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MATÍAS MAIELLO LA INTELECTUALIDAD ARGENTINA Entre el nuevo conformismo y la restauración Cuando a fines del año pasado aún no se secaba la tinta de los “recuerdos de un año memorable” de Ricardo Forster y los intelectuales K, el capitalismo entraba en la peor crisis desde los años ‘30. La burbuja inmobiliaria y los innumerables activos financieros se hundían en la realidad de un capitalismo en crisis incapaz de reproducir sus propias relaciones de producción. Desapa- rición de los bancos de inversión, caída de los principales bancos del mundo, salvados temporalmente por millonarios rescates. Sequía crediticia, contrac- ción del mercado, cierre de empresas, quiebras en la industria automotriz norteamericana a pesar de la asistencia estatal, cientos de miles de despidos en los principales países imperialistas y el resto mundo. Junto con esto vimos “2001 argentinos” en Europa del Este e Islandia, rebeliones en Grecia, huelgas y movilizaciones en Francia y sus colonias, entre otras. El capitalismo hacía explícita la irracionalidad de un sistema que cruje por la sobreproducción generando simultáneamente más necesidades insatisfechas. En el terreno nacional el conflicto entre el gobierno y las patronales del campo supo marcar el escenario político mucho más allá de la coyuntura. Mostró la grieta surgida el interior de las clases dominantes ante los síntomas de agotamien- to del ciclo kirchnerista de la mano de los primeros aires de la crisis capitalista. Luego de aferrarse a la teoría del “desacople”, ante la evidencia de los hechos y el desgaste de las variables macroeconómicas que sostuvieron la estabilidad de los últimos años, el gobierno se vio obligado a admitir este escenario de crisis utili- zándolo como fundamento para el adelantamiento de las elecciones legislativas. La intelectualidad argentina no fue ajena a esta disputa. Dividida en torno a la crisis, los republicanos, en sus diferentes variantes, encolumnados detrás del bloque agrario, y los intelectuales K abocados a la defensa del gobierno. Los

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  • MATAS MAIELLO

    LA INTELECTUALIDAD ARGENTINAEntre el nuevo conformismo

    y la restauracin

    Cuando a fines del ao pasado an no se secaba la tinta de los recuerdos deun ao memorable de Ricardo Forster y los intelectuales K, el capitalismoentraba en la peor crisis desde los aos 30. La burbuja inmobiliaria y losinnumerables activos financieros se hundan en la realidad de un capitalismoen crisis incapaz de reproducir sus propias relaciones de produccin. Desapa-ricin de los bancos de inversin, cada de los principales bancos del mundo,salvados temporalmente por millonarios rescates. Sequa crediticia, contrac-cin del mercado, cierre de empresas, quiebras en la industria automotriznorteamericana a pesar de la asistencia estatal, cientos de miles de despidos enlos principales pases imperialistas y el resto mundo. Junto con esto vimos2001 argentinos en Europa del Este e Islandia, rebeliones en Grecia, huelgasy movilizaciones en Francia y sus colonias, entre otras.

    El capitalismo haca explcita la irracionalidad de un sistema que cruje porla sobreproduccin generando simultneamente ms necesidades insatisfechas.

    En el terreno nacional el conflicto entre el gobierno y las patronales del camposupo marcar el escenario poltico mucho ms all de la coyuntura. Mostr lagrieta surgida el interior de las clases dominantes ante los sntomas de agotamien-to del ciclo kirchnerista de la mano de los primeros aires de la crisis capitalista.Luego de aferrarse a la teora del desacople, ante la evidencia de los hechos y eldesgaste de las variables macroeconmicas que sostuvieron la estabilidad de losltimos aos, el gobierno se vio obligado a admitir este escenario de crisis utili-zndolo como fundamento para el adelantamiento de las elecciones legislativas.

    La intelectualidad argentina no fue ajena a esta disputa. Dividida en tornoa la crisis, los republicanos, en sus diferentes variantes, encolumnados detrsdel bloque agrario, y los intelectuales K abocados a la defensa del gobierno. Los

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    unos enarbolando una mezcla de republicanismo berreta con gorilismo senil,los otros mediante un barroquismo adulador de los Kirchner o sosteniendola frmula es lo que hay o algo mucho peor. Unos y otros hermanados en ladefensa de diferentes variantes del conformismo social.

    Mientras tanto, frente al desarrollo de la crisis internacional, la derechizacinde un gobierno recostado incondicionalmente en el PJ, las diferentes variantesde la oposicin sojera, y de conjunto una clase capitalista local, socia menor delimperialismo que se apresta a descargar la crisis sobre las espaldas de los traba-jadores y sectores populares, se hace cada vez ms actual la necesidad de unaalternativa independiente de los trabajadores, como aquella que postulamos enel 2008, junto con ms de 600 intelectuales, docentes y trabajadores de lacultura en la declaracin Ni con el gobierno ni con las patronales del campo.

    HALCONES Y PALOMAS DE LA CULTURA REPUBLICANA

    Entre las muchas postales de la intervencin poltica de los intelectuales quenos leg el 2008, varias de las ms retrgradas las dieron aquellos que podra-mos agrupar como la intelectualidad republicana. Bajo la mxima no hayequidad sin antes orden institucional son los apstoles del Estado abstracto.

    Aprovechando el paraguas del bloque agrario y su ascendente sobre secto-res amplios de las clases medias alzaron su voz para postular a la produccinde soja para la ganadera porcina del Asia oriental como la ms alta expresincontempornea del destino nacional.

    Este heterogneo grupo tiene sus palomas y sus halcones. Entre losprimeros se encuentran aquellos que alguna vez criticaron el contenido socialdel Estado pero luego prefirieron olvidarlo, entre los segundos los que concientesde este contenido prefieren omitirlo en sus discursos para no pasarse de lopolticamente correcto.

    Las palomas republicanas dividen sus simpatas entre un pan-radicalismode la mano de Elisa Carri y el partido social-sojero de Hermes Binner1. Den-tro de este grupo, Beatriz Sarlo, confesaba estoy dispuesta a admitir que lasinstituciones cambian y que quizs los burgueses asociados al capitalismokirchnerista podran gustarme menos que los integrantes de la SRA2 mientrasmarchaba de la mano de la gente bien de Barrio Norte.

