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DIRECCIÓN S.E. MONS.ZYGMUNT ZIMOWSKI, Director S.E. MONS.JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor Jefe COMITÉ DE REDACCIÓN BENEDETTINI P. CIRO BOLIS DRA.LILIANA CUADRON SOR AURELIA D’ERCOLE P. GIOVANNI EL-HACHEM DRA.MAYA GRIECO P. GIANFRANCO HONINGS P. BONIFACIO IRIGOYEN MONS.JESÚS JOBLIN P. JOSEPH MAGNO P. VITO NEROZZI-FRAJESE DRA.DINA PLACIDI ING.FRANCO SANDRIN P. LUCIANO T ADDEI MONS.ITALO CORRESPONSALES BAUTISTA P. MATEO, Bolivia CASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A. DELGADO P. RUDE, España GOUDOTE P. BENOIT , Costa de Marfil LEONE PROF .SALVINO, Italia P ALENCIA P. JORGE, México PEREIRA P. GEORGE, India VERLINDE SRA.AN, Bélgica WALLEY PROF .ROBERT , Canadá TRADUCTORES CHALON DRA.COLETTE CASABIANCA SRA.STEFANIA F ARINA SRA.ANTONELLA FFORDE PROF .MATTHEW QWISTGAARD SR.GUILLERMO DOLENTIUM HOMINUM N. 75 – año XXV – N. 3, 2010 REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS (PARA LA PASTORAL DE LA SALUD) Dirección, Redacción, Administración: PONTIFICIO CONSEJO PARA LOS AGENTES SANITARIOS (PARA LA P ASTORAL DE LA SALUD), CIUDAD DEL V ATICANO; Tel. 06.698.83138, 06.698.84720, 06.698.84799; Fax: 06.698.83139 e-mail: [email protected] http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/hlthwork/index_sp.htm Publicación cuatrimestral. Suscripción: 32 comprendidos los gastos de envío Impreso en la Editrice VELAR, Gorle (BG) En la cubierta: vidriera de P. Costantino Ruggeri Poste Italiane s.p.a. Spedizione in Abbonamento Postale - D.L. 353/2003 (conv. In L. 27/02/2004 nº 46) art. 1, comma 2, DCB Roma

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DIRECCIÓN

S.E. MONS. ZYGMUNT ZIMOWSKI, DirectorS.E. MONS. JOSÉ L. REDRADO, O.H., Redactor Jefe

COMITÉ DE REDACCIÓN

BENEDETTINI P. CIROBOLIS DRA. LILIANACUADRON SOR AURELIAD’ERCOLE P. GIOVANNIEL-HACHEM DRA. MAYAGRIECO P. GIANFRANCOHONINGS P. BONIFACIOIRIGOYEN MONS. JESÚSJOBLIN P. JOSEPHMAGNO P. VITONEROZZI-FRAJESE DRA. DINAPLACIDI ING. FRANCOSANDRIN P. LUCIANOTADDEI MONS. ITALO

CORRESPONSALES

BAUTISTA P. MATEO, BoliviaCASSIDY MONS. J. JAMES, U.S.A.

DELGADO P. RUDE, EspañaGOUDOTE P. BENOIT, Costa de Marfil

LEONE PROF. SALVINO, ItaliaPALENCIA P. JORGE, MéxicoPEREIRA P. GEORGE, IndiaVERLINDE SRA. AN, Bélgica

WALLEY PROF. ROBERT, Canadá

TRADUCTORES

CHALON DRA. COLETTECASABIANCA SRA. STEFANIAFARINA SRA. ANTONELLAFFORDE PROF. MATTHEW

QWISTGAARD SR. GUILLERMO

DOLENTIUM HOMINUMN. 75 – año XXV – N. 3, 2010

REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJOPARA LOS AGENTES SANITARIOS(PARA LA PASTORAL DE LA SALUD)

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Sumario4 “Por sus heridas habéis sido curados”

(1P 2, 24)Mensaje del Santo Padre Benedicto XVIcon ocasión de la XIX Jornada Mundialdel Enfermo – 11 febrero 2011

ARGUMENTOS

8 Ciencia y fe: elección de vidaS.E. Mons. Zygmunt Zimowski

14 El dolor: cuerpo-almaProf. Pierluigi Zucchi, S.O.Prof. Bonifacio Honings, O.C.D.

31 Padre Pierluigi Marchesi (1929-2002)Padre y maestro de política sanitariaS.E. Mons. José L. Redrado, O.H.Prof. P. Pietro Quattrocchi

40 Duelo: sanar el corazón heridoP. Arnaldo Pangrazzi, M.I.

43 La capellanía hospitalaria:obra de iglesia comunionalP. Leonardo Nunzio Di Taranto

55 Sacerdotes, visitadores de pastoraly personal sanitario:para una mutua integraciónProf. Fernando Poyatos

60 Asistencia pastoral“Chicago Story”Dr. Patrick GuinanDr. Thomas ZabiegaDr. Christine Zainer

63 El templo votivode los médicos de ItaliaProf. Massimo Aliverti

ANIVERSARIO DE LA CONSULTAVEINTE AÑOS DE CAPELLANÍA EUROPEADIEZ AÑOS DE FUNDACIÓN DE ENHCC(EUROPEAN NETWORK OF HEALTH CARECHAPLAINCY)

66 CrónicaMons. Dariusz Giers

67 Saludo de S.E.Mons. Zygmunt Zimowski

68 “La capellanía en el futuro:dar y recibir”P. Stavros Kofinas

Las ilustraciones de este númeroproceden del volumen:

Francesco e Chiara di AssisiProfeti di dialogo e di pace

publicado por Editrice Velar, Gorle (BG)

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MENSAJE DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVICON OCASIÓN DE LA

XIX JORNADA MUNDIAL DEL ENFERMO(11 DE FEBRERO DE 2011)

“Por sus heridas habéis sido curados”(1P 2, 24)

¡Queridos hermanos y hermanas!

Con ocasión de la memoria de la Santísima Virgen de Lourdes, que se celebra el 11 defebrero, la Iglesia propone cada año la Jornada Mundial del Enfermo. Como lo quiso elVenerable Juan Pablo II, esta circunstancia es propicia para reflexionar en torno al miste-rio del sufrimiento y, sobre todo, para que nuestras comunidades y la sociedad civil seanmás sensibles hacia los hermanos y hermanas enfermos. Si cada hombre es nuestro her-mano, con mayor razón deben estar en el centro de nuestra atención el débil, el que sufrey el que necesita atención, a fin de que ninguno de ellos se sienta olvidado o marginado;de hecho “la grandeza de la humanidad está determinada esencialmente por su relacióncon el sufrimiento y con el que sufre. Esto es válido tanto para el individuo como para lasociedad. Una sociedad que no logra aceptar a los que sufren y no es capaz de contribuirmediante la compasión a que el sufrimiento sea compartido y sobrellevado también inte-riormente, es una sociedad cruel e inhumana” (Carta Encíclica Spe Salvi, 38). Las inicia-tivas que se promoverán en cada una de las Diócesis con ocasión de esta Jornada, sirvande estímulo a fin de hacer cada vez más eficaz el cuidado hacia los que sufren y en laperspectiva de la solemne celebración que se realizará en el 2013 en el Santuario maria-no de Altötting, Alemania.

1. Todavía conservo vivo en el corazón el momento en que, durante mi visita pastorala Turín, me detuve a reflexionar y orar ante el Sagrado Sudario, delante de ese rostro su-friente que nos invita a meditar en Aquel que ha cargado sobre sí la pasión del hombre detodo tiempo y lugar, incluso nuestros sufrimientos, nuestras dificultades y nuestros peca-dos. A lo largo de la historia ¡cuántos fieles han pasado delante de esa tela sepulcral, queha envuelto el cuerpo de un hombre crucificado, que corresponde en todo a lo que nostransmiten los Evangelios sobre la pasión y la muerte de Jesús! Contemplarlo es una in-vitación a reflexionar sobre lo que escribe san Pedro: “Por sus heridas habéis sido cura-dos” (1P 2,24). El Hijo de Dios ha sufrido, ha muerto, pero ha resucitado, y precisamen-te por esto esas llagas son el signo de nuestra redención, del perdón y de la reconciliacióncon el Padre; pero también se han convertido en banco de pruebas para la fe de los discí-pulos y para nuestra fe: cada vez que el Señor habla de su pasión y muerte, ellos no com-

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prenden, se oponen, lo rechazan. Para ellos, como para nosotros, el sufrimiento permane-ce siempre cargado de misterio, difícil de aceptar y de sobrellevar. Los dos discípulos deEmaús caminan tristes por los acontecimientos ocurridos en esos días en Jerusalén, y só-lo cuando el Resucitado recorre el camino con ellos, se abren a una visión nueva (cfr. Lc24, 13-31). También el apóstol Tomás manifiesta la dificultad de creer en el camino de lapasión redentora: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en elagujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré” (Jn 20, 25). Pero fren-te a Cristo que le muestra sus heridas, su respuesta se transforma en una conmovedoraprofesión de fe: “¡Señor mío y Dios mío!” (Jn 20, 28). Lo que antes era un obstáculo in-superable, porque es visto como señal del aparente fracaso de Jesús, en el encuentro conel Resucitado se vuelve la prueba de un amor victorioso: “Sólo un Dios que nos ama has-ta cargar con nuestras heridas y nuestro dolor, sobre todo del inocente, es digno de fe”(Mensaje Urbi et Orbi, Pascua 2007).

2. Queridos enfermos y personas que sufrís, precisamente a través de las llagas de Cris-to podemos ver, con ojos de esperanza, todos los males que afligen a la humanidad. Re-sucitando, el Señor no ha querido quitar el sufrimiento y el mal del mundo, pero los havencido en su raíz.

A la prepotencia del Mal ha opuesto la omnipotencia de su Amor. Nos ha indicado,pues, que el Amor es el camino de la paz y del gozo: “Como yo os he amado, así tambiénos améis unos a otros” (Jn 13, 34). Cristo, vencedor de la muerte, está vivo entre noso-tros. Y mientras, con santo Tomás, repetimos también nosotros: “¡Señor mío y Diosmío!”, sigamos a nuestro Maestro con la disponibilidad de dar la vida por nuestros her-manos (cfr. 1Jn 3, 16), como mensajeros de un gozo que no teme el dolor, el gozo de laResurrección.

San Bernardo afirma: “Dios no puede padecer, pero puede compadecer”. Dios es laVerdad y el Amor en persona, quiso sufrir por nosotros y con nosotros; se hizo hombrepara poder com-padecer con el hombre, de manera real, en carne y sangre. Por tanto, entodo sufrimiento humano ha entrado Uno que comparte el sufrimiento y el padecer; en ca-da sufrimiento se difunde la con-solatio, la consolación del amor partícipe de Dios parahacer aparecer la estrella de la esperanza (cfr. Carta Encíclica Spe Salvi, 39).

A vosotros, queridos hermanos y hermanas, repito este mensaje a fin de que seáis tes-tigos de él a través de vuestro sufrimiento, de vuestra vida y de vuestra fe.

3. Teniendo en cuenta la cita de Madrid, en el próximo mes de agosto de 2011, para laJornada Mundial de la Juventud, quisiera dirigir también un pensamiento particular a losjóvenes, especialmente a los que viven la experiencia de la enfermedad. A menudo la Pa-sión y la Cruz de Jesús atemorizan, porque aparentan ser como la negación de la vida. Enrealidad, ¡es exactamente lo contrario! La Cruz es el “sí” de Dios al hombre, la expresiónmás elevada y más intensa de su amor y la fuente de donde mana la vida eterna. Del co-razón atravesado de Jesús ha brotado esta vida divina. Sólo Él es capaz de liberar al mun-do del mal y de hacer crecer su Reino de justicia, de paz y de amor al cual todos aspira-mos (cfr. Mensaje para la Jornada mundial de la Juventud 2011, 3). Queridos jóvenes,aprended a “ver” y a “encontrar” a Jesús en la Eucaristía, donde está presente de manerareal para nosotros, hasta hacerse alimento para el camino, pero reconocedlo y servidlotambién en los pobres, en los enfermos, en los hermanos que sufren y están en dificultad;

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ellos tienen necesidad de vuestra ayuda (cfr. ibid. 4). A todos vosotros jóvenes, enfermosy sanos, os invito a crear puentes de amor y solidaridad, a fin de que ninguno se sienta so-lo, sino cercano a Dios y formando parte de la gran familia de sus hijos (cfr. Audienciageneral, 15 de noviembre de 2006).

4. Contemplando las heridas de Jesús nuestra mirada se dirige a su sacratísimo Corazón,en el cual se manifiesta en sumo grado el amor de Dios. El Sagrado Corazón es Cristo cru-cificado, con su costado atravesado por la lanza del cual brotan sangre y agua (cfr. Jn 19,34), “símbolo de los sacramentos de la Iglesia, a fin de que todos los hombres, atraídos porel Corazón del Salvador, lleguen con gozo a la fuente perenne de la salvación” (Misal Ro-mano, Prefacio de la Solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús). Especialmente voso-tros, queridos enfermos, sentid la cercanía de este Corazón cargado de amor y acercaoscon fe y con gozo a esa fuente, orando: “Agua del costado de Cristo, lávame. Pasión deCristo, confórtame. Oh buen Jesús, escúchame. Dentro de tus llagas, escóndeme” (Ora-ción de S. Ignacio de Loyola).

5. Al concluir este Mensaje para la próxima Jornada Mundial del Enfermo, deseo ma-nifestar mi afecto a todos y a cada uno, sintiéndome partícipe de los sufrimientos y de lasesperanzas que vivís cotidianamente en unión a Cristo crucificado y resucitado, a fin deque os dé la paz y la curación del corazón. Con Él os asista la Virgen María, a quien in-vocamos con confianza Salud de los enfermos y Consoladora de los afligidos. A los piesde la Cruz se realiza para ella la profecía de Simeón: su corazón de Madre será atravesa-do (cfr. Lc 2, 35). Desde el abismo de su dolor, con el que participa en el de su Hijo, Ma-ría se vuelve capaz de acoger la nueva misión: ser la Madre de Cristo en sus miembros.En la hora de la Cruz, Jesús le presenta a cada uno de sus discípulos diciéndole: “Ahí tie-nes a tu hijo” (cfr. Jn 19, 26-27). La compasión materna hacia el Hijo, se vuelve compa-sión materna hacia cada uno de nosotros en nuestros sufrimientos cotidianos (cfr. Homi-lía en Lourdes, 15 de setiembre de 2008).

Queridos hermanos y hermanas, en esta Jornada Mundial del Enfermo, invito tambiéna las Autoridades a fin de que inviertan más energías en estructuras sanitarias que ayudeny sostengan a los que sufren, sobre todo a los más pobres y necesitados, y, dirigiendo mipensamiento a todas las Diócesis, envío un afectuoso saludo a los Obispos, a los sacer-dotes, a las personas consagradas, a los seminaristas, a los agentes sanitarios, a los vo-luntarios y a todos los que se dedican con amor a curar y a aliviar las heridas de cada her-mano o hermana enfermos, en los hospitales o clínicas, en las familias: en los rostros delos enfermos aprended a ver siempre el Rostro de los rostros: el de Cristo.

A todos aseguro mi recuerdo en la oración, a la vez que imparto a cada uno una Bendi-ción Apostólica especial.

Desde el Vaticano, 21 de noviembre de 2010, Fiesta de Cristo Rey del Universo.

BENEDICTUS PP XVI

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Argumentos

Ciencia y fe: elección de vida

El dolor: cuerpo-alma

Padre Pierluigi Marchesi(1929-2002)

Padre y maestro de políticasanitaria

Duelo: sanar el corazón herido

La capellanía hospitalaria:obra de iglesia comunional

Sacerdotes, visitadores depastoral y personal sanitario:para una mutua integración

Asistencia pastoral“Chicago Story”

El templo votivode los médicos de Italia

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* Lectura Magistral de S.E. Mons. Zygmunt Zimowski con ocasión del X Congreso Nacional AFAR,Brescia, 27 de setiembre de 2010

nocimiento, de investigación,de pensamiento, de estudio, in-dicando siempre una actividadde la inteligencia, que con rigorestudia un ‘objeto’ particular(material o no) identificado conprecisión, en vista de la elabo-ración de un discurso o de unasíntesis que se puedan comuni-car de manera comprensible. Setenga en cuenta que la comuni-cación del dato científico es unempeño imprescindible de laciencia misma, porque ofrece laocasión de una verificación ló-gica o instrumental o de hecho,de parte de las personas que tie-nen un conocimiento elevadodel mismo ‘objeto’.

Dicho esto, es oportuno ob-servar que en el lenguaje co-mún el término ciencia se refie-re generalmente a las discipli-nas que se sirven de manera ca-si exclusiva de la observación ydel cálculo. Dicha referencia noes errada, como es fácil com-prender, pero ciertamente es re-ductiva; y sobre todo es estemodo de entender el términociencia que con frecuencia seconsidera totalmente inconci-liable con una experiencia de fe.A fortiori es concebida comototalmente opuesta a la fe, unaciencia entendida como disci-plina objetiva, que trata sola-mente de lo que se puede verifi-car y es concreto, diferente dela experiencia de fe que tendría,en cambio, un carácter subjeti-vo y se referiría a realidades odatos no fenoménicos, que nose pueden capturar ni controlar.

Desde el punto de vista teoló-gico correcto y según el pensa-miento de la Iglesia católica, lafe indica un acto humano2, queno sería posible sin la ayuda deDios3; por un lado, ella permiteel establecimiento de una rela-ción de familiaridad con Dios,que libremente sale al encuen-tro del hombre, y, por el otro,abre al hombre a un mundo deconocimiento y de verdad quetiene a Dios mismo como fuen-te. Esta experiencia implica alhombre integralmente; la fe noes sólo un acto de la voluntad ode amor, sino también un ejer-cicio auténtico y serio de la in-teligencia, que se esfuerza sin

pondré de relieve los motivospor los cuales la ciencia y la fe,aun en su originalidad y dife-rencia, se pueden considerar ex-periencias hermanas y amigas,es decir, no extrañas ni contra-puestas. En el tercer y últimomomento de mi reflexión consi-deraré la ciencia y la fe comoexperiencias aliadas que seapoyan recíprocamente a favordel bien del hombre.

1. ¿Qué entendemoscon los términos‘ciencia’ y ‘fe’?

Dado que el tema de mi refle-xión a menudo está conexo conuna serie de tergiversaciones ode lugares comunes, me pareceoportuno ante todo aclarar co-mo entiendo personalmente lostérminos del binomio ciencia-fe; por consiguiente, pondré enevidencia también cuales sonlos significados no aceptablesde estos mismos términos. Esnecesario aclarar esto porquelos presentes provenimos de ex-periencias formativas y ámbitosde competencia diferentes, y asíevitar desarmonías conceptua-les que perjudicarían el esfuer-zo común que vivimos duranteestos días de trabajo y refle-xión.

Ordinariamente, el términociencia indica la forma de co-nocimiento referente a las reali-dades, objetos, situaciones o fe-nómenos que se pueden com-prender de manera suficiente-mente precisa y completa, gra-cias al empleo de la razón y deinstrumentos de investigaciónalcanzados por el hombre en elcurso del tiempo. En el sentircomún la ciencia indica el reinode la precisión, de la verificabi-lidad y de lo que se puede com-prender.

Hay que observar, sin embar-go, que en sentido riguroso,ciencia es un término analógi-co, por lo que se puede referir avarios sujetos con un significa-do que no es totalmente igual,pero tampoco totalmente dife-rente. En esta perspectiva, elconcepto ciencia se puede refe-rir a diferentes ámbitos de co-

Introducción

Hace cierto tiempo el Profe-sor Nicola Cabibbo, reciente-mente fallecido y que por mu-chos años ha sido Presidente dela Pontificia Academia de lasCiencias, afirmó que “los pro-gresos de la tecnología guiadospor la ciencia – que están cam-biando rápidamente nuestromodo de vivir y trabajar ynuestra relación con el planetatierra – requieren de parte delos hombres de ciencia una re-novada atención a la ‘dimen-sión’ sapiencial del significadoúltimo de la vida humana… Almismo tiempo, los grandes des-cubrimientos de las cienciasmodernas, que abren nuevoshorizontes en la estructura de lamateria viviente e inanimada– así como en la esturctura enuna historia del universo – sonde importancia fundamental pa-ra el mundo de la religión”1. Es-tas palabras del gran físico ita-liano hacen ver de manera claray sintética el modo con que seconcibe la relación entre cienciay fe, típico de la Iglesia católi-ca. En estas palabras se capta laconfianza en la relación fecun-da y respetuosa entre estoscampos diferentes del ejerciciodel vivir del hombre en la histo-ria. Además, de ellas surge in-mediatamente la esperanza deque los hombres de ciencias ylos creyentes sean unánimes enel camino de la escucha recí-proca, contra toda contraposi-ción inoportuna y estéril. Cier-tamente, no ignoramos nuestrahistoria compleja y a veces consombras, de las relaciones entrelas dos experiencias; pero no essobre esto que deseo detener miatención. Es preferible poner derelieve las luces, más que los la-dos oscuros, porque a nosotrosinteresa iluminar el presente yencaminarnos con serenidadhacia el futuro, en nombre delbien del hombre y de la búsque-da de la verdad.

Con esta finalidad, mi refle-xión se desarrollará en tres mo-mentos: ante todo indicaré elsignificado de los términosciencia y fe que emplearé en miintervención. Seguidamente

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Ciencia y fe: elección de vida*

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detenerse para comprender tan-to a Aquel que se ha revelado(Dios mismo), como lo que Élcomunica al hombre. Es en estemarco que se inserta el empeñode la comunidad de los creyen-tes a comprender cada vez me-jor la propia experiencia de fe:es la actividad teológica, querepresenta una exigencia irre-nunciable de quien cree o lomueve a un ejercicio rigurosode la inteligencia y constituyeuna verdadera y real actividadcientífica, aún refiriéndose a larealidad de Dios, de su revelar-se, de su relación con el hombrey con la historia.

Con estas precisiones, en lassiguientes reflexiones me de-tendré de manera particular enlo que he definido el conceptoprevaleciente de ciencia, es de-cir aquel que se refiere a los co-nocimientos que tienen que vercon las dimensiones de lo visi-ble, de lo controlable, comoocurre de manera particular enel ámbito de la medicina y lasdisciplinas conexas; y, por lomenos inicialmente, con el tér-mino fe me referiré a la expe-riencia religiosa entendida enun sentido genérico, aunque enla mayor parte de mis conside-raciones entenderé la fe comovida cristiana o ese modo de sero de vivir en cuyo inicio no espor “una decisión ética o unagran idea, sino por el encuentrocon un acontecimiento, con unaPersona, que da a la vida unnuevo horizonte y, con ello, unaorientación decisiva”4.

2. Experiencias hermanasy amigas

Aun teniendo presente que alo largo del tiempo la relaciónentre ciencia y fe no siempre hasido armónica, es aconsejableno dejarse condicionar excesi-vamente por este hecho, a finde sacar a la luz las oportunida-des que se ofrecen hoy a los queviven en primera persona la ex-periencia de la ciencia y/oaquella de la fe.

2.1 Experiencias hermanas

Para entender en que sentidola ciencia y la fe pueden definir-se ‘hermanas’, se deben ponerde relieve algunas líneas de ten-dencia, desarrolladas en el cur-

so de la historia, referentes pre-cisamente a la relación entre lasdos experiencias5.

La primera línea de tenden-cia es aquella según la cual laciencia es ‘hija’ de la fe, en elsentido que es elaborada par-tiendo de la experiencia religio-sa. Es la perspectiva típica omás difundida en las formas decivilización o de cultura en lasque de hecho se pone en primerlugar la realidad de lo sagrado,con respecto al conocimientodel mundo, mientras que el co-nocimiento es elaborado en es-

trecha dependencia de la expe-riencia religiosa. En otras pala-bras, han habido y hay todavíacontextos en los que se acude almundo del misterio, de lo divi-no, para elaborar una visión delmundo, del hombre y de la rea-lidad. Se note que en dicha si-tuación, frecuentemente sucedeque se evite elaborar teorías ovisiones que de algún modopueden contrastar con lo que seconsidera el fruto de la revela-ción o de todos modos estrecha-mente ligado a la experienciade lo trascendente o de lo divi-no.

Dos observaciones sobre estalínea de tendencia. La primeraes que no es difícil ver de quemodo esta perspectiva, típica delas culturas y de las religiosida-des arcaicas, esté presente tam-bién en la experiencia de Israely del cristianismo, al menos enalgunos momentos de su histo-ria. La segunda observación:este modo de entender la rela-ción ciencia-fe de hecho ofuscao anula la diferencia existenteentre las dos experiencias y fá-cilmente puede conducir a lamortificación de las iniciativas

de la inteligencia, que trata decomprender cada vez más ymejor el mundo y su estructura.También podríamos definir estaperspectiva o línea de tendenciacomo ‘típica’ del mundo ‘anti-guo’, es decir precedente al de-nominado mundo ‘moderno’,en el que se afirma la centrali-dad del hombre y de su raciona-lidad y en el que se desarrolla laciencia como conocimiento ela-borado con la ayuda de los ins-trumentos de observación.

La segunda línea de tenden-cia es la que se desarrolla preci-

samente a partir de la épocamoderna, cuando con la afirma-ción de la autonomía de la ra-zón, se reivindica el derecho aelaborar un conocimiento delmundo que no esté condiciona-do por prejuicios religiosos opor concepciones presentes enlos libros sagrados, sino sola-mente fruto de una observaciónobjetiva. En esta perspectiva seafirma una distancia tal entre laciencia y la fe, que crea una ex-traneidad de hecho entre las dosexperiencias. Esta extraneidadse convierte incluso en contra-posición, cuando los defensoresde una y de otra pretenden serlos únicos poseedores de la ver-dad. En otras palabras, sucedeque los hombres de ciencia ylos creyentes se arroguen el de-recho de ser maestros unos deotros, en los campos de conoci-miento que no son de su com-petencia, entrando en un con-flicto que difícilmente se puedesanar.

La tercera línea de tendenciaes la que reconoce la originali-dad y las diferencias de las dosexperiencias respetando las di-ferentes competencias y en una

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actitud de relación pacífica, decolaboración y de integración.Desde el punto de vista históri-co y cultural, este tercer modode entender la relación ciencia-fe está presente desde hace mu-chos siglos en la experiencia yen el pensamiento de la Iglesia,como lo atestiguan bien AlbertoMagno y Tomás de Aquino,quienes “aún manteniendo unvínculo orgánico entre la teolo-gía y la filosofía, fueron los pri-meros que reconocieron la ne-cesaria autonomía que la filoso-fía y las ciencias necesitan, paradedicarse eficazmente a sus res-pectivos campos de investiga-ción”6. Además, esta línea detendencia está en perfecta sin-tonía con la sensibilidad de loshombres del siglo XXI; hoy porlo general sentimos que la di-versidad constituye una riquezay no una razón de lucha; asi-mismo, somos conscientes deque la amplitud de las compe-tencias y la pluralidad de lasepistemologías impide cual-quier pretensión de predominioo de exclusividad o de absoluti-dad, de parte de cualquier tipode investigación. De aquí se de-duce la necesidad de un absolu-to respeto por la independencia

de los varios campos del saberen que se ejerce la inteligencia,sin actitudes de sospecha o dedesprecio, sino con una aptituda la escucha y a la familiaridad.

Desde el punto de vista teoló-gico, este modo de entender larelación entre ciencia y fe es laconsecuencia natural del creeren el único Dios, “creador delcielo y de la tierra, de todas lascosas visibles e invisibles”7.Dado que todo proviene de Él,es necesario que exista una ‘pa-rentela’ entre todas las cosas,

pero también entre éstas yAquel que es su fuente, su ori-gen, su ‘padre’. La concepciónhebreo-cristiana del único Dioscreador y fundamento de unavisión grandiosa no sólo delhombre definido por la SagradaEscritura “imagen y semejanzade Dios” (Gn 1, 27), sino tam-bién de las relaciones del hom-bre con el mundo. En virtud desu identidad especial, que le haconferido Dios, la criatura hu-mana está en la condición deentrar en un diálogo efectivo yfecundo con su Creador. Dios leha concedido una inteligencia yuna voluntad que la proyectanmás allá de sí misma haciéndo-la capaz de llegar al umbral delmisterio de lo Trascendente. Elhombre lleva en sí mismo unainclinación natural a la Verdadtrascendente y a las verdadesmundanas que son un reflejopequeño de ella. En este senti-do, la experiencia de la fe, esdecir de la relación con el Diosque sale al encuentro del hom-bre, se injerta de modo sereno ycon continuidad en el corazón yen la mente de la criatura huma-na; no requiere una suspensiónde la razón o un forcejeo de lavoluntad, sino simplemente un

confiado y razonable don de sía Aquel que da vida al hombrey lo seduce con su belleza.

Precisamente a esta continui-dad en la diferencia, se refiereTomás de Aquino cuando escri-be que la fe supone la razón8, ocuando el Concilio Vaticano Iafirma que la fe es obsequium(obediencia, de ob-audire, esdecir, una escucha y una adhe-sión voluntaria) rationi consen-taneum9. Con estas afirmacio-nes, la Iglesia católica manifies-ta tres datos: el primero es la

confianza hacia la capacidaddel hombre de encontrar las‘huellas’ de Dios, tanto en lapropia interioridad como en elmundo que lo circunda. El se-gundo dato: la convicción deque la experiencia de la fe, en-tendida como apertura a Diosque se revela y como acogidade lo que Él revela, no es un ac-to inhumano; no comporta nin-guna reducción o suspensión denuestra inteligencia. El tercerdato, en fin, está constituido porel pensar que la experiencia delcreer no es ‘un salto en la oscu-ridad’ (S. Kierkegaard), ni unecharse en lo absurdo, sino unlibre y amoroso confiarse enaquel Dios que, no obstante nostrascienda, deja una huella de símismo en el mundo y en la his-toria.

Hay otro dato que contribuyea enriquecer la visión católicade la relación entre ciencia y fey es el siguiente: el hombre, porser imagen de Dios, ha sido co-locado por el Señor en el “jar-dín” (Gn 2, 15) que es el mun-do, a fin de que lo comprenda,lo utilice respetuosamente, lotransforme para sus exigencias,sin olvidar nunca que es sola-mente tutor, no propietario, delas criaturas que lo circundan,por lo que debe conservar conellas una relación contructiva ypacífica. Además, según la Bi-blia, el mundo no es simple-mente el escenario de la exis-tencia y de la historia del hom-bre, sino la casa (oikos) en lacual los seres humanos cohabi-tan con “hermano Sol… herma-na Luna, …hermano Viento…hermana Agua”10. De esto des-ciende que el esfuerzo paracomprender el mundo, las in-vestigaciones que tienen comofin un empleo respetuoso de lanaturaleza, el estudio que ayudaa entender la estructura y el fun-cionamiento de la realidad, paraemplear sus potencialidades se-gún el proyecto del Creador, sedeben ver con satisfacción ygozo, sin temor y sin límites,salvo aquellos impuestos por elrespeto hacia el hombre y haciael mismo mundo.

En esta perspectiva, debemosreconocer que la ciencia y la fese pueden considerar experien-cias ‘hermanas’, porque en últi-mo análisis tienen origen en elúnico Padre celestial, no obs-tante que cada una esté dotada

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de una misión propia y de unmétodo proprio.

2.2 Experiencias amigas

No ignoro que la perspectivaanteriormente delineada puedeaparecer como utópica o inge-nua. De hecho, se sabe que en-tre ciencia y fe no siempre hanexistido o todavía existen rela-ciones de convivencia pacífica.Antes bien, como ya he recor-dado, a partir de la época mo-derna parece haberse creado unsurco insormontable entre doscontextos de vida y de pensa-miento, que son la ciencia y lafe. De hecho, a partir del Rena-cimiento, con el desarrollo delas ciencias experimentales, porun lado se verificó el ababonogradual de la visión del mundoque se inspiraba en la Biblia,hecho que alimentó no pocasdiscrepancias entre los hombresde ciencia y los teólogos. Por elotro, el progresivo afirmarse delmétodo experimental, dio ori-gen a un doble fenómeno: antetodo favoreció la legítima con-vicción de la autonomía de lainvestigación referente al mun-do físico y sus leyes; y luegopuso las premisas para aquellaexaltación de la razón que a suvez tendrá dos consecuenciasde relevancia: por un lado, lavisión kantiana, que pondrá enevidencia los límites de la purarazón, excluyendo del ámbitode ejercicio de esta última aDios y a las realidades trascen-dentes; y por el otro, la exalta-ción de la razón conducirá auna especie de ‘titanismo espe-culativo’ que tendrá en Hegelsu exponente más saliente y quetratará de reducir la experienciadel cristianismo a una simpleexpresión ingenua de la historiadel Espíritu.

Estas dos perspectivas filosó-ficas, kantiana y hegeliana, es-tarán embarazadas de conse-cuencias negativas para la rela-ción entre ciencia y fe. La pri-mera, intentará hacer aparecerla ciencia y el mundo fenoméni-co como ámbitos legítimos yexclusivos de ejercicio de la ra-cionalidad y la fe como expe-riencia de carácter puramentemoral o de la voluntad, es decir,sin ningún alcance o credibili-dad racional. La visión hegelia-na, en cambio, será como lamatriz de una reinterpretación

minimalista o ‘liberal’ de loscontenidos doctrinales de la fecristiana, según la cual los dog-mas y las verdades de fe pro-puestas a lo largo del tiempopor el cristianismo deben serdespojadas de cualquier valorobjetivo y se deben entendercomo simples ejemplificacio-nes o modelos de la relación delhombre con Dios. Como conse-cuencia, toda la experienciacristiana pierde cualquier pre-tensión de universalidad y sereduce a pura expresión contin-gente y limitada por el encuen-tro del individuo-hombre conDios.

Como se sabe, en nuestrosdías pocos son los que siguenpensando, de manera implícitao explícita, que la experienciade fe no se puede configurarmínimamente como ocasión deejercicio de la inteligencia. Secontinúa a considerar, de partede no pocos intelectuales, quehaya una sustancial e insupera-ble extraneidad entre estos dosniveles: el de la ciencia y el dela fe. Muchos hombres contem-poráneos niegan de hecho el de-recho de la fe a habitar la ‘casa’de la ciencia, porque consideranque inevitablemente la expe-riencia religiosa contaminarácon sus prejuicios o con su pre-comprensión la objetividad dela investigación científica.

¿Es posible superar estas ba-rreras que se han creado en elcurso del tiempo? La Iglesia ca-tólica piensa que sí, porque re-conoce abiertamente el derechode ejercicio autónomo de la ra-zón, cuando se refiere a la reali-dad fenoménica, visible, verifi-cable. La Iglesia no se escanda-liza frente a una especie de a-teismo metodológico, que sepone en marcha en esos camposde investigación en los que noes necesario recorrer a Dios co-mo ‘hipótesis de trabajo’ o cri-terio de comprensión. La comu-nidad cristiana reconoce, antesbien cultiva, el derecho de laciencia a proceder en su caminode manera rigurosa y autóno-ma. Más aún, considera que lacerteza de fe, que lleva a pro-clamar la existencia de un Diosque con benevolencia y elegan-cia da origen a todas las cosas,infunda en el investigador de laverdad científica un entusias-mo, un optimismo, una confian-za, una fuerza que pueden jugar

un gran papel positivo con res-pecto al compromiso de com-prender la realidad. En otrostérminos, la fe en la Trinidadcreadora, si es entendida y vivi-da rectamente no desalienta lased de conocimiento del mun-do, sino la enciende y lleva amirar con ojos perennementesedientos de luz las maravillasque las diferentes ciencias seesfuerzan por descubrir y com-prender en el curso del tiempocon sus diferentes competen-cias.

3. Experiencias aliadas

El afirmarse de la moderni-dad ha enseñado a los creyen-tes la necesidad de no presumirencontrar la verdad, en cual-quier nivel, simplemente par-tiendo del dato de la fe. Es ne-cesario siempre distinguir losplanos y los ámbitos de conoci-miento, empleando la episte-mología adecuada, teniendofirme la convicción de queexiste en realidad una armoníaontológica y lógica.

En cambio, la época contem-poránea, o del postmoderno,época de crisis de la razón, queha seguido a las grandes derro-tas experimentadas durante eldenominado ‘siglo breve’ (EricJ. Hobsbawm), por un lado haenseñado a renunciar a cual-quier ‘titanismo’ del intelecto y,por el otro, ha encendido unanostalgia de unidad y de paz,que ayuden a superar tanto elriesgo de la globalización masi-ficadora, como el de la contra-posición violenta de las identi-dades.

A su manera, la ciencia y lafe, viven hoy en la tensión hacialo que Pablo VI llamó la civili-zación del amor en la que se en-cuentren el espacio y el tiempopara el bien, para la verdad, pa-ra la convivencia pacífica. Yambas están llamadas a ofrecersu contribución activa, al servi-cio de la humanidad, en la con-cordia, en el diálogo, en la ayu-da recíproca. La ciencia y la fepueden y deben estar aliadas,después que demasiadas veceshan vivido en una actitud dedistancia, de desconfianza o in-cluso de contraposición.

Esta actitud de alianza deberealizar cuatro tipos de servicio:al hombre, a la verdad, a la vida

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de una (ciencia) y de otra (fe).Ante todo, la ciencia y la fe de-ben servir al hombre. No sonexperiencias autoreferenciales,sino abiertas. Por ejemplo, unaciencia que no se propusieseenriquecer a la humanidad y,sobre todo, servir a los más dé-biles, sería una actividad mons-truosa, temible, expuesta alriesgo de ser sierva del poder.Asimismo, una fe cristiana quese olvidase que Dios se ha reve-lado, que se ha hecho carne,que ha muerto y ha resucitadopara nosotros hombres y paranuestra salvación, sería prime-ramente una experiencia ofensi-va ante Dios y luego ante loshombres. La ciencia y la fe sir-ven juntas al hombre tambiéncuando rechazan esa mentali-dad difundida que se manifestaen la afirmación “consumo,luego soy”11; deben hacer en-tender que el hombre ‘realiza-do’ no es aquel que está prisio-nero del proprio egoísmo, sinoaquel que cultiva el sentido dela propia dignidad y de la pro-pia trascendencia, yendo másallá de la propia historia ‘frag-mentada’.

Ciencia y fe, además, debenservir a la verdad, antes bien,deben estar animadas por unaverdadera y real pasión por laverdad. Una ciencia que no es-tuviese finalizada a servir a laverdad, sería una actividad cie-ga, que puede ser fácilmente in-fluenciada por las ideologías.Del mismo modo, una fe que nopromoviese la sed de verdadtambién en el creyente, seríauna experiencia intolerable.Una fe que apagase la inteligen-cia, tranquilizándola con fór-mulas y mortificando sus inte-rrogantes, sería una actividadindigna de Dios, además de serofensiva para el ser humano.

Como he recordado al co-mienzo, a su manera la cienciay la fe son actividades que com-portan el empleo de la razón;pero “¿a qué llega – se pregun-ta san Agustín – quien sabe usarbien la razón, sino a la verdad?No es la verdad la que se alcan-za a sí misma con el razona-miento, sino que a ella la bus-can quienes usan la razón”12.

Como afirma BenedictoXVI, “venga de donde venga labúsqueda de la verdad, ésta per-manece como dato que ofrece yque puede ser reconocido ya

presente en la naturaleza. Dehecho, la inteligibilidad de lacreación no es el fruto del es-fuerzo del hombre de ciencia,sino condición que se le ofrecepara permitirle descubrir la ver-dad presente en ella”13. Por otrolado, prosigue el Sumo Pontífi-ce Benedicto XVI, “la razón …siente y descubre que, más alláde lo que ya ha alcanzado yconquistado, existe una verdadque nunca podrá descubrir par-tiendo de sí misma, sino sólorecibir como don gratuito”14.Esta verdad, es decir, aquella dela Revelación, a la cual se abreen la fe “no se sobrepone aaquella alcanzada por la razón;antes bien, purifica la razón y laeleva, permitiéndole así dilatarsus propios espacios para inser-tarse en un campo de investiga-ción insondable como el miste-rio mismo”15.

La ciencia y la fe deben estartambién aliadas en el servicio ala vida. Según su peculiaridad,ellas están llamadas a anunciary cultivar el evangelio de la vi-da y tutelar “la grandiosidad yla preciosidad de la vida huma-na incluso en su fase tempo-ral”16, rechazando toda amena-za y violencia contra la vidahumana, profesando abierta-mente el valor inviolable de ca-da persona, en cualquier fase ocondición de su existencia, de-nunciando toda “cultura demuerte… promovida por fuer-tes corrientes culturales, eco-nómicas y políticas, mensaje-ras de una concepción de la so-ciedad basada en la eficien-cia”17. Los hombres de ciencia,en particular los que actúan enel campo de la sanidad, son los“servidores de la vida huma-na”18; la experiencia de la feconfirma y refuerza este empe-ño: el que está enamorado dedel Dios viviente, no puede si-no amar la vida, siempre, sobretodo cuando ella es débil y estáamenazada.

En fin, la ciencia y la fe sonaliadas porque son provocacióny ayuda una con otra. Al res-pecto, se me permita una vezmás hacer una referencia a To-más de Aquino; en un contextocultural diferente del actual ycon un lenguaje diferente delnuestro, el Doctor Angélicopropone consideraciones degran interés para nuestro tema,que quisiera referir con sus

mismas palabras. Escribe así enla Summa contra Gentiles: “Laconsideración de las criaturasforma parte de la instrucción enla fe cristiana… La meditaciónde las obras de Dios es necesa-ria para instruir la fe humanaacerca de las cosas de Dios.Primero, porque del estudio delas obras que ha realizado, te-nemos motivo para admirar yconsiderar la sabiduría divina.En efecto, las obras producidaspor el arte manifiestan el artemismo, porque son realizadassegún sus criterios. […] Segun-do: esta consideración lleva aadmirar el altísimo poder deDios y, por consiguiente, en-gendra reverencia hacia Diosen el corazón de los hombres.De hecho, el poder del que obraes más excelente que las cosashechas por él. […] Tercero, es-ta consideración enciende lasalmas de los hombres en elamor hacia la bondad divina.[…] Cuarto, esta consideraciónde cierto modo asemeja alhombre con la perfección divi-na. De hecho, hemos explicadoque Dios, conociéndose a símismo, contempla en sí todo lodemás. Por tanto, como quieraque la fe cristiana instruye alhombre principalmente sobreDios, y por la luz de la divinarevelación le hace conocedorde las criaturas, se realiza en elhombre cierta semejanza de lasabiduría divina”19.

A las consideraciones delAquinate, podemos añadir quela ciencia provoca al creyente acultivar la inteligencia, siemprey sobre todo cuando él (el cre-yente) reflexiona sobre la inal-canzable e indescriptible de lasrealidades: la de Dios. La fe, asu vez, es para el hombre deciencia una invitación perma-nente a la ulterioridad, contem-plar al hombre, la realidad y lahistoria con la conciencia deque, además de aquel mundofenoménico, existe “un nivelmás elevado que necesariamen-te trsciende las previsionescientíficas, es decir, el mundohumano de la libertad y de lahistoria”20. Como afirma la Fi-des et ratio, la fe ayuda a “reali-zar el paso, tan necesario comourgente, del fenómeno al funda-mento. No es posible detenerseen la sola experiencia; inclusocuando ésta expresa y pone demanifiesto la interioridad del

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hombre y su espiritualidad, esnecesario que la reflexión espe-culativa llegue hasta su natura-leza espiritual y el fundamentoen que se apoya”21.

