JURADO Probanzas de Méritos

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    Revista de Indias, 2014, vol. LXXIV, nm. 261

    Pgs. 387-422, ISSN: 0034-8341

    doi:10.3989/revindias.2014.013

    Descendientes de los primeros.Las probanzas de mritos y servicios y la genealoga cacical.

    Audiencia de Charcas, 1574-1719

    por

    M. Carolina Jurado1

    Universidad de Buenos Aires/CONICET

    El presente artculo propone abordar las probanzas de mritos y servicios de renombra-dos linajes cacicales de Charcas colonial, a partir de una imagen problematizadora que dcuenta del modo en que se desarrollaba la escritura del documento legal, dirigiendo la mi-rada al actuar de los notarios, procuradores y asesores legales, como piezas clave en laadecuacin y transmisin de su contenido. La lectura comparativa de distintas probanzas demritos revela la emulacin de un modelo arquetpico de liderazgo, en los intersticios delformulismo hispano. Se aspira as a proporcionar reexiones sobre el uso de las probanzasde mritos para el conocimiento del pasado prehispnico y colonial.

    PALABRASCLAVE: probanzas de mritos y servicios; notarios; genealoga; lderes indge-nas; Charcas colonial.

    INTRODUCCIN

    Sin lugar a dudas, las Relaciones o Probanzas de Mritos y Serviciosconstituyen una de las principales fuentes documentales para el estudio de lahistoria social colonial. Documentacin persuasiva, escrita segn estrictos

    1 Doctora en Historia (Universidad de Buenos Aires). Investigadora Asistente del Conse-jo de Investigaciones Cientficas y Tcnicas (CONICET). Programa de Historia de AmricaLatina (PROHAL), Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. E. Ravignani, Facultadde Filosofa y Letras, Universidad de Buenos Aires, 25 de Mayo, 217, Ciudad Autnomade Buenos Aires, Repblica Argentina. Correo electrnico: [email protected] los comentarios realizados por la Dra. Ana M. Presta a versiones previas del pre-sente trabajo y las sugerencias de los evaluadores de Revista de Indias.

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    modelos legales, las probanzas de mritos narran hazaas y mritos del peti-cionario y de sus antepasados en vistas a solicitar a la Corona recompensas

    materiales y simblicas por sus honras y servicios. Numerosos conquistadoresespaoles, imbuidos de una mentalidad jerrquica y seorial, y animados porel xito de las armas, lograron que sus actos en el Nuevo Mundo les propor-cionaran honor, fama gloria y bienestar material. Las probanzas de mritos

    permitieron a muchos de ellos reconstruir su pasado y hasta reinventar uocultar su propia historia familiar a n de convencer al rey del otorgamientode la ansiada gracia o merced2.

    Emulando a los espaoles, lderes indgenas e indios principales de Char-cas colonial3inundaron los mbitos judiciales, informando sobre sus mritos,servicios, antepasados y glorias al rey de Espaa a n de obtener honores yexenciones. Sus probanzas de mritos y servicios recibieron la atencin de lahistoriografa andina en los ltimos cuarenta aos, dentro de una mirada in-terpretativa que pretenda traspasar el documento a n de rescatar la orali-dad perdida4; un acercamiento que, en lneas generales, result ms extractivoque crtico y contextual. As, las probanzas de mritos de renombrados linajeskurakales entendidas como ms indgenas que otra documentacin colo-nial se analizaron por el contenido que revelaban del pasado prehispnicode las amplias parcialidades que los lderes andino coloniales sostenan habergobernado5, como enunciacin de un nuevo discurso colonial6, a partir de la

    teora del discurso7y por sus aspectos simblicos y legitimantes8. Sin embar-go, ninguna de ellas se interrog an por el contexto histrico de produccindel documento legal que, en s mismas, constituyen. Es posible interpretarlos relatos genealgicos incluidos en las probanzas de mritos indgenas sinreexionar acerca del contexto de emergencia del documento, tanto en tornoa la trama legal y social en la que se dirima su redaccin, como en relacin

    2 Lockhart, 1982. Macleod, 1998. Presta, 2000.3 Se utiliza la expresin Charcas colonial o jurisdiccin de la Audiencia de Charcas esto

    es, desde Ayaviri, al sur del Cusco, hacia el sur para dar cuenta del espacio geo-poltico delque provienen los lderes indgenas cuyas probanzas de mritos y servicios se consideran enel presente artculo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que en tiempos prehispnicosy temprano coloniales se reconoca una diferencia entre la regin del Collao, en el rea delLago Titicaca, y la regin de Charcas, diferenciacin que, con seguridad, estuvo presente enla memoria de los testigos y peticionarios indgenas analizados. Prssinen, 2003: 232-238.

    4Martnez, 1995: 254.5 Espinoza Soriano, 1969; 1981. Medinacelli y Arze, 1996; 1998. Choque Canqui, 1997;

    2003. Abercrombie, 2006. Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006.6Graa, 2000; 2001.7Medinacelli, 2004.8Morrone, 2010.

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    DESCENDIENTES DE LOS PRIMEROS. LAS PROBANZAS DE MRITOS Y SERVICIOS Y

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    a su funcionalidad y a los usos del modelo genealgico en el contexto polti-co de los Andes coloniales postoledanos e, incluso, del mundo hispnico ms

    amplio?En ese marco, el presente trabajo propone una aproximacin a las proban-zas de mritos y servicios de un sector especco del mundo indgena, estoes, de aquellos que ocuparon roles de liderazgo, que trascienda la dicotomaverdad-mentira para reexionar sobre las formas de percibir, recordar, ade-cuar, transmitir y registrar por escrito el pasado andino en contextos legalesy socio-polticos especcos. Desde esta perspectiva, las probanzas de mritosy servicios kurakales se presentan al investigador como un complejo desafometodolgico y hermenutico. Con este propsito, se recurre en primer lugaral anlisis de la estructura formal y del modo en que se desarroll la escritu-ra del documento, dirigiendo la mirada al accionar de los notarios, procura-dores y asesores legales como piezas claves en la adecuacin y transmisinde su contenido. A partir de all, la lectura comparativa de las probanzas demritos y servicios de algunos de los linajes cacicales ms renombrados dela jurisdiccin de la Real Audiencia de Charcas, en un marco temporal amplio(1574-1719), permite trascender las especicidades de casos empricos con-cretos y revela la emulacin de un modelo arquetpico de buen kuraka en losintersticios del formulismo hispano. Se aspira as a brindar una mirada crticadel discurso genealgico kurakal, proporcionando reexiones sobre el uso de

    las probanzas de mritos para el conocimiento del pasado prehispnico ycolonial.

    LAPROBANZADEMRITOSYSERVICIOSCOMOESCRITURALEGAL:ELROLDENOTARIOS, PROCURADORESYOTROSASESORESLEGALES

    Surgidas de la idea peninsular medieval de obligaciones mutuas, las pro-banzas de mritos y servicios constituan un gnero de escritura legal que seestructuraba en torno al recuento de los logros y actos del peticionario, y losmritos adquiridos por las virtudes de sus antepasados, a n de solicitar a laCorona mercedes y recompensas por los servicios prestados9. Las probanzasde mritos y servicios contenan un extenso y detallado interrogatorio y, acontinuacin, los testimonios de un nmero importante de testigos; asimismoel traslado o copia de otro tipo de documentacin legal que respaldaba loarmado. Con el mismo espritu probatorio, los documentos conocidos comoInformaciones de Filiacin presentaban interrogatorios y testimonios ms aco-

    9Macleod, 1998: 25.

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    tados en extensin y, sobre todo, tendientes a demostrar genealogas y paren-tescos convenientes en virtud de lo solicitado, por lo cual tambin son consi-

    derados en este anlisis.Los referentes inmediatos de las probanzas de mritos y servicios son lasCartas Ejecutorias de hidalgua, cuya produccin se extiende en la Pennsuladesde nes del siglo XV hasta comienzos del siglo XVIII. Justicacin ideo-lgica de la sociedad estamental, las cartas ejecutorias se originaron en elavance de los concejos municipales sobre la denicin jurdica de las personaspor razones scales, judiciales y sociales. Este proceso generaba una tensinlatente entre las autoridades y aquellas personas que se consideraban a smismas merecedoras del estatus de hidalgua, cuyas demandas fueron en au-mento. La profunda divisin de la sociedad peninsular por la jerarqua delrango se sustentaba en el mrito, la virtud y, sobre todo, en una cultura ge-nealgica o del linaje que contaba con la memoria histrica como garan-ta de prestigio, honorabilidad y respeto. En este contexto, las cartas ejecuto-rias se convirtieron en instrumentos generadores y/o protectores de privilegios,ttulos y derechos, al incluir testimonios que dieran cuenta de la adscripcin

    real o posible de los interesados a un linaje de hidalgos, su genealoga,solar y cargos de los litigantes y de sus antepasados10. La formulacin de un

    pasado glorioso, que incluyera los orgenes del linaje en torno a un padrefundador virtuoso, un tronco comn, hazaas sublimes y fuerte herencia sim-

    blica como un apellido, blasones y escudos de armas tena mucho decreacin y de realidad representada. La remota antigedad de numerosas ge-nealogas nobiliarias castellanas, con ancestros vinculados a la nobleza troya-na, patricios romanos y/o parentescos con la Virgen Mara, era una formula-cin ideal y cticia, una invencin del pasado y un reacomodamiento de lamemoria familiar a n de dar duracin, prestancia y nobleza al linaje11. Es elcaso, por ejemplo, de los Girn, cuyo ancestro fundador, don Pelayo Pelez,haba salvado en el siglo XII al rey Alfonso VII en batalla; o bien, el mscuestionado de Mateo Vzquez de Leca, secretario personal del rey Felipe II,

    sospechado por sus pares de comprar la testicacin de aristcratas italianospara tejer una complicada genealoga que lo vinculaba con la Repblica ro-mana y los emperadores de Oriente12.

    En el Nuevo Mundo, la conquista y colonizacin proporcion a numerososespaoles y a sus descendientes la oportunidad para informar sus supuestas

    10 Ruiz Garca, 2006. Atienza Hernndez, 1998. lvarez-Ossorio Alvario, 2006.11 Atienza Hernndez, 1998: 10-11. Para Florencia en los siglos XIV y XV, ver Kla-

    pisch-Zuber, 1982.12 Atienza Hernndez, 1998: 19. lvarez-Ossorio Alvario, 2006: 146. Lovett, 1977: 3-10.

