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Colección Teorema David Ross Teoría de las ideas de Platón TERCERA EDICION CATEDRA TEOREMA

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  • Colección Teorema

    David Ross

    Teoría de las ideasde Platón

    TERCERA EDICION

    CATEDRA

    TEOREMA

  • Título original de la obra:Plato's Theory 01 Ideas

    Traducción de José Luis Díez Arias

    índice

    PREFACIO •••••• 4 ••••••••••••••••••••• ••••••• •••••••••• •••••••••• ••••••••••••••••••••.•••••••••••••••

    CAPÍTULO 1

    El órden de los diálogos , .

    CAPÍTULO II

    13

    15

    Los comienzos de la teoría. 26

    Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuestoen el art, 534-bis del Código Penal vigente, podrán ser castigadoscon penas de multa y privación de libertad quienes reprodujeren

    o plagiaren, en todo o en parte, una obra literaria, artísticao científica fijada en cualquier tipo de soporte

    sin la preceptiva autorización.

    © Tbe Oxford University PressEdiciones Cátedra, S. A., 1993Telémaco, 43. 28027 Madrid

    Depósito legal: M. 3.478/1993ISBN: 84-376-0576-8

    Printed in Spain

    Impreso en Fernández Ciudad, S. L.Catalina Suárez, 19. 28007 Madrid

    CAPÍTULO IIIEl Fedón , .

    CAPÍTULO IV

    La República y el Fedro .•••• ••• ••••• n •••••••••••••••••

    CAPÍTULO V

    El Parménides y el Teeteto .

    CAPÍTULO VI

    El Solista y el Político ...................................

    CAPÍTULO VII

    El Timeo y el Filebo .••••• u •••••••••••••••

    CAPÍTULO VIII

    Las Leyes y la Carta VII .

    39

    55

    103

    127

    145

    166

    7

  • CAPÍTULO XII

    Los números ideales 209

    CAPÍTULO IX

    Las «doctrinas no escritas» de Platón .

    CAPÍTULO X

    Testimonio de Aristóteles sobre la más tempranadoc-trina de Platón .

    CAPÍTULO XI

    La población del mundo de las Ideas .

    CAPÍTULO XIII

    Las «cosas después de los números» .

    CAPÍTULO XIV

    Las Ideas y el alma .

    CAPiTULO XV

    Las Ideas y los números ideales .

    CAPÍTULO XVI

    Las Ideas y las cosas sensibles .

    CAPÍTULO XVII

    Retros pección .

    8

    170

    18)

    196

    24)

    251

    255

    261

    266

    ABREVIATURAS USADAS PARA

    LOS LIBROS MODERNOS

    Cherniss, H., Aristotle Critieism of Plato and the Aeadémy:A. C. P. A. (1944).

    Cherniss, H., The Riddle of the Early Aeademy: R. E. A.(1945).

    Cornford, F. M., Plato's Theory of Knowledge: P. T. K.(1935).

    Cornford, F. M., Plato and Parmenides: P. P. (1939).Diels, H., Fragmente der Vorsokratiker5: F. V. (1934,1935,

    1937).Field, G. e, Plato and his Contemporaries: P. C. (1930).Hackforth, R., The Authorship of the Platonie Epistles:

    A. P. E. (1913).Ritter, e, Platon, sein Leben, seine Sehriften, seine Lehre:

    P.1. S. 1. (1910, 1923).Robin, L., La Théorie platonieienne des ldées et des Nom-

    bres: T. P. 1. N. (1908).Taylor, A. E., Plato, the Man and his Work: P. M. W.

    (1926).Taylor, A. E., Philosophieal Studies: P. S. (1934).Van der Wielen, W., De ldeegetallen van Plato: L P.

    (1941).Wilpert, P., Zwei aristotelisehe Früh:;ehriften über die

    ldeenlehre: Z. A. F. l. (1949).

    Las citas de Platón siguen el texto de Burnet.Las citas de Aristóteles, cuando no se menciona la obra,

    son de la Metafísica (trad. en ed. Gredas).

    9

  • Versiones castellanas de .Platón y Aristóteles que se em-plean en esta traducción:

    Platón

    1) «Diálogos» (T. 1.: Apología, Critón, Eutifrón, Ión, Li-sis) Cármides, Ripias Menor, Ripias Mayor, Laques,Protágoras;T. n.: Gorgias, Menéxeno, Eutidemo, Menón, Crátilo).Trad.: Emilio Lledó et alii.Editorial Gredas, Madrid, 1982-83.

    2) República (3 T.)Trad. José M. Pabón y M. Fernández Galiana.Ed. Centro de Estudias Constitucionales, Madrid, 1969.

    3) Leyes (2 T.)Trad. José M. Pabón y M. Fernández Galiano.Ed. C. E. e, Madrid, 1960.

    4) SofistaTrad. A. Tovar, Ed. e E. e, Madrid, 1970.

    5) PolíticoTrad. A. González Laso, Ed. e E. e, Madrid, 1981(2.a ed.).

    6) CartasTrad. Margarita Toranza, Ed. e E. e, Madrid, 1970.

    10

    7) Banquete, Fedón y FedroTrad. Luis Gil, Ed. Guadarrama, Madrid, 1974 (2.a ed.).

    Aristóte1es:

    1) Metafísica (2 T.)Trad. Valentín García Yebra, Ed. Gredos, Madrid, 1970.

    2) Etica a NicómacoTrad. María Araujo y Julián Marías, Ed. e E. c., Ma-drid, 1970.

    11

  • Prefacio

    En 1948, la Universidad de la Reina, en Belfast, me hon-ró al designarme para dar la lección conmemorativa en me-moria del famoso historiador del pensamiento antiguo, Sa-muel Dill. Aproveché la oportunidad para decir algo sobrela teoría de las Ideas de Platón, en la que había estado tra-bajando durante algún tiempo. La sustancia de la lecciónestá inserta en el capítulo final y en otras partes del libro.

    En general, ha parecido innecesario transcribir los pasa-jes de Platón y de otros escritores griegos, en el idioma ori-ginal. En lugar de eso he preferido traducidos yo mismo obien servirme de una buena traducción disponible. Tengoque agradecerles a los señores Routledge y Kegan -Paul suautorización para poder citar las excelentes traducciones deCornford del Parménides, Teeteto, Sojista, y Timeo. Parafacilitar la consulta de los pasajes platónicos en el texto ori-ginal, remito a las páginas y líneas de la edición de Burnet.

    W.D.R.

    13

  • 1. El orden de los diálogos

    Cualquiera que intenta trazar la historia de la teoría delas Ideas se ve obligado a dar un determinado orden a losdiálogos. Pero el orden correcto es muy difícil de averiguary en muchos aspectos no puede ser más que conjeturaL Lasobras de Platón tienen muy pocas 'alusiones a sucesos his-tóricos recientes, excepto al proceso y encarcelamiento deSócrates. y cuando hace tales referencias, es difícil a vecesdeterminar sin ambigüedad el suceso aludido. Son muy ra-ras las remisiones, incluso de un modo general, de un diá-logo a otro, O a obras contemporáneas de otros escritores.El intento de fechar los diálogos se ha hecho, con frecuen-cia, según otro método: partiendo del supuesto de que eldesarrollo de la doctrina debió tener un orden determina-do, los diálogos se fechaban según la madurez relativa delas doctrinas que contenían. Este método ha llevado a con-clusiones diversas en manos diferentes, debido a que, si noes erróneo en principio, sí es susceptible de aplicaciones de-masiado subjetivas.

    El método más fructífero y que, aplicado por diferentesespecialistas, ha proporcionado mayor coincidencia de re-sultados, es el método estilométrico. Éste parte de la noti-cia de Diógenes Laercio 1, según la cual FIatón dejó sin pu-blicar las Leyes, y de la opinión, generalmente aceptada, deque esa es la obra más tardía de Platón (a menos que laEpinomis, obra posterior, se considere suya). Según eso, se

    1 III, 37 (25)

    15

  • toma el estilo y el vocabulario de las Leyes como patrones,y se va examinando la afinidad de los otros diálogos conellos, respecto a un extenso número de asuntos indepen-dientes (el uso de determinadas partículas o combinacio-nes de partículas, la preferencia de un sinónimo sobre otro,la elusión de hiatos, etc.) Siguiendo este procedimiento, di-ferentes estudiosos han llegado a resultados en parte con-cordantes y en parte discordantes sobre el orden de los diá-logos. La tabla que figura a continuación resume la opiniónde cinco importantes especialistas en el tema. Cada listaomite, por razones que ahora no nos conciernen, algunode los diálogos incluido en la lista de Raeder. Respecto aRitter, doy la lista que se encuentra en su última obra,Kerngedanken der platonischen Philosophie, traducida alinglés con el título The Essence of Plato's Philosophy.

    Arnim LutoslawskiRaederRitterWilamowitzApo!.

    Apo!.Hip. Me.IonIon

    IonHip. Me.Prot.

    Hip. Me.Laq.Prot.

    Laq.

    Eutif.Laq.Pror.Apo!.Rep. ]

    CritónCárm.Cárm.CritónLisis

    Cárm.CrirónEutif.Laq.Cárm.

    Hip.Ma.ApoI.Emif.

    Laq.Prot.CritónLisisEutid.

    Prot.Gorg.Gorg.Cárm.

    Gorg.

    Menéx.Hip. Ma.Eutif.Merión

    . MenónEutif.Eiltid.'Gor·g.Hip. Me.

    Eutid.MenónCrát.Menéx.Crát.

    Gorg.Eutid.MenónMenón

    Banq.Rep. ICrát.Menéx.Crát.

    Hip.Ma.

    Crát.LisisLisisEutid.Fedón

    Banq.Banq.Banq.FedónCritón

    FedónFedónFedónBanq.Rep. II-X

    Rep.II-XRep.Rep.Rep.Teet.

    FedroFedroFedroFedroParm.

    Teet.Teet.Teet.Parm.Fedro

    Parm.Parm.Parm.Teet.Sof.

    Sof.Sof.Sof.Sof.PoI.

    PoI.Po!.Po!.PoI.FiJ.

    Fil.Fil.Tim.Tim.Tim.

    Tim.CritiasCritiasCritias

    CritiasFi!.Fil.

    LeyesLeyesLeyesLeyesLeyes

    Epínomis.

    16

    Dos cosas sobresalen del examen de estas listas: prime-ra, el gran desacuerdo respecto a los primeros diálogos y,segunda, el casi total acuerdo respecto a los diálogos desdela República en adelante. Estas dos características resaltanigualmente en el orden adoptado por otros estudiosos ac-tuales. Esto se debe a que los criterios sobre el orden delos primeros diálogos están basados, en gran parte, en teo-rías subjetivas acerca del probable desarrollo del pensa-miento platónico, mientras que los concernientes a los diá-logos tardíos se apoyan en la más firme base de las prue-bas estilométricas, que inició Lewis Campbell. Cabe añadirque la datación tardía de los diálogos desde el Parmenidesy el Teeteto en adelante, adscrita por primera vez median-te las pruebas estilométricas, ofrece en realidad un ordenmucho más verosímil del pensamiento de Platón que el cri-terio que los consideraba pertenecientes a su' juventud.

    Estas listas merecen algunos comentarios 2:1. Concuerdan en omitir gran número de diálogos que

    figuraban en las tetralogías de Trasilo o en su apéndice,pero que ahora se consideran, generalmente, espurios. Portales se tenían también las Cartas hasta hace poco, pero re-cientemente ha surgido una tendencia a considerar algunasde ellas como auténticas. De algunas, sin embargo, es im-posible asegurar su autenticidad. Respecto a la séptima, laúnica filosóficamente importante, lo más probable es quesea, efectivamente, auténtica y que su fecha 'oscile alrede-dor del 353 Ó 352 a. C.