La ciencia, además, ayuda alcreyente a percibir el orden y labelleza de toda dimensión deluniverso y de lo humano; loconserva en la humildad, frentea la simultánea complejidad ysencillez del universo. En estesentido, la ciencia es maestra deasombro, para el hombre cre-yente. Como ha afirmado Bene-dicto XVI, “la fe no teme elprogreso de la ciencia y los pro-gresos a los que conducen susconquistas cuando éstas tienencomo finalidad el hombre, subienestar y el progreso de todala humanidad”22. La fe, he aquíotro aspecto, ayuda a la cienciaa no dejar de ‘soñar con los ojosabiertos’ porque proyecta unaesperanza que no muere23,aquella promesa promovida porDios mismo. La fe, además,

ayuda a la ciencia a no desani-marse frente a los fracasos, acombatir la resignación, a nutrirconfianza en un sentido positi-vo de la historia y del universoen su conjunto, a recordar quepor encima de cada objetivo pu-ramente técnico, verdadero finde la investigación y del pensa-miento científico son los sereshumanos; en este sentido la feayuda a la ciencia a permanecersiempre ‘al alcance del hom-bre’.

Conclusión

Que la ciencia y la fe tengancomo referencia principal elhombre, su dignidad, su bienes-

tar, su realización, se percibecon mayor evidencia sobre todocuando se obra en el campo dela sanidad. Frente a la enferme-dad, antes bien, frente al enfer-mo más que en otras circuns-tancias, se puede poner en actouna verificación de las intencio-nes que animan la búsquedacientífica y más estrictamenteque en otras ocasiones la fe sepone a la prueba como expe-riencia capaz de hacer ‘creceren humanidad’.

Como ha enseñado Juan Pa-blo II, la razón y la fe son “lasdos alas con las cuales el espíri-tu humano se eleva hacia lacontemplación de la verdad”24;y Benedicto XVI ha remarcadoque ellas “sólo juntas salvaránal hombre. Atraída por el puroquehacer técnico, la razón sinla fe se ve avocada a perderseen la ilusión de su propia omni-potencia. La fe sin la razón co-rre el riesgo de alejarse de lavida concreta de las personas”.

Sin duda podemos afirmar lamisma cosa con respecto a larelación entre ciencia y fe, so-bre todo en el campo médico:ciencia y fe son como dos rie-les, ciertamente diferentes e in-confundibles uno con otro, ca-minando en los cuales se proce-de hacia un futuro de luz, debien, de solidaridad para con lahumanidad y gracias a los cua-les el hombre, criatura muy no-ble entre las demás del mundo,pone en acto sus altísimas capa-cidades, manifiesta y salvaguar-da su dignidad.

S.E. Mons. ZYGMUNTZIMOWSKI

Presidente del Pontificio Consejopara los Agentes Sanitarios

Santa Sede

Notas1 N. CABIBBO, Introducción, en

AA.VV., El hombre en búsqueda de laverdad. Filosofía, ciencia, teología: pers-pectivas para el tercer milenio (Conferen-cia internacional sobre ciencia y fe. Ciu-dad del Vaticano, 23-25 de mayo de2000), Vita e Pensiero, Milano 2005, pág.107.

Para una panorámica sobre el tema tra-tado y para tener indicaciones sobre lasorientaciones actuales de la teología cató-lica, es útil la lectura de las siguientesobras: G. GISMONDI, Fede e cultura scien-tifica, EDB, Bologna 1993; P. POUPARD (acura di), La nuova immagine del mondo.Il dialogo tra scienza e fede dopo Galileo,Piemme, Casale Monferrato 1996; G.TANZELLA-NITTI – A. STRUMIA (a cura di),Dizionario Interdisciplinare di Scienza eFede, Urbaniana University Press – CittàNuova, Roma 2002, 2 vol.; T. TORRANCE,Senso del divino e scienza moderna, LEV,Città del Vaticano 1992. Es importantetambién consultar el sitio web http://www.disf.org.

2 Cfr Catecismo de la Iglesia Católica(CIC), 154-155.

3 Cfr CIC, 153.4 BENEDICTO XVI, Deus caritas est

(Encíclica, 25 de diciembre de 2005),n° 1.

5 Acerca de este complejo tema, cfr.por ejemplo: R. J. RUSSEL, “Diálogo cien-cias-teología, método y modelos”, en G.TANZELLA-NITTI – A. STRUMIA (a cura di),Dizionario Interdisciplinare di Scienza eFede, cit., vol. 1, 382-395.

6 JUAN PABLO, Fides et ratio, 45.7 Símbolo Costantinopolitano (año

381): DH 150.8 Cfr Summa theologiae, I, q. 2, a. 2, ad

1um.9 Constitución dogmática Dei Filius,

cap. 3 (DH 3009).10 FRANCISCO DE ASÍS, Cántico de las

criaturas.11 Z. BAUMAN, Consumo, quindi sono,

Laterza, Bari-Roma 2009.12 De vera religione, 39,72.13 Audiencia a los participantes en el

Congreso internacional promovido por laPontificia Universidad Lateranense en elX aniversario de la Fides et ratio, 16 deoctubre de 2008.

14 Ibid.15 Ibid.16 JUAN PABLO II, Evangelium vitae

(Encíclica, 25 de marzo de 1995), 2.17 Ibid., 12.18 Ibid., 89; Cfr. Carta de los Agentes

Sanitarios, 1,1 (Pontificio Consejo parala Pastoral de los Agentes Sanitarios, Ciu-dad del Vaticano - 1995)

19 II, c. 2. Sobre el interesante tema deluso de las ciencias de parte de los teólo-gos, cfr G. TANZELLA-NITTI, “Cienciasnaturales, uso en teología”, en G. TANZE-LLA-NITTI – A. STRUMIA (a cura di), Dizio-nario Interdisciplinare di Scienza e Fede,cit., vol. 1273-1289.

20 BENEDICTO XVI, Discurso a los par-ticipantes en la plenaria de la PontificiaAcademia de las Ciencias (6 de noviem-bre de 2006).

21 N. 83.22 Audiencia a los participantes en el

Congreso Internacional promovido por laPontificia Universidad Lateranense en elX aniversario de la Fides et ratio, 16 deoctubre de 2008.

23 Cfr Encíclica Spe salvi.24 Encíclica Fides et ratio (14 de se-

tiembre de 1998), n. 1.25 Encíclica Caritas in veritate (29 de

junio de 2009), n. 74.

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guroso estudio médico-teoló-gico merece de parte del lector.

S. E. Mons.ZYGMUNT ZIMOWSKI

Presidente del Pontificio Consejopara los Agentes Sanitarios

Introducción

La intención del presente tra-bajo es estudiar el dolor delcuerpo en su unidad con el al-ma, a fin de adquirir, a nivel dela naturaleza (ordo creationis),como percepción inmanente,corporal, humana y personal, y,a nivel de la gracia (ordo re-demptionis), como valor tras-cendente y redentor. Para pro-porcionar al estudio un plantea-miento científico, bio-ético yteológico, partamos no de unavisión dualista del hombre, sinode una visión dualista-unitaria.El cuerpo y el alma no son doselementos separados (visióndualista) sino elementos dife-rentes que forman la unidad delser humano (visión dualista-unitaria).

1. Los elementosconstitutivos del hombreen el orden de la creación

“En la unidad de cuerpo y al-ma, el hombre, por su mismacondición corporal, es una sín-tesis del universo material, elcual alcanza por medio delhombre su más alta cima y alzala voz para la libre alabanza”1.Con ocasión de las solemnida-des y fiestas, la Iglesia canta enlas Laudes matutinas: «Obrastodas del Señor, bendecid al Se-ñor, alabadle, exaltadle eterna-mente… Aguas todas que estáissobre los cielos, bendecid al Se-ñor… Sol y Luna, bendecid alSeñor. Astros del cielo, bende-cid al Señor”2. Ya en esta tareade alabanza no es lícito que el

Entrando en este atrayentetrabajo sobresale la descrpciónde los aspectos fisiopatológi-cos de las enfermedades algo-lógicas, de aquellas algo-pato-lógicas y de las enfermedadespatológicas (Cfr. Fig. 2), quehace adquirir al alma algo-ló-gica (corporal) la fisonomía dealma pato-lógica (espiritual).

Bajo este perfil el trabajoparece poner de relieve tam-bién algunos puntos de la Car-ta Encíclica Caritas in Veritatede S.S. Benedicto XVI, en laque se afirma que (n. 76) “elproblema del desarrollo (en-tendido en sentido lato) estáestrechamente relacionadocon el concepto que tengamosdel alma y del hombre… el de-sarrollo debe abarcar, ademásde un progreso material, uncrecimiento espiritual porqueel hombre es una unidad decuerpo y alma… El vacío en elque el alma se siente abando-nada, contando incluso connumerosas terapias para elcuerpo y para la psique, hacesufrir. No hay un desarrollopleno ni un bien común uni-versal sin el bien moral y espi-ritual de las personas, consi-deradas en su totalidad de al-ma y cuerpo”.

Como he mencionado, otroaspecto inédito que aparece enel estudio original de los dosilustres investigadores es haberideado una escala clínico-tera-péutica de tres escalones: far-macológico, ético y espiritual(Cfr. Tab. VIII), en la que elagente sanitario puede mover-se de modo adecuado segúnlas situaciones en las que seencuentra.

Por la riqueza de los datoscientífico-teológicos nuevos,que surgen de este trabajo arti-culado, es mi deseo, a travésde esta revista que dirijo y quese difunde en ámbitos cultura-les, manifestar el justo aprecioy reconocimiento que este ri-

Presentación

En mi calidad de nuevo Pre-sidente del Pontificio Consejopara los Agentes Sanitarios, mecomplace acoger en la RevistaDolentium Hominum, el trabajomédico-teológico El Dolor:Cuerpo-Alma del ProfesorPierluigi Zucchi, clínico-algó-logo y del Profesor BonifacioHonings, teólogo moralista.Ambos son investigadores ri-gurosos, ya conocidos en la li-teratura internacional por susestudios-puente entre Medicinay Teología, que han querido de-sarrollar en este trabajo el deli-cado y difícil tema acerca de larelación alma-cuerpo en el con-texto antropológico del dolor.En este ámbito han identificadotres entidades nosológicas nue-vas: las enfermedades algológi-cas, las enfermedades algo-pa-tológicas y las enfermedadespatológicas, para las cuales hansugerido también un iter tera-péutico original, enriqueciendode este modo tanto la esferamédica como aquella teológica.La investigación de la verdad,siempre presente en la Iglesia,pone de relieve que no existecontraposición entre Ciencia yFE, sino integración, porquecomo se nota en la Carta Encí-clica Fides et Ratio de Su San-tidad Juan Pablo II “La fe y larazón son como las dos alascon las cuales el espíritu huma-no se eleva hacia la contempla-ción de la verdad. Dios ha co-locado en el corazón del hom-bre el deseo de conocer la ver-dad y, en definitiva, de cono-cerle porque, conociéndolo yamándolo, alcance también laplena verdad sobre sí mismo”.

Su Santidad Benedicto XVIsubraya también este conceptoen la Carta Encíclica Caritasin Veritate afirmando que laverdad, de hecho, es lógos quecrea diá-logos y, por tanto, co-municación y comunión.

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El dolor: cuerpo-almaALGOS Y PATHOS: DEL NIVEL DE LA NATURALEZA (CREACIÓN)AL NIVEL DE LA GRACIA (REDENCIÓN).ENFERMEDADES ALGOLÓGICAS, ALGO-PATOLÓGICAS Y PATOLÓGICAS.NUEVOS ASPECTOS TERAPÉUTICOS.

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bre, no son dos naturalezas jun-tas, pero su unión forma unanaturaleza única11. Gracias a suunidad con el alma el cuerpodel hombre participa en la dig-nidad de «imagen de Dios»: escuerpo humano precisamenteporque está animado por el al-ma espiritual, y es la personahumana en su totalidad que estádestinada a ser, en el cuerpo deCristo, el templo del Espíritu”12.

La doctrina de la Iglesia refe-rente al alma, del griego ane-mos (viento, pasión), tiene sufundamento en la Sagrada Es-critura, en la que el término al-ma a menudo indica la vida hu-mana13, o toda la persona hu-mana (cfr. Hch, 2, 41). Tambiéndesigna todo lo que en el hom-bre hay de más íntimo14 y demayor valor15, por lo que, y es-to es muy importante, el hom-bre es particularmente imagende Dios. Además, y esto esigualmente importante, «Al-ma» significa el principio espi-ritual del hombre16. Precisa-mente, de acuerdo con la ceon-cepción de «alma» como ele-mento más íntimo, por lo que elhombre es de manera particularimagen de Dios» y de «alma»como principio espiritual delhombre, la Iglesia enseña quecada alma espiritual es creadadirectamente por Dios – no es«producida» por los padres – yes inmortal. Por tanto, el almadel hombre no muere en el mo-mento de la muerte, de su sepa-ración del cuerpo; antes bien enel momento de la resurrecciónfinal, el alma se reunirá de nue-vo al cuerpo. Por tanto, tam-bién después de la muerte, encierto sentido se mantiene unarelación entre los dos elemen-tos constitutivos, cuerpo y al-ma, de la persona humana. To-do esto es muy evidente en laresurrección de Cristo; de he-cho, la Persona divina de Cristoha permanecido unida a su al-ma y a su cuerpo, incluso des-pués de su separación en el mo-mento de su muerte en la cruz.«Por la unidad de la naturalezadivina que permanece presenteen cada una de las dos partesdel hombre (alma y cuerpo), lasque antes estaban separadas ysegregadas, éstas se unen denuevo. Así la muerte se produ-ce por la separación del com-puesto humano, y la resurrec-ción por la unión de las dos

de Dios manifiesta su divini-dad, precisamente en la natura-leza humana, porque ha asumi-do no sólo la plena realidad delalma humana, con sus opera-ciones de inteligencia y de vo-luntad, sino también la plenarealidad del cuerpo humano.Todo lo que él es y lo que haceen su naturaleza humana, por loque también en el cuerpo, deri-va de «Uno de la Trinidad». ElHijo de Dios comunica, pues, asu humanidad su modo perso-nal de existir en la Trinidad.Por esto, tanto en su alma comoen su cuerpo, Cristo expresahumanamente el comporta-miento divino de la Trinidad(cfr. Jn 14, 9-10)8. En cada unade sus actividades también es-piritual, el hombre está deter-minado y condicionado por sucuerpo, componente esencialde su unidad personal y puntode encuentro con Dios9. JuanPablo II afirma que “el Creadorha asignado como tarea alhombre el cuerpo; no tiene uncuerpo sino lo es y, por tanto,su vocación es ser tal”10.

1.2 El alma espiritualunida al cuerpo

La dualidad del ser humanoimplica que la unidad del almay del cuerpo sea tan profundaque conciba el alma no sólo co-mo la «forma» del cuerpo, sinotambién que, precisamente gra-cias al alma espiritual el cuerpocompuesto de materia sea uncuerpo humano y viviente. Elespíritu y la materia en el hom-

hombre desprecie la vida cor-poral, sobre todo porque él debeconsiderar su cuerpo bueno ydigno de honor precisamenteporque ha sido creado por Diosy está destinado a la resurrec-ción en el último día3. La narra-ción bíblica manifiesta los ele-mentos de la persona humanamediante un lenguaje simbóli-co, cuando dice: «EntoncesYahvéh formó al hombre conpolvo del suelo, e insufló en susnarices aliento de vida, y resul-tó el hombre un ser viviente»(Gn 2,7). Por tanto, el hombreen su totalidad ha sido queridopor Dios4. Para nuestro trabajohay que poner de relieve que elhombre, en cuanto ser corporaly espiritual al mismo tiempo,expresa y manifiesta las realida-des espirituales a través de sig-nos y símbolos materiales5. Porejemplo, en el ámbito médicolos signos clínico-semiológicos,que caracterizan una determina-da patología (p. e. el dolor enlas cefaleas músculo-tensiona-les) hacen evidente no sólo undolor físico, extremadamenteintenso (algos), sino también suinteriorización en un sufrimien-to moral-espiritual (pathos).

1.1 El cuerpo humano

Se sabe que la filosofía mo-derna considera el cuerpo hu-mano no tanto como algoopuesto al alma, sino como laexpresión externa de la personahumana en su contacto con elmundo material y con los de-más seres (Mancuso, 2007). Es-ta capacidad de expresión haceque el cuerpo sea capaz de unaverdadera relación existencial yde realizarse plenamente. Deeste modo el cuerpo humanomanifiesta no sólo la interiori-dad del alma, sino en cierto sen-tido también la puerta de lo ex-terior hacia el alma. El hombrecreado por Dios, macho y hem-bra, no tiene un cuerpo, sino esun cuerpo. Esta dirección exis-tencial y personalista del cuer-po está en plena armonía con ladivina revelación sobre el cuer-po humano del Verbo encarna-do6. En la expresión juanina,«El Verbo se hizo carne» (Jn1,14), la Iglesia llama «Encar-nación» el hecho que el Hijo deDios haya tomado una naturale-za humana para realizar en ellanuestra salvación”7. Así el Hijo

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partes separadas»17. Una confir-mación que ilumina la impor-tancia antropológica de estadualidad unitaria, cuerpo y al-ma, nos la ofrece la encíclicaDeus caritas est: “El hombre esrealmente él mismo cuandocuerpo y alma forman una uni-dad íntima. Si el hombre pre-tendiera ser sólo espíritu y qui-siera rechazar la carne como sifuera una herencia meramenteanimal, espíritu y cuerpo perde-ría su dignidad. Si, por el con-trario, repudia el espíritu y portanto considera la materia, elcuerpo, como una realidad ex-clusiva, malogra igualmente sugrandeza. El epicúreo Gassen-di, bromeando, se dirigió aDescartes con el saludo: «¡OhAlma!». Y Descartes replicó:«¡Oh Carne!»18. Ahora bien, pa-ra explicar la relación entreeros y agape, el Papa Ratzingerprecisa que ni el espíritu ni elcuerpo por sí solos son capacesde amar; es el hombre, la per-sona, que ama como criaturaunitaria, de la cual forman par-te el cuerpo y el alma. Sólocuando ambos se funden verda-deramente en unidad, el hom-bre se vuelve plenamente símismo. Sólo de este modo elamor – el eros – puede madurarhasta su verdadera grandeza19.Lo anterior vale, analógica-mente, también para el dolor,porque no sólo sufre el cuerposino también sufre el alma; enotras palabras, el hombre, lapersona que sufre, siendo unacriatura unitaria, no sufre sólofísicamente (algos) sino tam-bién espiritualmente (pathos).Por esto el dolor implica no só-lo al cerebro sino también a lamente.

Para completar el argumentosobre el hombre y el dolor, nosdetenemos ahora en la dimen-sión de la naturaleza humana,sobre el ser hombre y mujer.

1.3 Una unidad de dos:uno para otra

Creados juntos, el hombre yla mujer han sido queridos porDios el uno para la otra. «Noes bueno que el hombre estésólo; voy a hacerle una ayudaadecuada» (Gn 2,18). Ningunode los animales puede ser este«vis-à-vis» del hombre (cfr.Gn 2,9-20). La mujer que Dios«plasma» con la costilla quita-

da al hombre y que conduce alhombre, arranca al hombre ungrito de admiración, una excla-mación de amor y de comu-nión: «Esta vez sí que es huesode mis huesos y carne de micarne» (Gn 2,23). El hombredescubre a la mujer como aotro «yo» de la misma huma-nidad. El hombre y la mujerson, con una idéntica dignidad,«a imagen de Dios». En su«ser-hombre» y «ser-mujer»reflejan la sabiduría y la bon-dad del Creador20. Las «perfec-ciones» del hombre y de lamujer reflejan algo de la infini-ta perfección de Dios: las deuna madre21 y las un padre y deun esposo22.

Llegamos así a una conclu-sión determinante en nuestrareflexión sobre el dolor, cuer-po y alma desde el punto devista científico y teológico. “Aimagen del Creador «que amatodo lo que existe» (Sb 11,24),el hombre y la mujer están lla-mados a participar en la Provi-dencia divina respecto a lasotras cosas creadas. De ahí suresponsabilidad frente al mun-do que Dios les ha confiado”23.Más concretamente esto quieredecir que Dios dona a los hom-bres el ser causas inteligentes ylibres para completar la obrade la creación, perfeccionandosu armonía para su bien pro-prio y para el prójimo. Loshombres, cooperadores a me-nudo inconscientes de la vo-luntad divina, pueden entrardeliberadamente en el plan di-vino con sus acciones, sus ora-ciones, pero también con sussufrimientos (cfr. Col 1,24).De este modo se vuelven ple-namente «colaboradores deDios» ( 1 Co 3, 9: 1Ts 3,2) yde su Reino (cfr. Col 4,11)24. Elcuerpo humano, por tanto,puede ser un punto de encuen-tro entre Dios y el hombre, so-bre todo cuando sufre, como loevidencia nuestra comunióncon el sufrimiento de Cristo, esdecir, el sentido cristiano deldolor en el plan divino.

2. El sentido del sufrimientohumano en el orden de laredención

Lo que Jesús ha hecho, di-cho y sufrido, ha tenido comoobjetivo restablecer en su vo-

cación primitiva al hombreelevado a la semejanza conDios y decaido debido al peca-do original. San Ireneo deLyón escribe: “Habiéndoseencarnado y hecho hombre, harecapitulado en sí mismo lalarga historia de los hombres ynos ha procurado la salvación,de modo que nosotros recupe-rásemos en Jesucristo lo quehabíamos perdido en Adán, esdecir, ser a semejanza deDios”25. “Precisamente por es-to Cristo ha pasado a través detodas las edades de la vida,restituyendo con esto a todoslos hombres la comunión conDios”26. De hecho, dado queen su Persona divina encarna-da, Cristo «se ha unido encierto modo a cada hombre»,Él ofrece «a todos la posibili-dad de entrar en contacto, enel modo que Dios conoce, conel misterio pascual». Él llamaa sus discípulos a tomar sucruz y a seguirlo (cfr. Mt16,24), porque padeció pornosotros, dejándonos un ejem-plo, a fin que siguiésemos sushuellas (cfr. 1 Pt 2,21). Enefecto, Él quiere asociar a susacrificio redentor a los queson los primeros beneficia-rios27. Esto se realiza de mane-ra eminente para su Madre,asociada más íntimamente quecualquier otro al misterio de susufrimiento redentor (cfr. Lc2,35)28. También el Apóstolnos da un conmovedor testi-monio al respecto: «Completoen mi carne lo que falta a lastribulaciones de Cristo en fa-vor de su cuerpo que es laIglesia» (Col 1,24). Con estaspalabras, San Pablo quiere ex-plicar el valor salvífico de unlargo camino, que se mueveprecisamente a través del su-frimiento, ya que está inscritoen la historia del hombre e ilu-minado por la Palabra de Dios.Este descubrimiento del valordel sufrimiento hace que él di-ga: “Ahora me alegro por lospadecimientos que soporto porvosotros» (Ibidem). Por cuan-to este descubrimiento del sen-tido cristiano del sufrimientosea «muy personal», Pablo deTarso quiere que el sentidosalvífico del sufrimiento seaválido para todos los hombresque sufren. El sufrimiento hu-mano no sólo suscita compa-sión y respeto, sino también, a

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su manera, atemoriza, porqueen él está contenido la grande-za de un misterio específico.Por tanto, afirma Juan PabloII, en torno a cada sufrimientohumano se deben acercar, an-tes bien, se deben unir entreellos de manera especial, losmotivos de un respeto particu-lar desde la más profunda ne-cesidad del corazón y del pro-fundo imperativo de la fe. Elprimer motivo, la necesidaddel corazón nos ordena vencerel temor y, el otro, el imperati-vo de la fe proporciona el con-tenido del misterio. De hecho,en el nombre y en virtud delcontenido, osamos tocar loque parece en todo hombre al-go tan intangible; en su sufri-miento, el hombre sigue sien-do un misterio intangible29.Ahora, dado que el hombre, através de su vida terrena, ca-mina en un mundo o en el otroen el camino del sufrimiento,queremos encontrarnos con elhombre precisamente en esecamino, identificable en elcontexto antropológico de launidad de cuerpo y alma de lapersona humana, en la índolecomunitaria de la vocaciónhumana en el plan divino (or-do creationis) y, sobre todo,en el contexto de la participa-ción al sentido del sufrimientode la pasión de Cristo (ordoredemptionis). Sin embargo,para un estudio más completo,ilustremos de dónde nace eldolor y cómo es conducido.

2.1 Vías del dolor ycaracterísticas del lenguajeen la relación Dolor-Alma

El Sistema Álgico es un sis-tema neuronal que está consti-tuido esquemáticamente porcuatro zonas funcionales:

1. Área de recepción, carac-terizada por el receptor doloro-so o nociceptor; 2. Área detransmisión representada porlas Vías Aferentes (Vías espi-notalámicas: neo y paleo-espi-notalámicas) que llevan el inputde nociceptor al Tálamo; 3.Área del dolor representada porla Corteza; 4. Área de retornorepresentada por las Vías Efe-rentes (sobre todo por las víascórtico-bulbo-espinales). Es-quemáticamente:

recepción —› transmisión(vías aferentes) —› percepcióne integración (corteza) —› re-torno (vías eferentes) (Fig. 1).

De este esquema se evidenciaque el individuo percibe el do-lor, sobre todo cuando esta enti-dad alcanza la corteza de nues-tro cerebro, centro de las activi-dades psíquicas, motorias, sen-soriales y, en el hombre, sededel pensamiento30. El dolor físi-co (algos) tiene un lenguajeproprio, que se refleja en lamente y, en particular en el al-ma, a la que se accede especial-mente a través de la vía del su-frimiento (pathos). El dolorcrea un lenguaje con el almaque lleva a un conocimiento de

sí que se vuelve conciencia enuna síntesis perfecta entre ratioet fides.

En efecto, si el alma, don deDios de la vida, es concebidacomo principio de las activida-des espirituales, es claro queella tiene, sobre todo en el cere-bro la sede la de percepción deldolor, y en la mente la sede deinteriorización del dolor.

De lo afirmado llegamos alpunto crucial de la relación en-tre el dolor y el alma y hay queprecisar que el dolor físico (al-gos) percibido de parte del al-ma (mens) y recepcionado anivel del cerebro (ratio) se ca-racteriza por un significado nosólo inmanente, vinculado aldolor del cuerpo (algos), sinotambién trascendente vinculadocon el dolor del alma (pathos).De este modo se actúa una os-mosis de la relación dolor-al-ma, cerebro-mente, que llega ala búsqueda del algos (objeto),que se transforma en pathos(sujeto) que adquiere conoci-miento del algos (percepcióndel proprio cuerpo), que sevuelve conciencia del pathos(percepción del proprio Yo departe del alma-mente) en un to-do uno en el Yo-Individuo (serinmanente con dolor=algos +pathos) que se realiza, por me-dio de la Gracia Redentora, enYo-Persona (Ser trascendente,unidad de alma y de cuerpo) enuna proyección única, ascen-dente hacia DIOS (Logos)(Fig. 2), Unidad sináptica del

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Fig. 1. Vías del dolor

CortezaSomatosensorial

Neuronade III orden

Neuronade II ordenNeurona

de I orden

Tálamo(NVPM/NVPL)

Médula espinalReceptoresEstímulo algógeno

Representación esquemática del iter seguido por el estímulo algógenoNVPM= Núcleo ventro-postero-medial del tálamoNVPL= Núcleo ventro-postero-lateral del tálamo

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sistema inmanente (Ordo Cre-ationis) y del Sistema Trascen-dente (Ordo Redemptionis)(Teoría de los Dos Sistemas,Fig. 2).

La interrupción de la relacióndialógica con Dios (Fig. 3) con-duce a las enfermedades algo-lógicas del alma, con disminu-ción del umbral del dolor (al-gos), a las enfermedades algo-patológicas con disminucióndel umbral del dolor psico-físi-co (algos+pathos), y a las en-fermedades patológicas, condisminución del umbral del do-lor psíquico (pathos) (Fig. 2).

Es bueno remarcar que cuan-do se habla de enfermedades al-gológicas del alma se indica laimplicación del alma (alma al-gológica) que resulta de las in-teracciones de los componentes

receptoriales de provenienciaúnicamente periférico-corporal(algos); para las enfermedadesalgo-patológicas, el alma repre-senta lo que resulta (alma algo-patológica) de las interaccionesde los componentes receptoria-les periféricos (receptores algó-genos, algos) y centrales (Siste-ma Límbico y Corteza, pathos);para las enfermedades patológi-cas, el alma representa el resul-tado (a. patológica) de las inte-racciones de los componentesreceptoriales sobre todo central(Corteza, pathos).

Un ejemplo de enfermedadalgológica lo puede constituir lacefalea en racimos (cluster hea-dache); de enfermedad algo-pa-tológica, la emicrania, y de en-fermedad patológica la cefaleamúsculo-tensional.

En la Teoría de los Dos Siste-mas propuesta por nosotros, enla que ponemos en evidencia lasinapsis entre el Sistema Inma-nente y el Sistema Trascenden-te, que se realiza en la Persona,como criatura, unidad de almay cuerpo, del Creado que es es-pontáneo el acercamiento, en elámbito de la neurofisiología,con la Teoría de los Tres Mun-dos propuesto por el neurofiló-sofo Karl Popper (y explicadapor el neurofisiólogo, PremioNobel, John Eccles).

Eccles plantea la hipótesis dela sinapsis entre dendroni, célu-las del cerebro, y psiconas, cé-lulas de la mente, a través decampos de probabilidad cuan-tista, en los que ondas (inputneurofisiológicos) modularíanel flujo de nerotransmisores enel espacio intersináptico.

La crítica a esta teoría de par-te de algunos investigadores,por ejemplo Changeux y el pre-mio Nobel Edelman, sobre lasinapsis entre un sistema orgá-nico (cerebro) y un sistema fun-cional (mente) se puede superarcon la propuesta médico-teoló-gica de la Teoría de los Dos Sis-temas (Fig. 2), identificando enel Alma (mente, psique) de laPersona la sinapsis entre dossistemas, organico (cerebro-dendronas-soma) y funcional(mente-psique), que se puedeexplicar en la relación estrechaentre Físca y Conciencia, entreRatio y Fides: una vez más, encuanto a delicados problemasmédicos, la Ciencia Teológicaayuda a la Ciencia Médica.

3. Etiología teológica de lasenfermedades

Al interpretar de manera au-téntica el simbolismo del len-guaje bíblico, la Iglesia enseñaque, a la luz del Nuevo Testa-mento y de la Tradición, nues-tros primeros padres Adán yEva fueron constituidos en unestado «de santidad y de justi-cia original»31 La gracia de lasantidad original era una «parti-cipación de la vida divina»32.Esta participación, muy impor-tante para la búsqueda de lascausas de las enfermedades,fortalecía con su irradiación to-das las dimensiones de la vidadel hombre, hasta lo inverosi-mil. El CIC afirma: “Mientras

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DOLOR: CUERPO-ALMA. CEREBRO-MENTEOrdo Creationis Ordo Redemptionis(sistema inmanente) (sistema trascendente)

DOLOR ALMA(cuerpo, cerebro) (mente, fides, ratio)

ALGOS PATHOS(cuerpo-objeto) ( alma-sujeto)ALMA ALGOLÓGICA ALMA PATOLÓGICA

CONOCIMIENTO del ALGOS CONCIENCIA del PATHOS)(cuerpo: percepción (mente: percepcióndel propio cuerpo) del alma-mente)

YO-INDIVIDUO GRACIA REDENTORA YO-PERSONA(ser inmanente (Ser Trascendentecon dolor=algos+pathos) con dolor=unidad de

Alma y cuerpo)

Interrupción dialógica entre DIOS (Logos) y el hombre

1) ENFERMEDADES ALGOLÓGICAS (enfermedades físicasdel alma: a. algológica; disminución del umbral del dolor físico(algos; Tab. I.)

2) ENFERMEDADES ALGO-PATOLÓGICAS (enfermedadespsico-físicas del alma: a. algo-patológica; disminución delumbral del dolor psíco-físico (algos+pathos; Tab. II.)

3) ENFERMEDADES PATOLÓGICAS (enfermedadesespirituales del alma: a. patológica; disminución umbral deldolor psíquico (pathos; Tab. III.)

Fig. 2. Teoría de los Dos Sistemas: Ordo Creationis (Dios-Logos)y Ordo Redemptionis (Dios-Logos Encarnado). DIOS (Logos),Unidad sináptica entre sistema inmanente (Dolor, cuerpo) ysistema Trascendente (Alma, mente).

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permaneciese en la intimidaddivina, el hombre no debía nimorir (cfr. Gn 2,17; 3,19), nisufrir (cfr. Gn 3,16). La armo-nía interior de la persona huma-na, la armonía entre el hombrey la mujer (cfr. Gn 2,25), y, porúltimo, la armonía entre la pri-mera pareja y toda la creaciónconstituía el estado llamado«justicia original»33. La triplearmonía, es decir intra-perso-nal, inter-personal y aquellacósmica es, pues, el fruto de laarmonía religiosa, es decir, dela familiaridad del hombre conDios. De su amistad con Diosderivaba la felicidad de su exis-tencia en el Paraíso. El signode esta «santidad original» es elhecho que Dios coloca al hom-bre en el jardín (cfr. Gn 2,8)donde él vive «para cultivarlo yguardarlo» (Gn 2,15); el trabajono es un cansancio penoso (cfr.Gn 3,17-18), sino que es la co-laboración del hombre y de lamujer con Dios en el perfeccio-namiento de la creación visi-ble34.

Las causas de orden moralde las enfermedades

Con respecto a la relaciónentre el dolor y el alma pode-mos preguntarnos si la percep-ción álgica, en algunas enfer-medades que producen no sóloel dolor físico (algos) sino, so-bre todo, aquel psíquico (pat-hos), represente el resultadoclínico obtenido no sólo por es-tímulos nociceptivos conduci-dos por vías aferentes al Siste-ma Nervioso Central (S.N.C.) ypor hiperproducción de deter-minadas sustancias químicas li-beradas a nivel de las sinapsisde nuestro cerebro, sino sea so-bre todo el resultado de una in-capacidad de diálogo con la es-fera trascendente (fig. 3).

3.1 La causa radical:el pecado original

Debido al pecado de nuestrosprimeros padres se perdió lasantidad original y, como con-secuencia también la justiciaoriginal, que en su designioDios había previsto para elhombre. En efecto, al ser tenta-do por el diablo, el hombre dejóque se apagase en su corazón laconfianza para con su Creador(cfr. Gn 3,1-11) y, abusando desu libertad, desobedeció elmandamiento de Dios.

La Escritura muestra las con-secuencias dramáticas de estainterrupción de la relación dia-lógica entre el hombre y Dios.Adán y Eva tienen temor deaquel Dios (cfr. Gn 3,9-10) delcual se han formado una falsaimagen, es decir, la de un Diosceloso de sus prerrogativas (cfr.Gn 3,5). En cuanto a las armo-nías, también éstas son destrui-das: se rompe el dominio de lasfacultades espirituales del almasobre el cuerpo35; el «dominio»del mundo que desde el inicioDios había concedido al hom-bre se realizaba ante todo en elhombre como dominio de símismo. El hombre estaba ínte-gro y ordenado en todo su ser,porque estaba libre de la tripleconcupiscencia (cfr.1Jn 2,16),pero ahora, y hay que tenerlopresente, precisamente esta tri-ple concupiscencia lo vuelveesclavo de los placeres de lossentidos, de la codicia de losbienes terrenos y de la afirma-ción de sí mismo frente a losimperativos de la razón36. SantoTomás precisa: “Por la justiciaoriginal, la razón del hombreestaba sometida a Dios, las fa-cultades interiores a la razón yel cuerpo al alma. Pero debidoal pecado original este equili-

brio se rompió: y dado que larazón ya no estaba sometida aDios, las facultades inferioresse rebelaron a la razón y elcuerpo se sustrajo a la obedien-cia del alma debido a la muertey a la corrupción”37. Lo anteriorpone en claro que la causa queorigina las enfermedades es elpecado original, precisamenteporque interrumpiendo el diálo-go de amor con Dios, se ha per-dido su efecto, es decir, la justi-cia original, el no tener que su-frir ni morir. Pero es igualmenteimportante tener en cuenta queel pecado, sea mortal o venial,arrastra a la persona a la perdi-ción y, con la repetición de losmismos actos, genera el vicio.Derivan así inclinaciones per-versas que oscurecen la con-ciencia y alteran la valoraciónconcreta del bien y del mal. Deeste modo el pecado tiende a re-producirse y a reforzarse, aun-que no logra destruir el sentidomoral hasta su raíz38.

3.2 La proliferacióndel pecado:los vicios capitales

El origen etimológico de lapalabra vicio es bastante incier-to e indica sin duda un corazónque no es disponible y cierta-mente no tiende hacia Dios. Elvicio es la acostumbrada incli-nación al pecado, que llega to-talmente o casi, hasta la indife-rencia y, por tanto, a la extin-ción del remordimiento de laconciencia39.

Esto vale ante todo para lospecados veniales que no rom-pen la alianza con Dios, perodebilitan la caridad ya que ma-nifiestan un afecto desordenadohacia los bienes creados. Estospecados obstaculizan los pro-gresos del alma en el ejerciciode las virtudes y en la prácticadel bien moral. En este sentido,los vicios pueden catalogarseparalelamente a las virtudes alas que se oponen, o ser vincu-lados a los pecados capitales.La experiencia cristiana los de-nomina capitales porque gene-ran otros pecados, otros vicios,y son siete: soberbia, avaricia,envidia, ira, lujuria, gula, pere-za o apatía40. Santo Tomás con-fronta el número de los pecadoscapitales a las siete tendenciasviciosas del hombre y parte delhecho que los vicios capitales

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Pecado original

Interrupción de la relación dialógica entre Dios y el hombre

1) Enfermedades algológicas Dolor físico (algos)

2) Enfermedades algo-patológicas dolor psico-físico(algos+pathos)

3) enfermedades patológicas dolor psíquico (pathos)

Fig. 3. Etiopatogénesis de las enfemedades algo-lógicas,de las algo-patológicas y de las pato-lógicas del alma.

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son tales precisamente desde elpunto de vista del fin. De he-cho, dichos vicios se denomi-nan capitales por que sus finespresentan atracciones funda-mentales que mueven el apeti-to: y según sus diferencias sedistinguen los vicios capitales.Ahora bien, algo puede moverel apetito de dos maneras: di-rectamente y por sí misma y ba-jo dicho aspecto el bien mueveel apetito como atracción,mientras que el mal mueve co-mo repulsión; indirectamente ycomo reflejo, en el caso p. ej. dequien afronta un mal mirando albien conexo, o en el caso dequien huye de un bien por elmal que lo acompaña. Los vi-cios capitales implican, pues,un deseo desordenado de cuatrobienes de la esfera concupisci-ble y una huida desordenada detres bienes arduos. El vicio dela soberbia se refiere al deseodesordenado de la excelenciacomo bien del propio espíritu;el vicio de gula se refiere al de-seo desordenado de la conser-vación como bien del propriocuerpo (el alimento y la bebi-da); el vicio de la lujuria se re-fiere al deseo desordenado de laconservación de la especie co-mo bien corporal propio (el coi-to); el vicio de la avaricia se re-fiere al apego desordenado a lapropia riqueza.

El vicio de la pereza se refie-re a la huida desordenada delpropio bien por el mal que loacompaña, p.e. el dolor corpo-ral que acompaña el logro delbien espiritual; el vicio de la en-vidia se refiere a la tristeza porel bien de los demás, concebidocomo impedimento para la pro-pia excelencia; el vicio de la irase refiere a la rebelión que em-puja a la venganza41. Santo To-más precisa también un aspectomuy importante: “El proceso deorigen de los vicios no es idén-tico al de las virtudes: porquelas virtudes son causadas por lasubordinación del apetito a larazón, o al bien eterno que esDios; mientras que los viciosnacen del deseo del bien transi-torio”42. Los vicios capitales sonla causa de la proliferación delpecado y, por tanto, de la inte-rrupción, si el pecado es mortal,del diálogo de amor con Dios y,si es venial, representan de to-dos modos una con-causa de lasenfermedades dolorosas. De

hecho, todos los pecadores hansido y son también los autoresde la pasión de Cristo. El Cate-cismo Romano precisa, explíci-tamente en el caso de los vicios:“Es claro que debemos conside-rar como más gravemente cul-pables a los que continúan reca-yendo en sus pecados. Ya queson nuestras malas acciones lasque han hecho sufrir a NuestroSeñor Jesucristo el suplicio dela cruz, sin ninguna duda losque se sumergen en los desór-denes y en el mal crucificanpor su parte de nuevo al Hijode Dios...; y ni siquiera los de-monios son los que le han cru-cificado; eres tú quien con elloslo has crucificado y lo siguescrucificando todavía, deleitán-dote en los vicios y en los peca-dos”43.

4. La multidimensionalidaddel dolor –Las enfermedadesalgo-lógicas (del alma)

El ámbito del sufrimiento hu-mano es pluridimensional. LaEscuela Algológica Florentinalo define así: “El dolor es unaentidad psicofísica, con alcan-ces universales, en cuya percep-ción contribuyen factores indi-viduales, culturales y religiososdiferentes y a cuyo marco nosólo participan los ramos de lamedicina y de la biología, sinotambién los de las ciencias hu-manas (Filosofía y Psicolo-gía)44. De esta definición se de-duce la importancia de crear enprimer lugar una óptima rela-ción médico-paciente y se su-braya tres componentes funda-mentales: 1. componente sensi-tivo-perceptivo (disease-algos),que representa el alcance físicoy sensorial del dolor descrito entérminos de tiempo (dolor agu-do y crónico) y de espacio (do-lor local y difundido); 2. com-ponente cognitivo-valoración(illness-pathos) que representael alcance introyectivo del do-lor y del significado que se leatribuye. Se trata de cómo seconfronte con el dolor y de có-mo se interiorice; 3. componen-te afectivo-motivacional (sick-ness-ethos) que representa el al-cance emotivo del dolor descri-to y vivido en el contexto so-cial, creando cultura y costum-bre (nomos).

4.1 El dolor entre naturalezay cultura

El Papa Wojtyla afirma:“Puede ser que la medicina, encuanto ciencia y a la vez arte decurar, descubra en el vasto te-rreno del sufrimiento del hom-bre el sector más conocido, elidentificado con mayor preci-sión y relativamente más com-pensado por los métodos del«reaccionar» (es decir, de la te-rapéutica). Sin embargo, éste essólo un sector. El sufrimiento esalgo todavía más amplio que laenfermedad, más complejo y ala vez aún más profundamenteenraizado en la humanidad mis-ma”. En la relación entre hom-bre y dolor, para enmarcar lasdiferentes patologías dolorosas,la Ciencia tiende cada vez mása servirse no sólo del modeloexperimental, sino también y,sobre todo, de aquel antropoló-gico, para subvenir a la fractu-ra entre técnica y Medicina porun lado, y, entre Filosofía yEpistemología, por el otro. Entodas las ramas del saber, enMedicina en particular, el len-guaje científico debe estar ani-mizado en la búsqueda de inte-riorización de la Ciencia en co-nocimiento que, a su vez, debetransformarse en conciencia di-námica del hombre hacia elotro hombre en el principio delservicio; sólo de este modo laCiencia hará descubrir el Amorcomo único valor maestro de lavida. En la percepción del dolorde parte del alma se pone en ac-to la síntesis entre ciencia, cul-tura y sabiduría y, por tanto, unaunión entre Neurociencias, Fi-losfía y Teología, que hace ad-quirir al alma una entidad sim-biótica, que bajo el perfil neuro-filosófico se puede definir almaalgológica, alma algo-patológi-ca, patológica. Esta percepcióndel dolor de parte del alma al-gológica crea un plano terapéu-tico sapiencial para la salud enequilibrio con las leyes de lanaturaleza, donde todo repre-senta el punto de encuentro enel que se unen las patologías delcuerpo mismo (enfermedadesalgológicas Tab. I) con las delalma (enfermedades algo-pato-lógicas, Tab. II y enfermedadespatológicas, Tab. III), transfor-mando la fisonomía del almaalgológica (corporal) hacia lafisonomía de alma patológica

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(espiritual) ( Fig. 2), transfor-mación que es natural para elcreyente cristiano.

En vista de los vínculos estre-chos que el alma tiene con elcuerpo, la mejora (terapéutica)del dolor físico (algos) lleva auna mejora del dolor psíquico(algos+pathos), de aquel espiri-tual (pathos), de aquel social

(ethos), creando un comporta-miento de la persona como esti-lo y testimonio de vida (nomos).

