Lascaris. Constantino - La Existencia Del Pecado Segun Quevedo

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    LA EXISTENCIA Y EL PECADO SEGUN QUEVEDOeonstantino Lscaris C.

    "Lo que han de hacer [los lectores] es no tomado ninguno por s [el librodel cual hace la dedicatoria], sino unos por otros; y con esto ellos quedarn por quienson, y mi libro ser bien-quisto de los propios que abrasa y persigue: y porque no meantuvie alguno, tomo por m lo que me toca, que no es poco ni bueno" (1).

    Tal habla Quevedo a sus lectores cuando pone en sus manos una de sus obrasy su cinismo lanza a los cuatro vientos la opinin que de las gentes tiene; y tambinla que de s tiene; y de esta manera, los hombres quedan desnudos a la vista y susperfiles recaban para s el derecho de reconocer lo que son en su interioridad.

    y esta interioridad, que requiere del cinismo para exteriorizarse, no es muyhalagea; Quevedo se confiesa vicioso, pero, eso s, no se confiesa todava pecador.Se re sarcstico de su debilidad viciosa y pretencioso ostenta en mltiples ocasiones susreconditeces ms podridas. Ms tarde, llegar el arrepentimiento, pero no por eso dejade fascinarle el remover sus entraas y airear la carcoma. Es el vicio en cuanto corrupcinorgnica, en lo que tiene de fisiolgico y depravacin; as rezuma en casi todas sus obrasy de ah tambin la perpetua repulsa a ciertos hombres por ciertos vicios, as como larepulsa de la mujer, ser meramente hecho para soportar o excitar la sexualidad del hombre.A Quevedo le gusta desarrollar estos temas encuentra cierto placer morbosoen apostrofarse a s mismo y en denigrarse el cinismo obedece a causas profundas; sucuidado le llevar por una parte a la asctica, pero por otra parte le arroja a la mismapodredumbre y all le deja.

    Pero ha de hacerse una advertencia: el vicio en Quevedo es sano, si pudieraas decirse. Es decir, el vicio corrompe, o constituye, al hombre, pero no es el vicio querepresente degeneracin y prdida de la hombra, aunque estrague al hombre en su propiaesencia. El vicio es aquello que deja al hombre en el mundo, sin sacarle de ste; el vicioes, sin ms, la vida que el hombre lleva en la sociedad, si a todas las prcticas de stase atiene. Tanto a la sociedad aparente, legalizada, como a la que de hecho es, corrompidae hipcrita. Y en estas condiciones, es de apreciar el cinismo de Quevedo, que muy bienpudiera llamarse sinceridad, sin tanta truculencia, pero, la sinceridad, para la sociedad,cuando pasa de unos lmites sociables, se convierte en cinismo. Y contra esto mismoreaccion Quevedo.

    Cuando dice que el vicio de la ingratitud es el mismo hombre, "que es viciosoy vicio" (2), no hace ms que reconocer con valenta lo que tena ante sus ojos. Ascomo se senta palpitante por percibirse con continuo choque y mutacin de la vida y( 1) Discurso de todos los diablos, Chiste a ... , 239. Las referencias de Quevedo son a la

    Ed. de Obras Completas (Madrid, AguiJar, ler. vol., prosa, 1941, y 2do. vol. verso, 1952),simplemente con la cifra de la pgina si se trata del primero, y con una V si del segundo.

    (2) 'Virtud :Mi/itallte. '.gratitud, 1133.

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    40 CONST ANTINO LASCARIS C.la muerte, y palpar a sta en su propio cuerpo, as siente el vicio clavado en su estruc-tura y l, el individuo, es vicio, y al ser vicioso no hace ms que dejarse llevar por loque es; su limitacin ingnita le empuja al vicio y tardar en intentar saltar de ste.

    Quevedo se nos presenta y se hace la apologa basta leerla para comprendersu preocupacin:

    "Don Francisco de Quevedo, hijo de sus obras ... , hombre de bien, nacidopara mal ... , mozo dado al mundo, prestado al diablo y encomendado a la carne ... ,ancho de frente y de conciencia ... , falto de pies y de dicha, rado de capa y devergenza, largo de zancas y de razones, limpio de sangre y de bolsa ... " (3).

    Los defectos morales son aparejados a los orgnicos y su retrato pretende ser-nos repugnante no otro era el efecto buscado por Quevedo, y no sirve argumentar quelo hizo por truco literario, debido a dos motivos: el primero, que si no lo hubiese sentido ens mismo, no hubiera sido capaz de escribirlo,-nadie inventa lo que no vive- y elsegundo, que esta obra no es de las que pudo escribir por compromiso; ms bien tieneel aspecto de un verdadero desahogo.

    y a tanto llega Quevedo que ya supone que los dems hombres son igualmentevicio e igualmente viciosos; basta ver toda su prosa o verso humorsticos. Y adems,el hombre cree que los dems son como l y que se lo han de imaginar segn taldimensin; ms adelante, Quevedo se quejar amargamente de que no puedan dejar depensar as de l. Pero en tanto, se muestra sin recato:

    "Es posible, seora ma, que no se me echaban de ver los fondos de bella-queras y las entretelas de embustes; aquella cara, ms rada que la polilla; aquellosgregescos, ms rotos que la conciencia, y aquel hablar palabras ms livianas quemis cascos?" (4).

    y como tal, cuando habla de la verdadera composicin de estos sus escritos,dice que "Esta es de mis obras la quintademonia, como la quintaesencia" (5).