    2. La autenticidad del Hipias Mayor ha sido rechazada!por muchos estudiosos. En el canon platónico sólo otro par'de diálogos tienen el mismo nombre, Alcibíades I y Alci-bíades Il, ambos generalmente rechazados. Esto origina unaleve, aunque sólo leve, resistencia a creer que Platón escri-bió dos diálogos llamados Hipias. Por su parte Aristóteleshabla, en Met. 1025 a 6, de «lo que se dice en el Hipias»,con lo que hace referencia a un argumento que se encuen-tra en Hipias Menor3• Algunos especialistas han objetado

    2 Omito la discusión de los diálogos que no ilustran la teoría de lasIdeas.

    3 365 d 6-369 b 7

    17

  • que, de haber escrito Platón el otro diálogo también, Aris-tóteles no hubiera empleado la expresión «el Hipias» parareferirse precisamente al diálogo menor. Frente a esto cabesuponer que, aunque Platón hubiera escrito dos Hipias,Aristóteles sabía a cuál de los dos designaba con la expre-[sión (el Hipias», así como lo sabían sus oyentes. Tampoco.Isonmuy sólidos los argumentos estilísticos y gramaticales 4t aducidos contra la autenticidad del diálogo.

    Por otra parte, el primer ejemplo de definición que poneAristóteles en Top. 146 a 21-3 parece una clara alusión aHipias Mayor 297 e 3-303 a 11, donde se discute esta de-finición de belleza: «aquello que nos produce placer a tra-vés del oído o la vista». Parece una alusión tan clara comolo es el segundo ejemplo a Sof. 247 d 3-e44. Asimismo lasugerente definición de belleza como «lo conveniente», enTop. 102 a 6-y 135 a 13, probablemente sea una reminis-

    ¡,cencia de Hipias Mayor 293 d 6-294 e 10. Además, el diá-~logo ostenta una evolución de la teoría de las Ideas difícil/de atribuir a otro que no sea Platón. En él (y sólo en él)señala Sócrates la diferencia entre la mayor parte de las

    /Ideas, que son verdaderas tanto si se dicen del conjunto~ como de cada uno de sus miembros, y las Ideas de conjunto" que sólo son verdaderas si se dicen de un grupo, pero no

    de sus miembros particulares 5. Basándome en esta madu-rez relativa de 1

  • bernantes políticos, por alguna providencia feliz, se incli-naran hacia la filosofía. Esto parece, en efecto, una alusióna Rep. 473 c ll-e 2 donde se dice lo mismo, con casi idén-ticas palabras y que es una parte del elogio de la auténticafilosofía. Teniendo en cuenta que Platón había nacido entorno al 428, que diga 12 ahora que tenía aproximadamentecuarenta años en el momento de su viaje, parece indicarque la República había sido escrita antes del 388.

    Sin embargo, Platón no dice expresamente que hubieraempleado estas palabras antes de ir a Sicilia, y menos aúnque las hubiera escrito en un diálogo. Lo único que dice esque ya tenía estos pensamientos cuando fue a Sicilia 13. Pen-samientos que tiempo después expresaría en la República.

    Respecto a este punto hemos de tener en cuenta algu-nos aspectos generales. Según el punto de vista de Taylor,Platón habría escrito antes de los cuarenta años, o sea, enun lapso de tiempo de veinte años como mucho, todos losdiálogos hasta la República inclusive, lo que vienen a ser1.200 páginas 14. En los restantes cuarenta años sólo habríaescrito 1.050 páginas. Esto no es imposible, pero tampocoes verosímiL Además, con ello se ignora la referencia quese hace en el Banquete 14bis (que se tiene por anterior a laRepública) a un suceso del año 385 ó 384, aparte de otrosdatos que inducen a fechar ese diálogo después de esos años.Abunda en lo mismo Ritter 15 al sugerir que la descripcióndel tirano que se hace en el libro noveno de la Repúblicadebe mucho a la experiencia de Platón en la corte de Dio-nisio, lo que supone, cuando menos, la primera visita(389-8).

    6. El Parménides, Teeteto, Solista y Político constitu-yen, desde ciertos puntos de vista, un grupo unitario. Exa-minaremos algunos aspectos con el fin de determinar susrelaciones mutuas.

    a) Tanto en el Teeteto como en los primeros diálogos,Sócrates es el principal interlocutor. En la «primera parte»

    12 324 a 61) 326 b 514 En la edición de Burnet141>i, 193 A 1-3.15 P. L. S, L. 1, 203

    20

    del Parménides sí desempeña un papel importante, aun-que el principal es de Parménides; y en la «segunda par-te», Sócrates no es más que un oyente silencioso. En el So-lista y Político sólo aparece al comienzo. Ambos diálogosvienen a ser, en realidad, monólogos de un «Extranjeroeleático», ya que sus interlocutores, Teeteto en el Solista y«el joven Sócrates» en el Político, apenas dicen algo másque «sí» o «no» a las preguntas del Extranjero. En el Ti-meo y en el Critias, Sócrates no aparece tampoco más queal comienzo. Ambas obras son prácticamente monólogosrespectivos de Timeo y de Critias. En las Leyes, Sócratesno aparece en absoluto, y el diálogo es conducido por un«Extranjero ateniense». De entre los últimos diálogos, elFilebo es el único en el que Sócrates figura como el prin-cipal interlocutor. Esto se debe sin duda a que el Filebo esel único de los últimos diálogos cuyo tema dominante esel tan socrático tema de la ética. Por tanto, las últimas obrasse caracterizan, en general, por la ausencia de diálogo ani-mado y porque Sócrates no es ya el principal interlocutor.

    b) Al comienzo del Teeteto (143 b 5-c 5) el narrador sepropone omitir las tediosas frases «y yo dije», «él asintió»,y ofrecer simplemente las palabras textuales del interlocu-tor. Teichmüller dedujo de esto que un diálogo en el queaparecieran tales frases sería anterior al Teeteto, y en elque no aparecieran sería posterior. Esto no es más que unaexageración. Muchos diálogos que, por todas las demás ra-zones, deben considerarse tempranos, siguen, de hecho, laprescripción del Teeteto, ya que el drama griego había sen-tado precedente en este punto. Pero sí llamaría la atenciónque un diálogo escrito inmediatamente después del Teete-to empleara las fórmulas de presentación a las que habíarenunciado en este diálogo. Las emplea efectivamente enla primera parte del Parménides 16, aunque no en la se-gunda.

    c) El Parménides pretende dar cuenta de una conversa-ción entre Parménides, Zenón de Elea y Sócrates. Tal con-versación habría ocurrido cuando Parménides contaba cer-

    16 El mejor estudio de las variaciones formales del diálogo es el de Rae·der (Platons Phil. Entw. 44-61)

    21

  • ca de sesenta y cinco años (127 b 3), Zenón cerca de cua-renta (ibíd. 4) Y Sócrates era aún muy joven (127 e 4). Si,como se hace ver en el diálogo, Sócrates había llegado yaa la teoría de las Ideas e incluso había reflexionado muchosobre ella, parece que la edad atribuida no podría ser de me-nos de veinte años. Ahora bien, teniendo en cuenta que Só-crates había nacido en el 469, se seguiría del texto de Pla-tón que el nacimiento de Parménides no habría sido ante-rior a c. 515, ni el de Zenón anterior a c. 490. Sin embar-go, las fechas de nacimiento tradicionalmente asignadas aParménides y Zenón son 544-540 Y 504-500, respectiva-mente.

    En el caso de que Parménides y Sócrates se hubieran en-contrado en alguna ocasión, no creemos que hubieran te-nido una conversación como la del diálogo. No nos constaen absoluto que Parménides fuera capaz de una discusióndialéctica como la de la última parte del diálogo, y es to-talmente improbable que a los veinte años Sócrates estu-viera en posesión de la teoría de las Ideas, tal como se lerepresenta en la «primera parte». Y si es imaginario eltranscurso del diálogo, no hay razón para considerar histó-rica la escena. Es verdad que Burnet y Taylor impugnan ladatación tradicional de Parménides y Zenón, por estar apo-yadas en supuestos arbitrarios. Lo han hecho así, porquehan dado crédito a la «biografía» socrática por parte de Pla-tón. Para nosotros tal criterio es inadmisible y el encuen-tro ficticio. Si bien, tanto en el Teeteto (183 e 7) como enel Sofista (217 c 4'-7) Sócrates dice de sí mismo que, siendojoven, conoció a Parménides. Sobre la base de que la con-versación del Parménides es ficticia, pensamos que esas alu-siones no son de un encuentro real, sino del encuentro fic-ticio descrito en este diálogo.

    d) Las únicas alusiones claras, aunque insignificantes, alos eleáticos en los diálogos anteriores a estos cuatro, se en-cuentran en el Banquete 178 b 9 y en el Fedro 261 d 6. Porel contrario, hay tres alusiones en el Teeteto. En 152 e 2,se menciona significativamente a Parménides como el úni-ea de «los sabios» que no suscribe la teoría de que

  • 7. Acerca del problema de las fechas relativas del Timeoy del Filebo, la opinión de los estudiosos está dividida bas-tante equitativamente. Nada han hecho las pruebas lingüís-ticas para resolver el problema, y el conjunto de los demásargumentos propuestos por cada punto de vista no tienemucha fuerza. Sin embargo hay un razonamiento que apun-ta clara, aunque no decisivamente, en una dirección. La de-rivación de los números ideales del Uno y de lo «grande ypequeño», de la que tanto nos informa Aristóteles y que,sin duda, corresponde al último periodo de Platón, se ajus-ta mucho más al «límite» y lo «ilimitado» (o lo «mayor ymenor») del Filebo que a cualquier cosa del Timeo. Me pa-rece que esto nos decide a considerar el Filebo posterior alotro 18.

    Los datos precisos acerca del momento de redacción decada diálogo en particular son muy escasos. El Menéxeno,una oración fúnebre sobre los muertos en la batalla, nopudo escribirse antes del 390, y lo más verosímil es que sehaya escrito después de la paz de Antálcidas, en el 386. ElBanquete hace referencia a un suceso del año 385 Ó 38419;el Teeteto20 a uno del año 369; las Leyes21 a uno del año356, aproximadamente. La habilidad e ingenio de los estu-diosos han descubierto muchas pruebas que sugieren lími-tes de datación para éste o aquél diálogo, pero ninguna deesas conjeturas se aproxima a la certeza.

    Hay dos requisitos~generales que ha de tener presentes"cualquiera que trate de determinar el orden de los diálo-gos. Primero, la composición de cada una de las obras lar-gas, la República y las Leyes, debió ocupar un periodo dealgunos años, durante los cuales pudo haber escrito tam-

    ]3 El Filebo es colocado después del Timeo también por Baeumker.Prob!o d. Materie in d. gr. Philos. 114, 197; por Bury en su edición delFilebo, LXXX; por 1. A. Post en Trans. o/ the American PhilologicalAsm. LX (1929), 12; por C. Ritter en su 'último libro The Esence o/ Pla-to's Philosophy, 27; por Robin, La Place de la Physique dans la Philos.de Platon, 10 n. 2,; por Taylor, A Comm. on Plato's Timaeus, 9 n.; y porWilamowitz, Platon, T,628.

    ]9 193 a 320 142 a 62l 638 b 1

    24

    bién alguno de los diálogos más cortos. Segundo, se sabeque Platón era un asiduo corrector de sus obras 22. Sus re-toques, que sugieren una fecha reciente, bien pudo hacer-los mucho después de la sustancia principal del diálogo enque se realizaron.

