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    JEAN-PIERRE LUMINET

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    INCENDIO

    DE

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    BYBLOSNarrativa Histrica

    Ttulo original: Le bton dEuclideTraduccin: Manuel Serrat1 edicin: enero 2005 ditions Jean-Claude Latts, 2002 Ediciones B, S.A., 2004Bailn 84-08009 Barcelona (Espaa)

    Diseo de coleccin: Ignacio BallesterosISBN: 84-666-1693-4

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    A la memoria de Andr Balland

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    Bajo el delgado creciente lunar, se recortaba la silueta de dos altas torresgemelas, que enmarcaban el portal de la ciudad amurallada. El emir Amr ibnal-As observ con aire pensativo las pesadas puertas claveteadas del barrio delos palacios, que brillaban dbilmente a la luz de las hogueras de los vivaquesy al resplandor intermitente del Faro. All en Medina, el califa Omar, prncipede los creyentes, le haba ordenado hacer desaparecer todo rastro de

    paganismo en la orgullosa Alejandra. Destruira, pues, esas torres. Mil aos decivilizacin tenan que perecer mediante el fuego y la espada.

    A Amr eso no le gustaba. Por muy guerrero que fuera, prefera convencercon la palabra que vencer por la fuerza. E imaginar que su nombre pasara a laposteridad como el de un destructor no le complaca en absoluto. Alzentonces los ojos al cielo nocturno, como si pretendiera descifrar un mensajeen los clavos de oro que brillaban en lo alto. Era un cielo menos puro que el delgran desierto, pues lo enturbiaba la cercana del mar. Al da siguiente, Amrentrara en Alejandra. No como antao, en calidad de un comerciante queconduca sus camellos cargados de seda y especias, sino como un guerrero,

    como el conquistador de Egipto a la cabeza de sus beduinos.En la toma de los arrabales se haba mostrado magnnimo. Ni un templo

    pagano saqueado, ni una casa de cristiano o de judo desvalijada, ni una mujerviolada. Sus beduinos se haban comportado como liberadores, as se lo habaordenado. Pero maana sera otra cosa. El barrio de los palacios era rico y sussoldados no comprenderan que se les prohibiera aprovecharse de ello. Y,adems, sera preciso derribar esas estatuas de divinidades paganas que losgriegos conservaban con la excusa de que eran arte, y esos idlatras retratosde la faz de Dios y de sus profetas. Por otro lado, habra que quemar todosaquellos libros de los tiempos antiguos, que propalaban supersticiones y

    mentiras.Como senta curiosidad por las cosas forneas, Amr no iba a disfrutardestrozando todo aquello. La poesa sobre todo le pareca, pagana o no,respetable y vinculada siempre a lo sagrado. Cuando todava era un simplecomerciante, Amr haba viajado mucho. Sus caravanas le haban llevado hastaAntioqua, al norte, a Isfahn hacia levante y, naturalmente, a Alejandra, aponiente. Poco seguro an de su fe en la palabra del Profeta, una vez quehaba ya colocado sus mercancas en esas ciudades extranjeras, se reuna conmagos, sacerdotes, rabinos, y les haca mil y una preguntas sobre sus cultos,sus leyendas, la concepcin que tenan de la Tierra y del Universo. Haba

    aprendido as a conocer al otro, a comprender al extranjero. Se interesaba portodo, incluso por su comida, de modo que haba adquirido un halagador bagajede conocimientos que le haba convertido, en Medina y en La Meca, en unletrado escuchado por los ancianos y los poetas. Pero ya no haba lugar paralos intercambios ni las preguntas. La guerra santa no se prestaba a ello. Comola ola vuelve a la arena, Amr haba regresado, junto con sus hordas deguerreros del desierto, para sumergir Alejandra.

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    Filopon se dijo, con una amarga sonrisa, que el jinete del Apocalipsis era

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    muy impaciente: si hubiera aguardado an veintitrs aos, Alejandra habrafestejado su milenario entre llamas y sangre, proclamando el reino delAnticristo.

    Por otra parte, no haba llegado ya el fin de los tiempos? Acaso el Museorodeado de peristilos no estaba sufriendo una muerte lenta, con sus losas demrmol agrietadas por las saxfragas, sus pilares mancillados por inscripciones

    obscenas, mientras en las salas de la Biblioteca de rotas ventanas y dentro delos armarios corrodos por los insectos, el calor y la humedad hinchaban,amarilleaban y agrietaban los rollos de papiro y los pergaminosencuadernados, a los que ni siquiera protega ya su irrisoria cubierta de polvo?

    Y l, Juan Filopon, no estaba cubierto tambin por el polvo de los aos?Toda una vida un siglo casi intentando salvar mil aos de labor y desapiencia humanas en busca de la verdad del Universo se vera, maana,reducida a la nada. Esos mil aos se amontonaban ah, en un desorden que nodejaba de crecer. No haba ya pacientes copistas que transcribieran losmanuscritos llegados desde los cuatro puntos cardinales, ni eruditos

    traductores que trasladaran al griego las leyendas, los mitos y la ciencia de losimperios de levante. Ni tampoco sabios para clasificar, examinar, redescubrir yglosar las obras de los antiguos. Slo quedaba l, Juan Filopon, filsofocristiano, venerable gramtico y, sobre todo, el ltimo bibliotecario al que lamuerte iba a llevarse muy pronto. l, pero tambin Rhazes, sabio mdico, suabnegado ayudante, que velaba por la Biblioteca como si fuera el ms frgil desus pacientes. Lamentablemente, aquel hombre, joven an, era judo ymostraba un escepticismo irnico ante las polmicas que desgarraban laIglesia cristiana. Un judo, bibliotecario del Museo de Alejandra, cmopensarlo siquiera? Cmo pensar, tambin, en poner al frente de la mayor

    biblioteca del mundo a la bella Hipatia, la sobrina nieta del viejo gramtico, aquien el estudio de Euclides y Tolomeo haca olvidar en exceso la lectura dePablo y de Agustn? Adems, era slo una mujer.

    Desde haca mucho tiempo, del mar ya no llegaban barcos cargados delana, de vino, de aceite, de especias, de metales preciosos y de libros. Romaestaba en manos de los brbaros, Atenas era un lejano arrabal deConstantinopla, Prgamo un nido de guilas ya vaco y Jerusaln una aldeamiserable cuya propiedad los camelleros disputaban a los perros.

    Sin embargo, a veces, atracaba en el puerto un mercader famlico quevena a vender a Filopon algunos volmenes desportillados que el anciano

    hojeaba con hasto para encontrar en ellos, con sus ojos fatigados, la mismaglosa remachada, la misma coja exgesis de truncadas citas de Orgenes,Basilio o Agustn.

    Algunos aos antes, Filopon haba tenido ocasin de hablar con uno deesos mercaderes rabes que haban intentado venderle su libro sagrado. Eraobra de uno de esos innumerables y falsos profetas que proliferaban entreJerusaln y la Arabia Feliz, medio locos y charlatanes pues, para serconvincentes, esos energmenos tenan que creer, ellos mismos, en susfbulas.

    Como Filopon no descifraba esa escritura ideogrfica de caracteres

    bastante hermosos pese a estar grabados en omoplatos de dromedarios o enpiel de cabra, rstica prima del pergamino, le pidi al mercader en cuestinque le leyera el texto.

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    Era una ingenua visin del Antiguo y del Nuevo Testamento, en la que unprofeta nmada, el tal Mahoma, contaba la historia de Moiss, Mara y Jess alos paganos como se hace con los nios. Todo aquello era ignominiosamenteblasfemo; Mahoma llegaba incluso a decir que los cristianos eran politestas vel Salvador un profeta como muchos otros. Pero ese simple modo de hablarpoda seducir a campesinos y pastores. Prueba fehaciente de ello era ese

    ejrcito de beduinos contra el que la humilde gente egipcia, pagana sinembargo, no haba resistido ni en Helipolis ni en los arrabales de Alejandra.Y, ahora, el invasor aguardaba la aurora para romper las puertas de laciudadela griega, ltima muralla de la civilizacin, y destruir lo que quedabapor destruir, quemar lo que quedaba por quemar.

    Filopon habra podido guardar el libro en cuestin e intentar aprender lalengua rabe, pero deba ser prudente, incluso en Alejandra. A los doctores enteologa de Bizancio, sus enemigos, les habra sido fcil acusarle de simpatizarcon la secta de esos brbaros. Haba dejado, pues, que el mercader se fuera,pero se qued amargado al no poder proseguir la obra de sus ilustres

    predecesores, cuya ambicin era recolectar todos los libros del mundo. Elmercader le haba asegurado que las palabras de Mahoma que se recitaban enpblico slo estaban anotadas en este libro de modo muy parcial. El supuestoprofeta, que era analfabeto, no las haba consignado por escrito, pero suscompaeros conocan de memoria los seis mil doscientos treinta y seisversculos directamente inspirados, segn crean, por Dios.

    Rhazes, el ayudante del viejo gramtico, haba tenido menos escrpulos:haba aceptado guardar en su casa ese Corn para estudiarlo. De hecho, lohaca para enriquecer su coleccin de objetos curiosos y divertidos que legustaba ensear a sus amigos: piedras o maderos de formas extraas

    arrastrados por el mar, fragmentos o copias de estatuillas del antiguo Egiptode los faraones, ingenuas figuras garabateadas sobre ncar por pescadores omendigos. De todos modos, como buen mdico, a Rhazes slo le interesabanlos misterios del cuerpo; siendo judo, se negaba a tomar parte en los debatesteolgicos que, sin embargo, conmovan la tierra entera. A la sazn, Filoponlamentaba no haber adquirido los escritos en cuestin. Tal vez habra podidovolverlos, como un arma, contra los brbaros. Unos brbaros que, maana,tomaran la ciudad. Qu destino reservaban a los millones de retazos depensamiento humano amontonados all? Era ya un milagro que Filopon hubieselogrado salvarlos durante los sombros decenios que acababan de transcurrir.

    Ni los persas, ni los obispos de Bizancio se haban atrevido a destruir laBiblioteca o a saquearla. Pero, esta vez, estaba en efecto en peligro de muerte.De modo que Juan Filopon aguardaba la liberacin, en las largas salassilenciosas del Museo abandonado.

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    Esta es la obra de Dhu al-Qarnain, el que tena dos cuernos!

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    Amr dijo esas extraas palabras en un griego casi perfecto en el que sloafloraba un leve acento gutural. Filopon levant la cabeza y le contempl conaire asombrado. Cuando, de madrugada, haba odo el ruido de los pasos y eltintinear de las armas de los soldados que penetraban en el Museo, el viejofilsofo haba decidido morir imitando a Arqumedes. Haba abierto en la mesade mrmol una antigua copia del Hippias Mayory anotado, al margen de la

    frmula de Scrates: Digo que, a nuestro entender, lo bello es lo til, elinicio de un comentario: Sin duda, pero..., dejando voluntariamente su fraseen suspenso. Al cabo de un instante, la espada le atravesara y, durante siglos,la posteridad repetira que, una vez ms, el pensamiento haba perecido,inconcluso y ahogado en sangre. Era una impostura irrisoria, pero una sublimeadvertencia para las generaciones futuras.

    El que tena dos cuernos? pregunt. Ignoro de quin hablas,general. Es acaso uno de vuestros sanguinarios dolos, Baal o Moloch, paraquienes degollis mujeres y nios en vuestras regiones salvajes?

