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DOLENTIUM HOMINUM N. 31 (Año XI - N. 1) 1996 REVISTA DEL PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORAL DE LOS AGENTES SANITARIOS Consejo de Redacción: FIORENZO CARD. ANGELINI, Director P. JOSÉ L. REDRADO O.H., Redactor Jefe P. FELICE RUFFINI M.I., Secretario DON GIOVANNI D’ERCOLE F.D.P. SR. CATHERINE DWYER M.M.M. DR. GIOVANNI FALLANI MONS. JESUS IRIGOYEN P. VITO MAGNO R.C.I. ING. FRANCO PLACIDI PROF. GOTTFRIED ROTH MONS. ITALO TADDEI Colaboran en la Redacción: P. DAVID MURRAY M.ID. MARIA ÁNGELES CABANA M.ID. SR. M. GABRIELLE MULTIER D. JEAN-MARIE M. MPENDAWATU Dirección, Redacción, Administración: Ciudad del Vaticano Teléfonos: 698.83138, 698.84720, 698.84799, Telefax: 698.83139 Telex: 2031 SANITPC VA En la cubierta: vidriera di P. Costantino Ruggeri Publicación cuatrimestral Suscripción: Liras italianas 60.000 o el importe equivalente en moneda local. Un ejemplar de las Actas: Liras italianas 80.000 o el importe equivalente en moneda local, más los gastos de envío. Impreso en Ediciones VELAR S.p.A., Gorle (BG) Spedizione in abbonamento postale 50% Roma Actas de la décima conferencia internacional promovida por el Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios sobre Vade et tu fac similiter: de Hipócrates al Buen Samaritano 23-24-25 noviembre 1995 Aula Pablo VI Ciudad del Vaticano

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DOLENTIUM HOMINUMN. 31 (Año XI - N. 1) 1996

REVISTA DELPONTIFICIO CONSEJO

PARA LA PASTORALDE LOS

AGENTES SANITARIOS

Consejo de Redacción:FIORENZO CARD. ANGELINI, Director

P. JOSÉ L. REDRADO O.H., Redactor JefeP. FELICE RUFFINI M.I., Secretario

DON GIOVANNI D’ERCOLE F.D.P.

SR. CATHERINE DWYER M.M.M.

DR. GIOVANNI FALLANI

MONS. JESUS IRIGOYEN

P. VITO MAGNO R.C.I.

ING. FRANCO PLACIDI

PROF. GOTTFRIED ROTH

MONS. ITALO TADDEI

Colaboran en la Redacción:P. DAVID MURRAY M.ID.

MARIA ÁNGELES CABANA M.ID.

SR. M. GABRIELLE MULTIER

D. JEAN-MARIE M. MPENDAWATU

Dirección, Redacción, Administración:

Ciudad del VaticanoTeléfonos: 698.83138,

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En la cubierta:vidriera di P. Costantino Ruggeri

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o el importeequivalente en moneda local.

Un ejemplar de las Actas: Liras italianas 80.000o el importe

equivalente en moneda local,más los gastos de envío.

Impreso en Ediciones VELAR S.p.A., Gorle (BG)

Spedizione in abbonamentopostale 50% Roma

Actas de la décimaconferencia

internacional

promovida por elPontificio Consejo

para la Pastoral de losAgentes Sanitarios

sobre

Vade et tu fac similiter:de Hipócrates al

Buen Samaritano

23-24-25 noviembre1995

Aula Pablo VICiudad del Vaticano

Un hombre bajaba a JericóPalabras de homenaje del Card. Fiorenzo Angelini

Sed los buenos samaritanos de los tiempos modernosDiscurso del Santo Padre

Juramento de HipócratesParábola del Buen Samaritano

El sentido de un recorrido histórico“Ve, y haz tú lo mismo”De Hipócrates al Buen SamaritanoFiorenzo Angelini

Donde hay amor por el arte médicohay amor por el hombreVincenzo Cappelletti

“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó” (Lc. 10, 30)Paul Poupard

VADE ET TU FAC SIMILITER:DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

El Juramento de Hipócratesen el desarrollo de la medicinaDiego Gracia Guillen

Las dimensiones éticas de la medicina hipocrática y el encuentro específicocon la moral cristianaBruno Zanobio

Los códigos de deontologíacontemporáneosGonzalo Herranz Rodriguez

La atención al enfermoen los Padres de la IglesiaCarlo Cremona

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Hipócrates, en los documentos eclesiásticos y en las obras teológicasGottfried Roth

La asistencia a los enfermosen la historia de la IglesiaJesús Alvarez Gómez

La carta de los agentes pastorales.Una síntesis de ética hipocráticay moral cristianaBonifacio Honings

Curar las heridas: los “Rachel Groups”John O’Connor

El carácter sagrado de la vidaen la filosofía paganaJean-Marie Meyer

La religiosidad de la medicinaLuigi Maria Verzé

Primum philosophari?Sergio Cotta

El SIDA como enfermedaddel cuerpo y del espírituRobert C. Gallo

La práctica integradadel médico en el cuidado de las enfermedadesGottieb Monekosso

La medicina y el cristianismoFrancisco Eduardo Trusso

Judaísmo*Elio Toaff

Etica médica e IslamAhmed Zribi

Sumario

El lenguajede la divulgaciónen medicinaAlessandro Beretta Anguissola

La relación médico-pacienteen las reglas médicas de los siglos XVIII y XIXMassimo Baldini

El médico, un hombre para todosDomenico Di Virgilio

Los iconos bíblicos de la vidaIgnace De La Potterie

El Hospital:templo de la humanidad sufrientePascual Piles

Qué piensan los laicosde la misión del médicoAnton Neuwirth

La familia como sujeto de saludy de enfermedadSalvino Leone

El reto tecnológicoen la medicina modernaJohannes Bonelli

El respeto por la intimidad del pacienteErwin Odenbach

El ejemplo de Hipócratessobre la neutralidad y la universalidad de la medicinaKarl-Otto Habermehl

El sufrimentoy el sentido de la vidaJesús Conde

La civilización de la tristezay la cultura del gozoStanislaw Grygiel

La responsabilidad del médicoen la vida del pacienteWanda Poltawska

El embriónsigno de contradicciónElio Sgreccia

Jérôme Léjeune, Perfil científico y cristianoMarie-Odile Rethoré

Antropología culturaldel derecho a la vida Adriano Bausola

En el origen del concepto de la personaTadeusz Styczen

Los horizontes de la medicina fetaly sus consecuencias éticasEmmanuel Sapin

El respeto de la vidaen la investigación biomédicaBruno Silvestrini

El cerebro humano: de Hipócratesal desarrollo actualde las neurocienciasCarla Giuliana Bolis

La superación del dolorismoen la concepción cristianadel sufrimentoCettina Militello

La medicina de las curas paliativasy la escatología cristianaCorrado Manni

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La mujer a lo largo de la Historiaen la asistencia a los enfermosAn Verlinde

El primado de la vidamás allá de toda condición humana– particularmente en AfricaBernardin Gantin

Cuidados sanitarios y cualidadde la vida - La experiencia de TaiwánYaw-Tang Shih

La supremacía de la vida en cadacondición humana y en todo el mundo George Alleyne

La pedagogía del sufrimiento en las diversas religionesFrancis Arinze

El Buen Samaritano (Lc. 10, 29-37)Hermenéutica bíblica de la parábolaAlbert Vanhoye

El Buen Samaritano como categoría antropológicaIgnacio Carrasco De Paula

El modelo del Buen Samaritano en lahistoria de la asistencia hospitalariaAngelo Brusco

Las virtudes del Buen Samaritano:la ética de la asistencia sanitariaen la perspectivade una renovada Teología MoralJ. Augustine Di Noia

Alocución pronunciada en nombredel Doctor Hiroshi Nakajina...Fernando Antezana,

MESA REDONDA: LOS BUENOSSAMARITANOS DE NUESTRO TIEMPO

Marcello CandiaEnnio Apeciti

Albert SchweitzerRichard Brullmann

Florence NightingaleSusanna Agnelli

Henry DunantCornelio Sommaruga

Raoul Follereau.El Apóstol de los leprososAndré Recipon

El Abad Hildebrando GregoriSimone Tonini

Dr. Janusz KorczakJanusz Bolonek

La medicina pastoral en Bosnia Herzegovina en estado de guerraVinko Puljic

La medicina en tiempos de guerraBozo Ljubic

Las ilustraciones de este número han sidotomadas del libro “Giorni del Medioevo”

Le miniature delle très riches Heures del Duca di Berry.

Edición italiana, Rizzoli, Milano 1989.

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Santo Padre,

una vez más, Usted ha querido intervenir en laconclusión de la X Conferencia internacionalanual promovida por el Pontificio Consejo pa-ra la Pastoral de los Agentes Sanitarios.

Sus intervenciones, Santo Padre, acerca detemas de gran importancia abordados por estasConferencias, representan otros tantos puntosfirmes de doctrina y de práctica en el vasto, ar-ticulado y cada vez más complejo campo delas relaciones entre investigación científica ypraxis, entre biomedicina en sus más diversasarticulaciones y ley moral.

Le agradecemos de todo corazón esta Su pa-ternal participación que confirma Su extraor-dinaria y providencial atención a los gravesproblemas que hoy abruman al mundo de lasanidad y de la salud.

En el décimo aniversario de vida del Dicas-terio, que Usted quiso instituir como demos-tración de que la solicitud de la Iglesia porquienes sufren y están enfermos y por los A-gentes Sanitarios a todo nivel de responsabili-dad, es parte integrante de Su misión, esta dé-cima Conferencia internacional ha abordado eltema "Vade et fac similiter: de Hipócrates alBuen Samaritano".

Me consienta, Santo Padre, afirmar que SuMagisterio y Ministerio son la transcripciónviva, valerosa y de máxima autoridad de esteasunto. Como Usted ha afirmado, el pasadomes de octubre, en la Asamblea general de lasNaciones Unidas, "nada hay de genuinamentehumano que no encuentre eco en el corazóncristiano".

Su denodada defensa de los derechos huma-nos fundamentales -primero entre todos el de-recho a la vida, a su sacralidad, inviolabilidady dignidad- y la constante predicación del E-vangelio del sufrimiento, han presentado almundo la más feliz síntesis de los valores ra-cionales y evangélicos. Si es verdad, de hecho,

como se lee en la Evangelium vitae, que "en lavida hay seguramente un valor sagrado y reli-gioso, en modo alguno interpela sólo a los cre-yentes: se trata de un valor que todo ser huma-no puede aprehender también a la luz de la ra-zón y que por ello corresponde necesariamen-te a todos" (n.101).

Para Usted, Santo Padre, el camino que des-de Jerusalén descendía a Jericó, es el caminoque atraviesa todo nuestro planeta: un caminoque Usted ha recorrido y sigue recorriendo in-cansablemente para encontrar a las innumera-bles víctimas de la violencia de nuestro tiempoy de nuestros días. Como el iluminado ama-nuense medieval que transcribió, disponiéndo-lo en forma de cruz, el juramento de Hipócra-tes, Usted ha hecho de la promoción y de ladefensa de la vida un punto de encuentro e-vangélico del saber y del creer.

Gracias, Santo Padre, por esta segura y fuer-te guía que es motivo de inteligente esperanzay de ejemplar valor en combatir una batalla di-fícil, porque es decisiva.

Ya hemos iniciado la preparación de la pró-xima Conferencia Internacional para el añonuevo: el argumento general será:

"A imagen y semejanza de Dios:¿siempre? Los enfermos mentales".

El tema es de extraordinaria importancia einteresa directamente a casi mil millones depersonas en el mundo. Queremos, Santo Pa-dre, seguir siendo siempre fuertemente dispo-nibles, auténticos Samaritanos, para todos, pe-ro especialmente para cuantos, sin distinciónalguna, están en el sufrimiento del cuerpo ydel espíritu, de la mente.

Gracias, Santo Padre, por su esperada y altaPalabra.

PALABRAS DE HOMENAJE DEL CARDENAL FIORENZO ANGELINI

Un hombre bajaba a Jericó

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1. Me complace dirigirme a todos vosotros,queridísimos hermanos y hermanas, con moti-vo de esta Conferencia Internacional, que esya un tradicional punto de encuentro anualque ve reunidos con entusiamo y fidelidad atantas personas generosas, dedicadas al mun-do de la sanidad y de la salud.

Este año recordamos un aniversario parti-cular: han transcurrido ya diez años desde lainstitución del Pontificio Consejo para la Pas-toral de los Agentes Sanitarios. El éxito de lasConferencias celebradas hasta ahora es unaconfirmación tangible de los frutos madura-dos gracias a la infatigable y férvida actividaddesarrollada por este Dicasterio, cuya finali-dad es "difundir, explicar y defender las ense-ñanzas de la Iglesia en materia de sanidad yde favorecer su penetración en la prácticasanitaria" (Carta Ap. Dolentium hominum,n. 6).

Saludo afectuosamente al Cardinal Fioren-zo Angelini y le agradezco sus amables pala-bras con las cuales ha interpretado los senti-mentos de todos los presentes. Renuevo mimás viva estima a los responsables del Ponti-ficio Consejo para la Pastoral de los AgentesSanitarios que, con asidua y constante dedica-ción, han promovido y organizado este en-cuentro.

Dirijo, además, un pensamiento de deferen-cia a los ilustres científicos, investigadores,estudiosos y expertos en problemas de medici-na, de las ciencias biomédicas y de la moralque han ofrecido a esta reunión de estudio y dereflexión la preciosa aportación de su compe-tencia y experiencia. Extiendo, finalmente, micordial bienvenida a todos los presentes.

En vuestras personas veo y saludo a todoslos agentes sanitarios que, en todos los rinco-nes del mundo, como servidores y custodios dela vida, dan testimonio de la presencia de la I-glesia al lado de las personas enfermas y detodos los que sufren.

2. Este año habéis querido desarrollar vues-tras reflexiones a la luz del envío evangélico:"Vete y haz tú lo mismo: de Hipócrates alBuen Samaritano". Toda la historia de la me-dicina puede ser compendiada en esta doblereferencia. Como recordaba, en efecto, el Pa-pa Pío XII, de la venerada memoria, "los es-critos de Hipócrates contienen, sin ningunaduda, una de las más nobles expressiones dela conciencia profesional que impone, espe-cialmente, el respeto de la vida y la dedicaciónal enfermo" (Discurso a los participantes alXIV Congreso Internacional de Historia de laMedicina, 17 de septiembre 1954: Discursos yradiomensajes XVI [1953-1954], 148).

La página evangélica del Buen Samaritanoenriquece la herencia hipocrática de la visióntranscendente de la vida humana que es donde Dios y llamada a participar en la eternacomunión con El.

Con rigurosa atención a los graves y urgen-tes problemas que, en nuestro tiempo, interpe-lan la investigación y la ciencia médica, du-rante los trabajos de estos días habéis recorri-do de nuevo el camino realizado a través de lahistoria de la asistencia sanitaria, resaltandoen el encuentro entre humanismo cristiano, unfactor decisivo de progreso hacia una civiliza-ción cada vez más digna de este nombre.

Además, las aportaciones científicas pre-sentadas por estudiosos y expertos de todaslas partes del mundo han demostrado que, enla atención a quien sufre y en la dedicación aprocurar una calidad de vida digna de la per-sona, se configura una visión antropológicaen la cual es posible que personas de culturasdiferentes hallen un punto de encuentro. Estoes confirmado por las experiencias personalesy sociales de tantos "Buenos Samaritanos" delos tiempos modernos, entre los cuales habéisquerido recordar oportunamente a personascomo Henry Dunant, Florence Nightingale,Albert Schweitzer, Janusz Korczack, Ildebran-

DISCURSO DEL SANTO PADRE A LA X CONFERENCIA INTERNACIONAL

Sed los buenos samaritanosde los tempos modernos

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do Gregori, Roaul Follereau y Marcello Can-dia. "Quien se embarca en la navecilla del res-peto a la vida - escribía Albert Schweitzer - noes un náufrago llevado a la deriva, sino unviajador intrépido que sabe dónde ir y quemantiene el timón con solidez en la justa di-rección" (La civilisation et l'éthique, 63-64).

3. De Hipócrates al Buen Samaritano, de laconciencia guiada por la razón a la razón ilu-minada por la fe, el anuncio del Evangelio dela Vida debe ser único; en efecto, su promo-ción y su defensa "no son monopolio de nadie,sino responsabilidad de todos" (Carta enc. E-vangelium vitae, n. 91).

Y el hecho de que la fe en el mensaje deCristo esté hoy llamada a sostener y a reforzarel fundamento racional del deber común deservir a la vida en todas las fases de la exis-tencia humana es, ciertamente, un providen-cial signo de los tiempos. Se trata, efectiva-mente, de una tarea que es al mismo tiempohumana y cristiana, de tal forma que "sólo lacooperación concorde de cuantos creen en elvalor de la vida podrá evitar una derrota de lacivilización de consecuencias imprevisibles".(ibid.).

El Buen Samaritano de la parábola evangé-lica interpela toda conciencia humana que as-pire a la verdad y esté atenta al futuro de lahumanidad. Sin embargo, el largo camino re-corrido por la asistencia sanitaria no se expli-caría si ésta no tuviese otro fin que la salva-guardia y la recuperación de la salud; en rea-lidad, la asistencia sanitaria, por las raícesque se hunden en el respeto a la vida y a ladignidad de la persona humana, es tambiénescuela de valorización del sufrimento y delservicio al mismo.

Por ello, la parábola del Buen Samaritanopertenece tanto al Evangelio de la vida comoal Evangelio del sufrimiento: "Y aquí tocamosuno de los puntos claves de toda la antropolo-gía cristiana: El hombre no puede encontrar-se plenamente si no a través de un don sincerode sí mismo, Buen Samaritano es precisamen-te el hombre capaz de este don de sí mismo"(Carta ap. Salvifici doloris, n. 28).

Por estos motivos, me complace expresar miviva satisfacción a los responsables del Dicas-terio para la Pastoral de los Agentes Sanita-rios por haber redactado y publicado la pri-mera Carta de los Agentes Sanitarios, cuyasindicaciones, abiertas a las aportaciones detodos los hombres de buena voluntad, repre-sentan una feliz alianza antre ética hipocráti-ca y moral cristiana. Se trata, en efecto, de u-

na síntesis a través de la cual "se favorece lareflexión y el diálogo - entre creyentes y nocreyentes, así como entre creyentes de diferen-tes religiones- sobre problemas éticos, inclusofundamentales, que afectan a la vida del hom-bre" (Carta enc. Evangelium vitae, n. 27).

4. El camino concorde y costructivo de laciencia y de la fe, deseado por el Concilio Va-ticano II (cfr. Mensaje a los hombres de cien-cia, 8 diciembre 1965), tiende a la afirmaciónde los derechos humanos fundamentales, cen-trados en la promoción de la vida y de su dig-nidad. La fe estimula, anima y sostiene estaconvergencia que se ha revelado propicia pa-ra las conquistas de la razón, porque no haynada de genuinamente humano que no en-cuentre eco en el corazón de los cristianos.

El campo de la sanidad y de la salud, en losdiversos ámbitos de la educación, de la diág-nosis, terapia y rehabilitación, ofrece innume-rables confirmaciones de la posibilidad con-creta de una fecunda asociación entre razón yfe para costruir, en la libertad y en el plenorespeto de la persona humana, la civilizaciónde la vida, la cual, para ser verdaderamentetal, debe ser también civilización del amor.

5. En la edificación de una civilización simi-lar, el Buen Samaritano, en el que se refleja elamor del Hijo de Dios, es modelo de los debe-res y de las tareas de los agentes sanitarios.Este modelo reafirma, queridísimos hermanosdedicados a la asistencia y a la pastoral sani-taria, que vuestro servicio, antes de ser unaprofesión es una misión, sostenida por la cre-ciente conciencia de solidaridad existente en-tre los seres humanos. Esta conciencia se re-fuerza y estimula por la fe, de la cual os ex-horto a dar generoso testimonio, cuales heral-dos de confianza y de esperanza en el hombre,llamado por Dios a realizarse en la gratuidad.

Con estos deseos, invoco sobre vosotros ysobre vuestro servicio a los enfermos la pro-tección de la Santísima Virgen, a quien confíola imploración de salvación y de consuelo quese eleva de la humanidad sufriente. Que Ma-ría, Madre del divino Samaritano de las al-mas y de los cuerpos, acompañe cada una devuestras beneméritas actividades, imprimién-doles las características maternas de la dis-ponibilidad amorosa y de la inagotable gene-rosidad. Que os acompañe también la Bendi-ción Apostólica que, de corazón, imparto atodos los presentes, a vuestros colaboradoresy a quienes asistís en vuestro trabajo cotidia-no.

9VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Parábola del Buen Samaritano (Lc 10,30-37)

[30] "Un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y se encontró con unos bandidos que lo des-pojaron, lo golpearon y después se fueron, dejándolo medio muerto.

[31] Casualmente, un sacerdote descendía por aquel mismo camino y cuando lo vio, pasó a-delante por la otra parte.

[32] También un levita, llegado a aquel lugar, lo vio y pasó adelante.[33] En cambio un Samaritano, que iba de viaje, pasando a su lado lo vio y tuvo compasión. [34] Se le acercó, le vendó las heridas, echándole aceite y vino; después, cargándolo sobre su

jumento, lo llevó a un albergue y se dedicó a cuidarlo.[35] Al día siguiente, sacó dos monedas y las dio al albergador, diciéndole: Cuídalo y lo que

gastes de más te lo devolveré a mi regreso.[36] ¿Quién de estos tres te parece que ha sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los

bandidos?"[37] Aquel respondió: "El que tuvo compasión de él" Jesús le dijo: "Ve y haz tú lo mismo".

Lectura de BENEDETTO NARDACCICentro Televisivo Vaticano

Juramento de HipócratesPor Apolo Médico, por Esculapio, Igea y Panacea juro, y a todos los dioses y las diosas llamo

como testigos de este juramento mío y este testimonio escrito observaré íntegramente con todovigor e inteligencia.

Al Maestro que me enseñó este arte tendré en cuenta como a padre, y cuanto sea necesario asu vida y cuanto necesitará le daré con ánimo reconocido y a sus hijos los consideraré como amis propios hijos; y si ellos querrán aprender este arte, se lo enseñaré sin compensaciones y sindiscusiones; de mis lecciones y demostraciones y de todo cuanto atiene a la disciplina médica,haré partícipes a mis hijos y a los hijos de mis preceptores y con ellos a cuantos por escrito sehayan declarado discípulos míos y habrán prestado juramento; pero, fuera de estos, a nadie.

En cuanto se refiere a la cura de los enfermos, prescribiré la dieta más oportuna según mi jui-cio y mi ciencia y defenderé a los enfermos de todo daño e inconveniente.

Y en mi espíritu no será válido ningún requerimiento que quiera inducirme a suministrar ve-neno alguno, ni daré nunca un consejo de ese género.

Igualmente, no actuaré sobre las mujeres con el fin de impedir la concepción y de procurar elaborto. Y en verdad, a prueba de mi vida conservaré inmaculado el arte mío.

Ni realizaré operaciones para quitar la piedra a los que sufren cálculos, sino que dejaré haceresto a los quirurgos expertos en tal arte.

Entraré en cualquier casa solamente para dar ayuda a los enfermos, y me abstendré de toda in-justa acción e inmoralidad, como de todo impuro contacto. Y todo lo que, en el ejercicio de miprofesión, veré y oiré en la vida común de los hombres, aunque independiente del arte médico,en ausencia de permiso, callaré y tendré cual secreto.

Si a este juramento presto intacta fe y si sé lealmente conservarlo, me sea dada toda satisfac-ción en la vida y en el arte, y pueda tener merecida fama perpetuamente entre los hombres.

Pero si hubiera de faltar a mi juramento, o si hubiera jurado en falso, pueda sucederme todo locontrario.

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El tema “De Hipócrates al Buen Samarita-no” no formula un acercamiento genérico ni,menos aún, constituye algo forzado. Observadla última cubierta del programa de esta Confe-rencia Internacional e intuireis el por qué. Enel pasado lo habían comprendido, mientrasque hoy de diversas partes, parece que se quie-ra olvidarlo. Nadie había intentado nunca po-ner una cruz o un símbolo cristiano sobre elfrontispicio de las obras de Aristóteles que, sinembargo, un máximo teólogo como Tomás deAquino, interpretó como prolegómenos alpensamiento cristiano; ni lo mismo fue hechocon las obras de Cicerón, al que Tertuliano lla-maba "anima naturaliter christiana". Lo hahecho, en cambio, un iluminado amanuensemedieval con el texto del Juramento de Hipó-crates, transcribiéndolo en lengua griega condisposición gráfica que forma una cruz. El ma-nuscrito se conserva en la Biblioteca Vaticana.Así pues, quien había leído atentamente el tex-to hipocrático había entrevisto en él la ense-ñanza de Cristo.

Hay una continuidad indiscutible entre elcontenido del Juramento de Hipócrates y el dela moral cristiana. La continuidad es dada porel común compromiso en la promoción y en ladefensa de la vida desde su concepción a sunatural crepúsculo. Una continuidad reconoci-da abiertamente por el Santo Padre Juan PabloII que, en la encíclica Evangelium vitae, habladel "antiguo y siempre actual juramento de Hi-pócrates, según el cual a todo médico se le pi-de comprometerse al respeto absoluto de la vi-da humana y de su sacralidad".

De hecho, son cuatro las líneas portantes delJuramento de Hipócrates:

_ un profundo respeto a la naturaleza en ge-neral;

_ una concepción unitaria e integral del serhumano;

_ una rigurosa relación entre ética personal yética profesional;

_ una visión sumamente participante del e-jercicio del arte médico.

Hay, por lo tanto, en el Juramento de Hipó-crates una clara propedéutica que introduce ala visión cristiana de la vida, la cual suscribe,incluso enriqueciéndolos, los cuatro presu-puestos hipocráticos. Pero es, sobre todo, en ladefensa plena y total de la vida donde la posi-ción del gran médico griego se hace predispo-sitiva de la aceptación de la noción cristiana devida, como participación de la vida misma deDios, proyectada en la eternidad. Y a este res-pecto, hay un punto clave en el que coincidenel pensamiento de Hipócrates y el cristiano: yes precisamente en la exclusión de toda discri-minación al interior de la noción de vida. Hi-pócrates asume la promoción y la defensa dela vida como criterio y dirección en el ejerci-cio de la propia profesión y como medida desu honestidad y conducta correcta de médico.Sabía muy bien que aceptar posibles distincio-nes, preveer excepciones a este principio, ha-bría equivalido a hacerlo frágil y vulnerable. Yestá convencido de ello a tal punto que su Ju-ramento arriba a una visión religiosa de la vi-da. De hecho, al comenzar el Juramento, elmédico de Cos apela a las divinidades apro-piadas del panteón griego y al concluir parecevolver a las palabras iniciales cuando llega aaugurarse que le pueda suceder todo mal si lle-gara a comportarse como perjuro.

Hay otros dos aspectos que hallan en la éticahipocrática casi una resonancia cristiana. Yson: en primer lugar, la necesidad de que elmédico, en el ejercicio de su profesión, esté alservicio del enfermo, no que lo sirva por cál-culo interesado. Y está tan convencido de estoque entrevé una recompensa no utilitarista co-mo premio de un correcto ejercicio de su pro-fesión. De hecho, quien es llamado junto al le-cho de quien sufre sabe bien -como advertía laEscuela médica Salernitana- que la gente seolvida del médico en cuanto pasa el mal y, por

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El sentido de un recorrido histórico"Ve, y haz tú lo mismo".De Hipócrates al Buen Samaritano

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lo tanto, se puede ser tentados a presentar lafactura cuando más agudo es, en el paciente, elasalto de la enfermedad. De aquí la actualidadde una defensa cristiana del Juramento de Hi-pócrates, sobre todo en un tiempo como elnuestro en el que, junto a los grandes progre-sos de la ciencia y de la técnica, se hacen ame-nazadores los riesgos de una subordinación delos mismos a fines ilícitos y de una instrumen-talización.

Un análisis atento del Juramento de Hipó-crates consiente llegar a una conclusión peren-toria: pocas categorías profesionales puedenconcordar sobre los principios esenciales de lapropia actividad como la categoría de quienesestán al servicio de la salud, es decir, de los a-gentes sanitarios. Identificando con las rectasperpendiculares de una cruz la visión cristianadel mundo y su encuentro-confrontación conla visión o las visiones no cristianas, podemosimaginar el servicio a la salud y, por lo tanto, ala vida, como el punto exacto en el que las dosperpendiculares se encuentran.

Ciertamente, también en este campo, la no-vedad del Cristianismo está representada porla doctrina y por la praxis sobre la valoracióndel sufrimiento cuando éste, a pesar de todoslos esfuerzos de la ciencia y de cualquier otromedio lícito, sigue invencible. Pero en reali-dad, pocas verdades son tan racionales comola de la valoración del sufrimiento, la cual ha-ce verdaderamente un llamamiento a todos losrecursos del hombre, consintiendo su más altay más noble expresión. No es verdad, por lotanto, que sólo la fe puede dar la fuerza de a-ceptar y de valorizar el dolor. Puede confir-marse decisiva al respecto, pero su sostén pue-de hundir sus raíces en la inteligencia y en larazón humana, que es también un don de Dios.

La aproximación entre Hipócrates y el BuenSamaritano, que aparece constante en toda lahistoria de la medicina y en la de la asistenciasanitaria, durante la cual la Iglesia ha sido pio-nera en sus dos mil años de historia, ilumina o-tra verdad, igualmente recordada por el SantoPadre.

En el servicio a quien sufre es posible aquelencuentro entre todos los hombres de buenavoluntad que en otros terrenos se ha confirma-do difícil, si no imposible.

Concepciones filosóficas, religiosas, políti-cas, económicas, sociales, pueden conocer di-vergencias insuperables. En cambio, el servi-cio a quien sufre, yendo hacia la más universaly sentida de las aspiraciones humanas, la de lasalvaguardia o de la recuperación de la salud,y por ello de la promoción y de la defensa de

la vida, hace posible aquel ecumenismo de lasobras, verdadero puente hacia la justicia y lapaz. Y la aproximación entre Hipócrates y elBuen Samaritano de la parábola evangélicaquiere significar ante todo esto: que especial-mente en su solicitud para con los enfermos ylos que sufren y en su promoción y defensa dela vida y de la dignidad de la persona humana,la Iglesia, que es heredera de los más altos va-lores de toda cultura, quiere estar en la van-guardia en el fatigoso camino hacia aquella ci-vilización del amor para la que no hay alterna-tiva.

Cardenal FIORENZO ANGELINI

Presidente del Pontificio Consejopara la Pastoral de los Agentes Sanitarios

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El tema de esta X Conferencia Internacionaldel Pontificio Consejo para la Pastoral de los A-gentes Sanitarios nos coloca frente a la exigen-cia de comprender el nexo planteado por ella en-tre Hipócrates y el Buen Samaritano, antes detratar sobre cada uno de aspectos previstos por elprograma. En el caso de la primera ponencia, eltema de la Conferencia es visto en forma afir-mativa: "Donde hay amor por el arte médico hayamor por el hombre", de manera que la falta declarificación del tema implicaría la imposibili-dad de desarrollar de manera coerente el argu-mento que nos interesa.

El Samaritano se coloca en el centro de una e-levada alegoría, mientras Jesús preparaba suviaje hacia Jerusalén. Se trata de un símbolocentral de un argumento final sobre la esencia delo divino y sobre el significado de la Encarna-ción. El Buen Samaritano nos ayuda a entenderuna ley del amor escrita ya en el Antiguo Testa-mento, pero que está destinada a tomar el primerpuesto en la Buena Nueva. Un doctor de la leypregunta a Jesús qué debe hacer para obtener lavida eterna y Jesús lo remite al precepto de la leyantigua, según la cual hay que amar a Dios contodo el corazón y al prójimo como a sí mismos.El Buen Samaritano nos ayuda a explicar quienes el prójimo. Soy el prójimo del hombre cerca-no que es asaltado por los ladrones y es abando-nado medio muerto en el camino, y el Samarita-no que estaba viajando, lo ve, lo socorre y cuidade él. La narración de Jesús es al mismo tiemposublime y de iluminadora sencillez. El amor deDios, que es amor, abraza la relación entre esosdos hombres, que se encuentran en un caminoperiférico de la vida, sin importancia alguna. To-do esto es seductor, reconstruido en la tradiciónoral y quizás escrita - el Evangelio de Lucas -pero en la parábola de la que nos ocupamos tocauno de los puntos más elevados. La parábola delBuen Samaritano desea transmitirnos la viven-cia del amor como respuesta al doctor de la leyque deseaba saber cómo puede lograr el hombre

la vida eterna. Sustancialmente, estamos en ple-no argumento sobre el anuncio evangélico quepone el amor como centro del ser, bajo cuyo sig-no Dios se había presentado a Mosiés. Amor enDios por el mundo y por los hombres, amor enlos hombres hacia Dios y también hacia los de-más hombres y consigo mismos, al mismo ni-vel. El amor abraza todo, redime todo, incluso larelación del yo consigo mismo. Es una manifes-tación fundamental y universal de la concienciaque de una universalidad, centrada en el origendivino, saca la norma para ser en cada momentoanáloga a la que existe entre Dios y el mundo,incluido el hombre, creado por El. Regresemosa nuestro análisis. El Buen Samaritano, símbolopolisémico, diremos hoy, modelo también de u-na relación entre el médico y el paciente, quepresuponga en el médico la universalidad del a-mor cristiano y el espectro de sus manifestacio-nes, el Buen Samaritano no sería tal, sino fuerapor lo que él simboliza: el amor. Pero ¿ha habi-do amor en Hipócrates?

Es necesario detenerse aquí para dar al desa-rrollo del tema un contenido que de otro modono lo tendría. Si Hipócrates hubiese sido extrañoal concepto del amor y a la realidad vivida por elamor humano, la relación entre los dos, el BuenSamaritano e Hipócrates, aparecería como algocargado de buenas intenciones, que proponepensamientos edificantes, pero que histórica-mente es infundada.

No es así. En los últimos años de Hipócratesse desarrollaba un debate sobre el amor, y exis-tía una profunda teoría. Fijemos ante todo unafecha temporal. Hipócrates nace en Cos en el a-ño 460 a.C., y muere en Larisa, Tessaglia, apro-ximadamente en el 370. Sócrates nace en el 470y muere en el 399 víctima de la democracia deAtenas. Platón nace en Atenas en el 428 a.C. ymuere en el 348: es más joven de una genera-ción con respecto a los pensadores que hemosrecordado. Como telón de fondo político y civilal hecho que nos interesa, tenemos la figura de

Donde hay amor por el arte médicohay amor por el hombre

VINCENZO CAPPELLETTI

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Pericles, que vivió del 495 a.C. al 429, persona-lidad incisiva y dominante de la vida atensiense,sobre todo durante el trentenio entre el 461 y el429. Detrás de todas las personalidades nombra-das, tenemos las dos victorias decisivas de los a-tenienses sobre los persas, de Maratón en el 490y de Salamina en el 480 a.C. Nuestra preguntase plantea de la siguiente manera: ¿ha habido u-na necesidad espiritual para afrontar el tema nosólo entre hombre y hombre, sino entre hombrey otro aspecto humano, que pudiera considerar-se como amorosa durante los años de la Atenasde Pericles, pues estaba planteada entre deseo ydonación, posesión y auspicio? Si existía comotal, Hipócrates no pudo ponerse de lado o ausen-tarse, y por uno o más de los miles de caminos através de los cuales el pensamiento humano re-corre el mundo, el tema, la búsqueda sobre el a-mor logró y dejó huellas en las premisas, en par-te manifestadas y en parte implícitas, del extra-ordinario edificio de la doctrina médica hipocrá-tica El tema del amor tuvo efectivamente espa-cio e importancia en la Atenas de Pericles, en uncírculo donde Hipócrates estuvo presente: el cír-culo de los Kaloi Kagathoi, los hombres que te-nían el privilegio de poder dedicarse a las dicu-siones y a los banquetes. Posiblemente era elmismo que para todos los debates y todas las a-mistades de aquellos años que nosotros descu-brimos a través de los Diálogos platónicos. Hi-pócrates aparece dos veces, en el Fedro y en elProtágoras, gracias a la fama que lo circundabapor el merecido prestigio de su pensamiento. Enel Fedro, en particular, Hipócrates sobresale, porlas consideraciones de Sócrates sobre las rela-ciones entre comportamientos y naturaleza delalma y entre naturaleza del alma y naturaleza deltodo. "Si Hipócrates es un punto de referencia -observa Fedro - ni siquiera se puede entender elcuerpo sin ese procedimiento": sin referirlo a latotalidad. De manera menos incisiva y califican-te Hipócrates es citado en Protágoras: al Hipó-crates interlocutor del diálogo, que es sólo unhomónimo del Maestro de Cos, Sócrates pre-gunta qué espera recibir de la Asclepíades encambio de dinero. Y la respuesta es la siguiente:siendo médico, de Hipócrates esperaría recibirel conocimiento de la medicina. El Protágorasestá dedicado al análisis de la sofística, pero elFedro trata sobre el amor, y lo acerca a la maníaentendida como divina exaltación, delirio queviene de los dioses y se expresa en la profecía yen la poesía. Entre los dos contemporáneos y ca-si coetáneos destinados para dejar una huella du-radera de sí en la civilización de los siglos veni-deros - Sócrates, Hipócrates - el segundo era,pues, conocido por el primero: pero es más que

probable lo contrario, porque el citado círculo delos grandes era restringido, Hipócrates, lo sabe-mos por sus biógrafos, vivió en Atenas y tuvo u-na escuela de medicina, y se tejieron relacionescomo las de Hipócrates y el histórico Tucídides,que captamos a través de las ideas más que me-diante los contactos documentados entre las per-sonas.

Por tanto, la investigación socrática, y de unmundo intelectual alrededor del tema sobre el a-mar y el amor, no pudo sino reflejar momentosconstitutivos de la construcción conceptual deHipócrates, y no dejar huella de sí. Es espléndi-do el desarrollo dialógico del Fedro, pero nadavale más que el tema sobre el amor, que Sócra-tes desarrolló o habría desarrollado en la casadel dramaturgo Agatón y que nosotros conoce-mos a través del Simposio. Agatón redactó el e-logio de Amor y Sócrates se declara insatisfe-cho. Dice que Agatón le ha hecho recordar aGorgia y la falacia sofista: creer que uno dice laverdad sobre el objeto por alabar, y atribuir alobjeto las cosas más grandes y más bellas ya seaque dicho objeto las posea o que no. En cambio,sobre el amor hay que decir la verdad: Y Sócra-tes afirma que sigue la pauta que le ofreciera u-na extranjera de Mantinea, una mujer, Diotima.Extranjera, tengámoslo en cuenta, en el sentidode extraña a la polis ateniense: con la mismafunción de insinuar la duda y de abrir horizon-tes, tal como de manera seductora había absuel-to, al término del Sofista, al extranjero de Elea,manifestando incertidumbre sobre el significadologrado del ser. Amor, había explicado Diotimaa Sócrates y éste repite en el convite de Agatón,es el deseo de algo que no se posee; es algo in-termedio entre lo mortal y lo inmortal; es ungran demonio que transmite los dioses a loshombres y los hombres a los dioses. Amor nacióporque Penia, pobreza, quedó encinta de Poro,expediente, en la fiesta organizada por el naci-miento de Afrodita: es indigente como la madrey rico de expedientes como el padre, y además"lo que compra siempre se le escapa de las ma-nos". El Amor es el amante y no el amado: elgrandísimo, insidioso Amor es para cada uno eldeseo de bien y de felicidad. Pero en el ápice dela felicidad está la inmortalidad. Y esta última selogra con la procreación, física e ideal, realizadapor el hijo y por el producto del pensamiento. E-xiste un amor de las ideas y de la ciencia: y el a-mor encuentra aquí su identidad de condiciónpobre del hombre, de indigencia. El amor, es o-portuno repetirlo, está en el amante, no en el a-mado. Y, por tanto, la idea no ama: no amará lasuma idea, Dios, en Aristóteles. Del Simposio,estamos tentados de llegar con un salto al doce-

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avo libro de la Metafísica de Aristóteles, paracaptar otro concepto de lo divino y verificar siha tomado su lugar el amor, es decir, verificar siquizás la más elevada entre las acepciones clási-cas de la divinidad, de algún modo haya sido lade un Dios amante con respecto al cosmos de lanaturaleza y al hombre comprendido en él. Nohay huella de amor en el Dios de Aristóteles: lasconsideraciones que había desarrollado Sócra-tes, recogían y expresaban la intuición de todoun mundo, de toda una sabiduría, de toda unacultura. Leamos: "Si Dios, pues, está eterna-mente en aquella feliz condición en la que noso-tros nos encontramos a veces, es algo muy ma-ravilloso; pero si está en una condición inclusosuperior, será aún más marravilloso. Ahora bien,así es El. Y, además, es viviente: dado que el ac-to de entender es vida, y El es aquel acto: aquelacto que, siendo por sí mismo, es en El vida óp-tima y eterna. Nosotros afirmamos que Dios esser viviente, eterno, perfecto, de modo tal que lepertenece una vida continua y una existencia e-terna. Esto es Dios". El ser ha llegado a conju-garse con la vida y con el pensamiento, y el pen-samiento tiene como objeto a sí mismo, "noesistes noeseos". Se trata de otra conquista en el ca-mino que llevará a la Buena Nueva cristiana,centrada en un amor que no es indigencia sinoriqueza, no es sólo del amante sino también delamado, y los mancomuna en una misma reali-dad, que es la sustancia de la vida a la que Aris-tóteles se había acercado, uniéndola al conceptode lo divino. Indigencia, deseo-riqueza, don: laanalogía, el trámite relacional entre Hipócratescon el horizonte espiritual al que él pertenecía, yel Buen Samaritano con la verdad intuida y vivi-da por él, ya lo tenemos frente a nosotros. Lamedicina hipocrática había amado el sufrimien-to y la muerte, ante todo para conocer las causasy las manifestaciones, sintomáticas y del proce-so. Hipócrates es un metafísico, no es un simplemédico, justo como Sócrates lo presenta en elFedro. Y como metafísico había afirmado unanoción, el "hekaston" que precede a aquella aris-totélica de "tode ti": el individuo en Hipócrateses el esto en Aristóteles y el esto es la transcrip-ción del "ousia", la sustancia. Los libros prime-ro y tercero de Epidemia, entre los textos másincisivos que se atribuyen al Homero de la me-dicina tal como es Hipócrates, reflejan una acti-tud casi estática, de observación frente a la en-fermedad y al enfermo, a la muerte y al murien-te. Había mucho que aprender, que grabar, queinvestigar: por amor, esto es, deseo de lo desco-nocido. Hipócrates amaba en sentido socráticoal hombre enfermo, como puesto el párrafo queilustra la base conceptual de su diagnóstica y de

la semeiología conexa con ella."Estos fenómenos referentes a las enfermeda-

des, de los cuales sacaba mis conclusiones, fun-dándolas en todo lo que hay de común y de indi-vidual en la naturaleza humana; en la enferme-dad, en el enfermo, en la dieta y en quien laprescribía (que de esto dependen las evolucio-nes favorables o funestas); en la constitución ge-neral y específica de los fenómenos celestes y decada región; en las costumbres, el régimen, elmodo de vida, la edad decada uno; en los argu-mentos; los modos, los silencios, los pensamien-tos; en el sueño y la insomnia, en los sueños -como y cuando -, en los gestos involuntarios -jalarse los cabellos, rascarse, llorar -; en los pa-roxismos, las heces, los orines, los esputos, elvómito; y en la concatenación de las enfermeda-des - las que derivan del pasado y las que se ge-neran en el futuro -; y en los accesos, si son sig-no de muerte o de crisis, en el sudor, los escalo-fríos, el frío, la tos, los estarnudos, el sollozo, elrespiro, los eructos, las flatulencias (silenciosaso rumorosas), las hemorragias y la hemorroide.Teniendo en cuenta todo esto, se amplie la in-vestigación también a todo esto lo que de esto sederiva". La medicina cristiana, a partir del BuenSamaritano, no solamente derramará amor so-bre el sufrimiento. Proseguirá también en el ca-mino de Hipócrates, conviertiéndose en teoría ymetateoría de la vida, riqueza de intuiciones y dehipótesis que iluminan la observación y todoslos ramos de la actividad científica. No sola-mente el maravilloso florecer de hospitales y no-socomios captará el fruto de un amor-riquezaderivado de un Dios que es amor. Ese fruto locaptará también la ciencia médica. Para repetirel título de un escrito muy conocido que Bene-detto Croce publicó en 1942, no podemos dejarde llamarnos cristianos, incluso en la cienciamoderna y en su reforzada expresión que es laciencia contemporánea. Amor, vida y logos-pensamiento son "circuminsessi" - espléndidoconcepto que, junto con otros fundamentales,nos llegan de la edad conciliar - en la concienciadel hombre. Se ama al conocer, y no se conocesino en Dios y con Dios, dando humilde testi-monio de su definitiva sustancia, el amor. Amor-caridad y amor-conocimiento: he aquí que debea la Buena Nueva la tradición abierta por el e-jemplo del Buen Samaritano. Pero lo que hemosdicho, es el todo de la medicina, en la raíz y en elacto único que el médico realiza cada día, en ca-da hora de su trabajo.

Prof. VINCENZO CAPPELLETTIVice Presidente, Director Científicode la Enciclopedia Italiana - Roma

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Introducción

La parábola del Buen Samaritano es una pa-rábola especialmente vigorosa, personal, pas-toral y prática. Es una parábola vigorosa, por-que nos habla de la fuerza del amor, que tras-ciende todo credo y cultura, para «hacer» unprójimo de aquél que es completamente ex-tranjero. Es una parábola personal, porquedescribe con profunda sencillez el germinar deuna relación humana, incluso desde el puntode vista físico; tiene un toque personal, el de u-na persona que, trascendiendo los tabúes y so-ciales, le venda a otro sus heridas.

Es una parábola pastoral, porque está llenade ese misterio que supone la atención la asis-tencia al prójimo, y que constituye de la cultu-ra humana, su elemento más valioso, y que setrasluce cuando el Buen Samaritano se acercaa servir al prójimo necesitado que acaba de en-contrar. Es una parábola que es ante todo prác-tica, porque nos desafía a superar todas las ba-rreras culturales y comunitarias para ir tam-bién nosotros y hacer lo mismo.

La profundidad, unida a la sencillez, de estaparábola del Buen Samaritano, nos conmuevecada vez que la leemos y meditamos sobre e-lla. Nos habla directamente al corazón. Nosporduce incluso una cierta turbación de con-ciencia. En esta parábola se cumple de formaconvincente aquello de que «la palabra deDios es viva y eficaz, más tajante que espadade doble filo» (Heb. 4, 12). Y es significativoque escuchando el juramento hipocrático, seexperimentan sentimientos semejantes a estos.

Aunque entre el juramento hipocrático y laparábola del Buen Samaritano hay un interva-lo de siglos, existe entre ambos un nexo de u-nión. Los dos dan cauce a una preocupacióncomún, la defensa de lo que podemos llamar el«Evangelio de la vida», una defensa que brotade un intéres y un respeto profundos por lapersona humana.

«Cada persona, precisamente en virtud delmisterio del Verbo de Dios hecho carne (cf. Jn.1, 14), es confiada a la solictud materna de laIglesia. Por eso, toda amenaza a la dignidad ya la vida del hombre repercute en el corazónmismo de la Iglesia,afecta al núcleo de su fe enla encarnación redentora del Hijo de Dios, lacompromete en su misión de anunciar el evan-gelio de la vida por el mundo entero y a todacriatura (cf. Mc. 16, 15)»1. Este compromiso,esta preocupación, será precisamenteel centrode nuestras reflexiones compartidas a lo largode los tres días de la X Conferencia Interna-cional organizada por el Consejo Pontificiopara la Pastoral de los Agentes Sanitarios. E-xaminando el programa de la Conferencia, hepodido comprobar que los temas asignados alos distintos ponentes tratarán de iluminar,desde la diversidad de un enfoque interdisci-plinar, el lema: «De Hipócrates al Buen Sama-ritano». Entre los temas a tratar destacan: elsufrimiento; la atención a los enfermos; la cu-ración de las heridas; el médico, un hombrepara los demás; medicina y moralidad; la mu-jer en la historia de la asistencia a los enfer-mos. Por mi parte, como Presidente del Con-sejo Pontificio de la Cultura, me propongo o-freceros una meditación orante - pero prática -sobre la Parábola del Buen Samaritano.

Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó. Je-rusalén es la ciudad santa, la ciudad del Tem-plo, escogida por Yahvéh como lugar de sumorada. Jerusalén simboliza lo divino y lo sa-grado. En cambio, en la Escritura Jericó repre-senta con frecuencia el mundo. Según Oríge-nes, «aquel hombre de que nos habla el Evan-gelio, que bajaba de Jerusalén a Jericó y quecayó en manos de unos ladrones, sin duda eraun símbolo de Adán, que fue arrojado del pa-raíso al destierro de este mundo. Y aquellosciegos de Jericó, a los que vino Cristo para ha-cer que vieran, simbolizaban a todos aquellosque en este mundo estaban angustiados por la

PAUL POUPARD

«Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó» (Lc. 10, 30)

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ceguera de la ignorancia, a los cuales vino elHijo de Dios»2. En cierto sentido Jericó sim-boliza la cultura secular. Y el Hombre que ba-ja de Jerusalén a Jericó representa a toda laHumanidad, a todos nosotros. Como él, somosviajeros, somos peregrinos que caminamosjuntos. En un momento dado del camino, su-frimos una emboscada, el robo, el despojo,que nos priva de lo mejor que tenemos, la sa-grada centella divina.

La religión - expresión de nuestra relacióncon Dios - y lo sagrado pertenecen al corazónmismo de la cultura. Pero, como hacía notar elPapa Pablo VI, «la ruptura entre Evangelio ycultura es, sin duda alguna, el drama de nues-tro tiempo, como lo fue también en otras épo-cas»3. ¿Cuál es la respuesta que damos, comoIglesia, ante este «cuerpo» de la humanidad,que yace herido y asaltado a la vera del cami-no? ¿No tendríamos que cuidarlo, hasta querecobre su salud y su gloria primeras? Ennuestra exposición trataremos esta gran pará-bola desde tres prespectivas: como invitacióna la compasión, como dasafío a asumir el com-promiso, y, finalmente, como experiencia delgozo de la comunión.

1. La llamada a la compasión

Hay un abismo entre la mera lástima y la

compasión. El sentimiento de lástima empiezay termina en uno mismo. La lástima por el quesufre nos da sentimentos, pero permanece co-mo encerrada en uno mismo, y no da fruto, nolleva a la acción. Como máximo, la lástimatermina con un suspiro o con un encogerse dehombros. En cambio, la compasión nos impul-sa a salir de nostros mismos, porque no nos daun mero sentimiento, sino que nos hace sentircon el que sufre. Tener compasión es sufrircon el herido, con el que sufre, compartir sudolor y su agonía.

Es verdad que nunca podremos penetrar deltodo en el dolor del prójimo. Con frecuenciatenemos que resignarnos a ser meros especta-dores silenciosos de la agonía ajena. Pero lacompasión nos ayda de algún modo, no sólo asentir, sino a sentir con la persona que sufre.Es así como sentía compasión el mismo Jesús,el Buen Samaritano por excelencia. Sufría con- y en - las personas a las que servía. Sentía sumisma hambre y su misma pena, comprendíasu dolor, mostraba su amistad y su simpatía alos pecadores, posaba su mano sobre los con-denados al ostracismo. Jesús asumió una hu-manidad para poder cargar sobre sus espaldasel dolor de la flagelación. «Pues no tenemosun Sumo Sacerdote que no pueda compade-cerse de nuestras debilidades, sino que fueprobado en todo igual que nosotros, exceptoen el pecado» (Heb. 4, 15). Siglos antes de sunacimiento, ya había profetizado Isaías: «¡ Ysin embargo eran nuestras dolencias las que élllevaba, y nuestros los dolores que él soporta-ba! [...] Él ha sido herido por nuestras rebeldí-as, molido por nuestras culpas. Él soportó elcastigo que nos trae la paz, y con sus cardena-les hemos sido curados» (Is 53, 4-5).

La verdadera compasión no nos deja indife-rentes o insensibles ante el dolor ajeno, sinoque nos impele a ser solidarios con el que su-fre. La solidaridad «no es, pues, un sentimien-to superficial por los males de tantas personas,cercanas o lejanas. Ala contrario, es la deter-minación firme y perseverante de empeñarsepor el bien común; es decir, por el bien de to-dos y cada uno, para que todos seamos verda-deramente responsables de todos»4. A vecespodemos ser como el sacerdote o el escribaque, viendo al herido, pasaron de largo dandoun rodeo. Podemos ser espectadores silencio-sos, temerosos de comprometernos por nomancharnos las manos.

Es fácil encontrar analogías en la culturacontemporánea. Los medios audiovisuales nostraen a la intimidad del hogar escenas horripi-lantes de guerra y de violencia, de hambre y de

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necesidad, de enfermedad y dolencia, y de de-sastres naturales como las inundaciones o te-rremotos. Corremos el riesgo de embotarnosen una cultura que contempla de modo pasivosin hacer nada. En vez de actuar, acabamossiendo meros espectadores. Pero la compasiónnos impele a salir de nosotros mismos, a ten-der la mano a los necesitados. Nos hace salirde la cómoda crisálida de nuestro ensimisma-miento para tender una mano amorosa y servi-cial a todos los que tienen necesidad de nues-tra ayuda.

En este sentido, no conviene restringir elconcepto de «salud» hasta el punto de que só-lo haga referencia al simple bienestar corporalo físico. En su sentido simbólico, la «salud»adquiere una gama de significados mucho másamplia. Hay sociedades y culturas enteras queestán «en la cuneta», que han sufrido una«emboscada», y a causa de los antivalores delconsumismo y del materialismo yacen «heri-das», despojadas de lo más valioso y más her-moso de la cultura humana, porque, cayendoen una actitud hostil o hasta indiferente, se venprivadas de Dios. Estamos tan deshumaniza-dos desde el punto de vista cultural, que hemosllegado a perder el sentido de Dios. Y, con elpaso de los años, hemos dado un paso más, he-mos alimentado una increencia que ha desem-bocado en la indiferencia religiosa. La indife-rencia es aún peor que la hostilidad militante.El que es hostil, al menos reconoce la presen-cia del otro, aunque reaccione violentamentecontra él; en cambio, el indiferente ignora al o-tro, y le trata como si no existiera. Ésta es la in-diferencia y la insensibilidad del que hacen ga-la el sacerdote y el levita, cuando pasan de lar-go dando un rodeo, y dejan al pobre herido de-sangrándose en la cuneta. Ésta es la indiferen-cia que pervive en la anticultura de hoy, unaanticultura del aislamiento mutuo y de la tri-vialización de todo.

Pero el colmo de nuestra depravación estáen la pérdida del sentido de Dios. Ysi llegamosa perder el sentido de la Paternidad de Dios,perdemos necesariamente, en el mismo proce-so, el sentido de fraternidad con todos loshombres. Pero, a pesar de esta negación deDios, a pesar de nuestra indiferencia hacia Él,nos llena de esperanza y optimismo la consi-deración de que el Dios cristiano es un Diosque resucita a los muertos, un Dios que de-vuelve la vida, que la renueva, que devuelve laesperanza, resucitando glorioso como un avefénix de sus cenizas. Por ello, la Iglesia tieneque llegar a las culturas que han perdido aDios cayendo en la indiferencia, tiene que lle-

gar a las culturas que han caído en el sueño dela muerte, siendo como una prolongación en elespacio y en el tiempo de Jesucristo, el BuenSamaritano, con su servicio, ofreciendo laBuena Noticia del Evangelio. Estas culturasnos piden con su silencio que actuemos, quenos comprometamos. Y cuando la Iglesia y lafe cristiana penetran en la carne de una cultu-ra, se repite el misterio de la Encarnación.

La Palabra se hace carne y habita entre no-sotros. Se hace semejante a nosotros en todomenos en el pecado. «Sin la Encarnación nohay salvación: Cristo no nació en el vacío. To-mó carne en el seno de María, y toda su vidaestá entretejida con la realidad sociocultural desu tiempo. Siendo Palabra de Dios habló conun lenguaje humano, en una lengua específica,con una herencia cultural muy determinada.Las culturas se pueden comparar de modo a-nálogo a la humanidad de Cristo. Por el miste-rio de la Encarnación. Cristo entra en la cultu-ra desde dentro, la purifica, y la reorienta haciaDios, el Dios que quiere ser adorado en espíri-to y en verdad»5. La Iglesia tiene que ser comoel Buen Samaritano, que se preocupó por la si-tuación del hombre que estaba medio muerto ala vera del camino, y le ayudó; la Iglesia tieneque entrar en estas culturas, heridas o enfer-mas, y revitalizarlas, ofreciéndoles el Evange-lio de la vida.

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2. El desafío de asumirel compromiso

La palabra que quizás exprese mejor la acti-tud y la obra del Buen Samaritano es la decompromiso. El samaritano podía haber hecholo mismo que el sacerdote y que el levita, y pa-sar de largo dando un rodeo. Podía haber ce-rrado sus entrañas, negándose a dar una res-puesta ante esta necesitad vital. Pero se detie-ne. Se detiene para inclinarse ante el necesita-do, para ganárselo. Y en el mismo instante enque se detiene para asistir a este desconocidoque había caído en manos de bandidos, en esemomento nace un prójimo. La compasión quenace del amor es creadora: ¡crea un prójimo!«Podríamos incluso hablar de un sacramento,de un sacramento del amor: cuando alguienpone a disposición del prójimo su mismo servivo, su corazón, su fuerza, sus energías, en-tonces Dios hace entrar en juego su fuerza cre-adora, y surge el milagro de la relación con elhermano»6.

Nuestro mundo es en verdad un mundoconstantemente amenazado por una insensibi-lidad creciente de cara al sufrimiento. Nos he-mos acostumbrado tanto al sufrimiento, a laenfermedad y al hambre, que somos capaces

de pasar junto a las situaciones más horripilan-tes sin tan siquiera pestañear. Nos hemos acos-tumbrado a ver cómo se levantan los rascacie-los, imponentes, sobre el telón de fondo de ba-rrios mugrientos. Ante uno de los genocidiosmás masivos de la historia, la comunidad in-ternacional contempló en silencio el grotescoespectáculo de la eliminación de miles y milesde personas. La vida se ha vuelto tan precaria,que hemos llegado a inventar expresiones eu-femísticas para acallar nuestros remordimien-tos de conciencia. Así, hablamos de «interrup-ción del embarazo» y de «eutanasia», como sifuera posible desligar estas expresiones de ladignidad sagrada de una persona humana quees ejecutada sin piedad.

La Iglesia, cual Buen Samaritano, está com-prometida con la salud y la vida. En el caso delBuen Samaritano, llama la atención que se a-cerque a asistir a un judío, a pesar de que losjudíos no se trataban con los samaritanos. Pe-ro gracias a este acercamiento amoroso, entredos personas que hasta entonces no habían te-nido relación empieza una relación movidapor el amor, y ¡nace un nuevo prójimo! ¿No esprecisamente el amor el que llama al prójimo ala existencia?

El texto evangélico del capítulo 10 de Lucashabla simplemente de «un hombre que bajabade Jerusalén a Jericó». Un hombre anónimoque puede ser representante de cualquier na-ción, cultura o comunidad, incluso de cual-quier raza o religión. Un hombre cualquiera,cualquier hombre necesitado. Toda personanecesitada es mi prójimo. «Es un necesitadocualquiera que se cruza en mi camino, no im-porta cuál sea su nombre, raza o religión. Noperdamos tiempo intentando saber los deta-lles; lo importante es no pasar dando un rodeo.Sólo una cosa debe importarnos: que este po-bre hombre me necesita, ¡y su nombre es Je-sús!»7.

3. El gozo de la comunión

El mundo en que vivimos es un mar de su-frimientos. Pienso ahora en los millones depersonas que sufren físicamente en los hospi-tales, en los asilos, y en las clínicas para enfer-mos en fase terminal. Me vienen a la mentetantos niños, demasiado pequeños para com-prender el misterio del sufrimiento, pero yamaduros para experimentarlo. Me acuerdo delos chicos jóvenes que en su lozanía lloran dedolor ante sufrimientos insoportables, y tam-bién de los ancianos, débiles y fatigados, lu-

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chando y jadeando por un aliento más de vida.Pienso en el sufrimiento espiritual de tantagente: la soledad de los esposos separados; elaislamiento de los huérfanos que nunca hanconocido el calor de un hogar o una caricia desus padres; la agonía de los drogadictos; la an-gustia de los que sufren la muerte de un serquerido; la pena de los que sufren en soledadla distancia de aquellos a quienes aman. Enverdad, el sufrimiento es nuestro patrimoniocomún. ¿Tiene un sentido este sufrimiento?¿Cuál es el sentido humano del sufrimiento?Como decía sucintamente Paul Claudel,«Diosno vino a eliminar el sufrimiento, sino a lle-narlo con su presencia». Jesús no suprime elsufrimiento, sino que lo eleva.

¿Cuál ha de ser nuestra actitud ante el sufri-miento? «La parábola del buen Samaritanopertenece al Evangelio del sufrimiento. Indica,en efecto, cuál debe ser la relación de cada u-no de nosotros con el prójimo que sufre. Nonos está permitido "pasar de largo", con indi-ferencia, sino que debemos "pararnos" junto aél. Buen Samaritano es todo hombre que separa junto al sufrimiento de otro hombre, decualquier género que ése sea. Esta parada nosignifica curiosidad, sino más bien disponibi-lidad»8. La compasión por el que sufre, quenos impulsa a asumir el compromiso de la ac-ción saliendo al encuentro de su dolor, desem-boca en una comunión por la que todo hombreo mujer que sufre se convierte en mi hermanoo hermana.

Es una verdad extraña, pero el sufirmientoune. Nos acerca a los que sufren, y quizás nosacerca incluso a nosotros mismos. Cuando nossentimos abajados, débiles e indefensos, nosólo experimentamos de modo agudo nuestracreaturalidad ante Dios, sino también nuestrasolidaridad con el resto de la humanidad. Qui-zás podamos olvidarnos de aquellos con losque hemos reído juntos; pero nunca olvidare-mos a aquellos con los que hemos llorado. Eséste el vínculo que lleva a la comunión. «El a-mor se asemeja algo al clarividente, tiene esacapacidad de ver a través de lo oculto, de com-prender lo que todavía no ha sido presentado,de discernir lo que aún tiene que acontecer»9.Pero aún hay otra Persona con la que entramosen comunión cada vez que alargamos la manopara servir al enfermo y al necesitado. Esa Per-sona no es otra que el mismo Jesucristo. Élmismo nos lo dice en términos inequívocos:«En verdad os digo: cuanto hicisteis a uno deestos, mis hermanos más pequeños, a mí me lohicisteis» (Mt 25,40). La grandeza o la peque-ñez de nuestro amor y de nuestro servicio a

Dios no es otra que la del amor y del servicio anuetsro prójimo necesitado. En último análi-sis, es el amor lo único que cuenta. Es lo queSan Juan de la Cruz supo resumir tan maravi-llosamente cuando dijo: «En el atardecer de lavida, nos examinarán en el amor».

El mensaje de la parábola del Buen Samari-tano se puede resumir en tres palabras: compa-sión, compromiso y comunión. La compasiónnos hace sentir con -y en- los que sufren; estesentir con el projimo nos lleva a un compro-miso de amor y servicio para con los necesita-dos; y este compromiso desemboca en una co-munión amorosa, comunión con aquellos ne-cesitados a los que servimos, y comunión tam-bién con el mismo Dios.

Conclusión

Quisiera terminar esta meditación con unapequeña anécdota. En cierta ocasión un rabinoestaba instruyendo a sus discípulos. En el cur-so de su lección, les preguntó: «¿Cuándo co-mienza el día?». Uno le contestó: «Cuando sealza el Sol y sus blandos rayos besan la Tierraque reverbera como el oro, entonces comienzael día». Pero su respuesta no complació al ra-

20 DOLENTIUM HOMINUM

bino. Entonces otro discípulo apuntó: «Cuan-do los pajarillos empiezan a cantar a coro, y lanaturaleza misma despierta a la vida despuésdel sueño nocturno, entonces comienza eldía». Pero tampoco esta respuesta gustó al ra-bino. Y así, uno tras otro, todos los discípulosfueron dando sus respuestas. Pero ninguna deellas agradada al rabino. Por último, se rindie-ron todos, y le preguntaron excitados: «Aho-ra,¡díganos usted mismo la respuesta correcta!¿Cuando comienza el día?» Y el rabino con-testó sin alterarse: «Cuando ves a un extrañoen la oscuridad, y reconoces en él a tu Herma-no, ¡entonces despunta el día! Si no reconocesen el extraño a tu hermano o hermana, ya pue-de alzarse el Sol, ya pueden cantar los pájaros,ya puede despertar a la vida la misma natura-leza, que en tu corazón sigue siendo noche yoscuridad».

Es el amor el que nos da ojos para ver, cora-zón para sentir, y manos para asistir. «La voca-ción del cristiano es la de derramar generosa-mente la alegría por los nuevos caminos de loshombres de nuestro tiempo, a menudo inédi-tos, a menudo peligrosos, pero siempre abier-tos al hombre de la calle, homo viator, desde eltiempo a la eternidad, en busca de la felicidad,feliz de encontrar a Jesús, compañero de Ema-ús»10. Pido a Dios en esta mañana en que va-mos a empezar nuestras deliberaciones, quenos llene a todos con la luz del amor, que nosmueva a salir de nosotros mismos para asistira los necesitados, igual que el Buen Samarita-no con el hombre que bajaba de Jerusalén a Je-ricó, con este hombre que representa a toda la

humanidad, en su peregrinar terreno, que estáherido y desangrándose, despojado de lo másprofundo que hay en su cultura, y en el quehay que infundir la novedad de la esperenza,de la salud y de la felicidad, impregnándolo delo divino, de lo sagrado, para restaurar en él sugloria primera. Es lo que dijo San Ireneo: «Lagloria de Dios, es el hombre viviente, y la vidadel hombre, es la visión de Dios»11. Entoncesla parábola del Buen Samaritano se hará viva ynos hablará al corazón, porque entonces sabre-mos quién es nuestro prójimo, y cumpliremosel mandato que Jesús dio al escriba del Evan-gelio: «Ve, y haz tú lo mismo». Se nos invita aalgo que va más allá de toda ley. Cristo nos de-safía a abrirnos al compromiso y a la comu-nión de su mandamiento nuevo.

Cardenal PAUL POUPARDPresidente del Consejo Pontificio de la Cultura

Notas1 JUAN PABLO II, Carta encíclica Evangelium vitae, 1995, n°3.2 ORIGENES, Homilías 6,4, tomado de la segunda lectura del Oficio

de lectura del jueves X del tiempo ordinario.3 PABLO VI, Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, 1975,

n°20.4 JUAN PABLO II, Carta encíclica Sollicitudo rei socialis, 1987,

n°38.5 Rooted in Cultures ... Fruitful in Christ, Office of Education and

Student Chaplaincy, F.A.B.C., Manila, 1995, p. 16.6 ROMANO GUARDINI, Volontá e Verità, Morcelliana, 1978, p. 149.7 EDUARDO CARDENAL PIRONIO, «Homo quidam», Dolentium ho-

minum,1986, n°1, p. 8.8 JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici doloris, 1984, n°28.9 ROMANO GUARDINI, op. cit., p. 150.10 CARDENAL PAUL POUPARD, Felicidad y fe cristiana, Barcelona,

Horder, 1992, p. 163-164.11 SANT’IRENEO, Adversus Haereses, IV, 20, 7.

Vade et tu fac

similiter:

de Hipócrates al

Buen Samaritano

22 DOLENTIUM HOMINUM

Introducción

La tesis que me propongo defen-der en este trabajo es que el Jura-mento hipocrático no ha sido sóloel documento de mayor vigencia atodo lo largo de la historia de lamedicina occidental y el paradig-ma de la ética médica, sino tam-bién el modelo de toda ética profe-sional. El mensaje de Juramento esque las actividades profesionalesson compromisos públicos contra-ídos ante Dios que exigen de quienlos realiza la más alta perfección,es decir, la excelencia.

Para el sesarrollo de esta tesisvoy a dividir mi exposición en trespartes. La primera analizará el ca-rácter sagrado o religioso de la i-dea de profesión. La segunda in-tentará demostrar cómo el Jura-mento hipocrático es el paradigmade la excelencia profesional enmedicina, analizando las tradicio-nes literarias sobre el llamado"médico perfecto".

I. La profesión,actividad sagrada

Profesión es un término de ori-gen religioso. El verbo latino pro-fiteor, profesar, como el de confite-or, confesar, tuvieron en latín, ypor extensión en las lenguas ro-mances, sentido religioso, el deconfesión pública de la fe o consa-gración religiosa. Una personaprofesa es la consagrada a un me-nester, y públicamente reconcidocomo tal.

Durante la Edad Media el térmi-no professio no perdió este su sen-tido originario de consagración re-ligiosa, sino que más bien lo au-mentó. Las Profesiones por anto-

nomasia fueron la professio mo-nástica ( el ingreso en la vida regu-lar monástica mediante el compro-miso público y solemne de guardarlos votos y la regla, tras el año deprueba o noviciado), y la professiocanónica (el reconocimiento públi-co de la Jurisdicción de un obispopor parte de su clero y sus fieles).Desde ahí se introdujo el términoprofesión en los siglos finales de laEdad Media en las lenguas roman-ces, en las que por ello mismo si-guió conservando el sentido pri-mariamente religioso de confesiónpública de la fe o consagración re-ligiosa. Aún hoy son usuales ennuestras lenguas expresiones talescomo "hacer profesión de fe" o"profesar en religión", en las que eltérmino adquiere toda su origina-ria gravedad.

El profesional, como el profeso,es un consagrado en el sentidofuerte o religioso del término, y noen el más amplio y débil de dedi-cación a un menester. Recuérdeseque sacrum, a diferencia de profa-num significó lo que pertenece almundo de lo divino, y que conse-crare es dedicar algo al culto de ladivinidad como ofrenda, ofrecerloa los dioses o ponerlo a su servicio.Este es el sentido originario de sa-crum facere, se donde procede elsustantivo sacrificium, y de ahíviene también el nombre de sacer-dos para designar a quien realiza e-sa labor.

He recordado esta etimología,porque sirven no sólo para enten-der las actividades propia y direc-tamente religiosas, sino tanbién al-gunas otras que no lo son tanto, co-mo la medicina, y en general lasactividades llamadas profesiona-les. Dejando de lado si la medicinafue o no en sus orígenes una activi-

dad unida al sacerdocio, es un he-cho que en culturas ya muy evolu-cionadas, como son la griega y laromana, donde la medicina habíaadquirido ya un estatuto secularperfectamente definido, el médicosiguió teniendo un carácter de al-gún modo "sagrado" o "consagra-do". Y ello no porque el médicofuera un sacerdote en el estricto ri-gor de este término, sino poque po-nía de algún modo a Dios por testi-go y garante de la rectitud de su ac-tividad profesional. De ahí que se-llara el pacto o compromiso de surecto ejercicio profesional median-te un "juramento". Hay actividadestan importantes, que aunque no se-an directamente religiosas, exigenun vínculo religioso, cual es el deljuramento. En ellas se pone nadamenos que a Dios por testigo. Deahí la importancia de los juramen-tos en la vida no sólo religiosa sinotambién civil.

Sabemos que algunas profesio-nes se constituyeron en Grecia si-guiendo el modelo del sacerdocio,y por tanto desarrollaron un con-cepto de responsabilidad profesio-nal de tipo más religioso que jurí-dico. Quizá debe recordarse que elverbo "responder" y todos sus de-rivados presentes en las lenguasromances, proceden del verbo lati-no spondeo, cuyo primo sentido esel de asumir un compromiso so-lemne de carácter religioso. El másfrecuente era aquél en que el padrese compromete (spondet) a entre-gar a su hija (sponsa) en matrimo-nio. En esto consistía la ceremoniade los "esponsales"(sponsalia).

De spondeo deriva respondeo,que significa responder, pero en elsentido preciso de "cumplir uncompromiso solemnemente asu-mido". A. Ernout y A. Meillet aña-

El Juramento de Hipócrates en el desarrollode la medicina

DIEGO GRACIA GUILLEN

23VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

den que este término comenzó per-teneciendo al lenguaje religioso.Esto se ve aún más claro en el idio-ma griego, donde spéndo significóel rito de libación, así como la o-bligación resultante del rito. Esterito religioso consistía en verter unpoco de vino sobre la tierra, el altaro la víctima del sacrificio, a la vezque se formulaba el pacto. Así se-llado, ese pacto tenía fuerza reli-giosa y moral. De ahí que sponde-re viniera a significar "empeñar-se", "obligarse a" y "prometer".Responder es, por ello, compro-meterse a algo o prometer algo, yresponsabilidad la cualidad o con-dición de quien promete o se com-promete.

Es importante no perder de vistaeste significado originariamentereligioso y moral del término res-ponsabilidad, pues él puede aclararel carácter prejurídico o metajurí-dico que en su raíz poseyó este vo-cablo. Para ello nada mejor que a-cudir de nuevo al ejemplo paradig-mático de responsabilidad, el de lapromesa de entrega en matrimo-nio. El compromiso de una entregaabsoluta y perpetua no puede ha-cerse más que fundándolo en razo-nes a la postre extrajurídicas, mo-rales y religiosas. Los esponsalesindisolubles pueden ser un enormeacto de responsabilidad entre dospersonas, pero parece que desbor-dan las categorías jurídicas norma-les. Un contrato jurídico entre dospersonas siempre es revisable, ypuede disolverse por común acuer-do de las dos partes. En este senti-do parece que podría hablarse dedos tipos de responsabilidad, una"fuerte" o moral y otra "débil" oJurídica. La primera sería la propiade los esponsales históricos, y lasegunda aquella inherente a cual-quier contrato jurídico.

¿En que consiste la responsabili-dad profesional? ¿Es responsabili-dad débil o responsabilidad fuerte?Mi respuesta es que así como haydos tipos de responsabilidad, lafuerte y la débil, hay dos tipos deocupaciones, las fuertes y las débi-les, que tradicionalmente se hanllamado "profesiones" las prime-ras, y "oficios" las segundas. A to-do lo largo de la historia occiden-tal, las profesiones fuertes o profe-siones propiamente dichas se hancaracterizado por poseer el tipo deresponsabilidad fuerte, en tanto

que las ocupaciones u oficios hangozado sólo de la responsabilidaddébil. Dicho en otros términos , lasocupaciones u oficios han estadosometidas siempre a responsabili-dad jurídica, en tanto que las pro-fesiones propiamente dichas hangozado de impunidad jurídica, pre-cisamente por hallarse sometidas ala responsabilidad fuerte o moral.En consecuencia, puede afirmarseque históricamente ambas respon-sabilidades, la moral y la jurídica,no sólo no han ido parejas, sinoque más bien han sido antagóni-cas: el disfrute de la responsabili-dad fuerte eximía de responsabili-

dad jurídica, y al revés. A las pro-fesiones auténticamente tales seles suponía máxima responsabili-dad moral, y por ello también ab-soluta impunidad jurídica. Por im-punidad jurídica entiendo impuni-dad de jure, por tanto, ausencia dereglas o normas jurídicas que per-mitan juzgar o procesar a los pro-fesionales. Si se analiza la historiade la medicina, se ve lo escasísi-mas que son estas normas, así co-mo su carácter coyuntural. Estoexplica que de facto la impunidadfuera prácticamente total. Salvocasos muy excepcionales, el médi-co ha sido de hecho impune, aun-que a veces, coyunturalmente, nolo haya sido de derecho. Y en cual-quier caso puede afirmarse sinmiedo a errar que tradicionalmenteno sólo se ha diferenciado con to-da nitidez la responsabilidad moralde la jurídica sino que la primera

ha protegido contra la segunda. Elprofesional auténticamente res-ponsable era por ello mismo impu-ne. Naturalmente, esto que vemgollamando profesiones fuertes o au-ténticamente tales agrupa a un nú-mero muy pequeño y excepcionalde actividades humanas. En el fon-do sólo a tres: el sacerdocio, la re-aleza (y la judicatura como deriva-ción suya) y, en fin, la medicina. E-llas han sido tradicionalnemte pro-fesiones de consagrados, selladaspor un juramento público realiza-do ante Dios, en las que se exige u-na gran calidad moral y que portanto tienen una gran responsabili-dad ética, acompañada de una am-plia impunidad jurídica. La tesisclásica ha sido que el control jurí-dico y penal es suficiente en el ca-so de los oficios manuales, peroque en el de las profesiones es ne-cesario el máximo compromiso,que por ello mismo ha de ser reli-gioso y moral.

II. El juramento hipocrático,paradigma de la excelenciaprofesional

Es en el interior de ese contextocomo adquiere todo su sentido elJuramento hipocrático ha sido eldocumento paradigmático de ese"rol sacerdotal" o "rol profesional"que es propio de sacerdotes, reyeso jueces y médicos. Este rol se ca-racteriza por tener una fundamen-tación primariamente religiosa, yunir a una elevadísima "responsa-bilidad ética" la más completa"impunidad jurídica". Todos estoscaracteres, como ya hemos visto,dotan a las profesiones de un statusmuy particular, que las diferenciade las meras ocupaciones u ofi-cios. En este sentido puede afir-marse que el Juramento hipocráti-co no sólo es el paradigma de la é-tica médica, sino de la ética profe-sional en tanto que tal.

El Juramento hipocrático es undocumento religioso, compuestoprobablemente en el interior delamplio marco de las religionesmistéricas, que sella la fase de ini-ciación del neófito con una fórmu-la juramental en la que el iniciadose compromete a guardar un con-junto de normas y reglas, como lasde no dañar, actuar en el mayor be-neficio del paciente, ejercer el arte

24 DOLENTIUM HOMINUM

de forma santa y pura, guardar se-creto, no administrar pesarios a-bortivos, etc. Mediante el jura-mento el neófito adquiere la cate-goría de profeso, es decir, de pro-fesional. El término profesión tie-ne aquí un sentido estrictamentereligioso, y conlleva por ello el e-jercicio de una responsabilidad in-terna, privada o moral, a la vez quela más estricta impunidad externa,pública o jurídica.

Este nos permite definir con unacierta precisión el sentido del tér-mino xyngraphé, que aparece portres veces en su texto, y con ello elalcance del "compromiso" hipo-crático. El compromiso a que serefiere el texto del Juramento no esprimaria e inmediatamente jurídi-co sino moral y religioso. De he-cho, xyngraphé es un término grie-go compuesto de otros dos, el pre-fijo adverbial xyn, que significacon, y el sustantivo graphé que en-tre otros sentidos tiene el de docu-mento escrito o texto de una ley.Lo escrito obliga; es una especiede promesa solemne, razón por lacual xyngraphé se traduce por"com-promiso". Esa promesa tieneun sentido más religioso que pro-piamente jurídico. Ya lo vimos an-tes, con el auxilio de otros dos tér-minos muy emparentados semán-ticamente con xyngraphé, spondé,que significa la libación con que seconcluye un tratado o una alianza afin de que adquiera carácter solem-ne y sagrado, esto es, responsable,y fassio, el término latino que sig-nifica a una profesar y confesar.Como consecuencia de todo ello a-hora podemos afirmar que el com-promiso del médico hipocrático,tal como aparece en la primeraparte del texto del Juramento, for-mula y define la "responsabilidadprofesional" del médico hipocráti-co, estendida ésta en un sentidomoral y religioso y no directamen-te jurídico. Los profesionales porantonomasia, los sacerdotes, mo-narcas y médicos, establecen susallegados un tipo de relaciones ca-racterizadas por conllevar graveresponsabilidad moral y nula im-putabilidad jurídica. El compromi-so moral produce impunidad jurí-dica. Tal sería, a mi entender, elsentido del compromiso hipocráti-co.

Hace años tuvo lugar una intere-sante polémica a propósito del sen-

tido de la moral profesional. En unartículo titulado A Matha-Ethicsfor Professional Morality, Benja-min Freedman llamó la atenciónsobre las peculiaridades de la "mo-ral profesional" frente a la "moralordinaria". La moral profesionaltiene siempre un carácter no ordi-nario o extraordinario, aquél por elque se permiten hacer u omitir alprofesional ciertas cosas prohibi-das por la moral ordinaria al co-mún de los mortales. Así se expli-ca que la moral profesional se ad-quiera mediante un compromiso ocontrato, y que guarde siempre lasdistancias respecto de la moral or-

dinaria mediante consignas comola del secreto. Poco después, MikeW. Martin publicó en la misma re-vista otro artículo, Rights and theMeta-Ethics of Professional Mo-rality, en el que intentó demostrarcómo las obligaciones propias dela moral profesional carecerían desentido desligadas de las normasde la moral ordinaria, y sólo pue-den justificarse por referencia a e-llas. Así, la obligación del secretomédico tiene su fundamento en elprincipio de la moral ordinaria deque todo ser humano es sujeto dedos derechos inviolables, el de in-timidad y el de confidencialidad.Freedman responde en ese mismoaño con otro artículo, What ReallyMakes Professional Morality Dif-ferent: Response to Martin, en elque llama de nuevo la atención so-bre las diferencias. Aun admitien-do que la base sea la misma, el he-

cho es que la ética profesional sedespega de la ética ordinaria y co-loca a quienes la detentan en unnuevo nivel.

“La moral profesional -escribe-nos impone realizar actos (o abste-nernos de ellos) cuya omisión (orealización) sería inmoral salvopor el hecho de la identidad profe-sional del actor”.

Este argumento puede llevarseaún más allá. La moral profesionalcontribuye de hecho a segregar aciertos hombres del común de lasrelaciones sociales propias de ungrupo y colocarlos se una situaciónque puede definirse por las si-guientes cinco notas: "elección","segregación", "privilegio", "auto-ridad" e "impunidad". El Juramen-to hipocrático confirma perfecta-mente esto. La medicina no es unsimple "oficio" sino una "profe-sión". La profesiones son activida-des muy particulares que no obli-gan sólo al "bien hacer" (officium)sino a la "perfección" (perficio,perfectio). De ahí el carácter mar-cadamente "sacerdotal" de su rolsociológico, y el contenido ético yreligioso de su fórmula de compro-miso. El médico Hipocrático ya noes un sacerdote, como en las viejasculturas de Egipto o Mesopotamia,pero aun así sigue asumiendo unrol típicamente sacerdotal. No otracosa es lo que, en mi opinión, en-cierra el término xyngraphé, y quede algún modo resume el argu-mento de toda la primera parte deltexto del Juramento.

En su segunda parte el Juramen-to exige al médico mantener su vi-da y su arte de forma "pura" y"santa". Estos términos adquierentodo su sentido al ponerlos en rela-ción con la disputa de los filósofosgriegos en torno a la santidad, ymás en concreto con uno de losdiálogos socráticos de Platón, elque lleva por título perí hosíou,más conocido como Eutifrón, enhonor a uno de sus personajes. Laacción se sitúa en los días inmedia-tamente anteriores a la muerte deSócrates. Eutifrón encuentra a Só-crates lejos de su Liceo, en las cer-canías del Pórtico del Rey, el lugardonde se celebran los juicios. Ex-trañado, le pregunta si alguien haformulado alguna acusación con-tra él, y Sócrates le responde queun tal Méleto “dice que soy algo a-sí como un artífice de dioses (poio-

25VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

téstheos), y aduciendo que hagonuevos dioses y que no creo en losantiguos, lanza contra mí esta acu-sación”.

A Sócrates se le acusa de "efec-tuar innovaciones en cuanto a lodivino", guiado por la fuerza de sudaímon. Sócrates sería un "impío"(anósios) al fundamentar la moraly la religión no sobre las tradicio-nes teogónicas de Homero y He-siodo sino sobre la naturaleza y larazón; es decir, al proponer frente ala religiosidad arcaica otra fisioló-gica e ilustrada. Los presocráticoshabían iniciado la crítica de la reli-giosidad tradicional. En los sofis-tas esta crítica había llegado a con-vertirse en manifiesta irreligiosi-dad. Sócrates, heredero de unos yde otros, intenta ir más allá y esta-blecer los fundamentos de la nuevareligiosidad fisiológica. Su tema,el tema de su vida -y de su muerte-es este que ahora nos ocupa, el dela piedad o santidad (hosiótes).Eutifrón, por el contrario, toma elpapel de defensor e intérprete delas creencias olímpicas tradiciona-les. El es un sabio y respetado ate-niense, que ejerce de profeta y adi-vino y que, como oráculo de losdioses, cree estar en el secreto delo que es santo y lo que no. Así lodice expresamente al comienzo deldiálogo. Sócrates le toma por lapalabra y le emplaza para que leenseñe lo que asegura conocer tanbien, "qué considera que es lo san-to y lo impío". Eutifrón expone se-guidamente el concepto de santi-dad propio de la religión olímpica,ciertamente muy peculiar, ya quedebe explicar cosas tan extrañascomo que el mejor y más justo delos dioses, Zeus, encadenara a supadre, o que el padre de éste muti-lara al suyo. Sócrates no puede o-cultar su desagrado ante la atribu-ción a los dioses de historias comoesas.

“¿Crees tú acaso - le pregunta aEutifrón - que estas cosas han ocu-rrido tal como se cuentan? [ ... ]¿Crees tú que se dan realmente en-tre los dioses guerras, enemistadesterribles y combates, y otras mu-chas cosas por el estilo como lasque nos refieren los poetas y se re-presetan por los buenos artistas enlas diferentes ceremonias sagra-das?”.

Eutifrón responde afirmativa-mente, y cifra en ello la santidad:

“Es santo lo que resulta grato alos dioses, e impío lo que no les a-grada”.

A lo cual responde Sócrates di-ciendo que, si los dioses luchan en-tre sí, es que no están de acuerdo,pues lo que agrada a uno no es delagrado del otro, etc. Esto equivalea decir que, aplicando el criterio deEutifrón, las mismas cosas puedenser a la vez santas e impías. Para e-vitar tal paradoja es preciso rectifi-car la definición, afirmando quesólo es santo aquello que todos losdioses aprueban, e impío lo que to-dos reprueban. Pero, pregunta denuevo Sócrates, lo que es santo ¿es

aprobado por los dioses por sersanto, o bien es santo porque es a-probado por los dioses? Sócratesimpone así a Eutifrón su criterio deque las cosas son buenas o malas,santas o impías por naturaleza, ra-zón por la cual las quieren los dio-ses. Si para Eutifrón santo es loque agrada a los dioses, para Só-crates agrada a los dioses lo que essanto, es decir, lo que por naturale-za tiene ese "carácter esencial". ¿Ycuál es esa característica? Para de-finirla, Sócrates opone la santidada la justicia. Hósios es lo debido aDios, en tanto que díkaios es loque se debe a los hombres. Tam-bién puede decirse que la santidades una parte de la justicia, la justi-cia para con Dios, la veneración oservicio divino, therapeía. (Estapalabra, como es bien sabido, sig-nificó antes culto o cuidado de losdioses que terapéuitica médica o

cuidado humano). Eutifrón asientecomplacido a este planteamiento,tan acorde con su propio talante"sacerdotal":

“es un cuidado semejante, Só-crates, al que los esclavos practi-can con sus amos”.

De modo similar a como la the-rápaina o esclava se dedica al cui-dado de su señor, el sacerdote ponesu vida al servicio de la divinidad.Haciendo esto, esclaviándose a lafuente de la pureza y de la bondad,el sacerdote hace profesión de san-tidad. Sócrates y Eutifrón parecen,al fin, estar de acuerdo. Pronto seve, sin embargo, que esto no es así.Eutifrón sigue pensanso que algoes santo porque está al servicio dela divinidad. Sócrates, empero,piensa que algo está al servicio dela divinidad porque es santo. Euti-frón sigue defendiendo el viejo sa-cerdocio olímpico, con todas suparadojas.

“Voy dándome cuenta - dice Só-crates al final del diálogo - que note hallas bien dispuesto a instruir-me”.

Desautorizando a Eutifrón, Só-crates se propone invalidar su pre-tendido carácter de mediador opontífice entre los hombres y la di-vinidad, es decir, su rol sacerdotal.Haciendo esto, Sócrates inauguraun nuevo sacerdocio, el suyo, a-quél por el que ha vivido y que a-hora le lleva a la muerte.

Tras este análisis de la idea so-crática de "justicia" y de "santi-dad" volvamos al texto del Jura-mento. ¿Que sentido tiene en él eltérmino hósios, presente en el se-gundo versículo de su segundo ca-pítulo? En primer lugar, no cabeduda de que su sentido es fisiológi-co y no mítico. El autor del Jura-mento se halla sin duda más cercade Sócrates que de Eutifrón. Perohay un segundo problema. Dentrodel sentido fisiológico, ¿hay queentender el término santo de modoamplio e indeterminado o, por elcontrario, como en el diálogo dePlatón, como servicio a la divini-dad a diferencia del servicio a loshombres? Indudablemente, del se-gundo modo. Por eso se diferenciael criterio de la "justicia" del de la"santidad", y se relaciona el prime-ro con la díaita o régimen de vida,en tanto que el segundo se hacecoincidir con el phármakon. Lapalabra fármaco tiene aquí un sen-

26 DOLENTIUM HOMINUM

tido técnico, médico, de utiliza-ción de productos naturales para elalivio de las enfermedades, peroconserva también su originariosentido religioso de purga o purifi-cación. De ahí que sea en estacláusula farmacológica donde se leexige al médico "pureza". El fár-maco purifica al enfermo y exigela pureza en el médico. Esta pure-za es física y moral, pero tambiénreligiosa. No debe olvidarse quelas virtudes de los fármacos son undon divino. Las dynámeis de losfármacos son manifestaciones dela dynamis de Dios. De ahí su sen-tido formalmente religioso, a dife-rencia de la regulación de la díaitaque no posee significación prima-riamente religiosa sino moral. Poreso ésta ha de efectuarse conformea la virtud moral de la justicia, entanto que aquél exige la virtud reli-giosa por antonomasia, la santi-dad.

III. Profesión y excelencia: enbusca del médico perfecto

El contenido del Juramento hadado lugar a todo lo largo de la his-toria de la medicina a una tradi-ción en torno a la idea de "buenmédico" o "médico perfecto". Delmédico, como del sacerdote y delmonarca se espera la perfección. Yesta no puede conseguirse más quepor el ejercicio de la virtud. Comodice Aristóteles, no es lo mismoconocer en qué consiste la justiciaque actuar justamente. Actuar notiene aquí sólo el sentido de "acto"sino también el de "actitud". El tér-mino latino agere admite ambossentidos. Las actitudes o hábitossurgen por repetición de actos.Cuando los hábitos que se adquie-ren son buenos se llaman "virtu-des" y cuando son malos, "vicios".La perfección moral sólo se consi-gue cuando la coherencia ética en-tre ideas y actos ha llegado a sertan profunda y prolongada, que losmodos de obrar se han convertirdoen una especie de segunda natura-leza, en hábitos virtuosos que seponen en práctica sin esfuerzo yhasta con placer. A esto es lo queAristóteles llamó bíos, "modo devida". Cuando el pensar llega a seruna especie de segunda naturalezadel hombre, como sucede en el fi-lósofo, entonces el ejercicio de las

virtudes dianoéticas se convierteen él en modo o forma de vida, portanto en bíos, el bíos theoretikós.No es buen filósofo quien tiene u-na idea genial, sino aquél que hahecho del ejercicio de las virtudesdianoéticas su modo o forma de vi-da. Lo mismo cabe decir de el ejer-cicio de las virtudes éticas o mora-les, que trae como consecuencia laaparición del modo o forma de vi-da propiamente ético, el llamadopor Aristóteles bíos politikós.

Junto a todos estos hay un bíosespecífico, el bíos iatrikós. Es laforma o modo de vida propia delmédico virtuoso. Para ser buen

médico es preciso poseer en altogrado las virtudes intelectuales odianoéticas, pero como la medici-na es una actividad y no un merosaber teórico, necesita también delas virtudes morales o éticas. El bí-os iatrikós es, en tal sentido, unaespecificación del bíos politikós.Es sabido que para Aristóteles la é-tica fue una parte de la política.Pues bien, lo mismo cabe decir dela ética médica. El médico sólo lle-ga a ser "bueno" y "perfecto" cuan-do la convertido su virtuosidadtécnica y su virtud moral en unaespecie de segunda naturaleza, enun modo de vida. El médico per-fecto es el médico virtuoso.

La literatura sobre el "perfectomédico" se inició con los mismosorígenes de la medicina occiden-tal. Aristóteles habla del téleios ia-trós (el médico perfecto), y Galenodel áristos iatrós (el óptimo médi-

co). El adjetivo áristos es el super-lativo de agathós, bueno, y aplica-do al médico significa que éste hade poseer en el máximo grado tan-to las virtudes dianoéticas o inte-lectuales, como las éticas o mora-les.

“Pues si para conocer la natura-leza del cuerpo, las diferencias en-tre las enfermedades y las indica-ciones de los remedios debe domi-nar la ciencia racional, para perser-verar en el estudio de éstas de unamanera esforzada es necesariodespreciar las riquezas y ejercer lamoderación [...] En efecto, no haytemor de que si desprecia las ri-quezas y ejercita la moderación,haya algo inconveniente, pues to-do aquello a lo que los hombres seatreven de una manera injusta lohacen bajo la persuasión de la co-dicia o el hechizo del placer. Y así,también es necesario que el médi-co posea las otras virtudes, pues u-nas siguen a las otras y no es posi-ble para quien echa mano de unano tener igualmente todas las otrassiguiéndola inmediatamente, co-mo si estuvieran atadas a una mis-ma cuerda”.

El óptimo médico es, pues, a-quél que se halla poseído tanto lasvirtudes éticas como por las diano-éticas. Unas y otras consisten enhábitos buenos, y juntas confor-man el bíos iatrikós, el modo o for-ma de vida propio del buen médi-co, del médico virtuoso o médicoperfecto.

Esta clásica tradución se hamantenido sin grandes cambios, almenos, hasta el siglo XVIII. En1562 escribió Alfonso de Mirandaun libro con este significativo títu-lo, Diálogo de la perfección y par-tes que son necesarias al buen mé-dico, y años más tarde le respondióEnrique Jorge Enriquez con su Re-trato del perfecto médico. Toda es-ta literatura tiene siempre dos ver-tientes. De una parte critica el esta-do real de la medicina, y de otra sedescribe su paradigma ideal. Enri-que Jorge Enriquez describe esteúltimo en los siguientes términos:

“El médico ha de ser temientedel Señor y muy humilde, y no so-berbio, vanaglorioso, y que sea ca-ritativo con los pobres, manso, be-nigno, afable y no vengativo. Quegarde el secreto, que no sea lingua-raz, ni murmurador, ni lisongero,ni emvidioso. Que sea prudente,

27VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

templado, que no sea demasiada-mente osado... Que sea continente,y dado a la honestitad, y recogido;que sea el Médico dado a las letrasy curioso; que trabaje en su arte yque huya de la ociosidad. Que seael Médico muy leído y que sepadar razón de todo”.

Es un hecho indudable que elmovimiento ilustrado del sigloXVIII asestó un duro golpe a estaética de la "virtud", sustituyéndolapor la ética de los "derechos" y"deberes". A partir de la Ilustra-ción del siglo XVIII todos vivi-mos, como ha expuesto MacInty-re, after virtue, "después" de la vir-tud, razón por la cual es una tareaigual de urgente para todos ir aftervirtue, "tras" ella. La virtud es dealgún modo la meta de toda la vidamoral. El hombre bueno es elhombre virtuoso, aquél que ha he-cho de la virtud su modo o formade vida..... Esto significa éthos,modo de vida, bíos (a diferencia dezoé), el bíos ethikós o bíos politi-kós.

Conviene recordar que el térmi-no griego areté, virtud, no signifi-có primariamente virtud moral, si-no una condición física que permi-te al sujeto hacer bien una cosa.Quizá el término español mas ade-cuado es el de "virtuosidad". Así,cuando decimos que MichelangeloBuonarroti era un virtuoso escul-tor, o que tal persona es un virtuo-so cirujano. Nosotros distinguimosperfectamente entre un virtuoso ci-rujano y un cirujano virtuoso. Puesbien, el término griego areté desig-na más lo primero que lo segundo.Y ello porque no se puede ser ciru-jano virtuoso si antes no se es vir-tuoso cirujano. La virtuosidad téc-nica es condición de posibilidad dela virtud moral.

Hasta tal punto llega esto, quePlatón y Aristóteles no tienen nin-gún reparo en hablar, por ejemplo,de la areté de un ser irracional, co-mo es el caballo. He aquí un textomuy significativo: "Hay que decirque toda virtud perfecciona la con-dición de aquello de lo cual es vir-tud y hace que ejecute bien su ope-ración; por ejemplo, la virtud delojo hace bueno al ojo y su función(pues vemos bien por la virtud delojo); asimismo la virtud del caba-llo hace bueno al caballo y la capa-cita para correr, para llevar al jine-te y afrontar a los enemigos". En

las explicaciones anteriores no hayduda que el texto se entiende, yaque está claro que Aristóteles noestá predicando virtudes moralesdel caballo, por ejemplo un buencaballo de carreras. Al caballo quecumple bien con sus funciones,que es un buen caballo, le llama-mos en nuestro idioma excelente;decimos de él que es un caballoexcelente, y no un caballo virtuo-so. De la misma manera, del quetiene una buena vista no decimosque tiene una vista virtuosa sino u-na vista excelente. Y entonces re-sulta que el término más correctopara traducir la palabra griega are-

téno es virtud, ni virtuosidad, sinoexcelencia. Entonces el texto diceasí: "Hay que decir que toda exce-lencia perfecciona la condición deaquello de lo cual es excelencia yhace que ejecute bien su opera-ción; por ejemplo, la excelenciadel ojo hace bueno al ojo y su fun-ción (pues vemos bien por la exce-lencia del ojo); asimismo la exce-lencia del caballo hace bueno alcaballo y lo capacita para correr,para llevar al jinete y afrontar a losenemigos". Y continúa Aristóte-les: "Si esto es así en todos los ca-sos, la excelencia del hombre serátambién el hábito por el cual elhombre se hace bueno y por el cualejecuta bien su función propia". Elhombre bueno es el hombre exce-lente, y la búsqueda de la excelen-cia es y debe de ser la máxima as-piración humana. No en vano lapalabra griega areté proviene de a-

reíon, que es el comparativo de a-gathós, bueno y por tanto significa"mejor" en el sentido de "mejorque" otros; es decir, "excelente".El positivo sería en esta traducción"bueno", el comparativo "excelen-te" y el superlativo "excelentísi-mo".

He aquí el objetivo último de laética profesional, la búsqueda de laexcelencia. El compromiso con laexcelencia es la búsqueda de laperfección, de la calidad total, dela obra bien hecha. Excelencia sig-nifica, como ya dijo Aristóteles,hacer bien las cosas (eu prattein),como un ingrediente fundamentaldel vivir bien (eu zen), es decir, dela felicidad y de la perfección. Laexcelencia es el objetivo único yúltimo de la actividad profesional.

La relación médico-enfermo (o,más genéricamente, la relación sa-nitario paciente) sólo será perfectasi el profesional aspira a la virtud,es decir, a la excelencia. Y como lavirtud por antonomasia de la vidasocial y política es, según Aristóte-les, la filía o amistad, resulta que larelación médica sólo será perfectacuando llegue a ser relación de a-mistad. La amistad es la virtud mo-ral por antonomasia, y en conse-cuencia la base de la moral de vir-tudes. El médico virtuoso habrá deser siempre un médico amigo.

Laín Entralgo ha dedicado todoun libro a describir lo que él llamala "amistad médica". Suele decirseque el médico - y el sanitario engeneral - deben estar al "servicio"del paciente. Pienso que es un gra-ve error. La vieja figura social y ju-rídica del servilismo no puede sernunca el ideal de las relaciones hu-manas. Estas deben basarse no enel "servicio" sino en la "amistad".La amistad es la virtud por exce-lencia de las relaciones humanas.Quizá por eso dijo Aristóteles deella que era "lo más necesario de lavida". Y añadía: "Sin amigos nadiequerría vivir, aun cuando poseyeratodos los demás bienes; hasta losricos y los que tienen cargos y po-der parecen tener necesidad sobretodo de amigos [...] En la pobrezay en los demás infortunios se con-sidera a los amigos como el únicorefugio". Sin embargo, es cuandoresultan menos frecuentes. Duran-te siglos y siglos se han venido re-pitiendo los versos del poeta Ovi-dio que dicen:

28 DOLENTIUM HOMINUM

Dum fueris foelix, multos nume-rabis amicos

Tempora, si fuerint nubila, soluseris.

Una de las épocas oscuras enque los amigos se necesitan más yabundan menos es la enfermedad.El enfermo no quiere lástima, perosí confianza, amor de amistad."Los que posan por una aflicción,dice Aristóteles, se sienten alivia-dos cuando sus amigos se condue-len con ellos". Filía es amor, peroamor confiado. Y por confiado,confidente. A la amistad la carac-terizan la confianza y la confiden-cia. Por eso decimos de los amigosque son "íntimos". El ámbito de laamistad es el propio de la confian-za. Entre los amigos se dan a sumodo las tres virtudes que se lla-man teologales: la fe, la esperanza

y el amor. Su centro es la esperan-za, entendida como confianza.Porque en el amigo se confía, setiene fe en él: es la "fe fiduciaria";y se confía en él porque se le ama:es el "amor fiduciario". La amistades más que una ética, una religión.Suele considerarse a la agápe o ca-ridad como la virtud por antono-masia del cristianismo. Pero la a-gápe sólo llega a su perfeccióncuando la benevolencia y la bene-ficencia en que consiste se unen ala confianza y a la confidencia pro-pias de la amistad. El resultado es,como tan bellamente han expuestoEdmund Pellegrino y WarrenReich, la "com-pasión", que con-siste en ponerse en el puesto del o-tro e identificarse con su experien-cia. La compasión no es lástima,sino relación humana basada en la

devoción, la constancia, el respetode la persona y la responsabilidad.Es, como dice Reich, la relacióncon el otro basada en el amor, labenevolencia, la comprensión y laamistad. En la compasión conver-gen y se plenifican mutuamente laphilía y la agápe. Por eso es el tipode relación humana más excelsa.

No os llamo ya siervos,porque el siervo no sabelo que hace su amo;a vosotros os he llamado amigos,porque todo lo que he oídode mi Padreos lo he dado a conocer.

Prof. DIEGO GRACIA GUILLENProfesor de Historia de la Medicina

Universidad Complutensede Madrid (España)

29VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Cuando amablemente me han in-vitado para presentar en esta Confe-rencia una aportación sobre las di-mensiones éticas de la medicina hi-pocrática y su particular encuentrocon la moral cristiana, mi primerimpulso instintivo ha sido declinaresta honrada invitación, pues habíacaptado inmediatamente cuan com-plejo es el tema que se me habíapropuesto, incluso teniendo encuenta la especial llave de lectura o-frecida generalmente por el campode estudios de nuestra disciplina.

En particular, me di cuenta que eltítulo general del convenio - De Hi-pócrates al Buen Samaritano - seextendía de una figura histórica a u-na figura simbólica, perno de unaparábola de Jesús, es decir de un ar-gumento en forma de narración quesirve como comparación y ejemplopara un fin moral. Estamos frente afiguras muy distantes entre ellas enel tiempo, provenientes de ámbitosdiferentes, de Hipócrates de Cos delsiglo V a.C. al Evangelio de Lucas(60-70 d.C.), pero escogidas comotales voluntariamente por los orga-nizadores en cuanto mancomuna-das en cierto sentido como portado-ras de mensajes éticos que se refie-ren directa (Hipócrates) o indirecta-mente (el Buen Samaritano) a lamedicina.

Por lo demás, especialmente enlo que se refiere al Juramento, el te-ma ya ha sido tratado bajo diferen-tes aspectos por varios autores, en-tre los cuales deseo recordar aquí aS.E. Revma. el señor Cardenal Fio-renzo Angelini, a quien dirijo uncordial saludo.

De aquí mi decisión de aceptarque, de todos modos, deseo actuarestrechamente como estudioso vin-culado al método historiográficotendiente a interrogar o interpretar

documentos, es decir las multifor-mes pautas del pasado en el presen-te. No ilustraré aquí muchos aspec-tos de la figura de Hipócrates, lasmúltiples interpretaciones de su Ju-ramento, en la historia de la medici-na, así como los complejos y cono-cidos problemas referentes a los di-ferentes recorridos de trasmisión ydifusión en el mundo antiguo y me-dieval de la literatura atribuida a laescuela de Cos. Es evidente, asimis-mo, que no podré prescindir total-mente de ellos.

El tema sobre las dimensiones é-ticas de la medicina hipocráticasiempre ha sido presentado comocomplejo hasta el punto que a lo lar-go del tiempo nunca ha aparecidocompletamente desentrañado.

En efecto, la misma definición demedicina presenta algunas dificul-tades más allá de los contenidos,pudiéndose entenderla no solamen-te como la medicina propugnada yejercida anteriormente por la escue-la guiada por el magisterio hipocrá-tico y sustancialmente contenida enel Corpus Hipocraticum, sino ex-tender también a aquella actual quese remonta al espíritu de dicho ma-gisterio y se califica como tal, sepresenta y se proclama, confirién-dole, por decir así, una validez pe-renne.

Todo esto, sin entrar en el debatesobre hipocratismo y neohipocra-tismo.

Frente a la amplitud de los estí-mulos de este significado que se in-sertan en la medicina militante, sehan desarrollado discusiones quehan tenido encendido y siguen ali-mentando una lectura atenta paracomparar y estudiar las relacionesque cambian a través del tiempo en-tre los valores implícitos en el texto,en sus orígenes y en el desarrollo de

su fortuna hasta ahora, y aquellosconsiderados propios de la práxismédica, a veces consonantes y a ve-ces en contradicción.

Por otro lado, bien sabemos quelas enseñanzas que hoy interpreta-mos y aparecen como éticas y deon-tológicas no son solamente aquellascontenidas en el breve texto del Ju-ramento al cual todos se refieren, si-no que están presentes también demanera significativa, aunque menosconocidas, en otros escritos delCorpus Hippocraticum, definidaspictórica y agudamente por Jouannacomo escritos en busca de autor,homogéneos y deshomogéneos almismo tiempo.

Naturalmente no podemos dete-nernos sobre todos los problemasdebatidos por largo tiempo y hastaahora candentes sobre la exacta atri-bución de la paternidad tanto delJuramento como de los demás es-critos que citaremos. En efecto, enlo que concierne al mismo Jura-mento, con respecto a la particularinterpretación que nos interesa hoy,es oportuno tener en cuenta la colo-cación que les dio el médico, con-temporáneo a Nerón, Eroziano,quien en el siglo I d.C., y antes deGaleno (129 - 200), efectuó la listamás antigua que es conocida hastaahora de las presuntas obras de Hi-pócrates. Eroziano, al considerar elJuramento como fruto auténtico delpensamiento de Hipódrates, lo cla-sifica entre los tratados referentesal Arte junto a Ley, Arte y Medici-na antigua. Esta colocación hacever que en esa época Eroziano habíacaptado la connotación común deun mensaje normativo y de compor-tamiento del médico prevalece so-bre aquel más auténticamente éticoen sentido global.

Medicina antigua. Se coloca en

BRUNO ZANOBIO

Las dimensiones éticas de la medicinahipocrática y el encuentro específicocon la moral cristiana

30 DOLENTIUM HOMINUM

la categoría de los temas destinadosoriginalmente a ser pronunciadosante un público de especialistas yprofanos. La mención de Empédo-cles hace aceptable la colocación alfinal del siglo V a.C. El autor deMedicina antigua, considera que elconocimiento del hombre es posiblesolamente a través de la medicina,contrariamente a quienes piensanque el conocimiento filosófico delhombre es más importante que lamedicina.

Arte. Generalmente colocada a fi-nes del siglo IV a.C., forma parte delos argumentos destinados original-mente a ser pronunciados ante unpúblico. En ella el autor se proponemostrar, como respuesta a los de-tractores del arte médico, que la me-dicina es un arte lleno de recursos,naturalmente dentro de los propioslímites.

Ley. Después del Juramento, esla obra en que quizás de forma másnítida resalta las características de lamedicina hipocrática; se afirma, en-tre otros, que para ser un buen mé-dico es necesario unir a las cualida-des naturales una formación sería,lograda desde la infancia en unabuena escuela de medicina y la pa-sión por el trabajo. El opúsculo con-cluye comparando el aprendizaje dela ciencia a la iniciación religiosa alos Misterios, mientras la prohibi-ción de revelar el saber sagrado alos profanos nos hace recordar elJuramento. Por el empleo que hacedel término dogma, que no apareceantes de Platón y Xenofonte, nopuede ser anterior al siglo IV a.C.De todos modos, ya en tiempos deEroziano formaba parte del CorpusHippocraticum, pues lo coloca en-tre las obras referentes al arte, inme-diatamente después del Juramento.Al igual que Jouanna, recuerdo aho-ra brevemente, algunos escritos deestilo hipocrático con contenidosdeontológicos a veces confinantescon la ética.

Decoro. Es un breve tratado queilustra cuál debe ser el buen com-portamiento del médico en su ejer-cicio profesional tanto en el propioestudio como en la cabecera del en-fermo, con una serie de consejos ensintonía con el espíritu hipocrático.Pero esta obra no forma parte delnúcleo antiguo del Corpus Hippo-craticum y no aparece en la lista deEroziano; lo podemos colocar en elsiglo I-II d.C.

Deberes del médico (o Testamen-to de Hipócrates). Es un breve es-crito deontológico que especificalas cualidades físicas, morales e in-telectuales del médico, pero que noforma parte del núcleo antiguo delCorpus Hippocraticum pudiendoser colocado entre el siglo I y II d.C.

Médico. El autor da consejos, seade comportamiento sea técnicos, almédico principiante. Por sus conte-nidos deontológicos correspondeampliamente a los escritos más anti-guos y en cierto pasaje se inspira di-rectamente en el Juramento. La o-bra ha entrado tarde en el CorpusHippocraticum, no habiendo sido

conocida ni por Eroziano ni por Ga-leno y puede ser colocada en la épo-ca helenista o al comienzo de la eracristiana.

Preceptos. Tratado de contenidosesencialmente deontológicos (retra-to del médico ideal; crítica de losmalos médicos) en los que un pasosobre el método en medicina pre-senta marcadas afinidades con Epi-curo (341 a.C. - 272/2 a.C.). No es-tá comprendido en la lista de Ero-ziano y conforme a una glosa delcódigo Vaticano Ur.gr. 68, se re-montaría a la época helenista.

De lo examinado y de lo que seencuentra en la literatura, de la quea veces recojo textualmente, el mé-dico hipocrático se presenta comoun hombre austero y sereno, patrónde sí mismo, de rápida memoria,dotado de gran seriedad profesio-nal, fuera de actitudes teatrales, pro-visto de habilidades incluso técni-

cas, en la formulación de la progno-sis huye de las divinidades.

Lo que el enfermo busca no esembellecimiento, sino alivio. (Mé-dico).

En muchos casos, no es que haynecesidad de razonar, sino de unaacción de ayuda (Decoro).

Pero son numerosos los interro-gantes que la medicina hipocráticapropone en el campo ético. He aquíun par de ejemplos.

Existen discusiones sobre el mé-dico de los hombres libres y el mé-dico de los esclavos, discusionesque se vuelven duras también por-que el término griego παις puedeindicar tanto al niño como al escla-vo. Se ha observado al respecto quealgunos comportamientos dependí-an, según el tiempo y según los di-ferentes lugares, de la sociedad y nodel médico hipocrático en sí, encuanto éste, cuando era consultado,trataba al esclavo enfermo tan aten-tamente como al hombre libre, has-ta el punto que el médico hipocráti-co puede resultar sustancialmentemás actual de Platón. Análogo pro-blema se propone con relación alcomportamiento hacia los ricos yfrente a los pobres y a los respecti-vos honorarios profesionales.

Sobre la importancia de la socie-dad se debe tener presente que lacensura social era realmente impor-tante, pudiendo destruir a un médi-co incluso en un período en el que laresponsabilidad del mismo no esta-ba codificada por la ley.

Otro problema que nos proponela medicina hipocrática en campo é-tico es aquel relacionado con la po-sibilidad para el médico hipocráticode tomar la decisión capital de nocurar a un enfermo, si es considera-do incurable, y en esto se diferenciadel médico de la escuela de Cnidoque curaba siempre incluso cuandola enfermedad era mortal. En reali-dad, el problema no tiene una fácilsolución porque encuentra autoriza-dos ejemplos en esa época. En laRepública, Platón escribe que loshombres expertos de arte, por ejem-plo el piloto y el médico eminente,saben distinguir en su arte entre loposible y lo imposible, y se ocupande lo posible sin dejar de lado loimposible. Por lo demás, para Erófi-lo (siglo III a.C.). el médico perfec-to es aquel capaz de distinguir entrelo posible y lo imposible. Según elArte es posible no curar lo imposi-

31VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ble y Galeno, retomando el Arte enel Comentario a los aforismas ad-mite que se podría renunciar a curara los enfermos que la enfermedadha vencido. Esto nos plantearía elproblema de la comparación con elconcepto actual de ensañamientoterapéutico, que aquí obviamenteno podemos ni siquiera desflorarlo.De todos modos, la posición de loshipocráticos sobre lo curable y loincurable, no era unívoca, podía va-riar según los convencimientos so-bre la posibilidad de progresos departe de la medicina. Pero retornan-do a los tratados concernientes alArte, recuerdo que formaban partedel grupo de obras denominadas te-rapéuticas, dándoles pues las carac-terísticas de enseñanzas indispensa-bles para el ejercicio del arte de cu-rar. Ya en esa época podía surgir lapregunta si estos particulares secto-res del conocimiento e instruccióndebían concurrir en la preparaciónglobal del médico como parte inte-grante de sus capacidades curativaso simplemente como momento nor-mativo.

Nuestra impresión es que ambosaspectos esten representados en laliteratura por la escuela hipocráticay que con nuestra interpretación delas problemáticas éticas se puede a-frontar la lectura sea de las partesmás normativas, que parecen preva-lecer en el Juramento, sea de losque aparecen como capítulos deisntrucción en la tecne.

No ilustro de qué manera, concuáles implicancias lingüísticas y através de cuáles caminos la medici-na hipocrática, con su ética, se di-fundió efectivamente en el mundoantiguo y paso a otro tema.

Podemos considerar que hayansido más o menos las arriba men-cionadas las dimensiones éticas dela medicina hipocrática, cuando elevangelista Lucas (abreviación deLucano) narra la parábola de Cristodel Buen Samaritano. Esta parábolaes conservada solamente a través deLucas; nos cuenta que bajando deJerusalén (740 m. sobre el nivel delmar) a Jericó (350 m. bajo el niveldel mar), un sacerdote primero yluego un levita, vieron a un hombreque había sido víctima de ladronesque, después de haberlo despojadoy golpeado, se alejaron dejándolomedio muerto. Ahora bien, tanto elsacerdote como el levita, lo vieronpero pasaron de largo, mientras que

un samaritano, pecador y ateo se-gún la opinión pública judía, se de-tuvo y ayudó al pobre desventura-do, sin considerar los gastos, la na-cionalidad y los privilegios.

La figura del samaritano tiene unsignificado profundo: no obstante elantagonismo regional y religioso, a-yuda a su adversario para que recu-pere sus fuerzas y viva.

La parábola ha dado lugar a mu-chos comentarios y a valoracionesen pro o en contra del comporta-miento del sacerdote y del levita an-te el riesgo de caer en impurezas se-gún algunas reglas religiosas, por loque el ápice moral de la parábola es

que la ley de la caridad supera siem-pre a todas las demás leyes y hastapuede oponerse justificadamente aellas. ¡Caridad, caridad y siemprecaridad!, como autorizadamente hasido proclamado.

La naturaleza y la incisividad dela narración de Lucas es tal que al-gunos autores consideran que se tra-te de un hecho relamente ocurrido,en el que Jesús se inspiró para sacarconclusiones sobre la caridad haciael prójimo y hacer ver la verdaderaesencia de la caridad. Goblamente,se trata de un mensaje de valor uni-versal y definitivo, válido para to-dos, en toda época y lugar: supera,pues, las dimensiones éticas de lamedicina hipocrática.

Se trata, además, de un escritoque muestra su profundo significa-do a través del ejemplo de un heridoy de un herimiento, es decir de he-chos que se refieren a la medicina.

Como soy incompetente en elcampo ético, jurídico y filosófico,no me detengo en las discusionesque se han desarrollado alrededorde lo dicho, pero tengo la osadía deindicar algún aspecto del argumen-to que estimula la atención del his-tórico-médico.

En efecto, no debemos olvidar:– que Lucas, de origen antioquena omacedónica, pagano por nacimien-to, que se convirtió tempranamenteal cristianismo, conocedor del grie-go, fue un investigador judicioso ydiligente, dotado de considerablecultura literaria, hasta el punto deser también un escritor que se sirverigurosamente del método históri-co;– que él mismo se excluye del gru-po de los testigos evangélicos ocu-lares con una sinceridad y modestiaque en la abundancia de la literaturaapócrifa se le reconoce merecida-mente;– que el tercer Evangelio canónico,el más elegante de los evangelios,presenta aspectos de particular ori-ginalidad y aparece como obra lite-raria destinada a los paganos con-vertidos a la nueva fe y en particulara los cristianos del mundo griego-romano;– que, según fuentes autorizadas,Lucas estudió medicina en Tarso,importante centro cultural del AsiaMenor y que la terminología usadapor él sobre enfermedades y cura-ciones es, en comparación con a-quella usada por los demás evange-listas, la más minuciosa y la másconforme con las obras de medicinaclásica;– que Lucas fue un médico muy es-timado por san Pablo, del cual fuesectator (Ireneo, II siglo d.C.) y loacompañó en varios viajes, entre loscuales aquel aventuroso (naufragioen Malta) de Cesarea a Roma. Lu-cas (que morirá a los ochenta añosen la Beocia), estuvo en Romacuando (65-67) Pablo fue decapita-do en Via Ostiense.

Teniendo en cuenta lo dicho has-ta ahora, podemos preguntarnostambién sí y en qué medida Lucasconociera la medicina hipocrática yel respectivo Juramento, por lo quepodríamos remontarnos hasta losprimeros años difíciles del cristia-nismo y los primeros encuentros es-pecíficos de la ética de la medicinahipocrática con la moral cristiana.

Ciertamente no se puede afirmar

32 DOLENTIUM HOMINUM

esto con seguridad, pero sólo po-niéndolo como hipótesis y con mu-chas reservas - hipótesis y reservasque valen también para todo lo queconcierne la identificación de cómose fue formando poco a poco en uncuerpo doctrinal sistemático la mo-ral cristiana - así como para la valo-ración del conocimiento de Hipó-crates poseída por aquellos autorescristianos, como Tertuliano (Carta-go 160?-240?), Ambrosio (Treviris340?-397, Girólamo (Stridone 347ap.420), Prudencio (España n. 348),Agustín (Tagaste 354-430), Isidrode Sevilla (Cartagena 560/570-636), el venerable Beda (Wear-mouth 672-735), Pedro Abelardo(Pallet 1079-1142), Bernardo deChiaravalle (Fontaines les Dijon1091-1153), Hugo de San Vittore(1096-1141), Aelred de Rievaulx(Hexham 1109/10-1166/67), Rai-mondo Lullo (Palma 1232/35-1315), que citaron repetidamente aHipócrates en sus escritos.

Con el progresivo desarrollo de lamoral cristiana se vuelve casi tradi-cional el concepto del Christus Me-dicus, de manera que en manuscri-tos médicos medievales se encuen-tran a veces añadidos a la figura deHipócrates expresiones como sum-mus medicus est Christus. El puntofundamental se vuelve entonces quea lo largo del tiempo se verifica unencuentro entre los dos mensajes é-ticos, el hipocrático y el cristiano,encuentro que a veces aparece co-mo el absorbimiento del primero departe del segundo, aunque no siem-pre es así, hasta el punto que se po-dría hablar de impacto más bien quede encuentro. Por otro lado, esto noquita nada a los auténticos y funda-mentales problemas sobre los queinsiste S.S. Juan Pablo II, que sonlos de la enseñanza de la Iglesia(1993), del valor y la inviolabilidadde la vida humana (1995) y de lasrelaciones entre evangelización einculturación, estos últimos puestosen evidencia sobre todo en Yaoun-dé, en Camerún, el 14 de setiembrede 1995. También por esto se vuel-ven particularmente sugestivos losJuramentos hipocráticos cristiani-zados y especialmente aquel repro-ducido por el Ms. Ur. gr. 64 en elprograma de nuestra Conferencia.En efecto, como ha dicho el SantoPadre, probablemente el iluminadoamanuense que en el siglo décimo-tercero quiso transcribir el Jura-

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mento de Hipócrates disponiendo eltexto en forma de cruz, ya recono-cía al argumento racional sobre elderecho a la vida un valor prope-déutico a la concepción cristianasobre la persona humana, a la sa-cralidad de la vida, antes bien, alreconocimiento pleno del misteriode la vida. Dicho reconocimientono humilla el impulso de la ciencia,sino lo estimula y lo ennoblece.

Prof. BRUNO ZANOBIOCatedrático de Historia de la Medicina y

Pro-Rector de la Universidad de Milán(Italia)

33VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Introducción:Las cuatro lecciones deontológicasdel Buen Samaritano

Imaginemos, por un momento,que la parábola del Buen Samarita-no, se nos presentara como un casopara estudiar y discutir desde el pun-to de vista de la deontología médica.La idea no es nueva. la parábola hasido usada por A. Jonsen como ejer-cicio de casuística clínica para de-mostrar lo inevitable del raciona-miento en la medicina de hoy. Perodejemos de lado la aplicación de laparábola a escenarios fantasiosos, ysituémonos en un seminario de éticamédica dirigido a estudiantes o a jó-venes profesionales de la Medicinao la Enfermería.

Leemos la parábola y les pedimosque traten de identificar, a la luz delos códigos deomtológicos, lascuestiones que el caso plantea y laslecciones que del relato se derivan.

Su primer descubrimiento podríaser el que la parábola es un paradig-ma del buen y mal comportamientodel hombre, y en particular del pro-fesional sanitario, ante una situaciónde urgencia. Si alguno de los parte-cipantes en nuestro seminario tuvie-ra algunas nociones de derecho ge-neral o de derecho profesional, po-dría añadir que, en contraste con laconducta ejemplar del Buen Sama-ritano, la que mostraron el sacerdotey el levita constituye hoy, en mu-chos países, un delito de denegaciónde auxilio, castigado por los moder-nos códigos penales. La obligaciónde socorrer en caso de urgencia esla primera lección deontológica dela parábola.

Si alguno de los partecipantes enel seminario fuera atento lector delEvangelio y supiera de las tensas re-

laciones que en tiempos de Jesús ha-bía entre Judíos y samaritanos, doscomunidades que se despreciabancon ahínco a causa de sus diferen-cias étnicas y religiosas, podría ha-cer algunos comentarios muy opor-tunos. Nos diría que nos estamos an-te un caso estándar de atención deurgencia. La parábola es un alegatoelocuente en favor de la superación,en el amor evangélico al prójimo, dela incomprensión y los odios ances-trales. También la ética profesionalnos manda a los trabajadores sanita-rios servir con la misma dedicacióny competencia a todos los pacientes,cualquiera que sea su condición: lasegunda lección deontológica quenos da el Buen Samaritano es la deabstenernos de discriminar entre e-llos.

Supongamos que otro de los queanalizan el caso no sólo lee el textoevangélico: se interesa también porlas introducciones y las notas a piede página que tiene su edición co-mentada. Sabe que el autor del rela-to es el médico Lucas. Y puede legí-timamente imaginar que el hagió-grafo Lucas, mientras escribe el li-bro inspirado fiel al dictado del Es-píritu Santo, no puede evitar seguirsiendo médico y proyecta de modoinevitable su personalidad en lo queescribe, se proyecta a sí mismo co-mo médico en la figura del Buen Sa-maritano. Nuestro estudiante dedu-ce, y no le faltan razones, que elBuen Samaritano era, en realidad,un buen médico. Sus gestos lomuestran: su corazon humano semueve a compasión. Baja de sumontura, y actuando como un buenprofesional, examina las heridas, e-valúa la situación clínica, extrae dela bolsa que lleva siempre consigovendas, bálsamo y vino, y practicala primera cura. Pone al herido en

condiciones de ser trasladado, le a-comoda entonces en su caballo y lelleva hasta el albergue más próximo.Allí le acomoda y cuida de él todoel día y quizá también por la noche.La historia del Buen Samaritano nosenseña una tercera lección deontoló-gica: la de la benevolencia médica,el afecto del médico por el herido yel enfermo. Sólo al día siguiente,confirmado el pronóstico favorable,el Buen Samaritano, tras dar al po-sadero las instrucciones precisas so-bre los cuidados que han de admi-nistrarse al herido, le anticipa algode dinero para los gastos immedia-tos, y se va, prometiendo al pacienteque volverá a verle cuando esté deregreso, y al posadero que le com-pensará por los gastos adicionales.El Buen Samaritano nos da unacuarta lección: el deber superero-gatorio de servir gratuitamente alpaciente, e incluso de ayudarle congenerosidad.

Mi cometido esta mañana consisteen mostrar como las cuatro leccionesdel Buen Samaritano han encontra-do un lugar en los modernos Códi-gos de Deontología profesional.Conviene saber de entrada que losmandatos de asistir en situación deurgencia, de no discriminar y del ser-vicio leal se encuentran en un lugarpreeminente entre las obligacionesgenerales, fundamentales, que debeninformar la total actuación del profe-sional sanitario. Un lugar marginalocupan en las normas deontológicasde hoy los deberes de amistad bene-volente y de ayuda altruista.

1. Sobre la obligación de atenderen situación de urgencia

La obligación de asistir en situa-ción de urgencia está presente como

GONZALO HERRANZ RODRIGUEZ

Los códigos de deontología contemporáneos

34 DOLENTIUM HOMINUM

norma común en los Códigos de De-ontología de todas partes, aunque elmandato es proclamado con énfasisy extensión diferentes, según losdistintos países y áreas culturales.

Aparece en los Códigos del árealatino-mediterránea como uno delos principios generales de la con-ducta del médico. Y así, el juramen-to que ha de prestar el médico italia-no en el momento de inscribirse enla Orden profesional incluye elcompromiso de prestar asistenciade urgencia a cualquier enfermoque la necesite. Con más detalle elartículo 7 del Codigo de Deontolo-giá Médica, de Italia, de 1995: Elmédico no puede negarse a a inter-venir y debe, independientemente desu actividad especializada habitual,y en cualquier lugar o circunstan-cia, prestar socorro y atención deurgencia a quien las necesite y pro-mover en todo caso cualquier otraasistencia más específica y adecua-da. Los Códigos francés, español,portugués y belga le hacen eco e in-sisten en la obligación ineludibile detodo médico de prestar ayuda imme-diata al herido, al accidentado o alpaciente grave; señalan que ese de-ber incumbe por el mero hecho deser médico y es independiente de lafunción profesional específica o dela formación especializada.

Por contraste, las normas vigentesen el mundo anglosajón son mássuaves y matizadas. Así, por un la-do, las directrices éticas de la Aso-ciación Médica Británica dicen queen caso de urgencia, se espera detodos los médicos que se ofrezcan aasistir, pero si lo hacen o no y en quemedida en que lo hacen depende dela naturaleza de la urgencia; de laposibilidad de obtener ayuda másexperta; de la amenaza más o me-nos inmediata que experimente lavida del paciente; y de la disposi-ción del médico a emprender accio-nes que están fuera de su experien-cia clínica habitual. La Guía deConducta Ética del Consejo Médicode Irlanda se limita a señalar vaga-mente que el médico debe prestar a-yuda en las urgencias a menos quese asegure de que el paciente dis-pondrá de cuidados alternativos.

En los Estados Unidos, el temor aincurrir en juicios de malaprácticapor haber administrado cuidados in-satisfactorios a un accidentado o en-fermo en el lugar en que se producela urgencia, ha influido notablemen-

te en la actitud del médico. En con-cordancia con el talante liberal durode la medicina norteamericana, losprincipios de Ética Médica de la A-sociación Médica Americana no es-tablecen la obligación de atender enurgencia como un mandato per se,sino como una excepción al princi-pio por el que el médico puede ele-gir libremente sus pacientes. Dice a-sí el VI de sus Principios de ÉticaMédica: Al proporcionar atenciónapropiada a sus pacientes, el médi-co, excepto en casos de urgencia, eslibre de escoger a quien asistir [...].Precisamente por la debilidad delmandato ético-profesional, variosEstados han adoptado los estatutosque allí llaman "Leyes del Buen Sa-maritano", en virtud de las cualeslos médicos, enfermeras y, en algu-nos casos, la gente común que haprestado auxilio de urgencia en ellugar del accidente, esto es, fueradel hospital o del consultorio delmédico, sin el instrumental y los re-cursos necesarios, no contraen res-ponsabilidad en razón de sus actos osus omisiones. Es sorprendente que,en Estados Unidos, el Buen Samari-tano aparezca en el escenario de laurgencia sanitaria de mano de la ley,y no de la deontología profesional.

En la tradición ética judía, no e-xisten normas profesionales especí-ficas para la situación de urgencia.En coincidencia con la doctrina cris-tiana del carácter sagrado de la vidahumana, propio de la tradición bíbli-ca, establece el deber prevalente depreservar la vida, deber que se im-pone con tal fuerza, que queda de-sautorizado cualquier norma legalque entre en conflicto con aquelmandamiento prioritario. El actomédico de atender al que está enriesgo de perder la vida queda santi-ficado, de modo que el médico noha de hacer penitencia por los pre-ceptos que, como el de no haberrespetado el reposo del sabbath, ha-ya podido quebrantar por auxiliar alherido o al enfermo.

No he encontrado, en el CódigoIslámico de Ética Médica referenciaalguna a la obligación de asistir ensituaciones de urgencia.

A nivel internacional, debe citarsela posición de la Asociación MédicaMundial, que aparece expresada enuna de las cláusulas del Código In-ternacional de Ética Médica (Códi-go de Londres, de 1949) que incluyeentre los deberes del médico hacia

los pacientes este: "El médico, comodeber humanitario, prestará cuida-dos de urgencia, a menos que se a-segure que otros están dispuestos yson capaces de dar esos cuidados".

El cuadro de normas deontológi-cas queda, finalmente completado,por las que se han dado a sí mismasalgunas asociaciones de profesiona-les sanitarios especializados en losservicios de urgencia (enfermeras,médicos residentes, técnicos de la-boratorio), que afirman la obliga-ción en toda situación de urgenciade reverenciar la vida, de respetar ladignidad, la autonomía y la indivi-dualidad inherentes a todo ser hu-mano, y de no vulnerar las creenciasdel paciente. No es fácil extraer con-clusiones válidas de este somero re-sumen de Deontología comparada.Sí, en cambio, pueden identificarsealgunos problemas dignos de serdiscutidos o investigados, como po-dría ser la posible relación entre éti-ca de virtudes y ética de derechos,propias de las tradiciones católica yprotestante, y las normas sobre ur-gencias de los países adscritos a esastradiciones.

Sería tambin interesante estudiarla historia de como, en los últimosdecenios, los médicos de más edad,más competentes y experimentados,han ido transfiriendo la primera a-tención de urgencia a los médicosjóvenes. ¿Que ha pesado más en esecambio histórico: el poder de losmédicos senior que se proporcionana sí mismos una vida menos estresa-da por la tensión y los horarios delas urgencias médicas, o la necesi-dad de que en la formación del mé-dico joven haya un período, tenso ycausante de muchos dolores de cre-cimiento, que la proporciona la ne-cesaria madurez psicológica, profe-sional y ética?

Pasemos a la segunda lección quenos da la parábola.

2. Sobre el deber de nodiscriminar y de tratara todos por igual

La parábola del Buen Samaritanoes un alegato en favor de la univer-salidad del servicio médico. Nadiequeda excluido de él: ni los enemi-gos más odiados, ni los vecinos másdespreciados, ni las víctimas de lasenfermedades más repugnantes.

Jesús quiso, en esta parábola, lo

35VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

mismo que en muchas otras, echarmano de la exageración pedagógicapara dar a su mensaje moral la fuer-za necesaria y así vencer prejuiciosy odios ancestrales. Y una exagera-ción extrema para los judíos de sutiempo era ilustrar el mandamientodel amor al prójimo mediante unahistoria de servicio caritativo y sa-crificado que sucede entre miem-bros de dos etnias que habían eleva-do a rasgo cultural su recíproco des-precio. Que la víctima fuera un ju-dío y su salvador un samaritanoconstituía un argomento apodícticoen favor de la tesis de que no hayfactores culturales, religiosos o polí-ticos que limiten el mandato del a-mor al prójimo. Este es un manda-miento de extensión universal, ytambién muy intenso y fuerte. Ennuestros días ha cobrado nueva ac-tualidad al enfrentar al médico y a laenfermera a los pacientes infectadospor el virus de la inmunodeficienciahumana adquirida.

La manifestación más elocuentede la obligación del médico y de laenfermera de servir a todos por iguales, a mi modo de ver, esta hay unasóla ética profesional de la sanidad:la que está vigente tanto en tiemposde paz como en tiempos de guerra.Así lo afirma, por ejemplo, el artícu-lo 1° de los Principios de Ética Mé-dica Europea, que en 1987 promulgóla Conferencia Internacional de Or-denes Médicas: La vocación del mé-dico - dice - consiste proteger la sa-lud física y mental del hombre y enaliviar su sufrimiento en el respetode la vida y de la dignidad de la per-sona humana [...] lo mismo en tiem-po de paz que en tiempo de guerra.

Queda claramente señalada ahí ladeontología de las dos modalidades,igualmente honorables, en que se haexpresado la función de los agentesde la salud en la guerra: la de los mé-dicos y enfermeras militares quehan contribuido a humanizar losconflictos armados con su dedica-ción a curar a soldados y civiles he-ridos o enfermos; y la de los que,después de estimar el enorme costode dolor y muerte que las guerrascausan entre los combatientes y, so-bre todo, entre la población civil, sedeclaran pacifistas, se niegan a for-mar parte del ejército, y contribu-yen, en misiones humanitarias, a ali-viar en tremendo impacto que parala salud y los derechos humanos su-ponen las guerras. Unos y otros pro-

claman que la Etica del médico es ú-nica, la misma, en tiempo de guerray en tiempo de paz.

Existe, además, desde tiempo in-memorial en la deontología profe-sional del médico la tradición glo-riosa de no discriminar: No te pre-gunto por tu raza, ni por tu religión,ni por tu procedencia. Solo me inte-resa cuál es tu enfermedad. Es unafrase de la que se desconosce el ori-gen, pero que pertenece a la tradi-ción oral de la Medicina. La primeraenumeración escrita de los factoresde no discriminación médica es, alparecer, la recomendación que undoctor chino del siglo VII hace asus discípulos: Llevad consuelo aldolor de todo ser animado, sin preo-cuparos de su rango, de su fortuna,de su edad, de su belleza, de su inte-ligencia, de si es chino o extranjero,si amigo o enemigo ...".

Unos meses antes de que las Na-ciones Unidas publicaran su Decla-ración Universal de los DerechosHumanos, la Asociación MédicaMundial había incluido en su Decla-ración de Ginebra, de 1948, la pro-mesa del médico de hacer caso omi-so de credos políticos o religiosos,nacionalidades, razas, rangos so-ciales, y evitar que éstos se inter-pongan entre mis deberes profesio-nales y mi paciente. Para ponerla aldía en este tiempo nuestro tan curio-so, la Asociación resolvió en Esto-colmo, en 1944, dar nueva forma ala cláusula, que ahora dice: No per-mitiré que consideraciones de edad,enfermedad o incapacidad, credo,origen étnico, género, nacionali-dad, afiliación política, raza, orien-tación sexual, o nivel social se inter-pongan entre mi deber profesional ymi paciente.

De la Declaración ginebrina, lacláusula de no discriminación ha pa-sado a todos los códigos modernosde deontología sanitaria.

Dice, por ejemplo, el Códigofrancés de 1995: El médico debe es-cuchar, examinar, aconsejar y cui-dar con la misma conciencia a to-das las personas, cualquiera quesea su origen, sus costumbres y susituación familiar, su pertenencia ono a una etnia, a una nación o a unareligión determinadas, su minusva-lía o su estado de salud, su reputa-ción o los sentimientos que él [elmédico]pueda experimentar conrespecto a ella.

El Buen Samaritano no indagó los

antecedentes del hombre herido. E-ra, a todas luces, un judío. Pero eraesencialmente y por encima de sunacionalidad un hombre malherido.Inauguraba lo que sería la tradicióncristiana de identificar los trabajado-res sanitarios de identificar el enfer-mo, quienquiera que sea, con Cristo:una tradición que durará mientrashaya enfermos y que sólo se termi-nará el día en que el mismo Cristoles dirá ante todos los hombres detodos los tiempos: "Estaba enfermoy venisteis a visitarme: lo que habéishecho a ellos, a mí me lo hicisteis".

3. Sobre el mandamientode la benevolencia médica

Me alegra decir que la Carta delos Trabajadores Sanitarios de estePontificio Consejo se incluye porderecho propio entre los Códigos deDeontología contemporánea. Es,entre todos ellos, el que trata conmayor libertad y hondura de la acti-tud solícita y vigilante, confiada y a-bierta, que el agente sanitario ha deadoptar ante la persona y las necesi-dades del paciente. Dice, en un len-guaje que por desgracia ha desapa-recido hace tiempo de la prosa deon-tológica, que cuidar con amor deenfermo es cumplir una misión divi-na que sólo puede ser motivada ysostenida por un compromiso desin-teresado, disponibile y fiel.

Los modernos Códigos de Deon-tología médica han formalizado enexceso la relación médico/paciente.La tratan con mentalidad contrac-tual, jurídica, burocrática. Han he-cho de ella una relación epidérmica,tecnificada, que, en los complejoshospitales de hoy, puede volverse a-nónima, sin rostro. Han dejado delado lo que las antiguas guías profe-sionales prescribían acerca de la ex-tensión y límites deontológicos de lacorrecta vinculación afectiva entreel médico y el enfermo, de su amis-tad, da la virtud de la benevolencia,que son la expresión típicamentemédico-enfermerística del mandatode la caridad.

Los códigos deontológicos de lospaíses del sur europeo retienen, sinembargo, muchos elementos de lavirtud de la amistad médica. El Có-digo de Etica y Deontología médicavigente en España incluye entre losdeberes éticos del médico hacia supaciente el de dar a su trabajo un

36 DOLENTIUM HOMINUM

sentido de servicio que se presta conrespeto delicado, con solicitud y le-altad, servicio que ha de anteponer-se a cualquier otra convenienciapersonal, a cualquier demora injusti-ficada en sus cuidados. El CódigoDeontológico de la Enfermería Es-pañola añade a esos deberes el deproteger al paciente de cualquir tra-to humillante o degradante, de cual-quier afrenta a su dignidad personal,a no emplear nunca contra él medi-das de fuerza física o moral. Los de-beres de la enfermera se hacen másintensos y destallados cuando el pa-ciente pertenece a alguno de los gru-pos vulnerables (disminuidos, inca-pacitados, niños, ancianos) a los quese ha de prestar una atención espe-cial y cualificada.

Es indudable que la buena aten-ción del médico y la enfermera a suspacientes no puede hacerse sin algode buensamaritanismo, sin una dis-posición interna de dedicación solí-cita, que se expresa exteriormenteen la puntualidad y delicadeza conque se administran los servicios pro-fesionales. Se ha dicho de mil mo-dos que servir es amar. Eso explica,quizás, que los Códigos de hoy ha-blen de servicios, no de amor.

Son muy parcos los códigos dehoy al tratar de la afectividad que le-gítimamente puede establecerse en-tre los agentes sanitarios y sus pa-cientes. Tratan el tema con el tonograve y severo que usa el Juramentohipocrático, para prohibir que el mé-dico o la enfermera sobrepasen loslímites que la prudencia profesionalimpone y que la ecuanimidad sani-taria exige. Conviene insistir confuerza en la obligación deontológicadel médico de no gratificarse eróti-camente con ocasión de la relaciónprofesional. El profesional sanitarioha de mantener ante su paciente elnecesario distanciamiento emocio-nal, nunca puede sobrepasar lo que,desde William Osler, se ha dado enllamar el "amor comedido" del mé-dico por su paciente. El descuido fri-volo o sentimental de esta norma hasido causa de muchas desgracias.Nada es más destructivo y falseadorde la relación médico/paciente o en-fermera/paciente que sucumbir a latentación del exceso de intimidad,del novelo romántico, del flirteo, ode las relaciones sexuales. El Códi-go de Etica Médica de Asuntos Eti-cos y Judiciales de la AsociaciónMédica Americana señala que las

relaciones sexuales entre médicos ypacientes degradan los fines de lamedicina, explotan la vulnerabili-dad del paciente, oscurecen la obje-tividad de juicio del médico con res-pecto a los cuidados que debe pres-tar y, en último término, perjudicaal bienestar del paciente... Comomínimo, el deber ético del médico leexige dar por terminada su relaciónprofesional con su paciente antes deiniciar cualquier relación con él(salir juntos, amor romántico, o re-lación sexual).

Llegamos así a la cuarta y últimalección de la parábola.

4. El deber supererogatoriode servir al paciente sinrecibir nada a cambio,más aún, ayudándolecon largueza

Esta tradición ha desaparecido delos códigos de deontología de lospaíses que disponen de un servicionacional de salud de cobertura uni-versal. Pero no ocurre así en los queuna parte más o menos grande de lapoblación une, a la carencia de al-gún seguro de enfermedad, la indi-gencia económica. Ello es trágica-mente común en los países pobres.Se da también, llamativamente, enlos Estados Unidos, donde entre 35y 40 millones de seres humanos ca-recen de medios para procurarse unaatención médica cualificada.

Allí se conserva en vigor la tradi-ción de la asistencia benevolente alpaciente pobre. El Código de EticaMédica de la Asociación MédicaAmericana dice que todos los médi-cos tienen la obligación de partíci-par en la ayuda médica a los indi-gentes [...] y trabajar para asegu-rarse de que se haga frente a las ne-cesitades de los pobres de su comu-nidad. El cuidar de los pobres debeser una parte ordinaria del progra-ma ordinario de trabajo del médico[...]. Pueden hacerlo de muchos mo-dos diferentes: recibir a los pacien-tes en su consultorio sin cargarleshonorarios o sólo honorarios redu-cidos, prestar atención gratuita enhospitales o clínicas, participar enprogramas del gobierno que ofrecenatención médica a los pobres, oprestar servicios los fines de sema-na en consultorios de beneficencia oen refugios para desplazados o paramujeres maltratadas.

En los Códigos de los países de laUnión Europea sólo persiste, comovestigio de esa antigua tradición ca-ritativa, la llamada cortesía profe-sional, la costumbre según la cual, elmédico que es llamado para atendera su colega o a un familiar íntimo desu colega, renuncia a los honorariosprofesionales, como signo de amis-tad y como compensación moral dela confianza que había sido deposi-tada en él.

Son, lo sabemos bien, muy com-plejas las relaciones de los médicoscon el dinero. Se las estereotipadoen el Esculapio trifronte, que se re-presenta como ángel cuando acude acurar al paciente, como un dioscuando le cura, y que se trasfiguraen un demonio cuando reclama elpago de sus honorarios.

Epílogo

La parábola del Buen Samaritanoha enriquecido de modo inconmen-surable los preceptos del Juramentohipocrático, pues a los deberes decompetencia científica y respeto a ladignidad humana del paciente a losque se vinculaba el discípulo de Hi-pócrates, la parábola impone al tra-bajador sanitario el deber supremode la caridad: el altruismo, la abne-gación, la no-discriminación, la ge-nerosidad. Felizmente, esos debe-res, supererogatorios o no, han sidorecibidos en los códigos de deonto-logía profesional, o persisten, comomandatos no codificados, influyen-do en el alma de los agentes sanita-rios. Juramento y parábola han ejer-cido, y seguirán ejerciendo, a lo lar-go de la historia un efecto sinérgicosobre la deontología profesional sa-nitaria.

Que el recuerdo permanente de lafigura atractiva del médico que fueel Buen Samaritano inspire nuestraconducta profesional. Con las pala-bras justas lo ha dicho el Papa JuanPablo II en Salvifici doloris: el tra-bajador sanitario es el Buen Samari-tano de la parábola que se acerca alhombre herido y se hace su projimoen la caridad.

Prof. GONZALO HERRANZRODRIGUEZ

Miembro de la Pontificia Academia para laVida y del Consejo Directivo.

Director del Instituto de Bioética en laUniversidad Católica de Navarra (España)

37VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

1. De donde proviene el mal

El argumento que trataremos -Cuidado al enfermo y enfermedadcomo mal en general -, nos lleva areflexionar sobre acontecimientosmuy lejanos, que nuestra memoriay la historia humana no abarcan; yla narración que llega a nosotros, a-demás del drama congénito de cadahombre, es de carácter religioso omitológico.

El hombre, por su natural instin-to, tiende a una felicidad integral yestable; la espera; pero, no obstanteesta vocación connatural, este sue-ño divino, es el ser sobre la tierraque más sufre, sea espiritual que fí-sicamente.

Conciliar estas dos tendenciasreales y concretas, la necesidad defelicidad y la negación de la mis-ma, constituye el perenne dramadel hombre.

Además, aquel que en la concep-ción de la existencia profesa una feen un Ser absoluto, trascendente,infinitamente perfecto, causa únicadel universo y de todas las criatu-ras, al encontrarse frente al dolor,no puede dejar de interrogarse so-bre un problema fundamental; lafatiga de atravesar una frontera pa-ra entrar en la zona metafísica ymisteriosa que implica la responsa-bilidad de Dios: ¿De dónde provie-ne el mal del cual el hombre, con-tradicho por un instinto de felici-dad, es la víctima principal? Y estono obstante que ¡la empresa que loha fabricado ofrece todas las ga-rantías!

Me gustaría saber traducir en dosfrescos de Miguel Angel la descrip-ción del mundo y del hombre (quees el inquilino principal y más res-ponsable) que hace San Agustín enla Ciudad de Dios sobre el contras-

te entre belleza y horror del mundo,del cual el hombre es el sujeto.

El mundo (¡donde se desarrollanuestra vida!), visto en el reino mi-neral, vegetal, animal y espiritual,es de una encantadora armonía ybelleza...

Y el hombre habría querido go-zar serenamente del mundo en la a-mistad con Dios, hasta su volunta-ria acogida en la patria celestial.

Agustín dice sobre el cuerpo hu-mano: "Sería tal el goce de la belle-za racional incluso de las partes in-teriores y menos nobles del cuerpohumano, si las conociéramos - es-cribe -, hasta el punto de juzgarlasagradables y preferirlas a cualquierotra forma visible según el juiciodel espíritu que se sirve de los ojos.Algunos médicos denominados a-natomistas han dividido con aten-ción los miembros humanos, hastael punto de que no saben si esosmiembros, por la armonía del con-junto, han sido hechos para una de-terminada función o bien por la be-lleza.

Ninguna de estas partes está des-tinada a una función útil sin possertambién una propia belleza...".

Finalmente, habla de las maravi-llas del ingenio, de sus realizacio-nes técnicas (ya en sus tiempos); desus producciones artísticas en la li-teratura, en el arte de la pintura y dela escultura... "Llegará un día - dice- en que gozaremos el uno del otroúnicamente por nuestra belleza..."(Cf. Ciudad de Dios XXII, 24, 22).

Pero esa belleza y el goce de lamisma están en un contraste per-manente con la realidad históricaque sobre todo el hombre adviertey sufre. Choca la contradicción en-tre la belleza derrochada en el crea-do, entregada para el goce del hom-bre y la contaminación en la que el

hombre se ha sumergido, artífice o-bligado y víctima de ella. Por muymaterialistas que seamos, no pode-mos aceptar ser únicamente comojuguetes que se destrozan...

"Res sacra miser!", exclama Sé-neca: el que sufre, en el alma o enel cuerpo, es un ser sagrado; es de-cir digno de respeto, de piedad, desolidaridad...

¿De dónde proviene el mal?Es una pregunta difícil de con-

testar; la tribulación insuperable demuchos espíritus y no solamente desan Agustín que por este motivo a-brazó durante muchos años la doc-trina maniquea: dos principios enlucha, el principio del bien y elprincipio del mal; de la luz y de latiniebla; del espíritu y de la mate-ria; que culmina luego en la deses-peración por encontrar la verdad.Si se parte de la experiencia del malen el mundo, terminamos siendopesimistas o escépticos.

Si Dios es un ser de infinita bon-dad, un océano del cual todo nace yque todo lo comprende, y si la cria-tura está sumergida como si fuerauna esponja - razonaba Agustín -¿cómo es posible que esta esponjaesté completamente impregnada decontaminación? ¿De dónde la haabsorbido? Se acercó por primeravez a la Biblia (el pecado del hom-bre libre contra Dios creador, rebe-lión de su libertad para ser dueñode una felicidad autónoma, sinDios); racionalismo, orgullo; faltade humildad y de racionalidad; re-chazo de lo sobrenatural y de lagracia, lo indujeron a dejar de ladola Biblia ¡como un libro de fábulasde baja literatura! Muy joven aban-donó la fe cristiana de su madreMónica.

La recuperación de estos valores

CARLO CREMONA

La atención al enfermo en los Padresde la Iglesia

38 DOLENTIUM HOMINUM

sobrevino en él con mucha fatiga, ygracias a filósofos no cristianos:Cicerón (que en el Hortensio de-mostraba la vanidad de los valoresterrenos, inmanentes, en favor delos valores espirituales, inmuta-bles, trascendentes); Plotino que,basándose en Platón, demostraba laespiritualidad, el absoluto, la bon-dad infinita de Dios. Y Plotino ex-plicaba el mal no como una sustan-cia, sino como un verdadero vacíode sustancia, precisamente la faltaindebida de la presencia de Dios(Conf. VII, 10,16: "Y ví unaluz...").

Más adelante, Ambrosio (a quienescucha inicialmente sólo para sa-tisfacer el gusto literario por su elo-cuencia latina, el nuevo Cicerón;más adelante, lo escucha por el in-terés sustancioso de sus prédicasbíblicas); finalmente, las Cartas dePablo; la epístola a los Romanos (eldolor y la muerte han entrado en elmundo a través del pecado delhombre libre) que la misteriosa vozdel niño le invitó a leer (toma y lee)y provocó en él la fulguración de lagracia y la conversión inmediata alcristianismo, en el jardín de su casaen Milán.

Como decía, el drama de Agus-tín ha sido el drama de muchos es-píritus, incluso intelectual y moral-mente elegidos; pero, diría, que esel drama también de cada uno denosotros.

Aquella rebelión original, que ennuestros padres fue una culpa per-sonal grave, un test si la libre vo-luntad del hombre hubiera acepta-do la superioridad de un Dios per-sonal y liberal, su don gratuito; sihubiese elegido permanecer defini-tivamente de la parte de Dios; esarebelión llega a sus descendientescomo un vacío, una herencia pato-lógica, una riqueza perdida que yano puede ser transmitida y que hadejado una profunda herida en todoel organismo; generando orgullo,ignorancia, superficialidad y desa-tención para buscar la lejana causareal del empobrecimiento y de lainfelicidad.

Si el hombre es una criatura deDios, no podía ser creado sino en lafelicidad y para la felicidad.

De manera que es necesario ha-cer la diagnosis de este mal origi-nal, como se hace para todo mal; através de una búsqueda filosófica,aceptando la luz de una revelación

sobrenatural. (Platón y la navega-ción humana: la vela, el remo...,"salvo que no se disponga de untransporte más seguro como seríauna revelación divina..." Cf. Fedón85A/86B).

Que el mal radical del que sufreel hombre haya sido una culpa delorgullo inicial no es la doctrina so-lamente de la Biblia donde encon-tramos la narración de nuestra mis-teriosa condición; pertenece a to-das las culturas, a todas las religio-nes y a todas las mitologías.

En el otoño del 385, Agustín de-cidió tomar por segunda vez la Sa-grada Escritura que había dejado de

lado considerándola indigna de suestética leteraria.

Fue obligado a tomarla con ma-yor humildad por la crisis moral yreligiosa en que se encontraba y es-ta vez la definió como una obramaestra de pedagogía; una pinaco-teca con una entrada pobre; pero u-na vez adentro ¡qué esplendor dearte!

El Génesis expone el hecho de laprohibición de comer del árbol dela ciencia del bien y del mal; Adán,con Eva, desobedecieron.

San Pablo comenta: Por el peca-do de uno solo, el desorden, losmales y la muerte han entrado en elmundo...

Hay una ley en mi carne que es-tá en contraste con la ley de mi es-píritu; por tanto no hago lo quequisiera, sino que no quisiera...¡Pobre de mí! ¿Quién me podrá li-berar de este cuerpo de muerte?

La respuesta fue:¡La gracia! Te baste mi gracia...El hombre fue creado en la gra-

cia.Y la gracia sobrenatural y santi-

ficante es amistad con Dios.Pero esta amistad determina una

intimidad amorosa, una comparti-cipación de naturaleza.

Debía ser confirmado por unaprueba: para que el hombre, creadoa imagen de Dios, con una volun-tad libre que pudiese escoger y unainteligencia clara para elegir lo jus-to, se volviese el dueño estable desu condición feliz, junto a Dios.

En cambio, pretendió ser felizsin Dios, perdió la apuesta, la dig-nidad de amigo y precipitó...

Y perdió no sólo la gracia, sinotambién algo más.

Por ejemplo, la integridad: la ar-monía entre lo sensible y lo inteli-gible, entre los sentidos y la volun-tad... De aquí la contradicción inte-rior en cada hombre: ley de la car-ne contra la voluntad del espíritu...(San Pablo).

Perdió la inmortalidad física, desu vida corporal: (nuestro cuerpo,un edificio construido de materiapor su naturaleza destinada a des-truirse...).

Queridos amigos: si no nos con-vencemos de esta diagnosis, si nose vuelve a partir de estas verdades,de esta lejana pero siempre lumino-sa revelación, no se entiende nadade la vida: ¡ todo se vuelve oscuro!¡Y la humanidad camina hoy en laoscuridad: rechazo de lo sobrenatu-ral, de la gracia; autosuficiencia!

Es necesario curar al mismotiempo a las almas y a los cuerpos.

De lo que acontece en el mundo,por la falta de valores morales, aveces dudamos si queremos apren-der a curar al menos a los cuerpos:¡mala sanidad!

La sustancia de la narración bí-blica, no es el judaísmo o el cristia-nismo; no es confesionalismo.

Es una verdad, que llevaba inclu-so a los paganos a interrogarse:

Video meliora proboque, dete-riora sequor... (Ovidio)

Veo lo mejor y me apego a lopeor... (Petrarca)

Es la misma tesis de la Biblia yde Pablo.

El pecado: es el manantial delcual ha iniciado a correr el río denuestro mal moral e incluso del do-lor físico y de las enfermedades

39VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

corporales.La muerte entró con el dolor y se

volvió protagonista..."La inmensa corrupción por la

cual nos vemos oprimidos a causade aquella transgresión; la agita-ción de muchos sentimientos fuer-tes que se contrastan entre sí, nodebería hacernos pensar que fue unacto moral pequeño y liviano, a-quel..." (Ciudad de Dios l.14, c.12).

2. La Redenciónen la Encarnación

Pero justamente de este abismonacieron el renacimiento y el opti-mismo cristiano.

Debía ser un drama irreversible.Pero Dios aceptó el desafío del

hombre y se desquitó con un gestode misericordia, mucho más gran-de de la creación del universo, aun-que también de mayor riesgo.

Dios ha amado tanto al mundo,que ha dado a su Hijo unigénitopara la salvación del mundo...

El misterio de fe que, uno lo ad-mita o no, une al hombre a Dios in-cluso cuando es rebelde y huye deEl, nos ofrece el misterio de la En-carnación del Hijo de Dios que sereviste de la naturaleza humana, to-ma en sí nuestros pecados y nues-tros dolores, acepta la muerte pararedimir al hombre. ¡Paradójico!

Donde abundó el pecado, sobre-abundó la gracia...

La encarnación de Cristo, Verbode Dios, es un dogma desconcer-tante, aceptable sólo por una explí-cita e insistente revelación de Dios,que ha iniciado y está unida justa-mente al pecado del hombre.

¿Por qué es desconcertante?Porque la razón humana (ver

Platón y Aristóteles) llega a cono-cer la naturaleza de Dios: espiri-tual, inmutable, absoluto, trascen-dente, infinitamente bueno, fuentedel ser... ¡Llega a descubrir al mis-mo Verbo de Dios!.

Pero si yo dijese a Platón: AquelDios del cual me estás hablando yque defines como el sumo bien delhombre, yo lo he encontrado porlas calles de Palestina, lo he vistosufrir y morir por la salvación delhombre; ha resuscitado de la muer-te y nos guía a la vida eterna, al-mas y cuerpos..., pues bien, Platónse reiría en mi cara como si estu-viera diciendo una herejía filosófi-

ca. Lo absoluto no puede transfor-marse en contingente, lo eterno nopuede volverse temporal, lo espiri-tual por esencia, el acto puro nopuede volverse corporal y sensi-ble... La Encarnación, el dogmamás inefable del cristianismo, peroel más difícil, abre a la inteligenciahumana aglo así como una ventanapara acoger la luz solar de la intimi-dad de Dios: "Cree para poder ra-zonar; razona para poder creer...".

El dogma de la encarnación tienetal alcance para la humanidad, queno se reduce a los límites de unaconfesión religiosa: tiene el valorde la universalidad.

La persona del Verbo que perma-nece con su naturaleza divina, nosólo se une históricamente a la na-turaleza humana, sino que compar-te la humillación, el dolor físico ymoral y la muerte; en una dimen-sión que es la suma de todas las hu-millaciones, de todos los dolores,de todas las muertes de la historia.

3. Cristo, el hombre del dolor

Isaías: Siervo de Jahvéh (Is cap.42-53).