    Ante estas dificultades, el orden de los diálogos que pue-de proponerse, por fuerza, ha de ser muy provisional. He-chas estas salvedades, doy, en calidad de probable, la si-guiente ordenación 4e los diálogos más tempranas que con-ciernen a la teoría de las Ideas, y también de las obras másrecientes.

    Nacimiento de Platón, 429-427Cármides

    LaquesButilrónHipias MayorMenón

    Primera visita a Sicilia, 389-388Crátilo (?)Banquete, 385 ó más tardeFedónRepúblicaFedroiarménidesTeeteto, 369 ó más tarde"

    Segunda visita a Sicilia, 367-366SolistaPolítico

    Tercera visita a Sicilia, 361-360TimeoCritiasFileboCarta VII, 353-352Leyes

    Muerte de Platón, 348-347.

    22 Dion. Halic. Comp. págs. 208-9

    25

  • II. Los comienzos de la teoría

    ~ntre los. diál?gos tem.,:,r~~os, hay cuatro cuyo principalobjeto es dlscut1r las defm1C1onesde determinadas cosasEl Cármides pregunta: ¿Qué es la templanza?; el Laques:¿qué es el valor?; el Eutifrón, ¿qué es la piedad?; el HipiasMayor, ¿qué es la belleza? En esa misma pregunta ya estálatente el germen de la teoría de las Ideas, ya que pregun-tar eso es sobrentender que hay una cosa representada poruna palabra como «templanza», y que es diferente de cual-quiera de las muchas personas o acciones que puedan l1a-marse correctamente templadas.

    En el Cármides Platón no se interesa tanto como en losotros tres diálogos, por el aspecto más tran;cendental dela .determinación de una virtud concreta. Esto es una ra-zón, aunque no decisiva por sí misma para considerar esediálogo el más temprano de los cuatr~.

    Los gérmenes de la tern:Ía de las Ideas resultan más cla-ros en el Laques. En este diálogo 1,después de enumerar di-versas circunstancias en las que puede manifestarse el va-lor, Sócrates pregunta: «¿qué es 10 que está en todas estascosas y es 10 mismo?», dando a entender, por tanto, quehay algo que es lo mismq. Sigue idéntico procedimiento en192 a l-b 3 con respecto a la rapidez. Aquí está en germenla t~oría, d~ que a todo nombre común le corresponde unaentIdad umca, a la que se hace referencia en todos los usos

    ¡ 191 e 10

    26

    del nombre2• Pero en el Laques, y hasta mucho después dela redacción del Laques, el objetivo de Platón no es el es-tatuto metafísico de aquel1a entidad. Su objetivo es el quecaracterizó al propio ?ócrates: la respuesta a la preguntaconcreta e inmediata: ¿qué es el valor? Si bien ese interéspor el valor, tanto en Sócrates como en Platón, es doble.Quizá principalmente haya un interés práctico. Tanto SÓ-crates como Platón quieren saber qué es el valor, porqueestán interesados en hacer valientes a sus conciudadanos.Pero es asimismo característico de ambos que, a diferenciade los moralistas meramente prácticos, estén convencidosde que sólo mediante el conocimiento de 16que es esta vir-.tud, pueden los hombres llegar a ser auténticamente vir-tuosos 3. AsÍ, a la finalidad práctica, se añadió una curiosi-dad intelectual, suscitada por dos factores: que numerosascosas muy diferentes son ejemplos de valor4 y que otrasmuchas cosas que tienen mucho en común con aquellas noson, a pesar de todo, ejemplos de valor 5. Fue esta combi-nación de objetivos la que condujo a la doctrina metafísicade las Ideas. Cabe añadir que, aunque en el Laques y enotros diálogos tempranas, el asunto principal sean los tér-minos éticos, ya advierte Platón, al hablar de la naturalezacomún de la rapidez, que la relación entre lo universal y10 particular no se limita a los términos éticos.

    Platón no discute las implicaciones que alberga una cues-tión como «¿qué es el valot?», pero no es difícil ver cuálesson 6. En primer lugar, implica que no sólo se da la palabra«valor», ni simplemente la palabra y el pensamiento del va-lor, sino que también existe una cosa real cuyo nombre es«valor». En.segundo lugar, implica que es una cosa y novarias. Platón era consciente de que la significación de unnombre podía ser ambigua, aunque tal caso fuese más bien

    2 Rep. 596 a 63 Laq. 190 b 3-c 24190e7-191e85 192 b 9-193 d 106 El significado y las implicaciones que tiene la cuestión, «¿qué es X?»

    en Platón han sido bien discutidas por R. Robinson, en Plato 's Earlier Dia-lectic, 51-62.

    27

  • infrecuente. No advertía los diversos matices de significa-do que pue~e c~ntener hasta la palabra más simple. En ter-cer lugar, lmphca que el valor es una cosa compleja sus-ceptible de ser analizada en elementos. De no ser así lacuestión «¿qué es el valor?» sería estúpida, ya que la ú~icarespuesta po.sible sería que el valor es el valor. Las ~espues-tas que contInuamente da a cuestiones de este estilo reve-lan que, en principio, Platón concebía -tal como hizo ex-plícitamente Aristóteles-, que la definición era un análi-sis per genus et differentiam. Pero no hablará expresamen-te de esto hasta el Sofista.

    Probablemente el Butifrón sea el primer diálogo en el"que aparecen las palabras lOÉcxy ¿lOO~,con el sentido es-peci~l plat~nic? 7. Los pasajes son estos: ? d 1-5 «¿Es quelo plO en SI mIsmo no es una sola cosa en sí en toda ac- vción, y por su parte lo impío no es todo lo contrario de lopío, pero igual a sí mismo, y tiene un solo carácter (loÉcx)conforme a la impiedad, todo lo que vaya a ser impío?»6d 9-e6: «¿Te acuerdas de que yo no te incitaba a exponer-me uno o dos de los muchos actos píos, sino el carácter( doo~) pr~pio. por el que todas las cosas pías son pías?En efecto, tu afirmabas que por un solo carácter (loÉcx) lascosas impías son impías, y las cosas pías son pías ... Expón-me, pues, cuál es realmente ese carácter (loÉcx), :3 fin deque, dirigiendo la vista a él y sirviéndome de él como me-aida~ pueda yo decir que es pío un acto de esta clase querealices ,tú u otra persona, y si no es de esta clase, digá queno es PIO».

    ,~anto d?o.t; como lOÉcxderivan de lOci'v,«ver», y el sig-mÍ1cado ongmal de ambas palabras es «forma visible». EnVaria Socratica8 hizo Taylor un extenso estudio sobre esas

    palabras ~~ la literatura griega anterior a Platón. Llegó ala concluslOn de que el uso que de esos términos hace Pla-

    tón, y algún otro autor, tiene su origen en el pitagorismo,

    7 Ross traduce casi siempre doo¡; e iQ¿C( por «Form», Forma. En lastraducciones castellanas, esos términos se traducen de modo diverso' ideafi~ura, clase.;. Para mayor claridad y cohesión, se pondrán esos tér~ino~gnegos de tras de cada palabra castellana que los traduce.

    8 178-267

    28

    para el que designaban un modelo o figura geométrica. Laserie de citas que aduce Taylor fue supervisada por C. M.Gillespie, quien llegó a una conclusión diferente. Esta es laconclusión de Gillespie 9:

    «En tiempos de Sócrates, las palabras ... tienen dos acep-ciones en el vocabulario científico. La primera es princi-palmente física, pero sin asociaciones matemáticas. Incluyemuchos niveles de significación, que van desde el popularal técnico: la forma de un objeto corpóreo (en ocasiones de-signa al objeto corpóreo mismo, como nuestras palabras«forma» y «figura», pero siempre se distingue de a&¡.tcx).A veces, la forma exterior visible o figura. A menudo, laforma interior, la estructura, naturaleza,

  • la metafísica de Flatón», fue el resultado de la fusión de laenseñanza de Sócrates sobre los valores morales con la doc-

    trina pitagórica acerca de los números-modelos. Si bien, nosabemos mucho sobre la historia del pitagorismo, ni sobrela datación de las sucesivas etapas de su desarrollo. Igno-ramos si en tiempos de la juventud de Platón los pitagó-ricos llamaban a los números-modelos Eioll o iMea. Asimis-mo ignoramos si Platón había visitado Italia antes del 389ó 388 a. c., pero sí estamos bastante seguros de que los pri-meros diálogos en los que aparece la teoría ideal fueron es-critos antes de esa fecha. Aunque Aristóteles diga que Pla-tón asignó a las Ideas el mismo tipo de función que los pi-tagóricos asignaron a los números 11 y que, posteriormen-te, identificó las Ideas con los números 12, no insinúa, sinembargo, que los números-modelos tuvieran alguna in-fluencia en el inicio de la teoría ideal. Ciertamente, nadahay en los diálogos tempranas que sugiera esto. Más bienparece que fueron las investigaciones socráticas sobre «quées la virtud~), «qué es el valoD>,etc., las que influyeron paraque Platón admitiera la existencia de universales quecons-tituÍan una clase especial de entidades, a las que denominóc{óo

  • de las dos- en ese sentido y la prefjere para los pasajesmás coloristas e imaginativos.' Además de esas palabras,Platón empleará tambiénouO"íCly

  • blema suscitado en el Parménides acerca de si es la totali-dad de cada Idea o sólo una parte la poseída por sus res-

    pectivos individuos. Segundo, revela un prístino interés porlas Idt:as de número, que absorbieron el último periodo dela v'ida de PlatÓn.

    En el Menón hay muchas referencias a las Ideas median-te las denominaciones de oucríow doo21.Hay una frase en esta obra que pudo ser elorigen del término aristotélico KIXOóAoDy de nuestro tér-mino «universal». La frase es: «diciéndome, en general(KIX1& ÓAOl)),qué es la virtud» 22.Lo ausente del Menón sor-prende más que lo presente, por ejemplo, que no se haganinguna conexión entre ~asIdeas y la do:tri~a d~ ~a anám~nesis. No sólo no hay nmguna referenCla, lmphClta o ex-

    plícita, a las Ideas cuando trata de la anámnesis 23,sino queademás el método por el que el joven esclavo descubre queun cuadrado tiene doble superficie que otro, es un método

    puramente empírico. Admitirá que un cuadrado hecho so-bre la diagonal de otro tiene ,un área dos veces mayor queeste, no porque haya captado ~?a r:lación entre u~üversa-les, sino por mera comprobaClon Visual. Cas? eqU1va~entees el de ciertos triángulos cuyas áreas respectIvas son Igua-les á la mitad de un cuadrado dado y que forman entre síla figura de un cuadrado, que no lo admite porque así debaser, sino por mero testimonio de la vista. Tendr:~os queesperar al Fedón para que se establezca la relacl0n entrelas Ideas y la anámnesis. En el Menón la teoría de las Ideasno da un paso más que en los diálogos anteriores.

    El Crátilo desempeña un importante papel en el desa-rrollo de la metafísica platónica. En este diálogo es dondemás explícitamente se opone al subjetivismo completo. In-siste en que «las cosas poseen un ser propio cons~stente.No tienen relación ni dependencia con nosotros m se de-

    jan arrastrar arriba y abajo por obra de nuestra imagina-

    21 72 ( 7; cfr. 74 a 922 77 a 623 81 a 5-86 b 5

    34

    ción, sino que son en sí y con relación a su propio ser con-forme a su naturaleza» 24.Pero a pesar de que aquí figurela palabra oucrílX y de que en otra página del diálogo sediga que la Idea es el ser (oucríIX)de sus particulares, erra-ríamos, quizá, si pensamos que se hacen referencias distin-tas a la teoría de las Ideas. Por oocrílXde una cosa pareceque Platón entiende aquí su naturaleza real e íntegra, encuanto opuesta a la naturaleza que le puede adscribir la opi-nión humana. Pero Platón nunca pensó que ninguna Ideafuera la naturaleza integra de ninguno de ,sus ejemplos. Unaacción particular justa, por ejemplo, posee algo que la dis-tingue de otras acciones justas, y ese algo tiene que ser dis-tinto de la Idea de justicia. Hay otras referencias a lasIdeas 25,pero nada nuevo aportan, si no es para marcar unaneta oposición a la doctrina de Heráclito sobre el flujo uni-versal. Como dice Aristóteles 26,Platón acepta la doctrina

    d~ Heráclito en relación con las cosas sensibles, pero ad-VIerte que hay cosas no sujetas al flujo.