    Filopon esperaba que el conquistador rabe, enfurecido por esa insolente

    rplica, acabara deprisa con l. Pero, por el contrario, Amr solt una enorme yfranca carcajada:

    Si hubieras aceptado el libro que antao te ofrec sabras, noble anciano,que hablo de aquel a quien vosotros llamis Alejandro, y a quien el Profetadenominaba Dhu al-Qarnain, o Iskandar.

    De modo que era l! El mercader vivaracho que haba intentado venderleaquellos omoplatos grabados haba regresado, revestido con la arrogantecoraza del guerrero. Y no tenda a Filopon unos torpes versculos, sino unaespada. El viejo filsofo, desconcertado por un instante, se dijo que a fin decuentas el general quiz fuera menos temible de lo que pareca. No pudo evitar

    una sonrisa. De modo que las fbulas referentes a Alejandro Magno habanllegado a los confines del mundo! El propio Alejandro, en su afn por serdivinizado en vida, pretendi que le haba entronizado el dios egipcio Amn, alque representaban con cabeza de carnero, en el oasis de Siwa. Luego, habaordenado que a partir de entonces todas las efigies suyas que se fabricaran enAlejandra llevasen en la frente los cuernos del dolo.

    Sin embargo, Amr haba percibido la escptica sonrisa del anciano. Congesto autoritario, despidi a su escolta, tom un taburete y se sentfamiliarmente al otro lado de la mesa.

    El ignorante beduino que soy, oh sabio Filopon, ha comprendido muy

    bien que sa era una parbola que el Omnipotente dict a su Profeta paraindicar que, al igual que Alejandro edific esas murallas de bronce, Al habaconstruido el infierno como morada para los infieles.

    Filopon se sinti incmodo. El, que se haba preparado toda la noche parauna muerte gloriosa a manos de un bruto, se encontraba charlando con unhombre de unos cuarenta aos, afable y encantador, de gestos suaves ysensuales, ojos de un negro profundo y brillante, elegante en su larga tnicade seda blanca con adornos de oro.

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    Recuper la esperanza. No todo estaba perdido. Acaso el sabio Casiodorono haba, en su tiempo, salvado Roma al convertirse en consejero del godoTeodorico? Amr nada tena de bruto. Adems, acababa de revelar una de susdebilidades: como todo militar, soaba con alcanzar la gloria de Alejandro. Nohaba que alarmarle. Filopon decidi cambiar de actitud trocando el tonosarcstico que haba adoptado hasta entonces por el del viejo sabio, paternal y

    resignado.Tienes razn, general. De la voluntad de Alejandro naci esta ciudad. El

    mayor soldado del universo descansa en ella, pues su cuerpo fue enviado aqudesde Babilonia en un atad de oro. Lamentablemente, su mausoleo fuepillado por no sabemos qu invasores.

    Era una flagrante mentira histrica, pero el rabe comprendera la alusiny desvelara sus intenciones.

    Ignoraba el hecho replic Amr con un poco de irona. Cuando, comomercader llegado de mi desierto, preguntaba yo a mis clientes por la tumba deAlejandro, me contaban que un antiguo rey de tu gran ciudad haba cometido

    el sacrilegio de apoderarse de los tesoros que albergaba el mausoleo, parapagar su ejrcito y lanzarse a la guerra contra su propio hermano, que ledisputaba el trono. Sin duda era una de esas fbulas que corren de feria enferia y que el crdulo beduino que soy se trag ingenuamente...

    Filopon se mordi los labios. De nuevo haba infravalorado losconocimientos de su interlocutor. Amr fingi no ver esa turbacin y prosigui:

    Nuestras tumbas, las de los discpulos del Profeta, no corren el riesgo deser profanadas. Ponemos a nuestros muertos en la tierra para que lleguendesnudos a los jardines de Al, donde todo les ser proporcionado, Y desnudosseguirn hasta el da de la Resurreccin y del Juicio.

    No estaremos desnudos el da del Juicio, sino que cargaremos connuestros pecados y nuestros crmenes. Y los que roban, desvalijan, matan,destruyen la obra del Creador que ha dado al hombre, al revs que al animal,el poder de comprender el mundo para mejor adorarle, ardern en el infiernopor toda la eternidad. Lo sabes, general Amr?

    Lo s, y s tambin por qu el Creador aniquil Sodoma y Gomorra.No eres el ngel de la muerte replic con dulzura Filopon. Y

    Alejandra no es la nueva Babilonia.Se miraron con fijeza, en silencio, unos instantes. Un viento fro

    procedente del mar silbaba bajo el peristilo y haca temblar el pergamino de

    Platn puesto sobre la mesa. Amr inspir profundamente y dijo por fin:Cierto es que soy slo un mercader que se hizo soldado de Dios. Ciertoes tambin que eres un hombre virtuoso y sabio, Filopon, pero es ciertoasimismo que los sumos sacerdotes de tu religin son ricos, a pesar de laejemplar pobreza de ese profeta al que llamis dios, Jess. Ya te lo he dicho:soy soldado. Obedezco las rdenes de mi califa, el comendador de loscreyentes, Omar Ab Hafsa ibn al-Jattab. Si decide que tu ciudad debe sercastigada, castigar. Si hace un acto de clemencia, obedecer con alegra.

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    Antes de condenar, antes de quemar, Amr, aprende a conocer, por lomenos, lo que contienen.

    Que as sea, habla. E intenta convencerme.Soy viejo, hijo mo, y conozco demasiadas cosas. No sabra por dnde

    empezar. Me autorizas a pedir ayuda? All donde la vejez, en exceso llena desaber, no sabra que decirte, la juventud podr hacerlo.

    Y quines son esos jvenes?Un judo y una mujer.

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    Con paso presuroso, Hipatia y Rhazes atravesaron los dos peristilos y elperipato antes de penetrar en la Biblioteca. Al ver aparecer a la joven, Amr selevant, pero Hipatia no le dio tiempo para hablar. Le tendi una rama de olivo

    cargada de frutos y dijo, acompaando su gesto con una graciosa genuflexin:Si quieres convertirte, Amr, en dueo de nuestros parajes, aprende

    primero a acariciar el rugoso tronco del olivo bienhechor, rogndole que teofrezca sus frutos henchidos de un aceite dorado. Aprende tambin a besar elracimo de uva como a una mujer, para que te inunde algn da con su vinosavoluptuosidad. Aprende adems a hablarles a los trigales como les hablas a tussoldados. De sus espigas llegar el pan como la ms hermosa de tusconquistas. Del trigo, de la via y del olivo nace la paz, nace el Libro.

    Subyugado, Amr uni las manos y se inclin diciendo: Cmo pueden ocultarse tanta gracia y poesa entre tanta sombra y

    polvo? Una joven dama como t est hecha para tener un buen marido yhermosos hijos. Perdida as entre libros, acabars desecndote como un viejopapiro.

    Hipatia hizo un coqueto gesto de enfado:Si ests presentndome una demanda de matrimonio, general, me

    parece muy brutal. Mi to me haba hablado de ti como un hombre corts ypausado.

    Perdname. Soy slo un soldado del desierto y nunca he conocido, enmi rida vida, una mujer que aliara tanta belleza con tanta ciencia.

    Desconfa de las griegas, Amr brome Filopon. Queman como el

    hielo, pero no se funden. Todos sois griegos en este palacio, pues? Crea hallarme en tierra deEgipto.

    Hace ahora mil aos intervino Rhazes que el macedonio Alejandrofund esta ciudad. Y podemos decir que todo alejandrino depende, a la vez,del Faran y de l.

    Y t, judo, de quin dependes?De Abraham, general, como t. Los hijos de Israel son hermanos de los

    de Ismael. T y yo somos hijos del Libro.Amr seal con un gesto amplio los anaqueles que le rodeaban.

    Y esos libros, qu aaden a las palabras que el Omnipotente dict asus profetas?

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    Filopon lanz una mirada desesperada a su sobrina y al mdico. Para abrirel espritu de ese hombre, para salvar la Biblioteca, sera necesario todo elardor y el entusiasmo de su juventud. l ya no poda hacerlo. Pero qu estabadiciendo Rhazes?

    Todos los libros son de inspiracin divina, pues todos loan la belleza dela Creacin.

    Infeliz! Repeta lo mismo que haba dicho Filopon unas horas antes, loque haba provocado una ociosa discusin en la que Amr, aferrado a su Corn,negaba en nombre de su dios cualquier valor a los escritos de los Antiguos.

    Por fortuna, Hipatia comprendi que la conversacin iba a empantanarseen un terreno que le era por completo ajeno. Conoca la reputacin de esoshombres del desierto inclinados a la ensoacin, a la poesa, a lo maravilloso.Por ah era preciso arrastrar a Amr. El halago tampoco sera intil. Ni laseduccin, lo que en cierto modo era lo mismo.

    Se dice que eres el ms valeroso pero tambin el ms clemente de losguerreros. Tu reputacin ha cruzado los desiertos y los mares. Hasta en

    Bizancio te temen y te respetan. Al propio Alejandro, sin duda, le hubieragustado tenerte a su lado. Me parece legtimo que te conviertas en dueo de laciudad que l fund.

    Amr hizo una pequea mueca, indicando que el cumplido no le engaaba.Hipatia prosigui:

    Una de mis siervas, que mantiene una relacin demasiado estrecha,para mi gusto y en detrimento de su trabajo, con uno de tus lugartenientes,me ha dicho que tu valor te pertenece slo a ti, pero que recibiste la sabidurade tu abuelo, jefe de tu tribu, un hombre santo muy erudito y que vivi susltimos aos retirado, dedicado tan slo a la contemplacin de los astros y la

    meditacin. Es cierto que pasaste tu infancia a su lado?Mi lugarteniente no minti a tu esclava, bella seora. Lamentablemente,mi venerable abuelo muri antes de haber conocido la palabra del Profeta.

    Tampoco Aristteles la conoci. Sin embargo, por su sapiencia merece,al igual que tu abuelo, el paraso.

    Si est escrito... Pero no me fastidies cantando las alabanzas del talAristteles, como hace tu to. Dirase que este lugar slo contiene las obras deese pesado.

    Filopon, tras su larga barba, farfull unas palabras de descontento,mientras su sobrina y Rhazes se miraban casi riendo. Al verlos, Amr se relaj.

    Vamos, radiante juventud les reprendi, un poco de respeto por losancianos... Y por sus manas. Por lo que a m se refiere, estoy entre vuestrasdos edades.

    Hipatia percibi en esta ltima frase una pizca de celos hacia el jovenmdico. Cierto es que Rhazes, no sin fatuidad, se mantena muy cerca de lamuchacha, como si hubiera entre ambos algo ms que amistad. Ella se apartligeramente.

    Ignoro si tu abuelo se hubiera enorgullecido de tu conquista guerrera dijo, pero estoy segura de que si te hubiera visto en posesin de estassetecientas mil obras, te habra pedido que lo pensaras dos veces antes de

    destruirlas.

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    La expresin del general se ensombreci. Cmo hacer comprender a esagente que la decisin no dependa de l sino del califa Omar? Slo pudo repetirel argumento al que se agarraba y que le pareca cada vez ms especioso.