    Santiago Kovadloff tambin supo salir al cruce de los crticos del movimientopor considerar que no cuentan con los dispositivos conceptuales necesarios, ter-minan confundiendo a De ngeli con la oligarqua y a la clase media urbana ycampesina con un movimiento conservador3. Esto lo atribuye a que existen trans-formaciones en la estructura del agro que no perciben quienes no ven en este

    1 Entre quienes respaldaron la candidatura a gobernador de este ltimo tenemos, por ejemplo,a Beatriz Sarlo y a Toms Abraham, quien se encuentra al servicio del gobierno de Santa Fe,dedicado al adoctrinamiento de las nuevas camadas de militantes del partido.2 Sarlo, Beatriz, Piquetes y derechos humanos, Perfil, 29/03/08.3 Di Marco, Laura, Encrucijadas de la centroizquierda, en La Nacin, 13/07/08.

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    movimiento su carcter popular4. Un carcter muy popular, que De ngelisintetiz en las consignas en defensa de la rentabilidad y por el lomo a 80 pesos.

    Por otro lado, tenemos a los halcones republicanos por no decir fachos,donde se destacan los sospechosos de siempre agrupados en el Foro delBicentenario, ms afines a las variantes del PRO-peronismo, con clebrescarcamanes, entre otros, Mariano Grondona, Natalio Botana, Marcos Aguinis,a los que se les han sumado nuevas adquisiciones como el filsofo Alejan-dro Rozitchner5, actual funcionario del gobierno de Macri 6.

    Aguinis, sintetiza el espritu del grupo respecto al conflicto con las patro-nales agrarias y el gobierno cuando postula la eliminacin de las retenciones[que] provocara un entusiasmo productivo intenso como medida racional-mente saludable para regenerar la patria7.

    Estos muchachos, como no poda ser de otra manera hoy estn a la cabezade la campaa por la mano dura para criminalizar la pobreza y la juventud,junto a las luminarias de la farndula del estilo Tinelli o Susana Gimnez,fogoneada da y noche por los grandes medios de comunicacin.

    Aprovechando la volada, nos deca Mariano Grondona: La idea errnea delGobierno acerca del papel del Estado frente al delito lo lleva a un doble reduccionismode la doctrina universal de los derechos humanos. Primero, a un reduccionismotemporal porque ms que nada parece importarle lo que aqu pas hace 30aos. Y segundo, a un reduccionismo unilateral en cuanto al castigo que mere-cen los autores de esas violaciones porque, en tanto muchos uniformados deaquellos tiempos estn en crceles como la de Marcos Paz desde hace aos sincondena judicial y en condiciones que a veces ni respetan el arresto domiciliarioal que tienen derecho por sobrepasar los 70 aos, los autores de hechos igual-mente aberrantes del terrorismo subversivo estn libres, indemnizados y ocupanadems posiciones encumbradas dentro del propio Gobierno8.

    4 Kovadloff dice esto, cuando justamente la mayor transformacin de los ltimos aos ha sidola ingerencia creciente del capital financiero en el agro.5 El hijo descarriado del filsofo Len Rozitchner se dedica al dictado de cursos de autoayudapara motivar a la dirigencia empresarial y que actualmente en el gobierno de Macri, su laborconsiste en asesorar a los funcionarios en su estrategia de comunicacin para que sepanocultar el carcter reaccionario del propio plan de gobierno.6 Tambin entre las palomas republicanas asoman las nuevas generaciones, del estilo,Marcos Novaro, que feliz con el novel bloque agrario nos dice que contra lo que algunosvoceros del oficialismo sostienen, estos sectores en fuga hacia la oposicin no tienden aagruparse en posiciones ideolgicamente conservadoras (Novaro, Marcos, Alternativas paraestrategias de coalicin de la centroizquierda, Bs. As., Edicin Fundacin F. Ebert, 2009, p. 9).7 Aguinis, Marcos, Pobre patria ma!, Bs. As., Sudamericana, 2009, p. 139. Una arengaderechista, que ya se ha convertido en best seller, donde este personaje que considera progresista,y por lo tanto, enemigo de la civilizacin a todo aquel que no est por el exterminio del pueblopalestino, luego de sealar que lo acosa la furia, despotrica contra la educacin pblica, losmaestros, clama por la mano dura, la defensa de la propiedad privada frente a cualquier otraconsideracin, etc. Un verdadero compendio del sentido comn de la derecha.8 Grondona, Mariano, La idea errnea que alimenta la inseguridad, La Nacin, 15/03/09.

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    LAS ESPADAS DE GOMA DE LA INTELECTUALIDAD K

    Como coletazo de la crisis mundial, desde aquel darle crdito a la espe-ranza postulado en la cuarta Carta Abierta, los intelectuales K han tenidosu propio credit crunch9. Incapaces de dar una explicacin coherente delretroceso del kirchnerismo y del avance de la derecha en el escenario polti-co, han profundizado su alineamiento con el gobierno abandonando en loshechos su pretendido distanciamiento crtico. Veamos dos ejemplos.

    En qu consiste el combate de los intelectuales K contra la campaa demano dura de la derecha con la que Grondona hace un combo para defen-der a los genocidas de la dictadura? En la defensa de la profundizacin delcambio encarnada por el gobierno. Y en qu consiste la respuesta del go-bierno? En la reincorporacin a la Bonaerense de alrededor de 4.000 hom-bres de bien expulsados por prontuarios varios, que se sumaran a los ms de9.000 muchachos en servicio que vienen de la dictadura, adems de erigir alos intendentes de la Mazorca como eje del bastin electoral kirchnerista.

    Y frente al puntal de la campaa, es decir, a los grandes monopolios capi-talistas de los medios de comunicacin, cul es la bandera de Carta Abier-ta? La defensa del proyecto de Ley de Servicios de Comunicacin Audiovisual.

    En qu consiste la gran democratizacin contenida en dicho proyecto?Habra un 33% de los medios para el Estado, otro 33% para asociacionessin fines de lucro, y un 33% para los privados. Por el lado de los privadosno es casual que Telefnica y Telecom hayan saludado calurosamente el pro-yecto, ya que el proyecto les abre las puertas para acaparar el negocio de losmultimedios. Por su parte, el Grupo Clarn podr seguir manteniendo suemporio meditico con diario y canal de aire al mismo tiempo.