Agonía de Cristo en el Getsema-ní: la tragedia humana universal, enprimera visión tridimensional; des-de Adán, Abel... hasta el suspirodel último hombre; exudación desangre: fenómeno que los médicosdenominan hematidrosis, unido agraves alteraciones del sistema ner-vioso: "Triste está mi alma, hasta

la muerte...".Desde que nace, Cristo no deseó

nada más sino morir por amor delhombre: "Debo recibir un bautis-mo; estoy angustiado hasta que nolo reciba...".

4. La atención al enfermoen los Padres de la Iglesia

Los Padres de la Iglesia repre-sentan la continuidad y la interpre-tación auténtica del mensaje deCristo y de la doctrina de la Iglesia.

Hombres de santidad y de inge-nio.

Grandes filósofos que han recu-perado y reelaborado el pensa-miento de los filósofos griegos pre-cristianos; grandes teólogos y exe-getas expertos del lenguaje de Diosy de las antiguas civilizaciones hu-manas.

Entramos aquí en nuestro tema.El cuidado al enfermo: aspecto

sensible de la Redención, aparente-mente secundario: se trata de aten-der a los cuerpos, mientras a Diosinteresan las almas; pero el hombrees un unum integral en su conjunto:Si no amas al hombre que se ve,¿cómo puedes amar a Dios que noves? Por tanto, se trata de un aspec-to no secundario, sino por lo menosaeque principalis. El amor de Dioses hacia el hombre integral; insepa-rable en su valor espiritual y corpo-ral; un amor gratuito, no merecido,que lo reintegra a la amistad recí-proca entre hombre y Dios; entrehombre y hombre; nuevo derecho auna vida de felicidad infinita com-partida con Dios mismo. Dios es a-migo leal para el hombre: animaedimidium meae! Quién es mi próji-mo? ¡El vicario de Dios!

La redención cristiana nos ha do-nado una Iglesia madre, maestra,experta de humanidad; ¿cómo po-dría quedarse la humanidad sin la I-glesia de Cristo, que aún sabiendoque existe y actúa, no le escucha, levuelve las espaldas y escucha otrosmagisterios?

La redención nos ha donado elsacerdocio (ministerial y aquel decada bautizado). Nos ha donado lagracia; más abundante de aquellaoriginal, si bien en el nuevo ordennos hemos quedado sujetos al do-lor, a la enfermedad, a la muerte y ala lucha por el bien.

He aquí que todo cambia:

40 DOLENTIUM HOMINUM

El dolor y la muerte no son másun castigo..., sino motivo de expia-ción, de mérito (¡pensad en el sufri-miento inocente); se vuelve funda-mental (de parte de Cristo total-mente entregado; de parte del hom-bre, participación).

La bellísima frase de san Pablo:(con mis sufrimientos...) "Comple-to en mi carne lo que falta a las tri-bulaciones de Cristo, en favor desu Cuerpo...", en la Iglesia, en mí(Col 1, 24).

Otro milagro: el dolor (físico ymoral): puede transformarse enmotivo de grande gozo: "Rebozo dealegría en cada tribulación... Noson proporcionados los sufrimien-tos de este mundo en comparacióncon la gloria futura que nos espe-ra..." (San Pablo).

La cruz, de signo de ignominia,se convierte en bandera de triunfo.

"El que no toma cada día su cruzy me sigue, no es digno de mí...".

Atención al enfermo; a la des-ventura física: signo visible de lamesianidad: "Id y anunciad a Juan:los ciegos ven, los sordos oyen, losmudos hablan, los cojos caminan,los leprosos quedan limpios; y a lospobres se les anuncia la buena nue-va...".

¡La caridad, el amor, la solidari-dad! Sin ninguna barrera, inclusofrente al enemigo: El Buen Samari-tano..., que se detiene ante el des-venturado, lo cuida, y sobre su ju-mento (ambulancia de ese tiempo),lo aloja por su cuenta en una posa-da, primer Hotel-Dieu, como se de-nominaron en Francia a los hospi-tales

5. Iglesia - Padres - Enfermos

Cristo funda la Iglesia y de ellaes la piedra angular; desde haceveinte siglos ella, con su magisteriogarantizado, vigila sobre la huma-nidad y la guía. Hace algunos do-mingos, Juan Pablo II ha recordadolos 30 años de la Constitución delConcilio Gaudium et Spes, que haabordado - ha dicho - "los proble-mas de la época contemporánea: elmatrimonio y la familia, la cultura,la realidad económico-social, lapolítica, la promoción de la paz yla solidaridad entre los pueblos...".

Iglesia, esposa... sin mancha niarruga...: Cuerpo místico y visiblede Cristo a lo largo de los siglos

("Cristo-Total...").La raíz es El, el árbol bueno no

puede producir frutos malos: "Ra-dicados y fundados en la cari-dad...". En la Iglesia, como en unamina, tenemos la vena de oro de lacaridad.

Inmediatamente después de serfundada, hay solución de continui-dad entre la obra de Cristo y de la I-glesia naciente: La Iglesia busca yrecoge al enfermo como hacíaCristo.

"Llevaban (a Pedro) los enfer-mos para que al menos su sombralos curase...".

Eucaristía: ¡sacramento de pie-

dad, signo de unidad o vínculo decaridad!: a los enfermos: curar,suavizar, confortar... (Justino).

Iglesia aspotólica y predicaciónde Cristo que sufre...

Pedro: "Permaneced fuertes enla fe, sabiendo que vuestros herma-nos esparcidos en el mundo sufrenvuestro mismo sufrimiento..." (1P5,9). ¡Solidaridad!

"Cristo... se ha hecho obedientehasta la muerte, y a la muerte decruz..." (Flm 2,8).

"Canceló la nota de cargo quehabía contra nosotros... y la supri-mió clavándola en la Cruz..." (Col2, 14).

"En cuanto a mí, ¡Dios me librede gloriarme si no es en la cruz denuestro Señor Jesucristo..." (Gal6,14);

"Pues no quise saber entre voso-tros sino a Jesucristo, y éste cruci-ficado..." (1 Cor 2, 2).

"Pues los que son de Cristo Je-

sús, han crucificado la carne consus pasiones y sus apetencias..."(Gal 5, 24; 1Cor 1, 13);

"Nosotros predicamos a un Cris-to crucificado: escándalo para losjudíos, necedad para los genti-les..." (1Cor 1, 23).

Colecta entre las Iglesias de Asiade Pablo en favor de la Iglesia em-pobrecida de Jerusalén.

La Iglesia y sus apóstoles, fielesa la enseñanza de su Maestro, se in-teresaron tanto de las almas comode los cuerpos.

La religión cristiana es la única:promete al cuerpo, junto con el al-ma, la vida eterna...

Antes de Cristo hubo el estoicis-mo: substine et abstine... Resisten-cia al dolor.

Cristo nos da la capacidad de su-perar el sufrimiento y sonreir: S.Francisco y la curación de los ojoscon planchas encandecentes... Laenferma en un pulmón de acero:"Mi Ferrari deportiva,'testata ros-sa'... ".

"Cuántos han resistido a la vio-lencia del dolor mirando al Crucifi-jo para asemejarse a él"... Chatau-briand (Genie du Christianisme,passim)

La caridad cristiana que distin-gue a los cristianos del resto de loshombres, desconocida por los anti-guos, ha nacido con Jesucristo y ensu Evangelio fue el sello de la reno-vación de la naturaleza humana.

Los primeros cristianos pusieronen común sus bienes para ayudar alos necesitados, a los enfermos y alos peregrinos.

¡Así nacieron los hospitales!Desde ese momento, las obras de

misericordia no tuvieron más ba-rreras y fue como un desborde de lamisericordia sobre la miseria, hastaese momento despreciada, algo asícomo buscarla: tanta miseria y tan-ta caridad...

Se nos pregunta: Pero ¿cómo ha-cían los antiguos sin lugares paralos enfermos, sin hospitales?

Para deshacerse de los pobres yde los infelices, ellos tuvieron dossoluciones que el cristianismo noconoció: ¡el infanticidio y la escla-vitud! ¿Se encuentran ruinas de no-socomios entre los antiguos monu-mentos de Roma o de Atenas?

Alguna localidad termal, dedica-da a la divinidad, tenía cierta apa-riencia de una estructura sanitaria,como Epidauro.

41VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

(Lucrecio: Mussabat tacito me-dicina pavore... [peste de Atenas].

(Marcial: Me sentía un pocomal; llamé al médico Eliodoro quevino con el grupo de sus discípu-los; cuarenta manos frías me toca-ron el vientre: no tenía fiebre, ¡a-hora la tengo!).

Conforme la Iglesia logra la li-bertad de acción, (período apostóli-co; grandes monjes; luego los gran-des Padres de Oriente y de Occi-dente), surgieron hospitales, lepro-serías, lazaretos (del nombre evan-gélico del pobre Lázaro de la pará-bola), donde hacían voluntariadolos monjes y simples cristianosquienes con gozo y sin repugnanciasoportaban la visión de todas lasmiserias humanas, para servir aCristo en su persona y en los her-manos enfermos.

"Estaba enfermo y me habéis vi-sitado, asistido, cuidado...".

6. Algunos ejemplos

San Basilio fundó una ciudad-hospital cerca de Capadocia; la lla-maron Basiliade.

Juan Crisóstomo, el más grandeorador cristiano, llamado tambiénpanegirista de la limosna, fue en-viado en exilio por la emperadoraEudosia a quien había denunciadopúblicamente por haber usurpadoel viñedo de una viuda destinado alhospital de los pobres que él admi-nistraba. Protector y defensor de lagente pobre, tuvo la consolación deser defendido por ellos contra lospotentes que lo perseguían. La asis-tencia a los enfermos daba a JuanCrisóstomo la oportunidad de co-nocer a los médicos y a su humani-dad en la asistencia a los enfermosterminales (el enfermo tiene una si-cología fragil y exigente; una pe-queñez puede deprimirlo).

Narra de un enfermo alcoholiza-do que se desvivía por un poco devino. El médico, comprensivo, hi-zo preparar una jarra de arcillamezclada con vino, la hizo quemaren el horno y, una vez llenada de a-gua fresca, cerradas las persianaspara oscurecer la habitación, la dioal enfermo que, engañado por el o-lor de vino, la tomó satisfecho. Cri-sóstomo alaba la sensibilidad delmédico.

San Girólamo, en la Carta LXX-VII a Océano, no terminaba de e-

xaltar a una cierta Fabiola, de quiense decían muchas cosas, pero se ha-bía convertido, y había edificadopor cuenta propia un hospital paralos pobres.

"Ha sido la primera que ha cons-truido un hospital para acoger atodos los enfermos que encontrabapor las calles: narices corroídas,ojos vacíos, pies y manos secas,vientres hinchados, piernas esque-létricas, carnes podridas con unhormiguero de gusanos... Cuántasveces, personalmente ella ha car-gado a enfermos de lepra... Les da-ba de comer y hacía beber a aque-llos cadáveres vivientes una tazade caldo..." (Carta LXXVII).

Agustín de Hipona, narra su bió-grafo Posidio, iba solo a las casasdonde habían huérfanos y enfer-mos; en la Regla para los monjestiene un buen capítulo para la asis-tencia a los enfermos; presenta aJesús como el gran médico de lahumanidad que no prescribe la re-ceta para el farmacéutico, sino con-fecciona la medicina con la propia-sangre, en el taller de su Humani-dad. "Venid a mí todos los que es-táis cansados...; os reconfortaré".

Tiene un hermoso sermón sobrela Transfiguración de Cristo, cuan-do Pedro exclama: "Rabbi, es bue-no estarnos aquí. Vamos a hacertres tiendas, una para tí, otra paraMoisés y otra para Elías" (cf. Mc9, 4; Mt 17, 4).

Interviene el santo Doctor: "Cal-ma, Pedro... ¡Cierto que es hermo-so...! Pero no ahora. Baja, hay po-bres que debemos asistir, enfermosque curar, evangelio que predicar ydar testimonio... Baja inmediata-mente; la visión vendrá después...".

Es análogo el comentario al epi-sodio de Marta que se afana en lacocina para preparar un almuerzoal Huésped mientras su hermanaMaría se ha encantado en la sala es-cuchando la voz de Jesús.

El episodio ha generado la dispu-ta sobre le primado de la vida con-templativa o de aquella activa. A-gustín la resolvió con una de suscaracterísticas síntesis:

Caritas Veritatis (amor por lacontemplación) María;

Necessitas Caritatis (emergenciade intervención) Marta: prevaleceen ciertos momentos de emergen-cia la intervención activa ante lasnecesidades del prójimo: la mise-ria, el hambre, la enfermedad. La

intervención que es: Delectatio ca-ritatis et Veritatis (gozo de amar aDios en el prójimo, reconocerlo ycontemplarlo).

In caritate fundati et radicati! Esrealmente robusta la raíz de esta ca-ridad que desde hace dos mil añosanima la Iglesia y suscita figuraspotentes: Camilo de Lellis, Juan deDios, Cottolengo, Orione, Guane-lla, Juana Antida. En nuestros tiem-pos, Padre Pío, Follereau... y otrosmiles, en todas partes, en las lepro-serías misioneras.

Para no hablar solamente del pa-sado, ¿queremos hablar del presen-te, de los vivos?: Madre Teresa ymiles y miles de otras ignoradas enmedio del fuego de las guerrillas...

Porque al parecer el mundo ofi-cial sabe hacer esto: ¡no-amar, ma-tar!

San Pablo dice: No sólo el hom-bre, sino toda la creación gime enespera del parto...

Y San Pedro dice: Habrá un cie-lo nuevo y una tierra nueva...

San Agustín, además, recordan-do a Platón que auspicia un medioseguro (una revelación divina) paralograr la playa de la felicidad, nosla indica: "Para que fuese el mediocon el cual ir, vino de allá aquel aquien queríamos ir. ¿Y qué es loque ha hecho? Ha preparado lamadera con la cual pudiéramos a-travesar el mar. Nadie puede atra-vesar el mar de este siglo si no esllevado por la cruz de Cristo...(Com. Jn. Trat. 2, 2).

Jesús dijo una vez: "Cuando elHijo del Hombre regresará, ¿en-contrará aún la fe en la tierra?".

Quizás podemos tranquilizarlo: "La fe, Señor; ¿quizás? ¡La esperanza! Nos apegamos a

las capacidades de los hombres ycada vez nos hacen desesperar...

Pero la caridad no; no disminui-rá; porque la caridad eres tú quevives y sufres con nosotros; tú quenos has asegurado que estarás connosotros hasta la fin de los siglos...

Fides, spes, charitas: tria haec!Maior autem horum: Charitas!

(1 Cor 3, 3).La fe pertenece al hombre...¿La esperienza? ¡También!La Caridad pertenece a Dios...¡No es biodegradable!

P. CARLO CREMONAPeriodista vaticanistade la RAI-TV Italiana

42 DOLENTIUM HOMINUM

Este estudio es una panorámicasobre Hipócrates y sus ideas prin-cipales clínico-médicas, filosófi-co-médicas y eticas, presentes enlos documentos eclesiásticos y enlas obras teológicas, como conti-nuación del estudio ya hecho sobreHipócrates en los documentos pa-pales, ya publicados1,2. En esta in-tervención se han reunido citas quesubrayan la importancia ética delmédico griego, tomadas de los dis-cursos e intervenciones de los Pa-pas Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo Iy Juan Pablo II.

Esta colección de citas no es unadocumentación histórico-médica,ni un ejercicio literario, sino unaserie de indicaciones sobre el ca-rácter ético de los textos griegosantiguos llegados a nosotros y rea-lizados hasta ahora, en los cualespueden observarse corresponden-cias y concepciones cristianas.

En las grandes épocas de la his-toria occidental se encuentransiempre testimonios sobre la in-fluencia de las ideas y de la éticade Hipócrates.

En el cristianismo primitivo, lasprincipales ideas helénicas hanconseguido su fundamento y ca-rácter cristiano por el hecho de queen el preámbulo del juramento deHipócrates "Apollo soter" fue sus-tituído por "Christus medicus".

En la patrística y en la escolásti-ca se podía transmitir legítima-mente la doctrina de Hipócratespor su correspondencia con la con-cepción del carácter personalista eintegral y por la autoridad de "Ch-ristus medicus", gracias a la cualfue adquirido el compromiso éticodel médico.

Esta temática puede ser tratadasólo por puntos clave, por "luga-res" (τοποι) a consecuencia de la

vastedad del argumento; realmen-te, los estudios que han dado ori-gen a esta intervención, hacen en-trever que quizá no se pueda llegara una visión completa.

Quedan también muchas deside-rata: el discernimiento de la auten-ticidad de las ideas hipocráticas ensus obras o en los textos del Cor-pus hippocraticum.

1. Hipócrates en losdocumentos papales

Entre las obras de Petrus Hispa-nus, un médico con grados acadé-micos, y después, del Papa Juan X-XI, se hallan dos comentarios so-bre Hipócrates3: De regimine auc-torum y Prognostica.

En nuestro tiempo, el Papa PíoXII ha definido en 1954 el signifi-cado ético-médico de las obras hi-pocráticas con las siguientes pala-bras: "Las obras de Hipócratesson, sin duda, la expresión más no-ble de una conciencia profesionalque imponga ante todo respetar lavida y sacrificarse por los enfer-mos, y tome en consideración tam-bién factores personales: dominiode sí, dignidad, reserva. Sabía pre-sentar las normas morales e intro-ducirlas en un vasto y armoniosoplan de estudios, por lo que hacíaun regalo a la civilización másmagnífico que quienes conquista-ron los imperios"4.

Sobre la misma línea el Papa Pa-blo VI ponía en guardia a los mé-dicos, considerando el progreso dela medicina: "Es obvio que estasnuevas cuestiones no deben perju-dicar en modo alguno al ideal mé-dico que hace de la medicina, en u-na larga tradición de algunos mile-nios, a través del juramento de Hi-

pócrates, un defensor de la vida.Una contaminación de este princi-pio cardinal significaría un fatalpaso atrás, con consecuencias de-sastrosas. Esto vosotros podeis va-lorarlo mejor que ningún otro"5.

El Papa Juan Pablo I escribiócon el título "Ilustrísimos" cartas i-maginarias a personajes históricos,incluído Hipócrates, que "fue con-temporáneo de Sócrates y como élun filósofo". Lo llama "el autor delfamoso juramento..., de un códigomoral de valor imperecedero. Losmédicos juran, en conformidadcon éste, prescribir la terapia ade-cuada para los enfermos y prote-gerlos de injusticias y sobre todode desventajas. Prometen solem-nemente no interrumpir ningúnembarazo; y se comprometen a ir auna casa solamente para ayudar alos enfermos, sin aceptar dinero.Además juran mantener sacrosan-to el secreto profesional". Con esteelenco de los compromisos ético-médicos, el Papa Juan Pablo I legi-tima la integración de la deontolo-gía griega en el modo de pensardel médico cristiano6.

El Papa Juan Pablo II ha men-cionado ya, en 1978, on ocasión dela recepción de la Asociación deMédicos Católicos Italianos, la éti-ca hipocrática, poniendo en guar-dia contra el uso de medicinas que"contradicen no sólo la ética cris-tiana, sino toda ética natural, y queestán en abierta contradicción conlos deberes profesionales, expresa-dos en el famoso juramento del an-tiguo médico pagano"7.

En su discurso a los miembrosde la Asamblea General de la U-nión Mundial de Médicos, sobre lamanipulación genética que reducela vida humana a un objeto, el Pa-pa Juan Pablo II amonesta: "Sean

GOTTFRIED ROTH

Hipócrates, en los documentos eclesiásticosy en las obras teológicas

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fieles todos los médicos al jura-mento de Hipócrates, que prestanen ocasión de su doctorado"8. En1987, el Papa, en su intervenciónante los participantes en el Con-greso Internacional sobre la "hu-manización de la medicina", ex-horta al servicio consciente delpropio deber para con los hom-bres: "Estad profundamente con-vencidos de esta verdad a causa dela larga tradición, que remonta alas intuiciones de Hipócrates mis-mo"9. En el nombramiento de losmiembros de la Pontificia Acade-mia por la Vida, se alude expressisverbis a Hipócrates, "prosiguiendola tradición hipocrática"10.

El 26 de noviembre de 1994, elPapa Juan Pablo II mencionaba denuevo a Hipócrates indicando elcódice vaticano en el que el jura-mento de Hipócrates fue escrito enforma de cruz, un símbolo de con-cepción cristiana de la naturalezahumana, de la santidad y tambiéndel misterio de la vida humana11.

A consecuencia de una visióndiagnóstico-diferencial de las ver-daderas causas de las enfermeda-des, fueron coligados en el cristia-nismo primitivo el naturalismo he-lénico y el personalismo semita12

bajo la fuerza integradora del mo-delo del "Christus medicus", y sinduda puede atribuirse al pensa-miento de Hipócrates esta evolu-ción hacia el sentido de una éticaresponsable y más adelante huboformulaciones de juramentos mé-dicos con preámbulos de caráctermonoteísta y fórmulas de conclu-siones con explícita referencia a lainstancia transcendente, a Dios,ante el cual se prestaba tal jura-mento13.

2. Hipócrates en la Patrística yla Escolástica.

Para la época de la patrística hayabundancia de citas de las obrasauténticas de Hipócrates y delCorpus hipocraticum. Cipriano deCartago, Gregorio de Nazianzo,Gregorio de Nisa y Eusebio de Ce-sarea sostienen una teoría de lasciencias naturales con respecto alorigen de las enfermedades, queremonta a Hipócrates; pero existenigualmente versiones mágicas ydemoníacas. Eusebio cita repetida-mente a Hipócrates en un capítulo

sobre la teoría de las enfermeda-des, en reflexiones referentes al li-bre albedrío, conoce la teoría de ladieta; además, la frase: la naturale-za es el mejor médico. Insiste, conreferencia a Hipócrates, en la im-portancia de la prognosis y que enla relación entre cuerpo y alma es-ta última tiene la prioridad14,15. Re-cuérdense también los capítulos é-tico-médicos de la Didaché del si-glo I d.C.: no debes abortar un ni-ño y no debes dar muerte a un re-cién nacido16.

En Hildegarda de Bingen (1098-1179) la búsqueda sobre este ar-gumento fue negativa. EnriqueSchipperges escribe: "Hildegardade Bingen no da una explícita teo-ría a este respecto; no repite el ju-ramento de Hipócrates y no hablade la ética médica. No encontra-mos objetivos directos de un ca-rácter de la sanidad, o modos con-cretos para una asistencia al enfer-mo, nada sobre qué cosa podríainstruirse, nada de dogmático quepudiera crear una teoría de los de-beres y de su categoría. Y sin em-bargo sus obras son una contribu-ción a la deontología medieval yson tanto más preciosas en cuantoque faltan obras semejantes en esesiglo; o no son a menudo presenta-das de modo serio y por lo mismono pueden ser tomadas en serio"17.

Honorius Augustodunensis(muerto después del 1150) escribede Hipócrates: "per medelam cor-porum deducit ad medelam anima-rum"18.

Los conocimientos sobre Hipó-crates y sobre el Corpus hipocrati-cum llegaron a través del cristia-nismo nestoriano-siriano, quepresta con sus escuelas y monaste-rios el espacio en el que, por en-tonces, se conserva y transmite laobra filosófica y científica y másprecisamente la línea de Aristóte-les de esa herencia: no sólo Aristó-teles mismo, sino también Eucli-des, Hipócrates, Galeno, Arquíme-des. Las obras filosóficas, mate-máticas y médicas de estos autoresfueron traducidas en primer lugardel griego al siriano y después a lalengua árabe19. El concepto de po-tentia puede atribuirse al conceptogriego de dynamis y se encuentratambién en el Corpus hipocrati-cum, usado también en relacióncon la enfermedad20.

La recientísima elaboración con

computer de la Opera omnia deTomás de Aquino da mayor per-fección y seguridad al tratado denuestro argumento.

En el comentario del Aquinatesobre la meteorología de Aristóte-les, es nombrado Hipócrates algu-nas veces. Se trata del significadode las estrellas en el orden delmundo, de cuestiones de la visiónteológica, de principios metafísi-cos, teorías científicas, astronomíay astrología21.

3. Medicina pastoral

Otro campo de las fuentes enque puede encontrarse a Hipócra-tes en los documentos eclesiásti-cos y teológicos, son los manualesde medicina pastoral; existen, dehecho, relaciones entre el Corpushipocraticum y la teología por elhecho de que las obras hipocráti-cas no son solamente un probadosistema de cura, sino también porla imagen humana, en la base de laconcepción cristiana, con conside-rables cosas en común de las per-sonas sanas y enfermas. Tambiénhay que recordar los capítulos éti-co-médicos de la Didaché y su co-rrespondencia con Hipócrates.

Hipócrates es citado dos veces:en la p.56, sobre el comportamien-to de los cónyuges durante la gra-videz, y en la p.192, sobre las posi-bilidades terapéuticas de usar me-dicinas populares en el caso de e-pilepsia, cosa que parece particu-larmente discutible a la actualcomprensión22.

En 1893 habló E.W.M. de Ol-fers, en su medicina pastoral, deHipócrates, adelantándose a sutiempo, definiendo la epilepsia ensu libro "de morbo sacro" comocualquier enfermedad, no más san-ta que las otras enfermedades23.

August Stohr habla repetida-mente de Hipócrates, en parte con-tra una medicina "teurga" de losgriegos, la cual presenta ciertas se-mejanzas con la cura terapéuticadel alma. También en la discusióndel clásico "sex res non naturales"Stohr cita a Hipócrates por lo querespecta a la dieta y generalmentea las costumbres de vida24,25

Para la mitad del siglo XX sepuede hacer el nombre de AlbertNiedermayer e indicar numerosascitas del Corpus hipocraticum, an-

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te todo la cima ético-médica, el ju-ramento de Hipócrates, asunidopor numerosos autores (comoLichtenthaeler y otros) entre las o-bras auténticas de Hipócrates.

En Albert Niedermayer se en-cuentran puntos afirmativos y tam-bién problemas discutidos, estosúltimos sobre todo en el campo gi-necológico.

Albert Niedermayer compendiala importancia de Hipócrates:"...aunque fuera pagano, podría serhoy todavía, dos mil años después,el anuncio del Evangelio de Cristo,un ejemplo también para presuntosmédicos cristianos"26.

Anticipando una medicina inte-gral, Albert Niedermayer expresasu visión universal y caracteriza alverdadero médico... que reúne ensu concepción fundamental los e-lementos biológicos, antropológi-cos, médico-humanos, sociales yético-metafísicos27.

Hipócrates, desde el 460 hasta el360 antes de Cristo, ha dejado unateoría médica que conecta la ob-servación exacta científica y la ex-periencia con una ética elevada yhumana. Sus obras y las de sus es-tudiantes han sido reunidas en elvoluminoso Corpus hipocraticum.En una visión retrospectiva se de-muestra la utilidad proveniente delbien cumplido por el médico ejer-citado en una medicina que ha per-manecido hasta hoy. Esta ha sidotransmitida al campo cristiano de

diversas maneras (documentos pa-pales, tratados teológicos, textosde medicina pastoral), y puede serdocumentada desde Hipócrates se-gún las épocas históricas: es elcompromiso por la salud y la con-solación de la persona enferma, in-dependientemente del cambio delos períodos del tiempo: "saluti etsolatio aegrorum".

Prof. GOTTFRIED ROTHMiembro de la Pontificia Academia

para la vida Profesor Ordinariode Medicina Pastoral en la Universidad

"Alma Mater Rudolphina"de Viena (Austria)

Consultor del Pontificio Consejo para laPastoral de los Agentes Sanitarios

1 GOTTFRIED ROTH, Hippokrates in päps-tlichen Dokumenten. Acta medica catholika(Belgica) 2 (1995) 101-102.

2 GOTTFRIED ROTH, Hippokrates in päps-tlichen Dokumenten. 2. erweiterte Fassung.Mitteilung der katholischen Ärztegilde Öste-rreichs. 246 (1995) 3-6.

3 M.A. ALONSO, Pedro Hispano: Sciencialibri de anima. Barcelona 1961.

4 PIUS XII., Zur Geschichte der Medizin.Ansprache am 19. Sep. 1954. In: Pio XII.,Discorsi ai medici. S. 349 f., Roma 1959.

5 PAUL VI, Das ärztliche Ideal nicht be-einträchtigen. L'Osservat. Romano (deutscheAusgabe) 19.1.1973.

6 PAPST JOHANNES PAUL I, Illustrissimi.Padova 1976.

7 JOHANNES PAUL II, Wort und Weisungim Jahr 1979, Rom -Kevelaer 1979.

8 JOHANNES PAUL II, Der apostolischeStuhl 1983, S. 1155, Rom -Köln 1983.

9 JOHANNES PAUL II, Der apostolischeStuhl 1987, S. 1699, Rom -Köln 1987.

10 Pontificia Academia pro Vita. Roma1994.

11 JOHANNES PAUL II, Discorso del Santo

Padre in occasione della Conferenza Interna-zionale promossa dal Pontificio Consiglio de-lla Pastorale per gli Operatori Sanitari e de-lla Plenaria della Pontificia Accademia per laVita. Roma 1994.

12 PEDRO LAIN ENTRALGO, Heilkunde ingeschichtlicher Entscheidung, Salzburg 1956.

13 GOTTFRIED ROTH, Die monotheistischenPräambeln und Schlußformeln in den ärztli-chen Eiden, Wissenschaft und Glaube 3(1990) 115-121.

14 O. TEMKIN, Hippocrates in the world ofpagans and Christians, Baltimore and Lon-don 1991.

15 KARL-HEINZ LEVEN, Medizinisches beiEusebios von Kaiserea, Düsseldorf. 1987.

16 Didaché 1,6,2,. in fontes christiani. Di-dache, traditio apostolica. Herder, Freiburg/Basel/ Wien/ Barcelona/ Rom/ New York.1991, S. 103.

17 HILDEGARD VON BINGEN, Heilkunde,Salzburg 1957.

18 CHRISTIAN PROPST, Der deutsche Ordenund sein Medizinalwesen in Preußen, BadGodersberg 1969.

19 Josef Pieper, Scholastik S. 141 f. Mün-chen 1960. Vergleiche auch Johannes Hirsch-berger: Geschichte der Philosophie I, 417, 427Basel- Freiburg- Wien 1965.

20 LEO J. ELDERS, Die Metaphysik des Tho-mas von Aquin, I, 124 Salzburg- München1965.

21 S. Thomae aquinatis opera omnia. co-mentarium in Aristoteles et alio. Stuttgart /Bad Cannstatt 1980.

22 FR. X. BRITZGER, Handbuch der Pastor-lalmedizin, Regensburg 1859.

23 E.W.M. VON OLFERS, Pastoralmedizin.24 AUGUST STÖHR, Die Naturwissenschaft

auf dem Gebiete der katholischen Moral undPastoral, Herder, Freiburg /B 1893 S 141f.

25 AUGUST STÖHR, Handbuch der Pasto-ralmedizin mit Besonderer Berücksichtigungder Hygiene, Herder, Freiburg / B 1900.

26 A. NIEDERMEYER, Compendium derPastoralmedizin, Wien 1953.

27 A. NIEDERMEYER, Grundriß der So-zialhygiene, Wien - Bonn 1957 S. 30.

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1. La atención a los enfermospertenece histórica y constitutivamentea la misión de la Iglesia

Cuando Jesús confió a sus Após-toles la misión de enseñar la LeySanta del Señor a toda criatura, lesdio poder para realizar los mismossignos con que había demostradoque en El se habían cumplido laspromesas hechas por Dios a Israel:expulsar demonios y curar enfer-mos (Lc 16, 18). Desde la primeracomunidad de Jerusalén hasta hoymismo la Iglesia ha tejido una es-pléndida guirnalda de amor haciatodos los débiles, hacia todos lospobres; pero han sido sobre todo losenfermos quienen han constituidoel objeto preferencial de su amor.

2. La atención a los enfermosen las comunidadescristianas primitivas

Los cristianos primitivos no en-contraron en su entorno ningunainstitución que les ofreciese un e-jemplo de cómo tratar a los enfer-mos. Ni en los antiguos Imperiosdel Creciente Fértil, ni en Egipto, nien Grecia, ni en Roma se practicó lahospitalidad en el sentido específi-co de asistencia a los enfermos.

No es fácil determinar con exac-titud, cómo las comunidades cris-tianas primitivas atendieron a losenfermos porque éstos eran englo-bados en el epígrafe general de a-sistencia a los pobres; no obstante,no faltan algunas observaciones enlos escritos litúrgicos y pastoralesde los primeros siglos relativas altema; existe sobre todo un docu-mento, la Didascalia1; en él se des-cribe el tenor de vida de una peque-

ña comunidad cristiana en la queno había hecho aún su aparición laburocracia como acaecía ya, a me-diados de siglo III, en las comuni-dades con un número de fieles muyelevado.

El responsable último de todo enlas comunidades primitivas era elObispo; y la cualidad más relevan-te que los fieles exigían a quien ha-bría de ser elegido para este cargo,según las Constituciones apostóli-cas, era precisamente el amor a lospobres: que "ame al pobre"2; y laDidascalia le advertía:

"Acuérdate de los pobres, tién-deles una mano y aliméntalos"3.

Pero en esta tarea era aydado porel diácono, el cual "tenía que ser eloído del Obispo, su boca, su cora-zón y su alma"4; y, en consecuencia,se le ordenaba que buscase a los en-fermos; que estudiase cada casoconcreto para ver a quienes habíaque prestar mayor atención; que lesllevase la Eucaristía consagrada enla Asamblea litúrgica dominical, ylos socorriese materialmente.5 LaDidascalia exhortaba también a lasdiaconisas y viudas para que se pre-ocuparan de un modo especial delas mujeres pobres y enfermas6.

Esta praxis de la Didascalia esconfirmada en el siglo V por el Tes-tamento del Señor7, que mandabaque el díacono "busque en las hos-telerías para ver si encuentra algúnenfermo o pobre, o si hay algún en-fermo abandonado"8.

Al principio, cuando las comuni-dades eran muy reducidas, el Obis-po o el diácono buscaban algunafamilia cristiana que acogiera ycuidara a los enfermos pobres y so-litarios; pero cuando el número deenfermos fue ya muy elevado, co-mo ocurría en Roma a mediadosdel siglo III, se crearon las primeras

instituciones hospitalarias; las ac-tas martiriales de san Lorenzo di-cen que creó un asilo-hospital paracuidar y proteger el mejor tesoroque tenía la Comunidad: los po-bres y enfermos.

Aunque el Obispo y el díaconofuesen los principales responsa-bles, sin embargo todos y cada unode los cristianos tenían que respon-sabilizarse personalmente de lospobres y enfermos. En la TradiciónApostólica de Hipólito de Roma (+235), se preguntaba a los candida-tos al bautismo:

"¿Han honrado a las viudas?¿Han visitado a los enfermos?¿Han hecho toda suerte de obrasbuenas?"9.Y el padrino de cada catecúmeno

tenía que garantizar ante la comu-nidad el buen comportamiento desu ahijado.

3. La atención a los enfermosdespués de la pazconstantiniana

Desde el año 313 la Iglesia pudoorganizar a mayor escala la asisten-cia a los pobres y enfermos; por to-das partes surgieron progresiva-mente instituciones que recibierondistintos nombres, según la cuali-dad de los atendidos: Nosocomios,para enfermos; Jerontocomios, pa-ra ancianos; Xenodoquios, para pe-regrinos; y Orfanatrofios, para ni-ños huérfanos.

Fue la propia madre del empera-dor Constantino, santa Elena, quienfundó los primeros hospitales bajoel signo de la Cruz; y el propioConstantino construyó en Constan-tinopla un hospital; el primer hospi-tal de peregrinos propiamente dichofue el de Sebaste (365), que acogía

JESUS ALVAREZ GOMEZ

La asistencia a los enfermosen la historia de la Iglesia

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también a enfermos, especialmentea los leprosos10.

Durante un período de hambre enEdesa, San Efrén (+ 373) despertó alos ricos de su indiferencia, y consus donativos levantó un hospitalde urgencia con 300 camas, en elque hallaban acogida los indigentesy enfermos de la ciudad y del entor-no rural11. La comunidad de Antio-quía se hizo clebre a finales del sigloIV por su obra asistencial; San JuanCrisóstomo (+ 407) decía que en laslistas de los pobres de aquella co-munidad había 3.000 viudas y don-cellas que eran asistidas diariamen-te; y a éstas había que añadir "los en-fermos y convalecientes en los hos-pitales...12. En occidente las prime-ras instituciones hospitalarias sur-gieron en la transición del siglo IVal V; la terminología griega con quese las designaba remite, sin duda, almodelo oriental. Hacia el año 400 larica matrona Fabiola edificó a ori-llas del Tíber el primer hospital (no-socomium) romano propiamentedicho que estaba dividido en repar-tos según las distintas clases de en-fermos; el patricio Panmaquio esta-bleció junto a la ciudad portuaria dehostia un albergue para peregrinos;y santa Paula y su hija Eustoquio le-vantaron otro hospital en la mismaRoma13. San Agustín construyó enHipona un Xenodochium; y él mis-mo afirma que instituciones de estegénero ya eran conocidas en Africaantes que ese vocablo griego se po-pularizara en el mundo latino14.

4. Los monjes y la asistenciaa los enfermos

El monacato del desierto propia-mente dicho, tanto anacorético co-mo cenobítico, no surgió con la fi-nalidad de atender de un modo es-pecífico a los pobres y a los enfer-mos; pero los primitivos eremitas,no obstante sus modestas posibili-dades, tuvieron su corazón abiertohacia los pobres y enfermos de lasaldeas vecinas y en alguna ocasiónconcreta compartieron sus escasosbienes con los pobres y enfermos deAlejandría; y siempre con los pere-grinos que se detenían junto a susceldas. Las colonias semianacoréti-cas de Egipto, Siria y Palestina, ysobre todo, los monasterios paco-mianos no tardaron en organizar u-na actividad social mediante la cre-

ación de hospicios para forasteros yde hospitales para los propios mon-jes enfermos15.

Pero fue San Basilio quien incor-poró el monacato a la obra caritati-va y social de la Iglesia, como unpoderoso medio de evangelización.Este gran Obispo de Cesarea deCapadocia creó una gran Obra so-cial 16 que, después, en su honor ymemoria, fue llamada "Basilia-da"17. Era una auténtica ciudad le-vantada en los arrabales de su sedeepiscopal18, que mereció los elo-gios de San Gregorio Naciancenoporque su gran amigo del alma "ha-bía imitado el comportamiento deCristo para con los enfermos, espe-cialmente los leprosos"19.

La práctica totalidad de los esta-blecimientos levantados desdeprincipios del siglo V para el cuida-do de los enfermos en Constantino-pla, Siria, Palestina y Egipto, de-pendían de los monasterios demonjes y monjas. El EmperadorJustiniano dio personalidad jurídi-ca a estos hospitales, y él mismofundó algunos, a los que dotó conmedios abundantes, confiándolos alos monjes y monjas, con la ayudade un personal seglar contratado alefecto; y siempre bajo la atenta vi-gilancia de los Obispos20.

En occidente, en la Edad Media,cuando no existía red alguna dehospitales, de albergues y de hos-pederías, los monasterios atendie-ron a los viajeros de toda índole:emperadores, reyes, nobles, y hastasimples y comodos vagabundos;pero el primer puesto lo ocuparonsiempre los peregrinos enfermos ylos enfermos del contorno rural21;la Regla benedictina ordenaba quefueran tratados como si fuese elmismo Cristo en persona.

En los monasterios se enseñabala medicina y se crearon jardinesbotánicos con toda clase de plantasmedicinales; amplios recetarioscreados por la larga experiencia sejuntaron a los tratados de medicinaque, a tenor de los catálogos de susbibliotecas, eran muy abundantes;la historia ha conservado los nom-bres de muchos monjes especialis-tas en medicina22.

5. Fraternidades y Ordeneshospitalarias medievales

Para los hospitales fundados por

los Obispos, por los Reyes y porlos Gremios, se crearon Fraternida-des o Congregaciones autónomasde Hermanos y Hermanas que vi-vían en común y que, además delos tres votos de castidad, pobrezay obediencia, hacían un cuarto votode asistir a los enfermos. La máscélebre de todas fue la fraternidadde las Agustinas del Hotel-Dieu deParís; cuyos estatutos fueron segui-dos por casi todas las demás. Sola-mente en la Diócesis de París exis-tían más de cincuenta de estas fra-ternidades hospitalarias. Tambiénlas Comunidades de Beguinas sededicaron al cuidado de los enfer-mos, unas veces a domicilio y otrasveces en centros hospitalarios de laIglesia.

La Edad Media conoció las pri-meras Ordenes religiosas Hospita-larias propiamente dichas, como losHospitalarios del Espíritu Santo ylos Hospitalarios de San Antonio23.

También las Ordenes Militaresfundaron hospitales, tanto en TierraSanta como en Europa, especial-mente en la Península Ibérica, paraatender a los peregrinos que visita-ban Santiago de Compostela. So-bresalieron por su labor en favor delos enfermos los Hospitalarios deSan Juan de Jerusalén, los Templa-rios, los Caballeros de Santiago, ylos Caballeros teutónicos24.

Y el espíritu profundamente hu-manitario y misericordioso de lasOrdenes Mendicantes se tradujo enla creación de múltiples obras be-néficas en favor de los pobres y delos enfermos, sobre todo por partede sus Terceras Ordenes.

6. Las Grandes OrdenesHospitalarias

Los centros hospitalarios fuerondurante toda la Edad Media lugaressagrados; y como tales estaban co-locados bajo la inmediata jurisdic-ción eclesiástica; y en función de e-llos estaban los cuantiosos bienescon que solían estar dotados loshospitales; pero llegó un momentoen que, precisamente esos cuantio-sos bienes antrajeron la codicia delos seglares y de no pocos clérigostambién. Los Hospitales más prós-peros cayeron en manos de enco-menderos sin escrúpulos, que dila-pidaron rápidamente sus bienes, de-sapareciendo así muchas institucio-

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nes hospitalarias, hasta el punto deque, en vísperas del Concilio deTrento, a pesar de que los Oratoriosdel Divino Amor habían creado enItalia un buen número de Hospitalespara enfermos incurables, en gene-ral la asistencia a los enfermos esta-ba casi en trance de desaparición.

Durante el Renacimiento distin-tas organizaciones sociales empe-zaron a preocuparse por la atenciónhospitalaria de los pobres; surgie-ron así numerosos Hospitales rea-les, municipales y gremiales; peroesta iniciativa hospitalaria públicano fue en modo alguno suficientepara atender al creciente número depobres y enfermos provocados pornuevas y crecientes epidemias; ysobre todo por las continuas gue-rras de la época.

Fue, una vez más, la Iglesia, a tra-vés de las nuevas Ordenes y Con-gregaciones Hospitalarias: Herma-nos de San Juan de Dios, Ministrosde los enfermos de San Camilo deLelis, Hijas de la Caridad de San Vi-cente de Paúl y Santa Luisa de Ma-rillac y muchas Congregacionesdiocesanas, la que dio origen a mul-titud de establecimientos benéficosy Hospitalarios, orientados espe-cialmente hacia a quellos sectoresde la marginación y de la enferme-dad más desatendidos por los pode-res públicos. La primera instituciónhospitalaria psiquiátrica propia-mente dicha fue creada en Valencia(España) (1409) por el VenerablePadre mercedario Fray Juan Gila-bert Joffré (1363 - 18.5.1417)25.

Un nuevo y amplio campo se a-brió para la acción hospitalaria dela Iglesia con el descubrimiento deAmérica. Lo ha puesto de relieve elCardenal Fiorenzo Angelini:

"La atención a quienes sufren, alos débiles, a los enfermos, comomomento fundamental y unitariode la actividad misionera... fue unode los aspectos de la primera evan-gelización de la América Latinacon la creación de hospitales y deestructuras sanitarias por parte, so-bre todo, de las Ordenes religio-sas"26.

7. De las "Obras deMisericordia"a la "Justicia social"

Los gobiernos ilustrados del si-glo XVIII y XIX consideraron las

tradicionales Obras de misericor-dia de la Iglesia humillantes para elhombre; por ello le arrebataron losbienes materiales con que ella aten-día a los pobres y enfermos; pero a-sí, no sólo no solucionaron el pro-blema de la pobreza y de la enfer-medad, sino que lo incrementaron,porque los pobres se quedaron máspobres, y los enfermos menos asis-tidos. Y fue entonces cuando el Es-píritu del Señor Jesus hizo brotar u-na espléndida floración de Congre-gaciones religiosas dedicadas a laatención de los enfermos.27

La presencia de la Iglesia en elmundo hospitalario moderno ya nose deberá entender como una sim-ple función de suplencia de la so-ciedad civil; los cristianos, que tra-bajan en las profesiones de la sa-lud, al mismo tiempo que ejercenuna profesion desempeñan una mi-sión salvífica; y su competenciaprofesional, además de venir exigi-da por su profesión, es requeridatambién por su misión salvífica.

P. Jesús ALVAREZ GOMEZ, C.M.F.Docente de Historia de la Iglesia

en el Instituto de VidaReligiosa de los Hijos del Corazón

Inmaculado de María (Claretianos)de Madrid (España)

Notas1 La Didascalia o Doctrina católica de los

Doce Apóstoles y de los santos discípulos denuestro Redentor se remonta a la primera mi-tad del siglo III; fue escrita por un obispo y ladirigió a una comunidad del norte de Siria; esun manual de disciplina eclesiástica, y se ocu-pa especialmente de los enfermos; su autor po-seía grandes conocimientos de medicina.

2 Constituciones apostólicas, II,50; cf.SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA, Carta a Policar-po, 4; JUSTINO, 51 Apolog., 67; HERMAS, Pas-tor, Sim., IX, 27, 2; San Ireneo, Adv. haeres,IV, 34.

3 Didascalia, XIV, 3, 2.4 Didascalia, XI, 44, 4.5 JUSTINO, 1 Apolog., 67, 6.6 Didascalia, XV, 8, 3.7 Inspirado en la tradición apostólica de

Hipólito de Roma.8 Testamentum Domini, II, 34.9 Tradición Apostólica, 20.

10 SAN EPIFANIO, Adv. haeres., 3, 55.11 SOZOMENO, Hist. Eccl. 3, 16, 12-25.12 SAN JUAN CRISOSTOMO, In. Mat. hom.,

66, 3; Ad Stagyr. cons., 3, 13; In Act. Hom., 45,4.

13 SAN JERONIMO, Epist. 27, ; ad Oceanum;PL 22, 694 y 697; Epist. 108, ad Eustoquium;PL 22, 878.

14 SAN AGUSTIN, Sermo 355, 2; In Job tr.,97, 4.

15 ALVAREZ GOMEZ, J., Historia de la VidaReligiosa, I, Madrid 1987, p. 215-218; cfr. PA-LADIO, Historia lausiaca, 7.

16 Ep 176, 653 c; Ep 94; Ep 150, 653 c.17 SOZOMENO, Historia Eclesiástica, VI,

34; PG 67, 1397 a : "Basiliada, el famosísimoalbergue de los pobres, fundado por el Biena-venturado, Basilio, del cual tomó el nombreque todavía tiene hoy día”.

18 GEGORIO NACIANCENO; In laudem Basi-lii; PG 36, 577; Ep 143, 593 a, 488 b-c. "Sal unpoco de la ciudad, y observa la nueva ciudad";cfr. GIET, S., Les idées et l'action sociale deSaint Basile, Paris 1941, p. 421, nota 2.

19 GERGORIO NACIANCENO; In laudem Basi-lii; PG 36, 58o c.

20 Cod. Just., 1, 3, 32 y 34.21 ZUÖÑIGA CISNEROS, M., La Seguridad so-

cial y su historia, Caracas 1963.22 BERLIERE, U., L'Ordre monastique des o-

rigines au XIIe Siècle, Abayye de Maredsous,1924, p. 119-120.

23 ALVAREZ GOMEZ, J., o.c.,p. 187-190.24 RIGALT Y NICOLAS, B., Diccionario his-

tórico de las Ordenes de Caballería, Barcelo-na 1858; CRADINI, F., Le crociate tra il mito ela storia, Roma 1971; ALVAREZ GOMEZ, J.,Historia de la Vida Religiosa, II, Madrid 1989,p. 183-186.

25 TALAMANCO, I., Vida del apostólico pa-dre, el beato Fr. Juan Gilabert, de la real y mi-litar Orden de la Merced, Madrid 1735; ZAPA-TER Y UGEDA, J., Biografía y elogio de FrayJuan Gilabert Joffré, fundador del HospitalGeneral de Valencia, Valencia 1883.

26 ANGELINI, CARD. FIORENZO, La primeraevangelización en América Latina y la aten-ción de la Iglesia al mundo de los enfermos,Ciudad del Vaticano 1992, p. 22.

27 LANGLOIS, C., Le Catholicisme au fémi-nin. Les congregations françaises á superieuregénérale au XIXe siècle, Paris 1984; ALVAREZGOMEZ, J.,La Revolución francesa y la vida re-ligiosa, Verdad y Vida", 188 (1989) 435-454;ID., Historia de la vida religiosa, vol. III, Ma-drid 1990,p. 503-619; CHARRY, J., Le nuovefondazioni di Congregazioni dopo la Rivolu-zione francese, "Vita Consacrata", 5 (1985)600-612; RAPONIN., Vita Religiosa e carità neimodelli storici del "800 e del 900", "Consa-crazione e Servizio", 7-8 (1989) 37-46; NAS-TORG, C., Les religieuses dans le monde de lasanté en France, au XIXe siècle, REPSA, 320(1988) 275-281.

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Tengo el honor más que el pesode presentar La carta de los agentessanitarios. Pensando en el modomejor para hacerlo, me ha parecidooportuno, porque es más útil, reco-rrerla a vuelo de pájaro. De esta ma-nera resulta más clara la preocupa-ción que empapa a todo el texto, es-to es, ayudar a cada agente sanitarioa cumplir su servicio en favor de lavida humana desde su inicio hastasu término natural. Un servicio ple-namente humano y específicamen-te cristiano. De este modo, esta pre-sentación desea hacer ver - y esmuy importante captarlo inmedia-tamente - que la Carta es práctica-mente una síntesis de la ética hipo-crática y de la moral cristiana. Paralograr esta intención bastante am-biciosa, iniciaré subrayando el ori-gen divino de toda vida humana ysu retorno al mismo Dios. Despuésde esto describiré la figura del a-gente sanitario como servidor deesta vida y, por consiguiente tam-bién y sobre todo, del Autor de lamisma. Finalmente, seguiré la líneade la existencia humana: el generar,el vivir y el morir, como puntos dereferencia para reflexiones ético-pastorales.

1. Dios: alpha y omegade la vida humana

Cuando no había ningún hombreque trabajara el suelo e hiciera subirde la tierra el agua para los canalesy regara toda la superficie del suelo,"Jahvéh Dios formó al hombre conpolvo del suelo, e insufló en sus na-rices aliento de vida, y resultó elhombre un ser viviente"1. De estegesto creador de Dios, la Iglesia de-duce su enseñanza que cada almaespiritual es creada directamente

por Dios y es inmortal, esto es, conla muerte ella no muere en el mo-mento de su separación del cuerpo;más áun, la Iglesia enseña tambiénque esta alma se unirá nuevamenteal cuerpo en el momento de la resu-rrección final. La vida del ser hu-mano, de cada ser humano, no esproducida por los padres o por unlaboratorio del hombre. Indiscuti-blemente, la vida tiene un origendivino2. En este sentido una frase ellibro de Job es muy significativa:"Si él (el Señor) retirara a sí su so-plo, si recogiera a sí su espíritu, a u-na expiararía toda carne, el hombreal polvo volvería"3. No es menossignificativa la frase de Ezequielsobre la resurrección: "Infundiré miespíritu en vosotros y viviréis"4.Realmente sin el "soplo vivifica-dor" de Dios el hombre volveríasimplemente a la nada. Pero enton-ces, si Dios anima el cuerpo, es de-cir le dá la vida, lo más justo es queEl y sólo El se atribuya el derecho i-nalienable e inviolable de disponerde la vida de cada ser humano des-de su concepción hasta su muertenatural.

Juan Pablo II no titubea un ins-tante para proclamar, con una cier-ta solemnidad, este derecho divi-no: "La vida humana es sagradaporque desde su inicio, comporta«la acción creadora de Dios» ypermanece siempre en una espe-cial relación con el Creador, su ú-nico fin. Sólo Dios es el Señor dela vida desde su comienzo hasta sutérmino: nadie y en ninguna cir-cunstancia, puede atribuirse el de-recho de matar de modo directo aun ser humano inocente"5.

He aquí el contenido central dela moral cristiana sobre la sacrali-dad y la inviolabilidad de la vidahumana, de toda vida humana, de

la vida humana de cada uno. He a-quí porque Jahvéh, al revelar susdiez mandamientos de la Alianza,pone - y esto merece una atenciónparticular - el mandamiento «nomatar» en el corazón de la Alianza.Dios mismo se hace, no solamenteJuez de cada violación del manda-miento como defensa de la vida,sino también y sobre todo Defen-sor del mandamiento colocado co-mo cimiento de la convivencia so-cial6. Por tanto, con razón la moralcristiana siempre ha proclamado ydefendido y sigue proclamando ydefendiendo también hoy el valorincomparable de la vida de cadapersona humana.

Pero también la ética hipocráti-ca, expresada en su siempre actual"Juramento", proclama y defiendedesde hace más de dos mil qui-nientos años este mismo valor decada vida humana. No por nada, elseñor cardenal Fiorenzo Angelini,identifica en esta ética permanen-temente válida cuatro presupues-tos: "Un profundo respeto de la na-turaleza en general; una concep-ción unitaria integral de la vida hu-mana, o mejor, del ser humano; u-na rigurosa relación entre éticapersonal y ética profesional; unavisión generalmente participadadel ejercicio del arte médico"7. Enfin, así como para la ética hipocrá-tica también para la moral cristia-na, la vida de cada ser humano esun valor que no se discute, sinoque se defiende y se cuida: en unapalabra, hay que ponerse a su ser-vicio. Si este imperativo es válidopara todos, vale ante todo y sobretodo, para los agentes sanitarios.Esto es lo que quiere decirnos laCarta que, repito, tengo el honorde presentar a esta grande y hono-rable asamblea.

BONIFACIO HONINGS

La carta de los agentes pastorales.Una síntesis de ética hipocráticay moral cristiana

49VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

2. La figura de los agentessanitarios

La actividad de los agentes sa-nitarios es la expresión de un ser-vicio profundamente humano ycristiano, justamente porque no esúnicamente técnica, sino tambiény sobre todo de entrega y amor aun semejante, al prójimo. En e-fecto, al preocuparse por la vidade los demás, los agentes sanita-rios cumplen una acción real-mente humana y cristiana de pro-filaxis, de terapia y de rehabilita-ción de la salud humana como tu-tela de la vida. Por esto la modali-dad primera y emblemática deeste darse al cuidado constituye supresencia vigilante y solícita allado de los enfermos8.

Por esto el servicio médico-sani-tario se caracteriza por una rela-ción interpersonal muy particular:es un encuentro entre una confian-za y una conciencia. Se trata de larelación de «confianza» de partede una persona que necesita cuida-do porque está afectada por la en-fermedad y, por consiguiente, porel sufrimiento, y de «conciencia»de parte de una persona capaz deocuparse de esta necesidad, me-diante un encuentro de asistencia,de cuidado y de sanación. Para elagente de la salud el enfermo nun-ca es, o por lo menos no deberíaser, un simple caso clínico que hayque examinar "científicamente",sino que es siempre una personaparticularmente necesitada, por es-tar enferma, de simpatía y, quizás,de empatía, en el sentido etimoló-gico de los términos.

"No bastan la capacidad científi-ca y profesional, se precisa tambiénla participación personal en las si-tuaciones concretas del paciente in-dividual", esto es, se necesita: "dis-ponibilidad, atención, compren-sión, comparticipación, benevo-lencia, paciencia, diálogo"9. Paracomprender mejor y con precisiónla Carta es muy importante tener encuenta que esta entrega total del a-gente sanitario al servicio de cadahombre enfermo encuentra su ver-dadero "objetivo" fundamento y sumás exigente "subjetivo", es decirque implica el fundamento en la vi-sión integral del mismo enfermo.

Efectivamente, si analizamoshasta el fondo, la enfermedad y elsufrimiento son fenómenos de la

vida humana que plantean interro-gantes que trascienden la ciencia yla tecnología médica, justamenteporque se refieren a la esencia a-xiológica de la condición existen-cial del hombre en la tierra. Desdeeste punto de vista el agente de lasalud, si es cristiano, esto es secuazdel Buen Samaritano, pero inclusosi no es cristiano, es decir, secuazdel humanísimo "laico" Hipócra-tes, fácilmente entenderá que suprofesión es una misión, una voca-ción. Su actividad médico-sanita-ria constituye entonces una res-puesta a una llamada trascendenteque se delínea en el rostro sufrien-te e invocador del paciente que hasido confiado a sus cuidados. Su a-moroso cuidado a un enfermo, ca-racterizado por la simpatía y laempatía, se convierte en un servi-cio semejante a la narración de laparábola del Buen Samaritano y alo que requiere el juramento delmédico hipocrático.

Es por esto que profesión, voca-ción y misión se encuentran en lafigura de cada agente sanitario y ala luz de la visión cristiana de lavida y de la salud, este "es minis-tro de aquel Dios, que en la Escri-tura es presentado como «amantede la vida»10. Servir a la vida esservir a Dios en el hombre: vol-verse colaborador de Dios en larecuperación de la salud delcuerpo enfermo y dar alabanza ygloria a Dios en la acogida amo-rosa de la vida, sobre todo si estádébil y enferma"11.

No hay que maravillarse, pues,si la Iglesia "ha mirado siempre ala medicina como un soporte im-portante de la propia misión reden-tora cuando se confronta con elhombre. En efecto, en el servicioal espíritu del hombre no puede e-fectuarse plenamente, si no po-niéndose como servicio a su uni-dad sicofísica. La Iglesia sabe bienque el mal físico aprisiona el espí-ritu, así como el mal del espíritusomete el cuerpo"12. La figura delagente sanitario es, y por consi-guiente debería ser cada vez más,la imagen viva del Cristo-BuenSamaritano. "Médicos, enferme-ros, los demás agentes de la salud,voluntarios, son llamados a ser laimagen viva de Cristo y de su Igle-sia en el amor hacia los enfermos ylos que sufren: testimonios del «e-vangelio de la vida»"13.

3. La fidelidad ético-moralfrente a la sacralidade inviolabilidadde la vida

Una profesión, misión y voca-ción como la del agente sanitariorequiere, obviamente, una sólidapreparación y una continua forma-ción ético-religiosa en materia mo-ral en general y en materia de bio-ética en particular. Frente a casosclínicos cada vez más complejos,dadas las posibilidades biotecnoló-gicas, todos los agentes sanitarios,pero particularmente los médicosno pueden y no deben ser dejadossolos y con el peso de responsabi-lidades insostenibles. Sobre todo,si pensamos que muchas de estasposibilidades se encuentran aún enfase experimental y tienen unagran relevancia socio-sanitaria enel ámbito de la salud y de la sani-dad14. Ciertamente está en juego laverdadera humanización de laciencia y de la tecnología médica,es decir, incluso en el campo de lamedicina se debe construir "la ci-vilización del amor y de la vida,sin la cual la existencia de las per-sonas y de la sociedad pierde susignificado más auténticamentehumano"15. Aquí está la principalintención de la presente Carta: ga-rantizar la fidelidad ética del agen-te sanitario para que, en sus elec-ciones y en sus comportamientosal servicio de la vida, construya a-quella civilización del amor y de lavida, auspiciada por el Autor de laEvangelium vitae. Es por esto quela Carta tiene en cuenta, como re-ferencia de reflexiones ético-reli-giosas y pastorales, el camino de laexistencia humana: el generar, elvivir, el morir16.

3.1 La responsabilidad frentea la dignidad de laprocreación humana

La generación de un nuevo serhumano es, al mismo tiempo, un a-contecimiento humano y altamen-te religioso, en cuanto implica el a-mor unitivo de los cónyuges comogesto de colaboración con DiosCreador. De aquí resulta bien evi-dente que los agentes de la saludestán llamados a ayudar a los cón-yuges-padres "a procrear con res-ponsabilidad, favoreciendo las

50 DOLENTIUM HOMINUM

condiciones, removiendo las difi-cultades y tutelándola de un tecni-cismo invasivo y no digno del pro-crear humano"17.

En este servicio, la moral dis-tingue justamente entre manipula-ción terapéutica y manipulaciónque altera el patrimonio genéticohumano. "Ninguna utilidad socialo científica y ninguna razón ideo-lógica podrán motivar jamás unaintervención sobre el genoma hu-mano que no sea terapéutico, esdecir, ¡ que esté finalizado al de-sarrollo natural del ser humano!18.La razón de este "no absoluto" laencontramos en la dignidadmisma de la procreación humanaya que el nuevo ser humano quenace de la unión conyugal "traeconsigo al mundo una particular i-magen y semejanza de Diosmismo: en la biología de la gene-ración está inscrita la genealogíade la persona"19. La concepción yla generación de un nuevo ser hu-mano no son un proyecto de lasleyes de la biología, sino un acon-tecimiento de cooperación conyu-gal para la continuación de la cre-ación divina.

A este punto la Carta indica quela colaboración procreadora departe de los cónyuges no es sólo elcriterio de la diferencia antropoló-gica y moral entre métodos natura-les y medios artificiales, sino tam-bién el criterio de valoración enmateria de procreación artificial."La dignidad de la persona huma-

na exige que ésta venga a la exis-tencia como don de Dios y frutodel acto conyugal, propio y especí-fico del amor unitivo y procreativoentre los esposos, acto que por sumisma naturaleza resulta insusti-tuible"20. Es por esto que es muchomás justo el llamamiento a la res-ponsabilidad de parte de los agen-tes sanitarios para que favorezcanesta concepción humana y cristia-na de la sexualidad, haciendo ac-cesible a los cónyuges y en primerlugar a los jóvenes, los conoci-mientos necesarios para tener uncomportamiento responsable yrespetuoso de la dignidad peculiarde la sexualidad humana, en gene-ral, y del acto conyugal en particu-lar21. Ante todo, los agentes sanita-rios deberían ayudar a los cónyu-ges a captar la diferencia antropo-lógica y moral entre asistencia na-tural y sustitución artificial en ma-teria de procreación. En lo que serefiere a esta última, deberían po-ner en claro que es ilícita la fertili-zación in vitro con embryo trasferno solamente heteróloga sino tam-bién homóloga. Obviamente estejuicio moral concierne solamente alos modos de la fecundación y, deninguna manera al ser humano encuestión, que debe ser acogidosiempre como don de Dios y edu-cado con gran amor22. El servicio ala vida de los agentes sanitarios i-nicia, pues, promoviendo el máxi-mo respeto por la originalidad delgenerar humano.

3.2 La responsabilidad de lasalud y del vivir humano

Bajo la sabia y amorosa protec-ción de Dios, desde la fecundacióncomienza el maravilloso procesode una nueva vida humana. A losagentes sanitarios y, en particular,a los ginecólogos y comadronascorresponde "vigilar con solicitudel admirable y misterioso procesode la generación que se realiza enel seno materno, con el fin de se-guirle el mormal desarrollo y defavorecerle el feliz éxito de dar a laluz la nueva criatura"23.

Particularmente, deben recordarla especial dignidad de cada vidahumana: la dignidad de persona,creada a imagen y semejanza deDios. Los agentes sanitarios debentener presente ante todo que cadapersona es una unidad de cuerpo yalma, por lo que a a través delcuerpo se llega a la persona mismaen su realidad concreta. "Cada in-tervención sobre el cuerpo huma-no no se limita solamente a los te-jidos, órganos y sus funciones, si-no que involucra también los di-versos niveles de la persona mis-ma"24. De esto se deduce que elcuerpo, al ser una realidad típica-mente personal ya que revela a lapersona en su relación Dios, conlos demás y con el mundo, es fun-damento y fuente de exigenciamoral. No se puede disponer delcuerpo como si fuera un objetopropio, como una cosa o un instru-

51VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

mento del cual somos propietariosy árbitros. Es por esto que no todolo que es técnicamente posiblepuede ser considerado moralmenteadmisible25.

La finalidad intrínseca de la pro-fesión de los agentes sanitarios esla afirmación del derecho del hom-bre a su vida y a su dignidad. Lescorresponde el deber, pues, de latutela profiláctica y terapéutica dela salud y de la curación de la vidade las personas. "La enfermedad yel sufrimiento, en efecto, no sonexperiencias que pertenecen ex-clusivamente al substrato físicodel hombre, sino al hombre en suinseguridad y en su unidad somáti-co-espiritual"26.

A este punto se plantea el pro-blema de la imposibilidad de curaral enfermo. De manera que el a-gente sanitario está siempre obli-gado a practicar todos los cuidadosproporcionados, pero puede inte-rrumpir lícitamente los cuidadosdesproporcionados. Aquí es muyimportante el problema de la hu-manización del dolor mediante laanalgesia y la anestesia. Aunquepara el cristiano el dolor tiene un e-levado significado penitencial ysalvífico, la misma caridad cristia-na exige que los agentes sanitariosalivien el sufrimiento físico28.

Es aquí que se plantea de mane-ra urgente el problema del derechofundamental del enfermo al cuida-do pastoral y al sacramento de laUnción de los enfermos. Cada a-

gente sanitario tiene el deber decrear las condiciones para que, aquien se lo pide, tanto expresa queimplícitamente, se le asegure unaadecuada asistencia religiosa. Enefecto, "la experiencia enseña queel hombre, necesitado de asisten-cia, sea preventiva, sea terapéuti-ca, manifiesta exigencias que vanmás allá de la patología orgánicaque padece. El espera del médicono solamente un cuidado adecuado- tratamiento que, por lo demás,antes o después terminará fatal-mente por revelarse insuficiente -sino el apoyo humano de un her-mano, que sepa participarle una vi-sión de la vida, en la cual tambiénencuentre su sentido el misteriodel sufrimiento y de la muerte. ¿Yde dónde podría obtener, si no dela fe, tal pacífica respuesta a los in-terrogantes supremos de la exis-tencia?"29.

3.3 Asistencia hasta el términonatural

Cuando las condiciones de saludse deterioran de manera irreversi-ble y letal, es decir cuando el hom-bre entra en el estadio terminal desu existir terreno, los agentes sani-tarios están llamados a proporcio-nar una asistencia especial al mori-bundo. "Nunca como en la proxi-midad de la muerte y en la muertemisma es preciso celebrar y exaltarla vida... La actitud frente al enfer-

mo terminal es frecuentemente laprueba clave del sentido de justiciay de caridad, de la nobleza de áni-mo, de la responsabilidad y de lacapacidad profesional de los agen-tes de la salud, comenzando porlos médicos"30. Es el momento desustraer el morir al fenómeno de lamedicalización, que se ocupa par-ticularmente del aspecto biofísicode la enfermedad. En esta fase, elprimer cuidado es una presencia a-morosa llena de atenciones y decuidados, que infunden confianzay esperanza de manera que en vezdel rechazo de la muerte tenga lu-gar su aceptación. Impotentes anteel misterio de la muerte, la fe cris-tiana es la única fuente de sereni-dad y de paz. Por tanto, el testimo-nio de fe y de esperanza en Cristode parte del agente sanitario tieneun papel determinante. Realizar u-na presencia de fe y de esperanzaes para los médicos y enfermerosla forma más elevada de humani-zación y de cristianización del mo-rir. En el enfermo terminal, el de-recho a la vida constituye un dere-cho a morir serenamente y con lamáxima dignidad humana y cris-tiana. Este derecho excluye todaforma de obstinación terapéutica y,más aún, todo recurso para ponerfin a la vida31. "La eutanasia trans-torna la relación médico-paciente.De parte del paciente porque éstese relaciona al médico como a a-quel que puede asegurarle la muer-te. De parte del médico, porque ya

52 DOLENTIUM HOMINUM

no es más absoluto garante de lavida: y de él el enfermo debe temerla muerte. El contacto médico-pa-ciente es una relación de confianzade vida y como tal debe permane-cer. La eutanasia es «un crimen» alque los agentes de la salud, garan-tes siempre y sólo de la vida, nopueden cooperar de ningúnmodo"32. Esto mismo vale para elaborto, incluso si el caso de la sa-lud de la madre, del agravio de unhijo además, de una grave malfor-mación fetal, de un embarazo ori-ginado por una violencia sexualimplican bienes muy importantes.En efecto, la vida es un bien tanprimario y tan fundamental paraque podamos ponerla en compara-ción, de igualdad o hasta de infe-rioridad, con ciertos inconvenien-tes aunque fueren gravísimos33. Aeste punto la síntesis de la ética hi-pocrática y la moral cristiana es in-contestable: tanto la ética hipocrá-tica como la moral cristiana recha-zan toda forma de aborto directo yde eutanasia directa sea activa opasiva, porque se trata de un actode supresión de la vida prenatal yde un acto homicida que ningúnfin puede legitimar34.

De aquí resulta la diversidad delderecho para morir con dignidadhumana y cristiana. "Este es un de-recho real y legítimo, que el perso-nal de la salud está llamado a sal-vaguardar, cuidando al moribundoy aceptando el natural desenlacede la vida. Hay una diferencia radi-cal entre «dar la muerte» y «con-sentir el morir»: el primero es unacto supresivo de la vida, el segun-do es aceptarla hasta la muerte"35.

Justamente en esta aceptaciónde la fin de la vida terrena, cadaservidor fiel de la vida vigila sobreeste cumplirse de la voluntad deDios. De ningún modo se conside-ra como árbitro de la muerte, asícomo de ninguna manera se consi-dera, árbitro de la vida de al-guien36. Antes bien, es entoncesmás que nunca consolador para elmoribundo que el agente sanitariodé testimonio de que la plena parti-cipación a la vida divina es el fin alque el hombre que vive en estemundo está orientado y llamado.Es entonces más que nunca conso-lador hacer experimentar al enfer-mo terminal la presencia sacra-mental de Cristo, "Verbo de la vi-da", mediante la Unción de los En-

fermos. "Todo hombre recibe ayu-da para su salvación, si se sientefortalecido por la confianza enDios y obtiene nueva fuerza contralas tentaciones del maligno y la an-siedad de la muerte"37. Esto mis-mo, y más aún, vale para el en-cuentro eucarístico como Viáticodel cuerpo y de la sangre de Cristo;según las mismas palabras de Cris-to, la Eucaristía nos abre las puer-tas de la resurrección: "El que co-me mi carne y beve mi sangre tie-ne la vida eterna, y yo lo resuscita-ré en el último día".

Conclusión

Espero haberles demostrado loque escribe en el prefacio nuestroPresidente, el señor cardenal Fio-renzo Angelini, que ninguno de loscomplejos problemas, planteadospor la inseparable relación que e-xiste entre medicina y moral, pue-de considerarse actualmente comoun terreno neutral frente a la éticahipocrática y a la moral cristiana.Por esto la Carta de los AgentesSanitarios ha respetado rigurosa-mente la exigencia de ofrecer unasíntesis orgánica y completa de laIglesia, arrancando de Pío XII, so-bre todo lo que se refiere a la afir-mación, en campo sanitario, delvalor primario y fundamental de lavida de cada ser humano desde suconcepción hasta su muerte natu-ral38.

Concluyo poniendo a propósitouna particular atención al progresoy a la difusión de la medicina y dela cirugía de los trasplantes quepermiten el cuidado y la sanaciónde muchos enfermos que hasta ha-ce poco sólo podían ser terminales.Se trata de un desafío para amar,de manera completamente nueva,al prójimo por medio de la dona-ción de órganos para que este sigaviviendo. La extracción de órga-nos en los trasplantes homoplásti-cos naturalmente debe realizarsedentro de los límites que pone lamisma naturaleza humana, de do-nador vivo o cadáver39. En el pri-mer caso la extracción es lícitasiempre que se trate de órganos cu-ya resección no implica una gravee irreparable disminución para eldonador. En el segundo caso hayque respetar siempre el cadávercomo cadáver humano, incluso si

ya no tiene más la dignidad de su-jeto y no tiene el valor de fin de u-na persona viviente. El acto médi-co del transplante hace, pues, posi-ble, el gesto de oblación del dona-dor como don sincero de sí que deeste modo expresa su esencial lla-mada humana y cristiana al amor ya la comunión40.

Aquí es paradigmática la inten-ción de toda la Carta de los AgentesSanitarios sobre el servicio a la vi-da, esto es, responder a la llamadade Cristo: "Vade et fac similiter".

P. BONIFACIO HONINGS, O.C.DMiembro de la Pontificia Academia

para la VidaConsultor de la Congregación para la

Doctrina de la Fe y del Pontificio Consejopara la Pastoral de los Agentes Sanitarios

Notas1 Génesis 2, 7; cf. Ibid. 2, 5-6.2 Catecismo de la Iglesia Católica, 366;

en adelante citaré CIC.3 Job 34, 14-15.4 Ezequiel 37, 14.5 JUAN PABLO II, Evangelium vitae 53; en

adelante citaré EV.6 Cf. Ibidem.7 FIORENZO ANGELINI, Quel soffio sulla

creta (El soplo sobre el barro), Roma 1990, p.377-378.

8 PONTIFICIO CONSEJO PARA LA PASTORALDE LOS AGENTES SANITARIOS, Carta de los A-gentes sanitarios, Ciudad del Vaticano 1995,Primera edición, n. 1; en adelante citaré, Car-ta.

9 Carta, 2.10 Sab 11, 26.11 Cf. Carta, 4.12 Carta, 5.13 Citado en Carta, 5.14 Cf. Carta, 8.15 EV, 27, citado en Carta, 9.16 Cf. Carta, 10.17 Carta, 11.18 JUAN PABLO II, A la Unión Juristas Ca-

tólicos Italianos, 5 de diciembre de 1987, enInsegnamenti X/3 (1987) 1295, citado en Car-ta, 13.

19 Carta, 15.20 Carta, 22.21 Cf. Carta, 20-23.22 Cf. Carta, 24-30.23 Carta, 3624 Carta, 40.25 Cf. Carta, 44.26 Carta, 53.27 Cf. Carta, 64-45.28 Cf. Carta, 68-71.29 JUAN PABLO II, Al Congreso Mundial de

Médicos católicos, 3 de octubre de 1982, enInsegnamenti V/3, 1982, p. 675, n. 6, citadoen la Carta, nota 212.

30 Carta, 115.31 Cf. Carta, 119; 147-148.32 Carta, 150.33 Cf. Carta, 141.34 Cf. Carta, 139; 147.35 Carta, 148.36 Cf. Carta, 114.37 Carta, 111.38 Cf. Carta, p. 5.39 Cf. Carta, 86-91.

53VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Permítanme iniciar leyendo doscartas. La primera ha sido dirigidaal sacerdote que tiene a su cargonuestro movimiento arquidiocesa-no "Project Rachel"; la segunda lahan dirigido a mi persona.

"He deseado dirigirle la presentedesde el encuentro que tuve conusted en diciembre último. Un a-migo me ha hablado del ProjectRachel...; este amigo está muycomprometido en el movimientoanti-aborto, donde ofrece sus ser-vicios.

Con la presente deseo darle las"gracias". No se porque es tan difí-cil expresar el profundo efecto queel encuentro ha tenido en mí. Laspalabras no me parecen adecuadaspara expresar mi gratitud. He com-batido por mucho tiempo con lasconsecuencias de mi aborto. Lastentativas hasta ahora realizadaspara poner mi ánimo en paz no ha-bían tenido éxito. Lo diferente enesta ocasión ha sido la absoluta ycompleta toma de conciencia delniño asesinado. Que no era sola-mente "un pedacito de tejido" o "u-na bolsa de sangre" que había deja-do de existir. Gran parte del dolorque he experimentado en estos a-ños ha sido por este ser humano nonacido, rechazado y desconocido.De manera que cuando usted meha dicho: "Puedes darle un nombrea tu niño", algo ha cambiado enmí. No olvidaré nunca esas pala-bras, porque poco después él se havuelto un niño, recuperado del ta-cho de la basura en el que tan bru-talmente había sido arrojado. Gra-cias por haberlo reconocido, porhaberme ayudado a encontrarlo,por haberle restituido la dignidadque yo le había negado. Ahorapuedo estar más tranquila conmigomisma, sabiendo que él ha sido le-

vantado de los abismos hasta sercolocado amorosamente en lasmanos de Dios. Lo he llamadoMateo José. Espero que usted re-zará por él.

Además, tengo que agradecerlepor otra cosa. Gracias por haber re-presentado tan bien a Jesucristo enmí".

He aquí la segunda:"Acabo de fercuentar el servicio

"At peace with the Unborn" (Enpaz con el no-nacido) que ha teni-do lugar en nuestra iglesia. Es in-creíble el sentido de paz que hay a-hora en mi corazón. La angustia yel sentimiento de opresión que mehan acompañado por muchos añoshan desaparecido. ¡Se ha tratadode un servicio muy hermoso y muysignificativo!

Ruego para que este servicio es-té al alcance de todas las mujeresque tienen necesidad. Gracias porhabernos ofrecido esta ocasión.

Le saludo atentamente.Una católica que regresa a ca-

sa".Se trata de un resumen sincero y

no dramático de un esfuerzo reali-zado para responder a las múltiplestragedias que son la consecuenciade un aborto. El horror del abortoen sí va más allá del "drama".

Actualmente en los Estados U-nidos, a partir de la infame normaestablecida por la Corte SupremaRoe v. Wade, de 1973, cada añoson eliminados aproximadamente1'500,000 niños no nacidos. El cál-culo total a partir de 1973 es demás de 30'000,000 de niños. Lapotencia destructora de cada abor-to no permite el cálculo en térmi-nos de vidas humanas del grandenúmero de madres, padres, herma-nos, abortistas y sus asistentes im-plicados. Solamente muere el ni-

ño. La madre y los demás a menu-do viven o tratan de vivir debatién-dose entre sentidos de culpa, tor-mentos, modelos normales decomportamiento transformados ensu contrario. Algunos, creyéndoseexcluidos para siempre de la re-dención, entran en un círculo vi-cioso hecho de promiscuidad, em-barazos, abortos, y abandono de lafe; si son católicos, no van a la Mi-sa y no reciben los Sacramentos,pues se creen indignos del perdónque se les ha proporcionado en elconfesionario.

Reconociendo que muchos a-bortos son el resultado del temor,de la pobreza, o de la incapacidadde encontrar ayuda, el 15 de octu-bre de 1984, en la Arquidiócesis deNueva York he anunciado que todamujer de cualquier raza o religión,proveniente de cualquier país, en-contrándose en espera de un niñopodía venir a mí: le habríamos ase-gurado cuidados médicos gratui-tos, hospitalización y asistencia le-gal, además que aconsejarla y ayu-darla a tener al niño o permitir quesea adoptado. He repetido este o-frecimiento muchas veces. Milesde mujeres han respondido; sus ni-ños han sido salvados, sus mismasvidas han quedado relativamenteíntegras.

Pero este esfuerzo para prevenirlos abortos obviamente no es retro-activo. Para los que ya han sufridoa causa de un aborto nosotros ofre-cemos el "Project Rachel", nom-bre tomado del texto del Evange-lio: "Raquel llora a sus hijos, y nose quiere consolar, pues ya no e-xisten" (Mt 2, 18). Ellos tienen unaprofunda necesidad de cuidados.

El Projet Rachel es un ministe-rio de la Oficina Arquidiocesanapara la Familia y el Respeto de la

JOHN O’CONNOR

Curar las heridas: los “Rachel Groups”

quias, por los directores y consul-tores de las escuelas superiores ypor los capellanes de las universi-dades.

La oficina del Projec Rachel re-cibe un promedio de 4-6 personaspor semana (aproximadamente250 al año). De todos modos, lamujer es asignada a un sacerdote oa un consultor profesional para quesea asistida individualmente.

Desde cuando el Project Rachelobra en muchas diócesis de los Es-tados Unidos, miles y miles demujeres, y a menudo también losque son responsables de sus emba-razos y de sus abortos, han encon-trado la paz - a menudo ese tipo depaz espiritual que nunca habíanexperimentado antes. Asimismo,ciertamente es casi seguro que e-

do el drama de un aborto. A menu-do las madres están acompañadaspor los esposos, por los padres ypor los amigos, que consideranque han tenido un "papel" en el a-borto.

En el contexto de las SagradasEscrituras, de la oración, del testi-monio personal y de la confesiónsacramental, las personas experi-mentan la recuperación sicológicay espiritual con Dios, con la Iglesiay consigo mismas. Este programaha demostrado ser un testimonioreal del poder curativo de Cristo ysirve también como fuente de e-vangelización para quienes han a-bandonado a la Iglesia después delaborto.

Cada año se lleva adelante diezprogramas regionales de reconci-

natural. Muchos de nosotros hapalpado que un gran número demujeres ha llevado durante mu-chos años cicatrices espirituales yemotivas como consecuencia deun aborto. No es raro que estasmujeres crean que un aborto sea uncastigo de Dios por un pecado co-metido tiempo atrás. Su sentido deculpa es a menudo insoportable,no solamente a causa del pecadocometido o imaginado, sino por-que ahora creen que son "respon-sables" de la muerte de un niño, noobstante hayan deseado desespera-damente que el niño viviese y na-ciera sano.

Antes de concluir, no puedo de-jar de referirme a una comunidadreligiosa de mujeres fundada re-cientemente, las "Sisters of Life"

54 DOLENTIUM HOMINUM

Vida. Sacerdotes, siquiatras y sicó-logos formados con esta finalidad,proporcionan consejos de tipo in-dividual, espiritual y sicológico, a-sí como también una reconcilia-ción sacramental para las mujeres(esposas y amigas) que han sufridoel drama del aborto.

Cada caso es diferente del otro;a veces los sacerdotes y los consul-tores profesionales trabajan en tan-dem, a veces individualmente. Laspersonas llegan al centro enviadaspor los sacerdotes de las parro-

llos no volverán a caer en el futuro.El Project Rachel ha sido lleva-

do a otro nivel a través de un pro-yecto desarrollado recientemente yque se ha revelado muy gratifican-te, el proyecto denominado "At Pe-ace With the Unborn".

At Peace With the Unborn es unprograma elaborado por la OficinaArquidiocesana para la Familia yel Respeto de la Vida, que ofreceservicios de oración y de reconci-liación a nivel regional y munici-pal, destinados a quienes han sufri-

liación. Aproximadamente 500mujeres por año gozan de este pro-grama que, desde cuando ha tenidolugar, en 1989 (las cifras registra-das han sido constantes), ha servi-do a aproximadamente 3,500 mu-jeres.

Una dimensión especial de AtPeace With Unborn es el hechoque este programa de orientaciónespiritual, ha atraido a un númeroimportante de mujeres que no hanpasado por la experiencia del abor-to sino que han tenido un aborto

55VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

llevan una vida contemplativa y a-postólica; mitad de ella la pasan enla oración y la otra mitad en el tra-bajo, como prolongación de la ora-ción.

Las Sisters of Life ya se están o-cupando, aunque todavía en pe-queña parte, de las mujeres emba-razadas, pero nuestro objetivo es elde abrir un centro de acogida másgrande para las mujeres en estadointeresante que están tentadas de a-bortar y para las mujeres que yahan sufrido la tragedia de uno omás abortos. Ellas pueden perma-nencer en el centro de acogida enuna atmósfera de oración y de a-mor hasta el nacimiento del niño o,en el caso de quienes han sufridoun aborto, hasta que no se encuen-tren nuevamente en grado de po-

pirituales de un aborto inciden pro-fundamente. Descritos en una bre-ve ponencia como puede ser lapresente, los programas de apoyopara la prevención del aborto y pa-ra el periódo que sigue un aborto,parecen más bien esfuerzos orga-nizados mecánica y programática-mente para la reconstrucción so-cial.

El problema de cada aborto esque incide profunda e inevitable-mente en una persona, que no en-tra en un esquema o en una catego-ría. Si de alguna manera ella ha te-nido una chispa de fe, de convic-ción religiosa y de educación mo-ral, se siente apesadumbrada por elsentido de culpa, una culpa quepuede ser empujada hacia las pro-fundidades del inconsciente por u-

Ellas deben verse junto con Maríaa los pies de la Cruz, uniendo lacrucifixión del propio hijo con ladel Hijo de María. Ellas deben sa-ber que habiendo compartido estacrucifixión, comparten su perdón yque es a cada una de ellas que Elhabla cuando grita al Padre: "Pa-dre, perdónales porque no saben loque hacen". Deben saber que es acada una de ellas que El ha prome-tido desde la Cruz: "Hoy mismoestarás conmigo en el Paraíso".

Es esta la esperanza, el objetivoluminoso, la oración ardiente delProject Rachel.

Cardenal JOHN O'CONNORArzobispo de Nueva York,

Miembro del Pontificio Consejo para laPastoral de los Agentes Sanitarios

(Hermanas de la Vida), como otroinstrumento nuestro para ayudar alas mujeres que han sufrido por elaborto para que recojan los peda-zos de su existencia destruida.Desde el inicio, el carisma de estacomunidad consiste en la inviola-bilidad de la vida humana. Hacenlos votos de pobreza, castidad y o-bediencia, además de un cuartovoto: dedicarse a mantener y acre-centar la vida humana, y de mane-ra particular ocuparse de los niñosno nacidos y de sus madres. Ellas

der afrontar el mundo externo.De este modo las Sister of Life

consolidan ya sea el Project Ra-chel que el programa At PeaceWith the Unborn, incorporándolosambos en su vida hecha de oracióny de amor.

No puedo dejar de subrayar elhecho que, no obstante sean útilesestos consejos y estos apoyos de ti-po médico, siquiátrico, sicológicoo terapéutico (y siendo diplomadoen Clínica Sicológica puedo valo-rar estos esfuerzos), las heridas es-

na fuerza cualquiera, pero que seconvierte en un cáncer del alma.

La madre que ha asesinado a suhijo, por cualquier motivo o por-que estaba desorientada o someti-da a presión, tiene una gran necesi-dad de convencerse, más que cual-quier otro en el mundo, que ha sidoperdonada, no por un consultor opor sí misma, sino por Dios. Estasmadres deben creer que no obstan-te ello Dios las ama incluso, en unsentido profundamente misterioso,también en razón de su debilidad.

56 DOLENTIUM HOMINUM

Antes de decir en qué reside elcarácter sagrado de la vida en la fi-losofía pagana, permitidme deli-mitar con precisión el campo de miestudio. "De nominibus non curatSapiens" se acostumbraba a deciren Roma hace algunos siglos. Elfilósofo que soy aquí, en Roma, nogoza hoy de tal prerrogativa. Efec-tivamente, es esencial entenderbien qué buscamos.

1. Lo sagrado: religión y filosofía

La vida, el amor y la muertesiempre han sido aprehendidos porlas religiones del mundo como re-laciones del hombre -del homo re-ligiosus- con cuanto lo transcien-de. Esos tres aspectos fundamenta-les de la existencia nunca han sidopercibidos como puramente profa-nos. La antropología religiosa delos últimos cien años ha mostrado-fuera de toda posible duda- quedesde el alba de la humanidad, enlos ritos funerarios, vida y muerteson pensadas, vividas o celebradaspor la comunidad de los hombrescomo la ocasión de entrar en con-tacto con Dios o con los dioses,contacto que transfigura las reali-dades humanas, dándoles algo dedivino, de sagrado.

Desde el punto de vista de las re-ligiones naturales, hablar del carác-ter sagrado de la vida no tiene nadade problemático. Es el enunciadode un hecho. Todo se complicacuando la filosofía entra en escena.Conoceis como yo el destino de es-ta extraña disciplina practicada pri-mero por los griegos y que debe susupervivencia en el mundo moder-no a los romanos y a los árabes.

Acerca de este programa filosó-fico, el inimitable Virgilio ha dicholo esencial: se trata, en efecto, de

"rerum cognoscere causas". Encuanto a los árabes, gracias a sustraductores la mayor parte de las o-bras de los filósofos griegos hanllegado a nosotros. ¿Qué nos hanmostrado y enseñado estos filóso-fos? Ante todo esto: que, salvo larevelación -efectivamente hablo dela filosofía pagana- los hombresson, en el mejor caso, amantes de lasabiduría -precisamente filósofos-y no sabios. La máxima en estepunto, Grecia, queda aparte del res-to del mundo. La China y la India,por ejemplo, poseen sabidurías -ybien profundas- pero no poseen unafilosofía propiamente dicha. El fa-moso "rerum cognoscere causas"de que habló Virgilio, designa efec-tivamente el objetivo propio del fi-lósofo. Para hacerlo, el filósofo de-be distanciarse del mito, aceptar elembarazo de la inteligencia frenteal ser de las cosas y decirse a si mis-mo -siguiendo el dictado de la ex-periencia- cómo progresivamenteel hombre entra en la verdad.

Este camino lleva a la filosofía aocupar un puesto entre lo que lla-

mamos ciencia y religión. Como laprimera, la filosofía quiere ser bús-queda objetiva y metódica; y comola segunda, quiere sondear el miste-rio del hombre, recuperar del abis-mo algunas luces inteligibles, res-petuosa de la sociedad de los hom-bres pero convencida de que losdioses de la Ciudad no pueden ago-tar el sentido religioso de la Natura-leza. No es, por lo tanto, casual elque los filósofos paganos se hayanencontrado a veces frente a la hosti-lidad de sus conciudadanos. Sócra-tes no era ni ateo ni irreligioso. Só-lo trataba de mostrar a los atenien-ses que el filósofo rinde un servicioa la ciudad mediante el don de suvida al servicio de la verdad. Esverdad que corría el rumor: el filó-sofo no reverencia como se debe nilo divino del cosmos ni nuestrosdioses. De hecho, para Sócrates loesencial no estaba en las estrellas.Era en el corazón de las personas -en sus decisiones libres- donde serepresentaba el sentido último de laexistencia y donde debía revelarselo que hay de sagrado en la vida: laalianza del hombre con la Justiciatranscendente. En el fondo, com-prendeis ahora el punto de desa-cuerdo -o, en todo caso, la diferen-cia- entre las religiones naturales yla filosofía griega: esta última trata-ba de pensar la originalidad de lapersona humana. Así que era nece-sario distinguirla del Cosmos; peroentonces el carácter sagrado de lavida debía a su vez ser redescubier-to en otra perspectiva, lo que ahoratenemos que poner en claro.

2. Lo sagrado y lo irreductibleen el hombre

Propongo la siguiente tesis: la fi-losofía pagana -en el caso, la de A-

JEAN-MARIE MEYER

El carácter sagrado de la vidaen la filosofía pagana

57VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ristóteles- descubre de nuevo lo sa-grado en dos direcciones diferen-tes que a su vez respetan y dilatanla relación del hombre con lo quelo supera.

a) Ante todo el hombre es trasla-dado hacia su origen y ahí se pre-senta lo sagrado. Aristóteles, en e-fecto, tan atento a comprender la a-nimalidad del hombre y a situar alhombre en el cosmos, indica en u-na célebre página del tratado sobrela Generación de los animales queen el embrión sólo la inteligenciaviene "del exterior" y que, en con-secuencia, sólo ella es divina ensentido extricto. En efecto, su acti-vidad no es la del cuerpo. Aunqueel alma sea una realidad natural ypor lo tanto intrínseca al ser vi-viente, la inteligencia no procededel interior, sino del exterior delhombre. La consecuencia es in-mensa: lo que constituye la origi-nalidad y la unidad del hombre noes reductible a la naturaleza. En elcorazón mismo de su ser se en-cuentra algo más y mejor que lobiológico. La inteligencia sitúa,pues, al hombre en los confines delo material y lo espiritual y si la fi-losofía debe permanecer sobria encuanto al origen de ese intelecto, elfilósofo debe constantemente reac-tivar la sorpresa ante el hombre.En realidad el hombre no puededefinirse por la adaptación a la na-turaleza, porque desde su origenestá atravesado por una capacidadque inscribe en él un destino másalto. El hombre está a la vez en lanaturaleza y por encima de ella.Por ello su condición no es cómo-da: el cielo estrellado, por esplén-dido que sea, no le basta y si los sa-bios buscan a Dios observando elcielo, por un retorno a los espaciosinfinitos del alma humana el filó-sofo redescubre lo sagrado.

Así pues, no basta hacer delhombre un pequeño mundo (mi-crocosmo) bien ajustado al grande(macrocosmo).

Si el cuerpo humano es sensible,posee la sensibilidad en un gradoque ningún otro animal posee. Másque ningún otro puede sentir, ser a-fectado, en una palabra, sufrir. Tales, por lo demás, la gran perspecti-va de la tragedia griega: el conoci-miento es dado por la experienciade la vida y la vulnerabilidad denuestro cuerpo es la condición detodo progreso espiritual. Esquilo

tenía en su mente tal percepcióncuando resumía en una frase lagran sabiduría trágica: ¡Es sufrien-do como se aprende!

Sobre otro registro, Aristótelesinterpreta la existencia de la manocomo la traducción, la inscripciónen la carne, de la potencia de la in-teligencia. Si el hombre tiene ma-nos -esos instrumentos universa-les- es porque piensa, es decir, su-pera sus sensaciones. En conse-cuencia, la inteligencia viene delexterior de la naturaleza, gobiernala materia y permite al cuerpo par-ticipar a su modo del poder del es-píritu. El enigma está alojado en lomás hondo del hombre e irradiahasta en su rostro y en sus manos.

En resumen, lo que me da ser loque soy viene de algo más alto queyo y el secreto de mi ser transcien-de la naturaleza.

b) Heredero de una civilizaciónheróica, Aristóteles desarrolla ensu ética una concepción profunday bella del acto humano. Una para-doja atraviesa, según él, toda nues-tra vida: el ser mortal que somos,puede en su obrar hacer algo defi-nitivo y aspirar a la inmortalidad.

Ciertamente las ciudades griegasconocían y frecuentaban la inmor-talidad del héroe. En él reconocíacada uno la imagen del buen ciuda-dano. Sin embargo los filósofosPlatón y Aristóteles- quieren algomás y mejor. Para ellos se trata dedescubrir "la virtud propia del hom-bre y del ciudadano" (Apología deSócrates). Es necesario igualmente"inmortalizarse" (Etica a Nicóma-co, libro X). ¿Qué significa esto?Puede ser que cada hombre, llegan-do al cabo de si mismo, descubra la

verdad sobre el hombre. Pero nobasta adaptarse para conseguirlo.Esta es la razón de que Pericles nosea el producto de una ciudad, sinoun modelo a la vez único y univer-sal de hombre político. Habiendo a-mado y servido a su ciudad, ha des-velado de manera definitiva y uni-versal la verdad del hombre com-prometido en la Ciudad. Pero en-tonces ese ejemplo de política sedesdobla en una lección de ética yde metafísica porque lo que sucedeen la vida humana supera sea la ciu-dad sea el plano biológico. En el ac-to que realmente compromete a lapersona, resuena, más allá del tiem-po, el acuerdo entre el ahora y elsiempre, y ese acuerdo tiene algode sagrado. En fin, lo sagrado de lavida se nos ha presentado en un do-ble aspecto. Como el origen dedonde emerge la inteligencia queinterroga al mundo. Como el térmi-no del hombre cuando la vida indi-vidual adquiere en su plenitud suvalor definitivo.

Por lo demás, no creo que existaen la filosofía pagana un texto quelo manifieste totalmente con sólolos recursos del concepto. Por esopara ahondar y precisar ese punto,dejaré la palabra a otras voces queno son las de los filósofos habi-tualmente reconocidos como tales.

3. El Mensaje de Antígona:lo sagrado de la vida

El gran Sófocles nos ha pro-puesto en su Antígona más que unmensaje, una vibrante meditación -un grito- sobre los lugares sagra-dos que, más allá de la muerte, u-nen entre sí a todos los hombres.Polinices, el hermano muerto en lalucha contra la Ciudad, ve recha-zados por Creonte los ritos fúne-bres. Sólo Antígona se niega a a-ceptar los decretos del tirano deTebas y cumple los ritos en plenaconciencia. Por haber osado deso-bedecer, ella misma será condena-da a ser murada viva.

Habreis comprendido que noshallamos en el corazón de nuestrotema. Su gesto tiene algo de sagra-do y Antígona, con su extrañamuerte, nos habla de la vida. A finde concretar todo esto, me confor-maré con poner a la luz algunos as-pectos de la admirable tragedia deSófocles. En primer lugar, la hero-

58 DOLENTIUM HOMINUM

ína es una mujer, lo que no deja desorprender si uno recuerda el mo-desto papel de las mujeres en laCiudad antigua. Es verdad que lasesposas participaban en los ritosfamiliares en compañía de sus ma-ridos. Pero fuera de las paredes desu casa, especialmente en Grecia,la mujer seguía siendo, política-mente, una menor. Esto pone másde relieve la inaudita fuerza de áni-mo de Antígona, que cumple suservicio religioso cueste lo quecueste y no se inhibe por razonesde conveniencia social. Pero meparece que tenemos que ir más le-jos en el análisis.

El gesto de Antígona parece, aprimera vista, poner en tela de jui-cio el orden social tebano. Y poresto se plantea un nuevo proble-ma: ¿qué concepto se hace Antígo-na de lo sagrado para desafiar asíla prohibición social? ¿No es laCiudad Antigua insolublemente u-na asociación política y religiosa?Comprometer la primera, ¿no hacegravemente frágil la segunda?

Antígona toma una decisión conincomparable claridad. Ciertamen-te los ritos tienen un significadosocial y participan por su parte entejer lazos entre los vivos y losmuertos. Tienen, por lo tanto, parala poca de Antígona un evidentesignificado político. Mas precisa-mente por esa razón es necesarioligarlos a la Justicia o, para repetirla admirable expresión del coro, lopropio del hombre será "injertarlas leyes de la tierra en la Justiciaeterna". Por lo tanto, a la sombrade la Justicia hay que juzgar el rito,sin lo cual se convierte también enun decreto arbitrario, como los deCreonte. Sin la Justicia, la religiónno es más que un conjunto de ritossin alma y sin alcance. Pero seme-jante religión no permitiría a Antí-gona ni respetar las leyes justas, nimenos aún amar verdaderamente asu hermano. Y sobre este puntotambién la infortunada heroína do-mina desde un puesto muy alto losespíritus de su tiempo. Para Creon-te, la situación es clara: Eteoclesha muerto defendiendo la Ciudad,Polinices combatiéndola. El pri-mero es un héroe y el segundo unenemigo. Para Antígona, en cam-bio, la muerte pone fin al antago-nismo y su lucidez entrevé, más a-llá de la muerte, a los hermanos re-conciliados. Es cierto que la Ciu-

dad es importante, pero las Ciuda-des son de aquí abajo y no cierranpara el espíritu el horizonte celes-te. Más allá del límite impuestopor un tiempo y por una ciudad,Antígona percibe que un hermanoes un hermano. Y al precio de suvida transmite este mensaje.

"Antígona del alma de Luz, An-tígona de los ojos viola", decíad'Annunzio en 1904. Yo veo algosagrado en el gesto de Antígona.Su sacrificio responde al sacrilegiocometido por Creonte. En este des-censo al sepulcro, Antígona nosmuestra una confianza inaudita enel valor de la vida justa, vida quedesafía constantemente a la muer-te. El desafío nos lleva aquí en unadoble dirección: primero existen-cial puesto que la mujer justa seencuentra frente a la muerte que laamenaza, pero también metafísica,porque Antígona sabe que hay ensu acto y en su ser algo que no pue-de morir, sobre lo que la muerte,desde siempre, nada puede. Nocreamos que la distancia temporalentre Antígona y nosotros impidaa su mensaje llegar al tiempo pre-sente.

Existe una perenne grandeza enel servicio a los muertos y la reli-giosa Antígona es -creo- un testigoy tal vez una educadora de la con-ciencia universal.

4. Conclusión

En el corazón mismo de lo sagra-do antiguo, a la vez político y reli-gioso, esta mujer -porque amaba-ha revelado que hay en el hombrealgo de irreductible, sea a la natura-leza (cosmos), sea a la Ciudad (po-lis). También ha hecho ver que lo i-rreductible une, si se ama, a vivos ymuertos. Pero aún ha hecho más.Ha mostrado con la elocuencia delgesto trágico que el hombre debesituarse en la naturaleza y en la Ciu-dad, gracias a lo mismo que las su-pera. Tal vez esto sea una "locura",como dice Ismene, la hermana te-merosa, pero -y todo está ahí- Antí-gona sabe amar a los que ama ("An-tígona",verso 101).

No era posible mostrar mejorque con los rasgos de Antígonahasta qué punto la debilidad, la fra-gilidad del hombre, oculta en el a-mor una inconmensurable grande-za. Sófocles nos lo ha hecho ver

dándonos su Antígona. Como in-dica felizmente Hofmannsthal:"Ich bin der Schwesterlichen Seelenah, ganz nah, die Zeit versank,von den Abgründen des Lebenssind die Schleier weggezogen..."(Estoy cerca del alma hermana, lomás cerca, el tiempo ya no existe,de los abismos de la vida se hanquitado los velos...)

Ciertamente Antígona es mor-tal: ella lo sabe y lo dice. Pero mi-de igualmente las consecuenciasde sus actos. Hubiera podido acep-tar el amor humano y su felicidad,pero como otras en otros tiempos,está requerida por una obedienciaque la lleva más lejos. Por eso elpoeta Swinburne la hace hablar asía los ancianos de Tebas: "People,old men of my city, lordly wise andhoar of head, I, a spuoseless brideand crownless, but with garlandsof the dead, from the fruitful lightturn silent to my dark unchildedbed" (Pueblo de mi ciudad, ancia-nos, sabios señores de blanca ca-beza, yo, prometida sin esposo, sincorona, pero con guirnaldas demuerte en la cabeza, abandono laluz fecunda y camino silenciosahacia mi lecho tenebroso, sin hijo).

Este descenso a la tumba tienealgo de sagrado porque bien perci-bimos que se trata de un cambiocon su hermano y del don definiti-vo de lo que ella es. Ha recibido suvida de su raza y de su Ciudad.¿Qué va a hacer? ¿Qué deberá ha-cer? La sabiduría inmemorial delos hombres le permite saber quetoda vida no es más que un soplo yque el Hades dirá la última pala-bra. Pero eso no es lo esencial.

En un fragmento de tiempo y deespacio, durante esta brevísima vi-da, el filósofo pagano ha visto quedeterminaba para los mortales surelación con lo divino. "Entre tan-tas maravillas del mundo, la mara-villa más grande es el hombre" ex-clama el coro de Antígona.

A favor de un acto de piedad,contemplando a la frágil Antígona,Sófocles ha expresado el valor dela vida. Antes de que llegara el si-lencio de la muerte ha visto brillar,como un relámpago, la luz defini-tiva de la Justicia.

Prof. JEAN-MARIE MEYERAgregado de Filosofía, París

Profesor en la Facultad deFilosofía Comparada de París

(Francia)

59VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

El argumento que se me ha enco-mendado "La religiosidad de laMedicina", en el marco del temageneral de esta X Conferencia In-ternacional que lleva el título de"Vade et tu fac similiter: de Hipó-crates al buen Samaritano" abarcados puntos fijos que abordaré en mibreve ponencia. Además, me indu-ce a una reflexión que representami honesto testimonio de cultura yexperiencia: una verdadera medici-na, hoy como en el pasado, con suscontenidos de tecnología y ciencia,no puede ignorar el hecho de que elhombre y su vida pertenecen aDios, un Dios que ha dejado su hue-lla viva en el hombre, hecho a su i-magen y semejanza.

De ello se desprende que la ac-ción dirigida al "bien-estar" delhombre resulta eficaz si se le con-sidera en cuanto ser integral, es de-cir una entidad bio-sico-espiritual.Una identidad, por lo tanto, sagra-da y, en lo colectivo, una intersub-jetividad sagrada que la χρισισ oencontrarse mal, (es un término hi-pocrático), lejos de mitigar, resaltacon mayor contundencia. Me re-fiero al hecho de que hoy, más quenunca, una mera y simplista mate-rialización mecanicista de la medi-cina resulta totalmente irreal.

Si el hombre no es considerado,sobre todo por el médico, como u-na entidad orgánica viva, que llevaen sí mismo a Dios y a todo el uni-verso, queda aniquilado y, con él,la medicina vuelve a seguir el ca-mino de un nuevo tipo de empiris-mo, lo cual menoscaba su fascina-ción de arte, al resultar fraccionadosu contenido científico, que es bio-lógico, sicológico-intelectual y es-piritual al mismo tiempo.

No es lo mismo tener por elhombre una gran, pero general,

consideración, que contemplarlocomo una obra de arte de Dios, quelleva en sí mismo una particula di-vinae animae, como decía Cice-rón. La visión organizativa y tec-nológica de la medicina no modifi-ca su religiosidad, es más la inten-sifica si reconoce en el hombre suvalor orgánico y global. Todo se hahecho para el hombre y todas lasleyes del universo confirman y re-fuerzan su valor supremo.

En virtud de todo ello, la Medici-na no es sólo ars sacra sino, encuanto tal, la encrucijada del sabercientífico, filosófico, teológico, esdecir de toda la cultura. La medici-na, por lo tanto, no es tan sólo un ac-to entre médico y enfermo, sobretodo si salud no significa ausenciade enfermedad, sino salud perfecta,es decir equilibrio eucrásico entretodos los componentes del hombre:su estado físico, la serenidad sico-lógica, su vida espiritual.

Eυχρασια y δισχρασια for-man parte de la epistemiología hi-pocrática referida a los componen-tes fisícos del hombre, como seconsideraban en aquel entonces.

Hoy se ha demostrado que sola-mente la integración entre materia,entendimiento y espíritu permiteconsiderar al hombre no sólo co-mo un conjunto de órganos, lo cualabre un inmenso espacio de eleva-ción para el médico que, por enci-ma de su estrategia tecnocrática,adquiere validez en cuanto sujeto;una sublimidad mucho más sólida,deseable y satisfactoria que el me-ro resultado experto e inmediato.

A Hipócrates la historia recono-ce el mérito de haber liberado lamedicina del concepto teúrgico dela escuela de Asclepios, o teocráti-co-judía o inspirada en el egipcioOsiris (el pescador de almas), cuya

escuela tuvo un gran campeón enHimnotep, gran Visir del FaraónSoser, arquitecto, médico, sacer-dote divinizado por sus méritos te-rapéuticos por la refinada civiliza-ción egipcia, que aunó con raro es-plendor arte, riqueza, medicina yrelación con lo divino.

Hipócrates ajustó el arte médicoal concepto filosófico griego decausa y efecto, sin concederse ni alsofismo, ni al empirismo.

Pero en realidad, la escuela deKos, fundada por Hipócrates en elsantuario-hospital de Asclepios,tuvo el grandísimo mérito de cen-trar la atención alrededor del valor"persona", además que en la racio-nalidad, a diferencia de la escuelade Knido, cuya propensión era pri-vilegiar el estudio de la enferme-dad independientemente del indi-viduo, una orientación que ha pe-nalizado la medicina a partir deHipócrates hasta la actualidad.

Creo que, por lo tanto, Hipócra-tes, lejos de substituir la cienciamédica al elemento sagrado queradica en la enfermedad y en la cu-ra, como se mantenía en épocasanteriores, añadió la importantísi-ma atención por el valor persona ypor las leyes de la naturaleza crea-da por Dios, que él, "periodeuta" oitinerante, iba estudiando de re-gión en región. El hilo conductordel Corpus Hippocraticum es, porlo tanto, la centralidad del hombre,el fundamento de la deontología,que yo llamaría "imperativo de laresponsabilidad"; un avance enor-me con respecto al códice de lapiedra de Hammurabi, rico en tari-fas para las prestaciones y disuasi-vo para los errores médicos.

Así comienza el juramento deHipócrates: "Juro por Apolo médi-co y Asclepios e Igiea y Panacea y

LUIGI MARIA VERZÉ

La religiosidad de la medicina

60 DOLENTIUM HOMINUM

por todos los dioses y todas lasdiosas, llamándoles por testigo[...] regularé el nivel de vida parael bien de los enfermos [...] iré acualquier casa, entraré en ella pa-ra el alivio de los enfermos [...]callaré sobre la vida de los hom-bres [...] considerándolo un secre-to." Todo ello con el bagaje de cul-tura y sabiduría médica del cualHipócrates, contemporáneo de Só-crates, Platón y sobre todo Péri-cles, fue y sigue siendo campeónaristocrático.

Creo que es suficiente para justi-ficar el nexo entre el Buen Samari-tano e Hipócrates.

El Samaritano, en efecto, no es-tá condicionado en absoluto por laclase o las convicciones religiosas,ni recurre a mediaciones de cultospaganos. Lo que hace es seguir loque le impone la razón y su res-ponsabilidad solidaria, de sujeto asujeto, es decir de prójimo a próji-mo. Él también está convencido deque el "valor hombre" va más alláde la discriminación racista, y lodestina, con todas sus pertenen-cias, bolsa incluida, a la salvaciónde ese valor: el hombre.

El pacto de Hipócrates es Medi-cina-arte en el marco de la dimen-sión "hombre"; un arte que se a-prende y se transmite, regulada ensus contenidos operativos que le o-torgan un carácter sagrado.

Mucho más que la mera motiva-ción antropológica. El valor "hom-bre" se puede salvar solamente co-tejándolo con Dios.

Quien ha dictado la normativa a-plicada por el Samaritano ha esta-blecido su alcance cotejándose conel hombre, el mismo Dios, que sehizo carne humana, y pronuncian-do el maravilloso reglamento bási-co de toda ética y toda deontologíaprofesional: "amaos los unos a losotors como yo (Dios-hombre) oshe amado". Una medida infinita-mente más amplia que el preceptolevítico "amarás a tu prójimo co-mo a tí mismo".

En esta medida cabe toda nues-tra ciencia médica, que estudia lascombinaciones entre células, mo-léculas, proteínas y genes.

Cabe toda nuestra tecnología ca-da vez más avanzada. Cabe la ne-cesidad moderna de una verdaderahumanización de la medicina y a-ún queda sitio para una medicinaque atraiga hacia sí misma todos

los componentes, que valore alhombre en cuanto cuerpo, entendi-miento y alma perfectamente eu-crásicos, como lo pensó y lo quisoDios desde el principio. Hipócra-tes, desprovisto de nociones teoló-gico-cristianas, no pudo más quebasar el contenido de su medicinaen el testimonio de los dioses.

Jesucristo, que ordenó a los su-yos que curasen, curasen sin con-diciones como Él lo hizo, enmarcael valor "hombre" dentro del mis-terio de Dios, ante el cual no puede

haber más que reflexión, adhesiónoperativa coherente y amor "id ycurad - habeis recibido gratis ygratis teneis que dar".

Si reducimos la medicina a meraprofesionalidad, aunque esté hiper-especializada y tecnológicamentesupersofisticada e incluso humani-zada, sin este aliento trascendental,que ni siquiera Hipócrates, funda-dor de la biomedicina, ha podidoni ha querido evitar, tendremossiempre una medicina reduccionis-ta, mecanizada, todo lo más filan-trópica o, en el peor de los casos,prostituida a finalidades indignasde un arte sagrado.

A costa de ser calificado de inte-grista, estoy totalmente convenci-do de que si la medicina no es reli-

giosa, no es curativa, ni útil encuanto promotora y recreadora delhombre integral.

Una medicina religiosa, por otraparte, no puede no ser profesional,moderna, no puede no integrarseen las ciencias humanas como lafilosofía, la antropología, la lógica,la ontología, la sicología, la teolo-gía.

No puede limitarse a ser una me-dicina curativa; tiene que ser sobretodo preventiva, es decir tiene quefomentar el culto del cuerpo, don-de se integran inteligencia y alma.

En resumidas cuentas, para quela medicina sea completa y porconsiguiente religiosa, hay que in-vertir en ella lo mejor de la intelec-tualidad, lo cual significa: estudiode la organización de la materia,del lenguaje entre célula y célula,entre moléculas, proteínas, genes,es decir estudio de un lenguaje en-tre niveles "mínimos", y estudio dela relación entre los varios siste-mas, neuronales y cogitativos in-cluidos. Todo ello abarca las bioi-mágenes, la química, la bioquími-ca, la física, la telemedicina, el di-seño de las macro y microestructu-ras. Me refiero al mecanismo, quehoy en día resulta viable, de las fi-bras ópticas, los sistemas de auto-matización y la informática quedeben acercar lo más posible el en-fermo al médico, el enfermo al o-perador sanitario, no sólo con elobjeto de mejorar las condicionessicológicas, sino también la propiaacción terapéutica y la colabora-ción entre ambos.

Medicina religiosa también esmedicina laboral, porque es medi-cina de "previdencia social". Esmás fácil, más inteligente construirun coche fuerte y equipado que a-rreglar sus averías y carencias. Esmás, la avería y la desprevenciónson una derrota de la medicina y,por consiguiente, de la ciencia y detoda la sociedad. Del mismo modosería una derrota múltiple, como elSIDA, infravalorar una atenta Me-dicina tropical, que nos obliga a re-visar nuestros paradigmas micro-biológicos y patogenéticos conso-lidados.

Para una medicina completa yrealísticamente religiosa, como lecorresponde a una civilización quese ha puesto en camino sin posibi-lidad de retorno, y a una identidadcolectiva que quiere alcanzar la al-

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dea global multiétnica y multicon-fesional, hay que convencerse deque nadie puede sentirse sano has-ta cuando en el mundo exista unhombre enfermo, así como nadiepuede considerarse bastante cultoo acomodado hasta que haya un a-nalfabeto o un indigente.

Una medicina verdadera y por lotanto religiosa no puede no ser bio-ética, o mejor dicho la expresiónde la eticidad más madura.

De lo poco que he comentadohasta ahora se desprende que el e-lemento sagrado que radica en elhombre y en su vida reside en supropio ser, y que ahí, y solamenteahí, puede nacer una ética médicacreible, así como de ahí es posiblealcanzar al garante, a Dios.

Hipócrates, hombre de ciencias,médico y humanista, denunció lainsuficiencia de la ética de la res-ponsabilidad, así como lo hicieraMax Weber, o del imperativo cate-górico, que incluso Kant recono-ció, al final, ser demasiado débil,tanto es así que lo vinculó a la ideade Dios. Es evidente en el plantea-miento hipocrático que la respon-sabilidad nace en uno mismo, re-suena en la naturaleza, se asientaen el ciudadano del mundo y,cuando sobre todo tú, médico, tie-nes entre tus manos al hombre des-nudo y solo, te obliga a sentirte unhombre y, en cuanto tal, aprendes aasumirte una responsabilidad queva más allá del tiempo y del espa-cio, y te alienta a unirte con el E-terno. La ética de la responsabili-dad, para que se cumpla, no puedenacer y morirse en el médico, aquíy ahora. La historia del universo esespectadora de un hecho épico, esdecir la vida de un hombre dondeestá implicado, por su propia natu-raleza, todo el intelligens, y, con él,el mismo Dios.

En mi modesta experiencia cuo-tidiana he constatado que el poderdel médico-hombre de ciencias ca-da vez más está vinculado a la con-ciencia de la responsabilidad, co-mo si fuera casi un código de onto-logía intra y extra personam.

Es decir, la conciencia de lo queuno es y la relación con el prójimoen cuanto elemento esencial delpropio ser. La separación entre in-vestigación científica y juicios devalor que mantuvo Max Weber ca-si por desesperación en su rechazode la Ilustración, historicismo, dar-

tema gigantesco: de la organiza-ción de la materia viva - células,moléculas, proteínas - a las rela-ciones con el medio cósmico y me-ta-síquico, hasta las irrenunciablesinstancias sobrenaturales.

El hombre es un conjunto indi-visible de partes complejas. Cuan-do se considera una de estas partessin considerar el conjunto orgánicofísico y metafísico, se fragmenta elmosaico corriendo el riesgo de nocomprender la idea en que se fun-da el mismo, que es lo más hermo-so de esa obra de arte llamadahombre, un hombre sacado del u-niverso existente como una mara-villosa escultura que la idea mode-la a partir de la masa de mármol,envolviéndola en una personalidadprofunda y única.

El Todopoderoso sopla en elhombre su alma indestructible: heaquí su obra terminada y rematada.

Me permito deducir que el a-sombro - "vidit quod erat bonum" -tanto de los atónitos seres creados,inteligentes y no inteligentes, co-mo de su artista, se centra siempreen la realidad-hombre, y me refie-ro a todo lo que el mismo repre-senta, no lo que normalmente su-ponemos porque aún nos conoce-mos muy poco. Esta es la motiva-ción y la finalidad de la búsquedaque comenzó con Hipócrates, si-gue hoy en día y seguirá hasta el fi-nal, es decir hasta la conquista detoda la verdad sobre el hombre ysu habitat.

Es imposible fallar el objetivo;todo lo más se puede atrasar en vir-tud de una admirable dispensanuestra que es la libertad. Fallarlo,eso no. De lo contrario se admitiríael fracaso de los sistemas, méto-dos, conquistas adquiridas en to-dos los campos. El hombre, elhombre verdadero no puede fraca-sar sin arrastrar en su fracaso aDios, que con el hombre se ha ju-gado la carta su ser: Cristo.

Entonces, el éxito del hombre esdirecta y gradualmente proporcio-nal al conocimiento del hombre fí-sico, sicofísico y espiritual y de losmovimientos "arquitectónicos" delDios que lo ha ideado.

Sangre, flema, bilis amarilla, bi-lis negra: Hipócrates disponía tansólo de estos humores vitales. Nodisponía de electrones, moléculas,células, capilaridades, cromoso-mas, genes, un sistema fisiológico,

winismo y materialismo, se de-rrumba, así como se derrumba unhombre cortado por la mitad. Elfuror biotecnológico y de la inge-niería genética lo están demostran-do. Y aquí tengo que adelantar unpunto fijo de lo que diré más ade-lante. El hospital cristiano es el he-redero directo de una larguísimatradición cultural y religiosa queradica en las entrañas del hombre,tal y como lo pensó su Ideador.

El hospital cristiano, por lo tan-to, es el templo donde la medicina

es un ministerio sagrado, donde lainvestigación al servicio de la vidaes una obligación, donde la cienciay la fe son gemelas con parecidadignidad, donde todas las ciencias- biología, clínica, filosofía, antro-pología, teología - están aliadas,sin torvos guardianes, para defen-der al hombre integral. La vida,con todo lo que la compone, in-cluido el sufrimiento, no es unmisterio inaccesible, más bien esuna mina de propiedad, a explorarcon inteligencia.

¿Religiosidad de la Medicina?Cuando se dice que el hombre es

imagen del Infinito (y cualquierdoctrina, cualquier filosofía, cual-quier civilización intenta demos-trarlo e interpretarlo) se aborda un

62 DOLENTIUM HOMINUM

etc., sino disponía del concepto deconocimiento, igualdad, sentidosocial, moral y estético, productosbásicos del sentido religioso que lollevaron a curar y educar con serie-dad religiosa.

Si podemos aceptar, como man-tiene el ateo Ludwig Feuerbach,que la religión es distinción entreel hombre y la bestia, también te-nemos que afirmar que sólo la reli-gión proporciona la intuición de ladimensión auténtica e integral delhombre, sus potencialidades, suslímites y recursos para superarlos.Lejos de rechazar la ciencia, comoexhortaba Claude Bernard en unmomento de necesidad libertaria,lejos de calificar la ciencia de ene-miga o hermanastra de la religión,ciencia y religión se integran parael conocimiento y promoción delhombre y del maravilloso legadoque lleva en su mente y su alma.

El universo espera del hombre lavida del pensamiento.

Es evidente que la salud ha dadopasos gigantescos. Muchas enfer-medades infectivas han sido derro-tadas, otras están siendo bombar-deadas por la investigación cientí-fica. Pero el aumento de las enfer-medades mentales (y la droga es u-na señal y un producto de ello) noestá compensado por una contrao-fensiva proporcionada.

Creo que al respecto cabe abrirpaso a un "planteamiento de Medi-cina preventiva y recreadora, la ú-nica medicina digna del hombremoderno porque es la medicina-ciencia de lo que podrá ocurrir enel futuro, el objeto del hombre queestá creciendo en cuanto personay sujeto, y que representa su voca-ción preestablecida. (La fe se haceObra, pág. 160).

Me refiero a higiene, equilibrioy desarrollo mental.

¿Se puede afirmar que al au-mento medio de la prestancia y sa-lud física corresponde un incre-mento del nivel medio de salud ydesarrollo mental y, por consi-guiente, moral?

A una religiosidad médica au-téntica no se le puede escapar quelo mejor del maravilloso conjuntohumano es la mente, de la que de-pende todo lo demás; depende lavaloración de nuestra naturaleza,el conocimiento reflejo de noso-tros mismos, la captación de la di-mensión trascendente connatural.

"et tu fac similiter", es decir hazsencillamente lo que hizo el Sama-ritano, que es Cristo - médico y sa-cerdote -, y cualquier individuoque decida seguirle. Mi problemaes el poco tiempo a disposición.

Voy a intentar sintetizar para sa-lir de este mar donde nado muy agusto porque lo siento más mío.

Ya he dicho que los egipciosconsideraron el sentido de la vidademasiado alto como para no dedi-carle tumbas - preludio de eterni-dad - y como para no valorar el ar-te que preserva la vida, cuando es-te arte es inteligente y eficaz comola de Himnotep, comparable sólo ala naturaleza divina.

También he mencionado queAsclepios hizo de la medicina unacto sagrado y sacerdotal.

Hipócrates hizo de la medicinauna ciencia antropológica. Su doc-trina médica plantea el tema delpacto social en virtud del cual almédico se le reconoce un podercontrolado tomando en cuenta tresautoridades: la conciencia, la χο−λισ y los dioses. De esta forma to-dos los maestros antiguos y nue-vos detectaron el elemento sagra-do que radica en el hombre, su sery su vida.

¿Religiosidad de la Medicina?No voy a abordar, y lo siento, el

tema de la religiosidad de la medi-cina mahometana, de la llamadaalternativa, normalmente rechaza-da por la sociedad avanzada peroque sería más útil adqurir e inte-grar. Me refiero a la medicina na-turalista, la oriental china, cada u-na con su propio legado de sabidu-ría. Ahorro espacio para una rapi-dísima reflexión sobre la Medicinade Dios: Rafael-Ref-El-, tal y co-mo nos la presentó Jesús, el Cristohijo de David.

Con el Cristianismo, o mejor di-cho, con la irrupción de Dios encarne y hueso en la historia delhombre, la religiosidad de la medi-cina es la medicina practicada porDios y, obligatoriamente, que no-sotros mismos podemos aplicar:"Id, enseñad y curad". Una orden-carisma "curad" que hace del mé-dico un verdadero sacerdote, unestudioso para ser maestro "ense-ñad", y que le obliga a un univer-salismo antropológico, es más teo-antropológico "id". "Todo lo quehareis a uno de estos mínimos escomo si lo hicierais a mí" Dios, hi-

La verdadera dimensión delhombre radica en el conocimientode sí mismo y de la propia mente.

El instante del hombre, que paraél es como si fuera la eternidad, es-tá ahogándose en la sicología co-lectiva de la muchedumbre y delruido. El espacio para pensar se es-tá reduciendo a ojos vistas.

El hombre, la medida del todo,corre el riesgo de no tener la fuerzapara soportar el producto científi-co de su propia mente si no se lepermite reflexionar sobre el todo.

De ahí la prioridad de la medici-na curativa y preventiva, de uncomponente básico del hombre, elequilibrio y el desarrollo de lamente, plataforma de lanzamientopara entrar, tras la época industrial,terciaria y telemática, en la epocade la sabiduría, como yo la llevosoñando desde hace tiempo, es de-cir la edad adulta de la humanidad,donde avanzarán ciencia, pensa-miento y amor sobre un diseño yun camino iluminado por la sabi-duría y la inteligencia hacia la ver-dad.

Lo expuesto hasta aquí es tan só-lo una modestísima introducción alo que tendría que decir ahora so-bre el concepto religioso de medi-cina, tal y como se expresa en el

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jo del hombre.Una orden carismática en grado

de producir hospitales-templo, asícomo los adelantó la genialidadgriega encantada de un hombre, enKos. Epidauro, Alejandría, tem-plos-ciudadelas de medicina viva,arte, ciencia, filosofía y culto a ladivinidad, orgullosa amiga delhombre. Es difícil decir si Cristopasó más tiempo enseñando o cu-rando. No necesitaba estudiar. Élcuraba a todos, incluso cuando losenfermos le seguían a la otra orilladel lago, a los refugios donde des-cansaba. Mateo dice que Jesús a-cogía a los enfermos incluso denoche, tanto es así que sus colabo-radores más estrechos se quejanporque no les queda tiempo ni pa-ra comer (..., Mt 9,35; Mc 3,10; Lc6,18-19). Jesús-médico enseña,cura y reza al mismo tiempo.

Cabe destacar que el sacerdociode Cristo se desarrolla entre dosexpresiones indivisibles como bra-zos de un mismo cuerpo: a) la curade las inteligencias y por consi-guiente de las almas mediante lacomunicación del nuevo y revolu-cionario mensaje; b) la cura de lacarne de la gente, cura integrada enese mensaje. Éste es el legadotransmitido a sus seguidores "Id,enseñad y curad". Y no: "Id ense-ñad, curad". Sino "Id, enseñad ycurad". Como si enseñar sin curarperdiera eficacia y curar sin ense-ñar fuera curar a medias.

Cuando Jesús se enfrenta conenfermedades graves y la muerte,primero reza y luego actúa infali-blemente, incluso tratándose de uncadáver en putrefacción. (Mc 7,34;Jn 11,41-42). No hay nada más es-piritualmente sublime, más enérgi-camente humano. Desde el Padre,origen de la vida, hasta la materiay el complejo misterio del hombre,un conjunto de potencia y fragili-dad, aspiraciones etéreas y lazosque aparentemente lo vuelven todoprofano. En Jesús, hijo de David,todo lo que pertenece al hombre -el hambre, la ignorancia, el peca-do, la enfermedad y la muerte - sevuelve a ligar a Dios, sin soluciónde continuidad.

Es más, la fase aguda de la vidahumana, como la enfermedad y lamuerte, es un impulso que aceleramás aún el acuerdo o alianza entreDios y el hombre. No hay nadamás realistico y al mismo tiempo

rar? La respuesta se encuentrasiempre en Cristo: del mismo mo-do en que se concilian las biena-venturanzas de la pobreza, aflic-ción y persecución con la parábolade Epulón, con la amonestaciónsobre la misericordia ("sed miseri-cordiosos y encontrareis miseri-cordia") subre la condena ("nocondeneis y no sereis condena-dos").

El sufrimiento es un patrimonioexclusivamente humano, pero nopor eso tenemos que desanimarnosen la lucha "científica" contra laenfermedad, la muerte, así como laignorancia. Ésta es la razón por lacual el hospital moderno no puedeno ser el Templo de la Medicina-ciencia y del Sufrimiento.

Aislar el sufrimiento y la enfer-medad en el ángulo oscuro de undesgaste inútil no corresponde a unens intelligens. Adorarlos como sifueran sagrados es insuficiente sino se interiorizan, es decir si no losvivimos como le corresponde a unens sapiens, y al mismo tiempo loscombatimos con todo lo que nos o-frece la ciencia y la organizaciónsocial para derrotarlos. Vivir reli-giosamente el sufrimiento y lamuerte no es lo mismo que vivirlascon resignación pasiva.

Algo parecido enseñaba Hipó-crates cuando decía que la fiebrehay que verla desde un punto devista positivo, como una señal dela capacidad para luchar en vistasde la victoria: χρισισ para la ευ−χρασια .

La resignación supone la com-pasión y la piedad "cómoda", sinó-nimos de rendición y capitulación,lo cual discrepa con la afirmacióndel libro de la Sabiduría que dice:"Dios no ha creado la muerte; hacreado todo para la existencia, lascriaturas del mundo son sanas; enellas no hay veneno de muerte", yyo digo: el veneno que hay, hayque quitarlo conforme a la siguien-te lógica: Dios ha entregado alhombre el mundo "bruto" para quepoco a poco lo perfeccione.

¡Y ésto no me parece un contras-te entre religión y ciencia, cuerpo yalma, laicismo y confesionalidad,ciencia y valores!

Como el propio hombre, tam-bién la medicina es sagrada, o me-jor dicho, es un servicio sacerdotalsin compartimentos estancos. Elverdadero médico es un verdadero

más existencialmente religioso.La enfermedad y la muerte ata-

can las raíces del hombre, pero deahí, como por presión osmótica, sedestila la religiosidad y el elemen-to sagrado que radica en la medici-na y en el sufrimiento.

Si la medicina se esconde anteesta evidencia, es como si dejaradescolorarse y secarse una plantadejándola a oscuras.

"Cúrate y no peques más" es lafórmula farmacológica de Jesúsque partiendo de las raíces del in-

dividuo, lo invita a comprenderse,cura su cuerpo y lo recompone eu-crásicamente en relación con suautor. Jesús-médico cura a todo elhombre, no sólo sus órganos. Pue-de parecer obvio, sobre todo paraquien conoce la doctrina cristiana.Pero la realidad es muy profunda eimplica a todo el ser humano, suinteligencia, su voluntad, sus de-rrotas y sufrimientos.

El mensaje y la práctica cohe-rente de Cristo, que empieza en elseno del Padre, pasando por el in-greso en el mundo de la carne, lacruz y la resurrección de la propiacarne, no dejan lugar a dudas, ytampoco a equivocaciones.

¿El sufrimiento? ¿Cómo se pue-de conciliar con el precepto de cu-

64 DOLENTIUM HOMINUM

religioso, más aún: es el verdaderosacerdote del altísimo Dios de lavida.

El Evangelio de Jesucristo nodeja lugar a incertidumbres: elhombre es un unicum bio-sico-es-piritual.

Aquí está la elección: o toma-mos el evangelio al pie de la letra,y entonces nuestras obras tienenque ser lo más posible consecuen-tes con nuestra fe; o lo tomamos enparte, es decir como una excelentedoctrina abstracta; entonces hayque aceptar la definición de judíoateo Sigmund Freud: demasiadoscristianos están bautizados a me-dias.

El Santo Padre, Papa Juan PabloII ha afirmado que en la santidadse juega la credibilidad del Evan-gelio.

El concepto de hombre planteala cura de su vida como ejerciciode todo el saber y el hacer, un ejer-cicio que representa la motivacióny la finalidad de la religiosidad.

¿Quizás es una valoración exa-gerada del hombre? Lo sería sinCristo. Es más, sin Cristo, el hom-bre sería enemigo de sí mismo, co-mo muchos que no conocieron aCristo, comenzando por Platón,consideraron insalvable el dualis-mo.

¿Y quién, en medicina, trabajabien para la vida independiente-mente de Cristo?

Trabaja inevitablemente comomedicus naturaliter christianus.En efecto Dios, al asumir la natu-raleza humana en Cristo, llevaconsigo todo el universo en armo-nía polifónica.

Es el misterium Dei o el secretodel rey, como afirmaba el arcángelRafael a la familia de Tobías.

Lo he comprobado en mi propiaexperiencia: el verdadero médicosiente revolcársele dentro un mis-terioso sacerdocio, incluso el mé-dico que se considera agnóstico.

Percibo una pregunta que mellega de este público: ¿es posible,hoy en día, concretas este plantea-miento religioso, cultural y estruc-tural?

Yo digo que sí, con tal de que sesupere la mentalidad del contrasteentre ciencia y fe, laicidad y profe-sión religiosa.

¿Medicina profesionalizada? Sí.¿Medicina sofisticada? Sí¿Medicina antropológica? Sí

Yo propongo y, en cuanto im-pulsor de una medicina nueva,promociono una medicina que re-ciba el "sello" de sagrada por el he-cho de que, gracias a la encarna-ción del Verbo, el germen de Diosse siembra en la substancia queconstituye la entidad del hombre.

Si la medicina, encrucijada de lacultura global, lo descubre, podrásacar una energía que atraerá comoun imán todas las leyes del univer-so para alcanzar la salud perfecta.

Dios ha decidido entrar en la hu-manidad como ocasión de encuen-tro vital. La vida se ha vuelto nue-va potencia divina porque Dios,tras crearla, la ha experimentadoen sí mismo. Por lo tanto, curar si-gue la lógica del rescate irresistibleque el germen divino lleva a cabofísica e incesantemente.

La nueva valoración de la vidadel cuerpo, que se está producien-do en la actualidad, es el efecto deCristo que le ha devuelto su senti-do auténtico, el de hijos de Dios,todos iguales contra el odio, la in-justicia, las discriminaciones deraza, nacionalidad, clase.

Cualquier forma de renuncia a lacura y al culto de la vida es una ab-juración de la ciencia y de Dios.Nadie ha creido tanto en el hombrecomo Dios, que se encarnó en elhombre, transmitiéndole todos losrecursos necesarios para el creci-miento del cuerpo y del alma quele llevará a cotejarse con Dios, he-cho cuerpo y alma con la divini-dad. Cualquier esfuerzo para pre-servar y promocionar la vida siguela misma dirección de Dios, ade-más que la de la civilización.

Cristo manda curar, y nos da elpoder para hacerlo, en virtud de unprecepto: el amor al prójimo que elEvangelio encarna como un tapizúnico, que nunca va a deshilachar-se.

El Samaritano se vuelve un ope-rador sanitario en virtud del amor;se organiza y obra con indepen-dencia. Paga, a pesar de que no es-té obligado desde un punto de vis-ta civil. El índice de su compromi-so es tan sólo el amor. Es la formade hacer medicina, de enseñarla.El amor nos hace tomar concienciade la unidad del hombre y del ver-dadero motor que equilibra el uni-verso de sus células y la estructurameta-síquica. Este centro motor esla inteligencia indivisible, el almainmortal que custodia la verdad:Dios ha creado por amor y ha con-tagiado todo con su amor.

El amor es el rasgo principal dela vida, es la substancia, la causa,la meta y el medio más eficaz y e-nérgico para curarla e infundirle e-nergía. El amor es una voz esencialque procede, sin detenerse, de laincógnita profundidad del Immo-tus: una ontología eterna rebosantede amor. El hombre y un sinfin deseres la escuchan. Ellos mismos,creados por amor, traslucen amor,se dejan alentar por él y lo dejanresonar en sus obras, sobre todo lasobras para la vida, como si fueraun himno de creación purísima.

Prof. LUIGI MARIA VERZÉPresidente de la Fundación

«Centro San Romanello del Monte Tabor»Instituto Científico, Hospital San Rafael

Milán (Italia)

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El título que he dado a esta inter-vención mía no es un desafío albuen sentido, ni una defensa debi-da de una categoría del saber -el fi-losófico- y menos aún de la castade los filósofos con menospreciode la ciencia médica y de sus estu-diosos y agentes. En este lugar se-ría una falta de sentido, incluso de-masiado fácil de refutar.

Este título debe entenderse des-de el punto de vista de la paradoja;y la paradoja, en su mensaje másauténtico no tiende, como a menu-do se cree, a suscitar asombro porsu extravagancia sin consecuen-cias, sino a hacer salir a la superfi-cie un aspecto de la verdad que, engeneral, queda en la sombra. For-ma parte de la esencia de la para-doja reconocer en principio la ver-dad y las razones de lo que no esparadójico sino más bien modo co-mún, acreditado, de sentir y pen-sar.

En nuestro caso se trata de lamáxima antigua, repetida durantesiglos (¡y no es casual que se digasiempre en latín!), en la que se a-firma el primado del vivir sobre elfilosofar. Pero no debemos dete-nernos en la interpretación que deella dan tanto el hombre resignadoal suceder de los acontecimientos,como el libertino preocupado sólode vivir a su gusto, acabe todo co-mo acabe.

Si observamos bien, la máximaque examinamos no establece in-mediatamente una neta contrapo-sición de valores: o vivir o filoso-far. Por el contrario, establece en-tre ellos una secuencia según prio-ridad -un antes y un después- queciertamente no excluye el valordel saber filosófico, ni podría ha-cerlo, ya que es común la convic-ción de que precisamente a la filo-

sofía corresponde la competenciaen el mundo de los valores, mien-tras a la ciencia compete el campode los hechos. Aquel después in-dica, por lo tanto, la subordina-ción del filosofar en cuanto a pro-minencia y, en definitiva, a efica-cia en comparación con la cienciadel vivir (por llamarla así) encuanto a capacidad de conoci-miento y operativa.

Así pues, el vivir aventaja al fi-losofar en el terreno de los hechos,por los siguientes principales mo-tivos. En primer lugar, hay una ra-zón elemental: no todos los vivien-tes son filósofos, mientras que to-dos los filósofos son vivientes. Ylos filósofos tienen prioritaria ne-cesidad de vivir para poder filoso-far; no es casual que el porcentajede sus suicidios sea mínimo, auncuando hacen su elogio en los pro-pios escritos.

En segundo lugar, gran parte dela filosofía moderna sostiene el re-lativismo de los valores, mientrasque el vivir exige la certeza de loshechos y no de las opiniones. Entercer lugar, el mejor juez de lacuestión es el enfermo, o quien te-me llegar a serlo o teme estar yaenfermo, incluso a la manera delmalade imaginaire puesto en esce-na por Molière.

En busca de certidumbres, el en-fermo puede hacerse arrollar por loque, con el gran antropólogo Clau-de Lévi- Strauss, llamaré el "pen-samiento en estado salvaje", es de-cir, el pensamiento emotivo, inme-diato por la urgencia de una situa-ción real.

En semejante contingencia, elenfermo podrá incluso dirigirse aun charlatán o a un curanderopráctico. Pero con eso mismo de-muestra que hasta en semejante si-

tuación se tiene y se siente la nece-sidad de dirigirse a quien sabe (ose cree que debe saber): al hombredel saber. En condiciones culturaly psicológicamente normales, elhombre del saber es el clínico co-nocido por su capacidad diagnósti-ca y operatoria, o sea, emblemáti-camente, el médico. A él se dirigeen primer lugar (o del todo) el en-fermo para la tutela de la propia sa-lud, y no al filósofo.

El filósofo, en sentido riguroso,no tiene, en mi opinión, ni modoni razón para refutar las argumen-taciones citadas. Pero está en con-diciones de hacer valer otras noincompatibles con aquellas y,ciertamente, no insignificantes.En verdad el hombre común y nosólo el filósofo, no se limita a de-sear una vida cualquiera y tam-poco solamente la vida sana queel médico puede asegurarle con suciencia.

Desea también una vida serena,feliz dentro de lo posible, y labuena salud es un elemento im-portante de esa vida. Pero no esexclusivo: entran en juego otrosfactores de naturaleza no médica,para los que es competente el filó-sofo (en sentido amplio, que com-prende al teólogo, al maestro deespiritualidad).

En esta perspectiva no está endiscusión el valor de la vida, sinola vida como valor, o sea, al mar-gen del juego de palabras como loabsoluto del valor de la vida. Loque la pone en tela de juicio son ra-zones reales, absolutamente nodesdeñables, de tipo múltiple y amenudo acumulable. Me limito arecordar tres categorías principa-les.

Por una parte, están las innume-rables razones de la infelicidad que

SERGIO COTTA

Primum philosophari?

66 DOLENTIUM HOMINUM

derivan, ya de las graves condicio-nes de salud (enfermedades cróni-cas o incurables o en fase terminal,handicaps, etc.); ya sea de las con-diciones económicas, sentimenta-les, morales. No me refiero a casosque llevan al suicidio, fenómenominoritario aunque, al parecer, enalarmante aumento; más bien merefiero a otros mucho más difundi-dos, en los que la vida se presentacomo un fardo pesado difícil desoportar, una tribulación.

Por otra parte se dan las razonesopuestas: las que se apoyan en lafortaleza de ánimo, que inducen atomar sobre uno mismo, por sí y/opor los otros, aquel duro pesohasta el punto de conferir al sacri-ficio voluntario de la propia vidala dignidad de un deber solemne eimperioso, al que no se puede fal-tar so pena de la pérdida de la pro-pia identidad personal. Una anti-gua máxima romana, de marca es-tóica, ha sellado lapidariamente elfundamento de estas posiciones:"Propter vitam, vivendi perderecausam": en nombre de la vida,perder la razón misma del vivir.

En fin, el valor de la vida acabaperdiendo su carácter de absolutoen clave ni dolorosa como en elprimer caso, ni de peso, como en elsegundo, sino más bien de espe-ranza sublimadora. Me refiero a laconvencida creencia religiosa en lainmortalidad personal, compartidapor las grandes religiones, espe-cialmente por las descendientes deAbraham.

El cristianismo ha encerrado es-ta creencia en otra fórmula escul-tórea con más luz que la estóica:"vita mutatur, non tollitur"; la vi-da, nuestra vida, cambia, pero nonos es quitada. Por el contrario, senos da la verdadera vida, como de-clara San Pablo con incisivo radi-calismo: "para mí, vivir es Cristo ymorir un triunfo". Es ciertamenteuna creencia religiosa, pero a laque añade fuerza persuasiva unatradición de grandes filósofos-desde el Platón del "Fedón" hastael Kant de la "Crítica de la razónpráctica"- y de grandes poetas,desde el Dante de la "Divina Co-media" hasta el Goethe del triunfofinal del "Fausto", traducido enmúsica y difundido sobre las uni-versales ondas sonoras por las ópe-ras de Gounod y de Boito.

Bajo todos estos aspectos, aun

tan diferentes entre sí, la contribu-ción de la filosofía es decisiva encuanto a la crítica del valor absolu-to de la vida.

A un relativizado de este modo,el valor de la vida sigue siendoprioritario, puesto que ella es lacondición necesaria para que lapersona pueda decidir si respetarlay en qué medida, o renunciar a e-lla, a partir de un juicio de valor(por lo tanto filosófico) y no de he-cho (es decir, científico). Además,cuando se trata de la tutela de la sa-lud, parece razonable afirmar queel saber (la ciencia) del competen-te en materia de salud -el médico-debe no sólo preceder, sino preva-lecer sobre el saber del filósofo ode quien lo reemplace.

Sobre todo bajo este aspecto pa-rece respetada la moderna distin-ción epistemológica que atribuyea la ciencia el estudio de los he-chos que declara lo que es, y a lafilosofía el estudio de los valores,la valoración apreciadora que loque debe ser hecho, función mo-ral. A tal respecto se invoca la lla-mada "ley de Hume", según lacual sería falaz el inferir el deberser del ser de cualquier cosa. Peroprecisamente en el terreno de lavida y de la salud de hecho no seaplica (ni es aplicable de modo rí-gido) esa "ley".

Por lo demás, ésta no está im-plicada en el pensamiento deHume, filósofo atento a equilibrarsentimientos (hasta justificar susacrificio desinteresado) y utili-dad. Por otra parte, es precisa-mente la concreta relación entremédico y paciente lo que pone enevidencia la sinergia curativa en-tre diagnóstica científica y com-prensión humana del enfermo.

Pero si es simple justificar y re-comendar esa sinergia en teoría,no es fácil realizarla en la prác-tica. El camino más generalmenterecorrido hoy es el de las comisio-nes mixtas de expertos en los dife-rentes campos: médicos, psicólo-gos, moralistas, tanto agnósticoscomo creyentes.

Es difícil valorar sus resultados,a menudo de compromiso, y si esbastante probable que no se puedair más allá, dado el estado actualde la cultura occidental fuerte-mente relativista, este método si-gue siendo inadecuado. No es fá-cil que el confrontarse de una plu-

67VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ralidad de competentes en campostan heterogéneos, pueda dar frutosde rigurosa y verificable veraci-dad. Bajo todos los aspectos ob-servados, la contribución del sa-ber filosófico es importante, sinduda alguna, porque está en con-diciones de hacer valer las razo-nes de la moral incluso en el te-rreno de la salud, tanto en la fasede su tutela preventiva como en lade la cura. La aportación de la fi-losofía no es meramente residualpero tampoco está circunscrita enel campo de la moral, como habi-tualmente se piensa.

El hecho es que ciencia médicay filosofía tienen en común el ob-jeto primario de su conocimiento,a diferencia de ciencias como laquímica o la física. Es el hombreviviente, en sí, en su indivisibleplenitud psico-somática (en el sen-tido amplio del término), el hom-bre síntesis viviente de naturalezafisiológico-pulsional y espiritual-reflexiva.

Es esta constitucional síntesisantropológica lo que da la razón deque haya en nosotros una moralcomo capacidad de juicio sobre elpropio hacer y operar. En estaperspectiva, la sinergia curativa seconcreta no sólo como una necesi-dad práctica del curar técnicamen-te bien, sino como respuesta a laprofunda exigencia moral del sal-vaguardar al individuo humano enlo que él es. De tal modo la contri-bución de la filosofía en el campoque estamos explorando, consisteen conjugar la vida buena (moral-mente) con la vida sana (científi-camente).

Pero la función de la filosofíano se detiene en la determinaciónde la responsabilidad moral en elcampo médico. Está en condicio-nes de dar una justificación toda-vía más profunda. En este as-pecto, no es sólo una obligaciónrecurrir al testimonio de Hipócra-tes, sino que para el filósofo esuna necesidad. Sin duda, el jura-mento anti-aborto, que de él tomael nombre, se coloca en la esferade la moralidad, por dos connota-ciones suyas.

La primera es formal: un jura-mento establece un deber ser, y eldeber ser (el Sollen, el Ought) esla forma de la moralidad; la se-gunda es sustancial: este jura-mento obliga y compromete a res-

petar la vida humana en su mo-mento de surgir.

Todo esto es obvio, pero sólo enun primer nivel de observación. Auna mirada más atenta puede mara-villar el tono categórico de la con-clusión. La cultura clásica griegatiene un elevado sentido de la vida,luminosa condición operante encontraste con la desolada e inerteoscuridad del Mundo de las Som-bras, el Hades. Sin embargo, la vidaestá bajo el signo del destino, de lasacralidad del hado, al que uno nosólo no puede rebelarse, pero ni si-quiera desconocer su verdad. A és-ta se inclinan los gloriosos héroesde las épocas belicosas, como Héc-tor y Aquiles, o las víctimas dolien-tes pero indómitas de las tragedias,como la Antígona de Sófocles o laMedea de Eurípides.

¿Por qué, entonces, tanto y tansolemne rigor en el caso del abor-to? En realidad no hay contradic-ción: el destino de muerte es pade-cido casi como contrapaso de lagloria y de la firmeza, en cambio elaborto es procurado y voluntario;el primero es según naturaleza ydebe ser aceptado, el segundo escontra naturaleza y debe ser con-denado.

Determina su gravedad imper-donable (de donde el recurso a lasacralidad del juramento) el hechode que quien lo comete es precisa-mente quien -el médico- es custo-dio de la vida puesto que es cono-cedor de la naturaleza y, por lo tan-to, 'científico' del hombre.

La referencia a la naturaleza, e-sencial para comprender el mensa-je hipocrático, requiere sin embar-go más profundo estudio, que per-mita comprender en qué sentido esevocada la naturaleza como funda-mento de la moral. De hecho, en lacultura de la modernidad occiden-tal, el término "naturaleza" desig-na o una realidad puramente pasi-va y neutra a disposición de la vo-luntad del hombre, o una realidadnegativa que hay que combatir.

En cambio, en la cultura clásica,"naturaleza" -como palabra, con-cepto, entidad y en cuanto a sensi-bilidad- tiene una fuerte valenciapositiva. Bajo todos esos aspectosdesigna el todo del mundo: el glo-bal universo antropo-cósmico, cu-yo conocimiento es garantía de ver-dad íntegra, puesto que es conoci-miento del todo en sus partes, y no

68 DOLENTIUM HOMINUM

de cada parte no comunicante en eltodo. Verdad, por lo tanto, global,dentro de la cual se hace posible laverdad del hombre en su especifici-dad. Así pues, en el discurso de ver-dad referente a la comprensión deeste todo, ciencia y filosofía no sondistinguibles entre si, en cambio es-tán unificadas en el término de e-pisteme, a la que se contrapone lafalsa ciencia de la opinión.

Es sintomático de la compren-sión de la unidad del saber, que laverdad del complejo y articuladouniverso antropo-cósmico, alcan-zada mediante una episteme unita-ria, sea expresada en "leyes", tér-mino válido durante siglos tantopara las leyes de regularidad delmundo físico y animal, como paralas fundamentales y no arbitrariasdel mundo humano. Y tampoco escasual que el sector humano, con-siderado más reacio a conformarsea una ley, a la legalidad, e inclina-do, en cambio, al arbitrio, haya a-parecido siempre en aquella cultu-ra como el sector de la política, delpoder. La "vida buena" auspiciadapor Aristóteles para la comunidadpolítica, era precisamente la quederivaba del "gobierno de las le-yes" y no de la sumisión al "go-bierno de los hombres". Un textoejemplar bíblico del Antiguo Tes-tamento permite comprender có-mo el clásico sentido fuerte de lanaturaleza subsiste transformado -o sea bajo otra forma sustancial-en los milenios sellados por la cul-tura hebráico-cristiana. En el librode la "Sabiduría", el principio cre-acionista es expresado de modoparticularmente significativo parael presente estudio. Dice el escritorinspirado: "Tú has llamado a la e-xistencia toda cosa... todas son tu-yas, Señor, amante de la vida, por-que tu espíritu incorruptible estáen todas las cosas" (Sab.,11, 25-26y 12,1). Sea dicho por incidens,por el filósofo que soy y no por elteólogo que no soy: la ciencia mo-derna ha demostrado la falacia dela idea antigua-clásica de la eterni-dad de la materia (y la presuntuosaafirmación de Laplace). El cientí-fico moderno sabe bien que el pe-riodístico big-bang está en el ori-gen de lo mensurable con la mo-dernísima medida crono-espacialdel espacio-tiempo, pero no es elorigen de sí mismo: es un origina-do.

No se trata -apenas es el caso dedecirlo- de volver a la antigua in-distinción entre saber científico ysaber filosófico. Sería una empresainsensata por la distancia que ya seha creado, y con razón, entre losdos campos y métodos de indaga-ción: constatación empírico-obser-vativa del mundo físico por un la-do, e introspección reflexiva sobreel hombre en sí y en sus proyeccio-nes, por otro lado. Se trata, encambio, de darse cuenta del hechode que en ambos campos siempreopera el mismo sujeto -el hombreinvestigador- y siempre a la busca,en ambos, de certidumbre y deverdad. Este hombre no es satisfe-cho por un saber parcial, adviertesu limitación y ambiciona un sabercompleto: lo necesita. Pero estanecesidad no es el privilegio de losestudiosos, sean científicos o filó-sofos; hasta el hombre más senci-llo siente esa necesidad y respondea ella, aunque sea de forma simple,ingenua, fantasiosa, en "estado sal-vaje", por decirlo así, al modo deLévi-Strauss.

La investigación es, por lotanto, la característica propia delhombre viviente; este es, pues, lafuente unitaria y común del ansia,de la necesidad de saber; indefi-nido en su origen, pero incluídoentre los dos polos extremos: de laciencia más rigurosa, por unaparte, y de la más penetrante filo-sofía, por otra. En esta perspectivasale a la luz la singular figura delhombre, a primera vista paradó-jica. De hecho, el hombre está enel mundo, vive del mundo, nopuede vivir fuera; pero al mismotiempo está más allá del mundopor la propia capacidad de cono-cerlo, interpretarlo, juzgarlo.

Mas la paradoja es sólo apa-rente y es tal para aquella filosofíaque pretende negar al hombre unapropia naturaleza que no sea la delcontinuo hacer y cambiar. "Elhombre no tiene naturaleza, sinohistoria" - es la enfática y perento-ria afirmación de Ortega y Gasset,que expresa perfectamente el pen-samiento del idealismo y tambiéndel pragmatismo empirista moder-nos: en general, del pensamientometafísico. En realidad, la singu-lar participación en el mundo y ala vez en el más allá del mundo,es la naturaleza específica delhombre, y marca la específica

modalidad de presencia dentro delmundo.

Toda la gran filosofía cristianaes consciente de eso y siempre haentendido la naturaleza humana eneste sentido y no en sentido sola-mente biológico-naturalista. Peroaquí creo más oportuno citar el lú-cido testimonio de uno de los másgrandes filósofos de nuestro tiem-po: Ludwig Wittgenstein. Precisa-mente en su Tractatus logico-phi-losophicus (en alemán) encontra-mos esta perentoria afirmación:"El sentido del mundo no puedeestar más que fuera de él" (Tract.,6.41), argumentada con feliz uniónde rigurosa lógica formal y de pe-netrantes observaciones empíricas."Fuera del mundo" está, cierta-mente, Dios, también para Witt-genstein, que, como buen filósofo,lo nombra das Mystiche, el Místi-co, en relación con el cual el hom-bre puede comprender al mundoen su realidad "como una totalidaddelimitada" (Tract.,6.45): la mo-dernísima astrofísica está conven-cida de ello. El hombre, por lo tan-to, está por su propia naturalezadentro y más allá del mundo, pues-to que con su conocimiento señalasu límite.

La paradoja que he anunciado:"Primum filosofari" se revela aho-ra como la más simple y hasta ba-nal de las verdades: para vivir hayque comprender la vida y paracomprender ésta es necesario com-prender la naturaleza del hombreen su bivalente relación con elmundo. Por eso es necesario partirde la filosofía, pero de aquella filo-sofía que no repudia la naturaleza,sino que la acepta como terreno fe-cundo de la propia investigación. Yaquí una renovada filosofía de lanaturaleza permite al filósofo y, an-te todo al médico, científico y agen-te, encontarse y cooperar, puestoque ambos están unidos en el tenercuidado del hombre en su sintéticaunidad. Precisamente en el cuidadose reconocen (deben reconocerse)plenamente hombres en la integra-ción de saber científico y saber filo-sófico, en una dedición al hombreque, en lo más hondo, es amor.

Prof. SERGIO COTTADocente de Filosofía del Derecho

en la Universidad "La Sapienza", Roma.Presidente de la Unión Internacional de

Juristas Católicos Italianos

69VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Eminencias, señoras y señores.Agradezco al Cardenal Angelinipor su invitación y por el privile-gio que tengo de hablar a esta a-samblea.

Me han pedido hablar sobre elSIDA como enfermedad del cuer-po y del espíritu. Es relativamentefácil hablar del SIDA como enfer-medad del cuerpo; hablar de él co-mo enfermedad del espíritu, encambio, ofrece varias interpreta-ciones. Mi punto de vista será el deun hombre de ciencia biomédico.

Nos acercamos al final de nues-tro milenio con el orgullo de haberrealizado grandes pasos hacia ade-lante en este siglo en el campo dela ciencia médica. Esto es verdad yeste orgullo lo podemos compren-der. Sin embargo, a veces se ha lle-gado incluso a la arrogancia. Enlos años setenta no era muy raroque en algunos centros médicosoccidentales, se creyera que las en-fermedades infectivas fueran algo"passé". Que aquellas serias ya ha-bían sido "vencidas". Las enferme-dades infectivas eran consideradascomo un problema solamente del"Tercer mundo".

Por esta razón, algunas escuelasmédicas prestigiosas hasta abolie-ron el Instituto de Microbiología.Estábamos muy seguros de noso-tros mismos. Pero los microbiossiempre han estado con nosotros,desde cuando la humanidad ha te-nido origen y seguirán estando connosotros hasta el final. En ese perí-odo, el virus del SIDA, apareciórepentinamente como un león ape-nas salido de la floresta que se lan-za contra su víctima. En 1981 sediagnosticaron en los Estados Uni-dos los primeros casos del SIDA ydesde 1982 inició una nueva epi-demia o pandemia. El SIDA, en e-

fecto, estaba destinado a ser la pla-ga contemporánea.¿Cuáles son los mensajes? El pri-mero y también el más obvio esque las grandes epidemias van yvienen, a menudo de manera re-pentina; las epidemias del pasadogeneralmente han desaparecido enel marco de pocos siglos sin la par-ticipación los grandes descubri-mientos de la medicina moderna;se han ido repentinamente. En po-cas palabras, la ciencia médica de-be permanecer humilde frente a lanaturaleza y recordar que los mi-crobios siempre han estado pre-sentes entre nosotros y con noso-tros permanecerán desde el iniciohasta el final. El segundo mensaje,conexo con el primero, es que aunsi quisiéramos dividir al mundo deacuerdo a un orden de tipo econó-mico, en "primer mundo", "segun-do mundo" y, como a menudo sedice, "tercer mundo", el mundo delos microbios, el de los virus, estáasumiendo cada vez más una iden-tidad propia. Además, la inclina-ción prioritaria que estas enferme-dades estuviesen limitadas a luga-res remotos, que no fueran "paranosotros", constituía un ejemploimpresionante de la arrogancia so-cial, que nos lleva al tema de esteencuentro.

¿Cuál es el origen de la epide-mia del SIDA? Ante todo, debe-mos considerar el origen de los vi-rus. Los hombres de ciencia bio-médicos han demostrado que el vi-rus del SIDA (HIV), ha nacido enlas florestas fluviales africanas yque ha penetrado en el hombre através de los monos que a menudoson usados como fuente de la ali-mentación. La sospecha es quelimpiando este alimento, se hayanverificado ocasiones de contagio

mediante heridas accidentales. Noobstante esto haya ocurrido variasveces en el pasado, somos cons-cientes del hecho que esta epide-mia es reciente. Los primeros ca-sos en el pasado fueron descubier-tos en los Estados Unidos en 1981,y estos pacientes han sido infecta-dos probablemente en los años se-tenta y tal vez aún antes. Probable-mente las primeras infecciones enlas florestas fluviales africanas hansido raras y casuales, con la perso-na contagiada que terminaba sien-do abandonada con su enferme-dad. Después de haber efectuadoestudios sociales, yo creo que laenfermedad ha tenido su origen enlos decenios posteriores a la postguerra (Segunda Guerra Mundial),cuando los colonos abandonaronel Africa central. Las personas nohabían aprendido bien los nuevosmodos de vida, y quizás habían ol-vidado ya aquellos viejos. Juntocon las explosiones de las guerrastribales, tuvo lugar una significati-va migración de la campaña haciala ciudad. Esto llevó a un aumentode la prostitución. La floresta flu-vial había llegado a la ciudad.

Después de la Segunda GuerraMundial, se verificaron tambiénmayores cambios sociales en elglobo. El enorme aumento de losviajes aéreos y de la promiscuidadsexual, el desarrollo tremendo delempleo, de parte de muchas perso-nas, de drogas por vía intravenosa,y el uso de sangre para fines médi-cos (transfusiones) y de derivadosde la sangre de una persona a otray hasta de una nación a otra, hanhecho que la posibilidad rara y re-mota de transmitir el virus rápida-mente se convirtiera en habitual yglobal. La floresta fluvial estaba entodos lados.

