Estado Mercado y Educacion

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    Asignatura:

    ESTADO, MERCADO

    Y EDUCACIN:TRANSFORMACIONESRECIENTES EN

    AMRICA LATINA

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    ESTADO, MERCADO Y EDUCACIN:TRANSFORMACIONES RECIENTES EN AMRICA LATINA

    Autor Compilador:

    HERNN COURARD

    Edicin:

    lvaro CuadraBerenice Ojeda

    Carlos Ossandn

    Diseo y Diagramacin:

    Sandra Gaete Z.

    Registro Propiedad Intelectual N 152.530 (Chile)

    I.S.B.N. 956-8114-66-1 (Chile)

    * Slo uso con ines educativos

    Libertad 53 / Santiago / Chile

    ono: (56-2) 386 6422

    ax: (56-2) 386 6424

    e-mail: [email protected]

    www.universidadarcis.cl

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    I Programa de la Asignatura 5

    1.1. Descripcin General 5

    1.2. Objetivos 5

    1.3. Fundamentacin de las Unidades 6

    1.3.1. Unidad I: El Contexto: Hacia la Sociedad del Conocimiento y la Inormacin 6

    1.3.2. Unidad II: Estado y Mercado en las Polticas Educacionales 7

    1.3.3. Unidad III: El Paradigma de Integracin de Estado y Mercado 11

    1.3.4. Unidad IV: El Sistema de Educacin Superior 131.4. Bibliograa Complementaria 14

    II Bibliograa Fundamental Organizada por Unidad 16

    Unidad I: El Contexto: Hacia la Sociedad del Conocimiento y la Inormacin 16

    Lectura N1

    Castells, Manuel, Globalizacin, Desarrollo y Democracia: Chile en el Contexto Mundial 16

    Unidad II: Estado y Mercado en las Polticas Educacionales 59Lectura N 1

    Gauri, Varun, Market Forces in the Public Sector: Chilean Educational Reorm, 1980 1994 59

    Lectura N2

    Prawda, Juan, Educational Decentralization in Latin America Lessons Learned, A View

    rom LATHR No. 27 98

    Unidad III: El Paradigma de Integracin de Estado y Mercado 156

    Lectura N 1

    Hilderbrand, Mary E., and Grindle, Merilee, Building Sustainable Capacity, Challenges orthe Public Sector 156

    Lectura N 2

    CEPAL-UNESCO, Objetivos, Criterios y Lineamientos (Cap. V); Acciones y Medidas

    (Cap. VI), en Educacin y Conocimiento: Eje de la Transormacin Productiva con Equidad 162

    NDICE

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    Unidad IV: El Sistema de Educacin Superior 250

    Lectura N 1

    Baln, Jorge; Garca de Fanelli, Ana Mara, Educacin Superior en Amrica Latina: Una

    Agenda de Problemas, Polticas y Debates en el Umbral del Ao 2000, en Proyecto de

    Polticas Comparadas de Educacin Superior 250

    Lectura N2Brunner, Jos Joaqun, Et. Al., Guiar el Mercado. Inorme sobre la Educacin Superior en

    Chile 273

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    I Programa de la Asignatura

    1.1. Descripcin General

    El objetivo central del curso es el de problematizar el rol del Estado y el mercado en tanto

    proveedores de educacin en las sociedades de Amrica Latina y particularmente en Chile, en el

    contexto de las transormaciones desde una sociedad industrial a una sociedad global del conocimiento

    y de la inormacin. Se trata de abordar, en este contexto, la pregunta respecto de cules son los

    agentes sociales capaces de coordinar, de mejor manera, los procesos educativos a nivel societal en el

    nuevo escenario global.

    Tradicionalmente, ha sido el Estado el principal proveedor de la educacin en las sociedades

    modernas, incluida las de Amrica Latina, papel que ha sido radicalmente cuestionado en las ltimasdcadas, en avor de una potenciacin de los mecanismos de mercado. Chile es uno de los pases

    latinoamericanos que ms lejos ha ido en este intento de potenciar los mecanismos de mercado en

    la coordinacin del sistema educativo, tanto en el nivel escolar como en la educacin superior en la

    dcada de los 80.

    Comenzaremos, por tanto, estudiando el desplazamiento hacia el mercado en el sistema educacio-

    nal chileno en la dcada del 80, caracterizado por una reduccin y redeinicin radical de su papel en

    el marco de los procesos de descentralizacin y privatizacin. Por otra parte, veremos como, no obstan-

    te la pertinencia de muchas de las crticas dirigidas al Estado tradicional en su manejo de los sistemas

    educativos nacionales, orientadas hacia una minimizacin de su antiguo rol, en las condiciones de la

    globalizacin y del lugar central del conocimiento en la sociedad contempornea es necesario revitali-

    zar su accionar, como ha sucedido en Chile a partir de los 90, renovando el carcter y el tipo de gestin.

    El argumento principal del curso ser entonces que un Estado uerte pero renovado es necesario para

    hacer rente en orma eicaz a los nuevos desaos del sistema educativo, lo que, junto a una reconcep-

    tualizacin de la accin del mercado, nos permite pensar en un nuevo paradigma que integre mejor el

    papel de ambos actores sociales.

    1.2. Objetivos

    Relexionar acerca de las relaciones entre el Estado y el mercado en tanto agentes proveedores

    y reguladores de los servicios educacionales en el nivel escolar y en el nivel superior.

    Situar la discusin acerca del papel del Estado y el mercado en educacin en el contexto de la

    sociedad del conocimiento.

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    1 Drucker, Peter, Post-Capitalist Society, Harper Bussines, 1993.2 Ibid.

    Estudiar las polticas educacionales que han predominado en Amrica Latina y, particularmente

    en Chile, en las ltimas tres dcadas con respecto al papel asignado al Estado y al mercado en

    la provisin de servicios educativos.

    1.3. Fundamentacin de las Unidades

    1.3.1. Unidad I: El Contexto: Hacia la Sociedad del Conocimiento y la Inormacin

    A ines del siglo XX nos encontramos viviendo cambios proundos en la organizacin social.

    Dichos cambios han sido caracterizados de distintas maneras. As, hay quienes hablan de la sociedad

    postindustrial o de la sociedad postcapitalista, mientras otros hablan de la sociedad del conocimiento

    o sociedad de la inormacin. Cualquiera sea la denominacin que se preiera, todos coinciden en

    otorgarle al conocimiento un lugar central en la nueva coniguracin social.

    Para Peter Drucker, por ejemplo, el actor decisivo de produccin ya no es la tierra, ni el trabajo,

    ni el capital, como en el pasado, sino el conocimiento: Las industrias que se han movido al centro de

    la economa en los ltimos 40 aos tienen como actividad la produccin y distribucin de conocimiento e

    inormacin, en vez de la produccin y distribucin de cosas.1 Si bien ste siempre ha sido importante

    en el aumento de la productividad, la particularidad de la ase actual estara en que mientras antes

    el conocimiento se aplicaba a herramientas, procesos y productos, o a la organizacin del trabajo

    (la revolucin productiva de Taylor), ahora se aplica al conocimiento mismo. Lo primordial ya no es

    aumentar la productividad de los trabajadores manuales. Es la productividad de los trabajadores no

    manuales lo que importa.

    Drucker vislumbra la sociedad del conocimiento an ms competitiva que las anteriores. De la

    productividad del conocimiento, depender la posicin competitiva de cada pas, de cada industria, decada institucin dentro de la sociedad...cuan bien lo haga un individuo, una organizacin, una industria,

    un pas, en adquirir y aplicar el conocimiento, ste ser el actor competitivo clave. 2 En esta perspectiva,

    la principal brecha entre pases desarrollados y subdesarrollados, es la que existe entre los que estn

    haciendo y los que no estn haciendo el aprendizaje que correspondera para el siglo XXI. Este

    aprendizaje se hara principalmente por medio de la educacin, que es la institucin por excelencia

    donde se realiza la mayor parte de la transmisin del conocimiento.

    En una lnea de pensamiento semejante, otro autor, Robert Reich, quien uera Ministro del Trabajo

    de la administracin Clinton, introduce la categora de analista simblico para describir el nuevo tipo de

    actividad dominante en el mundo del trabajo. Para el analista simblico, el conocimiento pasa a ser el

    recurso productivo por excelencia.

    Cmo se posiciona Amrica Latina en este contexto? Para el socilogo espaol Manuel Castells,

    la debilidad Amrica Latina desde el punto de vista econmico es su escasa insercin en el modelo de

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    produccin inormacional. No obstante que Amrica Latina est integrada en el mundo global, lo hace

    en orma desigual e insostenible, con altos costos sociales y econmicos y con grandes sectores sociales

    y territorios excluidos.

    Algunos pases de Amrica Latina se estaran adaptando ms o menos exitosamente al nuevo

    contexto, entre ellos Chile, de acuerdo a Castells: tal vez la movilizacin colectiva de Chile en uncin

    de una identidad - proyecto podra construirse en torno al desarrollo de una sociedad de la inormacincon caractersticas propias. No como proyecto puramente tecnolgico, sino como articulacin entre

    modernidad tecnolgica, prosperidad material, creatividad cultural, programa educativo, pluralismo

    identitario y superacin del aislamiento social y cultural, un tanto provinciano en el que an vive Chile.3

    Ahora bien, dado este marco de reerencia, cul es el rol que le cabe al Estado y a los mercados

    respectivamente, en la tarea de conigurar un sistema escolar que posea las caractersticas que se

    requieren en la nueva sociedad del conocimiento? Una reconceptualizacin del rol de ambos agentes

    en el proceso educativo es necesaria para abordar esta tarea.

    Bibliograa Fundamental (Obligatoria) de la Unidad I

    1. Castells, Manuel, Globalizacin, Desarrollo y Democracia: Chile en el Contexto Mundial, Mxico, Fondo

    de Cultura Econmica, 2005, pp. 15-113.

    1.3.2. Unidad II: Estado y Mercado en las Polticas Educacionales

    En trminos tericos, se pueden distinguir tradicionalmente dos modelos polares de organizacin

    entre el Estado y la escuela:4 el modelo Jacobino, centralizado, como se dio por ejemplo en Francia

    y bajo cuya inspiracin se conigur el sistema educacional chileno (Estado Docente). Este primermodelo enatiza la construccin de una conciencia nacional, apunta hacia la homogeneidad, y tiende

    a la igualdad de oportunidades como un valor central. En el otro extremo, un segundo modelo,

    altamente descentralizado, como en el caso de Inglaterra hasta los 70, donde la iniciativa reside a

    nivel local, incluyendo el currculum, y donde los proesores dependen de autoridades locales o de los

    establecimientos. A partir de la experiencia de Amrica Latina en estos modelos, el curso explora la

    ormulacin de un nuevo concepto que tiende a imponerse en muchos pases: un nuevo paradigma de

    integracin de Estado y Mercado.