No obstante que el dolor seasobre todo una percepción físi-ca, corporal, y, precisamentepor ser material es mater y ma-trix, debido a su unitariedaddual (alma-cuerpo) crea en esteconcepto, la comprensión holis-ta de los varios pasajes de algos

a pathos, de pathos a ethos, yde ethos a nomos.

Esta comprensión holista ylos relativos pasajes cualitativoscorresponden, plenamente, enel cristianismo, a la antropolo-gía personal y social, y a la rela-ción que Dios tiene con el hom-bre que sufre.

4.2 El dolor entre naturalezay fe

“Los hombres que sufren sehacen semejantes entre sí a tra-vés de la analogía de la situa-ción, la prueba del destino omediante la necesidad de com-prensión y atenciones; quizá so-bre todo mediante la persistentepregunta acerca del sentido detal situación”45 Un aspecto muyimportante del sufrimiento estáprofundamente arraigado en to-da la Revelación de la Antiguay sobre todo de la Nueva Alian-za. “El sufrimiento debe servirpara la conversión, es decir,para la reconstrucción del bienen el sujeto, que puede recono-cer la misericordia divina en es-ta llamada a la penitencia. Lapenitencia tiene como finalidadsuperar el mal, que bajo diver-sas formas está latente en elhombre, y consolidar el bientanto en uno mismo como en surelación con los demás y, sobretodo, con Dios”46.

A la luz de la fe, el dolor cor-poral se vuelve, como peniten-cia del alma, un pasaje de re-dención y de diálogo entre elCreador y su criatura en unaforma cada vez nueva de len-guaje.

Desde un punto de vista fun-cional, el dolor logra interferiren los centros anatómicos dellenguaje, creando la valencia deuna entidad semántica cada vezrenovable y diversa.

El lenguaje tiene en nuestroencéfalo las sedes anatómicasespecíficas denominadas Áreade Broca y Área de Wernicke(fig. 4; 4a).

Los centros del lenguaje.Área de Broca (Paul Pierre

Broca: Sainte-Foy-la- Grande,1824-París, 1880).

Área de Wernicke (Karl Wer-nicke: Tarnowitz, 1848-Dorr-berg im Geratal, 1905).

El lenguaje se actúa en nues-tro cerebro a través de los siste-mas visual o auditivo; el siste-

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Tab. III. Ejemplos más frecuentes de enfermedadespatológicas (pathos).Cefalea Músculo-TensionalDepresiónSíndromes DepresivosEnfermedades Psicológicas que derivan de los vicios capitales

Tab. II. Ejemplos más frecuentes de enfermedadesalgo-patológicas (algos+pathos)EmicraniaSíndromes FibromiálgicosSíndromes por Cansancio Muscular

Tab. I. Ejemplos más frecuentes de enfermedadesalgológicas (algos).Cefalea en racimos TraumasNeuralgia trigeminal Hernias discalesArtrosis ArteriopatíasArtritis ArtofantasmaOsteoporosis Cáncer

Fig. 4 Los centros del lenguaje.Área de Broca y Área de Wenicke (visión esquemática)

Fig. 4a. Los centros del lenguaje.Área de Broca y Área de Wernicke (visión anatómica)

Áreamotoria

Áreamotoria

Área motoria de la cavidadbucal

Lóbulofrontal

Área deBroca

Área deBroca

Tronco encefálico

Lóbulo parietal

Áreasomato-sensitiva

Áreade Wernicke

Áreade Wernicke

Giro dentado

Áreaauditiva

Lóbulo occipital

CerebeloLóbulo temporal

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ma motorio actúa el lenguajeoral y escrito.

Los centros del lenguaje es-tán representados por el Áreade Broca y de Wernicke (Fig. 1;1a).

El área de Broca (puesta enevidencia en 1864) está situadaal pie de la 3ª circunvoluciónfrontal izquierda de la corteza(área) motoria y está predis-puesta por la formulación de losmovimientos útiles para la pro-nunciación de la palabra.

El área de Wernicke (puestaen evidencia en 1874) está si-tuada en la superficie superiordel lóbulo temporal izquierdo(entre el área auditiva y el girocingulado) de la corteza senso-rial y está predispuesto a la per-cepción de la información. Co-mo ya fuera hipotizado porWernicke, entre las dos áreasexisten conexiones y la grave-dad de los dos tipos de afasiadepende cuan dañada esté lacorteza además de los perime-tros de las áreas de Broca y deWenicke. La lesión de estoscentros se manifiesta medianteun disturbio del lenguaje deno-minado precisamente afasia.

Se distinguen dos tipos prin-cipales de afasia: la afasia sen-

sorial de Wernicke, o afasia depercepción, y la afasia motoriade Broca, o afasia de expresión.La afasia de Wernicke se carac-teriza por la sordera verbal, esdecir, el paciente no comprendelas palabras oídas, como si éstaspertenecieran a una lengua ex-tranjera o por ceguera verbal,es decir, el paciente no com-prende las palabras escritas(alesia o afasia visual). En laafasia de Wernicke el lenguajehablado es corrido pero estácomprometida la comprensión.

La afasia de Broca se carac-teriza por la incapacidad de ha-blar, no obstante esté íntegro elaparato periférico del lenguaje,es decir, la fonación y la articu-lación. El paciente sabe lo quequiere decir, pero no logra ha-blar. En esta forma de afasia ellenguaje hablado está disturba-do, pero la comprensión quedarelativamente conservada. Esla forma más común de altera-ción del lenguaje, asociadamuy a menudo a la emiplegiaderecha.

Para completar desde el pun-to de vista clínico es justo aña-dir que la disfasia es un distur-bio parcial de expresión del len-guaje.

Todo lo que ocurre en nuestravida, de agradable (escucharmúsica: efecto Mozart. Cfr.Zucchi, Honings, Voegelin,2005) o de doloroso (trauma,Cfr. Zucchi, Honings, Voegelin,2003, 2004), incluso prenatal oneonatal (Bellieni, 2004), seconfigura en áreas particulares(Fig. 5; 5a) y se revive en deter-minadas condiciones, constitu-yendo el fenómeno de la memo-ria. De esto se puede entendercuan importante es la vivenciade una persona, sobre todo, infieri, es decir cuando se está enel seno materno.

También para la memoria yel aprendizaje existen en elhombre sedes anatomo-funcio-nales bien precisas (Fig. 5; 5a).

El Lóbulo Temporal Medialy tres regiones del Diencéfalo(Núcleo Anterior y Dorsome-dial del Tálamo y los CuerposMamilares del Hipotálamo) sonlas áreas implicadas en la ela-boración de la memoria y delaprendizaje.

Ahora podemos preguntar-nos qué son las enfermedadesdel alma, es decir, aquellas en-fermedades vinculadas sobretodo con el phatos.

5. Las enfermedadesalgo-patológicas ypatológicas (del alma)

Para Juan Pablo II: “El sufri-miento es algo todavía másamplio que la enfermedad, máscomplejo y a la vez aún másprofundamente enraizado en lahumanidad misma. Cierta ideade este problema nos viene dela distinción entre sufrimientofísico y sufrimiento moral. Estadistinción toma como funda-mento la doble dimensión delser humano, e indica el elemen-to corporal y espiritual como elinmediato o directo sujeto delsufrimiento47. Por tanto, “aun-que se puedan usar como sinó-nimos hasta cierto punto las pa-labras «sufrimiento» y «dolor»,el sufrimiento físico se verificacuando de cualquier manera«duele el cuerpo», mientrasque el sufrimiento moral es«dolor del alma». Se trata, enefecto, del dolor de naturalezaespiritual, y no sólo de la di-mensión «psíquica» del dolor,que acompaña tanto el sufri-

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Fig. 5. Áreas implicadas en la elaboración de la memoriay del aprendizaje (visión esquemática)

Fig. 5.a. Áreas implicadas en la elaboración de la memoriay del aprendizaje (visión anatómica)

Áreasomato-sensitiva

Áreamotoria

Núcleo anterior del tálamo

Cuerpos mamilares del Hipotálamo

FórnixNúcleo dorsomedial

del tálamo

Lóbulo temporal

Lóbulo parietal

Núcleodorso-mediodel Tálamo

Lóbulo temporal

Cuerposmamilaresdel HipotálamoLóbulooccipital

Cerebelo

Diencéfalo

Núcleoanterior del

tálamo

Cíngulo

Lóbulofrontal

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miento moral como aquel físi-co. La extensión y la multifor-midad del sufrimiento moral noson ciertamente menores quelas del físico; pero a la vezaquél aparece como menosidentificado y menos alcanza-ble por la terapéutica”48.

5.1 Dolor espiritual

Considerando al hombre co-mo un «conjunto» psicofísico,el gran libro del sufrimiento, laSagrada Escritura, a menudoune los sufrimientos «mora-les» con el dolor de determina-das partes del organismo: delos huesos, de los riñones, delcorazón. De hecho, no se pue-de negar que los sufrimientosmorales no tengan también uncomponente «físico» o somáti-co, y que a menudo se reflejanen el estado de todo el organis-mo49. Aquí tenemos algunosejemplos del Antiguo Testa-mento. El profeta Jeremías ex-clama: “Sin remedio el dolorme acomete, el corazón me fa-lla” (Jer, 8,18). Como hombreinfeliz, pero al mismo tiempopenitente, el Salmista se dirigea Yahvéh y dice: “Nada hay in-tacto en mi carne por tu furia,nada sano en mis huesos debi-do a mi pecado. Que mis cul-pas sobrepasan mi cabeza, co-mo un peso harto grave paramí... Entumecido, molido to-talmente, me hace rugir la con-vulsión del corazón. Señor, to-do mi anhelo ante tus ojos, migemido no se te oculta a ti. Metraquetea el corazón, las fuer-zas me abandonan, y la luzmisma de mis ojos me falta.Mis amigos y compañeros seapartan de mi llaga, mis alle-gados a distancia se quedan”(S, 38, 4-5; 9-12). Lo que eneste dolor del alma impresionaes el hecho que el que sufre seencuentra frente a Dios, comouno incapaz de diálogo conDios, con la esfera trascenden-te. Al respecto el CIC afirma:“En el Antiguo Testamento vi-ve la enfermedad frente aDios. Es delante de Dios que élderrama sus lágrimas sobre suenfermedad; es de Él, el Señorde la vida y de la muerte, queimplora la sanación. Israel ex-perimenta que la enfermedadestá vinculada, de manera mis-teriosa, al pecado y al mal”.Mientras tanto, tomemos co-

mo emblemática la depresiónque se puede considerar no só-lo una enfermedad médica, si-no también y, sobre todo, unade las enfermedades del alma,más devastadoras y recurrentesen el ambito médico, que pue-de conducir hasta el suicidio.

5.2 La depresiónLa Depresión o, mejor, los

Síndromes depresivos, puedenser considerados como reales yverdaderas enfermedades delalma, que no sólo crean daños anivel del individuo enfermo si-no también a nivel social, es de-cir, a las personas con las cualesel paciente inevitablemente tie-ne contacto.

Esta patología crea dañosen la plasticidad del cerebrodel paciente espiritual y de losque le rodean. El Síndrome deBurn-out (síndrome de interio-rización negativa de las pro-blemáticas del otro; Mayou,1987), que se verifica en losagentes sanitarios, que asistenal paciente algológico, se pue-de explicar muy bien, desde elpunto de vista neurofisiológi-co, con la plasticidad que po-see una parte de nuestro cere-bro, cualidad que crea una ca-pacidad funcional de reestruc-turarse y, por tanto, de cambiarde acuerdo con las experien-cias adquiridas50. El mecanis-mo fisiopatológico del repetir-se de los episodios depresivos,bajo el perfil médico-teológicopuede interpretarse como si-gue: la experiencia de la inte-rrupción dialógica con Dios(Fig. 3) crea un imprinting enuna parte de nuestro encéfalo(aquella plástica) que da lugara una mutación funcional departiculares áreas cerebrales(Fig. 5; 5a) que, a través del fe-nómeno de la memoria, facili-tan el repetirse del hecho pato-lógico. Por tanto, la interrup-ción de una relación espiritualpara el creyente, o valorial pa-ra el agnóstico, conduce a unaalteración funcional que, conel procrastinarse del hecho, lle-va a un real y verdadero dañoanatómico.

6. Terapia de lasenfermedades

De la reflexión sobre lascausas de las enfermedades re-

sulta que las algo-lógicas, lasalgo-patológicas y las patoló-gicas, tienen un origen común:la pérdida de la santidad origi-nal del diálogo íntimo entre elhombre y Dios. Sin embargo,no obstante la etiología co-mún, una reflexión sobre la te-rapia de las enfermedades de-be crear una distinción entreterapias referentes a las enfer-medades algo-lógicas, las en-fermedades algo-patológicas ylas enfermedades pato-lógicas.Las primeras (Tab. I) son decompetencia sobre todo delmédico, aquellas pertenecien-tes al segundo (Tab. II) y altercer grupo (Tab. III) son decompetencia del médico y delsacerdote. Las terapias de lasenfemedades del cuerpo (e. al-go-lógicas y las e. algo-patoló-gicas) se refieren al orden de lacreación, al orden inmanente,y cada vez más serán valora-das en el ámbito clínico-gené-tico (Serra, A. 2008). Las tera-pias de las enfermedades pato-lógicas se refieren al ámbito dela redención, el orden trascen-dente y serán seguidas tambiénen ámbito religioso y no sólomédico. La salud del cuerpo sealcanza con la salud espiritualque crea un estilo de vida quepredispone el hombre al amor.Desde este punto de vista, Ja-vier Lozano Barragán definemuy bien el concepto de salud:“La salud es una tensión haciala armonía física, psíquica, so-cial y espiritual y no sólo au-sencia de enfermedad: ella ha-ce capaz al hombre de cumplirla misión que Dios le ha con-fiado, según el momento de vi-da en el que se encuentra”51.

Las enfermedades del alma,algológicas y patológicas, pue-den y deben ser curadas, siem-pre que el paciente sea invitadopor el médico a seguir una tera-pia farmacológica y ética y, porel sacerdote para que siga unaterapia espiritual-comporta-mental.

La terapia farmacológica re-presenta un punto obligatoriodel recorrido en el protocoloque se seguirá en el pacienteafligido por enfermedades al-gológicas, en el que la presen-cia del componente físico deldolor (algos) es desagradable yapremiante. En dichas condi-ciones la intensidad del dolorse valora según la escala VAS

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de Scott-Huskisson (1976,1979, Fig. 6).

La escala VAS de Scott-Hus-kisson se sirve del diseño deuna recta vertical de 10 cm. delargo y delimitada por dos pun-tos en sus extremidades.

Un punto, el bajo, indica lacondición de ausencia de dolor,mientras el otro, el alto, la con-dición de máximo dolor. La es-cala se presenta al paciente quedebe indicar en ella la intensi-dad del proprio dolor. Luego,gracias a la medida en milíme-tros del segmento comprendidoentre la extremidad de la escalacorrespondiente a la ausenciadel dolor y el punto indicado, seobtiene la conversión de la in-tensidad álgica en un númerodado, que puede ser sometido ala elaboración estadística. Ac-tualmnte, la escala VAS repre-senta el método más sensiblepara valorar el dolor (sobre to-do agudo) en ámbito clínico.Lamentablemente dicho méto-do no se puede aplicar en suje-tos en estado confusional o condéficit intelectivo, no obstanteque en ella el dolor está simpli-ficado en una representación li-neal. Con dicho método el mé-dico posee una medida del do-lor específica para la patologíaalgológica del paciente exami-nado y podrá efectuar una tera-pia farmacológica seguramenteadecuada siguiendo las líneasguía sugeridas por la O.M.S.(Organización Mundial de laSalud).

ESCALAANALGÉSICADE TRES ESCALONES

La O.M.S. propone la EscalaAnalgésica de Tres Escalones(Tab. IV) que indica el iter queel médico debe seguir según laintensidad del dolor que afligeal paciente.

El escalón de base (Escalón1) está constituido clínicamen-te por DOLOR LEVE, que sedebe afrontar siguiendo una te-rapia farmacológica con FANS(Fármacos Anti-inflamatoriosNo Esteroideos: ácido acetilsa-licílico, paracetamol, diclofe-naco) y con el aporte de even-tuales FÁRMACOS ADYU-VANTES ESTEREOIDEOS(metilprednisolona, dexameta-sona, medroxiprogesteronaacetato).

El escalón intermedio (Esca-lón 2) está constituido clínica-mente por DOLOR MODERA-DO, curado con terapia farma-cológica con OPIOIDES DÉ-BILES (codeina, destropropo-xifeno) junto con FANS y even-tuales FÁRMACOS COAD-YUVANTES ESTEROIDEOS.

El escalón alto (Escalón 3)está constituido clínicamentepor DOLOR MUY INTENSO(INSOPORTABLE), que se de-be afrontar con terapia farma-cológica con OPIOIDESFUERTES (morfina), con aña-didura de eventuales FANS yFÁRMACOS ADYUVANTES(esteroideos, psicotropos).

Para completar el tema hayque tener presente que todos losopioides débiles, diferenciándo-se de los opioides fuertes, tie-nen un ceiling effect (efecto te-cho), es decir, sobre cierta dosisno aumentan su poder analgési-co, sin embargo aparecen ma-yores efectos colaterales. Esteefecto explica por qué despuésde cerca de treinta días, es nece-sario pasar de los opioides débi-

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Fig. 6 – Escala VAS:L es una línea en la que elpaciente indica el nivel dedolor percibido. El segmentocomprendido entre el puntoindicado y el puntocorrespondiente a “ningúndolor” se mide encentímetros.

Antinflamatorios (FANS) +/–Coadyuvantes (Esteroides)

DOLOR LEVE

Escalón 1

Escalón 2

Escalón 3

OPIOIDES DÉBILES(Codeína, Destropropoxifeno) +Antiinflamatorios (FANS) +/–Coadyuvantes (ESTEROIDES)

DOLOR MODERADO

OPIOIDES FUERTES(Morfina) +Antiinflamatorios (FANS) +/–Coadyuvantes(Esteroides; Psicotropos)

DOLOR SEVERO

LDOLOR

MÁXIMO

DOLOR

PERCIBID

O

10

9

8

7

6

5

4

3

2

1

0

cm

NINGÚNDOLOR

Tab. IV. Escala Analgésica de Tres Escalones

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les (codeína) a aquellos fuertes(morfina).

Lamentablemente, debido atemores sin razones, presentessobre todo en la cultura latinatanto del médico como del pa-ciente, es muy escaso el empleode los opiáceos en la lucha con-tra el dolor, lo que pone a Italiaen el 102 lugar en el mundo enel empleo de estas sustancias,por las cuales, en cambio, ocu-pan los primeros puestos Esta-dos Unidos y Suecia.

ESCALA CLÍNICA-TERAPÉUTICA DE TRESESCALONES:FARMACOLÓGICO, ÉTICO,ESPIRITUAL

En analogía a la Escala Anal-gésica propuesta por la O.M.S.(Tab. IV), que examina la inten-sidad del dolor, sobre todo enámbito oncológico, nosotrosproponemos bajo el perfil cuan-titativo la Escala Clínico-Tera-péutica (Tab. VIII), que el mé-dico y el sacerdote deben se-guir, teniendo en cuenta tam-bién el parámetro cualitativodel dolor (algos, pathos), segúnlas patologías en acto, es decir,de las enfermedades algológi-cas (dolor físico), de las algo-patológicas (dolor psíco-físico),y patológicas (dolor espiritual).

Escalón 1: terapia farmacoló-gica

La terapia farmacológica,(Tab. V), obligatoria para lasenfermedades algo-lógicas, enlas que está presente sobre todoel componente físico del dolor(algos), encuentra indicacióntambién en las enfermedadesalgo-patológicas, en las cualesestá presente, sobre todo la inte-riorización del dolor físico ensufrimiento moral(algos - pathos; Escalón 2) y enaquellas patológicas, donde es-tá presente un dolor de tipo es-piritual (pathos; Escalón 3).

En estas dos últimas entida-des nosológicas (e. algo-patoló-gicas y e. patológicas) está indi-cada sobre todo la terapia ética(Escalón 2) y aquella espiritual-comportamental (Escalón 3).

Escalón 2: terapia éticaLa terapia etica consiste en

la invitación que recibe el pa-ciente, de parte del agente sani-tario, para la meditación y laoración con el fin de obtener un

reforzamiento del efecto de laterapia médica y una mejora desu condición de dolor físico (al-gos), físico-psíquico (al-gos+pathos) y espiritual (pat-hos), como lo sugieren Zucchi,P. L.-Honings, B., 1996; Rat-zinger, J.-Bertone, T., 2000;Zucchi, P. L.-Honings, B.-Voe-gelin, M. R. 2001; 2003; 2005;2008.

Escalón 3: terapia espiritualLa terapia espiritual consiste

en contraponer a los vicios ca-pitales las virtudes cardinales:prudencia, justicia, fortaleza,templanza (Terapia comporta-mental), propuestas por el sa-cerdote y, también por el médi-co creyente, con el auxilio de lamúsica y de la terapia ética(Tab. VIII).

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Tab. VII. Tratamientos del dolor de las enfermedadespatológicas a nivel espiritual: pathos

Música Clásica (Efecto Mozart) y PlaceboTerapia ÉticaTerapia Comportamental

Tab. VI. Tratamientos del dolor de las enfermedades algo-patológicas a nivel psíco-físico: algos+pathos

Fármacos Antidepresivos

1) Antidepresivos TricíclicosImipramina DesipraminaTrimipramina ClomipraminaAmitriptilina NortriptilinaDoxepina ProtriptilinaButriptilina Maprotilina

2) Inhibidores de las MonoaminoxidasisIproniazideIsoniazidAlfa-Metil- Triptamina

3) Nuevos AntidepresivosAmineptina MianserinaDotiepina NoxiptilinaTrazodone NomifensinaMelitracen FluoxetinaViloxazina AdenosilmetioninaSertralina

Tab. V. Tratamientos del dolor de las enfermedades algoló-gicas a nivel físico: algos

F.A.N.S. (Fármacos Anti-Inflamatorios No Esteroideos):Ácido Acetilsalicílico, Diflunisal, Indometacina, Ibuprofene,Ketoprofene, Naprossene, Indoprofene, Diclofenac, Piroxicam)

Corticoesteroides Fluorurados(Desametasone, Betametasone, Triamcinolone, Fluocinolone)

Corticosteroides No Fluorurados(Cortisona, Hidrocortisona, Prednisona, PrednisolonaMetilprednisolona, Prednilena)

Anticonvulsivantes(Diazepam, Carbamacepina, Difenilidantoína, Pregabalin,Gabapentin,

Antálgicos Centrales(Tramadol, Codeina, Oxicodona, Morfina)

Placebo

3) Sales de Litio

4) PLACEBO

5) ORACIÓN

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Este planteamiento que suge-rimos y que nos place definirEscala Clínico-Terapéutica deTre Escalones, se debe actuarteniendo en cuenta el plantea-miento ético-religioso del pa-ciente (creyente o agnóstico) yen plena colaboración con éste.

6.1 La terapia del amor

Según San Juan de la Cruz“el amor de Dios es la salud delalma”52. Para precisar este con-cepto, el místico español (1542-1591) subraya que la salud es-piritual representa el presupues-to de la capacidad de amar y es-cribe en el Cántico que el alma,privada de amor perfecto, notiene una salud perfecta, porquepermaneciendo enferma, quedasin salud. De este modo, cuan-do no posee grado alguno deamor, el alma está muerta;mientras, si posee algún gradode amor de Dios, por más quesea mínimo, el alma está viva,pero es muy delicada y enfermadebido al poco amor que posee.Cuanto más crecerá el amor,tanto mayor será la salud de lacual ella gozará y, por tanto,cuando tendrá un amor perfectogozará de una salud perfecta”53.

Al respecto, es muy iluminadorel consejo de Juan Pablo II quenos da en su Carta ApostólicaSalvifici doloris: debemos diri-gir nuestra mirada hacia la re-velación del amor divino. De-bemos acoger la luz de la Reve-lación no sólo en cuanto ellamanifiesta el orden trascenden-te de la justicia, sino en cuantoilumina este orden con el amor,como fuente definitiva, porquees fuente última del sentido detodo lo que existe, por tanto,también de las enfermedades yde sus terapias. El amor es tam-bién la fuente más llena de larespuesta al interrogante del su-frimiento, y esta respuesta hasido dada al hombre en la Cruzde Jesucristo54.

6.1.1 Jesucristo: el sufrimientovencido por el amor

En su coloquio con Nicode-mos, Jesús revela: «Tanto amóDios al mundo que dio a su Hi-jo único, para que todo el quecrea en Él no perezca, sino ten-ga vida eterna” (Jn 3,16). Estaspalabras nos introducen en elcentro mismo de la acción sal-vífica de Dios y manifiestantambién la esencia misma parael hombre del mal, que lleva en

sí la definitiva y absoluta pers-pectiva del sufrimiento. Por es-to el verbo «dar» indica que es-ta liberación debe ser realizadapor el Hijo unigénito medianteel proprio sufrimiento y es, pre-cisamente en éste que se mani-fiesta el amor infinito tanto deaquel Hijo unigénito como delPadre. Es el amor por el hom-bre, por el «mundo», dado a finde que el hombre no sólo «nomuera», «sino tenga la vidaeterna». De hecho, precisa elPapa Wojtyla, “el hombre«muere» cuando pierde «la vi-da eterna». Lo contrario de lasalvación no es, pues, solamen-te el sufrimiento temporal, cual-quier sufrimiento, sino el sufri-miento definitivo: la pérdida dela vida eterna, el ser rechazadospor Dios, la condenación. ElHijo unigénito ha sido dado a lahumanidad para proteger alhombre, ante todo, de este maldefinitivo y del sufrimiento de-finitivo. En su misión salvíficaJesús debe, por tanto, tocar elmal en sus mismas raíces trans-cendentales, en las que éste sedesarrolla en la historia delhombre. Estas raíces transcen-dentales del mal están estable-cidas en el pecado y en la muer-

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Tab. VIII- Escala Clínico-Terapéutica de Tres Escalones

TERAPIA ESPIRITUALobtenida con:

1) Música Clásica (Efecto Mozart)y placebo

2) Terapia Ética

3) Terapia Comportamental(contraposición de las virtudescardinales a los vicios capitales)

Escalón 3

Enfermedades Pato-lógicas (Tab. III)

Tratamiento del dolor a nivel espiritual(Pathos)

TERAPIA ÉTICA

Fármacos Antálgicos y Antidepresivos(Tab. V+Tab. VI)

+ placebo+Oración

Escalón 2

Enfemerdades Algo-Pato-lógicas(Tab. II)

Tratamiento del dolor a nivelfísico-psíquico (Algos —> Pathos)

TERAPIA FARMACOLÓGICA-ANTÁLGICA

FANS, Cortisona, Antálgicos Centrales (Tab. V)

+ placebo+ Oración

Escalón 1

EnfermedadesAlgo-lógicas (Tab. I)

Tratamiento del dolora nivel físico

(Algos)

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te: en efecto, éstas se encuen-tran en la base de la pérdida dela vida eterna. La misión delHijo unigénito consiste en ven-cer el pecado y la muerte. Aho-ra bien, la fe nos asegura queJesús vence el pecado con suobediencia hasta la muerte, yvence la muerte con su resu-rrección55. Al respecto, y esmuy importante, Juan Pablo IIprecisa aún: “Cuando se diceque Cristo con su misión toca elmal en sus mismas raíces, noso-tros pensamos no sólo en el maly el sufrimiento definitivo, es-catológico (para que el hombre«no muera, sino que tenga la vi-da eterna»), sino también —almenos indirectamente— en elmal y el sufrimiento en su di-mensión temporal e histórica.El mal, en efecto, está vincula-do al pecado y a la muerte”56.De hecho, el sufrimiento delhombre no se puede despegardel pecado de sus orígenes, delo que en San Juan se llama «elpecado del mundo», (Jn 11,29),es decir, del trasfondo pecami-noso de las acciones personalesy de los procesos sociales en lahistoria del hombre57.

El CIC afirma: “Desde esteprimer pecado, una verdadera«invasión» de pecado inunda elmundo: el fratricidio cometidopor Caín en Abel (cf. Gn 4,3-15); la corrupción universal, araíz del pecado58; en la historiade Israel, el pecado se manifies-ta frecuentemente, sobre todocomo una infidelidad al Dios dela Alianza y como transgresiónde la Ley de Moisés; e inclusotras la Redención de Cristo, en-tre los cristianos, el pecado semanifiesta de múltiples mane-ras (cf. 1 Co 1-6; Ap 2-3). LaEscritura y la Tradición de laIglesia no cesan de recordar lapresencia y la universalidad delpecado en la historia del hom-bre59. En fin, no se puede renun-ciar al criterio que en la raíz delas enfermedades humanas do-lorosas hay una multiforme im-plicación en el pecado y, portanto, debemos necesariamenterecurrir a la terapia del amor di-vino, a la victoria del Crucifijosobre el pecado y del Resucita-do sobre la muerte. Hay que de-cir realistamente que la victoriasobre el pecado y sobre lamuerte no elimina los sufri-mientos temporales de la vidahumana, ni libera del sufrimien-

to toda la dimensión históricade la existencia humana. Sinembargo, y es lo que queremosponer de relieve, las palabras deJesús «tanto amó Dios al mun-do que envío a su Hijo unigéni-to» echan en toda esta dimen-sión de las enfermedades dolo-rosas y de cada sufrimiento,una luz nueva, que es la luz dela salvación, la luz de la BuenaNueva.

6.1.2 La terapia a travésde las virtudes morales

“En su misericordia, Dios noabandonó al hombre pecador.Las penas que son consecuen-cia del pecado, «los dolores delparto» (Gn 3,16), el trabajo«con el sudor de tu frente» (Gn3,19), constituyen también re-medios que limitan los dañosdel pecado. Tras la caída, elmatrimonio ayuda a vencer elrepliegue sobre sí mismo, elegoísmo, la búsqueda del pro-pio placer, y a abrirse al otro, ala ayuda mutua, al don de sí”60.Esta ayuda divina para vencerla proliferación del pecado y,por tanto, del sufrimiento, tien-de a volver a dar al hombre el

dominio sobre sí mismo, nece-sario precisamente para poder-se donar y entrar en la terapiadel amor. Hay que notar, sinembargo, aunque se trate sólode la ayuda del matrimonio, laatenuación de los daños del pe-cado se extiende, en el nivel dela creación, a todo el ser delhombre, cuerpo y alma. Enefecto, el dominio de sí, en ma-teria de la sexualidad, es frutode la virtud cardinal de la casti-dad, que es virtud potencial dela moderación. “La castidad

significa la integración logradade la sexualidad en la persona,y por ello en la unidad interiordel hombre en su ser corporal yespiritual. La sexualidad, en laque se expresa la pertenenciadel hombre al mundo corporaly biológico, se hace personal yverdaderamente humana cuan-do está integrada en la relaciónde persona a persona, en el donmutuo total y temporalmenteilimitado del hombre y de lamujer. La virtud de la castidad,por tanto, entraña la integridadde la persona y la totalidad deldon”61. Santo Tomás precisa:“La castidad es aquella virtudpor medio de la cual el hombredomina y regula el deseo se-xual según las exigencias de larazón (iluminada por la fe)62.La virtud de la castidad tienecomo objeto específico, es de-cir, verdadero y propio el pla-cer sexual, que va colocado,deseado, disfrutado y reguladosegún un orden justo63. De estemodo es evidente que la virtudde la castidad vence las enfer-medades causadas, por ejem-plo, por recurrir a los medioscontraceptivos, a la masturba-

ción o ipsación, prostitución,homosexualidad, pedofilia ycualquier otro abuso sexual.Sin embargo, es muy importan-te para la victoria de los vicioscapitales como causas de ordenmoral de las enfermedades, lavirtud de la castidad es sólo unaparte de la virtud cardinal de latemplanza. En efecto, la virtudde la templanza no modera sólola búsqueda desordenada de losplaceres sexuales a nivel indi-vidual y social, sino moderatambién el deseo desordenado

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de los placeres en lo que res-pecta el empleo de alcohólicosy de la comida a nivel indivi-dual. Según la moral católica,“la templanza es la virtud moralque modera la atracción de losplaceres y procura el equilibrioen el uso de los bienes creados.Asegura el dominio de la vo-luntad sobre los instintos ymantiene los deseos en los lí-mites de la honestidad. La per-sona moderada orienta hacia elbien sus apetitos sensibles,guarda una sana discreción yno sigue el proprio «instinto» yla propia «fuerza para seguir lapasión» de su «corazón» (Si5,2)64. La templanza es a menu-do alabada en el Antiguo Testa-mento: «No vayas detrás de tuspasiones, tus deseos refrena»(Si 18, 30). En el Nuevo Testa-mento es llamada “modera-ción” o “sobriedad”. Debemos“vivir con moderación, justiciay piedad en el siglo presente”(Tt 2, 12)65. La templanza a me-nudo es alabada en el AntiguoTestamento: «No sigas las pa-siones; pon un freno a tus dese-os» (Si 18,30). En el NuevoTestamento es llamada «mode-ración». Nosotros debemos«vivir con sobriedad, justicia ypiedad en este mundo» (Tt2,12)”66. En este sentido moralmás amplio, el Apóstol escribea los Romanos: «Os exhorto,pues, hermanos, por la miseri-cordia de Dios, a que ofrezcáisvuestros cuerpos como una víc-tima viva, santa, agradable aDios: tal será vuestro culto es-piritual. Y no os acomodéis almundo presente, antes bientransformaos mediante la reno-vación de vuestra mente, deforma que podáis distinguircuál es la voluntad de Dios: lobueno, lo agradable, lo perfec-to» (Rm 12, 1-2). En lo que res-pecta a las enfermedades cau-sadas por la drogadicción67, porel alcoholismo68 y por el taba-quismo69, la virtud cardinal dela templanza es la fuerza ven-cedora de manera más apropia-da y específica. Añadamos queen casi todas las enfermedadesdel cuerpo ya se ha demostradoun componente psicológicotanto como concausa que comoresonancia. De esto se ocupasobre todo la Psicología Clínicaque, en el marco de la Medici-na Psicosomática, defiende elvalor terapéutico de la relación

médico-paciente. El agente sa-nitario debe cuidar las relacio-nes con el paciente de maneraque su sentido humanitario re-fuerce la profesionalidad y sucompetencia sea más eficazgracias a su capacidad de com-prender al enfermo. El acerca-miento lleno de humanidad yde amor al enfermo, solicitadopor una visión integral humanade la enfermedad y valoradopor la fe, se inscribe en esta efi-cacia terapéutica de la relaciónmédico-enfermo70.

6.1.3 La terapiade la penitencia

Desde el punto de vista teoló-gico, hay que tener en cuentaque, en tema de terapia de las

enfermedades en lo que se re-fiere a sus causas de orden mo-ral, todavía se necesita una pa-labra sobre el valor terapéuticode la penitencia interior. De he-cho, «el saco y la ceniza», losayunos y las mortificacionespermanecen obras de peniten-cias estériles y engañosas, sin laconversión del corazón, sin lapenitencia interior71. Esta peni-tencia interior es una reorienta-ción radical de toda la vida, unretorno, una conversión a Dioscon todo el corazón, una ruptu-ra con el pecado, una aversióndel mal, junto con la repugnan-cia hacia las malas acciones quehemos cometido. Esta conver-sión del corazón está acompa-

ñada por un dolor y por unatristeza saludables, que los Pa-dres han denominado «animicruciatus (aflicción del espíri-tu)», «compuntio cordis (contri-ción del corazón)»72.

Estamos en pleno orden de laredención, es decir en la esferade lo trascendente. El corazóndel hombre, pesado y endureci-do, necesita que Dios concedaal hombre un corazón nuevo.Por esto la terapia de la conver-sión, de la penitencia interior, esante todo obra de la gracia deDios que hace que nuestros co-razones retornen a Él. El autorsagrado de las Lamentacionesexclama: «¡Haznos volver a ti,oh Yahvéh, y volveremos. Re-nueva nuestros días como anta-

ño!» (La 5,21). A descubrir lagrandiosidad del amor de Diosque nos dona la fuerza de vol-ver a comenzar nuestro corazónes sacudido por el horror delpecado, por la interrupción deldiálogo con Dios y se conviertemirando a Aquel que ha sidotraspasado por nuestros peca-dos (cfr. Jn 19,37)73. El corazónde Jesús que conoce las profun-didades del amor de su Padre haquerido revelarnos el abismo desu misericordia de un modosencillo lleno de sencillez y debelleza en la palabra del Padremisericordioso (Lc 15,11-24).El hábito hermoso, el gozo delpadre; éstas son las característi-cas más salientes del proceso de

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la conversión, terapia radical delas causas de las enfermedades,tanto del cuerpo (enfermedadesalgológicas), como sobre tododel alma (enfermedades patoló-gicas).

Resumiendo:En el presente trabajo los Au-

tores han querido examinar lossiguientes puntos:

el dolor (algos+pathos), quese convierte en valor trascen-dente hacia Dios por la relaciónfisiológica que tiene en el alma,ambos elementos esenciales dela unidad del ser humano (vi-sión dual-unitaria);

la inserción en el ámbito teo-lógico y médico-científico detres entidades nosológicas nue-vas: las enfermedades algológi-cas, caracterizadas sobre todopor dolor físico (algos); las en-fermedades algo-patológicas,caracterizadas por el dolor psi-co-físico; las enfermedades pa-tológicas, que se caracterizanpor el dolor espiritual;

la Teoría de los Dos Siste-mas (Fig. 2), que explica los as-pectos fisiopatológicos de lasenfermedades algológicas, deaquellas algo-patológicas y delas patológicas, examinando loscomponentes del Sistema Inma-nente (Ordo Creationis) que seinteriorizan en la Persona hacialos componentes del SistemaTrascendente (Ordo Redemp-tionis).

En esta nueva teoría se hapuesto en evidencia que el Al-ma (de la Persona) representa launidad sináptica de los dos sis-temas (inmanente y trascenden-te), superando así la crítica deChangeux y del Premio NobelEdelman de la explicación fan-tacientífica sobre la sinapsis en-tre dendrones del cerebro (cuer-po) y psicones de la mente (al-ma), dada por el neurofilósofoKarl Popper y por el neurofisió-logo, Premio Nobel, John Ec-cles en la Teoría de los TresMundos;

la inserción desde un puntode vista terapéutico de la Esca-la Clínico-Terapéutica de TresEscalones (Tab. VIII), en la quese examina la terapia farmaco-lógica (Escalón 1), la terapiaética (Escalón 2) y la terapia es-piritual (Escalón 3).

En síntesis:A) dolor y cuerpo-alma pue-

den ser considerados dos fiso-nomías simbióticas de una úni-ca unidad ontológica de la per-sona humana (visión dual);

B) el dolor (algos) y su inte-riorización sapiencial (pathos)en la cruz redentora de Criso seinsertan plenamente en la espi-ritualidad cristiana y en la doc-trina católica de la inmortalidaddel alma;

C) en el plano salvífico deDios el dolor del cuerpo y delalma representan una síntesisperfecta entre el Ordo Creatio-nis y el Ordo Redemptionis.

Prof. PIERLUIGI ZUCCHI, S.O.Docente de Enfermedades del

Aparato Locomotor y de Fisiatríade la Facultad de Medicina y Cirugía

de la Universidad de Estudios deFlorencia,

y de Fisiopatología y Terapia delDolor y de las Cefaleas

de la Facultad de Medicina y Cirugíade la Universidad Campus

Bio-Médico de Roma.Consultor del Pontificio Consejo

para los Agentes SanitariosSanta Sede

Prof. BONIFACIO HONINGS,O.C.D.

Profesor Emérito di Teología Moralen las Pontificias

Universidades Lateranense yUrbaniana de Roma.

Consultor de la Congregación parala Doctrina de la Fe

Consultor del Pontificio Consejopara los Agentes Sanitarios,

Miembro Ordinario ad vitam de laPontificia Academia para la Vida.

Santa Sede

Notas1 Constitución pastoral sobre la Iglesia

en el mundo contemporáneo, Gaudium etSpes (GS), 14.

2 Cántico de Daniel, 3,57.3 Cfr. GS, 14.4 Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica

(CIC), 362.5 Cfr. CIC, 1146.6 Cfr. Dizionario Enciclopedico di Spi-

ritualità, Ed. Studium Roma, diretta daErmano Ancilli, I, sub voce, p. 467-468;citamos, Dizionario.

7 CIC, 461.8 Cfr. CIC, 470. “El acontecimiento

único y totalmente singular de la Encarna-ción del Hijo de Dios no significa que Je-sucristo sea en parte Dios y en parte hom-bre, ni que sea el resultado de una mezclaconfusa entre lo divino y lo humano. Él sehizo verdaderamente hombre sin dejar deser verdaderamente Dios. Jesucristo esverdadero Dios y verdadero hombre”(CIC, 464).

9 Cfr. Dizionario, I, p.467.10 Discurso del 8 de abril de 1981.11 Cfr. CIC, 365.12 CIC, 364.

13 Cfr, Mt 16, 25-26; Jn 15,13.14 Cfr. Mt 26, 38; Jn 12, 2715 Cfr. Mt 10, 28; 2Mac 6, 30.16 Cfr. CIC, 363.17 CIC, 650.18 Cfr. R. Descartes, Oevres, a cargo de

V. Cousin, vol 12, París 1824, p. 95 s, ci-tado en Deus caritas est, 5.

19 Cfr. Deus caritas est, 5.20 Cfr. CIC, 369.21 Cfr. Is 49, 14-15; 66,13; Sal 131,

2-3.22 Cfr. Os 11, 1-4; Jr 3, 4-19:23 CIC, 373.24 CIC, 307.25 San Ireneo, Adversus haereses,

3,18,1.26 Ibidem, 3,18,2; cfr. 2,22,4.27 Cfr. Mc, 10,39, Jn 21, 18-19; Col

1,24.28 Cfr. CIC, 618.29 Cfr. Juan Pablo II, Salvifici doloris,

4.30 Cfr. Dizionario italiano, De Mauro,

voz cerebro.31 Concilio de Trento, DS, 1511.32 Vaticano II, Lumen gentium, 2.33 CIC, cfr. 375-376.34 Cfr. CIC, 378.35 Cfr. CIC, 400.36 Cfr. CIC, 377.37 Super Epistolas Sancti Pauli Lectu-

ra, en Rom. IV, Lect. 1, n.333,38 Cfr.CIC, 1865.39 Cfr. B. Honings, Dizionario Enciclo-

pedico di Spiritualità, Edizioni StudiumRoma, 2, sub voce, p. 2028-2029.

40 Cfr. CIC, 1866:41 Cfr. San Tomás, Summa teologica I-

II, 84, a. 4; B.Honings, voz citada.42 Ibidem, solución sobre las dificulta-

des, ad 1.43 Catecismo Romano, 1,5,11, citado

en CIC, 598.44 Cfr. Zucchi, PL., Vivaldi Forti, C.,

Milanesi, E., Obletter, G., Definición deltérmino dolor. En: Test de personalidadproyectivos (Rorschach, T.A.T.) y no pro-yectivos (M.M.P.I.) en la cefalea psicóge-na y en la cefalea por tensión muscular.Pautas terapéuticas. Algología, 1 (1983)41-82.

45 Salvifici doloris, 8.46 Salvifici doloris, 12.47 Salvifici doloris, 5.48 Salvifici doloris, 5.49 Cfr. Salvifici doloris, 6.50 Experiencias adquiridas-arendizaje-

memoria. Las experiencias adquiridasconstituyen el fenómeno del aprendizajeen el hombre y en el animal, que dan lugartambién al fenómeno de la memoria. EricKandel demostró en la Aplysia californi-ca, pequeño caracol de mar que, luego deuna experiencia adquirida, en su estructu-ra neuronal (en este caso constituida porcadenas de ganglios) se habían liberadomoléculas diferentes de aquellas de ejem-plares de otros pequeños caracoles, no es-timulados por el mismo aprendizaje.

