EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CEMENTERIO DE RITO ISLÁMICO DE SAN NICOLÁS

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185 EXCAVACIÓN ARQUEOLÓGICA EN EL CEMENTERIO DE RITO ISLÁMICO DE SAN NICOLÁS. ÁVILA (MAYO-JUNIO DE 2002) ARCHAEOLOGICAL EXCAVATION IN THE MOSLEM CEMENTERY OF SAN NICOLAS: AVILA (MAY-JUNE 2002) Francisco Javier Moreda Blanco Rosalía Serrano Noriega Estudio de Arqueológia FORAMEN S.L. [email protected] Resumen Con este trabajo se da a conocer la necrópolis de San Nicolás (Ávila, España). En esta excava - ción se documenta la continuidad de poblamiento romano-visigodo-islámico en la antigua Avula. Tras el abandono de los núcleos habitacionales pasará a convertirse en la necrópolis de la aljama durante los siglos XII-XIII. Palabras clave: Excavación, necrópolis islámica, ritual, Ávila. Summary We present the San Nicolas necropolis in Avila, Spain. The continuous settlement during Roman, Visigoth and Muslim times in old Avila is documented through this excavation. After the abandonment of the living nuclei, this site became the burial site of islamic quarter during the 12 th and 13 th centuries. Key Words: Excavation, moslem necropolis, ritual, Avila. Oppidum, nº 4. IE Universidad. Segovia, 2008, 185-212 - I.S.S.N.: 1885-6292

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Informe sobre excavaciones mudéjares en Avila

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    EXCAVACIN ARQUEOLGICA EN EL CEMENTERIODE RITO ISLMICO DE SAN NICOLS.

    VILA (MAYO-JUNIO DE 2002)

    ARCHAEOLOGICAL EXCAVATION IN THE MOSLEM CEMENTERYOF SAN NICOLAS: AVILA (MAY-JUNE 2002)

    Francisco Javier Moreda BlancoRosala Serrano Noriega

    Estudio de Arqueolgia FORAMEN S.L. [email protected]

    ResumenCon este trabajo se da a conocer la necrpolis de San Nicols (vila, Espaa). En esta excava -

    cin se documenta la continuidad de poblamiento romano-visigodo-islmico en la antigua Avula. Tras elabandono de los ncleos habitacionales pasar a convertirse en la necrpolis de la aljama durante lossiglos XII-XIII.Palabras clave: Excavacin, necrpolis islmica, ritual, vila.

    SummaryWe present the San Nicolas necropolis in Avila, Spain. The continuous settlement during Roman,

    Visigoth and Muslim times in old Avila is documented through this excavation. After the abandonment ofthe living nuclei, this site became the burial site of islamic quarter during the 12th and 13th centuries.Key Words: Excavation, moslem necropolis, ritual, Avila.

    Oppidum, n 4. IE Universidad. Segovia, 2008, 185-212 - I.S.S.N.: 1885-6292

  • El presente artculo pretende dar a conocer una de las campaas de excavacin arqueol-gica que se han practicado en la necrpolis de rito islmico de San Nicols, en vila. Nose trata ni de la ms extensa ni la que ha ofrecido resultados ms espectaculares, sin embar-go es representativa de la realidad del yacimiento, al menos en su uso como cementerio.En concreto, el trabajo, promovido y financiado por la Excma. Diputacin Provincial devila1, form parte del proyecto de urbanizacin denominado ARUP 1/2 de San Nicols2 y se llev a cabo entre los das 27 de Mayo y 24 de Junio de 20022. La parcela, con plan-ta prcticamente cuadrangular y unas dimensiones mximas de lado de 5451 x 5143metros, cuenta con una superficie total de 2564 m2 .

    El yacimiento de San Nicols se encontraba situado en una amplia parcela en elbarrio del mismo nombre, al sur de la ciudad; estaba delimitado, a grandes rasgos, por lacarretera de Toledo; el ro Adaja, la calle de la Mina y el Teso de la Luz (Fig. 1). Hay quesealar que de dicho yacimiento se han excavado en su totalidad las zonas que iban a serocupadas por las nuevas viviendas; sin embargo, los espacios comunes (viales, plazas)quedaron sin investigar, a modo de reserva de yacimiento3.

    El plan de actuacin establecido pretenda comprobar la extensin de la necr-polis hacia esta zona, as como si sta se superpona a una fase anterior de ocupacin. Esteextremo ya se haba documentado en diferentes reas del yacimiento, donde los enterra-mientos sellaban estructuras y niveles previos. Para abordar el trabajo se plante una seriede zanjas o trincheras distribuidas aleatoriamente por la parcela; en total, se excavaronocho zanjas de 2 metros de ancho por 10 de largo, lo que gener una superficie de exca-vacin de 160 m2 (Fig. 2).

    RResea histrica

    En general, los estudios sobre el establecimiento de poblacin musulmana en laciudad de vila coinciden en la dificultad de documentarlo de forma fehaciente puestoque existe un desconocimiento prcticamente absoluto de la historia abulense entre los

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    1 Nuestro agradecimiento a la Exma. Diputacin Provincial de vila, sin cuya colaboracin hubiera sido imposible larealizacin de estos trabajos.2 Sobre estos trabajos, realizados por la empresa Estudio de Arqueologa FORAMEN, S.L., se elabor un informe quese deposit en el Servicio Territorial de Cultura de la Junta de Castilla y Len en vila en Noviembre de 20023 La empresa Estudio de Arqueologa FORAMEN, S.L. intervino en todas las parcelas urbanizables, a excepcin de unapequea zona propiedad del Excmo. Ayuntamiento de vila. El informe final de dichas excavaciones se encuentra todavaen elaboracin, debido al ingente volumen de informacin rescatada (hay que tener en cuenta que se localizaron en tornoa 3000 enterramientos de rito islmico, adems de restos de poca prehistrica, romana y medieval anterior al cementerio-) y a la falta de recursos econmicos suficientes para acelerar su conclusin.

  • inicios del siglo VIII hasta fines del siglo XI4, momento coincidente con el cenit del poderislmico peninsular.

    Parece clara, como as lo estn manifestando las sucesivas excavaciones realizadasen vila, la existencia de un importante ncleo de poblacin en poca romana que tienecontinuidad en la etapa visigoda5. Con la debacle del reino toledano a manos de los ra-bes, la ocupacin de la Pennsula se realiza de una forma fulgurante; no se tienen noticiasdirectas sobre la toma de la ciudad en este momento pero que existe una ocupacin ismae-lita parece desprenderse de la Crnica de Alfonso I en la que se menciona, entre otras ciu-dades, vila: donde destruy fortaleza, dio muerte a sus defensores y, al regresar a Asturias, se llevconsigo a los cristianos6. Aparte de esta mencin, poco ms se puede decir de las referencias-menos de media docena-, entre cristianas y rabes, en las que se cita la ciudad en el per-odo de predominio musulmn en la Pennsula7.