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    hazaas al rey mediante probanzas de mritos y servicios e informaciones deliacin que les permitieran el ascenso y/o reconrmacin de su estatus social,

    tanto como la legitimacin de una situacin privilegiada de hecho. A los con-quistadores se sumaron con rapidez miembros de las lites indgenas, convir-tiendo las probanzas de mritos y servicios e informaciones de liacin enunas de las principales escrituras legales presentadas en los mbitos judicialescoloniales y peninsulares. Las probanzas de mritos y servicios indgenas,elaboradas con el objeto de posicionar al interesado en el sector beneciadode la sociedad colonial, constituyen una respuesta indgena al imperativo dela conquista. Son, en s mismas, el producto de una semiosis colonial, deun complejo sistema de interacciones discursivas en un contexto que reerea la relacin entre discurso y dominacin, apropiacin y resistencia, en elmarco de la difusin de la literalidad occidental13. Esta perspectiva nos llevaa focalizar en el lugar enunciativo del discurso colonial analizado, cuya con-guracin depende tanto de lo que se quiere demostrar como de la coexisten-cia de previos lugares de enunciacin desde los que se construyeron talesimgenes de la realidad.

    Para el lder indgena, o aquel que aspirara a serlo, las probanzas de m-ritos y servicios adquiran un valor adicional pues ellas se tornaron necesarias

    para obtener sustento judicial en el acceso y sucesin en el cacicazgo, al re-conocer los lazos genealgicos con antiguos gobernantes locales. Si bien

    importantes funcionarios y cronistas negaron en los Andes el derecho heredi-tario en la sucesin al cacicazgo14, la Corona no acept sus puntos de vista.La Real Cdula del 2 de febrero de 1603 sostena la obligacin de respetar lacostumbre de sucesin hereditaria en los cacicazgos andinos; decisin conr-

    13 La expresin semiosis colonial refiere una red de prcticas semiticas colonialesresultantes del encuentro entre normas hegemnicas y valores que guan las prcticas semi-ticas en los centros metropolitanos, su extensin a las regiones coloniales y la resistencia yadaptacin que ellas generan desde la perspectiva de la poblacin dominada. Mignolo, 1992a:43; 1992b: 808.

    14 Entre aquellos que sostuvieron que los kuracazgos y sus autoridades haban sido crea-dos por Topa Inca, negando derechos hereditarios de gobierno a los lderes indgenas, se en-contraban Hernando de Santilln, Polo Ondegardo, Juan de Matienzo, el Virrey don Franciscode Toledo, Pedro Sarmiento de Gamboa y el Virrey don Martn Enrquez. Claramente, laafirmacin de la intervencin del Inca en el gobierno de los grupos tnicos anunciaba el con-trol de la administracin colonial sobre el sistema de autoridades de las poblaciones conquis-tadas. Ondegardo, 1917. Santilln, 1968 [1563]. Matienzo, 1967 [1567]. Sarmiento de Gam-boa, 1942 [1572]. Para una visin sinttica de las ideas del Virrey Toledo y del VirreyEnrquez, vase la Carta del Virrey Toledo a S.M., Cuzco, 25 Marzo 1571 (Levillier, 1924,vol. III: 443) yProbanza del gobierno y costumbres de los ingas por orden del Virrey Enrquez,Archivo General de Indias, Sevilla (AGI), Lima, leg. 30.

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    mada por la Real Cdula de 19 de julio de 161415. Se ordenaba a las Audien-cias que entendieran en los pleitos sucesorios, conservando los derechos de

    los caciques o principales descendientes de los primeros.16De este modo,la dignidad cacical deba recaer en un individuo en virtud del derecho desangre, estatus que ante la legislacin colonial conceda una situacin de

    privilegio merced a lo ancestral de su origen.La necesidad de los lderes indgenas de demostrar su pertenencia a un

    linaje que, generacin tras generacin, hubiera ejercido el rol de liderazgo enla repblica de indios a n de obtener conrmacin o acceso al cargo alque aspiraban, daba a sus probanzas de mritos e informaciones de liacinun complejo y peculiar contenido. Ambos documentos fueron sintomticos dela capacidad de los lderes andinos y de los indgenas en un sentido msamplio de adaptarse al sistema jurdico colonial y de utilizarlo a su favor altiempo que revelaron los posibles lmites a esa integracin17.

    En su argumentacin legal, los lderes indgenas debieron buscar la ayudade notarios, procuradores18, escribientes19, abogados20, ociales menores delsistema judicial y otros asesores legales. Ellos eran quienes en distintas etapasaconsejaban, registraban por escrito, en castellano y con el formato y for-mulismo legal requerido y, por ltimo, certicaban sus relatos genealgicos,hazaas y mritos que, cumpliendo las etapas de presentacin, podran con-vencer al juez de premiar al litigante. La lite indgena andina destin impor-

    tantes recursos monetarios y materiales para remunerar el asesoramiento y losservicios legales de letrados, procuradores, escribanos y solicitadores quesupieran iniciar una causa judicial21. Inclusive, varios ejemplos permiten su-gerir la existencia de connivencias, vnculos estrechos y alianzas de ciertos

    15Daz Rementera, 1977: 49.16Recopilacin de Leyes de Indias, Libro VI, Ttulo VII, Ley Primera: Que las Audiencias

    oigan en justicia a los indios sobre los cacicazgos.17Stern, 1982: 216-218.18Segn el vocabulario del siglo XVII, existen varios tipos de procuradores (de cortes,

    de causas, de la villa), haciendo referencia al verbo procurar o solicitar alguna cosa. Cova-rrubias, 1943 [1611]: f. 595r.

    19 El trmino se refiere al que escribe dictandole otro, o el que est en el escritorio dealgun escrivano, o secretario que escrive y copia lo que se le ordena. Covarrubias, 1943[1611]: f. 368r.

    20 En su diccionario, Covarrubias glosa el trmino como el letrado que defiende, o acu-sa a alguno en juyzio, del verbo abogar. Covarrubias, 1943 [1611]: f. 5v.

    21As lo explicitan, por ejemplo, diversos indgenas de los repartimientos de Luringuan-ca y Ananguanca, Jauja, a fines del siglo XVI. Segn el testigo don Carlos Apoalaya, ()el dicho su padre gast en el dicho pleito hasta que muri siete mil pesos en plata en letrados,procuradores e lenguas y otras cosas y escrivanos. Medelius y de la Puente Luna, 2004: 68.

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    indgenas con determinados letrados, notarios y funcionarios judiciales, cuyaconanza mereci la recurrencia a sus servicios en distintas ocasiones22. No-

    tarios, procuradores, abogados y asesores legales son piezas claves al tratarde aproximarnos al estudio de las mltiples aristas de una probanza de mri-tos indgena pues ellos aconsejaban a los kurakas y redactaban un documen-to legalmente vlido para la consideracin del juez.

    Los notarios eran principalmente funcionarios autorizados para dar fe entanto presuncin legal de veracidad en los documentos pblicos23. A lo largode los siglos XV y XVI, la Corona aument el control sobre los exmenes ysobre las reglas que regan el uso del ocio notarial. Todo escribano debarespetar una serie de condiciones generales segn la legislacin para la co-rrecta redaccin del documento pblico, en relacin al tipo de letra, cantidadde renglones y folios, u ordenamiento de las partes24.Los escribanos recurrana los formularios notariales colecciones de frmulas que servan como ar-

    22As, por ejemplo, exista un estrecho vnculo comercial entre el capitn de mita de loslupaqa, don Diego Chambilla, y el escribano de Su Majestad, Pedro Mateos, vecino de laVilla de Potos, quien no slo era su apoderado en asuntos econmicos sino quien cuidaba ycriaba a su hijo en Potos (Murra, 1978). Asimismo, el doctor Barros de San Milln, educadoen Salamanca y oidor de la Audiencia de Charcas, se erige como el caso ejemplar de confian-za y alianza entre el escribano y su cliente. Acusado en su poca de relaciones informales con

    lderes indgenas y negros libertos, Barros se propone como posible autor del Memorialdiri-gido al Rey por los lderes indgenas de Charcas, en el cual los mallku de importantes gruposdel Surandino trazaron sus linajes cuatro o cinco generaciones atrs, reclamando recompensasy beneficios mediante la pluma de un jurista familiarizado con los procedimientos adminis-trativos y con el mapa tnico de Charcas (Murra, 1998). Asimismo, Ana Mara Presta llamla atencin sobre el accionar de los hermanos Juan y Agustn de Herrera, escribanos bilingesde La Plata, quienes oficiaron de consejeros y funcionarios predilectos de la lite indgena dela ciudad (Presta, Ana M., Redes de tinta y poder. Escribanos, clero e indgenas en la ciudadde La Plata, siglo XVI. Ponencia presentada en VIII Congreso de Etnohistoria, Sucre, Boli-via, 2011).

    23 lvarez-Coca Gonzlez, 1987.24 Si bien las Partidasde Alfonso X contenan una ordenacin general de la institucin

    notarial, ocup mximo protagonismo la Pragmtica de Alcal de Henaresde 1503, con lacual los Reyes Catlicos aspiraron a regular la forma en la que deban redactarse los distintosnegocios jurdicos, incluso la letra, los renglones y las palabras que compondran las diferen-tes escrituras en los Libros de Protocolos. Segn su Captulo VII, las notas deban tomarse enletra cortesana y los folios deban contener al menos 35 renglones, sin dejar grandes mrgenes.En cuanto al texto propiamente dicho, la Pragmticaindicaba una serie de clusulas obliga-torias: en primer lugar, la indicacin de las personas que otorgaban la escritura, con fe deconocimiento del escribano; luego la fecha completa da, mes y ao y el lugar, haciendoconstar todos los datos sin abreviaturas. Las firmas de los presentes y del escribano cerraranel documento, luego del salvado de las enmiendas, ya fueran errores de redaccin, tachaduraso ltimas correcciones. Guajardo-Fajardo Carmona, vol. I, 1995: 142-144.

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    quetipos o modelos para redactar escrituras y, desde mediados del siglo XVI,a la literatura notarial especializada que comenz a circular en Espaa y en

    Amrica para guiar la prctica legal. Se han registrado ms de cuarenta obrasdedicadas exclusivamente al ejercicio notarial, especialmente a la redaccinde escrituras25, con recomendaciones especcas sobre la forma de ejercer elocio y de enmarcar el vocabulario y los actos de las personas dentro de lasfrmulas legales correctas.