    Hay una página del Crátilo 27que nos puede parecer unavance en cuanto a la trascendencia de las Ideas. Dice SÓ-

    crates: «¿En qué se fija el carpintero para fabricar la lan-

    zadera? ¿No. será en lo que es tal como para tejer por na-turaleza? ... SI se le rompe la lanzadera mientras la fabrica,¿volverá a fabricar otra fijándose en la que está rota o enaquella forma conforme a la cual ya fabricaba la que rom-pió?». y continúa describiendo qué es exactamente una lan-zadera o la Forma de la lanzadera. Podría parecer que sealude a una Forma de lanzadera que se puede contemplary.que existe a.ntes de su incorporación en una lanzadera par-tIcular. EfectIvamente, no podría haber invención de lalan-zadera si lo que mirara el fabricante al hacerla fuera nece-sariamente un universal abstraído de las lanzaderas parti-culares. Aunque parece que Platón está pensando en unaForma de lanzadera que existe por derecho propio, antesde su incorporación en materiales particulares, no le ads-

    24 386 d 8-e 425 389 d 6-7, e 3,439 ( 826 Met. 987 a 32-b 127 389 a 6-( 1

    35

  • cribe, sin embargo, una existencia transcendente. De he-cho, continúa hablando de lo que hace un carpintero ex-

    perto para incorporar la Forma en materiales particula-res 28. Su concepción de que una Idea nunca está perfecta-mente ejemplificada sino tan sólo imitada, pertenece a unafase ulterior de su pensamiento. La interpretación de quela Forma existe con anterioridad a su incorporación, quizáno sea la única posible. Decir que el carpintero contemplala Forma no significa necesariamente que la Forma sea

    preexistente, como al decir que aspiramos a un fin no pen-samos que ese fin eXIsta ya.

    El pasaje del Crátilo que más atañe a nuestro propósitose encuentra al final del diálog029• Según Aristóteles, con

    el que primero se relacionó filosóficamente Platón fue co.nel heracliteo Crátilo. De esa relación conservó la creenCIa

    de que todas las cosas sensibles están en constante flujo.Por influencia de Sócrates llegaría a pensar que, siendo mu-

    dables, las cosas sensibles no debían ser el objeto del co-nocimiento, sino algo distinto de ellas. Y es esto lo que en-contramos en el Crátilo 30:

    No es a partir de los nombres, sino que hay que.cónocery buscar los seres en sí mismos más que a part1r de losnombres ... ¿diremos que hay algo bello y bueno en sí, y lomismo con cada 'uno de los seres, o no? .. Consideremos,entonces,la cosa en sí. No si hay un rostro hermoso o algopor el estilo ..., sino si vamos a sostener que lo bello en síes siempre tal cual es... ¿Cómo, entonces, podr~a tener al-guna existencia aquello que nunca se mant1ene 19ual? Puessi un momento se mantiene igual, es evidente que, duran-te ese tiempo, no cambia en absoluto. y si siempre se man-tiene igual y es 10 mismo, ¿cómo podría ello cambiar o mo-verse, si no abandona su propia forma? .. Pero es ~ás, t~m-poco podría ser conocido por nadie. Pues en el m1smo lfiS-tante en que se acercara quien va a conocerlo, se conver-tiría en otra cosa distinta, de forma que no podría cono-cerse qué cosa es o cómo es. Ninguna clase de conocimien-to, en verdad, conoce cuando su objeto no es de ninguna

    28 )89 e 3-6; cfr. 390 b 1-229 439 b 4-440 e 130 Met. 987 a 32-b 7

    36

    manera ... Pero es razonable sostener que ni siquiera existeel conocimiento, Crátilo, si todas las cosas cambian y nadapermanece. Pues si esto mismo, el conocimiento, no deja-ra de ser conocimiento, permanecería siempre y sería co-nocimiento. Pero si, incluso, la forma misma de conoci-miento cambia, simultáneamente cambiaría a otra formade conocimiento y ya no sería conocimiento. Si siempreestá cambiando, no podría haber siempre conocimiento y,conforme a este razonamiento, no habría ni sujeto, ni hayobjeto de conocimiento; si existe lo bello, lo bueno y cadauno de los seres, es evidente, para mí, que lo que ahora de-ci.msnosotros no se parece en absoluto al flujo ni al mo-V1m1ento.

    Es esta la primera vez que aparece, de modo claro, el ar-gumento que parte de la existencia del conocimiento parallegar a la existencia de objetos no sensibles e inmutables.A este lo llama Aristóteles 31 el argumento «desde las cien-cias», así como al que aparece en diálogos anteriores lo de-nomina el argumento del «uno sobre muchos».

    Donde primero aparece una declaración nítida de la tras-cendencia es en un pasaje del Banquete32•

    El que hasta aquí ha sido educado en las cuestiones amo-rosas ... adquirirá de repente la visión de algo que por na-turaleza es admirablemente bello, aquello precisamente~ ..que en primer lugar existe siempre, no nace ni muere, nocrece ni decrece; que en segundo lugar no es bello por unlado y feo por el otro, ni tampoco unas veces bello y otrasno, ni bello en un respecto y feo en el otro, ni aquí belloy altC'feo, de modo que sea para unos bello y para otrosfeo. Tampoco se mostrará a él la belleza, pongo el caso,como un rostro, unas manos, ni ninguna otra cosa de lasque participa el cuerpo, ni como un razonamiento, ni comoU? conocimiento, no como algo que exista en otro ser, porejemplo, en un viviente, en la tierra, en el cielo o en otrocualquiera, sino la propia belleza en sí que siempre es con-sigo misma específicamente única CXl)'t"O KCXe'cxt)'t"() j.!E8'o:lrr:oGj.!OVOClO¿

  • no aumenta ella en nada, ni disminuye, ni padece nada enabsoluto.

    Ciertamente tenemos aquí un rotundo aserto de la trans-cendencia de la Idea de belleza, pero hemos de recordar queno son palabras de Platón ni de Sócrates. Se atribuyen aDiotima, la sabia mujer de Mantinea, y ciertamente su es-tilo es más profético que filosófico. Si tradujéramos ese len-guaje al filosófico, la afirmación se reduciría a esto: la Ide.ade belleza no tiene una existencia separada, pero sí es dI-ferente de todas sus incorporaciones. Su eternidad y pure-za contrasta con la transitoriedad e imperfección de sus in-

    corporaclOnes.Al margen de este pasaje anterior, todos los diálogos

    tempranos consideran que las Ideas son inmanentes a lascosas particulares. Están «presentes» en ellas; son coloca-das «en ellas» por el artesano; nacen «en ellas»; son «co-munes» a ellas. A su vez, los particulares las «poseen» o«participan» de ellas.

    38

    lII. El Fedón

    En el Fedón las Ideas tienen un papel mucho más e~-tenso que en cualquier diálogo anterior. Están casi omni-presentes en él; pero su inserción está siempre subordina-da a la prueba de la inmortalidad, por lo que apenas aporta

    na.da nuevo acerca de s~ naturaleza propia. El primer pa-saJe en el que se menClonan 1 las Ideas sólo nos dice queno llegan a conocerse a través de los sentidos sino me-

    d~ante el, pur~ pensamiento (cd'rr'D KaWaÚtllv' el~tKPIVcftU olavola). Sm embargo, posteriormente Platón describi-rá, con mayor precisión que hasta entonces, el procesopor el que llegan a conocerse las Ideas. Hemos visto queen el Menón la teoría de la anámnesis no está conecta-da con el conocimiento de las Ideas; en el Fedón, sí. Platónd· 2a vIe~te que un recuerdo «se produce a partir de cosas

    semC:Ja?,tes,o cosas diferentes», i. e. que puede haber unaasoClaCl~n.0 por semejanza (por ejemplo al ver un retra-to ?e .SlmIas,· rec?rdamos a Simias) 3 o por contigüidad(asI, vIendo una ltra, recordamos la suya)4. En el primer

    caso, not~mos además si la cosa percibida resulta en algúnaspecto, mcompleta en relación a la que nos recuerda 5. Poreso mantenemos que existe la igualdad en sí, y sabemos

    1 65 d 4-66 a 82 74 a 23 73 e 94 73 d 5-105 74 a 5-7

    39

  • qué es. Conocimiento al que hemos accedido al ver trozosiguales de madera, piedras, ete. 6. Estas son muy diferentesde la igualdad en sÍ, como lo prueba el que los mismos pa-los o piedras, a veces, le parezcan iguales a una persona yno a otra. Sin embargo, los «iguales en sí» nunca parecendesiguales, ni la igualdad desigualdad 7. Los ejemplos "par-ticulares perfectos de una Idea se distinguen aquí de losejemplos sensibles imperfectos y de la Idea en sí. Esto esimportante por ser la primera vez que aparece la creenciaen las entidades matemáticas, como algo intermedio entrelas Ideas y los particulares sensibles8• Pero, aunque Platóndistinga entre los particulares perfectos y la Idea, no des-taca esta distinción, por no desempeñar ningún papel enel argumento.

    De este modo, la aceptación de las Ideas se incluye en elapartado de la asociación por semejanza y en una subfor-ma de aquella en la que la semejanza es muy imperfecta.Un pensador moderno quizá diga que la idea de igualdadse nos suscita mediante la experiencia de la desigualdad. Es-tamos acostumbrados a que los instrumentos de precisiónnos revelen desigualdades que no capta nuestra vista y, asi-mismo, aceptamos fácilmente no haber visto nunca doscuerpos físicos exactamente iguales. Pero aunque estemosen lo cierto al decir que no hay dos cuerpos físicos con di-mensiones exactamente iguales, esto no nos permite atri--buir la idea de igualdad a la experiencia de los desiguales.Por otra parte, sería más correcto denominar experienciade iguales aparentes que de desiguales, a la que tenemos ha-bitualmente de objetos cuyas diferencias de tamaño nopodemos detectar. Con todo, una experiencia de igualesaparentes y una experiencia de desiguales aparentes pareceque tienen idéntica capacidad de suscitamos la noción deigualdad.