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    Fig. 1. Localizacin del yacimiento en la trama urbana de vila.

    4 BARRIOS, 2000: 1955 BARRACA , 1990: 252-2546 MARTN, 2000: 1207 BARRIOS, 2000: 195

  • En cualquier caso, parece ser que desde la conquista hasta el siglo X, la zona abu-lense fue tierra de nadie8; sta se transforma en tierra de paso, tanto de cristianos hacia elSur -que no son capaces de extender hasta aqu su dominio-, como de musulmanes haciael Norte -poco interesados en controlar el territorio septentrional del Sistema Central-. Apartir del siglo XI, vila se integra en el mbito de influencia del reino taifa de Toledo9.

    La situacin de la ciudad en esta poca, v s p e ras de la conquista cristiana, d eba deser bastante dep l o rabl e, como parece intuirse por la decisin que adopta el rey castellanoFe rnando I de trasladar las reliquias de los mrt i res Vi c e n t e, S abina y Cristeta hasta luga re sms seg u ro s1 0. La situacin descrita parece que va a cambiar tras la conquista cristiana de laciudad de Toledo a finales de Mayo de 1085, momento en el que el equilibrio conseg u i d od u rante siglo y medio entre cristianos y musulmanes se rompe en beneficio de los primero s.

    La toma del reino toledano va a provocar la reaccin almorvide que, t ras las bat a-llas de Sagrajas y Ucl s, pone en peligro la reciente expansin cristiana; ante esta situacin,se hace impre s c i n d i ble aseg u rar la re t ag u a rdia y, en especial, la zona situada al Sur del Duerop e ro al Norte del Sistema Centra l1 1. A s , la ciudad de vila se ve inmersa en todo este pro-ceso de reconquista y rep o bl a c i n , un hecho que se re fleja en las crnicas medievales comolas de Ro d r i go Jimnez de Rada y Lucas de Tu y1 2. El citado proceso rep o bl a d o r, de acuer-

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    Fig. 2. Localizacin de los sondeos en la retcula establecida desde la primera campaa de excavacin.

    8 BARRIOS, 2000: 2019 MARTN, 2000: 12510 BARRIOS, 2000: 20611 BARRIOS, 2000: 229-23012 BARRIOS, 2000: 230

  • do con todo lo ex p u e s t o, se puede datar en la ltima dcada del siglo XI; en vila re s p o n-de en concreto a la iniciat iva del conde Ra i mundo de Borgoa quien, por mandato del reyA l fonso VI su suegro - , l l eva a cabo un plan organizado de ocupacin definitiva y de ord e-nacin sociopoltica del terr i t o r i o. Pa ra ello contar con un grupo humano heterog n e odesde los puntos de vista tnico, c u l t u ral y re l i g i o s o, en el que se re n e n , adems de losm o ra d o res cristianos, i m p o rtantes minoras de musulmanes y heb re o s1 3.

    El origen y procedencia de los rep o bl a d o res cristianos es re l at ivamente bien cono-cido a travs de las fuentes documentales medieva l e s ; a s , se encuentran grupos originariosde la zona septentrional de la Pennsula Ibrica entre los que destacan los nat u rales de lap ropia Castilla, de Galicia, N ava rra y de la zona de La Rioja. Sin embargo, con respecto ala poblacin mu s u l m a n a , conocer su origen es ms pro bl e m t i c o1 4. La primera noticia escri-ta sobre este grupo es del ao 1185, momento en el que en la ciudad de vila se dirimes o b re la conve rsin al cristianismo de los sarra c e n o s, f u e ran stos libres o escl avo s1 5. D e s d eeste momento en adelante, esta minora acaba fo rmando una de las moreras ms impor-tantes de la Meseta Nort e, siendo la relacin numrica entre los dife rentes grupos confe-sionales a principios del siglo XIV de 20 musulmanes y 25 judos por cada 90 cristianos, l oque supone un millar de islmicos en una poblacin total de unos 6600 hab i t a n t e s1 6.

    Pese a ciertas carencias en la documentacin, s se puede indicar que esta comu-nidad a finales del siglo XIII y principios del XIV est los suficientemente articulada comopara pagar la elevada renta que abonaba al cabildo, exactamente 6515 maraveds; se trata,junto con la de Segovia, de una de las rentas ms altas que se pagan en la regin17. Otrode los aspectos que manifiestan su importancia y organizacin es el hecho de poseer msde una mezquita en la ciudad y su propio alfaqu18.

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    13 BARRIOS, 2000: 30414 Serafn de Tapia, en su libro La comunidad morisca de vila, sistematiza y argumenta tres teoras sobre el origen delos pobladores musulmanes abulenses: la primera indica la posibilidad de que en zonas rurales alejadas de las vas impor-tantes de comunicacin permanecieran grupos de musulmanes, sobre todo campesinos, que posteriormente fueron asimi-lados. La segunda hace hincapi en el fenmeno de los cautivos, segn el autor ms numerosos, especialmente frecuente enlos aos del declive almorvide y an despus. Por ltimo, habla de un posible movimiento demogrfico Sur-Norte, funda-mentalmente tras la desaparicin en 1085 del reino taifa de Toledo; esta llegada sera de carcter voluntario. DE TAPIA,1991: 48-4915 BARRIOS, 2000: 30516 BARRIOS, 2000: 305-30617 DE TAPIA, 1991: 50 y 5418 DE TAPIA, 1991: 55. Este autor ha identificado los diferentes almagides o mezquitas existentes: ... de la villa, esta-ba intramuros, en la cuadrilla de San Esteban...fuera del recinto que ms tarde ocupar la morera...Otro almagid es el quese encontraba junto a la iglesia de La Magdalena, extramuros pero tambin fuera de lo que ser la morera; se trata del desig-nado en las fuentes de la poca como almagid de la Solana. Al sur de la ciudad, en el corazn de la morera y cerca de laiglesia romnica de San Nicols, se encontraba documentado desde 1403- el almagid de la Alquibla que desde la des-aparicin de los anteriores adquiere importancia, ya que a partir de 1482 los ms ricos de entre los moros se asentaran enaquella zona...en los arrabales del sur...la morera del Berrocal, el barrio de mayor densidad mora, donde posiblemente enlas ltimas dcadas del siglo XV se construy el almagid nuevo... (DE TAPIA, 1991: 61-62).

  • En cuanto a la ubicacin de este grupo urbano dentro la ciudad, vari a lo largodel tiempo; a principios del siglo XIV se localizaban en el sector Norte de la parte baja delinterior de las murallas, es decir en torno a la calle de Covaleda en las inmediaciones dela iglesia de San Esteban- y en los arrabales del Sur de la ciudad19. Parece tratarse de unmomento de convivencia pacfica entre las diferentes comunidades tnico-religiosas quepueblan el ncleo urbano, sin que se tengan noticias de conflictos ni roces importantesentre ellas: esta afirmacin parece demostrarse en el asentamiento, con mezquita incluida,de la minora islmica al interior del recinto murado (aunque siempre con ciertas limita-ciones impuestas por el poder cristiano).

