García Pradas J. La Traicion de Stalin

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin http://slidepdf.com/reader/full/garcia-pradas-j-la-traicion-de-stalin 1/187 LA TRAICION DE STALIN Cómo terminó la guerra de España Tor J. GARCIA PRADAS Ex-director de  C N T de Madrid. Prólogo de Marcelino García Ediciones do CULTURA PROLETARIA NEW YORK 1939

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LA

TRAICION

DE STALIN

Cómo terminó

la guerra

de España

Tor

J.

GARCIA

PRADAS

Ex-director

de  C

N

T

de

Madrid.

Prólogo

de

Marcelino

García

Ediciones

do

CULTURA PROLETARIA

NEW

YORK

1939

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0

A

Mrs

E

Gramshaw

secretaria

general

del

Baling Spanish

Relief

Committee y

a

Mr

B

J

Theobald

en

prueba

de

gratitud

por

la

inolvidable

solidaridad

que

me

permitió

hacer

este

libro

J G P

PRINTED 1N THE UNITED

STATES

OF

AMERICA

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PROLOGO

Un

arrebato

pasional

de

indignación obligó

a

este

enjundioso

periodista

de

la

C. N. T. y

militante

de

la

P. A. I. a

escribir lo que

originalmente

fué

escrito

como

un

extenso

reportaje

sobre lo suce

dido durante los últimos días

de

la guerra

de

España. Mas al

explicar

los

últimos

sucesos,

al

aportar

sensacionales

detalles

sobre

fechas en

las

que

se narran

múltiples

e

indignantes

traiciones,

se

ve que la

pasión

del autor se acrecenta

e, impulsado por

ella,

llena

sin

darse cuenta

cuartillas

y más

cuartillas

de

sugerentes

y

obse

sionantes

datos

sobre

lo

sucedido.

Desea contestar a los

cobardes

y

a

los

calumniadores;

desea

aplastar

a

los

que decían

que

el

levan'

amiento de Madrid contra

la

dictadura

de

Negrín

era

una

traición

fomentada

por

Inglaterra

y con el

concurso

de la

 quinta

columna ;

desea

probar

que esto es una

vil

calumnia inventada

por

el

stalinismo.

Y,

-claro

está,

desea hacerlo

presentando

ante el lector los

trágicos

acontecimientos,

o más

bien

dicho,

la

gestación

de los

misinos,

su

desarrollo

y el

funesto

final que ellos

tuvieron.

¡Qué

diferencia

se

halla

entre el método

que emplea este

joven

revolucionario,

con

grandes

cualidades

de escritor obsesio

nante,

ameno

y sencillo

en

el

relato,

concreto

y

metódico en la

presentación

de los

hechos,

y el

que

emplea

la

literatura barata

del stalinismo Si el lector

es

desapasionado,

de

criterio

indepen

diente,

que

va en

busca

de

la

verdad,

notará un contraste

lógico

de

las

características

personales

de

los

dos

autores

y

de

las

ideas y

los

fines

que los

animan.

Notará

en la literatura stalinista

pirámides

de

calumnias, insultos

a

granel,

ataques y acusaciones

sin un

detalle

concreto

que

los

apoye.

En contraste

con

esto,

se notará en este

libro,

escrito

por

un

batallador

libertario,

montañas de

argumentos,

todos ellos

agru

pados

de

una forma

maestra,

dándoles

así

más

valor,

más

substan

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vi

cia

y más

enfática

sinceridad.

Es

el

carácter

anarquista, embargado

por

su

espíritu

de

justicia

para

todos,

esforzándose

por presentar

ante

el

lector con

la

mayor

sencillez

y

claridad

los

documentos

recopilados

en

torno al desarrollo

de

una

tragedia.

Y lo hace, como

decimos,

de una forma maestra,

pero

que tiene su

origen

en la

indignación

que

produce una

calumnia

infame,

y en

la

propia

iniciativa del

autor. Le hierve a

éste la

sangre

cuando en

Londres,

en

París,

en

Moscú,

o

donde

sea,

él

stalinismo

llama

traidores

a

los

que

se rebelaron contra

Negrín

y

el

stalinismo

en

Madrid,

y

bajo

ese

impulso

escribe

para

demostrar

que

 no acusa

quien quiere,

sino

quien puede.

Y

así el

acusado,

hablando en defensa del

Movimiento

que

representó,

se

convierte

en acusador, y a

la cara

de

Jíegrín

y

del Partido

Comunista

lanza formidables

acusaciones,

todas

ellas

apoyadas

con datos,

fechas

y

nombres,

constatando

hechos de

la

más

pura

realidad.

El

Partido

Comunista,

comienza diciendo

el autor

de

este

libro,

prefería perder

la

guerra

antes

que tolerar la revolución.

¿Quién

lo duda

ya?

Constata un

hecho

que

todos

los revoluciona

rios han aceptado

como verídico

y

que, como

bien dice

el

autor,

causó una

desmoralización

completa

entre los

soldados del

pueblo

que luchaban

por

la

revolución. Lástima que no

tuviera

tiempo

y

espacio

para decir

que a esta

consigna

se

sumó

contentísima la

burguesía

antifascista española.

Tal

vez se

deba a

que

quería

enjuiciar

solamente al

negrinismo

para

justificar

la decisión

adop

tada

contra

él. Mas

hemos de reconocer que

las consignas de

 no

es nuestra

guerra

una

guerra

de

clases,

hay

que

respetar

los

intereses de la pequeña

burguesía,

debemos

movernos

en la

órbita

de las democracias occidentales,

hay

que

estimular

a

los

productores

con la

diferenciación

de

salarios,

respetemos

la libertad de

cultos, garanticemos

el desarrollo

del comercio

libre,

fueron recibidas con

aplauso

en

las

filas

burguesas, en las

de los

partidos

del mismo

carácter,

sumándose

a

ellas

el

socialismo.

¿Por

qué?

Lo

concreta

maravillosamente

el autor- cuando

dice:

Porque

 una

política

orientada

según

aquellas

consignas

era rehacer

el

Estado,

renovar los

privilegios,

sacar

del atolladero a la bur

guesía, volver

a la

situación

 democrática

de

antes

del 19

de

Julio.

Exacto.

Lo

doloroso

es

que

en

la obra

de esa

reconquista participó

voluntariamente

el

anarquismo.

No

criticamos;

constatamos

hechos

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vii

que

observamos en Valencia y

ante

varios ministros

anarquistas

a

principios del

año 37.

Se

puede

contestar

que esto

se

hacía con sinceridad de

propó

sitos. Nunca dudamos de

que

el

Movimiento

libertario

español

obrara

así.

También

los otros

lo

hacían;

pero

con

el

propósito

de anular

todo

peligro

de

revolución,

mientras

los

núes

ros

luchaban

para

conservar,

por

lo

menos,

las

conquistas

revolucionarias. Todo el

formidable

relato

de este

libro,

que hará

historia,

nos

demuestra

lo equivocado

que estuvo nuestro Movimiento al

adoptar

esa

pos

tura

política.

Rehecho

el

Estado,

renacidos

los

privilegios,

sacada

del

atolla

dero

la

burguesía,

habiendo

vuelto

a

la situación democrática

de

antes

del

19 de

Julio,

¿qué

se

iba

a

esperar, sino esa degenera

ción,

esa

corrupción,

esa

usurpación

de poderes, esa

-

anulación

de

los

organismos

como fuerza

cíviea,

esa

burocracia

prostituida

que

en el

Gobierno

y

sus

organizaciones

atendía

mejor

a

enriquecerse

personalmente,

a

vivir

bien y

viciosamente,

que

a

cumplir

sus

deberes

para

con

el

pueblo?

¿Es

que la

burguesía,

el

Estado y su

burocracia,

pueden

y

saben

actuar

de

otra manera?

Lo

que

hace

García

Pradas

es

contestar rotundamente

que no.

Todo

el contenido de su libro no hace sino confirmar

lo que

nuestros

viejos

maestros han

dicho.

Queriendo

escribir

un

libro

que

enjuiciara

primero

la obra nefasta de

Negrín

y el

stalinismo;

queriendo

hacer

una

acusación concreta y

severa

contra una actua

ción

derrotista

que

llevó al desastre al

pueblo

español,

lo

que

hace

además es

clarificar

y

simplificar

con

un realismo

admirable las

teorías

y

conceptos

críticos

de los pensadores

libertarios

sobre

la

burguesía

y

el

Estado.

Ellos abarcan la estructura

política

y

social

universal,

que

por

su

amplitud

y

variación

no es fácil

comprender.

García

Pradas

la

limita a

Negrín,

al Partido

Comunista,

y

a dos

años

y

medio de

guerra,

y

por

eso,

la variación

y

la

amplitud

son

limitadas.

Y

como lo que

relata y

constata ha

sido

vivido,

puede

ser

comprendido por

todos.

Pero, ¿quién

puede negar el

valor

crítico que este

libro tiene sobre

el

Estado

y su

burocracia

y la

burguesía?

Nos habla

en

él

el autor de que el

gobierno

bebía,

comía

y

vivía

despreocupado;

mientras tanto, en las trincheras y en

la

retaguardia,

el

pueblo

que

luchaba se

moría de hambre. Tal

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viii

hecho

es una

repetición

mas de que el Estado revienta de

harto

mientras

el pueblo

se

muere

de

hambre.

Cuando

ese

Estado

se

supone

es

proletario

el

crimen

es

mayor

y

demuestra

que

ninguna

diferencia hay

entre el Estado

burgués- y

el

proletario.

Muchas

otras cosas

dice

García

Pradas que

sería necesario

subrayarlas.

¿Quién

puede

hacerlo

sin escribir

otro

libro?

¡Nos

sugiere

tanto

el

autor Ahí está

otro de los méritos de su

obra.

Escrita

con el

fin

de esclarecer el hecho

de

Madrid

resulta una

gran

acusación.

Muy

bien;

la farsa

negrinisrta-istalinista

queda

pulverizada.

Ante

el mundo

imparcial

el

Consejo

Nacional

de De

fensa queda

absuelto con la formidable

defensa

que

en este libro

se le

hace.

 

Tan

lógica

y tan

ordenada

es

tantos datos condenatorios

aporta

contra

el

adversario

que hasta

a

éste no le queda

más

remedio

que

aceptar el

veredicto de

culpabilidad.

La defensa

es

verdaderamente

destructora. Por

otro

lado subraya

la conducta

ejemplar

observada

por

numerosos socialistas y

republicanos.

Su

conciencia

purificada

aún

más

por

el ideal

que

sustenra

y

queriendo

estar en consonancia con

lo más

romántico de

él

no

le permite

dejar

en el anonimato

a los hombres

de

otras tenden

cias y de

otros

partidos.

Quiso

darles

todo el

mérito

que tienen

y al lado

del heroísmo de los hombres

de

la C.N.T.

y

la

F.A.I.

está

anotado el de

los

hombres de

otros

partidos

y

organizaciones

y el de

los

que

no perteneciendo

ni

a

organizaciones

ni

a

partidos

fueron grandes

antifascistas.

A

los mismos

comunistas

aun criti

cándolos

y

acusándolos

no

deja

de hacer resaltar

aquellas

de

sus

obras

que considera

dignas.

Esto

embellece

su

obra y

demuestra

en

que ha sido escrita

para

establecer la verdad

y

no para

hacer

propaganda

partidista.

Mirado

este aspecto

desde

otro

punto

de

vista

¿qué

mejor

propaganda

puede desear una idea o

una

Organización

que la de

tener un

militante

que sabe

reflejar

lo

más

puro

de

su

ideal?

Hace

justicia

con

todos

y

hasta

con sus

mayores

adversarios. Así

obró

siempre

ese

quijotismo

anarquista

español

 que

si bien le

da

vida y

originalidad

sobre los otros

partidos

y

gran prestigio entre

las

masas

ha

sido

en

ocasiones según

nuestro

entender causa de

su

derrota en las luchas

políticas.

Puede decirse

que lo

es

en

parte

de

la

gran

tragedia

que

en la

obra

se narra.

¡Quién

sabe

Pero

no hay duda

de

que

aunque

sea causa de derrotas

parciales

es el

verdadero

germen

de

vida sin

el

cual

el

anarquismo

español no

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ix

hubiera

abierto

brecha entre

las

masas

proletarias

tan asombrosa

mente y ya

hubiera sucumbido bajo los

golpes

formidables

que

le

dió el

enemigo

de

clase

y

el adversario

político

Sin embargo

sobrevivió

y

volverá

a

renacer

más

potente

con más vida

que

nunca Será

ello

precisamente

por

su

base sólida

ideológica

pero

también

por

ese

quijotismo

que caracteriza al

Movimiento libertario

español

Una reflexión

y

una

interrogación

final

provoca

este libro

Ella es así:

 

Negrín

y

los stalinistas llevaron el

pueblo

a la

derrota;

no

sirvieron

más

que a

los intereses

del Partido;

se

efectuó una

guerra

de derrotas

para

dar

prestigio

al

Partido;

todo

esto

trajo

la desmo

ralización con las

consignas

contrarrevolucionarias

que

ya

dejamos

señaladas;

en el

Ejército

se

reprimió

y

se coaccionó descaradamente

para

que se

ingresara

en

el

Partido;

una desmoralización militar

enorme

y

la

mayoría

de los mandos en

manos

de

los comunistas

El

Gobierno

controlado

por ellos;

los

agentes de

la

G P U

dueños

casi

de

la

España

leal

;

Negrín

no daba

cuenta a

nadie

de sus

actos

y

sus

ministros

finalmente

eran

simples

peleles;

la

U G T

y

la

C N

T nulas;

el

amó

el Partido

Comunista Madrid

se

moría

de

hambre

y

lo

mismo

el

resto

de

España

Al mismo tiempo

los

comunistas

levantaban barricadas

ante sus

edificios con sacos

de

arroz

y de café

Como

Gobierno

el de

Negrín

era

una

nulidad

y

su

política

de

guerra

se

limitaba a

las

palabras

demagógicas

y

a

aplicar

la

censura

a

quien

protestara;

a

Largo

Caballero se

le tuvo casi

prisionero

y

a los

que

no eran comunistas

se les

encarcelaba

y

se les asesinaba

fuera de toda

legalidad

En

fin

terminamos

de enumerar

tanto como

el

autor del

libro

constata

en esa hermosa defensa

Mas

como

decimos nos

sugiere

una

interrogación

:

¿Cómo

tan

sorprendentemente

sucedió

esto mientras

en la Es

paña

republicana

había dos

organizaciones

obreras

que

agrupaban

en

su seno más de tres

millones

de

trabajadores

que

había mayoría

de

partidos republicanos

que

en

esos

gobiernos

había ministros

de

todas

las

tendencias

que la

mayoría

del

Ejército

pertenecía

a

esas

organizaciones

a

esos

partidos

y

tendencias;

que

Negrín

no

era

más

que

un

simple

ministro cuando

Largo

Caballero era una

gran figura

nacional

e

internacional;

que

había más de

trescientos

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X

mil

anarquistas

más

valientes que

leones

y

más de

otros

tantos

de

las otras tendencias;

que

los comunistas

eran cero y

fueron

 

cero el

mismo día

que

todas

esas fuerzas se enfadaron

en

Madrid ?

¿Por

qué

se ha

permitido

esto

y

quién

lo

permitió?

García Pradas

deja

bien

sentada la

culpabilidad

y la traición

del

stalinismo

y

de

Negrín.

La

conducta

que

ahora observa el

stalinismo corrobora

lo

que

este

libro

constata desde el

principio

al

fin. Mas

¿quiénes

serán los

republicanos

los

socialistas

los

anarquistas

que

tengan

el valor

de

esclarecer

el otro misterio?

Se necesitan

hombres

escritores del

calibre

de este

periodista

libertario

que

encausen

a

los de casa como se

hace con

los de

afuera.

Con este

libro

hace

García Pradas

una

gran

obra

un gran

servicio al

antifascismo;

faltan ahora los otros que han

de

publi

car

republicanos

socialistas

y

anarquistas

puntualizando

y

fijando

la

responsabilidad

que a todos

y

a

cada

uno le

corresponde

en la

pérdida

de la

guerra

de

España.

MARCELINO

GARCIA.

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L TR I ION

DE

ST LIN

 ómo

terminó

la

guerra

de

España

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1

OALI

de

España el día 30

de Marzo de

1939

por

el

puerto

de

Gandía después

de

caer

Madrid

y

Valencia

en

poder

del fascismo

y

cuando

ya se

había

retirado

de todos

los

frentes

el

Ejército

Popular. Estuve

allí

pues

hasta

que

se acabó

la

guerra.

Más

puedo

decir

y

esto

con

orgullo:

que

permanecí

en

Madrid

de

cara a todos los

peligros

de la

Capital

de

la

República

desde el principio

al fin

de

la

contienda.

Durante

el último mes

de

lucha

intervine en

los importantes

acontecimientos desarrollados

allí

y al expatriarme

adopté

el

propósito

de

no escribir ni

una

sola palabra acerca

de lo

ocurri

do; mas

en

París

y

en

Londres

leyendo periódicos

de

diversos

países

y

recibiendo cartas

de

varios

camaradas

antifascistas

he tenido ocasión

de

ver

que

habla

y

escribe

sobre la

termina

ción de la

guerra

de

España

todo

aquel

que desconoce cómo se

produjo

que

los

que

merecen ser acusados de traición

se con

vierten en

acusadores

que

algunos

compañeros

interpretan

nuestro silencio como

una imposibilidad de réplica a las calum

nias

que

otros confían a

una

corazonada

el

respeto

que hemos

ganado

con nuestra

conducta y

que

en

fin

se

atreven a

pedirnos

responsabilidades

por

haber

terminado

la

guerra

en

marzo los

que

ya

la

daban por extinguida

en

las

últimas

jornadas

del mes de enero.

Y

esto

quiera

o

no

quiera

yo

me

obliga

a

escribir

no

sólo para defender

mi dignidad

personal

sino también

para

exaltar la

del

Movimiento en

que

milito

y

sobre

todo

para

3

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4

J.

GARCIA

PRADAS

exigir

respeto

para los millares

de

antifascistas,

que,

por

perma

necer en sus

puestos

de combate o de trabajo

hasta el

último

día,

por

no haber

querido

marcharse de

España

cuando

huían

muchos cobardes

que

ahora

alardean de

heroísmo,

se han

que

dado en Alicante o

en

cualquier otro lugar de lo

que

era

zona

republicana,

donde serán

fusilados,

si

no se suicidan o mueren

matando,

cuando el fascismo descubra su

paradero.

¡Cállense

los cobardes

y

los

calumniadores

No

acusa

quien

quiere,

sino

quien

puede;

y precisamente porque

puedo

y porque

debo

acusar tomo ahora la

pluma

para

narrar,

no lo

que

me

han

contado,

sino

lo

que

hice

y

lo

que

vi

hacer durante el

más

triste

período

de la guerra

española.

Ahora

bien;

permítaseme

que

antes

hable,

aunque

sea

sucintamente,

de

la política

que nos

llevó a la

catástrofe,

a

 la

paz.

La

política

a

que

me refiero

fué dirigida

por el

Partido

Comunista,

y consistió en quitarnos

motivos de

lucha,

en restar esencias revolucionarias a la

guerra

y

en

dividir las

fuerzas

que teníamos que

oponer

al

enemigo.

 No luchamos

por la

revolución social, sino

por

la

República

democrática

de

nuevo

tipo,

decía

el Partido

Comunista,

durante

toda la

guerra,

en el frente

y

en la

retaguardia,

sin ver

que

la lucha antifas

cista

sólo

era sostenida

efectivamente

por el proletariado,

el

cual,

.

si no luchaba

por la

revolución,

por nada

lucharía con

moral

de

sacrificio.

 No

es

la

nuestra una

guerra de

clase3,

sino

una

lucha

a

muerte

por

la libertad

y

la

independencia

de

nuestra

querida

Patria ;

 hay

que

respetar

los

intereses

de

la

pequeña

burguesía ;  debemos movernos en

la órbita

de

las

democracias

occidentales

;

 hay que estimular

a los

productores

con la diferenciación

de

los

salarios ;

 respetemos

la

libertad

de

cultos ;  garantícese

el

desarrollo

del comercio

libre,

etcé

tera,

etc.

Estas

eran las

consignas

staliniana3.

Dirigiendo

yo

el

diario  C

N

T,

de

Madrid,

durante casi

toda

la

guerra,

me

opuse

desde

él, interpretando acuerdos

de

mi

Organización,

al

sentido

reaccionario de

tales

consignas, y

en

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

5

marzo de 1937

dije

de

ellas,

con frase

que

-arraigó en la con

ciencia de

los

trabajadores,

que

podían

resumirse

en

esta

otra,

que el

P.

C.

no

se

atrevía

a

lanzar:  Antes

perder

la guerra

que

tolerar la revolución. Era

cierto,

porque

negar

a la lucha*

su carácter revolucionario

equivalía

a

desmoralizar a los com

batientes

y

a

los

trabajadores;

o sea: a desilusionar a

quienes

tenían

que

ganar la

guerra.

Hacer

una política

orientada

según

aquellas

consignas

era

rehacer

el

Estado,

renovar

los

privilegios, sacar del atolladero

a la

burguesía,

volver a

la situación

 democrática de

antes

del

19 de

Julio.

Y

esto daba

lugar a

que

los

mejores

soldados

preguntasen:

 ¿Para

qué

luchamos? ;

a

que

los

obreros

más

inteligentes

exclamaran:  ¡Que trabaje Chamberlain

;

a

que

en todas

partes

se viese el

gesto

de

disgusto

de

.

quienes

se

sienten

incitados a hacer

los

mayores

sacrificios

y

no

encuen

tran

ni

siquiera

la

promesa

de una

justa

recompensa.

Se

trataba

al

pueblo,

confiando en su

espíritu

antifascista

y

en

su

abnega

ción

revolucionaria,

peor

que a

un ejército de

mercenarios,

y

aquél,

por

consiguiente,

como cada día vió más

mezquina y

ambigua

la

victoria,

y

al

mismo

tiempo

más

grande

su

sacrificio,

perdió

progresivamente

su decisión combativa

y

fué

cayendo

en

la abulia

de los

grandes

desengaños.

t

Si no

ganar

la

revolución,

si

oponerse

a ella era contribuir

a

la

pérdida

de

la

guerra, ¿qué

sería tener

por norma

de

con

ducta

la

doblez,

colaborar

con

deslealtad,

entregarse

al frenesí

de

un partidismo

sectario,

hablar a todas horas de unidad

y

dividir

todas las fuerzas

ajenas,

con el

fin

de que la propia

fuese

la única ?

Esto hizo

el

P.

C,

que se

atrevió

a

llamar

traidores

hasta a

quienes

tenían una historia

de

cincuenta

años

de

lucha proletaria;

que

hizo de la

calumnia el primer elemento

de

lucha

política;

que

determinó

el encarcelamiento

o la muerte

de muchos

republicanos,

socialistas

y

anarquistas que no se

doblegaron

ante

él,

y,

por

el

contrario,

dió su carnet a

militares

comprometidos con

Franco,

como

el

teniente coronel

Ardid,

y

a muchos

centenares de

derechistas

dispuestos

a servir a

quien,

a cambio

del

servicio,

les

diese un aval político

que

les

permi

tiera

moverse con desenvoltura.

El

P.

C,

y

nada nuevo descubro

al

decir

esto,

le ha hecho gastar

al

pueblo español

antifascista

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6

J.

GARCIA PRADAS

casi

tantas

energías

para

oponerse

a sus propósitos

dictato

riales

como las

que

le ha

costado enfrentarse con

Franco.

Añádase a esto la delicada situación en

que

nos

tenía

la

intervención rusa en

la

dirección política y militar

de

la

Repú

blica.

Era

incuestionable

que

Italia y Alemania habían invadido

la

zona franquista;

pero

diciendo

esto

no

podíamos

contestar

a

quienes indignadamente preguntaban

por

qué habían

prohibido

los

técnicos rusos la

operación

proyectada

sobre

Mérida y Ba

dajoz

o

por

qué

nos

impusieron el desastre de

Brunete

o por

qué

se

debía el

derrumbamiento

de

Largo

Caballero -al

embaja

dor

de

la

U.R.S.S.

o por

qué

intervenía Antonov-Ovsenko

en

las

crisis

de

la Generalidad de

Cataluña

o por

qué

no se encarce

laba a los asesinos

de

Andrés Nin

o

por

qué se

prohibía

a todos

los antifascistas

españoles

enjuiciar

la

política

de

Stalin.

.

.

No

bastaba

tampoco

decir

que

era Rusia

la única Potencia que

nos

proporcionaba

material de

guerra.

 ¿No

se lo

pagábamos

en oro y

a alto precio?

preguntaba

la indignación

popular.

Y

los

trabajadores

más

revolucionarios

los más valiosos

militantes

del

antifascismo

cuando estaban

a

solas se decían:

 Es terrible la

situación a

que

nos

llevan la

cobardía o

la

estu

pidez.

¿De

modo

que

no luchamos

por la

revolución

sino por

la

independencia

y

la

libertad

de

la

Patria

y

para

adquirir las

armas

necesarias

para

esa lucha

entregamos

la

riqueza

de

Espa

ña admitimos

la intervención

de

Rusia

en

nuestros asuntos

y

aguantamos

la

dictadura

más

o

menos

oficial

del

Partido

Comu

nista?

Merecemos

un tiro si

no sabemos

eliminar

estas

vergon

zosas

contradicciones

entre las cuales

pierde

la

fe

y derrama

su

sangre

el

pueblo.

II.

 Unión

de

todos

los

españoles

contra

la

invasión fascista.

La

política

del

stalinismo

como consecuencia

de la delicada

situación internacional

en que se

encuentra

la U.R.S.S.

es

un

trágico

juego

de

contrasentidos

ya que

pretende

coincidir con

un Winston

Churchill

en

quien

se hace

carne

el orgullo

del

imperialismo

inglés

y

con un Buenaventura

Durruti

que

vivió

luchó

y

murió

por

la

Anarquía.

. . Tales

contrasentidos

operan

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LA

TRAICION

DE

STALIN

7

do sobre

España

nos llevaron

al desastre

y

además

hicieron

imposible

que

en

el

Extranjero

se

tuviera

una opinión veraz

y

exacta respecto a

nuestros

hechos

y

a nuestras aspiraciones a

nuestras

fuerzas

de

ataque

y

a nuestro

potencial

de

resistencia

a la conducta

de cada sector

político y a la

significación de

cada grupo social.

Compréndase

lo

que digo

mediante un

ejemplo: el

Partido

Comunista

que

durante

la

guerra

decuplicó

el

número de sus

afiliados

frente

a las

Organizaciones

sindicales

del proletariado

perdió

su carácter

de

clase

no sólo por la

heterogeneidad

social

de

sus

elementos

sino

también por su

política

confusionista

y

habiéndose

mostrado en

España

como

enemigo

principal de

la

revolución

en

otros países se ha dicho

de él

que era no

el

más

sino el único

revolucionario;

creencia en

la

que

se ha

apoyado

la

burguesía

internacional

para

boicotear

a la

República

española.

De

modo

semejante

el Gabinete

presidido

por

Negrín fue

llamado

.

 Gobierno

de

la

resistencia

y

es

cierto

que

en

sus

primeros

tiempos

aquel

Gobierno

al

que

la

C. N.

T.

dió

un

ministro

porque

era

preciso oponerse

al

pesimismo

de

Azaña

y a la

moral

de

derrota

de

Indalecio

Prieto

quienes

en los

pri

meros

meses

de

1938 no se recataban

en

manifestar su

creencia

de

que

era

inútil

proseguir

la

lucha y

propugnaban

la

mediación

dedicó sus

actividades a la

organización

de

una resistencia

necesaria

y

posible;

pero

también

es

verdad

que

poco

después

sin consulta

responsable

con el

Frente Popular

Antifascista

ni

con

el

Parlamento

ni con

ningún organismo

de

representación

nacional

Negrín

publicó

sus famosos

 Trece

puntos

que

eran

una

torpe

declaración de

paz

en

la

guerra sorprendente

para

el

franquismo

y

para

nosotros

inaceptable

para

los

dos bandos

e

indignante para

ambos.

Aquella declaración

de paz que

se

daba de cachetes

con la

política

de

resistencia

sólo

sirvió para

acentuar

a la vista del

enemigo nuestras contradicciones nuestros desengaños nuestro

quebranto

moral y

nuestras

pugnas

intestinas

atizadas

enton

ces

por

las

acusaciones y la

exigencia

verbal únicamente

de

responsabilidades.

Además

dejando

a salvo lo

que hizo

en

los

primeros

meses

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8

J.

GARCIA

PRADAS

de

vida,

que

no

fué

mucho,

el Gabinete

Negrín

dió

la

impresión

de

que

suponía

que

la

resistencia

no

era

una

política,

una acción

.

vigorosa y

permanente, un combate implacable

de

toda

nuestra

zona contra la

otra,

sino cuestión de

declaraciones

petulantes,

de

gestos

de

bravonel,

de discursos detonantes

de fanfarria.

Negrín

decía:

 Hay

que

resistir con

pan

o sin

pan,

con

ropa

o

sin

ella,

con fusiles o

sin ellos.

Y

a todos nos

parecía muy

bien;

pero

con

la condición de

que

se

hiciese lo

posible

para

lograr

los

fusiles,

la

ropa o el

pan,

y

que

sobre lo

poco

jjue

hubiese no

se

establecieran

criminales

privilegios.

¿Lo

hacía

Negrín

?

El

decía

que

sí,

pero que

las democracias

se lo

negaban.

¡Cuántos

crímenes se

han

atribuido

injustamente

a las

demo

cracias, ante los españoles que no sabíamos cómo

se

desarrollaba

nuestra política

exterior,

y

de cuántos otros

se las

exculpó,

injustamente

también,

para

mantener

una situación

de

sangre

y

de trampa

El

Presidente

vivía

bien;

folgaba

con

cuatro

o

cinco

queri

das,

magníficamente

instaladas

en casas de

placer;

comía

y

bebía

como

Heliogábalo o

Rasputín, y

hasta

se

provocaba

vómi

tos

que

le

permitieran

comer

y beber de

nuevo;

establecía en

el

Extranjero

los

depósitos

de fondos necesarios para vivir

opulen

tamente cuando acabase

la guerra; a

nadie,

ni al

Presidente

de la

República,

ni

al

Parlamento,

ni a los demás ministros

siquiera, daba cuenta

de

sus

principales

gestiones

políticas, y

el

pueblo,

en

las

trincheras,

o en el

surco,

o en la

mina,

o en

el

taller,

tenía que comer

discursos,

vestirse

con

tropos,

disparar

con frases

y

resistir

con

palabras.

Tan

indignantes

caracterís

ticas

tenía la

 política

de resistencia

del

doctor

Negrín,

presi

dente

de un  Gobierno de

guerra

y de unión nacional que,

si

hacía a la

guerra servicios

deplorables,

se

mofaba,

no

sólo

de

la unión

nacional

dibujada

en

el

acertijo

de

sus famosos

 trece

puntos,

sino

también

de

la unión

'antifascista,

ya

que

servía

a

la U.R.S.S.

y al

P.

C,

en detrimento de

España y de las

Organizaciones

y

de los

Partidos del

antifascismo,

incluido entre

éstos

el

Socialista,

cuyo carnet llevaba en el

bolsillo.

Añádanse a esto sus

medidas políticas

antipopulares,

entre

las

cuales

descuella

la

movilización  de

guerra.

No había fusiles

para un

30

o

un

40

por

ciento

de

los

soldados,

teníamos bastante

más

de

cien

mil

en

vida

de

holganza

forzosa,

y

aún

se

reclutaban

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LA

TRAICION

DE

STALIN

9

más

unos demasiado

jóvenes

y

otros

con varios hijos

cuya

incorporación

al

Ejército

creaba un problema

de

parasitismo

puesto

que

ni

siquiera

se

les

empleaba

para

fortificar

y un

desastre económico

al

alejarles

estérilmente

de

las

fábricas

del

campo

etcétera

etc. con el propósito de destruir

la

socializa

ción

sindical

aun

a

trueque

de

hundir

las bases

de

la

resistencia.

Todo

esto a los dos años de

guerra

cuando

el

hambre

el

sacrificio y el dolor

habían

entristecido

todas

las

miradas

y

éramos

pocos

los

que

aún conservábamos una robusta moral

de

lucha

mantenida mejor

por

el sentido del deber que por la

fe en la

victoria.

. .

Y

para

desalentar más aún a

los

verda

deros

antifascistas

el P.

C.

inició

entonces

con

el

mayor des

parpajo

una campaña

peligrosísima bajo la

consigna siguiente

:

 Unión

de

todos

los

españoles

contra

la invasión

fascista.

Frente

a

este

desatino nosotros

los

anarcosindicalistas

decíamos a

diario

en

nuestra Prensa: He

aquí

las

únicas

con

diciones de

paz:

sometimiento

de los

rebeldes

y

expulsión

de

los invasores.

Los

republicanos

callaban.

Los

socialistas

en

Madrid

que

era uno de

los

pocos

sitios

donde estaban

unidos

sólo admitían la

paz

en

la libertad

y

en la

independencia.

El

P.

C

sin

dejar

de

llamar

traidores a

los

partidarios de la

mediación

y

gritando en

todas

partes

su adhesión a

 la

política

de

resistencia del doctor Negrín

daba a

sus

militantes la

consigna

de  España para

los

españoles

para todos

los

espa

ñoles y

dedicándose

al

cultivo de

este absurdo

patriotero

de

este

imposible

político

hacía

que

un

miembro de su Buró Polí

tico

Jesús

Hernández

comisario

general

de los Ejércitos

de

la

Zona

Centro-Sur

reuniese a los

comisarios

subordinados

a

él y

les ordenara

moderar la

propaganda

que

se hacía en los

frentes

de trinchera a

trinchera

y

que

en adelante se

hablase

no

sólo de la

fraternidad de los

soldados

sino

también

de

la

de los jefes

españoles

de uno

y

de

otro lado.

En

la

revista

militar

de

la

Zona

titulada Comisario

y sujeta

al

control

directo

de

Jesús

Hernández

se

publicó un

dibujo

en el que

dos

jefes

uno

fascista y otro

republicano

al

estrecharse

las manos

de

españoles

estrujaban

entre

ellas

a

un extranjero

invasor. .

.

Como es natural

en él

todo el Partido se lanzó por

el

mismo camino.

En

el frente

y

en

la

retaguardia

como

comisarios

o

dirigentes

todos

los

comunistas

mezclaban los

elogios

a

la

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10

J.

GARCIA

PRADAS

resistencia

con la

explicación

de los Trece

puntos

de

Negrín,

calificados

certeramente

por

el

pueblo al

llamarlos  trece

puntos

de.

.

.

sutura,

y

sus

millares de

 mítines-relámpago,

en los

que se decía  España

para

los

españoles

y

 todos los

españoles

somos

hermanos,

terminaban al

grito

de

 ¡Viva

España

El

 ¡Arriba

España ,

lo

añadirían,

para

contribuir

en

algo

a su

propia

victoria,

los elementos de la

 quinta

columna . .

.

III.

La

pérdida

ignomisiosa

de

Cataluña

sin

combatir.

Esta

era

la situación ambiental creada por

el

Partido Co

munista al desencadenar

el

enemigo

su ofensiva

sobre los

frentes

catalanes. Nadie crea

que

nos

sorprendió

el

ataque,

ni mucho

menos.

Negrín

y

Alvarez del Vayo, con

palabras

bastante

pre

cisas,

no

sólo lo habían

anunciado,

sino

que

también habían

dicho

que disponíamos

del material

de

guerra

necesario

para

rechazarlo,

y,

además,

habían

preparado

a

numorosos

jefes

militares comunistas

Modesto,

Líster,

Tagüeña,

Etelvino

Vega,

etc.

para

que

se

lucieran

en los

próximos

combates.

Si

la

ofensiva

del

Ebro,

en

la que

agotamos

casi

completamente

las

reservas

útiles

que

teníamos, les

valió

para ascender un grado,

la

oposición

al

empuje

fascista

les permitiría

ascender

otro.

Tan sabido era lo

que

se

nos

avecinaba,

que

nuestros sol

dados de los

frentes

catalanes

desafiaban a los fascistas

gritán

doles:

 ¡Que

salga

el

toro,

que

salga

el toro

Y

el  toro salió.

No

pudo sorprendernos.

Conocía el

Gobierno

su

intención

y

su

fuerza. Nuestro servicio de

espionaje,

que

estuvo

a

punto

de

ser lamentablemente truncado

por

los fascistas en San Sebas

tián,

donde

la

Policía

de

Franco

hizo

algunas

detenciones

impor

tantes,

nos

había informado

de

que

Hítler

y

Mussolini,

en

desacuerdo al realizíar en provecho de

Alemania la

campaña

del

Norte,

o

la de

Málaga a

favor de

Italia,

coincidieron al

aprobar

la de

Cataluña,

destinada a

impresionar

a Chamberlain cuando

éste fuese a

Roma,

y

preparada

con el

intento

de

hacer sentir

a Francia los temores

que

no sentía cuando la Prensa italiana

reclamaba

Córcega,

Túnez

y Djibutí.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

11

Iniciada la

lucha,

se

combatió bien

en el sector

de

Seros;

durante unos diez días, laá

tropas antifascistas,

aunque

perdían

terreno,

peleaban

con

arrojo,

resistían;

mas,

de

pronto,

se des

fondó el

Cuerpo

de

Ejército

que

mandaba el

comunista

Etelvino

Vega, y,

poco después,

habiendo

ocupado

los

fascistas

Borjas

Blancas

y

habiendo avanzado

hacia

Falset,

el

Ejército

del

Ebro,

mandado

por

Modesto,

inició

lentamente un vastísimo

repliegue

hacia Reus

y

Tarragona. Tenía

artillería,

morteros

y ametra

lladoras

en

abundancia;

disponía

de numerosos

carros

de

asalto,

y

éstos,

como la

aviación,

dependían

directamente de los

técnicos

rusos,

que

debieron

emplear

allí

el

material aéreo

y los

ingenios

blindados, no sólo porque

así lo

exigía

la

guerra,

sino

también

porque

lo

demandaba la

necesidad de

defender el

prestigio

de

las

fuerzas de

Líster,

de

Tagüeña

y

de

los

demás

jefes

comu

nistas seleccionados. Pero

no

se hizo

más

que

retroceder,

según

demuestran nuestros

partes

de

guerra y

los

del

enemigo,

en

los

que

se

señalaban

pérdidas

de unos y avances de

otros,

tan

considerables,

en terreno de fácil defensa

y de gran

población,

que

nadie

podía

concebirlos

si

empezaba

por

suponer

que

se

combatía,

aunque

sólo

fuese

para

organizar

una

retirada.

Chamberlain salió de

Londres,

camino de Roma. Los fascis

tas

empezaron

a dar el

parte de

guerra,

por

 radio,

no a

las

once

y cuarto

de

la

noche, como

hicieron

siempre, sino a media

tarde.

Tal vez

querían

utilizarlo en

las

conversaciones

que

iban

a

entablar

el

 Duce y el  Premier. Nosotros

emprendimos

entonces,

con

gran

éxito,

una

ofensiva

sobre

Extremadura.

En

los demás

frentes,

prohibido

operar.

Sobre

el

sector extremeño

colocamos unos doscientos

mil

hombres,

y una

reducidísima

parte

de

éstos

rompió el débil

frente

fascista,

al primer

empujón.

Conquistamos

en

dos días

unos

centenares de

kilómetros

cua

drados,

y,

de

pronto,

interrumpimos

la

operación.

¿Por

qué,

cuando con tanta fortuna

se

había iniciado? No lo

sé.

Dijeron

que

la lluvia

impedía nuestro avance; pero,

¡ay ,

no

impidió

que

el

enemigo

reconquistase

en

pocos

días

el

terreno

que

había

perdido.

En Extremadura nos

quedó

un

Ejército

cansado y

en

desorden,

deshecho

por

las marchas

y las

contramarchas,

des

moralizado por la

falta

de

combates,

de

comida,

de

calzado,

de ropa.

. .

Lo

que pudo

ser

instrumento de triunfo se convir

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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12

J. GARCIA

PRADAS

tió en

peligroso

factor

de

derrota,

sin

que

nadie

nos

diera

la

menor explicación.

<

En

Cataluña

seguían

avanzando los fascistas.

¡Y

de

qué

manera Hubo día en

que

ocuparon

noventa

pueblos.

Allí

no

combatía

nadie.

El

enemigo

declaró

que

sus

bajas,

después

de

vencer la resistencia

que

le

opusimos

hasta

Falset,

no

llegaban

al uno

por

mil,

y sin

conocimientos

militares

sabe

cualquiera

que unas maniobras

o

una

simple

marcha,

sin

ejercicio

extra

ordinario,

ocasionan

.alguna

más.

Falset,

Reus,

Tortosa, Tarra

gona,

Vendrell. . .

Nuestros

partes

de

guerra,

cobardes

enton

ces,

declaraban

en un

lenguaje

especial

las

pérdidas

que

sufría

mos;

los del enemigo parecían

carcajadas;

pero, ¿cuáles eran

más crueles

para

nosotros?

Yo recuerdo mis

noches de

Madrid,

ante

el

mapa

de Cata

luña. Iba

señalando

los

pueblos

perdidos

y

los

núcleos defensivos

en

que

me

imaginaba

que

resistiríamos.

A

la noche

siguiente,

estos núcleos

quedaban

a

retaguardia

de las

líneas

fascistas.

¿Dónde

estaban las nuestras?

Las

carreteras,

los

ríos,

los

ferrocarriles,

se

convertían,

ante mis

ojos,

en

raudales

de

sangre.

Perdíamos

Cataluña,

perdíamos

la

guerra,

sin

que

nadie

expli

case nada

ni

protestase

de

algo

...

A

la

madrugada,

tiraba el

lápiz

sobre

la

mesa e iba a

acostarme,

que

no

a

dormir,

porque

esto era imposible

para

quien tenía los nervios

en

tensión

y

sentía el

hundimiento de su

pueblo

en la

catástrofe.

Al

día

siguiente,

había

que

hacer

esa

farsa

política

titulada levanta

miento de

la moral.

Pero,

¿de

qué

iba

a escribir

yo

en

 C

N

T,

si la Censura

impedía

el

ataque

a

los

culpables

del

desastre,

prohibía

la

exposición

de la verdad

e

imposibilitaba

encender

el

fuego

de la

protesta, y, por

otra

parte,

yo

no

podía

exaltar

la

confianza

del

pueblo

en

gentes

indignas

de

ella,

ni robustecer

una

disciplina

que

nos

llevaba

al

suicidio,

ni

despertar

esperan

zas

que habrían de convertirse

en

crueles

desengaños?

¿Y

cómo

hablar en los

grandes

mítines,

ante

un

pueblo

magnífico

y

trai

cionado,

sobre

cuyas

cabezas estaba viendo

ya

la garra

del

fascismo

?

Jamás

he

sufrido tanto como

entonces,

ni

nada me ha

pro

ducido

indignación tan honda

como

la

que

me produjeron las

frases

de

muchos miserables

que

hablaban de heroísmos

numan

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LA

TRAICION

DE

STALIN

13

tinos teniendo

el

pasaporte

en el

bolsillo y

la

familia

en

Francia,

o

las declaraciones en

que

Alvares

del

Vayo y Negrín

decían

que

el fascismo no

entraría

jamás

en

Barcelona,

al mismo

tiempo

que

preparaban

el abandono de la

ciudad,

cuya

defensa

encomendó el

presidente

del

Consejo y

ministro de la Guerra

pásmese

el Mundo

a dos Batallones de Retaguardia, sin

organización

y

mal

armados,

cuyo

ir.ando se

le

entregó,

como

se

entrega

el cuchillo a un

suicida,

al teniente- coronel Luis

Romero

Bazart,

que

durante

la

guerra

sufrió

el

boicot

impla

cable del Partido Comunista

y

de sus altos

servidores.

IV.

De

Barcelona

a

Toulouse,

por

Gerona

y Figueras.

Negrín

salió de la capital catalana como un

traidor,

como

un cobarde

y

como un

sinvergüenza;

como

un

traidor,

porque

engañó

al

pueblo

al mentirle

la

posibilidad

y

la

decisión

de

defender la

ciudad;

como un

cobarde,

porque

huyó

en

secreto,

sin

atreverse a declarar

públicamente

la

 retirada oficial a

,

mejores posiciones,

y como un

sinvergüenza,

porque

se llevó

lo

que

podría

interesarle a

cualquier

estafador,

porque

se

dejó

los

archivos

que

podrían interesar

a un

político, ya

que

de

ellos

dependían

millares

de

vidas

y

la subsistencia del Estado

repu

blicano,

y, finalmente,

porque

tuvo

osadía

bastante

para

mirar

cara a cara a la

gente,

como

si

sólo hubiera

perdido

una aldea

de

Las

Hurdes.

(1)

Pasamos

entonces

dos o

tres

días en

que

no teníamos

ni

siquiera

parte

oficial de

guerra.

Yo me enteré de la

pérdida

de

Barcelona

por

 Radio

Milano,

que

narraba la entrada del

Cuerpo

de

Ejército

Marroquí por

Montjuich

y

la de

los

legio

narios italianos

por

el

Tibidabo,

y

después

daba una referencia

de

la alocución dirigida por Mussolini

a los

fascistas

reunidos,

bajo

banderas

de triunfo y

de

escarnio,

en

la

plaza

de

Venecia:

 Negrín,

peón

de las

podridas

democracias,

decía:

'¡No

pasa

rán '

Pero nosotros

hemos

pasado, y

por

eso

podemos

decirle

(1)

Eegión

española

inculta,

insalubre,

ele

pésimas

condiciones

para

vivir.

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14

J.

GARCIA

PRADAS

al

Mundo: ¡Pasaremos Nadie

nos explicó nada. ¿Cómo

se

había

perdido

la ciudad?

¿Qué

compañeros

se habían salvado?

¿Cómo

se

hizo la evacuación?

¿Qué

fuerzas

habían resistido?

¿Era

cierto

lo

que pregonaba,

dentro

y

fuera de

España,

el

enemigo?

¡Ni

palabra

Y

cuando uno estaba anonadado por

el

desastre,

cuando

la

indignación

no le cabía en el

alma,

la

Prensa

comunista

le

gritaba

desde sus titulares huecas

y

ampu

losas;

 Ahora,

más que

nunca,

todos

al lado

de

nuestro Gobier

no de guerra y de unión

nacional,

o le ofendía desde sus

 manchettes,

sarcásticas a fuerza de ser miserables:

 El

doc

tor

Negrín

ha dicho

que

hay

que

resistir con

pan

o

sin pan,

calzados

o

descalzos...

Habíamos perdido Barcelona,

y

aun

decía

 Mundo

Obrero,

diario comunista de

Madrid,

que

allí

se

repetiría

nuestra

gesta

de

Noviembre,

iniciada

en

nuestro Comi

té de

Defensa al

grito de

 ¡Viva

Madrid

sin

Gobierno . . .

A

todo

esto, el

Gobierno se

había

trasladado

a

Gerona. En

la

primera

capital

catalana había

dejado

millares

de

litros

de

gasolina,

decenas

y

decenas de camiones de material de

guerra,

destacadísimos

franquistas

encarcelados,

interesantes archivos

de

los Servicios

de Investigación

Militar,

casi toda

la

documen

tación del Ministerio

de

Justicia

y

gran

parte

de la del de

Estado... Esto era

dejar en

poder

del

enemigo, y

a merced

de

su escandalosa propaganda,

la vida

secreta

de

la República,

la

actuación contra

el

fascismo

en la

retaguardia,

las

negocia

ciones

internacionales,

las claves de

mayor

reserva. . .

No

orga

nizó la evacuación de

nada,

ni de

nadie.

De Barcelona no salió

quien

quiso,

sino

quien pudo,

y

aunque

era

fácil la

huida

de la

gente

amedrentada,

en las

carreteras

se

produjo

el

espectáculo

repugnante

de

que

las

mujeres

y

los

niños fuesen

desalojados

de

los

automóviles,

como

en la

huida

de

Málaga,

por

hombres

dispuestos

a

disparar

contra

quien

estorbase

su alocada

fuga.

Cuando se

volvió a dar el

parte

oficial

de

guerra ya

hubo

que

hablar de la

pérdida

de

pueblos

situados

veinte

o

treinta

kilómetros

al

Norte

de

Barcelona.

El

frente

de

ataque,

o,

mejor

dicho,

de

ocupación,

había

girado

sobre uno

de sus

extremos;

al principio

se

extendía de Norte

a

Sur

y

avanzaba de Oeste

a

Este;

mas,

como sólo

jresistió

la ofensiva fascista

nuestra Divi

sión

26,

antigua

Columna

Durruti,

que

se

batía en

la zona

de

Tremp,

al

Norte,

bajo la dirección de Ricardo

Sanz,

el

frente

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE STAL1N

15

quedó

allí

fijo

y se adelantó por el Sur y por

la zona

media

sin

dificultad

alguna

hasta

quedar

paralelo a la frontera

francesa.

Llegó

el Gobierno

a

Gerona

y

ni

el

Presidente

ni

los

mi

nistros

ni

nadie

pensó

que

podría

establecerse

allí

para orga

nizar la

resistencia

o

por lo

menos

para

poner

un

poco

de

orden

en la masa de

la

población

fugitiva. De Gerona a la

frontera —más de sesenta kilómetros

 

según

me

dijo el minis

tro

Segundo

Blanco>

veinte días

después

toda la carretera esta

ba

cubierta

por

una interminable

caravana de

automóviles

de

carros y

de

peatones;

era

aquello

un

torrente

de centenares de

miles

de

fugitivos

al cual nadie

se

oponía

ni

acaso era posible

oponerse.

Pero

entonces

a

la

vista

del

desastre

y

sabiendo

perfecta

mente

que

los

Cuerpos

de

Ejército

de Cataluña

se habían des

moronado

por

completo

y

que

Rojo

el

jefe del

Estado

Mayor

Central

demostraba

que

ya no era

posible

rehacer

las unidades

militares

Negrín

lanzó un

manifiesto

al

pueblo

antifascista.

Empezaba

por

declarar la

pérdida

de

Barcelona

y

se

atrevía

a

decir

que

tal suceso estaba

previsto

sin acordarse de

que

días

antes

.

había

asegurado que

no

podría

ocurrir;

añadía

y

tal

vez

con el

intento

de

 levantar

la moral

que

el

enemigo

tenía una

extraordinaria superioridad

de

medios

de

guerra

respecto

a

nosotros;

declaraba con la

mayor

desvergüenza

que.

al

perder

Tortosa

y

Tarragona

en una sola

semana

no

quiso

incitar

al

pueblo

a

la

defensa de

Barcelona

porque

para

hacerlo

necesitaba

él

mismo la fe que tendría que haber inspirado a los

demás;

acusaba

con

más

ligereza que indignación a

las demo-

.

cracias

occidentales

que nos

habían

dejado

solos

frente

al fas

cismo

y

luego

como

si

pretendiera

dar al

enemigo

por

 radio

las confidencias propias

de

un

espía

de

alto

vuelo

proclamaba

que teníamos en

Francia

y

casi a

punto

de cruzar la

frontera

más

elementos de

guerra

que los que habíamos

logrado reunir

durante toda la contienda. Se refería

a unos

quinientos

aviones

que seis meses antes habíamos

comprado

y

pagado

a

Rusia

a

unas dos mil

ametralladoras

y a

gran

número de

cañones

mor

teros

fusiles

y

tanques.

Todo

este

material

cuyo

envío retrasó

la

U.R.S.S.

durante

algunos

meses

estaba

en

Francia

donde

aun no

sabemos

por

qué

ni por

quién

era retenido. Hablar

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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16

J.

GARCIA PRADAS

de ello para

estimularnos a

la

resistencia

era

a la

vez

aconsejar

a Franco

que

acelerase

el

ritmo

de

ocupación

de

la zona

catalana.

Bastan estas

ligeras

observaciones para

comprender

que

aquel

manifiesto

fué una carcajada

de

sarcasmo

sobre el

dolor

popular

un

crimen en contra del

antifascismo

y

un nuevo

intento

desaprensivo

de

engañarnos.

Negrín

pocas

horas

des

pués

de

prometer

la defensa

de

Gerona

huía

de

esta

capital

a

Figueras

sin

comunicar a nadie tal

fuga

y

allí

reunido con

Alvarez del Vayo y el comunista Vicente

Uribe

de los

que

no

habría de

separarse

en

adelante

recogió

lo

que

le interesaba

sacar de España

joyas

oro

objetos

de

arte etcétera

etc.

.

y

en

medio

de

la

impetuosa

corriente

humana

de

la

evacuación

logró

hacer un simulacro de reunión

de

las

Cortes. Todos

los

diputados

tenían

ya

la maleta en el

coche;

algunos

de ellos

fueron convocados

después

de instalarse en

Francia;

ninguno

quería

continuar

la

guerra

y

abierto el

Parlamento

su

presi

dente

D.

Diego

Martínez

Barrio

habló del

heroísmo

con

que

España resistiría

 en la

última

peña

de su

territorio

Negrín

hizo unas cuantas

frases

peligrosas

acerca

del  role

estraté

gico

de los Pirineos en un conflicto

internacional

varios

dipu

tados

mintieron la

fe

que

no

tenían y

todos

juntos

acordaron

reducir

a

tres

puntos

los

trece

que

hasta entonces

propugnó

el

Gobierno.

Tales

tres

puntos

eran turbios

y cobardes en

grado

super

lativo. Metían

la

consigna

de resistencia entre

dos

proposiciones

contradictorias

tácitamente dirigidas

a

Franco: un

plebiscito

nacional

y

una amnistía.

Resultaba

claro

viendo

aquellos

tres

puntos

que

las Cortes y

el

Gobierno

en la raya fronteriza

y

a

punto

de huir de España eliminaban

políticamente

la

guerra

.

dándola por

perdida

de modo

absoluto

y

eran

incapaces

de

establecer

unas

bases de

paz.

Conocían los políticos su

fracaso

pero

eran

tan

miserables

que

aun

teniendo su vida a

salvo

no querían

supeditar

su

orgullo

a su

pueblo

y

antes

sacrifi

caban éste que aquél.

Después

de celebrar

aquella

reunión

se fueron todos a

Francia. Para ellos había terminado

la

guerra;

y

también

para

el

presidente

de la

República

que salió

de España a

pie

por

caminos

de

herradura

de miedo

que

tenía

al

pueblo

traicionado

y fugitivo; y también para

Companys

el

presidente

de

la

Ge

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

17

neralidad

y para los

pobres

soldados

que

iban

a encontrarse

con una

barrera

de

senegaleses

y para

centenares

de

jefes mili

tares

y

de dirigentes

políticos.

.

. Había terminado la guerra

sin

que

nadie se

ocupara

de hacer

la

paz

y

en la zona Centro

Sür

quedábamos

ocho millones de

españoles

sin

víveres

sin

ropa

sin

calzado

sin

medios

de transporte

sin

municiones

si

a

aviación

s in

armas

en la

medida

necesaria para resistir los

futuros

ataques

del

fascismo

que

al

terminar la

conquista

ds

Cataluña

y mientras

nosotros

no

teníamos

Gobierno

ni

Estado

Mayor

Central

ni

servicios de

espionaje

ni

otras

muchas

cosas

imprescindibles

ya

aumentaría

sus

efectivos de

ataque

sobre

los frentes de nuestra

zona

con

más de doscientos

mil

hombres

bien armados y encendidos

por

la

moral

de

la victoria. Negrín

y

su

gente

estaban en

Toulouse.

Millares

y

millares de

espa

ñoles

iban

a morir

de

hambre

de

frío

de

escorbuto

de tifus

en

los

campos

de concentración. Nosotros

permanecíamos

en

Madrid

a

quinientos

metros

de las trincheras

fascistas

sin

esperanza y

sin miedo. Como

siempre

para

la

guerra

vivíamos

mientras otros vivían de

ella.

El

Gobierno

inútil para la guerra

y

para

la

paz

estéril

por

sus nefastas

contradicciones

abando

naba al

pueblo

en el

desastre.

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V

Varias

clases de

españoles

en Francia

HA

de

ser

imposible imaginarse

lo

que

entonces sufrimos los

antifascistas

de la zona

central Nuestro espíritu fué

retor

cido por toda

suerte

de

consideraciones Tan

angustiosas

eran

las

circunstancias

en

que

nos

encontrábamos

que

nos

costó

mucho

tiempo ponderar

exactamente su

real

existencia;

nuestra

voluntad

se

negaba

a

admitirlas

tal cual

eran

y

en la lucha

entre nuestros

propósitos y

la carencia de

medios

para

realizar

los

fuimos

adquiriendo

una

tónica

de

desesperación

que hacía

reñir al

amigo

con

el

amigo

que

enfrentaba al

compañero

con

el

compañero

que

convertía

en odios feroces

las

rivalidades

políticas y nos

empujaba

brutalmente hacia el caos

Las

únicas

noticias

que teníamos

de

Cataluña

eran

las

que

daban

laá

estaciones

radiofónicas

de

Londres

de

París

de

Salamanca

y

de Roma Todas

coincidían;

las creíamos y nos

daba rabia

creerlas;

luchar contra

su

influencia

era

imposible

porque

lo

que

hoy

desmintiéramos

tendríamos

que

admitirlo

mañana como

triste

realidad

Del

Gobierno no sabíamos

nada

Todos los altos organismos

de

la

República

hasta el

Estado

Mayor Central

habían

desaparecido

El

régimen

se

había des

pedazado y

la

República

sólo era un nombre

al

cual

podía

recurrir cualquier

desaprensivo

para

hacer de nosotros lo

que

le

diera

la

gana

18

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

19

Habían

entrado

en

Francia

más

de

doscientos

mil

comba

tientes

parte

de

los cuales

habían

sido sacados

de

la

zona

central unos

días

antes;

con ellos cruzó

la

frontera

todo el

material

de varios

Cuerpos

de

Ejército

bien

dotados

en

compa

ración con

los

que

aun nos

quedaban

;

más

de

mil

cañones

cente

nares

de

ametralladoras

y

morteros

millones

de

bombas

de

mano

más

de quinientos

aviones

una extraordinaria cantidad

de medios

de

transporte

varios

Vagones

de

lingotes de

oro

etcétera

etc.

había allende

los

Pirineos.

¿ Qué

iba a

ser

de

todo

aquello?

¿Se

lo

quedaría

el

Gobierno francés?

¿Sería

trasladado

a

nuestra zona?

¿Y

cómo

si

nuestra flota

no

se

atrevía a salir

de Cartagena?

La

política

de

Negrín

como una ola

arrojó fuera

de

España

todos

aquellos

elementos de

resistencia;

y la

ola

volvió

pero

no

se

trajo

lo

que

había

expulsado

a

modo

de

detritus.

Se

que

daron

en

Francia

los

combatientes

expuestos

a

ser enviados a

la

zona

franquista a

la

cárcel

a

la

Legión

francesa

o

a morir

de

hambre

de

frío y

de

pena

en

los

campos

de concentración.

Con

ellos

quedaron

millares

de

hombres

de

mujeres

y

niños

en

una

tragedia sin

precedentes

y

a

nadie se le exigió

respon

sabilidad por

aquel

desastre

ni

por

perder

un

territorio y unos

medios

de

combate

a

cuya

posesión

estaba

vinculada

la

suerte

de

la

guerra. El

Gobierno

las

Cortes

el Estado

Mayor los

Comités superiores

de

los

Partidos políticos callaban; ni

unas

frases de

dolor

ni siquiera

unas

palabras

para

intentar la

disculpa

que

no juzgaron

necesaria.

¡Como

no

protestaba

nadie

1

. .

.

Y a

espaldas

de

los

españoles

acorralados

por

senegaleses

en

nombre de los

españoles

de la zona

central

otros

españoles

empezaron

a

bailar la

zarabanda de los millones de francos.

Republicanos

socialistas

y

comunistas

no

hablo de

Partidos

sino

de

personas

 

dando por

terminada

la

guerra

se

prepara

ron

para comer

a

dos

carrillos

después

de instalarse bien

 el

duro

pan

del

exilio.

Lamoneda Cordero -

Manuel Albar

y

otros

 discípulos

de

Pablo

Iglesias

empezaron

a

vivir

mejor

que

nadie y

a hablar mal

de todo el

mundo;

los

del

Gobierno

de Euzkadi

y

los

de la

Generalidad de

Cataluña

no se

habían

ido con las

manos

vacías;

Azaña

y sus

amigos servilones

Martínez Barrio

y

los

suyos

podrían

 ir

tirando ;

de

los comu

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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20

J.