    En cualquier caso, Platón ciertamente no dice que sea laexperiencia de los desiguales la que sugiera la noción deigualdad. Todo el pasaje hace referencia a la experiencia de

    674b4-7~ 74 b 7-c 6s La creencia atribuida a Platón por Aristóteles en Metaf.987 b 14-18

    40

    los iguales, si bien destacando sus imperfecciones. El as-pecto por el que los encuentra imperfectos es que «pare-cen en ocasiones iguales a unos y a otros no» (74 b 7-9),aludiendo quizá a los efectos de la perspectiva. De ser así,habría una cierta incongruencia en su pensamiento. En el'protágoras y en el Crátilo declaró que las cosas corpóreastienen su naturaleza propia, que puede ser diferente de loque nos parece. De ahí se sigue que cosas que parecen de-siguales a alguna persona puedan, sin embargo, ser igualesy, por tanto, perfectos ejemplos de igualdad. Pero Platónno repara ·en la incongruencia y habla, en todo el pasaje,como si las cosas sensibles no hicieran más que aproximar-se a la igualdad. Este es el primer lugar (al margen del mís-tico del Banquete )en el que se destaca este aspecto de lasIdeas: no como universales manifestados en los particula-res, sino cómo ideales, modelos o límites a los que las co-sas individuales sólo se aproximan, (f:KEívOl)opÉI'S1'CX1COUo¿CHlVlcrOV,XCXliXU1'OU'sv8e¿cr'tl':pci¿crnv 75 b 1; dr. ~oÚAetCY.l74 d 9, np08lJfJ.eltiXl75 b 7). Por primera vez considera larelación de las cosas sensibles con las Ideas más como una

    imitación (fJ.ífJ.TlO'l~)que como una participación (J.lt8E~1

  • lanzadera y a la Idea de nombre 12, pero las dos primeraseran aducidas sólo como ilustraciones ocasionales y la ter-cera sólo en función de una teoría especial del lenguaje.Cuando Platón desea referirse a las Ideas típicas, mencionavalores morales o estéticos, categorías matemáticas o rela-ciones tales como tamaño o igualdad. Los valores yentida-des matemáticas merecen su principal interés: los valores,a lo largo de su vida y las entidades matemáticas adquiri-rán una importancia creciente con el paso del tiempo, has-ta que al fin (como dice, al menos, Aristóteles) la teoría delas Ideas se convierta en una teoría de los números. LasIdeas de sus tancias (tales como «animal en sí») no se men-cionan en el Fedón, y no son en ninguna parte importan-tes excepto en el Timeo. Si bien estaban implicadas en lateoría, ya que ésta consistía en que hay una Idea que co-rresponde a cada nombre común 13.

    Para Platón, no llegamos a conocer las Ideas desprecian-do los sentidos y dedicándonos a la pura contemplación,sino usando los sentidos y descubriendo 10 que nos sugie-ren. Son nuestros sentidos los que suscitan la idea de quetodos los sensibles aparentemente iguales aspiran a 10 quees igual, y que les falta 14. Al hablar de esto, Platón descri-be con mucha exactitud la cooperación entre sentido y ra-zón en nuestra marcha hacia el conocimiento. Ahora bien,las cosas- sensibles nos -pueden· stlgerir-Ias Ideas- sólo por-que conocimos éstas en una existencia anterior 15. ¿Cómolas conocimos en aquel momento? Si el conocimiento delas Ideas también hubiera sido suscitado en esa preexisten-cia por las cosas sensibles, esa preexistencia no nos aclara-ría en absoluto el proceso para llegar a conocedas. Efecti-vamente, tan poco inteligible resulta un conocimiento ac-tual de las Ideas que requiera el concurso de las cosas sen-sibles como un conocimiento previo que también exija eseconcurso, por más que sea condición del primero. Por tan-to, en el supuesto de que haya que explicar un recuerdo

    12 Laques 192 a 1, Crát. 389 b 5, 390 a 513 Rep. 596 a 614 75 a 5-b 215 76 d 7-e 7

    42

    que se ofrece él mismo como explicación, el conocimientopreexistente de las Ideas no cabe sino que sea directo e in-mediato. Y así imagina Platón que las hemos conocido enuna vida anterior. Así pues, la doctrina de la anámnesis im-plica la existencia separada de las Ideas, no incorporadasimperfectamente en cosas sensibles, sino con una existen-cia completamente separada. Este pasaje del Fedón es laprimera manifestación clara de su creencia en tal existen-cia separada. A partir de este momento adoptará el térmi-no semejanza, aunque conserve el de participación, para ex-presar la relación de las cosas sensibles con las Ideas.

    Sería un error decir que Platón ha hecho, en este o encualquier otro periodo de su vida, una división definitivadel universo en Ideas y cosas sensibles. En primer lugarestá la incidental referencia a los «iguales en sí» 16 -unaalusión a las entidades matemáticas, que no son ni Ideas nicosas sensibles. Ta.l alusión prepara el terreno para la doc-trina de los «intermedios», aunque lo más probable es quePlatón no cayera en la cuenta todavía de su significación.Además admite otro tipo de entidades, que no son ni Ideasni cosas sensibles. En una sección del diálogo 17 representael alma como afín a las Ideas por su inmutabilidad, aunqueno sugiera en ninguna parte que las almas sean Ideas.

    E! siguiente pasaje que reclama nuestra atención es aquel(95 e 7-102 a 2) en el que Sócrates relata-su proceso filo-sófico. La primera parte de la relación no es muy clara,pero lo importante es lo siguiente: Sócrates se ocupó en sujuventud de los problemas físicos y fisiológicos, que esta-ban en boga a mediados del siglo V. La confusión de las teo-rías opuestas sólo produjo en él perplejidad respecto a unproblema que rebasaba el alcance de las teorías. Está claro,por ejemplo, que un hombre crece por la comida y la be-bida. Los especialistas se han ocupado de los pormenoresdel proceso de crecimiento, pero han suscitado en su men-te una cuestión previa: cómo una cosa pequeña puede con-vertirse en grande y, en general, cómo una cosa que estácaracterizada de una manera puede llegar a estado de otra.

    16 74 e 117 79 b 1-80 b 6

    43

  • En especial, se quedó perplejo ante el problema de los nú-meros. «Me resisto a admitir siquiera que, cuando se haañadido una unidad a una unidad, sea la unidad a la que seha añadido la otra la que se ha convertido en dos 18, o quesea la unidad añadida, o bien que sean la agregada y aque-lla a la que se le agregó la otra las que se conviertan endos por adición de la una a la otra» (96 e 6-97 al). Ade-más no alcanzaba a ver cómo podía decirse, en verdad, quela adición de uno a uno hace dos y la división de uno hacedos, siendo que la causa de la dualidad había de ser única(97 a 5-b 3).

    La famosa sentencia de Anaxágoras de que la mente erael ordenador y la causa de todo, le pareció que iluminaríasu oscuridad. «Pensé que, si eso era así, la mente ordena-dora ordenaría y colocaría todas y cada una de las cosas allídonde mejor estuvieran. Así, pues si alguno quería encon-trar la causa de cada cosa ... debía encontrar sobre ello esto:

    cómo es mejor para ella ser, padecer o realizar 10 que fue-re». Pero, en realidad, la teleologÍa de Anaxágoras no re-sultó más iluminadora que el materialismo de los otros pre-socráticos. Pues, al llegar a los pormenores, daba unas ex-plicaciones tan materialistas como cualquier otro. AsÍ, se-ñalaba las condiciones materiales como si fueran las causasdel ser de las cosas, cuando en realidad no son más que lacondición sine qua nQn para que actúe la verdadera_ causa(98 b 8-99 c 6).

    AnaxágOras fracasó no por demasiado teleológico, sinopor no serio suficientemente, lo que no impidió que Sócra-tes siguiera conservando la esperanza de una explicación re-leológica del mundo. No vio, sin embargo, el modo directode dar con ella, por eso recurrió a un segundo modo(OEÚ1:~POC;1tAO(5C;,99 dI) de investigar la causa de las cosas.Originalmente, el OcÚ1:cpOC;TCAOUC;era el uso de los remoscuando no había viento. La expresión sugiere, como obser- .va Burnet, no un método necesariamente menos efectivo,sino más lento y laborioso. Según Sócrates, las investiga-ciones anteriores fracasaron por intentar descubrir la ex-

    18 La duplicación que hace Wyttenbach de Ti ,o repoO'TE8tven96 e 9 estotaJmente innecesaria.

    44

    plicación del ser de las cosas directamente, a través de lossentidos. Por ello, corrieron la suerte de aquellos que tra-tan de mirar directamente al sol en un eclipse, en lugar demirar su reflejo en el agua (99 d 5-e 4). La comparación,empero, es inadecuada, pues no tiene su método por me-nos directo que el de los físicos (99 e 6-100 a 3). Llámesedirecto o indirecto, su método consiste en estudiar la 'ver-dad de las cosas EV AÓYOlC;,es decir, consiste en tomar encada caso el AÓY0C;más sólido y tener por verdadero lo queconcuerda con él y rechazar lo que discrepa (100 a 3-7).

    AÓYOlno significa, aquí, definiciones, pues estas no seutilizan en el ejemplo; tampoco conceptos o universales,aunque sí se utilicen, ni argumentos. Que Platón hable de«acuerdo» y que con la frase «el más sólido AÓY0C;»se' re-fiera a la proposición de que las Ideas existen, muestra queAÓYOlsignifica afirmaciones o proposiciones. No es muyjusto Sócrates con sus predecesores cuando dice que el mé-todo de estos es el estudio de las cosas EV EPYOlC;y elsuyo EV AÓyOlC;.Tales predecesores no se limitaron a haceruso de los sentidos y anotar lo que estos informaban. T a,mbiéntuvieron sus AÓYOlo {m;08¿crac;,concepciones generalessugeridas por las informaciones de los sentidos, y de las quededujeron consecuencias, tal como hizo Sócrates con su pro-pio AÓyOC;.Lo cierto, más bien, es que el tipo de AÓY0C;quetomaron como punto de. partida, les vino, sugerido por.observaciones particulares, así el AÓY0

  • o

    concuerda con él (100 a 3-7) -:O sea, las consecuencias quede él se derivan- y rechazar lo que discrepa. (Este com-ponente del método resulta impreciso. Si el «acuerdo» con-siste en admitir la proposición B porque se admite la pro-posición A, entonces «acuerdo» significa consecuencia ló-gica. Ahora bien, si, por su parte, el «desacuerdo» consisteen justificar el rechazo de la proposición e, entonces «de-sacuerdo» no significa no-consecuencia, sino incompatibi-lidad.) La admisión ha de ser, en cualquier caso, provisio-nal, ya que: 2) puede suceder que se sigan conclusiones con-tradictorias de la hipótesis (101 d 5), en cuyo caso la hipó-tesis debe ser abandonada. Algunos críticos han puesto en

    .duda si tal contradicción puede aparecer, pero está claroque Platón así 10 creía, Sólo hay un caso (a) en el que pue-de aparecer la contradicción: si A es una proposición com-pleja que incluyé dos proposiciones incompatibles. Hayotro caso (b) en el que parece que ocurre: si B está impli-cada en A y e, y una proposición D, incompatible con B,está implicada en A y E. En el caso (a) A es, por supuesto,falsa, pero no lo es en el caso (b). No se sabe con certezasi PIatón tuvo en cuenta todos estos casos. Más bien hablacomo si de una proposición simple pudieran derivarse con-secuencias contradictorias. En tercer lugar: 3) si la hipóte-sis no resulta evidente por sí sola, has de comprobar lashipétesis de las que aquella- se seguiría, hasta dar con unaque sea suficiente ({KCXVÓC;), es decir, que te satisfaga a ti ya tu oponente. En todo esto has de cuidarte de no confun-dir los diferentes pasos de la investigación 19.

    El tercer componente del método se recomienda y usatambién en el Menón20, Consiste en probar la verdad dela proposición A mediante una proposición más fácil de ve-rificar, de la que se siga la verdad de A. En el Menón, Só-crates toma un ejemplo de las matemáticas, que resulta serel método apropiado para descubrir la prueba de los teo-remas,

    19 101 d 3-e 3. Una buena y exhaustiva discusión del tratamiento delas hipótesis en el Fedón se encuentra en R. Robinson, Plato 's Earlier Dia-lectic, 128-50

    20 86 e 1-87 c 3

    46

    Los pasos segundo y tercero no aparecen en la propia hi-pótesis de Sócrates en el Fedón, Cebes 2l los acepta sin dis~'cusión y nadie repara en si de ellos se derivan consecuen-cias contradictorias. La única conclusión que saca Sócrateses que el alma es inmortal22,

    El relato que hace Platón de la biografía intelectual deSócrates (probablemente pensó que refería la suya propia)es, en definitiva, éste: primero, trató de explicar las reali-dades del universo, tal como hacían los antecesores, me-diante causas materiales como la sustancia fría o la sustan-

    cia caliente, el aire o el fuego 23, Al no quedar satisfecho,buscó la explicación en una causa final, el bien, y en unacausa eficiente, la mente, que hace que el bien se produz-ca24. Como también en esto fracasó, recurrió (cosa q\le yahabía hecho, por otras razones, en diálogos anteriores) a

    . las causas formales, las Ideas, para dar cuenta del ser de lascosas.