    En segundo lugar, el 33% para el Estado. Segn los intelectuales K estetercio representara la voz democrtica del inters general. Pero es as?Cmo cubrieron los medios oficiales la huelga de los docentes de Santa Cruz,la represin en Mafissa, la desaparicin de Julio Lpez, y ms recientemente lalucha de los trabajadores del Subte por su nuevo sindicato, la desaparicin deLuciano Arruga, etc.? Pues no parecen muy democrticos que digamos.

    Por ltimo, otro 33% se repartira entre asociaciones sin fines de lucro (ONG,fundaciones, sindicatos, etc.), un eufemismo que comprendera a la fundacinNoble (Clarn), Telefnica, Repsol, los arzobispados, etc. Toda gente popular ydemocrtica. Lo que reste ira para el rubro sindicatos. Pero supongamos que elMinisterio de Trabajo se digna a otorgarle personera al nuevo sindicato de lostrabajadores del Subte, quin garantiza los recursos? Porque recordemos que siqueremos tener un canal de televisin o una radio, para llegar a los hogares tenemosque usar la infraestructura (ductos, postes, cables, etc.) que controlan Clarn, Telmex,Telecom, etc. Y canales de televisin para las Universidades, con qu recursos?Con los que ni siquiera alcanzan para pagar dignamente a los docentes?

    9 Sequa crediticia.

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    La conclusin que podemos sacar de todo esto es que mientras que lacultura de derecha se propone la ofensiva, los intelectuales K con su fervorpro-gubernamental no le hacen ni cosquillas. Todo lo contrario. Como deca-mos en un artculo anterior, al embellecer al gobierno, dejando de lado lopeor de lo que hay, lejos de contribuir a frenar avances reaccionarios termi-nan prestndoles, quieran o no, un insustituible servicio10.

    EL OCASO DE UNA INTELECTUALIDAD TRADICIONAL

    En el pasado, tanto los intelectuales K como las palomas republicanassupieron ser parte, de una forma u otra, del Frepaso y la Alianza. Esta felizunidad se quebr, como no poda ser de otra manera, con el catastrficofinal de esta experiencia. La crisis del 2001 los encontr enfrentados en tornoa cul deba ser la forma de reconstitucin del rgimen poltico dominante11.El ascenso de Kirchner signific un triunfo para los nac & pop, hoy CartaAbierta. Las palomas republicanas fueron retrocediendo en pantuflas, en lavolada desapareci la revista Punto de Vista, hasta que la gesta campera lesdio nuevos aires y los llev a compartir un mismo bloque con los halcones.

    Ahora bien, cul es la ubicacin poltico-social de los intelectuales que con-forman estos agrupamientos? Para analizarlo es de gran utilidad comenzar porresponder la pregunta ms general que se planteaba el marxista italiano AntonioGramsci: Son los intelectuales un grupo social autnomo e independiente, obien tiene cada grupo social su categora propia especializada de intelectuales?12.

    A la hora de dar una respuesta Gramsci distingua dos categoras fundamen-tales de intelectuales. Por un lado, aquella que surga orgnicamente de cadagrupo fundamental, y por otro, la de los intelectuales como categora tradicional.

    El intelectual orgnico tiene su origen en que Todo grupo social, comonace en el terreno originario de una funcin esencial en el mundo de la produc-cin econmica, se crea al mismo tiempo y orgnicamente una o ms capas deintelectuales que le dan homogeneidad y conciencia de su propia funcin, noslo en el campo econmico, sino tambin en el social y poltico: el empresariocapitalista crea consigo mismo el tcnico industrial, el cientfico de la econo-ma poltica, el organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho, etc.13.

    Aqu tendramos caracterizados a los intelectuales orgnicos de la burguesa.De los sectores reseados, podemos ubicar aqu a los halcones republicanos.Con esta afirmacin no pretendemos degradar la categora, pero una clasedecadente como la burguesa local no puede aspirar a mucho ms. Como dira

    10 Gutirrez, Gastn y Maiello, Matas, El ser de la intelectualidad K, en Lucha de Clases N 8,junio de 2008.11 Como analizamos en el dossier de la revista Lucha de Clases N 4, noviembre de 2004.12 Gramsci, Antonio, La formacin de los intelectuales, en Los intelectuales y la organizacinde la cultura, Bs. As., Nueva Visin, 2000, p. 9.13 dem.

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    Feinmann es lo que hay. Como arquetipo tenemos a Mariano Grondona, lmismo propietario de campos, fiel intelectual del partido militar-oligrquicodesde su juventud como militante de los Comandos Revolucionarios Civiles,supo adaptarse a sus variantes a lo largo de las dcadas, primero con laFusiladora, despus Ongana, Videla, Menem, su ruta. Alejandro Rozitchnerse esmera por seguir sus pasos.

    La otra categora desarrollada por Gramsci es la de aquellos que llamintelectuales tradicionales con la que analiz a aquellas categoras preexistentesde intelectuales que encuentra cada grupo social esencial, al surgir en lahistoria desde la estructura precedente y como expresin de un desarrollo deesa estructura14. Este concepto lo desarrolla Gramsci, en torno al surgimien-to de la burguesa europea, y en Italia se corresponde con el intelectual rural,cuyo ejemplo ms caracterstico es el clrigo. Respecto a su funcin socialdeca: este tipo de intelectual pone en contacto a la masa campesina con laadministracin estatal o local (abogados, notarios, etc.) y por ello tiene unagran funcin poltico-social, porque la mediacin profesional difcilmentepuede ser separada de la mediacin poltica15.

    Por su origen particular y funcin poltico-social, los intelectuales tradiciona-les se distinguen por la pretensin de conformar un grupo social autnomo eindependiente de las clases fundamentales. Esta categora, entendida en trmi-nos amplios, tiene muchos elementos tiles para el anlisis socio-poltico, tantode los intelectuales de Carta Abierta a pesar de que muchos son directamentefuncionarios, como de las palomas republicanas, y su relacin con determina-das clases sociales.