GARCIA

PRADAS

nistas

destacados,

se

ocupaban

su

Partido y el

 amado

jefe

del

proletariado

mundial. Lo

que

a nadie le

parecía

bien

era

que

Negrín

y

el ministro de Hacienda no

dijesen

en

qué

Bancos

extranjeros

habían colocado

las

principales partidas

de

millones.

Ese dinero es del

pueblo,

y

hay que administrarlo bien.

Yo

no

tendría inconveniente

en

pertenecer

a

una Junta de

Control

. . .

Casi nadie

quería

volver a

España.

Los dirigentes

empe

zaron a

ocuparse

de la evacuación

de

compatriotas

a

México,

a

Cuba,

a

Colombia,

a Chile.

.

.,

¡a

la Luna Barajaban

mental

mente

buques y

millones.

Odiaban

a

Negrín,

pero

como éste

tenía

el

dinero. . .

El Presidente,

Alvarez del

Vayo

y

Uribe

no

se

separaban ni

a

sol

ni

a

sombra: fué entonces cuando con

certaron,

entre

un

pánico

de

cobardes

y

una

desaprensión

da

sinvergüenzas,

el

golpe

de Estado

de

la

zona

central.

Los

demás

ministros se encontraban

en

Toulouse. También

daban

la

guerra

por

perdida,

y estaban

tan

abatidos

y

abochornados,

que

no

sólo

no

pensaban

ir

a

Madrid

o

a

Valencia,

sino que ni siquiera

se atrevían a salir del

hotel.

Tuvieron que

armarse de

valor

para

rogar a Negrín

que

acudiera

a

presidirles

una

reunión,

y

el

audaz aventurero les

tapó

la

boca a

todos,

cuando

vacilante-

mente

empezaban

a hacerle reconvenciones

porque

se

olvidaba

de ellos como se

olvida un

marqués

de su

servidumbre,

con

sólo

decirles que

le siguieran

a

la zona

central,

hacia la

que

él partía

para

probar

que

era

digno

de

su

pueblo

.

. .

A ellos

mismos les asombraba la

frescura

del Presidente.

¿De

modo que se iba a

la

zona central

quien

había huido

de

la

catalana,

aquel

hombre para

quien

la

resistencia

no

era

más

que

una

palabra

vacía

de

sentido militar

y político

?

Les

costaba

creerlo.

Pero

motivos tenían

para

saber que

era

capaz

de

todo.

Días

antes,

y

precisamente

en

Gerona,

había dado orden

a

Vázquez

Ocaña,

periodista

que

le

hacía los

discursos,

para

que

invirtiera

los

francos

que

necesitase

en

la

compra

o

en el alqui

ler

de

una imprenta

en

Toulouse

o en

Marsella,

con

el

fin

de

editar en

cualquiera de

esas ciudades  La

Vanguardia,

órgano

personal

de

Negrín

en

Barcelona,

y

continuar

en

sus

vibrantes

columnas

la

campaña

en

pro

de

la resistencia.

. .

Osadía

que

 C

N

T,

de

Madrid,

hizo conocer

publicando

una

carta

dirigida

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LA

TRAICION

DE

STALIN

21

a

Negrín

por

el Sr. Sanchis

Nadal,

miembro del Gabinete de

Prensa

de

la Presidencia

del

Consejo

de

Ministros.

El

Presidente

y

su

pandilla

de

lacayos

de

Stalin vieron

en

el

miedo de la

gente

que

les

rodeaba

una

garantía

de

que

podrían

hacer lo

que

quisieran

en la zona

central. Contaban

hasta

con

la posibilidad

de decir

que

la defección de

muchos

personajes

les

obligaba

a

asumir,

contra su

voluntad,

poderes excepcionales.

La decisión de volver

a

España,

para

hacer lo

que

antes no se

habían atrevido

a

realizar,

era una cobardía

traicionera,

de

matón profesional;

pero

a

muchos

papanatas

les

pareció

un

gesto

de

heroísmo,

en

Francia,

y

¡allí

fué

el

inventar dificul

tades

e

inconvenientes,

para

evitarse el

regreso

a la

lucha,

por

parte

de

mucha gente

o

gentuza

obligada

a

seguir

a

su señor

 

VI.

 O

todos nos

salvamos

o

nos

hundimos.

. .

En

nuestra

zona

se

le

esperaba

para

que

rindiera

cuenta

de su fracaso o de

su

crimen;

crimen o fracaso

que

acababa

de

aumentarse con la

pérdida

de

Menorca

sin

combate,

mediante

la

intervención

de

un barco

inglés

que, sin que

Inglaterra

hubie

ra

reconocido al

Gobierno

de

Burgos,

llevaba

a bordo emisarios

oficiales

de él

. . .

¿

Qué había pasado

en

la

pequeña balear,

magníficamente

artillada,

y

hasta

qué

extremo

podría

decir

Negrín

que era

ajeno

a

su

entrega

a

los fascistas? No

íbamos

a

desconfiar nosotros del

comandante

militar

de

la

isla,

que

pocos

meses

antes

había

llevado nuestra

Flota al combate

heroico

y

victorioso del Cabo de

Palos.

Estando

reunidos

en

Valencia

los

delegados

de las

Regio

nales del

Movimiento

libertario,

en un

Pleno

que

duró

dos

días,

nos

trajeron

unos

compañeros

de

Cartagena

la

noticia de

la

pérdida

de

Menorca,

y

asimismo

la

de

que

e: socialista Bruno

Alonso,

comisario de

la Flota

republicana,

con

el comandante

general

de

ésta, había ido

a

visitar

a

Miaja

para comunicarle

que

los marinos

antifascistas no admitirían

orden

alguna

de

Negrín.

No sé

si

le

dirían tal

cosa

al

general;

pero,

de

decír

sela,

seguramente

la habría oído

con

satisfacción,

porque,

días

antes,

como

varios

miembros

del Comité

superior de

la F. A. I.

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22

J.

GARCIA

PRADAS

le

hablasen de varias cosas que

estaba

obligado

a

hacer

el

Gobierno les

interrumpió

en

estos

términos:

¡

el

Gobierno

 

. . .

Pero

¿

ustedes

creen

que

hay

Gobierno?

A

ver:

díganme

dónde

está

si es

que

lo saben. .

.

Ahora

bien;

¿sabía

Miaja

dónde

estaba

el

Gobierno

cuando

éste

le ascendió

a

teniente

general

y

le

hizo

jefe

supremo

de

nuestras fuerzas

de

tierra

mar

y

aire? Me

parece

que

no

ni

tampoco

Matallana cuando

se le

encomendó

el

Estado

Mayor

Central

ni

tampoco

los demás militares a

quienes

se les ascen

dió

tal vez

para

obligarles

a

callar

precisamente

cuando el

pueblo

se sentía abrumado por la

derrota.

Allí no

sabía

nada

nadie

ni

era

posible

dar

pie

con

bola.

De la caída

de Menorca

no se

dijo

ni una sola

palabra

en la Prensa

republicana

porque

la

Censura

lo

prohibió

ni ninguna autoridad ha

dado

privada

o

públicamente

la

menor

explicación

del hecho.

Nuestro

Pleno de

Valencia

discutió

problemas

importantes.

No

teníamos

Cortes

ni

presidente

de

la

República

ni

Gobierno.

Creíamos

nosotros que

para

salir

de

tal situación

el

antifascis

mo

necesitaba

hacer del

Comité

Superior

del Frente Popular

la

base

y el control de

un

nuevo

organismo

de

poder semejante

a

la

Junta

de Defensa

que

rigió

las

energías

de

Madrid

en

noviembre

de 1936.

Nada de

golpe

de

Estado

nada

de

tendencia

partidista;

pero nada tampoco

de

abandono

en

una

situación

peligrosa

y

cuando

cualquier

grito

que

produjera

confusionismo

podría dar

origen

a una

rebelión.

Opinábamos

que

al mismo

tiempo

el Frente

Popular

debía

hacer una intensa y

rápida

depuración

de

mandos

militares

pues

algunos

de

ellos no mere

cían

ninguna

confianza

y

asimismo entendíamos que era

preciso

anular

dos medidas

adoptadas por

Negrín

unos días antes de

perder

Barcelona.

Tales

medidas

que

sólo

pudieron

tener

explicación

en Cata

luña

fueron la

proclamación

del

estado

de guerra y

la

movili

zación de

varias

quintas que

llegaban

a afectar

hasta a los

hombres

de

45

años.

Por la primera

medida los antifascistas

de nuestra

zona

carentes de

relación con

el

Gobierno

quedá

bamos

a merced de los

militares

lo cual nos

parecía

peligroso

acaso infundadamente

porque

eran los

profesionales

quienes

ocupaban

los

cargos

decisivos;

por

la

segunda

se

aumentaba

el

disgusto popular

crecía

el

parasitismo

se

le

quitaban

brazo3

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

23

a

la

industria

y se le echaba

una

carga

inútil al

Ejército

que

no tenía las armas

necesarias

para

gran

parte

de sus

soldados.

Conste

sin

embargo

que

ni

Una

ni otra

medida

produjeron

consecuencias

temibles. Los movilizados

acudieron calladamen

te a

los

centros

de

recluta

y

los

jefes

militares obraron con

lealtad

y

hasta con buen

aire

civil.

Unicamente

Jesús

Hernández comunista

comisario

general

de los ejércitos de

la

zona

libre

asumió

facultades que no

le

correspondían

por

virtud

de

las

cuales

militarizó

en

Valencia

los servicios

radiofónicos

determinó

que

en

Madrid

se

encargase

de ellos otro comunista

el

diputado

Félix Montiel— y sugirió

a

Miaja

que

diese una orden

que se

publicó

no sabemos con

qué

fin;

pero

de

la

que

no

hicimos

caso

con

la

que

pretendía

obligar a

que

la

población

civil

entregase

a

las

autoridades sus

armas cortas

y

largas

bajo

la

promesa

de

que

se les devolve

rían

con

la

oportuna

licencia

para

usarlas

a

 los

verdaderos

antifascistas.

Hizo dar

otra

disposición

semejante

respecto

a

los

receptores

de

 radio

y

el

pueblo tampoco

admitió

la me

dida

de modo

que

no adquirió efectividad.

Estábamos resumiendo

por

escrito nuestros

acuerdos

cuan

do

recibimos la

noticia

de

que

Negrín

y

Alvarez del Vayo acaba

ban de llegar

a Albacete.

Hubo

una

ligera

modificación

en las

resoluciones

de

nuestro

Pleno: si

el

Gobierno venía

lo admitía

mos

pero

con

la

condición de

que

diese cuenta

de sus

actos

al

Frente Popular

y

derogase

las

dos medidas

consideradas

inoportunas.

Decidimos

comunicar

estos

acuerdos al mismo

Negrín

al saber

que

venía

a

Valencia;

mas para lograr

entre

vistarse con él

los

compañeros designados

al

efecto

les fué

preciso

levantar la voz en su

antesala.

Cuando

consiguieron

verle

Negrín

agente

de

Rusia

se

atrevió

a

decir

que

no

podía

confiar

secretos del Estado

español

a

ningún

extranjero; decla

ración

con

la

que

pretendía

echar

de su

despacho

a nuestro

compañero

Grünfeld

argentino.

Hubo

una

escena violenta entre

el

Presidente

y nuestros delegados y éstos

volvieron

a vernos

con la

impresión

de

que

Negrín no

estaba

dispuesto

a

responder

ante

nadie de

su

actuación

pasada

ni a someter

la futura

al

criterio

popular.

Comprendimos que

su actitud equivalía

a una

ruptura

de

relaciones.

Debíamos

prepararnos para

luchar.

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24

J. GARCIA PRADAS

Vimos

entonces nuestra

situación

del

siguiente

modo:

los

fascistas cuyas tropas no habían

sufrido

quebranto

en

Cataluña

atacarían

inmediatamente

con fuerzas

muy superiores

a

las

nuestras

en varios frentes de la

zona

y

Negrín

por

su

parte

al

verse libre del

presidente

de

la

República

de las

Cortes

y

de

las altas

camarillas

políticas

asumiría

poderes

extraordinarios

aunque

fuese

por

medio

de la

violencia

no

para oponer

una

efectiva

resistencia

al

enemigo

sino

para

hacer

lo

que

le

diese

la

gana

en

pro

de los comunistas.

En

estas

condiciones

deci

dimos enfrentarnos con

los

dos

peligros mediante

una

política

de

guerra

clara

y

enérgica

de concordia con los demás

sectores

antifascistas

y

de robustecimiento de

los

frentes.

Negrín

se

fué

a

Madrid.

Dos días

después

llegaron

los

demás

ministros

que

no

habían

podido

salir

antes de

Francia

porque

se dió

preferencia

para ocupar

los

aviones

a

varios

miembros de

la

escolta

presidencial.

Inmediatamente

y también

por

imposición

de

Negrín al

cónsul de

España en

Toulouse

los

 Douglas

de que

disponíamos

fueron utilizados

para

trasladar

a varios

jefes

militares de

filiación

comunista:

Líster

Tagüeña

Etelvino

Vega.

. .

Todos los

que

habían

fracasado

en

Cataluña

iban

a

salvarnos

en

Castilla

en

Extremadura

en

Andalucía

y

en Levante.

.

.

La Prensa

staliniana

que

pocos

días

antes

había

dado

la

noticia de

que

el

Buró Político

del

Partido acababa de

expulsar

de éste a

varios

miembros del Comité

Central

que se

escaparon

con

extremada prisa de

Cataluña

empezó

a decir

que

sólo

se atrevían

a

volver

de

Francia

para

unir su suerte

a la

del

pueblo

sus

dirigentes

. . .

Reunido el

Gobierno

en

Madrid

los

fascistas

bombardearon

la

ciudad con

furia inusitada. Hubo

día en que

fué difícil

salir

de casa

y

noche

en

que

nadie

pudo

dormir.

En todas

partes

silbaba

trágicamente

la

metralla. Los

ministros

publicaron

entonces un manifiesto corto

y

vibrante

dirigido

a

todos

los

españoles

fascistas

y

antifascistas

 

en el

que

decían

que

aspiraban

a

conseguir

la

paz

dentro de

la

independencia

y

de

la

libertad

de

la patria y

que

lo

único

merecedor de sacrificios

y

desvelos

era la reconciliación

nacional;

declaraba

que

a

lograrla tendían

sus

propósitos

pero

que

si éstos

eran des

echados

harían valer la

fuerza

de

 un millón

de

bayonetas . .

.

De

lo

que

resultaba

claro que

Negrín

hacía de

la resistencia

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LA

TRAICION

DE

STALIN

25

un medio

para lograr

condiciones

de

paz. Téngase presente

que

en el manifiesto se

decía:  O

todos nos

salvamos

o todos

ños

hundimos en la exterminación

y

en el

oprobio.

A

nosotros nos

pareció

muy

bien esta

frase.

La hicimos

eje

de nuestra

política

a

sabiendas de

que

al

aceptarla

compro

metíamos con sus

propias palabras

a

Negrín

que

cada día

estaría más

lejos

de

ajusfar

a

ellas

sus

actos.

 O todos

nos

salvamos

o

todos nos

hundimos...

entre

los

antifascistas

quería

decir

que

la

suerte

de

cada

uno debía

identificarse con

la

de

los

demás

que

nadie podría

huir

que

no

se extendería

ni un

solo

pasaporte.

.

.

Y

ante los

fascistas

con

aquella

frase

manifestábamos

el

propósito

de

morir

matando

de

arrasar

todo

lo

arrasable

si ellos se

proponían

terminar

la

guerra

asesinán

donos

en

masa.

VIL

El

sucio

timo de

los

pasaportes.

Pero

del

dicho

al

hecho

...

El

Gobierno no se atrevió

a

residir en

Madrid

ni

en

Valencia

ni

en

ninguna

parte.

Anduvo

de un lado para

otro

reuniéndose en

hoteles

comandancias

militares o

casas de

campo

y

gastando

gasolina

en huir

de

su

propia

sombra.

Ahora

bien; aquella inestabilidad aquella

inquietud

estaban

perfectamente

calculadas y coincidían con

los

secretos intentos

de

Negrín.

No

teniendo

residencia

fija

evitaba

por

una

parte

que

el Frente

Popular cada

Organiza

ción

o cada

Partido

le

plantease

reclamaciones

y

por

otra

conseguía

que

todo

el

mundo

se acostumbrase a

las

idas

y

venidas

a

los extraños movimientos

que

un día

le

serían nece

sarios

para

organizar un

golpe

de fuerza

contra el

pueblo

antifascista.

Costó mucho

tiempo

saber

que

el Presidente había estable

cido

su residencia particular

en una

magnífica

casa

de

campo

cerca

de

Elche

en

la provincia

de

Alicante.

En

términos

mili

tares

aquella

residencia fué

llamada

 posición

Yuste

y

allí

estaba

Negrín

con

Uribe

y

Alvarez

del Vayo no como

jefe de

un

Gobierno

sino como

jefe

de una

partida

de bandoleros

que

preparase

una

fechoría.

Quinientos

guerrilleros

comunistas

muy

feroces de

aspecto

con un fusil ametrallador

al hombro y

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26

J.

GARCIA

PRADAS

muchas bombas

de

mano

a

la

cintura

le

daban escolta perma

nentemente.

En

la finca

no

había

oficinas

ni el menor indicio

de vida estatal. Se le llevaban

al

Presidente

guapas mujeres

se le buscaban

perdices

por

todas

partes para

que

el

pobre

señor

comiera

a

gusto

bebía buen

champán

fumaba habanos

magníficos

y

mientras los días de confusión y de

angustia

aniquilaban

la moral del

pueblo

iba tramando el

complot

comu

nista

a

espaldas

de

los

mismos

ministros

que

tenían

que

insta

larse

en

cualquier

fonducha

de

Alicante

de Elche

o

de no

importa

qué

pueblo

cercano

y

no

disponían

de otros

automó

viles que los que les daban sus Partidos.

No

cómo aguantaban

la situación

en que se

veían.

No

tenían

despacho

oficial en

ninguna

parte

carecían de

altos

empleados

para regir sus

Ministerios

ignoraban

cuál

era la

situación

militar

no sabían

hoy

lo

que

harían

mañana

desco

nocían las

gestiones

internacionales

de

la

República

y el

desairado

papel

que

estaban haciendo

les

iba

dando

tal

cara

de

estupor

y

de

miedo

de

inseguridad

y

de

bochorno

que

parecían

fantasmas.

Ninguno

de ellos

podía

ver

a

Negrín;

todos

le

censuraban

pero

estando a

solas;

en

presencia

de

los

demás

callaban

como

cartujos.

Yo creo

que

sólo había un

ministro

el de

la

Gobernación

capaz

de

enfrentarse

con Negrín

alguna

vez. Paulino

Gómez

que

así

se

llamaba

pertenecía

al

Partido

Socialista

como el

Presidente;

pero

no obstante

esta

afinidad

decía

de

él

que

estaba

dispuesto

a

pegarle

un tiro.

Y

en

efecto

un

día

en

el

Palace

Hotel

de

Madrid

llegaron

ambos

a las

manos.

Segundo

Blanco

nuestro

representante

en

el

Gobierno

desconocía los

propósitos

de

Negrín.

Cuando

llegó

a Madrid

citó en

el

Comité

Regional

a varios

compañeros

entre los

cuales

me encontraba

yo

y

nos informó

pintorescamente

de

la

pérdida

de

Cataluña

nos dijo

lo que estaba ocurriendo

en

Francia

y

nos manifestó que

el

Gobierno no venía

a

continuar la

guerra

que

ya

daba

por

perdida

sino

a

 salvar

los

valores

morales

y

materiales

del

antifascismo.

Algunos

camaradas

no entendie

ron

esto.

En

aquellos

días todo el Movimiento libertario de

la

zona

central

y especialmente

el de

Madrid

quería

continuar

la

guerra

seguir

resistiendo

en

espera

de

acontecimientos

internacionales o

simplemente

para

retrasar

cuanto

fuera

posi

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LA

TRAICION

DE

STALIN

27

ble

nuestra

derrota

total, y había, sí,

militantes

que,

aun

a

trueque

de

pasar

por

pesimistas

o por

algo peor,

no

pensaban

en la

resistencia

como en un camino

que nos llevase

a la

victoria,

sino

considerándola

como

un

medio

para

obligar

al

enemigo

victorioso a conceder forzadamente

lo

que de

grado

no

otorgaría.

En

salvar,

ante todo

y

sobre

todo,

las

vidas de

los

compañeros,

en

eso

nadie había

pensado

aún.

Blanco,

que

percibió

la

sorpresa

que

sus

palabras

nos

produjeron,

nos

dijo

y

nos

demostró

que

los

republicanos,

los

socialistas

y

los comunistas

se

ocupaban,

en Francia,

de la

evacuación de

sus

compañeros

de la zona

central. Añadió

que

los

ministros traían

instrucciones, cada cual

de

su sector

polí

tico,

para

organizar

la

emisión

de

pasaportes,

la

evacuación

de

militantes civiles

y

militares,

la

salvación de

documentos

y

de

valores. . .

Aquello

no

era ni

siquiera

la

paz.

La

paz,

al

lado

de

aquello,

era una

empresa

heroica. Blanco nos

exponía

lisa

y

llanamente,

con

la mayor naturalidad,

el abandono de

la

lucha

y

del

pueblo,

la fuga

silenciosa

y

oculta,

el

miserable

 ¡Ahí

queda

eso ,

el

cobarde

y

desastroso

 ¡Sálvese

quien

pueda

Tened

en

cuenta

nos

dijo

que estos

acuerdos

son,

en

gran

parte,

un

producto

de

la

depresión

moral

ocasionada

por la

pérdida

de

Cataluña. Después

de

un

mes de

retirada,

no

se

puede

pensar

como

al

cabo de

dos

años y medio de resis

tencia

victoriosa;

o

sea:

en

Francia no

se

puede

pensar

como

en

Madrid.

. .

Bueno,

Blanco;

comprendido

eso.

Pero. . .

¿Y

el

Gobier

no?

¿Qué

política

tiene,

qué

piensa

hacer?

Piensa

hacer lo

que

pueda.

Ni

más ni menos. Voy a

confiaros,

para

que

no

quedéis

recelosos,

un secreto

de

Estado.

El

Gobierno,

desde hace varios

meses,

anda

procurando

entrar

en

relaciones

con los

fascistas, para

hacer

la

paz.

Pero

ellos,

¡chico ,

no

quieren.

Para

negarse

a

negociar alegan

que

el

Presidente

y

el

ministro

de

Estado,

con

quienes

tendrían

que

tratar,

son

agentes

de

Rusia,

como si Franco

no

lo

fuera

de

Italia

y

de

Alemania. Hasta

ahora,

si ellos nos hacían

un

des

precio

podíamos

contestar

con

la

resistencia.

Pero,

una vez

perdida

Cataluña,

todo está

en

liquidación.

Ni

Rusia va a

dar

un

fusil.

Prueba de ello es

que

se ha

disuelto la

agencia

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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28

J. GARCIA

PRADAS

Campsa

Géntibus, por

medio

de

la

cual

acaparaba

la

U.R-S.S.

nuestro comercio exterior.

Ese

era el

pedestal

de Negrín.

En

fin;

viéndose en esta

situación,

el Gobierno ha encomendado

a

su

embajador

en

Inglaterra

que

vea

el modo de

que el

Foreign

Office

haga proposiciones

autorizadas

a

Franco.

Lord

Halifax

se

entenderá

con el

asunto.

Pero

esto

hay

que

callárselo,

porque

si

los

fascistas

supieran

que

los

ingleses

hablaban

a

requeri

miento

nuestro,

pedirían

el

oro

y

el

moro.

Yo

pensaba

en la

pérdida

de Menorca.

.

.

De

pronto,

con

brusca

reacción,

pregunté

al ministro.:

¿Y

nosotros,

qué tenemos

que

hacer?

Blanco no contestó verbalmente. Levantó las

cejas,

se

arquearon

sus

labios

en un gesto de perplejidad

y

sacó de

su

bolsillo un documento

a

cuyo

pie

vimos dos firmas

y

dos sellos

de

la

mayor responsabilidad. En aquel

documento,

fechado

en

París,

también se hablaba de

barcos,

de evacuación de

mili

tantes,

de

destrucción

de

algunos

archivos

y

de

medidas

enca

minadas

a

salvar lo

que

podría

servir

a

la vida

ulterior

de

nuestro Movimiento en

el

Extranjero.

.

.

Los

camaradas reuni

dos por Blanco

Mancebo,

Crespo,

Salgado,

Muñoz,

A.

Moreno,

C.

Rodríguez

y

yo

,

nos

imaginamos

el

ambiente

en

que había

nacido

el

documento,

nos

explicamos

su

texto

y

nos

prohibimos

opinar personalmente

acerca

de

él.

Se fué Blanco a

cenar

con

Negrín. Cuando

algunos

de

nosotros

quedamos

a

solas,

no

sabíamos

por

dónde

empezar

a

comunicarnos las desilusiones.

¿Quién

sería capaz

de exponer

eso

en un Pleno

de

mili

tantes de

Madrid?

—preguntó

Mancebo.

Al

día

siguiente,

 C

N

T,

recogiendo

un

criterio

orgánico,

hablaba del 7 de noviembre

de

1936,

en

que

estuvieron

a

punto

de

perder

la

vida

los personajes

que

abandonaron

su

obligación.

Pero,

¡

qué

importaban los periódicos

 

Negrín

no

los leía.

Una

semana después de

proclamar

aquello

de

 O

todos nos salvamos

o

todos

nos

hundimos

.

. .

,

aconsejó a Paulino

Gómez

que

man

dase

hacer

millares

de

pasaportes.

¿

Millares

?

Sí,

sí;

millares.

Será

muy

poca gente

la que

podrá

salir

de

España.

Pero,

¿cómo

damos

pasaportes

a

tres

o

cuatro

mil

personas

y

se

lo

negamos

a las

demás?

Se

sublevarían hasta

las

piedras.

Hay

que

dar

pasaporte

a

quien

lo

pida, para

que

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LA

TRAICION

DE

STALIN

29

se

extienda

la tranquilidad. Ahora bien; la

validez

de

los

pasaportes

ha

de

ser cosa de

cuentagotas.

Sólo

valdrán

los

visados

por

mí.

. .

Así

hablaba

el

Presidente.

¿Podría

haber

fraude

timo más

canallesco? Paulino Gómez

ordenó

hacer

en

la imprenta del

Ministerio

de

la

Guerra

de

Madrid

con

personal

seleccionado

y

comprometido

a callar

en un

solo

día

sesenta

mil

pasaportes.

Salgado

y

yo

lo

supimos

al día

siguiente.

Doy

el

dato para

que

nadie dude

del

engaño

organizado por

Negrín

bajo

cuya

inspiración

se

proveyó

de

documentos

de

aparente

validez

para

embarcar

a

centenares

de

miles

de

personas

mientras

el

Movimiento libertario

contando y

sin contar

con

la martingala

presidencial

-

prohibía a

sus

afiliados

pensar

en la

evacuación.

VIII.

Varias entrevistas

importantes.

Pasemos ahora

a

otras

cuestiones. Sea la

primera

la

planteada por

un manifiesto

del Partido Comunista.

Procla

mado en

todo nuestra zona el

estado

de

guerra

Casado

jefe

del

Ejército

del

Centro

publicó

en Madrid

una nota

por

medio

de la cual manifestaba al

pueblo

la satisfacción con que

veía

que nadie hiciese necesario

aplicar

las medidas

de

excepción

del fuero militar.

Al

día

siguiente

la

Censura

de

Prensa

hubo

de

tachar en

 Mundo Obrero

gran

parte

de

un

manifiesto

del

Buró

Político

del

P.

C.

En tal

manifiesto

los stalinianos

expli

caban

a su

antojo

la

pérdida

de

Cataluña

se enfrentaban

según

su

costumbre

de

especuladores

de

triunfos

y

de fracasos

con

todos

los

partidos

políticos

arremetían

contra

un

imagi

nario

trotskismo

acusaban a los  incontrolados

y

principal

mente

cubrían

de

groseras

Calumnias al

anciano

Largo

Caba

llero

porque

se

había marchado

de

Barcelona

como

habían

hecho

aun siendo

jóvenes y

teniendo

cargos

de

responsabili

dad

los mismos

que

le atacaban.

Aquel manifiesto contra

los

cobardes

y los traidores fué

leído

íntegramente

ante

el

micrófono

de  Radio

Nacional

de

Salamanca

y

por

cierto

que

los fascistas lo comentaron diciendo que

sus

valentonadas

carecían

de

valor

porque

habían

sido escritas en

la frontera.

Estaba

fechado

en

Figueras

donde

algo

se

habló

respecto

a

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30

J.

GARCIA

PRADAS

un

golpe

de

Estado

en

la zona

central

y era destinado

a

 hacer

ambiente

para tal hecho.

 Mundo Obrero acató la Censura únicamente en

algunos

de

sus

ejemplares.

En

los

demás

publicó

el

manifiesto

y

en

su misma

imprenta

se hizo

de éste

una

edición

especial

para

ser repartida

por

Madrid.

Sabiéndolo

Casado

reunió en

su

despacho

a los directores de

los

periódicos

madrileños

y

nos

habló con mucha

claridad

sobre

aquella y

otras cuestiones.

Los

directores de

los

periódicos

comunistas

quedaron

a

la

altura

del

betún

no sólo

por lo

que Casado

les

dijo

tan

enérgica

cuanto

cortésmente

sino también

por

las

manifestaciones

de

Javier

Bueno

de

Eduardo

de

Guzmán

de

Salvador

Quemades

. . .

Estábamos todos

hartos

de

soportar

sus

calumnias.

El

coronel

les dijo

que

estaba enterado de

que

iban a

repartir

el mani

fiesto

por

las

calles

y

les

aseguró

que no admitía

desafíos.

Intentaron decirle

que estaba

equivocado;

pero

unas

horas

después algunas

parejas

de guardias

de

Asalto

comunistas

que

pegaban

de noche el manifiesto en

las

paredes

recibieron

pistola

en

mano

a un

grupo

de

soldados

que

quisieron

impedír

selo

y

al

día

siguiente

quienes

repartían el

manifiesto ilegal

eran

grupos

de niños

menores

de doce años . . .

Los guardias

de Asalto

que

pegaban

el

manifiesto fueron

detenidos

y

a

 Mundo Obrero

.se

le impuso una suspensión.

Eran sanciones

obligadas pero

a

Casado

le

costaron bastantes

disgustos.

De la

suspensión

de  Mundo

Obrero

protestó

el

ministro comunista Vicente

Uribe

que

llegó

a

amenazar con

el

terror

político al

coronel

quien

no se

dejó

amilanar

y

para

conseguir

la

excarcelación de

los guardias

intervinieron

sin

conseguirla

Miaja

y Negrín.

La

conversación

de éste

con

Casado

fué

interesante en extremo.

El

propio coronel

la

contará

en un

libro

que

prepara;

pero yo puedo

asegurar

que en ella

se

habló

de

todas

las

dificultades que

el antifascismo no

podía

salvar

del

régimen

de hambre a que estaban sometidos los

combatientes

y

la

población

civil

de los

riesgos

del

partidismo

comunista

de

la

ofensiva que estaba montando

el

enemigo.

Casado

hizo

ver

a

Negrín

la

imposibilidad de continuar

la

gue

rra con los medios de

que

disponíamos;

Negrín

le hizo saber

que

le había sido

imposible

entablar

negociaciones

de

paz

y

finalmente

como

el

jefe del

Ejército

del Centro señalara al

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LA

TRAICION

DE

STALIN

31

ministro

de

Defensa

la

responsabilidad

que

asumiría

quien

se

obstinase en

mantener una

resistencia verbal

desasistida

de

medios

de

combate,

Negrín terminó

la conversación

diciendo:

¡Y

qué

vamos

a

hacer,

mi

coronel.' Yo

no

puedo

mar

charme si

no

me

echan.

.

.

Frase

que

fué una revelación

para

Casado.

Negrín,

en

el

fondo,

quería

marcharse,

dejarlo

todo

manga

por

hombro

;

pero,

mientras no se

fuese,

seguiría

hablando de

resistencia sin creer

en

ella,

perdiendo

el

tiempo

entre

la guerra

y

la

paz,

abriendo

ante su

pueblo

el abismo

del

desastre,

en

el

que

todo se

hun

diría

mientras el

Presidente

huyese

en

avión

a Francia

...

Y

la

misma

impresión

sacó nuestro compañero

Cipriano

Mera,

uno de

los

antifascistas

más prestigiosos

por su larga

vida

de

lucha

y

uno

de los militares a

quienes

todos

los

sectores polí

ticos admiraban

por su conducta durante

la

guerra,

cuando

Negrín le visitó en

el

cuartel

general

del

Cuarto

Cuerpo

de

Ejército.

Hablaron

ampliamente

de

la

guerra.

A

Mera no le asus

taban las situaciones

difíciles,

pero tampoco

le

agradaba

dar

a las ilusiones

plaza

de realidades.

Por

eso se mostró

preocu

pado, pesimista,

al examinar ante el Presidente las circunstan

cias en

que

nos hallábamos.

Negrín

le

contestó

que

no había

motivos

de

tristeza,

porque

estábamos

en

mejores

condiciones

que

nunca para

aplastar

al

enemigo.

Tenía

millares

de

cañones,

ametralladoras y

morteros,

más

de

quinientos

aviones,

una

exorbitante cantidad de

munición, etcétera,

etc.

Cuando

ter

minó de echar sus

cuentas

galanas,

Mera,

para demostrarle

que no

hablaba

con

un

palurdo,

le

preguntó:

Y

todo ese

material,

señor

Presidente,

todo ese

material

con el

que podríamos

ganar la

guerra,

¿dónde

está?

Lo

tengo

en

Francia.

Sí,

ya

me

parecía

;

pero

nosotros

estamos

aquí

...

¿

Cree

usted que podremos

traerlo

a estos

frentes?

¡Hombre

Yo creo

que

sí.

 Creo ...

Mera,

que

ha conocido a

más

de un

Capitán

Araña

en

su larga vida de luchador proletario,

se

quedó

pen

sando

que

sólo

podían

pedirle

sacrificios al

pueblo

quienes

fueran

capaces

de

sacrificarse

por

él;

pero

que los

demás,

los

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32

J GARCIA PRADAS

que

embarcaban a la

gente quedándose

ellos

en

tierra

estaban

obligados

a

no

perder

el

juicio

y

la

vergüenza aunque

sólo

fuera

por

evitarse

el

riesgo

de

perder

al

mismo

tiempo

la

cabeza

;

Algunos

días después

Negrín

hasta

cuyos

oídos

ya

habían

llegado

los rumores del descontento

público

quiso

conocer

cuál

era el

estado de

ánimo de los principales

jefes militares

y

para

lograrlo

reunió en

el aeródromo de

Los

Llanos cerca

de

Albacete

a

Miaja jefe

supremo

de

nuestras

fuerzas;

al

general

Matallana

jefe del Estado

Mayor central;

al

jefe de la

Flota

y

al

de la

Aviación;

al coronel

Moriones

jefe del

Ejército

de

Andalucía;

al general Menéndez

jefe

del

Ejército

de

Levante;

al

general

Escobar

jefe del

Ejército

de

Extremadura;

a

Casado

jefe

del

Ejército

del

Centro

y

al

general

Bernal

jefe de

la

base naval de

Cartagena

Les

pidió

Negrín

que

cada uno

dijera

francamente lo

que

opinaba

de

la

situación

militar

y Manolo

Matallana

con emoción

que

le llenó los

ojos

de lágrimas

varias

veces

hizo

un

amplio

y

detallado informe

de

nuestras fuerzas

y

de

las

del

enemigo

Teníamos en

toda

la zona unos ochocien

tos

cañones de

muy

diversos

calibres

en estado bastante defi

ciente;

no

disponíamos

más

que de

unos

75

aviones de diferentes

tipos

en su mayoría inútiles

para

el

combate;

la escuadra

carecía

de

muchas cosas indispensables para hacerse

a

la mar

en

plan

de

lucha;

no teníamos munición

antiaérea ni

para

un

día

de

fuego;

nuestro material

blindado no

pasaba

de una

cincuentena

de

carros;

el

número total

de

fusiles

ascendía

a

trescientos cincuenta

mil;

la

escasez

de ametralladoras y mor

teros

era

exasperante;

había víveres en los

puertos

para

unas

dos

semanas

pero

la

penuria

de

material de transporte

era

abrumadora

y

la

pérdida

de

Cataluña nos

había

dejado

hasta

sin

neumáticos   Frente a

nuestro

ejército

desmoralizado

por

la

derrota

en

el que

las deserciones

y

las

fugas

al

campo

con

trario

empezaban

a

adquirir

espantosas proporciones

el

enemigo

acumJulaba

millares y millares

de

hombres bien dotados

de

armamento

y

munición

que

confiaban

en

poner

fin

a

la

guerra

con un

solo esfuerzo

decisivo

una aviación

de setecientos

apara

tos

de

gran

bombardeo

una flota

que

en

colaboración

con

unidades italianas

bloquearía

nuestros

puertos

etcétera

Informaron

después

los

demás

jefes

y

ninguno

recató

su

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LA TRAICION

DE

STALIN

33

criterio,

consistente en que,

al

margen

ya

de nuestra

voluntad

y por

imperio

de

las circunstancias, había

que

poner

fin

a

la

guerra,

para evitar el sacrificio estéril de ochenta o

cien

mil

hombres,

por

una

parte,

y

por

otra

para

ver si

se

lograba,

mediante

unas

negociaciones

de

paz,

lo que

no

se

lograría

con

las

armas.

No creían

posible

más

resistencia

que

la

que

impu

siera la

dignidad,

si

Franco

quería

obtener la

rendición

sin

condiciones,

la

entrega

del

pueblo

por sus

dirigentes

políticos

y

militares.

El

único

que

discrepó

fué

Miaja.

Se declaró

parti

dario

de

la

resistencia a todo

evento,

y

Casado le contestó

que

le

parecía

muy

bien,

pero

sólo

en el

caso

de

que

los

jefes

trajeran

sus

familiares

a

España,

si los

tenían

fuera. . .

Miaja

tenía

en

Francia

los

suyos.

Negrín escuchó

a

todos

con

aire

despreocupado,

y

luego,

como

si

lo

que

le habían dicho no tuviera

para

él

la menor

importancia,

les

manifestó

que

su Gobierno

había intentado

entablar

negociaciones

de

paz

con el

enemigo

por muy diversos

conductos,

y

como

hasta

entonces

le

había sido

imposiblo

lograrlo,

no había más remedio

que

.

. .

¿

dimitir ? No

;

los

jefes

militares

reunidos recuerdan

que

lo

que

el

Presidente

dijo fué

.

que

no había

más

remedio que

 resistir

como

fuera.

Lo

de

siempre:

calzados

o

descalzos,

con

pan

o

sin

pan,

con

fusiles

o

sin

ellos.

Resistir

con discursos.

Sacrificar

el

pueblo antes

que

el

orgullo.

Tan cínico

y brutal fué

el

Presidente,

que

el

general

Menéndez,

republicano,

muy

modosito.

de

ordinario,

llegó

a decirle:

Créame;

no me conozco

a mí

mismo.

¡Que

pase yo por

lo

que

paso,

que

haga dejación

de mi

dignidad

hasta este extre

mo,

que

me

aplaste

tanto

la

disciplina

 

. . .

¡

No

me

conozco,

señor Presidente

  . . .

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IX

El

humorismo

desesperado

de Madrid

LA

irresponsabilidad

de

los

gobernantes y

la

hipocresía

de

casi todos los

dirigentes

eran

percibidas

por

el

pueblo

por

un

pueblo

a

quien

no se le

podía engañar

sino

cuando

él

toleraba

el

engaño

que

ponderaba

con

toda exactitud su situación

y

que

seguía pasando

hambre

trabajando

y

ocupando

las

trincheras

porque

le daba la

gana porque

mas

no

por

miedo

a

nada

ni

a

nadie

ni

tampoco

porque

tuviera la

esperanza

de

triunfar

Que

era antifascista resultaba

indudable;

pero

su antifascismo

empezó a

ser

abúlico pasivo

de manifestaciones

sarcásticas

y

se diría

que

al cabo de

un

mes

de

mirar un

panorama

de

desastre

se

había abierto las

venas

como Séneca

Fué

enton

ces

cuando

apareció

en

Madrid

donde hacía más de

dos años

que

se estaba viviendo de cara

a

la

muerte

el humorismo

de

la desesperación:

Van

a

detener

a

todos los

ciegos

te decía

un

amigo

—¿Sí? ¿Por

qué?

Porque

no

pueden

ver a

Negrín

Lo

mismo

nos

pasa

a todos

Bueno

sí;

pero

es

que los ciegos tienen además otro

delito

—¿Cuál?

El de

intento

de evasión al

campo

contrario

¿No

ves

34

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

35

que

se

paran

al

borde de

una acera y

piden

al transeunte

que

los pase

al otro

lado

?

. . .

En

el

teatro,

un actor cómico

hacía varios chistes sobre

la

escasez

y la mala calidad

del tabaco.

Daba a sus pitillos

el

nombre

de una flor:

 nomeolvides,

porque

se

apagaban

a

cada

instante,

en cuanto uno se olvidaba de

chupar.

¡Son

de amianto

exclamaba

el

actor,

cuyos

gestos

celebraba

estrepitosamente

el público;

y

al

ver

a un soldado

en

el

patio

de butacas le

pedía

un

cigarrillo,

después

de tirar

con

asco

el

suyo.

No

tengo,

amigo

contestaba

el

mlozo recién

llegado

de

las trincheras.

Me lo esperaba.

Aquí

sólo

fuman

los dirigentes y

los

jefes

.

,

.

Una carcajada

en

el teatro. Se

fijaba

el actor

en

un

palco,

donde había un comandante

y varias

muchachas.

¡Camarada

Sin

que

se

entere

la tropa.

. .

¿Fumamos?

El

oficial,

un

poco

azorado,

echaba

un

pitillo

al

escenario.

Lo

cogía

al

vuelo el

actor,

-lo

miraba con arrobamiento

y

decía,

pronunciando

a.

la

española

la

palabra

yanqui:

¿Es

 Lucky,

no?

¡Ya

lo

creo

que

es

 luqui

¡Vamos,

lu qui

hay

Deshacía

el

pitillo

en

la

palma

de

su mano izquierda,

y

luego

iba

quitándole

a

la

picadura los palitos

que tenía.

Esto,

durante

varios

minutos.

Al fin,

ya

entre

los

gritos

del

público,

le

preguntaba

al

comandante:

Oiga

usted,

camarada.

¿Me

ha dado un pitillo,

o

un

haz

de leña?

¡Fuma

y

calla,

si

quieres Es

el

tabaco del

frente.

Bueno, bueno,

fumaré;

pero.

.

.

¡cuidado

que

os

dan

palos

en el frente

 

Y el

público,

que

era

antifascista,

se reía.

En

un

café,

ante

dos

tazas de un recuelo

negruzco,

indefi

nible,

discutían

dos amigos:

Si entrasen los fascistas en

Madrid,

harían una

salva

jada.

¡Qué

cantidad de

fusilamientos

No

creas.

A

Franco,

cuando

termine

la

guerra,

no

le

convendrá

crearse más

enemigos

con nuevas

ejecuciones.

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36 J.

GARCIA

PRADAS

Bien;

pero

si nos

deja

en

pie

a

nosotros,

a sus

enemigos

de

hoy,

estará

perdido.

Además,

ten en

cuenta

que

es

maricón.

Ese tío

no perdona. ¡Se carga

a

su padre

Es

que

no

le conviene.

La

guerra

exige

una

política,

y

la

paz,

otra. Cuando

llegue

la

paz,

los derramamientos

de

sangre

serán

peligrosos.

¡Déjate

¿Tú

crees

que

si

cogiese

a Eduardo Val

no

le

arrimaría al

paredón?

¡Vaya

una

pregunta

¿Cómo

se

iba

a

salvar

ese,

si

organizó

las

Milicias

Confederales y

ha hecho

más

contra

el

fascismo

que.

. .

Lo

fusilaría.

¿Ya

Miguel

San

Andrés,

el

de Izquierda

Republicana

?

Mira,

a

ése,

no.

Los

republicanos

son

otra

cosa

;

como los

gorriones,

no

merecen

el

tiro.

. .

Le condenarían

a

veinte

o

treinta

años

de

trabajos forzados.

¿

Y

a

Miaja

?

¿Tú

crees

que

a

Miaja

?

. .

.

¿ Quieres

que te conteste

con

sinceridad

?

Claro.

¿Sin

propaganda para

el

Extranjero?

¡

Naturalmente  

Pues,

mira,

chico,

yo

creo que a

Miaja

...

¡

Bah

 

Le

pondrían

tres duros

de

multa

...

¡

Qué

sabe él

de

la

guerra,

si no

se

ha metido

en

nada

La

ironía

de este

cuento,

que

provocaba

la risa

en

todas

partes,

era una

manifestación del

propósito

popular

de

resta

blecer

la

verdad

sobre

la

defensa de

Madrid,

a

la

que

Miaja

debe su fama

sin

que

ella

se

deba a

él.

Cuando

los

periodistas

de la

capital

pidieron

que

se

le

condecorase

con

la

Medalla

laureada

de

Madrid,

yo

le dije al

general

en su

despacho

de

los

sótanos del

Ministerio de

Hacienda,

una noche en

que

convidó

a

champán

a los directores de

los

diarios madrileños:

Ya me

conoce

usted,

a

pesar

de

que casi

nunca

vengo

a

verle. Me

pierde

la

sinceridad.

.

.

—Lo

que te pierde

es el

veneno

que

tienes. Te

metes

conmigo

en

 C N

T

sin

que

se entere

nadie más que

yo

. . .

Pero,

¡hombre ,

si

es que

tiene

usted

unas

cosas.

.

,

¿Quiere

que

le

diga

lo

que me

parece

este

acto de hoy?

¡Venga

Pero

si

me

tomas el

pelo

te fusilo.

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LA

TRAICION

DE

STALIN

37

Es

usted

calvo,

mi

general

. . .

Escuche,

que

le

voy

a

dar

mi

opinión

con un cuento,

a

guisa

de

parábola.

Un

domingo,

estando

el

puerto

de Santander lleno de

gente,

se

cayó

al

agua

un chiquillo.

Voces,

gritos,

un estremecimiento

de

angustia

en

los

corazones,

ante

la

posibilidad

de

que

el

chico

se

ahogase.

De

pronto,

¡al

agua

un

carabinero Cae de

mala

manera,

con

aspaviento

de

susto,

pero enseguida

se

repone,

nada

presto

y

salva al

 peque.

Cuando lo sacó del

mar,

quién

le

felicitaba,

quién

pedía para

él

la Cruz de

Beneficencia,

entre un coro de

vítores.

Y

el

carabinero,

así

que

sosegó

su respiración

y

echó

por

boca y

narices el

agua

que

involuntariamente había tra

gado,

dijo:

Sí, sí

;

todo esto está

muy

bien

.

. .

Pero

lo

que

yo

querría

saber es

quién

es el follón

que

me

ha

empujado

. . .

El

general,

que tenía en

la

mano

derecha

la

ancha

copa

de

vino

dorado y

espumoso,

me

miraba

en

silencio

a

través

de

los

gruesos

cristales

de sus

gafas,

bonachón y

torpote,

receloso

e

indulgente

al mismo

tiempo.

No

si

pensaba

formar

el

piquete

de

ejecución.

De

querer

fusilarme,

le hubiera

dicho,

al

verme

perdido, que

en la

defensa

de

Madrid tuvo

un

papel

menos

importante

que

el del carabinero

en

el

puerto

de

Santander.

¡Y

lo bueno del

caso

es

que

luego

el

general

se

aplicaba

el cuen-

teeillo

contándoselo

a

sus íntimos

Siendo

las

lentejas

el

único comestible

que

relativamente

abundaba

en

Madrid,

la

gente

dió

en llamarlas

 pildoras de

resistencia

del doctor

Negrín.

Fué

imposible

evitar

que

en

una

calle

se

constituyera,

por

imperativo

de

la

necesidad,

una

especie

de

lonja

del

intercambio,

adonde

iba

una

mujer

con

un

pollo y

se

marchaba con media libra de

tabaco;

se

acercaba con

unos

zapatos

un

chaval,

y

se

alejaba

con

un

conejo

y

tres

coles;

por

un kilo

de tocino

se

podía

obtener

un

corte de

traje

;

por

un

poco

de

café adquiría un

peluquero

el

compromiso

de

hacerle

 la

permanente

a

la

mocita

que

lo

llevaba;

por

una

pastilla

de

jabón

se

podía

alcanzar

el

guiño intencionado y

 formal

de

alguna

otra.

. .

Aquella lonja

del

intercambio,

tan

pintoresca

y

abigarrada,

ponía

al descubierto el

cáncer de

nuestra

retaguar

dia,

corroída

ya

por

todos los horrores

de

la

guerra,

y

no

sé a

quién

se

le ocurrió

decir

que

había visto

allí

al

Presidente

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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38

J. GARCIA

PRADAS

atareado en cambiar de

una vez todas sus

 pildoras

por

una

maleta

de

segunda mano.

.

.

Un día

apareció

muerto un

burro

en

la

barriada de

Las

Ventas,

ya

en las afueras de la

capital.

El asno,

montón de

huesos

cubierto

por una sucia y

llagada

piel

de

matalón,

tenía

al

cuello

un

cartel en el

que

se

leía:

 Perdóname,

fraternal

camarada Negrín.

¡No

he

podido

resistir

más

También se decía que

una

noche,

en el

frente,

de trinchera

a

trinchera,

los fascistas

gritaron:

¡Rojillos

¿Queréis

sardinas? Tenemos

aquí

dos

cajas.

Enviad

por

ellas.

¡Que

os

aprovechen,

cabrones Sois unos traidores.

Lo

que

queréis

es

quedaros

con

los

que

enviemos

a

buscarlas.

Sólo lo haríamos

si

enviaseis

rusos. . . Si

sólo sois

espa

ñoles,

os

las

enviaremos con un borrico.

¿Italiano,

o alemán?

Será

el

consorte de Franco.

Al

cabo

de

una larga

y

grosera

discusión,

el burro

llegó

cargado

con

dos

grandes cajas

de

sardinas,

y al día

siguiente

los fascistas volvieron a

gritar:

.

¡Rojillos

¿Cómo

estaban

las sardinas?

¡Formidables

Hasta

ahora

no hay

ningún

caso de

enve

nenamiento.

'

Si

queréis más, enviadnos

el

burro,

para que vuelva con

otra

caja.

¿

El

burro,

decís

?

¡

El

burro

estaba

mejor

que

las

sardinas

 

X.

El

discreto

y cobarde

 ¡Ahí

queda

eso

Sólo un

idiota

puede

decir

que

estos

chistes

y otros

muchos

eran

fascistas,

de la

 quinta

columna.

La

verdad es

que

los

contaban

aquellos

madrileños

de

cuyo

antifascismo nadie

podía

dudar,

los que eran

capaces

de

reírse

de

la muerte

y

de

hacer

una pirueta

sobre

el

abismo abierto

a

sus

pies.

Eran los

chistes

de

la

desesperación madrileña,

los donaires de un

pueblo orgu

lloso

de su

sufrimiento

y

capaz

de

burlarse de su

propio

dolor.

El

verbo

de

Madrid fué

en

aquellos

días tan

desgarrado

como

el

que

tuvo

el Azoguejo

de

Segovia,

el

toledano

Zocodover

y

el

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LA

TRAICION

DE

STALIN

39

Mentidero

de

la

misma

Corte

de

los Milagros en

tiempos

de

los

Felipes,

cuando

España,

siendo

una

gusanera

de

picaros,

frailes,

pretendientes y soldados,

daba su nombre

y

su sangre a las

empresas

imperialistas

contrarias a su destino.

¡Nadie

creía

en

nada,

como no

fuera

en el

hambre

y

en

la

muerte

En tal

ambiente,

costaba mucho

trabajo

pensar

con

lucidez,

ponderar

la»

circunstancias,

sentirse servidor del

pueblo

y de

un

ideal,

vigilar

los movimientos

de

todos

los adversarios

y

determinar los

propios

con

valentía,

buen tino

y

noble intención.

El

espíritu público

enfermaba;

tantas

veces

se le

había

disfra

zado

al

pueblo

la

verdad,

que

daba

plaza

a las

mentiras

más

desprovistas

de

fundamento.

Todo

le

era

igual.

La

Prensa,

con una

gran

escasez de

papel, no podía

cumplir

su cometido;

por

 radio no

se

decían más

que

tópicos;

ninguna

autoridad

hablaba;

los

dirigentes políticos

no sabían

qué

hacer;

todo

el

mundo tenía

suposiciones absurdas,

barruntos

trágicos, recelos

peligrosos

e

informaciones de

mal

origen.

En

poco

tiempo,

Madrid

llegó

a

parecerme

un inmenso

manicomio,

en

el que

la

misma

sensatez

tenía tono

demencial.

A

todo

esto,

con

la

mayor

discreción,

se marchaban

los

cobardes. De la noche a la

mañana, desaparecían

directores

de

periódicos

que

sólo

sabían

escribir

en pro de

la

resistencia;

oradores

que se habían

hartado

de

decir en los mítines

que

Madrid sería Numancia

cuando no

pudiera

ser

el

primer baluarte

del

antifascismo;

dirigentes

que

otras veces

proclamaron

la

necesidad de fusilar

a

los

cobardes

como si fuesen

felortes,

y

hasta muchos héroes

que

se batieron

con

arrojo

en

julio

y

en

noviembre

de 1936 y

que

más tarde

se jugaron

la

vida en las

trincheras. Fuera

de

Madrid,

de

aquel

Madrid batido por la

artillería

contraria,

la desmoralización

era

mucho

mayor.

Alicante,

por

ejemplo,

se

iba

quedando

vacío. Para evitar

aque

lla

desastrosa

ignominia, nuestro Movimiento montó

la guardia

en

todo el litoral.

En

Sagunto,

los

compañeros encargados

de

impedir

la

fuga

de los cobardes

fueron

barridos,

por

éstos,

a

fuego

de

ametralladora

. .

.

¿Y

cómo

no

iba a ocurrir

esto,

si

todos

los

sectores

anti

fascistas,

excluido

el libertario e incluido

el

bolchevique,

hacían

secretamente

las listas de sus militantes

y

con el

mayor sigilo

les

daban su

pasaporte,

para

que

hoy

unos

y

mañana

otros,

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40

J.

GARCIA

PRADAS

con

su familia

y

los

medios

de

vida

necesarios

escapasen

dejan

do al pueblo

 organizado

para

resistir

el

criminal

ataque

de

la

bestia

fascista ?

Había

dirigentes

de partido

para

quienes

no había

sonado la hora de

la

fuga;

pero

sus actividades

no

-

eran

otras

que

las de

la

evacuación.

El

P.

C.

la

tenía perfecta

mente

organizada para

sus

dirigentes.

¿No

es

verdad

cama-

rada

Manuel

Delicado

que

en

público

hablabas de

 la

defensa

de la

patria y

en secreto hacías valer tu nacionalidad argentina ?

El

Gobierno

procedía

de

semejante

manera.

Ya

hablé del

timo

de

los

pasaportes.

Ahora diré

que

Negrín desde

la

posi

ción

Yuste

organizó

el

saqueo

de

la

riqueza

fungible

que

nos

quedaba.

Había

una Junta Nacional del Tesoro

Artístico

en

cargada

de

su

custodia;

dependía del

Ministerio

de

Instrucción

Pública

regentado

por

Blanco

y

Negrín

que

no confiaba mucho

en

éste

lo

hizo

depender

del

Ministerio

de

Hacienda cuyo

titular

el

republicano

Méndez

Aspe

compartía

con

él el

manejo

clandes

tino

de

los

bienes

nacionales.

Cuadros estatuas

porcelanas

joyas

maravillosas

oro

plata:

todo fué trasladado cerca

de

los

puertos

a

los

depósitos

donde

meses

después

encontrarían gran

parte

los fascistas.

El

Presidente ordenó

hasta

la

acumulación de

grandes

cantidades de azafrán

y

de

mercurio

para exportarlas

y

algo semejante

hizo

por

su cuenta

alguna Organización

. . .

Nosotros

estuvimos

a

punto

de

obrar

del mismo

modo.

Aquello

no

era más

que

realizar

el

plan que

nos

había

expuesto

Blanco

a su

llegada

a

Madrid.

En la

capital

no recordábamos

ya

sus

palabras

los

siete

compañeros

que

después

de oírlas

y

meditarlas

acordamos

guardar

silencio acerca de

ellas

porque

las creíamos desmoralizadoras.

Pero

aunque

nuestro

Movi

miento

estaba en manos de

hombres

de buen

temple

dispuestos

a jugarse

la

vida por mantener una justa

posición

el

ambiente

de Madrid

desesperada

tranquilidad falta

de

miedo

al

ataque

orgullo

colectivo para

burlarse

de

la

muerte

no

existía

en

ningún otro

sitio.

Los

puertos

estaban

perdidos.

Y en una

ciudad con puerto

se

aceptó aunque con toda clase

de

reservas

y a la vista de lo

que

hacían

los

demás

la sugerencia

de  salvar

nuestros valores morales

y

materiales-

Los

compañeros

Manuel

Salgado

González

Marín

y

yo

fuimos

encargados

de hacer

aquella

labor en

la región del Centro.

¡Menudo

encargo

el de hacer listas de

embarque

destruir

parte

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LA

TRAICION

DE

STALIN

41

de

nuestros

archivos y salvar la

documentación interesante,

cuando nuestros

compañeros

hablaban

de

pegarle

un

tiro

a

quien

hiciese

las maletas

y

hasta de

dejarlo tendido en la calle con

un

cartel

que

dijese

:  Con

pasaporte

. .

.

para

el

otro mundo

Nos

enteramos

de

la

designación que

nos hacía

y

de

las

orienta

ciones que

nos daba

para

el

trabajo

el

compañero

secretario del

Subcomité Nacional de la

C.

N.

T.,

que

unos días antes se con

virtió en

Comité Nacional.

Habló

y

leyó

durante más

de

una

hora.

Nosotros

callamos,

abrumados

de

responsabilidad

;

acepta

mos el

encargo

acuerdo

orgánico

sin

decir una

palabra,

sin

mover

la cabeza, como

se

acepta

lo

irreparable,

y

a

la

hora

de

cumplirlo

...

\

A

la hora

de

cumplirlo nos

pusimos

a tono con

la

situación,

que

demandaba

enérgicas

medidas,

reacciones

vigorosas.

Pres

cindimos

de

ocuparnos

de

 los

valores materiales

y de

la docu

mentación,

para

no

alarmar

a

nadie,

y

dirigimos inmediatamen

te una carta circular

que

yo

redacté

a

los secretarios de los

Sindicatos de la

región, pidiéndoles que

en

un

plazo perentorio

creo

que

fué de

dos

días

nos enviasen una

lista

secreta de

los militantes

de

cada

organismo,

con

datos referentes

a sus

aptitudes

técnicas,

su

edad,

su

capacidad

política y

militar,

los

cargos

que

habían

desempeñado

dentro

y

fuera

del

Movimiento,

y

los

que

podrían

desempeñar, amén

de los

que

tuvieran

enton

ces. Les decíamos

que

mientras

otros sectores se

organizaban

para

huir,

el

Movimiento libertario había

de

organizarse para

luchar;

y,

en

efecto,

las

listas

que pedíamos,

si

por una

parte

nos

permitirían

saber en un

momento

oportuno

qué

compañeros

habría

que

sacar de la

región,

por otra

podrían

ser la

labor

inicial de un

golpe

político: el recuento de

fuerzas.

Ha

salido

la

frase:

golpe

político,

 golpe

de

Estado.

Y

bueno será

que

el

lector,

al

leer

algunas

de

las

cosas

que voy

a

escribir,

no

confunda mi obligación

de

ser

sincero

con una

vanidad

que;

estoy

muy

lejos

de

sentir.

Se duda de

la

significa

ción

de

ciertos

hechos,

y

hasta

se

da

el

caso

de

que

los

condenan

hoy

tácitamente

quienes

ayer

proclamaron

que

se habían

pr»-

ducido

según

sus

indicaciones;

por

lo

tanto,

conveniente

será

que quienes

imitan

al soldado

en

lo

de ofrecer

el

pecho

a

las

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LA

TRAICION

DE

STALIN

43

fué

posible

aterrizar

en

tierra

catalana sino

en

Toulouse.