    En la declaración que hace aquí Platón de la teoría delas Ideas, utiliza importantes términos concernientes a larelación entre la Idea y los particulares. Vista desde laIdea, a la relación la denomina presencia (ncxpoucrícx)25y vistadesde los particulares, participación (Kol.VOJvicx,¡..U,"CácrXEmc;,jlE1: étATj\jJl

  • 29 100 e 8-101 b 2~o 102 d 7~l 102 d 5-~; cfr. 103 b 5 YParm. 130 b 1-4;2 74 e 1

    las teorías en curso sobre la causalidad son excesivamente

    amplias. No puede decirse que A sea más alto que B por-esto es, por razón de- una cabeza, pues A puede igual-mente ser más bajo que e por una cabeza. Por tanto unacabeza es causa tanto ae que A sea mayor como de que seamenor29• La única y auténtica explicación es que A es ma-yor que B a causa de la grandeza, y menor que e a causade la pequeñez. Sólo las causas formales son coe~tensivasde sus efectos.

    Después de decir que la misma cosa particular puede par-ticipar de Ideas opuestas, Sócrates puntualiza que una Ideano sólo no puede ser caracterizada .por una Idea opuesta:«la grandeza que hay en nosotros jamás acepta lo peque-ño» 30. Habrá de hacer una de estas dos cosas: o ceder el

    terreno ante la aproximación de su contraria, o aniquilarseen el caso de que su contraria consiga entrar. Lo que no pue-de hacer la grandeza es admitir la pequeñez y resultar dis-tinta de lo que era.

    A primera vista, no se concilia bien el énfasis que pusoanteriormente en la separación de las Ideas con lo que diceaquí sobre la presencia de la Idea en las cosas particulares.Si bien, tal conciliación es posible' si tenemos en cuenta ladistinción que establece Platón entre la semejanza en sí yla semejanza en nosotros 31. Entonces, verernOS que su teo-ría nosólo comprende la Idea y .la cosa particul~r, Sirl0 tam-bién la cualidad de la cosa particular. Lo que está presenteen la cosa particular no es la Idea, sino, más exactamente,una copia imperfecta de la Idea. Por otra parte, la expre-sión «1os iguales en sí» 32 nos revela que, para Platón, ha-bía ejemplos perfectos de algunas Ideas. Por consiguiente,el esquema completo es:

    Ideasejem plificadas enNúmeros y figuras

    imperfectamente imitadas por Cualidadesejemplificadas en

    imperfectamente imitados por cosas sensibles

    No queda muy claro lo que Platón quiere decir mediantelas dos alternativas -ceder el terreno o ser aniquilada. Lafrase se repite (103 a 1, d 8-11, 104 c 1, 106 a 3-10), loque quiere decir que son auténticas alternativas y no dosmodos de decir lo mismo. Taylor33 sostiene que el derre-timiento de la nieve expuesta al calor es un ejemplo de ani-quilación, mientras que el nacimiento del cuarto hijo, al ha-cer que la clase «hijos de Fulano» deje de ser impar, es unejemplo de retirada: «puesto que "imparidad" no es, comoalta o baja temperatura, un carácter que se pueda destruir».Difícilmente puede ser esta la interpretación correcta. Poruna parte, ni la frialdad en general, ni la imparidad en ge-neral pudieron ser caracterizadas de destructibles por Pla-tón, ya que ambas son Ideas. Por otra parte, podría decirque la impar-numeridad de un familia particular deja deser cuando nace un cuarto hijo, del mismo modo que lafrialdad de un trozo de nieve desaparece enando la nievese derrite. De hecho, dice expresamente que es «destruc-ción» la que se presenta en el caso de un número impar alque se le aproxima la paridad (esto es, al que se le añadeuna unidad). La distinción quizá pueda exponerse así: sihay un nombre N que representa «una sustancia S carac-terizada por una cualidad Q», entonces no puede ocurrirque mientras la cosa conserve la cualidad Q reciba tambiénla cua.1idadcontraria Q'. LQqu~ ocurreaveces~es ql:l.ela sus-tancia S toma la cualidad contraria Q'. En tal caso, la cosallamada W (que representa a S" calificada púr Q") se ani-quila y nace una nueva cosa, cuyo nombre será distinto deN (por ej. «agua» en lugar de «nieve»). Pero en el caso deque la cualidad Q sea indestructibilidad, la cosa llamada N(o sea, una determinada sustancia unida a la indestructibi-lidad) no puede abandonar el atributo, debido a la natura-leza especial de este, y, por tanto, no puede ser aniquilada,sino que se retira en buen orden (crroc; Kod at'llKToc;,106 a5. La metáfora es, como apunta Taylor, militar). Platóncree que es precisamente esto lo que le pasa al alma: al serel principio mismo de la vida (105 c 9-11) es incapaz deasumir el atributo de destructibilidad (106 b 1-4).

    33 P. M. W. 205-6

    48 49

  • La recíproca repulsión de las Ideas contrarias es total-mente compatible con 10 expuesto antes en el diálogo: quelas cosas nacen a partir de sus contrarios. Una cosa con-traria (~Clvríov repocYJ..llt)puede surgir de su contraria. Esdecir, algo caracterizado por una cualidad puede llegar a sercaracterizado por la cualidad contraria. Ahora bien, una cua-lidad no puede convertirse en su contraria (103 a 4-c 2).Quizá en este pasaje esté el origen de la doctrina aristoté-lica de que: cambio es siempre el cambio de una materiapersistente que pasa de ser caracterizada por uno de losdos contrarios a serio por el otro. La distinción que hacePlatón entre TIXevc(vTÍC(y TC'(eVc(VTÍC(repáYJ..lc(Tc((o TáEXOV'rltTex evC(V"Cúx)es equivalente a la de Aristóteles, conotras palabras.

    Sócrates expone a continuación un importante avance dela teoría ideal. La nieve no es idéntica a la frialdad, sin em-bargo, mientras la nieve sea nieve y la frialdad frialdad, nopueden llegar a ser calient~s (o calor; Platón no hace unadistinción clara.entre ambas cosas). No sólo una Forma eseternamente digna de su nombre, también hay cosas quetienen talo cual Forma mientras existen (103 e 2-5). Lo«impar» es siempre impar, pero también el número 3, 5,etc. son siempre impares, Es decir, hay cosas que puedenpasar de un estado a su contrario, mientras que otras, tanligadas están a un estado o cualidad,. que no pueden recibirsu contrario, en tanto sigan siendo ellas mismas. Dicho deotro modo, algunas Formas obligan a su receptor no sóloa te nerIas a ellas, sino también a la' Forma de un determi-nado contrario34• Un grupo ocupado por la Forma de tresserá tanto impar como grupo de tres. Si en un sentido laForma de tres es la que ejerce esa exigencia (104 d 1-3),también puede decirse que la ejerce la Forma de impar(ibíd. 9-12). Este principio se repite de este modo: «Si unaForma introduce una de las dos Formas contrarias en cual-

    quier cosa en que entra, ésta nunca recibe la contraria deesa Forma» (105 a 1-5).

    Este descubrimiento le permite a Platón dar una nueva

    34 Si en 104 d 3 leemos, con Stallbaum l;vavríou así nvo~ o «de uncontrario a algo» si leemos, con Robin, EVaVnO\l'ter así nvo~,

    50

    respuesta a una vieja pregunta. A la pregunta: «¿qué ha deestar presente en una cosa para que se ponga caliente?»,la «vieja, segura y estúpida respuesta» (105 b 6-c 1) era «el

    I calor». Ahora puede decir con igual seguridad y más pers-picacia «el fuego». A la pregunta «¿qué ha de estar presen-te en un cuerpo para que se ponga enfermo?», no contes-tará ahora «enfermedad», sino «fiebre». A la pregunta«¿qué ha de estar presente en un número para que sea im-par?», no dirá ahora «imparidad», sino «unidad».

    Aunque se gane algo con la nueva respuesta, algo tam-bién se pierde. La nueva respuesta no corre el riesgo de sertautológica, como la vieja, pero, al propio tiempo, pierdela universalidad de ésta. Ciertamente la fiebre pondrá en-fermo a cualquier cuerpo en el que esté presente, pero tam-bién otras cosas lo ponen. Una clase' que no tenga más queun miembro es, en verdad, impar, pero también lo son otrasclases. La nueva respuesta no contesta realmente a la vi~japregunta de cuál es la causa necesaria y suficiente de queA se caracterice respecto a B. No basta con designar unaespecie de B, sino que es preciso señalar algo coextensivode B y tal que lo incluya. La nueva respuesta responde enrealidad a una nueva pregunta, a saber: cuál es la forma es-pecial de B presente en un A particular caracterizado res-pecto a B; qué Idea específica introduce en A la Idea gené-rica B, por la que A está caracterizada.

    El interés de este pasaje reside en que Platón se percata,parece que por primera vez, de que hay pares de Ideas quese relacionan como el género y la especie. Lo cual viene aser un preludio del posterior problema de la 81.(x{pé:cn~y dela discusión de la KOtvOOVÍC(clOroVdel So/úta. Sin embargo,el asunto tiene ahora un alcance restringido. Se limitará aadmitir tan sólo pares de Ideas que se relacionan como gé-nero y especie, pero no series. Su propósito inmediato esmostrar que la Idea de alma conlleva la Idea de vitalidad yexcluye la de mortalidad. Al mismo tiempo el pasaje re-presenta un gran avance lógico: En su forma más primiti-va y simple, la teoría de las Ideas explicita el descubrimien-to de que todo juicio empírico, de la forma «A es B» o«A es un B», incluye un universal como predicado. En lanueva forma, la teoría tiene también en cuenta que hay jui-

    51

  • cios no empíricos, del tipo «A es necesariamente B» o~(A incluye necesariamente a B», en los que ambos térmi-nos son universales.