    Y esta quintademonia es lo que impdicamente muestra, sin reparo en lasreacciones que cause; es ms, lo considera tan propio suyo, como la misma bondaden el hombre. Este, siguiendo la doctrina estoica, en s \leva el germen del bien ydel mal, es el bien y el mal: "ceterum humanorum pectorum propria bona malaquesunt" (6). Pascal llevar al lmite la distincin y sealar en el hombre dos naturalezas,una buena y otra mala (7); lo que en Quevedo son sentencias, en Pascal son naturalezas.

    El despliegue de la parte viciosa del hombre lleva a Quevedo a extremosterribles de descarnada descripcin. Pero no se queda en ella sola; una caractersticadel hombre es que, cuando se da cuenta de que tiene un vicio y de que ste es vicio,entonces el vicio se convierte en pecado (8).

    Es precisamente la entrada del vicio en el mbito de la conciencia lo quehace al hombre pecador. As nace el pecado en el corazn humano, y as se apoderade todo l, lIevndolo a una nueva dimensin de cuidado. la dimensin de la inestabilidadde la vida ante la misma vida. Porque la conciencia del pecado, as lo vivi Quevedo,surge cuando el individuo se siente a s mismo como abandonado a sus instintos procaces,y entonces la lucha brota en su ser, pues siempre lleva encerrada la fuerza misteriosa,el recndito hlito por el que el cuerpo aspira a ser alma, y por el que el hombreaspira a realizarse perfecto.< . 3) Carta a la Rectora r 48.( 4) Carta a una monja , 37.( 5) Discurso de todos los diablos. Delantal del libro, 239.(6) SENECA, De 1ra, 1. 11.(7) BENZECRI, L'esprit humain selo" Pascal (Pars, Alcan, 1939), 14468.(8) V, 472.

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    42 CONSTA TINO LASCARlS C.sin el consennrruento de la voluntad; V que eso, para que sea pecado, no aguarda la .ejecucin, que solo le agrava ms, aunque en esto no hay muchas diferencia. Esto,as visto, y entendido, claro est que cada vez que un pecado de estos se hace, quela voluntad lo consiente y quiere; V, egn su natural, no pudo apetecerle sino debajode razn de algn bien" (18).Clara queda la doctrinal reafirmada por Quevedo, frente a Thrasca, de queno hay que aborrecer al pecador interpreta la opinin de Thrasea de que si hay queaborrecerlo en el sentido de que, como el pecar es tan propio del hombre el que abo-rrece el pecado, aborrece el pecador (19). Por otra parte, reproduce la opinin dePedro Blesense de que de dos maneras se peca con los labios: u omitiendo lo que seha de decir o diciendo lo que se ha de callar (20).

    Uno de los pecados que ms repugnan a Quevedo, por su repercu in en lavida social, es la accePlio persO t1 arum , en cuyo concepto sigue a Santo Toms (21).Destierra toda justicia y causa terribles trastornos (22).

    LA HlPOCRESlAEl pecado es un gran representante; hace falsas figuras y personajes para

    deleitar. Es hijo y padre de la hipocresa, "pues primero para ser pecado es hipcritay es hipcrita luego que es pecado" (23). Apostrofa violentamente a abaylLlrdo, si-guiendo la frase de San Bernardo: 'J otu s ambiguus homo sib i diss imilis, fori Joannes,it ltus :Herodes. Le llama por ello monstruoso Proteo, y prosigue contra lo: hombreshipcritas (24).

    Gran odio les tiene; son los seres que ms repugnan a Quevedo, m acasoque los vicios nefandos. El motivo es trascendente. Todos los pecadores peca 1 contraDios, pero slo los hipcritas pecan contra Dios con Dios y en Dios pues lo tomanpor instrumento para pecar. Por esto, el hipcrita es malo de todas las manera- (25).

    La hipocresa comienza con el mundo y con l acabar y todos los pecadossuelen tener hipocresa ante los hombres y de ella nacen y se alimentan. E ro se de-muestra porque el mal se viste de bien en lo aparente para atraer la voluntad; sta esla ms clara y confirmada hipocresa (26).

    Pero la verdadera entraa de la hipocresa est en pecar y alabar a Dios,lo que es no conocer ni a Dios ni al pecado (27).

