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    Intermitencias

    americanistasEstudios y ensayos escogidos

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    Textos de Difusin CulturalSerie El Estudio

    UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO

    Coordinacin de Difusin Cultural

    Direccin de Literatura

    Mxico, 2012

    Intermitencias

    americanistasEstudios y ensayos escogidos

    (2004-2010)

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    Primera edicin: 2012Fecha de edicin: 11 de diciembre de 2012

    D.R. Ignacio M. Snchez PradoD.R. 2012 UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO Ciudad Universitaria, Delegacin Coyoacn, C.P. 04510, Mxico, Distrito FederalDiseo de portada: Mario RocaFotografas de portada: cortesa Archivo de Alicia Reyes / Capilla Alfonsina

    ISBN 978-607-02-4009-6ISBN de la serie 968-36-3758-2

    Prohibida la reproduccin parcial o total, por cualquier medio, sin la autorizacinescrita del titular de los derechos patrimoniales.

    Impreso y hecho en Mxico.

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    NOTA DEL AUTOR

    El estudio del americanismo la ideologa y prctica de la comuni-dad poltica, histrica, intelectual y cultural de Latinoamrica esuna de esas tareas que siempre estn pendientes. A pesar del enormepeso intelectual y cultural de sus practicantes, el estudio y aplicacinsustentada de sus ideas es una ocurrencia intermitente. El presente

    volumen recoge una serie de trabajos acadmicos y ensayos literariosque escrib entre 2004 y 2010 sobre pensadores americanistas y sobrecuestiones de la crtica y la prctica literaria inspiradas por el espritudel americanismo. He utilizado el nombre intermitencias porquelos ensayos reflejan tanto la espordica discusin de estos temasen la crtica especializada como el hecho de que han sido escritos enmomentos de pausa de mi otra lnea de investigacin, concernienteal estudio de las instituciones culturales en Mxico. Estos trabajos

    fueron publicado en revistas literarias y acadmicas y en volmenescrticos en Per, Mxico, Estados Unidos y Canad y los reno aqucon la esperanza de que entren en nuevo dilogo con Mxico. Heresistido la escritura de un prlogo extenso o la revisin detallada delos textos, porque creo que el volumen registra una trayectoria de mitrabajo sobre el tema, y los ensayos incluidos desarrollan de maneraincremental y continua las ideas que presentan. Por ello, dej los en-sayos como estaban, agregando slo un par de notas de clarificacin.

    He clasificado los textos en cuatro secciones. Primero, incluyo los

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    textos que he publicado sobre Alfonso Reyes, tres acadmicos y dosensaysticos, debido a que en mis estudios de su obra se encuentra lasemilla de mis intereses en el americanismo. Los textos que presentoaqu juntos por primera vez tienen la intencin de romper con elestereotipo anacrnico de Reyes como autor datado y conservadory buscan circular sus ideas en debates contemporneos del latinoa-mericanismo, la teora cultural y los estudios literarios. Espero queesta seccin refleje con justeza la imagen de Reyes que crticos jve-nes como yo tenemos: un autor elegante, divertido, por momentosradical y siempre sugerente. Despus, como parntesis, incluyo untexto largo sobre la articulacin de Latinoamrica a los debates sobreliteratura mundial suscitados en la academia norteamericana, france-sa y latinoamericana a raz de la publicacin de trabajos de PascaleCasanova y Franco Moretti. El texto original fue el prlogo a unlibro sobre el tema, que compil en 2006. La versin que incluyoaqu es algo ms larga, puesto que en ese entonces tuve que abreviar-la por motivos editoriales. Este volumen publica, por primera vez,dicho texto en su versin completa. Lo incluyo porque se dirige a un

    tema central, a mi parecer: la articulacin del latinoamericanismo ala cuestin del mundo, de lo global, del banquete de la civilizacin.Es parte de una genealoga importante de apropiaciones del fenme-no literario latinoamericano a estampas del mundo que, en nombredel cosmopolitismo, borran y falsifican la prctica mundializante dela literatura latinoamericana. El latinoamericanismo que exploro eneste libro, creo, responde de maneras diversas con un cosmopoli-tismo ms cosmopolita, si se me permite la redundancia, con una

    prctica del mundo como cultura que es distinta a la ejercida desdelos centros geopolticos y geoculturales. La tercera seccin recopilaestudios de tres latinoamericanistas muy distintos Pedro Henr-quez Urea, Jos Vasconcelos y Hernn Vidal, quienes ilustran,para m, distintos aspectos de la influencia del latinoamericanismoen formas culturales del continente y de los Estados Unidos. En elcaso de Henrquez Urea, me enfoco en la genealoga cultural desu historiografa literaria, que tiene su origen en una presentacin

    en la Universidad de Harvard. Vasconcelos, por su parte, articula

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    una herencia hacia los estudios chicanos que en Mxico no ha sidotomada del todo en cuenta por sus exgetas. Finalmente, HernnVidal, un crtico chileno casi completamente indito en Mxico, meayuda a trazar una trayectoria de la lectura de literatura latinoameri-cana desde el exilio y la academia norteamericana, algo que, para unlector mexicano, puede proveer una buena gua respecto a cmo setrabaja en la muy malentendida universidad de los Estados Unidos.Este contexto intelectual es importante para m, no slo porque esen el que he desarrollado mi propio trabajo y los ensayos aqu inclui-dos, sino tambin porque este libro busca ser un paso en estableceruna conversacin entre la academia norteamericana y la mexicanaque, a mi parecer, sigue siendo alarmantemente escasa. Finalmente,la ltima seccin recoge tres manifiestos crticos que he publicado enrevistas literarias mexicanas, y que articulan mi visin sobre la crticay la prctica literaria en Mxico. Los tres textos, a su manera, buscanuna definicin de la literatura y la crtica desde Mxico en un senti-do ms amplio que el que se practica actualmente, planteando, sobretodo, la necesidad de mayores dilogos entre los espacios acadmicos

    y literarios, as como la necesidad de repensar la literatura mexicanaen su relacin significante con el mundo y con lo social. En estostextos espero reflejar un punto de llegada de mis trabajos acadmicos,y, sobre todo, ejercer en la medida de lo posible ese ideal en el centrodel trabajo alfonsino y del americanismo de una literatura que se ejer-za desde un sentido amplio e incluyente de la cultura.

    Ms all de sus metas intelectuales, la trayectoria personal im-plcita en este libro tiene varias deudas importantes. Quiero, en par-

    ticular, agradecer a los tres mentores que me llevaron, en distintosmomentos, a los temas que se desarrollan aqu. Primero, Pedro ngelPalou, quien me conoci en mi juventud universitaria, me concedilas llaves del reino latinoamericanista, conducindome a mis prime-ras lecturas de Reyes, Henrquez Urea y Vidal. Asimismo, debo aPedro el aprecio por el rigor, la erudicin y la lectura, valores quea veces se erosionan en el da a da de la vida cultural. La segundapersona que contribuy al proceso es Adela Pineda Franco, quien me

    dio los primeros contactos con la academia y ha sido siempre una in-

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    terlocutora sagaz de mis ideas. En Adela encuentro siempre esa mez-cla de compromiso intelectual, rigor y saludable escepticismo quedebe definir toda tarea intelectual seria. Finalmente, Mabel Moraaha sido una luz que me ha guiado por los laberintos del doctorado, laprofesin y la academia norteamericana. Asimismo, ha sido un ejem-plo de fuerza crtica e integridad intelectual y una persona con la cualse puede establecer una conversacin inacabable. Pedro ngel, Adelay Mabel son las tres inteligencias ms iluminadas y generosas que heconocido, y ser su discpulo es uno de los privilegios mayores quehe tenido. Por esta razn, este libro, que recoge los aos de mayorconversacin con mis mentores, est dedicado a ellos.

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    PRIMERA PARTECUESTIONES ALFONSINAS

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    LAS REENCARNACIONES DEL CENTAURO:EL DESLINDEDESPUS DE LOS ESTUDIOS CULTURALES1

    No renunciaremos oh Keats a ningn objeto debelleza, engendrador de eternos goces.

    ALFONSOREYES, Visin de Anhuac

    La cada de Troya, como lo sospecharon los hijosde Homero, dio fin a esa primigenia edad heroi-ca donde vida y poesa eran un solo elemento. Pero

    muertos los hroes quedaron los retricos. Esa fue laconfirmacin que Reyes, a la mitad de su vida, fuea buscar al Hades, profeca que le seal que iba porbuen camino en la construccin de la gran ciudad dela retrica [...]. Pero dejemos en paz a los muertos.

    Abandonemos la gruta y demos una mirada arqueo-lgica a la ciudad que construy nuestro Eneas.

    CHRISTOPHERDOMNGUEZMICHAELTiros en el concierto

    1. HACIAREYES: PORUNANUEVACONCEPTUALIZACINDELAEXPERIENCIALITERARIA

    La huella de Alfonso Reyes y su pensamiento es un rastro del hispa-noamericanismo que se ha ido borrando por el camino. Su carcter

    1 Este texto fue publicado originalmente en el libro colectivoAlfonso Reyes y los estudioslatinoamericanos, compilado por Adela Pineda Franco y por m, y publicado por el Instituto

    Internacional de Literatura Iberoamericana en 2004.

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    fundacional, su naturaleza precursora de muchos debates posterioresha sido paradjicamente motivo de su memoria y causa de su olvido.El pensamiento de Alfonso Reyes, sin el cual obras como la de Oc-tavio Paz, Jorge Luis Borges o Roberto Fernndez Retamar resultandifciles de imaginar, preconiz quiz sus propios lmites al plantearuna multiplicidad de caminos que se agotaban entre s. El recurso a latradicin hispnica y grecolatina se disuelve en el ingreso al banque-te de la civilizacin, el discurso de la literatura en pureza se rompecon las tareas de la inteligencia americana. El propsito de este ensa-yo es una intervencin en esta paradoja, un intento de recuperar lospasos perdidos de Reyes y encontrar nuevos caminos en su quehacerterico sobre la literatura. Por este motivo, el centro de este trabajode relectura es uno de los libros ms complejos, ricos y poco ledos deReyes: El deslinde.

    El deslindees una suerte de anomala en el contexto tanto de laliteratura mexicana como de la latinoamericana. Pese a que existenalgunos textos de teorizacin de la literatura antes de l, como el tra-bajo de Roberto Brenes Mesn, ningn otro texto es de la envergadu-

    ra o del alcance del libro de Reyes. Incluso, despus de la publicacinde El deslinde, tom alrededor de 20 aos la publicacin de trabajosanlogos (La estructura de la obra literariade Flix Martnez Bonati).El nivel de densidad del libro de Reyes, no obstante, se mantieneinigualado.