51 Javier Lozano Barragán, Mensajepor la Jornada del Enfermo, 11 de febre-ro del Año Jubilar 2000, Ciudad del Va-ticano.

52 Cántico Epiritual, 11,11.53 Cfr. Ibidem.54 Cfr. Salvifici doloris, 13.55 Cfr. Salvifici doloris, 14.56 Salvifici doloris, 15.57 Cfr. Ibidem.58 Cfr. Gn 6,5.12; Rm, 1, 18-32.59 Cfr. CIC, 401 y Gs 13.60 CIC, 1609.61 CIC, 233762 Suma Teológica, II-II, q. 151, a. 1.63 Cfr. Suma Teológica, II-II, q. 151,

a. 2.64 «Hijo, en tu vida prueba tu alma, ve

lo que es malo para ella y no se lo des.Pues no a todos les conviene todo, y no atodo el mundo le gusta lo mismo. No seas

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insaciable de todo placer, y no te abalan-ces sobre la comida, porque en el excesode alimento hay enfermedades, y la intem-perancia acaba en cólicos. Por intempe-rancia han muerto muchos, pero el que sevigila prolongará su vida» (Si 37, 27-31).

65 CIC, 1809.66 Juan Pablo II afirma: “La droga es

contra la vida. «No se puede hablar de “li-bertad de drogarse” ni del “derecho dedrogarse”, porque el ser humano no tienela potestad de perjudicarse a sí mismo yno puede ni debe jamás abdicar a la digni-dad personal que le viene de Dios» y me-nos aún tiene facultad de hacer pagar a losotros su elección”. Discurso a los partici-pantes en la Conferencia Internacional so-bre droga y alcohol, 23 nov. 1991, citadoen Carta de los Agentes Sanitarios, Ciu-dad del Vaticano 1995, nota 199; citadoen adelante, Carta, n. 96.

67 “A diferencia de la droga, el alcoholno está deslegitimado en sí mismo: «Unuso moderado de éste como bebida nochoca contra prohibiciones morales».Dentro de límites razonables el vino es unalimento. «Es condenable solamente elabuso»; el alcoholismo, que crea depen-dencia, obnubila la conciencia y, en la fa-se crónica, produce graves daños al orga-nismo y a la mente” (Carta, n. 97).

68 “También para el tabaco la ilicitudética no concierne al uso en sí mismo, si-no al abuso. Actualmente se afirma que elexceso de tabaco es nocivo para la salud ycrea depedencia, ya que induce a reducirsiempre más el umbral del abuso” (Carta,n.99).

69 Cfr. Carta, n. 104.70 Cfr. CIC, 1430.71 Cfr. Concilio di Trento, DS 1676-

1678: 1705: Catecismo Romano 2.5.4;CIC, 1431.

72 Cfr. CIC, 1432.

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INTRODUCCIÓN

No es fácil hablar de hom-bres y religiosos como el P.Marchesi que fue un volcán,apasionado del hombre enfer-mo que amó y defendió conenergía, con inteligencia y congran responsabilidad.

No es fácil hablar del P. Mar-chesi religioso con una visiónanticipadora de los problemassociales y eclesiales. No es fá-cil hablar cuando el “persona-je” ha tenido el carisma de lahospitalidad viva y, por lo mis-mo, creador e inventor; cuandoha sido profeta en la hospitali-dad, aunque su reconocimientohaya venido después de sumuerte, porque durante su vidael profeta es incómodo, es aco-gido sólo fuera y no “en su pa-tria”. El profeta debe morir paraque sea reconocido. Esto haacontecido con el P. Marchesi.Así sucedió con los profetas enel Antiguo Testamento, en elNuevo Testamento con la figurade Jesús de Nazaret, y lo mismoha sucedido en toda la Iglesia,también en el presente y lo seráen el futuro.

Nos complace que en esteCongreso organizado por elCardenal Fiorenzo Angelini seconceda espacio para recordaral P. Marchesi. Hemos prepara-do esta ponencia con muchoafecto, con mucho amor; con elmismo afecto y admiración quenutríamos hacia él cuando esta-ba vivo.

Notas biográficasdel Hno. Pierluigi Marchesi

El Hno. Pierluigi Marchesinace en Cardano al Campo(VA) el 22 de marzo de 1929.Siendo aún joven, en 1940 en-tra en el Postulantado de la Or-den de los Hermanos de SanJuan de Dios – Fattebenefrate-lli – en Brescia.

En 1946 hace su profesión delos Votos Simples de pobreza,castidad, obediencia y hospita-lidad y de los Votos Solemnesel 30 de marzo de 1953. De-

sempeña el cargo de SecretarioProvincial, de Superior, deConsejero Provincial y de Pro-vincial de la Provincia Lombar-do Veneta, servicio que desem-peña desde 1968 hasta 1976. Enel Capítulo General de 1976 eselegido Superior General, per-maneciendo en la guía de la Or-den durante dos mandatos, has-ta 1988.

La muerte le llega cuando esConsejero Provincial y Respon-sable del Centro de Estudio yFormación de su Provincia Re-ligiosa. También a nivel eclesialel Hno. Pierluigi brinda su sa-bio aporte: desde 1986 esMiembro del Pontificio Conse-jo de la Pastoral para los Agen-tes Sanitarios; desempeña tam-bién el cargo de Presidente de laAsociación de los HospitalesCatólicos, y en esta función esdelegado de la Santa Sede co-mo su representante en impor-tantes congresos y encuentrosinternacionales.

Durante su servicio comoGeneral, da un considerable im-pulso a la renovación post con-ciliar a través de importantesdocumentos y puntuales discur-sos que han marcado profunda-mente la vida de la Orden y delmundo de la salud.

Muere en Milán el 2 de mar-zo de 2002 en el hospital SanGiuseppe de los Hermanos deSan Juan de Dios.

I. HUMANIZACIÓN YPOLÍTICA SANITARIA

Las personas que a su pasomarcan la historia tienen la ca-pacidad de descubrir nuevosconceptos, formular nuevasideas, pero particularmente lo-gran crear conexiones que ha-cen que el pensamiento sea ori-ginal y la acción sea creativa.En nuestro caso se ha tratado deunir los tres conceptos de hu-manización, sanidad y políticaen una confrontación teórico-práctica e indicar los objetivosque se pueden alcanzar median-te la armonización equilibrada

de sus respectivas instancias.En este terreno se ejerce, se ex-presa y se mide incluso el sacri-ficio de sí mismo, el espírituprofético y la vida misma delHno. Marchesi.

1. Dar un rostro humanoa la sanidad

Su pasión se manifiesta demanera original en 1981 en untexto programático bajo formade carta a todos los Padres Pro-vinciales de la Orden hospitala-ria de los Hermanos de SanJuan de Dios, con un título in-trigante: La humanización, res-puesta del religioso de SanJuan de Dios en un cambio his-tórico. Dicho texto es conside-rado hoy como un clásico de laliteratura sanitaria, por su es-pontaneidad y lo concreto revo-lucionario de sus propuestas,actuales también fuera de lasestructuras administradas porlos religiosos. Un diseño preci-so que tiende a involucrar a to-dos los que trabajan en el ámbi-to sanitario para no pasar másallá del hombre, para impedirque un enfermo pierda su hu-manidad, para ponerse en rela-ción de reciprocidad solidariaen cuanto personas humanas,curantes y curadas, responsa-bles de un destino común. Elproyecto de cada hombre que,según el cristianismo es crecer,llegar a ser una persona adulta yayudar a otras personas paraque crezcan; proyecto divinoque precisamente ponen enriesgo la enfermedad, los sufri-mientos y la corrupción intrín-seca en el ser humano.

Por esa razón, a la culturadeshumanizadora que funda elbienestar sólo en categoríaseconómicas y sociales, se debeoponer una cultura entendidacomo proceso activo de huma-nización para proteger la vidahumana, desarrollar las faculta-des intelectuales del hombre, yreducir la agresividad y la vio-lencia que amenazan la existen-cia misma en la tierra. Si no vi-vimos en función del hombre

*Intervención en el Congreso “Il Volto delle Creature ad immagine e somiglianza di Cristo”, Roma, 9 – 10 de octubre de 2010

Padre Pierluigi Marchesi (1929 – 2002)*Padre y maestro de política sanitaria

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lidad y está llamada a indicarlos recorridos de justicia poremprender. “La caridad no sealegra de la injusticia” (1 Co13,6), decía San Pablo a loscristianos del primer siglo esta-bleciendo una ecuación directaentre justicia y caridad. La re-volución cristiana es metanoia,revolución del corazón queconduce a la elección preferen-cial de los pobres y de los nece-sitados, especialmente de losque sufren y de los enfermos.La revolución sanitaria que so-ñaba Pierluigi Marchesi consis-tía en dar a las personas que su-fren el sentido de su dignidad yde la sacralidad de su vida quenada y ninguno puede pisotearo anular. Por tanto la humaniza-ción se vuelve el estímulo a finde que agentes de todas las pro-fesiones superen los temoresvinculados con los roles, con laburocracia y con el egoismo pa-ra crear nuevos vínculos de so-lidaridad y de amistad. No pue-de haber una verdadera salud,cuidado o curación sin relacio-nes interpersonales auténticasbasadas en la empatía y en elamor.

En este sentido, toda la for-mación de los agentes sanita-rios se debe orientar, comoamaba repetir el Hno. Pierluigi,por la pasión hacia el hombre.El camino de la humanizaciónnecesita precisamente personasformadas y educadas que reco-nozcan las estructuras de sacra-lidad del hombre, interpretandosus aspiraciones y garantizandosu crecimiento y su realización.

3. Ética y política sanitaria

Aunque en varios escritos eintervenciones se pueden en-contrar las pautas de política sa-nitaria en todo el recorrido espi-ritual de Marchesi, él afronta eltema específico en la últimaparte de su actividad dedicada alos encuentros y a los debatesen los que participaba, aceptan-do a menudo medirse con per-sonajes ligados precisamente ala política y a la gestión de lasanidad. Su reflexión acerca dela humanización lo había lleva-do a reflexionar sobre el temamuy actual de la relación entreética y política sanitaria. En unmomento de cambio de época,marcado también por aconteci-

señanza de la Encíclica Deuscaritas est (n. 26-29), de Bene-dicto XVI.

La caridad antecede siemprea la justicia y la orienta. Ella es-capa a la reglamentación, re-quiere una actitud interior, nosólo un comportamiento exte-rior, es gratuita y estimula elamor por los desheredados. Elamor cristiano no obra distin-ciones y exclusiones, antesbien, es desinteresado, por loque precede y apoya la justicia.El movimiento cultural de lahumanización en su compleji-dad nos ha llevado a ver que, noobstante los enormes progresosen el ámbito sanitario, la aten-ción de los agentes e institucio-nes se ha concentrado en la téc-nica y la administración, aleján-dose del verdadero centro quees el hombre.

De manera que la antiguapietas está en crisis y, aunque esparadójico, parece que hoymientras se curan mejor las en-fermedades, se cura menos alhombre. No sólo, sino que lasociedad suscita nuevas enfer-medades, nuevas dependenciasde la droga, de las tecnologías,de los fármacos, a las que laasistencia sanitaria no se adecúafácilmente. La humanización,en cambio, debe inspirar elamor por el otro en toda situa-ción de necesidad, para brindara todos ese afecto que permitaque los enfermos satisfagan suspropias exigencias morales, es-pirituales, sobrenaturales, ade-más de aquellas psicológicas ysociales. La tarea de la sanidades, pues garantizar la justicia alenfermo con un tratamiento ri-co de competencias, eficiente yeficaz. Pero también es tarea dela sanidad, fuera de las leyes sa-nitarias humanas, respetar el sa-grado derecho de la personaque sufre a su dignidad, a lacomprensión de todas sus nece-sidades y a la solidaridad.

A la pregunta si la humaniza-ción es un acto de justicia o decaridad, respondemos que esuno y otro. Un acto de justicia,porque responde a un derechofundamental, y un acto de cari-dad porque responde a la nece-sidad de atención que ningunaley humana puede regular. Elamor, la caridad, debe subveniraún más allí donde el derechohumano todavía no ha llegado aproteger al hombre en su globa-

no lograremos ayudar al que su-fre y quizás no realizaremosningún proyecto de humanismocristiano. Este es el pensamien-to de Marchesi.

Promover la humanizaciónsanitaria comporta una sabiaatención a las culturas, pero so-bre todo representa una orienta-ción decidida hacia el cuidadode los débiles, la liberación delos pobres, la tutela y el cultivodel deseo de vivir que caracteri-za al hombre. Todo esto está re-presentado en el rostro humanode los cuidados. De hecho, si elhombre permanece un descono-cido, inmediatamente es margi-nado. Como a menudo recorda-rá Marchesi, si el enfermo noestá en el centro de los serviciosdedicados a la salud entoncesotros sujetos corren el riesgo detomar su lugar, pero ¡todos sonusurpadores!

El fin y el centro de cada ins-titución sanitaria debe ser lapersona enferma a quien se de-dica el servicio de otras perso-nas, sus semejantes, entregadasy orientadas para el bien de ella.La deshumanización de la saludes fruto de una separación, nosiempre casual pero histórica-mente relevante entre sanos yenfermos: una barrera moralexistencial que lleva a refugiar-se en la fría neutralidad de pro-fesiones concebidas burocráti-camente. A las amenazas de laenfermedad que desestabilizanla persona, la debilitan espiri-tualmente incluso en su familiay en su mundo, se debe contra-poner la comprensión del hom-bre con una acogida capaz derestituir dignidad a quien sufrey esperanza de soluciones paralos males de la sociedad. Ha-ciendo caer las barreras se des-cubre que estar con el enfermoes más importante que hacercualquier cosa a su favor.

2. Humanizaciónde la sanidad: acto dejusticia y de caridad

Siguiendo el modelo de Je-sús, los grandes santos compro-metidos en obras sociales, fun-dándose en los principios y va-lores cristianos, no esperaronque el derecho estableciese elreconocimiento y el respeto delhombre, sino lo anticiparon conla caridad, según la misma en-

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rrido en todos los sistemas de laasistencia sanitaria. En la nece-sidad de las infaltables variacio-nes de las formas asistencialesy pastorales, se reafirma la tareade la asistencia integral inspira-da en el carisma de la Hospitali-dad. En dicha línea los religio-sos están llamados a tener quereconocer la candente verdadde no contar más con la exclusi-va responsabilidad del enfermo,ni el derecho de imponerle lapropia concepción religiosa dela vida y de la salud. De todosmodos, perdidas las funcionesprofesionales más típicas delpasado, el religioso debe recon-firmar, a través de un servicioadecuado a los tiempos moder-nos, el gozo perenne de estarcon los enfermos y los necesita-dos con el proprio estilo de vidadando testimonio de la sacrali-dad del hombre y el amor realque Dios nutre por el hombremismo.

Cuando asistimos al hombreestamos llamados, repite incan-sablemente Marchesi, a escu-char la voz del hombre que pideser acogido en su humanidadglobal y saciado en su deseo decuidados; porque nunca comohoy el hombre está empobreci-do en las finanzas y, más aún enlas relaciones humanas sincerasy desinteresadas. Como ocurrea menudo en los documentosfirmados por Marchesi, el temade la atención al hombre o, me-jor, de la pasión por el hombresegún la experiencia de SanJuan de Dios, recuerda el actode fe recíproca y complementa-

La política sanitaria no esca-pa a esta lógica si quiere tenerel derecho de intervenir en larealidad sanitaria que hoy correel riesgo muy pronunciado deser presa de un capitalismomercantilista que rechaza las re-glas de la ética. La economíasanitaria, inspirada por una sanapolítica del bien común, debeemplear los modelos de la ad-ministración empresarial sana,pero no puede considerar la sa-nidad como un simple “asunto”que hay que regular sólo entrelos inversores privados. Dichapolítica sanitaria orientada porlos valores es un ideal de la sa-lud católica pero constituye vi-siblemente la base de un pro-yecto educativo para especialis-tas y para la sociedad.

La formación en los valores yformaciones en la humaniza-ción, según el pensamiento dePierluigi Marchesi se fundan enun programa de educación pro-fesional y ética de todos losagentes sanitarios que él habríaquerido verlos comprometidosen una formación permanentepara la responsabilización deadministradores, políticos, pro-pietarios y profesionales que amenudo los acontecimientoshistóricos han arrastrado ha-ciendo perder el sentido de sumisión.

II. ACOGER AL HOMBRE:el reto de los Hermanosde San Juan de Dios

1. Hospitalidad hacia el 2000:en escucha del hombre

El sano realismo cristianoque anima la reflexión de losHermanos de San Juan de Diosante el nuevo milenio, inspiraun documento programático degran alcance. En 1986 es dirigi-do a la Orden de San Juan deDios el documento “Hospitali-dad de los Hermanos de SanJuan de Dios hacia el año2000”, en sintonía con el prece-dente sobre la Humanizaciónque había animado el debate so-bre la salud en los cuatro añosanteriores.

Desde el punto de vista de lahospitalidad religiosa, la medi-tación sobre el nuevo mileniolleva a la constatación de loscambios radicales que han ocu-

mientos escandalosos en lo queconcierne la administración dela sanidad en Italia, él habla deética y humanización con la es-peranza escondida de hacer en-trar en las reformas sanitariaslos valores ideales de la moralcristiana y los de su misma Or-den religiosa. Su convicción esque la política no constituye niel origen ni la fuente de los va-lores, así como el Estado no re-presenta la suprema autoridadmoral. En particular, la políticasanitaria tiene sin embargo latarea de contribuir en el proyec-to de una sociedad en la cual losvalores se traduzcan en com-portamientos públicos persona-les e institucionales, transparen-tes, verificables y controlables.Si la política quiere alcanzar di-chos objetivos, debe reencon-trar los contactos con la ética.Hay que pasar de la concepciónde un estado paternalista queprovee a todo y pretende inclu-so entrar en las conciencias in-dividuales para determinar laselecciones más íntimas, a unaidea de Estado-proyecto orien-tado al ejercicio auténtico ycontinuado de los derechos, ca-paz de instituir espacios idóne-os para el crecimiento integralde todos los ciudadanos.

Bajo otras formas, retorna elideal de la humanización lleva-da adelante por Marchesi: laética debe garantizar el respetode la centralidad de la personahumana en toda actividad pú-blica y en la misma política. Es-to significa respetar el deseo decada hombre de vivir en buenasalud, aliviar el dolor de las en-fermedades y mejorar la calidadde la vida. Por tanto, como unretorno a esa ética cristiana dela que tienen origen los movi-mientos más conscientes del ca-tolicismo social moderno, parael cual el fin primario de la po-lítica es la promoción humanacomo “bien común”. Por consi-guiente, la política se debe en-cargar de la salud del ciudada-no, de su educación, de la sani-dad ambiental con el fin deconstruir un futuro vivible y de-terminar condiciones de desa-rrollo de las facultades espiri-tuales del hombre. En otras pa-labras, la idea del bienestar psi-cofísico que la OMS tambiénha hecho propia es una idea queregula y se refiere a todos encuanto exigencia moral.

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ria en el amor de Dios. Antesbien, con mucho valor afirmaque la manifestación visible ydinámica de la fe, consiste en ladedicación a todo hombre con-siderado como un hermano, unprójimo, otro sí mismo.

Por tanto, aun si la hospitali-dad del futuro tendrá que cam-biar necesariamente en sus mo-delos operativos, nunca deberíadisminuir la capacidad de dartestimonio del mandamientonuevo que Jesús nos confió co-mo característica de identidadde nuestra pertenencia cristiana,ese amor recíproco que deberíaser verdadero criterio de pro-gramación, administración yvaloración de los servicios sani-tarios en una perspectiva cohe-rentemente católica.

2. Reconciliarse con el mundode los enfermos

En calidad de Prior Generalde los Hermanos de San Juande Dios, en 1983 el Hno. Mar-chesi es invitado como Oidoren el Sínodo de los Obispos de-dicado a la reconciliación en laIglesia. Al ser nombrado por elPapa Juan Pablo II, él se prepa-ra para proporcionar un aporte afavor de los enfermos.

Todavía siento su voz por te-léfono en Barcelona: era ya no-che y pedía ayuda o, mejor,quería compartir y hacer coralentre los Hermanos de San Juande Dios su intervención. Ypronto vino a la mente lo que sedebía hacer: un documento bre-ve, realista e incisivo sobre la“reconciliación en el mundo dela salud”. Sentí el honor de serprotagonista de ese documentoque Marchesi entregó impreso acada uno de los Padres sinoda-les.

Luego hizo su intervención.Dejo a vuestra imaginación eltono, el vigor, la emoción de labreve intervención del Hno.Pierluigi Marchesi… Hizo undiscurso breve y directo sobreel enfermo, la enfermedad, lapastoral que él quería que fueseorganizada, programada y viva.La profunda intuición que cons-tituye el fundamento de su dis-curso retoma como un estribilloirrefrenable el tema de la uni-dad de la persona humana, cen-tro de nuestros cuidados. Comoa menudo la medicina ha sido

acusada de subdividir al enfer-mo y reducirlo a sus patologías,se pregunta si también la Iglesiano haya participado quizás enesa repartición ocupándose ex-clusivamente del alma de enfer-mo y de un sentimiento religio-so superficial sin tener en cuen-ta la complejidad. En este mar-co, a veces dramático por susconsecuencias deletéreas, laIglesia está llamada valiente-mente, a través de la voz de unsimple hermano hospitalario, areconciliarse con el hombre quesufre por la poca o demasiadamedicina.

Y, permítanme citarlo, pues alos Padres Sinodales dijo: “Essiempre edificante llevar a losenfermos a los Santuarios, almenos a los que pueden, aun-que no siempre son los que tie-nen mayor necesidad: hoy essobre todo necesario que laIglesia emprenda una peregri-nación al hospital donde, enmuchos países, van más perso-nas que a nuestras parroquias ydonde es viva la presencia deCristo que quiere la reconcilia-ción”.

Y concluía su intervencióndiciendo: “…No olvidemos queal pueblo de los enfermos y delos moribundos todos pertene-ceremos un día: será el modoinevitable de encontrar al Cristoque nos reconcilia y nos invita ala Pascua”. Todavía escucho eleco de los aplausos que resona-ban en el Aula Sinodal; el SantoPadre mismo bajó para abrazar-lo en medio de la recíprocaemoción, como él mismo acos-tumbraba recordar.

3. La promociónde la pastoral sanitaria

El tema de la Pastoral Sanita-ria en la Orden no ha sido uncapítulo aislado, sino que ha si-do insertada en el gran movi-miento de renovación, intitula-do “Renovación en la Hospita-lidad” que inició precisamenteun año después de que el P.Pierluigi Marchesi fuera elegi-do General. Pronto iniciamoslas reuniones internacionalespara la “renovación en la Hos-pitalidad” (Roma 26 de octubre– 2 de noviembre 1977); senombraron dos Comisiones deestudio: la Comisión H sobre laHospitalidad, y la Comisión R

para organizar los cursos de re-novación.

Los cursos de renovación du-raron desde noviembre de1978, mes en que se celebró elEncuentro Internacional para“Animadores” de los Cursos,hasta noviembre de 1979, cuan-do inició el Capítulo GeneralExtraordinario. Fueron momen-tos de gran entusiasmo y debuenos resultados, aunque notan numerosos como algunosesperábamos en esa fase. Fueun momento fuerte para toda laOrden; yo mismo lo experi-menté cuando hice el curso yluego al impartilo en las provin-cias españolas, italianas y por-tuguesas. Una experiencia inol-vidable. Fue un momento delEspíritu que soplaba en toda laOrden.

En este ambiente hay que co-locar a LA COMISIÓN IN-TERNACIONAL DE PASTO-RAL SANITARIA. Era otroinstrumento más en manos dela Curia General para el servi-cio de renovación. Y nos pusi-mos a trabajar, lo digo con or-gullo sano. El motor fue el P.Marchesi; yo en calidad de pre-sidente de la Comisión y losprimeros miembros de ella co-menzamos nuestro deber conresponsabilidad. El primer en-cuentro fue presidido por el P.Marchesi en Roma; aquí se or-ganizó la Comisión y su papel:objetivos, estructura, metodolo-gía. Los puntos fuertes de laComisión fueron la reflexión, laanimación y sus tareas.

Esta primera etapa de la Co-misión (1978-1983) fue un mo-mento de conocimiento de larealidad de la Orden y de granestímulo para las provincias. Eltrabajo comienza con un granencuentro realizado en Barcelo-na (28 de abril-2 de mayo

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1979): se trata de una fecha his-tórica; se abren nuevos caminospara la Pastoral de la Salud, laPastoral Sanitaria se convierteen un tema para la historia. Erael primer Encuentro Internacio-nal con la presencia del P. Mar-chesi como General. (Cfr. Do-cumentación en la Revista “In-formación y Noticias”, nº.62/1979).

Después de este primer En-cuentro se multiplican los cur-sos de animación pastoral porlenguas: para la lengua inglesaen Dublín; en Salisburgo parala lengua alemana; París paraaquella francesa; Los Molinos(España), Monguzzo (Italia) ytambién para Latinoamérica(México, Ecuador, Colombia yPerú), desde el mes de juliohasta setiembre de 1981.

Concluida esta primera fase,se comienza el segundo períodoen la Comisión de Pastoral(1984-1988), se trata de una fa-se animadora porque se tomaconciencia del papel de la Co-misión como “agente de cam-bio”. Hecho ya el trabajo bási-co, ahora nos proponemos tra-bajar por objetivos, definir bienlos campos importantes denuestro trabajo, como sensibili-zación y formación de losAgentes, integración y prácticapastoral.

Entre otros, los frutos de esteempeño son:

– el nombramiento en cadaProvincia de un Hermano parala animación pastoral;

– el curso de pastoral en Ro-ma para los coordinadores pro-vinciales, noviembre de 1984;

– la animación por gruposlingüísticos…

En el Capítulo General de1988 se presentó una evalua-ción del camino recorrido y alconfrontar lo positivo y lo ne-gativo nos dimos cuenta que elresultado era muy positivo; setrataba de un paso de gigantehecho en la pastoral sanitaria entoda la Orden y también el fuer-te influjo en las iglesias locales.

Entonces, también las con-clusiones y las prioridadesapuntaban a estas ideas:

– Reforzar la coordinación enla pastoral;

– Crear un estilo proprio enla Orden;

– Preparar al Agente de pas-toral;

– Integrar y estimular a loslaicos;

– Animar la Pastoral Sanita-ria en las iglesias locales.

Se trataba de un reto; era lasemilla que la Pastoral habíapuesto a disposición de la reno-vación. Otro fruto de este traba-jo pastoral fueron las siguientespublicaciones de parte de la Co-misión:

– ¿Qué es la pastoral sanita-ria?

– Pastoral de los Enfermosen el hospital y en la parroquia

– Dimensión apostólica de laOrden Hospitalaria de SanJuan de Dios

Eran momentos ricos, fuer-tes; no faltaron las dificultades,pero fuimos acogidos y anima-dos para desempeñar nuestrotrabajo; en nuestros superiores,particularmente en el P. Mar-chesi, veíamos un líder, unapersona con entusiasmo; élcreía en nosotros, nos dabaconfianza y nosotros creíamosen él; y este entusiasmo hacíacrecer nuestro empeño al servi-cio de una causa común: “la re-novación en la Hospitalidad”,en la que la pastoral sanitariafue un capítulo importante.Fueron años en los que sentía-mos un gran soplo del Espíritu.

III. UN RELIGIOSO DEROSTRO HUMANO

La perspectiva de la que par-timos para delinear el perfil, sies posible decir, más profunda-mente humano del Hno. Pier-luigi, nos lo sugiere una de lasmeditaciones del Cardenal Fio-renzo Angelini después de lamuerte de aquel a quien él ha-bía llamado “amigo y colabora-dor”. Atribuyendo a su colabo-rador el tino de la verdadera hu-mildad intelectual y moral, SuEminencia identifica en esa vir-tud la fuente ya sea de una ina-cabable creatividad como deuna valiente tenacia en la se-cuela de Cristo pobre y dolien-te. “Religioso, no clérigo – afir-ma el Cardenal – el Hno. Pier-luigi fue al mismo tiempo após-tol y profeta: apóstol porque sesentía por vocación enviado aanunciar el Reino de Dios y acurar a los enfermos (Lc 9,12);

profeta porque intuyó que unaevangelización verdadera y efi-caz comporta un ecumenismode las obras que, en el mundode la sanidad y de la salud, en-cuentra su actuación más claray cautivadora”. De este modo,se identifica la originalidad deuna vocación no sólo estricta-mente religiosa, que deseamosanalizar rápidamente entrandoen la existencia de un valienteinnovador de la sanidad.

1. La vocación específica

Una de las primeras impre-siones que recibían sus interlo-cutores consistía en la constata-ción de su clara y directa identi-ficación con su familia religiosahospitalaria. Era consciente eíntimamente orgulloso de dichapertenencia-identidad inmedia-ta, tal como lo documentan susEscritos y su obra en los 60años de servicio incansable. Noera raro escuchar en sus pala-bras su lamento por la escasaatención que se daba en la Igle-sia y en la política a la voz de suOrden y en general a los estí-mulos de todas las Órdeneshospitalarias que advertían lasnecesidades reales de los enfer-mos y de la sanidad. En ciertosentido es casi imposible esta-blecer una separación entre losaspectos/valores característicosdel hombre, y aquellos típicosdel religioso. En él coincidíanlas dos realidades y, de modosorprendente, la riqueza de susdotes naturales se desarrollabay encarnaba en la práctica de suvida como hermano hospitala-rio.

Como sabemos, nace en1929 en la laboriosa Lombardíay, como amaba recordar, tuvoen su alrededor modelos muyhumanos de obreros y agricul-tores perennemente comprome-tidos en ganar como vivir con elsudor de la frente, para sí y parasu familia. Su padre y su madre,obreros en fábrica fueron paraél una referencia moral, comose nota también en ciertas refle-xiones relacionadas con el res-peto de las reglas, la honestidady el vínculo con la empresa endonde se trabaja; son elementosque confluirán en la determina-ción de su modo de concebir ypresentar el sentido de perte-nencia a la familia religiosa y asus obras. Incluso manifestaba

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su fidelidad en la elección go-liarda del equipo de fútbol delcorazón, como auténtico depor-tista y apasionado jugador defútbol.

La orientación inicial de suvocación personal fue provoca-da por los encuentros con Her-manos más ancianos conocidosen su infancia. De hecho, en1940 entra en la Escuela apos-tólica de los Hermanos de SanJuan de Dios de la Provincia re-ligiosa Lombardo-Veneta, al fi-nal de la escuela primaria, don-de la formación del adolescentese injerta en esos principios-va-lores que contribuirán en la for-mación del carácter del hom-bre-hermano: sentido de perte-nencia, entusiasmo en el servi-cio a los enfermos, entrega en elejercicio del papel asignado,adhesión a las indicaciones delos superiores; algo muy dife-rente, como saben los religio-sos, de la simple obediencia.

La originalidad de esta adhe-sión caracteriza los primerosaños de su vida religiosa, perotambién los últimos. Inclusocuando aún jovencito, junto consus compañeros de sección erallamado a vivir y trabajar a ladode los enfermos en las largasnoches en las que se desarrolla-ba la preciosa práctica dentrode la familia hospitalaria de S.Juan de Dios. Fue precisamenteen esa época, al acoger, ver y“tocar” los cuerpos martiriza-dos de las personas víctimas dela Guerra mundial, que quizáspodemos identificar el germendel ideal de la humanizaciónque formulará claramente a fi-nes de los años setenta.

La respuesta a la vocaciónespecífica de hospitalario a me-nudo orienta al joven religiosoen formación hacia el cuidadode los necesitados especialescomo los enfermos de mente,numerosos en las institucionessanitarias de los Hermanos deSan Juan de Dios. Estos eranlos más desheredados entre losenfermos que tenían y tienenmayormente necesidad de hu-manización en la acogida y enla asistencia.

En esos años surge su resal-tante capacidad de comunica-dor tanto a través de la palabraque con la escritura, porque nole gustaban los rencorosos si-lencios entre religiosos o cola-boradores. Entonces para él se

vuelve necesario hablar – atiempo y a destiempo –, segúnla expresión paulina, para co-municar y expresar sus ideas,sus sueños y sus visiones a ve-ces de manera áspera, nuncamala, pero que no lograba hacercomprender y aceptar a todos.Una vez más, en este estilo yganas de comunicar y de con-frontarse, se podía ver el modocomo el hombre se hiciese ins-trumento del religioso hospita-lario y toda su carga vital seorientase al bien de los enfer-mos y al crecimiento coherentede su familia religiosa.

En todo esto reconocemos losrasgos específicos de la voca-ción especial de un religiosoapóstol y profeta de una sanidaddiferente, purificada a través delcarisma de hospitalidad y mo-delada en el proyecto de huma-nización. En él se manifestaba,como germen, la vitalidad de uncarisma que no era sólo una do-te personal, sino la llamada quenos obligaba a descubrir donesde otra naturaleza que habríanhecho de él una persona ator-mentada que arrastra a multitu-des, polémico e indispensablepara nuestro tiempo.

2. El servicio de gobiernode su familia religiosa

De la nota biográfica se ve lacantidad de cargos desarrolla-dos por el P. Marchesi en la Or-den, particularmente su Genera-lato que va de 1976 a 1988, do-ce años de responsabilidad co-mo Prior General, donde se vemás su personalidad, su pensa-miento y su “pasión” por laHospitalidad. Es verdad que ha-bía llegado al nivel más alto yprestigioso, pero este nivel másalto debía realizarse en un ser-vicio mejor: así enseña Jesús enel Evangelio y el P. Marchesifue realmente un servidor, unejemplo de servicio.

El P. Marchesi manifestó entodos los cargos que le confió laobediencia, un servicio apasio-nado al hombre, al hombre en-fermo; a él dedicó tiempo, inte-ligencia, palabras y hechos.

Como General, dedicó todassus energías al servicio del ca-risma y misión en la Hospitali-dad, todas sus energías dirigi-das especialmente a la renova-ción de la Orden, a la Pastoral,

a la Formación, a la Humaniza-ción, a la Alianza con los laicos,a la mirada hacia el 2000 y tam-bién una gran apertura a la Igle-sia universal; lo indican espe-cialmente el nombramiento delSanto Padre como Oidor del Sí-nodo sobre la Reconciliación,año 1983, y el protagonismoasumido por él mismo juntocon el Cardenal Angelini en lainstitución del Pontificio Con-sejo para la Pastoral de losAgentes Sanitarios. Estos fue-ron los hechos y la vida del P.Marchesi, su obra fundamentalcomo General. Momentos fuer-tes de animación y que suposervirse de la fuerza de slogancomo:

– Renovarse para humanizar,– Humanizarse para humani-

zar,– El enfermo es nuestro due-

ño, nuestra escuela, nuestra uni-versidad.

De este modo inicia un cami-no de servicio duro, lento, difí-cil, “impopular”, no siempreacogido; lo sabía él mismo, nolo escondía, lo definió como si-gue:

“Ser Superior General deuna Orden religiosa significatener el deber de la profecía, acosta de ser impopular y tenerenemigos”. (Cfr. “Per un ospe-dale più umano”. E. Paoline,“Premisa”)

Por tanto, interpreta su servi-cio como escucha de los tiem-pos y búsqueda de renovación.Después de algunos años de re-flexión sobre la renovación es-piritual, se perfilan las dos re-voluciones, de la humanizacióny de los nuevos modelos dehospitalidad. En un encuentrohistórico de 1987 con los Pa-dres Camilos, Marchesi ofrecela síntesis perfecta de su pro-yecto de gobierno:

“La primera, la humaniza-ción, tiene como su objetivo pe-culiar transformar nuestra re-lación introduciendo en ésta lamisma humanidad que Cristoha «divinizado», ese aspecto dehumanidad representado por elsentimiento, por las emociones,por el corazón. «Ama a tu pró-jimo como a ti mismo», nos re-cuerda el mandamiento, refor-zado por la estupenda afirma-ción de Jesús: «Cuanto hicis-teis a uno de estos pequeños, amí me lo hicisteis». Se trata de

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un redescubrimiento, de un ne-to vuelco ideológico, que invo-lucra también a todos nuestroscolaboradores, sobre todo a losque han creído suficientementepara alcanzar los fines terapéu-ticos, la cultura científica,aquella técnica con sus progre-sos extraordinarios, el saberracional. Para nosotros religio-sos, en particular, esto ha cons-tituido un impulso, una ocasiónpreciosa para «revisitar», nues-tro carisma.

La segunda revolución, lahospitalidad con el hombre,anunciada hace poco, concier-ne el papel de los Hermanos deSan Juan de Dios. Es decir, có-mo ser «funcionales» en lospróximos años, a la luz de lastransformaciones previstas yprevisibles en el campo de lademanda de bien-estar de partede la sociedad al hombre.Transformaciones previstas yprevisibles también en el campode las respuestas, que serán ca-da vez más articuladas, com-plejas y que no pueden ser ad-ministradas por una sola perso-na o por una sola función.

Esta dos revoluciones hannacido de la constatación, cadavez más evidente, por un ladode un creciente estado de insa-tisfacción nuestra, y del enfer-mo, por el otro.”

De aquí nace el proyecto pa-ra una nueva hospitalidad quesigue siendo actual en sus con-tenidos y profético en su inspi-ración.

“Detalladamente, nuestroprograma se puede enunciarasí:

a) Abandonar la idea que essuficiente desempeñar tareassobre todo operativas de untiempo, para enriquecer nues-tra vida interior, cultivar nues-tras capacidades de amor en-carnar el papel de testigos lis-tos para acoger la llamada quela humanidad nos dirige. Debe-mos tener siempre presente quesomos religiosos, no para estartranquilos en la sala de los bo-tones, sino para dar testimoniode un auténtico y total interéspor el necesitado.

b) Orientar nuestra activi-dad, más que a la función deguía técnica, a la de guía moralen nuestras obras. Empresa nofácil para ninguno de nosotros.

c) Asumir valientemente elpapel, todavía demasiado deja-

do de lado en nuestra vida, deconciencia crítica en el mundode la salud. Un papel que nosune a la exigencia precisa demodificar, en los contenidos yen los métodos, nuestra mismaformación básica, para podereducar a la crítica serena yconstructiva, al análisis claro y,si es el caso, despiadado, al es-tudio y a la investigación.

d) Evitar dejarse arrastrarpor los acontecimientos, por los«vaivenes» de la moda, de losrieles tranquilos de las costum-bres consolidadas, para ser an-ticipadores, utopistas (pero pre-feriría decir profetas), en elmundo de la sanidad. Debemossaber identificar desde ahora– para poder luego acoger dig-namente – a los necesitados eneste último albor de siglo y ainicios del dos mil. También di-cha tarea demasiado a menudoha sido dejada a los demás;también nosotros estábamos enla condición mejor para salir alencuentro tempestivamente deesa parte de humanidad que ensu momento es «descartada»,marginada por la ciencia médi-ca y por la misma sociedad…Es condición «sine qua non»para alcanzar los objetivos quenos hemos propuesto. Es decir,debemos transformarnos tam-bién en investigadores, vencien-do la tentación de abandonar lavieja Europa porque es más fa-tigoso encontrar al pobre, alnecesitado; en realidad, debe-mos afrontar pobrezas que notocan tanto el tener, cuanto elser y, por tanto, son muy gravesy difícilmente se pueden soco-rrer: sea suficiente pensar en lasoledad, en el abandono, en lafalta de afecto.”

3. La inteligencia proféticapara entender su tiempo

“En una sociedad que redun-da de profetas de desventura– afirmaba el Card. Angelini –el Hno. Pierluigi fue profeta deesperanza. El que hace no juz-ga, el que hace tiene el don dedescubrir en todas partes recur-sos positivos; el que hace notiene miedo de las dificultades,antes bien, de ellas logran in-centivo para aumentar el pro-prio compromiso”. Su carismapersonal poseía un sentido in-nato de la historia unido a la vi-

sión profética del cual proveníasu valor de las ideas y la apasio-nada esperanza de futuro. Hom-bre de frontera y no de trinche-ra, se exponía a las confronta-ciones incluso más extenuantessin confines, apuntando siem-pre la mirada hacia los proble-mas reales pero con sabiduríainnovadora. Lo recuerdan asímuchos religiosos, eclesiásti-cos, sindicalistas y colaborado-res laicos con quienes profetiza-ba que se tuviesen que refundarlas obras sanitarias católicas de-masiado monopolizadas porviejas y restringidas costumbresmentales. Del ansia de tuturoprovenía su inquietud interiorque le impedía detenerse a lolargo del camino para gloriarsede los resultados obtenidos, pe-ro lo empujaba a mirar más alláde los acostumbrados y estre-chos horizontes y entender elsentido de la Historia. Y estoocurría también cuando propo-nía innovar los modos y el “es-tilo” de la presencia religiosa enel ámbito sanitario, con la certi-dumbre que esto habría mejora-do también la calidad de la asis-tencia.

En dicho sentido se puedeafirmar que él fue un religiosoque supo reconocer la esenciade ser Iglesia en la sanidad, nosólo en la posesión de hospita-les por administrar, sino sobretodo en asumir responsable-mente la ministerialidad consti-tutiva de la asistencia global ydel cuidado espiritual de los en-fermos, como testimonio cris-tiano en el mundo sanitario.

Su ser hijo de la Iglesia den-tro de una Orden hospitalaria,había formado en él la convic-ción de un deber proprio inelu-dible de implicar a los obispos,y a los responsables de la Jerar-quía eclesial, para que seanagentes de salud y salvación a

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través de la pastoral sanitaria yla promoción de un gobierno delas instituciones coherentes conlos principios y los valores de laética católica. Vale la pena re-cordar que él quiso una Escuelade Management hospitalario,una Escuela de bioética y unaformación humanista perma-nente para sus Hermanos y co-laboradores con el fin de darbases sólidas a los continuoscambios que agitaban y aúnhoy turban al mundo sanitario.

De hecho, su profetismo nose reduce a simples llamamien-tos e ideales abstractos, sino seconfigura como interpretacióny respuesta concreta a los retosde su tiempo. En el orden tem-poral, se entrega a la historia: elproyecto titánico de renovaciónde su Orden que lo empeña des-de 1976 hasta 1982; la promo-ción, junto con otras órdenes re-ligiosas, de la Asociación Reli-giosa Instituciones Socio-sani-tarias; la campaña cultural a fa-vor de la humanización de lasanidad; la decisión epocal paraItalia de preparar en colabora-ción con las autoridades públi-cas, la inserción de las Institu-ciones católicas en el SistemaSanitario Nacional. Momentosde ese ecumenismo de las obrasinvocado por el Card. Angelini,con el cual se vence “la apuestade la caridad” (Novo MillennioIneunte, 49) y que la Iglesia de-be conducir como levadura enla masa de los sistemas sanita-rios.

Nos place subrayar en parti-cular que de su humanidademana la carga profética conte-nida en su proyecto de humani-zación de la salud. Su sensibili-dad le permitió anticipar lostiempos introduciendo el con-cepto de humanización delmundo de la salud y asistencial,para un compartir pleno y la re-alización del carisma de hospi-talidad.

En la Orden ha sido un deno-dado promotor de la alianza conlos colaboradores laicos, conquienes compartía los valoresdel carisma de hospitalidad. Re-tó con vehemencia a laicos y re-ligiosos con las palabras “…sino tenemos el valor de medir-nos con los hombres, no pode-mos hablar de humanización,sino de racionalización de losservicios…”, y en la confianzade estar junto a Dios.

Sus intuiciones sobre el futu-ro desarrollo del mundo sanita-rio, con el pasar del tiempo sehan hecho concretas en la reali-dad de los hechos: la historia leha dado razón. También en lahistoria de la Iglesia; la institu-ción del Pontificio Consejo pa-ra la Pastoral de los Agentes Sa-nitarios, algunas intervencionesespecíficas de los sumos Pontí-fices, ciertos pasajes de Vidaconsagrada y la rica literaturarepresentada por la prestigiosaRevista Dolentium Hominum,pueden remitir al movimientocultural lanzado por él y pro-movido con sacrificio inclusopersonal.

