo el título La vie sociale en Provence por la Biblioteca de la

Sociedad de Estudios Robespierristas.29

Una mirada etnográfica como vía de acceso a las mentalidades políticas

La génesis de la vocación de Agulhon que hemos trazado rápidamente no son ajenos a su

original aproximación a la historia política. Esta pone el eje en las experiencias cotidianas,

que le permiten revelar no tanto un sistema ideológico o político –de los cuales serían

expresión– sino las huellas de las representaciones colectivas, aspecto que, postula Agulhon,

es necesario interrogar para ofrecer otro grado de inteligibilidad a la acción política.30

Cierto

es que no fue el primero en interrogarse sobre la articulación entre mentalidades y políticas.

Más aún, la reconsideración de la historia política por la escuela de los Annales, tan

postergada hasta entonces, tuvo lugar, en buena medida, a través de la historia de las

mentalidades.31

Jacques Le Goff destacaba ya en un artículo de 1971 cómo lo político estaba

regresando con fuerza al campo de la historia gracias a la historia de las mentalidades, que

liberaba a la historia política de la sujeción événementielle:32

“La historia política medieval

parecía sustraerse de las perturbaciones de la superficie de la historia acontecimiento para

hundirse en las zonas de calma diacronía de las sociedades proto o parahistóricas”.33

Esta

29

Agulhon, Maurice, 1971, La République au village, collección “Civilisations et mentalités”, París, Plon, 544

pp.; íd., 1970, Une ville ouvrière au temps du socialisme utopique. Toulon de 1815 à 1851, París-La Haye,

Mouton-EHESS, 368 pp.; íd., 1970, La vie sociale en Provence intérieure au lendemain de la Révolution, París,

Société des Etudes Robespierristes, 534 pp. 30

Cf. Agulhon, Maurice, “Leçon inaugurale…”, ob. cit. 31

Junto a ellos debemos mencionar otro grupo que rehabilita la historia política al postular, a contra-corriente de

los Annales, que esta renovación pasaba por una rehabilitación de la especificidad de lo político. El maestro

indiscutido de esta corriente fue René Remond, y su expresión institucional, el Instituto de Estudios Políticos de

París y la revista Vingtième Siècle.. Cf. Remond, René, 1988, Pour une histoire politique, París, Seuil, p. 383.

La relación entre los historiadores católicos y la historia presentista en Delacroix, C.; Dosse, F.; García, P., Les

courants historiques…, ob. cit., pp. 366-370. 32

Cf. Le Goff, Jacques, 1971, “L’histoire politique est-elle toujours l’épine dorsale de l’histoire?”. Reeditado en

L’Imaginaire médiéval, París, Gallimard, 1985, pp. 333-349. 33

Cf. ibíd.., p. 343

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9

renovación pasaba así, para Le Goff, por un cambio de temporalidad que la historia de las

mentalidades hacía posible, y por la apertura hacia lo simbólico y lo ritual, vías que el

Kantorowicz de Los dos cuerpos del Rey o el Bloch de Los reyes taumaturgos habían

ensayado magistralmente. Agulhon inscribe sus trabajos en esta línea y se reconoce como uno

de los primeros “en enfocar el siglo XIX tal como los Duby o los Le Goff trataron el

Medioevo”.34

Como ellos, y como sus antecesores Marc Bloch o Lucien Febvre, supo

desarrollar un interés particular por el registro de las mentalidades que había alimentado tanto

las lecturas de la producción de esos autores como una inclinación y un don particular para la

observación.

En efecto, la originalidad de los trabajos de Agulhon reside, a mi entender, en su manera de

concebir la historia como una ciencia de la observación y al historiador como “un ojo que

piensa”, según la definición dada por Françoise Vergneault de la cartografía experimental tal

cual ésta fue promovida en su tiempo por Braudel.35

Inclinación que podríamos inscribir en la

línea de un Michelet postulando al historiador como el ojo del cual adviene la visibilidad.36

Ello lo lleva a no descartar ningún indicio material, sea éste una imagen, un utensilio, una

toponimia, patronímica u otra traza material dejada por el hombre, entre las cuales tampoco

desatiende las palabras como excelente punto de acceso a las mentalidades políticas.37

Vale

aquí recordar que aunque la historiografía del siglo XX se inscribe, como bien lo señala F.