    Durante el siglo XIX, y la mayor parte del siglo XX, el modelo que caracteriz los sistemas

    educacionales de Amrica Latina ue el del Estado Docente, tema que no proundizaremos, puesto que

    ha sido desarrollado en el curso anterior.

    Recordemos solamente los motivos ms recurrentemente argumentados, segn los cuales

    le correspondera al Estado un papel protagnico en la educacin, estos son undamentalmente

    3 Castells, Manuel, La Era de la Inormacin: Economa, Sociedad y Cultura, Madrid, Alianza Editorial, 2005.4 Neave, Guy, The Core Functions o Government, Nathional Advisory Council or Education ARO Working Document, 1995.

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    el Estado: los clientes mediante su eleccin del mejor servicio o proveedor, producen los incentivos para

    el disciplinamiento y mejoramiento continuo de la oerta. Los mecanismos contemplados en el modelo,

    en trminos esenciales son: subvencin a la demanda e inormacin a la misma sobre la calidad del

    servicio; autonoma de gestin a sostenedores de establecimientos que regulan su desempeo en base

    a las seales provistas por las amilias optando por la mejor educacin para sus hijos, y alejndose de

    los establecimientos de peor rendimiento.Las limitaciones principales del modelo son:

    En primer trmino, el modelo carece de un concepto para el rol proactivo del Estado en el mbito

    del conocimiento y la formacin de recursos humanos, que no sea el de garante de unos estndares

    mnimos comunes. Su unidad de anlisis es micro, no macroeconmica: siempre se trata de unidades

    (escuelas) compitiendo entre s; nunca el sistema educativo nacional compitiendo internacionalmente,

    factor que es central en la actual fase de desarrollo de la sociedad del conocimiento. Que esta

    ltima es la visin predominante en los 90, lo destaca la experiencia del gobierno Thatcher en Gran

    Bretaa que centraliz el currculum ingls por motivos explcitamente referidos a la prdida de

    competitividad de su economa, como la de los pases asiticos de reciente desarrollo, as como

    tambin la discusin sobre objetivos y estndares nacionales en la educacin norteamericana.

    En segundo lugar, la competencia por matrcula que el modelo eectivamente instaura, en un

    sistema con inormacin altamente imperecta sobre sus procesos y resultados, puede llevar a una

    competencia por bajos costos y no sobre calidad o valor agregado.5

    Por ltimo, el modelo es deicitario respecto al criterio de equidad y su satisaccin: no tiene

    mecanismos que impidan que la peor provisin de educacin se concentre en los sectores de mayor

    pobreza material y cultural, en circunstancias que los actores socioeconmicos son los principales

    determinantes de las dierencias de logro acadmico en la educacin bsica chilena.

    Nuevas perspectivasAhora bien, despus de aproximadamente dos dcadas de experimentos para reducir la accin

    del Estado en dierentes mbitos, muchos analistas han considerado necesario replantear el debate en

    nuevos trminos.

    De la sobrereaccin en contra del estado beneactor reaccin que aboga por su drstica

    reduccin empieza a existir consenso de que el tema debe plantearse ms en trminos de unciones

    que de tamao; ms en trminos de calidad que de cantidad. En palabras de Merilee Grindle, de

    la Universidad de Harvard, habramos pasado de un Estado maximalista hasta los 70, al Estado

    minimalista de los 80 y los 90. Se tratara ahora de entrar en una nueva ase, de revalorizacin del

    papel del Estado. Para Grindle el concepto debiera ser el de la construccin de un Estado capaz.

    En su libro Reinventando el Gobierno, Osborne y Garbler, plantean por su parte que las

    burocracias jerrquicas y centralizadas diseadas en los 30 y los 40 simplemente no uncionan bien

    en la rpidamente cambiante sociedad y economa de los 90, rica en inormacin y en intensidad del

    conocimiento.

    5 Gauri, Varun, Market Forces in the Public Sector: Chilean Educational Reorm, 1980-1994, Doctoral Disertation, Princeton

    University, June 1996.

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    En el mundo desarrollado, la sociedad de la inormacin y el conocimiento pone una enorme

    presin sobre las instituciones, los trabajadores educados resienten la imposicin y exigen autonoma,

    los clientes y usuarios exigen mayor calidad y ms opciones. Ello demanda instituciones ms lexibles

    y adaptables, donde lo que importa ya no son las reglas y regulaciones, sino la misin y las metas. (En

    el caso de Amrica Latina, la renovacin del Estado, debe adems hacerse cargo de la desigualdad

    econmica y la inequidad social, particularmente en lo que dice relacin con los servicios sociales). Eltema de la equidad suele ser mejor tratado por los gobiernos que por el sector privado, incluso en los

    pases desarrollados. Al respecto Osborne y Gaebler plantean que el sector pblico tiende a hacer mejor,

    por ejemplo, la gestin de polticas, regulacin, asegurar calidad, prevenir discriminacin o explotacin,

    asegurar continuidad y estabilidad de los servicios, y asegurar la cohesin social.6

    La revalorizacin del papel del Estado en el desarrollo y en la provisin de servicios sociales, ha

    hecho que se hable actualmente de lo que el Estado debe hacer y ya no tanto de lo que no debe hacer,

    como ue el caso de los 80. Y entre lo que se debe hacer se incluye primordialmente la inversin en

    inraestructura social. As, la idea de una agenda social para el Estado ha cobrado un renovado impulso,

    y en ella se le asigna a la educacin un lugar privilegiado.

    En el nuevo contexto de la sociedad del conocimiento, cobra cada vez ms uerza la necesidad

    de elevar la calidad y la pertinencia de los aprendizajes. En ello, el papel del Estado es undamental,

    debido a que en un mundo que cambia rpidamente, se requiere de una conduccin capaz de seguir el

    ritmo de las transormaciones, las que seran mucho ms diciles de detectar a tiempo, de dejar librada

    la iniciativa a la sola accin de actores individuales en el mercado. Se requiere adems de recursos y

    capacidad de accin en gran escala, que slo el Estado puede asegurar. La presencia del Estado es

    necesaria, porque es la institucin capaz de tener una visin sistmica y por su capacidad para actuar

    con una visin de largo plazo. Asimismo, el nivel ms soisticado que alcanzar el proceso educacional

    en el nuevo contexto globalizado, encarecer su costo, con el consiguiente peligro de aumentar la

    segregacin social, tendencia que slo puede ser contrarrestada por el esuerzo pblico.La revalorizacin del papel del Estado en la provisin de educacin pblica y masiva es as la base

    desde la cual se elabora un nuevo modelo que contempla la integracin de Estado y mercado en orma

    inditas.

    Bibliograa Fundamental (Obligatoria) de la Unidad II

    1. Gauri, Varun, Market Forces in the Public Sector: Chilean Educational Reorm, 1980 1994, United

    States, Doctoral Dissertation, Princeton University, June 1996, 78 p.

    2. Prawda, Juan, Educational Decentralization in Latin America Lessons Learned, A View rom LATHR

    No. 27, Human Resources Division Technical Department Latin America and the Caribbean Region

    The World Bank, March 1992, 63 p.

    6 Osborne, David and Gaebler, Ted, Reinventing Goverment, A Plum Book, 1993.

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    1.3.3. Unidad III: El Paradigma de Integracin de Estado y Mercado

    Un nuevo modelo requiere introducir una visin que recupere en orma ms precisa la naturaleza

    intrnseca del proceso educativo que lo hace menos calculable y regulable por la competencia

    de mercado perecta, que la produccin de bienes, y que al mismo tiempo permita pensar en la

    introduccin de incentivos poderosos al desempeo de sus actores, sean estos proesores, uncionarios

    o administradores.Dos conceptos, provenientes del campo de las teoras del desarrollo institucional contribuyen en

    este sentido: especiicidad (de una actividad o dominio de accin), y competencia.7

    La especiicidad se deine a partir de dos dimensiones: a) el grado en que los objetivos de una

    actividad, los mtodos para lograrlos y las ormas de controlar su logro y recompensar al personal, son

    posibles de especiicar; y b) los eectos de la actividad, esto es, su intensidad, cunto tiempo toma para

    que sean percibibles, el nmero de personas y otras actividades aectadas, y las posibilidades prcticas

    de identiicar los responsables de su eecto.

    As, el grado de especiicidad (de una actividad) aectar las operaciones de la institucin y la

    conducta de su personal. Actividades de baja especiicidad orecen incentivos muy dbiles y permiten

    una amplia latitud en la deinicin de los trabajos y en los grados de libertad del personal. Al contrario,

    alta especiicidad impone una ms estricta deinicin de los trabajos y menos grados de libertad, y

    menos latitud en la estructura organizacional. En general, alta de especiicidad hace a la gerencia de

    una actividad mucho ms compleja y dicil.8

    Las actividades sociales relacionadas con personas y la conducta humana son tpicamente de baja

    especiicidad.

    La competencia es deinida en esta perspectiva, en trminos mucho ms amplios que en

    el concepto econmico tradicional. En orma adicional a la competencia representada por otros,

    intentando proveer el mismo bien o servicio, otros tres tipos de presin de competencia pueden ser

    ejercidas sobre la organizacin. Israel las rotula vicarios de la competencia o del mercado, porqueson capaces de inluenciar el comportamiento de las instituciones cuando la competencia de mercado

    no es posible o deseable. Las presiones reeridas pueden ser ejercidas por: a) clientes, beneiciarios o

    proveedores; b) por el sistema poltico y agencias de control y regulacin (actuando como clientes o

    accionistas); y c) por medidas organizacionales o de gerencia que crean una atmsera competitiva

    entre unidades e individuos dentro de la institucin.