    Qu hay en estos libros que el Profeta no nos haya enseado?Hipatia puso una cara de nia irritada. Eso la haca ms encantadora an.Dejmoslo, te lo ruego sugiri. Y dime, ms bien, si a tu abuelo le

    hubiera gustado responder a estas cinco preguntas. Dnde est el centro delUniverso? Cuntos movimientos pueden describir los planetas? Cul es laforma y la dimensin de la Tierra en la que t y yo vivimos? De dnde recibesu luz la Luna? Cuntas estrellas hay en el cielo?

    Qu extrao es eso, Hipatia! Cuando mi abuelo y yo, tendidos deespaldas, en la noche del desierto, contemplbamos la bveda celestial, l sehaca en voz alta estas mismas preguntas. Y me arrastraba en su vrtigo.Estn las respuestas entre estos muros?

    Tal vez s. Tal vez no. Slo s que puedo curar tu vrtigo. Pero, antes,te gustara saber, al menos, cmo, desde hace mil aos, los hombres han ido

    amontonando aqu todos esos libros, por qu prodigio? Cuando sepas cmo,tal vez entonces puedas responder a la pregunta por qu.

    Eso s es prudente, hermosa y joven dama, aunque creo adivinar quevas a contarme la historia de una nueva torre de Babel.

    Eres en efecto como todos los hombres, Amr, si juzgas y condenasantes de saber. Por eso hacis la guerra. Ahora bien, lo que voy a contarte esuna historia de paz y no de guerra, una historia de saber y no de poder.

    Una historia de mujer, en suma. Por qu no? La Biblioteca es sin duda una mujer cuyos secretos nadie

    puede agotar.

    Lo haba dicho casi en un susurro, con una voz clida y levemente velada.Amr qued profundamente conmovido. Tosiendo para ocultar su turbacin, dijoen un tono en exceso marcial:

    Cuenta pues, comenzando por el principio. Si me convences, intentar ami vez persuadir al califa Omar de que no destruya nada de esto.Convencerme o hechizarme, hermossima bruja, pens el soldado que secrea ya bajo el influjo de un malfico hechizo. Luego prosigui: Cuntameprimero quines fueron los locos que quisieron, tan tonta comoorgullosamente, reconstruir en mil aos, sobre cueros de becerros u hojas deplantas, lo que Dios haba tardado siete das en crear.

    Para contarte la invencin de la Biblioteca replic Hipada, tendrsque escuchar a mi to. l conoce su historia mucho mejor que nadie en elmundo. Podra creerse, incluso, que conoci a sus fundadores aadi riendo.

    Amr no pudo ocultar su despecho. La voz de Hipada era como una msicaencantadora. Pero el rabe se resign a escuchar la del anciano, algovacilante. A fin de cuentas, no se pareca esa voz a la de su abuelo, el eremitaque antao intentaba desvelar con l el misterio de las estrellas?

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    MILENIO

    El Universo en rollos

    (Primer curso de Filopon)

    Antes de la Biblioteca, hubo la ciudad. Y, sabes, Amr?, el nacimiento deuna ciudad se asemeja a la aparicin de un ser nuevo que va a crecer, adesarrollarse, a morir a veces, lo mismo que una criatura humana.

    Alejandro slo tena veintitrs aos cuando traz el contorno de la ciudadel veinticinco del mes egipcio de Tybi, hace de eso un milenio.1 Tras haberseadueado de Egipto, aquel al que llamaban el rey de las cuatro partes delmundo decidi fundar all una ciudad griega que fuera grande y llevara su

    nombre. Por consejo de su arquitecto, Deinokrates, estaba a punto de medir ycercar cierto emplazamiento cuando, mientras dorma, tuvo una maravillosavisin. Un hombre de aspecto venerable apareci junto a l y recit estosversos: En la mar tempestuosa existe un islote. Est delante de Egipto y lollaman Faros.

    Alejandro se levant de inmediato y acudi a Faros, que en aquel tiempoera an una isla, pero que ahora est unida al continente por una calzada. Elarquitecto vio que la ubicacin era favorable y Alejandro le orden trazar elplano de la ciudad adaptndolo a la configuracin del terreno. Puesto queDeinokrates no tena tiza, tom harina y traz en el suelo negruzco un crculoen cuyo interior dibuj mediante lneas rectas la figura de una clmide, aquelmanto corto y hendido que el Conquistador sola ponerse en los hombros. Elplano encant al rey. Pero entonces, una multitud de pjaros de todas lasespecies acudieron del ro para posarse como enjambres en el paraje, y nodejaron la menor mota de harina. Alarmado por el presagio, Alejandro fue aconsultar a los adivinos, pero stos le exhortaron a mantener la confianza.

    El Conquistador orden, pues, construir la ciudad. Cuando hubieronedificado la mayor parte de los cimientos y fueron visibles los lmites de lapoblacin, Alejandro la dividi en cinco partes, en las que hizo grabar cincoinmensas letras: A, B, G, D, E. La A de Alejandro, la B de basileus, quesignifica rey, la G de genos, la raza, la D de Dios, la E de edificacin. De hecho,

    son las cinco primeras letras del alfabeto y servan para designar cada uno delos barrios de aquella ciudad incomparable, para cuya construccin Alejandrosigui fielmente las lecciones de Aristteles, su antiguo preceptor. Te bastarleer, Amr, la Poltica del Filsofo, para hallar all todas las consideraciones que justifican la instalacin de una ciudad en esta regin hostil, pantanosa einsalubre.

    120 de enero de 331 a. C.

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    Alejandro Magno, que se lanz muy pronto a la conquista de otras partesdel mundo, no vivi lo suficiente para ver terminada su ciudad. TampocoAristteles vino jams a la ciudad ideal que haba soado y que su gloriosoalumno haba fundado. l Filsofo muri, por lo dems, en el exilio, un aodespus de Alejandro. Tambin fue expulsado de Atenas uno de sus mseximios discpulos, Demetrio de Falero, que haba gobernado con puo de

    hierro la ciudad tica durante diez aos.Otro alumno de Aristteles, y no de los menores, Tolomeo, fue el primero

    que rein aqu. Haba sido el mejor general de Alejandro. Se deca incluso queera su hermanastro y que el Filsofo los haba educado juntos. Tras la muertedel Conquistador, y despus de librar interminables guerras contra los demsgenerales que se disputaban los restos del imperio, Tolomeo I, llamado Soter,el Salvador, estableci su propio reino en Egipto, la vieja y rica tierra de losfaraones, y tuvo la sabidura de aportarle paz y prosperidad.

    En la poca en que Tolomeo se convirti en el primer rey, Alejandraestaba todava a medio urbanizar, aunque ya se hallaba repleta de templos,

    almacenes, tabernas y burdeles. El asfalto, el aceite, el barro, los excrementosy el sudor mezclaban sus efluvios con los del incienso y la mirra. Tolomeorecurri a los antiguos saberes de los constructores de pirmides, y alcombinarlos con la razn y la lgica, que los griegos deban a Aristteles, hizode la ciudad esa perfecta geometra de la que tan bien te has aprovechado,Amr, para invadir con tus jinetes sus amplias avenidas. Tendi un puentesobre el mar para llegar a la isla de Faros, donde mand erigir esa torre que,desde hace casi un milenio, ha salvado a tantas tripulaciones guindolas consu llama en la noche o la tempestad. Cmo crees, Amr, que se construy estamaravilla, si no gracias a los libros que nos rodean, libros que redactaron o

    consultaron los arquitectos, los ingenieros y gemetras? Estos volmenesedificaron la torre de Faros, estos tratados libraron a tantos marinos de lahorrenda suerte de morir ahogados.

    Tolomeo fund la Biblioteca por otras muchas razones. Deseaba en primerlugar aprender a reinar bien. Quiso pues leer todo lo que se haba escrito sobrelas leyes, la poltica y la historia. El material era abundante, porque los griegosno han dejado de ocuparse de estos temas desde que Soln redact la primeraconstitucin que se conoce en el mundo. Pero, en opinin del rey, a partir de lamuerte de Aristteles slo quedaba un hombre capaz de conocer la lista detodos los pergaminos que hablaban de la realeza y del mejor modo de

    gobernar: Demetrio, su antiguo condiscpulo. La cosa resultaba sorprendente,ya que ste haba sido en el nterin gobernador de Atenas, mantenido en elpoder por Casandro, el sucesor de Alejandro. Los atenienses afirmaban quehaba sido un tirano, y sobre todo le reprochaban a Demetrio que durante sudecenio de reinado absoluto hubiera patrocinado la institucin del Liceo,fundado por Aristteles segn el modelo de la Academia de Platn, y del quelos atenienses decan con desprecio que era slo un hatajo de intrusos.

    Cierto da, ante la amenaza de un levantamiento provocado por unepgono de Alejandro, Demetrio tuvo que huir de Atenas y refugiarse en Tebas,donde conoci la amargura del exilio. De modo que, cuando Tolomeo le llam a

    Alejandra, Demetrio no tard en desembarcar all, llevando como nicoequipaje la ciencia de su maestro, su talento de orador y su experiencia delpoder.

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    El rey le recibi con grandes fastos, yendo l mismo a buscarle al puerto,que estaba bien protegido por los diques que unan entre s las islas formandoun semicrculo abierto slo por un canal. Penetraron en el Brucheion, el barriode los palacios, verdadera ciudad cerrada en plena urbe. Sus murallasprotegan ms la tumba de Alejandro que las suntuosas moradas con estatuasde mrmol y los templos dedicados tanto a los dioses griegos como a las

    divinidades egipcias. El mayor de estos templos estaba consagrado a lasMusas, o, ms bien, a las artes y las ciencias que esas diosas del ritmo y de losnmeros representaban. Pero las hornacinas, los anaqueles y los armarios deeste Museo no contenan otros documentos escritos que los que Tolomeohaba trado de sus campaas.

    He aqu tu nuevo reino dijo el monarca de Egipto al tirano expulsadode Atenas. Tus sbditos todava no estn aqu. Tendrs que hacerlos venir delas cuatro esquinas del universo. He enviado ya un mensaje en este sentido atodos los pases del mundo, pidiendo a sus soberanos y gobernantes que meremitan los libros que tengan disponibles. Las riquezas de Egipto son

    inagotables; les dar parte de ellas a cambio de esos textos. Este ser tureino, stos sern tus sbditos. En calidad de ministros, generales y sumossacerdotes podrs llamar a tu lado a filsofos, gramticos, matemticos,astrnomos, gemetras, ingenieros, traductores y copistas. Sern bienpagados, permanecern alojados entre estas paredes y nada les faltar, nipara su trabajo ni para su reposo.

    Demetrio acept la oferta con fervor. Se maldijo por haber perdido,antao, tanto tiempo dedicado a la intriga y el poder; por fin poda vivir deacuerdo con su pensamiento, el de Aristteles, y no segn lo que lascircunstancias y su aficin al mando demasiadas veces le haban impulsado a

    hacer.En Atenas, Demetrio haba colaborado en la organizacin del Liceo,prototipo del Museo. Haba proporcionado los fondos necesarios para la comprade un jardn rodeado de prticos y paseos, donde haba una sala de clase yceldas destinadas a alojar a profesores y alumnos. Y all poda consultarse labiblioteca de Aristteles, la mayor jams reunida hasta entonces. Por qu, sedijo Demetrio, no trasplantar a Alejandra la idea de esa escuela, dotndola delas riquezas de su seor, Tolomeo, el ms generoso prncipe del mundo?

