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Máster Oficial en Comunicación Internacional, Traducción e Interpretación
Trabajo Fin de Máster
LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS: Estudio empírico sobre el papel del intérprete en el
Conflicto Palestino-Israelí
Septiembre de 2014 !
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ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS ................................................................................................ III
FICHA BIOGRÁFICA ................................................................................................ IV
RESUMEN ..................................................................................................................... V
1. INTRODUCCIÓN ...................................................................................................... 1
1.1. JUSTIFICACIÓN Y ANTECEDENTES .............................................................. 1
1.2. OBJETIVOS DEL ESTUDIO ............................................................................... 3
1.3. ESTRUCTURA DEL TRABAJO ......................................................................... 4
1.4. APUNTES METODOLÓGICOS .......................................................................... 5
2. CONTEXTO HISTÓRICO DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ ........... 7
2.1. PALESTINA ANTES DEL CONFLICTO ........................................................... 7
2.2. SIONISMO Y EL MANDATO BRITÁNICO SOBRE PALESTINA ............... 10
2.3. EL NACIMIENTO DEL ESTADO DE ISRAEL ............................................... 17
2.4. LA GUERRA SIN FIN ........................................................................................ 19
2.5. LOS INTENTOS DE PAZ .................................................................................. 22
2.6. ORIENTE PRÓXIMO TRAS EL 11-S ............................................................... 23
2.7. EL CONFLICTO HOY ....................................................................................... 24
3. LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS ....................................................... 27
3.1. ESTADO DE LA CUESTIÓN ............................................................................ 27
3.2. APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA INTERPRETACIÓN
EN CONFLICTOS ..................................................................................................... 34
3.3. LOS INTÉRPRETES EN CONFLICTOS .......................................................... 37
3.3.1. Clasificación .................................................................................................. 39
3.3.2. Formación ...................................................................................................... 43
3.3.3. Protección ...................................................................................................... 46
3.3.4. Ética profesional ............................................................................................ 49
3.3.5. Mediación cultural ......................................................................................... 52
3.4. LA PRÁCTICA DE LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS ................... 54
3.4.1. Modalidades .................................................................................................. 54
3.4.2. Operaciones de paz y misiones humanitarias ................................................ 56
3.4.3. Entorno .......................................................................................................... 57
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4. ESTUDIO EMPÍRICO SOBRE EL PAPEL DE LOS INTÉRPRETES EN
CONFLICTOS: EL CASO DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ .............. 62
4.1. OBJETIVOS ........................................................................................................ 62
4.1.1. Cuestiones concretas que el estudio pretende resolver .................................. 63
4.2. DISEÑO Y METODOLOGÍA ............................................................................ 64
4.2.1. Estudio piloto ................................................................................................. 67
4.3. PARTICIPANTES ............................................................................................... 68
4.4. RESULTADOS ................................................................................................... 69
4.5. DISCUSIÓN ........................................................................................................ 81
4.6. CONCLUSIÓN ................................................................................................... 84
5. CONCLUSIONES GENERALES ........................................................................... 90
6. BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 94
ANEXO 1:
INTERPRETING IN CONFLICT ZONES: SURVEY ON THE ROLE OF THE
INTERPRETERS IN THE ISRAELI-PALESTINIAN CONFLICT .................... 101
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RESUMEN !La figura del intérprete en conflictos y en particular el que desempeña sus funciones en
el Conflicto Palestino-Israelí es tan apasionante como desconocida para el resto de la
profesión y el mundo académico. A pesar de haber experimentado un cierto auge, la
literatura actual sobre el tema no ahonda demasiado en la figura del intérprete en
conflictos o en el papel exacto que desempeña, y ni mucho menos en el caso concreto
del Conflicto Palestino-Israelí. Por lo tanto, estimamos necesario definir el papel y
perfil del intérprete en el mencionado conflicto a través de la consulta a fuentes
primarias, es decir, los testimonios y palabras de los propios intérpretes que trabajan en
el Conflicto Palestino-Israelí. Con tal fin, realizamos una encuesta dirigida a intérpretes
que realizan su labor en el Conflicto Palestino-Israelí con el objetivo de arrojar luz sobre
las características que definen su figura, profesión, entorno de trabajo y todo lo que en
definitiva lo rodea, para lo cual se ha decidido partir de un marco teórico tanto desde el
punto de vista histórico del mencionado conflicto como desde el punto de vista de la
literatura existente en el análisis de la profesión del intérprete en conflictos con el
propósito de ofrecer nuestra propia visión y conclusiones sobre un tema tan
relativamente desconocido.
Palabras clave: interpretación, conflictos, estudio empírico, Conflicto Palestino-Israelí,
historia, encuesta, perfil, intérpretes en conflictos.
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1. INTRODUCCIÓN
El siguiente Trabajo de Fin de Máster encuentra su origen y fundamento, por una parte,
en mi formación conjunta en Traducción e Interpretación y Humanidades, y, por otra, en
mi experiencia como investigador novel en la Universidad Pablo de Olavide, donde
realicé en el curso 2012/13 un Prácticum de Investigación sobre la historia de la
interpretación contemporánea desde la Primera Guerra Mundial al periodo
inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial. Como traductor e intérprete, el
presente trabajo también está basado en mi interés personal en el papel de los intérpretes
en zonas y situaciones de conflicto como guerras o desastres naturales. Como
historiador, estoy particularmente interesado en el Conflicto Palestino-Israelí por las
complejas circunstancias que han intervenido e intervienen en él, así como por los
numerosos análisis de todos sus aspectos que es necesario llevar a cabo para establecer
un marco correcto para su investigación. Los objetivos del presente trabajo deben
entenderse dentro de este contexto.
1.1. JUSTIFICACIÓN Y ANTECEDENTES
Este Trabajo de Fin de Máster está basado primeramente en mi interés académico en el
campo de la Historia de la Interpretación, que fue asimismo la razón principal para
realizar mi proyecto de investigación en el marco del Prácticum de Investigación
titulado Análisis histórico de la interpretación de conferencias en Europa: de 1919 a
1955. Por tanto, el presente trabajo sería un siguiente paso natural en el camino de la
investigación en interpretación, dado que el Conflicto Palestino-Israelí cuenta con una
larga historia que empieza con el nacimiento del sionismo en paralelo a la Primera
Guerra Mundial y la creación del Estado de Israel al terminar la Segunda Guerra
Mundial, y que continúa a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros
días. Es, pues, necesario analizar esa gran variedad de episodios interrelacionados que
conforman la historia del conflicto para entender la situación presente y reciente.
La segunda razón para desarrollar este proyecto de investigación sería la
necesidad que existe de definir el papel del intérprete en zonas en conflicto en general y
el conflicto anteriormente mencionado en particular desde sus inicios hasta su situación
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actual mediante el análisis de la literatura que existe sobre el tema y los testimonios e
información directa proporcionados por individuos que hayan trabajado como
intérpretes en zonas en conflicto obtenidos a través de una encuesta diseñada para
definir el papel del intérprete en conflictos, y en particular en el Conflicto Palestino-
Israelí.
De esta forma, el interés que despierta el campo de la interpretación en
conflictos debido al relativo desconocimiento que se tiene de él dentro del ámbito
académico y la necesidad de definir la figura y papel del intérprete en conflictos y en
concreto en el Conflicto Palestino-Israelí serían las principales razones para investigar
en este campo, así como la principal justificación de la realización de este estudio y el
fundamento central de su originalidad, pues formaría parte de una literatura poco
desarrollada hasta la fecha.
! Así, uno de los principales propósitos de este Trabajo Fin de Máster es
contribuir, al menos de forma parcial, a cubrir el evidente vacío bibliográfico que existe
en relación con el trabajo del intérprete en el contexto del Conflicto Palestino-Israelí.
Es preciso tener en cuenta que existen trabajos interesantes relacionados con el
análisis del trabajo de los intérpretes en conflictos, principalmente los de Roland (1999),
Inghilleri (2005, 2009, 2010), Bos y Soeters (2006), Dragovic-Drouet (2007), Palmer
(2007), Kherbiche (2009), Moser-Mercer y Bali (2009), Baker (2010), Inghilleri y
Harding (2010), Baigorri (2011), Allen (2012), Takeda (2012), Footitt y Kelly (2012) y
Juvinall (2013).
Estos estudios abordan distintos aspectos que formarían parte del marco teórico
en el análisis de la interpretación en conflictos y que por tanto también se incluyen en el
presente trabajo, aspectos como las motivaciones de aquellos que interpretan en zonas
de conflictos y su involucración en ellos, bien como intérpretes locales o que trabajan
para el ejército o instituciones internacionales, por ejemplo humanitarias (como el
Comité Internacional de la Cruz Roja); aspectos relacionados con la ética profesional
del intérprete en conflictos; la protección que reciben mientras se desarrolla su trabajo;
o las labores de mediación cultural que realizan, entre otros.
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Por otra parte, es preciso tener en cuenta que el intérprete en conflictos puede
jugar distintos papeles dependiendo de las fuentes consultadas, por ejemplo los medios
de comunicación, y que a veces son considerados como las propias fuentes (los
intérpretes también son narradores, cronistas o corresponsales de guerra), lo cual sería
una razón más para que nuestro estudio esté basado en testimonios directos con el
objetivo de satisfacer la necesidad de definir de forma clara en un contexto académico el
papel y perfil del intérprete en conflictos, un objetivo que, de cumplirse, podría ser
también útil para futuros intérpretes en zonas en conflicto que necesiten información
sobre cómo han actuado otros en esa misma situación.
1.2. OBJETIVOS DEL ESTUDIO
El principal objetivo del presente estudio es analizar y definir el papel y perfil de los
intérpretes que trabajan en zonas en conflicto, en concreto aquellos que realizan su labor
en el Conflicto Palestino-Israelí. Para ello se han establecido objetivos específicos que
se corresponderían con cada uno de los tres bloques en los que se divide este trabajo, a
saber: 1) Contexto histórico del Conflicto Palestino-Israelí; 2) Análisis de la
interpretación en conflictos y el papel del intérprete en conflictos; y 3) Análisis de la
figura del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí. Por ello, los objetivos específicos
serían los siguientes:
Objetivo 1: Analizar los orígenes e historia desde su nacimiento hasta la actualidad del
Conflicto Palestino-Israelí.
Objetivo 2: Analizar las características de la interpretación en conflictos:
Objetivo 2.1.: Analizar los fundamentos históricos de la interpretación en
conflictos contemporánea.
Objetivo 2.2.: Examinar las características que definen a los intérpretes que
trabajan en conflictos.
Objetivo 2.3.: Examinar las características que definen la práctica de la
interpretación en conflictos.
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Objetivo 3: Definir el perfil y papel del intérprete que trabaja en conflictos en general y
en el Conflicto Palestino-Israelí en particular.
Objetivo 3.1.: Analizar si existen circunstancias específicas o características
especiales que influyan en la práctica de la interpretación en el contexto del Conflicto
Palestino-Israelí.
1.3. ESTRUCTURA DEL TRABAJO
En base a los objetivos anteriormente expuestos, la estructura del presente trabajo está
articulada en tres grandes bloques:
El primer bloque pretende ser un análisis histórico sobre el Conflicto Palestino-
Israelí (sus orígenes y antecedentes históricos, desarrollo y situación actual).
El segundo bloque comienza con un apartado específico en el que se discutirá
brevemente la historia de la interpretación en conflictos durante el siglo XX, que es
donde la profesión se perfila con mayor nitidez. Posteriormente nos centraremos en el
papel del intérprete y la práctica de la interpretación en conflictos tal y como la definen
los trabajos realizados con anterioridad por otros autores. Estos trabajos conformarán el
marco teórico de nuestro estudio empírico, en el cual se analizarán aspectos como los
distintos tipos de intérpretes que trabajan en conflictos (locales o aquellos que trabajan
para el ejército u organizaciones internacionales, por ejemplo), sus motivaciones, su
formación, la protección con la que cuentan al realizar sus labores en zonas en guerra,
su ética profesional, y las tareas de mediación cultural que pueden llevar a cabo.
Asimismo se examinarán las distintas modalidades que más se emplean al interpretar en
conflictos, las misiones en las que se puede trabajar, y el contexto en el que por lo
general se interpreta en conflictos hoy en día.
El tercer bloque que conforma este estudio, aquel con un enfoque más práctico,
consiste en la presentación y el análisis de los resultados de un estudio empírico
realizado con intérpretes de instituciones internacionales que de forma ocasional
realizan su trabajo en zonas en conflicto en general y, entre otros, en el contexto del
Conflicto Palestino-Israelí, que tiene como principal objetivo hallar y recabar datos e
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información que pueda permitirnos definir, determinar y analizar el papel y perfil de los
intérpretes en conflictos en general y en el Conflicto Palestino-Israelí en particular.
1.4. APUNTES METODOLÓGICOS
Para definir el papel y perfil de los intérpretes que trabajan en zonas en conflicto y en
concreto en el Conflicto Palestino-Israelí, ya sean locales o militares o aquellos que
forman parte del personal de diversas organizaciones internacionales, es preciso recabar
datos obtenidos directamente de esos mismos intérpretes. El primer paso, por tanto,
debe ser establecer un marco teórico en el que incluir nuestro estudio, para lo cual
hemos de obtener información a través de la literatura existente que analice este
conflicto desde un punto de vista histórico, así como la literatura relacionada con la
Historia de la Interpretación y la interpretación en zonas de guerra y conflictos.
Una vez que se ha establecido el marco teórico, se ha realizado una encuesta
dirigida a intérpretes profesionales que trabajan en conflictos y en particular en el
Conflicto Palestino-Israelí y se ha llevado a cabo un análisis de la información obtenida
gracias a los resultados de dicha encuesta. Las conclusiones extraídas a la sazón
deberían darnos algunos detalles que nos sirvan para empezar a definir el papel y perfil
del intérprete en zonas en conflicto en general y en el Conflicto Palestino-Israelí en
particular.
Como último apunte metodológico, diremos que, como puede verse en este
trabajo, el campo de estudio de la interpretación en conflictos no se caracteriza por una
abundancia de fuentes bibliográficas. Asimismo muchas de esas fuentes se caracterizan
por su inaccesibilidad (como podrá apreciarse, muchas de las citas que aparecen a lo
largo del presente trabajo no están paginadas debido a que las fuentes documentales de
las que se han obtenido tampoco lo están). Lo mismo, e incluso tal vez en un grado
mayor, es aplicable a las fuentes bibliográficas que tratan sobre la interpretación en el
Conflicto Palestino-Israelí. No obstante, se ha pretendido realizar una búsqueda
bibliográfica exhaustiva y al mismo tiempo muy específica. En cuanto al sistema de
referencias bibliográficas, en el presente trabajo se ha empleado el estándar de estilo de
la American Psychological Association.
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Sería por tanto conveniente afirmar que este estudio representaría una incursión
inicial en un área de la investigación en interpretación relativamente nueva y necesaria.
Al mismo tiempo, la metodología propuesta (recabar datos a través de una encuesta) se
asienta en técnicas que ya han sido bien probadas y confirmadas en la literatura
existente sobre estudios en interpretación. La aplicación de una sólida metodología en
un área relativamente poco explorada proporcionaría tanto respuestas a las preguntas
que se presentan en los objetivos del presente estudio como multitud de direcciones en
las que continuar con futuras investigaciones. El campo de la interpretación en zonas de
conflictos se beneficiaría de un mayor conocimiento, y los resultados de este estudio y
de estudios futuros podrían, finalmente, emplearse para mejorar la situación laboral, la
formación y la percepción que la profesión tenga de los intérpretes que trabajan en
situaciones tan extremas.
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2. CONTEXTO HISTÓRICO DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ
2.1. PALESTINA ANTES DEL CONFLICTO
Palestina, al contrario de lo que se pensaba en Europa, no era una tierra deshabitada. No
era por otro lado una tierra rica o floreciente, pero sin duda tampoco un lugar inhóspito.
Cuando los primeros inmigrantes judíos polacos y rusos desembarcaron en Jaffa
encontraron a una población autóctona cuyos problemas y dinámicas no se
diferenciaban demasiado de aquellos de los que habían formado parte con anterioridad
en su tierra natal. Los cambios sociales que en ese momento se vivían en Palestina eran
bastante similares a aquellos que habían tenido y estaban teniendo lugar en otras partes
del mundo (Izquierdo Brichs 2011: 11, 12). Se trataba de una población que luchaba
contra la pobreza, campesinos que se dedicaban a trabajar la tierra y que vivían con
crecientes problemas de endeudamiento. En las ciudades abundaban los artesanos y los
obreros, así como una importante clase media de intelectuales y profesionales libres,
una clase culta heredera del legado árabe y de las influencias europeas.
Al mismo tiempo surgía en la zona un movimiento árabe de corte nacionalista, el
cual animaba a muchos palestinos a movilizarse para librarse de una vez por todas del
control del Imperio Otomano e instaurar una forma propia de gobierno y
autodeterminación.
Palestina era uno de los muchos territorios del Imperio Otomano, y pertenecía a
él desde el año 1516. Sin embargo, la debilidad del Imperio Otomano y la presión a la
que se veía sometido por parte de las potencias europeas a finales del siglo XIX era un
hecho (Calvocoressi 1999: 319; Izquierdo Brichs 2011: 13). La economía del Imperio
estaba ligada al comercio exterior, principalmente debido a la entrada de capital
europeo, así como a sus relaciones con Siria y Egipto. Por tanto, y de forma paralela a
lo que ocurría con el resto de regiones del mundo que se encontraban inmersos en un
proceso de desarrollo, la situación de Palestina daba la impresión de ser la de una
«economía periférica vulnerable y dependiente de la Europa desarrollada» (Izquierdo
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Brichs 2011: 13). La otra cara de la moneda era la del enriquecimiento de los grandes
propietarios gracias al capital europeo, algo que tenía como consecuencia el aislamiento
con respecto al desarrollo económico de las clases más bajas. La principal potencia
europea —junto con el Imperio Otomano— que se propuso instaurar leyes en Palestina
para transformar su agricultura en un motor económico capitalista fue Gran Bretaña.
Dicha transformación desembocó en la mayoría de los casos en una concentración de la
propiedad agraria en manos de grandes latifundistas, comerciantes o funcionarios; el
endeudamiento de los campesinos más humildes y un aumento del número de
prestamistas y usureros; mayores impuestos sobre la propiedad de tierras y levas; el
paso de la propiedad comunal —perteneciente a la tribu— de las tierras a propiedad
privada; y un aumento en la presión sobre la población autóctona para adaptarse a una
nueva concepción de productividad y demanda exterior en la que el principal papel lo
jugaba la competitividad, la inversión en nuevas técnicas y cultivos, y los beneficios
(Izquierdo Brichs 2011: 15).
No es de extrañar, por tanto, que Palestina no fuese por aquel entonces una
región marcada por la estabilidad. Por otro lado, y como también ocurría en otras partes
del mundo, los trabajadores palestinos, principalmente campesinos, se encontraban
inmersos de lleno en un proceso de transición de una economía de subsistencia y de
pequeño mercado al trabajo asalariado y la proletarización urbana. Junto con esta
transformación, es preciso destacar la naturaleza polarizada de la sociedad palestina en
cuanto a cuestiones como la propiedad:
La mayoría de las familias vivían en el campo, y la pobreza del mundo rural iba ligada
principalmente al poco interés de las autoridades en la mejora de la vida de la gente humilde, y
también a la mala calidad de la tierra, las lluvias escasas y torrenciales al mismo tiempo, así como
la carencia de capital, conocimientos y tecnología para desarrollar una agricultura intensa y
competitiva. […] Junto a esta cohabitaba otra Palestina muy diferente, la de los poderosos. Buena
parte de la tierra más productiva estaba en manos de grandes latifundistas, de instituciones
religiosas musulmanas y de diferentes sectas cristianas. Muchos de los grandes propietarios vivían
en las ciudades y algunos de ellos incluso lejos de Palestina. Esta distancia hacía todavía más fácil
la explotación de los campesinos o la venta de las tierras sin tener en cuenta las consecuencias en
la vida de los que las trabajan. (Izquierdo Brichs 2011: 12-13)
A esta situación, no muy distinta a la de Europa en los años en los que comenzó
a desarrollarse el capitalismo, habría que añadir, en el caso de Palestina, los problemas
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que se crearían a raíz de la masiva oleada de inmigración sionista y el consecuente
proceso de colonización.
La afluencia y abundancia de inmigrantes judíos europeos fue vista en un
principio por los palestinos como algo inocuo. No hubo actitud de rechazo; al fin y al
cabo, no eran los primeros inmigrantes que llegaban a su territorio (Izquierdo Brichs
2011: 12). Sin embargo, estos inmigrantes pronto demostrarían tener una amplia
capacidad de adquisición de tierras en las que establecer colonias1, tierras que antes
habían pertenecido al campesinado palestino que las había perdido debido al
endeudamiento y se había visto obligado a venderlas a latifundistas que lograron
centralizar su propiedad. La posterior compra por parte de los inmigrantes sionistas de
esas mismas tierras tuvo como consecuencia una inflación sin límites, observándose
entre 1910 y 1944 un aumento de incluso un 5 000% en algunas propiedades (Izquierdo
Brichs 2011: 15).
Finalmente, la afluencia de inmigrantes sionistas tuvo como consecuencia lógica
un aumento demográfico en la región. Con ese crecimiento en la población, los
campesinos se veían obligados en la mayoría de las ocasiones a abandonar unas tierras
que ya no eran suficientes para el autoabastecimiento y acudir a las ciudades en busca
de empleo, el cual también sería poco a poco acaparado por trabajadores judíos.
Sin embargo, lo interesante de este traslado del movimiento sionista a Palestina
fue la reacción que los propios judíos de la zona tuvieron al respecto. También es
importante tener en cuenta que ya durante el Mandato británico, de unos 500 000
habitantes en la región tan solo 50 000 eran miembros de la comunidad judía. En
palabras de Izquierdo Brichs (2011: 17-18):
La mayoría [de las personas pertenecientes a la comunidad judía] estaban vinculadas al mundo de
la religión y vivían de la beneficencia que recibían de Europa y Estados Unidos. Se trataba de una
población de procedencia muy diversa, eran judíos árabes del norte de África o de Oriente Medio,
polacos, rusos, alemanes y de otros muchos países europeos. Las lenguas que hablaban también
eran variadas, como el árabe, el yiddish, el ladino, el polaco, el ruso, el alemán, el persa y otras
muchas. Los judíos de Palestina también recibieron a la inmigración sionista con mucha
desconfianza. Los recién llegados eran muy poco religiosos, si no ateos, y con unas ideas ligadas al
nacionalismo y al socialismo que chocaban con el conservadurismo de los judíos de Palestina. !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!1 Sin embargo, esto no supuso el pilar para la construcción del estado israelí: en 1948, fecha de su creación, la propiedad judía de la tierra en Palestina no llegaba al 7% (Izquierdo Brichs 2011: 15).
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Además, las organizaciones sionistas se habían convertido en sus competidoras en la captación de
dinero de Europa y Estados Unidos, y también querían mandar sobre toda la comunidad judía de
Palestina, desplazando a las autoridades tradicionales religiosas judías.
Así, no sería la llegada del capitalismo a Palestina la que tendría como
consecuencia directa la pérdida de trabajo de los campesinos y el ostracismo de los
palestinos. Estos perdieron la propiedad de la tierra, pero no dejaron de trabajarla. Fue
sin embargo el movimiento sionista tras la Primera Guerra Mundial el que impondría la
obligación de que las tierras en propiedad de judíos solo pudieran ser trabajadas por
judíos (Izquierdo Brichs 2011: 16). Esta exigencia tendría como colofón el completo
aislamiento de la población palestina a través de la alienación del campesinado con
respecto a sus tierras, algo que ocurriría durante el Mandato británico primero y tendría
su efecto definitivo en 1948, momento en el cual se convirtieron en refugiados
(Izquierdo Brichs 2011: 16).
2.2. SIONISMO Y EL MANDATO BRITÁNICO SOBRE PALESTINA
El año 1917 sería el penúltimo de la Primera Guerra Mundial y el principio del fin del
Imperio Otomano. En ese mismo año, Lord Arthur James Balfour, Secretario de
Asuntos Exteriores británico, escribió una manifestación formal en nombre del gobierno
y la corona en forma de carta al barón Lionel Walter Rothschild, uno de los principales
líderes de la comunidad judía sionista británica, conocida como la Declaración Balfour
(Calvocoressi 1999: 321; Gresh 2002: 29). En ella decía lo siguiente:
Estimado Lord Rothschild:
Tengo el placer de dirigirle, en nombre del gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de
simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y
aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un
hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización
de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos
civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el
estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país».
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Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación
Sionista.
Atentamente,
Arthur James Balfour
(Extraído y adaptado de Izquierdo Brichs [2011: 25])
El hecho de que Gran Bretaña apoyara la creación de un hogar nacional para el
pueblo judío sin la intención de «perjudicar los derechos civiles y religiosos de las
comunidades no judías existentes en Palestina» da una pista de lo prácticamente
imposible de realizar que era la empresa. ¿Cómo sería viable crear un Estado en
cualquier zona del mundo sin afectar a la población local? Según Gresh, Gran Bretaña
jamás lograría solucionar esta incoherencia, que conformaría «el origen del más largo
conflicto que haya conocido el mundo contemporáneo» (2002: 30).
Sin embargo, no sería descabellado admitir que desde el principio la
colonización británica de Palestina estuvo marcada por una evidente contradicción que
con posterioridad se transmitiría al conjunto del proyecto sionista: solo se podía llevar a
cabo empleando el colonialismo y «pisando los derechos de los palestinos que vivían en
aquella tierra» (Izquierdo Brichs 2011: 27). De esta forma, vemos que el origen del
conflicto está en lo colonial, y, por consiguiente, en Europa: mandato británico,
ocupación y, principalmente, sionismo.
Llegados a este punto es indispensable definir el sionismo y analizar de forma
general sus principales implicaciones. Para definir el movimiento sionista, Brieger
afirma lo siguiente:
El movimiento sionista surgió en Europa Occidental a mediados del siglo XIX para dar una
respuesta a las persecuciones que los judíos sufrían […]. Se define a sí mismo como el
movimiento de liberación nacional del pueblo judío. […] Sus fundadores consideraban que la
única manera de eliminar el antisemitismo era mediante la concentración territorial de todos los
judíos del mundo en un mismo Estado. (2011: 19)
Según Izquierdo Brichs, el sionismo es un proyecto nacionalista, político y
colonial (2011: 20); un producto europeo, de la ideología imperante en el momento y en
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el lugar en el que surge2, de las aspiraciones de una determinada sociedad que durante
buena parte de la historia ha sido víctima de persecuciones y ataques y que vio en la
primera mitad del siglo XX y sobre todo con el advenimiento de la Segunda Guerra
Mundial cómo el odio al judío y la explosión del antisemitismo la convertía en el
objetivo de una de las mayores exterminaciones en masa de toda la Historia.
El antisemitismo europeo afectó a las comunidades judías del continente a
finales del siglo XIX, pero su cara más cruda se expuso en los años 20 y 30 del siglo
XX, avivando del mismo modo los sentimientos nacionalistas. Es interesante destacar
que ambos estallidos antisemitas se dan en momentos de crisis económicas: «La
“cuestión judía” ayudaba a tapar la “cuestión social” en un momento en que las ideas de
la izquierda revolucionaria estaban ganando fuerza» (Izquierdo Brichs 2011: 19).
Una de las respuesta judías a esta oleada antisemita fue la emigración. Pero no
hacia Palestina, sino hacia Estados Unidos y la URSS. Apenas 200 000 judíos europeos
emigraron a Palestina entre 1935 y 1943, frente a los dos millones que huyeron del
nazismo refugiándose en la Unión Soviética (Izquierdo Brichs 2011: 20).
La postura más radical, sin embargo, sería el sionismo, que surgiría no como
respuesta a la «cuestión judía» en Europa, sino como solución a la «cuestión judía» en
el mundo. Según el padre del sionismo moderno, Theodor Herzl, dicha solución
consistía en lo que siempre había consistido: el éxodo. Aunque en este caso con un
objetivo nacionalista claro, que no era otro que la creación del Judenstaat, el Estado
judío (Brieger 2011: 20). Para ello, los sionistas tenían claro que necesitaban un
gobierno, es decir, nacionalistas sionistas; una población, los judíos venidos de Europa;
y una tierra, que se decidió que sería Palestina. No fue precisamente una decisión
tomada a la ligera y como consecuencia de la persecución nazi. Esto ya se había
decidido en el VII Congreso Sionista Mundial celebrado en el año 1905.