    Estas categoras nos ayudan a comprender cmo el problema central de los reormistas de la

    dcada de los 80 ue no respetar las peculiaridades del uncionamiento del sistema educativo, o los

    datos estructurales de su organizacin industrial, a decir de los economistas, y no haber adecuado unos

    nuevos mecanismos de control y tensionamiento del sistema que respetaran las limitaciones que tal

    organizacin representa a supuestos centrales de la microeconoma:

    7 Israel, Arturo, Institutional Development, The World Bank, John Hopkins University Press, 1985.8 Ibid.

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    ...los alumnos son menos racionales que los consumidores ideales; el bien educacional no es

    homogneo porque la deinicin de la calidad escolar permanece controversial; los costos de la

    bsqueda de inormacin sobre productos y precios educacionales son altos; el costo de transac-

    cin al cambiarse de escuela es dicil de medir; actores de insumo en la orma de proesores no

    son perectamente intercambiables, y las externalidades positivas de la escolaridad, aunque uni-

    versalmente reconocidas como altas, son tan extendidas como para llegar a ser casi inestimables9

    En la misma lnea de tener presente la especiicidad de la organizacin y uncionamiento del sector

    educativo, una evaluacin de programas de desarrollo realizados a los largo de las dcadas de 1970-80

    por el Banco Mundial, descubri, contra las expectativas, que el patrn de resultados de los programas de

    desarrollo institucional ue ms uerte por sector, subsector y actividad, que por pases. Los ms exitosos se

    encontraron en la industria, las telecomunicaciones, energa, y el sector inanciero; los menos exitosos

    en la agricultura, la educacin y servicios. Dentro de instituciones, actividades tcnicas y inancieras se

    comportaron mejor, mientras que las de mantenimiento, asuntos de personal y coordinacin, ueron las

    menos exitosas.10

    La s Polticas de los 90 en Chile desde la ptica de sus estrategias y mecanismos

    En el sector educativo, la deinicin bsica de las polticas del perodo inaugurado con la transicin

    a la democracia en 1990, es que el problema central del sistema escolar de Chile ha dejado de ser el

    acceso al sistema, as como la estructura institucional del sector. La agenda del pas en trminos de

    poltica educacional, en cambio, est deinida por los problemas de la calidad de la educacin y la

    equidad de su distribucin.

    El paradigma que orienta la nueva gestin del sector y que se impone en las polticas pblicas

    dirigidas a ste contempla la integracin de Estado y mercado en los trminos que hemos venido

    sealando. En eecto, caracteriza a las polticas de mejoramiento de la calidad y equidad de la educacinen Chile, la aplicacin de estrategias dierenciadas que combinan recursos y mecanismos tpicos del

    Estado, como los mecanismos normativos que deinen marcos de uncionamiento del sector, y de

    accin directa a travs de programas de intervencin en los establecimientos, con mecanismos de

    incentivos, inormacin y apoyo tcnico, propios de organizaciones ms abiertas y sujetas a principios

    competitivos. Ambas al interior del marco institucional establecido a comienzos de los 80.

    La integracin de principios y mecanismos sealada se concreta a travs de una trada de

    estrategias que han caracterizado el accionar de los programas de intervencin para la mejora de la

    calidad y la equidad de la educacin escolar de los tres gobiernos de la Concertacin. Tal trada est

    compuesta por estrategias de a) accin directa sobre los establecimientos educativos; b) incentivos

    y procesos competitivos vicarios; c) redes de apoyo y externalizacin de acciones. Esta combinacin

    puede ser vista como una bsqueda de instrumentos de gestin y disciplinamiento que buscan

    especiicidad y competencia, en un marco de explcita accin estatal de levantamiento de la calidad de

    la totalidad del sistema escolar.

    9 Gauri, Varun, 1996, Op. Cit.10 Israel, Arturo, 1985, Op. Cit.

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    Bibliograa Fundamental (Obligatoria) de la Unidad III

    1. Hilderbrand, Mary E., and Grindle, Merilee, Building Sustainable Capacity, Challenges or the Public

    Sector, Cambridge, Massachusetts, United States, Harvard Institute or International Development,

    Harvard University, November 1994, pp. 1-7.

    2. CEPAL-UNESCO, Objetivos, Criterios y Lineamientos (Cap. V); Acciones y Medidas (Cap. VI), enEducacin y Conocimiento: Eje de la Transormacin Productiva con Equidad, Santiago de Chile,

    Comisin Econmica para Amrica Latina y el Caribe, Oicina Regional de Educacin para Amrica

    Latina y el Caribe, CEPAL-UNESCO, 1992, pp. 125-199.

    1.3.4. Unidad IV: El Sistema de Educacin Superior

    Al igual que en el caso del sistema escolar, tambin el sistema de educacin superior se ha

    desplazado desde un modelo centralizado hacia una participacin creciente de los mecanismos de

    mercado en su organizacin y gestin. Nuevamente el caso de Chile puede resultar paradigmtico

    dentro de Amrica Latina, pas que pas de un reducido nmero de universidades con distintos grados

    de participacin del Estado, sea en orma directa o a travs del inanciamiento de los establecimientos,

    a un sistema ampliamente diversiicado de instituciones de educacin superior: universidades pblicas

    y privadas, institutos proesionales y centros de ormacin de tcnica, sujetos en creciente medida a las

    uerzas del mercado educacional de carcter superior.

    Durante el curso se estudiar tambin este proceso, as como los mecanismos que se han

    desarrollado en Chile durante los gobiernos de la Concertacin para contrarrestar la accin unilateral

    del mercado, tratando as de orientar tambin el sistema de educacin superior hacia un paradigma de

    integracin Estado-mercado.

    Bibliograa Fundamental (Obligatoria) de la Unidad IV

    1. Baln, Jorge; Garca de Fanelli, Ana Mara, Educacin Superior en Amrica Latina: Una Agenda de

    Problemas, Polticas y Debates en el Umbral del Ao 2000, en Proyecto de Polticas Comparadas de

    Educacin Superior, Buenos Aires Argentina,Centro de Estudios de Estado y Sociedad, CEDES, 1994,

    pp. 32-51.

    2. Brunner, Jos Joaqun, Et. Al., Guiar el Mercado. Inorme sobre la Educacin Superior en Chile,

    Santiago de Chile, Universidad Adolo Ibez, 2005, pp. 5-24;117-215.

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    1.4. Bibliograa Complementaria

    Primera Unidad

    Castells, Manuel, La Era de la Inormacin: Economa, Sociedad y Cultura, Madrid, Alianza Editorial y

    Mxico, Siglo XXI, 2 edicin, 2000-2002.

    Castells, Manuel, Globalizacin, Identidad y Estado en Amrica Latina, Santiago de Chile, PNUD, 1999.

    Caldern, Fernando (coord.) Es Sostenible la Globalizacin en Amrica Latina?, Santiago de Chile, Fondo

    de Cultura Econmica, 2 vol., 2003.

    Peter, Drucker, Post-Capitalist Society, Harper Business, 1993.

    Katz, Jorge y Hilbert, Martn, Los Caminos Hacia una Sociedad de la Inormacin en Amrica Latina y el

    Caribe, Santiago de Chile, CEPAL, 2003.

    Reich, Robert, The Work o Nations, New York, Vintage Books, 1992.

    Toler, Alvin, El Cambio del Poder, Barcelona, Espaa, Plaza y Jans Editores, 1990.

    Segunda Unidad

    Aedo, Cristin y Larraaga, Osvaldo, Educacin Privada v/s Pblica en Chile: Calidad y Sesgo de Seleccin,

    Santiago de Chile, ILADES, 1993.

    Chubb, John y Moe, Terry, Politics, Markets and Americas Schools, Washington, Brookings Institution,1990.

    Carnoy, Martin y otros, Reorma Educativa y Financiamiento Educativo en el Cono Sur, 1980-2000, 2001.

    Espnola, Viola, The Educational Reorm o the Military Regime in Chile: The Schools System Response to

    Competition, Choice and Market Relations, PhD Thesis, University o Wales, Cardi College, 1993.

    Espinoza, Oscar y Gonzlez, Luis Eduardo, La Experiencia del Proceso de Desconcentracin y

    Descentralizacin Educacional en Chile, 1974-1989, Santiago de Chile, PIIE, 1993.

    Friedmann, Milton, The Role o Government in Education, Rutgers University Press, 1995.

    Tercera Unidad

    Hirshmann, Albert, Exit, Voice and Loyalty: Response to Decline in Firms, Organization and States ,

    Cambridge, Harvard University Press, 1970.

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    15/380

    Slo uso con ines educativos 15

    Brunner, Jos Joaqun y Elaqua, Gregory, Inorme Capital Humano en Chile, Santiago de Chile, Universidad

    Adolo Ibez, 2003.

    Cox, Cristin (ed.), Polticas Educacionales en el Cambio de Siglo. La Reorma del Sistema Escolar de Chile,

    Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 2003.

    Grindle, Merilee, Challenging the State. Crisis and Innovation in Latin America and Arica, HarvardUniversity, 1993.

    Israel, Arturo, Institutional Development, The World Bank, John Hopkins University Press, 1985.

    Neave, Guy, The Core Functions o Government, National Advisory Council or Education ARO Working

    Document, 1995.

    OCDE, Inorme de Evaluacin sobre Poltica Educacional Chilena, Pars, OCDE. Programa de Naciones

    Unidas para el Desarrollo (2002) Inorme de Desarrollo Humano en Chile, PNUD, 2003.

    Osborne, David y Gaebler, Ted, Reinventing Government, A Plume Book, 1993.

    Touraine, Alain, Poltica y Sociedad en Amrica Latina, Barcelona, Espaa, Ariel, 1989.

    Schwartzmann, Simon, El Futuro de la Educacin en Amrica latina y el Caribe, Santiago de Chile, OREALC/

    UNESCO, 2001.

    Cuarta Unidad

    Brunner, Jos Joaqun, Courard, Hernn y Cox, Cristin, Estado, Mercado y Conocimiento: Polticas y

    Resultados de la Educacin Superior Chilena 1960-90, Foro de la Educacin Superior, 1992.

    Courard, Hernn, Polticas Comparadas de Educacin en Amrica Latina, Santiago de Chile, FLACSO, 1992.

    Levy, Daniel, Higher Education and the State in Latin America , Chicago, The University o Chicago Press,

    1986.

    Schwartzmann, Simon, Higher Education in a Lost Decade, Universidad de Sao Paulo, 1991.

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    II Bibliograa Fundamental Organizada por Unidad*

    Unidad I: El Contexto: Hacia la Sociedad del Conocimiento y laInformacin

    Lectura N 1Castells, Manuel, Globalizacin, Desarrollo y Democracia: Chile en el Contexto Mun-dial, Mxico, Fondo de Cultura Econmica, 2005, pp. 15-113.