Pensando

que

ocurriría

esto

y

que

por

consiguiente

su viaje

sería

inútil

Manuel

Salgado

y

yo que

durante casi toda la

guerra habíamos

trabajado

con

Eduardo

Val

hicimos un viaje

a

Albacete

donde

esperaba

ocasión de

trasladarse a

Cataluña

para

decirle

que nos era

necesario en

Madrid.

Tuvimos

la

des

gracia de

que

se

nos

estropease

el coche y

llegamos

a Albacete

al

cabo de

andar cuatro

horas por

la llanura

manchega

en una

noche en

que

se

helaba hasta el

aliento. Demasiado tarde.

Fué una lástima.

Salgado

Val

y

yo

habíamos conversado centenares

de veces

de

lo

que

pasó

y lo

que

pudo

pasar en Madrid en las

jornadas

de

noviembre de

1936

y sobre el

cañamazo de

aquellas

charlas

tejí

un

drama

titulado

 Al

huir

los personajes.

.

.

en

el

que

se

exponía

la táctica de un

golpe

de

audacia

contra

el

Estado

por

medio del cual el

poder

proletario

efectivo

y

directo

de

administración de

cosas

y

control de

fuerzas

de Sindicatos

y

Milicias

se irguiese con brío y

esperanza

entre

el

ataque

fascis

ta

y

la fuga de

los elementos

representativos

de la

démocracia

burguesa.

Mi

ficción

literaria

pudo

ser realidad

en

el Madrid

de los días

heroicos

en

cuyo

ambiente fragoroso

tenía

talla

de

mito la

figura

de

Durruti

y

dictaba leyes

la

audacia

de

los

valientes

; pudo

serlo también

en

Barcelona

cuando

el

Gobierno

de Negrín

la

abandonaba

y al

perderse

Cataluña

su escenario

obligado

volvía a

ser Madrid.

Salgado

y

yo

así lo

creíamos.

Las circunstancias

de

vivir

y

trabajar

juntos

de

conocernos

bien y de coincidir

casi

siempre

en

el

pensamiento

y en

la

acción

hicieron

innecesario que

hablá

semos del asunto.

Mutuamente

suponíamos que

estaríamos

de

acuerdo

a la

hora de hacer

algo.

Y

si nosotros

teníamos

la

idea

que expongo

Eduardo

al volar

hacia

Francia

volvía

al

bravo Madrid

su

imaginación

y

su memoria a

los días

de

más

difícil combate. Si no

se

hubiera ido. . .

Pero

se

fué y

en

Toulouse

por donde

anduvo

con la barba

crecida

su mono

azul

de todas las

jornadas

de la

guerra

de clases

y

un

jersey de

coderas

agujereadas

vió

la

desvergüenza

de unos políticos

el miedo

de

otros

la

angustia

de muchos

compañeros

anonadados

por la

pérdida de

Cataluña

la de la

guerra

y

el

general

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44

J.

GARCIA

PRADAS

sentimiento de indignación

y

repulsa

que

había en

Francia

contra

Negrín.

Amil

López

y

Val

no

podían

sujetar

sus nervios en Toulouse.

Queriendo

volver

a

la

zona

central

no

lograban

conseguirlo

porque

el

cónsul de España daba

plaza

en los

aviones

del

Estado

únicamente a

los

compinches

de Negrín.

Adivinaban lo

que

éste

pretendía

hacer

querían

contribuir a

impedirlo y

Val

un

día

en

que

no

le

fué

posible

silenciar su

pensamiento

le

dijo

a

Blanco

en

Toulouse:

Ahora

es

la

ocasión de

hablar

fuerte.

Pero

en Madrid.

Allí hay

que

hacer

algo

que

levante a

la

gente.

. .

Una

semana

después

que

Negrín

volvió

a

la zona

central

nuestra

delegación

que

para lograrlo hubo

de

hablar fuerte

al

cónsul.

Tres

o

cuatro

días

antes

el coronel

Casado

me

había

pedido

que

fuese

a

su

casa.

Era

la tercera

vez

que

hablá

bamos. Me

recibió en su

alcoba

pues

por entonces le retenía

en

la

cama

una úlcera

de

estómago

de

la

que

no

quería

operarse

para

que no le sorprendiera en

una clínica

cualquier

ataque

enemigo

o

algunos

acontecimientos que

esperaba.

Desde

allí

con el

teléfono

al

alcance

de

la

mano

atendía

a

sus

numerosas

obligaciones.

Me

pidió que

le escribiese un

manifiesto

dirigido

a

los

españoles

de uno y de

otro

lado de

las

trincheras

en

pro

de

una paz honrosa

y

española

de

reconciliación

nacional sobre

la

patria

independiente

y libre.

Esto era un

juego

de

palabras

un

poco

vacías

desde

luego;

pero

en

aquella

situación

el

querer

llenarlas

de

contenido mediante

el

intento de

evitar

el

debastre

en

que

todo

se

perdería

bastaba

para

enaltecer

a

un

antifascista.

Me extrañó la

petición

de

Casado

porque

éste

no necesitaba

a

nadie

para

hacer un

manifiesto;

y

mi extrañeza aumentó al

ver

que

el coronel eludía

el

darme unas orientaciones

para

el

trabajo

que

me

encargaba. Sospeché

que

lo

que

pretendía

era

saber

a

través

de

mis

palabras

cómo

pensaba

nuestra

Organi

zación.

Todo

el

mundo

medía el

terreno . . . Ahora bien

;

Val

desde

Francia

ya había

telegrafiado

a

Salgado indicándole que

estuviese

al

habla

con el coronel.

. .

Hice el

manifiesto

aquel

mismo

día

y

se lo leí a

Salgado;

le

gustó.

No iba

más

allá de

donde

convenía. Se lo

llevé al

coronel

le

pareció

bien

y me

dijo

que

lo

leería

por

 radio

después

de

lograr

que

se

lo

firmara Negrín con

cuyas

declaraciones

públicas

coincidía.

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LA

TRAICION DE

STALIN

45

Cuando vino

Val

le

informamos

de esto

y

recuerdo

que

Eduar

do

sonrió

como si viera confirmada

una

sospecha

...

Le

dimos

cuenta

después

de

la

situación de

la

zona

y

coincidimos en

la

necesidad de

oponernos

a

la

desmoralización

y

de organizar

nuestras

fuerzas

primeramente

las de

todo el

antifascismo

después

para dar

eficiencia

a

cualquier decisión

que

se

tomase.

XII.

 Por

la dignidad

del

antifascismo.

El

público

malestar había

crecido

extraordinariamente.. Ya

sobre temer una brutal ofensiva del

enemigo

la

gente

barrun

taba

sublevaciones. No había datos

concretos

pero

el

examen

de la situación y el conocimiento

de las

fuerzas político-sociales

del

Ejército y

de

algunos

hombres

permitía

suponer

muchas

cosas. Podía haber en

Levante

un alzamiento

fascista

puesto

que

los dirigentes republicanos

se

marchaban;

podían

dar un

golpe

de

fuerza

los

comunistas

con

Negrín

a

la

cabeza;

podían

sublevarse

algunos

jefes militares. Procuramos saber

qué

había

de todo

esto

y

nos

enteramos

al

detalle

de las

conversaciones

que

mantenía con

Manuel

Valdés

jefe

de

los

fascistas

de

Ma

drid

en el

hospital

de

la

cárcel donde estaba encerrado

el

azañista

Ramón

Rubio

millonario

 demócrata

presidente

de

la Cruz

Roja

Española.

Hablaba Rubio

con Valdés

como con

una

autoridad

con un

árbitro

de

la

situación.

Y

no

era

el

único

republicano que

le

visitaba.

Los

jefes

militares estaban hartos

de Negrín

y

entraron

en relación contra él

aquellos

días en

que no

sabíamos

dónde

estaba el

Gobierno

y

todo el mundo

hablaba

como de una nece

sidad

de constituir un

organismo

que le

sustituyese.

Sabían

que

no era

sincera

la

consigna

de

resistencia

y

se veían

empu

jados

hacia

el

desastre

de

hacer

frente

al enemigo

sin material

sin

tropas

animosas

sin

ninguna posibilidad

de

brillo.

Consi

deraban

que

Negrín

iba

a

hundirlos

en el

fracaso;

un fracaso

que les

haría

perder

el prestigio profesional

y

acaso la

vida

al mismo

tiempo

que

produciría

el

sacrificio

estéril

criminal

de

ochenta

o

noventa

mil

hombres

sobre

cuyos

cadáveres

pasaría

el

enemigo

para

entrar a

saco

en

 razzia de

invasión

en

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46 J.

GARCIA

PRADAS

nuestra

zona, donde todo

se

habría

perdido, hasta

el

honor.

Y

estas

consideraciones,

capaces

de producir un

clima de rebe

lión,

iban

juntando

a

Casado,

a

Menéndez,

a

Matallana,

a

Esco

bar,

a Burillo, a Miaja, a los

hermanos Pérez Salas. . .

Casi todos los sectores

sindicales

y políticos del antifascis

mo escondían

su

angustia.

Pero

el

Partido

Comunista

desple

gaba

gran

actividad.

Numerosos

miembros

de

su

Comité

Cen

tral

Uribe,

 Pasionaria,

Delicado,

Daniel

Ortega,

etcétera

,

en relación

permanente

con

el

Comité Provincial de

Madrid,

preparaban

el

asalto.

Celebraban cada reunión en distinto

sitio,

llamaban

o

iban a visitar

a

muchos

jefes

militares

y

diri

gieron

a numerosísimos

de

los

afiliados

que

tenían

en

el

Ejér

cito una circular en la

que

les

preguntaban

qué

órdenes acata

rían

en

el caso

de

que las que recibieran de

sus

superiores

estatales se

opusieran

a

las del

Partido;

circular

que

fué

segui

da por

otras

el Comité Nacional de la C. N. T.

dispone

de

algunas

en las

que

ya

se establecían

las

instrucciones de la

insurrección,,

que

había

de tener como primer

objetivo el

aplas

tamiento

de

los

anarquistas.

El

tono

provocador

y

estridente

de

la

Prensa staliniana

denunciaba el

intento

dictatorial. Negrín

viajaba

mucho,

y de

modo

extraño;

hasta en

las carreteras

celebraba

algunas

reuniones

;

anunciaba

que

iba a ir a un

sitio,

e iba a

otro;

que

iba a

hablar,

y

no

hablaba;

que

iba

a

celebrar

consejo

de ministros tal

o

cual

día,

y no

lo celebraba.

Por

este

procedimiento conseguía que

la confusión

se

sintiese,

no

sólo

en el

pueblo,

sino

también en

el

Gobierno;

y

tal confusión

se

hizo

alarma cuando

un destacamento de

guerrilleros comunistas

quedó

encargado

de

la

custodia

del

aeródromo de Los Llanos.

Dése,

pues,

cuenta

el

lector

de

lo

cargada

que

estaba la

atmósfera cuando

la

militancia

libertaria

más selecta de

la

región

del

Centro se

dispuso

a celebrar un

Pleno,

al

empezar

la postrera

decena de

febrero.

¡Qué

reunión Nos

congregamos

en «un

salón del

Sindicato

de

Espectáculos Públicos,

en

la

casa

número

29 de

la

calle

de

Miguel Angel,

contigua

al

palacio

donde

Durruti instaló su cuartel

general

en

noviembre

de

1936,

unos doscientos

cincuenta

compañeros

de ánimo

bien

templado,

de

recia mentalidad revolucionaria

y de carácter propicio a

las

audaces

decisiones.

¡Gente

de

Madrid,

del Madrid de Julio

y

de Noviembre

Yo daría

aquí

nombres,

describiría

figuras

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LA

TRAICION

DE

STALIN

47

gallardas y copiaría magníficas

frases

si

no

tuviera

en

cuenta

que

se

han

quedado

en

España muchos héroes

expuestos

al

martirio;

sólo

diré

que

allí

había soldados

y

jefes

militares

Mera

entre

ellos— trabajadores manuales

e

intelectuales

de

todos

los

Sindicatos

la

experiencia

corajuda

de los

viejos y el

ardor arrebatado

de los

jóvenes

y

sobre

todo

la conciencia

viva

y

preocupada

de

quienes

medían la

responsabilidad

de

escribir

en

la

Prensa

de

hablar

en los

mítines

de mandar

millares de

hombres

en el

frente

de

dirigir

el

pueblo

desde

un

cargo

cual

quiera

Y

este sentido de la

responsabilidad

abrumador enton

ces

fruncía

los

entrecejos

daba un

rudo

y

apasionado

tono a

las

frases

ennoblecía los rostros

sin

afectar

y

los

trajes

des

cuidados

agitaba

como banderas las

greñas

caídas sobre

cada

frente altiva

y noble como un mástil

Aquel

Pleno fué

un

arrebato

de

dignidad

Analizamos con

detenimiento la

situación

de la

zona

y

la

vimos tan

desastrosa

que

en

ella nos

pareció imposible

no

sólo

resistir

sino

también

hacer la

paz

Convinimos todos

en

la necesidad de

organizar

con

ritmo

de

lucha

con

pasión

de

combate

nuestras

fuerzas

y

las

ajenas

para

evitar

que

entre

la

guerra a muerte

de

la

que

muchos hablaban

como si fuese

posible

el

suicidio

de un

pueblo

y la

paz honrosa

en que

algunos empezábamos

a

pensar

apareciese

el

caos

el clamor iracundo

de las muchedumbres

abandonadas

o

vendidas

el

horror

de

una catástrofe

militar

seguida

por

el

descoyuntamiento

de

nuestra

retaguardia

que

en unas

horas

podría

enloquecer

de

pánico y

desesperación

como

pasó

en

Málaga

en

Santander

en

Asturias

en la

misma

Cataluña

Y

con

el

fin

de

lograr

esto

para emprender

unas

activida

des

de radio

más

amplio

que

el

específicamente

nuestro

el

Pleno

acordó crear

un

Comité

Regional de

Defensa

al

cual

habían

de

quedar supeditados

férreamente

los

demás

y

en el

que

se

agru

parían

las siguientes secciones:

organización militar

estadís

tica

policía política

propaganda y

orientación

control de

nues

tra

fuerza

económica

transportes

y

utilización de

elementos

técnicos Fuimos

designados para

integrar

el

Comité: Eduardo

Val

votado

por

unanimidad

como

secretario;

Benigno

Mancebo

Melchor

Baztán

González

Marín

Manuel

Salgado

Manuel

Amil

y

yo

Las

facultades

de

aquel

Comité

que

en

atención a

las

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48

J. GARCIA

PRADAS

circunstancias

nacía

con

carácter

ejecutivo, eran

extraordina

rias. Desde el mismo día

de su constitución

trabajó, no

ya con

entusiasmo,

sino

con

frenesí,

e

inmediatamente lanzó

un mani

fiesto,

que

yo

tuve el

placer

de

redactar,

en

el

que se decía

¡cuánto

siento

no

tenerlo

a

mano

que

el

Movimiento

liber

tario

se erguía

frente

a

quien

fuese menester  por la

dignidad

del

antifascismo

y

estaba

dispuesto,

no sólo a

cumplir sus

públicas

promesas,

sino también a

hacer

que

cumpliesen

las

suyas

los demás

;

se

declaraba con fuerza

suficiente

para

intentar

convertir

en realidad

el

 O todos

nos

salvamos

o

todos

nos

hundimos del

Gobierno;

anteponía

la

salvación del

pueblo

a

la

de

sus dirigentes,

la victoria política

del

antifascismo

a

los

triunfos militares del invasor

y,

en

última

instancia,

para

el

momento

oportuno,

el

 ¡Sálvese

quien

quiera de

los

dignos

luchadores

al

 ¡Sálvese

quien

pueda de

los

cobardes

que

desertaban.

El

manifiesto produjo honda impresión

en

los

círculos

polí

ticos y

militares. No

cómo le séntaría a Negrín.

Nuestro

Movimiento

sacudió

sus

nervios

al

conocerlo,

y nuestra Prensa

vibró al

comentarlo,

a

pesar

de

los

censores,

que se

quedaban

atónitos al

leernos. Yo

lo

hice

con

el

entusiasmo

del

Pleno,

después

de

seis

o siete horas de

discusión,

y

seguro

estoy

de

que

al

redactarlo influyó

en

la

idea

confusa aún

en

mi

conciencia

de

una

sublevación contra

todos los

farsantes

que

dirigían la

ficción de Estado

que

nos

quedaba.

Pero

luego,

a

fuerza

de

leerlo

y

de

pensar

en

él,

contrastando

lo

que

decía

con

lo

que

pude

observar en

las

entrevistas

políticas

que

después

celebramos,

y

observando

los

indicios del

golpe

que se

tramaba

contra

nosotros,

vi

que

sus frases calientes

desafiaban

a

Negrín,

a

los

comunistas,

a los felones

relacionados

con

el

fascismo,

a

la

 quinta

columna,

a los que andaban

buscando

pasaporte,

y

me

planteé

concretamente

el

problema

del

cumplimiento

de

las

promesas

que hacíamos allí.

Dos

o tres días

después,

hablé con Val

y

Amil.

Les

dije

que

perdíamos

el

tiempo, aunque

trabajábamos

mucho,

y que

corríamos

el

riesgo

de

que

Negrín

y los

comunistas,

por

una

Darte,

y

por otra el fascismo

enquistado

en

la

retaguardia

se

alzasen para aplastarnos;

que

podían

sublevarse los militares

profesionales,

con

peligro para

Organizaciones

y

Partidos anti

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XIII.

¿Qué

pretendían

Negrín

y

el

Partido

Comunista?

L narrar el

aplastamiento

del

P.

C

que

intentaba

aniqul

lar a los

demás sectores

antifascista

y

especialmente

al

Movimiento

libertario

se

hace

preciso

fijar

la

significación de

 la

ayuda

rusa a

España

y

para

esto

voy

a

recurrir

a un

testimonio que me ha

confirmado

con

claridad

autorizada

las

sospechas

que

tuve durante la

guerra;

sospechas

que

me lleva

ron

frecuentemente

a

afirmar

que

el

 stalinismo

era incompa

tible con nuestra

revolución

y acaso su

enemigo

más

peligroso

porque

se llamaba defensor de la clase

trabajadora

al

ponerla

a

su

propio

servicio

porque

ajustaba

su actuación

oportunista

a las

conveniencias de la

Unión

Soviética

porque

saboteaba

la acción

directa

sindical

con toda suerte

de

maniobras

políticas

y

disponía

de

los

medios necesarios

para imponer

sus

normas

sus hombres y sus

privados

intereses

en

la

vida

nacional.

El

ex-general

ruso

Krivitsky

que fué jefe del

Servicio

Se

creto

de los

Soviets en la

Europa

Occidental

y

ha

desempeñado

cargos importantes

en

la

U.R.S.S-

recibió

en

septiembre

de 1936

la

orden

de

organizar

la penetración soviética

en

España

;

él

fué

quien

preparó

el tablero

donde

después

colocaría

los

alfiles

y

peones de la G.P.U- el

inteligentísimo

Nikolsky

a

quien

conoci

mos

nosotros

en

Madrid

el primer

año

de

la

guerra

cuando

50

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

51

usaba

el

alias

de

Orlov,

tan

alarmante

ya

como los de Schwed

y

Lyova,

que

había usado anteriormente.

Aquel

hombre

fino

y

vivaz,

con

aire

de

ruso blanco metido en

aventuras,

de

asom

broso conocimiento

de idiomas y

ambientes,

fué

quien

hizo

de

las

Brigadas

Internacionales

un

instrumento

peligrosísimo de

la intervención

soviética

en

España, y nadie

sabe

más

que

él

de

los

asesinatos

y

secuestros

de

muchos antifascistas

extran

jeros

y

españoles,

como

Kurt

Landau,

Andrés

Nin,

Mark

Rein,

Camilo

Berneri. . . Pero no es él,

sino

Krivitsky,

quien

ahora

nos

importa.

Enfrentado

con

Stalin

en

noviembre de 1937

y

residiendo como refugiado

político

en

los Estados

Unidos,

ha

publicado

allí

un reportaje

sensacional,

al

que

pertenece

el

siguiente

párrafo:

S'talin

consideraba

que

la

vieja España

había muerto

y

que

la nueva

no

podría

sostenerse

por

sola.

Debía colocarse

en el

campo

de Italia

y

Alemania,

o en

el

de sus adversarios.

Stalin

suponía

que

ni

Francia

ni

Inglaterra podrían

decente

mente

permitir

que

España,

dominando

la entrada del Medite

rráneo,

pudiese

ser dominada

a su vez

por

Roma

y

Berlín.

Una

España

amiga

era

algo

vital

para

París

y

Londres.

La

opinión

de

Stalin era

que

podía crear

en

España

un

régimen

controlado

por

Moscú. Con

España

en su

mano,

podría

exigir

una poderosa y

duradera

alianza con Francia

y

el

Imperio

británico. Al

mismo

tiempo,

su

intervención reforzaría

la fe

de los Comunistas del

Extranjero,

quebrantada

por

su

depu

ración

de la

vieja

guardia

soviética.

Este

párrafo explica

muchas

cosas:

por

ejemplo,

las con

signas

democrático-burguesas,

reaccionarias,

del

Partido

Comu

nista,

a

las cuales

me

referí en

el primer

capítulo,

en

que

las

presentaba

como

signos

de

la

política

que

nos había de

llevar

a

la

derrota.

Rusia

desengáñense

todos los

papanatas

no

intervino

en

España

con

el

carácter

de

un

 Estado proletario

¡menuda

antítesis,

si

el

Estado

es

la clase del Poder

.

dispuesto

a

defender

una revolución socialista. Esto

sería

trotskismo

puro,

y Stalin cree

que

aun

no le

conviene

adoptar

las

posiciones

de

su

antiguo

camarada.

La

intervención soviética

tenía

dos

finalidades:

hacer

una

buena

baza en beneficio

y

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52

J.

GARCIA PRADAS

provecho

de

la

política

exterior

de

la

U.R.S.S.,

en vista

de

que

Hitler

rechazaba los pactos

que le

ofrecieron

los soviets, mien

tras

la amenaza del Japón

crecía

y

el acuerdo franco-ruso

se

iba

a

pique

por decisión

de

Inglaterra,

y

eliminar

la

posibilidad

de

que

una revolución

como la

nuestra,

anarquista por

su

tendencia

política y

sindical

por

sus normas

de

organización,

en

vez de

perderse

en

la

engañosa

conquista

del Estado o de

quedar

satisfecha con

destruirlo,

le impidiera

renacer substitu

yéndolo

ventajosamente

con

un

sistema

social

desconocido hasta

entonces,

entrevisto

claramente

por

nuestra clase

trabajadora.

No

intervenía Rusia

en España

para

ayudarla,

sino

en

beneficio

propio

;

ni

en pro

de la

revolución,

sino

contra

ésta.

Me

parece

que

la fórmula

de

Stalin

era

la siguiente

:

República

democrática

gobernada

en

nombre del Frente

Popular

por él Partido Comu

nista

bajo

el control

de la

G.

P.

17.

Hitler

y

Mussolini,

al

otro

lado,

tampoco

intervenían

por

amor

a España,

sino por nece

sidad imperialista

del

régimen que

han

impuesto

a

sus

países;

pero,

al

mismo

tiempo,

con

el propósito

de

organizar

una nueva

 revolución

fascista;

y

en su

ayuda

a

Franco,

en su

crimen

contra

nuestro

pueblo,

tuvieron

la

audacia

y

corrieron

los

riesgos

que

Stalin nunca

quiso

para

sí.

Según

Krivitzki,

el

dictador de la U. R.

S.

S.

ordenó a sus

agentes

y

comisarios

 establecer un

plan

secreto de

ayuda

a

España,

de

cara

a

evitar

toda posibilidad de complicar

a su

Gobierno

en una

guerra

Su

última

palabra

a

los

agentes

que

asistieron

a

la

reunión del

Buró

Político,

y

transmitida

como

una

orden

a

todo

el

alto

mando del

Servicio

Secreto,

fué:

Quedad

fuera

de los

fuegos

de

Ta artillería Rusia

esquivaba

las

complicaciones;

quería

hacer

la

conquista

de nuestra patria con

nuestra

sangre

y

a

costa

de

nuestro

oro.

Para

ser

igual

que

Hitler o

Mussolini

sólo le faltaba ayudar

abiertamente a

la

República,

como

aqué

llos

ayudaban

a

los

rebeldes,

y

emplear

ante

Francia

e Ingla

terra la táctica de los hechos

consumados,

sin

temor

a producir

una

gran conflagración.

Fijado

el

carácter de

la

intervención soviética en nuestro

país,

¿cómo

iba

a interesar a Rusia mantenerla

después

de

la

reunión

de Chamberlain y

el

 Duce

en

Roma,

donde

diplomá

ticamente

se

decidió la

muerte

de España

como

en Munich se

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LA

TRAICION

DE

STALIN

53

hizo

la

entrega

de Checoslovaquia?

Ya

dije

que la

suspensión

inexplicable

de

nuestra

ofensiva

en

Extremadura

el

incompren

sible

hundimiento

de

los

frentes

catalanes y

la extraña

pérdida

de

Menorca

se

produjeron

a continuación de

aquella

entrevista

y

asimismo

ya

he

dado

cuenta de

que

una vez

perdida

Barce

lona

se

disolvió la

agencia

Campsa

Géntibus

por

mediación

de la

cual

acaparaba

la

U.R.S.S. nuestro comercio

exterior

gracias a las

secretas concesiones

de

Negrín

que

a

esto debía

el  placet

soviético para cubrir

el

cargo

presidencial.

Rusia

como Blanco

nos

advirtió

daba

por

terminada la

guerra y

nada

podía

esperarse

de ella cuando

no

disponíamos

de

ninguna

frontera

y

era

seguro

nuestro

bloqueo

marítimo.

Pero entonces

preguntarán

muchos

-

¿para

qué

volvieron

a

España Negrín Alvarez

del

Vayo y

los dirigentes

del

Partido Comunista?

Tenían mucho

que hacer

allí.

La

zona central

no

podía

quedar abandonada

porque

en

ella había

documentos

importan

tes

valores

cuantiosos

dirigentes

civiles

y

militares comunistas

muy

destacados

miembros

de

la

G.P.U.

material de

guerra

recuperable

barcos

aviones

y

sobre

todo

un

problema

político

trascendental: el de la misma

liquidación

de

la

guerra-

Tener

el Poder

equivalía

a

ser dueño de los

medios

de

evacuación

lo

que

ya

merecía

sacrificios;

y

conquistarlo

bajo

la bandera

de

la

resistencia era

acusar

de

liquidacionistas

a

los

demás

sectores

del

antifascismo

que

si se

resignaban

a

sufrir el

golpe

de

Estado

se

quedarían

en tierra

mientras

embarcaban

los

stali-

nianos

a

quienes

las

tropas

que

aguantasen

el

ataque

de

Franco les

cubrirían la

retirada hacia

puertos

y

aeródromos

y

si

respondían

con su

contragolpe

con su

digna

y necesaria

rebelión

podría

decirse de

ellos

con calumnia fácil en la

confu

sión

que

se sublevaron

en

pro del

enemigo.

El

propósito

pues

era ambicioso y desaprensivo

en

igual

medida:

Apoderarse

de

los

medios de

evacuación

asesinar

y

desprestigiar

a los

rivales

políticos

y

pasar por

haber sido los únicos

que

no

arriaron

la

enseña de la resistencia.

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J. GARCIA

PRADAS

XIV.

 Quien

da

primero

da dos

veces.

Nuestro

Comité

Regional

de

Defensa,

del

Centro,

compren

dió claramente

que

debía dedicar

sus

actividades,

por una parte,

a

impedir

que

Negrín

realizara

sus

propósitos,

y por

otra,

a

establecer las condiciones

políticas

y

militares

que

nos

permi

tieran

ser

dueños

de nuestra propia voluntad frente al

enemigo

;

de aquí

que,

al

mismo

tiempo

que

entraba en

relaciones

con

Casado

para

estudiar el método

de una sublevación cada

día

más

precisa

e

inevitable,

se

pusiera

al

habla

con

varios sectores

antifascistas y

pretendiese

llevarlos

a

un terreno

de

dignidad

en*

el que

la

presencia

del valor

cívico colectivo hiciese innece

saria la violencia

de una

fracción,

peligrosa

siempre.

A estas

entrevistas

políticas

llevábamos

nosotros la siguien

te proposición:

resistencia

bajo

el control

del

Comité superior

del

Frente Popular,

que

nombraría un

nuevo Gobierno. La

explicamos

diciendo

que,

como fin

o

como

medio,

para

continuar

la guerra

a todo trance

o para

conseguir

unas condiciones de

paz

que

no

nos

deshonraran,

era necesaria

la

resistencia;

que

ésta debía ser

dirigida

por

todo el Frente

Popular,

no sólo

porque

ningún sector

antifascista

podía

decidir

sobre

la

vida

y

el honor de los

demás,

sino también

porque,

habiendo

desapa

recido las Cortes

al

perderse

Cataluña,

habiendo dimitido cobar

demente el Presidente de la

República,

habiéndose

negado

a

sucederle

el

cuco

de

Martínez Barrio

y

habiendo reconocido al

Gobierno de

Burgos

 de

jure

o  de

facto

Inglaterra,

Francia

y

otros

países,

carecíamos

de

legalidad,

éramos faccio

sos,

y

en

esta

situación,

debían

preocuparnos

más las

decisiones

eficaces que

los jurídicos requisitos;

que

el Gobierno

de

Negrín

representaba

la

pérdida

de

la

guerra;

que

bajo

el

mandato de

su

presidente

nos había arrebatado

el

enemigo

la

zona del

Norte

de

España, Aragón y

Cataluña,

Castellón

y

Menorca;

que

era

imposible

admitir

que

no diera cuenta a

nadie de sus hechos

y propósitos,

y

que

estaba

en abierta

contradicción

con

el deber

de

resistir,

pues

organizaba

la

evacuación

de valores

y

daba

el

timo

de los

pasaportes.

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56

J.

GARCIA

PRADAS

internacional . . .

Por su

parte,

asistieron Arturo Giménez

e

Isidoro

Diéguez,

secretario

y

ex-secretario,

respectivamente,

del

Comité

Provincial; Domingo Girón, Comisario

de

Artillería

del

Ejército

del

Centro,

batallador

y

simpático,

que

pocos

días

después

hablaría

con nosotros en distintas

condiciones,

y

otro

elemento

a

quien

no conocía.

Por

nuestra

parte,

González

Marín,

no recuerdo si Amil

o

Baztán,

y

yo.

Les

hablamos

bastante

claro.

El

Partido Comunista y

el

Movimiento libertario

eran,

por su cohesión

y

su

fuerza,

dos

sectores decisivos

en

la

zona;

o

colaboraban

^con lealtad verdadera

en

una política de

resis

tencia,

o se

estrellaban

uno contra

otro. Nosotros

pedimos

que

se

escogiera

entre

la

paz

o

la

guerra;

advertimos que

aplasta

ríamos

a

quien

quisiera

aplastarnos

y

francamente

manifestamos

nuestra

oposición a

Negrín.

Ellos

aceptaron

la

base

de

resis

tencia,

sin

querer

indicar

si

la

tomaban como

medio

o

como

fin,

y asimismo

la de Frente

Popular,

pero

se

negaron

sin contra

decir nuestras

acusaciones

a

enfrentarse

con el

Gobierno.

Girón

dijo,

al

final:

Hay otra

cuestión

:

los

militares

-

profesionales

preparan

algo

. . .

No sé

respondí

;

pero

únicamente

serían

peligrosos

si

lo

preparasen

a

solas.

.

.

En

tal caso,

fracasarían,

mas la

sublevación correría

el

riesgo

de

empezar

antifascista

y

terminar

con

signo

contrario,

a

pesar

de sus

dirigentes

del

primer

momento. Ahora

bien;

si

los

militares

profesionales

no

estu

vieran

solos,

ni tuvieran el primer

papel

en

un

complot,

segura

mente no habría

fracaso,

ni

riesgo

de

desvío.

. .

Nos entendimos

perfectamente.

Quedaron

en convocarnos

para

una

nueva

reunión,

pero

ellos sabían qué nos

proponíamos,

y para nosotros resultaba claro

lo

que

intentaban. Al

despe

dirnos,

se

nos

iba

la

mano

a la

pistola.

.

.

Activamos

enseguida

el

trabajo

;

aceleramos

su

ritmo

hasta

el

frenesí,

seguros

de

que

quien

diera

primero

daría

dos

veces.

De

día

y

de

noche,

en

un

palacete

de

la

calle

de

Serrano,

donde

antes

de la guerra

vivía

el

marqués

de

Luca

de

Tena,

propietario

de

 ABC,

el

Comité

de

Defensa

organizaba

la

sublevación.

Fusiles

en

la

puerta

que

daba a la

calle,

fusiles

a

la

puerta

del

despacho

en

que

Val

trabajó

durante toda la

guerra, y

allí

dentro,

bajo

la

gracia

de

una Diana

Cazadora

y

la austeridad

de

la efigie de

Durruti,

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LA

TRAICION

DE

STALIN

57

entre

el

prestigio

de

unos estantes

que

cubrían

de

libros la

pared

y

la

gallardía

de un

grupo

escultórico de

Benlliure en el

que

bravos

toros de

lidia

seguían

al caballo encabritado

de un

mayoral

andaluz

pasábamos

las horas

barajando

nombres

haciendo

esquemas

formulando

enérgicas

decisiones

calculando

nuestro

poder

y el

ajeno

en

cada

sitio

Adquiríamos la tensión

espiritual

de

quien

se

siente

disparado

a un

objetivo

sin

posi

bilidad

de retroceso

ni

detención

Val

y

Salgado

dos o

tres

veces

por

día

comunicaban

a

Casado

nuestros

acuerdos

y

en

esta relación

se

precisaban

los

más

nimios

detalles

del

alzamiento

Segismundo

Segis

como

nosotros

le

llamábamos

se

había

encargado

de

relacionar

a

los

elementos

militare»

que

nos eran

precisos

Era el

hombre

de mayor prestigio

entre

ellos

por sus dotes

profesionales

su

historia

republicana

su

inteligencia

sutil

y

clarividente

y

su

oposición

a todo

manejo

contra

el

pueblo

y

su unión antifascista

;

había

intervenido en varios

complots

contra la monarquía borbó

nica

fué jefe

de la

escolta

presidencial

después

y

durante

la

guerra

apareció

como hombre

de confianza de

Largo

Caballero

en la

jefatura

de

Operaciones

del

Estado

Mayor

Central

dirigió

la última

parte

de

las

batallas

del Jarama

y

de Brunete

para

reparar

los

ajenos

yerros

 

mandó

el

Ejército

de Andalucía

y

el

de

Aragón

y

era

finalmente

una

esperanza

para

el

Ejército

del

Centro

que

no

podía

suponer

que

Negrín

al ascenderle a

general

en los últimos

días

ya

tuviese preparada

su destitución

y

tal

vez

proyectado

su

fusilamiento

XV

El

golpe

de

Estado

presidencial

En

uno de los

primeros

días de

marzo

el

Frente

Popular

de

Madrid

consiguió

ser

recibido

por

el

Presidente

al

que

quería

hablar

con

decisión

Negrín explicó

con

mucho

optimismo

de

pie

la situación

en

que

nos

encontrábamos

y cuando

alguno

de

los

delegados

iba

a

empezar

a

presentarle quejas

les

dijo

que

era

hora

de

comer

que

disculpasen

el dedicarles

tan

poco

tiempo;

y

se

marchó sin

más

cumplidos

del

salón en

que

estaban

Horas

después

Val

y

Salgado

hablaron

con los

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58

J.

GARCIA PRADAS

generales

Miaja

y

Matallana,

que

les dieron

cuenta

del propósito

negrinista

de

ascender

y dar importantes

cargos a

varios

militares

del

P. C.

Miaja,

que

desde

noviembre

de

1936

había

servido

incondicionalmente

a

los

stalinianos

y

hasta

había

permitido

que exhibieran

su carnet en

los

círculos políticos

y

militares,

se

mostraba

indignadísimo

y

decía

que

era intolerable

el crimen

preparado;

Matallana,

por

su

parte,

rojo

de

emoción,

hablaba de

la catástrofe

a

que

podría

conducirnos

el

pensar,

que

la

resistencia era

una

consigna

de

especulación

política,

en vez de ser una organización de elementos

de

lucha,

y

después

de repetir lo

que

le

dijo a Negrín

en

Los

Llanos,

daba cuenta

del

material y

los hombres

que

había acumulado

el

enemigo

en

los

frentes

del

Centro,

donde los

aviones

preparados para

el

vuelo de

combate

pasaban

de setecientos.

Poco después,

Negrín anunciaba

que

el

día 6 hablaría a

España desde

Madrid,

y por

el

gobernador

civil

de

la

provincia,

don

José

Gómez

Osorio,

viejo

militante

socialista,

de quien

dependía

la publicación del  Boletín

Oficial

del

Ministerio de

Defensa,

sabíamos

que

el Presidente había

firmado

las

órdenes

por

virtud

de

las cuales aumentaba

el

poder

del comunista

Cordóns,

subsecretario del

Ministerio;

nombraba

jefe

de la base

naval

de

Cartagena

al

coronel Francisco

Galán,

gobernador

militar

de

Murcia

al teniente coronel Tagüeña, gobernador

mili

tar de

Alicante al teniente coronel Etelvino

Vega,

gobernador

militar de

Albacete

al teniente coronel

de

Aviación

Mendiola,

inspector

general

de

la recluta

en toda

la zona

a  el Cam

pesino, y

se ascendía a

coronel

a Enrique

Líster,

para

entre

garle

después

el

mando del

Ejército

de

Extremadura,

donde

ya

estaban al

frente

de varias Divisiones Toral

y

Martínez Cartón,

y

a

general

a

Modesto,

que

no era militar

antes

de

la guerra,

con

objeto

de

que

sustituyese

a

Casado

en el

Ejército

del Centro.

Esto

era

copar

las

fuerzas militares

de

la

zona,

y

la

zona

misma.

Compréndase

teniendo

en cuenta

que

todos

los

citados

jefes eran miembros del

Partido Comunista;

que el

del

Ejército

de

Andalucía,

ex

conde de

Moriones

y

ex  Caballero Cubierto

ante su

Majestad,

también

era

 comunista ;

que

en el

Ejército

de Levante el

general

Menéndez

no

podía

moverse

porque

sus

fuerzas

estaban

en

manos de

jefes

stalinistas

y

que en la

jefa

tura

de

la Agrupación de

Ejércitos, Miaja,

Matallana,

Muedra

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LA

TRAICION

DE

STALIN

59

y

otros militares

de

alto

mando

se

 Consideraban

prisioneros

del

Comisario

general,

Jesús

Hernández.

La

infantería,

 a

aviación,

la

flota,

todo

quedaba

en

poder

de los

comunistas,

que

eran,

también,

quienes

controlaban

las

bases de carros

blindados,

el

ochenta

por

ciento

de los carabineros y de

los

guardias

de

Seguridad,

la

policía

civil

y

los Servicios de

Investigación

Mili

tar de

casi toda la

zona.

Negrín

ordenó al

gobernador

civil

de

Madrid

que retrasase

la

publicación de sus

propios

decretos,

desconocidos

por

los

ministros,

sin

contar

entre

estos

a

Uribe

y

a

Alvarez

del

Vayo,

que

residían

con él en la

posición

Yuste

mientras

los

demás

esperaban

en Madrid la celebración

de

Consejo.

Quería

ocupar

las

posiciones

antes

de publicar

las

órdenes.

Cuando lo tuviera todo en su

mano,

hablaría ante el

micrófono,

como había

anunciado,

pero

para

proclamar

sus

poderes

personales y

absolutos,

incuestionablemente

facciosos.

El

día 4

de marzo

ya

teníamos

organizado

a la

perfección,

en

Madrid,

nuestro

alzamiento,

y

habíamos establecido enlace

con

Andalucía,

Extremadura

y

Levante.

Confiábamos

plena

mente en nuestra audacia

y

en

la opinión antifascista. Se había

llamado a

Mera,

que

tenía

su

cuartel

general

en

Guadalajara,

y

se

le había dicho para

qué

contábamos con

él.

A

Casado

se

le encomendó el  sondeo

de

Carrillo,

de

Miguel San

Andrés,

de

Besteiro y

de

otros elementos civiles, con

arreglo

a normas

convenidas de

antemano,

y

supo

unir

la

discreción

al

cumpli

miento

de los

compromisos

en

el desarrollo

de

sus

hábiles

gestiones.

Así

estábamos,

y

aquel

mismo

día,

cuando aun nos

eran

precisos

otros dos para

dejar

ultimado

nuestro

plan,

fué

Francisco Galán a hacerse

cargo

de la

base

naval

de

Cartagena

y,

si

le

era

posible,

de la

Flota anclada

en el

puerto.

Llegó

allá

con una

brigada.

La

noche

anterior me

había

llamado por

teléfono,

desde

allí,

nuestro

compañero

Miguel

P.

Cordón,

director de  Cartagena

Nueva,

diciéndome

que

la

situación era

muy

delicada,

porque

la

Flota

carecía de combus

tible y

de

artillería

antiaérea,

y

estaba

completamente

fuera

de

combate

a

merced de

los

bombardeos

del

enemigo,

lo

cual

producía

un

peligroso

ambiente de

disgusto.

El

comisario,

Bruno

Alonso,

socialista,

se

portaba heroicamente

:

cuando

venía

la aviación

italiana,

mandaba

ocupar

su

puesto

a

toda

la mari

nería,

y

él, al

grito

de

 ¡Viva

la

República ,

erguía su

figura

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LA

TRAICION

DE

STALIN

61-

naban sublevarse aquel mismo día porque al siguiente sería

tarde.

Negrín

por

la

mañana

ordenaba a

Miaja

y a

Matallana

residentes en

Valencia

que

se trasladasen

a

la

posición

Yuste.

Comprendieron

ambos

jefes

que

Negrín

pretendía

detenerlos

y

se resistieron a cumplir

su

orden;

pero

el

Presidente

insistió

varias veces

y al final

consiguió que

Matallana

fuese a

verle

después

de

recibir

nuestra

consigna

de

alzamiento. Miaja

receloso

como

nadie

se

quedó

en

Valencia

donde

disponía

de

algunos

aviones

y

el

viejo

general

llamaba

luego

a

Casado

y

le ofrecía

enviarle

un  Douglas

a

Madrid

para

que

fuese

a

Valencia;

ofrecimiento

que

hacía

reír

a

Segis

no

sólo

porque

-

era

un

indicio

de

la ignorancia

en

que

vivía

el

general respecto

a nuestros

planes

sino también

porque

hacía

suponer

que

intentaba sublevarse

 por

su cuenta ...

XVI. Nuestro

inmediato

contragolpe.

Teníamos

delante

el desorden. Con el desorden contaban

Trotsky

y

Antonov

en octubre de

1917. Bastaría

que

movié

ramos

con rapidez energía

y

decisión serena un puñado

de

hombres

preparados

para

cumplir misiones

especiales

técnicas.

No

nos

fallaría

el

contragolpe.

Nuestro

servicio de información

funcionaba bien. Sabíamos que el

Partido Comunista había

introducido

armamento y hombres

en

sus

locales de

Madrid

tras

cuyos

muros

se

fortificaba. Negrín por

su

parte

llamaba

a Casado

telefónicamente

y

con toda

suerte

de

finuras

de

untuosas

cortesías

con  mi

general

arriba y mi

general

abajo

le

invitaba a

ir

a verle. Casado

contestaba

que

su enfer

medad no le

permitía

hacer un

largo viaje

en

automóvil.

El Presidente prometía

enviarle

un

avión.

Segis replicaba

que

era

peligroso abandonar

Madrid

cuando

el

enemigo preparaba

una ofensiva a su alrededor

y

se producían sublevaciones

en

la

zona

antifascista.

El

falso juego

de

preguntas

y

respuestas

era inútil

;

alentaba el recelo a

los

dos lados del cable

telefónico

y

en Madrid

iban

tiñéndose

de

ironía

desdeñosa sagaz

y

fina

como la

misma

mirada

de

Casado

los

pretextos

baladíes. . .

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62

J.

GARCIA

PRADAS

Los

ministros iban a comer en el

Gobierno civil.

Negrín

alarmado

por

las

hirientes

reticencias

de

Casado enviaba

a

Madrid un avión para

que lo

recogiera y

se

ponía

al

habla

con los ministros.

Díjoles

que

aunque

había

anunciado

la

reunión del

Consejo

en

Madrid

y

el

día

6

las

circunstancias

exigían

celebrarlo

en

la

posición

Yuste

veinticuatro horas

antes

y

les pidió

que

procurasen

convencer a Casado

y

a toda

costa

lo

sacaran

de

Madrid.

Pero Casado también se

puso

al

habla

con

los

ministros

y

a

cada

uno

de ellos

le dijo

que

Negrín

estaba

preparando

un

golpe

de

Estado

que

quería

dete

nerlos

que

era

preciso oponerse

a sus

planes.

Uno a

uno

todos condenaban la actitud del

Presidente.

Llegó

el

avión

para

Casado y

éste

ordenó

que

regresara

a

su base.

Negrín

llamó

otras

dos

veces. Al

final

estaba

descompuesto y

le era

imposible

ocultar

su

irritación.

Casado

ponía fuego

en sus

reticencias.

El

sarcasmo reía

en el teléfono:

Es

imposible

señor

Presidente.

Le

agradezco

mucho

sus

atenciones

Nunca se

olvida

usted

de

mí...

Pero

me temo

que

esta noche

haya

aquí

mucho

movimiento.

. .

Debo

estar

en

mi

puesto

con

el bravo

pueblo

de

Madrid.

Los

ministros

desconfiados

entre

decidieron

irse

a la

posición

Yuste

en

un avión

enviado

por

el

Presidente. Casado

habló con

Paulino

Gómez

con

Giner

de

los

Ríos

con Segundo

Blanco

y

a

cada

uno

en

particular

le

dijo

con

afectuoso

e

intencionado tono

de

consejo:

No

se

vaya

usted.

Quédese

aquí conmigo

por

si ocurre

algo. .

.

No

consiguió

nada.

Los

ministros se

fueron

sabiendo

que

aquella

noche nos sublevaríamos. Cuando Mancebo

y

yo

al

conocer

que

se

marchaban

fuimos

al

Gobierno civil para

pedirle

a

Blanco

que

se

quedase

en

Madrid

ya

no

encontramos más

que

a uno de los

policías

de su escolta:

el

compañero Cepeda.

El

Comité

de Defensa lo

sintió;

pero ya

no

podía detenerse

por

nada

ni por

nadie.

A

la una y media

de

la tarde volvieron Val

y Salgado

de

ver

a

Segis.

Todo

estaba ultimado.

A

las nueve menos cuarto

de la noche entraríamos

en

los sótanos del Ministerio de Hacien

da

cuartel

general

del

Ejército

del Centro durante

la defensa

de

Madrid

Casado

Val

Salgado

Amil

González

Marín

y

yo.

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LA

TRAICION

DE

STALIN

63

Mancebo

iría

a

la Dirección

General de Seguridad a

la

misma

hora para

trabajar allí

con el

Comisario Vicente Girauta

socialista

a

quien poco tiempo

antes

se le

había

explicado

lo

que

iba

a

ocurrir.

Pedrero

el

jefe del

S.I.M. en la

demarcación

del

Centro

que en

otras

ocasiones

sirvió a

los

comunistas

se

ponía

entonces a

las

órdenes

de Casado.

Mera

citaría en

el

cuartel

general

del cuarto

Cuerpo

de

Ejército

al

gobernador

civil

de

Guadalajara

comunista

y

a otros

elementos

destaca

dos de igual significación;

los detendría

allí

procuraría

saber

dónde ocultaban las ametralladoras

que

habían

probado

escan

dalosamente

días

antes

y

luégo

se vendría

a

Madrid con el

jefe

de

su

Estado Mayor.

La

70

Brigada

que

estaba descan

sando en

varios

pueblos

de

Guadalajara

libertaria

toda ella

y aguerrida

como

pocas

dotada aún

de buen aire de

milicia

entraría en Madrid

por

la calle

de

Alcalá

después

de

anochecer

y ocuparía

el

Ministerio de la

Guerra

el

edificio

de

Correos

y

Telégrafos el Banco de

España

los

Ministerios

de Hacienda

y

Gobernación

la

Telefónica;

es

decir: el

centro de la

ciudad.

A

las nueve menos

cuarto

también

deberían llegar

a

Hacienda

Besteiro

Carrillo y

Miguel

San

Andrés

que

habían

aceptado

intervenir

en

la sublevación

conociendo

sus

objetivos

fundamentales

pero

no

sus

detalles

y

asimismo

habrían

de

estar

allí

el

comandante

militar

de

la plaza general

Martínez

Cabrera

por mediación

del

cual habíamos

conseguido

tener

en

nuestra

mano

y

al

mando

de

nuestro

compañero

Flores

dos

Batallones

de

Retaguardia

y

el

coronel Adolfo

Prada

que

antes había luchado

abnegadamente

si bien con

varia

fortuna

en el

Centro

en el

Norte

y en Extremadura. En Andalucía

estaba

alertado nuestro

compañero

Serafín

González

Inestal

comisario de

aquel

Ejército

y

en

Extremadura

nos sería

fiel

Escobar. Melchor

Baztán

del Comité

de

Defensa

saldría

inme

diatamente

hacia

Valencia

con

el

fin

de ver a

Menéndez

a

Burfllo

y

a otros jefes

a

las

ocho de

la

noche

y

darles la

consigna

de

alzamiento.

Haría

el

viaje

con

José

González y

Avelino

G. Entrialgo miembros

del recién constituido Comité

Nacional de Defensa del

Movimiento

libertario

que

habían ido

a

Madrid para sondear

a

Casado

y

a

quienes

nosotros

tal

vez

en un

exceso

de

discreción

cuando era

peligrosísimo decir

lo

que

tramábamos

habíamos ocultado

los

planes

de insu

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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64

J.

GARCIA

PRADAS

rrección.

Baztán

debía

hablarles

del alzamiento cuando estu

vieran cerca

de

Valencia,

para

trabajar

juntos

allí.

En Madrid aun

había mucho

que

hacer.

Val

dió instruc

ciones

a

los

compañeros

Mariano

Valle,

comisario de

la

gloriosa

14 División,

y

Emilio

Fernández,

uno

de

los

mejores

comandan

tes de Brigada

salidos

de

las

milicias

de

Julio

y

de

Noviembre,

a

quienes

tenía

alerta

desde

cuatro

días

antes,

y

luego

entró

en

relación con varios

Sindicatos,

para ponerlos

en

pie

de

guerra.

Marín

y

Amil

se

ocuparon

de

organizar

grandes

medios

de

transporte. Salgado

y

Mancebo

completaron

planes

de

policía

y

asalto.

Yo

redacté

el manifiesto

que

habría

de leer

Cipriano Mera,

revisé

el

destinado

a

proclamar la constitución

del

Consejo

Nacional

de

Defensa,

hice

una

inspección

de

los

servicios

radiofónicos

de

Madrid

y,

a

las

ocho

de

la

noche,

con

sendos

grupos

de

compañeros

bien

armados y

dispuestos

a

todo

los

de

Cuatro Caminos

y

Vallehermoso

,

envié

a

Eduardo

de

Guzmán,

director

de

 Castilla Libre

y

autor de  Madrid

rojo

y

negro,

periodista

de primer

orden,

una

de las

mejores

plumas

de España,

a

los estudios

de

Unión

Radio,

y

al

redactor-

jefe

de

 C N

T,

mi fraternal

y

valioso

colaborador

A.

P.,

cuyo

recuerdo

me

arranca

lágrimas

ahora,

a

los de

Radio

España.

Pero,

¿a

qué

vamos?

¿Qué

hemos

de hacer

allí?

Confiad

en nosotros.

No

habrá

resistencia

en

esos

edifi

cios.

Los

ocupáis,

desarmáis

a los

guardias

que

haya

en

ellos,

y

hacéis

que

continúen

las

emisiones.

Que

sigan

los

programas

normales:

¡música

y

consignas

comunistas

No

te

comprendemos

. . .

¡Ni

falta

que

hace

Marchaos.

A

su debido

tiempo

sabréis lo

que

pasa.

Espero

que

dentro

de

veinte

minutos

sean

vuestras

las

dos

emisoras,

sin

disparar

un

tiro,

y

que no os

dejaréis

echar de

ellas

ni a

cañonazos.

Bueno,

bueno.

¡Descuida

'

Se

mezclaron con los compañeros

que

integraban

los grupos.

Vibraban las frases

vivas y

rotundas,

muy

a

menudo de

oculto

sentido,

en el

zaguán.

Había un

parpadeo

de linternas cuando

salían

apresuradamente

del

Comité,

y al

perderse

sus figuras

en

la

noche,

su

decisión me

hizo recordar con

entusiasmo

las

patrullas

heroicas del 19 de

Julio.

.

.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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XVII.

Constitución

del

Consejo

Nacional

de

Defensa.

las nueve menos cuarto

de

la

noche entrábamos

en el

viejo

González Marín

y

yo.

Las

puertas

estaban abiertas

y

no había

más

guardia

que

la

normal.

Abajo

en los sótanos

habilitados

para instalar el cuartel

general

del

Ejército

del Centro

al

iniciarse la defensa

de

Madrid

había un

grupo

de

periodistas

nacionales

y

extranjeros; como

conocía

a todos y estaba

entre

ellos

el

repórter

militar

de

 C N T

me

detuve a

saludarlos.

No

me

extrañó su

presencia

allí

pues

todas las

noches iban a

buscar

noticias

y

creo

que

no les

sorprendió

la

nuestra;

mas

viendo

que

había informadores de

agencias

extranjeras

y

redac

tores

de

algunos

diarios

comunistas pensé

en

la

conveniencia

de

impedir

que

se

marcharan

o comunicasen por

teléfono

y

cuando

entré a ver a

Casado

se lo

dije

sin

pérdida

de

tiempo.

Al

instante dió

Segis

las

órdenes

pertinentes

y en

adelante

nadie

bajó a su

despacho

sin

permiso

especial

ni

pudieron

marcharse

hasta

después

de medianoche

los

que

bajaron.

En

el

despacho

donde

Miaja

contrastó tantas

veces su

cachazuda serenidad con

el

nervosismo

de

quienes

iban

a

visi

tarle

en las

ásperas

jornadas

de la defensa

de

Madrid

Casado

sonreía

levemente

con ironía casi

imperceptible

al

recibirnos.

Hacienda

Val

Salgado

Amil

65

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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66

J.

GARCIA

PRADAS

Tenía un aire

ligero

y

perezoso

a

la vez

propio

de

algunos

hombres acostumbrados a realizar

matemáticamente los hechos

más

arriesgados; diríase

que le

agradaban las

dificultades

de

nuestra

empresa y

sus

grandes

ojos

negros

se

entornaban

tras

el brillo

de

las

gafas

de

tal

modo

que

daban la impresión de

ver sin

mirar.

Se levantó de la mesa

a

que

estaba

sentado

nos

saludó con un

gesto

tan elocuente como una

contraseña

y

Val

Salgado y

Marín

pasaron

con

él a una

pieza

inmediata

muy

pequeña

que

servía

de alcoba

y

de

despacho

reservado

propicio

a

las

confidencias.

Fuera

con

Amil y conmigo

se

quedó

el anciano

general

Martínez

Cabrera

jefe

militar de la

plaza;

grandote

y

pesado

tenía

cierta

comicidad

su

nervosismo;

ya

estaba

sentado

ya paseaba

y

de vez en

vez

batiendo

la

alfombra

con

la

contera

de

su bastón

de

mando cuyos cordones

se le enredaban en los dedos

gruesos

y

torpes

echaba

un taco

contra Negrín

y

los comunistas.

A

los

pocos

minutos

llegaron

Carrillo

Besteiro

y

Miguel

San Andrés. Entraron

en la

habitación

en

que estaba Casado

con nuestros

compañeros.

Aquella fué

la entrevista

en

que se

inició

formalmente

la

constitución

del

Consejo.

El

nombre de

este

organismo

fué

propuesto

por

nosotros.

En

octubre

y

noviembre de

1936

la

C.

N.

T.

que

activaba la

descomposición

del Estado

burgués

había constituido

el

Consejo

Regional

de

Defensa

de

Aragón

y propugnaba

la

creación

de

un organismo

semejante

en el área nacional. Fué

imposible

entonces;

más

de

dos años

después

en diferentes

circunstancias

sonaba de

nuevo el nombre de lo que no

pasó

de

ser

un

buen

propósito.

Aceptada

la

denominación

se

aceptó

también

la estructura

proyectada

por

nosotros

y fué el

Comité

Regional

de

Defensa

del Movimiento libertario

quien

hizo

lo

que

se

llama

 reparto

de

Carteras. No

hubo

más

que

una variación: la concerniente

a

Besteiro.

Se le había

propuesto

para Presidencia y

Estado;

pero

él dijo

que

la

Presidencia debería

ocuparla

un

representante

del

Ejército

ya

que

en éste

residía

la

autoridad

en virtud de

haber sido proclamado

el

estado

de

guerra

cuando

el

Gobierno

tenía facultades

legales

para

ello. Casado

no

quiso

aceptar

tau

alto

cargo y

esto dió

pie

cuatro horas más

tarde

para

que

Miaja

se

uniera

a

nosotros.

Carrillo

y

San

Andrés

aceptaron

los

cargos

que

se les

dieron.

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LA

TRAICION

DE

STALIN

67

Los futuros

consejeros

examinaron los

manifiestos que

se

iban a leer por

 radio,

y cuando

llegó

Cipriano Mera

ya

era

hora

de

ponerse ante

el

micrófono. Venía

nuestro compañero

con

el

jefe

de su Estado

Mayor,

el comandante

Antonio

Verar-

dini.

¡

Qué

extraña

pareja

 

Mera

no

había

perdido,

bajo

el

uniforme de

teniente

coronel,

el

gesto

rudo,

desabrido y

sencillo

de su vida

anterior;

continuaba siendo

proletario,

albañil,

y

la

desenvoltura con que

se

movía

en

los altos medios militares

tenía

el tono

grave y

natural

de

quien cumple

a

rajatabla

una

misión;

así andaba

antes

del

Sindicato

a la

cárcel,

de la cárcel

al andamio.

Verardini,

mucho

más

joven

que

Mera,

le

seguía

a

todas

partes

con

respeto

y,

casi,

casi,

con

sumisión;

ingeniero

en

su vida

civil,

llegó

a

ser

durante

la

guerra

una

de

las

prime

ras cabezas de nuestro

Ejército,

y

a

fuerza

de

sentir

el drama

tismo

de la contienda se

proletarizó

voluntariamente

de tal

modo,

que

parecía

templado

para la lucha social

en

la fragua

de

los

Sindicatos.

Pasaron

Mera

y.

Verardini a ver

a

Casado,

y

nos

quedamos

todos

en

espera

del instante de proclamar el' alzamiento. Pero

la

70 Brigada no había

llegado,

y

sería

imprudente

anunciar

lo

que quizá

no

pudiéramos

sostener

si

nos

fallaba

algún

resorte.

Pasó

el

tiempo.

A

las

once,

todavía

no

estaban en Madrid

los

batallones

esperados,

porque

algunos

oficiales

comunistas

del

Cuerpo

de

Tren

del

Ejército,

más

por

costumbre

que

por

sospe

cha,

nos

entorpecieron

el

transporte.

En

el teléfono

casi

no

había

comunicación;

Negrín,

decidido

a

todo,

ya

no necesitaba

a

nadie,

y

eran

muy

pocas

las autoridades

interesadas

en

conocer

y

remediar la situación.

. .

A

las once

y

media

llegó

la Brigada

confederal,

al

mando

de Bernabé

López.

Se instalaron

sus

fuerzas en

los

sitios

convenidos,

y

el

compañero

Septién,

capitán

de

la

compañía

que

ocupó

el Ministerio

de

Hacienda,

bajó

a

ver

a

Casado. Se cerraron

las

puertas

del

edificio,

y

a

las

doce,

cuando se

iba a  radiar el

parte

oficial de

guerra,

fuimos

todos

al

departamento

en

que

estaba

instalado el micrófono

del

cuartel general.