Hertog, en el paradigma del indicio, éste fue asimilado, con el “momento metódico”, al texto

escrito.38

Aunque la ampliación de la noción de “documento” fue una de las batallas que libraron los

annalistes contra una historia historizante fundada en el texto tópico, esta batalla no había

sido totalmente ganada entonces –ni lo ha sido hoy si se tiene en cuenta el recelo con el que

son consideradas aún las fuentes orales por algunos historiadores–. Podemos leer en el libro

de Henri-Irénée Marrou, que formó en los años sesenta a generaciones de historiadores, entre

ellos a Agulhon: “L. Febre polemiza contra el valor restrictivo que percibe en la fórmula

34

Cf. Agulhon, Maurice, 1988, Histoire vagabonde I. Ethnologie et politique dans la France contemporaine,

París, Gallimard, p. 10. 35

Cf. Vergneault-Belmont, Françoise, 1998, L’œil qui pense. Méthodes graphiques pour la recherche en

sciences de l’homme, París, L’Harmattan. 36

Según el desarrollo de F. Hertog. Cf. Hertog, François, 2005, Evidence de l’histoire. Ce que voient les

historiens. París, Gallimard, pp.176-185. 37

Este interés por el vocabulario y, al mismo tiempo, por el rigor en su utilización caracteriza el conjunto de su

obra, como podemos constatarlo en El círculo burgués. ob. cit., en el que consagra varias páginas para precisar

los sentidos de “círculo”, “salón”, “sociedad”, “cenáculo”, “asociación”, etc. Le destina una reflexión específica

en “Comment se choisit le langage”, en Histoire et politique à gauche…, ob. cit., pp. 43-77. 38

Cf. F. Hertog, Evidence…, ob. cit., pp. 257-266. Sobre el momento metódico véase García, P., “El momento

metódico”, en Delacroix, C.; Dosse, F.; García, P., Les courants historiques…, ob. cit., pp. 96-199.

Page 11: Maurice Agulhon, un historiador de la República

10

atribuida a Fustel de Coulanges: ‘La historia se hace a través de los textos’. Tiene razón de

insistir [Febvre] sobre la existencia de mil otras fuentes de documentación, pero quizá se deba

advertir a sus jóvenes lectores que si la historia no se hace únicamente con los textos, ella se

hace sobre todo con textos, a los que nada puede reemplazar en su precisión”.39

Agulhon consultó textos, y muchos. Y los lectores de El círculo burgués constatarán cuán

central es la exigencia de verificación a través de la prueba documental en su procedimiento

heurístico. Pero quien haya recorrido los pueblos de la región de la Provenza en el sur de

Francia podrá también percibir cuánto debe su intuición primera sobre la relación entre

hábitos de sociabilidad y mentalidades políticas a la observación etnográfica de las prácticas

sociales. Debo confesar que, por mi parte, entendí el sentido profundo de su propuesta no

cuando leí sus libros como estudiante de la Sorbona, sino cuando destiné un verano a recorrer

aquellos pueblos de los que él hablaba en République au village. Me atrevería a sugerir que

Maurice Agulhon parte de la observación y desde ella plantea un problema utilizando para

ello los procedimientos científicos de la disciplina.