    I. GLOBALIZACIN, IDENTIDAD Y ESTADO

    INFORMACIONALISMO Y GLOBALIZACIN: REDES DE CAPITAL,

    DE PRODUCCIN, DE TECNOLOGA Y DE MERCADOS

    El inormacionalismo, como sistema de produccin econmico-tecnolgico, se caracteriza por el

    hecho de que la productividad, competitividad, eiciencia, comunicacin y poder en las sociedades se

    constituye en buena medida a partir de la capacidad tecnolgica de procesar inormacin y generar

    conocimiento. Evidentemente, las tecnologas digitales de inormacin y comunicacin no determinan

    la estructura social pero son componentes indispensables del nuevo sistema, en la misma medida en

    que la sociedad industrial ue (y es) inseparable de la electricidad (Castells, 2004a).Globalizacin no es sinnimo de internacionalizacin. En sentido estricto es el proceso resultante

    de la capacidad de ciertas actividades de uncionar como unidad en tiempo real a escala planetaria.

    Es un enmeno nuevo porque slo en las dos ltimas dcadas del siglo XX se constituy un sistema

    tecnolgico de sistemas de inormacin, telecomunicaciones y transporte, que ha articulado todo el

    planeta en una red de lujos en las que conluyen las unciones y unidades estratgicamente dominan-

    tes de todos los mbitos de la actividad humana. As, la economa global no es, en trminos de empleo,

    sino una pequea parte de la economa mundial. Pero es la parte decisiva. La economa global incluye,

    en su ncleo undamental, la globalizacin de los mercados inancieros, cuyo comportamiento deter-

    mina los movimientos de capital, las monedas, el crdito y por tanto las economas en todos los pases.

    Los mercados de divisas cambian diariamente 2,3 billones de dlares, haciendo imposible para cual-quier gobierno sostener su divisa en contra de turbulencias masivas de los mercados inancieros. El

    desarrollo y creacin de soisticados productos inancieros (derivados, nuevos tipos de uturos, opcio-

    * La bibliograa que a continuacin se presenta corresponde a la reproduccin textual de los textos sealados. Slo, en

    algunos casos, y para eectos de la edicin de este texto de estudio, se modiicaron las notas al pie de pgina.

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    Slo uso con ines educativos 1

    nes etc.) articulan valores burstiles en distintos mercados, estableciendo su interdependencia a travs

    de transacciones electrnicas que mueven miles de millones de dlares en segundos. Segn algunos

    clculos, el valor de mercado de la capitalizacin del total de productos inancieros derivados en 1998

    era equivalente a 12 veces el valor estimado del producto bruto total del planeta. No hay, hoy por hoy,

    control o regulacin de los lujos globales de capital (salvo de orma limitada y coyuntural, como, preci-

    samente, en el caso de Chile, y en Malasia), lo que convierte a todas las economas en dependientes delcomportamiento de los valores de sus empresas, acciones y obligaciones en los mercados inancieros.

    La globalizacin de la economa tambin incluye la importancia creciente del comercio internacional

    en el crecimiento econmico, el aumento considerable de la inversin extranjera directa, la globaliza-

    cin de una parte esencial de la produccin de bienes y servicios en torno a empresas multinacionales

    y a sus redes auxiliares, la interpenetracin internacional de mercados de bienes y servicios, la orma-

    cin de un mercado global de trabajadores de especial cualiicacin (de los ingenieros de sotware a

    los utbolistas) y la importancia de las migraciones internacionales de mano de obra desplazada por las

    crisis econmicas hacia zonas con mayores oportunidades de empleo y progreso (Held y otros, 1999;

    Stiglitz, 2002).

    Junto a la globalizacin econmica en sentido estricto, asistimos tambin a la globalizacin de

    la ciencia, la tecnologa y la inormacin; la globalizacin de la comunicacin, tanto en los medios de

    comunicacin masiva y multimedia, como en las nuevas ormas de comunicacin a travs de Internet

    (Human Development Report, 2001; Castells, 2000; Castells, 2001; Hesmondhalgh, 2002).

    En una dimensin ms siniestra, la globalizacin del crimen organizado tiende a penetrar las insti-

    tuciones del Estado en numerosos pases, con eectos perversos considerables sobre la soberana y la

    legitimidad polticas.

    El nuevo sistema global que se constituye a partir de redes de intercambio y lujos de comuni-

    cacin es a la vez extremadamente incluyente y extremadamente excluyente. Incluyente de todo lo

    que tiene valor segn los programas dominantes en los lujos y excluyente de todo aquello que, segndichos programas, no tiene valor o deja de tenerlo. En la medida en que la globalizacin se ha desarro-

    llado, esencialmente, como instrumento de articulacin de mercados capitalistas, la rentabilidad eco-

    nmica (ya sea mediante ganancia o acrecentamiento del valor patrimonial, segn los casos) se con-

    vierte en el criterio undamental para la inclusin o exclusin en las redes globales. Se constituye as

    un sistema extraordinariamente lexible y dinmico, pero sometido a uertes oscilaciones y a una din-

    mica competitiva que no admite tregua o error. Las redes globales articulan individuos, segmentos de

    poblacin, pases, regiones, ciudades, o barrios, al tiempo que excluyen a otros tantos individuos, gru-

    pos sociales o territorios. Todos los pases y territorios estn atravesados por dicha lgica dual, de orma

    que se crean redes transnacionales de componentes dinmicos de la globalizacin, al tiempo que se

    segregan y excluyen segmentos sociales y territorios al interior de cada pas, regin o ciudad, natural-

    mente en proporciones altamente variables segn las zonas del mundo en que opere la competitivi-

    dad. Si en rica la gran mayora de la poblacin est excluida del sistema globalizado (aunque sure las

    consecuencias de lo que ocurre en dicho sistema), en Estados Unidos la proporcin oscila en torno al

    15%, aunque en el centro-sur de Los ngeles asciende al 20%. Esta geograa dierencial de la exclusin

    social se complica an ms con la geometra variable de la globalizacin, cuando turbulencias inorma-

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    larmente inluyente en Estados Unidos y entre los evanglicos de Amrica Latina. En orma distinta, el

    desarrollo del comunitarismo de base en la Iglesia catlica latinoamericana proporciona un reugio y

    un sentido alternativos a las secuelas sociales de la globalizacin sin control, al individualismo agresivo

    asociado al neoliberalismo, a la crisis de las ideologas socialistas tradicionales y al ormalismo retrico

    de las declaraciones liberales de ciudadana. En la mayora de los casos de movimientos sociales iden-

    titarios en el mundo hay un rechazo explcito a la globalizacin y una denuncia del Estado, convertidoen rehn de los lujos globales. No estoy interpretando el sentido de los movimientos identitarios, sino

    constatando el sentido que se atribuyen a s mismos. Conorme las identidades surgen como principios

    constitutivos de la accin social, corroen el principio undamental de ciudadana, sobre el cual se bas

    el Estado-nacin construido en la Edad Moderna. Si la identidad undamental es la religiosa o la nacin

    como entidad histrica, ser ciudadano es an una uente de derechos, pero ya no de sentido. El laicis-

    mo y el individualismo de la democracia liberal, como construccin racional y abstracta emanando del

    contrato social, deja de ser el principio de pertenencia y, por tanto, el principio de legitimidad. El poder

    de la identidad destruye la legitimidad del Estado como uente de sentido. Sometido a las presiones

    contradictorias de la globalizacin y las identidades culturales comunitarias, el Estado-nacin soberano

    y la sociedad civil constituida en torno a l entran en un proceso de declive histrico.

    EL ESTADO-RED

    Afectado por el proceso de cambio tecnolgico, econmico y cultural y confrontando una profun-

    da crisis de legitimidad, el Estado no desaparece: se transforma (Nye y Donahue, 2000; Jacquet y otros,

    2002; Castells, 2004b). Busca, por un lado, alianzas estratgicas, tanto estables como coyunturales con

    otros Estados, para tratar conjuntamente los problemas planteados por la globalizacin. Surgen as

    Estados co-nacionales, como es la Unin Europea, con un Banco Central Europeo independiente, unamoneda nica (aun con excepciones) y, por tanto, una economa unificada, a la que se aaden mlti-

    ples instituciones y leyes de mbito europeo. Se refuerza el papel de las instituciones internacionales,

    como las Naciones Unidas, la Organizacin de Estados Americanos, la Organizacin de la Unidad Afri-

    cana y las distintas organizaciones de seguridad regionales, en Europa, en el Pacfico, en Amrica Lati-

    na. Se constituyen alianzas militares fuertemente integradas, como la OTAN, que, en la prctica, funden

    las fuerzas armadas de sus miembros en unas fuerzas armadas supranacionales con mando conjunto.

    Surgen formas polticas sui gneris, a medio camino entre Estados co-nacionales e instituciones inter-

    nacionales, como fue en la dcada de los noventa la Comunidad de Estados Soberanos entre las ex-

    repblicas de la ex-Unin Sovitica. Proliferan las reas de integracin econmica que trascienden la

    soberana econmica nacional, como son MERCOSUR (pese a su crisis), el Tratado de Libre Comercio

    de las Amricas o, en embrin, el Acuerdo de Cooperacin Econmica en el Pacfico y la unin arance-

    laria de los pases del ASEAN en Asia del Sudeste. Se refuerza el papel de las instituciones econmicas

    supranacionales, de mbito global, como son el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, e

    instituciones asociadas, con influencia decisiva en la regulacin de la desregulacin econmica global,

    bajo control del exclusivo club G-8, merced a la influencia de su opinin en los mercados financie-

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    ros internacionales. Se intenta regular el comercio internacional a partir de la Organizacin Mundial

    del Comercio. Y se desarrollan una serie de acuerdos e instituciones especficas en temas tan diversos

    como el medio ambiente, los derechos humanos, la responsabilidad penal internacional o la protec-

    cin de los pueblos indgenas.

    As, el Estado-nacin se dota de instrumentos cooperativos de gestin, navegacin y negociacin

    en la globalizacin. El precio es alto: la prdida de soberana y el paso irreversible al poder compartido.O sea, se pierde poder para mantener inluencia. Pero la alternativa es la irrelevancia de decisiones que

    ningn Estado (ninguno, ni siquiera los Estados Unidos, a pesar de su intento de unilateralismo milita-

    rizado) puede aplicar en solitario, como ha tenido que aceptar el mismo Estados Unidos en su aventu-

    ra iraqu. Es ms, ni siquiera esta conluencia de poderes y recursos permite asegurar el control de los

    gobiernos sobre los lujos de capital, inormacin y tecnologa, como se ha veriicado en momentos

    tales como la crisis inanciera asitica, los repetidos racasos en controlar Internet o la contencin del

    terrorismo global. Pero, al menos, la construccin de eseras de poder compartido permite acrecentar la

    capacidad de negociacin e intervencin en relacin con los lujos globales.

