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  • ao VI - nmero I ( 11) / 2005

    fundamentos en humanidades

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    Fundamentos en HumanidadesUniversidad Nacional de San LuisAo VI Nmero I (11/2005) 21/36 pp.

    UN PUNTO Y APARTE EN LA EDUCACINPOPULAR (SOBRE LA IMPORTANCIA DEHACER UN ALTO, RESPIRAR Y SEGUIR)

    Alejandra LaconchaAna Masi

    Universidad Nacional de San [email protected]

    [email protected]

    ResumenA partir de conceptos centrales de la Teora Social de Antonio Gramsci, tales

    como hegemona, contrahegemona, ideologa y bloque histrico entre otros, in-tentamos revisar diferentes formulaciones y prcticas de Educacin Popular, pre-guntndonos si la misma realmente puede constituirse en una herramienta til ynecesaria en la construccin de procesos contrahegemnicos. Para ello fuimosanalizando su devenir en distintos contextos y pocas como as tambin en nues-tras experiencias.

    Esta misma lnea de pensamiento tambin nos llev a analizar desde catego-ras gramscianas, tal como la de intelectuales orgnicos, quienes componen losgrupos de educacin popular y si su tarea que en los fundamentos tericos de laEducacin Popular, aparece como facilitadora, algunas veces no termina siendoun obstculo del desarrollo de verdaderos procesos populares.

    Palabras ClavesGramsci, Hegemona, Educacin Popular, Revisin

    AbstractFrom central concepts of Social Theory by Antonio Gramsci, such as hege-

    mony, counterhegemony, ideology and historical block, among others, we intend toreview several statements and practice of Popular Education, wondering if it can

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    become actually a necessary and useful tool for the construction of counterhege-monic processes. To that purpose, the development of Popular Education in diffe-rent contexts and times, and in our own experiences is analyzed.

    Also, from Gramscis categories, such as organic intellectuals, we analyze tho-se people who take part in the groups of Popular Education, and whether their job,which in the Popular Education theoretical fundamentals appears as a facilitator,sometimes ends up as an obstacle for the development of true popular processes.

    Key wordsGramsci, Hegemony, Popular Education, Review

    De donde partimos...

    Teniendo como referencia la Teora Social de Antonio Gramsci, decidimos haceruna revisin a nuestras prcticas. Las dos autoras hemos participado en gruposde Educacin Popular, en diferentes provincias y abordando a lo largo de variosaos diferentes temticas.

    ALEJANDRA: -Es difcil establecer con precisin cuando llegue a la EducacinPopular. Creo que sin darme cuenta fui de a poquito haciendo cosas que me lleva-ron a la misma, ya terminando los 90, en plena poca menemista. Fue cuandocomenc a tener noticias de un movimiento que se basaba en las ideas de PauloFreire, la Universidad Trashumante, que quera cambiar el mundo con propuestaspedaggico-polticas, y sent atraccin por ellas, siempre fiel a mi pensamiento deque para cambiar las cosas no bastan slo las palabras, sino que hay que hacer.

    Ya en el ao 2001, con un pequeo grupo de amigos, comenzamos a trabajaren una copa de leche de un barrio perifrico de la ciudad de Santa Fe, con loschicos. Un poco la intencin era comenzar a hacer cosas para cambiar lo queveamos y vivamos a diario. Pero nunca pensamos que era Educacin Populareso que hacamos, siempre sentimos que nos faltaba mucho para apenas esbo-zar el decir, somos educadores populares.

    Entrando en el 2002, desde la facultad de Derecho, en un proyecto de exten-sin, tuve otra aproximacin a Educacin Popular, con una labor mas especifica,tambin en zonas marginadas de dicha ciudad, donde la idea era tratar que lagente recuperara su poder, a travs del conocimiento de sus derechos, y de laimportancia del trabajo en red y de la comunicacin entre vecinos.