Cuando se mira la produc-ción literaria de sus interven-ciones y recopiladas en el volu-men UMANIZZAZIONE. STO-RIA E UTOPIA, a cargo de laOrden Hospitalaria San Juan deDios, Editrice Velar 2006, seentiende que en todas las condi-ciones, sea como Superior quecomo simple responsable de laOficina Estudios, como sano oenfermo, incluso fuera de loscentros de gobierno de su ama-da Orden religiosa, su pasiónpermanece intacta. Los años 80y 90 fueron años importantesen los que su dárselas de ‘viejo’le permitía mostrar su rostrohumano y también la fuerza desu carácter. Aceptando cargosno pedidos afirmaba con deter-minación la fuerza de sus ideasque su ardor y la implicaciónpersonal hacían creíbles aunquealguna vez discutibles.

CONCLUSIÓN:Encontrar el Rostrode Cristo

Quizás quien lo mire desde elfuturo, entenderá mejor de loque no ha acontecido a los con-temporáneos, pero su actitudserena ante el sufrimiento últi-mo y a la separación de lamuerte nos obligan a reflexio-nar en torno a lo que aún nospuede decir el Hno. Pierluigi.Su muerte vivida como empo-brecimiento y aniquilamientode sí mismo, en la disponibili-dad a la voluntad de Dios, loidentifican como el hombre jus-to de la Biblia que “precisa-mente al final se hace conocer(Si 11,28). En esos dramáticosmomentos tenía dos modelos

que lo guiaban y a los cuales es-taba íntimamente ligado, SanJuan de Dios y S. Benito Men-ni, así como un ejemplo muycercano a él, el Hermano y suGeneral Hno. Moisés Bonardi.Aunque su confiarse en Dioshablase con pudor y timidez, te-miendo no tener las palabrasadecuadas, su modo de orar ensilencio y llorar ante Dios, lohan hecho ver a quien estuvocerca de él en su auténtica hu-manidad y paciencia frente a lamuerte.

Encontramos eco de esto enun texto, publicado en la Rivis-ta Fatebenefratelli de Milán, enun número especial dedicado aMarchesi, donde aparecen algu-nas reflexiones íntimas, quizásuna oración redactada en añosanteriores como coloquio muyreservado y tierno entre unacriatura y su Padre.

“Hay que recibir la enferme-dad como una carta, ya que hasido destinada a nosotros pararevelarnos algo. La enfermedades una debilidad que pruebanuestra verdadera fuerza.

Crisol en el que el enfermo sevuelve el buen artífice de su ca-rácter. Intermedio en la vida deegoismo y vanidad para hacercambiar de tiempo a la sinfoníaterrena. Cruce para detenerseun poco y elegir el camino y mi-rar la meta. Paradero para pe-sar el valor de las cosas y me-dir la estatura de los hombres.Retiro para recitar el Misererede las culpas y las letanías dela paciencia… Altar ante elcual repetimos la tercera invo-cación del Pater.

Pero dure semanas o meses oaños, sea gota, torrente o río,tiende hacia el mar. El océano

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refleja siempre el azul del cielo.Y es la hora de interpretar lapropia enfermedad. Así, des-pués de haber contemplado elmediodía y la tarde, hemos lle-gado hasta el borde de ese mis-terio que marca nuestra brevevida terrena.

Decimos breve… En reali-dad, es bastante larga parapermitirnos ver, comprender yjuzgar a nosotros mismos. Y se-guramente para observar deaquí el camino realizado, sóloalgún gesto surge de la mono-tonía de los años. A menudo loserrores son de una monotoníaexasperante. Y de las degrada-ciones en las que nos hemos re-flejado con demasiada compla-cencia, se elevan todavía mias-mas de aguas estancadas.

Y ahora estoy aquí con esepoco que he realizado por lasjustas, y pensando en ese mu-cho que habría podido realizarobrando el bien. Pero la alforjaestá vacía y el camino casi ter-minado. Y la hora de un másprofundo examen de concien-cia. Me debo pesar y medirme,antes del juez.

Soy un granito de arena. Soyuna hoja de hierba.

Es la hora de los últimos de-seos. Pues bien, quisiera moriren tu gracia, oh Señor.

Quisiera que mi última horame encontrase en el trabajo.

Quisiera irme feliz de habersoñado mi vida.”

AL PADREPIERLUIGI MARCHESICON AFECTO,CON AMOR

+ José L. Redrado

Estoy emocionado. Tu muer-te despierta en mí sentimientos,recuerdos y experiencias. Tumuerte, casi esperada, cuandohemos sabido de tu grave enfer-medad, pero siempre con un hi-lo de esperanza pensando queno fuese tan rápida.

Y ha sido tan rápida, casi decarrera, veloz, siempre conmo-vedora, como un timbre quesuena y nos recuerda una cita.Te has ido sabiendo que habíascomenzado un viaje de retornodifícil; has partido con la con-ciencia de saber a dónde ibas,con temor, con sufrimiento pero

con gozo y esperanza; te hasido con un cuerpo cansado, su-friente debido a los muchosanálisis y muchas terapias.

Te has ido, casi no lo creo. Tehas ido cuando en tu Agendahabían muchos proyectos, citas,mucho por hacer. Con tus ganasde vivir querías llevarlos ade-lante con empeño, con volun-tad, con responsabilidad frentea nuestra Orden, a tu ProvinciaReligiosa, a nuestro Dicasteriode la Pastoral Sanitaria del quetú has sido uno de los grandespromotores, desde su institu-ción hasta ahora. Precisamente,pocas horas antes de su muerte,terminando el programa de lapróxima Conferencia Interna-cional en noviembre sobre el te-ma de las Instituciones Sanita-rias Católicas, hemos recordadotu nombre y te habíamos asig-nado una intervención, en la du-da, te confieso, que no habríasllegado a ese momento, y la-mentablemente así ha sido. Noestarás en el programa, pero detodos modos estarás presente,protagonista; te recordaremoscon afecto.

Te has ido, P. Marchesi, y hasdespertado en mí sentimientos,experiencias. Te recuerdo conafecto, con amor. Para mí y pa-ra mi vocación en la hospitali-dad has sido un punto de refe-rencia, un modelo, por tu entu-siasmo, empeño, entrega yamor hacia la Orden y los en-fermos.

Admiro tu valor y tu intui-ción. Has sido para mí una me-diación que ha animado mi vo-cación, que la ha puesto para unmayor servicio, que la ha llena-do de una gran experiencia.

¡Mucho de la renovaciónocurrida en la Pastoral Sanitariade la Orden se debe a tu visiónprofética! También mi episco-pado hospitalario tiene muchoque ver con este camino miste-rioso de la vida y de las media-ciones que intervienen en ella.

Tú has sido para mí, para mivocación, para mi papel en elservicio a la Orden y a la Iglesiauna mediación que agradezco yrecuerdo con afecto y amor enmi corazón.

Gracias, P. Marchesi, por tuempeño, por tu valentía, por tuprofecía y por tu idea de reno-vación; gracias por haber dadoa la Orden un rostro nuevo; gra-cias por tu amor a la Orden, a la

Iglesia, a los enfermos y a losColaboradores. Todo esto seapara ti la “Carta de identidad”que te permita el abrazo con elSeñor, con Juan de Dios, dequien has sido uno de sus suce-sores en la animación como Ge-neral.

Gracias, muchas gracias; en-ciende en nosotros tu valor, tufe, tu amor y que tu muerte seapara todos nosotros una semillaque produzca estos frutos. Tehas ido, P. Marchesi, pero per-manecerás vivo en nuestros co-razones y en el mío.

Ciudad del Vaticano, 2 demarzo de 2002.

“L’OSSERVATOREROMANO”Ciudad del Vaticano,4 marzo 2002

“El Arzobispo Presidente, elPadre Vice-Secretario y todoslos Oficiales del PONTIFICIOCONSEJO PARA LA PASTO-RAL DE LA SALUD se unenen la fe y en la oración al Exce-lentísimo Secretario Mons. JoséL. Redrado, O.H. y a toda laOrden de los Hermanos de SanJaun de Dios por el retorno a laCasa del Padre del Revmo.Hno. Pierluigi MARCHESI,O.H. Miembro del Dicasteriodesde su constitución y recuer-dan su celo y calificada colabo-ración particularmente en eltiempo de su servicio como Su-perior General de los Fatebene-fratelli, puestos a disposicióndel Pontificio Consejo para pro-mover el respeto del Hombreenfermo y la defensa de la vidaen todo momento, agradecidospor el competente papel desa-rrollado hasta ahora como Co-ordinador de la “Asociación In-ternacional Instituciones Sani-tarias Católicas - AISAC”, yedificados conservan el testi-monio de fortaleza cristiana alhaber aceptado con serenidad ygran Fe los sufrimientos de es-tos últimos tiempos.

S.E. Mons. JOSÉ L. REDRADO,O.H.

Secretario del Pontificio Consejopara los Agentes Sanitarios

Prof. P. PIETROQUATTROCCHI

Colaborador de los Hermanosde San Juan de Dios

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No se puede concebir la vidasin vincularla indisolublementea la presencia de la muerte. Des-de el niño que nace hasta el ago-nizante que emite sus últimossuspiros, todo el arco de la exis-tencia está atravesado por milesde “pequeños adiós” o separa-ciones que anticipan el últimodespegarse, que es la muerte.

La muerte de un ser querido,sobre todo si ocurre en circuns-tancias inesperadas, es rechaza-da instintivamente porque trans-torna la vida y destruye una infi-nidad de sueños y proyectos.

Luego, lentamente, a los díasde desconcierto y lágrimas, si-guen esbozos de sonrisas y elempeño de parte de los que sequedan para seguir adelante.

Muchos son capaces deafrontar el luto gracias a las pro-pias fuerzas y recursos; unostienen necesidad de confiarse enla ayuda de un profesional (psi-cólogo, psicoterapeuta, psiquia-tra, médico, sacerdote…), pararecibir su apoyo en los momen-tos críticos; y otros recurrentambién al uso de medicamen-tos, como somníferos o tranqui-lizantes para aliviar el stress deinterminables noches insomnes.

Un grupo más estrecho depersonas se sirve del soporteque brindan los grupos de ayudarecíproca para elaborar el luto,en los que se experimenta la li-beración de los sentimientos yla solidaridad con la cercanía deotras personas afligidas.

Reponerse de un duelo,un proceso global

El luto depende de la capaci-dad de los supérstites de encon-trar razones y objetivos para re-plantear el proprio proyecto devida.

El proceso de una sana elabo-ración de la pérdida abarca tresdimensiones: el restablecimien-to de la mente, del corazón y delos comportamientos.

1. El restablecimientode la mente

El primer paso consiste en sa-nar la mente. La laceración queproduce una separación, mucho

más si es dramática, transtornala persona, altera el sueño, impi-de la concentración, bloquea lascapacidades de decisión y, amenudo, incluso las ganas devivir.

La mente es habitada por mi-les interrogantes en torno al porqué de lo ocurrido, por la nece-sidad del contacto con el difun-to, por la búsqueda de qué hacercon el propio tiempo y los silen-cios.

Los criterios para medir laelaboración positiva del pesar serefieren a la capacidad del su-pérstite de modificar las propiascostumbres, de mirar lo ocurri-do con una mirada más sabia yrealista, de reconciliarse con laprecariedad de la existencia, deaprender a tomar pequeñas de-cisiones y de asumir una actitudconstructiva con respecto al pre-sente.

2 El restablecimientodel corazón

La salud de la mente pasa através de la mediación del cora-zón, donde se guardan los senti-mientos y las emociones susci-tadas por la pérdida del ser que-rido. Los sentimientos invocanacogida y ciudadanía, para noser arrinconados en el olvido.

Los sentimientos recurrentesen el pesar son: el shock y la in-credulidad, el sentido de vacío yla soledad, el ansia y el temor, lacólera y el resentimiento, la tris-teza y la amargura, la afliccióny el sentido de culpa.

A veces los estados de ánimoson intensos y duraderos; enotras circunstancias son más li-vianos y pasajeros.

Dos acercamientos diametral-mente opuestos e igualmenteineficaces en administrar lossentimientos se refieren por unlado, a la tendencia a la impulsi-vidad perdiendo el control y,por el otro, a la inclinación desofocarlos, negarlos o reprimir-los.

Los sentimientos ignoradosno desaparecen sino, como ni-ños frustrados, regresan al cen-tro de la escena reclamandoatención a través de malestarespsicosomáticos, hemicranias,dificultades en la digestión, etc.

En cambio, si los sentimien-tos son acogidos y encanaladospositivamente, con el pasar deltiempo, tienden a desvanecersey a favorecer la curación del co-razón.

3. El restablecimiento de la vida

El resultado de un cambio enel “modo de pensar” se reflejaen el “modo de sentir” y éste, asu vez, influye en los “compor-tamientos” de la persona.

Toda pérdida importante pro-duce un cambio de identidadentre el modo de ser del pasadoy aquel actual, un cambio queabarca el horizonte interno y so-cial de la persona.

El itinerario de curación gra-dual prevé que, después de lafase inicial de desconcierto yuna vez superadas las reaccio-nes más intensas, la persona seacapaz de recuperar la energía,dando vida a nuevos proyectosy honrando las propias respon-sabilidades familiares, socialesy profesionales.

Para algunos esta adaptaciónrequiere tiempos muy largos,para otros más breves según lasmotivaciones presentes en cadauno, los recursos puestos enmarcha y las elecciones hechas.

Recorridos de curación

En toda persona herida alber-ga un patrimonio de capacida-des humanas y espirituales quedesarrollan un papel de impor-tancia fundamental para curar eldolor.

El proceso de curación gra-dual de un duelo puede seguirsiete recorridos, según la histo-ria, los valores y las sensibilida-des de cada persona.

1. Recorrido espiritualo de la fe

Para muchos, el medicamen-to que alivia el dolor es de natu-raleza espiritual. La dimensiónespiritual forma parte del serhumano, independientementede que adhiera o no a un credoparticular, que asista a la iglesia,a la sinagoga, a la mezquita o ala pagoda. Abraza la relación

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Duelo: sanar el corazón herido

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con Dios o con lo trascendentey el seguimiento de los valorescomo: la paz, el perdón, la acep-tación, el altruismo, la esperan-za y así en adelante. Para mu-chos, en el corazón de la espiri-tualidad está la búsqueda deDios y/o la necesidad de encon-trar un significado.

Toda tragedia pone en el cen-tro de la escena la cuestión delsentido, el descorazonamientoante la propia impotenza, la per-cepción de la presencia o de laausencia de Dios en el dolor, in-terrogantes sobre el más allá.

Por un lado, el sufrimientorevela el hombre en su fragili-dad y, por el otro, exalta sus vir-tudes.

En alguna ocasión una sepa-ración está acompañada por uncambio radical en los valores deadhesión. La persona puede pa-sar de un estilo de vida material,superficial y egoísta, a la elec-ción de valores genuinos, acompartir los propios bienes, aun compromiso social que antesera impensable. En estos casosla adversidad se transforma enuna profunda conversión exis-tencial.

Para muchos, la dimensiónespiritual o el sostén de la reli-gión tienen una función tera-péutica y sanante en los aconte-cimientos luctuosos. La conso-lación espiritual se puede mani-festar a través del recurso a laoración o a la meditación, alabandonarse a Dios, la necedi-dad de perdonar o de reconci-liarse con el pasado, una mayorimplicación en la práctica de lapropia fe, asistiendo a grupos deoración o de escucha de la Pala-bra de Dios, participando en pe-regrinaciones, en la escucha deprogramas religiosos en la TV ola radio, con la convicción deque la vida en la tierra no es undestino sino un camino que guíaa un destino.

2. Recorrido deldescubrimiento de sí mismo

Un don a menudo ignorado oescondido bajo la sombra deldolor es la creatividad humana.En el curso de los siglos filóso-fos, narradores, poetas, pintoresy escultores, han manifestadoesta creatividad, transformadoel proprio duelo en obras de ar-te. Baste pensar en sistemas fi-losóficos (Kierkegaard, Scho-penhauer), obras musicales(Bach, Mozart) o escuelas psi-cológicas (Logoterapia de V.Frankl) que han nacido en eltransfondo de padecimientospersonales de los artistas.

Así como los dolores del par-to generan el don precioso deuna nueva criatura, así tambiénel encuentro con la muerte per-mite que algunas personas sa-quen a relucir una dimensióninexplorada de sí mismos o ta-lentos desconocidos.

Nada como la melancolía o lanostalgia despiertan la capaci-dad estética e imaginativa de laspersonas. Para algunos, el viajede auto descubrimiento encuen-tra su expresión en la poesía,para otros en las páginas de undiario en el que narran fragmen-tos de su historia interior, paraotros aún, en la pintura o en elempleo de material para exte-riorizar claros del paisaje inte-rior.

A veces el viaje introspectivoes favorecido por la asistencia acursos de psicología o referen-tes al desarrollo de la autoesti-ma, para favorecer un entendi-miento más auténtico de sí mis-mo.

En una palabra, la creatividadofrece la oportunidad para reve-larse y realizarse.

3. Recorrido de los vínculosafectivos

El duelo no es sólo tener con-ciencia de lo que se ha perdido,sino invitación para estar agra-decidos por lo que permanece.Para la mayoría de las personas,la familia y sus miembros (pa-dres, hermanos/hermanas, cón-yuges, hijos, nietos) constituyenel núcleo vital de referencia enel duelo.

Cada uno crece en una fami-lia diferente: a veces se trata defamilias numerosas o muy res-tringidas; en algunas se respiraun aire sano y de cercanía entre

sus miembros, en otras prevale-ce la frialdad o el desapego in-terpersonal; algunas son comu-nicativas y abiertas a la socie-dad, otras son tendencialmentecerradas y aisladas.

El humus familiar favorece oimpide el proceso de recupera-ción de las vivencias luctuosas.

Por otro lado, cada uno tienela oportunidad de apoyarse,además que en la familia, enamigos y confidentes, que a me-nudo son personas que no estáncondicionadas por las dinámi-cas familiares y son más librespara sintonizar con las necesida-des del interlocutor. Poder con-tar en los amigos facilita la ex-presión de pensamientos y sen-timientos y permite tiempos yespacios de recuperación y re-lax.

El tercer horizonte de sosténse caracteriza por el soporte re-cibido de algún colega en el tra-bajo o por los miembros de ungrupo, comunidad o asociaciónde pertenencia.

A veces las circunstanciasluctuosas favorecen también en-cuentros imprevistos que de-sembocan en nuevos vínculosafectivos, que suavizan la sole-dad y abren nuevas puertas parael futuro.

4. Recorrido del cuidadode sí mismo

La separación de alguien, co-mo por lo demás acontece conel amor, abraza la esfera física,mental, psíquica y social.

El dolor puede empujar al su-pérstite a descuidarse, a encon-trar mil excusas para no dejarseinvolucrar en las actividades co-tidianas, a dejarse agarrar por elabatimiento aislándose en elproprio mundo y refugiándoseen el excesivo consumo de alco-hol o de fármacos para suavizarel dolor.

Un termómetro fiable de sa-lud lo tenemos en la motivacióndel sujeto a ocuparse de sí mis-mo. El empeño para autoesti-marse se manifiesta ante todoen la práctica de una alimenta-ción sana y en el ejercicio físi-co, a través de paseos saluda-bles en medio de la naturaleza oyendo a un gimnasio. Otras for-mas del cuidado de sí mismo in-cluyen la atención a la higiene ya la propia imagen, la prácticade yoga o los ejercicios de res-piración, de manera que gane

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control sobre sí mismo y con-traste la ansiedad y los numero-sos pensamientos que turban, yla búsqueda de algún hobby opasatiempo, para encontrar es-pacios gratificantes y de relaja-miento.

5. Recorrido cultural

Al parecer, muchos encuen-tran en los estímulos cognitivosel terreno fecundo para sanar eldolor, nutriendo la mente de es-tímulos gratificantes y abrién-dola a las oportunidades delpresente. La mente cerrada esuna trampa que apaga la vida yofusca la esperanza. Según Ber-gler, la mente es como el para-caídas: funciona cuando se abre.

Estar abiertos a la curaciónsignifica trabajar para que elduelo no sea una prisión, sinoabra al conocimiento y, cuandoes posible, guie a la sabiduría.

Este camino es recorrido porlos que se esfuerzan en com-prender mejor la experiencialuctuosa a través de la lectura delibros o de artículos sobre el ar-gumento, la participación encursos formativos o informati-vos sobre la elaboración de laspérdidas, el contacto vía inter-net con otras personas afligidaspor duelos.

La apertura de la mente abra-za la posibilidad de inscribirseen un viaje, conocer culturas ytradiciones diferentes, aprenderuna lengua, asistir a cursos parala tercera edad, debatir temas deactualidad, participar en aconte-cimientos culturales o artísticos.

De alguna manera el encuen-tro con la muerte obliga a la re-flexión y a articular una nuevafilosofía de vida.

El dolor fecundo dilata loshorizontes y dá profundidad a laexistencia.

6. Recorrido de la donación

Para miles de personas, el ca-mino maestro para sanar el do-lor es el amor. En realidad, elmodo mejor de ayudar a sí mis-mo consiste en encontrar oca-siones para ayudar a otros. Sinembargo, a menudo el dolorempobrece y hace que nos vol-vamos egoístas: muchos tiendena cerrarse en sí mismos y a in-terpretar la realidad a través deuna óptica exclusiva de la auto-referencialidad.

El corazón herido se cura

cuando la energía afectiva, cen-trada previamente en el proprioser querido difunto, es canaliza-da e invertida hacia otros desti-natarios o hacia nuevos objeti-vos.

En la práctica, la pena y el va-cío producido por un adiós seconvierten en llamado a abrir elproprio corazón a una familia oa una comunidad más amplia,que puede beneficiar del pro-prio tiempo y de la propia soli-daridad.

El voluntariado es un caminoque muchos ponen en primer lu-gar para curar el dolor y trans-formarlo en amor. Hay quienforma parte de una asociación ode un grupo comprometido enla visita a los ancianos o a losenfermos en las instituiones o adomicilio; alguno regala unashoras para enseñar italiano a losinmigrados o dar una mano alos pobres; algún otro entra enel voluntariado ecológico o enel servicio de ambulancias. En-trar también en los grupos deayuda mutua en las pérdidas seconvierte en un recorrido cons-tructivo para ayudarse y ayudar.Cada grupo es una universidaddel dolor: se aprende observan-do, escuchando, comunicando yconfrontándose en un procesoconstante de dar y recibir.

7. Recorrido de hacerproyectos

Cuando se pierde a abuelos opadres, el duelo es por la pérdi-da del pasado; cuando se pierdea un cónyuge, un novio o unamigo íntimo, el duelo es por lapérdida del presente; cuando sepierde a un hijo o a un nieto elduelo es por la pérdida del futu-ro. Generalmente, la pérdidamás desgarradora es la de un hi-jo o una hija. Generalmente, sonlos hijos que entierran a sus pa-dres y es dramático para los pa-

dres tener que enterrar a sus hi-jos a quienes han dado la vida.

Para tratar de aliviar la inten-sidad del dolor y encaminar po-sitivamente el tiempo y los re-cursos, muchas parejas encuen-tran consolación inmortalandola memoria del proprio ser que-rido mediante un Proyecto ouna Fundación en su nombre.No se trata, pues, sólo del re-cuerdo vinculado a un lugar(p.e. visita a la tumba del ce-menterio o la colocación de flo-res en torno al árbol donde el hi-jo ha fallecido), sino de crearuna iniciativa para hacer algobueno y mantenga vivo el re-cuerdo en el tiempo. A veces elproyecto consiste en dar bolsasde estudio a jóvenes sin recur-sos económicos, en otros casos,en esponsorizar proyectos quetienen por objeto la investiga-ción científica.

El proyecto impulsa hacia elfuturo y, al mismo tiempo, hacepresente a la persona ausente.

Sanar la vida

Cada uno de los itinerariospropuestos remite al poder detransformación que contiene eldolor.

Algunos elaboran el dueloponiendo en primer lugar el ca-mino de la mente (reflexión,creatividad, expansión cultural),otros el del corazón (vínculosafectivos, altruismo y gestos dedonación), otros, aún, el caminodel espíritu (relación con Dios ycon la comunidad, reforzamien-to de la espiritualidad).

Hay quien se confía a un iti-nerario específico para curar eldolor y quien se sirve del aportede varios recorridos; quien partedel hombre y quien parte deDios. Más allá del bien perdidoy de las consecuencias sufridas,las condiciones indispensablespara sanar el corazón herido re-quieren una actitud abierta a lavida, a la motivación para cre-cer, la disponibilidad de adap-tarse a los cambios, la necesidadde amar y sentirse amados, lacreatividad de seguir compo-niendo música con las cuerdasque han quedado.

P. ARNALDO PANGRAZZI,M.I.

Docente de pastoral sanitariaen el Instituto internacional

“Camillianum”Roma, Italia

DOLENTIUM HOMINUM N. 75-2010

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1. INTRODUCCIÓN:Capellanía y capellaníahospitalaria

Con ocasión de la XIX Con-ferencia internacional promovi-da por el Pontificio Consejo pa-ra la Pastoral de los AgentesSanitarios en torno a “Los cui-dados paliativos” (11/13 de no-viembre de 2004), Juan PabloII afirmaba: “La Iglesia quiereseguir ofreciendo el proprioaporte específico a través delacompañamiento humano y es-piritual de los enfermos, quedesean abrirse al mensaje delamor de Dios, siempre atento alas lágrimas de quien se dirigea Él (cf Sal 39,13). Se pone derelieve aquí la importancia de lapastoral sanitaria, en la que de-sempeñan un papel de especialimportancia las capellaníashospitalarias, que tanto contri-buyen al bien espiritual de losque se encuentran en las es-tructuras sanitarias”1. Lo ante-rior es una afirmación autoriza-da y de gran alcance tanto porel tono empleado con respectoa las “capellanías hospitalarias”y su acción pastoral a favor delos enfermos y de los agentessanitarios, como para los desti-natarios, reunidos en un en-cuentro internacional, en el queparticipaban hombres califica-dos y personas comprometidasen la pastoral de la salud.

1.1 El nombre antiguo decapellanía

Según A. Caro, el vocablo“capellanía” fue usado ya antesdel 1566 y se define como “en-tidad eclesiástica constituidapara un fin de culto”2. La enci-clopedia Zanichelli repite lamisma definición, pero añade elmotivo de su fundación: la ca-pellanía “es una entidad ecle-siástica creada para fines deculto por voluntad y en virtudde donaciones o legados de unoo más fieles”3. Un vocabularioilustrado de la lengua italiana,

después de haber recordado loselementos arriba citados, subra-ya también la finalidad particu-lar: “La capellanía es la entidadeclesiástica constituida con ellegado o la donación de un fiel,especialmente para la celebra-ción de misas en un determina-do altar de una iglesia”4. En for-ma más sintética, un dicciona-rio de lengua italiana define “laCapellanía como el ministerio yel oficio de un Capellán”5. Porconsiguiente, según lo dichoantes, también la locución de“capellanía hospitalaria” sepuede entender como servicioreligioso y espiritual principal-mente de culto y sacramental,desempeñado por uno o máscapellanes (sacerdotes) en unaestructura sanitaria.

1.2 Nuevo significado deltérmino “capellaníahospitalaria”

Con todo derecho, podemosconsiderar la fecha oficial delnacimiento de la “capellaníahospitalaria” con un nuevo sig-nificado, el 30 de marzo de1989, día “histórico” en la vidade la comunidad eclesial italia-na, porque es la fecha colocadaen el documento calificado co-mo “Nota pastoral”, cuyo títuloes “La pastoral de la salud en laIglesia italiana”, preparado porla Consulta nacional para lapastoral de la salud y aprobadopor el Consejo permanente dela CEI6. Por vez primera en unaintervención oficial se toma enconsideración el tema de la pas-toral de la salud y se hace unareferencia breve, pero explícita,al nuevo organismo pastoral.

En este documento se pro-porciona una definición esen-cial aerca de dicho organismo:“La capellanía hospitalaria es laexpresión del servicio religiosobrindado por la comunidad cris-tiana en las instituciones sanita-rias”; y se nombra a los agentesde pastoral que pueden formarparte de ella: “Está formada por

uno o más sacerdotes a los cua-les se pueden añadir tambiéndiáconos, religiosos y laicos”.El elemento de novedad absolu-ta de la acción pastoral de la ca-pellanía hospitalaria es precisa-mente la posibilidad de aperturadel servicio religioso a otras fi-guras de la pastoral, junto conlos sacerdotes. Nunca, antes deesta nota pastoral la Conferen-cia Episcopal Italiana había ha-blado de capellanía hospitalariao de un pastor de una Iglesiaparticular.

En los párrafos siguientes (n.79-81) se indican también lasfinalidades principales del nue-vo organismo pastoral, unas adintra, es decir el ámbito sanita-rio, y otras ad extra, es decir lacomunidad parroquial y el terri-torio: “Los objetivos principa-les de la capellanía hospitalariason los siguientes: hacer pre-sente en la institución sanitariaun signo eclesial localizable,que haga posible una acciónmisionera; ser un lugar en elcual, a través de las personas,de las aptitudes y de los gestos,incluidos aquellos sacramenta-les, Dios revela su ternura y sepone al servicio del hombre pa-ra acompañarlo en la prueba,ayudándolo a vivir hasta el fi-nal; promover y coordinar todaslas fuerzas presentes en la co-munidad hospitalaria, a travésde instrumentos idóneos e ini-ciativas (consejo pastoral…);contribuir en la implicación delos cristianos, presentes en elterritorio, en la promoción de lasalud y en la asistencia a los en-fermos”7.

1.3 Bibliografía en circulaciónsobre la capellaníahospitalaria

Después de la publicación dela arriba citada nota pastoral,sobre todo a partir de la mitadde los años noventa, en Italiase acentuó de manera sensibleel interés hacia las capellaníashospitalarias, entendidas en la

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La capellanía hospitalaria:obra de iglesia comunional(RESULTADOS DE UNA INVESTIGACIÓN PARA DOCTORADO)

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nueva acepción pastoral no só-lo de parte de los directos inte-resados (capellanes hospitala-rios, agentes de pastoral, direc-tores de Oficinas diocesanas uotros organismos pastorales),sino también de parte del ma-gisterio. El Papa Juan Pablo IIasí como los obispos en lasIglesias particulares comenza-ron a dirigir su atención hacialas capellanías hospitalarias,proporcionando las primerasorientaciones programáticaspara su realización concreta8.Si damos una mirada más par-ticularizada a la producción bi-bliográfica sobre las mismascapellanías en el ámbito nacio-nal, desde inicios de los añossetenta hasta fines de los añosochenta, encontramos escritosde diferente naturaleza y de va-riada importancia en los que sehace presente la necesidad deabrir la pastoral sanitaria a lacolaboración de los laicos9.

Este tema encuentra espacioya en un congreso nacional depastoral de la salud, que fueraorganizado por los Frailes Me-nores Capuchinos en S. Gio-vanni Rotondo (1984), duranteel cual se escucha el testimoniode un agente de pastoral laicafrancesa comprometida en unacapellanía hospitalaria10. Perono faltan los agentes de pastoralhospitalarios calificados, queponen su atención en las expe-riencias de capellanías hospita-larias en los países europeos pa-ra hipotizar su experimentaciónen Italia: por ejemplo, hay querecordar al capuchino P. Stefa-no Bambini11, a los camilos P.Angelo Brusco12, P. LucianoSandrin13, P. Silvio Marinelli14 yP. Rosario Messina15; así comotampoco podemos olvidar lasintervenciones de Mons. ElioSgreccia16 y de Mons. GiorgioBeconcini17.

Junto a las voces individualeses preciso recordar también loscongresos regionales que se in-teresan de la experiencia pasto-ral de la capellanía hospitalaria:el de Calabria (abril 1992)18 y elde Liguria (mayo 1993)19. Setrata de inicios de una reflexiónrealizada por personas que vi-ven directamente la experienciapastoral y la hacen conocer enámbitos más amplios. En el IIICongreso de la Consulta nacio-nal de la pastoral de la salud(1995) se reserva un grupo de

estudio a la capellanía hospita-laria20 y el año siguiente bajo laégida de la Conferencia Italianade Ministros Provinciales Ca-puchinos (CIMPCap), el Secre-tariado para la pastoral de la sa-lud organiza un congreso nacio-nal sobre el tema “La capella-nía. Kairós para la pastoral de lasalud” (1996)21.

En los diccionarios la voz“capellanía hospitalaria” en-cuentra su espacio interesante:en el “Dizionario di bioetica”(1994) Guido Davanzo se inte-resa del capellán hospitalario ymenciona la experiencia de lacapellanía22, mientras el discur-so de A. Brusco en el “Diziona-rio di Teologia Pastorale Sanita-ria” (1997), aún recordando unareflexión suya comenzada algu-nos años antes23, es más articu-lado y profundizado en los múl-tiples aspectos de la realidadpastoral afrontada24 y lo propo-ne de nuevo en el primer “Ma-nual de teología pastoral sanita-ria” (1999), escrito en colabora-ción con S. Pintor25.

1.4 Necesidad de una reflexiónmás profundizada yorgánica

De este breve examen de laprincipal producción literaria,he sacado la conclusión de queen la actualidad falta en Italiaun estudio específico con unareflexión teológica orgánicaacerca de la capellanía hospita-laria. Existen ciertamente algu-nas intuiciones, se mencionaeventuales horizontes teológi-cos, se remarca la necesidad yla urgencia de una renovaciónde la acción pastoral en el mun-do sanitario, pero a esto no si-gue un desarrollo y una refle-xión más seria en torno a la te-mática.

Desde ya se advierte la inelu-dible necesidad de una refle-xión teológica más amplia yprofundizada sobre este orga-nismo pastoral que comienza aabrirse camino en las estructu-ras sanitario-hospitalarias denuestro país. Es verdad que la“ortopraxis” es importante en lavida eclesial, pero es igualmen-te verdadero que la “teoría”, esdecir, la reflexión sobre la expe-riencia pastoral a la luz de la fe,es útil e indispensable. Ambasson elementos importantes yesenciales de la experiencia co-

tidiana y de la tradición cristia-na. De lo contrario, se correconcretamente el peligro de quea la abundancia de los discursosque se van haciendo en variosniveles y a la variedad de expe-riencias sin criterios fundamen-tales de verificación correspon-da una carencia de claridad delos términos, una ambigüedadde contenidos y su radicaciónno correcta en la realidad pasto-ral de la Iglesia italiana.

Por tanto, en el contexto delcamino de la Iglesia italianarealizado en los últimos cuaren-ta años (1960 – 2000) y en laóptica de las diferentes expe-riencias en acto por algunosaños en las Iglesias particulares,mi investigación de doctoradoha tenido como finalidad prin-cipal efectuar una reflexión teo-lógica sobre la capellanía hos-pitalaria, una elaboración de sufundamento bíblico, una tentati-va para definir la identidad ylos componentes, una profundi-zación sobre su misión evange-lizadora, un inicio de análisis desu apertura al territorio. Por es-to se ha querido “leer” la reno-vada pastoral de la salud de lascomunidades cristianas hospita-larias a la luz de la eclesiologíade comunión madurada en elConcilio Vaticano II, de la reno-vación post-conciliar de la Igle-sia universal, de la lectura delos signos de los tiempos, mani-festados en la evolución delmundo sanitario, en el horizon-te de un trabajo de equipo for-mado por los múltiples miem-bros del pueblo de Dios.

Con la ayuda de las “suges-tiones” teológicas de Mario Mi-dali (importancia de la fase kai-rológica en la reflexión teológi-ca) y de Bruno Forte (los treselementos calificadores de laIglesia de todos los tiempos:koinonía, diakonía y martyria),he madurado el desarrollo delos capítulos de la investigaciónsobre la capellanía hospitalariaen las siguientes etapas:

- Capítulo I – Los tres acon-tecimientos kairológicos del na-cimiento de la capellanía hospi-talaria

- Capítulo II – La capellaníahospitalaria como koinonía:identidad y componentes

- Capítulo III – La capellaníahospitalaria como diakonía: vo-cación y misión

- Capítulo IV – La capellanía

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hospitalaria como martyria: tes-timonio.

El autor tiene el placer depresentar en síntesis a los lecto-res de la revista internacional“Dolentium Hominum”, vozoficial del Pontificio Consejopara la pastoral de la salud, losresultados de la investigaciónde doctorado que tiene por títu-lo: “La capellanía hospitalaria:koinonía, diakonía y martyriade la Iglesia en el mundo de lasalud que cambia”26.

2. Los tres acontecimientoskairológicosdel nacimiento de lacapellanía hospitalaria

Partiendo de la convicción deque la capellanía hospitalaria enItalia no ha surgido de improvi-so, sino que su idea y su necesi-dad han ido madurando gra-dualmente en el arco de los últi-mos cuatro decenios (1965-2006), he analizado el lento ca-mino que la Iglesia ha recorridopara captar los signos de lostiempos según las indicacionesde la “Gaudium et spes”: “Esdeber permanente de la Iglesiaescrutar a fondo los signos de laépoca e interpretarlos a la luzdel Evangelio, de forma que,acomodándose a cada genera-ción la Iglesia responda a lasperennes interrogantes de la hu-manidad sobre el sentido de lavida presente y de la vida futuray sobre la mutua relación deambas”27. He identificado tres:

a) las “semillas” de atencióndel Concilio Vaticano II dirigi-das a los enfermos y a la pro-moción de la salud, que hancrecido como plantas y frutosen el período postconciliar;

b) los “valores” fundantes dela ley que instituye el ServicioSanitario Nacional (n.833/1978), que se han hechoconcretos en fenómenos socio-culturales y hechos eclesiales,con evidente beneficio en elámbito religioso;

c) los “horizontes” ampliadosde la renovación y el desarrollode la pastoral de la salud, que sehan encarnado en nuevas figu-ras y nuevos organismos en elmundo hospitalario.

Estos tres acontecimientos,leidos en el ámbito de la pasto-ral sanitaria, los podemos con-

siderar como factores particu-lares que han hecho madurar laexigencia y el nacimiento de lacapellanía hospitalaria.

2.1 “Semillas” de atención delConcilio Vaticano II a lapastoral de la salud

Analizando los textos conci-liares se logra la percepción deuna Iglesia ya atenta a los enfer-mos y a la promoción de la sa-lud, aunque en la óptica de unateología del sufrimiento confor-me a esos años. He puesto enevidencia cuatro fundamentosde esta Iglesia conciliar:

– la eclesiología de comu-nión es un punto de partida quetiene en sí misma los gérmenesque se desarrollan en el caminopostconciliar. De este modo heconstatado que, como pueblode Dios, la comunidad se reali-za en la comunión y vive parala comunión. Cada miembro re-cibe en el bautismo la misión decrecer en primera persona en lacomunión y hacer progresar enla misma dimensión también lapropia comunidad;

– el icono de una comunidadsamaritana surge con evidenciade la conciencia de los padresconciliares. Ellos imaginan unaIglesia que sepa escribir en ca-da época y de manera originalesa parábola del hacerse próji-mo de quien está en la necesi-dad que Jesús ha encarnado enprimera persona; y

– el rostro de una iglesia de“todos los responsables” en elministerio de la pastoral de la

salud y ya delineado para asu-mir en los años siguientes perfi-les cada vez más precisos, gra-cias al considerable aporte deJuan Pablo II y al camino de laIglesia italiana realizado al co-mienzo con la Consulta nacio-nal y luego la Oficina nacionalpara la pastoral de la Sanidad;

– las connotaciones de unacomunidad “maestra y minis-tra” en la originalidad de la in-tuición de Juan XXIII han sidoleidas en la óptica de la preocu-pación de una Iglesia madre ha-cia el bien de la salud multifac-torial de la humanidad y de laspersonas individualmente. Creo

que es fatigoso entrever estascuatro características reunidasen el organismo pastoral de lacapellanía hospitalaria, que po-demos definir legítimamente:comunidad de comunión, co-munidad de ministerialidad sa-maritana, comunidad de corres-ponsabilidad común, y comuni-dad de la salud-salvación.

2.2 “Valores” de la leyinstitutiva del ServicioSanitario Nacional

También la institución delServicio Sanitario Nacional enItalia, leida bajo el principiohermenéutico de los valoresfundamentales del primer pá-rrafo de la ley 833, la considerocomo un río en cuyo lecho hanconfluido los valores esencialese importantísimos de la socie-dad civil. Estoy convencido quela institución del SSN “puede ydebe constituir un verdadero

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‘signo de los tiempos’, una soli-citación, un empuje, una oca-sión privilegiada que intensifi-que y acelere el empeño, en ac-to ya por otras razones, paraconstruir auténticas comunida-des cristianas locales”28.

He analizado dichos valorescon referencia a la comunidadeclesial: de este modo he hechouna reseña: a) el valor de la sa-lud entendida en su sentido másglobal, b) la igualdad de los ciu-dadanos en los servicios sanita-rios, c) los puentes de conexiónentre estructuras hospitalarias yterritorio, d) el reconocimientodel valor socio-político y ecle-sial del voluntariado, e) el al-cance terapéutico del serviciode asistencia religiosa.

Efectivamente, la Iglesiapuede considerar los principiosque han inspirado el SSN comouna auténtica gracia de Dios yun “kairós” del Espíritu que in-terpelan la conciencia de cadaciudadano y de cada cristiano.Con los textos en mano, exami-nando atentamente los párrafosde la ley que instituye el SSN,he identificado numerosas pau-tas pastorales, que constituyenun “fuerte llamado para nuestrocompromiso como Iglesia alservicio de la vida desde su ini-cio hasta su ocaso”29, y me heesforzado para hacer surgir elvalor humano y religioso de ca-da principio y subrayar los hori-zontes de oportunidades pasto-rales conexas.

Por tanto, debemos “alegrar-nos de estas enunciaciones queen su texto constitucional yahora en las afirmaciones de laley contienen el aporte del pen-samiento católico y son confor-mes a la visión cristiana de lapersona y de la vida humana”30.Hoy como ayer, la tarea de lacomunidad cristiana sigue sien-do ofrecer el aporte específicode su misión de salvación totaldel hombre y comprometerse afin de que estas enunciacionesno sean desmentidas en la prác-tica. Podemos considerar estosprincipios también como fuer-tes “pro-vocaciones”, entendi-das como impulsos para nuevasy originales llamadas de encar-nación de la misionaridad de lacomunidad cristiana y como re-tos para la renovación de la pas-toral de la salud tanto en ámbitohospitalario como en ámbito te-rritorial.

2.3 “Nuevos horizontes”del camino de la pastoralde la salud

En fin, he considerado la re-novación de la misma pastoralde la salud como tercer “signode los tiempos” que ha impulsa-do a la Iglesia italiana a abrirsea la oportunidad de la propuestade la capellanía hospitalaria.Dicha renovación se ha caracte-rizado por una serie de aconte-cimientos conexos y conse-cuentes entre sí: a la progresivacarcterización de la identidadde esta pastoral ha seguido laampliación de sus confines ope-rativos, del descubrimiento delos nuevos agentes de pastoralal nacimiento de los organis-mos de comunión y de anima-ción, de la revaloración de lapersona del capellán hospitala-rio a la propuesta de la capella-nía hospitalaria.

He confirmado la convicciónno sólo personal, que la pastoralde la salud ha vivido en estosaños una serie de pasajes quevarios teólogos han puesto enevidencia31 y que merecen parti-cular atención. Estos “pasajes”son reconocidos y casi ratifica-dos en la nota pastoral de la Co-misión episcopal para el servi-cio de la caridad y la salud32. Enuna palabra, la pastoral de la sa-lud ha realizado múltiples ca-minos exodales que le han per-mitido lograr mayor visibilidaden la Iglesia. Podemos conside-rar como un signo concreto deesta conquista la propuesta dela capellanía hospitalaria, queencierra en sí varias instanciasde la renovada pastoral de la sa-lud.