    En trminos generales, podramos decir que en nuestro caso estamos hablan-do de un tipo de intelectual tradicional surgido de la Universidad de masas y eldesarrollo de la industria cultural que cumple un papel destacado en poner encontacto a un sector de las clases medias urbanas con las instituciones de laeducacin y de la cultura (profesores universitarios titulares de carrerashumansticas, profesionales que ocupan posiciones destacadas en los centrosde investigacin de estas disciplinas, o cargos directivos en las instituciones uni-versitarias y culturales, artistas o literatos destacados en la industria cultural,etc.). Parafraseando a Gramsci, tienen por ello una gran funcin poltico-social.

    En el caso de los principales referentes de los intelectuales K, estn situadosen las grandes ciudades y se dirigen especialmente a un sector de masas de lasclases medias de los aglomerados urbanos, y a algunos sectores de la clasetrabajadora (principalmente entre trabajadores estatales, docentes de todos losniveles, etc.), as como tambin al heterogneo sector social de los estudiantesuniversitarios que comprende en la Argentina a ms de un milln de personas.Un sector social que se destaca por su acceso a la cultura determinado por

    14 Ibdem, p. 10.15 Gramsci, Antonio, Distinta posicin de los intelectuales de tipo urbano y de tipo rural,en op. cit., p. 18.

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    mltiples variables desde la misma educacin, hasta el acceso diferencial a lasinstituciones culturales concentradas en los grandes centros urbanos.

    Con las palomas republicanas, se da un fenmeno novedoso. En sunimo de vincularse con el bloque agrario, se han propuesto influenciar acti-vamente a las clases medias rurales y los sectores burgueses del campo, avan-zando en un tipo intelectual ms ligado an a la definicin clsica dada porGramsci. Entre los ms reconocidos, tenemos los ejemplos de SantiagoKovadloff y Toms Abraham, que hoy han tomado en sus manos la tarea deevangelizar las pampas. Convertidos en una especie de profeta itinerante querecorre los eventos de los ruralistas para que tomen conciencia de su perte-nencia al nuevo sujeto social encarnado en el empresariado telrico capaz deregenerar la civilizacin.

    Hecha esta caracterizacin podemos avanzar en el anlisis de esta nueva divi-sin de la intelectualidad tradicional tal como se mostr abiertamente en el conflic-to de 2008, y se muestra en la coyuntura actual, para indagar sobre su papel polticosocial en esta situacin, y un elemento no menor en el caso de los tradicionales, cules su papel al interior de la Universidad. Comencemos por este ltimo.

    INTELECTUALES Y UNIVERSIDAD

    La Universidad de masas es un fenmeno que se desarroll en nuestro pas enlos ltimos 60 aos. Ha permitido el acceso de amplios sectores de las clasesmedias a la educacin superior dejando afuera sistemticamente a la gran mayorade los hijos de la clase trabajadora, es decir se ha hecho de masas pero reproducien-do estas diferenciaciones sociales. Aunque muy importante desde el punto de vistade la relacin del rgimen con las clases medias, se ha vuelto crecientementedisfuncional desde el punto de vista capitalista, ya que es incapaz de asimilar ensu estructura econmica la gran cantidad de profesionales que se reciben.

    Los halcones republicanos, por el mismo carcter privilegiado de los sec-tores a los cuales se dirigen, no tienen empacho en alinearse abiertamentecon las polticas del Banco Mundial haca la educacin postulando la liquida-cin de la Universidad de masas y su arancelamiento. Argumenta Aguinis:se insiste en que la enseanza universitaria debe ser gratuita. Error. Arguciavil. No es gratuita: Paga la sociedad!16. Una poltica que el ltimo que laquiso llevar adelante fue Lpez Murphy y dur 15 das.

    Ms compleja es la relacin de los sectores tradicionales de la intelectualidadcon la Universidad. La gran mayora de estos comparten posiciones en la Uni-versidad pblica, sin embargo, su actitud y ubicacin actual respecto a la mis-ma es diferente.

    Las palomas republicanas, incapaces de plantear abiertamente laprivatizacin lisa y llana, lo cual significara romper con las clases medias queacceden a la educacin superior, optaron por separarse socialmente de la

    16 Aguinis, Marcos, op. cit., p. 22.

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    Universidad pblica desentendindose de su destino con una actitud escpti-ca frente a su evidente decadencia, a pesar de que en muchos casos siguenformando parte de su plantel de profesores.

    Toms Abraham, docente de la UBA, resume esta actitud cuando, ante lapregunta sobre qu cambios seran necesarios en ella nos dice: La institucinse ha convertido en un fenmeno natural. No necesita ms o menos alumnos,ms o menos profesores, no debe ser paga ni gratuita. La UBA es inmodificable.Si a alguien no le gusta, que funde otra cosa, el EVO o el UBO17.

    Diferente es el caso de Carta Abierta, donde muchos de sus principalesreferentes ocupan cargos destacados en facultades humansticas e institutosrelacionados de la Universidad pblica, su posicin en estas es una de suscaractersticas relevantes siendo que en muchos casos la Universidad oficiacomo plataforma cuando se presentan en la arena poltica esgrimiendo estaposicin con el fin de trasladar su legitimidad al gobierno.

    Por eso a la discusin sobre el proyecto poltico nacional de estos intelectualeses pertinente sumarle preguntas como: cul es el carcter de la institucin quelos legitima?, en qu consiste el papel de estos intelectuales en la institucin?, ycul fue y es la poltica haca la misma del gobierno que ellos defienden?

    Polticamente, en el caso de la Universidad argentina posdictadura, lainstitucin se normaliz dirigida por las camarillas radicales y la FranjaMorada siguiendo el modelo de la Universidad cientificista del 55-66. Fuesustentadora de la recomposicin del Estado a salida de la dictadura; fueoposicin a su majestad bajo el menemismo, combinando silencio cmpli-ce con buenos negocios; y luego admiradora de la Alianza mientras pudo.

    Mediante este derrotero se consolid una estructura de la Universidad ca-racterizada por el desfinanciamiento pblico y el financiamiento privado quetiene su correlato en una creciente imbricacin con los intereses de las grandesempresas y multinacionales; los bajos salarios para la gran mayora de los do-centes, cuando no el trabajo gratis o ad honorem; la degradacin de loscursos de grado en beneficio de las instancias de post-grado aranceladas; etc.