Del mismo modo, las razones no eran nada improvisadas. Estaban fundadas por
un fuerte pragmatismo y se basaban en atraer a cuantos más judíos, mejor (Izquierdo
Brichs 2011: 21). La mayor parte de los judíos europeos no contemplaban el sionismo
como una postura nacionalista legítima y solían crear y afianzar sus lazos nacionales
con aquellos países donde habían nacido o que les habían acogido (como Alemania, !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!2 A comienzos del siglo XIX, el 90% de la población judía mundial era europea (Izquierdo Brichs 2011: 19).
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Polonia, Hungría o Estados Unidos). Los sionistas, con la intención de hacer atractiva
su propuesta, escogieron el lugar con más carga simbólica para la población judía:
Jerusalén. Se propusieron lugares como Argentina o el África Subsahariana y se llegó a
la conclusión de que ninguno de ellos tendría la fuerza ideológica (y religiosa) de
Palestina, a la cual llamaban «Tierra de Israel».
Sin embargo, Izquierdo Brichs (2011: 21-22) apunta un detalle interesante que
es posible pasar por alto, y es el de que el sionismo como solución nacionalista para la
«cuestión judía» mundial no solo se basa en el rechazo al antisemitismo, sino también
en su aceptación, teniendo en cuenta que la principal aspiración de una sociedad
antisemita es la de expulsar a todos los judíos o, en el mejor de los casos, construir una
sociedad judía al margen de la propia (al estilo de un gueto):
Así, vemos que el sionismo fue una reacción contra el nacionalismo agresivo de la burguesía que
ganaba poder en el este de Europa y que utilizaba el antisemitismo para afianzar su control social.
Pero, al mismo tiempo, también adoptó características xenófobas. El sionismo nacía del
nacionalismo «volkista» (del alemán volk: «pueblo», en el sentido de comunidad de sangre) de la
Europa central y oriental, que identifica la nación con la etnia. Hay que señalar la incongruencia
implícita del sionismo cuando utiliza los mismos argumentos ideológicos del antisemitismo: la
identificación del Estado, entendido como superestructura política, con la nación (comunidad de
sangre) y no con la ciudadanía; y la pertenencia del territorio del Estado a la nación, con la cual
tiene un vínculo histórico y espiritual, y no a sus habitantes. (Izquierdo Brichs 2011: 22)
Se podría decir, pues, que, empleando argumentos similares a aquellos del
antisemitismo, los judíos sionistas justificaban su dominio sobre la población local
palestina tal y como estaba ocurriendo con los propios judíos en Alemania o Polonia:
«La asociación del territorio con la nación judía […] servía para justificar la pérdida de
los derechos y la expulsión de la población palestina que habitaba en el territorio que
querían colonizar los inmigrantes sionistas» (Izquierdo Brichs 2011: 22).
Así, alcanzado el plano ideológico, las aspiraciones sionistas se verían
completadas en el momento en el que se establecieron lazos con las fuerzas
imperialistas y colonialistas presentes en la Europa de finales del siglo XIX y
comienzos del XX. Esto era inevitable para la construcción de un nuevo Estado en un
territorio ajeno:
!$'!
El objetivo de la colonización de Palestina se expresa abiertamente en el programa del Primer
Congreso Sionista en Basilea en el año 1897, según el cual el objetivo del sionismo es crear un
hogar para el pueblo judío en Palestina, y la forma de conseguirlo es promover la «colonización de
Palestina por la agricultura judía y trabajadores industriales». (Izquierdo Brichs 2011: 23)
Palestina se encontraba bajo el dominio de Gran Bretaña desde 19173, así que
para aspirar a colonizar esa tierra el establecimiento de relaciones amistosas con el
imperialismo británico era algo imprescindible. Ya desde finales del siglo XIX, bajo
control otomano, los palestinos se encontraban dispuestos a luchar por la
autodeterminación, y sin embargo los judíos sionistas, mucho más cerca de Londres que
los árabes, hicieron lo posible por impedir ese derecho, unos esfuerzos que tuvieron
como primer gran logro la ya mencionada Declaración Balfour.
Así pues, Gran Bretaña no solo apoyaba la iniciativa sionista, sino que además
propiciaba su consecución dejando a un lado los derechos de la población local:
Un gobierno cedía un territorio que no era suyo a una población que tampoco era la suya, sin tener
en cuenta que ya había otra población en aquellas tierras. La Declaración Balfour tan solo
mencionaba los derechos políticos de los judíos, olvidando los de los árabes. Reconocer los
derechos de los árabes habría implicado renunciar a ser una potencia colonial en la región. La
población palestina, a pesar de ser el 90 por ciento de los habitantes, solo era mencionada como
«las comunidades no judías». Y tan solo se decía que se tenían que respetar sus derechos civiles y
religiosos, sin mencionar sus derechos políticos. Era una muestra clara del espíritu colonial de la
época. (Izquierdo Brichs 2011: 24-25)
De este modo, los primeros colonos sionistas no tardaron en llegar. Se creó así el
Yishuv, es decir, la comunidad judía asentada en Palestina, que pronto contaría con una
administración propia en paralelo a la británica (Gresh 2002: 37). Con el nacionalismo
como base principal de su proyecto sionista, pronto establecieron en el territorio
palestino una lengua nueva, infraestructuras sanitarias y educativas, sindicatos, un
gobierno y los kibutz, colonias basadas en el autoabastecimiento que no permitían la
entrada de trabajadores palestinos, fomentando así la exclusión y la pureza étnica.
Pronto, los colonos de los kibutz, aunque pocos (pese a ser la institución sobre la cual se
asentaba el proyecto de colonialismo sionista, la mayor parte de los colonos judíos se
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!3 Durante la Primera Guerra Mundial Gran Bretaña se alió principalmente con Francia para hacer frente al Imperio Otomano. En 1916 ambos se dividieron la región de Oriente Próximo en el acuerdo secreto de Sykes-Picot, por el cual, una vez acabada la guerra, Francia tendría el control de la región que incluía la actual Siria, el Líbano y el norte de Irak, y Gran Bretaña controlaría el resto del territorio. El futuro de Palestina se decidiría más tarde (Izquierdo Brichs 2011: 24).
!$(!
asentaron en ciudades, donde crearon modelos sociales a la manera de las ciudades
europeas de las que procedían [Izquierdo Brichs 2011: 27]), se convertirían en la élite
de Israel, su ejército y hombres de Estado.
Al mismo tiempo, pese a abanderar la idea de la creación de una sociedad libre y
utópica, los sionistas necesitaban de la ayuda imperialista para conseguir los objetivos
de su mayor contradicción interna: sus aspiraciones solo podían realizarse mediante los
métodos propios del colonialismo y sublevando a la población palestina.
Este apoyo de las grandes potencias imperialistas se vio reforzado en las
condiciones del Mandato4 a Gran Bretaña concedido por la Sociedad de Naciones en la
conferencia celebrada en 1920 en San Remo. El texto establecía que la potencia
mandataria sería «responsable de la declaración […] a favor del establecimiento de un
hogar nacional para el pueblo judío» (Gresh 2002: 33). Esto pone de nuevo de
manifiesto la enorme presencia que tenía el lobby sionista en el gobierno de Londres
(Izquierdo Brichs 2011: 27). De hecho, la Administración británica había sido desde
hacía mucho muy proclive a contar con el apoyo del sionismo: quiso ganarse el favor de
la comunidad judía estadounidense para que presionase la entrada de Estados Unidos en
la Primera Guerra Mundial; tenía la intención de alejar a los judíos de movimientos
revolucionarios de izquierdas tan presentes en aquel momento en Europa ofreciéndoles
la alternativa nacionalista de Palestina; y sobre todo pretendía establecer en Oriente
Próximo un bastión que resistiera e incluso sirviera de primera línea de batalla frente a
posibles revueltas nacionalistas árabes, que de hecho sí se produjeron5.
El Mandato británico sobre Palestina duró hasta el año 1948 y está considerado
como la principal razón del asentamiento del sionismo en la zona, así como una de las
principales bases del conflicto tal y como se continúa viviendo en la actualidad
(Calvocoressi 1999: 319-320; Izquierdo Brichs 2011: 28). La política británica pronto
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!4 La Sociedad de Naciones define el sistema de mandatos como una forma de reconocer provisionalmente la independencia de determinadas naciones «a condición de que los consejos y la ayuda de un mandatario guíen su administración hasta el momento en que sean capaces de gobernarse por su cuenta» (Gresh 2002: 33). En la teoría este sistema estaba basado en lo que la Sociedad de Naciones consideraba una necesidad de «tutorizar» el desarrollo de las naciones emergentes por parte de las europeas ya desarrolladas. En la práctica, al otorgar el mandato a una nación, en este caso Gran Bretaña, que ya había colonizado Palestina tres años antes de esta concesión, no era más que la ratificación por parte de la comunidad internacional de la presencia británica en Palestina. 5 Las grandes revueltas anticoloniales de Egipto (1919), Irak (1920), Siria (1925) o el Rif (desde 1920 a 1926) fueron aplastadas de forma cruenta empleando incluso armas químicas y bombardeos aéreos contra la población civil, una táctica de guerra que tristemente se volvería habitual desde entonces (se utilizaría por ejemplo en la Guerra Civil española) (Izquierdo Brichs 2011: 28).
!$)!
reconoció en la práctica a las instituciones sionistas como el gobierno propio de la
comunidad judía y le otorgó diversas competencias en numerosos ámbitos. Este aparato
político controlaba la inmigración (que se sometía a un filtro ideológico sionista), la
educación, la lengua y la cultura, y así se convirtió en el principal elemento de cohesión
de la población judía en Palestina, la cual comenzó a asumir que su objetivo como
pueblo era la construcción de un estado al margen de los palestinos basado en el
aislamiento y, si era necesario, la confrontación. En efecto, los dirigentes sionistas eran
conscientes de que tarde o temprano se produciría un enfrentamiento directo con la
población palestina.
La población palestina era mayoritaria, y para que los judíos sionistas realizaran
sus aspiraciones debían expulsar a una gran parte de esa población local. Sin embargo,
estos planes no se hacían públicos y en su lugar se intentaba conseguir el apoyo de las
potencias internacionales y la Sociedad de Naciones. Mientras tanto, todo era cuestión
de que aumentase la población judía sionista en la zona. Si las primeras oleadas de
inmigrantes judíos tenían como objetivo el asentamiento y la obtención de recursos para
la creación de una economía autosostenible que se independizase de la ayuda europea e
hiciera frente a la palestina, las siguientes tuvieron el claro propósito de multiplicar el
número de judíos.
La consiguiente inmigración acelerada que sin embargo no tenía como objetivo
la consagración de un Estado judío sino que respondía a la ascensión del nazismo en
Europa, terminaría por radicalizar las posiciones y culminaría con el estallido de la
rebelión de 1936 a 1939, la cual coincidió con un brote nacionalista antibritánco y
antifrancés en el mundo árabe (Gresh 2002: 41). Dicha rebelión, por supuesto
infructuosa, mermaría al bando árabe y fortalecería al judío, que vería mejoradas sus
relaciones con Gran Bretaña y la llegada de más inmigrantes judíos (Gresh 2002: 43).
Sin embargo, Gran Bretaña, inmersa en la guerra contra Alemania y sabiendo
que contaba con el favor de los judíos en su lucha contra Hitler, debía asegurar su
control sobre Palestina, en donde ya existía propaganda nazi antibritánica, para lo cual
decidió hacer lo posible para contar también con el favor de los árabes. Aprobó
entonces el llamado Libro Blanco, el cual definía su nuevo punto de vista: «La
Declaración Balfour no podía en ningún caso significar que Palestina se transformase en
un Estado judío, contra la voluntad de la población árabe» (Gresh 2002: 45). El texto
!$*!
prosigue especificando que Gran Bretaña preveía la instauración de un Estado palestino
independiente en el que los árabes y judíos compartieran la autoridad en el gobierno
para salvaguardar los intereses de ambos.
No es de extrañar, pues, que durante la Segunda Guerra Mundial el sionismo
buscase un nuevo aliado internacional, que no sería otro que Estados Unidos. Londres
comenzó a controlar la entrada de inmigrantes judíos en Palestina, lo cual empezó a
crear fricciones. El genocidio que vivían los judíos europeos llegó a oídos del Yishuv,
que se estremeció ante esta postura de Gran Bretaña de no facilitar la huida de los judíos
europeos. Entre 1944 y 1946 se produjeron en Palestina los primeros ataques armados
judíos en contra de los británicos. Sin embargo, los británicos nunca respondieron a la
rebelión judía con la misma dureza con la que hicieron frente a la árabe
(Calvocoressi 1999: 322-323, Gresh 2002: 77). Por otra parte, a los sionistas no les
importaba seguir un poco más de tiempo bajo el mandato británico, no les interesaba
enfrentarse a los árabes sin estar bien preparados.
2.3. EL NACIMIENTO DEL ESTADO DE ISRAEL
El gobierno de Gran Bretaña decidió en 1947 someter la cuestión de Palestina a las
Naciones Unidas. Eran los tiempos en los que empezaba a perfilarse la Guerra Fría y
Gran Bretaña no quería perder el favor de los judíos sionistas porque, en última
instancia, no quería enemistarse con Estados Unidos.
La ONU, por tanto, creó una nueva comisión (la 17ª desde 1917) para decidir el
destino de Palestina, la UNSCOP (United Nations Special Commitee on Palestine),
formada por once países, que debía presentar su informe el 1 de septiembre de 1947. La
comisión llegó en junio a una zona en guerra, y fue boicoteada por el Alto Comité árabe
y agasajada por la Agencia judía. Pese a que no eran del todo reacios a la idea de un
Estado compartido por árabes y judíos, pronto la mayoría de los miembros de la
UNSCOP creería que la mejor solución era la partición de Palestina y la creación de un
Estado judío, algo que se debía tanto a la poca cooperación de las organizaciones árabes
como a la terrible situación judía de aquel momento: en 1947, en el puerto de Haifa, el
presidente de la UNSCOP era testigo del desembarco del SS Exodus, un barco en el que
viajaban 4 500 supervivientes judíos de los campos de exterminio. Acabarían siendo
!$+!
devueltos a Alemania. De esta forma, los miembros de la UNSCOP tuvieron como
principal ejemplo de la situación palestina a miles de judíos huyendo de la muerte y a
los que se le denegó el asilo por un lado, y el boicot del Alto Comité que representaba a
la población local por otro (Calvocoressi 1999: 324-325).
Gresh apunta como otro factor posible de esta decisión lo que él llama «visión
colonial» (2002: 82), esto es, que todos los observadores estaban de acuerdo en que
existía una evidente diferencia de desarrollo entre la población judía y la árabe:
Frank Aydelotte forma parte en 1946 de una comisión anglonorteamericana: «Salí de Washington
siendo un antisionista bastante acérrimo… Pero cuando ves de visu lo que los judíos han hecho en
Palestina, es el más grande esfuerzo creativo en el mundo moderno. Los árabes no tienen nada
semejante y destruirían todo lo que han hecho los judíos. No debemos permitírselo». (Gresh
2002: 82)
En 1947 nadie tendía a pensar que el evidente retraso de las colonias era
producto de ser precisamente colonias, y la comunidad internacional estaba dominada
por potencias que si en ese momento no eran imperialistas sí lo fueron alguna vez. Por
otra parte, el gran movimiento de descolonización ni siquiera se había empezado a
desarrollar aún.
Así pues, la UNSCOP acordó de forma unánime terminar con el Mandato
británico sobre Palestina y de forma más o menos consensuada dividir Palestina en un
Estado judío y otro palestino con Jerusalén bajo tutela internacional. El texto, para ser
aprobado, tenía que obtener dos terceras partes de los votos de la Asamblea General. El
papel de Estados Unidos en la votación y las presiones que ejerció sobre los
participantes indecisos fue crucial. Así, finalmente la Asamblea recomendó la división y
se allanó el terreno para el nacimiento del Estado de Israel, y quedó legitimado el
proyecto sionista, así como la solución a la cuestión palestina basada en la premisa de
«dos pueblos, dos Estados» (Gresh 2002: 83-85).
Sin embargo, esta actuación internacional no sería suficiente. En 1948, con la
creación del Estado de Israel, los ejércitos de varios países árabes invadirían Palestina.
La guerra se prolongaría hasta 1949 y tendría a Israel como única y total vencedora. Las
consecuencias de esta victoria serían la ampliación de sus fronteras mucho más allá de
lo que determinó la ONU y la transformación de miles de palestinos en refugiados. Tan
!$,!
solo quedarían dos zonas que escapasen al absoluto control israelí: Cisjordania
(anexionada a Jordania en 1950) y la franja de Gaza (autónoma pero bajo tutela egipcia)
(Gresh 2002: 85-86). Se podría decir que el conflicto, tal y como lo conocemos hoy,
había comenzado.
2.4. LA GUERRA SIN FIN
Israel, en 1949, se extendía por casi el 78% de Palestina, solo contenía
aproximadamente a 150 000 palestinos y controlaba la parte oeste de Jerusalén
(Gresh 2002: 91). Por otra parte, habría logrado los principales objetivos sionistas:
territorio-nación, aspiraciones religiosas y místicas, y limpieza étnica. Este último dato
es especialmente importante dentro del contexto del conflicto, pues se trata de una de
las características del mismo que aún perdura hoy: «durante la guerra de 1948-1949,
entre 700 000 y 800 000 palestinos “abandonaron” sus hogares y se transformaron en
“refugiados”» (Gresh 2002: 109). Lo más importante es que muchos lo hicieron
respondiendo a la llamada de los ejércitos árabes que pedían campo libre para el ataque,
es decir, siempre tuvieron presente que tarde o temprano regresarían. Cuando este
retorno comenzó a ser una utopía, empezaron a luchar por él:
Numerosos palestinos […] aseguraban ya en los años sesenta que su pueblo había sido víctima de
lo que actualmente llamaríamos una «limpieza étnica». Está claro que este debate no es meramente
teórico. Reconocer que los palestinos han sido expulsados supone aceptar que tienen derecho,
como cualquier pueblo víctima, a «reparaciones», morales y materiales. Para Israel y su opinión
pública, supone aceptar la renuncia, en parte, a su estatuto de «víctima única». (Gresh 2002: 110)
En 1950 Israel vio duplicada su población y, lo que es más importante, era un
Estado de pleno derecho, reconocido formalmente por la comunidad internacional y que
formaba parte de la ONU. Los palestinos se negaban a desaparecer, a ser absorbidos por
los países árabes en los que se habían refugiado; era su idea del retorno a sus hogares lo
que cimentaba su obstinación, la cual pronto se vería traducida en una fuerza política y
armada. En definitiva, no ocurrió lo que el Ministro de Asuntos Exteriores israelí
Moshé Sharett tan desafortunada y erróneamente predijo en 1948:
!%-!
Los refugiados palestinos encontrarán su sitio en la diáspora. Gracias a la selección natural,
algunos resistirán y otros no […]. La mayoría se convertirá en un desecho del género humano y se
fundirá con las capas más pobres del mundo árabe» (Gresh 2002: 120).
El mundo también había cambiado desde que los primeros colonos sionistas
llegaran a Palestina. La primera división era política, la de la Guerra Fría, la que
construyó el Telón de Acero. La segunda era una que aún hoy perdura, la que separa
Occidente del mundo colonizado, el norte del sur, los países desarrollados de lo que con
posterioridad se llamará «Tercer Mundo». Por otro lado, también comenzaron los
movimientos revolucionarios de corte socialista como los de Cuba y Vietnam a los que
el mundo árabe se sumó con movimientos populares que derrocaron a los principales
líderes de Egipto (1952) e Irak (1958); Egipto y Siria formaron en 1958 la República
Árabe Unida, y Argelia consiguió la independencia en 1962; y Palestina vio en estos
acontecimientos una oportunidad para defender su causa. Así, en 1964, la primera
cumbre de jefes de Estado árabes decidió sentar las bases de una entidad palestina, por
lo que se celebró en Jerusalén el primer Congreso Nacional Palestino, donde se crearía
la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) bajo la tutela de los países árabes
y en especial Egipto (Gresh 2002: 121-123).
Del mismo modo, surgieron otras organizaciones palestinas paralelas más
autónomas como Al Fatah, fundada en 1959 por Yaser Arafat y cuyo nombre respondía
a las siglas árabes invertidas de «Movimiento de Liberación de Palestina». Desde 1965
esta organización emprendió acciones armadas contra Israel, lo cual hizo que se ganase
el apoyo de los refugiados hasta 1967, momento en el cual estalló otra guerra en la que
el ejército israelí aplastó a las tropas egipcias, sirias y jordanas, lo cual provocó que el
conjunto del territorio histórico palestino, el Golán sirio y el Sinaí egipcio pasasen a
estar controlados por Israel, y que Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este se convirtieran en
territorios ocupados. A partir de entonces, y al tratarse de un «Estado judío», es decir,
de corte étnico, la actitud de Israel fue la de un pueblo colonizador que trataba a los
colonizados como ciudadanos de segunda, una postura muy similar a la de la Suráfrica
del apartheid (Durán Velasco 2009: 188-190, Izquierdo Brichs 2011: 120-123). Por
otro lado, la mala gestión de esta situación por parte de la OLP hizo que el poder de Al
Fatah creciera frente a la derrota egipcia y abordara el control de la propia OLP
(Culla 2005: 254-255). Sin embargo, la resistencia palestina más radical, ahora basada
en la lucha armada y la guerra de guerrillas (Izquierdo Brichs 2011: 82-83), no era vista
!%$!
con buenos ojos en los países donde se ocultaba, en especial Jordania, de donde fue
expulsada para huir al Líbano. Desde allí comenzaron a planear ataques terroristas como
los provocados por la organización Septiembre Negro y entre los que destacaron los
secuestros de aviones y el ataque contra los atletas israelíes en los Juegos Olímpicos de
Múnich del 72 (Gresh 2002: 124-126).
Sin embargo, al mismo tiempo se quiso optar por la acción diplomática, y se
celebraron en 1973 y 1974 las cumbres de Rabat y Argel respectivamente, donde se
consideró a la OLP como el único representante del pueblo palestino, algo que hizo que
Arafat fuera recibido en la ONU y que la OLP tuviera representaciones más o menos
diplomáticas en la mayor parte de los países del Tercer Mundo, la URSS, las
democracias populares y algunos países de Europa occidental. La OLP incluso
flexibilizó su postura: en 1969 Al Fatah ya había reivindicado la construcción de un
Estado democrático en el que convivieran por igual palestinos, judíos y cristianos. Por
otro lado, propuso en 1974 la construcción de un estado en Cisjordania y Gaza sin
reconocer legalmente a Israel, pero presuponiendo la existencia de ambos estados, el
palestino y el israelí. Sin embargo, las negociaciones parecían estar en un constante
punto muerto: Israel (con el apoyo de Estados Unidos) no quería negociar con lo que
consideraba una organización terrorista, e incluso muchos de sus
representantes negaban la existencia de un pueblo palestino (Calvocoressi 1999: 357;
Gresh 2002: 126-127).
Después de la guerra entre Israel y Egipto-Siria de 1973 y el posterior acuerdo
entre Egipto e Israel de 1978, Israel invadió el Líbano en 1982 y expulsó a la OLP,
cuyos integrantes se refugiaron en Túnez y terminaron dispersándose por todo el mundo
árabe. De ahí en adelante el combate palestino quedó en Cisjordania, Gaza y Jerusalén
Este, los cuales eran considerados como territorios ocupados por la comunidad
internacional y en los que podría construirse un Estado palestino independiente sobre un
22% del territorio histórico de Palestina frente a un 45% que le concedía el plan de
partición de 1947 (Gresh 2002: 127-128).
!%%!
2.5. LOS INTENTOS DE PAZ
En los años ochenta, Estados Unidos era prácticamente el principal país que disponía las
fichas en el tablero de la escena internacional, por lo que en 1991 contribuyó, junto con
sus aliados árabes (Egipto, Arabia Saudí y Siria, entre otros), a convocar una
conferencia de paz en Madrid en la que se reunirían por primera vez desde 1949
representantes de Palestina, Israel y diversos países árabes. Por otra parte, y al margen
de esas negociaciones, israelíes y palestinos se reunieron en secreto en Oslo con la
intención de poner fin a décadas de conflicto. Así, en 1993, y bajo la tutela del
presidente estadounidense Bill Clinton, parecía haberse alcanzado la paz cuando Yaser
Arafat e Isaac Rabin se dieron la mano. Los acuerdos de Oslo preveían un periodo de
autonomía de cinco años en Cisjordania y Gaza en el que gobernaría la Autoridad
Palestina y en el que los ejércitos de ocupación abandonarían las ciudades y pueblos
para controlar tan solo las fronteras exteriores (Gresh 2002: 140).
Por otro lado, en otros acuerdos, llamados Oslo II, se negociaría la ampliación
de la zona de control autónomo de la Autoridad Palestina (Izquierdo Brichs 2011: 90).
Cuestiones como las fronteras, colonias, refugiados y Jerusalén se decidirían en el tercer
año de ese gobierno autónomo, es decir, en 1996, pero la oportunidad se vino abajo:
Isaac Rabin fue asesinado por un extremista israelí, se produjeron una serie de atentados
en territorio judío y, como consecuencia, las elecciones de 1996 en Israel las ganó la
derecha (Culla 2005: 371-373). Además, tanto la opinión pública como el gobierno
israelí se negaban a reconocer a los palestinos como iguales, y por tanto cualquier
derecho palestino en cualquier posible acuerdo como los de Oslo siempre se vería
subordinado a los derechos de los israelíes: no eran acuerdos entre iguales, sino entre
ocupante y ocupados, en los que el primero, con el apoyo estadounidense, aplicaba el
único punto de vista posible, y aunque entre 1993 y el 2000 se firmaron una decena de
acuerdos, las estipulaciones y obligaciones que entrañaban tardaban más tiempo del
acordado en ponerse en marcha si es que alguna vez llegaban a hacerlo
(Gresh 2002: 138-141).
En el año 2000 se reanudarían las negociaciones, pues Barak (que sustituía a
Benjamín Netanyahu como primer ministro israelí) convenció a Clinton de que
convocara una cumbre entre él y Arafat para resolver el conflicto, por lo que se celebró
una reunión en Camp David en julio de ese año. Sin embargo, el acuerdo no se
!%&!
produciría porque las condiciones las impuso Israel, algo que Arafat no toleraría
(Izquierdo Brichs 2011: 93). Esto, en última instancia, provocaría una campaña de
desprestigio por parte de Tel Aviv y Washington en torno a Arafat, al que catalogaron
como un hombre que no buscaba la paz al haber renunciado a las exigencias israelíes en
Camp David. Sin embargo, la perspectiva palestina era otra: si después de tantos años
de negociaciones y sacrificios la mejor oferta que podían hacer los israelíes era
inaceptable, no había otra solución más que la revuelta armada, por lo que en
septiembre del 2000 estalló la Segunda Intifada (la primera se inició en 1987 y duró
hasta los Acuerdos de Oslo), cuya intención inicial era como en la primera: la de
generar manifestaciones y disturbios, y que con la dura represión israelí se convirtió en
un conflicto violento: entre el 2000 y el 2008 murieron más de 1 000 israelíes y 4 500
palestinos, muertes que en ambas partes se produjeron sobre todo entre civiles
(Izquierdo Brichs 2011: 94).
2.6. ORIENTE PRÓXIMO TRAS EL 11-S
Tras el 11-S Estados Unidos volvió más que nunca la vista hacia Oriente Próximo y de
una forma más dura que antaño. Invadió Afganistán y posteriormente Irak y obtuvo,
bajo el gobierno de Bush, Cheney y Rumsfeld, una fácil victoria ante la reacción tibia
del mundo árabe y musulmán. Así, no es de extrañar que Washington tomara partido
por el gobierno de Ariel Sharon, que afirmaba que los Acuerdos de Oslo eran la peor
catástrofe que le había ocurrido nunca a Israel (Gresh 2002: 161). Bill Clinton había
hecho esfuerzos por la paz (además de Camp David volvió a sentar a negociar a
palestinos e israelíes en la ciudad egipcia de Taba); sin embargo, la elección como
Primer Ministro de Ariel Sharon y el estallido de la Segunda Intifada, unido a la política
exterior estadounidense post 11-S en Oriente Próximo, agotaron todas las posibilidades
(Izquierdo Brichs 2011: 98).