2.4 De los signosde los tiempos…al tiempo de los signos

El mundo de la sanidad, es-pejo complejo y emblemáticode la sociedad más amplia denuestro tiempo, plantea variosretos a la Iglesia: los bioéticosde la investigación y de la expe-rimentación, los del inicio yconclusión de la vida humana,los de la empresarialización yhumanización, para recordar al-gunos. “La Iglesia, también enel campo de la salud está llama-da a ponerse en escucha de loshombres y a leer esos signos delos tiempos que constituyen

‘código y lenguaje del EspírituSanto’”33.

La demanda de salud, en lavariedad de sus expresiones yen la diversidad de los proble-mas que plantea es un ‘signo delos tiempos’, una ‘pro-voca-ción’ a la que la comunidadeclesial está llamada a respon-der como comunidad sanante,signo eficaz de una salvaciónintegral34. Pero, si reflexiona-mos bien, se puede afirmar quenuestro tiempo no sea sólo lle-no de “signos de los tiempos”,sino que puede ser calificadocomo “tiempo de los signos”,es decir, tiempo que espera ycree en los gestos visibles de lacomunidad cristiana. Esto sepuede afirmar de todo campode la acción pastoral de la co-munidad eclesial, y por tantotambién de la pastoral de la sa-lud.

El mundo sanitario tiene ne-cesidad hoy de una presenciaterapéutica y de acciones sa-nantes que correspondan a lasexpectativas más profundas delespíritu humano. “La salud noes sólo un ‘lugar’ donde Diosnos hace apremiantes invitacio-nes a leer su presencia, es tam-bién el ‘lugar’ en donde loscristianos deben crear ‘signos’nuevos en los que la presenciade Dios sea leida también porquien no cree, un reto que laIglesia lanza al mundo”35.

3. Capellanía hospitalariacomo koinonía.Identidad y componentes

Luego de haber identificadolos “tres signos de los tiempos”

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que han hecho crecer la con-ciencia de la necesidad de la ca-pellanía hospitalaria, expresiónde una Iglesia de comunión quepermite valorar mayormente losdiferentes carismas del pueblode Dios, he dirigido mi esfuerzoa dar un fundamento bíblico yteológico a este nuevo organis-mo pastoral para luego perfilarla fisonomía de cada uno de suscomponentes. Mi reflexión seha desarrollado a través de cua-tro etapas.

3.1 En la primera etapa se haanalizado brevemente el hechofenomenológico de la enferme-dad y del sufrimiento, visto so-bre todo como estación de sole-dad, de solidaridad y de comu-nión-caridad.

He hecho mía la convicciónde que el interloculor de la teo-logía hoy ya no es el ateo sinoel hombre que sufre: “El primerpartner del diálogo con la teolo-gía contemporánea ya no es elincrédulo iluminado….” sinomás bien “el hombre que sufre:el individuo que experimenta lasituación de no salvación, ensus varias formas… En esta ex-periencia de sufrimiento no noschocamos con fenómenos peri-féricos… sino siempre con lacondición humana en cuantotal… Por lo que una teologíaque parte de la experiencia do-lorosa del hombre, no hace pa-lanca en fenómenos marginales,sino en el centro y en la profun-didad del ser humano”36. Porotro lado, el sufrimiento “es unaexperiencia que se aclara pocoa poco que uno se acerca a ella:requiere una actitud de mediday de respeto, de seriedad, por-que toca el misterio del hombre,y toca también el misterio deDios. Se refiere, pues, al miste-rio del ser”37.

El sufrimiento-enfermedades una experiencia de soledad yde división, de marginación yde olvido: “La enfermedadmuestra más que cualquier otracosa que el mundo está divididoen dos. Es sinónimo de separa-ción y de soledad. Las personasbuenas de corazón pruebancompasión, otras sienten difi-cultad, otras un fastidio e inclu-so una irritación, pero bajo mo-dos diferentes lanzan la mismaseñal de desapego. Aseguran así mismas y comunican al otroque la enfermedad es una con-

dición excepcional y extraña,como la vejez, no un destinocomún y compartido. Y es en-tonces que la enfermedad, al noser reconocida como forma devida, se vuelve horriblementedolorosa e incurable”38.

Por otro lado, el sufrimientomismo nos permite vivir expe-riencias existenciales de solida-ridad particular y de comuniónprofunda con el otro: “Nadahay más importante que haceren una vida entera sino inclinar-se a fin de que otro, abrazándo-te al cuello, se pueda levan-tar”39.

3.2 En la segunda etapa mehe detenido para ilustrar laalianza bíblica vista como hilorojo de la historia de la salva-ción y como acontecimiento decomunión entre Yahvéh e Isra-el, su pueblo elegido. En laalianza Yahvéh se revela sobretodo: a) como padre (y madre)que cuida y se ocupa de supueblo, b) como pastor amoro-so de su grey, y c) como médi-co que sana al que se fía de Ély confía en Él. He ilustrado yprofundizado estos tres aspec-tos del rostro de Dios, impor-tantes no sólo en sí mismos si-no también con referencia almundo sanitario en el que losenfermos, sus familiares y todala comunidad hospitalaria tie-nen necesidad de experimentarla ternura divina paterna y ma-terna; donde se advierte la ne-cesidad de una comunidad quetiene requiere un guía seguro yvivir un camino de fraternidad;donde cada persona aspira a re-cuperar la salud y a recibir lasalvación divina.

Además, en el mismo aconte-cimiento salvífico, la identidady la misión de Israel se presen-tan en la comunión con su Se-ñor, en la comunión dentro desu vida social y en la correspon-sabilidad de empeños de susmiembros. Estos tres horizontesde la comunión constituyentambién las exigencias esencia-les de la comunidad cristianapresente en las instituciones sa-nitarias. Naturalmente, he he-cho ver que la triple caracterís-tica de Yahvéh ha sido encarna-da por Jesucristo, rostro visibledel Padre buen pastor que hadado la vida por sus ovejas, mé-dico y salvador tanto con la pa-labra (predicación y parábolas)

como con las intervenciones te-rapéuticas y salvíficas de laspersonas enfermas.

3.3 En la tercera etapa hepuesto mi atención en el mundode la sanidad, leido a través delicono de la alianza terapéuticaentendida ya sea como relacióny colaboración entre los dife-rentes profesionales de la saludpara lograr el único fin, y comorelación entre los mismos pro-fesionales y el enfermo. Segui-damente he argumentado queeste mundo de la salud puedeextender su alianza terapéuticatambién con la Iglesia, llamadajustamente “comunidad de laalianza”, presente legítimamen-te en los lugares de sufrimientoy de sanación sobre todo con laacción de la capellanía hospita-laria. Ésta, a través de la obraevangelizadora de sus diferen-tes miembros, puede ofrecer sucalificado aporte para respon-der a las inquietantes interro-gantes de la investigación cien-tífica y a las expectativas de losque sufren.

3.4 En la cuarta etapa he di-rigido mi mirada a la articula-ción armónica de la capellaníahospitalaria, vista como comu-nidad de la alianza y como mo-saico sanante, describiendo laespecificidad de cada uno desus miembros en sus aspectosproblemáticos y en las precio-sas nuevas oportunidades: el sa-cerdote capellán como repre-sentante de “Cristo pastor”, eldiácono con el grado principalde servicio, y los religiosos noclérigos y las religiosas caracte-rizados por su especial “consa-gración”, los laicos (hombres ymujeres) con el don del bautis-mo y la animación de las reali-dades terrestres.

He concluido el segundo ca-pítulo afirmando que la capella-nía hospitalaria nació en nues-tro país gracias a una providen-cial ocurrencia de factores o deacontecimientos diferentes en-tres entre sí: la eclesiología con-ciliar de comunión se ha impac-tado con la Institutición del Ser-vicio Sanitario Nacional y consus reformas, el desarrollo de lateología del laicado se ha im-puesto contemporáneamentecon la valoración del ‘genio’ fe-menino, el envejecimiento delos capellanes hospitalarios ha

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sido acompañado por la crisisde las vocaciones al ministeriosacerdotal y a la vida consagra-da, el fenómeno soprendentedel voluntariado socio-sanitariose ha enriquecido con el descu-brimiento de los carismas y delos ministerios eclesiales.

El conjunto de estos factoresantropológicos, sociológicos,teológicos y pastorales hanconstituido un gran mosaico de“signos de los tiempos” que haninterrogado la conciencia de lacomunidad cristiana para en-contrar respuestas nuevas a lasnuevas necesidades de los hom-bres y de las mujeres de nues-tros tiempos: “Atentas a los sig-nos de los tiempos, las comuni-dades deben tener la mirada di-rigida al futuro, confiando en elhecho que el Señor nos precedeen la historia y en la misión,sosteniéndonos en el camino.Las comunidades cristianas,junto con los demás constructo-res de la sociedad pluralista, de-ben tratar de ser mensajeras dela memoria y profecía del Espí-ritu”40.

Por tanto, he definido la ex-periencia de la capellanía como“obra de Iglesia comunional”tanto en la óptica de la vida in-terna de relaciones y de amorcomo en la óptica de la realiza-ción del servicio dirigido losdestinatarios del mundo de lasalud. Ella tiene la finalidad demanifestar el “rostro más bello”y “de colores” de la Iglesia deCristo en beneficio de la comu-nidad hospitalaria con sus múl-tiples componentes.

4. Capellanía hospitalariacomo diakonía.Vocación y misión

Luego de haberme detenidopor bastante tiempo en una re-flexión articulada sobre la iden-tidad y los componentes del or-ganismo eclesial de correspon-sabilidad, visto como koinonía,es decir, como comunidad lla-mada a ser constitutivamenteuna realidad comunional y a vi-vir las riquezas de la unidad enCristo, fundada en el bautismoy en la variedad de los caris-mas, con el tercer capítulo hedirigido mi atención a otro as-pecto de su fisonomía, es decir,su dimensión igualmente fun-damental de diakonía, entendi-

da como servicio del anuncio ydel testimonio del Evangelio.

Si la capellanía hospitalariaes una realidad comunional yvive la comunión tanto con Je-sucristo como de los compo-nentes entre sí, ella vive necesa-riamente una comunión misio-nera y se vuelve una comunidadmisionera. Juan Pablo II lo afir-maba claramente en 1988: “Lacomunión y la misión estánprofundamente unidas entre sí,se compenetran y se implicanmutuamente, hasta el punto quela comunión representa a la vezla fuente y el fruto de la misión:la comunión es misionera y lamisión es para la comunión”41.

Al llegar a esta fase, la finali-dad específica de mi estudio hasido delinear el rostro evangeli-zador de la capellanía hospitala-ria en sus aspectos comunes acada comunidad cristiana y ensus rasgos característicos de or-ganismo presente y operante enel amplio horizonte del sufri-miento y del cuidado. Dichomás concretamente, he desarro-llado la vocación y la misión dela capellanía hospitalaria a tra-vés de los siguientes pasajes:

4.1 La misión de evangeliza-ción en el hospital es la tareaprincipal de la capellanía, cuyaidentidad original y cuyo empe-ño específico han sido identifi-cados en los tres elementos ca-racterísticos: la variedad de pre-sencias y de carismas; la comu-nión, la corresponsabilidad y lacolaboración; la proyectualidady la coordinación inteligente.

A) La connotación de la ca-pellanía hospitalaria, que surgeinmediatamente en su identidadparticular, es su composiciónvariegada y orgánica: desde suprimera presentación en un do-cumento eclesial, era calificadacomo organismo formado porsacerdotes, diáconos, religiososy laicos42; y después de veinteaños aproximadamente, la se-gunda Nota pastoral la indicacomo “variedad de presencias ycarismas”43. Esta variedad ex-presa de modo saliente la reali-dad de la Iglesia comunional,como se recuerda repetidamen-te en los documentos magiste-riales y en la reflexión de los te-ólogos: esta “diversidad de ser-vicios en la unidad de la mismamisión constituye la riqueza y labelleza de la evangelización”44.

Las diferentes presencias enla Iglesia están unidas por laúnica finalidad: trabajar por lallegada del reino de Dios segúnla diversidad de vocaciones ysituaciones, carismas y ministe-rios. “Es una variedad ligada nosólo a la edad, sino también a ladiferencia de sexo y a la diver-sidad de las dotes, como tam-bién a las vocaciones y a lascondiciones de vida; es una va-riedad que hace más viva y con-creta la riqueza de la Iglesia”45.

B) Naturalmente, la “varie-dad de presencias y de caris-mas” en un solo organismo pas-toral es un gran don de Espíritua la Iglesia de nuestros días, pe-ro es también una gran respon-sabilidad, porque requiere elaporte de cada uno de los com-ponentes para transformar lacapelllanía hospitalaria en unacomunidad de “comunión, co-rresponsabilidad y colabora-ción”46. Estas característicasconstituyen “una tríada indivisi-ble”, han escrito los obispos ita-lianos después del congresoeclesial nacional de Verona, yhan delineado eficazmente elrostro de una comunidad cris-tiana que procede junta, con unestilo que valora todo recurso ytoda sensibilidad, en un climade fraternidad y de diálogo, defranqueza en el intercambio yde benignidad en la investiga-ción de lo que corresponde albien de toda comunidad47.

C) La capellanía hospitalaria,realidad eclesial fundada esen-cialmente en la comunión y enla multiplicidad de los agentesde pastoral, no puede dejar dehacer una elección de la pro-gramación y de la proyectuali-dad para su acción pastoral: suidentidad específica y la fecun-didad de su vida dependen mu-cho de esta metodología cientí-fica, profesional y apostólica.Ella se debe preocupar de “in-troducir elementos evangélicosen el amplio sector de la sani-dad y de la asistencia con pro-yectos de catequesis y forma-ción”, y contemporáneamentesus agentes de pastoral “promo-viendo proyectos que tiendan ahacer más humanos los am-bientes de la salud o cooperan-do en los que ya están en mar-cha, están llamados a ofrecerlesel aporte específico de su visióncristiana del hombre”48.

Se ha afirmado sabiamente

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que “la comunión y la colabora-ción no podrán ser promovidaseficazmente sin el pasaje delactuar improvisado a la proyec-tualidad y sin una coordinacióninteligente de los recursos pre-sentes en la comunidad: los mi-nistros extraordinarios de laComunión, los agentes de pas-toral y sanitarios, los volunta-rios de las diferentes asociacio-nes, los familiares de los enfer-mos y los mismos enfermos”49.

4.2 La capellanía está llama-da a ser una comunidad misio-nera; por consiguiente a todossus componentes se les pidecontar con requisitos específi-cos, necesarios para ser eficacesobreros de la evangelización enla viña del Señor.

Ante la falta todavía de pu-blicaciones y estudios que indi-quen las características más im-portantes de quien está llamadopastoralmente para estar pre-sente y actuar en el mundo de lasalud, he indicado algunos re-quisitos indispensables de losagentes de pastoral de la cape-llanía hospitalaria, identificadosen la vocación al ministeriopastoral, en la madurez humanay cristiana, en la formación es-pecífica, en la espiritualidad delservicio, en el mandato o “mis-sio”. Cada elemento ha sidoprofundizado a la luz de los do-cumentos específicos de la Igle-sia universal y de la Iglesia par-ticular en Italia.

4.3 La capellanía hospitala-ria, como comunidad eclesialpresente y operante en la Sani-dad, para realizar plenamentesu identidad, no puede dejar de

crecer en la convicción de quesu misión esencial y priorita-ria es precisamente evangeli-zar: “La fractura entre Evange-lio y cultura que existe en la so-ciedad italiana se refleja tam-bién en el mundo de la sanidad.El proceso de secularización haatenuado la sensibilidad espiri-tual y moral también de no po-cos creyentes, colocándoles enuna actitud de defensa o hastade rechazo de la trascendenciay de los valores espirituales ymorales”50.

En su compromiso de evan-gelización la capellanía hospita-laria parte de una certeza: “Cru-ce de la humanidad, el mundode la salud es también tierra delEvangelio. En este lugar dondese entrecruzan caminos diferen-

tes, donde conviven generosi-dad y egoísmo, llamamientosmaterialistas y deseo de espiri-tualidad, proclamación de dere-chos e injusticias de hecho, laIglesia está llamada a ofrecer laluz y la orientación del Evange-lio”51. No obstante el proceso desecularización que ha envueltola Sanidad, “el hospital siguesiendo el lugar privilegiado deevangelización”52. Si la evange-lización es y permanece “un ac-to profundamente eclesial”, ella“llama en causa a todos los di-ferentes obreros del Evangelio,cada uno según sus carismas ysu ministerio”53: también la ca-pellanía hospitalaria con cadauno de sus componentes (sacer-dote, diácono, religioso y reli-giosa, laico) advierte esta res-ponsabilidad de vivir y anun-ciar la Buena Nueva del amorde Dios según los dones y losmedios específicos del estado

civil y eclesial de cada uno. Lacapacidad de este organismopastoral son enormes en estecampo y constituyen una rique-za del Espíritu para la iglesia denuestros días.

Los ámbitos más importan-tes de la evangelización de lacapellanía hospitalaria han sidoremarcados en varias ocasionesy en diferentes documentos delmagisterio. Ya en 1989 se indi-caban con extrema claridad loscuatro caminos de la evangeli-zación en el campo sanitario:“A la comunidad eclesial, dehecho, corresponde la tarea deempeñarse a fin de que los va-lores de la vida y de la saludsean respetados y orientadoshacia la salvación y el momen-to de la enfermedad y de lamuerte reciban, además del sos-tén de la ciencia y de la solida-ridad humana, también aquel dela gracia del Señor”54.

La evangelización del mundosanitario, por tanto, comprendelos cuatro aspectos de la exis-tencia humana: por un lado laproclamación y el testimoniodel Evangelio de la vida y de lasalud y, por el otro, la propuestay la luz del Evangelio del sufri-miento y de la muerte. En elprimer ámbito del valor sagra-do e inestimable de la vida, hedesarrollado cuatro empeñosespecíficos: ser ministros de lavida, los problemas y las inte-rrogantes éticas del nacer, lapromoción de la nueva culturade la vida humana, la propuestadel Evangelio de la vida. En elámbito del valor de la salud, hepuesto en evidencia el caminode la promoción de la salud: deaquella del cuerpo a la de lapersona, de la demanda de lasalud a la nostalgia de la salva-ción, de la inicial teología de lasalud al empeño de la encarna-ción del evangelio de la salud.

Para el sufrimiento-enferme-dad he trazado algunos itinera-rios pastorales de evangeliza-ción: vivir el sufrimiento entreresistencia y rendición, promo-ver una nueva conciencia entorno a la enfermedad, volver adar subjetividad a la personaenferma, conjugar el Evangeliodel sufrimiento con el Evange-lio de la caridad. En fin, me hedetenido en la profundización“de la elocuencia de la muertey de la resurrección”, afrontan-do los proflemas éticos de la

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muerte y del morir, el segui-miento espiritual y pastoral delos moribundos, la celebracióndel misterio pascual en la exe-quias, la presencia junto a laspersonas y a las familias enduelo.

4.4 A nivel teológico-pasto-ral, hoy somos más conscientesde la amplitud de los horizontesde la obra de evangelización enel mundo del sufrimiento, quedebe promover todo lo que pue-de encarnar en la sociedad ac-tual la actividad de Jesús en fa-vor de los que sufren. Paramencionar compromisos con-cretos y urgentes, podemos re-cordar: la defensa de la salud ydel bien del enfermo, la luchacontra la enfermedad y el dolor,sus causas y consecuencias; lacolaboración en el cuidado inte-gral del enfermo en todas susnecesidades; la ayuda a la fami-lia que sufre las consecuencias;la solidaridad en el mundo de lasalud (donación de sangre,transplante de órganos…); lacolaboración a fin de que las es-tructuras, las instituciones y latécnica estén al servicio del en-fermo y no de otros intereses; ladefensa de los derechos del en-fermo; la denuncia de abusos einjusticias en el mundo sanita-rio; la humanización crecientede la asistencia; el acompaña-miento de los enfermos termi-nales55. La capellanía hospitala-ria tiene delante de sí múltiplesoportunidades para vivir suobra misionera y evangelizado-ra en y para la comunidad quetrabaja en las instituciones sani-tarias. A nivel indicativo, heenumerado siete caminos, quesegún mi parecer se presentancomo los más urgentes y losmás apropiados a su vocación ymisión, hoy: el testimonio, el“sacramento de la presencia”que se hace explícita en la visi-ta y en la relación eficaz deayuda, la humanización, elanuncio, los sacramentos, la ca-ridad y el ecumenismo quecomprende también el diálogointerreligioso.

4.5 La capellanía hospitala-ria es la primera responsablede la acción evangelizadora dela institución sanitario-hospita-laria en la que está presente yactúa; el anuncio del Evangeliosigue siendo la misión principal

de su constitución; el testimo-nio de un Dios, amante de la vi-da y de los vivientes, es el cora-zón de cada uno de sus progra-mas apostólicos. Los principa-les destinatarios de su vocaciónevangelizadora pueden reunir-se en tres sectores: los enfermosy sus familiares, consideradoscomo objetivos y sujetos deevangelización; los agentes dela salud en su amplia diversifi-cación de trabajo y en particularlos médicos y los enfermeros;los responsables de la estructu-ra sanitaria, es decir, los prota-gonistas de las dimensiones po-lítico-sociales y “estructurales”.Precisamente en el ámbito sani-tario es más urgente la necesi-dad “de una pastoral más cerca-na a la vida de las personas, me-nos afanada y compleja, menosdispersa y más incisivamenteunitaria”56.

4.6 He concluido el tercercapítulo, el más amplio, afir-mando que la capellanía sepuede calificar como “labora-torio de experiencias” de laIglesia sanante, porque, comocualquier otra comunidad cris-tiana, debe experimentar en pri-mera persona la curación delmisterio pascual para transfor-marse en comunidad que sana alos que es enviada con su men-saje evangélico. Si la capellaníahospitalaria desarrollará biencotidianamente su misión entrelos enfermos y los agentes sani-tarios, será “letra de Cristo, co-nocida y leida por todos loshombres y escrita no con la tin-ta, sino con el Espíritu del Diosviviente, no en tablas de piedrasino en tablas de carne” (2Co3,3-4) y sabrá “ encontrar en

las experiencias ordinarias… elalfabeto con el cual componerpalabras que digan el amor infi-nito de Dios”57. De este alfabetoella ya posee algunos verbosbien consolidados en su praxisy en sus proyectos: escuchar ydialogar, acompañar y esperar,ser comunión y ser comunidad,proyectualidad y colaboración,responsabilizarse y responsabi-lizar, evangelizar y humanizar,predicar y curar, acoger y cele-brar, nacer y crecer, vivir y mo-rir en Cristo.

5. La capellanía hospitalariacomo martyria.Testimonio en el territorio

En el último capítulo de labúsqueda, el obejtivo ha sidodetenerme en la capellanía hos-pitalaria como comunidad ecle-sial que se abre al territorio conla tarea del testimonio (marty-ria), es decir, la animación de laparroquia en la promoción de lasalud y en la solicitud haciaquien sufre, echando puentes decomunión y de colaboración:“Son necesarias y urgentesotras integraciones para soste-ner a las familias uniendo losesfuerzos y optimizando los re-cursos disponibles. Es el casode recordar aquí al menos la in-tegración, mediante una ade-cuada formación, entre el mi-nisterio de la consolación y elde la comunión a los enfermos,la fecunda integración entre ca-pellanía hospitalaria y comuni-dad parroquial, la coordinaciónde las asociaciones socio-sani-tarias eclesiales a través del Fo-rum nacional de las asociacio-nes socio-sanitarias”58.

Naturalmente, este pasaje dela pastoral de la salud del hospi-tal al territorio no significa de-jar de lado o abandonar uno pa-ra privilegiar el otro; en cam-bio, comporta el reforzamientodel servicio a los enfermos hos-pitalizados y contemporánea-mente una ampliación de confi-nes, una extensión de responsa-bilidad a favor de la comunidadcivil y religiosa. Además, laapertura territorial constituyeuna verdadera “pro-vocación”también para la capellanía hos-pitalaria que no puede restringirlos intereses de su acción a losangostos recintos de las estruc-turas sanitarias: “Como la sani-

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dad sale progresivamente de losámbitos restringidos del hospi-tal para radicarse y ampliarseen el territorio, también la mis-ma pastoral junto con los quesufren pierde su limitada con-notación de ‘pastoral hospitala-ria’ y se configura cada vez máscomo ‘pastoral de la salud’”59.

Desde fines de los añosochenta la Iglesia italiana hapercibido el problema de la ex-tensión de su pastoral del hospi-tal al territorio y ha solicitado alas comunidades que actuen es-ta conversión “pascual”. De he-cho, en la nota pastoral de 1989se afirmaba que “en la pastoralde la sanidad emergen algunasexigencias de fondo que mere-cen particular atención” y entreellas se inscribía precisamenteesta perspectiva: “El rayo deacción de la pastoral sanitariano puede agotarse en el área delas estructuras de hospitaliza-ción, sino se debe extenderse atodo el terrtiorio en el que sedesarrolla la vida del ciudada-no, redescubriendo la relaciónnatural entre enfermo y familia,familia y comunidad civil yeclesial. El hospital, en efecto,se configura ya como un servi-cio integrado con otras estruc-turas sanitarias y abiertas a laparticipación de los ciudadanosy ya no más el único punto dereferencia para ser curados ysanados”60.

Está madurando en la con-ciencia de la comunidad cristia-na una exigencia inderogable:en la pastoral de la salud de lasinstituciones sanitarias el pri-mer paso que hay que dar es“del capellán a la capellanía”:No se trata de acuñar una pala-bra diferente, sino más bien deindicar una diferente orienta-ción para ‘volver a colocar’ alCapellán en un servicio de Igle-sia, donde el rostro de la Iglesiasea transmitido a través de unamultiplicidad de servicios y decolaboraciones más ampliastanto intra como extra hospita-larias”61.

Es necesario, luego, un se-gundo pasaje, “de la capellaníahospitalaria a la comunidadeclesial del territorio”: “Unacapellanía que no esté proyec-tada en el territorio permanecedisminuida y destinada a recaeren el aislamiento”62. Por “co-munidad cristiana del territo-rio” entendemos la comunidad

eclesial que toma el rostro de laIglesia particular o diocesanade la parroquia de pertenencia,de la vicaría o decanato, de laeventual “unidad pastoral” delas comunidades de los religio-sos y de las religiosas, de lasasociaciones eclesiales o gru-pos o movimientos. Más con-cretamente, en esta investiga-ción se ha hecho referencia so-bre todo a la parroquia. Cierta-mente, se requiere una verda-dera conversión pastoral departe de los sacerdotes capella-nes y de los demás agentes depastoral, con repercusiones deenriquecimiento recíproco:buscando pistas de colabora-ción, la capellanía trabaja tantopara el reforzamiento de su ex-periencia como para su futurode Iglesia que cura y sana.

5.1 Capellanía hospitalaria yparroquia, una relaciónenriquecedora

De parte de los obispos italia-nos ha habido particular aten-ción tanto hacia la parroquiacomo a la pastoral de la salud:en el 2004 prepararon una bellanota pastoral sobre “El rostromisionero de las parroquias enun mundo que cambia”; el añosiguiente reflexionaron juntossobre la pastoral de la salud du-rante una asamblea general ydespués de pocos meses apro-baron otra nota pastoral: “Pre-dicad el Evangelio y sanad a losenfermos”. “La comunidadcristiana y la pastoral de la Sa-lud” (2006). Me he planteadodos interogantes y he tratado deencontrar también respuestasparticulares. La primera pre-gunta ha sido: “¿Qué puedeofrecer la capellanía hospitala-ria a la parroquia?”. La res-puesta: la capellanía hospitala-ria ayuda a la comunidad cris-tiana del territorio con la visibi-lidad eclesial de todos sus múl-tiples sujetos (sacerdote, diáco-no, religiosos, laicos), con lapropuesta de una comunidadsanante, con la memoria decompromiso constante en lapastoral de la salud. La segundapregunta ha sido: “¿Qué puedeofrecer a su vez la parroquia ala capellanía hospitalaria?”.La respuesta: la memoria de co-munión y de apertura a la Igle-sia diocesana, la apertura al te-rritorio y a las familias, la aten-

ción a las pobrezas antiguas ynuevas de la sociedad.

5.2 Capellanía hospitalaria yparroquia juntas para…

Si la Iglesia italiana hablajustamente hoy de “pastoral in-tegrada”, de unidades pastora-les, de construcción de puentes,de superar la autoreferenciali-dad, podemos deducir que eneste tema también entra la cola-boración entre la capellaníahospitalaria y la parroquia.

Cuando estas dos comunida-des surgen en un mismo territo-rio, no pueden ignorarse recí-procamente. Esta apertura yaestá implícitamente prevista porel mismo Código de DerechoCanónico que, al afrontar el te-ma de los capellanes de todogénero y, por tanto, también delcapellán hospitalario, afirma:“El capellán debe guardar la de-bida unión (texto latino: “debi-tum coniunctionem”) con el pá-rroco en el desempeño de sufunción pastoral”63. Natural-mente, aquí se habla del párro-co del territorio, en el que el ca-pellán ejerce su ministerio. Enla reflexión sobre la capellaníahospitalaria es lícito ampliar es-ta “debida unión” de todos losagentes de pastoral del equipoeclesial con la comunidad pa-rroquial, que evidentemente esnecesario llenar de contenidosy, por consiguiente, de conoci-miento y de colaboración, derelaciones y de camino de ser-vicio para la salud y para losenfermos.

Además, esta “relación” decolaboración entre las dos co-munidades se justifica muchomás a la luz de lo que afirma elmismo Código sobre los debe-res del mismo párroco: “Paracumplir diligentemente su fun-ción pastoral, procure el párro-co conocer a los fieles que se leencomiendan; para ello, visitaráa las familias, participando demodo particular en las preocu-paciones, angustias y dolor delos fieles por el fallecimiento deseres queridos, consolándolesen el Señor…; ha de ayudar conpródiga caridad a los enfermos,especialmente a los moribun-dos, fortaleciéndoles solícita-mente con la administración delos sacramentos y encomendan-do su alma a Dios; debe dedi-carse con particular diligencia a

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los pobres, a los afligidos, aquienes se encuentran solos, alos emigrantes o que sufren es-peciales dificultades”64. La ca-pellanía hospitalaria, con su ex-periencia en este sector, puedeofrecer un aporte al pastor y a lacomunidad del territorio, paracumplir mejor o con mayor “di-ligencia”, uno de sus deberesprincipales.

De manera más específica, laparroquia y la capellanía hospi-talaria pueden enriquecerse enel conocimiento de la identidady de la vida de cada comuni-dad, en el intercambio de losservicios pastorales, en la valo-ración de la Jornada del Enfer-mo, en el conocimiento y en lavisita a los enfermos hospitali-zados del proprio territorio, enla animación de las asociacio-nes y de los grupos, en la pro-moción y en la formación delvoluntariado.

5.3 Capellanía hospitalaria yparroquia para la salud yel cuidado de los enfermos

Para promover la salud lasdos comunidades tienen delan-te de sí un amplio horizonteinexplorado. He tratado de hi-potizar algunos senderos: laconstrucción de una comuni-dad sanada y sanante, el redes-cubrimiento de la concienciamisionera de todos los cristia-nos, la formación de los agen-tes de pastoral, la catequesissobre temas éticos referentes ala vida y al sufrimiento, la soli-citud pastoral hacia las diferen-tes fajas de edad, la educacióna la salud y la promoción de unestilo sano de vida, el conoci-miento de la filosofía de la sa-lud y de la articulación de lasestructuras sanitarias.

También en el cuidado a losenfermos, las dos comunidadespueden colaborar en el conoci-miento del mosaico de las en-fermedades y de los enfermos,en la pastoral holista de la per-sona, en la pastoral de los “sig-nos”, en la pastoral de la conti-nuidad y en la valoración deldomingo y de la eucaristía fes-tiva.

He concluido el cuarto capí-tulo poniendo en evidencia lanecesidad de que la capellaníahospitalaria, alimentándose enlas fuentes de la oración y de laliturgia y abriéndose a los nue-

vos horizontes del teritorio concreatividad pastoral, se volverá“capaz de la gran esperanza” y“ministra de la gran esperanzapara los demás”65: una esperan-za activa que sabe luchar a finde que “el mundo tenga vida yla vida en abundancia” (Jn10,10).

De este modo ella se vuelveobediente a su Señor y realizasu “mandamiento” de perpe-tuar plenamente su memoria:“Cuando Jesús ordena a su co-munidad: ‘Haced esto en me-moria de mí’, pide no sólo quese recuerde y se repita el ritoque Él celebró, sino tambiénque se traduzca en el planoexistencial ese ‘don de sí’ queestá contenido en la fraccióndel pan y en el compartir delcáliz”66.

6. Conclusiones

Al término del largo viaje dela investigación realizada conpaciencia y con entusiasmo enla capellanía hospitalaria, pre-sente y operante en los lugares“sagrados” del sufrimiento y dela salud, como un peregrino queha alcanzado su meta, he tenidoque mirar hacia atrás para“echar cuentas” del estudio rea-lizado.

He recordado arriba las tresfuentes de las cuales he sacadoel material para mi trabajo: losdocumentos del magisterioeclesial, la reflexión de la teo-logía pastoral sanitaria conteni-da en las publicaciones de au-tores de nuestros días, la expe-riencia pastoral personal en elmundo sanitario. Seguidamen-te, he presentado de manerasintética los resultados más in-teresantes alcanzados en elnuevo organismo pastoral: elprimer resultado de la búsque-da ha sido el hecho que la ca-pellanía hospitalaria puede serconsiderada como respuesta dela Iglesia italiana a la voz delEspíritu que en estos últimosdecenios (1960-1990) ha ha-blado de manera fuerte y claraa través de tres acontecimien-tos kairológicos; el segundo re-sultado ha sido la certidumbrede que la capellanía hospitala-ria es un “proyecto a nivel deIglesia” en el mundo sanitariocon un fundamento bíblico-teológico, con una forma pro-

pia específica, con objetivospropios y múltiples sujetos; eltercer resultado ha sido la con-ciencia de que la identidad dela capellanía hospitalaria estáen devenir, es decir, está vi-viendo y vivirá aún una evolu-ción de experiencias en el pró-ximo futuro. Otros resultadosdignos de relieve han sido lacentralidad de la persona delsacerdote capellán en la vidade la capellanía, la valoraciónde todos los carismas del pue-blo de Dios, la amplitud de loshorizontes de la evangelizaciónen la sanidad, la relación entrela capellanía y la parroquia quedebe ser totalmente inventadoy experimentado.

En fin, he enunciado los pro-blemas que siguen sin resolver,conexos con la capellanía hos-pitalaria que esperan una res-puesta de la experiencia pasto-ral, de la reflexión teológica ydel magisterio eclesial durantelos próximos años: el nombremás adecuado, la dimensión ju-rídica y de voluntariado de losagentes de pastoral, la relaciónentre la capellanía y el consejopastoral hospitalario, la posibi-lidad de contar con una capella-nía hospitalaria ecuménica, lanecesidad o posibilidad de ins-tituir un nuevo ministerio paralos miembros operativos de lamisma capellanía.

Sintetizando los elementosde todas las definiciones pro-porcionadas durante la investi-gación, trato de sintetizar y es-pecificar los aspectos más im-portantes de la identidad y de laacción de una capellanía hospi-talaria:

– se funda teológicamente enel mandato misionero que Jesúsha dado a su Iglesia de “predi-car el Evangelio y sanar a losenfermos”;

– está constituida con unmandato jurídico del Obispo dela Iglesia particular para una co-munidad sanitario-hospitalaria;

– está formada por las dife-rentes expresiones del pueblode Dios: sacerdotes, diáconos,religiosas, religiosos no cléri-gos, laicas y laicos;

– desarrolla una acción pas-toral ordinaria en el ámbito sa-nitario a favor de los enfermos,de sus familiares y de los agen-tes de las diferentes categoríasprofesionales y de toda la co-munidad hospitalaria;

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– se propone alcanzar losmúltiples objetivos de las pas-toral de la salud, enumerados enla nota pastoral de 1989 (n. 20)y en la de 2006 (n. 23);

– se concreta en las diferen-tes formas de intervención y deayuda pastoral: humanización,promoción humana, sostén psi-cológico, relación de ayuda, se-guimiento espiritual, evangeli-zación y catequesis, celebracio-nes litúrgicas, gracia sacramen-tal, diálogo ecuménico e inte-rreligioso y construcción depuentes de colaboración con lascomunidades parroquiales delterritorio.

7. Un trabajo deinvestigación como servicioa la iglesia italiana

El trabajo de la presente in-vestigación ha resultado muy

largo y ha requerido tiempo yenergías particulares: ha sidovivido no sólo con el objetivode ofrecer un aporte concreto alcampo de la pastoral de la sa-lud, sino ha sido realizado tam-bién y sobre todo con la inten-ción de desarrollar un servicioútil para la Iglesia presente enItalia. La esperanza secreta esque pueda ser un punto de refe-rencia concreta útil para los ca-pellanes hospitalarios, para losagentes de pastoral de cualquierestado de pertenencia a la co-munidad cristiana, para cual-quiera que quiera la presencia yla acción de Dios y de la Iglesiaen la estación de la salud y delsufrimiento.

El recorrido del itinerario de

estudio ha resultado empeñati-vo y ha superado enormementelas dimensiones previstas. Elproyecto inicial, bosquejado entérminos generales y esquemá-ticos, se ha ido aclarando tal co-mo la investigación ha ido ade-lante: me he dado cuenta quelos horizontes se ampliaban ca-da vez más y se volvían casi unreto. Se ofrece el resultado al-canzado a todas las comunida-des eclesiales y a los indivi-duos, a fin de que obtengan losestímulos necesarios para reali-zar lo que se ha indicado en es-tas páginas.

Alcanzada la meta, soy cons-ciente de haber realizado unaobra que, bajo diversos puntosde vista, puede considerarse in-completa, porque mucho quedapor explorar en la reflexión teo-lógica, hacer proyectos en cadauna de las comunidades y expe-rimentar en el campo. Como el

escriba instruido en el Reino delos cielos, se ha sacado del arcade la vida de la Iglesia “lo nue-vo y lo viejo” (Mt 13, 52), ar-monizados en un único proyec-to pastoral. Es indispensable re-marcar que los límites de la pre-sente investigación están inser-tados precisamente en la natu-raleza del trabajo desarrollado:ha sido la primera vez a nivelnacional que se ha afrontado di-cha temática.

Los límites no deben ser vis-tos como elementos negativos,sino como “pro-vocaciones” y,casi, retos a otros capellanes,agentes de pastoral y teólogos,a fin que continúen a desarro-llar el discurso iniciado para en-riquecerlo y ampliarlo en sus

contenidos y en sus perspecti-vas. La “conclusión”, por tanto,queda “abierta” a otros horizon-tes: el tema de las capellaníashospitalarias es de gran actuali-dad y de gran interés para la mi-sión de la Iglesia.

Padre LEONARDO NUNZIODI TARANTO

Director de la Oficinapara la pastoral de la salud

de la Archidiócesis de Bari-Bitonto,Italia

El P. Leonardo N. Di Taranto, frailecapuchino, es capellán hospitalario desdeel 1976. Desde 1986 es director de la Ofi-cina para la pastoral de la salud de la Ar-chidiócesis de Bari – Bitonto. Desde1997 ha constituido la capellanía hospita-laria, de la que actualmente es coordina-dor en la empresa hospitalaria “Policlini-co Consorziale” de Bari. Para eventualescontactos personales, los interesados pue-den utilizar las siguientes oportunidades:Strada San Girolamo, 34 – 70123 BARI.Tel. 080-5341232; 3389154744. Sitioweb de la capellanía hospitalaria:http://www.cappellaniapoliclinicobari.it

E-mail: [email protected]

El texto de la tesis se ha convertido enun libro: Leonardo Nunzio Di Taranto,La cappellania ospedaliera: cantieredi Chiesa comunionale, prefacio deGiuseppe Cinà, p. 382, Ed. Servi dellaSofferenza, via IV novembre, 41 –74027 S. Giorgio Jonico (TA), tel. 0995918824 – fax 099 5925111; e-mail:[email protected]

Notas1 JUAN PABLO II, Evitar toda forma de

eutanasia, en “DOLENTIUM HOMI-NUM. IGLESIA Y SALUD EN EL MUN-DO”, revista del Pontificio Consejo parala Pastoral de la Salud, n. 58, año XX, n. 12005, 8.

2 M. CORTELAZZO, P. ZOLLI, Dizionarioetimologico della lingua italiana, vol. 1/A– C, Zanichelli, Bologna 1a edizione1979.

3 EDIGEO (a cargo de), EnciclopediaZanichelli, La Repubblica, Roma 1995.

4 G. DEVOTO, G. C. OLI, Vocabolarioillustrato della lingua italiana, Selezionedal Reader’s Digest, Milano, 1983 – vol.1.

5 Dizionario della lingua italiana, Sig-norelli, Milano 1985.

6 CONSULTA NACIONAL CEI PA-RA LA PASTORAL DE LA SALUD, Lapastoral de la salud en la Iglesia italiana.Pautas de pastoral sanitaria (= PSCI), 30de marzo de 1989.

7 Ib., n. 81.8 Cf. JUAN PABLO II, Mensaje con oca-

sión de la XI Jornada Mundial del Enfer-mo, publicado en fecha 2 de febrero de2003, en “DOLENTIUM HOMINUM.IGLESIA Y SAUD EN EL MUNDO”, cit.,n. 51, año XVII, n. 3 (2002), 4-6. En estedocumento la expresión “capellanías hos-pitalarias” es traducida en las lenguasprincipales en los siguientes términos:“chaplaincies” (inglés), “aumoneries”(francés), “seelsorgern” (alemán), “servi-cio de los capellanes” (español). ARCHI-DIÓCESIS DE TURÍN. CURIA ME-TROPOLITANA, Capellanía hospitala-ria. Orientanciones programáticas, en

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“RIVISTA DIOCESANA TORINESE”, fe-brero 2002.

9 Cf. P. SCHREUR, Los laicos en la pas-toral hospitalaria. Una experiencia ho-landesa. En AA. VV., L’operatore pasto-rale nel mondo della salute oggi. Alla ri-cerca di una nuova identità, SALCOM,Brezzo di Bedero (VA) 1971; S. BAMBINI,Nuevas perspectivas de una asistencia re-ligiosa en el hospital moderno, en Actasdel VI Congreso nacional de capellaneshospitalarios capuchinos, La Mendola(Trento) 3-7 setiembre 1973, a cargo deO. NALDINI.

10 G. PEZARD, Hacia nuevas experien-cias pastorales en el mundo del sufri-miento, 69-74 en O. NALDINI, Hombresal servicio de hombres, Actas del Con-greso nacional de los Padres Capuchimoshospitalarios, S. Giovanni Rotondo 15-19de octubre de 1984. Durante dicho Con-greso se pusieron las bases de la futura“Asociación Nacional Capellanes y Reli-giosos Hospitalarios” (A.N.C.R.O.), queposteriormente se convertirá en “Asocia-ción Italiana de Pastoral Sanitaria”(A.I.Pa.S.).

11 S. BAMBINI, Capellanía hospitalariay comunidad cristiana, en “ANIME ECORPI”, revista bimestral médico-psico-lógico-pastoral del sufrimiento, a cargo deO.A.R.I., 136 (1988), 197-212.

12 A. BRUSCO, G. BECONCINI, La cape-llanía hospitalaria: Aspectos teológicospastorales. Experiencias prácticas, en“ANIME E CORPI”, cit., 156 (1991), 381-403.

13 A. BRUSCO, L. SANDRIN, Il cappella-no d’ospedale. Disagi e nuove opportu-nità, Camilliane, Torino 1993, 101-110.

14 S. MARINELLI, Il cappellano ospeda-liero. Identità e funzioni, Camilliane, To-rino 1993, 162-170.

15 R. MESSINA, La Consulta nacional ylas Consultas regionales y diocesanas dela Sanidad, en A. BRUSCO (a cargo de),Consulta Nacional CEI, sanad a los en-fermos, op. cit., 203-212.

16 E. SGRECCIA, La Capellanía hospita-laria: un proyecto de comunidad pastoralen “INSIEME PER SERVIRE”, cit., 3(1990), 42 - 46.