Se

conectó con

Radio España

y

Unión Radio.

El

 speaker

oficial,

comandante de Carabineros

por arte de

birlibirloque

o favor

de

Negrín,

se

puso

a

leer el

parte,

sin

suponer

exactamente

lo

que

iba

a ocurrir

después,

y

se

quedó

asombrado

cuando,

al

retirarse

él,

se

acercó al micrófono

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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6$

J. GARCIA

PRADAS

D. Julián

Besteiro,

encorvado

físicamente

por la edad

y

el

sufrimiento,

y

exclamó:

¡Ciudadanos

españoles

Después

de un

largo

y

penoso

silen

cio,

hoy

me veo

obligado

a

dirigiros

la

palabra

por

un

imperativo

de

la

conciencia...'

Le temblaba

la

voz,

de emoción y de fatiga

;

la

cana melena

se

le

caía sobre

las arrugas

de

la

frente

serena,

de profesor,

y

las muñecas descarnadas hacían

sonar levemente

los

puños

almidonados

de

la

camisa.

Pero

allí

había un hombre

enérgico.

Y

aquel

hombre decía

a

todos los

españoles:

Ha

llegado

el momento

de

irrumpir

con

la verdad

y

rasgar

las redes

de

falsedades

en

que estamos envueltos.

Es

una

necesidad

ineludible,

un deber

de

humanidad

y

una

exigencia

de

la

suprema

ley

de

salvación

de la masa

inocente

e

irrespon

sable.

. .

El

Gobierno del señor

Negrín,

con sus veladuras de

la

verdad,

sus verdades a medias

y

sus

propuestas capciosas,

no

puede

aspirar

a otra cosa

que

a

ganar tiempo;

tiempo que

se

ha

perdido

para

el interés

de

la masa ciudadana combatiente

y

no

combatiente. Y

esta

política

de

aplazamiento

no

podía

tener

otra

finalidad

'que

alimentar

la

morbosa

creencia de

que

la

complicación

de

la

vida internacional desencadenase

una

catástrofe de

proporciones universales,

en la

cual,

juntamente

eon

nosotros,

perecerían

masas

proletarias

de muchas naciones.

De

esta

política

de fanatismo

catastrófico,

de esta sumisión

a

órdenes

extrañas,

con una indiferencia

completa

hacia

el

dolor

de

la

nación, ya

está sobresaturada la

opinión republi

cana.

Yo

os

hablo desde

este

Madrid

que

ha

sabido

y sabe

sufrir

con emocionada

dignidad

su

martirio;

desde

este

 rompeolas

de

todas las

Españas,

que

dijo

el

poeta

inmortal

que

hemos

perdido,

tal

'

vez

abandonado,

en

tierras extra

ñas,

(1)

os

hablo

para

deciros

que

cuando

se»

pierde

es

cuando

hay que

demostrar

el valor moral

que

se

posee.

Se

puede

perder, pero con

honradez

y

dignamente, cuando

a

uno le

anonada

la

desgracia;

y yo

os

digo

que

una

victoria,

que

(1)

Se

refería

a

Machado,

muerto

en

Francia, en

un

campo

de

con

centración,

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

60

no

pérdida

moral de ese

género

vale mil veces más

que

la

ilusión

de

una victoria material

lograda

a fuerza de claudica

ciones y

vilipendios

 

Contra

tirios

y

troyanos

contra

fascistas y

bolcheviques

Besteiro

empezó

a hablar claro

Al

terminar

lloraba

XVIII

Negrín ofrece

la

transmisión

de

poderes

A

continuación

Miguel

San

Andrés

leyó

ante el micrófono

el

manifiesto

en

que

se

proclamaba

la

constitución

del

Consejo

;

su

texto

redactado

por

nuestro

Movimiento

no había

sufrido

alteración

alguna

Y

decía

en

algunos

de

sus

párrafos

:

Como

revolucionarios

como

proletarios

como

antifascistas

y

como

españoles

no

podíamos

continuar

aceptando

pasiva

mente la

imprevisión

la carencia de

orientaciones

la

falta de

organización

y

la

irresponsabilidad

de

que

ha dado muestras

el Gobierno

del doctor

Negrín

Han pasado muchas

semanas

desde

que

se

liquidó

con

una

deserción

general

la

guerra

en

Cataluña

Todas las

promesas

que

se hicieron

al

pueblo

en los

momentos más

solemnes

fueron

olvidadas;

todos

los

deberes

desconocidos; todos los

compromisos

delictuosamente

pisotea

dos

En

tanto

que

el

pueblo

sacrificaba en

el ara

sangrienta

de las batallas unos

cuantos

millares

de sus

mejores

hijos

muchos hombres

que

se

habían constituido en cabezas

visibles

de

la

resistencia abandonaban

sus

puestos

y

buscaban

en

la

fuga

vergonzante y vergonzosa

el

camino

para

salvar

su

vida

aunque

fuera

a costa

de su

dignidad

 

Para

impedir

esto para

borrar tan

vergüenza

y

evitar

que

se

produzca

la

deserción

en

los momentos

más

graves

se cons

tituye

este

Consejo

Nacional

de

Defensa

y

en nombre de

este

organismo

que

recoge

sus

poderes

del

arroyo

adonde los arro

jara

el

llamado Gobierno

del

doctor Negrín

nos

dirigimos

a

todos los

trabajadores

a

todos

los

antifascistas

y

a todos los

españoles

para

darles

la

garantía

de

que

nadie

podrá

rehuir

el

cumplimiento

de

sus deberes ni

esquivar

la

responsabilidad

contraída

por

sus

promesas

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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70

J. GARCIA

PRADAS

No

venimos

a

hacer

frases

ni

a

jugar

al

heroísmo;

venimos

a

señalar el camino

para

evitar

el

desastre

dispuestos

a

marchar

con el resto

de los

españolas por

ese

camino

sin

miedo

a

las

consecuencias.

Aseguramos

que

no

desertaremos

ni

toleraremos

la deserción.

No

saldrá de

España

ninguno

de

los

hombres

que

aquí

deban

estar

hasta

tanto

que

por

libre

y general

determinación

no

salgan

de

ella

cuantos

quieran

que

no

cuantos

puedan

salir.

Propugnamos

la

resistencia

para

no

hundir nuestra causa

en

el

ludibrio

y

en la

vergüenza;

y

para

lograrla

pedimos

el

concurso de todos

los

españoles y

damos la

garantía

de

que

nadie abandonará

su

obligación.

 O todos

nos

salvamo3

o

todos nos

hundimos

en

la

exterminación

y

en

el oprobio-

dijo

el

doctor

Negrin

y

el

Consejo

Nacional

de

Defensa

se

impone

como

primera

y

última

como única

tarea

convertiv

en

realidad

esas

palabras

.

. .

Seguidamente leyó

su

enérgica

alocución Cipriano

Mera

y

después

se

puso

Casado

ante el

micrófono. Sacó de su bolsillo

unas

cuartillas

en las

que

reconocí las

que

le

había escrito

dos

o

tres semanas

antes;

había

suprimido

algunos

párrafos

había

añadido

algunas

frases

pero

las

modificaciones

no

eran esen

ciales.

 Desde

Madrid

quicio

de la

guerra

capital

de la

patria

espejo

de

las

virtudes

españolas Casado

se

dirigía

a

la

zona

fascista

:

Soy

lo

que siempre

fui

y

estoy

donde

siempre

estuve:

militar

que

jamás

intentó mandar a su

pueblo

sino servirle

en

toda

ocasión

porque

entiendo

que

la milicia no es cerebro

de

la

vida

pública

sino brazo nacional.

Quien

os

habla

juró

lealtad

a

una bandera

y

leal

a

ella

sigue;

tenía

la

obligación

de

luchar

por

la

libertad

y

la

independencia

de

su

pueblo y

en

defenderlas cifra

su

mayor

orgullo.

Desde

el

infausto

día en

que

estalló

la

guerra

yo

con

todos los

militares

no sublevados

contra

el

régimen

que

España

se dió

pacífica

y

legalmente

ni  he tenido

 que

hacer

abjuración

alguna

ni

he

necesitado

renovar promesas

de

lealtad.

Y

sin

más título

que

este del deber

cumplido

me

dirijo

a

vosotros

compatriotas

con el

dolor

de

España

en

el

corazón

y

su nombre

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN 71

limpio

en los labios

para

advertiros

que el

pueblo

ha

tenido

gallardía

y

conciencia suficientes

para

buscar

en

medio de

los horrores

de

la

guerra

el

camino

de

la paz que sólo puede

ser el

que

conduzca

a

la consolidación de la

independencia

y

de

la libertad. Estos

dos motivos esenciales

de

la lucha

defensiva

que

mantiene

la

República

son

los crisoles

en

que

se funden

los

anhelos

populares

de

aquende

las trincheras.

.

.

No luchamos

por

nada

ajeno

a nuestra

voluntad

y

a

nuestros

intereses

de

españoles;

queremos

una

Patria exenta

de

toda

tutela

extraña

libre de toda

supeditación

a

las

ambiciones

imperialistas

que

van a devastar otra

vez

Europa

y

capaz

de

regirse

interiormente sin

violencias tiránicas.

. .

Escoged españoles

de

la zona

invadida

entre los

extranje

ros

y

los

compatriotas

entre la libertad

fecunda

y la ruinosa

esclavitud

entre la

paz

en

provecho

de

España

y la

guerra

al servicio

de

los invasores

imperialistas.

Pero sabed

que

nuestra

lucha no terminará mientras no

aseguréis

la

indepen

dencia de

España.

El

pueblo

español

no abandonará las armas

mientras no

tenga

la

garantía

de una

paz

sin

crímenes.

No

soy yo quien

os

habla;

os dicen esto

un

millón

de

hombres

movilizados

para

la

guerra

y

una

retaguardia

sin

frontera ni

líneas

de

retirada

dispuesta

a batirse en

lucha a muerte

por

unas

dignas

bases de

paz

.

. .

Escoged

que

si nos

ofrecierais

la

paz

encontraríais

generoso

nuestro corazón de

españoles

y

si

continuarais

haciéndonos

y

haciéndoos

la

guerra

hallaríais

implacable

segura

templada

como el acero de las

bayonetas

nuestra

heroica

moral de

combatientes. O la

paz

por

España

o

la lucha

a

muerte. Para una

y

para

otra

estamos

dispuestos

los

españoles

independientes

y

libres

que

no tomamos

sobre nuestra con

ciencia

la

responsabilidad

de

destruir nuestra

patria. ¡Espa

ñoles

¡Viva

la

República

¡Viva

España

Todos emocionados salimos

en

silencio

del

locutorio.

Al

pasar por los largos

túneles de los sótanos

de

Hacienda

los

periodistas

nos

rodearon

con alegría

y

exaltación.

Salieron

todos

inmediatamente

y

una hora

después

Europa

y

América

empezaban

a

recibir

cablegráficamente

el

reportaje

de la

subleva

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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72

J.

GARCIA PRADAS

ción.

Volvimos

al

despacho

de

Casado

y

no habíamos

hecho

más

que

entrar

cuando sonó el timbre del

teléfono:.

Dígame...

Cuartel

general

del

Ejército

del Centro; el

coronel

Casado al habla.

¿ Quién

es

ahí ?

.

.

.

Más

alto

que

no

se

oye...

¡Ah

posición

Yuste ...

Tapó

Casado

el

locutor

con

la

mano

derecha

mientras con

la izquierda

sostenía el

auricular

y

nos

dijo

sonriente:

Se va a

poner

Negrín.

. .

En

efecto

el

ex-presidente

habló

por

teléfono:

Mi

general

. .

.

Aquí

el coronel Casado.

.

.

El

Presidente

aquí

mi

general.

Aquí

el

coronel Casado.

Dígame.

¿Qué

han hecho ustedes?

Acabo

de

escuchar

los

mani

fiestos.

Eso

no

puede

ser

verdad

mi

general.

¿Qué

ha

ocurrido ahí?

La cosa

es

clara. Nos

defendemos

nos

alzamos

en

armas

frente

a

unos

rebeldes

que

son

ustedes.

Pero

esto

puede

tener un

arreglo.

Está

todo

arreglado

señor

y

principalmente

para

usted

que

ha

encontrado

quien

le echara

. .

.

Permítame

mi

general.

El Gobierno está

dispuesto.

. .

¡

Nada

 

El

Gobierno no existe.

Hay

un Consejo

Nacional

de

Defensa

que

asume

todos

los

poderes

de

la

República.

Le

advierto a usted

que

somos

fuertes

y. .

.

Cuidado

La autoridad

no admite desafíos.

Pero

¡hombre

atienda

usted

mi

general.

Coronel

señor.

Esto

no

puede

quedar

así.

Podemos

arreglar la

situación

transmitiendo al

Consejo

los

poderes

del Gobierno.

El

Gobierno

no tiene

poderes;

sólo

puede

transmitir

inconfesables deudas

y gravísimas

responsabilidades.

¿

Entonces

?

. . .

Sólo

tengo que

decirle

una

cosa: el

Consejo

Nacional

de Defensa exije la

libertad

del

general

Matallana.

Procure

usted que no le ocurra nada.

.—

Descuide

mi

general.

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LA

TRAICION

DE

STALIN

73

Casado colgó

el

teléfono.

Dos minutos

después

llamaba

Segundo

Blanco. También

quería

arreglar

la

situación

y en

tales términos

hablaba

que

el

coronel

para

evitar

violencias

no

quiso

entregarnos

el

aparato

a

Val

ni

a

que

se lo

pedía

mos

insistentemente.

Terminemos

Blanco

decía Casado

;

hay

mucho

que

hacer

en

Madrid.

Si

ustedes

los

ministros

quieren

ayudarnos

en el

servicio del

pueblo

vengan aquí.

Los recibiremos con

sumo

agrado.

Llamó

después

Paulino

Gómez.

Aunque

hablaba también

en presencia

de

Negrín

sus

palabras

descubrían

que

nuestra

sublevación le era

simpática.

Tuvo frases amables para

Casado

preguntó

si

era

perfecto

el orden público

y

al

despedirse

prometió

visitarnos en

Madrid:

Ya

sabe

usted

mi coronel:

yo

con

el

pueblo.

Mañana

me tendrán ustedes ahí.

XIX. El

pueblo y

sus fuerzas

armadas

con

el

Consejo.

Sonaban

todos los

teléfonos.

Desde sus

puestos

de cam

paña

jefes

de Cuerpo

de

Ejército

de

División y

de

Brigada

preguntaban

por

Casado

por

Val y

por

Mera

para ofrecerles

su

adhesión

y

sus

fuerzas.

Todos

los

Partidos políticos

excepto

el

comunista

desde

cualquier lugar de la

zona

pedían

órdenes

con

alborozo de resurrección. De

todas

partes

se

recibían

enhorabuenas

y

plácemes

vítores

y

aplausos.

Pero nuestra

atención

se

fijaba

en

Cartagena.

Se había

enviado

allí al

teniente

coronel

de

Artillería

Pérez

Salas

que

era de

los

nuestros

para

sofocar la

rebelión. Cuando

llegó

ya

era

tarde

para impedir

que

la

Flota desistiese de su actitud

levantisca

y

superara

los ef ectos del desorden. De algún

buque

que

el comandante

pertenecía

a la

C.

N.

T.

mas no

recuerdo

su

nombre

ni el de

la

nave

 

salió la

marinería a

pelear

en

tierra

mientras

los otros se

hacían

a la

mar. Francisco

Galán

contra

cuyo

nombramiento

se

había

alzado

la

Flota

obtuvo

el auxilio

de

ésta

como

antifascista

al

sublevarse la

 quinta

columna

y

pudo

subir

a

un

barco

en

el cual

salió del

puerto.

Pérez Salas

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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74.

J. GARCIA PRADAS

aplastó rápidamente

la insurrección.

A

la

una

de

la mañana

del día 6, leía

yo

esta nota por

 radio :

El

teniente coronel

jefe

de la

base de

operaciones

de

Cartagena

ha

dirigido

al excelentísimo señor

consejero

de

Defensa

el

siguiente

comunicado:

 El

movimiento

de los

sublevados de

Cartagena,

ciudad

y

cercanías,

a la hora de

redactar

este

parte

ha terminado

totalmente,

lográndose por

nuestra

parte

todos los

objetivos.

Al comunicarle la

liquidación

del movimiento

insurreccional,

me

complazco

en

manifestar

que

todas las

fuerzas

a mis órdenes

cumplimentan

a V. E.

y

demás miembros

del

Consejo

Nacional

de Defensa.

Llamó

Miaja

desde Valencia:

¿Cómo

va eso?

¡Qué

callado

lo teníais

Y

usted,

mi

general

. . .

Pero,

venga

a

Madrid,

que

el

pueblo

le

quiere.

Aquí,

en

mi

despacho,

están

unos

cuantos

amigos

suyos:

Carrillo,

San

Andrés,

Val,

Salgado,

González

Marín. . .

.

¿

También González Marín? Los de Noviembre

.nunca

fallan.

¡Me

acompañó

buena

gente

en la Junta de

Defensa,

de Madrid

—Aquí

está

el

general

Martínez

Cabrera, y

García Pradas...

¡

No

podía

faltar

ese

j

. . . Ya

me preparará

alguna

faena. . .

Según;

si usted

viene,

mi

general.

.

.

Bueno, bueno;

voy a dormir un

rato,

y mañana

por la

mañana

me tendréis

ahí.

¡Viva

la

República, Segis

A

sus

órdenes,

mi

general.

¡Viva

la

República

El teniente

coronel

Barceló,

jefe del

primer

Cuerpo

de

Ejército,

hablaba desde su

puesto

de

mando,

en

la Sierra:

A

tus

órdenes,

Segis.

¡Ya

era hora Me limito a

cumplir

lo

prometido.

Estoy

incondicionalmente

al

servicio

del

Consejo.

Perfectamente,

Barceló.

¿Y

qué

hay

por ahí?

Acabo de hablar con todas

las

unidades. Nadie se mueve.

¿Estás

seguro?

¡No

he

de estarlo

Mira

que

en

ese

Cuerpo

de

Ejército

hay dos

jefes comu

nistas alertados para la otra sublevación.

Ascanio

y

Pertegás

^

-

a

u

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN 75

pertenecen

al Comité Provincial

del

Partido.

¡Mucho

cuidado

con sus

Divisiones Llámame

luego.

A

tus

órdenes.

Inmediatamente,

el

teniente coronel

Bueno,

jefe del

Segundo

Cuerpo,

desde su

puesto

de

mando de Chamartín de la

Rosa:

¡Todo

listo,

mi

coronel Sin

novedad.

Las

fuerzas de

mi mando

quedan

al servicio del

Consejo,

de

la

República y

de

España.

 

i

 

.

,

Muy

bien.

¿Y

el

comisario

de

ese

Cuerpo

de

Ejército?

¿Conesa? ¡

—Sí,

ese

dirigente de la juventud

comunista.

Ha salido

hace

media

hora.

¡

Cuidado, Bueno

 

Monta la guardia

en el

cuartel general.

Llámame dentro

de

media

hora.

El

jefe

del tercer

Cuerpo

de

Ejército,

coronel Francisco

Ortega, guardaba

silencio.

Aunque

había

ingresado

en el P. C.

durante

la

guerra,

era

uno

de los

stalinianos más

representa

tivos.

Desempeñó

el

cargo

de director

general

de

Seguridad

durante

la

represión

contra

el

P.O.U.M.,

y

al

desaparecer

Andrés

Nin

y

prepararse

la

lucha

policíaca

contra

la C.

N.

T.,

dimitió,

asustado. Por mil

procedimientos

quiso

lograr,

posteriormente,

la

estima de cuantos en él concretamos la responsabilidad

de

muchos crímenes

políticos;

no

la hubiera

conseguido

ni

aun

dándose de

baja

en

el

P.

C,

para

lo cual le faltaba

valentía;

pero,

sin

embargo, quienes

nos

preciamos

de conocer bien

a

aquel

hombre de

cara

de

zorro,

que

inició

la defensa

de

Irún

siendo

sargento

de

Carabineros

y

unos

meses

después ocupó

en la Ciudad

Universitaria el sector

en que

Durruti acababa

de

morir,

creemos

que

era,

en el

fondo,

 una

buena

persona,

a

quien

no la ambición

audaz,

sino la

vanidad

desmedida,

le

produjo un

torpe

afán

de

medro,

por el cual

contrajo

respon

sabilidades

que

le

impedían

dormir.

Era

un

pobre

esclavo del

stalinismo,

con

todo su

empaque

de- coronel.

Le llamó

Casado.

Estuvo

cortés, comedido, miedoso

en

la

conversación.

No

aprobó

ni censuró lo

ocurrido,

pero

dijo

que

era lamentable

que

hubiera

que

obrar

así,

y

cuando

se

le

pidió

que adoptase

una

posición

concreta

respecto

al

Consejo,

dijo

que

no

estaba con él ni

contra

él.

Casado le

dió

a entender

que

sabía

que

una de

las Divisiones del

tercer

Cuerpo

de

Ejér

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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76

J.

GARCIA

PRADAS

cito

bien

pertrechada

de

artillería

morteros

y

ametralladoras

estaba sobre ruedas

en

tren

de

marcha

y Ortega afirmó

que

él

no

daría ninguna orden para

enfrentar

al

pueblo

con el

pueblo.

No

estaba

mal

pero

debíamos

quedar

alerta

y

Casado llamó

a nuestro

compañerá

Molina

jefe

de

la

13 División para

enco

mendarle

el

ataque

del cuartel

general

si

desde allí

se

ordenaba

que

algunas

unidades avanzasen sobre

Madrid.

Iba

pasando

la

noche

y

los

teléfonos no cesaban

de fun

cionar.

Entraban

y

salían

los

ayudantes

de

Casado.

Sonaban

fuera las

máquinas

de

escribir

y

el

ruido

de

las teclas

repicaba

sobre

mi

voz

y

la del repórter

militar

de

 C

N

T

que

redactá

bamos las

noticias

del

cuartel

general.

Cerca

de

nosotros

quietud

de

reposo

junto a

frenético ritmo de trabajo

dormía

Besteiro

en

una

cama

y

al

lado

de la

cabecera

Cipriano

Mera

daba voces

recias

y tajantes

voces

de mando

ante el telé

fono

poniendo

tal

pasión

en

sus

palabras

que

agitaba

el

brazo

que llevaba en

cabestrillo

como si no

lo

tuviera

roto

o

dislocado.

Llamaba

desde

Valencia Melchor

Baztán;

todo iba

bien;

al

llegar

allá

se

puso

en contacto con

Burillo

y

Menéndez

les dió

la

consigna

de insurrección

y

convino con ellos en

la

necesidad

de

actuar

a

toda

prisa porque

los

comunistas

antes

de

procla

marse la

constitución

del

Consejo

y

según

las

orientaciones

de

Jesús

Hernández

de

Cordóns

de

Federico

de

la Iglesia

Ciutat y

Durán

movían varias unidades

militares entre

Utiel

y

Valencia

para cortar

la

comunicación de

Levante

con

Madrid.

Menéndez

ya

lo he dicho en otro capítulo

.

era republi

cano;

pero

Burillo

coronel

del

Cuerpo

de

Seguridad

había

servido incondicionalmente al P. C. durante toda la

guerra;

mejor

dicho: hasta

que

los

stalinianos

le abandonaron a

su

suerte cuando fracasó

de

modo ruidoso

en

Extremadura

donde

le

coparon

fuerzas

Queipo

de

Llano

y

Monasterio tan

fácilmente

como le batieron Varela

y

Yagüe

en Toledo.

El

único

 éxito

militar

de

Burillo

fué la

ocupación

de

Barcelona

en

mayo

de

1937

a las órdenes

de

Antonov.

Y

quiso

la

suerte que en

©I

resentimiento de

aquel

hombre

más

que

en él

mismo

encontrá

semos

el mejor

aliado

para

enfrentarnos

con

los

comunistas

en

Valencia;

tales

sorpresas

da

la

política en

la

que

hasta

los

Quijotes en

pago

de

la

torpeza

de meterse en

líos

por

no decir

en

el

reino

de

la

bribonada

tienen

que

andar en tratos con

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

77

malandrines y sonreír

en vez de

ahorcar

a

los tahures del

naipe marcado.

.

.

El

caso

es que

en

Valencia

a la

media hora de constituirse

el

Consejo

nuestros

compañeros

y

los guardias de

Asalto

de

Burillo se

habían

apoderado

de

la

ciudad.

Jesús

Hernández

huyó de su

casa

por

un

balcón.

 El

Campesino

no fué encon

trado

por

la noche: al día

siguiente

se

rapó

la

barba en una

peluquería y logró

escapar.

Los

centros comunistas

fueron

ocupados

sin

pérdida

de

tiempo.

Menéndez

tuvo

mucho tacto

en

el

Ejército

de

Levante

o

fueron

demasiado

cobardes

los

jefes

comunista

que

había

en

él

y

nada

pasó

allí. De Extrema

dura

nos llamaba

Escobar para

decirnos

que

todo iba bien.

En

cuanto a

Madrid

la

situación

no era mala.

Recorrí la ciudad

de

noche

con

Rafael

Sánchez

Guerra

ayudante

de

Casado

y

no encontré

en

ella más

que

las patrullas del S. I.

M.

los

desta

camentos de Retaguardia y los

retenes

de la 70

Brigada.

Quedaron

sin

comunicación

telefónica todos los locales

del

P.C.

pero

esto no

bastaba

porque

dentro

había

decenas de

hombres

armados.

En la

Comandancia

de

Artillería

el

comisario

Domin

go

Girón

pistola

en

mano

arengaba

a

los

jefes y a

los

oficiales

contra

el

Consejo.

Se

le

detuvo

y a otra

cosa.

En

la Coman

dancia

de

Ingenieros

el

comisario

Diéguez

hermano

del

ex-secretario

del

Comité

Provincial

del

P.

C

reñía

con el

jefe

teniente coronel

Ardid

porque

no se atrevía a enfrentarse

con

nosotros

y

eran

nuestros

militantes

del

Sindicato

Metalúrgico

quienes

ponían

fin

a la discusión

tomando

por

sorpresa

la

Comandancia

de donde

Diéguez

se les

escapó.

Fui

yo

a la

Delegación

de Propaganda

y Prensa

del

Gobierno

para echar

de

allí

al

diputado

comunista

Félix

Montiel

y

encontré que

la

había

abandonado.

Al

volver a

Hacienda

la ciudad

dormía.

En

los frentes cercanos tableteaba

una

ametralladora

como

exigiendo

que

no

olvidáramos

a

los

fascistas

. . .

XX.

Huye

el

Gobierno

y

los comu

nistas sacan

tropas

del

frente.

Me llamaba Eduardo de

Guzmán

desde  Castilla

Libre

con

alegría

de

buen periodista:

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78

J.

GARCIA

PRADAS

¡

Tengo

un número magnífico

 

¿

Sabes

que

es

éste el

único

diario

de

la mañana?

Sí;

contábamos con

que

hoy, lunes,

sólo

saldría Castilla

Libre. No lo

cierres aún. Te enviaré con un motorista

las

últimas

noticias.

¿

Importantes ?

Ya

verás.

. . Cuando

acabes,

ven

por

aquí.

No se puede

descansar.

Sólo

tengo papel para

cien

mil

ejemplares.

Hay

que

doblar la

tirada.

Coge

las bobinas

de

 C

N

T,

las de  La

Voz,

las

de

 El

Sol .

.

.

Gasta todo

el papel

que

haya

en la

imprenta.

¿Y

si envío un camión

a

los talleres

de

 Mundo Obrero ?

Allí

hay

papel

en abundancia.

.

Papel

y

fusiles. No se

pued«

entrar

sin

lucha

. .

.

Casado no soltaba el

teléfono;

Val,

a

su lado

permanente

mente.

En el cuartel

general

nadie

descansaba.

Carrillo,

como

fué

designado consejero

de

Gobernación,

se fué

a

trabajar

con Girauta y

Mancebo en la

organización

del

orden

público.

Sus llamadas a los

gobernadores

civiles

 encendían el

pelo,

tenían tono revolucionario:

Con nosotros

o

con esos miserables.

Pero decida usted

ahora mismo.

—Yo

estoy con

el

pueblo, con ustedes. ¡Vengan órdenes

Casado no estaba

seguro

de

los dos

primeros Cuerpos

de

Ejército.

Habló dos

veces con

Bueno

y

Barceló.

Al

final,

ya

en

las altas

horas

de

la

madrugada,

Bueno dijo

que

estaba

cercado

por

fuerzas

comunistas

en

su

puesto

de

mando.

¡Hay que

resistir,

amigo

le

dijo

Casado.

Me encuentro

solo,

mi coronel . . .

Si se acobarda

usted,

lo

fusilo.

Diez minutos después, Bueno estaba

a

las

órdenes

de

los

comisarios

Diéguez

y

Conesa.

La

rebelión

comunista

tenía un

foco

en

Chamartín,

a la

entrada

de

Madrid,

y disponía

de

un

Cuerpo

de

Ejército

que

cubría

el

frente

entre

la Sierra

y

El

Pardo.

Se

llamó

reiteradamente

a

Barceló,

y

aquel

felón,

durante

varias

 horas,

sirvió

a los comunistas diciendo

que

servía

al

Consejo. Encarceló

a su

propio

jefe de

Estado

Mayor,

detuvo

mediante un traicionero

ardid al comandante de

una

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LA

TRAICION

DE

STALIN

79

de sus

Divisiones

cambió las

guardias

establecidas

en el

camino

de

Madrid

y con

Ascanio

y Pertegás

sacó del

frente

de

El

Pardo

varias

Brigadas

a

las que los comisarios stalinianos

arengaron

diciendo

que

nos habíamos sublevado con la

 quinta

columna

en

pro

de

Franco

y las llevó

a

la

capital.

Al

ama

necer

ya

tenían dos batallones

dentro

de la

ciudad

en

los

vastos edificios en construcción

de los

nuevos

Ministerios

y es

curioso

observar que

fuimos recibiendo simultáneamente

las

noticias de la sublevación comunista

 en

defensa

del Gobierno

y los datos de

la

cobarde

fuga de éste y de

los

altos

dirigentes

del P.

C.

Blanco habló desde

la

posición

Yuste con

el Comité

Nacio

nal del Movimiento

libertario

y

le

prometió

ir

a

Valencia

para

ponerse

a su

disposición; pero poco

después

sin

despedirse

y

a sabiendas

de que

ningún

riesgo

corría entre

nosotros

salvo

el de

no

poder

salir de la

zona

como

cada

quisque

huyó

con

Negrín

a Francia.

Fuéronse

con

ellos todos los

ministros.

Ni

el

hecho de ser

tratados

a

puntapiés

por

el

Presidente

ni

el

alzamiento

popular

bastó

para

hacerles salir

del atolladero

en

que

los

ahogarían

las

responsabilidades. Escapaban

en los

aviones

jamás

olvidados

por Negrín

al hablar

de resistencia.

Y lo

mismo hacía

Líster

y

 Pasionaria

y

Cordóns

y

Jesús

Hernández

y

el

general

Hidalgo de

Cisneros

y

Tagüeña

y

Mendiola y Modesto

y Etelvino Vega.

.

.

No

se

llevaron

a

los

guerrilleros

que

les dieron escolta

hasta

los

aeródromos;

se

llevaron

las

joyas

que

dieron

lugar a

que

gran parte

de los

acompañantes

de

Líster

con universal

escándalo

fueran dete

nidos

como

ladrones

al

llegar

a

Francia;

y

escaparon

en

aviones

de

viaje

de

bombardeo

y de

caza

indistintamente

porque

a

ellos

y a

quienes

les

seguían no

les

importaban

los

intereses

antifascistas

ni la

defensa

del

pueblo

sino su

personal

y

exclu

siva

salvación

y

con

tal de

asegurar

su

vida

les

tenía

sin

cuidado

que la zona quedase

a

merced de Franco. Ni

siquiera

del

Partido se acordaban

al

ver fracasar

su

golpe

y era indig

nante

advertir

cómo

algunos

militantes

comunistas abrían la

lucha en

nombre

de pajarracos

que

ya

habían volado.

. .

Al

irse

Hidalgo

de

Cisneros

y

tras

él

muchos

aviadores

comunistas

pasó Camacho a

ser

jefe

de

la

Aviación

y

de él

recibió

Casado el

siguiente telegrama:

 Quedo

con

todas

las

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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80 J. GARCIA

PRADAS

fuerzas aéreas de mi

mando,

a

su

completa disposición,

por

acuerdo unánime.

¡Viva

la

República

¡Viva

España

El

cuartel

general

del

Ejército

del

Centro

comunicaba:

 Jefe

Flota

me remite

siguiente telegrama: 'Al

consejero

de

Defensa,

coro

nel Casado. La

Flota,

con buen

espíritu,

se encuentra

a

las

órdenes de

V.

E.

¡Viva

la República '

 

Era

buena

la

noticia;

pero.

. .

no venía del

puerto

de

Cartagena.

La escuadra

estaba

en álta

mar,

y en

ella,

la

primera

figura

política

y

militar era

Francisco Galán.

Olvidando

sus

deberes, en una decisión

que

ha

avergonzado

después a

los

mejores

marinos,

de

alguno

de

los cuales ha recibido Casado

posteriormente

importantísimos

documentos,

nuestros

buques pusieron

proa

a Bizerta.

¡Como

huían

tantos

personajes,

como había en la zona

tanta

revuelta,

creyeron

que

todo acababa

allí

Se

fué la

escuadra,

y

en

ella,

varios centenares de antifascistas

cartageneros

que

subieron

a

los

barcos

cuando se alzó

la

 quinta

columna.

Quien

tiene

el

mar tiene la

costa.

Levante era

de

Franco,

y

el

enemigo

nos

rodeaba

por

todas

partes.

.

.

A

las siete

de

la

mañana

salió

a

la

calle  Castilla

Libre.

Guzmán,

que

había hecho un número

formidable,

en

el

que

las

frases

restallaban como

trallazos,

ya

estaba

trabajando

conmigo

en

la

Delegación

de

Propaganda,

donde,

con casi todos

los

empleados

que

había tenido

Montiel,

redactábamos los textos

que

habían de transmitir o de

publicar

las

agencias

y

los diarios

de la

zona.

La

gente,

en las

calles,

se

disputaba

el

periódico.

A

la

puerta

de nuestros

Sindicatos,

donde

teníamos concentra

dos desde

tres

días

antes

a

los

militantes de más

valía,

los

grupos

de lectores se transformaban en mítines. Se

abrazaban

los

obreros

con la

pistola

en la mano. La red

telefónica,

sistema

nervioso

de

la

ciudad,

vibraba

con júbilo

de

epifanía.

Todo

e

pueblo

era rebelde contra

el

Gobierno

de

Negrín;

todo

él

se

sentía

interpretado

por

el

grupo

de

hombres audaces

que

acaba

ban de hacer

lo

que

se debía

haber hecho en

mayo

de

1937,

o

cuando

Líster

entró

a

saco

en

Aragón,

o

al marcharse las

Brigadas

Internacionales

en señal

de

que

la

U.R.S.S.

no

quería

arriesgar nada en el

juego,

o cuando

los

taumaturgos

de

la

resistencia

huían de Barcelona.

. .

Mas,

de

pronto,

cundió

la

noticia de

que

al final del Paseo

de

la Castellana

se detenía a la

gente.

Los comunistas de

los

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

81

nuevos Ministerios encerraban

allí,

para

especular

con

ellos

en

calidad de

rehenes,

a

las

mujeres,

los

hombres y los chiquillos

que

transitaban por

las cercanías; quien no era del

P.

C,

que

daba preso.

Fué

Gerardo

López,

secretario particular de

Val,

a ver lo

que

pasaba,

y le

detuvieron;

a

los

veinte

minutos

lograba

escaparse,

y

poco

después

nos informaba

de lo que

ocurría.

Para

preparar

medidas

militares,

salió

seguidamente

del Comité de Defensa el

comandante Emilio Fernández.

Iba

en un

coche

por

la calle de

Abascal,

y

un

grupo

de

soldados,

al mando del

comandante

Fernández

Cortina,

le

hizo

detenerse.

Los

dos

jefes

habían

mandado,

tiempo

atrás,

la 70 Brigada.

Emilio

era

de

lo

mejor

que

teníamos;

Cortina,

como

luego

se

irá

viendo,

un

criminal

al servicio del

Partido

Comunista.

Pistola

en

mano, serena

la mirada

de

sus

ojos

negros,

en

los

que

había una

llama

de juventud

y de

ideal,

Emilio

salió del

coche

y

avanzó confiadamente hacia el

grupo.

Los

fusiles

ametralladores

de la

escolta

de

Cortina le

apuntaban.

Se estre

meció el

cuerpo

rechoncho,

barrigudo,

de

éste,

que

al exclamar

 ¡Emilio

levantó

el

tosco

bastón'

que

llevaba en

la

diestra,

y al

bajarlo

como

un

rayo,

gritó:

¡

Fuego  

La

gallarda juventud

de

nuestro

compañero,

al

rugir

la

descarga,

se

desangró sin un ¡ay

sobre el

pavimento

de su

Madrid;

del

Madrid

de

su

infancia

desharrapada y

triste,

de

su

adolescencia verbenera

y trabajadora,

de

su

mocedad de

lucha

revolucionaria,

de su

sazón de guerra

y

de

muerte.

Guiñaron

de

gozo

los

ojos

verdes

de

Cortina,

ante el rival

abatido;

se

atusó con

la

mano

izquierda

la

barba

rubianca,

y

luego

se ladeó

chulaponamente,

como

un

 flamenco

del

Tercio,

su gorrito

cuartelero. . .

Media

hora después, a

la puerta

de

nuestro Centro de

Instrucción

militar,

de modo

muy

semejante,

el

capitán

Manza

no,

comunista

también,

nos fusilaba otros

dos

compañeros y

se

llevaba

detenidos a Cecilio

Rodríguez y

al comandante

Tárre-

ga,

hermano

de

uno

de

los

caídos

...

-

Nuestra

gente

de

los

Sindicatos, bravia,

tentada

siempre

por el

peligro,

se

echó

a la

calle.

A

tiro

limpio

recluyó

a

los

comunistas

en

los

Ministerios,

y

se

batió

denonadamente para asaltarlos.

Entonces,

desde

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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82

J.

GARCIA PR ADAS

Hacienda,

me

llamó

Eduardo Val

con

la voz

de

mando

propia

del momento:

¡

Fuera,

fuera

de

ahí

 

Tú,

al micrófono.

Ha

empezado

la

lucha,

y

es

preciso

que en todas

partes

se

oiga

la

arenga

de

nuestra audacia.

¡Ven

aquí

Me

metí en

el

locutorio

de

Hacienda,

conectado

con

Unión

Radio,

y

allí alterné la ordenación de las noticias con su

emisión.

No daba

tiempo

a

redactarlas.

Todo era

improvisado

y

frené

tico. De media en media

hora,

desconectaba

el micrófono

y

a los diez minutos reanudaba

la

emisión.

Las notas del

Consejo,

las

órdenes

militares

de

Casado,

los

telegramas

de

adhesión,

las advertencias

escritas

nerviosamente

en

cualquier

papel,

se

me

acumulaban sobre la

mesa,

entre mi

pecho

fatigado

y

el

micrófono, bajo los ojos ciegos

de

cansancio

y

de

sueño.

El

general

Asensio,

enviado

por

Negrín

a

los

Estados

Unidos,

cablegrafiaba

al coronel

:

 Deséote acierto en tan

graves

momentos. Confío en

tus

condiciones,

y

esperando noticias,

quedo

incondicionalmente

a

vuestras

órdenes.

¡Viva

la

Repú

blica Don

Fernando de los

Ríos, socialista,

embajador

de

España

en

Wáshington,

proclamaba

en

exaltados

términos su

adhesión

al

Consejo.

Mariano

R.

Vázquez,

secretario

general

del

Movimiento libertario en el

Extranjero,

se

dirigía

a Val

felicitándole por

la insurrección

y

comunicando

que

hacía

ges

tiones

para

trasladarse

de

París

a Madrid.

Diego

Abad de

Santillán,

desde

Francia

también,

se

expresaba

en

parecidos

términos,

y

asimismo el ex

ministro

catalán

Nicolau

D'Olwer.

En

París,

Julián

Zugazagoitia,

ex

director de

 El

Socialista,

de

Madrid,

hombre

de

confianza

de

Prieto durante muchos años

y

subsecretario de la Presidencia con

Negrín,

decía

pública

mente que de estar en Madrid se hubiera

sublevado

con

nosotros.

Ni una

voz,

excepto

la

comunista,

se alzaba en

contra.

Pero

Martínez Barrio

y

Azaña,

que

cobardemente

se

habían

negado

a venir

a

nuestra

zona,

cerraban

el

pico,

como

si

la

cuquería

tuviera

algún

valor

en

las horas de

sangre

y

de Historia.

. .

La

U.

G.

T., cuyo

secretario

general,

Rodríguez

Vega,

estaba

en

la zona republicana, y bastante cerca

de

Negrín,

publicaba una

nota

que

decía:  La Comisión

Ejecutiva,

después

de conocer la constitución

del

Consejo

N.

de

D.

y

los aconteci

mientos ocurridos

en

las últimas

horas,

considera conveniente

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

83

robustecer la autoridad

del

organismo

recién

creado,

y

sus

miembros acuerdan ofrecerse a dicho

Consejo para

lo

que

sea

necesario.

El

Comité Nacional

de

Unión

Republicana,

que,

ganado

por

el

miedo,

había estado reunido en

Albacete,

cerca

del

aeródromo,

volvía a

Madrid,

por

el

llamamiento

de

nuestro

ejemplo.

A

las

diez

llegaba

Miaja, y

poco

después, Manolo

Matallana. Abrazos

en

los sótanos

de Hacienda. Los

soldados

de

la 70,

firmes de

pulso,

con

la

mano en el fusil.

Se reunía de nuevo el

Consejo,

para

lograr

su

estructura

definitiva. Como Miaja,

durante

toda la

guerra,

fué,

ya

a su

gusto,

ya

a

su

pesar,

un hombre

de

paja

del,

Partido

Comu

nista,

al

sublevarse éste convenía

enfrentarle

con

aquél,

y

sólo

por

esto

se

le hizo mascarón

de

proa

del

Consejo al darle la

Presidencia.

El nuevo

organismo,

donde

los

hombres valían

mucho más

que

los

cargos,

quedó

constituido definitivamente

así:

Presidencia,

el

general

Miaja;

Estado,

Besteiro

 socialista,

sin

representación

de

Partido);

Defensa,

el coronel

Casado;

Justicia,

Miguel

San Andrés  Izquierda

Republicana)

;

Trabajo,

Antonio Pérez

 U.G.T.)

;

Gobernación,

Wenceslao Carrillo

 Par

tido

Socialista)

;

Hacienda

y Agricultura, González

Marín,

y

Comunicaciones

y

Obras

Públicas,

Eduardo

Val,

ambos

del

Movimiento

libertario,

del

cual recibió

MJaja

el

siguiente

tele

grama:

 Reunido

este

Comité Nacional de Defensa

del

M. L.

en sesión

extraordinaria,

acordó

por

unanimidad

transmitir

su

adhesión

al C.

N. de

D.,

que V.

E.

preside,

testimoniándole

el

apoyo

incondicional de

su

colaboración

desinteresada en

pro

de

la

dignidad

y

de la

independencia

de

España.

El

secretario,

J.

López.

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XXI

La

falsa rendición

de

los rebeldes

MALAS

noticias

en el

Consejo

En

Levante

insegura

la

situa

ción

militar;

en

Extremadura

las Divisiones de Cartón

y

de

Toral

en

actitud

de protesta;

en

el

Centro

los

dos

primeros

Cuerpos

de Ejército

contra

nosotros

dubitativo el de

Ortega

y

a ochenta

kilómetros

de

Madrid

el

cuarto

cuyo

jefe

era

Mera

;

dentro de

la

capital

sólo

contábamos con

la 70 Brigada dos

batallones de

Retaguardia

y

los

militantes

de

la

C N T

Los carabineros y los

guardias

de

Asalto

no obstante

sernos

adictos sus más altos jefes

no

nos

inspiraban

confianza

En

Cuenca

cuyo gobernador

civil

Monzón

era

staliniano

se suble

vaban en

torno

a

éste las fuerzas de

orden

público

las del

S

I

M

y

el 13

Cuerpo

de

Ejército

Los

quinientos

guerrilleros

comunistas

que había en

Alcalá

constituyendo un

destacamento

de

fuerzas avezadas

al

ataque

por

sorpresa

en

el

campo enemigo

alzábanse también contra

nosotros

y avanzaban sobre Madrid

Finalmente

se

inició

en

toda la

zona un intenso movimiento

de carros de

combate

que

demostró

a

los

generales

la

existen

cia de

ingenios

blindados con los

cuales no

contaban

por

poseerlos

los

comunistas clandestinamente

La

supremacía

militar

lograda

por

el

P

C

durante la guerra gracias

a

Rusia

y

ante

la cual

se

detuvieron

siempre

quienes

odiaban su dicta

dura

entraba entonces

en

juego

Difícil era

nuestra

situación

84

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

8o

como se

ve;

pero,

aun

así,

no

perdimos

los

nervios,

ni

la

con

fianza en nuestra

decisión,

ni

la fe

en

el

pueblo,

que

nos

aplaudía.

El

coronel Casado,

que

nunca

se

dejó

arrastrar por

las

pugnas

políticas

de

retaguardia,

puso

más

esperanzas

en

la  radio

y

en la

Prensa

que

en

las

armas,

y

aun

cuando la

inactividad militar

del

Consejo

daba

margen

para

que

se

sublevaran

algunos

cuarteles

dentro

de

la

ciudad,

se

resistió

a

sacar un soldado del frente.

Nosotros

francamente

lo

diré

no estábamos conformes

con aquella relativa pasividad,

y

aunque

a veces nos

ganó

el

sentimentalismo de

quienes

no

querían

enfrentar unidades de

nuestro

Ejército,

bajo ningún concepto,

admitimos

que

no

se

diera

la

orden

de

asaltar los locales

comunistas.

Atribuíamos

a

Pedrero,

jefe

del

S.

I.

M.,

la

culpa

de no

hacer

esto.

Era

un

hombre a

quien

no

podíamos

ver:

encarnaba el

tipo

del aventu

rero

que

siempre juega

con

trampa

en

las

políticas conmociones.

Expulsado

de

la

U. G. T.

y

del Partido Socialista

por sus

inmoralidades de toda índole

antes de

la

guerra,

cuando ésta

empezó

puso

su vesania

y

su cobardía

a

las

órdenes

de

García

Atadell,

a

quien

dieron

garrote

los

fascistas

después

de

huir

de

nuestra

zona

con el botín de sus

robos;

a

fuerza de intrigas

logró

dominar secretos

policíacos,

y

gracias

a

esto

consiguió

de

Negrín

la jefatura del

S. I. M.

en

el

Centro,

así

como

Garcés,

un chulillo

madrileño ducho

en

reclutar

mujeres

para D.

Juan,

y

compañero

de

juerga

de

su

hijo Juanito,

obtuvo

por

tales

méritos

la

nacional.

Después

de esto,

Pedrero,

con

campanillas

de personaje, reingresó

en el Partido Socialista

por la puerta

principal,

.

y

sirviendo

a

la

política

del

Presidente,

colaboró

con

el Partido

Comunista

y

nos

hizo

daño,

todo cuanto

pudo,

hasta

que

le dimos a entender

que

estábamos

dispuestos

a levantarle

la

tapa

de

los

sesos.

Desde

entonces,

políticamente,

anduvo

con

pies

de

plomo

;

pero,

como

siempre,

por su

conducta

personal

era un

estercolero:

estupefacientes, mujeres,

malversación

de

fondos,

orgías

en una ciudad donde

el hambre hacía

estragos . . .

Descargaba

sobre

algunos

fascistas

un terror

encanallado,

y

a

otros

los cubría de

protección

y atenciones.

Era

un

tipo

siniestro,

a

quien

debimos haber

ametrallado,

velando

por el

prestigio de

nuestra

causa.

¡Basta

ya,

Casado

dije

yo,

fuera

de

mí,

en

la

tarde

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86

J.

GARCIA

PRADAS

del día

6

. No nos fiamos

de

Pedrero. Nos hace falta

con

trolar el

S.

I. M.

Se

le extendió

a

Salgado un documento,

por virtud

del

cual

tendría

tantas

atribuciones como

Pedrero,

y

nos

fuimos

los dos

al Ministerio de

Marina,

donde estaba

instalada

la

jefatura

del

Servicio.

En

el

despacho

de Pedrero

rojos

damascos,

molicie

de

sofás,

humo de

tabaco

turco

y

americano,

perfume

de  Coty,

tintineo de timbres

y

aparición

de

pistoleros

tomaba

aquél

una taza

de aromático

café

junto

a

E.,

su. . .

secretaria

particular.

Ya

veis

nos

dijo

;

acabo de

rescatarla;

me la

habían

detenido

los

comunistas.

Les

he dicho que

si no me la soltaban

 se

perdería

Girón. Por cierto

que

le

he

mandado

subir.

Le

tengo abajo,

en

un calabozo.

Y

entró

al instante

Domingo

Girón,

entre

pistolas

ametra

lladoras.

¡

Cristo,

qué

escena

  La

muchacha,

morena

y gachona

como

una

odalisca,

tendida

en

un

diván;

Pedrero,

simiesco

de

tipo,

estremecido por los

gestos

propios

del

cocainómano,

sen

tado

en

un sillón

frailero,

tras

la

mesa

brillante;

nosotros,

después de estrechar la

mano

de

Girón,

quedamos

de pie, como

él.

Venía

sucio del

polvo

del calabozo.

Joven,

robusto,

con

una ligera sonrisa irónica sobre

el

mentón

voluntarioso,

alboro

tadas las greñas de

agitador

de

muchedumbres,

tenía

grandeza

su

figura

erguida

de buen

revolucionario.

Ahí la tienes

le dijo Pedrero

.

¡Canallas

¿No

os

da

vergüenza

detener a las

mujeres?

¿Qué

opinas,

hombre,

qué

opinas

? Si

llegáis

a fusilarla . .

.

Hubiera

sido lamentable

dijo

Girón

-.

¿

Sí,

verdad

?

¡

Con

qué

sensatez hablan

los

presos

.

. .

Hubiera sido lamentable. . .

porque

una

puta

no

merece

un tiro.

Saltó

Pedrero,

con

una

mano

engarabitada

sobre su

pobre

corazón de cómico. Nos

miró.

No

supo

coger la

pistola,

ni

siquiera contestar.

Su secretaria prorrumpió en sollozos

y

salió del despacho.

Se

llevaron

a

Girón

a

la perrera,

y

nosotros

empezamos

a hablar fuerte en

aquella

 gargonniére

donde

tantas

canalladas

se

perpetraron

durante la

guerra.

Aquella

misma noche

se

decidió

destituir

a

Pedrero y

trasladar

a

Girón

y

a otros

comunistas destacados

a los

sótanos de

Hacienda,

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LA

TRAICION

DE

STALIN

87

donde se

les

dispusieron

habitaciones.

Allí habló

Casado con

aquél, y hubo

en

los

dos

tal

dignidad,

que

ambos mantuvieron

sus

posiciones

sin

que se

cruzara

entre ellos una palabra molesta.

El

teniente coronel Armando

Alvarez,

de

Carabineros,

a

quien

Negrín

había

dado

muy

altos

cargos,

se fué

de

Madrid

a

Cuenca,

solo,

para

dominar la

situación de

aquella plaza.

Miaja

y González Marín marcharon

a

enfrentarse con

vacilantes

y

rebeldes de diversos sitios.

Al

anochecer del día

7,

casi

toda la zona estaba tranquila,

supeditada

al Consejo,

pero

en

Madrid dominaban las

fuerzas

comunistas.

Se

habían disparado

unos cañonazos

contra

los nuevos

Ministerios,

mas hubo

que

cortar

el

fuego,

tanto

para

no hacer

víctimas entre los

rehenes

cuanto por

evitar

que

el

enemigo

cercano,

al advertir

grandes

proporciones

en

nuestra lucha,

procurara entrar

en

Madrid.

Los

sublevados salieron

de

su

refugio y

avanzaron ciudad

adentró.

Casado

seguía

negándose

a

sacar

tropas

del frente.

La rebelión

cundía,

a favor

de nuestra

pasividad.

Los

carabi

neros y.

los

guardias

de

Asalto

nos fallaban. Estando

yo

ante

el

micrófono,

me quedé sin

Unión

Radio. Los comunistas se

apoderaron

de

los

estudios

y

cantaron

victoria desde

allí.

Al

cuarto de

hora,

les

aislaba

yo

de la

estación

emisora,

con la

cual conectaba mi

micrófono,

y

negaba

su dominio.

En

el

cuartel

general

del

Ejército

del

Centro,

al

faltar

Casado,

que

era su

alma,

nadie

daba

pie

con

bola,

y

la

situación

se

agravó

extraordinariamente

cuando

el

segundo Cuerpo

de

Ejército

inició

desde

Chamartín

el

avance

a

la

 posición

Jaca,

en

la

Alameda

de

Osuna,

donde estaba instalado

aquel

cuartel

general.

Precipitadamente,

se envió

allá,

con

la

esperanza puesta

en

su

decisión,

a

Mera

y

Verardini.

Bajo

el

mando

de

éstos, el

bata

llón

que

guarnecía

 Jaca

aguantó

el

fuego

contrario durante

unas

horas;

pero

las

ametralladoras,

los morteros

y,

finalmente,

los cañones,

le

obligaron

a

ceder terreno.

Copada

la

posición,

Mera,

Verardini

y

otros

jefes

lograron

escapar

a

favor de

la

noche,

y al

llegar

a

Hacienda,

conferenciaron con

Val y Casado.

Se

confió

el

Estado

Mayor del

Centro

a

Verardini,

que trazó

inmediatamente un

plan

de

lucha

dentro de

Madrid,

y Mera se

fué al S.

I.

M.,

tanto-

para

anular

a

Pedrero, cuya

destitución

no

admitían los

socialistas,

cuanto

para

utilizar

las comunica

ciones del Servicio. Se

acabó nuestra

paciencia.

¡A

Madrid

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LA

TRAICION

DE

STALIN 89

La

14

División

pasaba

como

una tromba

por

Alcalá

y

avanzaba

hacia

Madrid. Pronto

podría

oír Ascanio

los cañones

de

la

Alcarria

. .

. Dos horas

después llamó

Ortega,

para pedir

a

Casado

bases

de

rendición

de

los

rebeldes.

No

se

les

propuso

más

que

la vuelta inmediata de las

tropas

al

frente

y

la substi

tución

como estimara el Consejo

de

los

jefes

sublevados.

A

las

siete

y

media,

Ascanio

y

Pertegás

aceptaban

la rendición.

XXII.

Bajo

la

garra

del

terrorismo

chequista.

Yo,

que

había redactado por

orden de

Casado

las condicio

nes

de

rendición,

corrí

con ellas

a

ver

a

Girón.

Sentado

en

su

cama,

donde hube de

despertarle,

se las leí.

Le

parecieron

bien,

nos

estrechamos la mano con

alegría

y

cordialidad,

y

fui

lleno

de

entusiasmo

al

locutorio,

para

 radiarlas.

Al

salir,

como consideraba

que

había terminado

la

lucha,

perdí

la

tensión

de nervios

que

me sostuvo en

pie

durante

una semana en

la

que

no hallamos

instante

de

reposo,

y

me

tambaleé,

como

un

sonám

bulo,

de muro

a muro del

túnel

por

donde andaba.

Podíamos

irnos

a descansar

durante

unas

horas.

Salimos

juntos

de Hacienda

Salgado

y

yo,

con

Val. Nosotros

vivíamos

en la misma

casa,

y

Eduardo

dijo

al

chófer:

Dejaremos

a éstos

primeramente.

No

.

repliqué

;

vamos antes al Comité

de

Defensa,

para

abrazar

a los

compañeros.

Al ir,

cruzando

zonas en

las

que se había

luchado,

no

pasó

nada. En

nuestro inolvidable cuartel general

de

la

calle de

Serrano,

cincuenta o

sesenta

compañeros

nos

recibieron con la

mayor

alegría.

Todos

habían

pasado

cuatro

jornadas

con el

fusil

en

la mano. Gerardo

López

había

movido desde

allí

nuestros

grupos

de

barriada,

y

una heroica

mujer,

la

compa

ñera

M.

E.,

que

había

mandado

tropas

en

la

Alcarria con

grado

de

capitán,

mantuvo

viva

la

hoguera

del

entusiasmo.

Nunca

he sentido tanto

el

calor

de

la

C.

N. T.

como

aquella mañana,

en

que

el júbilo

hacía

infantiles a

nuestros más

duros y secos

militantes,

-con

cuya

bravura se

pudo

contar

siempre

.

en

Madrid

para

probar

que

el

oso

staliniano no es

tan fiero

como le

pintan.

.

.

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90 J. GARCIA PRADAS

Me aislé un

momento,

para

ver la Prensa de

los días

anteriores.

Los diarios

de

Madrid,

desde

la tarde del

6,

procla

maban la asistencia de todo

el

pueblo

al

Consejo,

y

los

que

hasta

el día

5

cobardemente

aceptaron

la influencia

comunista,

que

eran casi

todos,

procuraban

ir más

lejos

que

ninguno

en

el

ataque

al stalinismo. Me

pareció

que

enseñaban la

oreja

reaccionaria,

que

también se les

vió

cuando

aplaudían

la  demo

cracia

de

nuevo

tipo

propuesta por

el

P.

C.

Llamé,

como

todas las

mañanas,

a

 C

N T. Mi

redactor-jefe,

A.

P.,

ya

estaba

en

su puesto.

Le

hablé,

con

indignación,

durante

veinte

o

treinta

minutos,

y

desde

aquel

día nuestro

diario

puso

prin

cipal

empeño

en

explicar, por

una

parte,

nuestro

alzamiento,

y por otra,

en

impedir

que

unos mangantes le

atribuyeran

significación antiproletaria.

Quien

coincidió con

nosotros

plena

mente

fué

Javier

Bueno

primer héroe de Asturias

en 1934,

herido

allí

también

durante la

guerra,

con

prestigio

excepcional

por

su

lucha,

su martirio

y

su conciencia

,

al escribir en

 Claridad,

órgano

de la U.

G.

T. confiado

a

su

experta

direc

ción,

unos artículos

terribles,

en

los

que

al

enjuiciar

al P.

C.

con criterio

proletario y

español, vibraban

como

rayos las

acusaciones,

entre

un

relampagueo

de

dignidad.

Al ir

a casa,

Salgado

y

yo

cerramos

los ojos dentro del

coche.

Nos

bastaba

un minuto

para

dormirnos.

Ocurriósele

al chófer

ir

por la Castellana,

en vez de

por la calle

de

Serrano,

y

entre

los

nuevos Ministerios

y

el

cuartel

de

la

7

División,

del que

se

apoderaron

los

comunistas

dos días

antes,

un

soldado

le dió el alto.

Paró;

al instante nos

cercaron de fusiles.

Desperté

con

sobresalto,

cuando abrieron el

coche,

y

eché mano

a

mi  Colt.

Pero

ya

era tarde.

Nos

pidieron

la

documentación,

presentó

Salgado

la

suya,

y

quedamos

detenidos.

Nos

hicieron

pasar al

cuartel

y

ordenaron

al chófer

que

metiera allí el

coche.

Cuando nos dimos cuenta

de lo

que

era

aquello,

se

nos

sublevó

el orgullo:

¡qué

manera más idiota de

morir

Había

un cañón antitanque

a

la

puerta;

las

ventanas

del

vasto

edificio,

cubiertas de sacos

terreros,

se

erizaban de

fusiles

y

ametralladoras;

la

gente

de Cortina

ponía

en

el

patio,

en el

zaguán,

en

las habitaciones llenas de

pertrechos

militares,

su

violencia de

lucha. Entre

un

pelotón

de dinamiteros

pasamos

a

presencia

de

 los

jefes : unos

mozalbetes

apasionados

y

Page 99: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

91

petulantes,

vestidos de

paisano,

con los

rasgos

peculiares

de

 los

dirigentes

de

la juventud marxista-leninista-stalinista

. . .

Tan

nerviosos

estaban,

que

nos

fué

imposible

contestar al

turbión

de sus

preguntas,

entre

las

que

surgían

a

borbotones

los insultos de

peor

baba.