Un ejemplo, entre otros, de su manera de proceder nos lo brinda uno de sus últimos terrenos

de investigación poco conocidos, el de de Gaulle y el gaullismo. Interés un tanto insólito para

un hombre de izquierda que militó abiertamente contra el general al menos en tres instancias

decisivas de la historia de Francia: en 1946, en momentos del comunismo triunfante; en 1958,

contra el “golpe de Estado” que llevó a la V República, y durante el Mayo Francés, que

buscaba entre otras cosas derrocar al general.40

En el primer capítulo de un libro destinado a

de Gaulle relata la génesis de su interés.41

De regreso de un coloquio en la ciudad de Troyes

decidió ir a visitar una fábrica en donde se había moldeado buena parte de las esculturas de

alegorías femeninas de la República, las Mariannes, tema sobre el cual estaba trabajando

entonces –notemos al pasar esa necesidad de pensar el objeto a través de los indicios

materiales–. Pero para llegar a Sommevoire, debía pasar cerca de Colombey-les-Deux-

Eglises, pueblo de donde era originario de Gaulle y que se había convertido en lugar de

peregrinaje para los gaullistas. Por curiosidad hizo un alto; entonces tomó conciencia,

estupefacto, de que tanto la imagen del hombre –que él exploraba a través de la multiplicación

de su retrato en todo tipo de souvenirs– como la elección de su tumba y el homenaje

39

H. I. Marrou forma parte de los historiadores comprometidos que desde los años cincuenta postula la

subjetividad del historiador respecto de su tema de estudios, lo que le permite sostener una ruptura con una

historia fundada en la linealidad temporal. Cf. Marrou, Henri-Irénée, 1954, De la connaissance historique, París,

Ed. du Seuil, p. 77 (la traducción es nuestra). Sobre este historiador véase Riché, Pierre, 2003, Henri-Irénée

Marrou historien engagé, París, Ed. du Cerf. 40

En varias ocasiones se explica al respecto. Véase en particular Coup d’Etat et République, París, Presses de

Sciences Po, 1997, 95 p. 41

Agulhon, Maurice, 2000, De Gaulle, Histoire, symbole, mythe, París, Hachette, 163 p.

Page 12: Maurice Agulhon, un historiador de la República

11

monumental al hombre público que rendía la Cruz de Lorena hablaban de un fenómeno

mucho más complejo que aquel que él mismo había imaginado.42

Descubrió allí no solamente

la simplificación con que la izquierda había tratado al gaullismo, sino la posibilidad de

estudiar in situ el proceso de mistificación de un personaje, proceso que puede darse con

independencia de la políticas de memoria oficial y que muestra la autonomía de la leyenda

respecto del juicio político.43

Este descubrimiento está directamente vinculado a la mirada que

le revela esos indicios. Él mismo explica la especificidad de esa mirada en la construcción de

su objeto: “Francia es oficialmente simbolizada por la bandera tricolor (y accesoriamente por

la mujer con un gorro frigio en sellos, estampillas y monedas); París, por la nao de los

comerciantes del Medioevo (fluctuat nec merigitur). Ahora bien, ello no impide que sea un

bibelot en forma de torre Eiffel lo que los turistas compran para recordar simbólicamente su

visita a París y a Francia. Y ello sin que ninguna autoridad haya decidido previamente que la

torre Eiffel representaría a París, o a Francia, de la misma manera que ninguna autoridad ha

decidido que el Manneken Pis representaría a Bruxelas o la sirena a Copenhague. Y sin

embargo, ¡es lo que ocurre en la realidad! Son estos objetos, a veces vulgares y en todo caso

no políticos y no “históricos”, los que el comercio presenta en gran cantidad para satisfacer y

reenfocar la necesidad de memorización elemental del viajero. Es ello lo que yo propongo

llamar una mirada etnográfica”.44

Esta mirada le permite percibir y distinguir lo espontáneo de lo institucional, lo que resulta del

uso cotidiano de lo que tiene una existencia oficial. Una vez que su mirada da visibilidad a un

objeto, parte a la búsqueda de indicios de esos usos espontáneos en documentos históricos

hasta entonces interrogados desde un enfoque histórico-institucional. Es así como accede a las

diferentes dimensiones de la existencia vinculadas a la vida cotidiana y, a través de ellas, al

régimen de las mentalidades.