17 A. BRUSCO, G. BECONCINI, La cape-llanía hospitalaria: Aspectos teológico-pastorales. Experiencias prácticas, en“ANIME E CORPI”, cit., 156 (1991), 381-403.

18 CONFERENCIA EPISCOPAL CA-LABRA, CONSULTA REGIONAL PA-RA LA PASTORAL DE LA SANIDAD,Evangelización y testimonio de la caridadhoy, en el hospital. La capelllanía hospi-talaria. Actas del Seminario de estudiopara capellanes hospitalarios, religiosas,agentes sanitarios, Gizzeria Lido (Catan-zaro) 20-21 de abril 1992, Editoriale pro-getto 2000, Cosenza 1992.

19 S. BAMBINI, La capellanía hospitala-ria, en CONSULTA PASTORAL SANI-TARIA REGIÓN LIGURIA, El sufri-miento en el misterio de Cristo, Actas delCongreso Regional, mayo de 1993, Tipo-litografia Emiliani, Rapallo 1993.

20 AA. VV., Proyecto eclesial en elmundo de la salud, Actas del III Congresode la Consulta nacional de la pastoral de laSanidad de la CEI, 23-25 abril 1995, acargo de I. MONTICELLI, SALCOM, Brez-zo di Bedero (VA), 1995.

21 CONFERENCIA ITALIANA DEMINISTROS PROVINCIALES CAPU-CHINOS, SECRETARIADO PARA LAPASTORAL DE LA SALUD, La cape-llanía. Kairós para la pastoral de la sa-lud, Actas del Congreso nacional, Cavalli-no (VE) 6-9 de mayo de 1996, a cargo deM. STEFFAN, Mestre (VE) 1996.

22 Cf. G. DAVANZO, El Capellán hos-pitalario, en S. LEONE, S. PRIVITERA (acargo de), Dizionario di bioetica, EDB-ISB, 1994; cf. también G. DAVANZO, En

los hospitales no sólo los capellanes, en“SETTIMANA”, semanario de actualidadpastoral, EDB, Bologna, n. 15 (1991), 3.

23 Cf. A. BRUSCO, G. BECONCINI, La ca-pellanía hospitalaria. Aspectos teológicosy patorales. Experiencias prácticas, en“ANIME E CORPI”, cit.

24 Cf. A. BRUSCO, Capellanía hospita-laria, en G. CINÀ, E. LOCCI, C. ROCCHET-TA, L. SANDRIN (a cargo de), Dizionario diTeologia Pastorale Sanitaria (= DTPS),Camilliane, Torino 1997, 165-169.

25 Cf. A. BRUSCO, S. PINTOR, Sulle or-me di Cristo medico. Manuale di teologiapastorale sanitaria, EDB, Bologna 1999,209-212.

26 La tesis fue defendida el 24 de octu-bre de 2008 y tuvo como moderador alProf. Giuseppe Cinà, Director por variostrienios, y como ponentes los profesoresLuciano Sandrin y Massimo Petrini, ac-tuales director y vice-director, respectiva-mente, del Instituto Internacional de teolo-gía pastoral sanitaria “Camillianum”, in-corporado a la Pontificia Facultad Teoló-gica “Teresianum” de Roma.

27 GS, 4. Cf JUAN XXIII, Gaudet MaterEcclesia, cit.: EV 1/55*.

28 L. CICCONE, Contribuciones bíblico-teológicas al problema de la salud, enAA. VV., Chiesa e riforma sanitaria, op.cit., 48.

29 Ib.30 E. SGRECCIA, El servicio pastoral en

las nuevas estructuras de las unidades sa-nitarias locales, en AA. VV., Riforma sa-nitaria e comunità cristiana, op. cit., 66.

31 Cf. A. BRUSCO, La pastoral sanitariaen el contexto social actual, en I. MONTI-CELLI (a cargo de), Proyecto eclesial en elmundo de la salud, Actas del III Congresode la Consulta nacional de la CEI para lapastoral de la sanidad, 23-25 de abril de2005, SALCOM, Brezzo di Bedero (VA),1995, 17-46; A. PANGRAZZI, Pastoral dela salud. El curandero herido, en Il regno-attualità, 10 (1998) 351-360; L. SANDRIN,Fragile vita. Lo sguardo della teologiapastorale, op. cit., 83-84.

32 COMISIÓN EPISCOPAL PARAEL SERVICIO DE LA CARIDAD Y LASALUD, Nota pastoral “Predicad elEvangelio y sanad a los enfermos”. Lacomunidad cristiana y la pastoral de la sa-lud, 4 de junio de 2006. En adelante:PVCM.

33 PONTIFICIA OBRA PARA LASVOCACIONES ECLESIÁSTICAS, Nuo-ve Vocazioni per una nuova Europa, Li-breria Editrice Vaticana, Città del Vatica-no 1997, 47.

34 CEI, OFICINA NACIONAL PARALA PASTORAL DE LA SALUD, Solici-tud de salud nostalgia de salvación, VIIJornada Mundial del Enfermo, 11 de fe-brero de 1999, Camilliane, Torino 1998,Colección “Sussidi e Documenti”, n. 4.

35 Ib.36 W. KASPER, Il Dio di Gesù Cristo,

Queriniana, Brescia 1987, 216. 217.37 G. CINÀ, Sufrimiento y salvación.

Fenomenología y reflexión teológica,“Camillianum”. Instituto Internacional deTeología pastoral sanitaria, colección“Sussidi”, n. 1, Roma 1997, 14.

38 L. PINTOR, Servabo. Memoria di finesecolo, Torino, primera edición abril1991, 84.

39 Idem, 85.40 OBISPOS BRASILEÑOS, Missao e

mistérios dos cristaos laigos e leigas, En“Il regno-documenti”, 17 (1999), p. 587.

41 JUAN PABLO II, Exhortación apostóli-ca postsinodal Christifideles laici sobrevocación y misión de los laicos en la Igle-sia y en el mundo, 30 de diciembre de1988 n. 32; en adelante: CfL.

42 Cf PSCI, n. 80.43 PVCM, n. 66.44 PABLO VI, Exhortación apostólica

Evangelii nuntiandi sobre el compromisode anunciar el Evangelio, 8 de diciembrede 1975, n. 66. En adelante: EN.

45 CfL, n. 45; cf EN, n. 67-73.46 CONFERENCIA EPISCOPAL

ITALIANA, Nota pastoral “Regeneradospara una esperanza viva” (1Pt 1,3): testi-gos del grande ‘sí’ de Dios al hombre des-pués del IV Congreso eclesial nacional,29 de junio de 2007, n. 23. En adelante:RSV.

47 Cf. Ib.48 PSCI, n. 21.49 PVCM, n. 59.50 PSCI, n. 21.51 PVCM, n. 18.52 Ib., n. 66.53 EN, n. 78.54 PSCI, n. 1.55 Cf. J. A. PAGOLA, Evangelización y

mundo de la salud, en DTPS, 429.56 CONFERENCIA EPISCOPAL

ITALIANA, Nota pastoral El rostro mi-sionero de las parroquias en un mundoque cambia, 30 de mayo de 2004, n. 21.En adelante: VMPMC.

57 Ib., n. 12.58 OFICINA NACIONAL CEI PARA

LA PASTORAL DE LA SANIDAD, Lafamilia en la realidad de la enfermedad,XVI Jornada Mundial del Enfermo, 11 defebrero de 2008, Camilliane, Torino 2007,n. 5.

59 OFICINA NACIONAL CEI PARALA PASTORAL DE LA SANIDAD, Lacomunidad cristiana lugar de salud y deesperanza, VI Jornada Mundial del Enfer-mo, 11 de febrero de 1998, Camilliane,Torino 1997, n. 2.

60 PSCI, n. 21: “La extensión de la pas-toral del hospital al territorio”.

61 BAMBINI S., Capellanía hospitalariay comunidad cristiana, en “ANIME ECORPI”, 136 (1988) 206.

62 Ib., 209.63 CIC, can. 571.64 Ibidem, can. 529 - § 1; cf CIC, can.

530: “Son funciones que se encomiendanespecialmente a los párrocos las siguien-tes:… 3° la administración del Viático y launción de los enfermos, sin perjuicio de loque prescribe el can 1003, § § 2 y 3; asi-mismo impartir la bendición aspotólica”.

65 Ib., n.34.66 OFICINA NACIONAL CEI PARA

LA PASTORAL DE LA SANIDAD, Lasofferenza è stata redenta, cit., n.4.

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1. La necesidadesde los ingresadosen un hospital

1.1. Aunque atendemos a lamismas personas, suele haberen los hospitales una afable di-sociación entre los represen-tantes de la Iglesia y el perso-nal sanitario; pero una integra-ción entre los dos sólo puedeser beneficiosa, y más hoy, en-frentados cada vez más en elmundo sanitario con crecien-tes perspectivas de graves con-secuencias morales y espiri-tuales.

1.2. El documento Filosofíadel Hospital Dr. Chalmers, deFredericton, Canadá, dondeejercía la pastoral de enfermos(lo que ahora hago a diario enla Unidad de Cuidados Paliati-vos de Algeciras (Cádiz, Espa-ña), reconoce la triple realidadde la persona, cuerpo-mente-espíritu:

Creemos que nuestros me-jores esfuerzos por atender atodas las necesidades del pa-ciente, sean físicas, sociales,emocionales o espirituales, sederivarán del esfuerzo conjun-to de nuestros miembros.

En efecto, porque si hay undesequilibrio entre esos trescomponentes, los otros dospueden verse afectados. Re-cuerdo casos de cómo una en-fermedad orgánica o una crisistraumática (producida, porejemplo, por un grave acci-dente) ha hecho tambalearse lafe cuando no era suficiente-mente fuerte (“¿Por qué tieneque pasarme a mí esto?”); có-mo una grave ansiedad conti-nuada terminaba ocasionandouna disfunción digestiva; o có-mo el no perdón una hija a sumadre (justificable humana-mente, pero no espiritualmen-te) la tenía recluida en Psiquia-tría en mi hospital canadiense,pero, después de hablar y rezarcon ella un par de veces, yaempezaba al menos a recono-cer: “Claro, al fin y al cabo esmi madre”.

Por eso, como dice otro do-cumento de ese hospital, Pro-grama de Visitación Pastoral,«Los agentes de pastoral de-sempeñan una función integraldentro del equipo sanitario».

2. Los sacerdotes,sucesores de los apóstolesy ministros de sanación

Hace ya unos años se referíala Conferencia Episcopal Es-pañola a «la preocupación sa-nante en toda la dinámica de lapastoral diocesana, tomandoconciencia más viva de lafuerza salvadora de la que esportadora una Iglesia fiel a Je-sucristo» (Conferencia Epis-copal Española, 2007: 103-104). Y el primer instrumentoen esa dinámica son los sacer-dotes, sucesores de los apósto-les y llamados a continuar elministerio de Jesús, que «losenvió a proclamar el reino deDios y a curar» (Lc 9,2) encuerpo, mente y espíritu.

A la monja clarisa irlandesaSor Briege McKenna —aquien conocí en Indiana en1978, en un seminario suyosobre oración y sanación—,con un gran ministerio deevangelización y de sanación,y de retiros para sacerdotes (en2006 hasta mil en Ars, el pue-blo de San Juan Vianney), Je-sús le pidió transmitir esto aobispos y sacerdotes: «No eshumildad negar el poder delsacerdocio, pero sí es humil-dad reconocer que Yo los heelegido [...] no porque seansantos [...] sino por mi miseri-cordia, amor y compasión porla humanidad» (McKenna,2005: 92).

Y el Apóstol Santiago, alpromulgar el sacramento de laUnción de Enfermos, institui-do por Jesucristo, dice: «¿Estáenfermo alguno de vosotros?Llame a los sacerdotes de laIglesia, que oren sobre él y leunjan con aceite en el nombredel Señor» (St 5,14).

Qué hermoso es que un sa-

cerdote anime a sus fieles a re-currir a él cuando estén enfer-mos para que les imponga lasmanos y ore por ellos, comohace en la Reconciliación, unode los sacramentos de sana-ción. Porque algunos sacerdo-tes ejercen un poderoso minis-terio de evangelización y sana-ción, como hacía el canadien-se Emiliano Tardif (en procesode beatificación), a quien co-nocí hace muchos años; pero,en realidad, cualquiera deellos, por su consagración, es-tá igualmente equipado por elEspíritu Santo, y, como dice elinternacionalmente conocidojesuita estadounidense RobertDeGrandis, «deben ver el mi-nisterio de sanación sacramen-tal como parte de la vocaciónsacerdotal» (DeGrandis 1996:

62). Efectivamente, los Docefueron enviados «para curartoda clase de enfermedades ydolencias» (Mt 10,1). Unaprueba de que nuestra Iglesianos alienta a ejercer este mi-nisterio es el volumen Prayerfor Healing (‘Oración por sa-nación’), publicado en el Vati-cano, fruto de un coloquio in-ternacional que hubo allí con 1arzobispo, 5 obispos, 8 sacer-dotes, 1 diácono y médico, 1monja y 5 laicos (PontificioConsejo para los Lai-cos/ICCRS, 2005).

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Sacerdotes, visitadores de pastoraly personal sanitario: para una mutua integración

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3. Los agentes de pastoraly la “visita cristiana”del creyente

Cuando en diciembre de1978, hablando con la MadreTeresa en su convento de Cal-cuta, le dije que yo era profe-sor universitario en Canadá,me dijo: “Pues trate usted deirradiar a Cristo como lo quees”. ¿No debería ser éste el le-ma de todos los que atendemosa los que sufren, “irradiar aCristo”? Porque a un enfermose le puede visitar de tres ma-neras muy diferentes:

– como paganos, es decir,diciendo incluso barbaridades:“Desde luego tú no te merecesesto”, “A ver por qué tiene que

mandarle Dios esto si nunca hahecho mal a nadie”; o comouna vez me dijo la tía de unamuchacha en coma terminal:“Esto es una injusticia”;

– como creyentes tibios y“discretos”, incapaces de unapalabra de esperanza cristianay sin ocurrírsenos nunca rezarpor el enfermo ni, como her-manos suyos, interesarnos porsu salud espiritual, por pensarque ésas son “cosas muy per-sonales”; o, como debe ser,

– en visita cristiana, respon-diendo a la revelación de Je-sús: «Estuve enfermo y me vi-sitasteis» (Mt 25,36), que, re-sumiendo, se trata de acompa-ñar al enfermo, sabiendo:

– que estamos allí humilde-mente, pero como «embajado-

res de Cristo» (2Co 5,20), cu-ya constante compañía y la desu Espíritu debemos pedirsiempre en este ministerio;

– que, como nos asegura SanPablo, «nuestra lucha no escontra la carne y la sangre, sinocontra [...] los Espíritus delMal» (Ef 6,12), porque, ade-más de la realidad que percibi-mos sensorialmente, está la es-piritual, en la cual actúa Dios através del Espíritu Santo, perosu enemigo, el demonio, «serpervertido y pervertidor», co-mo lo definió muy bien PabloVI, también inspira a los enfer-mos angustia, miedo, desespe-ranza y rebelión contra Dios;

– que, en su estado debilita-do, esos enfermos son vulnera-

bles a sus ataques, pero tam-bién a la gracia de Dios, y queesa gracia debe fluir a travésde nuestro ministerio, asegu-rándoles que Jesús los tieneabrazados a la misma cruz enla que murió por ellos;

– que, por tanto, tenemosque discernir el grado en quedebemos ayudarles a encontrara Dios, explicándoles que ve-nimos de Dios y vamos a Él, yque Él mismo, aunque no seden cuenta, dice: «En su an-gustia me buscarán» (Os 5,15);

– que, por eso, debemos pro-curar que esa experiencia dolo-rosa sirva para que se acerquenmás a Dios y comprendan quesu sufrimiento les está purifi-cando espiritualmente, la sana-ción más importante, por la

que ellos, como Cristo, vence-rán a la muerte;

– que, aparte de incluirlos ennuestra oración diaria de inter-cesión, debemos procurar re-zar con ellos pidiendo que Je-sús los llene de su paz y, siem-pre con discernimiento, por susanación o el alivio de sus do-lores; pero que no sea nuncaun encuentro meramente so-cial.

Dioni, de 65 años, antes demorir en Cuidados Paliativos,me dejó un casete de cuandoera por toda Europa “La In-dia”, una de las primeras can-toras en la compañía de la fa-mosa Pilar López. El casete setitula Amor y espinas, un títulotan apropiado, como le expli-qué a Dioni con palabras váli-das para cualquier enfermo:“Jesús, que murió por tu salva-ción y te ama con amor infini-to está a tu lado, dejándotecompartir sus espinas“: amor yespinas. Carlos, de 57 años,también en Paliativos y parali-zado, después de ganarse la vi-da durante años como ferozmercenario y dirigiendo misio-nes peligrosas y siempre mor-tíferas, se había arrepentido laprimera vez que enfermó, yahora sabía que el Señor esta-ba con él, y agradecía mi ora-ción y a veces tenía que quitar-le las lágrimas.

4. Oración y sacramentosen la pastoral de enfermos

4.1 Nuestra oración – tematratado ampliamente en mi li-bro Estuve enfermo y me visi-tasteis – debe ser siempre es-pontánea (aunque a menudo,según las circunstancias, aca-bemos juntos con un PadreNuestro, Ave María y Gloria)y, por supuesto, variará con ca-da persona. Así establecemosla necesaria intimidad para irdescubriendo problemas comodesesperanza, alejamiento dela Iglesia o incapacidad paraperdonar. Por eso el conocidopsiquiatra y diácono francésPhilippe Madre – convertido alver sanar a una esquizofrénicatras dos horas de oración – di-ce que parte de la vocación delsanitario es ayudar al enfermoa abrir su corazón. Mi propiaexperiencia es que sólo así se

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llega a una beneficiosa confe-sión no sacramental que puedeconducir a la sacramental conel sacerdote.

4.2 Pero unos llevan la en-fermedad con verdadera fe, co-mo Harry, un amigo canadien-se no católico, que dos días an-tes de morir, me dijo: “¡Peroqué ganas tengo de encontrar-me con mi Creador!”; o comoÁngel, un drogadicto murien-do de SIDA, que, mirando suBiblia (que conocía gracias aunos hermanos evangélicos)me decía: “Yo sé que Él estáahí”. Pero otros están con mie-do a morir o con heridas delpasado que requieren “sana-ción interior”. Y nuestra “mi-sión sanadora” la llevamos acabo acompañando, escuchan-do y transmitiendo el consuelode la Palabra de Dios, como enIsaías 43,5: «No temas, que yoestoy contigo»; o Filipenses4,6-7, sobre cómo obtener esapaz de Dios que «supera todoconocimiento».

4.3 Pero a veces hay que re-zar para que puedan perdonar,un tema recurrente en el con-greso de la Fundación MédicaCristiana Internacional, al queen 1984 me invitó su presiden-te, el cirujano estadounidenseWilliam Reed, autor de un li-bro sobre la atención a toda lapersona: cuerpo, mente y espí-ritu (Reed, 1995). Recuerdo eltestimonio de William Wilson(catedrático de Psiquiatría ydirector del Programa de Psi-quiatría Cristiana en la presti-giosa Duke University) sobrela total sanación hacía cincoaños, a base de sesiones deoración, de una migraña deocho años incurable cuando laenferma pudo por fin perdonara su muy infiel marido.

Si tenemos en cuenta el as-pecto espiritual de los enfer-mos procuraremos saber si hayalguien a quien no puedan per-donar, sabiendo que eso estáhaciéndoles tanto daño. Ya sa-bemos, y nos lo confirma Phi-lippe Madre, que una de lasmejores maneras de orar porsanación con los enfermos esdespertarles la necesidad deperdonar o de pedir perdón.

4.4 Además, debemos ani-mar a enfermos y familiares

alejados de la Iglesia a recon-ciliarse con ella, asegurándolesque una sola Misa o, para elenfermo, la Unción, vale másque todas las estampas y quetodas las flores y velas quepuedan poner a las imágenes.

4.5 Respecto a la Unción yal enfermo, el Catecismo(1516) advierte: «Es deber delos pastores instruir a los fielessobre los beneficios de este sa-cramento» – también el médi-co debe ofrecer al enfermo,por su bien, el tratamiento queno ha pedido – y «Los fielesdeben animar a los enfermos allamar al sacerdote para recibireste sacramento» , aunque diceel Derecho Canónico (1007):«No se dé la Unción de los En-fermos a quienes persistenobstinadamente en un pecadograve manifiesto». Una de lasrazones para que el agente depastoral intime con el enfermoy sus familiares.

Hablando de sacramentos,una tarde en Vaasa, Finlandia,entré a hablar con el párrocode una iglesia luterana y, co-mentándole el índice tan altode suicidio en ese país y en Ja-pón, me contestó con totalconvicción que era mucho me-nor entre católicos por poderacudir al sacramento de laConfesión. Pues bien, pense-mos los que atendemos a losenfermos que recibir o no lossacramentos puede suponerlessu salvación eterna o su suici-dio espiritual

4.6 Finalmente, no olvide-mos interceder con el enfermopor el personal médico: médi-cos, enfermeras, celadores, esdecir, por cuantos tienen querelacionarse de alguna formacon los pacientes, para queDios les ayude en su trabajo yen sus decisiones.

5. La experiencia ecuménicae interreligiosa en lapastoral

Personalmente me encantarezar por un enfermo, porejemplo, evangélico, mejoraún con sus familiares presen-tes, porque eso es fomentar elecumenismo. Y guardo recuer-dos muy gratos de hombres ymujeres marroquíes a quienes

he atendido en Cuidados Palia-tivos, de su afabilidad y agra-decimiento por mi visita, porun beso, por un abrazo (siem-pre recíprocos) y por rezar conellos a ese Dios único nuestropidiendo su misericordia, acla-rándoles que yo lo hago a tra-vés de Jesús. Me gusta hablarcon ellos de las figuras bíblicasque tienen en su Corán, porejemplo: Adán (aunque arre-pentido y, por tanto, no trans-mitiendo el efecto del pecadooriginal), Noé, Abraham (pa-dre de la fe, de cuyo hijo Isma-el provienen los árabes), Lot(que predicó contra la homose-xualidad), Jacob, José, Moisés(a quien creen que Dios dio laTorá), David (a quien creenque dio los Salmos), Salomón,Elías y Eliseo, Job, Jonás (quesí consiguió convertir a Níni-ve), Zacarías, marido de Isa-bel, Juan el Bautista, la VirgenMaría (la mujer más veneradapor ellos, a quien el Ángel Ga-briel anunció el nacimiento desu hijo), y Jesús (el profetamás grande después de Maho-ma), a quien creen que Diosdio los Evangelios, obró mila-gros y sanó, subió al cielo yvolverá al final de los tiempos(caracterizados por la relaja-ción moral, señales en el cieloy aparición del Anticristo),aunque sin creer en su muertey resurrección). El Ángel Mi-guel es, como para nosotros, elprotector (es para el pacientemusulmán una agradable sor-presa si le doy su estampa conla oración en árabe).

No ignoremos nosotros queel Catecismo (citando Lumengentium, Vaticano II) nos dice:

El designio de salvacióncomprende también a los quereconocen al Creador. Entreellos están, ante todo, los mu-sulmanes, que profesan tener lafe de Abraham y adoran connosotros al Dios único y miseri-cordioso que juzgará a los hom-bres al fin del mundo (841).

6. El personal sanitario antela persona completa:cuerpo, mente y espíritu

6.1 El ateo Alexis Carrel,Premio Nobel de medicina de1912 (por sus transplantes devasos sanguíneos y órganos ypor la sutura vascular), se con-

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virtió al ver en Lourdes cómouna enferma con peritonitis tu-berculosa y en estado preagó-nico, caquéxica y con el vien-tre hinchadísimo, se curaba to-talmente. Y escribía despuésque la oración «Es el único po-der en el mundo que parecevencer las llamadas “leyes dela naturaleza”».

Viendo a diario en la UCP lacompasión y el afecto de todosu personal sanitario, sin ex-ceptuar el de la limpieza, mepregunto si se dan cuenta deque es Dios quien pone esossentimientos en su corazón.Philippe Madre afirma, con sudoble gran experiencia médicay espiritual, que “la prioridadpara el personal sanitario esejercer la misericordia”.

He mencionado al cirujanoWilliam Reed, y su enfoqueintegral de la persona: cuerpo,mente y espíritu, pues, comodecía el influyente médico sui-zo cristiano Paul Tournier(1965: 61): El hombre – cuer-po, mente y espíritu – es unaunidad. La vida que vive en sucuerpo corresponde con la vi-da que vive en su mente y lavida que vive en su espíritu[...] El espíritu [...] no es ni lamente ni el cuerpo. Constituyela relación personal del hom-bre con Dios, y moldea lamente y el cuerpo de acuerdocon esa relación.

Y en cuanto a los médicos,ojalá cada uno de ellos o ellasreconociera que, como dice ellibro del Eclesiástico o Siráci-da: Él es quien da a los hom-bres la ciencia, para que lo glo-rifiquen por sus maravillas.Con las medicinas el médico

cura y elimina el sufrimiento[...] También ellos rezan al Se-ñor, para que les conceda po-der aliviar el dolor, curar la en-fermedad y salvar tu vida(Eclo 38,6-7, 14).

6.2 En 1981 dos de misalumnas enfermeras en uno demis cursos sobre comunicaciónno verbal (donde tratábamoslos diversos aspectos de la inte-racción enfermera o médico-paciente), me recomendaronun valiosísimo libro de dos en-fermeras sobre la atención es-piritual en su profesión (Fish yShelly, 1978). En él nos asegu-ran que «la enfermedad afectaa una persona en su totalidad,no únicamente su cuerpo o sumente o su espíritu», y que «laatención de la enfermera debeenfocarse en la persona comouna unidad» (p. 32); y hacenhincapié en que la enfermerapuede y debe ser para sus pa-cientes «un canal del amor deDios» (p. 49), y citan el libroInterpersonal Aspectos of Nur-sing, de una conocida profeso-ra estadounidense de enferme-ría, Joyce Travelbee, que murióa los 47 años: Una enfermerano se esfuerza sólo por mitigarel dolor físico o proporcionarcuidado físico, sino que atien-de espiritualmente a la perso-na. La enfermera se preocupadel individuo, no una parte desu cuerpo. La existencia delsufrimiento, físico mental o es-piritual, es lo que concierne ala enfermera» (p. 59).

También dicen que «uno delos recursos personales de laenfermera es el conocimientode las Escrituras para poderutilizar la Palabra de Dios tera-péuticamente» (p. 110); porsupuesto, no usándola indiscri-minadamente, sino siemprecon discernimiento.

Una amiga enfermera cana-diense, Lynn Young, pudo ga-narse a una paciente muy desa-gradable, a quien las demásevitaban, en cuanto pidió ayu-da a Dios. Y pienso en la ex-enfermera Barbara Shlemon(famosa por su ministerio, suslibros y su centro de interce-sión en Florida), a quien cono-cí en 1978 dando aquel semi-nario sobre oración y sanacióncon Sor Briege McKenna. Suvida había cambiado cuandoen 1964 una joven enferma,

comatosa, con el abdomen co-mo si estuviera de nueve me-ses, sin pelo, amarilla, ajena acualquier estímulo y respiran-do ya muy mal, después de re-cibir una noche la Unción deEnfermos y de rezar Barbarapor ella, al día siguiente estabasentada en la cama tomándoseun bol de sopa.

Recuerdo con cariño a la en-fermera canadiense que meatendía cuando llegaba a Ur-gencia con un ataque asmático.Años después tuve el privile-gio de ayudarla espiritualmen-te y llevarle la Comunión co-mo enferma terminal. Por cier-to, William Reed, que siemprereza por el paciente mientrasestá operando, dice en su cita-do libro que el quirófano es unlugar donde las vidas pendensuspendidas entre la vida y lamuerte. Allí el alma duerme, elcuerpo está insensible y el es-píritu se cierne en comunióncon Dios. En las manos del ci-rujano y del anestesista estánno sólo una vida, sino el almay el espíritu capaces de ser in-fluidos para bien o para malpor palabras, actos o pensa-mientos (pp. 23-24).

Y el catedrático de medicinae investigador italiano Giusep-pe Moscati († 1927), canoniza-do en 1987 por Juan Pablo II,decía: Bienaventurados noso-tros los médicos si recordamosque, además de los cuerpos, te-nemos ante nosotros a las al-mas inmortales que necesitan,como indica el precepto evan-gélico, que las amemos comoa nosotros mismos. Ahí está lasatisfacción, y no en oír quenos proclaman sanadores delmal físico (Sicari: 181).

También decía aquel santomédico, con su agotadora jor-nada de médico, que «Quiencomulga todas las mañanastiene consigo una energía queno disminuye nunca» (Sicari:174). Fue muy hermoso oír enel congreso antes mencionadolos testimonios de aquellosmédicos – que rezan con supersonal y sus pacientes – so-bre curaciones extraordinariasy hasta milagrosas y de su pro-pia conversión. Yo mismo mebeneficié al curarme de mi te-rrible asma bronquial de sieteaños después de rezar por míWilliam Reed. Y no me extra-ñó que él, aunque episcopalia-

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no, leyera del libro del Ecle-siástico o Sirácida (uno de lossiete no incluidos en su Bi-blia): Hijo, en tu enfermedad,no te desanimes, sino ruega alSeñor, que él te curará. Apartetus faltas, corrige tus acciones,y purifica tu corazón de todopecado [...] Luego recurre almédico, pues el Señor tambiénlo ha creado; que no se apartede tu lado, pues lo necesitas,hay momentos en que la solu-ción está en sus manos. Tam-bién ellos rezan al Señor paraque les conceda poder aliviarel dolor, curar la enfermedad ysalvar la vida (Eclo 38, 9-14).

7. Un ministeriopara el futuro

Hay tanto más, que mencio-naré sólo lo que llamo mi “mi-nisterio fotográfico”. Sólo oca-sionalmente y con discerni-miento, aprovechando mi afi-ción seria a la fotografía, me

gusta proporcionarles algo queluego los familiares valoraránmuchísimo: como el retrato fa-miliar de Generosa con su ma-rido, sus hijos y el perrito, re-cuerdo de cuando los domin-gos la bajaban al patio en unasilla de ruedas; o, para Andrés,el de él con su tío Manolo, uncampesino sencillo y cariñoso,a quien acompañaba constan-temente: “Cada vez que ahorapaso por la foto, me vienen laslágrimas a los ojos”. Para míes una manera más de llevarlesel amor de Jesús y confirmarsus palabras: «Hay más felici-dad en dar que en recibir»(Hch 20,35). Aunque, comodecía Juan Pablo II, «Empeza-mos imaginando que les esta-mos dando a ellos; terminamosdándonos cuenta de que ellosnos han enriquecido».

Prof. FERNANDO POYATOSProfesor Emérito

Universidad de New Brunswick,Canadá

Bibliografía

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Pontificio Consejo para los Lai-cos/ICCRS. Prayer for Healing (Oraciónpor sanación). Roma, 2003.

DEGRANDIS, ROBERT. El ministerio desanación. Madrid: SERECA, 1996.

FISH, SHARON Y JUDITH ALLENSHELLY. Spiritual Care: The Nurses’sRole (Atención espiritual: la función delas enfermeras). Downers Grove: Inter-Varsity Press, 1978.

MCKENNA, BRIEGE. Los milagros síexisten, p. 92. Madrid: SERECA, 2005.Miracles Do Happen. Ann Arbor: Ser-vant Publications, 1987.

POYATOS, FERNANDO. I Was Sick andYou Visited Me: A Spiritual Guide forCatholics in Hospital Ministry. NuevaYork: Paulist Press, 1999. Estuve enfer-mo y me visitasteis: testimonio de pasto-ral sanitaria. Barcelona: Centro de Pas-toral Litúrgica, 2002.

REED, WILLIAM S. Surgery of theSoul: Healing the Whole Person: Spirit,Mind and Body (Cirugía del alma. Sanara toda la persona: espíritu, mente y cuer-po). Tampa: Christian Medical Founda-tion, 2ª ed. 1995.

SICARI, ANTONIO. Retratos de santos.Vol. 2. Madrid: Ediciones Encuentro,1996.

TOURNIER, PAUL. The Healing of Per-sons (‘La sanación de las personas’). SanFrancisco: Harper&Row, 1965.

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En este momento de verifi-cación y de reestructuración dela asistencia sanitaria en Esta-dos Unidos, es oportuno exa-minar brevemente un aspectoimportante de la sanidad cató-lica, es decir, la asistencia pas-toral a nuestros pacientes. De-bido al factor económico de lalegislación sanitaria de Oba-ma, las preocupaciones espiri-tuales podrían pasar en segun-do plano, pero no debe ser así.Dichas preocupaciones se re-fieren a las autorizaciones y auna cooperación inmoral enmateria de aborto y falta deprotección de los derechos deconciencia de los trabajadoresen el ámbito de la salud.

Se necesita la revisión de lapastoral por tres motivos:

1) los componentes espiri-tuales de la salud y del bienes-tar son reconocidos cada vezmás como aspecto legítimo dela medicina1;

2) Después del Vaticano IIse verificó un cambio en el mi-nisterio hospitalario católicoque pasó del gobierno clericala una orientación laica2;

3) En fin, se ha cuestionado

la identidad católica de nuestrosistema de asistencia sanitaria3.Esta última preocupación notiene un origen reciente.

Hace quince años el P. Ri-chard McCormick, SJ, escribióun importante estudio bajo eltítulo “El hospital católico ac-tual: misión imposible”4. Susíntesis fue desalentadora. Endicho estudio se afirmaba que“las circunstancias de los últi-mos años del Novecientos deEstados Unidos han debilitado,y a veces incluso disuelto, lacultura católica de las estructu-ras sanitarias, la fuerza y el po-der transformadores de su vi-sión”5. ¿Estaba justificado elpesimismo del P. McCormick?

La Asociación Médicos Ca-tólicos de Chicago consideraque la identidad católica denuestros hospitales radica úni-camente en sus programas pas-torales.6 Si el P. McCormicktenía razón al pensar que lacultura del hospital católico esanómala o está ausente, enton-ces nuestros programas correnun peligro serio. Pero ¿las co-sas están realmente así?

Materiales y métodos

La Asocación Médicos Cató-licos de Chicago ha efectuadouna encuesta en 21 hospitalescatólicos de la Archidiócesis.El objetivo de dicha encuestaera “tantear el pulso” de la mi-sión católica de nuestros hospi-tales. Con esta finalidad se pre-paró un simple cuestionario deuna página (Figura 1) que fueenviado a los directores pasto-rales de los hospitales, de con-formidad con el Directorio Ofi-cial Católico de 20097. El cues-tionario fue enviado junto conuna carta de introducción y lasinstrucciones para devolver laencuesta. Para simplificar elanálisis, la mayor parte de laspreguntas tenía la fórmula “Sí –No”. Se dividió en cinco gran-des categorías: identificación,Misa, Sacramentos, ética y pla-nificación familiar natural(PFN). La encuesta se puedever en la Figura 1). Desde elmomento que la encuesta noincluía a los pacientes, no se re-quirió la aprobación del Comi-té institucional de revisión. Lasrespuestas eran voluntarias y

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Asistencia pastoral “Chicago Study”

Nombre del hospital: _____________________________

11.. IIddeennttiiffiiccaacciióónn::a. ¿Hay imágenes católicas (estatuas, cuadros, crucifijos)? Sí___ No___b. El hospital ¿puede ser identificado como católico? Sí___ No___c. ¿La palabra “católico” está presente en la declaración de intentos? Sí___ No___

2. Capilla:a. ¿Hay una capilla? Sí___ No___ b. ¿Está abierta todos los días? Sí___ No___c. ¿Se celebra la misa en ella? Indicar cuando, o colocar una X en L M M J V S Dd. En el momento de la hospitalización, ¿los pacientes católicos reciben

informaciones sobre el horario y el lugar con se celebra la Misa? Sí___ No___3. Sacramentos:

a. ¿Cuántos son los miembros del personal de pastoral? (equivalentes a tiempo completo) Número_____b. ¿El Sacramento de la Unción de los Enfermos es disponible 24 horas por día? Sí___ No___c. ¿Es administrado por un sacerdote interno o por el párroco del paciente? En casa ___ Parroquia___d. ¿La comunión es dada por ministros de pastoral? Sí___ No___e. ¿La confesión es ofrecida por un sacerdote si el paciente lo requiere? Sí___ No___

4. Comité de Etica:a. ¿Hay un sacerdote católico en el Comité de Ética? Sí___ No___b. ¿El Comité de Ética está guiado por las Directivas éticas y religiosas? Sí___ No___5. ¿Hay disponibilidad de la Planifiicación Familiiar Naaturaal para las mujeres que la requieren? Sí ___ No___

Se ruega indicar otros servicios católicos que eventualmente ofrece el hospital.Se agradecerá eventuales comentarios.Se ruega emplear el sobre autodirigido y franqueado para despachar el cuestionario.

Figura 1. Checklist del hospital

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no se proporcionaron incenti-vaciones.

Resultados

Respuesta:Han respondido 20 de 21 hospi-tales. Un miembro de la Aso-ciación Médicos Católicos deChicago ha llenado el formula-rio del hospital que no ha res-pondido. Dado que las pregun-tas tenían carácter objetivo, nose ha considerado que esto po-dría perjudicar la encuesta y,por tanto, se han incluido susrespuestas.

Identificación:Los 21 hospitales estaban

identificados como católicos.

Santa Misa:Quince de los hospitales en-

cuestados han respondido queen su capilla se celebra una mi-sa cotidiana. Cinco hospitalescelebran la Misa seis veces porsemana y un hospital dos vecespor semana.

Sacramentos: En diecinuevehospitales los sacramentos es-tán disponibles 24 horas pordía, en uno 16 horas por día yen otro no se especifica. El per-sonal de pastoral de tiempocompleto está formado por 86personas, de las cuales 52 sonreligiosos.

Ética:Diez entervistados (47,6%)

han respondido que tienen unsacerdote en el comité ético. Lafalta de suficientes datos no hapermitido determinar si los co-mités éticos están guiados porlas Directivas Éticas y Religio-sas de la Conferencia de Obis-pos católicos de Estados Uni-dos. Por tanto, este resultado noha sido incluido en el análisisfinal8.

Planificación Familiar Natu-ral (PFN)

En todos los hospitales, conexcepción de uno, no hay dis-ponibilidad de la PFN. Por estemotivo, este dato no ha sido in-cluido en nuestro análisis final.

Los resultados merecen algu-nos comentarios. De los 21 hos-pitales con programas de asis-tencia pastoral (el 95%), han

respondido 20. Para un cuestio-nario con base voluntaria, es unbuen porcentaje. El cuestiona-rio correspondiente al hospitalque no ha respondido ha sidollenado por un médico de laAsociación Médicos Católicosde Chicago teniendo en cuentael personal. Todos los hospita-les son identificados como ca-tólicos. Esto se refiere no sóloal nombre sino también a lapresencia de estatuas de santos,crucifijos y otras imágenes sa-gradas. En tres cuartos de loshospitales (15 de 21) se celebrauna misa diaria en la capilla. Unhospital tiene una sola Misa porsemana. En diecinueve hospita-les (91%) hay la disponibilidadde los sacramentos 24 horas pordía, siete días por semana. Esinteresante el gran número delpersonal en servicio: ochenti-seis a tiempo completo, es de-cir, 4.1 personas por hospital.De este personal, cincuentidosson religiosos y treinticuatroson laicos. Hay que poner derelieve también la presencia dedoce capellanes no obstante lareconocida carencia de sacerdo-tes. Cerca de la mitad de loshospitales tienen un sacerdoteen los comités de ética. En fin,la planificación familiar naturalprácticamente no es promovidapor ningún hospital. Un hospi-tal no cuenta con una unidad deobstetricia y ginecología.

Discusión

La asistencia sanitaria católi-ca (o por lo menos el compo-nente hospitalario de estos cui-dados en Estados Unidos), sepuede remontar a 1823, cuandoS. Elizabeth Seton y las Herma-nas de la Caridad comenzaron aformar parte de la Enfermeríade Baltimora que luego se con-virtió en el hospital de la Uni-versidad del Maryland9. Des-pués de Sor Seton, muchas ór-denes más de religiosas funda-ron hospitales. El primer hospi-tal de Chicago fue fundado porlas Hermanas de la Misericor-dia en 1851 y de manera apro-piada fue llamado Hospital dela Misericordia10. En la mayoríade los casos, estos hospitales re-ligiosos estaban organizadospara satisfacer una necesidad deasistencia sanitaria a los inmi-grados pobres. Las personas so-

cial y económicamente acomo-dadas tenían sus clínicas priva-das.

En 1990, el 12,5% de loshospitales, el 15,1% y el 15,6%de los internamientos han sidoprerrogativa de la sanidad cató-lica. Si se considera el debateactual sobre la asistencia sanita-ria es importante notar que el14,5% de los gastos de los ser-vicios sanitarios (80 mil millo-nes de dólares de un total de512 mil millones) es sostenidopor los hospitales católicos11.

Las estadísticas nos dicen só-lo esto. Mucho más importantees lo que las religiosas hanaportado en el ámbito sanitario.Antes de ser enfermeras o ad-ministradoras, ellas han sido re-ligiosas. Antes de llegar a lasunidades hospitalarias, hantranscurrido sus años de forma-ción en sus noviciados y con-ventos, y se han perfeccionadoen una vida religiosa dedicada aDios y al servicio de los demás.

Su misión permaneció inva-riada sustancialmente hastadespués del Concilio VaticanoII, cuando la disminución de lasreligiosas en los hospitales re-quirió un nuevo planteamiento.Al mismo tiempo, se verificótambién una disminución de lasvocaciones sacerdotales. Antesdel Concilio Vaticano II la pas-toral consistía en la presenciade un capellán que realizaba unministerio sacramental: decía laMisa, distribuía la comunión,confesaba y administraba la ex-trema unción. También teníadisponibilidad para los consejosy el apoyo espiritual. Con la re-ducción del número de los sa-cerdotes y de las religiosas, ne-

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cesariamente hubo un aumentode los ministros laicos. Inciden-tal y paralelamente, se verificótambién un cambio en el comitéde control de los hospitales ca-tólicos que pasó de las religio-sas de las varias órdenes a lai-cos que a menudo no contabancon los años o los decenios deformación religiosa que habíantenido ellas.

Antes del Vaticano II, elacento se ponía en los sacra-mentos: Misa, Comunión, Pe-nitencia y Extrema Unción.Luego, debido a la disminucióndel número de sacerdotes, severificó obviamente un cambioen el ámbito del counseling sa-nitario, que incluye el apoyo alos enfermos terminales, la ela-boración del duelo, la asistenciaen las protestas, y la terapia desostén. Se piensa que mientraslos cursos de pastoral y decounseling y los programasacadémicos permanecerán dis-ponibles en Internet, seguiráadelante esta tendencia. De he-cho ha surgido una verdadera yreal industria que comprendeseminarios, retiros y cursos dedoctorado (MA y Ph.D.) paraproporcionar certificados aca-démicos obligatorios como re-quisito para ejercer la asistenciapastoral12.

Los resultados del ChicagoStudy ponen en evidencia quela pastoral en los hospitales ca-tólicos de la ciudad es firme yestá bien sostenida por los con-sejos de administración, los ad-ministradores delegados y lasadministraciones de los 21 hos-pitales católicos. Es un dato quenos anima. Debido a este empe-ño para afirmar la identidad ca-tólica de los hospitales, la Aso-ciación Médicos Católicos deChicago considera que, en loposible, los médicos católicosdeberían confiar sus pacientes alos hospitales católicos.

Sin embargo, en estos hospi-tales debemos considerar la fal-ta de empeño en lo que respectala planificación familiar natu-ral. Se trata de un aspecto im-portante de la pastoral sanitariay nosotros animamos una ma-yor promoción.