    Entre los manuales destinados a orientar a los notarios, el de Gabriel deMonterroso y Alvarado tuvo amplia circulacin en los Andes. Su Practicacivil y criminal & instruccin de escrivanos [1563] goz por Real Cduladel 5 de febrero de 1569 del monopolio exclusivo para su venta en Indiasdurante 20 aos y apareca en casi todas las listas de libros en Lima en ladcada de 158026; incluso, aos ms tarde, el conocido cronista indgenaGuamn Poma de Ayala fomentaba su lectura27. Como tantos otros, Monte-rroso brindaba un modelo de interrogatorio para examinar testigos en pro-

    banzas de hidalgua, centrado en torno a la averiguacin de la antigedad dellinaje y descendencia por lnea directa de varn y la legitimidad de los na-cimientos. Cuestiones como la calidad y reputacin de hidalgo del interesa-do y de sus antepasados, la existencia de un solar conocido, la exencin de

    pechos y tributos, el uso de smbolos, preeminencias y distinciones de no-bleza, su fama entre los ancianos y el carcter pblico y notorio de toda

    esta informacin constituan referencias obligadas, segn recomendacionesdel notario28.

    Junto a ello, escribanos y asesores legales se nutran de un discurso nobi-liario, centrado en valores y nociones de sangre, linaje, honor, legitimidad,varona, fama y reconocimiento pblico como pilares de la nobleza29, difun-dido por conocidos tratadistas de hidalgua peninsulares, como Fernando Me-

    ja, Juan de Otalora y Bernab Moreno de Vargas, que advertan sobre elorigen, caractersticas, estatus y modos de distincin del estamento nobilia-

    25Lujn Muoz, 1981. Burns, 2005.26Leonard, 1996: 187.27 Guamn Poma de Ayala, 1987 [1615]: 359.28Monterroso, 1563: 121-125.29A esto remite cierto formulismo reiterado en las probanzas de mritos y servicios, es-

    paolas e indgenas por igual, tales como: hijo legitimo de padres conocidos [] porlinea reta de baron sin bastarda [] nieto legitimo de y visnieto de [] fue casado ebelado segn horden de la santa madre yglesia con y deste matrimonio hubieron y pro-crearon por su hijo mayor legitimo a [] por tal se lo vio criar este testigo y ser publi-co y notorio y tradicin, entre otras.

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    rio30. Sus obras dan cuenta del debate suscitado en torno al concepto mismode nobleza durante los reinados de Carlos I y Felipe II, al verse inuenciados

    los valores nobiliarios castellanos centrados en la reconquista y la guerrapor los nuevos modos de comportamiento de las cortes amenca e italiana,ligados a las tareas gubernativas y a la vinculacin con el rey. La sangre,transmisora durante generaciones de la virtud y el mrito de los ascendientesdel linaje y capaz de brindar derecho a exigir dignidades, privilegios y mer-cedes, pierde terreno en tratadistas como Moreno de Vargas frente al poderdel prncipe para sancionar el ascenso social segn los servicios gubernamen-tales y pecuniarios prestados para las necesidades del reino31. Ambos criteriosdieren o se entrelazan en distintas probanzas de mritos indgenas y espao-las del mundo andino colonial segn su poca, como si su discurso siguiesecuidadosamente los vaivenes de la discusin contenida en los tratadistasnobiliarios peninsulares. Ya adverta Murdo Macleod que los documentos

    probatorios conocidos como probanzas de mritos y servicios constituyendocumentos falaces y exagerados, tiles para la autopromocin ms que alquehacer histrico32.

    Procuradores, asesores con entrenamiento legal formal y escribientes tam-bin solan redactar peticiones, a menor costo que los notarios. Muchos clien-tes acudan a las notarias con un asesoramiento legal previo, con instrucciones

    precisas y escritas a mano33; en sintona, diversos kurakas de la Audiencia de

    Charcas solicitaron a la justicia el inicio de probanzas de mritos y servicios,provistos de interrogatorios redactados previamente y rmados por el peticio-nario y un licenciadoque luego no formara parte del proceso. As, en 1575don Juan Colque Guarache, capitn de mita de los quillacas y asanaques,rmaba al pie de un interrogatorio de veintids preguntas acerca de su ascen-dencia y servicios realizados a Su Majestad, junto al licenciado Campuzano,

    30 Desde fines del siglo XV y durante los siglos XVI-XVII se distinguieron FernandoMexa,Libro intitulado nobiliario perfetamente copylado y ordenado por el onrado cavalleroFernando Mexia, vente y quatro de Jaen,Sevilla, 1492; Juan Arce de Otalora, De nobilitateet immunitatis hispaniae causis, quas hidalguia apellant, Granada, 1553; Juan Arce de Ota-lora, Summa nobilitatis hispanicae et inmunitatis regiorum tributorum causas, Salamanca,1559; Juan Garca de Saavedra, Tratactus de hispanorum nobilitate,Alcal de Henares, 1557;Bernab Moreno de Vargas,Discursos de la nobleza de Espaa, Madrid, 1622. Para un an-lisis de su contenido, vase lvarez-Ossorio Alvario, 2001: 42-43.

    31lvarez-Ossorio Alvario, 2001.32Macleod, 1998: 28.33Burns, 2010: 80.

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    quien se desempe como scal de la Audiencia de La Plata34, aunque endicha ciudad el proceso lo llevara adelante el escribano Pedro Jurez de Va-

    ler35.Similar situacin encontramos en otras oportunidades36; podemos ima-ginar entonces que distintos lazos materiales y simblicos unan a lderesindgenas con una red de funcionarios, abogados, procuradores, escribientesy/o consejeros de conanza quienes asesoraban sus presentaciones legales,encuadrando el relato indgena en el formulismo legal y los conceptos penin-sulares de linaje, fama y honor, a n de lograr los resultados efectistas espe-rados por los litigantes. As lo sugiere el testamento de un reconocido lderindgena charqueo, don Juan Aymoro, cacique gobernador del repartimientode Yamparaes, quien reconoca a su amigo Ramiro de Ziga por la ayuda

    prestada en todos sus pleitos y negocios por ms de once aos, tanto a l comoa don Francisco Aymoro, su padre37.

    En la notara, una multiplicidad de actores sociales ocial mayor, ocia-les plumeros, ociales menores o escribientes acompaaba la redaccin deldocumento38. Los errores y las tensiones producidas pueden haber sido ml-tiples si incorporamos su presencia y deben considerarse como parte de todaescritura pblica. Muchos notarios slo tomaban la nmina de testigos yluego hacan redactar las respuestas a sus ayudantes sin estar el testigo pre-sente39. En algunos casos la informacin era tan genrica que obligaba al

    34Del licenciado Ruy Vzquez Campuzano, fiscal de la Audiencia que resida en LaPlata, donde falleci (1580-1584),AGI, Contratacin, leg. 217 A, Ramo1.

    35 El 14 de marzo de 1575, Pedro Jurez Valer recibi por Real Cdula la provisin delttulo de escribano de cmara, AGI, Charcas, leg. 418, l. 1, f. 273v-274r.

    36Es el caso del Interrogatorio contenido en la probanza de mritos y servicios [1583]de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gobernador del repartimiento de Sacaca, firmadopor el licenciado Melchor de Ayala, aunque el proceso se llev delante del escribano Francis-co Lpez de Rivera. La misma situacin evidencia su hijo, don Juan Ayavire Coysara, cuyoInterrogatorio [1598] fue firmado por el licenciado Joan de Espinosa mientras que el resto delproceso se llev delante del escribano de cmara Joan Francisco Rocaforte. Por ltimo, elInterrogatorio de la probanza de mritos y servicios [1638] de don Fernando Ayra de Arriuto,cacique gobernador del repartimiento de Pocoata, llevaba la firma del licenciado Caldern yContreras, mientras que el proceso fue llevado adelante por el escribano Pedro Osorio.

    37 Presta, Ana M., Los Aymoro, caciques de los yamparas. Un linaje ancestral o unaconstruccin colonial toledana?, Conferencia pronunciada en La Paz, el 16 de noviembre,con motivo de su ingreso a la Academia Boliviana de Historia, 2011.

    38 Muchos de estos copistas deben haber sido ayudantes aprendices, pues la prcticapeninsular continu en el Virreinato del Per: el ayudante realizaba distintas tareas, entre ellas,copiar las frmulas de los documentos. Slo despus de unos aos y varios maestros, el apren-diz enviaba un memorial a la corte solicitando el ttulo de escribano en las Indias. Lockhart,1982: 93.

    39Monterroso, 1563: 7.

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    ocial a emplear sus conocimientos y discrecin. Francisco Gonzlez de Tor-neo, autor del libroPrctica de escrivanos[1587], adverta a los notarios que

    no quitaran partes cruciales de los testimonios del testigo40. Esta denuncia delo que era una prctica usual entre los notarios advierte sobre el contenido denuestros documentos: cuntos testimonios fueron dirigidos, abreviados o aca-so reinventados por el notario o por sus ayudantes lejos de la mirada deltestigo? Esto parecera sugerir respuestas como A las diez y seis preguntasdixo que fue publico lo que la pregunta dize aver pasado assi como en ellase contiene41, e incluso, A las once preguntas dijo que lo contenido en la

    pregunta lo ha oido decir por publico e notorio42. Si a ello sumamos, en loscasos de testigos indgenas, ladinos o no, el rol del intrprete y su capacidad

    para transmitir y reinterpretar la respuesta, podemos adicionar a nuestra listadudas acerca de testimonios como: A la quinta pregunta dixo que es ansicomo la pregunta lo dize; A la ocho dice que si, entre otras43. En sntesis,qu testimonios, qu voces estn registradas bajo la respuesta juramentadadel testigo? Cuntos testimonios se obtuvieron a cambio de arreglos infor-males? Ya adverta Monterroso la responsabilidad del notario de descubrirtestigos sobornados que repetan sin cambios el contenido de las preguntas;

    prctica denunciada tambin por el Virrey don Francisco de Toledo44. Acasola presencia de los testigos espaoles Toribio de Alcaraz y Juan de Espinosa,armando la legitimidad del lder indgena don Juan Colque Guarache en su

    probanza de mritos y servicios, pero negndola aos ms tarde en la proban-za de mritos de su enemigo, el cacique gobernador don Fernando Ayavire yVelasco, no sugiere esta prctica45?