    Por aquel entonces, las bibliotecas griegas se reducan a colecciones demanuscritos en manos de particulares. Los templos de Egipto albergaban en

    sus estanteras un surtido de textos religiosos y oficiales, al igual que ciertospanteones del mundo griego. Tolomeo Soter tuvo la ambicin de reunir todasestas colecciones dispersas en una verdadera Biblioteca central, que poseyeratoda la literatura mundial conocida.

    El lugar y las circunstancias eran perfectos para que semejante empresaprosperase. Alejandra era la ciudad ideal imaginada por el Filsofo: un puertoinmenso, abierto a todos los intercambios comerciales y culturales, una ciudadde mercaderes y guerreros, como t, Amr.

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    Sin embargo, los reyes, prncipes, tiranos, generales, strapas, diadocos yoligarcas del despedazado imperio de Alejandro no respondieron en absoluto ala llamada de Tolomeo Soter. Sin duda eso era debido al poder creciente deldueo de Alejandra. Adems de Egipto, era seor de Cirenaica, de Coelesiria,de Palestina, que formaban una media luna frtil al borde del Mediterrneo,custodiada por dos centinelas que eran Chipre y Creta. Los soberanos del

    mundo vean en l a un nuevo faran y teman que los libros que reclamabafueran un arma tan misteriosa como temible contra la que sus espadas podranquebrarse. No les faltaba razn...

    Entonces, el antiguo dueo de Atenas utiliz medios draconianos paraengrosar la Biblioteca. Cuando Atenas acept por fin prestar los textos deEurpides, Esquilo y Sfocles, Demetrio los hizo copiar, devolvi las copias y sequed con los originales. Dio la orden de requisar los libros de todos los navosque hacan escala en el puerto de Alejandra, y les aplicaba el mismotratamiento: confiscacin de los originales y restitucin de las copias. As, enpoco tiempo, se constituy la biblioteca de los bajeles, la primera coleccin

    del Museo, alimentada por los fondos de los navos.Paralelamente, Demetrio elabor un sistema por el que tanto los

    mercaderes como los vendedores salan beneficiados. Los mercaderes vieronen ello un man. Llevar libros a Alejandra era el mejor de los pasaportes paraque se les abrieran los graneros de trigo, las minas de esmeraldas, losalmacenes de tejidos de Egipto. Hurgaron en todas las ciudades, los palacios ylas ricas moradas donde estaba de moda amontonar ostensiblemente en suestuche de seda manuscritos que nadie lea, pero que se mostraban comoobjetos de prestigio o de opulencia. Y aquello nada costaba, o muy poco, a losmercaderes. Depositaban una garanta puramente simblica, prometiendo a

    los donantes que les devolveran la totalidad de sus bienes en forma de copia,pero siempre en la misma y hermosa envoltura. Qu le importaba, a lamayora de esa gente poseer una copia en vez del original? Su bibliotecaseguira siendo un objeto de admiracin, al que se aadira la gloria de tenersu nombre inscrito para toda la eternidad en los registros del nuevo faran,como les decan los mercaderes para engolosinarlos.

    Afortunadamente, hay otros amantes de los libros distintos a esa gentevida de vanagloria: todos aquellos para quienes leer es un gozo profundo,una bsqueda de la sabidura o una herramienta de trabajo. Pero que stoscediesen su biblioteca era harina de otro costal. Entonces, como Tolomeo le

    haba pedido, Demetrio llam a Alejandra a todos aquellos sabios y eruditos,para que vivieran y estudiaran en el seno del templo de las Musas. Nadatrabara su libertad de investigacin, ni la religin ni la poltica. Slo pona unanica condicin: que no vinieran solos, sino con sus libros. Y no slodispondran de sus propios volmenes sino que podran utilizar a su guisatodos los dems.

    Los eruditos afluyeron en masa, sus discpulos les siguieron, y tambin lohicieron todos los que estaban vidos de aprender o de descubrir por smismos las maravillas del mundo. As se constituy la mayor Biblioteca delmundo.

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    Cada vez que los asuntos de la guerra y del gobierno le dejaban algntiempo libre, Tolomeo Soter acuda a la Biblioteca, tomaba familiarmente aDemetrio del brazo y lo llevaba hacia el peripato, por donde caminabancharlando largo tiempo, a imitacin del maestro de ambos, Aristteles... Y lomismo te invito yo a hacer ahora, Amr, al igual que a nuestros jvenesamigos. El ejercicio de andar suelta la lengua y las ideas, mientras que la

    posicin sentada es la de un hombre encogido sobre s mismo, como paraguardar con egosmo lo que tiene en su interior.

    Tolomeo y Demetrio caminaban as, con frecuencia acompaados de unode los sabios cuya presencia el rey haba solicitado. La primera pregunta delmonarca era siempre la misma:

    Cuntos libros tenemos ahora, amigo Demetrio?Tras dos aos de colecta, el bibliotecario le respondi:Cincuenta y cinco mil muy pronto, seor, pero he odo decir que quedan

    todava muchos entre los etopes, los indios, los persas, los elamitas, losbabilonios, los asirios, los caldeos, los fenicios y los sirios.

    Y cuntos crees t que habr en el mundo?A fe que no lo s en absoluto. Pregntaselo ms bien a Euclides.Y al decirlo se volvi hacia el joven que les acompaaba en silencio.

    Euclides no deba de tener ms de veinticinco aos. Adems de ser joven yapuesto, era el mayor matemtico que el mundo haba conocido nunca.

    No te extrae, Amr. Es una idea comn imaginar que los sabios son todoscomo yo. Un anciano tembloroso y caduco, calvo, con la barba gris, la miradaturbia y enrojecida por excesivas penas, la espalda encorvada por tener quecargar con un exceso de saber, un hombre que nunca ha amado, nunca haredo, nunca ha cantado. Contempla, sin embargo, la belleza de mi sobrina.

    Inventar, comprender, arriesgarse a exponer proposiciones, hiptesis yaxiomas sobre la disposicin del mundo, con una mirada nueva y ciertainconsciencia es cosa de la juventud. Despus... Pero Hipatia te hablar deEuclides mucho mejor que yo, cuando llegue el momento.

    As pues, el joven y apuesto Euclides solt la carcajada y dijo: Cmo quieres que te lo diga? Sera preciso primero que yo supiese

    cuntas lenguas hay en el mundo, y cuntas escrituras para transmitirlas. Yeso me preocupa menos que la virginidad de Atenea...

    Dame al menos una cantidad aproximada.En estos momentos, a orillas del Indo, un poeta escribe la ltima

    palabra de su epopeya, mientras en Siracusa un gemetra inicia un tratado dearquitectura. Hay sin duda tantos libros en el mundo como astros en el cielo.Cada noche se descubre uno nuevo.

    Y cuntas estrellas hay en el cielo? Algo molesto, aunque negndose areconocer su ignorancia, Euclides replic:

    Los discpulos de Pitgoras se reconocan entre s gracias a una estrellade cinco puntas, pues el cinco es el nmero nupcial, el de la armona. Aspues...

    As pues le interrumpi el rey, fijaremos en quinientos mil el nmerode libros que deben adquirirse. Te parece razonable este objetivo, Demetrio?

    Aadir el que har quinientos mil y un volmenes, seor, tu Historia deAlejandro, que, segn me has dicho, est casi terminada.

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    No vayas a creer, Amr, que Tolomeo era uno de esos ricos vanidosos delos que te he hablado hace un rato y que amontonaban los libros slo porprestigio. A su modo, era un conquistador. Pero, al contrario que Alejandro, noquera apoderarse de las naciones en su propio beneficio, sino que aladuearse del universo del pensamiento, quera mostrarse su digno heredero.Todo el saber del mundo que iba recogiendo, segn esperaba, estara al

    alcance de quienes desearan conocerlo. A diferencia de Alejandro, que quera ira buscar el sol cuando se levantaba, Tolomeo aguardaba en su ciudad al astrodel da en su cenit. Sus hijos y sus sucesores se veran arrastrados por elmovimiento que l haba iniciado. Su dinasta tendra que proseguir la tradicinque l haba instaurado. Algo que parece el efmero capricho de un dspota seconvirti as en un gran designio: Soter logr que su ciudad brillara con unaclaridad intensa, la luz benfica de la ciencia, que es la luz divina.

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    Donde Amr se ejercita en la filosofa

    Hablabas de la ciudad ideal que Aristteles soaba dijo Amr

    contemplando la seca alberca en el centro del peripato. Sin embargo,Mahoma hizo de La Meca nuestra ciudad sagrada. Alejada del mar y de sustentaciones mercantiles, viviendo de sus propias riquezas, La Meca es locontrario de lo que tu filsofo imagin. Qu podra pues ensearnosAristteles a nosotros, los musulmanes?

    Aristteles afirmaba que el buen gobernante deba siempre sopesar lamedida, lo posible y lo conveniente.

    Y en qu se adecuaba la Biblioteca de Tolomeo al pensamiento de sumaestro?

    Reunir los libros de todos los pueblos del mundo permita comprender

    mejor a esos pueblos, y de ese modo mantener con ellos relacionescomerciales muy lucrativas.

    Pero poseer tantos libros como estrellas hay en el cielo! Nada conozcoms desmesurado, imposible e inconveniente a los ojos del Eterno.

    Los libros sirven, ante todo, para la instruccin. Aristteles deca que lamejor de las ciudades era aquella que, por medio de la educacin, inculcaba lavirtud a los ciudadanos.

    Eso supone que los propios gobernantes sean virtuosos.Acabas de pronunciar, casi textualmente, las palabras del Filsofo.

    Tolomeo Soter era tan virtuoso y sabio como los reyes del Libro, David y

    Salomn.Blasfemas, anciano. David y Salomn escuchaban la palabra divina.Obedecan las rdenes del Todopoderoso.

    Sabes intervino Rhazes al ver que la conversacin tomaba unpeligroso giro, sabes que Tolomeo Soter haba ledo el Libro sagrado comna nuestras tres religiones, aquel que nuestros amigos llaman el AntiguoTestamento y nosotros dos, la Tor? Tolomeo lo hizo incluso traducir al griego,lo que provoc un milagro.

    No te creo, judo, pues formas parte de ese pueblo del que el Profetadijo que haba alterado aposta la palabra de Dios tras haberla escuchado.

    Rhazes dice la pura verdad exclamaron a coro Filopon e Hipada con talacento de sinceridad que Amr qued sorprendido.Tal vez mi juicio sea algo brutal admiti. Pero por qu vosotros, los

    hebreos, consideris tan a menudo la fe de los musulmanes (que creemos enel mismo Dios que vosotros) una ingenuidad o, peor an, una tontera? Acasoporque somos slo un pueblo de pastores y de nmadas, gente pobre eignorante que tiene como nico templo las arenas del desierto?

    No te saba tan pobretn, maese mercader intervino irnicamenteHipatia. Cuando venas aqu, antao, tus ciento veinte camellos no llevabanespada ni Corn, sino hermosas piezas de seda y suaves bastoncillos de

    incienso. Por lo que a tu ignorancia se refiere, no acabas de probarnos,durante toda esta disputa, que es muy relativa?

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    Prfida mujer! exclam Amr riendo. Ora burlona, ora halagadora...Piensas vencerme con semejantes argumentos?