    El momento lgido de este grupo humano se produce en la segunda mitad delsiglo XIII, cuando se redacta una legislacin condescendiente hacia la poblacin musul-mana; este hecho viene motivado por la necesidad de las sociedades cristianas de contarcon ellos para el desarrollo econmico y social de los ncleos urbanos. Esta situacin debenevolencia hacia los mudjares tendr lugar en pocas en las que su capacidad demo-grfica y laboral se consideraba fundamental20. Desde el siglo XIV, la morera abulense estconsolidada y considerada como una de las ms importantes del reino y cuenta con supropia magistratura, encarnada en la figura de alcaldes de moros21.

    A pesar de la consolidacin mencionada de la aljama, a lo largo del ltimo cuar-to del siglo XIV y durante todo el siglo XV se asiste a una etapa de tensiones e intoleran-cias por parte del poder cristiano. La enumeracin de las medidas restrictivas promulga-das en Cortes con el afn de limitar la actividad econmica y social de las minoras resul-tara prolija; sin embargo y a modo de ejemplo, cabe citar alguna de ellas: el nuevo impues-to especfico para musulmanes y judos castellanos, el denominado Servicio y Medio Servicio22,establecido en 1388; el Ordenamiento de Catalina de Lancaster en 1408 por el cual se obli-ga a los moros a llevar seales distintivas23; otro Ordenamiento de la misma reina, fechadoen 1412, mucho ms restrictivo, pretende ordenar y limitar todos los aspectos de la vidasocial como obligarles a vivir en barrios aparte, prohibirles ejercer determinados oficios,as como de convivir con los cristianos o de desplazarse de lugar de residencia24. Aunqueparece que estas medidas fueron poco aplicadas o impuestas sobre la comunidad abulen-se, s provocaron un movimiento de la poblacin desde diferentes zonas de la ciudad hacialos arrabales del sur, lugar en donde se establecer definitivamente la morera a partir de

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    19 BARRIOS, 2000: 30620 DE TAPIA, 1991: 5221 ...en 1305, los mudjares murcianos recibirn un privilegio real en el que se les reconoce el derecho de ser juzgadospor sus propios alcaldes; tambin est documentada la existencia de alcaldes moros en vila desde 1371. (DE TAPIA,1991: 55)22 DE TAPIA, 1991: 5623 DE TAPIA, 1991: 5724 DE TAPIA, 1991: 57

  • 1482. Se generan dos ncleos fundamentales: la morera de la Alquibla, situada en las cer-canas de la iglesia de San Nicols y la morera del Berrocal, cerca de la iglesia de laTrinidad; en el primero de ellos se asientan las clases ms pudientes mientras que el segun-do se convierte en un barrio mucho ms popular25. Sin embargo, debido a la escasa docu-mentacin resulta complicado situar los diferentes cementerios o maqabir (osario u hon -sarios de la documentacin) con los que cont esta poblacin. A travs de las fuentes his-tricas parece que existieron al menos otras dos necrpolis diferentes a la de San Nicols:una de ellas estara situada en la zona del convento de Santa Ana lugar en el que losmonumentos funerarios (cipos) fueron reaprovechados para la construccin de las tapiasdel edificio26-; la otra se situara cerca del puente de Sancti Spritu27.

    Excavacin arqueolgica en la zona suroeste de la maqbara de San Nicols

    Como ya est indicado, se establecieron un total de ocho sondeos distribuidos poraquellas zonas de la parcela libres de trabas con el fin de abarcar y comprobar el rea delyacimiento ocupado por la necrpolis de rito islmico y toda una serie de estructuras pre-vias a ese momento ya documentadas en fases anteriores (Fig. 2).

    Sondeo 1

    Localizado entre los cuadros B-9 y B-10 (Fig. 2 ) , con unas dimensiones de 2 x10 metros (al igual que el resto de los sondeos pra c t i c a d o s, a exc epcin del sondeo 8que por necesidades de espacio se plante con unas medidas de 2 x 6 metro s ) , lo quegener una superficie total de exc avacin de 20 m2 ( F i g. 3 ; L m . I ) . En este rea sedocument un total de 15 fo s a s, p e ro nicamente 13 pre s e n t aban inhumacin. To d a sellas son fosas simples con planta ms o menos rectangular y ngulos re d o n d e a d o s,talladas sobre el sustrato nat u ral (en este caso, a renas de grano grueso procedentes dela descomposicin del gra n i t o).

    Las inhumaciones ocupan prcticamente sin interrupciones todo el re a , d o c u-mentndose en esta zona dos lneas perfectamente definidas y, p o s i blemente en elngulo Noroeste del sondeo, el inicio de una terc e ra (Lm.II). En este sector, la distri-bucin de las inhumaciones se realiza en un slo nive l , encontrndose las mismas en

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    25 DE TAPIA, 1991: 61-6226 RUIZ, 1998: 11227 BELMONTE, 1997: 59

  • un estado de conservacin bastante acep t abl e. Los cadve re s, re l at ivamente cerc a n o sunos a otro s, p resentan siempre la misma disposicin: decbito lat e ral dere cho conp i e rnas estiradas o lige ramente fl exionadas y bra zos a lo largo del cuerp o, d e s c a n s a n-do sus manos en la zona pbica. En cuanto a la orientacin, sta es bsicamente lamisma para todos aunque con lige ras desviaciones: O-E -cab eza y pies, re s p e c t iva m e n-te- (con va l o res comprendidos entre los 260 y 275 de LN); la cab eza mira hacia el S(con va l o res comprendidos entre los 175 y 185 de LN) aunque en dos casos losnu m e rados con el 11019 y el 11028- la posicin de la cab eza es hacia el SE (160 y 170L N, re s p e c t iva m e n t e ) .

    La adaptacin del cuerpo al terreno se produce fundamentalmente en el crneo,p e r fectamente asentado en el terre n o, y en los pies, l i ge ramente elevados con respecto alt ro n c o. H ay que sealar que se han documentado al menos tres inhumaciones con re s t o sde madera pero en un estado psimo de conserva c i n . La existencia de los citados re s-tos de madera , unida al hundimiento anatmico que presenta la estru c t u ra sea, h a c epensar que los cadve res se dep o s i t aban en hueco, es decir, que la fosa debi tener cubri-cin en todos los casos, siendo de madera las nicas documentadas. A s , se ha podidodefinir el tipo de proteccin con el que contaban alguna de las inhumaciones: dos tabl o-nes longitudinales apeados por otros dos ms cortos en la cab e c e ra y a los pies (a modode un autntico encofrado que sustentara el permetro de la fo s a ) ; s o b re ellas se dispon-an toda una serie de tablas tra n s ve rsales y longitudinales que dejaban libre la zona delfo n d o. Por todo lo expuesto resulta difcil hablar de at a d e s , p refiriendo el trm i n o c a j a . A esto ayuda el hecho de la postura forzada en la que se dep o s i t aba el cadve r,

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    Fig. 3. Sondeos 1 y 2.