    El deslindees tambin uno de los puntos culminantes de variosprocesos intelectuales de la primera mitad del siglo XXhispanoa-mericano. Alfonso Reyes pertenece a una generacin que, segn el

    argumento de Julio Ramos,2comienza un proceso de institucionali-zacin de la cultura en Mxico y Amrica Latina a travs de la con-solidacin de una actividad intelectual humanstica en el marco deuna institucin educativa. Durante los primeros aos de su trayec-toria, Reyes, como miembro del Ateneo de la Juventud y discpulo

    2 Ramos plantea la idea de que el modernismo signific el inicio de la autonomizacindel intelectual hispanoamericano, pero en esa poca careca de las bases institucionales paraejercer esa autonoma. Es la generacin de Reyes, en este esquema, la que estara encargada de

    la construccin de estas instituciones.

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    de Justo Sierra, estuvo presente en el agitado ambiente intelectual dela Escuela Nacional Preparatoria y comenz a trabajar en el proyec-to de refundacin intelectual de Mxico que corri paralelo a losaos de la Revolucin Mexicana. Como observa Anne T. Doremus,Reyes, junto a figuras como Vasconcelos o Antonio Caso, enfatizla urgencia de adquirir una auto-conciencia como medio de contra-rrestar las invasiones externas a la cultura mexicana. Su preocupa-cin era entonces no tanto fomentar la unidad nacional a travs deuna idealizacin de las masas [...], sino ms bien la construccin de uncarcter nacional que pudiera resistir el imperialismo cultural (25mi traduccin).3

    A esta circunstancia, se aade el problema de la legitimacinde los estudios humansticos en la constitucin de una nueva pol-tica cultural latinoamericana. Esta legitimidad se perdi cuando lasletras dejaron de ocupar un lugar central en los contextos universi-tarios hacia finales del siglo XIX.4La herencia del positivismo, quetuvo una presencia particularmente intensa en la conformacin delcampo cultural mexicano, provoc la necesidad de constituir una

    ciencia de la literatura, que a lo largo del siglo XXlatinoamericano,se manifest en diversos textos y corrientes, fuertemente influidospor la filosofa alemana. Brenes Mesn, a inicios de la dcada del30, afirmaba En vista de las obras literarias de todas las pocas,crear una teora del arte que d cuenta de la estructura interna detodas ellas con todo cuanto esto implica es labor que aguardasu Humboldt, su Darwin, su Spencer. Habra que encararla sin pre-doctrinas ni pre-conceptos literarios de ninguna especie (citado en

    Portuondo, Alfonso Reyes 587).5En otras palabras, es claro quetanto las necesidades institucionales como los debates tericos de lapoca apuntaban a la necesidad de un texto que sistematizara cien-

    3 Para un panorama ms amplio sobre la formacin y trayectoria intelectual de Reyes,vase Pacheco, Rodrguez Chicharro y Monsivis.

    4 Esto tambin es parte del argumento de Julio Ramos.5 En el mismo artculo de donde extraigo esta cita, Jos Antonio Portuondo hace un

    amplio recorrido por los debates europeos sobre la constitucin de una ciencia de la literaturaen Europa durante el perodo 1920-1945. Este debate es una de las fuentes principales del libro

    de Reyes, pero no lo abordar con detalle al salir esta discusin de mi propsito.

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    tficamente el hecho literario como condicin fundacional de unaciencia literaria hispanoamericana.

    Esta posicin privilegiada de Alfonso Reyes, que le permiti laescritura de El deslinde, es ms significativa si se considera que eltexto es una de las obras de madurez de Reyes, en una poca en quesu trabajo contaba con una audiencia considerable en el contextohispanoamericano. Tanto por su extensa labor diplomtica6 comopor los diversos contactos que estableci a lo largo de su vida por elcontinente, la publicacin del libro de Reyes es respondida por unaconsiderable cantidad de reseas y notas en Amrica Latina, EstadosUnidos y Europa,7lo cual quiere decir que tuvo una lectura amplia.Pese a esto, pareciera que la lectura detenida del texto, debido quiza su extensin y densidad, nunca se ha dado de manera sistemtica,ya que sus exgetas, cuando no hacen slo una salutacin del libro,se limitan a un resumen de sus tesis o a un debate sobre alguno delos puntos. Sin embargo, especialmente en los ltimos 20 o 25 aos,especialmente despus de la profunda lectura llevada a cabo por Ro-berto Fernndez Retamar en Para una teora de la literatura hispano-

    americana, que discutir en detalle ms adelante, El deslindees untexto que no ha sido objeto de una lectura o una recuperacin crticaen el contexto de la teora literaria latinoamericana.8

    La operacin del deslinde es uno de los puntos fundacionalesdel quehacer terico-literario en Amrica Latina, puesto que repre-sent la posibilidad, en palabras de Pedro ngel Palou, de dotar ala exegtica de un apoyo objetivo para el juicio literario (51), ascomo la constitucin de una teora escrita en Hispanoamrica y no

    sobre Hispanoamrica (82). Guillermo Mariaca, por su parte, hacaracterizado el rol de la obra de Reyes en Amrica Latina comola fundacin de la teora (30). Estas tres funciones son puntos de

    6 Para ejemplos de esto, vase Ellison y Robledo Rincn.7 Para una lista detallada de las reseas ms importantes, as como de las cartas cruzadas

    entre Reyes y sus amigos a propsito de El deslinde, vase el prlogo de Meja Snchez al tomoXVde las obras completas.

    8 Esta aseveracin se sostena al momento de escribir este texto. Sin embargo, surgierondesde entonces trabajos de Sebastin Pineda Buitrago y Vctor Barrera Enderle que han co-

    menzado a rehacer el panorama

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    partida indispensables para un regreso a Reyes. Primero, desde laobra de Reyes se plantea la necesidad de enraizar la actividad crticaen una discursividad terica que la fundamente. En otras palabras,la crtica literaria no puede ser un acto de simple empirismo, sinoque necesita una definicin clara de la naturaleza de sus objetos, parapoder ejercer su trabajo. Por eso, en los apuntes sueltos en torno a lateora literaria, Alfonso Reyes apunta la importancia de varios movi-mientos tericos: de lo subjetivo a lo objetivo y, sobre todo, de laimpresin a la crtica (XIV, 324-328). Ya en Aristarco o la anatomade la crtica, Reyes define tres grados de la crtica: la impresin, laexegtica y el juicio (XIV, 109). El ltimo grado es una combinacinde los dos primeros, un todo ms all de las suma de las partes, quepara Reyes es acto del genio (XIV, 113). Ms all de la abstraccin yaparente superficialidad de esa afirmacin, la nocin de juicio es fun-damental para mi propsito, porque define un nivel de crtica quenecesita ser ponderado en la recuperacin de Alfonso Reyes: el juicioes el entrecruzamiento de la impresin (la visin personal del crtico),la exegtica (el mtodo) y un ms all en el que la crtica [a]dquiere

    trascendencia tica y opera como dimensin del espritu (XIV113).La segunda dimensin descrita por Palou (hacer teora des-

    de Hispanoamrica y sobre Hispanoamrica) es la base de uno delos axiomas del presente ensayo. Una relectura de El deslinde, comoargumentar a lo largo de este trabajo, plantea una apertura de laconcepcin de la literatura como objeto cultural igual a los otrosdiscursos sociales. Especialmente, se debe tener presente la bsquedade una nocin de lo latinoamericano ms all de su definicin y

    praxis como una comunidad discursiva transnacional con un mer-cado significativo de investigacin y ventas en las capitales industrialesdel campo (De la Campa, Latin Americanism1. Mi traduccin). Eldesplazamiento de Hispanoamrica de objeto de estudio a locusdela enunciacin terica (Castro Gmez y Mendieta; Dussel; Migno-lo) est lejos de ser un debate nuevo en torno de la articulacin deAmrica Latina y la academia en trminos de lo que Nelly Richardplantea como las relaciones entre el poder metropolitano occidental

    y formaciones perifricas; las dinmicas de resistencia cultural que

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    oponen las identidades no hegemnicas a cdigos sociales domi-nantes; la reconversin de lo popular y de lo nacional bajo el efectoglobalizador de las comunicaciones de masas; el pensamiento de lo h-brido (fronteras, impureza, alteridad) que atraviesa pertenencias nohomogneas a registros comunitarios fragmentados, etctera (245).Ms bien, ese planteamiento encuentra en Reyes un punto de partidafundamental y poco explorado, puesto que, a pesar de fundarse enla ansiedad cultural de integrarse al banquete de la civilizacin, esun ejercicio en la prctica de la teorizacin desde la periferia, unaverdadera intervencin crtica y no slo un debate sobre la posibi-lidad de la existencia de una teora especficamente americana.9La superacin de estos escollos se observa en Reyes no a travs delplanteamiento de su existencia, sino de un trabajo terico caracteri-zado, en palabras de Mariaca, por su capacidad de hablar al mundoeuropeo en sus mismos trminos, de asumir al colonizador hasta sersu contemporneo (35). En otras palabras, la teora de Reyes es unaafirmacin de la autonoma cultural americana en funcin de no ren-dirse a la inevitabilidad de la relacin entre colonizador y colonizado,

    sino de hacer intervenciones directas en esa oposicin binaria paracancelarla en la prctica crtica. Por intervencin, en este contexto,entiendo el hecho de que Reyes participa directamente en la cultu-ra occidental sin que dicha participacin acarree una metarreflexinsobre el rol perifrico, marginal o colonizado de dicha participacin.Esto conlleva la idea de que la dialctica colonizador/colonizado sesupera en Reyes en la prctica misma de la teora al evitar aceptaruna inscripcin automtica en dicha lgica y, por ende, implica una

    superacin de ese orden de relaciones culturales a travs del gesto de sunegacin implcita.

    Esto lleva a una segunda idea que discutir en torno a la fun-cin de la teora literaria y de la literatura misma: la necesidad depensar(nos) ms all de los determinismos geogrficos y las coyuntu-ras histricas. La operacin del deslinde es una afirmacin de que el

    9 Para una discusin de esta problemtica en el mbito de la filosofa, vase, por ejem-

    plo, Cerutti Goldberg.