    Por otra parte, el Estado-nacin, en casi todo el planeta, est buscando su relegitimacin mediante

    la descentralizacin administrativa y la participacin ciudadana. Se transieren competencias a gobier-

    nos locales y regionales, al tiempo que se democratiza su eleccin y se intenta ortalecer su capaci-

    dad autnoma de gestin. En algunos casos, esta descentralizacin va de par con el reconocimiento

    de uertes identidades nacionales, regionales y locales, intentando as hacer compatible el principio de

    ciudadana poltica y la airmacin de la identidad cultural. Tambin han procedido los Estados a un

    reconocimiento creciente de la esera de accin para-pblica, mediante el desarrollo de organizaciones

    no gubernamentales (ONGs) que complementan las polticas pblicas, articulando recursos privados

    y desburocratizando la gestin de programas sociales. A menudo las ONGs prolongan su accin en la

    esera internacional, en un desarrollo paralelo a la internacionalizacin cooperativa de la intervencin

    de los Estados (Kaldor, 2003). La descentralizacin del Estado-nacin y su apertura creciente (al menosormalmente) a la participacin acentan su prdida de poder pero, por otro lado, permiten restaurar

    parcialmente su legitimidad en crisis.

    Este doble movimiento del Estado-nacin hacia la cooperacin internacional y hacia la devolucin

    de poder a mbitos sub-nacionales, conduce a la construccin de un nuevo sistema institucional, hecho

    de redes de rganos gubernamentales de distinto nivel, articuladas a estructuras no gubernamentales. Para

    cada problema, para cada mbito de decisin se produce una coniguracin distinta de la combinato-

    ria administrativa que compone el nuevo Estado. Es un Estado-red, que unciona mediante la interaccin

    de sus distintos componentes en un proceso continuo de estrategia, conlicto, negociacin, compromiso, co-

    decisin y decisin, que constituye la prctica poltico-administrativa concreta de nuestras sociedades. Tras

    la achada grandilocuente del Estado-nacin ex-soberano que an se proclama como tal, los restos de

    un Estado maltrecho por la globalizacin y las identidades se reconiguran en redes de colaboracin y

    puesta en comn de recursos. La lexibilidad de estas redes y su acceso a mayores uentes de recursos

    y competencias permite a los Estados no slo sobrevivir, sino prosperar en la era de la inormacin. Sin

    embargo, la complejidad de la decisin poltica en ese mundo de redes institucionales, desbordando

    cotidianamente el mbito nacional, complica considerablemente la representacin y el control demo-

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    crticos. Falto de un anclaje en una sociedad civil que sea a la vez supranacional y local, el Estado-red

    gana en lexibilidad y eicacia lo que pierde en democracia y transparencia.

    Tratar de especiicar la problemtica general as trazada en el contexto de Amrica Latina antes

    de abordar las caractersticas propias de estos procesos de transormacin en Chile.

    II. AMRICA LATINA A PRINCIPIOS DEL SIGLO XXI

    La problemtica latinoamericana a principios del siglo XXI puede estructurarse en torno a su rela-

    cin especica con el inormacionalismo globalizado, las identidades, los movimientos sociales y el

    Estado (Caldern, coordinador, 2003).

    INFORMACIONALISMO Y GLOBALIZACIN

    EN AMRICA LATINA

    La transicin al inormacionalismo, expresada mediante la globalizacin, ha transormado pro-

    undamente las economas y las sociedades en toda Amrica Latina. En su dimensin undamental, la

    inanciera y monetaria, la globalizacin y las polticas de ajuste que de ella derivan han inducido un

    nuevo marco macroeconmico, airmando la estabilidad monetaria y el control de la inlacin como

    objetivo prioritario, la liberalizacin del mercado de capitales, la desregulacin econmica y la privati-

    zacin de empresas pblicas en casi todos los pases. En ese sentido las polticas econmicas latinoa-

    mericanas en la dcada de los noventa se guiaron por el criterio de aproximacin a los parmetros de

    las economas ms avanzadas, creando las condiciones para una relativa homogenizacin de las con-diciones de inversin de capital y para el libre movimiento de mercancas. Y eso es lo esencial de la

    globalizacin econmica: la uniicacin de criterios de mercado en un espacio econmico ampliado. La

    inversin extranjera, tanto directa como en el mercado de valores, se ha multiplicado, proporcionando

    recursos para el crecimiento econmico y avoreciendo transerencia de tecnologa y mejora de la ges-

    tin empresarial. El comercio internacional se ha diversiicado por sectores y por regiones del mundo.

    Y se ha dinamizado, en calidad y en cantidad. El Tratado de Libre Comercio de las Amricas y, en un

    primer momento, Mercosur, han constituido reas econmicas relativamente integradas que amplan

    mercados y contribuyen a mejorar la competitividad. Pero este proyecto de modernizacin ligado a

    una globalizacin capitalista con escaso control social, tiene dos problemas undamentales desde una

    perspectiva latinoamericana (Castro, coordinadora, 2003). El primero, su dbil capacidad productiva y

    competitiva en una economa mundial en la que la creacin de valor depende sustancialmente de la

    capacidad tecnolgica, organizativa y cultural de producir conocimiento y procesar inormacin eicaz-

    mente. El segundo, la incapacidad de integrar en el desarrollo econmico a la mayora de la poblacin

    del continente, una buena parte de la cual se ve abocada a un proceso de marginacin creciente. Vea-

    mos las contradicciones del modelo que se dio en llamar neoliberal.

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    Desde el punto de vista econmico, el punto dbil de Amrica Latina contina siendo su dbil

    insercin en el modelo de produccin inormacional, debido a la alta de lexibilidad organizativa de

    las empresas y a la baja capacidad tecnolgica de la mayora de sus sectores de actividad, tanto en

    generacin como en uso de nuevas tecnologas (Katz y Hilbert, 2003). Ello implica que la mayor parte

    de las exportaciones en la dcada de los noventa, en todos los pases menos Brasil, corresponde an a

    productos agropecuarios, materias primas y productos extractivos. La exportacin de productos manu-acturados, en todos los pases, sigue concentrndose en los sectores de menor valor aadido (Mogui-

    llansky, 1999; 2003). O, en el caso de Mxico, en donde las exportaciones manuactureras han crecido

    considerablemente, se trata de trasplantes productivos de empresas multinacionales, con escasa auto-

    noma de innovacin y crecientemente expuestas a la deslocalizacin de actividades hacia reas de

    menores costos de produccin. Las exportaciones de servicios continan tambin mayoritariamente

    en las lneas tradicionales, como turismo (generalmente controlado por tour-operadores globales), con

    escasa competitividad en los servicios a las empresas, y en las actividades de alto crecimiento y de alto

    valor aadido. Una nueva dependencia, la tecnolgica, marca la nueva economa latinoamericana en

    un momento decisivo de su articulacin a la economa global. Es cierto que puede concebirse un desa-

    rrollo tecnolgico que se traduzca en aumento de exportaciones primarias utilizando una clasiicacin

    estadstica desasada. As la economa exportadora estrella de los noventa, la chilena, sigue concentran-

    do sus exportaciones, en buena medida, en la minera y en la lnea agro-acuo-alimentaria. Y la utiliza-

    cin de tecnologa avanzada, tanto biolgica como de gestin inormatizada, ha sido importante en la

    competitividad de las empresas ms dinmicas del sector exportador en Chile, en Brasil o en Costa Rica.

    Pero la modernizacin tecnolgica y la capacidad de innovacin, aun progresando en algunos pases

    como Chile, han ido acumulando retraso con respecto a los procesos de cambio tecnolgico y organi-

    zativo en los pases ms avanzados, como expondr ms adelante en lo reerente a Chile.

    Con todo, en su conjunto, Amrica Latina est integrada en la nueva economa global. Pero de

    orma desigual y tal vez insostenible, con altos costos sociales y econmicos en la transicin, y conamplios sectores sociales y territorios excluidos estructuralmente de ese proceso de modernizacin e

    integracin econmicas (Cepal, 2004; Caldern, coordinador, 2003). Los ndices de desempleo, pobreza

    y desigualdad varan, pero con excepcin de Costa Rica y Chile (que ha reducido notablemente su nivel

    de pobreza, en parte por comparacin con la situacin de marginacin masiva heredada de Pinochet)

    han aumentado en el conjunto de Amrica Latina a lo largo de la dcada. El desarrollo desigual terri-

    torial se ha acentuado y la concentracin de poblacin y recursos en las grandes reas metropolitanas

    sigue creciendo, suscitando tensiones sociales y deterioro medioambiental por alta de control y pla-

    neamiento de este proceso de urbanizacin acelerada, que ha llevado ya a las ciudades y sus entornos

    rural-urbanos a casi un 80% de la poblacin latinoamericana. Se observa una distancia creciente entre

    el sector moderno, globalizado, de la economa y el sector inormal y de economa de supervivencia en

    el que trabaja una alta proporcin de la poblacin, ms de la mitad en muchos pases. Si la marginali-

    dad urbana era un mito cuando se ormul su teora en los sesenta (puesto que la mayor parte de los

    llamados marginales urbanos estaban integrados en la economa ormal) en estos momentos s es una

    realidad masiva. Esta marginacin de una buena parte de la poblacin latinoamericana excluida de la

    economa ormal resulta de la contraposicin de dos dinmicas contrapuestas: la articulacin global

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    del sector competitivo en base a menores costos de produccin y la supervivencia inormal en las eco-

    nomas locales. En parte ello se debe a la descomposicin/recomposicin de la economa por los cos-

    tos del ajuste macroeconmico, que ha desintegrado sectores protegidos de la empresa pblica y ha

    estrangulado a numerosas pequeas y medianas empresas por las altas tasas de inters, generando as

    paro estructural y no slo sub-empleo. Junto a ello, las altas tasas de crecimiento econmico en algu-

    nos sectores y en algunos territorios han generado un amplio estrato medio-alto urbano de nuevo tipo,ligado a la empresa privada, con niveles de educacin, soisticacin proesional y patrones de consumo

    homologables a los estadounidenses y europeos.

    La crisis de amplios sectores de la poblacin y de muchas regiones cre las condiciones para su

    utilizacin por parte de las maias globales, producindose lo que denomin hace algn tiempo la

    conexin perversa, es decir la reconexin de sectores marginados de poblacin y de regiones ente-

    ras con la economa mundial, mediante actividades criminales de todo tipo (centradas en el trico de

    drogas, en el contrabando y en el lavado de dinero) que encuentran mercados en expansin en las

    sociedades ms ricas pero tambin en las sociedades latinoamericanas, por ejemplo en Brasil y Mxico.