Originalidad en la mirada, entonces, y novedad en el interés por la historia “inconciente de la

República”.45

En su conferencia inaugural al Collège de France en 1986 pone el acento en la

especificidad de la historia de las mentalidades políticas, que constituye para él un nivel de

explicación diferente de la historia de las ideas o de la opinión pública. Conclusión a la que ya

42

La cruz de Lorena, de origen cristiano y regional (la región de Lorena al este de Francia), fue el signo utilizado

por de Gaulle para distinguir a la Francia libre de la Francia de Vichy, con la que se diputaba la bandera tricolor.

La cruz de Lorena se transformó en símbolo indiscutido de la Resistencia en Francia. Cf. Agulhon, Maurice,

“Croix de Lorraine”, en Dictionnaire De Gaulle, París, Laffont, 2006, pp. 298-300. 43

Varios trabajos serán destinados a este tema. Véase además de De Gaulle, Histoire…, ob. cit.; su contribución

a Dictionnaire De Gaulle, con la dir. de Claire Andrieu, Philippe Braud, Guillaume Piketty, París, Robert

Laffon, 2006. 44

Cf. ibíd., pp. 102-103. 45

Cf. Agulhon, Maurice, La République au village…, ob. cit., p. 471.

Page 13: Maurice Agulhon, un historiador de la República

12

había llegado en su République au village: “Nuestros campesinos de Baudinard votan como

Ledru-Rollin y Víctor Hugo; la opinión pública es lo que ellos tenían en común con estos

grandes burgueses de alto nivel cultural; la mentalidad política es, por lo contrario, lo que

tenían de diferente: ¡un mundo!”.46

Mentalidades políticas que Agulhon declinó en prácticas –

formas de sociabilidad– y representaciones –emblemas, alegorías, símbolos y mitos–, con las

que se propuso acceder a las mentalidades políticas republicanas, cuyas variaciones

regionales, sociales y culturales escrutó a lo largo de toda una vida de investigador,

destacando en esta diversidad ciertos valores compartidos en torno al apego a la Revolución

de 1789 y al rechazo del golpe de Estado, postulado que le valió una confrontación pública

con su amigo François Furet en momentos de la preparación de los festejos del Bicentenario

de la Revolución Francesa.47

Sus vagabundajes constituyen así una manera original de acceder a un tema clásico de

la historia política francesa que renueva considerablemente: el del republicanismo. Su primer

gran terreno de investigación, como ya lo mencionamos, fue la tradición republicana en el

departamento del Var. Allí privilegió la relación entre prácticas cotidianas y mentalidades

políticas, aspecto sobre el cual volveremos luego. Paralelamente a sus investigaciones sobre

sociabilidad y tradición republicana, inauguró otro campo de investigación destinado a la

historia de la alegoría femenina de la República. Ello lo llevó a detenerse en las célebres pero

hasta entonces poco estudiadas Mariannes, una de las cuales había llegado hasta el Río de la

Plata a través de un escultor francés, Joseph Dubourdieu, y corona desde mediados del siglo

XIX nuestra Pirámide de Mayo.48

Su primera publicación sobre el tema de la imaginería

política data de 1972.49

A ella le sigue su importante tríptico sobre las Mariannes, destinado a

estudiar las alegorías femeninas de la República desde 1789 hasta nuestros días.50

Sus análisis

46

Cf. Agulhon, Maurice, La République au village…, ob. cit., p. V. 47

Cf. Agulhon, Maurice, 1985, “La Révolution Française au banc des accusés”, Vingtième siècle, n°5, enero-

marzo, pp. 7-18; íd., “Aspectos de la polémica actual en torno a la Revolución Francesa”, en Krebs, Ricardo ;

Gazmuri, Cristián (comps.), 1990, La Revolución Francesa y Chile, Santiago, Ed. Universitaria, pp. 15-27; íd.,

Coup d’Etat et République…, ob. cit.. 48

Véase al respecto nuestro trabajo en Civilidad y política en los orígenes de la nación argentina, Buenos Aires,

FCE, 2008. 49

Agulhon, Maurice, 1972, “Les Mariannes du Var”, Bulletin de la Société d’études scientifiques et

archéologiques de Draguignan, vol. 17, pp. 150-157; íd., 1973, “Les monuments civiques de villages dans la

tradition provençale. L’exemple de Bouches-du-Rhône”, Provence Historique, XVIII, fasc. 93-94, pp. 377-385.