    Interrogatorios cuidadosamente elaborados a la luz de las recomendacionesde tratados notariales y nobiliarios, preguntas que inducen las respuestas en

    40 En su Libro Sexto: En lo que toca a examinar los testigos della, se ha de advertir quese ha de escribir por la orden que el testigo lo dixere sin dexar de poner, ni mudar cosa nin-guna en sustancia. Gonzlez de Torneo, 1587: 145.

    41 Testigo Antonio Quijada, vecino de la ciudad de La Plata, 7 de diciembre de 1583.Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gobernador delrepartimiento de Sacaca,Memorial de Charcas, 1986: 83.

    42 Testigo don Pablo Humiro, cacique de Moromoro. Probanza de mritos y servicios dedon Juan Colque Guarache, capitn de mita de los quillacas y asanaques [1575], EspinozaSoriano, 1981: 242.

    43 Jurado, 2010: 297.44 En relacin a los pleitos desarrollados entre los indgenas de los repartimientos de

    Ananguanca y Luringuanca, el Virrey don Francisco de Toledo sostena que () lo peor esen mucha corruction de sus costumbres porque de tratar los dichos pleytos se ha mostradoabuso por testigos falsos, Medelius y de la Puente Luna, 2004: 77.

    45Graa, 2000: 550.

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    funcin de lo que se quiere resaltar, testimonios redactados sin la presencia deltestigo, intermediaciones lingsticas, testigos sobornados y aleccionados en

    sus respuestas, testimonios indgenas que replican el pasado prehispnico me-diante conceptos peninsulares como hidalgua, primogenitura y varona: todosestos aspectos deben estar presentes en la mirada del investigador a la hora deabordar una probanza de mritos y servicios indgena. Ya adverta Juan deSolrzano y Pereyra [1648] que en los casos de pleitos por cacicazgos cada

    pretensor prueba siempre lo que articula y vienen los jueces a hallarse confu-sos en esta igualdad de probanzas que de ordinario son de fama y de oidas46.

    Por ello, el jurista recomendaba a sus colegas que, para resolver los juiciosde liderazgo indgena que pasaban por sus manos, prerieran antes que las

    probanzas con testigos, los testimonios de padrones y listas que recuperabanparentescos y nombres de descendientes para otros nes. Las probanzas demritos y servicios indgenas no son directas ventanas al pasado sino que ellasmismas implican una complejidad que reside en el documento mismo, como

    portador de mltiples mensajes.

    PROBANZASDEMRITOSYSERVICIOS INDGENAS: GENEALOGASYLINAJESCACICALESENCHARCASCOLONIAL

    Entre 1574 y 1598 cinco importantes lderes indgenas de la jurisdiccinde la Audiencia de Charcas presentaron sus probanzas de mritos y serviciossolicitando mercedes al rey de Espaa. Don Juan Colque Guarache, capitnde mita de los quillacas y asanaques (Urcosuyo) (en tres oportunidades: 1574-75, 1576-7 y 1580), don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gobernador delrepartimiento de Sacaca (en 1583-84), don Francisco Aymoro, cacique gober-nador del repartimiento de Yamparaes (en 1586), su hijo don Juan Aymoro,cacique gobernador del mismo repartimiento (en 1592-97) y don Juan Ayavi-re Coysara, cacique gobernador del repartimiento de Sacaca (en 1598-99)elaboraron junto a sus notarios y asesores legales largos recuentos que orde-naron a sus antepasados en torno al concepto castellano de linaje. Otros lde-res emularon esta prctica en los siglos posteriores, como don Fernando Ayrade Arriutu, cacique gobernador del repartimiento de Pocoata (1638) y donJos Fernndez Guarache, cacique gobernador del repartimiento de Jess deMachaca, en 1719.

    Estos litigantes ocupaban cargos importantes en la republica de indios,como el de cacique gobernador de repartimiento, alcalde de naturales, capi-

    46 Solrzano y Pereyra, 1972 [1648], vol. I: 410.

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    tanes de mita o maestre de campo47. Todos ellos eran indios ladinos, hablabany/o escriban el castellano y haban adoptado las costumbres de los espaoles;

    de hecho, la ladinidad de don Francisco Aymoro, ms que su supuesta heren-cia genealgica, aparece como una de las claves interpretativas centrales desu acceso al poder48. Asimismo, los litigantes se desempeaban como hbiles

    participantes de los mercados y de la justicia colonial, rigiendo su patrimonio,herencia y ltima voluntad de acuerdo a la normativa hispana49. Todos ellosse presentaron en sus probanzas de mritos y servicios como indios hbiles yde buen entendimiento, acompaados ordinariamente por espaoles y vestidosa su usanza:

    hombre de mucha razn.Don Juan Colque Guarache [1576-77]50.

    avil y suficiente.Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]51.hombre de bien i de tan buen entendimiento y persona de mucha razn i todobuen termino [] que habla la lengua espaola i bestido en abito de espaol.DonFrancisco Aymoro [1586]52.de tan buen entendimiento y capacidad, puntualidad, verdad y buen trato []con mucho lustre y adorno en hbito de espaol [] comunicando y acompan-dose siempre con hombres principales espaoles.Don Fernando Ayra de Arriutu[1638]53.

    47

    El capitn de mita era un lder indgena al mando y responsable de la entrega de cadacontingente mitayo. Por su parte, el alcalde de naturales era la autoridad indgena que sevinculaba al cabildo indgena como alcalde ordinario, o bien, como alcalde mayor presida elmunicipio con jurisdiccin civil y criminal, siendo la autoridad inmediatamente inferior a loscorregidores de indios, por encima de los alcaldes ordinarios. Por ltimo, el maestre de cam-po haca referencia a un oficio perteneciente a la milicia local.

    48 A partir de la confrontacin de la Probanza de mritos y servicios de don FranciscoAymoro con diversa informacin procedente de las Escrituras Pblicas de la ciudad de LaPlata, Ana Mara Presta da cuenta de los hiatos que presenta su supuesto linaje genealgico,influenciado con seguridad por las cartas de hidalgua castellanas. Presta, Ana M., Los Ay-moro, caciques de los yamparas. Un linaje ancestral o una construccin colonial toledana?,Conferencia pronunciada en La Paz, el 16 de noviembre, con motivo de su ingreso a la Aca-demia Boliviana de Historia, 2011.

    49 Para un anlisis de los testamentos de don Juan Colque Guarache y de don FranciscoAymoro, vase respectivamente Abercrombie, 1998: 268. Presta, 2008: 54-56; 2011b.

    50 Segunda Informacin hecha por don Juan Colque Guarache, cacique principal de losquillacas [1576-1577]. Espinoza Soriano, 1981: 253.

    51 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 71.

    52 AGI, Charcas, leg. 44, Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de losyamparaes, f. 10v.

    53 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 733.

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    Decan ser buenos cristianos, temerosos de dios y de los sacerdotes:

    buen cristiano y temeroso de dios [] le an hecho mucha merced ansi los se-ores obispos como los demas prelados. DonFernando Ayavire y Velasco [1583]54.muy buen cristiano temeroso de dios i mui zeloso de su servicio y como tal apuesto [] mucha diligencia i tiene gran cuidado de hazer y que hagan suficientedoctrina y todo buen enseamiento de nuestra santa fe catlica. Don FranciscoAymoro [1586]55.buen cristiano, temeroso de dios.Don Fernando Ayra de Arriutu [1638]56.

    Tambin eran arduos combatientes de las borracheras e idolatras de susindios:

    a andado y anda personalmente por las rancherias de la villa de Potos evitandolas borracheras y otros malos vicios.Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]57.poniendo mucha diligencia para quitarlas borracheras e los demas vicios i peca-dos antiguos.Don Francisco Aymoro [1586]58.no consintiendo borracheras, amancebamientos y otros pecados pblicos. DonFernando Ayra de Arriutu [1638]59.

    Incluso, ostentaron su catolicismo mediante la construccin de iglesias ensus pueblos y su decoracin con adornos y cuadros que los incluan comoeles servidores de dios y de Su Majestad, como es el caso don Fernando

    Ayra de Arriutu, quien () en la iglesia ha hecho y puesto muchos orna-mentos y un retablofomentando algunas limosnas. El ejemplo quizs msacabado de estos miembros de la lite indgena de Charcas colonial lo repre-senta don Juan Colque Guarache, quien, segn la conocida cita del propieta-rio de ingenios Luis Capoche,

    Ha odo gramtica en el colegio de la Compaa de Jess y anda vestido anuestro modo, con mucha seda. No se hallan bien con l los indios, as por el

    54 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 70-71.

    55 AGI, Charcas, leg. 44, Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de losyamparaes, f. 10r.

    56 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 733.

    57 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 73.

    58 AGI, Charcas, leg. 44, Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de losyamparaes, f. 10v.

    59 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 73.

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    traje [y porque] no entiende el estilo y usanza y costumbres de su gobierno nitrata a los indios con afabilidad60.

    La redaccin de cada una de sus probanzas de mritos y servicios remitea demandas de merced real no siempre otorgadas y un contexto particulares.El cargo de capitn de mita (don Fernando Ayavire y Velasco); un escudo dearmas y la cesin de una encomienda (don Fernando Ayra de Arriutu); o bienextensas peticiones como las de don Juan Ayavire y Coysara quien solicitabatributos e indios vacos, la conrmacin de los ocios de cacique principal delrepartimiento de Sacaca y de alcalde mayor de los naturales de la Provinciade Charcas, la facultad de acompaarse de dos esclavos con espadas, CdulaReal para que se le conrmen y dejen exhibir las armas espada y daga de

    sus antepasados, un hbito de la orden de Santiago y la merced de la admi-nistracin de los bienes de comunidad del Partido de Chayanta con el quintode multiplico del maz, ganado y chuo. Para lograrlo, las probanzas de m-ritos y servicios incluan interrogatorios cuidadosamente construidos, de ex-tensin variable, con preguntas largas, detalladas y conducentes, que de mododeliberado llevaban al testigo a responder armativamente61.