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    camino para superar la condicin colonial radica en la capacidad deintervenir activamente en mbitos ms all de nuestra pertenencia,puesto que en esas intervenciones se encuentran claves fundamen-tales para comprender a Nuestra Amrica. Mabel Moraa, en losaos 80, observaba: la apertura hacia la cultura mexicana, hacia lasletras clsicas y hacia los nuevos mtodos crticos y filosficos, impli-ca dentro de una weltanschauungde tradicin liberal, un rescate delsujeto como totalizador de la experiencia, que 30 aos de autoritaris-mo haban reducido considerablemente (71). Uno de los ejemplosms claros de esta recuperacin es la considerable obra de Reyes sobretemas grecolatinos, obra en que destacan, por mencionar slo dos,La crtica en la edad atenienseo La antigua retrica. El grecolatinismoen Reyes tiene diversas lecturas. Para Margo Glantz, el paradigmagrecolatino es una recuperacin de una nocin humanista como me-tfora de una posible praxis intelectual: el humanista no es ni puedeser un ente pasivo, es un agonista, un combatiente; su agona servlida si logra producir la catarsisy a travs de ella detenerse en lasofrosineo serenidad (71). Rafael Gutirrez Girardot, por su parte,

    considera:

    Reyes actualiza valores griegos, pero sin nimo nostlgico. Su Greciano es como la del neohumanismo alemn, una Grecia idealizaday refugio del presente, con la que se mide negativamente el mundoactual. Su Grecia es ejemplar porque no slo cre la idea del hombre,sino porque padeci problemas que tambin conoce el mundo con-temporneo. En una conferencia de 1952 sobre Las agonas de la ra-zn, por ejemplo, Reyes puso de manifiesto el peligro de los excesos

    de la razn que en Grecia haban llevado precisamente a su agona.Tal era tambin, segn Reyes, el peligro que amenazaba a la razn ennuestros das. La observacin de Reyes era, como todo lo suyo, con-cisa y elegantemente discreta, a diferencia del ensayo estilsticamenteengolado de Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialctica de laIlustracin(1947), sobre el mismo problema. (13-14.)

    Todas estas lecturas nos llevan a visualizar la complejidad de laobra de Reyes. Reyes no era un simple erudito que desplegaba las alas

    de su archivo mental para construirse una torre de marfil. Su recurso

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    a la tradicin grecolatina era siempre un trabajo de pensamiento ale-grico, puesto que su objeto de estudio (los clsicos) era un pretextopara la reflexin de otras materias. En otras palabras, Reyes efectaconstantemente un desplazamiento de las cuestiones filosficas y li-terarias de las distintas tradiciones que estudia hacia una lectura dela problemtica que le concierne, es decir, la constitucin de unainteligencia americana.

    El hecho de que estas operaciones estn en la base de la funda-cin de la teora en Amrica Latina es profundamente significativo.Para Mabel Moraa, los recursos intelectuales de Reyes tienen dosfinalidades: un esfuerzo de totalizacin de la experiencia cultural y[...] la reconsideracin del sujeto como centro gravitacional pro-ductor/receptor de la misma (72). La bsqueda de Reyes operaen la tensin entre los dos elementos: el derecho de reclamar paraAmrica Latina una ciudadana cultural en el mundo (Y ahora yodigo ante el tribunal de pensadores internacionales que me escucha:reconocemos el derecho a la ciudadana universal que ya hemos con-quistado (Reyes, XI, 90)) y el que los individuos puedan ejercer esa

    ciudadana desde la cultura humanista (El espritu internacional,la educacin internacional, han podido prosperar con relativo xitodonde las fronteras aparecen como convenciones polticas, sobre lascuales el hombre lanza una mirada familiar al otro territorio (XI,110)). Por lo tanto, la fundacin de la teora est contextualizadaen un proyecto intelectual americano. Hacer nfasis en esta aparenteobviedad es fundamental para romper con uno de los prejuicios esta-blecidos por la tradicin intelectual latinoamericana: la idea de que la

    nocin de literatura en pureza de Reyes es ahistrica. Reyes siempreentiende a la literatura en funcin del proyecto intelectual america-no y como resultado de determinadas condiciones de la produccincultural de ese proyecto.

    Antes de proseguir esta discusin, cabe hacer un parntesis parahablar un poco de la funcin del intelectual en este esquema. La re-flexin de Reyes sobre el intelectual y la forma en que su obra fundauna concepcin humanista del pensamiento americano se mueven

    siempre en la tirantez que existe en la relacin entre la necesidad del

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    intelectual continental de intervenir en situaciones histricas coyun-turales y la importancia del establecimiento y salvaguarda de unatradicin cultural. Para Reyes, la responsabilidad fundamental delintelectual es la adquisicin del conocimiento cultural antes de ejer-cer su funcin pblica. Aunque esta idea implica el carcter redentorde la cultura humanista que Reyes esgrime durante toda su obra yque ha sido objeto de tantos reproches, en realidad su preocupacines realizar una crtica a los intelectuales sobre la marcha que arma-ron los proyectos nacionales del siglo XIX. Por ello, Reyes es muyclaro sobre la necesidad de que el intelectual asuma una concienciaamericana, puesto que slo hay responsabilidad plena donde hayplena conciencia (OC XI69). La adquisicin de la cultura y el ejer-cicio de funciones culturalesson indispensables para la constitucinde la inteligencia y la autonoma cultural de Amrica. Esto provieneprecisamente de algo que mencionbamos al inicio de este texto, elproceso de institucionalizacin de la cultura llevada a cabo por uncampo de produccin cultural que haba alcanzado cierto nivel deautonoma en la generacin anterior.10

    Aun cuando Reyes reconoce la existencia de momentos histri-cos que define como la hora de los naufragios, donde el intelectualdebe sacrificarse en el servicio de la nueva sociedad, la condicin delintelectual debe ser ms reflexiva: Lo mejor para el intelectual abso-luto, lo mejor para la inteligencia es conservarse en un trmino mode-rado respecto a la accin, y slo participar en ella lo indispensable,reservndose un sitio para la orientacin y el consejo (XI, 69). Estasfunciones tienen base en la coherencia de los proyectos intelectuales

    con la autonoma cultural de Amrica: El mejor tributo que pode-mos ofrecer a la memoria de Bolvar, de San Martn, de Hidalgo,de todos lo creadores de la independencia americana, espensarconseriedad en el porvenir de nuestros pueblos (XI, 70. Mi subrayado).En esa operacin del pensar radica la poltica profunda de la obrade Reyes, una poltica que escapa de las praxis fciles y de las falsas

    10 Esto es el tema de una amplia tradicin de discusiones del modernismo. En este caso,

    me refiero a la lectura de Julio Ramos citada anteriormente.

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    creencias del intelectual como redentor absoluto de las problem-ticas de los marginados o como constructor de utopas inmediatas(Reyes modera su propio discurso: Entendmonos: un optimismocandoroso no pasa de ser una cobarda (XI, 69)) y establece unaresponsabilidad histrica, la verdadera fundacin de la teora: laresponsabilidad irrenunciable de pensar en nuestra tradicin ms allde autoctonismos, que no son ms que manifestaciones de complejosde inferioridad cultural.

    Es en este marco en que debemos insertar la problemtica de laliteratura. Para Reyes el contenido de la literatura es la pura expe-riencia, no la experiencia de determinado orden de conocimientos.La experiencia contenida en la literatura como por lo dems todaexperiencia, salvo tipos excepcionales aspira a ser comunicada(XIV, 83-84). Esta dimensin de comunicabilidad de la experienciaes la base del planteamiento de la operacin del deslinde y sugiereuna relectura de Reyes despus de los estudios culturales. El entendi-miento de la literatura como la comunicacin de la experiencia purapuede ser ledo en relacin con la discusin de la necesidad de esta-

    blecer la especificidad de la literatura dentro del universo de discur-sos culturales. Si la funcin de la crtica literaria es el discernimientode esa experiencia y sus estrategias de comunicacin, a travs de laoperacin crtica del juicio, el deslinde disciplinarioentre los estudiosliterarios y los estudios culturales radica en el planteamiento de lascaractersticas propias de la literatura en el funcionamiento de ambosfenmenos. Sin embargo, esta abstraccin no debe hacernos olvi-dar que esta operacin del pensamiento se hace dentro de un marco

    polticoe ideolgicoque, pese a sus planteamientos de pureza, Reyesnunca deja de lado. Todo est inscrito en la problemtica ms ampliaque abarca las funciones y precariedades del discurso latinoamerica-nista y, sobre todo, la forma de inscribirse, a travs de la intervencin,en ese banquete de la civilizacin del que nos excluimos tambinnosotros mismos.

    A primera vista, la teorizacin de Reyes se aproximara a las pro-blemticas de la relacin estudios literarios-estudios culturales por

    medio de la seccin ms comentada del libro: la funcin ancilar. La

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    lectura ms cannica de este concepto corresponde al crtico cubanoRoberto Fernndez Retamar en su libro Para una teora de la lite-ratura hispanoamericana, que nos ofrece una buena puerta de en-trada para la presente discusin. El concepto de funcin ancilares disperso y se encuentra construido a partir de la taxonoma queReyes hace de l. En un primer momento, Reyes concibe la literatu-ra ancilar como un conjunto de sistemas dispersos entremezcladoscon la literatura (XV, 45). Estos sistemas son una manifestacin de lafuncin ancilar, que se entiende como cualquier servicio temtico onoemtico, sea potico, sea semntico, entre las distintas disciplinasdel espritu (XV, 46). En otras palabras, la ancilaridad, entendidacomo funcin, es la forma en que los discursos disciplinares se con-taminan entre s, no a travs de la simple intercalacin o entreteji-miento de elementos de otros rdenes discursivos en un discursodado (la intertextualidad), sino a travs de la adopcin de funcionesdiscursivas de un discurso disciplinar que sirven a otro discurso parala comunicacin de cierta idea. En el caso de la literatura, la funcinancilar podra entenderse como las funciones discursivas no literarias

    de las que se sirve el discurso literario (llamados por Reyes emprs-titos) y las funciones discursivas literarias que utilizan los discursosno literarios para hacer ms efectiva su comunicacin (prstamos)(XV45-46). Estos emprstitos y prstamos se dan tanto en el nivelpotico o formal como semntico, y pueden ser tanto parciales comototales, lo cual le permite a Reyes desarrollar un cuadro ancilar quele permite distinguir ocho manifestaciones discursivas, cuatro prsta-mos y cuatro emprstitos.