ROBERT C. GALLO

El SIDA como enfermedad del cuerpoy del espíritu

cientemente me ha dicho que laduración promedio de la vida delas personas en Uganda era de 46años, pero que ahora ha bajado a37 por culpa del SIDA. Existenmuchas estadísticas más que ho-rrorizan.

¿Quién está actualmente infec-tado? La tasa más elevada se re-gistra entre las mujeres, los niños ylos pobres.

¿Cuál es el futuro de la epide-mia? No es fácil preverlo, ya quela epidemia está sujeta a continuoscambios. Además, la transmisióndel HIV es favorecida por la pre-sencia de otras enfermedades ve-néreas y ¿quien está en grado depredecir el futuro de los comporta-mientos humanos? Existen impor-tantes resultados también de partede nuestro amigo Dr. Max Essex,Director del Harvard AIDS Institu-

mucho más transmisibles por víaheterosexual. Es posible que estostipos pronto aparecerán en Europay en las Américas.

¿Cuál es la importancia del SI-DA con respecto a las demás en-fermedades? No son pocas las ve-ces que escucho afirmar: muchaspersonas mueren por enfermeda-des al corazón o por cáncer, etc.Este es un tema al que debemosresponder con mucha atención yaque es algo común que los hom-bres de ciencia médicos favorez-can su "enfermedad preferida", yla respuesta no debe hacer aumen-tar esta preferencia. En términossencillos, podemos decir que el SI-DA está aumentando actualmentey en general afecta a los jóvenes,provoca muchos sufrimientos ydespués un determinado períodode la enfermedad declarada, arrui-

SIDA produce muchos sufrimien-tos, más allá de cualquier otra en-fermedad conocida. Los pacientesse vuelven demacrados, se infec-tan con innumerables microbiosmás por los efectos que tiene elHIV sobre el sistema inmunitario,microbios que a veces pueden des-figurar a la persona; el cerebro esinfectado por el HIV y esto puedecomportar problemas sicológicosy cambios neurológicos; se puedendesarrollar algunos tipos de cán-cer. Es supérfluo hablar aquí deltemor ante el sufrimiento, del de-sastre desde el punto de vista eco-nómico, de la pérdida de los con-tactos y de la muerte.

¿Qué podemos decir sobre laresponsabilidad y sobre los varios"grupos en peligro? ¿Podemosculpar al niño infecto por la madre?¿Podemos culpar a la mujer infecta

70 DOLENTIUM HOMINUM

¿Cuál es la situación actual dela epidemia? No tengo en cuentade manera rigurosa los informesmensuales. Os repito lo que dicenmuchos epidemiólogos: que de los2,000 casos hemos pasado a los 30o 50 millones de personas actual-mente contagiadas. Todos conocenlos efectos destructores que el SI-DA ha producido en muchos paí-ses africanos y del reciente aumen-to vertiginoso del número de en-fermos en los países asiáticos. Micolega, el Dr. Robert Redfield, re-

te de Boston, que nos informan so-bre los posibles cambios de la na-turaleza de la epidemia, que de-penden de la aparición de particu-lares tipos de HIV en la población.Ha descubierto que los tipos delHIV dominantes en Asia y en Afri-ca son capaces de infectar mayor-mente las células de la superficievaginal femenina o de la uretramasculina, frente a los tipos domi-nantes de HIV en América y enEuropa. Por tanto, es posible quelos tipos asiático y africano sean

na a las familias, mina nacionesenteras, provoca otras y peores en-fermedades y puede favorecer eldesarrollo de otras epidemias cau-sadas por otros microbios (se con-sidere el retorno virulento de la tu-berculosis). La investigación sobreel SIDA tiene una importancia di-recta sobre muchas enfermedadesmás.

¿Qué podemos decir brevemen-te sobre el SIDA en cuanto enfer-medad del cuerpo? En palabrassencillas, podemos afirmar que el

71VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

que me han asignado. Muchas per-sonas son más calificadas que yopara discutir sobre esto, en particu-lar los que se encuentran en "pri-mera línea" frente a la enfermedad,los que proporcionan los cuidadosde base a las personas en el mo-mento de la muerte, los que ayu-dan a soportar los sufrimientoscrónicos, etc. en este grupo estáncomprendidos, obviamente, loshospitales católicos que se ocupande estos cuidados, como por ejem-plo en la ciudad de Nueva York yen muchos países pobres. Comohombre de ciencia y como indivi-duo que ha conocido a varios pa-cientes, mis observaciones sugie-ren que las enfermedades másgrandes del espíritu en una situa-ción de SIDA son la desesperacióny el miedo; la desesperación y eltemor de ser objeto de discrimina-

Obviamente, existe la necesidadcontinua de contar con agentes sa-nitarios que otorguen los cuidadosbásicos - enfermeros, médicos, pa-ramédicos - y administradores quehagan operativos los hospitales ylos asilos de enfermos crónicos.Los educadores están involucradosconstantemente. Existe la necesi-dad de la familia y de los amigos,del sostén político y de la clase di-rigente, de inversiones financierasfuertes de parte de la sociedad queduren años, de muchos tipos dehombres de ciencia, de cuerpos or-ganizados y, quizás de manera par-ticular, de la Iglesia.

* * *

Termino este breve comentariocon una consideración positiva.Creo que al concluir el 1995 tene-

por su marido? Creo que no. ¿Quépodemos decir en relación a lasprostitutas? Considero que en sumayoría ellas no elijan librementehacer este oficio, sino que sean em-pujadas por la pobreza, por la dro-ga, o tienen a sus espaldas una fa-milia desgraciada. ¿Debemos in-culparlas? Creo que no.

* * *

El SIDA como enfermedad delespíritu ha sido otro de los temas

ción, de ser juzgados, por la ruinadesde el punto de vista financiero,de perder la familia, de una posiblepérdida del trabajo, de ser evitadoscomo los leprosos del pasado, porla destrucción familiar, por el su-frimiento, por la muerte. A vecesestos sentimientos se transformanen miedo, en odio y en rabia.

El SIDA como enfermedad paratoda la sociedad.

No conozco ninguna enferme-dad como esta que incida sobretantos segmentos de la sociedad.

mos buenas noticias. La primeraes que tengo la impresión que exis-te una sensible mejora en la com-prensión y del interés de toda la so-ciedad (no obstante a veces yo estépreocupado por la autocomplas-cencia de algunos ambientes). Lasegunda es que los lentos perocontinuos progresos sobre esta en-fermedad y sobre los virus, reali-zados por los estudios científicosde base, están abriendo las puertasa lo que podrá marcar el final delSIDA como enfermedad horrible eincurable.

La posibilidad de que la infec-ción por HIV pueda ser contro-lada y que una persona pueda vi-vir bien con el HIV parece estarcercana. Existen varias razonespara creerlo. Ante todo, existenlas informaciones relativamentenuevas que un subgrupo de perso-nas infectadas por HIV, aunquesean una pequeña parte, vivenbastante y bien. Por tanto, tene-mos confianza que sea posible vi-vir bajo el control en estas condi-ciones. Por otro lado, en recientesresultados clínicos, dos o más fár-macos combinados con objetivoHIV han producido una mayor eimponente supresión del HIV conrespecto a uno solo.

Tercero, está surgiendo un asen-so en lo que se refiere al campo dela investigación, lo que indica quela terapia anti-HIV precoz y "dura"sea la aproximación más correcta.Sin embargo, estas aproximacio-nes que se refieren a sustanciasquímicas pueden ser tóxicas si sesuministran por largo tiempo. Es-tamos trabajando sobre algunasnuevas aproximaciones de tipobiológico contra el HIV, y que ten-gan una toxicidad mínima o no sertóxicos por ninguna razón, de ma-nera que su empleo pueda ser a lar-go plazo, ya que la terapia contrael HIV con mucha probabilidad re-quiere un tratamiento que debe ha-cerse en todo el arco de la vida. Elobjetivo primario del nuevo "Ins-tiute of Human Virology" en la U-niversidad del Maryland, en Balti-mora, será lograr una terapia mejorcontra el HIV.

Prof. ROBERT C. GALLODirector del "Institute of Human Virology

Medical Biotechnology Center"Universidad del Maryland en Baltimora

EE.UU.

72 DOLENTIUM HOMINUM

El Buen Samaritano no era unmédico, sino un ciudadano que seocupaba de los demás. La profesióndel médico es una profesión huma-nitaria. En los últimos decenios, sinembargo, el rápido desarrollo de laciencia y de la tecnología práctica-mente ha transformado la figuraclásica y humanista del médico enla de un técnico competente. Lasmutaciones generales políticas, so-ciales y económicas de este siglohan removido los fundamentos dela ética médica. Esperamos que elsiglo XXI recupere el equilibrio en-tre la tecnología y el aspecto huma-no en el ejercicio de la medicina.

1. Crisis y cambios en laenseñanza médica

Actualmente las escuelas de me-dicina dan demasiada importanciaal logro de conocimientos científi-cos biomédicos. Se concede poca a-tención a las connotaciones profe-sionales; asimismo, dada la super-especialización, las capacidadesson fragmentadas y la mayoría delos médicos practicantes se concen-tra sobre las enfermedades, másbien que sobre las personas enfer-mas. En todo el mundo, los estu-diantes y profesores de medicinason cada vez más conscientes de lasactuales alteraciones de la tradiciónde Hipócrates y del espíritu de abne-gación, ejemplificado en la parábo-la del Buen Samaritano. Existe unmovimiento global, de parte de unaleadership de oraganizaciones inter-nacionales, en particular la "Federa-ción Mundial para la EducaciónMédica", que tiende al cambio y a labúsqueda de la educación en la cali-dad médica. Los recientes cambiosen la organización de la práctica mé-

dica y de los servicios sanitarios hantenido como resultado una baja o u-na pérdida de la "deferencia". Casien todas partes los institutos médi-cos se encuentran ahora frente al re-to de restablecer la "deferencia" enel ámbito médico. Deben tender a s-tandards profesionales que sean a-ceptables lo más posible desde elpunto de vista general, mediante u-na reforma de la educación médicabásica, que debe estar afianzada porprogramas post-doctorado conti-nuativos. Es necesario coordinar eintegrar el gran número de discipli-nas y de especialidades que contri-buyen en la formación de un doctoren medicina. Esto podría hacerse,ante todo, describiendo las caracte-rísticas comportamentales o el per-fil del estudiante al concluir el perí-odo establecido (años) de estudiosen medicina.

2. Perfil del médico competentey deferente

El médico debe demostrar unacapacidad de saber resolver losproblemas; esta capacidad se iden-tifica con el nombre de reflexiónprofesional esto se asocia a Actitu-des profesionales claramente iden-tificables, unidas a una serie de ca-pacidades psicomotorias descritascomo capacidades profesionales;asimismo, debe ser una enciclope-dia viviente, personificando una"información básica" bien integra-da, lo que se llama conocimientoprofesional. La suma de estas con-notaciones comportamentales es elresultado de la práctica integral delmédico. Estos elementos deben es-tar centrados alrededor de un temacentral de la Medicina -los méto-dos clínicos- es decir, examinar la

historia de las enfermedades de unpaciente, seleccionar e interpretarlos resultados de las investigacio-nes, informar sobre el tratamiento,sobre la rehabilitación y sobre laprevención; educar al paciente, ala familia y a la comunidad; traba-jar "en centros u oficinas sanita-rios" junto con agentes de otros te-ams y dirigir un servicio sanitariolocal en beneficio de la comuni-dad.

3. Reflexión profesional,resolver los problemas

La reflexión profesional, típicade un médico competente, ha sidodescrita como modo crítico de ra-zonar, una medicina basada sobrela evidencia, una capacidad clínicade tomar decisiones y resolver losproblemas. Estas característicasderivan en general del estudio decierto número de disciplinas cientí-ficas aplicadas a la medicina -la ba-se científica de la práctica médica.Las más importantes son: Anato-mía, Fisiología, Farmacología,Biofísica, Bioquímica, Patología,Microbiología, Inmunología, His-tología, Embriología, Parasitologíay Entomología. Se ha sugerido quesean establecidas de manera defini-tiva en algunas disciplinas-clave.La reflexión profesional puedeconsolidarse gracias al análisis fi-siológico clínico, de la patologíaclínica y de la farmacología clínica.

4. Actitudes profesionales, aspectohumanitario y atención médica

Cuidado de los enfermos y de losheridos, la misma consideraciónpara todos, convicción de los costeseconómicos para los pacientes, a-

GOTTIEB MONEKOSSO

La práctica integrada del médicoen el cuidado de las enfermedades

73VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

daptación a los diferentes ambien-tes socio-culturales, conciencia delos propios límites, y un profundorespeto ético por la vida, estas sonalgunas de las características profe-sionales que esperamos encontraren los médicos. Es necesario que e-llos aprendan, o que se les enseñe,el estudio y la aplicación de ciertonúmero de disciplinas que se ocu-pan del bienestar físico, mental yespiritual de las personas, ya seaque se trate de individuos, de fami-lias o de comunidades. Estas disci-plinas, es decir la Etica, la Antropo-logía, la Sociología, la Sicología, laDemografía, la Genética, la Econo-mía y la Administración, propor-cionarán la base humanitaria de lapráctica médica. Se ha propuestoestablecerlas de manera definitivaen algunas disciplinas claves. Lasaptitudes profesionales pueden re-forzarse mediante el análisis de laética, de la sociología y de la eco-nomía en campo sanitario.

5. Capacidades profesionales -vastos conocimentos clínicos

Los estudiantes de medicina lo-gran muchas capacidades durantelos estudios médicos básicos que,en general, son ampliados luegocon la práctica médica. Estas capa-cidades son, sin embargo, muyfragmentadas en una amplia varie-dad y el gran número de especiali-dades. Se podría asegurar la prácti-ca integrada organizando para losestudiantes de medicina experien-cias "directas" en tres áreas princi-pales: capacidad en el cuidado delos pacientes, complementada porlas capacidades de laboratorio/in-vestigación y capacidades admi-nistrativas y de directiva. Estas sonlas capacidades profesionales delos médicos. Las capacidades en elcuidado de los pacientes se refuer-zan gracias al trabajo en clínicamédica en colaboración con pedia-tras, geriatras y siquiatras; en clíni-ca quirúrgica y en las especialida-des quirúrgicas; en obstetricia y enginecología. Las capacidades delaboratorio y de exploración se lo-gran trabajando en el campo de laclínica patológica, cliníca radioló-gica y en los sectores de exámenesclínicos. Las capacidades adminis-trativas comunitarias se desarro-llan trabajando y aprendiendo jun-

to con los demás durante las tareasprácticas referentes a la salud co-munitaria, estadísticas sanitarias,planificaciones y administraciónsanitaria, financiamientos sanita-rios y trabajo en grupos comunita-rios, como por ejemplo en los co-mités sanitarios, en los comités pa-ra el desarrollo y la participaciónen los estudios de comunidades.

6. Conocimentos profesionalesbásicos e integrados

Los conocimientos profesiona-les se han ampliado considerable-mente gracias al progreso de laciencia y de la tecnología. Las en-señanzas de los médicos deben"centralizar" los conocimientos e-senciales en la práctica médica. Es-to ha sido resumido en tres temasprincipales como son el reconoci-miento de la enfermedad, la gestiónde la enfermedad y la prevenciónde las enfermedades en los indivi-duos y en las comunidades. los co-nocimientos profesionales de losmédicos se refieren a una serie in-creíble de disciplinas, pero se clasi-fican en general en las tres categorí-as siguientes:

- reconocimiento de la enferme-dad: patologías médicas, quirúrgi-cas y ginecológicas, y disciplinasafines

- gestión de la enfermedad: me-dicina, cirugía, obstetricia y gine-cología, pediatría, geriatría, siquia-tría, etc.

- prevención de las enfermeda-des: sanidad pública y respectivasdisciplinas; epidemiología, nutri-ción y condiciones ambientales, sa-lud de la madre y del niño, saludprofesional y control de los distur-bios.

7. Educación médica calificada

Los médicos que tienden hacia elcuidado global de los enfermos y desu comunidad, cuyo perfil corres-ponde a las características arribamencionadas; médicos, médicos defamilia, médicos de comunidades,con el papel principal de curar, de-berían poseer una educación médi-ca calificada. Asimismo, deberíanestar en grado de enseñar a otros a-gentes sanitarios y comprometerseen la investigación sanitaria califi-

cada, en el arte y en la ciencia delcurar las enfermedades. Se ha suge-rido que la calidad (una caracterís-tica difícil de aprender) depende dedos variables, aparentemente con-tradictorias: la perfección y la com-petencia. Una escuela de medicinay sus estudiantes pueden ser apre-ciados por la comunidad científica(perfección) y por la comunidad lo-cal (competencia). Las facultadesmédicas del mundo y cada uno desus departamentos probablementepueden caracterizarse por la bús-queda de la perfección y de la com-petencia o por el logro de la calidad(de los cuidados), uniendo al mis-mo tiempo perfección y competen-cia.

8. Unir a la ciencia el aspectohumanitario

Un ambiente marcadamentecientífico, que subraye la aplica-ción de la ciencia y de la tecnología,ayudará a resolver los problemasque derivan de la reflexión profe-sional. El logro de capacidades y deconocimientos ayudarán al médicoa resolver el problema, a "hacer al-go" y a demostrar la propia capaci-dad de "curar al enfermo". Pero, enúltimo análisis, son las aptitudesprofesionales del médico que de-terminarán hasta qué punto estascapacidades y estos conocimientosserán beneficiosos para el paciente.En otras palabras, se trata del gradode los cuidados. Como en la pará-bola del Buen Samaritano, el pa-sante sigue su viaje sin detenerse yconfía en sus medios para el viajede regreso, del mismo modo lasmejores intenciones y las más aus-piciables aptitudes profesionalespueden ser inadecuadas si falta lareflexión profesional (la capacidadde resolver los problemas). La basecientífica y aquella humanitaria dela práctica médica deben caminaral unísono.

9. Renacimento del aspectohumanitario en la medicina

Las facultades de medicina detodo el mundo han logrado unaconsiderable experiencia en la en-señanza de la ciencia biomédica; lasegunda mitad de este siglo ha vis-to un entibiamiento del aspecto hu-

74 DOLENTIUM HOMINUM

manitario en la medicina, y con e-llo una significativa disminucióndel papel y del lugar que ocupanlos médicos en la sociedad. Un im-portante reto para las escuelas mé-dicas y para la profesión médica ensiglo XXI será favorecer una in-versión de tendencia.

Por este motivo, otra considera-ción de la práctica integral del mé-dico se concentrará en la enseñan-za insistente y consciente de las ap-titudes profesionales aconsejables.En esta área, los modelos de los ro-les son importantes; un pequeño"ejemplo" puede ser mucho másimportante de muchos "discursos".Los maestros de medicina influyende manera significativa en el com-portamiento de sus estudiantes y elmodo como se practica la medicinaen una sociedad determinará tam-bién el modo de enseñarla.

10. Cultivar las aptitudeshumanas

Desde el punto de vista pedagó-gico, son importantes los pre-re-quisitos para la admisión de losestudiantes y los métodos para se-leccionarlos. Los métodos actua-les favorecen las finalidades cog-noscitivas, pero se examina tam-bién detenidamente la valoraciónde finalidades no cognoscitivas yla cualidad de las experiencias u-niversitarias o escolares; en parti-cular, se examina la participaciónde los candidatos en actividadessuplementarias a los estudios.

A veces se realiza una evalua-ción sobre el carácter y el ambien-te socio-cultural. Y, una vez en laescuela de medicina, el progresodel estudiante en el desarrollo apti-tudinal debería ser controlado pa-ralelamente al progreso hecho pararesolver los problemas, en las ca-pacidades y en el conocimiento.Teniendo en cuenta la base huma-nitaria de la práctica médica, ciertonúmero de temas debería ser inge-grado con la actividad central de lavida práctica de un médico - losMétodos clínicos -. Siguen algunosde estos temas.

11. Cuidado del enfermo

El cuidado del enfermo, la solici-tud hacia las personas, el compro-

miso para ayudar a los demás (sa-liendo del propio camino, como elBuen Samaritano), estar al alcancede las personas, estar dispuestos ala acogida de manera amigable y o-cuparse de los demás, están antesdel dinero y de cualquier otra consi-deración. Es preciso ocuparse cui-dadosamente de las personas, res-petando su autonomía y la relaciónconfidencial médico/paciente, in-teresarse de la situación de la vidade una persona no sólo como "casointeresante" y proporcionar unacontinuidad, complementa el cui-dado completo de toda la persona.Este cuidado comprende el logrode algunas cualidades propias deun buen enfermero.

12. Interés por la saludde la comunidad

Extender el cuidado hacia el in-dividuo, a su entourage y a su co-munidad; un cuidado centrado so-bre la persona que tiene como pun-to focal una situación en la vida delciudadano -recién nacido, niño, a-dolescente, joven, adulto, anciano;un cuidado que se basa en la co-munidad organizada por los miem-bros de la familia en determinadascomunidades (pueblos rurales, ba-rrios de las ciudades) así como enun centro o en una oficina sanita-ria, involucrando a los leaders yconsejeros de la comunidad; saludde la comunidad administrada lo-calmente mediante actividades bá-sicas, de planificación y gestiónsanitaria a nivel local, informaciónsanitaria, financiamientos para lasalud de la comunidad, abasteci-mientos de medios sanitarios esen-ciales (medicinales, vacunas, etc.).

13. Conciencia de los límitesprofesionales

La conciencia de los propios lí-mites profesionales y de las propiascapacidades de parte de un médico,así como de las capacidades opera-tivas de un hospital, de un centro oinstitución sanitaria al que pertene-ce el médico, adaptarse a esta capa-cidad operativa e informar a los pa-cientes sobre los centros más equi-pados, sobre los especialistas y so-bre sus servicios más adecuados.La conciencia de los límites profe-

sionales debería ser ayudada porprofesores y colegas, por revistas,clases particulares y debates, etc. Alos estudiantes se les debería acon-sejar que lleven un diario para re-gistrar sus experiencias.

14. Equidad y justicia social

Se debe tener la misma conside-ración para toda persona, hombreo mujer, perteneciente a una clasesocial elevada, media o baja, sindistinción de raza, religión, tribu,riqueza, país, provincia o zona deorigen. Algunos grupos particula-res de personas deberían tener cui-dados particulares, como por e-jemplo los toxicómanos, los alco-hólicos, el que tiene particularesdisturbios sexuales, el que es afec-tado por el SIDA, etc. Los estu-diantes y los praticantes deben tra-tar de reconocer concientementesus tendencias discriminadoras,sean preconcebidas o inconscien-tes, esforzándose por superarlas.

15. Conciencia de los costessanitarios

El médico debería ser conscien-te de los costes que comportan loscuidados sanitarios para el pacien-te, sus familiares y los amigos y,obviamente, para la comunidad yla nación. Los costes para los cui-dados del enfermo no son única-mente de carácter económico, sinoimplican también una pérdida detiempo que se quita a la escuela oal trabajo, con la consiguiente pér-dida de productividad y de oportu-nidades para las relaciones inter-personales y familiares. Los médi-cos son conscientes que las perso-nas indigentes se enferman conmayor frecuencia y a menudo demanera grave. El peso de las enfer-medades es más costoso en los pa-íses más pobres.

16. Adecuarse a las diferentescircunstancias

Los médicos aprenden a ade-cuarse a los ambientes socio-cultu-rales que cambian. Su primer retopuede ser la lengua, la cultura y laspersonas alrededor de la escuela demedicina. La lengua local es de

75VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

importancia vital en la práctica clí-nica. Resolver los problemas loca-les predominantes que se refieren ala salud es el primer paso hacia lacelebridad, a nivel nacional y has-ta a nivel internacional. Adecuarsea una cultura local o nacional es elpaso más importante hacia la capa-cidad de trabajar de manera efi-ciente si fueran llamados a otro pa-ís. Los médicos deberían conocerperfectamente al menos una de lasprincipales lenguas extranjeras.Todo esto requiere una cierta "a-pertura mental", el compromiso yla humildad de aprender y de se-guir aprendiendo otras cosas ade-más de la ciencia biomédica. A-daptarse no significa, sin embargo,disminuir los standards profesio-nales y éticos.

17. Respeto ético por la vida

Un gran respeto ético por la vidanos hace entrar en las profundida-des de la ética en los cuidados mé-dicos, que inicia con la misma con-sideración para todas las personas

y el respeto por la autonomía delindividuo. Ella personifica el prin-cipio, muy conocido, de no hacerningún mal (primun non nocere).Los cambios en el comportamien-to social (o lo que se entiende porcomportamiento social) y los desa-rrollos de la tecnología imponenhoy a cada médico que comprendaplenamente y se asuma sus respon-sabilidades en el campo de la ética:el aborto, la eutanasia, el cuidado oel sacrificio de los niños nacidoscon malformaciones, el cuidado ono de las enfermedades mentales,el trasplante de tejidos y de órga-nos (donador, receptor, relacionescon el médico), procreación in vi-tro (niños concebidos en laborato-rio), el morir con dignidad, la noparticipación en la tortura, para nomencionar el impacto en rápidocrecimiento de la ingeniería gené-tica en el campo médico. Estos te-mas complejos no pueden ser lo-grados a través del estudio de ca-sos abstractos, sino analizadoscuando se verifican, durante lasexperiencias de cada día junto conlas cuestiones biomédicas.

Conclusiones

Creemos que la práctica integra-da del médico, en el cuidado delenfermo, requerirá una nueva o-rientación de los programas de e-ducación médica conforme a las lí-neas que proponemos aquí. Lasmaestros y los estudiantes debencomprender que mientras obser-van los árboles detalladamente, noolviden ver los contornos de la flo-resta. Creemos que está al alcancede todos los institutos médicos te-ner como objetivo formar médicosque sean totalmente competentes ydeferentes. Esto no requerirá nin-guna reorganización o restructura-ción de las facultades. Unicamenterequerirá la plena aceptación departe de los maestros y de parte delos alumnos, ya que los institutosmédicos existen ante todo y sobretodo para la práctica integrada delos médicos en el cuidado de lasenfermedades.

Pr. GOTTIEB MONEKOSSODirector Regional Emérito

para la Sección Africana de la Organiza-ción Mundial de la Sanidad - Camerún

76 DOLENTIUM HOMINUM

El slogan o título que precedeun anterior convenio es ya una de-finición del concepto de la vidapara el cristiano: "Gloria Dei Vi-vens Homo" (La Gloria de Dios esel Hombre Viviente).

En la Biblia el salmista repeti-damente vuelve sobre el tema dela vida como bendición especialdel Señor:

"Los muertos ya no alabanal Señor,

ni tampoco los que bajaronal Sepulcro.

Nosotros, los vivientes, benedicimos al Señor."

(Salmo 115)

"Qué penosa es para el Señorla muerte de sus amigos!................................"No, no moriré:Viviré para publicar lo que hizo

el Señor.El Señor me castigó duramente, pero no me entregó a la muer-te".

Al mismo tiempo se califica co-mo Bendición del Señor para eljusto una vida larga para que vealos hijos de sus hijos hasta la ter-cera y cuarta generación.

Pero no solamente la Biblia noshabla de la muerte como un mal yde la vida como una Bendición,sino que además nos dice lo mis-mo con respecto a la enfermedade invoca el salmista al Señor pararecuperar la salud y dar graciaspor esa recuperación:

"Estaban debilitados yoprimidos,

a causa de sus rebeldíasy sus culpas;

la comida les daba nauseas, y

ya tocaban las puertasde la muerte.

Pero en la angustia invocaronal Señor y El los liberó de sus tri-bulacionse: envió sus palabras ylos sanó salvó sus vidas del Sepul-cro"

(Salmo 107)

"Estoy afligido y enfermodesde niño,

extenuado bajo el peso detus desgracias;

tus enojos pasaron sobre mí,me consumieron tus terriblesaflicciones."

(Salmo 88)

"Tu Señor me levantastedel abismo

y me hiciste revivir,cuando estaban entre los

que bajan al Sepulcro..............................................."Entonces te invoqué, Señor,e imploré tu bondad:Qué se ganará con mi muerteo que yo baje al Sepulcroacaso el polvo te alabará o

proclamará tu fibridad?

Y canta el salmista por boca deaquel que ha sido curado y por eljusto que vive una larga vida consalud:

"El justo florecerá comola palmera, crecerá comolos cedros del Libano:

trasplantado en la casa delSeñor, florecerán los atriosde nuestro Dios.

En la vejez seguirá dandofrutos,

se mantendrá frescoy frondozo".

(Salmo 92)

El tema de la medicina y el mé-dico es tratado también amplia-mente en la Sagrada Escritura; asíen el Eclesiástico, 381, leemos:"Honra al médico por sus servi-cios como corresponde, porquetambién a él lo ha creado el Señor.La curación procede desde el altí-simo y el médico recibe presentesdel rey; la ciencia del médico a-fianza su prestigio y él se gana laadmiración de los grandes; el Se-ñor hizo brotar la plantas medici-nales y el hombre prudente no lasdesprecia. El Señor dio a los hom-bres la ciencia, para ser glorifica-do por sus maravillas. Con esosremedios el médico cura y quita eldolor y el farmacéutico preparasus ungüentos". No sólo esto sinoque además preceptúa que se cui-de de la salud y en caso de enfer-medad rogar al Señor por la cura-ción y además recurrir a los me-dios medicinales para ello: "Si es-tás enfermo, hijo mío, no seas ne-gligente, ruega al Señor y El te sa-nará. No incurras en falta, en-mienda tu conducta y purifica tucorazón de todo pecado. Después,deja actuar al médico porque elSeñor lo creó; que no se aparte detí porque lo necesitas. En algunoscasos tu mejoría está en sus ma-nos, y ellos mismos rogarán al Se-ñor que les permita dar un alivio ycurar al enfermo para que se resta-blezca".

Durante los primeros siglos delCristianismo así como surgieronlos anacoretas que se alejeban delmundo para dedicarse exclusiva-mente a la alabanza del Señor yponerse únicamente en sus ma-nos, también se dio cierto ascetis-mo que despreciaba todo lo cor-poral y veía en la enfermedad y enel descuido de lo corporal como

FRANCESCO EDUARDO TRUSSO

La medicina y el cristianismo

77VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

una bendición del Señor. Estepensamiento y actuar corrió para-lelo con el que renegaba de toda lacultura humana para dedicarse ex-clusivamente a la contemplaciónde la teología y de la Sagrada Es-critura. Se unía el cuidado por lacultura del espíritu y del cuerpo auna postura pagana.

Esta concepción en la que senota la influencia platónica y ag-nóstica no fue compartida por losprincipales padres de la Iglesia nihizo escuela en la tradición delCristianismo. En contraposición aaquello de Platón de que el cuerpoes la prisión del alma y está ligadapor castigos por lo cual constituyeun impedimento para adquirir lavirtud plena, el Cristianismo res-ponde con Tertuliano "caro cardosalutis" (la carne es el cárdine dela salvación - De ResurreccionesCarnis 8 -) explicitación del puntocentral de nuestra fé: el Verbo sehizo carne.

Del mismo San Ireneo cuyaspalabras comenzamos esta rela-ción, es aquella frase “caro possi-dere in regno a spiritu potest” (lacarne es poseída del espíritu).

Exige este principio que elcuerpo sea curado mediante la hi-giene, mediante el reposo, el ejer-cicio útil y controlado y al mismotiempo que se evite aquellos ejer-cicios, aquellos alimentos, aque-llas formas de vida que van des-truyendo al cuerpo o ponen en se-rio peligro la salud. Al respecto esinteresante recordar que Santo To-más de Aquino entre los mediosque indicaba como propio paracurar la "acidia" o tristeza o lo quehoy llamaríamos la depresión, co-loca el bañarse y dormir, es decirque el santo teólogo ve en estoscuidados específicos del cuerpomedios para la salud total del espí-ritu humano. Ya en los primerospasos de la evangelización en A-mérica Hispana los Concilios ce-lebrados en América prescribíanque se cuidase de la salud y de lahigiene del indígena, del necesa-rio reposo, del ejercicio conve-niente, de la habitación higiénicay saludable (Concilios limenses,Concilios de Quito). Esos mismosmisioneros de América se ocupa-ban de los etudios de medicina enforma intensa tanto aquellos queeran propios de la técnica de losindígenas como los nuevos que se

iban desarrollando en Europa.En la liturgia cristiana se mues-

tra al sacramento de la eucaristíacomo alimento del espíritu y delcuerpo y reserva uno de los sietesacramentos para la unción de losenfermos que debe ser vista no só-lo como paso para la otra vida si-no además como medio de cura.Por eso se insiste en que no debesuministrarse solamente a los en-fermos que están ya en peligro in-minemte de muerte sino también aaquellos que estándo bajo el sufri-miento de alguna enfermedadpuedan por la unción de los enfer-mos recuperar la salud.

En los Evangelios se repite queJesús ejercía su ministerio curan-do los enfermos. No debemos veren esto solamente el aspecto mila-groso mediante el cual Cristo ma-nifiesta su divinidad y la potenciadel Padre sino también como pre-ocupación que el Hijo del hombretiene por la conservación de la sa-lud de su hermanos: su llanto antela muerte de su amigo Lázaro esbien significativa.

El Cristianismo, creyendo co-mo cree en el último fin del hom-bre para la vida sobrenatural endonde los cuerpos resucitarán glo-riosos, no se espanta de los cuer-pos enfermos, de los cuerpos mu-tilados, heridos, doloridos; por elcontrario se ocupa de manera es-pecial por ellos. Desde el princi-pio de su prédica terrena se ha o-cupado de estos cuerpos y ha de-dicado gran parte de su obra a susremedios confortamiento y ayuda.Por supuesto que ve a la enferme-dad y a la malformación como unmal pero no como un mal absolu-to que hay que desterrar a todacosta sin reparar en las normas dehumanidad y de moralidad. DiceCristo al paralítico "levántate yanda", también dice "El que quie-ra ser mi discípulo que tome suCruz y me siga". Y la Cruz esnuestro propio yo e nuestro propiocuerpo con sus dolores, sus enfer-medades, etc. y con los cuales nosasociamos a la obra redentora.

La aparente dualidad entre loque proclama el cristianismo acer-ca de la necesidad de mantener enbelleza y salud el cuerpo y cuidar-lo debidamente y aquella resigna-ción y paciencia frente a la enfer-medad y al dolor es una cara másdel misterio del cristianismo que

San Pablo llama locura para losgentiles y escándalo para los judí-os. La palabra del Buen Samarita-no ha estado siempre presente enla enseñanza del cristianismo perono sólo como obra de misericor-dia sino también como objeto deestudio e investigación para el de-sarrollo de la ciencia y de la técni-ca en su más amplio concepto.

El consentimiento informadodel paciente, la relación entre eltratamiento médico y el propiodestino del paciente, el límite dela utilización de los medios porconservar la vida y la salud, la téc-nica de la reanimación, la eutana-sia, los límites de la terapia, etc.son otros tantos temas que cuyoestudio el cristianismo ha promo-vido y promueve modernamentela medicina. Pio XII en diversas a-locuciones se ha referido a estostemas (en especial puede versediscurso sobre varias cuestionespuestas sobre las nuevas técnicasde reanimación del 14 de noviem-bre 1957); la Congregación parala Doctrina de la Fe ha trabajadosobre el tema de la eutanasia; vertambién el artículo de Manuel Cu-jás S. J. "El rechazo de la terapia"etc. Este último autor en otro tra-bajo suyo ha escrito: "La salud yla vida, concebidas orgánica y si-cológicamente, no constituyen elobjetivo último del comporta-miento moral. Son un medio, cuyaimportancia debe medirse en fun-ción de su conveniencia para al-canzar el propio destino y la pro-pia perfección, esto es el fin por elcual hemos sido creados en la cul-minación del propio proyecto devida. La teología moral ha elabo-rado siempre conceptos suficien-temente precisos que permiten de-limitar negativa y positivamentela libertad del individuo en la ho-nesta disposición de su vida y desu integridad sicofísica". Y PíoXII en el discurso anteriormentecitado delimitó el deber de con-servar la vida y la salud, señalan-do exclusivamente la obligaciónde recurrir a los medios ordina-rios, dejando aquellos extraordi-narios al arbitrio del enfermo, te-nida cuenta de la circunstancias.

S.E. FRANCISCOEDUARDO TRUSSOEmbajador de Argentina

ante la Santa Sede

78 DOLENTIUM HOMINUM

El título de esta asamblea, "DeHipócrates al Buen Samaritano",es para mí bastante problemático.El nombre Hipócrates nos conducea los comienzos de la tradición mé-dica occidental, y a la codificacióngriega de las primeras normas de é-tica profesional; pero el horizontedel juramento que lleva el nombrede Hipócrates está todavía limitadopor una inicial evocación idolátricay por ciertas angustias sobre el se-creto de la transmisión de la doctri-na y del ejercicio de la profesión.Por otro lado, el nombre del BuenSamaritano es considerado en el u-so común como el símbolo de ladedicación en la asistencia a losenfermos, de un amor que superalas diferencias nacionales y reli-giosas, y que ve en el enfermo,cualquiera que él sea, solamente aun ser humano al cual ayudar. Sinembargo la parábola del Buen Sa-maritano, tal como es formulada-por Lucas 10, conlleva los signosde una laceración polémica que pa-rece ir directamente contra el juda-ísmo. La sociedad hebrea de enton-ces, como también la de hoy, esta-ba dividida en tres estadios: sacer-dotes, levitas y simples hebreos.En la parábola, primero el sacerdo-te y el levita después, no quieren a-sistir al herido, y finalmente inter-viene un tercero, el Samaritano,perteneciente a una comunidad di-ferente, que ofrece una gran lec-ción de humanidad. En la parábolahay, pues, un gran ausente, el he-breo simple. Alguien ha sugeridoque la version original de la narra-ción hablala justamente de él; elhecho es que el texto oficial hablade un Samaritano y que una de lasposibles morales de la narración es

la necesidad de salir de Israel paraencontrar humanidad y solidari-dad. De esta manera el mensaje dela parábola, del amor y de la soli-daridad sin distinciones, está con-taminada por esta amargura defondo, por lo que se predica muchoamor y al mismo tiempo un pocode hostilidad.

En este momento, al mismotiempo que agradezco por la invi-tación para participar en esta im-portante asamblea, deseo subrayarque mi papel es justamente hablaren nombre del ausente, de aquelhebreo simple que no habría podi-do tomar contacto con la medicinaen el templo de Hipócrates, y queen la parábola de Lucas ni siquieraes considerado como sujeto posi-ble de actos caritativos.

He hablado hasta ahora de los lí-mites de los modelos en los quetiene origen esta Asamblea; perodeseo aún más definir, a la luz delas incomprensiones del pasado,un camino común al servicio delhombre y particularmente de quiensufre. Es necesario captar en losmodelos del pasado las grandes in-tuiciones de progreso, encontrarlas raíces en la propia tradición decultura y de fe, y ponerlos al servi-cio de la colectividad.

Partiendo propiamente de la pa-rábola del Samaritano, para co-menzar quisiera subrayar tres pun-tos. El primero se refiere a la críti-ca a los sacerdotes. Un pasaje tal-múdico (Joná 23a) narra casi conhorror una historia de sacerdotesque se habían acuchillado en elTemplo por un problema de prece-dencias en el servicio; el comenta-rio rabínico a esta historia, que - senote - es contemporáneo y quizás

anterior a la parábola, es que paraciertos sacerdotes los problemastécnicos de pureza ritual eran mu-cho más importantes de la vida hu-mana, incluso de la vida de losmismos hijos de los sacerdotes. Esla diagnosis desconsolada y la au-tocrítica de un mundo religiosoque advierte los límites y los riegosdel ritualismo y del tecnicismo ju-rídico, no obstante considere el ritoy la ley como elementos funda-mentales de la vida religiosa. Unsistema religioso sano y vital nopuede dejar de elevar en cada mo-mento esta crítica. El judaísmo lohace desde el tiempo de los profe-tas y nunca ha dejado de hacerlo, através de sus maestros más inspira-dos. Pero, tal como debía ser clarodesde la antigüedad, así como debeser claro hoy como exigencia ur-gente, el problema no se limitaciertamente a los sacerdotes de unareligión; sacerdote no es sólo elhombre investido de cargos sagra-dos sino que, en el sentido etimoló-gico de la palabra hebrea que indi-ca el sacerdocio, es ante todo el"servidor", por lo que cada socie-dad tiene sus sacerdotes, sus diri-gentes y los funcionarios que la"sirven" y que pueden olvidar, enel posesivo respeto del ritualismode su cargo, los valores fundamen-tales de respeto de la vida humana.A las religiones, que quizás son lasprimeras que caen en los riesgos dela pérdida de valores, pero quetambién son las primeras que ha-cen crítica y limpieza, correspondeun papel primario para reconducirlas sociedades organizadas a des-cubrir nuevamente los valores.

El segundo punto es una refle-

Judaísmo*

ELIO TOAFF

* Este artículo y el siguiente presentan ideas en relación con la bioética, formuladas según la religión hebrea y mulsumana

79VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

xión sobre la frase que concluye laparábola y es título de este Conve-nio "Vade tu et fac similiter". Elcomportamiento correcto de unhombre es visto como ejemplo quedebemos imitar. Quisiera observarque en las raíces hebreas en esta in-vitación hay una dimensión escon-dida muy amplia y grandiosa. Nohay solamente la imitación delhombre que se comporta recta-mente, hay también y sobre todo laimitación de Dios: "Sed santos -dice el Levítico 19, 2 - porque yo,Jahvéh, vuestro Dios, soy santo ".En el cántico del mar, en el Exodo15, 2 se dice: El es mi Dios, yo leglorifico. "Glorifico" en hebreo esweanveu, que sin vocales puede le-erse aniwahu, yo y El, como si yoy El pudiesen ser semejantes. Losrabinos se preguntan: ¿cómo es po-sible realizar esta idea? Simple-mente, imitándolo: "Así como Eles clemente y misericordioso, asídebes ser también clemente y mi-sericordioso" (b Shabbat 113b).Más aún, el Deuteronomio (13,5)dice: "A Jahvéh vuestro Dios se-guiréis y a El temeréis". El Talmud(bSotá 14a) se pregunta: ¿Pero có-mo es posible caminar siguiendo alSeñor? Practicamente significa i-mitar sus atributos: como El ha vi-sitado a los enfermos, como se diceque el Señor apareció a Abrahamjunto al encinar del Mambré (Gé-nesis 18,1), en el momento en queAbraham, enfermo, descansaba ala entrada de la tienda - se había a-penas circuncidado -, así tambiénvisita a los enfermos.

El hombre, como nos enseña elGénesis (1,26), ha sido creado a i-magen y semejanza divina. Es unconcepto difícil de entender, sipensamos a un Dios absolutamenteindescriptble e incomparable a larealidad humana. Habitualmentese piensa que la imagen divina delhombre sea su inteligencia, peroestas enseñanzas superan e inte-gran esta concepción. La imagendivina del hombre está también ensus capacidades morales, en la po-sibilidad de ejercer atributos comola misericordia y la solidaridad queson cualidades humanas, pero des-cienden de la esencia divina. Ejer-cer estas virtudes de parte del hom-bre, el "fac similiter" referido alplan divino, significa descubrir, re-valorar, hacer vivir y realizar laparte divina que hay en sí.

De aquí llegamos al tercer pun-to, quizás el más delicado del razo-namiento. La obligación subjetivade la solidaridad y de la misericor-dia proviene de la naturaleza divi-na que hay en nosotros. Pero de lamisma naturaleza divina que hayen cada hombre deriva tamnién lasacralidad de cada ser humano decada vida, el objeto de nuestra so-lidarida. De aquí el imperativo quehoy también es un reto para cadapersona. Pero el problema dramá-tico, que es justamente el que seplantea en la parábola, es la defini-ción del "prójimo". ¿Es legítimoponer un límite en el ámbito de lahumanidad, que separe el prójimodel no prójimo? Es demasiado có-modo y muy equivocado, desde elpunto de vista histórico, pensarque a esta pregunta los hebreosmalos hayan respondido sí y loscristianos buenos no. En realidadla pregunta atraviesa y divide entodo momento a religiones e insti-tuciones, y a cada sociedad y esta-do que hoy se proclama civil y de-mocrático. Las tentaciones de ce-rrarse son omnipresentes; inclusoJesús inicialmente no quiso curar ala mujer siro-fenicia, queriendo re-servar la parte mejor de su fuerzassolamente a Israel (que definía hi-jo, en contraposición con los de-más a quienes llamaba perros - Mt15,21-28, Mc 7, 24-3o). Toda re-volución derriba las barreras, perocrea inmediatamente otras nuevas,diferentes, quizas numéricamentemás amplias, pero no menos redu-cidas conceptualmente; y en vezde los circuncidados se ponen a losbautizados, en lugar de los oprimi-dos a los conciudadanos o afilia-dos , y así en adelante. También a-quí es necesario revalorizar con-juntamente las potencialidadesconstructivas de las religiones: delmensaje bíblico común, la afirma-ción del Salmista, que "la miseri-cordia divina está en todas las cria-turas" (Salmo 145, 9); a la ense-ñanza rabínica, que se preguntapor qué la Biblia narre que la ente-ra humanidad desciende de un úni-co hombre, y responde: para quese enseñe que cada hombre es po-tencialmente una entera humani-dad, y por tanto quien destruye aun solo individuo es como destru-yera a un mundo entero" (mSanhe-drin 5, 5). Un mensaje que el Islamha recogido y difundido en térmi-

80 DOLENTIUM HOMINUM

nos idénticos. Y para regresar a lasraíces bíblicas comunes no pode-mos ignorar, entre los numerososejemplos, la grandiosa imagen alfinal del libro de Jonás, símbolo -según la interpretación tradicionalhebrea - del conflicto entre los atri-butos de la justicia y del amor, enel que prevalece este último: elprofeta quería que la ciudad peca-dora de Nínive, la capital asiria,fuese castigada por sus culpas; pe-ro el Señor dió esta lección a Jo-nás: "Tú tienes lástima por un rici-no por el que nada te fatigaste, queno hiciste tú crecer, que en el tér-mino de una noche fue y en el tér-mino de una noche feneció. ¿Y novoy a tener lástima yo de Nínive,la gran ciudad, en la que hay másde ciento veinte mil personas queno distinguen su derecha de su iz-quierda" (Cap. 4, 10-11). Estas i-deas deberían ser una de las estruc-turas calificantes de las religionesabrahamíticas. Dice el Talmud: "Elque tenga misericordia de las cria-turas revela claramente que perte-nece a la estirpe de nuestro patriar-ca Abraham" (bBetzá 32b).

Estas consideraciones fundan elsentido religioso de la solidaridadhumana en general y de la activi-dad médica en particular. Si cadahombre es marcado y consagradopor su ser imagen divina, y comotal digno de respeto, el hombre quesufre lo es aún más. Uno no se a-cerca a un enfermo como a cual-quier otro ser humano. Basándoseen la expresión del salmo 42, 4 quedice: " El Señor nos confortará enel lecho del sufrimiento", el Tal-mud (bNedarim 40 a) dice que porencima del enfermo, literalmentesobre su lecho, se posa la presenciadivina, que lo asiste y compartesus sufrimientos; la experienciadel encuentro con la enfermedadse convierte en un encuentro conlo sagrado (bidchilu urchimu), pa-ra usar la expresión amada por losmísticos, con temor y misericor-dia, con temor y amor.

En esta perspectiva, nada es máslejano que concebir el ejercicio dela medicina como una actividad depura búsqueda y aplicación de tec-nologías científicas. El deber delas religiones hoy es remarcar quela medicina es encuentro con lo sa-grado, una práctica de sacralidad.Tomando los análisis anteriores,para quien trabaja en este ámbito

sagrado se tienen muchos llama-mientos severos y advertencias; asus sacerdotes que son los médicosy los agentes sanitarios en todoslos niveles, el acontecimiento deno perder de vista la escala de va-lores que coloca a la vida humanacomo referencia esencial y los pro-blemas "rituales", mientras la téc-nica y los progresos científicos, es-tán como instrumentos. A quienestá implicado, la conciencia deactuar realizando la dimensión di-vina en el hombre y la hermandadhumana.

La otra grande tarea, o el reto,que implica a las religiones hoy enel problema médico, es el de re-marcar la necesidad de una ética,de reglas de comportamiento pre-ciso. Todo comportamiento huma-no debe estar regulado por normas,aún más la medicina, que implicaaspectos esenciales de la condi-ción humana, y que deber ser en-tendida como ámbito de encuentroespecial con la dimensión de lo sa-grado.

El debate bioético se vuelve ca-da vez más amplio y a menudo ca-da vez más dramático ante las po-sibilidades ofrecidas por el progre-so de las tecnologías. Al mismotiempo, notamos sin embargo quequizás por la complejidad de lasmaterias tratadas y las divergen-cias de opiniones, a menudo no esfácil llegar a una norma. Pareceque una de las grandes dificultadesde nuestro tiempo: aquella de lalentitud jurídica en materia de bio-ética, con respecto a la velocidaddel progreso tecnológico, y estoincluso en el convencimiento, quehay que reconocer a la mayoría delos agentes del sector, la necesidadde una clara reglamentación de losaspectos éticos y jurídicos. Y jus-tamente de los ambientes de los a-gentes técnicos parten las normasde autoreglamentación, en ausen-cia o en espera de las decisiones dela colectividad y del Estado.

Eso contribuye a dar una nuevaimportancia a la tradición de enno-blecimiento ético de la profesión,tal como se expresa en los códigosdeontológicos. Pero si el esfuerzoético de una categoría profesionalmerece estima y atención. no sepuede dejar de ver con preocupa-ción la lentitud de las sociedadesen general para seguir y reglamen-tar problemas tan importantes. Pe-

81VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ro hay más: si la voz y la concien-cia de los agentes técnicos es parteen causa fundamental, no se pue-den ignorar también todas las otraspartes implicadas.

Dejando codificar solamente ungrupo, por más que sea laudable suintención, no todas las exigenciasy no todas las temáticas son discu-tidas y garantizadas. Quisiera po-ner como ejemplo lo que ha suce-dido en Italia en los últimos meses.Ante la ausencia de una normativaactualizada sobre todos los proble-mas de la procreación asistida, losmédicos italianos han decidido au-toreglamentarse. El Consejo Na-cional de la Federación de las ór-denes de los médicos, que se reu-nió el 2 de abril, ha adoptado unorden del día, en el cual, despuésde haber solicitado con fuerza alGobierno y al Parlamento una in-tervención legislativa rápida, haestablecido a lo largo del tiemporeglas para todos los médicos ita-lianos; quien no respeta estas re-glas es sometido a disposicionesdisciplinarias.

Examinando estas reglas, y losprincipios en los que se inspiran,surgen algunos puntos que mere-cen ser discutidos con mayor pro-fundidad. En estas reglas, la refe-rencia esencial para la valoraciónde las diferentes opciones creati-ves es el bien del que va a nacer.Por consiguiente se prohiben cier-tos procedimientos, entre los cua-les las "práticas de fecundación a-sistida en mujeres en menopausiano precoz" Es probable que estadecisión recoja hoy un amplioconsentimiento en muchas partesdel mundo, y creo que también enel mundo hebreo de hecho lo com-partirían muchos rabinos. Pero co-mo pertenencientes a religionesque encuentran su fundamento enla Sagrada Escritura, en la Biblia,no podemos poner de relieve unachocante contradicción.

El Génesis nos narra sobre A-braham y Sara, de edad adelantaday sin hijos; y del don milagroso deun embarazo hecho a Sara, delcual explícitamente se dice que es-taba en menopausia (Gn 18, 11). Elhijo que nace, Isaac, llevará en sunombre el recuerdo de la risotadade la matriarca ante el anuncio dela increíble violación de un ordennatural. Con las técnicas actualesdisponibles, hoy Abraham y Sara

trario, que se ha tratado de hacernacer niños, sin preocuparse mu-cho si sus padres biológicos estu-vieran vivos. Y esto porque, y aquívenimos a otro apecto del proble-ma, la sociedad estaba organizadaen familias ampliadas, en las que simoría una madre (¿cuántas muje-res morían por parto?), a menudohabía en la famiglia otra mujer (u-na tía, una abuela etc.), dispuesta aacoger al huérfano. Entonces, de-bemos preguntarnos si la fuerteproclamación actual del derecho,obviamente legítimo, del que va anacer, premie bastante acrítica-mente el modelo y la idea de unafamiglia nuclear y restringida, conperjuicio de una famiglia amplia-da, cuya disgregación es debida amuchos graves motivos sociales,pero en parte es expresión de unaincapacidad de convivencia, de in-dividualismo y de egoísmo.

Todo esto sirvo para subrayar lacompejidad del debate bioético, lanecesidad de escuchar las diferen-tes exigencias, las obligación dedelinear caminos e identificar so-luciones al servicio del hombreque sufre, sin fáciles permisivis-mos, pero también sin caer en ten-tación de negar todo por miedo delo nuevo o para tutelar modelos so-ciales cuya legitimidad aunque di-fundida no es absoluta. Como he-rederos de una tradición que consi-deramos inspirada, tenemos ciertaventaja y quizás también algún pri-vilegio, porque nuestro camino decierta manera está marcado y nues-tra elección está guiada. Pero estono quita sino antes bien multiplicanuestras responsabilidades.

La medicina es, como escribíaMaimonide, "por un lado, una acti-vidad especial, entre las más im-portantes del hombre, un gran ca-mino que introduce a las cualida-des y a los atributos superiores delintelecto humano, y, por el otro, alverdadero conocimiento divino"(Los ocho capítulos, cap. 5). Elprofundo sentido de lo sagradoque inspira esta concepción de lamedicina es una garantía y un retopara todos, por una mejor medici-na al servicio del hombre y al ser-vicio del Creador.

Prof. ELIO TOAFFRabino Jefe de la Comunidad

Israelita de Roma

no habrían tenido necesidad de unmilagro, y paradójicamente, conlas normas actuales, el que es Mé-dico de todas las Criaturas podríaser sometiso a disposiciones disci-plinarias de la Orden de los Médi-cos.

Dejando de lado la broma, estasconsideraciones nos deben hacerreflexionar sobre la insuficienciadel debate y sobre las consecuen-cias en las que puede llevar unaciertamente laudable urgencia dedecidir, si no tienen en debidacuenta todos los componentes. Seha decidido, repito, que "el bien

del que está por nacer debe consi-derarse siempre como el criterio dereferencia".

Estamos todos concordes que elbien del que está por nacer debeser absolutamente tutelado; pero¿por qué ignorar la legitimidad deotras solicitudes, como la de la ma-ternidad incluso tardía? Hoy se in-siste mucho sobre el derecho delque está por nacer para tener dospadres jóvenes y eficientes que lohagan crecer y, en ausencia de estagarantía no se realicen los procedi-mentos de procreación asistida. Setrata de un criterio justo y coparti-cipado, pero ¿hasta cuando será unvalor absoluto? En el pasado¿cuándo ha sido considerado estoun valor absoluto en cada socie-dad? Antes bien, es verdad lo con-

82 DOLENTIUM HOMINUM

1. Definición del Islam

El Islam es, cronológicamente,la tercera religión monoteísta apa-recida después del Judaísmo y delCristianismo, a los que hace fre-cuente referencia.

La base del Islam es el Corán (li-bro santo) revelado a Mahoma porel arcángel Gabriel. La revelacióndel Corán comenzó el año 610d.J.C. y prosiguió durante veinte a-ños.

El Islam es un sistema completoque rige tanto el aspecto espiritualcomo el civil de la vida del indivi-duo, por una parte, y de la comuni-dad, por otra; el Islam abarca todoslos campos de la actividad huma-na: espiritual y material, individualy social, económica y política.

2. Fuentes de la "Chariâa"

La "Chariâa" es el conjunto deleyes del Islam que se aplican a to-dos los musulmanes. Las fuentesde la Chariâa son de cuatro órde-nes:

1. El "Santo Corán" o verdaderapalabra de Dios, es un conjunto dedogmas contenidos en 114 capítu-los (suras).

2. La "Sunna" es el conjunto depalabras y conductas del ProfetaMahoma reunidas por especialis-tas del "Hadith".

3. Las "Kyas" o analogías es unmétodo por el cual puede deducir-se una regla religiosa, moral o jurí-dica, a partir de otra regla propues-ta por una de las dos primerasfuentes del Islam ("Corán" y "Sun-na").

4. El "Ijmaa" es la elaboraciónde nuevas reglas por los teólogosmusulmanes o "Aimmas". El "Ij-

tihad" abarca las dos últimas fuen-tes de la ley islámica (kyas e Ij-maa).

Así pues, el Ijtihad es un esfuer-zo intelectual de los "aimmas" quepermite encontrar soluciones a losproblemas no resueltos por el Co-rán y la Sunna. Esto da a los pre-ceptos del Islam una dimensión e-volutiva, permitiéndole abordartodo nuevo problema, por ejemplode ética médica, surgido por la e-volución de la ciencia. Por nuestraparte, observaremos las diferentessoluciones halladas por los "Aim-mas" ante los nuevos problemas é-ticos.

3. Los fundamentos de lamoral musulmana

La "Chariâa" o ley islámicacomprende cinco principios que elindividuo y la comunidad debenrespetar.

Son:- El testimonio de la Fe– El respeto de la vida humana– La razón– La filiación– y el dinero.El respeto de la vida significa el

respeto de la integridad física ypsíquica del hombre. Lo atestiguannumerosos versículos del Corán.

– "Hemos creado al hombre dela forma más perfecta" (Sura 95,versículo 4).

–"No modifiqueis la creación deDios" (Sura 30,vers.30).

– "Dios ha soplado en el hombresu espíritu" (Sura 32, vers.9).

– "Hemos dado la nobleza a loshijos de Adán" (Sura 17, vers.70).

El respeto de la filiación signifi-ca la salvaguardia de la perennidadgenealógica y de la filiación. Ma-

homa dijo en un Hadith: "Tened devuestra genealogía un conocimien-to que os permita estar atentos allazo de parentesco por la sangre".

El Corán ha dicho:"Dios no ha hecho de vuestros

hijos adoptivos vuestros propioshijos" (Sura 33, vers.4).

"Llamad a los hijos adoptivospor el nombre de su padre" (Sura33, vers.5).

Así el respeto de la vida, de la fi-liación y de la razón son los tresfundamentos que figuran en la ba-se de la ética médica del Islam.

4. Naturaleza del Islam: espíritude tolerancia y de liberalismo

La noción de tolerancia apareceen numerosos versículos del Co-rán.

– "Dios quiere para el hombrela facilidad y no el constreñimien-to". (Sura 2, vers.185).

"No imponemos a cada hombrelo que puede llevar". (Sura 6,vers.152).

–"No impongamos a cada unomás de su capacidad" (Sura 7vers.42).

– "Ningún constreñimiento enreligión, el verdadero camino sedistingue del error". (Sura 2, vers.256). En el Islam son relativas lasobligaciones y las prohibiciones.El Corán dice: "Se os ha prohibidola carroña y la sangre y la carnedel cerdo y la carne de la bestiapreñada, pero quien es constreñi-do sin ser rebelde ni transgresor,para éste Dios es verdaderamentemisericordioso y lo perdona" (Su-ra 16, vers.116).

Después de haber recordadociertas características de la religiónmusulmana y en particular los fun-

AHMED ZRIBI

Etica médica e Islam

83VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

damentos de su moral y de su espí-ritu, pasamos a ver en primer lugarla ética hipocrática que en granparte se encuentra en la moral mu-sulmana y, en segundo lugar, elpunto de vista del Islam acerca delas soluciones dadas a los nuevosproblemas éticos nacidos del desa-rrollo de la biología y de la tera-péutica durante los tres últimos de-cenios.

5. La ética hipocrática7.

El término "ética" se confunde amenudo con el término "moral".Actualmente, el término moral serefiere más bien a los comporta-mientos reales de un individuo ode una comunidad, mientras el tér-mino ético hace referencia ante to-do a una reflexión sobre tales com-portamientos. Tanto moral comoético varían de una sociedad a otray de un tiempo a otro5.

A pesar de esa variabilidad, loscuatro principios de ética médicaadnitidos por la totalidad de losmédicos desde hace 25 siglos (Hi-pócrates) son la autonomía, el be-neficio, el deseo de no dañar (nonocividad) y la justicia.

La autonomía incluye el respetoy la libertad del individuo. El be-neficio consiste en portar el bien alos demás. El deseo de no dañar esel deber de no hacer el mal a otraspersonas. La justicia en ética mé-dica significa cuidar a los pacien-tes sin discriminación de raza, dereligión, de riqueza o de estado so-cial, etc...

1. Principio de la autonomía.Cada persona se siente libre e in-

dependiente.No es controlada nimandada sino por Dios el creador.El Islam ha dado un gran valor a lareflexión y al aprendizaje.

El primer verso revelado porDios a Mahoma dice: "Lee ennombre de tu Dios que creó alhombre" (Sura 96, vers.1).

Numerosos hadith o palabrasdel profeta, han insistido en el res-peto de la persona, sobre la refle-xión y sobre el razonamiento.

"Ninguna oración es igual a lareflexión y a la contemplación""Ay de aquellos que leen y no com-prenden". "Una hora de reflexiónes mejor que una noche de ora-ción".

Además hemos visto antes quela razón es uno de los fundamentosde la religión musulmana. El Islamha insistido sobre la libertad inclu-so en materia de creencia religio-sa". Así el principio de la autono-mía aparece claramente en la mo-ral musulmana.

2. El beneficioEl Corán ha animado la benefi-

cencia y hasta la ha ordenado tantopara los individuos como para lacomunidad.

La limosna o "Zakat" es uno delos dogmas de la religión musul-mana. El Corán ha prometido unarecompensa para toda persona quehaya hecho el bien.

También el Hadith anima a labeneficencia.

–"El musulmán no emprende u-na acción o una plantación de laque resulte alimento para el serhumano, un animal o un pájaro,por la que no sea recompensadoen el más allá". "Una personapuede evitar un castigo en el másallá por malas acciones plantandoun palmar".

3. El deseo de no hacer daño (nonocividad)

El principio de no hacer daño hasido mencionado por el Corán y ennumerosas Hadith.

El Corán dice:"Quienes imponen una pena a

los creyentes y a los no creyentessin que la hayan merecido, esasgentes se cargan con una calum-nia y un pecado manifiesto" (Sura33, vers.58). "Nadie socorra a losprevaricadores" (Sura 22, vers.7).

"Y si dos grupos de creyentes lu-chan entre sí, imponed la paz entreellos. Después, si uno de ellos serebela contra el otro, combatid alque se rebela hasta que obedezcaal mandato de Dios; si obedece,haced la paz entre ellos con justi-cia" (Sura 49, vers.9).

Así se encuentra en la moral mu-sulmana los principios de la auto-nomía, del beneficio, de la no no-cividad y de la justicia.

Y esos principios los encontra-mos en los diferentes juramentosde médicos que han ejercido entierras del Islam. Al principio de laera islámica, los sabios musulma-nes se inspiraron mucho en la civi-lización griega para desarrollar supropia civilización.

Citemos algunos textos éticos entierras del Islam.

a) Juramento de Moisés Maimo-nides (1135-1204 d.J.C.)

De cultura hebrea, Moisés fue elmédico privado de Saladino elGrande. Su juramento insistió so-bre las nociones de beneficio y deno nocividad.

b) Juramento del médico musul-mán (1981)

Adoptado por la primera confe-rencia internacional de la medicinaislámica celebrada en Kuwait ypublicado por la organización mé-dica islámica en Kuwait, 1982.

Ese juramento ha establecidoque el practicante debe respetar ladignidad de los pacientes y su inti-midad, y no debe divulgar sus se-cretos. También ha indicado bene-ficio, no nocividad y justicia.

Así los principios éticos hipo-cráticos han sido adoptados no só-lo por los médicos en tierras del Is-lam, sino también por los médicoscon otras culturas religiosas, sobretodo hebrea y cristiana.

Sin embargo y desde hace dos otres décadas, la doble revoluciónbiológica y terapéutica ha suscita-do nuevos y graves problemas éti-cos. ¿Cómo el médico musulmánha conocido esos problemas y quésoluciones les ha encontrado? Co-mo ya hemos visto antes, los dosprimeros fundamentos de la Cha-riâa (Corán y Sunna) son inmuta-bles, mientras el "Kyas" y el "Ij-maa" permiten una reflexión sobrela ética según las circunstancias yuna solución a los problemas noresueltos por el Corán y la Sunna.

6. Islam y nuevosproblemas de éticas médicas

Desde hace unos veinte años, losnuevos problemas éticos plantea-dos por los progresos de la biolo-gía y de la terapéutica, han suscita-do la reunión de numerosos semi-narios y conferencias que han reu-nido a agentes de sanidad, hom-bres de religión y hombres de le-yes, a fin de encontrar soluciones aesos problemas, de acuerdo con laChariâa eslámica.

1 - La planificación familiarCiertamente el Islam ha anima-

84 DOLENTIUM HOMINUM

do la procreación, pero ha permiti-do, bajo ciertas condiciones, laplanificación familiar.

1.1 Métodos anticonceptivosLa técnica de retirarse antes de

la eyaculación para evitar el emba-razo, no ha sido prohibida por elIslam. Si ese problema nunca hasido evocado por el Corán, nume-rosas palabras del Profeta (Hadith)han autorizado el método de reti-rarse antes de la eyaculación paraevitar el embarazo.

Las "Kyas" o analogías permi-ten a los Aimmas autorizar los o-tros métodos anticonceptivos, acondición de no dañar la salud dela mujer: condom, preservativo fe-menino, píldora hormonal, etc2.

1.2 La procreación artificialEl Islam ha ordenado con mucha

insistencia el respeto y la salva-guardia de la perennidad genealó-gica y de la filiación2,4.

El Corán dice:"Dios no ha hecho de vuestros

hijos adoptivos vuestros propioshijos" (Sura 33, vers. 4).

"Llamad a los hijos adoptivospor el nombre de su padre" (Sura33, vers. 5).

Un Hadith del profeta precisa:"tened de vuestras genealogías unconocimiento que os permita seratentos a los lazos de parentescopor la sangre".

Así, Corán y Sunna subrayan lanecesidad de asegurar con la pe-rennidad genealógica la elimina-ción del riesgo de injerto y la sal-vaguarda del patrimonio familiar.

1.2.1 La inseminación artificialEsta técnica consiste en deposi-

tar directamente esperma en la ca-vidad uterina en caso de esterilidadconyugal. Esta técnica es toleradapor el Islam a condición de que elesperma empleado sea el del cón-yuge legal 2,4.

1.2.2 La fecundación in vitro yla transferencia embrionaria

En este caso se procede a una fe-cundación 'in vitro'. Se recoge el ó-vulo, de una parte, y el espermato-zoo, de la otra, y se les reúne en u-na misma probeta. Se obtiene así lafecundación del óvulo por el es-permatozoo.

Al cabo de 48 horas se depositaese principio de embrión en la ca-

vidad uterina. Esta fecundación 'invitro' es tolerada por el Islam acondición de que el embrión pro-ceda del óvulo de una mujer y delespermatozoo de su marido. Ladonación de esperma está prohibi-da por el Islam2,4.

1.2.3 Las madres por sustituciónSi una madre no puede tener un

hijo pero mantiene siempre sus o-varios, se puede tomar uno o va-rios de sus óvulos. Estos serán fe-cundados in vitro con el espermadel marido. El embrión obtenido alcabo de 48 horas es depositado enel útero de otra mujer, que lo resti-tuye nueve meses después. Estatécnica está prohibida por el Is-lam2,4.

1.3 La esterilizaciónLa esterilización temporal con-

siderada como un método anticon-ceptivo es tolerada por el Islam2,4.

La esterilización definitiva estáprohibida en el Islam salvo si tien-de a preservar la salud de la perso-na que va a ser esterilizada 2,4.

1.4 Interrupción voluntaria delembarazo

Hemos visto antes que el Islamha ordenado el respeto de la inte-gridad física del individuo.

Por otra parte y según la religiónmusulmana, el embrión no es con-siderado como persona humana si-no a partir de 120 días de vida in-trauterina.

El Corán dice: "después hemoshecho del esperma un coágulo,después, del coágulo hemos crea-do una carne. Después hemos cre-ado los huesos y los hemos revesti-do de carne. A continuación, he-mos producido una criatura total-mente diferente. Bendito sea Dios,el mejor de los creadores" (Sura23,vers.14).

Mahoma ha dicho (Hadith). “Lacreación de una persona en elvientre de su madre pasa por lassiguientes etapas: 40 días en for-ma de tierra; 40 días bajo la formade una adherencia; 40 días bajo laforma de un buche de líquido y porfin Dios le envía un arcángel quele sopla el espíritu”.

Esto explica la posición del Is-lam en materia de interrupción vo-luntaria del embarazo. Los parece-res de los "aimmas" sobre estepunto son diversos y a veces diver-gentes, entre la tolerancia del abor-

to antes de los 120 días de embara-zo, la tolerancia motivada y suprohibición total.

La posición actual de la moralmusulmana en materia de interrup-ción voluntaria del embarazo ha si-do resumida por Jel El Hak, elmufti de Egipto2:

– La interrupción voluntaria delembarazo es tolerada antes de los120 días si existe un motivo váli-do: vida de la madre en peligro oun embrión que presente defectosgenéticos graves que no permitiránque sobreviva una vez nacido oque serán transmitidos a su des-cendencia.

– Después de 120 días de emba-razo, la interrupción voluntaria delmismo está prohibida, salvo si estáen peligro la vida de la madre.

2. Desarrollo actual de la gené-tica e Islam

Tres principios de la moral mu-sulmana nos permiten resolver es-te problema: respeto de la integri-dad de la persona humana, el bene-ficio y la no nocividad.

2.1 Encuestas genéticas y tarje-ta de identidad genética

El genoma define la especie y elindividuo. Se trata de una impron-ta específica que permite recono-cer a un individuo.

F. Ben Hamida ha dicho4: – El Islam debe aprobar el em-

pleo de las improntas genéticas pa-ra establecer un derecho de filia-ción.

– El Islam debe aprobar tambiénel empleo de improntas genéticascomo prueba de la culpabilidad ono culpabilidad de una persona(justicia).

2.2 Diagnóstico pre-natalEl diagnóstico pre-natal de cier-

tas malformaciones congenitales oenfermedades hereditarias planteael problema de la interrupción vo-luntaria del embarazo (ver más a-rriba).

2.3 Manipulaciones genéticas -Terapia génica

La manipulación genética con-siste en modificar un gene o intro-ducir un gene a nivel de un órganoo de un organismo entero.

La modificación de un órganopor condición genética es tolerada

85VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

en el Islam si su objetivo es curaruna enfermedad.

– La modificación de un orga-nismo entero está formalmenteprohibida por el Islam, porque laoperación consiste en modificar u-na criatura divina.

3. Trasplante de órganosEl trasplante de órganos conoció

un desarrollo considerable durantelas tres últimas décadas.

En 1990 se ha celebrado en Ku-wait el segundo Congreso de laSociedad de Trasplante de órganosen el Medio Oriente4.

Este Congreso ha animado altrasplante de órganos y lo ha consi-derado como una buena acción("Hasana") e incluso como una li-mosna ("Sadaka").

Por otra parte, el Consejo de Mi-nistros árabo-musulmanes ha a-doptado un proyecto que concier-ne al trasplante de órganos.

La ley tunecina del 25/3/91 refe-rente al trasplante de órganos separece al proyecto del Kuwait6.

3.1 El trasplante de órganos estolerado por el Islam salvo para losórganos de reproducción (por res-peto a la perennidad genética) ypara los órganos vitales.

3.2 Donadores vivosEl trasplante es posible a condi-

ción de que el donador sea mayorde edad y goce de sus facultadesmentales y de su capacidad jurídi-ca y que haya libre y expresamen-te consentido en el don de órganos.

3.3 Donadores muertosLas detracciones pueden efec-

tuarse confines terapéuticos ocientíficos sobre el cadáver de unapersona a condición de que, en vi-da, no haya dado a conocer su ne-gativa a tal detracción, o no se o-ponga alguna de las siguientes per-sonas en plenitud de capacidad ju-rídica y en el orden que expone-mos: los hijos, el padre, la madre,el cónyuge, los hermanos y herma-nas, el tutor legal. La detracción deórganos del cadáver de un menor ode un incapaz no puede realizarsepara un injerto sino con el consen-timiento de su tutor legal.

4. Ensañamiento terapéutico yeutanasia

Preservar la vida es uno de losfundamentos de la religión musul-mana, como ya hemos visto antes.

En el Islam, nadie está autoriza-do a poner fin a sus días o a los deotra persona, aunque padezca unaenfermedad incurable.

También el Islam prohibe la eu-tanasia, incluso cuando la pide elenfermo.

5. Investigación médicaLos cinco primeros versículos

del Corán con su elogio de la plu-ma como instrumento de la cienciahumana y hasta de la civilización yde la cultura del hombre, constitu-yen en absoluto la primera revela-ción a Mahoma. (Sura 96,vers.1-5). Esto nos dice la importanciadada por el Islam al conocimientoy a la investigación. El primerCongreso internacional sobre lasnormas éticas de la investigaciónen cuanto a planificación familiaren el mundo musulmán (El Cairo10-13 de diciembre de 1991) hallegado a las siguientes recomen-daciones2:

1 - La investigación médica so-bre el hombre no representa másque una parte de la investigaciónen general.

2 - Necesidad de establecer nor-mas éticas para la investigaciónmédica.

3 - La ética de la investigación

médica descansa en las siguientesbases:

a - Que beneficie al hombreb - Que no perjudique al indivi-

duo o a la sociedadc - Que sea justa, de manera que

ninguna investigación sea hechasobre un grupo (o una clase) dado,en beneficio de otro grupo ( u otraclase).

d - La confianza total, no sólo enel establecimiento del proyecto deinvestigación y en su ejecución, si-no también en la comunicación delos resultados y su publicación.

Conclusión

La ética médica en el Islam, ba-sada en los fundamentos de la reli-gión musulmana (Corán, Sunna,Kyas e Ijmaa) ha reunido las prin-cipales éticas admitidas por la ma-yor parte de los médicos del mun-do y esto desde la época hipocráti-ca hasta nuestros días.

Por otra parte, hemos visto quegracias a la tolerancia y al espírituliberal en el Islam y gracias al es-fuerzo de reflexión y de razona-miento (Ijtihad) de los aimmas, laética médica en el Islam ha podidoadaptarse fácilmente a los nuevosproblemas planteados por la doblerevolución biológica y terapéuticaque vivimos desde hace tres déca-das.

El islamismo Pr. AHMED ZRIBIDirector del Departamento

de Medicina InternaY de las Enfermedades Infecciosas

en el Hospital de la Rabta de Túnez.

Bibliografía1) El Santo Corán2) SEROUR J, OMRANE A., Guía de las nor-

mas éticas en la investigación sobre la plani-ficación familiar en el mundo musulmán (ElCairo, 10-13 Dic.19091) Centro internacionalislámico para las investigaciones y los estu-dios de las poblaciones, Universidad de AlAzhar, El Cairo.

3) SEROUR J., Biothics in biomedical rese-arch in the muslim world. Paper presented atworkshop in Reproductive Health ResearchMethodology. Dubai - UAE 25-29 March1995.

4) BEN HAMIDA F., Problema de bioética ymoral musulmana. Conferencia (12 marzo1995)

5 ) BERNARD J., De la biología a la ética.Ed.Hachette Pluriel, París 1991

6) "Ley referente a la detracción y al injer-to de órganos humanos", (Túnez - Journal Of-ficiel: Loi n.91 - 25 marzo 1991 -RépubliqueTunisienne).

7) PORTES L., A la búsqueda de una éticamédica, Masson et Cie Editeurs (1964).

86 DOLENTIUM HOMINUM

La comunicación es una técnicaque debe ser aprendida. El proble-ma del lenguaje y de la estructurade la información científica es, dehecho, muy complejo y varía mu-cho según el objetivo que sequierealcanzar,en particular según la di-mensión-objeto de la comunica-ción.

Este aprendizaje debería entraren el proceso de formación del in-vestigador científico y, por lo tanto,también del médico, que ante todoes un biólogo (aunque no es sólo unbiólogo, sino algo más -o, en todocaso, diverso). La enseñanza uni-versitaria, en cambio, tal como esconcebida todavía hoy por lo me-nos en el ámbito de los cursos demedicina, se inspira fundamental-mente en criterios ya superados, ex-presión de una Weltanschaung quelas prestigiosas escuelas medias a-lemanas impusieron, casi univer-salmente, en la segunda mitad delpasado siglo. Modelo inspiradociertamente en un gran rigor meto-dológico pero que ya no respondecumplidamente -y es lógico que seaasí- al a demanda que nace de unasociedad radicalmente cambiada.Uno de los aspectos peculiares de lanueva demanda está constituídoprecisamente por la petición de in-formación en el campo técnico ycientífico, in primis en el sectorbiológico y médico.

Es decir, ya no basta que la ad-quisición de un dato nuevo, cientí-fico, sea inserida en el contexto delsaber codificado. El aspecto “nove-dad” requiere muy a menudo la di-vulgación, especialmente cuandodesestabiliza la posición conceptualpreexistente y por lo tanto incide enel modo vigente de pensar y decomportarse. Esta consideración esparticularmente válida para el sec-

tor de la investigación en medicina.Se ha dicho que el médico no es

sólo un biólogo. Objeto de su estu-dio es, realmente, el hombre y elhombre enfermo. La relación con elobjeto de su investigación es, por lotanto, compleja: no es sólo cognos-citiva, sino que es también ética; noes sólo científica, sino, en su totali-dad, humana (o humanística, segúnla acepción en los países de lenguainglesa). Recoge noticias de los va-lores existenciales no sólo del cuer-po, sino también del espíritu, no só-lo del individuo, sino también de lasociedad.

Por eso la información médicaadquiere una particular resonancia:tiene -como se dice- un índice de a-grado altísimo. Pero la comunica-ción médica, precisamente por suíntima complejidad (aspectos cien-tíficos, jurídicos, éticos, sociales)es también en el plano técnico par-ticularmente árdua. Y mereceríaprecisamente que en cierto modofuera objeto de aprendizaje -correc-to y riguroso- durante los estudios.

Para mayor claridad quisierasubdividir, aunque sea un poco ar-bitrariamente- los aspectos de la di-vulgación médica según sus dimen-siones: dirigida al individuo -el en-fermo-, a los familiares, a la comu-nidad. En todo caso, el problemafundamental es siempre el del en-guaje. ¿Cómo se puede informarsin emplear un lenguaje idóneo yante todo abierto y comprensible?Al contrario, toda profesión -y ladel médico tal vez en medida ma-yor que otras- se sirve de un len-guaje “propio”, técnico y específi-co, de modo que sólo es comprensi-ble a los de dicados a aquel trabajo.Hablar y escribir de modo claro ysimple nunca es fácil, pero resultade hecho muy difícil en medicina.

Pero es necesario para el médicoadquirir esa capacidad, especial-mente hoy. El enfermo y su am-biente familiar -hoy- ya no son deltodo privados de conocimientosbiológicos y médicos. Hay que re-conocer que los medios de informa-ción han sacado fuera de las torresebúrneas de las varias disciplinasun gran número de nociones. Esampliamente difundido un back-ground cultural, aunque regular-mente elemental, lagunoso y sobretodo no ordenado, pero suficientepara hacer preguntas, pedir aclara-ciones, a veces incluso suscitar ob-jeciones no inmotivadas.

Es necesario, por lo tanto, que elmédico hable, informe y explique(naturalmente con mesura y conprudencia) y que el lenguaje usadopor el médico sea claro y exhausti-vo. El enfermo tiene derecho a serinformado acerca de la naturalezade su enfermedad, acerca del desa-rrollo de las indagaciones de lasque es objeto y de sus resultados yacerca de las terapias propuestas(no pocas veces cruentas). Porque,aunque no en modo formal, da dehecho un asenso a la acción del mé-dico, que no puede no ser asenso in-formado.

En la práctica hay que reconocerque esta información por parte delmédico es muchas veces insuficien-te, tanto por el lenguaje como por elcontenido. En particular en los dor-mitorios de los hospitales y de lasclínicas, la necesaria y debida co-municación entre médico y enfer-mo no tiene lugar o se reduce a ex-presiones apresuradas y genéricas oa frases técnicas incomprensibles otal vez -sobre todo por parte de mé-dicos jóvenes- a informaciones amenudo imprudentes, turbadoras yprematuras.

ALESSANDRO BERETTA ANGUISSOLA

El lenguaje de la divulgación en medicina

87VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

También con los familiares la in-formación se reduce con frecuenciaa poco o nada -pocos momentos, enpie, en público- casi como si por elhecho de estar hospitalizado en unadeterminada sección (donde a lomejor el enfermo ha sido enviadopor la aceptación según la disponi-bilidad de camas y sin conocimien-to alguno del personal sanitario ydel ambiente) al médico receptor lehubiera conferido poder en blanco,sin obligación de información y deaclaración y sobre todo sin obliga-ción de obtener un asenso informa-do para las decisiones que debe to-mar. Pero además de ser debida, lainformación, si bien comunicadacomo lenguaje y como contenido,constituye un arte sutil, de extraor-dinaria eficacia para humanizar larelación enfermo-médico y de ex-traordinario auxilio en la asistenciamisma del enfermo.

Otra cosa es, en cambio, la divul-gación de nociones médicas a la co-munidad. Ya se ha hablado del ni-vel altísimo de aceptación para lassecciones médicas en periódicos,radio y televisión. En realidad es u-na de las formas de divulgación quetienen mayor éxito.

Divulgación de por sí no signifi-ca notificación deterior, aproxima-tiva y superficial. Significa sólo -como escribe Escarpit- poner encirculación información scientíficay técnica entre “profanos”. Si se re-aliza con un lenguaje claro, com-prensible, sin términos técnicos,pero concorde con el rigor científi-co, es decir, con absoluta exactitudde la información, la vulgarizaciónmédica, prudente y discreta, despo-jada de toda finalidad publicitaria,ausente de toda forma de protago-nismo, representa una irrenunciablecomponente de la educación sanita-ria de la población. A tal fin deberíadesarrollarse más y sobre todo diri-girla bien.

La televisión, en particular, po-dría verdaderamente “instruir”, sise dirigiera no sólo a dar publicidada debates y entrevistas referentes ala patología humana y la terapia, si-no también a “informar” directa-mente al público acerca de los gran-des problemas de la prevención (i-nagotable y esencial campo de in-formación), los que tocan a todosde cerca, desde la infancia hasta latercera edad. Es verdad que la so-ciedad de hoy se comporta de ma-

nera irracional por lo que se refierea la salud, pero una información demedicina preventiva documentaday objetiva, presentada con lenguajecorrecto y eficaz, podría con eltiempo obtener grandes resultados,contribuyendo a modificar compor-tamientos lesivos de la salud. Pién-sese, por ejemplo, en los grandiososéxitos en la lucha contra el humo,obtenidos por la educación sanita-ria en los países anglosajones. Pién-sese sólo en la estrecha relaciónhombre-ambiente y cuán útil resul-taría una información difundida aeste propósito. Pero también la di-vulgación a los profanos es difícil y,como ya se ha dicho, o uno la llevaen la sangre o no la tiene, y eso su-cede también entre los investigado-res. Es fácil caer en errores, inclusotorpes, por exceso de celo o por unlenguaje impropio. Por ejemplo, u-no de los errores más comunes es elrepresentado por el llamado len-guaje metafórico. Hablar por metá-foras refiriéndose al ambiente querodea al hombre moderno, por e-jemplo comparando el organismohumano a una máquina, todo locompleja que se quiera, constituyeuna técnica de vulgarización torpe-mente errónea. El hombre no es unamáquina, es el homo sapiens. Elmédico no es un mecánico que re-para los desperfectos: es una con-ciencia que acoge una confianza.

Una divulgación en el sector dela medicina que no tenga siemprepresentes los aspectos humanísti-cos, legitima la preocupación deque la medicina moderna vaya em-pobreciéndose en la vertiente hu-mana en medida proporcional alaumento de la capacidad técnica.Ya la ciencia médica, llevandosiempre más adelante el conoci-miento analítico de los eventosmorbosos, corre el riesgo de perdersu objeto, es decir, el hombre enfer-mo. Pero si además no consiguefrenar la que ha sido definida “he-morragia del alma”, corre el peligrode fallar su etapa más ambicionadaprecisamente en el momento en quetoca la cima de los conocimientos.He aquí por qué una correcta divul-gación puede cumplir hoy una tareade incomparable valor.

Prof. ALESSANDRO BERETTAANGUISSOLA

Presidente del Instituto Italianode Medicina Social, Italia

88 DOLENTIUM HOMINUM

"La elección del médico debehacerse según sus buenas cua-lidades morales y personales,o el saber y la pericia del mis-mo, lo que quiere decir sobrebases que inspiren confianza yfamiliaridad, porque sin estascosas el enfermo resultará in-justo o molesto para consigomismo y para con el médico".

Salvadore Mandruzzato

1. La "pequeña medicina"y la "gran medicina"

Durante el siglo XX, la ciencia yel trabajo de los científicos han al-canzado profundas modificacio-nes. De hecho, en nuestro siglo seha pasado, para usar una expresiónestimada por De Solla Arice1, de la"pequeña ciencia" (caracterizadapor investigadores aislados que, a-yudados por un mecenas, y aun aveces a sus propias espensas, reali-zaban experimentos y observacio-nes: es decir, la ciencia como eraen los tiempos de Galileo, perotambién la de los comienzos de es-te siglo) y la "gran ciencia" (laciencia de los equipos de investi-gación y que tiene necesidad degrandes inversiones económicas).

En la "gran ciencia" desaparecela figura del científico dilettante,del investigador amateur que, du-rante todo el siglo XVIII y buenaparte del XIX, había contribuídoincluso con aportaciones intere-santes al progreso de los conoci-mientos científicos. La "gran cien-cia", además, al igual que otrasmuchas actividades a finales de es-te segundo milenio, se ha colmadoy ha acelerado. El hombre de cien-cia vive hoy en una situación quese ha hecho fuertemente competiti-va. El consejo que Ehrlich daba a

sus alumnos ("trabajar mucho, pu-blicar poco") ya no es seguido porningún investigador2.

En fin, la "gran ciencia" es laciencia de los especialistas y de los'especialismos', de quellos científi-cos que manejan conocimientosrefinadísimos acerca de parcelascada vez más restringidas de la re-alidad. Y, para concluir, la "granciencia", a diferencia de la "peque-ña ciencia", está estrechamente li-gada al mundo de la producción.Con otras palabras, a medida quela industria se hacía científica, laciencia tendía a industrializarse.

Así como en el siglo XX se dioel paso de la "pequeña ciencia" a la"gran ciencia", paralelamente severificó la transición de la "peque-ña medicina" (la de un Redi, perotambién la de un Murri) a la "granmedicina". La medicina que tene-mos ante nuestros ojos presenta al-gunos rasgos distintivos que la ha-cen profundamente diversa de lamedicina tal como ha sido practi-cada hasta los primeros deceniosdel siglo XX.

En particular, el ejercicio de lamedicina ha sido marcado por unenorme desarrollo tecnológico.Las consecuencias positivas de se-mejante transformación están a lavista de todos, aunque no siemprese perciben sus aspectos negativos:como el riesgo, por ejemplo, deque el médico acabe por convertir-se en un apéndice del instrumentotécnico, asumiendo una actitud depasividad teórica. Dicho de otromodo, el progreso técnico corre elpeligro de provocar en la clase mé-dica un progresivo declinar de lalógica médica.

Además, la "gran medicina" -i-gual que la "gran ciencia"- ha que-dado profundamente marcada en el

siglo XX por el nacimiento de laespecialización. Si en el siglo XIXel fenómeno de la especializaciónen el interior de la república de losmédicos inició su tímida aparición,en nuestro siglo se ha hecho ma-croscópico. Ahora bien, el fenóme-no de la especialización es al mis-mo tiempo un fenómeno positivo ynegativo. De hecho, consiente quenuestros conocimientos científicosprogresen, pero al mismo tiempomina el carácter orgánico de lasciencias y nos hace perder la com-prensión de las cosas en su unidad.

En tercer lugar, la "gran medici-na" es no sólo una medicina quetiende a perder, a consecuencia delas especialidades, la relación conel enfermo como una unidad psico-física, sino que, al mismo tiempo,se inclina a burocratizar las rela-ciones con los pacientes. Esto sig-nifica que el médico tiende a olvi-dar que la primera medicina es élmismo, convirtiéndose cada vezmás en un "vertebrado de sangrefría", un burócrata gris y cansado.

El paso de la "pequeña medici-na" a la "gran medicina" ha tenidoconsecuencias notables sobre elpapel representado por el médicoen la sociedad, sobre su prestigiosocial y también sobre sus obliga-ciones éticas y deontológicas. Sisaber es poder, como escribíaFrancis Bacon, es evidente quecuanto más se extiende el sabermédico, tanto más complejos sonlos problemas de orden ético y de-ontológico que los "agentes del ar-te" son llamados a resolver. Y estoes tan verdad que a principios delos años ochenta Stephen Toulmin,un conocido epistemólogo de len-gua inglesa, llegó a afirmar que lasciencias biomédicas habían resuci-tado la ética. A su parecer, de he-

MASSIMO BALDINI

La relación médico-paciente en las reglasmédicas de los siglos XVIII y XIX

89VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

cho, desde hacía unos decenios lasreflexiones en el campo ético seencontraban -por decirlo así- en unestado de animación suspendida;es decir, habían sido profundamen-te marginadas del debate culturalmás vivo. Han sido los progresosen algunas ramas del saber científi-co, sobre todo los que se han dadoen las disciplinas bio-médicas, losque han hecho salir a los estudio-sos de ética del 'gheto' en el que ha-bían sido encerrados.

2. Las normas para los médicosy para los enfermos

En verdad, en las obras de mu-chos médicos, desde las de Hipó-crates a las de los clínicos de nues-tros días, se dan habitualmente re-flexiones de orden deontológico.Pero éstas se han multiplicado enlos períodos de crisis de la funciónmédica y, en particular, se hicierontorrenciales a comienzos del sigloXIX. En los años que siguieron a laRevolución francesa, tuvo inicioun complejo y laborioso procesoque tendía a definir de nuevo la fi-gura del médico, sus conocimien-tos, su papel en la sociedad3.

Durante todo el siglo XIX, en I-talia y en los demás países europe-os, se editaron tratados, prolusio-nes académicas, catecismos y li-bros de normas médicas, disercio-nes inaugurales dirigidas a eviden-ciar las cualidades del médico ide-al. Estos escritos presentaron tonosdiversos (polémicos, apologético-propagandísticos, moralizantes) yde ellos se hacía transparente, co-mo observa María Luisa Betri, "laimagen de una clase médica deso-rientada, debilitada por laceracio-nes internas, casi asediada por la"hidra de cien cabezas" del charla-tanismo, objeto de una áspera sáti-ra popular y del escepticismo delos cultos y, sin embargo, cons-ciente de la necesidad de recompo-ner la fragmentariedad doctrinal,de adecuar la práctica a principiosunificadores, de afirmar e imponerla dignidad de la categoría y de de-rrotar el ejercicio ilegal"4.

Se trataba de escritos endereza-dos, en primer lugar, a los jóvenesmédicos que daban los primerosinseguros pasos en su profesión,pero también a veces a "toda clasede personas cultas"5. E incluso en

los textos dirigidos a los médicos,de vez en cuando aparece entre lí-neas que el autor nutría la secretaesperanza de que fueran leídostambién por personas ajenas a lamedicina. "He esperado -escribeGiuseppe De Filippi- que este Ga-lateo (o libro de normas) mío pu-diera caer en manos de personas a-jenas al arte de curar. ¡Oh, si pudie-ra merecer alguna ojeada por partede todos los hombres que tienen u-na relación con los médicos! Me a-trevería a decir que si el médicopuede daros algún consejo útil, lasociedad podrá encontrar ahí algu-na espléndida verdad que le dé luzacerca de los médicos y de la medi-cina"6.

Las causas de la proliferación deescritos de este tipo son múltiples yaparecen con mayor claridad si selas examina junto con las funcio-nes que semejantes escritos trata-ban de cumplir, funciones que engeneral no se presentan aisladas,sino, entre ellas, cada vez jerarqui-zadas diversamente:

a) Funciónapologético-propagandísticaEntre finales del siglo XVIII y

primeros decenios del XIX, la fi-gura del médico aparecía rodeadade desconfianza y sospechas, dehostilidad y repulsa. Con el fin decrear una nueva confianza en lascapacidades de la clase médica, esdecir, con el fin de obtener una le-gitimación de la misma por partedel Estado y de los usuarios, se pu-blicaron reglamentos y catecismos,tratados y lecciones inauguralesdesbordantes de elogios a la acción

de los médicos. Estas obras teníanuna función apologético-propa-gandística, se proponían recon-quistar la credibilidad del médico,exaltando sus méritos y sacrificios,trataban de "dar a conocer a la so-ciedad civil cuánto se debía teneren cuenta a los médicos"7.

¿Quién es -se pregunta retórica-mente Giuseppe De Filippi- el mé-dico? Es un hombre -responde-que "pasó incansable sus horas enlos más severos estudios, se entre-gó a todas las abnegaciones, pasóen vela sus noches, se consumió enlos hospitales y sobre los cadáve-res con trabajos que no puedencompararse con ningún otro de lahumana capacidad. Crecido en elejercicio práctico de su profesión,aceptó la misión de ofrecerse en to-do caso como víctima voluntariadel público bien. Y verdaderamen-te la clase de los médicos ostentaquizá más rasgos de heroísmo y defrío valor que toda la falange deguerreros que pueda poner en cam-po la historia política de las nacio-nes"8.

b) Funciónde toma de concienciade la clase médicaDado que los médicos, en su ma-

yor parte, estaban circundados poruna general desestima y dado queeran numerosas las malignidadesdivulgadas acerca de ellos, estosescritos trataban de alejar el desá-nimo que serpeaba entre quienescultivaban el arte de Esculapio, su-brayando su importancia social yproporcionándoles una sólida con-ciencia de clase.

La medicina se hallaba en la pri-mera mitad del XIX en una profun-da crisis de crecimiento, aún no ha-bían llegado los éxitos de la bacte-riología. Pero, aunque las terapiasfueran todavía ineficaces en su ma-yor parte, el saber médico iba ad-quiriendo nuevos métodos revolu-cionarios para examinar el organis-mo enfermo: "la percusión de A-venbrugger, la estetoscopia de La-ennec, la pleximetría de Piorry"9.Sobre estas limitadas conquistas,pero animados por la confianza enel progreso del saber médico, losredactores de los escritos citadosantes, se esforzaron por consolidara los médicos que entonces eransustancialmente profesionales sinconfianza y, por si fuera poco, divi-

90 DOLENTIUM HOMINUM

didos en escuelas en guerra entresí.

En esta situación socio-cultural,las siguientes afirmaciones conte-nidas en un célebre y fortunado tra-bajo de Roberto Sava (Sui pregi esui doveri del medico) tenían lafunción de llamar a unirse a losmédicos en la defensa unánime delvalor y de la importancia de su ar-te: "Por la dignidad de su profesión-escribía Sava- el médico se elevaa la primera fila de la sociedad"10.Y añadía: "El médico no conoce o-tra profesión más noble que la suyay ningún otro puesto superior al su-yo. Los soberanos más poderososconfían sus días a su saber y se so-meten ciegamente a sus mandatos.

Un gran médico es el primero delos hombres: por los progresos conlos que perfecciona el arte de curar,se convierte en benefactor de la hu-manidad; y por el mando que ejer-ce sobre la muerte, en cierto modoes la imagen de la divinidad sobrela tierra. En el ejercicio de las fun-ciones del médico se contienen to-das las virtudes. Su ministerio im-pone el respeto de los hombres y a-trae la admiración de los sabios"11.

c) Función polémicacontra los charlatanesy el charlatanismo médicoLa libre profesión médica estaba

sometida, a comienzos del sigloXIX, a la feroz competición de nu-merosos personajes. En una grandey espaciosa ciudad, escribe Sava,es difícil para un médico joven dar-se a conocer, porque allí "se acu-mula una prodigiosa cantidad dedoctores de todas clases: oficialesde salud, quirurgos de armada, qui-rurgos municipales, ostétras, médi-cos titulares, médicos sin título ysin nombre, comadronas, etc. Allípululan los charlatanes de todas lasespecies, del herborista, del home-opático, del quirurgo ortopédicohasta el operador de hernias y elcurandero de enfermedades vené-reas: los mismos farmacéuticos,con la jeringa y el mortero en ma-no, mutilando las fórmulas, hacenconsultas"12.

Contra los charlatanes se lanza-ron implícita, pero más a menudoexplícitamente, todos los autoresde los escritos que hemos recorda-do. Con "intrépido valor e inaltera-ble constancia", los médicos eranllamados a combatir a "negocian-

tes practicones", "arreglahuesos","comadres" y "embaucadores". Enesta batalla contra los impostoresdel arte médico, los hijos de Escu-lapio se colocaron también contrael "charlatanismo médico". Es de-cir, contra aquellos colegas cuyasactitudes y cuyas prácticas estabandemasiado cercanas a las de loscharlatanes.

Entre los charlatanes y los insec-tos -anota Sava- hay muchas seme-janzas: "como los insectos, loscharlatanes están esparcidos encantidad verdaderamente prodigio-sa; y muchas veces cambian al ex-terior, revistiendo mil formas di-versas. Algunos parecen tener alas

como las mariposas: son los char-latanes titulados, llegados hasta lasmás altas dignidades; otros se a-rrastran como las chinches y semanifiestan por el infecto alientoque echan fuera, como esos seressiempre repugnantes por el alientopestífero que escapa de ellos; otrosllevan adelante su triste existenciay, semejantes a los ácaros, son casiimperceptibles; otros, en fin, bri-llan en pleno día, habitan en los sa-lones y atraen la mirada del obser-vador y del curioso por el estrépitoque hacen y el rumor que llegan aproducir, como los gruesos escara-bajos por su magnitud y singularforma"13.

d) Función polémicacontra los detractores

Los médicos se sentían cercadospor los detractores y de hecho eranpresa de los sarcasmos de "filóso-fos y poetas" y hasta de los mismosenfermos y de sus familiares, que a

menudo los acusaban de "calum-niosas imputaciones". Muchasprolusiones académicas, como lacelebrada en 1826 por EmmanueleBasevi, tuvieron esencialmente lafunción de demostrar que la medi-cina existía e insistir en que los mé-dicos eran útiles y necesarios14.Contra los detractores y contracuantos estaban dispuestos a mal-tratar al médico "con injustas pre-tensiones, con prejuicios y erroresde todas clases, con juicios incom-petentes y falaces, con la burla desu ciencia y el vilipendio del arteque profesa"15, se emprendió unaoperación de públicas relaciones,única en la historia de la profesiónmédica.

Muchos autores insistían en su-brayar los prolongados estudiosque los médicos habían llevado acabo ("un médico amante del estu-dio ha languidecido durante quinceaños en las escuelas y en los anfite-atros físicos y anatómicos")16, so-bre las pésimas condiciones de suvida ("ha transcurrido los años másbellos en el aire infecto de los hos-pitales")17 sobre sus fatigas y susnoches en vela, para concluir que"la civil sociedad" debía hacer jus-ticia y reconocer el valor del artemédico y consentir a los médicostomar asiento "en el humano con-sorcio en aquel puesto al que lo e-leva la importancia y la nobleza desu profesión"18.

e) Función deontológicaLos estudios médicos entre fina-

les del siglo XVIII y principios delXIX pasaron por profundas modi-ficaciones. En primer lugar, en laprofesión médica se habían reuni-do "las componentes teóricas yprácticas hasta el punto de haceranticuada la figura del médico filó-sofo, apartado y contrapuesto alquirurgo y al flebótomo. En la nue-va síntesis, la habilidad manualjunto al lecho del enfermo, antesdelegada a una jerarquía de inferio-res, asumía nuevo aspecto e impor-tancia"19. En segundo lugar, en lasfacultades de medicina empezabana inscribirse incluso miembros delas clases medias y de aquella pe-queña burguesía que habría pro-porcionado gran parte de losmiembros de la burguesía profe-sional de la que tanto necesitaba elnaciente Estado liberal.

Las facultades médicas, por lo

91VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

tanto, iban llenándose cada vezmás con el tiempo ("los estudiosmédicos -escribía Ranzi- son casiasaltados por multitud de gente")20

con la natural consecuencia de undescenso de la preparación de losfuturos médicos. EL arte de Escu-lapio se llenaba así de novi homi-nes que no tenían entre sus antepa-sados un médico o un farmacéuti-co, personas que, no pudiendo to-mar enseñanzas de la tradición fa-miliar, necesitaban una atenta edu-cación en el terreno ético y deonto-lógico.

Muchos escritos de médicos fa-mosos se encargaron de concretarel estatuto deontológico de la pro-fesión y hasta las normas de "bonton" a las que los médicos deberíanatenerse. Contra la decadencia dela profesión de "menester vilísi-mo"21, contra los "hambrientosvampiros", los "recién nacidos sa-biondos"22, los aventureros con seddel oro, los "médicos mal provistosy ociosos", los "doctorones intem-perantes", los médicos "negocian-tes" y los "consumidores de enfer-mos"23, los libros de Normas médi-cas tomaron una clara posición, de-lineando las que eran las caracte-rísticas de fondo del médico ideal.No fue ésta una empresa fácil, in-cluso porque se trataba de comba-tir vicios profesionales arraigadosen el tiempo, que iban agravándosepor el aumento de agentes del artemédico. Pero se trataba de una ba-talla importante pues, como recor-daba A.Dechambre, "la dignidaddel arte médica y los deberes delmédico están estrechamente rela-cionados entre sí"24.

f) Función metodológicaLos médicos que casi en su tota-

lidad vivían "en la miseria o en hu-milde mediocridad"25, que debíanenfrentarse a pacientes y a charla-tanes ignorantes pero desvergonza-dos y atrevidos, que tal vez habíanhecho, por las precarias condicio-nes económicas de sus familias,"exámenes en nada rigurosos"26,los autores de Normas médicas yde los diferentes tratados deontoló-gicos, se preocuparon de insistirtambién ellos en consejos metodo-lógicos elementales.

Consejos que se referían al mo-do de interrogar a los enfermos, derecoger sus historias clínicas, deprescribir las medicinas. Se subra-

yaba la necesidad de no caer vícti-mas del "menesterismo", es decir,de un "ejercicio maquinal" de laprofesión médica como solían ha-cer -se escribía- los de los hospita-les. Para no convertirse en "médi-cos rutinarios", víctimas de la pere-za de espíritu, se insistía en la im-portancia de una continua puesta aldía. También se invitaba a los mé-dicos a desconfiar de los sistemas("junto al lecho del enfermo -escri-bía De Filippi- no hay que llevar i-deas previas, ojos alucinados porlos sistemas")27 y se les recordabaque "como el médico hace la prác-tica, así la práctica hace al médi-co"28.

g) Función educativapara los usuariosEn el siglo XIX aumenta el nú-

mero de quienes, con cierta regula-ridad, se dirigen a los médicos. Zo-nas cada vez más amplias de la so-ciedad, primero la burguesía, des-pués el pueblo sencillo de las ciu-dades y, mucho más tarde, los ha-bitantes de los campos, llaman a lapuerta de los 'estudios' de los médi-cos y esto, a diferencia de otrostiempos, para consultar casos depacientes que no se hallan en situa-ciones de máxima gravedad.

Médicos iluminados comienzana escribir Normas expresamentedirigidas a los pacientes. Y estocon el fin de obtener de ellos cola-boración, acuerdo para dirigir susopciones hacia el "docto filantrópi-co médico" y no ya hacia el "empí-rico impostor". Verdaderamente setrata de escritos que contienentambién mensajes del tipo: "lo digo

a Pedro para que lo entienda Juan".De hecho, aunque dirigidos a lospacientes, sirven de acicate paralos médicos a fin de corregir suscostumbres peores. Los redactoresconsideran que un público adecua-damente educado evitará a los"medicastros" y a los aventurerosde la medicina, no será inobservan-te, ayudará al médico a encontrarlos datos de la anamnesis, y en fin,creará el consenso social del que laprofesión médica tenía tanta nece-sidad.

3. La relación entre médicoy paciente

En los libros de "Normas" dirigi-dos a los médicos y a los enfermosse contenían las reglas que deberí-an consentir una correcta y eficazrelación entre médico y paciente.Los médicos -se decía- deben ser"caritativos, prudentes, reservadosy modestos"29. Deben alentar "concuidado a los enfermos"30. El médi-co, añade Macoppe, no debe mos-trarse con los pacientes "demasia-do severo o demasiado compla-ciente, porque la excesiva severi-dad provoca la hostilidad del pa-ciente y la excesiva condescenden-cia la desconfianza"31. Debe man-tener "una actitud mezcla de corte-sía, seriedad y disponibilidad"32, siquiere ganarse la confianza, la esti-ma y el respeto de los enfermos.

Por otra parte, se invitaba a lospacientes a no ser crédulos y aman-tes de lo maravilloso, porque talactitud los llevaría a favorecer "alos charlatanes y al charlatanismoen toda clase de personas"33. Ade-más, el enfermo ideal "debería serdiligente en seguir la administra-ción de las prescripciones médi-cas"34 y no tratar de "engañar almédico con falsas noticias acercadel cumplimiento de sus prescrip-ciones y de los fenómenos obser-vados"35. De hecho, "quien engañaal médico se ofende a sí mismo yofende al prójimo".

Todos los redactores de tales"normas" reservaron particular a-tención a los problemas de la co-municación entre médico y pacien-te. El médico -escribe Coletti-"más que hablar, deje hablar: escu-che incluso las cosas supérfluas yno diga más que lo necesario"36 yen otro aforismo añade: "diligente,

92 DOLENTIUM HOMINUM

no apresurado, entre el médico enla habitación del enfermo; hable,no charle; pregunte, no sugiera"37.La elocuencia del médico -escribepor su parte Del Chiappa- debe ser"ingenua, clara y noble"38; sobretodo "clara y limpia"39. Es decir, elmédico "debe argumentar y razo-nar con tal claridad y simplicidadque cualquier persona presentepueda sentir su fuerza; que cada u-no comprenda el sentido y quedeconvencido de su razón. Lejos deél aquella fraseología técnica e in-fecta de un impropio grecismo oviciada de barbarismos"40.

En verdad, una de las causas dedesconfianza de los enfermos paracon los médicos estaba en la oscu-ridad de su lenguaje, en su "vanalogomaquia"41. Entre el lenguaje delos charlatanes y el de los médicosera difícil para los pacientes, aun-que fueran cultos, encontrar dife-rencias esenciales: los dos eran unenigma. Pues bien, si los médicosquerían distinguirse de los charla-tanes, debían hallar un lenguajemás riguroso y tratar de traducirsus conceptos en una lengua queno fuese desconocida para los pa-cientes. En otras palabras, debíanproporcionar expresiones diferen-tes de las practicadas por sus pre-decesores.

En sus cínicos aforismos médi-co-políticos, Alejandro Knips Ma-coppe ya había tomado prosición,en pleno siglo XVIII, contra "losmédicos que ostentan expresionesampulosas, se declaran omniscien-tes, usan un lenguaje incomprensi-ble para la gente común"42 y habíaaconsejado a sus colegas "no tole-rar tal modo de expresarse que aduras penas puede admitirse en la-bios de charlatanes y pregoneros.Quien usa ese lenguaje -concluía-tiende a engañar a los enfermos, noa curarlos"43. Pero él mismo habíaafirmado antes en un aforismo queel médico debe "ser siempre ambi-guo al formular previsiones sobreel curso de la enfermedad"44, es de-cir, que debía arreglárselas "formu-lando vagas previsiones, según elestilo de las profecías de las anti-guas sibilas"45.

Esta ambivalente actitud, osci-lante entre un vivo deseo de clari-dad y la necesidad de la oscuridad,será gradualmente abandonada apartir de los primeros decenios delsiglo XIX. El médico docto -se es-

cribirá por esos años- no debe em-plear "una jerga afectada y extra-ña"46, ni "embadurnar recetas conextraordinario aparato de cosas yde nombres rebuscados y raros"47.Para Del Chiappa, en fin, el médico-si no quiere comportarse como unembaucador y un charlatán- debeprescindir de "aquella jerga esco-lástica, propia sólo de pedantes yadmirablemente dispuesta para es-conder la ignorancia y la insipien-cia de ciertos médicos. Pero nobasta que el médico emplee una lo-cución nítida y purgada como con-viene a un noble artista: además deesto es necesario que su modo dedecir nada tenga de sofisticado y demisterioso, cosa que indicaría pocapericia y tal vez sería indicio de co-razón corrompido y de mala cos-tumbre, vicios que se deben evitarcomo la cosa más detestable."48.

Y tras haber recordado que lapalabra del médico es el primerinstrumento con el que "se aman-san" las enfermedades, vuelve acriticar a los médicos que hablancon palabras oscuras. Si un médicocharlatán es -en frase de Menan-dro- una nueva enfermedad para elpaciente, un médico cuyo discursoes misterioso y grotesco es unanueva y peor enfermedad para elpaciente mismo -escribe-: mientrasel primero con sus parloteos puedea veces disgustar a alguien, el se-gundo, hablando por enigmas, nopuede gustar a nadie y a todos dafastidio e infecta de mala manera49.

Prof. MASSIMO BALDINIProfesor de Historia de la Filosofíaen la Universidad de Perusa (Italia)

Notas1 Cfr.: DEREK J. DE SOLLA PRICE, Sociología

della creatività scientifica - trad.ital. de Rober-ta Rambelli, Bompiani, Milano, 1967.

2 Cfr.: ROBERT K. MERTON, La sociologiadella scienza, ed. it. a cura di Mauro Protti,Angeli, Milano, 1981

3 Sobre esta temática, véanse los siguientesbuenos ensayos: MARIA LUISA BETRI, Il medi-co e il paziente: i mutamenti di un rapporto ele premesse di un’ascesa professionale (1815-1859), en A.VV., Malattia e medicina, a curadi Franco della Peruta, Einaudi, Torino 1985(Historia de Italia.Anales), pp. 209-232; ID.,La crisi del ruolo medico. I galatei dell'Otto-cento, en "Federazione medica", 1987, XL, 7,pp. 685-688.

4 MARIA LUISA BETRI, Il medico e il pazien-te: i mutamenti di un rapporto e le premesse diun’ ascesa professionale (1815-1859), op.cit.,p. 209.

5 Véase: ROBERTO SAVA Sui pregi e sui do-veri del medico, Martinelli, Milano, 1845.

6 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-co ossia intorno al modo di esercitare la medi-

cina, per Pasquale Pagni, Firenze, 1839, p. 157 Ibidem, p. 12.8 Ibidem, p. 7.9 ROBERTO SAVA, Sui pregi e sui doveri del

medico, op.cit., p. 154.10 Ibidem, p. 10.11 Ibidem, p. 11.12 Ibidem, p. 113.13 Ibidem, pp. 105-106.14 Cfr.: EMMANUELE BASEVI, Degli uffici del

medico, en "Giornale critico di medicina ana-litica", 1826, II.

15 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-co, op.cit., p. 5.

16 ROBERTO SAVA, Sui pregi e sui doveri delmedico, op.cit., p. 30.

17 Ivi.18 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-

co, op.cit., p. 159.19 MARIA LUISA BETRI, Il medico e il pazien-

te: i mutamenti di un rapporto e le premesse diun' ascesa professionale (1815-1859), op.cit.,pp. 217-218.

20 ANDREA RANZI, Delle principali cagioniche portarono la decadenza della professionedel medico, Firenze, 1851, p. 23.

21 O. TURCHETTI, Dell'influenza delle scien-ze mediche sull'incivilimento ed il benesseredei popoli e dell'attuale infelice condizione deimedici, Pistoia, 1839, p. 56.

22 D.B.G.R., Galateo di un morto e comentidi un vivo ossia il galateo dei medici, por Pla-cido Maria Visaj, Milano, 1829, pp. 22-23.

23 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-co ossia intorno al modo di esercitare la medi-cina, op.cit., p. 73.

24 A. DECHAMBRE, Déontologie, en "Dic-tionnaire encyclopédique des sciences medica-les", Masson, Paris, 1882, t. 27, p. 489.

25 SALVATORE DE RENZI, Sui mezzi di mi-gliorare l'educazione medico-chirurgica in I-talia, en "Corrispondenza scientifica in Ro-ma", 1847, p. 15.

26 ROBERTO SAVA, Sui pregi e sui doveri delmedico, op.cit., p. 26.

27 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-co ossia intorno al modo di esercitare la medi-cina, op.cit., p. 139.

28 Ibidem, p.68.29 LUIGI PETRINI, Galateo de' medici, en la

tipografía Grossiana, Aquila, 1924, p. 13.30 ALEXANDRI KNIPS MACOPPE, Centum ap-

horismi medico-politici, vulgarizados por TitoBerti, Casamassima, Patavii, 1991, p. 35.

31 Ivi.32 Ibidem, p. 67.33 SALVATORE MANDRUZZATO, Galateo pe-

gli ammalati, en la imprenta Mazzoleni, Ber-gamo, 1821, p. 19.

34 Ibidem, p. 23.35 Ivi.36 FERDINANDO COLETTI, Galateo de' medici

e de' malati, Padova, 1853, p. 13.37 Ibidem, p. 16.38 G.A. DEL CHIAPPA, Dell'eloquenza del

medico, en ID., Raccolta di opuscoli medici,en la tipografía de Pietro Bizzoni, Pavia, 1828,vol. I, p. 107.

39 Ivi.40 Ivi.41 G. GIACOMINI, Riflessioni intorno al lin-

guaggio dei medici, en "Memoriale della me-dicina contemporanea", 1840, vol. III.

42 ALEXANDRI KNIPS MACOPPE, Centum ap-horismi medico-politici, op.cit., p. 55.

43 Ivi.44 Ibidem, p. 37.45 Ivi.46 ROBERTO SAVA, Sui pregi..., op.cit., p.

101.47 GIUSEPPE DE FILIPPI, Nuovo galateo medi-

co..., op.cit., p. 2648 G.A. DEL CHIAPPA, Dell'eloquenza medi-

ca, op.cit., p. 108.49 Ibidem, p. 130.

93VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Premisa

El tema de mi intervención, "Elmédico, un hombre para todos" es,ciertamente, inusitado y, podemosdecirlo, poco "frecuente", tal veznuevo para gran parte de nosotros,porque si la figura del médico hasido analizada, hasta "seccionada"seguramente en tantos aspectos:científico, profesional, histórico,artístico, lo que hoy intentaré enfo-car ha recibido, en cambio, poca a-tención en la literatura y en las reu-niones científicas. A menos que nohayais tenido la suerte de contarcon un ejemplar de un libro de másde 250 páginas, hoy agotado, es-crito en 1972 por el entonces Mon-señor Fiorenzo Angelini, precisa-mente con ese título. Podría enton-ces detenerme aquí e invitaros a le-erlo. Y encontraríais en él un ex-haustivo, interesante y agudo ensa-yo que pinta la figura del médicodesde este punto de vista, muy par-ticular, revelándonos una cara des-conocida de este profesional quedurante siglos, mucho antes de Hi-pócrates, ha representado un papelúnico e insustituíble en la vida detodo hombre.

Y la introducción a este tema,que en los pocos minutos a dispo-sición trataré de presentar casi porimágenes más que en una soluciónlógica, está tomada precisamentede la presentación del citado libro:"Quien ha tenido la suerte de un a-siduo trato con el ambiente médicoen su constante relación con elmundo del sufrimiento, sabe bienque, aparte valoraciones parcialeso facciosas, el médico es y siguesiendo un hombre para todos, unhombre del que todos, ya en unmomento dado, ya en perspectiva,tienen necesidad... Llamado a de-

fender la Vida, el médico más queningún otro conoce la fragilidaddel hombre y, al mismo tiempo, a-quel hontanar de esperanza, cuyoextremo aliento se confía tantasveces al ejercicio responsable desu profesión...

Si el médico es un hombre paratodos, es también un hombre alque todos deben conocer mejor"1.

Y si damos un salto de algunossiglos atrás, en la Ilíada, uno de loshéroes del poema homérico pro-nuncia una frase muy significati-va: "El médico es el hombre quevale muchos hombres".

Desde siempre la profesión mé-dica -aunque con limitaciones quederivan del ambiente y de las di-versas culturas de los pueblos- seha colocado como servicio al hom-bre, y puesto que el servicio dadopor la medicina alcanza al hombreen lo que más que ninguna otra co-sa lo hace solidario, el dolor y elsufrimiento, el médico puede ver-daderamente encontrar en la pro-pia vocación y en el ejercicio de suprofesión, un impulso exaltantecapaz de hacerlo encontrar com-prometido más allá de las máspunzantes derrotas y de las prue-bas más árduas.

Por eso este singular profesionalha sido en la historia universal par-te integrante de los avatares huma-nos, ya fuera considerado mago obrujo, curandero o sacerdote o, enfin, hombre de ciencia; su figuraha alcanzado un carisma particu-lar, envolviéndolo en un aura demisterio; pero sobre todo represen-ta un punto de encuentro inevitableentre las necesidades del hombreque sufre y las capacidades tauma-túrgicas de un individuo que aunsiendo siempre un hombre, estádotado de particulares capacida-

des. Así, como en el corte poliédri-co de un diamante, en el médico serefractan las esperanzas y las an-gustias, el tormento y el reposo delos sufrimientos humanos, en él seunen amistad y respeto, confianzay admiración, expectativas y espe-ranzas.

Y "el hombre médico", a pesarde los acontecimientos milenariosde la vida humana, es todavía undesconocido, porque entre las rea-lidades más grandes y más bellascreadas lleva consigo el signo mis-terioso de la colaboración con elCreador mismo en la conservaciónde la vida.

1. Hombre antes que científicola respuesta a una llamada

¿Qué es lo que impulsa a un jo-ven a optar por "ser médico"? ¿Ycómo procede la "formación" deeste profesional en los años de launiversidad y después de ellos yconstantemente durante su vidaprofesional?

Ciertamente la imitación en elseguir el ejemplo de un familiar esfrecuente, como lo es el anhelo deuna condición de prestigio y consi-deración en la sociedad; pero escierto que estas no constituyen elempuje más significativo para ele-gir una profesión que pone en subase la capacidad de respuesta a e-xigencias comprometedoras de va-lencias éticas y de sufrida solidari-dad, que deben encontrar en el áni-mo del joven una disponibilidadque transciende los aspectos for-mativos técnico y científico.

He aquí entonces que los añosde estudio constituyen un momen-to crucial y delicado para los do-centes que deberán llevar a la su-

DOMENICO DI VIRGILIO

El médico, un hombre para todos

94 DOLENTIUM HOMINUM

perficie el objetivo, único, al quetender: el servicio al hombre y, porlo tanto, la necesidad de saber con-jugar las nociones técnicas y cien-tíficas con las dotes humanas in-dispensables para suscitar lo mejorposible aquella relación médico-enfermo portadora de éxito de todaacción terapéutica.

Y especialmente en la era post-moderna, con el convulsivo pro-greso tecnológico, más que en elpasado, se ha acentuado el deberde los profesores universitarios decuidar la formación de una "con-ciencia profesional".

De hecho, es evidencia cotidia-na que donde esta formación ha si-do descuidada en el período de losestudios universitarios o en los pri-meros años de la profesión, es másdifícil que se adquiera en adelante."La pericia científica y profesio-nal del médico no basta por si solaa constituir una relación interper-sonal auténticamente humana". Dehecho, el futuro médico deberá ser"forjado" sobre la base de cualida-des que sabemos hacen surgir acti-tudes de calidad como:

– La capacidad de escuchar,que tiende a crear un clima de con-fianza, de aceptación, de acogida,favoreciendo una estrecha cone-xión entre los dos artífices de laprestación médica;

– La empatía, es decir, la capaci-dad de ponerse en las condicionesdel enfermo y acompañarlo, aun e-motivamente, en el curso de su en-fermedad;

– La simpatía, la capacidad deentrar en sintonía con el paciente,de manera de adentrarse en sussentimientos y estados de ánimo,aun manteniéndose siempre lobastante distanciado de ellos;

– El respeto al otro, que suponeaceptar al enfermo en cuanto tal,por lo que es y no por lo que qui-siéramos que fuera;

– La conciencia y el respeto delos valores morales, que determi-nan la bondad interior de la perso-na"2.

Pero ya desde hace algún dece-nio, por lo menos en Italia, la for-mación humana y ética del médicoqueda descuidada, con lo que se o-rigina un "vacío" que antaño eracolmado, al menos en parte, porlas enseñanzas humanas del "ma-estro". Esta figura, ya superada, nosólo era fuente de saber científico,

sino también humano y de com-portamiento. Los viejos maestros,en la vida cotidiana de las salas delos hospitales, no sólo ayudaban acrecer científicamente a los jóve-nes médicos, sino que eran para e-llos verdaderos maestros de vida.

En fin, la formación del médico,para ser completa, no deberá limi-tarse a la científica, sino que tendráque dirigirse a la formación de lapersona. "Por lo tanto es necesarioconducir al médico, y aún antes alestudiante, a la plena conciencia

de la triple dimensión de la compe-tencia profesional que no está he-cha solamente de saber o de saberhacer, sino también de saber ser,es decir, de capacidad de relación,de comprensión de las dimensio-nes de los valores que yacen en elser humano, de respeto a la vida,de adecuada psicología, de 'amis-tad por el hombre'. Como decía unviejo aforismo de la escuela hipo-crática, "donde hay amor al hom-bre hay amor al arte (médico)"

Pero hoy el sentimiento de la de-dición personal a los hermanos co-rre el peligro de oscurecerse en laconciencia, por los muchos dia-fragmas que pueden interponerseentre el ánimo del médico y el áni-mo del paciente, diafragmas sobretodo técnicos y tecnológicos im-puestos por la sociedad y por losordenamientos. Pero incluso en lascondiciones más desfavorables ypersonalizantes el médico siguesiendo un hombre que pone su in-

teligencia, su cultura, su sensibili-dad, su corazón, al servicio de otrohombre, que sufre.

Y cuanto más difíciles y aun crí-ticas se hagan las condiciones, tan-to más se requiere del médico querecupere y encuentre de nuevodentro de si la frescura y la vitali-dad que un día guiaron su opción ysu originaria vocación.

2. Un hombre al serviciode los hermanos

"¿Y quién es mi prójimo?"Muchas veces se ha dicho que

por las manos del médico la huma-nidad pasa sin discriminación al-guna, con un abandono total, sos-tenido por la convicción de encon-trar a un hombre que sepa com-prender, compartir y participar ensus demandas de salud, es decir,capaz de "encargarse de cuidarloen un momento del todo particular,en el que el médico debe prestar a-tención a la unicidad e irrepetibili-dad de la persona que sufre. Un en-cuentro entre una confianza y unaconciencia, la confianza de unhombre marcado por el sufrimien-to y la enfermedad y por lo mismonecesitado, el cual se confía a unaconciencia de otro hombre quepuede encargarse de su necesidady viene a su encuentro para asistir-lo, cuidarlo, curarlo... lo que exigeamor, disponibilidad, atención,comprensión, coparticipación, be-nevolencia, paciencia, diálogo"3.

En cambio, parece paradójicoque precisamente en el momentode los éxitos más espectaculares dela Medicina, cada vez se ha doble-gado y debilitado más la tradicio-nal y fundamental "figura" del mé-dico, más y más discutida precisa-mente por su creciente tecnicismo,por la escasa carga de "humani-dad", por su aparente transforma-ción en un dador de técnicas y deoperatividad, apartadas de la indis-pensable componente ética, con elriesgo de poner en crisis aquellarelación de confianza que ha cons-tituído el sostén del arte médicopor lo que estos dos polos, en vezde interponerse, corren el riesgo deno comprenderse o hasta de en-contrarse en posiciones antitéticas.¿Por qué? ¿Por qué?

Dejadme también a mí aludir ala parábola del Buen Samaritano,

95VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

tantas veces citada y comentadaestos días, para encontrar una res-puesta a tantos "por qué".

La parábola nos indica precisa-mente qué carismas, qué virtudesdeben plasmar al hombre-médico.A él no le es lícito pasar de largocon indiferencia, sino que debe de-tenerse"; y detenerse no significacuriosidad, oportunismo, gestosconvencionales, sino disponibili-dad y comprensión: y éstas debenconvertirse en estímulo a la acciónque tiende a ayudar al otro hombreque, como dice Juan Pablo II, "nopuede ser plenamente reencontra-do sino a través del don sincero desi mismo".

Entonces no basta la piedad sino se hace activa y eficaz, no bastauna asistencia técnico-científicaque no se inspire en la misericor-dia, es decir, en el amor fraternoque se haga partícipe del sufri-miento ajeno. Para el samaritano,el herido al que socorre más queun extranjero y un enemigo era undesconocido; y sin embargo el sa-maritano lo reconoce en su calidadde hombre.

En ese encuentro intenso, parti-cipado, la piedad se hace copartici-pación. "Por una parte expresa unaactitud psicológica de disponibili-dad que nace, no de un impulso e-motivo, sino de una conquista ra-cional, representada por la adquiri-da conciencia de la comunidad dedestino escrita en la historia de loshombres; por otra parte se mani-fiesta en una práctica que se ex-tiende en una serie de gestos y deacciones, dirigida a la acogida y ala comunicación.

Este complejo patrimonio de ac-tividades no excluye desde luegolas curas y el desarrollo de las ope-raciones de tipo extrictamente te-rapéutico, pero incluye entre ellastambién aquellos comportamien-tos que resulten idóneos a hacer a-ceptables al enfermo los propiossufrimientos, a no rechazar el pre-cio y el valor de la propia existen-cia, aunque herida y derrotada porel mal; en fin, a expresar medianteel dolor una voluntad de liberacióny de redención.

Así, si el valor salvífico del su-frimiento es, sin duda, una con-quista de la fe y de la cultura cris-tiana, sin embargo, a través deldescubrimiento de la dimensiónhumana de la enfermedad, este ra-

zonamiento puede implicar a cre-yentes y no creyentes, a fin de ayu-dar al hombre a encontrarse a simismo.

Si el sufrimiento y el padecerconstituyen expresiones directasdel vivir del hombre, manifesta-ciones esenciales de su calidad hu-mana y no accidentes fastidiosos ytransitorios que hay que cancelar,cualquier actividad que toque o en-cuentre estos fenómenos participa-rá de su carácter humano, ayudan-do a descubrir los requisitos pro-

pios del ser hombre"4.La participación emotiva en los

sufrimientos del paciente, la com-prensión de su debilidad de hom-bre excluído, temporánea o perma-nentemente, de un bien se expresacomo sentimiento de "compa-sión".

Y aumentar la propia capacidadde ser compasivos significa mejo-rar el propio profesionalismo.

3. Escucha-disponibilidady coparticipación

La escucha es, ciertamente, unade las formas más eficaces paraentrar en sintonía y establecer un"feeling" entre médico y enfermoy manifestar un sentimiento degran respeto. Cuando nos sentimosescuchados tenemos la cálida per-cepción de ser tomados en consi-deración y, por lo tanto, de "valer"a los ojos del interlocutor y en con-

diciones, por lo mismo, de tejer u-na relación cuya naturaleza es aptapara suscitar particulares reaccio-nes del agente, ya que quedan im-plicadas la intimidad física, el dra-matismo de los sentimientos susci-tados por situaciones incluso trági-cas, y el contacto con el dolor ycon la muerte.

Y escuchando atentamente alenfermo, el médico entra poco apoco en su mundo, se abren cami-nos que serían inexcrutables y quepermiten sorprender sentimientosque lo habitan y el significado detales sentimientos.

La anámnesis que nosotros reco-gemos, a menudo distantes del pa-ciente, representa en realidad lahistoria de un hombre llamado a a-nalizar su vida, a descomponerla aveces hasta en la intimidad de suser, ofreciéndola a otro hombre alque confía esperanzado análisis yremedios.

De la escucha nace la justa co-municación,verbal y no verbal(¡qué significado adquieren a ve-ces sorprendentes e intensos silen-cios expresados con gestos y emo-ciones que van más allá de todapalabra!).

Es convicción común que el en-fermo puede tener a su disposi-ción los medios técnicos y farma-cológicos más idóneos, la compe-tencia más refinada de los agentessanitarios, la satisfacción de sus in-mediatas necesidades, y sin em-bargo todo esto no le basta. Lo di-cen por él la frenética necesidad dehablar, de ser comprendido, de serinformado acerca de su estado, ladependencia psicológica que deri-va de su condición de inferioridadque a menudo acaba por gustar co-mo si fuera una señal de deferen-cia.

Y nunca se insiste lo suficiente,en cambio, en la importancia deldiálogo, de la solicitud personaldel médico que, asumiendo unaconducta comprensiva y tolerante,supera el rechazo de los largos ymonótonos tratamientos del enfer-mo, ejerciendo aquella funciónque ha sido definida como "place-bo personal".

La disponibilidad señala el pun-to más alto del profesionismo,porque es una virtud compleja queestá hecha de altruísmo, de pa-ciencia, de resistencia física y psí-quica, de entrenamiento para de-

96 DOLENTIUM HOMINUM

terminadas situaciones, de perse-verancia.

En el periódico de la AsociaciónMédica de los U.S.A., el periodistaNorman Cousins, en un ensayo ti-tulado "El médico como comuni-cante" escribe: "los médicos y losescritores tienen por lo menos estoen común, que la comunicación esuna parte importante de su activi-dad. En la cura de los enfermos, laspalabras usadas por el médico tie-nen un efecto profundo sobre subienestar. Las palabras del médicopueden abrir de par en par las puer-tas o cerrarlas con violencia; pue-den abrir el camino a la curación ocrear el enfermo dependiente, tem-bloroso, asustado y hostil.

A los médicos se les pide prestaratención a la persona, diálogo, so-lidaridad y ser expertos en huma-nidad. Además, comunicaciónque sepa ser atenta a su historia;hay que entrar en la historia del en-fermo con la discreción y con el a-mor que hacen atentos a todos losmatices y a todos los condiciona-mientos. El respeto del enfermo estambién capacidad de comunica-ción progresiva y delicada.

Las palabras adecuadas puedenlevantar la moral del enfermo, e-xaltar su voluntad de vivir. Las pa-labras equivocadas pueden susci-tar un sentido de desesperación yde derrota y disminuir la eficaciade cualquier cura prescrita".

El médico, efectivamente, norespondería plenamente al ideal desu vocación si, aprovechando losmás recientes progresos de la cien-cia y del arte médico, no emplearaen la práctica de su profesión másque la inteligencia y habilidad, sinponer sobre todo su corazón dehombre.

"El sufrimiento, presente bajodiversas formas e intensidad entrelos hombres, está también presentepara liberar en el hombre el amorque se manifiesta en el don desin-teresado del propio yo en favor delos otros hombres que sufren". Y"los hombres que sufren se hacensemejantes entre sí mediante la a-nalogía de la situación, la pruebadel destino, o también mediante lanecesidad de comprensión y depremura y tal vez mediante el per-sistente interrogarse acerca delsentido de la misma" (Carta apos-tólica Salvifici doloris - 11 de fe-brero de 1984).

4. Hombre-Médico-Católico

"Si el espíritu de elemental hu-manidad y el amor natural a lospropios semejantes estimula y guíaa todo médico con conciencia ensus investigaciones, ¿qué hará elmédico cristiano, empujado por ladivina caridad a prodigarse sin a-horrar ni las curas, ni a si mismo,para el bien de aquellos a quienes,con justa razón y en conformidadcon la fe considera hermanos su-yos?"5.

Es la invitación fuerte a saberconjugar los parámetros de la cien-cia con los del espíritu, en la con-vicción de que los valores evangé-licos auténticos no mortifican, sinoque amplían las perspectivas de laciencia tendientes siempre al servi-cio del hombre.

Y Juan Pablo II, en su mensaje alos Médicos Católicos italianosreunidos en Florencia en octubrede 1988, para el XVIII CongresoNacional, precisaba: "Al dedicarsea la cura del cuerpo, el médico ca-tólico no puede, no debe ignorarlos problemas del espíritu, ya queel destinatario de su acción es elhombre en toda su integridad. Su"ministerio", por lo tanto, deberáser cumplido no sólo con periciacientífica y profesional, sino tam-bién con personal participación enlas situaciones concretas de cadapaciente".

Así pues, para el médico cristia-no no es suficiente el solo recono-

cimiento de la humanidad del pa-ciente; el último objetivo es el deestablecer con él una relación quealcance una dimensión aún másprofunda y específicas motivacio-nes ligadas a su fe. Desde este pun-to de vista, el médico no puedemenos de ofrecer una actitud deprofundo respeto, de auténtica hu-mildad y de máxima coparticipa-ción en la convicción de la interde-pendencia de los dos papeles, delos que no es lícito juzgar quién esel que da más y quién el que másrecibe.

Ningún médico puede ser de a-yuda y de ejemplo sin una profun-da vida interior, sin mantener unareferencia constante a la realidadde Cristo que sufre.

"Lucas, a quien S. Pablo llamó'médico amadísimo', escribe en elEvangelio: "una vez puesto el sol,todos los que tenían enfermos, a-fectados por diversas enfermeda-des, los llevaban a El, y El, impo-niendo a cada uno de ellos las ma-nos, los curaba". Naturalmente, sinposeer tales virtudes prodigiosas,el médico católico, que es real-mente como exigen su profesión yla vida cristiana, verá todas las hu-manas miserias crear junto a él unrefugio y pedir que su mano bené-fica se extienda y se pose sobre e-llos"6.

Vuestro compromiso "...no pue-de limitarse al correcto profesiona-lismo, sino que debe ser sostenidopor aquella actitud interior que o-portunamente es llamada "espíritude servicio". De hecho, el pacienteal que dedicais vuestros cuidados,vuestros estudios, no es un indivi-duo anónimo sobre el cual aplicarlo que es fruto de vuestros conoci-mientos, sino que es una personaresponsable que debe ser llamada aser copartícipe de la mejora de lapropia salud y del logro de la cura-ción. Debe ser puesto en la condi-ción de poder elegir personalmen-te y no de deber someterse a deci-siones y opciones de otros"... "Enconcreto, cada uno de vosotros nopuede limitarse a ser médico de ór-gano y de aparato, sino que debeencargarse de toda la persona y, a-demás, de las relaciones interper-sonales que contribuirán a su bie-nestar"7.

"Realmente la experiencia ense-ña que el hombre, necesitado de a-sistencia, sea preventiva, sea tera-

97VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

péutica, descubre exigencias quevan más allá de la patología orgá-nica del momento. No se esperasólo del médico una cura adecua-da... sino el sostén de un hermano,que sepa participarle una visión dela vida, en la que encuentre sentidoincluso el misterio del sufrimientoy de la muerte".

"Pero el médico encuentra ine-vitablemente el dolor y la muerteen sus investigaciones científicas,como un problema del que su espí-ritu no posee la clave, y en el ejer-cicio de su profesión, como unaley inevitable y misteriosa, frente ala cual muchas veces su arte per-manece impotente y su compasiónestéril. El puede establecer sudiagnosis según todos los elemen-tos del laboratorio y de la clínica,formular su prognosis según todaslas exigencias de la ciencia; peroen el fondo de su conciencia, de sucreer de hombre y de científico,siente que la explicación de aquelenigma se obstina en huir de él.Por esto sufre, la angustia lo atena-za inexorablemente, hasta que nopide a la fe una respuesta que, sibien no completa tal como está enel misterio de los designios deDios, se hará clara en la eternidady sin embargo sirve a tranquilizarsu ánimo".

"¿Y cómo justificar ante los fa-miliares la impotencia de los reme-dios que la ciencia le propone? Eneste momento dramático y subli-me, único en su carácter específicopero tan repetitivo, el médico aban-dona su veste profesional y ve rea-parecer "el hombre" con sus dotesíntimas de sensibilidad, solidari-dad, humanidad, los únicos cami-nos posibles para aportar acepta-ción, serenidad.

Pero sólo un corazón penetradopor una viva y profunda fe sabráencontrar acentos de íntima since-ridad y convicción, capaces de ha-cer aceptar respuestas "transcen-dentes"8.

Conclusión

El médico es, ciertamente, elhombre que custodia mayor núme-ro de secretos humanos. Actuandomediante su ciencia y las técnicasque tiene a su disposición, mira alhombre que está detrás de la enfer-medad. Es este mirar más allá lo

que da un significado profundo ytotalmente humano al arte médicoy le permite discernir concreta-mente entre servicio del hombre alhombre y sumisión del hombre alhombre.

El médico hombre y científicodebe saber expresarse enteramenteno sólo tomando de los indispensa-bles conocimientos médicos, sinotambién de una clara visión delhombre, de su dignidad, de su li-bertad, de su fin, de la solidaridadque une paciente y médico, hacien-do de ellos dos componentes inse-parables de un común esfuerzo o-rientado a afirmar y defender la re-cíproca humanidad. El médico,más que todo otro profesional, tie-ne la posibilidad de observar alhombre aliviado de la propia enfer-medad, pero no curado en el áni-mo, así como vivirá intensamente ycon aguda tristeza la derrota frentea males invencibles, advirtiendo almismo tiempo la posibilidad delhombre de vencer en un contextomás amplio y sublime, como es laproyección del dolor en la esfera delo transcendente. Puesto que la me-dicina es, por definición, servicio ala vida, profesión y conciencia seencuentran en este servicio; y pues-to que el empeño del médico es,ante todo, el de servir a la vida desu prójimo, la conciencia profesio-nal se encuentra con el amor y lacaridad, confrontando la propiaconciencia con la de los enfermos.

En este encuentro "el médico de-be adquirir el conocimiento de lospropios límites a partir de la mira-da, del rostro, de las situaciones delenfermo al que debe curar. Siguesiendo la mejor síntesis de la com-plejidad del mal que toca las raícesdel físico y del espíritu, que abrazaa la persona en sentido local y glo-bal, que arrastra en el sufrimientola entera vida del paciente... Y esprecisamente ésta la ocasión de to-mar al hombre en su unidad, de si-tuarlo en su entereza, que provocala subordinación o, mejor, la coo-peración entre ciencia médica y va-loración ética8, al punto que el mé-dico puede en ciertos momentosadvertir casi visualmente la necesi-dad del recurso a la conciencia mo-ral antes de disponerse a intervenircon los medios y las técnicas de supericia profesional"9.

Amonestaba el Santo MédicoGiuseppe Moscati: "Dichosos no-

sotros los médicos, tantas veces in-capaces de alejar una enfermedad,dichosos nosotros si recordamosque, además de los cuerpos, tene-mos delante almas inmortales, paralas que urge el precepto evangélicode curarlas como a nosotros mis-mos: ahí está la satisfacción, y noen sentirnos proclamar sanadoresde un mal físico, cuando en generalla conciencia nos advierte que elmal ha curado por si mismo".

Y Albert Schweitzer, cuando asus 38 años optó por la profesiónde médico, respondiendo a una le-jana llamada que se perdía en el pa-raíso de la infancia, declaró que só-lo así habría podido realizar de lamejor manera su gran sueño de ser-vicio total a la vida.

Y respondiendo como Schweit-zer a una antigua llamada, el médi-co sabe que será interpelado indife-rentemente por cualquier persona,creyente o atea, pobre o rica, hu-milde o potente; él, por voluntadpropia, no llama a ninguna puerta,sabiendo bien que deberá saber res-ponder a todos antes como hombrey hermano y después como profe-sional y científico, deseando para simismo lo que Pío XII escribió ensu maravillosa plegaria del médi-co: "seamos fraternos en confortar,sinceros en aconsejar, diligentes encurar, ajenos a crear ilusiones, sua-ves en preanunciar el misterio deldolor y de la muerte".

Prof. DOMENICO DI VIRGILIOMiembro de la Pontificia

Academia para la VidaPrimario Médico,Presidente

de la Asociación deMédicos Católicos Italianos, Roma

Consultor del Pontificio Consejopara la Pastoral

de los Agentes Sanitarios

Notas1 F. ANGELINI, Il Medico un uomo per tutti,

ed. Orizzonte Medico, 1972.2 A. DE NATALE, Fenomenologia ed eticità

della relazione medico-paziente, Bioetica eCultura, IV° (1995), 7, 55-71.

3 Carta de los Agentes Sanitarios, PontificioConsejo para la Pastoral de los Agentes sanita-rios.

4 V.SARACENI, Orizzonte Medico n.2, 1984.5 PIO XII al IV Congreso Internacional de

Médicos Católicos - Roma 30 de septiembre de1949.

6 PIO XII a la Unión Médico-Biológica S.Lucas, 12 de noviembre de 1944.

7 JUAN PABLO II al XV Congreso MundialFIAMC - Roma, 5 de octubre de 1982.

8 PIO XII a la Unión Médico-Biológica S.Lucas, 12 de noviembre de 1944.

9 F. ANGELINI, Il Medico un uomo per tutti,pp. 151-52.

98 DOLENTIUM HOMINUM

Esta Xª Conferencia Internacio-nal que estamos celebrando ha si-do organizada por el PontificioConsejo para la Pastoral de los A-gentes Sanitarios. Por el título quelleva resulta que se desea obteneruna finalidad inmediata, concreta ypráctica. Con esto se explica tam-bién el hecho que haya sido solici-tado a un exegeta preparar una ex-posición en ese sentido: "Los ico-nos bíblicos al servicio de la vida".Sin duda se esperaba de él una re-flexión centrada sobre la ética ysobre las situaciones médicas del"servicio sanitario".

Pero es necesario aclarar que,para un exegeta, emplear directa-mente la Biblia para este fin es al-go imposible. Se recuerde la reglaclásica de los cuatro sentidos de laEscritura, tomados por el Catecis-mo de la Iglesia Católica (ns. 117-118): al sentido histórico y literalde la Biblia hay que añadir el sen-tido espiritual que, a su vez, com-prende tres subdivisiones: el senti-do moral, ciertamente, que segúnla antigua regla me dice "lo que de-bo hacer"; pero este sentido moralno es el primero ni el principal; de-be estar precedido por la búsquedadel sentido simbólico y tipológico("lo que debo creer"); sin embargotambién este debe permanecer a-bierto al futuro a través del sentidoanagógico ("hacia qué cosa debotender), que nos indica el fin esca-tológico de los grandes aconteci-mientos salvíficos. He aquí en queconsiste según la gran Tradición, laverdadera interpretación de la cria-tura: la búsqueda del sentido pro-fundo y total de la Palabra de Dios;a partir de ese momento ella está a-bierta contemporáneamente haciael pasado, hacia el presente y haciael porvenir.

Ahora bien, sin que probable-mente haya sido pensado, es de es-te modo que nos orientan en reali-dad las dos primeras palabras deltema que nos ha sido propuesto:"los iconos bíblicos". Dado que, enel arte cristiano, los iconos sirventambién para representar las gran-des fases de la historia de la salva-ción: el Antiguo Testamento, eltiempo de Cristo, la interioridaddel creyente y la escatología, preci-samente para hacer ver la unidad yel sentido integral, para el cristia-no.

Es en este espíritu que concen-traremos nuestra reflexión sobreestas dos primeras palabras; el títu-lo exacto de nuestra intervenciónserá pues: "Los iconos bíblicos dela vida". ¿En qué sentido? Exami-naremos ante todo lo que es un ico-no pintado inspirándonos en unalarga tradición de la Iglesia de O-riente, pero que se está redescu-briendo en Occidente. En la segun-da parte presentaremos los princi-pales "iconos bíblicos de la vida",es decir que trataremos de com-prender el mensaje de algunos per-sonajes esenciales de la historia dela salvación, que nos orientan ha-cia el misterio de la vida y que, jus-to a partir de esto, han sido tam-bién dibujados en los iconos del ar-te cristiano. Ante todo tenemos A-dan y Eva, nuestros primeros pa-dres, al inicio de toda la historiahumana; luego Abraham, que seconvierte en el padre del pueblo deIsrael y el punto de partida del ár-bol genealógico que llevará al Me-sías; en el centro de la historia de lasalvación, obviamente se encuen-tra Jesús, el Hijo del Dios encarna-do, que El mismo es "la vida" y "laluz del mundo"; pero debemos ha-blar también de María, su madre,

porque ha sido a través de ella quela Encarnación se ha realizado; estambién ella que, en Caná, se hapresentado como la esposa de lasbodas mesiánicas; más tarde, en lacruz, como madre de la Iglesia; ysiempre ella sería en el Apocalipsisla mujer revestida de sol, la imagende la Iglesia que será en la Jerusa-lén celestial la Esposa del Cordero;en fín, es ella que nos invitará des-de arriba a beber para siempre el a-gua de la vida, es decir a vivir de lamisma vida de Dios.

Por tanto, en total cuatro iconosbíblicos: dos del Antiguo Testa-mento y dos del Nuevo, pero en u-na única perspectiva, hacia la esca-tología; y no es ciertamente un ca-so si sobre todo estos últimos dos- Jesús, el Hijo del Dios encarnado,y María la Madre de Dios - han si-do representados innumerables ve-ces en los iconos cristianos parainspirarnos y guiarnos. Al final detoda la historia de la salvación es,pues, la vida la que triunfa.

1. El icono

¿Cuáles son las característicasesenciales de un icono cristiano?

1) Ante todo y fundamentalmen-te, el simbolismo: en la representa-ción pictórica de un personaje bí-blico, el icono nos invita a escrutary a descubrir su misterio, su senti-do profundo. Precisamente por es-to un icono es diferente de un re-trato, pero también de muchas i-mágenes religiosas o pías que norepresentan sólo a Cristo, a la Vir-gen o a los Santos con sus caracte-rísticas humanas. Por el contrario,lo hemos dicho, un icono es "una i-magen de lo invisible"1, "un sím-

IGNACE DE LA POTTERIE

Los iconos bíblicos de la vida

99VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

bolo (o una manifestación) delmundo espiritual"2. Cuando se tra-ta del icono de Cristo, su funda-mento último es la Encarnacióndel Hijo de Dios. He aquí como seexpresa al respecto Chr. vonSchönborn en su hermoso libroL'icône du Christ: "Dios se ha he-cho visible a nuestros ojos morta-les: he aquí el acontecimiento úni-co, central, que funda el sentidodel icón de Cristo (eikôn). CristoJesús (decía Pablo) 'es la imagen(eikôn) del Dios invisible' (Col 1,15) (...). El Dios incomprensible dade sí mismo una imagen perfecta,su Hijo (...) de manera que Jesúspudo afirmar: 'El que me ha visto amí, ha visto al Padre' (Jn 14, 9).Un rostro humano se ha converti-do en la expresión perfecta del Hi-jo de Dios"3. Pero para que esto seaposible según el texto de Juan queacabamos de citar, es necesarioque más allá de las connotacioneshumanas del rostro de Jesús, el dis-cípulo discierna y descubra en élmediante la fe el "esplendor" de es-te rostro, el rostro del Hijo dirigidohacia el Padre (cf. 1Jn 1, 2), el ros-tro de aquel que "ve al Padre" (Jn6, 46). Esta importancia de la En-carnación ha sido explicada muybien por Máximo el Confesor, pre-cisamente durante la batalla por losiconos: "A través de la Encarna-ción, el Señor se ha vuelto el pro-pio precursor (...). Se vuelve elpropio tipo y símbolo de que El semanifiesta, El conduce a la criaturahacia sí, ya que está insondable-mente escondido"4.

Lo que antes era verdadero, en eltiempo de Jesús histórico, por elVerbo que se ha hecho carne entrenosotros, vale también ahora la I-glesia por el icono de Cristo que lorepresenta. Desde entonces, prosi-gue Ch. von Schönborn, "contem-plar el icono quiere decir dejar pe-netrar este Misterio purificador ysantificador de la Encarnación. Poresto el icono es el 'signo más evi-dente de la Economía'"5.

2) Cuando se trata de otros ico-nos, también aquí la mirada con-templativa debe tratar de penetrarhasta el misterio de la persona querepresenta. Pensemos, por ejem-plo, en los iconos de la Virgen, laMadre de Dios. Escuchemos loque nos dice Léonide Ouspenskien su Essai sur la théologie de

l'icône, en el que nos quiere hacercaptar la diferencia entre el arte re-ligioso occidental y los iconos o-rientales (citados por T. Spidlik):"Haciendo un parangón entre laVirgen del Granduca de Rafael y elicono ruso de la Theotokos, Ous-penski concluye: el gran artista ita-liano (Rafael) nos presenta unagraciosa mujer con un niño mara-villoso. Sabe decir cosas sublimessobre su amor recíproco, sobre susrelaciones humanas. Pero no nosdice que aquella mujer es la Madrede Dios y que aquel Niño es divi-no"6. Este juicio es sin duda dema-siado severo para Rafael, según o-tro gran especialista de los iconosrusos, Pavel Florenskij7. De todosmodos, esta comparación nos ayu-da a comprender mejor que nopuede haber un verdadero iconosin la referencia al alcance espiri-tual de la imagen representada, ellamisma expresión de una experien-cia espiritual de su autor.

3) Es preciso poner de relieve o-tro punto: la analogía entre el ico-no pintado y el texto escrito de laBiblia. Según el IIº Concilio de Ni-cea, que en el 787 representó lavictoria de la ortodoxia sobre la i-conoclasia, "la Santa Escritura y lasanta imagen (...) se explican recí-procamente. Un solo testimonio seexpresa de dos maneras diferentes:a través de la palabra y a través dela imagen, transmitiendo ambas lamisma revelación a la luz de lamisma Tradición sagrada y viva dela Iglesia"8; desde entonces "vene-rar el icono significa comprendercorrectamente la Sagrada Escrituray viceversa"9. Se ve, pues, en quésentido era legítimo hablar, comohemos dicho, de "iconos bíblicos".El gran especialista ruso de la orto-doxia, S. Boulgakoff, decía que u-na palabra del Evangelio es "un i-cono verbal de Cristo". De esto sededuce que el modo con el queciertos personajes de la Biblia es-tán representados en los iconos nosindica también de qué manera de-bemos comprenderlos en el textomismo de la Escritura. A través dedos caminos de acceso paralelas,es la Tradición de la Iglesia la quellega a nosotros. Esto vale ante to-do para el icono de Cristo. "ElConcilio (de Nicea) aproxima,pues, palabra e imagen, ya que am-bas hablan de la misma cosa: del

misterio de Cristo (...): el icono, a-sí como el Evangelio, pertenenceal mundo de la Ley Nueva"10.

2. Los grandes iconos bíblicosde la vida

Lo que deseamos hacer en estasegunda parte, es recorrer audaz-mente toda la historia de la salva-ción para mostrar que, según la Es-critura, todos los personajes clavede esta historia en definitiva nosdan el mismo mensaje, el mensajede la vida, de una vida que es laparticipación en la vida misma deDios.

1. Adán y EvaAnte todo recordamos el texto

bíblico fundamental sobre la crea-ción del ser humano, hombre ymujer:

Y creó Dios el hombre a imagensuya, a imagen de Dios le creó;macho y hembra los creó (Gn 1,27).

La vida es pues una participa-ción a la vida misma de Dios, dadoque los hombres son hechos a su i-magen. La misma vida proviene deDios. Para la pareja humana, trans-mitir la vida como hacen el hom-bre y la mujer en el matrimonio,quiere decir tomar en el acto crea-dor de Dios. Anfiloquio, un Obis-po griego citado por el Papa en laEncíclica Evangelium vitae, decíaque el matrimonio es "generadorde la humanidad, artífice de imá-genes de Dios"11. Por esta razón,nos dice el Génesis, después de lacreación del hombre y de la mujer,"Y los bendijo Dios y les dijo: 'Sedfecundos y multiplicaos, y llenadla tierra y sometadla'" Gn 1, 28).Se comprende también que más a-delante en la narración del Génesisla Biblia nos indique que "el hom-bre llamó a su mujer Eva, por ser e-lla la madre de todos los vivientes"(Gn 3, 20).

Pero la Escritura forma una granunidad: el Antiguo Testamento de-be ser interpretado en la óptica delNuevo; la creación de Adan y deEva abre una perspectiva sobre eltiempo de la salvación, sobre la es-catología y sobre la vida futura.Releamos algunos versículos deSan Pablo, en su primera carta alos Corintios: "Fue hecho el primerhombre, Adán, alma viviente; el

100 DOLENTIUM HOMINUM

último Asán, espíritu que da la vi-da (...) el primer hombre, salido dela tierra, es terreno; el segundo,viene del cielo" (1 Cor 15, 45-47).Y un poco antes, en la perspectivade la Resurrección de Cristo, Pablohabía escrito:

"Cristo resuscitó de entre losmuertos como primicias de los quedurmieron (...). Del mismo modoque en Adan mueren todos, asítambién todos revivirán en Cristo.Pero cada cual en su rango: Cristocomo primicia (...); el último ene-migo en ser destruido será laMuerte"(Cor 15, 20.22.26).

En el inmenso desarrollo de lahistoria de la salvación a través detoda la Escritura, el acto final secumplirá cuando Dios asegurará lavictoria sobre la muerte y el triun-fo definitivo de la vida.

Dicha orientación desde el co-mienzo hasta el final, dicho valorprefigurativo de Adan que anunciaa Cristo, el último Adán, es el queen la exegesis se denomina la tipo-logía bíblica. Ella se aplica tam-bién a Eva quien anuncia y prefi-gura a María, la nueva Eva 12, perotambién aquí para subrayar el con-traste entre las dos.

Después del pecado en el jardindel Eden, Dios había dicho a la pri-mera mujer que habría dado a luz asus hijos con dolor (Gn 3, 16); pa-ra María, la nueva Eva, esta penadel pecado no existe más, dado quecon ella inicia el tiempo de la sal-vación. Por esto María ha sido"transformada por la gracia" (ke-charitômenê, Lc 1, 28) en vista dela Encarnación del Hijo de Dios: e-lla ha permanecido virgen tanto enla concepción como al dar a luz aJesús. Es lo que los teólogos lla-man la virginitas ante partum e inpartu. Se capta entonces la bellezasimbólica y la profundidad teoló-gica de la escena descrita por Ro-mano el Melòde (uno de los mayo-res poetas religiosos de la Iglesiaoriental), en uno de sus himnos so-bre la Natividad: en una audaz vi-sión poética, él no vacila al descri-bir a Adán y a Eva presentes enBelén, en el momento en que Ma-ría da a luz a Jesús; Eva recuerda aMaría que, después de la caída, e-lla ha debido dar a luz con dolor,pero ahora presenta sus felicitacio-nes a la nueva Eva, a esta mujertransformada por la gracia que hadado a luz virginalmente al Hijo de

Dios: porque así se cumple el res-cate de la maldición13.

2. AbrahamEs con Abraham que inicia la

historia del pueblo de Dios que se-rá la Iglesia. Abraham y sus dosdescendientes inmediatos, Isaac yluego Jacob, son los que Pablo lla-mará "los padres", pero el Apóstolañade inmediatamente, a propósitode Abraham y los patriarcas: "delos cuales también procede Cristosegún la carne, el cual está por en-cima de todas las cosas, Dios ben-dito por los siglos. Amén" (Rm 9,

5-6). Sin embargo, Pablo es orgu-lloso de ser también él "israelita,del linaje de Abraham, de la tribude Benjamín" (11, 1), pero tambiénél ha sido llamado en el camino deDamasco para ser el Apóstol de lasnaciones. Pero "Dios no ha recha-zado al pueblo que había elegido".Los paganos que se conviertenparticipan en lo que la liturgia lla-ma la Israëlitica dignitas14, el pri-vilegio para las naciones de ser"hijos de Abraham" y de este mo-do toman parte en la dignidad depertenencer a Israel, este puebloque Pablo llama "Israel de Dios"(Gal 6, 16). Ahora bien, la "raízsanta" (Rm 11, 16) de Israel es A-braham, de quien proviene el pue-blo de Dios, gracias a la eleccióndivina y a las promesas hechas alPatriarca. Pero los verdaderos hi-jos de Abraham, para Pablo (Rm9,8) y para Juan (Jn 8, 31-37), noson todos los que descienden de élsegún la carne, sino los que, comoél, aceptan las promesas y viven lafe de Abraham, incluso si provie-nen de naciones paganas. "El padrede todos nosotros" (Rm 4, 16),

puede afirmar Pablo, es Abrahamdado que, no obstante su vejez, sucuerpo ya estaba muerto, y muertoestaba también el seno de Sara, sumujer, él ha creido en Dios porque"Dios dá la vida a los muertos"(Rm 4, 17). Los verdaderos hijosde Israel y los verdaderos cristia-nos son, pues, los que viven la pro-mesa hecha a Abraham y la fe deAbraham.

El acontecimiento decisivo de lavida de Abraham fue la alianza queDios había establecido con él y laspromesas paradójicas que le habíahecho: "Padre de muchedumbre depueblos te he constituido. Te haréfecundo sobremanera" (Gn 17, 5).Es esta promesa que los iconoscristianos representan a menudo,por ejemplo aquel muy conocidode Raoublev, que ha sido llamadoel monumento más incomparablede la pintura rusa. Como se sabe,representa la aparición en Mam-bre, en la que tres ángeles vienen aanunciar al patriarca que, no obs-tante su vejez y la esterilidad de sumujer, será padre de un pueblo nu-meroso (Gn 18, 1-15). Los tres án-geles, para Roubleb, representan laTrinidad, pero su indisoluble uni-dad, sugerida por la composicióncircular de sus relaciones silencio-sas, hace comprender que es Diosmismo que le envía este mensaje.

El misterio de la fe de Abraham,explica san Ambrosio, está en elhecho que aún si él vio a tres visi-tantes, en efecto era Dios que lehablaba: "Deus illi apparuit et tresaspexit"15, pero del texto de la Vul-gata (Gn 18, 2) la liturgia sacó,cristianizándola, la fórmula: "tresvidit et unum adoravit".

Pero "el genio de Roublev, comose ha dicho, añade a la densidaddel mensaje concentrando la esce-na sobre la pareja que contiene lacabeza de ternero sacrificado (porAbraham) que, bajo la mirada car-gada de tristeza de las dos figuraslaterales, se vuelve un cáliz símbo-lo de la Pasión"

16. El simbolismo

de los tres ángeles del icono deRoublev nos orienta pues ante todohacia la Trinidad, pero también ha-cia la cristología y hacia la cruz.