    De acuerdo al modelo notarial y nobiliario peninsular, las probanzas demritos indgenas se estructuraron en torno a un relato genealgico, registran-do linajes cacicales cuya profundidad temporal es difcil de contrastar. El

    primer interrogante que se impuso luego de una lectura de conjunto apunta alconcepto mismo de genealoga que estructuraba las probanzas de mritoscacicales; es decir, exista una memoria genealgica andina? Podemos pen-sar que estos registros del pasado en formato e idioma castellano seguan unesquema previo, local, de conservacin de la memoria en torno a las descen-dencias de lderes fundadores de linajes gobernantes62? O bien, fueron pro-ducto de la sociedad andino colonial postoledana63? Entre las probanzas de

    60Capoche, 1959 [1585]: 137.61Esta tcnica es advertida en la Instruccin y memorial para escrivanos y juezes eje-

    cutoresde Bartolom de Carvajal, quien describa el modo en que los testigos, a quienes selean preguntas que comenzaban con elementos difciles de probar mientras que finalizabancon hechos conocidos y altamente probables, slo retenan la ltima parte, respondiendo afir-mativamente. Burns, 2010: 198, nota 47.

    62La genealoga ha sido rescatada recientemente para el anlisis dinstico incaico porCatherine Julien, quien sugiere que la historia de los incas contenida en las crnicas hispanas,estructurada en torno al recuento genealgico del linaje de Manco Inca, no slo refleja unmodelo occidental de aproximacin histrica sino que podra estar basada en fuentes o gne-ros incaicos. Julien, 2000.

    63Susan Ramrez llama la atencin sobre aquellas genealogas indgenas que, en pocacolonial, codificaron tradiciones orales, repitiendo nombres de lderes tnicos a lo largo de

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    mritos publicadas de importantes lderes de Charcas colonial, slo dos deellas, distantes en el tiempo, abordaron el pasado familiar del interesado me-

    diante el uso del concepto de casao linaje64. El trmino casa evocaba enel vocabulario de la poca la prctica nobiliaria peninsular de pertenencia aun linaje, es decir, al conjunto de descendientes por va masculina que con-formaban una familia extensa. Segn el vocabulario de Cobarruvias, ()

    porque las tales [moradas y casas] son en los propios solares de donde traenorigen, vinieron a llamarse los mesmos linajes, casas, como la casa de losMendozas, Manriques, Toledos, Guzmanes, & c65.

    En la sociedad castellana, el individuo obtena su identidad social en tan-to miembro de un grupo parental amplio, el cual situaba a sus integrantes,segn el estatus de cada uno, en el conjunto de las relaciones sociales almismo tiempo que sustentaba el control sobre la tierra y la mano de obra66.En Castilla, las casas o linajes nobiliarios impusieron el mayorazgo comorgimen patrimonial y sucesorio de la propiedad seorial a partir de mediadosdel siglo XIV, comprendiendo la totalidad de los bienes y derechos de undeterminado patrimonio. Es esto mismo lo que suceda en la sociedad andi-na prehispnica y, luego, colonial?

    En el interrogatorio incluido en la primera probanza de mritos de donJuan Colque Guarache, capitn general de los mitayos quillacas y asanaques,en 1575, la pregunta decimosptima conduca a los testigos hacia el concep-

    to de casa para enfatizar el estatus de su linaje:

    17. Item. Si saben, etc. que el dicho Guarache fue christiano, natural del pue-blo [de] quillaca, del ayllo Malcoca, que en lengua espaola quiere decir generacionde seores y fue de la casa de Guarache67.

    generaciones, y cuya explicacin se encuentra ms all de la conformacin y perduracin deun linaje en el sentido peninsular del trmino. Ramrez, 2006.

    64 Encontramos tambin su mencin en informaciones de filiacin de dos aspirantes ajilaqatao lderes de ayllu, pertenecientes al repartimiento de Macha, a comienzos del sigloXVII. Ver: Platt, 1987: 71. Platt Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 663. Jurado, 2013.

    65 Cobarruvias, 1943 [1611]: 107.66Chacn Jimnez y Hernndez Franco, 1992: 7-14. Rodrguez Snchez, 1992. Prez,

    1996.67 [El subrayado es nuestro]. Espinoza Soriano, 1981: 239. Una de las versiones de la

    probanza de mritos y servicios de don Juan Colque Guarache se encuentra en AGI, Quito,leg. 45, y ha sido publicada parcialmente por Waldemar Espinoza Soriano. Otra versin fueencontrada por Thomas Abercrombie en el Archivo del Tribunal de Poop (Estado Plurina-cional de Bolivia).

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    El concepto apuntaba, de acuerdo a la mentalidad jerrquica y seorial delescribano y asesores legales intervinientes, a la inclusin de Colque Guarache

    en un linaje de seores, los Colque Guarache parafraseando la expresinde Cobarruvias, de acuerdo a la prctica nobiliaria europea. Los testigos, treslderes indgenas de la regin, conrmaron la pertenencia de Colque Guaracheal ayllu Malcoca pero evadieron completamente la referencia a la supuestacasa como si no valoraran su existencia. El modelo provisto por el formu-lismo notarial y el esquema usual para las probanzas de mritos de espaolesno se ajustaron a la realidad andina que se pretenda interpelar, por lo cuallos testigos indgenas guardaron silencio frente a un concepto que, en 1575,no encontraba asidero en su mentalidad.

    El trmino vuelve a presentarse sesenta y tres aos ms tarde, en la pro-banza de mritos de don Fernando Ayra de Arriutu, cacique gobernador delrepartimiento de Pocoata. Su notario o asesor legal incluy en el interroga-torio dos preguntas muy sugerentes; una de ellas encaminaba a los testigosa conrmar que fue hijo legitimo de don Fernando Capax, descendiente porlnea directa de varn de la casa de Capax Localarama y, ms adelante,

    profundizaba la cuestin de su linaje al solicitar dijeran que es descendien-te de parte de madre de la casa de Anco Tutumpi Ayra Canchi.68 Muchascosas haban cambiado en el Virreinato del Per desde mediados de la dca-da de 1570, cuando la probanza de mritos de Colque Guarache pretenda

    asimilar la prctica de sucesin y patrimonial de los seores andinos a la dela casa de la sociedad nobiliaria europea. Sin embargo, en 1638, la probanzade mritos de Arriutu continuaba ajustada a la reglamentacin y las formasde contrastacin de la evidencia de nes del siglo XVI. En esta oportunidad,los testigos indgenas presentados, lderes de distintas jurisdicciones, no des-conocieron el concepto de casa y conrmaron las palabras exactas que seincluyeron en el interrogatorio, sin agregar dato alguno. De acuerdo a estaevidencia, deberamos aceptar sin ms la existencia de linajes o casas simi-lares a las de la sociedad peninsular en las sociedades aymaras prehispnicas

    y coloniales? Es ese concepto la traduccin hispana, realizada por los no-tarios, de una prctica local similar a la castellana? Trasladaramos concep-tos como primogenitura, monogamia, lneas rectas de varn, legitimidad y

    bastarda, contenidos tambin en las probanzas de mritos y servicios caci-cales?

    68El subrayado es nuestro.La probanza de mritos de don Fernando Ayra de Arriutuseencuentra en AGI, Charcas, leg. 56, y ha sido publicada por Platt, Bouysse-Cassagne y Harris,2006: 721-755.

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    Luego de leer en detalle y comparativamente las probanzas de mritos deColque Guarache, Ayavire y Velasco69, Aymoro70, Ayra de Arriutu71y Fernn-

    dez Guarache72, se impone en el anlisis al menos la perplejidad: cmoavanzar entre tantos nombres, datos y preeminencias individuales e incontras-tables pero, al mismo tiempo, repetitivos y previstos desde una mirada deconjunto? An adoptando la precaucin metodolgica anunciada por MarioGraa acerca de leer las probanzas de mritos indgenas fuera de la dicotomaverdad-mentira para acercarnos a la idea de un dilogo entre lo real y lo ima-ginario73, trascender las marcas poltico-sociales coloniales de dichos docu-mentos es un desafo metodolgico y hermenutico de envergadura.

    De la comparacin textual de los interrogatorios propuestos en las proban-zas de mritos mencionadas, efectuadas entre 1574 y 1719, se impone unaconclusin: las similitudes apuntan al contenido mismo. Todas ellas pertene-cen al perodo de mayor inuencia de las ordenanzas toledanas y de ampliadifusin de los conceptos europeos de primogenitura, herencia masculina ymodelos genealgicos como garanta de legitimidad. A ello debemos sumarlos ltros del idioma y de la cultura, los formulismos notariales y el rol denotarios y asesores legales al inducir y ajustar los deseos y palabras de sucliente en un lenguaje jurdico capaz de ser comprendido en un contexto ju-dicial. Todo ello debi impactar sin duda en el contenido de las probanzas demritos, ejerciendo notable inuencia en la reconstruccin de la visin del

    mundo y de la memoria histrica andinas.Con diferencias diacrnicas entre las probanzas de Colque Guarache

    [1574-75; 1576-77] y Avavire [1583-84] por un lado y las de Ayra de Arriutu[1638] y Fernndez Guarache [1719] por el otro, se imponen en todas ellas

    69 Su probanza de mritos se encuentra inserta en elMemorial de Charcas. Trascripcinpaleogrfica de Margarita Surez, manuscrito 1986.

    70Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de los yamparaes, AGI, Charcas,leg. 44.

    71Probanza de don Fernando Ayra de Arriuto, cacique y gobernador de Pocoata, AGI,Charcas, leg. 56.Provisin Real concediendo un escudo de armas a Francisco Ayra de Arriu-to (1640), Archivo y Biblioteca Nacional de Bolivia, Sucre (ABNB), Correspondencia de laAudiencia de Charcas, leg. 1463. Una transcripcin de su Probanza se encuentra en Platt,Bouysse-Cassagne y Harris, 2006, 721-755.

    72 La versin de la probanza de mritos de don Jos Fernndez Guarache ha sido halla-da y transcripta por Roberto Choque, 2003: 51-53. Fragmentos de esta probanza se encuentraninsertos en el Archivo de La Paz (ALP), Provincia Pacajes (PP), Juzgado aos 1730-1749,caja 11, junto con algunos resmenes de la Informacin con testigos hecha por su padre, donPedro Fernndez Guarache, ante el corregidor don Antonio Baca Dvila. Agradezco al Dr.Ariel Morrone por brindarme esta informacin.

    73Graa, 2000: 554.