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    Lm. 1. Vista general del Sondeo 1, una vez exhumados los restos cadavricos. Se aprecia la distribucin de las tumbas endos calles paralelas.

    Lm. 2. Sondeo 1. Detalle de una inhumacin infantil que se inclua bajo el perfil Este del sondeo; estos enterramientos seterminaron de excabar en la campaa posterior.

  • i m p o s i ble de mantener dentro de un habitculo con fo n d o ; a d e m s, s egn el rito islmi-c o, el cuerpo debe de permanecer en contacto con la tierra . En re s u m e n , una vez pra c t i-cada la fosa se re forzaran los lat e rales con tablones sin cl avar entre ellos, como pare c ed e s p re n d e rse de la prctica ausencia de cl avo s ; se depositara el cadver siguiendo las nor-mas rituales y se cubrira con otras tablas a modo de tap a . S o b re l se acumulara la tie-rra y, aunque no es el caso de esta zo n a , se sealara el enterramiento mediante cipos om a q ab r i ya s, o ambos elementos juntos.

    Sondeo 2

    Localizado entre los cuadros B-8 y B-9 (Fig. 2), presentaba las mismas dimensio-nes que el anterior, es decir 2 x 10 metros. En este rea de excavacin se documentaronun total de 21 fosas, todas ellas con restos cadavricos individualizados con los nmeroscomprendidos entre el 11046 y el 11106 (Fig. 3; Lm. III).

    Los parmetros de ocupacin no difieren bsicamente de lo visto en el anteriorsondeo; sin embargo, en esta zona hay ms densidad y, en un solo caso, una fosa seccio-na a otra (concretamente se trata de la inhumacin 11094, seccionada en su lado sur porla inhumacin 11097) aunque sin llegar a alterar el depsito anterior (Lm. IV).

    Las fosas son tambin simples y estn excavadas sobre el sustrato natural, contipos similares a los del sondeo anterior. Ahora bien, hay que destacar la presencia de una

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    Lm. 3. Sondeo 2. Vista general desde el Sur. Se puede apreciar la existencia de hasta tres calles paralelas y diferentes tiposde estructuras funerarias.

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    Fig. 4. Sondeo 3, I y II Fases.

    Lm. 4. Sondeo 2. Inhumaciones infantiles situadas a diferentes profundidades. Se puede observar que el estado de con-servacin era deficiente debido al grado de acidez de las arenas fsiles producto de la descomposicin de granito.

  • de ellas que presenta refuerzos laterales de lajas de piedra dispuestas verticalmente y ado-bes; en concreto, se trata de la tumba individualizada con el nmero 11103. De igualmodo, se documentan elementos de refuerzo o, posiblemente, de cimentacin para lasealizacin de la tumba localizados normalmente a la cabecera o a los pies de las inhu-maciones-; dentro de este rea, se observa este hecho en las numeradas como 11061,11067 y 11106 (en la zona de la cabecera); 11094 y 11097 (a los pies); 11058 (en los late-rales de la parte inferior de la tumba). Las inhumaciones, en posicin de decbito lateralderecho, se disponen en tres calles perfectamente definidas pero se aprecia cmo la orien-tacin de las mismas vara ligeramente segn se desplazan hacia el Norte. As, las situadasen la mitad meridional del sondeo presentan una orientacin prcticamente Este-Oeste(cara dirigida hacia el Sur); esta posicin va modificndose hasta encontrar en el extremoseptentrional la inhumacin nmero 11046, con una orientacin SO-NE (240 LN) y elrostro ligeramente desviado hacia el Suroeste (200 LN).

    Sondeo 3

    Localizado entre los cuadros B-9 y C-9 (Fig. 2), presentaba las mismas dimensio-nes que los anteriores. En este caso se documentaron un total de 18 inhumaciones indivi-dualizadas con los nmeros comprendidos entre el 11109 y el 11139; 11145 al 11154;11205, 11217 y 11220.

    La densidad de ocupacin en este rea de la necrpolis es algo menor que lo des-

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    Lm. 5. Sondeo 3. Superposicin de enterramientos infantiles sobre inhumaciones anteriores de adultos.

  • crito en los dos sondeos anteriores. Eso s, se reproduce el hecho de que una fosa corte aotra (concretamente la inhumacin 11139 est seccionada en su lado Este por la inhuma-cin 11124 y sta, a su vez, es tocada en su lado Norte por la inhumacin infantil 11127).Por el contrario, se documenta algo no visto hasta el momento: la superposicin de inhu-maciones (Fig. 4; Lm. V). As, el depsito 11136 se deposita directamente sobre 11205mientras que 11121 se sita sobre 11145. En ambos casos las inhumaciones ms moder-nas afectan directamente los depsitos anteriores.

    Los cadveres se depositan en fosas simples excavadas sobre el sustrato natural.Tambin hay que sealar la presencia de refuerzos laterales, concretamente en las inhuma-ciones 11112, 11139 y 11133, en donde lajas dispuestas verticalmente se disponen en lazona de la cabecera. Por ltimo, en cuanto a las estructuras hay que sealar que algunasde las fosas estaban complementadas con elementos de madera.

    Las inhumaciones, en la posicin habitual, se disponen bsicamente en tres callesparalelas y orientadas Norte-Sur. Por lo que respecta a la posicin de los restos cadavri-cos, sta sigue las pautas ya vistas en anteriores sondeos: O-E para cabeza y pies, respec-tivamente, cara hacia el Sur con tan slo dos casos de desviacin hacia el SE.

    Sondeo 4

    Localizado entre los cuadros B-9 y C-9 (Fig. 2 ) , p re s e n t aba las mismas dimensionesque los anteriore s. En este rea de exc avacin tan slo se documentaron dos inhumacionescompletas (individualizadas con los nmeros 11190 y 11193 e indicios de, al menos, o t ras doso tres ms, totalmente destruidas (situadas a una cota superior a las anteriores) (Fig. 5 ) . E ncuanto al rito, es idntico al descrito en las anteriores zonas de interve n c i n : las inhumacio-nes se depositan en fosas simples, en posicin de decbito lat e ral dere cho con orientacinOeste-Este (cara girada hacia el Sur). En este caso no se han documentado ni estru c t u ras dere f u e r zo ni restos de madera , quizs por lo afectadas que se encontraban ambas tumbas.