Esta visión simbólica sugeridaen el icono ruso nos ayuda a com-prender mejor una palabra miste-riosa de Jesús en el IV Evangelio.En el curso de una discusión conlos judíos sobre la posteridad de A-

101VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

braham, Jesús se presenta como elverdadero objeto de la promesa he-cha al patriarca, la verdadera causade su gozo, el Isaac espiritual. Deeste modo El hace llegar a su pro-pia persona el gozo mesiánico deAbraham, cuando cree realmenteque será el padre de Isaac y de todoIsrael; y sin duda es lo que Jesúsquería decir a los judíos: "Vuestropadre Abraham se regocijó pen-sando en ver mi Día, lo vio y se a-legró" (Jn 8, 56). Abraham, abrién-dose en la fe a la perspectiva de uncumplimiento que debía realizarseen Jesús, se convertía para noso-tros un icono bíblico de la fe enCristo.

Pero Abraham es aún más direc-tamente un icono de la vida, y tam-bién de la vida eterna, según algu-nos textos del Evangelio de Lucas.A una pregunta tentadora de los sa-duceos, que negaban la resurrec-ción de los muertos, Jesús respon-de refiriéndose a Moisés: "El Diosde Abraham, Dios de Isaac y Diosde Jacob. No es un Dios de muer-tos, sino de vivos, porque para éltodos viven" (Lc 20, 37-38). Y enla parábola del rico malvado y deLázaro, el puesto de la vida eternaen el que Lázaro es llevado por losángeles es llamdo por Jesús "el se-no de Abraham" (Lc 16, 22), elpunto de cumplimiento final de to-da la historia de la salvación. Y esen el "seno de Abraham", es deciren la vida eterna, que la Iglesia, enla liturgia de los difuntos, deseapara todos los que aspiran llegar aella.

3. Jesús el Hijo de Dios encarnadoHemos llegado al corazón de

nuestra ponencia. Como hemos di-cho antes, el fundamento teológicodel icono de Cristo es la Encarna-ción del Hijo de Dios: en Jesús,que era un hombre, lo invisible sevuelve visible. Dos escenas de losEvangelios eran particularmente a-decuadas para captar el alcancesimbólico de un acontecimientohistórico de la vida de Jesús: laTransfiguración de la montaña yluego el costado abierto de Jesúsdespués de su muerte en la curz.

a) En la tradición oriental, el ico-no más importante de Cristo erasin lugar a dudas el de la Transfi-guración en el monte Tabor. Se tra-ta de la escena que debía represen-tar cada joven pintor, después de

su aprendizaje técnico y su forma-ción espiritual, cuando pintaba porla primera vez un verdadero iconodestinado al culto. Esto se entiendefácilmente: de todos los episodiosde los evangelios, el de la Transfi-guración es en donde mayormentese manifiesta la revelación antici-pada de la gloria pascual y escato-lógica de Jesús, una revelación queya fue dada aquí a los tres apósto-les antes del anuncio de la pasión.Releamos la narración en el Evan-gleio de Marcos:

"Seis días después, toma Jesúsconsigo a Pedro, Santiago y Juan,

y los lleva, a ellos solos, aparte, aun monte alto y sus vestidos se vol-vieron resplandecientes, muy blan-cos, tanto que ningún batanero enla tierra sería capaz de blanquear-los de ese modo" (Mc 9, 2-3).

Según la tradición oriental, el i-cono indica la santidad, pero de talmanera que ella se haga visible anuestros ojos carnales, en la ima-gen de Jesús. Citamos ahora L.Ouspenski: "Imagen de la santifi-cación del hombre, representa larealidad que se reveló en la Trans-figuración de Cristo, en el monteTabor". Y añade este comentariolitúrgico del II Concilio de Niceaen el 787: "Cayendo en tierra en elmonte sagrado, los más grandes a-póstoles se postraron viendo al Se-ñor revelar el alba de la luz divina;y ahora somos nosotros que nospostramos ante el santo Rostro queresplandece más que el sol"17.

No se puede negar que en el tex-to del Evangelio la narración de laTransfiguración era el más bello delos "iconos verbales de Cristo" (S.Boulgakoff); por esto su riquezasimbólica habría debido ser abun-

dantemente explotada en los ico-nos pintados en Oriente. El "can-dor resplandeciente" del que hablaLucas (9, 29) habría sido represen-tado ampliamente en estos iconos;la revelación hecha en el monte alos apóstoles habría sido llamadaen el siglo XIV "luz tabórica", paradistinguirla de la profundidad in-sondable de la esencia de Dios.

b) El otro episodio evangélicoque deseamos presentar tambiénsobre la vida de Jesús, es el de Jn19, 34 que nos muestra a Jesús enla cruz con el costado abierto, des-pués del golpe de la lanza del sol-dado. En pocas palabras, no se tra-ta quí de un icono, sino del valorsimbólico del acontecimiento queha sido percibido y desarrolladomás bien en Occidente, en el quese ha difundido ampliamente la de-voción al corazón de Jesús (cf. lamística alemana del Medioevo ylas revelaciones de Paray-le-Mo-nial en el siglo XVIII); pero el pun-to de partida de esta larga tradiciónlatina ha sido el comentario de A-gustín al texto de Juan del que re-cordamos la parte esencial: "Unode los soldados le abrió (aperuit)el costado con la lanza. El Evange-lio ha estado atento en la elecciónde los verbos; no ha dicho golpeó,hirió el costado (...) sino lo abrió.Esto quería indicar que a este pun-to, por decir así, se había abierto lapuerta de la vida (vitae ostium);(sin ella) no se puede entrar en lavida, en la verdadera vida..."18.

Una atenta exegesis del texto deJuan permite hacer ver el alcancesimbólico y toda la profundidad te-ológica. Es necesario partir delmismo texto. La sangre que saledel costado abierto de Jesús simbo-liza que era su vida profunda antesde la muerte, su obediencia total alPadre, su amor por los suyos, suconciencia mesiánica de cumplirtoda la Escritura y fundar la Iglesiaen ese momento, en las personasde María y de Juan. El agua quesale del costado es, decía Hipólito,"el agua del Espíritu"; simboliza a-quel Espíritu que Jesús comunica-ba con su muerte a su Iglesia ("tra-didit spiritum" 19, 30).

Es necesario decir, pues, con unatradición universal tanto orientalcomo occidental, que la Iglesia hanacido en el Calvario del costadodel nuevo Adán. Esta interpreta-ción se funda ante todo en un he-

102 DOLENTIUM HOMINUM

cho de nuestro paso con la declara-ción de Jesús en la fiesta de los Ta-bernáculos: "De su seno correránfuentes de agua viva" (7, 39) que elmismo Juan explicaba que hablabadel Espíritu. La Iglesia "nació",pues, directamente de la llaga delcostado, recibiendo el Espíritu deJesús. A partir de la cruz, la vida deCristo se prolonga pues en la vidade la Iglesia. Para quienes lo con-templan con fe, el costado abiertode Jesús en la cruz se vuelve real-mente en "la puerta de la vida". Poresto, en las letanías al corazón deJesús, la Iglesia pone en nuestroslabios estas invocaciones: "Cora-zón de Jesús, fuente de vida y desantidad", "Corazón de Jesús,nuestra vida y nuestra resurrec-ción".

4. María, Madre de Jesús y Madre de DiosSi Jesús es la puerta de la vida;

María, su madre, aquella que nosentrega a Jesús y nos conduce a El,será necesariamente también ellaun icono importante de la vida. Yes así que instintivamente la Tradi-ción la ha representado inumera-bles veces en el arte cristiano, enOccidente como en Oriente. Lasdos escenas evangélicas más im-portantes son: el anuncio a María(Lc 1, 26-38) y las bodas de Caná(Jn 2, 1-11).

a) En lo que se refiere a la Anun-ciación, estamos atentos a dos as-pectos esenciales puestos de relie-ve por el evangelista y que encon-traremos en los iconos cristianos:la virginidad de María y su mater-nidad. Ante todo su virginidad: ensu saludo inicial, el Angel llama aMaría kecharitômenê, traducidomal en la Vulgata y en numerosasversiones modernas como gratiaplena, llena de gracia. Con la anti-gua versión latina anterior a SanJerónimo, es necesario traducirlamás bien por gratificada (= gratafacta Deo). María, desde antes, hasido "transformada por la gracia",una gracia que la había "hechograta a los ojos de Dios". Esta gra-cia, decía san Bernardo, era la gra-cia de la virginidad. Desde antes,gracias al efecto de esta gracia,María sentía el deseo que perma-necer virgen, de vivir en una rela-ción esponsal con Dios. De estemodo Dios la había preparado a u-na maternidad que debía ser virgi-

nal. Pero María aún no había com-prendido todo el misterio. Por estoella fue turbada ante el anuncio desu próxima maternidad. Pero cuan-do el Angel le explicó que ella ha-bría "concebido en su seno" pormedio de la acción creadora delEspíritu Santo, todo se vuelve cla-ro y con gozo ella da su consenti-miento. María se vuelve así el ins-trumento elegido por Dios para ha-cer posible la Encarnación de suHijo: María será contemporánea ynecesariamente virgen y madre.Por esto el Angel le había dichoque habría "concebido en su seno",es decir virginalmente. Ella dará lavida a un hijo que llamará Jesús,pero que será Hijo de Dios. El he-cho que Dios mismo haya sido elPadre de Jesús y que María hayasido virginalmente su madre es, ensíntesis, el misterio central denuestra fe, es decir el misterio de laEncarnación.

Pero dado que hablamos de ico-nos bíblicos, preguntémonos ahoracómo estos dos aspectos del Miste-rio de María, es decir su virginidady su maternidad, estan representa-dos en el arte cristiano. Las varia-ciones son aquí evidentemente in-numerables. Recordamos dos mo-delos particularmente sugestivos.Para el Renacimiento italiano, pen-samos en la bella Anunciación quenos ha dejado Andrea della Rob-bia, en una bajorelieve blanco y a-zul, que se conserva en Alverna.La virginidad de María se nos indi-ca de tres modos: se ve la palomadel Espíritu Santo dirigirse haciaMaría, ya que será El quien la fe-cunde; María es separada por elAngel arrodillado que le habla des-de un ramo de lirios que simboli-zan su maternidad; y en lo alto a laderecha aparece Dios Padre quemira atentamente a María, lo quenos hace comprender que el niñoque ella dará a luz será Hijo deDios, en otras palabras que Diosserá su Padre. En los iconos orien-tales la simbolización es más sen-cilla: a menudo son tres estrellascolocadas en el manto de María sedesea significar su triple virgini-dad: antes, durante y después delnacimiento del niño.

La representación de la materni-dad de María ciertamente era másfácil hasta el punto que tal vez aho-ra se ha vuelto banal: ¡hay tantoscuadros y tantos iconos que nos

presentan a la Madre y al Niño!Reflexionemos sin embargo sobreel hecho que dichas representacio-nes difundidas en todas partes per-tenecen al cristianismo; no hay na-da semejante en las demás religio-nes; y la razón es sencilla, es quela Encarnación es el misterio espe-cíficamente cristiano; de aquí sugran difusión. Además, el simbo-lismo debe hacer comprender queesta mujer que tiene el niño es laMadre de Dios y que su hijo es elHijo de Dios. Examinemos desdeeste punto de vista tres tipos de i-conos marianos: ante todo el quees llamado Galactotrofousa, lamadre que da la leche, que subrayaclaramente el aspecto plenamentehumano de esta maternidad; luegoel tipo Eleousa, de la ternura, por-que allí se ve al Niño abrazar tier-namente a la madre (p.e. en el céle-bre icono de la Madre de Dios deVladimir), pero en el que la miradade la Madre ya está entristecidaporque prevé la pasión de su Hijo:en fin, y ante todo, el modelo fre-cuente del Odigitria (de "hodos",camino) porque, con la mano dere-cha, la madre indica a su Hijo quenos mira, porque es él quien será el"camino" que nos conduzca a la vi-da (cf. Jn 14, 6). Pero en casi todosestos iconos, cerca de la aureolaque circunda la cabeza de la Vir-gen, encontramos una inscripciónque recuerda el papel esencial y ú-nico de esta mujer en el misteriocristiano: Mêtêr Theou o Theoto-kos, "Madre de Dios". De aquí secomprende que el icono marianose ha vuelto el icono por excelen-cia de la Encarnación, es decir delmisterio teándrico del Hijo de Dioshecho hombre y de la maternidadhumana del todo real de esta mujerque se ha vuelto la Madre de Dios.

En las iglesias bizantinas, este i-cono es como un recuerdo deltriunfo de la ortodoxia, en el IIºConcilio de Nicea del 787, despuésde la larga crisis que produjo en O-riente la inconoclasia, la lucha con-tra las imágenes en el siglo VIII.

b) Algunas palabras más sobreel segundo episodio que hemos a-nunciado, las bodas de Caná. Aquíes necesario hacer una referenciaal Antiguo Testamento: los profe-tas a menudo hablan de la hija deSión; esta mujer simbólica repre-senta al Pueblo de Israel y el papelque desarrolla en el misterio de la

103VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Alianza; es esencialmente la Espo-sa de Yahvéh, con la que precisa-mente Dios ha concluido la Alian-za como en un matrimonio; pero e-lla es llamada también la Virgen Is-rael (Virgo Sion), para hacer com-prender que la hija de Dios no po-día tener otro Esposo, cometiendoel adulterio de la idolatría; ella es,en fin, la Madre Sión, para todoslos hijos de Israel que vive en la A-lianza. En el Nuevo testamento, esMaría que se vuelve "la hija deSión por excelencia", como dice elConcilio. Las prerrogativas del an-tiguo Israel se realiza en ella, quese vuelve así la imagen del nuevopueblo de Dios, el icono de la Igle-sia. Pero ¿en qué sentido el títulode Esposa puede valer también pa-ra María (se le ha llamado SponsaVerbi, Sponsa Spiritus Sancti)? A-quí debemos partir de la narraciónde Juan de las bodas de Caná, queevidentemente tiene un profundosignificado simbólico. Las bodasde Caná son un grande símbolo delas bodas mesiánicas. El verdaderoesposo de estas bodas es Jesús; laesposa es la Hija de Sión, represen-tada por María y por el grupo delos discípulos19. El mismo tema se-rá retomado en la Cruz donde Ma-ría, con el discípulo predilecto, seconvierte en la "Iglesia que nace".Pero este simbolismo logra toda suamplitud solamente en las visionesgrandiosas del Apocalpsis, sobretodo en el capítulo XII, que nospresenta a "una mujer vestida desol, con la luna bajo sus pies y unacorona de doce estrellas sobre sucabeza" (12, 1): esta mujer es aquíel arquetipo, el símbolo de la Igle-sia triunfante20. Ella es contempo-ráneamente virgen, madre y espo-sa. Y se comprende así que la Igle-sia, en la liturgia del 15 de agosto,aplique este gran símbolo a la Vir-gen para celebrar su victoria sobrelas fuerzas del mal y su asunciónen la gloria.

Pero esta visión simbólica lograaún mayor amplitud en los últimosdos capítulos del Apocalipsis quenos describen la escatología final,la conclusión definitiva de la A-lianza en la Jerusalén celeste. Laciudad santa representada "comouna esposa adornada para su espo-so" (21, 2). Esta esposa es la Mu-jer-Iglesia, en la que podemos darun rostro humano, el de María enla gloria. Ella es llamada más ade-

lante "la esposa del Cordero" (21,9). Pero escuchemos el mensajeproclamado por una voz potenteproveniente del trono de Dios:"Esta es la morada de Dios con loshombres (...) Y no habrá ya muer-te" (21, 3-4). Esto es muy actual, a-hora que Juan Pablo II en la Evan-gelium vitae ha denunciado la cul-tura de muerte que domina nuestraépoca. Es contrario al dinamismoprofundo que atravieza y unificatoda la historia de la Iglesia. Pablohabía dicho a los Corintios: "El úl-timo enemigo en ser destruido serála muerte" (1Cor 15, 26). Y el A-pocalipsis anuncia también: "Nohabrá ya muerte" (Ap 21, 4). El úl-timo mensaje que nos deja es el dela vida: "El Espíritu y la Novia di-cen: '¡Ven!' Y el que oiga diga:'¡Ven!' Y el que tenga sed, que seacerque, y el que quiera, recibagratuitamente agua de vida" (22,17). Esta agua viva que estamosllamados a tomar en la ciudad san-ta es la vida misma de Dios.

Tratemos de condensar en algu-nas palabras nuestro inmenso reco-rrido a través de toda la historia dela salvación, de la creación a la es-catología final. Este largo recorri-do nos hace descubrir el sentidoprofundo de nuestra existencia co-mo cristianos: es un camino cons-tante hacia la vida. Sin embargo,nuestros progenitores creados a i-magen de Dios habían cometido elpecado; pero Dios, aun anuncián-doles que debían morir por su pe-cado, les promete la salvación;más tarde anuncia a Abraham quese habría vuelto en el hijo del pue-blo elegido, de quien deberá nacerel Mesías, hijo de Abraham e hijode David, pero también Hijo deDios. De ahora en adelante El serála vida del mundo; su costado a-bierto en la cruz será para el pueblode Dios la fuente del espíritu, lapuerta de la vida. A través de su re-surrección el será desde ahora enadelante "el que es vivo" (Lc 24,5). Pero es María, con la Iglesiaque representa, que nos invita a re-cibir esta vida, conforme a la pro-mesa hecha a la iglesia de Efeso:"Al vendedor le daré a comer delárbol de la vida, questá en el Para-íso de Dios" (Ap 2, 7).

P. IGNACIO DE LA POTTERIE, S.J.Profesor Emérito del Pontificio

Instituto Bíblico de Roma

Bibliografía1 Cf. E. STENDLER, L'icône, image del'invi-

sible, Desclée de Brouwer 1982; o tambiénV. MELCHIORRE (a cargo de), Icona dell'invi-sible. Studi per un'interpretazione simbolicadi Gesù Cristo, Milán 1981.

2 T. SPIDLIK, L'icône, manifestation dumonde spirituel, Greg 61 (1980) 539-554.

3 Chr. VON SHÖNBORN, Art e contempla-tion: les icônes du Christ, en el volumen co-lectivo C. VON SHÖNBORNy otros, L'art et latechnique. Die Kunst un die Technik, Fribur-go (Suirre) 1979, p. 9-20 (cf p 12s); del mis-mo autor, una de sus mejores obras sobre eltema: L'icône du Christ, Fondements théolo-giques élaborés entre le I. et le II. Concile deNicée (325-787) (Paradosis XXIV), Friburgo1976. Con relación a la frase misteriosa de Jn14, 9 cf, nuestro estudio: "Chi vede me vedeil Padre (Jn 14, 9). Dalla storia al mistero, enAA.VV., L'ombra de Dio. L'ineffabile e i suoinomi. Actas del primer encuentro teológico,Cinisello 16-17 de junio de 1990, Ed. Paoli-ne 1991, 53-71.

4 Ambigua (PG 91, 1253 D); este texto hasido presentado y comentado por H. Urs VAN

BALTHASAR, Liturgie cosmique. Maxim leConfesseur (Théologie, 11), París 1947, 153.

5 Chr. VON SHÖNBORN, L'icône du Christ,234.

6 T. SPIDLIK, art. cit. (n. 2) 550s; el autorse refiere aquí a la primera edición del librode L. OUSPENSKI: Essai sur la théologie del'icône dans l'Eglise orthodoxe, París 1980;el parangón entre el icono ruso de la Virgendel Niño y la Virgen de Rafael no está tal ycual; pero son reproducidos respectivamenteen las pags. 164-165 (ilustración 18 y 19).

7 PAVEL FLORENSKIJ, Le porte regali. Sag-gio sull'icon, Adelphi, Milán 1981 (2), 74-75; este testimonio sobre la experiencia deRafael parece estar basado en una leyenda;de todos modos el juicio del autor sobre lapintura religiosa de Occidente a partir del re-nacimiento es también demasiado severo (cf.pag. 63-364).

8 L. OUSPENSKI, Théologie de l'icône, 120.9 L. OUSPENSKI, o. c., 181.10 Chr. VON SHÖNBORN, L'icône du Christ,

145 s.11 Vedi Evangelium vitae, n. 43.12 V. A.M. DUBARLE, Les fondements bi-

bliques du titre marial de la nouvelel Eve,RSR 39 (1951) 49-64.

13 ROMANO IL MELODE, Hymnes, II: "2ºhymne de la Nativité", estrofas 6-11 (SC110, 95-101).

14 Oración después de la tercera lectura(sobre el Exodo) en la oficina del SábadoSanto: "...ut in Abrahae filios et in Israëliti-cam dignittem, totius mundi transeat plenitu-do"; el texto se remonta al sacramentario ge-lasiano (MOHLBERG, n. 435).

15 De Abrahamo (PL 14, 457, 33).16 M.P. BADIENVILLE, Roublev (Andrei),

en Catholicisme XIII, 136.17 L. OUSPENSKI, La Théologie de l'icône

dans l'Eglise orthodoxe, Cerf., París 1980,144; en la página siguiente él reproduce un i-cono ruso del siglo XII que representa laTransfiguración.

18 Tract. in Ioh, 102, 2 (PL 35, 1953).19 H. SAHLIN, Sur Typologie des Johanne-

sevangeliums, Upsala 1950, 8-9; v. tambiénnuestra obra Marie dans le mystère de l'A-lliance, Desclée, París 1988, ch. V: "Epousedes noces messiniques" (p. 183-231).

20 Cf. Marie dans le mystère de l'Alliance,ch. VII: "La Femme couronnée d'étoiles" (p.261-283).

104 DOLENTIUM HOMINUM

1. El sufrimiento en la vida

Sin entrar en justificaciones filo-sóficas y teológicas, todos tene-mos experiencia del sufrimiento.Del físico y de moral. Unos lo he-mos probado más, otros hemos te-nido menos posibilidad o, comosolemos decir, más fortuna.

Ante el sufrimiento aparece enseguida la preocupación. No mesiento bien, no sé lo que me pasa,pero estoy mal. Desde ahí se iniciatodo un proceso para tratar de eli-minarlo, para erradicar si es posi-ble, su causa.

Ante el sufrimiento luchamos,resistimos, buscamos lo que consi-deramos es lo mejor, lo que está anuestro alcance. A veces inclusohacemos esfuerzos que jamás ha-bíamos pensado podríamos hacer.

Puede ser que tengamos la expe-riencia de sufrir solos, pero nor-malmente en nuestro sufrimientoentran a formar parte los otros. Elsufrimiento impacta al entorno. Loque nos acontece llega a formarparte del nosotros, de la famiglia,de los amigos, de los que intervie-nen para tratar de solucionarlo.Cada uno se implica según en ni-vel de relación que tiene con el quesufre.

Con mucho respeto decimos quela persona afectada, el enfermo, aún sin querer realiza su rol, tieneun proceso de aceptación de la en-fermedad, asume unas actitudes alvivirla, tiene respuestas que, respe-tando la singularidad de cada uno,han sido estandarizadas. Su rol tie-nen también los terapeutas, losprofesionales con sus conócimien-tos y formas de aplicarlos, con susritos que se repiten en el procesode la enfermedad.

Su rol tienen finalmente cuantos

forman el entorno del enfermo, a-fectados por la incertidumbre, notanto del sufrimiento, cuanto por elalcance en sí de la enfermedad.

2. El hospital como templode la humanidad sufriente

Un templo es un lugar sagradoque las distintas religiones cons-truyen para realizar el culto a susdioses, consagrándolo para dichofin.

Obvio un discurso sobre la im-portancia del templo en la fe de Is-rael y en la de la Iglesia. Podemoscelebrar nuestra fe en otros luga-res, pero sobre todo el templo con-grega las expresiones de fe de lacomunidad cristiana como lugarpreeminente de la presencia deDios. En él se celebran fundamen-talmente los sacramentos y sobretodo el de la Eucaristía, celebra-ción del misterio Pascual de Jesu-cristo.

Metafóricamente podemos de-nominar el hospital templo de lahumanidad sufriente, porque es ellugar donde vivimos momentos in-tensos de nuestra vida. Antes odespués acerca de nuestra existen-cia, en donde miramos al futurodesde una óptica diferente, en don-de se unen una serie de fuerzas enfavor del servicio y de la promo-ción de la vida, en donde unos su-fren por su realidad y otros sufrenacompañando el sufrimiento desus semejantes.

Es lugar en el que se dan gran-des éxitos de los que todos goza-mos y lugar en el que experimenta-mos la impotencia del fracaso, an-te una vida que se apaga o ante larealidad de la muerte, que no pode-mos sino aceptar.

Es lugar en el que se compartecon sentimiento: el enfermo, la fa-milia, los profesionales y es lugaren el que más en que en otras par-tes la ciencia se pone al servicio dela vida, teniendo que estar enrique-cida de gran sensibilidad. Eso es loque le da al hospital el apelativo detemplo. Lugar consagrado, sacro,porque hablar de dolor, de vida yde muerte, nos hace entrar en lo sa-cro, en lo misterioso y definitivo,en lo profundo de nuestra realidad.

San Pablo habla de nuestro sercomo templos del Espíritu (1 Cor.6, 19). En nuestra esencia entra lacualidad del sagrado. En el hospi-tal como templo y desde el sufri-miento del ser humano como tem-plo del Espíritu celebramos una delas liturgias más importantes de lavida.

3. El misterio pascualde las personas hecholiturgia en el hospital

Hablamos de Misterio Pascualde Jesucristo para expresar su li-turgia de donación a la humanidad,por su Muerte y por su Resurrec-ción. Cuando celebramos la Euca-ristía hacemos presente este miste-rio en lo que tiene de sacrificio, demuerte, pero asimismo con su a-pertura a la Resurrección.

Por identificación con el miste-rio Pascual de Jesucristo hablamosde misterio pascual en la vida delas personas. Somos con los de-más. El proceso normal de realiza-ción de cada persona, es de entregaa los demás, a pesar de que aparez-can los egoísmos, y por eso pode-mos hablar que se da con la entre-ga de nuestra vida un misterio pas-cual, sobre todo se realiza al inte-grar sufrimiento, muerte y resu-

PASCUAL PILES

El Hospital: templo de la humanidad sufriente

105VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

rrección, conscientes o sin serlo.Metafóricamente decimos que

este misterio pascual de cada en-fermo se realiza en el templo delhospital. Cada proceso de enfeme-dad podríamos definirlo como unaliturgia, en la que se celebra, nocomo sacramento sino existencial-mente, el sufrimiento, la muerte yla resurrección.

Se da el sufrimiento físico y mo-ral, en todas las intervencionesquirúrgicas. Pasar por el quirófanotiene para todos un dormirse, para-gonable al sueño de la muerte,aunque sea presumible un desper-tar.

En el momento que se da estedespertar, se experimenta la sensa-ción de sufrimiento, por tanto par-te negativa del misterio pascual,pero se ve venir una resurreccióncon la recuperación progresiva,con la salida del hospital, que lolleva a vivir de nuevo y con ánimorenovado el sentido de la vida.

Procesos menos vistosos perosimilares se pueden dar en distin-tas enfermedades médicas.

Se da también este misterio pas-cual en las situaciones en las que elfinal no va a ser brillante. La partede sufrimiento y de muerte es ma-yor, cuando después de todo elproceso el desenlace va a ser lamuerte, pero vivido en la fe, lamuerte es puerta que nos lleva a lavida. Conscientes de este paso, hayque ver cómo somos capaces de a-compañarlo, con el respeto y el in-tento de acercamiento a Dios, paraque sea paso a la vida.

Por tanto, una invitación a quie-nes estamos al servicio de los en-fermos, a celebrar la liturgia delmisterio pascual de cada enfermo,a ver cómo hacemos para que elhospital sea un templo, que en suvida ordinaria integra la participa-ción del misterio pascual de cadaenfermo.

4. Celebraciones del misteriopascual en minúsculaen el hospital como templodel sufrimiento

Estamos celebrando esta X Con-ferencia bajo el principio evangéli-co conclusivo de la Parábola delBuen Samaritano "Ve y haz tu lomismo".

Jesús se identifica con el Buen

Samaritano e invita al joven a reli-zar lo mismo. Es llamada que senos hace a daca uno. No podemospasar de largo.

Es importante que nos paremosa pensar en tres elementos que in-tervienen en el hospital como tem-plo.

4.1. Es necesario un cuidadodel templo

No todos los templos tienen lamisma estética, pero hay que cui-dar su construcción para que facili-

te el que la comunidad creyentepueda ponerse en contacto conDios. Además, cada celebraciónnecesita su propia preparación.

Tenemos que hacer que nuestoshospitales sean verdaderos tem-plos para la persona sufriente. Hayque cuidar las nuevas construccio-nes, sus espacios; hay que renovarlas que son antiguas; hay que teneradecuadamente las habitacionespara los enfermos y para los fami-liares; hay que preocuparse de lacomida de los pacientes; hay quedotar el templo de los aparatos ne-cesarios para atender las necesida-des de los pacientes.

Es difícil que uno se sienta biencuando está mal, pero podemoshacer que se sienta menos mal,creando un ambiente agradable,poniendo a su servicio cuanto ne-cesita, haciendo que aùn en la en-fermedad y en el dolor, un domin-go no sea como un día ordinario yun día de Navidad no sea como eltercer miércoles de tiempo ordina-rio.

No todos los lugares ni todas lasituaciones van a tener la mismafuerza emotiva. No es lo mismo u-na muerte en la unidad de cura in-tensiva sin la presencia de los fa-miliares, o la de un niño dentro de

una incubadora bajo la mirada pe-netrante y cercana de sus padres apesar de que estén separados porlas paredes de cristal, que la de unapersona anciana rodeada de los su-yos en la habitación. No es lo mis-mo la vivencia de quien se sientemorir y tras una intervención acer-tada sale curado y como resucita-do, que quién desea vivir y la en-fermedad la va llevando que en eltemplo del hospital, a pesar de laexperiencia de muerte inhernte encada proceso exista también la dela resurrección.

4.2 Los celebrantes deben estaren función de la comunidad

Quienes actuamos en el hospitalsomos muchos. Divididos en sec-ciones, no todos nos hacemos pre-sentes en cada enfermo. A muchoslos enfermos ni nos van a conocer.Médicos, Enfermeros, Adminis-trativos, Personal de Manteni-miento, Trabajadores Sociales, P-sicólogos, Capellanes, Religiosos,Religiosas. Todos intervenimos,de cerca o de lejos, en el misteriopascual de cada enfermo. Esta in-tervención debe realizarse conprofesionalidad. El diagnóstico, yel tratamiento que el médico pres-cribe es una parte importante deesta liturgia. Lo es también los cui-dados de enfermería que incluyenla aplicación del tratamiento. In-cluye además, todas las atencioneshoteleras y del ambiente que inten-tar hacer agradable al enfermo laestancia en el hospital.

La asistencia se debe realizarsecon humanismo. Es lo que da launción al hecho de lo que hemosdenominado "celebración" dentrodel hospital como templo de la hu-manidad sufriente, pensando en lasnecesidades del enfermos y de suentorno. La plantilla debe estar en-riquecida por los valores que defi-nen la hospitalidad y debe poner-los en práctica en el servicio a losenfermos. La humanización exigetener un proyecto ético de asisten-cia, con los recursos necesarios,que defienda los derechos del en-fermo, que respete el secreto pro-fesional, que informe a su debidotiempo de lo que el paciente nece-sita y debe saber, que acompañe laangustia que, sobre todo cuando elproceso de la enfermedad es grave,aparece y que es difícil elaborar.

106 DOLENTIUM HOMINUM

Estamos en un forum creyente,cristiano, iluminados por la pará-bola del Buen Samaritano, el a-compañamiento del sufrimiento enel hospital, debe llevar a los cele-brantes, su plantilla, a ofrecer unaasistencia holística, integral, preo-cupada por las necesidades, físi-cas, psicológicas, sociales y espiri-tuales de los enfermos. Con visiónecuménica, tenemos que tener enlos hospitales, sobre todo en lospromovidos por la Iglesia, un ser-vicio organizado de Pastoral a losenfermos, que les ayude a descu-brir el sentido de su vida y aceptarla salvación de Jesucristo como e-lemento liberador, cuya presenciase hace factible con el silencio, conel afecto, con el apoyo, con la pa-labra, también cuando viene al ca-so en la celebración de los sacra-mentos: penitencia, eucaristía, un-ción de los enfermos, bautismo,etc. Quienes hemos vivido, traba-jado en un hospital, intentando ha-cerlo con profesionalidad y conhumanismo, quierendo llegar a larealidad de cada enfermo, hemosexperimentado con emotividad laparticipación en el misterio pas-cual de cada paciente y de sus fa-miliares. Quienes hemos hecho es-ta presencia desde una dimensiónpastoral, hemos teenido la expe-riencia gozosa de tantas personasque nos han abierto totalmente suscorazones, que nos han enriqueci-do con su forma de sufrir o de a-ceptar la muerte, que nos han he-cho gozar con su curación cuandola han tenido. Hemos vivido tantasexperiencias de acompañar a losfamiliares en el duelo de la pérdidade un ser querido, tanto más fuerte,cuando ha sido repentina, inespe-rada o esperada pero aceptada condificultad.

Doy gracias a Dios porque sinhaberme apretado demasiado meha hecho experimentar el sufri-miento, pero sobre todo porque meha puesto cercano y me ha dado laposibilidad de celebrar tantas litur-gias de enfermedad, de participaren el templo del hospital en la re-cuperación moral de tamtas perso-nas, a quienes sin atosigarles hetratado de acercar a Jesucristo y alos valores de la vida.

4.3 La comunidadque se congrega

En el templo del hospital la co-

munidad que lo frecuenta está for-mada por dos grandes grupos: losenfermos y su entorno y los profe-sionales que se encuentran a suservicio.

En función de los enfermos y suentorno se ha construido el templodel hospital, en función de elloshemos hablado de profesionalidady humanismo. Como lo son loscontrayentes en el sacramento delmatrimonio, en la celebración desu misterio pascual los enfermosson los verdaderos ministros de susacramento. Lo celebrantes, aun-que actuamos, somos como testi-gos.

En una de las reflexiones inter-nas de la Orden Hospitalaria deSan Juan de Dios, hemos habladode que los enfermos son nuestra u-niversidad, no revocando el valorde la ciencia, pero quierendo afir-mar, lo atentos que tenemos queestar a sus procesos e integrarlospositivamente en nuestra dimen-sión personal. Sólo el que integrael misterio pascual de cada enfer-mo, es capaz de poder seguir cele-brando e inteviniendo con sentidoen el misterio pascual de cada unode los enfermos que continuaránfrecuentando el templo del hospi-tal.

En la comunidad del templo delhospital están también los profe-sionales. Hay que hacer un granesfuerzo para que continuemos allamar metafóricamente al hospitalcomo templo. Tenemos el peligrode rutinizar nuestro servicio, de ol-vidarnos del ser personal de quienestá sufriendo, de perder los valo-res que hacen de nuestra profesiónuna verdadera vocación: Quienessomos conscientes de ello estamosllamados a ser agentes revitaliza-dores de la fe de los celebrantes,los profesionales, del templo hos-pital para que se siga actuando conel espíritu del Buen Samaritano.Tenemos que continuar junto alenfermo, por supuesto no pasar delargo y hacer lo mismo que elBuen Samaritano hizo.

5. Celebrar en Espírituy en verdad

En todos los templos los sacer-dotes deben celebrar en espíritu yen verdad. Las celebraciones ruti-narias y vacías de contenido no

son del agrado de los dioses y mu-cho menos del Dios verdadero. Lotenemos claramente expresado enel Antiguo y en el Nuevo Testa-mento.

Jesucristo que es quien procla-ma que ha llegado el momento enque los verdaderos adoradores loharán en espíritu y en verdad (Jn.4, 23), que echa de su templo a losmercaderes que lo habían profana-do (Jn. 2, 16) y que nos dice que yano solo tenemos necesidad de lostemplos sino que en todas partespodremos celebrar (Jn. 2, 21) elmisterio pascual de Jesucristo yponernos en contacto con Dios nosda pie para sacralizar el hospital ypara proclamarlo templo de huma-nidad sufriente.

Lo podemos proclamar porquecuando celebramos el misteriopascual del sufrimiento de la viday de la muerte de los enfermos,creados a imagen y semejanza deDios (Gn. 1, 27) y con quienesCristo se identifica (Mt. 25, 35)estamos celebrando un verdaderosacramento, que con su valor re-dentivo completa lo que falta a laPasión de Cristo.

Conclusión

Hablar del hospital como untemplo no es para sacralizar un es-pacio que en sí es secular. Lo sa-cral viene del respeto que nos me-rece la experiencia de tantas perso-nas que lo frecuentan: su vivir, susufrir, su morir, su resucitar.

Quienes nos encontramos aquíestamos todos vinculados por vo-cación al enfermar de la personas.Hoy en día las personas se pregun-tan más acerca de los por qués desu existencia en los hospitales queen los verdaderos templos y se dapara ellos mayor posibilidad de a-brirse a Dios desde la experienciadel enfermar que no desde la cele-bración de una fe externa y medio-cre.

Que somo cristianos y agentesde salud aceptemos la invitaciónde Jesús y hagamos en el templodel hospital lo mismo que hizo elBuen Samaritano.

Gracias.

Hno. PASCUAL PILES, O.H.Superior General de los Hermanos

de San Juan de Dios

107VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

1) No existe un hombre que notenga una experiencia directa, per-sonal, con el sufrimiento. De he-cho, llega llorando a este mundo ycon los ojos enrojecidos lo aban-dona y entre estos dos momentosno se tiene sólo una parada doloro-sa.

Todo hombre es, por así decirlo,un experto en materia de sufri-miento y, a pesar de esto, todos losque responden han formulado demodos tan diversos sus respuestasa la pregunta: "¿En qué consiste,en su opinión, la misión del médi-co?"

Han respondido según sus con-diciones del momento: o eran en-fermos o eran sanos, o eran jóve-nes o eran viejos, o sufrían algúndolor, o sufrían las consecuenciasde una enfermedad, o sentían quela muerte se acercaba.

Sin embargo, para todas las res-puestas podía encontrarse unaconstatación-base común:

"La misión del médico es la dereducir el sufrimiento del hom-bre".

Es una característica de la que nisiquiera el tiempo, en sustancia, hacambiado nada.

Así como no ha cambiado en na-da, por lo demás, ni siquiera el gri-to del hombre que sufre: "Homi-nem non habeo" (Jn,5,7) - "Notengo un hombre".

Pero ¿qué hombre le falta, quiénes ese hombre al que dirige su lla-mada? Un hombre que sufre llamaa cualquier otro hombre que puedacomprenderle y que quiera ayudar-lo. Llama a alguien que pueda es-tar a su lado; y está a su lado quien-quiera que oiga semejante llama-da, semejante grito. Y es el médi-co, sobre todo, quien debe enten-derlo, sin ponerse a considerar

quién es el que llama (Cfr. Lc10,30-37).

2) El dolor y la enfermedad: heaquí el dominio del médico -pero,visto que ambos provocan siempreel sufrimiento, el médico debe de-dicarle en todo caso la debida aten-ción. En ciertas circunstancias, sino se consigue soportar el sufri-miento, éste puede gradualmentedesembocar en ansia, en la con-ciencia de la propia desgracia, enla ciega desesperación con un finalinfeliz.

El sufrimiento domina todo elser del paciente, en todas sus di-mensiones humanas, de modo di-verso a como lo hacen la enferme-dad y el dolor, que son más o me-nos locales.

3) El hombre sufre porque viveel concreto estado de su salud o enotra situación semejante a ésta,que le hace imposible llegar a lameta de su vida. Y esta meta, paratodo hombre, es igual: alcanzar laplena realización de si mismo, co-sa que, en sustancia, no es sino ellogro de un estado de felicidad to-tal y duradera: sólo esto puede sa-tisfacerlo plenamente.

El médico ayuda al hombre quesufre persuadiéndolo de que el su-frimiento no puede impedir su feli-cidad, siendo el paciente una per-sona racional y libre, capaz de to-mar las decisiones independiente-mente del tiempo y del espacio. A-demás, el sufrimiento puede actuary en verdad actúa en el sentido deacercarse a la meta de la vita.

4) Hemos dicho que el hombrelo hace todo, consciente o incons-cientemente, para ser feliz. Esto esnatural, forma parte de la naturale-

za humana. Pero el hombre no de-sea alcanzar cualquier felicidad,sino una felicidad absoluta, es de-cir que para él no terminará nuncay cuya intensidad no puede ulte-riormente ser reforzada. Una feli-cidad de ese tipo no puede alcan-zarse en el tiempo y en el espacio.Tal felicidad puede tener sus oríge-nes solamente en el logro del Ab-soluto, que es el Bien, es la Verdady la belleza absolutas, la cima detodo lo positivo. Este Absoluto de-be ser transcendental: para un cre-yente es Dios y para un creyentecristiano es el Dios personal. Ve-mos, pues, que las direcciones delos hombres son idénticas y ni si-quiera la meta de sus vidas les im-pide llegar a ser hermanos, ser ver-daderamente próximos el uno al o-tro

5) ¿Por qué, entonces, el hombredebería sufrir, si todo en él tiendehacia la felicidad absoluta? Si elhombre no abordara el sufrimientoy, siendo satisfecho del estado enque se halla, no se empeñara todoél en alcanzar la felicidad absoluta,no se realizaría. Pero el hombre,un ser libre e inteligente, es llama-do a la colaboración de su felici-dad. El hombre no ha sido creadoen la felicidad, sino para la felici-dad. La vida le ha sido dada alhombre como una ocasión para lafelicidad (Cfr. Evangelium vitae).

En esto consiste la sustancia deloptimismo cristiano y yo creo quela misma puede constituir tambiénun fundamento sólido del optimis-mo de toda otra concepción delmundo.

Y es esta "esperanza real" (Síno-do 1985) como solución de todosufrimiento, lo que el médico debehacer accesible a su paciente si

ANTON NEUWIRTH

Qué piensan los laicos de la misión del médico

108 DOLENTIUM HOMINUM

quiere ayudarle a superar el ansiade sufrimiento y si no quiere impe-dir que llegue a ser infeliz.

Cierto estudiante de medicina seha cortado la mano durante una au-topsia legal y la herida no quierecerrarse. Durante meses la diagno-sis oscila entre sífilis y tuberculo-sis. Hay que subrayar que se trata-ba de tiempos sin penicilina ni an-tituberculíticos. El estudiante es-cribió a un amigo: "Podemos sufririnfinitamente, pero esto no quieredecir que debemos ser infelices".

6) Es esta idea principal la que elmédico debe hacer arraigar en elalma de su paciente. Pero esta exi-gencia está condicionada por sucapacidad de saber identificarsecon él. Exactamente esto pensabaJesús cuando ha dicho del buenSamaritano que "tuvo compasión"de un hebreo herido (Lc 10,33). Sucompasión era tan grande que lecuró las heridas y, caminando él apie, lo llevó sobre su asno a unaposada, donde pagó por el todoslos gastos futuros y lo recomendóa los cuidados del posadero para a-horrarle la humillación del indi-gente.

Jesús con esto nos dio el ejem-plo del complejo servicio sanitarioy de la mutua seguridad. Pero loque es importante, es que subrayóla necesidad de que el citado com-portamiento fuera el resultado decompasión y de piedad.

Porque, si el médico quiere o-brar de modo que su paciente abor-de el sufrimiento con optimismo,debe absolutamente identificarsecon él, debe alcanzar la total empa-tía con el paciente. Esto significasaber juzgar todo desde su puntode vista. Pero saber juzgar tododesde el punto de vista del otro,significa amarlo. Seguir el ejemplodel buen Samaritano significa a-mar a su paciente como a si mis-mo, es decir, ser verdaderamentesu prójimo.

¿No significaría esta actitud pa-ra con el paciente tener que con-tentarlo en todos sus caprichos? Alcontrario.

¿Cuál es la idea principal por laque todo paciente trata de guiar susuerte? Es la de buscar el caminohacia la felicidad absoluta, hacia larealización del propio personaje,de las propias capacidades.

Para el cristiano esto significa

buscar el camino del alcance de lasalud.

7) Esta concepción del sufri-miento no significa en modo algu-no la actitud masoquista ante esteproblema. No significa que debe-mos complacernos por el sufri-miento y por la muerte. Pero todocristiano siente la gozosa seguri-dad sabiendo que el camino del su-frimiento lleva a la felicidad y quedespués de todo sufrimiento y contodo instante de sufrimiento se a-cerca cada vez más a la meta dese-ada. Repetimos que se trata de unaoptimista visión de la vida, delprograma eficaz de la "esperanzareal". Y es tarea del médico con-servar y reforzar este optimismode "esperanza real" aun en toda si-tuación de sufrimiento, incluso desufrimiento gravísimo.

8) Sentir la compasión por algu-no en el espíritu del amor, significasentirla también en el espíritu de lahumildad, significa no imponernunca la propia convicción al en-fermo. Es necesario descubrir laverdad al paciente cuando éste notiene dolores intensos y cuando es-tá psicológicamente abierto y pre-parado a aceptarla. Para poder a-yudarle a atravesar los momentosdifíciles y dolorosos, debemos ex-plicarle el sentido de los dolores ydel sufrimiento en los momentosserenos y en los instantes del es-plendor de su ánimo. Esto signifi-ca dedicar al enfermo el propiotiempo y aguardar el momento o-portuno. Sobre todo, hay que apro-vechar la ocasión cuando el pa-ciente, por si solo, demuestre inte-rés.

9) Naturalmente, ciertos casosurgentes no permiten esperar a es-tas ocasiones, susurrando directa-mente al oído una breve oración,hay que ayudar a que nazca en el á-nimo del paciente el arrepenti-miento. Alguna vez, el pacientemismo, con alegría, mostrará su a-sentimiento. Nos encontramostambién con la reacción negativaal comienzo, pero después de uncierto tiempo, el paciente por si so-lo pedirá la consolación y los sa-cramentos.

10) Con el espíritu del buen Sa-maritano corresponde igualmente

109VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

una ayuda, por parte del médico,en la preparación del paciente paratomar, anticipadamente, ciertas de-cisiones sustanciales. Esto signifi-ca que la persona que prevé ciertassituaciones muy complicadas,aunque raras, que exigen un sacri-ficio importante o incluso el riesgode la vida, consulta a alguien, porejemplo un médico o un sacerdote,aclarando con ellos las eventualesobjeciones, y de este modo se pre-para a aceptar el riesgo o el posiblesacrificio. Quiere decir que hayque tomar en consideración tam-bién el hecho de que en el momen-to decisivo la presión psicológicapodría ser tan notable y aguda queimpidiera tomar una decisión ade-cuada sin una previa preparación.Para la preparación a tomar talesdecisiones preventivas, puedenservir los preparativos prematri-moniales o ejercicios espirituales,por ejemplo antes de entrar en elproceso laborativo, en la vida pú-blica y en la política,etc.

11) El último acto del buen Sa-maritano, ha sido pagar. Cita: "Al

día siguiente, sacó dos dineros ylos dio al posadero, diciéndole:Cuida de él y lo que gastarás demás, te lo devolveré a mi regreso".Otra acción del ejemplo de la cari-dad que quiere poner en evidenciaque la compasión es una empatíaintegral que respeta todas las di-mensiones del hombre, su esferabiológica, psíquica y espiritual.

12) ¿Cómo ver, entonces, la me-dicina a la luz de la doctrina cris-tiana? La medicina es una relacióninterpersonal entre el médico y elpaciente, orientada a la conserva-ción, el desarrollo y el restableci-miento de la salud, a hacer soporta-ble la vida con las secuelas de las en-fermedades, y a la ayuda en el mo-mento importantísimo de la vida, esdecir, en la hora de la muerte.

Siendo la medicina una relacióninterpersonal integral, no es sólo elmédico quien asegura las necesi-dades materiales, es decir, la saluddel paciente, sino que también elpaciente debe ayudar a las exigen-cias materiales del médico. La sa-lud del hombre es inapreciable y

entonces el médico puede recibiren recompensa de su fatiga sólo unhonorario, que debe ser adecuadoa sus exigencias personales y fami-liares. El honorario nunca puedeser tal que pudiera cancelar lossentimientos de gratitud y de unaunión espiritual entre el médico ysu paciente. El concepto de que elpaciente podría asegurarse su "li-bertad" con respecto al médico pa-gando unos honorarios bastante al-tos, es un concepto falso de mer-cantilización de la medicina y suulterior deshumanización.

El fundamento de la medicinano es solamente un alto profesio-nalismo, sino también una empatíaintegral mútua del médico y delpaciente que hace posible conser-var el optimismo que quiere decirla "esperanza real" de una felici-dad completa y duradera del pa-ciente incluso durante sus sufri-mientos.

S.E. SR. ANTON NEUWIRTHEmbajador de la

República Eslovaca ante la Santa Sede

110 DOLENTIUM HOMINUM

1. La familia como sujetointeragente con el enfermo

En las complejas dinámicas queinstaura el tiempo de la enferme-dad, sin duda juega un papel deprimer plano la interacción entre elenfermo y su familia. Dicha rela-ción no solamente consiste en lasreacciones de carácter regresivo(por lo que ella se vuelve como elvientre materno en el cual acurru-carse), ni en aquellas conflictualesque irritan y ponen de manifiestolas tensiones preexistentes cubier-tas por una aparente normalidad.La enfermedad no debe ser consi-derada superficialmente comosimple fastidio que interfiere conuna routine familiar consolidada ocon un deseo legítimo de vida se-rena. En efecto, toda enfermedad,sobre todo si es crónica o en faseterminal, comporta una "adapta-ción" de la familia que no será másla de antes. Los problemas puedenser de aparente banalidad (como a-compañar a los niños a la escuela oel deber de salir antes de la oficinapara llegar a tiempo a las horas delas visitas) o de extrema complexi-dad (como tener que asistir a unpaciente con diferentes traumas oconvivir con un enfermo mental).

Por otro lado, también en el en-fermo se manifiestan una serie deprocesos sicológicos cuyo objetoespecífico es la familia: problemasde carácter económico y de traba-jo, dolor al ver sufrir a otros "porcausa propia", preocupaciones porun futuro que puede ser diferente ycuyas perspectivas no se quierenhacer saber a la familia.

Dicho cuadro se agrava ulterior-mente por la fuga de parte de la co-lectividad. La familia con un pa-riente enfermo ya no puede desa-

rrollar su vida social normal: ya nopuede salir con los amigos ni estosla frecuentan como antes, no pue-de ir al cinema, al teatro, de vaca-ciones. Hasta la comunidad ecle-sial, que de alguna manera deberíaestar presente, a menudo ignora alas familias con personas enfermaspresentes en su territorio.

En un plano más analítico, másallá de las reacciones individualesde sus miembros, existen variosmodelos de interacción dentro dela familia. Siguiendo el análisis he-cho por Sandrin podemos identifi-car al menos cuatro modelos 1.

El primero podemos denominar-lo lineal. La enfermedad implicadirectamente a la familia suscitan-do en ella diferentes reacciones e-motivas y comportamentales des-de la negación a la desconfianza oa la agresividad ante los sanitarios,de la regresión y del autoaisla-miento a la confianza realista. Lalinealidad del modelo consiste enuna sencillez direccional de la in-teracción síquica por lo que el a-contecimiento enfermedad afectaal enfermo y, a través de este, a lafamilia. El sujeto que es afectado,se transforma en "enfermo" res-pecto a la enfermedad, pero frentea las relaciones familiares se vuel-ve en el "familiar enfermo" y cons-tituye una especie de trait-d'unionentre la enfermedad y la familia. Através de él, toda la familia estáimplicada en la enfermedad.

Asimismo, existe un modelocircular en el que se pone de relie-ve la reciprocidad de reaccionesdel enfermo y de la familia que se"contagian" recíprocamente. Enesta tipología de reacción, de partede los familiares aparecen fenome-nos de hiperprotección o de partedel enfermo (sobre todo si se trata

de un niño) la posible eliminaciónde la enfermedad porque incons-cientemente hace culpable a la fa-milia por no haber sabido prote-gerlo. El modelo es definido circu-lar porque, al contrario del ante-rior, evidencia un mayor dinamis-mo interactivo. Es como si la tria-da enfermedad-enfermo-familiainstaurase un "círculo vicioso" enel que cada uno de los tres sujetosincide en el otro obligándolo a unareacción de adaptación que, a suvez, condiciona al sucesivo ele-mento del ciclo.

El tercer modelo es el sistémicoen el que la familia se vuelve ex-presión de una crisis total del "sis-tema familia". La enfermedad seconvierte así en una verdadera yreal amenaza a su estabilidad (es-pecialmente si esta ya había sidoprecaria). La estructura "reticular"que determinan sus varios miem-bros se descompagina pudiendo a-sumir nuevas interconexiones queconvergirán en el enfermo o huiránde él. En otros términos, si la fami-lia es entendida como si fuera un"andamio" en el que cada elemen-to sostiene a otro, he aquí que la al-teración de uno de estos elementoscomporta una nueva organizaciónpara mantener el equilibrio del sis-tema. En dicho proceso el enfermopodría ser excluido y, por consi-guiente, marginado en cuanto ele-mento de inestabilidad.

Finalmente, el modelo narrativopresente sobre todo en las enfer-medades crónicas. La enfermedadya no es un hecho transitorio y ac-cidental, sino un acontecimientoque incide profundamente en lahistoria de la familia que es modi-ficada irreversiblemente. El enfer-mo insertado en el núcleo familiar,por su misma enfermedad es, por

SALVINO LEONE

La familia como sujeto de saludy de enfermedad

111VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

decir así, "compartido" con las re-alidades sanitarias que lo acompa-ñarán en el iter de su patología. Elriesgo es que justamente en razónde dicha extensión temporal, al sa-carlo del contexto familiar, él sea"cedido" - si no en forma materialpor lo menos sicológicamente - aquien lo está curando.

2. La familia como sujetointeragente con el médico

Si hasta ahora se ha hablado dela diada familia-enfermo, ahora espreciso ampliar el horizonte inclu-yendo también al tercer sujeto quees el médico. Un médico, que unabella dicción hasta ahora inciertaentre permanencia y desaparición,lo sigue llamando de familia. En e-fecto, más allá de las justas y debi-das especialidades, el médico defamilia sigue siendo una figura ab-solutamente insustituible. Si hayuna figura profesional que está engrado de enfrentar globalmente losproblemas sanitarios de la familia(y no sólo de cada uno de susmiembros), es ciertamente el mé-dico "de familia", "cronista" ver-dadero y efectivo de su historia sa-nitaria. En este sentido, es de dese-ar una mayor atención no sola-mente de parte de los Estados sinotambién de las instituciones sanita-rias (como por ejemplo los Orde-nes de médicos y las Facultades demedicina) para que la formaciónde esta figura profesional esté o-rientada no sólo a una debida com-petencia técnica sino también a laespecificidad de un papel que lo vecomo protagonista de una asisten-cia "a nivel de familia".

Pero no es únicamente este elámbito de interacción entre médi-co y familia (aunque sigue siendoel más importante y ordinario). E-xisten otros momentos de grandedelicadeza y empeño ético queconsideran a la familia como inter-locutor privilegiado y, en ciertosentido, como vicaria del enfermo.

El primer momento consiste enla comunicación de diagnosis in-faustas. Lamentablemente, a me-nudo se puede notar la tendenciade parte de los familiares de ocul-tar sistemáticamente la verdad alenfermo; actitud que es apoyadapor el médico (que en el fondo seve aliviado de una tarea ingrata y

emotivamente comprometedora).De este modo se construyen casti-llos de mentiras, las conjuras delsilencio, los dobles partes, la con-versación con el médico antes deentrar en la habitación del enfer-mo, privándole a éste de un dere-cho que le corresponde e instau-rando un proceso de "desconfian-za" incluso ante la credibilidad delmédico.

Junto con esto tenemos el pro-blema del ensañamiento terapéuti-co que, si por un lado se puede im-putar al médico de preocuparse amenudo de que un potencial ma-gistrado lo pueda imputar de com-portamiento negligente, la mayo-ría de las veces es inducido por losfamiliares preocupados sincera-mente para que se haga "todo loposible". Asimismo, dicha actitudde la familia, a menudo es sosteni-da por supuestas consideracionesde carácter religioso, ignorandocualquier valoración sobre la "pro-porcionalidad de los cuidados" quela Iglesia católica anima y apoya2.

El ámbito en que "constitutiva-mente" debe ser consultado el fa-miliar en lugar del paciente es elpediátrico (al menos en el períodoneonatal o en la primera infancia).Incluso en este caso, el derecho dedecisión corresponde siempre a lapersona enferma y no a otros. La"tutela" de parte de los padres, esante todo un instituto ético y luegojurídico, por lo que no obstante lapersona (es decir el niño) sigasiendo titular de la responsabilidaddecisional, esta es transferida a o-tros, por su incapacidad de ejercer-la3. La alianza terapéutica que serealiza entre el médico y el pacien-te se vuelve así una especie de a-lianza de tres: médico, padre y ni-ño.

Otro problema que implica (a supesar) a los familiares es el con-sentimiento al trasplante. Tambiénaquí se sobreponen substractos a-fectivos, culturas religiosas y de-sinformación médica. La implica-ción emotiva de quien tiene que e-laborar la difícil situación de lamuerte de un pariente, en su mayo-ría repentina, es ya el primer obstá-culo para una decisión que deberíaser lúcida, serena, ponderada. Aesto se añade una cultura que, porlo menos en el mundo occidental,no ha asimilado plenamente unamadurez antropológica de la cor-

poreidad y, en el plano religioso,tiende a identificar el culto de losdifuntos con el culto de los cadá-veres. Finalmente, todo esto esempañado por la neblina de noti-cias o creencias sobre "muertos"que se despiertan, cuerpos roba-dos, respiradores quitados antesdel tiempo.

Al tratar de la relación entre fa-milia y sanitarios, en fin, no pode-mos dejar de lado la delicada cues-tión inherente al secreto profesio-nal y a sus posibles abrogacionesen favor de un familiar. No quere-mos referirnos solamente a las clá-sicas y tradicionales cuestiones dedeontología médica referentes a norevelar a otros una determinadadiagnosis sino a problemáticasmás "modernas" como, por ejem-plo, las relacionadas con el estadode tóxicodependencia o a la condi-ción homosexual. También en estecaso debe subsistir el vínculo se-creto que si, por lado, no traicionala relación de confianza que el jo-ven coloca en el médico, por el o-tro - justamente por esto - se vuel-ve una premisa para que el médicopueda instaurar con el joven unarelación de ayuda cada vez másfructuosa.

De lo anterior se deduce clara-mente la exigencia de una mayorvaloración de los familiares sobretodo si el enfermo se encuentrahospitalizado. En primer lugar esnecesario reservarles espacios ade-cuados y tiempos de información.No se puede hablar velozmente enel corredor del hospital o delantede la puerta de casa. Es necesariodedicarles el tiempo necesario, enun ambiente adecuado, con la car-tilla clínica delante, sin aproxima-ción alguna.

En segundo lugar, es preciso queel médico temple su sensibilidadtomando en consideración proble-máticas familiares que para el en-fermo no son menos graves de a-quellas estrictamente asistenciales:un matrimonio, el juramento delhijo militar, una conflictualidadentre parientes en la que sirve sumediación... También esto es "cui-dado" de la salud en su significadomás amplio.

Es necesario, además, que elmédico "se acostumbre" a la pre-sencia del familiar, antes bien, seesfuerce para promover su cerca-nía al enfermo: programando tiem-

112 DOLENTIUM HOMINUM

pos adecuados para la visita en elhospital, no alejándolo de aconte-cimientos como el parto o peque-ñas operaciones de consultorio ysin excluirlo sistemáticamente delas visitas. En esta perspectiva y, afin de que sea efectiva esta "cerca-nía", sobre todo en instituciones deelevada especialidad con círculosde servicio regionales y hasta na-cionales, es necesario que el pro-blema sea enfrentado incluso polí-ticamente creando adecuadas es-tructuras de apoyo (pensionados,residencias, refectorios, etc.) en-torno a la institución misma.

Finalmente, no se debe dejar delado el ámbito educativo. Si sequiere valorar orgánicamente lapresencia del familiar, no es sufi-ciente el esfuerzo de parte del mé-dico para superar la simple "rela-ción entre dos" con el enfermo queno implique también a los familia-res, sino que es necesario que losmismos familiares, a su vez, se a-costumbren a esa nueva reciproci-dad. Es una obra que requiere em-peño pero es absolutamente nece-saria y sus frutos se verán no sola-mente a largo plazo. Es necesarioenfrentar la pseudo informaciónmédica por la que el familiar "sabi-do" pide informaciones sobre larealización o no de un determinadoexamen; superar la arrogancia dealgunas personas (aunque esténcomprensiblemente implicadas enel plano emotivo); inducir a unmayor respeto de los horarios y delas estructuras públicas; exigir a-quella educación que el médicodebe ejercer ante el paciente.

Claramente todo esto será mu-cho más fácil en cuanto, justamen-te en el médico y en la estructurasanitaria, se identificarán aquellasactitudes que se pide también alpaciente y a sus familiares. En elplano educativo-sanitario, además,no se puede dejar de lado algunosaspectos que influyen directamen-te en las elecciones y en las orien-taciones del paciente. Entre ellas,un papel prioritario corresponde alaborto voluntario del que justa-mente el pariente a menudo es elprimer responsable: del maridoque en un pseudo-respeto de la li-bertad deja sola a su esposa en unadecisión, a la suegra que no quiereencargarse de otros niños.

Si realmente se quiere que la fa-milia, como comunidad de amor y

no un simple agregado social, "vi-va" la enfermedad de un miembrosuyo y sea ayudada para que seaparte del personal sanitario, es pre-ciso que todos se hagan cargo, entodos los niveles, de las instanciasde una mayor participación y delas implicaciones de un influjomás directo sobre la dinámica sa-lud-enfermedad en que puede viviruno de sus miembros.

3. La familia como sujetoque comporta la enfermedad

A veces, en el complejo deter-minismo de la enfermedad la fami-lia tiene un real y verdadero papeletiológico, más o menos conscien-te.

Ante todo, es el caso de las en-fermedades genéticas que ya en lacomún dicción de "hereditarias",tienen como referencia a la fami-lia. La transposición del plano dela pura comprobación biológica alde la problemática existencial, serealiza a nivel de la identificacióninconsciente entre "causalidad" y"responsabilidad". Se trata de unfenómeno análogo al de la autocul-pabilidad de parte de un cónyugeestéril pero que asume connotacio-nes diferentes y más fuertes, por el"daño" provocado en la prole. Essignificativo, por ejemplo, la dife-rente actitud de los padres de unniño Down cuando se confirmaque la anomalía se debe a una pre-existente anomalía genética en unode los dos padres o bien a una mu-tación espontánea. En este últimocaso, en efecto, en cierto sentido elpadre se siente "aliviado" en invo-luntaria responsabilidad.

Un fenómeno que muestra unpreocupante aumento y que tam-bién implica una causalidad fami-liar es la anorexia (y su recíprocode la bulimia). En esta como en o-tras patologías de orden síquicoque reconocen etiologías reactivasante un familiar, es necesario estarmuy atentos y prudentes. Divulga-ciones indebidas, en efecto, correnel riesgo de hiperculpabilizar a unode los padres creando una incomo-didad que, a su vez, hace aun máscomplejo el tratamiento de la pato-logía. El dato más sobresalientesobre la temática familia/salud esque en este caso, como en otros se-mejantes, no es posible tratar al en-

fermo si al mismo tiempo no setrata a su familia.

Consideraciones como éstas(pero no totalmente análogas) sepueden hacer sobre la toxicode-pendencia. El paradigma tradicio-nal, en efecto, que veía en variasformas de "desadaptación" uno delos componentes en la génesis dedicha condición, está lentamentecambiando en favor de un nuevomodelo en el que el toxicodepen-diente está insertado perfectamen-te en su núcleo familiar, tiene unaactividad laboral regular, etc. Setrata de un modelo que, en ciertosentido, tiende a asemejarse al deotras dependencias como el humoy el alcohol. Pero justamente poresto no debe ser menos importante(aunque tal vez sea más difícil) elpapel que asume la familia en lasuperación de la dependencia. Paratender a ello, probablemente nopodremos orientarnos más a un"resaneamiento" de un núcleo fa-miliar cuya "patología" ha sido unfactor causal de la dependencia pe-ro será necesario exigir de una fa-milia ya "sana" que logre trasmitircon mayor fuerza y autoridad a-quellos valores que son la únicaverdadera y eficaz prevención.

Es necesario, en fin, que losmiembros de la familia tengansiempre presente el absoluto e in-derogable deber de no hacerse da-ño recíprocamente. Bienvenidaslas leyes que prohiben el humo enlos locales públicos, pero en el pla-no sanitario, el problema más gra-ve es el humo en los locales "pri-vados" que son justamente los dela familia. ¿Qué se puede hacer eneste caso?

Es en la familia, además, que a-ún hoy tiene lugar vergonzosa-mente la violencia sobre los meno-res y cualquier otra forma de vio-lencia doméstica que, si no incidesiempre de manera irreversible so-bre la salud física, deja profundascicatrices en aquella síquica.

Pero aun sin llegar a esos exce-sos no se deben dejar de lado otrasmiles formas de conflictualidad,más o menos sobresalientes, quecotidianamente tienen lugar entrelas paredes domésticas y que, porefecto de aquel misterioso y toda-vía poco estudiado connubio entresoma y sique, son la fuente del nú-mero cada vez más creciente depatologías sicosomáticas. Detrás

113VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

de una úlcera o de una gastritis, deun ataque de asma o de una psoría-sis encontraremos, si no es una e-tiología específicamente familiar,por lo menos un componente quede algún modo puede imputarse ala familia.

4. La familia como sujetoque promueve la salud

De lo expuesto se deduce unadialéctica entre familia y enferme-dad, compleja y poliédrica, pero decualquier manera bastante delinea-da en sus líneas fundamentales. Encambio, contornos mucho más es-fumados tiene el planteamientopositivo del problema, es decir, elbinomio familia-salud. ¿De quémanera la familia está implicadaen el "sistema salud" del individuoy de la sociedad, en su tutela, en sumantenimiento y en su promo-ción?

Conocemos muy bien la defini-ción OMS de la salud como "plenobienestar síquico, físico y social",pero conocemos menos las obje-ciones que se hacen a esa defini-ción, especialmente resumidas enla falta de una perspectiva dinámi-ca, en la falta de implicación de ladimensión espiritual y en una cier-ta absolutidad individual que correel riesgo de prevaricar la salud delos demás. Teniendo en cuenta es-tos límites (y por tanto también elhorizonte de su superación), sinduda podemos decir que la com-prensión actual de la salud recupe-ra plenamente el sentido de la sa-lus latina que no era simple sani-tas, como justamente subraya unaponencia de este Congreso.

Por esto mismo la familia nopuede eludir dicha perspectivaporque es interrogada por ella.Creo que el problema debe serplanteado siguiendo algunas direc-trices prioritarias.

La primera se refiere al deber dela familia de tutelar la propia sa-lud. Ciertamente las mayores res-ponsabilidades en ese sentido pe-san sobre los padres pero tambiénlos otros miembros son implicadosen varios aspectos. Un ámbito es elde la correcta educación alimenti-cia que es el mejor modo para con-tener el actual incremento de aler-gias alimenticias y contribuir a laprevención de futuras patologías

como las coronariopatías o los tu-mores del tramo gastroentérico. O-tro ámbito es el de los accidentesdomésticos (sobre todo sufridospor los niños), que siguen constitu-yendo un sector muy grande de pa-tología por negligencia. Otro ám-bito es el de las "sanas actitudes sí-quicas" como por ejemplo cultivarsentimientos de benevolencia recí-proca, el desarrollo del sentido crí-tico hacia la invadencia televisiva,el educarse a la recíproca escuchaen momentos comunitarios comoestar en la mesa.

La segunda directriz es la de tu-

telar la propia salud como un bienque no nos pertenece. Tal vez setrata de una perspectiva más difícilde percibir. En efecto, el difundido"principio de autonomía" o el mitode la "propia realización" empa-ñan la no-pertenencia de bienesque consideramos "nuestros" co-mo justamente la salud. El deberde tutelarla se vuelve entonces unaforma y una expresión del amorhacia nuestros familiares. Además,en esta actitud están las premisasde aquella "cultura del don" quehoy se invoca tanto para la dona-ción de órganos.

5. Una perspectiva evangélica

Al enfrentar la problemática re-

ferente a los familiares del enfer-mo, creo que podemos encontraruna perspectiva de cierto interés enalgunos episodios de los Evange-lios. Al ocuparse de las curacionesrealizadas por Jesús, generalmentese pone el acento en el episodiomilagroso dejando a un lado los e-lementos contextuales que lo rode-an. Entre estos están los familiaresdel enfermo, plenamente implica-dos en el episodios que se narra.La atención de Jesús hacia el en-fermo se revela también atención"integral" a su mundo. No sola-mente, en cierto sentido parece ca-si "rescatar" algunas presumidasdesvalorizaciones de la realidadfamiliar como por ejemplo la ex-traña respuesta cuando sus padreslo encuentran en el templo: el"desconocimiento" de los vínculosde sangre en favor del vínculo delEspíritu, la invitación a dejar quelos muertos entierren a sus muer-tos, el "odio" familiar como requi-sito de la secuela, etc.

En muchas narraciones de mila-gros corporales, existe también lapresencia de un familiar que de-sempeña siempre un papel activoen la dinámica del hecho.

En los tres milagros de la resu-rrección: Lázaro (Jn 11, 1-44), elhijo de la viuda de Naím (Lc 7,11.17), la hija de Jairo (Mt 9, 23-26; Mc 5, 35-43; Lc 8, 49-56), aunsiendo obvio que tratándose de di-funtos la solicitud no podía partirsino de los familiares, los Evange-lios ponen en evidencia una pro-funda participación de Jesús en suacontecimiento humano. No sola-mente para Lázaro (de cuya fami-lia era amigo) sino también paralos "desconocidos": lo que estimu-la la resurrección del joven de Na-ím es la compasión que prueba porsu madre a la cual lo devuelve ("yEl se lo dio a su madre" Lc 7, 15).Para la hija de Jairo, es singular laelección de los espectadores: echa-da fuera la gente, en efecto, Jesúshace pasar solamente a Pedro,Santiago, Juan y a los padres de lajoven. Después del milagro, parademostrar la plena realidad corpo-ral, invita a "darle de comer" y es-to es un elemento típicamente fa-miliar.

Además del caso de la hija deJairo hay tres curaciones "solicita-das" directamente por los padres:el hijo del funcionario real (Jn 4,

114 DOLENTIUM HOMINUM

46); el niño epiléptico (Mt 17, 14-27; Mc 9, 14.29; Lc 9, 37-43); lacananea (Mt 15, 21-28; Lc 7, 24-30), en donde el elogio por la fe nodebe hacernos olvidar la valentíade madre que tiene esta mujer, queva a un ambiente hostíl y replica,hasta con cierto humorismo, a laspalabras de Jesús. Sin contar quetodas las veces que "le llevan" en-fermos para curar es muy probableque en el grupo hayan estado pre-sente los familiares del enfermo.

A veces Jesús mismo se dacuenta de un familiar enfermo co-mo el caso de la suegra de Pedro(Mt 8, 14-15; Mc 1, 29-31; Lc 4,38-39). A veces a la génesis delmilagro contribuye tal vez tambiénsu ausencia como para el paralíticode Bezatá que dice no tener "a na-die que lo meta en la piscina" (Jn5, 2-18).

Sin embargo, no faltan tambiénsituaciones menos idiliacas comola de los padres del ciego de naci-miento (Jn 9, 1-41) que por miedo

de los judíos, rechazan indicar alactor del milagro "descargando" larespuesta al hijo.

Si es verdad, como ama afirmarel Papa, que el futuro de la huma-nidad pasa a través de la familia ysi es verdad que el binomio sa-lud/enfermedad implica profunda-mente a cada ser humano entoncesa la dimensión familiar de dichaexperiencia existencial no se deja-rá de dar en futuro toda la atenciónque merece, mucho más de lo queno se haya hecho hasta ahora.

Prof. SALVINO LEONEProfesor de bioética

en la Universidad de Palermoy en la Facultad Teológica de Sicilia

Notas1 L. SANDRIN, I risvolti della malattia nel

tessuto familiare, Actas del Convenio Nacio-nal AIPAS: "La familia y la pastoral sanitaria"en: Insieme per servire IX, 1 (1995) 5-20.

2 Cf. Congregación para la Doctrina de la

Fe, Declaración sobre la eutanasia, 26 de ju-nio de 1980.

3 M. CUYAS, El médico y el menor "KOS",V, 38, 20

Bibliografía (además de aquella citada en las Notas):

1 AA.VV., Famiglia e salute, Vita e Pen-siero, Milano 1987

2 AA.VV., Anoressia, Famiglia Oggi n. 60(1992)

3 2. AA.VV., The California Family HealthProjet, "Family Process, I, 2, 1992, 231-287

4 D. DOYLE, Caring for a dying relative, Ox-ford University Press 1994

5 C. HENRICH, Rolle der Familie "Actas delXV Congreso de la Federación de las Asocia-ciones Médicas Católicas", Orizzonte Medico,Roma 1982, 138-141

6 C. IANDOLO, Parlare col malato, Armando,Roma 1983, 166-171

7 S. LEONE, Voz Familiari en: S. Leone-S.Privitera (a cargo de) "Dizionario di Bioeti-ca", Dehoniane-ISB, Bologna-Acireale 1994

8 S. LEONE, L'educazione sanitaria dei futurisposi, "Orizzonte Medico", 2 (1994) 15-16

9 S. LEONE, La felicità a caro prezzo, Familiaoggi 1 (1985) 8-16

10 A. MOSCONI, M. TIRELLI, Interazioni fami-liari e malattia neoplastica, "Psichiatria genera-le e dell'età evolutiva", 30, 4 (1992), 605-614

11 A. SANKAR, La comunicazione tra i fami-liari e i sanitari en: S. SPINSANTI (a cargo de)Bioetica e antropologia medica, la Nuova ItaliaScientifica, Roma 1991, 241-255.

115VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

En los últimos decenios la medi-cina ha registrado progresos insos-pechables en casi todos los cam-pos, logrados sobre todo a travésde una revolución técnica dentrode la medicina y que indudable-mente representan un considerablebien para toda la humanidad. Perodicho desarrollo ha llevado al pre-dominio de la técnica en la medici-na, predominio que se coloca en u-na cierta tensión frente a la con-cepción tradicional hipocrática delmundo, y de cuya seducción ni losmédicos ni los pacientes logransubstraerse. Me parece que este di-lema, por decir así dialéctico, entreuna exaltación de la técnica y la é-tica hipocrática, es hoy el real yverdadero reto de la medicina téc-nica. A partir de Descartes, la fina-lidad de las ciencias naturales hasido la de colocarse, con ayuda dela técnica, como señores y padro-nes de la naturaleza1. Incluso laOrganización Mundial de la Saludha proclamado, con cierta arrogan-cia, como finalidad declarada de lamedicina, la completa y sistemáti-ca eliminación de toda enferme-dad, más aun, la superación de lamuerte de parte de todos los hom-bres.

Ciertamente no se puede negarque, no obstante todos los progre-sos realizados, la medicina con-temporánea permanece aún muylejos de esta finalidad; ante bien,se coloca confusamente frente a u-na serie de problemas que han aca-bado autocreándose y al parecer notienen solución, así como ocurre alaprendista brujo ante los espíritusque él mismo evocava.

Al respecto, presentamos algu-nos ejemplos:

La técnica de la fertilización invitro ha comportado que innume-

rables embriones, por tanto sereshumanos, esperen, en un estado decongelación su destino que cierta-mente no es otro sino su misma e-liminación, porque no hay necesi-dad de ellos. En una palabra: sereshumanos que fueron creados artifi-cialmente, para luego ser elimina-dos por su sobrenúmero.

Por otro lado, la medicina mo-derna ha favorecido una sensibleelevación de la edad promedio delhombre, sin que por esto se garan-tizara también la existencia con u-na óptima salud. Al contrario, laprolongación de la vida se obtienegeneralmente con el precio de unaenfermedad espiritual y física difí-cilmente soportable, de maneraque la invitación a una eutanasiacalculada se convierte en una a-bierta exhortación. En este senti-do, Juan Pablo II habla, en su encí-clica Evangelium vitae, de una cul-tura de la muerte que atraviesanuestro siglo y a la que, como heintentado afirmar, la medicina téc-nica ha proporcionado un conside-rable aporte.

En una situación como ésta cier-tamente se puede hablar hoy de unreto tecnológico en la medicina,caracterizado por una urgenciaparticularmente evidente. Segúnmi modo de ver, este desafío se de-sarrolla en tres aspectos:

1) En la superación de una ima-gen del mundo mecanicísticamen-te reductiva.

2) En el alejamiento de la opi-nión, muy generalizada, según lacual toda técnica médica, desde unpunto de vista perfectamente mo-ral, no es ni buena y menos aúnperversa sino que recibe su impor-tancia moral solamente mediantelas intenciones y las circunstanciasen las que ella es utilizada.

3) En fín, ¿no es tal vez ver-dad que la medicina actual pro-mueve esperanzas en el hombreque, en realidad, no está absoluta-mente en grado de realizar? Ya he-mos hablado de la proclama de laOrganización Mundial de la Saludy de sus finalidades utopistas. Esnecesario hacer aquí una reflexiónacerca de la imagen que el médicotiene de sí mismo y de su profe-sión, superando la idea que él ten-dría en su poder la vida y sería eldueño sobre la vida y la muerte.

Deseamos exponer ahora másexplícitamente estos tres retos:

1. Naturalismo y teleología

Como ya hemos visto, la cienciamoderna natural tiende a un natu-ralismo incondicionado. Parte delpresupuesto de que ningún ordende la creación fundado racional-mente es connatural en este mun-do, antes bien, es el hombre mismoque determina las finalidades de lanaturaleza. Esta ilusión de unasubjetiva e ilimitada libertad dedeterminación de parte del hom-bre, ha llevado no solamente a esosdaños ambientales de los que tantonos lamentamos hoy, sino tambiéna una extrema incomprensión,dentro de la medicina, por las exi-gencias de la ética hipocrática. Porejemplo, aborto, diagnóstica pre-natal y eugenética, esterilización,anticoncepción, investigación enlos embriones, trasplante de teji-dos embrionales de fetos aborta-dos, etc., son absolutamente incon-ciliables con el Juramento de Hi-pócrates y, sin embargo, son técni-cas de rutina en todo el mundo,practicadas sin escrúpulo alguno.

Contrariamente al naturalismo,

JOHANNES BONELLI

El reto tecnológico en la medicina moderna

116 DOLENTIUM HOMINUM

la metafísica de la creación tantohipocrática como cristiana, reco-noce en las cosas creadas un ordencreativo racionalmente fundado,que el hombre debe respetar, deconformidad con su constituciónen cuanto criatura de Dios2. Segúnla antigua enseñanza hipocrática,el hombre no es dueño sino custo-dio y defensor de la vida; por estemotivo debe respetar determinadase insuperables barreras, asignadaspor el Creador a la realidad creaday, de manera especial, al cuerpohumano. Las cosas creadas, en e-fecto, tienen su orden radicado enla propia naturaleza, y la propiaverdad y, según Hipócrates, esteorden debe reflejarse, también enlas acciones del médico, ya quepone al servicio de este mismo or-den su arte, o su técnica. Por esto,toda manipulación arbitraria reali-zada en el cuerpo humano, que nosirve como tratamiento terapéuticode la salud del paciente, es un abu-so del arte médico (como ejemplose mencione la esterilización di-fundida a nivel mundial y, en gene-ral, las prácticas "anticoncepciona-les".

En efecto, el que concibe la rea-lidad y al hombre mismo como pu-ro producto del caso, conforme aun evolucionismo incondicionado,y niega a Dios, no podrá descubriren la creación alguna utilidad pre-establecida a algún significado in-manente ya presente. Dicho signi-ficado, por decir así, es establecidopor el hombre mismo, de maneraque la interrogante sobre la justifi-cación del propio actuar resultaprácticamente supérflua. En estaperspectiva también el médico, yano estaría vinculado en su activi-dad a una finalidad asistencial ten-diente a la recuperación.

Dicha concepción de la técnicamédica debe ser obviamente com-batida, ya que ella abre las puertasa un arbitrio, en el que no son losderechos humanos, sino el derechodel más fuerte que se coloca comofundamento de la ética médica, co-mo lo testimonia sintomáticamen-te la práctica del aborto a nivel in-ternacional.

En síntesis, el primero y funda-mental reto que se plantea a la me-dicina técnica consiste hoy en eldescubrimiento y reconocimientode un significado inmanente a lacreación y al que debe subordinar-

se todo tipo de técnica. Consistesobre todo en tener en cuenta co-mo elemento prioritario, no obs-tante la seducción de lo que es téc-nicamente actuable, la dignidaddel hombre en cuanto persona cor-pórea y espiritual. El paciente noes una máquina que puede funcio-nar más o menos bien, no es unproducto casual de la evolución,sino una criatura e imagen vivientede Dios, que debe ser tratado por elmédico ante todo y sobre todo ensintonía con esta dignidad.

2. Ciertamente la medicinatécnica no es indiferente

El segundo reto se delínea esen-cialmente del primero. Hasta hacepocos años tal vez se podía tener laopinión que la técnica médica co-mo tal, no es ni buena ni perversa yque recibe su importancia moralsolamente a través de la motiva-ción de los que son implicados.

Juan Pablo II ha puesto de relie-ve claramente en su encíclica Veri-tatis splendor, que existen tambiénacciones que, independientementede la intención o del resultado fi-nal, representan un mal moral sólopor el hecho que por su naturaleza,no pueden ser dirigidas a Dios3. E-fectivamente, ciertas técnicas mé-dicas modernas desde el inicio pre-ven dichas acciones perversas ensí. Como ejemplo indiquemos unavez más la fertilización in vitro, laclonación de embriones, así comotambién los métodos antiprocrea-ción. Desde el punto de vista de u-na ética cristiana, se debe renun-ciar desde el inicio a dichas técni-cas, porque representan en sí uncomportamiento moralmente equi-vocado. El que niega decidida-mente un orden natural de la crea-ción dado por Dios, ni siquiera po-drá aceptar este reto de la medicinamoderna, es decir la autolimita-ción mediante la renuncia a todo loque en línea de principio se podríarealizar.

3. La absolutizaciónde la medicina técnica

El tercer reto de la medicina téc-nica consiste en su constante ten-dencia a una actitud de presuncióny supervaloración de sí. Una cien-

117VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

cia médica que pone esa confianzaen su poder sobre la naturaleza,hasta el punto que osa garantizarno solamente la salud sino hasta lavictoria sobre la muerte para to-dos, no debe maravillarse si losciudadanos de esta sociedad recla-man por su cuenta y sin reservas elderecho a la salud. Recientemente,un paciente ha dirigido a su docto-ra las siguientes palabras: "Me co-necte a una máquina que me per-mita comer más y pueda soportarmejor el humo". Los límites de es-tas utopías, sin embargo, se vuel-ven evidentes y no debemos mara-villarnos si la insatisfacción au-menta y si algunos pacientes se de-sesperan ante una enfermedad in-curable y desean acabar con su e-xistencia con la ayuda de un médi-co.

Desde la antigüedad la medicinaha visto como tarea propia no sola-mente la incondicionada curaciónsino también el alivio y la consola-ción. Hipócrates ha interpretado laenfermedad no solamente como unacontecimiento físico-químicocausalmente determinado, sinomás bien como un trastorno de laesencia del hombre en su totalidad.

El uso categórico de todos losmedios técnicamente posibles, sintener en cuenta su relatividad y suparcialidad, sin tener en considera-ción ni siquiera la voluntad y lasnecesidades del paciente, signifi-caría que la acción del médico seha reducido a un actuar puramentetécnico. Pero es demasiado reduc-tivo ver la tarea terapéutica de lamedicina sólo y exclusivamente enel dominio de leyes biológicas, yaque la medicina humana no es unamedicina animal de nivel superior;es, en cambio, una medicina parael hombre que de todos modos si-gue siendo nuestro prójimo, así co-mo se expresa claramente en la pa-rábola del Buen Samaritano. Elmédico y el personal sanitario, portanto, no solamente pueden consi-derar y tratar aisladamente la en-fermedad en cuanto tal: ellos tie-nen que ver siempre con el hombreenfermo en su totalidad. El quemantiene un acercamiento pura-mente tecnocrático en la medicina,no trata al hombre como sujeto si-no como objeto. De este modo, losprogresos de la técnica no debenescapar al control del médico y delpersonal sanitario, pues están lla-

mados de manera totalmente espe-cífica a defender la humanidad deun hombre contra toda intenciónde dominio de parte de la técnica.Se requiere, pues, algo que vayamás allá de las acostumbradas exi-gencias diarias de una profesión.De este modo, en el curso de la his-toria, se ha considerado siempre elservicio al enfermo ante todo yprincipalmente como una voca-ción, una misión en la que todanuestra existencia, toda nuestrahumanidad debe ser trasmitida. Elbien del enfermo debe constituir,siempre y en todas partes, el moti-vo inspirador principal y supremode nuestra actividad. La ayuda quese da al enfermo debe ir necesaria-mente más allá del simple cumpli-miento del deber, del servicio rea-lizado teniendo en cuenta sola-mente las normas. Se trata de ayu-dar, aun cuando debemos tomarsobre nosotros fastidios, sacrifi-cios, riesgos, antes bien, inclusocuando todo esto es tomado por elpaciente como descontado y ob-vio, o cuando recogemos solamen-te incomprensión, injusticia, y aveces hasta insolencia y falta dereconocimiento. Para satisfacer e-sa solicitud, se necesita heroísmo,un grande corazón y una particulareducación de los sentimentos. Lapregunta, por ejemplo, si una de-terminada terapia debe o no debeser aplicada a un paciente es dema-siado complicada para que puedaser resuelta con las simples nocio-nes técnicas. Son esenciales tam-bién para dicha decisión la perso-nalidad del paciente, sus concretascondiciones de vida de este mun-do, su escala de valores, su compo-sición síquica, su ambiente, su pa-rentela, etc. A dichas preguntas,sin embargo, se puede respondersolamente con el corazón y el al-truismo y solamente en un consen-timiento comunitario de todas laspersonas implicadas.

Con el fin de evitar malentendi-dos sobre lo dicho hasta ahora,quisiera poner en alerta, entre o-tros, contra ciertas tendencias queponen frente a frente el corazón yel intelecto, la atención al pacientecontra la competencia técnica, unamedicina totalizadora contra unamedicina escolástica. Es grandehoy el peligro que el péndulo semueva hacia el otro lado, que lahumanidad se confunda con el ce-

118 DOLENTIUM HOMINUM

lo fanático y utopista y el senti-mentalismo4. Las consecuenciasserían por lo menos igualmente ne-gativas. Una humanidad verdaderano excluye la competencia profe-sional y el saber técnico que cierta-mente representan un presupuestofundamental. Una medicina perso-nalista, que se desarrollase sola-mente en la comparticipación y enla identificación, no sería ni un a-decuado contrapeso al peligro dela manipulación programada, nivaloraría correctamente el valor yel alcance de la razón humana. He-mos querido hacer aquí una refle-xión sobre el modo universal deconsiderar la verdadera humani-dad.

Para resumir: frente al progresoen la medicina, unido en primer lu-gar a una técnica que ejerce un cre-ciente dominio sobre el hombre,los médicos y el personal médicono puede escapar más a la interro-gante sobre el sentido que debentener sus acciones: todas las inte-rrogantes de la ética profesional,que en la actualidad se ponen con-tinuamente en práctica, tanto en ladecisión de qué diagnosis y de quéterapia aplicar, como en el proble-ma sobre el modo con el que se de-be instaurar la relación con los pa-cientes, etc., todas estas preguntasreflejan en último análisis la inte-rrogante del hombre de hoy sobre

el sentido del sufrimiento o, másgeneralmente, sobre el sentido dela vida y del ser; porque en el fon-do de esto depende también la so-lución para la situación concreta.La gran diferencia con respecto aotros ámbitos profesionales con-siste propiamente en el hecho que,tanto los médicos como el perso-nal sanitario no pueden limitarse auna actividad puramente profesio-nal, a un cumplimiento del deberseparado del significado profundode la esencia humana en su totali-dad, sin que por esto nuestras ac-ciones sean automáticamente des-humanas. A nosotros se nos pideser siempre especialistas compe-tentes y, al mismo tiempo, hom-bres, esto es, prójimos de nuestrospacientes. Nuestra actividad estáacompañada constantemente porel riesgo de ofender a la dignidadhumana; por este motivo, sin re-nunciar al aspecto científico, lamedicina debe descubrir una vezmás su primer y último punto dereferencia, es decir al hombre encuanto persona, que más allá de to-das las ciencias naturales posee u-na historia y un futuro, que es unser libre y dotado de propio signi-ficado y de propia finalidad, ima-gen de Dios, llamado al amor y a ladevoción, corona del creado. Alhombre así considerado no pode-mos acercarnos con un simple pa-

trimonio tecnológico y el conoci-miento singular de funciones orgá-nicas y de desórdenes. Para satis-facer esta tarea, que ciertamente esmucho más que una simple tareade naturaleza terapeuta, es necesa-ria una rehabilitación de la forma-ción genéricamente humanista delmédico y del personal sanitario ha-cia una cultura antropológica y fi-losófica, una cultura del corazón ydel amor, que puede lograrse sola-mente en el sentido del Buen Sa-maritano. Solamente así, me pare-ce, se podría enfrentar el desafíoque nos hace hoy la medicina téc-nica.

Prof. JOHANNES BONELLIPresidente del Instituto de Medicina,

Antropología y Bioética de Viena(Austria)

Notas1 E. PRAT, "Naturalismus und menschliche

Fortpflanzung" (Naturalismo y reproduciónhumana) en: Imago hominis, Band (Vol.)II/Nr. 2, S. p.121 ss.

2 Cf. sobre el particular Ch. LICHTENTHAE-LER "Der Eid des Hippokrates, Ursprung undBedeutung" (El Juramento de Hipócrates. Ori-gen y significado), Deutscher Ärzteverlag,Köln, 1984, S. 189 ss.

3 Cf. Veritatis splendor, 804 Cf. al respecto R. BUTTIGLIONE: "Die Ach-

tung des unschuldigen Lebens, eins Prüfsteinunserer Kultur" (El respeto de la vida inocen-te, una prueba de nuestra cultura), en "Der S-tatus des Embyros" (El estado del embrión),Verlag Fassbaender (IMABE Hrsg.), 1989.

119VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

"El respeto por la intimidad delpaciente" es el tema que me ha-beis propuesto con vuestra invita-ción, lo que constituye para mí unhonor y les agradezco sincera-mente. Sobre este tema se puedendar importantes informacionesaun con pocas palabras. Meditan-do un poco al respecto, y en parti-cular recordando nuestras expe-riencias personales, nos vienen ala mente muchas cosas -especial-mente si nosotros mismos somosmédicos- algunas de las cualespueden parecer insignificantes.

Quisiera subdividir mi presen-tación en varias secciones:

1. La importancia de la perso-nalidad del paciente.

2. La gravedad de la enferme-dad o de las heridas.

3. La importancia de los facto-res referentes al espacio (en lapráctica médica o en los hospita-les, ocasionalmente también fuerade él).

4. La importancia del personalsanitario, es decir, del staff médi-co.

5. La importancia de la fe y delministerio.

6. ¿Qué es lo que insidia y limi-ta la intimidad en el hospital y quédebe ser hecho para protegerla yrespetarla?

Permítanme no introducirme enel significado inglés, o mejor aún,americano, del término "privacy"y del término francés "intimité".La lengua alemana traduce estetérmino en el sentido de "sectorprivado" o "esfera privada". Loque exactamente es la "intimi-dad", y lo que exactamente con-cierne, puede comprenderse biencuando ella es violada o está au-sente, como en los sistemas totali-tarios.

1. Importancia de lapersonalidad del paciente

No existe necesidad alguna desubrayar aquí la unidad del cuer-po, de la mente y del espíritu delser humano y de su alma inmor-tal. Sin embargo, a menudo nosolvidamos de esto en nuestra vidacotidiana.

La indestructible dignidad de lapersona humana es el primer re-quisito para una verdadera liber-tad. Hechas estas reflexiones, a-hora entro en el tema. Respetar laintimidad del paciente es un dere-cho del paciente.

Aquí trataremos sobre los pro-blemas que se plantean al poneren práctica este derecho.

Hay tener en consideración quela personalidad depende de variossectores como:

a) La edadb) La diversidad y la inteligen-

cia. ¿Es religioso el paciente?c) Su sociabilidad (¿es una per-

sona extrovertida o introvertida?),su sinceridad

d) Sus inclinaciones y sus inte-reses (¿Le gusta leer? ¿Escucha lamúsica?)

e) El ambiente social, como lafamilia, los amigos y los que le vi-sitan, o la ausencia de los mismos

f) La situación étnica. Puedepresentarse una gran diferenciaincluso en el mismo país y cierta-mente en el caso de personas dis-tantes y a veces con una familianumerosa.

2. Importancia de laenfermedad o de las heridas

¿Se trata de una enfermedad a-guda o crónica? Se trata de:

a) ¿Un hueso roto? ¿Un acci-dente?

b) ¿Cáncer?c) ¿Una infección (que quizás

requiere el aislamiento)?d) ¿Un handicap?e) ¿Una minoración que obsta-

culiza la funcionalidad (inconti-nencia fecal o urinaria)?

f) ¿Se encuentra en una divisiónde cuidados intensivos?

g) ¿Respira artificialmente?h) ¿Se encuentra en un estado de

inconsciencia?i) ¿Es minusválido mentalmen-

te, o mentalmente enfermo? ¿Seencuentra en un estado de confu-sión?

Cuando alguien está enfermo ose encuentra bajo tratamiento esnecesario examinar muchas cosasy no sólo las controversias eco-nómicas y el patrimonio. Algu-nas cosas se deben discutir conlos parientes, entre los cónyu-ges, con los hijos o con los ami-gos; a veces es necesario resol-ver las tensiones interpersona-les. La relación con Dios, la de-pendencia de los cuidados médi-cos y de la ayuda de enfermeríason importantes. Estas conside-raciones nos llevan a elementosrelacionados con el espacio.

3. Importancia para laintimidad de factoresrelacionados con el espacio(en la práctica médica o en loshospitales, ocasionalmentetambién fuera de ellos)

La intimidad depende mucho defactores referentes al espacio (ha-bitación individual, habitación convarias camas, pabellón abierto, di-visión de cuidados intensivos). La

ERWIN ODENBACH

El respeto por la intimidad del paciente

120 DOLENTIUM HOMINUM

posibilidad de recibir a quien vienea visitar (familiares, amigos), elhorario de las visitas, las salas deestar y el bar juegan un papel im-portante cuando se considera la en-fermedad del paciente (¿se trata deuna enfermedad maligna, prolon-gada, de una pierna rota o de unaoperación que no comporta peligrode vida?). El país, el continente, elclima, la disponibilidades finan-cieras y las enfermedades más di-fundidas influyen a nivel local so-bre el proyecto arquitectónico.

Las habitaciones individualesson un elemento importante. Enlos grandes pabellones abiertos(como los que aún existen en algu-nos hospitales muy antiguos), seha llegado a un compromiso insta-lando "cabinas" con la predisposi-ción para servicios (teléfono, ra-dio, etc.), que permiten tener uncierto grado de intimidad. De to-dos modos, los grandes pabellonesabiertos, sin divisorios, difícilmen-te permiten que se respete la inti-midad.

Por el contrario, a veces las ha-bitaciones individuales no son loque los jóvenes desean, por ejem-plo en caso de una pierna rota odurante un breve período de recu-peración luego de una operaciónno muy complicada. Estos pacien-tes quisieran jugar con las cartas,hablar entre ellos o mirar los parti-dos de football en la televisión. Pa-ra otro tipo de personas, los inte-lectuales, depende del tipo del pa-ciente que tiene como compañerode habitación cuando se encuen-tran en un cuarto doble, o de losdemás pacientes cuando se trata deuna habitación de tres o más ca-mas: existe el tipo tranquilo, el quees locuaz o el que escucha conti-nuamente la radio. En casos de en-fermedad pueden haber problemasestéticos o de revulsión. De ser po-sible, es tarea del staff tener encuenta estos factores cuando asig-nan a los pacientes la cama y la ha-bitación.

En el ejercicio médico o en unadivisión de no-permanencia en elhospital, por ejemplo en una salade espera, las preguntas son he-chas en presencia de otros pacien-tes o de otros miembros del staffque se encuentran en la misma ha-bitación, y a menudo son indiscre-tas. "¿Cuántos años tiene?" "¿Quétrabajo hace su esposo?" "¿Con

qué compañía está asegurado?""¿Pagará privadamente?" ¡Nadade todo esto es asunto de los de-más! Además, ¡ciertamente no sonpreguntas de carácter médico!

Una breve anotación sobre lashabitaciones individuales. Durantevarias visitas a América, he notadoen varias ocasiones que las habita-ciones individuales en los hospita-les-modelo a veces tenían dospuertas: una puerta normal que secerraba completamente y una "me-dia puerta", por decir así, que merecordaba la puerta de los establos,aunque no en sentido negativo. Meexplicaron que a un determinadonúmero de pacientes no le gustabacerrar las puertas normales, porquequerían permanecer en contactocon el ambiente circunstante. Muya menudo, los pacientes estabancerca de estas media-puertas, mi-rando hacia el corredor, de maneraque sus pies y su cabeza se pudie-ran ver desde el corredor. Se tratade un modo de dar a los pacientescierto grado de libertad ya que sonellos mismos los que decidencuando y como cerrar o abrir laspuertas sin ser vistos por todos. Laposibilidad de elegir una coloca-ción de este tipo depende sobre to-do de los financiamientos disponi-bles. Es necesario tener en cuentala debilidad del paciente cuando seasignan los fondos necesarios.

Un número creciente de cuida-dos a domicilio, que son prestadoscada vez menos por los familiaresy cada vez más por personas com-petentes, expertos que se mueven,a veces soportados por métodosmodernos de la telemedicina, quepermite al paciente y al centro sa-nitario estar constantemente encontacto, debería facilitar muchascosas, como la posibilidad para elpaciente de permanecer en su am-biente familiar. Pero nacen nuevosproblemas. Obviamente, esto sedebe también a las posibilidades o-frecidas por los nuevos métodosde transmisión y grabación de da-tos que, mientras permiten tener adisposición muchas informacionesde manera rápida, pueden causarproblemas por el acceso a los mis-mos de parte de terceras personas.

El vínculo de la confesión, man-tenido, custodiado y defendido porla Iglesia y por los sacerdotes a lolargo de los siglos, es una pruebaevidente a del respeto por la digni-

dad del individuo y por su intimi-dad.

De todos modos, la intimidad noes solamente una cuestión de co-modidad y la tendencia de crear u-na atmósfera de hotel en los hospi-tales. Es algo que comprende tam-bién:

- la psique,- el espíritu y el modo de pensar

y, por consiguiente, el alma.En particular, esto ocurre en una

época en la que muchas personasparecen ser incapaces o que no es-tán en grado de soportar más el si-lencio. Además, tenemos el pro-blema de la habitación, de la capi-lla y de la asistencia dada por lossacerdotes, aunque esto no diganada sobre el hecho que algunospacientes prefieren el cambio y eldivertimiento.

Miles de personas en el mundose encuentran constantemente in-volucradas en accidentes. Inclusocuando reciben una ayuda de pri-meros auxilios y un tratamientomédico de urgencia - generalmen-te en la carretera - no debe olvidar-se su derecho a la intimidad. Losfilmados que se transmiten por te-levisión, en los que a menudo semuestra totamente la brutalidad dela escena, constituyen una eviden-te violación de la dignidad huma-na. Lo mismo vale para los espec-tadores curiosos que no están engrado de proporcionar una adecua-da asistencia y se detienen para cu-riosear.

4. Importancia del personalsanitario, es decir del staffmédico, en los consultoriosdel hospital, las normas éticasy los deberes del médico

El staff de las divisiones de ciru-gía y de los hospitales son muy im-portantes para poder garantizar lamáxima intimidad posible. En estecontexto, ellos tienen la responsa-bilidad mayor, pero a menudo seolvidan de ella. Además de lacompetencia profesional, la rela-ción humana del staff es el factormás importante. La consideraciónhacia la persona, que ellos apren-den cuando estudian para ser mé-dicos o enfermeros, es un compro-miso que debe ser mantenido du-rante la propia existencia. El factorhumano del equipo es el elemento

121VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

prioritario para el bienestar del pa-ciente y viene antes que la situa-ción económica del país y que lacomunidad. La intimidad no puedeser garantizada únicamente pormedio de artículos, y no solamentehaciendo buenas promesas y ofre-ciendo habitaciones. Los miem-bros del staff deben considerar nu-merosos factores cuando asignanla cama al paciente. Ya he subraya-do este punto, así como la falta detacto cuando se hacen preguntasdelante de otras personas.

Quisiera citar aquí, entre los es-pecialistas alemanes, al ancianoprofesor K.D. Bock: "El que siga apacientes enfermos graves o incu-rables, día a día durante horas has-ta la muerte, no puede hacerlo sinuna cierta dosis de 'proteción' in-terna, una supresión parcial de lacompasión o de los sentimientos.La mayoría expresan su empatía yla capacidad espontánea de com-partir los sufrimientos; pocos nolograrán hacerlo. Es imposiblecompenetrarse en una situaciónhumana infeliz que uno tiene de-lante y actuar de manera racio-nal..."

Esto nos hace comprender - con-siderando algunas imperfeccionesde la routine cotidiana - que a me-nudo no se tiene en cuenta la situa-ción del Buen Samaritano. Estopuede ser fácilmente perdonable.Sin embargo, cosas que "nosotros"consideramos como routine coti-diana, en realidad son situacionesexcepcionales para los pacientes, ypor tanto no son perdonables des-de su punto de vista, al igual quesus preocupaciones, sus sufrimien-tos y su sensibilidad. Debemos,pues, esforzarnos constantementepara cambiar el llamado comporta-miento "de routine", pero sin exa-gerar haciendo ver deferencias e-xageradas, que algunos pacientespodrían considerarlas como dema-siado familiares. Es muy impor-tante el trabajo educativo que se haefectuado durante los estudios mé-dicos básicos. La especialidad ade-cuada y los continuos estudios mé-dicos son igualmente esenciales enuna vida profesional, así como darel buen ejemplo, un aspecto en elque las personalidades leader tie-nen responsabilidades particula-res. Los coloquios con los colabo-radores favorecen la comprensiónde la individualidad de cada pa-

ciente y ponen de relieve los erro-res y las faltas.

También el siguiente código esmuy importante para la intimidaddel paciente:

La 47ª Asamblea General WMAde Bali, Indonesia, ha aprobado el7 de setiembre de 1995 la Declara-ción de los derechos del paciente.

La declaración es mucho másamplia que la anterior, redactadasobre el mismo argumento y adop-tada en Lisboa en 1981. Compren-de una Introducción y Principiosreferentes a los siguientes campos:

1. Derecho a los cuidados médi-cos de calidad

2. Derecho a la libertad de elec-ción

3. Derecho a la autodetermina-ción

4. El paciente inconsciente5. El paciente incompetente des-

de el punto de vista legal6. Procedimientos contra la vo-

luntad del paciente7. Derecho a la información8. Derecho a lo confidencial9. Derecho a la educación a la

salud10. Derecho a la dignidad11. Derecho a la asistencia reli-

giosaEn todos estos campos, el punto

central es la protección del pacien-te, su personalidad y sus decisio-nes. La expresión exacta es "Dere-cho a la dignidad" que se expresadel modo siguiente:

a) Debe respetarse siempre ladignidad del paciente y su derechoa la intimidad en los cuidados mé-dicos y en la enseñanza, así comotambién su cultura y sus valores.

b) El paciente tiene derecho al a-livio de sus sufrimientos, confor-

me a los conocimientos actuales.c) El paciente tiene derecho a

cuidados humanos durante la faseterminal de su vida, y contar con laasistencia necesaria para morir condignidad y posiblemente del modomás confortable.

Asimismo, en el punto 1, "Dere-cho a la asistencia religiosa", selee: "Es derecho del paciente reci-bir, o rechazar, el consuelo moral yespiritual, incluso la ayuda de unministro de su religión".

El proyecto de esta nueva y fu-damentalmente amplia versión delos derechos del paciente ha sidosometida a la "Finnish MedicalAssociation". La versión que es a-doptada ahora por los médicosmundiales debería ser propaganda-da de manera conveniente y hecharespetar por las organizacionesmédicas en todos los países delmundo, aunque en este contextodebería observarse que estos dere-chos del paciente no son tales sola-mente frente a los médicos y a losdemás agentes sanitarios. En efec-to, la introducción afirma que "losmédicos y las demás personas ogrupos implicados en los cuidadossanitarios tienen la responsabili-dad conjunta de reconocer y defen-der estos derechos. En el caso deque la legislación y la política delgobierno o de cualquier otra admi-nistración o institución, negara es-tos derechos a los pacientes, losmédicos deberían ver la forma másadecuada para implantarlos o res-tablecerlos".

Permítanme poner de relieve elpunto 10, "Derecho a la dignidad";se refiere expresamente al términointimidad, que "debería ser respe-tada en los cuidados médicos y enla enseñanza, al igual que su cultu-ra y sus valores". La tarea es ahorala de asegurar que esta decisiónque se refiere a los derechos delpaciente no sea simplemente unadeclaración, sino se convierta enun código de comportamiento quees una cosa de administración or-dinaria para todos los que trabajancon los pacientes y hacia quienestienen responsabilidades. Será di-fícil que esto sea logrado en todaspartes durante la noche, pero esnuestro deber hacer los esfuerzosnecesarios para alcanzar este obje-tivo.

El Juramento de Hipócrates a-firma: "... y a los discípulos com-

122 DOLENTIUM HOMINUM

prometidos, por un pacto o por unjuramento de conformidad con laley de la medicina y no por otro.Seguiré este sistema de disciplinaque, según mi competencia y miparecer, considero adecuado parael bien de mis pacientes, y dejo delado lo que es deletéreo y dañino.No daré ninguna medicina mortala nadie aunque me fuera solicita-do, ni sugeriré consejos al respectocomo tampoco induciré a algunamujer a abortar". Y prosigue:"Cualquier cosa referente o no ami práctica profesional, que yo veao sienta, de la vida de un hombre, yque no sea dicha fuera de este con-texto, no será divulgada por mí,considerando que todo esto debe-ría ser conservado secretamente".

Cuando la World Medical Asso-ciation fue fundada en 1947, adop-tó la llamada "Declaración de Gi-nebra", como una nueva versióndel Juramento de Hipócrates.

Esta declaración ha sido corregi-da e integrada posteriormente. ElCódigo Internacional de Etica Mé-dica de esta Asociación declara,entre las tareas del médico hacia elenfermo, que "un médico debe te-ner siempre en consideración la o-bligación de preservar la vida hu-mana"; "un médico debe brindar asus pacientes una total devoción ytoda su habilidad". Asimismo, "unmédico debe mantener absoluta-mente el aspecto confidencial detodo lo que sabe de su paciente, in-cluso después de su muerte".

La "Declaración de Ginebra" desetiembre de 1948 dice también:"La salud de mi paciente debe sermi primera preocupación". "Res-petaré los secretos que me han sidoconfiados, incluso después que elpaciente ha muerto". "No permiti-ré que entre mis deberes y mi pa-ciente intervengan consideracio-nes de edad, enfermedad o dolen-cia, credo, orígenes étnicos, sexo,nacionalidad, asociación política,raza, orientación sexual o clase so-cial". "Mantendré siempre el má-ximo respeto por la vida humanadesde su nacimiento, incluso si es-tá en peligro, y no utilizaré los co-nocimientos médicos para finescontrarios a las leyes de la humani-dad".

Los derechos del paciente hansido tratados en otras declaracio-nes de la Asociación Médica Mun-dial con respecto a otros sujetos,

aunque son numerosas para poderser mencionadas todas en esta se-de.

No existe ninguna duda que eldescuido de parte de las personasque trabajan con los pacientes ra-ramente es intencional, pero llevaa situaciones en las que el pacienteadvierte que su intimidad ha sidoviolada.

5. Importancia de la fey del sacerdote

"La persona es el centro de todaslas cosas", este es el principio-guíade todas nuestras actividades mé-dicas. Sin embargo, como refugiofinal en el momento de la enferme-dad o de dificultad, Dios es el cen-tro de todas las cosas para muchospacientes, incluso si ellos no ora-ban o habían sofocado todo pensa-miento para Dios durante años deindiferencia religiosa. De esta ma-nera, la religión tiene una impor-tancia especial en la enfermedad,no solamente cuando la muerte seacerca. Debe existir la posibilidadde hablar con un sacerdote, de con-fesarse y recibir la Santa Comu-nión. Una iglesia o una capilla, quedebería estar siempre abierta, y unsacerdote, tienen mucha importan-cia para la práctica religiosa, pararecibir la Santa Comunión, paraconfesarse y para la celebración dela Santa Misa. Cuando se proyectala construcción o la restructura-ción de un hospital, sería necesariotener en cuenta la posibilidad dellevar a los pacientes a la SantaMisa (casos de enfermedad pro-longada o de imposibilidad de ca-minar).

Existen señales inequivocablesde una creciente confrontación yde un alejamiento del "yo" del "no-sotros" (también en la Iglesia, en elestilo de la oración, en la devo-ción; es de particular importanciatambién la evolución de la confe-sión individual hacia aquella am-pliamente difundida y las devocio-nes penitenciales anónimas). Lapersona enferma, el paciente, noquiere que lo disturben y desea es-tar solo cuando se comunica conDios. Teniendo en cuenta la cre-ciente importancia que tienen el"grupo", la "comunidad" y la "so-ciedad", la pregunta que surge es:¿qué sucede al aspecto individual,

a la personalidad, a la intimidad?El término falta, "culpa" (y porconsiguiente pecado) es un con-cepto que está asociado a una solapersona.

Las relaciones entre Dios y elhombre, entre vosotros y yo, entrepadre e hijo, entre Creador y crea-do, son esenciales y de maneraparticular durante las enfermeda-des. El vínculo de la confesión,mantenido, custodiado y defendi-do por la Iglesia y por cada uno desus sacerdotes a lo largo de los si-glos, muestra la evidencia del res-peto por la dignidad del individuoy por consiguiente de su intimidad.La importancia del sacerdote enlos hospitales es un elemento queen muchos países está recibiendocada vez menor atención. Esto sedebe en parte al espíritu del tiem-po, pero tampoco debemos des-considerar la consecuencia delproblema que no se dispone de su-ficientes sacerdotes. Por muchoque puedan ser válidos los minis-tros laicos, ellos no reeemplazan alsacerdote consagrado que puederecibir el sacramento de la confe-sión y dar la absolución. A los sa-cerdotes en los hospitales se leshace grandes interrogantes, y nodebemos creer que ellos han sido"dejados de lado".

6. ¿Qué insidia o limita laintimidad en el hospital yqué debe hacerse paraprotegerla y respetarla?

Las visitas de los familiares y delos amigos generalmente son muydeseadas. Sin embargo, puedenconstituir una fatiga según su dura-ción, los argumentos discutidos yel número de los visitantes, tran-formándose para el enfermo en unpeso y creando ansias. Es muy im-portante que los estudiantes de me-dicina y los enfermeros practican-tes sean respetuosos también delos "detalles menores". La falta detacto, de senbilidad y una excesivafamiliaridad hacia el paciente departe del staff, a menudo son peo-res que los visitantes prolijos. Elfactor humano del staff, y la situa-ción financiera del sistema sanita-rio en el país o en la comunidad,tienen una influencia decisiva so-bre la intimidad. La política y lossistemas totalitarios, al igual que la

123VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

situación económica de un país yla pobreza de la familia son los e-lementos principales.

Es necesaria una cierta dosis devalor para hablar en este importan-te congreso de presuntas futilida-des que pueden aparecer insignifi-cantes, pero que en efecto no sonhechas para el paciente en una si-tuación actual. El continuo vaivén,las personas que abren la puertasin tocar, el movimiento, la atmós-fera agitada que reina en alugnosmomentos, pueden irritar mucho alos pacientes. Cualquiera que veaabrirse la propia puerta mientras seestá lavando o mientras se encuen-tra en la mini-toeletta de su habita-ción, se siente gravemente inopor-tunado en su intimidad, ya sea quese trate de la mujer de la limpieza ode la llegada de los alimentos.Creo que sea natural tocar a unapuerta antes de entrar y realmentepocas personas entre las del staff loconsideran fastidioso. Debo subra-yar que durante la noche las puer-tas deberían abrirse despacio paradar un vistazo a los enfermos.

El secreto profesional y la obli-gación de mantener el secreto mé-dico son importantes como el se-creto de la confesión, aunque - se-amos honestos - debemos admitirque no siempre lo respetamos. Noobstante las oportunidades positi-vas que ofrece la rápida disponibi-lidad de descubrimientos - por e-jemplo la comparticipación de losdatos en caso de una emergenciaaguda - debería ayudarnos a teneren cuenta que la vasta institucio-nalización de la medicina repre-senta una amenaza para la intimi-dad como resultado del aumentode la excesiva recolección, del al-macenamiento y del intercambiode datos. Por otro lado, en las si-tuaciones en las que la tempestivi-dad es esencial, el intercambio dedatos mediante computers y fi-chas se ha vuelto una costumbrepues se hace millones de veces aldía, cuando hay necesidad de unestudio sistemático de estos pro-blemas desde el punto de vista dela protección del paciente y, portanto, de su intimidad.

El libro "The Catholic HospitalToday. The Future of Hospital O-perated by Charitable Sponsors"(El hospital católico hoy. El futurode los hospitales administradospor las obras de caridad), contiene

un capítulo digno de tenerlo encuenta cuyo título es "Attention tominor details" (Atención a los de-talles menores) en la sección "TheHospital as a Moral Subject" (Elhospital como sujeto moral) escri-to por Gonzalo Herranz y Hans Thomas. Se afirma que cuandolos pacientes y sus parientes juz-gan un hospital, a menudo atribu-yen más importancia a algunosdetalles menores que pareceríaninsignifcantes frente a los nivelestecnológicos de la institución opara aquellos científicos de losmédicos y de los buenos resulta-dos de tratamientos importantes.El hospital debe tener una atmós-fera invitante y debe ser un puestodonde las personas se sientan aco-gidas y seguras. Asimismo, afir-man que "los altoparlantes funcio-nan contemporáneamente para lasseñales y para los timbres de alar-ma", y esto puede dar lugar a unaatmósfera impersonal, mientras latelevisión se convierte en la pri-mera fuente de rumor en las habi-taciones. El divertimiento para al-gunos se convierte en molestia pa-ra los demás, de manera particularen las habitaciones con varias ca-mas. Un hospital debería ser unlugar acogedor, como dice sunombre, y también los que traba-jan en él deberían ser acogedores.

7. ¿Qué se puede hacer parasalvaguardar la intimidad?

Quizás les habrá desilusionadoel hecho que he tratado el tema in-timidad más desde el punto devista práctico y no teórico, filosó-fico y sociológico, pero para elpaciente la intimidad es algo muyimportante justamente desde elpunto de vista práctico. Una solu-ción digna del problema del espa-cio -habitaciones individuales ode dos camas- es el problemaprincipal cuando nos encontramosfrente a una escasez de fondos. Yahe dicho que una experimentacióncon las "cabinas" como soluciónde fortuna es mejor que un pabe-llón abierto. Cualquiera que se en-cuentre implicado en la enferme-dad puede recibir solamente unbeneficio de su experiencia perso-nal que se refiere a la enfermedad,a las heridas, a las operaciones olas dolencias. Solamente después

se puede comprender qué cosasde ordinaria administración se ol-vidan los médicos y enfermerosen las situaciones diarias. No ten-dría el coraje de decirlo si no hu-biera tenido la experiencia perso-nal de una enfermedad grave queha puesto en peligro mi vida, des-pués de un trauma cránico y luegolas operaciones, la quemioterapiay las radiaciones que he soportadopara curar un tumor maligno.

La codificación de los derechosdel paciente de parte de la Asocia-ción Médica Mundial, en su de-claración de setiembre pasado,tiene una gran importancia para laintimidad. Sin embargo, sólo al-gunos párrafos, por más impor-tantes que sean si las personas es-tán obligadas a vivir juntas, noson suficientes si nosotros mis-mos no tenemos un profundo res-peto por los pacientes, seres hu-manos semejantes nuestros, aun-que en ciertas ocasiones sean noparticularmente agradables. Eneste contexto, quisiera recordarleslos numerosos "detalles menores"que podrían evitarse incluso sinnecesidad de dinero. ¡Sólo es ne-cesario tenerlos en cuenta siem-pre! Es perfectamente natural queel amor y la compasión del Sama-ritano, que ve a la víctima asaltaday golpeada que yace en el camino,no está siempre presente en lapráctica cotidiana, en sus conti-nuas confrontaciones con innu-merables personas enfermas y do-loridas. Pero debemos recordar-nos siempre de la no acostumbra-da situación de necesidad en laque el paciente se confía en noso-tros. El derecho natural del pa-ciente y nuestro deber de preser-var su dignidad personal podríanser difíciles de realizar en circuns-tancias iniciales, cuando se luchacontra la escasez de medios o es-tamos sumergidos por un gran nú-mero de pacientes. Debemos ha-cer lo mejor para preservar lo másposibile esta dignidad, incluso enestas situaciones: es una exigenciapor nada nueva y que no debe serconsiderada como fútil. ¡Haga-mos todo lo que está a nuestro al-cance para no olvidarlo nunca, si-no para llevarlo a cabo!

Dr. ERWIN ODENBACHNeurólogo y Psiquiatra

Colonia

124 DOLENTIUM HOMINUM

En nuestra vida se verifican mu-chos acontecimientos y emocio-nes. Gozos y temores, éxitos yquiebras, amabilidades y amena-zas constituyen los varios tipos deexperiencias a los que los hombresatribuyen gran importancia. Todosnos encontramos constantementefrente a los problemas sanitarios;sin embargo, una enfermedad seriaque nos afecta personalmente pue-de tener una influencia profunda onos puede hacer cambiar las opi-niones que teníamos en preceden-cia. El hecho de ser enfermos noshace revalorar nuestra existencia ynos hace comprender que la vidahumana es limitada.

Cuando nos encontramos frentea la enfermedad, generalmente nosdirigimos a un médico, creyendoque él hará todo lo posible para a-yudarnos. Esto es verdad si la en-fermedad se puede curar, si nues-tras condiciones de salud puedenmejorar, o si buscamos compren-sión y empatía cuando nos llega u-na enfermedad incurable. Según lagravedad de la enfermedad, de laedad del paciente y de su toma deconciencia de la situación, el mé-dico debe extender un parecer so-bre el mejor modo para enfrentarlas necesidades del paciente. Cual-quiera que sea el caso, la relaciónmédico-paciente tendrá una in-fluencia profunda en la vida de es-te hombre.

Después de haber mencionadola relación de base médico-pacien-te, debemos concentrarnos en al-gunos de los diferentes criterios enlos que se basan las decisiones delmédico.

Obviamente el interés del médi-co se pondrá en el método más a-delantado científicamente para eltratamiento de su paciente. Sin

embargo, es decisivo que el médi-co elija una terapia que sea real-mente para el bien del paciente, yque no resienta la influencia deconsideraciones sociales, econó-micas y filosóficas o, peor aún, dela "moda".

Este problema se ha agravado enlos últimos decenios ya que la me-dicina ha evolucionado. Por un la-do, hemos visto progresos revolu-cionarios en campos como la tec-nología genética, los trasplantes, yel desarrollo de la farmacología.Por el otro, los medios económicosestán distribuidos de manera másirregular que antes y la elección deuna terapia a menudo está caracte-rizada por criterios económicos.Esta dicotomía "crea un dilemamoral para el médico, encontrán-dose cada vez más en situacionesen que no se le permite hacer loque desearía. Pueden existir situa-ciones en las que el principio mo-ral ya no es evidente, pero se con-vierte en un problema" (vonKress).

Los esfuerzos hechos por la so-ciedad para establecer normas éti-cas que guíen a los médicos antesituaciones ambiguas se remontana 3.500 años. Podemos encontraruna guía ética que es válida tam-bién hoy en el Corpus Hippocrati-cum. El Juramento de Hipócratespide al médico aliviar el dolor delpaciente, sostener la naturaleza ysu equilibrio natural en la curacióndel paciente, tratando de actuarsiempre por el bien de este último.El médico no debería suministrartratamientos insensatos a un pa-ciente incurable, que ha sido de-rrotado por la enfermedad.

Aunque una parte de los requeri-mientos se refieren a los roles pro-fesionales, no por ello son menos

importantes para el paciente, yaque garantizan un tratamiento op-timal, al tener en cuenta el estadodel arte. Asimismo, en este sentidoayudan a establecer una relaciónde confianza recíproca entre el mé-dico y el paciente. Formuladas enla antigüedad, estas pautas de Hi-pócrates sobre los comportamien-tos éticos siguen siendo válidas, a-sí por ejemplo, las encontramos enel Genfer Aerztegeloebnis de1948.

Es evidente que los médicos seconfrontan con situaciones com-plejas cuando las normas clásicasde la ética médica no son suficien-tes para guiarlos en el sentido indi-cado por Hipócrates. Estos proble-mas son universales e indepen-dientes de las naciones o de los lí-mites geográficos.

No obstante las múltiples deci-siones, existe una máxima que per-manece inmutable: "La conviccióndel médico de su responsabilidadfrente a la vida eterna del pacien-te".

1. Criterios para la decisión

La multiplicidad de las decisio-nes, la gran variabilidad de las in-dicaciones médicas, las situacio-nes individuales de los pacientes, ylas condiciones socio-económicas,requieren una atenta consideracióndel proceso. Entre los varios crite-rios que influyen en nuestras deci-siones, quisiera poner de relievealgunos ejemplos. Es actual la im-portancia del problema de la basede la decisión médica. Posterior-mente, es necesario discutir la lla-mada "medicina super-tecnológi-ca" y el problema sobre cómo pue-de sostener la sociedad los costes

KARL-OTTO HABERMEHL

El ejemplo de Hipócrates sobre la neutralidad yla universalidad de la medicina

125VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

de estos desarrollos de la tecnolo-gía. Para concluir, quisiera plante-ar el problema de quien tiene laresponsabilidad última de la deci-sión del médico desde un punto devista moral y legal.

2. Bases científicas de ladecisión médica

El tratamiento del paciente se-gún los modelos éticos requiere u-na práctica médica objetiva y con-siderable. Solamente cuando elcomportamiento del médico esguiado por modelos estrictamentecientíficos, estará en grado de lo-grar un tratamiento optimal parasus pacientes. Nociones vagas so-bre el curso de una enfermedad osobre una terapia, teniendo a vecescomo referencia "metodos natura-les de sanación", se resuelven entratamientos que no sólo son ina-decuados, sino completamentedeshonestos. No podemos ignorarel nexo bien determinado entre te-oría y práctica en la medicina mo-derna, y el modo científico de su-mistrar la terapia necesaria. No ha-ce mucho, existía aún una neta dis-tinción entre la teoría y la práctica,basada sobre una noción de laciencia que se desarrolló durante elRenacimiento, y tuvo inicio conBacon y Descartes. La idea era lade encontrar leyes universales através de la exacta observaciónmetódica de cada uno de los fenó-menos (Schieder). La medicina eraconsiderada una ciencia aplicada.Actualmente, esta noción de laciencia ya no es válida. Según unadefinición del British MedicalCouncil, la ciencia actual es perti-nente si, en un adelantado nivel deinvestigación, continúa producien-do nuevos criterios, de tipo prácti-co o teórico. Sobre esta base, lasciencias médicas tratarán de opti-mizar siempre los beneficios parael paciente.

3. El problema de la llamada"Medicina super-tecnológica"

Con el sorprendente adelantoque ha tenido la medicina modernaha logrado combinar los conoci-mientos más recientes de la patofi-siología con los de la biología mo-lecular, así como las complicadas

innovaciones técnicas con el traba-jo práctico del médico. El inmensoaparato técnico de un gran consul-torio, a menudo asusta al paciente.Tiene miedo de ser tratado comoun objeto, en una "cadena de mon-taje" o, peor, de ser objeto de unexperimento. El caso opuesto severifica si seguimos la guía éticade nuestra profesión.

Consideremos los esfuerzos téc-nicos que se han realizado en lamedicina con el auxilio de ejem-plos adecuados. Antiguamente, unmédico habría colocado un este-toscopio de madera sobre el tóraxdel paciente; hoy, el médico usa unfonocardiograma. Una vez una en-fermera habría medido manual-mente la presión del paciente; hoyusa un registrador. Estos son sola-mente detalles, que no modificanel principio del tratamiento. Perodebemos poner atención para noperder de vista la importancia delas normas éticas que no ha dismi-nuido, y de la relación médico-pa-ciente que se basa sobre la con-fianza. Esto es posible únicamentesi consideramos al sostén técnicotal como es: un apoyo y nada másni nada menos.

Solamente un atento análisiscostes-beneficios - basado en la re-copilación de datos efectuada demanera imparcial - puede ayudaral médico a tomar la decisión so-bre la eficacia de una terapia, paraque sea prometedora y de apoyo.Un análisis completo presuponeun conocimiento particularizadode todos los acontecimientos refe-rentes a la enfermedad. En la me-dicina moderna, no es posible lo-grar dicho conocimiento sin unamplio apoyo técnico. Si es aplica-do correctamente el equipo técnicocomportará beneficios para el pa-ciente, ya que puede protegerlo detomar decisiones subjetivas.

4. Problemas financieros

Junto con el empleo cada vezmás difundido de los soportes téc-nicos en la medicina moderna,constantemente se discute sobrelos respectivos costes y como de-ben ser distribuidos. Los que ha-blan de "aumento de los costes ennuestros hospitales" deberían tenerprioridades exactas. Quisiera quefuese claro que no podemos per-

mitirnos trabajar sin las modernasinnovaciones tecnológicas.

Al contrario de la opinión de ungrupo de personas que denomina-ría "pesimistas culturales", el pro-greso técnico y científico en la me-dicina es importante para el bene-ficio de los pacientes.

En línea de principio, es contra-rio a la moral negar al paciente unaterapia por razones económicas, enel caso que esta terapia fuese de-masiado costosa según el parecerde parte de alguna administración.Tomar una decisión parecida esciertamente una de las pruebasmás difíciles, ya que por un ladodebemos considerar el hecho quecada beneficio terapéutico estarálimitado y que con toda probabili-dad será seguido por otros distur-bios. Además, es necesario teneren cuenta la naturaleza limitada dela vida humana. El resultado, ge-neralmente es una mejora a cortoplazo o, quizás, "solamente" la es-peranza de esta sanación. Pero enese momento es justamente estaesperanza lo más importante parael paciente. Por otro lado, la socie-dad tiene la obligación de cumplircon las obligaciones sociales fren-te a la comunidad. En efecto, estosesfuerzos pueden mejorar la cali-dad de la vida y hasta caracterizarun acontecimiento secular. Porconsiguiente, el paciente que porsu estado es incapaz de ayudarse,tiene necesidad de un 'abogado'que represente sus intereses. Elmédico debería cumplir su deberen sentido cristiano, "viendo en elpaciente la imagen de Dios que vi-ve en él, y que pide se respete ladignidad del paciente" (Nakamuray otros).

5. ¿Quién se tomala responsabilidadde las decisiones médicas?

No obstante que las decisionesmédicas se basan sobre un claroconocimiento del argumento y so-bre un preciso análisis científico,resienten la influencia de otros ar-gumentos de tipo político y de tipoideológico. La naturaleza oportu-nista del proceso político, la vogade algunos modos de razonar, osimplemente legisladores desaten-tos, a veces han conducido a leyesque no pueden ser toleradas desde

126 DOLENTIUM HOMINUM

el punto de vista moral. Me refieroen particular a la legalización de laeutanasia y a la obligación para elmédico, desde el punto de vista le-gal, de informar al paciente sobretodos los detalles de su enferme-dad, lo que a veces produce unacomprensible desesperación. Aveces los pacientes pueden estartan terrorizados por la revelaciónde todas las verdades médicas querechazan los tratamientos salvavi-da. Esta y otras faltas de la legisla-ción, que regulan la profesión mé-dica, se deben a los esfuerzos denuestros gobiernos para regular demanera exacta las decisiones médi-

cas que se refieren a la intimidaddel paciente. Es esta una tendenciainquietante.

En realidad, la relación médico-paciente es demasiado compleja eindividual para adecuarla a un sim-ple modelo. Citaré a Jaspers, quiendijo una vez que "el tratamiento deun médico hacia un paciente se de-be basar en el conocimiento y en lahumanidad". El conocimiento, al i-gual que el progreso científico, estásujeto a continuos cambios. La hu-manidad se mide incesantementecon medios convencionales. Mimaestro y consejero, el Profesorvon Kress - hombre prudente y a-tento - tendía al privilegio de una é-lite para los problemas médicoscuando decía: "Los requerimientossobre la disposición médica de losmédicos practicantes se expresanmás en este campo que en otrasprofesiones". Como dijo Victorvon Weizsaecker "es el mismo mé-dico que debe sufrir las consecuen-cias de sus acciones, sin buscar unaguía de parte de leyes criminales o

de estatutos sobre los derechos hu-manos. No existe ninguna filosofíamoral que pueda sustituir su res-ponsabilidad última". Por estas ra-zones, las decisiones del médico noestán siempre de acuerdo con lasnormas nacionales. La neutralidady la universalidad de la medicina esel factor dominante.

Actualmente, el rápido progresoen los campos científico, tecnoló-gico y económico esta causandovarios problemas. Los ciudadanosde nuestros países están solicitandoque estos problemas sean resueltoscuanto antes por medio de regla-mentos gubernamentales y sin la

implicación personal o la responsa-bilidad del individuo. De este mo-do se han creado innumerables le-yes, más o menos pragmáticas, quehan entrado en vigor, invadiendocada vez más la intimidad del indi-viduo. Lo peor es que por su natu-raleza estas leyes deben ser revisa-das con frecuencia, lo cual tienecomo resultado un tormento de re-visiones y enmiendas.

6. Correlación entre ley y ética

Cuando critico el frenesí regula-dor de nuestros gobiernos, no quie-ro decir que el campo de la medici-na no debería estar regulado por le-yes. En lo que se refiere a la "tareade la ley y al orden de regular la co-existencia humana y de evitar o re-solver los conflictos" (Lauffs), de-beríamos tender a un sistema en elque "la ley y un sentido de éticapersonal constituyan un comple-mento recíproco, y proporcionar u-na estructura que permita - y respe-

te - el juicio moral del médico"(H.G. Koch). Con este cuerpo le-gislativo, sería posible ayudar alpaciente en el espíritu del Juramen-to de Hipócrates. Los requisitos e-senciales de la práctica médica es-crupulosa, además, son la objetivi-dad científica, una elevada calidadprofesional y una relación médico-paciente fundada en la confianza.El paciente debe estar seguro queel médico no hará nada que puedahacerle daño, incluso cuando estole fuera solicitado.

Permítanme que considere la re-lación privilegiada médico-pacien-te en un contexto más amplio, liga-do a la sociedad. Según Mitscher-lich, son dos problemas opuestosde adaptación que influyen en eldesarrollo individual en nuestra so-ciedad. Por un lado, estamos engrado de adaptarnos hábilmente alambiente; por el otro, somos con-servadores en la protección denuestros valores individuales ynuestros derechos. El problema es-tá si en el desarrollo de la humani-dad se debe favorecer la personali-dad del individuo, en grado de pen-sar de manera alternativa, o la ca-pacidad humana de perfeccionar elpapel que cada uno está destinado adesempeñar. El standard con el quedebemos medirnos es: ¿estamos engrado de defender nuestros valoresy los derechos reconociendo los delos demás? o bien ¿estamos en gra-do de adaptarnos sin conflicto conlas organizaciones, con las leyes ycon los reglamentos que gobiernannuestra vida? En el último caso,mediremos nuestras capacidades demanera que modifiquemos nuestramentalidad, y destruiremos así lasbases de nuestra existencia libre.

"La responsabilidad presume lalibertad", como dice Dietrich Bon-hoeffer. Ninguna autoridad tiene lacompetencia para destacar al médi-co de su libertad en lo que se refie-re a una decisión médica. Estamosseguros que la integridad de nues-tro trabajo proseguirá para justifi-car el conocido principio que nues-tro servicio médico debe desarro-llarse en la "libertad de la respon-sabilidad", al servicio de la vida e-terna del paciente.

Karl-OTTO HABERMEHLProfesor Emérito

de Virología Clínica y ExperimentalUniversidad Libre de Berlín (Alemania)

127VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Introducción

Quizá como ninguna otra reali-dad humana, el sufrimiento, ha si-do descrito, estudiado, meditado yexpresado a partir de sus múltiplesmanifestaciones. Y, sin embargo,sigue siendo una realidad irreduc-tible al puro análisis ciéntifico, a ladomesticación mediante la técnicae incluso a la reflexión filosófica.Tal vez por eso continúa siendoextremadamente problemático ypolémico el hallazgo de un signifi-cado y de un sentido orientador auna experiencia tan universal, y almismo tiempo tan opaca en princi-pio para la sed humana de com-prensión y dominio. Desde estepunto de vista, y en una primera a-proximación, lo más que acaso po-dría decirse es que los humanos sedividen en dos grandes grupos: elde aquellos que afirman que el su-frimiento, aún siendo un mal, al-berga una fuente de sentido cons-tructivo y benéfico para la vida; yel de aquellos otros que, o bien leniegan toda posibilidad de sentidoo le atribuyen exclusivamente unsignificado y una carga puramentedestructivos.

A la hora de acotar un tema tansumamente amplio como el queme ha sido propuesto, pienso quees necesario hacer varias precisio-nes iniciales. En primer lugar, re-saltar el hecho de que esta Confe-rencia Internacional, como lasnueve anteriores, ha sido promovi-da por el dicasterio de la Santa Se-de destinado a promover la Pasto-ral Sanitaria en la Iglesia universal,y en el mundo a la que ésta trata deservir en el nombre de Jesucristo.A lo que hay que añadir que es pre-cisamente en ese campo pastoraldonde he adquirido, a lo largo de

veintiséis años, la experiencia queme permite decir alguna palabraprovechosa sobre el sufrimiento yel sentido de la vida. Y añadir tam-bién mi convicción de que la Pas-toral es - debe ser - la actividad enla que se integran sabia y forzosa-mente la praxis asistencial que di-mana del imperativo evangélico a-sumido por la Iglesia, y la recta ra-tio agibilium, es decir, la reflexiónque revierte en forma de saber ha-cer sobre la acción pastoral y sobrelos demás saberes asistencialescristianos y profanos - desde la te-ología dogmática hasta la medici-na - desvélandoles la elocuentesintomatología y sabiduría ocultasen los hechos y en la experienciade los mismos.

Una ulterior precisión viene dela mano del título de esta Confe-rencia: Ve y haz tu lo mismo. DeHipócrates al Buen Samaritano.La historia de la cultura, de la me-dicina y de la asistencia sanitariade Occidente ha convertido a estosdos personajes en figuras emble-máticas del tratamiento del sufri-miento ajeno provocado por lesio-nes o enfermedades, de modo quecuando hoy las situamos ante no-sotros constituyen dos modeloscargados de múltiples significacio-nes y, por tanto, dos fuentes surti-doras de sentido para quienes des-de las profesiones sanitarias pre-tenden curar a veces, aliviar a me-nudo y consolar siempre, y paraquienes desde esas mismas profe-siones, o desde el voluntariado a-sistencial y pastoral, quieren ir ha-ciendo realidad el desafío del Ser-món del Monte: Dichosos los quesufren ,porque serán consolados.

Partiendo de las dos precisionesanteriores, pienso que puedo deciruna palabra sobre: 1) qué clase de

sentido pueden aportar a su vida -y ofrecer a la vida de los demás hu-manos - quienes tienden hoy a i-dentificarse más o menos cons-cientemente con Hipócrates y conel Buen Samaritano, cuando se a-cercan a los pacientes- en el senti-do literal de la palabra - con la in-tención de asistirles desde esa i-dentificación; 2) qué aspectosconvergentes y cuáles divergen-tes muestra hoy, a grandes rasgos,la encarnación de estas dos figurastras su larga evolución histórica; 3)qué puede aportar la Iglesia, y másen concreto, la Pastoral Sanitaria,para lograr una alianza lo másplena y satisactoria posible entrelos hipócrates y los samaritanosactuales en cuanto a dotar de senti-do genuino, humano y cristiano, auna vida que todos seguimos ha-ciendo como via dolorosa.

1. Hipócrates yel Buen Samaritanoante el sufrimiento

Como presbítero destinado porla Iglesia a procurar ayuda pastoralno sólo a los pacientes enfermos,sino también a esa otra recíproca yamplia gama de pacientes que sonsus cuidadores de índole diversa -familiares, profesionales sanitariosy voluntarios - he sido y soy testi-go de cómo los componentes deesta segunda categoría de pacien-tes se encuenttran con el sufri-miento ajeno, se sienten afectadospor él y expresan tal afección demaneras diversas y peculiares. Enno pocas de ellas, expresadas so-bre todo por los profesionales ylos voluntarios implicados en ta-rea sanitarias, es donde veo la figu-ra encarnada y ciertos rasgos pa-

JESUS CONDE

El sufrimento y el sentido de la vida

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tentes tanto de Hipócrates como elBuen Samaritano.

Dejo para los historiadores de lamedicina y para los biblistas la ta-rea de precisar minuciosamentehasta qué punto y en cuántos as-pectos pueden ser traídas a la ac-tualidad las dos figuras en cues-tión. De cuanto dicen la historia dela medicina y la exégesis bíblica alrespecto sólo me interesa destacaraquí, como pastor en ejercicio, a-quellos rasgos susceptibles de pro-porcionar un sentido a la vida, apartir del sufrimiento experimen-tado en la asistencia a los dolien-tes enfermos. Desde este marcopreciso es desde donde me pro-pongo vislumbrar a Hipócrates yal Buen Samaritano en los cuida-dores sanitarios de hoy. Lo cual meobliga sin duda a dirigir una mira-da, siquiera sea somera y selectivaa los estudios históricos y exegéti-cos sobre ambas figuras.

1) Tres textos tomados de la tra-dición hipocrática creo suficien-tes para ilustrar las actitudes de susseguidores ante los padecimientosde los enfermos, a saber: el médicoconvierte en preocupación propiael dolor ajeno (Escribonio Largo)1;el médico, en los dolores ajenos,sufre penas propias (De flatibus,L. VI, 90)2; la medicina tiene porobjeto librar a los enfermos de susdolencias, aliviar los accesos gra-ves de las enfermedades, y abste-nerse de tratar a aquellos que yaestán dominados por la enferme-dad, puesto que en tal caso se sabeque el arte no es capaz de nada(De arte)3. De la primera cita saltaa la vista que el médico hipocráti-co se apropiaba de algún modo yen alguna medida del dolor del en-fermo; en la segunda resalta el he-cho de que tal apropiación llevabaal médico a sufrir él mismo; y dela tercera se deduce que estos doshechos - la apropiación del dolorajeno por parte del médico y suconversión en padecimiento pro-pio - eran una consecuencia no for-tuita o imprevista, sino conscien-temente asumida dentro del objeti-vo mismo de la asistencia médica,que indluía librar a los enfermosde sus dolencias y aliviar los acce-sos graves de la enfermedad. He a-quí, pues, a los inventores de lamedicina, en tanto que técnica ra-cional aplicada, presentándose a sí

mismos como copartícipes del do-lor y el sufrimiento de los pacien-tes enfermos.

¿Por qué razón, en qué sentido yhasta qué grado juzgaron asumibley vinculante los hipocráticos lacompasión asistencial? La razónbásica estriba en que la lucha hipo-crática contra el sufrimiento teníaprofundas raíces religiosas, y aúnteológicas4. Su concepción del sercomo naturaleza (physis) y princi-pio (arkhé) de orden en cada unode los seres (isonomía) y en el con-junto de todos ellos (kósmos), lle-vaba al médico hipocrático a con-

siderar la enfermedad como dese-quilibrio (monarkhía, dyskrasía) ydesorden (kaos), y al sufrimientocomo la secuela dolorosa (pathos,lypé) de aquella5; es decir, a ver auna y otro como realidades antina-turales. Por tanto, el deber de com-batir el sufrimiento tenía un signi-ficado cuasi - religioso, y así lo ex-presa un apotegma latino de origenclaramente hipocrático: Divinumopus sedare dolorem6, pues la na-turaleza es por principio impasi-ble, apática (apathés) y en su divi-na ordenación no cabe, por tanto elsufrimiento. La medicina que hoyllamamos hipocrática surgió en laGrecia colonial sobre el funda-mento de esta religiosidad fisioló-gica.

La orientación primaria, el cursoy el sentido que dicha medicina a-doptó en su lucha contra el dolorconsistió en elaborar una técnica(tékne), palabra que expresa el ge-nial hallazgo de los griegos en el

ámbito del saber aplicado a influirsobre la naturaleza. Frente a laconcepción mágica, teúrgica o pu-ramente empírica de la medicinasurgida en el resto de las culturasambiguas, la escuela hipocrática (ycon ella las de Cortona, Cnido,etc.) aplicó las capacidades de larazón humana para comprender,en términos de naturaleza, los pa-decimientos asociados a enferme-dades y para combatirlos mediantela tékne iatriké, un saber que se a-tenía al qué y al por qué racionalesde los procedimientos que habíaque adoptar ante los mencionadospadecimientos. La medicina hipo-crática ha aportado a la historia dela asistencia al sufrimiento huma-no, entre otras cosas, el imperati-vo del saber hacer asistencial, laexigencia clara y rotunda de que,frente a las dolencias de los enfer-mos, no basta la buena voluntad sino va seguida de una buena actua-ción. Desde entonces, el terapeutaque pretende ser (éticamente) bue-no sabe que, para serlo, es necesa-rio que sea, ante todo, un terapeutabien preparado, competente.

¿Hasta qué punto vinculaba lacompasión asistencial al médicohipocrático en el ejercicio de sutécnica con el enfermo doliente y asufrir, por tanto, con él y a causa deél? La respuesta, mirando una vezmás a los escritos del Corpus Hip-pocraticum, aparece clara: hastadonde las leyes inexorables de lanaturaleza le permitían mitigar o e-liminar el sufrimiento del enfermo,mediante la aplicación del arte mé-dica. Es decir, el médico hipocráti-co podía llegar en el tratamiento yen la compasión activa hacia el en-fermo sólo hasta donde juzgabaque su técnica podía ser eficiente.De ahí que el escrito De arte antescitado precise que la medicina tie-ne (también) por objeto... abste-nerse de tratar aquellos enfermosque ya están dominados por la en-fermedad, puesto que en tal casose sabe que el arte no es capaz denada.

Según la patología hipocráticaciertas enfermedades surgían pornecesidad de la naturaleza (kat a-nánken tes physeos) y ante ellas elempleo de la técnica médica no só-lo resultaba inútil, sino hasta peca-minoso porque equivalía a ir con-tra naturam; eran enfermedadestécnica, moral y religiosamente in-

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curables. Otras enfermedades, porel contrario, surgían como conse-cuencia del puro azar (thyké) yconstituían, junto con los padeci-mientos que acarreaban, el objetopropio del arte de curar y aliviar. Elradical naturalismo de los hipocrá-ticos extendía la comprensión y lapráctica de la philantropía ( amoral hombre) del terapeuta para conel enfermo doliente, sólo hastadonde era posible procurar en él laperfección de la naturaleza, es de-cir, el restablecimiento de su enfer-medad. La ética y la religiosidaddel Médico hipocrático impidieronpasar de ahí. Al ser humano se leconsideraba sólo naturaleza, y atal convicción había que atenerse.La concepción personal del serHumano, incluido el doliente incu-rable, fue ajena al pensamientogriego; emergió con el cristianis-mo el cual trapasó los límites delnaturalismo hipocrático y dotó a laasistencia a los dolientes de unaperspectiva, un imperativo y unasalternativas de acción inéditas y,en ciertos aspectos, ilimitadas.

2) Junto a la figura de Hipócra-tes, y frente a ella, esta Conferen-cia Internacional coloca la figuradel Buen Samaritano. Pienso quelo hace no sólo por ser ésta un mo-delo cristiano de asistencia a losdolientes sino, en expresión deJuan Pablo II, por haberse conver-tido en uno de los elementos de lacultura moral y de la civilizaciónuniversalmente humana 7. En efec-to, dice poco antes el Papa que nosin razón, aun el lenguaje habi-tual, se llama obra de buen sama-ritano toda actividad en favor delos hombres que sufren y de todoslos necesitados de ayuda. ¿Quehay en esa figura que le ha hechotrascender se tiempo de origen his-tórico-literario, llegar hasta noso-tros y seguir siendo un símbolo pa-ra quienes asisten a los dolientesde hoy? Juan Pablo II responde aesta pregunta de un modo escuetoy certero mediante tres afirmacio-nes progresivas8 en cuanto al al-cance de su significado e implica-ciones, a saber:

a) Buen Samaritano es todohombre que se para junto al sufri-miento de otro hombre, sea del gé-nero que sea... todo hombre sensi-ble al sufrimiento humano. Ante elherido, al que la parábola presenta

como el representante típico de loshombres frente a los cuales debeser ejercitada la misericordia, elSamaritano es signo de una actitudhumana universal ante el sufri-miento, consistente en la commo-ción consiguiente decisión de a-proximarse espontáneamentee aquien lo padece. Desde el ámbitoconcreto de la asistencia a los do-lientes el Samaritano es la viva ex-presión de que asistir a un enfermocon alguna voluntad de perfeccióndebe ser siempre, sea médico oprofano quien practique esa obraasistencia, un acto de amor...de un

amor previo al conocimiento téc-nico y a la prescripción de fárma-cos9.

Pero, ¿qué sentido - qué alcanceexigitivo - tiene la palabra amor,en el contexto genuinamente cris-tiano al que pertenece la paráboladel Buen Samaritano? Pedro LaínEntralgo, eminemte médico y cris-tiano de vocación, responde a estapregunta de un modo tan fiel y cer-tero, a mi juicio, que no resisto aresumirlo: Para los cristianos el a-mor - la agape - posee la consiste-cia religiosa y metafísica que exigeun triple mandamiento: a) Ama atu prójimo como a tí mismo (en-tendiendo cristianamente por pró-jimo a cualquier ser humano aquien uno se aproxima al verlo ne-cesitado). Esta viene a ser la ense-ñanza de la parábola del Buen Sa-maritano. La novedad respecto alpensamiento griego es tan patentecomo radical. b) Ama a tu próxi-mo como si él fuese Cristo. Así

puede ser formulada la lecciónmoral contenida en el pasaje esca-tológico de Mat. 25, 39s: Mis hu-mildes hermanos son, en principio,cualesquiera seres humanos que,por la razón que sea. necesitan decompañía y ayuda. c) Ama a tuprójimo como si tu mismo fuesesCristo. Así lo declara, entre otros,el pasaje de Jn 15, 12: Amaos u-nos a otros, como yo os he amado.El cristiano debe amar al otro co-mo Cristo amó a los hombres10. Elalcance de la donación amorosa alos dolientes es para el seguidor deCristo, en principio, ilimitado y só-lo contenido por la prudencia y hu-mildad que le impone su humanafragilitas.

Cristo es la más genuina encar-nación del Buen Samaritano en esaactitud inicial de pararse junto alos dolientes. Los evangeliosmuestran con toda claridad cómoJesús no podía ser testigo de un su-frimiento sin quedar profunda-mente conmovido. A la vista de lagente, que acudía a él maltrecha yextenuada (cf Mt 9, 36) sentía lás-tima (cf también Lc 7, 13) y com-pasión. Tales sentimientos eran elfondo emocional y el impulso pri-mario que ponía humanamente enmarcha su actividad como terapeu-ta dotado de una filantropía uni-versal, sin excepciones, Para elCristo Samaritano, diría Pablo, yano hay judío ni griego, ni esclavo,ni libre (cf Gal 3, 28) a la hora deaproximarse y detenerse ante quie-nes sufren, de ser radicalmenteprójimo más allá de los límitesmosaicos o hipocráticos. ¿Quiénenferma sin que yo mismo enfer-me? ¿quién cae sin que a mí me défiebre? volverá a decir el mismoPablo (2 Cor 11, 29).

b) Buen Samaritano, continúadiciendo Juan Pablo II, es el que o-frece ayuda en el sufrimiento... decualquier clase que sea. Ayuda efi-caz, hasta donde sea posible. Esterasgo es el que convierte al BuenSamaritano en símbolo y alegoríade los cuidadores sanitarios -profesionales y voluntarios - de to-dos los tiempos11. No resulta exa-gerado decir que los ministerios yactividades de la Iglesia hacia losdolientes, a lo largo de toda histo-ria, han surgido desde una actitudbásica de voluntariado, promovidapor el modelo de Cristo, Buen Sa-maritano, Pastor venido a entregar

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libremente su vida (cf en 10, 17 s)enviado para vendar los corazonesdesgarrados (Is. 61, 1) modeloque llega hasta nuestros días e ins-pira a todos los que hoy ejercen demanera desinteresada el propioservicio al prójimo que sufre, em-peñándose voluntariamente en laayuda como buenos samaritanos12.Y lo mismo cabe decir de los mé-dicos y demás profesionales sani-tarios cristianos13. Desde que elcristianismo incorporó decidida-mente la medicina hipocrático-ga-lénica a su estrategia asistencial. lafigura del Cristo Médico14 ha sidopara los terapeutas profesionalescristianos la versión ajustada a sucircunstancia de la figura del BuenSamaritano. Aquí se hermanan lafilantropía hipocrática y la caritasoperativa cristiana, la capacidadtécnica y la aportación del volun-tariado asistencial: en esta ofrendade ayuda a los dolientes, en su co-mún intento de convertir la compa-sión en prestación eficaz de aliviofrente al dolor. Pero aquí tambiénresalta la novedad del sentido cris-tiano y la radicalidad se sus impe-rativos.

Ya el cristianismo primitivo su-po crear una estructura sanitaria e-ficaz, a partir de la base del volun-tariado, puesto que durante el pri-mer siglo y medio de su historia a-penas pudo contar con la ayuda dela medicina hipocrática15. Las pri-meras comunidades cristianasmostraron que la penuria de me-dios económicos y técnicos no eraun obstáculo insalvable para pro-porcionar a los dolientes una asis-tencia a la altura de su necesidadesmás hondas, compensando concuidados humanos y espiritualesla antedicha penuria. La infraes-tructura de dicha asistencia se ba-saba sobre todo en los recursos hu-manos los cuales surgían casisiempre de la propia base comuni-taria. Desde entonces ésta ha sidola tónica dominante en la historiade la asistencia cristiana por vo-luntarios hasta nuestros días16.

Respecto a la asistencia profe-sional por parte de los cristianos,cabe reseñar una serie de noveda-des, a partir de su comprensión e-vangélica, a saber: la superaciónde la oposición entre curar y cui-dar, oposición tan arraigada en lamedicina moderna y contemporá-nea17; la práctica de una suerte de

psicoterapia verbal o psicologo-gía de carácter moral y religioso...enderezada a una recta instala-ción intelectual y afectiva del en-fermo en la prueba aflictiva quepara él era su enfermedad17; la a-ceptación de los enfermos incura-bles y moribundos en la asistenciapor parte del médico cristiano,frente a la abstención técnica ymoral del médico griego, y aun demuchos posteriores hasta nuestrosdías; y, por último, la valoraciónterapéutica y moral de la convi-vencia con el dolor. Esta últimanovedad me lleva a la tercera afir-

mación de Juan Pablo II.c) Buen Samaritano es el hom-

bre capaz del don de sí mismo.Aquí radica el aspecto más hondode cuanto quiero resaltar en mi in-tervención: el alcance de la impli-cación personal que exige al vo-luntario y al profesional cristianosu asistencia a los pacientes. Des-de la tradición hipocrática aparececlaro que dicha asistencia compor-ta al terapeuta un cierto doloridosentir, por decirlo con una bellaexpresión de Garcilaso de la Vegay Azorín, pero ¿hasta dónde llegansus implicaciones? Creo que, unavez más, es la tradición cristiana laque revela más la hondura y exi-gencia de esas implicaciones. Veá-moslo brevemente.

El evangelio de Mateo, en sudescripción de la actividad tera-péutica de Jesús, aclara el preciopersonal que la asistencia sanita-ria exige a quien la practica - pro-fesional o voluntario - siempre que

ésta sea verdadera, íntegra y hon-damente humana. Según el textode Mt 8, 16s, Jesús al curar cum-plía la profecía de Isaías tomandosobre sí nuestras dolencias y car-gando con nuestras enfermedades.Leído este texto - y el de Is 53, 4 alque hace referencia - en clave asis-tencial quiere decir que el ingre-diente técnico es un elemento ne-cesario, pero no suficiente, en to-da acción terapéutica que no seameramente puntual; con otras pa-labras, que dicha acción no puedereducirse a emitir un diagnóstico ya aplicar un tratamiento técnica-mente impecable sino que, porconsistir en una relación humanacontinuada y de ida y vuelta, lefuerza al terapeuta a dar de sí y a e-char sobre sí a dar una parte mayoro menor, según los casos, de símismo, de su intimidad; y a con-sentir en echar sobre sí algunos delos padecimientos que el enfermosufre y saca de sí mismo, sean és-tos de índole orgánica, psíquica oanímica. El terapeuta que quiereserlo a imagen de Cristo, Buen Sa-maritano y Médico de las almas yde los cuerpos ha de ser conscien-te de que curar dolencias ajenas leexige decidirse a enfermar él mis-mo en ciero grado, a ser terapeutaherido por las dolencias de los pa-cientes y a aportar de ese modo loque falta a las tribulaciones deCristo por (el consuelo de) sucuerpo, que es la Iglesia (cf Col 1,24).

2. El sufrimiento en la asistenciaa los enfermos.

Es éste un asunto que, por des-gracia, apenas atrae aun la aten-ción de la instituciones sanitariasactuales, e incluso de la pastoralgeneral de la Iglesia, exceptuandolos estudios psicológicos y pasto-rales que comienzan a aparecer a-cerca del burn out, de la quemazónconsecutiva a la práctica asisten-cial ante el sufrimiento. Sin em-bargo, se trata de un hecho consta-table por cualquier observador a-tento y, desde luego, apreciable adiario por quienes ejercen la Pasto-ral Sanitaria. Por eso, he creído o-portuno fijar sobre él mi atención,dejando a un lado otros aspectosincluidos en el tema general sobreel sufrimiento y el sentido de la vi-

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da. Así lo exige la índole pastoralde mi trabajo en nombre de la Igle-sia. El recto ejercicio de la Pasto-ral Sanitaria no consiste sin más enla pura ejecución de las accionesque le son propias; es al mismotiempo un observatorio privilegia-do de los signos objetivos y de lossíntomas subjetivos manifiestos ensus destinatarios; signos y sínto-mas que deben merecer la atenciónde todas las disciplinas asistencia-les, así como de la antropología yla teología18.

Voy a intentar, pues, muy brevey esquemáticamente exponer la se-miología y sintomatología quepercibe el observador pastoral enlos cuidadores sanitarios de los do-lientes19. Comenzaré por los vo-luntarios. A los ojos de la socie-dad y de la Iglesia aparecen comola reencarnación de una filantropíaque se creía poco menos que extin-guida, por lo que constituyen unsímbolo preciando que todos tra-tan de resaltar al máximo. Ade-más, para numerosas institucionesorientadas hacia el mundo del su-frimiento constituyen un filón depersonas vocacionadas y dispues-tas a realizar tarea cuya índole cho-ca frontalmente con la mentalidadpropia de una sociedad proclive ala superficialidad y el hedonismo.Suelen ser bien preparados parallevar a cabo dichas tareas con la a-decuada competencia y habilidad,pero la ayuda que necesitan superacon mucho ese entrenamiento. Elprecio de dolor que tienen que pa-gar por ser fieles a su vocación desamaritanos se manifiesta en lasdudas angustiosas que muestran a-cerca de si estarán a la altura de loscometidos que se les encomien-dan, en el no saber como ni dónde,ni con quién desahogar los sufri-mientos que sobre ellos echan losdolientes a quienes asisten, y en lasensación de no estar suficiente-mente cuidados ni atendidos en es-tos aspectos por las institucionesen cuyo mombre trabajan. Taleshechos, comprobados con dema-siada frecuencia desde la sensibili-dad propia de la Pastoral Sanitaria,provocan en no pocos de estos sa-maritanos una sintomatología decansancio, inestabilidad, desilu-sión y amargura que, si no es debi-damente captada y tratada, puedeacarrear como poco un descensoen su eficiencia, y en cieros casos

llegar a provocar hondas crisis psí-quicas y espirituales.

Los profesionales sanitarios,incluidos los cristianos, pasan a sumodo por la misma situación19. Esopinión común que ellos están, porregla general, inmunizados frentea los sufrimientos de los enfermosa los que asisten, y a los de sus fa-miliares, ya que suele creerse quesu profesionalidad les proporcionauna especie de coraza emocional.De hecho, enfermos y familiaresdicen a menudo convencidos a losprofesionales: Ustedes ya están a-costumbrados a ver enfermedades

y a ver sufrir. Las causas de dichaopinión pueden resumirse en tres:en primer lugar, la imagen que lasociedad tiene de los profesionalessanitarios, a los que ve como técni-cos de la salud y la curación, cuyaeficacia parece que debe ir acom-pañada de una fría objetividadcientífica, insensible al dolor o alas emociones ajenas; también in-fluye la misma educación recibidapor los profesionales, en la que haprimado hasta ahora el estudio delas disciplinas científicas, con me-noscabo de las humanidades - in-cluída la asistencia espiritual - ensus programas de formación; porúltimo, es forzoso mencionar el es-fuerzo de muchos de ellos por de-fenderse de la enormidad del sufri-miento al que están expuestos cadadía en su trabajo, esfuerzo quetienden a emplear tratando de esta-blecer una distancia frente a lospacientes y justificándola en nom-bre de la ecuanimidad y objetivi-

dad científico-técnica, sin perca-tarse de que la angustia es máscontagiosas que los micro-organis-mos patógenos. ¡Cuántos de estossamaritanos hipocráticos necesitanhoy ellos mismos un diagnóstico yun tratamiento humano y pastoral,paliativo de las forzosas dolenciasque echan sobre sí, y restauradorde los grandes esfuerzos que dande sí!