Estas primeras contribuciones se inscriben aún en la historia local. El mismo año publicó un artículo que

establecía las bases para un modelo de análisis nacional y extendido a dos siglos de historia. Cf. “Esquisse pour

une archéologie de la République: l’allégorie civique féminine”, Annales ESC, enero-febrero de 1973, pp. 5-34. 50

Agulhon, Maurice, 1979, Marianne au combat. L’imagerie et la symbolique républicaines de 1789 à 1880,

París, Flammarion, 253 pp.; íd., 1989, Marianne au pouvoir. L’imagerie et la symbolique républicaines de 1880

à 1914, París, Flammarion, 449 pp., íd., 2001, Les métamorphoses de Marianne : l'imagerie et la symbolique

républicaines de 1914 à nos jours, París, Flammarion, 320 pp.

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sobre la simbología, la imaginería y las alegorías republicanas muestran, una vez más, cómo

una aproximación etnológica de una problemática histórica puede renovar considerablemente

la historia política. Con de Gaulle, como ya mencionamos, amplía el tema de la

personalización del poder que suele acompañar a los procesos de mistificación en política.

La aventura teórica de la sociabilidad

El término “sociabilidad” remite instantáneamente a Maurice Agulhon, quien defiende

en 1966 su primera tesis sobre “la sociabilidad meridional”.51

Hasta entonces ese vocablo, que

provenía de la filosofía de la Ilustración, había permanecido acantonado en cierta sociología;52

con Agulhon se difunde rápidamente en la historiografía francesa, europea y mundial. Sin

embargo, como lo indica el propio autor en un artículo de 1976 –reeditado como prefacio de

El círculo burgués, que presentamos aquí–, fue Michelet quien primero historizó esta

categoría filosófica.53

Es esta acepción de “temperamento colectivo”, que también aparece en

Taine, la que retoma Agulhon cuando habla de la sociabilidad meridional. Podemos reconocer

aquí otra afinidad con el Michelet que anticipaba la historia de las mentalidades. Su segunda

fuente de inspiración, de la cual también nos habla, es la etnología, a través de un autor

provenzal, Fernand Benoît, quien ya había postulado la sociabilidad como una de las

características del temperamento provenzal que permitían explicar la tendencia democrática

de la región. De allí que Agulhon reconociera en Benoît su inspiración principal. Buscó

también en la literatura sociológica herramientas metodológicas para abordar el estudio de un

objeto que ya había sido pensado por esta disciplina y reconoció haberse apoyado para ello en

Gurvitch, quien le facilitó la construcción de un análisis inductivo de las prácticas sociales.54

Para Giuliana Gimelli y María Malatesta, el aporte de Gurvitch en la propuesta de Agulhon

fue fundamental en tanto la microsociología de Gurvitch le habría permitido salir de la

macrosociologia de Labrouse y plantear una historia social a partir de las relaciones

51

La sociabilité méridionale (Confréries et associations dans la vie collective en Provence orientale à la fin du

XVIIIe siècle), 2 vols., Aix-en-Provence, La Pensée Universitaire, 1966, 878 p. Reditado con el título Pénitentes

et francs-maçons de l’ancienne Provence. Essai sur la sociabilité méridionale. París, Fayard, 1968, 452 p. 52

Sobre la sociabilidad como categoría filosófica véase Pilar González Bernaldo, 2007, "El concepto de

sociabilidad y la historia política latino-americana", Actores, representaciones e imaginarios, nuevas

perspectivas en la historia política de América latina: homenaje a Francois-Xavier Guerra, Buenos Aires,

Universidad 3 de Febrero, pp. 65-109. 53

Cf. Michelet, 1987, Tableau de la France (1833), con prólogo de Georges Duby, París, Le Grand livre du

mois, pp. 139-140. 54

Gurvitch, G., 1938, “Les formes de la sociabilité”, en Essais de Sociologie, París, Librairie du recueil Sirey.