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    Otro proyecto se me presento a fines de ese mismo ao, pero orientado a laconstruccin popular de alternativas de Salud Comunitaria, de la mano de una delas formadoras de la fundacin Pelota de Trapo y de la CTA, donde se trabajabatodo lo referido al tema, de recuperacin de la cultura del trabajo a travs de lasde huertas comunitarias, y del medio ambiente, as como tambin lo relativo a latradicin del barrio donde se desarrollaba dicho proyecto, Villa del Parque, dondeel padre Catena desarrollara su labor all por los 60. En estas experiencias setrabajaba desde la Educacin Popular. O al menos eso se intentaba.

    En el 2003, con la fatal inundacin de la ciudad (Santa Fe), el agua me llevo ala Accin Educativa, donde, por esas cosas de la vida, fui a rematar a un progra-ma de Derechos Humanos, en el cual, dems esta decirlo creo, tambin la tarease haca desde la Educacin Popular. Y as, trabajando simultneamente en es-tos grupos, fue como me adentr en la Educacin Popular.

    No obstante estas experiencias, con bastante prctica de por medio y contanta variedad de tonalidades de la Educacin Popular (dadas por quienes meformaban en cada caso), no he sentido ni vivenciado la construccin de algodiferente hasta ahora. Por el contrario, me ha llevado al da de hoy a preguntarmehasta que punto se intenta o realmente se persigue la construccin de algo nue-vo, si es que no se est haciendo, de algn modo, un reacomodamiento al siste-ma, reproduciendo algunas de sus lgicas en vez de intentar cambiar las situa-ciones, y tambin, hasta dnde los vicios de formacin de todos y cada uno de losque estamos en esto, as como las experiencias vividas en los setenta (de las quea veces cuesta desprenderse), no son un obstculo para desarrollar en plenitud ala Educacin Popular como propuesta distinta de lo conocido y verdaderamentetransformadora, a la que (a pesar de algunas desilusiones en el camino) no dejode ver como una propuesta esperanzadora.

    ANA: -Llegu a la Educacin Popular a fines de la dcada del 80, de la manodel Teatro callejero, sintiendo la necesidad de asentarme en un lugar, con unmismo grupo. Evalu en aquel momento que el teatro callejero si bien brindaba laposibilidad de estar en muchos lados, en contacto con distintos grupos barriales(de nios, de jvenes, de mujeres, de alfabetizacin) no me permita acompaary desarrollar un trabajo ms permanente, que solo luego de algn tiempo supeque llamaban Educacin Popular.

    Los aos siguientes fueron de aprendizaje continuo, grupos de mujeres, gru-po de jvenes de las villas, campamentos con la Juventud Interbarrial, gruposde autoconstruccin, talleres de costura, ollas populares, talleres y encuentros

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    con otros grupos de Educacin Popular, la problemtica de la mujer, las activida-des culturales en contra de los festejos de los 500 aos de la llegada de losespaoles, los programas en las primeras FM, el trabajo en la crcel con el pabe-lln de Menores. En fin, avances y retrocesos, logros y frustraciones, grupos quese armaban y otros que se desarmaban, mucho trabajo que rondaba el activis-mo poca reflexin terica, demasiadas urgencias y fracasos permitieron una nuevamirada...

    Hoy casi 20 aos despus con mucha mas formacin y deformacin, menosapuro y mayores obligaciones laborales y de familia sin embargo siguiendo elmismo camino, la misma necesidad de un mundo mejor, las mismas ganas, endefinitiva la opcin de vida.

    La educacin popular puede ser planteada como uno de losprocesos de construccin de contrahegemona o no?

    En este primer interrogante resumimos nuestras historias conjuntamente conla reflexin hecha sobre los movimientos que en Amrica latina se han venidodesarrollando en las ltimas cuatro dcadas, y cuya base ha sido la EducacinPopular.

    Para abordarlo decidimos tomar algunos conceptos de la teora de Gramsci, yde sus comentadores, y desde ellos hacer nuestras aproximaciones.

    Raymond Williams (1980) dice:heqemona es un concepto que a la vez incluye y va mas all de dospoderosos conceptos: el de cultura como proceso social total en que loshombres definen y configuran sus vidas, y el de ideologa, en cualquierade sus sentidos marxistas, en la que un sistema de significados y valoresconstituye la expresin o proyeccin de un particular inters de clase ... Lahegemona constituye todo un cuerpo de prcticas y expectativas en rela-cin con la totalidad de la vida ... Es un vvido sistema de significados yvalores-fundamentales y constitutivos. Que en la medida que son experi-mentados como prcticas parecen confirmarse recprocamente ... en unsentido de la realidad para la mayora de las gentes de la sociedad.