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    semejanzas. La confeccin de la escritura y la cuidadosa implementacin delprotocolo legal llevan a pensar en un conjunto de consejeros letrados y escri-

    bientes conocedores del sistema de presentacin judicial, que asesoraba a loslderes indgenas sobre los modos de ajustar los parentescos andinos en tr-minos occidentales y de exaltar su estirpe en las probanzas de mritos yservicios. Los notarios y asesores legales inmiscuidos parecen haber recurridoa las recomendaciones de tratados como el de Monterroso o Gonzlez deTorneo acerca de los elementos centrales de toda probanza de hidalgua, talescomo el uso de preeminencias de hidalgos, la ocupacin de cargos u ociosimportantes en el gobierno, su llamamiento a guerras, su uso de armas y ca-

    ballos y su reputacin de hidalgos como pblica voz y fama y comn opi-nin y pblico y notorio.

    Las similitudes que presentan los linajes cacicales son especialmente evi-dentes en la repeticin de lugares comunes o hitos discursivos. Todos ellosacreditaban parientes que fueron hbiles (y dciles) mediadores con el Tawan-tinsuyu, atributo propio de la autoridad andina garante de la relacin con lasdivinidades y de la intermediacin entre sayas y grupos. En las probanzasde mritos analizadas, los linajes fueron respetados por el Inca, cuya intromi-sin sirvi para rearmar los poderes y legitimidades previos:

    fueron seores de duho antes y en tiempo del inga y despus ac que era la in-

    signia de los caballeros [] y as lo fueron sus padres y abuelos por le venir eldicho cacicazgo por justos y derechos ttulos de lnea reta de Huno Mallco, quequiere decir seor de Sava que es como duques, condes, marqueses en los reinosde Espaa.Don Juan Colque Guarache [1575]74.fueron seores de duo y antes del ynga y despus ac que hera las insinias delos cavalleros y como tales fueron avidos y respetados libres de tributo ni servi-dumbre [] por le venir el dicho cacicazgo por justo y derechos ttulos de lnearecta de Huno Malco que quiere decir seor de Sava en los reynos de Espaa []dio la obediencia a el ynga, el qual le confirm lo que antes tenia.Don FernandoAyavire y Velasco [1583]75.y se an susedido unos a otros en el casicasgo y gobierno de este pueblo de padresa hijos desde la jentilidad y su prosapia antigua sin que se entremetiese en el es-trao ninguno. DonJos Fernndez Guarache [1719]76.

    74 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-no, 1981: 237.

    75 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 65-66.

    76ALP, PP, Juzgado 1730-1749, caja 11, f. 3v. Agradezco al Dr. Ariel Morrone por ha-berme permitido acceder a la transcripcin paleogrfica de este documento.

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    Esta transicin no problemtica, planteada especialmente en las probanzasde mritos de Colque Guarache y Ayavire, constituye un espejo de la alianza

    que se pretende continuar con la consolidada administracin colonial y repre-senta un dilogo con las averiguaciones que, desde 1570 y hasta 1582, reali-zaron sucesivamente los Virreyes Toledo y Enrquez sobre la tirana de losincas y la de sus supuestamente designados kurakas77. Las frases sealadas,ms que indicar la perduracin de una lnea sucesoria que se remonta al pe-rodo preincaico, deben remitirnos al contexto especco de su produccin.As, las probanzas de mritos cacicales modicaron en buena medida lastradiciones orales andinas, dejando la impresin de la existencia de una suce-sin hereditaria basada en la primogenitura, la patrilocalidad y la legitimidadatadas a un matrimonio monogmico. Contenida en documentos persuasivosy esquematizados segn el carcter probatorio de la sociedad peninsular, lamemoria andina evocada en probanzas de mritos debi convertir su discursoen uno inteligible para el destinatario, a n de obtener su cometido.

    Asimismo, los antepasados de los kurakas pleitistas ocuparon al parecerlos ms principales roles de gobierno en el Tawantinsuyu:

    era del consejo de guerra del dicho inga Manco Capac. Don Juan Colque Gua-rache [1575]78.los dichos yngas () le ocupavan en capitanas y conquista allende del govier-no. Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]79. estava nombrado por el Inga por governador de toda esta provincia de los Char-cas y por cacique principal de dicho repartimiento de los iamparaes. Don Francis-co Aymoro [1586]80.[el Inca Huayna Capac] lo hiso governador de los yndios de todas las provinciasque corren desde Vilcanota hasta Chile. Don Jos Fernndez Guarache [1719]81.

    La contrastacin de la documentacin dibuja as un pasado de superposi-cin de lderes en el mismo cargo, tales como gobernadores de toda la pro-vincia de los Charcas (los antepasados de Aymoro y de Fernndez Guarache),seores vinculados al sistema decimal de hunu, en la probanza de mritos

    77 Carta del Virrey Toledo a S.M., Cuzco, 25 Marzo 1571, Levillier, 1924, vol. III: 443.Probanza del gobierno y costumbres de los ingas por orden del Virrey Enrquez, AGI, Lima,leg. 30.

    78 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-no, 1981: 238.

    79 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 66.

    80 AGI, Charcas, leg. 44, Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de losyamparaes, f. 8v.

    81ALP, PP, Juzgado 1730-1749, caja 11, f. 3r.

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    de Ayavire y de Colque Guarache; y seor de dos hunu, en la probanza demritos de Arriutu, integrante del consejo de guerra del Inca (en la proban-

    za de mritos de Colque Guarache) o cargos de capitana en las batallas (enla probanza de mritos de Ayavire), convocados a guerras por su valenta,distincin y liderazgo. Si bien no es informacin contenida en una probanzade mritos, sabemos por la Visita de Chucuito que en 1567 exista el recuer-do entre los lupaqa de que su lder Apo Cari haba sido () gran seor comosegunda persona del Inga y mandaba desde el Cusco hasta Chile82. Asimis-mo, Mercedes del Ro encuentra que un seor de Charcas, conocido comoInga Achata, se recordaba como () governador que fue por Ynga GuaynaCapac desde Vilcanota e Omasuyu y Urcosuyu hasta las provincias de Chi-le83. Posiblemente estemos ante una superposicin de cargos detentados porlos diferentes linajes provinciales producto del afn de las probanzas de m-ritos de apropiarse de un atributo de poder valorado por los tratados nobilia-rios peninsulares: el uso de cargos u ocios en la repblica.

    Cada uno de los integrantes de los supuestos linajes de las distintas pro-banzas de mritos comparta atributos virtuosos. Todos ellos se delinearoncomo valientes guerreros, lderes mximos, hbiles mediadores que reunanfuerza, virilidad y coraje, presentando los mismos atributos que, segn crni-cas hispanas y mitos orales, posea el Inca en tanto arquetipo primordial dela autoridad en los Andes. El Inca, al igual que otras autoridades andinas, se

    consideraba sagrado; esto permita una asociacin entre divinidad y gobernan-te que lo haca ver como fuerza animadora, ordenadora y sustentadora delmundo. El noveno Inca, Pachakuti, al igual que el primero, Manco Capac,repetan en sus ciclos mticos una gura arquetpica que marcaba los patronesdel gobernante andino; ambos proveyeron un modelo ejemplar con el cual la

    poblacin y los kurakas relacionaban la autoridad84.Asimismo, segn las pro-banzas de mritos, el Inca brind generosamente a los antiguos lderes, pa-rientes de los litigantes, similares objetos de prestigio, smbolos incaicos deautoridad y estatus, que visibilizaban su jerarqua, al disponer de andas, indios

    de servicio o yanas, camisetas de oro y plata, vasos y ropa na de cumbi. As,insignias de cavallero, tres camisetas, la una de chapera de plata y otra de cha-pera de oro y otra de piedras preciosas que llaman mollo [] [el Inca] le dioandas. Don Juan Colque Guarache [1575]85.

    82 Diez de San Miguel,1964 [1567]: 106.83Del Ro, 1990: 80.84Pease, 1989: 30-31.85 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-

    no, 1981: 237.

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    los yngas le dieron ansimismo yncinias de cavallero, dos camisetas la una dechapera de oro y la otra chapera de plata y mucha ropa fine de cunbe y cocos deplata y oro [] fue seor de lanpa ques a manera de litera y traa quitasol deplumeras. Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]86.como tal governador [del Inca] andava en andas. Don Francisco Aymoro[1586]87.el dicho Inca [Guaina Capax] le honr mucho y le dio una camiseta de roelesde oro. Don Fernando Ayra de Ariutu [1638]88.por el amor que tubo el Ynga Maita Capax rey natural que fue de este reyno alos desendientes del dicho Apo Guarache dio una camiseta de su vestir. Jos Fer-nndez Guarache [1719]89.

    Estos objetos son bien conocidos por todos aquellos que estudian las for-

    mas que adoptan las relaciones de poder en las sociedades andinas90

    . En es-pecial, las andas o literas, acompaadas por hombres encargados de su trans-porte, constituyen uno de los emblemas o insignias que identican a quienesejercieron la autoridad en los Andes91. Se destacan, en las probanzas de m-ritos analizadas, el linaje de Ayavire, que presenta andas con quitasol deplumas otro elemento que conforma el conjunto signicante de la autoridady el linaje de Arriutu, cuyo estatus era indicado por la calidad del material,oro.

    Arriutu y Fernndez Guarache adicionaban a los privilegios anteriores elhaber recibido el don del parentesco, al casarse sus antepasados con miembros

    del linaje del Inca. Por ejemplo,

    [el Inca] le cas con una de sus hijas llamada Payco Chinbo. Fernando Ayrade Arriuto [1638]92.

    86 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 66.

    87 AGI, Charcas, leg. 44, Probanza de Francisco Aymoro, cacique gobernador de losyamparaes, f. 8v.

    88 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 730.

    89ALP, PP, Juzgado 1730-1749, caja 11, f. 3v.90 Murra, 1975. Martnez Cereceda, 1995. Prssinen, 2003: 141-144.91 Al momento en el que los interesados presentaron sus probanzas de mritos y servicios,

    el uso de las andas estaba prohibido, no slo de forma expresa y general, como en las Orde-nanzas del Dr. Cuenca (1566), sino tambin de forma ms circunscrita a ciertos kurakas, comolo denuncian los propios lideres indgenas en el Memorial de Charcas. Para un anlisis endetalle de las andas como integrante de un conjunto significante de la autoridad, vase Mar-tnez Cereceda, 1995.

    92 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 730.

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    el parentesco inmidiato que tubo el Ynga Guayna Capax con el dicho ChalcoYupanqui. Jos Fernndez Guarache [1719]93.

