La crisis del medio ambiente: biology as a weapon

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Capitulo 5: La Crisis del medio ambiente. The Ann Arbor Science for the People. Biology as Social Weapon. Traducción de C. López-Fanjul de Arguelles, Madrid: Editorial Alhambra, 1982. p. 201-231.

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  • Capitulo 5: La Crisis del medio ambiente. The Ann Arbor Science for the People. Biology as Social Weapon.

    Traduccin de C. Lpez-Fanjul de Arguelles, Madrid: Editorial Alhambra, 1982. p. 201-231.

  • 5 200 AGRESION ~

    Health Assembly and to the United Nations, Ginebra, World Health Organization, 1974.

    7. TURNER, J. S.: The chemical feast, Nueva York, Grossman, 1970.

    8.. U. S. National Institutes of Health: Atlas of cancer 7110rtality . for U: S. citizens: 1950-1969, U. S. Department of Health,

    Education, and Welfare, publicacin nm. NIH 75-780, Washington, D.C., U. S. Government Printing Office, 1975.

    9. FUCHS, V. R.: Who shall live: Health economics and social choice, Nueva York, Basic Books, 1974.

    10. National Center for Health Statistics: Vital and heallh statislics, serie 7, nm. 2, Washington, D.C., U. S. Department of Health, Education, and Welfare, 1974.

    11. RIBICOFF, A.: The American medical machtne, Nueva York, Saturday Review Press, 1973.

    12. WILLIAlv!S, L. P.: HOlv fO avoid unnecessary surgery, Nueva York, Paperback Library, 1972.

    13. COMMONER, B.: How poverty breeds overpopulation (and not the other way around), Rampar/s, 13: 21-25, 58-59, 1975.

    LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE

    Los ltimos aos de la dcada de los sesenta fueron testigos de la aparicin del movimiento ecolgico como fuerza poltica de consideracin. El reconocimiento de la existencia de una polucin creciente, del derroche de los recursos y del empeoramiento de la calidad de vida hizo que las personas reclamaran un nuevo tipo de relacin con la Naturaleza .. Uno de los catalizadores de este movimiento de opinin fue la obra de PAUL E HRLICE titulada La Explosin de la Poblacin (1). EHRLICH. mantiene que la causa fundamental de la crisis actual del medio ambiente' es el aumento de la poblacin mundial, y pide un esfuerzo general para -reducir las tasas de crecimiento, bien voluntariamente, si ello fuera posible, u obligatoriamente, si se considerara necesario.

    GARRETT HARDIN ha ampliado esta filosofa al sugerir que .no deberjamos suministrar alimentos a aquellos pases que continen manteniendo tasas ele nacimiento elevadas, con1 objeto de inclinarlos a limitar su capacidad reproductiva (2). HARDIN sostiene que debemos concebir al mundo como un

    li bote salvavidas cuya capacidad no es suficiente para todos los nufragos, de manera que algunos de ellos deben ahogarse para que otros se salven.

    Estas consideraciones sobre la destruccin del medio ambiente, como resultado del comportamiento reproductivo humano y del consiguiente crecimiento exponencial de las poblaciones, gozan de gran aceptacin en nuestra sociedad actual, y han sido consolidadas por los resultados de los modelos de computador analizados en Los Lmites al Crecimiento, obra en la que el mundo se concibe como un gran sistema cuyo funcionamiento es susceptible de representacin matemtica (3). El modelo de Los Lmites al Crecimiento BIOLOGIA . 14 201

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    predeca la catstrofe universal a menos de que se restringiera estrictamente el crecimiento, sugiriendo la necesidad de una planificacin a escala mundial para la salvac.in de nuestro planeta.

    Todos estos enfoques consideran que el problema bsico es el del crecimiento y desarrollo de las poblaciones humanas en una Tierra finita, argumentando que, en ltimo trmino, la especie humana debe ser limitada mediante fuerzas idnticas a las que controlan a las especies animales. De la misma manera que observarnos, en condiciones naturales, a las especies animales competir por unos recursos escasos, tambin nosotros estarnos destinados a sufrir crisis ms y ms agudas a medida que la poblacin crece y los recursos disminuyen. La analoga entre poblaciones humanas y animales es c

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    Este enfoque se repite una y otra vez; por una parte, el ambientalista dice que debemos cesar depolucionar, mientras -que el industrial, por la suya, mantiene que si esto se llevara acabo significara la bancarrota; lo triste es que ambos parecen tener razn. . Entrar aqu en detalles sobre la magnitud de nuestros

    actuales problemas ecolgicos sera superfluo; tales problem~s estn siendo plenamente analizados en la prensa y su progresin diaria puede observarse en las noticias de cada tarde. Nadie negara que cada una de las ciudades importantes de los Estados Unidos sufren de seria polucin atmosfrica, que muchos de los principales ros estn contaminados y que la mayora de la poblacin mundial est insuficientemente alimentada; es evidente que nuestros problemas ecolgicos son muy serios .

    .Sin embargo, tambin percibimos los inquietantes conflictos que acompaan a todas y cada una de las crisis ecolgicas. En muchas ciudades importantes, la polucin atmosfrica alcanza cotas peligrosas, pero la industria automovilsticacaciquea para retrasar la aplicacin de la legislacin referente a controles de emisin. La gente muere de hambre en Latinoarnrica al mismo tiempo que el secretario de Agricultura subraya que los alimentos son parte de -nuestro paquetede negociacin (3, pg. 279). Parece inherebte a todo problema ecolgico el ir acompaado de un algo estructural que lo convierte en insoluble, al menos a corto plazo. Es, en "verdad, Ull situacin irnica el que libertad signifique, para la mujer y el hombre medios, libertad de escoger entre la ruina ecolgica o la econmica, entre la muerte por envenenamiento o por hambre. El pueblo querr entender la causa de" esta c'ontradiccin que tan directamente afecta a sus vidas.

    Sin embargo, en el momento en que se hizo evidente la naturaleza paradjica de la risis ambental, ya e$,tab slida"me"nte iricrustada en la conciencia ptiblica una posible causa de esa fundamental contradiccin; el problema bsico se conceba en trminos de de111.asiada gente. Si no hubiera tanta gente en Latinoamrica, los latinoamericanos tendran suficientes alimentos; si no hubiera tanta gente en los Estados Unidos, no habra ese monstruoso nmero de automviles. Cada problema ecolgico y ambiental podra ligarse virtualmente, y de hecho lo fue, al espectro de demasiada gente.