Page 15: Maurice Agulhon, un historiador de la República

14

interpersonales.55

Su inscripción en el campo de la historia regional también lo predispuso a

abandonar los modelos macros para pensar la singularidad, para lo cual introdujo la cuestión

del cambio de escala como manera de acceder a esa experiencia. Todo ello explica su

“insólita” paternidad –según sus propios términos– de la sociabilidad, pues, como lo señala en

su prefacio a la reedición de Penitents et Francs-Maçons, las investigaciones de Yves Castan

sobre el criterio de honestidad en las relaciones sociales y las de Philippe Ariès sobre las

mentalidades colectivas frente a la vida y la muerte estaban mucho más cercanas de acuñar el

término “sociabilidad” que las suyas.56

En esta primera tesis de 1966 no busca sin embargo, y a pesar del título: “Sociabilité

méridionale”, hacer una historia de la sociabilidad sino explicar, siguiendo la pista de Benoît,

la propensión de los meridionales a la democracia. Se trata entonces de una problemática

histórica construida a partir de una mirada etnográfica de un objeto de la sociología. Es esta

particular construcción pluridisciplinaria de su objeto de estudio la que hace que Agulhon sea

hoy reivindicado por aquellos que proponen con la sociohistoria un nuevo encuentro entre

historia y ciencias sociales.57

Esta problemática de la sociabilidad como aprendizaje de la democracia fue luego

retomada en su tesis de Estado y dio lugar a la publicación de La République au village. En

esta investigación destaca un proceso de politización que no pasa por las elecciones –el

sufragio universal fue instaurado al final de su período– y que él explica a través de la

sociabilidad pueblerina. Fiestas, cabarets, kermeses y otras formas y lugares de sociabilidad

informal brindaban a los hombres la ocasión de encontrarse, de discutir y opinar sobre

política. Estos hábitos y las discusiones a las que vienen asociados transforman las

mentalidades campesinas, las politizan y republicanizan. El modelo de politización “de arriba

abajo” le fue bastante reprochado por la concepción irrigacionista que comportaba. Éste es un

aspecto sobre el cual Agulhon se explicó luego y al que hizo también referencia en El círculo

burgués, donde traza un modelo de análisis de la politización que más tarde fue retomado

tanto por la historia como por las ciencias políticas.58

Es necesario precisar, además, que si en

55

Gemelli, Giuliana; Malatesta, 1982, María, Forme di sociabilità nella storiografia francese contemporanea,

Milán. 56

Cf. Castan, Yves, 1974, Honnêteté et relations sociales en Languedoc au XVIIIe siècle,París, Plon. 57

Esta nueva propuesta plurisdiciplinaria en la que convergen la nueva historia social y el giro histórico de las

ciencias políticas, y personalidades como Gérard Noiriel y Michel Offerlé, cuenta desde los años noventa con

una revista específica, Genèse. Scinces sociales et histoire, y con una collección de “SocioHistoires” que

funciona en la editoral Belín. 58

Cf. Déloye, Y. ; Voutat, B., Faire de la science politique…, ob. cit., pp. 255-264.

Page 16: Maurice Agulhon, un historiador de la República

15

République au village muestra cómo la política “baja” al pueblo, también da cuenta de cómo

los propios campesinos tendieron a folclorizar la cultura política letrada.

Luego de varias investigaciones de historia regional, con El círculo burgués propone

testear su sociabilidad meridional en un marco nacional. Trabajo relativamente breve, pero

importante en su aventura intelectual de la sociabilidad, presenta una tesis histórica fuerte: el

apogeo de una civilización burguesa que se desarrolla con la monarquía de Julio (1830-1848)

vehicula un sistema de vida social que entre el siglo XVIII y el siglo XIX reemplaza a la

sociedad del Antiguo Régimen y cuya forma típica es el círculo burgués. Forma que define

como igualitaria, laica y masculina y que identifica con el gusto del encuentro, con la holgura

de una posición que permite cierto consumo de lujo, y con el recreo y el placer de coincidir

como valor compartido. Los aspectos políticos de este cambio están sugeridos a través de lo

que él denomina la “modernidad” de la práctica, que opone a los aristocráticos hábitos de

sociabilidad de los salones. El círculo testimonia así la difusión de los valores democráticos,

la multiplicación de espacios de lectura y debate público, una división sexuada de los lugares

de encuentro, un tipo de consumo cultural y una valorización de la sociabilidad como gusto

por las relaciones urbanas. Pensado a comienzos de los años setenta, cuando ni J. Habermas ni