    Bajo los gobiernos de Nstor y Cristina Kirchner, se mantuvo, y en muchossentidos se profundiz, este tipo de estructura universitaria. El kirchnerismo,hasta hoy mantuvo vigente la ley menemista de educacin superior. Losmemoriosos recordarn como Daniel Filmus, ex ministro de educacin e inte-grante de Carta Abierta, present como caballito de batalla para la campaaelectoral de 2007 un proyecto de nueva ley llamado a reemplazar a la LES. Novemos necesario adentrarnos en su contenido, ya que por ahora existe en laforma de no-ser, pero cabe sealar que se organizaron debates, consultas,charlas, etc., luego de la campaa electoral se pospuso el proyecto para 2008para despus patearlo, y hoy nuevamente en la campaa prometen impulsarlo.Resumiendo: se mantiene la ley menemista. Este podra ser un interesanteantecedente para quienes se ilusionan con la ley de medios.

    17 Entrevista a Toms Abraham, en http://socioperiodismo.blogspot.com.

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    No es extrao en este sentido, que siendo docentes universitarios granparte de los intelectuales K, no exista la mayor mencin en las mltiplesCartas Abiertas a la Universidad, ni a la situacin de la educacin pblica, nia las luchas de los docentes de los diferentes niveles educativos.

    Por otro lado, desde el 83, se configur un rgimen universitario con altaconcentracin del gobierno poltico en un sector reducido de profesores titula-res, donde persiste un sector importante que concurs bajo la dictadura, enla UBA los concursos de 1980. Si por un lado bajo el gobierno de Alfonsnmuchos docentes exiliados volvieron a la Universidad (los intelectuales K demayor trayectoria corresponden a este sector), por otro lado lo que menos sedice es que simultneamente fueron legitimados estos concursos de la dictadu-ra sin beneficio de inventario.

    Los intelectuales K tampoco, ni antes ni ahora, cuestionaron esta convi-vencia. No es casual que nunca hayan participado de los movimientos por lademocratizacin del rgimen universitario y que en varios casos se hayanpresentado como sus adversarios.

    Estas cuestiones configuran un problema, que en lenguaje politolgico,podramos denominar de legitimidad de origen de los intelectuales K. Noes menos problemtica la forma prctica en que intentan sobrellevarlo. Si porun lado estos intelectuales se presentan como saltando los muros de la Uni-versidad para intervenir en la poltica nacional, contradictoriamente al inte-rior de la Universidad se presentan exclusivamente como guardianesinmaculados de las tradiciones tericas crticas desdeadas por el conoci-miento burocratizado de una Universidad mercantilista.

    A propsito de la transmisin de conocimiento Ricardo Forster reflexionasobre este punto en el ltimo nmero de Confines: difcilmente los jvenesse entusiasmen con aquellos que se han vuelto burcratas del conocimientoo, en el mejor de los casos, estetas de la superficialidad; ellos saben que algoen el discurso del otro se ha resquebrajado, que una extraa insustancialidadse va posesionando de las palabras desnutridas y vacas, esas que han abando-nado antiguas pasiones travistindose en figuras de una retrica ahuecada18.

    No podemos ms que darle la razn en este punto, sin embargo, frente aluso indebido de la tercera persona, y para decirlo suavemente, le acotara-mos la expresin latina de te fabula narratur!19

    DE VUELTA AL RUEDO

    Retomemos ahora otra de las otras preguntas que nos hacamos ms arri-ba. Cul es el papel, en la situacin poltica actual, de cada uno de lossectores en los que se dividi la intelectualidad tradicional?

    18 Forster, Ricardo, Transmisin, tradicin: entre el equvoco y la incomodidad, en revistaConfines N 23/24, marzo de 2009.19 Sobre ti se narra esta historia.

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    La politizacin de los intelectuales que se dio el ao pasado constituy unfenmeno poltico novedoso; se agrup la intelectualidad K en Carta Abiertay los sectores republicanos recibieron un nuevo impulso vital.

    Para ambos signific un renovado salto, luego del fracaso de la Alianza, en loque Gramsci denominaba la asimilacin de las categoras tradicionales de intelec-tuales por las clases fundamentales, en este caso, por diferentes sectores de laburguesa que en pases como el nuestro caminan de la mano con el imperialismo.

    Carta Abierta detrs del gobierno, a la espera de una burguesa industrialque defienda el inters nacional, algo tan improbable histricamente como lapaz perpetua de Kant, y ms en un pas donde dos tercios de la cpulaempresaria es extranjera. Los republicanos encolumnndose con el nuevobloque social que surgi entre los diferentes sectores de la burguesa agrariay un parte importante de las clases medias rurales y urbanas.

    Las primeras expresiones de la crisis capitalista trajeron consigo el princi-pio del fin del ciclo virtuoso de la economa mundial que permiti el creci-miento de los ltimos aos en nuestro pas, y con l una serie de realineamientosde fracciones de clase. Entre ellos, el ms virulento, el de la burguesa agraria que fue uno de los grandes beneficiarios del ciclo econmico bajo el gobiernode Nstor Kirchner y junto con ste el de amplios sectores de las clases me-dias rurales y urbanas, encabezadas por las primeras que en muchos casoshaban sido base electoral de Cristina Kirchner en el 2005.

    El agrupamiento de los intelectuales K surge como intento de contener el proce-so de prdida de hegemona del gobierno entre las clases medias. Sus esfuerzos sedirigieron, ms precisamente, a mantener la influencia sobre el sector ms afn aaspectos de la retrica gubernamental como la redistribucin de la riqueza, lanueva poltica, o su discurso en torno a los derechos humanos, polarizando con elgiro irreversible de las clases medias rurales y de parte importante de las clasesmedias de las ciudades, especialmente sus sectores ms acomodados.

    En esta cruzada los conceptos principales esgrimidos fueron, la nuevaderecha, que sera totalmente ajena el gobierno, as como el argumento delclima destituyente basado en el sbito brote de gorilismo.

    A la inversa, los republicanos respaldados por la mayora de los grandesmedios de comunicacin y entusiasmados con el pasaje a la accin directade los chacrers se dedicaron a dar homogeneidad y consciencia a su nuevosujeto agrario, embelleciendo a la Sociedad Rural, para sostener la unidaddel bloque contra el ataque a la propiedad privada y a las reglas de juego,erigiendo al burgus agrario y al campo como fundamento ltimo de lariqueza y el progreso social en la Argentina.