    La economa global criminal se ha convertido en un sector dinmico, generador de riqueza y empleo,

    pero tambin destructivo de personas e inductor de inestabilidad social y poltica, en varios pases de

    la regin.

    La dinmica de la globalizacin y la aceleracin del crecimiento econmico, incontrolado y espo-

    leado por la bsqueda constante de competitividad, han conducido a una destruccin masiva del

    medio ambiente. Tanto en reas rurales como en las perierias de las grandes metrpolis se est pro-

    duciendo un deterioro irreversible del equilibrio ambiental que amenaza con degenerar en desastre

    ecolgico.

    En suma, Amrica Latina est, de lleno, en la globalizacin. En un proceso de crecimiento dinmi-

    co, competitivo y modernizador, del que orman parte, hoy por hoy indisoluble, procesos de exclusin

    social y destruccin medioambiental.La articulacin asimtrica de Amrica Latina en la economa global induce proundos cambios

    sociales, culturales y polticos segn procesos especicos de cada pas.

    LA (RE) CONSTRUCCIN DE IDENTIDADES EN AMRICA LATINA

    Cmo se relaciona el proceso de globalizacin truncada con la evolucin de las identidades colec-

    tivas en Amrica Latina? Cabe distinguir, aunque coexistan de orma articulada, cuatro principales iden-

    tidades distintas: la tnica, la religiosa, la regional, la nacional. La tnica se ha maniestado uertemente

    en la ltima dcada, de Chiapas, Guatemala y Bolivia, al Amazonas, a Ecuador, a Per y al resurgir de

    las reivindicaciones mapuches. Para pases como Guatemala, Ecuador y Bolivia es un principio unda-

    mental de identidad, aun raccionado, como en Bolivia, en distintas culturas. Para la mayora de pases

    latinoamericanos es una identidad especica de comunidades que son minoritarias y recuentemente

    marginadas. Pero, aun siendo minoritarias, se han constituido en principios de movilizacin que se han

    hecho uertemente presentes en la dinmica social de casi todas las sociedades latinoamericanas, con

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    excepcin de la Argentina, donde el genocidio de los indgenas ue llevado a cabo con gran eicacia. En

    algunos pases como Bolivia o Ecuador, la identidad indgena es hoy da un actor deinitorio de la pol-

    tica nacional.

    La identidad religiosa se mantiene como elemento bsico de sentido para una buena parte de la

    poblacin, en particular entre los ms humildes, mediante la pervivencia de la inluencia de la Iglesia

    catlica. Pero el catolicismo ha ido perdiendo terreno con respecto al auge creciente de los cultos evan-glicos, que constituyen un elemento de agregacin y organizacin social en las comunidades urbanas,

    sobre todo en los sectores ms populares, en toda Amrica Latina, con especial presencia en Amrica

    Central, en Chile, en Per y en Brasil, pas este en el que la inluencia poltica de los evanglicos es cre-

    ciente y llega al gobierno de Ro. Su lder poltico carioca, Garotinho, alberga serias aspiraciones presi-

    denciales hacia el uturo.

    La identidad regional tambin se ha maniestado con ms uerza en el espacio pblico en la ltima

    dcada, marcando comunidades ms all de la cotidianidad y el costumbrismo. Las culturas regionales

    colombianas, de Antioquia al Cauca, son principios deinitorios de redes de proteccin social ante la

    crisis general del Estado colombiano. El norte mexicano encuentra su identidad reorzada por su carc-

    ter de polo dinmico del nuevo espacio econmico, al tiempo que Yucatn, Oaxaca y Chiapas buscan

    principios de movilizacin identitaria en su lucha contra una marginacin creciente. La crisis del Estado

    peruano ha acentuado el raccionamiento poltico regional a partir de un resurgimiento de las culturas

    propias de cada rea del pas. La divisoria entre sierra y litoral en Ecuador es una clave esencial en la

    desagregacin del sistema poltico tradicional en ese pas. Y aunque la identidad tnica es un princi-

    pio de organizacin y conlicto en Bolivia, a ello se aade la uerte dierenciacin regional del pas, de

    modo que el Oriente boliviano vuelve a airmarse como un polo alternativo a la dinmica poltico-social

    propia del altiplano.

    Ahora bien, a pesar de la diversidad cultural interna en cada pas a lo largo del siglo pasado (o sea, el

    XX), el principio identitario dominante en toda Amrica Latina ha sido la identidad nacional. Era una iden-tidad proyecto, como la Argentina por ejemplo, una identidad construida en torno a un Estado-nacin

    que, ya sea sobre bases populistas o clientelares, airmaba un proyecto de desarrollo y una especii-

    cidad a la vez rente a los pases poderosos (aun sirvindolos en lo poltico y en lo econmico, pero

    nunca en lo cultural, vase Mxico-EE.UU.) y rente a los vecinos, siempre sospechosos de algn mal

    designio. El Estado construy la nacin y la identidad nacional apareci como la principal uente de

    identidad colectiva, articulada en lo privado a la identidad religiosa y en lo pblico a la identidad pol-

    tica directamente inspirada por el Estado (justicialismo, prismo, varguismo, raccionamiento atroz

    entre identidades liberal y conservadora en Colombia).

    Pues bien, en la medida en que el Estado se constituy en los noventa como agente de la globalizacin

    y en la medida en que se despeg de sus bases sociales tradicionales, la separacin entre Estado y nacin

    llev a una crisis de la identidad nacional como principio de cohesin social. Con una identidad nacional

    construida histricamente por el Estado, al desligarse dicha identidad de su sujeto (el Estado), para la

    mayora de la poblacin la identidad nacional se ha convertido en un principio dbil, en un principio

    que no basta para construir el sentido de la vida colectiva. La identidad nacional tiende a ser suplan-

    tada por dos uentes distintas de sentido. Por un lado, el invididualismo (incluido el amilismo), legiti-

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    mado por el mercado, se convierte en uente de racionalidad y de proyecto. Por otro lado, el repliegue

    hacia identidades comunitarias ms uertes que una identidad nacional en crisis, lleva hacia un resurgir

    religioso y hacia el renacimiento de las identidades tnicas y regionales para quienes no las han perdi-

    do. Ahora bien, para la mayora de la poblacin latinoamericana, pareciera que la tendencia dominante

    uese la de constituir una comunidad cultural deensiva sobre base territorial como apoyo de estrate-

    gias de supervivencia individual. No se observa, en general, el surgimiento de un principio identitariouniicador que llene la orandad de una nacin abandonada por su Estado.

    CRISIS, RECONSTRUCCIN Y TRANSFORMACIN DEL

    ESTADO EN AMRICA LATINA

    La evolucin del Estado parece ser la clave de la crisis y/o reconstruccin de la identidad en Amri-

    ca Latina. Qu est sucediendo?

    Aunque es arbitrario hablar en general del Estado en Amrica Latina me atrever a ormular una

    hiptesis. Fue, histricamente, un Estado dbil que, desde los aos treinta, construy su permanencia

    en base a una alianza con los sectores medios urbanos y con los trabajadores organizados. Sobre esta

    alianza se construy un Estado populista (prismo, varguismo, justicialismo) o democrtico (Chile, Vene-

    zuela, Colombia), pero siempre clientelista. Siempre dependiente de su capacidad para captar la rique-

    za del pas, pagar su cuota a los socios extranjeros y distribuir los recursos al sector urbano organizado,

    mediante la administracin pblica, mediante las empresas pblicas y mediante un Estado de bien-

    estar hecho a la medida de las clientelas polticas. Al margen quedaban los campesinos y los sectores

    populares no organizados, as como, en algunos Estados, los sectores capitalistas autnomos (grupo

    Monterrey en Mxico). Slo las repblicas centroamericanas (pero no Costa Rica) y Paraguay, corres-

    ponden al clich del Estado instrumento directo y exclusivo de la oligarqua. La poltica cepalina ue elmodelo econmico adaptado a las condiciones polticas de ese Estado nacional-popular. Cada vez que

    se intent romper ese equilibrio de alianzas entre sectores populares organizados, clases medias buro-

    crticas y grupos econmicos dominantes como capitalistas pero no como actores sociales, se produjo

    una crisis del Estado (Argentina en los cincuenta, Brasil en los sesenta, Chile en los setenta, Mxico en

    los ochenta). Slo se consigui una estabilidad relativa cuando de alguna manera; explcita o implcita,

    dichas alianzas se recompusieron. Pero en los noventa, para superar la crisis estructural de los ochenta,

    el Estado intent asumir un nuevo papel: el de modernizador en el marco de la globalizacin. Es un papel

    contradictorio porque, a dierencia del Estado desarrollista, la modernizacin como adaptacin a la eco-

    noma global consiste sobre todo en traspasar al mercado lo que era del Estado. Para llevar a cabo ese

    proyecto, indispensable para la modernizacin tecnolgica y la participacin del sector dinmico de la

    economa en el nuevo capitalismo global, los Estados utilizaron con recuencia sus apoyos tradiciona-

    les para, de hecho, romper los privilegios de dichos sectores y dejarlos expuestos a la competitividad.