En realidad, quien posea una mí-nima sensibilidad humana y pasto-ral puede fácilmente descubrir quelos profesionales sanitarios necesi-tan ayudas y apoyos muy conside-rables y que, sin embargo, ésto nosuelen verlo ni las instituciones sa-nitarias ni, en el caso de los cristia-nos, la propia Iglesia. He aquí unasumaria enumeración de tales ne-cesidades:

– Necesidad de desahogo, moti-vada por la sistemática represiónque han de practicar al contactoreiterado con el sufrimiento de en-fermos y familiares; y necesidadde contar con cauces adecuadospara ello.

– Necesidad de contrarrestar ycompensar las no pocas quejas yreclamaciones que reciben de en-fermos y familiares, algunas de lascuales obedecen a negligencia omala práctica por parte de los pro-pios profesionales, pero muchasmás tienen como causa defectosdel sistema sanitario, del que ellosson también víctimas directas.

– Necesidad de encontrar - ellostambién - un sentido satisfactorioa un trabajo duro y que no suele o-frecer muchas gratificaciones.

3. El sentido que aportan a lavida los Hipócrates ySamaritanos de hoy

La pregunta por la aportación desentido a la vida en el contacto conel sufrimiento experimentado asis-tiendo a los dolientes, puede y de-be ser desdoblada en otras dos pa-ra explicitar su amplitud y darlecumplida, aunque aquí breve res-puesta.

La primera pregunta tiene quever con aquello de lo que el sufri-miento es signo, de su significa-ción para quien lo experimenta alcontacto con los pacientes: ¿quéaspectos significativos de la vida,que pasan desapercibidos en otras

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experiencias, encuentran los cui-dadores sanitarios en su experien-cia asistencial? La respuesta esforzosamente progresiva. Encuen-tran, en primer lugar, una de lasformas más lacerantes de la pre-sencia del mal en el mundo y, conella, el signo de la infirmitas con-génita que San Pablo descubría entoda la creación20. Todas las cultu-ras humanas han considerado alsufrimiento un mal que no deberíaexistir. Pero, al contrario de quie-nes han mantenido y mantienenque hay que evitar y pasar de lar-go ante el sufrimiento propio o aje-no21, los hipócrates y samaritanosde cualquier época han descubier-to en el sufrimiento una indigenciahumana, susceptible de ser tratadaasistiendo a quien la padece, es de-cir, un motivo de progreso huma-no sea en el orden corporal a aní-mico, científico o espiritual. Latradición hipocrática descubre enel sufrimiento , y en las enferme-dades de que es signo, un gran de-safio a la capacidad humana de in-fundir cierto orden y armonía a locaótico, mediante la razón y lastécnicas que ésta es capaz de in-ventar.

La tradición samaritana, vale adecir cristiana, invita por su parte amovilizar ante el sufrimiento nosólo los recursos racionales y natu-rales, sino a la persona entera delcuidador y, desde ella, a los recur-sos de la redención de Cristo, Mé-dico que se hace Siervo y Enfermoy mediante esa triple actitud, inte-grada en su Persona, cura, alivia yconsuela. Sólo a través del cristia-nismo descubre el cuidador sanita-rio profesional su radical carácterhumano de ser constitutivamenteindigente y oferente, necesitado yal mismo tiempo capaz de ayudaren la necesidad.

La segunda pregunta tiene quever directamente con el sentido:¿Qué orientación imprime a la vi-da de los cuidadores sanitarios la

experiencia de asistir a los sufrien-tes? Al contacto con el sufrimientocontemplado y padecido en la asis-tencia a los enfermos, los hipocrá-ticos han venido tejiendo el pro-greso continuo de la medicinahasta hoy y hacia un futuro que seprevé aún más portentoso; son losobradores del milagro técnico en elque los cristianos vemos a la po-tencia Dei ordinata en ejerciciomediante la beneficencia paliativa;por su parte, los samaritanos sani-tarios nos animan a trabajar por u-na asistencia cada vez más inte-gral, que responda a las repercu-siones del sufrimiento en las di-mensiones orgánica, psíquica, so-cial y espiritual del paciente, y lohaga desde todas esas mismas di-mensiones presentes, y por tantosusceptibles de ser operativas, enel cuidador voluntario y profesio-nal. El modelo de este progresointegral es, una vez más Cristo elcual, en cuanto Hombre Nuevo essíntesis total, en este caso del su-friente y del terapeuta que en supersona son asumidos, integradosy transfigurados.

Cristo es, por último, el Sentidoque exige hoy, y para el futuro, unagran alianza entre Hipócrates y elBuen Samaritano, entre la inteli-gencia y el sentimiento, entre la ra-zón y la voluntad, entre la cienciay la fe, entre la técnica y la caridad,entre el curar y el cuidar. Así lopercibimos desde la Pastoral Sani-taria. Y desde ella pedimos al restode la Iglesia que impulse decidida-mente esta alianza en su seno, ypromueva el que todos los cristia-nos se preocupen cada vez más decuidar a los cuidadores, pues gra-cias a sus heridas, como a las deCristo, todos los demás y ellosmismos somos curados (cf. 1 Pe 2,24).

P. JESUS CONDEDelegado Diocesano

de Pastoral Sanitaria, Madrid (España)

Notas1 Citado por PEDRO LAIN ENTRALGO en His-

toria de la Medicina, Ed. Salvat, Barcelona1987, p.135

2 Citado por el mismo autor en La relaciónmédico-enfermo, Alianza Ed.,Madrid 1983, p.98.

3 Citado per el mismo autor en la misma o-bra, p. 99.

4 La afirmación es de DIEGO GRACIA GUI-LLÉN, en El dolor en la cultura occidental; cf.Fe cristiana y sociedad moderna, vol. 10, Ed.SM, Madrid 1982, p. 27.

5 Cf. P. LAIN ENTRALGO, Hist. Med. p. 92-95; La relación...p. 68-70.

6 D. GRACIA GUILLÉN, l. c.7 JUAN PABLO II, Carta apostólica Salvifici

Doloris, sobre el sentido cristiano del sufri-miento humano, 11 de Febrero de 1984, n. 29.

8 JUAN PABLO II, o.c. n. 28.9 P. LAIN ENTRALGO, La relación p. 10510 P. LAIN ENTRALGO, o. c. p. 107-108.11 La concepción de la asistencia que dima-

na de la doctrina y conducta de Jesús imprimióuna evolución decisiva a la cultura y la praxissanitarias de Occidente y, a través de ellas, alas de toda la humanidad (J. CONDE HERRANZ:La aportación de la Iglesia a la sanidad, desdeel Evangelio y su propia tradición, en LaborHospitalaria. Organización y Pastoral de la Sa-lud, n. 223, 1992, p. 72).

12 JUAN PABLO II, o. c. n.29.13 Así lo reconoce también el Papa, justo tras

el párrafo de la nota anterior. ¡Cuánto tiene debuen samaritano la profesión del médico, de laenfermera, u otras similares!

14 Sobre este título cristólogico, su significa-ción e implicaciones, cf. el magnifíco estudiode MANUEL GESTEIRA GARZA Christus medi-cus. Jesús ante el problema del mal, en Revis-ta española de teología 51 (1991) P. 253-300.

15 Cf. D. GRACIA GUILLÉN, El cristianismo yla asistencia el enfermo, en Labor Hospitala-ria.

Organización y Pastoral de la Salud, n. 184,1982, p. 67.

16 Para una exposición más detallada de estepunto y de otros que vienen a continuación, cfJ. CONDE HERRANZ, o. c. p. 73-77.

17 P. LAIN ENTRALGO, o. c. p. 128s.18 Una detallada y muy completa aportación

pastoral sobre este tema puede encontrarse envarios de los trabajos contenido en el nùmeromonográfico de Labor Hospitalaria dedicadoa El sufrimiento en la enfermedad. Claves paravivirlo sanamente, n. 235, Enero a Marzo de1995.

19 Cf. J. CONDE HERRANZ: Los cuidadoresdel ser humano enfermo, en Introdución a lapastoral sanitaria, Delegación de Pastoral Sa-nitaria, arzobispado de Madrid, septiembre de1994, p. 22-24 (documentación de uso inter-no).

20 Infirmitas nostra la llama San Pablo enRm, 8, 26, exteniéndola a toda la creación enlos versículos 19-22.

21 Por ejemplo, y por distintos motivos, elestoicismo antiguo, el budismo de todos lostiempos, o la moderna religión de la dicha, tanextendida aún en Occidente.

133VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

La tristeza según Diosproduce firmearrepentimiento parala salvación; masla tristeza del mundo producela muerte

(2 Co 7, 10)

El deseo del hombre es vivir conmayor plenitud. El sabe lo que de-be hacer para lograr la abundancia.Sin embargo, no es claro lo que de-be hacer para satisfacer con mayorplenitud el deseo de ser. El ser enplenitud es algo muy lejano y loscaminos, por los cuales el hombrecamina en su pobre presente, loconducen solamente a otro presen-te igualmente pobre y fugaz.

El hombre no sólo desea ser másplenamente. Se siente llamadotambién a ser tal y por consiguien-te es responsable de su respuesta.El ser más plenamente, pues, estáconfiado a su libertad como una ta-rea. Pero, ¿dónde encontramos loscaminos de esta libertad? Sin dudase accede a ella "a través de la fe"(Hch 11, 8-9) y en la esperanza. Enefecto, ellas conducen más allá deltiempo y el espacio en el que se en-cuentran solamente las cosas quese desean poseer. Pero, ¿dónde ini-cian estos caminos? El hombre amenudo es asido de una gran tris-teza e inquietud, porque es cons-ciente que de él depende si estatristeza "se convertirá en gozo" (Jn26, 20), o si degenerará en una de-sesperación "irrevocable".

"Bajaba un hombre de Jerusaléna Jericó..." (Lc 10, 25-37). Con laparábola del Samaritano, Jesús harespondido a la pregunta del legis-ta "¿que debo hacer para ganar lavida eterna"? El legista sabía queel hombre puede hablar de la vidaeterna solamente bajo forma de

preguntas. Mas no sabía que la res-puesta se encuentra no en una fra-se particular sino en el cambio dela dirección de la vida. El pedidode una vida más plena, que expre-sa el deseo de ser y no la necesidadde tener esta o aquella cosa, abre alhombre la dimensión religiosa desu vida.

La palabra religión deriva del la-tín relegere, es decir, atar, recogeren uno, leer, caminar. El hombrelee el texto que es constituido porél mismo y por los demás, lo reco-ge unificando y lo ata con Aquelque lo ha escrito. El bien, contra-riamente a la verdad dada al hom-bre en este texto, une su amor conAquel que lo ha amado antes queél en el acto de la creación de todolo que existe1. Es justamente a par-tir de esto que el hombre caminahacia Dios o, en otros términos, esaquí que Lo adora "en espíritu yverdad" (Jn 4, 24).

La vida eterna es para todos losque aman a Dios con todo el cora-zón y al prójimo como a sí mis-mos. Cuando el legista ha pregun-tado "y ¿quién es mi prójimo"?, através de la historia del Samaritanomisericordioso Cristo le ha mos-trado que el problema no ha sidobien planteado: no preguntes quiénes tu prójimo, sino ¡tú mismo séprójimo para los demás! ¡Cambiala dirección de tu existencia!

En el camino que llevaba de Je-rusalén a Jericó se encontrarontambién el sacerdote y el levita.Pero ellos con indiferencia dieronun rodeo al herido sin mayor repa-ro; no cambiaron la dirección de suexistencia; no se maravillaron y nose "conmovieron" por el otro; noleyeron el contenido y no amaronel bien que emanaba de su ser heri-do. Los negocios que tenían que

desempeñar en Jericó hacían "susojos /.../ incapaces" de ver (Lc 24,16), de manera que no reconocien-do la verdad y el bien en el otro nole rindieron justicia.

Tampoco rindieron justicia a símismos. Se dejaron guiar no de loque ha sido desvelado en la viven-cia de otro hombre, presencia quenos obliga moralmente, sino quefueron guiados por las cosas quelos esperaba en Jericó para hacer yposeer. Pasaron de largo, pues, sinreparar en aquel hombre que, co-mo Job, pedía justicia para su dig-nidad herida2. En su mentalidad,tan cercana a nuestro modo cienti-ficista de pensar, no hay lugar parael sacrificio de las propias ideas enfavor de la verdad y por el bien delhombre.

El formalismo del sacerdote ydel levita, que no les deja ver loque es, ha hecho que no hayan cre-ado una historia digna de ser narra-da. El tiempo de su bajada "de Je-rusalén a Jericó" es un tiempo va-cío; no sucede nada. Permanece-rán en el Evangelio como la ima-gen de personas que inútilmentevan a ningún lado y están conven-cidas que justamente allí se ocupa-rán de los asuntos ligados al senti-do de su vida. Tratan este sentidocomo si fuera un "enigma" por re-solver con la ayuda de razona-mientos. Pasando con indiferenciajunto al otro despegan su mente dela verdad y de la voluntad del biendado a su libertad, es decir a su fe,esperanza y caridad. Tienen la im-presión de saber lo que es el malque consume al hombre. Creen,pues, que la verdad y el bien de suser dependan de ellos mismos. Porconsiguiente, ellos permaneceráncon gestos y cantos vacíos que re-piten ritualmente.

STANISLAW GRYGIEL

La civilización de la tristezay la cultura del gozo

134 DOLENTIUM HOMINUM

El Pequeño Príncipe llamaría alos hombres de este género hongosque se hinchan de orgullo3. De estemodo la licencia se transforma ensoberbia y rechaza recibir el donde los demás. El que ya ha resueltoel "enigma" del hombre, lo tratacomo objeto del que uno nada es-pera. Pasa de largo, pues, y entra a"Jericó" con el mismo desconside-rado descaro con el que Edipo en-tró un día a Tebas luego de haberresuelto los enigmas de la esfinge.No obstante hubiera tenido allí elpoder y el placer, tanto a él mismocomo a sus seres queridos les tocóuna suerte trágica.

Una civilización que aleja alhombre del hombre dirigiendo suestática existencia o, en otras pala-bras, su vida espiritual hacia el va-cío. Salen de sí, pero yendo haciala nada precipitan en un gozo des-considerado y en una tristeza de-sesperada. Su deseo de existir demanera más abundante coloca susraíces, no en lo que es, sino en lapraxis calculada de manera prome-téica. Su amor y su conocimiento,privados del bien y de la verdad, sedoblan sobre sí mismos y se pier-den en la búsqueda de métodos efi-caces para crear comodidad y pla-ceres. Su espíritu está enfermo; lamentira de las ilusiones construi-das inteligentemente destruye sumente y esclaviza su voluntad.

Donde no hay encuentros, sólohay lo que no hay - el vacío4. En laBiblia el vacío y la tristeza que e-mana aparecen por primera vez enCaín (cf. Gn 4, 6). Caín cree saberen qué consiste el mal que lo ator-menta; ve su causa en la particularpresencia de su hermano. Con en-vidia observa su felicidad, sin dar-se cuenta que Abel la tiene porquese abre con un realismo magnáni-mo a las dimensiones divinas de lapropia existencia. Caín se mueveestérilmente en el vacío de las e-cuaciones de la pura razón. Some-tiéndose a su funcionamiento, tratade lograr su plenitud poseyendo laabundancia de cosas. Pero, lamen-tablemente esto no transforma alser humano. Caín deja de ser, co-mo diría Platón5 "un hombre de-moniaco", es decir espiritual, ex-perto en cuestiones decisivas parael sentido de la vida, y se convier-te en "un simple obrero", que co-noce esto o aquel "oficio". Se cie-rra en el "oficio" lleva en sí la

muerte para otros, en vez de con-vertirse en su prójimo. El espíritudecide la conciencia moral delhombre. Espíritu enfermo, con-ciencia moral enferma.

"Nadie es triste como yo./.../ Mi-ro en mí mismo y veo que estoy/.../ muerto. ¿He dicho que estabatriste? He mentido. Ni triste ni ale-gre, el desierto, la inconmensura-ble nada de las arenas bajo el nadaluciente del cielo: es siniestro.¡Ah! ¡daría mi reino con tal de de-rramar una lágrima!"6. A Egisto,rey de Argos, que en las "Moscas"

de Jean-Paul Sartre, pronuncia es-tas palabras, el "oficio" que consis-te en dominar los mecanismos dela naturaleza socio-político-econó-mica ha vuelto inútil la presenciade la otra persona. Por consiguien-te, él no está presente ni siquierapara sí mismo. Según las ecuacio-nes que le permiten ser algo, perono alguien, el tiempo del amor ge-neroso de Antígona, el tiempo de-dicado a los demás, es tiempo per-dido. En un mundo creado por per-sonas espiritualmente enfermascada Antígona será condenado a lamuerte.

La verdad confía su misterio alhombre conforme él existe en eldiálogo con otro hombre. Ella hu-ye de quienes solitaria y, por tantoestérilmente construyen opiniones,"sombras" de verdad, aquella me-cánica doxa de la caverna de losesclavos de Platón, o bien las cosaspor hacer en "Jericó". La verdad yel bien no soportan la industria dela verdad y del bien.

La enfermedad del espíritu ter-mina con la desidia. El hombre,

entonces, es atacado por la tristeza,en la que la preocupación (anxie-tas, angustia) por el mal en acechoy a veces por el bien de los demás,como si ello fuera un mal para símismo (invidia)7, paraliza la mentey la voluntad. El hombre se vuelveinerte no solamente para conocerla verdad y amar el bien (agere) si-no también en la actividad exterior(facere)8. La desidia confina con ladesesperación.

El sacerdote y el levita cierta-mente tenían sus casas, pero no te-nían una vivienda en donde estarellos mismos. La morada se edifi-ca solamente in communione per-sonarum. La pusilanimidad que noles permitía detenerse junto a otrohombre, en efecto les ha converti-do en personas sin-techo. Los sin-techo no constituyen una sociedad,sino una aparencia de ella denomi-nada multitud. La multitud estásiempre llena de desidia. Su acti-vismo no es sino una forma de de-sidia. La incapacidad de las perso-nas enfermas espiritualmente detomar decisiones creativas y de de-sempeñar un trabajo creativo haceque en la sociedad el ars guber-nandi, que constituye la prolonga-ción del ars creandi9, cede el pues-to a lo que llamaría el ars adminis-trandi. En una función administra-tiva, lógica, vacía y sin trabajo, elars dominandi se convierte en lalógica de las relaciones sociales.La lucha por las funciones en laadministración camina al mismotiempo que el servilismo. Este da i-nicio a una política aparente, cuyatarea, como habría dicho Aristóte-les, no "es promover la amistad" y,por consiguiente, también la justi-cia, dado que "la justicia y la injus-ticia se realizan sobre todo entre a-migos"10. En la multitud los hom-bres se preocupan no tanto de laconstrucción de la casa común si-no más bien de sus propios intere-ses contra las leyes que gobiernanuna morada común11. De esta ma-nera comienza a prevalecer una a-parente economía y una aparentecultura en la que la comodidad y elplacer funcionan como principiosdel pensamiento, de la acción y delser.

Al no construir una casa fami-liar, la persona humana pierde la i-dentidad y la dignidad. Pierde laherencia paterna, así como la per-dió el hijo menor de la parábola e-

135VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

vangélica, al dejar al padre y alhermano para partir "hacia un paíslejano" (cf. Lc 15, 13). En el "paíslejano", al haber reducido al malque hiere al hombre en un enigmafácilmente resovible y sin detener-se pues al lado de alguien, ni si-quiera junto a sí mismo, cae en lasideologías y en vano busca en ellasla propia identidad. En el vacíoque no evoca el amor mueren tan-to el pensamiento como la volun-tad; en el vacío muere el hombre.

El camino para salvarse de las a-pariencias de la vida y de la triste-za mortal se desarrolla a través delhombre herido por el mal. Job lla-ma a los amigos para que se deten-gan y sean para él don, es decir, pa-ra que justifiquen tanto su ser co-mo el de ellos. El que se detendrájunto a él, "verá" junto a él a Diosy probará una felicidad diferentede todas las que ha vivido hasta en-tonces.

Lo que acontece en com-pasión,que une el Samaritano al hombreherido por el mal, crea la historiaque, como habría dicho Platón, po-dría salvarnos si "creemos en e-llo"12.

El Samaritano era tan abierto ala alteridad, y por tanto también li-bre, que cuando la presencia delhombre herido lo ha impactado ymaravillado al improviso constitu-yéndolo en "resistencia", se ha de-tenido y ha cambiado sus planes.El Evangelio dice que el Samarita-no se conmovió profundamentepor el hombre asaltado por el mal;"tuvo compasión de él". Las lágri-mas de conmoción han purificadosus ojos, de manera que el Samari-tano ha descubierto lo que ni el sa-cerdote ni el levita y ni siquiera losamigos de Job habían visto.

La verdad que se revela en el o-tro hombre ha puesto delante delSamaritano fuertes retos. Respon-diendo a estos, el Samaritano da laprecedencia al otro y no a sus pro-pios asuntos en Jericó. Lo hace ca-si co-propietario de sus haberes. ElSamaritano no tiene apuro. Dedicaal otro su tiempo. Es capaz de dar-le porque tiene el dominio. Midesu libertad con el Futuro más gran-de del tiempo. Este generoso rea-lismo le permite ser dueño de sí ypor tanto de existir como don paralos demás.

El Samaritano, al convertirse alhombre herido, conoce la verdad

de lo que es. Pensar en su sentidomás profundo tiene el carácter dediálogo. Por tanto necesita accióny dilatación de los corazones, esdecir del amor. Esto inicia, encambio, en el com-passio persona-rum. Las lágrimas permiten alhombre descrubir las verdades quesolamente él puede aspirar. Y esjustamente la interrogante queconstituye la esencia del diálogo,sin el cual el hombre no puedepensar.

¿Qué pide el Samaritano? El Sa-maritano se ha conmovido profun-

damente por el ser humano que co-rre peligro de morir. Se ha conmo-vido por la contingencia del ser delhombre que ha encontrado, que leindica un camino diferente del quesolamente lo lleva a Jericó. Y essobre este otro camino que el Sa-maritano ha buscado. Lo ha pedidono con palabras sino con la propiaexistencia que cambia. Irá a Jericó,pero de otra manera.

A través de la contingencia delser humano él ha visto la fragilcontingencia del mundo de las co-sas, su no-necesidad. Precedente-mente, el Samaritano veía en elmundo no solamente los cambios,en los que podía dominar así comolo hizo Edipo ante el enigma de laesfinge sobre el tema del hombre.Pero sólo encontrándose frente a lamuerte, a aquel hundimiento delser de la persona en el no-ser, entraallí donde él se convierte en unainterrogante metafísica sobre elser13. La sensibilización a la con-tingencia del ser humano y el pen-samiento metafísico nacen en elSamaritano gracias a la "conmo-

ción" por el hombre amenazadopor el no-ser.

El Samaritano intuye que el serdel hombre requiere ayuda paraque pueda existir. ¿Quién se lapuede dar? Como respuesta a estapregunta no es suficiente pensarsobre la condición del hombre he-rido, como lo hacían ciertamenteel sacerdote y el levita o los ami-gos de Job. El Samaritano no tratade ayudar al otro a través de lospensamientos, sino que comienzaa actuar. Realiza actos, a los que a-quí y ahora lo obliga esta y no otrapresencia del otro hombre. Al lle-narse del otro hombre, el Samari-tano justifica tanto su propio sercomo el del otro; los refuerza aambos y los defiende del no-ser.

Probablemente san Tomás de A-quino habría dicho que la "conmo-ción" lleva al Samaritano sobre elllamado tercer camino ex contin-gentia, que lo lleva al Ser existentepor sí mismo, es decir a Dios. Es elcamino de la acción creativa quecomprende al hombre, y de lacomprensión creativa que actúacon el hombre y para el hombre.En la acción creativa se revela gra-dualmente la Acción del amor deDios. Gracias a esto la acción delhombre se vuelve imagen de laAcción de Dios, imagen cada vezmás semejante a lo que representa.En las acciones del hombre hay al-go divino, algo que se revela en e-llas en el presente, invisible e in-comprensible para el mismo hom-bre, el momento del sacrifico. ¿Elhombre es capaz de decir por qué,por ejemplo, no obstante el riesgode morir, ha ayudado a alguien queestaba por ahogarse? En esta pers-pectiva entiendo la "apuesta" dePascal; haz como si hubiera la Vi-da eterna - ella se revelará a tí y seinfundirá en tí a través de tus ac-ciones. Donde hay algo que salvar,se derrama la gracia."CercanoY difícil de aferrar es Dios.Pero donde existe el peligro, creceTambién lo que te salva.En las tinieblas vivenLas águilas y sin miedoCamina la prole de los Alpes sobreel abismoPor los puentes suavemente cons-truidos."(Fr. Holderlin, Patmos)

En la "conmoción" del Samarita-

136 DOLENTIUM HOMINUM

no existe la tristeza que san Tomásde Aquino llama misericordia14.Sea el pensamiento heroico comola existencia igualmente heroica, ypor tanto lo que llamamos metafí-sica, nacen en la misericordia, enla com-passione personarum. Sa-be pensar quien sabe vivir, y sabevivir quien sabe sufrir junto conlos demás, es decir, aquel que seconvierte en su prójimo. Pensar esdialogar; la soledad lo hace morir.El rey Edipo comienza a compren-der la verdad del hombre, que notiene nada en común con los enig-mas, solamente cuando su hija An-tígona, como el Samaritano, loconduce en las tierras natales.

El pensamiento heorico y la e-xistencia heroica constituyen la e-sencia del trabajo creativo que, ha-blando religiosamente, abre alhombre a la resurrección15. No ol-videmos que Cristo ha narrado lahistoria del Samaritano como res-puesta a la pregunta sobre lo quehay que hacer para heredar la vidaeterna.

Lo que está en juego en la vidadel hombre es la grandeza de Dios.Justamente por esto él unicamentepuede hacer preguntas sobre laverdad de su ser. Lo pide con el de-seo y con la esperanza in com-pas-sione16, ya que solamente in com-passione cesa de calcular, y portanto de escapar de lo que es, "a lospaíses lejanos" de sus invenciones.

In com-passione pensamos y e-xistimos con responsabilidad yfielmente. Nuestras acciones crea-tivas (creatio) tienen consecuen-cias (gubernatio) en nuestro pen-sar y existir con el otro y para el o-tro hombre. El Samaritano ha me-dicado las heridas del pobrecillo,lo ha acompañado a una posada "ycuidó de él"; lo confió al posaderoprometiéndole regresar (Lc 10, 34-35). La conmoción del Samaritanocrea un espacio para las relacionesinterpersonales; los demás entranen su trabajo. En la parábola evan-gélica la sociedad nace cuando enla compassio que unía al Samarita-no con el herido entra el propieta-rio de la posada. La sociedad nacecuando un tercer hombre entra enel trabajo a través del cual hombrese hace prójimo de otro hombre.

Solamente en un espacio socialcomo este, haciendo justicia con eltrabajo creativo a lo que sucedecomo verdad para la mente y como

bien para el corazón, el hombre seda cuenta de qué modo está orien-tado su ser hacia el Otro Ser. Es en-tonces que, haciéndose prójimopara los demás, se vuelve libre decualquier Jericó. El hombre libre,es decir que de modo creativo esfiel al otro hombre, traiciona a lahumanidad y a la Divinidad cuan-do se aleja de El y se va al "país le-jano" de sus invenciones privadas.Cuando la palabra traición es unapalabra vacía, también es vacía lasociedad.

De la sociedad de personas que

creativamente se vuelven prójimoslos unos para con los otros, decíael zorro al Pequeño Príncipe: "Tútienes cabellos de color oro. Serámaravilloso cuando me habrás a-domesticado. El grano, que es do-rado, me hará pensar en tí. Y ama-ré el rumor del viento en el gra-no.../.../ No se conocen sino las co-sas que se adomestican. Los hom-bres ya no tienen tiempo para co-nocer nada. Compran de los mer-cantes las cosas ya hechas. Perocomo no existen mercantes de a-migos, los hombres ya no tienenmás amigos. Si tú deseas un amigo¡adomestícame!"17 La sociedad depersonas que "se adomestican" en-tre sí, su recíproca y mútua presen-cia tan grande que se revela en to-do el esplendor sólo a través desu... ausencia, transforma al mun-do.

Esta presencia está llena de go-zo. Se distingue de la alegría vacía,ya que inicia en la... tristeza com-passionis personarum. Es el gozode la contingencia comprendida yjustificada por la misericordia. Go-

za quien es comprendido por laspalabras volo quod sis (san Agus-tín): deseo que tú seas, que tú seasmejor de lo que eres.

Estando así las cosas con elhombre, nos encontramos frente ala sociedad en su significado másprofundo del término cuando el e-ros-deseo, concebido en la Miseriahumana, al ser lleno de la Abun-dancia Divina, por aquel ερωµε−νοϖ 18, se convierte en un amorque se dona de manera divina. ElEros-deseo, dirigiendo al hombrehacia Dios19, se transforma cadavez más en deseo divino de ser donpara los demás. Platón intuyó estaverdad, cuando a través de los la-bios de Diotina dijo que "la divini-dad no se mezcla con el hombre,pero por medio de Eros se desarro-lla cada relación y cada coloquioentre los dioses y los hombres, yasea que estén despiertos o duer-man"20. "El hombre demoniaco", alcontrario del "simple obrero", secomporta como pontifex; constru-ye puentes entre los hombres yDios, haciendo nacer desinteresa-damente y creando en la Belleza21.Al construir dichos puentes, se ha-ce prójimo del otro hombre; existeen cuanto don.

El Evangelio no dice lo que hasucedido con el legista, que inte-rrogó a Cristo sobre la vida eterna,"para tentarle" (Lc 10, 25). Cierta-mente el apego a la ciencia que po-seía hacía más difícil para que sehiciera prójimo. La habilidad de E-dipo para resolver los enigmas re-ferentes sólo a las funciones logra-das facilita al hombre su ingreso aTebas o a Jericó, pero hace más di-fícil su entrada en la vida eterna(cf. Mc 10, 23-25). El joven rico"se marchó triste, porque poseíamuchas riquezas" (Mt 19, 22). Lossubrogados de la verdad y del bienlimitan el camino a la felicidad,llamada beatitudo, dado que debi-litan en el hombre la capacidad derecibir la verdad y el bien22.

Cristo hablaba de la nueva vidaa Nicodemo, que no vino para ten-tarlo, sino para conocer el deseo desu corazón. Cristo hablaba de lanueva vida a la Samaritana que, alhacer preguntas sobre la vida eter-na, la deseaba. La paz irradiadapor Nicodemos y el gozo de la Sa-maritana se comunican a los de-más. Hombres tan felices que lle-van a los demás la verdad de Dios

137VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

sobre el hombre, verdad presenteen ellos. Ellos son apóstoles.

El gozo de la felicidad es frutode la presencia recíproca de laspersonas. "Cuando tu mirarás elcielo y la noche, dado que yo mo-raré en uno de ellos, dado que mealegraré en uno de ellos, entoncesserá para tí como si las estrellas sealegraran"23. El gozo de la felici-dad es fruto de un trabajo común.Cultivar la tierra, que Dios ha dadoa la comunidad del amor, Adán yEva, y no a cada uno (cf. Jn 1, 28),cesa de ser dimensión de la crea-ción de la sociedad y de la cultura,cuando se cierra en los intereses decada uno. La persona debe entraren el trabajo del otro, para partici-par en el gozo. Este, en efecto, tie-ne un carácter de comunión (cf. Jn4, 38).

No hablemos del trabajo, de lacultura y de la felicidad, si no ha-blamos de ello religiosamente24. Alrespecto, no es necesario añadirnada a las palabras de Platón:"Quien /.../ seriamente ha cultiva-do el amor del saber y los pensa-mientos verdaderos, y entre las fa-cultades propias que ha ejercidosobre todo, creo que no es por na-da necesario que piense cosas in-mortales y divinas, donde puedaalcanzar lo verdadero; y que a él,hasta donde la naturaleza puedeparticipar de la inmortalidad, nin-guna parte sea defectuosa; y comoa aquel, que siempre cuida lo divi-no y respeta escrupulosamente algenio protector, el demonio che enél convive, sea también aseguradade manera particular la "eudemo-nia", es decir la felicidad de la vi-da"25.

En la parábola del hijo pródigo,

el hermano mayor no se ha conver-tido en prójimo del propio herma-no herido. Habiendo pasado de lar-go sin misericordia hacia su Jericó,también él ha desperdiciado la he-rencia paterna. Si no fuese por lapresencia del Padre, que no deja deser prójimo de todos sus hijos, enel canto de nuestra existencia do-minaría una desesperada tristeza y,del mismo modo, una desesperadaalegría de los hombres que se ale-jan hacia "un país lejano", dondereina una injusticia salvaje. En lahistoria que se realiza en la presen-cia del Padre "al final también loque es salvaje de los lugares leja-nos debe venir al lugar sagrado"(Fr. Holderlin, Friedensfeier), lu-gar en el que sunt lacrime rerum egaudium et spes, mientras reina lajusta misericordia.

Prof. STANISLAW GRYGIELProfesor de Antropología Filosófica en el Instituto "Juan Pablo II" para los estudios

sobre el matrimonio y la familia en laPontificia Universidad Lateranense - Roma

Notas1 No dudo que los llamados trascendenta-

les de la metafísica clásica, el ser, lo verda-dero y el bien (ens, verum et bonum), si noson reducidos a un producto del pensamientohumano y, por tanto, anulados, orientan el in-telecto y la voluntad del hombre a Dios. Lametafísica no tiene sentido si hablando de loque deviene para poder ser, no habla de Dios.

2 La parábola del Samaritano misericor-dioso nos hace ver que lo que aleja de la ver-dad del hombre es tratar de pasar de las lla-madas frases enunciantes a las frases impera-tivas. El compromiso moral no deriva de losrazonamientos, sino de la presencia del hom-bre por el hombre, presencia que los llama aactos de misericodiosa justicia.

3 ANTOINE SAINT-EXUPÉRY, El Pequeño

Príncipe, Milán 1993, Bompiani, p. 374 Es preciso recordar aquí las palabras de

Aristóteles, para quien la amistad "es una co-sa muy necesaria para la vida. En efecto, nin-guno elegiría vivir sin amigos, aún si poseye-ra todos los demás bienes" (Ethica Nicoma-chea, 1155 a).

5 PLATON, Convito, 203 a.6 JEAN-PAUL SARTRE, Moscas, II, 3 y 4.7 Cf. Summa Theologie, I-IIae, 8, c.8 Cf. San Tomás de Aquino, Summa Theo-

logiae, I, 63, 2, ad 2 (Acedia /.../ est quae-dam tristitia qua homo reditur tardus ad spi-rituales actus).

10 Cf. El dicho clásico creatio est continuagubernatio.

11 La palabra economía deriva del griegooîkos (casa) y nómos (costumbre, ley).

12 Cf. PLATON, La República, 621 c.13 Sería necesario pensar nuevamente en la

perspectiva de la experiencia del peligro demuerte tanto la visión materialista de Parmé-nides del ser (del Uno), visión en la que loscambios son aparentes, así como la filosofíapanteísta de Heráclito de los cambios. Meparece que el no considerar la experiencia sa-maritana del peligro mortal que incumbe so-bre el ser del hombre, no les ha permitidoconvertirse en interrogante sobre la Otra Re-alidad. El no-ser, en efecto, no existe, encambio la muerte no puede ser reducida a loscambios observados en el mundo.

314 Cf. Summa Theologie, I-IIae, 35, 8, c.;(misericordia, quae est tristitia de alienomalo, in quantum aestimatur ut propium).

15 Me parece que en el pensar heroico y enel existir igualmente heroico tiene inicio y secumple el llamado tercer camino de san To-más de Aquino. Es en la profunda conmo-ción por el hombre que se manifiesta a noso-tros la contingencia de nuestro ser y existir.

16 Cf. STANISLAW GRYGIEL, El sentido delsufrimiento en el mundo secularizado, en: "IlNuovo Aeropago", n. 2/1995.

17 Cf. Idem, pag. 93 y s.18 ARISTOTELES, Metafísica, _ 1072 b.19 Cf. PLATON, Convito, 178 c, d.20 PLATON, Convito, 203 a.21 Cf. PLATON, Convito, 206 d, e.22 La palabra latina beatitudo proviene de

beatus, que se refiere a quien ha recibido elbien, bonum.

23 ANTOINE DE SAINT-EXUPÉRY, El Peque-ño Príncipe, como antes p. 116.

24 Las palabras cultus y cultura derivan dela palabra colo, es decir cultivo. Solamentetrabajando en comunión "cultivamos la tie-rra", tal como corresponde a las personas li-bres, es decir personas ligadas a la verdad yal bien que provienen de Dios. Trabajamos,pues, para el hombre, adorando a Dios en laverdad y en el bien de lo que es.

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Introducción

Desde hace siglos, la profesión delmédico es objeto de particular estima.Algunos la han llamado libre profe-sión, otros, vocación; hasta se ha con-siderado que era, no una profesión, si-no un arte, ars medica.

Este "menester", totalmente orien-tado al bien de los demás, ha llevadosiempre consigo una especial respon-sabilidad, que se menifiesta en la for-mulación, desde los tiempos de Hipó-crates, de una diversa e independienteética profesional, aceptada por todoslos médicos del mundo. Este códigoético, aplicado al ejercicio de la medi-cina, justifica la confianza que la gen-te pone en los médicos. La estima ge-neral es la respuesta a la especificidadde esta profesión, digna de respeto. Seha determinado así una particular de-pendencia del paciente con respectoal médico; tal dependencia existe aún,aunque la opinión general sobre losmédicos ya no aparece siempre llenade estima y de admiración. En los úl-timos decenios, de hecho, el ethos delos médicos ha sufrido alteracionestan sustanciales que se ha hecho nece-sario concretar de nuevo sus auténti-cos contenidos. Quiere decir que se hadeterminado una urgente necesidadde redefinir de manera precisa los de-beres y los derechos de los médicos.

1. La ética tradicionalde los médicosy la ética católica.

La ética tradicional de Hipócratesno se oponía de ningún modo a la éti-ca católica, y durante siglos los médi-cos católicos, prestando el requeridojuramento, no han tenido problemaalguno. Sólo los cambios introduci-dos en el texto del juramento han pro-vocado conflictos y laceraciones.Puesto que bajo los regímenes totali-tarios, a menudo los médicos eran eje-cutores de múltiples encargos políti-

cos, tales regímenes pretendieroncontrolar y dirigir su actividad profe-sional, quitando a la profesión del mé-dico su propia independencia. Buenejemplo de esta situación es la activi-dad de los médicos alemanes durantela época de Hitler, concluída con la in-fame condena a muerte para muchosmédicos a consecuencia del procesode Nuremberg. De hecho, ha sido elTribunal Supremo de Nuremberg elque, en 1947, restituyó a la medicinala propia independencia, establecien-do de manera unívoca que el médicodebe seguir exclusivamente la tradi-cional ética profesional y la propiaconciencia del médico, sin ser obliga-do a someterse a ninguna ley prescritapor otras instituciones. Es decir que elmédico está autorizado a oponerse aeventuales requerimientos contrariosa su conciencia profesional.

Podría parecer que una afirmaciónde este tipo hubiera salvado el ethosde la profesión de los diversos peli-gros. Es decir, podría parecer que apartir del proceso de Nuremberg, hu-biera cambiado decididamente la si-tuación en el campo de la medicinamundial. Al contrario, los crímenesjuzgados en Nuremberg, como -por e-jemplo- el hecho de dar muerte a losenfermos para abreviar una vida queya se da por inútil, o el uso de perso-nas para llevar a cabo experimentos,ya entonces juzgados de modo unívo-co como "crímenes", han tenido entretanto la aceptación social y actual-mente muchos médicos desenvuelvenactividades que en el proceso de Nu-remberg hubieran sido condenadascomo crímenes. Esta significativatransformación de la ética tradicionalcrea, para los médicos católicos, unproblema fundamental o, en todo ca-so, debería crearlo, porque existe unconflicto básico entre la actual prácti-ca médica y los principios de la éticacatólica, a la que el médico católicoestá obligado a adecuarse en el ejerci-cio de su profesión. Por otra parte,también el paciente creyente tiene de-

recho a esperar, por parte del médico,comportamientos y consejos confor-mes a los principios del Decálogo. Se-mejante situación crea una inevitabledicotomía entre los médicos de todoel mundo, que se hace evidente en lafrecuente creación de organizacionesde médicos católicos. La tradicionalética de Hipócrates obligaba a los mé-dicos a la observancia de algunospuntos fundamentales, que vinculanhasta hoy a todo médico honesto, in-dependientemente de su concepcióndel mundo:

a) Primum non nocere: ante todo, no causar malEste principio obliga a un estudio y

a un continuo ponerse al día para lle-gar a diagnosticar con exactitud la pa-tología que tenemos a la vista y, en ca-so de dudas, obliga a buscar la ayudade colegas con más preparación y ex-periencia (la tradicional llamada aconsulta está desapareciendo; cadamédico se considera a si mismo una"autoridad"); obliga al estudio y a lainvestigación continua de nuevas ymás eficaces metodologías de curapero, al mismo tiempo, obliga a laprudencia y a la reflexión sostenida:es decir, pone en guardia frente a laprecipitada aceptación de las noveda-des, porque a veces los métodos decura propuestos provocan en el pa-ciente efectos peores que la mismaenfermedad. Ante todo es importantetomar en consideración las fuerzas in-munológicas del organismo y, en loposible, reforzarlas. Obliga a una cier-ta humildad.

b) Salus aegroti suprema lex esto - que la salud del enfermosea la ley supremaEl deber de poner la salud del pa-

ciente en el primer puesto en el ejerci-cio de la medicina determina la cons-trucción de un número cada vez ma-yor de hospitales y casas de cura, con

WANDA POLTAWSKA

La responsabilidad del médicoen la vida del paciente

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el fin de poder curar al enfermo de losmodos y en los tiempos necesarios.Mas para el médico creyente el con-cepto de salud debe incluir algo másque la simple salud del cuerpo. En laconcepción cristiana, el hombre nun-ca es sólo cuerpo, sino una personaque tiene sus orígenes en Dios, quetiene un alma y que, por lo tanto, tieneen sí una dimensión de eternidad quees su finalidad: es decir, que tiene co-mo fin la felicidad eterna. Por tal con-cepción del hombre, la idea de "salus"debe comprender la entera perspecti-va del destino humano. Por consi-guiente, ni la terapia ni sus efectospueden ser opuestos a la dignidad hu-mana y a sus responsabilidades. Elmédico católico no puede practicar u-na terapia que comporte, por ejemplo,la necesidad de quitar la vida a otrapersona, como sucede en la cura qui-rúrgica de Alzheimer y en otras enfer-medades curadas mediante trasplante.De ahí nace la fundamental diferenciaentre el comportamiento de los médi-cos creyentes y los no creyentes -unadivisión cada vez más profunda- por-que un católico no puede prescribir aun paciente un medio abortivo o anti-conceptivo, no puede proponer la es-terilización ni la manipulación genéti-ca, etc. Incluso la cura de la esterilidadno puede hacerse mediante la fecun-dación artificial, indigna del hombre,ni la cura de las neurosis sexualespuede suponer la propuesta de come-ter adulterio, etc.

Si la preocupación por la salud, quees el principio básico de toda la activi-dad del médico -"suprema lex"- debetener en cuenta no sólo la vida terrena,sino también la vida sobrenatural delpaciente, los consejos del médico nopueden dañar al alma. Más aún, elmédico católico debe aceptar el pri-mado del alma con respecto al cuerpoy ocuparse de su destino. Por esto, siun recién nacido tiene una salud in-cierta o hay peligro de vida, el médicocatólico debe preocuparse de que seabautizado inmediatamente, o si un pa-ciente está gravemente enfermo, debetener la posibilidad de contar con laabsolución y la unción de los enfer-mos.

Todos los consejos del médico re-ferentes tanto a la terapia como a laprofilaxis, teben tomar en considera-ción la visión exacta e íntegra delhombre. A tal fin, el médico debe nosólo conocer, sino también aceptar losprincipios de la antropología cristianay adecuarse a ella.

2. La justa concepción delhombre en la contraposiciónentre antropología cristiana,biologismo y utilitarismo

El médico puede tratar al pacientedel modo justo solamente cuando a-cepta la concepción fundamental delhombre revelada por el mismo Cristoque, si ha ido "contra corriente" conrespecto a la concepción del mundode sus tiempos, va igualmente "contracorriente" con respecto a las ideaspredominantes en el mundo de hoy.Antes de que un médico se acerque aun paciente, debe saber quién es. La é-tica cristiana, la ética más rigurosa, e-xige que en la persona sometida a sudecisión, el médico vea a Dios mis-mo. Pide al médico que no domine alenfermo, sino que le sirva; impone elrespeto que deriva únicamente del he-cho de ser un hombre, porque para uncristiano ser "hombre" significa serhijo de Dios, creado a imagen del mis-mo Dios.

El médico católico debe aceptar elorigen divino del hombre, de todohombre, independientemente del es-tado y del desarrollo de su cuerpo. Encada uno debe ver este valor funda-mental que es la dignidad de la perso-na humana. Esta persona es llamada ala vida por el Espíritu, y en este puntola ética católica se opone total y uní-vocamente al biologismo, que ve en elhombre sólo un conjunto de célulasdel padre y de la madre, sin tener encuenta al Espíritu que da y mantienela vida. El médico debe aceptar el he-cho de que el verdadero dador de lavida no son los padres, porque estostransmiten sólo la vida recibida deDios creador; en consecuencia, exclu-sivamente el Creador puede ser consi-derado el Señor de la vida, sólo a Eldebe dejarse la decisión, tanto en elmomento del nacimiento, como en elde la muerte. El respeto a la personadebe conducir al respeto al cuerpo hu-mano y dictar el modo de comportar-se. El derecho a la vida es el derechoprimario de todo hombre; y misióndel médico es la de tutelar toda vida,en particular la vida amenazada, débily enferma. Es cosa evidente que elmédico no tiene el derecho de matarni a un niño no nacido, ni a una perso-na anciana cuya vida está por acabar.El católico no puede nunca ni en nin-guna situación quitar la vida. "In du-bio mitius": en la duda, elegir la solu-ción más suave. Esta regla de conduc-ta del médico, especialmente de los

especialistas, acaba -aun no querién-dolo- por favorecer una opción no co-rrecta, es decir, la aceptación del prin-cipio del llamado mal menor. Pero elmédico católico no puede escoger elmal, sea el que sea: ni el mal mayor, niel mal menor. La elección del mal essiempre un pecado. Muy significati-vas son, a este propósito, las palabrasde Jesús: "Ay del mundo por los es-cándalos! Es inevitable que sucedan,pero ay del hombre por cuya culpa su-cede el escándalo" (Mt 18,7).

Ahora bien, puesto que las decisio-nes justas dependen de las conviccio-nes personales del médico, no carecede influencia quién es el médico y có-mo vive la propia vida. La antropolo-gía cristiana, que encuadra la vida hu-mana en la perspectiva de la eterni-dad, pone exigencias unívocas. Elhombre no tiene sólo la vida recibidaen don, sino también los trabajos co-rrespondientes: es decir, debe ser per-fecto "como es perfecto el Padre queestá en los cielos" (Mt 6,48). Así pues,el médico debe ser... santo, porque es-te es el deber primario de la vida detoda persona, y el católico debe tenerconciencia de ello. Así pues, a partede los deberes para con los pacientes,también para consigo mismo el médi-co tiene deberes precisos, y puede a-firmarse tranquilamente que los pri-meros condicionan a los segundos(son interesantes, a este punto, losconsejos sobre la vida sexual dados enla televisión por un médico que habíatenido cuatro mujeres). En fin, princi-pio fundamental de la actividad de uncristiano debe ser siempre el amor alprójimo, un amor total. "Amarás a tuprójimo como a tí mismo" -dice el E-vangelio; y no es posible pensar en re-alizar tal amor cuando se le condicio-na a las ventajas económicas, con res-pecto a las cuales habría que conser-var siempre una total independencia.En la historia de la humanidad haymuchas figuras excepcionales de mé-dicos cuya actividad ha sido animadapor un amor al prójimo llevado al he-roísmo; por ejemplo, los médicos po-lacos que decidieron morir junto consus pacientes durante las persecucio-nes nazis (dr.Zdzislaw Jaroszewski)1.

Pero el amor al prójimo debe de-mostrarse también con el respeto paracon el cuerpo de todo hombre, con ladelicadeza y la cordialidad con que sele trata. Realmente, puesto que la dig-nidad de la persona humana incluyetambién su cuerpo, el paciente tienederecho a ser tratado de modo que su

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dignidad no sea herida ni humillada.A este respecto, un problema es el decreer que sea necesario que el pacien-te se desnude sin respetar el pudor(por ejemplo, en radiología: no es ver-dad que el paciente debe desnudarse;en las clínicas privadas americanas talcosa es impensable. De hecho, el exa-men radiológico se hace sobre el pa-ciente cubierto con una túnica, pues essabido que la tela no provoca som-bras).

En fin, el médico está a menudopresente en el momento de la muerte.Ahora bien, para un creyente, lamuerte es el encuentro con Dios "caraa cara", y el hombre ha de prepararsepara ese momento con infinita serie-dad. Por consiguiente, el enfermo nopuede ser echado en un pasillo y es-condido tras un biombo, dejado comouna cosa ya inútil; el médico católicotiene el deber, asistiendo a su muerte,de orar por él, de preparar con toda ladelicadeza posible a la familia a en-frentarse con ese momento y hasta ha-cer posible su presencia para que lamuerte sea verdaderamente humana.El médico católico debe procurar queen las estancias de los enfermos hayaun Crucifijo sobre una pared y que unsacerdote pueda asistirlos, a fin de nocrear un vacío entre la teoría y la prác-tica del ethos.

3. La casuística

Observando la actividad de los mé-dicos que se dicen católicos, se nota u-na divergencia sustancial entre la afir-mación de pertenecer a la Iglesia, porhaber recibido el bautismo y los sa-cramentos de la Confirmación y delMatrimonio, y su comportamiento enel ámbito profesional. El ambientemédico está simplemente corrompidoy de esto son culpables todos los mé-dicos, incluso los católicos. Basta re-cordar lo sucedido el 13 de diciembrede 1993 en Polonia, cuando, aun es-tando presentes los representantes dela Unión de Médicos, los católicosvotaron contra los principios de la éti-ca. Los médicos católicos se caracte-rizan por la debilidad y la disponibili-dad al compromiso, por su fácil sumi-sión a las presiones del ambiente paralograr ganancias y popularidad. Po-drían citarse infinitos ejemplos de de-gradación moral de los ambientes mé-dicos, no para reprobarlos, sino paraemprender iniciativas aptas a mejorartal situación. Un modo es la pastoral

sanitaria, la iniciativa de la Iglesia Ca-tólica que, por ejemplo en Cracovia,posee una tradición particular, porquedurante muchos años ha sido funcióndel actual Santo Padre.

Efectivamente, la Iglesia preocupa-da por la salvación del hombre, daconcretas indicaciones. Pero el cono-cimiento de los documentos de la I-glesia es espantosamente escaso entrelos médicos, por más que muchos do-cumentos pontificios se refieran pre-cisamente a los problemas de los queellos se ocupan o deberían ocuparse.Por lo tanto, la primera función delmédico católico es tener un profundoconocimiento de la doctrina de la I-glesia y confrontar las propias con-cepciones con los principios de la éti-ca católica; no sólo las reglas genera-les, sino también su aplicación en lasconcretas situaciones de la vida. Ac-tualmente existe una enorme tenta-ción de seguir ambientes "progresis-tas" y liberales, tentación dictada sim-plemente por la vanidad humana. Porel contrario, el médico debe encontrarsu puesto de instrumento de la Graciadivina, o arrogarse los derechos perte-necientes a su Creador. Así, no toca almédico decidir el momento del naci-miento, ni quién debe tener el niño, ocuándo es oportuno matar a la abuela.

También la fecundación "en probe-ta" constituye una tentación para losambientes médicos en nombre de losllamados "progresos de la ciencia".Indudablemente aquella representa uncierto desarrollo de las posibilidadestécnicas, pero en cuanto concierne a ladignidad humana, ese modo de nacerse opone a su esencia: está a medidade los animales, que son una cosa di-versa del hombre. Ahora bien, aun nonegando la necesidad de curar la este-rilidad, es necesario poner, al mismotiempo, límites precisos a la interven-ción de la ciencia.

El médico católico:1) nunca, en ningún caso, puede dar

muerte a un niño; no existe ningunadiagnosis médica que autorice a ma-tar. Puede haber sólo curas particula-res cuando el embarazo presenta com-plicaciones, porque se trata siemprede salvar a dos personas; 2) no puedeni proponer ni realizar la fecundaciónartificial "in vivo" o "en probeta", in-dependientemente del hecho que seahétero u homológica; 3) no puede in-ducir al paciente al onanismo paracontrolar la cantidad de espermatozo-os, entre otras cosas porque los resul-tados nunca son seguros. De hecho e-

xisten personas que tienen cinco hi-jos, aunque el análisis del esperma hu-biera demostrado una escasez cuanti-tativa o cualitativa; 4) no tiene motivopara hacer en todos los casos la diag-nosis prenatal, que sólo debe servirpara una eventual cura, pero nuncapara dar muerte; 5) no puede propo-ner a las personas enfermas de SIDAo de otras enfermedades venéreas, eluso del preservativo, puesto que sola-mente la abstinencia es el medio pro-filáctico seguro; 6) debe afirmar demanera clara que la virginidad nocontradice a la naturaleza, y difundiruna visión auténtica de la sexualidadhumana. No existe mecanismo algu-no fisiológico que obligue a la perso-na a la actividad sexual; 7) en los con-flictos matrimoniales, nunca puede a-consejar el divorcio como solución dela situación conflictiva; 8) no puedecondicionar su servicio a la ventaja e-conómica que consigue de él; 9) notiene derecho a matar a una personagravemente enferma, poniendo comopretexto la llamada misericordia. Na-die sabe cuanto pueden ser necesariosa la salvación los momentos difícilesde la enfermedad; 10) no puede cedera ninguna presión, del carácter quesea, sino que siempre debe dejarseguiar por el código de la ética católica,aunque esto suponga pérdidas finan-cieras o incluso de prestigio; 11) acer-ca del problema siempre controverti-do de los anticonceptivos, debe defi-nirse de manera unívoca; y si no com-prende sus motivaciones, tiene el de-ber de hacerse aconsejar por algúnmoralista o leer los documentos de laIglesia; 12) en la propia vida debe a-yudarse con la gracia de los sacra-mentos, para que sus consejos sean i-luminados por el Espíritu Santo. Elmédico católico debería ser conscien-te de que su actividad debe desenvol-verse concorde con las palabras diri-gidas en Cracovia a los médicos por elSanto Padre: "Vosotros sois mi brazotendido a quienes no vendrán a mí"

"Que vuestro decir sea sí, sí; no,no" (Mt 5,17), sin claroscuros.

Prof. WANDA POLTAWSKADirectora del Instituto de Teología de

la Familia, de la AcademiaPontificia de Teología - Cracovia - Polonia.

Miembro de la Pontificia Academiapara la Vida - Consultora del Pontificio

Consejo de la Pastoral paralos Agentes Sanitarios

1Exterminio de los enfermos mentales en Polo-nia 1939-1945, Casa Editora PWN, Varsovia,1993.

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Ante todo dirijo mi profundo a-gradecimiento a Su Eminencia elCardenal Angelini por haberme in-vitado para dar inicio a la mesa re-donda. Al mismo tiempo, deseoconfirmar a Su Eminencia la admi-ración y las felicitaciones por el é-xito que siempre tienen estas Con-ferencias Internacionales, destina-das, entre otros, a constituir unpunto de referencia también parala literatura ético-médica.

Saludo al público y a las autori-dades presentes y agradezco parti-cularmente a los relatores que to-marán la palabra.

El tema que se examina esta tar-de se ha vuelto central en las dis-cusiones actuales que se desarro-llan en el doble aerópago: de labioética y del bioderecho.

Basta consultar la Banca de da-tos de la literatura médica y bioéti-ca. En el estatuto del embrión y delfeto en los años 70-74 existían po-co menos de 500 voces de literatu-ra biomédica y 27 en tema de lite-ratura filosófico-teológica; en elcuadrienio 90-94 contamos ya conaproximadamente 4200 voces denaturaleza biomédica y 242 en elcampo filosófico-teológico. El porqué es evidente: ya no se trata so-lamente del problema del aborto,siempre actual, doloroso e interro-gante: basta recordar la audiciónde la especial Comisión Juzgantedel Senado USA del 23 de abril de1981, querida por el PresidenteReagan y en la cual participó comotestigo el prof. Léjeune, pero pode-mos recordar también las numero-sas propuestas de ley hechas en lasdiferentes tentativas de aprobar delaborto en países de América Lati-na (Perú, México), propuestas enlas que el problema del estatuto delembrión y del feto es involucrado

directa o indirectamente aunquefuera sólo para confrontar la vidadel feto con la de la madre.

Pero hoy se plantean dos proble-mas más que han puesto esta temá-tica en el centro de la atención:

a) el problema de la procreaciónin vitro, donde se determina el he-

cho del surplus de embriones de-nominados "sobrenumerarios"(nueva categoría de seres huma-nos) y se pone en acto una secuelade abusos: congelación, transfe-rencias mortales, experimentacio-nes y destrucciones periódicas or-denadas por los gobiernos, utiliza-ción para obtener células;

b) el problema que plantean losnuevos productos, instrumentos yvacunas definidos como anticon-ceptivos, interceptivos, antigestio-nales; en realidad son abortivospues impiden la instalación o quecontinúe la instalación de un óvuloya fecundado. Entre estos pode-mos mencionar la espiral, la píldo-ra del día después, el northplant y

las vacunas. De este tema se ocupala Evangelium Vitae en el n. 13.

Con respecto a los últimos te-mas, sobre todo en relación con laprocreación in vitro, se han pro-puesto teorías sofisticadas e infun-dadas del pre-embrión, el embriónprecoz antes de los 15 días, o delpro-embrión, el embrión hasta los8 días. Imagino que los presuntosfundamentos de orden biológico ofilosófico serán desarrollados y e-xaminados aquí por los diferentesoradores.

Deseo subrayar el texto de unPadre de la Iglesia, Tertuliano:"Homo est qui venturus est".

Y también aquel texto más co-nocido de la Instrucción DonumVitae, tomado por la Encíclica:"Desde el momento en que el óvu-lo es fecundado, se inaugura unanueva vida que no es la del padreni de la madre, sino la de un nuevoser humano que se desarrolla por símismo. Jamás llegará a ser huma-no si no lo ha sido desde enton-ces... Con la fecundación inicia laaventura de una vida humana, cu-yas principales capacidades re-quieren un tiempo para desarro-llarse y poder actuar" (Donum vi-tae, I, 1; Evangelium vitae, n. 60).

La demostración de esta afirma-ción se apoya sobre todo en el he-cho biológico:

1. No hay un momento que seamenos necesario de otro (lo afirmatambién el Informe Warnock) y ca-da estadio depende estrictamentedel anterior por el cual está deter-minado.

2. Las objeciones fundadas en ladivisión gemelar, en la apariciónde la estría primitiva y del iniciodel sistema nervioso, sobre la im-portancia de la instalación comohecho decisivo para la continuidad

ELIO SGRECCIA

El embrión signo de contradicción

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del desarrollo, no influyen ni en laindividualidad del embrión ni en lacontinuidad del desarrollo: en ladivisión gemelar la parte no resi-dua no pierde la individualidad deser humano, la parte nueva que sesepara tiene su nueva individuali-dad; la aparición de la estría primi-tiva y del sistema nervioso, comoel conjunto de la organogenia, sonel resutlado de este desarrollo acti-vo e individualizado.

Los dos momentos de verdaderadiscontinuidad en la vida de un in-dividuo son la fecundación y lamuerte A partir de esta realidad, lamisma razón humana y filosófica,debe ir más alla de toda mentali-dad fenomenológica o funcionalis-ta, que consideran los hechos enrelación con las capacidades ope-rativas y con la manifestación dedichas capacidades. La razón hu-mana, si hay una razón que busca yda una explicación de los hechos,no puede dejar de afirmar que di-cha explicación profunda provienede la existencia de una singular e-nergía que informa y anima a todoel ser humano, lo vivifica y lo indi-vidualiza y que no es otra cosa si-no el Yo capaz de espiritualidad,un Yo personal, porque tiene en sítoda la capacidad activa que se re-aliza en la persona.

Afirma un biólogo molecular(R. Colombo): "Ninguno de losconocimientos científicos a nues-tro alcance permite afirmar concerteza las objeciones hechas a lanaturaleza racional del embrión ydel feto humano y a su individuali-zación" Para profundizar este te-ma, la Academia para la Vida haconstituido una task-force pluridis-ciplinaria cuya finalidad es estu-diar todos los aspectos del proble-ma y publicar una obra al respecto.

Es para discutir este tema y paradefender esta posición de la Encí-clica que ahora debo - con poca e-legancia - retirarme para participaren el grupo especial de trabajo delComité Nacional de Bioética quediscute en este momento sobre elmismo tema. Doy la palabra al pri-mer relator y pido disculpas a to-dos.

S.E. Mons. ELIO SGRECCIAVice-Presidente de la Pontificia

Academia para la VidaSecretario del PontificioConsejo para la Familia

143VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Cuando en 1952, Monsieur Lé-jeune me pidió, por consejo de suesposa, que trabajara con él "engenética", acepté inmediatamente,pero ignoraba en absoluto lo queme esperaba... Por entonces no seenseñaba la genética en las Facul-tades de Medicina.

Jérôme Léjeune estaba entoncesen el servicio de pediatría del Pro-fesor Raymond Turpin. Ahí descu-brió a esos niños a los que se lla-maba "mongólicos" y a los que éldedicaría gran parte de su existen-cia.

En esa época, el Profesor Turpinera el único que había creado unaconsulta reservada a los niños quesufrían un handicap mental. "Elmás dramático, sin duda -decía amenudo Monsieur Léjeune- por-que sólo el hombre puede sufrirlo,y también el más inhumano, por-que impide al paciente ser plena-mente él mismo".

Llegado a investigador, no des-cansó hasta poder montar un labo-ratorio de investigación, "especiede máquina para sorprender lasuerte, cuya eficacia descansa enun estado de alerta permanente".

Poco más de diez años más tar-de, con motivo de su Lección I-naugural el 10 de marzo de 1965,el Profesor Léjeune evocaba aque-lla instalación con un poco de nos-talgia y mucha emoción: "El localera soberbio. Tenía dos vanos am-plios abiertos al cielo, pero no te-nía agua, ni gas, ni un jergón.Nuestro microscopio, que fue or-gullo del hospital Trousseau porlos años 1920, se comportaba bas-tante bien, sobre todo cuando losdientes limados de su cremallera e-ran engrasados con una hoja de pa-pel de chocolate juiciosamente in-serta entre sus engranajes"1.

A partir de esa época, hemos te-nido numerosos aparatos, nuevosy flamantes, cada vez más sofisti-cados y experimentados... nuncahe visto a alguien que, desde sumás joven edad, haya sido trans-formado, me atrevería a decirtransfigurado a fuerza de papel deconfitura, de papel de chocolate,de scotch... Todos los representan-tes y los instaladores acababanyéndose asombrados, contritos...¡pero nunca convencidos de labuena razón de la transformaciónconseguida de aquella manera!

Pero volvamos a la descripciónoriginal del laboratorio y de su mi-croscopio. "Esa maravilla de ópti-ca estaba dispuesta sobre un ca-mastro de enfermo que hacía lasveces de jergón. Una silla alta,muy parecida a las que todavía seven en las iglesias campestres de-trás del viejo armonium, completa-ba el mobiliario. Ahí el camastrode enfermo manifestaba todas susventajas: en lugar de trasladar la si-lla, empresa aventurada por serbastante vetusta, uno se sentaba enél con toda tranquilidad. Después,un tal Grok, acercándose a su altu-ra, bastaba atraer a sí el camastropara observarlo todo con facilidad.Realmente era una instalación a labuena... pero nos ha traído suerte"- concluía. Y yo añadiría de buenagana: he aquí como se puede serun hombre feliz... ¡No le faltabanada!

Amaba lo que hacía. Creía en e-llo profundamente; y yo creo queha sido eso lo que le ha permitidohacer, día a día, serenamente, loque él creía tener que hacer, inclu-so en los momentos de las mayoresturbulencias. Cuando el 26 de no-viembre de 1993, regresando deRoma, descubrió que tenía un cán-

cer de pulmón, me pidió que fueraa almorzar a su casa. Ya me costa-ba bastante acabar con lo que teníaen mi plato, cuando me propusoservirme más. Ante mi negativa,me dijo: "Ya ve usted, esta sucie-dad, si es verdad que me impiderespirar, no me quita en absoluto elapetito" y volvió a servirse.

Nunca he sentido en él amargu-ra, ni celos, ni envidia. Era simple-mente feliz y sabía hacer felices alos demás.

En toda circunstancia tenía elgenio de la réplica inmediata. Ju-gaba con las palabras, no podía im-pedirlo. Esto desconcertaba a to-dos sus detractores, incluso a losmás duros. A menudo me pedíaque leyera lo que acababa de escri-bir. Cuando yo encontraba un jue-go de palabras demasiado duro, ledecía simplemente: "Señor, ustedha hecho ya esa buena frase y esole ha causado un placer... entoncesahora puede ya retirarla..." Y él mecontestaba: "Es una lástima, perousted tiene razón, sin duda", y laretiraba.

Cuando me sentía herida por lascríticas que oía por todas partes yme preocupaba por el futuro de lacasa, él me decía: "Por qué preocu-parse, es perder tiempo cuando nose influye en los acontecimientos".Puede que tuviera una intuición deque sus días estaban contados...Cuando se llegaba a separarlo desu trabajo, a veces se tenía la sen-sación de estar haciendo algo malhecho. Durante su enfermedad nohe sentido más que un solo lamen-to: "Esto es demasiado estúpido...Quedaba aún tanto que hacer..."

No estaba inquieto, no teníamiedo. A un periodista que le pre-guntaba si no temía las proezastécnicas que corrían el riesgo de

MARIE-ODILE RETHORÉ

Jérôme LéjeunePerfil científico y cristiano

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hacer saltar nuestro planeta, con-testó: "Tengo confianza absoluta,por la sencillísima razón de que yopienso verdaderamente que elhombre es inmortal. Creo que elhombre ha sido construído para laeternidad; pero en cambio no estoyseguro de que la humanidad hayasido construída para la eternidad.La verdadera cuestión es saber: ¿esverdad, sí o no, que el hombre hasido hecho a imagen de Dios? ¿Esverdad, sí o no, que Dios ha amadotanto a los hombres como para to-mar su imagen? Si usted respondesí, la humanidad toma una digni-dad eminente. Pero si usted piensaque el hombre es perfectamentefortuito, fruto del azar en un uni-verso impasible, ¿por qué no se-guir jugándonos al hombre a la lo-tería?"2.

"Mi padre fue un guía admirableal que yo debo todo lo que sé de re-almente importante. Me enseñóque la existencia de un hombre de-be ser reglamentada por dos impe-rativos: la rectitud del juicio y elentusiasmo por la verdad. Mi ma-dre me enseñó la grandeza de ladedición y la omnipotencia de labondad". He aquí las raíces del hi-lo conductor de este investigador,médico, docente.

La investigación lo apasionaba.Lo dominaba en cuerpo y alma."La investigación -decía- se hace apleno corazón, a plena vida, a ple-no tiempo... o si no, no existe. Losinvestigadores no saben más quelos otros. No son sabios en el sen-tido estático del término. No sonmás que estudiantes en quienes lapasión de comprender no ha empa-ñado la facultad de admirar. Esteentusiasmo ante la naturaleza es laúnica verdadera marca del investi-gador"3.

Su aptitud para imaginar teoríasgenerales nunca le ha hecho olvi-dar la importancia primordial delas bases experimentales: "En elcurso que tendré la dicha de pre-sentarles -decía a los estudiantesen su lección inaugural- todo loque les dé como experimentalmen-te establecido, pueden aceptarlocomo piedra para edificar de buenacalidad. Pero cuanto les propongacomo hipótesis explicativa, debe-rán considerarlo como andamiajeprovisional que tal vez oculta la ar-quitectura definitiva del edificio enconstrucción"4.

Al principio había elegido serinvestigador en genética porque,convencido de que no tenía unamateria viva sino una materia ani-mada, consideraba que la genéticaera la ciencia que permitía sor-prender lo que anima la materia."La genética no es una disciplinanarcisista, satisfecha en sí misma yde sus construcciones abstractas.No se trata de una nueva taxono-mía de la patología constitucional,de un museo de horrores cromosó-micos o de una colección de curio-

sidades. Debe ser una búsqueda ar-diente y apasionada hacia el cono-cimiento, la que permite, en fin,hacer algo por los que sufren".

El médico, al servicio de los pa-cientes, precedía siempre al inves-tigador. "Basta haber conocido laexperiencia terrible de un alma en-cadenada en un cuerpo imperfecto,de una inteligencia que se siente asi misma pero que no puede expre-sarse, falta de un substrato acaba-do, para comprender que la medi-cina no debe capitular ante estefreno del destino, que no podemosresignarnos a lo irreparable... Todala historia de la medicina está ahípara enseñarnos que quienes hanliberado a la humanidad de la pes-te y de la rabia, no son quienes as-fixiaban a los enfermos de rabiaentre dos colchones o quemaban alos apestados en sus casas. La mo-ral de la medicina se resume en u-na sola frase: odio a la enferme-dad, amor al enfermo. Si se olvidaesto, puede que uno sea técnico,pero no es un médico"5.

Quería comprender como un e-

rror cromosómico llevaba a unadeficiencia mental. Sobre todoquería encontrar un remedio a esasterribles enfermedades. "Es unacuestión de vida o de muerte -medecía muchas veces. Si no se lescura, acabarán matándolos". Se hi-zo investigador en bioquímica ypropuso diferentes modelos teóri-cos que permitían representar lasuperficie sensible de las célulascerebrales y así prever los tipos demoléculas susceptibles de interve-nir en ese metabolismo y de dismi-nuir los disturbios. "Los hombresno nacen iguales ante el destino.La única dignidad de nuestra cien-cia es tratar de darles, por mediostan diversos como necesarios, loque la naturaleza les ha negado oquitado"6.

Todo lo que se refiere al hombrey a su inteligencia era casi sagradoa los ojos de Jérôme Léjeune:"Nuestros nuevos moralistas -de-cía- pretenden que el hombre ha si-do hecho por la sociedad, que esésta quien le da su inteligencia yque, por consiguiente, tiene dere-cho a disponer de él en función delas leyes que se da a sí misma. Ysin embargo, todo el conocimientoacumulado desde hace mileniosnos enseña lo contrario. La inteli-gencia humana y toda la ciencia noson productos de la evolución en elsentido automático del término: lainteligencia de los hombres existeporque son hechos así. Y les ha si-do dada entera y gatuitamente"7.

Para hacer comprender lo que esla inteligencia humana, la compa-raba al funcionamiento de las cal-culadoras modernas: "Se parecen -decía- simplemente porque son he-chas por el hombre. No es sorpren-dente que encontremos en las másmaravillosas de ellas una especiede espejo de la manera en que so-mos configurados. Esto quiere de-cir que los ordenadores son exacta-mente una inteligencia desencar-nada. Esta es la razón de que su po-der nos parezca a veces tan temi-ble. Los hombres son todo lo con-trario, son exactamente una encar-nación de la inteligencia y esta esla razón de que cada uno de noso-tros sea hasta tal punto precioso"8.

"Un inmenso rumor considera alhombre como una anomalía sincausa, cuyo destino no está escritoen ninguna parte, objeto parasiempre incomprensible, surgido

145VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

fortuitamente de un impasible uni-verso... O bien la inteligencia hu-mana es el fruto de un azar, simplecaso de figura de los mecanismosevolutivos como algunos lo quisie-ran y según la vieja aporía de De-mócrito renovada por Monod:"Todo en la naturaleza es el frutodel azar y de la necesidad". O biennuestra inteligencia es, como qui-siera Engels, una simple conse-cuencia de las leyes físico-quími-cas. La materia y la energía estarí-an embarazadas del espíritu alpunto que éste aparezca, infalible-mente, en algún rincón del univer-so. Más allá de esta alternativa quedesvía le inteligencia, existe unaexplicación más veraz. A saber:que el espíritu, que guía el univer-so y sus leyes, creó, de modo total-mente particular, la sola forma vi-viente capaz de descubrir sus ma-ravillas. Y entonces, ¡el hecho deque el universo nos resulte inteligi-ble, se hace a su vez inteligible!

La superioridad absoluta delhombre, su completa novedad, estáen ser la única criatura capaz deprobar una especie de connivenciaentre las leyes de la naturaleza ysu sensación de existir. La facul-tad de admirar no existe más queen el hombre "Aquel que, el pri-mero, supo que debía morir yconstruyó sepulcros; aquel que so-corrió a su semejante herido, locuidó, lo alimentó y protegió sudebilidad; aquel que descubrió elarte bastante más allá de la técni-ca; aquel que es todos nosotros yno tiene cien mil años, posee co-mo una chispa del Amor Inteli-gente"9.

Y este hombre, simplementepor ser hombre, tiene derecho alrespeto absoluto de su vida, desdesu primer instante hasta su térmi-no natural. Es uno de los mensajesdel Profesior Léjeune, que el mun-do entero conservará: "Unos cien-tíficos se extienden en considera-ciones sumamente nebulosas parahacer creer que ellos, científicos,ya no saben qué es un ser humano,ni cuándo comienza... Pero noso-tros sabemos exactamente qué esun ser humano, tenemos una defi-nición sumamente simple: es unmiembro de nuestra especie. Si, enefecto, el embrión no es un miem-bro de nuestra especie desde susprimeros instantes, no llegará aserlo nunca"10.

A un periodista que le pregunta-ba qué pensaba de los Comités deéticos que decidían sobre el respe-to a la vida y sobre los embriones,respondió:

"Cuando oigo hablar de ética,me pongo en guardia. Las perso-nas que hablan de ética tienen amenudo el deseo de alargar la mo-ral... Quien habla de moral piensaque las costumbres deberían con-formarse a unas leyes superiores;pero quien habla de ética da porsupuesto que las leyes deberían

conformarse a las costumbres"11.Raras veces hablaba de su fe.

Simplemente, la vivía. "Se me hapreguntado a menudo qué sería yosi no fuera cristiano. Estoy obliga-do a responder que no lo sé. Tam-bién se me ha preguntado qué se-ría si no fuera médico. Igualmentedebo responder que no lo sé. Cier-tamente, tenemos facetas diferen-tes pero, en fin de cuentas, todoestá tallado de la misma piedra"2.

Cuando se le preguntaba si elmédico que él era no se la tomabacon Dios por todos los sufrimien-tos que encontraba cada día, Lé-jeune respondía: "Ante el mal in-tolerable, el médico no acusa aDios... Esa tentación de acusar aDios... no, verdaderamente no seme presenta".

La respuesta al misterio del su-frimiento la encontraba en la ex-plicación de Cristo ante el ciegode nacimiento: "En un sentido a-nalógico, puede decirse que cuan-do los hombres llegan a vencer laenfermedad, a arrancar a un niñode las manos de la muerte, cuando

hacen avanzar la ciencia, son tam-bién las obras de Dios las que semanifiestan"12.

"En nuestro tiempo materialista-decía en Notre Dame de París el10 de octubre de 19824- puede pa-recer desplazado el conciliar losdatos de la revelación con las hi-pótesis fundadas en las constata-ciones científicas. Esos dos modosde conocimiento son fundamen-talmente diversos. Uno, dado gra-tuitamente, se expresa en lenguajepoético que el corazón comprendecon júbilo. El otro, conseguido la-boriosamente, es un discurso difí-cil que la razón domina a duraspenas y -concluye- tal es la deci-sión de Dios que hizo el cielo y latierra e hizo todas esas cosas tanoscuras a los sabios y a los hábilesy las reveló a los niños".

Su convicción profunda la ma-nifestó al término de su lección i-naugural1:

"Cualquiera que sea el nombreque se le da, cualesquiera que seanlas cualidades que se le atribuyen,o la estructura que se le supone,algo debe existir en los confinesde la materia y de la forma, quetrascienda a ambas y, sin embargo,las una. Virus formativo, matrizinterior o hilera de macromolécu-las, no son más que las transfor-maciones progresivas de una ideaque es siempre la misma: idea quenos parece inevitable, tal vez por-que está realmente inscrita en lomás profundo de nosotros mis-mos. Idea que no sabría resumirmejor que parafraseando el co-mienzo de un antiquísimo libro: alprincipio hay un mensaje. Esemensaje está en la vida y ese men-saje es la vida."

Pr Marie-Odile RETHORÉMiembro de la Academia Nacional

de Medicina de Francia Profesor Asociado de Genética

en la Universidad de París (Francia)

1) Lección Inaugural. 10.3.1965. La Ex-pansión Científica Francesa. 15, rue SaintBenoit, París 75006.

2) "No me gusta que se hable de éticacuando se trata de moral" 1.3.1985. FranceCatholique, n. 1993.

3) La encarnación de la inteligencia.28.9.1978. Congreso de la Asociación SaintBenoît, Avignon (Francia). Eaux Vives n. 39,26-37.

4) Biología, conciencia y Fe, 10.10.1982.Investigaciones y experiencias espirituales.Notre Dame de París (Francia).

146 DOLENTIUM HOMINUM

El enfoque antropológico-cultu-ral de la temática de la vida, de suvalor, de su defensa, puede ser rea-lizado a diversos niveles.

La antropología cultural, toma-da en su acepción más rigurosa, esindagación descriptiva y compara-tiva de los diversos sistemas (osubsistemas) de cultura, de los di-versos ethe, con particular aten-ción a sus formas originarias, auncon desarrollos interpretativos, pe-ro sin una actitud valorativa (por lomenos declarada programática-mente, porque de hecho las cosassiguen después, a menudo, cami-nos diversos). Esto lleva tenden-cialmente a llevar a cabo la com-paración de los numerosos siste-mas culturales a nivel mundial.

Pero es manifiestamente impo-sible realizar una vindimiatio com-pleta sobre todos los sistemas cul-turales mundiales, sean cuales fue-ren los particulares temas que, enel interior de tales sistemas, sequiere indagar.

Por eso hay que escoger: yo, deacuerdo también con mi específicapreparación cultural, apuntaré, conrespecto al tema particular que noscompromete en esta gran reunión(el valor, la defensa de la vida) so-bre la discusión propia de los siste-mas de cultura occidentales denuestro tiempo, por un confrontar-se entre ellos y, saliendo del meromomento descriptivo, por una dis-cusión crítica de los mismos.

Tratar del derecho a la vida enrelación con la amenaza contra ellaconstituida por el aborto es muydifícil, sin abordar también -ennuestras sociedades occidentales-el tema de la eutanasia. Por ello, siqueda tiempo, abordaré tambiénbrevemente este último.

Partiré de una observación de

hecho. La discusión acerca del a-borto y la eutanasia se concentrasobre todo en la cuestión directa desu liceidad y de su posibilidad deser reconocida por parte de la leypositiva.

En esta discusión los críticos delaborto y la eutanasia adoptan argu-mentos que, por su objetiva ino-pugnabilidad, deberían conseguirfácilmente el asenso general.

Y sin embargo, es un dato de to-dos los días la dificultad de haceraceptar tales argumentos: son muya menudo desconocidos o neta-mente refutados.

La cultura dominante incluso loshace objeto de irrisión. Una eficazacción antiabortista, en el terrenode las argumentaciones y de la per-suasión, no puede ignorar el hechode la escasa influencia entre loshombres de hoy (por lo menos enItalia) de tales argumentos, y debeinterrogarse, para después intentarobrar en consecuencia, acerca delas razones del fracaso persuasivode cuanto en sí hay de válido y nisiquiera demasiado difícil de en-tender.

Una investigación histórico-cul-tural sobre los orígenes del abortis-mo hoy difuso, especialmente enlos más seguidos instrumentos dela información de masa, resultapor todo ello indispensable.

Empezaré, para intentar un bo-ceto de indagación, por una obser-vación de fondo realizada por Lui-gi Lombardi Vallauri. Para este au-tor, la forma de abortismo que hoyprevalece, es la "libertaria" (el a-borto es legítimo porque el feto espropiedad de la madre, cosa suya,y, en todo caso, la mujer tiene de-recho a administrar el propio cuer-po, sin intervenciones del Estado ode otras autoridades), más que la

"humanitaria" (el aborto es "malmenor" que hay que prevenir, en loposible y, de lo contrario, debe sertolerado). Entonces es necesariosometer a análisis los caracteresque acompañan a la doctrina abor-tista-libertaria: la tendencia iguali-tario-homosexual que acompaña aciertas defensas del aborto, sobretodo por parte feminista; el antica-tolicismo, el anarquismo, etc. He-cho esto, se presenta en primer pla-no la pregunta central: ¿cómo seha podido llegar a tanto? Volvien-do a la terminología freudiana,puede observarse que la ética cris-tiana -ética también del deber, delsacrificio, de la superación del me-ro interés individual y, por lo tanto,ética capaz de tutelar toda vida, in-cluso aquella que aún no sabe ha-cerse valer- ha tenido, respecto ahoy, menores dificultades en la si-tuación científico-social pre-in-dustrial, pre-moderna: "el princi-pio de realidad" en una situación a-sí, requería del hombre sacrificios(dada la limitación de los recursosentonces disponibles) y hacía creí-ble la perspectiva ética cristiana,con sus indicaciones de renuncia,de moderación; lo que, además,hacía disponibles a aceptar las nor-mas que exigían la renuncia a inte-reses propios, para salvar los dere-chos de otros, incluídos los dequien aún no había nacido.

Con el advenimiento de la socie-dad industrial, con el triunfo de latecnología, ha parecido que la dis-ponibilidad de los bienes se hubie-ra dilatado hasta el punto de no e-xigir ya la ética del sacrificio pro-pia de edades anteriores.

En años no lejanos se ha hechodominio de las masas la sensación,en los países industrializados, deque la penuria ha sido definitiva-

ADRIANO BAUSOLA

Antropología cultural del derecho a la vida

147VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

mente superada y que el "principiode realidad" ya no exigía las tradi-cionales inhibiciones.

Como ha escrito Augusto delNoce: "el dominio total del hom-bre sobre la naturaleza coincidiríacon la separación de la ética, almenos en el aspecto que en ellasignifica renuncia, sacrificio, asce-tismo. Así pues, a la victoria de latécnica sería correlativa la desapa-rición a un tiempo de la religión yde la moral. El progreso técnicoharía posible un completo natura-lismo".

He aquí el afirmarse, a nivel demasa, de cuanto anteriormente ha-bía sido sostenido solamente poralgunos filósofos: "el principio delplacer" es el criterio de las accio-nes humanas y el libertarismo éti-co es la fórmula que lo expresa a-decuadamente. Yo observaría queen la raíz está la crisis histórica (nouna crisis de derecho, puesto que,según verdad, las cosas están demodo bastante diverso) de la con-cepción metafísica (y cristiana)que veía el mundo rico de signifi-cados objetivos, porque estaba fi-nalizado por Dios y, por lo tanto,orientado en sí mismo y capaz deorientar al hombre según normasmorales objetivas: el ateísmo y elmaterialismo de algunos filósofosmodernos han teorizado, universa-lizado, la concepción mecanicistadel universo, propia de la cienciamoderna en su nacimiento (pero a-penas es el caso de recordar que lamisma ciencia, en nuestro siglo, harevisado ampliamente los propiosprincipios, volviendo a poner entela de juicio el mismo mecanicis-mo).

La filosofía materialista, que seencuentra con el movimiento demasas de la industrialización, queha dado la ilusión de una ilimitadacapacidad del hombre de dominarla materia y de dominarse a si mis-mo, sin límites objetivos, ha lleva-do al libertarismo ético de masa(presente en el Oeste y en el Este,en el capitalismo y en el comunis-mo o socialismo). Prevaleciendo,con esta cultura de masa, el princi-pio del placer sobre el principio derealidad, la moral sexual y familiartradicional se ha encontrado a ve-ces, es cierto, con el soporte cris-tiano, aunque a su vez debilitadopara muchos. De aquí también laexpansión del libertarismo sexual:

divorcio, anti-familia, homosexua-lidad incluso teórica, pornografía,abortismo.

Pero el abortismo, en este cua-dro, tiene una connotación toda su-ya, derivada del particular fenóme-no social del que es expresión.

El abortismo es síntesis de hedo-nismo y de desesperación.

Los cientos de millones de he-donistas individualistas posesivosengendrados por la cultura burgue-sa emancipada, internamente des-dichada, transferida a las masaspor el socialismo y por el movi-

miento sindical, no se encuentranhoy frente a la superación de la pe-nuria, sino frente a los límites deldesarrollo, al desastre ecológico, ala presión demográfica, a la nuevadelincuencia: en fin, al parcial fra-caso, incluso material (y no sóloespiritual) del materialismo. No sepuede, al parecer, no ser burgue-ses; pero hoy se corre el riesgo deno conseguir ya serlo: lo que signi-fica triunfo ideológico de la cultu-ra industrialista, es crisis humana yreal de la misma.

El abortismo libertario es, preci-samente, un fenómeno de desen-freno moral y de desesperación, yes favorecido, gracias al desenfre-no, por el triunfo; y gracias a la de-sesperación, por la crisis del mate-rialismo. En una edad de crisis, u-na vez asumida la insubsistenciade normas éticas transcendentes,no vale la pena salvaguardar vidasque atentan al bienestar de quienya vive en el mundo, y que son vis-

tas -si se las permitiera nacer- des-tinadas a un mundo coloreado conun sombrío pesimismo.

Además del cálculo egoísta del"sigamos siendo pocos, así podre-mos seguir viviendo bien en elmundo", debe subrayarse bien estemotivo de pesimismo existencialpropio de nuestra sociedad en cri-sis, que llevaría a sentir como ne-gativo en si mismo el permitir na-cer hoy.

"Dentro de una planificación in-tegral de la economía y de la socie-dad-naturaleza -escribe tambiénLombardi Vallauri- el momento li-bertario es perdedor y provisional,no se puede menos de ir hacia lasocialización total. En el mundomaterialista del "nada-más-que"(nada más que el mundo de la can-tidad, de la materia) el hombrequeda privado de esencia ontológi-ca, es un proceso calculable, plas-mable, al que la esencia humana esdistribuída soberanamente, históri-camente, por la sociedad; y es lasociedad quien confiere el derechoa existir.

En el proyecto libertario, estederecho ontológico del que ha denacer es confiscado por la madre.¿No pasará el día de mañana al sin-dicato, al partido, a la oficina deprogramación? Dentro del inma-nentismo materialista, el abortis-mo totalitario tiene por lo menoslas mismas chances del abortismolibertario; más aún, el colectivis-mo tiene probabilidad de prevale-cer, en definitiva, sobre el indivi-dualismo".

Debe observarse aquí que, enmuchos ambientes, ha faltado la e-ducación para mirar con el ojo dela razón, porque prevalece el sen-sismo (o, a lo más, una versiónmás afinada del mismo, el senti-mentalismo ético), para el cual só-lo cuenta quien logra suscitar sen-timientos, sensaciones de simpatíao de piedad: el niño que ya ríe ollora, no el niño que aún no se ve(al adulto se le respeta porque tie-ne la fuerza de los brazos, o de lamente).

En el fondo está todavía, muy amenudo, metafísicamente el mate-rialismo, pero con una aplicaciónpsicológica que debería ser ade-cuadamente indagada aparte: setrata de localizar concretamente,en las ramificadas raíces psico-so-ciológicas, el motivo de la caída de

148 DOLENTIUM HOMINUM

la razón, sin la cual -sin el concep-to además de la sensación- es difí-cil entender la verdad por la queaun una vida no plenamente desa-rrollada es, sin embargo, esencial-mente vida, y existe el deber derespetar universalmente la vida.

El libertarismo, debemos aña-dir, tiene su matriz no sólo en la ci-vilización de la (creída) abundan-cia; también es su matriz la con-vicción de que, caída la construc-ción metafísica llamada "helénica"(que sostiene un orden en el serquerido por Dios), al mundo el or-den se lo da el hombre, a su gusto.

Con todo, existen también teólo-gos, protestantes y católicos, queafirman que Dios quiere un mundoen el que el hombre dé -él mismo-el sentido a las cosas, a la vida; yentonces surge la exigencia, aunno ignorando las dificultades deencontrar audiencia hoy, de reto-mar, repetir, afinar las antiguasverdades metafísicas, además de é-ticas. No hay duda de que existenhoy formas de humanismo laicono nihilista, positivamente abiertoa los valores interpersonales, alrespeto de la vida de los demás.

En el pasado, hubo una éticaburguesa de la sobriedad y de ladisciplina; hoy, existen humanis-tas, socialistas o no; ayer y hoy hahabido y hay filósofos como Rous-seau, Kant (que, en verdad, no eranprecisamente ateos), Croce y otrosque, aun no siendo creyentes, nocomparten el libertarismo destruc-tor y nihilista. En ellos actúa implí-citamente, a menudo, la herenciacristiana.

Es posible un diálogo con ellospara mostrar las premisas cristia-nas (implícitas, desde luego) de suhumanismo.

Los humanistas laicos, muchasveces, no defienden sus valorespor pura opción, sino por senti-miento (es una emoción, una pa-sión que no sabe encontrar fuerade si fundamentos teoréticos). A-hora bien, puede observarse que setrata de hacer ver no tanto que esaemoción no es válida, cuanto quetiene en el teísmo el fundamentode su validez. Donde no está dichoque todos experimenten las emo-ciones que nosotros experimenta-mos, una justificación revelada (ofilosófico-teorética, teística) es, encambio, de derecho universal. Sepuede añadir que una perspectiva

que dé esperanza de inmortalidadpuede proporcionar fuerza prácticaefectiva a las indicaciones de re-nuncia a una ilimitada satisfacciónde las exigencias de los hombresde hoy, para salvaguardar un mun-do habitable por los hombres demañana. En este caso, ciertamente,podría concluirse que el humanistalaico no sería puesto personalmen-te en crisis; sería puesta en crisissolamente su confianza en la am-plia capacidad de difusión de susconvicciones, fundada en la simplebase de sus principios que son, en

las perspectivas de fundamento, i-nadecuados.

Pero esto no basta: no basta invi-tar a optar por el Cristianismo por-que éste resulta un puntal más sóli-do para una difusión universal delos ideales humanitarios.

Solamente si se pueden aducirargumentos objetivos, se podrá pa-sar a una propuesta cristiana de u-niversal aceptación. Y entonces elproblema es el de estudiar los ar-gumentos pro-teísmo (y pro-cris-tianismo) que puedan hablar a loshumanistas laicos; y esto exige quese indaguen las razones específi-cas de su rechazo del teísmo (y delcristianismo); tales razones no se-rán las mismas que han llevado allibertarismo hedonístico (por lotanto, no las del industrialismo,etc.); con todo, deberán existir yser varias, si diversas son las acti-tudes teóricas de los humanistaslaicos.

Consideraciones análogas (aun-que, obviamente no idénticas) va-len con respecto a las raíces de ladefensa de la eutanasia. Tambiénen este caso hay, en la base, un ra-dical hedonismo, para el cual la vi-da merece ser vivida sólo en la fe-licidad, con exclusión de la infeli-cidad.

Como escribe Claudio Magris,"parece difundirse cada vez más u-na mentalidad según la cual, paratener verdaderamente el derechode vivir hay que estar en posesiónde la felicidad; se ha consolidadocada vez más la religión de la feli-cidad, que se hace la ilusión de eli-minar de nuestra vida, individual ysocial, la necesidad de convivircon el dolor". O todo felicidad onada.

A favorecer una actitud disponi-ble a la eutanasia, concurre tam-bién otro motivo, muy difundidoen la cultura contemporánea.

"La acentuación de la necesidadde auto-realización subjetiva con-duce a la exasperación de la bús-queda de modos de ser y de vivir,que tienden a excluir cualquierperspectiva de limitación del de-seo" (G.Piana ).

Vivir viejos, vivir enfermos gra-ves, significa ciertamente -debe-mos decirlo- vivir aceptando la re-nuncia a muchos valores. Imagine-mos, entonces, que se haya acogi-do una visión espontaneísta de lavida, incapaz de aceptar una disci-plina del impulso inmediato y quepor eso mismo no soporta renun-cias, sacrificios, en vista de futurosbienes superiores; pues bien, su-puesto todo esto, resulta lógicoconcluir que si no se sabe ver lanecesidad, la positividad de la re-nuncia, donde resulta más claroque sirve, porque lleva a un bienfuturo, tampoco se sabrá ver, a for-tiori, la aceptabilidad de la renun-cia donde es menos evidente (aun-que es real) lo positivo que se debey se puede buscar aun en las priva-ciones de la vejez o de la dolorosaenfermedad.

Las orientaciones culturales quehemos recordado actúan poderosa-mente para producir, hoy, un climaético incapaz de reconocer lo posi-tivo de la vida en toda situación, encada una de sus etapas.

Actúa igualmente un tercer mo-tivo: el mundo moderno -más alláde las contraposiciones entre capi-

149VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

talismo y socialismo-vive en la di-mensión de las transformacionesdel mundo y por ello mismo en ladimensión del futuro. Es natural,entonces, que hoy se privilegie a lajuventud, que se busque espasmó-dicamente ser siempre jóvenes,que se rechace la idea de la vejez,que se mire, como a los valoresmás altos, a la eficiencia, a la capa-cidad de trabajar y de producir, a lautilidad.

Se necesita un redescubrimientodifuso del valor de la generosidad,de la entrega. Esto es, un valor de-cisivo -se me consienta una brevedigresión- para recuperar una dife-rente actitud con respecto a la ge-neración, a los nacimientos y, por

lo mismo, al aborto.Este valor de la generosidad en

dar la vida puede ser reconocidotambién desde el punto de vista desus reflejos psicológicos, directa-mente experimentables.

Leo en un reciente libro del granpsicólogo Erik Erikson: "Cuandoel enriquecimiento generativo, ensus varias formas, falla del todo, esfácil encontrar regresiones a esta-dios precedentes, ya sea en las for-mas de una obsesiva necesidad defalsa intimidad, ya en la de una ex-cesiva y exclusiva preocupaciónpor la imagen del propio yo y, enambos casos, de un difuso sentidode estancamiento. Este (el estanca-miento) debe ser entendido en la

específica importancia de su esta-dio.

Esto es particularmente notablehoy, en un momento en que la frus-tración sexual es reconocida comocausa generadora de enfermedad,mientras la frustración generativano es igualmente reconocible, por-que la cubre el dominante ethostecnológico del control de los naci-mientos".

Pero el discurso se está alargan-do demasiado y debo concluir estaya larga conversación.

Prof. ADRIANO BAUSOLARector Magnífico de la UniversidadCatólica del Sacro Cuore, de Milán

(Italia)

150 DOLENTIUM HOMINUM

Introducción

Comenzaré con una confesión.Cuando recibí la invitación a trataraquí el tema "En el origen de laconcepción de la persona", mi pen-samiento se detuvo en el PrimerHombre del Libro del Génesis, enel momento de su impacto con elhecho del mundo1. Adán contem-pla el mundo de los objetos, quiereidentificarlos y por lo tanto los de-fine y les atribuye nombres oportu-namente variados. Pero prontocomprueba que entre todos no en-cuentra uno solo que -como él- seasombre del mundo. Con crecienteestupor nota que es diverso. Y aun-que el mundo sea su casa, se sienteincómodo en esa casa suya, ajenoy extrañamente solo. El estupordespertado por una mirada sobre símismo, a la luz de tal contraste,produce en Adán la necesidad deinterrogarse sobre sí mismo: Prác-ticamente, ¿quién soy yo?

Presupongo que para los Orga-nizadores del Convenio: "Vade etfac tu similiter - de Hipócrates alBuen Samaritano", que, en su ám-bito me han propuesto desenvolverel tema: "En el origen de la con-cepción de la persona", se trata deilustrar precisamente ese proble-ma. En la reflexión que sigue, porlo tanto, deseo proponer a quienme escucha que acompañe al Pri-mer Hombre en su camino hacia suauto-génesis y descubra junto conAdán en esta circunstancia un au-torretrato de nuestro propio rostroespiritual, personal.

La cuestión de la "auto-génesis"del hombre, tratada en las primeraspáginas del libro del Génesis por elinspirado autor de la Antigua A-lianza, podría decirse que tiene unparalelo "laico" en la Antigua Gre-

cia. Su expresión es la introduc-ción, por parte de Sócrates, de laproblemática del "cambio antropo-lógico" en el centro mismo de la fi-losofía. El sabio de Atenas ve lamisión del filósofo en sensibilizara sus discípulos en cuanto a la ne-cesidad de "engendrarse a sí mis-mos" mediante el auto-conoci-miento ("¡Conócete a tí mismo!")y él mismo, por propia opción, seconvierte en mártir precisamentede esta causa Sin embargo, estaproblemática llega a su cenit y suplena ilustración sólo en la NuevaAlianza. Aparece ya al comienzomismo de la misión de Jesucristo,en su coloquio nocturno con Nico-demo, durante el cual el Maestrode Nazaret convence a "un fariseo"asombrado de la necesidad de "re-nacer" (cfr. Jn 3). Y así la cuestióndel nacimiento del hombre comola liberación del hombre en elhombre, mediante el conocimientode la verdad y la elección de ésta:"conocereis la verdad y la verdados hará libres" (Jn 8,32) se colocaen el centro mismo del mensaje delEvangelio. Alrededor de ella gira -casi como un pasacalle monotemá-tico- todo su mensaje verbal, coro-nado por el testimonio de la muer-te en cruz de Aquel que la anuncia.Jesucristo es el Nuevo Adán, querealiza en si mismo el ideal delhombre, engendrándolo en los"dolores de la pasión", hasta la ple-nitud de la libertad en la verdad,hasta el victorioso "Todo se hacumplido" sobre el Gólgota. En es-te contexto, el "¡Ecce homo!" dePilato (Jn 19,5) es un comentarioturbador y hasta hoy altamente ins-tructivo, a la cuestión de Jesús deNazaret. De hecho procede de laboca de un hombre que poco antes"había liquidado" con una irónica

observación de escéptico: "¿Quées la verdad?" el acto de la solem-ne declaración del Imputado: "Pa-ra esto he nacido y para esto he ve-nido al mundo: para dar testimoniode la verdad" (Jn 18,37-38).

El "He aquí el hombre" de Pila-to une la cuestión del ideal delhombre con la de Sócrates. Derra-ma sobre ella la luz del Evangelio.Nada de auténticamente humanoes extraño a Dios que, por motivodel hombre, aparece en su camino.Por eso observará Santo Tomás deAquino: Gratia non tollit naturased eam supponit et perficit. He a-quí también el motivo por el que"la cuestión de Sócrates" fue cons-tantemente presente en la historiade la reflexión filosófica y teológi-ca de los cristianos acerca del pro-blema del nacimiento espiritualdel hombre. No conocemos elnombre del cristiano, tan bien co-nocido y querido por todos noso-tros, que, lleno de estupor, escribióen un pergamino, en forma decruz, el texto del juramento de Hi-pócrates. Pero conocemos el nom-bre de otro, aquel que siglos des-pués hizo casi lo mismo con Só-crates, dando a un propio tratadode teología moral el título "Scito teipsum" y proponiendo completarlas Letanías de todos los Santoscon la invocación: San Sócrates, o-ra por nosotros. Basándose sobreel "bautismo de sangre". Aquelcristiano es P. Abelardo. Es una lí-nea paralela que sorprende. E. Gil-son habla incluso de "socratismocristiano" de los Padres de la Igle-sia de Oriente y de Occidente, lla-mando la atención sobre la excep-cional contribución de B. Pascal ala obra de la cristalización del en-foque personalista en el hacer filo-sofía2.

TADEUSZ STYCZEN

En el origen del concepto de la personaCuatro variaciones sobre el tema previsto

151VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

1. El sujeto frente al mundo

Más arriba ya he hecho menciónde que "en el origen del conceptode la persona" está el contacto delhombre con el mundo. Tal contac-to ocurre a través de un acto -y a lavez un hecho- del conocimiento.En este contacto el hombre es sor-prendido por el contraste entre elmundo y él mismo. El hombre ex-perimenta una sacudida en el des-cubrimiento de la propia diversi-dad con respecto al mundo y vivesu soledad en el mismo centro deaquél. Siente su ser extraño en él.Es precisamente este contacto cog-noscitivo con el mundo lo que ini-cia, junto con la historia del auto-conocimiento del hombre, tambiénla historia del origen y génesis desu autorretrato, la historia del naci-miento del concepto de la persona.Es ese -el acto del conocimiento-lo que libera en el hombre el iniciode la historia de toda su gran aven-tura con el mundo y consigo mis-mo, sobre el escenario de la propiaintimidad, que se convierte para él,al mismo tiempo, en palco centralde su mundo. El hombre se dacuenta de que es el único actor enese escenario y al mismo tiempo elúnico espectador del propio dra-ma: dramatis persona.

Buscando en el mundo alguienque compartiera su estupor conrespecto al mundo, Adán lo descu-brió exclusivamente en sí mismo.Y ahora concentra sobre sí mismoel propio estupor descubriendo loque lo hace diverso del mundo y loque al mismo tiempo lo distingueen el mundo3. La profundidad delencantamiento que acompaña a es-te autodescubrimiento, tiene su co-rrespondiente en la profundidaddel temor que crece en Adán conmotivo del descubrimiento de lapropia soledad en medio del mun-do. "El silencio eterno de los espa-cios infinitos me asusta ... median-te el espacio, el universo me cir-cunda y me traga como un punto;mediante el pensamiento, yo locomprendo. ... No debo pedir midignidad al espacio, sino al rectouso de mi pensamiento"4.

He aquí de qué manera Pascalve la intimidad de Adán en sí mis-mo: la persona y su dignidad. Conuna mirada espiritual, Adán tocadirectamente el propio "yo" comosujeto en contraste con "esto" de

los objetos del mundo5. Descubreen sí la persona como sujeto delconocimiento.

¿Pero el hombre es una personasolamente gracias al hecho de quees el sujeto del conocimiento? Sifuera así sería posible, en la bio-grafía de ningún hombre la dramá-tica confesión hecha -en nombrede todos nosotros- por Ovidio: Vi-deo meliora proboque deteriorasequor6. San Pablo confesará lomismo con las palabras: "Hago loque yo mismo me prohibo" (cf. Rm7,19). Por lo tanto, caracterizandoa la persona como sujeto del cono-

cimiento, ¿no presentamos sola-mente una "definición parcial" su-ya, es decir, una definición que in-dicando la primera palabra en lacuestión de la esencia de la perso-na, no pronuncia la última palabraen tal cuestión?

2. El sujeto del conocimientofrente al sujeto de la libertad

Definitivamente adivinamosque nos colocamos junto a Adán -y frente a nosotros mismos- comoun sujeto frente a un sujeto de la li-bertad, es decir, ante a alguien quees él mismo gracias al hecho deque conociendo la verdad no cesade seguir dependiendo de sí mis-mo. Pero el hombre, conociendo laverdad, ¿no se compromete a reco-nocerla como tal incluso con actosde libre opción, a fin de poder se-

guir fiel hasta el fin a la verdad y asi mismo, es decir, a la propia i-dentidad?7. De hecho, gracias alpersonal discernimiento de estaverdad, no puede no notar que seguía y gobierna a sí mismo sola-mente cuando se deja guiar y go-bernar por la verdad. ¿Quisiera él,con la potencia de la propia liber-tad, condenarse a sí mismo a la tra-gedia de la soledad, de cuya hon-dura procede aquel grito de Pablo:"¡Soy un hombre desventura-do!"?8.

Dice Juan Pablo II: "En la ver-dad está contenida la fuente de latranscendencia del hombre conrespecto al cosmos en el que vive.Precisamente mediante la refle-xión sobre el propio conocimiento,el hombre se revela a sí mismo co-mo único ser del mundo que ve'desde dentro', ligado a la verdadconocida, ligado y por lo tantotambién 'obligado' a reconocerla,si es necesario, incluso a través dela libre opción, con actos de testi-monio en favor de la verdad. Estaes la capacidad de superarse a símismo en la verdad. (...) El hom-bre simplemente nota que es un su-jeto personal, una persona. Se co-loca frente a frente con la propiadignidad"9. Es aquí precisamentedonde el hombre revela a sí mismoel problema de la propia identidadmoral, reconociémdose un actorcargado con la exclusiva responsa-bilidad para la solución de tal pro-blema como el drama personal porexcelencia, como una cuestión delrango de su ser o no ser él mismo.

¿Qué quiere decir, más concre-tamente, todo esto?

Primero, quiere decir que elhombre-persona es alguien que si-gue no viéndose a sí mismo hastaque ve en sí a alguien al que no esabsolutamente lícito negar, con unacto de libre opción, la verdadcomprobada por él mismo con unacto propio cognoscitivo. Segun-do, esto quiere decir que el hom-bre, sin embargo, puede negar loque absolutamente no debiera ne-gar: el hombre es un actor que pue-de usar la potencia de la propia li-bertad para negar la verdad por élmismo reconocida como tal. Ter-cero, esto significa, de hecho, queel hombre-persona, que de hechose decide a negar una verdad com-probada por él mismo, cumple ine-vitablemente la descomposición

152 DOLENTIUM HOMINUM

de la compactibilidad de su estruc-tura personal como unión del suje-to del conocimiento y de la liber-tad, es decir, la unión de un "yo"racionalmente libre.

En realidad es suficiente consi-derar: qué sucede entonces con elactor, y más en concreto: qué haceel actor a si mismo cuando, con unacto de libertad, niega la verdadque él mismo, como persona,constata con un propio acto de co-nocimiento. La verdad permaneceigualmente tal. Pero el sujeto quecomo sujeto de la libertad niega laverdad, reconociéndola al mismotiempo, como sujeto del conoci-miento, como verdad, ¿sigue sien-do lo que era, o sea, él mismo? Dehecho, condescendiendo, comosujeto de la libertad, a algo que élmismo no aprueba como sujeto delconocimiento, falsifica librementeel propio "yo", introduciendo conel mismo acto -en el ámbito de suóntico "yo" - un "yo" negado porél, es decir, un "no-yo". Y lo hacesiempre cediendo -no importa si li-bremente- a algo que él mismo noaprueba, es decir, a alguna super-chería. Por lo tanto da personal-mente la propia autodependencia,la autonomía, como presa de algu-na potencia externa, de la hetero-nomía. Y así se hace a si mismo ya la propia libertad esclavos -conla potencia de la propia libertad.¿Es posible pensar una una escla-vitud mayor que esta auto-esclavi-tud, que es efecto de esta auto-hi-pocresía?10 ¿Es pensable una frac-tura en sí mismo más profunda queésta?11

Así que he ahí el método: peropposita cognoscitur - nos permitecompletar más claramente la defi-nición de las líneas de nuestro au-torretrato como persona. Personaes autodependencia de un sujeto("yo" de "yo") que se actualiza ensu propio acto de hacerse depen-diente por la única potencia que nohace esclavo al sujeto: por la fuer-za normativa de la verdad conoci-da por el sujeto12. Soy yo mismosiempre y solamente cuando pormi solo me hago dependiente demi mismo, pero me hago depen-diente de mi mismo siempre y so-lamente cuando con actos de libreopción me hago dependiente de laverdad por mi afirmada y recono-cida como independiente de mimismo.

La verdad me supera13. Por esosigo siendo yo mismo y me confir-mo en mi compactibilidad e inte-gridad interior siempre y sólocuando supero a mi mismo hacia laverdad conocida -afirmándola has-ta el fin con actos de libre opción.En mi esencia personal como u-nión del sujeto del conocimiento yde la libertad, me unifico siemprey sólo como testigo de la verdadpor excelencia, como su fiduciarioy tutor. Verdaderamente, el hom-bre-persona es un sacerdote al ser-vicio de la verdad a dos insepara-bles niveles de tal servicio: a nivel

de tutor de la verdad y al mismotiempo a nivel de tutor del tutor deella - en sí mismo...

Por eso, ¡ay de la persona, no dela verdad, si la persona traiciona ala verdad! Por eso San Pablo no di-rá: ay del Evangelio si no lo predi-cara, sino que dirá: ay de mi si nopredicara el Evangelio. Vae mihi!En cambio, Karol Wojtyla expre-sará la esencia de la estructura per-sonal del hombre con las palabrasde un poema de título significati-vo: "Nacimiento de los confeso-res":

"Pero si está en mí la verdad -debe estallar. No puedo rechazar-la, me rechazaría a mi mismo".

¿Y si yo la rechazara? Entoncesme condenaría a una trágica sole-dad conmigo mismo, cercana pa-riente de la desesperación. La per-sona, de hecho, como sujeto racio-nalmente libre, no puede, por una

parte, dejar de condenarse a sí mis-ma por la escisión causada por ellamisma en su propia estructura; ypor otro lado, nota que no posee ensí poder alguno para anular los e-fectos de la escisión sucedida en suinterior. No tiene el poder de hacerinexistente un hecho realizado porella y lo que es su inevitable con-secuencia. De ahora en adelante,debe para siempre permanecer co-mo testigo y juez de sí misma co-mo artífice de la trágica víctima desu acto suicida. La persona debemirar sin fin la obra de la propiaautodestrucción y sin fin conde-narse a sí misma por su cumpli-miento -como artífice, víctima yjuez, en una persona, de la propiatragedia.

Dante, en la "Divina Comedia"expresa el carácter trágico de tal si-tuación con las palabras: "Lasciateogni speranza voi ch'entrate". Ypone estas palabras sobre la puertadel infierno. Sartre definirá el mis-mo estado interior de la personacon el título de un drama: "Huisclos" ("A puertas cerradas"), quefue bien traducido por los inglesescon dos palabras: "No exit".Françoise Sagan en cambio, la au-tora procedente del país del galloque canta, saluda esa desespera-ción con las palabras: "Buenos dí-as, tristeza" Bonjour tristesse!

Per opposita cognoscitur.La cuestión de escoger ser o no

ser uno mismo, es un "sí" o un"no" a la verdad. ¡No me es lícitonegar la verdad que he comproba-do! Me gobierno a mi mismocuando me dejo gobernar por laverdad. Me hago dependiente demi mismo cuando me hago depen-diente de la verdad. Cuando des-precio la verdad, me desprecio ami mismo. Sigo siendo yo mismoy confirmo a mi mismo en mi, só-lo cuando con un acto de libre op-ción me supero a mi mismo en ladirección de la verdad que conoz-co. Sólo la verdad hace libres... Laconclusión de la reflexión hechahasta ahora la veo así: Me noto ami mismo en mí como persona ydefino sus contornos conceptuales,cuando me noto como alguien aquien no le es absolutamente lícitonegar la verdad comprobada por élmismo, cuando -con otras pala-bras- yo mismo pongo la señal dela igualdad entre mí y el deposita-rio de la verdad14.

153VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Nadie, naturalmente, puede sus-tituir a alguien en llevar a cabo elacto de ver personalmente estaverdad un acto que constituye elcomienzo de su auto-génesis comopersona. Cada uno debe conocerpersonalmente la verdad que hacelibres, y cada uno debe escogerlapersonalmente, para que ella lo li-bere efectivamente. Pero a otropuede ayudársele -como ha obser-vado perfectamente Sócrates- aver la verdad y con esto covertirseen el obstétrico de su nacimiento, yde tal modo también en obstétricodel origen de su visión de sí mismocomo persona.

He aquí por qué hasta el Autorde las palabras: "Conocereis laverdad y la verdad os hará libres"(Jn 8,32) se detiene lleno de respe-to en el umbral de la libertad delhombre, de la libertad de la perso-na. Cristo deja a Nicodemus la o-bra de hacerse nacer a sí mismo,pero hace de todo para movilizarlopara la acción de autogénesis. Bajoeste aspecto Cristo, Nuevo Adán,va infinitamente más allá de cuan-to llegara a intuir el autor del fa-moso Salmo 815. Dios-Creador -tras haber puesto a los pies de A-dán el mundo entero- se pone aho-ra El mismo a sus pies como Dios-Hombre, Redemptor hominis, parafascinar y sorprender al hombrecon la verdad sobre su grandeza yasí ayudarlo a escoger su propiagrandeza y mantenerla hasta el fin.Deus homo ut homo Deus! -excla-mará Gregorio Nacianceno, asom-brado por la oferta del Dios-Hom-bre Crucificado16. Pero San Agus-tín completará justamente: "Quiente ha creado sin tí, no te salvarásin tí"17. El hombre debe nacer porsi solo. Pero Dios espera incesan-temente que el hombre le permitaayudarlo en este nacimiento. Espe-ra provocándolo constantemente -en virtud del hecho de la Encarna-ción- a plantearse la gran interro-gante de Anselmo de Aosta: CurDeus Homo?18.

Por eso, apenas el hombre se ha-ga esa pregunta, será un buen co-mienzo. Con eso, realmente, elhombre mismo se pone en el cam-po visual del Dios-Hombre19, "Losdolores y el laborío del parto" (Ap12,2) del hombre en sí -junto contoda posible tentación de renunciary de caer en el abismo de la deses-peración- de ahora en adelante los

compartirá siempre con "los dolo-res y el laborío" del Dios-Hombre,el Buen Samaritano inclinado so-bre él20. Dejemos una vez más lapalabra a Pascal: "El conocimientode Dios sin el conocimiento de lapropia miseria engendra el orgullo.El conocimiento de la propia mise-ria sin el conocimiento de Dios en-gendra la desesperación. El cono-cimiento de Jesucristo está entrelos dos extremos, porque en él en-contramos a Dios y nuestra mise-ria"21.

Resumen - Conclusión

Hay un nacimiento que sucede ybasta. Y hay un nacimiento quedebe ser obra nuestra. En entram-bos el hombre es el sujeto, pero encada uno de modo sustancialmentediverso. En el primero, el hombrees el sujeto y llega a ser él mismo,como aquel "al cual sucede algo"(suppositum personale), es decir,aquel que se hace y es él mismo -en virtud de la naturaleza misma.En el segundo, en cambio, el hom-bre mismo se hace y es sujeto, élmismo, en virtud del propio actodel conocimiento de la verdad y dela libre opción de ésta (subjectumpersonale). Este nacimiento es laobra personal de cada hombre porsu parte. El hombre, como sujetode este tipo de actos, se manifiestaal mismo tiempo a sí mismo y a losotros: imprimiéndose en ciertosentido en estos actos como artífi-ce de los mismos, expresa a la vezcon ellos a sí mismo y a los demás,se expresa en ellos a sí mismo co-mo persona en el propio acto."Mediante el acto la persona se re-aliza como alguien y manifiestatambién a sí mismo como 'alguien'(K.Wojtyla, subrayado por TS). Elnacimiento de la persona es, en es-te sentido, el nacimiento del con-cepto de la persona.

Nadie puede sustituir a alguienen este nacimiento. Cada uno debenacer por si solo. Incluso "Dios nopuede salvar al hombre sin el hom-bre" (San Agustín). Mas para queel hombre pueda nacer efectiva-mente, tiene indispensable necesi-dad de la ayuda de Dios. Diosquiere concedérsela y para hacerlose hace hombre, para estar ince-santemente a su disposición comoel Buen Samaritano. Pero el hom-

bre sigue siendo libre. No está o-bligado a aceptar la oferta delDios-Hombre. Puede rechazarla.

P. Prof. TADEUSZ STYCZENMiembro de la Pontificia

Academia para la Vida Profesor de Etica en la Universidad de

Lublin (Polonia)

Notas1 Cfr.Gn 2,18. Cfr. JUAN PABLO II, Uomo e

donna lo creò. Catechesi sull'amore umano.Libreria Editrice Vaticana, 1986, Capítulo I,"Il Principio".V. "Il significato dell'originariasolitudine dell'uomo", pp.44ss.

2 Cfr. ETIENNE GILSON, L'esprit de la philo-sophie medievale, Paris 1943 (1948), CapítuloXI. Esto es también subrayado por el eminen-te historiador contemporáneo de la filosofía ypor el igualmente insigne filósofo Augusto delNoce, recientemente fallecido. Cfr. ROCCOBUTTIGLIONE, Augusto del Noce. Biografia diun pensiero, Piemme, Casale Monferrato,1991. En el mismo espíritu se pronuncia tam-bién el contemporáneo filósofo italiano de de-recho SERGIO COTTA: Etica e diritto. Dall'u-nità al completamento, en "Studi in onore diManlio Mazziotti di Celso", CEDAM 1995,pp. 287-294. Cfr. también Josef Seifert: Esse-re e persona. Verso una fondazione fenome-nologica di una metafisica classica e persona-listica. Ensayo introductorio y traducción deRocco Buttiglione, Milano 1989.

3 Un párrafo con un significativo título (enla versión polaca): "El hombre en busca de lapropia entidad", JUAN PABLO II, caracteriza a-sí la situación del "primer hombre": "El hom-bre creado se encuentra, desde el primer mo-mento de su existencia, frente a Dios casi enbusca de la propia entidad; podría decirse, enbusca de la definición de sí mismo. Un con-temporáneo diría: en busca de la propia 'iden-tidad'. La constatación de que el hombre 'estásolo' en medio del mundo visible y, en parti-cular entre los seres vivientes, tiene en esabúsqueda un significado negativo, en cuantoexpresa lo que él 'no es'. Sin embargo, la cons-tatación de no poder esencialmente identifi-carse con el mundo visible de los otros seresvivos (animalia) tiene, al mismo tiempo, unaspecto positivo para esta búsqueda primaria:aunque tal constatación no es aún una defini-ción completa, constituye ya uno de sus ele-mentos. Si aceptamos la tradición aristotélicaen la lógica y en la antropología, habrá que de-finir este elemento como 'género próximo'(genus proximum). "Uomo e donna..." ibid.

Considerada su importancia, el texto de es-te párrafo debería ser reproducido entero. Pe-ro ya que esto no es posible, debemos remitiral lector interesado en esta materia a dichotexto.

4 B.PASCAL, Pensieri e altri scritti su Pas-cal, Edizioni Paoline,1987. Versión integraldel francés, realizada sobre la edición deBrunschvicg (1897/1904), n. 206, 347, 348.

El texto reproducido muestra que "el pen-samiento" de Pascal es sinónimo del conoci-miento o de la ciencia y está en oposición conrespecto al modo de entender de Descartes lapalabra "pienso" (cogito). Por eso, "el cambioantropológico" de Pascal se distingue radical-mente del "cambio antropológico" de Descar-tes y de los idealistas alemanes que se relacio-nan con él.

5 Frente a todos estos, es "de diverso modo"y "más en alto" que todos.

6 OVIDIO, "Metamórfosis".7 Cf. A.Szostek Mic, Wolnosc - prawda -

154 DOLENTIUM HOMINUM

sumienie (Libertad-verdad-conciencia), "Et-hos" n. 15/16 (1991) p. 27.

8 Cf. Rm. 7, 24.9 Cf. JUAN PABLO II, "Responsabilidad por

la verdad conocida y transmitida" (Al mundode la ciencia polaca). Aula Magna de la Uni-versidad de Lublin, 9 de junio de 1987; en "Latraccia", n.6, año VIII, julio de 1987, p.724

10 Vale la pena aquí de hacer notar el con-texto en el que en el Evangelio de San Juan, a-parecen las palabras de Cristo: "conocereis laverdad y la verdad os hará libres". Las pala-bras que siguen poco después: "quien cometepecado es esclavo del pecado", son ya la res-puesta de Jesús a la declaración de los partici-pantes en el diálogo, que negaron con firmezahaber vivido en esclavitud. "Nosotros somosdescendencia de Abraham y nunca hemos si-do esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir: oshareis libres?" (cf. Jn 8, 30-34).

11 Es evidente que la caricatura de la liber-tad es también una libertad. Pero lo que distin-gue la libertad que con acto propio en si supe-ra (transciende) a sí misma "hacia la verdad",permitiendo ser orientado y guiado por ella, esprecisamente el hecho de que tal libertad sigueen armonía con su impulso originario, que a-compaña al acto de conocimiento del sujetoya desde el momento en que el sujeto, me-diante tal acto, operó una aserción de la ver-dad.

Si Juan Pablo II llamó su Encíclica Verita-tis splendor, una oda en honor de la libertad,

con ello quería ante todo distinguir la libertaden la verdad de una libertad que vuelve contrasí mismo el propio dinamismo, y quería a lavez poner en guardia contra la trágica posibi-lidad de esa desviación, simplemente como u-na desviación. Creo que precisamente a estepunto hay que reanudar el diálogo clarificadoren cuanto a la libertad en su esencia, con auto-res como L.Kolakowski, que afirman que laverdadera libertad (ligada a la verdad) no es li-bertad. Cf. p.ej., sus observaciones críticas so-bre el "Catecismo de la Iglesia Católica".

12 Cf. T. STYCZEN SDS, Wolnosc w prawd-zie (La libertad en la verdad), Roma 1988; cfr.del mismo autor, Solidarni: wolni przez praw-de (Solidarios, libres mediante la verdad), "Et-hos" 3 (1990) n.3/4 (11/12), pp. 5-9.

13 Cf. KAROL CARDENAL WOJTYLA, "L'auto-teleologia dell'uomo e la trascendenza dellapersona nell'atto" - intervención transmitida alVI Congreso Internacional Filosófico, organi-zado por la Facultad de Letras -Siena, y la Fa-cultad de Magisterio - Arezzo. Arezzo 1-5 VI1976. En lengua polaca, Lublin WTN Univer-sidad Católica de Lublin 1994, pp. 478-490,especialmente p. 489.

14 Solamente entonces me veo a mí mismocomo persona, es decir, como alguien que de-bo, sin fin, engendrar en mí. Sin fin. No se lle-ga a ser ipso facto ese "padre". Se llega a serlocuando se asumen los actos de superarse a sìmismo (abrirse a sí mismo) como sujeto de lalibertad hacia la verdad ya afirmada en el acto

del conocimiento de la verdad. Se trata de "noendurecer el corazón" a la voz de la verdad yaconocida y con eso mismo reconocida comotal.

15 Cf. Salmo 8.16 Cf. S. GREGORIO NACIANCENO, Sermón 7,

tras la muerte de su hermano César, 23-24.17 S. AGUSTIN, "Confesiones".18 Pascal responderá sintéticamente:1) Para hacer ver al hombre qué grandes

son las dimensiones de su caída, si es indis-pensable una intervención tan grande, para po-der salvarlo;

2) Para hacer ver al hombre qué grande essu dignidad a los ojos de Dios, no obstante lacaída, si Dios considera que el hombre sigamereciendo su intervención;

3) Para hacer ver al hombre cuán grande esel amor de Dios al hombre, si Dios está dis-puesto a tal intervención.

19 "No me habrías buscado si ya no me hu-bieras encontrado", cf. PASCAL, Pensamientos.

20 "De hecho Dios ha amado tanto al mundoque le ha dado su Hijo unigénito, para quequien cree en él no muera, sino que tenga la vi-da eterna. Dios no ha mandado al Hijo al mun-do para juzgar al mundo, sino para que el mun-do se salve mediante él" (Jn 3, 16-17). Es sig-nificativo: Cristo pronuncia estas palabras yadurante el coloquio nocturno con Nicodem.Cf. pasajes análogos: Jn 5, 22; 12, 47; Lc 19,10; Hech. 17, 31.

21 PASCAL, "Pensamientos", ibid n. 527.

155VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Las consecuencias éticas del de-sarrollo del diagnóstico prenatal yde las perspectivas de la medicinafetal, han sido analizadas y enun-ciadas con gran profundidad de vi-sión y a una luz particularmenteperspicaz, piensen lo que quieranlos media dominantes, en la encí-clica Evangelium Vitae. Más bienque apostar -más o menos bien-sobre los peligros que amenazanhoy y en el futuro al Hombre y quedeben permanecer constantementeen nuestro espíritu, quisiera hoyante vosotros insistir más sobre elpresente y el horizonte de la medi-cina fetal.

Este informe, un tanto técnico(me excuso ante vosotros) permi-tirá, así lo espero, dar una idea re-alista del campo de aplicación ac-tual y de las perspectivas de lamedicina fetal. Provistos de estasinformaciones podreis calcularmejor los peligros enunciados enla encíclica de la Vida y trabajarpor orientar esta medicina fetalhacia su verdadera finalidad: ladefensa de la vida, al servicio delHombre.

La medicina prenatal, inicial-mente reducida a detectar anoma-lías cuyo simple riesgo podía con-ducir a un aborto, ha evolucionadomucho en estos últimos años, conlos progresos del diagnóstico pre-natal, más preciso y más de fiar entérmino diagnóstico, pero igual-mente en la estima del pronósticode ciertas afecciones. El diagnósti-co prenatal permite así examinar laterapéutica fetal, pero igualmentetemer una selección médica de losindividuos antes del nacimiento.

Como la medicina convencio-nal, la medicina fetal debe conce-birse para el tratamiento de un pa-ciente, en este caso aún no nacido,

y también al nivel de la prevenciónpor el desconocimiento de las mu-jeres (de las parejas) en quienes e-xiste un riesgo particular de tenerun hijo afectado por una enferme-dad hereditaria o una malforma-ción. Esto, para evitar tal riesgo.Es la función, en sentido amplio,del consejo genético.

Sea lo que sea que pueda pensar-se de la manera en que el diagnós-tico prenatal es efectuado, éste esuna realidad de hoy. Por lo tanto,se trata del imperativo de darle unsentido que no sea exclusivamenteel de la detección de anomalíasque conduzca a la interrupción delembarazo.

He aquí lo que debe ser el hori-zonte de la medicina fetal: el fetoes un ser humano; si está enfermo,hay que cuidarlo; si corre el riesgode estarlo, hay que evitar que lo es-té; y si no puede hacerse nada ental sentido, hay que acogerlo, a-compañar a los padres en esa duraprueba y permitir su mejor desa-rrollo posible. Ahora bien, el hori-zonte que se perfila no correspon-de en absoluto, ni de lejos, a todoesto. Hay peligros que amenazandesviar la medicina fetal de su fi-nalidad:

– el aborto, llamado interrup-ción médica del embarazo, en casode supuesta anomalía,

– un consejo genético orientadohacia la selección de los indivi-duos,

– el empleo de tejidos embriona-les o fetales.

Detrás de todas estas realidadesse esconde el problema más pro-fundo de la definición del hombre,del respeto a la vida humana, es-tando su valor -según la ética do-minante- en relación con la calidadde vida.

1. Diagnóstico Prenatal &Medicina Fetal

En medicina fetal, actualmente,siendo sospechoso el diagnóstico ydespués concretado por diversos e-xámenes (biología, ecografía, dop-pler, amniocentesis, toma de san-gre fetal en el cordón, por sólo ci-tar estos), quedan reunidas las con-diciones para considerar un trata-miento. Queda por determinar lasmodalidades, teniendo en cuentalos conocimientos de la evoluciónespontánea de esas anomalías, delas posibilidades técnicas médicaso quirúrgicas y de los riesgos quehacen correr esos tratamientos alfeto y a la mujer encinta.

Esquemáticamente, pueden apa-recer dos situaciones: el descubri-miento de una anomalía ya exis-tente o la detección de un riesgo:

– El descubrimiento de una ano-malía conduce a realizar exámenespara descubrir la causa de la ano-malía y apreciar su gravedad; des-pués, analizar las posibilidades detratamiento, calculando su factibi-lidad, sus ventajas y sus riesgos. Apartir de ahí, podrá proponerse untratamiento curativo cuyo objetoserá suprimir la causa de la afec-ción, o disminuir o suprimir susconsecuencias a fin de asegurar unbuen desarrollo del feto y evitar lassecuelas e incluso asegurar que elfeto sobreviva. Cuando tal trata-miento no es posible y la anomalíadel feto pone en juego rápidamen-te o en un tiempo posterior su por-venir, el papel de la medicina fetaldebería consistir en preparar pro-gresivamente a los padres para laprueba que los espera y a poner enpráctica las mejores condicionesde acogida de aquel futuro recién

EMMANUEL SAPIN

Los horizontes de la medicina fetaly sus consecuencias éticas

156 DOLENTIUM HOMINUM

nacido. Tal es, de alguna manera,el tratamiento paliativo.

– En el caso de descubrimientode un elevado riesgo de anomalíaprevisible, como puede verse, porejemplo, en casos de incompatibi-lidad sanguínea feto-materna, o deuna pareja que ya ha tenido un hijoafectado por una enfermedad here-ditaria y que desea tener otro hijo,o bien de una patología maternacapaz de provocar consecuenciasgaraves para el desarrollo del feto,la medicina fetal debe dedicarse acalcular el riesgo y procurar evitar-lo: tal es el tratamiento preventivo.Este debería ser el objetivo delconsejo genético en sentido am-plio.

La finalidad del consejo genéti-co es permitir a una pareja de he-cho de antecedente (s) particular(es), tomar la decisión de tener ono tener un hijo conociendo la gra-vedad real del riesgo corrido y laposibilidad de recurrir o no aldiagnóstico prenatal; por ejemplo,unos padres que ya tienen un hijoque sufre una muscoviscidosis o u-na miopatía. Si la pareja toma ladecisión de procrear, el diagnósti-co prenatal, cuando es posible,permitirá reemplazar esa probabi-lidad de anomalía por una certeza:el niño está o no afectado por tal a-nomalía. Si lo está, viene ahora ladecisión eventual de un aborto. A-sí pues, la información de la parejalleva consigo la posibilidad de re-currir a un aborto si el diagnósticoprenatal aporta la certeza de que elfeto está afectado. Existe así, en lalógica del consejo genético, con laposibilidad de suprimir los sujetosafectados, una filosofía eugénica.

2. Medios terapéuticosen medicina fetal

Existen diferentes posibilidadesde cuidar un feto:

– el Tratamiento de la madre an-tes y durante el ambarazo, si estáafectada por una enfermedad quepuede tener graves consecuenciaspara el hijo que espera (ej. hiper-tensión, diabetes);

– el Tratamiento del feto, dandomedicinas a la madre (ej. ciertasinfecciones: toxoplasmosis, liste-riosis, sífilis; disturbios del ritmocardíaco fetal, una hipotiroides fe-

tal, ciertas ambigüedades sexua-les);

– el Tratamiento del feto direc-tamente:

a) ya sea por inyección de pro-ductos:

– en el líquido amniótico,– en la sangre fetal por el cordón,– directamente, inyección en el

feto mismo;b) ya sea por posa de un drenage

fetal;c) por cateterismo fetal con dila-

tación de un obstáculo;

d) o bien inoculación efectuadapor fetoscopia;

e) en fin, una cirugía fetal ex ú-tero.

En cuanto a la terapia génica, suutilización en medicina fetal es deldominio de la investigación. Suprincipio consiste en reparar la a-nomalía génica directamente res-ponsable o bien asegurar que sesupla el gene defectuoso. La pri-mera modalidad no es técnicamen-te realizable hoy. La segunda mo-dalidad queda asegurada por eltransfert de un gene por mediaciónde vectores virales, habiendo sidoreemplazado el gene viral por elgene que injertar. Estos injertos seefectúan ex vivo sobre células so-máticas en cultivo, habiendo sidotomadas dichas células en el sujetoafectado de la anomalía; después,las células injertadas son reintro-ducidas en el organismo inicial. Elpeligro de manipulación del geno-ma humano injertando células ger-minales debe seguir presente en elpensamiento.

En fin, el injerto de tejido fetal:consiste en emplear tejido fetal pa-ra tratar a un sujeto afectado de u-

na anomalía, persona ya nacida.Las capacidades de desarrollo deeste tejido y el débil riesgo de re-chazo del injerto han inducido a al-gunos a proponer y practicar estastécnicas. Se ve en este caso que es-ta técnica utiliza un embrión o unfeto al que se niega la cualidad deser humano. Pero los padres pue-den encontrarse en una situaciónmuy dolorosa.

Una pareja tiene un hijo inmu-no-deprimido que no puede vivirsino bajo una tienda estéril. Se lespropone un injerto de tejido fetalpara dar a su hijo las defensas in-munitarias que le faltan y le ame-nazan a cada instante. Ese trata-miento permitirá salvar a su hijo,al que aman, al que ven y conoceny por el que sufren en sus corazo-nes de padres. Ese tejido fetal queserá empleado para el injerto pro-cede de un feto abortado. Acepteno rechacen esta solución, ¡qué res-ponsabilidad para esos padres!¿Deben aceptar que un feto sea uti-lizado como medicamento, que nosea más que un producto y no unser humano totalmente que ha sidosacrificado?

3. La medicina fetal:una medicina verdadera

Mejor que hacer un repertorioexhaustivo de la medicina fetal,será proponer algunos ejemplosque permitan mostrar lo que es.

3.1 Medicina fetal preventiva– Unos padres han tenido la des-

gracia de tener un hijo portador deuna anomalía del conducto neu-ral: "spina bifida o anencephalia"(ausencia de cerebro). Estudioshan mostrado que esto podía resul-tar de una carencia de ácido fólicoen la mujer. Un tratamiento pre-ventivo puede plantearse en previ-sión de un nuevo embarazo, tratan-do a la mujer con ácido fólico an-tes de la concepción y prosiguién-dolo durante los tres primeros me-ses de embarazo. Un estudio hamostrado que el riesgo de que talanomalía se reproduzca pasa de4,6% (sin tratamiento) a 0,7% gra-cias al tratamiento. El descubri-miento de esta carencia y su trata-miento permitirá además dismi-nuir a la mitad el riesgo de tener unrecién nacido de poquísimo peso.

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– La diabetes materna puede te-ner muy pesadas consecuencias enel hijo que se espera. Así el por-centaje de mortalidad de recién na-cidos en caso de diabetes maternaera del 13% en 1960, 5% en 1970y 2% en 1990. Igualmente, el por-centaje de malformación congéni-ta en caso de diabetes materna noequilibrada, es estimado de 3 a 4veces superior a la población gene-ral. Si se establece el tratamientode la diabetes antes del embarazo,el porcentaje de malformación caea 0,8%, mientras es de 7,5% si eltratamiento no se hace sino des-pués de la octava semana de emba-razo.

Así un tratamiento que permitaequilibrar la glicemia lo más per-fectamente posible, permitirá muya menudo evitar esas graves conse-cuencias. Por eso es necesario unconocimiento del diabetes antes eigualmente durante el embarazo.Y lo mismo se diga, por ejemplo,para la hipertensión arterial mater-na.

– En los casos en que haya quetemer un parto muy prematuro,puede establecerse un tratamientoa la madre para provocar una ma-durez pulmonar fetal e igualmentepara evitar una hemorragia intra-cerebral en el recién nacido.

3.2 Medicina fetal curativaA veces el conocimiento prena-

tal permitirá no sólo hacer el diag-nástico de una anomalía fetal, sinoigualmente observar una mala to-lerancia del feto a esa anomalía. Lasituación puede ser tan crítica quela vida del feto puede estar en peli-gro incluso antes de que el peque-ño nazca. O también el desarrollonormal del feto puede enfrentarsecon tal dificultad que graves se-cuelas pueden resultar de ello ulte-riormente si no se hace nada antesdel nacimiento. En otros casos, elparto puede poner en peligro al ni-ño o incluso a la madre si no se ha-ce nada antes del parto.

Ciertas situaciones graves nosólo pueden detectarse antes delnacimiento por el examen ecográ-fico, sino en algunos casos ser ac-cesibles a un tratamiento prenatal.Así ocurre con la exsanguinea-transfusión fetal realizada me-diante punción del cordón en casode incompatibilidad sanguíneafeto-materna. Igualmente, la colo-

permitirá organizar el parto en uncentro especializado donde el re-cién nacido pueda ser tratado in-mediatamente, evitando así un e-rror de tratamiento o simplementeun tratamiento mal adaptado o re-tardado o incluso simplemente eltransfert secundario de un reciénnacido frágil.

3.3 Medicina fetal paliativaEn otras situaciones, el diagnós-

tico prenatal no se acompaña deposibilidad alguna de tratamientopreventivo o curativo. Estas situa-ciones plantean el problema de lainformación a la pareja y de la res-ponsabilidad del médico en la an-gustia que resultará del conoci-miento por parte de los padres, yaantes del nacimiento del hijo, de u-na anomalía a veces grave y sinposibilidad de tratamiento. En esoscasos se propone a menudo el a-borto a esa pareja en desgracia co-mo una solución.

En tal decisión entran en juegouna fuga ante el handicap y la en-fermedad con el rechazo de lo ine-luctable cuando es previsible, unmiedo exacerbado al sufrimiento ya la muerte. Pero igualmente labúsqueda del hijo perfecto, que o-bedece a la ley de la oferta y la de-manda, donde la oferta es el resul-tado del progreso médico y del or-gullo de los médicos en su ciencia,y la demanda de eficacia del públi-co que incluso puede desembocaren querella en el caso de descono-cimiento de una anomalía o de fra-caso médico.

Algunas reflexiones

Cuando los medios de explora-ción prenatal, cada vez más proba-dos, concurren a mostrar que la vi-da del ser humano comienza bas-tante antes de su nacimiento, para-lelamente esas nuevas posibilida-des de acción, ese nuevo dominiodel poder del hombre hacen resur-gir viejos demonios.

El respeto debido a un ser hu-mano se relaciona con su calidadde vida; algunas vidas no merece-rían ser vividas. La percepción delvalor humano es dominada por loafectivo que reemplaza toda refle-xión profunda sobre el respeto de-bido a un ser humano, y conduce adecisiones guiadas por una especie

cación de un drenaje fetal bajo e-cografía puede, por ejemplo, efec-tuarse entre un grueso quiste pul-monar y la cavidad amniótica. Encircunstancias muy excepcionales,la indicación de una cirugía fetalex útero puede ser discutida. Taltratamiento fetal tendrá como ob-jetivo la supervivencia del feto, e-vitar graves consecuencias poste-riores, permitiendo un buen desa-rrollo de los órganos y evitar unnacimiento demasiado prematuro.

– Una mujer espera dos geme-

los: uno de ellos puede desarrollar-se normalmente y el otro, no. Elque se desarrolla normalmente lohace a expensas de su gemelo. Es-to es lo que se llama síndrome detransfusionado-transfusionador.Esto puede llevar a veces a lamuerte del más pequeño, con ries-go en ocasiones de vida tambiénpara el más grande. Gracias a téc-nicas de fetoscopia con ayuda defibras ópticas miniaturizadas, esposible coagular con el láser lascomunicaciones interplacentariasde los gemelos y obtener así uncrecimiento armonioso de ambos.

En ciertos casos, una anomalíase desenvuelve con gran rapidez alcabo de embarazos que llevan con-sigo una mala tolerancia fetal: lavida del feto está en peligro si nose hace nada rápidamente. Un na-cimiento precoz puede ser progra-mado mediante una liberación o u-na cesárea, tras haber iniciado untratamiento para favorecer la ma-duración pulmonar y cerebral delfeto. Esto hará menos frágil al pe-queño prematuro.

En otros casos, el conocimientoprenatal de una malformación fetal

158 DOLENTIUM HOMINUM

de compasión humanitaria.El ser humano no sería verdade-

ramente hombre más que cuandoes deseado y debe ser conforme alos deseos de sus padres.

¿Cómo puede aceptarse la prác-tica de este eufemismo de "reduc-ción embrionaria" para un abortoselectivo efectuado cuando un em-barazo médicamente inducido haconducido a un embarazo múltiplepor la razón de que el embarazo nopodrá llevar a ningún niño vivo siciertos embriones o fetos no sonsuprimidos e incluso puede poneren peligro la vida de la madre? Larealidad supera aquí la más sinies-tra ficción.

La ausencia de posibilidad detratamiento de una anomalía quepuede detectarse antes del naci-miento desemboca ineluctable-

mente en una propuesta de aborto;en el caso de una anomalía cromo-sómica, como la trisomía 21, no setrata ni más ni menos que de unaselección de individuos, de euge-nismo. En el caso de una enferme-dad hereditaria, como la mucovis-cidosis o la miopatía, se participade la misma filosofía de la eutana-sia: es eutanasia prenatal.

Consideraciones económicas,de copertura financiera de la políti-ca de protección social pueden en-tender, a escondidas, la detección yla supresión del embrión o del fetoque tienden a tentar la supresióndel handicap o a minimizar susconsecuencias.

La referencia absoluta del hom-bre moderno es la ciencia; lo queella no sabe, no existe en absoluto;donde la ciencia no puede ser efi-

caz, hay un fracaso; y ese fracaso,aunque fuera un ser humano, debeser eliminado.

Así, como acabo de mostrar me-diante algunos ejemplos, la medi-cina fetal puede ser consideradacomo una medicina en su sentidomás noble; pero su práctica y susorientaciones suscitan grandescuestiones éticas.

El amor no puede ser aprehendi-do por la ciencia.

¿Dónde está el Hombre en todoesto?

No, ¡el embrión y el feto, no sonlos únicos en peligro!

Prof. EMMANUEL SAPINEspecialista en Cirugía

Pediátrica Visceral y Urológicaen el Hospital Saint-Vincent de Paul,

París (Francia)

159VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Introducción

El progreso científico y tecnoló-gico es connatural al hombre, sa-tisface una necesidad irrenuncia-ble, pero a veces se revuelve con-tra él. Es un problema antiguo, pe-ro hoy tal vez advertido aún másque en el pasado en cuanto que elpoder de intervención sobre la na-turaleza ha crecido enormemente.Lo hemos visto cuando todos losbeneficios producidos por los a-vances teóricos y prácticos de la fí-sica han sido de nuevo puestos endiscusión antes de las explosionesde las bombas atómicas y, por lotanto, del surgir de otros graves pe-ligros, como los que lleva consigoel empleo pacífico de la energíanuclear. Ahora toca a la biologíaque, al cabo de milenios de entu-mecimiento está colmando rápida-mente el retraso acumulado conrespecto a las otras ciencias. A tra-vés de los fármacos modernos, queson sustancias exógenas capacesde modificar el funcionamiento delos organismos vivientes, ha ven-cido muchas enfermedades morta-les o causantes de invalidez, ha li-mitado otras y ha aumentado laproducción agrícola hasta tal pun-to que ha salvado del hambre a mi-llones y millones de personas. Arenglón seguido se ha asomado so-bre las bases moleculares de la vi-da, demostrándose capaz de inter-venir directamente sobre los de-sórdenes genéticos y corregirlos.Al mismo tiempo, sin embargo, sehan verificado muchos eventosdramáticos, como la tragedia de latalidomida, los desastres ecológi-cos producidos por los pesticidas,las matanzas consentidas por mor-tíferas armas biológicas, estrecha-mente emparentadas con medici-

nas, hasta llegar a la manipulaciónsalvaje del DNA, que abre pers-pectivas todavía más inquietantes.En estas circunstancias vuelven ala luz las interrogantes de siempreacerca del significado del progre-so, en qué principios se funda. Selas ha planteado la física cuando,de ciencia experimental ha vueltoa ser filosofía; y ahora se las pro-pone la biología, aventurándose enun terreno para ella desacostum-brado. El respeto a la vida en la in-vestigación biomédica será discu-tido aquí desde esta perspectiva.

1. El debate bioético

Nace, en el cuadro que acaba-mos de delinear, la bioética. A suscomités se les demandan dos tare-as fundamentales, que según losniveles, van abordados con dife-rentes grados de estudio profundo,modalidades y responsabilidadesinstitucionales. He aquí cómo sonindicados en la recomendación delConsejo de Europa (1989):

a) "informar a la colectividad y alos poderes públicos acerca de losprogresos científicos y técnicos re-alizados en embriología, en la in-vestigación y en la experimenta-ción biológica";

b) "orientar y controlar sus posi-bilidades de aplicación, valorar susresultados, ventajas e inconve-nientes, aun desde el punto de vis-ta de los derechos y de la dignidaddel hombre y de los otros valoresmorales".

Pero cuando se pasa de las de-claraciones de principio a cada unode los problemas, surgen contras-tes y disparidades de puntos devista aparentemente insanables:basta pensar en el aborto, en la fe-

cundación artificial y asistida, enla eutanasia, en el empleo de losembriones en la investigacióncientífica, en los tantos casos deconflicto entre interés individual ycolectivo, entre la vida de una per-sona y la de otra. El debate bioéti-co se traslada entonces de los as-pectos particulares a las interro-gantes filosóficas de fondo. Podríabuscarse la respuesta en otros cam-pos del pensamiento, en los que sediscute desde hace milenios, perola biología se siente ya madura pa-ra dar una aportación autónoma,aun a la luz de la impresionantecantidad de informaciones acumu-ladas en su propio interior.

2. La centralidad de la vida

¿Qué es la vida? Esta es la pri-mera pregunta a la que el biólogotrata de dar una respuesta. La vidaes, para él, la luz que ilumina el u-niverso y le da forma, haciéndolosurgir de las tinieblas. La realidadque nos rodea no corresponde, dehecho, a un dato objetivo, sino quees el resultado de la percepciónque de ella tienen los seres vivien-tes. En algunos prevalece la vista,en otros el gusto, el tacto, el oído,el olfato u otros sistemas que en elhombre están atrofiados o son au-sentes. Según lo que prevalece, larealidad toma formas completa-mente diversas. Un alimento pue-de ser agradable o desagradable,un objeto o gris o de colores vivos,un acontecimiento puede ser moti-vo de alegría o de desesperación,lo que para uno es invisible, en o-tro puede dejar huellas profundas.Hay también una realidad recons-truída a través de instrumentos fa-bricados por el hombre, que van

BRUNO SILVESTRINI

El respeto de la vida en la investigaciónbiomédica

160 DOLENTIUM HOMINUM

bastante más allá del dominio delos sentidos: hacia el mundo cadavez más pequeño de las células, delas moléculas, de los átomos y delas partículas o hacia aquel otro,cada vez más extenso, de los espa-cios estelares. También el tiempocambia según el individuo y, en elmismo individuo, según su edadbiológica: hay el de la infancia, tandilatado por las experiencias quelo llenan, que parece eterno; perotambién hay el del anciano, que sedesliza cada vez más veloz a medi-da que disminuyen los aconteci-mientos que verdaderamente atra-en su atención. Hay la realidad quetiene como límite la velocidad dela luz, pero ya hoy puede imagi-narse la que un día se concretará através de un instrumento capaz depercibir la superfuerza que sostie-ne e impregna el universo no via-jando en el tiempo y en el espacio,como la luz, sino ligando instantá-neamente todas sus partes, comoun elástico siempre en tensión.Hay el universo del microbio, quese extiende por pocos milímetros ydura pocos minutos, pero es igual-mente concreto y duradero comoel del hombre. ¿Qué nos autoriza aconsiderar una de estas realidadesmás concreta que la otra?

Estos conceptos han sido larga-mente discutidos por los filósofos,que en su búsqueda de un punto dereferencia han oscilado siempreentre subjetivismo y objetivismo.Después han reaparecido en las te-orías físicas de la relatividad y dela indeterminación, que son apa-rentemente más avanzadas porqueestán convalidadas con el métodoexperimental, pero que no consi-guen incluir en sus ecuaciones nila vida ni al hombre. Ahora sonpropuestos de nuevo por la biolo-gía, que coloca la vida en el centrodel universo.

La sacralidad de la vida se con-vierte entonces en un concepto nosólo religioso, sino también laico yel biólogo se siente como el esca-lador que, alcanzada fatigosamen-te la cima, descubre que algún otrohabía llegado antes que él, siguien-do un diferente recorrido.

3. La esencia de la vida

¿Cómo funciona la vida? Esta esotra pregunta fundamental para el

biólogo, estrechamente relaciona-da con la primera. El universo estáregido, según las leyes de la física,por una fuerza que lo empuja todohacia la pérdida de la organizacióny del orden, hacia un grado cre-ciente de entropía; es como un ti-zón ardiente que se está apagandoy transformando en ceniza. La vi-da forma parte de este universo,pero va en dirección opuesta, haciaconfiguraciones caracterizadas porun grado creciente de orden y deorganización; es como una barca

de vela que, siguiendo una rutaprecisa, sube tenazmente, un bordetras otro, el curso de un viento vio-lento que empuja todo lo demás aromperse contra los escollos. Pue-de hacerlo solamente porque es di-versa del resto del mundo conoci-do.

La vida posee el conocimientode la propia identidad, la defiendecontra todo lo que tendería a bo-rrarla y la desarrolla incesante-mente. El conocimiento, entendi-do como un complejo orgánico yorganizado de informaciones, noes sólo lo que a través de la vida daorigen a la realidad circunstante,sino que es también el eje de la vi-da misma.

En vez de explicar este misterio,el descubrimiento del DNA lo haaumentado, mostrando que el pro-yecto de la vida está presente encada viviente, además de estarloen cada uno de los miles de millo-nes de células que componen los

organismos multicelulares. En unespacio infinitesimal, invisible asimple vista, se encierra la esenciade la vida: su pasado, su presente ysu futuro en todas sus manifesta-ciones, desde la más elementalhasta el hombre.

El DNA ha sido llamado el pro-yecto de la vida (Dulbecco, 1989),pero esta palabra nos desvía por-que un proyecto, por sí mismo,queda como una cosa sin sentido,sin la intervención externa dequien lo realiza. En cambio, el pro-yecto de la vida "contiene dentrode sí todo lo que le sirve para reali-zarse, excepto, naturalmente, lasmaterias primas y la energía queobtiene del ambiente. Sabe cons-truirse autónomamente las piezasque le sirven, junto con los utensi-lios necesarios para juntarlas. Sabeadaptarse al ambiente. Sabe prepa-rar los subproyectos, cada vez másdetallados, necesarios a medidaque la obra va adelante. En fin, elproyecto del viviente y el vivienteque resulta de él no son separados,sino que se identifican el uno conel otro. En vez de proyecto, es pre-ferible por lo tanto llamarlo Librosacro de la vida, para explicar elsentido de extravío que se experi-menta cuando se trata de hojearlo"(Silvestrini,1995).

Este proyecto es la esencia de lavida a lo largo de todo su recorri-do, de la simple procreación dupli-cativa a la sexual y a la cultural. Esel mismo que cada día se abre antenosotros cuando cada célula fe-cundada se divide en dos, en cua-tro, en ocho, en dieciseis, etc., di-ferenciándose en aquella miríadade componentes de los que emer-gen el embrión, el feto, el reciénnacido, el niño y después el adulto,que ya ha iniciado su descenso, pe-ro no antes de haber dado su apor-tación a la vida. Contiene en sítambién los desarrollos futuros, losque a través del progreso científicoy tecnológico lo llevarán a desple-garse ulteriormente.

No es necesario ser Albert Eins-tein para comprender que a la guíade una barca de vela que avanza enel curso del viento hay algo dife-rente del mar tempestuoso. Para ellaico este quid sigue siendo miste-rioso o bien es el fruto de la casua-lidad, de la combinación fortuitade miles de millones de eventosque se suceden incesantemente en

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el universo. En cambio, para elcreyente, presupone una interven-ción transcendental.

Sin embargo, una vez más lasdiversidades entre el pensamientolaico y el religioso pierden impor-tancia porque la vida existe en to-do caso y es cuanto poseemos. En-trambos, por lo tanto, no puedensino concordar en el principio bá-sico de la defensa de la vida. Porcitar un documento del ComitéNacional para la Bioética, "la de-fensa de la vida nace, no de unaforma abstracta de filantropía, sinode la constatación de que el hom-bre existe en cuanto es ser vivien-te, dotado al mismo tiempo de unapropia individualidad, que lo haceúnico, y estrechamente intercone-xionado con la sociedad, de la queforma parte" (Comité Nacional pa-ra la Bioética, 1995).

4. La vida es progreso

Todo otro ser viviente se adecuaal principio fundamental de la de-fensa de la vida por el hecho mis-mo de existir, gracias a informa-ciones que figuran en su funciona-miento y en su estructura orgánica,compuesta de aparatos, y órganosgrandes y pequeños. Al contrariode cuanto sucede con los libros delhombre, estas informaciones sonintercambiables con la forma y elfuncionamiento de la vida, estánínsitas en ella, como caras diversasde la misma medalla. Este concep-to está parcialmente expresado enla teoría quemosmótica de la inter-dependencia de forma y funciónque ha hecho ganar a Mitchell elpremio Nóbel, pero tiene un valorbastante más general. Se encuentraen todo el proceso evolutivo, yadescrito en la Biblia para quien sa-be leer, en el curso del cual la vidapasa sucesivamente de los organis-mos monocelulares a los multice-lulares que se confían al instinto dela supervivencia y dotan su cuerpode aparatos especializados: tegu-mentos que los protegen de las in-temperies y de las radiaciones no-civas, aletas y branquias para mo-verse en el agua, alas para flotar enel aire, etc. Las informaciones re-ferentes a estos cambios no sontranscritas aparte y conservadas enuna biblioteca, sino que están con-tenidas en la vida misma.

También el hombre tiene esta

avanza aumenta su incapacidad dedar una respuesta a las demandasfundamentales. Si es un hombre dela calle goza de los beneficios delprogreso, que prolonga su vida y lahace cada vez más confortable, pe-ro mira con espanto los riesgos ypeligros que lo acompañan.

5. Una lección de vida

La respuesta a estas interrogan-tes debe buscarse en las mismascapacidades intelectuales que hanhecho posible el progreso. A dife-rencia de todo otro ser viviente quedefiende la vida instintivamente,ya con el solo hecho de existir, elhombre está, de hecho, en condi-ciones de leerlo, de comprendersus principios fundamentales, dehacer propia su sabiduría y, por lotanto, de respetarlo no ya sólo ins-tintivamente, sino conscientemen-te.

He aquí entonces que la culturadeja de ser elucubración teórica,para dar respuestas concretas a lascuestiones que agobian al hombre,tanto en sus pequeñas acciones co-tidianas como en la política. Algu-no llega a esta conquista medianteel don de la fe, que es el recorridomás rápido, pero también el másdifícil. Algún otro, estudiando conhumildad la vida. Yo creo firme-mente que estos dos recorridospueden encontrarse. De hecho lavida ofrece las mismas enseñanzasproporcionadas por la religión. Elrespeto a las reglas de la conviven-cia civil, que nace de la convenien-cia antes que de un imperativo éti-co. La posibilidad de ser, al mismotiempo, igualitarios y aristocráti-cos, porque la vida confía a cadaser viviente, del microbio al hom-bre, el propio proyecto entero, o-freciendo a cada uno un punto departida igual, pero al mismo tiem-po premia a quien sobresale porcalidad de empeño. Es una y otracosa contemporáneamente, porquees verdad que el individuo resultavalorizado por sus cualidades, pe-ro solamente si forma parte de unacomunidad. He aquí por qué la I-glesia nunca podrá ser de Derechaso de Izquierdas, liberal o democrá-tica, sino una y otra cosa a la vez.La vida no persigue el placer ocombate el dolor por si mismos,como el hombre estaría tentado a

característica, pero con él sucedeun hecho nuevo. En vez de dejarseguiar instintivamente por la leyfundamental de la vida, la analizay busca una explicación racionalde la propia existencia. En vez deesperar a que sus tegumentos se a-dapten a la intemperie, o que aso-men las aletas o las alas, el hombrese construye con sus manos losvestidos, los alojamientos, las bar-cas, los aviones; fabrica ademáslos instrumentos que lo ayudan aextender sus conocimientos y, por

lo tanto, el universo de la vida másallá del dominio de los sentidos.Este cambio nace de sus capacida-des intelectuales y manuales que leconsienten extraer las informacio-nes de la vida de su substrato natu-ral, para transferirlas a otro subs-trato, hecho del lenguaje oral y es-crito, de la cultura individual y co-lectiva; las traduce, después, enmedios prácticos. Parece, pero noes así, que se apropie de las ideasque Platón asigna a la divinidad.

Este es el resorte del nuevo tipode evolución llamada progreso.Forma parte de la vida, favorece sudesarrollo, pero concentra en lasmanos del hombre un poder enor-me, que al mismo tiempo lo enor-gullece y lo asusta. Si es religioso,se siente investido de una misióndivina, pero al mismo tiempo temeviolar sus reglas. Si es un filósofoo un científico, le parece avanzaren el camino del conocimiento, pe-ro paradójicamente a medida que

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hacer, pero se sirve de ello para daruna indicación de lo que es útil odañoso. Para ella, todo lo que exis-te tiene un significado, en cuantoque encaja en su proyecto. He aquíentonces que la cultura, sea laica oreligiosa, deja de ser un hecho abs-tracto para transformarse en lec-ción de vida.

6. El respeto de la vida en la investigación biomédica

Yo no soy un filósofo: por lotanto dejo a otros la tarea de desa-rrollar estos conceptos como me-recen. A mí me corresponde sólola obligación de subrayar que a-quéllos se aplican en términos su-mamente prácticos incluso en lainvestigación biomédica, que se haconvertido en uno de los elemen-tos portantes del progreso. Dejan-do a parte sus degeneraciones, a-quellas que en vez de respetar lavida la ofenden, en sus desarrollospositivos, la investigación biomé-dica sigue desde siempre dos reco-rridos diversos. El primero la llevaa combatir los sufrimientos y lasenfermedades desde el exterior,con todos los medios posibles. Deeste modo ha conseguido éxitosimpresionantes, que han mejorado

la calidad y la duración de la vidadel hombre, pero que son efíme-ros. Basta pensar en los antibióti-cos, que representan una de las eta-pas más significativas de este reco-rrido. Pero en su realización se hadescuidado y olvidado la lecciónde la vida, que en el curso de la e-volución ha dejado a un lado elmecanismo defensivo de la anti-biosis en favor del inmunitario,mucho más eficaz. He aquí porqué el empleo de los antibióticosrevela una serie de inconvenientes,desde la resistencia bactérica, querequiere un continuo recurrir anuevos antibióticos, hasta el demillones de niños de los países envías de desarrollo, que han sidosalvados pero, a la vez abandona-dos a condiciones inhumanas devida. El otro recorrido es el de es-tudiar las enfermedades antes decombatirlas, de llegar no sólo a suscausas, sino a su significado bioló-gico, a sus interrelaciones con o-tros procesos, a los mecanismosdefensivos dispuestos por la natu-raleza misma. Este es el camino delas vacunas, que ofrecen solucio-nes más duraderas y seguras quelos antibióticos, pero requieren u-na acción de educación sanitaria,un desarrollo de las estructuras sa-nitarias, una intervención que co-

rresponde a los mismos sistemassanitarios.