    La funcin del cuadro de lo ancilar es la caracterizacin espe-cfica y rigurosa de las distintas instancias de intercambio entre loliterario y lo no literario y ver en cules instancias textuales se puedehablar de discurso literario y en cules no. De tal manera, todo elcaptulo consagrado a la funcin ancilar, que hace las veces de laprimera etapa de las siete en las que consiste para Reyes la operacindel deslinde, busca una forma de aproximarse a las caractersticas dis-cursivas de lo especficamente literario pese a sus entrecruzamientos

    con otras instancias discursivas. Esta operacin es una de las bases

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    fundamentales de la teorizacin de Reyes: la necesidad de sacudiral discurso literario de sus instancias coyunturales y de entender sucomplejidad ms all de sus articulaciones contingentes:

    La literatura puede ser citada como testigo ante el tribunal de la his-toria o del derecho, como testimonio del filsofo, como cuerpo deexperimentacin del sabio. Cuando parecen haberse agotado sus do-cumentos ms externos, todava puede dar indicios sobre la concien-cia profunda, sobre el estado mental de un hombre, sus asociacionesmetafricas, sus constelaciones y complejos[...]. Tales son los usosancilares de la literatura. Aunque ellos sazonan el placer literario,

    tambin puede acontecer que lo desven. Cuando aquel sabio com-prob su indiferencia ante la lectura de Homero, porque no encon-traba en ella argumentos para la teora de la evolucin, se confes conmelancola que su naturaleza no deba de ser muy generosa [...]. Lacrtica debe defenderse de semejantes peligros. Ya advierte Aristtelesque la verdad potica no debe confundirse con la verdad cientfica ola moral, y que en poesa es preferible un imposible que convenza queun posible que no convence (XV, 74).

    Cuando Roberto Fernndez Retamar hace una relectura de Al-fonso Reyes en trminos de una teora especfica de la literatura his-panoamericana, lo hace partiendo con un axioma que, de principio,implica desavenencias con el trabajo del crtico mexicano: tenemosque proclamar la simple y necesaria verdad de que una teora de laliteratura es la teora de una literatura (82). Esta propuesta de Fer-nndez Retamar, pese a sus afinidades con Reyes en la necesidad deplantear un quehacer intelectual autnomo en Amrica Latina,11re-

    presenta una profunda desactivacin de la valencia ideolgica de laintervencin que Reyes lleva a cabo en El deslinde. Si, como discutaanteriormente, el hecho de escribir una teora literaria desde Hispa-noamrica y no sobre Hispanoamrica era una forma de superacin enla praxis de la distincin colonizador-colonizado, la teorizacin de la

    11Mariaca caracteriza as la labor crtica de Fernndez Retamar: La concepcin decultura como hija de la Revolucin: es la concepcin de la dialctica de apropiacin del centropor el margen y resulta en una operacin del margen colonizado que subvierte el silencio

    cannico sobre los mecanismos de exclusin y omisin de la modernidad colonizadora (62).

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    especificidad sera para Fernndez Retamar la precedencia necesariade toda teorizacin de la literatura en su conjunto. De esta manera, laobra de Alfonso Reyes (que cuenta con el constante reconocimientode Fernndez Retamar a lo largo de sus escritos)12 tiene para Fer-nndez Retamar un lmite: su insistencia en la literatura en pureza,puesto que este trmino implica una concepcin de lo universal. Estalimitacin se desdobla en dos declaraciones de Fernndez Retamarque lo llevan a inscribirse en cierta postura frente al concepto deliteratura en pureza y que, a la vez, permiten hacer una contralecturade sus operaciones alrededor de Reyes.

    La primera declaracin es un giro discursivo que permite a Fer-nndez Retamar plantear un distanciamiento con respecto a la idea deliteratura en pureza de Reyes. De acuerdo con el crtico cubano, aun-que el deslinde planteado por Reyes es ms minucioso y demorado,en realidad est emparentado con otros trabajos anlogos de distincinde la literatura, como el que lleva a cabo Roman Jakobson al hablar dela literariedad. Fernndez Retamar critica a Jakobson y, por extensin,a Reyes al decir que la idea de literariedad no es ms que un corolario

    tardo de la decimonnica teora del arte por el arte. A partir de aqu,el crtico cubano se dispone a discutir la nocin de hecho literariode Tinianov (105-107).13Por ende, el deslinde de Reyes, aunque msarmado que la teorizacin de Jakobson, en realidad sera una reinven-cin de las tesis del artepurismo. Sin embargo, esta extensin parece-ra ms bien resultado de la postura ideolgica de Fernndez Retamarde distanciarse completamente de la nocin de literatura en pureza,puesto que la concepcin de Reyes no necesariamente corresponde al

    artepurismo decimonnico. Observa Reyes:

    Hemos hablado de literatura en pureza y de literatura ancilar. La li-teratura en pureza no debe confundirse con la tan trada y llevadanocin de poesa pura. Ante todo, porque la poesa slo es una parte

    12 Es necesario dejar muy claro que la revisin que Fernndez Retamar hace a Reyes noimplica en lo absoluto un descarte.

    13 Aqu se puede sugerir, a modo de parntesis, que la nocin de experiencia literariatiene fuertes afinidades con los conceptos del formalismo ruso. Este trabajo de elaboracin

    conceptual es posterior a los propsitos de este ensayo, por lo cual no profundizar en esta idea.

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    de la literatura; en seguida, porque la poesa pura slo es una parte dela poesa: una cumbre si se quiere, pero no toda la montaa. [...].

    Subrepticiamente, los tericos de la poesa pura parecen suave-mente empujados hacia un propsito preceptivo. Quien los lea deprisa, se figurar que intentan imponer una norma sobre lo que debeser la poesa, puesto que dibujan la forma potica que considerancomo la ms excelsa. [...] La sola cautela ante cualquiera invasinpreceptiva bastara para precavernos aqu contra un concepto de lapureza que no acepta la literatura tal como es, sino como algunossuponen que debe ser. Pues aqu no hacemos preceptiva, sino teora.

    Por otra parte, si nuestro anlisis se limitara a la poesa pura, nos

    quedara en la probeta una sola gotita de agua, difana y radiosa, peroinsuficiente para las abundantes manipulaciones a que hemos de en-tregarnos. Tenemos, pues, que explicar nuestra nocin, nada compro-metedora, de la literatura en pureza. Esto nos conduce a una visin delo literario ms extensa todava que la misma literatura (XV,42-43).

    La segunda operacin es crucial, puesto que es el centro del tra-bajo de Fernndez Retamar en el libro en cuestin y su rol en los ini-cios de la discusin estudios literarios-estudios culturales. Despus de

    declarar los lmites del discurso de la literariedad en Reyes, el crticocubano retoma la nocin de funcin instrumental de Jos AntonioPortuondo para desmontar la nocin de literatura en pureza. Fer-nndez Retamar plantea: Sucede, sin embargo, que la lnea centralde nuestra literatura parece ser la amulatada, la hbrida, la ancilar; yla lnea marginal vendra a ser la purista, la estrictamente (estrecha-mente) literaria. (109). El ejemplo con el que Fernndez Retamarrefuerza su argumento es la figura de Mart, ya que, de acuerdo con

    el crtico cubano, aquel carcter ancilar no fue el obstculo sino lacondicin para que se alzara la grandeza concreta de Mart, expresinfiel y arquetpica de la literatura de Nuestra Amrica (110). En otraspalabras, la funcin ancilar para Roberto Fernndez Retamar esla condicin que permiti la emergencia de una funcin social de laliteratura latinoamericana, ya que la sujeta a la constitucin de un dis-curso anticolonial. De esta manera, la funcin ancilar en la literaturalatinoamericana permite al discurso literario constituirse como una

    instancia de resistencia en el proceso de emancipacin intelectual

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    hispanoamericano, proceso en el que se busca inscribir la obra deFernndez Retamar en la estela de la Revolucin Cubana.

    Puesto en estos trminos, la polmica que plantea Fernndez Re-tamar radica en la naturaleza de la postura que el discurso culturalhispanoamericano debe tomar frente a su situacin colonial. Mien-tras que Reyes, como mencionbamos anteriormente, se enfrenta aesta problemtica a travs de la intervencin en la cultura occidentalen los propios trminos de sta, superando de facto cualquier mar-ginalidad en la enunciacin del discurso, la tesis de Roberto Fer-nndez Retamar implica una ruptura radical con el discurso literariooccidental, a partir de la contaminacin del discurso literario conuna funcin ancilar que lo reviste tanto de especificidad como de uncarcter resistente. Es esta interpretacin la que habilita algunas delas operaciones crticas de Fernndez Retamar. Basta recordar un tex-to tan representativo como Calibn, su idea de utilizar el idioma dePrspero para maldecirlo y la subsecuente enumeracin de toda unatradicin de figuras calibanescas en la cultura latinoamericana (queva desde Tpac Amaru hasta Fanon) (Calibn,45 y ss.) para darse

    cuenta que el entendimiento del lugar del discurso literario en la ret-rica anticolonial es muy diferente al proyecto americanista de Reyes.Sin embargo, toda esta polmica parece por momentos resultado deuna poltica cultural articulada a un momento histrico intenso deAmrica Latina y no una puesta en juego de los conceptos de Reyes.En otras palabras, considerar el gesto crtico de Roberto FernndezRetamar como una superacin sin ms de las tesis de El deslindeserasumamente problemtico, puesto que se trata ms bien de una lec-

    tura de esas tesis desde una coyuntura histrico-ideolgica especfica(La Revolucin Cubana y la necesidad de legitimar todo en funcinde su politizacin; no hay que olvidar que la base del pensamiento deFernndez Retamar en cierto sentido tiene en cuenta la idea de den-tro de la Revolucin todo, fuera de la Revolucin nada). Por ello, seplantea una necesidad de releer a Reyes ms all de esta lectura de loancilar, ya que, si bien es innegable el lugar fundamental que ocupala teorizacin de Fernndez Retamar en el contexto latinoamericano,

    su aproximacin a Reyes resulta insuficiente en un momento como el

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    actual, donde las preguntas sobre la funcin de la literatura en Am-rica Latina son en algunas instancias radicalmente distintas. De estamanera, surge la necesidad de problematizar esta polmica a partirde una relectura de dos cuestiones: el planteamiento de lo ancilar enel texto de Reyes para llevarlo ms all de esta interpretacin y uncuestionamiento de las motivaciones ideolgicas detrs del ejemplode Mart para comprender mejor el contexto de esta polmica.