    As, los dos sectores de la intelectualidad tradicional pasaron a cumplir fun-ciones directamente vinculadas con las categoras orgnicas de intelectuales.

    Del lado K se pretendi la identificacin de la defensa del gobierno con la delEstado burgus y su rgimen como si la burguesa agraria no los separase. Del otrolado, se pretendi, va De ngeli, transformar a la vieja oligarqua devenida bur-

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    guesa agraria, en pintorescos productores avasallados por el Estado. Desde ambossectores se postulaba una cuestionable y tajante diferenciacin entre estos sectoresburgueses y el gobierno bajo el cual haban gozado de fabulosas ganancias.

    Sin embargo, desde aquel entonces el kirchnerismo ha continuado su retro-ceso al calor de la crisis. A la ruptura de la burguesa agraria le sigui el distan-ciamiento del gobierno de la mayora de los sectores burgueses significativosde la Argentina, que le exige que ataque ms directamente a la nica base socialque le queda, principalmente sectores de los trabajadores, cuya mediacin msdirecta con el Estado es a travs de la burocracia sindical de la CGT y la CTA.

    El adelantamiento de las elecciones fue un sinceramiento por parte del go-bierno de la incapacidad de mantener en el tiempo esta base social entre lostrabajadores y sectores populares que con la crisis ven peligrar su trabajo ycondiciones de vida, con sectores que comienzan a desbordarlo por izquierdaen la lucha por el empleo y el salario, como el caso de docentes o de los sectoresobreros que muestran el inicio de la resistencia a nivel de fbrica o empresa,donde crece la dificultad de las direcciones burocrticas para contener.

    Este sinceramiento tambin consisti en reconocer la creciente dificultadde contener a los sectores minoritarios de las clases medias urbanas que anteel agotamiento del ciclo kirchnerista ven como siguen incumplidas las pro-mesas de redistribucin de la riqueza y la nueva poltica, con unkirchnerismo impotente ante la crisis y abrazado al PJ, y hasta hace poco losAldo Rico, los Saadi y los Barrionuevo.

    Por otro lado, los sectores mayoritarios de las clases medias urbanas y rura-les vienen experimentando un corrimiento a la derecha, al que colaboraronhumildemente las palomas republicanas, que se expres en el apoyo a larevuelta campestre por el lomo a ochenta pesos. Hoy este giro se expresa enlas demandas de mano dura impulsadas por la campaa de los grandes me-dios y la farndula que Grondona, Aguinis, y ca. saludan con entusiasmo.

    Es decir, mientras los intelectuales K, como expresan en su ltima CartaAbierta, ven su destino cada vez ms solitaria e indisolublemente ligado al gobier-no. Las palomas en su afn republicano han quedado en codo a codo con laderecha ms rancia, algunos, desde ya se deben sentir ms cmodos que otros.

    LOS RESTAURADORES DE AYER Y DE HOY

    En este marco los intelectuales K plantean en la Carta Abierta V unainterpretacin de la actual disputa como un escenario poltico bajo el esque-ma restauracin o profundizacin del cambio. Y frente a la restauracinnos llaman la atencin sobre la decisiva importancia que adquiere no sola-mente la defensa de la legitimidad democrtica sino, ms hondo y grave, deldecisivo entrelazamiento de un proyecto popular con el destino del gobierno20.

    20 Restauracin conservadora o profundizacin del cambio. Carta Abierta V, Pgina/12,31/03/09.

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    Sin embargo, antes de preguntarnos cmo combatir la restauracin tenemosque preguntarnos de qu restauracin estamos hablando.

    Las jornadas de diciembre de 2001 representaron un punto de quiebre enel derrotero del rgimen poltico post-dictatorial de nuestro pas. Por prime-ra vez, un presidente surgido en elecciones, es decir, mediante el mecanismopor excelencia esgrimido por el rgimen para la participacin del conjuntode ciudadanos que no delibera ni gobierna sino a travs de sus representan-tes, es destituido por la movilizacin popular. Consecuencia de esto fue ladeslegitimacin de la figura presidencial, eje poltico del gobierno, as comode la casta poltica dirigente, el sistema de partidos, y la Corte Suprema.

    Sin embargo, las movilizaciones no llegaron a producir una alternativa ala altura de las circunstancias. El repudio a la casta poltica, sin ningn con-tenido de clase se transform en una impugnacin de la poltica en s misma,lo que dej las manos libres al rgimen para ensayar su restauracin a laprimera oportunidad. sta lleg de la mano del repunte econmico interna-cional que sent las bases para ms de un lustro de crecimiento econmico atasas chinas (de la China de antes) en nuestro pas.

    Con las Fuerzas Armadas desprestigiadas por el genocidio, las piedraspara la recomposicin estatal fueron, esencialmente, el poder legislativo, loque quedaba del PJ, especialmente la burocracia sindical peronista, y el Eje-cutivo reducido a una junta de gobernadores e intendentes dirigidos porDuhalde. Luego de descargar lo peor de las crisis en los trabajadores y elpueblo pobre, intent forzar un cambio mayor en la relacin de fuerzas con-quistada por las masas en el 2001 con la represin y los asesinatos en elPuente Pueyrredn, pero slo lo logr parcialmente. La restauracin quehaba comenzado tuvo que continuar por otros medios. La generalizacin delos planes sociales, el adelanto de las elecciones, y la bsqueda de un candida-to que no haya estado en el centro del ajetreo, fueron las nuevas consignas.

    As llega al gobierno Nstor Kirchner. Mediante un nuevo discurso pol-tico que inclua la promesa de redistribucin de la riqueza, la apelacin a lademanda sentida de la justicia frente al genocidio de la dictadura, y unapromesa de nueva poltica. De esta forma Kirchner logr recomponer lafigura presidencial. Mediante el recambio del personal de la Corte Supremalogr tapar la podredumbre del poder judicial. Este tipo de medidas, acom-paadas por el crecimiento econmico, fueron el paraguas para reciclar enmasa, bajo su sombra, al odiado personal poltico.