Con tanto

gritar

todos

a un

tiempo

y

ponernos'

en

el

pecho

la

pistola,

ni siquiera consiguieron

saber

concretamente quiénes

éramos.

Nos metieron

en

un

cuartito

angosto,

donde

había varios

colchones por

el

suelo,

y

sentados

en uno

esperamos

nuevos acontecimientos.

Salgado

y

yo

teníamos la

suerte-

echada;

sólo

debíamos

intentar

la

salvación del

chófer.

Se cuadraron los

soldados que

nos

vigilaban, y

entró en

la

habitación un grupo

de

jefes

y oficiales;

el

primero, Manuel

Fernández

Cortina,

inconfundible

por

su

tipo

de

sapo

en

dos

patas,

por

su verde mirada

burlona,

por

su barba de

azafrán,

su

cuchillo

de.

pendencia

a la

cintura,

su

apostura

de

matón

y

su

torpe

castellano

de

gallego.

Conque

de

Casado,

¿eh?

—¡De

la C.

N. T.

Pero al

servicio

de

la

Junta.

. .

de

Burgos.

Nos echamos

a

reír

despectivamente. Un capitán

de

cabeza

vendada llevó la

mano

a

su pistola.

Cortina,

que

le

detuvo,

quiso

saber

quiénes

éramos,

y

cuando

sus

agentes

iban

a

registrarnos

los bolsillos, recordé

que

tenía

en

ellos las actas

de cuatro

reuniones

del

Comité

de

Defensa

y

una histórica

carta

que

Gorkín

y

Gironella,

dirigentes

del P.

O.

U.

M.,

me

escribieron

el

mismo

día

en

que les condenó un tribunal contra

rrevolucionario,

para darme

las

gracias

por

la

campaña

que

en

su

defensa sostuvo

como

nadie

 C N T.

Quise

salvar

todo

aquello

mediante un

golpe

de

efecto:

¿Nos

vais a

cachear

como

a

rateros? Esperad

un

poco

les

dije,

y

apresuradamente

entregué

a

Cortina

mi

carnet

de

director

de  C

N

T.

¡

Hombre

 

. .

.

Deja

que

te

mire,

para

ver

si es

tuya

la

fotografía

y

sentí

en el

rostro

la viscosidad

de

su mirada

..

¿De

modo

que

eres

García Pradas?

Por

mis

actividades de

periodista

y

de

orador,

puestas

al

servicio de

la C.

N.

T.,

muchos

comunistas

.

los más brutos

.

me

atribuían

personalmente

gran

parte

de los

ataques

de mi

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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92 J. GARCIA

PR ADAS

Organización

a su

Partido

y me odiaban más

que

a

otros

compañeros cuyo

trabajo

de

primer

orden

se

efectuaba en

secreto

fuera de toda

publicidad.

Cortina se

transfiguró

de

gozo. Encendió un

cigarro

satisfechísimo

cuando

supo quién

era Salgado

y

nos

dijo

con

mucho retintín:

Podéis

pedirme lo

que

queráis.

Aquí

se trata bien

a

la

gente.

Es

natural.

A

ningún

reo en

capilla

se le

niega

nada.

.

.

Es lo

que

hacen los nuestros

con

Girón

. . .

¿Girón?

¿Sabéis

vosotros dónde está?

Hace

un

par

de

horas

que

hemos

hablado

con él. Como

a

nosotros

no le

pasa

nada

ni

tampoco

a unos doscientos

comunistas

que

tenemos detenidos.

. .

Pero

te

voy

a

pedir

un

favor. Cada

cual sabe cómo

le

quieren

sus

compañeros.

Déjanos

enviar una nota a los nuestros

. . .

No

te alarmes

...

Es

para

decirles

que

estamos bien

y evitar

que

suponiendo

que

nós

habéis

fusilado

fusilen en

represalia

cien

de

los

vuestros. .

.

Tú ves la

nota

y

si te

parece

bien

la mandas al

Comité de

Def

ensa con

un motorista

;

después

respetas

la vida de nuestro

chófer

y

haces

lo

que

quieras

de

nosotros . .

.

La

estratagema

con

que

procuré

alarmar

su cobardía dió

buen resultado. Se

quedaron

suspensos

un

instante;

dijo

luego

Cortina

que

habría

de decidir

 el tribunal

de la

Checa

al

cual seríamos presentados

y

se

fueron

con

el

filo

de

una

preocupación

en su sonrisa.

Quedamos

solos

con

guardias

de

vista.

No nos

hacíamos

ninguna esperanza

porque

la

rendición

de

Ascanio

y

Pertegás fué tan

sólo

un ardid para

reorganizar

sus

fuerzas

y

ganar

tiempo.

En

el cuartel había mucha

agita

ción

y hora y media

después

de

quedar

a

solas

oímos

disparos

en un

patio

interior

al cual daba la habitación en

que

estábamos.

Con

la

mirada nos

dijimos

que fusilaban a

los

prisioneros

. . .

Luego

vino a

buscarnos un

pelotón

de

soldados.

Nos

sacaron

al

patio

exterior.

Allí estaba

nuestro

coche

ya

con

otro

conductor

y

Cortina

y

el

capitán

de cabeza

vendada

y

 los dirigentes

de

la

juventud marxista-leninista-stalinista.

Nos llevaron a

Chamartín

con

gran

lujo

de

precauciones.

Delante del

coche

abriendo

marcha

iba

un motorista

militar.

En

el cuartel

general

del

segundo Cuerpo

de

Ejército

vimos

a

Diéguez

a

Conesa

y

a otros muchos

comunistas

entre los

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

93

r

cuales

se

movía

Bueno

como

un

cuitado.

No

nos dijeron una

palabra.

Media hora

después a

Madrid otra

vez

y entonces

en

lugar

de

encerrarnos en la

habitación

donde estuvimos

antes

nos

metieron en otra mucho más

amplia expuesta

a

los

disparos

que

se hicieran

desde

la

calle

contra

el

edificio

en

la

que

había

más

de veinte

jefes

y

oficiales

todos

ellos con las manos

a

la

espalda

fuertemente atadas con

áspero

cordel.

Corrimos

la

misma

suerte.

Nos

apretaron

bien las

muñecas

para

cortar

nos

la circulación

sanguínea

y

como

yo

protesté

de

que

trata

ran así

a

Salgado

ciñeron

más

aún

sus

ligaduras

y

un miliciano

descargó su

recio

puño

sobre

el

cordel

entre las manos

amarradas.

.

.

Así

estuvimos hasta las seis

de

la tarde hora

en que de

nuevo

nos

sacaron de

allí

a los dos.

Amarrados

como

fardos

nos

tendieron en

el coche. Junto al

chófer

pero vuelto hacia

nosotros

montó su  Parabellum

un

individuo

que

se cubría

los

ojos

con

unas

gafas negras.

A

derecha e

izquierda

con

mucho

arreo de bomíbas

a la

cintura

y

el

 avispero

en la mano

dos

guerrilleros

de

recia

pelambre.

Delante

del

coche

el moto

rista

y

detrás

un

autocar con más

de

veinte

prisioneros

entre

los

cuales

iba

nuestro

chófer.

Cortina nos

despidió

sonriendo.

Salimos

de

Madrid

quedó atrás Chamartín

de

la

Rosa

pasamos

por

Fuencarral

y

en nuestro coche

empezaron

las bromas

siniestras.

El

autocar menos rápido

se

perdió

de

vista.

¿Nos

seguía?

¿Llevaba

otra

ruta?

Camino

de El

Pardo

Salgado

y yo

conocíamos bien el terreno. Por

aquella

carretera

angosta

brecha gris en

un paisaje

adusto

de

profundas soledades

caste

llanas

fué llevado

Andrés

Nin

cuando la G.

P.

U.

por

medio

de

un

grupo

de

anónimos

 internacionales

lo

raptó

de

la

casa

de Alcalá

en

que

estaba

preso

. .

.

Aquel

recuerdo

que nos daba el

presentimiento

de

la

muerte

nos

excitó

de

tal

manera

que empezamos

a

responder

con

insultos

a

las bromas.

¿No

iban a

fusilarnos? Había

que

caer

con

dignidad

no

sólo

en

satisfacción

de nuestro

orgullo

sino

también

y

aun principalmente

en

honra del Movimiento

libertario

cuyos

hombres aleccionan

hasta en

el último

trance.

Y

nuestros

hijos

...

A

nuestros hijos

¿

cómo

les íbamos

a

manchar con

una

vacilación

su

única

herencia: nuestro

nombre

limpio? Arreciaron

los insultos

se acabaron

las

cobardes

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94

J.

GARCIA

PRADAS

bromas,

y

entre los

esbirros

alborotados y nuestra

furia

deses

perada dialogaron los odios

en

desafío.

Llegó

entonces el

coche

al

cementerio

de

Fuencarral,

contiguo

a

la

carretera,

y

el

chequista

de las

negras gafas

mandó al

chófer que

parase

.

. .

XXIII.

Cuatro asesinatos

en El

Pardo.

Pero no se

atrevieron.

Les habían

dado,

seguramente,

muy

distintas

órdenes. Poco después

entrábamos en

el

real

palacio

de

El

Pardo,

viejo

solar

de

los

amoríos

del favorito

Godoy

con

María Luisa,

cuyo

esposo,

Carlos

IV,

según

alguno

de

mis

romances

ochocentistas,

al mirarse en los

espejos

veía

más

ramos de astas

que

al

cazar

ciervo3

en

los

encinares

.

.

.

Foso

roquero,

firmísimos sillares en los

gruesos

muros,

recios

arcos,

torres de aire

escurialense,

rejas

labradas,

patios

como

plazas

de armas.

.

.

La

residencia

veraniega

y

montaraz

de

Su

Majestad

Católica tenía traza de castillo y

de

convento.

Entonces

era cuartel

general

de

Ascanio,

jefe de la 8. División.

Se nos quitaron allí las

cuerdas,

que

ya

habían

llagado

nuestras

muñecas,

y se

nos

metió

en

un cuarto de buen

aspecto, junto

a

cuya

chimenea,

llena

de

troncos

en

llama,

dialogaban

el

comandante Macía, jefe

de

Estado Mayor

de

Barceló,

y

el

teniente coronel

Gallego, jefe

de

una

División del primer

Cuerpo,

que

un

mes

antes

se

dió

de

baja

en

el

Partido Comunista en

un

arranque

de

hombría.

De noche,

me

quedé

asombrado

cuando vi

entrar

en

la

sala

al señor Gómez

Osorio,

gobernador

civil

de

Madrid,

y

a Trifón Gómez,

intendente

general

de

la

República.

El

primero,

de

noble

traza

quijotesca,

tenía

el

cabello

blanco;

de sus

sesenta

y

tantos años de edad,

dedicó

más de

cuarenta

a

la lucha proletaria,

como ferroviario

de la

U.G.T.,

y

el

segundo

era

una de

las más

antiguas

y

altas

figuras

del

Partido

Socialista.

Ninguno de

los dos

se

sublevó con

nos

otros, pero ambos fueron detenidos

en el

Gobierno civil, y,

al

comparecer

ante

el

burdo  tribunal

de

la Checa,

recibieron

toda suerte

de

vejámenes

de

unos mozalbetes

que

no

valían

para descalzarlos.

¡Ni

que

se hubieran vuelto

locos

Renunciaré

a contar

gran parte

de las

incidencias

de

mi

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LA

TRAICION

DE

STALIN

95

estancia en la última morada

de Andrés Nin

Pero

diré

que

de

allí fueron

sacados

unas

horas

antes de

llegar

nosotros

los tenientes

coroneles

Maldonado

Pérez Gazolo y

Amoldo

Fernández

del

Estado

Mayor

del

Ejército del

Centro

tres

viejos

de noble

condición

servidores

leales del

antifascismo

durante la

guerra

no

afiliados

a

ningún sector político

y

des

validos

por

consiguiente

ante sus

verdugos

Los metieron

en

un

coche

y

se

los

llevaron juntamente

con el

comisario socia

lista

Peinado

Leal

a

quien tal vez confundieron con

otro comi

sario

prisionero

socialista

también Solá

que

por

seguro

daba

su

fusilamiento

Los

cuatro desgraciados

figuras

sin impor

tancia

en la

contienda

fueron abatidos

por

la

misma

ráfaga

de

ametralladora

después

de cavar su propia fosa

Para

que

permanentemente

temiéramos correr la

misma

suerte

nos

separaban

con bastante

frecuencia

sacándonos

de

allí

de dos en dos

y

llevándonos

a

otras habitaciones

Nos

juntaban

luego

y

en

uno de estos trances vimos

que

habían

aprisionado

también

a

Morales

del Partido Socialista

Unificado

de

Cataluña

subsecretario

de la

Gobernación con

Negrín

y

completamente

adicto a él

En

su

afán

de

hacer

rehenes

dete

nían a sus mismos

partidarios

Buena señal de que

la lucha

no

les iba bien

Habían

logrado apoderarse

de

casi todo

Madrid

en

cuyas

calles

principales alzaron barricadas

y

abrieron

fuego

de

tanque

No se

atrevieron a asaltar

nuestros

locales

ni

aun

cuando desde ellos se les

atacó

pero desvalijaron el domicilio

de

la

Agrupación

Socialista

Madrileña

Hicieron

imposible

la

edición de algunos

periódicos

y

por el

contrario

llevaron

los

suyos

a todas partes

sin que

en

ninguna

lograran

hacer creer

a

la

gente

la

estupidez

de

que

estábamos

a

las órdenes

de

Franco

Al mismo tiempo

editaban numerosos

manifiestos

cuyas

afirmaciones se

oponían

a las

que

el mismo

Partido

proclamaba

en

Valencia

donde se le

permitió

publicar

sus dos

periódicos

porque en

ellos

en

vez de propugnar

la

rebelión

acataba el

Consejo aunque

un

poco

a

regañadientes y pidiendo

clemencia

sin necesidad

para

los stalinianos

prisioneros

En

Madrid se les cayó el

alma

a

los

pies

cuando

después

de

reajus

tar

varios

frentes

sacamos de ellos las fuerzas

necesarias

Liberino

Gutiérrez

y

Luzón

abrieron

el

combate

en

San

Fer

nando

de Jarama

Su tropa se tiró

de

los camiones con

deseo

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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96

J. GARCIA PRADAS

de

pelea. Sonaron los cañones,

y

se

pasó

el río.

Poco

después,

el

ataque

a

 Jaca.

Los

comunistas

se

replegaron

a

Chamartín.

A

la vista de

Madrid,

se

juntaron

batallones

de la

14.

División,

de la 13.

y

de la

25. ,

todas ellas de

enjundia

libertaria.

Se

repartieron

sus

jefes

la

faena,

según

las órdenes

que

en

 Jaca

recibieron

por

teléfono,

y mientras

un

grupo

de fuerzas

atacaba la zona de

Chamartín,

las

otras

se metieron en

Madrid

con

sus

dinamiteros en

vanguardia.

¡

Qué

exaltación de

combate

 

Gutiérrez

y

Luzón,

si

como

jefes

estuvieron

bien,

personalmente

tuvieron

rasgos

de

heroísmo,

pues

si

el

primero

pistola

en

mano

y

a

cuerpo

limpio

se

apoderó

de un

antitanque

de

los

comunistas,

el

segundo,

en

la

calle de

Alcalá,

les arrebató una

ametralladora

y

detuvo

a

cuatro de sus servidores.

¿Y

qué no

podríamos

decir

de

un batallón mandado por

Cerezo,

que en

el

asalto

a

los

nuevos

Ministerios,

breve de

tiempo,

intensísimo de

fuego, sufrió

cuatrocientas

bajas

y

luego

tendió

los

brazos a

los

soldados vencidos?

La batalla de Madrid fué

difícil,

violentísima en

su

fase

final,

y

si

duró

tanto

tiempo

del

6 al

13 de

marzo,

en

realidad

fué

porque

el

Consejo

tardó en decidirse

a

reñirla

y porque

casi todos los

combatientes,

camaradas de lucha el

día

anterior,

unas

veces

no sabían por

qué

se les mandaba

pelear,

y

en otras

ocasiones

renunciaban

a

batirse. El

confusionismo

fué

tal,

que

hubo

que poner

a nuestras

tropas

un

brazalete

blanco,

como

distintivo;

y

el

gracioso

pueblo

de

Madrid,

que abrazaba

en

las

calles

a

los soldados de

la

14.

División,

lo llamó

enseguida

 el

anillo

de

Casado,

dando

significado

de

adjetivo

al

apellido

del

coronel.

Ignorábamos

todas estas cosas en

El

Pardo.

Desde

nuestra

habitación

veíamos

traer

prisioneros,

de

Madrid,

y

llevar solda

dos

del frente.

Al

segundo

día

de

estar allí vino a visitarnos

Barceló.

Entró

en la sala con mucho

empaque

de

militar.

Contrastaba

el atildamiento de su

figura

buen

traje

de

coronel,

zapatos

brillantes,

recién afeitado

el

rostro

con

nuestra

traza

de

prisioneros

desmelenados

anteriormente

por

la revuelta.

Nos ofreció unos pitillos, que

cortésmente

rehusamos;

aspiró

con

deleite el

humo de su

habano,

nos

preguntó

varias veces

si

estábamos

bien

allí

y,

al

cabo,

decidiéndose a

salir

del atolla

dero,

dijo:

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LA

TRAICION

DE

STALIN 97

Me duele

mucho lo

que

está ocurriendo. Ya

saben

ustedes que se lucha en Madrid.

El

Consejo

no

tiene

más

que

su

refugio

de

Hacienda. Caerá dentro

de poco.

Pero

¡claro

yo

conozco

a Casado: antes

que

rendirse

se

pegará

un

tiro.

¿Qué

opinan

ustedes?

¿No

creen

que

es

hora

de acabar

la

lucha?

¡

Cómo

 

exclamó

Trif

ón Gómez

.

¡

No debía haber

empezado

 

Tiene

usted

razón.

Yo

estoy

dispuesto

a

que

no

haya

represalias

con la masa.

Los

sublevados deben rendirse.

¿

Por

qué luchan?

¿Y

usted?

preguntó Gallego

secamente.

No

seas

malo

Galleguito

respondió

Barceló

sonriendo

y

dándole una

palmada

en

el hombro

.

Yo

lucho

como siem

pre

en defensa del Gobierno.

.

Pero

¿no

se

ha

marchado?

¡

Habladurías

 

Y

si

se

ha

marchado

ya

volverá

...

El

caso es que

el

Partido

Comunista

al fallar

aquí

casi todas

las

autoridades

ha

pasado

a

ser

representación

del

régimen.

Me

ha visto

en mi

puesto

se ha

fijado

en

y

ha creído

que

era

yo

el

hombre del momento.

. .

Trifón

Gómez

me

guiñó

el

ojo

con sorna de

madrileño

y

el

estúpido

Barceló

siguió

diciendo:

Me

han confiado

el mando del

Ejército

del Centro

. . .

Y

le

han

hecho

coronel

por

lo

que

veo.

¿Es

el último

ascenso

de

Negrín

. . . ?

comentó

Gallego.

En

fin

señores;

mediten ustedes. Yo

vengo

a

darles

la

garantía de

que nada

ha de ocurrirles

y

a

comunicarles

que

el

Consejo

ha

perdido

la

partida.

Hasta la

Aviación está

ya

con

nosotros.

Y

como en

un

juego cinematográfico

nuestros

aviones

aparecieron

al instante. Sonaron

las

sirenas

del

palacio.

Barceló se

arrinconó

buscando

refugio

y

le

pidió

a

Gallego

que

se quitara de enfrente del

balcón.

No

le

hizo caso.

Se

irguió

más

casi hierático

y ni siquiera

pestañeó cuando cayeron

algunas

bombas

en

diversas

dependencias

del cuartel.

Minutos

después

se

despedía

Barceló

confuso

y

corrido

sin

saber

qué

contestar a Trifón

Gómez

que

como

intendente

general

acaba

ba de decirle

que

su detención daba

lugar

a

que

se

parase—

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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98

J. GARCIA

PRADAS

dentro

y

fuera

de España

el

abastecimiento

de

nuestra zona.

Luego empeoró

nuestra

situación.

Se llevaron al

comandante

Macía;

más tarde, sacaron

de

allí

a

T.

Gómez, a

Morales

y al

Gobernador. De

madrugada,

Salgado y yo

fuimos

bajados

a

un sótano

pestilente,

sin

luz,

chirriante

de

ratas.

Nuestras

protestas,

que

impresionaron

a los

soldados,

fueron inútiles.

Horas

después,

metieron

allí

a

treinta

y

nueve

jefes

del Ejército,

entre

los que

había varios tenientes

coroneles,

en

su mayoría

ajenos

a la

lucha.

Entre ellos se

encontraba

Juan

Sande,

una

de las

primeras

figuras

de

nuestra

Marina,

y

-Bernabé

López,

jefe

de

la

70 Brigada. Nos informaron

de

que

había en el

palacio

más de

ochocientos

prisioneros,

y

conseguimos

de

ellos

que

se

negaran

a comer

la

bazofia

que

nos servían

y,

asimismo,

a

impedir

que

nos

sacaran

de

allí aisladamente contra nuestra

voluntad.

¡O

todos o

ninguno

Decisión de

plante

que dio

muy

buen

resultado,

y

gracias

a

la

cual

logramos

al

día

siguien

te

que

se nos

dejara

salir

a

evacuar nuestras necesidades.

Siempre

había uno

fuera,

y

así vimos

cómo metían cañones en

el

cuartel,

cómo

lo

fortificaban a

toda

prisa,

cómo

perdían

los

nervios. Madrid

ya

no era

suyo.

Temían un

ataque

a

sus

últimos baluartes. Por

la

tarde,

me

rogaron que

subiera

arriba,

de

parte

de

Diéguez.

Subí,

por

decisión

general,

y me

encontré,

no sólo con

Diéguez,

sino también con

Montiel,

con

algunos

redactores

de

 Mundo

Obrero

y

quince

o

veinte

 dirigentes

de

la

juventud

marxista-leninista-stalinista.

Estaban

bravos;

tan

bravos,

que me

exigieron

que

hablase

por  radio ...

Me

acordé de Girón y

decidí

seguir

su

ejemplo,

en atención a

que

ignoraba

cómo iban

las

cosas

y

qué

hacían

en

Madrid mis

compañeros.

Lo

que sí

puedo

hacer,

ya

que

os

empeñáis

en

utilizarme,

es

escribir una

carta

al

Comité

de

Defensa.

Vosotros la llevaréis

a Madrid

como

podáis.

.

.

Enrojecieron

de indignación;

pero,

por

no

descubrir

que

estaban

perdidos,

me dieron

papel

y

tinta.

¡

Muy

bien

 

Empecé

a

escribir,

rápido

y

serio:

 Querido

Val: procurad

poner

fin

a la

lucha,

porque

los

dirigentes

comunistas

están

dispuestos

a

rendirse si

se

les dan

garantías.

. . No

me

fusilaron.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION DE

STALIN

99

I

XXIV.

Nuestra

defensa

de los

comunistas.

Pasamos la

noche

contando

cuentos.

Sande, marino

de los

más

diversos

rumbos,

curtido

por

el

sol,

la

sal y el viento de

los

mares

todos,

gallego

hasta

la

médula,

los contaba en el

lenguaje

de

Curros

y

Rosalía,

y

aun

así,

nos

ganó

a

todos,

sin

descontar

a

algunos

andaluces

 con más

ángel

que

Dios ...

A

la

mañana

siguiente,

creo

que a las ocho,

recibimos

la visita

de

Francisco

Ortega.

¡

Enhorabuena, amigos

 

Ha

terminado la lucha,

y

ustedes

quedan

en

libertad.

Así

que

me

vió,

vino a

abrazarme,

y

luego

me

dijo

que

Ascanio le

detuvo en  Jaca

después de

permitirle

hacer en

falso las

conocidas

gestiones

de

rendición.

Me explicó

también

lo acontecido más

tarde

:

nuestros

aviones bombardearon

 Jaca

y

el

cuartel del

segundo Cuerpo, y

al

vencer

los seldados

del

Consejo

en todas

partes,

los

jefes

comunistas

escaparon por

diversos

sitios,

como

pudieron. Empezaba

a

contarme

nuestro

asalto

a

los

centros

comunistas,

cuando

interrumpió

la

conver

sación Sánchez

Guerra,

encargado

de

recoger

los

prisioneros

en

una caravana

de

automóviles.

Al

salir,

supe que

nuestro

chófer,

preso

allí,

se

había

escapado,

en un descuido de

los

guardianes.

(¡Magnífico

muchacho

¿Qué

será de

él?)

Al

entrar

en

Madrid

casi

un millar

de

liberados,

levantaban

sus

fusiles

obreros

y

milicianos,

confundidos

en

un común alborozo

de

pueblo

en

armas.

Fuimos

a Hacienda.

Abrazos

de todos.

Casado ordenaba

la

inmediata

vuelta de

todo soldado al frente.

Nos

marchamos

a

casa,

donde entramos como

resucitados,

y

al cabo de

diez o

doce

días

de

no

hallar lecho

en

que

reposar,

ni

momento tranquilo

para

hacerlo,

nos supo

a

mieles el

descanso.

Por

la

tarde, al Comité

de

Defensa.

Nuestra

gente

estaba

orgullosa

de su propia conducta.

Allí,

cien

hombres

bien esco

gidos, aguantaron

bravamente durante

la lucha el

cerco

comu

nista,

y del

coraje

que

pusieron

en la

defensa

de nuestro

centro militar

dependió

que

el

Movimiento no

perdiese su

moral

ni

un

solo instante.

¡Con

qué

júbilo

nos

abrazaron,

a

Salgado

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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100 J. GARCIA

PR ADAS

y

a

mí,

después

de darnos

por

muertos

¡Y

qué

alegría,

la

suya,

por

el

triunfo La

suya,

he dicho

bien,

pues

para

nosotros

no

hubo gozo

en

la

victoria. Aquella

misma noche

nos

reunimos los

miembros

del Comité

de Defensa.

Baztán,

que

al volver

de Valencia

fué detenido

en

Torrejón

de Ardoz

y

llevado

después

a

Chamartín,

consiguió

escaparse

del cuartel

de Bueno

cuando

nuestros

aviones lo bombardearon. Examina

mos

los

pasados

hechos,

y

nos

dimos

cuenta

de

que

la

lucha,

sobre

hacernos

perder

una

semana,

produciría

un

quebranto

en

nuestros medios

de

resistencia.

En

las

próximas

jornadas

habría

que

poner

a

prueba

todos

los valores

del

antifascismo,

con

mayor

riesgo

que

en las

precedentes, y

para

afrontar los

gravísimos problemas

que

teníamos delante

era

preciso proceder

rápidamente, hacer

prodigios

de

organización, pues, de lo con

trario,

poco

valdrían

nuestras

palabras

frente

al enemigo,

ya

preparado para

una gran

ofensiva.

Decidimos

celebrar

un

Pleno,

ante

el

cual

daríamos cuenta

de nuestra

actuación y, si

ésta era

aprobada,,

pediríamos

normas

y

orientaciones

para

el

futuro.

Se

celebró

pocos

días

después.

Informó Val

con mucha

extensión,

y

unánimemente

se

aprobó

cuanto

habíamos hecho.

Respecto

al

porvenir,

los mismos

compañeros

que unos

días

antes

propugnaban

la

resistencia

sin

condiciones,

proponían,

ante

más

graves

circunstancias,

 reorganizar

nuestras fuerzas para imponer al fascismo una

paz

digna.

En el trágico

juego

de

contrasentidos

y paradojas

de nuestra

contienda,

no hubo nada tan terrible

como

aquello

de  la

guerra por

la

paz.

Nos

veíamos

vencidos;

empezaba

a

ser

peligroso negarlo

;

pero

nos

resistíamos

a admitir

que

nuestra derrota supusiera la

extinción

política

del

antifascismo,

y

menos todavía el hundimiento de

éste en

la

indignidad. Las

circunstancias

de

fuerza

mayor

nos

exigían

rendirnos

sin

condi

ciones; nosotros,

por

el

pueblo

y por la causa

antifascista,

sin

admitir la

rendición,

buscábamos

una

paz

condicionada.

Y

en

este afán

su

importancia

tiene advertirlo

coincidía

el

Partido

Comunista con todos

los

sectores

del

Frente Popular.

Por

si

alguien

lo

duda,

voy

a

reproducir

algunas

frases del

manifiesto

clandestino

que, firmado por

el

Buró Político

de

aquél,

se

repartió

en

Madrid

los

días

13

y

14

de

marzo:

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LA

TRAICION

DE

STALIN

101

Los comunistas deseamos ardientemente la

paz,

pero

una

paz

que

nos

garantice

continuar siendo

españoles,

dentro

de

la

integridad

territorial

de

nuestra

patria;

una

paz

en

la

que

todos

los

defensores

de la

independencia

no sean

perseguidos

y

exterminados como

fieras.

Quería

decir esto

que el

P.

C. reconocía el triunfo militar

de Franco

de los invasores

,

porque

no reconocerlo

equival

dría a

meter

la

cabeza

debajo

del

ala,

como el

avestruz

;

pero

estaba

dispuesto

a

combatir

para

lograr

que los antifascistas

pudiéramos

vivir

con

garantías

en

España.

Intentaba,

pues,

quitarle

a

la victoria de

Franco

sus

atributos

políticos

;

admitir

el

hecho consumado, pero

no

sus consecuencias; coger

el

fruto

del árbol

ajeno.

Y

en

tal

propósito

coincidió plenamente

con

el

Consejo

y

con

nosotros.

Respecto

a

aquél,

se decía

en

el

citado

manifiesto:

Los

comunistas no luchamos contra el

Consejo

Nacional

de

Defensa,

pero

para

acatarlo necesitamos

que

se restablezca

la

normalidad,

que

cese la

persecución

contra

nuestro

Partido,

que

se

restituya

a sus

puestos

a cuantos

mandos

y

comisarios

se

han

destituido

por

el solo hecho

de

ser

comunistas,

que

se

abran

cuantos

locales de nuestro

Partido se

han

clausurado,

que

se

autorice

la publicación

de nuestra Prensa, que

se

ponga

en

libertad

a

todos los

camaradas detenidos

y

se

reanude

la

convivencia

y

unidad

de

todas las fuerzas antifascistas.

Se

habla

aquí de varias

cosas que

necesitan

aclaración.

La

normalidad,

¿quién

la

perturbó

durante una semana?

Los

rebeldes,

¿cómo

iban a continuar mandando

tropas?

A

varios

jefes

de

Unidades

sublevadas,

y

a

individuos

responsables

de

asesinatos,

¿podía

dejarlos

en

libertad el

Consejo?

La

Prensa

que

durante

la

lucha

de

Madrid llamó

agentes

de

Franco a

los

consejeros, ¿podía

quedar

en

el

uso pleno

de

sus

derechos,

para

calumniar

a

quien

le

pluguiera?

En

cuanto

a

la  convivencia

y

unidad entre todas las fuerzas

antifascistas,

era

imposible

anular la decisión tomada por todas

ellas,

de declararse

incom

patibles

con el

stalinismo.

La

U.

G.

T.

echó

de su seno a todos

los comunistas.

La

Agrupación

Socialista

Madrileña se honró

expulsando

a

Negrín

y

a

Julio

Alvarez del

Yayo.

Los

jóvenes

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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102 J. GARCIA P

RADAS

socialistas

que había

dentro de

las

J.

S.

U.

constituyeron una

Federación aparte.

Hasta

en

el Socorro

Rojo Internacional,

en la

Unión de

Muchachas,

en las

Mujeres

Antifascistas

y

en

otras entidades

stalinianas,

aunque

de

apariencia neutra,

la

gente

del P. C.

se quedó

sola

en

pocas

horas.

Respecto

a los

locales

comunistas,

¿no

se

disparó

desde ellos contra fuerzas

del Consejo?

¿No

se detuvo

allí

a

centenares de antifascistas

de

otras

tendencias? Si los

militantes

de

la

C.

N.

T.,

durante

la

lucha,

los asaltaron a bombazo

limpio, paciencia; hay

que

saber

perder.

Y

muchos

necesitan saber callar.

Les

convenía

el

silencio,

sobre

este

punto,

a

los

stalinianos,

porque

Madrid,

el Madrid

que

no

comía,

vibró de

indignación

al

ver

que

los

parapetos

de

los locales asaltados eran

sacos de

arroz

y

de

café,

y

que

allí

aparecieron por

decenas

los

fardos

de

bacalao,

por

millares los

botes de leche condensada

y los

litros

de

aceite.

.

.

Les convenía

callar,

porque

en

el Comité Provincial del P. C.

se

encontraron muchos

fajos

de

billetes del Banco de

España,

y

precisamente

de las

series

a

las

que

Franco había señalado

validez ulterior.

.

.

De

cualquier

modo,

interesa subrayar

aque

lla

frase del manifiesto:

 Los

comunistas

no

luchamos contra

el Consejo

Nacional

de

Defensa.

Lo

que

equivale

a decir

que

no

le consideraban

traidor al

antifascismo;

sólo

era el rival

que los había

vencido. .

Ahora

bien;

el

Buró Político,

aunque era un fantasma

entonces,

hacía

en

el manifiesto una atinada observación:

 Hemos

sido,

somos y seremos

enemigos

de

cuantos cobarde

mente

pretenden entregar

sin

lucha ni condiciones al millón

de bravos soldados

que

tenemos

sobre

las

armas y a

este

pueblo

fatigado

por

la

guerra, pero

con brío

y

coraje

aún

para

acabarla

con

dignidad.

En

la confusión de

la

lucha de

Madrid,

muchos

fascistas fueron

sacados de

la

cárcel y

puestos

en

libertad.

¿Por

quién?

Ya

hablaremos

luego

de

esto.

El

caso

es

que

cuando

se ordenó

su

detención,

hubo

que

destituir

a varios

policías,

a

quienes

el miedo

ya

no

les

dejaba

cumplir

órdenes

así. Más

del

cincuenta por ciento

de

la

gente

de

nuestra zona

evitaba

el

 comprometerse

y,

por

el

contrario,

 se

situaba

haciendo a los

fascistas los

más

diversos

favores.

Hubo

hasta

quien

le hizo un crío a una

muchacha

derechista

y

se casó con

ella,

con la

esperanza

de

que

los

suegros,

odiándole

com o

 rojo,

-

A

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

103

le

amparasen

como

yerno. . .

Es

que

se

veía

inevitable

y

próximo

el

triunfo

de

Franco y

como nosotros prohibimos

la

deserción

como

evitamos

en

gran parte

la

fuga

al

hallarse

entre

la

espada

y

la

pared

el fascismo

y

nuestra voluntad de

resistencia

-

claudicaban

muchos

asustados.

Este

miedo tuvo

una

derivación

política

peligrosísima

manifestada en

algunos

periódicos

tan

extremados

en el

ataque

al

P.

C

que

me dieron

la impresión

de que sus

directores

cobardes

y

encanallados

pretendían

garantizar

su existencia

ofreciendo a Franco

el

exterminio de  los

bolcheviques.

Así

que

lo

advertí

comencé

a

publicar en

 C

N T

una

serie

de

editoriales

violentísimos

a

los

que

quise

dar valor

histórico

y

en

ellos defendí

a

los comunistas hasta

el

final

de la

guerra según

este

criterio:

nosotros

trabajadores

liber

tarios

españoles

somos antiestalinianos

porque

el

stalinismo

es un movimiento político dictatorial

que

en España

sofocaba

la

independencia

de

la

nación;

pero

respecto

al

fascismo

sobre

tener

iguales

motivos

de

discrepancia

tenemos

también

y

en

primer

término

el

derivado

de

su carácter

capitalista; como

trabajadores

somos

hermanos

de

los

miembros

del

P.

C

y

esta

hermandad nos

obliga

a

guardarles

el máximo

respeto.

Hablando así

y

así habló  Claridad

después

de conversar

nosotros con Javier Bueno

 

conseguimos

que

la

oposición

general al

P.

C.

se

redujera

a

la

obligada actuación

judicial

contra

algunos

rebeldes

por

una

parte

y

por

otra

que

el

Consejo

mantuviese una

política proletaria

por

virtud

de

la

cual

suspendió algunos periódicos

en

los que

el

miedo

y

la

vileza daban

lugar

a

que

se

confundieran

el

 antibolchevismo

y

el

 fascismo.

Miente

quien diga

que

hubo

represión

anticomunista. Se

puso

en

libertad

a

la

mayoría de

los detenidos durante la

lucha

y

únicamente se fué

severo con

algunos

individuos

condenados

antes

que

por

nadie

por

la

opinión pública.

Barceló

sin historia

antifascista

fué

sentenciado a

muerte

y

cumplido

el

fallo

por

felón;

en

cambio Bueno fué

absuelto.

Se

les hubiera indultado

de la

pena capital

a

Pertegás Diéguez

y

Ascanio

de

haber

sido

detenidos;

pero

éstos se fueron

a

la

Sierra

y en los bata

llones

que

la

guarnecían

hicieron

vida

de

milicianos

usando

nombre

falso.

Quienes

no se hubieran

salvado

de

ser

presos

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104

J.

GARCIA

PRADAS

eran

Fernández

Cortina

y el

capitán

Manzano;

el

primero,

por

el

asesinato de

Emilio,

y el

segundo,

por

los

de

tres

agentes

del S.

I.

M.,

cuyos

cadáveres,

al ser

descubiertos

en

el patio

del cuartel de

la

7.

División,

aun tenían la

espantosa

crispación

de

quien

fué enterrado vivo.

Cayó

Conesa.

Sí;

era

un

buen

militante

del

antifascismo;

pero

fué

fusilado

como

responsable

del asesinato de Pérez

Gazolo,

de Arnoldo

Fernández,

de

Mal-

donado y de

Leal,

en

cuyo

entierro,

efectuado en Madrid con

tanta

pompa

cuanta

tristeza,

detrás

del

Consejo

Nacional de

Defensa

iban

todas

las autoridades

importantes

de la

zona,

centenares

de

jefes

del

Ejército,

representaciones

de

todos

los

Partidos,

miles

y

miles de antifascistas

atribulados,

cuyos

corazones

se

estremecían cuando, al

desfilar

ante los

féretros

cubiertos

de

flores

y de

banderas,

los

destacamentos de

Carabi

neros,

de

guardias

de

Asalto

y

de las

Brigadas

que

intervinieron

en

la.

contienda,

gritaban

con ronca voz

de combatientes:

¡Viva

la

República

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XXV.

Consecuencias

de

la

lucha

de

Madrid.

LA

labor que

habíamos

echado

sobre nosotros era abrumado

ra.

Los

términos

 País,

Estado

y

 Ejército

tienen,

por

su propia

significación,

un vasto

sentido de

complejidad,

y

al

Consejo

Nacional

de Defensa

y

a sus inmediatos colaboradores

se nos

presentaban

concretamente

en trance

de

crisis

termina ,

en

la

fase postrera

de

un proceso

de

descomposición. Después

de más de

dos

años

y

medio

de

guerra,

en

que

nuestro

pueblo

sufrió todas las torturas

de la carne

y

del

espíritu;

al

cabo

de la

contienda en

que

se enfrentaron

política y

militarmente

los

antagonismos

de

nuestra

retaguardia,

y

ante la

perspectiva

de

que

el

enemigo aplastase

nuestros

frentes y

cruzara

nuestro

campo

en  razzia

sañuda,

¿cómo

iban

a

estar nuestras tropas,

cómo nuestro

aparato gubernamental,

cómo

el

país

herido de

muerte?

Nos dió

miedo,

miedo

físico,

contemplar

el

campo

en

que

una vez

más

arriesgaríamos

la vida

por impulso

quijotesco.

Los

Ministerios,

al

desaparecer

su

nombre,

que

era

lo

único

que

tenían, dejaron

de

existir.

La

Hacienda

Pública

estaba

exhausta;

es

decir:

sólo había

papel

moneda,

carente de

garan

tía,

y

con

aquella

ficción era

obligado

cubrir todos

los

gastos

y lograr

que

no se

detuviera la mala

máquina

económica

de

la zona,

que

sólo

con

su

ruido

podía

sofocar

las

quejas

de los

105

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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106

J.

GARCIA PRADAS

hambrientos.

Quedaban

muchos valores

artísticos

grandes

tesoros

suntuarios;

pero

habían

sido llevados

a

muy

diversos

lugares

con turbio

afán

de saqueo

y

era

preciso

pero

no

útil

reagruparlos

en un intento

recuperador;

no íbamos

a

pensar

en

venderlos

fuera

de

España

y

ni

se

come con

finas

tablas

flamencas

ni

se viste con

maravillas

de la pintura

española

ni se

dispara

con

perlas

y diamantes.

La

Consejería

de

Estado

era

Besteiro

;

con

las

demás

ocurría igual. Hubo

que

.

hacer

apresuradamente

fiando más en los hombres

que

en

los

orga

nismos

la

esquemática

estructura de un

Gobierno

de

urgencia

y

esta

tarea

aun siendo

primaria

inicial

resultó muy fatigosa

porque ya nos ahogaba

la falta

de

tiempo

de

un tiempo

tan

precioso

como el

aire.

Durante su

angustiosa

semana de

rucha

Madrid se

vió

obligado

a consumir

los

víveres

de

su

Ejército.

Luego

con

deficientes

medios

de

transporte

se llevó

al

Centro la

mayor

parte

de las

provisiones acumuladas en

los

puertos. La

Repú

blica había hecho

compras

por

mediación

de

la

Campsa

Génti

bus

y

ésta al

disolverse

legalmente

transfirió

su movimiento

comercial

a

la

empresa

Mid

Atlantic

que

era. . . una

especie

de burladero

para

que

el

toro

fascista

no

alcanzase

a

los

capitales republicanos

cuando se adueñara de todo

el coso

español.

La

Mid Atlantic

tenía grandes cargamentos

de

víveres

para

España

;

nos los

daría

si íbamos

a buscarlos

;

de lo contra

rio

se

quedaría

con ellos.

Además

por

su

mediación

habría

que

conseguir

una

Vez

perdida

nuestra

Flota

los barcos

pre

cisos

para

hacer un día la evacuación.

Y

teniendo

ambas cosas

en

cuenta

el

Consejo

habló

con Trifón

Gómez

y

éste

más

leal

a su

pueblo

que

al

Gobierno

que

le había

abandonado aceptó

el

encargo

que

se le

hizo

de

ir

a

Francia para

arreglar

cuestio

nes

de

abastecimiento

y

evacuación;

mas tan mal

estábamos

ya

de

aviones

que

para

irse a Toulouse

el

día

17

hubo de

emplear un aparato

francés.

Llegado

a

París

a

las siete

de

la tarde

desde

entonces

hasta las doce de

la

noche conversó con D.

Federico

Luchsinger

director

de

la

disuelta Campsa

Géntibus

quien

trazó

con

él

un

plan

de

trabajo

le ofreció

toda

su

ayuda y

envió

a

Besteiro

un

radiograma

en el

que

daba su adhesión

al

Consejo

de Defensa.

Los consejeros

de

Campsa Géntibus

D.

Toribio

Echevarría

y

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

107

D.

Honorato de

Castro

y

asimismo

algunos

altos

funcionarios

de

la

misma

entidad

ofrecieron

a

Trifón

Gómez su colaboración

y

el jurista Sánchez

Román

en

presencia

de

Luchsinger

trató

con

las

mayores

consideraciones

al

Consejo.

Por su

parte

D. José

Prat

uno de los

más

eminentes

consejeros

jurídicos de

la

República

declaró

según informe

de

Trifón

Gómez

que

 el

gesto

de

los hombres que

integran

el

Consejo

Nacional

de

Defensa

es además

de

admirable

plausible;

en

el terreno inter

nacional

sobre todo cuando se

trata de

países

que

han

recono

cido

al Gobierno

de

Franco

Negrín no tiene

posición

como

Gobierno;

el Gobierno

legal

es el de

Franco

y

el

de

hecho

el

Consejo.

Visitaron a

Trifón

Gómez D.

Victoria Kent y

el

Sr. González

Arnau

ambos

de la extinta

Embajada de la

Repú

blica

en

París

y

la

primera

se

ofreció al

Consejo

de

Defensa

para

trabajar

dentro

o fuera

del

país.

Los

socialistas

Andrés

Saborit

Amador

Fernández

Belarmino

Tomás

Muiño

y

Neira

prometiéronle ayuda

incondicional

y

le

invitaron

a

constituir

en

París

un

amplio grupo

político

de adhesión

al

Consejo.

Por

su

parte Fernando

de

los

Ríos

por

teléfono

le

comunicó

que

Indalecio

Prieto le había

manifestado su absoluta identi

ficación con nosotros.

Y

ahora

el mismo

Trifón Gómez

nos

dirá

cosas

muy

importantes:

Con D.

Francisco

Méndez Aspe

exministro

de

Hacienda

y D.

Juan

Negrín

celebré varias entrevistas.

El día 18 de

marzo

al

ir a

ver

al

primero

se encontraba en

su domicilio

D.

Antonio

Sacristán quien

me

habló en

términos

discretos

pero

sin

hacer

ofrecimientos

ni concretar sus

manifestaciones.

Al

Sr. Méndez

Aspe

que

se

presentó

en

plan

de

ministro

en

esta

primera

entrevista

tuve

que

darle

a entender

que yo

no

era su

Director General.

Comprendió

la

importancia

que

tenía

mi

visita

y

me

citó

para

las

doce

y

media de la

mañana del

mismo

día

a fin

de

hablar con

D.

Juan

Negrín.

Efectivamente

a

dicha

hora

y

en el domicilio

del Sr.

Negrín

hablé con

éste

una media hora.

Se

expresó con

lenguaje violento al hablar

de

los señores

Casado

y

Besteiro

y le pareció bien

lo sucedido

con

López

Otero

Maldonado

Peinado

y

Pérez

Gazolo

haciendo

entre

otras

la

siguiente

afirmación: No

hay

más

Gobierno

legal

de

España

que

el mío. Le

dejé que

desfogase

sus

iras

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108

J.

GARCIA

PRADAS

no

concediendo

importancia

alguna

a su

opinión

ya

qie

después

de

haber escuchado

a

juristas

eminentes como Sánchez

Román

José

Prat

y

Fernando

de

los

Rios

sabía doctrinal-

mente

a

qué

atenerme.

Para

tratar del

principal

objeto

de

mi

viaje

me citó

para

las

ocho

de

la noche del mismo día.

En

esta

reunión

a la

que

asistió Méndez

Aspe y

que

se

prolongó

hasta

las doce

y

media de

la

noche

el

lenguaje

fué

moderado

y

se

me

formularon toda

clase

de ofrecimientos

para

el abaste

cimiento

y

la

evacuación

sin concretar

ningún

proyecto

de

envios

lamentándose de la falta

de

divisas

de los

embargos

de mercancías y de

los

saldos

de la situación de

la

Mid Atlantic

Shipping

Co.

e incluso de la

que

atravesaban los

propios

ministros;

en suma que

por

poco me piden a

divisas.

Añadieron

que

los Gobiernos de

Rusia

de

México

de los

Estados Unidos

y

de

otros

países

que

aun no

habían recono

cido

a

Franco

no

 querían

tratar

más

que

con el

Gobierno

Negrín

y

ninguna

esperanza

ofrecían

de

hacerlo

con

el

Consejo.

Saqué

el convencimiento de

que

se

podía esperar

muy escasa

ayuda

y

de que únicamente

Ies preocupaba que

nadie

pudiese

decir

que

si

el

Consejo

se

rendía era

por

falta

de

víveres

para

el

Ejército

y

la

población

civil.

El

pueblo

en

general

se

sintió más

tranquilo

desde la

constitución

del

Consejo

Nacional

de

Defensa y cuando terminó

la

lucha de

Madrid

tuvo

unos

días

de

sosiego

de

confianza

de

ausencia

de

temor;

pero llegaba

a

tal

estado

de ánimo

tal

vez

por

suponer

con enfermiza o cansada

mentalidad

que

al

desaparecer

la influencia rusa todo

se

iba a arreglar

como

por

encanto

se acabaría

la

guerra

los

soldados volverían a

su

casa

y

en ésta habría

pan

y

alborozo en las

calles

como

antes

de

la

contienda

como

si

nada

hubiera

pasado. . .

Volvió a

preocu

parse

cuando se habló de

la

guerra por

la

paz

cuando

se

dijo

en el

frente

y

en

la

retaguardia

que

del

enemigo

sólo

podíamos

esperar

lo que fuéramos capaces

de arrancarle con las

armas

en

la mano.

Y

al

invitarle

de nue vo

al

sacrificio

bastó

el

oculto

-

resquemor

de

los comunistas

para

trocar

en

desvío su

cansancio.

Se

va

a

comprender bien

esto.

La rebelión

nos

obligó

a

cambiar

mandos.

El

teniente

coronel

Ardid

comprometido

con

los

fas

cistas

según

dirían éstos al

detenerle

en Madrid

para

la

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LA

TRAICION

DE

STALIN

109

sublevación

de

Julio,

por muy bolchevique

que

se

titulara,

y

a

pesar

de

no

luchar

contra

nosotros,

resultaba

peligroso

en

la

Comandancia de

Fortificaciones,

y

fué destituido.

Al

ex-conde

de Moñones se

le arrinconó

en Andalucía. De

muy

diversos

sitios

se

sacó a la

gente

en

duda.

En

cuanto a

los mandos

comunistas,

habiendo tenido

el

P. C. la

mayor

parte

del

Ejér

cito en

su

mano,

resultaba

imposible

la

substitución.

Se hizo

ésta en

las

Unidades

sublevadas;

en las

demás,

no.

Toral

y

Cartón,

por ejemplo, siguieron

mandando sus Divisiones de

Extremadura.

Ciutat, Duran,

Federico

de

la Iglesia

y

.

otros,

continuaron

en

sus

puestos

de

Levante.

Mantecón,

a

quien

Negrín

hizo gobernador general

de

Aragón después

de

ocuparlo

Líster

como

el

Duque

de Alba

los

Países

Bajos,

no nos

pagó

su' deuda

de

sangre: siguió

siendo comisario de un

Ejército.

El

Consejo

atendió,

fuera de todo intento

represivo,

a

garanti

zarse la resistencia frente al

enemigo

y

a

evitar

otro

alzamiento.

Nuestra

gente

no estaba

conforme con esto.

Le

parecía

muy

poco.

Si hubieran triunfado los

comunistas,

¡

pobres

de nosotros  

Ellos. .

.

son

ellos

se

contestaba

.

La

campaña

de  C

N

T,

aquella campaña

tan

violenta

contra

lo

extranjerizo

y dictatorial del

P. C. cuanto favorable

a

la fraternidad

proletaria

de sus masas con

las

nuestras,

pro

ducía

protestas

contra mí en

el

Movimiento

libertario.

Pero,

¿qué

es

eso

le

decían a Val

algunos compañeros

de

que en

las

mismas columnas

donde se

ha

combatido

implaca

blemente a

los

 crispines (1),

se

procure

ahora,

cuando

los

hemos

vencido

a

costa de

sangre

propia, librarlos

de la

justicia

popular?

¿Qué

habrían

hecho

ellos,

de salirles

bien

el

golpe?

¡Hay

que

aplastarlos

de una vez

y

para

siempre

Acordaos

de

Cronstadt

y

de

Ucrania,

de la misma

Barcelona,

de

Aragón,

de

la tiranía

que

nos han impuesto durante

la

guerra, de

las matan

zas

que

han

hecho

en

los

pueblos

y

en

el

frente.

¿

Podéis

olvidar

vosotros . . . ?

Lo que

no olvidamos

es

que

el

enemigo

acecha,

que

hemos

perdido

una semana,

que

todo

puede

quebrar

si

dura

el

ambiente

de

odio.

.

. Necesitamos

robustecer

el

muro proletario

frente

(1)

El

pueblo

llamaba así

a

los comuuistas. ,

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110

J. GARCIA PRADAS

al fascismo. Sólo la clase

trabajadora

es

revolucionaria o

antifascista

hasta

el

final.

Y Eduardo no

quería

levantar

el velo.

. .

Lo

que

estaba

ocurriendo

con

los

comunistas era

algo terrible

para

cuya

comprensión hay

que

contar con ese

fanatismo duro y

seco

rencoroso y

miserable

del

staliniano

hecho

a

golpe

de

consigna

en el molde de

la

falta

de

libertad.

Un

escuadrón de Caballería

que

durante la lucha de Madrid

se

escapó

del

frente de

la

Alcarria

con

ganas

de pelea en vez

de volver

luego

a

su

sitio

se

pasó

al

campo enemigo.

En

diversos

frentes

soldados

cabos

y sargentos comunistas

se

llevaban

prisioneros

a

sus

capitanes

a

las

filas

contrarias.

En

las Unidades

que

habían combatido

bajo las órdenes del

P.

C

las evasiones cada día

en

aumento

alcanzaron tal

cifra

que

hubo

que

sacar de

las

trincheras

algu

nos

batallones

por

miedo

a

perderlos.

Y

al

mismo

tiempo

bajo

la

criminal

influencia

de

unos

comisarios

unos jefes

y

unos

oficiales

únicamente

leales

a su

Partido

muchísimos soldados

se

marcharon

a

la

retaguardia

a casa

y

en

menos

de

una

semana

por

virtud

de las cartas que iban del

pueblo

a

la trin

chera con

la

noticia de que Fulano

o

Zutano

ya

había acabado

de

 servir

estuvimos

a

punto

de

ver

una

 espontánea

desmo

vilización

-de nuestro

Ejército.

XXVI.

Nuevas pruebas

del

crimen

de Negrín.

El

problema

planteado por

el

sabotaje

comunista

al

Consejo

era espantoso.

¿Cómo

hacerle frente? Con las destituciones

no se acabaría

nunca

y

además

en

espera

de

una ofensiva

contraria

¿quién

se entretendría en

preparar

nuevos

mandos.?

Tampoco

era

cosa

de

llenar

las cárceles.

Después

de

pensar

mucho

muchísimo

la

cuestión

se decidió

que

la

propaganda

en

el

Ejército

fuese benévola

para

los

comunistas

por

una

parte

y por otra

abrir

una puerta al miedo

de

los jefes

deslealén.

A.

P.

redactor

jefe

de  C

N

T

se hizo

cargo

de

 La

Voz del

Combatiente

diario

del

Ejército

del

Centro

y

desde

allí

secundó

las

campañas

de

 Claridad

y

de nuestros

periódicos.

Casado

como

Consejero

de

Defensa

dirigió

una circular secreta

a

loa

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LA

TRAICION

DE

STALIN

111

■=

altos

mandos

y

comisarios

adictos

encomendándoles

que

se

entrevistaran

con

los comunistas

de

sus

unidades y

les

pidieran

que

declarasen sinceramente si acataban

o no

acataban

al

Con

sejo para

que de

acatarlo

continuaran

en

su

puesto

y de

no

acatarlo

se

concentraran en

lugares

desde donde

en

el

plazo

cié seis días

se

les

llevaría a los

puertos

en

que

podrían

tomar

un

barco

y

salir de

España. Así

se

procedió con el mayor

sigilo

para

evitar

protestas

de elementos

leales

y

aunque

casi

no

hubo

tiempo para

realizar el

generoso

plan

plan

de

Quijotes

que

no cabría en el

corazón de

nuestros

rivales^--

 

con

arrecio

a

él

fueron evacuados muchos comunistas

en

aquellos

días

en

que

era

un

deshonor para nosotros

tener

ya

el

pasaporte

en

el

bolsillo.

Pero tales medidas no resolvieron

el

problema.

Si

los comu

nistas

habían

podido sabotear al

Consejo

fué

porque

se movían

nos

movíamos

todos

en

un

ambiente

enrarecido

en un

clima

de

derrota.

Nuestro

primer

enemigo

invencible

y

ubicuo

era

la

situación

en

que

nos encontrábamos:

agotamiento

espiritual

fisiológico

económico

político

y

militar

del cual arrancaban

peligrosas

reacciones

el

miedo

la

desesperación de la vida en

riesgo

de

perecer

la seguridad

callada

y

obsesionante

de

que

el

enemigo nos

arrollaría.

De nuevo tuvimos

que

montar la

guardia

en

el litoral.

Baztán

y

Marín hicieron una visita a

Cartagena

y

a Alicante. Se

les dió la

seguridad

de

que

no

marcharía quien estuviera

en edad de

combatir. Pero

el

instinto

era

superior

a la

dignidad

en mucha

gente. De

noche los

recovecos de la

costa

se

llenaban de

fugitivos

que

hasta en

barcas

pesqueras

se marchaban.

Muchos

llevaban un

pasaporte

obtenido en

la

etapa

anterior

y algunos

se

lo habían

proporcio

nado

recientemente

por

mediación de autoridades

subalternas

que clandestinamente los

expendían.

Además

lo

importante

era

escapar

con

pasaporte

o

sin

él.

En

Alicante

como

estaba

autorizada la salida

de

mujeres chicos y viejos todo

el

mundo

se hizo a

la

fuga

y

cuando

de allá vino un

día

nuestro

compa

ñero

Cascales

para enseñarnos

el

pasaporte

que

clandestina

mente

se

le

dió

para

decirnos

que

había estado

a

bordo del

 Amierican

Trader

donde

escapaban millares

de

antifascistas

y

que

bajó

a

tierra

porque

le dió la

gana

y

nada

más

Val

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112

J. GARCIA

PRADAS

decidió

proponer

a

Casado

que

se enviase

allá

una

Brigada

que

impidiera

deserciones.

Bien

;

de

acuerdo.

Pero

...

¿

y

si

es

la

Brigada

la

que

se nos

va?

Nos fallaba

la

gente

más segura. Uno de

los

mejores

grupos

de

Madrid,

que

quince

o

veinte días antes se

había hartado

de

romper

en su

barriada

los

pasaportes

adquiridos

por

gente

ajena

al

Movimiento

libertario,

recibió del

Comité de Defensa el encar

go de

hacer cierto servicio en

la

provincia

de

Guadalajara.

Salió

el

grupo

de

Madrid;

todos

sus miembros

se

jugaron

la

vida en cien

ocasiones;

tenían

rango

de héroes,

y,

sin embargo,

se

escaparon,

no sé

aún

por

qué

puerto,

ni

cómo,

ni.

adonde. . .

Seguía descomponiéndose

el

Ejército:

bravos

mJuchachos que

desde el principio

de la

guerra

estaban

en

el

frente,

milicianos

voluntarios

en los más duros

combates, íbanse

al campo

con

trario con

un

fusil,

un

mortero,

una

ametralladora,

tal como

si a

cambio fueran

a

obtener

de

sus verdugos

el

perdón, y

el

número de

los

que

se marchaban a

su

pueblo

crecía asombrosa

mente.

Llegaban

al

Comité

de

Defensa los

jefes

de

Unidad.

Venían con

el

temor

que nunca

habían tenido:

Mira,

Val.

Es

preciso

hacer

algo para

evitar el

desastre.

¡Claro

que

Nada de

vacilaciones.

¡Fusilad

a

los

cobardes  

Pero si

no

son cobardes.

Es

que.

. .

no

qué pasa.

¿Cómo

me

voy

a atrever

a

fusilar

a

unos

chavales

que se

han

batido

como

leones

a

mi

lado

?

Cuando los

veo,

recuerdo todo

el

dolor

y

toda la

gloria

de

la

campaña. . .

Se

me

escapan.

Se me

van sin

esconderse, como

si hicieran

la

cosa

más

natural,

y

tengo

que

cerrar

los

ojos para

no verlos.

¡Se

me

rompe

el alma

¡Procura

que

no

se

te

rompa

el

frente

¿El

frente,

dices? Yo sé lo que va a

ocurrir.

Es lo

mismo

que

cuando

hay chaqueteo

en

el

combate.

Ahora,

como

un

muro,

cruje

sordamente,

se

raja,

se cuartea

el frente.

Desde

la retaguardia

no

se

ve

bien.

Pero

un día, ¡créemelo , cuando

menos lo

esperéis

se

hundirá en

horas,

en

un

instante,

vertical-

mente.

¡

A

tu

puesto  

Más

energía

y

más fe. Todavía

hay

que

medirse

con los fascistas.

Page 121: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN 113

Luego

hablábamos

nosotros.

La

responsabilidad

de los

jefes militares era

tremenda.

No

se les

podía abandonar en la

angustia

de

su

situación.

Por

si era

poco nefasta

la

influencia

que

en la

tropa ejercía

la desmoralización

de

la

retaguardia,

los

fascistas,

de

trinchera a

trinchera,

hacían una

intensa

pro

paganda

entre

nuestros

soldados.