    DETERMINISMO ECOLOGICO

    . "A medida .que el problema poblacional fue ocupando el lugar central del movimiento ecolgico, se fueron ocultando baj el tapete un gran nmero de importantes factores. . Muchos ele stos estn comenzando a reaparecer, pero, en la opinin de muchos, el problem1. poblacional es an un factor causal importante en la generacin de paradojas ecolgicas del tipo de las citadas a.nter.iormen\e:

    A partir de la aparente aceptacin universal de los argumentos simplistas del tipo bomba poblacional, ocurrida en los ltimos aos sesenta, prece que han aparecido dos anlisis algo ms complejos, que denominar anlisis reaccionario y anlisis liberal.

    El ANALISIS REACCIONARIO

    Esta lnea de pensamiento tiene probablemente su origen ms prximo en el libro de los PADDOCK titulado Hambre1975 (4), en el que se sugiere la aplicacin a pases del sistema de triage, por el que se rigen las decisiones sanitarias en el frente de batalla. En el sistema de triage se considera que los heridos de guerra pertenecen a tres categoras diferentes: los que sobreviviran con o sin atencin mdica, los que es probable que mueran incluso con atencin mdica y los que es probable que sobrevivan solamente si se les presta atencin mdica; los recursos se concentran en la salvacin de aquellos que per1enecen a la ltima categora citada. Siguiendo este smil, los PADDOCK sugieren que la ayuda alimenticia debe sminis~rarse nicamente a aquellos pases que presenten ciertas posibilidades de poder solucionar el vaCo alimentos-personas. En estos planes se negara ayuda' a aquellos otros pases considerados como casos perdidos por la magnitud de su explosin demogrfica.

    Este concepto nos conduce de manera natural a la posicin recientemente adont:oda, v m25 cuidadosamente elaborada, por GARRETT HARDIi\!. El an:lisis de HARDIN es, de hecho, ms complejo y siniestro de lo que Zldmiten muchos de sus detractores. y s~ desarrolla :o ]0 lZlrgo ele dos lneas relacionadas. l.a primera de ellas es la de la tica del hote salva

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    vidas, que HARDIN ha expuesto en BioScience (5, pg. 561) como sigue:

    Cada naClOn rica equivale, metafricamente hablando, a un bote salvavidas tripulado por gentes relativamente. acomodadas, mientras que los pobres del mundo se encuentran embarcados en otras lmichas mucho ms abarrotadas. Por as decirlo, los pobres caen continuamente de sus embar caciones al agua y, durante un cierto tiempo, nadan en la esper'nza de ser salvados por un bote rico y de beneficiarse as de los bienes que este ltimo transporta a bordo. Qu deben hacer los pasajeros de una embarcacin rica?; ste es el problema central de ,da tica del bote salvavidas.

    La segunda teora es la de lo~ guardianes de la civilizacin (6, pg. 1297):

    Es imprbable que l civilizacin y la dignidad humana sobrevivan en cualquier parte, pero es mejor que esto ocurra en alguna en vez de que desaparezcan de todas. Las minoras afortlmadas deben actuar como depositarios de una civilizacin amenazada por las buenas intenciones de los ignorantes.

    Este doble anlisis se apoya en tres SUpOSICIOnes implcitas: la primera consiste en que la poblacin mundial, por su excesiva magnitud, est abocada l. una situacin de recursos escasos; la segunda reside en que la distribucin de recursos en embarcaciones ricas y pobres es inevitable; la tercera mantiene que .las clases privilegiadas son necesarias para poder legar una vida mejor (o como mnimo aceptable) a las generaciones futuras.

    El conjunto formado por el anlisis de HARDIN (el modelo del bote salvavidas unido a la teora de los depositarios de ia civilizacin) y sus tres supuestos (el aumento de la poblacin ocasiona escasez, la estructura de clases es inevitable y deseable) conduce a la conclusin de que es nuestro deber moral para con las generaciones venideras el negar recursos a aquellos CJue en la actualidad no tienen lo suficiente para sobrevivir; si no lo hacemos as, seguirn produciendo nios y, por tanto, harn an ms desesperada una situacin ya crtica. En palabras del N atioila[ Observer, la consecuencia de la tica del bote salvavidas propuesta por HARDIN es de-

    DETERMINIS/v',O ECOLOGICO

    jmoslos morir de hambre, entendiendo por ellos a los que no son depositarios de la civilizacin (7). En otra publicacin he razonado cmo el modelo de HARDIN es incorrecto en su totalidad (8).

    Mediante una cita marginal sealar que estos anlisis no son en manera alguna novedosos. As, por ejemplo, escriba un eminente eclogo en 1925:

    (Tenemos) un incremento anllal de poblacin cercano a las novecientas mil almas, y las dificultades para alimentar a esta legin de nuevos ciudadanos deber crecer de ao en ,\l10, hasta que finalmente acabe en la catstrofe, a menos que se encuentren medios y modos de prevenir a tiempo los peligros del hambre y la- miseria.

    y en la misma obra:

    La productividad del suelo slo puede incrementarse dentro de ciertos lmites definidos y hasta un cierto punto. Sin embargo, las necesidades de la vida crecen con mayor rapidez que el tamao de las poblaciones ... Es, por consiguiente, ilusorio esperar que un aumento de la prodccin pueda suministrar la base del crecimiento de la' poblacin.

    Contina diciendo que:

    En lugar de expansionarse geogrfiQlamente, en vez de exportar hombres, la raza blanca ha exportado mercancas, construyendo as un sistema econmico mundial cuya ca racterstica es que en Europa, v ltimtlmente tambin en Amrica, se encuentra un nivel de produccin que es gigantesco a escala mundial, mientras que el resto dd mundo suministra amplios mercados y fuentes de materia prima: La raza blanca puede ... solamente mantener su posicin en tanto que se mantengan las diferencias en el nivel de vida entre las distintas partes del mundo. Varias nacions han tomado medidas para salvaguardar esta posicin de predo minio en relacin con sus capacidades innatas.