Por lo tanto, el respeto de la vidasignifica, ante todo, ansia de cono-cimiento. Este concepto reapareceen las palabras de todos los gran-des científicos que han contribuídoa los éxitos de la medicina, inclusomi Maestro, pero en particular enla enseñanza de Hipócrates. Qui-siera terminar expresando toda miadmiración y mi reconocimiento alCardenal Fiorenzo Angelini, queuna vez más, con esta Conferencianos ha ofrecido una importante o-casión de encuentro y de reflexión.

Prof. BRUNO SILVESTRINIDirector del Instituto

de Farmacología y Farmacognosiade la Universidad La Sapienza de Roma.

Consultor del Pontificio Consejode la Pastoral para los Agentes Sanitarios

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163VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

A lo largo de los siglos, la bús-queda de un sistema de coordina-ción y de localización de las fun-ciones en el sistema nervioso y enel cuerpo siempre ha tenido unafundamental importancia en elcampo de los estudios de anatomíay en el ámbito filosófico.

A veces, las informaciones, in-cluso vinculadas con aconteci-mientos microscópicos, no fueronconsideradas particularmente im-portantes, como efectivamente sejuzgaron más tarde. Sin embargo,debemos tener presente que sola-mente en la actualidad la compren-sión de las funciones del cerebroes considerada de manera correcta.

El estudio del cerebro ha reque-rido muchos éxitos científicos yhabilidades técnicas hasta el puntoque podemos afirmar que sola-mente ahora nos encontramos enla condición de poder comprenderlos mecanismos básicos de la ma-yor parte de las funciones fisioló-gicas y bioquímicas ligadas con elsistema nervioso.

Un ejemplo claro de la dificul-tad de interpretación lo tenemoscon el descubrimiento de un papi-ro egipcio de hace 3,000 años an-tes de Cristo, en el que se hacía u-na serie de observaciones de heri-das a la cabeza ligadas a específi-cas manifestaciones somáticas. I-nicialmente las observaciones fue-ron exactas, pero se ha necesitadoal menos 50 siglos para comprobarlos mecanismos fundamentales dela correlación entre una herida a lacabeza y una lesión periférica.

Actualmente, hemos iniciado atomar en consideración el trabajode Hipócrates. No hay duda queHipócrates (460-370 a.C.) fue ungran médico y que comprendiócon mucha claridad algunas condi-

ciones neurológicas como el ata-que apoplético y la epilepsia, quese mencionan en los Aphorismi yen la Praesagia Hippocratis, liberII, De convulsione.

Al publicar el Corpus Hippo-craticum, Hipócrates y su escuelaintrodujeron la racionalización delos hechos que conducen a las en-fermedades. No se describió nin-guna intervención divina.

La visión de Hipócrates y del fi-lósofo Platón (429-347 a.C.) sobrela localización de la coordinaciónfue más bien cerebrocéntrica, peromás tarde Aristóteles (384-322a.C.) impuso su visión cardiocén-trica de la coordinación del cuerpohumano. Aristóteles describió elcorazón como el responsable detodas las funciones, incluida lapercepción y el pensamiento; elcerebro fue considerado como laparte más fría del cuerpo cuya fun-ción era la de suavizar el calor pro-ducido por el corazón.

En el siglo III a.C., Herophilus yErasistrato estuvieron en grado deestudiar el cuerpo humano y se en-contraron en la posición de distin-guir entre cerebelo, cerebro y mé-dula. Demostraron también que elcerebro tiene ventrículos y que susuperficie tiene circunvoluciones.Asimismo, comprendieron clara-mente que los vasos sanguíneosson muy diferentes de los nerviosy que el origen del nervio es el ce-rebro o la médula. Los nervios sedistinguen en motores y sensitivos.

En el siglo II d.C., Galeno (129-199) confutó la visión de Aristóte-les y a través de la observación di-recta propuso la distinción entrenervios motores y nervios sensiti-vos, atribuyendo importancia a laspercepciones y de este modo anti-cipó el concepto del Nil est in inte-

llectu quod prius no fuerit in sen-su.

Galeno no consideró solamentela anatomía, sino que fue el prime-ro que observó la fisiología. Atri-buyó gran importancia a los ventrí-culos, que dividió en anterior, me-diano y posterior. Galeno, además,previó que a lo largo de los nerviosviaja un agente, el pneuma. Su in-tuición fue dejada de lado por almenos docientos años, hasta quese descubrió la comunicación eléc-trica a lo largo del nervio.

Fueron Emeso, Obispo de Eme-sa y San Agustín quienes, en el si-glo IV d.C., efectuaron una con-centración específica de estudiossobre el cerebro con respecto a lalocalización de las funciones delos tres ventrículos descrita porGaleno: en el ventrículo anteriorestá localizada la imaginación; enel mediano el razonamiento y en elposterior la memoria. Esta es laprimera aproximación a la locali-zación de las funciones y por almenos un centenar de años este a-cercamiento dio lugar solamentediseños y pinturas.

Durante el Renacimiento, los es-tudios de anatomía prosiguieron yen el Hospital de Santa María Nue-va en Florencia, alrededor del1505 Leonardo de Vinci construyóun modelo de cera de los ventrícu-los cerebrales e hizo diseños de lascirconvoluciones cerebrales. Máso menos en el mismo período, Ve-salio en Italia y Fresnel en Francia,hicieron mayores y más explícitasdescripciones morfológicas.

Willis (1667) trató de encontraruna descripción anatómica másminuciosa y distingió la materiacerebral en gris y blanca. Teniendoen cuenta el trabajo realizado porWilliam Harvey (1578-1637) so-

CARLA GIULIANA BOLIS

El cerebro humano: de Hipócratesal desarrollo actual de las neurociencias

164 DOLENTIUM HOMINUM

bre el corazón y la circulación, re-alizó brillantes estudios sobre lacirculación del cerebro, para la i-dentificación de la red mirabilis ocírculos de Willis.

Durante este período, tuvo unaaproximación filosófica la investi-gación sobre el cerebro, teniendoen cuenta las relaciones entre cere-bro, inteligencia y alma.

En su De cerebro cortice, en1665 Malpighi describió la super-ficie del cerebro con un sistema deextensión primitivo. En 1666 en elCerebro describió dos observacio-nes sobre la distribución de la ma-teria gris en el cerebro. Puso de re-lieve el hecho que la estructura delcerebro fuese particularmente difí-cil de dividir y las manipulacionesque efectuó naturalmente dieron o-rigen a una serie de adulteraciones.

Alrededor del 1718, van Leu-wenhoeck produjo la primera ima-gen adecuada de la organización almicroscopio del sistema nervioso,cuando consideró que la estructuradel nervio está formada por una es-pecie de pequeños vasos reunidosconjuntamente, a veces encerradosen una estructura identificada mástarde como la mielina.

La anatomía al microscopio nohizo progresos hasta el 1824,cuando Dutrochet identificó en unganglio invertebrado, la presenciade "pequeñas células" de forma es-férica. Esta es la primera descripc-ción de una célula nerviosa. Pocosaños más tarde Valentin describióla presencia en el cerebelo de ex-tremidades alrededor de estas cé-lulas esféricas y hoy conocemosque estas ramificaciones termina-les fueron identificadas más tardecomo las dendritas.

En 1865, Deiters propuso la es-tructura de los nervios tal como laconocemos hoy gracias a la intro-ducción del microscopio electróni-co (1950).

Estas observaciones y las pro-puestas de Deiters contenían unpensamiento presente en la comu-nidad científica sobre las posiblescomunicaciones y las interaccio-nes entre las células nerviosas.Hoy sabemos que las interaccionesestán restringidas a sistemas espe-cializados denominados sinapsis.Esta palabra deriva del griego, quesignifica "conexión", y fue acuña-da por Charles Sherrington (1897),que en uno de sus artículos cientí-

ficos escribió: "Por lo que conoce-mos, estamos propensos a pensarque la extremidad de un ramo de laarborescencia no es continuo sinosolamente en contacto con la sus-tancia del dendrita o del cuerpo dela célula sobre el cual choca. Estaparticular conexión de una célulanerviosa con otra puede llamarsesinapsis". Aproximadamente cin-cuenta años después (1850), Clau-de Bernard sostuvo la posibilidadque el contacto entre el nervio y lascélulas 'blanco' fuese especializa-

do y que habrían habido modifica-ciones durante la transmisión de laseñal.

A fines del siglo XIX y al co-mienzo del siglo XX, hubo un in-teresante debate sobre cómo se es-tablece la conexión neuronal. Ellogro de un sistema mejor de veri-ficación (verificación a la plata) delos tejidos nerviosos fue descu-bierto por el italiano Camillo Gol-gi, y fue aplicado por el españolSantiago Ramón y Cajal, mediantetécnicas de microscopio mejora-das, con el fin de formular la neu-rona contra la teoría reticular. Cier-tamente la teoría neuronal consi-deraba el neurón como una célulaindividual, ya distinguida en el es-pacio por su célula blanco y afir-mada en la individualidad de laneurona. Sin embargo, a este deba-te, en el que venció la teoría neuro-nal, siguió otro debate sobre el mo-do como es transmitido el señaldado por las neuronas: "Transmi-sión química", según la cual se su-ponía que las neuronas liberasen

moléculas que actuaban sobre cé-lulas específicas, o "transmisión e-léctrica", según la cual la señal erade naturaleza eléctrica.

Es muy interesante ver que en1884 Thudicum publicó "La com-posición química del cerebro". Endicho período, la bioquímica esta-ba iniciando a surgir, pero no erantécnicas válidas para una correctaidentificación de las sustancias.Debemos esperar hasta nuestro si-glo cuando, en los años cincuentafue identificada la composiciónquímica de las sustancias.

El trabajo de investigación deSir Henry Dale y de Otto Loewiestableció en 1920 que la transmi-sión química fue la teória más váli-da. Pero en aquel período toda lasecuela de los hechos que se referí-an a la generación y a la propaga-ción de la señal eléctrica aún no e-ran conocidos.

Fue solamente en 1786 que Lui-gi Galvani, realizando experimen-tos en las ranas, propuso la exis-tencia de una especie de electrici-dad animal. Más tarde, en 1838,Matteucci por primera vez registróla corriente eléctrica producida porun músculo. En 1898 Dubois Rey-mond describió la existencia de u-na corriente que trabajaba en losnervios. Asimismo, en 1875 Catóndemostró mediante sus experi-mentos con los conejos, que tam-bién la capa cortical produce elec-tricidad

La magnífica publicación deGalvani en 1791, De viribus elec-tricitatis in motu musculari com-mentarius, abre el camino a un im-portante y fascinante acercamientoa la electricidad animal.

Hasta 1950, no había ningunaprueba evidente de que los estímu-los actuasen sobre la exitación ner-viosa. Gracias a los estudios deHodgkin y Huxley (Hodgkin,1964; Hodgkin y Huxley, 1952;Hodgkin y Keynes, 1955), hoy sa-bemos que la membrana excitableexiste en dos estados: uno polari-zado (con el mantenimiento de in-tercambios iónicos diferentes enlos dos lados de la membrana), yuno despolarizado, que es el resul-tado del primero seguido por cam-bios drásticos en permeabilidad,en orden de milisegundos, despuésdel estímulo. Los rápidos cambiosen la permeabilidad iónica hacepartir los impulsos eléctricos trans-

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mitidos a lo largo del axo del ner-vio, alí donde el intercambio ióni-co está regulado por la membranadel plasma a través de la cual la cé-lula comunica con el ambiente cir-cunstante. El axo ofrece un caminoúnico no solamente para la con-ducción de los impulsos iónicos,sino también para la circulación demacromoléculas entre el sistemanervioso central y los órganos pe-riféricos. Cada interrupción o alte-ración patológica de las fibras ner-viosas impide el transporte a travésdel axo de las moléculas y por tan-to priva las partes centrales y peri-féricas del sistema nervioso de in-tercambios moleculares. Estetransporte a través del axo antero-grado es una de las conclusionescentrales que facilitan la compren-sión de los mecanismos fisiológi-cos responsables de la degenera-ción y de la regeneración del axo.Viceversa, el transporte axonal re-trógrado representa los medios conlos cuales la información químicaes recogida de la periferia axonal yeventualmente de las células obje-tivo al cuerpo de la célula. Estemecanismo puede tener un papelimportante en la respuesta regene-rativa y en el desarrollo de cone-xiones sinápticas establecidas en-tre las neuronas y sus células obje-tivo.

En aquel período la estructuradel mecanismo biológico de lamembrana era bien definida y esta-ban en gran fermento los estudiossobre los sistemas de transporte.

Dada la capacidad del CNS ydel PNS de reparar después de laexposición a diferentes condicio-nes ambientales, y de establecernuevas conversiones de adapta-ción o de recuperar la función me-diante la implicación de neuronassupérstites, el conocimiento neu-ronal es ahora un campo de inves-tigación muy prometedor, espe-cialmente por su impacto en las le-siones nerviosas y en la recupera-ción.

Hoy conocemos que el cerebrohumano está formado por aproxi-madamente 101011 neuronas, unnúmero muy semejante al de lasestrechas en nuestra galaxia. Estascélulas están subdivididas en 100tipos diferentes de células, allídonde los órganos del cuerpo lasubdivisión es más bien modesta.

En esta complejidad celular, la

la célula receptora (post-sinápti-ca).

El receptor es una proteína pro-tadora de zonas especializadas (se-cuencias de aminoácidos) capaz dereconocer de manera específica elmensaje químico. La sinapsis esun lugar importante de modula-ción de la señal y de regulación ho-meostática. Los mecanismos decesión y los procesos de reconoci-miento son hechos regulados. Elpunto de contacto especializado -la sinapsis - debe ser, pues, consi-derada como un lugar "plástico"que puede ser modificada por laactividad del cerebro y por los he-chos fisiológicos.

Hoy conocemos un gran númerode neurotransmisores que pertene-cen a diferentes clases químicassin nexos.

Entre los neurotransmisores clá-sicos, las catecolaminas y las ace-tilcolinas han sido las primeras enser descritas y son los mensajerosquímicos más estudiados. Estasdos clases de neurotransmisoresrepresentan en varias actividadesfisiológicas un ejemplo de antago-nismo funcional.

Debe subrayarse la posbilidadreconocida de la coexistencia (ycooperación funcional) de más deun neurotransmisor en una extre-midad nerviosa.

La proteínas receptoras son divi-didas en dos categorías principa-les, las receptores que constituyenun canal iónico y las que están co-nexas con las proteínas G. Esto noslleva a la introducción del concep-to de la interacción receptora conotras proteínas de la membrana,como las proteínas G, que permi-ten la activación de un sistema efi-caz al final. Se trata de hechos ca-talícticos a caída que permiten laamplificación de la señal.

El interés sobre las proteínas Gha ido creciendo, como lo testimo-nian el reciente premio Nobel otor-gado a Gilman y Rodbell por sudescubrimiento. La proteína G esla proteína que pone en conexiónel receptor con el effector. Se sabeque varias proteínas G dependendel tipo de célula y por el sistemade transconducción. Es preciso no-tar que la existencia tanto de esti-muladores que de inhibidores deproteínas G que convergen en elmismo sistema effector, lleva alcontrol estrecho del conjunto de

eficacia funcional es lograda me-diante la cooperación armoniosa.La cooperación es mantenida porel código genético, por los neuro-trasmisores, por los neuromodula-dores, por las neurormonas y semanifesta con el funcionamientoneuronal y el comportamiento; laineficiencia de estas actividadesrelativas se expresa por las condi-ciones patológicas.

Aun si las células del sistemanervioso están unidas al mismocódigo genético como las demás

células y tienen una organizacióncelular general, ellas difieren delas demás células en lo que con-cierne a algunas características,sobre todo porque estas célulasneuronales están interconexas yfuncionan con otros tipos de célu-las creando contactos específicoscon otras neuronas, glándulas o cé-lulas musculares.

La comunicación tiene lugar porvía eléctrica y química a través dela sinapsis. Las señales químicastienen relación con los neurotrans-misores: fue T.R. Elliot el primeroque el 21 de marzo de 1904 en elencuentro de la "Physiological So-ciety of London", afirmó que "la a-drenalina puede ser un estimulantequímico liberado cada vez que elimpulso llega a la periferia...".

La transmisión química y eléc-trica es la de la zona de contactoentre dos células nerviosas; la se-ñal química (neutransmisor) eslanzada una señal eléctrica a laspre-sinápticas, guiadas a la modifi-cación de la actividad biológica de

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informaciones que deben ser trans-mitidas.

Asimismo, debemos recordar laimportancia de los sistemas de fos-foración, que en algunos son re-ceptores (p.ej. receptores para losfactores de crecimiento) o conexosa través de los hechos a caída yadescritos a la activación de variosreceptores (p. ej. receptores para a-minas biogénicas).

A todas estas informaciones de-be añadirse la reciente noción quelos sistemas neurotransmisores es-pecíficos, como los que contienenVIP y NE, como lo manifiesta P.J.Magistretti, pueden regular el me-tabolismo en células glía o en lascélulas endoteliales de vehículosinterparenquimales del cerebroque añaden una función inespera-da para los neurotransmisores.

La investigación sobre la locali-zación de las funciones en el cere-bro ya estaba en primera línea.Con este fin, Franz Joseph Gallprodujo los siguientes datos expe-rimentales a fines del siglo XIX.Efectuó extirpaciones de centrosanatómicos bien definidos y obser-vó el comportamiento animal. Porejemplo, demostró de que modo laextirpación del cerebelo disturbasela coordinación de los movimien-tos. Además, de acuerdo con Ga-lieno, demostró que las lesionesdel bulbo (en el ventrículo poste-rior) inducen a modificaciones enla respiración.

Más tarde, Gall afirmó que lamemoria verbal o lenguaje estu-viese localizada en el lobo frontalde la capa cortical. El neurólogofrancés Bouilland, después de es-tudiar 100 casos a lo largo de 40 a-ños, puso en evidencia que existíaun nexo entre el daño cerebral enel lobo frontal y la pérdida del len-guaje (1825).

Pero ha sido sólo en 1860 que elneuroanatomista y antropólogoBroca presentó la prueba clínica yanátomo-patológica que la pérdidadel lenguaje está relacionada conel daño unilateral del lobo frontalizquierdo. Al mismo tiempo, de-mostró la asimetría entre los he-misferios. Fueron también muy in-teresantes los estudios de CarlWernicke en su monografía de1874 "Der Aphasische Sympto-mencomplex".

En 1909 Brodman reunió todoslos datos disponibles sobre el hom-

res, especialmente los receptoresde proteínas complejas y de cana-les iónicos. La aplicación de labiología molecular ha sido crucialpara la identificación de algunasenfermedades genéticas en neuro-logía y psiquiatría. Las informa-ciones de que se dispone en lasneurociencias básicas han sido e-senciales para la identificación delos mecanismos básicos para laprevención y el tratamiento de losdisturbios degenerativos del ner-vio debidos a toxinas ambientales,a causas metabólicas y a agentesinfecciosos.

Hoy conocemos que las célulasglía, la célula no-nerviosa en el sis-tema nervioso, son fundamentalespara el mantenimiento de la activi-dad funcional de las neuronas y delos axos. La actividad integrativade las neuronas y de las célulasglía regula muchas de las activida-des neuronales y, según los recien-tes estudios experimentales, parti-cipa en la regulación del metabo-lismo cerebral.

Pero la investigación básica vamás allá del laboratorio y se ex-tiende a todas las áreas del com-portamiento humano. Lo que ha-bía iniciado como un estudio an-tropológico de una tribu aislada enNueva Guinea afectada por unaenfermedad degenerativa progre-siva del sistema nervioso, ha abier-to el camino a todo un campo deinvestigaciones que tratan de de-mostrar que algunas enfermedadescrónicas neurológicas son causa-das por una infección viral persis-tente.

Sin embargo, usando hoy la a-proximación racional a la enfer-medad indicado por Hipócrates,estamos en grado de prevenir y decontrolar una serie de enfermeda-des neurológicas, y esta lista au-mentará en un futuro cercano.

Prof. Carla Giuliana BOLIS MD PHDProfesor de Biología General y

Comparativa en la Universidad de MilánConsultor de la Sección Neurociencias

de la Organización Mundial de la Salud

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Pero ha sido solamente en los úl-timos dos decenios que se han ela-borado instrumentos para localizarde manera precisa las funcionesdel cerebro. Estos instrumentoscomprenden el scan CT, SPECT,la resonancia magnética y otros.Hoy conocemos muchas activida-des del cerebro, incluso el empleode la energía y de la función. Cier-

tamente estas técnicas han sidoconcebidas para diagnosticar ycompreder los mecanismos queconstituyen la base de los distur-bios neurológicos y siquiátricos.

Todas las tentativas y las aplica-ciones de nuevas técnicas desde elinicio del interés manifestado porel hombre hacia el cerebro, encuanto sede del control de las fun-ciones del cuerpo y de la mente,han sido de gran importancia parala actual comprensión. El éxito dela neurociencia depende de un a-cercamiento multidisciplinario:biología, anatomía, física, químicay medicina.

El empleo de los fármacos (neu-rofarmacología y psicofarmacolo-gía) ha sido también fundamentalpara comprender particulares dis-turbios de la funcionalidad de losnerurotransmisores, de los segun-dos mensajeros, de la plasticidadde las sinapsis y de los circuitosneuronales. Gracias a la biologíamolecular ha sido posible definirla estructura de algunos recepto-

167VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

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168 DOLENTIUM HOMINUM

1. El dolor y el sufrimientocomo incertidumbresantropológicas

El dolor y el sufrimiento acom-pañan desde siempre al sujeto hu-mano, a menudo incapaz de res-ponder adecuadamente al dramade su interrogante. En último aná-lisis, esto sucede porque el proble-ma que ellos plantean es sobre elsentido mismo del hombre, de sulímite, de la razón y del sentido deeste límite. Ya sea que se refiera ala naturaleza o a un divino trascen-dente, el hombre experimenta co-mo "mal" el sufrimiento y la enfer-medad y, en particular la muerte.Tendiente a autotrascenderse, de-seoso de inmortalidad y de felici-dad duradera, el hombre es comoinferior frente a la experiencia deldolor, al que también intenta dar u-na respuesta.

"En el repertorio cultural de ca-da grupo humano existen teoríassobre la enfermedad, científicas oreligiosas... Ellas varían según co-mo cambian las culturas; y ningu-na teoría puede ser plenamente en-tendida fuera del contexto culturala la que pertenece y de la estructu-ra social de los grupos que com-parten determinadas opiniones yestrategias de adaptación y de su-pervivencia"1.

El dolor, el sufrimiento, la enfer-medad y la muerte llaman, pues,en causa al sujeto antropológico,se trate de una sola persona o de lapersonalidad corporativa. Es decir,interactúan con la singularidad delos sujetos y con el grupo social encuanto tal en su autocomprendersecomo entidad cultural2.

Para los llamados "primitivos"el origen de cada sufrimiento, asícomo de toda calamidad o catás-

trofe, es una potencia trascendentedel cual el hombre es su víctima;para la cultura griega y para la he-brea, el dolor, el sufrimiento, lamuerte, tienen como base una res-ponabilidad personal. En nuestrosiglo la cultura marxista ha denun-ciado los condicionamientos so-ciales, mientras que la psicoanáli-sis ha puesto como causa los con-dicionamientos del subconscien-te...

Cualquiera que sea la respuesta oel acercamiento específico, el dra-ma del dolor permanece totalmenteabierto en nuestra cultura3. Esto esmucho más grave ya que está en ac-to una especie de remoción colecti-va de todo lo que disturba el imagi-nario en la radicalización de un mo-delo de vida a todo trance hedonís-tico y consumista.

Quizás nuestra cultura, ha asi-milado todas las consecuencias deaquella demitización o desacrali-zación de la naturaleza que, segúnMax Weber, habría tenido su pun-to de partida en la religión bíblicacomo "desencanto", como acerca-miento a la naturaleza con inten-ción operativa, condición prelimi-nar absoluta para el desarrollo dela mentalidad científica4.

De todos modos, dentro denuestra cultura y de sus procesoscolectivos de remoción, se yergueperversa y titánica, casi cercana aldelirio de omnipotencia, la volun-tad de derrotar la enfermedad, eldolor y la muerte. Tenemos la in-terpretación del dolor y de la en-fermedad como entidad ajena, queincumbe desde fuera y permanececomo extraña; esta concepciónciertamente es incrementada porlas mismos métodos prácticos dela medicina5.

En nuestra cultura, pues, el dolor

aparece cada vez menos como ex-periencia "humana". Esto es másdesconcertante en cuanto se nospresenta más compleja la realidadde sujeto antropológico, no tanto enla perspectiva parcial de las cien-cias de la naturaleza sino en aquellaglobal de las ciencias humanas y desu correlación orgánica. Como par-te central ellas ponen el fenómenohumano en su predicabilidad glo-bal, en su complejidad sicofísica,en la red de su aucomprenderse, desu interactuar solidario con los de-más sujetos humanos, en su históri-co colocarse dentro de la variadatrama de la creaturalidad con la quese entrecruza su existencia y la delos demás. La paradoja del deliriode omnipotencia que exorciza eldolor y la muerte consiste sin em-bargo en la angustia que oprime alhombre actual sin dejarlo en paz. E-vadir el interrogante final sobre elsentido no resuelve la "frustraciónexistencial"6, la falta de adecuacióno la insensatez de encontrarse en elmundo fuera de una respuesta querevele el hombre al hombre (cf. GS22). El problema es, pues, antropo-lógico y, para los creyentes, necesa-riamente teológico.

Por tanto, es necesario encami-narnos a las respuestas que la Es-critura7 - AT y NT - ha dado al pro-blema del dolor; y, honestamente,es necesario regresar a los pradig-mas interpretativos ofrecidos porla cristiandad en el arco de su his-toria.

2. Paradigmas de soluciónteológica

2.1 El AT y el NTLa etiología genesíaca responde

al porque del sufrimiento, del do-

CETTINA MILITELLO

La superación del dolorismo en la concepcióncristiana del sufrimento

169VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

lor y de la muerte atribuyéndolo auna precisa responsabilidad huma-na. El Dios que ha dado la existen-cia al universo, el Dios creador delhombre macho-hembra, es unDios sabio y justo. No le pertene-cen ni el dolor ni la muerte y, ade-más, no hay otro Dios fuera de El.El sufrimiento y la muerte hay queatribuirlos, por tanto, al hombre, asu pecado.

No obstante la culpa, Dios no a-bandona al hombre. El Creador estambién el "redentor". Antes bien,es partiendo de la experiencia de laredención que el hombre bíblicotiende a conocer del designio crea-dor. De todos modos, el horizonteoptimal del hombre bíblico es el s-halom, la bendición de Dios que setraduce en seguridad, bienestar, fe-licidad inmediata y concreta.

Por el contrario, la enfermedad yel dolor representan un castigoproporcional a la culpa. Mas comorecuerda el libro de Job, verdaderasumma sobre el misterio del sufri-miento, no todo es siempre tansencillo y obvio. En todo caso, enla victoria de la fe sobre la prueba,Job es restituido a aquella condi-ción de felicidad y bienestar quedebería caracterizar la existenciadel justo.

Si es verdad que indudablemen-te en la revelación veterotestamen-taria el Dios de Abraham, de Isaacy de Jacob es el Dios de la vida yde la muerte, no hay minimizar susubjetividad patética. El Dios de laAlianza sufre por el pecado de supueblo. Dialoga con él con acentosdramáticos. Lamenta su infideli-dad y el adulterio. Muestra su pa-sión por el pueblo que ha escogidocon expresiones prestadas por laexperiencia humana de la traición,del abandono y de la infidelidad .Esto se evidencia sobre todo en larevelación profética8, en el diálogoque El realiza con su pueblo.

En fin más allá del esquerna in-terpretativo que relaciona la muer-te y el dolor con, el pecado de cadauno o de todo Israel, más allá de laparadoja inquietante, de la prospe-ridad o de la felicidad de los mal-vados y de la infedilidad de los jus-tos, el mismo Dios de Israel es unDios que sufre, que se enoja, quese conmueve, que es capaz de par-ticipar y de asumir el sufrimientode su pueblo.

El Dios de Israel es, asimismo,

un Dios misericordioso que a tra-vés de la pena y el castigo invita asu pueblo a la conversión, a retor-nar a El, a regresar a la fidelidad, asu amor y a su ley. De este modo elsufrimiento y la prueba se transfor-man en crisis, examen, discerni-miento, posibilidad ofrecida nue-vamente para volver a su amor y asu alianza.

El aspecto conmovedor del Diosde Israel se acentúa y se hace, si esposible, incluso más definitivo yexplícito en el NT. Ahora el Verbo

hecho carne comparte y asume entodo su alcance, sufrimiento in-cluido, el acontecimiento humano.La kenosis del Hijo de Dios (cf. Fil2, 7) incluye su nacimiento de unamujer (Gal 4, 4); su sometimientoa las leyes del crecimiento (cf. Lc2, 52); el tener que tomar las dis-tancias de la familia de origen (cf.Lc 8, 19); la experiencia del recha-zo de parte de quienes están máscercanos (cf. Lc 4, 28 ss.); de supueblo en sentido propio y amplio(cf. Jn 6,60 ss.); de los suyos, de a-quellos que él ha llamado perso-nalmente y que sucumben ante elescándalo de su pasión y muerte(cf. Mt 26, 69-75; Mc 14, 50). Je-sús sufre y se conmueve personal-mente. Es herido en la amistad (cf.Mc 14, 10-11), en el amor hacia suciudad que va en ruina (Lc 19, 41).Pero sobre todo, El se inclina sobreel dolor de los demás haciendo dela sanación un llamamiento a losvalores del Reino de Dios, un ca-mino a la fe y a la conversión (cf.,

por ejemplo, Jn 9).El Hijo de Dios experimenta en

su misma carne la violencia de lamuerte. Tiene horror de ella comocualquier otra criatura. En la sole-dad del Getsemaní (cf. Lc 22, 39-44), así como en lo alto del patíbu-lo (cf. Mc 15,34) el dolor y lamuerte se presentan a El como in-sensatos. Pero es en esta participa-ción a la insensatez y al escándalodel dolor, que se yergue El justoque se ha hecho "pecado" (cf. 2Cor 5, 21), que la pasión de Diospor el hombre llega a su ápice. Enella se desvela el designio definiti-vamente redentor: "Cristo resusci-tó de entre los muertos como pri-micia de los que murieron" (1 Cor15, 20).

El acontecimiento Cristo no e-xorcisa el dolor, no lo remueve delhorizonte humano. Pero, para elcreyente, seguirlo es paradigmáti-co. La victoria sobre el dolor y so-bre la muerte pasan de la participa-ción a su kenosis. Pero es justa-mente en este horizonte participa-tivo, en esta imitación del Christuspatiens, del "siervo sufriente" quela cristiandad elabora dos modosde entender el dolor, diferentes yantitéticos.

2.2 La cultura cristiana frente ala experiencia del dolor

Por un lado, los cristianos haninsistido sobre la relación miste-riosa que existe entre la fe y lacruz. Creen que el precio del sufri-miento es infinito cuando es aso-ciado a la redención. Autores espi-rituales, sobre todo "modernos",han concluido que el sufrimientoes indispensable para el progresointerior. Alguno ha llegado a afir-mar que solamente el sufrimientoimprime el sello de la perfecciónauténtica y que por esto hay quedesearlo y amarlo. Nadie, cierta-mente, lo ha presentado como unbien en sí mismo, prescindiendodel amor de Dios. Pero numerososmanuales de devoción, a lo largode siglos han predicado dicha doc-trina. Contrariamente a esta co-rriente ha habido otra, más mode-rada y más plausible; ciertamentemás radicada en la tradición del E-vangelio y de los Padres. El sufri-miento procede del maligno. Diosquiere que luchemos para elimi-narlo lo más posible de este mun-do. Establecer el gozo y la paz del

170 DOLENTIUM HOMINUM

Señor, promover el reino de Diosen la tierra: este empeño está enmayor sintonía con el humanismoque, en otro plano, se comprometepara favorecer el desarrollo y elbien natural. Vencer la tristeza através de la iluminación de un a-mor que reconforta es una empresavaliente y heroica. Sin embargo es-te ideal, como el anterior, puedeconducir a efantizaciones doctri-nales impropias, hasta el punto deprovocar, aunque fuera indirecta-mente, una disminución del espíri-tu de sacrificio9.

2.2.1 Elogio al sufrimientoLa primera actitud se funda, ob-

viamente, en tomar como ejemploa Cristo; sólo asociándose al El tie-ne sentido el misterio del dolor.Por lo demás, es una tesis hechapropia ya en Col 1, 24, cuando Pa-blo afirma que completa en su car-ne lo que falta a los padecimientosde Cristo, en favor de su cuerpoque es la Iglesia. No se trata de hi-potizar la insuficiencia de la cruz,sino más bien de haber abierto enprimera persona y, antes bien, deinsertarse en la dinámica vital deaquel cuerpo que Cristo ha conse-guido muriendo en la cruz (cf Ef 5,23.26).

Pero este principio se ha cargadode valores discutibles; ha construi-do lo que acostumbramos definir"dolorismo", caballo de batalla deabundante literatura espiritual, yante todo expresión de una precisacontextualidad cultural.

Al interrogante si el sufrimientoes siempre un bien o, por lo me-nos, si es posible que se vuelva tal,no es difícil oponer la constataciónque a menudo el dolor es poco to-lerable10 y la misma fe no es capazde aclararnos su sentido11. Los úni-cos sufrimientos que están en gra-do de ayudarnos son solamente losque pueden ser superados. Fueradel amor y de la fe el sufrimientono produce sino mal. Buenas en síson solamente la fuerza y la cari-dad gracias a las cuales es posibleafrontarlo. La superioridad delhombre que ha sufrido nace por elhecho que ha sido capaz de domi-nar la prueba.

Identificar, además, la perfec-ción y el sufrimiento hasta hacercoincidir la primera en la búsquedadel segundo, no nos parece que en-cuentre una respuesta en la parado-

del asceta - el estilita, por ejemplo.El asemejarse al Cristus patiensdel mártir se fundaba en una fideli-dad a todo trance que triunfaba yvencía al dolor. Pero otra cosa es elmartirio voluntario del asceta, amenudo muy cercano a aquel en-cratismo, justamente reprobadopor los Padres13.

Viceversa, permanece dualistala concepción del dolor en el pri-mer medioevo. El hombre encuanto tal muestra indiferencia ydesprecio. El dolor se refiere a lasmujeres, como lo prueba la conde-na de Eva (Gn 3, 16)14. No obstan-te esto el sufrimiento físico tieneun valor medicinal, sea que se re-fiera al cuerpo viviente o que se re-fiera al alma purgante, para la cualjustamente el imaginario medievalencuentra una abigarrada correc-ción de tipo corporal.

Sin embargo, la actitud casi es-toica frente al dolor - por lo demáspropia de la aristocracia feudal -desvanece al final del siglo XII15,junto con la tendencia de la descle-ricalización y con la vulgarizaciónde la cultura que se realizará en lossiglos XIV y XV. Aquí la piedaddel creyente se concentra en el"Hombre de los dolores", en su pa-sión16. El es seducido e inducido aser su imitador incluso en el sufri-miento físico y, al mismo tiempo,para hacerse cargo de aquellos her-manos en los que el cuerpo pobre ydoliente se encarna el Cristo quesufre17.

Esto no falta en el ámbito de la i-mitación para deslindar en sado-masoquismo. Se piense en el ensa-ñamiento con el que se ofende alpropio cuerpo, se desfigura y se leobliga para que elimine el alimen-to y el sueño18. Sinceramente, nocreemos que sólo la imitación deCristo crucificado justifique tantoscomportamientos que ciertamentede manera más mitigada permane-cen en la espiritualidad de los si-glos venideros19. Por ejemplo, seponga atención en la tendenciacontraria de la edad barroca y a larecrudescencia de la praxis peni-tencial en el siglo XVII, en los lí-mites del movimiento jansenista,cuyos rigores penetran hasta la in-credulidad una cierta rigidez de nopocas comunidades religiosas,particularmente femeninas.

El "dolorismo" real y verdaderoes un fenómeno sobre todo del si-

ja del "Siervo sufriente". Su elec-ción de la muerte de cruz (frente aotras posibilidades para lograr laredención del hombre), se inscribeen el pecado del mundo. Cristo seha hecho solidario con el dolor delhombre, lo ha asumido, pero no loha buscado para sí mismo. Lo prue-ba su drama existencial. En ningúnlugar evangélico el discípulo au-téntico es invitado a buscar el doloren cuanto tal. Al contrario el men-saje de Jesús es un gozoso mensajede liberación (cf. Lc 4, 18 ss.).

L'enfatización del dolor en lahistoria cristiana se acompañatambién a otra constante, la que a-signa a la iniciativa de Dios el"don" del sufrimiento. En efecto,sobre todo a los no creyentes Diosaparece pues en la paradoja pocopaterna del torturador, en antítesisradical a las afirmaciones de Jesúsen Mt 7, 9-1112. También puede re-sultar que algunos sufrimientosmuevan a la conversión, que cons-tituyan una chance única de madu-rez y de crecimiento. Pero no tienesentido exaltar determinadamenteel sufrimiento para que nos con-duzca siempre y de cualquier ma-nera a Dios.

La paradoja de una cristiandadque ha hecho suyas estas tesis apa-rece en toda su evidencia si trata-mos de encuadrarlas en la historia.Del "dolorismo" es familiar paranosotros su concepción romántica.Pero corre a lo largo de la historiaen épocas ciertamente anteriores.

Pensemos en la lucha titánica

171VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

glo pasado y de gran parte de nues-tro siglo, hasta el punto que es másincreíble por ser extraño a la cultu-ra occidental. Su fatalista y supinaacquiescencia al dolor, el hecho deinscribirlo pasivamente en la vo-luntad divina, de buscarlo comovalor en sí mismo, va más alla delreconocimiento y de la considera-ción del "Hombre de los dolores"como paradigma espiritual perso-nal. Quizás ofuscan su transparen-cia redentora y liberadora20. Se tra-ta de un camino culturalmente i-dentificado, que al final está inser-to en una concepción estoica o ma-niquea, poco cercana, pues, a lasalvación y a la esperanza cristia-na, cuyo espesor escatológico nohace culpable ni al presente y lahistoria, ni a la experiencia delcuerpo21.

2.2.2 La lucha contrael sufrimiento

Los primeros cristianos cierta-mente ignoraban el "romanticismodel dolor". El "dolorismo" eracompletamente extraño para ellos.Su lucha en favor de Dios incluíatodo mal, incluso el sufrimiento.Este es el compromiso de quienescombatieron con todas sus fuerzascontra la enfermedad y el dolorconvirtiendo esta lucha en un as-pecto de la misión humana y undeber de su testimonio cristiano.Pienso en la Dra. Gianna BerettaMolla que rechaza los analgésicoscon tal de permanecer compos sui.

Análogamente, se queda fueradel horizonte de la primera comu-nidad cristiana el "providencialis-mo dolorista". La invocación delpater: "¡se haga tu voluntad!" noprevé la disminución de la propiasubjetividad activa, del propiocompromiso en favor de la instau-ración del reino. Lo que habría de-bido ser un programa de liberaciónmuy a menudo se ha traducido enuna estéril acquiescencia, en unaculpable fuga escatológica.

Por otro lado, la lucha contra elsufrimiento no desea anesteciar lasensibilidad cristiana, invalidar u-na concepción austera de la vida ycorroer toda reserva escatológica.Antes bien, desea ponerse cohe-rentemente frente al problema dela enfermedad teniendo en cuentael sujeto. Se trata de reconducir elsufrimiento y la enfermedad a laesfera personal y comunitaria.

gica, sino como consciencia y per-cepción del propio límite, es unaexperiencia esencialmente huma-na. Este captarse y autocompren-derse como hombre entre los hom-bres en la limitación existencial deun ser concreto confiado a unacomplejidad sico-física, inscrita enel espacio y en el tiempo, es el ho-rizonte, el modo como tiene lugarel fenómeno humano.

Hay un espesor del dolor - quequizás no es ni siquiera correctollamarlo así - una percepción de síque es un todo con la concienciadel límite. Pero esto y no otro es elhombre en su complejidad sico-so-mática.

De este hombre, según la fe cris-tiana, Dios se hace prójimo desdeel comienzo. El Dios cristiano esun Dios consciente del límite ónti-co de la criatura a quien ha creadoincluso a su imagen. En este límiteél se hace prójimo hasta en la ex-periencia de la muerte de cruz.

Ciertamente la fe cristiana enfa-tiza la conciencia, el peso del lími-te a partir de la hipoteca de la cul-pa. Pero, cualquiera que sea su va-lor alienante y disgregador, el lími-te de la criatura está escrito en lamisma experiencia prelapsaria. Elproblema es entonces afirmar de simismos refiriéndose, de maneracreativa y activa, a Dios que "su-fre" y cuya "historia"24 es al mismotiempo la llave para interpretar el"padecer" del hombre.

En su acepción patológica, eldolor - siempre y de cualquier ma-nera contigua al sujeto (la enfer-medad no es una entidad ajena si-no relacionada y emitida por el su-jeto que es afectado25 - debe medir-se con esta referencia original.

En este sentido, la concepcióncristiana del dolor, eliminada cual-quier equivocación o hipoteca do-lorista, invita al sujeto humano aleer el mismo dolor patológico enel álveo del límite óntico. Y, porconsiguiente, a vivirlo como expe-riencia plenamente humana; com-prometiéndose a combatir todo loque atenta contra la calidad de pro-pia vida y de los demás. Esto noquiere decir huir del escándalo dela cruz, sino, más bien profesar laglobalidad del misterio cristiano.Misterio ciertamente de kenosis,pero también misterio de reden-ción y de gloria. Como se ha afir-mado varias veces, el Viernes San-

3. Para una concepción cristianadel sufrimiento

La "Salvifici doloris"22 ha puestomucha atención en el tema del su-frimiento humano, colocando elvalor salvífico a la luz del sufri-miento de Cristo. No nos detendre-mos en ello. Recordemos que laencíclica no declina ni desempeñoni rendimiento. La inteligencia delsufrimiento, su misterio, que per-manece tal en la óptica de la fe, nocomprende ninguna acquiescencia

a sus patologías - físicas o mora-les - antes bien invoca en el sujetoenfermo como en el que se hacecargo del mismo - es el paradigmadel "Buen Samaritano" - un com-promiso activo y decidido.

Está en juego el sujeto humano,la persona humana, creada a ima-gen de Dios (cf. Gn 1, 26). El es-pesor de esta imagen, no borradapor el pecado (cf. Gn 5, 1b-2), re-vela en el misterio del hombre elmisterio mismo de Dios. El miste-rio del dolor no deja de tener susentido dentro del marco relacio-nal que manifesta en el hombre,llamándolo a la comunión, el mis-terio mismo del amor trinitario.

El hombre es un sujeto patéti-co23. La percepción y la concienciaque él tiene de sí mismo están con-fiadas necesariamente al círculo dela dialogía, al interrogante de alte-ridad y de trascendencia que al re-velarlo a sí mismo, lo revelan tam-bién en su límite óntico.

El dolor, no en su forma patoló-

172 DOLENTIUM HOMINUM

to sin la Resurrección celebraríasolamente el triunfo del mal.

Y es aquí y ahora que es necesa-rio promover el Reino de Dios; esaquí y ahora que es preciso resti-tuir a Dios el creado, en alabanza asu gloria. Es aquí y ahora que esnecesario combatir el propio límiteque se ha vuelto pesado por aquel-llas que estamos acostumbrados allamar estructuras colectivas depecado.

Entre el dolor como contextuali-dad creatural del ser y el dolor co-mo mal, como desorden personal ycolectivo, el cristiano no tiene otraposibilidad sino la de oponerse aeste último, asumiendo su mismolímite como desafío y paradigmaexodial. Se trata de corresponder ala synkatabasis misericordiosa deDios (cf. DV 8), de reproponerlacomo paradigma salvífico y vital,como conditio sine qua non de in-greso definitivo al Misterio y a laGloria.

Prof. CETTINA MILITELLOProfesora de Antropología Teológica

en las Pontificias Facultades Teológicasdel Teresianum y Marianum - Roma

Notas1 S. SPINSANTI, Salute, malattia, morte (Sa-

lud, enfermedad, muerte) NDTM, CiniselloB. 1990, p. 1136.

2 Cf., p. ej. M. AAUGE' - C. HERZLICH, Ilsenso del male. Antropologia, storia e socio-logia della malattia (El sentido del mal. An-tropología, historia y sociología de la enfer-medad), Milán 1986.

3 Tenemos un ejemplo en el volumen LaDouler. "Au de là des Maux" (El dolor. Más a-llá de la muerte), Paris 1992 (breve bibliogra-fía sobre: neurología y dolor; comportamientoy dolor; medicina y dolor; farmacología y do-lor; antropología y dolor; literatura y dolor)que ha acompañado a la homónima muestrade París.

4 Cf. ivi, p. 140 s.5 Cf., además de la cita de Spinsanti, p. ej..

B. HAERING, Proclamare la salvezza e guarirei malati (Proclamar la salvación y curar a losenfermos), Hospital Mulli - Reseña Trimes-tral, 1982/692.

6 La expresión es de V. FRANKL. Cf. su Ho-mo patiens. L'interpretazione umanistica de-lla sofferenza (Homo patiens. La interpreta-ción humanista del sufrimiento), Varese 1972.

7 El poco tiempo que tenemos a disposiciónhace imposible una comprobación extrabíbli-ca, intercultural o interrreligiosa de los para-digmas resolutivos del dolor y del sufrimien-to.

8 Obligatoriamente nos remitimos a A. NE-HER, L'essenza del profetismo (La esencia delprofetismo), Casale M. 1984, p. 82 ss. La delpathos de Dios es una idea que Neher la cam-bia de A.J. HESCHEL, Il messaggio dei profeti(El mensaje de los profetas), Roma 1982.

9 Citamos casi literalmente, M. NEDONCE-LLE, La soufference. Essai de réflexion chré-tienne (El sufrimiento. Ensayo de reflexióncristiana), París 1950, p. 12-13.

10 Sobre el debate anual acerca del uso delos analgésicos, cf., p. ej. I. SCHINELLA, Il cris-tiano, il dolore e gli analgesici (El cristiano, eldolor y los analgésicos) "Vivarium" 3 (1993),pp. 519-531.

11 Es emblemático el breve apólogo de L.Santucci: "El dolor tocó a la puerta, vino a a-brirle la fe y afuera no había nadie".

12 "¿Quién de vosotros al hijo que pide unpan le dará una piedra? O si le pide un pesca-do, ¿le dará una serpiente? Si vosotros puesque sois malos sabeis dar cosas buenas a vues-tros hijos, ¡cuanto más lo será vuestro Padreque está en los cielos que dará cosas buenas aquienes lo pidan!"

13 Remito a mi volumen Donna e Chiesa.La testimonianza di Giovanni Crisostomo(Mujer e Iglesia. El testimonio de Juan Crisós-tomo), Palermo 1985, pp. 74 ss.

14 Sería interesante conjugar el tema del do-lor en la perspectiva "femenina". Indudable-mente la experiencia del embarazo y sobre to-do del parto parecen unir indisolublemente lamujer y el dolor. Pero hoy, removida entre o-tros la hipoteca de una debilidad constitutivade la mujer, la contiguidad mujer-dolor seconvierte quizás en el paradigma existencialde aquella "misericordiosa ductibilidad" quepermite a la mujer de autotrascenderse con u-na coherencia sicofísica más lúcida. Por lo de-más el paradigma de la parturiente como ca-pacidad de ir más allá del sufrimiento ya esneotestamentario (cf. Jn 16, 21). En lo que serefiere a la reflexión femenina sobre el temadel dolor, remitimos a D. SOELLE, Sofferenza(sufrimiento), Brescia 1976 y a G.P. DI NICO-LA, Il linguaggio della madre (El lenguaje de

la madre), Roma 1994. Asimismo, es intere-sante - rico tal como es de un largo bagaje li-terario e iconográfico - el tema de la mater do-lorosa, también éste anterior al tema teológi-co, topos cultural (cf. M. LE BOT, Une femmeen Pleurs, en AA.VV., La Douleur. "Au-delàdes Maux", cit. pp. 81-94).

15 Pertenece, p. ej., al siglo XII el anónimoopúsculo Le dodici utilità della tribolazione(Las doce utilidades de la tribulación), PL207, 989-1006. Entre ellas: la ayuda que Diosda al tribulado; el aspecto purgativo; el pagode la deuda debida al pecado; la constricción abuscar las cosas celestiales; la custodia del co-razón; la seguridad que Dios ama a quien cas-tiga... A nivel poético, en cambio, se lea Jaco-pone de Todi: "Señor, por favor", por ejempo.

16 Es emblemático Francisco, cuya amoro-sa identificación al Christus patiens implicaincluso la presencia en su carne de los signosde la pasión. Si esto hace en el imaginario elalter Christus por antonomasia, el efluvioprehumanista de Francisco impide colocarloen una perspectiva ciegamente dolorista.

17 Cf. G. DUBY, Réflexion sur la DouleurPhysique au Moyen Age (Reflexión sobre eldolor físico en el Medioevo), en AA.VV., LaDouler. "Au-delà des maux", cit., pp. 71-79.Según su parecer, justo partiendo de esta mu-tación cultural, la diferente atención de lasciencias y de la medicina, poco a poco com-prometidas en el arte de curar, rechazan lafunción redentora del dolor y se empeñan acombatirlo con todo medio.

18 Un ejemplo desconcertante es ofrecidopor S. Eustochia, que en el siglo XIV fundó enMesina un monasterio de clarisas. El imagina-rio pone de relieve su excesiva búsqueda delsufrimiento, su mortificación del cuerpo, y asu muerte se vuelve una fuente de aceite per-fumado, fenómeno activo, al parecer, aún enel siglo pasado. Cf. F. TERRIZZI, La Beata Eus-tochia. 1434-1485, Mesina 1982.

19 Cf. S. SPINSANTI, L'etica cristiana dellamalattia (La ética cristiana de la enfermedad),Alba 1971.

20 Obviamente, esto no quiere absoluta-mente negar la eventualidad que dicha acsesis,inspirada en la caridad sobrenatural, pueda ha-ber sido ocasión de santidad auténtica y deperfección. Sin embargo, con razón sospecha-mos una cierta propensión agiográfica para re-conducir cada camino de santidad a las conno-taciones obligadas del dolorismo. Obviamen-te una lectura diferente finalmente podrá ha-cernos descubrir los profundos valores quehan cimentado la vida de muchos santos, ade-más y más allá de esta presunta opción prefe-rencial del sufrimiento.

21 Sobre este tema, cf. C. ROCCHETTA, Peruna teologia della corporeità (Para una teolo-gía de la corporeidad), Roma 1990: S. SPIN-SANTI, Il corpo nella cultura contemporánea(El cuerpo en la cultura contemporánea),Brescia 1983.

22 AAS (1984)...23 Sobre el espesor semántico de los térmi-

nos referentes al dolor (Pathos/pascho, thlip-sis, thlibo... Cf. S. NATOLI, L'esperienza deldolore. Le forme del patire nella cultura occi-dentale, Milán 1987, p. 19 ss.

24 Sin entrar en el contenido de los proble-mas planteados por A.N. WHITEHEAD, Pro-cess and reality, Cambridge 1929 y por C.HARTSHORNE, The Divine Relativity, New Ha-ven, 1948, creemos que podemos recorrer le-gítimamente a este lenguaje sobre todo en laperspectiva "económica", es decir aquella dela historia de la salvación como historia exo-dial de Dios. En esta perspectiva el Dios Tri-nitario sufre con nosotros, pero sobre todo su-fre en el Verbo que se ha hecho hombre.

25 Cf. asimismo S. SPINSANTI, Salud..., cit.,p. 1138 ss.

173VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Las curas paliativas han adquiri-do justamente, en estos últimos a-ños, un papel fundamental en elámbito de la asistencia socio-sani-taria y se han convertido en objetode numerosos debates, no sólo enel terreno médico, sino también enaquel ético y social.

Por lo demás, sólo recientemen-te ha empezado a ser adecuada-mente reconocida a la MedicinaPaliativa la valencia de nueva dis-ciplina médica, merecedora de lamáxima atención y digna de pro-gramas finalizados a consentir a-decuado desarrollo y difusión.

Permitidme ante todo recordarbrevemente la definición que, delas "curas paliativas" ha sido dadapor la Organización Mundial de laSanidad: "Las curas paliativas sonla cura total dada a la persona afec-tada por una enfermedad que ya noresponde a las terapias que tienenpor objeto la curación. Su objetivoes obtener la máxima calidad devida posible para el paciente y pa-ra sus familiares a través del con-trol del dolor, de los otros síntomasy de las problemáticas psicológi-cas, sociales y espirituales que sur-gen en el interior del núcleo do-liente constituído por el enfermo ypor su familia, que comparte sussufrimientosl".

Las características peculiares delas curas paliativas son, por lo tan-to, las siguientes:

1) se dirigen a los enfermos in-curables;

2) como tales, no tienen por ob-jeto primario la curación, sino lamejora de la calidad de vida;

3) no se enderezan al simple as-pecto biofísico y farmacológico dela enfermedad, sino al hombre quesufre, en su totalidad de aspectosfísico, moral y espiritual2;

4) no se dirigen solamente al pa-ciente, sino que envuelven a su fa-milia, ya como objeto de cuidados,ya como sujeto activo que partici-pa en el cuidado del pariente enfer-mo.

El número de pacientes necesi-tados de curas paliativas está enconstante aumento, especialmenteen el mundo occidental3. Esto re-conoce dos causas fundamentales:

La primera es el aumento de laincidencia de patologías de evolu-ción progresiva e infausta, entrelas que recordamos el cáncer, elSIDA, el morbo de Alzheimer, laenfermedad de Kreuzfeld-Jacob ylas varias formas de esclerosismúltiple. Tal fenómeno está enparte ligado al aumento de la vidamedia de la población, consecuen-cia de la mejora de las condicionessanitarias y sociales y de la reduc-ción de la mortalidad infantil y ju-venil.

La segunda causa es representa-da por la prolongación del tiempomedio de supervivencia de estospacientes, como consecuencia dela mayor eficacia de las terapiassintomáticas médico-quirúrgicas yde la mayor precocidad de lasdiagnosis.

Así pues, no hay duda de que losprogresos de la medicina, si por u-na parte han conseguido la drásticareducción de la mortalidad, por o-tra han contribuído a incrementarel número y la duración de la su-pervivencia de los pacientes afec-tados por patologías todavía incu-rables.

Por lo tanto, nos encontramosfrente a un nuevo tipo de enfermosnecesitados de curas entendidas enel sentido más amplio del término,o sea como atención dirigida a to-da la compleja realidad espiritual y

psicosomática del paciente incura-ble.

En realidad no hay duda de queel paciente afectado por una enfer-medad de final infausto presentaproblemáticas peculiares, que unfrío enfoque "técnico", enderezadosólo a los aspectos clínicos de laenfermedad, no puede resolver.

Ante todo, el dolor físico y los o-tros desórdenes ligados a la patolo-gía que le afecta, adquieren un ca-rácter especialmente gravoso porsu continuidad e intensidad cre-ciente.

En segundo lugar, los efectos di-rectos de la enfermedad, las muti-laciones debidas a eventuales in-tervenciones quirúrgicas y las de-caídas condiciones generales delpaciente, reducen mucho su auto-suficiencia, haciéndolo dependien-te de los demás.

En tercer lugar, la concienciaque tarde o temprano se abre cami-no en la mente del enfermo de lagravedad de sus condiciones y desu prognosis infausta, lo sitúa antela angustia de la ya próxima sepa-ración de la vida terrena.

El acumularse de estas proble-máticas causa una profunda turba-ción espiritual y psicológica que semanifiesta en las reacciones másdispares: incredulidad, rebelión,desorientación, ansia, depresión.Esto acentúa más los sufrimientosfísicos del paciente y agrava elcurso de la enfermedad.

Por desgracia, la relación médi-co-paciente en estas condiciones,muchas veces no es de las más idó-neas para dominar una realidad tancompleja. Más aún, podemos decirque en estos últimos años, la cultu-ra médica ha ido empobreciéndoseprogresivamente en su componen-te "humanística", para acercarse

CORRADO MANNI

La medicina de las curas paliativasy la escatología cristiana

174 DOLENTIUM HOMINUM

cada vez más al carácter de una"ciencia exacta", eficiente peroimpersonal y cada vez más lejanade la naturaleza transcendente delgran misterio de la vida, la cual si-gue constituyendo el objeto de susaber. El empleo de procedimien-tos diagnóstico-terapéuticos cadavez más sofisticados, el recurso aveces excesivo a la hospitalizacióny a la racionalización y protocoli-zación del acercamiento al pacien-te, tienden más y más a alejar, poruna parte, al paciente mismo delpropio ambiente humano y socialy, por otra parte, al médico del en-fermo.

Naturalmente no podemos des-conocer los innegables beneficiosque la tecnología ha consentidohacer reales, ni negar el rigor cien-tífico de nuestra disciplina, perohay que recordar que la tecnologíaasume un valor mientras permane-ce al servicio del paciente; perocuando se limita a servir a la cien-cia, acaba favoreciendo la "deshu-manización de la medicina", congrave daño tanto para el pacientecomo para el médico.

Otro riesgo para la delicada rela-ción médico-paciente lo representala fragmentación del deber médicoen muchas disciplinas de especia-lización, cuyo interés se dirige conprevalencia al estudio de un deter-minado órgano o aparato: nefrolo-gía, neumología, gastroenterolo-gía, cardiología, hepatología y o-tras muchas.

Es indudable que las notablesconquistas de la moderna cienciamédica no hubieran sido posiblessin el logro de un elevado nivel deespecialización por parte de quie-nes las han llevado a cabo. Pero dehecho muchos médicos han modi-ficado profundamente la propiacultura con peligro de convertirseen curadores de órganos y no deorganismos, como debería ser. Lamultiplicación de las disciplinaslleva consigo la multiplicación delos encargados de las curas: no esraro observar a pacientes en gravescondiciones confiados a los cuida-dos de cuatro o cinco especialistasdiversos, cada uno de los cualestiende a fijar su atención en el pro-pio sector de competencia especí-fica. Y la presencia de un médicocoordinador de la actividad diag-nóstico-terapéutica a menudo nobasta para evitar que se llegue a

perder de vista al paciente en su in-tegridad, cayendo en el error cono-cido como "reduccionismo". Pre-cisamente por este motivo debe-mos recordar siempre que nuestrodeber es curar al enfermo, no la en-fermedad.

La "medicalización" de la rela-ción con el enfermo constituye unnotable obstáculo a la compren-sión de su difícil experiencia hu-mana y espiritual, del doloroso re-flejo del sufrimiento físico y moralen su existencia. Pero en el enfer-mo incurable otros factores, estavez de naturaleza moral y social,

contribuyen a poner otros obstácu-los a lo largo de este camino. Dehecho, en una sociedad opulenta yproductivista como la occidental,en la que el bienestar material escon demasiada frecuencia exaltadocomo único bien posible y dondelos medios de comunicación demasa tienden a construir una ima-gen de la existencia hecha sólo debelleza, riqueza y éxito, los ladososcuros de la vida, el sufrimiento,la vejez y la muerte, son cada vezmás marginados, como si se qui-siera removerlos de la concienciacomún. En una perspectiva hechasólo de bienes terrenos, la dimen-sión dolorosa de la existencia nopuede menos de aparecer como unvacío inconcebible e inexplicable,que debe ser exorcizado. Es inevi-table que la pérdida del significadotranscendente de la vida prive desgnificado incluso su natural con-clusión, la muerte.

Tras la tendencia a hospitalizarla enfermedad se esconde a menu-do el intento de ocultar esa dimen-sión dolorosa a los ojos de la so-ciedad. Pero la falta de aceptaciónde semejante realidad, su margina-ción o su disfraz tras un tecnicismoexasperado, tras la medicalización,

mientras por un lado no impidenque dicha realidad se verifique,por otro lado han hecho del hom-bre de hoy un ser cada vez menospreparado a enfrentarse con ella, yhan acentuado los sufrimientos delmoribundo, que debe soportar lasconsecuencias morales y materia-les del aislamiento al que tantasveces se le somete.

En cada uno de nosotros, el es-pectáculo de la muerte ajena susci-ta desazón porque, a su vez, nos re-cuerda nuestro destino. En el mé-dico, a todo esto se añade una sen-sación personal de derrota de lapropia capacidad. También el yacitado reduccionismo alimenta es-ta torcida concepción, en cuantoque conlleva la pérdida de identi-dad del paciente, que es identifica-do y confundido con su enferme-dad; en tal perspectiva, la muertees erróneamente considerada co-mo la complicación final de unapatología y no el término naturalde la vida.

Así pues, veamos ahora cómolos factores que acabamos de des-cribir están conexionados entre sí:el tecnicismo y el reduccionismo,pueden ser considerados, a prime-ra vista, solamente como "defor-maciones profesionales" de la cla-se médica; en realidad un análisismás atento revela que constituyenla justificación y el instrumento deun rechazo cultural más generali-zado de la muerte, que implica nosólo al médico, sino a toda la so-ciedad.

Esta actitud de rechazo y distan-ciamiento de la enfermedad incu-rable y de su inevitable final, pue-de tener dos consecuencias que só-lo en apariencia contrastan entresí:

1) por una parte, puede induciral médico a persistir obstinada-mente en tratamientos ya inútiles odesproporcionados, los cuales, sinser realmente provechosos para elpaciente, son fuente de más sufri-mientos. Este error, como es sabi-do, suele llamarse "ensañamientoterapéutico". Numerosos factorescoinciden en determinarlo: de he-cho, a la incapacidad del médicode admitir la propia incapacidadpara curar al enfermo, se añaden eltemor de no haber hecho "todo loque era posible" para el bien delpaciente y la subestima de los su-frimientos que la hospitalización

175VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

prolongada y las terapias agresivassuponen para un enfermo ya pro-bado por una enfermedad que lodebilita.

Debemos precisar, para evitar e-quívocos, que por ensañamientoterapéutico se entiende el empleode tratamientos de documentada i-neficacia con respecto al objetivo,a lo que hay que añadir la presen-cia de un elevado riesgo y/o lo par-ticularmente gravoso para el pa-ciente de un nuevo sufrimiento enel que la excepcionalidad de losmedios empleados resulta clara-mente desproporcionada con res-pecto a los objetivos de la condi-ción específica4.

Así pues, el primer criterio es elde la documentada ineficacia y,por lo tanto, inutilidad de la tera-pia. Este criterio se funda en la evi-dente contradicción in fieri de se-mejante conducta por parte delmédico: el "ensañamiento", es de-cir, la prosecución obstinada y sinfinalidad de un tratamiento que re-sulte inútil para el paciente, anulasu valor "terapéutico" y, por consi-guiente, la naturaleza misma deltratamiento que, en cuanto tal, de-bería tener por objeto el bienestardel paciente mismo y una mejorade su calidad de vida. Por otra par-te, es evidente que una terapia aunempeñativa, compleja y costosa, sies proporcionada, no podrá pre-sentarse como ensañamiento tera-péutico. El empleo de recursosdiagnósticos y terapéuticos avan-zados y con alto grado de tecnolo-gía está plenamente justificado, sise hace para exclusivo bienestardel paciente.

El segundo criterio es el del ca-rácter gravoso del tratamiento quecorre el riesgo de determinar nue-vos sufrimientos físicos y morales,por lo que podrían ser considera-dos como una actitud de "violenciaterapéutica".

El tercer criterio es el de la ex-cepcionalidad de los medios tera-péuticos, que no deben ser despro-porcionados con respecto a los ob-jetivos que el médico se proponelograr.

Es evidente que este último cri-terio está sujeto a la continua evo-lución de la ciencia médica. Me-dios que tiempo atrás eran consi-derados desproporcionados, hoyson de diaria y rutinaria aplicación.Baste pensar en la ventilación me-

cánica y en la hemodiálisis, hoy re-alizadas incluso a domicilio. Eljuicio de proporcionalidad debe,más bien, ser aplicado sobre la ba-se de un conocimiento adecuadode las condiciones clínicas del en-fermo y del concreto beneficio a-portado por la intervención tera-péutica. Igualmente, en los pacien-tes bastante graves, en los que laespectativa de vida es muy breve,la terapia del dolor, la nutrición yla hidratación, la cura de úlceras dedecúbito, la asistencia en las nece-sidades cotidianas, no se presentandesde luego como ensañamiento

terapéutico, sino que son solamen-te las curas indispensables paramantener la dignidad de vida delpaciente.

2) Por lo demás, la concienciade que el paciente que se le ha con-fiado tiene una prognosis infausta,puede inducir al médico al error o-puesto: el de rendirse, renunciandono sólo a las terapias inútiles, sinotambién a las curas que, si hechasde modo adecuado, aliviarían no-tablemente los sufrimientos delpaciente: esto es, las curas paliati-vas.

Desde este punto de vista, el en-fermo para el que no hay posibili-dad de curación, es consideradocomo un enfermo "perdido", queya no merece una verdadera asis-tencia, no sólo sanitaria en sentidoestricto, sino también moral; en elmédico, perdida toda esperanza decurar al paciente, a la atencióncientífica y profesional sucede eldistanciamiento, negando al pa-ciente la confianza y el sostén es-piritual precisamente cuando másnecesidad tiene de ello; las infor-maciones sobre su estado de saludde hacen vagas y evasivas; se le e-vita, en fin de cuentas, porque des-pierta en el médico el embarazo de

la propia impotencia y la amargurade su derrota profesional; a lo más,la piedad se conforma con darlefalsas ilusiones.

Se comete así un error aún másgrave, si es posible, que el ensaña-miento terapéutico: el de un verda-dero "abandono terapéutico", a-bandono que puede concluir con elalta tout court del enfermo por in-curable, sin ninguna otra perspec-tiva de asistencia. Al aislamientomoral del paciente sigue así la ver-dadera soledad material y social,suya y de su familia. Es inútil aña-dir que esto no hace más que mul-tiplicar los ya graves problemas detodos ellos.

En realidad, la sensación de de-rrota profesional representada porel paciente incurable, cuyo recha-zo está en la base tanto del ensaña-miento como del abandono tera-péutico, deriva esencialmente deun equívoco de los objetivos de lapropia misión, que es percibida co-mo si tuviera por fin único la cura-ción del paciente; una vez más nosolvidamos de curar al enfermo yno sólo la enfermedad. En reali-dad, mientras no siempre se puedecurar, siempre se puede cuidar:también la diabetes es una enfer-medad habitualmente incurable,pero nadie se permitiría definirlaincurable; lo que la diferencia deenfermedades igualmente incura-bles, como el cáncer o el SIDA, esla diversa espectativa de vida delpaciente. Pero la necesidad de cu-ras y atenciones del enfermo no esciertamente proporcional a la du-ración de la vida que aún queda; siacaso la verdad es lo contrario.

En sustancia, aun cuando ya nohay más espacio para las terapiasetiológicas, o sea las que pueden e-liminar la causa de la enfermedad,es deber irrenunciable del médicollevar a cabo todas las intervencio-nes dirigidas a remover los sufri-mientos relacionados con la enfer-medad misma, ya sean de naturale-za física, ya moral.

A este propósito recuerdo que elArt.32 del Código italiano de De-ontología Médica afirma textual-mente que "el médico no puede a-bandonar al enfermo consideradoincurable, sino que ha de seguir a-sistiéndolo aun con el único fin decalmar el sufrimiento físico y psí-quico, de ayudarle y confortarlo"5.

Más expresamente, también el

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Comité Nacional de Bioética, en laconferencia de prensa del pasado19 de julio, para la presentacióndel documento sobre "Cuestionesbioéticas referentes al fin de la vi-da humana"6, ha subrayado el altovalor bioético de las curas paliati-vas. De hecho éstas tienen su sus-tancia no en la pretensión ilusoriade poder sustraer a la muerte a unpaciente, sino en la firme intenciónde no dejarlo solo, de ayudarle avivir esta su última radical expe-riencia de la manera más humanaposible, tanto desde un punto devista físico como desde un puntode vista espiritual. Orientadas so-bre todo a aliviar el dolor en gene-ral y en particular el de los enfer-mos terminales, las curas paliati-vas han ampliado y siguen am-pliando su horizonte y su ámbitode acción y se presentan en nuestrotiempo como uno de los campos enlos que la moderna medicina ma-nifiesta su profunda vocación decura en sentido global: por lo tan-to, no sólo físico, sino también psi-cológico y existencial, de quienessufren.

Por lo demás, la asistencia a lospacientes incurables adquiere unsignificado espiritual más alto enla ética cristiana.

Para el médico cristiano, el pri-mer imperativo moral es el de ser-vir a la vida, lo que significa asis-tirla hasta su término natural. La a-sistencia sanitaria al moribundo esuna tarea particularmente impor-tante y delicada porque se trata dehacer que incluso en el morir elhombre haya de reconocerse yquererse como ser viviente. Paracitar las palabras del Santo Padre,"nunca como en la proximidad dela muerte y en la muerte mismahay que celebrar y exaltar la vida...la actitud ante el enfermo terminales a menudo el banco de pruebadel sentido de justicia y de caridad,de la nobleza de ánimo, de la res-ponsabilidad y de la capacidadprofesional de los agentes sanita-rios, empezando por los médi-cos"7. Ayudar a una persona a mo-rir significa ayudarla a vivir inten-samente la experiencia última desu vida. Y esto se cumple a travésde una presencia amorosa junto almoribundo; una presencia que, sinengañarle, le haga sentirse vivo,persona entre personas, porque esdestinatario como cualquier hom-

bre y aun más que cualquier otro,en tal circunstancia, de atencionesy cuidados.

Esta presencia, atenta y cuida-dosa, debe infundir confianza y es-peranza en el enfermo y reconci-liarlo con la muerte.

Es evidente que, para estar real-mente en condiciones de infundirconfianza y esperanza, el agentesanitario debe ser el primero en ha-cer suyos estos valores, en no su-cumbir ante el desánimo y el ego-ísmo, en saber hacer suya la di-mensión humana y transcendentede los sufrimientos físicos del en-fermo y del drama psicológico yespiritual de la separación que elmorir significa y comporta; tareaséstas no fáciles. No podemos ne-gar que "...ante el misterio de lamuerte quedamos impotentes; va-cilan las certidumbres humanas.Pero es precisamente frente a talderrota cuando la fe cristiana... sepropone como manantial de sere-nidad y de paz... Lo que parecía notener sentido, adquiere sentido yvalor"8.

Al cumplir esta tarea, el testimo-nio de fe y de esperanza en Cristodel agente sanitario adquiere unpapel decisivo. "Realizar una pre-sencia de fe y de esperanza es, pa-ra el agente sanitario la más altaforma de humanización del morir.Es más que aliviar un sufrimiento.Significa procurar con los propioscuidados hacer fácil al enfermo ir aDios"9,10.

Así pues, en el plano operativo,los imperativos para el agente sa-nitario con respecto al enfermo in-curable son:

1) evitar la medicalización de suenfermedad;

2) mantener su intervención enlos límites de la justa proporciona-lidad, evitando tanto el ensaña-miento como el abandono terapéu-tico;

3) constituir para el paciente ypara su familia una constante y so-lícita fuente de esperanza y de apo-yo moral mediante el propio testi-monio de fe;

4) actuar y promover con todoslos medios las curas paliativas que,aliviando los sufrimientos del pa-ciente, contribuyen a la humaniza-ción y a la aceptación del morir.

A propósito de lo último, hayque subrayar que la realización decuras paliativas lleva consigo una

planificación que asegure la conti-nuidad de las curas, tanto a nivelhospitalario como fuera del hospi-tal y el mantenimiento de un firmenúcleo asistencial en torno al en-fermo; esto no puede realizarse sinun programa que envuelva a los fa-miliares del paciente, al médico defamilia, a los asistentes sociales yreligiosos y a las estructuras públi-cas11. Desgraciadamente, esto es a-ún escasamente asimilado a nivelsocial y político: hoy más que nun-ca la asistencia sanitaria se veconstreñida a encontrarse con lainsuficiencia de los medios legis-lativos y económicos puestos a sudisposición: la crónica de cada díanos pone, por una parte, frente aclamorosos éxitos terapéuticos lle-vados a cabo en centros de alta es-pecialización; y por otra parte, acarencias operativas, igualmenteclamorosas, en servicios sanitariosincluso esenciales. La causa de es-tos desequilibrios sólo en partepuede ser atribuída a los médicos:es, sobre todo, el reflejo de un de-sinterés más general de la colecti-vidad para con la parte más débilde la sociedad: los ancianos, losenfermos, los pobres. Muchos pa-cientes incurables y necesitados decuras paliativas encajan simultáne-amente en más de una de esas cate-gorías; los ancianos, por ejemplo,o los enfermos de SIDA, en losque son comunes la mala situacióneconómica y la marginación so-cial, preexistentes o, por desgracia,efecto de la enfermedad misma.Desde este punto de vista, el aban-dono del enfermo incurable puedepresentarse, a los ojos de algunos,como un remedio necesario para e-conomizar en el gasto sanitario enbeneficio de los pacientes conprognosis mejor; y a veces se justi-fica esta opción con el intento de"dejar morir al paciente en paz, ensu casa", para evitarle el stress dela hospitalización. En realidad, talperspectiva se muestra totalmenteilusoria: de hecho, el dar de alta alpaciente incurable, efectuado sinprever programa alguno de terapiapaliativa y de soporte domiciliar,es no sólo éticamente inaceptable,pero presenta costes sociales y e-conómicos enormes, calculablesen jornadas laborales perdidas porparte de los familiares del pacien-te, tanto por la necesidad de asis-tencia al enfermo, como por la ma-

177VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

yor incidencia de enfermedades fí-sicas y psíquicas consecuencia delstress de la enfermedad y del luto.Añádese a esto el derroche debidoal mal uso de medicinas, sobre to-do analgésicos, a consecuencia deuna prescripción dicontinua e ina-decuada12.

Todavía preocupa más la actitudde quien, frente al sufrimiento delos enfermos terminales, llega aproponer la eutanasia como únicoremedio, justificando tal posturacon el hecho de que, en general, esel paciente mismo quien pide elempleo de tales medios extremos.

Respondiendo a quienes presen-tan tales propuestas, no pienso a-hora entrar en las complejas pro-blemáticas ligadas a la eutanasia:me limitaré a citar las palabras delPontífice: "...las súplicas de los en-fermos muy graves, que a vecesinvocan la muerte, no deben serentendidas como expresión de unaverdadera voluntad de eutanasia;de hecho son casi siempre angus-tiadas peticiones de ayuda y de a-fecto"13. El enfermo que se sientecircundado por una presencia a-morosa y que ve aliviados los pro-

pios sufrimientos, no cae en la de-presión de quien, en cambio, sesiente abandonado a un destino sinesperanza9.

En conclusión, la medicina dis-pone hoy de numerosos mediospara controlar el dolor y restituir alenfermo incurable una digna cali-dad de la vida hasta el natural tér-mino de la misma; no existen escu-sas para la ignorancia o la omisiónde su empleo por parte del perso-nal sanitario, que de la defensa delbienestar del paciente hace el obje-to de su profesión.

La terapia paliativa hace impro-ponible e inaceptable la eutanasia.Es ésta la respuesta más alta quepuede darse a la "cultura de lamuerte y del abandono".

Prof. CORRADO MANNIDirector del Instituto

de Anestesiología y ReanimaciónUniversidad Católica del "Sacro Cuore"

Roma

Bibliografía1 Organización Mundial de la Sanidad: Do-

lor por cáncer y curas paliativas. Ginebra, Co-lección informes técnicos, n. 804, 1990.

2 VENTAFRIDDA V.: Continuing care: a ma-jor issue in cancer pain management. Pain,

36: 137-43, 1989. 3. World Health StatisticsAnnual 1988. Ginebra, Organización Mundialde la Sanidad, 1988.

4 MANNI C., "Accanimento terapeutico: de-finizione e aspetti scientifici. Atti del conveg-no AMCI-ACOS" Accanimento terapeutico:un concetto da precisare", Roma, 1990.

5 Federación Nacional de los Médicos Qui-rurgos y de los Odontólogos. Código de De-ontología Médica. "Il Medico d'Italia",44(3)Supl. 1990.

6 Comité Nacional para la Bioética, "Ques-tioni bioetiche relative alla fine della vita u-mana". En imprenta.

7 JUAN PABLO II, A los participantes en elConvenio internacional de la Asociación"Omnia Hominis", 25 de agosto de 1990, en"Insegnamenti", XIII/2, p. 328.

8 JUAN PABLO II, A los participantes en elConvenio internacional sobre la asistencia alos moribundos, en "Osservatore Romano",18 de marzo de 1992.

9 Pontificio Consejo para la Pastoral de losAgentes Sanitarios: Carta de los Agentes Sa-nitarios, Ciudad del Vaticano, 1994.

10 JUAN PABLO II, A dos grupos de trabajopromovidos por la Pontificia Academia de lasCiencias, 21 de octubre de l985, en "Insegna-menti" VIII/2, n. 6, p.1083.

11 ROMANINI A., SPEDICATO M.R., Unità dicura continuativa, nuova soluzione terapeuti-ca e assistenziale nella malattia terminale. En"Progressi Clinici: Medicina, III, 3, Padova,1988.

12 CAMERON J., PARKES C.M.: Terminal ca-re: evaluation of effects on surviving familymembers of care before and after bereave-ment. Postgrad.Med. J., 59; 73-78, 1983.

13 PABLO VI, A los participantes en el IIICongreso mundial del "International Collegeof Psychosomatic Medicine", 18 de septiem-bre de 1975, en AAS 67 (1975) p. 545.

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Introducción al tema

En todos los países, en todas lassociedades de todos los tiempos,han sido siempre las mujeres quie-nes se han encargado de cuidar asus hijos, hembras o varones. Fue-ron siempre y todavía hoy, princi-palmente las mujeres, quienes cui-daban a los enfermos, tanto en elplano profesional como en el sim-plemente formal; por ejemplo, loscuidados a domicilio y los cuida-dos de las familias.

Actualmente resulta de una en-cuesta hecha en los Países Bajos(1994), y podemos suponer que lascifras dadas se aplican igualmentea los demás países industrializadosde Europa, que de cinco horas decuidados dados fuera de los hospi-tales, cuatro de esas horas son pres-tadas por mujeres. Más del 60% detoda la asistencia informal es dadapor mujeres, como es sabido: casa-das, hijas, nietas y mujeres empa-rentadas. Visto en absoluto, se pue-de hablar de un logro importantesobre el empleo del tiempo de lasmujeres.

Una de cada seis personas quehaya superado los 55 años de edad,recibe cuidados ya sea a domicilioya en un hospital. De todas las mu-jeres entre los 30 y los 60 años deedad, una de cada tres ofrece suscuidados informales.

En pocas palabras, dar esos cui-dados constituye la tarea predomi-nante de las mujeres. Así aparece,por una comprobación y según unaencuesta personal, hecha con oca-sión del XV Congreso Mundial deCICIAMS en 1994, que la nursingy la obstetricia están principalmen-te en manos femeninas.

En los países industrializados, elcuidado de los enfermos y la ayuda

social son dados por las mujeres enun 85%. A partir de los años 60, loshombres han hecho su ingreso enel mundo de los cuidados de la sa-lud. El porcentaje de hombres en lacura de enfermos y en los cuidadosde la salud sigue más o menos almismo nivel, e l15%.

Los estudios hechos concernien-tes a indagaciones y tendencias in-dican que dicho porcentaje seguirámás o menos estable y esto tam-bién para los decenios venideros.Pero debe observarse que entre el15% de hombres, hay un porcenta-je de 60%, incluso del 75% dehombres que ocupan una posiciónde dirigentes al margen de los cui-dados de la salud y de la ayuda so-cial, y esto ocurre sobre todo a par-tir de los últimos quince años. To-mando como ejemplo a MicellePerrot (1990) me atrevería a hablardel "poder de los hombres y la po-tencia de las mujeres".

Pero hay excepciones bien cono-cidas en la historia, cuando las mu-jeres han tomado el poder. A me-nudo se trata de excepciones es-pectaculares, sobre todo de jefes deejército de jefes de Estado, comoson los casos de Juana de Arco y deCatalina la Grande. También haygran número de ejemplos de muje-res de elevada posición que han re-presentado un papel político im-portante entre bastidores y han lle-gado así a ejercer una gran influen-cia política.

Pero no debe sorprendernos elque sean sobre todo las mujeresquienes ejercen la función de cui-dar, tanto en el plano informal co-mo en el plano profesional. A ellocontribuyen varios factores, espe-cialmente:

a) Las predisposiciones natura-les de la mujer, entre ellas la solici-

tud maternal, se extienden espontá-neamente a todos aquellos que de-ben ser protegidos, aliviados, soco-rridos.

La palabra inglesa "nursing"viene de "to nourish": nutrir y, porextensión, ofrecer los cuidadosmaternales a los débiles, a los en-fermos, a los heridos.

b) el papel femenino la misiónsagrada de la dedición, del altruis-mo, vista como una colaboracióneficiente a la profesión médica y,en fin, como una ciencia técnicaque necesita una habilidad manualconsumada.

c) la Historia: durante numero-sas generaciones en Occidente, laopinión pública ha consideradoque el cuidado de los enfermos, ladedición, la abnegación, no podíancumplirse más que en el estado re-ligioso y exigía pronunciar los vo-tos irrevocables de confinarse parasiempre en el celibato, para aque-llas que hubieran sido tentadas dededicarse a los cuidados de los en-fermos.

Pero es un hecho que son sobretodo las mujeres occidentales quie-nes se han encargado de las tareasde procurar cuidados y que han si-do inspiradas por la fe.

A través de la historia de la Igle-sia, las mujeres cristianas siemprehan admitido, reconocido y com-prendido las necesidades funda-mentales contemporáneas y hanrespondido de manera concreta,partiendo de la Palabra del Evan-gelio. Lo han hecho comprome-tiendo totalmente sus personas ysus vidas con los medios existentesen cada época.

Siempre han sido inspiradas porel Espíritu Santo y así han llegadoa responder a las necesidades de suépoca, a las necesidades de la Igle-

AN VERLINDE

La mujer a lo largo de la Historiaen la asistencia a los enfermos

179VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

sia y a las necesidades de la socie-dad en la que vivían.

El Espíritu Santo no ilumina só-lo a Dios, sino que ilumina tambiénlo más profundo del hombre. Co-noce las necesidades del hombrecomo sus más profundos deseos. Eiluminando especialmente la Pala-bra de Dios, el Espíritu Santo con-duce la historia.

También en la Palabra de Dios elhombre encuentra la respuesta.

Lo que caracteriza a las mujerescristianas es el hecho de que iban, ysiguen yendo actualmente, hacia elhombre (ver Madre Teresa) y veían-y siguen viendo siempre- al hom-bre a través de la mirada de Cristo:porque son movidas por el EspírituSanto y reconocen a Cristo en to-dos los hombres.

Cuando fue ungido con el pre-cioso bálsamo de nardo indio enBetania, Jesús dijo: "A los pobreslos teneis siempre con vosotros". Yen efecto, durante siglos, siempreha habido pobres y en nuestrotiempo hay más pobres que nunca.

Jesús se ha identificado con to-dos esos pobres cuando dice: "Loque haceis con los más humildesde los míos, lo haceis conmigomismo" (Mt 25,40).

Es evidente que numerosas mu-jeres iban a los otros partiendo deuna dimensión apostólica. Actual-mente, muchos enfermeros, enfer-meras y comadronas, miembros deCICIAMS, cumplen su labor en u-na óptica apostólica y se incluyenasí en la tradición y en la historiade los miembros cristianos de lanursing. Tal fue el resultado de loscomentarios dados por asociacio-nes-CICIAMS al cuestionario deCICIAMS hecho con ocasión delXV Congreso mundial de CI-CIAMS en Lovaina en 1994.

Numerosos son los que sirven alSeñor en su cuerpo mortal, por másque el Señor haya dicho que Maríahabía escogido la mejor parte."Marta, te preocupas de tantas co-sas, cuando hay una sola que es ne-cesaria. María ha escogido la mejorparte, que no le será quitada" (Lc10,41-42).

¿Qué significa esto?¿Debemos creer que Jesús repro-

chaba a Marta su quehacer domés-tico?

¿Cómo hubiera podido repro-charle eso? ¿A ella, que estabacompletamente absorbida por el

cuidado que dar a su Huésped yque ofrecía su hospitalidad al Se-ñor mismo? No se trata de un re-proche, porque, de lo contrario, na-die volvería a ocuparse de los nece-sitados, sino que cada uno escoge-ría la mejor parte.

Ninguna persona daría de comera los pobres, ni cuidaría a los enfer-mos, ni visitaría a los encarcelados,etc.

Nuestra solicitud sigue siendoindispensable y necesaria a todoslos que deben ser alimentados.Marta y nosotros, enfermeros, en-fermeras y comadronas, y todos losque se encargan de procurar cuida-dos, tienen interés en servir al Se-ñor en su cuerpo mortal.

2. El recorrido históricode la "nursing"

Toda profesión sanitaria se colo-ca en relación a la medicina, ya seauna rama que ha adquirido su inde-pendencia, como los farmacéuti-cos, o que permanezca más o me-nos independiente como las enfer-meras o los cino-terapeutas.

La medicina, y con ella el con-junto de profesiones de la salud, sesitúa en una sociedad con respectoa la interpretación aceptada del ori-gen de las enfermedades.

Durante mucho tiempo y todavíaen nuestros días de manera más omenos reconocida, la causa de todaenfermedad revestía un caráctermoral; la enfermedad procedía deuna falta cometida o de un malquerido por otros, vivos o muertos,adivinos, brujos, sacerdotes quetrataban de identificar esta causa,de combatirla y rehabilitar a laspersonas curadas por ritos de puri-ficación.

Entre tanto se desarrollaba unamedicina capaz de oponer a lossíntomas unos medios a menudo e-ficaces. Por su parte, la historia delgrupo enfermero puede ser unida ala de personas encargadas por lasociedad del sostén y de los cuida-dos que hay que dar a los enfer-mos.

El mismo hombre, mago o cu-randero, ha podido cumplir a la vezel papel médico de interpretaciónde la causa del mal, de administra-ción del tratamiento y de enferme-ro; pero este no ha sido el caso. In-cluso en las sociedades arcaicas en

las que la división del trabajo eraimprecisa, el papel médico consis-tía muchas veces en expulsar elmal identificado inflingiendo al pa-ciente prácticas muy penosas paradesalojar al mal, ese huésped inde-seable.

La función enfermera de sosténde la persona tocaba a una mujer dela familia o de la tribu.

Pero el origen de las enfermerasmás claramente identificable comogrupo social en los países de Occi-dente, es el de las órdenes religio-sas, ligado a la historia del cristia-nismo.

El cristianismo, efectivamente,aporta unos principios revolucio-narios: la vida humana es sagrada,los pobres y los enfermos son re-presentantes de Cristo y hay quesocorrerlos por amor de Dios, sindistinción de raza ni de religión.Tal es el mensaje de la parábola del"Buen Samaritano". Unos fielesdan sus bienes a la Iglesia y consa-gran sus vidas a poner en prácticaaquellos principios. Algunos vivenen comunidades que se organizanprogresivamente bajo la autoridadde los obispos. Estas comunidadesasumirán determinadas funcionesen la sociedad, especialmente lasde socorro a los pobres y a los en-fermos.

Durante siglos la Iglesia católicase convierte en institución establey goza de una autoridad organiza-da, reconocida y que dispone de ri-quezas y de personas consagradasa vivir en sus filas.

En Francia, entre los siglos V yXIX, la Iglesia crea numerosas ins-tituciones de muy diversa impor-tancia para paliar las mayores insu-ficiencias de la organización so-cial. Serán abrigo para los peregri-nos, los huérfanos y los ancianos,casas de caridad para los mendi-gos.

El funcionamiento de tales insti-tuciones ha sido confiado muchasveces a órdenes femeninas, con ex-cepción de los Hospitalarios deSan Juan de Jerusalén, orden mas-culina fundada en 1102, en plenascruzadas.

Paralelamente a esas institucio-nes hospitalarias, la Iglesia visita apobres y enfermos. Una de las másnotables creaciones en ese terrenoes la de las Hermanas de la Cari-dad, fundada por San Vicente dePaul. La primera escuela de enfer-

180 DOLENTIUM HOMINUM

meras fue fundada en 1633 por SanVicente de Paul, en París.

Las órdenes religiosas serán ex-pulsadas de los hospitales en lospaíses dominados por la Reforma.En Francia, su partida será progre-siva, entre la revolución de 1789 yla separación de la Iglesia y del Es-tado en 1902. Pero ¿quién va a re-emplazar a las órdenes hospitala-rias? Durante siglos, el personal re-ligioso ha sido ayudado por sir-vientes de ambos sexos. Eran ile-trados y no estaban obligados porvoto, sino que lo hacían simple-mente para ganar con qué vivir.

Muchos testimonios muestranque los hospitales han pasado porun período de decadencia.

En Inglaterra surgía otro recursoligado a la laicización, la apariciónde una clase media con la indus-trialización, el desarrollo de unamedicina específica y la creaciónde la Cruz Roja.

Quien lleva a cabo el cambio esFlorence Nightingale. La reformase basa sobre tres principios capita-les:

– el reclutamiento de enfermeraspara una profesión;

– la formación en escuelas conuna economía independiente;

– y un cuerpo docente compe-tente;

– el trabajo en instituciones enlas que las enfermeras tienen la po-sibilidad de organizar y adminis-trar el servicio de enfermería en co-laboración con la dirección delhospital y del cuerpo médico.

Mlle. Florence Nightingale erala propagandista de una actitudprofesional de las enfermeras, ba-sada sobre normas del código de-ontológico de la medicina y sobrevalores cristianos: "No se tratasimplemente de cuidar y curar en-fermedades, sino al enfermo, y es-to fundado en valores cristianos".

Desde los primeros años del si-glo XX, en Europa y en los paísesindustrializados, se constituyentres grupos profesionales: religioso- público - privado.

Tres grupos muy diferentes por– la elección del oficio; para u-

nos por el deseo de compromisopersonal y el ingreso se hará porlos votos;

– para otros se tratará de ganarpara vivir y el ingreso se hará porun contrato con la institución - untercer grupo, la opción por el deseo

de ejercer una profesión de servi-cio reconocida honorablemente y ala espera de casarse.

Estos tres grupos tienen rasgoscomunes:

– La ausencia de compensaciónfinanciera por los servicios hechos;las religiosas por voto de pobrezalas enfermeras de hospitales públi-cos, porque no son muy califica-das, las enfermeras de serviciosprivados porque menosprecian laremuneración.

– El funcionamiento se basa so-bre la obediencia religiosa, buro-crática o militar.

– Un débil valor atribuido a laformación profesional, salvo en elgrupo privado.

En resumen, puede decirse queel período negro para el cuidado delos enfermos ha concluido cuandohombres y mujeres, movidos reli-giosamente, se comprometen per-sonalmente en esta rama empobre-cida de la ayuda social.

Pienso en San Vicente de Paul ysus Hermanas de la Caridad, en elPastor Fliedner y su esposa, en Flo-rence Nightingale. Esta última re-cibió su formación de enfermera encasa de los esposos Fliedner y resi-dió durante algún tiempo en París,en el hospital instituido por San Vi-cente de Paul.

3. La enfermera moderna:de Hipócrates alBuen Samaritano

El juramento de Hipócrates de-termina desde hace 25 siglos los lí-mites de la ética médica. Lo que a-hora hay de nuevo es que los prin-cipios de la ética general son apli-cados a la ética biomédica. Otranovedad consiste en que los pro-blemas éticos exigen un enfoqueinterdisciplinar científico. Los mé-dicos, los miembros de la nursing,los psicólogos, los cino-teapeutas,los juristas... deben ponerse a refle-xionar juntos en la dignidad huma-na de las tecnologías aplicadas.

Estamos todos de acuerdo en ad-mitir que la ética biomédica condu-ce a la reflexión en cuanto a lospuntos más graves como el aborto,el Sida, la eutanasia, el hecho deexperimentar y el trasplante de ór-ganos.

Los miembros de enfermería re-flexionan también acerca de la a-

sistencia dada cada día. Hay unadistinción entre la ética de losmiembros de enfermería y la éticabiomédica, sobre todo porque laprimera es específicamente puestasobre las actividades profesionalesdesde el punto de vista de los cui-dados que se ofrecen y sobre el pa-pel y la posición de quienes cum-plen dicha función. Las accionesque los miembros de la nursing re-alizan actualmente y los valores ynormas que inspiran tales acciones,están inscritas en el contexto exis-tente desde hace siglos en la tradi-ción de los cuidados institucionali-zados.

No podemos presindir aquí de lainfluencia de Florence Nightinga-le. Hay ocasión de ver la personade Florence Nightingale en su con-texto histórico y desde luego en elcuadro de la existencia de la mujerdel siglo XIX. Antes de Nightinga-le, la profesión de enfermera sim-plemente no existía. El cuidado delos enfermos era considerado co-mo tarea específica de la mujer enel hogar; en consecuencia, pococualificada, no remunerada, perodedicada y maternal.

La enfermera no tenía conoci-miento alguno de medicina y cadavez debía consultar al médico, fi-gura paternal que decidía de las di-chas y desdichas del hospital y delos pacientes. Así pues, es evidenteque la enfermera, como en una fa-milia patriarcal, seguirá al médicoy obedecerá sus instrucciones.

Nightingale separó en cierto mo-do la nursing del contexto de la fa-milia porque, en su opinión, la en-fermería era una ocupación profe-sional, basada en motivos religio-sos y realizada por enfermeras cali-ficadas. Para las mujeres de las cla-ses superiores esto presentaba la o-casión ideal para escapar del papelpasivo de la mujer, impuesto por lasociedad.

La convicción religiosa de Nigh-tingale se manifiesta en su severacrítica de las evoluciones posterio-res en la profesión de enfermera,como la formación de uniones pro-fesionales para los miembros de lanursing; mejores remuneracionesy mejores condiciones sociales detrabajo.

Según Nightingale todo esto noconcordaba con la concepción deprocurar cuidados como vocaciónreligiosa. Su razonamiento y su ac-

181VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

titud, especialmente su toma de po-sición religiosa y su disciplina mi-litar han influido en casi todos losmiembros de la nursing moderna yoccidental.

Frases como "ser una buena en-fermera, esto es Born in hetchurch, and raised in the Army"han sido válidas hasta la segundaguerra mundial. Es más que proba-ble que a consecuencia de esto losenfermeros, las enfermeras y lascomadronas y asistentes médico-sociales, hayan esperado muchotiempo antes de constituir una ins-titución profesional internacional.Bajo el impulso de miembros bel-gas y franceses de la nursing, CI-CIAMS no fue instituido hasta1936.

Según Nightingale, el tipo de laenfermera ideal responde a la ima-gen tradicional de una "mujer muyconveniente" de la época Victoria-na. En consecuencia, se pone el a-cento sobre la pureza, la dedición,la obediencia y la lealtad para conlos médicos. Los llamados valoresquedan reflejados en "La promesade Florence Nightingale": es el do-cumento ético más antiguo de lanursing y en cuanto a su forma ycontenido se parece mucho al jura-mento de Hipócrates.

Desde el paso del siglo XIX alXX hasta la segunda guerra mun-dial, hemos sido testigos de la suce-sión de numerosas uniones profe-sionales para los miembros de lanursing y para las comadronas, asícomo una verdadera exlosión demanuales y de artículos publicadospara enfermeras y escritos por en-fermeras. Es importante ver quemuy a menudo se presta gran aten-ción a las directivas referentes a lasnormas; sobre todo la norma de unaperfecta obediencia; todo un pa-quete de normas, tanto morales co-mo civiles, referentes a la decenciay al "savoir-vivre": la etiqueta.

Los artículos publicados por Isa-bel Hampton Robb (Estados Uni-dos) son un ejemplo de ello y sonconsiderados como un primer pasohacia la etiqueta de la nursing. Si-multáneamente, gran número de a-nálisis aparecía en toda clase de ar-tículos y de libros que se referían ala formación del carácter de las en-fermeras.

Se trata aquí de virtudes como lapaciencia, el amor al prójimo, la le-altad, la pureza, la prudencia, la ho-

nestidad, la justicia y, sobre todo, ladedición.

Aunque la medicina haya evolu-cionado tanto gracias a una tecno-logía avanzada, la nursing ha per-manecido fiel a las directivas refe-rentes a las llamadas normas y estomás o menos hasta los años 60.

Sea como fuere, hecho el estudiode esas normas, los indicios sonclaros: se da el modo de comportar-se como un "Buen Samaritano".

Después de los años 60, la profe-sionalidad de la nursing fue muy a-centuada, consistiendo en la aplica-ción técnica exacta de los conoci-mientos y posibilidades. Por analo-gía con la medicina, la nursing de-bía responder a la siguiente imagenideal:

1) un conocimiento teórico y sis-temático que da las directivas nece-sarias a la práctica de la profesión

2) reconocimiento por parte delpaciente de la autoridad y experien-cia del miembro de la nursing

3) un código ético que regule lasrelaciones entre los miembros de lanursing y exprese el hecho de ser-vir

4) acceso a la profesión median-te una formación controlada

5) ejercicio de la profesión ex-clusivamente por los miembros dela asociación profesional protegi-dos por la ley

6) la asociación profesional tienesu propia cultura profesional apo-yada por los sindicatos.

El procedimiento de la profesio-nalidad de la nursing tiende a unaautonnomía en la definición y el e-jercicio del trabajo, es decir, auto-nomía e independencia en la des-cripción y el ejercicio de la profe-sión.

En estos últimos tiempos existeel cuidado no sólo de aplicar exac-tamente las conocimientos y las po-sibilidades técnicas, sino tambiénel cuidado referente a la aplicaciónde la calidad y de la capacidad delos procedimientos de comunica-ción.

Además se trata de reflexionarcada vez con mayor madurez sobrelas actividades, lo mismo que sobreel papel y la posición del personalde la nursing.

Durante los últimos años hemossido testigos de la publicación denumerosos estudios referentes a lasopciones y problemas éticos; y lomismo se diga de una verdadera

explosión de códigos profesiona-les. Con otras palabras, podemossuponer que los miembros de lanursing quieren manifestarse másabiertamente acerca de lo que se re-fiere a la propia función y tambiénen cuanto concierne al aspecto "hu-mano" o "los buenos cuidados".

Muchas veces la parábola del"Buen Samaritano" es consideradacomo punto de partida y como e-jemplo.

Conclusión

Para concluir, me gustaría citar ami predecesora, MademoiselleCh.Van Massenhove, PresidenteNacional del NVKVV y SecretariaGeneral de CICIAMS.

La diferencia entre vocación yprofesión está representada por ladistancia que hay entre lo que pue-de prestarse partiendo de la fe y dela caridad, y lo que puede prestarsepartiendo de la obligación y de laconstricción.

Entre la vocación y la profesiónse sitúa el entusiasmo que se tradu-ce cada día en el hecho de asistir alos menos privilegiados y más vul-nerables.

Mme. An VERLINDESecretaria General del Comité

Internacional Católico deEnfermeras y Asistentes

Médico-Sociales (CICIAMS), (Bélgica)Consultor del Pontificio Consejo

de la Pastoral para los Agentes Sanitarios

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182 DOLENTIUM HOMINUM

Mi intervención quisiera:1) ante todo deciros hasta que

punto Africa, a pesar de todos sussufrimientos, ama la vida,

2) después, indicaros los espa-cios físicos, psicológicos y mora-les donde esta vida está todavía,por desgracia, demasiado herida;

3) y, en fin, lo que la Iglesia tra-ta de hacer y nuestras razones pa-ra creer en el porvenir.

1. Africa, tierra sedienta de vida

En uno de los idiomas habladosen el sur de mi país, el Benin, alhombre se le llama "Padre de la vi-da" y el nombre fecundo de Dioses simplemente "Madre de la vi-da". Adivino que en muchos otrosidiomas africanos debe haber ex-presiones parecidas para magnifi-car la vida y expresar su importan-cia.

Efectivamente, el africano tieneun insaciable apetito de vida, queél aspira a devorar, hasta el puntoque esto parezca, a los ojos de al-gunos, como un goce vulgar.Cuantos se han acercado a estecontinente lo han percibido y sehan dado cuenta de que la vida y supromoción están en el corazón detodas las preocupaciones africa-nas, como en el horizonte de su fi-losofía de las cosas y de su con-cepción del hombre.

La "Filosofía Bantú", que el Pa-dre Tempels, en su tiempo, habíapuesto en evidencia y que habíahecho sensación, indicaba que larealidad africana era movida por u-na especie de "vitalismo", es decir,el primado de la vida.

Más tarde, muchos ensayos defilósofos y de jóvenes teólogos a-fricanos han querido subrayar la

trilogía Vida-Muerte-Vida, paraexpresar una especie de interpreta-ción global africana de la existen-cia o triunfo de la vida.

También hay que decir que es i-gualmente esta preocupación deno ver a la muerte presentar lacuenta de la vida lo que explica, enparte, el cuidado de tener muchoshijos con la seguridad de que lamortandad, muy fuerte, ahorrará apesar de todo a algunos.

La sorprendente serenidad deque dan prueba los africanos du-rante las peores pruebas, lo atesti-gua. Dan sin cesar la impresión deregatear con la muerte inclusocuando ella no hace más que lla-mar a la puerta.

Es, sin duda alguna, este apego ala vida así como la invención demúltiples subterfugios para dismi-nuir los efectos traumatizantes delas desgracias, lo que explica elque hayan sobrevivido tantos afri-canos deportados en el curso de lahistoria fuera de su continente y enlas condiciones que sabemos.

La farmacopea africana, de laque estamos lejos de haber explo-rado todas sus riquezas y virtudes,que no podemos minimizar, aun-que la ciencia moderna postula eldominio de sus medios terapéuti-cos para asegurar su eficacia y li-mitar los riesgos. Sería deseableque los organismos que pueden ha-cerlo nos ayuden a explorar esosdominios para racionalizarlos y di-fundir su uso.

A pesar de las múltiples solicita-ciones de la vida moderna y de unainurbación incontrolada y a vecesanárquica, Africa conserva aún, enlo esencial, un amplio respeto porla vida y por las personas ancianas,consideradas como poseedoras dela sabiduría y cuya presencia, aun-

que frágil, asegura cierto equili-brio en la sociedad y especialmen-te en los poblados. Nadie piensaque haya que apresurar la muertede una persona muy vieja o muyenferma porque ya no produce. Ladificultad está, más bien, en en-contrar los medios eficaces paracuidarlos.

Ese tradicional cuidado africanode proteger y de promover la vidaexplica, por una parte, la demogra-fía galopante que conoce el conti-nente (640 millones de habitantesen 1994, 1.200 milones en 2015,es decir, el 19% de la poblaciónmundial) y lo mismo la sorpren-dente juventud de su población.Sin esta savia nueva, puede que elcontinente hubiera conocido unasuerte aún más dramática. Africasobrevive por su juventud y cuentacon las poblaciones más jóvenesdel mundo (el 50% de los africa-nos tienen menos de 16 años). Por-que, si habitualmente no se trata dedetener la vida en su crepúsculo,tampoco se quiere interrumpirla ensu concepción.

Por lo demás, no quisiéramoshacer creer que esta constataciónnos lleva a una especie de ceguerasobre la complejidad de las situa-ciones africanas y sobre la grave-dad de los dramas de múltiples fa-cetas que las constituyen y amino-ran su progreso.

Aquí nos vienen a la memorialas palabras del Santo Padre duran-te el último Sínodo Especial de losObispos para el Africa al principiode la tragedia de Ruanda que nosinterpeló tan fuertemente y, por de-cirlo así, trató de empañar el rostrodel cristianismo africano: "estecontinente ama la vida y cultiva lamuerte, cree en la fraternidad y,por desgracia, es tantas veces fra-

BERNARDIN GANTIN

El primado de la vidamás allá de toda condición humana– particularmente en Africa

183VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

tricida..." Tal es la paradoja cuyascausas debemos saber analizar. Sinduda convendría invitar y ayudar alos africanos a encontrar los me-dios constantes y duraderos paraconjurar las enfermedades y lasdesgracias que obstaculizan la ex-pansión cotidiana de la vida sobresu continente.

2. Africa, continente dondela vida es frágil

La salud, todos lo sabemos perohay que repetirlo siempre, es unbien precioso para cada individuoy para las colectividades. Es un e-lemento esencial del bienestar, pe-ro como lo subrayan frecuente-mente los informes de la BancaMundial, "hay también justifica-ciones puramente económicas aexpensas de la salud". Porque lamejora de la salud contribuye alcrecimiento económico, es un fac-tor de lucha contra el subdesarro-llo. Por lo tanto, los problemas dela salud merecen una gran aten-ción.

Hay motivo para felicitarse deque la salud haya mejorado en elcontinente africano, como un pocopor todo el mundo. ¡Pero cuántascosas quedan todavía por hacer!

El deterioro de nuestros siste-mas económicos frena de nuevo ladifusión de los efectos benéficosadquiridos en estos últimos cin-cuenta años. Sabido es, especial-mente, que los hospitales y dispen-sarios públicos, que representan lamayor parte de los cuidados dis-pensados por la medicina moder-na, son muchas veces ineficaces ysus disposiciones financieras estánsometidas a grandes fluctuaciones.La reciente aparición del virus E-bola en Zaire y los muertos por esainfección son una prueba de ello.

Si los hospitales públicos fallan,son ante todo los pobres las prime-ras víctimas. Los pobres no tienenacceso a los servicios de sanidadde base y los cuidados que recibenson de escasa calidad. Pero quiendice pobres en Africa se refiere a lainmensa mayoría de la gente. Conrazón un gran médico que ha dedi-cado 40 años de su vida al serviciode la Sanidad en un gran país afri-cano, podía hablar de "la profundamiseria de los hospitales africa-nos". Ciertamente ya se ha hecho

mucho, gracias a Dios. Pero quedatodavía un inmenso trabajo quehacer, de multiplicación y de cali-dad.

La situación del continente afri-cano frente a los problemas de lavida clama dolorosamente a laconciencia africana para que se en-cargue con más decisión de la sa-lud, abordando con lucidez los di-versos males que devastan el con-tinente y sobre todo analizando lascausas de ello con una clarividen-cia responsable. Esta situación in-terpela también a la conciencia u-niversal para una solidaridad fuer-

te que debería inscribirse en unalógica de corresponsabilidad inter-nacional que deje de satisfacer conpaliativos y trabaje para las cosasduraderas.

En este sentido es lamentableque los países industriales no vaci-len en hacer del continente, ya tanfrágil y expuesto a tantos males, eldepósito de sus productos tóxicosy de sus desechos. La concienciainternacional debería insurgir con-tra tales procedimientos que ponenen peligro la supervivencia de tan-tos pueblos.

El continente africano es el que,desgraciadamente, es más visitadopor la muerte y la enfermedad, losdos mayores enemigos de la vida.

2.1 Deterioro del sistemasanitario

Veamos en primer lugar qué su-cede con los enfermos. Entre noso-tros se dice que la enfermedad es laenemiga del hombre.

Hace unos cuarenta años, loscuidados primarios de sanidad, la

prevención gracias a la vacuna, ha-bían permitido sensibles progresosque contribuyeron al crecimientodemográfico y suscitaron esperan-zas. Africa aprovechó las mejorasde la sanidad registradas en elmundo entero. Si los progresos sa-nitarios del Africa subsahariana fi-guran entre los más lentos, la espe-ranza de vida al momento de nacerha pasado de 39 a 52 años. Perodesde hace un decenio más o me-nos, la frecuencia de la pobreza yde la miseria provocan de nuevo elrecrudecimiento de las grandes en-demias: la lepra, el paludismo, latuberculosis, la meningitis, la fie-bre tifoidea, la diarrea. Africacuenta hoy con la más numerosapoblación afectada por enfermeda-des transmisibles, mucho más queAsia y América Latina. El recrude-cimiento de las enfermedades querecordamos se explica por la esca-sez de medios y una mala organi-zación de nuestras políticas econó-micas y sanitarias.

A esta lista hay que añadir el si-da, cuyos efectos devastadores nopueden calcularse hoy en ciertasregiones de gran permisividad o deconflictos desestabilizadores,fuente de vagabundeo y de peli-grosa promiscuidad. La desnutri-ción alarga de nuevo sus bolsas.Hay que empezar a medir el retar-do que todo esto pone en peligrode acentuar. De aquí se deduce queel continente conoce aún la másdébil esperanza de vida del plane-ta.

2.2 Fuerte mortandad y suscausas

Africa se presenta entonces co-mo la tierra más visitada por lamuerte, que parece conocer unaespecie de banalización extraña ydeshumanizadora, contra la cualexhortamos a movilizarse a todaslas buenas voluntades y especial-mente a las élites africanas. La ba-nalización de la muerte -no puededudarse- es una de las causas de laregresión colectiva de este conti-nente que, sin embargo, no carecede riquezas.

Será necesario analizar con cla-rividencia, para mejor conjurarlas,las numerosas causas históricas,psicológicas, políticas, económi-cas y religiosas de guerras que de-vastan el continente, siembran lamuerte e hipotecan gravemente su

184 DOLENTIUM HOMINUM

desarrollo sanitario y, en conse-cuencia, su desarrollo.

De la Liberia al Sudán, pasandopor Sierra Leona, Angola y Soma-lia, ya no se puede calcular el nú-mero de cadáveres de nuestros her-manos y hermanas que flanqueanlos caminos de nuestra historia re-ciente. Y no podemos consolarnos,porque se trata de una verdaderatragedia.

Debemos dedicar aquí una parti-cular atención a Ruanda y Burun-di, que constituyen para nosotros,por la cristalización de la violenciafratricida, un punto interrogativoagudo y un gran sufrimiento.

La violencia fratricida que allíllega a proporciones inquietantes,en ese hogar de fuertes concentra-ciones cristianas, solicita nuestraatención e interpela a nuestra con-ciencia cristiana, puesta a duraprueba.

En Africa, donde tanto habla-mos de solidaridad, ¿cómo podría-mos aceptar que los lazos de san-gre puedan tan fácilmente poner entela de juicio el agua del bautismo?Se nos plantea claramente el pro-blema de una toma de concienciaafricana para demostrar, más alláde todo otro sentimiento legítimo,los límites de la pertenencia étnica.La vida de un hombre no puede re-sultar insignificante porque él esde otra etnia. Ninguna razón puedejustificar un genocidio. Cada hom-bre que muere por la violencia enel continente es una pérdida paraAfrica y para la humanidad.

Nos atrevemos a afirmarlo enesta reunión de la esperanza, puesse trata de la atención a los proble-mas de la vida: "ayudadnos a ven-cer a las fuerzas de la muerte, ven-dednos más arados y máquinas a-grícolas y menos carros armados,menos fusiles y granadas". La gue-rra devasta el continente africano ysiembra inutilmente la muerte,muchas veces por apetitos irracio-nales de ciertos hombres corroídosdementemente por un poder quedeben conservar o conquistar acualquier precio; y también por in-fluencias no confesadas de las po-tencias extra-continentales que sehacen la guerra mediante bandosinterpuestos.

2.3 Necesidad del respeto a lapersona humana

La promoción y la protección de

la vida en el continente planteatambién el problema de la digni-dad de la persona y de sus dere-chos. Estos son violados a menudocon falaces pretextos: la razón deEstado, la autodefensa anárquicaprovocada por la carencia de es-tructuras legales de protección so-cial; la tortura policíaca, el recru-decimiento alarmante de la crimi-nalidad, debido a la miseria, a lafalta de trabajo y a una inurbaciónanárquica que favorece el éxodorural masivo (el 3% de la pobla-ción por año). Esta inurbación estanto más inquietante en cuanto va

acompañada de fuerte escasez deurbanismo. Es fuente de numero-sos males: falta de medios sanita-rios, multiplicación de barrios desimples cabañas y promiscuidadpeligrosa, inseguridad de todasclases.

Nos parecía importante subrayarque la ciudad debe ser pensada denuevo en el corazón de los proble-mas de desarrollo que asaltan a lospaíses africanos. Resolverlos es a-brir el camino a la solución de o-tras muchas dificultades. Efectiva-mente, a partir de las ciudades, en-trecruces de grandes migraciones,se propagan muy a menudo las en-fermedades. Ahora bien, como de-cimos a veces, las ciudades tenta-culares que se multiplican en Afri-ca, como en otras áreas del TercerMundo, no tienen los medios fi-nancieros y materiales para su pro-tección sanitaria.

Convendría, por lo tanto, iniciaruna reflexión acerca de la higieneen las ciudades como centros decirculación y de propagación de

enfermedades contagiosas.Teniendo en cuenta el carácter

reciente de la extensión de las ciu-dades, el éxito de las experienciasde profilaxis puede tener una in-fluencia rápida en los medios rura-les cuyos habitantes están en cons-tante contacto con sus parientesinstalados en las ciudades y cuyaspalabras y conductas tienen a me-nudo efectos de atracción.

La Iglesia no puede hacerlo to-do, pero tiene el empeño de dar sucontribución a esta tarea importan-te y preciosa de protección y pro-moción de la dignidad humana.Esta labor es irreemplazable y devital importancia. Por lo tanto noconvendría dejarse desanimar porlas dificultades que surgen a me-nudo en los caminos de su cumpli-miento.

3. La contribución cristiana,lugar de esperanza

La Iglesia da la mayor importan-cia a este cuidado de la dignidadhumana porque cree en el hombre,en todo hombre, creado a imagende Dios y, cualquiera que sea su ra-za, su origen y su condición huma-na, este hombre ha sido salvadopor Cristo. Se trata de un dato fun-damental del Evangelio y la expre-sión evidente de su espíritu de a-mor universal.

Con la educación, que siempreha ocupado un puesto primordialen su acción pastoral, la Sanidadha sido una de las mayores preocu-paciones de la actividad misionerade la Iglesia. Desde que las Igle-sias africanas se esfuerzan por ha-cerse cargo de ella, hacen todo loposible por proseguir y adaptar eseapostolado antre las poblacionesmás desheredadas de las ciudadesy de los campos. Son innumera-bles los pozos abiertos en el cua-dro de actividades de las ONG, delas organizaciones de caridad, pararesolver los problemas del agua;los hospitales, los dispensarios, lasmaternidades se han construídopara responder a las solicitacionesde salud.

Para mejor asumir la responsa-bilidad del mantenimiento de lasestructuras, los africanos han sidoasociados, cada vez más, a su edi-ficación. Nada se protege mejorque lo que ha sido fruto de los pro-

185VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

pios esfuerzos. Por lo que convie-ne ayudarlos aún más en ese senti-do.

Cuántas vidas humanas han sidosalvadas gracias a su misión de e-vangelización. Necesitamos abso-lutamente proseguir y ampliar eseimpulso, esa función subsidiaria,tanto más porque la debilidad delas estructuras del Estado es cadavez mayor.

Las sectas cuyo número no dejade aumentar conceden gran impor-tancia al papel de terapeuta repre-sentado por Cristo. Las Iglesiasinstituídas deben saber aprovecharla importancia de sus funciones enuna Africa cuyas poblaciones tie-nen sed de curación, de curacióndel cuerpo y del espíritu. No sepuede perder de vista lo que hemosde hacer para estas poblacionespobres y frágiles. Conviene ade-más tener en cuenta la dimensiónpsicológica de las cosas. Muchosmales son de origen psicosomáti-co.

La educación y el retroceso de laignorancia son antídotos a la ex-pansión de la enfermedad y de laviolencia. Sin dar la impresión dequerer ocupar el puesto del Estadoen sus responsabilidades específi-cas de garantizar la salud para to-dos, las instituciones cristianas de-ben luchar de igual modo en todoslos frentes para proteger la integri-dad de la persona humana.

Así se percibe la función deBuen Samaritano de la que la Igle-

sia no puede dimitir y que da unagran credibilidad a la acción de laIglesia dondequiera se comprome-te a defender la vida del hombreherido por la naturaleza o por suprójimo.

Aprovechamos esta tribuna paradar las gracias a todos aquellos cu-ya acción se hace solidaria de losesfuerzos emprendidos en estecontinente. Pero no pensamos quela solución a los problemas de A-frica debe adaptarse a simples faci-lidades que acabarán llevando anuevos males. Nos parece desea-ble que las organizaciones interna-cionales que ayudan financiera-mente no pierdan de vista este as-pecto. La eficacia buscada paraproteger la vida no puede econo-mizar la razón moral. Es nuestrodeber cristiano subrayarlo paraque Africa, que es en muchos as-pectos un continente frágil, no car-gue con los gastos.

Conclusión

Hay mucho que hacer en Africapara proteger la vida y asegurar acada uno y a todos las mejores o-portunidades de sobrevivir. Ahorabien, sabemos que los medios amenudo son limitados y tal vezconviene no dispersar las fuerzas.La franca colaboración entre las I-glesias cristianas por una parte y elEstado por la otra, puede contri-buir a hacer que converjan los es-

fuerzos en una complementarie-dad solidaria para una mayor efi-cacia.

La comunidad internacionalpuede hacer mucho para la refor-ma de las políticas de la Sanidaden Africa. Para ayudar a los africa-nos a encargarse de ella, para ven-cer los males que los asaltan. Pare-ce cada vez más urgente aportar unapoyo exterior a los trabajos de in-vestigación médica, principalmen-te dispuestos sobre los mayoresproblemas de la sanidad del conti-nente.

En fin, hay que hacer lo posiblepara extinguir los diversos focosde guerra, algunos de los cualesparecen artificialmente manteni-dos.

Los cristianos africanos no quie-ren ni pueden estar ausentes de es-tas reuniones. El crecimiento quenos anima de su número, el dina-mismo sorprendente de sus Igle-sias, inducen a este compromiso.Deben ser sal y luz en esta tierraque ofreció la primera hospitalidadal Niño Jesús, Emanuel amenaza-do por la violencia.

Deseamos de todo corazón queel continente africano vuelva a seren toda su extensión la tierra delrespeto a la vida y verdaderamenteuna tierra de hospitalidad y de paz.

Cardenal BERNARDIN GANTINPrefecto de la Congregación

para los Obispos

186 DOLENTIUM HOMINUM

Me siento honrado por habermeconcedido la oportunidad de pre-sentarles los esfuerzos realizadospor Taiwán durante los últimos de-cenios, para promover el respetode la vida humana mediante algu-nos programas sanitarios.

En los últimos 50 años, Taiwánha realizado considerables progre-sos para mejorar la salud de su po-blación. El promedio de la dura-ción de la vida, por ejemplo, ha au-mentado de los 53 años de 1951 alos 72 años en 1993 para los hom-bres y de 56 a 78 años para las mu-jeres durante los mismos períodos.Este progreso ha sido posible gra-cias a varios programas sanitariosbien organizados, además del rápi-do desarrollo socio-económico.

Los programas sanitarios de Tai-wán son organizados teniendo encuenta las siguientes conviccionesy los siguientes principios:

– ante todo la vida humana debeser respetada y debidamente consi-derada;

– la salud es un derecho humanofundamental;

– todo ser humano tiene el dere-cho de vivir en buena salud y dig-nitosamente;

– es esencial el acceso a la sani-dad sobre una base paritaria y e-quitativa, sin distinción de sexo, e-dad o clase socio-económica; par-ticularmente, la falta de medios e-conómicos de ninguna manera de-be constituir una razón para negarlos cuidados sanitarios necesarios;

– las personas menos privilegia-das de la sociedad tienen la prece-dencia en los cuidados.

Teniendo en cuenta estas con-vicciones y estos principios, losprogramas sanitarios de Taiwánhan sido organizados incialmentefocalizando en primer lugar la pro-

tección de la vida mediante pro-gramas para eliminar y controlarlas enfermedades contagiosas, co-mo ocurrió en 1965 cuando se con-sideró debelada la malaria, y me-diante la constitución de un núme-ro mayor de instituciones sanita-rias, como por ejemplo los centrossanitarios que operaban a nivel gu-bernamental, en particular en las á-reas remotas que gozaban de unnúmero inferior de estructuras sa-nitarias, para poder curar las enfer-medades y prevenir el contagio.En los últimos 15 años, hemos tra-bajado en favor la promoción sani-taria y el mantenimiento de la sa-lud, es decir, para permanecer enbuena salud y cada vez mejor gra-cias a la educación, a los serviciosde prevención sanitaria, al desarro-llo de comportamientos sanitariospositivos, y sobre todo haciendoque los cuidados médicos sean dis-ponibles y accesibles a todos, a tra-vés de un programa nacional de se-guro sanitario, desde marzo de1995, que tiene como finalidad lo-grar que todos esten en buena sa-lud y por consiguiente mejorar lacalidad de su vida.

Sanar la enfermedad de un indi-viduo y proteger su vida, no es loprincipal no obstante esto sea unatarea importante para los médicos.Lo más importante no es conservarsino mejorar la vida, mejorar ypromover las condiciones de saludde los individuos, de las comuni-dades y de los seres humanos, demanera que todas las personas delmundo tengan una mejor calidadde vida. Después de todo, la saludha sido definida por la Organiza-ción Mundial de la Salud como"no sólo la ausencia de enfermeda-des, sino un estado de bienestar fí-sico, social y mental".

La calidad de la vida es un con-cepto bastante vago. Desde el pun-to de vista sanitario, sin embargo,creo que puede ser medida en tér-minos de : 1) no tener miedo de sercontagiados por las enfermedadesepidémicas; 2) bajas tasas de cual-quier tipo de mortalidad; 3) mayorduración de la vida; 4) fácil accesoa cuidados sanitarios adecuados.

Según estos criterios, Taiwán esun país con una calidad de la vidarelativamente elevada desde elpunto de vista de la salud. Casi to-das las enfermedades contagiosashan sido completamente vencidaso están bajo control. La malaria,que una vez constituía una amena-za para la vida de la gente, la Orga-nización Mundial de la Salud lo haconsiderado como debelada en1965. Taiwán ha sido afortundadaal haber contenido la epidemiamortal del SIDA a solamente 900casos de personas positivas al HIVsobre una población de 21 millo-nes de personas. La tasa de morta-lidad infantil ha bajado al 5 por milnacidos vivos; la mortalidad ma-terna ha bajado a 9 mujeres sobre100,000 y han muerto sólo 27 en1994. Sin embargo, las muertescausadas por accidentes o por in-fortunios, especialmente entre losjóvenes fallecidos en accidentes decarretera, preocupan cada vez más.La duración promedio de la vida esahora de 72 años para los hombresy de 78 para las mujeres y espera-mos que siga aumentado. El nuevoPrograma Nacional de SeguridadSanitaria, que se está actuandodesde hace sólo 9 meses, ha cu-bierto el 96% de toda la población.Una adecuada sanidad es disponi-ble y accesible ahora a los 21 mi-llones de ciudadanos.

No obstante esto aún no estamos

YAW-TANG SHIH

Cuidados sanitarios y cualidad de la vida -La experiencia de Taiwán

187VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

contentos. Estamos decididos a lo-grar que cada persona en Taiwán,República de China, viva más, enbuena salud y dignitosamente.Con esta finalidad, Taiwán ha lan-zado varios proyectos ambiciosos,que han sido presentados en la"Health White Paper" (CartaBlanca Sanitaria), una copia decual se anexa aquí, para mejorar a-ún más la salud de las personas y lacualidad de su vida.

1. Programa Nacionalde Seguridad Sanitarialograr la finalidadde la salud para todos

La salud es un derecho humanofundamental. Para la promociónde la salud y su mantenimiento, esesencial que todos tengan el mis-mo y equitativo acceso a una ade-cuada sanidad. Antes del inicio delPrograma Nacional de SeguridadSanitaria, el 1º de marzo de 1995,ya existían programas guberna-mentales de seguridad sanitariapara los trabajadores, los emplea-dos del Estado y los agricultores,que habían abarcado a aproxima-damente el 60% de la población.El 40% restante de la población noasegurada eran las personas a car-go, como los más ancianos y losniños más pequeños, personas másvulnerables a las enfermedades yque tenían necesidad de mayorescuidados. Los principales objeti-vos del Programa Nacional de Se-guridad Sanitaria son: 1) propor-cionar a cada ciudadano del país a-decuados cuidados sanitarios; 2)emplear de manera eficiente losmedios disponibiles para estos cui-dados; 3) reducir las barrera finan-cieras para el acceso a los cuidadossanitarios; 4) promover la salud dela población.

Al poner en acto el ProgramaNacional de Seguridad Sanitaria,este grupo de personas vulnera-bles, que antes no tenían acceso alos cuidados sanitarios, ahora sondefendidas adecuadamente por es-te programa que actúa a nivel esta-tal. Asimismo, en el respeto de lavida humana, con el Programa Na-cional de Seguridad Sanitaria, sehan dado especiales disposicionespara el cuidado de los ancianos yde los individuos de los gruposmenos privilegiados, como los mi-

nusválidos, los que sufren de dis-turbios mentales y los indigentes.Estas disposiciones comprenden:la renuncia al co-pagamento paralos continuos cuidados de enfer-medades crónicas, para el cuidadode enfermedades graves, para losindigentes y para los residentes enáreas montañosas y en las islas le-janas, que disponen de un menornúmero de postas sanitarias; subsi-dios sobre primas de las familiasde renta baja; reembolso de losservicios domiciliarios a domici-lio; y un examen físico gratuito pa-ra los ancianos. Con este Programa

Nacional de Seguridad Sanitaria,toda la población y las personasque han sido menos afortunadas,ahora son servidas mejor desde elpunto de vista sanitario.

2. Desarrollo de ServiciosSanitarios Especiales

Además de los programas sani-tarios generales, se han promovidotambién algunos programas espe-ciales, para afrontar las necesida-des específicas de los individuosde determinados grupos, como porejemplo los ancianos, los que su-fren de disturbios mentales, y laspersonas que viven en zonas aisla-das, con la finalidad de reducir lasdiferencias en campo sanitario en-tre los grupos y entre las áreas ur-banas y aquellas rurales. Algunosde estos programas han sido ilus-trados del siguiente modo:

1. Hospitalización para enfer-mos terminales. Toda persona tie-ne el derecho de vivir dignitosa-mente y tiene también el derechode morir dignitosamente. Los cui-

dados médicos pueden tener un e-pílogo positivo o no. Por ejemplo,un tercio de los pacientes afecta-dos de cáncer requerirá cuidadosque tendrán un éxito positivo; paralos otros dos tercios no hay reme-dio alguno. Para permitirles com-partir con los demás los últimosinstantes de su vida en paz y condignidad, y sin miedo de la muerte,se han formulado proyectos paradesarrollar los centros-piloto eneste sentido en algunos hospitales.Actualmente, existen 18 camas enel McKay Memorial Hospital, 20camas en el Cardinal Tien Hospitaly 17 puestos cama en el NationalTaiwan University Hospital, don-de se proporcionan cuidados físi-cos, mentales y sociales y se danconsejos religiosos al paciente enun estadio terminal y a los miem-bros de su familia.

2. Emergencias. Con el rápidoaumento del número de vehículosque circulan, incluso los motove-hículos, desde hace algunos añoslos accidentes y sus consecuen-cias, particularmente debido al trá-fico y a los riesgos profesionales,constituyen la causa de un terciode las muertes en Taiwán. Cada a-ño aproximadamente 13,000 per-sonas mueren por estas causas y lamayor parte de ellas lamentable-mente son jóvenes. La pérdida e-conómica causada por los acciden-tes, en especial en el caso de vidasjóvenes, es incalculable. Exami-nando los grupos de edad, los acci-dentes y las heridas debidas al trá-fico de motovehículos son la pri-mera causa de muerte por acciden-tes en todos los grupos de edadessuperiores a un año de vida; el a-hogamiento es la segunda causa demuerte accidental en los grupos deedad comprendida entre 1 y 24 a-ños; las caídas accidentales son lasegunda causa de muerte acciden-tal en los grupos de edad que vande los 45 años para arriba. Ya quela educación a la seguridad y a laprudencia es lo más importante pa-ra prevenir los accidentes, es igual-mente importante disponer de unaadecuada emergencia que prestesus cuidados inmediatamente des-pués de los accidentes. Para salvarvidas humanas y reducir la enfer-medad, se ha constituido en Tai-wán una red para las emergencias.Las autoridades sanitarias localeshan recibido disposiciones para

188 DOLENTIUM HOMINUM

colaborar con la policía y los bom-beros para planificar los progra-mas de emergencia, instituir uncentro de conexión para la emer-gencia y un sistema de comunica-ciones vía radio para operar conrapidez. La con la reciente legisla-ción de la "Emergency Care Act"(Ley sobre la Emergencia), dentrode poco un programa de masa ini-ciará a educar, además del perso-nal médico, los bomberos y aque-llos que trabajan con las ambulan-cias, para ofrecer una primera asis-tencia a las víctimas en el lugar ysuccessivamente en la ambulancia,antes de que lleguen al hospital.

3. Cuidados siquiátricos. Pararespetar los derechos de los pa-cientes siquiátricos y para propor-cionarles adecuadas atenciones, lapolítica actual de Taiwán para laprevención y el tratamiento de losdisturbios mentales es la de animarun cuidado positivo, la rehabilita-ción y la reducción de los aisla-mientos negativos y de la segrega-ción. Taiwán está dividida en va-rias regiones, que forman una den-sa red de servicios sanitarios men-tales regionales. Los pacientes sonestimulados a recibir un tratamien-to adecuado, incluso el tratamientoy el seguimiento de pacientes ex-ternos, el day-hospital, y una tera-pia de rehabilitación en la comuni-dad para prepararlos a regresar aformar parte de la sociedad. En1990 ha sido promulgada una Leysobre la Salud Mental.

4. Cuidados de largo alcance.En Taiwán, sobre una población de21 millones de personas, actual-mente el 7,1% aproximadamente,o 1,5 millones, tienen una edad su-perior a 65 años y con el aumentode las enfermedades crónicas y de-generativas, la necesidad de cuida-dos de largo plazo se ha vuelto másurgente. Las personas más ancia-nas, desde el punto de vista médicoy en la vida cotidiana, han sido tra-cicionalmente curadas por losmiembros de las propia familia y/opor los parientes. Con el cambio dela estructura familiar -como de-muestra un estudio nacional de1988, el 14% (del 12% de 1986) delos ancianos en Taiwán vivían so-los, el 15% (14% en 1986) vivíacon el cónyuge y el 68% vivía consus hijos- al parecer existe la nece-sidad de cuidados mejor organiza-dos para los ancianos, no para sus-

tituir, pero por lo menos para inte-grar el sistema sanitario tradicionaldesorganizado. En la actualidad,los cuidados de largo plazo paralos ancianos tienen la forma de:cuidados a domicilio (65 institu-ciones proporcionan este servicio),day hospital (aproximadamente240 puestos camas), y cuidados enclínicas (11 instituciones con 450camas para un servicio 24 sobre 24horas). El número de institucionesque proporcionan cuidados de lar-go plazo no es suficiente, y muchose debe hacer en el futuro.

5. Cuidados sanitarios en zonas

aisladas. Las zonas montañosas ylas islas lejanas, donde el transpor-te y las condiciones de vida a me-nudo son inadecuadas, tienen esca-sas estructuras sanitarias. Para sal-vaguardar la salud de los habitan-tes de estas zonas, se ha iniciado laacción de educar, gracias a bolsasde estudio del gobierno, a los jóve-nes estudiantes autóctonos en elámbito de una educación médico-enfermera; mejorar las estructurassanitarias; promover la informa-ción médica a través de la televi-sión; estimular la iniciativa priva-da con la ayuda de subsidios paraconstituir instituciones médico sa-nitarias en estas zonas. El Progra-ma Nacional de Seguridad Sanita-ria prevé también que los residen-tes en estas áreas no paguen sucuota por cuidados sanitarios.

3. Reducir los factoresde riesgo para la salud

Antiguamente, en la China ytambién en otras partes del mundo,los hombres se habrían acontenta-

do de los cuidados ofrecidos a e-llos en calidad de pacientes. Hacealgunos decenios, inició el descon-tento por los cuidados, y se consi-deró la posibilidad de prevenir lasenfermedades; la consecuencia fueel perfeccionamiento de las vacu-nas. Hoy, no obstante muchas per-sonas consideren importante laprevención de las enfermedades,se ha desarrollado un nuevo con-cepto de promoción sanitaria posi-tiva. La simple ausencia de enfer-medades por sí sola no satisfacemás a las personas que ahora quie-ren vivir mucho más y en buenasalud.

La escasa salud depende muchode los comportamientos. Los fac-tores relacionados con la salud deun individuo son: 1) factores bio-lógicos; 2) factores ambientales;3) servicios y estructuras sanita-rias; 4) comportamientos sanos ytipo de vida.

Entre estos factores, los com-portamientos sanos y el tipo de vi-da de un individuo son los más im-portantes. Ha sido comprobada larelación causal entre el humo y lasalud. Guiar en estado de embria-guez es una de las principales cau-sas de accidentes. Una investiga-ción de 1988 demostraba que: untercio de los ancianos en Taiwánfumaba, un quinto de ellos bebía,el 40% no efectuaba una regularactividad física, el 32% usaba mu-cha sal, y el 27% comía alimentoscon elevada tassa de colesterol.

Con solo cambiar algunos de es-tos comportamientos y un poco decontrol de estos factores de riesgopodrían llevar a una neta mejora delas condiciones de salud de los an-cianos en Taiwán. Aunque no fue-ra posible eliminarlos completa-mente, por lo menos sería necesa-rio reducir los factores de riesgoque son peligros para la salud, co-mo el humo, el beber, una dieta e-quivocada, la falta de un adecuadoejercicio físico y, en el caso de Tai-wán, la masticación de betel-nut, yal mismo tiempo desarrollar laconvicción que los comportamien-tos positivos son la llave para unabuena salud. Con esta finalidad,estamos poniendo en marcha va-rios proyectos:

Para la promoción sanitaria:campaña contra el humo, promo-ción de la buena salud, nutrición ydieta balanceada, salud mental;

189VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Para el mantenimiento de la sa-lud: prevención de los accidentes yde las heridas, control de la vista,salud oral, etc.

Para la prevención: salud de lamadre y del niño, salud genética,prevención y control de enferme-dades crónicas y del cáncer, cuida-dos de largo plazo, y cuidados sa-nitarios básicos.

Si, por ejemplo tomamos enconsideración la campaña anti-hu-mo, Taiwán ha iniciado un progra-ma contra el humo en 1987 cuandolos mercados locales se abrieron alos cigarrillos extranjeros. Un es-tudio de 1992 ha mostrado que latasa de fumadores entre los hom-bres con más de 16 años era del55,3% y entre las mujeres del3,2%. Para combatir los riesgospara la salud provocados por el hu-mo, se ha establecido la "TobaccoHazards Act" (Ley sobre los ries-gos del tabaco), para limitar oprohibir la propaganda de los ciga-rrillos, para poner una etiqueta encada paquete de cigarrillos que in-dique el contenido de nicotina y dealquitrán, para limitar las áreas pa-ra fumadores, y prohibir la ventade los cigarrillos a los menores.Actualmente, la ley está en cursode revisión. Mientras tanto, inten-sas actividades educativas estáninformando al público, y particu-

larmente a los estudiantes que aúnno han iniciado a fumar, de los pe-ligros del tabaco. En un estudio seha calculado que ha habido un au-mento del 1,6% en 1990 al 9,8%en 1992 de personas que han deja-do de fumar por efecto de la cam-paña contra el humo.

4. Conclusión

Taiwán se está moviendo rápi-damente hacia la modernización yla industrialización, y la salud for-ma parte del proceso que tiene co-mo resultado la disminución de latasa de mortalidad. Se considera,sin embargo, que este último dejede disminuir y sufra un aumento,proporcionalmente con el creci-miento de la población anciana delpaís. La tasa de mortalidad infantilpodría aumentar si todo el peso dela modernización caerá sobre lasespaldas de las madres y de los ni-ños. De todos modos, existe unacierta duda que haya aún una po-tencialidad sustancial para ulterio-res mejoras que puedan reducir lasdiferencias entre los países. Estopuede lograrse si nuestra sociedadno perderá de vista:

1) la probabilidad que sustancio-sas inversiones en la investigaciónbiomédica básica, o el aumento de

las mismas, produzcan nuevas tec-nologías y mejoren las actuales,para el control de los principalesproblemas sanitarios,

2) los efectos de las estrategiaspara inversiones alternativas quese concentren en los elementos de-terminantes para la salud;

3) los costes sociales, económi-cos y éticos, además de los benefi-cios de los primeros dos puntos endiferentes combinaciones;

4) otras necesidades socialesque concurren a los recursos dis-ponibles;

5) nuestras preocupaciones so-ciales y éticas, sea de corto comode largo plazo, para la disponibili-dad de los servicios que puedensalvar la vida, prolongarla y mejo-rarla.

Es poco probable que logremostodos estos objetivos de golpe. Co-mo siempre, los recursos son limi-tados, pero creemos que mientrasestamos dando un incremento anuestra economía, debemos esfor-zarnos también para lograr el obje-tivo de la salud para todos, y aqueldefinitivo de una sociedad feliz yfloreciente.

Dr. Yaw-Tang SHIH, MD, DRPHVice-Director General Min. Sanidad

Director Ejecutivo de la YuanTaiwán

190 DOLENTIUM HOMINUM

Las palabras de este título nosproporcionan el sentido de lospuntos en discusión que son muyimportantes y cualquiera que de-sea honrarlas ante todo debe exa-minar las diferentes interpretacio-nes que están sobrentendidas, con-forme estén formuladas. Mi inter-vención será necesariamente el re-sultado de mi orientación comodisciplina en las ciencias sociales- particularmente en el campo de lamedicina o más bien en el de la sa-lud - y de mis responsabilidades enmi calidad de Director de la "PanAmerican Health Organization".

Una posible interpretación esque en todo ángulo de esta tierrasería necesario tener en considera-ción la supremacía de la vida encada condición humana, posiciónque puede parecer bastante supér-flua. Asimismo, debo evitar la tau-tología implícita en la interpreta-ción que cada condición humanaimplica en todas partes en la tierra.Trataré el tema como si fuera unaespecie de afirmación que el tipode vida humana es el elemento pri-mario y que debemos ser orgullo-sos de la consideración que damosa estos temas, que tienen influen-cia o son determinantes en la con-dición humana. Esta consideraciónde la condición humana debe colo-carse en el centro de todos loscomportamientos sociales legíti-mos, y es el objetivo de todos losque como yo se ocupan de discipli-nas sociales.

No nombraré a los eminentes fi-lósofos que en el curso de los añoshan discutido y se han tormentadosobre el significado de la vida, olos diferentes grupos de biólogosque discuten sobre los orígenes dela vida humana, o de quienes po-nen interrogantes sobre la existen-

cia de formas de vida más allá dela tierra. Yo subrayo que lo que nosinteresa es la vida humana.

La conservación de la vida ha si-do aceptada como uno de los dere-chos fundamentales. El liberalis-mo defendido por John Locke afir-maba que todos los seres humanosson iguales e independientes y"ninguno debe hacer daño a otroen su vida". El estado liberal delpensamiento de Locke trataba deproteger estos derechos considera-dos básicos y todos los que seguí-an esta tradición, como Paine yJefferson, reafirmaban la naturale-za "evidente por sí misma" del de-recho del hombre a la vida, a lapropiedad y a la libertad. La vidaes vista como un derecho o un títu-lo que debe estar asegurado o queno debe ser infringido por nadie.

La definitiva negación o priva-ción de este derecho lleva a lamuerte que, en sus formas másviolentas, es la manifestación bru-tal de la abrogación del derecho ala vida. Naturalmente, los sereshumanos se han preocupado en eltiempo que este derecho fuese pro-tegido y esta preocupación sobre-sale claramente en la Encíclica E-vangelium vitae (El evangelio dela vida) en la que Su Santidad JuanPablo II nos recuerda que:

El extraordinario aumento y lagravedad de las amenazas a la vi-da de los individuos y de los pue-blos, especialmente allí donde lavida es débil e indefensa.

Y prosigue:-¿Cómo no pensar también en la

violencia contra la vida de millo-nes de seres humanos, especial-mente niños, forzados a la miseria,a la desnutrición, y al hambre, acausa de una inicua distribuciónde las riquezas entre los pueblos y

las clases sociales?- ¿en la violencia derivada, in-

cluso antes que de las guerras, deun comercio escandaloso de ar-mas, que favorece la espiral detantos conflictos armados que en-sangrientan el mundo?

- ¿en la siembra de muerte quese realiza con el temerario desa-juste de los equilibrios ecológicos,con la criminal difusión de la dro-ga, o con el fenómeno de modelosde práctica de la sexualidad que,además de ser moralmente inacep-tables, son también portadores degraves riesgos para la vida?

Nuestros variados sistemas judi-ciales protegen ampliamente estederecho a la vida y castigan a losque al tomarla privan a otra perso-na de algo que nadie le puede res-tituir.

Juan Pablo II prosigue: El afir-marse de una cultura anti-solida-rista, que se configura en muchoscasos como verdadera "cultura demuerte".

Podría ser difícil establecer unajerarquía de la supremacía entrelos derechos fundamentales, perohasta diría que indudablemente lavida merecería una posición muyelevada en dicha jerarquía, por nodecir el más alto. La supremacía dela vida con respecto a los demásderechos podría basarse en su no-renovabilidad.

La propiedad puede ser recupe-rada y el individuo, una vez re-compesado, puede lograrla com-pletamente. La libertad, o la luchapor la libertad, ha sido el grito debatalla de movimientos famososque a lo largo de los años han mo-dificado a las naciones.

Si bien los individuos no puedenser recompensados adecuadamen-te cuando su libertad es perdida, la

GEORGE ALLEYNE

La supremacía de la vida en cada condiciónhumana y en todo el mundo

191VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

libertad en sí puede ser recupera-da. Se podría encontrar la supre-macía de la vida en el hecho que suprivación es determinada de mane-ra absoluta e irrevocable. La vida,tal como la conocemos, nuncapuede ser restablecida y es obvioque la persona que ha sido privadade ella nunca podrá ser recompen-sada por esta pérdida. Solamentelos poetas han escrito sobre la glo-riosidad del modo de dejar la vidao de los posibles frutos de esta pér-dida, que puede cambiar la inmu-tabilidad rígida de la mutación.

La áspera definición de priva-ción de la vida, que tiene como re-sultado la muerte, siempre estápresente en la mente de los médi-cos, cuya función original era la depreservar la vida y alejar la muerte.Los modelos de comportamiento,éticos y morales, que son explíci-tos en el juramento de Hipócrates,imponen a los médicos no hacerdaño y no obstante el respeto por laautonomía, la base tradicional dela práctica médica ha sido siemprerespetar la vida operativa.

El médico de hoy a menudo seencuentra involucrado en discusio-nes sobre la conservación de la vi-da en los varios estadios del ciclovital y no es raro que algunos de e-llos se sientan ofendidos cuandolas preocupaciones morales por laprotección de la vida se entrecru-zan con consideraciones de carác-ter económico. El valor de la vidaen términos económicos ha sidoun sujeto de continuo interés y haencendido algunas artiméticas dela política antecedentes a la disci-plina de las economías modernas.Pero es inevitable que se piense enel valor económico de la vida yque estos argumentos sean añadi-dos a aquellos morales por la con-servación o la mejora de la vida.Mientras la riqueza de una nacióndepende de la producción de partede sus recursos humanos, la vida yla duración de la vida productivasiempre serán un argumento de ti-po económico. Muchos argumen-tos sobre la mejora o la conserva-ción de la vida se mueven alrede-dor de la posible productividad ode su pérdida.

Este debate sobre el carácter ab-soluto de la conservación de lamisma vida tiene ramificacionesde tipo económico, y si bien el de-recho implique que existan medi-

das de protección y, quisiera añadirde conservación, en el mundo ac-tual esto no puede ser visto sola-mente en sentido absoluto. Noobstante las afirmaciones sobre lasupremacía de la vida, en virtud delas realidades de los recursos limi-tados, a menudo es planteada ydiscutida de manera muy vigorosala opinión siguiente, esto es, queescasos recursos deben ser aplica-dos cuando puedan actuar del mo-do mejor para toda la sociedad. Deeste modo encontramos que el go-bierno debe tomar decisiones so-bre la incorporación o sobre el em-

pleo de la tecnología conocida pa-ra prolongar o conservar la vida,pero cuyo coste es prohibitivo. Laética de la distribución de los re-cursos de esta naturaleza va más a-llá de la simple imposición econó-mica que guía la aplicación de es-tos recursos en períodos de esca-sez.

La consideración sobre la supre-macía de la vida y la percepciónque cada vida es preciosa y quemerece una particular atención, amenudo lleva al inútil conflicto é-tico entre la aproximación deonto-lógica que otorga supremacía al in-dividuo y al consiguiente dogma,que se concentra sobre el bien demuchos. La aspereza de esta sepa-ración es mucho más marcadacuando los recursos son escasos yno ha ocurrido nada que puede sa-tisfacer a los modernos Benthami-tas que a menudo deben hacerfrente a la elección agonizante an-te el sufrimiento y el dolor humanoindividual.

Hay numerosas referencias bí-

blicas en lo que respecta la impor-tancia y el valor de la vida y megusta tener siempre presente estaafirmación: Nadie tiene mayor a-mor que el que da su vida por susamigos (Jn 15, 13).

Este concepto de la vida comodon último en cierto sentido megusta más que el concepto inheren-te a la interpretación hegeliana queconsidera la muerte o la pérdida dela vida como el último cascote enla dura lucha para el reconoci-miento. De todos modos, ambospuntos de vista son muy compati-bles con la asignación de la supre-macía a la vida, en todas las condi-ciones humanas.

Pero para la mayor parte de no-sotros que trabajamos en el camposanitario, existe otra dimensión,que trataré de examinar ahora. Lasupremacía de la vida implica paranosotros no solamente su conser-vación en sentido absoluto, no sólola supervivencia, sino toma enconsideración también la calidadde esta vida. El derecho a la vidade algún modo implica el derechoa estas situaciones que promuevenuna vida decorosa, y la más alta deestas situaciones es la salud.

El mejor concepto de una vidaen salud es aquel en donde no estápresente la enfermedad en el senti-do primitivo del término. Esto im-plica que en una persona hay real-mente un bienestar mental, espiri-tual y físico. No es necesario opo-nerse solamente a la cultura de lamuerte, sino que se debe promoverla cultura de la calidad de la vida.La muerte puede ser fácilmente re-conocida y la enfermedad fácil-mente medida, pero el estado debuena salud, en toda su importan-cia, es relativamente invisible y estal vez esta invisibilidad que con-duce a falsas percepciones. La sa-lud, como muchas otras cualidadesesenciales que forman el génerohumano, es difícil de comprendery de imaginar. Es justo cuando elproblema se vuelve visible que sepierde el estado invisible, que re-conocemos la importancia de loque ya no tenemos. Como he escu-chado decir a una joven "no sesiente la falta del agua hasta que lafuente no se seca". Una parte denuestro trabajo es la de convencera las personas que este estado invi-sible llamado salud es un recursoesencial para vivir, tal vez uno de

192 DOLENTIUM HOMINUM

aquellos real y auténticamente norenovables. Si estamos para com-prometer a otros en la lucha paramantener este recurso, debemos a-clarar cuáles son las principalesdeterminantes. Esta aproximacióna menudo es tormentada por el he-cho desafortunado que nuestrasmedidas sanitarias aceptadas másampliamente son indudablementemedidas en caso de pérdida de lasalud - disturbios y enfermedades.

No obstante las dificultades re-ferentes a medidas adecuadas, e-xiste ahora un acuerdo general so-bre las causas determinantes de es-te estado de salud, que indudable-mente otorga supremacía y calidada la vida. Es importante compren-der estas determinantes si es queindividualmente o a nivel de socie-dad insistimos sobre las medidaspara preservar o restablecer a sa-lud. El ambiente social y físico sondominantes en este contexto.Siempre ha sido fácil comprenderel impacto del ambiente físico so-bre la salud humana, y el apreciode esta acción recíproca nos lleva alos escritos y a las enseñanzas deHipócrates. De todos modos, esverdad que justo recientemente he-mos comprendido mejor esta inte-racción. Los cambios en el micro-ambiente pueden ser asociados fá-cilmente a la enfermedad y es evi-dente que las condiciones ambien-tales pobres presentes en el mun-do, como la falta de agua, la conta-minación del aire y del terrenoproduzcan enfermedades, a menu-do de proporciones epidémicas. Laenseñanza de John Snow, que nosha mostrado que la cólera tuvierarelación con la contaminación delagua potable, se ha repetido luegovarias veces. La tragedia es quehabiendo aprendido la lección he-mos sido incapaces de aplicar elremedio necesario en larga escala.La cólera aún está presente entrenosotros y los niños todavía mue-ren a causa de la diarrea.

Lo que tal vez es nuevo es quetambién los cambios micro-am-bientales que han sido causadospor la acción del hombre llevan alas enfermedades. Los cambiosclimáticos producidos por el reca-lentamiento global y por las muta-ciones en la faja de ozono protecti-va tienen efectos sobre la salud nosolamente inmediatos, sino que sepueden verificar también en un se-

gundo tiempo.También el impacto del ambien-

te social tiene su historia y la rela-ción pobreza-salud había sido bienreconocido por Virchov en Alema-nia, por Villerme en Francia y porAlison en Escocia. Chadwick y Shattuck son nombres de fama enel campo de la sanidad pública, yaque mejoraron las condiciones so-ciales y la salud de la población.Es fácil decir que la pobreza estárelacionada con la enfermedad yque nos enfermamos solamentepor los efectos del micro-ambientey por la posibilidad de sufrir las

privaciones desde el punto de vistade la nutrición.

Hoy existe una considerable li-teratura inherente a la salud y a lascondiciones sociales y los descu-brimientos más impresionantes serefieren no solamente a la influen-cia de la clase social sobre la salud,sino al hecho que esta inclinaciónen el campo de la salud, determi-nada socialmente, sea bastante re-sistente a las mutaciones. El famo-so "Black report" de 1988, analiza-ba la relación entre la clase social yla salud en Gran Bretaña y demos-traba que si bien el estado de saludhubiese mejorado de manera abso-luta en el tiempo, la inclinación a-ún persistía. El bienestar socialprosiguió teniendo mayores indi-cadores de salud con respecto a losque se encontraban en la base.

No hay duda que esta asociaciónde la investigación más fascinanteesté dirigida hacia una delucida-ción de este mecanismo. Las expli-caciones son diferentes, pero siem-pre he sido atraido por la tesis que

las personas acomodadas tenganacceso a mayores informaciones y,además, que estén mayormente engrado de hacerlas propias y de uti-lizarlas para crear su cultura sani-taria.

El comportamiento individual yaquel colectivo son otros factoresdeterminantes de la salud. Existenla evidencia, alrededor de noso-tros, de los daños que el comporta-miento puede acarrear a la salud ypor el hecho que esto conduzca a laenfermedad. El humo, las prácti-cas sexuales no sanas, las costum-bres alimenticias, son sólo pocosejemplos de estos comportamien-tos que dañan la salud. Una de lastragedias de nuestro tiempo es lainsistencia sobre la autonomía y elderecho a la autodeterminación, enmenoscabo del bien individual asícomo de aquel colectivo.

El patrimonio genético es otrofactor determinante para nuestrasalud y hasta hace poco tiempo,bien poco se podía hacer para mo-dificarlo. A menudo no es la pre-sencia o la ausencia de algunasconnotaciones genéticas de por síllevan al estado de la enfermedad,sino la predisposición a otros ma-les o lesiones. La ética sobre lamanipulación genética para la co-rrección de estos defectos va másallá del argumento de nuestra dis-cusión.

De todos modos, en los tiemposmodernos se tiene muy en cuenta ala persona, que ocupa la mayorparte de nuestra atención. La ordende curar unos a otros, y de maneraparticular la admonición al médicopara que se preocupe y tenga cui-dado, están insertos profundamen-te en nuestra cultura y en la prácti-ca. Gran parte de la expresión su-premacía de la vida se refiere a laatención a los cuidados individua-les y a los orígenes sacerdotales dela profesión que cura hablan de laimportancia de estos cuidados. Es-ta última está claramente demos-trada en la atención hacia los servi-cios sanitarios y a las institucionesque proporcionan dichos cuidados.Este sistema sanitario consuma a-bundantemente la parte más con-sistente del presupuesto destinadoa la sanidad en cada sistema. Estotiene lugar gracias a los orígenesde la profesión médica, al poderpúblico de los miembros que másque otros hacen sentir su voz indi-

193VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

vidualmente y en grupos y la preo-cupación normal del individuo quedebe hacerse todo lo posible parapreservar la vida y evitar la muer-te. Raramente hay entusiasmo poruna prematura "liberación de estaespiral mortal".

Sin embargo, cuando una perso-na examina la importancia relativade los diferentes factores determi-nantes de la salud, es claro que sibien el ambiente social y aquel fí-sico sean los más importantes parapromover y mantener el estado desalud, la mayor parte de los recur-sos en favor de la salud vaya a losservicios sanitarios. Ninguno de-searía que existiera dicho rigor yque ninguno o que pocos recursosestuvieran destinados a la sanidad,pero en lo que se refiere a la saludvista como supremacía de la vida,sería adecuado que esto fuese tra-ducido en una capacidad de dispo-ner de mayores recursos para lle-gar a los demás factores determi-nantes que, como se ha visto, jue-gan un papel importante.

Nuestra preocupación por la sa-lud va más allá del individuo y, a-demás, es vista en el contexto deun bien más amplio. La presenciao la ausencia de salud o los estadosde desigualdad en la salud en unasociedad a menudo son manifesta-ciones de desigualdad en esa mis-ma sociedad. La referencia del Pa-pa en la Evangelium vitae a la po-breza, a la desnutrición y al ham-bre, como resultado de una distri-bución injusta de los recursos entrepersonas y clases sociales, es unaclara indicación del interés por lasmanifestaciones de desigualdadsocial en lo que se refiere a la sa-lud. Aproximadamente hace 20 a-ños las naciones del mundo, unáni-me y solidariamente, gritaron: ¡Sa-lud para Todos! Lo hicieron con elpleno conocimiento que no habríahabido una utopía para desear queninguna salud fuese enferma. Lohicieron como demostración delcompromiso de buscar un tipo deequidad social que se manifestaseen una mejor Salud para Todos. Aligual que muchas aspiraciones no-bles y elevadas, la Salud para To-dos es imposible en sentido prag-mático y programático.

Durante los últimos dos dece-nios, han habido mejoras, pero enel exterior se percibe que gran par-te del entusiasmo original ha dis-

minuido, no obstante haya muchoque hacer. Nuestra atención es a-fectada por las imágenes de pobla-ciones que sufren y por las nuevasenfermedades que están aflorando.Indudablemente la preocupaciónpor las nuevas enfermedades in-fectivas que están retornando esgrande en la agenda de la salud pú-blica mundial. El virus denomina-do HIV con la síndrome de inmu-nodeficiencia adquirida (SIDA),son el ejemplo más conocido de u-na nueva enfermedad que está a-vanzando. Un escaso sistema sani-tario, los cambios ecológicos y lostransportes que se efectúan rápida-mente, todo está favoreciendo nue-vas amenazas, y no hay duda quesu impacto es y será global. Estasenfermedades son problemas delmundo industrializado y en vía dedesarrollo, y los esfuerzos que seharán para ponernos en alerta y pa-ra controlar estas enfermedades re-querirán un esfuerzo global.

Los países están tratando de re-novar el llamado a la Salud paraTodos, apreciando este objetivoque tiene el valor permanente. Pe-ro ahora tenemos la dimensión a-gregada de una claridad más con-ceptual sobre el papel de la saludcon respecto a las demás activida-des y cualidades que, unidas, pue-den concurrir al desarrollo huma-no como un estado en el que real-mente hay un florecer del espírituhumano y la posibilidad para loshombres de lograr buena parte desu potencial.

Espero haberlos convencido quetenemos necesidad de considerarla salud no solamente en términossectoriales y como un argumetnopara los médicos. La salud está re-lacionada con todos los sectores yuno de los elementos de esta reno-

vación de la Salud para Todos es elde dar mayor énfasis y significadopara la interacción de la salud conlos demás aspectos del comporta-miento social. Debemos conside-rar para la salud un puesto en la a-genda pública, de manera que losque influyen en la sociedad apre-cien el papel de promover el con-cepto de la salud como recurso pa-ra todo nuestro ser es un bien quedebemos deplorar cuando no hay.

La salud es esencial para la vida,pero la salud es también una fuer-za potente que asegura la conci-liación y la reconciliación. Nues-tra experiencia es que ella repre-senta una de las áreas nobles alre-dedor de las cuales el contraste espoco y para la que es relativamen-te fácil reforzar un diálogo quepuede llevar a la comprensión y ala paz.

Señor Presidente, gracias anuestra formación y convicción,los que trabajamos en favor de lasalud, creemos en la supremacíade la vida y la vemos expresadade modo más hermoso en la con-servación del que es el más pre-cioso de nuestros recursos - la sa-lud. Pero sería casi una tragedia siesta visión permaneciese sola-mente en los que se ocupan de lasalud y yo quisiera que está visiónfuese compartida por todos los se-res humanos. Tal vez cuando estedía llegará, no sólo veremos unamejora en las condiciones huma-nas en toda la tierra, sino que sereconocerá que esta supremacíade la vida, que consideramos sa-grada, es importante en todas lascondiciones humanas.

Sir GEORGE ALLEYNEDirector Regional para las Américas

de la Organización Mundial de la Salud(Islas Barbados)

194 DOLENTIUM HOMINUM

1. Un fenómeno que se impone

1. El dolor es una realidad conla que todo ser humano debe en-frentarse durante su peregrinaciónterrena

Se presenta en formas diversas.El dolor físico puede ser mal fí-

sico, daños y heridas físicas, debi-lidad, hambre, sed, vejez o muerte.El dolor mental, espiritual y moral,puede tomar la forma de la desilu-sión, del fracaso, de la ingratitud,de la falsa acusación, del insulto yde la marginación. También puedeser causado por la muerte de lospropios seres queridos. Tambiénun tiempo inclemente, los acciden-tes, los incendios o los desastresnaturales pueden causar sufrimien-tos a la gente. El dolor toca al hom-bre en todo su ser, en su unidad so-mático-espiritual.

El dolor acompaña al hombre yprácticamente requiere su aten-ción. Se impone al hombre comosujeto de reflexión y de medita-ción. El hombre, a lo largo de lahistoria, se ha hecho preguntas a-cerca del sufrimiento y del mal. Habuscado su significado y ha inten-tado responderle.