    Junto a esto, el pasaje tiene también un gran interé~his-tórico. En él está, probablemente, el origen del descubri-miento del silogismo por parte de Aristóteles 35. En la teo-ría aristotéJica, sólo a la primera figura del silogismo se leconcede validez por derecho propio. En esa figura el tér-mino mayor, el medio y el menor son, respectivamente, lapropiedad, el carácter genérico y la especie. Exactamenteesto es lo que encontramos en el Fedón. La presencia dela ignidad en una clase de cosas introduce el calor en ellay excluye la frialdad. Esto puede efectivamente resolverseen dos silogismos, primero en Barbara: «el calor pertenecea lo que es ígneo; la ignidad pertenece a talo cual clase;por consiguiente, el calor pertenece a esta clase». Segundo,en Celarent: «la frialdad no pertenece a lo que es ígneo; laignidad pertenece a talo cual clase; por consiguiente, lafrialdad no pertenece a esa clase». Dos coincidencias vie-nen a demostrar que hay verdadera conexión entre el Fe-dón y la teoría del silogismo. Primera, Platón usa con fre-cuencia el verbo 7tCipclVC(l para denotar la presencia de únaIdea en los particulares y Aristóteles utiliza a veces el mis-mo vocablo para calificar la relación entre el término ma-yor re! medio o entre. el medio.y el menor 36. Segunda, Fla-tón emplea' E1tl

  • Recapitulando todo lo averiguado hasta ahora, acerca dela doctrina de las Ideas de Platón, cabe decir lo siguiente:originalmente la doctrina consistía en creer que existen uni-versales implicados por la existencia de individuos que po-seen cualidades. La forma habitual de expresar la relaciónde los universales con los particulares es: «presencia» delos universales en los particulares y «participación» de losparticulares en los universales. Si bien, en el Banquete y,con más nitidez, en el Fedón, entra en juego otro elementoen la teoría. Se habla de que los particulares se quedan cor-tos ante las Ideas, no sólo por ser particulares y no univer-sales, sino por no ser auténticos ejemplos de las Ideas, porno ser más que ejemplos aproximados de ellas. El términoimitación empieza a deslizarse poco a poco sin que, porello, desplace al otro o se ajuste con éL Además, en el Fe-dón empiezan a explorarse algunas de las relaciones entrelas Ideas. Las Ideas en las que, principalmente, piensa Pla-tón son de dos tipos: 1) las Ideas de bondad (y de las di-versas virtudes) y de belleza, y 2) Ideas matemáticas talescomo igualdad, imparidad, paridad, dualidad, trinidad, etc.Estos son los dos grupos de Ideas cuya existencia tiene porsegura Sócrates, en el Parménides42• Cuando saca a cola-ción otras Ideas ( i. e. la de lanzadera en el Crátilo) sólo lohace a título de ilustración de la universalidad de la teoríaideal, y. no· porque a Platón le interesen estas Ideas parti-culares. Lo que no quiere decir que no creyera en tales Ideas.Están implicadas -así como las Ideas morales, estéticas ymatemáticas- en la convicción de que para todo conjuntode individuos denominados mediante un nombre común,debe haber una Idea.

    42 130 b 1-10

    54

    IV. La República y el Fedro

    Los primeros libros de la República apenas ilustran lateoría de las Ideas. No obstante, hay un pasaje del libro V(476 a 4-7) que sí ha sido objeto de muchas discusiones:«y lo mismo podría decirse de lo justo y lo injusto, y delo bueno y lo malo y de todas las Ideas (d8Tj): que cadacual es algo distinto, pero que, por su mezcla con las ac-ciones, con los cuerpos y entre ellas mismas, (tñ 'CON1Cpá~crov KC.tl (JWJltX'tWV xcti aAA:!ÍAroV KOLVroví~), se muestracada una con multitud de apariencias». Hasta llegar al So-lista, nunca dedica Platón tanta extensión como aquí altema de la participación de una Idea en otra. Sin embargo,este pasaje ha sido tildado de anacrónico y se ha corr~gido&AArlAroV por CXAATI CXAAWV o CXAA'CXAAffiV. Si bien, ya vimosen el Fedón que la Idea de tres,·engrupos particulares detres, cqmporta la Idea de imparidad, y esto sólo es posibleporque participa de esa misma Idea. Así pues, la noción dela participación de una Idea en otra no es algo nuevo paraPlatón.

    El pasaje siguiente representa un paso adelante en laevolución de la teoría de las Ideas. En él correlaciona tres

    clases de objetos -lo que es, lo que no es y lo que está en-tre el ser y el no ser- con tres estados del entendimiento:el conocimiento, la ignorancia y la opinión.

    El pasaje comienza (476 a 9) haciendo una distinción en-tre dos clases de personas. Una es la clase de los filósofos,que se define por admitir la existencia tanto de las Ideascomo de las cosas sensibles, y distingue unas de otras (476

    55

  • se de la superficie; tampoco la cienci~ es .una ~lase de la .r,a-zón, ni la opinión una clase ~e ~a c~~nCia,n~ la sensaClOnuna clase de la opinión. La adJudIcaclOn de .nu~e~os a esasentidades se ajusta mucho más a .la d~ .los pltagoncos, cuan-do asignaron el número 4 a la JustICia. Por analogla conesto, suponemos que Platón adjudicó ~l Uno ~ la Idea ~elser, y el 2 a la de identi~ad'y d~ferenCi.a.Podnamos conJe-turar fácilmente otras adJudlCaclOnes,Slil embargo, hay que

    notar que son exiguas las asignaciones concretas que a~or-tan tanto Aristóteles como otros autores, lo cual sugIe~eque Platón casi se limitó a exponer el principio general Slil

    apenas ejemplificaciones. .Si Platón no identificó las Ideas con números, SlilO que

    sólo asignó números a Ideas, i. e. clasificó las Ideas cornomonádicas diádicas, etc., la teoría de ningún modo es la fan-tasía extra~agante que parecía ser a primera vista. En rea-lidad, con esta teoría Platón hacía un mayor esfuerzo deabstracción del ya realizado al abstraer las Ideas de los par-ticulares sensibles.

    260

    XVI. Las Ideas y las cosas sensibles

    En el resumen de la etapa más tardía de Platón, Aristó-teles no dice sólo que Platón consideraba que el Uno y logrande y pequeño eran respectivamente el principio for-mal y el material contenidos en el ser de las Ideas, sinoque también las Ideas y lo grande y pequeño eran, para él,los principios contenidos en el ser de las cosas sensibles l.Trataremos de interpretar, a continuación, esta declaración.Las palabras de Aristóteles sugieren que el elemento ma-terial de las cosas sensibles era idéntico al elemento mate-rial de las Ideas. Pero es muy poco creíble que en la com-posición de las cosas sensibles. Platón incluyera sencilla-mente una segunda dosis del mismo principio que ya habíaempleado para la composición de las Ideas. No cabe supo-ner que la extensión espacial, el elemento más obvio de los

    cuerpos, procediera de las Ideas-números o de lo grande ypequeño, la pluralidad indefinida de que se servía Platónpara interpretar las Ideas-números. Ya en el Timeo habíaadmitido que el espacio era algo tan necesario para la exis-tencia de las cosas sensibles, como las Ideas, de las que soncopias. No creemos que se retractara en algún momentode esta doctrina 2.

    Aristóteles alude a la cuestión en la Física 3 al tratar del

    «lugar»: «Platón dice en el Timeo que la materia y el es-

    1 988 a 8-142 Cfr. Leyes 894 a 1-53 209 b 11-16

    261

  • se de la superficie; tampoco la cienci~ es .una ~lase de la .r,a-zón, ni la opinión u~a clase ~e ~a c:~nCla, n~ la sensaClOnuna clase de la opinion. La adJudICaClon de .nu~e~os a esasentidades se ajusta mucho más a la de los pltagoncos cuan-

    do asignaron el número ~ a la)u~ti,cia. Por analogía conesto, suponemos que Platon adJudü:o ~l Uno ~ la Idea ~elser, y el 2 a la de identi~ad.y d~ferenCl.a.Podnamos conJe-turar fácilmente otras adJudICaCIones,SIn embargo, hay que

    notar que son exiguas las asignaciones concretas que al?or-tan tanto Aristóteles como otros autores, lo cual sugle~eque Platón casi se limitó a exponer el principio general SIn

    apenas ejemplificaciones. .Si Platón no identificó las Ideas con números, SInO que

    sólo asignó números a Ideas, i., e. cla~ifi~ó las Ideas comomonádicas diádicas, etc., la teona de mngun modo es la fan-tasía extra~agante que parecía ser a primera vista. En rea-lidad, con esta teoría Platón hacía un mayor esfuerzo deabstracción del ya realizado al abstraer las Ideas de los par-ticulares sensibles.

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    XVI. Las Ideas y las cosas sensibles

    En el resumen de la etapa más tardía de Platón, Aristó-teles no dice sólo que Platón consideraba que el Uno y logrande y pequeño eran respectivamente el principio for-mal y el material contenidos en el ser de las Ideas, sinoque también las Ideas y lo grande y pequeño eran, para éllos principios contenidos en el ser de las casas sensibles <Trataremos de interpretar, a continuación, esta declaración.Las palabras de Aristóteles sugieren que el elemento ma-terial de las Cosas sensibles era idéntico al elemento mate-rial de las Ideas. Pero es muy poco creíble que en la com-posición de las cosas sensibles. Platón incluyera sencilla-mente una segunda dosis del mismo principio que ya habíaempleado para la composición de las Ideas. No cabe supo-ner que la extensión espacial, el elemento más obvio de loscuerpos, procediera de las Ideas-números o de lo grande ypequeño, la pluralidad indefinida de que se servía Platónpara interpretar las Ideas-números. Ya en el Timeo habíaadmitido que el espacio era algo tan necesario para la exis-tencia de las cosas sensibles, como las Ideas, de las que soncopias. No creemos que se retractara en algún momentode esta doctrina 2.

    Aristóteles alude a la cuestión en la Física 3 al tratar del«lugar»: «Platón dice en el Timeo que la materia y el es-

    1 988 a 8-142 Cfr. Leyes 894 a 1-53 209 b 11-16

    261

  • dad manifestada en espacialidad, el que va a ser empleadoen la generación de las cosas sensibles, las cuales son ejem-plares de la

  • dad manifestada en espacialidad, el que va a ser empleado

    en la generación de las cosas s~nsibles, las cuale~ s?n ejem-plares de la «cuaternidad malllfestada en espaClahdad».

    Según todos los indicios, las entidades matemáticas -in-termedios, según Platón, entre los números y las magnitu-des, por un lado, y los grupos sensibles numerados y las fi-guras sensibles, por otro- no intervenían en la genera-ción de las cosas sensibles. El U no y la pluralidad indefi-nida eran presupuestos necesarios de los números ideales;los números ideales y la espacialidad indefinida eran pre-supuestos necesarios de las figuras ideales; las figuras idea-

    les y el espacio eran presupuestos necesarios de las co~assensibles. Las entidades matemáticas no aparecen por n1O-guna parte. ¿Qué pensaba de ellas el Platón del último pe-riodo? N o lo sabemos. Pero cabe conjeturar que las creíaficciones matemáticas. Así opinaba, ciertamente, del pun-to 12, Y la razón no está nada clara. Este asunto resulta más

    inteligible si pensamos que, para él, no sólo era ~mposi?leun punto con posición pero sin ninguna magnItud, S100

    una línea con longitud pero sin anchura ni p~ofundidad .Yuna superficie con longitud y anchura pero S10 profund~-dad. Las Ideas de posición, longitud, anchura y profun~l-dad eran, para Platón, reales y distintas. No obstante, dlO

    ._ en pensar, quizá, que la supuesta existencia de puntos, lí-neas y superficies definidos por los matem~ticos no era .másque una invención necesaria para el estudlO de los sóhdos.

    Debemos recordar que en el TimeoJ para explicar la exis-tencia del mundo sensible, sólo presenta tres cosas, apartedel demiurgo: las Ideas, «las cosas que entran en y desapa-recen del espacio», y el espacio en sí 13. Las cosas que en-

    tran y desaparecen del espacio no pueden ser los «i~ter-medios», objetos de las matemáticas, ya que son sensIbl~sy generados 14, mientras que los intermedios son no sensI-bles y eternos 15. Además, las cosas que entran y desapare-

    12 «Contra este género (la noción del puma), en efecto, luchaba P~a-tón, considerando que era una noción geométrica; pero lo llamaba pnn-cipio de la línea, y hablaba con frecuencia de líneas insecables» (992 a 20-2)

    I3 51 e 6-52 b 514 52 a 5Ij Met. 987 b 14-18

    264

    --

    cen del espacio son ejemplificaciones perfectas de las Ideas,sino tan sólo aproximaciones a su ser: «con respecto a susnúmeros, sus movimientos y sus capacidades generales, de-bemos suponer que el dios las compuso con la debida pro-porción, al dades en todos los aspectos la mayor perfec-ción permitida por la necesidadJ que condesciende de bue-na gana a la persuasión» 16. Así pues, los intermedios noforman parte del esquema cosmológico de Platón; lo másprobable es que llegara a considerados ficciones necesariaspara la geometría, pero ausentes de la realidad. Incluso, esposible que ya pensara esto cuando escribió la RepúblicaJy que a eso aluda, al menos en parte, cuando dice que ladialéctica anula las hipótesis matemáticas 17.