    Finalmente:

    Todo lo que hoy admiramos en la Tierra -ciencia y arte, tecnologa e invenCn- es exclusivamente el' .producto creaclor de unos pocos" pueblos' (quienes) quizs 'desciendan

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    .originalmente de una sola raza. De ellos depende la existencia de toda esa wltura; si perecen, sepultarn con ellos .la belleza de este mundo.

    La obra citada es Mein Kampf, y el eclogo, ADOLFO HITLER (9, pg. 61; 10, pgs. 121 y 155; 9, pg. 25). . El que las opiniones de HARDIN y HITLER parezcan tan afines merece una considerab!e reflex~n. Sil

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    nos la aclq;" isici6n ele tierras, siendo r::ada vez menos los que (" ~T_b :: n c~, lig~1C1c: s ;: ~obrcvivir utiliz::\Tldo finca s tan peque'ias' co.:"1'\o bs (me hab,m labrado antes de 1950. En 1951, la tierra voh 'i sbitamente a CSClSC1r otra vez, ms incluso que en los afios ''l.teriores a 1950. Un neomalthu siano hubiera podido c(:'lcluir ((n p.:)ic\cz que el 1Llmento e!e poblacin en los aJ.los cuarentn ()c8sion UD8.. situacin de relativa escasez de tie H2 ~; que, a continuacin, la' detencin del crecimiento en los prim e' j'os ,1."10'0 cincuenta atenu de cJ1guna manera el proble

    m~: : nie~lr2S que ma e:zplCJsin rel,(;ntna del crecimiento de 1;-: rClhh ci6n, R!ltnior a 195~ (o quiz8s la llegada a la mayora ele ed2.cl de los individuos pertenecientes a una explosi.n a nt eri nr), osasion de nuevo una situacin en la que los re Cl1lY" " escasearon. Estudiando la historia de la poblacin gua temalteca se encuentra realmente un continuo aumento de la pobbcin desde poco despus de la: conquista espa'iola, y semejante exam,en sl1pcTficial tiende \ confirmar las preten :"iones de los particlarios de las exp1osiones demogrficas, si T'C en detalle, al menos en lneas generales. Como era de es pcr:1r , llOil poblacin en crecimiento llegar sin remisin a

    . . un 1JlFltO en el que Jos recursos SC8.n escasos, y Guatemala poreceri" ser UD ejernp1.o notorio de ello, Sin embarg, -si nos desprendemos de nuestras anteojeras polticas y examinarnos p] C3S0 ,""{-,, de cerca, C'omel1zamos a contemplar una hi.s\otia li g'?r~mente diferente . " c"'2nte los :!os treinta y los prime ros cuarenta, Guatemala fue zobernada por el dictador UBI CO, cuya an,stacl con los ~ st8.c1os Unidos y sus empresas ca m el-ci21es hicien;m pos ible (jl.1e 18. United Fruit Company, entre otrls, alcanzaran una firme . posicin en el pas. Las crecientes expectativas, provenientes en gnm medida de una burguesa en crecinento, pro'v'ocaron la revolucin de 1944. El izquierdista JUA N JOS ARr~VALO fue elegido presidente, e inmediat8mente comenz a promover una reforma agraria que pondra en manos de los campesinos una gran parte de las tierras no cultivadas pertenecientes a los grandes latifun dist.o.s. Su sucesor, TACODO ARBENZ GUZMN, aceler el progra ma de reforma agraria y; durante los primeros aos cincuen ta, fuC'ron c~propj8das l.. los granees propietarios 603.615 hec t reas y traspasadas l los c8mpesinos a continuacin (lo cual se estima que solamente a scenda al 16,3 por 100 de los te

    DETERMINISMO ECOLOGICO 2 Ji

    rrenos yermos que constituan las reserV8S de los grandes propietarios J..

    En aquel tiempo pertenecan l.. la Unitecl Fruit Company ms de 200.000 hectre8s, que eran, en su mayor parte, terre nos de reserva sin cultivar [por e.iemplo, ... en la costa atlntica slo tenan plantadas 1..600 hectreas, poseyendo 35.000.de reserva. Incluso si se hubieran doblado las produc: ciones y sin necesidad de atenazar, sus resen'as hubieran sido suficientes para los prximos ciento diez a'ios (11. pgina 82)]. Los aos 1953 y 1954 fueron incmodos para la United Fruit Company; entre el 2 y el 5 de marzo ele 1953 les fueron expropiadas 84.923 hectreas de sus posesiones en Escuintla; el 17 de octubre de 1953, otras 2.388 hectreas en Suchitepequez sufrieron la misma suerte, seguidas el 25 de febrero de 1954 -por 44.986 hectreas ms en Isabal. En un ao se le expropiaron 132.297 hectreas, de las 200.000 que posea.

    Era en aquella poca secretario de Estado de los Estados' Unidos Jo HN FOSTER DULLES, quien declar que el gobierno. guatemalteco declara que su pas no es una colonia est'.do~ unidense, y verd8deramente estamos orgullosos de que Gua. temala pueda procl8marlo as. Los Estados Unidos no. pre~ tenden coleccionar colonias; la cuestin clave es dilucidar ' si Guatemala est sometida al colonialismo comunista (11, p gina 96). El hecho de que el se'ior DULLES fuera un importante socio del bufete jurdico CromwellSullivan, abogados de la United Fruit Company, 110 tuvo, probable!jPente, nada qU ver con su postura en el asunto. Es posible que incluso ignorara el que la compaa hubiera perdido 132.297 hectreas de sus terrenos de reserva. Al igual que los ~ems secretarios de Estado, su nico inters era combatir al comunismo, razn por la cual los Estados Unidos suministraron pblicrnen~ armas, en 1953 y 1954. a los gobiernos de Honduras y Nica~ . ragua y a los exiliados guatemaltecos residentes en varias naciones centroamericanas. Fi.nalmente, el 30 de junio de 1954, las fuerzas de ARMAS, abastecidas y adiestradas por el gobierno de los Estados Unidos y bajo la direccin de la Agencia Central de Informacin de los Estados Unidos ''

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    de todo, la correlacin entre el xito aparente del programa ele reforma agraria y las prdidas sufridas por la United Fruit Company es absolutamente esprea: segn el seor DULLES, el' golpe de estado guatemalteco (que en aquel momento neg que hubiese sido instigado por los Estados Unidos) fue l.nicamente una respuesta a los agitadores comunistas .,. (que) dominaban la organizacin de la seguridad social y llevaron a cabo el programa de reform3. agraria (11, pg. 97).