    No intentamos vencerte repuso la muchacha con gravedad, sinoconvencerte. Convencerte de que quien destruyera estos lugares sera el peorde los criminales, ante Dios y ante los hombres. A Tolomeo le apodabanSoter, el Salvador, pues ms de una vez sac a Alejandro de algn mal

    paso. Pero yo digo que mereca ese calificativo, sobre todo, porque salv todoel saber del mundo en una poca en la que reinaban las guerras y lasdevastaciones.

    Crees, pues, que el porvenir de los pueblos se construye sobre lasadquisiciones del pasado?

    Es cierto, y al respetar la Biblioteca t tambin podras llevarmerecidamente ese hermoso sobrenombre: Amr el Salvador.

    El antiguo mercader que soy prefiere construir que destruir. Pero, lorepito, vuestra Biblioteca me hace pensar en la torre de Babel. Reunir todos losescritos del mundo es un crimen tan grande como querer llegar al cielo. No se

    dice en vuestra Biblia que, para castigar a los hombres por esa pretensin, elAltsimo los dispers por la superficie de la tierra y embroll su lengua comnpara que no se entendieran ya unos a otros?

    El Libro se divierte a veces con las palabras intervino Rhazes. Enhebreo, el nombre Babel y el verbo embrollar se dicen del mismo modo.

    Me ests hablando de juegos de palabras? Si el Libro es la palabra deDios, dice una sola verdad.

    Eso es, precisamente, lo que quera demostrar cuando te he hablado dela traduccin de la Tor al griego. Permite que te cuente el milagro de la Bibliade los Setenta.

    Sea, pero maana. Y tendrs que ser elocuente, pues no estoy segurode que tu relato sepa convencerme.

    Que pueda, sobre todo, convencer a Omar, pens el emir mientras lostres alejandrinos se retiraban inclinndose ceremoniosamente. Se atreveraentonces Omar a reiterar el crimen que le atribuyen, quemar los ltimosescritos del Profeta?

    La Biblia de los Setenta

    (Primer panfleto de Rhazes)

    Cada vez ms, los textos afluan a Alejandra, escritos en numerosaslenguas: siriaco, persa, egipcio, snscrito y muchas ms. Slo el hebreofaltaba. Los encargados de la Biblioteca ignoraban incluso la existencia de talidioma, convencidos de que la lengua de los judos era el arameo. En efecto, elhebreo, una lengua escrita, es tambin una lengua sagrada. Adems, inspirabagran desconfianza ese pueblo que adoraba a un dios nico y rechazaba

    cualquier concesin a las religiones idlatras.

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    Por aquel entonces, pues, Tolomeo quera extender por su reino el cultogreco-egipcio de Serapis, deseando unir en una misma creencia las doscomunidades sobre las que reinaba. Aprecia, Amr, esa leccin de civilizacin,cuyo principal componente era la tolerancia religiosa. Nunca el rey pretendiextirpar por el fuego y la espada la singular idolatra que los egipcios sentanpor los animales. Naturalmente, dar pan con miel a un cocodrilo o adorar a una

    vaca les pareca pasmoso a los griegos. Pero, a fin de cuentas, Zeus, el seordel Olimpo, haba tomado una apariencia animal para seducir a Io. Se decidipues que los dioses griegos y egipcios cohabitaran sin combatirse. En vez deoponerse, estaran yuxtapuestos. Alejandro, por lo dems, haba dado elejemplo: se haba proclamado hijo de Zeus y Amn, dios egipcio con cabeza decarnero. Su sucesor, Tolomeo, decret hbilmente otros matrimonios, como elde Dioniso y Osiris, dioses masculinos refundidos en una sublime diosa:Serapis.

    El rey no impuso a nadie este nuevo culto, pero muchos individuoshalagadores y ambiciosos lo adoptaron con fervor. Entre ellos, el fundador del

    Museo, Demetrio. Se convirti de inmediato y ofici en las ceremonias.Cierto da, el rey deambulaba por los corredores de la Biblioteca. En

    ausencia de Demetrio, iba acompaado por Aristeo, un oficial judo encargadode la vigilancia del edificio. Como de costumbre, Tolomeo pregunt el nmerode libros que se haban adquirido.

    Oh rey, casi cien mil. Pero hay libros sagrados que no poseemos, quehablan de un Dios nico y universal, en Jerusaln y en Judea.

    Tolomeo orden de inmediato que aquella Tor fuese traducida al griego,como todos los dems libros, por los mejores doctores y rabinos.

    Ahora bien, Demetrio no lo tuvo en cuenta. Por primera vez, no cumpli la

    misin que le haba confiado el rey: reunir, traducir y analizar todos los librosdel mundo, porque tema que la difusin de esta religin monotestaresquebrajara seriamente el culto oficial de Serapis, en uno de cuyos sumossacerdotes se haba convertido. Saba tambin que el populacho egipcio odiabaa los judos, muy numerosos en Alejandra, con un viejo rencor que databa sinduda del xodo. Le pareca pues intil provocar, por un favor demasiadoevidente hecho a la religin juda, uno de esos motines que sacudanperidicamente los arrabales y las campias.

    Pero, sobre todo, el dueo del Museo no poda confesar la verdaderarazn de su desobediencia: a pesar del juramento que haba hecho al huir de

    Grecia, la tentacin de la poltica haba vuelto a apoderarse de l. En vez deconsagrar toda su vida a su misin, empez otra vez a intrigar,entrometindose especialmente en la sucesin de un Tolomeo que envejeca.

    La primera esposa de ste era Eurdice, hija de un general que guerre alas rdenes de Alejandro y que se haba convertido en regente, en Macedonia,de los tarados retoos del Conquistador. Del matrimonio de Eurdice y Tolomeohaban nacido cuatro hijos, pero eso no impidi que yerno y suegro batallaranentre s hasta la muerte de este ltimo. Cuando Tolomeo conquist Cirenaica,para sellar la unin de Egipto con esta nacin se cas con Berenice, hija de unseor del lugar.

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    Berenice adquiri muy pronto gran influencia en Alejandra, mientras queEurdice, mujer apagada, se vio reducida poco a poco a un papel secundario.Tena, claro est, sus partidarios, y Demetrio era uno de ellos. Sin embargo,Berenice dio a luz a un varn al que el rey llam Tolomeo, designando as, deun modo evidente, a su sucesor.

    Demetrio intent disuadir de ello al rey y demostr su preferencia por el

    mayor de los hijos de Eurdice; en su arrogancia de griego, no poda imaginarque algn da reinara en Alejandra un brbaro, un advenedizo de piel oscura.Tolomeo reaccion con excesiva sequedad y orden a su viejo amigo que seocupara solamente de sus papiros. Desde entonces, el bibliotecario comenz aesperar la muerte del rey a fin de convertirse l mismo en regente, eliminar aBerenice y a su hijo, y luego poner en el trono al primognito de la primerareina, un verdadero griego. Entretanto, rechaz la proposicin de Aristeo,creyendo, con razn o sin ella, que Berenice profesaba la religin del Libro.

    Aristeo perteneca al crculo ntimo de la segunda reina. Haba llegado conella de Cirenaica, como el poeta Calmaco, y era uno de esos judos exiliados,

    profundamente impregnados de cultura helena, detestados por los doctoresfariseos de Jerusaln y a quienes sermonearon a veces, con cierta injusticia,algunos de nuestros profetas. Sin embargo, no renegaba de su religin y noera de aqullos que se ponan un falso prepucio cuando iban a las termas. Muyal contrario, deseaba con todas sus fuerzas propagar la palabra divina entre losgentiles. En el fondo, era un poco como t, Amr.

    La injusta negativa de Demetrio enfureci a Aristeo. l, que odiaba lasintrigas de palacio, corri a ver a Berenice y se quej. sta, a su vez, habl deello al rey, que reprendi largamente a su bibliotecario. Eso seal el final dela amistad entre los dos camaradas de juventud. El antiguo consejero cay en

    desgracia y fue recluido para siempre en la Biblioteca. Se haba convertido enprisionero de su obra. Por su lado, el rey, para dejar bien clara su decisin,asoci a su trono al hijo que haba tenido con Berenice. En adelante, iba alMuseo acompaado del muchacho. Demetrio haba perdido.

    Aristeo se convirti en un personaje poderoso en el seno de la Biblioteca.El joven oficial nada tena de soldado: no haba guerreado jams. Haba vividola mayor parte de su juventud en la corte de Berenice, cuando ella era slouna princesa de Cirene rodeada de poetas y literatos. Los conocimientos deAristeo en el campo de la fabricacin de papiro y de tinta lo convirtieron, contoda naturalidad, en el maestro de los copistas. Pero esta funcin, al principio,

    fue puramente honorfica. Tena que consagrarse por entero a dar entrada a laBiblia en el Museo y a hacerla traducir.No era cosa balad. Ciertamente, no tena ya oposicin por parte de

    Alejandra. Muy al contrario, el rey le peda que apresurara las cosas porquedeseaba conocer la Ley mosaica antes de morir. De hecho, a Aristeo no lecost mucho encontrar los rollos sagrados: don los suyos propios al Museo.Ya slo le quedaba encontrar traductores. Y eso era lo ms difcil.

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    La vieja colonia juda de Egipto haba ido a instalarse en Alejandra encuanto se fund la ciudad, en un barrio contiguo al de los palacios. Nada o casinada les distingua de los griegos. Por consiguiente, no haba que buscar all alos escribas traductores. Tampoco entre aqullos que haban sido capturadoscomo esclavos durante las guerras libradas por Alejandro y Tolomeo enPalestina, y que eran sobre todo antiguos soldados que con sus familias

    formaban parte del botn.Era preciso ir a Jerusaln para encontrar all escribas y doctores que

    aceptaran desplazarse hasta Alejandra y poner manos a la obra. Desde hacacasi cuarenta aos los que Palestina llevaba en manos de los griegos, erannumerosos los judos que se dejaban tentar por las novedades aportadas por elocupante. Descubran a los filsofos y los poetas, iban a las termas y alestadio, viajaban a Atenas y contraan bodas con los invasores. Los sacerdotesy los doctores fariseos lanzaban vituperios al ver cmo sus fieles se apartabande ellos, atrados por lo que denunciaban como un segundo becerro de oro. Asocurre en todas las religiones del mundo. Quienes las dirigen detestan todo lo

    que viene de fuera, sobre todo si es bueno y hermoso, ya que otra verdaddebilita su poder temporal, aunque no contradiga la suya. No es cierto, Amr?Pero perdona mi tendencia a preguntar demasiado y volvamos a Aristeo.Seguro de ser rechazado si se presentaba en Jerusaln con las manos vacas,fue a ver al rey antes de partir y le pidi que prometiera liberar a todos losjudos reducidos a la esclavitud a cambio de que algunos doctores hebreosaceptaran venir a trabajar en el Museo. Tolomeo se lo prometi. Al contrarioque su lejano predecesor el faran, haba comprobado que el pueblo de Moissera mucho ms til para el pas estando libre que aherrojado.

    Armado de esta promesa, Aristeo zarp hacia Jerusaln. Slo haba visto

    la ciudad en los tiempos de su infancia. Como el buen alejandrino en el que sehaba convertido, le decepcion un poco que fuese tan pequea. El Templo y lacolina de Sin habran cabido por entero en la isla de Faros.