    16 Tim. 56 c 3-717 533 c 8

    265

  • Cualquiera que escriba sobre la teoría de las Ideas estáobligado a exponer, con la mayor precisión posible, cómoconcebía Platón la relación de las Ideas con los particula-res: Cuando estaba en su apogeo la escuela de Marburgo,de Cohen y N atorp, la moda era dar una explicación pura-mente conceptualista de la teoría de Platón y decir que lanoción de la «separación» entre Ideas y particulares se lahabía endosado Aristóteles. Este punto de vista no resisteun examen: es más la expresión de lo que, a juicio de suspartidarios, debió haber dicho Platón que de 10 que dijo. Se-ría fácil aducir una serie de pasajes de cualquier periodo dela vida literaria de Platón, en los que se les da a las Ideasuna existencia objetiva. Valgan estas citas de tres periodos.En el Fedón 3 dice: «Entonces se decía que de la cosa con-traria nace la contraria; ahora, que el contrario jamás pue-de ser contrario a sí mismo, ni el que se da en nosotros,ni el que se da en la naturaleza.» Y en el Parménides4: «Es-tas Formas son como modelos establecidos en la naturale-

    za de las cosas. Las demás están hechas a su imagen y soncopias.» Y en el Timeo 5:

    ¿ Hay una cosa como «fuego en sí» o cualquiera de las co-sas de las que siempre se habla en tales términos, cosasque sean «en sí»? ¿O las cosas que vemos o percibimos deotro modo, con los sentidos corporales, son las únicas quetienen tal realidad, y no hay nada más que tenga algún tipode existencia? ¿Hablamos vanamente cuando decimos quehay una Forma inteligible de algo? ¿No es nada más queuna palabra? .. Si la inteligencia y la opinión verdadera sondos géneros diferentes, entonces estas cosas -las Formasque no podemos percibir, sino sólo pensar- existen, cier-tamente, en sí... Debemos afirmar que son dos cosas dife-rentes, pues son distintas por el origen y desemejantes ennaturaleza ... Debemos convenir en que existe, primera-mente, la Forma inmutable, ingenerada e indestructible,que no admite en sí nada de ninguna parte, ni forma partede nada) invisible e imperceptible, de cualquier modo. El

    3 103 b 2-94 132 d 1-35 51 b 7-52 d 1

    268

    _.

    pensamiento la tiene por su objeto propio ... Lo propio deuna imagen -a la que ni siquiera pertenece el principiodel que ha nacido, sino que siempre es apariencia de otracosa- es que nazca en algo, adhiriéndose de algún modoa la existencia, so pena de no ser nada en absoluto. Porotra parte, lo que tiene un ser real recibe apoyo del razo-namiento exacto y verdadero. Este declara que en tantosean diferentes dos cosas, una no puede nacer en la otrade modo que las dos lleguen a ser a la vez una y la mismacosa y dos.

    Otros muchos pasajes podrían citarse.¿Qué conclusiones podemos sacar de pasajes como es-

    tos? En primer lugar, que Platón pensaba consecuentem~n-te que las Ideas son diferentes de las cosas sensibles. En se-gundo lugar, y con igual certeza, que las creía completa-mente objetivas, y no pensamientos ni «contenidos de pen-samientos» (sea cual sea el sentido de esta expresión), sinoentidades cuya existencia presupone nuestro conocimiento.En tercer lugar, las pensó con una existencia separada delas cosas sensibles. Pero no cabe una respuesta simple a lacuestión de si las pensó así con todas sus consecuencias.Puede ayudar a esclarecer este problema el estudio de laspalabras que emplea para expresar la relación entre las for-mas y los particulares. Las dividiremos en dos grupos: uno,compuesto por las pa:labrasque impliquen o sugieran la in-manencia de las Formas; y, el otro, por las que impliqueno sugieran trascendencia de las Formas:

    (1) (l) EV, Elvcn EV, EVElv::H, 1::yyíyvECJ8cn, nlCJ8C1:1 Ev.(2) KEKrílCJ8C1:1, EXE1V, lCJXE1V, E~l~, OÉXECJ8C1:1.(3) IlE"'CÉXElV, IlE"'C&CJXECJ1~, IlÉ8E~1~, IlE"'CéY.ACl:Il~~VE1V.(4) TCCl:pCl:yyiYVECJ8C1:1, TCCl:PE1VCl:l, TCCl:poucrÍCI:.(5) TCpocryíYVEcr8C1:l.(6) K01VÓV, K01Víl, K01VCDvÍCI:, K01VffiVE1V.(7) ETCE1VCl:l, EmyíyvECJ8C1:1.(8) KCI:"'CÉXElv.(9) iÉVCl:l d~.

    (II) (a) TCCl:piX8E1YIlCl:.(b) Cl:tno KéY.8' 7.tJ"'Có.

    269

  • Cualquiera que escriba sobre la teoría de las Ideas estáobligado a exponer, con la mayor precisión posible, cómoconcebía Platón la relación de las Ideas con los particula-res: Cuando estaba en su apogeo la escuela de Marburgo,de Cohen y Natorp, la moda era dar una explicación pura-mente conceptualista de la teoría de PIatón y decir que Ianoción de la «separación» entre Ideas y particulares se lahabía endosado Aristóteles. Este punto de vista no resisteun examen: es más la expresión de lo que, a juicio de suspartidarios, debió haber dicho Platón que de lo que dijo. Se-ría fácil aducir una serie de pasajes de cualquier periodo dela vida literaria de Platón, en los que se les da a las Ideasuna existencia objetiva. Valgan estas citas de tres periodos.En el Fedón 3 dice: «Entonces se decía que de la cosa con-traria nace la contraria; ahora, que el contrario jamás pue-de ser contrario a sí mismo, ni el que se da en nosotros,ni el que se da en la naturaleza.» Y en el Parménides4: «Es-tas Formas son como modelos establecidos en la naturale-

    za de las cosas. Las demás están hechas a su imagen y soncopias.» Y en el Timeo 5:

    ¿Hay una cosa como «fuego en sí» o cualquiera de las co-sas de las que siempre se habla en tales términos, cosasque sean «en sí»? ¿O las cosas que vemos o percibimos deotro modo, con los sentidos corporales, son las únicas quetienen tal realidad, y no hay nada más que tenga algún tipode existencia? ¿Hablamos vanamente cuando decimos quehay una Forma inteligible de algo? ¿No es nada más queuna palabra? ... Si la inteligencia y la opinión verdadera sondos géneros diferentes, entonces estas cosas -las Formasque no podemos percibir, sino sólo pensar- existen, cier-tamente, en si... Debemos afirmar que son dos cosas dife-rentes, pues son distintas por el origen y desemejantes ennaturaleza ... Debemos convenir en que existe, primera-mente, la Forma inmutable, ingenerada e indestructible,que no admite en sí nada de ninguna parte, ni forma partede nada, invisible e imperceptible, de cualquier modo. El

    3 103 b 2-94 132 d 1-35 51 b 7-52 d 1

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    pensamiento la tiene por su objeto propio ... Lo propio deuna imagen -a la que ni siquiera pertenece el principiodel que ha nacido, sino que siempre es apariencia de otracosa- es que nazca en algo, adhiriéndose de algún modoa la existencia, so pena de no ser nada en absoluto. Porotra parte, lo que tiene un ser real recibe apoyo del razo-namiento exacto y verdadero. Este declara que en tantosean diferentes dos cosas, una no puede nacer en la otrade modo que las dos lleguen a ser a la vez una y la mismacosa y dos.

    Otros muchos pasajes podrían citarse.¿Qué conclusiones podemos sacar de pasajes como es-

    tos? En primer lugar, que Platón pensaba consecuentem~n-te que las Ideas son diferentes de las cosas sensibles. En se-gundo lugar, y con igual certeza, que las creía completa-mente objetivas, y no pensamientos ni «contenidos de pen-samientos» (sea cual sea el sentido de esta expresión), sinoentidades cuya existencia presupone nuestro conocimiento.En tercer lugar, las pensó con una existencia separada delas cosas sensibles. Pero no cabe una respuesta simple a lacuestión de si las pensó así con todas sus consecuencias.Puede ayudar a esclarecer este problema el estudio de laspalabras que emplea para expresar la relación entre las for-mas y los particulares. Las dividiremos en dos grupos: uno,compuesto por las pa:labras'que impliquen o sugieran la in-manencia de las Formas; y, el otro, por las que impliqueno sugieran trascendencia de las Formas:

    (1) (1) EV, dV(Xl EV, EVElVC(l, EyyiYVEcr8:Xl, KElcr8:Xl Ev.(2) KEK'riícr8:Xl, EXElV, 'LcrXElv, f:~l

  • la página del Fedón 6, ya citada, donde leemos: «Entoncesse deda que de la cosa contraria nace la contraria; ahora,que el contrario jamás puede ser contrario a sí mismo, niel que se da en nosotros, ni el que se da en la naturaleza.»

    En el Parménides, Platón distingue expresamente las dosconcepciones. Aduce 7 la objeción del «tercer hombre» con-tra la concepción de que la Idea es inmanente a los parti-culares, y luego 8 contra la concepción de que es un modeloque imitan. Pero tampoco ahí la distinción queda comple-tamente definida, ya que no habla de la «imitación» comoalternativa de la «participación», sino como un modo po-sible de interpretar la «participación» 9. Ambas expresio-nes las usará, de hecho, en los diálogos posteriores.

    Aunque del Banquete en adelante empieza a usar, de vezen cuando, el lenguaje de la trascendencia, ya omnipresen-te en el Timeo, no responde, sin embargo, ni trata de res-ponder, a la objeción del «tercer hombre» que se le hace ala concepción trascendentalista, en el Parménides. Se ha di-cho, a veces, que ya había respondido a eso en la Repúbli-ca la con otro argumento de regresión infinita del que se sir-vió para probar que no puede haber dos Ideas de cama.Pero- ·esto es un error. Al demostrar-que la~existencia dedos Ideas de cama requeriría la existencia de una terceraIdea detrás de ellas, no pretendía demostrar que la existen-cia de una Idea y de un particular semejante no exigieraotra Idea detrás de ambos.

    Que Platón no estaba del todo satisfecho con la concep-ción «trascendente» está demostrado también porque el ar-gumento último de la «primera parte» del Parménides 11está dirigido contra la concepción «trascendente» y no con-tra la «inmanente»; porque no conoció esta objeción enninguna parte, y porque en los diálogos posteriores conti-nuó usando el lenguaje de la inmanencia.

    6 103 b 2-57 132 a l-b 28 132 e 12-133 e 79 132 d 3-4

    10 597 e l-d 411 133 b 4-134 e 8

    -Parece que la única conclusión posible es que hasta no

    satisfacede.completamente una de las expresiones, no viootro modo de acercarse a la verdad que usadas ambas. Unade ellas acentuaba la estrecha conexión entre el universaly sus particulares; la otra, acentuaba el fracaso de todo par-ticular para ser un perfecto ejemplar de un universal. Bienpudo incluso sospechar que la relación es absolutamenteúnica e indefinible. Tanto «participar» como «imitar» sonmetáforas de esa relación, y el uso de dos metáforas com-plementarias es mejor que el uso de una sola. El lenguajeplatónico sobre la relación entre los particulares y el uni-versal se hubiera beneficiado de haber admitido, con