    Despus elel golpe de 1954 , las tierras expropiadas por el gobierno de ARBENZ fueron devueltas a los latifundistas y el

    progl~ama de reforma agraria fue, en esencia,' abandonado. Una vez ms fueron los recursos escas'os (al menos para los cmpesinos) y los malthusianos pudieron volver a aducir el exceso de' poblacin.

    Si el anlisis expuesto es para los neomalthusianos demasiado poltico, exageradamente histrico o, de alguna manera, excesivo, volvamos al sencillQ modelo abstracto de la isla de las 40.000 hectreas v sus 100 pobladores. Cualquier anlisis realista no puede acabarse con la simple divisin de los reCllrsos existentes (en m~e~.tro caso superficie de tierra) entre el nmero de personas, debiendo ~enerse en consideracin el grado de concentracin de estos recursos y los cambios que en tal concentracin vienen dictados por el sistema poltico y econmico. Por ejemplo, en la exageradamente simple situacin de la isla de las 40.000 bectreas he propuesto que cada uno de los 100 pobladores posea 40.000/100 = 400 hectreas, superficie bastante superior a las 40 hectreas necesarias. Sin embargo, muy pocas pohlaciones se acercan, ni siquiera de form.', aproximada, a una divisin uniforme de los recursos semejante a sta. Si transponemos el ejemplo guatemalteco . a nuestra isla de 40.000 hectreas y 100 personas, nos encontraremos con que, siguiendo el censo de 1950, la concentracin de ~a propiedad agraria llevara consigo el que dos de las 100 personas tendran cada una 14.400 hectreas de las 40.000, diez~ personas poseeran cada una 540 hectreas, tocndoles unas 65 bectreas a cacla una de 1as 88 personas restantes. Treinta aos despus (de acuerdo con el ejemplo previo), babria cuatro personas con 7.220 hectreas cada una, ,~einte con. 270 hectreas cada VIla y 176 con 32 hectreas cada una, ~xtef)sin menor que la necesaria de 36 hectreas. Esto indica que, para el 88 por 100 de la poblacin, la escasez

    DETERMI~/lSMO ECOLOGICO

    crtica de recursos ocurrir con ciento veinte aflos de adelanto con respecto a lo supuesto en el primitivo sistema igualitario.

    .~lientras que el sistema poltico y econmico genere una distribucin desigual de recursos, es evidente que incluso aquellas poblaciones que no crezcan sufrirn de una manifiesta escasez antes de que los recursos sean estrechos. Parecera por ello que la mengua yerdaderamente real de recursos que normalmente padece la mayora de la poblacin mundial debiera analizarse en trminos de algn problema imaginario de exceso de poblacin . Existen, de hecho, numerosas fuents de evidencia que sealan la importancia capital de los factores distributivos en lo que respecta a las simples consideraciones del tamao poblacional; por ejemplo, en lo que toca al consumo de energa y recursos, cada ciudadano de los Estados Unidos cuesta al mundo el equivalente de veinticinco a quinientos hindes (14). La mayor parte de los recursos mundiales son utilizados por naciones desarrolladas cuyas tasas de crecimiento poblacional son bajas [los Estados Unidos, con slo el 5 por 100 de la poblacin mundial, consumen el 42 por 100 del aluminio mundial, el 28 por JOO' del hierro, el 63 por 100 del gas natural y el 33 por 100 del petrleo (15); ms de un tercio de los sesenta millones de toneladas de pescado que se pescaron en 1967 fueron consumidas directamente por las naciones c1esarrolladas, y otro 45 por 100 lo fue de manera indirecta, en forma de harina de pescado utilizada como pienso; slo ocbo millones de toneladas (14 por 100) fueron a parar a las naciones hambrientas (16)]. Las comparaciones entre pases muestran, si acaso, la inexistencia de correlacin entre densidad ele poblacin y hambre [la densidad de poblacin de la India es 164 personas por kilmetro cuadrado, mientras que la de Gran Bretafla es 288; otras comparacion.es interesantes referentes al nmero de babitantes por kilmetro cuadrado son: Mxico; 25 - Estados Unidos, 42; Bolivia, 4- - Alemania Occidental , 237; Etiopa, 20 Blgica, 316; Pakistn (incluido Bangladesh), 118 - Japn, 277; lvIoz~mbique, 9 - Holancla, 315 (17); queda as claro que la densida r de poblacin no es per se la causa de la escasez de recursos]. Los pases cuya densidad de poblacin es ms alta tenen generalmente niveles de vida superiores que los de aquellos -ottos cuya densidad es ms baja; y pnrece indiscu

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    tibIe que, a la hora de generar escasez de recursos, la densidad ~lctual de poblacin debe ser un factor mucho menos imporlj n te .que el grado de distribucin de aqulLos. Como indica B.~ImY Co M:\o ONER, el control del crecimiento poblacional es semejan te a intentar salvar un barco que se hunde, aligerndolo de peso al ,m'ojar al agua a sus tripulantes. Uno se ve obligaclo ~ preguntarse si no hay algo radicalmente incoherente en esto OS, pg. 254; vanse tambin referencias 19 y 20).

    En lo que respecta a la suposicin de que la desigualdad es inevitab le, parece que los argumentos de HARDIN son dos: primero, que histricamente ha sido as; segundo, que inde

    penc1 i:o ntcl~:cntc ele lo que hagamos, unos pocos se llevarn b_ parte del len de la riqueza -si alguien que tiene mucho lo repl8, otro ocupar su pues to y nada habr cambiado-o

    ~ :: ~' T ' ! ::1 l 0 !,is:rico es palmariamente fatuo y merece escasos comentarios. Es discutible al menos que tal constante

    .' histrica exista [podra aducirse que muchas sociedades primi tivas son igualitarias, C01110 ocurre con los bosquimanos kung, los pigmeos congoleos o incluso los aborgenes austra lianos (vase el artculo Sociobiologa, un nuevo determiDiSiDO biolgico, en esta misma obra)]. En ltimo trmino, e incluso si siempre ha sido as, ello no condiciona el futuro en un sentido o cn otro.