    Al revs de lo que esperaba, el Sanedrn el Consejo de sacerdotes judos accedi sin dificultad a la peticin de Tolomeo. Los setenta y un miembrosde este tribunal religioso, al igual que su sumo sacerdote, habran partido debuena gana, pero la mayora de ellos no entenda el griego. Designaron, pues,cuidadosamente a quienes iban a enviar: doce grupos de seis ancianos cadauno, para representar a las doce tribus de Israel. La tradicin les llam mstarde Los Setenta, error de clculo del que sin duda fue responsable un

    copista perezoso. No creo, por otra parte, que sea necesario imaginar a esossetenta y dos hombres como una temblequeante pandilla de vejestorioscanosos. Anciano significa exactamente jefe de familia o jefe de clan.No es una cuestin de edad. Aquellos hombres, que eran muy sabios, conocanperfectamente el griego; deban pues estar abiertos al mundo de los gentiles ytomarse ciertas libertades con la tradicin. Y, adems, para llevar a cabo tanlargo viaje y tan pesada tarea slo veo a hombres en plena madurez.

    La crnica cuenta que, en cuanto llegaron, Tolomeo les recibi en la gransala de audiencias de su palacio. Cuenta tambin que, durante los siete dasque dur el banquete, el rey les interrog sobre todas las cosas de la

    naturaleza, del cielo, del hombre, de la mujer, del buen gobierno, y que lossetenta y dos rabinos supieron responderle perfectamente y convencerle de laomnisciencia de la Tor.

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    Sin duda habrs comprendido que la crnica de la que te hablo fue escritapor un judo. Este tipo de literatura apologtica no es propia de mi religin.Puebla los anaqueles, siempre con esa obligada situacin del sabio de lenguagil que conduce al monarca por el camino de la Verdad. Quiero decir: de lasinnumerables verdades, tan numerosas como los sabios. Y como los monarcas.Si quieres conocer esa crnica, est guardada en un armario que te mostrar.

    Se titula La carta de Aristeo, pero es muy probable que su autor no fueranuestro oficial. En ese libro, en todo caso, se dice que nunca alguno de losSetenta intent mostrar al rey la inanidad de la Biblioteca. Ciertamenteafirmaban que todo estaba ya dicho en el Libro quin no lo habraafirmado?, pero nunca, Amr, yelo bien, nunca se habran permitido decirque en adelante los dems libros seran intiles. Al final de ese banquete queimitaba el de Platn, los Setenta y dos, pues yo no soy perezoso dijeron aTolomeo que queran poner manos a la obra. Slo tenan una exigencia: noestar instalados en el Museo, al que consideraban un templo idlatra, sino ensetenta y dos celdas aisladas de las que no podran salir mientras no hubieran

    acabado su traduccin. Durante todo ese tiempo, no se comunicaran entre s.El rey acept de buena gana y le pareci que la isla de Faros, cuya torre noestaba terminada an, sera el lugar ms propicio y ms tranquilo, tanto mscuanto que, unida nicamente a la ciudad por un puente, no exigirademasiados soldados para custodiarla. En aquellos tiempos de guerra, unaeconoma como sa no era cosa superflua. Orden tambin suspender lasobras de la torre hasta que la traduccin de la Tor hubiera llegado a su fin. Seconstruyeron pues en la isla las celdas solicitadas.

    Ignoro lo que hicieron nuestros setenta y dos durante esos preparativos.En cualquier caso, Alejandra les ofreca muchas distracciones, comenzando

    por aquellos teatros judos donde se representaba el Pentateuco al modo deEsquilo o de Sfocles. Sin mencionar otras distracciones mucho ms terrenalesque, sin duda alguna, ellos rechazaron. No eran acaso cabezas de familia?

    Llegada la hora, se recluyeron en la isla. Ms tarde se les reproch haberdetenido con sus dilaciones los trabajos de la torre y no haber permitido aTolomeo Soter contemplar su segunda obra, el Faro, la sptima maravilla delmundo, que se termin despus de su fallecimiento. Pero qu no se reprochaa los judos? Puedo afirmar que esta acusacin, entre tantas otras, est hechacon mala fe. Pues los sabios slo trabajaron dos lunas y media.

    En efecto, al cabo de setenta y dos das, los setenta y dos traductores

    salieron al unsono de sus celdas con el trabajo acabado. Tal vez cada uno deellos haba traducido siete mil doscientos rollos y bebido setecientos frascos devino de Chipre para lograr sus fines, eso lo ignoro. Hipatia, que conoce lascifras mucho mejor que yo, te lo dir. Pero la crnica afirma que, cuando secompararon las setenta y dos traducciones, se advirti con estupor que eranrigurosamente iguales, sin cambiar una coma... No era un milagro?

    Donde Amr se reconoce traductor

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    Hablas de la Tor en un tono muy desenvuelto coment Amr. Setrata sin embargo de la Ley de los hijos de Israel y de los de Ismael. Es tu ley,Rhazes, y la ma, y tambin la de los cristianos. Tomarla a broma es unsacrilegio.

    Y t defiendes este libro con mucho ardor. El mismo ardor, sin duda,con el que lo destruirs.

    Deja de jugar con las palabras. Acaso, para ti, todo es objeto debroma?

    No te fes de esta mscara de irona terci Hipatia. Una mscara o,ms bien, una coraza. El tiempo que Rhazes no consagra a la Biblioteca, lopasa en los barrios ms pobres de la ciudad intentando curar los males de lamiseria, sin temor a la epidemia o las agresiones, y ve muchas desgracias: unallaga abierta en el vientre de un nio, cubierta de cientos de moscas, unamadre agonizando en el parto, un soldado con el brazo arrancado, acaso por tusable... Qu valor pueden tener para l nuestros debates ante tantasabominaciones? Su alegra, su aparente ligereza le permiten olvidar, de vez en

    cuando, la obsesin de tan horrendas imgenes.No te necesito, Hipatia, para justificar mi conductaprotest Rhazes, de

    cuya faz haba desaparecido toda malicia.Te ruego que no hables a esta mujer en ese tono gru Amr.Creo que la comida est servida intervino Filopon, que no deseaba que

    el debate degenerase en pelea de gallos. Comprendes, Amr, por qu no mecanso de or la historia de los Setenta? Es para m el encuentro entre laFilosofa y la Revelacin. Y toda mi vida ha sido slo una lucha para lograr estaunin.

    Sin embargo, no veo dnde est el milagro en esas setenta y dos

    traducciones rigurosamente autnticas mascull Amr. Acaso toda palabrahebrea no tiene en griego su equivalente, que significa exactamente lo mismo?Cuando te habl de la asonancia entre Babel y el verbo embrollar

    dijo Rhazes, no lo hice para hacer un vano alarde de erudicin, y menosan para ironizar. Quera decir que el sentido no lo es todo. De lo contrario, losSetenta habran elegido escribir la torre del embrollo, por ejemplo, y esohubiera sido una traicin. Traicin que cometi el pseudo-Aristeo en su Carta,cuando tradujo ancianos por viejos, cuando la edad nada tena que ver enla historia. Qu sientes t, hombre del ardiente desierto, cuando yo evoco lanieve? Sin duda no lo mismo que un hiperbreo. Si algn da decides hacer

    traducir tu Corn al griego o al latn, comprobars que cada palabra es unobstculo que, a veces, es forzoso rodear. A menos, claro est, que se renueveel milagro de los Setenta para el libro de Mahoma.

    He pensado en ello. Incluso le propuse al califa ocuparme yo mismo deello, para llevar la palabra divina a los pueblos de los territorios que yoconquistara. Se neg arguyendo que sera un sacrilegio, pues el Seor sedirigi al Profeta en lengua rabe y no en otra alguna.

    Un dios que slo habla una lengua! Extraa manera de concebir suuniversalidad brome Rhazes.

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    No importa! suspir el general. Voy a confesarte que empiezo aadmirar esta biblioteca y al que la fund, Tolomeo el Salvador. Y si slodependiera de m, me inclinara a convertir a Alejandra en el joyel del islam.Pero soy slo un soldado y tendr que obedecer, sea cual sea la orden que med el califa Omar. Ayudadme a convencerle de que es preciso preservar todaesta grandeza pasada. Contadme otras historias profundas como la de la Biblia

    de los Setenta. sta le conmover como me ha conmovido a m. Ayudadme aprobarle que todos estos libros no contradicen al Corn sino que, por elcontrario, lo confirman, pues le confieren an mayor grandeza. Tal vezentonces ceda. Uno de vosotros ha evocado a un muchacho cuyo genio lehaca ser insolente y que contaba las estrellas. Ser til hablarle de l aOmar? No creer el califa que es un discpulo del demonio dispuesto adesafiar a Dios intentando catalogar Su Obra?

    Euclides no contaba las estrellas corrigi Hipatia con dulzura. Pero lageometra, de la que fue inventor, lleva forzosamente a la observacin de losastros. En el fondo, Amr, eres sin saberlo un discpulo de Euclides. No es

    cierto que si has podido conducir hasta aqu a tu ejrcito ha sido porque te hasguiado por la ruta del sol, durante el da, y por la posicin de las estrellas,durante la noche?

    Maana me contars la historia del tal Euclides. Entretanto, retiraos enpaz y repasad vuestros argumentos.

    De modo que no eres t el enemigo, Amr, sino tu monarca, pens aliviadala bella intelectual. Partamos pues del siguiente axioma: todo generalvencedor acaba deseando el trono de aquel por quien ha combatido. Tencuidado, Csar del desierto. Como Cleopatra, voy a extender ante ti una

    alfombra de saber. Acabars deseando Medina, y tambin el poder de su sumopontfice, el llamado Omar.

    Las insolencias de Euclides

    (Primer canto de Hipatia)

    Se saben pocas cosas sobre la vida de Euclides. Sin duda fue breve yescasos son aqullos que presumieron de haberle conocido. Sin embargo, su

    obra fue prodigiosa y tan considerable que tres armarios no bastan paracontenerla. As, fue un joven como los dems el que se present ante eladjunto directo de Demetrio, el gramtico Zenodoto de Efeso, primerbibliotecario que llev oficialmente ese ttulo. En efecto, Demetrio tena a sucargo todo el Museo, que no slo contena la Biblioteca. Alrededor del goracentral, haba hecho disponer para los pensionistas un paseo, unos asientos ala sombra de los rboles y un gran comedor circular. Los mdicos, bajo ladireccin del gran Herfilo, disfrutaban de salas especiales para lasdisecciones. Haba tambin un zoolgico y un jardn botnico, donde sepretenda reunir todos los animales y todas las plantas del mundo, al igual que

    se quera hacer con los libros.

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    Por todo equipaje, Euclides transportaba en una bolsa los tres primeroslibros de su obra titulada Elementos, que trataba de geometra. Comorecomendacin ante el bibliotecario mencion a su abuelo Euclides de Megara,que perteneci a la Academia de Platn. Dicha mencin era superflua, pues sumera calidad de gemetra habra bastado para abrirle las puertas del Museo.Con el fin de empezar a constituir los fondos de la Biblioteca, Demetrio,

    naturalmente, haba requerido la ayuda de los hombres a quienes conoca,gramticos, filsofos, poetas, que acababan de salir del Liceo o de la Academiade Atenas. Por su parte, Tolomeo estaba preocupado sobre todo por asentar sudinasta y legitimarla. De modo que instaba a los sabios que empleaba aorientar sus investigaciones hacia la historia, las epopeyas y los mitosfundacionales de los pueblos, las religiones del mundo, Homero, Zoroastro,Gilgamesh o... la Biblia, como te ha dicho Rhazes. Acaso el propio rey noescriba una Historia de Alejandro, mientras Demetrio emprenda, con la ayudade Zenodoto, la redaccin de Sobre la Ilada?Por lo que se refiere a Calmaco,el poeta cirenaico, iniciaba una Adivinacin de la reina Arsinoe de Egipto. Y el

    discpulo de ese gran poeta, Apolonio de Rodas, acometa una epopeya: LasArgonuticas.