Les

prometían

el

oro

y

el

moro,

les hablaban de

sus

triunfos,

les

proponían

la evasión

en

masa,

les

aconsejaban

que

detuvieran a sus

oficiales,

decíanles

que

iban a

ser

carne de cañón

si cobardemente

se

disponían

a servir

de

parapeto

a

unos

dirigentes

que

hablaban

de

resis

tencia

para asegurar

su fuga.

¿No

veis lo

que

ha

hecho

Negrín?

¿No

os han

dejado

en

las

trincheras

los

dirigentes

comunistas? Pues los del Con

sejo

harán

otro tanto. Van a

sacrificaros

para

que

no les

alcance la justicia de

España.

¡Arriba

España,

muchachos

¡Viva

el

Caudillo,

camaradas

Y

en la

retaguardia

crecía

la

 quinta

columna.

Las

 ban

deras

de

Falange

recibían

a

todos

los

miedosos,

a todos

los

traidores.

El

Cuerpo

de

Seguridad

y

Asalto

se nos iba de

las

manos.

Nos dimos cuenta entonces de

que

Negrín,

unos

días

antes,

ignoraba

por

completo

que el

Gobierno estaba sobre

un

volcán.

Se repartió un

manifiesto

fascista,

de

noche,

a

favor

de

la

obscuridad, por

Madrid. Tenía

el

mismo tono

que

la

propaganda de

las trincheras.

A

las

dos

horas

de

tener

un

ejemplar

descubrimos

a

los

autores de

la

impresión.

Eran

unos

pobres

diablos,

cargados

de

hijos y

de

años,

muertos de hambre

siempre.

Temblaban,

de rodillas.

No

los fusilante.

Por

sus

declaraciones medimos

el

alcance de

las organizaciones falan

gistas

en

la

ciudad. Manuel

Valdés,

su

jefe,

fué

excarcelado

durante

la

lucha

de

Madrid,

y

luego

no

hubo

manera

de encon

trarle,

o

policía

dispuesto

a

hacerlo. Girauta mismo

se

vió

obligado

a efectuar

personalmente algunas

detenciones.

El

asunto,

gravísimo según

nuestro

entender,

se

planteó

en el

Consejo

con

la

mayor

energía.

El

responsable

de

la excarcela

ción

debía ser condenado

a

muerte,

por muy

alto

que

estuviera.

Rubio,

el

presidente

de

la

Cruz

Roja,

se escabulló.

Era,

como

antes he

dicho,

de Izquierda

Republicana.

Se

insistió en

la

cuestión

varias

veces,

y

se

iniciaron

algunas

investigaciones.

Pocos

días

después,

Miguel San

Andrés,

miembro

de

aquel

Par

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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114

J. GARCIA PRADAS

tido,

Consejero

de

Justicia,

se sintió

tan

indispuesto,

tan

grave,

que

decidió meterse en

una

clínica,

para

operarse.

Como

había

tanto trabajo,

no le

visitamos.

Allí

debieron

hallarle

los

fas

cistas. . .

El

día

18,

Besteiro envió a

Trifón

Gómez un

telegrama

para

encomendarle

que

preguntare

al

embajador

de

México en

París qué

número de

emigrados

de nuestra

zona

podría

recibir

su

país,

y

encargarle

de que en relación con D. Fernando de

los Ríos recabase del

Gobierno de

Wáshington

permisos

de

embarque

en sus

buques

mercantes,

buscara un

grupo

financiero

capaz

de

adelantar

un

tanto

por

ciento del valor de

algunas

mercancías

que

ya

se hallaban

fuera

de

España

e interviniera

la

Hanover

Sales

Corporation,

en

la

cual se

depositó un

millón

de dólares

para

la

compra

de camiones antes de

perderse

Bar

celona.

Se

le

encargaban

a

Trifón

Gómez estas

y

otras

gestiones

porque

le

era

imposible

sacar una

peseta

del llamado Gobierno

Negrín.

Este,

según

una comunicación

hecha

el 10 de

febrero

de 1937

por

el

embajador

de

España

en

París,

había

enviado

a

Rusia

la

fabulosa

cantidad de 510.079,529,3

 quinientos

diez

millones setenta

y

nueve mil

quinientos

veintinueve kilos

y

tres

gramos)

de

oro.

Los

depósitos

hechos en Londres

pasaban

de

tres millones de libras esterlinas.

En

otros

países

no había

menores

cantidades.

Francia,

la

corrompida

Francia

de

los

grandes

 affaires,

estaba asombrada

de

la

inmoralidad finan

ciera de

Negrín y de su

gente.

Pero para

los antifascistas

que

continuábamos

en

España

no

había

dinero.

Eramos

todos unos

traidores.

Méndez

Aspe,

que

había

comprado

en la

Argentina

un

cargamento

de

3,600 toneladas de

carne,

hizo

revender este

cargamento,

y

rescindió el contrato que estableció con una

firma

inglesa para

adquirir

3,000 toneladas de

bacalao, no

sé si antes

o

después

de dar

a

los

españoles

que

había

ten

los

campos

de

concentración de

Francia

4,800

cajas

de botes

de

leche conden-

sada,

93

toneladas de

café

y

otras

miercancías. Todo

lo cual

no tenía nada de

extraño,

según

advertirá

quien juzgue la

 resistencia

del señor

Negrín

a

través

de este

párrafo

de

una

carta

de

Trifón

Gómez a Fernando de los

Ríos:

Yo

recuerdo

que

cuando

el

día

9

de febrero

me entrevisté

con el

Jefe del Gobierno

y el Ministro

de

Hacienda en la casa

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

115

número

22

del Perthus

español, y

les

planteé

la necesidad de

continuar

el abastecimiento

de

la zona

Centro-Sur, Negrín, más

discreto

que

Méndez

Aspe,

me

dijo

que,

efectivamente,

había

que

procurar

abastecerla,

pero

cuidando de no

hacer

almacena-

,

mientos.

 

Méndez

Aspe

fué

más

explícito;

dijo,

textualmente,

que

aquello

iba

a durar

unos

doce

días,

y

que

si había víveres

en la zona Centro-Sur

para

ese tiempo,

él no era

partidario

de enviar más.

Posteriormente,

en

una entrevista

que

celebra

mos en

París,

y

queriendo

rechazar

el

cargo que

yo

le formu

laba,

recordándole

sus

palabras

de

Le

Perthus,

me

dijo:

 Aquel

criterio no era sólo

mío;

era del

Gobierno. Para mí

no

habla

duda,

pero

así lo afirmaba el

propio

ministro de

Hacienda.

Dando la

guerra

por

terminada,

fueron a hablarnos

de

resistencia.

¿Con

qué

fin? Si eso no era un

crimen,

¿quién

será criminal en este mundo? Pero

sigamos, para

decir

que

Trifón

Gómez,

después

de entrevistarse reiteradamente con

la

Campsa

Géntibus

y

con Méndez

Aspe,

sacó

la conclusión de

que

la

 primera

no

tenía

mercancías

para

España,

ni

el

segundo

una

peseta

para

los

españoles;

en

cuanto

a

la incautación

de

algunos

fondos y

de

ciertos

productos

colocados

en el Extran

jero, todas

las

gestiones

fueron nulas.

Habría

que

recurrir

a

nuevas

exportaciones,

para

obtener así el dinero necesario

para

hacer

frente

a

las más angustiosas necesidades, entre las cuales

estaba

la

de

gasolina.

Carentes de

ella

nosotros,

se nos

comu

nicó que nos

sería

imposible

recibirla

antes

del

día 12

de abril.

Por otra

parte,

el

embajador

de

México

no

estaba

en

París,

y

visitar

a su

sustituto,

sospechosamente

entregado

a Negrín,

resultaba

contraproducente.

Un

ciego

deseo de paz

nos

arrollaba.

Era preciso encau

zarlo.

La

paz,

para

nosotros,

no

podía

ser

liquidar la

guerra

de

cualquier

manera,

porque

luego.

.

.

Se

necesitaba una

gran

valentía

moral

para

hablar en voz alta de lo

que

todo

el

mundo

cuchicheaba,

y

después de

examinar

el

problema

en

cada entidad

antifascista,

después de

analizarlo

en

el

Consejo,

se

tuvo

tal

valentía.

Decidióse

proponer

al

enemigo negociaciones

de

paz,

en

respuesta

a las

proclamas

dirigidas a nuestra

zona,

desde

Radio

Nacional,

con

carácter de oficiosas

proposiciones.

Y

se

tomó tal

decisión

el mismo

día

en

que

el coronel

Francisco

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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116

J GARCIA

PR ADAS

Ortega

comunicó

a

Casado

con

discreta

alarma

que

en el

frente

del

Jarama

cubierto por el tercer

Cuerpo

de

Ejército

se

notaba una intensa actividad

del

enemigo ya

dispuesto

a

la

ofensiva Nosotros calculábamos

entonces

tal

vez con

opti

mismo

exagerado

y

suponiendo

en

grandes

masas

populares

una

decisión de resistencia

semejante

a la

nuestra

que

retrasaría

mos la

ocupación

de nuestra zona durante

unas tres

semanas

tiempo

suficiente

para

que

dignamente

la abandonásemos cuan

tos

quisiéramos

hacerlo

y

el

Consejo

emprendió

con

decisión

nuevas

gestiones

encaminadas

a obtener

barcos

para

tenerlo

todo

dispuesto

en

previsión

de

que

el

enemigo

precipitara

los

acontecimientos

XXVII Negociaciones

de

paz

ante

el

pueblo

Así las

cosas

dar

el

paso

de

la paz nos asustaba No se

atrevió Negrín a darlo

francamente

Nadie

se

atrevía

aunque

en

aquella

situación

de

agobio

todos

lo

deseaban

Nos

embar

gaba

un

extraño

temor

algo

así como una

superstición

y

una

congoja

Era cambiar radicalmente el

lenguaje

de

los años

precedentes Y

este miedo

a

las

palabras

claras

con

que

habríamos

de

proclamar

nuestra derrota

fué

la

causa de

que

no

si

en

la noche

del

día

20

o

en

la

del

21

desde el

micrófono

de

la

Consejería

de

Defensa

se radiara un

mensaje

cifrado

al

enemigo para

invitarle a

negociar

¿Qué

efecto produjo

en

nuestra zona?

El

pueblo

adivinó

lo

que

el

mensaje

significaba

y

lo

que

le molestó

fué

que

se

enviara

en

clave

El

hecho

concreto de

establecer

relaciones con los fascistas le

pareció

bien

y

la

Prensa

de

la

zona

sin

excepción alguna

lo acogió

como un heroico

gesto

del

Consejo

En

nuestros

medios

sentó

muy

mal la

falta de

claridad

Reunido

el

Comité

de

Defensa

recogió

aquel

disgusto

y

meditó

sobre

él

Sí;

se

había

cometido

una

torpeza

Si

no

debíamos

poner

mucha confianza

en

las

negociaciones

¿por

qué no

utilizarlas como el

mejor

instrumento

de

propaganda

en

la

zona

invadida?

Allí

en

aquella

retaguardia

torturada

por

el

fascis

mo

durante toda la

guerra

teníamos una reserva Se

quería

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

117

la

paz

a

los

dos

lados del frente. Con

la

paz

especulaba

el

enemigo, contra nosotros;

con

la

paz

debíamos especular nos

otros,

contra

él.

¡Que

se conocieran en los dos

campos

las

negociaciones

Val

y

Marín

lo

propusieron

en el

Consejo, y

el

mensaje del

día

anterior

se

 radió de

nuevo,

pero en clarísimo

castellano.

Eran

ocho o diez líneas

en las

que

el

Consejo

mani

festaba el deseo de ponerse

al habla con el Gobierno

de Burgos

para

concertar una

paz

digna

y

española. Respiró

la

gente

con

satisfacción.

Nosotros,

en

el

Comité de

Defensa,

acordamos

dar a

lo

iniciado mucho vuelo de Prensa

y

de

 radio,

con

ganas

de

envol ver a

Franco en un clamor de

paz

dentro

de su

zona,

y

además,

por

si

no

lo

conseguíamos,

empezamos

a

estudiar

el

proyecto

de

constituir

ocho

o

diez

columnas

de a

mil hombres,

pertrechadas

con

nuestro

mejor armamento,

fuertes

y ágiles

a

la

vez,

integradas por

militantes antifascistas

voluntaria

mente

incorporados,

con

buenos

guías militares

y

políticos,

que

si

el

enemigo

nos arrollaba

en

un frente

el

Ejército

regular

ya

en

muy

mal

estado

,

se

lanzaran

al

ataque

con

completa

autonomía

por

diversos

puntos

débiles

de la

línea

contraria,

sin

más misión

que

la

de

entrar

en

la

retaguardia

y

sublevarla,

o

perecer

en

el

intento.

Debíamos ocultar este

propósito, no

sólo

porque el

secreto

era

imprescindible para

su

eficacia,

sino también

porque

al

proponer la

paz

cara

a

cara

se

producía lógicamente un cambio

en

nuestra

política.

Durante la

guerra perdimos

en la acción

el

carácter

revolucionario;

al

negociar

con el enemigo, lo

antifascista

quedaba supeditado

a lo

español.

Hablar para

las

dos

zonas

equivalía

a tomar

por plataforma

un

sentimiento

que

les

fuera

común: el

patriotismo.

Quedábamos

obligados

a

demostrar que no

nos

ganaba

nadie en el amor

a

España,

ni

tampoco en

lealtad

para

el

intento de establecer una paz

digna.

El

Movimiento

libertario,

que

así lo

entendió,

hizo

público

por

 radio y en la Prensa

un

manifiesto

de

su Comité Nacio

nal

de

Defensa.

Lo firmó

Juan

López,

secretario

general, y

en

él

se

dibujaron

las condiciones

en que

nosotros rendiríamos

las

armas.

Tal

manifiesto

gustó

mucho en

nuestra

zona,

de

donde

López,

Celedonio

Pérez

y

un camarada

socialista,

acom

pañando

al teniente coronel Carlos

Romero,

que días antes

llegó

de Francia con

importantes

informes,

marcharon a

París

para

intentar

la recuperación

de

algunos

valores de

la República.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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118 J.

GARCIA

PRADAS

Celedonio

el

compañero

que

unos

años

atrás

me llevó

al Movi

miento

libertario

vino a

mi

casa

para despedirse.

Tomó café

conmigo.

Se

quedaba mirando

a

mi

chiquitín

inocente

y

juguetón sobre mis

rodillas

y a la vista de

aquel

hogar

que

inevitablemente se desharía

muy pronto suplicaba

por

última

vez húmedos

los

ojos

que

se le

librase de salir de

España

que

se

le dejara llegar

al

último

trance con

nosotros. . .

El

Consejo

reiteró su

propósito

de

arreglo.

Redactó

esquemáticamente

unas

proposiciones

de paz

designó

a

Casado

y

a

Matallana

para

que fuesen a Burgos si el

enemigo

los

admitía como

representantes

de nuestra

zona

y

pidió

gallarda

mente una entrevista. Los fascistas

respondieron

con un men

saje

cifrado

en

el

que

no hablaban de

arreglo

ni de

paz

sino

de

 entrega palabra

que

podía

indicar

una decisión

de

no

discutir

proposición

alguna

pero

también

podía

ser

muestra

de

un

pasajero

prurito

de

vencedores

de un

engreimiento

de

militares

victoriosos.

Decían sí

que

sólo

nos

admitían

la

 rendición sin

condiciones

incompatible

con

la negociación

y

la

presencia

en la

zona

nacional

de Mandos

superiores

enemigos

;

mas al

añadir:

 para

regular

detalles de

la

materialidad de la

entrega

es suficiente la venida de

un

Jefe profesional

con

plenos

poderes

aun

dentro

de la

intransigencia

de su

posición

política

daban un

margen

de

discusión.

Hacían

además la

advertencia

de

que las conversaciones

que

se entablaran

no

les

harían

cambiar de

actitud

y

se

quejaban

de

que

nuestra

propaganda

oral

y

escrita tuviese un tono

de

arenga

contrario

a

una

rendi

ción;

queja

que

nos hizo

ver la

conveniencia de

seguir

mani

festando

por

 radio

y

en la

Prensa

nuestra voluntad

de

combatir si se

intentaba

aplastarnos.

Los

fascistas

bajo

el título sarcástico

de

 Concesiones del

Gobierno

Nacional

nos

transmitieron las siguientes

bases

de

liquidación

:

Primera.

La

España

Nacional

mantiene

cuantos

ofreci

mientos

de

perdón

tiene

hechos

por

medio de

proclamas

y de

la

 radio

y será generosa para cuantos sin haber cometido

crímenes

hayan

sido arrastrados

engañosamente

a

la lucha.

Segunda.

A

los

jefes y

oficiales

que

depongan

volun

tariamente las armas

sin

ser

responsables

de

la

muerte de sus

compañeros ni

de

otros

crímenes

aparte

de

la gracia

de la

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

119

vida,

la benevolencia será tanto mayor cuanto

más

significados

y

eficientes sean los servicios

que

en

estos

últimos momentos

presten

a

la causa

de

España,

o

haya

sido menor

su

interven

ción

y

su milicia en la

guerra.

Tercera.

-Los

que

rindan

las

armas,

evitando

sacrificios

estériles,

y

no sean reos de asesinatos

u

otros

crímenes,

podrán

obtener

un

salvoconducto

que

les

ponga fuera

de

nuestro

terri

torio,

gozando

entretanto

de

plena

seguridad personal.

Cuarta.

A

los

españoles

que

en

el

Extranjero

rectifiquen

su

vida

se les

dispensará protección

y

ayuda.

Quinta.

Ni

el

mero servicio en

el

campo

rojo

ni

el

haber

militado

simplemente

 1)

en

campos

políticos

extraños

al Movimiento Nacional serán motivo de

responsabilidad

cri

minal.

Sexta.

De los delitos cometidos durante

el

dominio

rojo

sólo

entienden los

Tribunales de Justicia.

Las

responsa

bilidades

civiles se

humanizarán

en

favor

de las

familias

de

los condenados.

Séptima.

Nadie será privado de libertad

por

actividades

criminosas más

que

el

tiempo

necesario

para

su

corrección

y

reeducación.

Octava.

El retraso

en

la rendición

y

la

estéril resis

tencia

a

nuestro avance serán causa

de

grave responsabilidad,

que

exigiremos

en nombre de la

sangre

inútilmente derramada.

Era

natural que

el

Consejo Nacional

de

Defensa

no acep

tase

tales

 concesiones ;

concesiones

al

fascismo,

claro está.

Las

bases de

paz

propuestas por él fueron

las

siguientes:

Primera.

Afirmación

categórica

y

terminante de la sobe

ranía

y

la

integridad

nacionales. Aun considerando

al Gobierno

nacionalista tan

interesado como nosotros en la afirmación

de

este

principio,

creemos,

no

obstante,

necesaria

la

aportación

de

garantías

para

llevar

al ánimo de

todos,

propios y

extraños,

la

seguridad y

realidad

de esta

afirmación.

Segunda.

Seguridad

de

que

a

los elementos

civiles

y

mili

tares

que

han tomado

parte

honrada

y

limpiamente

en

esta

lucha tan

cruenta

y

tan

larga,

se

les

tratará

con

el máximo

respeto

a

sus

personas

e

intereses.

 1) Querían

decir,

seguramente,

 haberse

afiliado.

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120 J. GARCIA

PRADAS

Tercera.

Garantías de

que

no se

ejercerán

represalias

y

de

que

no

se

impondrán,

sanciones

sino

en virtud

de

sentencias

dictadas por los

Tribunales

competentes, ante los

que

se

admitirán

toda

clase

de

pruebas,

incluida la

testifical.

Para

evitar

equívocos

convendría definir

y

delimitar

de

una

manera

clara

y

terminante los delitos

políticos

y

los

delitos comunes.

(1)

Cuarta.

Respeto

a

la

vida

y

a

la

libertad de los

militares

profesionales

que

no

hayan

cometido

delito

común.

Quinta.

Respeto

a la vida

y

a

la

libertad

de los

militares

de Milicias

y

de

los

Comisarios

que

no

hayan

delinquido

crimi

nalmente.

Sexta.

Respeto

a la

vida,

libertad

e

intereses

de los fun

cionarios

públicos

en

iguales

condiciones

que

los anteriores.

Séptima.

Concesión

de

un plazo

mínimo

de

veinticinco

días

para

la

expatriación

de

cuantas

personas quieran

abando

nar el territorio nacional.

Octava.

Que

en

la

zona en

litigio

no

hagan

acto de

pre

sencia

tropas

italianas ni

moras.

Novena.

El

Consejo

Nacional

de Defensa

aprueba

estas

bases.

Claramente

se

habrá visto

que,

por medio

de

sus conce

siones,

prometedoras

de una

implacable

acción  judicial

de

la

que

únicamente

se salvarían

quienes

nos

traicionaran,

los

fascistas intentaban conseguir un alzamiento

a

su

favor

en

nuestra

zona.

Las

bases

del

Consejo

tenían cierto retintín

diplomático

en su

apartado

primero;

mediante los seis

siguien

tes,

y

de

modo

especial

con

el

tercero,

se intentaba dividir

nuestra

gente

en

dos

grandes

grupos,

con

objeto

de

que

la

de

uno

sin riesgo

de muerte

pudiera seguir

viviendo

en

España,

y

la

del otro

en

peligro

de ser

condenada

a

la

pena capital

ó

a cadena

perpetua

se

expatriase;

por

virtud del

punto

octavo

se

tendía

a

conseguir

que, en ausencia

del

elemento

invasor

v

de la

odiada

tropa

colonial,

el encuentro

de

las masas

españolas

(1)

El

Consejo lo hacía

así:

 Se

consideran delitos

políticos

por

el

Gobierno nacionalista

los

actos

cometidos contra

él

durante

la

guerra

dentro

de

la

legalidad

republicana,

y

delitos

comunes,

los realizados

al

margen

de

dicha

legalidad.

Se aplicará una 'amnistía

general

a

los

respon

sables

de

los

primeros,

y de

los

segundos

entenderán los

Tribunales

Justicia.

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LA

TRAICION

DE

STALIN

121

separadas por la guerra produjese cierto alborozo

instintivo

apolítico tal vez útil para

relajar

la

disciplina

y romper

los

cuadros

del

Ejército

de

ocupación

que

bien

podría aturdirse

en

una zona habitada

por

unos ocho

millones

de

compatriotas

entre

los

que

nosotros

podríamos

movernos con habilidad. .

.

XXVIII. Los

invasores no

admiten

ningún

pacto.

El

día

23 ofrecía el

Consejo

a Trifón Gómez enviarle a

París los datos concernientes a las mercancías

que

podríamos

exportar

y le instaba a recabar

del Sr.

Martínez

Barrio

presi

dente del Comité

Nacional

de

Ayuda

a

España

y

de

la

Mid

Atlantic

cuya flotilla tenía una

capacidad

de

carga

de más

de

150 000

toneladas

el envío de

algunos

barcos.

Aquel

mismo

día

aterrizaba

en

el

aeródromo de

Gamonal

cerca de

Burgos

un

avión

nuestro

en el

que

llegaban

dos

representantes

del

Consejo :

el

teniente coronel

Garijo

como

jefe

subalterno con

plenos

poderes

-

y

el comandante

Ortega

no

recuerdo

su nombre

propio

 

aparentemente

en calidad

de secretario del

primero.

Garijo

que obtuvo dos

ascensos

de

los Gobiernos precedentes

no

era

izquierdista

ni

presumió

nunca de

serlo

pero

leal.

Perteneció

al

Estado Mayor

del

Ejército

del

Centro durante

la

defensa de

Madrid

fué

luego

miembro del de

la

Agrupación

de

Ejércitos de

nuestra

zona

y

sus dotes de

inteligencia

y

capacidad

quedaron

de manifiesto

en la

organización

de

los

servicios

secretos de

información

militar dentro del

campo

enemigo.

Salieron

a

recibir

a

los

dos

representantes

del

Consejo

otros dos

de

Franco;

uno de

ellos

el

de

mayor impor

tancia

era el coronel

Hungría

tipo sagaz

peligroso

que

antes

de

la

guerra

se

ocupó

del

estudio

secreto de las

influencias

revolucionarias

que

agitaban al pueblo

y

durante

la contienda

fué

uno de

los

principales

dirigentes

de

la

represión

anti

proletaria.

Garijo

defendió

las

bases del

Consejo;

Hungría

juzgó

admisibles

alguna

de

ellas.

Se le

propuso

la

firma

de un

documento

en el

que

se

recogiesen

los

puntos

de

coincidencia

o

bien

la

de

otro en el

que

se

especificaran

las diferentes

propo

siciones de cada

parte

con

vistas

a

una

futura

responsabilidad

ante

el

país y

declaró

que no

podía

hacerlo.

Estuvo muy

cortés

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122

J. GARCIA PRADAS

en

la

conversación

dió

por

aceptables

 en

la paz ciertas

proposiciones

del

Consejo

pero

fué inflexible

respecto

a

 la

entrega

a  la rendición

sin

condiciones

y como

prueba

suprema

de

tal inflexibilidad

entregó

a

Garijo

un vasto

plan

militar

no

político

de

ocupación

de nuestra zona.

Allí

se

estipulaba

detalladamente

como en

una orden

de

operaciones

lo

que

tendría

que

hacer

el

Consejo

a determinada

hora

del

día

con

cada una

de

sus Unidades: alzar bandera

blanca

concen

trar

las

armas

en

lugares

fijos darles rehenes aprisionar a

los

mandos

rendir

la

tropa

cambiar las autoridades

republicanas

por otras bien avenidas

con

el

fascismo

y

como

gesto

previo

hacer la

 entrega

simbólica

de

la aviación entre

las

quince

y

las

dieciocho horas del

día 25.

Todo

aquello quería

ser una

ofensa

para

nosotros

pero

no

pasaba

de una

estupidez.

Cuando

Garijo

recibió

tal

documento

comprendió

que

no

podía

conti

nuar

en

Burgos.

.

.

Lo

trajo

a

Madrid.

El Consejo

no

se

detuvo a discutirlo.

Le

pareció

del

principio

al

fin

una

canallada

propia

de

gente

habituada

a la

traición.

Vino Val con

una

copia

al Comité

de

Defensa. Era

preciso

combatir.

El

ataque

enemigo no se haría

esperar.

Mas convenía

retrasarlo

como se

pudiera.

En

París

el día

24

visitaba

a

Trifón Gómez

una

representación

de

Los

Amigos

Cuáqueros

que

le

preguntó

si estaríamos dispuestos

a admitir

que

hiciesen ellos

gestiones

directamente

con

Burgos

para conseguir

la

paz

y

les

contestó

 que agradeceríamos

reali

zasen

toda suerte

de

gestiones

encaminadas

a facilitar

la

evacuación de los

españoles

que

tuvieran

que

salir

de

la

zona

republicana.

Se

decidió en el

Consejo por

una

parte

alertar

a

todos

los altos

mandos

para

que

rechazaran con la

mayor

energía cualquier agresión

y por

otra

entretener

a

los

de

Burgos.

Se

les

pidió

una nueva

entrevista

y

fué

aceptada

la

solicitud.

Volvió

Garijo con

Ortega

el

día 25; llevaba las

mismas

proposiciones

políticas de

la vez anterior

y

además

un plan

de

ocupación

material de

nuestra zona

por departa

mentos y

etapas

establecidos

concretamente

mediante

el

cual

en un

plazo

de veinte

días

haríamos de modo

paulatino

toda

la

evacuación

sin prescindir

hasta el fin de

la

suprema

garan

tía de

las armas.

Hungría

y

su

acompañante

comprendieron

que

no tenían

derecho

a

pedir

que en

Madrid se confundiera

la

paz

con

la traición.

El

Consejo quería

siempre

a base de

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124

J.

GARCIA P RADAS

los

batallones

de Flores

volvieron a la

calle,

se

nombraron

gobernadores

de confianza en varias

provincias y

Pedrero salió

del S.

I.

M. del Centro, para ser

substituido

por Salgado.

Fuimo3

éste

y

yo

al

Ministerio de

Marina. Todo el mundo estaba

haciendo

la

maleta,

y

hubo que

recorrer las

numerosas

depen

dencias del Servicio

para imponer

serenidad

y

decoro. Aquel

espectáculo

de

cobardía,

producido por

Pedrero,

que

había dado

pasaporte

hasta

a las

mecanógrafas,

nos hizo

comprender que

nos

quedábamos

solos.

¿

Y

para

qué

retener

a

la

gente

amedren

tada,

de

antifascismo

dudoso,

que sólo

de

estorbo

podría

servir

nos? Decidimos

quedarnos

con un

puñado

de

hombres

seguros.

El

resto

del

personal, estigmatizado

de

burocracia,

¡a

la

calle

Pedrero

y

su secretaria

particular

terminaron de liar

los

bártulos, ante nosotros.

Nos

costó más

de dos

horas ver

vacío

de

maletas el

edificio.

Empezó

el desfile de

coches.

Los

princi

pales agentes

del

S.

I.

M.

querían

llevárselos a

pares,

como si

fueran

a una

agradable

excursión

en la

que

no

podrían

faltar

las

gracias

femeninas de

unos amoríos con

que

escarnecieron

el dolor

popular.

Dimos orden

de

que

no

se

entregara ninguno,

por miedo a

perderlos

todos,

y

al

garaje,

donde surgió

la

ame

naza

de

la

pistola, enviamos

un

piquete

de

soldados,

para

contener

la furia de los miedosos.

Luego

nos fuimos

a

ver a

la

gente presa.

Feliciano

López

de

Uribe,

ex

fiscal de

Madrid,

donde se le llamaba el fiscal de

Burgos,

hombre

entregado

a

los comunistas

por

el deseo de

alcanzar una posición

que

le

permitiera

vivir

crapulosamente,

quiso

arrodillarse

ante

nosotros,

y

el

teniente

coronel

Bueno,

llorando

sin

falsedad,

nos

abrazaba,

pedía perdón

y

hacía

el

ruego

de

que saludásemos

a

Segis

en

su

nombre.

Se

dispuso

que

un automóvil los llevara a

Valencia,

donde_

quedarían

en libertad

;

tenían

pasaporte

desde

antes

de

nuestra

sublevación,

y a

punto

de

marcharse

nos

decían:

¿

Y

se

quedan

ustedes

?

¡

No

se

queden,

por

Dios  

Madrid

está

perdido.

Si

los

cogen

los

fascistas. . .

¡Ay,

amigos Dispénsennos.

No

esperábamos

que se

portaran

ustedes así.

Nos fastidiaba

aquel tono

de

plañideras.

Había

en

el

edifi

cio veinte o

treinta comunistas detenidos. Fuimos a

verlos.

Allí encontré a

Girón,

que

con el

mayor

interés

me

preguntó

cómo estaba

Madrid,

qué

podríamos

hacer

para

sujetar

los

frentes,

por

dónde

iba a atacar el

enemigo.

. .

Charlamos

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

125

durante un

cuarto

de

hora

con tono

de

compañeros y

de

algu

nos

me

despedí

con

un abrazo cuando salían

a

tomar los auto

buses

en

que

fueron

llevados

a

Valencia.

Se

quedó

el

S. I.

M.

casi

vacío. Pedrero nos

dejó

hasta sin dinero

para pagar

a

las

mujeres

que

hacían la

limpieza

del

local.

En

cambio

al

irse

puso

a

nuestra

disposición

unas botellas

de

licores:

vinos

dt;

Oporto

y

de

Jerez

del

Rhin y

de

Burdeos

coñac

gin

curasao

ginebra

kirch...

pitillos

 Camel

y

cigarros

 Partagás

. .

.

Empezamos

a trabajar

enseguida.

Llamaba

Salgado

por

telé

fono

a

los

más

diversos

puntos

de

nuestra

zena

y

los

agentes

del S.

I. M. contestaban desde

muy

pocos.

A

la demarcación de

Andalucía

habíamos

enviado unos

compañeros

dos

o

tres días

antes;

no logramos saber

qué

era

de

ellos.

Metidos

allí

día y

noche

con todo

el

cansancio de un mes de

brega

seis veces

únicamente

me

quité

yo

las

botas de campaña

 

teníamos

que

hacer

grandes

esfuerzos de voluntad

para

no

aturdimos

y al ir

de

un

despacho

a

otro

poníamos

la

mano en

la

pared.

El

Consejo

aquel

mismo

día

26

dirigió a

los

fascistas

dos

comunicados

engañosos

destinados

a

entretenerle unas

horas;

pero

Burgos

contestó

con

el

siguiente mensaje:

 Urgentísimo.

Ante

inminencia

movimiento avance

en

varios

puntos

 de

los

frentes

aconsejo

que

fuerzas

enemigas

en

línea ante preparación

artillera

o

de

aviación saquen ban

dera

blanca

aprovechando

la breve

pausa

que

se hará

para

enviarnos rehenes

con

igual

bandera objeto

entregarse

utilizan

do en todo

posible

instrucciones

dadas

para

entrega espontánea.

El

Consejo

decidió

al mismo

tiempo

que

en

los frentes

se

rechazase

el

ataque

fascista

y

que

por  radio

se hicieran

conocer detalladamente

las

negociaciones

mantenidas

con

Burgos.

El

Consejero

republicano

José

del Río

leyó

ante el micrófono

todos

los

comunicados

y

proposiciones

a

que

aquí

me he referido.

Sus

comentarios

desgraciadamente

fueron

torpes

vacilantes

tímidos.

El

combate había

empezado en

varios sectores

de

Andalucía

y

Extremadura. Nuestra

gente

que

en

las

primeras

horas

combatió

bien

empezaba

a

flaquear

retrocedía

empujada

por

la

enorme fuerza

del

enemigo

que

lanzaba los escuadrones

de Caballería al

copo

de

importantes

Unidades.

A

la

noche

nos comunicábamlos en secreto

la

derrota.

Pero

no

flaqueaba

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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126

J.

GARCIA

PRADAS

nuestra voluntad

aún.

El

día

27

controlábamos

perfectamente

la

gente

que

salía

de

Madrid;

no

había

deserción.

El

Comité

de Defensa

empezó

a

designar

los

companeros

que

habrían de

-

dirigir

las

columnas

destinadas

a

sublevar

la zona

contraria.

De

pronto

el

ataque

fascista

por

el

frente del Jarama. Lucha

durísima.

Los italianos

querían

dejar

a Madrid aislado del

resto

de la zona.

¿

No

aspirarían

también

a

lograr

una revancha

del

desastre de

Brihuega?

Por si

acaso Cipriano

Mera tenía

firme

el

frente

de

la

Alcarria.

El

Comité

Nacional del Movi

miento

libertario

y

ésto

prueba

cumplidamente

nuestra

decisión

convocaba

a

un

Pleno de

Regionales

para

celebrarlo

en Madrid

al

día

siguiente. Por

la

mañana

me llamaba

Val

desde al

Comité

de

Defensa.

Llamaba

también

a

otro compañero

cuyo

nombre no debo dar

aquí:

¡Venga Redactad proclamas

y

manifiestos

para

la zona

contraria.

Hay

que

hacer

hoy

mismo

dos o

tres

millones

de

octavillas

para

que

los

aviones

que

tenemos las arrojen

allá.

¡De

cara

a

la insurrección contra

los invasores

Nos

pusimos

a

escribir. Yo me

imaginaba

lo

que

sería

de

nuestro

pueblo

cuando

después de

acabar la

lucha entre

fascis

tas

y

antifascistas

le

resultase

imposible

la

reconstrucción

se

apoderase

de él

la miseria

y

el

imperialismo

ítalo-alemán

le

lanzase al sacrificio

en

una

guerra

más

amplia

y

horrorosa

ds

la

que

la

nuestra sólo

era el

prólogo.

. .

Diez

veinte

treinta

cuartillas en las

que

vibraba la

indignación

en las que

ardía

la

última

esperanza

y

sangraba

el

dolor

del

país

escritas con

un

espíritu

semejante

al

qué

redactó las

arengas

de la

iniciación

de la

guerra

civil.

¡A

la

imprenta enseguida

No

importaba

que

no

se

publicasen

los

periódicos.

Lo

interesante era la

batalla.

Madrid

en

Noviembre

se

salvó

por

la

fe

del

pueblo

en sí

mismo.

¿Por

qué no

podría

salvarse

entonces

salvar

de

nuevo

la

causa

antifascista

si por

suerte

hallaba

base

en

la

zona contraria la

esperanza

que

en

la

nuestra

ya

no tenía

sustentación?

¡Cuatro

días tres dos nada

más

para la

última

prueba

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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XXIX.

 ¡Se

ha acabado

la guerra, camaradas

T

OS

obreros de  C

N

T,

cuando recibieron

nuestras

cuarti

llas

en

la

imprenta,

donde

componían originales

del

perió

dico,

dejaron

las linotipias, los

chibaletes,

las

galeras,

todo,

y

alrededor del regente escucharon la

lectura de

las arengas

para

'a

zona

contraria.

No sé si adivinaron

que

«ran

aquellas

las

ultimas líneas del

director,

en

quien

siempre

tuvieron

una

especie

de hermano

pequeño,

al que

le

permitían

gozosamente

'°s

entusiasmos

ruidosos

y

las

rabietas con

pataleo.

. .

Me

llamaron al

S.

I.

M.,

por teléfono:

.

¡Anda, hombre,

márchate

ya

-

¡

Miedosos

 

les

respondía

.

¿

No

queréis

pasar

con

migo

otro

7

de

Noviembre?

¡

Si es

por

ti   . . . Nosotros vamos

a

componer

lo

que

has

mandado. Pero ...

¡

seguro

que nos

pillan

los

fascistas con

las

manos en

la masa

¡No

hay

cuidado

¡Se

pelea

bravamente

Todo

el

Movimiento libertario de

Madrid se

había

puesto

sobre las

armas.

Llenábanse

los

coches de fusiles

y

bombas

de

mano.

Se

engrasaban

de nuevo las ametralladoras.

El

Comité de

Defensa

hervía

de

hombres

y

de

pasión.

El

S.

I.

M.

vibraba

de voluntad de gente

nueva.

El

Consejo,

reunido

en

Hacienda,

recibía

a

unos

representantes

del Comité

Internacio

nal

de

Coordinación

y

de Información

para

Ayuda

a la

España

127

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128

J. GARCIA PRADAS

Republicana

del

que

obtenía la

promesa

firme de

salvar a

varios

millares

de

antifascistas

con la

garantía

de barcos de

guerra

franceses

;

le

tomaba

el

pulso al

Ejército

como

el

médico

a

un enfermo

delirante

y

callaba

callaba.

. .

Al

mediodía

crujió el

frente del

Jarama.

Poco

después catastrófico hundi

miento:

se

pasaban

Compañías

enteras al

campo

contrario

corrían otras a

la

retaguardia

se

quedaban

roncos

y

solos

los

jefes

los

oficiales

los comisarios.

En

dos

o

tres horas se

disolvió

el

tercer

Cuerpo

de

Ejército.

Las

columnas

italianas

que

le atacaron avanzaban con elementos motorizados

hacia

Ocaña

y

Aranjuez

para

proteger

desde este último

sitio la

marcha

desde el otro a

Tarancón

punto estratégico

en

la

carretera Madrid-

Valencia

más

de

ochenta kilómetros

detrás

de

nuestra heroica capital. González

Marín

leyó ante

el

micró

fono un

vibrante manifiesto.

Pero todo

era

inútil.

El

desastre

del

Jarama

tuvo

enseguida muy

peligrosas repercusiones.

Se

agrietó

el

recio

frente

madrileño

sin

combatir

al irse con

los

fascistas un batallón de

Carabanchel

donde

con

toda

premura

se

metieron fuerzas de reserva. Visto

aquel

síntoma gravísimo

el

Consejo

de

Defensa

que

sin

ilusiones

daba

por segura

la

evacuación de

la

zona

decidió evacuar

Madrid

expuesto

ya

a

quedar

no

sólo

aislado

sino también

desguarnecido.

Consti

tuyóse

una

Junta

de

Evacuación

integrada por representantes

del Frente Popular

y

del

Ejército

y

al anochecer empezó a

actuar

junto

a

nosotros

en

el S.

I.

M. Poco

tiempo

antes

previa

consulta

con

Casado

y

Val

llamé

yo

a

la

imprenta:

Suspended

el

trabajo.

Marchaos a casa

ya.

No da

tiempo

¿

verdad

?

¿

Destruímos las

planchas

?

No.

Que

las

encuentren

ahí

cuando entren.

¡Un

abrazo

a

todos

Salgado y yo procuramos

tener la

seguridad

de

que

no

había en las

cárceles

ni un

preso

antifascista

y

al

hacer

las

gestiones

necesarias

fuimos sabiendo

que

aprovechando

la

primera

obscuridad

nocturna

y

el

haber

escapado

los

carceleros

sin orden previa

se

abrieron todas las

prisiones;

en

una

de

ellas

sólo

quedaban

cuatro

reclusos

enfermos;

otros

se

habían

marchado tiritando de

fiebre

envueltos en

las mantas

de

su

camastro

tal

vez atormentados

por

el

recuerdo

del

hospital

de

Toledo

donde

los

moros

pasaron

a

cuchillo

a

los

enfermos.

Al volver

al

S.

I.

M.

me llamó

mi

compañera

que

para

lograr

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LA

TRAICION

DE

STALIN 129

que

fuese a

verla,

que

me

escapase

un

momento

del

torbellino,

puso

a

nuestro

hijito

ante

el

teléfono.

. .

Salí.

Nuestra

Orga

nización

acababa de

tomar

el

acuerdo

de

que no se

fueran las

mujeres, excepto aquellas

que

hubieran

desempeñado

cargos

políticos.

Sólo

en la noche

cerrada,

marché

a

ver

a unos amigos,

para

rogarles

que

me

guardaran»

algunos

documentos;

luego,

a casa,

de

prisa. Tropezaba

en

las

aceras con hombres

hoscos,

desalentados,

que

huían con

maletas,

no

obstante

estar

prohi

bida aún

la

salida de Madrid. En

la

obscuridad,

se

podía

ser

tan sincero como

estando

a

solas: a

impulsos

de un temor

que

me ganaba

poco a poco, llevaba

la pistola montada

y

en

la

mano;

la

pena de sentir

roto,

sin

latido

heroico,

el corazón

de

España,

aquel

Madrid

en el -que

hasta por las piedras ametra

lladas

sentía

afecto,

me llenaba de

lágrimas

los

ojos. . . Entre

en

casa

y

le

dije

a

mi

mujer,

que

sonreía haciendo un alarde

de serenidad:

Se

acaba

esto.

Prepara

nuestras cosas.

Tuvo

valentía

para

bromear:

¡

Menos mal

que

nos cabe la casa en un baúl

 

. . .

Bastará

un

maletín.

El

Movimiento ha acordado que

vosotras os

quedéis.

Un

silencio de muerte

nos

llenó el

alma.

El chiquitín,

sentado

en

el

suelo,

se

sorprendía

de

que

su madre llorase.

Sonó

el

timbre

del

teléfono. Me llamaba Sócrates

Gómez,

hijo

del

gobernador

civil de

Madrid,

líder de la auténtica

juventud

socialista,

secretario

de Carrillo en Gobernación.

Me iba a

dar,

con afecto

de

amigo,

un

grito

de

alarma:

¡Anda,

pronto

Vente

aquí,

si estás

solo,

que han empe

zado a entrar

tropas

en Madrid.

¿

Fascistas

?

Deben

ser.

Vienen de

El

Pardo.

Bajan

por

Tetuán y

Cuatro Caminos.

Están

llegando

a la

calle

de Bravo Murillo.

—¡Me.

.

.

Llamé a mi

redactor-

jef

e

:

¡

Listo

para todo

  ¡

Espérame

en casa, que yo te

recogeré

 

Estás

alarmado.

¿Qué

importa

ya

lo

que

ocurra?

Ten

serenidad,

porque

en

un

momento

de

vacilación

se

puede

perder

la historia

de

muchos años.

. .

No me

quedo

en casa.

Voy

a

hacer

 La

Voz

del

Combatiente.

Bien

;

te

agradezco

el frenazo

...

Te

veré en

la

Redacción.

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130

J.

GARCIA PRADAS

Pedí un

coche

al

Comité de

Defensa

y

llamé a

Adolfo

Prada,

que

sucedió

a

Casado

en el

mando del

Ejército

del Centro.

Mi coronel:

¿puede usted decirme

si

es

nuestra la

tropa

que

está entrando en

Madrid?

¿Cómo? ¿Por

dónde?

Por

Cuatro

Caminos.

¿No

tiene usted información?

¡Aquí

voy

a

perder

hasta el sentido

Hable usted con Casado.

Voy

a ver

qué ocurre.

Me marché al Comité de

Defensa,

y

de

allí,

con

Gerardo

López y otros compañeros,

a

Cuatro Caminos.

Al

llegar

a

la

Glorieta,

de

donde

había seiscientos metros

a

la

Ciudad Univer

sitaria,

los focos

de

nuestro

coche

proyectaron su luz sobre

un

grupo

de soldados.

Bajamos

del

automóvil,

pistola

en

mano.

Aire de

jotas y

de

fandangos,

entre

palmas y

agudas

vibraciones

de

guitarra;

guardias

de

Asalto

fusil al

hombro,

perplejo

el

rostro

bajo

la luz de nuestras

linternas;

soldados

silenciosos,

de

lento

caminar,

cargados

con

morteros,

ametralladoras,

cajas,

de cartuchos.

. . Así

los vi en

el frente de

Teruel,

al

romperlo

los

fascistas,

cierta noche en

que

ni

a

tiros

lográbamos

cortar

la

desbandada. Las

canciones

salían del

grupo

visto al

entrar

en

la Glorieta. Nos acercamos

a

él.

Tenía un montón de

armas

y

macutos en

el

suelo.

La

botella

del

coñac,

de

mano

en

mano:

¡Ahí

va

un traguillo de

 quitapenas

¡Se

ha

acabado

la

guerra,

camaradas

Estaban

borrachos.

Uno

de ellos llevaba

boina;

la

boina

de

campaña

del

Requeté.

¿

A

qué

Unidad pertenecéis ?

les

preguntó

Gerardo.

¡Déjate

de Unidad Somos

de

todas

partes,

de los

dos

lados.

Este ha

pasado

año

y

medio en el

Clínico;

era

de

Franco.

Nosotros,

en las trincheras de

acá;

republicanos.

¡Venga jaleo

¡Viva

la

paz,

camaradas

Volvimos

al automóvil con

ganas

de

ir

a

los

sitios

de deser

ción, para ver si podíamos cortarla.

A

la entrada

de

Tetuán

de las

Victorias,

decidimos pararnos. La

calle

estaba llena

de milicianos. Batallones enteros se metían en Madrid.

Pero,

¿adonde

vais?

¿Qué

pasa?

Pues,

¡qué

ha

de

pasar

¡Que

hemos

hecho

la

paz

en

las

trincheras

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LA

TRAICION

DE

STALIN

131

¿

Vosotros ?

¡

Claro

 

Se

han ido los jefes

. . .

¡Eso

no

es

cierto

¿ Que

no

?

La

mitad

de ellos se

fueron

esta

tarde . .

.

¿Y

habéis abandonado

las

posiciones?

¡Natural

En

El

Pardo,

los

contrarios

y

nosotros hemos

echado el fusil

a

la misma

trinchera.

¡Cada

mochuelo,

a su

olivo Por más

que.

. .

mucha gente

nuestra

se

ha ido

con

ellos,

porque tenía la

familia

allá,

y

algunos

de

Franco vienen

aquí con nosotros.

Lo

que pasa,

¿sabe

usted? Tenían

ganas

de

ver

Madrid,

de abrazar

a

la

novia,

de irse de

juerga.

.

.

Entonces,

¿el

frente fascista...?

¡Qué frente, ni

qué

Dios

Se

ha

 largao to Cristo

a

casa. Por ahí

arriba

no

queda

nadie,

ni de

allá

ni

de

acá.

—¿Y

ahora?

Peor

que

antes no hemos

de estar.

Le asustará el fascis

mo

a la

retaguardia;

pero,

a

mí,

que

le he tenido delante

casi

tres años.

.

.

¡Más

gente

muere

luchando

que

fusilada

Se

hizo

la

paz

del

soldado,

la

del

combatiente a

quien

la

disciplina

autoritaria

dejó

seco

de

ideales

;

una

paz

de trinchera

a

trinchera,

de

capote

a

capote y

de barro

a

barro,

de frío a

frío

y

de hambre a

hambre,

de

riesgo

a

riesgo y

de

hastío a

hastío,

sin condiciones

ni

hombría,

sin

raciocinio ni

parlamento,

completamente

instintiva y

animal.

Se quedó

desguarnecido

el

frente

de

El

Pardo,

y el

de

la Casa de

Campo,

y

el de la

Ciudad

Universitaria,

en

pocas

horas de movimiento

gregario,

de

deser

ción

rebañega.

Frente

al

Clínico

teníamos

un

Batallón de Ame

tralladoras;

se

nos fué

entero,

y

además,

con

su

gente

entraron

en Madrid

grupos

contrarios.

Nos marchamos

nosotros al

Comité

de

Defensa.

Volví

luego

con

Val

al mismo

sitio.

Los

soldados iban llenando la ciudad

desordenadamente,

al

avanzar

por

todas

las

calles con

paso

cansino

y

cabeza

gacha.

Un torren

te de insensibles

desertores se metía en el

 Metro

por

la

estación de Cuatro

Caminos,

y

aparecía gran parte de él

al

otro

extremo

de

Madrid,

en el

Puente

de

Vallecas.

¿Era

nuestra

aquella gente?

¿Era

de

Franco? No

era de

nadie.

 ¡Se

ha

acabado la

guerra,

camaradas

Esta

frase

de

trinchera,

que

de boca

en

boca

pasó

de

Andalucía

a

Extremadura,

de

Extre

madura al Jarama

y

del Jarama

a la

orilla

del

Manzanares,

fué la

que

hizo la

entrega

de Madrid.

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132

J.

GARCIA

PRADAS

XXX.

Llanto sobre el

roto

corazón

de

España.

Fuimos Val y

yo

al

Consejo,

donde

poco

después se decidiría

que los

Consejeros

Antonio

Pérez,

Wenceslao

Carrillo,

José

del

Río

y

González

Marín,

con

Miaja,

saliesen

aquella

noche

para

Valencia,

para

entrevistarse

con

el Comité Internacional de

Ayuda

y

organizar

apresuradamente

la

evacuación.

De San

Andrés no sabíamos nada.

Val

y

Casado

seguirían en

Madrid

hasta

que

se

evacuara la

capital.

Vi

en

Hacienda a

Besteiro.

Era

difícil reconocer en

aquel

viejo

cubierto

por

un albornoz

al antiguo

presidiario del

penal

de

Cartagena,

fotografiado con

Largo

Caballero

poco después de

la huelga general

del

año

17.

Sólo

aquel

recuerdo

me le

hacía

simpático.

Le

respetaba,

pero

me

era imposible comprender

su socialismo

de

cátedra.

Lejos

estaba

yo

de

pensar

que

Trifón

Gómez, en

su carta a

Fernando

de los

Ríos,

diría

posteriormente,

refiriéndose

a Besteiro:

 Cuando

los

hombres

proceden

de

semejante

manera,

pueden

errar o

acertar,

pero

merecen

seguirles

hasta la

muerte.

Sentado

en

un

sofá,

fumaba

pitillo tras pitillo, sin decir

una

palabra.

Seco,

descarnado,

esquelético,

parecía

una

momia.

Y

usted,

don Julián

me

decidí

a

preguntarle

,

¿por

qué

no

se marcha ya?

No;

yo

no me

voy. Me han llamado

traidor

nuestros

rivales,

y

me

quedo en Madrid

para

contestarles

con mi

condena.

Además,

soy

viejo.

. . Ya les

he

dicho

a

los

Consejeros

que me

perdonen

el

quedarme aquí.

Correré

la

misma suerte

que

este

pueblo sin

igual,

tan

grande

en

el

sacrificio. . .

Se

le

quebró

la

voz]

en un

sollozo.

Entonces

conocí

a

Julián

Besteiro:

¡todo

un hombre Me

marché

a

la

Redacción

de

 La

Voz del

Combatiente,

y allí

vi

a

dos

redactores

de  C N TV'

Sobre la mesa

de trabajo

había un libro

lujosamente

editado.

Era

el último

discurso de  Pasionaria ante el Comité Central

de su

Partido.

Entre las

páginas

de

papel

 couché,

como

la

de

un

galán

en

un ramo

de

flores, hallamos una

tarjeta

de

presen

tación de la excelsa

dirigente

comunista. La

mecanógrafa

escribió,

con

picuda

letra

femenina,

debajo

del nombre

y

de

los

cargos

de la

agitadora:

 saluda a

Franco

y

lamenta no haber

podido

esperarle

en

Madrid,

como

era

su deseo.

No hubo

modo

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LA

TRAICION

DE

STALIN 133

de

romper

aquellas

líneas.

Las

guardó

la

mecanógrafa

se

redactó el

periódico

como si

nada

ocurriera

y

parece

ser

que

a la

madrugada

la tarjeta se

quedó

en

la

Redacción

para

el

primer

fascista

que

entrase. . .

Volví

al S.

I.

M. Poco

había

que

hacer.

Salgado

se

fue

a

ver

a

su

familia y

pasó

la

noche en casa.

Vino

a

verme el

Comité Nacional del Movimiento

libertario

deseoso aún de em

prender

alguna

audacia

aunque fuera

la

voladura

de

la

parte

no habitada de Madrid. Yo no tenía

su

decisión.

Estaba abatido

por cuanto acababa de

ver

y

creyendo

sin remedio

la

situación

me daba

todo

igual.

Encargué

a un

compañero

que

atendiera

los

teléfonos

y

me

acosté.

Dormí

unas

horas

sin

el

menor

sobresalto.

A

las

seis

de

la

mañana entré

en

el

departamento

donde

toda

la

noche

trabajó

la

Junta de

Evacuación

y

a

las

ocho

fui al Consejo

para

que

allí

me

sellaran varios

millares

de

salvoconductos.

El

Ministerio

de Hacienda estaba casi vacío.

En el

despacho

de

Casado

Val

por

teléfono

daba

a

la

Federa

ción Local

de

Sindicatos la orden de sacar la

militancia

de

Madrid.

¿Y

los

salvoconductos?

le

pregunté.

Van sin

ellos.

No

estamos

para

trámites.

llama

a

Salgado.

Vais

al Comité de

Defensa

y allí

arregláis las

cosas

con

Gerardo.

¡Listo

que no

hay

que

perder tiempo

Por

otro

teléfono

Casado ordenaba la desmovilización

gradual

del Ejército

del

Centro

de modo

que

el

enemigo

no

copase

ninguna

Unidad

ni

se

atreviera

a

realizar

avances

profundos

en los

que

sus

columnas

podrían

aturdirse

en la

recién

iniciada ocupación

de nuestra zona. En el

Comité

de

Defensa

estaba

Mancebo; Baztán

en

Evacuación;

Amil

dispo

niendo

medios

de

transporte.

Se

quemó

lo

que

importaba

destruir.

Compañeros

de diversas barriadas decíanse mudamen

te

al

abrazarse

lo

que

les dolía

perder

Madrid.

Llegaron

varias

compañeras

casi todas

enlutadas

por

la

guerra.

Llorando

nos

pedían

que

nos fuésemos

y

era entre sus labios un gemido

el

nombre de los muertos

no olvidados

. . .

Llegó

Eduardo

de

Guzmán

y

le

enviamos en busca

de un coche. Vino

luego

Mauro

Bajatierra

que confiaba en el

Comité más

que

en

mismo.

Mi pintoresco

y

bravo

corresponsal

de

guerra

Quijote

de

las

más

raras

aventuras

vencía en

aquel

momento

su ancia

nidad

con

su

espíritu

esforzado

y

al

encontrarme

arengado

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134

J.

GARCIA

PR ADAS

íntimamente

por

un

 ¡Que

no se

diga.

.

.   del

pundonor, enga

lló más

que

nunca su airosa

traza de

mosquetero.

¡Venga,

viejo

le

dije

.

¿Qué

haces aquí?

Se acabaron

tus

crónicas

de

guerra. Vete

a

la

Local

de

Sindicatos,

que

de

allí

saldrá

la

gente

para

Valencia.

Quiso

decirme

algo,

y

no

pudo.

Me abrazó

en

silencio,

y

al marcharse con

paso

vacilante,

vi

que

se

limpiaba

a

manotazos

las

lágrimas

caídas en

la pelambre hirsuta

y

cana

de

su

mos

tacho

gascón

. . .

Media hora

más estuvimos allí

;

fué

un

siglo

de dolor.

Presencié,

de

niño,

un

espantoso

incendio en

mi

pueblo.

Como

aquel

ir y

venir

de

los hombres

alocados,

como

aquel

plañir de

las

mujerucas

y

aquel

modo de esconderse

de

los chicos

espantados,

como

aquella

angustia

de la catástrofe

devoradora

y rojiza.

. . Lo

mismo fué mi última visión

del

Comité de

Defensa.

Se fué

Mancebo.

Nos

llamó

Val.

¡Diez

minutos tenéis

para

venir

Pero,

¡

oye

  Por

lo

menos,

abrazar a la familia

. . .

No

se

trata

de

huir.

..

Despediros

por teléfono.

¡Diez

minutos

 

Subió la

gente

a

los

coches.

Salgado

se

despidió

de su

compañera.

Cuando

cogí

el

aparato para

hablar con la

mía,

llegó

a

mi oído

el

sollozo

de

la otra desgraciada. . .

—No sé

si

nos

veremos.

¡Sí;

lo

arreglaré

Si

no

puedes.

. .

Anda;

lo

que es

la

lucha.

Espérate,

que te

va a

hablar

el niño.

'

Reía

entre los

brazos

de

su

madre,

que

lloraba

. . .

Volvimos al S. I.

M.

y

a

Hacienda.

Media hora

después,

salíamos

de

allí definitivamente.

Todas

las

Organizaciones

sindicales

y

políticas

llevaban

adelantada la evacuación

de

sus

militantes. Madrid tenía

ya

quietud

de

muerte.

Cuando

nues

tros coches subían

por el paseo de la

Castellana,

.

pequeños

grupos

obreros se

fijaban en los

tricolores

banderines de

mando.

Callados,

ambiguos,

irresolutos,

tenían

el

gesto propio

de

quien

todo lo

ha

perdido.

Si

entonces

me ha

dicho

Casado en Londres

llega

a

producirse la menor protesta, yo

no

salgo

de

Madrid. ¡Mejor

la muerte

que

el odio de

aquel

pueblo

sin

par

Pasando

por

Chamartín,

llegamos

a

la

carretera de

Aragón,

cubierta de

automóviles

ligeros y

camiones.

Riada

humana

hacia

Valencia;

torrente

de

derrotados.

.

. Por

Barajas

fuimos

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

135

-al

aeródromo

de

Algete

y

desde

allí

Casado

y

Val hablaron

varias

veces

por

teléfono con

diversas Unidades.

Cuando Mera

y

Verardini

dijeron

que

ya

había

empezado

la desmovilización

ordenada

y rápida

del

cuarto

Cuerpo

de

Ejército

fuimos

a

tomar

el avión

que

nos

llevaría

a Valencia.

Los soldados

del

aeródromo

formaron

militarmente sin

orden

previa.

Casado

les habló con

voz

velada de congoja- Matallana conversó

con

varios

de

ellos.

Salimos

y

a ambos

lados

del

avión

en

tierra

quedaba un triste

saludo de

puños

altos.

. .

Elevóse

el

 Douglas

sobre los

pardos

calveros de

aquella

Castilla

dura

y

hosca

campamental; quedaba

 nuestro Madrid

a

la

derecha

y a la

vista de su

abigarrada arquitectura

de

sus

ásperos

sotes

de

tejados

y

torres

Salgado

que

iba

de

aquel

lado

se

echó

a

llorar;

llanto

sobre el roto corazón de

España

sobre

la

Meca

perdida

de todos los

que

sintieron afanes de

libertad. Dos

horas

después

salió de

allí

el Comité

Nacional

del Movimiento

libertario.

A

la una de

la

tarde

desmovilizado

por completo

el

Ejército

del

Centro

los

fascistas

entraban en la

ciudad

en

aquella

ciudad sobre la cual

giró

la

guerra por

España

entera:

y

algunos compañeros

que

se retrasaron al

abandonarla

vieron

ya en

Tarancón

cuando iban

hacia

Levante

las

tropas

de

Mussolini

que

habían roto

el

frente

del

Jarama.