    La poltica haba vuelto de las calles al palacio. Sin embargo, este procesoqued incompleto. No por no haber profundizado la redistribucin de la rique-za como dicen sus apologistas, sino porque no logr un objetivo fundamental:recomponer el rgimen de los partidos. Hoy, frente a la crisis, esto es causa de losmayores dolores de cabeza tanto de progresistas como de conservadores.

    Ahora bien, en qu consiste la nueva restauracin sobre la que nos lla-man la atencin los intelectuales K? Consiste en desandar este camino e

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    instaurar un neomenemismo? Parece muy difcil sin derrotas importantes delos trabajadores en la lucha de clases. La burguesa es bien conciente de losriesgos implcitos en esta situacin.

    Entonces, en qu consiste la nueva restauracin que pretenden las clasesdominantes hoy? Muy probablemente, en utilizar la relegitimacin de las ins-tituciones del rgimen lograda por Kirchner, incluido el PJ del cual es presi-dente y a la burocracia sindical peronista, para encarar, con o sin los K, lastareas antipopulares, en todos los sentidos del trmino, que implica descar-gar la crisis actual sobre los trabajadores y el pueblo pobre.

    La crisis aceler los ritmos. Pas el tiempo de los proyectos trasversales. ElPJ reorganizado por Kirchner tiene que deshacerse del doble discurso y pasar alfrente. A su vez, para afrontar la crisis sin un sistema de partidos recompuesto,cuestin por ahora lejana, hasta los conservadores saben que tendrn que con-tar la anuencia de aquello que Ferdinand Lassalle llamaba poderes organiza-dos21, entre los cuales los sindicatos ocupan las primeras posiciones en laArgentina actual, y por lo tanto la burocracia sindical es un punto de apoyoinsustituible para impedir que adopten un curso independiente ante la crisis.Mientras tanto, Lezcano se sube al palco del 30 de abril en su doble faceta dedirigente sindical y empresario, y Moyano enumera los logros del gobiernomientras hace lobby para quedarse con el Ministerio de Salud.

    Por otro lado, ya no se puede esperar a que el gobierno K termine deseparar a los buenos de los malos en las fuerzas de seguridad a travs de losjuicios a las figuras emblemticas del genocidio para relegitimar a las fuerzasrepresivas. Por eso el papel ms profundo de la campaa por la inseguridad esser puntal preparatorio para legitimar el accionar represivo del Estado.

    La crisis termin con los proyectos de mediano plazo. Sobre estas cuestionesversa la fanfarrea de la restauracin conservadora. Nada ms ni nada menosque en profundizar la restauracin comenzada por Duhalde y continuada porKirchner pero en nuevos trminos. Por eso aunque los K asuman o no la respon-sabilidad de una fuerte devaluacin del peso para repetir la redistribucin delingreso de 2002, de una forma u otra, el tiempo kirchnerista propiamente dichoest terminado. De lo que se trata es de una transicin. Como muestran loshechos menos coyunturales, la profundizacin del cambio y la restauracinconservadora son dos trminos que tienden a converger.

    En este marco, el planteo de los intelectuales K aparece tan realista comola gauchocracia comunitaria de Astrada pero invertida, cuando Scioli est enla pole position para la sucesin de Cristina con el apoyo K. Codo a codo conel ex-presidente en las candidaturas a diputados, se perfila como el candidatoque puede permitir aglutinar al interior del peronismo a los sectores anti-Kmanteniendo al kirchnerismo como un ala, y sostener la hegemona del par-tido de la produccin logrando un mayor dilogo con los agrarios.

    21 Lassalle, Ferdinand, Qu es una constitucin?, Barcelona, Ariel, 1984.

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    Este es el lder que va a enfrentar a la restauracin conservadora y profun-dizar el cambio? Pareciera que para el gobierno popular lo es. Lindo espect-culo daran los intelectuales K defendiendo los intereses populares contra lavuelta de los 90 de la mano del gobierno de un menemista de primera hora.

    Sin embargo, esta no sera la peor variante para estos pobres hombres, yaque el segundo como no poda ser de otra manera en la lista de posiblescandidatos de un PJ reunificado es el Lole Reutemann, un fiel representantede la patria sojera. Qu haran los intelectuales K si el Lole, menemista ysojero de pura cepa, llega al gobierno en arreglo con el gobierno popular?

    Y las palomas republicanas? Qu haran estos desventurados pajarillos si elcampo llega al poder de la mano de un peronista y se les empioja su nuevo sujetoagrario? Seguramente se queden pedaleando entre radicales, lilitos, y sus satlitescomo el Partido Social-sojero. Pero, quin dice, por una de esas casualidades losintelectuales K y las palomas republicanas no vuelven a acercarse como en las viejaspocas para colaborar con alguna Alianza senil hermanndose en la decepcin, y talvez Sarlo y Gonzlez puedan caminar nuevamente tomados de la mano.

    RESTAURACIN Y NUEVO CONFORMISMO

    Estos senderos que se unen y se bifurcan, que parecen ir en una direccin yterminan en el mismo lugar donde empezaron pero con algunos aos encima, noparecen, ni sorprendentes, ni novedosos, ni mucho menos inexplicables. Desdehace casi 40 aos, los referentes ms veteranos de esta intelectualidad tradicionalhan jurado defender el conformismo social. En las disputas actuales, no son, nipueden ser, ms que los defensores de dos variantes de este conformismo.

    Antonio Gramsci, analizando los clamores por readecuar la poltica es-tatal y econmica en los aos 30, deca: Sobre el conformismo social espreciso hacer notar que la cuestin no es nueva y que la alarma lanzada porciertos intelectuales es simplemente cmica. El conformismo ha existidosiempre: se trata hoy de lucha entre dos conformismos, es decir, de unalucha de hegemona, de una crisis de la sociedad civil. Los viejos dirigentesintelectuales y morales de la sociedad sienten que les falta el terreno bajolos pies [] la particular forma de civilizacin, de cultura, de moralidadque ellos representaron se descompone, gritan la muerte de toda civiliza-cin, cultura y moralidad y exigen medidas represivas del Estado []. Porotro lado, los representantes del nuevo orden en gestacin, difunden uto-pas y planes descabellados. [] El desarrollo de las fuerzas econmicassobre nuevas bases y la instauracin progresiva de la nueva estructura sa-nearn las contradicciones que sin duda aparecern y habiendo creado unnuevo conformismo desde abajo, permitirn nuevas posibilidades deautodisciplina, es decir, de libertad tambin individual22.