    En el primer caso, hay que regresar al cuadro ancilar. La tesisde Fernndez Retamar presuponen por momentos una oposicinentre la literatura ancilar y la esttica. Un anlisis del captulode la funcin ancilar nos hace ver que en ningn momento Reyesconsidera pertinente esta distincin. Por el contrario, los ocho tiposque plantea son instancias textuales en los que lo ancilar y lo litera-rio funcionan siempre en relacin.14En este sentido, los emprstitos(de lo no literario a lo literario) en el nivel semntico, sean parcialeso sociales, son literatura, puesto que el sustento de la obra litera-ria est en la potica. Esto desactiva en parte el ejemplo de Mart,puesto el que su poesa, por ejemplo, se ocupe de temas sociales no

    tiene relacin con su capacidad potica. En el caso de los emprstitospoticos, Reyes reconoce que los parciales no implican la salida delo literario, puesto que cuestiones como los prosasmos o el discursotcnico son recursos posibles para la literatura. En cuanto al emprs-tito potico total, esta categora es imposible para Reyes, ya que serala no-literatura, puesto que la expresin literaria agota en s mismasu objeto, no puede haber obra literaria hecha toda ella en expresinno literaria (51).

    Hasta aqu, el planteamiento de Fernndez Retamar sigue man-teniendo cierta consistencia, puesto que en teora la categora de losprstamos se referira a los discursos no literarios. Sin embargo, hay

    14 A estas ocho textualidades habra que agregar lo que Reyes llama el tipo obvio, enel cual el hecho de que un autor se refiera a objetos (una mesa) o actividades especficas (ir almdico) que impliquen referencia con la realidad no es una funcin ancilar ni implica la salidade la literatura en pureza. Ntese que el tipo obvio es una reflexin sobre la autonoma deltexto frente al referente. Esto lleva a que la funcin ancilar es un entrecruzamiento discursivoy

    no una relacin entre literatura y realidad objetiva.

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    que llamar la atencin hacia la categora prstamo potico total, de-finida por Reyes como la literatura aplicada. Para Reyes, la literatu-ra aplicada no es una obra literaria in stricto sensu, aunque reconoce,a travs de una cita de Menndez Pelayo, que estos textos merecenser considerados una obra artstica. Adems, cabe enfatizar que Re-yes le est concediendo a estos discursos el nombre de literatura. As,los textos como las crnicas de la conquista o los discursos de Martentran al mbito literario por su utilizacin sostenida de la forma li-teraria que, en cuanto caduca su carcter coyuntural, los mantienecomo obras literarias. Fuera del mbito de lo literario quedaran losprstamos poticos parciales (discursos no literarios que utilizan, porejemplo, figuras retricas) y los prstamos semnticos (que se ocupande cuestiones literarias con una forma no literaria) (XV, 48-74).

    El ejemplo de Mart, adems, no est libre de cierto determinis-mo poltico. Rafael Rojas, en su libro Un banquete cannico, observaque privilegiar la centralidad poltica de Mart frente a su centra-lidad esttica es una forma de sujetar a la literatura cubana a lalegitimacin de un metarrelato y una teleologa polticos (54-5).15

    De esta manera, la operacin de leer a Reyes ms all de lo ancilarradica en la historizacin de las motivaciones ideolgicas de la po-lmica planteada por Fernndez Retamar. As como las limitacionesdel discurso de Reyes, a las que me referir en el prximo apartado,nacen de su inscripcin histrica a la ideologa utopista del Ateneo,las de Fernndez Retamar vienen del sentido de urgencia generadopor la Revolucin Cubana, que en el fondo es tambin una ideo-loga utopista. La operacin del deslinde requiere que la pensemos

    ms all de las limitaciones de Reyes y por caminos distintos al ago-tado por Fernndez Retamar. Esto no quiere decir que el caminotrazado por el crtico cubano carezca de valor. Por el contrario, susteorizaciones siguen siendo fundamentales para el pensamiento dela literatura y la cultura latinoamericana. Sin embargo, el desmarca-je de El deslindede sus lecturas desde la oposicin entre lo ancilar y

    15 Para una discusin sobre la polmica de Rojas con Fernndez Retamar vase Snchez

    Prado, El canon y sus formas pp. 239-259.

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    lo literario es una de las puertas disponibles para el replanteamientode los estudios literarios latinoamericanos.

    2. REYESMSALLDELOANCILAR: NOTASHACIAUNANUEVAFENOMENOGRAFADELENTEFLUIDO

    Para plantear un deslinde en la literatura latinoamericana actual, esnecesario un replanteamiento terico de la especificidad de lo litera-rio en el mapa de los estudios culturales actuales. Esto, por supuesto,

    es una discusin en curso. El ejemplo ms claro, y uno de los msinteresantes, es el artculo Los estudios culturales y la crtica lite-raria en la encrucijada valorativa de Beatriz Sarlo. En este texto,Sarlo hace una contralectura del rechazo de la literatura por partede ciertos sectores de los estudios culturales. Para Sarlo, el desplaza-miento de los estudios literarios a los estudios culturales da inicio ala redencin social de la crtica literaria por el anlisis cultural (35).En otras palabras, los estudios culturales son una discursividad cuya

    intencin es subsanar la insuficiencia de la literatura, insuficienciaque provendra de pedirle a la literatura una adscripcin a funcionessociales que no necesariamente le corresponden. Sarlo prosigue alobservar que existen tres preguntas fundamentales de los estudios li-terarios como disciplina que los estudios culturales no contestan: larelacin de la literatura y la dimensin simblica del mundo social,las cualidades especficas del discurso literario y el dilogo entrelos textos literarios y los textos sociales (35). Hasta este momento,

    el proyecto de Sarlo parece claro y consistente. Sin embargo, cuandobusca hacer una definicin de la especificidad del discurso literariopor medio del valor es cuando su proyecto parece tambalearse: Algosiempre queda cuando explicamos socialmente a los textos literariosy ese algo es crucial. No se trata de una esencia inexpresable, sino deuna resistencia, la fuerza de un sentido que permanece y vara a lolargo del tiempo (36).

    La conceptualizacin de las especificidades del discurso literario

    en trminos de un algo es una situacin muy problemtica. Siendo

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    justos, hay que considerar que Sarlo lo hace en el marco de un artcu-lo de postura y no en el de un trabajo terico estructurado. Sin em-bargo, los problemas de definir ese algo son el escollo fundamentala superar para el replanteamiento de los estudios literarios. La nocinde algo, considerada con detenimiento, acarrea dos cuestiones quecontribuyen a la obstaculizacin del planteamiento de las especificida-des del discurso literario. La primera de ella, la ms evidente, es la fal-ta de rigor conceptual. Esta situacin resulta muy grave si se consideraque la discusin se da en un contexto de saberes acadmicos donde laprecisin es parte de la legitimidad del discurso. Reyes, en su crtica dela poesa pura, tiene tambin su opinin sobre esto: Sus tericos[de la poesa pura] casi acaban por decirnos que es como una formaneumtica, como un choque elctrico tan intenso como vaco. Talesdescripciones recuerdan singularmente aquel callejn sin salida de lostratadistas de otro siglo: el hermoso no s qu de Feijoo (XV, 43).

    La nocin de algo tambin acarrea otro problema fundamen-tal, a saber, la necesidad de una definicin positiva, concreta, mate-rial, de las especificidades del discurso literario. Esta nocin lleva a

    pensar en las fenomenologas alemanas de la literatura, encabezadaspor La obra de arte literariade Roman Ingarden, que planteaban ensendos libros descripciones excesivamente abstractas de la constitu-cin de lo literario. Estas descripciones fenomenolgicas del algoson tambin superadas por Reyes. Al colocar la experiencia literariacomo centro de su teorizacin (recordemos que para l el tema de laliteratura es la experiencia pura), la cosidad del objeto literario pasaa segundo plano. No es casual que Flix Martnez Bonati, en un tra-

    bajo sucesor del libro de Reyes, proclame los lmites de la teorizacinde Ingarden al afirmar que su constitucin de lo literario es vlidaslo como la descripcin estructural de un orden ntico, pero queesa descripcin no da cuenta de las manifestaciones especficas de laexperiencia esttica (34-35).

    La salida de Reyes a todo esto es el planteamiento de una feno-menografa del ente fluido. Esta nocin, que aparentemente acarreaun abstracto excesivo y una tendencia hacia las descripciones positi-

    vas de la Otredad (apariencia proveniente quiz de la utilizacin del

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    trmino ente), en realidad plantea una salida muy productiva alos escollos de la teorizacin tanto de Sarlo como de Ingarden. Auncuando todo El deslindeest pensado en trminos de este concepto,es en Apolo o de la literatura cuando Reyes plantea:

    Es innegable que entre la expresin del creador literario y la comu-nicacin que l nos trasmite no hay una ecuacin matemtica, unarelacin fija. La representacin del mundo, las implicaciones psico-lgicas, las sugestiones verbales, son distintas para cada uno y deter-minan el ser personal del hombre. Por eso, el estudio del fenmenoliterario es una fenomenografa del ente fluido. No s si el Quijoteque yo veo y percibo es exactamente igual al tuyo, ni si uno y otro seajustan del todo dentro del Quijote que senta, expresaba y comuni-caba Cervantes. De aqu que cada ente literario est condenado a unavida eterna, siempre nueva y siempre naciente, mientras est viva lahumanidad (84-85).16

    En la consideracin de lo que dice este prrafo se encuentra la sa-lida de lo que Reyes puede ofrecer para un deslinde actual. Primero,el objeto de estudio especfico, la obra literaria es un ente fluido yno un ente en s. Esto es una superacin definitiva de la teorizacinde Ingarden, porque implica, como sugiere el prrafo citado, que laadquisicin del texto en s es imposible e indeseable ya que descon-sidera a la experiencia como centro de la teorizacin. Esto tambindeshabilita la posibilidad de hablar de un algo implcito a la obraen s, de una distincin, puesto que este algo slo proviene de la in-teraccin cultural. Reyes de esta manera resuelve una cuestin funda-mental que est presente a lo largo de El deslinde: la historicidad deltexto literario y su inscripcin a patrones sociales no se contradicecon la existencia de la experiencia literaria. Ms an, Reyes se ade-lanta de cierto modo a las ideas de Hans-Robert Jauss y la escuela deConstanza, puesto que en cierto sentido est planteando la crticaliteraria en trminos de la consideracin del horizonte de recepcin,

    16 Ntese que esta afirmacin se lleva a cabo aos antes de que ideas similares fueranplanteadas y canonizadas por filsofos y tericos como Gadamer, Iser o Jauss. La nocin deReyes, entonces, tambin tiene afinidades fuertes con la lnea hermenutica de la teora de la

    recepcin, que podran explorarse en un trabajo futuro.