    Todos sentan que el Museo no alcanzara sus fines universales si selimitaba a la poesa, la religin, la filosofa, las lenguas y la literatura. Debuena gana habran escrito en el frontn de la Biblioteca la misma divisa que lade la Academia de Platn: Nadie entrar aqu si no es gemetra.

    Y como primer gemetra, aquel da Zenodoto slo tena ante l a un jovenlarguirucho y desmaado que le solicitaba nada menos que trabajar all con elmismo salario, el mismo alojamiento y las mismas ventajas que los doctospensadores de barba blanca que deambulaban durante horas en torno al

    peripato. Naturalmente, el bibliotecario explic a Euclides la necesidad dereunir un comit de los sabios, que primero leeran su obra titulada Elementos,despus la debatiran y por fin le someteran a l a un examen. No sindesenvoltura, Euclides respondi que aprovechara ese tiempo para ir aestudiar la estructura de las pirmides.

    Los lectores y jueces de la obra que les haba entregado antes deremontar el curso del Nilo quedaron estupefactos ante el rigor y la ascesis detrabajo del joven. Esperaban elucubraciones msticas, profticas y esotricassobre las formas y los nmeros, al modo de los pitagricos que hacan estragospor aquel entonces. En cambio, Euclides lo iba demostrando y desarrollando

    todo de una manera metdica hasta convertirlo en lmpido, hermoso,armonioso como una msica divina. Convocaron pues al joven, que volvacurtido por el sol de Gizeh.

    Puesto que regresas de contemplar esas maravillas del mundo, esasgeometras perfectas que son las pirmides dijo Tolomeo, puedesconfirmar las palabras de quienes dicen que Pitgoras fue su arquitecto?

    Lo ignoro por completo, rey, y para decirte la verdad, esa cuestin nome preocupa. All, sobre el terreno, slo he podido advertir una cosa: losantiguos faraones recurrieron a admirables gemetras para levantar esosmonumentos. Ojal puedas t hacer lo mismo para alcanzar su gloria!

    Ante esa insolente respuesta se alzaron algunos murmullos de reprobacinen la asamblea.

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    Sabes muy bien, sin embargo, joven dijo Demetrio, que Pitgorasescriba que el tringulo es el principio de cualquier generacin y de la formade todas las cosas engendradas. Ahora bien, qu son esas pirmides sino unensamblaje de tringulos?

    Lo he odo decir, pero ignoraba (a mi edad se ignoran an muchascosas) que existiese constancia escrita de su pensamiento. S, en cambio, que

    los tringulos pitagricos nada tienen que ver con los que componen las cuatrocaras de la pirmide. La figura sagrada de los egipcios era un tringulorectngulo que ellos consideraban perfecto, y por consiguiente sagrado. Eraperfecto porque era nico. Sus agrimensores haban encontrado un medio muyhbil para obtener el ngulo recto. En un largo cordel, hacan nudos a distanciaregular. Con las longitudes Tres, Cuatro y Cinco, formaban el nico tringulorectngulo cuyos lados son una serie aritmtica. Los sacerdotes se apoderaronde l y declararon que la lnea vertical, la de Tres, era el principio gensicoOsiris; la lnea de la base, el Cuatro, el principio concebidor Isis; y lahipotenusa, el Cinco, el nacimiento, o sea, Horas. Es posible que Pitgoras, al

    visitar Egipto, descubriese, gracias a esta figura considerada sagrada, sufamoso teorema. No voy a enunciroslo, ya que lo conocis tanto como yo. (1)

    La demostracin de Euclides haba dejado atnitos a sus jueces, tantoms cuanto que algunos de ellos no lo haban comprendido todo. Demetriopregunt:

    Afirmas pues que no has encontrado en parte alguna de las pirmidesese tringulo sagrado?

    Yo no afirmo nada en absoluto, porque no lo busqu. Soy slo unmediocre arquitecto, pero me parece que esos monumentos no habranresistido mucho tiempo la arena del desierto si hubieran sido erigidos de

    acuerdo con esta figura. Un telogo o un filsofo podra consagrar a ello susratos de ocio. Sin duda hallara el famoso tringulo a costa de algunascontorsiones...

    Y el gemetra puntu sus palabras con una sonrisa maliciosa que molesta ms de uno; luego prosigui:

    Por mi parte, no me preocupa el simbolismo de los nmeros o lasfiguras. Que el Cuatro sea el principio femenino o el crculo la representacinde la faz de Apolo me parecen vanas proposiciones, puesto que no sondemostrables. La belleza y la utilidad de las matemticas estn en otra parte.Que los sacerdotes y los filsofos se diviertan con ellas es, desde luego, cosa

    suya. Por mi parte, quiero encontrar la mejor herramienta para los arquitectos,los agrimensores, los mecnicos y los astrnomos.Algunos miembros del jurado, notorios pitagricos, comenzaron a gruir.

    Euclides advirti que haba ido demasiado lejos y que de ese modo noobtendra su puesto en el Museo. Adopt un tono ms humilde:

    Perdonad el ardor de mi juventud. Este esbozo de los Elementos que oshe presentado se lo debe todo a los filsofos, sobre todo al mayor de ellos,Aristteles. Sin su mtodo del silogismo, yo no sera nada, no sabra nada,nada habra descubierto.

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    Cuidado, joven le avis Demetrio, te aventuras por un terreno sobreel que tengo ciertos conocimientos. Tendrs que ser convincente. Tomemos elms sencillo y clebre de los silogismos: Todo hombre es mortal, Scrates eshombre, por lo tanto Scrates es mortal. Qu tiene que ver con eso tugeometra?

    Tiene que ver con la premisa: Todo hombre es mortal, afirmacin

    indemostrable, salvo que se haga un inventario de todas las generacionesdesde la aparicin del ser humano, algo que es imposible. Pero aun el mstonto puede ver la evidencia y la realidad. Os propongo a mi vez una premisa,un postulado: Por un punto situado fuera de una recta se puede trazar slouna paralela a esta recta. Estis de acuerdo? (2)

    Euclides lo repiti y los miembros del jurado se sumieron en una intensareflexin. Algunos se cubrieron el rostro con las manos, otros se golpearon elmentn con el ndice, otros trazaron con el dedo invisibles figuras en la mesa.El rey, por su parte, levant los ojos al cielo y movi los labios sin emitir unsolo sonido. Por fin, dijo:

    Tienes razn. Es evidente. Y sin embargo resulta para m undescubrimiento, una revelacin.

    Revelacin no, rey, pues has ledo ya esta frase al comienzo de misElementos. Y si no le has prestado atencin es porque te pareca muyevidente. Es un poco como si hubieras ledo todo hombre es mortal enmedio de un libro de filosofa. Esa frase se habra deslizado ante tus ojos sinsuscitar tu inters, como una frase sin importancia. Lo importante es queScrates fue un hombre, y slo un hombre. Eso es lo esencial.

    Y Euclides se lanz a exponer su teora. Partiendo de un punto ydesplegando las dimensiones, construy todo un universo de formas perfectas.

    Se convirti en constructor de monumentos magnficos, agrimensor de lasestrellas. De los nmeros que entonaba se elev la ms armoniosa de lasmsicas. Ningn dios interfera en su canto. Su himno geomtrico estabadedicado a los hombres, y no al Olimpo.

    Tolomeo, hechizado, permaneci largo rato silencioso cuando Euclideshubo acabado su exposicin. Por fin, dijo sencillamente:

    S bienvenido al Museo!

    No sabemos cuntos aos permaneci Euclides en Alejandra. Muy pronto,su reputacin fue tan grande que sus contemporneos acudieron de todas

    partes para asistir a sus cursos, y puede decirse que todos los matemticos,astrnomos e ingenieros de la poca se convirtieron en sus discpulos. Eso nole impidi, muy al contrario, proseguir su obra y acumular descubrimientos.Hizo construir una cpula por encima del comedor del Museo, con unobservatorio en la terraza superior.

    Pero Euclides tena la costumbre de impartir sus lecciones en la playa, alpie de las murallas del barrio de los palacios. Con un bastn grueso, recto ylargo, trazaba figuras en la arena ante sus alumnos, que le escuchaban encuclillas. Manejaba el bastn con tanto virtuosismo que hubirase dicho queera el propio palo el que con giles movimientos iba inventando aquellas

    rigurosas formas. Cuando uno de sus alumnos, un joven acomodado, lepregunt para qu podan servir sus lecciones, Euclides se volvidesdeosamente hacia uno de sus esclavos.

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    Dale una moneda le orden, puesto que quiere ganar algo a cambiode lo que aprende.

    El rey asista de buena gana a esos cursos, sentado con naturalidad entrelos oyentes. Aquel da, sin embargo, Tolomeo pareca preocupado. Como unbuen alumno, levant el dedo y dijo:

    Acabo de leer tu quinto libro de los Elementos. Sin duda es muy

    hermoso, pero no he comprendido nada. No existe un camino ms corto paradefinir la nocin de relacin?

    No hay en las ciencias una va directa reservada a los reyes replicEuclides, que tom de nuevo su bastn y sigui disertando.

    Conozco a muchos monarcas, Amr, e incluso a califas que no habranpodido tolerar semejante insolencia. Monarcas y califas que se negaran aadmitir que, ante las ciencias y las leyes de la naturaleza, son iguales a losdems hombres, y a veces incluso ms limitados. Entonces, antes queinclinarse ante esa gran verdad, prefieren quemarla. Sin embargo, Tolomeo noera uno de ellos.

    Este rey muri poco tiempo despus. El hijo que haba tenido de Berenicele sucedi con el nombre de Filadelfo, y prosigui su obra. Demetrio intentoponerle a su hermano mayor, el retoo de Eurdice, cuyo preceptor habasido. Pero sus intrigas fueron vanas. El fundador del Museo muri aconsecuencia de la mordedura de una serpiente. Algunos afirman que el reptilno penetr solo en su alcoba...

    Los primeros aos de Tolomeo II Filadelfo fueron ms bien los del reinadode Euclides, al menos en el Museo. De toda Grecia iban llegando sabiosjvenes y viejos, que se quedaban en Alejandra. Durante siglos, Atenas habasido el centro mundial de las matemticas y la astronoma, pero perdi esta

    prerrogativa cuando tantas mentes preclaras se reunieron en Egipto. La luz desu erudicin no deba apagarse ya durante mucho tiempo y sigui ardiendobajo las cenizas, hasta tu llegada, Amr.