Asimismo, durante la Segunda Intifada, el Movimiento de Resistencia Islámico
(Hamás) empezó a cobrar importancia entre la población palestina al luchar codo con
codo con la OLP. Hamás apareció en 1987 como consecuencia de la Primera Intifada y
con el objetivo de enfrentarse a la ocupación militar de Cisjordania y la Franja de Gaza,
así como una alternativa religiosa al nacionalismo laico de la OLP (Brieger 2011: 82-
!%'!
83). Según Hamás, la única forma de convencer a Israel era mediante la lucha armada,
una postura que llegó a contagiarse a Al Fatah para seguir teniendo influencia sobre la
población palestina (Izquierdo Brichs 96-97: 2011).
Por otra parte, a lo largo del desarrollo de la Segunta Intifada, Israel llevó a cabo
la destrucción sistemática de infraestructuras de la Autoridad Nacional Palestina y otras
como el aeropuerto de Gaza, edificios administrativos civiles, casas y barrios, así como
campos de refugiados (Izquierdo Brichs 2011: 97). De esta forma, el proceso de paz
sería frenado tanto por parte de los extremistas palestinos como de los extremistas
israelíes.
Sin embargo, la muerte de Arafat en 2004 supondría uno de los golpes
definitivos a las negociaciones, pues desde entonces el pueblo palestino no encontraría
otro líder con su capacidad ni legitimidad para poner de acuerdo a toda la población
palestina (Izquierdo Brichs 2011: 99). En 2003 el Cuarteto (la ONU, Estados Unidos,
Rusia y la Unión Europea) propuso un nuevo plan de paz llamado Hoja de Ruta, pero, al
igual que había ocurrido tantas veces con anterioridad, descansaba sobre la suposición
de que los palestinos aceptasen un orden impuesto que no negaría a los israelíes
continuar colonizando el territorio y tratando a los palestinos como prisioneros
(Izquierdo Brichs 2011: 99). El clima de violencia contra civiles fue en ascenso, sobre
todo del lado de Hamás, hasta que en 2003 Hamás y Al Fatah llegaron a un acuerdo
para establecer una tregua de atentados dentro de Israel, la cual duró poco, pues en 2004
Israel asesinó a los dirigentes históricos de Hamás. Sin embargo, al año siguiente se
adoptaría una nueva tregua que se mantendría (Izquierdo Brichs 2011: 100-101)
intercalada con varios periodos de violencia que han afectado con particular importancia
a la zona de Gaza desde el 2006.
2.7. EL CONFLICTO HOY
En 2006 Hamás ganaría las elecciones al Parlamento Palestino y lograría la mayoría.
Parecía que la creación de un Estado Palestino estaba más lejos que nunca: la
colonización israelí había penetrado ya en Cisjordania y el este de Jerusalén. Ese mismo
año, Israel lanzó la operación Lluvia de Verano por la que envió tropas a Gaza para
liberar a un soldado capturado (que sería liberado en 2011 a cambio de 1 000
!%(!
prisioneros palestinos) y que dejó más de 400 palestinos muertos entre los cuales más
de 200 eran civiles; y la operación Nubes de Otoño, en la que murieron más de 400
palestinos.
En 2008, después de que Hamás tomase el control sobre Gaza, Israel, bajo la
operación Cast Lead, lanzó más ataques que terminaron con la vida de cientos de
personas y que llegó a su fin con la declaración de una tregua. A finales de ese mismo
año, Israel asaltó por aire la Franja de Gaza para detener ataques con misiles, una
operación que dejó 1 400 palestinos muertos frente a los 13 israelíes. En mayo de 2010
un asalto israelí sobre una flotilla de ayuda humanitaria que pretendía atracar en Gaza
dejó 10 turcos muertos.
En 2011 se produjeron más ataques entre los que se encontraban atentados
terroristas en el sur de Israel, pero a partir de 2012 y hasta el día de hoy es cuando se
han vivido las situaciones más extremas: las hostilidades empezaron en marzo de 2012
y se recrudecieron en los meses de verano culminando en noviembre con la operación
Pilar de Defensa en la que Israel lanzó ataques con misiles sobre Gaza, a los cuales
siguió toda una semana de ataques en los que murieron 177 palestinos y seis israelíes6.
En 2013 el conflicto parecía latente, pero en verano de 2014 se sucedieron los
peores bombardeos de los últimos años. A principios de julio Israel lanzó ataques sobre
Gaza en respuesta al suspuesto secuestro y asesinato de tres jóvenes israelíes en el
territorio ocupado de Cisjordania, y a mediados de julio la situación se había
recrudecido hasta límites insospechados. La ONU estableció que el 77% de las muertes
en Gaza se correspondían a civiles7 y que una de cada cinco víctimas eran niños8.
Durante los últimos días de julio se establecieron varios altos el fuego que culminaron
con más bombardeos sobre Gaza por parte de las tropas israelíes, principalmente sobre
objetivos civiles, a los cuales Hamás respondió con más lanzamientos de misiles.
El 1 de agosto ambos bandos acordaron un alto de fuego humanitario de 72
horas apoyado por Estados Unidos. Sin embargo, este alto el fuego no prosperó debido
a varios ataques atribuidos a Hamás. Durante las primeras semanas de agosto se
intercalaron altos el fuego humanitarios con ataques por parte de ambos bandos que sin
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!6 Al-Alam News Network (10 de Julio de 2014) 7 BBC (12 de Julio de 2014). 8 The World Post (18/19 de Julio de 2014).
!%)!
miramientos violaron esos alto el fuego mientras se preparaban las negociaciones de paz
que se llevarían a cabo en El Cairo. El gobierno estadounidense brindó su apoyo a Israel
para que se defendiera de los ataques9. Los lanzamientos de misiles se sucedieron hasta
la última semana de agosto, en la que las charlas de El Cairo parecieron dar resultado, y
se llegó a una tregua el día 26.
Desde el 7 de julio, y a fecha de 26 de agosto de 2014, más de 2 000 personas
han muerto en Gaza10 y más de 70 en Israel11.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!9 The Times of Israel (5 de Agosto de 2014). 10 Yedioth Internet (26 de Agosto de 2014 [a]). 11 Yedioth Internet (26 de Agosto de 2014 [b]).
!%*!
3. LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS !!
3.1. ESTADO DE LA CUESTIÓN
La figura del intérprete que realiza su trabajo en zonas de conflictos armados ha existido
desde siempre, pero es en la época contemporánea cuando ha cobrado una mayor
importancia para los investigadores, docentes y profesionales del campo de la
interpretación. Desde las Guerras Mundiales y la creación de la ONU y sus diversas
agencias hasta los más recientes conflictos en Oriente Próximo, podría afirmarse que el
papel del intérprete sigue siendo relativamente desconocido.
De esta forma, son varios los autores que durante los últimos diez años han
coincidido en lo necesario que es examinar el papel que juegan traductores e intérpretes
en el desarrollo de los conflictos armados (Dragovic-Drouet 2007; Inghilleri 2008;
2009; Palmer 2007; Rafael 2007, 2009; Stahuljak 2000, 2009; Takeda 2009; Baker
2010). En estos estudios, el análisis de la traducción en conflictos es, por lo general,
más frecuente que el de la interpretación.
Así, el análisis del perfil del intérprete en conflictos contemporáneos y el trabajo
que realiza en ellos se incluiría en un campo de estudio relativamente nuevo y en el que,
hasta la fecha, se habría profundizado solo de forma parcial. Como afirma Allen, «little
work has been done to analyze the activities of interpreters in conflict zones» (2012).
Baker (2010: 201) ya señala el hecho de que existe poca literatura que profundice en el
papel del intérprete en conflictos y el trabajo que realizan en este contexto, destacando
los estudios de Palmer (2007) y de Palmer y Fontan (2007), a los que cataloga de
«únicos» al centrarse en el trabajo de traductores e intérpretes sobre el terreno, en este
caso en la guerra de Irak, y por otro lado basarse en entrevistas con miembros de
equipos de medios de comunicación que han trabajado de forma directa con intérpretes
durante la guerra.
Esta forma de conseguir información sería, pues, crucial. Los documentos que se
puedan extraer a raíz del desarrollo de una guerra o las fuentes indirectas o secundarias
no profundizarían lo suficiente en el perfil y trabajo del intérprete, el cual, según Baker
!%+!
(2010: 202), es una figura invisible para los autores de crónicas redactadas en el
contexto de cualquier conflicto.
Por supuesto, y siguiendo con el razonamiento de Baker (2010), esto ocurriría en
lo que se refiere al papel que desempeña el intérprete en el desarrollo del conflicto. Así,
existen más estudios y literatura de investigación (con una mayor tradición) con
respecto al papel del intérprete relacionado con las secuelas del conflicto,
principalmente en lo que corresponde a entrevistas y conversaciones en el ámbito de los
refugiados políticos, la búsqueda de asilo y el mantenimiento de la paz, donde destacan
los trabajos de Barsky (1993, 1996), Pöllabauer (2004), Inghilleri (2005, 2007),
Jacquemet (2005), y Bos y Soeters (2006). Como puede comprobarse, se trata en su
mayoría de estudios que se realizan en un entorno más controlado que el del desarrollo
de un conflicto y el trabajo sobre el terreno. En la práctica, la mayor parte de los
estudios que pretenden esbozar el trabajo del intérprete en conflictos no estarían
basados en la observación directa.
Por otra parte, los informes de guerra adolecen de grandes limitaciones como
principal instrumento de análisis, dado que aquellos que se encargan de redactarlos no
prestan demasiada atención al trabajo lingüístico o de mediación cultural que
determinados profesionales llevan a cabo en un conflicto (Baker 2010: 202).
Sin embargo, algunos trabajos (Maier 2007; Inghilleri 2008, 2009) han contado
con informes militares como una importante fuente de información. Son aquellos que
han analizado el trabajo de traductores e intérpretes en el ámbito judicial a la hora de
procesar a sospechosos de terrorismo en servicios de inteligencia o el ejército. Según
Baker (2010: 203), estos estudios se han llevado a cabo tomando como fuente principal
trabajos publicados por traductores sobre su trabajo en conflictos o artículos de prensa
sobre el tratamiento y el destino de traductores e intérpretes en los principales conflictos
modernos o los que eran de mayor relevancia por aquel entonces —puesto que eran
aquellos en los que existía una mayor presencia norteamericana—, es decir, Irak y
Afganistán. Esto podría deberse a determinados factores: que son conflictos a los que
los medios de comunicación han prestado mayor atención en los últimos años, que el
aparato militar estadounidense propicia la inclusión de un mayor número de traductores
e intérpretes en las prácticas relacionadas con estos conflictos, o que hayan existido
!%,!
mayores facilidades en esos conflictos que en otros para hallar fuentes documentales
fiables.
Sea como fuere, lo cierto es que los medios de comunicación han significado
una extensa fuente de información a la hora de definir el papel del intérprete en
conflictos (principalmente los de Irak y Afganistán), la cual se completaría en la mayor
parte de los casos con testimonios de primera mano de algunos de esos intérpretes, en
ocasiones incluso intérpretes locales.
Es interesante de este modo tener en cuenta que en estos conflictos los
testimonios de varios intérpretes tienden a insertarse en una especie de visión de guerra,
por la cual se incluiría al intérprete dentro de un bando en concreto con el que
compartiría toda su idiosincrasia, en la cual también se contendría la visión del otro
como enemigo y el enjuiciamiento de sus actos como legítimos y morales, en la misma
línea que cualquier acto de guerra llevado a cabo por el bando en el que se encuentre.
Así, en el caso, por ejemplo, de Irak, los intérpretes locales verían sus acciones y moral
justificadas por servir a su país (aunque con muchísima menos protección que los
intérpretes enviados allí junto con tropas extranjeras o en misiones de paz) y los
intérpretes que forman parte de misiones militares en tropas estadounidenses o
británicas verían justificadas sus acciones y moralidad por estar convencidos de que su
misión se basa en «llevar la democracia a esos países» en los que los grupos extremistas
amenazan con acabar con todas las libertades (Baker 2010: 207).
De esta forma, dicha visión de buenos contra malos propia de las tropas militares
reflejaría una de las formas en las que se tiende a ver al traductor y al intérprete en el
contexto de cualquier conflicto (Baker 2010: 209). Otra sería la de ayuda o aliado contra
amenaza o enemigo. Es decir, si hablamos o no de un elemento en el que se pueda
confiar. Esto es de especial importancia si atendemos a la figura del intérprete local, los
cuales no serían considerados como enteramente fiables o incluso tratados como iguales
o de forma respetuosa por parte de las fuerzas militares extranjeras, sino como, por así
decirlo, un «mal necesario» (Foust 2009) que albergaría todas las características del
enemigo que hacen que sea considerado como tal, en parte debido a la influencia de los
!&-!
mencionados medios de comunicación y la opinión pública e incluso ciertas posturas
institucionales12:
Perhaps one reason for this distrust towards locally hired or second-generation interpreters who
belong to the ‘enemy’ community, even those who embrace the invading army and declare their
belief in its mission, is their exposure to a range of public narratives that are not sanctioned by the
dominant institutions of the us group. Given their heritage, their roots in the ‘enemy’ community,
they remain resistant to at least some aspects of the typical public narratives that define the war in
the opposite camp. (Baker 2010: 210)
De este modo, sería prácticamente imposible definir de forma objetiva la figura
o el trabajo de determinados intérpretes en conflicto, por ejemplo los locales, sin estar
presente en ese conflicto, es decir, realizar un trabajo o estudio de campo, lo cual de
hecho tampoco facilitaría enteramente dicha labor puesto que también sería casi
imposible participar de una forma u otra en un conflicto sin posicionarse del lado de lo
que Baker (2010: 210) describe como dos categorías inapelables y asociadas a cualquier
guerra: «nosotros» y «ellos». Así, pese a que es cierto que el intérprete siempre busca
ser una figura intermediaria que se encontraría en todo momento en la zona neutral que
dividiría dos comunicaciones, dos posturas, ideologías y, en este caso, bandos (lo cual
también sería discutible [véase § 3.3.4]), no sería inapropiado decir que ni siquiera él o
ella puede escapar al concepto de otredad, tanto desde dentro como desde fuera. Según
Baker (2010: 210-211) lo normal es que cada bando cuente o se haga con los servicios
de intérpretes que para empezar trabajen de forma asidua con el ejército o que de hecho
pertenezcan a él de un modo u otro, o que al menos pertenezca a su propio país, pues se
tiende a tomar por seguro que los intérpretes extranjeros (ya no solo pertenecientes al
otro bando, sino a cualquier otro país que no sea el propio) son menos fiables que los de
ese país, así como los intérpretes pertenecientes a organizaciones internacionales o
incluso residentes en ese país (es decir, que de alguna forma pertenece al «nosotros»)
cuyos orígenes son los del «enemigo» o encuentran algún tipo de relación con él (ya sea
compartir el idioma, cultura, religión y creencias o antepasados), los cuales son igual de
poco fiables que los primeros.
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!12 En la mayor parte de los casos el intérprete local se encuentra en un peligroso limbo en el que no se forma parte del ejército enemigo y aun así se trabaja para él, es decir, que a los ojos del ejército local se es el enemigo y a los ojos del ejército extranjero no se es un aliado de fiar. El hecho de que los intérpretes locales no formen parte del ejército extranjero significa que no son beneficiarios de la protección que tienen los militares. De esta forma, cuando el conflicto acaba quedan expuestos ante el otro bando y sus posibles represalias, pues normalmente se les abandona sin posibilidad de protección o asilo político una vez que sus servicios como intérprete no son requeridos (Inghilleri 2009, 2010: 179; Juvinall 2013: 206; McClintock 2014).
!&$!
Como puede apreciarse, el estudio de Baker (2010) estaría más centrado en la
figura del intérprete como corresponsal de guerra y en la forma que tiene el espectador
externo (medios de comunicación principalmente) o actores que participan en el
conflicto de primera mano (personal militar, internacional, diplomático y población
local) de ver al intérprete que ejerce su trabajo en ese conflicto, el cual casi siempre es
Irak o Afganistán, y situaciones derivadas del conflicto como entrevistas para solicitar
asilo político. Como hemos visto, muchos de los estudios contarían con testimonios de
traductores e intérpretes, pero sin embargo continuaríamos careciendo de la capacidad
de esbozar un perfil del intérprete en conflictos que pudiera analizarse a través de la
configuración que esos mismos intérpretes fijaran de su propio trabajo en ese tipo de
entorno tan singular, específico, desconocido y caótico.
Así, y como ya hemos mencionado con anterioridad, los intérpretes inmersos en
un conflicto determinado en el que trabajarían junto con militares, locales y enviados
especiales y además de cara al enemigo, reflejarían las mismas conductas que el resto de
participantes (por supuesto en un mayor o menor grado dependiendo de factores
personales, educación, estilo de vida y ética personal) que se corresponderían con todos
los elementos que se incluirían en ese comportamiento asociado a la dinámica
«nosotros» contra «otros», donde principalmente se aplicarían criterios relacionados con
la etnia, lo cual finalmente desembocaría en prejuicios relacionados con la cultura,
religión, identidad política, social y económica y por supuesto la lengua. Es decir, los
intérpretes tenderían en última instancia a asimilar todo aquello (incluyendo tópicos,
prejuicios, moralidad y aspectos similares a los que el intérprete se supone que es
inmune en situaciones corrientes) que definiría, formaría parte e incluso alimentaría el
conflicto. Baker (2010: 211) afirma incluso que llegaría un punto en el que el intérprete
dejaría de lado su propia opinión y razonamiento crítico sobre el conflicto y su propio
sentido de la identidad, y no sería más que una pequeña partícula dentro del enorme
entramado del conflicto y su narración, junto con los militares, políticos y medios de
comunicación.
Por otra parte, Baker (2010: 213-216) también hace hincapié en la relevancia de
los intérpretes locales y los periodistas como reporteros o corresponsales de guerra.
Aquí ya no tendría tanta importancia el papel del intérprete como principal fuente para
conocer qué acciones desempeña en determinado conflicto sino como una fuente de
!&%!
importancia para conocer todos los entresijos de ese determinado conflicto, motivo por
el cual se los equipararía a periodistas en esa labor de corresponsal de guerra. En este
sentido, los locales serían de gran ayuda, pues en muchas ocasiones son la causa
principal de que determinada información sobre el conflicto, en ocasiones información
vital, les sea facilitada tanto a esos mismos periodistas como a los principales actores
que participan en ese conflicto, es decir, el personal militar y diplomático, para, por
decirlo de forma clara, entender la guerra. En este sentido es interesante tener en cuenta
lo que posteriormente añade Baker (2010: 217): que a muchos de estos intérpretes
locales solo se les considera «intérpretes» (o se les requiere como tal) porque conocen la
lengua local, y que poco o nada saben de interpretación (es decir, no tienen una
formación específica) o ni siquiera de idiomas, pues muchos de ellos no dominan de
forma fluida la lengua de los extranjeros. Es por tanto un síntoma más de lo caótico de
cualquier conflicto el que, por lo general, el principal instrumento que los militares y
medios de comunicación extranjeros emplean con el fin de poder comprenderlo sea
alguien que pertenece al «enemigo» y que no habla con fluidez su lengua:
Many of the individuals who provide translation and interpreting services in war zones may have
no more than a basic command of the language of their employers (whether military or media
personnel) and little or no experience as translators or interpreters, having never worked in this
capacity before the outbreak of war in their region. They take up translation work perhaps out of
desperation, because it pays relatively well at a time of intense crisis, when most members of the
local population are lucky to find any work at all. […] But even linguists who are recruited and
trained by the military and other foreign organizations at home (i.e. in the US, Britain, etc.) often
have limited proficiency in the language of the ‘enemy’, not to mention translation-specific skills
or experience. (Baker 2010: 216)
Sin embargo, esto tiene importancia para Baker (2010: 217), no tanto en lo que
se refiere a la forma de trabajar o el papel que desempeñan esos intérpretes en el
conflicto, sino como barrera a la hora de que esos intérpretes se conviertan en
narradores de primera mano de la guerra. La tesis de Baker (2010), en última instancia,
es la de que los traductores e intérpretes juegan un importante papel en crear y delimitar
el relato o la historia de determinado conflicto y por tanto sus acontecimientos,
ayudando por tanto a definirlo. Sin embargo, no deja entrever qué hacen esos intérpretes
durante el conflicto, qué papel juegan en él más allá de ser testigos de primera mano del
mismo.
!&&!
Junto con Baker, es posible que los estudios más exhaustivos sobre traducción,
interpretación y mediación cultural y lingüística en el entorno de conflictos armados
sean los de Bos y Soeters (2006), Palmer (2007), Inghilleri (2009, 2010), Kherbiche
(2009), Moser-Mercer y Bali (2009), Inghilleri y Harding (2010), Allen (2012) y los
libros del proyecto Languages at War de Palgrave Macmillan (Footitt y Kelly 2012).
Existen por supuesto otros que los complementan y en los que se realizan análisis
acertados y más exhaustivos de casos concretos. Sin embargo, todos ellos dan la
impresión de no centrarse lo suficiente en el papel que desarrollan los intérpretes que
trabajan de forma asidua en esos conflictos en concreto, los cuales por otra parte —ya
que hablamos de estudios realizados principalmente entre los años 2007 y 2012—
suelen ser los de Irak o Afganistán. En la actualidad, poca atención suele prestarse al
trabajo de los profesionales lingüísticos que desempeñan sus funciones en el ámbito del
conflicto Palestino-Israelí.
Sin embargo, y dejando a un lado algunos estudios centrados en los solicitantes
de asilo político, está claro que a la hora de definir el papel del intérprete en conflictos y
conocer mejor su trabajo en ellos, es imprescindible acudir al mundo árabe de Oriente
Próximo, pues la mayor parte de los trabajos de investigación que tratan sobre el papel
del intérprete en conflictos se basan principalmente en los casos prácticos de las guerras
de Afganistán e Irak que estallan tras el 11-S (véase § 3.4.3).
La cuestión es que actualmente la inclusión de profesionales intérpretes y el
requerimiento de mediadores lingüísticos locales en situaciones de conflicto se está
convirtiendo en un objeto de estudio cada vez más necesario para los investigadores en
traducción e interpretación. Uno de los ejemplos más claros es la colección Languages
at War de Palgrave Macmillan (2012), así como la publicación en 2010 del número
especial de The Translator (volumen 16, número 2) dedicado a la traducción en
conflictos violentos editado por las autoras mencionadas anteriormente Moira Inghilleri
y Sue-Ann Harding. Como vemos —y como siempre ha ocurrido—, la traducción es un
ámbito de estudio al que se le suele prestar más atención en el análisis de la mediación
lingüística en conflictos, puesto que, como en muchos otros casos, la traducción deja
fuentes escritas de esa mediación, fuentes perdurables y mucho más accesibles para el
análisis posterior que el trabajo de un intérprete, sujeto predominantemente a la
oralidad, efímero.
!&'!
Sin embargo, en el resumen introductorio del mencionado número de The
Translator se especifica que es importante centrarse en ambos y que el hecho de que
tanto traductores como intérpretes sean figuras clave en la comunicación que se produce
en el ámbito de determinados conflictos armados convierte la investigación en
traducción e interpretación en conflictos en un objeto de estudio necesario en el que aún
quedaría mucho por hacer y en el que no solo sería necesario definir, analizar y
delimitar el trabajo y las funciones que realizan esos profesionales dentro de un
conflicto armado determinado, sino también todos los factores que influirían en la
mediación lingüística y cultural en un entorno de ese tipo (ética y deontología,
formación, entorno laboral y otros aspectos profesionales, cuestiones ideológicas y
relaciones de poder, contexto, etc.):
Translators and interpreters are frequently found at the centre of attempts to wage war or negotiate
peace between opposing factions. Translation and interpreting also serve a vital function in
communicating a conflict locally and globally, as interested parties attempt to legitimize their
actions, appeal for assistance, and enlist support for their cause and the condemnation of their
stated enemy. […]
[…] Drawing on fictional and non-fictional texts, legal and peacekeeping settings and reports from
war zones, contributors to this volume explore the overlapping themes of mediation, agency and
ethics in relation to translators and interpreters as they negotiate the political, social, cultural,
linguistic and ethical factors that converge, often dangerously, in situations of armed conflict. (The
Translator, volume 16, number 2, 2010)
3.2. APUNTES HISTÓRICOS SOBRE LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS
La Primera Guerra Mundial marcó un antes y un después en la concepción de las
relaciones internacionales europeas y, por tanto, en la necesidad de una comunicación
internacional a gran escala. Sin embargo, es preciso apuntar que esa necesidad también
había estado presente desde el principio de los tiempos, únicamente cambió la forma en
la que esas negociaciones se llevaban a cabo. Se suele admitir, pues, que la Primera
Guerra Mundial fue una escuela de intérpretes (Baigorri 2000: 25-26), por lo que
podríamos decir que los intérpretes que trabajaban en conflictos fueron el antecedente
directo de lo que más tarde se llamó «intérpretes de conferencias».
!&(!
Por otro lado, la aparición, establecimiento y evolución de la figura del
intérprete de conferencias y, de ese modo, de la práctica de la interpretación de
conferencias como los conocemos hoy se explican analizando el cambio, evolución y
mecanismos de las relaciones internacionales de las primeras décadas del siglo XX, los
cuales no habrían sido los que fueron si no hubieran estallado las dos guerras mundiales.
Así, los conflictos mundiales serían catalizadores fundamentales en la aparición de la
figura del intérprete. Bien sea por la necesidad de enfrentarse a dichos conflictos, sus
causas, comportamiento y consecuencias, como por el establecimiento de una serie de
pautas y dinámicas internacionales que surgen con el objetivo de intentar responder a
esa situación bélica, el papel del intérprete siempre estará ligado en parte tanto a su
evolución como a su repercusión y secuelas, políticas, sociales y culturales, en el ámbito
internacional, ya que la comunicación y negociación a gran escala es la principal vía de
acción por parte de la comunidad internacional a la hora de hacer frente a dichos
conflictos. Por otro, lado, es importante tener en cuenta que a comienzos del siglo XX a
la profesión de intérprete se llegaba por azar y de forma fortuita, y no habría nada que
impulsase más esta dinámica que los conflictos mundiales. Finalmente, la Conferencia
de Paz de París de 1919 sería el momento en el que el intérprete de conferencias sale a
la luz pública y por tanto su figura es fácilmente detectable (Gaiba 1998: 27-29).
Posteriormente, la complejidad económica que se vería plasmada en la
geopolítica de las relaciones internacionales durante el periodo de entreguerras tendría
como contraparte la creación de varios organismos supragubernamentales de carácter
internacional, como la Sociedad de Naciones o la Organización Internacional del
Trabajo, que propiciaría el auge de los servicios de interpretación de conferencias y, por
tanto, la formación de nuevos intérpretes y que se comenzase a tener la visión de la
interpretación como una profesión (Baigorri 2000: 23).
Así, y como extensión de la forma de comunicación y negociación internacional
que se dio en la Conferencia de Paz de París, durante el periodo de entreguerras fue la
modalidad de la interpretación consecutiva la que vivió su periodo de esplendor, lo cual
no quiere decir que no se emplearan otras modalidades como el chuchotage o se
comenzase a tantear la técnica de la interpretación simultánea en el ámbito de los
organismos internacionales (Gaiba 1998: 29, Roland 1999: 127, Delisle y Woodsworth
2012: 249).
!&)!
Durante la Segunda Guerra Mundial, la nueva concepción de las relaciones
internacionales dio un vuelco como consecuencia de la crisis del periodo de
entreguerras y la aparición de regímenes fascistas en algunos países europeos, lo cual
desplazó al intérprete e hizo que este pasase a estar al servicio de una de las partes
comunicantes en lugar de situarse de forma imparcial entre las dos. De esta forma,
surgiría lo que se ha denominado la figura del «intérprete al servicio de las dictadores»,
la cual tendría características e inclinaciones ideológicas muy específicas, así como la
obligación de desempeñar tareas que hoy en día no corresponderían a un intérprete,
siendo en lugar de un profesional neutral sin afiliaciones nacionales, institucionales o
ideológicas visibles, un trabajador al servicio de un determinado régimen con
aspiraciones y objetivos muy determinados (Baigorri 2000: 211-212).