    Sin e;llbargo, es curioso que el segundo argumento sea c::Jnecto, dentro ele sus propios lmites de definicin, aun cuando no constituya una llO"vedad en macla alguno. Siguiendo a H.uWIN (5, pg. 562):

    1-lay quien dic~ me siento culpable ele mi buena suerte. L2 contes tacin es bien sencilla: cede tu lugar a otros. Tal altruismo podra aplacar los escrpulos de aquellas personas adictas a sentirse culpables, pero no modificara en nada la tica del bote salvavidas. La persona neces-itada a quien el acomplej3do de culpabilidad cede su pLaza, no experimentar a su vez tal repulsin con respecto a su repentina fortuna (si lo hiciese no saltara a bordo). El'-'rsult2do lleta ele la accin de las personas con remordimientos' al renunciar a su injusta posicin es la eliminacin de este tipo de desazn del bote salvavidas_

    R\RDIN parece querer recordarnos uno de los prinCIpIOS bSlsic:os de la teora econmica. En un sistema capitalista, la

    DETERMINISMO ECOLOGICO 2 15

    riqueza y el poder tendern a concentrarse en manos de una pequea fraq:in ele la poblacin, yHARDIN simplemente reitera este- principio, por :ms que 10 hZlga superficialmente. De hecho, podramos parafrasear puntualmente sus palabras para que dijeran: el resultado neto de la renuncia al capital injustamente acumulado por parte de los capitalistas con escrpulos y su transferencia a la clase obrera, resulta en la eliminacin de este tipo de sentimiento de la clase capitalista y, por ello, de la economa mundial.

    Lo ms conspicuo de esta triste y aterradora parte del anlisis reside en que la mayor parte ele la gente que enfoca estps probemas desd el punto ele vista ecolgico no parecen darse cuenta "de que los rasgos inherentes al sistema capitalista SOI la principal fuerza causante de estas omnipresentes desigualdades . HARDIN no admite lo que su propio anlisis implica en parte, esto es, que cualquier poblacin organizada a la l11'.nera capitalista se ver arrastrada a la tica del bote salvavidas, independientemente. de su tamao o de su tasa ele crecimiento.

    Muchos, supongo, aceptaran que, fundamentalmente, el capitalismo nos ha llevado a la tica del bote salvavidas (tambin insistiran, probablemente, en que las mismas consecuencias hubieran aparecido en cualquier otra sociedad organizada industrialmente, tambin en las socialistas). Sera fcil que, adems, admitieran que, en la gnesis de las desigualdades que hoy existen, el n1undo en desarrollo ha sido opi-imido por el desarrollado, que los pases ricos han estado robando recursos en gran escala, despilfarrando el trabajq e impidiendo el progreso poltico y econmico de los pases subdesarrollados. La rplica coma es, sin embargo, no me importa el pasado, me preocupa el futuro , y con este -pragmatismo, aparentemente raciQnal, sealamos que, personal~ mente, no somos responsables de las irritantes iniquidades actuales y que, por ms que deploramos su existencia, estamos persuadidos, a pesar de todo, de que debemos enfrentarnos con la realidad. Lo que hoy existe es con lo que debemos contar; hagamos que la situacin sea equitativa de hoy: en adelanL. Lo que no se reconoce es la impoiSibilidad de ma11tener uniforme la distribucin futura mientras que, al mismo tiempo, permanece la fuerza que he, determinado la distribucin pasada. Si aceptamos el capitalismo c~mo forma de 01'

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    ganizaclOn econmica, la segunda SUpOS1ClOn deHARDIN es perfectamente correcta y las desigualdades son inevitables. Con todo, es seguro que HARDIN no est en lo cierto si consideramos el mundo desde un punto de vista ms amplio.

    La tercera suposicin es quizs la ms perniciosa de todas; esto es, que las desigualdades son, de hecho, deseables. Es ta suposicin proviene de una tica elitista de conservacin. Consideremos, por ejemplo, una de las especies de sequoia (uno de los ejemplos de HARDIN)' (21) que se supona extinguida de largo tiempo atrs por obra del hacha pel Homo sapiens. La especie fue redescubierta en zo~as aisladas de China, correspondientes a localidades en las que existan, o an existen, jardines de templos. HARDIN nos dibuja un cuadro histrico en el que el campesino busca lea y el sacerdote protege al rbol (sequoia), concluyendo que sin la proteccin de los sacerdotes (clase privilegiada) las sequoias verdaclt:ramente seran una especie extinguida. Por tanto, si queremos conservar la Naturaleza para la posteridad debemos confiar esta misin a cierta clase privilegiada, ya que al h9mbre .cie la calle le preocqpan m~s los problemas de cada da, tales como encontrar alimento JI abrigo. . Una vez ms se podra argumentar que esto es, en esen

    cia, correcto; que mientras que el hombre de la calle sea una pm-te perceptible de la sociedad, y est luchando por llTIa parte de la riqueza de esa sociedad menor de la que. debera corresponderle, debemos contar, para la conservacin de las beiJezas na turales, con una clase distinguida que cumpla esta funcin. Este razonamiento ignora, sin embargo, yarios factores causantes; el primero de ellos es que la degra

    di,lci~ del medio ambiente est generalmente producida por l gran industria, que es posesin de esa clase privilegiada que se supone que es la que va a salvaguardar la civilizacin y la dignidad humana; el segundo reside en que la tendencia a ocasionar daos ambientales, tanto si estn perpetrados por .las clases alt~s como por las bajas, est dictada por las instituciones polticas.

    Por ejemplo, el abandono del programa de reforma agraria en Guatemala fue causado por los cambios polticos im

    p'u~stos por la CIA. En lugar de aquella reforma agraria se ha impuesto un programa de colonizacin en el que grandes reas. cbiertas de prstinas selvas tropicales estn siendo

    DETERM IN1SMO ECOLOGICO 2 17

    convertidas en terreno agrcola. Los conservacionistas deben comprender que la destruccin de estas selvas es innecesaria y que no tiene relacin alguna con la presin del exceso de poblacin, sino que se debe a la imposicin de una institucin poltica que trata de evitar una reforma agraria sensata.