    Del Estado nacional-popular se pas al Estado neoliberal. Esa ue la poltica de Pinochet, en su versin

    autoritaria; la poltica de Salinas y luego de Zedillo y Fox (pese a las dierencias de aparatos polticos),

    la poltica de Menem, la poltica de Snchez de Lozada, la poltica de Fujimori. La poltica de Cardoso

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    correspondi a ese esquema en sus objetivos, pero no en sus apoyos polticos. Para sentar las bases de

    una poltica liberal, Cardoso busc apoyos de centro-derecha, enrentndose de hecho a la coalicin de

    centro-izquierda que represent los intereses del sector popular clientelista del Estado. Este proyecto

    de adaptacin a la nueva economa global tuvo una conduccin poltica en distintas versiones. Algunos

    gobiernos, como el de Cardoso, lo hicieron con sensibilidad social y respeto democrtico. Otros, como

    Fujimori, de orma autoritaria. Otros, como el de Menem, mediante el sostenimiento artiicial de la eco-noma a travs de la venta del patrimonio nacional, junto con la compra de complicidades polticas

    mediante la corrupcin generalizada. Otros, como en Mxico, proundizando la exclusin social al dar

    prioridad absoluta a la integracin en la economa norteamericana. Pero en todos los casos se desmon-

    t buena parte del sistema de alianzas en torno al Estado del que dependan las clases medias urbanas

    tradicionales y los sectores obreros organizados. An as, los gobiernos modernizadores ganaron elec-

    ciones en aquellos pases (Argentina, Brasil) en que para la mayora de la poblacin las condiciones de

    vida mejoraron (pese al aumento de la desigualdad) y la insercin en el sistema global oreci una pers-

    pectiva. Pero eso slo dur mientras dur esa mejora de condiciones sociales y se convirti en debacle

    electoral y poltica, como en Argentina, en cuanto se revel la ragilidad del proceso. All donde los sec-

    tores agrupados en torno al Estado ueron suicientemente uertes para renar la liberalizacin (Ecua-

    dor, Colombia y, sobre todo, Venezuela) se caotiz la economa entre medidas ormalmente liberales

    para consumo externo y el mantenimiento de los intereses corporativos en torno a la economa pbli-

    ca. En Mxico, el proceso ue ms complicado en la medida que las clases medias urbanas rompieron

    con el PRI, mientras que los sectores populares organizados decidieron apostar a una nueva ronda de

    clientelismo mientras pudiese durar. No dur mucho y el Estado PRI empez su descomposicin (aun-

    que est lejos de haber terminado su recorrido histrico, en la medida en que el PRI mantiene vivas

    sus redes de clientela y articulacin de intereses). Pero el resultado generalizado en Amrica Latina ue

    la quiebra del Estado corporativo y/o clientelista, la ruptura de las alianzas sociales, la ragmentacin

    del sistema poltico y la recomposicin de la direccin poltica en torno a liderazgos personalizadosdemocrticos (es decir, rerendados por procesos electorales). En el caso ms extremo, en Venezuela,

    la corrupcin generalizada de la clase poltica venezolana y su intento de aerrarse al Estado clientelar

    llev a la crisis general de ese Estado y al surgimiento de un rgimen nacional-populista de nuevo tipo.

    Los reiterados plebiscitos populares en avor de Chvez, expresan un populismo que, a dierencia de los

    dems gobiernos, plante una alternativa nacionalista radical a la globalizacin, abriendo as un proce-

    so cuyo desarrollo y desenlace todava abiertos estn llenos de signiicacin y dramatismo. All donde

    la clase poltica oscil entre el salto adelante de la liberalizacin y el mantenimiento del Estado tradi-

    cional, como en Colombia, el Estado entr en descomposicin, momento que pudo ser aprovechado

    por uerzas insurreccionales que haban mantenido una resistencia testimonial en nombre de los mar-

    ginados de siempre. En el contexto de la economa criminal y del intervencionismo estadounidense, el

    proceso desemboc en guerra civil abierta. Por otro lado, la proundidad de la crisis crea condiciones

    para una reaccin de la sociedad y un ltimo relejo del sistema poltico para restablecer su legitimi-

    dad in extremis. Tal ha sido el caso de Argentina, donde Kirchner pudo apoyarse en una sociedad al

    borde del colapso para enrentarse a los antasmas del pasado, a la podredumbre de las instituciones

    polticas, judiciales y militares y a las presiones del Fondo Monetario Internacional, con una determina-

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    cin impensable poco tiempo antes. El resultado ue, al menos por un periodo, la estabilizacin de la

    economa y la relegitimacin de la institucin presidencial, en un claro ejemplo de la autonoma de los

    sujetos polticos con respecto a las determinaciones estructurales. Asimismo la eleccin de Lula repre-

    sent la demanda de la sociedad brasilea para no ser postergada por ms tiempo en aras de la reor-

    ma econmica. El programa de Lula se present, ante todo, como la deensa de la nacin. Y esa es pre-

    cisamente la contradiccin que domina su gestin: cmo mantenerse en la globalizacin (y por tantoen el marco de la poltica del FMI) al tiempo que se airman los intereses nacionales y los intereses de

    trabajadores sindicalizados y empleados del sector pblico, su principal base de apoyo.

    En resumen, el Estado-nacin latinoamericano dej de ser nacional en la dcada de los noventa,

    con la excepcin de Chile, Costa Rica y Brasil. Pero aun en estos casos, sus condicionamientos globales

    contaron tanto como sus legitimidades nacionales. Como consecuencia, en la mayora de los pases, se

    rompi la alianza tradicional con los sectores medios urbanos y sectores populares organizados, que

    son an la base del sistema poltico latinoamericano. Ello condujo a la recomposicin del sistema pol-

    tico de representacin y liderazgo, y a la creacin de una poltica dependiente de personalidades y de

    una relacin meditica con las masas populares. Un populismo meditico agente de la globalizacin

    contrapuesto a un estatismo corporativo deensor de la nacin son los dos proyectos en competencia

    y en busca de apoyos sociales. Entre ambos, la capacidad integradora del Estado se pierde gradualmen-

    te. Y la ideologa del mercado sustituye a la ideologa de la nacin.

    Pero la crisis del Estado es tambin consecuencia de la descomposicin de la clase poltica en

    muchos pases como resultado de dos procesos interrelacionados que desembocan en una prctica

    poltica autodestructiva: la poltica del escndalo. El primer proceso es la penetracin del Estado y del

    sistema poltico por redes criminales organizadas. No es un enmeno signiicativo en todos los Esta-

    dos, por ejemplo no lo es en Chile, a pesar de algunos episodios puntuales. Pero los medios de comuni-

    cacin han revelado corrupcin sistmica en Colombia, en Bolivia, en Paraguay, en Venezuela, en Per,

    en Ecuador, en Argentina, en las grandes ciudades de Brasil, sobre todo en Ro, en la mayor parte deAmrica Central y el Caribe y, con particular intensidad, en Mxico, en donde la crisis poltica surida por

    Mxico en los noventa no es separable de las luchas que an libran los carteles mexicanos del narcotr-

    ico por obtener inluencia en los distintos niveles del Estado. La corrupcin resultante de esta penetra-

    cin criminal deslegitima al Estado y bloquea su capacidad de maniobra en un momento decisivo de

    su reorientacin.

    El segundo proceso al que hago reerencia es la emergencia, en Amrica Latina como en el resto

    del mundo, de una nueva orma de competencia poltica, la poltica inormacional. Se trata de que

    los medios de comunicacin se han constituido en el espacio preerente de la poltica. No es que los

    medios controlen la poltica, sino que los lderes y partidos polticos compiten entre ellos y se relacio-

    nan con los ciudadanos en y por los medios. La poltica meditica tiene sus reglas, a saber la persona-

    lizacin de los liderazgos y la credibilidad de personas y siglas como valor undamental en la orma-

    cin de la opinin de los ciudadanos. Si lo esencial para ganar el apoyo popular es establecer dicha

    credibilidad, el arma de lucha poltica esencial es destruir la credibilidad del adversario. Y para ello el

    medio ms eicaz es la diusin en los medios de comunicacin de inormaciones negativas sobre per-

    sonas y organizaciones polticas. La mayor parte de esas inormaciones provienen del entorno de los

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    propios partidos, as como de grupos de inters que tienen por objetivo el desgastar a una persona o

    partido. Son iltraciones a los medios ms que periodismo de investigacin lo que alimenta la poltica

    del escndalo. Los niveles de corrupcin son suicientemente altos como para proporcionar abundante

    material. Pero si no hay bastante, se abrica, se manipula, se desinorma. Y como todos (o casi todos) lo

    hacen, y como hay que tener municin en reserva para disuadir al adversario, el debate poltico apa-

    rece dominado cada vez ms por las denuncias, contra-denuncias y desmentidos sobre la corrupciny abusos de poder de la clase poltica. Y como los medios de comunicacin son cada vez ms lexibles

    y omnipresentes en la vida de la gente, son esas imgenes, y no los debates sobre alternativas polti-

    cas, los que constituyen la relacin entre el ciudadano y el Estado. As, aun en pases como Chile, sin

    penetracin signiicativa de la economa criminal, el escndalo, ya sea de tipo sexual o ligado a algunos

    casos puntuales de corrupcin, tambin ha pasado al primer plano de la escena poltica. El resultado es

    el desprestigio de la clase poltica y, en ltimo trmino, en los casos extremos, un deterioro de la legiti-

    midad del Estado.

    Tras haber visto disiparse la relacin entre Estado y nacin, los ciudadanos asisten a la disociacin

    entre representatividad y legitimidad. A la crisis del Estado se aade la crisis del sistema poltico. La deri-

    va poltica conduce a la deriva de la identidad.

    LA CRISIS DE LA GLOBALIZACIN EN AMRICA LATINA

    Y LOS PROYECTOS ALTERNATIVOS DE ORGANIZACIN SOCIAL

    La contradiccin entre los requisitos de uncionamiento del nuevo sistema de produccin y organi-

    zacin social estructurado globalmente y las condiciones concretas de Amrica Latina al inicio del siglo

    XXI se traduce en una crisis multidimensional que tiene expresiones distintas segn como se maniieste

    esa contradiccin en cada pas. La integracin en la globalizacin sin inormacionalismo conduce a unaestructura socioeconmica excluyente, por lgica de redes, para gran parte de la poblacin y territorio,

    mediante la capacidad de las redes globales de comunicacin y relacin para apropiarse selectivamen-

    te de la creacin de valor, integrando y marginando a la vez. El antdoto a la exclusin social selectiva es

    el salto directo al inormacionalismo y la progresin de una globalizacin por etapas, mediante integra-

    cin comercial regional y mediante la regulacin de los lujos de capitales. Funcionar como Caliornia

    o Francia sin serlo, conduce a la economa iccin como la que caracteriz a la Argentina de Menem y

    tiene lmites concretos en cuanto desaparecen las reservas monetarias en que se basaba la homologa-

    cin inanciera. La integracin autnoma en la globalizacin exige una prounda reorma tecno-econ-

    mica en el conjunto del continente. Pero para llevar a cabo esta reorma hace alta un apoyo social que,

    tras una dcada de adaptacin a la globalizacin y repetidas crisis resultantes de ese proceso de rear-

    ticulacin plantea la cuestin de la reconstruccin de la legitimidad poltica como el requisito previo

    de cualquier reorma tcnica. Hablando en trminos generales, y considerando a Chile como excepcin

    en este aspecto, la perspectiva de dicha reconstruccin se complica cada vez ms. Cuanto ms limitada

    es la base de acumulacin global en un pas, ms se concentran los escasos recursos disponibles en el

    sector globalizado, en la elite poltica y en sus crculos de apoyo, con lo cual se achica su base social. Y,

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    muy probablemente, aumenta la corrupcin de la clase poltica en la medida en que en el slvese quien

    pueda, las elites se salvan ellas mismas en primer lugar.