    22 Gramsci, Antonio, El hombre individuo y el hombre masa, en Notas sobre Maquiavelo, Bs.As., Nueva Visin, 1998, p. 180.

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    Sin embargo, en nuestro caso la analoga corresponde al pasado. En elcaso de los intelectuales K, ya no son los representantes de un nuevo ordenen gestacin como podramos decir si nos remontsemos al 24 de marzo de2005, sino que son los representantes de aquel nuevo orden en declinacin.El nuevo conformismo, en lo que tiene de nuevo en contraposicin alconformismo de los 90, es la defensa de la restauracin post-2001.

    Por eso como antagonistas de los conservadores nunca pasan de ser testi-moniales. Soando con un tercer partido, primero revistaron en las huestesdel Frepaso y la Alianza que encumbr a un conservador de pura cepa comoDe la Ra. Ahora, persiguiendo un peronismo de centroizquierda, termina-ron codo a codo con Scioli y la Mazorca del conurbano.

    El problema es que la idea misma de la subordinacin de los trabajadoresa un Estado neutral capaz de ser sujeto poltico de tareas nacionales, ade-ms de estar opuesta por el vrtice a la hegemona de los trabajadores sobreel resto de las clases oprimidas, es un desvaro, ms en un pas subordinadoal imperialismo como Argentina. A no ser que pensemos como el discpulodel colorado Ramos, Laclau, que la hegemona es un problema discursivoque versa sobre la existencia de un significante vaco capaz de articularmltiples demandas, desvinculndolas progresivamente de sus contenidos par-ticulares por fuera del contenido de clase de la dominacin.

    Por eso la nica alternativa no-testimonial frente al partido productivo(Duhalde dixit) y el bloque agrario, ambos enganchados con el imperialismo,mal que les pese, pasa por un partido de la clase trabajadora surgido de laruptura con el peronismo, que hoy incluye la lucha por la recuperacin de lossindicatos de las manos de burocracia sindical peronista que tanta ternura ledespierta a Horacio Gonzlez.

    Slo un partido de estas caractersticas sera capaz de unir a los trabajadores dela ciudad y el campo, a los campesinos empobrecidos, a los estudiantes. Paraenfrentar a la oligarqua, en vez de llamar construir consensos, fortalecer la mesade dilogo al estilo Scioli, podra proponerse la nacionalizacin de la gran propie-dad agraria, de las grandes exportadoras y de los puertos privados y privatizados.

    En cuanto a la liberacin nacional, en vez de esgrimir el concepto de libe-racin de los intelectuales K, que tiene ms que ver con el deudor que le pagaal acreedor, como supieron argumentar con motivo del pago de 10 mil millonesde dlares al FMI, podra imponer el no pago de la deuda externa, la naciona-lizacin sin pago de todas las privatizadas bajo control de los trabajadores.

    En vez de blanquear capitales, para evitar la fuga de capitales y el girode ganancias al exterior de bancos y empresas, podra nacionalizar la banca yel comercio exterior bajo administracin de los trabajadores.

    Frente a la crisis mundial y el proyecto de la burguesa de restaurar lasganancias a costa de las necesidades de las grandes mayoras, en vez de lapoltica de jubilaciones anticipadas de Scioli, o de subsidios a las patronalesque embolsan cuantiosas ganancias, o el acuerdo de postergacin de las paritarias

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    de Moyano y los K mientras se suceden los despidos; en vez de esto, podraplantear el reparto de las horas de trabajo sin rebaja salarial como sostienen lostrabajadores de Iveco en Crdoba, la prohibicin efectiva de los despidos comoimpusieron con su lucha los trabajadores de Pilkington, etc.

    Pero todo esto parece superar la capacidad crtica de nuestros intelectuales K,que como admite el director de la Biblioteca Nacional, hoy se encuentran abocadosa la tarea de mostrar que estamos ante lo mejor dentro del lmite de coaccionesque ofrece la historia23. As que aqu los dejamos entregados a la Providencia.

    ***

    Este comienzo de fin de ciclo que estamos viviendo a nivel mundial y locallleva consigo el ocaso de esta intelectualidad tradicional que como gran leccinde los aos 70 sac la necesidad de abrazarse al conformismo social en susdiferentes variantes.

    Frente a ella comienza a perfilarse, an en forma inicial, una nuevaintelectualidad, como se expres durante el conflicto del 2008, en la declara-cin ni con el gobierno ni con las entidades patronales del campo, dondems de 600 docentes, investigadores, y trabajadores de la cultura se pronuncia-ron por una alternativa independiente del bloque agrario y el gubernamentalpara sealar la necesidad de una salida distinta a la que ofrecen los sectorespatronales en disputa y sus representantes en el gobierno nacional y en losgobierno provinciales, es decir, una salida socialista y de la clase trabajadora24.

    Quienes hacemos la revista Lucha de Clases, vemos que hoy esta perspectivase hace cada vez ms necesaria, as como tambin el debate de las ideas delmarxismo, que frente a quienes se cansaron de enterrarlo, hoy despiertan unrenovado inters ante la conmocin ideolgica producto de la crisis mundialcapitalista. Con este objetivo es que el ao pasado realizamos las jornadas Mar-xismo 2008, en el que decenas de intelectuales debatieron sobre la crisis mundialy la actualidad del Marx, un evento del que participaron ms de 1.700 personas.

    Es el mismo fin que orienta nuestra actividad desde hace ms de 4 aos cuandofundamos el Instituto del Pensamiento Socialista Karl Marx como un espacioabierto a docentes, investigadores e intelectuales que coinciden con este objetivo.

    Porque a la inversa del viejo conformismo, hincado ante las coaccionesque ofrece la historia aspiramos al surgimiento de una nueva intelectualidadque tenga la capacidad y la valenta de combatir el sentido comn dominanteen todas sus formas, y proponerse junto a la clase trabajadora terminar con labarbarie de una sociedad basada en la explotacin del hombre por el hombre.

    23 Gonzlez, Horacio, Respuesta, en http://derekdice.blogspot.com.24 Declaracin Ni con el gobierno ni con las entidades patronales del campo. Firmas ytexto en http://niknicampo.blogspot.com.