    La opcin real con que se encara el conservacionista no es escoger entre justicia social y conservacin de la Naturaleza, como nos haran creer los hardinistas, sino entre la conservacin de pequeas islas naturales rodeadas por el mar de la explotacin vulgar y la creacin de un sistema de organizacin que promueva la coexistencia armnica de los seres humanos entre s y con la Naturaleza. Queremos conservar rincones naturales como lujo y excepcin o proteger a la propia Naturaleza en beneficio de todos?

    EL ANALlSIS LIBERAL

    1;'o r el tiempo en que la bomba poblacional se estaba lanzando, numerosOs eclogos indicaron una serie de hechos muy elementales, que fueron convenientemente ignorados por la mayor pClrte de los divulgadores del problema poblacionaJ. Mientras que estos divulgadores proponan el control obligatorio de la natalidad como solucin, un grupo de eclogos menos es .::uchados sealaban las causas social es obvias de 13.s tasas de natalidad' elevadas: pobreza, carencia de justicia soCial, opresin de la mujer, etc. Des}>us ele numerosos intentos fallidos de difusin de anticonceptivos en regiones subdesarrolladas con altas tasas de nacimientos, la serena voz de los eclogos .que apuntan a las causas sociales de los pa~ rmetros demogrficos est empezando a ser escuchada. Por ej emplo, BARRY Co M r.,. oNER ha publicado recientemente un excelente anlisis de la relacin entre tasa de cre. cimiento poblacional y desarrollo econmico (22), haciendo notar: que s se representan conjuntamente en un grfico el producto nacional bruto (PNB) y la tasa de crecimiento de poblacili aparece una relacin negativa entre ambos; es decir, las" regiones con elevado PNB tienen tasas de crecimiento bajas, y viceversa. CO lvl MONER muestra, adems, cmo el niB10LOGIA . 15

  • 218 219 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE

    ca medio eficaz de disminuir las altas tasas de crecimiento poblacional es permitir el desarrollo de las regiones atrasadas, incluso mediante ayuda; cuando su PNB alcance la magnitud de solament~ una fraccin del nuestro, sus tasas de natalidad disminuirn y su crecimiento poblacional estar controlado. COMMONER dice (22, pg. 59):

    Creo que lo que el problema est pidiendo es un proceso que hoy est ya firmemente enraizado en el pensamiento de los pueblos del Tercer Mundo: la devolucin de parte de la riqueza mundial a aquellas naciones cuyos recursos econmicos y humanos han sufrido gran parte del peso de producirla, esto es, a las naciones en vas de desarrollo .. . No negamos que esta proposicin implica problemas econmicos , sociales y polticos de la mayO!' dificltad, en especial para los pases ricos.

    y lo deja as. Es como si de repente hubiramos descubierto qu(O! en las terribles desigualdades ele la distribucin de la riqueza hay algo malo y, una vez que hemos llegado a esta conclusin, sencillamente legislamos sobre el tema.

    Resumiendo el problema, COlllMONER dice: "Creo que la crisis mundial de poblacin tiene su origen en la pobreza, y qu~ para acabar con la primera hay que suprimir la segunda. Si la causa es la manifiesta distribucin desigual de la riqueza mundial , para eliminar la pobreza, y la crisis de poblacin con ella, debemos redistribuir esa riqueza entre y dentro de las naciones (22, pg. 59). Durante los ltimos aos sesenta se nos hizo creer a 11l.lChos de nosotros que: a) la pobreza existe (entre otras cosas), y b) para darle fin debemos concluiy con el exceso de poblacin; hoy contamos con el nuevo anlisis liberal: a) el exceso de poblacin es una realidad, y b) para eliminarlo debemos erradicar la pobreza.

    Para aquellos de nosotros que hemos deseado anular la pobreza, todo lo anterior constituye una cruel iron~a._ Se nos dice que el problema real causante de la pobteza es el exceso de poblacin. Despus de haber trabajado en programas destinados a mitigar la pobreza y sufrido la corr'es'pondiente frustracin, una importante porcin ele los activis"tas de los ltimos aos sesenta optaron por la solucin propuesta. Una vez que hemos sentado firmemente en nuestro cerebro el hecho de que el exceso ele poblacin es un problema

    DETERMINISMO ECOLOGICO

    de verdadera significacin social, es fcil olvidar que, en un principio, se le tuvo en consideracin precisamente por ros problemas que originaba, tales como la pobreza. Cuando se ha aceptado' que sta e's un problema en s misma; se rios . indica que debemos resolver aquel problema cuya solucin buscbamos al principio, de tal manera que resolvamos tambin el problema del exceso de poblacin. Sin embargo, parece que olvidamos lo difcil que era el problema 'en sus inicios. El que BARRY COMMONER dijera en 1975 que ... esta proposicin implica .. . problemas ... de la mayor dificultad ... para los pases ricos, indica la ingenuidad que la panacea poblacional parece haber alentado en los eclogos. Los socialistas. y.comunistas de los aos treinta saban que era un pl:oblema d~fcil, las guerrillas vietnamitas saban que era un problema difcil, la izquierda chilena sabe que es un problema difcil, y los partidarios de la idea ele la explosin de la poblacin acaban de descubrir que debemos terminar con la mala distribucin ele la riqueza y que ello no ser sencillo. Poelemos esperar con satisfaccin la aparicin de otras mustras ele perspicacia a medida que se vayan analizando las causas ltimas de esa mala distribucin.

    Sea como fuere, el nuevo anlisis liberal tiene dos efectos, uno bueno y otro majo. El lado bueno consiste en abandonar el derrocbe de energa consumido en los intentos de disminucin de las tasas de natalidad por medios puramente fsicos (difusin de anticonceptivos, esterilizacin forzada, etctera); el mato reside 'en que se contine manteniendo que la poblacin es el tema central de la crisis ecolgica.