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    el de produccin y sus desencuentros necesarios. Por esto, la posturade Sarlo, pese a coincidir en principio con la autonoma de lo lite-rario, tiene una trampa. Si estamos hablando de un ente fluido, laespecificidad del discurso literario es contingente, mvil y, por ende,slo alcanzable por un deslinde, es decir, por una operacin que nollega a conclusiones definitivas de lo literario sino a una constante se-paracin de discursos que, en la prctica, estn irremediablementeentrecruzados.

    La salida de Reyes, como observa Rafael Gutirrez Girardot, tie-ne una ventaja de principio frente a la de Ingarden: A su aparatoconceptual subyace su conocimiento vasto de los gneros de variasliteraturas de varias pocas, que l comprende mejor porque ese co-nocimiento es sustancia de su praxis literaria (Prlogo XLI). Enotras palabras, la distincin fundamental de Alfonso Reyes es que suteora no es, como la de Ingarden, el acomodo del discurso literario aun paradigma filosfico (la hermenutica), sino una reflexin prove-niente de un acto intelectual concreto. Por este motivo, Reyes adop-ta el trmino fenomenografa sobre fenomenologa en la edicin

    definitiva de El deslinde,puesto que Reyes buscaba desmarcarse dela conexin del segundo trmino con las tesis de Husserl.17En estosmismos trminos es que se plantea la objecin de Martnez Bonati aIngarden. Por ello, es necesario enfatizar que la teora literaria operaen Reyes no como una abstraccin de una categora esencial sinocomo un intento de interpretar una actividad intelectual en cons-tante movimiento. Renato Prada Oropeza, en su libro de teora li-teraria Literatura y realidadcomprende esta idea, al observar en su

    introduccin que la distincin absoluta entre teora y praxis crticaes un fantasma proyectado como cortina de humo por el crticomediocre y frvolo (7). Por ello, el acto de teora literaria slo pue-de constituirse en el marco de los estudios culturales demostrandoconstantemente su potencial crtico y no escribiendo diatribas quese olvidan de la prctica crtica. Una de las aporas ms fuertes de los

    17 Este dato lo menciona Ernesto Meja Snchez en su prlogo al tomoXVde las obras

    completas de Reyes.

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    estudios literarios a lo largo de su historia es quiz el sobrecultivo deuna cultura del diagnstico que desactiva a la teora literaria comointervencin.18

    La propuesta de Reyes responde cabalmente a las tres interrogan-tes planteadas por Sarlo. La relacin entre la literatura y la dimensinsimblica de lo social se da en el concepto de experiencia literaria,pues ste da cuenta precisamente de la forma en que un individuose inscribe en una representacin del mundo y sus implicacionespsicolgicas y sugestiones verbales, que no son ms que la dimen-sin simblica de lo social en la que la literatura se articula. Aquhabra que decir que la teorizacin de Reyes es tan rica que inclusoplantea la problemtica de la cultura popular y los medios con rela-cin a la literatura. Me refiero a un texto denominado Marsyas odel tema popular, incluido en La experiencia literaria. Esta inclusinpor s sola ya habla de la necesidad de Reyes de plantear lo popularen lo literario y de no quedarse en el facilismo de la literatura comodiscurso de lite, arma favorita de muchos detractores de la literatura.Para Reyes el tema popular en literatura se entiende como toda for-

    ma lingstica, derivada o no de formas cultas y artsticas anteriores,que ha entrado en el anonimato del pueblo, en el acervo comn(XIV, 54). En otras palabras, el tema popular es todo aquello que,proveniente o no de la esfera culta, es parte de la dimensin simbli-ca de lo social en el sentido amplio del trmino. Por otro lado, Reyeshabla de la tradicin oral en estos trminos: sta se relaciona con elaura esttica. Hay una esttica de la memoria: un cierto despojo, unanecesidad de trabazn y una tendencia a los esquemas que facilitan

    la retentiva (XIV, 61). Sin embargo, Reyes no cae en el facilismo deponerle el calificativo de literatura a toda produccin popular, lo quesera caer en un populismo fcil que desmentira toda su teorizacin,

    18 Esta idea acarrea una serie de consecuencias que salen del mbito de este ensayo. Sinembargo, para ejemplificarla, se puede citar a Imre Saluzinszky quien, en la introduccin a suclebre libro de entrevistas Criticism in Societyobserva: La crtica literaria, si es una disciplina,seguramente es aquella disciplina que se ha ocupado casi exclusivamente de la cuestin de supropia funcin (1 Mi traduccin). Si bien es cierto que esta asercin puede parecer exagerada,tambin es cierto que toda generacin crtica reflexiona ampliamente sobre la funcin o el

    estado de la crtica, muchas veces privilegiando estas reflexiones sobre la crtica en s.

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    puesto que los discursos populares que entran al reino de la literatura(y el texto abunda en ejemplos) son aquellos que cumplen con lamisma aduana que los otros discursos literarios las expresiones lin-gsticas que agotan en s mismas su utilidad (XIV, 54).19

    Segundo, es evidente que Reyes se preocupa por las cualidadesespecficas del discurso literario sin caer en la trampa de la literaturacomo mnada y sin caer en la limitacin de la perspectiva institu-cional de la que habla Sarlo. Esto es precisamente la naturaleza dela operacin del deslinde, encontrar esas especificidades, pero con elreconocimiento de que no son inamovibles. Por supuesto, en trmi-nos de Reyes, el rbitro de las especifidades no es la institucin, queimplicara una fijacin, sino la experiencia literaria entendida comocontingente y en movimiento. Esto implica dos puntos fundamenta-les que hay que tener en consideracin en un deslinde actual. Primero,precisamente para no caer en la trampa institucional hay que recono-cer abiertamente algo que debiera parecer obvio: la necesidad de quela crtica acadmica dialogue con otras instancias del discurso literario.Libros como El concepto de ficcinde Juan Jos Saer, productos de la

    reflexin del escritor sobre la literatura, no son slo documentos paraentender la potica del autor, sino reflexiones que salen de las limi-taciones de la academia al situarse en locide enunciacin distintosy plantear prcticas crticas diferentes. Esto significara salir de lo queCarlos Pereda llama la razn arrogante, donde cada instancia delestudio crtico de la literatura se plantea como poseedora de toda lalegitimidad y excluye a otras producciones, algo de lo que la crticaliteraria no acadmica es tambin culpable. Segundo, la crtica lite-

    raria, al basarse en la experiencia, solamente puede considerarse una

    19 Una elaboracin conceptual ms profunda del concepto de experiencia literaria re-quiere, como parece sugerir este ejemplo, una reconciliacin de la nocin hermenutica deexperiencia con la nocin formalista de la lengua que agota en s misma su utilidad. Lo intere-sante en la teorizacin de Reyes es que ambas no slo son mutuamente incluyentes, sino queuna es la precondicin de la otra: slo las expresiones lingsticas que agotan en s mismas suutilidad (es decir, slo aquellas en las cuales el lenguaje tiene una funcin potica preeminenteen el sentido jakobsoniano) son capaces de producir una experiencia esttica. En otras palabras,puede afirmarse, de manera preliminar a una discusin conceptual ms profunda, que en lateorizacin de Reyes confluyen de manera coherente enfoques tericos que a lo largo del siglo

    XXse contrapusieron entre s.

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    puesta en juego de los textos literarios, un testimonio de su continuamovilidad. Por esto, la crtica debe privilegiar el acto de lectura sobreel de objetivacin. De esta manera, el acto crtico se mantiene comointervencin y evita que se ahogue en las pretensiones de su propiacontingencia.

    Tercero, la relacin de la literatura y los otros textos sociales esuna constante en la obras de Reyes. Esto se da principalmente endos hechos fundamentales. En un nivel disciplinario, El deslindesepreocupa por la relacin de la literatura con otras esferas del conoci-miento. Por ello, Reyes dedica centenares de pginas a los entrecru-zamientos y separacin de lo literario frente a la historia, la ciencia eincluso la matemtica y la teologa. Reyes comprende que el discursoliterario est articulado a una serie de producciones sociales. Estas arti-culaciones y las confusiones emanadas de ella son las que generan lanecesidad de un deslinde. Sin embargo, el movimiento del deslindeimplica el entendimiento de que estos discursos estn relacionadosmas no son uno mismo. En este entendimiento radica la relacin en-tre lo literario y lo social. Reyes, sin embargo, trasciende las fronteras

    de la disciplina. Acusar a Reyes de por momentos ahistorifica[r] lamateria estudiada (Moraa 72) puede estar sugerido por una lecturade El deslindecomo metodologa, pero deja de lado el hecho de que eltexto est concebido en el marco de un proyecto intelectual, dondedeclarar lo especfico de la literatura no significa sacarla sin ms desu contexto, sino de entender estos contextos ms all de sus mani-festaciones superficiales. La relacin de lo literario (entendido, recor-demos una vez ms, como experiencia literaria) con lo social se da

    en su movimiento, en lo pragmtico y en la forma en que intervienedirectamente en la cultura. Para Reyes, como discuta anteriormenteal hablar del grecolatinismo, la cultura no es un archivo inmvil eideal, sino un punto de constante influencia en nuestra vida y nues-tra identidad.

    Esto lleva al ltimo reclamo de Sarlo, a saber, la necesidad deentender la literatura no cono una esencia inexplicable, sino comouna resistencia, la fuerza de un sentido que permanece y vara a lo

    largo del tiempo (36). El reclamo de Sarlo ha sido articulado en otros

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    trminos por otros autores. Harold Bloom observa que el canon noes una fuente de certezas culturales, sino de ansiedad alcanzada (526),lo cual, acompaado por su resistencia a la utilizacin de la literaturacomo pedagoga ideolgica plantea tambin una idea de resistenciadesde lo esttico.20Judith Butler, por su parte, observa que si el refe-rente literario supera sus condiciones de produccin, la politizacinde la literatura no puede tener xito si se plantea en trminos de lareflexin o refraccin de esas condiciones, sino bajo el entendido deque refigura sus condiciones de produccin proyectndolas a un fu-turo que no ha llegado (98). Esta lectura, que recuerda el conceptoadorniano de utopa, tiene en el fondo la idea de que lo literario sloes concebible cuando se entiende en su movimiento y no cuando se lefija en condiciones dadas. Sobra decir que esto es anlogo al ejemploque Reyes planteaba con el Quijote. Este carcter resistente de la lite-ratura plantea una necesidad de la operacin del deslinde, presente enReyes pero que implica ir ms all de l: el deslinde es una operacinrigurosa, pero contingente. Si entendemos que la literatura es la expe-riencia literaria y que esa experiencia vara con el tiempo, entonces el

    deslinde slo puede tener validez siendo contingente (es decir, plan-teando que sus distinciones no son absolutas) y continuo (puesto quelas especificidades emergentes requieren estrategias especficas). Sinembargo, como el deslinde es una operacin de intervencin es nece-sario que vaya acompaado de una inscripcin continua a proyectosintelectuales. No se trata entonces de una imitacin vaca de Reyes nide un reclamo de su ideologa de la Utopa de Amrica. Se trata derecobrar instancias del quehacer intelectual de la literatura perdidas

    por los excesos coyunturalistas de ciertos estudios culturales contra losque escriben autores como Sarlo o Bloom.