En fin, mientras los coordina-dores de pastoral cada vez másestán mejor formados y sonmás profesionales (consideran-do el número de workshop ycursos de doctorado), no deben

perder de vista el papel prima-rio de los Sacramentos en la sa-nidad católica y, en último aná-lisis, la salvación eterna de lasalmas de nuestros pacientes. Lapastoral sanitaria debería pro-mover el primado de los sacra-mentos: la Misa, la Comunión,la reconciliación y el sacramen-to de los enfermos. Este énfasises articulado específicamentepor los obispos locales cuandosupervisan la “celebración delos sacramentos a favor de losenfermos en ambientes sanita-rios.”13

Se podría observar que lapastoral no es una prerrogativade los hospitales católicos. La“Joint Commission on Accredi-tation of Healthcare Organiza-tions” (JCAHO) tiene líneasguía pastorales y todos los prin-cipales centros sanitarios no ca-tólicos tienen departamentospara la asistencia pastoral. Setrata del Northwestern Univer-sity Medical Center, de la Uni-versity of Illinois Hospital, y dela University of Chicago Hospi-tal (que lo denomina “asisten-cia religiosa”), todos se encuen-tran en Chicago. Pero la asis-tencia sanitaria católica es únicaya que un aspecto importantede la asistencia espiritual esproporcionada bajo forma desacramentos. Con toda probabi-lidad, los hospitales católicosdeberán confrontarse con unmayor número de exigenciaspastorales. Por tanto, deberánser más creativos en el empleode sus recursos en este sentido.Quizás las parroquias localespodrían poner a disposición sussacerdotes, pero esto requeriríala aprobación del obispo local.Otra opción es reclutar volunta-rios y por tanto sostener su pre-paración pastoral. En fin, loshospitales deben proporcionarfinanciaciones adecuadas, loque no es poco cuando los bud-get son reducidos.

Resumen

La pastoral es un componenteesencial del ministerio hospita-lario católico. Está la preocupa-ción que la identidad católicahaya sido erosionada debido ala disminución del número dereligiosas comprometidas en laadministración hospitalaria di-recta, así como de la presencia

de los capellanes en los hospita-les. La Asociación Médicos Ca-tólicos de Chicago ha realizadouna encuesta en torno a la asis-tencia pastoral en los 21 hospi-tales católicos de la Archidióce-sis y ha concluido que la pasto-ral sigue siendo sólida. La ase-soría pastoral y el ministerio sa-cramental son sus puntos defuerza y nuestro empeño en es-to debe ser fuerte. Mientras seaasí, la Asociación no comparteel pesimismo del P. Mc-Cor-mick’s.

Dr. PATRICK GUINAN, M.D.,Dr.THOMAS ZABIEGA, M.D.,

Dr. CHRISTINE ZAINER, M.D.

* Los autores agradecen a Sor ClaraFrances Kusek, C.R., Vice-Presidenteejecutivo de la “Mission of the Resurrec-tion Health Care System”, por los precio-sos consejos y el apoyo brindado.

Notas1 H.G. KOENIG ET AL., “Religious Pers-

pectives of Doctors, Nurses, Patients, andFamilies”, Journal of Pastoral Care 45(Fall 1991): 254–267.

2 CHRISTOPHER J. KAUFFMAN, Ministryand Meaning: A Religious History of Cat-holic Health Care in the United States(New York: Crossroad, 1995).

3 DANIEL P. SULMASY, “Then ThereWas One: The Unraveling of Catholic He-alth Care,” America (March 16, 2009):11–14.

4 RICHARD MCCORMICK, “The CatholicHospital Today: Mission Impossible,”Origins 24 (1995): 648–653.

5 Ibid., 653.6 PAUL HARRINGTON, “The Catholic

Hospital,” Hospital Progress 42 (June1961): 68–70. Germain Kopaczynski,OFM Conv., “Catholic Identity in HealthCare,” Linacre Quarterly 64.2 (May1997): 26–35.

7 The Official Catholic Directory 2009(New Providence, NJ: National RegisterPublishing, 2009).

8 See USCCB, Ethical and ReligiousDirectives for Catholic Health Care Ser-vices, 4th ed. (Washington, D.C.:USCCB, 2001).

9 CHRISTOPHER KAUFFMAN, “CatholicHealth Care,” in the Catholic Encyclope-dia (1995), 262–265.

10 THOMAS BONNER, Chicago Medicine(Madison, WI: American History Rese-arch Center, 1957).

11 “2006 American Hospital Associa-tion Annual Survey,” January 2008, http://www.aha.org/aha/research-and-trends/health-and-hospital-trends/2006.html.

12 American Association of PastoralCounseling, “What Is Pastoral Counse-ling?” (2009), http://aapc.org/content/what-is-pastoral-counseling.

13 National Conference of Catholic Bis-hops, “The Pastoral Role of the DiocesanBishop in Catholic Health Care Ministry”( Washington, D.C.: U.S. Catholic Confe-rence, 1997), 5; Pontifical Council forPastoral Assistance, “Charter for HealthCare Workers” (1995), http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/hlthwork/documents/rc_pc_hlthwork_doc_19950101_charter_en.html.

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En una carta de fecha 19 dediciembre de 1941, el obispode Como Mons. AlessandroMacchi decía:

«Cuando pienso en Duno,mi corazón se llena de gozo.Un pueblito perdido en unamontaña, tiempo atrás casidesconocido, ahora célebrepor su Templo votivo, elevadopor una mente creadora – Mons. Cambiano –, comorecuerdo de una quinta tanmeritoria para la humanidad,algunas veces no muy apre-ciada en su justo valor.

Alabanza al ideador, reco-nocimiento vivo a los que hanayudado la magnífica empresade Mons. Cambiano, enhora-buena sincero a quien, con in-telecto de amor, ha pensadoilustrar el pueblito de Duno.

S. Lucas, el patrón de losmédicos, asista siempre a estosgrandes benefactores en elejercicio de su obra de granalcance y sean rebosantes deamor, como quiere siempre elEspíritu Santo».

La iglesia a la cual se referíael obispo en su carta fue consa-grada por él mismo el 25 deagosto de 1938 dedicada a laVirgen del Rosario y a S. Lu-cas evangelista, patrón de losmédicos. El 3 de octubre delmismo año la iglesia, demoni-nada “Templo Votivo de losMédicos de Italia”, fue elevadaa la dignidad de Santuario.Además, el 5 de mayo de 1940se inauguró el Monumentoanexo para recordar a todos losmédicos que habían donado suvida por la Patria y por la hu-manidad. Mientras tanto, elTemplo votivo había alcanza-do cierta notoriedad a nivel na-cional, como lo atestiguan lasprimeras dos peregrinacionesde médicos (en noviembre de1938 y en junio de 1939, res-pectivamente).

El Templo votivo de los Mé-dicos de Italia fue construidogracias a la iniciativa y a laperseverancia del P. Cambianoque desempeñaba en Duno suministerio sacerdotal.

Carlo Cambiano nace en

Candiolo, en la provincia deTurín, el 6 de febrero de 1868;es ordenado sacerdote en 1897y en 1899 es destinado a Duno,en los prealpes lombardos, encalidad de Vicario espiritual.Duno era un pequeño pueblode la Valcuvia, situado enton-ces en la provincia de Como(actualmente provincia de Va-rese), en la parte alta con res-pecto al fondo del valle (525m. sobre el nivel del mar) y dedifícil acceso (se podía llegarsólo a través de un camino deherradura o recorriendo unsendero empinado y tortuoso).

Desde su llegada Don (pa-dre) Cambiano comenzó aocuparse activamente del pe-queño centro de montaña y desus habitantes, convirtiéndoseen pocos años en el incansablepropulsor de la vida religiosa ycivil de Duno. Entre sus inicia-tivas podemos recordar laconstrucción de una guardería,la realización de la carreterapara carruajes que del fondodel valle lleva al pueblo, elacueducto público, un institutopara sordomudos.

El P. Cambiano encontrótambién el tiempo para dedi-carse a la literatura publicandoobras de interés local (como“Monografia di Duno” o “Du-no e il Tempio Votivo dei Medi-ci d’Italia”), de meditación re-ligiosa (como “Il figlio del tri-buno” dedicado a la figura diS. Martín) y de aforismas deargumento sanitario (como“Medicus” y “Medicus bilin-guis”).

Don Cambiano, que desde

hacía tiempo tenía sentimien-tos de gratitud y de aprecio pa-ra los que desempeñaban conempeño y abnegacion la profe-sión médica, en 1937 habíamanifestado su alabanza hacialos médicos que obraban en eldifícil escenario de la guerrade España. Cuando luego supoque en el ámbito universitariose estaba pensando crear unmonumento para los médicosy estudiantes de medicina in-molados por la Patria, tomó ladecisión de edificar un temploque recordase a todos los mé-dicos, ya sea muertos o vivos,dispuestos a sacrificar su exis-tencia para curar a la humani-dad sufriente. El sacerdote te-nía intención también de crearuna casa de descanso para losmédicos ancianos que se hu-bieran retirado de su profesión,pero este proyecto nunca llegóa realizarse.

Para la edificación del tem-plo utilizó una casa y el terrenoanexo situados en el centro delpueblo y donados por una pa-rroquiana con la cláusula deque se construyera una iglesia.Después de haber hecho de-moler la casa, en diciembre de1937 iniciaron los trabajos conproyecto del arquitecto CesarePaleni. Los trabajos termina-ron en mayo de 1938 y la nue-va iglesia fue consagrada enagosto de 1938. Poco más tar-de iniciaron los trabajos para laconstrucción del Monumentoque fue inaugurado en mayode 1940.

Don Cambiano, que ya go-zaba del título de “Caballerode la Corona de Italia” (que lefuera conferido por la asisten-cia dada a los militares que du-rante la primera Guerra Mun-dial controlaban el territorio deDuno), en octubre de 1938 fuenombrado “Rector del Santua-rio” y en setiembre de 1940“Monseñor y Capellán ExtraUrbem de SS. Pío XII”.

Mons. Cambiano permane-ció en Duno hasta su muerte,ocurrida el 12 de junio de 1943después de una larga enferme-dad.

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El templo votivo de los médicos de ItaliaHISTORIA DE UN SANTUARIO Y DE SU FUNDADOR

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El Templo Votivo de los Mé-dicos de Italia es una construc-ción pequeña y recogida, conlíneas de tipo clásico, situadaprecisamente en el centro delpueblo, cirundada por vivien-das. Aparece formada por dosambientes diferentes, pero co-municantes entre sí: la iglesiade planta circular y el monu-mento anexo.

El atrio de ingreso a la igle-sia, obra del escultor EnricoMagrini, representa sintética ysimbólicamente las caracterís-ticas humanas y profesionalesdel médico; además, estánilustrados los numerosos ám-bitos de especialidades en los

que se diversifica la profesiónmédica. Sobre el pórtico estála imagen del Evangelista S.Lucas, patrón de los médicos.

El interior de la iglesia estárevestido por planchas de már-mol y presenta una Via Crucisformada por cuadros de cerá-mica y un bajorelieve de ma-dera que representa la Virgendel Rosario con el Niño enbrazos. En los lados del altarse encuentran dos lámparasvotivas en memoria de los mé-dicos vivos y de los médicosmuertos, respectivamente.

El monumento, de paredescirculares, está revestido de lá-pidas de mámol en las que es-tán esculpidos los nombres delos médicos que han dado suvida por la Patria y por la Hu-manidad, respectivamente.

El edificio se completa conun ágil campanario con su cel-da campanaria y con un porti-cado de entrada al monumento.

Después de la muerte deMons. Cambiano, la custodia

del Santuario fue confiada alos Siervos de la Caridad de laObra Don Guanella que en di-ciembre de 1994 se encargaronde la administración de la Pa-rroquia de Duno apenas cons-tituida.

No obstante la notoriedadinicial y algunas peregrinacio-nes de parte de médicos que serealizaron en los primeros añosdespués de su inaguración, elTemplo Votivo de los Médicosde Italia acabó por caer en unlento y progresivo olvido.

Sólo desde fines de los añosnoventa (gracias a las iniciati-vas conjuntas de la SociedadItaliana de Historia de la Medi-

cina, de la Orden de los Médi-cos de la Provincia de Varese yde la Facultad de Medicina yCirugía de la Universidad deInsubria) el Santuario de Dunopudo regresar a sus antiguosesplendores.

Además, en los últimos añosel Templo Votivo, al acercarsela fiesta de S. Lucas (18 de oc-tubre) ha sido sede de una ce-remonia en la que se han re-cordado a los médicos recien-temente caídos en el ejerciciode su profesión a través de lainserción de sus datos biográfi-cos en un registro especial yesculpiendo sus nombres enuna lápida del Monumento.

Regresando a Mons. CarloCambiano, ideador y fundadordel Santuario de los Médicos,el periodista Giovanni Cenatoescribía de él en 1942 lo si-guiente: «Don Cambiano no esmédico, pero ha estudiado elalma del médico, ha compren-dido sus luchas y sus sacrifi-cios. Pensó que ellos luchaban

a menudo contra el enemigoimplacable y que en el momen-to decisivo la ciencia, que escosa humana, ya no sirviese.Entonces puede intervenir laciencia no humana, que es elconocimiento de Dios. Diospuede ayudar, iluminar, infun-dir ese valor extremo que le-vanta al que está por caer.También la luz es un arma.Era necesario decir a los mé-dicos que la Fe es una fuerza.Y él quiso decirlo levantandopara ellos una iglesia, dedi-cándola a ellos, ofreciéndola aellos como un don. Así nació elTemplo de Duno para los Mé-dicos. Es la casa de su espírituque une, al mismo tiempo, laesperanza y la gratitud haciael Omnipotente. Nunca se hahecho nada semejante en Ita-lia, antes bien, en el mundo.No sólo. Mas el pío sacerdotequiso dedicar a los médicos unMonumento, quiso que se es-cribieran en él los nombres delos Médicos caídos en el cum-plimiento de su deber, tanto enpaz como en guerra. Los lanzaa la eternidad sin ostentaciónde nonumentos alegóricos,grandiosos y voluminosos, he-chos a menudo más por vani-dad de quien permanece quepor la piedad de quien parte».

Prof. MASSIMO ALIVERTIProfesor de Historia de la Medicinaen la Universidad de Milán-Bicocca

docente de Historia de la Psiquiatría en la Universidad de Estudios

de Milán

Referencias bibliográficas

F. BOLDRINI, Simbologie della medi-cina nel portale del Tempio di Duno, en:“Terra e gente. Appunti e storie di lago edi montagna”, Comunità Montana dellaValcuvia, 2006.

C. CAMBIANO, Duno e il Tempio Voti-vo dei Medici d’Italia, Milano, Edizionid’arte Pavoni, 1942.

G. POZZI, Duno: il Tempio votivo deiMedici d’Italia, en: E. Anklam-G. Ar-mocida (a cura di) Medicina e ambiente(Actas del XXXVIII Congreso Nacionalde la Sociedad Italiana de Historia de laMedicina, Ispra-Varese-Cuveglio 16-19de octubre de 1997).

L. VIOLONI, Il Tempio di Duno trapassato e futuro, en: “Terra e gente. Ap-punti e storie di lago e di montagna”, Co-munità Montana della Valcuvia, 2006.

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Aniversario de la ConsultaVeinte años de

capellanía europeaDiez años

de fundación de ENHCC

(European Networkof Health Care

Chaplaincy)

Londres, 16-19 setiembre 2010

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El 9 de julio de 2010 en elPontificio Consejo para la Pas-toral de los Agentes Sanitarios,ha tenido lugar un Encuentroentre el Revdo. Dr. Stavros K.Kofinas, sacerdote ortodoxo,Coordinador del European Net-work of Health Care Cha-plaincy (ENHCC) y Coordina-dor de la Red de Pastoral Sani-taria del Patriarcado Ecuméni-co, y S.E. Mons. Zygmunt Zi-mowski, Presidente del Dicas-terio. Luego de este encuentro,Mons. Dariusz Giers, Oficialdel Dicasterio fue enviado alAnniversary Consultation deENHCC, que se ha desarrolla-do en Londres en los días 16-19 de setiembre con ocasióndel 10° aniversario de la insti-tución de la Red. Han partici-pado en Londres 53 represen-tantes de las capellanías hospi-talarias de 40 países europeos,entre los cuales numerosos ca-pellanes católicos, religiosos ylaicos.

La Opening Ceremony se haefectuado en la famosa catedralde San Pablo en Londres (SaintPaul Cathedral) y ha sido pre-cedida por la liturgia vespertina(Evensong). Durante la Cere-monia Mons. Giers ha leído eninglés el saludo del Presidentedel Pontificio Consejo para laPastoral de los Agentes Sanita-rios.

Todas las sesiones de trabajose han realizado en el West-minster Thistle Hotel en tornoal tema “Capellanes en el futu-ro – dar y recibir” (Chaplainsin the future – giving and recei-ving).

El workshop se ha divididoen cuatro sesiones con el si-guiente orden: una Prolusiónprincipal, con dos exposicionessuplementarias, una profundi-zación en grupos pequeños so-bre los problemas tratados y, enfin, una deliberación común so-bre las conclusiones propuestaspor cada grupo.

La primera sesión, desarro-llada en la mañana del viernes17 de setiembre, ha comenzadocon una introducción titulada“El capellán y los cambios en el

sistema sanitario” de AnneVandenhoeck, a la que han se-guido dos ponencias que hanilustrado las respectivas expe-riencias en el contexto francés(Pierre Bouisset/Anne Hummeau“La capellanía hospitalaria enFrancia, hoy”) y en aquel in-glés (Richard Lowndes “La ca-pellanía/cuidado espiritual enInglaterra. Experiencia nacio-nal y desarrollos esperados”).En las deliberaciones posterio-res se han indicado los siguien-tes problemas: la doble tareadel capellán hospitalario que,por un lado, debe comprenderel lenguaje adecuado al sistemasanitario y, por otro, debe hacerentender al staff médico quedentro de este sistema él desa-rrolla una función específica; esimportante, por tanto, que el ca-pellán mantenga una actitud deapertura hacia los agentes sani-tarios. Se ha sub rayado la utili-dad de documentar el trabajodesarrollado por el capellán(evidence), aunque indicandosiempre las respectivas dificul-tades (privacy).

La segunda sesión ha afron-tado el tema: “El capellán y lascomunidades religiosas” (DanaKalnina-Zake), visto desde laperspectiva escocesa (EwanKelly) y belga (Axel Liegeois).En el ámbito de este argumentose ha puesto de relieve la nece-sidad de tener conciencia de lapropia vocación. El capellándebe distinguir entre la espiri-tualidad y la religión; la espiri-tualidad comporta también ladimensión eclesial, pero evitan-do la promoción de la propiacomunidad religiosa; es funda-mental que el capellán se con-centre en el cuidado espiritual yno en el counselling psicológi-co porque en cuanto tal está lla-mado a sanar más que a curar.

La sesión siguiente ha exa-minado el tema: “Los capella-nes y el crecimiento personal”(Kirsti Aalto), profundizadopor una representante de la ca-pellanía holandesa (AnnekeKemper) y de aquella irlandesa(Kathleen O’Conor). Se hapuesto en evidencia que en el

contexto de una crisis global(económica, moral) y tambiénen referencia a las crisis perso-nales (burn-out) de los capella-nes, es importante no desani-marse, sino tratar de progresarespiritualmente, crecer en la fe.Para obtener equilibrio e inte-gridad de la propia personali-dad son esenciales la ayuda y elapoyo de los colegas y de losgrupos.

En lo que se refiere a los ca-pellanes sacerdotes, PierreBouisset y Anne Hummeau, re-presentantes de la capellaníacatólica francesca, han subra-yado que su presencia en loscentros de sanación es un im-portante “signo”. “A menudohoy – han afirmado – los teamde la capellanía no incluyen lafigura del sacerdote: en reali-dad su presencia es fundamen-tal. El sacerdote es nombradopor el obispo para acompañarel team y, a través de su presen-cia, hace palpable el vínculocon la iglesia diocesana local.En nombre de la Iglesia aceptalo que se vive de parte de losmiembros del team y manifies-ta la apertura hacia la acepta-ción del don de Dios. Es una‘presencia sacramental’ junto alos enfermos y a los ancianos:reconcilia con Dios, unge conel óleo consagrado y, en unióncon el team, celebra la SantaMisa, manifestando así que to-

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CrónicaLONDRES, GRAN BRETAÑA 16-19 SETIEMBRE 2010

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da la misión hacia los enfermosy los que sufren está enraizadaen la Eucaristía”.

Durante la última sesión del19 de setiembre se ha desarro-llado el acto de cambio en elcargo de coordinador delENHCC. El Padre Kofinas hasido sustituido por la Dra. AnneVandenhoeck, belga, profesorade Teología en la UniversidadCatólica de Lovaina, que ha si-do elegida a unanimidad porlos participantes en el Anniver-sary Consultation. La nuevaCoordinadora de ENHCC, lue-go de haber agradecido por laconfianza demostrada hacia supersona, ha acogido con grati-tud el nuevo cargo, presentando

las líneas programáticas para elfuturo de la asociación. Se hadecidido que la próxima Con-sulta de ENHCC se realizará enHolanda en el año 2012.

El encuentro se ha desarro-llado en una atmósfera amiga-ble y respetuosa y al parecer haalcanzado su objetivo, es decir,el intercambio de las experien-cias en el ámbito de las capella-nías hospitalarias europeas, conel fin de asegurar a los enfer-mos una asistencia espiritualmás adecuada y eficiente. Alrespecto, hay que señalar lostérminos que se han repetidocon mayor frecuencia durantelos trabajos: preparación (trai-ning), calidad del servicio,

transparencia, humildad, creci-miento espiritual, testimonio yfe. Para reforzar la propia fe losorganizadores de la Consultalondinense han programadomomentos diarios de oraciónen las iglesias, en una capillahospitalaria, así como durantelos Trabajos en el Aula.

Informaciones más detalla-das sobre el Anniversary Con-sultation 2010 se pueden obte-ner consutlado la página webdel ENHCC:

www.eurochaplains.org

Mons. DARIUSZ GIERSOficial del Pontificio Consejo

para los Agentes SanitariosSanta Sede

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Saludo di S.E. Mons. Zygmunt Zimowski16 DE SETIEMBRE DE 2010, CEREMONIA DE APERTURA, ST. PAUL’S CATHEDRAL, LONDRES

Reverendo Dr. Stavros Kofi-nas, Coordinador de la Red Eu-ropea de Capellanías Sanitarias,

queridos capellanes, repre-sentantes de Iglesias y denomi-naciones religiosas de numero-sos países europeos,

y a todos vosotros que parti-cipais en esta ceremonia deapertura que se desarrolla enesta bellísima catedral dedica-da a San Pablo, Apóstol de lasGentes.

Ante todo, permitidme mani-festar mi más profunda gratitudpor la invitación que me hancursado para participar en esteaniversario de Consulta enLondres, con ocasión de losveinte años de la capellanía eu-ropea y del décimo aniversariode la fundación de la Red Euro-pea de las Capellanías Sanita-rias (ENHCC).

Revdo. Stravros Kofinas,aprecio sobremanera la misióny el trabajo de ENHCC y en al-ta voz deseo decir que ha sidopara mí un gran honor recibirleen mi oficina en el Vaticano elverano pasado. De este modohe podido conocer la historia ylas actividades de la Red y ad-mirar su celo y su entrega hacianuestros hermanos y hermanas

enfermos. Como reconocimien-to del trabajo desarrollado porusted, le he conferido la Meda-lla del Buen Samaritano que elPontificio Consejo para losAgentes Sanitarios asigna a losque sirven a los enfermos y alos que sufren de manera ex-cepcional. Como habrá notado,nuestro diálogo es abierto y ho-nesto, como base para crear unarelación de cooperación futura.

El argumento que habeis ele-gido para la reflexión en esteencuentro se refiere al povernir:La capellanía en el futuro - dary recibir. En nuestros días mu-chas personas están ansiosas yhasta temerosas con respecto alfuturo, que lo ven inseguro einestable. Para los que estamoscomprometidos en el cuidadopastoral de la salud, constituyeun desafío nuestra disponibili-dad como siervos y ministrosante las necesidades espiritualesde los que sufren en una socie-dad que se ha vuelto seculariza-da, plural, relativista y que amenudo manifiesta hostilidad yagresividad frente a la fe y losvalores religiosos.

El Santo Padre BenedictoXVI, que precisamente en estosdías está realizando su visita enGran Bretaña, ha pronunciado

palabras muy animadoras parael futuro. El 28 de junio de2010, en la homilía para las pri-meras Vísperas en la Basílicade San Pablo extramuros enRoma, con ocasión de la solem-nidad de los Santos ApóstolesPedro y Pablo, ha dicho: “LaIglesia es joven, abierta al futu-ro. Y lo repito hoy, cerca del se-pulcro de san Pablo: en el mun-do la Iglesia es una inmensafuerza renovadora, ciertamenteno por sus fuerzas, sino por lafuerza del Evangelio, en el quesopla el Espíritu Santo de Dios,el Dios creador y redentor delmundo. Los desafíos de la épo-ca actual están ciertamente porencima de las capacidades hu-manas: lo están los desafíos his-tóricos y sociales, y con mayorrazón los espirituales. A los pas-tores de la Iglesia a veces nosparece revivir la experiencia delos Apóstoles, cuando miles depersonas necesitadas seguían aJesús, y Él preguntaba: ¿Quépodemos hacer por toda estagente? Ellos entonces experi-mentaban su impotencia. Peroprecisamente Jesús les habíademostrado que con la fe enDios nada es imposible, y queunos pocos panes y peces, ben-decidos y compartidos, podían

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saciar a todos. Pero no sólo ha-bía —y no sólo hay— hambrede alimento material: hay unhambre más profundo, que sóloDios puede saciar. También elhombre del tercer milenio deseauna vida auténtica y plena, tienenecesidad de verdad, de libertadprofunda y de amor gratuito.También en los desiertos delmundo secularizado, el almadel hombre tiene sed de Dios,del Dios vivo”.

Desde sus orígenes la Iglesiaha tomado a pecho la misiónque le ha confiado su Maestro,no sólo para nutrir al hambrien-to sino también para curar su al-ma y su cuerpo. Jesús envió alos doce Apóstoles con el poderde arrojar a los espíritus malig-nos y curar todo tipo de males-tares y enfermedades. Él dijo:“Id proclamando que el Reinode los Cielos está cerca. Sanadenfermos, resucitad muertos,

limpiad leprosos, expulsad de-monios. De gracia lo recibis-teis; dadlo de gracia” (Mt 10, 7-8). En el curso de los siglos elministerio pastoral de la saludha sido un ejemplo excelentesobre como satisfacer el ham-bre espiritual de las personas,recibiendo la gracia de Dios ydando a los que sufren. Estoyseguro que no existe otro por-venir para la Iglesia y para susministros de aquel de dar gra-tuitamente lo que se ha recibidode la generosidad de Dios.

Para concluir, quisiera decirque estoy dirigiendo un Dicas-terio muy especial de la CuriaRomana, es decir el PontificioConsejo para los Agentes Sani-tarios, instituido en 1985 por elSiervo de Dios Juan Pablo II.Su objetivo principal es mani-festar la solicitud de la Iglesiapor los enfermos, asistiendo alos que desarrollan un servicio

a favor de los que sufren, demanera que el apostolado de lamisericordia que ellos desarro-llan responda de manera cadavez mejor a las nuevas exigen-cias (Costitución ApostólicaPastor Bonus, n. 152).

Deseo manifestar, por tanto,mi cercanía a todos los capella-nes, especialmente a los asocia-dos a vuestra Red Europea. Enespíritu de unión y amor frater-no, bendigo a cada uno de vo-sotros y vuestro trabajo y ruegoa fin de que sigais siendo luz deesperanza en el futuro del mi-nisterio sanitario en Europa yen todo el mundo.

Con respeto y admiración, osdeseo un encuentro fructífero.

S.E. Mons. ZYGMUNT ZIMOWSKI

Presidente del Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios

Santa Sede

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“La capellanía en el futuro: dar y recibir”16 DE SETIEMBRE DE 2010, CEREMONIA DE APERTURA, ST. PAUL’S CATHEDRAL,LONDRES

Se ha requerido diez años pa-ra fundar nuestro Network, quese encaminó desde entonces; unviaje que inició en Tierra Santajunto con Sten Ludgren, de na-cionalidad sueca. En ese tiempoSten era jefe de la Oficina dePastoral de la Iglesia Libre deSuecia, un defensor convencidodel ecumenismo y pastor since-ro, un mentor para muchas per-sonas. Mientras estaba viajandose encontró con un capellán deotro país y juntos iniciaron ahablar acerca de las capellanías.Al constatar que era provecho-so un intercambio de experien-cias, tuvieron la idea de reunir alos capellanes europeos a fin deque también ellos probaran laalegría del compartir. Fue asíque en octubre de 1990, se rea-lizó en Berlín la primera reu-nión de representantes de lasCapellanías Europeas. A partirde esa fechas siguieron encuen-tros en Upsala (1993), en losPaíses Bajos (1994), en Bath,Inglaterra (1996), y en Roma

(1998) donde se decidió que laconsulta siguiente habría sidoacogida por el Patriarcado Ecu-ménico de Grecia en el año2000.

El viaje realizado por los ca-pellanes europeos había sidogratificante, pero la interrogan-te planteada en Roma era seria:¿Hacia dónde vamos? Las reu-niones de los Capellanes euro-peos parecían un recorrido sinmeta alguna.

Paralelamente a nuestro reco-rrido, se estaba realizando otro,esto es, el de la Unión Europea.Los años 90 han constituido undecenio de pasos rápidos haciaadelante para una Europa uni-da. Gracias a la caida del comu-nismo en Europa central yoriental, los europeos se sintie-ron más cercanos. En 1992, conla firma del Tratado ‘Maas-tricht’ sobre la Unión Europea,se materializaron los sueños deun mercado común, en el que sesubrayaba:

– el reforzamiento y la legiti-

midad democrática de las insti-tuciones europeas

– la mejora de la eficacia delas instituciones europeas

– la institución de la unióneconómica y monetaria

– el desarrollo de la dimen-sión social de la Comunidad eu-ropea

– la creación de una políticacomún exterior y de seguridad.

En 1995 los Estados miem-bros de la UE firmaron el“Acuerdo de Schengen”, que hapermitido gradualmente que laspersonas atraviesen las fronte-ras sin control de pasaportes.Millones y millones de perso-nas han tenido la posibilidad deabrir mayores canales de cola-boración y comunicación, faci-litados cada vez más gracias aldesarrollo rápido y continuadode Internet y de los teléfonoscelulares. Es así que los europe-os comenzaron a verificar elmodo como actuar juntos enáreas de interés común, entre

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las cuales la asistencia sanitaria.El Tratado de Amsterdam, fir-mado en 1997, fijó nuevos prin-cipios y responsabilidades en elcampo de la política exteriorcomún, y subrayó la necesidadde proyectar los valores de laUnión Europea hacia el mundoexterno tutelando sus interesesy reformando su formas de ac-ción. De este modo se logróformar una base estructural mássólida de representación de par-te de los Estados miembros, pa-ra poder planificar y actuar es-trategias comunes.

Cuando 23 representantes de15 capellanías llegaron a la islade Creta, en la Academia orto-doxa, para la celebrar sextaConsulta europea de las Cape-llanías Hospitalarias, el panora-ma socio-político de Europa ha-bía cambiado rápidamente. Conlos desarrollos que habían teni-do lugar en Europa, el viaje quelos capellanes comenzaron en1990 estaba logrando un derro-tero. Desde ya en Creta fue cla-ro que todos formábamos partede una misma Comunidad eu-ropea. La interrogante que setenía que plantear era la si-guiente: ¿podremos o debere-mos tener una Capellanía Hos-pitalaria única? Era evidente

que, si teníamos que existir enámbito europeo, se necesitabauna mayor cooperación entrenuestras capellanías y un están-dar común que calificase a lacapellanía para la pastoral de lasalud e indicase cómo tenía queponerse en práctica.

Al comienzo de los trabajos,la respuesta a esta pregunta pa-reció bastante simple: “¡Sí!”“¡Ciertamente!”. Todos estuvie-ron de acuerdo que había llega-do el momento en que las Ca-pellanías de Europa debían reu-nirse bajo un determinado tipode organización. Inicialmente,los participantes pensaron quelas cosas que tenían en comúneran más numerosas de las quepodían dividir. En realidad, al-gunas de las capellanías nacio-nales ya estaban “en red” conotras capellanías nacionales.Pero hubo también algunas pre-ocupaciones iniciales en lo quese refiere a la formación de unacapellanía “unida”, debido a lasdiferencias básicas en la gestiónde cada una de ellas, en su rela-ción con la propia autoridad re-ligiosa y en las diferentes per-cepciones en torno al significa-do de la espiritualidad. La difi-cultad principal era cómo em-plear un lenguaje apropiado pa-ra definir dichas diferencias, enparticular en contextos cultura-les específicos.

La divergencia más grande senotó en el momento en que te-níamos que definir la capellaníaen un contexto de fe o laical.Aquí nuestra discusión se vol-vió intensa. Hasta el último mo-mento de las deliberaciones pa-reció que habría quedado in-completo el camino hacia algúntipo de unidad. Lestrigones yCíclopes, y la furia salvaje dePoseidón habían circundadonuestra barca. La tensión au-mentó, pero nuestros pensa-mientos y nuestras emocionespermanecieron elevados y pre-valecieron también nuestra te-nacia para mantener la comuni-cación y una abierta compren-sión. Todos sabíamos que parapermitir que nuestra capellaníasobreviviera en la comunidadsocio-política y religiosa euro-pea, teniamos que llegar a nues-tra Itaca: una Itaca en la que rei-nase el respeto recíproco y elcompartir y donde se aprendie-se uno de otro, una Itaca de mo-delos cualitativos elevados para

la Capellanía europea, una Itacaque se preocupase y asistiese atodos. Al final, el sábado 11 denoviembre, último día de lostrabajos, después de muchasdiscusiones se decidió crear laRed europea de la Capellaníaen el mundo de la salud(ENHCC) y se adoptó la decla-ración de Creta.

Al dejar la isla, la única cosaque habíamos acordado era elnombre de la organización na-ciente. Se constituyó un peque-ño comité de organización for-mado, por Fred Coutts, que seofreció crear un sitio web, Mi-chael Möller-Herr, de la Iglesialuterana alemana, Kirsti Aalto,de la Iglesia Luterana de Fin-landia, que amablemente seofreció acoger la consulta en el2002, y por mí. Dicho comitéoperativo tenía como objetivopreparar un borrador estándarpara una Capellanía sanitariaeuropea. En el encuentro deConstantinopla, actual Estam-bul, en el Patriarcado Ecuméni-co, colaboramos para formar elproyecto empleando lo que sehabía logrado en la Consulta deCreta.

Nuestro encuentro en Finlan-dia fue una celebración. Seadoptaron los estándar, se eligióun coordinador y se nombró uncomité de Red. Dublín, Lisboay Tartu, ciudad de Estonia, hansido los lugares de las otrasconsultas. Durante dichos en-cuentros se adoptó una consti-tución para instalar la presiden-cia de una infraestructura sóli-da, realizando grandes esfuer-zos para explicar y ayudar a losdemás a entender el nivel teoló-gico, clínico y cultural de cadauno de nosotros. En Lisboa y enEstonia, iniciamos a discutir so-bre ámbitos especiales de preo-cupación, redactamos una de-claración sobre los cuidados pa-liativos y afrontamos la cues-tión del final de la vida. Lo másimportante es que cada vez quenos hemos encontrado, se haestablecido un fuerte vínculo derelaciones profesionales e inter-personales.

Desde cuando nuestra Red sefundó, se han realizado grandesesfuerzos para instituir relacio-nes más allá del océano, con laAsociación Americana de Ca-pellanes Profesionales y con laAsociación para la EducaciónPastoral Clínica (cuyo repre-

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sentante participaba por prime-ra vez en nuestra Consulta). He-mos abierto el camino hacia elConsejo Europeo de las Iglesias(CEC), el Policy Advisor parael Diálogo Religioso de la UE yla Oficina del Comisionado dela UE para la Salud Pública, aquien visitamos regularmentecuando participamos en variasreuniones de la Unión Europea.En realidad, ha sido por iniciati-va nuestra que la oficina delComisionado UE sobre los cui-dados paliativos ha convocadouna reunión especial.

Así como Homero narra enla Odisea el viaje hacia Itaca,también nosotros “hemos visi-tado muchas ciudades, y mu-chas han sido las naciones decuyos usos y costumbres sóloteníamos conocimiento…”. Enel transcurso de estos cincoaños, los que fueron elegidosen el Comité de la Red se hanmantenido en constante comu-nicación, y se han encontradouna vez en Dublín, otra en Lo-vaina y tres veces en el Patriar-cado Ecuménico de Constanti-nopla. Sin la colaboración y ladedicación de los que han pres-tado sus servicios en dicho Co-mité, no habríamos logradoadelantar como lo hemos he-cho. Debo subrayar el trabajodesempeñado por el Revdo.Fred Coutts, nuestro webmas-ter, que ha creado y desarrolla-do nuestro sitio web, convir-tiéndolo en un punto de refe-rencia para todos. Puedo afir-mar honestamente que sin elesfuerzo enérgico de Fred y suempeño total, nuestra Red nun-ca habría proseguido su viaje.

Después de diez años de ca-mino nuestra Red ha alcanzado

una cima (o debería decir un al-tiplano) en nuestra historia. Enlos últimos dos años se han rea-lizado algunos pasos concretos.Uno de ellos se refiere al diálo-go iniciado con el PontificioConsejo para la Pastoral de laSalud. Se trata de algo impor-tante ya que han participado enla Red cerca de 15 capellaníasnacionales de la Iglesia católi-ca. En mi encuentro con losmiembros del Consejo en Ro-ma en julio pasado, se ha vistoque la capellanía sanitaria enEuropa está entrando en una fa-se difícil debido a una visiónmás laica de lo que se definecomo “espiritual” y de la tenta-tiva de minimizar todo lo que esreligioso, especialmente lo quese considera eclesiástico. ElPontificio Consejo nos ayudaráa ponernos en contacto con unmayor número de países de Eu-ropa oriental, lo que en el pasa-do ha sido difícil, y a trabajarcon el Consejo de las Conferen-cias Episcopales de Europa, ór-gano importante de la IglesiaCatólica. En junio de 2009, noshemos encontrado de nuevocon los dirigentes de la Comi-sión Iglesia y Sociedad (CCS),con la Comisión de la Confe-rencia de las Iglesias Europeas(CEC), con el Vice Secretariode la Oficina del Comisionadoeuropeo para la Salud Pública yel Policy Advisor para el diálo-go religioso de la UE. Lo queha surgido con mucha eviden-cia durante estos encuentros hasido la solicitud que se nos haformulado como organizaciónde fama europea, para ofrecernuestro conocimiento y compe-tencia con el fin de enriquecer alos se ocupan de asistencia sa-nitaria en Europa. En vez de pe-dir el reconocimiento de partede los funcionarios de la UniónEuropea, se nos ha colocado enuna posición con la solicitud deque contribuyamos en el “Granacontecimiento de la Unión Eu-ropea”.

Luego de esta solicitud, elComité de Red decidió que serealizase una pequeña investi-gación conclusiva, a fin de quese indicara como cada uno denuestros países y las capella -nías tratan las problemáticas re-ferentes al término de la vida.

Se ha tratado también de unbuen follow-up desde nuestraúltima Consulta. Dicha investi-

gación comparativa habría sidoútil para aprender unos de otrosy habría servido como fuentede referencia para los organis-mos con los cuales hemos cola-borado en el curso de estosaños. El sondaje ha sido un re-corrido importante para verifi-car el alcance efectivo de nues-tro trabajo conjunto y de nues-tra colaboración colectiva. La-mentablemente, el esfuerzo noha logrado su objetivo porquehan contribuido sólo once delos diferentes organismos queparticipaban.

El fracaso de este esfuerzocolectivo hace surgir algunaspreocupaciones fundamentalesacerca del futuro de nuestraRed. ¿Nuestro viaje en buscade Itaca ha llegado a un puntode estancamiento? ¿Hemosperdido nuestra motivación?¿Hemos sido envueltos en eldesencanto de una Europa uni-da, un desencanto que impreg-na nuestra jornada y nuestrotiempo y que hace que nos en-cerremos en nosotros mismos?

Como se afirma en la Decla-ración de Creta adoptada al co-mienzo de nuestro viaje, la Redse funda en dos factores princi-pales:

Un claro entendimiento denosotros mismos y como nosrelacionamos unos con otros anivel teológico, cultural, psico-lógico y práctico/clínico.

La promoción de un elevadoestándar de asistencia sanita-ria espiritual en el ámbito denuestras organizaciones nacio-nales, en Europa y en el mundoen general.

Con los últimos diez añostranscurridos como coordina-dor de la Red, mi convicciónfirme es que la existencia denuestra Red depende de un fac-tor muy importante: nuestracapacidad de contribuir en losretos que plantea la asistenciasanitaria en todo nivel, cons-truyendo puentes de comunica-ción, formando relaciones deconfianza y de cooperación ysiendo expresión de solicitud.

Este último punto es el deno-minador que nos puede dar elimpulso para seguir adelante.Nosotros no podemos existirsólo por inercia, permanecien-do cerrados en nosotros mis-mos y confinados en nuestrasrealidades nacionales. Somosprofesionales que proclaman el

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mensaje de esperanza a travésde la asistencia sanitaria. Es asíque nuestro aporte a los retosde la sociedad europea actual yparticularmente en el ámbitosanitario, no es a nivel teórico oacadémico. Es un modo paraexpresar nuestra preocupaciónpor los que tienen necesidad deun cuidado que sólo nosotrospodemos ofrecer. Si nos ence-rramos en nuestras situacionesnacionales y si no nos esforza-mos de considerarnos comoparte de un todo y de manifes-tar solicitud por ese todo, dare-mos marcha atrás no sólo comoRed sino también como perso-nas que obran en el campo dela asistencia. Y nuestro viajehabrá llegado a su término.

Estamos entrando en un mo-mento difícil de la historia en elque todas las instituciones quetiempo atrás ofrecían un sentidode estabilidad están en discu-sión. Entidades sociales y cultu-rales calificadas del pasado pa-recen haber sido liquidadas. Ennombre del “multiculturalismo”y de la “multireligiosidad”, to-

do parece ser una única cosa,pero parece también que hemosperdido ese “Uno” y que ya noexiste ese “Alguien” fuera denosotros mismos que nos tieneunidos. Esto plantea un nuevoreto a las organizaciones de ca-pellanía a fin de que trabajenjuntos: ayudar a las personas,en estos tiempos inquietos, a re-conquistar su fe en un Dios fi-lantrópico y aprender a aceptaruna asistencia auténtica. Comoel Patriarca Ecuménico Barto-lomé nos ha dicho en nuestroencuentro, nuestra misión es serexpresión viva de la filantropíade Dios. Es una misión que noconoce límites geográficos, nodistingue raza, pueblo o len-gua, está dirigida indiscrimina-damente y sin excepción, a to-dos los hombres y mujeres, cre-a dos a imagen de Dios.

Como en todos nuestros en-cuentros anteriores, estamosllamados a fin de que este ani-versario sea una reunión histó-rica. Se eligirá un nuevo coordi-nador, ya que mi mandato hallegado a su término. En los

próximos días, tendremos quediscutir seriamente en torno anuestro viaje que prosigue en elmar en que navegamos en unmomento histórico que encon-trará muchas tempestades. Alreflexionar sobre quien será elcapellán del futuro, debemosdefinir también de qué modo lacapellanía puede ser una naveque cura, ejemplo del dar y delrecibir. Al hacerlo, debemosexaminar de que manera nues-tra Red puede ser también unanave que proporcione mejorescuidados. ¿Cómo podemos en-contrar mejores modos para daruno al otro y recibir y aceptaruno del otro a nivel personal ytrans-nacional? Como en Cretahace diez años y en todas nues-tras consultas siguientes, estoyseguro que si tendremos Itacaen nuestra mente, continuare-mos con nuestro objetivo de seruna red operativa.

P. STAVROS KOFINAS, Coordinador

de la Red Europea de CapellaníasSanitarias

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