    ORIGENES DEL PROBLEMA POBLACIONAL

    Hay personas que piensan que la discusin deJpr'oblema pobJacional comenz con PAUL EHRLICH o, si acaso, con TOl\I IVIALTHUS; sin embargo, el prrafo siguiente fue escrito mucbsimo antes:

    Podra suponerse que habra de ser necesario poner un lmite a la procreacin antes que limitar la cuanta de la

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    . propiedad, de manera que nadie pudiera engendrar por en cima de un cierto nmero, y que este total debiera fijarse por referencia a los azares de la vida humana, a s

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    dente de General Foods Corporation), W. G. P HILLIPS (presidente de International Multifood Corporation) y J. PAUL GETTY, se nos dice que nos embaucan quienes afirman que existe una seria escasez de alimentos ... el problema est en que hay demasiada gente (26). , Por qu los grupos de consumidores, los sindicatos y la

    cIase trabajadora no se hicieron or durant el periodo en que se fragu el concepto de crisis poblacionaI? Por qu fueron los ricos, los industriales y la clase dirigente norteamericanl los que tomaron l80s riendas?

    Podemos comenzar a entender las razones que hubo para ello examinando el desarrollo del capitalismo internacional en aquellos aos. Los movimientos sindicales de los aos treinta obtuvieron imp'ortantesqanancias econmicas, lo cual produjo un aumento del coste del trabajo. La inflacin mano, tuvo altos los beneficios. pero no tanto como lo hubieran sido de seguir siendo barata la mano de obra. Las naciones extranjeras, adems de ser los principales suministradores de materias primas. ofrecan una mano de obra abundante, barata y no sindicada . Muchas ' empresas industriales trasladaron al extran jera gran p~rte de aquellas de sus operaciones que requeran de trabajo intensivo, lo cual origin cambios sustanciales en las pclUtas demogrficas de muchos pases extraneros. De especid importancia fue la aparicin, prcticamente instantnea, de un proletariado urbano considerable. consecuencia de la emifrracilJ del campo a la ciudad. Tal emigracin fue beneficiosa para los ne~ocios, puesto que, como cualquier otro tipo de crecimiento poblacional, mantena ba ios los salarios.

    Desde la mitad hasta el fin\l de Jos aos cuarenta se desarrollaron . tanto en nuestro pas como en otros, los concepto's de administracin y me"canizacin cientficas (27). El uso adecuado de los traba iadores mediante mtodos de eficiencia temporal v la sustitucin de una parte considerable de la mano de obra por mquinas. result en un gran nmero de parados en las reas urbanas extran ieras de imporfanca. Una cosa es disponer de una reserva de manq de o1:ira industrial y otra es la existencia de masa,~ de obreros parados sin perspectivas tangibles de trabaio futuro. Al mismo tiempo. que el exceso de poblacin del Tercer Mundo haba creado masas laborales baratas e-n los a05 treinta y los primeros

    DETERMINISMO ECOLOGICO

    cuarenta, la mayor parte ele la actual expanslOn indus trial lleva consigo un gran desarrollo intensivo del capital, y el exceso ele poblacin que en un principio haba servido de reserva de mano de obra industrial se considera ahora como una amenaza potencial. Qu har~n estas masas de parados?, Se encolerizarn o, se frustrarn? Como dijo en 1958 F. OsBORN, presidente del comit ad hoc del Consejo de la Poblacin, , .. a menos que se pueda reducir el nmero pe na~ cimientos en las prximas dcadas, sern intiles las esperanzas de alcanzar mejores condiciones de vida por parte de naciones grandes pero subdesarrolladas ... Un fracaso trgico en la consecucin de los niveles de vida ms elevados posibles slo puede resultar en desilusin, confusin' y en el

    pdi~ro de recurrir a medidas desesperadas (28, pg. 95)~ Qujn es exactamente' el que teme estas medidas desespe. radas? Si a las masas de parados del Tercer Mundo pudiera persuadrselns de que su problema es que son demasiada ?ente, en vez de que los causantes del conflicto son los negociantes extranjeros, quizs no lleguen a tomar esas medidas desesperadas.

    UTILIZANDO LA BOMBA DE POBLACION

    Si los problemas ecolgicos existentes son, de hecho, lo suficientemente graves como para atentar contra nuestras propias vidas, y si slempre'existen cusas estructurales que hacen que estos problemas sean insolubles, parece que de ello se sigue el que la estructura deba cambiarse. En los prime~ ros aos sesenta pareca que estbamos en puertas de un' despertar general a este estado de conciencia. Las revelacio, nes sucesivas de los atentados perpetrados contra el medio ambiente hicieron que el pueblo comenzara a percibir las realidades ecolgicas, lo cual podra haber sido seguido Jnc mediatamente por un creciente conocimiento de la naturaleza esencialmente poltica de b crisis ambiental. Sin embargo, la ciencia gan la batalla una vez ms!; no hay nada que sea estructuralmente malo: lo que pasa es que hay demasiada gente, Los latinoamericanos no mllleren de ham'bre

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    225 '224' LA CRISIS DEL MEDIO AMB IENTE

    porque, 'nuestro caf y nuestros pltanos se cultiven en sus huertos, sino porque son demasiados, La corrompida atmsfera de Gary (Indiana) no es tal como consecuencia de los beneficios obtenidos por la industria del acero, sino el resul

    ,tado de la demanda de acero por parte de demasiada gente. Cada uno de los problemas ecolgicos puede ligarse al exce

    ,so (:le poblacin. Una, vez ms, las contradicciones que iban' apareciendo y

    desafiando la naturaleza fundamental del sistema sociopoltico fueron diluidas por los cientficos. A la luz de la disciplina denominada ecologa se ha demostrado que los problemas estn determinados biolgicamente, y para esto se ofrecieron los razonamientos cientficos necesarios. Al igua l

    que el papel de la mujer es el que es por razones hormonales, y los ' negros son pobres por culpa de sus genes, la crisis

    ecolgica existe porque normalmente las poblaciones crecen de forma exponencial. La crisis ecolgica est tan determina.da biolgicamente como la funcin de los sexos y de las clases econmicas, y por ello tanto unos como otros estn libres de conteflido poltico. Como dijo PAUL COLINVAUX en las consideraciones finales de la conferencia inaugural del Instituto de Ec;ologa (TIE): Hay algo que an podemos

    "decir como ec"logos ... esto es, cul es la verdadera causa ecolgica de la existencia de esas grandes poblaciones . Esto ha ocurrido as porque nuestra especie an conserva la estra

    tegia reproductiva darwinista de sus primitivos antepasados)) ,(29, pg. 12).