    Ya disminuida la legitimidad poltica nacional, sustituida por la legitimidad del mercado, la incapa-

    cidad de redistribuir y hacer participar mediante el mercado, conduce a una crisis general de legitimi-

    dad. Esta situacin limita la capacidad de reorma del Estado y su apertura democrtica, por el temor de

    perder el control del proceso de apertura.La identidad nacional no desaparece, pero se disocia del Estado, por lo cual es apropiada por dis-

    tintas expresiones reivindicativas, no necesariamente compatibles. En ese sentido se convierte ms que

    en identidad en ideologa, raccionada entre actores que no participan de un proyecto comn de orga-

    nizacin de la sociedad. Las identidades tnicas, religiosas y territoriales cobran uerza, raccionando

    an ms la identidad nacional y debilitando su capacidad de integracin.

    En el lmite, hay crisis econmica, crisis social y crisis de legitimidad poltica, llevando incluso a crisis

    del Estado mismo, como es el caso en Bolivia, en Venezuela, en Colombia, en Hait, y tal vez en Per, en

    Ecuador, en Nicaragua, en Guatemala, en Paraguay. O como pudo ser en la misma Argentina antes de

    que se produjera el milagro poltico de Kirchner (que, como todos los milagros, puede desvanecerse

    con las sombras del ocaso). Segn la dimensin dominante en cada proceso de crisis, el sistema se hace

    insostenible en una u otra dimensin, pero todos los actores estn presentes en las crisis de todos los

    pases. As, pensando en la crisis argentina del 2001, sta surgi como expresin de la insostenibilidad

    de una economa globalizada sin bases reales para mantener una convertibilidad paritaria con el dlar,

    agravada por la corrupcin de una clase poltica privilegiada, desembocando en una crisis de conianza

    en las instituciones inancieras (el corralito) y en la clase poltica (que se vayan todos!). Cuando la

    contradiccin es entre un Estado dbil y una economa criminal pujante, se llega a la quiebra del Esta-

    do y, al intentar recomponerse el Estado en trminos militares con apoyo estadounidense, a la guerra

    civil, como en Colombia. Cuando se disocia por entero la base social del Estado entre las clases medias

    aspirantes a la globalizacin y los sectores populares en bsqueda de un Estado populista, se rompe lalegitimidad poltica y la identidad nacional a partir de una oposicin de clase, amenazando una guerra

    de clases y una ruptura del Estado en trminos distintos de la imagen clsica del marxismo latinoame-

    ricano, pero semejante a los populismos revolucionarios: ese parece ser el caso, cada vez ms dramti-

    co, de Venezuela. Cuando la identidad nacional es traicionada por la globalizacin dolarizada, como en

    Ecuador, surgen con uerza identidades alternativas, de base indgena, como ormas de expresin de las

    luchas de los excluidos. No es tan distinto de las contradicciones expresadas por el movimiento zapatis-

    ta, an no resuelto en Mxico, o de movimientos comunitarios en otros pases.

    En suma, sin inormacionalismo, sin regulacin gradual de la globalizacin, sin Estado reormado,

    sin legitimidad poltica, sin control de la economa criminal, sin principios de identidad compartida y

    sin ormas de debate y participacin poltica de los grandes sectores excluidos, la globalizacin trun-

    cada de Amrica Latina no parece social y polticamente sostenible, aunque esto sea materia de inves-

    tigacin ms que de airmacin. Si bien Chile, junto con Costa Rica, parece constituir la excepcin a la

    regla. De ah el inters de su estudio y las implicaciones de su experiencia para el conjunto de Amrica

    Latina.

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    LOS ACTORES SOCIALES DE LA RECOMPOSICIN

    DE UN ORDEN POLTICO

    La reconstitucin de una relacin estable y dinmica entre economa, poltica y sociedad, pasa por

    la reconstitucin de actores sociales especicos capaces, en cada contexto, de llevar a cabo esa articu-

    lacin. Los gobiernos nacionales por s solos no pueden ser los actores nicos de dicha reconstruccin.Pero siguen siendo indispensables para articular poltica, sociedad y economa. El contexto internacio-

    nal no es avorable a las reormas. Los EE.UU. no estn dispuestos a reormar, sino que dan prioridad

    absoluta al imperativo de su seguridad, a partir de la paranoia deensiva-oensiva suscitada por el 11 de

    septiembre. La Unin Europea no tiene poltica clara ni comn sobre el tema, aparte de buenas pala-

    bras. Por tanto Amrica Latina tiene que construir su espacio autnomo en una globalizacin regiona-

    lizada. Para esa construccin, la relacin entre gobiernos y actores sociales es decisiva. Cules son esos

    actores? Los tradicionales (sindicatos, campesinos, etc.) son recuentemente representantes de intere-

    ses corporativos, poco capaces de deinir en trminos propios un proyecto de insercin en la globaliza-

    cin que sea vlido para el conjunto de la sociedad. Los movimientos identitarios son ormas de replie-

    gue comunitario, esenciales para la supervivencia, pero agravan la crisis de sostenibilidad institucional

    del sistema en su conjunto.

    El llamado movimiento antiglobalizacin (o por la justicia global, en los trminos de sus actores)

    es una uente de proyectos alternativos. Ha cambiado el debate sobre el sistema, ha abierto opciones

    posibles. Ya no es anti, sino por otra globalizacin. Pero en s no es un actor, ni tiene contenidos com-

    partidos. Es un conjunto de actores y de intereses y valores diversos, y es global y local a la vez, esa es

    su uerza. Es en realidad un gran movimiento democrtico, cuya bandera es el no a la globalizacin sin

    representacin, lanzado en Seattle. Propugna un mecanismo y un debate sobre los contenidos de la

    globalizacin, replantea el control social y poltico de la economa y la tecnologa a partir de la sociedad

    y la poltica. Pero como no es un actor en s, necesita la mediacin poltica. Puede ser principio de rele-gitimacin para aquellos Estados y gobiernos que lo asuman como tal, aun con la necesaria distancia.

    En cierto modo es el embrin de una sociedad civil global, junto con la densa trama de ms de 30.000

    ONGs operando internacionalmente (Juris, 2004).

    En suma, la construccin de un proyecto alternativo de globalizacin agrupa a un sistema com-

    plejo de actores. Es un movimiento social red, intentando conectar a nodos del Estado-red que emer-

    ge en la sociedad red y en un contexto de redes globales de riqueza, inormacin y poder. En qu

    medida pueden los Estados responder positivamente a esta propuesta conusa pero innovadora para

    hacer socialmente sostenible el sistema? En la medida en que maximicen su autonoma como actores

    polticos, por un lado, con respecto a los intereses inmediatos que representan (incluido los propios de

    los gobernantes como individuos dispuestos a enriquecerse) y, por otro lado, con respecto a la red glo-

    bal de intereses y estrategias en la que estn inmersos. Es decir, la autonoma poltica puede permitir

    crear un espacio nuevo de representacin en donde los nuevos actores sociales puedan emerger y dar

    sustento social a la representacin poltica colectiva en el contexto de relaciones globales. Los actores

    se articulan entre ellos globalmente y con respecto a los gobiernos o sistemas polticos local y nacio-

    nalmente. Slo en la medida en que esa doble relacin, global y local, consiga un espacio de decisin

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    especica a cada sociedad, puede producirse una regulacin de la globalizacin que tenga en cuenta

    los intereses y valores sociales no incluidos en los programas de dominacin econmica e ideolgica

    inscritos en las redes globales dominantes. Slo entonces la globalizacin ser sostenible. Porque ser

    la globalizacin de las personas y no slo del capital. Porque comunicar identidades en lugar de disol-

    verlas bajo la dominacin de una cultura global o convertirlas en principios autistas de resistencia. Ese

    es el debate planteado en Amrica Latina en los prolegmenos del siglo XXI. Y en ese debate se sitaChile como un caso especial cuyo anlisis tiene relevancia especial para el conjunto de Amrica Latina

    e incluso para un mundo en busca de nuevas vas de desarrollo. Porque, aun con las limitaciones y con-

    tradicciones que se pueden observar en la economa y la sociedad chilenas, Chile, en contraste con el

    conjunto de Amrica Latina, presenta un balance de progreso econmico, social y poltico continuado

    en el periodo 1990-2004. A qu se debe el xito relativo del desarrollo chileno? Son extrapolables los

    actores subyacentes a ese proceso de desarrollo? Existe un modelo chileno de desarrollo? En realidad,

    como tratar de mostrar, hay dos modelos chilenos de desarrollo. Y mientras uno de ellos ha racasado,

    con harto costo humano, en el conjunto de Amrica Latina, el otro, el ms reciente, orece importantes

    lecciones que podran ser de utilidad para la regin y para el mundo. Veamos de qu se trata.

    III. EL MODELO DEMOCRTICO CHILENO DE DESARROLLO

    En contraste con el resto de Amrica Latina, Chile se ha caracterizado por un uerte crecimiento

    econmico sostenido desde 1984, con una aceleracin del crecimiento en los noventa y una leve rece-

    sin en 1999, seguida por un crecimiento moderado en 2000-2003 y un repunte del crecimiento en

    2004. En la ltima dcada, la competitividad de la economa chilena se ha acrecentado, ganando partes

    de mercado mundial, a dierencia de Amrica Latina en su conjunto. Pero, adems, han mejorado lascondiciones de vida de la poblacin (relejado en las estadsticas vitales), se ha reducido a la mitad el

    nivel de pobreza, y ha habido un progreso notable en el nivel educativo, segn evidencian los datos del

    Censo del 2002 en comparacin con los del Censo del 1992 (Tironi y otros, 2003). La experiencia chilena

    en los aos noventa demuestra la posibilidad de crecimiento econmico con integracin en sus bene-

    icios de la gran mayora de la poblacin, aun de orma desigual, en el marco de la nueva economa

    global. Pero hay que recordar que no hay uno sino dos modelos de desarrollo chileno bien distintos: el

    que denominar autoritario liberal excluyente y el que, a alta de un mejor trmino, llamar democrtico

    liberal incluyente. El caliicativo de liberal se unda en el nasis que ambos modelos ponen en el mer-

    cado y en la apertura econmica internacional como elementos esenciales del crecimiento econmico.

    Pero, naturalmente, las otras dos dicotomas que caracterizan los modelos (autoritario/ democrtico y

    excluyente/incluyente), los hacen proundamente distintos, no slo poltica o ticamente, sino tambin

    econmicamente y operativamente. Por modelo autoritario liberal excluyente entiendo aquel modelo de

    desarrollo que excluye de los beneicios del crecimiento a gran parte de la poblacin mediante el ejer-

    cicio auto