El Carro de La Rutina
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Transcript of El Carro de La Rutina
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El carro de la rutina Rima de Vallbona
There are things that happen between a
man and a woman in the dark. Tennessee Williams
La puerta se cerr detrs de l. Ella, la novia recin casada; ella, la que ayer mismo se prenda del azahar en el velo, vesta de blanco y con emocin deca s, un s lleno de jbilo y tan dilatado como el mundo; ella, se incorpor precipitadamente del lecho nupcial y se puso a hurgar con desesperacin el fondo de la memoria. Con horror comprob que durante la humilladora y dolorosa experiencia de la noche nupcial, su memoria haba dejado de ser memoria y haba sufrido una degradante metamorfosis: revuelto en el amasijo de sobras y despojos que l haba dejado despus de hacer una carnicera con sus sentimientos, apenas si pudo distinguir el capullo de rosa que l puso en su cabello una lejana tarde de msica y dulzores de amor. La poesa, que a la luz de un ocaso enamorado tuvo forma de corazn, ahora, tambin irreconocible, era un amago de turbios presagios. Tambin estaba ah, entre tanto desecho, dando acordes distantes, la cajita de msica que de novio l le obsequi con Polvo de estrellas. Besos, caricias, paseos por los senderillos del bosque, risotadas llenas de promesas, sueos para el futuro, todo lo que la llev a pronunciar aquel s, el ms importante de su vida, estaba en el fondo de su memoria-basurero donde la misma noche de bodas, con arrogancias de macho satisfecho, l tiro sin reparo alguno los minuciosos jirones sangrantes de su yo. Ante tanto estrago, azorada, al filo del terror y con nuseas que le suban no del estmago, sino de los abismos ms recnditos de su ser, segua sacando y sacando despojos del fondo de la memoria. Con desaliento comprob que hasta las promesas de paraso-eternamente-mi-amor-vida-ma, se haban transformado en nudos de vboras. Cuando alcanz el pozo de su virginidad desgarrada sin misericordia, al atardecer, llena de angustia, comprendi que haba dado el paso definitivo e irreversible hacia el infierno. Como escape, ya solo le quedaba el suicidio. Sin embargo, cuando al final de la jornada l entorn la llave de la puerta y hola, querida, cmo has pasado hoy?, le pregunt, ella busc en lo ms generoso y sacrificado de su ser sonrisa y dndole un beso en los labios, de maravilla, mi amor, de maravilla!, le respondi. As, para siempre qued uncida con intrepidez al carro rutinario y esclavista del matrimonio, como haba visto a las dems mujeres, desde la abuela hasta la madre, pasando por hermanas y parientas y amigas y vecinas y desconocidas, todas las dems. Igual que todas ellas!
Houston, 8 de diciembre de 1998