Por otro lado, la Segunda Guerra Mundial fue testigo de la utilización del
intérprete ad hoc para salvar la barrera idiomática en situaciones de conflicto. Como ya
hubiera ocurrido de forma menor en la Primera Guerra Mundial, estos intérpretes solían
ser prisioneros o soldados con conocimientos de idiomas que servían de enlace
lingüístico entre tropas con distintas lenguas maternas o entre los propios prisioneros y
entre los prisioneros y sus captores, o de enlace con el enemigo (Baigorri 2004: 162-
164, 2010: 195).
El fin y el resultado de la Segunda Guerra Mundial tuvieron como consecuencia
principal en el marco internacional la celebración de los Juicios de Núremberg, un hito
en la Historia del Derecho y de la Interpretación. En lo que respecta a esta última,
supuso la puesta en práctica de la modalidad de la interpretación simultánea como
método novedoso y práctico de comunicación a escala global, rodeado de una serie de
infraestructuras necesarias y creadas a la sazón debido a las necesidades y
requerimientos propios del proceso en Núremberg, tanto técnicos como puramente
funcionales o lingüísticos (Gaiba 1998: 32-35). Por otro lado, tanto en los Juicios de
Núremberg como más tarde con el advenimiento de la ONU, aquellos encargados de
reclutar intérpretes que se prestasen a trabajar en la modalidad de la simultánea no
sabían exactamente qué criterios de selección tener en cuenta para ello, y en muchas
ocasiones los elegidos no tenían ni siquiera experiencia previa en interpretación, amén
de que los conocimientos sobre simultánea de los propios evaluadores no era mayor que
aquellos de los que eran evaluados (Baigorri 2004: 60-64).
!&*!
El propio carácter multilingüístico del proyecto de la creación Organización de
las Naciones Unidas contenía implícita la afirmación de que el panorama internacional
del futuro estaría sujeto a una comunicación internacional en la que los intérpretes
serían una pieza clave para su funcionamiento. Así, el advenimiento de la ONU propició
la demanda de los servicios de interpretación y la implementación de mecanismos más
sistematizados para la formación de intérpretes cuyo objetivo era proveer a la nueva
organización de profesionales en la mediación entre lenguas.
Por otro lado, con el asentamiento de la ONU y, como consecuencia, el
establecimiento de diversos centros y escuelas para la enseñanza de la interpretación, así
como gracias al trabajo de muchos intérpretes que comenzaron a trabajar en la ONU
tanto en la modalidad de consecutiva como en la de simultánea, la interpretación
comenzó a tenerse en cuenta como una profesión, asemejándose algo más a la práctica
que conocemos hoy día.
3.3. LOS INTÉRPRETES EN CONFLICTOS
Como hemos visto, la figura del intérprete en conflictos es tan antigua como antigua
consideremos la práctica de la interpretación y la necesidad de comunicación tanto en el
campo de batalla como en las negociaciones que se llevan a cabo durante el conflicto y
por supuesto en la firma de la paz. Sin embargo, y pese a poder intuir que esta figura
podría ser inmemorial, poco sabemos aún de por qué en la actualidad existe esta figura
desde un punto de vista estrictamente personal y profesional.
Según Inghilleri (2010), que centra su estudio en las motivaciones de los
intérpretes para trabajar en conflictos, en concreto en el de la guerra de Irak, la
justificación para emprender esta profesión y realizar el trabajo de intérprete en
conflictos sería, en efecto, uno de los factores más interesantes que se pueden analizar.
La cuestión de definir de forma objetiva qué motiva o puede motivar a una
persona a interpretar en una guerra o conflicto o si sus actos se justifican de alguna
forma es, cuanto menos, peliaguda, teniendo en cuenta que es igualmente peliagudo
definir cuál podría ser la motivación de dos grupos o naciones para entrar en conflicto,
es decir, definir el por qué de ese conflicto, si es que verdaderamente un conflicto o
!&+!
guerra determinados tienen justificación posible, algo que podría ser igualmente
cuestionable. La propia Inghilleri establece que el objetivo de su artículo es debatir
sobre las motivaciones que pueden encontrarse tras la decisión de los intérpretes
iraquíes u otros hablantes de árabe locales en la guerra de Irak de interpretar allí
teniendo en cuenta «the absence for many of “reasonable confidence in the justice and
imperative” behind the US invasion of Iraq» (2010: 176). Estos intérpretes pueden, no
obstante, ser militares, pertenecer a agencias u organismos internacionales, o ser locales,
y una vez más parece que la atención vuelve a recaer sobre estos últimos por tratarse
quizá de los casos más complejos (aunque no hayan recibido formación como
intérpretes y no puedan ser por tanto considerados como tal fuera de ese conflicto en
concreto o de la situación específica en la que se requieran sus servicios).
En cuanto a lo que se refiere a los militares, interpretar en un conflicto no tendría
detrás la misma motivación que la de alistarse en el ejército (Inghilleri 2010: 176). Sin
embargo, según Inghilleri, «through their participation, interpreters tacitly approve the
decisions made by politicians and the military to declare war» (2010: 176), y eso no
solo aquellos que trabajan para el ejército, sino —en el caso de Irak— también los que
se convierten en intérpretes locales por verse empujados a ello a causa del propio
conflicto:
By working voluntarily for the US military, Iraqi and other Arab-speaking interpreters provided
support for the putative justness of what many considered an unjust war. This raises the question
of whether Iraqi and other Arabic-speaking interpreters had a moral responsibility not to lend their
support to the war despite the individual or political benefits they stood to gain. (Inghilleri
2010: 177)
Así, los intérpretes locales podrían encontrar sus motivaciones en ofrecer un
servicio a su país, ejercer una postura firme y activa en contra del propio conflicto, pero
quizá cabría preguntarse si esto es así desde el principio o tiene algo que ver la relación
entre el intérprete y las tropas militares. Sorprendentemente, el componente cruel,
injusto o ilegal (el que ilegitima las leyes internacionales o viola los derechos humanos)
de toda guerra no suele encontrarse entre los motivos que esgrimen los intérpretes para
trabajar en zonas de guerra, y sin embargo, sean esos motivos de la índole que sean, el
ejército puede jugar un importante papel en la respuesta que ofrezcan esos intérpretes
ante el propio conflicto (Inghilleri 2010: 178).
!&,!
Ese sería, pues, otro gran punto de las investigaciones que se realizan sobre
interpretación en conflicto: las relaciones y dinámicas que se establecen entre los
militares y los intérpretes, los cuales en muchas ocasiones trabajan tan íntimamente que
son considerados como un todo13, algo que no es del todo incorrecto: «[…] interpreters
embedded in combat units will be inclined to exercise ethical judgement with respect to
the war within the framework of the military field itself, that is […] “to think in ways
that only soldiers usually have to» (Inghilleri 2010: 180).
Sin embargo, lo que sería innegable (y sobre todo en lo que respecta a los
intérpretes locales), es que se tiende a ver a los intérpretes en conflictos como
guardianes (gatekeepers) o agentes capaces de abrir las puertas a información que sin
ellos sería desconocida y que sirven como informadores y mediadores en las
interacciones que suceden en determinado conflicto (Baker 2010: 215-216; Inghilleri
2010: 179; Baigorri, 2011: 200).
3.3.1. Clasificación
La relación entre el ejército y los operativos y la inteligencia militar y el inevitable
componente de mediación lingüística que implican no suele ser sencilla. Los
especialistas en mediación lingüística a menudo juegan un importante papel en labores
de inteligencia que se realizan antes y durante un determinado conflicto (Moser-Mercer
y Bali 2009). Sin embargo, esto no suele ser así durante el desarrollo del mismo, pues
no todos los intérpretes que trabajan en conflictos son profesionales, y, del mismo
modo, no todos los profesionales son militares (Inghilleri 166: 2010).
Así, el que un intérprete lleve a cabo su labor durante un conflicto no está
necesariamente relacionado con poseer un bagaje profesional como intérprete o
mediador lingüístico o con la intervención de una organización internacional o
humanitaria. Es el caso de los intérpretes locales, que por lo general son «reclutados»,
según Moser-Mercer y Bali (2009), Baigorri (176, 179: 2011), Allen (2012) y Moser-
Mercer, Delgado Luchner y Kherbiche (2012), porque conocen la lengua local y uno o
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!13 Esto no ocurriría solo ahora: Takeda (2009: 52) afirma que intérpretes americanos japoneses de segunda generación reclutados y formados por los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial llevaban a cabo tareas tan alejadas de la mediación lingüística como interrogar prisioneros, convencer al enemigo de que se rindiera o colaborar en labores de propaganda.
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varios dialectos de la misma, así como la lengua del ejército extranjero o de las agencias
u organismos internacionales que prestan ayuda humanitaria u organizan labores de
pacificación —por lo general inglés o francés—. Sin embargo, no se les «recluta»
porque se hayan formado como traductores, intérpretes o expertos en esas lenguas, es
decir, que no poseen las destrezas o competencias necesarias para interpretar de forma
adecuada (y por supuesto desconocen cualquier tipo de código deontológico o ética
profesional del intérprete en ese tipo de situaciones). Pese a ello, consiguen en muchas
ocasiones facilitar la comunicación entre ambas partes en ese contexto de conflicto
armado.
De esta forma, los intérpretes locales serían los grandes desconocidos. El debate,
además, estaría en el hecho de si incluso se les podría llamar «intérpretes». Según
Baigorri:
Para que una persona pueda llegar a ejercer el oficio de intérprete tiene que cumplir una serie de
condiciones previas in dispensables. Tiene que conocer los idiomas entre los que vaya a
interpretar. También debe estar familiarizado con las culturas asociadas a esos idiomas y con los
temas sobre los que vaya a versar el acto en el que se produzca la mediación. Además, y esto es
algo que suelen pasar por alto quienes no conocen la materia, tiene que saber interpretar
profesionalmente (técnica y código deontológico). (2003: 159-160)
En efecto, los intérpretes locales podrían albergar características que los
convertirían en intérpretes del mismo modo que aquellas que hacen que no puedan
definirse del todo como tal. Sin embargo, no sería descabellado afirmar que en el
momento en el que un gobierno se hace con los servicios de estos locales a cambio de
un sueldo, los profesionaliza como intérpretes de alguna forma y en algún grado por
ínfimo que sea. Con respecto a esto, Inghilleri (2010) citando a Harman (2009), se
centra en concreto en el ejemplo del ejército estadounidense en Irak, donde se contaba
con tres tipos de intérpretes de acuerdo con su estatus y, por tanto, contrato: CAT I, II y
III. El sueldo medio de un CAT I era de 15 000 dólares al año y el de los CAT II y III
de 200 000. Esto dependía asimismo del nivel de acreditación o autorización de cada
intérprete. Los CAT I eran aquellos a los que se contrataba de forma local y a los que
previamente se les hacía un examen de seguridad, pero que no contaban con acceso de
seguridad. Su lengua nativa era la local, aunque su domino del inglés variaba de forma
considerable. Los CAT II eran ciudadanos estadounidenses, con lengua nativa local y
alto dominio del inglés, y con un nivel de seguridad «Secret». Los CAT III tenían el
!'$!
nivel «Top Secret», y solo ellos junto con los CAT II podían participar en misiones de
inteligencia (Harman 2009; Inghilleri 2010: 177).
Por otro lado, encontramos a los intérpretes que se han formado como tal, es
decir, ejercen la profesión y realizan su trabajo bien porque trabajan en plantilla o como
freelance para una organización internacional o humanitaria, o bien porque trabajan
para el ejército. Sin embargo, y como bien apunta Allen (2012), al igual que a los
intérpretes locales, no se les conoce del todo. Esto es especialmente importante porque
es la idea en torno a la cual gira el presente trabajo, el desconocimiento por parte de los
especialistas en mediación lingüística de las labores de interpretación que se realizan en
conflictos armados y el papel que juega el intérprete en esos conflictos, así como el
desconocimiento de esos profesionales en sí y de su perfil tanto personal como
profesional:
Yet how often do we, as language professionals, pause to consider who is actually providing
interpreting services in conflict zones? Who gets sent to Iraq with the troops, or accompanies the
Red Cross on missions to Sudan, or works on the ground during interdiction efforts in Colombia or
Mexico for the war on drugs? Interpreters who facilitate communication in conflict zones put
themselves at great physical and psychological risk, and yet are mostly unknown to other
interpreters, because they work in isolation from the rest of the profession. The service they
provide is vital, and it is time our profession widens its reach to officially bring them into the fold.
(Allen, 2012)
Por tanto, y con el objetivo de intentar poner orden en un conjunto a primera
vista tan caótico como el de los intérpretes en conflictos, la propia Allen los clasifica en
una entrada del 27 de abril de 2012 del blog de NAJIT (National Association of
Judiciary Interpreters & Translators) en los siguientes subgrupos: lingüistas militares,
intérpretes contratados e intérpretes humanitarios.
Si seguimos esta clasificación, encontraríamos primero a los militares
especialistas en lenguas. Desde una perspectiva puramente histórica, su adecuación
como mediadores lingüísticos a los estándares profesionales actuales es relativamente
reciente (Baigorri 2011: 176). Según Allen (2012) los ejércitos se están tomando
muchas molestias y realizando grandes inversiones para reclutar y formar a este tipo de
profesionales tanto en protocolos de comunicación de las tropas sobre el terreno como
en lenguas potencialmente «conflictivas» como el árabe, pashto, dari, urdu y farsi, así
!'%!
como español, portugués y francés (estas últimas para operaciones relacionadas con el
narcotráfico). Es interesante tener en cuenta, no obstante, lo que afirman Bos y Soeters:
que lo más práctico no es formar a militares para que se conviertan en especialistas en
lenguas y mediadores lingüísticos, sino simplemente contratar traductores e intérpretes
para que realicen estas labores: «the language training of military personnel simply
takes too long» (2006: 261). Queda la duda, sin embargo, de si cualquier intérprete civil
está dispuesto a ser «reclutado» por el ejército.
Por otra parte, a lo largo de la historia los intérpretes militares no solo han
ejercido su profesión durante los conflictos, sino también en situaciones que se
producirían antes del conflicto o como consecuencia de él como podrían ser actividades
de inteligencia o contraespionaje, de enlace con otros gobiernos o como mediadores en
entrevistas e interrogatorios o negociaciones para la rendición y treguas (Baigorri
179: 2011).
Otro subgrupo sería el de los «civiles», es decir, los intérpretes contratados para
llevar a cabo su trabajo en conflictos sin pertenecer al ejército. Muchos de ellos, aun
civiles, acaban no obstante incluidos en el ejército, es decir, se los «inserta» en las
tropas, en muchas ocasiones a través de una especie de curso o programa de corta
duración que han de realizar con el objetivo de que adquirir un rango en el ejército (lo
cual puede causar problemas en las interacciones posteriores con el resto de soldados al
considerar estos que no merecen su rango) (Bos y Soeters 2006: 263).
Sin embargo, este grupo está formado principalmente por intérpretes no
formados como tales, aquellos a los que durante este trabajo hemos denominado
«intérpretes locales», es decir, ciudadanos locales cuya lengua materna es la que se
habla en la zona y que sirven de enlace entre la población local y las tropas extranjeras.
Por otro lado, pueden ser al mismo tiempo inmigrantes o refugiados (Bos y Soeters
2006: 262). Según Allen (2012), que como otros autores (Palmer 2007; Inghilleri 2009,
2010; Juvinall 2013) toma como ejemplo al ejército estadounidense, también pueden ser
nativos de esa lengua local residentes en los Estados Unidos. En el caso del ejército
estadounidense, tanto estos últimos como los primeros llegan a trabajar en él a través de
empresas privadas contratadas por el gobierno de Estados Unidos. En cuanto a los
salarios, existen varios niveles y cada uno con ganancias distintas, pero el salario base
sería de 100 000 dólares, algo que en principio se contradiría con los tres niveles de
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contrato vistos con anterioridad (Harman 2009, Inghilleri 2010: 177) . Sin embargo,
Allen justifica esta cifra:
These high salaries reflect not just the scarcity of qualified linguists, but the extreme danger into
which they are sent. In fact, language service providers who bid on these government contracts are
sometimes required to supply not just the interpreter, but to also provide for their funeral
arrangements ahead of deployment. (2012)
Sin embargo, y según Bos y Soeters (2006: 262), estos intérpretes locales suelen
ser la alternativa menos costosa tanto en materiales y salarios como en logística14, pues
están casi siempre disponibles a un menor precio que aquellos que son «reclutados» en
el país de origen y son por tanto muy empleados, por ejemplo, en operaciones de
mantenimiento de la paz; aunque por otro lado tienen el inconveniente mencionado
anteriormente de la falta de confianza sobre estos intérpretes por parte del personal
militar.
El tercer grupo, finalmente, sería el de aquellos intérpretes que trabajan para
organizaciones humanitarias e incluso grupos de noticias, cuyo trabajo también es
importante aunque al mismo tiempo desconocido. Una de las organizaciones
humanitarias que más cuentan con servicios de interpretación es la Cruz Roja (Bos y
Soeters 2006: 263; Kherbiche 2009), los cuales también son cruciales en misiones sobre
el terreno relacionadas con la gestión de desastres naturales.
3.3.2. Formación
Desde un punto de vista puramente educacional, y por lo que hemos visto hasta ahora,
no parecería del todo inapropiado afirmar que no todos aquellos individuos cuya
formación esté basada en el conocimiento de lenguas extranjeras pueden trabajar como
intérpretes en conflictos. Sin embargo, la cuestión es peliaguda y ampliamente
debatible, pues al mismo tiempo hemos analizado que existen intérpretes locales que
realizan esa labor de mediación lingüística y que carecen de un dominio perfecto de las
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!14 Por otra parte, y según el estudio llevado a cabo por los mismos autores (con tropas belgas y holandesas en Bosnia Herzegovina), los intérpretes contratados de forma local eran en todos los casos generalmente jóvenes, con una buena educación a sus espaldas, y con un buen dominio del inglés y de una o más lenguas locales, y eran normalmente solteros, algo a primera vista insignificante pero que supone una mayor adaptación a jornadas laborales irregulares, de muchas horas o que impliquen trabajo de campo (Bos y Soeters 2006: 262).
!''!
lenguas en las que se produce la comunicación y por supuesto de una formación
específica en interpretación.
Por tanto, sería preciso preguntarse cómo llega el intérprete en conflictos a
formarse como tal, y si existe algún otro motivo además del azar (Baigorri 2000: 224-
225) o factores complementarios a la experiencia. Podríamos decir que sí, y de esta
manera la mayor parte de esa formación descansaría hoy sobre dos pilares: los
programas de formación de especialistas en mediación lingüística del ejército y el
proyecto InZone realizado por la Universidad de Ginebra.
En el caso de la formación de militares como intérpretes, aunque ya hemos visto
que existen autores que opinan que esta práctica puede extenderse demasiado en tiempo
y es poco práctica (Bos y Soeters 261: 2006 [véase § 3.3.1]), Allen (2012) destaca el
trabajo del programa 09 Lima (09L) para formar militares traductores e intérpretes en el
ejército estadounidense principalmente del inglés al pashto, árabe o persa en sus
diferentes dialectos15 y viceversa.
Sin embargo, la propia Allen (2012) afirma que a pesar de lo invertido en
recursos lingüísticos por parte del ejército estadounidense, muy pocas tropas reciben
formación en traducción e interpretación. No obstante, subraya una excepción
importante: el Military Translation and Interpretation Pilot Program del Monterey
Institute of International Studies, que junto con el Translation and Interpretation
Training Capabilities Project creado por Cyracom International para el Defense
Language Institute y el mencionado 09L del ejército estadounidense, son los programas
de formación de personal militar intérprete más innovadores que se han creado en los
últimos siete años en el ámbito norteamericano.
Otra de las organizaciones, también estadounidense, que proporciona formación
a mediadores lingüísticos en situaciones de desastres naturales, así como a militares
estadounidenses y agencias del gobierno, es el National Language Service Corps. Es
muy diferente a InZone tanto en su concepción como objetivos, pero se trata de una de
las pocas organizaciones en Estados Unidos encargada de la formación en interpretación
en contextos de ayuda humanitaria (Allen 2012).
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!15 US Army. (s.f.). Careers & Jobs: US Army. Recuperado en Agosto de 2014.
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3.3.2.1. El proyecto InZone
En cuanto a Europa, es imprescindible mencionar la labor de la Universidad de Ginebra
(en concreto el Departamento de Interpretación de la Facultad de Traducción e
Interpretación) y el proyecto InZone. Esta organización se centra en la formación de
intérpretes con el objetivo de trabajar en misiones humanitarias. Creado en diciembre de
2010, InZone (Centre for Interpreting in Conflict Zones) implementa iniciativas para
mejorar las aptitudes de los intérpretes que trabajan sobre el terreno en situaciones
humanitarias extremas para facilitar la comunicación en esas zonas en conflicto. La
última de esas iniciativas pretende proporcionar una formación basada en destrezas
virtuales para los intérpretes en ese ámbito (Allen 2012).
El objetivo general del proyecto InZone es «to improve communication in
conflict zones by delivering virtual an on-site training to interpreters in the field»
(Moser-Mercer, Delgado Luchner y Kherbiche 2012). La misión del proyecto es triple:
establecer un sistema de documentación y una base de datos electrónica relacionada con
la interpretación en conflictos, así como un código deontológico y documentación sobre
las condiciones de trabajo en conflictos; proporcionar una formación consistente en
aprendizaje online con tutores, módulos sobre ética, desarrollo de destrezas
profesionales en interpretación consecutiva y otros dependiendo de las necesidades del
alumno, participación voluntaria de intérpretes de conferencias con experiencia como
docentes, y cursos basados en actividades que contengan todos los ítems presentes en el
trabajo sobre el terreno; e impulsar la concienciación de la práctica profesional de la
interpretación en conflictos, ya que los intérpretes en conflictos pueden en muchas
ocasiones considerarse como aislados del resto de profesionales, por lo que el proyecto
ha creado un portal virtual que sirva como punto de encuentro para construir una
comunidad, un sentido de práctica laboral y por supuesto compartir recursos, no solo
herramientas o consejos para solucionar problemas o sobre situaciones recurrentes, sino
también anécdotas y experiencias.
Por otra parte, InZone cuenta con organizaciones afines con las que trabaja
formando intérpretes y coordinando esfuerzos como el Comité Internacional de la Cruz
Roja (CICR); el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR) en Nairobi, el campo de Kakuma, Jartum y el este de Sudán; la Organización
Internacional del Trabajo (OIT); Médicos Sin Fronteras (MSF); el Programa Mundial de
!')!
Alimentos (PMA) en Jartum; y la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación
de Asuntos Humanitarios (OCHA por sus siglas en inglés) en Jartum. También han
impartido cursos en Kabul en el marco de la Misión de Asistencia de las Naciones
Unidas en Afganistán (UNAMA), y colaboran con el CERAH (Centre for Education
and Research in Humanitarian Action) y la Sede de las Naciones Unidas en Nairobi
(UNON)16.
Asimismo, el proyecto InZone cuenta con una rama dedicada a las actividades y
trabajos de investigación en el ámbito de la interpretación en conflictos centrados en la
interpretación en labores humanitarias, con el objetivo de establecer una base de datos
de investigación formada por documentos, estudios científicos, libros, artículos,
informes, etc.; desarrollar un código deontológico; investigar los componentes y
dimensiones de la comunicación multilingüe en contextos de ayuda humanitaria;
desarrollar un sistema de evaluación en la formación virtual y semipresencial de
intérpretes en contextos de ayuda humanitaria; e impulsar proyectos de fin de máster o
doctorales relacionados con la investigación en interpretación en labores humanitarias17.
Por otro lado, el proyecto InZone cuenta con un consejo de asesoramiento
internacional que se reúne una vez al año, que está formado por miembros de varias
disciplinas académicas y organizaciones humanitarias asociadas con el proyecto, y que
asesora al mismo en todo lo relacionado con programas de trabajo anuales, financiación
y perspectivas futuras. La directora de InZone es Barbara Moser-Mercer, profesora de
interpretación de conferencias en la Universidad de Ginebra18.
3.3.3. Protección
Ya sean locales o militares, miembros de organizaciones internacionales o personal de
agencias dedicadas a labores humanitarias, podríamos afirmar que los intérpretes que
realizan su trabajo en conflictos armados y zonas de guerra se encuentran
constantemente en situaciones de riesgo extremo en las que están sometidos a un
enorme peligro. Para ilustrar esta afirmación tan en principio espontánea, Fitchett da
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!16 FTI. (s.f.). Home Page: InZone. Recuperado en Agosto de 2014. 17 FTI. (s.f.). Research: InZone. Obtenido de InZone: http://inzone.fti.unige.ch/index.php?module=content&type=user&func=view&pid=39. 18 FTI. (s.f.). Advisory Board: InZone. Recuperado en Agosto de 2014.
!'*!
algunos datos en cifras del conflicto iraquí en el marco del foro de la Asociación
Internacional de Intérpretes de Conferencias (AIIC) del año 2010 sobre intérpretes en
zonas de conflicto:
• 360 interpreters died and more than 1200 were injured in Iraq whilst helping the US forces alone
between 2003 and 2008.
• Iraqi interpreters are targeted for attack by opponents to foreign intervention who consider them
to be traitors.
• Many interpreters are treated unfairly by the companies that recruit them, the insurance schemes
that are supposed to protect them and the governments for whom they have worked often at the
cost of life or limb.
• Inadequate pay or compensation packages, lack of post-conflict protection, denial of asylum or
admission to the countries whose forces they have helped, and even absence of care for those who
do finally reach those countries exacerbate their problems. (Fitchett 2010 [extraído de
http://aiic.net/page/3398/aiic-forum-on-interpreters-in-conflict-areas/lang/1])
La propia AIIC publica en su página web una entrevista a Maya Hess19,
presidenta de Red T, una organización creada en 2010 y que aboga por la protección de
los traductores e intérpretes que trabajan en zonas en conflicto y otros entornos de alto
riesgo.
El objetivo sería, por tanto, cambiar la forma que tienen de percibir a dichos
intérpretes y su trabajo aquellos que contratan intérpretes en ese tipo de escenarios, pero
eso no sería siempre fácil. El intérprete en conflictos estaría sometido a una gran
presión, y no solo debido a que la situación de un conflicto implica ya de por sí un
riesgo evidente, sino porque además las características de la comunicación multilingüe,
las partes involucradas y sus objetivos y el contexto en el que se produce el intercambio
hacen que el trabajo sea realmente estresante. Por lo tanto, organizaciones como Red T
pretenden regular esta situación sirviéndose para ello de entrevistas y el intercambio
de datos con profesionales sobre el terreno:
[Through constant exchanges and contacts with linguists in Afghanistan and Iraq, responding to
their queries and connecting them with resources] we gain insight into what’s going on in these
contexts, which then informs our advocacy strategy. (Lucarelli 2013)
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!19 Lucarelli, L. (2013). Interview: Maya Hess of Red T: AIIC. Recuperado en Agosto de 2014.
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Siguiendo con el caso de Irak, McClintock (2014) apunta que en ese conflicto
cualquiera que trabaja para las tropas del ejército de ocupación es considerado por los
insurgentes como un traidor, y por tanto los intérpretes locales son en numerosas
ocasiones atacados como objetivos por las milicias chiíes o los militantes de Al Qaeda.
Esto obliga a muchos intérpretes a trabajar llevando una máscara puesta para evitar ser
identificados (Inghilleri 2009; McClintock 2014). Del mismo modo, y como hemos
apuntado anteriormente (véase § 3.1), los intérpretes locales que han trabajado para el
enemigo sufren el riesgo de ser el objetivo de represalias por parte de las fuerzas locales
una vez que el ejército extranjero ha abandonado la zona20. El estudio de Juvinall,
también centrado en Irak además de Afganistán, aborda también este tema, aportando
datos sobre víctimas que enlazarían con los establecidos por Fitchett (2010):
Insurgent targeted interpreters, both men and women, because insurgents knew the American
military would need Iraqi interpreters to build significant relationships among the populace if they
wanted to win the hearts and mind of the Iraqi population. Because the U.S. needed interpreters on
“forward” missions, they were exposed to more risks than many American servicemen and women
who rarely left the comfort of American bases while serving in Iraq and Afghanistan. Furthermore,
while military units rotate home after a tour of duty, interpreters stay behind and provide
assistance to the U.S. troops replacing the previous unit. As a result, interpreters’ death toll was
greater than any assisting country’s military during the American-led coalition in Iraq.