    La escasa densidad de ocupacin no supone que se trate de una zona libre delcementerio o de uno los lmites del mismo. La ausencia de tumbas viene definida por laexistencia de una enorme estructura negativa posterior a los enterramientos que en su des-arrollo llega a seccionar una de las fosas. En su colmatacin se document toda una seriede restos seos humanos sin conexin anatmica, restos de madera, elementos de ajuarfunerario (en concreto, un anillo) y cermicas con vedro plmbeo-estannfero en ambascaras, de cronologa moderna (siglos XVII/XVIII).

    Desde el punto de vista estratigrfico, hay que indicar tambin que las inhuma-ciones sellan a su vez a otra estructura negativa, casi con toda seguridad un pozo, relacio-nada con la etapa de ocupacin de tipo hbitat que se dio en esta zona del yacimiento enpoca medieval, antes de su uso como necrpolis.

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  • Sondeo 5

    Situado entre los cuadros B-11 y C-11 (Fig. 2), cont con unas dimensiones simi-lares a los ya descritos. En este rea de excavacin se document un total de 12 inhuma-ciones, individualizadas con los nmeros comprendidos entre el 11157 y el 11187, ademsdel 11142 (Fig. 5).

    Como ya est indicado, las tumbas se organizan en tres calles o lneas paralelascon orientacin, grosso modo, Norte-Sur. Adems, estn excavadas en el terreno natural, setrata de fosas individuales con planta ms o menos rectangular y ngulos redondeados quese disponen en un solo nivel. En algn caso se aprecia refuerzo en los laterales; es el casode la inhumacin 11181, donde se document un aparejo realizado a base piedras depequeo tamao en su lado Sur. Por otro lado, hay que indicar que, tanto esta inhumacincomo 11184 y, en menor medida, 11178 seccionan la cimentacin de una antigua estruc-tura muraria casi con toda seguridad relacionada con el rea de habitacin medieval pre-via a la necrpolis islmica (Lm. VI).

    En esta zo n a , la distribucin de las inhumaciones se realiza en un slo nive l ; e lestado de conservacin es muy desigual, c o existiendo fosas con enterramientos comple-tos con otras en las que apenas se conservan restos cadav r i c o s. Re l at ivamente sep a ra-das unas de otra s, p resentan siempre la misma posicin: decbito lat e ral dere cho con

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    Fig. 5. Sondeos 4 y 5..

  • p i e rnas estiradas o lige ramente fl exionadas y bra zos a lo largo del cuerp o, d e s c a n s a n d osus manos en la zona pbica. La orientacin es bsicamente la misma para todas, a u n-que con lige ras desviaciones en una de ellas (11172): O-E -cab eza y pies, re s p e c t iva m e n-te- (con va l o res comprendidos entre los 260 y 270 de LN); la cara , vuelta hacia el S(180 de LN).

    Tambin hay que sealar que se han documentado restos de madera (Lm. VII),concretamente en las individualizadas con los nmeros 11142 y 11178. En ambas, se apre-cia claramente lo que en otros casos tan slo se haba intuido: un armazn de madera sinclavar que refuerza los laterales y la cubierta, dejando libre la parte inferior de la fosa.

    Sondeo 6

    Localizado entre los cuadros B-8 y C-8 (Fig. 2), tan slo se document una inhu-macin casi completa, aunque se observ la existencia de al menos otras tres ms. Sinembargo, dos de ellas se encontraron parcialmente destruidas por las labores efectuadasen este rea en una poca histrica posterior a su uso como necrpolis y de la tercera tanslo se pudieron documentar las piernas por incluirse el resto de la inhumacin bajo elperfil Norte de la misma (Fig. 6; Lm. VIII).

    Este sondeo, ubicado en paralelo al sondeo 4, p re s e n t aba caractersticas comu n e scon este ltimo: escasa densidad de ocupacin y un gran sector libre de inhumaciones. S i ne m b a rgo, como ya se coment, este vaco no significa que nos encontremos ante una zo n a

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    Lm. 6. Sondeo 5. Calle de inhumaciones que secciona los restos de un muro anterior.

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    Fig. 6. Sondeos 6 y 7.

    Lm. 7. Sondeo 5. Detalle de una inhumacin depositada en el interior de una estructura de madera.

  • l i b re de inhumaciones o ante uno de los lmites del cementerio; la ausencia de tumbas se jus-tifica al estar la zona afectada por una enorme estru c t u ra negat iva (ya documentada en elSondeo 4) que secciona cl a ramente dos enterramientos (de uno tan slo se conservan re s-tos de los pies, m i e n t ras que del otro falta la prctica totalidad de la parte superior de lae s t ru c t u ra sea). H ay que sealar tambin que, fo rmando parte de la colmatacin de estae s t ru c t u ra negat iva se document toda una serie de restos seos humanos sin conexin ana-tmica as como abundantes trozos de madera pertenecientes a dife rentes inhumacionesd e s ap a re c i d a s. Junto a todo esto fueron hallados escasos fragmentos cermicos, algunos convedro plmbeo-estannfe ro en ambas caras y cro n o l oga moderna (siglos XVI/XVII).

    En cuanto a las caractersticas de los enterramientos, siguen las pautas sealadashasta ahora: posicin de decbito lateral derecho con manos en la zona pbica y piernasms o menos flexionadas. La orientacin no es uniforme; la ms comn es O-E, presen-te en toda la calle de inhumaciones cortada por la gran estructura negativa. Sin embar-go, la lnea de tumbas situada al Este de la anterior sufre una ligera variacin: SO-NE 250LN con la cara orientada hacia el SE 160 LN. Por ltimo, hay que indicar que dos de ellaspresentan restos de caja de madera en los laterales as como piedras de refuerzo de media-no tamao a los pies (Lm. IX).

    Sondeo 7

    Situado entre los cuadros C-10 y D-10 (Fig. 2), es decir, al Suroeste de la zona de

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    Lm. 8. Sondeo 6. Vista general una vez exhumados los restos cadavricos y sondeada la gran estructura negativa que losafactaba.

  • excavacin, este sondeo se ubic en este sector con el fin de comprobar si los resultadosobtenidos en esta fase resultaban coincidentes con los obtenidos en intervenciones ante-riores en el yacimiento. Se intentaba definir el lmite al Oeste de la maqbara; los hallazgospusieron de manifiesto lo ya intuido: enterramientos en la zona Este del rea y prctica-mente libre el Oeste. En este sector de excavacin se documentaron tan slo 5 inhuma-ciones, cuatro adultos y un nio (Fig. 6; Lm. X).

    Las pautas de ocupacin en este rea de la necrpolis no varan con respecto a loanteriormente expuesto: organizacin en calles o lneas paralelas dos en este caso- con

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    Lm. 10. Sondeo 7. Vista general una vez finalizada la excavacin. En primer plano, fosas de inhumacin.

    Lm. 9. Sondeo 6. Detalle de una inhumacin en el interior de una estructura de madera.