    Hoy, en plena institucionalizacin de los estudios culturales yen pleno resurgimiento de lo literario, es necesario reclamar la teo-

    20 Llama la atencin que Eugene Goodheart observa que para Bloom el valor esttico esuna experiencia y no una teora (24), lo cual implicara a la vez una afinidad y un alejamien-to con respecto a Reyes. La afinidad radica, evidentemente, en la cuestin de la experiencialiteraria, pero para Reyes la comunicabilidad es indispensable, algo que Bloom no plantea en

    su obra.

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    ra literaria como intervencin. La huella imborrable de los estudiosculturales nos deja la constante memoria de la irresponsabilidad deencerrarse en la autonoma de la literatura, pero tambin es un recor-datorio continuo de que la labor del crtico es mantener la experien-cia literaria como parte del juego disciplinario y cultural. Por ello, Eldeslinde es un regreso a la individualidad del crtico y a su capacidadde intervenir polticamente desde esa individualidad en el campo dela cultura, pero no la construccin de una disciplina idealizante deldiscurso literario. No se necesitan crticos capaces de prescribir don-de est lo bello, sino de mantener la resistencia cultural de la literatu-ra en su especificidad. Por ello, no debemos cerrarnos tampoco en laindividualidad absoluta ni en el placer del texto como centro nicode la literatura, lo que nos llevara de nuevo al agotamiento de los es-tudios literarios tradicionales. La crtica literaria debe tener en mentela declaracin de Sergio Gonzlez Rodrguez la literatura comienzadonde acaba el deseo (159). Esto es porque la literatura es el mbitode la experiencia.

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    ALFONSO REYES Y EL DUELO DE LA HISTORIA21

    Casi al mismo tiempo en que la Revolucin Mexicana iniciaba suproceso de consagracin institucional bajo el carrancismo, AlfonsoReyes publica en 1917 dos textos, que permiten entrever una fun-dacin ideolgica alternativa dentro del campo literario mexicano:Visin de Anhuac, quiz su texto ms ledo y El suicida, una co-

    leccin de ensayos filosficos y textos miscelneos del cual destacarparticularmente el denominado La sonrisa. En estos dos textos seencuentran las bases de un contrapunto a la cultura oficializada quecomenzaba a formarse bajo el carrancismo. En su conjunto, ambosplantean una concepcin de la cultura y, especficamente, de la li-teratura, fundada en el inconformismo y la rebelda. Escritos desdeEspaa, es decir, fuera de las querellas de poder que ocupaban alos contemporneos de Reyes, estos textos se encuentran atravesa-

    dos por un ethosintelectual que plantea una ontologa de la nacinmexicana que pone en entredicho las narrativas de los grupos na-cionalistas que operarn entre la Constitucin de 1917 y el debatede 1925.

    21 Este texto fue publicado originalmente por la revistaArmas y Letras de la UniversidadAutnoma de Nuevo Len y por el Colorado Review of Hispanic Studies, en 2006 y 2007, res-pectivamente. Este texto es una versin muy ampliada de un fragmento del captulo 1 de milibro Naciones intelectuales. Las fundaciones de la modernidad literaria mexicana (1917-1959) ,

    publicado en 2009 por Purdue University Press.

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    En los momentos ms radicales y menos ledos de su pensamien-to, Reyes inscribe en el corazn de la modernidad literaria mexicanala crtica a esa modernidad: precisamente por ser un autor tan centrale influyente en el canon literario nacional, podemos presenciar en suobra y en la consecuente recepcin de ella una importante tensin entremomentos que cuestionan la narrativa nacionalista desarrollada por elcampo literario y el establecimiento de una institucin literaria en M-xico. Por ello, Reyes representa el punto fundacional de la tradicin cr-tica en Mxico: por un lado sus primeras obras articulan un complejoproyecto alternativo de cultura nacional (y continental) que antagonizacon la cultura oficial de los 20 y los 30; por otro, su rol en el estableci-miento de las instituciones culturales de los aos 40 ser crucial en laconstitucin de espacios autnomos dentro del campo literario.

    Dentro de este marco, un texto como La sonrisa constituyeuna forma de escritura crtica muy por fuera de los cnones del pen-samiento mexicano. Se trata de un ensayo que postula un conceptodialctico de la historia fundado en un punto de origen, la sonrisa,que equivale al desarrollo de la conciencia de s de un sujeto histri-

    co. Retricamente,22el ensayo sopesa el tema de la sonrisa a travs deuna serie de referencias filosficas y anecdticas cuyo denominadorcomn es el proceso de adquisicin de la conciencia, como se puedever en el siguiente pasaje: La sonrisa es la primera opinin del esp-ritu sobre la materia. Cuando el nio comienza a despertar del sueode su animalidad, sorda y laboriosa, sonre: es porque le ha nacido eldios (III, 238). El texto opera por un continuo desplazamiento delmismo argumento a travs de metforas y conceptos distintos. Este

    argumento es la identificacin de la sonrisa como la emergencia delespritu, trmino que Reyes toma tanto de la fenomenologa deHegel23como de la nocin de lan vitalde Henri Bergson, y su con-

    22 El mejor estudio retrico sobre Reyes es el de Eugenia Houvenaghel. Su trabajo, sinembargo, es ms formal de lo que intento ensayar aqu, pero algunas intuiciones sobre la formade la escritura de Reyes descansan sobre l.

    23 La referencia a la Fenomenologade Hegel respecto a La sonrisa ha sido exploradapor Evodio Escalante en Metforas40-57. En este punto en particular, al que regresar a lo

    largo de este texto, mi trabajo acusa deudas importantes con la reflexin de Escalante.

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    secuente ubicacin en el origen de todo proceso de toma de concien-cia. En este pasaje, entonces, la sonrisa es el momento de emergenciade la conciencia al articular la opinin del espritu sobre la materia,es decir, lo que Reyes llamar, en muchas de sus obras posteriores,la crtica. Este trmino es crucial, puesto que, como apunta EvodioEscalante, en el primer Reyes, un Reyes imbuido por la filosofa delromanticismo alemn,24la crtica es una exposicin del espritu y,si se equipara al espritu con la toma de conciencia de la historia, lacrtica sera por tanto una exposicin de la dialctica de la historia(Metforas 40-57). De esta manera, el objeto de la crtica es ese mo-mento fundacional de la conciencia, el punto donde el sujeto hist-rico despierta del sueo de su animalidad y descubre el dios en smismo. Puesto en otras palabras, el ensayo de Reyes busca explorarel punto preciso donde un sujeto oprimido, extra-histrico (prosi-guiendo aqu con la retrica hegeliana25), adquiere conciencia de sy, en este proceso inicia no slo su propia inscripcin de la historia,sino la historia misma.

    Aqu se hace necesario tener presente que Reyes no se entenda a

    s mismo como filsofo sino como ensayista. Con esto, quiero decirque la lectura de sus textos no se debe fijar ni en el rigor de su usode los conceptos filosficos26ni en una lectura estricta de su vocabu-lario. Ms bien, la cuestin radica en las apropiaciones estratgicasque Reyes articula en relacin al archivo filosfico de Occidente. Esen este punto donde se establece uno de los momentos de mayor dis-tancia entre Reyes y sus contemporneos, enfrascados en las querellasde la cultura nacional: ms que un intelectual mexicano Reyes se

    24 Para el influjo del romanticismo alemn en la obra de Reyes, vase Castro GmezAmrica Latina y la nueva mitologa de la razn.

    25Es en este punto donde se articula la referencia, planteada en el artculo Reyes,raza y nacin de Joshua Lund a Hegel, quien lee a Reyes en la clave de la filosofa hegelianade la historia y, al comparar La sonrisa con Visin de Anhuac, plantea una filiacin deReyes a un concepto contradictorio de sntesis: la sntesis del mestizaje trazada desde GabinoBarreda hacia Visin y la protesta presente en La sonrisa. Este artculo es parte de unaconversacin extensa entre Lund y yo respecto a Reyes, por lo que referir constantemente sutrabajo en esta cuestin.

    26 Una cuestin que Carlos Montemayor ha sealado respecto a las fuentes grecolatinas

    de Reyes. Vase El helenismo de Alfonso Reyes.

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    comprende a s mismo como un intelectual perifrico a la tradicinoccidental cuyo movimiento crtico radica no en la constitucin deun sistema de signos que d cuenta legtima de la nacin, sinode una ontologa crtica del movimiento mismo de su historia. Di-cho de otro modo, lo que se puede extraer de La sonrisa, un textosintomticamente libre de cualquier referencia a Mxico, es que lapregunta de Reyes no es qu es lo nacional despus de la Revo-lucin?, sino qu es la Revolucin en s?. El punto crucial de estadiferencia radica en que, mientras, para todos los intelectuales de lapoca, la Revolucin es un hecho dado, un acontecimiento incues-tionable de emergencia de una nueva cultura nacional, para Reyes, laRevolucin y sus consecuencias en el proceso de toma de concienciade s del pas vis--visla tradicin occidental son una pregunta abier-ta. Por ello, mientras todos los intelectuales nacionalistas entre 1917y 1925 se ocupan de cuestiones como la literatura y la cultura nacio-nal en el contexto de un mismo concepto de nacin, Reyes plantea lapregunta por la ontologa nacional en trminos de la dialctica entreopresores y oprimidos. Ms an, la existencia o no de una literatura

    nacional es irrelevante en este punto de la reflexin de Reyes, puestoque para l la prctica escritural tiene una funcin distinta: mientraslos nacionalistas fincan la funcin de la literatura en la expresin deuna nacin previamente dada y su memoria histrica, para Reyes seencuentra en la imaginacin de una nacin en constante movimien-to y conflicto. En consecuencia, La sonrisa, junto con todas lasreflexiones sobre la libertad del volumen El suicida, puede entendersecomo la articulacin terica de esta ltima operacin y, por ende, de

    un nuevo concepto de nacin cuyas ramificaciones se vern en losdebates posteriores de la cultura nacional.