(Juvinall 2013: 208)
Por otra parte, el gobierno de Estados Unidos no suele apoyar las expectativas de
empleo de los intérpretes locales que abandonan su país y se desplazan allí una vez que
ha terminado el conflicto, por lo que han de elegir entre vivir pobremente
en Estados Unidos o volver a su país y enfrentarse a las posibles represalias (Juvinall
2013: 226-227).
Asimismo, es importante, como afirma Allen (2012), prestar atención a los
testimonios de estos intérpretes, los cuales son en muchas ocasiones obviados por el
resto de la profesión al ser, como hemos visto, locales que al terminar el conflicto son
olvidados o profesionales que llevan a cabo su labor bajo radar. La mayor parte del
mundo profesional de la interpretación desconoce cuáles son exactamente los riesgos y
peligros tanto físicos como mentales a los que se someten los intérpretes en conflictos, y
sin embargo se beneficiaría enormemente de sus conocimientos: cómo gestionar el
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!20 McClintock, B. (2/17 de Abril de 2012).
!',!
estrés, enfrentarse a situaciones extremas o inestables, cómo encarar las secuelas de
algún hecho traumático, cómo mantener el control y concentrarse en ese tipo de
circunstancias, etc. Estos datos serían muy interesantes para ver la profesión desde otro
punto de vista después de haber establecido «[a] highly relevant dialog that our own
profession has yet to engage in with interpreters, agencies, and other stakeholders who
have worked to provide language services in conflict zones» (Allen 2012).
3.3.4. Ética profesional
Existe la creencia de que el intérprete reproduce como una máquina, en otro idioma,
aquello que dice una persona. Takeda (2012) lo considera un mito, el que el intérprete
sea un canal neutro que simplemente ejecuta en una lengua meta el discurso que se
articula en otra origen, pues se trata de una afirmación muy discutida por pruebas
empíricas que revelan que los intérpretes son mediadores culturales y agentes activos en
el proceso de construcción del discurso comunicativo, especialmente en contextos de
diálogo frente a contextos de conferencia.
Por tanto, podríamos decir que la neutralidad del intérprete en conflictos es algo
deseable, algo a lo que aspirar, pero que podría ser considerada como algo
prácticamente imposible de conseguir en ese tipo de contextos, al menos de forma
completa:
Some scholars and practitioners argue further that ‘neutrality’ is an unattainable or unrealistic
expectation since interpreters’ awareness of the purpose of a given communicative event (such as
treating a patient, advising a student, or obtaining information from an asylum seeker) makes it
difficult for them to be totally detached from or disinterested in how the discourse shapes up and
to what outcome it may lead. […] Nowadays, codes of ethics for interpreters rarely mention
‘neutrality’, except those for judicial interpreters. (Takeda 2012)
Así, otro componente sería el personal, es decir, la capacidad de mantenerse
«neutral» ante un conflicto en el que se trabaja, del que se forma parte, y que se
desarrolla ante los ojos del intérprete con la crudeza y barbarie propias de un conflicto
armado. Muy pocos serían capaces de mantenerse fríos o «neutrales» ante determinadas
acciones que se realizan en zonas en guerra, o simplemente contando con un
conocimiento específico de las acciones que se desarrollan o se han desarrollado
!(-!
históricamente en ese conflicto, y de hecho «some may even question if the parties
would actually trust a ‘neutral’, disinterested interpreter with no deep understanding of
the case in the first place» (Takeda 2012).
Por otra parte, algo muy presente en zonas de conflicto, y como hemos visto con
anterioridad (véase § 3.1), es la aparición de los conceptos de enemigo/aliado o
amenaza/ayuda, es decir, la inclusión de un componente ideológico (bien influenciado
por la base política del bando para el que se trabaje, los militares, el propio desarrollo
del conflicto, etc.) que podríamos decir que aleja al intérprete de esa figura que Takeda
(2012) afirma que no se correspondería con la realidad. Petrescu (94: 2009) observa que
la aparición de la ideología como algo negativo se relacionaría directamente con la
realización de un «concepto orientado socialmente»21, es decir, que promueve ese
sentimiento de nosotros frente a otros, ya que la ideología ajena suele considerarse
como una serie de valores e intereses que comparten individuos pertenecientes a un
grupo distinto al nuestro y que son considerados como erróneos (y por tanto rechazados)
no necesariamente porque son falsos sino simplemente porque no son los nuestros, y
por tanto su inclusión en cualquier entorno a priori «neutral» se califica como algo
negativo. Por otra parte, la aparición de la ideología como dinámica social también se
relaciona como una consecuencia de las relaciones de poder (Petrescu 2009: 94), algo
que ocurriría, por ejemplo, en el ejército.
De esta forma, podríamos preguntarnos si deberían los intérpretes que trabajan
en conflictos dejarse llevar por la ideología de aquel que le contrata, velar por el bien de
la comunicación y mediar o atenerse a la más absoluta neutralidad aunque eso de la
impresión de ser prácticamente inalcanzable. Para intentar dilucidar esta cuestión
Fitchett (2010) apunta a la confidencialidad como piedra angular del código
deontológico del intérprete en conflictos y el factor que en última instancia debe hacer
que el intérprete se gane la confianza de ambas partes:
We are aware that interpreting is practiced in various ways. Different skills and training are needed
to face different on-the-job requirements. We are trained for ‘teamwork’ within a team of
interpreters, whereas in the field an interpreter will usually work alone. We tend to see ourselves
and are generally perceived as impartial intermediaries between parties. In a conflict situation,
being identified as part of the employers’ team, especially of a military employer’s team, makes
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!21 «Socially oriented concept» (Petrescu 2009: 94).
!($!
the interpreter very vulnerable. It calls into question his/her impartiality and the credibility of the
interpretation. It is obvious that there must be a debate about the role of the interpreter and the
perception of that role by others. (Fitchett 2010)
De esta forma, la confianza mutua entre intérprete y usuario en el contexto de
los conflictos armados sería crucial, y según la AIIC esto se conseguiría mediante el
respeto del código deontológico que la propia AIIC ha tenido a bien diseñar22 y que
según la asociación es la base de esa confianza (Fitchett 2010). Por otro lado, en la Guía
Práctica en Zonas de Conflicto para Traductores/Intérpretes Civiles y los que Emplean
sus Servicios elaborada por la AIIC, la Federación Internacional de Traductores y
Red T, se expresa que una de las responsabilidades del intérprete en conflictos es la
imparcialidad, en virtud de la cual el intérprete debe «brindar servicio equitativo a todas
las partes» y «no debe abogar por causa alguna» (AIIC, FIT y Red T 2012).
Sin embargo, sería preciso tener en cuenta que en situaciones extremas el
intérprete podría reconsiderar su código deontológico. Según Inghilleri (2009), la
cuestión de la ética profesional va más allá de la neutralidad y precisión lingüística que
se considera primordial en la mayor parte de los códigos deontológicos profesionales.
Para el personal militar esa precisión lingüística puede ser incluso menos importantes
que, por ejemplo, la confianza, la lealtad, establecer contactos o establecer alianzas con
la población local, es decir, conseguir información, gestionarla de forma determinada y
más allá de interpretar solo las palabras, interpretar la situación sobre el terreno de
forma correcta (Goldfarb 2005; Dragovic-Drouet 2006; Palmer 2006, 2007; Inghilleri
2009). Así, sería incalculable el número de conflictos a los que el intérprete podría
enfrentarse dentro del conflicto en sí, muchos de ellos internos, empezando por la
distinción entre enemigo/aliado más propia de los militares (véase § 3.1), las presiones
políticas y las relaciones de poder, el pertenecer a determinadas instituciones, el
concepto de patria, el orden social, la confianza en uno mismo y, por supuesto, el
instinto de supervivencia.
Finalmente, con respecto a las éticas profesionales de militares e intérpretes en
conflictos, ambas tendrían a coincidir en la práctica como fruto del trabajo conjunto
(Inghilleri 2010: 188), ya sea en lo que respecta a sus motivaciones o por actuar en un
entorno en el que en muchas ocasiones cuestiones como la moralidad se dejan a un lado:
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!22 AIIC. (2000). Code of Professional Ethics: AIIC. Recuperado en Agosto de 2014.
!(%!
Both [interpreters and the military] are situated in a battlefield in which there is little time or space
to consider the meta-ethical issues associated with their actions. Both operate simultaneously as
active agents in military action and embodied conduits for political decisions over which they have
little or no influence. And both can appeal to role-morality in order to justify their adoption of
actions which would be presumed to be morally dubious if undertaken outside their roles.
(Inghilleri 2010: 188)
3.3.5. Mediación cultural
Además de la pura labor de mediación lingüística, sería apropiado tener en cuenta que
los intérpretes que trabajan en zonas en conflicto realizarían labores de mediación
cultural. Tal y como expresa Takeda (2012), en todo conflicto —o más bien en su faceta
de negociación y puja por la defensa de determinados intereses— existiría un sentido de
mediación, de resolución, pues lo que se pretendería es que ambas partes llegasen a un
acuerdo (basado entre otras cosas en una comunicación fluida y correcta). Sin embargo,
no solo hablamos de mediar en un conflicto, sino también entre las culturas presentes en
él. Según Baigorri (2003: 166) citando a Taft (1981: 73), para mediar entre culturas es
necesario dominar cuatro aspectos de esas culturas, los cuales son:
• Conocimiento de la sociedad y sus hábitos y costumbres.
• Competencias de comunicación, tanto en el lenguaje verbal como el no verbal.
• Competencias técnicas, «tales como los rituales propios de cada cultura en lo
que atañe al estatus de cada persona en la sociedad, aspectos como el
instrumental en la comida, etc.» (Baigorri 2003: 166).
• Competencias sociales, relacionadas con cuestiones como el protocolo o las
convenciones sociales, lo políticamente correcto, etc.
Vemos que sería, prácticamente, formar parte de ambas culturas. Sin embargo,
el intérprete, tal y como se le concibe desde el punto de vista ético y profesional, no
debería asociarse con ninguna de las partes, y solo estaría ahí para transmitir el mensaje
de forma correcta y no para posicionarse, es decir, exceder esa «neutralidad» (al menos
parcial) que se le presupone, ya que sería poco ético introducir mensajes nuevos o
cambiar los que se emiten porque considere que así ayudará a resolver el conflicto.
Pero, ¿y si fuese capaz de resolver los posibles conflictos culturales gracias a estas
competencias?
!(&!
De esta forma, el papel del intérprete sería el intermedio entre la mera máquina
que transfiere mensajes y una de las partes presentes en el conflicto. Así, siempre que
dos culturas distintas encuentren dificultades en la comunicación debido precisamente
al choque entre esas mismas culturas, el intérprete estará ahí para paliar dichas
dificultades. Y no solo en lo concerniente a aspectos culturales en general, sino también
las propias características particulares e inherentes al conflicto en el que se esté
trabajando. Estar familiarizado con los temas que suelen abordarse, las dinámicas
políticas, sociales y económicas del conflicto, las posturas históricas y actuales de
ambos bandos y los antecedentes a corto y largo plazo ayudan en gran medida a facilitar
la interpretación y la más que posible mediación, así como los conocimientos sobre
costumbres, protocolo, geografía, etc. (Takeda 2012), conocimientos con los que por
otra parte el intérprete no querría contar tan solo por el bien de una comunicación
correcta sino por su propio bien, tanto en el aspecto profesional como el personal, pues
un mayor entendimiento del conflicto, sus características y todos los factores que
intervienen en él y lo rodean beneficiarían su seguridad, entereza y salud física y
mental.
Así, podríamos decir que la labor de mediación cultural por parte de los
intérpretes que trabajan en conflictos es algo real y necesario. Existen contextos, por
otra parte, en los que incluso podríamos afirmar que resulta vital, como por ejemplo las
operaciones de mantenimiento de la paz. En ellas los intérpretes visitan hospitales,
colegios y son el enlace entre los militares y la población local que se encuentra en esos
lugares, así como en otras instituciones (Bos y Soeters 2006: 264), por lo que un
conocimiento extralingüístico y contextual sería sumamente útil. Es muy ilustrativo,
pues, el caso de los intérpretes locales:
Local interpreters, who are native speakers, although not necessarily trained in translation, help
foreign troops understand cultural issues and provide them with vital information about unfamiliar
situations they are facing. (McClintock 2012)
Muchas veces, estos intérpretes son de utilidad no solo por su conocimiento de
la lengua local, sino también de la cultura, terreno y población locales: «the interpreter
was held in high repute for having detailed knowledge of people and events in the
region. This interpreter acted as secretary, adviser during meetings and intermediary at
social and political gatherings» (Bos y Soeters 2006: 264). Como vemos aquí, el papel
!('!
del intérprete no es el de un mero canal que traslada mensajes, ni mucho menos un
agente neutral, sino un componente imprescindible en el necesario proceso
comunicativo de todo conflicto:
All interpreters were aware that they had crucial knowledge about local cultural practices, power
relations in the region and historical events, and of course they also had skills in communicating
with local people. Hence, none of them saw themselves as mere ‘translation machines’, a
derogatory indication of the interpreter’s job in military argot. They saw themselves as supportive,
diplomatic ‘language mediators’, with a specific role in the communication processes between the
principal actors. (Bos y Soeters 2006: 264)
Así, la del intérprete no solo sería una figura necesaria, sino también valiosa. En
el estudio de Bos y Soeters, en más ocasiones de las que se pensaría el intérprete
abandonaba su condición de «neutralidad» para dar su opinión sobre la interacción que
tenía lugar, expresando su juicio y posibles dudas sobre lo que estaba ocurriendo, las
intervenciones y la actitud de la otra parte cuando el personal militar se lo pedía
(2006: 265), algo que anularía esa condición de imparcialidad que se le presupone al
intérprete, pues, de hecho, trabajaría para una de las partes: «it was not unusual for
interpreters to take the initiative in discussing an encounter, drawing on a power and
status derived from their language and cultural skills, similar to that observed in
multinational business dealings» (Bos y Soeters 2006: 265).
3.4. LA PRÁCTICA DE LA INTERPRETACIÓN EN CONFLICTOS !3.4.1. Modalidades
En una situación tan extrema e inestable como es un conflicto armado es evidente que
existirían determinados problemas para definir con exactitud qué modalidades son las
más empleadas en el campo de la interpretación en conflictos. Como ya se ha aludido
con anterioridad (véase § 3.3.2.1), el proyecto InZone trabaja principalmente en la
formación de intérpretes de consecutiva, y eso podría darnos alguna pista de la
modalidad que más abunda. Sin embargo, sería arriesgado no pensar en situaciones en
las que se requeriría una interpretación bilateral, como en negociaciones o reuniones, o
incluso el chuchotage.
!((!
De hecho, en su estudio sobre los intérpretes en el contexto de la ayuda
humanitaria en el marco del Comité Internacional de la Cruz Roja en la misión Amman-
IQS en Jordania e Irak, Kherbiche (2009: 62-63) destaca tres modalidades como las más
empleadas: la consecutiva, la de enlace o bilateral, y de cuando en cuando el
chuchotage.
Según Kherbiche, en general la bilateral se combinaría con consecutiva con
toma de notas, la cual en determinadas ocasiones también se combinaría con la
consecutiva sin toma de notas, es decir, que estaríamos, por tanto, ante la estrategia más
apropiada para gestionar satisfactoriamente una interpretación, por lo general, de
enlace:
Les personnes qui se trouvent dans des lieux d’internement ou de détention ont cruellement besoin
de s’exprimer et il peut être très difficile de les couper toutes les deux phrases pour interpréter, la
situation ne s’y prête pas vraiment. Il faut donc pouvoir alterner entre liaison et consécutive avec
prise de note. En outre, étant donné les longues journées de travail durant les visites, la possibilité
de prendre des notes permet aussi à l’interprète de préserver de l’énergie afin de fournir une
prestation de qualité tout au long de la journée qui peut durer jusqu’à huit heures. Signalons tout
de même que les clients sont parfois méfiants et se sentent gênés lorsque l’interprète prend des
notes. Dans ce cas l’interprète travaille uniquement avec sa mémoire et doit redoubler de
concentration et avoir l’endurance nécessaire. (Kherbiche 2009: 62)
Por otro lado, la recurrencia al chuchotage sería un esfuerzo inicial mediante el
cual el intérprete intentaría pasar lo más desapercibido posible. Aunque en algunas
ocasiones cuestiones como la rapidez del discurso o la cantidad de datos obligan a pasar
a la consecutiva con toma de notas, el chuchotage se impone en determinadas reuniones
en las que se pretende que el intérprete sea «invisible» o si se interpreta a usuarios que
no estén acostumbrados a reuniones celebradas con un intérprete y o habituados a dejar
intervenir al intérprete después de cada mensaje (Kherbiche 2009: 63). Por supuesto, el
chuchotage tan solo se emplea en los casos en los que el intérprete esté trabajando o
asignado a uno de los usuarios, es decir, que esté asociado a un delegado y no trabaje de
enlace.
Por otro lado, en intercambios de carácter más institucional o reuniones
informativas lo habitual es emplear la consecutiva, lo cual implica un cierto nivel de
formación en interpretación, ya que en ellas prima la precisión a la hora de trasladar el
!()!
mensaje, la oratoria y un cierto grado de formalidad. Según Kherbiche (2009: 63-64),
los intérpretes sin formación, como los locales (más útiles en labores de enlace con la
población local), tampoco tienen las destrezas necesarias relacionadas con la
preparación previa a esas reuniones o el bagaje y la experiencia que se le presupone a
los profesionales y son más propensos a encontrarse en situaciones en las que
desconocen por ejemplo la terminología o el asunto a tratar en profundidad y por tanto
se encuentran en riesgo de hallarse desprevenidos ante la falta de conocimiento de
determinada cuestión.
3.4.2. Operaciones de paz y misiones humanitarias
El trabajo del intérprete en conflictos no solo estaría relacionado con el enlace entre
tropas militares y la población local y otros militares en zonas de guerra, es decir,
misiones puramente militares, sino que también incluiría otras que se desarrollarían de
forma paralela o como consecuencia de esos conflictos como serían las operaciones de
paz y las misiones humanitarias.
En primer lugar, en las operaciones de mantenimiento de la paz, como
establecen Bos y Soeters (2006: 261), la comunicación es lo que prima, por encima de
los tiroteos, y esa comunicación siempre se produce en lugares donde apenas existe un
conocimiento por parte de la población de la principal lengua internacional, el inglés.
En estos casos se cuenta con los servicios de intérpretes locales y también con algunos
que acompañan a las tropas desde el país de origen. Se suelen llevar a cabo labores de
mediación cultural. Los que tienen peores destrezas en la lengua meta son asignados a
reconocimientos y patrullas sociales mientras que los que tienen un buen dominio de la
lengua y especialmente un dominio de la terminología técnica en esos idiomas se
encargan de acompañar a expertos en ingeniería o por ejemplo patrullas de
desactivación de explosivos y minas, ya que en muchas ocasiones la información que
proporciona la población local es esencial para manejar ese tipo de dispositivos (Bos y
Soeters 2006: 264).
En segundo lugar, en cuanto a las misiones humanitarias, podríamos decir que
una de las organizaciones que más importancia da al trabajo de los intérpretes es el
Comité Internacional de la Cruz Roja (véase § 3.3.2 y 3.4.1). En él los intérpretes
!(*!
intervienen como enlace en labores de asistencia (alimentos) y protección (prisioneros
de guerra y detenidos civiles). La confidencialidad es una parte sumamente importante
del trabajo: los intérpretes han de proteger sus medios de trabajo (notas, informes, etc.),
así como la neutralidad, aunque como ya hemos visto (véase § 3.3.4) eso no siempre es
algo realista (Kherbiche 2009: 24-31).
Por otra parte, estos intérpretes no son siempre profesionales. De acuerdo con el
estudio de Moser-Mercer y Bali (2009) se estableció que la mayor parte de los que
trabajaban en el 2009 para el Comité Internacional de la Cruz Roja no habían recibido
nunca formación en interpretación, del mismo modo que sus competencias no son
siempre claras, pues en ocasiones se asemejan a las de un intérprete de conferencias
pero en otras, como ya hemos apuntado con anterioridad (véase § 3.3.1, 3.3.5 y 3.4.1),
se constituyen como específicas del trabajo en zonas en conflicto (Kherbiche 2009: 31-
32).
Finalmente, es preciso decir que, tal vez debido a las mencionadas políticas de
confidencialidad (véase § 3.3.4), existen pocos datos relativos a las misiones que se
realizan en el marco de organizaciones internacionales, lo cual es otro motivo de
importancia para la realización del presente trabajo.
3.4.3. Entorno
Como ya hemos visto (véase § 3.1, 3.3.1 y 3.3.3), la mayor parte del trabajo del
intérprete en conflictos se encuentra en Oriente Próximo, pues es allí donde el mundo
contemporáneo (junto con África) encuentra en la actualidad las principales y más
devastadas zonas en guerra, y por tanto donde se necesita una mayor ayuda
internacional, humanitaria y de paz.
Por tanto, y a la luz de las publicaciones que se han realizado de estudios sobre
interpretación en conflictos, podríamos llegar a la conclusión de que Oriente Próximo
sería uno de los principales escenarios donde a día de hoy tendría lugar el trabajo del
intérprete en conflictos. Hay, por otra parte, diversos escenarios en el marco de esas
zonas en conflicto en los que puede trabajar el intérprete: el proceso preparatorio, en el
que intervendrían cuestiones como las labores diplomática y de inteligencia, la
!(+!
formación y el reclutamiento de intérpretes y su movilización; la guerra en sí, donde se
da la comunicación entre el personal militar y la población local, contacto con
prisioneros, evacuación, etc.; el fin de las hostilidades, donde se requiere el trabajo del
intérprete en negociaciones y acuerdos de paz, la ayuda humanitaria a los posibles
desplazados y refugiados (aunque por supuesto esto se lleva a cabo también durante el
desarrollo del conflicto); y finalmente las compensaciones y responsabilidades
derivadas del conflicto que se acuerden en tribunales de guerra o de derechos humanos
(Baigorri 2011: 180). En relación con esto, es importante a la hora de analizar el papel
del intérprete en conflictos delimitar en qué etapa del conflicto se desarrolla su trabajo,
para lo cual es interesante tener en cuenta la clasificación por etapas de los conflictos
armados que ha realizado Brahm (2003), por la que se establece que todo conflicto
consta de varias etapas: Sin conflicto, Conflicto latente, Emergencia, Escalada, Punto
muerto (con violencia), Descenso de la escalada, Acuerdo/Resolución, Reconciliación y
Consolidación de la Paz tras el conflicto.
! Así, existiría una relación directa entre la práctica de la interpretación y el
contexto o entorno en el que esta se produce (Inghilleri 2003: 254). De este modo, y en
el contexto que nos ocupa, es decir, los conflictos armados que estallan en Oriente
Próximo, la práctica de la interpretación estaría influenciada por una serie de factores
relacionados con el entorno: las lenguas que intervienen en esos conflictos, la situación
en esos países a raíz del post-colonialismo, la invasión estadounidense de Irak y
Afganistán, y la cuestión de la confianza, muy relacionada con la mentalidad y la
actitud hacia los árabes y musulmanes tras el 11-S.
Por un lado, las lenguas que se hablan en los conflictos armados actuales son
variadas, pero inevitablemente una prevalece sobre las demás: el árabe. Sería ilógico no
tener en cuenta el peso actual de la lengua árabe en el mundo, una importancia que ha
ido en aumento desde que fuera idioma oficial de las Naciones Unidas en 1970 como
consecuencia de la crisis del petróleo (Baigorri 2003: 160). De esta forma, y como ya
hemos visto (véase § 3.3.2) cada vez son más necesarios en el contexto militar y
humanitario los intérpretes cuya lengua A o B sea el árabe o uno o varios de sus
dialectos, así como intérpretes locales con destrezas nativas en esas lenguas en áreas
donde incluso prácticamente nadie habla lenguas internacionales como el inglés o el
francés (Bos y Soeters 2006: 261). Es también interesante tener en cuenta que en países
!(,!
de Oriente Próximo es necesario emplear intérpretes que sepan desenvolverse en ese
tipo de lenguajes que tienen una alta carga contextual:
In high-context cultures, mostly occurring in non-Western regions of the world, communication is
highly dependent on the person and the situation. Communication is less explicit, and much needs
to be learned from non-verbal signs, body language, facial expressions and especially from what is
not said. Ambiguity and subtlety are expected and highly valued. (Bos y Soeters 2006: 264)
Por otro lado, sería importante tener en cuenta que la interpretación que se lleva
a cabo en los países de Oriente Próximo podría verse influenciada a nivel local por
relaciones de poder que estarían íntimamente ligadas a dinámicas post-coloniales. En
este sentido, Stahuljak iría en contra de la idea de que los conflictos o su aparición
puedan verse como una consecuencia de las relaciones de poder post-coloniales, y que
por tanto los profesionales en mediación lingüística no deberían adecuarse a las
peticiones de grupos colonizados o dominantes, sino adaptar los asuntos geopolíticos a
un medio transnacional y globalizado (2010: 257). Sin embargo, hay otros autores,
como Selim, que dudan de si una visión globalizadora en la interpretación en zonas con
antecedentes coloniales no se encontraría sujeta a la hegemonía lingüística y cultural
anglosajona sobre la que reposa el mundo globalizado de hoy en día (2009: 3). Además,
sería un error no tener en cuenta las consecuencias de la post-colonización en un
conflicto como el de Israel y Palestina, muy marcado por la presencia británica
(véase § 2.2 y 2.3), o el hecho de que Oriente Próximo sea el hogar de multitud de
tribus, etnias, dialectos y religiones.
Por otra parte, el hecho de que los conflictos más mediáticos de los últimos años
hayan sido en Oriente Próximo y que en ellos haya participado Estados Unidos también
han influido en delimitar el contexto y el ámbito de acción en el que más
frecuentemente suele participar el intérprete en conflictos. La crisis de los refugiados en
Irak, por ejemplo, permitió a numerosos intérpretes trabajar tanto para el ejército como
para el gobierno estadounidense durante al menos un año, y su presencia fue
considerada como imprescindible para el éxito del trabajo de las tropas estadounidenses
en el conflicto de Afganistán (Juvinall 2013: 211). Además, estos conflictos, y en
particular el caso del conflicto iraquí, habrían supuesto un hándicap en el sentido de que
habrían representado un reto para el trabajo de los intérpretes que han participado en
ellos, en especial por su naturaleza caótica, violenta e irracional resultado de la «inepta»
!)-!
(Inghilleri 2009) intervención de las tropas estadounidenses para derrocar al régimen
dictatorial de Saddam y reconstruir el país bajo un gobierno y administración civiles,
algo que tuvo como resultado muchas inseguridades en torno a las misiones
humanitarias y militares debido a un contacto irregular con la población local, el
desconocimiento de la importancia histórica del sectarismo en la política y sociedad
iraquíes, el impacto de la dictadura en la psicología de los ciudadanos y los errores de
cálculo en las estrategias militares en determinadas etapas de la ocupación (Inghilleri
2009).
Finalmente, no sería descabellado afirmar que, dentro de la América post 11-S, y
teniendo en cuenta que a raíz de tales acontecimientos se produjo la invasión de
Afganistán y la posterior invasión de Irak, la cuestión de la confianza en el intérprete
cuando este es local o musulmán por parte del personal militar estadounidense es,
cuanto menos, peliaguda:
In Kabul the interpreters were searched for arms and explosive devices every time they entered the
compound (this was stopped at the beginning of 2005). Furthermore, for security reasons the
interpreters did not have access to all facilities and offices in the camp. […] They were not
expected to enter the private premises of military personnel. In general, intimate relations between
soldiers and interpreters were forbidden on penalty of being repatriated and dismissed,
respectively. In addition, local interpreters were not allowed to make use of special facilities, such
as the doctor, the dentist and the duty-free shop. (Bos y Soeters 2006: 265-266)
Así, por lo general, la actitud hacia los intérpretes locales era de confianza en
momentos de mediación con la población local, no así dentro del complejo militar (Bos
y Soeters 2006: 266). Es por tanto necesario, principalmente a la hora de analizar el
papel del intérprete en estos conflictos —Irak y Afganistán—, tener en cuenta el
momento en el que se produjeron, los factores que condujeron a su desencadenamiento,
y las consecuencias que tuvieron a nivel no solo geopolítico e internacional, sino
también social y con respecto a la opinión pública. Baker hace especial hincapié en esto
al hablar sobre los posibles prejuicios que a raíz de los eventos de los últimos años se
pueden tener en torno a los musulmanes y su propensión al conflicto violento, y más
incluso si se quiere justificar el bombardear sus ciudades y objetivos civiles: «[in order
to] justify such brute violence, the enemy must be dehumanized, depicted as an
undifferentiated, homogeneous mass» (Baker 2010: 199). De hecho, como ya ocurriera
con los rusos en los años 60, los musulmanes se muestran hoy en día como los
!)$!
principales enemigos del mundo occidental (sería interesante pensar que todo esto
siempre ocurre, de nuevo, por contagio de los países anglosajones).