El Concilio Vaticano II observasabiamente que: "Los hombres delas diferentes religiones aguardanla respuesta a los oscuros enigmasde la condición humana que, hoycomo ayer, turban profundamenteal corazón del hombre (Nostra Ae-tate,I). El dolor es uno de esos pro-fundos misterios. ¿De qué manerael hinduismo, el budismo, el he-braísmo, el islam y la religión tra-dicional africana frecen a susmiembros una respuesta a este e-nigma inevitable? ¿Qué reflexiónpodemos hacer sobre estas res-puestas a la luz del Evangelio de

Nuestro Señor y Salvador Jesu-cristo y de la fe cristiana?

2. El sufrimiento en elHinduismo

2. La ley del karmaEs básica para la comprensión

del enfoque hinduista del misteriodel dolor y del sufrimiento, la cre-encia en la ley o teoría del Karma.El término Karma significa ac-ción, trabajo u obra. Los hinduistascreen que el yo inmortal (o alma)es el substrato del conocimiento,de la acción y del goce. Toda ac-ción del yo, sea buena o mala, pro-duce un correspondiente resultadoinvisible. Tal resultado es gozado osufrido por quien actúa, en esta vi-da o en la futura. La naturaleza dela existencia corporal en la próxi-ma vida (ya que los hinduistas cre-en en la reencarnación) está deter-minada por las acciones de esta vi-da y de las vidas precedentes. Porlo tanto, el cuerpo y las circunstan-cias de espacio y de tiempo que u-na persona posee aquí y ahora, noson accidentales. Son la suma delos resultados de todos los karmade los precedentes nacimientos.

3. El dolor es merecidoPor lo tanto, si preguntamos por

qué un hombre justo padece sufri-mientos y miserias y debe enfren-tarse con los problemas de la vida,el hinduismo responde que esehombre ha sido un agente del malen su vida o en sus vidas preceden-tes. Uno nace ciego porque ha pe-cado con sus ojos en una de sus vi-das pasadas. Sufrimientos, mise-rias, males y problemas de la vida,en todos sus matices, son así expli-cados con la eterna ley del Karma.

4. Otras causas del sufrimientoParticulares interpretaciones o

escuelas del hinduismo sugieren o-tras causas de dolor y sufrimiento,como los dioses, el mundo mate-rial, dolor e ignorancia, una frag-mentada visión de la realidad, ego-ísmo, hambre y sed, vejez y muer-te.

5. Respuesta al dolorEl hinduismo enseña que la res-

puesta al dolor y al sufrimientopuede encontrarse en virtudes co-mo la renuncia, la austeridad, elestudio de las escrituras, la no-vio-lencia, la verdad-fuerza o Satya-graha (es decdir, cuando una per-sona está colmada de verdad, tieneel inagotable poder de hacer elbien), la ayuda de un guru, etc. Enel hinduismo, los tres medios clá-sicos o senderos para la liberación,son el sendero del conocimiento,el sendero del amor de Dios y elsendero de la acción desinteresada.

6. El papel de Dios¿Cómo ve el hinduismo el papel

de Dios en el sufrimiento humano?Dios es visto como imparcial. Per-mite a las personas asumir loscuerpos destinados a ellas por lospropios karma precedentes. Peroles da libre voluntad, por lo quepueden, mediante la activa prácti-ca de los medios espirituales, des-truir todos los resultados del kar-ma e interrumpir así la cadena denacimientos, muertes y re-naci-mientos, y obtener la liberación e-terna. En los sistemas clásicos deespiritualidad, como el Samkhya yel Yoga, no se piensa que Dios estéimplicado en la salvación del hom-bre. Quien busca obtiene la libera-ción con los propios esfuerzos. Pe-ro en los sistemas teísticos Vedan-

FRANCIS ARINZE

La pedagogía del sufrimientoen las diversas religiones

195VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ta y en la literatura Bhakti, Dios esconcebido como una persona y suayuda es juzgada esencial para lasalvación del hombre.

7. Valor del dolor y del sufrimientoEn su conjunto, el hinduismo no

ve un valor positivo en el dolor yen el sufrimiento. El sufrimientoes visto como el resultado del Kar-ma. De todas maneras, el pueblosanto y los místicos del movimien-to Bhakti aceptan voluntariamenteel sufrimiento como modo de ex-presar su intenso amor de Dios.Para el hinduismo, hay un valorpositivo en el auto-imponerse lossufrimientos, como la libre asun-ción de renuncias y la práctica deun ascetismo riguroso. Son consi-derados medios para la salvación.

3. El Budismo y el sufrimiento

8. Liberación del dolor ydel sufrimientoEl sufrimiento es el punto de

partida y verdaderamente el funda-mento de toda la enseñanza budis-ta. Puede decirse en verdad que elbudismo es una doctrina que pre-dica la liberación de la humanidaddel sufrimiento. La enseñanza deBuda está resumida en Cuatro No-bles Verdades, que se refieren ensu totalidad al sufrimiento, conrespecto a su verdad, a sus causas,a su fin y a cómo liberarse de él yalcanzar el Nirvana.

La primera verdad, la Verdad delSufrimiento, dice que todo es sufri-miento: el nacimiento, la enferme-dad, la vejez, la unión con una per-sona no amada, la separación de unser querido, no tener lo que se quie-re: en pocas palabras, los cinco ele-mentos materiales y espiritualesjunto con la pasión son sufrimien-to. Toda felicidad o gozo en estemundo, marcados como están porsu inestabilidad y caducidad, sonya sufrimiento. Buda dice que du-rante nuestra existencia hemos de-rramado más lágrimas que toda elagua contenida en los cuatro océa-nos (cf. Samyuttanikâya II, 180).

Buda dice que la causa del sufri-miento es la pasión-ansia. Estapuede tomar la forma del deseo odel ansia por las cosas, o de una a-fición egoísta a las mismas. Estopuede llevar al miedo de perderlas.Esta es la segunda verdad sobre el

sufrimiento.

9. El NirvanaLa tercera verdad sobre el sufri-

miento se refiere a su fin o conclu-sión. La aniquilación de la pasión-ansia, del odio y del terror es elNirvana, el estado de santidad. ElNirvana (salida, fuga) es la supre-sión del fuego de la pasión-ansia.El ascetismo budista lleva a alcan-zar el nirvana (extinción) del yo ya su purificación. El santo budistaes aquel que ha realizado el vacío yla renegación de sí mismo y de laspasiones.

El Nirvana puede ser alcanzado

en este mundo destruyendo la pa-sión egoísta que es la raíz de todosufrimiento, pero se obtiene deforma definitiva solamente des-pués de la muerte. Este Nirvana,puesto que en él falta el sufrimien-to, es llamado Paz Inefable, CalmaPerfecta, Beatitud Suprema o Feli-cidad Plena.

En la cuarta verdad, Buda indicael camino que conduce al Nirvana.La óctupla Vía de la Rectitud escomo sigue: recta visión, rectopensamiento, recta palabra, rectaacción, recta vida, recto esfuerzo,recta atención y recta meditación.

10. Una vía moral y soteriológicaEl budismo responde con el si-

lencio a todas las cuestiones acercade Dios, el hombre y el universo.El budismo no es un sistema meta-físico. Solamente se ocupa y sepreocupa de salvar a todos los se-res del mal que es el sufrimiento.Buda no excluye la existencia deproblemas metafísicos, pero niega

su utilidad. El budismo queda re-sumido en la frase: "Evita el mal,practica el bien, purifica el cora-zón, esta es la enseñanza de Buda"(Dhammapada 183, Majjhima-nikâya II,49). La óctupla Via de laRectitud reúne ocho virtudes, to-das morales, y ninguna se refiere aDios).

4. Hebraísmo y sufrimiento

11. Castigo y responsabilidadLa Biblia, desde el principio, es

consciente de que el sufrimiento esuna característica de la existenciahumana (cf. Gen.3,19; Jb.5,7). Loshebreos tienen un fuerte sentido dela comunidad. Esto incluye la es-pera de un castigo o de un sufri-miento colectivo: "Los padres co-men uva agraz y los hijos padecenla dentera" (Jer.31,29; ver tambiénEz.18,2). Pero bien pronto, con Je-remías (cf.Jer.31,30) y de maneramás efectiva con Ezequiel(cf.Ez.18) se hace firme el princi-pio de la retribución individualmás bien que colectiva.

12. Explicaciones del dolor ydel sufrimiento

Los libros de Job y el Eclesiásti-co muestran cómo el pensamientohebreo aparecía confuso y turbadopor el sufrimiento, para el que nose encontraba una respuesta. No a-parece en él solución alguna finalal problema del sufrimiento de lapersona inocente, prescindiendode la fe. Una persona debe ver aDios, encontrarlo e inclinarse en a-doración ante El, si vive en el do-lor y el sufrimiento.

En Alejandría, en Egipto, la Sa-biduría de Salomón, un libro queapareció hacia el 90 A.C., subraya-ba claramente una fe precisa en larecompensa futura después de lamuerte, y la consiguiente reduc-ción de la atención sobre los sufri-mientos que se da en el presente.La retribución tiene lugar para ca-da individuo después de la muerte.Los fariseos creían fuertemente enla resurrección de cada uno. Mai-mónides creía que los males parti-culares que suceden a una personason por el bien de todo el universoy que todo el sufrimiento es el cas-tigo por los pecados anteriormentecometidos.

Buber considera que el mal no

196 DOLENTIUM HOMINUM

es, realmente, otra cosa que un re-codo en dirección opuesta al bienhacia la nada.

El hebraísmo, en su forma no fi-losófica reconoce la entera reali-dad del mal y del sufrimiento. Ver-daderamente, el mismo Dios esdescrito a menudo como quien su-fre con el hombre. El hombre esdesafiado a poner remedio al sufri-miento siempre que pueda ser re-mediado, y a soportarlo sin lamen-tarse cada vez que es irremediable.

Otra explicación de la existenciadel sufrimiento es la de que se tra-ta de un proceso de purificación.El Talmud llama a tal sufrimiento"aflicciones de amor". El sufri-miento es concebido como la últi-ma forma de la purificación divinaque conduce a la unión mística.

En el siglo XX, el terrible desas-tre del Shoah (Holocausto) hizosalir a la superficie la cuestión delsufrimiento en su forma más agu-da. ¿Cómo podían tantos inocentessufrir así tan terribles torturas y u-na muerte ignominiosa? ¿Dóndeestaba Dios en todo eso? Los he-breos se han visto obligados a bus-car un significado para este miste-rio del mal, muchas veces a travésde una o varias explicaciones yaexpuestas antes. Pero a veces hanpreferido permanecer en silencioante este misterio.

5. El Islam y el sufrimiento

13. El sufrimiento será reparadoEl Corán y el Islam ven la vida

de los profetas de Dios pasar a tra-vés de las etapas de la proclama-ción del mensaje divino, de la opo-sición humana, de la perseveranciadel profeta en el sufrimiento y dela defensa final por parte de Dios.En los momentos de sufrimiento,el buen musulmán no debe deses-perar de la bondad de Dios, ni ha-cerse amargamente auto-destruc-tor o dañosamente agresivo. Inten-ta esperar pacientemente con plenafe a que la voluntad de Dios, al fi-nal, corrija lo errado y ponga denuevo las cosas en orden. El Coránrechaza la crucifixión de Cristo ySu muerte, porque las consideracomo un fracaso o el abandono deJesús por parte de Dios.

14. Otras tradiciones islámicasLa fracción chiita de la casa del

islam tiene una tradición diferente.Cree en la eficacia vicaria del su-frimiento. Para los chiitas, los ima-nes (especialmente Hussain, nietode Mahoma) tomaron sobre sí elpecado de la humanidad, y por supaciencia fiel en la tribulación y enla persecución, expiaron por todoel mal que los seres humanos sehacían los unos a los otros.

Digno de ser recordado es elmístico sunnita de gran valor, al-Hallâj, que cree que la perfeccióndel Islam (total abandono en Dios)estaba en el "total abatimiento", esdecir, en la "muerte en el patíbu-

lo". Y realmente fue crucificado enBagdad el año 922.

6. La religión tradicionalafricana y el sufrimiento

15. Causas del dolorLa religión que prevalece en la

mayor parte de Africa antes de lallegada del cristianismo y del is-lam, cree en Dios, en los espíritusy en los antepasados. Sus seguido-res consideran que hay diversas yposibles causas del dolor y del su-frimiento. Culpas morales -comoel robo, la esclavitud, el adulterio,el incesto, el asesinato, el aborto-se cree que provocan castigos porparte de los espíritus y de los ante-pasados, en forma de enfermeda-des, epidemias, accidentes de ca-rretera, muerte (especialmente porlos rayos), sequía, inundaciones,ausencia de hijos. Se cree que tam-bién la ruptura de un tabú es causadel mal y del castigo. El dolor pue-de proceder de los caprichos de los

espíritus malignos, de fuerzas cie-gas y de brujos.

En esta religión no se ve a Diosgeneralmente como responsablede ninguno de los sufrimientos quepadece el pueblo.

16. Actitud para con el sufrimientoPara remover el sufrimiento, los

devotos de la Religión TradicionalAfricana toman algunas de las si-guientes medidas: consulta de unadivino para saber qué espíritu es-tá enfadado con ellos, sacrificiospropiciatorios al espíritu o antepa-sado indicado, o recurrir a verda-deros doctores, expertos en el co-nocimiento del poder curativo delas plantas. También se da la cre-encia en el fatalismo, en el caso deun sufrimiento ni merecido ni pre-visible.

7. La respuestacristiana

Para concluir estas reflexiones,es necesario ahora que nos pregun-temos qué comentarios pueden ha-cerse a la luz del Evangelio deNuestro Señor y Salvador Jesu-cristo, sobre las respuestas pro-puestas por estas religiones acercadel misterio del dolor y del sufri-miento.

17. Valor salvador del sufrimientoDios ama a la humanidad. Ha

enviado a su Hijo para salvar a to-dos los hombres. "Dios ha amadotanto al mundo que ha dado a suHijo unigénito a fin de que quiencrea en él no muera, sino que tengala vida eterna" (Jn.3,16).

Jesús ha salvado a la humanidadentera con su sufrimiento, muertey resurrección. Lo ha hecho paramostrar el amor al Padre y parasalvar a todos los hombres. Por esoJesús ha dado un significado al do-lor y al sufrimiento. Invita a tododiscípulo a tomar la propia cruz y aseguirle. Por la unión mística conCristo a través del sufrimiento, elcristiano descubre el valor salva-dor del sufrimiento y se halla encondiciones de soportarlo con a-mor.

18. En respuesta a las diversasreligiones

Al hinduismo la fe cristiana a-nuncia que la muerte es el término

197VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

de la peregrinación terrena delhombre y que no hay reencarna-ción (Cf. Catecismo de la IglesiaCatólica, n. 1013), sino que tras lamuerte empieza la vida en el cielo(directamente o a través del purga-torio) o el infierno.

Mientras a veces el sufrimientopuede ser por culpa de quien lo su-fre, no siempre es así necesaria-mente. El esfuerzo ascético y el a-partarse de las criaturas son cosalaudable, pero el cristianismo en-seña que nosotros dependemoscompletamente de la iniciativa deDios para nuestra salvación. Sin lagracia de Dios no podemos obte-ner ni la perfección ni la salvación,aunque en verdad se requierenuestra colaboración.

Mientras el cristianismo aprecialos sinceros esfuerzos que el bu-dismo cumple en el ascetismo, sedan mayores diferencias. El cris-tianismo proclama el bien esen-cial de la existencia y el bien decuanto existe. Sobre todo, procla-ma la existencia de un Dios trans-cendente que es bondad y ama alos seres humanos creados y quie-re su felicidad. El hombre sufre aconsecuencia del mal, que es unacierta falta, limitación o distorsióndel bien. El hombre no es capazde procurarse a sí mismo la beati-tud eterna. Para ello tiene unacompleta necesidad del sostén dela gracia de Dios. Para el cristia-nismo, la salvación es la libera-ción de la humanidad del pecado através del sufrimiento, muerte yresurrección de Jesucristo. La pa-sión de Cristo es parte de su mis-terio pascual. Para los cristianos,el sufrimiento no es un factor ne-gativo del que el hombre trata delibrarse, sino que es un modo de

llevar la propia cruz y seguir aCristo que nos ha salvado con sucruz.

Hebreos y cristianos condivi-den la revelación de Dios a la hu-manidad, preservada en las Sagra-das Escrituras vistas por los cris-tianos como Antiguo Testamento.Estas Escrituras presentan la figu-ra del Siervo doliente de Yahvéh.Los cristianos ven en esos textos(Is.42,1-9; 49,1-6; 50,4-11; 52,13-53, 12) una prefiguración de Jesu-cristo, que ha sufrido por noso-tros. "Y él ha cargado con nues-tros sufrimientos, se ha tomadonuestros dolores... por sus llagasnosotros hemos sido curados"(Is.53,4-5). Jesucristo es la plenay final manifestación de la gloriade Dios y de su amor salvador a lahumanidad. La cruz se convierteen fuente de salvación, paz y gozoy un llamamiento a ser discípulosde Cristo y al amor por nuestrossemejantes que sufren.

Con respecto a los musulmanes,los cristianos aprecian la virtud dela obediencia a Dios y cumplir pa-cientemente su voluntad, así co-mo la percepción chiita del valordel sufrimiento vicario. Una ma-yor diferencia está en que el cris-tianismo subraya que el amor es lafuente más rica del significado delsufrimiento, y que por amor a suPadre Eterno y a todos los hom-bres Jesucristo ha sufrido la igno-minia de la crucifixión y que esacrucifixión no es la derrota de Je-sús, sino su victoria, porque ha re-sucitado al tercer día. La gloriosaresurrección de Cristo es centralpara la fe en sus misterios. Cristoha dado así al sufrimiento un va-lor de salvación y la cruz es la se-ñal de su triunfo. Como seguido-

res de Cristo no debemos dejarnosllevar por el fatalismo cuando en-contramos un sufrimiento, sinoque somos llamados a tomar nues-tra cruz y a seguir a Cristo, el Ven-cedor del pecado y de la muerte.Y no hemos de esperar siempreque Dios manifieste de manera vi-sible la victoria de quien le es fiel.

Los seguidores de la religióntradicional africana se alegran dela influencia liberadora de la reli-gión establecida por Jesucristo. ElEvangelio libera al hombre del te-mor de fuerzas ciegas y malvadas,y lo introduce en el plan de salva-ción de Dios, que ha enviado a suúnico hijo para redimir a la huma-nidad a través de su sufrimiento ycrucifixión. El cristianismo es unaoferta del amor de Dios en Cristoa toda la humanidad. La respuestahumana a esta llamada incluye lavoluntad de soportar el sufrimien-to que se encuentra. Así se toma lapropia cruz y se sigue a Cristo enuna unión de amor.

Como puede verse, el Evange-lio no es una edición mejor que lasotras religiones. Es una irrupciónsobrenatural y totalmente innova-dora de Dios en la historia huma-na. Es una llamada a la vida de u-nión con Dios a la que el hombreno podría aspirar nunca con suspropios poderes. El Evangelio daun significado y un sentido de di-rección al dolor y al sufrimiento.Da una dimensión a la existenciahumana completamente nueva yque no puede obtenerse de otramanera. ¡Bendito sea Dios!

S. E. Cardenal FRANCIS ARINZEPresidente del Pontificio Consejo

para el Diálogo Inter-religioso

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Inspiradora de esta X Conferen-cia internacional, la parábola delBuen Samaritano suscita, en exé-gesis bíblica, numerosas cuestio-nes y ofrece numerosas particula-ridades muy sugestivas. No es po-sible examinarlas todas en unabreve exposición y me esforzaré,por lo menos, por no omitir nadaque sea esencial.

El texto sólo se encuentra en elevangelio según Lucas (10,19-37).Corresponde a una particular insis-tencia de este evangelio sobre eltema de la misericordia, insisten-cia que puede reconocerse igual-mente en la parábola del hijo pró-digo (Lc 15,11-32) y en otros epi-sodios propios de Lucas (7,11-17.36-50). Se habla, a propósito deellos de una fuente "L", utilizadapor Lucas además de las fuentesque le son comunes con Mateo.

1. El contexto en el evangeliode Lucas

La parábola del Buen Samarita-no ha sido colocada por el evange-lista poco después del comienzode una gran sección del evangelioa la que se llama "la subida haciaJerusalén", sección injertada porLucas entre el 2° y 3er anuncio dela Pasión de Jesús (Lc 9,43-44 y18,31-34; Mt 17,22-23 y 20, 17-19; Mc 9,30-31 y 10,32-34). Se ex-tiende de Lc 9,51 a Lc 18,14 y co-mienza con estos términos: "Aho-ra bien, cuando se cumplían los dí-as de su elevación, Jesús tomó re-sueltamente el camino de Jerusa-lén" (Lc 9,51). Este comienzo ex-presa claramente la orientación ha-cia la ciudad santa. Nos es útil su-brayar que los versículos siguien-tes hablan inmediatamente de los

Samaritanos, para indicar que di-cha orientación provoca su hostili-dad. "Jesús -cuenta Lucas- envióunos mensajeros delante de él. Es-tos, ya en camino, entraron en unaaldea de Samaritanos para prepa-rar su llegada. Pero no fue acogi-do, porque se dirigía a Jerusalén"(Lc 9,52-53). Entre samaritanos yJudíos, como sabemos, las relacio-nes no eran armoniosas. El IV E-vangelio lo señala al comienzo delencuentro de Jesús con la samari-tana (cf. Jn 4,9). Varios pasajes delAntiguo Testamento manifiestanel menosprecio de los Judíos porlos samaritanos, que eran conside-rados bastardos desde todo puntode vista, social y religioso (cfr. 2R17,24-41; Si 50,25-26). La hostili-dad era recíproca. El historiadorjudío Josefo cuenta que los sama-ritanos molestaban a los peregri-nos judíos que iban hacia Jerusa-lén (Ant. 20,6,1).

Conviene recordar esa negaciónde hospitalidad sufrida por Jesúsde parte de una aldea de Samaria,si se quiere apreciar en su justa im-portancia la generosidad que Jesúsmanifiesta, en su parábola, paracon los samaritanos, presentando auno de ellos como un modelo de a-mor al prójimo. La parábola, en e-fecto, se lee en el capítulo siguien-te del evangelio y perteneciente ala misma sección.

Jesús la pronuncia para respon-der a una pregunta que le hace un"Legista", intérprete reconocidode la Ley de Moisés. Este legistahabía preguntado primero a Jesús:"Maestro, ¿qué debo hacer para te-ner en herencia la vida eterna?"(Lc 10,26). La misma pregunta se-rá formulada, algunos capítulosdespués, por un notable muy rico,a quien Jesús responde citando el

Decálogo (Lc 18,18-22). Al legistaencuentra en seguida la buena res-puesta, la que el mismo Jesús daen un pasaje de los otros dos si-nópticos (Mt 22,36-40; Mc 12,28-31). Esa respuesta une estrecha-mente el precepto de amor a Dios,enunciado en DT 6,5, y el de amoral prójimo, enunciado en Lv 19,18.Jesús constata lo justo de la res-puesta e invita al legista a ponerlaen práctica: "Has responido bien.Hazlo así y vivirás" (Lc 10,28). Elepisodio parece concluído. Suconclusión corresponde exacta-mente a su comienzo, conforme alprocedimiento literario semíticollamado "inclusión". El legista hapreguntado qué tenía que hacer pa-ra recibir la vid. Jesús le dice: "Hazeso y tú vivirás".

Pero en ese momento, de mane-ra inesperada, el relato toma unanueva dirección, porque el legista,"queriendo justificarse" por haberhecho su primera pregunta, propo-ne una segunda. "¿Y quién es miprójimo?" Y en respuesta a esta se-gunda pregunta, Jesús cuenta lahistoria del Buen Samaritano .

2. Cambio de perspectiva

Los exégetas observan a estepropósito que en realidad Jesús noresponde a la pregunta del juris-consulto. No le dice quién es suprójimo. No explica a qué catego-rías de personas debe aplicarse esecalificativo y qué otras categoríasno entran en la definición.

En vez de responder a la pregun-ta hecha, Jesús la reemplaza implí-citamente con otra: ¿por qué clasede conducta uno se convierte enprójimo de cualquier otra persona?El legista tomaba un punto de vis-

ALBERT VANHOYE

El Buen Samaritano (Lc 10,29-37)

Hermenéutica bíblica de la parábola

199VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ta estático, que trata de fijar los lí-mites del precepto de amor al pró-jimo. Jesús le propone una pers-pectiva dinámica, que tiende a cre-ar nuevas relaciones.

Preocupada por discernir, en eltexto evangélico, la fusión de va-rias fuentes diferentes, la génesisdiacrónica encuentra en ese cam-bio de perspectiva una razón parasuponer que la parábola ha existi-do primero independientementedel relato del encuentro con el ju-risconsulto y que "sólo en un se-gundo tiempo ha sido añadida alcontexto anterior, puesto que noresponde realmente a la preguntadel legista" (J.A.Fitzmayer, TheGospel according to Luke, AnchorBible, 1985,p.883).

Pero un análisis sincrónico deltexto muestra que el lazo de uniónentre la parábola y la segunda pre-gunta del legista es esencial parauna correcta interpretación del re-lato evangélico. La falta de corres-pondencia inmediata entre la res-puesta de Jesús y la pregunta for-mulada constituye precisamenteun aspecto importante de la peda-gogía del "Maestro" (Lc 10,25).Lo que Jesús nos pide es renunciara la perspectiva estática de las se-paraciones y segregaciones, paraentrar en el dinamismo de la co-municación y de la comunión.

Se puede notar que también enotras ocasiones Jesús da respuestasque no corresponden a la cuestiónplanteada, sino que hacen pasar deuna pregunta teórica a una exigen-cia existencial. Cuando una perso-na le pregunta: "Señor, ¿serán po-cos los que se salven?" Jesús nocontesta indicando una cifra, sinohaciendo una exhortación: "Esfor-zaos por entrar por la puerta estre-cha..." (Lc 13,23-24). Igualmente,cuando se le interroga sobre la fe-cha de los estragos escatológicosque ha anunciado, Jesús no da pre-cisiones cronológicas, sino queprocede a una alerta. A la preguntade los discípulos: "Maestro, cuádosucederá?" (Lc 21,7), responde:"Estad alerta y no os dejeis enga-ñar, porque muchos vendrán to-mando mi nombre y os dirán: Soyyo y: el momento ha llegado. Nolos sigais" (Lc 21,8). Jesús nuncase ha presentado como un teóricoo un pensador; se ha preocupadosiempre de comunicar un dinamis-mo de conversión y de amor. El le-

gista le hacía una pregunta teórica:"¿Quién es mi prójimo?" (Lc10,29) y Jesús le responde propo-niéndole un modelo de acción ydiciéndole: "Ve y haz tú tambiénde ese modo" (Lc 10,37).

3. Respuesta del AntiguoTestamento

Buscando en la Ley de Moisés,el jurisconsulto podía evidente-mente encontrar numerosos ele-mentos de respuesta a su pregunta.El precepto de Lv 19,18 que él

mismo ha citado antes, es aclaradopor su mismo contexto. La palabra"prójimo" es definida allí por unaexpresión paralela: "los hijos de tupueblo". Así pues, el amor al próji-mo está entendido en aquel textocomo una actitud de solidaridadcon los propios compatriotas, lími-te bastante estrecho. Sin embargose observará que, unos versículosmás adelante, el Levítico extiendeel precepto a los inmigrados (enhebreo: gèr): "Al inmigrado insta-lado entre vosotros, lo tratareis co-mo una persona del país, como u-no de vosotros. Tú lo amarás comoa ti mismo. Porque vosotros mis-

mos habeis sido inmigrados en elpaís de Egipto" (Lv 19,34). Estaampliación de la perspectiva mere-ce atención. Se opone a toda dis-criminación racial o nacional en elinterior de las fronteras de Israel.

En el pasaje del Levítico, el a-mor al prójimo es definido porpreceptos negativos: "No abusesde tu prójimo y no le robes" (Lv19,13); "no te muestres calumnia-dor de tu parentela y no manifies-tes una acusa que haga derramar lasangre de tu prójimo" (19,16); "notengas pensamiento de odio contratu hermano" (19,17); "no te ven-gues y no seas rencoroso para conlos hijos de tu pueblo" (19,18).

Pero otros textos del Pentateucovan más allá de estas prescripcio-nes negativas. Es una actitud degenerosidad positiva lo que pres-criben para con el prójimo. ElDeuteronomio exige primero, ca-da siete años, el perdón de las deu-das contraídas por el "prójimo"(Dt 15,2), es decir, el compatriota;"Al extranjero (hebreo: nokri), po-drás obligarle a pagar, pero lo queposees en casa de tu hermano, selo condonarás" (Dt 15,3). La leydeuteronómica se preocupa a con-tinuación de la suerte de los po-bres: "Si hay en tu casa un pobre,uno de tus hermanos, (...) le abrirástotalmente la mano (...) y le daráscon generosidad" (Dt 15, 7-8.10).En fin, la liberación de los escla-vos israelitas es obligatoria al cabode seis años (Dt 15,12-18; cfr. Jr34,14).

Por su parte, los profetas han in-sistido en exhortar vigorosamentea la solidaridad generosa. Baste a-quí recordar el elocuente llama-miento del cap.58 de Isaías, en elque Dios define la penitencia queprefiere: nada de mortificacionesformalistas, sino "dejar libres a losque se doblegan bajo el yugo","compartir tu pan con el hambrien-to", "albergarás a los pobres sincobijo; si ves a alguien desnudo, locubrirás; ante aquel que es tu pro-pia carne, no pasarás adelante. En-tonces tu luz despuntará como laaurora" (Is 58,6-8; cf. Jr 34,8-9; Jb31,16-20.32).

4. Respuesta de Jesús:"un hombre..."

La respuesta de Jesús al legista

200 DOLENTIUM HOMINUM

se sitúa en la misma línea, pero vamucho más lejos. A decir verdad,por más de un rasgo, resulta pro-vocatoria. La primera expresión,"un hombre", no tiene nada de es-pecial; la encontramos al principiode otras parábolas, la del hijo pró-digo ("Un hombre tenía dos hijos":Lc 15,11), la del administradordeshonesto (Lc 16,1), la del rico e-pulón (Lc 16,11). Por lo tanto nomerece una atención particular.Pero en este caso, esa expresión esmuy significativa, por el hechomismo de su indeterminación. Alleguleyo que le pide que definaquién es su prójimo, Jesús respon-de no definiendo nada en absolutoy expresándose del modo más va-go posible. La palabra griega em-pleada por el evangelio, anthro-pos, ni siquiera concreta el sexo.La prosecución muestra que eseanthropos pertenece al sexo mas-culino, pero nada nos dice de su ra-za, ni de su religión, ni de su cate-goría social. ¿Es un judío? ¿un in-migrado? ¿un extranjero? ¿Es unhombre religioso o un no creyen-te? Nada se sabe al principio, ni sesabrá más al término. Lo cualquiere decir que, para definir quiénes el prójimo, Jesús rehusa consi-derar esas categorías, sea cual seasu importancia en el Antiguo Tes-tamento. Las únicas notas que dapara identificar la persona en cues-tión se refieren a lo que le ha suce-dido y a la lamentable situación enque se encuentra. Este hombre,que descendía de Jerusalén a Jeri-có, atravesaba un paraje desérticoy se encontró con unos bandidosque le despojaron de todo, lo mo-lieron a palos y lo abandonaronmedio muerto. Un hombre herido,medio muerto: he ahí su identidad.Ignoramos incluso si es capaz degritar o de gemir.

5. Contraste entre dos actitudes

La parábola expresa a continua-ción un fuerte contraste entre la ac-titud de diversos personajes quepasan por aquel mismo camino.Esta vez, su identidad está mejordefinida: se trata primero de un sa-cerdote judío y de un levita; des-pués, de un Samaritano. La actitudde los dos primeros es idéntica.Ven al herido, pero pasan al otrolado del camino para evitar acer-

carse demasiado él. No se da nin-guna explicación de tal actitud,descrita muy brevemente con unasola palabra griega: antiparelthen.Lucas emplea aquí un verbo condoble prefijo (anti: frente, de la o-tra parte; para más allá) que no seencuentra más en el Nuevo Testa-mento y una sola vez en el AntiguoTestamento, en un pasaje cuyosentido es diferente (Sap 16,10).El tercer personaje, el Samaritano,muestra una actitud completamen-te diferente. La primera cosa quese dice de él, cuando ve al herido,se refiere a su reacción afectiva:

"fue movido a compasión" (literal-mente: "fue tomado en las entra-ñas"; el verbo splanchnizomai de-riva del término splanchna, quesignifica "entrañas"). Esta reac-ción de compasión desencadenatodo el resto: en lugar de evitar alherido, como el sacerdote y el levi-ta, se acerca a él, le da los primeroscuidados, lo carga sobre su cabal-gadura, lo conduce hasta el alber-gue, donde cuida de él; después loconfía al albergador, pagándole yasegurándole que los eventualesgastos suplementarios le serán i-gualmente pagados. Quedamos es-tupefactos ante semejante genero-

sidad para con un desconocido.El contraste entre las dos actitu-

des es extremo; se expresa cuanti-tativamente: una sola palabra parala actitud del sacerdote y del levi-ta; más de cincuenta palabras parala del Samaritano. Se puede pensarque tal dedicación es inverosímil,pero esto corresponde al género li-terario de las parábolas. Estas lle-van consigo muy a menudo rasgosinverosímiles porque, precisamen-te, quieren poner en tela de juiciolas ideas convencionales y abrirperspectivas nuevas, perspectivasdivinas (cf. Is 55,8-9).

Esta parábola choca, evidente-mente, con la mentalidad del legu-leyo; primero porque nada tiene delegalismo; después y sobre todo,porque atribuye un pésimo papel ados personajes que, según la Leyde Moisés, son muy respetables, elsacerdote y el levita, santificadospor su privilegiada relación con eltemplo de Dios, y porque invita allegista judío a aceptar, como mo-delo que debe imitar, a un Samari-tano, que la Biblia le ha enseñado adespreciar.

Jesús exige del legista un radi-cal cambio de mentalidad, como loha exigido del fariseo Simón en unepisodio anterior, el de la pecadoraperdonada (Lc 7,36-50). A Simón,que menospreciaba a aquella mu-jer, Jesús se la presenta como e-jemplo de generosidad, que poneen contraste con la frialdad de la a-cogida dada por el fariseo. Otros e-pisodios evangélicos están orien-tados en el mismo sentido, como,por ejemplo, aquel en el que Jesúshace el elogio de la fe de un centu-rión pagano (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10)y aquel en que declara a unas auto-ridades judías: "Los publicanos ylas prostitutas caminan delante devosotros hacia el Reino de Dios"(Mt 21,31). Como los antiguosprofetas (cf. Is 1,3; Ez 16,48.51;22,4; 23,11), lanzaba así punzantesdesafíos a su pueblo, para estimu-larlo a un verdadero progreso espi-ritual.

6. Dos concepciones diferentesde la santificación

Ya hemos dicho que ninguna ex-plicación se da en la parábola acer-ca de la actitud del sacerdote y dellevita. ¿Por qué no se acercan al

201VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

herido? ¿Por qué, al contrario, pa-san al otro lado del camino? ¿Porqué Jesús presenta a estos persona-jes tan respetables bajo una luzdesfavorable?

Tratando de explicar estos pro-blemas, los exegetas creen que laexplicación más plausible la pro-porciona el cuidado de la purezaritual. Para toda participación en elculto, la Ley de Moisés exigía lapureza ritual. Ahora bien, el menorcontacto con un muerto hacía per-der esa pureza. La Ley declara:"Quien toca un muerto, no importaqué despojo mortal, es impuro du-rante siete días" (Nb 19,11). Parti-cipar en el culto en ese estado deimpureza constituía una profana-ción de la Casa del Señor y llevabacomo sanción ser "excluído de Is-rael" (Nb 19,13). Para los sacerdo-tes, la ley de pureza era especial-mente extricta. El libro del Levíti-co le dedica todo un capítulo (Lv21).

Así pues, se puede pensar que laactitud del sacerdote y del levitadescrita en la parábola correspon-día a una preocupación por la pu-reza ritual. De haberse ocupadodel desgraciado viajante, dejado"medio muerto" al borde del cami-no, hubieran corrido el riesgo deverlo expirar entre sus brazos y decontraer, por eso mismo, una graveimpureza, incompatible con su"santidad" sacerdotal.

La lección implícita dada por laparábola sería, pues, que la "mise-ricordia" para con las víctimas deuna desgracia debe ir por delantedel cuidado de la pureza ritual. Es-ta lección corresponde efectiva-mente a una orientación constantede la enseñanza evangélica. Porsus palabras y más aún por su e-jemplo, Jesús ha afirmado queDios prefiere al culto ritual una ac-titud generosa para con el prójimo.Según el primer evangelio, inter-pretaba en ese sentido el oráculodel Profeta Oseas, en el que Diosdeclara: "Es la generosidad (he-breo: hèsèd) lo que me place, no elsacrificio" (Os 6,6; Mt 9,13; 12,7).Por otra parte, una polémica de Je-sús contra el exagerado cuidado depureza ritual es largamente ex-puesta por Marco y Mateo (Mc7,1-23; Mt 15,1-20). Aparece tam-bién, pero con más sobriedad, enel evangelio de Lucas (Lc 11,38-41). Común a los tres sinópticos,

pero más acentuada en Lucas, es larelativización del precepto refe-rente al sábado. A los episodios delas espigas arrancadas (Mt 12,1-8;Mc 2,23-28; Lc 6,1-15) y el de lamano curada en día de sábado (Mt12,9-14; Mc 3,1-6; Lc 6,6-11), Lu-cas añade el de la curación e unamujer encorvada (Lc 13,10-17) yel de un hombre enfermo de hidro-pesía (Lc 14,1-6). La lección essiempre la misma: la ayuda urgen-te que dar al prójimo es más im-portante, a los ojos de Dios, que laobservancia del descanso sabático.

En todos estos casos se constata

que Jesús invita sin cesar a uncambio de perspectiva. Hay quenotar que ese cambio ya había sidopreparado por la enseñanza de losprofetas (Is 1,10-17; Jr 7,1-7; Am5,21-24); consiste en reemplazarla búsqueda de una santificaciónpracticada mediante observanciassegregadoras, por la de una santifi-cación obtenida mediante la soli-daridad generosa. Para estar en au-téntica relación con Dios, la pure-za ritual es ineficaz. Lo necesarioes ponerse a disposición de Diospara el servicio al prójimo, es de-jarse llevar por el movimiento dela misericordia divina, que quiere

llegar a las personas que sufren ytienen necesidad de ser cuidadas,las personas heridas, enfermas,minusválidas, menospreciadas. Laparábola del Buen Samaritano ex-presa ese movimiento, y de doblemanera: de una parte, describiendola actitud generosa del Samaritanopara con el viajero herido y, de otraparte, suscitando la admiraciónpor el Samaritano mismo, miem-bro de una población tradicional-mente menospreciada.

7. Un modelo que hay que imitar

Notemos, para terminar, quenuestra parábola pertenece a unaclase particular de parábolas, queAdolf Jülicher ha llamado de los"relatos-ejemplos" (Beispielerzah-lungen). En lugar de describir elReino de Dios sirviéndose de unacomparación, como las parábolasdel sembrador o del tesoro escon-dido, los relatos-ejemplos presen-tan un hecho que muestran directa-mente una enseñanza. Tal es el ca-so de la "parábola" (Lc 12,16) delrico insensato (12,16-20), de Láza-ro y el rico epulón (Lc 16,19-31),del fariseo y el publicano (Lc 18,9-14). En esta clase de parábolas, elevangelio del Buen Samaritano o-cupa un puesto especial, porque esel único que contiene una explícitainvitación a seguir el ejemplo pro-puesto. Ni el rico insensato, ni elrico epulón, ni la plegaria del fari-seo son, evidentemente, modelospara imitar. La plegaria del publi-cano es uno, pero el evangelio nolo dice explícitamente, se contentacon dejarlo entender, mientras queel evangelio del Buen Samaritanoconcluye con estas palabras de Je-sús: "Ve y haz de modo semejante"(Lc 10,37). En muchas otras pará-bolas, la palabra "semejante"(griego: homoios) va al principio,para introducir la comparación:"¿A qué es semejante el Reino deDios y a qué voy a decir que es se-mejante? Es semejante a un granode mostaza" (Lc 13,18; cf.Mt13,31; Lc 13,21; Mt 13,33; etc.).En el evangelio del Buen Samari-tano, caso único en su género, laforma adverbial "de modo seme-jante" aparece, por el contrario, alfinal. Es la última frase. Acompa-ñando a un imperativo, define unaregla de acción e indica que el re-

202 DOLENTIUM HOMINUM

lato precedente ha presentado elmodelo que hay que imitar. Talmodelo es el Samaritano, que se hadejado conmover a la vista delhombre medio muerto y que ha ex-presado su compasión con una in-tervención generosa. Su "miseri-cordia" no se ha quedado en senti-miento estéril; se ha traducido enactos. El Buen Samaritano es "a-quel que ha practicado la miseri-cordia"; en tales términos es desig-nado en la respuesta del legista (Lc10,37). La misma expresión grie-ga (poiein eleos) sólo se encuentraotra vez en el Nuevo Testamento yes, precisamente, en otro pasajedel mismo Evangelio. En este casose aplica a Dios mismo (Lc 1,72) yahí forma una "inclusión" literariacon la expresión "las entrañas de

misericordia de nuestro Dios" (Lc1,78). Dejando que sus entrañas seconmuevan (cf.Lc 10,33) y practi-cando la misericordia (cf. Lc10,37), el Samaritano se ha puestoa parecerse a Dios (cf.Lc 6,36; Ef5,1-2; Col 3,12). No se ha plantea-do la cuestión: ¿"Este herido es miprójimo? ¿Estoy obligado a amar-lo?" Ha tomado la iniciativa de a-cercarse a él (cf. Lc 10,34), de o-cuparse de él y de convertirse así,innegablemente en su prójimo (cf.Lc 10,36-37).

8. Conclusión

He aquí, pues, cómo Jesús -se-gún el Evangelio de Lucas- ha res-pondido al legista. Rehusando en-

trar en una discusión jurídica so-bre la definición de la palabra"prójimo", Jesús ha dado al juris-consulto un vigoroso impulso ahacerse prójimo de toda personahumana. Desde hace más de dieci-nueve siglos, el evangelio delBuen Samaritano no ha cesado decomunicar a quienes lo meditaneste mismo impulso. Quiere co-municarlo también a nosotros, enesta Conferencia Internacionalque define su orientación repitien-do la frase final de Jesús: "Vade ettu fac similiter"

P. ALBERT VANHOYE, S.J.Secretario de la Comisión

Bíblica Pontificia.Profesor en el Instituto Bíblico Pontificio.

Roma (Italia)

203VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Dado que el título de mi exposi-ción admite una pluralidad de in-terpretaciones y es imposible abar-carlas todas, es bueno iniciar conuna premisa para establecer desdeel inicio las coordenadas dentro delas cuales deseo proceder.

El Congreso de este año tienecomo tema la comparación entreHipócrates y el Buen Samaritano,a la luz de un patrimonio históricoy doctrinal que ha sabido ver en elethos hipocrático y en el modelo e-vangélico, cuñas complementariasde las que una hace más realizada yhumana al otro y viceversa. El quesigue las huellas del peregrino deSamaría no se aleja de Hipócrates,antes bien, capta el sentido y lo lle-va a su más alta perfección.

En este contexto, me toca plante-ar ahora dos preguntas:

1. Dos cuestiones preliminares

Primera: ¿cómo definir en tér-minos racionales rigurosos la rela-ción existente entre las dos praxisrepresentadas por Hipócrates y porel Buen Samaritano? La implícitacomplementaridad ¿correspondesolamente a una simple - aunque nocasual - comparticipación de los fi-nes por lograr? ¿Se trata de una re-lación etrínseca ligada a circunstan-cias contingentes? O bien ¿se tratade una convergencia fundada sobrebases sólidas y duraderas? Para de-cirlo con una imagen amada porMaritain: el Buen Samaritano ¿po-dría ser considerado como el gorroque completa el mandil hipocrático,un sombrero que en el fondo puedeser dejado de lado según las cir-cunstancias o las conveniencias?

Con lo dicho aquí en los días an-teriores, pienso que se ha dado una

respuesta unánime: el modelo e-vangélico no se deja reducir a unaespecie de elemento opcional, aun-que es posible ignorarlo o colocar-lo en un puesto secundario. Tam-bién yo me propongo apoyar estarsegunda tesis, ya que la consideromás conforme con la verdad de sucontraria1.

Segunda: prosiguiendo con la i-magen tomada por Maritain, pare-ce razonable que, terminado el ho-rario en el hospital o en el estudioprivado, el médico regrese a ser unciudadano común liberándose delos indumentos que lo califican ex-ternamente. Ahora bien, ¿es posi-ble y justo realizar esta operacióntambién en lo que estos vestidos re-presentan? La pregunta nos lleva ala interrogante: ¿hasta qué punto elethos médico involucra la persona-lidad y condiciona el comporta-miento del agente sanitario?

Inicialmente, el buen sentido pa-rece exigir una respuesta en sentidoúnico: el doctor o la doctora cuan-do, por ejemplo, regresan a casa,no se pueden entretener con la mu-jer o con el marido y con los hijos,recogiendo sus confidencias con lamisma actitud con la que escuchana un paciente, no pueden observarlos gestos de sus seres queridos conla atención analítica con la que exa-minan a un enfermo... En casa esnecesario colgar el gorro y el man-dil apenas se atravieza la puerta.

No obstante esto, las cosas noson tan sencillas. Es aquí que sevuelve necesario introducir la cate-goría antropológica.

2. Las categorías comoexpresión del ser

El concepto de categoría en su

significado original (del griegoκατηγορειν ) significa "declarar,manifestar". Las categorías sonmodos de expresar el ser en la irre-ducible peculiaridad y variedad enla que se manifiesta. Las categoríassubrayan la diversidad a nivel pri-mordial, y en esto se contraponen alos trascendentales que indican, encambio, los modos de ser comunesa todos: cada existente, por el he-cho que existe, es bueno, es verda-dero, etc. Dejemos de lado el pro-blema hermenéutico representadopor dos escuelas antitéticas que tie-nen su máxima expresión en Aris-tóteles y Kant. Nos baste establecerque una categoría antropológica noes otra cosa sino la enunciación deun modo de ser-hombre.

Veamos un ejemplo. Un modeloclásico de categoría antropológicaes la del padre. En efecto, padrenombra un particular modo de ser yde comportarse. La paternidad na-ce y se manifiesta en oposición a o-tra categoría antropológica que esel hijo. Ni el padre ni el hijo nos lle-van a otro hecho o experiencia an-terior. Por esto constituyen un ele-mento caracterizante que diferen-cia a quien es padre o hijo de quienno lo es2.

Si la dimensión relacional haceclaros y precisos los matices de lascategorías padre e hijo, sin embar-go no basta la simple relacionali-dad para conferirles consistencia.Las relaciones son múltiples.Quien compra el periódico esta-blece una relación con el vendedorde periódicos, pero difícilmentepensará que el vendedor de diariosconstituye una categoría antropo-lógica. En este caso las relacionesse limitan a proporcionar un servi-cio, y por tanto algo contingente.Una categoría antropológica re-

IGNACIO CARRASCO DE PAULA

El Buen Samaritano como categoríaantropológica

204 DOLENTIUM HOMINUM

quiere, en cambio, una estabilidad,establidad que es solicitud y almismo tiempo está garantizada porsu relación con el ser. El padre encierto sentido ya lo es antes de la e-xistencia hijo y seguirá siéndoloincluso cuando la enfermedad selleve a su hijo. Se es padre no sola-mente operando, esto es cuando seactúa como tal, sino en la estructu-ra ontológica del propio ser.

Una observación más para com-pletar y aclarar lo que estoy afir-mando. La paternidad se puedepredicar de toda persona. Cadahombre, cada mujer, tiene una dis-posición connatural hacia la pater-nidad o la maternidad. No me re-fiero obviamente a la potencia cre-ativa esencial a la estructura cor-poral ni menos aún a la efectivafertilidad. Sino más bien a una di-mensión antropológica, a un ver-dadero ser-constituido que no esposible dejar de lado sin pagar uncaro precio. Esto vale también pa-ra quienes renuncian a generar o-tras personas por un motivo supe-rior. En efecto, ellos no pueden de-jar de traducir la categoría antro-pológica padre/madre en una pa-ternidad o maternidad espiritual.

3. El médico como categoríaantropológica

Me he detenido sobre este mo-delo bien conocido por todos nosólo porque entre médico y padreexisten muchos elementos comu-nes3, sino más bien para hacer másclaro el recorrido que deseo seguirpara evaluar si el Buen Samaritanopertenence o no a una categoríaantropológica. Sin embargo, aúnantes de poner nuestra atención so-bre la parábola de Cristo, examine-mos si el discípulo de Hipócratestiene válidos motivos para aspirartanto.

Parece indiscutible que la figuradel médico no conduzca a un mo-delo anterior. Posee una precisa es-pecificidad: un modo de ser hom-bre puesto al servicio de otroshombres, conforme a una relaciónde oposición con la enfermedadque amenaza su humanidad y quecoloca al sujeto en otra categoría:la del paciente o enfermo. Quedapor ver el nexo que esto tiene en elser de la persona. Y aquí nos ayu-da sorprendentemente la parábola.

No sabemos quien era el Buen Sa-maritano. Ciertamente no había i-do a Jerusalén por motivos religio-sos o turísticos. Probablemente setrata de un comerciante. Pero de-muestra conocer los elementos deprimeros cuidados. Antes bien, a-plica una terapia y prescribe el 'in-ternamiento' de un herido grave.

El ejercicio de la medicina re-quiere una preparación específicapero cada uno de nosotros sabeque, en el momento menos pensa-do, puede encontrarse en una cir-cunstancia en la que se debe im-provisar como agente de la saluden favor del prójimo. En todos e-xiste una disponibilidad radicalpara servir la vida y la salud. Sepodría decir que cada uno llevadentro de sí un pequeño doctor. O-tra cosa es si esta presencia es acti-va o no.

El papel del médico cumple,pues, todas las condiciones que serequieren para una verdadera cate-goría antropológica. Pero el mode-lo del Buen Samaritano ¿es un mo-do adecuado para definirla comotal?

4. Estructura antropológica delmodelo del Buen Samaritano

Las primeras indicaciones quesurgen de una lectura de la parábo-la decididamente nos indican unatendencia. La pregunta dirigida alSeñor no se refiere al comporta-miento que es preciso tener con unenfermo: qué debe hacer para ali-viar sus sufrimientos. Menos aúnpide un consejo de ética profesio-nal. La pregunta plantea el proble-ma: ¿quiénes son las personas quedebo amar como a mí mismo? ¿aquién debo considerar como miprójimo? Se da por descontadoque no todos los hombres son dig-nos de mi amor y por tanto se pidea Jesús que indique los signos o lascondiciones que permitan recono-cer a las personas que merecen unamor tan elevado. La medicina,por tanto, no tiene nada que ver entodo esto.

Además, la respuesta del Maes-tro no es evasiva, no elude la pre-gunta planteada, antes bien, deseasatisfacer plenamente las especta-tivas del interlocutor. Cristo no de-sea cambiar el tema de los médicoso de la medicina. Desea mostrar

que no existen "condiciones" parti-culares que favorezan que las per-sonas sean dignas de ser amadas:basta el simple hecho de existir yde ser encontradas.

Ahora bien, si el amor no cono-ce categorías, el sujeto que ama sí:el puede ser "prójimo" o bien "ex-traño". Para ilustrar esta antinomiala sociedad pone muchos ejemplosa disposición: un juez, un faculto-so benefactor, un maestro o unguía, etc. Sin embargo el Señor eli-ge un viajero que se encuentra encircunstancias poco comunes enque debe aplicar los primeros auxi-lios a un muribundo. Sin forzar laparábola, nos sentimos autoriza-dos a pensar que el Señor haya en-contrado en el gesto de curar a al-guien en fin de vida un significadoparticularmente eficaz para enun-ciar cómo deberían ser las relacio-nes entre los hombres. El Buen Sa-maritano realiza un gesto comomédico y contemporáneamente u-na demostración de humanidad: laasistencia al enfermo, al que sufre,al abandonado.

El Buen Samaritano representaun modelo específico de compor-tamiento. La parábola habla de unsacerdote y de un levita, justamen-te con la intención de poner en re-lación estos dos con el viajero quellega detrás de ellos. La impresiónes que la lista podía seguir - un po-lítico, un soldado, un mercader, unescriba, etc. - pero con el riesgo deque la historia se volvería pesada.En efecto, basta el ejemplo dejadopor dos sujetos dedicados al culto.El Evangelio no da razón de sucomportamiento, aunque podría-mos adivinarla5. Sin embargo loimportante aquí no es el juicio éti-co que disculpa o condena la omi-sión del sacerdote y del levita, sinoel hecho que los hombres se divi-den en dos categorías: los que es-tán dispuestos a ser "prójimos" ylos que no lo son. Obviamente, pa-ra ser "prójimo" no es indispensa-ble hechar aceite y vino ni gastardinero. Pero, al actuar de esta ma-nera, el Buen Samaritano se vuel-ve "prójimo" y contemporánea-mente manifiesta un modo de ser yde vivir humano en en el cabalsentido de la palabra.

Para completar estas reflexio-nes, quisiera ahora llamar la aten-ción sobre una connotación clavede esta categoría antropológica: la

205VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

capacidad de percibir al desventu-rado y la situación en que se en-cuentra. ¿Qué ha percibido el via-jero de Samaría que no hayan vis-to los otros dos: el hombre, las he-ridas, la necesidad?... todo esto eramás que evidente, de manera queel sacerdote y el levita simplemen-te evitan verse implicados en lahistoria. El Buen Samaritano hapercibido algo más: ha descubiertoen el enfermo a un prójimo, es de-cir a un hombre que debe ser ama-do como uno ama a sí mismo, sincondiciones: se ha sentido inte-rrogado por una persona dignade amor infinito.

5. Respuesta a algunas observaciones críticas

No puedo concluir estas refle-xiones, sin hacer algunas conside-raciones críticas que han sido plan-teadas. Me refiero concretamente alas observaciones hechas en buenafe por Childress6, uno de los culto-res de la bioética más sobresalien-tes en los Estados Unidos. Este au-tor considera que el modelo delBuen Samaritano es un modelo in-suficiente, dado que no responde atodas las posibles situaciones derelación médico-paciente y en par-ticular en el campo de los conflic-tos entre amor y derecho. La cari-dad que lo lleva a curar a la víctinano dejaría espacio a la justicia. An-tes bien, hasta se podría dudar dela validez ética de su comporta-miento, dado que de inmediato ha-ce lo posible sin tener en cuenta losdeseos, las preferencias o de todosmodos la voluntad del interesado.La actitud del Buen Samaritanotendría poco respeto por la autono-mía de ese pobre hombre.

Pienso que la crítica nos da la i-dea de la estrechez del contextomental con el que Childress - unautor atento y riguroso en otros es-critos - se acerca a la parábola.

Además, el autor se pregunta so-bre lo que habría hecho el BuenSamaritano si en vez de un hombreherido hubiese encontrado a otrosmás. Cómo habría distribuido susrecursos: la cantidad de vino y deaceite disponible, el dinero parapagar la fonda, siempre que hubie-se sido posible encontrar una camapara cada uno. También esto seríaun límite, o al menos un problema

que quedaría sin solución.En fin, continúa nuestro crítico,

no se puede ni siquiera prever quéhabría hecho el viajero si, mientrasofrecía los primeros cuidados a lavíctima, los brigantes hubieran re-gresado a la escena. ¿Los habría a-tacado para defender la vida de suprójimo y la suya? O bien ¿habríaconsiderado a los bandidos comoprójimos?

Dejemos de lado el hecho -igno-rado por Childress- que cuando sesubraya el primado de la caridadno por esto se niega necesariamen-te el papel indispensable de la jus-ticia. Dejemos también de lado sisus observaciones son o no perti-nentes (y justamente diría que no).Pero es bueno tratar de entender lasustancia de las objeciones, más a-llá de la redacción literal utilizadapor Childress. Me parece que sulectura no es funcional para la in-vestigación de un significado an-tropológico para la formulación dereglas, de soluciones que resuel-van los diferentes dilemas que seponen hoy fuera y dentro de la éti-ca médica. ¿Qué habría tenido quehacer el samaritano si los briganteshubieran regresado al lugar del de-lito? ¿Qué debería hacer un médi-co en Sarajevo mientras expoltanlas bombas? Estas preguntas ya noentran en la categoría específica de

la profesión: el médico, en sustan-cia, hará lo que hace un maestro deescuela, el director de un pensio-nado, etc. La pregunta tiene senti-do solamente si es dirigida a unmilitar.

La categoría antropológica re-presentada por el Buen Samaritanono es un instrumento para catalo-gar la realidad médica en funciónde resultados prácticos, sino unmodo de enunciar adecuadamenteel modo con el que la humanidad,o el programa de humanidad pre-sente en cada persona, se realiza enquien se compromete profesional-mente en una área de extraordina-ria riqueza y complejidad como esel campo de la salud del hombre.En fin de cuentas, el Buen Samari-tano resulta muy bien como médi-co y como hombre: practicandocasualmente la medicina, se con-vierte en prójimo que ama incondi-cionalmente a los demás tal comoincondicionalmente ama a sí mis-mo. Se trata de una categoría an-tropológica que nunca nos dejaráde maravillar.

Mons. IGNACIO CARRASCODE PAULA

Miembro de la Pontificia Academiapara la Vida

Profesor de Teología Moral en el AteneoRomano de la Santa Cruz

Consultor del Pontificio Consejo para laPastoral de los Agentes Sanitarios

Notas1 Como implícitamente hace notar la encí-

clica Evangelium vitae, Hipócrates, aun sien-do pagano, no ha logrado hacerse respetar poruna cultura que niega toda relación entre lo di-vino y lo humano. En efecto, el juramento hi-pocrático ha sido eliminado por la mayoría delos códigos de ética médica.

2 La paternidad presupone un papel especí-fico: el de haber generado a otro ser humano yhaber asumido la tarea y la responsabilidad deproveer y cuidar el crecimiento y la educa-ción.

3 Esta cercanía esconde un peligro denun-ciado por la crítica moderna: la transferenciatout court del modelo paterno al papel del mé-dico, dando lugar de este modo al criticado -tal vez demasiado - paternalismo.

4 Las razones que están como base delcomportamiento del Buen Samaritano, no sonsuficientes para fundar una categoría. La cari-dad es la sustancia de la parábola. Pero no esuna categoría antropológica, sino una virtud.La caridad abraza a todo el hombre y no a unaspecto a una área particular de su ser y de suactuar.

5 Para el sacerdote estaba el riesgo que sequedara inhábil para el culto.

6 Ver J.F. CHILDRESS, Amor y justicia en laética biomédica cristiana, en E.E. Shelp (ed.),Teología y Bioética, Ediciones Dehonianas,Bolonia 1989, pp. 355-382.

206 DOLENTIUM HOMINUM

Jesucristo es el modelo perfectodel Buen Samaritano, come lo pre-senta no sólo la parábola de Lucas,sino también el conjunto de lostextos de la Sagrada Escritura. Lascaracterísticas de dicho modelo sepueden resumir así:

- Es un sanador herido, osea unapersona capaz de hacer de su pro-pio sufrimiento una fuente de cura-ción para los demás. Como afirmael profeta Isaías, : "Con todo, erannuestros fufrimientos los que lle-vaba, nuestros dolores los que lepesaban, mientras nosotros le cria-mos azotado, herido por Dios yhumiliado. Ha sido traspasado pornuestros pecados, triturado pornuestras iniquidades; el castigo,precio de nuestra paz, cae sobre él;y a causa de sus llagas hemos sidocurados" (Is. 53, 4- 5).

– Toma la iniciativa, es decir, vahacia quienes sufren.

– Es capaz de acogida y de com-pasión.

– No se deja guiar por prejuiciosde raza, de cultura, de pertenenciasocial del enfermo.

– Confía en la comunidad paraque su asistencia el enfermo seamás eficaz.

– En su acercamiento al enfer-mo, la salud y la salvación se en-cuentran en estrecha correlación,

– Privilegia a los pobres y a losúltimos.

¿Cómo se ha realizado, a travésde los siglos, este modelo, encar-nado por la persona y por la acciónde Jesucristo?

Cada uno de los rasgos indica-dos ha encontrado su actuación,por lo menos parcial, en todos losperiodos de la historia. Esto noquita, sin embargo, que los dife-rentes momentos históricos hayanreproducido algunos de ellos con

características muy especiales. Es lo que trataremos de poner en

evidencia con esta breve ponencia.

1. El período pre-cristiano

En la historia de la asistenciaque se practicaba en las "Institu-ciones sanitarias" durante el perío-do anterior al nacimiento de Cris-to, se pueden identificar numero-sos rasgos del modelo del BuenSamaritano presentado en los pá-rrafos precedentes.

El sanador heridoEs en la Grecia antigua donde

nace la metafóra del 'sanador heri-do' para indicar que quienes asis-ten a los enfermos previamente de-ben tomar conciencia de sus propiaheridas e integrarlas en su expe-riencia personal. De dicho procesode auto-curación nacen la libertadde acercarse al enfermo con com-pasión y la participación en sus su-frimientos.

El mito de Esculapio resulta elo-cuente al respecto.

Hijo de Apolo y de Corónide,ya antes de nacer fue herido. Sumadre, cuando todavia lo llevabaen las entrañas, en castigo por ha-ber sido infiel a Apolo, fue traspa-sada por un flecha de Artemis ycondenada a morir en la hoguera.Pero cuando Corónide estaba yasobre la pira, Apolo, para salvar asu hijo del fuego, hizo de modoque Esculapio saliera de su vien-tre. El recién nacido fue entregadoal Centauro Quirón, que ejercitabael arte de curar, para que lo educa-ra. Qurón padecía de una llaga in-curable, que le había infligido Hér-cules. Él mismo, sanador necesita-do de cura, enseñó a Esculapio el

arte de sanar, o sea, la capacidadpara hallarse como "en casa" en laoscuridad del sufrimiento y de en-contrar en ella la semillas de la luzy de la curación1.

El sentido de humanidadEn los hospitales griegos y ro-

manos - los asclepiei, los iatrieia,los valetudinari, las medicatrine -se asiste a manifestaciones emo-cionantes de amor hacia el prójimoenfermo; se notan ejemplos de de-sinterés junto con la voluntad de u-nir la compasión a la competencia.También se trata de superar la ba-rrera de las clases sociales. Se veri-fica la utilización de la religión co-mo medio terapéutico. El influjode los grandes Hipócrates y Gelnoy de las escuelas griegas de medi-cina contribuye a crear una culturamédica y asistencial en que se su-brayan el concepto de salud inte-gral, e importantes valores mora-les, como el respeto para con lapersona y su vida2.

Sin embargo, en el cuadro de laasistencia grecorromana no faltanlos aspectos negativos que desvir-túan el modelo del Buen Samarita-no.

Una utilización no sana de la reli-gión

Por su estrecha relación con lareligión y por la insuficiencia delconocimiento cíentifico y técnicode la medicina, la asistencia a me-nudo se ve afectada negativamentepor la superstición, la brujería, lacharlatanería. Los responsablesdel culto fácilmente se transfor-man en manipuladores de los en-fermos, y utilizan sus sufrimientospara sacar ventajas (ganancias)personales.

– "Los terapeutas obtenían mu-

ANGELO BRUSCO

El modelo del Buen Samaritanoen la historia de la asistencia hospitalaria

207VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

chas ganancias de su arte, en dine-ro y en dones. Hasta existía una or-ganización comercial en el verda-dero sentido de la palabra, entrelos distintos asclepiei, que estánconfederados entre ellos. Se invi-tava al cliente enfermo, algo senci-llote, a un templo, del que luegodebía ir otro, y a otro más todavia,indicándole claramente que en ca-da uno debía dejar una buena con-tribución en dinero y dones. Lucia-no en su "El mercado de los dio-ses" y Aristófanes en la comedia"Pluto" toman como motivo de sá-tira el modo cómo los terapeutasastutos practicaban sus curas3.

2. En el período cristiano

En un documento del año 200 denuestra era, se hallan indicios delpasar de la cultura pagana a la cul-tura cristiana. Se trata de unos ver-sos de un poema sobre los deberesdel médico. Dice del discípulo deEsculapio: "será semejante a Dios:salvador por igual de esclavos, depobres, de ricos, de príncipes, y se-rá para todos como un hermano, ya todos ayudará. No odiará a nadie,ni tendrá envidia en su ánimo, niaumentará sus honorarios". ¿Có-mo no sentir el eco del Evangelioen estas palabras?4

En la exhortación apostólicaChristfideles Laici se lee:

"A lo largo de los siglos, la co-munidad cristiana ha vuelto a co-piar la parábola evangélica delBuen Samaritano en la inmensamultitud de personans enfermas yque sufren, revelando y comuni-cando el amor de curación y con-solación de Jesucristo. esto ha teni-do lugar mediante el testimonio dela vida religiosa consagrada al ser-vicio de los enfermos y medianteel infatigable esfuerzo de todo elpersonal sanitario" (n. 53).

De esta copia de parábola evan-gélica y de la consiguiente imita-ción del modelo del Buen Samari-tano, se distinguen períodos distin-tos, que ponen en evidencia sus pe-culiaridades.

a) Hasta la Revolución FrancesaEstá confirmado históricamente

que hasta la Revolución Francesa,y más tarde aún, la asistencia a losenfermos se desarrolla bajo el im-pulso de la doctrina cristiana. Si

bien los gobiernos u otros organis-mos laicos se asumen la responsa-bilidad de construir y administrarhospitales, éstos están guiados porlos principios evangélicos que ha-llan su mayor realización concretaen la figura del Buen Samaritano.

Los rasgos sobresalientes, en e-se largo período, del modelo delBuen Samaritano son los siguien-tes:

La hospitalidadEste rasgo evangélico, compren-

dido en el significado mismo deltérmino "hospital", ha sido motivo

de honra para las instituciones sa-nitarias. Grandes doctores, comoSan Juan Crisóstomo, San Grego-rio de Nisa, San Basilio, San Cle-mente de Alejandría en Oriente;San Agustín, San Ambrosio, SanCesario de Arlés, San GregorioMagno, en occidente, han fomen-tado la reflexión sobre el valor dela hospitalidad. El nombre de Hô-tel-Dieudado a los hospitales deFrancia y de las colonias canadien-ses expresa muy bien el carácter e-vangélico de la acogida ofrecida alSeñor que está presente en los po-bres y en los enfermos.

Los monasterios, fraguas (cen-tros) de cultura y de caridad, die-ron un impulso notable a la Hospi-talidad. ¿Cómo no ver en ello laconvergencia de la misión cristia-na - de los obispos, de los religio-sos y de los laicos - con la necesi-dades de los pobres y de los deshe-redados?5

Un santo, Juan de Dios, recogióy practicó el valor de la acogida,transformándola en el vehículo delamor redentor de Cristo haciaquien vive en la difícil estación dela pobreza o del sufrimiento. Elinstituto Fatebenfratelli (Herma-nos de San Juan de Dios), por élfundado, junto a los votos religio-sos tradicionales agregó el de lahospitalidad.

El tratamiento global del enfermoEn el mismo ministerio de Cris-

to se arraiga la visión del enfermoen la totalidad de su ser: cuerpo, al-ma y espíritu. Como modo de vida,nunca se la olvida la actitud delBuen Samaritano. Sin embargo, hahabido personas que han hecho deesta actitud un programa tan in-tenso de vida que se han transfor-mado en maestros de una escuelaen este campo. Una de estas perso-nas es San Camilo de Lellis. Al ca-nonizarlo, Benedicto XIV indicóen él al fundador de una nueva es-cuela de caridad. Uno de los aspec-tos de esta caridad está justamenteen la importancia que en su pro-yecto asistencial se da a todas lasnecesidades de la persona enfer-ma, ya sean físicas, que emociona-les, sociales o espirituales.

¿No llama la atención que aúnen nuestros días se combata tanto,a nivel de medicina y de enferme-ria, para promover el tratamientoglobal u olístico en la asistencia sa-nitaria?

La implicación emocionalSi, por un lado, el enfermo tiene

que ser asistido en la globalidad desu ser, el agente sanitario, por suparte, debe implicarse en la globa-lidad de su propia persona, unien-do el corazón al saber científico y ala acción de asistencia. "Más cora-zón en esas manos", era una de lasfrases con que Camilo de Lellisexhortaba al personal sanitario. A-demás, había redactado una nor-ma:

"Antes que nada, cada uno pidaal Señor la gracia de que le dé unafecto maternal hacia su prójimo,para que pueda servirlo con todala caridad, en el alma y en el cuer-po, porque deseamos asistir, con lagracia de Dios, a todos los enfer-mos con el cariño de una madre a-fectuosa hacia su único hijo enfer-mo"6.

208 DOLENTIUM HOMINUM

¿Y quién podría olvidar el in-menso aporte dado a la asistenciasanitaria por la fundación de lasHijas de la Caridad de San Vicentede Paúl, "entre las primeras en la I-glesia que se consagraron a Diofuera de la clausura"? Ellas hanhecho más presente en los pasillosde los hospitales el rostro femeni-no del amor: la ternura y la compa-sión.

Una donación hasta el martirioEs un rasgo del modelo del

Buen Samaritano que ha brilladoen la historia de la asistencia sani-taria. La historia de la Iglesia cuen-ta con un gran número de hombresy mujeres que han sacrificado lapropia vida por asistir a enfermoscontagiosos, demostrando así que"la dedición hasta el martirio es u-no de los aspectos calificantes dela índole profética de la vida cris-tiana y en especial de la vida reli-giosa"7. La peste del año 251 enque se distinguió San Cipriano, laque devastó media Europa en la E-dad Media, la epidemia que viocomo protagonista a San CarlosBorromeo en el siglo XVI, los nu-merosos brotes de enfermedadesinfecciosas... han segado centena-res de creyentes, que, en el servi-cio asumido aun con riesgo de lapropia vida, han visto la posibili-dad de realizar su vocación huma-na y cristiana, según el ejemplo deCristo, divino Samaritano, médicode las almas y de los cuerpos. Eneste período fácilmente se encuen-tran algunas deformaciones delmodelo del Buen Samaritano.

Decadencia de numerosas estruc-turas hospitalarias

Las causas deben buscarse en lamala administración, en la corrup-ción y en el decader de los altos i-deales que habían inspirado la cos-trucción de los hospitales. En efec-to, el pasaje cultural de la EdadMedia al Renacimiento no ha care-cido de influjos negativos sobre laescala de valores que guiaban la a-sistencia sanitaria, como se ve enalgunas descripciones de lo quesucedía en los hospitales romanosdel siglo XVI.

Falta de respeto para con las con-vicciones religiosas y morales delos enfermos

Los enfermos estaban obligados

a aceptar los sacramentos si querí-an recibir las curas. Son pocos loscasos de quienes se hayan opuestoa esta disciplina (San Camilo es u-no de ellos) que, lamentablemente,hasta el siglo XIX permaneció envigor en los hospitales administra-dos por la Iglesia.

Crisis de la asistencia espiritualLa misma se verifica en especial

durante los siglos XVI-XVII-X-VIII y XIX, y se nota también enlos institutos sanitarios de las Or-denes hospitalarias. El hospital setransforma en un lugar del que los

sacerdotes huyen"Los hombres de alguna condi-

ción - escribe un historiador del si-glo XVII - aborrecían los hospita-les y los consideraban tan abomi-nables que apenas si se encontra-ban sacerdotes que quisieran estaren ellos, por buena o grande quefuera la merced que se les afrecie-ra. Por lo que más de una vez losreverendísimos obispos y otros se-ñores de los hospitales se teníanque servir de la canalla de la socie-dad, o sea de administradores ig-norantes, de bandidos o de conde-nados por algún delito que por pe-nitencia o castigo estaban en estoslugares (hospitales)"8. En los auto-res del siglo sucesivo todavía serepite este testimonio9.

b) Desde la Revolución Francesaa nuestros díasEl lluminismo llevó a grandes

reformas en el campo sanitario.

Estas se deben, en gran parte, alproceso de laicización de los hos-pitales que, si bien ya estaba pre-sente en el pasado, en este períodoasume un impulso irreversible, im-poniendo al Estado la asunción deresponsabilidades en el campo sa-nitario. Al contrario de lo sucedidoen los períodos anteriores, con ellluminismo (llustración) y sobretodo con la revolución francesa, elproceso de laicizacón de las insti-tuciones sanitarias significabatambién una disociación con res-pecto a la visión cristiana del hom-bre. El sueño de la llustración dederrotar a la enfermedad y a lamuerte entra en la cultura del mun-do sanitario moderno, alimentadopor los enormes progresos de laciencia y de la tecnología médica,dando grandes esperanzas y pro-vocando al mismo tiempo grandesy dramáticas decepciones.

¿Cómo fue y cómo se vivió elmodelo del Buen Samaritano eneste período?

La técnica como instrumento decaridad

No hay dudas de que la finalidadevidente de tecnología es humani-zadora. Basta pensar en la posibili-dad de alargar la vida, de aliviarlos sufrimientos, de mejorar la ca-lidad del funcionamiento social delas personas. El empleo de apare-jos cada vez más sofisticados ofre-ce a los pacientes nuevas posibili-dades de curación, un nùmero su-perior de alternativas, una gran po-sibilidad de comunicación. En talsentido, se puede considerar que latécnica constituye un vehículo mo-derno y eficaz de humanitarismo ycaridad, tal como se expresa en laConstitución de las Hijas de la Ca-ridad de San Vicente de Paúl. Esclaro, pues, que el Buen Samarita-no de los tiempos modernos viveen los nuevos templos de la tecno-logía médica, cooperando con laacción creadora y redentora delSeñor.

Racionalidad en la administración La organización racional del tra-

bajo ha favorecido un progreso hu-mano real y la buena administra-ción de una institución sanitaria re-presenta una expresión de caridadgenuina. Es significativo al respec-to el ejemplo de los grandes santoshospitalarios. San Juan de Dios,

209VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

despedido del hospital en que ha-bía estado internado, "funda uno(hospital), alternativo con respectoa la estructura pública, no paracompetir con ella sino para demos-trar con los hechos cómo se puedeasegurar a todos una asistenciadigna de la persona humana, basa-da sobre la competencia, la solida-ridad, sobre una solidaridad al ser-vicio del amor. Su gestión siguecriterios nuevos y actualizados, al-gunos de ellos notablemente anti-cipados para su tiempo"10. La mis-ma impresión se recibe con la lec-tura de "órdenes y modos que sedeben tener en cuenta en los hospi-tales al servir a los pobres enfer-mos" de San Camilo11.

El administrador moderno esBuen Samaritano cuando - estandosu oficina abarrotada de "papeles,documentos, de máquinas cadavez más sofisticadas" - sabe man-tener en su corazón el espíritu dedonación y tiene la seguridad for-talecedora de que en el centro de lapropia obra está Cristo, presenteen el enfermo. Cuando, en una ten-sión espiritual constante, se plan-tea los siguientes interrogantes:

"La obra ¿responde verdadera-mente a las necesitades actuales?¿Cuál puede ser la incidencia delos criterios humanos de gananciay de prestigio de frente a los de unsano criterio de realismo no caren-te de la confianza en la Providen-cia? De qué modo se traduce enacto la elección eclesial por los po-bres y por los marginados que nopermite discriminaciones? La con-ducción de la obra en su aspectoadministrativo ¿es justa y al mis-mo tiempo está abierta a la miseri-cordia como consideración de lacompleja problemática humana?¿Es ejemplar y constructiva para elpresente y para el futuro? ¿Está in-cluida en la comunidad eclesial?¿Mantiene relaciones correctascon el conjunto de las iniciativasparalelas? ¿Se mantiene claro elsentido de la transitopriedad de to-do lo que es humano?"12.

HumanizaciónEl Buen Samaritano de los tiem-

pos modernos desenvuelve su mi-sión humanizando el mundo de lasalud y del sufrimiento13. Si bien elprogreso científico y técnico de lamedicina y de las ciencias admi-nistrativas haya conllevado tantas

ventajas, por otro lado ha causadoy provoca todavía graves inconve-nientes.

El lado problemático de la técni-ca aplicada a la cura y a la asisten-cia sanitaria, está en que la mismano puede descuidar al hombre jus-tamente mientras tiende a curarlo.Podríamos pensar, por ejemplo,en todo lo que se refiere al ensaña-miento terapéutico: por una parteestá la utilización de las técnicasmás avanzadas para mantener envida al paciente y, por la otra, sedescuida el valor de la dignidad yel respeto a la persona.

Otro ejemplo se encuentra ob-servando que a menudo el sufri-miento viene tratado sólo técnica-mente, o sea sin tener en cuentaque quien lo vive siente sus reper-cusiones en todos los niveles de suser. Se cura la enfermedad pero nose cura al hombre, por lo que elcuidado sanitario se limita a ser ú-nicamente una consideración clíni-ca, a menudo aséptica, fría y dis-tante.

Por lo que se refiere a la admi-nistración sanitaria basta pensar enla burocratización de los sistemasde servicio que fácilmente provocaapatía, rutina, resistencia al cam-bio, errores en la comunicación.La misma división del trabajo y laestandarización de los comporta-mientos, útiles para producir efi-ciencia, cuando se exasperan co-mo sucede frecuentemente tam-bién a causa de las exigencias sin-dicales, obstaculizan una respuesta

personalizada a los problemas delenfermo, individualizados al má-ximo por su carácter crítico y suresonancia afectiva. La burocrati-zación de los servicios, por ejem-plo, ha contribuido a pasar de unapredominancia de relaciones pri-marias, familiares, a una prepon-derancia de relaciones funcionalescada vez más impersonales. En larelación funcional, se ve al otro nocomo a una persona, sino, sencilla-mente, como a uno que da o querecibe servicios. El apego, el inte-rés y el amor tienden a sustituirsecon la frías reglas del contrato detrabajo. Parecería que la compa-sión, la identificación con quienessufren, la implicación personal nose vieran estimuladas por el siste-ma de los servicios sanitarios. Nospreguntamos, entonces, hasta quépunto la máquina administrativapuede estar animada de valores hu-manos.

En tal sentido, son bien expresi-vas las palabras de una administra-dora:

"Desde hace tiempo se procla-ma, y con justicia, la necesidad dehumanizar la asistencia hospitala-ria, mas podríamos plantearnos sien la misma reflexión ha entrado lahumanización de la administra-ción hospitalaria. Quien trabaja encontacto directo con la personaque sufre generalmente se encuen-tra facilitado para descubrir cuálesson las formas inhumanas de supropio comportamiento. Quien, encambio, trabaja en la administra-ción hospitalaria corre mayor ries-go de ver a los enfermos como acantitades, de razonar más en fun-ción de camas de hospital y de por-ciones comida del comedor hospi-talario que en función de personasque sufren, de hacer que su fun-ción sea absoluta y de cerrarse an-te la renovación, ante el diálogo, yante la colaboración14.

La administración, si humaniza-da, puede transformarse a su vezen fuente de humanización.

"Apoyar la carga de humanidadque debe animar a todos los cola-boradores, en especial en aquellasocasiones en que sea necesariocrear un clima de colaboración,respetar la diferencia de opiniones,trabajar en grupo, es parte de la ta-rea, en efecto, de la administraciónsana y humanizadora. La humani-dad crea a su vez humanidad y la

210 DOLENTIUM HOMINUM

administración de parte del reli-gioso debería favorecer esa co-rriente de humanidad y de amorque alcanzar, como tendrá comofinalidad al paciente y a su am-biente".

Cómo olvidarse de aquel estribi-llo que los genoveses cantaban a lamuerte de Santa Catalina de Géno-va: "Pues mira: en Génova - unsanto entre los administradores.Entonces también nosotros pode-mos serlo, ¿verdad?" La santa, quevivió en la segunda mitad del sigloXV, había transcurrido gran partede su vida al servicio de los pobresy como ellos había vivido en la po-breza.

La defensa de la vida y de la per-sona

La encíclica "Evangelium vitae"ilustra muy bien este rasgo delBuen Samaritano de los tiemposmodernos: lucha para que en elmundo sanitario no predomine lalógica técnica sobre la lógica ética,para que se respete la vida desde suconcepción hasta su fin natural,para que se respete la dignidad dela fragilidad humana, que se mues-tra en el hombre afectado por unaenfermedad física o psíquica. Eldolor, la enfermedad y la muerteconstituyen parte de la vida; nohay crecimiento sin sufrimientoque pueda transformarse en oca-sión de crecimiento.

La dimensión ética del servicioa la vida y al enfermo no se limitaal sector de la investigación, sinoque se extiende a los de la asisten-cia, a nivel sanitario y administra-tivos. La administración, en efec-to, está llamada a inspirarse en losvalores morales de la justicia, de laequidad, del respeto hacia los en-fermos y hacia los dipendientes dela institución, en la inversión y ladistribución de las ganancias...

Evangelización: salud y salvaciónPasando de una sociedad cristia-

na compacta a una sociedad plura-lista a nivel cultural, ético y reli-gioso, se ha evidenciado más aúnla necesidad de unir con eficacia lasalud y la salvación, tomando aCristo como ejemplo. Las institu-ciones sanitarias cristianas y las a-sociaciones del personal profesio-nal en el campo de la salud tienencomo objetivo el de fomentar unasalud integral, que alcance tam-

bién la dimensión de la trascen-dencia. ¿Quién sería capaz de su-bestimar la importancia de este as-pecto del Buen Samaritano?

De la parte de los pobres y de losúltimos

Este rasgo del Buen Samaritanoha estado presente en todo el deve-nir histórico. Es parte de la misióndel hombre, no sólo de la Iglesia.Para los creyentes, se trata de unmandato ineludible, elemento inte-grante de la fe. En los tiempos mo-dernos, el mismo adquiere un re-lieve muy especial a causa de lasgrandes injusticias que impiden u-

na repartición equitativa de las po-sibilidades de salud. En el caminodel progreso aumenta siempre ycada vez más el número de losmarginados, víctimas del egoísmo,de la violencia y de la injusticia. Seencuentran indicados con nombresdistintos: son los leprosos, los a-fectados por el SIDA, los droga-dictos, los moribundos, los enfer-mos crónicos...Sobre esta humani-dad que sufre se inclinan para asis-tirlo muchos buenos samaritanos,profesionales y voluntarios. MadreTeresa de Calcuta es el nombre enque se resumen muchos de ellos.

Conclusión

¿Cuáles serán los rasgos domi-nantes del buen Samaritano en laépoca posmoderna, caracterizadapor una ideología débil, llevada aquitar importancia a la realtad y alos acontecimientos, al nacimientoy a la muerte por jemplo, recia a a-ceptar el dolor como a parte cons-

tituyente de la experiencia huma-na, pero al mismo tiempo se en-cuentra plena de energías positi-vas, como la solidaridad y la sedde un mundo mejor?15

La respuesta se halla en el rasgoesencial del modelo del Buen Sa-maritano: el amor. Todos están lla-mados a esta actitud de la mente ydel corazón, como lo recuerda laantes citada exhortación apostólicaChristifideles Laici:

"... hoy, incluso en los mismoshospitales y nosocomios católicos,se hace cada vez más numerosa, yquizá también total y esclusiva, lapresencia de fieles laicos, hombresy mujeres. Precisamente ellos, mé-dicos, enfermeros, otros miembrosdel personal sanitario, voluntarios,están llamados a ser la imagen vi-va de Cristo y de su Iglesia en el a-mor a los enfermos y a los que su-fren" (n. 53).

P. ANGELO BRUSCO, M. I.Superior General de los Clérigos

Regulares Ministros de los Enfermos,Camilos, Italia; Miembro del Pontificio

Consejo para la Pastoral de losAgentes Sanitarios

Notas1 Cf. BRUSCO A., Vulnerabilità Personale e

servizio agli infermi, in "Camillianum", 8(1993), pp. 223-242.

2 Cf. CASERA D., Chiesa e salute, Ancora,Milano, 1991, pp. 9-14

3 CASERA D., L'ospedale e l'assistenza aimalati nel corso dei secoli, Salcom, Varese,1990, p. 21.

4 BOTTURA G., Il giuramento di Ippocrate. Idoveri del medico nella storia, Riuniti, Roma,1986, p. 29.

5 Cf. CASERA D., o.c., p. 63.6 VANTI M., Gli scritti di San Camillo, Ro-

ma, 1952.7 Carta del Cardenal A. Sodano al Superior

general, P. A. Brusco en ocasión de instituirsela Jornada de los religiosos camilos, mártiresde la caridad, Osservatore Romano, 26 mag-gio 1995.

8 CICATELLI S., Via di San Camillo de Le-llis, Viterbo, 1615, p. 86.

9 BRUSCO A., P. Camillo Cesare Bresciani,Il Pio Samaritano, Milano, 1972, p. 62.

10 CASERA D., o.c., p. 89.11 VANTI M., o.c., p. 52-77.12 BRUSCO A. (a cura di), Religiose nel mon-

do de la salute, Camilliane, Torino, 1993, p.183.

13 Cf. sobre este tema ver: Brusco A., Uma-nità per gli ospedali, Salcom, Varese, 1983.

14 BRUSCO A. (a cura di), Religiose..., p.184.

15 Cf. AA. VV., Coscienza etica e mondodella salute, Camillianum, Roma, 1991.

* N. del T.: Las citas de Christifideles Lai-ci son de la traducción "Los cristianos Lai-cos" - Exhortación Apostólica de Juan PabloII, Ed. Promoción Popular Cristiana, Colec-ción Documentos y Estudios, n. 137, Madrid,1989.

211VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

La formulación del tema que meha sido asignado es significativa:no es sólo la conducta del BuenSamaritano lo que nos interesa a-quí, sino las virtudes que subyacenbajo aquella conducta.

Esta formulación señala un cam-bio en las concepciones dominan-tes de la teología moral y, por lotanto, también en la ética del servi-cio sanitario. En los términos mássimples es un cambio de un pre-cepto-centrado a una ética virtud-centrada. Parcialmente, este cam-bio refleja evoluciones en la éticafilosófica y en el ambiente de lamisma teología moral católica, unarecuperación de las riquezas de latradición bíblica, de la patrística yde las fuentes altamente estudia-das1. Pero un impulso más impor-tante para este cambio ha procedi-do de la renovada teología moralpropuesta por el Magisterio de laIglesia en la encíclica VeritatisSplendor y en el Catecismo de laIglesia Católica. Los teólogos mo-ralistas de la Iglesia y los bioéticosson invitados a situar las discusio-nes de la rectitud o la culpabilidadde las conductas particulares en elcontexto más amplio del bien mo-ral y de su perseguimiento. En estapresentación trataré de identificarla naturaleza de este cambio y deindicar algo de su impacto en la é-tica del servicio sanitario.

En el campo de la ética del ser-vicio sanitario, como en los otrosaspectos de la vida, tenemos fami-liaridad con la pregunta: ¿Qué de-bo hacer para obrar moralmente enesta o en aquella situación?" Peroel interrogante más radical, "¿porqué ser morales?" es una que nonos hacemos con frecuencia. Es-tructurando la cuestión de la éticadel servicio sanitario precisamente

en los términos de las virtudes delBuen Samaritano, los organizado-res de esta Conferencia nos incitana desafiar lo que propone la pre-gunta: "¿por qué ser morales?" ypor lo menos delinear cómo nues-tra respuesta podría estructurarnuestro acercamiento a otra de-manda:

"¿Qué debería hacer para obrarmoralmente en esta o en aquella si-tuación de servicio sanitario?"

La encíclica Veritatis Splendores singular entre los documentosrecientes del Magisterio en el ocu-parse de la pregunta más radical,"¿por qué ser morales?" Al dirigiresta pregunta, la encíclica señalauna vuelta crítica en la renovaciónde la teología moral iniciada por elConcilio Vaticano II2. Dejando a unlado ambos, la legalidad de la teo-logía moral del pasado y sus reme-dios insuficientes promovidos poralgunas teorías morales recientes,el Santo Padre nos invita a consi-derar la vida moral de un modonuevo y tal vez poco conocido. Ve-ritatis Splendor discute que, en laauténtica enseñanza católica, la o-bediencia a la ley moral tiene supropio significado solamente en lacomunicación de la divina revela-ción a la comunión trinitaria y, di-rigida por aquella comunión, nues-tra transformación a imagen deCristo. Si no es una revolución, laencíclica ciertamente señala uncambio crítico en el pensamientomoral católico -como veremos,con consecuencias cruciales parala ética católica del servicio sanita-rio3.

La pregunta "¿qué debo hacerpara obrar moralmente en esta o enaquella situación?" es trasladadaen la encíclica a un nivel definidopor otra pregunta, "¿qué cosa bue-

na debo hacer para tener la vida e-terna?" La vida eterna es, nada me-nos, que una participación en elBien supremo, el bien de la comu-nión divina compartida por el Pa-dre, por elHijo y por el EspírituSanto. La vida moral -la vida enCristo-conlleva una transforma-ción gradual en la que nosotros lle-gamos a ser buenos en la búsquedade la bondad. La bondad que bus-camos es así un bien personalcomplejo. Es el bien de la uniónpersonal con el Padre, por el Hijo yen el Espíritu Santo. Con Cristo,como modelo y principio de estatransformación, la vida moral es u-na cuestión de adaptación gradualpara la vida de la comunión trinita-ria, ya comenzada por el bautismoy que será consumada en la vidafutura4.

El Catecismo de la Iglesia Cató-lica sigue a la encíclica en ense-ñarnos que la vida moral es nadamenos que la vida de Cristo. Ladiscusión del Catecismo sobre losdiez mandamientos es preliminadae impregnada por su explicaciónde los principios de la vida moralque, en realidad, constituye una e-laboradísima respuesta a la pre-gunta "¿por qué ser morales?" En-trambos, el Catecismo y la Verita-tis Splendor forman su respuesta aesta pregunta en los términos decomunión con el Dios trino y latransformación en Cristo. Juntosponen la obediencia a la ley divinaen su propio contexto personalista.Como tal, la vida moral nuncapuede ser reducida a la observan-cia de la ley, sino que debe ser vis-ta como la búsqueda del bien quela ley divina asegura y convalida.El error de la teología moral en u-na vena legalista ha consistido enperder de vista esta profunda ver-

J. AUGUSTINE DI NOIA

Las virtudes del Buen Samaritano:la ética de la asistencia sanitaria en laperspectiva de una renovada Teología Moral

212 DOLENTIUM HOMINUM

dad de la auténtica tradición moralcatólica, reencontrada y propuestarigurosamente por la Veritatis S-plendor y por el Catecismo de la I-glesia Católica.

Una simple analogía nos ayuda-rá a ver el contraste entre las con-cepciones legalistas y personalis-tas de la vida moral, que son aquíel punto de discusión. Suponga-mos que, mientras preparais la co-mida, uno de vuestros pequeñosentra en la cocina comiendo galle-tas. Vosotros decís: "¡No comasgalletas!" Cuando el niño pregun-ta: "Mamá, ¿por qué no?" por lomenos hay dos respuestas disponi-bles. Por una parte, la respuestapodría ser: "Soy tu madre y yo ha-go las reglas en esta casa. Aquí nocomemos galletas antes de la co-mida". Otra respuesta podría ser:"Si comes esas galletas, estropea-rás tu apetito y no podrás saboreartu plato favorito". La primera res-puesta apela a vuestra autoridad delegislador y a los preceptos queimponeis. En cambio, la segundase refiere al bienestar del niño. A-tendiendo solamente a la lógica delargumento moral (y no a los prin-cipios de educación de los niños),en la primera respuesta el punto endiscusión es la observancia o latransgresión de un precepto. En lasegunda, es la aceptación o el re-chazo de un bien moral.

Entrambos, Veritatis Splendor yel Catecismo de la Iglesia Católi-ca, proponen una renovada teolo-gía moral en la que las categoríascentrales de la vida moral no son loque está permitido o prohibido, si-no el bien y el mal. La ley divinaprohibe lo que a nosotros nos hacesiempre mal (p.e. acciones intrín-secamente malas) y ordena lo quenos hace buenos. En toda acción,en unas más que en otras, nosotrosbuscamos el bien o no. A través detoda acción, en unas más que en o-tras, nos hacemos buenos o no. Lavirtud crece en nosotros o, en suausencia, el vicio. En esta perspec-tiva nuestras acciones son justas oinjustas y atraen alabanza o acusa-ción, porque son buenas o malas yno viceversa. No es el cumpli-miento de un deber o de una obli-gación como tal lo que nos hacebuenos -porque, entonces, la únicavirtud sería la obediencia- sino elseguimiento del bien moral reco-mendado por el deber y la obliga-

ción. La vida moral es una vidatransformada o transfigurada en lacual las virtudes morales y teológi-cas tienen un papel central. Segúnla imagen de Cristo y por la graciade Su encarnación, pasión, muertey resurrección, nosotros somoscambiados en nuestro profundo sery recibimos plenos poderes paravivir y obrar a la manera de hijos ehijas adoptados que comparten lavida con el Dios trino y uno. Elbien que debemos buscar y en quehemos de convertirnos es así unbien radicalmente personal, el deuna capacidad para la comunión

del amor trinitario habilitada por lagracia5.

Podemos comenzar a ver, por lotanto, que la discusión de las virtu-des del Buen Samaritano localizala agenda central del servicio sani-tario católico precisamente dentrode la estructura de la renovada teo-logía moral promovida por el Ma-gisterio.

La misma parábola del Buen Sa-maritano nos anima a pensar de es-te modo (Lc 10,29-37). Considere-mos un rasgo de la parábola que aveces se nos escapa. El doctor dela ley pregunta "¿Quién es mi pró-jimo?" y Jesús le responde con unrelato. Pero al término de éste, cla-ramente el Señor está preocupadopor una pregunta muy diferente dela hecha por el doctor de la ley. Lapregunta de Cristo no es "¿quién esmi prójimo?" sino: "¿Quién de es-tos tres te parece que ha sido elprójimo de aquél caído en manos

de los bandidos?" -es decir, ¿quésignifica ser el prójimo?

Ciertamente, hay razón para su-poner (como comprueba la tradi-ción) que el Señor quiere hacernoscomprender que toda persona ne-cesitada es nuestro prójimo. Perola parábola misma ofrece una des-cripción del significado de ser unprójimo y de actuar como buen ve-cino con otra persona. La preguntadel doctor de la ley "¿quién es miprójimo?" contiene una cierta notateórica, auto-justificante, comoSan Lucas sugiere, y muestra unmodo de reflexionar que puede re-tardar en vez de inspirar la acción:"¿es él mi prójimo?" "¿aquel otroes mi prójimo?", etcétera. PeroCristo no lo admite en absoluto. Elpregunta: "¿Quién de estos parecehaber sido el prójimo?" De estemodo desafía al doctor de la ley -ya nosotros- a mirar no a los otrosen torno a nosotros, sino a nosotrosmismos, para determinar si com-prendemos o poseemos caracterís-ticas personales que nos harían o-brar como buen vecino cualesquie-ra fueran las circunstancias6.

Las acciones del Samaritano enel relato nos dicen algo de su ca-rácter y también algo de sus virtu-des, que constituyen las relacionesde buena vecindad. ¿Qué significano sólo obrar como un prójimo, si-no serlo? La conducta del Samari-tano al curar al hombre caído enmanos de los bandidos es correctay hasta excede en la ayuda, comohan observado los bioeticistas7.Pero la espontaneidad y el respetode su conducta sugieren algo másprofundo. Muestran una disposi-ción desarrollada o estabilidad enel obrar con valor, compasión yjusticia en situaciones como éstacon la que se encuentra. Así la pa-rábola ejemplifica las característi-cas principales que, según la teolo-gía moral clásica, indican una ac-ción virtuosa: prontitud en hacer elbien, facilidad en hacerlo y satis-facción en su cumplimiento8.

Consecuentemente, las palabrasfinales de Cristo: "Ve y haz tam-bién tú lo mismo", -que dan el te-ma a esta conferencia- deben serentendidas como una receta, no só-lo para el obrar, sino para la con-versión y transformación personal,haciéndonos capaces de hacer lomismo. Debemos llegar a ser co-mo el Buen Samaritano para poder

213VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

actuar como él en las circunstan-cias en que él se encontró en la pa-rábola. No es sólo su conducta loque debemos imitar, sino sus virtu-des.

Tal vez no haya otro fragmentoen la Escritura que haya servidocomo una poderosa fuente de ins-piración para la asistencia sanitariacomo la parábola del Buen Sama-ritano -a tal punto que, como ha es-crito el Santo Padre en la SalvificiDoloris, "se ha hecho uno de los e-lementos esenciales de la culturamoral y de la civilización universalhumana"9. Sin embargo, como di-ce de nuevo el Santo Padre en elmismo pasaje, a consecuencia desu específico concepto evangélico,la parábola nos hace pensar en laprofesión de los trabajadores de laasistencia sanitaria como una ver-dadera vocación. Durante la histo-ria de esta gran profesión, entre loscatólicos y los cristianos general-mente, ha sido siempre claro que laposibilidad de abrazar la vocacióndel Buen Samaritano depende engran parte de una transformaciónpersonal10.

Tal vez presuponiendo este con-cepto cristiano subrayado por lavocación de la asistencia sanitaria,la bioética moderna le ha dado po-ca referencia específica y se haconcentrado más bien sobre la éti-ca el decidir en las particulares ydifíciles situaciones que cada díaabordan la profesión del serviciosanitario. Pero la luz de una reno-vada teología moral debe ser hechapara brillar sobre la bioética11. Laacción moral en el campo de labioética requiere no sólo un cono-cimiento completo de las informa-ciones biológicas y técnicas y lasnormas pertinentes de la ética, sinotambién la disposición interior deaplicarlas para el bienestar del pa-ciente y para el bien de la profe-sión. De hecho, como ha insistidola tradición de la asistencia sanita-ria católica, el bienestar del pa-ciente depende de la bondad delprofesional. Las virtudes de la fi-delidad a la confianza, la compa-sión, la prudencia, la justicia, lafortaleza, son cruciales para la for-mación de las disposiciones nece-sarias para un profesional de la a-sistencia sanitaria, para comportar-se de un modo que correspondacon la plena visión de la vida mo-ral que es ingrediente del Evange-

lio y queda manifiesto como ejem-plo en la conducta del Buen Sama-ritano12. Los dos, el paciente y elprofesional quedan abrazados porla invitación al destino de la comu-nión suprema, y las decisiones éti-cas en el sector de la asistencia sa-nitaria tienen el significado másprofundo en el contexto de la bús-queda de este último bien.

Pero incluso una breve discu-sión del significado del Buen Sa-maritano para la ética de la asisten-cia sanitaria quedaría seriamenteincompleto si dejara de tener encuenta la lectura alegórica de esta

parábola, favorita de muchos co-mentadores patrísticos y escolásti-cos y renovada por algunos teólo-gos recientes13. Según esa lectura,el Buen Samaritano es Cristo y no-sotros somos como el hombre víc-tima de los bandidos. Construídade este modo, la parábola nos en-seña que, a consecuencia de la sal-vación llevada a cabo para noso-tros por Cristo cuando estábamosperdidos, el cultivo y la práctica delas virtudes del Buen Samaritanoen nosotros dependen radicalmen-te de la gracia de Cristo.

Esta comprensión de la paráboladel Buen Samaritano se refuerzacon la renovada teología moral quenos encomienda la Veritatis Splen-dor y el Catecismo. Completanuestro intento de demostrar queen el campo de la asistencia sanita-ria, como en todas las secciones dela teología moral, debemos siem-pre estar en condiciones de respon-

der a la pregunta, "¿por qué sermorales?" Porque, si la vida morales la vida transfigurada, entoncessu modelo y principio no es otro si-no el Cristo crucificado, resucitadoy glorificado. La libertad de poderabrazar el bien en toda ocasión deobrar y durante muchas ocasionespara actuar, depende de la transfor-mación de nuestra naturaleza y laconquista de nuestros pecados, loque es la acción de Cristo en noso-tros. Nuestra participación en elbien final de la comunión del amortrinitario depende, en fin, de nues-tra conformación con el Hijo únicode modo que, cuando el Padre re-conoce las virtudes del Buen Sa-maritano en nosotros, "verá y ama-rá en nosotros lo que ve y ama enCristo" (Prefacio XII, Domingodel Tiempo Ordinario).

P.J. ANGUSTINE DI NOIA, O.P.Director Ejecutivo del Secretariado

para la Doctrina y las PrácticasPastorales, Editor de "The Thomist",

Washington (U.S.A.)

Notas1 Para un profundo análisis de esta recupe-

ración, cf. SERVAIS PINCKAERS, O.P., TheCources of Christian Ethics (Washington,D.C.: Catholic University of America Press,1995)

2 Según el Concilio Vaticano II, el DecretoOptatum Totius, n.16: "Un cuidado especialdebe darse al perfeccionamiento de la teologíamoral. Su presentación científica debe proce-der de manera más plena sobre la enseñanzade la Sagrada Escritura y debería explicar la e-xaltada vocación de los fieles en Cristo y su o-bligación de producir frutos de caridad por lavida del mundo".

3 Para la importancia de la Veritatis Splen-dor para la renovación de la teología moral ca-tólica, cf. ROMANUS CESSARIO, O.P., MoralAbsolutes in the Civilization of Love, "Crisis",mayo de 1995,18-23. Para una lectura com-pleta que pone en relación la encíclica con lasevoluciones de la ética, Cf. ALASDAIR MA-CINTYRE, How Can We Learn What "VeritatisSplendor Has to Teach? "The Thomist" 58(1994), 171 - 95. Para la elucidación de temascentrales en la encíclica, cf. RUSSELL HITTIN-GER, Natural Law as 'Law': Reflections on theOccasion of "Veritatis Splendor" "The Ameri-can Journal of Jurisprudence" 39 (1994),1-32; MARTIN RHONHEIMER, 'Intrinsically EvilActs' and the Moral Viewpoint: Clarifying aCentral Teaching of "Veritatis Splendor" "T-he Thomist" 58 (1994),1-39. Para un análisisde teorías morales criticadas por la encíclica,cf. WILLIAM E.MAY, Theologians and Theolo-gies in the Encyclical, "Anthropotes" 1o(1994), 39-59. Para un debate sobre la encícli-ca, Cf.p.e., RICHARD A.MCCORMICK, Some E-arly Reactions to "Veritatis Splendor", "Theo-logical Studies" 55 (1994),481-506, y la res-puesta de MARTIN RHONHEIMER, IntentionalActionsd and the Meaning of Object: A Replyto Richard McCormick, "The Thomist" 59(1995),279-311. Para antologías atendibles,Cf. la colección de composiciones en el

214 DOLENTIUM HOMINUM

"Communio",verano de 19945, y RAMON LU-CAS LUCAS, ed., Veritatis Splendor: testo inte-grale Commento Filosofico - Teologico (Mi-lano: Edizioni San Paolo,1994).

4 Para un discurso más completo, Cf.J.A.DINOIA,O.P., Veritatis Splendor: Moral Life asTransfigured Life, en la RUSSELL E. SMITH ed.,Faith and Challenges to the Family (Brain-tree, Mass.: Pope John Center, 1994), 251-61.

5 Para una luminosa discusión de la teologíamoral en esta renovada perspectiva, Cf. RO-MANUS CESSARIO,O.P. The Moral Virtues andTheological Ethics (Notre Dame: Universityof Notre Dame Press,1991).

6 Cf.CESLAUS SPICQ,O.P., The Charity of t-he Good Samaritan,en el "Contemporary NewTestament Studies, ed. M.R.Ryan (Collegevi-lle: Liturgical Press,1965),218-24. Para un co-mentario standard sobre la parábola, Cf.Jo-seph A.FITZMYER,S.J., The Gospel Accordingto Luke (X-XXIV) (Garden City, New York:Doubleday, 1985), 882-90.

7 Para una discusión típica, Cf.DAVIDHEYD, Obligation and Supererogation, en la"Encyclopedia of Bioethics" (New York:Macmillan,1995), IV: 1833-38.

8 Para una discusión de estas característi-cas, Cf. YVES R.SIMON, The Definition of Mo-ral Virtue (New York: Fordham University

Press,1986), especialmente capítulos 2-4.9 PAPA JUAN PABLO II, On the Christian

Meaning of Human Suffering (Washing-ton,DC: United States Catholic Conferen-ce,1984,§ 29, p.36). Para una excelente discu-sión de la influencia penetrante de la parábola,Cf.ROBERT WUTHNOW, Acts of Compassion(Princeton: Princeton University Press, 1991),cap.6. Para su impacto potencial sobre el de-bate de la asistencia sanitaria, Cf. RONALDF.THIEMANN, Religion in American Public Li-fe (Cambridge, Mass.; Harvard UniversityPress,1995), cap.7.

10 Para la persistencia de este tema, auncuando no se invoca específicamente la pará-bola, Cf. especialmente los ensayos de DA-RREL W.AMUNDSEN y MARVIN O'CONNELL enCaring and Curing: Health and Medicine in t-he Western Religious Traditions editores Ro-nald L.Numbers & D.W.Amundsen (NewYork: MacMillan,1986),40-145; y también,CHRISTOPHER J.KAUFFMAN, Ministry and Me-aning: A Religious History of Catholic HealthCare in the United States (New York: Cross-road,1995),passim.

11 Cf.BENEDICT ASHLEY,O.P., Does 'The S-plendor of Truth' Shine on Bioethics? "Ethicsand Medics" (enero 1994), 3-4; ROMANUSCESSARIO,O.P., From Casuistry to Virtue-Et-

hics, "Ethics and Medics" (octubre 1994), 1-2.12. Cf.EDMUND D.PELLEGRINO, Toward a

Virtue-Based Normative Ethics for the HealthProfessions, "Kennedy Institute of EthicsJournal" 5 (1995), 253-77. Cf. también Ed-mund D.Pellegrino & David C.Thomasma,For the Patient's Good (New York: Oxford U-niversity Press, 1988), especialmente cap.9 yThe Virtues in Medical Practice (New York:Oxford University Press, 1991). Para un trata-do complementario pero distinto de este pun-to en discusión, Cf. James F.Childress, Loveand Justice in Christian Biomedical Ethics, enla "Theology and Bioethics" ed. Earl E. Shelp(Dordrecht: Reidel, 1985),225-43, y GilbertMeilaender, Are There Virtues Inherent in aProfession? en Ethics, Trust and the Profes-sions, ed. Edmund D.Pellegrino et al. (Was-hington,DC: Georgetown University Press,1991), 139-55. Sobre la distinción de la com-pasión cristiana, Cf. Edmund Pellegrino, TheMoral Status of Compassion in Bioethics, "Et-hics and Medics" (octubre 1995), 3-4.

13 Entre los últimos, Cf. por ejemplo, KarlBarth, Church Dogmatics, Vol. I/2 (Edin-burgh: T. & T. Clark, 1956), especialmente416-21, y Hans Urs von Balthasar, The Gloryof the Lord, vol.VII (San Francisco: IgnatiusPress, 1989), 352.

215VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

El Juramento de Hipócrates co-difica una práctica profesional,transformando una actitud y unasvirtudes individuales en obligacio-nes de principio que los médicos yprofesionales de la salud, en ade-lante, se han esforzado por cumpliry defender, transmitiéndolas ensus enseñanzas a las generacionessiguientes. El juramento de Hipó-crates, en el tiempo, supera el sólocompromiso técnico profesional,desde el momento que afirma, antelos dioses y ante los hombres, porencima de las generaciones, unaresponsabilidad espiritual y social.Inspirado en valores éticos, el Ju-ramento de Hipócrates enuncia almismo tiempo la ley.

La figura del Buen Samaritanoreanuda y ahonda la tradición deldon y de la benevolencia, sin de-manda alguna de reciprocidad, queimplica el gesto del que cuida a o-tro. Es el sufrimiento del otro, re-conocido y aceptado como respon-sabilidad propia, lo que basta a es-tablecer un compromiso personal.Compromiso total, que no se limi-ta a los gestos técnicos como son ellavar, tratar, vendar las heridas.Porque, para este hombre herido,enfermo, caído al borde del cami-no, el Buen Samaritano escoge in-terrumpir su viaje, cambiar susplanes y el curso de su vida. Por e-se desconocido, paga con su pro-pia persona y con sus bienes. Enfin, se compromete a volver, es de-cir, inscribe su responsabilidad enel tiempo.

La figura del Buen Samaritanonos lleva mucho más allá de la ob-servancia de la regla y de la letrade la ley. Ilumina la noción del ser-vicio y de la disponibilidad. En es-to, propone un ejemplo que medi-tar para la práctica de la medicina

hoy, así como para el enfoque delas políticas de sanidad. Con el de-sarrollo acelerado de las técnicas,la fragmentación de las disciplinasy también la fragmentación delcuerpo humano como objeto de in-vestigación y de intervención, haaumentado el riesgo de una des-personalización de las relacionesentre el personal sanitario y los pa-cientes. La acumulación de tareas,el peso de la carga de trabajo delpersonal sanitario, las presionesinstitucionales y la necesidad eco-nómica de hacer rentable el tiem-po, todas estas cosas juegan contrala calidad de las relaciones. Pero

esta calidad -y se olvida demasia-das veces- es parte integrante y de-cisiva de la calidad y eficacia delos cuidados de la salud.

Por lo demás, en las políticas so-ciales y sanitarias, en las accionesmismas de cooperación internacio-nal, la tendencia, hoy, es muy amenudo a conformarse con admi-nistrar la urgencia, a privilegiar lacompasión como emoción de uninstante. Se prepara apresurada-mente, sin buscar lógica, sin ate-nerse a una reflexión y a inversio-nes a largo plazo. Sin embargo, nose puede concebir desarrollar lapromoción de la salud a partir so-lamente de una red de ambulanciasy equipos de socorro, sin serviciosde apoyo y de acción permanentes.Tampoco es así como puede espe-rarse servir a la equidad en el acce-so a las curas y a la sanidad. Tam-bién aquí es necesario, como su-giere el ejemplo del Buen Samari-tano, aceptar quedarse, volver des-pués, tomar de los propios recur-sos y del propio tiempo para dedi-car -en la continuidad- todos losesfuerzos requeridos para que lalabor emprendida pueda llegar atérmino.

Para conseguirlo, las políticas deprevención y de lucha contra la en-fermedad exigen el desarrollo deinfraestructuras, la educación y laformación de los recursos huma-nos, el establecimiento de sistemasde financiación de los cuidados, degarantía de la calidad y de la dis-ponibilidad de cuidados y medici-nas cuya accesibilidad debe sertanto financiera como geográfica.Esto implica, por ejemplo, que lospaíses industrializados -que repre-sentan prácticamente el 90% de lasinversiones en investigación y pro-ducción farmacéutica en el mun-

FERNANDO ANTEZANA

Alocución pronunciada en nombredel Doctor Hiroshi Nakajima, Director GeneralOrganización Mundial de la Salud

216 DOLENTIUM HOMINUM

do- acepten apoyar o comprome-terse en las investigaciones, largasy costosas, es verdad, sobre medi-cinas y productos necesarios, en elmayor número posible, especial-mente en los países en vías de de-sarrollo, cuando incluso la rentabi-lidad se presenta marginal.

Este trabajo de gran aliento es elque la Organización mundial de laSanidad se esfuerza por obtener ypromover en sus Estados Miem-bros, sean administradores de fon-dos o beneficiarios de la coopera-ción. Tratamos de obtener que lasprioridades de los programas desanidad nacionales o de coopera-ción internacional no sean estable-cidos ni la eficacia de la accióncalculada en términos exclusiva-mente cuantitativos o económi-cos. Así la OMS desea puntualizary promover el uso de indicadoresde sanidad que enderecen a nocio-nes tales como la integración so-cial de las personas, el desarrollode la autonomía y la calidad de lavida de cada uno. Estas son nocio-nes que permiten reconocer el lazoestrecho que existe entre el respe-to de la dignidad de las personas yde los pueblos, sea cual sea su ni-vel de renta, de capacidad física ode productividad económica y so-cial, y su acceso a la sanidad, esdecir, a un estado de bienestar per-sonal que va parejo a su inserciónen la sociedad.

Productos de la razón humana,la ciencia y la tecnología son ins-trumentos notables que el hombredebe saber poner y conservar alservicio del hombre, preservandoa la vez la integridad y la dignidadde las personas y el lazo de solida-ridad que da sentido y valor a lasrelaciones entre los individuos, losgrupos sociales y las culturas. Eneste terreno, como escribe justa-mente Su Eminencia el CardenalAngelini, no hay opción neutra.Debemos, pues, contribuir a queesas opciones sean hechas de ma-nera democrática, iluminada, entoda conciencia humana y en ple-na responsabilidad social, políticay científica. Es también, para laOMS, una responsabilidad éticaque nuestra Organización deseacumplir con un rigor renovado, a-yudando al establecimiento, a ni-vel regional y mundial, de espa-cios colectivos de reflexión, dedebate y de reglamentación que

conciernen a diferentes aspectosde las políticas de sanidad, de cir-culación de los conocimientos yde desarrollo de las tecnologías.

Una última lección, y no menor,hay que deducir de la parábola delBuen Samaritano. Ya el juramentode Hipócrates, que proclama laley, prescribe al médico un com-portamiento que sea el mismo an-te todos, hombres o mujeres, hom-bres libres o esclavos. El Buen Sa-maritano propone una verdad y u-na ley que superan la regla y la le-tra del texto. Se dice en la ley quetrates a tu prójimo como a tí mis-mo. Ahora bien, la ley en esa épo-ca define extrictamente los con-tornos de la comunidad, así comoestablece las relaciones de obliga-ción y de solidaridad en el mismointerior de esta comunidad. Encambio el Samaritano se coloca alexterior del grupo, es extraño a él,más aún, es su enemigo potencial.Se sitúa normalmente fuera de lared de solidaridad de clan. El sa-cerdote y el levita, por su parte, es-tán situados en el corazón del gru-po. Hombres del santuario, sondepositarios de la ley, en palabrasy en hechos. Ahora bien, aquí, lasolidaridad, la palabra y el hecho

de verdad, son el acto del Samari-tano, el extranjero, el excluído.

No son ni la ley ni la costumbrelas que nombran al prójimo. Elprójimo no es el destinatario delacto de solidaridad, sino más biensu autor. Aquel que acepta hacerseprójimo del otro, que reconoce suresponsabilidad por el otro y por símismo se encarga de él, éste esquien da sentido a la realidad y ala ley.

Y sobre todo -nos dice la figuradel Buen Samaritano- el valor deobligación moral y el ejerciciopráctico de esa responsabilidadque funda la solidaridad, no podrí-an en ningún caso limitarse a losmiembros del grupo al que cada u-no pertenece por nacimiento o porcultura. La solidaridad está ligadaa una responsabilidad humana u-niversal.

La Organización mundial de laSanidad está hoy comprometidaen un amplio proceso de consultasobre su función y su misión a ni-vel mundial. Volver a pensar, for-mular de nuevo nuestras políticasy nuestras acciones de sanidad, esnecesariamente situarlas en unareflexión sobre los fundamentos yla mira ética de la cooperación in-ternacional. La vocación de laOMS es abrir el acceso a la sani-dad a todos los pueblos del mun-do, y ante todo a los más pobres, alos más humildes y a los más débi-les -esos que están "excluídos",como se dice hoy, mantenidos porel sistema al exterior del sistema.

Promover el acceso de todos ala sanidad, tratar continuamentede mejorar ese nivel de sanidad,de calidad de la vida y de autono-mía para todos, tal es la vocaciónprimera que define el terreno decompetencia propia de la OMS.Lo que nos enseñan el juramentode Hipócrates y la figura del BuenSamaritano, es que toda acción desanidad se dirige a otros seres hu-manos cuya dignidad fundamentaldebe ser reconocida y respetada.La voluntad de la OMS de fundarsu nueva política de sanidad paratodos sobre los principios de equi-dad, de respeto y de solidaridad,superando las fronteras sociales,económicas, políticas y culturales,se sitúa en la tradición de esta en-señanza.

DR. FERNANDO ANTEZANASubdirector General OMS

Mesaredonda

Los Buenos Samaritanosde nuestro tiempo

218 DOLENTIUM HOMINUM

1. Introducción

"¿Puede ser santo un manager?se pregunta Giancarlo Galli en sulibro L'era dei managers (La erade los dirigentes). Obviamente, larespuesta es negativa para la acep-ción ampliamente compartida quemanager o empresario es aquelque se dedica a lograr la riqueza,sin distribuirla nunca. Santo, encambio, es quien da todo a los po-bres"1. ¿Esto es verdad? ¿MarceloCandia, contradice esta convic-ción? ¿Quién era?

A Marcelo Candia le gustabamucho Alejandro Manzoni y a me-nudo citaba una frase del cardenalFederico:

"La vida no es destinada paraser un peso para muchos y unafiesta para algunos, pero para to-dos es un empleo, y cada uno ren-dirá cuenta de ello"2.

Creo que es la imagen más ade-cuada como introducción paracomprender a este samaritano denuestros días.

2. Su vida

Marcelo Candia nació ocasio-nalmente en Portici (Nápoles) el27 de julio de 1916, pues su fami-lia era original de la Italia septen-trional y, para ser exactos, de Lac-chiarella, cerca de Melegnano, enla llamada Baja Milanesa. Hemosdicho que nació ocasionalmente,porque los Candia estuvieron en laciudad partenopea solamente du-rante el período de la Primera Gue-rra Mundial3.

Su padre, Camillo, empresario,educó a sus cinco hijos (tres muje-res y dos hombres: Marcelo era eltercero), a la honestidad, al sentido

del deber y del trabajo, al amor porla belleza. Parece que no fueramuy practicante, pero supo infun-dir en sus hijos el amor y el respe-to por los valores que hacen gran-de al hombre. Dice Marcelo de supadre:

"De mi padre, que no era reli-giosamente praticante, he hereda-do, además de un fuerte sentidodel deber y la honestidad, el respe-to por la libertad: nuestros dere-chos nunca deben ofender los de-rechos de los demás"4.

La madre, Luigia Mussato, mu-jer culta, "de particular calor hu-mano" y "capaz de tener una pala-bra de consolación para todos"5.Fue una mujer de intensa y profun-da religiosidad y formó a sus hijosa la fe y a la caridad, sobre todo enrelación a hacia los más necesita-dos.

En otras palabras, Marcelo Can-dia tuvo padres excepcionales o,como dijo él mismo:

"He tenido dos padres maravi-llosos, no dejo de agradecerle alSeñor"6.

O, como dijo a Giorgio Torelli,durante una visita de sus padres aBrasil:

"Mira: yo he tenido unos padresque me han dado el gusto de la vi-da. Los padres, tú sabes, son loshermanos más cercanos... Yo re-cuerdo que mi madre me hacíaprofundizar los conceptos que ha-bía escuchado del párroco; mi ma-dre estuvo siempre de la parte delos pobres; poseía un delicado a-mor cristiano. Y yo, muchacho, lamiraba; la acompañaba en sus vi-sitas de fraternidad... Iba a la casade la gente pobre, y yo estaba conella, le llevaba los paquetes, perosentía lo que ella les decía. Y era i-nevitable que mi fe se alimentara

en la relación inseparable con ca-da hermano. Su amor a Dios -siempre, siempre - ha estado unidoal amor al prójimo... ¿Qué habríahecho yo, que había cargado lospaquetes para mi madre?"7.

Ciertamente en este acompañary en el testimonio de su madre secolocan las raíces de la vocaciónde Candia a la caridad8. El marca-do espíritu religioso y la pasiónpor las obras de caridad se mani-festarán muy pronto en el jovenMarcelo: sus compañeros de la es-cuela lo recuerdan empeñado en laoración, en el estudio, en el com-promiso caritativo de las Confe-rencias de San Vicente. Estas lo in-trodujeron en una gloriosa asocia-ción de jóvenes católicos milane-ses, la Asociación Jóvenes Estu-diantes San Estanislao9, en la queparticipaba también otro Siervo deDios, Giuseppe Lazzati, que dejaráuna huella profunda en los aconte-cimientos del compromiso de loslaicos en la sociedad italiana. LaSan Estanislao, en efecto, confor-me al impulso que le había dado elbeato Cardenal Andrea Carlo Fe-rrari, tendía a formar jóvenes quese encargaran de la animación cris-tiana en la sociedad y, en calidadde laicos comprometidos, infun-diesen en el mundo los ideales delEvangelio.

Ciertamente, se trata de un tiem-po de gran enriquecimiento perso-nal para Marcelo: son los años enlos que en Italia el laicado católicovive quizás una de sus épocas másfelices. Basta pensar en un jovencomo el beato PierGiorgio Frassatiy a las tensiones entre el régimenfascista y la Iglesia italiana respes-to a la Acción Católica, que culmi-naron en el documento proféticode la encíclica No tenemos necesi-

ENNIO APECITI

Testimonio sobre Marcelo Candiasamaritano de nuestro tempo

219VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

dad (1931) Son los años en que elVenerable (y pronto será beato)cardenal Alfredo Ildefonso Schus-ter, dirigiéndose a los párrocos desu diócesis, les indicaba un criteriopara valorar el logro de su empeñopara formar a los jóvenes, siguien-do la línea de otro gran documentodel magisterio, esto es, de la encí-clica social Quadragesimo anno(1931). El cardenal de Milán de-cía:

"Es sobre todo con ocasión delas visitas periódicas a domiciliode los pobres, de los enfermos enlos hospitales, de los encarcela-dos, de los medio muertos de frióen los desvanes, en los bajos fon-dos de las grandes ciudades, quenuestros buenos jóvenes puedenencontrar la realización completade su vida cristiana"10.

Al parecer, estas característicasse acentúan en Marcelo cuando, alos dieciseis años, muere su madre(7 de febrero de 1933): el dolor lolleva al agotamiento físico y ner-vioso, que logrará superarlo (des-pués de un año de tratamiento y dereposo), haciendo "una elecciónradical por Dios", al descubri-miento de (o a la decisión por) a-quel Dios que le hace decir:

"Confiar es entregarse a Diosque se llama Misericordia. ...Dioses Padre y le gusta perdonar"11.

Estas palabras que tienen ungran significado en el futuro cami-no de Candia, si recordamos que ladolorosa experiencia de la muerte,le dejó como acerbo una sensibili-dad muy aguda, llevada al ansia ya un activismo compensativo. Re-cordamos estos límites justamentepara tener en cuenta que Marcelono fue un joven, un hombre pre-destinado a la santidad o, de cual-quier manera, a grandes cosas: enél también hubo la lucha para quelas semillas de bien, que Diossiembra en el corazón de cada serhumano, pudieran penetrar el duroterreno del límite humano y dieranfruto, como dice el Evangelio, enel treinta, el sesenta o el ciento poruno.

De todos modos, en ese mismoperíodo, cuando aún era muy jo-ven, tuvo lugar un encuentro fun-damental en el camino espiritualde Marcelo Candia, un encuentrocon el padre Genesio de Gallarate,un capuchino que "entraba en lasalmas hasta el punto de asociarlas

a su altísima experiencia espiri-tual"12 y que acompañó a Candiapor casi treinta años, formándoloen la austeridad, en la oración pro-longada y en el estudio de la vidade los santos. Justamente alrede-dor del padre Genesio se formó uncenáculo - diríamos hoy - de per-sonas de diferente clase social, cul-tural y espiritual. Se reunían dosveces por semana en el conventode los capuchimos de Viale Piave,famoso porque sintió los cañona-zos que, en mayo de 1898, el gene-ral Bava Beccaris lanzó sobre lamultitud indefensa de los obreros.

Junto a este maestro del espíritu,pues, ante el fuego de un troncopuesto en la chimenea (de allí elnombre del grupo: Il Ceppo - ElTronco), para que calentara e hi-ciese más familiar el ambiente, co-mo nos narra uno de los partici-pantes:

"Se reunían uno junto al otro elempleado de vieja tradición socia-lista y el noble monárquico... el o-brero de la Falck y el constructorde edificios de categoría, el indus-trial químico (ndA: ¿era quizásCandia?) y el escritor católico, elescultor de fama... y el redactor deEpoca de fe comunista. Estaba elfarmacéutico idealista y el amigono creyente"13.

Todos se reunían para reflexio-nar, para dialogar, y orar: era comouna Cátedra de los no creyentes,en anticipo de algunos decenios.Ciertamente aquí se afinó en Mar-

celo Candia la capacidad de diálo-go y de escucha de las voces delhombre contemporáneo, de sus an-helos y fatigas.

Il Ceppo, de todos modos, no e-ra solamente un lugar de elabora-ción y de formación cultural, teníatambién una connotación caritati-va: los miembros de la fraternidadiban a visitar y a ayudar a las fami-lias pobres de las casas populares(casas mínimas) de Baggio, un ba-rrio en la extrema periferia de Mi-lán.

Pero, incluso antes de encontraral padre Genesio, Marcelo se habíarelacionado con otro capuchino,fray Cecilio Cortinovis, un herma-no lego, portero por más de sesen-ta años en el mismo convento mi-lanés de Viale Piave, fundador dela Obra de San Francisco para a-yudar a los pobres, que murió en o-lor de santidad el 10 de abril de1984, y de quien justamente el 10de abril de 1995 ha terminado lafase diocesana del proceso de ca-nonización14. Este fraile educará aCandia en la caridad activa, en elamor delicado y respetuoso de lospobres, rodeado de una sonrisa be-névola. En efecto, durante el pro-ceso canónico para el frailecillo hasido constante el testimonio de suacogida sonriente para con los cen-tenares de pobres que se presenta-ban al convento: todos eran acogi-dos y despedidos con una sonrisa,con una ración de alimento y conel saludo de siempre: "¿Lo sabes,verdad, que Dios que te ama?". Essingular este encontrarse de san-tos; es singular la cadena de santi-dad, que une el uno al otro en algu-nos personajes de la metrópolismilanesa de los primeros deceniosde este siglo. Valdría la pena recor-dar el hecho que en este conventose preparó para trascurrir su vidacomo misionero, al servicio de losenfermos y leprosos, el padre Al-berto Beretta, hermano de la beataGianna Beretta Molla. Entre losdos, padre Alberto y Marcelo Can-dia, se estrechó una hermosa amis-tad, animada por un ideal común:servir a los hermanos más necesi-tados. Trabajaron juntos en favorde los pobres de Viale Piave y jun-tos maduraron la entrega de sí mis-mos en el Nordeste brasileño.

La caridad se volvió, pues, el i-deal de vida de Marcelo y para lo-grarlo no ahorró energías. Estaba

220 DOLENTIUM HOMINUM

convencido, como él mismo escri-bió, que

"El apóstol (¡sic!) es esencial-mente caridad. Cuando encontra-mos a un hermano que tiene nece-sidad, no solamente debemos ha-blar de nuestra fe, sino obrar se-gún nuestra fe"15.

De este modo, Marcelo unió in-numerables compromisos y una o-ración continua. A un compañerode curso confió que recitaba dia-riamente toda la corona del rosarioy es bien conocida su asistenciadiaria a la santa Misa, seguida poruna decena de minutos de agrade-cimiento, como se decía un tiem-po, hecho con las oraciones tradi-cionales: hoy se diría de la abuela,como el Os adoro, Dios mío; el A-nima Christi, etc.

Mientras tanto - ¿o con la fuerzade este alimento espiritual? - sedoctoró en química (1939), farma-cología (1940), biología (1943) ysólo los aconteciminetos bélicos yla conducción de la empresa pater-na (en la que colaboró desde1939), le impidieron obtener eldoctorado en medicina, al que as-piraba de manera especial.

De todos modos, fray Cecilio nole trasmitió solamente este espíritude caridad. En el Convento de losCapuchinos de Viale Piave en Mi-lán se guardaba el recuerdo del pa-dre Daniele de Samarate, misione-ro en la selva amazónica (Tucun-duba) que murió en 1924 por la le-pra contraida sirviendo a los lepro-sos: una figura que recuerda mu-cho la del beato belga padre Da-mián.

En el verano de 1937 su padre loenvió a Brasil, junto con su herma-no Ricardo, para que viese el mun-do. Marcelo "permaneció magneti-zado" por la pobreza de las favelasde Río de Janeiro y por la heroicaentrega de misioneros y monjas16.A este viaje se debe la intuición desu vocación misionera.

Concluida la Segunda GuerraMundial, Marcelo prácticamentetomó la dirección de la empresapaterna (su padre muere el 27 de a-bril de 1950), mostrando excelen-tes dotes empresariales: la Frab-brica Italiana di Acido Carbonicodottor Candia e C. conquistó losprimeros puestos en ámbito euro-peo.

En 1946 conoció a monseñor A-ristide Pirovano del Pime, que par-

tía para Brasil donde habría funda-do la misión de Macapá17 en el RíoAmazonas, de la que posterior-mente será su primer obispo. Mon-señor Pirovano, que permaneceráunido a Candia, cierta vez dijo:

"Siempre me ha impresionadoen Marcelo su vida de oración.Siempre activo, nunca dejaba detrabajar, de hacer proyectos, dehablar para convencer a los de-más, un motor en continuo movi-miento. Pero todo este activismoestaba embebido de la unión conDios, una oración continua que sehacía vida, porque él no pensaba

en otra cosa sino en Dios, en lospobres, en las obras de caridad. Nisiquiera se si tenía otros pensa-mientos: era un enamorado deDios y de la humanidad dolorosaque el Señor le había hecho encon-trar"18.

Y efectivamente a lo largo de losaños el compromiso misionero deCandia se concretó y se extendió:fundó la Asociación Laicos en A-yuda a las Misiones, el primer or-ganismo italiano de laicado misio-nero; la revista La Misión, para u-na cultura misionera; organizó elCentro de Asistencia MisionerosVeteranos, la escuela de medicinapara misioneros en la Universidadde Milán; fue secretario del SILM(Secrétariat Internationale du Lai-cat Missionaire) y de la UCCI (U-nion Catholique de CoopérationInternationale); junto con el en-tonces arzobispo Giovanni Battista

Montini, fundó el Colegio Interna-cional para Estudiantes de Ultra-mar, con el fin de ayudar a los es-tudiantes extranjeros en Italia, y elSecretariado de cooperación mi-sionera, para unir entre sí a losmovimientos laicos misioneros i-talianos. Debemos recordar el Co-legio Internacional para Estudian-tes de Ultramar porque se sitúa enlos orígenes del hospital de Maca-pá, como confió más adelante elmismo Candia:

"La idea no ha sido mía sino delentonces arzobispo de Milán,monseñor Montini, con quien ha-bía construido un colegio en Mi-lán para permitir que los jóvenesdel Tercer Mundo se doctoraranen medicina. Pero descubrimosque esa iniciativa tenía un defecto:los jóvenes preferían permaneceren Europa y no regresaban más asu país de origen. Justamente poresto nació el hospital en el cora-zón de la selva ecuatorial, para le-var a todos el testimonio de unapresencia cristiana, incluso entrelos pobres"19.

Mientras tanto, en la noche del22-23 de octubre de 1955, cuandoCandia ya estaba pensando vendersu empresa para ir a la selva ama-zónica, una explosión (de la cualCandia resultará ser estraño) des-truyó la fábrica. Candia no se desa-nimó y reconstruyó todo, sin dis-minuir su compromiso misione-ro20. En efecto, en medio de los es-combros de la fábrica dijo: "Pri-mero debo... dar trabajo a todos"21.Por otro lado, él estaba convencidoque: "Mis obreros son mi tierra demisión". Marcelo Candia afrontóeste momento con el valor que na-ce de la fe22, con la misma firmeza- pero también con la misma heri-da interior - de Job23. Escribiendo amons. Aristide Pirovano un añodespués del desastre confiaba:

"Pienso que uno de los elemen-tos para prepararse a una vida decaridad sea aceptar con sencillez ysinceridad la voluntad del Señor...(Venir donde vosotros) representapara mí el mayor deseo y esperoante todo que esta sea la voluntaddel Señor"24.

De todos modos, junto con la re-construcción de la empresa surgie-ron otros edificios: el 25 de enerode 1961, en Macapá se puso la pri-mera piedra del Hospital S. Cami-lo y S. Luis, que él había ideado

221VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

desde hacía mucho tiempo conMons. Pirovano y donde pensabair apenas le fuera posible. En efec-to, estaba convencido, como dijoun día a su hermana, que:

"No es suficiente dar una ayudaeconómica, es necesario compar-tir con los pobres su vida, por lomenos en lo que es posible"25.

Esto constiuirá el leit-motiv desu permanencia en Brasil. Cadavez que regresaba de un viaje al in-terior, pensando en la pobreza quehabía visto, decía:

"Si somos cristianos debemoscompartir lo que tenemos"26.

Así, pues, el 7 de junio de 1965,después de haber vendido sus in-dustrias (tres establecimientos: enMilán, Nápoles y Pavía) y haber a-rreglado los asuntos de familia, setransfirió definitivamente a la sel-va amazónica. Tenía 49 años y seencontró solo: algunos meses an-tes (abril 1965) Mons. Pirovanohabía sido llamado a Italia comosuperior general del Pime. En estaocasión, tal vez, sobresale singu-larmente la virtud de Candia. Co-mo dijo una amiga suya y colabo-radora:

"Aun antes de lanzarse en la em-presa, (Candia) perdió de golpe alamigo, al superior, al guía que lehabía asegurado protección y a-sistencia. Recuerdo que en aquellaocasión me dijo : 'Ahora me pon-go completamente en las manos deDios'"27.

Candia (que nunca aprenderáperfectamente el portugués y sufri-rá siempre por el clima local), lle-vó a Brasil su habilidad empresa-rial. Por otro lado, Candia decía:"La eficiencia en las obras de cari-dad es un modo de orar"28. Su pro-grama de acción, fue dictado (o a-consejado) por su antiguo arzobis-po Giovanni Battista Montini, aquien estuvo siempre unido por u-na sincera - y correspondida - de-voción. El futuro Papa le dijo:

"Si va a Brasil para hacer unhospital, lo haga brasileño. Esté a-tento para evitar cualquier formade paternalismo, no imponga susideas a los demás, incluso conbuena intención. Construya el hos-pital no solamente para los brasi-leños, sino con los brasileños y seproponga como objetivo final yano ser necesario. Cuando llegaráel momento en que usted se sentiráinútil, porque el hospital podrá

continuar sin usted, entonces ha-brá realizado una verdadera obrade solidaridad humana"29.

Candia hizo caso a este manda-to. Completó la construcción delhospital de Macapá (1967), que alfinal fue confiado a los Camilianosdel Brasil (1978).

De todos modos, fue determi-nante para su camino de caridad laexperiencia del encuentro con losleprosos. Para describir este acon-tecimiento no hay palabras mejo-res de aquellas con las que él mis-mo describe los hechos en una car-ta de 1977. Nos encontramos en la

leprosería de Marituba, popular-mente denominada entonces Laantecámara del Infierno:

"Hablé con muchos leprosos;lamentablemente, con algunos elcoloquio caía desde el inicio y estoprodujo en mí una profunda triste-za. Así pasó toda la mañana. Ha-cia mediodía, por el cansancio, elayuno y un poco de mal de cora-zón, me senté a los pies de ungrande árbol de mango para reto-mar aliento. Improvisamente tuveque abandonar mis pensamientosante una voz de mujer que amable-mente me preguntaba si estabamal. La impresión fraterna queproducía en mí esa voz estaba encontraste doloroso con el rostro a-rruinado de la mujer, que demos-traba más de cuarenta años, mien-tras en realidad en las visitas si-guientes supe que tenía solamentediecinueve y que desde hacía diez

años estaba en la leprosería, ynunca había recibido una visita.Regresó luego con un vaso de a-gua y concretamente prové el go-zo, como ya me había ocurrido o-tras veces durante mi vida, de reci-bir mucho más de lo que yo pensa-ba dar. A mi pregunta en qué podíaser útil, me respondió que desdehacía mucho tiempo esperaban u-na máquina de coser. Luego secreó con los leprosos aquella at-mósfera de una amistad sencilla ycordial que probablemente es lomás precioso que ellos pueden de-sear... Debemos pensar en el le-proso no como a una persona a laque solamente se debe dar, sinoque constituye una riqueza en elCuerpo Místico de Cristo, pues éltambién tiene algo que donar"30.

Para indicar la mútua correspon-dencia que se creó entre Candia ysus hermanos leprosos, vale la pe-na recordar la respuesta del máspopular, quizás, de los hansenia-nos de Marituba, Lucio Para-cauary Calado, llamado Adahlu-cio:

¿Preguntar (el por qué de la le-pra)? ... No preguntaré el por quéni cómo, porque siempre me heconfiado. Me ha bastado creer. Re-petiré: Te creo siempre, Señor"31.

Su actividad se volvió infatiga-ble: construyó el Centro SocialCiudad de Milán (1966) en la le-prosería de Marituba (Belem), queconfió a los misioneros del Pime yque se convirtió en una leproseríamodelo: no por nada el Papa JuanPablo II, cuando expresó el deseode visitar una leprosería durante superegrinaje apostólico en Brasil enjulio de 198032, fue llevado justa-mente allí. Tal vez el testimoniomás hermoso de aquella visita es lade un hanseniano ciego. Estaballeno de gozo por "haber visto alPapa" y a la religiosa - Sor Celesti-na Magni - que sonriendo le pre-guntaba cómo había podido verlo,dado que era ciego, el hansenianole respondió: "Hermana, hay tam-bién un modo de ver desde dentro;¡ver con el corazón!"33. Son pala-bras profundas: el milagro del a-mor de Marcelo Candia, de los mi-sioneros y de las religiosas, habíatransformado la antecámara delinfierno en el lugar donde tambiénlos ciegos pueden ver (cf. Mt 11,5): Marituba, pues, como Casa delEvangelio.

222 DOLENTIUM HOMINUM

No es menos importante el cui-dado de la vida espiritual. Nacie-ron así el Pequeño Carmelo S. Te-resita del Niño Jesús de Macapá(1977) y el de Belo Horizonte (i-naugurado después de su muerte,en 1984). Asimismo, en la cartaque hace poco hemos leído, Can-dia escribía:

"Solamente una palabra de fe yde amor a Cristo, que tiene su tes-timonio en la leprosería a travésde la presencia de una comunidadreligiosa, podía alimentar en ellosuna esperanza de vida y hacerlosconscientes de su valor en la Co-munidad del Pueblo de Dios"34.

No es un caso, pues, que la cam-pana del Carmelo de Macapá, do-nada por Giuseppe Lazzati, comopara justificar los repiques lleve lafrase: "Voz del amor que estimulaa amar"35.

Colaboró, además, para ampliaro mantener innumerables otras o-bras de caridad: la Casa de la hos-pitalidad de Santana (cerca delpuerto de Macapá), las leproseríasde Prata, de Porto Velho, los hospi-tales de Gajaù y de Balsas (Estadodel Marahnâo), la Favela do Borelde Río de Janeiro, los Centros so-ciales de Calçoene y de La CruzLiriada, las Comunidades de basede Río Branco y el Seminario ca-miliano de Macapá. Esta lista nosrecuerda el testimonio de Mons.Luigi Giussani:

"Una de sus características eraque todo el bien que encontraba ensu camino era si como fuese suyo,una llamada particular para él....Era realmente ecuménico, no te-nía ni confines ni barreras, prontoa todo cada vez que se tuviera quehacer el bien"36.

Asimismo, en todas estas obrasCandia se preocupaba por el as-pecto espiritual, procurando dar nosolamente una asistencia médica ocaritativa, sino también espiritual atodos - y eran decenas de millares -los que acudían. Cual fuera el espí-ritu que lo animaba lo podemosvislumbrar en una de sus entrevis-tas:

"Lo que me parece más impor-tante en nuestra obra, mía y de miscolaboradores, es la relación per-sonal que tenemos con las perso-nas que tienen necesidad de noso-tros. No cuenta mucho el hospitalque hemos construido, los equi-pos, las operaciones médicas o

quirúrgicas, sino hacer entenderque trabajamos no para ellos sinocon ellos, es decir con amor frater-no y con solidariedad humana. Sino hubiera este espíritu, ¿qué va-lor tienen la técnica, los medios e-conómicos y todo lo demás? Poresto yo digo siempre a mí mismoque es necesario un espíritu reli-gioso para servir bien a los po-bres, es decir una razón espiritual,de fe. ... Yo, además, he visto quesirviendo a los pobres, haciendo a-mistad con los pobres, he encon-trado mi tesoro: he recibido, comodice el Evangelio, el cientro por u-no"37.

Más aún:"La prioridad absoluta es aque-

lla espiritual: todos los medios e-conómicos y técnicos cuentan y esnecesario usarlos, pero no valennada si no están acompañados porla amistad, por la atención a lapersona, por la ayuda de Dios"38.

No todo es fácil, pero incluso lasdificultades son un medio para cre-cer. De este modo, con el coraje dereconocer sus debilidades y fragi-lidad, confiaba un día a PieroGheddo:

"Mi crisis a veces viene al pal-par la desproporción que hay en-tre lo que hacemos nosotros y loque habría que hacer. Veo que tra-bajando todo el día e incluso algu-na hora de la noche, yo y mis cola-boradores somos siempre una gotade agua en el río de los sufrimien-tos humanos que nos rodean. Y co-

mo aquí en Macapá el brazo delRío Amazonas que camina delantede nosotros y se avalanza en el O-céano tiene 22 kilómetros de an-cho, yo me siento a veces en las o-rillas de este majestuoso río ypienso: todo lo que tu haces, Mar-celo, es solamente una gota en elRío. ...Esto a veces me pone en cri-sis, pero es una crisis benéfica,porque me recuerda siempre ¡cuánpequeños somos los hombres ycuán grande es Dios!"39.

Estas palabras hacen recordar loque ha escrito el Papa Juan PabloII en la encíclica Redemptoris Mis-sio:

"El misionero es el hombre delas Bienaventuranzas. ...En unmundo angustiado y oprimido portantos problemas, que tiende al pe-simismo, el anunciador de la"Buena Nueva" ha de ser un hom-bre que ha encontrado en Cristo laverdadera esperanza"40.

Al principio inevitablemente lorodeó la sospecha. El doctor Ma-cedo, presidente del Instituto dePrevisión de Macapá, confió queno quería firmarle los permisos so-licitados para el hospital, pensandoque Candia fuese loco: "¿Quién eseste loco que viene a construir unhospital en el Amazonas?"41. Másadelante fue indagado por "entradailegal de medicamentos a Brasil"42.Pero con el tiempo la honestidadde intenciones fue reconocida y, en1971, el mismo Gobierno brasile-ño confirió al doctor Candia (pri-mer extranjero que lo ha recibido)el Cruzeiro do Sul, la máxima con-decoración brasileña para los be-neméritos de las nación y en 1975la revista O Manchete, el semanalbrasileño más difundido, los pro-clama el hombre más bueno deBrasil. No son menos prestigiososlos reconocimientos que le llega-ron de Italia: el Premio AngeloMotta o "de la bondad" (1970), elde Ciudad de Florencia (1976) y elPremio Feltrinelli, que el entoncesPresidente de la República, SandroPertini, le otorgó en 1982 "por unaempresa excepcional de elevadovalor moral y humanitario".

Candia sufría del corazón: desde1967 al 1977 tuvo cinco infartos ysufrió una operación para la im-plantarle tres by-pass. Pero no fueel corazón que cedió: en agosto de1982 le diagnosticaron un cánceral hígado. Comenzó el Calvario de

223VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Candia: junto con los sufrimientosfísicos, le vinieron otros por la de-silusión, causada por personas, aquienes había confiado sus obras,y por acusaciones infamantes, co-mo la de haber robado el dinero delos leprosos. Sin embargo él no de-jo de preocuparse y, sintiendo cer-cana su fin, quiso regresar a Italiapara definir la constitución de laFundación Doctor Marcelo Can-dia, que habría tenido que conti-nuar su obra. Murió en Milán el 31de agosto de 1983, abandonándoseen las manos de Dios con grandeesperanza. A un amigo suyo, pocoantes de morir le confiaba:

"Si el Señor quiere que mi obrasiga adelante, seguirá adelante. A-hora me llama y estoy preparadopara apagar la luz"43.

Pero ciertamente las palabrasmás significativas son las inter-cambiadas con su párroco y direc-tor espiritual, padre Peppino Orsi-ni:

"La muerte no me da miedo por-que es un pasaje de un Dios Padrepoco entendido a un Dios Padrevisto cara a cara. ...Sí, el acto máselevado del amor que Jesús me hamanifestado es haberme puesto enel sufrimiento, dándome tambiénla posibilidad de abandonarme aEl con todo mi gozo y mi amor. Je-sús me ha hecho vivir hoy la expe-riencia más bella de mi vida y meha hecho entender que no es sufi-ciente trabajar por el Reino deDios; no es suficiente orar al Se-ñor; lo más importante es aceptarcon humildad y disponibilidad eldolor, como y cuando Dios lo per-mite. ...Esto es realmente muy her-moso. Sólo en el sufrimiento pode-mos realizar la comprensión del a-mor de Dios"44.

Las exequias fueron celebradaspor el cardenal de Milán, CarloMaria Martini, quien, entre otrascosas, dijo:

"Aún tengo presente, en este mo-mento, su rostro de apenas hacedías, en un intenso dolor físico pe-ro con una luminosidad en los o-jos, con un murmullo de oraciónen los labios que dejaban traslucirsu íntima unión con el sufrimientode Jesús por su Iglesia. Y es en a-quel momento que, en el breve co-loquio con él, he tenido el signomás vivo de la autenticidad de to-da su misión: compromiso, esfuer-zo, entusiasmo, organización, a-

tención a todas las necesidades,capacidad de pedir energías... pe-ro todo esto vivido con un desape-go, con una humildad, con una ad-hesión a la profunda voluntad deDios que, en el momento del extre-mo sufrimiento, han revelado suincandescente autenticidad"45.

El cardenal Giovanni Colombo,arzobispo emérito de Milán, le hi-zo eco en la homilía por el trigési-mo de su muerte (30 de setiembrede 1983):

"Aunque Manzoni no es santocomo Candia ... A Candia los mi-laneses podrían ofrecerle un pues-to ... en la punta de una aguja (dela Catedral) toda para él, para quecon la Madonnina (Virgencita) do-rata pueda participar también élen el senado de nuestros santosque son intercesores no solamentepara el Pueblo de Dios sino paratoda la ciudad"46.

La fama de santidad de MarceloCandia fue tal que inmediatamentese solicitó la introducción del pro-ceso de canonización, que fue ini-ciado oficialmente por el cardenalMartini en la Iglesia de los SantosAngeles Custodios, parroquia deCandia, el 12 de enero de 1991, yse ha concluído aquí mismo el 8 defebrero de 1994.

3. Como separarnos de él

¿Cuál es el secreto de este hom-bre? Creo que lo podemos deducirde algunas de sus respuestas.

La primera es aquella dada aPiero Gheddo, que una vez le pidióel motivo de su infatigable acción.Candia le respondió:

"Yo considero mi vocación comoun servicio, en calidad de laico, ala Iglesia, a las misiones, a los po-bres. Un servicio no limitado en eltiempo ni en la medida. Ahorabien, como es necesario permane-cer siempre jóvenes, yo pienso queel modo mejor sea el de respondersiempre a las llamadas del Señor:Por tanto, en todo lo que el Señorme hace encontrar en mi camino yme inspira a ayudar, yo me entregocon todo el alma"47.

La segunda, casi complementa-ria a la primera, pone en evidenciael primado de la contemplación:

"Mi 'secreto' está al alcance atodos y después de todo no es ni si-quiera un secreto. ...Lo que cuenta

es la unión con Dios bajo cual-quier forma: oración, meditación,reflexiones; la hora de unión conDios constituye la energía esencialpara hacer todo lo demás. Prime-ro la oración, después cualquieractividad apostólica. Esta es lafuerza fundamental para el anun-cio de la verdad y el testimonio delamor"48.

Creo, pues, que podemos com-prender porque razón la oraciónque inspiró a Marcelo Candia ensu vida la encontramos también enun hombre que se le parece mu-cho, Raoul Follereau. Es la anóni-ma oración del siglo XIV:

Cristo no tiene manos,tiene solamente nuestra manospara hacer su trabajo hoy.Cristo no tiene pies,tiene solamente nuestros piespara guiar a los hombresa lo largo del camino.

Cristo no tiene labios,solamente tiene nuestros labiospara hablara los hombres de hoy.

Cristo no tiene medios,solamente tiene nuestra ayudapara conducir a los hombre a sí.

¡Nosotros somosla verdadera Bibliaque los hombres aún leen!Somos el último mensajede Diosescrito en obras y palabras.

Candia mismo añadía como co-mentario:

"Convencido profundamente dela verdad y actualidad de estemensaje tan provocador, he deci-dido continuar mi carrera hasta elfinal, en el servicio a todos mishermanos enfermos y necesitados,con una predilección particularpor los hansenianos"49.

Pero quizás es más elocuente u-na afirmación, que saco de la con-versación con una religiosa, que lehabía hecho notar que él no estabaobligado a la pobreza. Candia lerespondió: "Pero yo, con mi bau-tismo, he hecho un pacto con Cris-to"50. Es el pacto de quien, comoPedro, sabe que dice: "Señor,¿donde quién vamos a ir? Tú tie-nes palabras de vida eterna" (Jn 6,68).

224 DOLENTIUM HOMINUM

Para concluir, pues, hago míaslas palabras de una sincera amigasuya:

"Unicamente se puede y se debeagradecer al Señor por el regaloque nos ha hecho, poniéndolo so-bre nuestros pasos, para darnos u-na inquietud"51.

Prof. D. ENNIO APECITIProfesor de Historia de la Iglesia

en el Seminario de Venegono (Italia)

Notas1 EUGENIO FORNASARI, Marcello Candia

manager e santo (Marcelo Candia empresarioy santo)"Vita Pastorale" 2/1993, p. 96.

2 ALESSANDRO MANZONI, I promessi sposi,cap. 22.

3 El padre de Marcelo Candia se había tras-ladado a Nápoles en 1915 para ampliar el se-gundo establecimiento de su floreciente em-presa, la Fabbrica Italiana di Acido Carboni-co dottor Candia e C. En Nápoles, nacieronMarcelo (1916) y su hermana Emilia (1918),mientras que el último hermano, Ricardo, na-ció en Milán en 1922.

4 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un ma-nager a servizio dei più poveri (Marcelo Can-

dia. Un empresario al servicio de los más po-bres), Paoline, Milán 1994, 15.

5 Ibid., 16.6 Ibid., 10.7 GIORGIO TORELLI, Da ricco che era. La

frontiera del dottor Candia sul Rio delle A-mazzoni (Rico como era. La frontera del doc-tor Candia en el Río Amazonas), EditorialeNuova, Milán 1985, 35-36.

8 Lo deducimos de sus palabras: PIEROGHEDDO, Marcello Candia. Un manager aservizio dei più poveri, Paoline, Milán 1994,57.

9 MARIA CRISTINA FORESIO DAPRÀ, La San-to Stanislao di Milano. Un'esperienza studen-tesca del cattolicesimo ambrosiano (La SantoEstanislao de Milán. Una experiencia estu-diantil del catolicismo ambrosiano) NED, Mi-lán 1983; Id., Santo Stanislao, associazione,in Dizionario della Chiesa Ambrosiana, 5,NED, Milán 1992, 3212-3215.

10 ALFREDO ILDEFONSO SCHUSTER, Memo-riale ad Parochos. Lettera Pastoral al Ven.Clero per la quaresima dell'anno MCMXX-XIX (Memorial a los párrocos. Carta Pasto-ral al Ven. Clero por la Cuaresma del año1939), SEI, Turín 1939, 34.

11 PIERO GHEDDO, Perché la santità scuotele coscienze (Porque la santidad remueve lasconciencias) "Mondo e Missione" 112 (1983)607.

12 PIERO GHEDDO, Marcello dei lebbrosi(Marcelo de los leprosos) De Agostini, Nova-ra 1990, 28.

13 Ibid, 30.14 Como descripción de la figura de este

fraile santo sirva la espléndida conmemora-ción que ha hecho TERESITA SCHENONI, Il tem-po che non conta, se ci lascia un santo (Eltiempo que no cuenta, si nos deja un santo),"Avvenire" del 6.05.1984: "Toda su vida pues-ta al servicio de Dios, más allá de las fronterasdel egoísmo... Solamente ahora se puede me-dir la altura de gigante del fraile más sencillo,más inocente, más laborioso, fuerte como unaencina, sonriente como sabía sonreir él, quepasaba sus largas jornadas sin preocuparse delas fatigas, sereno ante los acontecimientos aveces crueles que le proponía la realidad. Y surespuesta siempre ha sido única: donar, donaramor con infinita paciencia y comprensión,porque las criaturas no cedieran a la prueba,para que entrase una paz que se había perdidoa través de los oscuros senderos de la vida.Ninguna de las personas que en tantos años seha acercado a fray Cecilio ha partido sin pro-bar una misteriosa consolación. Este era su se-creto, un secreto que el Señor le había confia-do para iluminar su misión y llenar sus jorna-das con aquella certidumbre divina que perte-nece a los santos". Nosotros, que hemos presi-dido la Comisión de investigación diocesanaen la Causa de Canonización de este fraile,compartimos este juicio.

15 PIERO GHEDDO, Marcello dei lebbrosi,De Agostini, Novara 1990, p. 113.

16 Cf. Ibid., 47-48.17 RUGGERO ALCINO, La Prelazia di Maca-

pá, l'ambiente, la Chiesa, il Pime, (La prelacíade Macapá, el ambiente, la Iglesia, el Pime) enQuaderni di Infor-Pime n. 11, Roma 1978.

18 PIERO GHEDDO, Marcello dei Lebbrosi,

225VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

De Agostini, Novara 1990, 15.19 Tomado de PIERO GHEDDO, Marcello

Candia. Un manager a servizio dei più pove-ri, Paoline, Milán 1994, 92.

20 El testimonio de Mons. Aristide Pirovanodice: "Me escribía cartas a Macapá en las queaparecía realmente como un Job moderno, enuna lucha titánica para reconstruir y pagar lasdeudas, para poder realizar el sueño de su viday ser misionero en Brasil. Ha sido una lucha delMaligno, estoy convencido, para destruir a estehombre y quitarle la posibilidad de realizar suvocación. Pero Marcelo era un obstinado y te-nía una fe como para mover las montañas"(PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un mana-ger al servizio dei più poveri. Paoline, Milán1994, 73).

21 PIERO GHEDDO, Marcello dei lebrosi, DeAgostini, Novara 1990, 125.

22 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un ma-nager a servizio de i più poveri, Paoline, Milán1994, 34.

23 Acogió a monseñor Pirovano que habíavenido a visitar los escombros de la fábrica, ci-tando justamente a Job: "El Señor me ha dado,el Señor me ha quitado, bendito sea el nombredel Señor" (PIERO GHEDDO, Marcello dei leb-brosi, De Agostini, Novara 1990, 125).

24 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. un ma-nager a servizio dei più poveri, Paoline, Milán1994, 75.

25 Ibid., 8226 PIERO GHEDDO, Marcello dei lebrosi, De

Agostini, Novara 1990, 162.27 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un

manager a servizio dei più poveri, Paoline,

Milán 1994, 69.28 Ibid., 90.29 Ibid., 93.30 De la carta para su Comunidad espiritual

misionera, de fecha 27 de febrero de 1977.Tomada de "La testimonianza di MarcelloCandia" (El testimonio de Marcello Candia),"Mondo e Missione" 112 (1983) 585.

31 GIORGIO TORELLI, Da ricco che era. Lafrontiera del dottor Candia sul Rio delle A-mazzoni, Editoriale Nuova, Milán 1985, 82-83.

32 La visita tuvo lugar el 8 de julio de 1980.33 Tomado de PIERO GHEDDO, Marcello

Candia. Un manager a servizio dei più pove-ri, Paoline, Milán 1994, 111.

34 Ibid.35 Tomado de PIERO GHEDDO Marcello dei

Lebbrosi, De Agostini, Novara 1990, 205.36 Ibid., 141.37 Tomado de La testimonianza di Marcello

Candia, "Mondo e Missione" 112 (1983) 586.38 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un

manager a servizio dei più poveri, Paoline,Milán 1994, 115.

39 PIERO GHEDDO, Perché la santità scuotele coscienze, "Mondo e Missione" 112 (1983)611.

40 JUAN PABLO II, Carta Enc. RedemptorisMissio, 7 de diciembre de 1990, n. 91.

41 PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Unmanager a servizio dei più poveri, Paoline,Milán 1994, 87.

42 Ibid., 97.43 Ibid., 145.44 Ibid., 147.

45 L'arcivescovo Martini ai funerali (El ar-zobispo Martini en las exequias) "Mondo eMissione" 112 (1983) 630.

46 Tomado de Gli amici ne parlano (Los a-migos hablan), "Mondo e Missione" 112(1983) 619.

47 Ibid., 155.48 PIERO GHEDDO, Marcello dei lebbrosi,

De Agostini, Novara 1990, 301. Ver también:GIORGIO TORELLI, Da ricco che era. La fron-tiera del dottor Candia sul Rio delle Amazzo-ni, Editoriale Nuova, Milán 1985, 49.

49 Ibid., 227.50 Ibid., 214.51 Tomado de EUGENIO FORNASARI, Marce-

llo Candia manager e santo, "Vita Pastorale"2/1993, p. 99.

Bibliografía

SERGIO BORTOLANI, Macapá: una rosaall'Equatore, Morcelliana, Brescia 1980.

GIORGIO TORELLI, Da ricco che era. Lafrontiera del dottor Candia sul rio delle A-mazzoni, De Agostini - Editoriale Nuova, Mi-lano 1985.

Mondo e Missione, número especial en o-casión de la muerte, año 112 (1983) n. 22.

PIERO GHEDDO, Marcello dei lebbrosi, DeAgostini, Novara 1990.

PIERO GHEDDO, Marcello Candia. Un ma-nager a servizio dei più poveri, Paoline, Mila-no 1994.

226 DOLENTIUM HOMINUM

En cierta reunión en la misión,Albert Schweitzer discutió acercade unos textos bíblicos con alum-nos africanos. Cuando llegó la pa-rábola del Buen Samaritano, pre-guntó a los jóvenes con las pala-bras de Jesús:

"¿Quien os parece que ha sido elprójimo de aquel a quien habíanmaltratado los bandidos?"