N. Elias habían sido traducidos al francés, presentado públicamente por primera vez en 1974

y publicado por los Annales en 1977, este texto pionero abre un camino que posteriormente

sería transitado por la historia de la cultura, la renovada historia política y la sociología

histórica.59

Podemos notar también varios avances en la definición del objeto “sociabilidad”

respecto de sus primeros trabajos.60

En primer lugar introduce en este último una distinción

más clara entre sociabilidad como modalidad de interacción social y asociación como

estructura formal. También tiende a disociar el objeto sociabilidad del temperamento

colectivo de una región, lo que le permite interrogar a la civilización burguesa a través de la

sociabilidad. Pero el círculo burgués no sólo es una forma típica de la civilización burguesa,

59

Quizá sea necesario precisar que hasta hace poco tiempo, en Francia, no se exigía la lectura de autores si éstos

no estaban traducidos al francés, lo que explica que estos grandes autores hayan llegado tardíamente a ese país.

El Habermas de 1962 fue traducido en 1978, y Norbert Elias, de 1939, en 1975 y 1976. Cf. Habermas, Jürgen,

1978, L'espace public. Archéologie de la publicité comme dimension constitutive de la société bourgeoise, París,

Payot, p. 322; Elias, Norbert, 1974, La Société de Cour, París, Calmann-Lévy; íd., 1975, La dynamique de

l’Occident, París, Calmann-Lévy. 60 Varios artículos han sido destinados a una reflexión teórica y metodológica sobre el objeto “sociabiliad”. Cf.

Agulhon, Maurice, 1976, "La sociabilité, la sociologie et l'histoire", L'Arc, n° 65, pp. 76-84; íd., 1984, prefacio del

autor a Penitents et…, ob. cit., París, Fayard, pp. I-XIII, íd. ; "La sociabilité est-elle objet d'Histoire", en Francçois,

E., 1986, Sociabilité et Societé Bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse ( 1750-1850 ), Actas del Coloquio

de Badhomburg, pp. 13-22; íd., 1992, "La sociabilidad como categoría histórica", en Formes de sociabilidad en

Chile 1840-1940

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sino una manifestación de la sociabilidad pura tal cual Simmel la describió y en la cual la

forma –el gusto por la vida mundana– prevalece sobre el contenido.61

Los lectores no sólo

encontrarán una investigación sobre el proceso histórico que revela el desarrollo del círculo

burgués en la Francia de mediados del siglo XIX, sino también una importante reflexión

teórica y una sólida guía metodológica para emprender este tipo de investigaciones a partir de

la sociabilidad. Por eso creemos –y esperamos– que su lectura podrá impulsar este tipo de

aproximaciones en la historia argentina, que son aún poco exploradas a pesar de la intensidad

de las prácticas asociativas en el siglo XIX y XX y de la importancia de ésta como valor

social, que no es difícil percibir a través de la multiplicación de clubes deportivos, asambleas

vecinales y sociedades de recreo de todo tipo hoy en día.

La publicación de El círculo burgués en 1977 relanzará el interés por el objeto

sociabilidad. Los años ochenta conocen en Francia un gran desarrollo de este tipo de estudios.