    Por lo pronto, vale la pena subrayar la manera en que el archivofilosfico occidental es manejado por Reyes. El comn denominadorde todas estas referencias es una tradicin que se preocupa por larelacin entre libertad y sujeto, es decir, por lo que Jean-Luc Nancyha llamado la tradicin de la liberacin de la libertad con respectoa su apropiacin subjetiva, tradicin que, como apunta el propio

    filsofo francs, [s]e trata de una llamada a la existencia (44-45).

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    Una primera referencia es al Discurso de la servidumbre voluntaria detienne de La Botie, en el siguiente pasaje: Toda actividad libre,toda nueva aportacin a la vida, tiende a incorporarse, a sujetarse enlas esclavitudes de la naturaleza. Es la servidumbre voluntaria, comodira tienne de La Botie (sic). Lo libre slo lo es en su origen, ensu semilla, en su inspiracin. (III, 238). El peso de esta referenciaen el proyecto de una ontologa de la Revolucin Mexicana es deconsideracin, puesto que, como observa Jos de la Colina en suprlogo al Discurso, De La Botie quiere mostrar las fronteras quela naturaleza, la razn y Dios asignan a la tirana, advertir que la pa-ciencia de los pueblos no es ilimitada y que al acabarse se convierteen rechazo, en furia, en necesaria revuelta y guerra. La idea capital,contina De la Colina, es que el poder abusivo no existira si nose nutriese del consentimiento de los sbditos, si stos no fueren elbasamento del poder del Uno (xviii). A la luz del Discurso, enton-ces, los trminos de Reyes se cargan de una significacin distinta ala que se asumira de entrada. En una lectura superficial del pasajecitado de Reyes, sera fcil pensar que la naturaleza hace referencia

    a la barbarie. Sin embargo, si seguimos la ilacin del argumento, esdecir, que la libertad implicada en el acto de la sonrisa se sujeta a unaesclavitud emergente y que este proceso es anlogo a la servidumbrevoluntaria de De la Botie, podemos concluir que en este puntode la reflexin Reyes hace un distingo, crucial a mi parecer, entre elmovimiento revolucionario en s y su reincorporacin a estructurasde sujecin. La consecuencia de esto es que, dado que la servidumbrees voluntaria, el mismo sujeto que adquiere conciencia de s renun-

    cia a ella en el momento de articulacin del poder. El punto al quequiero llegar es que el proceso descrito por Reyes en su ontologa delmovimiento revolucionario es estrictamente anlogo a la fundacinde la cultura nacional en Mxico: la toma de conciencia de s de lossujetos nacionales deviene en una re-sujecin voluntariapor parte delas clases intelectuales a la institucin del poder. Reyes, efectivamente,articula una distincin esencial entre la nocin de revolucin y suproceso de institucionalizacin, entre el movimiento dialctico de la

    historia y su fijacin en un imaginario de poder. Sobre esta base, en-

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    tonces, Reyes comienza a imaginar una versin otra de la cultura yla literatura nacional en un concepto de escritura que busca ubicarseconsistentemente en el movimiento libertario de la sonrisa y no enla sujecin de la conciencia a la servidumbre voluntaria de poder. Enotro texto de El suicida, titulado La conquista de la libertad27Reyespone esta vocacin en trminos ms directos:

    Una vez al menos, yo he podido evocar la lluvia [metfora que, en estecaso, se refiere a la inspiracin que la lluvia caus en su escritura enuna ancdota narrada en el prrafo anterior]. Cmo hacer para ad-

    quirir definitivamente ese don? Ya no descansar mientras no aprendaa evocar la lluvia [mientras no tenga el poder de controlar la escritu-ra]. Ya vislumbr los caminos de la emancipacin. O me apodero deellos, o quiero morir en el asalto (III, 261).

    La posibilidad de este proceso intelectual se encuentra, en parte,en la posicin exlica de Reyes, quien escribe estos libros desde Pars ydesde Espaa. Ilustrar este punto con mayor extensin al hablar deVisin de Anhuac. Por el momento, me interesa ms enfocarme

    en la otra condicin de posibilidad de su crtica, a saber, su ejerciciodel occidentalismo en relacin con la formacin de lo que l llamar,en sus textos de los 40, la inteligencia americana. La operacincrtica que Reyes funda en la dcada del diez, y que en La sonrisaadquiere peso especfico, es la apropiacin de la tradicin americanay de la tradicin europea como parte de un mismo continuumdis-cursivo (del mismo banquete de la civilizacin, como Reyes mismodir ms tarde). El engarzamiento de la tradicin americanista con el

    archivo filosfico es claro, no casualmente, en su referencia a Ariel yCalibn: La sonrisa es, en todo caso, el signo de la inteligencia quese libra de los inferiores estmulos; el hombre burdo re sobre todo;el hombre cultivado sonre. Calibn ignora las alegras profundas deAriel. Calibn es un animal triste. La carne es triste (III, 237).La metfora de Ariel y Calibn, evidentemente, proviene del Ariel

    27 Cabe decir que en este texto aparece tambin la referencia a la servidumbre voluntaria

    y su contraposicin con la libertad y la toma de conciencia (III, 250).

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    de Rod, un texto que Reyes conoca muy bien.28Por su parte, ladicotoma alegra-tristeza proviene de una fuente no explicitada porel texto: el escolio a la proposicin XI de la tercera parte de la ticademostrada segn el orden geomtrico de Spinoza:29

    Por alegra entender, pues, en lo que sigue, la pasin por la cual pasael alma a una mayor perfeccin. Por tristeza, por el contrario, la pa-sin por la cual pasa el alma a una menor perfeccin. Adems, llamoal afecto de la alegra, referido simultneamente al alma y al cuerpo,placer o regocijo; al de la tristeza por el contrario, dolor y melancola(113).

    De esta manera, la tristeza de Calibn se da precisamente porsu condicin de esclavo previo a la conciencia, como podemos extra-polar de la proposicin LV de la misma seccin de la tica: Cuandoel alma imagina su impotencia, por eso mismo se entristece (147).Reyes, por supuesto, est lejos de la idea del Calibn que maldice asu amo, pero su concepcin del mito arielista se mantiene en unatensin entre la idea de la cultura como camino a la conciencia (porlo cual Ariel, el intelectual, tiene alegras) y la comprensin de quela sujecin de Calibn se encuentra por su carcter externo a la con-ciencia. Aqu, entonces, se encuentra un desplazamiento clave res-pecto a Rod: ledo desde la conceptualidad de Spinoza, Calibn nonecesariamente se identifica con la supuesta masa estadounidense,como planteaba el intelectual uruguayo (56), sino con la idea de unsujeto histrico que, alejado de la cultura, no conoce el camino ticode la conciencia. Aqu es crucial observar que Spinoza dedica toda

    una seccin de su tica, la cuarta parte, al desarrollo de un conceptode servidumbre.30Dentro del aparato intelectual que vengo descri-

    28 Vase el prlogo de Fernando Garca Caldern a Cuestiones estticas(Reyes I, 12).Una discusin de la relacin intelectual Rod Reyes se encuentra en Con82.

    29 Cabe decir que Spinoza, aunque no mencionado explcitamente en La sonrisa, eraun filsofo muy apreciado en el contexto del Ateneo de la Juventud. En un ensayo de 1911, ti-tulado Las ideas sociales de Spinoza, Henrquez Urea (56-67) sustenta tambin una lecturadel filsofo muy cercana a lo que intuye Reyes en La sonrisa.

    30 Por supuesto, tambin hay que tener en mente que para Spinoza la servidumbre no se

    comprende con relacin a un Estado, sino a la impotencia humana para gobernar y reprimir

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    biendo, se puede extrapolar de este punto una idea que ser gua parala posterior prctica intelectual de Reyes: la relacin entre cultura yconciencia. As como para el sujeto americano la cultura es el caminoal banquete de la civilizacin, el cuidadoso trabajo de Reyes en susltimos aos se encamina a la constitucin de un aparato culturalque permita a Mxico la adquisicin de una conciencia de s.

    Lo que podemos ver en operacin en los ejemplos anterioreses una caracterstica del trabajo intelectual de Reyes respecto a susfuentes: la apropiacin estratgica de elementos del archivo filosfi-co. Ciertamente, De La Botie, Spinoza y Hegel provienen de posi-ciones histricas, prcticas polticas y genealogas intelectuales muydistintas, pero Reyes trabaja sus obras en la constitucin de unalnea de pensamiento propia de las problemticas que lo ocupan.En otras palabras, puesto que el centro de la reflexin de Reyes estno en su adscripcin a un edificio filosfico dado sino en el trabajocrtico sobre un problema especfico y puesto que el mtodo de estacrtica es el ensayo y su consecuente capacidad formal de sopesarargumentos desde distintas perspectivas, Reyes actualiza el aparato

    de ideas europeo para una prctica crtica mexicana y americana alconvertirlo en un repertorio de prcticas intelectuales al que unopuede acudir selectivamente para el desarrollo de posiciones intelec-tuales propias. Aqu se puede invocar, como ejemplo, la diferenciaentre risa y sonrisa que Reyes articula al principio del ensayo: Enconcepto, como quiere Bergson, podemos considerar que la risa esuna manifestacin social. La sonrisa es solitaria. La risa acusa su pre-texto o motivo externo, como sealndolo con el dedo. La sonrisa es

    ms interior (III, 237). Precisamente en tanto Bergson articula unaontologa que cuestiona radicalmente la idea de materializacin dela conciencia (Garca Morente XLVIII) y cuya operatividad se piensams en trminos de flujos que de confrontacin dialctica,31se vuel-

    los afectos. Sin embargo, el recurso a Spinoza por parte de Reyes se debe a que su reflexin esparte de la misma constelacin del origen de la conciencia de s, ya que el hombre sometidode s no depende de los afectos, sino de la fortuna (173).

    31 Como se ve claramente en el conocidoMateria y memoria. En cuanto a la referencia

    de Reyes en la cita, se trata del texto La risadonde Bergson explora las categoras de lo cmico.

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    ve inutilizable dentro del canon efmero de Reyes. As, Reyes no sloidentifica puntos del pensamiento crtico que le permiten articularsu trabajo crtico sino realiza un trabajo de deslinde (trmino quel utilizar en su trabajo homnimo de los aos 40) de otras lneasfilosficas. De esta manera de habitar la tradicin emerge la con-ciencia intelectual de Reyes: la articulacin de la crtica, o