La respuesta fue espontánea:"¡Tú, Doctor!"

¿Quién es ese hombre al que sehabía respondido así?

A la entrada de la pequeña ciu-dad medieval de Kaysersberg, enAlsacia, se halla una casa coronadapor una pequeña espadaña, que sir-ve de centro comunitario a la igle-sia evangélica. Junto al ingreso hayuna inscripción: "Casa natal del Dr.Albert Schweitzer - 15 de enerode1875".

Pero la verdadera patria de Al-bert Schweitzer es Gunsbach, en elvalle de Munster, donde seis mesesantes de su nacimiento su padre fuenombrado pastor. Allí pasó una ju-ventud feliz y sin preocupaciones,pero no muy pacífica. Precisamen-te porque todo iba bien para él, fueespecialmente receptivo para lossufrimientos de los que otros, pró-ximos o lejanos, se quejaban. Le a-penaba, sobre todo, ver cómo loshombres hacían sufrir a las bestias.

Tal es la razón por la que ante to-do se convirtió en el Buen Samari-tano de los animales. Dos textos deAlbert Schweitzer nos lo demues-tran claramente:

"Yo no podía comprender, y estoya antes de mi ingreso en la escue-la, por qué en la oración de la no-che no se me hacía interceder másque por los seres humanos. De ma-nera que, cuando mi madre se reti-raba tras haberme dado un beso y

un afectuoso "Buenas noches", yohacía en voz baja una oración su-plementaria:

"Buen Dios -decía- protege ybendice a todo lo que respira; pre-serva del mal a todos los seres vi-vientes y hazles dormir en paz".

El segunto texto es el siguiente:"Podía yo tener siete u ocho años

cuando se produjo un accidenteque me ha dejado una profunda im-presión. Henri Braesch y yo había-mos fabricado unas hondas con u-nos elásticos. Una mañana de pri-mavera, uno de los domingos dePasión, me dijo: "Ven, vamos a lasviñas a tirar a los pájaros". Aunquetal propuesta me causaba horror,no me atreví a contradecirle por te-mor a sus burlas. Llegamos junto aun árbol aún sin hojas y lleno depájaros que, sin temernos, canta-ban alegremente en la luminosamañana. Agachándose como un in-dio en la caza, Braesch ajustó unapiedra en la honda y estiró los elás-ticos de la misma. Obedeciendo asu mirada dominante, yo hice lomismo, con la conciencia torturadapero prometiéndome no dar en elblanco. Al mismo tiempo sonaronlas campanas de la iglesia, mez-clando en el cielo radiante su armo-nía al alboroto de los pájaros.

Era el primer toque que precedíaen una media hora al toque princi-pal. Para mí, fue como si el cielome hablara. Arrojé la honda, es-panté a los pájaros para alejarlosdel arma de Braesch y corrí a pier-na suelta hacia mi casa. Siempreque las campanas de la Pasión re-suenan en el cielo primaveral haciael que los árboles levantan sus ra-mas desnudas, pienso con emociónagradecida en el mandamiento queentonces me recordó aquella gravevoz: "¡No matarás!"

Muy pronto se convertirá en elBuen Samaritano de los hombres.Así, siendo aún colegial, para pro-teger a un buhonero judío de loschicos que se burlaban de él, tomala costumbre de acompañarlo a tra-vés de las calles del pueblo.

Que Albert Schweitzer se hayainteresado por la simultaneidad delas dos confesiones cuando aún nose hablaba de ecumenismo, formaparte ciertamente de su acción. Es-cribe en sus recuerdos de la infan-cia:

"Mi corazón de niño ya encon-traba muy hermoso que, en nuestropueblo, católicos y protestantes ce-lebraran sus cultos en la misma i-glesia.(...) Desearía que todas las i-glesias de Alsacia comunes a lasdos religiones siguieran así, comoprenda, para el futuro, de la con-cordia religiosa a la que todos es-peramos se deba aspirar, si somosverdaderos cristianos".

Como la familia Schweitzer eramuy amante de la música, Albertempezó a tocar el piano a la edadde cinco años. A los once, empezócon el órgano. Una verdadera ense-ñanza del órgano se la proporcionóEugène Münch. Gracias a él empe-zó a conocer la música de Juan Se-bastián Bach.

Pero quien ejerce la mayor in-fluencia en la actividad musical deSchweitzer es el organista y com-positor Charles-Marie Widor. Congran rapidez Albert Schweitzer esconocido en todo el mundo comoorganista de talento. También co-rresponde a Widor el mérito de ha-ber orientado a Albert Schweitzerhacia la música de Bach y que hayaescrito, primero en francés y des-pués en alemán, una introducción ala música de Bach que sigue siendoen nuestros días un verdadero pun-

RICHARD BRULLMANN

Albert Schweitzer,un Buen Samaritano de nuestro tiempo

227VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

to de referencia.La música, para él, no es sólo un

placer personal y un fin en si mis-mo. Gracias a sus conciertos de ór-gano puede sufragar los gastos ne-cesarios para sus estudios y, des-pués, para el funcionamiento de suhospital de Lambaréné.

A los dieciocho años, AlbertSchweitzer emprende sus estudiosde teología y de filosofía en la Uni-versidad de Estrasburgo. En 1898,pasa su primer examen de teología;después, tras una estancia en Parísy Berlín, durante el año 1899, ob-tiene su doctorado sosteniendo unatesis sobre la filosofía religiosa deKant. Y ese mismo año llega a serpredicador en la iglesia de San Ni-colás de Estrasburgo.

Además de esas actividades, seconcentra en el estudio del NuevoTestamento. El 21 de julio de 1900obtiene el grado de licenciado enteología con un estudio sobre elproblema de la Cena; y en 1902 esagregado a la Facultad de Teologíade la Universidad de Estrasburgocon un estudio sobre el "Misteriodel Mesianismo y la Pasión de Je-sús".

En su nueva actividad de profe-sor, se dedica esencialmente a Je-sús y a Pablo. Esos trabajos se con-cretan en las siguientes obras: "Lahistoria de las investigaciones so-bre la vida de Jesús" y "La historiade las investigaciones sobre SanPablo".

Así consigue convencernos deque la fe cristiana debe concretarseen la práctica como un principio devida si quiere merecer ese nombre.

Y la puesta en práctica de eseprincipio determinará el resto de suvida.

En octubre de 1905, Albert Sch-weitzer sorprende a sus padres y aalgunos amigos comunicándolessus intenciones de empezar en oto-ño los estudios de medicina paratrabajar más tarde como médico enAfrica ecuatorial. Porque hacetiempo que lleva dentro de sí esteproyecto que comienza ahora a re-alizar. La gratitud por la felicidadque se le ha dado, lo incita desde eltiempo de sus estudios a vivir parael arte y la ciencia, hasta que, a sustreinta años decide ponerse entera-mente al servicio de quienes sonmenos felices que él.

Por entonces, aún no sabía cómotodo aquello iba a realizarse con-

cretamente. Pero en otoño de 1904,encuentra sobre su mesa un llama-miento de la Sociedad de las Mi-siones de París, por el que se reclu-ta a colaboradores para actividadesen Gabon. Ahora sabe lo que va ahacer.

Esta decisión es para él el equi-valente de un "sí" al llamamientode Jesús a seguirle. En sus pensa-mientos, escribe:

"Cada vez más me daba cuentade que no tenía derecho a aceptar lafelicidad de mi juventud, mi salud,mi facultad de trabajo, como donesgratuitos. La intensa conciencia de

mis privilegios me hizo compren-der siempre con mayor claridad es-ta parábola de Jesús, que no tene-mos derecho a retener nuestra vidapara nosotros. Quien ha sido col-mado de bienes por la vida está o-bligado a derramarlos en derredory en la misma medida. Quien ha si-do ahorrado por el sufrimiento, de-be contribuir a disminuir el de losdemás. Todos, en tanto que existi-mos, hemos de asumir una partedel peso de dolor que gravita sobreel mundo".

Gracias a una autorización ex-cepcional del gobierno, es a la vezprofesor y estudiante, durante losaños que siguieron, en la misma u-niversidad. Porque durante sus es-tudios de medicina siguió su activi-dad de profesor con los estudiantesde teología. Y al mismo tiempo se-guirá siendo pastor en San Nicolás.

En octubre de 1911, hace su exa-men de medicina. Ha ganado la su-

ma necesaria para ese examen en elfestival francés de música en Mu-nich, donde interpreta la "Sympho-nia Sacra" de Widor, bajo la direc-ción del compositor. Pasa la prima-vera de 1912 estudiando medicinatropical. Al mismo tiempo redactasu tesis de medicina, dedicada a un"Análisis psiquiátrico de Jesús".

Para los preparativos de su parti-da al Africa, su mujer, con la que sehabía casado el 18 de junio de1912, le fue de gran ayuda. Graciasa dones obtenidos en el círculo desus amigos y mediante conciertosde órgano, consigue reunir sufi-ciente dinero para montar un pe-queño hospital. Cuando todo estádispuesto, propone a la Sociedadde las Misiones de París encargarsede los gastos del sector médico dela misión de Lambaréné, en su ca-lidad de médico.

Así comienza verdaderamentesu obra de Buen Samaritano.

El 26 de marzo de 1913, AlbertSchweitzer y su esposa salen deBurdeos rumbo al Africa. El 18 deabril, llegan a Lambaréné, dondefueron calurosamente acogidos porlos misioneros.

Lambaréné se halla en la Repú-blica de Gabón, a unos 40 kilóme-tros al sur del Ecuador, a orillas delrío Ogoué.

Muy pronto habrá que cuidardiariamente a unos cuarenta enfer-mos. Al doctor le ayuda su esposa,que había recibido una formaciónde enfermera.

La primera guerra mundial ponebrutalmente fin a esta prometedoraactividad. Como en esa época Al-sacia formaba parte de Alemania,Albert Schweitzer es consideradoen la colonia francesa de Gabón unextranjero enemigo. Al principiose le permite proseguir en su activi-dad, bajo vigilancia. Después, se leprohibe del todo.

Esos inesperados ocios le dan o-casión de meditar sobre un proble-ma que ya le preocupara antaño. Laguerra ponía brutalmente en evi-dencia la decadencia de la civiliza-ción. Ese aceptar un comporta-miento inhumano que la guerra im-plica, mostraba que los hombresrenunciaban a preocuparse delbuen comportamiento de cada unoy de una verdadera sociedad huma-nitaria.

Consciente de la inutilidad de se-guir deplorando la decadencia de la

228 DOLENTIUM HOMINUM

civilización, Albert Schweitzer sededica a la búsqueda de nuevas ví-as capaces de reformar esa civiliza-ción. Haciéndolo, comprende queel porvenir está estrechamente li-gado a la concepción de la vida.Sólo quien dice sí a la vida y almundo en el que vive, es capaz dehacer progresar la civilización. Serpositivo para con la vida y el mun-do lleva consigo un sentido ético,es decir, un comportamiento dehombre honesto y responsable.

En vano Albert Schweitzer bus-có durante meses la respuesta a lademanda de saber cómo el hombrepodía conseguir estar de acuerdoconsigo mismo y con el mundo.Durante un largo viaje que em-prende en septiembre de 1915 porel río Ogoué, al crepúsculo del ter-cer día la expresión "Respeto de lavida" surgió repentinamente anteél.

Quien medita sobre el mundo ysobre sí mismo observa que cuantole rodea, tanto las plantas como losanimales y sus mismos semejantes,aman la vida exactamente como élmismo. Aquel que ha comprendidoesto, debe tratar a unos y otros conrespeto.

Por respeto a Dios, que ha dadovida a cada ser para que puedacumplir la función que se le haconferido, conviene respetar a cadauno y ayudarle a realizarse: tal es labuena conducta que ha sido previs-ta para el hombre en sus orígenes.Quien obra de este modo, obrabien.

Es evidente que la ética del res-peto de la vida no se hace eficaz si-no a partir del momento en que latrasladamos de la idea a la prácticade cada día. Albert Schweitzer nose ha limitado a actuar así él mis-mo, sino que no ha cesado de re-cordarnos nuestros compromisos.Nuestra generación, a la que se leplantea el gran problema de la pro-tección del ambiente, comprendemejor que las generaciones ante-riores hasta qué punto es actual es-ta exigencia.

Albert Schweitzer se da cuenta,naturalmente, de que ese principiobásico se halla en contradiccióncon la realidad. Porque en la natu-raleza un ser vive dependiendo deotro y el mismo hombre no puedemantenerse en vida sino depen-diendo de las plantas y de los ani-males.

Pero quien se siente comprome-tido por esta severa exigencia com-prende su responsabilidad. Ya nosentirá prejuicio alguno ante la vi-da de otro por despreocupación opor su comodidad personal. Por elcontrario, se esforzará siempre poractuar con discernimiento y con-ciencia. Cuanto más un hombre e-difique su vida cotidiana sobre talbase, más conseguirá dar un senti-do a su vida y a la de su ambiente.Porque en todo instante habrá dedecidir en plena conciencia lo quetendrá que hacer para actuar bien.

Para Albert Schweitzer es evi-

dente que el respeto a la vida no es,en fin de cuentas, más que el men-saje que hemos encontrado en Je-sús. Por ello dijo:

"La ética del respeto a la vidacomprende en sí misma todo lo quecubren las nociones de amor, dedevoción, de participación en el su-frimiento y en las alegrías y de em-peño por el bien". O, simplemente:"La ética del respeto a la vida es laampliación de la ética del amor. Esel pensamiento esencial de la éticade Jesús".

Así pues, Albert Schweitzar es i-gualmente un Buen Samaritano enel dominio espiritual. Ayuda a loshombres a dar un sentido a sus vi-das, por su dedición a todas lascriaturas y para tomar bajo su res-ponsabilidad sin límites todo loque vive.

Cuando Schweitzer se vio negarel derecho a trabajar en el hospital,durante la primera guerra mundial,

pasó algunos meses en una casa enCap Lopez, cerca del mar; despuésfue transferido a Francia en 19l7.Tras haber pasado por dos camposde concentración, volvió completa-mente agotado a Alsacia, atrave-sando Suiza. Cuando por fin se res-tableció, trabajó como asistentemédico en el hospital civil de Es-trasburgo y reanudó sus antiguasfunciones de pastor en la iglesia deSan Nicolás.

En 1920, pasada la Pascua, Al-bert Schweitzer fue a Upsala, enSuecia, invitado por el arzobispoNathan Soderblom, para pronun-ciar unas conferencias en la univer-sidad de aquella ciudad. Se suce-dieron conferencias y conciertostanto en Suecia como en Suiza, quele permitieron enjugar las deudascontraídas para el mantenimientodel hospital durante la guerra. Almismo tiempo, maduró la idea devolver a Lambaréné.

En 1921 se publicaban sus re-cuerdos de Africa con el título: "Alborde de la selva virgen". Los pen-samientos que desenvuelve en la o-bra pueden ser útiles todavía parala solución de los problemas de a-yuda al desarrollo, que hoy se hanhecho tan críticos. También en esteterreno Albert Schweitzer es unBuen Samaritano.

En 1922, mientras avanzan suspreparativos para su nuevo viaje aAfrica, Albert Schweitzer hace laúltima corrección antes de impri-mir las conferencias que había ex-puesto en Birmingham sobre "Elcristianismo y las religiones mun-diales". Antes de partir, escribe aúnla conclusión de su libro "Recuer-dos de mi infancia". En las dos o-bras trata de problemas que son ysiguen siendo el centro de nuestraspreocupaciones.

El 14 de febrero, Albert Schweitzer abandona Estrasburgoy el 19 de abril vuelve a encontrar-se en la Misión, en Andende. Delhospital no queda más que una pe-queña barraca en chapa ondulada yel esqueleto de una de las grandescabañas en bambú. Las demásconstrucciones se habían podrido ose habían derrumbado con el pasode los años.

Por eso los meses que siguen sondedicados a la reconstrucción. Enotoño de 1925, el hospital puede yaacoger a ciento cincuenta enfermosy a sus acompañantes. Una gran

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hambre y una epidemia de disente-ría obligan a Albert Schweitzer atrasladar el hospital a un espaciomás amplio. Con el corazón entris-tecido decide construir por terceravez un hospital tres kilómetros másarriba. El 21 de enero de 1927, seprocede al traslado de los enfermosdel viejo hospital a los nuevos edi-ficios. Durante el verano construyeotras casas, de manera que hay su-ficiente espacio para alojar a dos-cientos enfermos con quienes losacompañan.

Como Albert Schweitzer está fe-lizmente rodeado de médicos y en-fermeras competentes, bien puedeel 21 de junio de 1927 tomarse unanecesaria vacación en Europa.También ahora es acaparado porviajes durante los cuales da con-ciertos y conferencias. Durante e-sos ocios, trabaja en "La Místicadel Apóstol Pablo", cuyo últimocapítulo escribirá durante su viajede regreso a Lambaréné en diciem-bre de 1929.

Como el hospital es ahora cono-cido en un radio de cientos de kiló-metros, Albert Schweitzer se en-cuentra de nuevo, en su tercera lle-gada, frente a trabajos de construc-ción.

A finales de enero de 1932, re-gresa a Europa y el 22 de marzo, enFrancfort del Main, pronuncia eldiscurso conmemorativo del cente-nario de la muerte de Goethe, trashaber obtenido, en 1928, el premioGoethe. Llama la atención sobre elgran sentido humanitario de Goet-he, de este hombre que, tantas ve-ces, en la selva virgen, se la apare-cía como un "sonriente consola-dor".

En 1949, Albert Schweitzer rea-liza su primer viaje a los EstadosUnidos. La gran generosidad de losamericanos y los dones recogidosen Europa le permiten iniciar laconstrucción de un poblado paraleprosos. En 1951, recibe el Pre-mio de la Paz, de los libreros ale-manes, y es nombrado miembro dela Academia de ciencias morales ypolíticas. En 1953 recibe el PremioNóbel de la Paz correspondiente alaño 1952. Con el dinero del premiole es posible cubrir con chapas on-duladas las casas del poblado de le-prosos, con lo que resultan más du-raderos.

En 1954 se inaugura el poblado,que lleva el nombre de "Village

Lumière". Este poblado procura unpoco de luz en la vida sombría deaquellas gentes tan duramente pro-badas. Por algo dicen sus habitan-tes que para los enfermos ordina-rios, Albert Schwitzer ha construí-do un hospital, pero que a ellos lesha dado un hogar. Aquí, de modoparticular, se ha distinguido comoBuen Samaritano.

El Premio Nóbel de la Paz se leentrega a Albert Schweitzer el 4 denoviembre de 1954, en Oslo, pre-mio que se le había otorgado en suausencia. Aprovecha la ocasión pa-ra atacar una vez más a la guerra,insistiendo en el hecho de que erainhumana y el peor de los males.Este discurso fue impreso con el tí-tulo "El problema de la paz en elmundo de hoy" y, al cabo de los a-ños puede comprobarse que no lefalta actualidad.

La amenaza de una guerra ató-mica hizo salir a Albert Schweitzerde la reserva de que había dadoprueba hasta entonces acerca de e-sos acontecimientos. El 23 de abrilde 1957, lanza desde radio Oslo un"llamamiento al mundo" en favordel cese de los experimentos ató-micos. Las conversaciones sin re-sultados entre Estados Unidos yRusia le incitan, los días 28,29 y 30de abril de 1958, por tras vecesdesde radio Oslo, a intentar unavez más sacudir la conciencia delmundo. Esos tres discursos apare-cen en forma de libro titulado "Pazo guerra atómica".

Cuando se reanudan los experi-mentos atómicos, tras un parénte-sis de dos años, Albert Schweitzer,en colaboración con Bertrand Rus-sel, Martin Niemoller, RobertJungk y otros, redacta un "Llama-miento a todos. Los experimentosatómicos no contribuyen a la paz".Ese llamamiento fue publicado enla Pascua de 1962 Se subrayabaque no existía justificación paramantener una polución radioactivade la atmósfera y por todo el mun-do. Con gran alegría suya, le fuepermitido vivir por lo menos el fi-nal de las pruebas de armas atómi-cas en la atmósfera Desgraciada-mente, la actualidad nos muestraque ese problema no ha encontradotodavía solución aceptable.

En 1959, Albert Schweitzervuelve por cuarta vez a Lambaré-né. El hospital alberga en perma-nencia a unas 600 personas. El nú-

mero de enfermos aumenta cons-tantemente.

El 14 de enero de 1965 trae alnonagenario felicitaciones y bue-nos deseos del mundo entero. Has-ta mediados del mes de agosto pue-de gozar de ser todavía dispuesto yalerta. Después, sus fuerzas decli-nan rápidamente. El 4 de septiem-bre de 1965, a las once y media dela noche, se extingue. El 5 de sep-tiembre, a las tres de la tarde, es en-terrado, rodeado por toda la gentede la región.

Pero su obra y su pensamientosiguen dando sus frutos. Y esa rea-lidad se hará cada vez más precio-sa a medida que los hombres medi-tan más en lo que escribió un hom-bre joven después de una visita aLambaréné: "No me llamo AlbertSchweitzer y no pienso en absolutover los periódicos hablar de mí, pe-ro no consigo separarme de la de-manda: ¿dónde me espera mi Lam-baréné?"

Los escritos dejados por AlbertSchweitzer a su muerte y que yahan sido publicados o que están envísperas de serlo, nos muestran quesu pensamiento sigue siendo actualy sorprende al lector.

El hospital de Lambaréné haquedado también como un vivo e-jemplo de ese cristianismo y de laacción que es origen de su crea-ción. Quienes trabajan allí en situa-ciones difíciles, que ofrecen susservicios a quienes son menos feli-ces, y los generosos donantes quepermiten el funcionamiento delhospital, muestran de modo signi-ficativo que el llamamiento de Je-sús a seguirle sigue siempre escu-chado.

En una época en la que tantoshombres dudan del sentido de la e-xistencia y a duras penas puedenencontrar su camino, la vida y elpensamiento de Albert Schweitzerpueden ser una ayuda preciosa.

El camino que conduce a una vi-da de plenitud, está abierto a todosaquellos que se reconocen en estadefinición de Albert Schweitzer,referida al destino del hombre: "Suvocación consiste en ser, ya en estemundo imperfecto, un vector del a-mor de Dios".

Rev. P. RICHARD BRULLMANNPresidente de la Asociación Internacional

para la obra del Dr. Albert Schweitzeren Lambaréné (Suiza)

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Volvió famosa como "la Señoracon la lámpara", inclinada con lalinterna en su mano mientras vela-ba y curaba a los soldados inglesesen los hospitales de campo de laguerra de Crimea del'año 1854.

Efectivamente su experienciadirecta con heridos y enfermos separa aquí, a los meses transcurri-dos en el frente de Crimea que lavolvieron famosa e iniciaron cons-truyendo su figura pública, trans-formándola casi en un mito.

Pero otros son los aspectos porlos que hoy en día los que se ocu-pan de asistencia a los enfermos, amenudo sin saberlo, siguen lashuellas trazadas por FlorenceNightingale.

Florence nació el 12 de mayo de1820 en una famiglia noble y rica,pero sobre todo muy culta: por elsalón de casa Nightingale pasaronlos intelectuales más famosos deFrancia, Italia y América.

Entre los 20 y los 30 años se ma-nifestó en ella un interés por el cui-dado hacia los enfermos, por losque se sentía atraída como si fueseuna misión religiosa.

La primera ocasión para ejercerpúblicamente su vocación le fue o-frecida a Florence Nightingale porSydney Herbert, amigo de familiay ministro de la Guerra. En el octu-bre de 1854 los artículos del co-rresponsal del Times de la guerrade Crimea cayeron como bombassobre las mesas de los burgueses yde los nobles ingleses, o sea de a-quella parte de población que leíalos periódicos: se describían concrueldad los sufrimientos de lossoldados, poniendo el dedo en lallaga sobre la total inadecuación dela asistencia sanitaria en el ejérci-to. El gobierno, empeñado en unaguerra acogida por la opinión pú-

blica con grandes empujes de pa-triotismo y fuertes expectativas,estaba en dificultad por las críticasque le llegaban de varias partes.Herbert encargó a Florence Nigh-tingale que seleccionase y recluta-se a un grupo de enfermeras y quese marchase con ellas para el fren-te; el ministro intuyó que podíacontar sobre una de las dotes prin-cipales de la Nightingale, es decirsu capacidad de organización.

Por primera vez en la historia in-glesa, unas mujeres (en total 38,entre las cuales 14 laicas, 10 mon-jas católicas y 14 religiosas protes-tantes) fueron llamadas oficial-mente para desarrollar un papel ac-tivo en un teatro de guerra. Las di-ficultades no fueron pocas y conti-nuo fue el choque con los oficialesdel ejército, que no tenían la inten-ción de ceder absolutamente nadade su poder de toma de decisiones,ni siquiera en materia de salud. A-demás, el carácter autoritario deFlorence Nightingale, la obstina-ción con la que sostuvo sus con-vencimientos y las críticas hacia elejército en cierto no la ayudaron aser bien aceptada durante aquellamisión.

Mientras en Crimea los oficialesy los médicos del ejército entrancotidianamente en polémica con laNightingale, en la patria empieza aasumir forma el mito de la Señoracon la lámpara. La guerra es enton-cescontada por capítulos en una re-vista popular, la "Illustrated His-tory of de Expedition to the Cri-mea", ilustrada con dibujos quedescribían con imágenes los episo-dios más importantes; en el mes defebrero de 1855, la revista publicóel retrato de una joven señora conuna cruz colgada al cuello y unalinterna en su mano; no tenía nom-

bre, porque quería ser un símbolode las mujeres inglesas que se em-peñaban a favor de la patria y tam-bién porque por el momento Flo-rence Nightingale era conocida so-lamente por un círculo restringido.Pero cuando regresó a Inglaterraen la primanera de aquel año su fa-ma creció en poco tempo. Fue laprimera mujer que recibió la me-dalla de la reina por los serviciosprestados a la nación; sus imáge-nes estereotipadas se multiplicaronen las revistas de mayor difusión.

El gobierno le pidió que redacta-se un informe sobre el trabajo de-sarrollado en Crimea. Contestócon un testo de más de 800 pági-nas, decidida, como afirmó ellamisma, "a vengar a los miles demuertos por enfermedad que sehabrían podido salvar en el casoque hubiesen sido bien curados".Una de las características de Flo-rence Nightingale era la de ir másallá de hechos individuales, paraintentar comprender las causas defondo de un problema y encontrarpor lo tanto las soluciones más a-decuadas. Por lo tanto, en el infor-me no se para a hablar de cada unode los hechos individualmente, si-no que critica la general desorga-nozación e inadecuación del servi-cio sanitario del ejército; los nú-meros de la guerra, por un lado,hablan claro: fueron matados 2700soldados en batalla, 1800 fallecie-ron por las heridas, pero la mayorparte de los muertos (alrededor de17.000) se debió a las enfermeda-des contraídas en un clima muy di-ferente del inglés y en condicioneshigiénicas pésimas.

La experiencia de Crimea per-mitió a Florence de empezar a de-finir su propio concepto de asisten-cia sanitaria, basado sobre la idea

SUSANNA AGNELLI

Florence Nightingale

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fundamental de "prevención": lalimpieza, la correcta alimentaciónla buena aeración de los ambientesestán a la base de la salud.

El interés por los tratamientossanitarios no era una exclusiva ob-sesión personal de Florence Nigh-tingale. La que ya se llamaba "ideasanitaria" desde 1840 aproximada-mente inspiró a filántropos, hom-bres políticos y poetas; era la situa-ción política de Inglaterra en unperíodo de grandes y rapidos cam-bios que impuso en el debate pú-blico la preocupación por las con-diciones de vida de las clases po-pulares, y la búsqueda de maneraspara mejorarlas. La expansión dela industria transformó los barriospopulares de muchas ciudades in-glesas en zonas superpobladas einsalubres con casas sin ningún ti-po de higiene. Numerosas investi-gaciones sobre las condiciones enque se encontraba el pueblo refle-jan una sociedad urbana en buenaparte pobre, frecuentemente enfer-ma, justo a causa de la miseria dela vida cotidiana.

Los hospitales eran reservadospara los pobres, mientras que losque podían permitírselo se hacíancurar en casa por su médico. Lascondiciones de la asistencia hospi-talaria eran desastrosas y un núme-ro muy alto de pacientes moríadentro de las primeras 24 horas dehospitalización. Habiéndose inser-tado en el movimiento de opinióny el las iniciativas concretas quetendían a mejorar esta situación,Florence Nightingale contribuyóde manera determinante en el naci-miento de la moderna profesión deenfermera, hasta el punto que in-cluso hoy en día los manuales delas escuelas de formación para en-fermeras la proponen como pione-ra e innovadora.

En 1860, financiada por un fon-do gubernamental administradoautónomamente por ella, nació laEscuela Nightingale para enferme-ras. Se trata no solamente de cons-truir una figura profesional hastaaquel momento inexistente, sinotambién y sobre todo de eliminarel perjuicio que considera a las en-fermeras ignorantes y de morali-dad dudosa, frecuentemente exprostitutas.

En el mismo período se abrierontambién otras escuelas para la for-mación de las enfermeras, pero en

la mayor parte de los casos el enfo-que y los programas se inspiran enel "método Nightingale". Florencedefinió cuidadosamente las tareascotidianas y los métodos de traba-jo, tratando de aclarar la diferenciade papeles y funciones entre médi-cos y personal enfermerístico. Du-rante el período de prácticas en elhospital se redactaban cada mespara cada enfermera articuladas fi-chas personales donde estaban in-cluidas ya sea las capacidades téc-nicas, ya sea las dotes morales ypersonales (por ejemplo, puntuali-dad, fiabilidad, tranquilidad). En

sus escritos, Florence Nightingaleafirmaba que el trabajo de enfer-mera es un arte que se adquierecon la práctica y la disciplina a tra-vés de una formación moral y noes una simple recogida de conoci-mientos técnicos.

En la fase de planteamiento de laescuela, Florence envió cuestiona-rios complejos a diferentes institu-ciones en Francia y en los Países a-lemanes, para adquirir conoci-mientos sobre sus sistemas de for-mación de enfermeras.

Durante aquellos años se está e-fectivamente consolidando la cien-cia estadística aplicada a proble-máticas sociales; cualquier afirma-ción adquiere peso y credibilidadpública solamente si es apoyadapor datos y cifras. Dotada de unamentalidad fuertemente científicay acostumbrada por carácter a ac-tuar sin medias medidas, FlorenceNightingale elabora y sostiene sus

posiciones sobre la base de enor-mes cantitades de datos que recogepersonalmente. Vuelven famososy temidos sus cuestionarios com-puestos por centenares de pregun-tas, con los que inundó Inglaterra,las colonias del vasto imperio in-glés y los demás países europeos.

La Escuela Nightingale queríapermitir el acceso a la profesión deenfermera para mujeres de todaslas condiciones sociales y econó-micas. Por esto, las inscritas eransubdivididas en cinco categorías,entre las que reciben una retribu-ción y las que pagan comida y alo-jamiento, ya que la escuela estabaestructurada como un colegio resi-dencial; la formación en sí era encambio gratuita para todas.

Si al comienzo la escuela tuvodificultades en encontrar alumnas,a medida que pasaban los años cre-cían el número de mujeres que seinscribieron no sólo en la Nightin-gale y en otras escuelas para enfer-meras, sino también en muchos o-tros cursos de formación profesio-nal. En los últimos veinticinco a-ños del siglo XIX el elemento fe-menino de la sociedad inglesa lle-vó a cabo un giro en su historia.

Cada vez más las mujeres salende su casa: la industrialización ha-bía quitado muchas oportunidadesde trabajo artesanal a domicilio;pero ahora no son ya solamente lasproletarias sino también las seño-ras de la pequeña y mediana bur-guesía las que buscan un espacioen el mundo laboral.

Mientras tanto va hirviendo lalucha por el voto a las mujeres;Florence Nightingale firmó variaspeticiones presentadas por las "su-fragistas", pero no participó direc-tamente en las campañas de lucha;en parte porque pensaba que sumisión social era otra, pero sobre-todo porgue era escéptica sobre lamadurez política de las mujeres:temía que, una vez obtenido el vo-to, las mujeres habrían tenido queseguir a sus maridos en las divisio-nes entre partes políticas en lugarde sostener los interes femeninosespécificos. Por otra parte, Floren-ce nunca tuvo dudas sobre las ca-pacidades de los mujeres y sobresu derecho por una vida autónoma;escribió en su diario en 1852: "Notengo la mínima intención de que-darme en casa con las manos cru-zadas... Saldré y buscaré un traba-

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jo. El hombre nace para el mundo,la mujer para la famiglia. La mujerdebe nacer para el mundo para en-contrar alegría y para ejercer suscapacidades".

Una de las ideas directrices detoda la actividad de FlorenceNightingale, o sea le necesidad deformación para el personal sanita-rio, encuentró una aplicación tam-bién en el delicado sector de la a-sistencia para el parto. Como entodas las divisiones de los hospita-les, en la Inglaterra de la mitad delsiglo XIX, también en las divisio-nes de maternidad se evidenciabaun elevado índice de mortalidadentre las puérperas; es más, los da-tos estadísticos indicaban que enlos hospitales se moría de partomucho más que en casa. Muchosestudiosos de problemas sociosa-nitarios entre los cuales FlorenceNightingale consideraban que eramás conveniente eliminar las divi-siones de maternidad, reemplazán-dolas con un servicio de comadro-nas a domicilio. Pero se presentabael problema de proporcionar a lasmujeres que dan a la luz en casa u-na ayuda por parte de comadronasque estén adecuadamente prepara-das. También en este campo, comopara las enfermeras, FlorenceNightingale quiso transformar unaprofesión ejercida por mujeres fre-cuentemente ignorantes en unaprofesión moderna y basada sobreconcimientos científicos.

En 1862, Florence Nightingalelanzó un curso de formación paracomadronas con una duración de 6meses. La escuela tenía una doblefinalidad social; por un lado, diri-gir la formación sobre todo a can-didatas de las clases populares re-sidentes en el campo; por el otro,las comadronas tituladas teníanque empeñarse en trabajar durantecuatro años en las casas de los po-bres de sus zonas, con un sueldoproporcionado por la parroquia.

Desde el punto de vista de losresultados concretos e inmediatos,la iniciativa no puede decirse quefue un éxito. Durante los cinco a-ños de actividad la escuela formósolamente a 40 comadronas; lasinscripciones eran pocas, ya seaporque las parroquias en el campono estaban en grado de ayudar asus candidatas, así como porquelas mujeres que ya ejercían estaprofesión no podían permitirse de-

jar el trabajo durante los seis me-ses de la formación. No obstanteesto, Florence Nightingale tuvo lacapacidad de transformar en públi-cas sus iniciativas y de suscitar elinterés y el debate alrededor de losprincipios que las inspiraban. En elcaso de la escuela para comadro-nas, tuvo el mérito no indiferentede haber llamado la atención delpúblico y de los facultativos sobrela necesidad de mejorar la asisten-cia al parto. Pero faltaban 40 añospara que la obstetricia fuera ofi-cialmente reconocida como profe-sión y reglamentada por una ley

específica.La atención de Florence Nigh-

tingale por el tratamiento de las ca-pas más pobres la llevó inevitable-mente a participar en el gran deba-te político de los años entre 1860 y1870 acerca de las leyes sobre lapobreza, dirigidas en particular enreglamentar las instituciones queacogen a desamparados, locos yenfermos.

Por el hecho de ser pobres, y amenudo ancianas, solamente enLondres vivían alrededor de20.000 personas encerradas en"Workhouses", hospicios dondelos que podían trabajabar, a cam-bio de comida y alojamiento; másde un tercio de los huéspedes mo-rían por inadecuación del trata-miento. Se formó una asociaciónpara la Mejora de la Asistencia En-fermerística en las Workhouses, a-poyada por personajes importantescomo Charles Dickens, John S-

tuart Mill, y la misma Nightingale;en los años siguientes al 1870 fuelanzado un programa guberna-mental para la construcción denuevos hospicios para enfermospobres, pero los trabajos fueronmuy lentos y chocaron con la faltade fondos y con varios obstáculosburocráticos.

La mayor parte del personal for-mado en la Escuela Nightingalefue enviado a trabajar en las enfer-merías de las Workhouses y contri-buyó a hacer sí que fuesen un pocomenos inhumanas. Bajo este puntode vista la Escuela desarrolló unpapel de gran utilidad social, tam-bién porque las enfermeras forma-das en otros cursos preferían lostrabajos más remunerativos en loshospitales.

Pero la posición de FlorenceNightingale era diferente de la deotros reformadores por su radica-lismo en la cuestión de workhou-ses. Según ella, aunque era funda-mental mejorar la asistencia enfer-merística ofrecida por estas institu-ciones, el problema residía en lamisma existencia de las workhou-ses. Escribió en 1867: "Según mipunto de vista, la última finalidadde toda mi actividad enfermerísti-ca es el servicio a los pobres en suscasa... Yo tiendo a abolir todoshospitales y las enfermerías de lasworkhouses. Pero es in útil hablardel año 2.000".

Cercana a parte del debate y delas iniciativas sociales en cursojusto al umbral del año 2.000, Flo-rence Nightingale dedicó mucha a-tención al problema de la asisten-cia enfermerística domiciliar.Cuando en el año 1874 el parla-mentario Rathbone le pidió quecrease en Londres una asociaciónde enfermeros domiciliares, Flo-rence Nightingale respondió queantes era necesario realizar una en-cuesta para verificar la magnitudde esta necesidad. A través de ladistribución de uno de sus usualesy voluminosos cuestionarios, re-sultó que en Londres existían ya26 asociaciones que se ocupabande la asistencia enfermerística adomicilio y que eran gestionadaspor benefactores laicos o gruposreligiosos; lo que faltaba era una a-decuada formación profesional pa-ra enfermeras. Normalmente las a-sociaciones enviaban en las casasde los pobres a una señora de cari-

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dad, acompañada por una mujerdel pueblo, ambas con escasos co-nocimientos médicos y ningúnmétodo de trabajo preciso.

En el mes de abril de 1876, Flo-rence Nightingale escribió al Ti-mes para lanzar una campaña de a-poyo financiero para su recién na-cida asociación dirigida a la for-mación de enfermeras domicilia-res para enfermos pobres; en el co-mité promotor estaba integradopor médicos, reformadores y par-lamentarios. Fueron abiertas 3 es-cuelas de formación. A las alum-nas se le pedía un nivel socio-cul-tural medio-alto, ya que se encon-trarían trabajando en condicionesdifíciles y que debían estar en gra-do de organizar y administrar sutrabajo de modo muy autónomo;además, según la idea de FlorenceNightingale, asistencia domiciliarno significa simplemente propor-cionar tratamientos a domicilio encaso de enfermedad, sino que laenfermera debía estar en gradotambién de transmitir a los pacien-tes las informaciones sobre nor-mas higiénicas y sobre el uso delas oportunidades sanitarias a sudisposición.

Las difíciles cuestiones socialesde la Inglaterra de la segunda mi-tad del siglo XIX fueron enfrenta-das en su mayor parte tanto en eldebate teórico, como por lo queconcierne las intervenciones con-cretas por parte de los ciudadanosy asociaciones privadas. No obs-tante, los reformadores liberalesradicales consideraban que era ne-cessaria una mayor implicación di-recta del Estado en la asistenciapara las clases más pobres. Floren-ce Nightingale compartía estas po-siciones, hasta el punto que a lolargo de los años, a pesar de acep-tar donaciones ocasionales, casinunca hizo recurso a llamamientospúblicos para apoyar financiaria-mente su escuela; según ella, debe-ría corresponder al gobierno la res-ponsabilidad de la formación delas enfermeras que cuiden a los en-fermos pobres en los hospitales co-mo domiciliarmente .

En ocasión del 75° cumpleañode la reina Victoria, en 1887, seprodujo una ocasión de financia-ción para muchas iniciativas socia-les. Oportunas actuaciones diplo-máticas de reformadores y bene-factores obtienen de la Corona un

fondo para abrir el instituto ReinaVictoria para la formación de en-fermeras domiciliares para los po-bres; los programas de la escuelase inspiraban en las líneas indica-das por Florence Nightingale. La i-niciativa fue un primer paso quellevaría, en el siglo sucesivo, a laformación del sistema nacional deasistencia enfermerística domici-liar.

En los años centrales de su vida,Florence Nightingale participó avarios niveles en la vida pública deInglaterra. Efectivamente, las dife-rentes cuestiones de las que se o-

cupó estaban todos relacionadaspor un único hilo conductor, que e-ra exactamente su interés de siem-pre por la organización de la asis-tencia sanitaria. A lo largo de los a-ños, este tema fue profundizado,extendido y aplicado por FlorenceNightingale en varios ámbitos.

Desde el punto de vista de laspolíticas sociales, como se ha vis-to, su atención fue dirigida hacia elcuidado de las clases pobres. Perotambién en algunos acontecimien-tos de la política internacional in-glesa la voz de Florence Nightin-gale expresó públicamente sus o-piniones, analizando los proble-mas y proponiendo soluciones.

Como la mayor parte de los súb-ditos de la reina Victoria, Florencetambién participó con orgullo en elcrecimiento de Inglaterra comopotencia colonial. En la segundamitad del siglo, el imperio inglésestaba al máximo de su expansión;

como escribe el historiador AsaBriggs, Inglaterra es "el taller delmundo, el lugar de obra del mun-do, el correo del mundo, el ban-quero y el cuarto de compensacióndel mundo".

Para mantener el imperio y lapreeminencia a nivel internacio-nal, el estado inglés se dotó de unejército imponente. La experienciade Crimea permitió a la "Señoracon lámpara" entrar en contactocon las condiciones de vida coti-diana de los militares; desde su re-greso de Crimea en adelante, el in-tento de mejorar la organizaciónsanitaria y la higiene de los cuarte-les será uno de sus empeños cons-tantes. En particular, la afectó lagran cantidad de soldados, recluta-dos en mayoría entre las clases po-pulares, que morían debido a en-fermedades y por falta de trata-miento adecuado; en las coloniasla situación era aún peor por causadel clima y de enfermedades des-conocidas en Inglaterra.

En 1856 Florence Nightingaleobtuvo la institución de una comi-sión gubernamental encargada demejorar las condiciones de vida enlos cuarteles militares de todo elpaís; los conocimientos recogidospor la comisión a lo largo de nu-merosas inspecciones fueron ana-lizados por Florence, que propusouna serie de remedios. Sus indica-ciones llevaron a mejoras que hi-cieron disminuir considerable-mente el percentaje de los solda-dos muertos por enfermedad: en1855, antes del "tratamiento Nigh-tingale" eran 17 por mil, en 1860bajaron a 9,9 por mil.

La revolución anti-inglesa de In-dia de 1857, trastornó el país; lagran cantidad de tropas inmediata-mente enviadas fueron diezmadaspor las enfermedades tropicales.Desde el debate que surgió en elParlamento, en los periódicos y enlos salones sobre la "cuestión hin-dú", se evidenció la necesidad demedidas que no solamente fortale-cieran al ejército, sino que tambiénintroducieran cambios en la orga-nización de la vida civil en la colo-nia.

Florence Nightingale decidiópasar a la lucha y estudiar un siste-ma para mejorar las condicionesde salud y la calidad de la vida delos ingleses en India y de los mis-mos hindúes. Así pues los maravi-

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llados responsables de 200 esta-ciones militares inglesas se vieronllegar desde la madre patria hojasy hojas firmadas por la rara "lady".

El informe sobre los datos reco-gidos fue presentado con éxito en1863 en el congreso de Edimburgode la Asociación Nacional para lapromoción de la Ciencia Social.Ante la presencia del PríncipeConsorte, Florence Nightingale le-yó sus observaciones bajo el sig-nificativo título de "Como las per-sonas pueden vivir no morir en In-dia".

Su plan sanitario incluía la me-jora de la higiene en las casas, mé-todos de regadío y distibución delagua, innovaciones en las técnicasagrícolas. Incluso lanzó la idea depréstamos para los campesinoshindúes gracias a un especial ban-co rural para que pudiesen volverdueños de la tierra que trabajan yregarla con el agua proporcionadaa pago por el gobierno inglés. Flo-rence Nightingale hipotizó de estemodo una transformación de los a-gricultores hindúes sobre el mode-lo de pequeños dueños del campoinglés, pero no tuvo en consideran-ción las profundas diferencias dementalidad y de cultura.

Los problemas de India perma-necerán en su corazón por más deveinte años, pero sus propuestasencontraron escasa aplicación porparte de los gobernadores de la co-lonia.

El "metodo Nightingale" para laformación de personal sanitariollegó también a la colonia inglesamás lejana. En 1866 el nuevo hos-pital de Sydney, en Australia, fueal centro de intensas polémicas porla mala calidad del servicio ofreci-do a los pacientes. Pero la fama deFlorence Nightingale ya había lle-gado al otro lado del océano: parasolucionar el problema, el secreta-rio colonial de la región, sir Wi-lliam Parkes, pidió a la EscuelaNightingale un grupo de enferme-ras que estuviesen dispuestas atrasladarse hacia Australia; se mar-charon seis e inauguraron tambiénen el hospital de la ciudad austra-liana el método de trabajo que po-co antes había sido introducido enla madre patria.

Después de 1890 FlorenceNightingale ya no se lanzó en ini-ciativas públicas; vieja y enferma,se limitó a participar en el debate

sobre cuestiones sanitarias escri-biendo cartas largas desde el dor-mitorio de su casa.

Muchas de las condiciones quele habían empujado a luchar porsus batallas habían cambiado. Conlos nuevos conocimientos científi-cos sobre la higiene y la difusiónde las infecciones el servicio ofre-cido por los hospitales había mejo-rado; en las divisiones se moríamás raramente; los pacientes ya noson sólo los pobres, sino tambiénuna parte de la burguesía se haciahospitalizar a pago.

La Escuela Nightingale ya noestá en condición de actualizar laformación adecuándola a los cam-bios que se han verificado en unsector que la escuela había contri-buido a hacer nacer y hacer sí quefuese más moderno.

Florence Nightingale murió el13 de agosto de 1910.

Pero cierto no murió su heren-cia.

Florence Nightingale en efectono se limitó, en su vida terrena, enincidir profundamente y con efica-cia en el campo de la asistencia sa-nitaria, sino que atribuyó a su obraun valor de ejemplo universal eimperecedor.

La de Florence Nightingale fueuna gran herencia cristiana.

En sus acciones, el persegui-miento del progreso científico ymaterial siempre fue acompañadopor la máxima atención por el serhumano, por su dignidad moral yespiritual.

Estos son, a mi parecer, los sig-

nificados más altos de su herencia:La centralidad del individuo en elprogreso científico y la prioridadde las necesidades del enfermo enel désarrollo de la asistencia sani-taria.

Florence Nightingale nos ense-ña que el fin último, tanto de la in-vestigación científica, como de lostratamientos médicos, debe ser elde ponerse al servicio del hombre,para aliviar los sufrimientos terre-nos.

Nos invita a mirar al puro y fríoresultado científico, sino a las rea-les e impagables vidas que pode-mos salvar.

Nos recuerda que son los enfer-mos, con su dignidad Humana,más que las enfermedades, en unaabstracta visión científica, los ver-daderos destinatarios de nuestrasatenciones.

Por esto siempre he admirado aFlorence Nightingale: una mujercon una gran visión intelectual yde profundo espirito cristiano queha podido indicar la via para fundirlos principios hipocráticos con elamor del Buen Samaritano.

La sociedad contemporanéa sehalla frente a decisiones dificilísi-mas. En el obscuro de la todavíano resuelta relación entre los valo-res ético-espiritualesy el progresomédico-científico, el faro de la he-rencia de Florence Nightingale esuna luz de esperanza para todosnosotros.

On.le SUSANNA AGNELLIMinistro de Asuntos Exteriores de Italia

235VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Henry Dunant es, sin duda, unode los buenos samaritanos denuestro tiempo: su acción y sumensaje, profundamente cristia-no, a la vez que universales e inde-pendientes de toda religión, si-guen marcando nuestra época.

En efecto, Henry Dunant fue almismo tiempo

1) un cristiano comprometidoque, a lo largo de toda su vida,transmitió, con su fe y con sus o-bras, el mensaje cristiano de amorfraternal entre todos los seres hu-manos, incluso en medio de laguerra, incluso entre enemigos;

2) un Buen Samaritano activo:como el samaritano del Evangelio,Henry Dunant descubrió en unviaje una situación de apremiantesufrimiento que era preciso ali-viar; se detuvo, improvisó, movi-lizó, organizó, dejó de lado lo ac-cesorio para centrarse en lo esen-cial;

3) un comunicador: supo movi-lizar a la opinión pública de su é-poca escribiendo un libro, "Re-cuerdo de Solferino", testimoniodel sufrimiento y del abandono demiles de soldados heridos en elcampo de batalla, el 24 de junio de1859, e instó a la acción con el e-jemplo del "Buen Samaritano deSolferino";

4) un diplomático: convirtién-dose en peregrino de lo humanita-rio, convenció a los principalesGobiernos de su época de que a-ceptaran la creación de las Socie-dades Nacionales de la Cruz Rojay de que negociaran, y posterior-mente firmaran, el I Convenio deGinebra de 1864;

5) el creador de una red de bue-nas voluntades: como el samarita-no de la parábola, supo movilizarno sólo en el momento, sino tam-

bién a largo plazo: partiendo de unacto aislado, su acción se conver-tió en modelo, se extendió de unpaís a otro, llegó a todos los ámbi-tos, a todos los continentes;

6) un universalista: como el sa-maritano del Evangelio, su mensa-je y su acción humanitaria eran in-condicionales, superaron todos losprejuicios políticos y religiosos, seprodigaron sin discriminación:consecuencia y testimonio de elloes la universalidad actual del dere-cho humanitario y del Movimien-to de la Cruz Roja y de la MediaLuna Roja;

7) un idealista y un realista: sa-bía que la caridad no sustituye a lajusticia, ni lo humanitario a la paz(Henry Dunant recibió el primerPremio Nobel de la Paz en 1901),no obstante, mantuvo estas dosposturas diferentes;

8) un socorrista comprometidoque supo mantenerse neutral: tan-to en Solferino, el año 1859, comomás tarde en Francia, en 1870 y1871, Henry Dunant sentó un e-jemplo que todavía inspira alCICR en los treinta conflictos enlos que presta ayuda: el gesto hu-manitario concreto, neutral e im-parcial, en favor de todas las víc-timas de la guerra, sin distinción,como hermanos: "Tutti fratelli",decían las mujeres que estabancon él en la iglesia Mayor de Cas-tiglione.

El mensaje y la acción de HenryDunant, fallecido el 30 de octubrede 1910, el mismo año que Flo-rence Nightingale y que LeónTolstoi, dos personalidades que éladmiraba, siguen siendo actuales:su gesto humanitario se perpetúapor medio del CICR, el ComitéInternacional de la Cruz Roja, delque fue uno de los cinco miem-

bros fundadores, de las Socieda-des Nacionales de la Cruz Roja,cuya creación preconizó y promo-vió, así como de su Federación; enel derecho internacional, los Con-venios de Ginebra representan elderecho de las víctimas de losconflictos a recibir protección yasistencia; el emblema de la cruzroja, al igual que el de la media lu-na, aceptado posteriormente, es elsigno universalmente reconocidodel respeto debido a los heridos, alos enfermos, al personal que loscuida, a los vehículos que lo trans-portan y a los edificios que los al-bergan. Estos dos emblemas sim-bolizan actualmente la acción hu-manitaria.

El gesto de Solferino no debeprodigarse solamente en tiempode guerra, sino también en tiempode paz, a fin de socorrer a las víc-timas de catástrofes naturales o dedesastres. Esta es la función quedeben asumir las Sociedades Na-cionales de la Cruz Roja y de laMedia Luna Roja y su Federación.

Esta acción y este derecho, na-cidos en Solferino, son los que de-bemos perpetuar y reforzar, si-guiendo el ejemplo del Buen Sa-maritano que fue Henry Dunant,para garantizar, incluso en los mo-mentos de mayor violencia, el res-peto de la vida y de la dignidad decada ser humano, mediante la ac-ción humanitaria concreta en fa-vor de las víctimas, la proclama-ción de los Principios Fundamen-tales, y la codificación y la aplica-ción del derecho internacional hu-manitario.

Si la obra de Henry Dunant haperdurado desde Solferino hastanuestros días, no se debe solo alrecuerdo de un gesto digno delbuen samaritano de la parábola de

CORNELIO SOMMARUGA

Henry Dunant

236 DOLENTIUM HOMINUM

Cristo, de un gesto arraigado en unMovimiento mundial, refrendadoen una normativa internacional,sino también a que esta acción es-tá firmemente anclada en los Prin-cipios Fundamentales, que garan-tizan su autenticidad y su eficacia.Estos Principios Fundamentalesfueron proclamados, hace apenastreinta años, por la XX Conferen-cia Internacional de la Cruz Roja,celebrada en Viena el año 1965.

Permítanme citarles y comen-tarles brevemente esos siete Prin-cipios, que siguen la línea marca-da por la acción y el mensaje deHenry Dunant, y por el espíritu delBuen Samaritano del Evangelio:

. Humanidad: el principio dehumanidad - que exige prevenir yaliviar el sufrimiento de los hom-bres en toda circunstancia - estápresente en todas las religiones, entodas las tradiciones, en todas lascivilizaciones, en todos los movi-mientos filosóficos. Hoy, lo esen-cial es comprender que la humani-dad entera es una única famiglia,sea cual sea la religión, la tradi-ción, la civilización o la filosofía aque se pertenezca.

. Imparcialidad: la imparciali-dad es, al mismo tiempo, el reco-nocimiento de la igualdad de loshombres y las mujeres entre sí, laexigencia de que las prestacionessean equitativas y en proporción a

las necesidades y una actitud im-parcial, sin prejuicios ni preferen-cias, como el buen samaritano, co-mo Henry Dunant en Solferino.

. Neutralidad: el hecho de abs-tenerse de tomar parte en las con-troversias de orden político, ra-cial, religioso o ideológico permi-te conservar la confianza de todos,reconocer solamente a seres hu-manos que precisan ayuda y pro-tección, sin discriminación. Ni elbuen samaritano Henry Dunant niel CICR actualmente, pretendenser jueces, ni de los que han causa-do los sufrimientos ni de los queno han cumplido su deber de asis-tencia.

. Independencia: toda acciónhumanitaria debe ser independien-te en el plano político, confesionaly económico.

. Voluntariado: este principioexpresa el carácter deliberado ydesinteresado de la acción huma-nitaria.

. Unidad: la unidad es a la vez lacohesión y la armonía, así como laapertura, sin discriminación, delas Sociedades Nacionales de laCruz Roja y de la Media Luna Ro-ja para reclutar miembros y cola-boradores, que deben desempeñarsus actividades en todo terriorio.

. Universalidad: el espíritu dehumanidad no conoce fronteras,tiunfa siempre y en todas partes.

La Parábola del Buen Samaritano,como el Recuerdo de Solferino deDunant, no son narraciones baldí-as, sino que instan a actuar en fa-vor del prójimo, en todo momentoy en todos los lugares.

La actualidad de Henry Dunantes su mensaje y su acción. Más a-llá de llama de inspiración cristia-na, del gesto de Solferino dignodel samaritano del Evangelio, dela movilización de los medios deinformación, siempre efímera, deldiplomático convincente, del cre-ador de una red de buenas volun-tades en todos los medios socialesy en todos los países, del universa-lista precoz, este mensaje y estaacción de un idealista realista si-guen inspirando hoy a millones dehombres y mujeres, son una espe-ranza ante el desaliento, un gestode vida ante la muerte que nos ro-dea y, en medio de tanto odio, songermen de fraternidad y de paz.

La vida y la obra de Henry Du-nant, Buen Samaritano de nuestrotiempo, siguen siendo signo de es-peranza, testimonio de compasióny de solidaridad. Como escribióVictor Hugo a Henry Dunant:"Usted defiende la humanidad ysirve a la libertad".

Dr. CORNELIO SOMMARUGAPresidente del Comité Internacional

de la Cruz Roja (Suiza)

237VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

En más de treinta países, hay a-sociaciones que llevan su nombrey prosiguen la batalla que él man-tuvo durante toda su vida contra lalepra y contra todas las lepras.

¿Quién es este Raoul FOLLE-REAU en cuyo nombre se movili-za tanta abnegación en personasde todas las edades y de todas lasclases de la sociedad?

Un hombre de corazón inmen-so, un abogado de palabra mági-ca.

Nació en Nevers, en 1903. Suspadres poseían una pequeña in-dustria que trabajaba para la agri-cultura local. No se trataba de unagran fortuna, ni de pobreza, sinode un bienestar simple y funda-mentalmente honesto. En 1914, supadre fue movilizado; cayó muer-to en 1916, en Verdun, y RaoulFollereau tenía entonces 13 años.

En 1920, a los 17 años, publicasus Primeras Poesías y su primerLibro de Amor:

“No hay solamente que vivir,hay que amar.

Porque amar es orar: ¡el amores un bautismo!"

Bienaventurados los que aman,porque el Señor los bendecirá"

En 1923, tiene veinte años ypronuncia su primera conferencia.Es en ocasión de una ceremoniaen memoria de las víctimas de laguerra, y tiene por título: DIOS ESAMOR.

"El corazón es la llave del cielo.Es la gran fuerza del Universo,la sola invencible, la sola crea-

dora...""Amémonos, todo está ahí".Así se definen y se resumen, en

el Amor, toda la filosofía y toda laacción de Raoul Follereau, al mis-mo tiempo que se insinúa su fabu-loso destino en las sendas de la ca-

ridad.En 1924 obtiene las licenciatu-

ras en derecho y en letras. Enton-ces parte a cumplir su servicio mi-litar. Una vez desmovilizado, al a-ño siguiente, en 1925, se casa. Seinscribe entonces como Abogadoen el Foro de París y entra en ungran despacho. Pero la primeracausa que se le da para defender esun divorcio. Abandona el Foro eingresa como secretario de redac-ción en un gran diario parisiense.

En 1927, con algunos amigospoetas, entre los que figuraban misuegro Michel Rameaud y un jo-ven sacerdote que más tarde llega-ría a ser Mons. Ducaud-Bourget,creó su primera organización:

La Liga de la Unión Latinapara la defensa de la civiliza-

ción cristianacontra todos los paganismos y

todas las barbaries.Vasto programa -escribirá más

tarde.En 1929, el Ministerio de Edu-

cación Nacional, que tiene ciertomiramiento para con él por unproblema de examen en el que Ra-oul Follereau había debido exigirla sanción contra un examinadorcuya probidad había sido notoria-mente puesta en duda, le confía u-na misión: buscar las causas de lainfluencia francesa en Sudaméri-ca. Volvió al cabo de ocho mesescon dos pequeños libros. Uno erael informe oficial de su misión; elotro era titulado: "Las leyes anti-religiosas de 1905 han traiciona-do a Francia".

Tanto en uno como en otro, de-cía esto:

"Todos los Religiosos y las reli-giosas que habeis expulsado denuestras escuelas han ido por elmundo, han creado escuelas, cole-

gios, universidades, que se hanmultiplicado, de Buenos Aires aCaracas y de Rio de Janeiro a Val-paraíso. Por todas partes se apren-de el francés y se canta las viejascanciones francesas con las que hesido acogido". ¡No era eso, cierta-mente, lo que se esperaba el Mi-nisterio!

Durante ese viaje, un gran dia-rio argentino, "La Nación", le pideun reportaje "Sobre los pasos delPadre Foucault". Por ello hará di-versos viajes al Sahara y, cada vezque regresa, escribirá artículos ypronunciará conferencias cuyoproducto permitirá completar laBasílica de El Goléa y construirlas Capillas de Adrar y de Timi-moum. Con esta ocasión, la "Ligade la Unión Latina" se convertiráen "Las Fundaciones Charles DeFoucault".

Durante uno de esos viajes, en1935, atravesando el Sahara y lle-gando al Niger, encontrará por pri-mera vez unos leprosos. He aquísu relato del acontecimiento.

"¿Cómo comenzó esta aventuraque ha durado toda mi vida dehombre? ¡por una avería de auto!

Asegurando un reportaje paraun gran periódico argentino, meencontré en el centro de Africa.Nuestro coche había superado esamañana un poblado, cuando tuvi-mos que detenernos para arreglarel motor.

Pronto emergieron de entre lamaleza algunos rostros asustadosy en seguida unos cuerpos faméli-cos. Les grité que se acercaran yalgunos de ellos huyeron; los o-tros, sin duda los más valerosos,quedaron inmóviles, sin cesar demirarme con sus ojos fijos y dolo-rosos".

Dije a nuestra guía: ¿Quienes

ANDRÉ RECIPON

Raoul Follereau.El Apóstol de los leprosos

238 DOLENTIUM HOMINUM

son esos hombres?– Leprosos, me respondió.– ¿Por qué están ahí?– Son leprosos.– Sí, lo he oído. Pero ¿no estarí-

an mejor en el poblado? ¿Qué hanhecho para ser excluídos?

– Son leprosos, me respondióel hombre, taciturno y terco.

– Pero, por lo menos, ¿no loscuidan?

Entonces mi interlocutor hizoun movimiento con los hombros yse alejó, sin decir nada.

Ese día comprendí que existíaun crimen imperdonable, suscep-tible no sé de qué castigo, un cri-men sin recurso y sin amnistía: lalepra".

Poco después entramos en elperíodo inmediatamente anterior ala guerra. La declaración de gue-rra lo encuentra en Argentina. Re-gresa a Francia, es movilizado yen 1940 consigue escapar a la cap-tura. En julio de 1940 para en St-Etienne, en casa de mi suegro, queasume el secretariado de la obradurante toda la guerra.

De 1940 a 1942 recorre todoslos municipios de Francia, pro-nunciando incansablemente lamisma conferencia "Lo que elmundo debe a Francia", para de-volver la confianza a los francesessorprendidos por la derrota que a-caban de sufrir. Con tal ocasión looí por primera vez, a finales del a-ño 1941. Tenía yo entonces 16 a-ños.

Al año siguiente, 1942, la guer-ra se hace total.

– En el plano internacional, to-das las naciones del mundo estándirecta o indirectamente compro-metidas en el conflicto.

En el plano nacional, los france-ses empiezan a dividirse en dosclanes irreductiblemente separa-dos por un odio tan terrible que a-ún dura hoy. Con la inteligenciaque lo caracteriza, percibe clara-mente -en este final del año 1942-que los "mariscalistas" (partida-rios de Petain) y los "gaullistas"(de Degaulle) no se reconciliaránjamás.

El llamamiento de la Madre Su-periora General de las Religiosasde Nuestra Señora de los Apósto-les, en cuya casa se ha refugiado,es una señal, ya que entonces sedeciden a la vez la creación deAdzopé y, en consecuencia, la

"Batalla de la Lepra".Estamos ya en noviembre de

1942. Esa Madre General regresade un viaje difícil y peligroso. Hadescubierto en una isla de la lagu-na de Abidjan una masa de lepro-sos rechazados, abandonados,malditos, sin esperanza.

La Madre concibe entonces elproyecto de construir para ellos unpequeño poblado en plena selvavirgen, para respetar los regla-mentos sanitarios. Cada familiatendrá su pequeño pabellón y sujardín, con lo que tendrán la im-presión de ser libres.

Recuerdo que en esa época nohabía aún ningún tratamiento mé-dico de la lepra, y que la exclusiónde que son víctimas los enfermosde lepra procede tanto del pánicode los sanos, como del abandonopor parte del cuerpo médico y delas prescripciones de los regla-mentos sanitarios.

A imitación del Padre Damian,al que el Santo Padre acaba de ele-var a los altares, sólo religiosos yreligiosas aceptan abandonarlo to-do: familia, amigos, país, para irmuy lejos, a una región a menudoingrata y tórrida, a pasar sus vidascon hombres y mujeres de los quenuestro egoísmo ha hecho unos le-prosos. Estos Misioneros, de losque dos de cada tres eran france-ses, han escrito las páginas másbellas de la caridad.

Para edificar el poblado de losleprosos de Adzopé son necesa-rios fondos. Raoul Follereau seencargará de ello. Durante diez a-ños, acompañado por dos Herma-nas, recorrerá los caminos deFrancia y después los de Bélgica,de Suiza, del Líbano, de Argelia,de Túnez, de Marruecos, del Ca-nadá: ¡mil doscientas conferenciasen diez años! La primera tiene lu-gar el 15 de abril de 1943, en elTeatro Municipal de Annecy.

"Pero la lepra me dominaba ya-escribe. No porque yo fuera toca-do por ella. Más bien era su bie-naventurado prisionero. Habíavisto demasiadas miserias, dema-siados dolores, demasiadas mira-das sin esperanza...".

Las conferencias le valdrán unaenorme correspondencia de enfer-mos, de médicos y misioneros quele escriben más o menos la mismacosa: no hay más que Adzopé enel mundo!

"Millones -se le escribe- son mi-llones los que permanecen sin cui-dados, sin ayudas, sin amor."

Se dispone entonces a recorrerAfrica, Asia y Sudamérica: 35 pa-íses en los que dará 296 conferen-cias y podrá comprobar la exten-sión del mal.

Entonces, el 20 de septiembrede 1952, dirige una petición a laONU:

"El desinterés de las nacionescivilizadas ante este problema estal que, ningún país podría pro-porcionar hoy una estadística, nisiquiera aproximada, del númerode sus enfermos, y se es actual-mente incapaz de fijar, un millónmás o menos, la cifra de los lepro-sos que agonizan en el mundo...

...Desde que recorro el mundo,haciendo encuestas en cada país einterrogando a las personas máscalificadas, he llegado a la certe-za de que existen en el mundo porlo menos doce millones de lepro-sos, es decir, 1 por cada 200 habi-tantes... Para numerosos países,la lepra sigue siendo una enferme-dad vergonzosa. Se esconde a losleprosos. Se les disimula, se lesencierra. Lo mismo en las familiasque en las naciones".

Puede hablar con tanta mayor e-nergía quanto que en 1952, es de-cir, diez años después del comien-zo de la Batalla de la Lepra, se dis-pone por primera vez de un pro-ducto que cura la lepra: las sulfo-nas. No sé si imaginais la alegríaque este descubrimiento causó,tanto en los enfermos como enquienes los cuidaban. Por fin laciencia médica había triunfadofrente a una enfermedad tan anti-gua como el mundo. Por fin losenfermos iban a volver a ser hom-bres como los demás.

Entonces, Raoul Follereau, paradar un fuerte golpe, toma una ini-ciativa espectacular: en 1953 lan-za la idea de una Jornada mundialde los leprosos, que se celebrará elúltimo domingo de enero.

Definió así sus objetivos:– obtener que los enfermos de

lepra sean cuidados y tratados co-mo los otros enfermos, respetandosu libertad y su dignidad de sereshumanos.

– curar a los sanos del miedoabsurdo y a veces criminal de estaenfermedad y de quienes la su-fren.Ya en la primera jornada, el

239VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

31 de enero de 1954, se pudo asis-tir a este espectáculo único y ma-ravilloso: habitantes de ciudadespróximas a leproserías iban encortejo "a casa de los leprosos". Alaño siguiente, en 1955, la jornadase celebró en 60 países; en 1961,en 116.

Fiesta de los leprosos en los pa-íses endémicos y cuestaciones enlos sanos: el deseo de Raoul Folle-reau se ha cumplido por la cuadra-gésima segunda vez, el 29 de ene-ro de 1995, en numerosísimos pa-íses.

En 1968, me designa para pro-seguir su obra y tras este hombregenial he llevado a cabo las es-tructuras nacionales e internacio-nales necesarias.

Sin compartir el optimismo dela Organización Mundial de la Sa-nidad, podemos afirmar que la le-pra está a punto de ser vencida yque las organizaciones que llevanel nombre de Raoul Follereau yprosiguen su obra "Contra la lepray contra todas las lepras" han teni-do una gran parte en esta acción.

El 6 de diciembre de 1977, ha-biendo cumplido su vida y su o-bra, Raoul Follereau ha regresadoa la Casa de su Padre.

No puedo concluir esta exposi-ción sin recordar, por una parte, laintervención de su esposa, Made-leine Follereau en la batalla contrala lepra y contra todas las lepras;y, por otra parte, sin leeros algu-nos textos de Raoul Follereau so-bre el Cristianismo y la Caridad.Comprendereis mejor por qué estehombre alcanzó tal irradiación.

En el primer volumen de su o-bra "La única verdad es amarse",aparecido en 1966, Raoul Follere-au escribió:

MI MAS GRANDE OCASION

La mayor suerte de mi vida fuemi mujer.

Cuando decidimos casarnos te-níamos treinta años entre los dos.Nuestros padres fueron prudentesy sonrieron... Han pasado casicincuenta años y hoy sonreímosnosotros.

Nunca hice un solo viaje sin e-lla. Mi mujer me ha acompañadopor todas las leproserías del mun-

do. Siempre fue mi sostén. Y a ve-ces mi consuelo.

Confieso que me cuesta frenarmi irritación cuando una buenamujer le dice, con una punta deenvidia mal disimulada: "En elfondo, haceis buenos viajes"

La mayor parte de las veces ellasonríe sin responder. Tal vez pien-sa entonces en aquella noche quepasamos en lo más profundo deBolivia, en una choza que los in-dios Quechuas nos habían cedi-do... Mi mujer había quedado derepente como clavada por una cri-sis de apendicitis. Y nos hallába-mos a mil quilómetros de distan-cia del primer médico. En la no-che sin luna yo la adivinaba do-blada en dos y la oía gemir, no te-niendo para protegerla y para de-fendernos más que un revólvercon el seguro puesto, dos centíme-tros de velas y tres cerillas. Tuve,en aquella oscuridad que nos a-plastaba, la impresión extraña yun poco terrorífica de que mis ca-bellos (tenía entonces treinta a-ños) se hacían blancos.

O en aquella tarde en la que elmotor de nuestra canoa se paró enmedio del Amazonas, o durante lanoche desgarrada por los relám-pagos, cuando nos esforzábamospor llegar remando a la orilla...con latas de conservas, para lle-gar a hundirnos en un cañaveralestremecido por el vuelo de milesde mosquitos y donde enormescaimanes habían instalado su mo-rada.

Sólo estando dos unidos se esinvencible.

Pienso también, para terminar,en esos textos aparecidos sobre elCristianismo en 1948, en "Edaddel hombre", y sobre la Caridad,un año después, en "Bomba ató-mica o Caridad".

LA EDAD DEL HOMBRE

El cristianismoha dado a los hombressus únicas verdaderas libertades,su única verdadera felicidad,sus únicas justas leyes.

Ha roto las cadenas de los esclavosy ha hecho inclinarseante su justicialas frentes de príncipes y reyes.Ha hecho de la acción maternauna función santa y venerada.

Ha dado a la mujersu respetada grandezay su tierno poder.

Ha hecho del individuoun hombre.Ha protegido al niño,"al que pertenece el Reino de losCielos".Ha maldecido las guerras.Las ha limitadoen tanto que ha podido hacerlo.

Ha creado hospitales, escuelas.Ha cuidado, consolado,curado sin descansodurante veinte siglosen nombre del Pobre que decía:"Amaos los unos a los otros"...

El cristianismo es universal.Su mensaje espara todos los pueblos.Su civilización es semejanteal rostro de Jesús...

El cristianismo es la revoluciónpor la caridad...

BOMBA ATOMICA O CARIDAD

La Caridad,luz de nuestra vida.

La Caridad, no la limosna.La Caridad,fuente de todo gozo.

La Caridad, orden de Dios,reflejo de su eternidad.

La Caridad debe hacerse ante todo"por el amor de Dios".Sin el amor de Dios,que es su manantial,se convierte en generosidad,altruísmo,lo cual es muy hermoso,pero no es la Caridad.

La Caridades la proyeccióndel rostro de Cristoen el rostro del Pobre,del que sufre, del perseguido...

La Caridad,es la historia y la gloriadel cristianismo.

M. ANDRÉ RÉCIPONPresidente del Grupo Raoul Follereau

(Francia)

240 DOLENTIUM HOMINUM

Introducción:¿Monje o Buen Samaritano?

La palabra "Abad" nos dice queestamos hablando de un monje. Einmediatamente nos preguntamoscómo un monje puede ser tambiénun "Buen Samaritano" en el senti-do en que solemos pensarlo.

Un "monje" debería vivir unavida escondida y tranquila, dedica-do a la oración, al estudio, al traba-jo. ¿Cómo puede ser un "buen sa-maritano" que se dedica a cuidar alos huérfanos, a los pobres, a losenfermos, a los ancianos, que vi-ven fuera, en el mundo? Si se dedi-ca a estas actividades, ¿puede de-cirse que es coherente con su voca-ción? Son, éstas, preguntas legíti-mas cuando se presenta a un mon-je como un buen samaritano denuestros tiempos.

Pero es precisamente este bino-mio nada habitual de monje y buensamaritano lo que atrae nuestra a-tención hacia la persona y la obradel Abad Hildebrando.

Su Eminencia el Cardenal Fio-renzo Angelini, primer biógrafodel Siervo de Dios e hijo suyo es-piritual, lo ha entendido muy biencuando ha titulado su libro"Dall'Eremo alla Folla", título queyo quisiera traducir más exacta-mente "Del Monasterio a la Gen-te".

1. Quién era el Abad Hildebrando

El Abad Hildebrando Gregorinació en el pueblecito de PoggioCinolfo, en Abruzzo, Italia, el 8 demayo de 1894 y fue bautizado conlos nombres de Alfredo Antonio.Sintió una fuerte atracción por lavida religiosa desde sus primerísi-

mos años, pero le fue consentidoentrar en un monasterio de la Con-gregación Benedictina Silvestrinasólo a la edad de 15 años, y enton-ces tomó el nombre religioso deHildebrando. Durante la primeraguerra mundial prestó servicio enhospitales de campaña de diversaslocalidades, experimentando lasruinas físicas y morales provoca-das por la guerra. Durante ese perí-odo empezó a pensar en cómo ayu-dar a los muchachos a convertirseen ciudadanos útiles y responsa-bles después de aquella humanacatástrofe. Terminada la guerra,completó sus estudios para el sa-cerdocio en la Pontificia Universi-dad Gregoriana de Roma, consi-guiendo el doctorado en filosofía yteología. Durante nueve años sededicó enteramente a promover y

formar vocaciones a la vida reli-giosa y al sacerdocio. Llegó a serun predicador y un director espiri-tual muy requerido. En 1933 fuenombrado superior de la Casa-Ma-dre de la Orden y en 1939, cuandoya se preanunciaba el estallido dela segunda guerra mundial, fue e-legido Abad General.

Si en los años anteriores habíasido intensa su actividad, en tiem-pos de guerra no conoció otros lí-mites que la falta de tiempo. Ade-más del cuidado de su Congrega-ción -todas las casas permanecie-ron abiertas y en funciones a pesarde las enormes dificultades paralas comunicaciones, para los via-jes, para la alimentación y el ves-tir- se encontró siempre implicadoen el ayudar a las comunidades y ala gente en dificultad. Abrió sumonasterio de San Esteban en Ro-ma a personas en extremo peligro,hebreos y otros, y hasta encontrómodos y medios para sustentar arefugiados constreñidos a estar le-jos de sus casas en zonas de gue-rra. Verdaderamente hay de quépreguntarse cómo hacía un hom-bre, a menudo con problemas desalud, para llevar adelante seme-jante ritmo: comía poco, dormíamenos, estaba en continuo movi-miento, y sin embargo encontrabasiempre tiempo para una intensa yprolongada oración.

Los planes que fuera madurandodurante el período de calma en laprimera guerra mundial, de prontose hicieron para él dramáticamenteurgentes. Era Abad General, y porello tenía la autoridad para obrar,pero para él la autoridad significa-ba ante todo responsabilidad. Sen-tía que podía y debía actuar. La pe-nosa vista de niños y niñas aban-donados y desnutridos, a menudo

SIMONE TONINI

El Abad Hildebrando Gregori

241VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

dejados en la calle a cuidarse de simismos, presas fáciles de vicios yenfermedades, no podía dejar indi-ferente al Abad.

En un lugar que le había donadouna noble famiglia romana, un si-tio que ninguna otra Orden religio-sa había querido porque el edificioestaba en ruinas y el terreno era es-téril y carente de agua, consiguióedificar una casa a tiempo de re-cord, usando todo tipo de materia-les que tenía a mano. Surgieronpronto las primeras "colonias". E-ran éstas una especie de campa-mentos estivos para muchachos a-menazados por la tuberculosis, amenudo sin familia o hijos de pa-dres demasiado pobres para podercuidar de su salud y de su educa-ción. El Abad Hildebrando no erahombre capaz de mandar a casa aaquellos jóvenes, supuesto que tu-vieran una casa, o devolverlos alas mismas instituciones que loshabían enderezado a él, despuésde unos meses de estancia en esoscampamentos. Soñaba en lugaresdonde estos pequeños pudieranencontrar un techo, un cuidado, u-na educación y, sobre todo, amor yesperanza. Así fue como aquelloscampamentos de verano se hicie-ron permanentes. Esto significabanuevos edificios, nuevas estructu-ras. Las pobres estructuras exis-tentes resultaron pronto insufi-cientes para acoger los cientos depeticiones que llovían de todaspartes. Comenzó una especie demaravillosa avalancha: barracasobtenidas como residuos del ejér-cito, más chicos, nuevos edificios,otros lugares. Otros seis monaste-rios de la Orden fueron implica-dos, otros monjes, otros maestrosy colaboradores. En poco tiempo,los muchachos asistidos fueroncientos, después miles. ¿Y el A-bad Hildebrando? ¿Cómo hacíapara llevar adelante todo aquello?Sus tareas de Abad General le exi-gían viajar para visitar monaste-rios no sólo en Italia, sino tambiénen los Estados Unidos de Améri-ca, en Sri Lanka, en Australia, enIndia. Era él quien debía encontrardinero, alimentos, vestidos, mue-bles, libros y demás cosas necesa-rias; él tenía que encontrar el per-sonal, llevar la administración, vi-gilar los nuevos edificios, conser-var los documentos, mantener lacorrespondencia con Ministros y

oficinas gubernamentales, comolos ministerios de la Sanidad, de laInstrucción Pública, de los Traba-jos Públicos y otros. Aunque ha-bía puesto en pie una especie de o-ficina rudimental en una salita ad-yacente a la sacristía de su monas-terio de San Esteban en Roma, suoficina habitual era casi siempre elautobús, el tren, el coche. Increí-ble la masa de correspondenciaque seguía con puntualidad, comoera increíble el número de contac-tos que conservaba con toda clasede personas. Tenemos en el edifi-cio del Postulado más de treinta a-

gendas llenas de direcciones y denúmeros telefónicos. Poseía ungran sentido de gratitud; por cadadon que recibía acusaba puntual-mente recibo y daba las gracias albienhechor. Había comenzado dela nada y con nada. Era pobre ypobre era también su Orden. Novacilaba en pedir y llamar a laspuertas, subir escaleras de Minis-terios y pasar, con humildad y per-sistencia, largas horas de espera enlas antecámaras de personas quepodían ayudar o tenían el deber dehacerlo por razones de oficio.

2. Fundador

Refirámonos ahora a otra activi-

dad, en cierto modo poco habitual,del Abad Hildebrando. El, monje,pensaba también en las niñas: és-tas se hallaban, en muchos aspec-tos, en peores condiciones que sushermanitos. Consiguió reunir ungrupo de jovencitas deseosas deconsagrarse a Dios y al prójimo.Tomó en alquiler un viejo peque-ño convento de los Frailes Capu-chinos, no lejos de donde habíacomenzado con los niños y allí i-nició una increíble obra de cari-dad. En poco tiempo las dos insti-tuciones acogieron a cientos depequeños, proveyendo para ellosde escuelas y otras actividades.Mientras otros monasterios de suOrden abrían las puertas a los ni-ños, el número de casas para niñascreció rápidamente, a medida queel Instituto religioso femeninofundado por él recibía nuevosmiembros. Miles de pequeños, ni-ños y niñas, encontraron acogida,nueva vida, esperanza, dignidad,un futuro.

3. Hombre de Dios

Ante esta figura inusitada demonje y buen samaritano, surgenespontáneos interrogantes.

¿Cómo hacía el Abad Hilde-brando para desarrollar tan grandeactividad social y caritativa y, almismo tiempo, ser coherente consu vocación de monje?

¿Cómo conseguía hacer todo es-to, por qué lo hacía, qué le impul-saba a él, monje, a este tipo de ac-tividad?

El Abad Hildebrando era cierta-mente un monje de cuerpo entero,un monje sin compromisos. Si laconsigna de los monjes benedicti-nos es "Ora y Labora" (Haz ora-ción y Trabaja), ciertamente la en-carnó en grado eminente. Era unhombre de oración, ¡y cómo ora-ba! Quien lo acompañaba en susviajes podía atestiguar que el co-che se convertía en capilla y ofici-na. No pocas veces pasaba largashoras de la noche en oración, de-lante del Santísimo Sacramento, aveces literalmente postrado sobreel suelo, y allí, en el silencio de lanoche, abría su corazón al Señor,recibía de El la fuerza para conti-nuar, en su amor a Dios sentía cre-cer en si mismo la compasión y elamor a sus hermanos que sufrían.

242 DOLENTIUM HOMINUM

Durante la guerra se hizo particu-larmente devoto de la Santa Faz deJesucristo, una devoción muy que-rida para muchos santos y místicosbenedictinos, hombres y mujeres,de pasados tiempos. Por su intensay continua unión con Cristo Re-dentor, veía Su Rostro dolorido enel rostro de sus hermanos necesita-dos. Esta era la fuerza que lo mo-vía. Este el manantial del que be-bía y tomaba la energía para suprodigiosa actividad. Su "Labora",su obrar, era fruto de la primeraparte del binomio benedictino "O-ra", que ciertamente vivió con a-pasionada intensidad.

4. Hombre para los demás

En cuanto al segundo términodel binomio, "Trabaja", nadie lovió en ocio o de vacaciones. Desdeque era un joven monje, lleno defervor, había tomado la decisión deno perder nunca un minuto detiempo: y su propósito lo mantuvohasta el fin. Empleó todo su tiem-po en trabajar por los demás: sushermanos los monjes, sus niños ysus niñas, sus hijas espirituales, to-dos aquellos que acudían a él endemanda de ayuda, material o es-piritual. Amaba la pintura, la músi-ca, la poesía, pero una vez termi-nados los estudios tuvo que aban-donar sus gustos personales paradedicarse a los otros.

¿Puede, entonces, decirse queeste género de vida es "no-monás-tico"? Los antiguos Padres del mo-naquismo, Pacomio, Basilio elGrande, Martín de Tours, han aco-gido con gozo entre ellos al AbadHildebrando, como acogieron aquienes contribuyeron a la cons-trucción de la Europa cristiana.¿Quién no sabe que los monaste-rios tenían en el pasado maravillo-sas farmacias? (cf. ¡El Nombre dela Rosa de Humberto Eco!). Por lodemás, San Benito, en el capítulo41 de su Regla pide a los monjes"socorrer a los pobres, vestir a losdesnudos, visitar a los enfermos,enterrar a los muertos, correr en a-yuda de los que sufren, consolar alos afligidos". Entre los preceptosde la Regla insiste con mayor fuer-za en el del cuidado de los enfer-mos ("el cuidado de los enfermosdebe ir antes y sobre toda otra co-sa, a ellos se les debe servir como

se sirve a Cristo") y el cuidado pa-ra los ancianos y los niños ("si bienla misma naturaleza humana se in-clina a ser compasiva con los vie-jos y los niños, es justo que tam-bién la autoridad de la Regla pro-vea por ellos").

Monje y buen samaritano: es es-to lo que da al Siervo de Dios el A-bad Gregori pleno derecho de ciu-dadanía en esta Conferencia y jus-tifica la inclusión de su nombre en-tre los Buenos Samaritanos denuestros tiempos que estamos con-memorando. Como monje, comocontemplativo, como místico, el

Abad Hildebrando nos invita a lafuente de nuestro ideal y de nues-tra fuerza: la contemplación deCristo-Dios que sufre en aquellosque se encuentran en la necesidady el dolor.

5. Hombre de visión

El Abad Hildebrando era unhombre de visión: describe su vo-cación a la vida religiosa como unaexperiencia y una visión inolvida-ble. Durante la primera guerramundial, en los campos de batalla,tuvo la visión de todo lo que habríasido necesario hacer por los niños,después del conflicto. Cuando viopor primera vez el lugar en ruinas

donde habría tenido que empren-der su gran obra de caridad, tuvo lavisión de lo que habría llegado aser.

Cuando, finalmente, después delos desastres de la guerra, la socie-dad no sólo se rehizo, sino que sepuso en marcha hacia el bienestar,las nuevas generaciones ya no tu-vieron necesidad de aquel tipo deasistencia. El Abad Gregori, libreya del peso del cargo de superiorgeneral de su Orden, volvió supensamiento a una nueva categoríade personas que caían en manos delos ladrones: los ancianos, salidoso dados de baja en los hospitales, amenudo no deseados en sus casaso sin alguien que pudiera o quisie-ra cuidar de ellos. De estos nuevos"pobres" empezó el Abad Hilde-brando a cuidar, sobre sus heridasderramó el aceite de su caridad. ElSiervo de Dios previó lo que iba asuceder y lo que convenía hacer.Se dedicó entonces a transformargradualmente los edificios que ha-bía construído para los pequeños,consiguiendo estructuras adecua-das para albergar a los ancianos,especialmente a los más pobres.Entre tanto hizo que muchas de susreligiosas se diplomaran como en-fermeras, para estar dispuestas a lanueva situación. En ellas procuróinfundir un gran amor a los débilesy necesitados, porque aquello quehoy necesitan los ancianos es, so-bre todo, amor y comprensión.

6. Reparación

Una de las típicas cualidades delAbad Hildebrando había sidosiempre la de coger objetos consi-derados viejos y descartados, co-mo también propiedades o estruc-turas en pésimo estado, obras artís-ticas dañadas y sin valor: todas es-tas cosas las hacía restaurar, las u-tilizaba después como nuevas y lesdevolvía su justo valor. Lo que él -a menudo con éxito extraordina-rio- supo hacer con las cosas, lo hi-zo aún más admirablemente conlas personas. Las caras demacra-das de los niños volvieron a ser ra-diantes y sanas, los rostros tristesde los ancianos se hicieron de nue-vo serenos y sonrientes. Y tambiénel austero monje se transformabacuando estaba entre sus niños y susancianos. Reía y bromeaba, goza-

243VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

ba con los entretenimientos y lasfiestas que quería que se organiza-ran para ellos. A la Congregaciónreligiosa que fundó le dio el títulode "Reparadoras de la Santa Faz deJesús". Muchas veces este títulofue entendido como restringido aun simple aspecto devocional: o-ración y penitencia en reparaciónde las ofensas que se hacen al Se-ñor. En cambio, para el Siervo deDios el título tenía un significadomás amplio y profundo: reparar,restaurar el Rostro de Cristo desfi-gurado por la humana debilidad eingratitud, significaba cumplir sumandamiento del amor, compro-metiéndose a sí mismos a restau-rar los cuerpos y las almas de loshermanos más débiles y necesita-dos.

7. Su mensaje

El mensaje del Abad Gregori, através de su obra, sus palabras y sudevoción al Santo Rostro del Se-ñor, es un mensaje de amor y deesperanza. Como la Faz desfigura-da de Cristo se hace esplendente ygloriosa en su Resurrección, asílos rostros doloridos de los peque-ños y de los pobres puede volver a

ser radiante con el amor y la espe-ranza. "Nuestro programa -decíaun día a Su Eminencia y a sus reli-giosas- mi programa, vuestro pro-grama, el programa de las Herma-nas, es el de hacer el bien, hacer elbien, hacer mucho bien, el bien delas almas y de los cuerpos...". Enotro discurso improvisado a lasenfermeras y a los médicos delHospital de San Juan de Letrán, enRoma, donde sus Hermanas erandicípulas, el Siervo de Dios dejóeste mensaje:

"Ha sido confiada a vosotros laporción más preciosa de la huma-na Redención: la de los últimos"de Jesús,

el pobre y el anciano,el enfermo de tumor,el afligido por toda otra enfer-

medad...A vosotros recurre la joven mu-

jer, que junto al tormento físicolleva consigo el peso de la culpa;

a vosotros recurre el niño al queel sufrimiento hace llorar e invo-car a su madre, él, que tal vez estásin madre.

Queridos Profesores, agradeceda Dios que ha puesto en vuestrasmanos la más bendita de todas lasartes, la de enjugar las lágrimas.Quiera el Buen Dios, queridos

Doctores, ayudaros a enjugar mu-chas lágrimas. Que el vuestro seaun verdadero servicio a los cuer-pos y a las almas...".

Reflexionando sobre la parábo-la del Buen Samaritano, me gustapensar en el Abad Gregori aun co-mo otra persona de la parábola: ladel mesonero. No se nos dice quefué él mismo a buscar al hombreherido: se lo llevó y se lo confió elBuen Samaritano; y de él se tomógran cuidado. Estaba seguro elmesonero de que su Amigo y Se-ñor volvería y le compensaría congenerosidad por cuanto había he-cho. Muchos de nosotros estamosen la misma situación: el pobre yel necesitado en el cuerpo y en elespíritu nos son confiados por elBuen Samaritano en las diversascircunstancias de la vida. El nosha dado ya tanto que gastar paracurar a sus Ultimos, a los que El a-ma más, y podemos estar segurosde que nos recompensará, y enabundancia, a su regreso. Precisa-mente como ha hecho con su fielmesonero el Siervo de Dios Hilde-brando Gregori.

P. SIMONE TONINIPostulador de la Causa de

Santificación del Siervo de Dios

244 DOLENTIUM HOMINUM

Deseo presentar la figura de Ja-nus Korczak, un gran hombre dePolonia: médico, escritor y educa-dor. Nacido en 1878 o 1879 enVarsovia, murió hace 53 años, pro-bablemente matado en el campohitleriano de exterminio en Tre-blinka, en agosto de 1942 (hasta a-hora nadie ha conseguido determi-nar con precisión las fechas de sunacimiento y de su muerte).

Janusz Korczak es un seudóni-mo de Henryk Goldszmit, tomadodel título de una novela de JózefIgnacy Kraszewski: "Historia oJanaszu Korczaku i o pieknejmiecznikównie" ("Historia de Ja-nasz Korczak y la bella hija del es-padero").

De aspecto insignificante y nomuy alto de estatura, calvo y conuna barbita roja, el doctor Goldsz-mit tenía un rostro manso y pensa-tivo y durante toda su vida se dis-tinguió por una no común noblezade corazón y belleza de espíritu.Nunca dió su adhesión a partidopolítico alguno: no fue comunistani masón.

Hombre modesto y trabajador, i-ba por la vida por el camino de laverdad, buscada con fatiga, y delprofundo sentido de responsabili-dad, en un servicio social silencio-so y completamente desinteresadoentre los más necesitados.

Dedicó toda su vida a los hijosde los demás. Como médico inteli-gente y fino pedagogo, amaba alniño con todo su corazón, con todasu mente, y ponía toda solicitudpara su desarrollo integral. Al niñose dio totalmente, sin reservas.

Como publicista y escritor mos-traba la enorme vastedad de la mi-seria humana, hacía observar lasnecesidades elementales de las ca-pas sociales más pobres, incitaba a

oponerse al mal y a hacer el bien,creía en la existencia de normasmorales universales, luchaba porlos derechos del hombre, especial-mente del niño pobre y abandona-do. Deseaba organizar la sociedadde los niños según los principiosde la justicia, de la fraternidad y dela igualdad de derechos y de debe-res.

Janusz Korczak se nos presentahoy como modelo de una actitudjusta del hombre para con el hom-bre. El ámbito y la fuerza de su o-bra crecen y se difunden casi en to-do el mundo. La historia de su vi-da, sus obras y su actividad peda-gógica alcanzan círculos cada vezmás amplios de creadores y expo-nentes de diversas ideologías, con-vicciones religiosas, razas y conti-nentes. En muchos países, ya des-de hace años, actúan asociacionesdedicadas al Doctor Janusz Korc-zak. Sus escritos son publicados endiversas lenguas. Simposios cien-tíficos internacionales estudian suobra y surgen centros de investiga-ción sobre el rico patrimonio deKorczak. La figura y la obra de es-te extraordinario médico-educadory, de modo particular, su muerteheróica y la de sus discípulos, soninspiración para obras literarias ymusicales, para obras plásticas yfilms, para programas de radio yde televisión. De junio 1978 a sep-tiembre de 1979, la UNESCO hacelebrado el centenario del naci-miento de este gran humanista, or-ganizando oportunas ceremoniaspara conmemorar cuanto hizo.

¿Quién era en realidad HenrykGoldszmit, alias Janusz Korczak,y cuál ha sido su obra?

Henryk Goldszmit nació el 22de julio de 1878 o 1879 en Varso-via, entonces bajo la ocupación ru-

sa. Era hijo de un conocido y ricoabogado, Josef Goldszmit y deCecylia Gembicka. Ambas fami-lias de origen eran hebreas y, aun-que definitivamente asimiladas ala cultura polaca, no eran cristia-nas. Así, mientras los católicos y elbloque nacional no podían perdo-nar a Korczak su origen hebreo, re-almente decían de él: parece unaexcelente persona, pero es hebreo;a su vez, los hebreos le reprocha-ban su "polonización" y su plenaasimilación de la cultura y de lascostumbres polacas. De hecho,Henryk Goldszmit no conocía ni elyddish, ni el hebreo. La formaciónde su personalidad fue fuertementeinfluída por las obras de insignesescritores polacos: Stefan Zeroms-ki (1864-1925) y Boleslaw Prus(1847-1912).

Era un muchacho dotado y sen-sible, bastante tímido y silencioso;pasó su infancia en el bienestarhasta la grave enfermedad y lamuerte de su padre. Los que si-guieron -los años de los estudiosmedios superiores y de la Univer-sidad-fueron años difíciles, ya queal mismo tiempo tenía que cuidarde su madre y de su hermana.

Tras haber concluído los estu-dios del curso filológico ruso, de-seoso de una ciencia sólida, esco-gió el estudio de la medicina en laUniversidad de Varsovia, asistien-do a la facultad de pediatría. Esco-gió al niño, ya que "además del vi-cio de pensar, todavía tenía cora-zón"1. Este corazón suyo, tiernopara con la miseria y la indigencia,especialmente de los niños que su-frían, los abandonados y descuida-dos, lo obligaba a interesarse por lasuerte de niños hijos de los mendi-gos de Powisle (un barrio pobre deVarsovia), a los que iba para ins-

JANUSZ BOLONEK

Dr. Janusz Korczak

245VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

truirlos y hacerles jugar. Estos ni-ños se convirtieron en el tema desu primera novela: "Niños de la ca-lle" ("Dzieci ulicy"), publicada en19012. El libro, quizá un poco in-genuo, falto de madurez, describela suerte de los huérfanos de la ciu-dad, sin casa, y sus dramáticos es-fuerzos para sobrevivir.

Debe observarse en seguida queKorczak puso su talento de escritorante todo al servicio de los niñosmenos afortunados desde el puntode vista social, a los que despuésdedicará numerosos libros.

Completa su formación médicaen Berlín, en París y en Londres.Regresa a Varsovia en 1903 e ini-cia el trabajo en el hospital pediá-trico dedicado a los Berson y a losBauman, en la calle Sliska. Al mis-mo tiempo escribe artículos críti-cos de temática social para el"Glos" y para el "Kolce". Publicaademás una colección de cuentoshumorísticos titulada "Mentiras ypatrañas" ("Koszalki Opalki")(1905) y una segunda novela: "Hi-jo del salón" ("Dziecko salonu")(1906). Su contenido es la protestay la rebelión de un hijo de la bur-guesía contra el ambiente capita-lista de sus padres y su trágica des-viación3.

En 1905, Korczak es llamado alas armas en el ejército ruso y en-viado al frente en la guerra ruso-ja-ponesa ya en pleno desarrollo. Pormás de un semestre desenvuelve lafunción de médico decano en lostrenes sanitarios que trasladan alos soldados gravemente heridos yenfermos. Llega hasta el LejanoOriente, en Manchuria. Trabaja enlos puntos de evacuación en Har-bin y en Toataj-Dzou4.

Durante la primera guerra mun-dial, movilizado como médico esviceprimario del hospital militar u-cranio. Después, llamado al traba-jo en un refugio para niños ucra-nios cerca de Kiev, por un brevetiempo termina en un instituto parajóvenes polacos. Aquí sigue deli-neándose su futuro sistema educa-tivo.

En 1918 regresa a Varsovia paratomar la dirección de un refugiopara huérfanos hebreos. Por uncierto tiempo trabaja en el hospitalpara enfermedades infecciosas enLodz, donde están internados losenfermos de disentería; y despuésen un hospital parecido en Kamio-

nek, cerca de Varsovia.Sentía con fuerza el dilema:

"medicina áurea" o "medicinapauperum". Curando a los hijos delos ricos recibía elevados honora-rios, pero a los pobres los curabagratuitamente y no pocas veces a-ñadía a la prescripción el dineropara comprar las medicinas. A loshebreos pobres les pedía una canti-dad simbólica, ya que en el Tal-mud está escrito: "El médico gra-tuito no ayuda a los enfermos". Sugenerosidad despertaba la envidiay la antipatía de los colegas que loconsideraban corruptor de los pa-

cientes y hasta loco. Y los más ma-liciosos no se hacían escrúpulo al-guno en enviarle pacientes duranteel reposo nocturno. Las personasdel llamado 'margen social' descu-brían en él un ánimo grande y her-moso, muy sensible a las necesida-des del prójimo. Rodeaba con par-ticular premura a los niños enfer-mos y débiles. Se convirtió en au-téntico Samaritano para los huér-fanos. Con su sonrisa y su dedicióndesarmaba los corazones más du-ros y provocaba frases de compa-sión y de ayuda para con los niñospobres.

Al cabo de siete años de trabajocomo médico renuncia a la pedia-tría a favor de la pedagogía. Seconvierte en educador de los huér-fanos. Ante todo quiere servir a losniños pobres y descuidados. Para

dedicarse totalmente a tal misión,renunciará a formarse una familia."Recuerdo el momento en que de-cidí no formar una familia mía.Fue en un parque cerca de Lon-dres... Elegí como hijo mío la ideade servir al niño y a su causa"5.

Con gran afecto ama a los pe-queños y se dedica a ellos sin re-servas. Quiere ayudarlos a desa-rrollarse desde los puntos de vistafísico, intelectual y moral. Es paraellos médico y enfermero y, sobretodo, trata de ser padre.

También desenvuelve una inten-sa actividad social en las salas gra-tuitas de lectura, pertenecientes ala Asociación Varsoviana de Bene-ficencia y a la Asociación de lasColonias de Verano. Va como edu-cador a las colonias veraniegas deMichalowka y, después, a la villa"Rózyczka" en Goclavek, cerca deVarsovia. Allí se dedica al cuidadode muchachos gráciles y débiles,tanto hebreos (1907) como cristia-nos (1908). Resultado de tales tra-bajos de verano son también doslibros para niños: "Joski, Moski iSrule" (1910) y "Jozki, Kaski iFranki" (1911). Korczak poníaempeño en superar los recíprocosprejuicios y roces entre los niñoshebreos y polacos. Su actividad e-ducadora y tutelar no se encierraen un estrecho círculo de separatis-mo racial, sino que se eleva por en-cima de los antagonismos, tantonacionales como religiosos.

Toma parte activa en las iniciati-vas de la Asociación Polaca para laTutela del Niño. Solidario del am-biente hebreo, compadece de mo-do especial a los huérfanos delproletariado hebreo. Es uno de losorganizadores de un refugio en lacalle Franciszkanska en Varsovia.Cuando en 1912 la "Casa de loshuérfanos" se traslada a la nuevasede de la calle Krochmalna 92,Korzcak llega a ser su director. Enel trabajo de educación es valiosa-mente ayudado por una mujer he-brea, Stefania Wilczynska. (Hoy,en la calle Krochmalna 92, en Var-sovia, hay un instituto para niñoscon el título "Doctor Janusz Korc-zak").

Algunos años después, en 1919,con la colaboración de otra mujer,María Rogowska Falska, Korczakorganiza con un bello nombre"Nuestra Casa", otro orfanato paralos hijos de obreros polacos, en

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Pruszkow, cerca de Varsovia. Pos-teriormente, este instituto fuetransferido a Varsovia, en el barrioBielany.

En estas dos casas recogía e-sencialmente a niños de 7 a 14 a-ños.

Es profesor en el Instituto Esta-tal de Pedagogía Especial y en laLibre Universidad Polaca en Var-sovia. Además escribe mucho,principalmente en el campo de lapedagogía. Todavía en 1913 sepublica su cuento "La Gloria"("Slawa"), lleno de lirismo y hu-morismo, un estudio de psicologíadel niño, hijo del proletariado.Dos años después Korczak publi-ca "Bobo" (1914), "algunos cuen-tos cuyo tema es la ofensa hechaal niño, su psique excelentementeobservada".

Durante la primera guerra mun-dial, en el frente, Korczak escribeen dos volúmenes un libro sobre laeducación, titulado "Cómo amaral niño" ("Jak kochac dziecko"): elprimer volumen fue estampado en1920 y el segundo en 1921 y1929). Los años 1919-1926, en unperiódico para niños y para jóve-nes, "En el sol", publica un ciclode artículos bajo el título común:"Co sie dzieje w swiecie?" ("¿Quésucede en el mundo?") y otros ar-tículos. Escribe la introducción alestudio de Jedrzej Sniadecki "Di-sertación sobre la educación físi-ca de los niños" (1922) y un opús-culo: "La gacetilla escolástica"("O gazetce szkolnej") (1921).Bastante elocuentes son los títulosde los sucessivos libros: "De tú atú con Dios. Oraciones de quienesno rezan"(1922); "El rey MaciusI", "El rey Macius en una isla de-sierta" (1923), una novela acercade un niño implicado en la proble-mática de la vida de los adultos yde la responsabilidad del indivi-duo por la nación; la novela "Labancarrota del pequeño Jack", quepropagaba el movimiento de coo-peración (1924); el relato "Cuandoseré de nuevo pequeño" (1925),historia de un hombre que regresaal mundo de la infancia; "Impúdi-camente breves" (1926), diálogossobre masones y hebreos; un opús-culo programático: "El derechodel niño al respeto" (1929); "Re-glas de vida. Pedagogía para losjóvenes y para los adultos" (1930).El teatro Ateneum, de Varsovia, re-

presentó un drama de Korczak:"El senado de los locos. Un som-brío relato humorístico" (1930),cuyo tema es la creciente locuradel mundo. En la serie "Pequeñabiblioteca palestinesa para los ni-ños", Korczak publica algunos re-latos sobre niños, dirigidos a éstosy a los adultos: "Los hombres sonbuenos" (1938), "Las tres expedi-ciones de Herszek" (1939) y "Re-flexiones" (1938).

Debe notarse además que, enlos años 1926-1931, Korczak re-dacta, junto con los niños, "La Pe-queña Revista", un periódico para

los niños y para los jóvenes, comosuplemento al hebraico "Prze-glad" ("La Revista").

Korczak sirve al niño también através de la radio. En los años1935-1936, en la Radio Polaca tie-ne un ciclo de conversaciones pe-dagógicas titulado "Las charlas enla radio de un Viejo Doctor", escu-chadas de buena gana por adultosy niños7. La colección de estosprogramas radiofónicos fue publi-cada en forma de libro titulado"Pedagogía burlona".

Korczak asombraba por su ex-traordinario don de contacto di-recto con los pequeños y con losjóvenes, caracterizado por un ple-no acuerdo. Educó a miles de ni-ños hebreos y polacos, convirtién-dolos en hombres de valer.

Su pedagogía rebosa ciencia

médica. Se nutre también de lasexperiencias de un famoso peda-gogo y escritor suizo, Johan Hein-rich Pestalozzi (1746-1827) y dealgunas ideas del escritor ruso Le-ón Tolstoi (1828-1910), que acon-sejaba a los adultos que aprendie-ran de los niños.

La pedagogía de Korczak, engeneral, se basa en el diálogo conlos niños, es decir, un diálogo en-tre alumno y maestro. Tal diálogose funda en el amor que nace de laíntima convicción de que al niñose le puede transmitir sólo aquellode lo que se vive. Esta "pedagogíadel amor sabio" (Natalia Han-Il-giewicz), llamada también "peda-gogía del corazón" (Danuta Solo-wicka), se cifra en el respeto y enel amor para el niño consideradono virtualmente hombre, sino yahombre. La sociedad de los niñosformada por Korczak estaba o-rientada hacia la autoeducación:poseía el propio autogobierno (elparlamento de los niños y el con-sejo de autogestión) y un juradode honor. Korczak ha conseguidocrear un modelo de universal soli-daridad de los niños.

Frente a los conflictos socialesque iban acentuándose (el crecien-te separatismo polaco y hebreo) ylas dificultades económicas cadavez más agudas (la lucha por la e-xistencia y por los medios de sub-sistencia para la "Casa de losHuérfanos"), a veces Korczak sesentía desanimado y desilusiona-do. Incluso pensaba transferirse aPalestina, donde fue por brevesperíodos en 1934 y 1936. Comen-zó entonces a escribir los relatossobre tema místico y sobre moti-vos bíblicos. Pensaba escribir unaepopeya que elogiara el trabajo delos "chalucim", o sea, los pione-ros. Pero el proyecto de una parti-da definitiva no llegó a realizarse,porque Korczak "estaba fuerte-mente ligado a la lengua, a la cul-tura y al niño polaco" 8.

En los años de la segunda gue-rra mundial, mientras Polonia su-fre terriblemente bajo la ocupa-ción hitleriana, Korczak organiza,en condiciones sumamente difíci-les, la vida de los huérfanos con-fiados a él. Los defiende del ham-bre y de las represiones. Bajo lasbombas y los disparos de la artille-ría, corre por las calles de Varso-via, cumpliendo cada día, desa-

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fiando la muerte, largas marchasdesde la calle Krachmalna hasta elcentro. Recoge en la calle a los ni-ños perdidos, espantados y a me-nudo heridos, los lleva a los refu-gios y a los equipos médicos, pro-curándoles indumentos y comida.Llama a las casas privadas y a lasinstituciones sociales, pidiendovíveres para sus protegidos de la"Casa de los Huérfanos".

En otoño de 1940, dicha casa estrasladada al 'gheto'. Vistiendo eluniforme de mayor del ejércitopolaco, el día del traslado, Korc-zak es arrestado por no llevar en elbrazo la faja obligatoria con la es-trella de Sión. Pasa algunos mesesen la psisión de Pawiak. Rescata-do de allí por tres ex-discípulos(supera ya los sesenta años), nodeja de cuidar a sus niños. Ade-más, las autoridades ciudadanas leconfían la dirección de un refugiomunicipal en la calle Dzielna n.39.El "Pamietnik" ("Diario") escritoen 1942 es un elocuente documen-to de este último y tan dramáticoperíodo de la vida del "Viejo Doc-tor", en las terribles condicionesdel 'gheto'. Aun allí sueña un granorfanato al pie del Líbano, dondecada noche, a través de un tejadode vidrio, podría contemplar lasestrellas de la Palestina. (El "Dia-rio" fue salvado porque había sidoemparedado en "Nuestra Casa" enBielany).

Entre las múltiples pruebas dela vida de médico y de pedagogo,Korczak no perdió la fe en Dios.Dio prueba de ello, entre otras, enel libro ya recordado "De tú a túcon Dios. Oración de quienes norezan". Se trata de un coro de vo-ces que imploran, a veces llenasde lamentos y de protestas, y mása menudo de amor y de gratitud.Estas oraciones reflejan el estadode ánimo de las personas de dife-rentes edades y con diversas fun-ciones sociales. Una fe profunda ycreadora fue ciertamente la inspi-radora de su servicio al prójimo,lleno de dedición, y al mismotiempo el camino más breve a lolargo del cual avanzaba haciaDios, aunque no se tratara de uncamino fácil ni alegre. Korczak habuscado a Dios durante toda su vi-da. Aunque no perteneciera a nin-guna institución religiosa, nutríauna particular simpatía por el ju-daísmo y por la religión cristiana.

Es cierto: le caracterizaba una ac-titud positiva para con el cristia-nismo a través de la aceptación dealgunos principios y de algunasverdades de la fe cristiana. En"Nuestra Casa" de Bielany deci-dió organizar una capilla para losniños católicos; y en la "Casa delos Huérfanos" de la calle Kroch-malna, una casa de oración paralos niños hebreos. Formulaba mu-chos pensamientos educadoresconformes al espíritu cristiano. Ensu actitud ante la vida puede verseuna disposición de ánimo ecumé-nico que se manifiesta, en ciertosentido, en un empeño lleno dededición en favor de los niños he-breos y polacos.

Como un buen pastor, dio su vi-da por la causa de los niños. Murióasesinado a principios de agostode 1942, en el campo de extermi-nio alemán de Treblinka (en Pod-lasie, en el valle del río Bug). Enaquel lugar fueron matadas por losnazis unas 750.000 personas, prin-cipalmente hebreos y poblaciónde origen hebrea. Korczak no qui-so beneficiarse de la posibilidadde salvar su vida, sino que acom-pañó libremente a los doscientosniños en el camino hacia Shoah.En el 'gheto' se dio la orden de ale-jar a la población hebrea, lo quesignificaba inevitablemente lamuerte en las cámaras de gas, da-do que los nazis reconocían a loshebreos "el derecho de preceden-cia para el gas" en los campos deexterminio. La "Casa de los Huér-fanos", sus educadores y discípu-los, fueron obligados a desalojar aprimeros de agosto. "EntoncesKorczak, al frente de sus niños, a-travesó por última vez las callesde Varsovia hasta el llamado"Umschlagplatz" (el lugar detransbordo de los ferrocarriles enla calle Stawki), de donde la po-blación hebrea era cargada para ladeportación. Parece que en el últi-mo momento se le propuso ser in-dultado individualmente, pero éllo rechazó. Hasta el fin tranquili-zaba a sus muchachos dándoles lailusión de una excursión al campo,y junto con ellos fue hacia lamuerte"9. Siguió fiel a los niños aél confiados, hasta el "holocausto"de si mismo.

Pero Janusz Korczak no fuehombre de un solo gesto. Su últi-ma acción fue una conclusión co-

herente de cuanto había hechohasta entonces. No es posiblecomprender este gesto heróico sinaceptar su gran corazón paternal,que quiere estar junto al niño, es-pecialmente cuando éste se en-cuentra en peligro. No se deja ex-plicar a fondo, sin recordar la fide-lidad a los principios morales queél, médico y pedagogo, profesaba,animado por una fe religiosa pro-funda y espontánea. Aquella ex-traordinaria solidaridad para conquien sufre, se la dictaba su tiernay sensible conciencia, formada ala luz de las reflexiones religiosas.Con la muerte heróica, confirmóla misión de su vida. De haber si-do un católico, habría sido recono-cido santo y ciertamente habríaobtenido la gloria de los altares.

Este "Samaritano del niño" esquerido en nuestros tiempos, espe-cialmente cuando nos damoscuenta de los millones de niños,hoy, abandonados, hambrientos,desmoralizados, analfabetas, pri-vados de los elementales derechosdel hombre, "niños de la calle"que viven en todos los continen-tes. Korczak puede y debe ser mo-delo e inspiración para todos losque se dedican al bien de "estosnuestros hermanos más pequeños"(cf. Mt 25,40.45). A ellos Korczakasignó precisamente un papel de-cisivo en el renacimiento espiri-tual de la humanidad.

Mons. JANUSZ BOLONEKArzobispo Tit.de Madauro

Nuncio Apostólico en Rumania

Notas1 I. NEVERLY, Introducción y comentario a:

Janusz Korczak, Wybor pism (Escritos),vol.I-IV, Varsovia 1957-1958.

2 H. MORTKOWICZ-OLCZAKOWA, GoldszmitHenryk, en el Polski Slownik Biograficzni(Diccionario Polaco Biográfico), vol.8, p.214.

3 Ivi.4 Cf. los artículos de Korczak publicados

en el "Glos" de diciembre de 1905 y los resul-tados de los estudios de Kinga Sienkiewicz apartir de los materiales conservados en el Ar-chivo Central Estatal Militar-Histórico ruso,en Moscú.

5 Carta de Korczak a Mieczyslaw Zylber-tal fechada en 30 de marzo de 1937.

6 H. MORTKOWICZ-OLCZAKOWA, art. cit., p.214.

7 Ver: J. PIOTROWSKI, Ojciec cudzych dzie-ci. spomnienia o "Starym Doktorze" JanuszuKorczaku (Padre de los hijos de otros. Recuer-dos sobre el "Viejo Doctor" Janusz Korczak),Lodz 1946.

8 H. MORTKOWICZ-OLCZAKOWA, art. cit., p.215.

9 Ivi.

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Premisa

Quiero presentarles y explicar-les la tierra y la ciudad de la queprovengo. La Bosnia Herzegovi-na es un Estado formalmente re-conocido como tal por las Nacio-nes Unidas en 1992 y que com-prende cincuenta mil ciento vein-tinueve kilómetros cuadrados. Se-gún el censo de 1991, vivían cua-tro millones trescientos sesenta ycinco mil seiscientos habitantes,en las siguientes proporciones:43% (cuarenta y tres por ciento)musulmanes que durante la gue-rra han tomado el nombre de bos-nios, 31% (treinta y un por ciento)serbios ortodoxos y 18% (diecio-cho por ciento) croatas católicos,y el resto otras pequeñas minoríasnacionales o simplemente yugo-eslavos. En este Estado hay cua-tro diócesis católicas con tres se-des episcopales: Sarajevo, sedearzobispal y metropolitana, Ban-jaluka, Mostar y Trebinje que esAdministración Apostólica con-fiada al obispo de Mostar. La ca-pital es Sarajevo que, antes de es-ta guerra, contaba con 550.000(quinientos cincuenta mil) habi-tantes. Esta ciudad refleja la va-riedad de religiones, de culturas ynacionalidades, tal como era todala Bosnia y Erzegovina.

1. La guerra

Ya durante 1991, el ex-EjércitoFederal Yugoeslavo mostraba cla-ramente su intención de ocupar laBosnia y Erzegovina para llevar acabo el proyecto de la Gran Serbia.

La agresión había comenzadoya en septiembre de 1991 con ladestrucción y la limpieza étnica de

las zonas católicas en la Erzegovi-na oriental, donde está situada ladiócesis de Trebinje. Todo el arse-nal bélico que el ejército retirabade la Eslovenia y de la Croacia fuedislocado estratégicamente en laBosnia Erzegovina. Esta guerra,proyectada e impuesta por la polí-tica de Belgrado con el objetivo deconquistar nuevos territorios parauna Gran Serbia nacionalmentehomogénea, ha mostrado su barba-rie sobre todo contra Sarajevo. Aprincipios de abril de 1992, co-menzaron los trágicos aconteci-mientos y la destrucción sistemáti-ca de Sarajevo. Justo al comienzode las operaciones bélicas, la Igle-sia Ortodoxa Serbia trasladó sucentro fuera de Sarajevo, mientrasla mayoría de los sacerdotes orto-doxos abandonaba la ciudad antesdel comienzo, evidentemente se-gún un plan preestablecido, comosi supieran anticipadamente quésuerte iba a tocar a Sarajevo.Cuando la ciudad fue asaltada poruna lluvia de granadas y de gravesbombardeos fue un verdadero mi-lagro que la gente se haya organi-zado para defenderse, práctica-mente sin armas y para sobreviviral asedio. Al principio la gentepensaba que aquello no habría du-rado mucho tiempo y que la locurade los agresores se habría agotadopronto. Por desgracia, las etona-ciones continuaban inexorables undía tras otro, seguidas de incen-dios, destrucciones, con numero-sos heridos y muertos por las ca-lles y en las habitaciones. Las au-toridades ciudadanas no estabanpreparadas para la guerra, por loque fueron cogidas por sorpresa.De hecho, ni siquiera habían sidopredispuestas las reservas esencia-les de alimentos y de otros géneros

de primera necesidad, y menos aúnlas armas y los sistemas de defensade la ciudad. Además del bloqueototal de la ciudad y de cerca de 600bocas de fuego de la artillería pe-sada y de los carros armados, si-tuados todos sobre las montañasen torno a Sarajevo y apuntadadoscontra la ciudad indefensa, la es-trategia bélica del agresor serbioincluía otras medidas: el bloqueode las provisiones de agua, gas y e-lectricidad, la destrucción de lossistemas de telecomunicaciones, laparalización de los movimientosde entrada y salida de la ciudad,matar y herir al mayor número po-sible de personas, por obra de losinfames francotiradores, ademásde la destrucción sistemática de to-do lo que pudiera ser útil a la gen-te. Así muy pronto, en la ciudad,empezaron a escasear alimentos ymedicinas, lo que dura ininterrum-pidamente desde hace cuatro años.Los especialistas militares hablande millones de proyectiles que hanestallado en esta ciudad.

2. Consecuencias de las destrucciones bélicas

1) El impacto con los horroresde la guerra. La primera conse-cuencia ha sido la desorientaciónen la organización de la vida y delas actividades. La destrucción dela red de comunicaciones ha aisla-do y alejado entre sí a las gentes,aunque físicamente fueran veci-nos: en particular, la destrucciónde la red telefónica provocó unagran incertidumbre acerca de lasuerte de los propios seres queri-dos y la imposibilidad de comuni-car con ellos y ayudarlos.

VINKO PULJIC

La medicina pastoral en Bosnia Herzegovina en estado de guerra

249VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

2) El miedo ante las terribles ex-plosiones. Ha habido jornadas enlas que las granadas estallaban sininterrupción casi cada minuto o ca-da segundo, llevando consigo laangustioso interrogante: ¿Quien hamuerto o qué ha sido destruído?

3) El horror ante la muerte y lasdiversas matanzas. La gente obli-gada a salir fuera de los refugiospara buscar un pedazo de pan, a-gua y otros géneros necesarios, amenudo era víctima de las explo-siones en las calles y muchos hanperdido la vida dentro de sus mis-mas casas blanco de los disparos.

4) La sepultura de los muertos.Había días en los que era imposi-ble retirar los cadáveres de las ca-lles a consecuencia del terrible ca-ñoneo, y un grave problema eraenterrarlos en las cementerios, queestaban en la línea de fuego, demanera que eran enterrados en losparques o en sitios cercanos ocul-tos a los francotiradores. En talescasos faltaba naturalmente todaforma de decente acompañamien-to como se acostumbra en el mun-do civil con motivo de los funera-les. En esta guerra han sido muer-tos por las calles de Sarajevo cercade doce mil personas, de las que u-nos mil quinientos son niños.

5) La asistencia a los heridos. Secalcula que en Sarajevo, durantetodo este período, han sido heridascerca de cincuenta mil personas.Ha habido diversas clases de heri-das: de la pérdida de las extremi-dades, sobre todo pies y manos, ala parálisis total e incapacidad eautosuficiencia, obligados a de-pender en todo de los demás. Untrauma gravísimo es el de los niñosheridos, a menudo recién nacidos,que quedan minusválidos por todala vida.

6) La falta de géneros de prime-ra necesidad. Las pocas reservasde géneros alimenticios y otros gé-neros necesarios para una vida nor-mal fueron agotadas bien pronto.Las ayudas humanitarias llegabanen pequeñas cantidades y ademásse trataba de alimentos uniformes ysin suficientes componentes nece-sarios al organismo humano paraun trabajo normal.

7) Las consecuencias de la faltade fuentes de energía. Graves priva-ciones hicieron difícil la vida a lasgentes por la desaparición de la e-lectricidad y del gas indispensables

para la calefacción y la preparaciónde los alimentos. Durante el primerinvierno de asedio pronto fueroncortados todos los árboles de la ciu-dad para calentarse y cocinar.

8) La falta de agua era otro gra-ve problema. De hecho es necesa-ria no sólo para cocinar y para lasmás elementales exigencias higié-nicas, sino también y sobre todopara beber y satisfacer la exigenciade líquido del organismo humano.En primer lugar, existía el miedode la gente de que aquel poco de a-gua que conseguía procurarse, conriesgo de la vida, estuviera enve-

nenada. Y por si fuera poco, la hi-giene personal y del ambiente enque se vive no podía ser cuidada aconsecuencia de la escasez.

9) La imposibilidad de mantenerla higiene personal y del ambiente.Las reservas de productos higiéni-cos fueron agotadas pronto y lopoco que llegaba con las ayudashumanitarias era del todo insufi-ciente para un número tan grandede habitantes. La insuficiencia deagua hacía imposible asegurarse lahigiene de los ambientes de vida yde trabajo, por lo que en las cloa-cas empezaron a desarrollarse di-versos insectos nocivos, ratones yratas que vivían libremente en clo-acas y habitaciones. En las callesse acumulaban montones de basu-ra porque era imposible transpor-tarla a las descargas públicas. Todoesto empeoraba la situación higié-nico-sanitaria de la ciudad.

10) Diversos traumas psíquicos.Puesto que la gente estaba constre-ñida a pasar días y noches en losrefugios, en ambientes estrechos,

oscuros y húmedos, A menudo enla total oscuridad, se ha manifesta-do el "síndrome del sótano" que haatacado sobre todo a los niños congraves consecuencias psíquicas.Las numerosas noches pasadas envela por los adultos han causadovarias neurosis, sobre todo por laincertidumbre del mañana y el te-mor del hambre amenazante quesufrían ya casi todos una vez quese habían agotado las reservas. Enparticular los padres sufrían por-que no estaban en condiciones desatisfacer las más elementales exi-gencias de sus hijos. Diferentes ti-pos de depresión agravaban ulte-riormente las cosas porque provo-caban angustias nocturnas causa-das por tanta sangre y tantas ma-tanzas. Estos traumas eran visiblessobre todo en las personas ancia-nas y débiles, que se sentían solasy abandonadas, lo mismo que losniños cuyos padres habían sidomatados o gravemente heridos,por lo que quedaban totalmente in-hábiles. Añádanse las angustias in-teriores causadas por la incertezasobre los seres queridos de los cua-les se había perdido toda noticia.

11) Los contactos interrumpidoscon los propios seres queridos. Laguerra ha interrumpido las comu-nicaciones entre los miembros delas familias, entre marido y mujer,entre hijos y padres, entre amigosy conocidos. Algunos habían sidomovilizados y enviados al frente,otros habían desaparecido y otroshabían hecho perder toda huella.Heridas afectivas profundas, agra-vadas por el miedo y la incerti-dumbre total.

3. Llevar la luz a las tinieblasde la guerra

En medio de todos estos horro-res de la guerra, la Iglesia Católicaha tratado de organizarse para o-frecer toda clase de ayuda a la gen-te en la difícil situación de guerra yentre tantas pruebas. Con tal fin, laactividad de la Iglesia ha sido múl-tiple:

1) En primer lugar, los sacerdo-tes, religiosos y religiosas con lospropios obispos al frente, han per-manecido al lado del pueblo y consu presencia los animaban y soste-nían para soportar todas aquellasprivaciones causadas por la guerra.

250 DOLENTIUM HOMINUM

2) A pesar de los peligros de laguerra, la Iglesia reunía a sus fielespara la oración y la celebración dela Eucaristía, para crear el sentidoy la atmósfera de la comunidad,que ha tenido una función impor-tantísima para superar el senti-miento de soledad y de abandono.En esta comunión de fe se experi-mentaba la cercanía de Dios y la delos hombres hermanos. En estasreuniones de fe el coloquio conDios y entre los hombres conse-guía poco a poco descargar laspropias tensiones y recoger la e-nergía espiritual necesaria para su-perar las dificultades. Una fuenteespecial de energía espiritual era laoración personal y comunitaria, laparticipación en los sacramentos yespecialmente la palabra de Dios,la reconciliación y la comunión.Sabiendo esto, por mi parte visita-ba en cuanto era posible cada unade las comunidades de fieles, ani-mando con la palabra de Dios a lossacerdotes y a sus fieles. Era evi-dente que después de cada encuen-tro de este tipo, en la celebraciónde la Misa, se veía fluir de los ojosde todos como un rayo de esperan-za y la gente regresaba reconforta-da a sus casas.

3) Organización de la ayuda hu-manitaria mediante la Cáritas.Aunque existía el bloqueo de lasvías de comunicación, nos hemosprodigado para encontrar otrosmedios para llevar a Sarajevo lasayudas y distribuirlas entre la gen-te de modo que al menos quedaragarantizada su supervivencia. A-demás de llevar alimentos, hemosorganizado igualmente la ayuda enmedicinas, proporcionando a otrosbenefactores las listas de medici-nas y material sanitario más nece-sario. Una parte era distribuida alos hospitales civiles y la otra a lasfarmacias dirigidas por la Cáritas,a fin de estar lo más próximos po-sible a la gente en todos los secto-res de la ciudad, sin obligarlos aexponerse a peligros en las callesbajo los disparos de los francotira-dores y sin medios públicos detransporte. Por eso, y también en elámbito de la Cáritas, hemos orga-nizado a los médicos en los centrosparroquiales y en otras estructurasadecuadas. Con tal fin, hemos a-bierto el Centro médico de San Vi-cente en el centro de la ciudad, enel que estaban organizados la far-

macia, el ambulatorio y el consul-torio. Allí se ha abierto una cocinapopular que daba a miles de perso-nas una comida caliente. De modoespecial se ha tratado de ayudar alas mujeres en sus problemas, dán-doles consejos para resolver susdificultades y dilemas de concien-cia.

4) El servicio de patronato.Viendo que en las habitacionesquedaba un número cada vez ma-yor de gente anciana, enferma ynecesitada de ayuda, hemos orga-nizado un servicio de patronatoque visitaba regularmente a esos

ancianos y les llevaba ayudas hu-manitarias y medicinas. Tal activi-dad era desarrollada sobre todo porlas religiosas.

5) Adquisición de estufas paracalefacción y su montaje especial-mente en las casas de ancianos yenfermos. Se trata de un tipo de es-tufas que pueden quemar cualquiercombustible fuente de energía ca-lorífera. En el período en que seproporcionaba gas, hemos ayuda-do a muchas familias para la insta-lación del gas.

6) La reanudación de comunica-ciones interrumpidas. No sólo através de la Cáritas, sino tambiényo personalmente como tantos o-tros sacerdotes y religiosas, quepodíamos salir y entrar en la ciu-dad con riesgo de la vida, hicimosobra de carteros, llevando numero-sas cartas y paquetes con víveres ymedicinas. A menudo ese era el ú-nico modo de que la gente recibie-ra noticias de los seres queridos yalguna ayuda financiera. A travésde nuestro Vicariato en Zagreb,

también hemos organizado un ser-vicio para el paso de ayudas en di-nero. El sistema funcionaba de es-te modo: la gente depositaba unacierta suma destinada a sus parien-tes en Sarajevo, en nuestro Vica-riato, y la archidiócesis pagaba elimporte a los destinatarios en Sara-jevo, mediante la Cáritas. Era unservicio bancario subsidiario, el ú-nico que funcionaba, naturalmentesin finalidades de lucro. Durantelas fases más agudas de la guerra,ésta era a menudo la única formade asegurar un mínimo de supervi-vencia a la gente asediada y bom-bardeada.

7) La actividad de los mass-me-dia. Hemos organizado un serviciode información por radio privadade la diócesis y diferentes hojaspara limitar y contrastar los otrosmass-media que propagaban siste-máticamente el veneno del odio yde la intolerancia de los demás, ypara construir la cultura del amor yde la vida con transmisiones porradio de los valores humanos fun-damentales y la transmisión de laMisa y de la palabra de Dios. He-mos tratado de llevar un poco deoptimismo a la gente a través denuestra radio transmitente "Vrh-bosna" (que es el nombre históricode la diócesis de Sarajevo cuandoaún no existía la ciudad en la edadmedia) y la publicación de variashojas y libros, con los que rompía-mos el bloqueo de las noticias y lainformación parcial.

8) La actividad cultural. Hemosorganizado encuentros de jóvenesen el ámbito de la Iglesia y de la A-sociación cultural croata "Napre-dak" (Progreso) con el fin de supe-rar el clima de barbarie llevado porla guerra, y de educar a los jóvenespara la paz. Queríamos una seriede manifestaciones culturales pre-cisamente en medio del fragor dela guerra para dar una señal a laciudad y al mundo entero.

9) La apertura de un centro esco-lar católico en el que actúan la es-cuela elemental, la media y la Es-cuela media de medicina. De talmodo hemos dado una perspectivaa los alumnos que, en medio de lapesada atmósfera bélica y del cli-ma de odio y de fanatismo, han te-nido la oportunidad de asistir regu-larmente a las lecciones y sentir undiscurso centrado en los valorespositivos de la reconciliación, de la

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tolerancia y de la convivencia pa-cífica.

Estimados oyentes: he tratadode mostraros, con estos brevesflash, los graves sufrimientos denuestra gente en la Bosnia Herze-govina traumatizada por la guerray especialmente en la capital, Sa-rajevo, ciudad asediada y transfor-mada en un campo de concentra-ción, y lo que la Iglesia ha hecho yestá haciendo para ayudar a la gen-te en estas durísimas pruebas y enestos sufrimientos. Como son in-descriptibles el dolor y los sufri-mientos de cada hombre, así esimposible hacer ver, aunque sólosea superficialmente, qué han sig-nificado para esta pobre gente lapreocupación, el cuidado, el inte-rés y la ayuda de los sacerdotes, delos religiosos y religiosas presidi-dos por sus obispos. Pero nosotrossabemos que el omnipotente ybuen Señor Dios, "que ve en lo se-creto" de la humanidad, ve todoesto. El Señor y su amor por cadahombre en particular, han sido loque nos ha motivado, guiado, ani-mado y sostenido y sólo El serápara todos nosotros la verdadera eimperecedera recompensa. Jesu-cristo no ha dado muchas respues-tas científicas y teológicas sobre lacuestión del dolor y del sufrimien-to, pero ha preferido simplemente"descender sobre la tierra y hacer-se hombre" y por puro amor abra-zar la cruz. Desde entonces hastahoy, esa cruz es el verdadero signi-ficado y la respuesta al problemadel dolor; y nosotros en Sarajevo yen Bosnia y Erzegovina hemostratado de compartir la cruz, dellevarla juntos y de morir en ellajunto a tantos otros conterráneos yconciudadanos, sin distinción dereligión, nacionalidad y cultura.En este Viacrucis hemos procura-do enjugar las lágrimas de los quesufren, nutrir a los hambrientos,vestir a los desnudos, visitar y cu-rar a los enfermos. En la gran cár-cel que es Sarajevo estábamos to-dos juntos. Todo esto nos ha sidoposible gracias al sostén y al pater-nal cuidado del Santo Padre, denumerosos hermanos obispos ysacerdotes y de la multitud con laque nos une la gracia bautismal oquizá sólo el amor desinteresado ala persona humana.

En esta época nuestra más quenunca el Señor Jesús pide a cada

discípulo suyo que sea el miseri-cordioso Samaritano. Se debe so-correr al herido y curar sus llagas.Pero esta parábola aplicada a laComunidad internacional no con-cluye aquí. Ciertamente, tambiénla Comunidad internacional tieneel deber de curar las heridas, peroen primer lugar tiene el deber defrenar a quienes causan esas heri-das, a quienes matan a tantas per-sonas a las que ya es imposible daruna ayuda material. La Comuni-dad internacional tiene el deberante Dios y el mundo entero, deencontrar los modos para defendereficazmente a los más débiles y alos oprimidos. En caso contrario,el curar las heridas pierde casi to-do significado y utilidad. Me pre-gunto y os pregunto: ¿qué sentidopuede tener el esfuerzo para satis-facer a los hambrientos y al mis-mo tiempo permitir consciente-mente que después de haber satis-fecho su hambre sean matados?

¿Qué sentido puede tener el hechode curar a los heridos y permitirconscientemente que después seande nuevo heridos o matados?¿Qué sentido puede tener el conti-nuo declamar sobre los derechosdel hombre y al mismo tiempoconsentir que esos derechos seancada día pisoteados de manera tanbrutal?

La Iglesia católica se esfuerza ytratará cada vez más de ayudar atodo hombre necesitado, pero almismo tiempo seguirá denuncian-do las violaciones y levantando suvoz en defensa de los derechos yde la dignidad de la persona huma-na, de cada hombre. Gracias porhaberme ofrecido la ocasión de a-traer una vez más la atención de laIglesia y del mundo médico y polí-tico sobre estos graves problemas.

Cardenal VINKO PULJICArzobispo de Vrhbosna, Sarajevo

(Bosnia Herzegovina)

252 DOLENTIUM HOMINUM

Ante todo quisiera decir que soyun ortopédico, que en los últimoscuatro años he trabajado en el Cen-tro de Medicina de Guerra, y des-de cuando he sido nombrado Mi-nistro de Salud, cuento con innu-merables informaciones sobre infi-nitos sufrimientos y tragedias, es-pecialmente de parte de particula-res categorías de personas comomujeres, niños, heridos, ancianos,etc. Este ha sido el aliciente queme ha llevado a dedicarme exclu-sivamente al análisis de las reali-dades naturales. Sin embargo, vis-to que esta estimada asamblea seocupa de problemas filosóficos,sociológicos, teológicos y de ética,no puedo detenerme solamente enun nivel empírico. Por otro lado,mi conocimiento, que deriva direc-tamente de la experiencia práctica,se presenta como un argumentopara la elaboración teórica a niveluniversal. Para entrar en el argu-mento, permítanme presentarlespor medio de sistemas estadísticos,la situación trágica de mi país.

En este período es muy difícildescubrir y documentar todas lasconsecuencias de esta cuarta gue-rra mundial en Bosnia Herzegovi-na, guerra que lamentablementeaún no se detiene. Según las infor-maciones del "Republic committeefor health and social welfare" (Co-mité de la República para la saludy el bienestar social) de BosniaHerzegovina (Boletín n. 180 del 25de setiembre de 1995), desde el i-nicio de la guerra 146,245 perso-nas resultan muertas, dispersas ohan muerto por el frío o el hambre.De ellas 16,838 son niños. Segúnla misma fuente, han sido heridas174,397 personas y 12.302 hanquedado inválidas.

Se calcula que aproximadamen-te 2 millones de personas han de-jado su casa (refugiados, prófugosy desterrados) para dirigirse a o-tra parte del país o fuera de Bos-nia Herzegovina. Todo esto com-promete la definición del cuadro e-pidemiológico y del sector sanita-rio que se encuentra frente a unaserie de enormes desafíos de natu-raleza médico-profesional.

En los años de la guerra se haregistrado un elevado nivel de es-tados patológicos, conexos con lasinfecciones y las enfermedades pa-rasíticas, debido a las condicionesde vida, al amplio movimiento mi-gratorio, a la falta de agua potablepara beber y para la higiene per-sonal, y a la falta de combustiblepara cocinar y para la calefac-ción. Por estos motivos, el prome-dio de las enfermedades debidas alas infecciones ha subido de1.358,5 (años 1990-91) a 2.882,97(1993-94). Durante estos años deguerra se han producido impor-tantes cambios en la estructura delmovimiento de las enfermedadesinfectivas. Ha habido un aumentoconsiderable de enfermedades in-fectivas intestinales, sobre todo sise compara con las cifras de los a-ños precedentes a la guerra.

El cambio de la situación epide-miológica requiere que el personalmédico cambie las prioridades e-xistentes en tiempo de paz y seconcentre en el cuidado de las per-sonas heridas y en la prevenciónde las epidemias debido a las en-fermedades infecciosas. Los cono-cimientos logrados en las acade-mias médicas militares y de lostextos de medicina en tiempo deguerra no siempre se han reveladoa la altura de nuestras exigencias.

Durante la guerra no hay ningunaorganización de cursos sanitarios,o separación de los libros de textoen los llamados "niveles", dadoque es imposible ponerlos en actoy con precisión en cada lugar. Ci-viles y soldados, niños y ancianos,heridos y enfermos crónicos, a ve-ces víctima y carnéfice, son cura-dos en el mismo hospital y quizásen la misma habitación. Además,no todos tienen la suficiente suertede ser curados en hospitales espe-cializados. Las circunstancias nosha obligado a instalar varias doce-nas de los llamados hospitales decampo, que no son hospitales mili-tares, sino hospitales en los que securan a las personas como lasmencionadas y también a quienessufren de otras patologías.

El lenguaje de los hechos gravesy crudos ha mostrado el impactode la guerra en la esfera social y enaquella sanitaria, pero el problemaque se plantea es sobre el signifi-cado que encierran para las consi-deraciones científicas y desde unpunto de vista general.

Además de la cuantificación delas informaciones, como reflejo yconsecuencia de la guerra, existeuna multitud de fenómenos queinteresan el campo sanitario, el delas patologías sociales y el trabajodel staff médico.

Estamos convencidos que estaexperiencia, trágica y llena de do-lor, no será utilizada solamentepor los históricos, sino tambiénpor los científicos en general. Po-demos suponer que nuestro cono-cimiento es muy importante parala investigación teórica y filosófi-ca sobre la guerra en una sociedadmoderna, y lo demostraremos conun perfil, ya que es imposible ha-cer un tratado.

BOZO LJUBIC

La medicina en tiempos de guerra

253VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

Primero. Todo esfuerzo paramantener las tradicionales separa-ciones de la medicina entre servi-cios civiles y servicios para el perí-odo de guerra es imposible y cir-cunstancial. Sin duda esta suposi-ción puede ser convalidada por elanálisis de la práctica, que áun estáen acto.

Segundo. En un tipo de guerracomo la que hemos conocido enmi país, el problema central esconstituido por los civiles, por laspersonas no protegidas y a quienesnadie les ayuda en su esfuerzo pa-ra defenderse de las armas moder-nas. Por esta razón, el punto cen-tral de atención de la medicina yano son los hospitales, sino los cen-tros urbanos que son destruidosdesde lejos, y cuya población es a-sesinada sin distinción.

Tercero. Esta no es una guerraclásica, donde está presente sólo elusurpador del territorio o la defen-sa de una nación, sino se trata de u-na excusa para matar. Millares deciviles y de militares han sido heri-dos y han caido prisioneros o hansido matados simplemente porquepertenecían a otro grupo étnico.

Cuarto. En las guerras anterio-res, había respeto por las reglas deljuego y, lo más importante, habíarespeto por las normas y las leyesinternacionales. Esto ya no cuenta;en efecto, la Cruz Roja, los hospi-tales y las estructuras sanitariashan sido objetivos de ataques mili-tares.

Quinto. Sabemos por la historiaeuropea que es difícil localizar ycontener las guerras en un área li-mitada. A menudo las autoridadesencontraban motivos para ayudar alas víctimas. Esta ha sido la prime-ra vez que la Europa política, du-rante tres años ha observado fría-mente el horror que se ha desarro-llado gracias a la ignorancia delmundo civilizado y porque no seha podido recurrir a la fuerza ennombre de la moralidad, de lasnormas universales de la ética o almenos de la solidaridad antropoló-gica, para detener los crímines.

Es evidente que lamentarse noes útil a las ideas o a los razona-mientos, por tanto intentaré tradu-cir estos pensamientos en palabrasque expresen el sentido, que seanpresentadas desde un punto de vis-ta teórico, explorando el fenómenode la guerra y de sus problemas a

nivel de perspectiva también teóri-ca. Asimismo, si en estas condicio-nes me limitaré exclusivamente alos homicidios, a los heridos y al a-buso sobre las víctimas en general,creo que lograré sólo parcialmentenuestro objetivo, porque hablaríaúnicamente de las causas de laguerra como fenómeno, en la pers-pectiva de la guerra que está en ac-to en mi patria. Quisiera hablar dela posición de los médicos en laguerra, sobre cuyas espaldas recaeun grave peso, no como cirujanoso internistas, sino como humanis-tas y profesionales. Estos médicos

se encuentran en la posición de a-mortiguadores de las consecuen-cias de la destrucción humana ha-cia los hombres, y también en laposición de quien opone resisten-cia al desarrollo pesante de la des-trucción.

El conocimiento de la historianos muestra que cada civilizaciónha tenido sus adelantos espiritua-les, marcados por nuevas y gran-des realizaciones, gracias a lascuales las civilizaciones se han se-parado una de otra. Mientras tanto,junto con las grandes realizacio-nes, ellas presentan también acon-tecimientos patológicos y no fun-cionales. A veces, han sido "rega-los de la naturaleza", a veces de lasociedad, a veces una combina-ción de ambos. Lo que separa anuestra sociedad electrónica de o-tras son sus síndromes patológi-cos, que en su mayoría son un pro-ducto del hombre. Aparentemente,la civilización electrónica se ha de-tenido en un mar de energías dedestrucción humana completa-

mente nueva, y estos múltiples a-contecimientos están ligados unosa otros, representando una cadenade causas y consecuencias. La de-generación puede tener varias for-mas: personal, de grupo, de la so-ciedad, terrorismo, droga, alcoho-lismo, lujuria, prostitución, crimi-nalidad, accidentes atómicos con-tra el género humano, etc., y todasjuntas forman una síntesis de va-rios productos del progreso fantás-tico y del desarrollo.

Para su civilización y para sutiempo, san Juan tomó en conside-ración los peligros en sus signifi-cativos pasajes escatológicos delCaballero del Apocalipsis. De lascuatro fuentes de peligro de aqueltiempo, permanece solamente laguerra, si excluimos el fenómenode la muerte ya que ella es unaconsecuencia y no una causa delApocalipsis. Durante cuatro años,3 de los 4 Caballeros del Apocalip-sis, han recorrido mi país; todosnos han visitado con excepción dela peste. Sin embargo, he observa-do, que solamente la Guerra mere-ce ser analizada hoy detalladamen-te, dado que los otros dos son sola-mente consecuencias de la guerra.

Se podría decir que la guerra esal mismo tiempo causa y conse-cuencia y, en cierto modo, partenatural de la vida y de la muerte.Esta reflexión no es el producto deuna obsesión dada por la guerraque actualmente hay en mi país, si-no es algo reconocido y efectiva-mente demostrado. El Hambre essigno del degrado del desarrollo deuna sociedad, teóricamente un he-cho no-existente. El hambre es unelemento determinante del modeloinjusto de la sociedad para la dis-tribución y la redistribución de lariqueza. La Peste, en su significa-do apocalíptico, es hoy una enfer-medad desconocida. El fenómenode la muerte pertenece a la esferade la ejemplificación y de lo exce-sivamente factivo, que no puedelograrse con el pensamiento y conla teoría. No se puede detener laGuerra con la redistribución de lariqueza, incluso la ciencia médicano tiene ninguna influencia sobreella, la guerra es una cosa innatu-ral. La guerra no pertenece a la es-fera de la religión o de la ciencia,sino en fin de cuentas es un sujetode la ocupación hacia todas laspersonas, es decir un fenómeno to-

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tal. La guerra no logra revelarse ensu verdadera luz, no tiene un ar-quetipo ni un estereotípico, si seexceptúa su etimología, su conte-nido y su objetivo, que siempresignifican muerte, destrucción yantihumanismo. La guerra es undesafortunado complemento delprogreso y hoy, con el empleo delos diferentes métodos de destruc-ción, de muerte y tortura, dependedel nivel electrónico de la civiliza-ción moderna. La guerra es, contodas sus particularidades, un a-contecimiento determinado social-mente que no se somete a ningúnjuicio natural, jurídico o a las le-yes. Si la guerra forma parte de lahumanidad y es un fenómeno cu-yos efectos y consecuencias nosrecuerdan una innundación gene-ral y la extinción de las especiesantropológicas, el problema es sa-ber cuál es el puesto y qué papeltiene la medicina en la guerra.

La moralidad y los valores éti-cos turbados de nuestra civiliza-ción, así como los cambios en laescala de los valores a nivel uni-versal, tienen su reflejo en la gue-rra actual, así como en la relacióndel mundo en esta misma guerra.Por tanto, creo que sea más ade-cuado que en esta ponencia meconcentre sobre los problemas deética y de moralidad y, examinan-do los antiguos principios de Hipó-crates y las acciones del Samarita-no bíblico, proponga la búsquedade un "nuevo Hipócrates" y de unSamaritano de nuestro tiempo.

La guerra es una prueba para to-dos. Solamente en la guerra toda laescala de valores éticos asume unsignificado nuevo, y los médicosse encuentran frente a la prueba sideben ser fieles a las responsabili-dades que han asumido con su ju-ramento o si deben trasgredirlopérfidamente. Durante la guerratodo tiene un significado sufrido ymodifica las connotaciones del hu-manismo. La moralidad, la piedad,el perdón y la comprensión son, encondiciones de paz, la base de la é-tica y de la moralidad, que todo loencierran. En la guerra ellos apare-cen como una despreciable idea cí-nica. El hombre se transforma has-ta volverse una nulidad, su com-portamiento y sus acciones se ba-san en la muerte, en la venganza,en la tortura y quien es inducido ala destrucción llega al total aniqui-

lamiento. Pero el hombre, y esto eslo que nos infunde la certeza en es-ta guerra, ha demostrado tener losmás elevados principios éticos ymorales, principios sanos y de a-yuda a los además, incluso sacrifi-cando la propia vida en favor de o-tro ser humano.

Indudablemente, nosotros dis-cutimos de ética teniendo como i-deales dos grandes símbolos histó-rico-éticos (el doctor Hipócrates yel paradigmático Samaritano de laBiblia) y nos encontramos una vezmás frente a este problema: ¿quétipo de ética, en la educación y en

el reforzamiento (y cómo) en con-diciones donde bellum onmiumcontra omnes, funciona comoprincipio en la práctica, en la ac-tualidad?

La guerra, sin embargo, no reco-noce los principios y las órdenes,que sería necesario poner de relie-ve, habiendo sido lamentablemen-te nosotros testigos de nuestra ex-periencia. Llegamos aquí a la pre-gunta clave del problema de nues-tro análisis, esto es, al tema másimportante. No es supérfluo pre-guntar ¿qué hacen quienes curan elcuerpo y el alma de los asesinos,de los violentadores, de los quepractican torturas perversas, hom-bres que están llenos de energíadestructora? ¿Cómo se puede lle-gar a pactar con el hecho que esnecesario curar a seres como estos,que después de su renovación espi-ritual o física aceptarán otra vezmatar y cometer crímines?

De este modo, un agente espiri-tual que escucha las confesiones,aconseja, muestra el perdón y la

caridad, es desgarrado entre prin-cipios éticos y la realidad que sepresenta a sus ojos.

Durante la guerra, cuando nohay limitaciones humanas o éticas,muchos son "libres" en su modo decomportarse. Ellos odian, se ven-gan, no tienen principios, siem-bran prejuicios y xenofobia, en e-llos sobresale una energía negati-va. Contenidos o limitados por lasrestricciones morales, sus impul-sos naturales pueden mostrarse sintemor o sentidos de culpa.

En las guerras clásicas (aunqueya hemos dicho que no existe unestereotípico ni un arquetipo), losenemigos eran despersonalizados,con excepción de la identificaciónpor medio de la pertenencia a unacierta nación o grupo. La guerraactual en mi país es, sin las ver-güenzas de la obsesión o de la e-moción, un acontecimiento especí-fico, osaría decir, incluso en la his-toria de las guerras.

En las guerras tradicionales, laspersonas son reconocidas por susuniformes, por los símbolos, porlas iconografías, por las lenguas, yde conformidad con estos signosson matadas, capturadas, puestasen prisión y hasta torturadas. Enesta guerra, las personas y tambiénlos médicos, se conocen subjetivay personalmente. Además, cono-cen su comportamiento en la gue-rra de manera directa o mediantetestigos. Un criminal es identifica-do de manera concreta y no por launidad o por la división de perte-nencia como ocurría en el pasado.Esta es una presión ulterior sobrela moral de las personas que curano perdonan los pecados. De estamanera, en la guerra, y especial-mente en la nuestra, la medicina esmás solamente una profesión o u-na vocación de mérito particular,sino se ha convertido en un fenó-meno importante para la ética.

Todo lo que hemos mencionadocomo formas de patología social,hasta ahora constituyen la causa yel efecto de la relación. El homici-dio (colectivo, de grupo, personalo totalmente sin selección o reco-nocimiento) y la destrucción sinmiras al valor espiritual o material,son formas de permisivismo e in-mortalidad que han encontrado unespacio y las condiciones adecua-das en la guerra. La violencia hacialas mujeres, hacia las jóvenes, ha-

255VADE ET TU FAC SIMILITER: DE HIPOCRATES AL BUEN SAMARITANO

cia aquellas más ancianas, en con-diciones normales habrían sidométodos de sicópatas, pero aquíforman parte de una estrategia deguerra (como lo refiere un obser-vador internacional independienteque acusa a una de las partes enguerra). Nada vale la pena o es tansagrado que no pueda ser destruidoo humillado.

De este modo, la crisis moral yla actitud insuficiente en el campode la ética, no son problemas sinfundamento o retóricos, sino quehan sido puestos en la práctica enmi país. La especificidad de laguerra en Bosnia Herzegovina yen Croacia merece una atención nosolamente de parte de la comuni-dad médica, sino también de partede las ciencias filosóficas y éticas.

La estructura moral, mental, si-cológica, emotiva e intelectiva delos médicos no es atípica para cre-er que el juramento o la aceptaciónde principios morales universalespuedan permanecer inmutados yfuncionar objetiva y profesional-mente sin conflictos internos y ex-ternos. De este modo, los princi-pios éticos nos proporcionan unmodelo de comportamiento y lascrudas experiencias presentan undesafío enorme y la razón para re-flexionar frente a un cruce moral.

No es difícil suponer qué tipo dedilema ético siente dentro de sí unmédico cuando encuentra a quie-nes son los precursores del crimenante los hijos, las mujeres, los pa-dres y los colegas.

Podemos elegir la ética univer-sal e ir contra ella mediante los a-contecimientos de la vida. Pode-mos desarrollar el fundamento denuestra profesión que se basa en launión de la ética, de la toleranciaestoica, de las justificaciones éti-cas o el olvidar las memorias nega-tivas.

Podemos ceder ante el valor delfatalismo o del derrotismo, peronos dispensaremos de la contradic-ción fatal y de la insidia de la con-tradictio in adjecto como la formamás drástica de la posición contra-dictoria del personal médico. Ade-más, no podemos liberarnos delmismo modo de la contradictiomaterialis, sobre la cual un impor-tante tribunal elimine la legitimi-dad de otro, y en particular, no po-demos eximirnos de la contradic-tio in subjecto, como consecuencia

del conflicto espiritual en el mis-mo sujeto.

En la práctica de la realidad y delas funciones profesionales, cuan-do está de por medio este tipo deguerra, no siempre al personal mé-dico se le ahorra la represión y laviolencia, ya que no existen con-venciones reconocidas o responsa-bilidades internacionales sobre elrespeto del comportamiento hu-mano y moral. Tengamos presentelos primeros días del asedio de Sa-rajevo. El principal objetivo de losfranco tiradores han sido las ambu-lancias y una de las primeras vícti-

mas en Sarajevo (donde hasta elmomento han sido matadas más de12,000 personas y otras 50,000han sido heridas, de las cuales1,700 niños) ha sido un médico deemergencia, la Dra. Silva Rizvan-begovic.

Por todo esto parecería que lamedicina en guerra no constituyaun problema pragmático y empíri-co, y ni siquiera un problema demoralidad tradicional, basada envalores fundamentales; el proble-ma debería ser considerado y juz-gado en el mismo plano de la feno-menología, de la filosofía y de la"nueva ética". Según mi parecer,no hay ningún dilema moral. "Losdiez mandamientos" constituyenuna orientación moral adecuada,sin embargo se trata de una com-prensión más bien subjetiva de lamoral ya que no todos los que for-man parte del personal médico (aligual que los demás) son católicosy de hecho no son siempre religio-sos. Nada es igual a lo que era entiempo de Hipócrates y en la época

bíblica del generoso Samaritanoque formaba parte de un grupo enlos márgenes de la sociedad, comolección para los miembros de lasociedad judía (fariseos y levitas)que pasaban de largo ante la perso-na desafortunada con desinterés, yse consideraban como personascon principios morales más eleva-dos en aquel entonces. Pero esta noes una medida antigua de la escalade valores; ahora nosotros vivimosen la era atómica.

Por esto debemos hablar de"nueva ética" porque desafiando elproceso de deshumanización sola-mente con noble pacifismo y cari-dad, especialmente en condicionesen que la competición de todos losvalores con diferentes significadosse ha detenido en la perfección, nose puede garantizar un resultadoexplícito. Los guías espirituales,los humanistas, y las demás fuen-tes morales están haciendo todo loposible para reducir esta terriblecrisis moral, pero sus resultadosson obviamente limitados, dadoque las cosas no se acontecen co-mo en el período de las grandes re-alizaciones éticas. En el pasado,toda defensa de la moralidad y delhumanismo tenía en cuenta los ac-tos individuales o subjetivos. En lasociedad moderna, los actos indi-vuales de amoralidad o de inmora-lidad son más bien marginales ensus consecuencias, en términos deactos de los grupos sociales colec-tivos. A parte de esto, la civiliza-ción está amenazada por el peligrode modelos comportamentales queno pueden identificarse explícita-mente como amorales. Hagamospor un momento una disgresiónque, después de todo, no es total-mente extraña a lo que hemos di-cho. Nos preguntamos si en 1991la comunidad internacional (paísesde las democracias actuales o insti-tuciones de las Naciones Unidas)habría podido salvar centenares demiles de vidas en la ex-Yugosla-via, solamente con la amenazacreíble de acciones como la em-prendida en 1995.

Las antiguas civilizaciones yculturas siempre han buscado elmodo para combatir la amenaza deextinción. No estaban convencidasde las realizaciones científicas deproporciones divinas, sino que en-contraron los modos, por medio deejemplos, para dar una respuesta a

256 DOLENTIUM HOMINUM

los actos de amoralidad y de inmo-ralidad.

El tema de esta Conferencia en-cierra dos símbolos ilustres del pa-sado: el doctor Hipócrates y elBuen Samaritano como paradigmade la caridad. El problema es sihoy tenemos necesidad de encon-trar el modelo ideal de un nuevoHipócrates o de un nuevo Samari-tano y no solamente ponerlo en elcontexto de la profesión médica.Además, el problema más impor-tante es: a quien y cómo curarlo.Esto es, las opiniones de la medici-na nos recuerdan siempre la cura-ción del hombre y de su cuerpobiológico. Sin embargo, ¿quiéncurará la enfermedad colectiva, lapatología social, y cuál es la posi-ción de la patología moral y lafuente de un posible cataclismo?Su poder destructor y patológicotiene en cuenta el hombre y su ex-pansión causa el temor y el pesi-mismo. Esto demuestra que tie-ne su fundamento el hecho de queen un solo día de la guerra en Bos-nia Herzegovina (o en aquella deRwanda), han sido asesinadas mi-llares de personas entre los prisio-neros o las personas indefensas,incluso entre personas jóvenes ysanas, y en el mismo día, no obs-tante los esfuerzos de miles de a-gentes sanitarios, se han salvadosólo pocas vidas humanas.

Utilizando nuestro conocimien-to empírico, notamos una correla-ción entre la guerra y la medicina,y el significado y el papel de lamedicina en un cataclismo real,desde su inicio hasta su término,ha impuesto que solamente en lafilosofía pura y en la fenomenolo-gía es posible meditar sobre el pro-blema a nivel más generalizado.Consideramos que solamente eneste caso nuestra experiencia pue-

de ser válida si esto no aconteceránunca otra vez en algún lugar.

Por razones comprensibles,conclusiones con la forma de de-terminantes hipotéticas, no puedenser completamente elaboradas ysostenidas por argumentos, peronos hemos tomado la libertad desepararlas:

Primero: usando como un idealel Nuevo Testamento, el pensa-miento científico, especialmenteen el campo de la ética, formularíaun nuevo orden de amenazas haciala sociedad. El orden escatológicode los caballeros del Apocalipsis,que nos propone san Juan, puedeser útil como postulado del méto-do.

Segundo: mediante los juicios yel trabajo de aclaración analíticade la relación entre guerra y medi-cina, hemos concluido que el pen-samiento científico y la ética, enparticular, no ha mostrado un inte-rés especial ante el importante ysustancial contexto de la guerra.De todos modos, creo que no sola-mente la ciencia médica sino la fi-losofía y la ética tienen mucho ma-terial que insiste sobre el ser prote-gido científicamente, no solamen-te por simple curiosidad intelec-tual, sino por problemas relaciona-dos con el modo para poder salvarel mundo de la ruina.

Tercero: La crisis moral ha asu-mido una forma alarmante, y elproceso de desarrollo de la civili-zación lo ha alimentado aún más.El problema aflora ante el hecho siEuropa ha considerado adecuada-mente el fenómeno de la crisismoral y de su proceso.

La medicina, incluso aquella deguerra, es solamente un pequeñofactor de intervención que se ocu-pa de las consecuencias (en unaesfera bío-física, mental y epide-

miológica) a nivel personal y nosocial.

Cuarto: Es sorprendente que lasinstituciones y las organizacionescientíficas internacionales en loscampos de la filosofía, de la ética yde la moralidad no tengan interésalguno (no sabemos si por la faltade informaciones) en la guerra demi país. Todo se ha reducido a lapresencia militar, a la observación,a la ayuda humanitaria, y a los lla-mados que llegan desde lejos. A-quí, a "dos horas de Londres", co-mo ha dicho alguien, esperamos serealice un experimento irrepetible.No es un llamado o un grito en eldesierto, y ni siquiera un adverti-miento a los hombres de ciencia(por esto ellos son los últimos quetienen en cuenta). Parece que denuestra tragedia podemos deducirjuicios generales y conclusiones.Este tipo de tragedia puede referir-se a otros países, incluso a los queconsideramos lejanos.

Quinto: No pienso que una solapersona o una conferencia puedandar una respuesta a los dilemasmorales y a los conflcitos que unaguerra como esta pone frente a lahumanidad y también ante a losmédicos. Nos hace regresar, pues,al Antiguo Testamento. Si com-prendemos adecuadamente las i-deas morales del Buen Samarita-no, no nos preguntaremos más:"¿Quién es mi prójimo? sino "¿Dequién soy prójimo?", de maneraque el punto central ya no son "yo"sino más bien "ellos", el "hombreen dificultad", el hombre que tienenecesidad de nuestra ayuda, sea unamigo o un enemigo, un humanis-ta o un criminal.

Dr. BOZO LJUBIC MD PHD.Cirujano ortopédico, Profesor Asociado

Ministro de Salud de Bosnia Herzegovina