    Es sugerente que el entronque parental de un linaje local con aquel de losincas haya sido recordado y registrado slo en aquellas probanzas de mritosrealizadas con posterioridad a la cada de la faccin incaica que opona resis-tencia desde Vilcabamba. La recuperacin de la gura del Inca que se gene-raliza en el siglo XVII permita reforzar legitimidades simblicas, potenciadaen el siglo XVIII, como es el caso de Fernndez Guarache quien ha sido

    propuesto como ejemplo paradigmtico de la cultura neo-inca94.Las preeminencias de caballeros, como son presentadas a ojos espao-

    les, slo podan estar en manos de hombres de calidad, quienes tambin re-

    cibieron nuevos nombres o ttulos, como el de Inca. El grupo parental deArriutu sobresale por la abundancia: no slo su pariente paterno recibi el deCapax95sino que en su rama materna gura el de Anco Tutumpi y sussujetos se renombraron como Caracara96. De conjunto, la probanza de m-ritos de don Fernando Ayra de Arriutu [1638] presenta rasgos peculiares queameritan una lectura crtica y problematizadora. En ella, su linaje se delineacomo el primer caso luego emulado en la probanza de mritos de don JosFernndez Guarache de 1719 en el que la preeminencia de la autoridad locales tal que el orden de reciprocidades descrito se ve trastocado. Los dones

    ofrecidos por el lder tnico al Inca son previos, puesto que su antepasado,Localarama, se present al Inca como embajador y () dio noticia al dichoInca de las cuatro provincias de Collasuio, Antesuio, Condesuio y Chinchay-suio y de la calidad de las tierras, que le dio un mapa tejido en ropa de cum-

    bi en la lengua de los indios la llaman carpatira97.El mismo orden sucede con las insignias de preeminencia. Las restantes

    probanzas de mritos asimilaron las andas y literas con bienes y distincionesque otorgaba el Inca; sin embargo, para el recuento de Arriutu, las andas queusaba su antepasado, Ayra Canche, constituan un atributo previo a cualquier

    93ALP, PP, Juzgado, 1730-1749, caja 11, f. 3r.94Morrone, 2010: 217.95 Segn Julien, el trmino capacalude al estatus hereditario concentrado en la lnea

    dinstica inca de los descendientes de Manco Capac y su hermana-esposa y, asimismo, a unttulo que denotaba a un gobernante local hereditario. Julien, 2000: 23-48.

    96Qaraqara es como se conoce a la entidad poltica que se extenda desde el norte dePotos hasta el ro Pilcomayo, en la frontera con la entidad poltica Chicha (actual Departa-mento de Tarija, Estado Plurinacional de Bolivia).

    97Probanza de don Fernando Ayra de Arriutu [1638], Platt, Bouysse-Cassagne y Harris,2006: 728.

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    don del Inca pues aquel () fue tan poderoso, rico y respetado que no sepreciaba en menos de que lo trajesen en andas de oro98. Sus hazaas milita-

    res tambin fueron previas al Tawantinsuyupues se armaba que dicho per-sonaje haba edicado fortalezas y haba incorporado territorios bajo su do-minio, extendindolo hasta el lmite con los indios Chichas y la zona dePilaya y Paspaya, en torno al ro Caine/Grande y el ro Pilcomayo. En reco-nocimiento de su prestigio, () el primer Inca Tupangui [Pachakuti] hizomucho caso y estimacin y le envi un embajador llamndole y honrndolecon el apellido Anco Tutumpi que quiere decir or blanca que brota comoquien dice que no tena otro su igual99.

    Esta inversin del sistema de reciprocidades, que elevaba a Ayra Cancheal estatus reservado en la memoria colectiva al Inca, vuelve a aparecer en la

    probanza de mritos de don Jos Fernndez Guarache, cacique gobernadordel repartimiento de Jess de Machaca, de 1719. Segn su probanza, su an-tepasado Apo Guarachi aparece como seor () desde el Desaguadero has-ta los contornos de Potos y Chuquisaca previo al dominio de los incas, conquienes inicia el juego de reciprocidades al enviar a dos de sus hijos () ala aparicin del primer Inga Manco Capac en Paucartambo en seal de obe-diencia100. Nuevamente, el dominio de un solo lder aymara sobre una juris-diccin extensa y abarcativa de los Andes Centro-Sur es un dato reiterado ydisputado en la memoria de los testigos indgenas coloniales, cualquiera fue-

    ra su etnicidad.Es este slo un ejemplo de las discordancias que surgen al concordar las

    versiones del pasado que se jaban por escrito en probanzas de mritos per-tenecientes a distintos grupos y pocas histricas, considerando este tipo dedocumentacin como fuente productora de datos histricos y evaluando sloel ncleo de credibilidad a extraer. Nos enfrentamos, en realidad, con el re-gistro colonial de tradiciones orales uidas, maleables y en disputa. El recuer-do en los Andes y la historia individual, genealgica y colectiva se ordenabana travs de categoras ejemplares, conocidas a travs de frmulas orales y

    mticas, mantenidas en numerosos contextos rituales y de conservacin de lamemoria101. Estos acontecimientos y arquetipos primordiales, reconociblestras aquellos supuestos parientes preincaicos e incaicos de las probanzas demritos, slo pueden haber encontrado su ordenamiento lineal y su funcin

    98Probanza de don Fernando Ayra de Arriutu [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris,2006: 730.

    99Idem.100Choque Canqui, 2003: 51-52.101Pease, 1989: 29.

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    histrica y genealgica en la codicacin realizada por los notarios y loslderes indgenas, de acuerdo a la reglamentacin colonial.

    La importancia que dio el sistema legal espaol al pasado prehispnicoabri un perodo fecundo para la actualizacin y acomodamiento de los re-cuerdos, para la escritura de visiones contrapuestas de la historia, idealizacio-nes, silencios y discontinuidades. Los procesos vinculados al recuerdo y losusos de la memoria han recibido la atencin de numerosos investigadoresdesde que Maurice Halbawchs resaltara su carcter de memoria histrica,reconstruida a partir de los imperativos del presente y vulnerable a usos ymanipulaciones102.Memorias colectivas, an cuando los recuerdos parezcanestrictamente individuales, memorias complejas, dinmicas y procesuales,mezcla inexorable de experiencias pasadas y presentes, asoman tambin alanalizar los recuentos genealgicos kurakales contenidos en las probanzas demritos. En ellas, los kurakas se ubicaron en la juntura de una doble memoria:una memoria grupal, tnica, que recordaba las hazaas de guerreros y capita-nes ejemplares, y una memoria genealgica que pretenda descender de estoshroes arquetpicos tnicos, al heredar su prestigio de aquellos lderes funda-dores103. Se transformaron de esta manera antepasados mticos en seres con-cretos, parientes directos de lderes individuales e insertos en una genealogaprecisa, an a costa de la prdida de su signicado tradicional. Dicha genea-loga individual, perteneciente a un lder indgena en particular, brindaba un

    parentesco directo cual Inca con las divinidades, una ascendencia hacia losagrado, y se converta en la justicacin legitimadora del poder104.

    Las probanzas de mritos de algunos kurakas de Charcas colonial se re-velan, ante todo, como construcciones complejas; el registro de la memoriaque realizan encapsula por lo menos dos perodos de tiempo: el tiempo de loque se recuerda y el tiempo en el que fueron registradas. Al igual que en lascrnicas hispanas, se da en ellas un proceso de composicin, cuya autora escompleja y reeja una perspectiva del pasado situada en determinado momen-to y segn determinados autores105. Las probanzas de mritos de las antiguas

    jurisdicciones del Collao y de Charcas analizadas ms arriba presentan unadominacin incaica pacca, ordenada, negociada y de respeto de las estruc-

    102 La nocin de memoria se ha convertido en un termino polismico y fluido, aplicadoa distintos fenmenos como recuerdos, conmemoraciones, archivos y monumentos, invencinde tradiciones, olvidos y usos del pasado. Los estudios pioneros de Maurice Halbawchs handado el puntapi inicial y han sido retomados y cuestionados por numerosos investigadores.Vase, entre otros, Halbawchs, 1968. Nora, 1984. Briones, 1994.

    103Saignes, 1987: 158.104Ramrez, 2006: 17.105 Julien, 2000: 14.

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    turas tnicas preexistentes. Sin embargo, la dominacin no fue igual en todala regin andina, e, inclusive, el Tawantinsuyu no era una estructura monol-

    tica, primando las alianzas de determinadas facciones de la lite incaica conciertos grupos de los ayllus a sujetar. Es sabido que los collas, lupaqas ypacajes del Collao impusieron resistencia desde suspukaraesal avance incai-co y que slo luego de ser derrotados y sus lderes castigados, fueron sojuz-gados; lo mismo ocurri con los carangas, de manera tal que la antigua

    provincia de los Charcas tambin debi conquistarse por las armas106. Sinembargo, este recuerdo se ha silenciado en las probanzas de mritos y loshechos conictivos se borraron del pasado en funcin de las necesidades deun presente armonioso. As, este proceso de idealizacin del pasado se ree-

    ja en la construccin de un pasado homogneo y con pretensiones de auten-ticidad.

    Se ha resaltado previamente al analizar el caso de Arriutu cmo, a pesarde las similitudes, las probanzas de mritos cacicales no pueden ser homolo-gadas. Los discursos que contienen, la memoria rescatada, los silencios yomisiones, las jerarquas y preeminencias estn atados a los avatares de lafaccin que emite, acompaa y sostiene el relato. El recuento genealgico dela probanza de mritos es una representacin del pasado, una composicincreada en un momento y por un autor o autores especcos. Versiones distin-tas del pasado fueron mantenidas por grupos rivales, cuya credibilidad social

    estuvo vinculada con los tipos de fuentes de autoridad utilizadas para sostenerel relato. Es sabido que las distintas panacaque conformaban la lite incaicaconservaban versiones diferenciadas del pasado, ligadas a su fundador, trasuna memoria transmitida oralmente y que poda contradecir la de grupos ri-vales. Del mismo modo, estudios contemporneos han demostrado que enciertas regiones de los Andes los memoristas de la comunidad, pertenecientesa lo largo de generaciones a grupos particulares, conservan las tradicioneslocales e, inclusive, que distintos grupos se especializan en la preservacin derecuerdos especcos107.