Entonces se reedita su primera tesis sobre sociabilidad meridional, Pénitents et Francs-

maçons, en la cual Agulhon adjunta un prefacio donde hace un balance del camino

transitado.62

Dos coloquios internacionales ya habían tenido lugar un año antes, en abril de

1983, en Alemania, sobre Sociabilité et société bourgeoise, y algunos meses más tarde en

Rouen, sobre Sociabilité, Pouvoirs et Sociétés.63

El primero se focalizaba en la cuestión de la

sociabilidad burguesa que el libro Le cercle había subrayado, el segundo buscaba

experimentar las posibilidades y alcances de esa noción. Si en el coloquio de Rouen se

retomaba en parte la idea de Agulhon de la sociabilidad como espacio intermedio entre la

familia y el Estado, notamos ya un desarrollo vertiginoso de estudios sobre nuevas formas y

espacios de sociabilidad. Los siguientes coloquios organizados por la Asociación de

Investigación sobre la Sociabilidad (ARS) ampliaron estas problemáticas a la familia, la mesa,

la calle e incluso a los vínculos entre los vivos y los muertos.64

Ahora bien, si esta extensión del concepto a otros espacios y prácticas demostraba las

potencialidades del objeto, ella igualmente daba cuenta de la vastedad de una noción que

61

Cf. Simmel, Georges, 1981, “La sociabilité. Exemple de sociologie pure ou formelle”, en Sociologie et

épistémologie, París, PUF. 62

Cf. “Préface” en Pénitents et francs-maçons de l’ancienne Provence. Essai sur la sociabilité méridionale.

París, Fayard, nueva edición, 1984, pp. I-XIII. 63

Cf. François, Etienne (comp.), 1986, Sociabilité et Société Bourgeoise en France, en Allemagne et en Suisse

(1750-1850 ), Actas del Coloquio de Badhomburg, París, Recherches sur les Civilisations; Sociabilité, pouvoirs et

société. Actas del Coloquio de Rouen, 24/26 noviembre 1983, publicadas por Thelamon, F., 1987, Sociabilité,

pouvoirs et société, Rouen, Publications de l'Université. 64

La sociabilité à table. Commensalité et convivialité à travers les âges. Actas del Coloquio de Rouen, 14 -17 de

noviembre de 1990, PUR, 1992; Leménorel, A. (coord.), La rue, lieu de sociabilité ? Actas del Coloquio de

Rouen, 16-19 de noviembre de 1994, PUR, 1997; Dumoulin, O., Autour des morts : mémoire et identité. Actas

del Coloquio de Rouen, 19-21 noviembre de 1998, PUR, 2001; Gherchanoc, Florence (dir.), 2006, La maison

lieu de sociabilité, dans des communautés urbaines européennes, de l’Antiquité à nos jours, París, Le Manuscrit.

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suponía todo tipo de modalidades de interacción social en la vida cotidiana, urbanas o

violentas, formales o informales, públicas o privadas, efectivas o imaginadas, presenciales o

mediatizadas, entre vivos y muertos… Si todo es sociabilidad, la invocación de la categoría

para dar inteligibilidad a fenómenos históricos tan diversos pierde cierta pertinencia.

Podríamos incluso presentir en ello un razonamiento un tanto tautológico: la sociabilidad

como atributo del hombre en sociedad es una manifestación del hombre en sociedad. Así los

años noventa tendieron a marcar un doble movimiento: la gran extensión del vocablo en los

trabajos históricos y una utilización de sentido común que colocaba a la sociabilidad en el

campo de la evidencia que no requería ser elucidada. Desde este punto de vista, los trabajos

de Maurice Agulhon no han envejecido pues siguen ofreciéndonos herramientas para pensar

esta evidencia, y postular que las relaciones entre los individuos forman parte del entramado

implícito en los fenómenos históricos que se intenta explorar. Ello no impide que esta

aventura teórica e historiográfica que Agulhon inició en uno de sus múltiples vagabundajes

trace un camino que, como lo señalan los perspicaces análisis de Giminelli y Matalesta, se

caracteriza más por sus interrupciones y oscilaciones que por un sereno avance progresivo.

“Historia de un vacío, al menos en cierto sentido, y en cada caso historia en negativo,

delineada por obstáculos más que por conquistas.”65

65

Gemelli, Giuliana; Malatesta, María, 1982, Forme di sociabilità nella storiografia francese contemporanea,

Milán.