. .

Valencia.

En

el

Palacio

Presidencial

los

Consejeros

salidos

de

Madrid

Miaja

Burillo

Armando

Alvarez

Camacho

el

general

Aranguren.

. . Hervía

aquello

de

gente;

era difícil

trabajar

allí

y

Eduardo Val decidió

instalarse en un edificio

próximo:

el de

la

antigua

Capitanía

militar de la

región.

Nos

relacionamos

con

Almería

Cartagena

Murcia Alicante

etcétera

para

saber

qué

ocurría en

toda

la

zona. Salió

Miaja

en

avión

para

Orán

y

el

Consejo

ordenó a uno de

sus

ayudantes

nuestro

compañero

Barrios

trasladarse a

Marsella

para

activar el envío

de

algunos

barcos

de

la

Mid

Atlantic.

La

mitad de su flot:i

bastaría

para embarcar

a

la

gente deseosa de

expatriarse.

Se

contaba

con

que

algunos buques ya habían

salido

para

España

y

el Comité Internacional daba

por

segura

la

llegada

de

los

suyos.

Se

podía

ver con serenidad

el

desarrollo de los

aconte

cimientos.

El

frente de Levante

estaba

entero aún.

Matallana

quedó al lado de

Menéndez

en el cuartel

general.

En

Valencia

se advertía

preocupación

no

nervosismo.

Los

compañeros

llegados

de

Madrid

fueron reunidos

por

nosotros

ante el

edificio

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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136

J. GARCIA PRADAS

del

Comité

Regional

de

Levante.

Se

agruparon

en orden perfec-

tísimo,

nombraron

delegados,

estuvieron

serenos

y

en lo

posible

contentos.

Constituyóse

en Valencia

una

Junta

de

Evacuación,

como

en

Madrid. En el

puerto

había dos barcos mercantes

a

medio

descargar.

Aquel mismo

día

pudo

marcharse

uno,

el  Lezar-

dieux,

que

salió

para

Orán con

más

de

quinientos refugiados,

muchos

de

los

cuales

eran comunistas- El otro

que

quedaba,

inglés,

no

admitió

voluntarios

para

la

descarga,

y

ésta

se paró.

Casi toda la

gente

que

llenaba el

puerto dejó

de

contar con

él.

El

 Stanbrook,

fletado

por

el

Consejo,

llegó

a

Alicante;

en

Cartagena

estaba

el  Campillo

y

en diversos

lugares

de

la

costa

había

barcos

pesqueros preparados para

el

viaje.

Nuestro

compañero

Llopis,

presidente

de

la

Diputación

alicantina, nos

llamaba de media en media

hora;

todo

iba

bien;

podíamos

enviar

compañeros

a

aquel puerto,

pues

por

allí era

segura

su

salida.

Dijimos

ésto

al

Comité

Nacional

y

a

los

Regionales

del

Centro

y

de

Levante,

de

nuestro

Movimiento,

y

decidieron

recomendar la marcha

a Alicante.

Pocos compañeros

les hicie

ron

caso. Se

entregaban

entonces

los

pasaportes.

El

ambiente

iba

cargándose;

Valencia,

que

se

llenaba

de

gente

de todas

partes,

se

ponía

febril.

Los

compañeros

del

Centro no sabían

nada de

Bajatierra-

Los

socialistas me

contaron que Henche

de

la

Plata,

alcalde de

Madrid,

no

pudo

salir

de

la

capital

porque los chóferes

del

Ayuntamiento

se

negaron

a

dar servicio.

De Javier

Bueno,

ni una

palabra;

nadie

le

había visto. Nuestra

militancia

sindical, toda,

llegó

bien

a

Valencia. Mediada la

tarde,

tuvimos la alegría

de

ir

viendo

a

la del

Ejército.

Mancebo,

Amil

y Baztán

nos

daban cuenta de

que

la evacuación

del

Centro

era

completa.

El

Consejo, permanentemente

reunido,

recibía

de nuevo

a

los

representantes

del Comité

Internacional

franceses,

noruegos, ingleses,

etcétera

, y

de M.

Forcinal,

que

era su miembro más

activo,

recibía

nuevamente

la

promesa

de

que

Francia,

con

sus

barcos

de

guerra,

garantizaría la salida

de cuantos

necesitaran irse

de

España, y

tan seguro estaba

de

lo

que decía, que

no vacilaba en asegurarlo por

el

honor

de

su

país.

Se

notaba en

el

Comité

Internacional

especial

empeño

en salvar

gran

número de

comunistas,

no sé ni

quiero

saber

por qué,

pero

su

ayuda

no

merecía,

en

verdad,

una

ingrata

discusión.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

137

t

No

había

frontera

en

nuestra zona; su evacuación era

el

más

terrible

de

los

problemas, y

la

seguridad

de

que

podríamos

resolverlo nos llenaba

de

alegría.

Casi

al

mismo

tiempo

recibi

mos

dos noticias bien distintas:

la ruptura del frente

de

Levante,

por

espontáneo

e inevitable abandono

de

la

tropa,

con

la

que no

era

justo

cubrir

la

evacuación,

y

la

llegada

al

puerto

de

Alicante

del

 Marítima,

barco de la

Mid

Atlantic,

capaz

para

recibir varios millares

de

personas.

Estas

noticias,

llega

das al

Consejo

cuando

Valencia

empezaba

a

perder

la

calma,

cuando

las calles estaban

apopléticas

de

gente

y

se iniciaba el

desfile desordenado de

camiones

militares

llenos de

tropa

bien

armada,

tras

el que

vino una invasión

de

tanques

de

los frentes

próximos,

decidieron

la

suerte del

antifascismo.

Alicante

era

el

puerto

más

alejado

de las trincheras

abandonadas, y

además,

el

único

en

que

entonces había barcos. Se habló con Forcinal.

Dijo

que

se

pondría

en relación

con

Oran

y

Marsella,

para

lograr

que

sus barcos

fueran a

Alicante.

¡

Todo

el

mundo allá

 

Se

ordenó

que los

surtidores de

gasolina

de toda

la

zona

repar

tieran el combustible

gratuitamente.

Por acuerdo

orgánico

del

Movimiento,

Baztán hubo de marcharse a Cartagena,

Manuel

Amil a

Alicante,

etcétera.

Los

militantes más conocidos

se

encargaron

de misiones

especiales.

Todos

trabajaban

sin

perder

los

nervios.

Y

gracias

a esto

fué posible

que a

las ocho

de

la

noche

saliera de Valencia hacia

Alicante,

de

modo

perfecta

mente

organizado,

una caravana de centenares de

vehículos,

en

la

que

iban cuatro

o

cinco

mil

antifascistas*

precedidos

por

un

destacamento

de

fuerzas

militares

con sus

mandos

y

sus

armas.

XXXI.

Manos

arriba

en

Valencia.

Se notificó desde

Cartagena

la

salida del

 Campillo

con

500

evacuados,

300

de los cuales eran

compañeros

nuestros.

A

las diez

de

la noche dejó

el

puerto

de

Alicante

el

 Stan-

brook,

llevándose

3,500

refugiados;

la

mitad,

del

Movimiento

libertario.

Zarpaba

de

Almería

el

 Bou

V-24,

con 110,

y

de

diversos

sitios

el

 V-31,

el  Industria N.

1

y

el  Gavilán de

los Mares. De

Alicante

se nos decía otra

vez

que enviásemos

más

gente,

para

llenar

el

 Marítima- En el

frente,

el

enemigo

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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138

J.

GARCIA

PRADAS

no

avanzaba;

pero

no

podíamos

olvidar

que

estaba

cerca

a

40

kilómetros

de Valencia. Lo mandaba el

general Orgaz que

casi

dos

meses después

declararía

al

periodista

suizo

W. M.

Ullman

para

el

 Der

Bund

lo

siguiente:

 Como usted

sabe

la entrada

del

Ejército

en

Valencia

no fué consecuencia

de

una

batalla.

La

campaña

en

general

se había terminado

con la

caída de

Cataluña

y

no había

necesidad

de

más

operaciones

estratégicas.

Se

habían

tomado

todas

las

medidas

para

una

ofensiva

de

nuestra parte por

si

acaso;

pero

todos

esperábamos

el derrumbamiento

de

esta

última

zona roja

y yo personalmente

estaba

convencido de

este

inevitable derrumbamiento

total.

Forcinal

agobiado

por las

preguntas

del

Consejo empezaba

a

perder

la

calma

pues no

recibía

cablegrama alguno

que

le

anunciase

la

salida de barcos

para

España; sin

embargo

los

miembros del

Comité

Internacional

estaban tan

seguros

de lo

prometido

que

decidieron

la marcha de uno de ellos—Carlos

Tillon

diputado

comunista

francés

a Alicante.

Burillo

se

fué

también

allá

para

intervenir

en la

evacuación

y

el coronel

Ortega

a

quien

asustó

la cantidad

de

vehículos

hallada en la

carretera

se

volvió a

Valencia

cuando

ya

estaba

a medio

camino

y lloró como un

chico

entre nosotros

porque

se había

separado

de su

hijo

y de

su

ayudante-.

Al

filo de

la

medianoche

quedábamos muy

pocos

en

Valencia.

Hora

de

despedida

de

los

mejores amigos

de los

familiares

de

la

vida

misma.

Guzmán

y

A.

P.

marcharon

a

Alicante.

Delante

o detrás

de

ellos

friéronse hermanos

de

algunos

que

debían

continuar

en

Valen

cia aún.

De

madrugada

salió con la misma ruta

nuestro

Comité

Regional

de Levante.

En

la

Presidencia Casado

Val

Carrillo

Antonio

Pérez

González

Marín

Mera

Verardini

los

Comisarios de División

Mariano

Valle

Guevara y Acracio

Ruiz;

Liberino

Luzón

el

teniente coronel

Gallego

José

del

Río

Gerardo

López Salgado

Gómez Osorio

y

su

hijo

Sócrates

yo.

. .

Quiso

saber

el

Consejo

de

qué

aviones

disponía para

utilizarlos

en la

evacuación

de altos

jefes

militares

y

llamó

a

Camacho

con tal fin. Este se relacionó con

varios

aeródromos

de donde

ya

habían

escapado algunos

aparatos

y

dió

la

orden

de que

los aviones

que

quedaban volasen

por

la mañana hacia

Valencia.

Como

a

toque

de

rebato

los aviadores decidieron huir. . .

Horas

después lo

sabríamos.

Antonio Pérez manifestó que

tenía

un

hijo en

Alicante

y se

fué para allá donde

también

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

139

estaban Carlos

Rubiera y

un

hijo

de

Largo

Caballero. Gómez

Osorio,

Gallego, Guevara

y

otros,

marcháronse también. Reunido

el

Consejo,

que

aún tenía

que

atender

a infinidad de

problemas,

nosotros,

en su

antesala,

carecíamos

de toda

información,

y

a

medida

que

pasaban

las

horas,

viéndonos

más

solos cada

vez,

empezamos

a tener

la

sensación

de

que

la ciudad

se

convertía

en cárcel.

¡Qué

noche más

angustiosa,

más densa

de

sufrimien

tos,

más oscura de

presagios

Y

a

la

mañana

siguiente

nos

sangró

el

corazón cuando nos

dijo

Val lo que

Trifón

Gómez,

en

informe

posterior

al

Consejo

de

Defensa,

notificaría

así:

De la Mid

Atlantic era

el

'Marítima,'

de

9,000

tone

ladas,

cuyo capitán

cometió la

felonía

de

soltar

amarras

.

y

salir

el día 29 de

marzo,

a

las

3

de

la

madrugada,

del

puerto

de

Alicante,

con cuarenta

evacuados.

. . Claro

que

la

Mid

Atlantic,

entidad

de

absoluta

confianza

del Go

bierno

presidido por

D.

Juan

Negrín,

y

a

cuyo

nombre

fueron

puestos los

depósitos

de

mercancías de

la Campsa

Géntibus,

ha

entregado

luego la

documentación

y los

bienes

que poseía

al

Gobierno

de

Burgos.

. .

Aquella noticia

tenía un

terrible

alcance, porque

Trifóa

Gómez había hablado

en

París

con

Martínez

Barrio,

y

tal

señor,

que

tuvo

elogios para

el

Consejo,

prometió

el

envío de

algunos

víveres,

pero

ni un solo barco

para

la evacuación. La

Mid

Atlantic

comunicaba

al

Intendente

general

que

no

podían

salir

más

buques

suyos, porque no

estaba

pagado

el

alquiler.

¡Tex

tualmente  

Aunque

Negrín

y

su

pandilla

disponían

de millares

de

millones

de

pesetas, la Mid

Atlantic no

podía

pagar

el

alquiler

de

los

barcos destinados a salvar diez,

quince

o

veinte

mil

antifascistas. Sin

embargo,

con

el

dinero sacado

de

España,

algún

Partido

político

fundaría más tarde en París una

empresa

naviera,

por

medio

de

la

cual

convirtió

en

un negocio

el

trans

porte

de

los

refugiados

españoles a México.

. .

Dímoslo

todo

por

perdido,

y

al

pensar

que

no

podrían

salir

de

España

los

antifascistas

reconcentrados en

el

puerto

de

Alicante,

al

vernos

impotentes

para evitar la tragedia

que

las

últimas noticias hacían imaginar, pasamos

las más

amargas

horas

de

nuestra

vida. Nos

quedamos

más

solos,

más solos

aún,

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140 J.

GARCIA PRADAS

en

la

Presidencia-

Hubo

quien

volvió

a

Madrid con documen

tación

fascista

falsa . .

.

.

-

Tuvo

nuevas

esperanzas

el

Consejo

cuando

M.

Forcinal,

que

estaba en relación

con

los consulados

británico

y

francés,

reiteró

insistentemente la

promesa

de

que

llegarían

barcos a

Alicante.

No se desalienten.

He

preguntado

a Marsella si salieron

anoche. Pronto

me contestarán. El cónsul de mi

país

en

Alicante

va

a

recibir

instrucciones

del

Quai

d'Orsay.

Ustedes,

a mi

entender,

deben irse

a

Alicante.

Somos los

únicos,

Forcinal

...

Si nos

marchamos,

Valen

cia será de Franco.

La

ciudad iba

adquiriendo,

a

primeras

horas de la

mañana,

densidad

de

tormenta- Ya no

había

fugitivos,

hombres hosti

gados por

la

amenaza

del

fusilamiento;

lo que había era

recelo

y

falsedad

en

las

miradas,

confusión de

gentes,

transtorno por

doquier.

Se notaba el clima de la

insurrección,

la

espera

de

los

gritos

de

alzamiento,

la cobardía

agazapada

de esa

gente-

 neutral que

siempre

rueda por el cauce abierto a

sus

mezquin

dades

. . .

Daba

miedo.

Pero

no lo

sentía el bravo

general

Aranguren,

que

llegó

a

la Presidencia

apoyado

en dos

bastones,

bizarro

y

cojo

a

la

vez,

como

aquel

calderoniano

D.

Lope

de

Figueroa, grande

aun a la vera

de Pedro

Crespo.

Vestía

de

militar,

cuando muchos

militares

iban de

paisano,

y

por

no

permitirlo

sus

piernas llagadas,

su calzón

reglamentario queda

ba

sin

cubrir

por unos

 leguis. Tenía

ya la estampa

desga

rrada

de

quien

va

al muro de

su

fusilamiento. Se

le

llevó a

la

Legación

de una

República

americana,

donde había entrado

gente

de mucha

responsabilidad,

y

al

poco

rato se escapó de

allí,

para

volver

al

Consejo.

Piense

usted

las

cosas,

mi

general

le dijo

Casado

.

Nada tiene usted

que

hacer- Yo no le

propongo

una

cobardía.

Terminó el

combate,

y

usted,

sin

tropa,

puede

retirarse . . .

¿Y

tú?

¿Por

qué no te

retiras,

siendo

joven?

Te

diré

la verdad:

quiero

que

me

cojan

cuando

lleguen.

No he cometido

ningún

delito.

Fiel

a

la

República y

al

pueblo,

me

enorgullece

haber hecho pagar cara

a

Goded su felonía. (1)

¡Y

ojalá

me

fusilen Será el último servicio

que

este

militar preste

a su

patria.

(1)

Intervino decisivamente

en

el

proceso

contra

el

general

sublevado

en Barcelona.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

141

 Vino

Camacho. Entonces

supimos

que

únicamente

quedaban

en la zona

dos aviones

de

caza

listos

para

el

vuelo. Pronto

llegarían

al

aeropuerto

de

La

Señera,

cerca de Valencia. Se

decidió

que

los

ocuparan

Mera,

Verardini,

Liberino,

Mariano

Valle

y

Acracio

Ruiz.

Marcharon

al

aeródromo,

y

como Val

me

encargó

que

le confirmase

la

salida de

aquellos

compañeros,

fui

también a La Señera.

En los

pueblos próximos

a

Valencia,

muchos soldados

que

izaban bandera blanca

en

sus

bayonetas

se

aturdían

con vítores

a

la

paz,

borrachos

de

inconsciencia,

ebrios

de

iastinto. A

La Señera

no

llegó

más

que

un avión.

El

otro,

al

despegar

de

Albacete,

tomó

el

rumbo

de

Orán,

al

parecer.

Se

quedaron

en

tierra Acracio y

Valle. Cuando

los

demás tomaron

vuelo,

volvimos

a

Valencia. Dos veces

más se

me

ordenó salir de

la

ciudad con

distintos

servicios,

y

cuando

volví

a la

Presidencia,

expuse

mi

temor

de que, de

un

instante

a

otro,

nos

encontrásemos

 en

territorio

enemigo.

A

todo

esto,

éramos

varios

los

compañeros

carentes

de

pasaporte.

Se

me

dió una autorización escrita para

obtener

los

de

todos y,

además,

un permiso

para

embarcar

en

el

puerto

de

Alicante

aquel

mismo

día.

Cuando iba

a

salir

de la

Presidencia,

corrí a un

balcón,

atraído

por

un ruido

alarmante-

Volaba

bajo,

muy bajo, un

avión,

y

en

sus alas llevaba cruces

negras.

Era

fascista. Me

sacudieron la turbación de la

sorpresa

dicién-

dome

que

fuese a

conseguir

los

pasaportes.

Salí

corriendo,

y

en

la calle subí

a un

coche conducido

por

el hijo de

Salgado.

Diez

minutos

después,

varios

coches llenos de

fascistas

recorrían

la ciudad en distintas

direcciones,

y

entre los brazos

tendidos

en saludo

a la

romana,

surgía

el

grito de

 ¡Arriba

España y

estallaba el

estúpido

clamor de  ¡Franco,

Franco ,

con garantía

de

ametralladoras.

La

ciudad

entera,

vacía

de militantes anti

fascistas

y

estremecida de

miedo,

se

agazapó

más aún, como

si

la fustigaran, y al

instante,

dió el

salto

mortal de

la

hipo

cresía

mejor

que

de

la traición

;

pasó

de

la República al

fascismo,

repitió

los

gritos

de los

falangistas, agitó

la

bandera

rojigualda de

los

grandes

desastres nacionales

y

quedó

como

en

presencia

de bandoleros

manos

arriba.

Quisimos

volver

inmediatamente

a

la

Presidencia,

pero

no

había

modo. Las

calles rebosaban de gente.

El

señoritismo

trasconejado

salió

de

sus escondites-

La

muchedumbre,

loca,

asaltaba los auto

móviles. Las

pistolas

falangistas

hacían

su aparición

entre

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LA

TRAICION

DE

STALIN 143

XXXII.

Cómo salimos

de

España.

Al

pasar

por

Silla,

se

cerraban muchos

portales,

donde se

escondía

el

llanto de

algunas

mujeres,

y

un

grupo

de muchachas

levantaba

la mano a estilo

fascista. Más

adelante,

camiones

militares

llenos

de

soldados;

subían

unos,

bajaban

otros,

y

era

tal su

aturdimiento,

que

sobre

la

misma

plataforma

se levan

taban

puños

cerrados,

se hacían tremolar

banderas blancas

sobre la

rigidez

de

los saludos romanos y

los cantos de trinchera

y adversos himnos

políticos

enronquecían

las

gargantas.

Iban

nuestros coches

a

130

por

hora.

Recogimos

a los

tenientes

coroneles Piñeiroa

y

Zamarro,

que

habían

salido

antes de Va

lencia y tuvieron avería

en su automóvil-

Cerca

de Gandía

alcanzamos a

Carrillo,

que

nos

esperaba.

Parece

que

media

hora antes,

según

le

habían

informado,

quinientos

fusileros

de

nuestra heroica 25

División,

al ir hacia

Alicante,

libraron una

batalla con

la

 quinta

columna de

Gandía,

que

acababa

de

alzarse.

¿Podríamos

pasar? Faltaban unos ciento

cincuenta

kilómetros

para

llegar

a

Alicante,

y

era

seguro

que

en el tra

yecto

tendríamos

que

andar

a

tiros.

Seguimos

todos adelante.

Poco

después,

entramos

en

el

pueblo

a toda

marcha,

y

en

sus

calles,

casi

desiertas,

 vimos

patrullas

de

falangistas, ya

con

la

camisa

azul,

fusil

en

mano

y

cartuchera

militar

a

la

cintura.

En

dirección

contraria,

hacia

Valencia,

pasó

un coche con

banderines

monárquicos.

Crecían los

grupos.

Cerca

ya

de la

salida

de

la

villa,

los

fusiles

falangistas

cortaban

la

carretera.

Imposible

continuar- Se

paró

el

primer

coche. Frenaron

brusca

mente

los

demás.

Retroceso

cauto,

sin

perder

de

vista a los

grupos

de

enfrente,

y

un

viraje

rápido

a

la

izquierda.

Salimos

del

pueblo

camino del

puerto.

Por

ser éste

no

en

virtud

de qué

propiedad

de

Inglaterra,

supusimos

que

hallaríamos

en él

una

zona

neutral,

un

refugio,

y

al

llegar

encontramos

en

el

muelle

treinta

o

cuarenta

personas,

entre las

cuales

podíamos

contar

a

varios

miembros

de

nuestro Comité

Nacional

de

Defensa.

Los

demás se habían ido a Alicante anteriormente.

No

hay quien

pase

de Gandía

nos

dijeron

.

Los

pueblos

del

trayecto

se han

alzado.

Y

aquí

nos van a

asesinar.

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144 J.

GARCIA

PRADAS

José

González,

Pedro

Falomir,

Avelino G.

Entrialgo,

Pastor

Sevilla,

José

Grünfeld,

José

Cabañas,

José María

Jareño,

Delso

de Miguel

...

¡

Nuestros

militantes

 

Al

ver allí

unos

veinte

compañeros

con

los

cuales

compartí

luchas

lejanas

o

recientes,

al

pensar

que

estaba cerca

la

jauría

fascista

y

era

imposible

luchar contra el

desastre,

no

pude

aguantar

más;

vencido

por

la

fatiga

de

un

mes

de

frenesí,

rotos los nervios

forzados

por

un

peligro

de

muerte,

perdí

el sentido

y

caí al

suelo. Se

había

acabado

todo,

y

ya

no

éramos

hombres;

éramos

guiñapos...

Se

veía un

barco anclado en

alta

mar.

Poco

después

supi

mos

que

era

inglés.

Un

destacamento de infantería

de

Marina

llegó

al

muelle,

y

un

oficial saltó

a

tierra.

Tenía

un tremendo

aire

de

orgullo,

y

su

altivez contrastaba

con el

aspecto del

puerto:

la

vía

férrea,

abandonada;

los

almacenes,

completa

mente

destruidos,

y

por

todas

partes,

cascotes,

tablas

chamus

cadas,

hierros retorcidos como

en

un

gesto

de

desesperación.

La

aviación

italiana

dejó

en

aquella

propiedad

británica

las

huellas

de

la

civilización

fascista. Pero

aun

nos faltaba conocer

el

mayor

de los sarcasmos.

El

buque británico

 Sussex había

acudido

para

sacar

por aquel puerto,

en

virtud

de

gestiones

personales

del cónsul

de

Inglaterra

en

Gandía,

especializado

durante

la

guerra

en

la evasión de

fascistas,

no

a tales

o cuales

españoles

que al luchar contra

las

tropas

de

Mussolini defen

dieron

el

imperio

del

Rey Jorge,

sino

precisamente

a

unos

cuantos

prisioneros

italianos,

a

soldados

detenidos en

Brihuega

por

el

Ejército

Popular.

. .

El

mismo

Cónsul vino

al

puerto,

y

con

él

llegó

Durán,

uno de

los

jefes

comunistas

del Ejército

de

Levante

;

casi

al

mismo

tiempo,

el

general

Menéndez,

Federico

de

la Iglesia,

Ciutat

y

Mantecón.

Se

puso

el

Consejo

al habla

con el

Cónsul,

y

le

rogó

que

admitiera

en el  Sussex

a la

gente

que

había en

el muelle. Se dió mucha importancia

aquel

señor,

que

mal servía

a

su

pueblo

presumiendo

de virrey

en

tierra

extraña,

y al cabo de algún

tiempo

contestó

que

sólo le

era

posible

admitir

a bordo a

los

Consejeros. Nosotros,

reunidos

en el

muelle,

dijimos a

Val

y

a

González

Marín

que aceptasen,

si

era

firme,

tal

ofrecimiento.

Mientras

tanto,

el

Cónsul

auto

rizaba

el

embarque

de Menéndez

y

de los

comunistas. Pidió

que

los

demás

entregásemos

las

armas

al

oficial

que

había en

el

muelle,

y

como

nos negamos

rotundamente a

hacerlo,

los sóida

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

145

dos

ingleses,

calada

la

bayoneta y

con

bombas

de mano a

la

cintura,

saltaron

a tierra.

Iba

llegando

gente

al

puerto:

carabineros,

pescadores,

cam

pesinos, jefes

y

oficiales

de diversos

frentes,

comisarios

. .

.

Cada cual

se

metió

allí

como

pudo; alguno

dejó

a

sus

compa

ñeros

en manos

de

los

fascistas;

no

faltaba

quien

se había

abierto

paso

a tiro

limpio.

Por

la

carretera,

hacia

Valencia,

seguían

pasando

coches

con bandera

bicolor.

Volvió

a

hablar

el

Consejo

con'

el Cónsul- Eran

ya

las cinco

de la

tarde,

cuando

menos.

El

representante

inglés

dijo

que

el  Sussex

iba a

Palma

de

Mallorca,

para entregarle

a

Italia

sus

soldados

en un

puerto español,

y

que,

por

ende,

quien embarcase tendría

que

quedarse

en la

gran

balear si era reclamado

por

las

autoridades

de

la

isla.

Casado

se

indignó.

Cambiaron

impresiones

los Con

sejeros,

y

entre

aceptar

una humillación o

quedarse

en

tierra,

prefirieron

esto

último.

Menéndez

vociferó,

llamando

al

grupo

de comunistas:

¡Eh ¡Vámonos

nosotros No estamos

para locuras.

¡

Pues

no

faltaba

más   .

. .

Le advertí en voz

baja

que

no

alarmase

a

la

gente.

No me

hizo

caso.

Seguido por

Ciutat,

De

la

Iglesia,

Durán

y

Mantecón,

avanzó hacia el

muelle-

Me adelanté

con

la

pistola en la

mano.

Quince

o

veinte compañeros hicieron otro tanto, y al abrirse

en

un instante

un

abanico

de cañones, Menéndez se

detuvo,

retrocedieron los

otros,

por

fortuna.

. .

Llegó

al

puerto

casi

todo el

Comité

Internacional,

y

con

él, el

diputado

de

Izquierda

Republicana

Julio

Just,

que

no

pudieron

pasar tampoco hacia

Alicante.

El

diputado

se

trasladó al Sussex

poco

después,

y

tras

él,

en otra

barca,

los

comunistas,

Menéndez

y

no sé

quién

más.

Saltó un soldado

nuestro,

desde el

muelle,

y

otro

inglés,

fornido

y

brutal,

sin

decir

una

palabra

le echó

al

agua . . .

El

Comité Internacional

logró

que

viniese

al

puerto

el coman

dante del

buque,

y

entonces se

logró,

además de

la

promesa

de

que

vendría otro barco

de

guerra,

la garantía

de

no

ser entre

gados

en Palma de Mallorca quienes embarcasen. M. Forcinal

insistía aún,

contestando

a las

preguntas

hechas

por

todos,

en

afirmar

que

Alicante

sería

evacuado,

y

nos

suplicaba

que

desechásemos

aquella

preocupación,

 muy comprensible,

pero

injustificada .

. .

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146

J.

GARCIA

PRADAS

Se

fué

el

Consejo.

Era

de

noche-

Montamos una

guardia,

dispuestos

a

defendernos si los fascistas

de

Gandía

nos atacaban.

Eramos

unos 150 hombres

y

10 o

12

mujeres.

Durante la

noche,

en el  auto de

Casado,

hice con todo

detenimiento

la

lista de

embarque,

por

orden de

cargos

y

de

peligro;

,y

mientras

tanto,

en

los

hangares

deshechos por

la

aviación,

los

fugitivos se

acurrucaban en torno a unas

hogueras

en

las

que

parecía

que

se

quemaban

centenares

de

existencias-

De lo

que

fueron

aque

llas

horas,

¡

para

qué

hablar  

. . .

A la

mañana

siguiente,

cuando

todavía

llegaban

fugitivos con

las

ropas

destrozadas

de

caminar

a

escondidas

y

aun a

rastras, apareció

otro barco

en

el

hori

zonte:

era el

 Galatea,

de

la escuadra

inglesa

del Mediterráneo.

Se

trasladaron

a él

los

que el

día

anterior fueron

al

 Sussex

excepto

Julio Just

y

luego

vino

una barca

al muelle.

La

gente

saltó

a

ella

con

orden

perfecto.

Abandonó sus armas

en

el

instante mismo de embarcar.

Partieron

unos sesenta hacia

los

buques.

Media hora después, venían

dos barcas

más.

Las

caras

hoscas se hicieron

radiantes:

era el contento de ver

segura

la salvación.

Leía yo

en voz alta un

nombre

tras

otro,

indicando

el

cargo

de

cada

persona.

No

quedó

nadie en el muelle-

Las

barcazas

rebosaban

alegría,

sin

bullicio;

las sonrisas

eran

mansas,

hondas

y

amplias,

azules,

como el

mar.

Tiré entonces

la

pistola

y

salté

a

una

embarcación.

Bogamos

calladamente hacia

el

 Galatea,

blanco

y

esbelto

en la comba añil. La carretera

pró

xima a la

costa tenía

trajín

de alardes fascistas. Se rizaba

suavemente el agua,

bajo

la brisa

acariciadora.

Tendida al sol

de nuestro

Levante,

Gandía

se

quedaba

atrás, atrás,

blanca

y

moruna,

dormida

en su

paisaje.

Cuando

llegamos

al

buque

de la

 Home

Fleet,

un barco de

Franco, el

 Mar

Negro,

se

disponía

a

entrar

en

el

puerto.

Llegaba

tarde.

.

.

Los

fascistas,

en

cubierta,

tal vez

oyeron nuestros insultos.

Eran,

sobre

poco

más

o menos,

las once

de la mañana del

día

30.

En

la noche precedente,

a

las diez, salió

del

puerto

de

Aguilas,

en

la provincia

de

Murcia,

la embarcación

pesquera

 Joven

María,

con unos cincuenta

compañeros

nuestros,

que

llegarían

a

Orán,

después de una travesía

accidentada,

el 3

de

Abril.

Y el

mismo 29 de marzo

subieron

unos

veinte

antifas

cistas

al

mercante

inglés

anclado en

el

puerto

de

Valencia;

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

147

según informe

de

Julián

Pérez,

que

pudo

llegar

a

Cardiff

unas

semanas

después,

varios

falangistas

y guardias

civiles

lograron

penetrar

en

aquel

barco,

para

detener a

los

fugitivos

;

casi todos

ellos fueron

encontrados,

y

como

se

resistían

a

desembarcar,

en presencia de los marinos

ingleses

se

les

golpeó

bárbaramente,

se le sacó

un

ojo

a

uno y

a

otro,

de

un

machetazo,

se

le

cortó

la

mano asida

a

la soñada salvación

.

.

.

En

el

 Galatea,

continuábamos todos

preocupados por

lo

que

ocurriría

en

Alicante.

M.

Forcinal,

cuyas promesas

eran

ya

un

poco

desairadas,

pasó

del

 Sussex

al

 Tigre,

contra

torpedero

de

su

país,

recién

llegado,

y

marchó hacia

aquel

puerto.

No

llegó

a

entrar

en

él. Viendo

que

no

había

ninguna

embarcación,

se volvió.

Pero esto no

lo

supimos

entonces,

porque

el

diputado

francés

se marchó a Marsella.

El  Galatea

continuó

anclado.

Sus

marinos,

algunos

de los

cuales

compar

tieron

con

lágrimas

la

angustia

de

nuestro

último

desastre-, no

sabían

qué

hacer

para

distraernos,

y

en

la

acogida

afectuosa y

emocionada

que

nos

dispensaron

tomó

parte

toda la

oficialidad.

Hubo  cine

y

concierto,

en

cubierta,

la

primera

noche,

y

la

segunda,

casi toda

aquella

juventud

británica,

infantil

y

recia

simultáneamente,

sana

de

cuerpo y

de

espíritu, para

la

que

los

mares tal vez

se

harán abismos en una

próxima guerra, pasó

por

un escenario

improvisado,

donde- hizo

lo

posible

para

lograr

sacudirnos la

tristeza,

sobre

la

cual se estremecían

viejas

bala

das,

bellos cantos

de

aire

celta,

en

la alta

paz

marinera,

medite

rránea.

El

día

1

de

abril,

por

la

mañana,

llegó

un buque

hospital,

británico

también:

el

 Maine,

y trasladados

a

éste

entre

los

abrazos

y

los

puños

altos

de

muchos

marinos,

en él

marchamos

hacia

Marsella,

por

la tarde.

Llegamos

al

gran

puerto

francés

a

las

siete

y

media de

la mañana

del

día

3. Allí

estaba el

 Marítima . .

.

Salió

a

recibirnos M.

Forcinal,

que

habló

con los

Consejeros

para darles malas nuevas

de

Alicante.

Subió al barco

el

Cónsul

inglés,

con  varios

empleados.

Francia

no

nos

quería

en su suelo-

Allí

supimos

que

íbamos

a

ser llevados

a

Inglaterra.

Bueno;

como si nos llevaban a la

Patagonia,

como

si

en el Mundo no

se nos

daba otro

sitio

que las

trincheras

de China

;

nos era

igual.

Muchos

la mayoría

no

teníamos

pasaporte;

dinero,

alhajas,

cosas de valor

material,

nadie.

Habíamos

salido de

nuestro

país,

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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148

J. GARCIA PRADAS

como

quien sale

de

la

lucha,

con

la

ropa

sucia

y

la

barba

crecida;

Val,

por ejemplo,

con su

 mono

azul,

con

su

 jersey

de

coderas agujereadas y unos cuantos documentos

bajo el

brazo. Con

arreglo

a los datos de nuestros

carnets

políticos

o

profesionales

se nos hizo

una

documentación

provisional. Llego

un

tren al muelle

contiguo

al

barco.

De éste a

aquél quizá

no

habría

diez metros-

Por

la

tarde,

como

apestados,

entre

gendar

mes,

pasamos

de

uno

a

otro.

Llegamos

a

París

por

la mañana.

No

se

nos

permiitió

bajar

del

tren,

pero

comprar

periódicos.

Vi

enseguida

la

noticia

de

que

Mauro Bajatierra,

corresponsal

de

 C

N

T

en los

frentes,

donde

puso

su

afán romántico y

su amor

a

los

soldados,

había

muerto

en

Madrid;

atrincherado

en su

casa,

disparó

contra

el

fascismo mientras

tuvo

munición,

y

después,

detenido, fué

fusilado

inmediatamente. ¡Pobre

viejo

mío  

El

primero

caer . . .

André

Marty, en

 L'Humanité,

decía

que

Bajatierra

era

republicano,

y

los

anarquistas,

unos traidores.

El

mismo perió

dico anunciaba nuestra

llegada

a

París;

que

no

saliera nadie

a recibirnos

recomendaba

, porque

éramos

una vil

pandilla

de

agentes

de

Mussolini,

de

Hítler y

de Lord Halifax. Nuestro

golpe

de Madrid

fué

dirigido

por

éste

para

servir

a los otros . .

.

Un

semanario

titulado

 La

voz de

Madrid,

hecho

por

perio

distas

escapados

de España

dos

años

antes,

publicaba

un

mani

fiesto

del

Comité Central del

P.

C,

en

el

que se nos

calumniaba

a

caño

suelto,

pero

sin

gracia

ni

habilidad,

al modo

s'taliniano,

y

el atrevido

periodiquín,

al

aplaudirlo, chapoteando

en

lodo

como

un

sapo,

pretendía enfangamos.

 España, diario fascista

de

Tánger,

coincidía con

la

Prensa

comunista

en el

ataque al

Consejo.

Nos

tenía

sin

cuidado.

Tal

amargura

llevábamos en

el

alma,

tan

abatidos

nos

dejó

la

tragedia española,

que

no

queríamos

discutir con

nadie.

El

tiempo

hablaría

por

todos.

De

París

fuimos

a

Dieppe;

de

aquí,

al

puerto

inglés

de

Newhaven,

y

a las

seis de la tarde entrábamos en

Londres.

A

Casado,

en el

tren,

le

dió su chófer una camisa . . .

Los

ciento

ochenta refugiados

hombres

y

mujeres

de

todas las entidades

antifascistas

quedamos

a merced

de la solidaridad extraoficial

de

los

ingleses.

No habíamos robado

nada,

absolutamente

nada,

en nuestro

país

;

no

vivimos

de

él,

sino

para

él,

y en

la

tranqui

lidad

de nuestra

conciencia,

las

privaciones

del

destierro,

las

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN 149

dificultades

de

la vida

que

nos-

esperaba

se

hacían callado

orgullo.

Pronto empezamos a recibir

cartas.

Algunos

amigos

desde

París

nos

preguntaban

que

 cómo hicimos

la

entrega

de

la

zona ;

otros

nos decían

que Casado

y Besteiro

nos

arrastraron a una

vergonzosa capitulación; no faltaban tampoco

quienes

creían

que

una

morbosa

apetencia

de

poder

nos hizo resbalar.

.

.

Luego

llegaron

nuevos

periódicos

:

hombres como Marcus

Graham

y Pierre Ramus

nos

llamaban

traidores

sin tomarse

la

molestia

de estudiar nuestra

actuación.

Para

colmo

algunos

represen

tantes del Movimiento libertario en

el

Extranjero

quiero

hacerles el favor de omitir

aquí

sus

nombres

 

a

pesar

de

haber dicho antes

que

nuestro alzamiento

del

5

de

Marzo tenía

la

aprobación

del

Movimiento

mantenían

relaciones

con

Negrín

y su

pandilla

y esto daba lugar

a

que

en nuestros

propios

medios

se

produjese

una

confusión

peligrosamente

favorecida

por nuestro silencio.

Habría

que

hablar

para

propios

y

extraños.

.

.

A todo

esto

el llamado

Gobierno

Negrín

continuaba

exis

tiendo

y

sus

miembros

cobraban sueldo

de

ministros;

los

dipu

tados

se

repartían

también unos millares de

francos

y

una

turba de

rastacueros

y

politicastros

algunos

de

nuestra

casa

 

explotaba

siniestramente

el  cuento de

los

campos

de

concentración donde

se

estaba cometiendo

el

crimen

más

alevoso de nuestros

días

y

al

mismo

tiempo

que echaba

pestes

contra

Negrín

le mantenía

en

el

candelero

únicamente

ver

güenza

da decirlo

 porque

era

el amo

de los cuartos.

Tales

cosas

supimos

que se nos

presentó

como

ineludible

la necesidad

de

seguir

luchando

en el

Extranjero

contra

la chusma abatida

en

España.

Visité un

día

en su casa

de

Londres

a Isaac

Steinberg

primer

comisario

de

Justicia de la

U. R. S. S.

No

es

posible

explicar

en

pocas palabras

le decía

cómo

ha

terminado

la

guerra

española.

No

sé si usted com

prenderá

lo

ocurrido teniendo en cuenta

que

en

España

hay

dos

modos

de

hacer

las

cosas: como Don

Quijote

o

como

Sancho

Panza.

Don

Quijote

se

entrega

íntegramente

a

la

noble

aventura

de

la que

siempre

sale maltrecho.

Hay

que

juzgarle

por

su

propósito . . .

Exactamente.

Sancho Panza

calcula

va

a lo

suyo.

.

Negrín

ha

ido

por

lo

suyo

y por lo

ajeno

y

ustedes

.

. .

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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150

J.

GARCIA

PRADAS

¡Menos

mal

que

pueden

contar su

aventura de los

molinos

ds

viento Póngase

a

escribir,

amigo mío.

Le

hice

caso,

y aquí

está este libro

amargo y

duro,

seco

y

atormentado,

sin retóricas

galas ni

concesiones a intereses

bajos,

al

que

no

he

de

poner fin

sin

recoger algunos

datos

sobre lo acontecido en

Alicante.

XXXIII.

¿Traidores

los

traicionados?

El

mismo

día

en que

Negrín

y

Alvarez del Vayo subían

al

principesco

 Normandie

para

irse de París

a Nueva

York,

recibíamos

nosotros,

en

Londres,

un

informe

del

que

tomo

los

siguientes

párrafos:

 A

eso

de

las

cuatro

de

la

madrugada

del

día

29 volvimos

a

Valencia,

y

en el Comité

Regional

no

quedaba

casi nadie:

tan

sólo

unos

cuantos

compañeros,

los

del Comité de

Defensa,

y

nos

dijeron

que

saliéramos inmediatamente hacia

Alicante,

pues

ellos

también lo iban

a

hacer.

Emprendimos

el

camino,

y

a

eso de las diez de la mañana

llegamos

allí. Una infinidad

de

coches

y

camiones

invadía la capital.

Continuamente,

y

sin

cesar,

llegaban

más

compañeros. En

el local

de

la Federación

de

Campesinos

y

en

otros

nuestros,

se

procedía,

por

compañeros

delegados para

tal

función,

a

hacer

listas,

por Regionales,

para

el

embarque

de la

gente,

el cual era casi

seguro, puesto que

al

atardecer

de

aquel

día

se

esperaba

la

llegada

de dos

barcos

ingleses

o

franceses;

de

forma

que

todos los

compañeros

de

nuestro Movimiento se

iban

congregando

delante

de la

Federa

ción de

Campesinos, esperando

órdenes,

así como los de otros

sectores antifascistas se

agrupaban

también ante sus

locales

respectivos.

 El

tiempo

transcurría,

y

los

compañeros empezaban

a

impacientarse.

Sobre

las 5

de

la

tarde,

los

falangistas

de

la

capital

irrumpieron

en

las

calles,

en

manifestación,

con bande

ras

y

carteles, y

en

su mayoría, armados.

Difícil

fué conseguir

que

los

compañeros

no

se

lanzasen

al

choque.

Pudo

imponerse

la

serenidad

para

el

buen fin de las

negociaciones

de

la

Junta

de Evacuación

(allí

mismo

creada)

con

los

Consulados de

Francia e Inglaterra; y

después

se nos

recomendó,

por

uno

de

los

compañeros

que

nos

representaban

en tal

Junta,

que nos

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA TRAICION

DE

STALIN

151

concentráramos

serena

y ordenadamente

en

el

puerto-

Así

se

hizo,

y

una

vez

allí,

con

la confusión

que

supone una muche

dumbre

de más de

10,000

almas,

se clasificó

a

la

gente

en zonas.

Cada

Organización ocupaba

una,

aunque,

como es

natural,

todas

se comunicaban

y

confundían.

Empezó

a

entrar la

noche,

y

los

tan

esperados

barcos

no

llegaban.

Todos

tirados

en

jel

puerto,

pasó la

noche,

y a

la

mañana

siguiente,

la situación

de espera era

la misma.

Desde

la

tarde

del día anterior veía

mos ondear ya

las

banderas

falangistas y

monárquicas.

Todo

aquel

día se

pasó

también

esperando

la

llegada

de los barcos.

La

confusión

crecía,

pues

continuamente,

de diversas

provincias

y

de los

frentes,

continuaban

llegando compañeros.

Viejos

y

buenos militantes

de

todas las regiones, al encontrarse,

se

abrazaban.

Podemos

asegurar

que

todos

los

buenos militantes

que

aun había

en

España

estaban

allí.

 Los

trabajos

para

organizar

la evacuación entraban en

fases más

restringidas.

El

sistema

iniciado,

de confección de

listas de todos

los

militantes,

fué

reemplazado,

al mediodía del

30,

por el

de

listas

de los de

más

responsabilidad.

El

puerto

estaba

organizado

de

la

siguiente

forma: la parte

exterior,

la

ocupaba

la

generalidad

de

la

gente

allí

congregada,

que

era

mantenida

por

una

línea

de fuerza

que

prohibía el

paso

hasta

la

Comandancia

a

todos

aquellos

que

no

traían autorización

escrita

de

la

Junta

de

Evacuación;

además

de

esta línea, y

a

unos

veinte

metros de

distancia,

casi

en

la misma

Comandancia

(donde

se

había

instalado la

Junta),

teníamos otra

línea

de

guardia

con

el mismo

fin.

Detrás de

esta

línea,

y

en

la

parte

posterior

de la

Comandancia,

se extendía otra

que

impedía

el

paso

a la

parte

interior del puerto,

o

sea:

a

la

zona

donde se

suponía

que

se

iba a

verificar el

embarque.

Desde

la zona en

que

estaba

emplazada

la Comandancia se

desplazaban

a la

zona

general

delegados

autorizados de

la

Junta,

y

buscaban e intro

ducían

en el

puerto

a

aquellos

elementos

de los

Comités que

habían de

componer

la

primera expedición.

A

nadie

más

se

le

dejaba pasar

a la

zona

interior.

Ello

causó,

como cosa

natural,

un

ambiente

de

desconfianza

y

hasta

cierto

punto

de

desespe

ración,

que generalmente

se

contenía.

Aquella

misma

tarde,

desde la zona

de

la

Comandancia,

se clasificó a

los

compañeros

de la

primera

expedición,

y

al

anochecer

pasaban

éstos

la

última

línea de

guardia,

con

dirección al

embarcadero.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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152

J.

GARCIA

PRADAS

 A la

hora

de cruzar

la

última

línea

sobre las seis

o

las

siete

de

la

tarde

,

en

la propia espalda

de

la zona

exterior

del

puerto

empezó

la irrupción

en Alicante de

las

tropas

italia

nas- Toda

la

División

 Littorio, motorizada,

desfiló por

allí.

Es difícil describir

el

contraste

que

ofrecía este desfile

con el

estado

de

ánimo de

la

gente

allí

concentrada,

al

darse

ésta

cuenta, también,

de

las

múltiples

dificultades que se

oponían

a

la

evacuaciónr

De

hecho,

pues,

quedaba

como

último reducto

de

la zona

republicana

el

puerto

de Alicante. Pasó

aquella

noche en

las mismas condiciones de

espera,

y

a

la

mañana

siguiente,

a eso de

las

nueve,

vimos,

con

la

natural

zozobra,

aparecer

un barco

en el

horizonte.

Inmediatamente,

otro.

Uno

de

estos barcos, antes

de

poder nuestra

vista identificar su

nacionalidad,

viró en redondo

y

desapáreció.

El

otro se

acercó

al

puerto,

y

resultó ser un acorazado

 1)

de la escuadra de

Franco,

que entró en el

puerto,

hasta

ponerse

delante de los

que

compondríamos

la

primera expedición,

y

mostró su

arti

llería,

dispuesta

a

intervenir

al

primer

aviso.

Entonces

nos

dimos

cuenta exacta de

la

jugada.

Se

habló

vagamente

de si

el

que

desapareció

sería un  destróyer

que

se

esperaba,

y

se

suponía

que

la escuadra

nacionalista hizo

su aparición

para

impedir

nuestra salida.

Al

cabo de

una hora

aparecieron

otras

dos unidades de

la

escuadra

franquista,

quedando

una

a la

entrada del

puerto; la otra,

con la

tripulación

entonando

himnos

fascistas,

sobre

cubierta,

se internó en

el

puerto,

llegando

a

desembarcar

en

ordenado

desfile.

 A

primeras

horas

de la

tarde,

y

a la

parte

exterior del

puerto,

o sea, a la

espalda

de

donde estaba

la

generalidad

de

la

gente, levantaron

las

tropas

italianas unos parapetos

de

sacos

terreros,

emplazaron

una

línea de

ametralladoras

y ños

plantearon

el

siguiente

dilema:

o

desalojábamos

el

puerto

en

el

plazo

de dos

horas,

o

abrían

fuego

contra

nosotros.

Hay

que

tener

presente

que el

desalojamiento

del

puerto

suponía

la

entrega

sin

condiciones

a

las

tropas

ítalo-nacionalistas.

En

el

primer

momento,

la

gente

se desmoralizó

y

empezó

a

entre

garse;

pero

instantáneamente

reaccionó,

y

a

excepción

de

muy

pocos, que se

entregaron,

todos

quedamos esperando

los aconte-

 1)

Esta

palabra se

emplea

impropiamente, porque

Franco no

tenía

ningún acorazado.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

153

cimientos.

Teníamos la convicción de

que

no

se atreverían

a

consumar

una masacre

sobre casi

15 000

personas por

su

repercusión

internacional

y

dado

nuestro estado

moral

tam

bién

preferíamos antes

que

entregarnos

que

nos

matasen allí

mismo. No obstante nuestra

suposición

cuando

transcurrió

el

plazo

que

nos

señalaron

sonaron las

ametralladoras. La

gente se echaba al

suelo pero la

serenidad

se

mantenía.

Las

ametralladoras

dispararon

al

aire

para

ver de amedrentarnos

y

conseguir

nuestra rendición.

 Intervinieron

otra

vez los

Cónsules

poniéndose

al

habla

con

la Junta de

Evacuación

después

de lo

cual

al anochecer

habló

la

Junta

manifestándonos el fracaso

de

sus negociacio

nes

y

la

imposibilidad

de

embarcar-

Recomendó

por

tanto

que las

mujeres y los niños

se

entregasen

pues se había

prome

tido

tratarles bien y enviarles a sus respectivas

localidades.

Respecto

a

los

hombres

sólo

se

había

logrado

prorrogar

el

plazo

para

desalojar

el

puerto

hasta las

ocho de la

mañana

del

día siguiente. Y

vista

pues la

imposibilidad

de

resolver

el

problema

de

la

evacuación

empezó la

gente

a desfilar

en

masa

a

entregarse porque

hay

que

tener

en

cuenta

que el

día

anterior

y

en vista de

que

las

naciones

comprometidas exigían

para

el

embarque

una absoluta

garantía

de

orden

se

procedió

al desarme

completo

de

los compañeros.

 Nos

condujeron

a

un

monte

a

unos

dos

kilómetros

de

distancia

entre

tropas

nacionalistas

quedando prisioneros

de

Franco. No sabemos lo

que

posteriormente

ocurriría

pues

al

cabo

de

unos

diez

minutos

de

llegar

al

campo

de

concentración

pudimos

escapar

e

internarnos

en

la

ciudad

donde estuvimos

escondidos hasta el

día siguiente por la

tarde

en

que

tomamos

un tren

para

Valencia

adonde llegamos

a

las diez de la

noche

del día

siguiente.

A

la

mañana del otro tomamos un nuevo

tren

con

dirección a

Cataluña

pudiendo llegar

a Barcelona

después

de pasar

mil

peripecias

pues

íbamos sin

documentación

y

no llevábamos ni un céntimo

de

los válidos. De

allí y

al

cabo de

dos

días

en

otro tren

llegamos a Gerona

desde

donde

continuamos el

viaje

a

pie

hasta la

frontera

logrando

llegar

a

Francia.

Este

informe

de

nuestro compañero

G.

Mataix

al

que

podría

añadir otro

muy semejante

en

el

que

se

dice

que Máximo

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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154

J. GARCIA

PRADAS

Franco,

jefe

de

División,

militante

libertario,

se

suicidó en.

Alicante

con

un

grupo

de

amigos,

es

terriblemente

acusador,

no

sólo

para

quienes

negaron

al

Consejo

los barcos de

que

disponían,

sino

también

para algún

Gobierno

extranjero-

El

Comité

Internacional de Coordinación

y

de

Información

para

la

Ayuda

a

la

España

Republicana,

en el

que había comunistas

declarados

como Carlos

Tillon

y

 dilettantes del

stalinismo

como Lord

Faringdon

,

envió

a

la

Prensa

parisién,

los días

4

y

6

de

marzo,

sendos

comunicados

importantes,

y

el

día

7,

una

carta

al

Presidente de la

República

Francesa;

y

a

esos

documentos

pertenecen

los

párrafos que

copio

a

continuación:

 La

delegación internacional

que

había ido

a la

España

republicana para

proseguir allí

el

trabajo

de

avituallamiento

de

la

población

civil

y

recoger

todas las informaciones

útiles,

ha

estado,

desde

su

llegada,

y

ante

la

rapidez

de los

aconteci

mientos,

obligada

a

hacer frente

a

un

nuevo deber:

la

evacua

ción

de

numerosas

personalidades republicanas,

científicas,

lite

rarias,

militares

y políticas,

contando

a

millares

de

amigos

de

Francia,

y

todos

en

peligro de muerte.

Desde hace seis

días,

 1)

todas

las

personas

que

Francia tenía

interés en

salvar,

están

en peligro de

muerte en el

puerto

de

Alicante,

donde se

encuen

tra

igualmente

un miembro

francés

de

la

delegación,

el diputado

Carlos Tillon.

Desde

este

momento,

a

pesar

de

las promesas

reiteradas del Gobierno francés, los barcos del Comité

de

Co

ordinación no

pueden

entrar

en

el

puerto

de

Alicante,

y

los

buques

de

guerra

franceses

que

debían garantizar la seguridad

no han

recibido orden

para

proteger

a

los navios

y

transportes

que

navegan bajo

pabellón

francés.

Hoy

todavía

es

posible

salvar

hombres, mujeres

y

niños,

que,

desde

luego,

nosotros

aseguramos

formalmente

que se dirigirán a

México.

Ayer

apareció

 2)

en

la

Prensa

una información de

fuente

oficiosa, declarando,

en

resumen,

que el Gobierno

francés había

hecho

todo lo necesario para

salvar

a

los

4,000

republicanos

españoles

en

peligro

de

muerte en

Alicante.

Esta

declaración

no

está basada

más

que

en

dos

puntos:

de

una

parte,

el

envío

de un

telegrama

al

Cónsul

de Francia en

Alicante,

telegrama

fechado

en 29 de

marzo;

de

otra,

una

gestión

hecha

por

el

 1)

Esta nota

es

del

4.

 2)

 Ayer,

el día

5.

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

155

Quai

d Orsay

cerca

del Gobierno de

Burgos,

el miércoles 5 de

abril-

Sobre

el

primer

punto

debemos

precisar

que

el telegrama

llegó a

poder

del Cónsul

durante

la

jornada

del día 30. Le

autorizaba a hacer evacuar

algunas personalidades

españolas

escogidas

por él,

pero

no

se

enviaba

a

Alicante

ningún

medio

para realizar

esta

evacuación,

y

el

contratorpedero

 Tigre,

que debía

llegar

el

día

30,

llegó

el 31

a

Gandía. Sentado

esto,

la singular nota

oficiosa

pasa

rápidamente

del

29 de marzo al

5

de abril.

El

Quai

d Orsay

no

ignoraba,

sin

embargo,

desde

el

30

o

el

31 de

marzo,

la

existencia

de

una

zona

neutral

en

Alicante,

tolerada

por

las autoridades

italianas que

ocupaban

la ciudad. A

pesar de las

repetidas

reclamaciones,

de

un carác

ter

verdaderamente angustioso,

de

las organizaciones para la

ayuda

a

España,

el Gobierno

pasó,

desde

luego,

veinticuatro

horas

sin

moverse, bajo

el

pretexto

de que

el Ministerio

francés

del

Interior no autorizaba a

estos

cuatro mil

republicanos

españoles

el

desembarque

en

Francia,

ni aun

en

tránsito.

Estas

veinticuatro

horas

perdidas,

de las cuales el

Gobierno

francés

tiene toda la

responsabilidad,

han

podido

ser decisivas

en el

asunto

de

Alicante.

Señalamos,

además,

que

los barcos del

C. I.

de Coordinación se

encontraban ante Alicante desde

el

29

de

marzo,

y

sólo

la

ausencia de

buques

de

guerra

franceses

les impidió

entrar en el

puerto y asegurar

la

evacuación- Los

hechos prueban que

la

responsabilidad

de

Francia

está demos

trada

en

el

aprisionamiento

por

las

tropas

italianas del

general

Gambara de

1^,000

republicanos

españoles,

y

nadie puede des

mentirlo,

ni

ninguna

información

puede encubrir esta

verdad.

Nosotros

hemos

comprometido

nuestra

responsabilidad y

el honor

de

nuestro

país,

prometiendo

a

millares de

republi

canos

españoles

que

representan

la selección de una

nación

amiga, y

amenazados de muerte

inmediata,

que

su

vida

se

salvaría,

gracias

a

la

ayuda

de

Francia,

de

Inglaterra,

de las

grandes

democracias

. . .

Estamos

persuadidos,

Sr.

Presidente,

de que este

asunto,

en el

cual está comprometido

el

honor

de

nuestro

país

y

en el

que

la suerte de

millares

de

hombres

depende de vuestro

proceder,

embargará

vuestra

atención,

y

de

que

pondréis

vuestra autoridad

al servicio de tan

noble causa.

Todo

fué

inútil. Nada

práctico

se hizo

para

salvar

a

nues

tros

compañeros.

De España

fuimos recibiendo

las

peores

Page 164: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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156 J.

GARCIA

PRADAS

noticias.

Fué fusilado

el

gobernador

civil de

Madrid,

y Javier

Bueno,

y

el

general

Aranguren,

y

Melchor

Baztán,

y

Manuel

Amil, y

el

coronel Ortega,

y.

. .

La

lista

de

mártires sería

interminable.

Quienes

a nuestro

lado

se sublevaron

contra

Negrín,

para

todos

los

cuales

se

emplea

el

calificativo

de

traidores,

si

no

han

muerto,

esperan

en

un

campo

de concen

tración la hora

de

su sentencia

a la

pena capital.

Besteiro,

gracias

a

la

propaganda

de

Inglaterra

a

su

favor,

no ha sido

ejecutado;

de revolucionario tenía

poco;

era

un hombre

digno

y

de

conciencia

'viva;

mientras

comparte

en

la ancianidad

el

dolor

de

su

pueblo,

contesta

a

sus

rivales

con

el

fallo

que

lo

condena

a

treinta años

de

cárcel

 por

haber1 contribuido

a

pro

longar

la resistencia de

Madrid.

El

Consejo

Nacional de

Defensa tiene dos delitos: el de no haber hecho ningún

milagro

y

el

de no haber

puesto

a todos

sus

miembros en

el

paredón

del

fusilamiento,

para

que

el

fascismo los abatiera

y

los

comu

nistas lo

celebraran.

Un día

¡

no

lejano,

por ventura

 

responderá

de ambos

crímenes

en

España.

. .

Y

entonces

habla

con recia voz nuestro

proletariado,

en

cuyo

nombre

quieren

acusar

quienes por

él

serán

acusados.

La

verdad

trae su luz.

De

Negrín se

han

apartado

hasta los

ministros

de

su

Gobierno,

y éste ha sido

disuelto

en

París. Todos los

españoles

exilados

le

han vuelto la

espalda para siempre

al Partido Comunista.

Cuando se edite este

libro,

hasta muchos miserables

que

han

servido a Negrín

como

lacayos,

se atreverán

a decir:

Me lo

figuraba.

Allí

ocurrió lo

que todos

suponíamos.

Y

no había

derecho

a

que unos

cuantos bandidos llamasen

traidores

a

los

traicionados-

Nos

salen

muchos

amigos

interesados.

Crece diariamente

el

número

de los

personajes ganosos

de hacer saber a todo

el

mundo

que

han roto sus

relaciones

con Negrín.

Que

nos

ayuden

a

preparar el retorno

a

España, empezando

por

impedir

que

nuestro

pueblo

sea arrastrado a la

guerra,

y

luego.