Por tanto, deberíamos tener también en cuenta el contexto que envuelve al
Conflicto Palestino-Israelí. Sin embargo, es muy llamativo que el Conflicto Palestino-
Israelí aparezca de forma escasa en la literatura sobre los intérpretes en contextos de
guerras y conflictos. Tal vez porque el hecho de que sea uno de los conflictos más
duraderos de la historia nos ha hecho acostumbrarnos a él, pero lo cierto es que en los
trabajos de investigación los estudios tendrían como principal entorno de análisis los
conflictos de Irak y Afganistán, con algunas excepciones como los conflictos surgidos
como consecuencia de la división de la antigua Yugoslavia.
Así, uno de los trabajos de investigación que utiliza el contexto del Conflicto
Palestino-Israelí para su análisis es el de Ayyad y Pym (2012), aunque sin embargo
centra su estudio en una de los muchos capítulos de la guerra: la redacción —y
traducción a hebreo y árabe (2012: 1)— de la Hoja de Ruta (véase § 2.6).
Es por ello que, de esta forma, existiría una cierta escasez de bibliografía sobre
la interpretación en el Conflicto Palestino-Israelí y el trabajo que desempeñan los
intérpretes allí, así como el papel que juegan en el desarrollo del conflicto. El siguiente
apartado del presente estudio pretende, por tanto, constituir un esfuerzo por examinar el
perfil y trabajo del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí al mismo tiempo que un
intento por analizar las características de las labores de interpretación que se llevan a
cabo en ese conflicto en concreto.
!)%!
4. ESTUDIO EMPÍRICO SOBRE EL PAPEL DE LOS INTÉRPRETES EN CONFLICTOS: EL CASO DEL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ
Después de observar los fundamentos teóricos del presente estudio, y puesto que nos
enfrentamos a una relativa escasez de fuentes documentales que hagan referencia al
papel y figura del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí, encontramos necesario
incluir en nuestro trabajo un estudio empírico sobre este tema, ya que los testimonios de
primera mano obtenidos de intérpretes que han trabajado en dicho contexto se antoja la
fuente documental más fiable. Esta es la razón de que nuestro estudio incluya el diseño,
elaboración y realización de una encuesta destinada a intérpretes en conflictos que
trabajan o hayan trabajado en el Conflicto Palestino-Israelí y cuyos objetivos,
metodología, resultados y conclusiones pasamos a presentar a continuación.
4.1. OBJETIVOS
El principal objetivo de realizar esta encuesta es recabar datos a través de testimonios
obtenidos de primera mano de intérpretes profesionales que trabajan en conflictos y en
concreto en el Conflicto Palestino-Israelí. Con esos datos pretendemos asimismo lograr
los siguientes objetivos específicos, los cuales se corresponderían con los bloques en los
que se divide la encuesta (véase Anexo 1):
Objetivo 1. Definir los aspectos personales y profesionales de los intérpretes que
trabajan en conflictos.
Objetivo 2. Definir los aspectos profesionales propios de la interpretación en conflictos.
Objetivo 3. Definir los aspectos profesionales propios de los intérpretes que trabajan en
el Conflicto Palestino-Israelí.
Objetivo 4. Definir las características de la formación específica en interpretación en
conflictos.
!)&!
Así, y puesto que la encuesta se suele considerar en interpretación como el
método más sencillo y directo para contactar con los testimonios de intérpretes
profesionales, a través de ella podríamos recabar datos directos para averiguar cómo
desempeñan los intérpretes su trabajo cuando realizan su labor de mediación lingüística
en el ámbito de los conflictos armados en general y en el conflicto Palestino-Israelí en
particular; cuál es el perfil personal y profesional de los intérpretes que trabajan en
conflictos en general y en el conflicto Palestino-Israelí en particular; recabar datos sobre
dicho conflicto para tener la posibilidad de analizar por qué es necesaria o no la
presencia de intérpretes en ese conflicto y por qué, así como las características propias
del conflicto que lo convierten en único si se compara con otros similares; y si existe
algún tipo de formación en interpretación relacionada con la interpretación en
conflictos.
Es preciso tener en cuenta que, al encontrarnos en el contexto de un Trabajo de
Fin de Máster, estos objetivos se pueden cumplir teniendo en cuenta factores como el
encontrar sujetos dispuestos a formar parte del estudio o el apoyo y cooperación de esos
sujetos con respecto a la realización de la encuesta. Para llevarla a cabo, se tuvo en
cuenta el conjunto y características de la población a la que iba dirigida, los ítems que se
pretendían abordar, cómo se debía desarrollar el diseño, la realización y el análisis de
los resultados de la encuesta, y si esta se ajustaba a las necesidades del estudio y el
marco teórico en el que este se inserta.
4.1.1. Cuestiones concretas que el estudio pretende resolver
Además de los objetivos ya mencionados, a la hora de plantear la encuesta en la que se
basaría el presente estudio se determinó que existían ciertas cuestiones que se
pretendían resolver y que serían, en última instancia, el punto de partida para diseñar las
preguntas que se incluirían en la encuesta. Dichas cuestiones son, a grandes rasgos, las
siguientes:
1) ¿Qué edad media tienen los intérpretes que trabajan en el Conflicto Palestino-
Israelí?
2) ¿Qué nacionalidad suelen tener los intérpretes que trabajan en el Conflicto
Palestino-Israelí?
!)'!
3) ¿Cuántos años de experiencia laboral suelen tener los intérpretes que trabajan
en el Conflicto Palestino-Israelí?
4) ¿Cuál suele ser la combinación lingüística de los intérpretes que trabajan en el
Conflicto Palestino-Israelí?
5) ¿Cuáles son los antecedentes educativos y profesionales de los intérpretes que
trabajan en el Conflicto Palestino-Israelí?
6) ¿En qué conflictos han trabajado los intérpretes que trabajan en el Conflicto
Palestino-Israelí?
7) ¿Cuántos años de experiencia como intérpretes en conflictos tienen los
intérpretes que trabajan en el Conflicto Palestino-Israelí?
8) ¿En qué modalidades suelen trabajar los intérpretes que trabajan en el
Conflicto Palestino-Israelí?
9) ¿En qué situaciones comunicativas suelen trabajar los intérpretes que trabajan
en el Conflicto Palestino-Israelí?
10) ¿Cuánta labor de mediación cultural llevan a cabo los intérpretes que trabajan
en el Conflicto Palestino-Israelí?
11) ¿Cuál es la calidad del trabajo de los intérpretes que trabajan en el Conflicto
Palestino-Israelí?
12) ¿Qué define el trabajo de los intérpretes que trabajan en el Conflicto
Palestino-Israelí en cuestiones de ética y organización?
13) ¿Qué caracteriza al Conflicto Palestino-Israelí con respecto a los trabajos de
mediación lingüística que se realizan en él?
14) ¿Qué tipo de formación reciben los intérpretes que trabajan en conflictos?
¿Qué características tiene?
15) ¿Es la formación que reciben los intérpretes que trabajan en conflictos
adecuada para trabajar en conflictos?
4.2. DISEÑO Y METODOLOGÍA
Con el objetivo de obtener información de primera mano de intérpretes profesionales
que trabajan en conflictos en general y en el Conflicto Palestino-Israelí en particular se
determinó que lo necesario era recabar datos empleando fuentes primarias, pues son
más fiables y nos permiten examinar información original y única, así como
!)(!
potencialmente veraz. Existen muchos métodos para alcanzar información de primera
mano, y todos ellos están sujetos a las características del estudio, los recursos a nuestra
disposición y la destreza del investigador (Kumar 1999: 105). Así pues, la elección de la
realización de una encuesta para obtener este tipo de información primaria se produjo
teniendo en cuenta tres criterios: la naturaleza anónima de la obtención de la
información, la potencial distribución geográfica de la muestra de participantes, y el
tipo de población que podría participar en el estudio, teniendo para ello en cuenta los
criterios que propone Kumar (1999: 110) para elegir entre realizar entrevistas o un
cuestionario con el objetivo de acceder a esta clase de información:
The selection between an interview schedule and a questionnaire should be based upon the
following criteria.
The nature of the investigation—if the study is about issues that respondents may feel reluctant to
discuss with an investigator, a questionnaire may be the better choice as it ensures anonymity. […]
The geographical distribution of the study population—if potential respondents are scattered over
a wide geographical area, you have no choice but to use a questionnaire, as interviewing in this
circumstances would be extremely expensive.
The type of study population—if the study population is illiterate, very young or very old, or
handicapped, there may be no option but to interview respondents.
Así, y ya que se pretendía que los potenciales participantes fueran intérpretes
profesionales que hubieran trabajado o trabajasen en el Conflicto Palestino-Israelí y que
cumplirían con esos requisitos, pues estarían comprometidos a la confidencialidad por
su ética profesional (véase § 3.3.4), se encontrarían probablemente en lugares distintos o
alejados de aquel donde se realizaría el estudio, y serían un tipo de muestra poblacional
familiarizada con esta clase de procedimientos y con un alto nivel de asimilación, se
decidió realizar una encuesta.
De esta forma, la encuesta se concibió como el principal instrumento de medida
para llevar a cabo este estudio, el cual tiene como objetivo primordial recabar datos que
nos ayuden a entender, definir y especificar el perfil y trabajo del intérprete en
conflictos y, más concretamente, en el conflicto Palestino-Israelí.
!))!
De esta forma, se decidió dividir la encuesta en cuatro bloques de preguntas bien
diferenciados entre sí pero interrelacionados (véase Anexo 1) en consonancia con los
objetivos planteados:
El primero incluye preguntas sobre aspectos personales y profesionales de los
encuestados.
El segundo se centra en los aspectos profesionales de los encuestados
relacionados con el trabajo que han desempeñado en conflictos en general y de forma
más particular en el conflicto Palestino-Israelí.
El tercero propone preguntas inherentes al conflicto Palestino-Israelí.
El cuarto y último incluye preguntas sobre la formación específica en
interpretación en conflictos (si existe o no, si es necesaria, si los intérpretes que
actualmente trabajan en conflictos están preparados para ello, etc.).
Para el diseño de estos bloques y de las preguntas, seguimos el proceso de Fink
(1995[a], 1995[b], 1995[c]) y Bourque y Fielder (1995) relativo al planteamiento de
encuestas, el establecimiento de las preguntas y la administración de su desarrollo.
Determinamos que lo más sencillo y lógico, debido a las características del estudio y su
realización en el contexto de un Trabajo de Fin de Máster, era llevar a cabo la encuesta
de forma autogestionada, a través de correo electrónico y empleando plataformas de
creación, diseño y realización de encuestas en Internet. De esta forma, y en un primer
lugar, se decidió diseñar la encuesta a través de un brainstorming de preguntas que
posteriormente se perfiló y cribó y cuyos resultados fueron la base de la encuesta que se
diseñaría para el estudio piloto. Este, al igual que la encuesta final, se realizó a través de
la plataforma de realización y diseño de encuestas online LimeSurvey a través del
servidor LimeService.
Desde el principio estuvo claro que era necesario ordenar las preguntas en
bloques que abordaran todos los aspectos necesarios para realizar el análisis en un orden
creciente en cuanto a especificidad, es decir, que primero se empezaría por recabar
información sobre los datos personales y profesionales generales de los sujetos para a
continuación concretar más los datos, primero en cuanto a aquellos relacionados con el
trabajo del intérprete en conflictos, posteriormente sobre el Conflicto Palestino-Israelí
!)*!
en sí para continuar con la interpretación en ese conflicto en concreto y, para finalizar,
aspectos y datos relacionados con la formación y estatus actual en el mundo profesional
y académico del intérprete en conflictos.
Por otro lado, se estableció que el estudio debía ser capaz de recabar tanto datos
cuantitativos como cualitativos, por lo que en la encuesta se combinan preguntas
abiertas, cerradas, de control, de respuesta múltiple y de frecuencia. Otras sirven de
llave para preguntas sobre la respuesta que se haya dado con anterioridad. Asimismo, en
muchas de las preguntas se incluyó la opción de respuesta «Otro» para abarcar la mayor
cantidad posibles de variables en cada uno de los sujetos participantes.
El contacto con la totalidad de los sujetos, incluyendo la fase de pilotaje y el
recordatorio, se estableció mediante correo electrónico, a través del cual se les hizo
llegar el mensaje de bienvenida y agradecimiento, se estableció el contacto necesario
con aquellos sujetos que tuvieran cualquier tipo de duda sobre el procedimiento, y se
realizó el feedback durante el estudio piloto. Era asimismo el principal y único medio
por el cual se hacía llegar a todos los participantes el enlace web a la encuesta para
realizarla en línea a través de LimeSurvey.
4.2.1. Estudio piloto
El pilotaje se llevó a cabo en el mes de febrero de 2014 después de haber conseguido 12
sujetos que en principio se prestarían a hacer la encuesta. Dos de esos sujetos se
comprometieron a realizar el pilotaje. En esta fase de la elaboración de la encuesta se
puso especial hincapié en la claridad, concisión y cantidad de preguntas incluidas en la
misma, si podían existir preguntas prescindibles incluidas en el cuestionario o
necesarias y que no estuvieran en él, preguntas demasiado obvias o si el conjunto estaba
bien organizado o no o si podría organizarse de otra forma, reestructurarse o tal vez
eliminarse secciones o añadirse otras nuevas.
El estudio piloto fue importante, no solo para detectar y resolver los evidentes
fallos con los que contaba la encuesta en un estadio preliminar, sino para establecer de
forma correcta el acercamiento a los sujetos, la información contextual que se les debía
proporcionar (mensaje de bienvenida, objetivos y metodología del estudio, información
!)+!
relativa a cuántas preguntas contenía la encuesta, si el programa permitía guardar la
sesión para abandonarla momentáneamente y retomarla cuando el sujeto lo considerase
necesario, que las respuestas se atendrían a la más absoluta confidencialidad y que se
mantendría el anonimato de los participantes) y cuestiones específicas a cada una de las
preguntas de forma concreta para evitar ambigüedades y errores de expresión,
establecer si las respuestas debían o no ser obligatorias, e incluir algunas opciones más
de respuesta. Se trató en última instancia de un feedback muy provechoso a través del
cual se consiguió diseñar la encuesta en su forma definitiva para ser finalmente enviada
a los sujetos participantes en el estudio. La encuesta se lanzó el 28 de abril de 2014 y
expiró el 28 de julio de 2014. Se envió un recordatorio el 30 de mayo de 2014.
4.3. PARTICIPANTES
La encuesta se preparó teniendo en cuenta que estaría dirigida a participantes con un
perfil muy específico: intérpretes que hubieran trabajado o trabajasen en conflictos en
general y en particular en el contexto del Conflicto Palestino-Israelí. Se decidió realizar
un estudio exploratorio previo con el que poder seleccionar a los sujetos potenciales que
pudieran forma parte de la muestra final. Se estableció para ello contacto con una
intérprete de una organización internacional que trabaja ocasionalmente en dicho
contexto, y ella fue el punto de unión entre el autor del estudio y los participantes del
mismo. Así, y puesto que la preparación de la encuesta se realizó de forma simultánea a
la búsqueda de participantes, esta se diseñó originariamente teniendo en cuenta que
estaría dirigida a 12 sujetos que finalmente fueron escogidos para realizarla.
En cuanto al perfil de estos participantes, al tratarse de una encuesta de carácter
anónimo y confidencial, tan solo diremos que se trata de intérpretes profesionales que
trabajan o han trabajado alguna vez en el Conflicto Palestino-Israelí, tanto en calidad de
locales como en el contexto de misiones relacionadas con el trabajo de organizaciones
internacionales.
Finalmente, dos de estos 12 participantes iniciales colaborarían en el pilotaje y
por tanto serían 10 los que responderían a la encuesta definitiva. Sin embargo, dos de
esos diez dejaron incompletas sus respuestas y fue imprescindible no tenerlas en cuenta
para realizar el baremo total, el cual en última instancia incluyó a 8 participantes
!),!
encuestados. Puesto que nos encontramos ante un grupo poblacional de análisis muy
reducido y específico (intérpretes que hayan trabajado en conflictos y más
concretamente en el conflicto Palestino-Israelí) y dado que nos hallamos en el marco de
un Trabajo de Fin de Máster, no sería desacertado extraer conclusiones (al menos
preliminares) en torno a dicha muestra poblacional. Por otro lado, ya Hellier nos avisa
de que no es raro en estudios de esta clase contar al final del proyecto con menos sujetos
de los que se esperaba al inicio del mismo (1998: 49).
El hecho de que se trate de intérpretes profesionales que trabajan en conflicto,
por otro lado, es una de las razones a tener en cuenta en relación a la accesibilidad de
los sujetos que se prestaron a realizar la encuesta. Puesto que son profesionales que
viajan con asiduidad y abandonan sus hogares para unirse a misiones de varias semanas
de duración, fue necesario enviar un recordatorio para que el mayor número de sujetos
pudiera completar el cuestionario.
4.4. RESULTADOS
Los datos obtenidos gracias a la elaboración y realización de la encuesta han sido tanto
de tipo cuantitativo como cualitativo. Los primeros son de carácter estadístico, es decir,
han aportado datos en forma de porcentajes y medias que a través del razonamiento
inductivo podemos extrapolar a afirmaciones generales, las cuales, aun sin poder ser
probadas por completo, serían una de las bases en las que se asentaría el objetivo de
nuestro estudio. La otra base del estudio sería la que se sustenta en los datos cualitativos
que arroja la encuesta en sus preguntas diseñadas a la sazón, los cuales aportarían una
visión holística del contexto, el entorno, la situación, el punto de vista profesional y
humano y todos los aspectos subjetivos inherentes a toda práctica laboral, y más en
situaciones tan extremas como las vividas en las zonas en guerra en general y en el
Conflicto Palestino-Israelí en particular.
Es preciso además tener en cuenta a la hora de analizar estos datos que nos
hemos ayudado de la herramienta de creación de estadísticas y porcentajes de
LimeService, los cuales han servido como punto de partida; sin embargo, los datos que
se muestran han pasado por el análisis del autor, por lo que ambos pueden diferir en
cuanto a su forma (algo que por otra parte no significan que en última instancia no sean
!*-!
idénticos). Es también importante mencionar que, puesto que algunas preguntas son de
respuesta múltiple, algunos porcentajes finales de las respuestas, al sumarlos, superará
el 100%. Es también necesario tener en cuenta que, por lo general, cada vez que un dato
aparezca con un porcentaje de un 12,5%, hará referencia a un solo sujeto.
En el momento de analizar los resultados de la encuesta, se decidió seguir la
organización del diseño de la propia encuesta, es decir, los cuatro bloques
correspondientes a la metodología que se siguió para crearla: 1) Datos profesionales y
personales; 2) Datos profesionales relacionados con la práctica de la interpretación en
conflictos; 3) Datos relacionados con las características propias del Conflicto Palestino-
Israelí; y 4) Datos relativos a la formación en interpretación en conflictos. Por tanto, ese
será el orden que seguiremos para presentar estos datos.
En el primer bloque, el que hace referencia a los datos profesionales y
personales de los encuestados, se decidieron analizar los siguientes datos: edad,
nacionalidad, años de experiencia, modalidad en la que más se ha trabajado,
combinación lingüística, estudios, profesión y si se trabaja en plantilla o como
freelance.
Los resultados a las preguntas relacionadas con dichos datos nos ofrecen un
perfil personal y profesional muy interesante.
En primer lugar, al especificar su edad, el 62,5% de los encuestados declaró
tener entre 50 y 60 años frente tan solo a un 12,5% entre 40 y 50 y un 25% con más de
60 años.
En segundo lugar, a la pregunta de si podían especificar su nacionalidad, los
resultados muestran que todos ellos (exceptuando a uno, que no respondió esta
pregunta) han nacido en países de Oriente Próximo: dos son palestinos, dos jordanos
(uno de ellos con doble nacionalidad jordana y suiza) y tres egipcios.
En cuanto a los años de experiencia en el campo de la interpretación, la gran
mayoría (un 87,5%) llevan trabajando más de 20 años como intérpretes, frente al 12,5%
restante que ha trabajado como intérprete entre 10 y 15 años.
!*$!
La pregunta realizada sobre qué modalidad es aquella en la que han trabajado o
trabajan de forma común también arroja resultados interesantes. La mayoría de ellos
trabajan poco, muy poco o nada (75%) en la modalidad de consecutiva con toma de
notas, y tan solo un 25% trabaja en ella bastante, mientras que en la modalidad de
consecutiva sin toma de notas hay un 37,5% que afirma trabajar en ella a veces, un 25%
que la emplea poco, un 12,5% que trabaja en ella de forma bastante asidua y un 25%
que la emplea muy poco o nunca; muy poco (25%), poco (12,5%) o nada (37,5%) en
traducción a la vista frente a un 25% que la practica con una frecuencia media; un 100%
en simultánea; casi nunca (37,5%) o nunca (25%) la modalidad del chuchotage frente a
un 37,5% que la ha practicado con una frecuencia media; muy poco o nada (62,5%) la
bilateral con porcentajes repartidos al 12,5% en una frecuencia escasa o media; y poco
(50%) o nada (37,5%) con bidule frente al 12,5% que lo ha empleado alguna vez.
En la pregunta sobre qué combinación lingüística tienen los participantes
encontramos que la lengua A de todos ellos es el árabe, el cual se combina
principalmente con inglés como lengua B (a veces el inglés también es lengua A) y el
francés como lengua C.
En cuanto a cuáles son sus estudios, tan solo el 25% tiene un título académico en
Traducción e Interpretación. El 12,5% tiene un título en Traducción e Interpretación
además de otro título distinto. El 25% tiene un Máster en Traducción y/o Interpretación.
El 50% tiene otros estudios: Licenciado en Lengua Inglesa y Literatura, Economía (con
un curso intensivo en Interpretación), Ciencias Políticas y un Doctorado en Farmacia.
En cuanto a su profesión, el 100% de los sujetos se considera intérprete. Un 25%
son además traductores y un 12,5% está jubilado actualmente (aun considerándose
intérprete).
En referencia a si trabajan en plantilla o si son freelance (y exceptuando al
12,5% que se encuentra jubilado), el 50% de ellos trabaja en plantilla, mientras que el
37,5% son freelance.
El segundo bloque de preguntas está concebido como la sección principal de la
encuesta. En él se abordan preguntas sobre datos profesionales de los intérpretes
!*%!
encuestados al desempeñar su trabajo en conflictos en general y en el conflicto
Palestino-Israelí en particular.
En la pregunta que hace referencia a cuáles son los conflictos en los que los
sujetos han trabajado encontramos respuestas diversas, pero todas tienen en común que
se tratan de conflictos que tienen lugar en Oriente Próximo. Por supuesto todos ellos
han trabajo o trabajan en el conflicto Palestino-Israelí, pero encontramos otros
conflictos como el Líbano, Siria, Irak y Sudán del Sur (la única respuesta que especifica
un conflicto fuera del territorio de Oriente Próximo). Uno de los sujetos no contestó a
esta pregunta.
La siguiente pregunta de este bloque es la de cuántos años llevan trabajando
como intérpretes en conflicto en general. La mitad respondió que lleva trabajando como
intérprete en conflictos más de 10 años y un 25% entre 8 y 10 años. El 25% restante
respondió que ha trabajando como intérprete en conflictos menos de un año.
En cuanto a cuántos años han trabajado como intérpretes en el conflicto
Palestino-Israelí, de nuevo el 50% afirma haber trabajado o llevar trabajando en él más
de 10 años. Un 12,5% ha trabajado o lleva trabajando en el conflicto entre 8 y 10 años,
otro 12,5% entre 2 y 4 años, y un 25% menos de un año.
En lo que se refiere a las modalidades en las que trabajan más a menudo los
intérpretes en conflictos en general, un 50% afirma utilizar con mucha o bastante
frecuencia la consecutiva con toma de notas frente a un 25% que lo hace con una
frecuencia moderada y otro 25% que lo hace muy poco o nunca; la consecutiva sin toma
de notas la emplea mucho o bastante un 37,5%, un 25% con una frecuencia media, y un
37,5% nunca; un 75% no ha utilizado nunca la traducción a la vista, un 12,5% a veces y
otro 12,5% la ha empleado muy poco; la simultánea se emplea poco, muy poco o nada
por un 37,5%, por un 25% con una frecuencia media y por otro 25% con una frecuencia
alta o muy alta; el chuchotage no lo emplea nunca un 62,5% de los encuestados, un
25% muy poco o poco, y el 12,5% restante lo ha utilizado bastante; un 75% no ha
empleado nunca la modalidad de bilateral, un 12,5% poco y otro 12,5% la ha utilizado
bastante; y el bidule no lo han empleado nunca, poco o muy poco un 75% y el resto
(25%) bastante.
!*&!
En cuanto a la duración de las misiones en las que han trabajado en general, el
87,5% ha respondido que suelen duran una semana o más y el 12,5% menos de una
semana. Si nos referimos a la duración de las misiones en las que han trabajado en el
contexto del conflicto Palestino-Israelí, el 75% ha respondido que duran una semana o
más y el 25% restante que duran menos de una semana.
También han sido interesantes las respuestas que hacen referencia a los tipos de
situaciones comunicativas en las que los sujetos suelen interpretar en conflictos en
general. En cuanto a el trabajo sobre el terreno, un 50% lo realizan con mucha o
bastante asiduidad, mientras que un 12,5% a veces y un 37,5% muy poco o nunca; un
75% no ha trabajado nunca o muy poco en conversaciones y un 25% solo a veces; en
reuniones han participado de forma frecuente o muy frecuente un 62,5%, un 12,5% a
veces y un 25% nunca; en negociaciones no han trabajado nunca un 50%, un 12,5%
poco y un 37,5% bastante o mucho; un 62,5% no ha trabajo nunca en negociaciones de
paz y un 37,5% mucho o bastante; y en cuanto a otras labores, un 12,5% ha realizado
tareas de coordinación.
En relación a la pregunta sobre los tipos de situaciones comunicativas en las que
se trabaja como intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí, sobre el terreno han
trabajado con bastante o mucha frecuencia un 37,5%, un 25% a veces y otro 37,5%
poco o casi nunca; en conversaciones han trabajado muy poco o nunca un 75% y un
25% bastante o mucho; en reuniones un 25% no ha trabajo nunca, mientras que un
62,5% con bastante o mucha frecuencia y un 12,5% a veces; un 62,5% no ha trabajado
nunca en negociaciones, un 25% mucho o bastante, y un 12,5% a veces; y finalmente un
12,5% ha realizado en muy contadas ocasiones interpretaciones telefónicas.
En lo que respecta al grado de importancia que los sujetos le dan a la
preparación y documentación previa a interpretar en conflictos en general, el 75% le da
una importancia muy alta y el 25% le da una importancia alta. Al preguntárseles si esa
preparación específica y documentación previa depende de la situación comunicativa un
37,5% respondió que sí y un 50% que no. Un 12,5% no contestó a la pregunta. Cuando
a los que respondieron que sí se les pidió que especificasen qué tipo de situación
comunicativa estaba sujeta a esa preparación específica y documentación previa, un
25% no contestó y un 12,5% respondió que dicha preparación está sujeta a la
disponibilidad de material documental y a la confidencialidad.
!*'!