    As, el pensamiento histrico colonial contenido en las probanzas de m-ritos y servicios kurakales, codicado en narraciones cronolgicas enfocadasen acciones individuales especialmente heroicas, lejos de representar la his-toria del grupo tnico en su totalidad reeja la interpretacin histrica de lafaccin que respaldaba la presentacin del interesado. La necesidad de ates-tiguar sus mritos y servicios obligaba a los indgenas litigantes a internarseen redes sociales ecaces que fundamentaran sus pretensiones, incluyendo a

    106 Rowe, 1985.107Rappaport, 1994.

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    lderes indgenas del mismo grupo y/o de otras regiones, hasta clrigos yfuncionarios espaoles. Podramos asomarnos al grupo social que sustentaba

    a los litigantes reconstruyendo las redes de testigos que conrmaron sus ver-siones genealgicas. Llaman la atencin los casos en los que las probanzasde mritos y servicios e informaciones de liacin presentaron testigos en sumayora ajenos a la entidad socio-poltica y parcialidad del peticionario. Fueel caso, por ejemplo, de la probanza de mritos de don Fernando Ayra deArriutu [1638], cacique gobernador del repartimiento de Pocoata, quien, de-seoso de conrmar su pertenencia por va materna a un prestigioso linaje deMacha, present trece testigos, de los cuales slo seis eran indgenas y slouno del mencionado pueblo. Claramente, Arriutu evit convocar a un nmeroimportante de integrantes del repartimiento de Macha, entre los cuales lamemoria de su supuesto antepasado permaneca activa y en disputa108. Qumemoria contiene entonces su probanza de mritos y servicios? La escriturade recuentos genealgicos se revela connotada por la experiencia poltica dellitigante, su faccin y sus asesores legales, y son intrnsecas a las luchas porla legitimidad entre grupos detentadores y grupos aspirantes al poder y a lahegemona ideolgica. Tras las supuestas genealogas cacicales, los indgenassiguieron inmiscuidos en sus propios dilogos locales. En la construccindiscursiva de sus linajes, Ayaviri, Guarache, Arriutu o Aymoro fueron activos

    participantes del proceso poltico que alcanzaba a distintos sectores coloniales,

    entre ellos al mbito hispano.Por ello, sus probanzas de mritos delinearon el arquetipo del cacique

    gobernador de la administracin colonial, siguiendo las recomendaciones queel Virrey Toledo dirigi en 1575 a los kurakas de Arequipa, Cusco y el Collao,en las cuales fomentaba que () el mejor ttulo para los cacicazgos y suce-sin de ellos ser el ser mejor cristiano y de ms capacidad109. Los hitosdiscursivos tambin se impusieron en el recuerdo sobre la temprana conquis-ta. En todos los casos, integrantes de sus supuestos linajes sirvieron a laCorona con gran delidad, siendo aparentemente los primeros en haber dado

    su obediencia:[En Cuzco] le dio la obidiencia al dicho marqus, juntamente con el dicho ingaMango Capac.Don Juan Colque Guarache [1575]110.

    108 Jurado, 2011.109 Sarabia Viejo, 1986, vol. II: 91-95.110 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-

    no, 1981: 237.

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    el primero que dio la obediencia y que persuadi fue de parecer que diesen laobediencia.Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]111.[Moroco, antepasado del litigante] fue el primero que dio la obediencia al Reynuestro seor.Don Fernando Ayra de Arriutu [1638]112.

    o bien, revelando la ubicacin de las minas aurferas de Porco113:

    fue en descubrir las minas de Porco que antes eran del inga y para su labor diomuchos indios.Don Juan Colque Guarache [1575]114.el dicho Cuysara descubri y dio noticia a los dichos capitanes de las minas dePorco que heran del ynga.Don Fernando Ayavire y Velasco [1583]115.

    O brindando abastecimiento a las tropas realistas durante las Guerras Ci-

    viles (1541-1548), minimizando el apoyo brindado a Gonzalo Pizarro en surebelin:

    cuando se revel Gonzalo Pizarro, al servicio de Su Majestad puso chasques.Don Juan Colque Guarache [1575]116.en los rebeliones y motines que hubo entre los conquistadores siempre acudi ala banda de Su Majestad con muchos indios [] y dio mucha suma de comida quese llev en carneros al campo de Su Majestad.Don Fernando Ayra de Arriutu[1638]117.sirvio a Su Magestad como su leal vasallo como consta de una Real Cedula delSeor Emperador don Carlos Quinto dada en Valladolid [] a 20 de octubre de

    1555 en que le elije por Alcalde Maior de los Quatro Suios. Don Jos FernndezGuarache [1719]118.

    111 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 67.

    112 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 731.

    113La autora del descubrimiento de las minas de Porco a los espaoles constituy unterreno confuso y disputado por distintos actores sociales frente a la justicia colonial. Si bienla probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco [1583] aseveraba quefue el lder charka Coysara quien haba proporcionado la informacin al igual que el Memo-rial de Charcas[1582], documentacin del ao 1573 guardaba ese lugar para el sumo sacer-dote de los incas, Villac Umu. Guilln, 1974: 15.

    114 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-no, 1981: 238.

    115 Probanza de mritos y servicios de don Fernando Ayavire y Velasco, cacique gober-nador del repartimiento de Sacaca, Memorial de Charcas, 1986: 68.

    116 Primera Informacin hecha por don Juan Colque Guarache [1575], Espinoza Soria-no, 1981: 238.

    117 Probanza de don Fernando Ayra de Ariutu, cacique y gobernador de Pocoata [1638],Platt, Bouysse-Cassagne y Harris, 2006: 731.

    118ALP, PP, Juzgado 1730-1749, caja 11, f. 3v.

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    DESCENDIENTES DE LOS PRIMEROS. LAS PROBANZAS DE MRITOS Y SERVICIOS Y

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    Tras las genealogas particulares se delinea el arquetipo del kuraka colonialhispanizado, descendiente de estirpes seoriales patrilocales, eles servidores

    del Rey y devotos cristianos. Subyace en ellas un mensaje de sujecin, decontinuidad, de leal servicio a Su Majestad tanto como al Inca, de distincionesy mercedes, de prestigio y de jerarqua. Sin embargo, tras los conceptos cas-tellanos de hidalgua, linaje, casa, honor, mayorazgo, mritos y herencia, las

    probanzas de mritos cacicales contienen asimismo un mensaje de legitimi-dad, una promesa de hegemona sobre poblaciones extensas, un deseo deautonoma y de consagracin hereditaria.

    CONSIDERACIONESFINALES

    La historiografa andina ha llamado ampliamente la atencin sobre la ra-pidez con la cual los lderes indgenas participaron en la justicia colonial,pleiteando por intereses individuales, de linaje o de parcialidades ms amplias.En todo caso, el uso del sistema legal colonial impuso la traduccin de su

    propia historia a la palabra escrita y en idioma castellano, usando un formatolegal con frmulas establecidas, etapas de presentacin, costos onerosos y lainteraccin con distintos intermediarios, como notarios, intrpretes, testigos yrepresentantes legales.

    Para muchos de ellos, la batalla jurdica era central para obtener, conservary/o transmitir roles de liderazgo, mercedes y benecios materiales y simbli-cos especcos. Asesorados por escribanos, procuradores y consejeros espe-cializados en el mbito legal, numerosos kurakas de la jurisdiccin de laAudiencia de Charcas hicieron propio el modelo de probanzas de mritos yservicios de la nobleza hispana, dando forma a un discurso jerrquico que los

    posicionaba frente a la justicia colonial. En ellas, el recuerdo del pasado pre-hispnico se estructur bajo la forma de linajes de seores andinos que, cualcasas nobiliarias castellanas, concentraban solar conocido, cargos en la admi-

    nistracin hegemnica, descendencias legtimas por va de varn, estratgicosparentescos e importantes smbolos de prestigio. En este proceso de construc-cin de un relato genealgico, los notarios y diversos asesores legales tuvieronun rol central al momento de aconsejar la transmisin de la memoria deacuerdo a las cambiantes reglamentaciones coloniales, los formulismos lega-les y las necesidades e intereses concretos de los pleitistas. Se ha resaltado eneste trabajo que el contenido de las probanzas de mritos y servicios, entanto documento legal especco, deba guiarse por frmulas y argumentacio-nes que orientaban, estructuraban y volvan vlido su relato en trminos le-gales.

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    De la lectura comparativa de las probanzas de mritos y servicios de re-nombrados lderes tnicos de Charcas colonial en el amplio perodo que se

    extiende entre los aos 1574 y 1719, se delinea una lite ladina poderosa,ocupante de cargos importantes en el gobierno de la repblica de indios, conderroteros histricos similares. Merced a la mediacin de diferentes actoressociales especializados en aspectos legales, se impuso la imagen de un lderindgena colonial virtuoso, cristiano, valiente, heredero de un linaje prehisp-nico central en el gobierno del Tawantinsuyu, aliado pacco y recompensado

    por el Inca, ostentador de bienes de prestigio y fama pblica y notoria; todasellas cualidades que los tratados de hidalgua y los manuales para escribanosrecomendaban destacar e incorporar en las probanzas de mritos nobiliarias.

    As, un modelo de buen kuraka colonial sumado al arquetipo del lder andinojuega dentro del andamiaje brindado por el formulismo notarial. Mediante laayuda y consejo de sus notarios, lderes indgenas diversos recrearon la me-moria social y genealgica, siguiendo las formas discursivas propias de las

    probanzas de mritos y servicios como documento legal. Esta interpretacinno invalida la lectura del contenido mismo del documento, sino que enrique-ce la mirada interpretativa al rescatar el complejo contexto colonial en el cualactan los peticionarios. Las formas legales estaban prescritas; sin embargo,el modo en el que se elaboraba dicho discurso permita a los kurakas y a sus

    facciones espacios a construir.

    BIBLIOGRAFA

    Abercrombie, Thomas, Tributes to Bad Conscience: Charity, Restitution, and Inhe-ritance in Cacique and Encomendero Testaments of Sixteenth-Century Charcas,Susan Kellogg, y Mathew Restall (eds.),Dead Giveaway: Indigenous Testamentsof Colonial Mesoamerica and the Andes, Salt Lake City, University of Utah Press,1998: 249-281.

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    Poder y movilidad social: cortesanos, religiosos y oligarquas en la PennsulaIbrica (siglos XV-XIX), Madrid, CSIC/Universidad de