    A ,pe'sar de todo, la ideologa del exceso de poblacin se ,est volviendo contra la clase dirigente norteamericana. Mien tras que el primitivo concepto de triage y su sucesor, la tica

    del bote salvavidas, parecan ser la consecuencia lgica del pensamiento original de los propagandistas de los problemas

    . poblacionales, la nueva clase liberal est cambiando y mordiendo la mano que le dio de comer y, al mismo tiempo que aceptan que el exceso de -poblacirf es Un problema real, piden reformas que se asemejan en mucho a las peticiones de los revolucionarios del Tercer Mundo .

    Parece, pues, que tenemos dos lneas populares en las que se desarrolla el movimiento ecolgico. La primera es la del bote salvavidas, la cual, llevada a sus conclusiones lgicas,

    . puede describirse como fascis ta . La segunda es la liberal , en

    DETERMINISMO ECOLOGICO

    mayor o menor grado, y en ella se sugiere que la poblacin puede ser controlac\a de forma real por medio de reformas sociales, entre las que debera incluirse un ataque directo a los propios problemas ecolgicos .utilizando las instituciones existentes . Debemos alimentar al hambriento, limpiar la polucin, desarrollar explotaciones de recursos naturales cuya produccin pueda mantenerse y asegurar la justicia social. Todo lo que es necesario hac;:r es . invertir en estos proyectos tan to como se gast en enviar un hombre a la Luna, y as podremos eludir nuestro problema ecolgico. Pero mantengmonos alerta; la hora de la des truccin se acerca; debemos actuar deprisa!

    Esta es la erudicin convencional que nos ll ega desde el

    estrato acadmico de la ecologa (muy pocos aceptan la l

    nea fascista abiertamente). Cul ha sido la respuesta a estas

    llamadas de accin rpida de emergencia? Es que ha habido

    una avalancha de legislacin efecti'va para limpiar el aire,

    para redistribuir la riqueza, para detener la explotacin del' Tercer Mundo? De hecho, a lguna ley ha aparecido, pero en el momento e.n que quiera h!cerse cumplir nos enfrentaremos a la primera ley de la ecologa y del capitalismo; debernos escoger entre un medio ambiente puro o una economa prspera, entre morir envenenados o hambrientos.

    En resumen, la respuesta a las pretensiones liberales de a}:Gn rpida de emergencia no ha sido la promulgacin de leyes efectiva~; de hecho, parece que la puesta en vigor de tales leyes es imposible en el actual sistema. Pero ha habido una -respuesta.

    EL tWEVO DETERMIN1SMO ECOI..OGICO

    Uno de los resultados b"sicos y universalmente aceptados tras generaciones de investigacin ecolgica es que los sistemas ecolgicos son extremadamente complejos, todo en ellos est interrel~cionado. Dos de los estudios ms populares e importantes sobre problemas ecolgicos globales se han hecho eco de este tema. El primero, patrocinado por el Club de Roma y publicado con el ttulo de Los Lmites del Crecimiel1

  • 227 22(, LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE

    lo (30), pUSO de manifiesto lo intrincado del sistema que nos est llevando a la absoluta ruina. En esta obra se pide

  • 228 229 LA CRISIS DEL MEDIO AMBIENTE

    del capitalismo competitivo, pasando por la evolucin del capitalismo monopolista y su ramificacin internacional, hasta el' dominio global de la empresa multinacional, las diversas tormas del llamado sistema de empresa libre han saqueado este planeta y constituyen los principales agentes portadores .de la crisis ecolgica que es hoy 'deJ dominio pblico. A pesar de toder, desean que estlmulemos su ulterior desarrollo. Se est fraguando una nueva disculpa; la ciencia de la ecologa nos indica que debemos planificar a escala mundial, y los nicos con verdadera experiencia de xito en planificar a tal escala son los administrativos de las multinacionales, etc., etc,

    LbS cientficos y los tcnicos, en sus esfuerzos de objefividad tristemente ingenuos realizados en el ejercicio de su ciencia imparcial , con frecuencia nos han alistado a nuestro pesar como reclutas que inconscientemente sirven a la causa misma de los problemas que desean resolver. Los eclogos, a mi' manera de ver las cosas, constituyen el ejemplo ms evidente de tal adscripcin, En un verdadero deseo apasionado de salvar ~l mundo del desastre ecolgico, a veces han sacrificado el anlisis completo de causas y efectos al pragmatismo del q~ podemos hacer aqu y ahora. Si no podernos alentar la esperanza de llegar a controlar al monstruo de las Marcas Comerciales Unidas, puede que digamos a los latinoamericanos que tengan menos hijos. Si creemos que la .planificacin regional es necesaria, dejemos que las empresas mundiales lo hagan, puesto que nadie ms lo podr hacer en

    . el futuro prximo. Es evidente que este tipo de entrega no contribuir a re

    solver el problema, sino que slo conseguir agravarlo. Lo que necesitamos es enfrentarnos con el problema desde sus

    .inicios. Debemos eliminar un sistema que, fundamentalmente, pone los beneficios por encima de la ecologa y que contina esclavizando a la hUfnanidad. y a la Naturaleza.

    Todo empez con una simple idea. Hace mucho tiempo que alguien se dio cuenta de que era posible robar porciones de la productividad del prjimo. Esta pequefa innovacin tuvo sobre el desarrollo de la cultura humana una influencia quizs mayor que la de la palanca, la rueda, la mquina de va

    .por o cualquier otro avance tecnolgico. Con la ejecucin de 'esta idea cambiaron las relaciones fundamentales entre los seres humanos y entre stos y la Naturaleza; el cambio ge-

    DETERMIf\IISMO ECOLOGICO

    ner un proceso evolutivo que parece estar hoy llegando a su culminacin.

    S, estamos en una situacin crtica, Las soluciones fascistas son errneas, tanto desde el punto de vista humanstico como del ecolgico, Las soluciones liberales no pueden alcanzarse en nuestro sistema socioeconmico actual. Est claro que la solucin de los problemas del medio ambiente requiere de un tipo de poltica radicalmente diferente,

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