En la pregunta que se refiere a si el intérprete en conflictos es un mediador
cultural además de un mediador lingüístico, el 75% ha respondido que sí y el 25% que
no. Al preguntárseles por qué, los que dijeron que sí respondieron que los intérpretes
deben tener un conocimiento específico de las culturas de los idiomas que interpreta;
que conocer el contexto cultural evita errores producidos por ignorar la cultura y
tradiciones locales, y que leer el lenguaje corporal y otros gestos comunicativos no
verbales puede aclarar malentendidos en una situación que ya de por sí es tensa; que en
la situaciones de conflicto el intérprete debe conceder una mayor prioridad a la
precisión; que más a menudo de lo que parece, el o la intérprete ayuda a dos o más
partes que provienen de distintas culturas a comunicarse entre sí; que en determinados
contextos el intérprete es la persona más cercana a uno de los interlocutores, bien
porque compartan la misma lengua o porque hayan sido testigos de violaciones de los
derechos humanos, el intérprete no es solo la persona que va a su lado sino su voz para
el mundo; y que a veces el intérprete tiene que explicar aspectos específicos de una
cultura a la otra parte. Los que dijeron que el intérprete en conflictos no es un mediador
lingüístico, al preguntárseles por qué, dijeron que a uno solo lo destinan como
intérprete. Uno de los sujetos no respondió a esta última pregunta.
En la pregunta relacionada con la frecuencia en la que normalmente se realizan
labores de mediación cultural durante el conflicto Palestino-Israelí, el 62,5% las realiza
poco o muy poco, el 12% de forma moderada y el 25% bastante o mucho.
En cuanto a la evaluación del trabajo del intérprete en conflictos en general, a la
pregunta de control de si en efecto dicho trabajo se evalúa o no, el 37,5% respondió que
sí y el 50% que no. El 12,5% no respondió a esta pregunta. A los que respondieron que
sí se les preguntó quién suele evaluar el trabajo del intérprete en conflictos en general y
se les dio varias opciones: el organizador, el usuario, el propio intérprete o un colega de
profesión. El 66,6% respondió que el organizador evalúa a veces y el 33,3% que nunca;
el 66,6% que el usuario lo hace a veces y el 33,3% que lo hace siempre; el 66,6% que el
intérprete no lo hace nunca y el 33,3% que siempre; y el 66,6% que a veces lo hace un
colega de profesión y un 33,3% que nunca.
En cuanto a la evaluación del trabajo del intérprete en el Conflicto Palestino-
Israelí, a la pregunta de control de si en efecto ese trabajo se evalúa o no, el 37,5%
respondió que sí y el 50% que no. El 12,5% no respondió a esta pregunta. Al
!*(!
preguntarles a los que respondieron que sí quién suele evaluar el trabajo del intérprete
en el conflicto Palestino-Israelí, si el organizador, el usuario, el intérprete mismo o un
colega de profesión, el 100% respondió que el organizador nunca lo hace; el 33,3% que
el usuario lo hace a veces, así como otro 33,3% que afirma que lo hace siempre y otro
33,3% que nunca; un 66,6% que el intérprete no lo hace nunca y un 33,3% que lo hace
siempre; y un 66,6% que un colega no lo hace nunca y un 33,3% que lo hace siempre.
En lo que respecta a si el intérprete en conflictos recibe normalmente algún tipo
de reconocimiento, el 12,5% respondió que muy poco, el 25% que poco, el 37,5% que
bastante y el 25% que mucho.
Por otro lado, en la pregunta referida a si se considera que el papel del intérprete
en el conflicto Palestino-Israelí es útil, el 87,5% opina que sí lo es, mientras que el
12,5% opina que no. Al preguntárseles por qué, uno de ellos respondió que un general
del ejército le dijo una vez que los buenos intérpretes salvan vidas. El resto
respondieron que los intérpretes son los que superan las barreras lingüísticas; que los
intérpretes tienen un buen conocimiento de psicología debido al gran número de
víctimas ya sean mujeres, niños o ancianos, y que los intérpretes se deben a la
confidencialidad y la discreción; que los intérpretes ayudan a las personas normales
(más que a las élites) a explicar su sufrimiento; y que, de nuevo, es la proximidad del
intérprete a al menos una de las partes lo que hace posible reflejar sus puntos de vista de
una forma más detallada y representativa. Dos sujetos no contestaron a esta última
pregunta.
A la pregunta de si alguna vez han firmado acuerdos de confidencialidad
trabajando en conflictos el 50% respondió que sí y el 37,5% respondió que no. El 12,5%
respondió que firmar esos acuerdos depende de la situación comunicativa. A la pregunta
de especificar qué tipo de situación comunicativa se presta más a la firma de esos
acuerdos, se respondió que sobre el terreno y en reuniones.
En cuanto a la pregunta de si han firmado alguna vez acuerdos de
confidencialidad trabajando en el conflicto Palestino-Israelí, el 62,5% contestó que no y
el 25% respondió que eso depende de la situación comunicativa. El 12,5% no respondió
la pregunta. Cuando a los que dijeron que la firma de acuerdos de confidencialidad
depende de la situación comunicativa se les pidió que especificaran en qué situación
!*)!
comunicativa se les obligó a firmar un acuerdo de confidencialidad, respondieron que
sobre el terreno.
En lo que respecta a la pregunta de si el intérprete en conflictos en general suele
trabajar en equipo durante el conflicto, el 50% respondió que sí, mientras que el 37,5%
respondió que no. El 12,5% respondió que eso depende de la situación comunicativa.
Cuando se les pidió que especificasen dicha situación comunicativa, el 12,5% respondió
que sobre el terreno y otro 12,5% respondió que en reuniones.
A la pregunta de en qué fase del conflicto suelen o han solido trabajar, el 12,5%
respondió que trabaja antes del conflicto, el 37,5% que durante el conflicto, y el 50%
después del conflicto. El 37,5% respondió que trabaja o ha trabajado en todas las fases
anteriores.
En cuanto a en qué fases del conflicto Palestino-Israelí han trabajado o trabajan
normalmente, el 25% respondió que antes del conflicto, el 37,5% durante el conflicto, y
el 75% después del conflicto. Un sujeto respondió que se trata sin embargo de un
conflicto continuo.
A la pregunta de si su papel como intérprete varía dependiendo de la fase del
conflicto en la que trabaje, el 12,5% respondió que sí y el 75% que no. Un 12,5%
decidió no responder a esta pregunta. Cuando a aquellos que respondieron que sí a esta
pregunta se les pidió que especificase cómo varía, el 12,5% respondió que durante el
conflicto las preocupaciones sobre la seguridad son más intensas.
En cuanto a si su papel como intérprete varía según la fase del Conflicto
Palestino-Israelí en la que trabajen, el 12,5% respondió que sí y el 62,5% que no. Un
25% no respondió esta pregunta. Al preguntársele a aquellos que respondieron que sí
que especificasen cómo varía, respondieron que durante el conflicto, el trabajo se centra
en acontecimientos sobre el terreno, de modo que todo es más frenético.
El tercer bloque de preguntas se correspondería con preguntas centradas en las
características y factores inherentes al conflicto Palestino-Israelí en sí.
En lo que se refiere a cómo llegaron a trabajar en el Conflicto Palestino-Israelí,
el 75% lo hizo a través de organizaciones internacionales, el 12,5% debido a cuestiones
!**!
o antecedentes personales o porque el conflicto les tocaba de cerca, y el 12,5% porque
forma parte del personal en plantilla de la ONU.
En lo relativo a los años en los que han trabajado como intérpretes en el
conflicto Palestino-Israelí, el 75% que contestó a esta pregunta especificó que desde
1999 al 2013, desde 1985 hasta ahora, en el 2010, desde 1987 a 2012 con un pico de
intensidad entre 1987 y 2005, en 1995 y el 2005. Uno de ellos no lo recuerda. El 25%
decidió no contestar a esta pregunta.
En cuanto a si existió algún momento en particular en la historia del Conflicto
Palestino-Israelí en el que sus servicios fueran especialmente requeridos, un 25%
respondió que sí, un 50% que no, y un 25% no respondió a la pregunta. Cuando a
aquellos que respondieron que sí se les pidió que especificaran cuál fue ese momento,
respondieron que fueron la operación Cast Lead sobre Gaza y todas las agresiones de
las fuerzas de defensa israelíes durante el bloqueo, así como el incidente de la flotilla en
la costa de Gaza.
En lo que se refiere a la pregunta de qué características definirían según la
opinión de los encuestados al Conflicto Palestino-Israelí comparándolo con otros
conflictos en los que hayan trabajado como intérpretes, el 75% respondió a esta
pregunta definiéndolo como dramático, sensible, sin resolución, frustrante, con una
descarada insolencia e indiferencia con respecto a toda la legalidad internacional
relevante y del Consejo de Seguridad y la Asamblea General, injusticia e intransigencia
por parte de la autoridad ocupadora, un conflicto en el que no se ve luz al final del túnel,
largo e intermitente, en el que existe una total desigualdad en materia de derechos
humanos, y difícil como cualquier otro. Un 25% de los encuestados no respondió a esta
pregunta.
En cuanto a la pregunta de qué adjetivos describirían mejor las situaciones en las
que los intérpretes han tenido que trabajar en el Conflicto Palestino-Israelí el 75% ha
afirmado que son estresantes, el 12,5% amistosas, el 37,5% tensas, el 12,5% bien
organizadas, el 50% peligrosas y el 12,5% ha especificado que todas las opciones que se
incluían (calmadas, estresante, amistosas, tensas, bien organizadas y peligrosas) eran
buenas para definir dichas situaciones.
!*+!
En lo que respecta a las palabras que mejor describirían las reacciones más
comunes de los encuestados durante su trabajo en el Conflicto Palestino-Israelí, el
12,5% respondió «miedo», el 62,5% «estrés», el 62,5% «frustración» y el 12,5%
respondió que ninguna de las opciones disponibles («miedo», «estrés», «satisfacción»,
«comodidad», «frustración») describían dichas reacciones y no especificó ninguna otra
a pesar de contar con la opción «Otra».
En la pregunta relacionada con qué han ganado los encuestados durante su
trabajo como intérprete en el conflicto Palestino-Israelí, el 50% respondió que había
ganado un mayor conocimiento sobre el conflicto, el 37,5% que había adquirido nuevas
destrezas profesionales, el 25% que había ganado la oportunidad de desarrollar un
pensamiento crítico sólido sobre el conflicto, y el 12,5% que había ganado una
experiencia profesional valiosa.
En cuanto a qué factores considerarían que son dificultades al interpretar en el
Conflicto Palestino-Israelí, el 75% afirmó que el medio en el que se interpreta, el 25%
la situación comunicativa, el 12,5% los dialectos, y otro 12,5% la terminología,
acrónimos, nombres, etc.
A la pregunta de si ha habido algún momento controvertido en el conflicto
Palestino-Israelí en el que hayan trabajado contestó el 50%. Un sujeto declaró que la
pregunta no estaba clara. Otro que hubo algunos momentos controvertidos, pero sin
especificar cuáles. Ninguno de que los que respondió afirmativamente especificó cuáles
eran esos momentos pese a ofrecérsele la oportunidad.
En lo que respecta a la opinión de los encuestados sobre en qué etapa, tramo o
fase se encuentra el Conflicto Palestino-Israelí en el momento en el que se realizó la
encuesta, el 75% respondió que en la fase de punto muerto (con violencia) y un 12,5%
en la fase de escalada o intensificación. Un 12,5% no respondió a la pregunta.
En cuanto a en qué etapa, tramo o fase del conflicto ha tenido en su opinión más
importancia el papel del intérprete, un 75% respondió a la pregunta y un 25% no lo
hizo. De ese 75% todos opinaron que el papel del intérprete es importante en general,
durante todas las situaciones y etapas del conflicto.
!*,!
Finalmente, como última pregunta de este bloque se solicitó a los encuestados
que compartieran en la medida de lo posible alguna anécdota personal surgida a raíz de
su trabajo como intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí o cualquier otro. Solo un
25% respondió a la pregunta. Uno de ellos dijo que algunos testimonios de testigos
oculares eran demasiado tristes como para interpretarlos dejando a un lado las
emociones. Otro compartió varias anécdotas:
«It was a moment when we were meeting victims of Biet Hanoon when a single attack on one
building killed 56 members of one family. Upon listening to heart wrenching stories my colleague
and I couldn’t hold back our tears. Archbishop Tutu then took a break and prayed with all of us to
give us some strength. Another anecdote was when we were told in Syria that ISIL (Daesh) is
going [sic] to target our hotel during the night. I can tell you we didn’t sleep well that night. Once
I was threatened by a Secret Intelligence officer».
El último bloque incluye preguntas relacionadas con datos sobre la formación
específica del intérprete en conflictos.
A la pregunta de si consideran que el intérprete en conflictos debe tener una
formación especializada, el 62,5% opina que sí, tanto en Derecho como en Economía,
Derechos Humanos y Diplomacia; el 37,5% opina que debe tener una formación
especializada en Derechos Humanos; el 25% que debe tenerlo en Diplomacia; y otro
25% que debe tenerlo en Derecho.
A la pregunta de si consideran que cualquier intérprete podría trabajar en
conflictos, el 100% respondió que no. Cuando se les preguntó por qué, respondieron
que el intérprete en conflictos tiene que saber controlar sus emociones; debe tener
experiencia y estar muy al tanto del conflicto; debe ser fuerte, sano, dominar
perfectamente las lenguas de trabajo y debes estar bien preparado para una situación
específica, debe ser sensible con respecto a las tradiciones culturales y el protocolo
religioso, así como sereno, educado y acomodaticio aunque también firme en lo que
respecta a las condiciones de trabajo y la seguridad del equipo, y necesita trabajar en las
mejores condiciones posibles; porque también puede ser una experiencia traumática;
porque trabajar en conflictos puede ser muy estresante para algunas personas; porque el
intérprete debe ser discreto, mantener la calma en todas las situaciones, gestionar la
frustración y decepción personales y asegurarse de que él o ella no son meros
instrumentos que emplea una de las partes; y porque el intérprete en conflictos necesita
!+-!
tener competencias y cualidades especiales. Un sujeto no respondió a esta última
pregunta.
En lo que respecta a si consideran que la formación actual en centros de
aprendizaje o escuelas de interpretación cualifica a los intérpretes para trabajar en
conflictos, el 37,5% respondió que no y el 25% que sí. El 37,5% no respondió la
pregunta. Cuando a los que habían respondido a la pregunta que no se les preguntó por
qué, respondieron que interpretar en conflictos se consigue a través de algo más que
formación, por ejemplo experiencia, y que se necesitaría hacer viajes a la zona en
conflicto y simulaciones de interpretación en conflictos. Cuando se les preguntó por qué
a los que habían respondido que sí, respondieron que la formación es lo que hace
buenos intérpretes y que actualmente los centros de aprendizaje cubren una amplia
variedad de asignaturas relevantes. Un 12,5% no respondió esta última pregunta.
En cuanto a si consideran que las escuelas de interpretación deberían añadir un
módulo o impartir clases sobre interpretación en zonas de conflictos, el 62,5%
respondió que sí, el 25% que no y un 12,5% no respondió a la pregunta.
En lo que respecta a si consideran que los intérpretes que se encuentran
actualmente trabajando en conflictos están preparados o cualificados para ese trabajo, el
50% respondió que no, el 12,5% que sí y un 37,5% no respondió a la pregunta. Cuando
se les preguntó por qué, los que respondieron que no especificaron que los intérpretes a
los que les falta formación son normalmente poco fiables, que a veces los que están
mejor cualificados no quieren participar en una misión o no están disponibles, y que
como en la mayor parte de las cosas algunos intérpretes son mejores que otros. Un
sujeto respondió que no conoce a todos los intérpretes que trabajan en conflictos.
Cuando se le preguntó por qué. el que respondió que sí a la anterior pregunta respondió
que no le han dicho que haya intérpretes poco cualificados para trabajar en conflictos.
Un 12,5% no respondió a esta última pregunta.
A la pregunta de si el intérprete recibe protección cuando trabaja en conflictos,
el 71,43% considera que recibe bastante o mucha, el 14,29% a veces y otro 14,29%
poco o muy poco.
!+$!
En lo que respecta a que si consideran que la protección que reciben los
intérpretes en conflictos es suficiente, el 50% respondió que sí y el 37,5% que no. Un
12,5% no respondió esta pregunta.
Finalmente, cuando se les pidió que especificaran el grado de aceptación que
tienen los servicios del intérprete en conflictos, el 50% respondió que muy alto y el otro
50% que medio.
4.5. DISCUSIÓN
A la luz de los resultados del presente estudio, es importante tener en cuenta qué
relación guardan estos si se los compara con lo que hemos visto en la parte teórica de
este trabajo, la cual supondría el marco fundamental en el que se insertaría el mismo.
Muchos de ellos, como puede comprobarse, se encontrarían dentro de la línea que
marcan las características ya descritas de la interpretación en conflictos. Sin embargo,
algunos resultados son particularmente interesantes y conviene analizarlos con respecto
a lo descrito en el marco teórico.
En cuanto a la clasificación de los intérpretes y su formación (véase § 3.3.1 y
3.3.2), es interesante tener en cuenta que la mayor parte de los participantes son
intérpretes profesionales con bastantes años de experiencia —de hecho todos se
consideran a sí mismos intérpretes—, aunque los que más abundan no son los que
tienen estudios específicos en interpretación, sino en otras disciplinas no necesariamente
relacionadas con el ámbito de la traducción y la interpretación o ni siquiera relacionadas
con el conocimiento de idiomas.
A este respecto sería también conveniente señalar que ninguno de ellos establece
una relación directa con el ejército o menciona a los intérpretes locales, lo cual
corroboraría la tesis de Allen (2012) de que incluso entre los propios intérpretes que
trabajan en conflictos se desconoce la figura de otros, como por ejemplo los locales. Por
otra parte, ninguno de ellos afirma estar relacionado de alguna forma con
organizaciones basadas en la ayuda humanitaria, es decir, que principalmente se trata, si
seguimos la clasificación de Allen (2012) (véase § 3.3.1), de intérpretes civiles. En
cuestiones de formación específica, podríamos corroborar el punto de vista de Baigorri
!+%!
(2000) y Allen (2012) de que existe poca formación específica en interpretación para los
profesionales que trabajan en conflictos y que esta podría adquirirse con la experiencia,
algo que también se sustentaría en el hecho de que la mayor parte de los participantes en
nuestra encuesta afirma que tiene una experiencia profesional muy prolongada.
Es también importante tener en cuenta que en cuestiones como protección o
seguridad (véase § 3.3.3) la mayor parte de los encuestados encuentra la profesión
peligrosa y sumamente estresante, aunque afirman que en la mayor parte de las
ocasiones el intérprete está bien protegido y sus servicios son aceptados por ambas
partes, lo cual contradiría en un principio la afirmación de Fitchett (2010) con respecto a
los intérpretes en el caso de la Guerra de Irak (véase § 3.3.3). Sin embargo, no tenemos
la visión de los locales, la cual afirma Allen (2012), como hemos visto (véase § 3.3.3),
que sería vital, pues en muchas ocasiones son figuras olvidadas por el resto de la
profesión.
En lo que respecta a las cuestiones relacionadas con la ética profesional y la
neutralidad, ninguno de los encuestados parece, como afirma Inghilleri (2009)
(véase § 3.3.4), replantearse su código deontológico. No parecen existir conflictos de
interés, aunque sí es cierto que la mayoría confiesa no poder mantener una neutralidad
completa tal y como afirma Takeda (2012) (véase § 3.3.4), pues debido a las situaciones
tan extremas a las que se enfrentan es prácticamente imposible dejar los sentimientos o
emociones a un lado. Sin embargo, corroborando las palabras de Fitchett (2010)
(véase § 3.3.4), la mayor parte de ellos se compromete a la más absoluta
confidencialidad, un aspecto que se encontraría en el centro de la ética del intérprete en
conflictos y que además garantizaría su neutralidad relativa y confianza con respecto a
ambas partes. Sin embargo, la firma oficial de contratos de confidencialidad se daría de
forma escasa.
En el aspecto de la mediación cultural (véase § 3.3.5), vemos en los resultados
de la encuesta que la mayoría de los participantes afirma que el intérprete debe ser un
mediador cultural además de lingüístico. No obstante, también declaran que rara vez
han llevado a cabo tareas de mediación cultural. Esto guardaría cierta relación con lo
que expresa Baigorri (2003: 166) citando a Taft (1981: 73) (véase § 3.3.5) de que es
necesario dominar una serie de destrezas que en última instancia servirían para mediar
entre culturas, aunque, por supuesto, eso sería la teoría, es decir, que dominar una serie
!+&!
de destrezas no es sinónimo de ponerlas en la práctica de forma asidua. También es
importante mencionar que la gran mayoría de los encuestados han señalado la necesidad
de estar familiarizado con el contexto que rodea a la situación en la que se pone en
práctica la comunicación, principalmente a través de la documentación y la experiencia,
y por tanto corroborarían las tesis de Takeda (2012) y Bos y Soeters (2006: 264) de que
es necesario tener amplios conocimientos de todo lo que rodea al conflicto en el que se
interpreta, es decir, sus dinámicas, situación de la población local, antecedentes,
costumbres culturales y protocolarias, etc. (véase § 3.3.5).
En cuanto a las modalidades más empleadas, la conclusión que podríamos
extraer de las respuestas de los que han participado en la encuesta es que, aunque puede
trabajarse en consecutiva y muy a veces de enlace o empleando la bilateral, la
modalidad que se impondría en la mayor parte de las situaciones comunicativas sería la
simultánea, lo cual se contradiría en principio con lo expresado por Kherbiche (2009),
que da un mayor protagonismo a la consecutiva y el chuchotage sin mencionar a la
simultánea, aunque bien es cierto que sus conclusiones se extraen del trabajo de
intérpretes en organizaciones humanitarias y en concreto el Comité Internacional de la
Cruz Roja (véase § 3.4.1).
En lo relativo a las situaciones en las que se lleva a cabo la interpretación en
conflicto, pocos de nuestros participantes ha trabajado fuera del ámbito de las
organizaciones internacionales, es decir, que si lo relacionamos con lo expuesto en los
estudios de Bos y Soeters (2006) y Kherbiche (2009) (véase § 3.4.2), estarían más
relacionados con misiones de mantenimiento de la paz que con misiones humanitarias.
Por lo tanto, no es de extrañar que exista una cierta correspondencia entre lo que vemos
en el trabajo de Bos y Soeters (2006) y la afirmación por parte de los participantes en
nuestra encuesta de la primacía del trabajo en equipo, la duración relativamente larga de
las misiones, que la mayor carga de trabajo se de sobre el terreno y que cuestiones como
la preparación y documentación previas en lo tocante a protocolo, terminología y
cuestiones culturales es de vital importancia (véase § 3.4.2). Sin embargo, y puesto que
los mencionados autores no se centran en el caso del trabajo del intérprete en conflictos
en el ámbito de las organizaciones internacionales, ha sido necesario incluir en nuestro
estudio, entre otras, cuestiones como la evaluación del trabajo del intérprete, su
reconocimiento, y si este varía dependiendo de la fase del conflicto en la que trabaje.
!+'!
Por último, uno de los puntos más importantes e interesantes sería el análisis del
entorno en el que se desarrolla el trabajo de los intérpretes que han participado en el
presente estudio: el Conflicto Palestino-Israelí. Para empezar, tan solo ese detalle,
confirmaría el hecho de que Oriente Próximo es un foco importante de conflictos y por
tanto una zona geográfica en la que los servicios de interpretación serían ampliamente
requeridos (véase § 3.4.3). Es también importante tener en cuenta que durante los
últimos años del conflicto, particularmente desde el 2005 y en general a partir del
estallido de la Segunda Intifada (véase § 2.6 y 2.7), con la nueva dinámica geopolítica
desarrollada en Oriente Próximo tras el 11-S, el trabajo de los intérpretes en el Conflicto
Palestino-Israelí ha aumentado. Además, situaciones puntuales como el bloqueo a Gaza
y la operación Cast Lead (véase § 2.7) han supuesto momentos de especial tensión y
carga de trabajo para algunos de los que han participado en la encuesta.
En relación con esto último, es también lógico que por tanto la principal
combinación lingüística de los participantes sea árabe como lengua materna e inglés
como lengua B (véase § 3.3.2 y 3.4.3).
4.6. CONCLUSIÓN
Como conclusión, podríamos decir que es evidente que la profesión de intérprete en
conflictos está muy diferenciada del resto y que muchas veces, incluso, puede quedar
olvidada al encontrarse su papel tan difuminado y su perfil tan oculto. Esto, por otra
parte, es un hecho mucho más acusado en el caso de los intérpretes que trabajan en el
Conflicto Palestino-Israelí. Es por tanto pertinente tener en cuenta los testimonios de
estos propios profesionales para poder delimitar su trabajo, definir su figura como
mediador lingüístico y cultural, y hacer llegar sus conocimientos al mundo académico.
Así pues, los datos aportados por los resultados de esta encuesta (a través de
porcentajes y sumas y mediante la realización de medias) suponen un punto de partida
para definir el perfil y papel del intérprete en conflictos, específicamente en el Conflicto
Palestino-Israelí. En base al objetivo primero de este estudio, es decir, definir cuál sería
el perfil y papel del intérprete que trabaja en el conflicto Palestino-Israelí, es posible
extrapolar dichos datos y elaborar un perfil del intérprete que realiza sus funciones en
dicho conflicto. De esta forma, y siguiendo estas indicaciones, podríamos decir que el
!+(!
intérprete en conflictos, y en concreto en el Conflicto Palestino-Israelí, así como su
papel, es susceptible de ser definido de la siguiente manera con respecto a aspectos
personales y profesionales, aspectos personales relativos a la interpretación en
conflictos, aspectos relacionados con el propio Conflicto Palestino-Israelí y aspectos
formativos en interpretación en conflictos:
ASPECTOS PERSONALES Y PROFESIONALES:
• Se trata principalmente de personas adultas y experimentadas de entre 50 y 60
años de edad.
• Suelen ser individuos nacidos en Oriente Próximo, principalmente egipcios,
palestinos y jordanos.
• La mayoría de ellos lleva trabajando más de 20 años como intérprete, es decir,
tienen experiencia en el campo de la interpretación; son probablemente por tanto
profesionales competentes y con conocimientos especializados.
• La modalidad en la que suelen trabajar por lo general es la simultánea.
• La combinación lingüística más usual es árabe (A)-inglés (B)-francés (C).
• Los antecedentes educativos y formativos varían y son muy heterogéneos. No
hay abundancia de títulos específicos en traducción e interpretación ni de una
formación exclusiva en traducción e interpretación.
• Todos se dedican profesionalmente a la interpretación de forma activa. Muy
pocos son traductores.
• La mayoría son intérpretes en plantilla.
ASPECTOS PROFESIONALES RELATIVOS A LA INTERPRETACIÓN EN
CONFLICTOS:
• Todos han trabajado en conflictos que se dan en Oriente Próximo.
• La mayoría ha trabajado entre 8 y 10 años o más de 10 años como intérprete en
conflictos, es decir, que están experimentados y tienen conocimientos amplios, así
como una alta especialización, y están probablemente familiarizados con diversos
protocolos y dinámicas en conflictos, así como la técnica.
• La mitad ha trabajado más de 10 años en el Conflicto Palestino-Israelí. El resto
se divide entre meses o pocos años, lo cual podría ser el síntoma de un relevo
!+)!
generacional, teniendo también en cuenta que el Conflicto Palestino-Israelí se
alarga en el tiempo como ningún otro.
• La modalidad que más suelen emplear es la simultánea seguida por la
consecutiva.
• Las misiones suelen durar una semana o más.
• Las misiones en el Conflicto Palestino-Israelí suelen durar una semana o más.
• Las principales situaciones comunicativas en las que se interpreta en conflictos
suelen ser reuniones y sobre el terreno.
• La principales situaciones comunicativas en las que se interpreta en el Conflicto
Palestino-Israelí suelen ser reuniones y sobre el terreno.
• La preparación y documentación previas son de gran importancia al interpretar
en conflictos.
• El tipo o la forma en que se lleva a cabo la preparación y documentación previas
a la interpretación en conflictos no depende demasiado de la situación
comunicativa en la que vaya a realizarse la interpretación. Sin embargo, sí puede
variar dependiendo del nivel de confidencialidad y la disponibilidad de ese
material documental.
• El intérprete en conflictos es —o al menos debe ser— un mediador cultural
además de un mediador lingüístico. El intérprete en conflictos debe tener un buen
conocimiento de las culturas de las lenguas de trabajo, lo cual es útil para evitar
posibles malentendidos en un entorno tenso y estresante en el que no debe haber
espacio para la inexactitud y donde debe primar la comunicación fluida no solo de
mensajes verbales sino también mensajes no verbales, posturas, etc. Muchas veces
los intérpretes son la única manera de que el mundo que se encuentra fuera del
conflicto sea consciente de lo que ocurre en él, así como ser partícipe de los
testimonios de todas las partes implicadas.