    (18) El ~llIIdo por de dentro, 199.(19) Caria de Plinio. 'Nota. 1580.(20) 'Prouidencia de Dios, 1254. P. Blesense, ComPendillm in ' 0 " , e l. Opera Omnia, 421.(21) SlImma Theol09ica, 11, 11, 53 p ro(22) Poltica de Dios, 454 - 55.(23) ~arco Brllto, 742.(24) Consideraciones ... , 1049.(15) El :MllndO ... 199.(26) 7b., 198-99.('rI) Ea Constancia ... ' 0 " , 1194.

    EL PLACER DE PECAREl pecador se siente atrado a consumar a cada momento su pecado. u vida

    es un pecado constante con continuas realizaciones momentneas. Pero ya su degene-racin es tan grande que apetece ms las virtudes que los vicios sta es la exquisitez

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    LA EXISTENOA y EL PECADOdel pecado; ser malo con las virtudes; codiciar ms la honestidad que la hermosura,la novedad del deleite que su espontaneidad (28).

    Ya el pecado, adems de pecado, es estragada enervacin, es degeneracinhumana, que repugna y asquea:

    "Cunto engao de canamo anudadoTiene el golfo! inquiriendo su elementoAl parto delicioso del pecado" (29).

    Este es un tema que, por lo mismo que le hiere, 10 trata Quevedo con fre-cuencia (30), as como otros matices en que el placer del pecado es buscado, por ej.,en el escndalo, la publicidad:

    Slo en t, Lesbia, vemos que ha perdidoEl adulterio la vergenza al cielo ...Mira que tus vecinos afrentados,Dicen que te deleitan los testigosDe tus pecados ms que tus pecados (31).

    EL SUICIDIO

    Dado este concepto de pecado, se llega a la conclusin de que el mayor detodos es el suicidio, que consiste en truncar por propia decisin la existencia individual;mayor desvirtuacin ya no cabe. Sin embargo, para un neosenequista el problema eragrave en l encallaron casi todos los estoicos renacentistas, debido a la general acep-tacin en la Antigedad por los estoicos del suicidio. Sneca da claramente su opinin(32), Y es recogida por Montaigne, que duda, y parece ser que finalmente lo justifica (33).

    El problema de conciliar el estoicismo con el cristianismo llev a casi todoslos pensadores a separarse en este punto del estoicismo originario. Ya San Agustin lorechaz violentamente (34).

    Montaigne slo lo justifica cuando el dolor es grande, lo que le ocasionuna acerba repulsa por parte de Pascal (35).Para Quevedo el suicidio es algo inaudito le repugna tan ntimamente que ya

    no lo considera compatible con el ser hombre. El que es capaz de suicidarse, ha perdidola conciencia de su existencia. Por eso, slo en un caso admite sea posible humana-mente: por miedo a la muerte. Pero este caso es absurdo: "Matarse por no morires ser igualmente necio v cobarde. Es la accin ms infame del entendimiento ... " (36),pues atenta contra lo ms profundo del hombre, contra lo que le afirma en el mundoy le presta personalidad; la existencia individual le es algo tan sagrado, que nadie podratentar contra s mismo.(28) Epicltlo Traducido, V, 796.(29) Soneto: Exclama ... r V, 467.(30) Vid., V, 457.(31) Ed. Fernndez Guerra, n , 22.(32) Ep. 70.(33) COlltullle de 1'7Ie de Cea. ,,,. E ssais, 11, 11I, 11.(34) La Cilldad de Dios, J, XVIIi 1, XIX Y XX y XXVII.(35) PellSits, 11, 63.(36) ~arco IIrlllo, 736.

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    CONST ANTINO LASCARIS C.Cuando Quevedo estudia el estoicismo, habla de la paradoja que muestran

    los escritos de los estoicos famosos; esta paradoja es el suicidio. Y as lo Uama porquele resulta contradictorio que se cause la muerte quien no se deja arrastrar por laFortuna, quien domina todos sus impulsos y se mantiene por encima de todas las vici-situdes. Y para justificarse comienza afirmando que no fue suicidio la muerte deScrates ni la de Sneca, ya que estaban condenados a morir antes de darse la muerte.Por tanto, no se suicidaron, sino que slo eligieron el gnero de muerte.

    Sin embargo, es innegable que Sneca hace la apologa del suicidio; cita suspalabras del De Tra, m, xv, y no calla su lengua en reprobarlo y llamarlo enemigodel gnero humano. Y las stiras de Marcial al que se mata por no morir le sirvende paliativo.

    Pero Quevedo distingue en este punto entre doctrina estoica y doctrina dealgunos estoicos, es decir, niega que el suicidio sea connatural y necesario al estoicismo,ya que Epicteto lo reprob tambin.

    y termina de negar el suicidio pidiendo el agradecimiento de la escuela estoicapor defenderla de este error (37).

    (37) 'Nombre, origefl ... , 9O'l-3.