  • una orientacin, a grandes rasgos, Norte-Sur. Excavadas en el terreno natural, las fosasson individuales (planta ms o menos rectangular y ngulos redondeados), disponindosetan slo en un nivel. Pese a que slo se document un nico tipo de fosa, hay que sea-lar que una de ellas cuenta con una serie de piedras de refuerzo tanto a los pies como enel lateral Sur; asimismo, cabe resaltar la presencia de madera, en tres de los casos, paracubrir los enterramientos.

    Las inhumaciones, relativamente separadas entre si, presentan la disposicin yavista en el resto del yacimiento y comentada en los casos anteriores (Lm. XI). La orien-tacin es bsicamente la misma para todas aunque con ligeras desviaciones en algunas deellas: O-E cabeza/pies, respectivamente- (con valores de 260 de LN); la cabeza mirahacia el Sureste (150/155 de LN).

    Sondeo 8

    Ubicado en el rea D-9 (Fig. 2), result ser el ms pequeo de todos: 6 metros delargo por 2 metros de ancho. Localizado cerca del extremo Este de la parcela, se planteas en un intento de comprobar al igual que en el sondeo anterior- el lmite de la necr-polis en este sector (Fig. 7).

    En cuanto a los resultados, tan slo se puede destacar la existencia de un poten-te nivel de color gris ceniciento depositado directamente sobre el sustrato natural que, altiempo, sellaba una estructura negativa de considerables dimensiones y su correspondien-te colmatacin.

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    Lm. 11. Sondeo 7. Detalle de una inhumacin en fosa simple. Se observa la posicin de decbito lateral derecho.

  • Conclusiones

    A la luz de los resultados obtenidos se pueden sealar bsicamente tres fa s e sde ocupacin perfectamente definidas en esta zona del ya c i m i e n t o. El primer momen-t o, de cro n o l oga medieva l , estara rep resentado por una ocupacin del espacio de tipoh ab i t a c i n ; a una segunda etap a , d e n t ro de la misma Edad Media, c o rrespondera la uti-lizacin de la zona como necrpolis de rito islmico. F i n a l m e n t e, la terc e ra fa s e, mu ch oms dilatada en el tiempo y ya correspondiente a la Edad Modern a , se relacionara conlas dife rentes funciones que la finca tuvo al entrar en desuso el espacio como zo n ac e m e n t e r i a l .

    Por lo que respecta a la primera fase de ocupacin, ampliamente documentada enanteriores intervenciones, apenas se manifiesta en este caso y se reduce tan slo a peque-as manchas cenicientas, estructuras negativas tipo pozo y la cimentacin de un muro.Todas ellas se encuentran selladas, cortadas y, hasta cierto punto alteradas, por las inhu-maciones de rito islmico. En cuanto a su datacin, sta viene proporcionada no slo porla cultura material recuperada sino tambin por su propia posicin estratigrfica. Losmateriales cermicos, aunque no muy abundantes, s son enormemente significativos,encontrando representadas y asociadas tanto producciones elaboradas a torno como a tor-neta, con pastas relativamente cuidadas de tonalidad anaranjada o gris. Por lo que respec-ta al repertorio formal es poco variado, dominando la forma olla aunque, en mucha menormedida, se documentan tambin cntaros, tapaderas y formas cerradas del tipo jarra ojarrita; las decoraciones, cuando existen, se reducen a bruidos irregulares o engobes de

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    Fig. 7. Sondeo 8.

  • color rojizo o anaranjado mate. Todo lo expuesto permite datar el conjunto en unmomento indeterminado entre los siglos XII y XIII.

    La segunda etapa de ocupacin corresponde al momento de uso de este espaciocomo necrpolis de la minora islmica abulense. Se trata de la fase de mxima utilizacindel espacio, prcticamente sin zonas libres de inhumaciones (en los casos en los que se hapodido documentar esta ausencia de enterramientos, sta se ha debido a remociones yalteraciones del terreno posteriores al cementerio). Se trata de una necrpolis de rgidaortodoxia islmica en la que todos los cadveres, siguiendo los preceptos religiosos, fue-ron depositados en posicin de decbito lateral derecho -con una orientacin Oeste-Esteo Noroeste-Sureste-; el rostro orientado al Sur o al Sureste, las manos juntas en la zonapbica y las piernas ligeramente flexionadas o estiradas (este ltimo aspecto quizs seadebido al diferente grado de rigidez que presentara el cadver en el momento de la inhu-macin).

    Segn el ritual islmico y su escatologa, se enterraba a los muertos a las salidasde las ciudades, cerca de caminos o vas, en un intento segn algunos autores- de facili-tar la comunicacin espiritual con los difuntos y rendirles homenaje en ciertos aniversa-rios28. As, esta caracterstica en cuanto a la ubicacin de los cementerios se observa endiferentes necrpolis: es el caso de Yabal Faruh (Mlaga), donde la necrpolis se sita enuna ladera en la falda del monte de Gibralfaro cercana a la Puerta de Granada29; algo simi-lar ocurre con los cementerios almerienses, caso del situado al exterior de la Puerta dePurchena maqbarat bab Bayyana- o del denominado del Aljibe maqbarat al-Hawd- ubicadoa la orilla del mar en el Llano del Cordonero30; tambin, las necrpolis islmicas zarago-zanas de Bab-Tulaytula y Bab-al-Quibla se ubicaban a la salida de la medina en sus puertasoccidental y oriental, respectivamente31; igualmente, este hecho se documenta en Granada,en donde la extensa maqbara de Puerta Elvira o de Sahl ben Malik se sita al exterior delncleo murado aunque en este caso cuente con su propia cerca de proteccin32. Tambin,prximas a vas de comunicacin y extramuros, antes de que sean englobadas dentro delpermetro urbano durante los siglos XII y XIII, se sitan las necrpolis denominadas deSanta Eulalia, San Pedro y San Nicols, en Murcia33. En la ciudad de Valencia, el cemen-terio islmico estaba ubicado extramuros aunque muy cerca de la muralla, entre dos de susp u e rt a s, la de Bab Al-Hanax o de La Culeb ra y la de Al-Qantara. En Va s c o s(Navalmoralejo, Toledo), los dos cementerios documentados, el del Oeste y el del Sur, pre-sentan las mismas caractersticas de ubicacin que los descritos hasta el momento: extra-

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    28 CARA, 1990: 7729 FERNNDEZ, 1995: 3930 MARTNEZ, MELLADO, MUOZ, 1995: 84-8531 GALVE, 1995: 11932 LPEZ, FRESNEDA, TORO, PEA, ARROYO, 1995: 13733 ROBLES, RAMREZ, NAVARRO, 1993: 96

  • muros e inmediatos a las vas de acceso34. El mismo fenmeno se reproduce en otros luga-res de la Pennsula con necrpolis de rito islmico, algo ya sealado por Torres Balbs ensus estudios publicados al respecto35.