• Los intérpretes que trabajan en el Conflicto Palestino-Israelí llevan a cabo tareas
de mediación cultural de forma poco frecuente.
• Por lo general, el trabajo del intérprete en conflictos no suele evaluarse.
• Normalmente el que evalúa el trabajo del intérprete en conflictos es el usuario
seguido del organizador y un colega intérprete, pero de forma poco frecuente.
• Por lo general, el trabajo del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí no suele
evaluarse.
!+*!
• Normalmente el que evalúa el trabajo del intérprete en el Conflicto Palestino-
Israelí es el usuario, pero de forma poco frecuente.
• El intérprete en conflictos a veces recibe algún tipo de reconocimiento.
• Se considera que el papel del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí es útil,
ya que es prácticamente la única forma que tienen ambos bandos de comunicarse
de una forma clara, detallada y acertada, y contribuye a que aquellos que más
sufren las consecuencias del conflicto expresen los sufrimientos que padecen.
• Por lo general los intérpretes que trabajan en conflictos suelen firmar acuerdos
de confidencialidad, aunque no con demasiada frecuencia. A veces esa firma está
sujeta a las situaciones comunicativas en las que se desarrolla el trabajo del
intérprete, destacando el trabajo sobre el terreno y las reuniones.
• Los intérpretes que trabajan en el Conflicto Palestino-Israelí no suelen firmar
acuerdos de confidencialidad. Cuando esa firma está sujeta al tipo de situación
comunicativa en la que vaya a desarrollarse el trabajo del intérprete, esta suele ser
sobre el terreno.
• Normalmente los intérpretes que trabajan en conflicto lo hacen en equipo. A
veces esto depende de la situación comunicativa, la cual suele ser en estos casos
sobre el terreno y en reuniones.
• Por lo general el intérprete en conflictos trabaja durante el conflicto y sobre todo
después del conflicto.
• En el Conflicto Palestino-Israelí el intérprete trabaja por lo general después del
conflicto. Sin embargo, esto sería más bien tras el cese de las hostilidades o brotes
de violencia armada, puesto que hablamos de un conflicto que aún hoy perdura.
• El papel del intérprete en conflictos no varía participe en la fase del conflicto en
la que participe.
• El papel del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí no varía participe en la
fase del conflicto en la que participe.
INTÉRPRETES EN EL CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ:
• La mayor parte de los intérpretes que trabaja en el Conflicto Palestino-Israelí lo
hace a través de organizaciones internacionales.
• La principal concentración de trabajo como intérprete en el Conflicto Palestino-
Israelí se da desde 1985-87 hasta el 2012 y con especial intensidad entre 1987 y
!++!
2005, periodo en el cual existe una mayor actividad aún entre 1995 y 1999. Esto
se corresponde con el estallido de la Primera Intifada y los primeros ataques sobre
Gaza y Cisjordania, así como las principales negociaciones de paz de los 90, la
Segunda Intifada y la situación inmediatamente posterior al 11-S.
• Por lo general, no ha habido momentos especiales en el Conflicto Palestino-
Israelí en el que el trabajo de los intérpretes fuera especialmente requerido. Sin
embargo, uno de los momentos en los que más lo ha sido fue en la operación Cast
Lead sobre Gaza y el incidente de la flotilla en la costa de Gaza durante el
bloqueo (véase § 2.7).
• Aquello que más define al Conflicto Palestino-Israelí con respecto a otros en los
que han trabajado los mismos intérpretes es su duración, la sensación de que no
acabará nunca, la desigualdad e injusticia presentes y la evidente violación de los
derechos humanos.
• Las situaciones en las que se desarrolla el trabajo del intérprete en el Conflicto
Palestino-Israelí son principalmente estresantes y peligrosas.
• Mientras desempeñan su trabajo, las reacciones más comunes de los intérpretes
en el Conflicto Palestino-Israelí son de estrés y frustración.
• Trabajar como intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí proporciona un mayor
conocimiento sobre el conflicto e implica la adquisición de nuevas destrezas
profesionales.
• El medio es el factor que más dificulta el interpretar en el Conflicto Palestino-
Israelí.
• El Conflicto Palestino-Israelí se encuentra en la etapa de punto muerto con
violencia según la escala de Brahm (véase § 3.4.3).
• El papel del intérprete en el Conflicto Palestino-Israelí es importante sin
importar la etapa en la que se encuentre el conflicto.
• La mayor parte de los intérpretes que han trabajado en el Conflicto Palestino-
Israelí habla de lo necesario que es dejar las emociones a un lado cuando se
interpreta y de lo difícil que es a veces por la tristeza que en muchas ocasiones se
desprende de las situaciones en las que se trabaja. También señalan la sensación
de peligro constante y que sufren amenazas incluso desde su propio «bando».
!+,!
FORMACIÓN DE LOS INTÉRPRETES EN CONFLICTOS:
• El intérprete en conflictos debe tener alguna formación específica
complementaria (por ejemplo en Derecho, Diplomacia, Derechos Humanos, etc.)
además de una formación en interpretación.
• No todos los intérpretes, a pesar de ser intérpretes, pueden trabajar en conflictos.
Es necesario ser fuerte psicológicamente, controlar las emociones, tener mucha
experiencia y conocimientos sobre el conflicto en el que se trabaje, adaptarse a la
situación y las medidas de seguridad y determinados protocolos de actuación, ser
discreto, educado y respetuoso, ser frío y poder dominar la frustración y el estrés,
y poseer una buena competencia intercultural.
• Actualmente los centros de aprendizaje o las escuelas de interpretación no
capacitan o cualifican del todo a los intérpretes para trabajar en conflictos; se
necesita la experiencia en conflictos y estar muy familiarizado con el terreno.
• Las escuelas de interpretación deberían añadir un módulo o impartir clases sobre
interpretación en conflictos.
• Muchos de los intérpretes que actualmente se encuentran trabajando en
conflictos no están del todo o completamente preparados para ello, ya sea por falta
de experiencia, falta de disponibilidad o ausencia de los que sí están preparados, o
porque sencillamente los mejores intérpretes no están dispuestos a trabajar en
conflictos.
• Cuando trabaja en conflictos, el intérprete recibe más o menos una buena
protección, la cual, pese a ser suficiente, podría mejorar.
• En general, los servicios y el trabajo que ofrecen los intérpretes en conflictos son
aceptados de buen grado.
!,-!
5. CONCLUSIONES GENERALES
Como expusimos al comienzo del presente trabajo (véase § 1.2), los objetivos del
mismo se centran en analizar el Conflicto Palestino-Israelí a través de sus orígenes y
desarrollo histórico; examinar la profesión del intérprete en conflictos a partir de su
desarrollo histórico, las características que definen a los intérpretes que trabajan en
conflictos y la práctica de la interpretación en conflictos; definir el perfil y papel del
intérprete en conflictos en general y en el Conflicto Palestino-Israelí en particular; y
ahondar en las circunstancias que rodean al intérprete que trabaja en el Conflicto
Palestino-Israelí. Teniendo en cuenta dichos objetivos, podemos llegar a determinadas
conclusiones generales que servirán como colofón y recapitulación del presente trabajo,
así como una oportunidad para reflexionar sobre los siguientes pasos que se habrían de
tomar con respecto a la línea de investigación en la que se incluiría.
En primer lugar, el Conflicto Palestino-Israelí encuentra sus orígenes en la
pugna entre los colonos sionistas que pretendían hacer de Palestina el territorio del
hogar nacional judío y los palestinos que vivían allí desde siempre. Dicha pugna ha
ocupado prácticamente toda la totalidad del siglo XX, sometiéndose a posturas extremas
en cada uno de los bandos, la acción de alianzas (principalmente la establecida entre
Estados Unidos e Israel) y la mediación insuficiente de la comunidad internacional.
Como consecuencia, el conflicto se encuentra desde hace décadas en un constante punto
muerto en el que se combinan los altos el fuego sucesivos que se rompen con las treguas
intermitentes y las descomunales cifras de muertos civiles.
Por otra parte, la interpretación en conflictos siempre ha existido, pero es en la
primera mitad del siglo XX con la sucesión de Guerras Mundiales y la Guerra Fría
posteriormente, así como los Juicios de Núremberg y la creación de las Naciones
Unidas, cuando sería verdaderamente necesaria y considerada como una profesión.
En la actualidad, los intérpretes en conflictos encuentran como principal
motivación para su trabajo la cuestión monetaria y el servicio a su país y a lo que
consideran una buena causa, es decir, la motivación última de querer acabar con el
conflicto y que reine la paz. Suelen clasificarse en aquellos que trabajan para el ejército,
los civiles que trabajan para organizaciones internacionales o humanitarias, y los
!,$!
intérpretes locales. En cuanto a su formación, los civiles y militares suelen tener algún
tipo de instrucción tanto en lenguas como en combate e incluso en interpretación, pero
los locales no suelen tener ninguna, y solo son intérpretes porque conocen ambas
lenguas y pueden servir de enlace con la población local. Actualmente, el proyecto de
formación para intérpretes en conflicto más interesante que existe es InZone.
Además, los intérpretes en conflictos arriesgan su vida más de lo que el resto de
la profesión cree y muchas veces son prácticamente desconocidos. La mayor parte de
ellos trabaja actualmente en Oriente Próximo. Por ello también pueden surgir
prejuicios en cuanto a los locales árabes o musulmanes a raíz de la mentalidad
occidental post 11-S y que por otra parte pone en peligro a los intérpretes locales. Así,
en cuanto a su ética profesional, mantener la neutralidad que se le presupone a todo
intérprete es más difícil de lo que se intuye, sobre todo en un entorno tan extremo con el
de las zonas de guerra. Por último, la mayor parte de los intérpretes tienen que estar
preparados para llevar a cabo labores de mediación cultural, aunque por lo general o no
están capacitados para ello o no lo hacen.
En la práctica de la interpretación en conflictos la consecutiva y sobre todo la
simultánea son las modalidades más empleadas, aunque también se emplea el
chuchotage y la bilateral principalmente en labores humanitarias.
Puesto que en conflictos existe un contacto constante entre las fuerzas militares
y las locales, se necesitan mediadores lingüísticos y culturales formados para llevar a
cabo el intercambio de mensajes de forma correcta y sin entrañar dificultades. En el
caso del Conflicto Palestino-Israelí los intérpretes son el único medio de que el resto del
mundo sepa lo que allí está pasando.
En general, los intérpretes en en el Conflicto Palestino-Israelí tienen experiencia
en la profesión, son de Oriente Próximo, su lengua A es el árabe y su lengua B el inglés,
y no suelen tener formación específica en interpretación. Todos trabajan en conflictos
en Oriente Medio, emplean la simultánea con mayor asiduidad, trabajan en reuniones y
en misiones relativamente largas, deben ser mediadores culturales pero llevan a cabo
esa tarea muy poco, no se les evalúa su rendimiento, trabajan en equipo y trabajan sobre
todo después del conflicto.
!,%!
En el Conflicto Palestino-Israelí los intérpretes trabajan a través de
organizaciones internacionales y como locales. Su trabajo se ha multiplicado tras el
estallido de la Primera y Segunda Intifada y la escalada de violencia tras el 11-S, más en
concreto durante el bloqueo a Gaza y los ataques de 2008 y 2009. Se define como un
conflicto que parece no tener fin, que se encuentra en un punto muerto. Allí el trabajo
del intérprete es peligroso, difícil y estresante, así como enormemente necesario, y
precisa de constante aprendizaje.
Debido a estos factores complejos y determinantes, el intérprete en conflictos
debe tener una formación orientada a ello. Cualquier intérprete no tiene la capacidad
(mental, física y profesional) para trabajar en conflictos y debe formarse y adquirir las
destrezas específicas que le capaciten para desempeñar su labor lingüística y de
mediación cultural en situaciones tan exigentes y extremas como las que día a día se
presentan en conflictos como el de Palestina.
Para concluir diremos que el presente Trabajo de Fin de Máster, aunque no
pretende en absoluto ser categórico, tiene la intención de ofrecer algunas aportaciones a
la comunidad investigadora especializada en interpretación, en concreto aquella cuyo
principal propósito sea conocer a los intérpretes que trabajan en conflictos en general y
en el Conflicto Palestino-Israelí en particular y cuya figura, papel y labor son
relativamente desconocidos, lo cual puede hacerlos susceptibles de pasar desapercibidos
aunque realicen funciones de vital importancia en el mundo actual. Es por tanto que
creemos que este estudio puede ser de utilidad e interés dentro de un campo aún por
explotar como es el de la interpretación en conflictos y, más en concreto, en la
interpretación en el Conflicto Palestino-Israelí.
El presente trabajo, sin embargo, solo supondría un punto de partida para
investigaciones futuras y más extensas en las que se tendría acceso y se analizaría de
forma más profunda una mayor cantidad de fuentes bibliográficas, y se perfeccionaría la
metodología general del trabajo de investigación y del instrumento —la encuesta— por
el cual se llevaría a cabo otro estudio empírico más riguroso y mayor, con la intención
de mejorar su metodología y análisis de los datos, así como incluir a un mayor número
de participantes para obtener más datos e información de una mayor variedad que
puedan ser susceptibles de formar parte de un análisis más extenso y minucioso.
!,&!
Para finalizar, es preciso destacar que los posibles puntos débiles que pueda
tener este Trabajo de Fin de Máster serán corregidos con el objetivo de que forme parte
de un más que probable proyecto de tesis doctoral. Estamos convencidos de que el
campo de investigación de la interpretación en conflictos es tan prometedor como
original y merece convertirse en un ámbito en el que profundizar más, y que aumenta en
importancia y contenido si, además de tener en cuenta las fuentes secundarias y teóricas,
incluimos los testimonios directos de las personas que lo conforman. Así pues, el
presente trabajo, además de aportarnos un punto de partida fundamental y unos
conocimientos imprescindibles para hacer del campo de la interpretación en conflictos
un apropiado ámbito de especialidad futuro, nos ha permitido ponernos en contacto con
una realidad relativamente desconocida para el mundo académico, la del intérprete en
conflictos y en el Conflicto Palestino-Israelí, a la que pretendemos, con el tiempo, que
se le otorgue la trascendencia que merece.
!,'!
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2014, de Ynetnews: http://www.ynetnews.com/articles/0,7340,L-4564456,00.html
!!!
ANEXO 1: INTERPRETING IN CONFLICT ZONES: SURVEY ON THE ROLE OF THE INTERPRETERS IN THE ISRAELI-PALESTINIAN CONFLICT There are 51 questions in this survey. It will not take you more than 15 or 20 minutes to answer all of the questions. Should you need to stop in the middle of completing the survey, you can save your answers and return to the last question you answered. Dear Sir/Madam, My name is and I am currently developing a research study in the framework of a master’s degree thesis on the role of the interpreter in conflicts and more precisely the role of the interpreter working in the Israeli-Palestinian conflict. This research could be a relevant contribution to the academic field and the professional world of interpretation, covering an important gap of knowledge about the interpreter’s work in such environments and analysing the possibilities of an innovative and unexplored research line. As I am using a survey targeted to interpreters working in conflicts as the main measurement device, I am most interested in you taking this survey since I consider that your experience will be an enormous contribution for my study. This survey has been developed as a part of a research project on the role of interpreters in the Israeli- Palestinian conflict. Your answers to the survey will remain strictly confidential and be used exclusively within the research project described above. The survey is strictly anonymous. No names or email addresses will be attached to individual replies. In closing, let me express my most sincere gratitude for taking this survey. Should you require any further information please do not hesitate to contact me at --. Kind regards, !
!$-%!
PERSONAL AND PROFESSIONAL BACKGROUND
Let's start with a few questions regarding your personal and professional data in general.
1. Please specify your age
Please choose only one of the following:
• 20-30 years old • 30-40 years old • 40-50 years old • 50-60 years old • Over 60 years old
2. Please specify your nationality
Please write your answer here:
3. How many years have you been working as an interpreter?
Please choose only one of the following:
• 1-5 years • 5-10 years • 10-15 years • 15-20 years • More than 20 years
4. In which modality have you worked/do you work more often? (5 being the one you have worked or work the most and 1 the least.)
Please choose the appropriate response for each item:
1 2 3 4 5 Consecutive with note taking Consecutive without note taking Sight translation Simultaneous Chuchotage Liaison/Bilateral Bidule Other
!$-&!
4.1. Which one?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X5X148SQ007@' at question '4 [4]' (4. In which modality have you worked/do you work more often? (5 being the one you have worked or work the most and 1 the least.) (Other))
Please write your answer here:
5. What is your language combination?
Please write your answer here:
6. Please specify your studies
Please choose all that apply:
• Degree in Translation and/or Interpreting • Degree in Translation and/or Interpreting plus other degree • Master's degree in Translation and/or Interpreting • Other:
7. Please specify your occupation
Please choose all that apply:
1) Interpreter 2) Translator 3) Lecturer 4) Retiree 5) Other:
7.1. Please specify which type of teaching you deliver
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was at question '8 [7]' (7. Please specify your occupation)
Please choose all that apply:
• Interpreting • Translation • Other:
!$-'!
8. Are you a freelance interpreter or do you work as a staff interpreter?
Please choose only one of the following:
• Freelance • Staff • Other
INTERPRETING IN CONFLICTS. PROFESSIONAL DATA
This main section of the survey deals with questions on professional data in conflicts in general and in the Israeli-Palestinian conflict in particular.
9. In which conflicts have you worked?
Please write your answer here:
10. How many years have you worked as an interpreter in conflicts in general?
Please choose only one of the following:
• Less than a year • 1-2 years • 2-4 years • 4-8 years • 8-10 years • More than 10 years
11. How many years have you worked as an interpreter in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose only one of the following:
• Less than a year • 1-2 years • 2-4 years • 4-8 years • 8-10 years • More than 10 years
!$-(!
12. In which modality do you most often work in conflicts in general? (5 being the one you have worked/work the most and 1 the least.)
Please choose the appropriate response for each item:
1 2 3 4 5 Consecutive with note taking Consecutive without note taking Sight translation Simultaneous Chuchotage Liaison/Bilateral Bidule Other
12.1. Which one?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X6X175SQ008@' at question '14 [12]' (12. In which modality do you most often work in conflicts in general? (5 being the one you have worked/work the most and 1 the least.) (Other))
Please write your answer here:
13. What is the usual duration of a mission in general?
Please choose only one of the following:
• Less than a week • One or more weeks • One month • Several months • One year or more
14. What has been the approximate duration of the missions you have worked in in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose only one of the following:
• Less than a week • One or more weeks • A month • Several months • One year or more
!$-)!
15. In which types of communicative situations have you usually interpreted in conflicts in general? (1 being never and 5 very frequent.)
Please choose the appropriate response for each item:
1 2 3 4 5 On the ground Conversations Meetings Negotiations Peace talks Other
15.1. Which one?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X6X193SQ006@' at question '18 [15]' (15. In which types of communicative situations have you usually interpreted in conflicts in general? (1 being never and 5 very frequent.) (Other))
Please write your answer here:
16. In which types of communicative situation have you usually interpreted in the Israeli-Palestinian conflict? (1 being never and 5 very frequent.)
Please choose the appropriate response for each item:
1 2 3 4 5 On the ground Conversations Meetings Negotiations Other
16.1. Which one?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X6X199SQ005@' at question '20 [16]' (16. In which types of communicative situation have you usually interpreted in the Israeli-Palestinian conflict? (1 being never and 5 very frequent.) (Other))
Please write your answer here:
!$-*!
17. What degree of importance do you give to preparation and documentation prior to interpreting in conflicts in general? (1 being very low and 5 being very high.)
Please choose only one of the following:
• 1 • 2 • 3 • 4 • 5
18. Does prior specific preparation and documentation depend on the communicative situation?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
18.1. Please specify which type of communicative situation
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '23 [18]' (18. Does prior specific preparation and documentation depend on the communicative situation?)
Please write your answer here:
19. Do you consider that the interpreter in conflicts is a cultural mediator as well as being a linguistic mediator?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
19.1. Why?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' or 'No' at question '25 [19]' (19. Do you consider that the interpreter in conflicts is a cultural mediator as well as being a linguistic mediator?)
Please write your answer here:
!$-+!
20. How frequently have you carried out cultural mediation tasks during your work as an interpreter in the Israeli-Palestinian conflict? (1 being unfrequently and 5 very frequently.)
Please choose only one of the following:
• 1 • 2 • 3 • 4 • 5
21. Is the work of the interpreter assessed in conflicts in general?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
21.1. Who usually evaluates the work of the interpreter in conflicts in general? (1 being unfrequently and 5 very frequently.)
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '28 [21]' (21. Is the work of the interpreter assessed in conflicts in general?)
Please choose the appropriate response for each item:
1 2 3 4 5 The organizer The user The interpreter himself/herself A colleague Nobody Other
21.1.1. Please specify who
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X6X212SQ006@' at question '29 [21sub1]' (21.1. Who usually evaluates the work of the interpreter in conflicts in general? (1 being unfrequently and 5 very frequently.) (Other))
Please write your answer here:
!$-,!
22. Is the work of the interpreter assessed in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
22.1. Who usually evaluates the work of the interpreter in the Israeli-Palestinian conflict? (1 being unfrequently and 5 very frequently.)
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '31 [22]' (22. Is the work of the interpreter assessed in the Israeli-Palestinian conflict?)
Please choose the appropriate response for each item: 1 2 3 4 5 The organizer The user the interpreter himself/herself A colleague Nobody Other
22.1.1. Please specify who
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was '@331233X6X219SQ006@' at question '32 [22sub1]' (22.1. Who usually evaluates the work of the interpreter in the Israeli-Palestinian conflict? (1 being unfrequently and 5 very frequently.) (Other))
Please write your answer here:
23. Does the interpreter in conflicts usually receive any type of recognition? (1 being never and 5 always.)
Please choose only one of the following:
• 1 • 2 • 3 • 4 • 5
!$$-!
24. Do you consider the role of the interpreter in the Israeli-Palestinian conflict to be useful?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
24.1. Why?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '35 [24]' (24. Do you consider the role of the interpreter in the Israeli-Palestinian conflict to be useful?)
Please write your answer here:
25. Have you signed any confidentiality agreements when working in conflicts?
Please choose only one of the following:
• Yes • No • Depending on the communicative situation
25.1. Please specify which type of communicative situation
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Depending on the communicative situation' at question '37 [25]' (25. Have you signed any confidentiality agreements when working in conflicts?)
Please choose all that apply:
• On the ground • Conversations • Meetings • Negotiations • Other:
26. Do interpreters usually sign confidentiality agreements in the Israely-Palestinian conflicts?
Please choose only one of the following:
• Yes • No • Depending on the communicative situation
!$$$!
26.1. Please specify which type of communicative situation
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Depending on the communicative situation' at question '39 [26]' (26. Do interpreters usually sign confidentiality agreements in the Israely-Palestinian conflicts?)
Please choose all that apply:
• On the ground • Conversations • Meetings • Negotiations • Other:
27. Does the interpreter in conflicts usually work in a team during the conflict?
Please choose only one of the following:
• Yes • No • It depends on the communicative situation 27.1. Please specify which type of communicative situation
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'It depends on the communicative situation' at question '41 [27]' (27. Does the interpreter in conflicts usually work in a team during the conflict?)
Please choose all that apply:
• On the ground • Conversations • Meetings • Negotiations • Other:
28. In which phase of the conflict have you usually worked?
Please choose all that apply:
• Before the conflict • During the conflict • After the conflict • All of the above • Other:
!$$%!
29. In which stage of the conflict have you worked in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Before the conflict • During the conflict • After the conflict • All of the above • Other:
30. Does your role vary depending on the phase of the conflict you work in?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
30.1. Please specify how it varies
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '45 [30]' (30. Does your role vary depending on the phase of the conflict you work in?)
Please write your answer here:
31. Does your role as an interpreter vary depending on the phase of the Israeli-Palestinian conflict in which you work?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
31.1. Please specify how it varies
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '47 [31]' (31. Does your role as an interpreter vary depending on the phase of the Israeli-Palestinian conflict in which you work?)
Please write your answer here:
!$$&!
INTERPRETING IN CONFLICTS. THE ISRAELI-PALESTINIAN CONFLICT
This group of questions is focused on the characteristics inherent in the Israeli-Palestinian conflict itself.
32. How did you get to work in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Because of specific training in conflicts • Through international organizations • Through NGO's • Through recommendation • Because of personal background/close relation with the conflict • Other:
33. In which years have you worked as an interpreter in the Israeli-Palestinian conflict?
Please write your answer here:
34. Was there any particular time in the history of the Israeli-Palestinian conflict when your services were specially required?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
34.1. Please indicate why
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' at question '51 [34]' (34. Was there any particular time in the history of the Israeli-Palestinian conflict when your services were specially required?)
Please write your answer here:
35. in your opinion, which characteristics define the Israeli-Palestinian conflict compared to other conflicts you have worked in as an interpreter?
Please write your answer here:
!$$'!
36. Which adjectives would best describe the situations you had to work in during the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Calm • Stressful • Friendly • Tense • Well-organized • Dangerous • All of the above • None of the above • Other:
37. Which words would best describe your most common reactions during your work in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Fear • Stress • Satisfaction • Comfort • Frustration • All of the above • None of the above • Other:
38. What have you gained during your work as an interpreter in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Self-fulfilment • The acquisition of new professional skills • Valuable professional experience • The opportunity to reconsider your job as an interpreter • Greater knowledge about the conflict • The chance to develop solid critical thinking about the conflict • All of the above • None of the above • Other:
!$$(!
39. Which type of factors would you consider as difficulties when interpreting in the Israeli-Palestinian conflict?
Please choose all that apply:
• Terminology, names, acronyms... • Dialects • Cultural mediation • Knowledge of the conflict • Communicative situation • Environment • All of the above • None of the above • Other:
40. There has been any controversial moment in which you have worked in the Israeli-Palestinian conflict?
Please write your answer here:
41. In which stage do you think that the Israeli-Palestinian conflict is at the moment?
Please choose only one of the following:
• No conflict • Latent conflict • Emergence • Escalation • (Hurting) Stalemate • De-escalation • Settlement/Resolution • Post conflict peacebuilding and reconciliation
42. In your opinion, in which stage of the conflict did the role of the interpreter have more importance?
Please write your answer here:
!$$)!
43. We welcome you to share any personal anecdote from your time working as an interpreter in the Israeli-Palestinian conflict or any other conflict, it will be highly appreciated
Please write your answer here:
INTERPRETING IN CONFLICTS. TRAINING
This last questions are related to training data regarding interpreting in conflicts.
44. Do you consider that the interpreter in conflicts must have specialized training?
Please choose all that apply:
• Yes, in Law • Yes, in Economics • Yes, in Human Rights • Yes, in Diplomacy • All of the above • No • Other:
45. Do you consider that any interpreter could work in conflics?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
45.1. Why?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' or 'No' at question '63 [45]' (45. Do you consider that any interpreter could work in conflics?)
Please write your answer here:
!$$*!
46. Do you consider that current training in learning centres or interpreting schools qualifies interpreters to work in conflicts?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
46.1. Why?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'Yes' or 'No' at question '65 [46]' (46. Do you consider that current training in learning centres or interpreting schools qualifies interpreters to work in conflicts?)
Please write your answer here:
47. Do you consider that interpreting schools should add a module or teach interpreting in conflict zones?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
48. Do you consider that the interpreters who are currently working in conflicts are well prepared or qualified for that work?
Please choose only one of the following:
• Yes • No
48.1. Why?
Only answer this question if the following conditions are met: Answer was 'No' or 'Yes' at question '68 [48]' (48. Do you consider that the interpreters who are currently working in conflicts are well prepared or qualified for that work?)
Please write your answer here:
49. Does the interpreter receive protection when working in conflicts? (1 being never and 5 always.) Please choose only one of the following: •1 •2 •3 •4 •5 50. Do you consider that the protection that the interpreter receives in conflicts is sufficient? Please choose only one of the following: •Yes • No 51. Please specify the degree of acceptance of the interpreter's services in conflicts (1 being very low and 5 very high) Please choose only one of the following: •1 •2 •3 •4 •5 Thank you very much for taking this survey and for contributing with your answers to my research study. I highly appreciate your cooperation. Remember that your answers will remain stricly confidential and that they will not be used with any other purpose that the one specified in the welcome message.Should you require any further information please do not hesitate to contact me at --. Best regards, Submit your survey. Thank you for completing this survey.!