. . ya habla

remos. Donde

quiera

que

sea,

y

acompañados

o

solos,

prosi

gamos la lucha contra

el

fascismo, negro, pardo, azul

o

rojo;

¡lucha

sin cuartel

por la libertad

Terminado

en

 

Athelstane,

 

tierras

de

Kent.

Julio do

1939.

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EPÍLOGO

CINCO MESES DESPUÉS...

Creo,

lector,

que

te

he dado

datos

suficientes

para

que,

desligándote

de mis

argumentos,

puedas

juzgar

por ti misino

ío ocurrido

en España

en el último

período

de

la

guerra, y

supongo

que

tu

opinión

de

espectador

será

muy

semejante

a

la

mía,

de

actor;

mas acaso

me

equivoque;

tal

vez

tengas aún

ciertas

dudas

acerca

de

lo

que

he

dicho sobre

el

Partido

Comu

nista

y

sus

más

altos dirigentes;

no

sería

extraño

que

te

parecieran

muy

extremadas las

palabras

con

que

aconsejo y

prometo

la

lucha

contra el

fascismo

en

todas sus

manifesta

ciones:

negra, parda,

azul

y

roja.

Cuento

con tu buena

fe,

y

además

advierto

la

influencia

de una

propaganda

que,

durante

veinte

años,

ha

puesto

la hoz

y

el

martillo de  la revolución

obrera

y

campesina, bajo

la

estrella

roja

de

los

Soviets,

en

los

escaparates

de

las

librerías,

en

los barcos

y

en las

minas,

en las

fábricas y

en

las

calles,

en

los locales

de los Sindicatos

y

en

las aulas

de

las Universidades,

en

los cuarteles y

en

los

centros de

arte,

en las

solapas

de

las

chaquetas,

en las

pechera.-;

de

las

camisas

y

en

los cerebros. Me doy cuenta

de que

no

es

posible

anular en

corto plazo

la

obra

de

los

Amigos

de

la

U.R.S.S.,

de

los

equívocos Congresos

de la

Paz

presididos por

figuras

prestigiosas,

de

las

secciones del Socorro

Rojo

Inter

nacional,

de las sociedades

de

intelectuales

dirigidas

por agentes

de

Moscú.

Acusó al

stalinismo

Panait

Istrati,

muchos

años

antes de servir

a

Codreanu en

la Guardia de

Hierro,

de

Rumania,

y

no fué

creído.

André

Gide

y

Waldo

Frank,

propagandistas

un

día

jlel

camelo

soviético,

han

sido

tachados de fascistas

en

cuanto

se

han desengañado, en cuanto

se

han visto

de

vuelta

de la

gran

mentira

 Retour

de

1

U.R.S.S.

. O Flaherty

vió

despreciado

su humorismo

desde

que

lo enfrentó con la estul

ticia

presuntuosa

del

stalinismo.

Dentro

de

la misma

Rusia,

157

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158 J.

GARCIA PRADAS

Lebedinsky

y

Gladkov,

Rodianov

y

otros

grandes

escritores

de la

revolución,

cayeron

en

el olvido

por

no

saber

adular.

Elias

Ehrenburg

ha descendido del pedestal del novelista

al

pupitre mugriento

del

gacetillero.

Y así,

cien

más.

John Dos

Passos corre

el

riesgo

de ser

vilipendiado por

haber

escrito

¡al

fin

un

libro

antiestaliniano. Henri

Barbusse se

murió

a

tiempo

. . .

;

su

sangre

de ex-combatiente

francés

borraría

ahora

todas las

páginas

de

su

libro sobre

mejor

dicho:

bajo

Stalin.

. .

Ningún

valor han

tenido,

como

argumentos

anti

soviéticos,

las

peripecias

de

Trotsky,

el

suicidio

de

Tomsky

en

su

prisión,

esos

procesos

ruidosos

que

eliminaron de

la

escena

moscovita a Piatakov

y

a Bujarin,

a Zinoviev

y

a

Sokolnikov,

a Radek

y

a

Preobrayensky

. . .

 Mata

el

verdugo

al reo,

y

al

verdugo,

después,

otro verdugo,

dijo

el

autor

de

 Los Misera

bles,

refiriéndose al

terror

que

segó el cuello de la

revolución,

francesa.

Y

esa

frase,

a la

cual ha ido

ajustándose

la política

del

Kremlin,

no

hizo

meditar

fuera

de

Rusia

a

mucha

gente.

¿Cómo,

pues,

he

de

pensar

que

los

acontecimientos de

España

bastan,

relatados

sin

gala alguna

por

mí,

para

decidir a

los

vacilantes

o

desengañar

a los

engañados? Supongo,

por

el

contrario,

que

muchos

lectores reaccionarán contra

mí;

si

yo

acuso con

datos,

me acusarán

con

suposiciones;

pero,

de cual

quier

manera,

acusado

me

veré.

No

importa.

Por

encima

de

todos,

y mejor

que

nadie,

hablan

los

hechos.

Cinco

meses después de

terminar la guerra

de España,

quienes

invadieron nuestro

país

por

una

o

por otra parte

de

las

trincheras,

los stalinianos

y

los

fascistas,

han firmado

un

pacto

de  no

agresión,

y

a

la

luz de

este suceso, los

mismos

ciegos

pueden

ver. Ante

él,

¿en

qué

posición quedan

los

comu

nistas

que

nos acusaron de ser

agentes

de Italia

y

de

Alemania,

y

los

que

decían

que

oponerse

a

la

lepra

stalinista era

ayudar

al

fascismo,

y

los que nos

reprochaban

no haber

prolongado

la

lucha en España hasta

que

la

U.R.S.S.,

al estallar un con

flicto

internacional,

pudiera ayudarnos

decisivamente?

Tantas

preguntas

y

consideraciones sugiere

ese

importante aconteci

miento,

que

uno corre el

riesgo

de

perderse

entre aquéllas sin

haber analizado

previamente

éste.

Y

si

uno

medita sobre

él,

pronto

advertirá

que

no

es

chocante,

que

nada

tiene

de

extraño.

Dos meses antes de

que

ocurriera advertía

yo

a

muchos

compa

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160

J. GARCIA

PRADAS

de hacer

pasar

la

caballería

de

Budienny sobre los

cuerpos

de

los

campesinos

ucranianos,

no

tenían los elementos revolu

cionarios precisos para

impedir

que

Pilsudski

levantase

el

dique polaco

frente

a

la

ola

roja

que

avanzaba

sobre

Europa.

El

proletariado

alemán

creyó

que Moscú

le

abriría

con

sus

armas

la ruta

espartaquista,

y

Moscú,

en la hora

decisiva,

abandonó hasta a

Radek,

que

había ido a

Alemania

para

pre

parar la

insurrección de

aquel proletariado.

Bela

Kun,

siempre

envuelto

en el

misterio,

como un

Lawrence

de

los

designios

del

Kremlin,-

con

su

silencio

de

enterrado en vida dice más

que

ha

dicho nadie

acerca de

aquella provocación

que llevó

a

la

muerte

al

movimiento

obrero

húngaro.

 ¡Los

Soviets

en

China ,

dijo

un día

Lenin,

y

pocos

años después, Stalin recibía

a

Chang

Kai

Shek, exterminador

de

los primeros núcleos

soviéticos

chinos. Esas tres

revoluciones

dieron

a

conocer

que

la

U.R.S.S.

utilizaba

al

proletariado

de otros

países

para

lograr

objetivos

de

su

política

exterior,

y

bastaron

para

hacer

perder

las

ilusiones concernientes

a una

ayuda

bolchevique

contra el

capitalismo

en

Asia

o en Europa.

No

es

baladí,

sino

trascen

dental,

la

diferenciación

teórica

y táctica

en

que

han crista

lizado,

hace muchos

años,

las rivalidades

entre

Stalin

y

Trotsky.

 La

revolución en un solo

país,

el

socialismo en

la

U.R.S.S.,

y según

permitan

las

circunstancias

;

eso

ha dado

lugar

al sacrificio de los

obreros

de otras naciones

en

provecho

de

una

dictadura

ignominiosa,

contrarrevolucionaria

como

ninguna,

y

a

la desorientación

y

al fraccionamiento del proletariado

mundial.

Stalin,

por

un

espejismo

que

alucina

a

todos los

'

tiranos,

ha

confundido

la

revolución social con su

dictadura,

y para

afianzar ésta no

ha tenido inconveniente

en

aplastar

cuanto le

era

adverso,

dentro del

país,

ni en

aliarse,

fuera de

él,

con

las

fuerzas

a

las que

no

podía

vencer sin

riesgo.

Se han olvidado

ya,

sin duda

alguna,

no

sólo

las hostili

dades de los

bolcheviques

del

período

heroico contra todo el

mundo

capitalista,

sino también

las

diatribas

posteriores

de los

Congresos

del

Partido

contra la Sociedad

de

las Naciones,

 cueva de

piratas,

escenario

de

la

farsa

imperialista,

etc.

No se

recuerda

que

el primer

pacto

de

Turquía

con la U.R.S.S.

incluyó

en sus

condiciones

la

eliminación

política

del

Partido

Comunista

turco,

ni

tampoco

que

la

primera

copa

de

Chianti

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LA

TRAICION

DE

STALIN 161

bebida

en

Roma por un embajador soviético parecía la sangre

fermentada

de

aquellos

trabajadores

cazados en

aldeas

y ciuda

des,

por

las

bandas

siniestras

de

Mussolini,

al

grito

de

 ¡A

muerte,

a muerte, los

comunistas

Se

ha

creído

que

no

fueron más

.

que una

broma

desvergonzada

las

palabras

del

 Duce a

Litvinov,

en

posterior

ocasión:

 Las

dos

grandes

revoluciones,

la

fascista

y

la

bolchevique,

se encuentran

y

unen

sus

manos con el fin de entenderse

mutuamente,

de

trabajar

juntas

y

de

atraer

a

las

otras naciones a su

lado.

Los dos

Gobiernos,

colocados entre el

pasado

y

el

futuro,

realizarán,

probablemente,

de común

acuerdo,

los nuevos

designios

de la

Humanidad.

'J

La

colaboración comercial entre

Italia

y Rusia,

aunque

a

veces ha

tenido

caracteres

llamativos,

tampoco

se

recuerda.

Nadie vuelve

la

vista al fracaso

diplomático

de

Chicherin,

ni

a

la

amargura

en

que

se

ahogó

Lunacharsky,

ni

al

ridículo

papel

de Litvinov

al

entrar

en

la Asamblea

de

Ginebra representando

a

 un

Estado

socialista ;

nadie

tiene

presente, tampoco,

su

viaje a

los Estados

Unidos,

aunque

fué

calificado de  peregrinación

expiatoria,

ni las andanzas aven

tureras de

Potemkin por

muy

diversos

países, ni

los

 affaires

de Ostrovsky

en la venta del

petróleo,

ni el vasto tráfico

san

griento

en

que

se coincidía

o

se luchaba con el  trust Deterding

cuando

no

se luchaba o se coincidía con

el

 trust

Rockefeller.

No hay contradicción

política

o

diplomática

en que

no

se

haya

visto embarrancada

la

U.R.S.S.,

que

tiene

la desaprensión, pero

no

el

genio,

ni la

habilidad,

de

Maquiavelo; y

todas sus

felonías

al mismo tiempo, torpezas

fueron

ocultadas,

o

puestas en

olvido,

por

virtud del mito

de

la

revolución

soviética,

que

es

el

fraude

más

oprobioso

y

el

mayor

escarnio

de nuestro

siglo.

Ese mito

ensombreció las conciencias más esclarecidas.

Gandhi,

Romain

Rolland, Nicolai,

Einstein.

. .

Hombres

a

quienes

el

Mundo,

de confín

a

confín,

consideró

genios

de

bondad

y sabiduría;

corazones henchidos

de

amor al prójimo,

frentes

nimbadas

por la mayor

nobleza

humana,

labios

santifi

cados

por

ardientes frases

de

justicia

y paz.

. .

Todo esto estuvo

un

día

junto

a

la

causa bolchevique,

y

de

todo ello

no salió

ni

una protesta

cuando Stalin decidió

vender petróleo

a

Musso

lini

para

los

tanques

que

habrían de

segar

las

tribus

etíopes,

al

mismo

tiempo

que,

en todas

partes

la

III

Internacional voci

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162

J. GARCIA

PRADAS

feraba contra

la

agresión

fascista

y

los Estados

que

la tolera

ban.

. .

Camilo

Berneri

asesinado

por

los

comunistas

en

Barcelona ha escrito

que

la gasolina estropeó las alas del

arcángel

de

la

revolución

y es

cierto

;

como lo es también

que

Rusia

y

la III

Internacional

—supongamos

que

ésta existe

todavía

son

las

dos

partes

de

una

balanza

en

manos

de

Stalin

:

dentro

y

fuera de

la

U.R.S.S.

en

permanente

equilibrio

inestable

las

masas

oscilan

con

su trabajo

silencioso

su sacrificio

por

cualquier consigna

o su

contribución

de

sangre al

terror

según

conviene

a

la

dictadura del siniestro

georgiano.

El

aban

dono

del

internacionalismo proletario

y

de la

táctica

de

la

revolución

permanente

llevó a

la

U.R.S.S.

a un

callejón

sin

salida

al totalitarismo

estatal

nacionalista;

más claro: al

fascismo

con

todas sus consecuencias.

Esto

después de

haber

 europeizado

al

bolchevismo

mientras

los

burgueses

tontos se

estremecían

pensando

en

la

terrible

 bolchevización

de

Europa.

LA

AYUDA

DE

HITLER

Quienes

conocen las

circunstancias

políticas

que

en

Alema

nia

precedieron

al

ascenso de los  nazis al

Poder

saben

cuánto debe Hítler al

Partido Comunista. Si fué

desvergonzado

el

abandono

por

parte

de

Moscú

de

los

revolucionarios

alemanes

en la

hora roja de

las

barricadas

no lo fué menos años después

la táctica

que

dictó

a

sus agentes

en¡

Berlín. Para

el

stalinismo

no existen los

valores

morales;

la obra de

Huxley acerca de

los medios

y

los

fines

más

que

para

un

jesuíta

resultaría

incomprensible para

un.staliniano;

para

el

stalinismo

la doblez

es el principio

de

la

acción

y

como

su

acción

ha de

ser

 de

masas

para moverlas

nunca vacila

en

recurrir

a

sus

instintos

primarios

o

a sus

vicios

o

a sus ilícitas

apetencias

o

a sus

desvíos

más

peligrosos.

No

tiene

pues

nada de

extraño

que

el Partido Comunista alemán

hiciese

años

atrás

una

campaña

 chauviniste

aparentemente

proletaria

contra

el

tratado

de

Versalles.

La culpa

de la

angustiosa

situación

del

proletariado

germánico no era

de

los grupos

imperialistas

que

le llevaron

a

la

guerra

ni del

capitalismo

nacional cebado

en su

miseria;

era

únicamente

de

Versalles

y

por

ende

se

hacía necesario

combatir contra

quienes

amarraron

a Alemania

en

el

potro

de

tortura

de su derrota

. . . Esta

tesis

era

antimarxista

porque

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LA

TRAICION

DE

STALIN 163

olvidaba

el

principio

de

la lucha

de

clases

y

caía

de

lleno

en

el

sangriento

lodazal

de los

nacionalismos

pero tenía ciertas

ventajas

para sus pregoneros.

Gracias a

ella

el Partido

Comu

nista

alemán

podía

desenvolverse

mucho mejor

que

si hubiera

arremetido contra los Krupp los

Hugenberg

y

los

Thyssen

contra el

gran

capitalismo

indígena;

y

la

U.R.S.S. iba

creando

en Alemania

un ambiente de odio

que

quizá llegase

a

preocupar

a Francia

y a Inglaterra

con

las cuales se podría

pactar luego.

. .

La

campaña

 chauviniste

tuvo asombrosas

estridencias

sobre las cuales

he

escrito detalladamente

alguna

vez;

hoy

sin

precisión

de

datos

sin exactitud

de

citas

tendré que

pres

cindir

de

algunas referencias importantes; pero aun así ya

hay

con

qué

asombrar

a

los

papanatas

y algún

lector

lo

será

.

En

una sesión del

Reichstag

Clara

Zetkin

portavoz

de

la minoría

bolchevique

dijo

proféticamente

que

no estaba

lejano

el día en

que

la

Reichswher

y

el

Ejército Rojo colaborasen

en una

empresa

común.

Fitcher

el

destacado

dirigente

del

P.C.

en

Alemania

en un discurso

de

campaña

electoral

dijo

a los

estudiantes

 nazis

que

todos los

alemanes tenían

una

tarea

unificadora:

la dé

expulsar

de

la cuenca

del Rhur al

capitalismo

francés.

Juntos

fueron

los

comunistas y los

 nazis

a

más

de

una

huelga

importante

y

asimismo a las elecciones

contra

los socialdemócratas.  Bandera

Roja

el

periódico

principal

de

los comunistas

alemanes

llegó

a

escribir

en

sus

páginas

y

en

otro trabajo

precisé

en

qué día

lo

siguiente:

 Nosotros

iremos

del brazo

con

quienes

mataron a Carlos Liebknecht

y

a

Rosa

Luxemburg

si ellos

quieren

venir con

nosotros.

Las

citas

de semejante

naturaleza

correspondientes a

la

campaña

xenófoba

nacionalista

podrían centuplicarse.

Aquella

campaña

llevó hacia

el

P.C-

alemán

a los

elementos

sociales

más

turbios

y

enturbió

por

otra

parte

la

conciencia

política

de

sus

núcleos más

 puros. Cuando alcanzó

un alto

grado

de

peligrosidad

Rusia

empezó a

cotizarla

en

París

y al

echar los cimientos del

pacto

franco-soviético

a

pesar

de

que

la

doblez

staliniana

afirma

que la

III Internacional

es inde

pendiente

el Kremlin ordenó

a

los comunistas

alemanes

reducir

su

campaña

antifrancesa. Mas la pasada

xenofobia

había

producido

sus

efectos

y

cuando

el

P. C.

tiró la

bandera

fascis-

toide

de

la

revancha

la

cogió Hítler

del

suelo

se

llevó

tras

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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164

J. GARCIA PRADAS

ella grandes contingentes

de

 bolcheviques

nacionalistas

y

acusó

de

traidores,

sin miedo a

respuesta

de

bocas

cerradas,

a

los dirigentes stalinianos.

El

nacional-socialismo

no

es,

a

mi

entender,

obra

de

Hítler,

como,

al

decir

sabio

de

Reparaz

en  Geografía

y

Política,

la

revolución

rusa no fué obra

de

Lenin

y

de Trotsky;

fué tal

revolución,

que avanzaba

con la ola

demográfica,

la

que

hizo

a

éstos,

y

fué la

revuelta

y

famélica Alemania del 1920 a

1930,

escarnecida

por

las

traiciones

y

acostumbrada

a la

violencia,

sangrienta

de

luchas

y exasperada

por los

fracasos,

envenenada

de militarismo

y

de

xenofobia,

regimentada

en los

Sindicatos

y

en

los Partidos

políticos,

sacudida

por

el odio

y

acuartelada

cien

veces

por morbosas sensaciones

de

peligro, la

que

hizo

políticamente

a Hítler y

encomendó su

ciega desesperación

al

nacional-socialismo,

que sobre

la ruina de

todos los

argumentos

levantaba

el

puñal

en

el

que

la furia

racial había escrito:

 Sangre

y

honor.

La

obra

posterior

de tal hombre y

tal

sistema: eso es lo

que

es

suyo,

y

no de Alemania.

El

Partido

Comunista alemán no

podrá negar

nunca

la

gigantesca respon

sabilidad

que

le

incumbe,

primeramente,

en

la incubación del

morbo

 nazi,

y, después, en

la subida de Hítler al

Poder;

subida

que

facilitó,

frente

a

los últimos restos de

la

democracia

capitalista,

y

tan cínica

y

torpemente,

que

llegó

a decir:

 ¡Que

suba,

que

gobierne

Durará

poco,

y

tras

él,

iremos nosotros.

.

.

Tras él

aparecieron

hachas

y

campos

de concentración.

El

proletariado

alemán

empezó

a

pagar

con

sangre

la confusión

a

que

le

llevaron

todos

los escribas

y fariseos

del marxismo.

Se

establece

el

pacto

franco-soviético,

y en Francia

queda

domesticado el

Partido

Comunista..

Surge

aquí

un recuerdo

interesante: Doriot era una

de

las

primeras

figuras

del stali-

nismo

en la

Europa

occidental.

Enviado a Marruecos

y

a

España con misiones

especiales

de

la III

Internacional,

prueba

que es listo

y

carece de

escrúpulos.

En un

Congreso

del

Partido

Comunista

francés,

presidido

con

gran pompa

por

Zinoviev,

éste

lanza la

ridicula

consigna siguiente:

 Del

Gobierno

Herriot

al

Gobierno

Doriot. Doriot

es

hoy

el

jefe

de

la  quinta

columna fascista en

Francia,

y

Zinoviev

ha sido fusilado

por

orden

de Stalin ...

La

III

Internacional

alborotó el

Mundo

entero

contra

Hítler,

y

cuando

el

proceso por

el

incendio del

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

165

Reichstag

puso

a

Dimitrov

ante un

tribunal

de

los

 nazis

su

nombre se convirtió

en

una

bandera.

Torrentes

de mala lite

ratura

bolchevique

en todos los

países

alzaron Bu

fragor

contra el

fascismo.

Hítler

por

su

parte

ocultó su fobia

pan-

germanista

bajo

una

apariencia

antibolchevique

y

esto

que

por una parte

no

era más

que

consecuencia

del

origen

del

Partido

 nazi

por

otra

le

permitió

al

presentarse ante

Europa

como

el

bizarro

Lohengrin

de una cruzada

antisoviética

con

seguir

que

los Estados capitalistas

de

la

Europa

occidental

le

dejasen

crecer

rearmar a su

pueblo y plantear

reivindica

ciones. La revancha

hitleriana fué

hábil;

la lucha

 nazi

contra Versalles siempre tuvo

como

contrapartida muy esti

mada en

París

y

en

Londres la

consigna

famosa

del

impulso

hacia

el Este

que

permitía

esperar

una

próxima

lucha

por

el

trigo

de

Ucrania

por

el

petróleo

polaco

o

por

el

rumano

por

los armamentos

checos

por

el

dominio

del

Danubio

por

la

supremacía

en el Mar

Negro

por

la

riqueza

de

Bakú

etcétera

entre

las

dictaduras

parda

y

roja

cada una

de

las

cuales con

su

demagógica

propaganda preparaba

a

todo

tren la

guerra

entre

ambas.

Los

comunistas

alemanes

que no

ingresaron

en las

filas

 nazis fueron exterminados

implacablemente;

el himno de

Horts

Wessel himno

de

venganza

del

camarada asesinado sonó

a

sentencia de

muerte en

todos

los

oídos

stalinianos;

la

III

Internacional

por su

parte

hizo de

la

agitación

antifascista

antinazi

su

única razón

de

ser

aparentemente

 

y

no

supo

pronunciar

anatema más

terrible

contra

cualquiera

de SU3

enemigos

que

el de

 agente

de

Alemania.

Pero

por debajo

de

la

cuerda

como diría

Quevedo Berlín

y

Moscú tenían buenas

relaciones

como demuestran los

siguientes

datos: fué Hítler

quien

decidió la

colaboración económica .entre Alemania

y

Rusia

;

firmado un tratado de

amistad entre ambos países Moscú recibe

200

millones de

marcos

primeramente

500

después

otros 200

más

tarde

300

posteriormente.

El

Reich fascista

concede a

Rusia

los créditos

necesarios

para

que

Stalin

prosiga

la

 edificación

del

socialismo

y

la Unión

Soviética

compra

armamento alemán.

EL

MIEDO

A

LA

GUERRA

No

obstante

el

dictador

del

Kremlin está asustado de su

propia incapacidad.

Advierte

que

el

pacto

franco-soviético

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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166

J. GARCIA

PRADAS

interesante

desde un

punto

vista

comercial,

sobre

ocasionarle

muchos

perjuicios

políticos,

no lleva

traza

de

convertirse

como él desearía—

en

una fuerte alianza

militar,

porque

Ingla

terra no

admite

a

nadie

la

primacía

en

la

colaboración

con

Francia

sobre

tal terreno.

Restringe

el

pacto

franco-soviético

las

posibilidades

de

intercambio,

con

Alemania,

y

además deter

mina

que

Hítler,

alarmado,

tienda

a

convertir

su

demagogia

antibolchevique

en un

bloqueo

de Rusia.

Los

japoneses

han

invadido el

Manchukuo;

el

impulso germánico

hacia el

Este

no

halla

trabas en

Europa;

de

Kiev

a

Bakú,

de Vladivostok

al

extremo

sur

de

Mongolia, la

U.R.S.S.

siente

la

amenaza

imperialista,

y

tiembla;

tiembla

a

pesar

de

los

desfiles militares

en

la Plaza Roja,

de

las bravatas

de

Vorochilov,

de

las

 fotos

en

que

Stalin

aparece

con

traza

napoleónica.

Dice

el

dictador

una

y

cien

veces

que

la

Unión

Soviética

no

quiere

agredir a.

nadie,

pero

que

se siente

con fuerza

para

aplastar

a

quien

la

agreda;

la

propaganda

comunista

exalta el

poder

del Ejército

Rojo;

por

mil

procedimientos

se

pretende

dar,

dentro

y

fuera

del

país,

una

sensación de

seguridad.

Mas

todo

es

inútil;

la

elefantiásica

burocracia

soviética,

que

se

encuentra

muy

a

gusto

administrando el

Estado

 proletario, teme

la

guerra, porque

ve

en e H

el

riesgo

de

perder

sus

privilegios

de  clase

del

Poder : este

miedo,

que

en todas

partes

se

manifiesta,

adquiera

pronto extremada peligrosidad.

Stalin

se

da cuenta

de

que

el

aparato burocrático

por él

creado

tiene

ya

vida

propia, aunque

parasitaria, y

estructura

fascista;

ante

la ame

naza

de

la

guerra,

¿no

reaccionará diciendo

lo

que

es,

a

cambio

de

salvarse?

Hay un

momento

en

que

la

U.R.S.S.

se

ve al

borde

de

la

proclamación

del

fascismo

y de la

alianza

no

importa

en

qué

condiciones

con

el

Japón y

Alemania. Enton

ces habla Stalin contra

la

burocracia,

y

mueve

contra ésta

a

los

campesinos,

al

Ejército y

al

Partido. La crisis

llega

a

la

entraña y

a

la

cabeza

del

régimen.

La lucha

 antitroskista,

que

no

es

más

que la batalla

de

Stalin

contra

todos sus

enemi

gos

incluyendo entre éstos

a

los conocedores

de

sus secretos

,

adquiere

los más

repugnantes

tonos:

el

asesinato,

la

calumnia,

la

soplonería

y

la

estupidez

van juntos,

en la más cochina

 depuración

con que se

ha

ultrajado

a

la

Humanidad.

El

nuevo

Iván

revuelve,

a

solas,

su

nauseabundo fondo

canalla,

y

sus

abcesos

de

furor son

más

terribles

que

los

de

Dzerzhinsky;

pero,

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

167

aun

asi

no

pueden

hacerle reventar de apoplejía; el creador

de la Checa al

fin y

al

cabo no

era más

que

un hombre

y

Stalin

es

una

fiera

recelosa como

el

zorro

torpe

como el

oso

sanguinaria

como

el chacal.

Cuando

el

miedo

a

la

agresión germánica

o

nipona incita

a

muchos dirigentes

a

revisar

la

política

soviética

y a

seguir

el curso

de

las

consecuencias

de los fracasos

de

las revoluciones

alemana

y

china

Stalin

escucha

las

opiniones

de

quienes

aplau

dieron sus matanzas

de otros

días;

pero

él

calla;

calla

y

calcula.

Advierte

que

en

algunos

medios se esboza la

esperanza

de un

acercamiento a Berlín

y

a

Tokio

y

empieza

la

 razzia.

Tukachevsky

sucumbe

acusado de

intentar

una alianza con

la

dictadura

 nazi.

Agentes

de

Alemania

o

 agentes

del

Japón ;

este

sambenito

se les

pone

a

decenas

a

centenares

de

hombres eliminados

en secreto

o

en

público.

Zinoviev

Bukharin

y

otros

elementos creen

que

Stalin se encamina hacia una

radicalización del

Partido

que

vuelve al internacionalismo

proletario;

y

ellos

que

antes

aplaudieron

la eliminación de

los

trotskistas

y

de

su

táctica retornan

con

muchos titubeos

y

vacilaciones

a

las

aptitudes

desde

las

cuales

como

se

ve

un

camino

desde

un

alcor

se

puede

ver la trocha

del

trotskismo.

Mas

cuando

menos

lo

esperan

Stalin cae sobre

ellos

y

Vichinsky

en sus acusaciones

contra

los

frecuentadores

del

Centro

Paralelo

une el

estigma

de

 trotskistas

al

de

 agentes

nipo-germánicos. En

dos años

el

dictador

se

ha revuelto

contra las contrarias

manifestaciones del

mismo miedo

a

la

guerra

contra

la

tendencia

a la

alianza con

el

fascismo

y

el

intento

de cortar la claudicante

colaboración

con

las

Potencias

capitalistas

del

Occidente

europeo.

No

admite más

política

exterior

que

la

que

representa

Litvinov.

Todo el

Estado Mayor

político

de

la

U.R.S.S. es

aniquilado

tan

alevosa

desvergonzada

y

suciamente

que

el Mundo

entero

al leer

los

informes

de

Vichinsky

o las declaraciones

atribuidas

a

los procesados

se ve en el

trance

de

hacerse estas preguntas

:

¿es

idiota

el

pueblo

ruso

a

quien

con tal idiotez

se

trata?;

¿hay

algo

más

que

traidores en el

Partido

Comunista?;

¿qué

revolución

proletaria

han

podido

hacer

quienes

durante

quince

o

veinte años sirven

a

los

enemigos

del

proletariado?;

¿qué

se

espera

del

Estado que así devora

e

infama a sus

propios

crea

Page 176: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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168

J.

GARCIA

PRADAS

dores?;

¿en

qué

proceso

inquisitorial

ha

caído

tan

bajo

el

fanatismo

y

se

ha mostrado tan

vil

el

crimen?;

¿quién

se

fiará

de

Stalin,

si,

como

un nuevo

Nerón,

hasta

en sus

íntimos

halla

presa

su furia carnicera?

Hay

unos versos

españoles

que

dicen:

Si

yo

hubiera de matar

a

mi

mayor

enemigo,

me habría de

suickiar.

Le

vienen a

la

medida

al

bolchevismo,

y parece

que

lo

sabe

;

desde

la

muerte

de

Lenin,

vive

para

su

propia

exterminación.

xPERIODO

 DEMOCRATICO

Esa

época de miedo

a

la

guerra,

de terror

exasperado,

de

eliminación

de

quienes

quieren

pactar

con el

fascismo o

radica

lizar la

acción

de la III

Internacional,

es

también,

por dictado

de

Stalin,

la

de la  democracia.

El

stalinismo

corrompe

y

prostituye

todo cuanto

toca.

Los

Soviets,

el

socialismo,

la dicta

dura del

proletariado.

.

.

;

todo esto hiede desde

que

en la

U.R.S.S.,

luego

de ser falseado

ignominiosamente,

oculta

las

mercancías más averiadas. Sabemos todos

lo

que

es

la

demo

cracia

capitalista,

pero

hace

unos

años

no

sabíamos

que

se

pudiera aumentar

el

escarnio

del

sistema.

Tal

obra fué empren

dida

por

Stalin,

por conveniencia interna y externé

de

su

política:

como

a todos

los

tiranos,

le

agradaba disfrazar

su

tiranía,

y

para

enfrentarse

con

los

enemigos

inmediatos

del

Este

y del

Oeste,

le era

preciso emplear

unas

consignas opuestas

a

sus

normas de Gobierno.

Surgió,

tras

más de un

año de

propaganda

mundial,

la

famosa Constitución

staliniana,

aplau

dida

como

el primer

documento democrático

del

Mundo,

cuando

es

el

exponente

principal

de la

farsa

y

del

descoco

a

que

puede

llegar

el refinamiento de una

dictadura;

apareció

el lema lan

zado

por

Dimitrov

desde

el

Comintern:

 ¡Frente

Popular

en

todo

el

Mundo ;

se

celebraron con mucha pompa los  Congre

sos

contra

la

guerra

y

el

fascismo ;

se

comentó

de mil modos

el

tema de las nacionalidades

oprimidas ;

aparecieron

las

 Alianzas

de Intelectuales

Antifascistas ;

se

gritó

a

voz

en

cuello contra las

agresiones

del

imperialismo;

se

exaltó

la

independencia

y

la libertad de las

pequeñas

Potencias,

y en

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

169

aldeas y

ciudades

aparecieron

los

grupos

de

comunistas,

con

cartel,

pintura, engrudo, brocha

y

escalera, dispuestos

a

renovar

el

grafismo rupestre al embadurnar muros

y

aceras

con

las

consignas

más

chabacanas

y

altisonantes en pro del

acerca

miento

de la U.R.S.S.

al

gran capitalismo.

Perdió

el

P.C.

su

demagogia

primeriza.

Nada de

 ¡todo

el

Poder

a

los

Soviets ,

ni de

 Gobierno

obrero

y

campesino,

ni de  dictadura del

proletariado,

ni

de  revolución socialista.

Revolución

democrática,

colaboración

parlamentaria,

unidad

antifascista,

Frente

Popular.

. .

Este

fué el

programa impuesto

por

Stalin,

para

ver si

con la domesticación de todos

los

bolcheviques lograba

que

la

burguesía occidental perdiera

el

miedo

a

la

U.R.S.S.

y

creara

el clima

propicio al establecimiento

de

una

alianza

anglo-franco-soviética.

En el

período

anterior,

los comunistas arremetían contra los

 socialtraidores,

porque

colaboraban

con

la

burguesía,

y

en éste, contra los anarco-

fascistas,

porque

no

abandonábamos nuestro extremismo

revolucionario. En

cualquiera

de

los

dos,

cumplían

su

papel

tradicional,

de

calumniadores,

de

confusionistas,

de elementos

disolventes de

la

fuerza proletaria.

Dentro

de

cada

país, caían

en el más

bajo

nacionalismo,

a

pesar

de

ser,

en

cualquier

nación,

únicamente

un favor del

interés moscovita.

En

Rusia,

la

campaña

 chauviniste

adquirió gran estridencia,

y

según

ella,

parecía inevitable y próxima

la

agresión nipo-alemana.

En

España,

durante

la

guerra,

se

han

proyectado

varios  films

soviéticos:

 Chapaiev,

Los marinos de

Cronstadt,

El

carnet

del

Partido,

El

diputado

del

Báltico,

La

patria

os llama .

. .

No

hay

en

ellos nada que

recuerde la

emoción de

crear,

el

impulso revolucionario

que

entusiasmaba

a

los

espectadores

de

 La

línea

general,

hace

años.

Son

películas

de exaltación

patriotera y

barata,

de ehfrentamiento de

pueblos,

de fobia

nacionalista,

y

una de

ellas

 La patria

os llama

constituye

un

ensayo

de movilización

de

la U.R.S.S. contra

Alemania: los

aviones agresores llevan

en

sus alas

la

svástica

de

Hítler.

. .

En

este

clima

político y

moral

surge

la

intervención

rusa

en España y en China. Los

comunistas,

en

uno y

en

otro

país,

no tienden a crear el

Ejército

Rojo

proletario,

revoluciona

rio

,

sino

el Ejército Popular

democrático,

proletario-

burgués

;

ni hablan

del asalto

del

Poder,

sino

de

la

legalidad

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8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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170

J.

GARCIA PRADAS

constitucional;

ni dicen enfrentarse con el

capitalismo

sino

con

la

agresión

fascista;

ni

preconizan

la creación

de

los Soviets

de

obreros

campesinos

y

soldados

sino el

Frente Popular;

ni

lanzan

la

consigna

de

la

revolución

socialista

sino la

de

la

democracia de nuevo tipo; ni toman el camino

del internacio

nalismo

proletario

sino

que

se encierran en la

independencia

y

en

la

libertad de cada

país.

Siendo

digno

de

advertir

además

que

todos estos

lemas

tan

pacatos y

modosos

tan

comedidos

no son

empleados

sinceramente;

les

sirven de plataforma

de

especulación

política porque

los

stalinianos

allá donde

actúan

y

cualesquiera

que sean sus

consignas

sólo

aspiran

y

tienden

a

dominar

a

lograr

la

exclusiva

a

ser los

únicos

los

amos.

.

.

¿

Qué

pretendió

Rusia

al

intervenir

en

la guerra

de

España

?

Lo

diré

de

nuevo: apoderarse

política

y

económicamente

de

nuestro

país

después

de

cubrirlo con

el manto

de una

Repú

blica

democrática

 de nuevo

tipo ;

es decir:

gobernada

en

nombre del

Frente

Popular

por el

Partido

Comunista

bajo

el

control de

la G. P. U.

De lograr este

propósito

Rusia hubiera

tenido en la

Europa

occidental una

buena

posición

desde

la

cual

podría

haber

presionado

sobre

Inglaterra y

Francia

en

pro

de

la alianza

militar buscada entonces

por

Stalin

o en

último

caso

haber vendido

nuestro

pueblo

a

Hítler

y

a Musso-

lini.

¿Qué

intento

la

llevó

a

China? Otro

muy semejante:

desgastar al

Japón alejarlo

de

la

frontera

de

la

Mongolia y

lograr

en

el

Este

una

base

necesaria

a

Inglaterra

y

a

Francia

para

defender

sus

dominios

orientales.

Pero la intervención

en

China

y

en

España

sobre

ser

hipócrita

en sus

propósitos

el imperialismo disfrazado de

protección

revolucionaria

 

ha

sido

cobarde

criminal

y torpe

en

grado superlativo.

Stalin

no

ha

querido

arriesgar

nada en ambos

conflictos;

sus fuerzas

se han

quedado según

su

consigna

fuera de

los

fuegos

de

artillería.

A

cambio

de

unos

fusiles

unas ametralladoras o

unos

cañones

la

U.R.S.S.

impuso

a

España y a

China

sobre

cobrar

en

oro su

 ayuda

verdaderas ignominias políticas.

Y

toda su

acción no

ha

servido

en fin de

cuentas

más

que

para

hacer odioso

al stalinismo

en uno

y

otro

pueblo porque

los dos han

pagado tributos

de

sangre

y

de

honra

para

conocerle

en

toda

su

repugnante

naturaleza.

Page 179: García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION DE

STALIN

171

CAMBIO

DE

FRENTE

Hay

pruebas muy

elocuentes

del

fracaso soviético en

España.

Stalin envió

a nuestro

país

en

menos

de un

año

tres embajadores: Rosenberg Antonov

y

Gaikis.

Rosenberg

en el

Madrid

de

Noviembre

tembló

ante la grandeza

proletaria

de

Durruti

y

algunos

meses después hubo de oír de

Largo

Caballero cuanto

a

éste le dictó su

indignación

socialista

y

española;

el

pobre embajador

con su cara de

cuitado

y

su

débil

cuerpo

de

covachuelista

salió

de

España sabiendo

que

no

podía

volver a

Rusia;

anduvo una

temporada por

París

creyó

que

el

Kremlin

le

perdonaría

se

fué

a

Moscú

y nadie ha vuelto

a

tener

noticia

alguna

de él.

Antonov

uno

de

los principales

colaboradores

de

Trotsky

en el

golpe

de

Octubre

aquel

a

quien

Sergio

Pannuzio

 Curcio

Malaparte

presenta

en

un cuar-

tito

del

Instituto Smolny inclinando

su

lacia melena

y

su cara

pálida

sobre

los

planos

de

las

fortalezas

del

zarismo

tuvo

en

Ucrania un buen ensayo

de

exterminio

de

anarquistas

pues

él

fué

quien

dió

remate

a

la

lucha

contra las

tropas

de

Makhno;

como

se le

podía

considerar doctorado en

la

organización

de

golpes políticos y

en

la lucha contra los

adversarios

de toda

dictadura

fué enviado a Barcelona

para

torpedear

el

Movi

miento libertario

español

y

allí

organizó

cautelosamente

la

provocación

a

la

que

contestaron sin orden

ni

concierto nuestros

compañeros

catalanes

en Mayo

de

1937.

Si los anarquistas

y

los

grupos

del P.O.U.M. hubieran ido de

veras

organizada

mente

con

preparación

política

y

táctica

a

un

golpe

contra

el Estado

sujeto

al

predominio comunista

su triunfo

habría

sido

seguro

y

muy

distinto

el curso

posterior

de la

guerra;

pero

fueron a

la lucha sin

un

plan

previo

de

modo

confuso

en fracciones

inconexas

y

el

movimiento

quedó en

revuelta

aunque

en

él se interviniera con

intención

revolucionaria;

lo

ahogó

el

confusionismo en

que

desde su

primera

hora

se

vió

envuelto. La victoria

de

Antonov fué

completa

y

sin

embargo

poco después

por decisión

de

Stalin pasaba a la reserva

:

se

lo

tragó

la inmensidad de Rusia.

¿Y

qué

fué de

Gaikis? Ni

siquiera sabemos

cuándo

cómo o

por

qué salió de

España;

y

lo mismo pasó con importantes

agentes

de la G. P. U.

y

con

altos

jefes

de

las

Brigadas

Internacionales

como

el mercenario

general

Kléber.

Page 180: García Pradas J. La Traicion de Stalin

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172

J. GARCIA PRADAS

Ya

he

dicho

que

Rusia abandonó

la

lucha

española

antes

de

la

caída

de Cataluña. La

crisis famosa del Gobierno

Chautemps, sobre

el que

ejercieron toda su presión las

influen

cias rusa

y

británica,

y

la

reunión

de

Munich fueron

cosas

alarmantes

para

Stalin;

el viaje de

Chamberlain

a

Roma

le

hizo

cambiar de política;

es

decir: emboscarse

en la

doblez de

la

diplomacia.

Cuando abandonó el conflicto

español ya

había

marcado sus cartas de tahur para

el

nuevo juego;

la vuelta

de

Negrín

a

España,

después

de

la

pérdida de

Cataluña,

era un

episodio

de

muy poca

importancia para

el

Kremlin. Cuando

nosotros

llegamos

a

Inglaterra,

los comunistas tocaban

con la

máxima

estridencia

la

zambomba

democrática;

pero

¡claro

está

sonaba

demasiado a

hueco.

En abril

de este

año,

en

la magnífica explanada

de

Hyde

Park,

sobre cuyo

césped

alzan

tribunas

o

pulpitos

los

propagandistas

de

todas

las

causas,

sin

la

gracia

o la

pasión

del Agora

y

del

Foro,

vi

el

más

ridículo

espectáculo

del Mundo: centenares de comunistas

hombres

y

mujeres, jóvenes y

viejos, elegantes

o

andrajosos

seguían

a

una banda de

música,

que

tocaba un

poco

grotescamente

La

Internacional;

marchaban todos

militarmente,

mostraban grue

sos

bastones

rematados

por

un puño

el del

saludo

marxista

de

madera,

y

tras

un

gran

cartel en que se

leía

la

palabra

 Unity,

agitaban

las

banderas

de

Marianne,

del Tío Sam,

de

John

Bull

y

de

Stalin.

Era

 el

frente

de la

paz. Luego

venía

otro cartel:

 ¡Proletarios

de

todos los países,

unios ..

.

Poco

después,

Iitvinov

era

destituido.

Había

terminado

aquella

farsa del ciclo democrático.

Pero

no podía terminar sin

traición.

La

fulminación

del

representante

de

los

Soviets en Ginebra

suponía, por

parte

de

la

U.R.S.S.,

su

alejamiento

de

la

Europa

Occidental;

mas

el

doble

juego seguía.

Como no

se interrumpió la

relación con

Alemania

en

el

período

 democrático,

sino

que

sólo

se

la

dejó

en

segundo plano,

ahora

ocupaban

éste

las

relaciones

con

París

y

Londres,

mientras al

Reich

se

le

preparaba

un arco

triunfal.

El

discurso en

que

Molotov

expuso

los

puntos

de vista

sovié

ticos

respecto

a

los

países

bálticos

garantías

sobre

éstos,

aunque

ellos

no

las

quisieran

fué un indicio

claro

de

que

Rusia

presentaba

problemas sin

solución,

a

Inglaterra y

a

Francia,

porque

ya

no

quería

su

alianza,

a

menos

que

ésta

-

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LA

TRAICION

DE

STALIN 173

tuviera

un precio excepcional

en Oriente

...

Al

abrirse

nego

ciaciones directas

entre

Moscú,

París y

Londres,

soliviántase

Hítler. La

doblez del Kremlin entra

en

juego

con

la

mayor

impudicia.

Mientras

Molotov

y Vorochilov hablan

con

los

dele

gados

franco-británicos en

Moscú,

se concierta un tratado

comercial

germano-ruso.

La

Prensa

y

la

 radio

comunistas,

en

Rusia,

siguen gritando

contra el

fascismo,

mientras el Krem

lin y

la Wilhemstrasse

preparan

el

reparto

de

Polonia

y

la

reforma del

mapa

europeo

entre el

Mar Negro

y

el

Báltico.

La

propaganda

comunista contra el fascismo duró hasta el

mismo día

en

que, con

universal

escándalo,

en un aeródromo

de

Moscú

se

izó la bandera

 nazi,

para saludar

a

Herr

von

Ribbentrop,

que

iba

a

firmar un tratado

de

 no agresión entre

Rusia y

Alemania,

entre

la dictadura

parda

y la roja. La dele

gación

militar franco-británica había

sido vendida

al

enemigo,

en casa

ajena.

Se

acabó

el

pacto

anti-Comintern,

y

asimismo la

campaña

staliniana contra la

agresión

fascista.

Y

digo esto porque

Stalin no

pactó

sólo

con

Hítler;

lo hizo también

con

Mussolini.

El

pacto

germano-ruso

se

examinó

en la

visita

que

hizo

Ciano

al

 Führer

y

a

von

Ribbentrop

en

agosto

de

este

año. Un

mes

antes había

escrito

Virginio

Gayda,

en

 II

Giornale

d Italia,

que

Rusia iría

a

engrosar la potencia

militar

del

Eje,

y,

casi

al

mismo

tiempo,

la

Prensa de

Berlín

decía

que

 el

Reich,

de

acuerdo con

Italia,

se

disponía

a someter

a Rusia

proposiciones

precisas

sobre

el

total

de

los

créditos

que

el Gobierno nacional

socialista se hallaba

presto

a

conceder

a

los

dirigentes

soviéticos

para

la

compra

de

maquinaria

y artículos

manufacturados,

comprometiéndose

Rusia

a entregar

materias

primas

a

Alema

nia. El

corresponsal

de la Prensa

franquista

en

Roma,

José

Antonio

Giménez

Arnau,

al comentar la visita de

Ciano

al

 Führer,

comunicaba a

los

diarios

españoles

que

los

efectos

de

aquella

entrevista

había que

buscarlos

al

Este,

muy

al

Este

de

Europa.

. .

Cuando von Ribbentrop volvié

de

Moscú,

el

embajador

de Roma

en

Berlín

le

elogió

extremadamente;

sabía

bien lo

que

acababa de

ocurrir.

Los

tanques

italianos,

en

España,

solían

llevar esta

inscripción,

como itinerario

del

impe

rialismo fascista: Madrid-París-Moscú.

Moscú

está ahora

en

el

Eje

imperialista

Berlín-Roma. . .

,

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174

J. GARCIA

PRADAS

En

Hamburgo,

al conocer

el

pacto germano-ruso,

unos

obreros

comunistas, dignos

de

yugo

perpetuo,

por

cretinos,

gritan, levantando el

puño:

¡ Viva

Moscú

A

táles

masas,

tal

jefe

:

Thaelman es

puesto

en

libertad,

y

no tiene la hombría

necesaria

para negarse

a salir

de la cárcel a

precio

de

traición.

Hítler

invade

Polonia

con

una tromba de

Divisiones. La

felonía

staliniana ha dado

paso

a

la

guerra.

. . Los

comunistas,

en

todo el

Mundo,

no

saben

qué

cara

poner; pero

pronto ensayan

un

gesto oportuno,

ante el

espejo

de

la

desvergüenza,

y preten

den justificar,

con

argucias

de

dialéctica

 marxista-leninista-

stalinista,

el

nuevo

cambio

de

frente.  Ha hecho bien

Rusia

dicen

;

firmando el

pacto

de

'no

agresión,'

deja

que

se

despedacen

entre sí los imperialismos capitalistas, y reserva

su

fuerza

proletaria

para

después

de

la

guerra,

en

que

extenderá

la

revolución

por

toda

Europa

. . .

Dos semanas

después,

Moscú,

cuyos

instrumentos

de

propaganda

cantan

a

diario

las

hazañas de

los guerrilleros chinos contra  la pandilla imperia

lista de

Tokio,

concierta,

a

requerimiento

propio,

un armisticio

con

el

Japón,

a

costa

de

China,

y

así

que

aleja

la

amenaza

nipona

de

la

frontera mongola,

se lanza

'sobre

Polonia,

para

atacar

por la

espalda,

de improviso y con

fuerza

superior,

a

los

héroes

polacos que

se baten contra

la

ola

pangermanista.

Los

comunistas

de

Polonia,

 quinta

columna

del

país,

guían

las vanguardias invasoras

del

Ejército Rojo

Obrero

y

Campe

sino. . . Moscú anuncia

por

 radio,

con sarcasmo sin

igual,

que sus

tropas

van a

proteger

a

las minorías rusas

de Polonia,

a

librar

a millones de  hermanos de

sangre

del

yugo

que pade

cían y a

abrir

de nuevo el

camino

que

en 1920

cerró Pilsudski

a la

revolución.

La nota de

Molotov

a

las

representaciones

extranjeras

acreditadas en

Moscú,

en

la

que

se

da

por

desapa

recido al Estado polaco,

se concede

rango

de

argumentos

a

 los hechos

consumados

y

se

plantean

los

problemas

de las

 minorías

y

de la

 raza,

además

de tener

la

contextura de

los desafíos  ilbzis

sobre

el

terreno

internacional,

incorpora

lo canallesco al acervo

de

perfidia

característico

de

la

diplo

macia.

Avanzan las

tropas

rusas

por

tierra

polaca;

entre sus

jefes

está

Gorev,

primera

figura del

Estado

Mayor

secreto

que)

impuso

la

U.R.S.S.

al Ejército Popular,

en

España,

durante

la

lucha

contra

el

fascismo,

contra

los

invasores,

contra

Roma

y

Page 183: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

175

Berlín.

El

Estado Mayor

alemán anuncia, al

mÍ3mo

tiempo,

que le

acción

soviética estaba

prevista

prevista

en

el

pacto

de

 no agresión,

desde

luego

;

y

los

 bolcheviques

del

Ejér

cito

Rojo,

al

encontrarse con

las

tropas

pardas

del III

Reich,

prorrumpen

en manifestaciones

de

 camaradería,

así

 

como

sobre la

frontera

manchú-mongola,

al recibirse

la

nueva del

armisticio

entre

Moscú

y

Tokio,

un

oficial

soviético

avanza

hacia

las trincheras

enemigas,

para

abrazar

al

comandante

japonés.

. .

¿Cabe

decir

algo

aún?

Sí;

los

diputados

comunis

tas

franceses,

en

el

Parlamento,

se atreven

a

 justificar

el

reparto

de

Polonia,

sin

que

haya

una nueva

Saint

Barthelémy,

y

en

todas sus emisiones radiofónicas, Moscú

dice que en

Polo

nia

se inicia

la construcción del

socialismo,

que

la

II

Interna

cional

es

una  claque

de

traidores al servicio del imperialismo,

y

los

anarquistas,

ladrones

y

asesinos

profesionales.

.

.

IMPERIALISMO

 SOVIETICO

Stalin,

al

procurar

la alianza de la

U.R.S.S.

con

Alemania

y

el

Japón,

se ha

puesto

a

la cabeza de la corriente burocrá

tica

rusa,

que

no

quería

la

guerra;

pero

el

reparto

de

Polonia,

hecho con violación de numerosos

tratados,

proclamando

al

mismo

tiempo

la neutralidad en el conflicto

europeo,

puede

llevarle muy lejos, demasiado lejos.

Se dice que

es

ahora

cuando

la

Unión

de

Repúblicas

Socialistas Soviéticas

ha entrado

en

la

ruta

del

imperialismo.

En

cierto

modo,

no

es

cierto.

La

intervención

rusa

en

China

y

en

España,

¿qué

objeto

tenía?

No

era el

de

hacer

la revolución social

en

ambos

países;

era

el

de

conquistar posiciones

que permitieran la

ulterior

expan

sión

moscovita.

Y

esto,

¿no

es

algo típicamente

imperialista?

Entre

aquellas

intervenciones

y

la que ahora se hace en

Polo

nia,

no

hay

más

que

una

diferencia de

procedimiento

y

de

alcance.

El

paso

dado

de acuerdo con

Alemania

es

gravísimo.

Hungría,

Rumania, Finlandia,

Estonia,

Lituania.

. .

Estos

países saben

que

la U.R.S.S.

ha iniciado una etapa

de

conquis

tas;

el

Ejército Rojo

ha

entrado en la

guerra, y

de

ésta no

se

sale

cuando

se

quiere,

sino

cuando

y

como

se

puede.

En

Brest-

Litovsk

concertó

Trotsky

la

paz que

apartó

a

Rusia

del

pasado

conflicto

imperialista;

al mismo

sitio

llegan ahora

las

tropas

rusas,

para deshonrarse

al

pisotear

la

Historia. Lenin

publicó

Page 184: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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176

J. GARCIA

PRADAS

-los

tratados secretos

del

zarismo;

poco

se

le

imita ahora en

Moscú.

El

salto de Stalin ha

sido

un salto

de

sapo;

ha caído

en

medio de

la

charca

sangrienta

que

quería

salvar.

Escribo estas

líneas cuando aun no

se

ha

empezado

a trazar

nuevas

fronteras

sobre la tierra polaca.

Bastaría

este

problema

para

compren

der

que

Stalin

no ha

ganado

nada

con su traición.

Tendrá

de

inmediato

desavenencias con

Hítler

y

con

Lituania

y

con

Hungría

y con Rumania. Para

el

futuro

¿

qué

se

puede

prever

?

Si

la

restauración

de

Polonia

hay

que

poner

delante

una derrota

de

Rusia;

si la perduración

del  statu

quo que ahora

se

va

a

establecer

y

del

cual

puede

derivarse

la

 fascistización

de

Europa

entera hay

que

dar

por

inevitables los

ulteriores

con

flictos entre la

U.R.S.S.

y

Alemania

demasiado

fuertes

y

dema

gógicas

para

ser buenas

vecinas

y

permanentemente

tentadas

por la rivalidad si

dejan

entre ambas un Estado

fantasma

sujeto

a su

condominio

en

el

que

los

intereses

y

la

propaganda

de

una

y

de

otra

parte

serán

mecha

y fuego

en

un barril de

pólvora.

Además

al Reich no le basta

la

anulación

del Tratado

de

Versalles;

eso

no

es más

que

el

principio

de su

gran acción

imperialista.

Los

Balkanes

el

Danubio

el

Mar

Negro

Ruma

nia

Ucrania

. . .

;

graneros

pozos

de

petróleo

y

grandes

vías

de

expansión

comercial:

eso

es

lo

que

quiere

y

se lanzará a

lograrlo

tan pronto

como pueda.

Considerar

esto

es

ver la

extensión inevitable de la

guerra

actual

en

la

que

toda

Europa

por

de

pronto

va

a

intervenir

;

y

en un conflicto

de

tal

volumen

¿qué

beneficios obtendrá

Rusia

al

lado

de

Alemania?

Despe

dazar

Rumania

como

dejar

que

el

III

Reich invada

cualquier

terreno

vecino

Hítler

quiere

un

imperio

continental

no

de

colonias

ultramarinas

 

no será

más

que

darle

la posibilidad

posterior

de abrirse camino

hacia

las

ricas

zonas del Oeste

ruso

y

además

la lucha del

Ejército Rojo

al

lado de

la Reich-

swher

ha de hacer

de

ambos veneno y

contraveneno

factores

disolventes.

Luego

cuando

la

guerra

adquiera

su

madurez

esa

madurez

para

la

que se

preparan

Inglaterra

y

Francia

la

retaguardia

será

un terrible misterio.

Y

todo esto en el

mejor

de

los

casos sin contar

con

que

a Rusia

le

aparezca

un

enemigo

poderoso

en Oriente

...

La

muerte de

la

III Internacional

Page 185: García Pradas J. La Traicion de Stalin

8/18/2019 García Pradas J. La Traicion de Stalin

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LA

TRAICION

DE

STALIN

177

consecuencia inmediata

de

la

nueva

traición

del

Kremlin,

anun

cia

el

fin

del stalinismo en

el

Mundo

entero.;

se suicida.

Y,

en esta

situación,

¿qué

habría ocurrido en

España,

de

durar

la

lucha hasta el momento

actual? La respuesta

está

en China. La lucha

de

este

país

contra el

Japón

ha evitado

que

la

guerra

de la frontera

manchú-mongola

se

convirtiese en

un

gran

conflicto

soviético-nipón.

La

 ayuda

rusa

a

China

es

la

ayuda

china a

Rusia.

A

la U.R.S.S^

le interesa extra

ordinariamente que,

al

lado

de

sus

fronteras,

se

le

cierre

el

paso

a

uno

de

sus

mayores enemigos. Y

ha vendido a

China;

la ha vendido al

Japón,

que

ahora descargará sobre ella todo

el peso de

la

fuerza

que

tenía

ante

Mongolia.

¿Cómo,

pues,

en el caso de

España,

no

teniendo este

país

relación

estratégica

directa

con

la defensa

o

la

expansión

de

la

U.R.S.S.,

no iba

a

haber

entregado Stalin

nuestro

pueblo

a

los fascistas

indígenas

e

invasores? Los

comunistas,

como

han hecho

en

Polonia

con

el

Ejército Rojo,

tal

vez habrían

guiado

a las

tropas

italianas

por

los

campos

de

Castilla,

y

acaso

hubiesen llamado cama-

radas,

como los rusos

rojos

a los

alemanes

pardos,

a los

bandidos azules

de

la

Falange;

¡y no

habrían

mentido

Líster,

Modesto,

Galán,

Tagüeña,

Ciutat,

Mendiola,

Jesús

Hernández

y

otros aventureros

que

no

lograron

dominar

a

la España

antifascista en

Marzo, tal

vez

mendiguen

ahora

al

 gran

Stalin

una

plaza

en el Ejército

Obrero

y

Campesino para

colaborar

con los  nazis

en

la

 liberación de los

trabajadores

de

Polo

nia.

Negrín,

por

su

parte,

no

ha

dicho ni una

palabra

contra

la traición a

China,

ni contra

el

asesinato

de

Polonia.

¿Aspirará

ese

rufián a

volver

a España?

Para

que

él y

los

demás

servidores

de

Moscú

nos

hubieran entregado

al ene

migo,

sólo habría hecho

falta

que

Stalin

lo

mandase.

¿No

asesinaron,

durante la

guerra,

a

centenares

de

obreros

revolu

cionarios?

¿No

pretendieron

deshonrar los

más

nobles

motivos

de

la

lucha

y cubrir

de

ignominia

los más altos nombres?

El

silencio cobarde

de

la

patulea

de

comunistas

españoles

en el

Extranjero,

que hasta en los

campos de concentración

de

Francia han

sido sarna en

el

pecho

de

su pueblo,

¿no

es

un

indicio

de

que

aprueban

por disciplina,

como

así llaman

todos

los autoritarios

a la carencia de

dignidad

la

mayúscula

traición

staliniana? Todos los

fascistas se

han

juntado en

la

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ÍNDICE

1

3

/. Antes

perder

la

guerra

que

tolerar

la

revolución. 4

II.

 Unión

de

todos los

españoles

ante

la

invasión

fascista

6

III.

La pérdida

ignominiosa

de

Cataluña sin combatir. . .

10-

IV. De

Barcelona a

Toulouse,

por

Gerona y

Figueras

13

2

V. Varias

clases

de

españoles

en

Francia

18

VI. O

todos

nos

salvamos

o nos

hundimos...

21

VII.

El

sucio timo de los

pasaportes

25