    En el caso concreto de la necrpolis abulense de San Nicols, el sistema habitualde enterramiento consista en practicar fosas de planta rectangular o trapezoidal no muyprofundas, ordenadas en calles relativamente bien definidas. En algunas ocasiones, depen-diendo del grado de dureza del terreno, se reforzaban los laterales con toda una serie deelementos ptreos o, ms comnmente, con tinglados de madera dispuestos de tal formaque permitieran el depsito del cadver en hueco. Este hecho se fundamenta en la con-cepcin islmica del mundo de ultratumba segn la cual el fallecido deba poder hincarsede rodillas y responder al ser preguntado por los dos ngeles36. Esta cuestin parece versereforzada al observar la posicin de los restos cadavricos; en todos los casos presentanhundimiento y desplazamiento de la estructura sea hacia adelante o hacia atrs una vezdesaparecidas las partes blandas-, lo que podra indicar que el individuo se mantuvo en unmedio areo antes de que se produjera la colmatacin de la tumba. Siguiendo la tradicinse puede reconstruir parte del rito que se segua a la hora de inhumar los cadveres: den-tro ...de un sudario blanco, anudado en sus extremos, que despus se soltaba. Iba vestido con un cami -sn blanco sin coser y pantalones del mismo tejido, cubrindose la cabeza y el rostro...37. Esta costum-bre tan austera se ve reforzada por la casi total ausencia de ajuares funerarios; as, en elmejor de los casos, tan slo se han documentado pequeas y modestas joyas como anilloso pendientes. Todo lo expuesto hace que resulte complicado hablar de estratificacinsocial dentro de la comunidad mudjar por lo que respecta al mundo de la muerte, almenos que sta se mostrase a travs de los monumentos funerarios actualmente desapa-recidos.

    Si poco variado es el rito de deposicin y orientacin de los cadveres, la tipolo-ga de las fosas documentadas an lo es menos. Bsicamente, se trata de fosas simplesexcavadas en el sustrato natural que, en el mejor de los casos, presentan refuerzos puntua-les de piedras tanto en los laterales como en los extremos, posiblemente relacionados conla estructura de sealizacin de la tumba.

    Tan slo en un caso se puede hablar de autnticos muretes de delimitacin de loslaterales: una de las fosas del Sondeo 2 estaba construida con lajas granticas de medianoy pequeo tamao, dispuestas verticalmente. Sin embargo, son ms comunes los refuer-zos de madera, documentados en un buen nmero de tumbas.

    Los tipos de enterramientos aqu expuestos estn registrados ampliamente en

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    34 IZQUIERDO, 1989: 39135 TORRES, 1957: 131-19136 LPEZ, FRESNEDA, TORO, PEA, ARROYO, 1995: 14837 CARA, 1990: 77

  • otras necrpolis peninsulares; as, las inhumaciones en fosa simple talladas en el sustratonatural parecen ser las ms abundantes y se documentan en la prctica totalidad de lasnecrpolis excavadas hasta el momento. En muchos casos se consideran como las demayor antigedad, aunque la abundancia de este tipo de estructuras funerarias y su ampliadifusin quiz sea debido a que la doctrina jurdico-religiosa de Malic ben Anas prescribeque las fosas no deben ser muy profundas y que deban cavarse en la misma tierra sin obrahecha de yeso o fbrica que use barro38. As, en Mlaga, tanto en el yacimiento de la Marinacomo en Bezmiliana, se documenta lo que algunos autores han denominado Tipo 1 defosa simple en arena, fechado en el siglo IX39; tambin, las denominadas fosas enalcan del Circo Romano de Toledo, datadas entre los siglos IX y XI, podran servircomo paralelo de las abulenses40. El mismo fenmeno se produce en los cementerios dela Puerta de Toledo de Zaragoza (siglos IX al XII)41, San Nicols de Murcia42, Almera43,Puerta Elvira de Granada44, Vascos (Navalmoralejo, Toledo) -tanto en el cementerio Surcomo en el Oeste, ambos datados por sus excavadores entre el siglo X y XI-45 y en el dela calle Polo de Medina en Murcia, ubicado en pleno centro de la medina islmica y aban-donado, segn su excavador, ya en el siglo XIII-46.

    An aceptando esta antigedad, lo que s parece claro es que el tipo de fosa sim-ple se mantiene como uno de los ms comunes en los cementerios de islmicos posterio-res a la reconquista cristiana. Este es el caso de las necrpolis valencianas de Bellreguard,Vilallonga, Parcent, Confrides, Benmer (pedana de Muro de Alcoi) y del grupo situadoen el piedemonte de la Sierra de Benicadelly: Rugat, Montegerev, Beniatjar y Castell deRugat47, adems de la de LAlmoina fechada entre los siglos XI y XIII-48. El mismo fen-meno se ve reproducido en los escasos cementerios islmicos documentados en la comu-nidad autnoma de Castilla y Len; se documentan fosas simples excavadas en el terrenonatural en el Alto del Val (Adradas, Soria), la Casa de la Beneficencia de Valladolid y enSanta Clara de Cullar (Segovia)49. La primera de ellas se fecha en torno a los siglos X-XIaunque los autores de la intervencin arqueolgica sealan su pervivencia hasta el sigloXII o etapas posteriores50; las necrpolis restantes se corresponderan a una poca ms

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    38 NAVARRO, 1985: 1039 PERAL, 1995: 2640 DE JUAN, 1986: 645 y 647.41 GALVE, 1995: 12742 NAVARRO, 1986: 1043 MARTNEZ, MELLADO y MUOZ, 1995: 90 y ss.44 LPEZ, FRESNEDA, TORO, PEA y ARROYO, 1995: 14245 IZQUIERDO, 1989: 391-39346 POZO, 1989: 413-41547 MART, CARDONA, 1989: 397-40148 PASCUAL, 1989: 406-40749 RUIZ et alii, 1993: 207-21850 RUIZ et alii, 1993: 211

  • avanzada: a partir del siglo XIII, centradas en el siglo XIV51 y llegando, en el caso deCullar, hasta finales del siglo XV52.

    En cuanto a la tipologa de las fosas existe otra variedad tambin documentadaen esta necrpolis. Nos estamos refiriendo a la que presenta refuerzos laterales de fbricaa base de lajas granticas de mediano y gran tamao; este ejemplo podra relacionarse conel denominado Tipo H de las establecidas para la necrpolis de Yabal Faruh, en Mlaga53.De todas formas, fosas con refuerzos laterales de diferentes materiales se documentan enla prctica totalidad de las necrpolis, sin que ello quiera indicar que se trate de tipos dife-renciados sino que ms bien se emplea aquello que se tiene ms a mano, sean ladrillos,adobes o piedras.