    Luego, cierto da, Euclides se fue hacia un destino desconocido. Queraproseguir su obra en la soledad, lejos de ese burbujeante caldero en el que sehaba convertido, gracias a l, el Museo, lleno siempre de grandescontroversias y pequeas envidias, de esplndidos festines del espritu y laciencia, pero tambin de mezquinas conjuras. Crea haber transmitido su sabera bastantes hombres de gran valor. Pero consideraba sobre todo haberalcanzado el objetivo que se haba fijado cuando se enfrent, a su llegada, con

    aquel venerable jurado de aristotlicos: que la geometra fuera cosa degemetras; la astronoma, de astrnomos; la mecnica, de ingenieros. Creyhaber conseguido que, en el campo de las ciencias naturales, la observacinfsica prevaleciera siempre sobre la especulacin filosfica; y la experienciasobre la controversia teolgica. Dej una considerable cantidad de sus escritosen la Biblioteca, que no eran todos de pura geometra. Me gustara queleyeras, Amr, si tienes paciencia para ello, su Introduccin a la astronoma, eslmpida como el agua de una fuente. En otra obra, habla de la ptica; en otrams, de la fabricacin de objetos tiles para el trabajo de los hombres. Escribiasimismo una Introduccin armnica; al leerla, uno tiene la impresin de or

    una preciosa msica que suena sin ayuda de instrumento alguno.

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    Euclides desapareci pues de Alejandra, pero antes de marcharse leg subastn a aquel a quien consideraba el ms audaz y el mejor de sus discpulos,un astrnomo que se pareca mucho al joven insolente que se habaenfrentado, muchos aos atrs, a Demetrio y Tolomeo Soter: un tal Aristarcode Samos.

    Donde Amr hace la corte

    Tu voz es tan melodiosa, Hipatia, que me basta para comprender porqu msica y geometra son hermanas. Pero no puedo, ay, llevarte hastaMedina para que cantes all, ante el califa, las bellezas de la ciencia. Omar estconvencido de que ensear a leer a las mujeres es perjudicial para sueducacin natural; que esa flor de inocencia que caracteriza a una virgencomienza a perder su terciopelo, su frescor, cuando el arte y la ciencia la

    tocan... Deduce de ello que las mujeres slo sirven para quedarse en casa,dedicadas a los nios y la cocina. Tu belleza, tu saber, tu libertad seran paral como el peor de los vicios de Lilit.

    Sirves, Amr, a un monarca muy severo repuso Hipatia, que aadi, nosin coquetera, y si intentas complacerme alabndome los mritos de tu pasy tu religin, no es ste el mejor camino.

    Si lo nico que has retenido de la obra de Euclides es la voz de aqullaque te la ha contado, no veo qu argumento podrs sacar de ella paraconvencer a tu seor intervino Rhazes con cierto mal humor.

    No soy vuestro abogado replic Amr en el mismo tono. Y desde

    cundo los vencidos dan lecciones al vencedor?Y yo no soy Bizancio para considerarme vencido por ti dijo el mdicoTampoco soy soldado: mi oficio es salvar vidas, no suprimirlas.

    Has captado la utilidad de la geometra, Amr? terci Hipatia.Segn lo que dices, servira sobre todo para construir templos idlatras

    mascull el general. Nosotros no necesitamos arquitectos para orar a Dios. Has visto, Amr, a lo largo del Nilo pregunt Filopon, esos largos

    artilugios que hacen subir el agua sin esfuerzo hasta los campos, como sitiraran de ella hacia arriba? Arqumedes, el que invent ese tornillo sin fin, eraun discpulo de Euclides. Imagin tambin un modo infalible de desenmascarar

    a los falsarios, gracias a un tratado de Euclides, De lo ligero y de lo pesado.Construy tambin mquinas de guerra que deberan interesarte, general, yque te haran triunfar infaliblemente sobre tus enemigos. Por lo que se refierea la inmensa linterna que domina la isla de Faros, no estoy seguro de quehubiera podido conducir a buen puerto a tantos marinos, desde hace tantossiglos, de no ser por otra obra de Euclides, La ptica.

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    Todo esto es hermoso y bueno dijo Amr, pero esos artilugios y esasmquinas tan ingeniosos fueron inventados hace ya mucho tiempo. Ahorasabemos cmo fabricarlos sin recurrir a esos libros antiguos. Y si yo fueraOmar, s muy bien qu os dira: Conservemos estos inventos, puesto queDios ha permitido que existan. Los destinaba sin duda a los verdaderoscreyentes. Pero quememos esos libros puesto que tambin quiso ofrecernos,

    por la voz de su Profeta, la nica palabra que pervive, la suya, en la que estncontenidas todas las dems.

    Y entonces le replicaras dijo Rhazes que en esos viles escritoshumanos podr descubrir cmo llevar an ms deprisa y ms lejos la palabrade vuestro Dios, ya sea en barcos slidos, ya sea por caminos ms seguros,hasta unos parajes de los que no tiene ni la menor idea, pero de los quehablan estos libros. Nada est concluido, nada est inmvil, Amr, y la Historiaprosigue su andadura. No es prueba de ello tu presencia entre estos muros?

    Sin duda. Aadir que con el Corn comienza una nueva era. Una era depureza y de verdad, libre de supersticiones paganas. No es la peor de ellas,

    Hipatia, querer leer en las estrellas el porvenir de los hombres?Los astrnomos no buscan en los astros conocer su destino ni

    contemplar la faz de Dios exclam la muchacha, no muy convencida de suspropias palabras. Son slo agrimensores del cielo, admiradores de la obradivina, pero tambin gegrafos de las estrellas que, al trazar los mapas dearriba, permiten que los de abajo sean ms precisos y ms seguros para losviajeros.

    Hblame pues de aquel a quien Euclides confi su bastn. Ese Aristarcode Samos deba de ser el mejor de todos sus alumnos. Lo que descubridebera bastar para convencerme de que medir el cielo como si fuera un vulgar

    trigal no constituye un sacrilegio.Qu tonta soy, pens Hipatia. Por qu no le habr ocultado la existenciade Aristarco? Y ahora no puedo mentirle. Intentemos pues contarle la historiade otro modo, aunque sin falsear la verdad.

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    Las estrellas y la arena

    (Segundo canto de Hipatia)

    Observar el cielo es, an en nuestros das, un oficio tan peligroso como eldel soldado. Ms tal vez, pues el astrnomo est solo, sin un ejrcito que lerespalde. Solo ante los prncipes que, no contentos con reinar sobre la tierra,desearan convencer a todos de que su trono les ha sido entregado por loscielos; solo ante los sacerdotes y los orculos, que temen que la explicacindel movimiento de las estrellas o el anuncio de un eclipse desvelen losmisterios sobre los que basan su poder; solo ante los terrores y lassupersticiones del pueblo, que considerar al astrnomo culpable de lossesmos, inundaciones, hambrunas, sequas, pues se ha atrevido a aventurarse

    por los dominios de los dioses y los demonios...Y, sin embargo, el astrnomo sigue explorando el cielo, recorriendo los

    astros, cabalgando los planetas, contemplando el Sol cara a cara. All arriba,olvida la mazmorra o el hacha del verdugo que le amenaza.

    Aristarco de Samos era el ms imprudente de todos ellos. Emulando a sumaestro Euclides, estaba lleno de ardor e insolencia. Cuando lanzaba, ante suscolegas mucho ms ponderados y prudentes, una de esas hiptesisrevolucionarias tan propias de l, ms de uno se estremeca de terror y mirabaa su alrededor temiendo que les escuchara un espa de los sacerdotes.

    En aquel tiempo,1 como antao ocurriera en el mbito de las matemticas,

    Alejandra haba destronado a Atenas en el campo de la astronoma. Puestambin all, segn haba querido Euclides, observar el cielo no era ya cosa defilsofos y poetas, sino de gemetras. Observar, medir, calcular, sas seran enadelante las palabras clave. Slo un hecho estaba demostrado: la Tierra eraredonda. Por lo dems, se aceptaba lo que era verdad oficial desde Platn y sualumno Eudoxo: esa bola en la que vivimos estaba inmvil en el centro detodo, y el Universo giraba a su alrededor.

    Aristarco quiso poner en tela de juicio este postulado. Crea que podapermitrselo todo: Tolomeo II Filadelfo ocultaba sus despropsitos, y el bastnde Euclides era para el sabio un excelente aval. El palo, levemente tallado

    ahora e incrustado con hilos de oro, le serva de herramienta de trabajo. Iba aclavarlo en pleno desierto, en distintos lugares segn la hora y la estacin, amodo de rstico reloj solar, y su sombra, que era tambin la del gran Euclides,le permita medir mil y una distancias celestes.

    Pero cierto da decidi publicar el conjunto de sus trabajos en un librotitulado: Las magnitudes y las distancias del Sol y de la Luna. La obra caus ungran escndalo. El sumo sacerdote de Serapis, el ms importante personajereligioso de Alejandra, solicit al rey una audiencia inmediata. Y ste, ante lagravedad de los hechos, convoc al punto a Aristarco ante un Consejorestringido. El rey, al igual que su padre, haba asistido a ciertos cursos del

    astrnomo y se haba mostrado bastante buen alumno en geometra. Perocuando Aristarco compareci, Tolomeo dio la palabra a la acusacin.

    1Hacia 270 a. C.

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    He ledo tu escrito dijo el sumo sacerdote en tono insidioso. No soyun especialista en este tipo de cosas y tal vez lo he comprendido mal. S, hedebido de entenderlo mal. Un hombre tan sabio como t...

    No he hecho ms que calcular la distancia que separa el Sol de la Tierra,basndome en el poder del razonamiento geomtrico, que...

    Sin duda, sin duda interrumpi el sacerdote. Pero esta distancia me

    parece inmensa.Entre dieciocho y veinte veces la que nos separa de la Luna.(3) Mi

    mtodo, lamentablemente, no me permite aportar ms...Entonces, si el Sol est tan lejos como dices, o como yo he credo

    comprender le interrumpi de nuevo el sacerdote, molesto por lasprecisiones del astrnomo, es mucho mayor de lo que parece.

    Lo has comprendido perfectamente. Tema no haber sido lo bastanteclaro para lograr esta hazaa.

    El sumo sacerdote no capt el sarcasmo, pues estaba obnubilado por suclera, que iba creciendo.

    Si he de creerte, el Sol es incluso mucho mayor que la Tierra. Decenasde veces mayor remach.

    Ests tan dotado para la astronoma como para la adivinacin. Habraque unir siete tierras, una tras otra, para igualar el dimetro del Sol. O, si loprefieres aadi Aristarco no sin malicia, el volumen de esta esferaradiante es trescientas cincuenta veces mayor que el de nuestro modestohabitculo. (4)

    Rey, te pongo por testigo, este hombre es de un orgullo insensato y,con sus falaces razonamientos, juega con el dios Helios, dispensador de la luz,y con la diosa Hestia, nuestra sagrada Tierra, como si fueran vulgares canicas.

    Tolomeo Filadelfo intent contemporizar.Juzguemos primero antes de condenar. Veamos, Aristarco, no habaescalonado Pitgoras las altitudes de los astros segn los intervalos musicales?Y el gran Eudoxo, gemetra como t, no haba fijado definitivamente lasdimensiones del mundo? Con qu argumentos te atreves a contradecir a esosmaestros?

    Con los mismos que condujeron a mi maestro Euclides a demostrar queel mundo se someta a su geometra. Un maestro que confiaba en la raznhumana, y al que tu padre Soter, permteme que te lo recuerde, admiraba msque a cualquier otro sabio.

    Afirmas, pues, que unos simples puntos, lneas o tringulosdeterminan la magnitud del Universo? Vamos, explcate. Sabes que he seguidoel ejemplo de mi padre y no he desdeado asistir a algunas de tusdemostraciones.

    Oh rey, puesto que me haces el honor de intentar comprender, mepermi