    Por lo que respecta al uso de madera dentro de la estructura funeraria atades54,segn algunos autores-, podra ser una degeneracin de poca mudjar y se consideracomo una desviacin del ritual islmico a causa de la presin cristiana sobre los moriscos55.En cualquier caso, el uso de atades parece imponerse en las necrpolis urbanas entrefines del siglo XI y principios del XII56. Esta teora se reafirma al no encontrar indicio desu utilizacin en los cementerios ms antiguos, ni en San Nicols de Murcia57 ni en El Pasode Almera (en donde se superponen viviendas al cementerio ya en el siglo XII58). La cro-nologa propuesta para el inicio de la utilizacin de este elemento constructivo se confir-ma a travs de las excavaciones realizadas en las necrpolis de la Puerta de Purchena(Almera)59, L Almoina en Valencia60, en Granada Avenida de la Constitucin-Triunfo-61

    o en el cementerio malagueo de Yabal Faruh62, de fechas similares a las sealadas ante-riormente. Esta datacin tarda para el uso de madera en los cementerios meridionales deAl-Andalus parece que se confirma al analizar los paralelos ms prximos a San Nicolsde vila. As, en la necrpolis vallisoletana de la Casa de la Beneficencia, fechada entre lossiglos XIII y XV, se documentaron dos inhumaciones con cubricin o tapa de madera63;lo mismo sucede en el cementerio de Santa Clara en Cullar, con tipologas de tumbas

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    51 RUIZ et alii, 1993: 21352 RUIZ et alii, 1993: 21453 FERNNDEZ, 1995: 4954 Ya hemos indicado nuestro parecer sobre la conveniencia o no de hablar de atades, en el sentido de habitculo cerra-do por todas sus caras. Nos inclinamos ms bien por el trmino caja, haciendo alusin a un recipiente sin fondo.55 PERAL, 1995: 2356 PERAL, 1995: 2357 NAVARRO, 1986: 1358 MARTNEZ, MELLADO, MUOZ, 1995: 9259 ALCARAZ, 1990: 12-1960 PASCUAL, 1989: 40761 LPEZ, FRESNEDA, TORO, PEA y ARROYO, 1995: 143 62 FERNNDEZ, 1995: 4463 RUIZ et alii, 1993: 212

  • similares a las de vila y de cronologa similar al anterior (en uso hasta finales del sigloXV)64.

    Una vez analizados los paralelos, queda pendiente situar los lmites cronolgicosde la necrpolis abulense. Ante la falta de ajuares u otros elementos que pudieran otorgaruna datacin absoluta, hemos de basarnos tanto en la documentacin relativa a esta mino-ra confesional como en la relacin de posterioridad que presentan las inhumaciones conrelacin a las estructuras y depsitos anteriores a stas y que s pueden ofrecer una data-cin relativa para esta zona del cementerio.

    Las fuentes documentales hablan del proceso repoblador de la ciudad de vila eindican que es iniciado por el conde Raimundo de Borgoa en las ltimas dcadas del sigloXI. Sin embargo, no es hasta finales del siglo XII, en concreto en 1185, cuando se tienela primera noticia sobre la comunidad islmica abulense. Parece que, a finales del sigloXIII y principios del XIV, esta minora no slo cuenta con importancia demogrfica y eco-nmica sino que est perfectamente articulada y posee sus propias instituciones polticasy religiosas. La situacin cambia drsticamente a partir del siglo XV, cuando se observaque, en mayor o menor grado, tanto las Ordenaciones de Catalina de Lancaster de 1412como el Edicto de las Cortes de Toledo de 1480 drenan en direccin hacia los barrios delSur a la poblacin islmica. Quizs ser a partir de este momento cuando la necrpolis desan Nicols sea la nica que se mantiene en uso.

    Esto no significa que todas las inhumaciones se correspondan al mismo momen-to sino que la ampliacin del cementerio hacia el Sur pudo producirse en el perodo bajo-medieval. Este ltimo hecho parece confirmarse por la existencia de depsitos y estructu-ras que claramente pueden datarse en los siglos XII-XIII y que son destruidas por lasinhumaciones de este sector del cementerio; ello, unido a la abundante presencia de ente-rramientos con madera fechados en el resto de la Pennsula a partir del siglo XII-, puedeproporcionar un abanico cronolgico entre finales del siglo XIII y primeros aos del sigloXVI (concretamente, en 1502 son obligados a bautizarse y abandonar sus antiguas cos-tumbres, entre ellas el ritual funerario-65).

    Por ltimo, el tercer momento histrico hace referencia a la etapa posterior alabandono del cementerio. Tras la forzada conversin al cristianismo, esta minora se inte-gra en las diferentes cuadrillas o parroquias urbanas -caso de San Nicols y La Trinidad66-, por lo que es posible aventurar el traslado de los enterramientos a sus parroquias corres-pondientes, del mismo modo que los cristianos. Ante esta nueva situacin, la antigua maq-bara de San Nicols entra en desuso para esta funcin; parece ser que an a principios delsiglo XVII se conservaba in situ parte de las estructuras funerarias islmicas; esta circuns-

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    64 RUIZ et alii, 1993: 21665 DE TAPIA, 1991: 14066 DE TAPIA, 1991: 141

  • tancia es atestiguada por el Padre Ariz quien en su historia de 1607 cita: ...Tenan sus entie -rros fuera de ella, en un campo muy grande, junto al ro Adaja conseruando oy el nombre. En el cual sehallan mas de dos mil pilarcicos, labrados en redondo, de a vara cada uno y en algunos unas medias lunasy en otros estrellas y letras. Los cuales ponan empinados encima de cada sepultura y les servan de asien -to y seal cuando iban a enterrarlos y a hacer sus cerimonias...67. Lo que s resulta obvio, a la luzde la gran cantidad de elementos tumbales dispersos por toda la ciudad, es que la antiguanecrpolis sirvi de autntica cantera, extrayndose de ella los elementos ptreos para serempleados en otras edificaciones. Por otro lado, el solar en s soport toda una serie deactividades que alteraron profundamente el paraje: por ejemplo, la extraccin de arcillasquizs destinada a la produccin alfarera68, una labor reflejada en las estructuras negativasU.E. 20403 y 2060169 donde se document una serie de materiales claramente fechablesentre los siglos XVI y XVII. Ya en poca reciente, todo el espacio fue destinado a laboresde tipo agrcola que terminaron por desmontar la gran mayora de los monumentos fune-rarios conservados hasta ese momento -segn noticias verbales recogidas durante el pro-ceso de excavacin-.

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    FRANCISCO JAVIER MOREDA BLANCO - ROSALA SERRANO NORIEGA

    67 RUIZ, 1998: 11068 En la campaa posterior a la aqu descrita, en la que se excav la parcela en toda su extensin, fue descubierto un hornode alfarero de grandes dimensiones realizado casi con exclusividad a base de elementos funerarios procedentes de la necr-polis. Este hallazgo puede confirmar la actividad alfarera intuida en esta excavacin.69 Aunque estn individualizadas con nmeros diferentes por encontrarse en distintos sondeos (en concreto, el 4 y el 6),parece que se trata de un mismo fenmeno estratigrfico.

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