    Es innegable la eficiencia y estrategia que histricamente ha tenido el libera-lismo (en sus mltiples modelos) para instaurar su hegemona a escala mundial,

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    pero tomaremos en particular a los pases de Amrica Latina. Nos atreveramos adecir, a riesgo de equivocarnos, que varias lecturas tericas sobre la situacinlatinoamericana siempre han tenido como referencia en su enunciacin la hege-mona liberal. Nos referimos por ejemplo a la teora de la dependencia; cuandonos asumimos pases dependientes estamos reconociendo pases que no lo son,cuando nos reconocemos subdesarrollados es porque hay otros que obviamentesi se han desarrollado, cuando nos decimos pases perifricos reconocemos quehay pases centrales.

    Ante esto diferenciamos dos fenmenos: o bien nos nombramos en referenciaa otro o permitimos ser nombrados por otros. Pareciera la maldicin de Malinche,trasladada quinientos y pico aos despus. Deberamos entonces completar lacita anterior de Will iams (1980), cuando refirindose a hegemona afirma en elsentido ms firme, es una cultura pero una cultura que debe ser consideradaasimismo como la vvida dominacin y subordinacin de clases particulares.

    En nuestro pas la clase dominante, desde un punto de vista histrico ha idodesplazndose de la oligarqua agro-ganadera, a la burguesa industrial luego ala burguesa financiera pero siempre ha mantenido su hegemona, a veces por elconsenso y otras por la coercin. Ahora bien, la hegemona no se impone de unavez y para siempre, ya que,

    en la sociedad civil se estructura la hegemona de una clase, pero tambines en donde se expresa el conflicto social. Porque la caracterizacin de unasociedad como sistema hegemnico no supone postular un modelo absolu-tamente integrado de sta: las instituciones de la sociedad civil son el esce-nario de la lucha poltica de clases, el campo en el que las masas debendesarrollar la estrategia de guerra de posicin (Portantiero, 1999).

    Esto implica una constante negociacin entre clase dominante y clase subalterna.

    Porque el hecho de la hegemona presupone indudablemente que se tie-nen en cuenta los intereses y las tendencias de los grupos sobre los cualesse ejerce la hegemona, que se forma un cierto equilibrio de compromiso...(Gramsci, 1984).

    Para lograr el consenso de las clases subalternas, la clase dominante debeotorgar ciertos beneficios garantizando algn avance material, pero tambin ne-cesita ir concediendo espacios simblicos.

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    Avila y Von Sprecher (2003) afirman:esos espacios que cede la clase dominante, para lograr el consenso, sonjustamente la posibilidad abierta a que se desarrollen visiones del mundo yorganizaciones alternativas en el sentido de alternativas a lo dominante.Estos espacios, entonces, al menos en potencia, pueden ser el lugar desdeel cual empiece a construirse una contra-hegemona.

    Sostenemos que en estos intersticios que dejaba el sistema (como se llama-ron en alguna poca) se ha ido desarrollando la Educacin Popular.

    Para ello rastreamos algunas definiciones de Educacin Popular segn dife-rentes autores y pertenecientes a diferentes aos.

    Segn Carlos Nez (1985),la caracterstica esencial de la Educacin popular, pues si bien puede in-corporar algunos de los elementos de los otros modelos, su definicin estdada por su concepcin y compromiso de clase y por su ligazn orgnicacon el movimiento popular, definido en trminos polticos (no necesaria-mente partidarios). Por eso para nosotros la Educacin Popular es un pro-ceso de formacin y capacitacin que se da dentro de una perspectiva po-ltica de clase y que forma parte o se vincula a la accin organizada delpueblo, de las masas, en orden a lograr el objetivo de construir una socie-dad nueva, de acuerdo a sus intereses.

    Segn Ral Marco Meja (1990):Se podra afirmar que los procesos de Educacin Popular son entendiblesen el proceso histrico de lucha de cada pas y en concreto, de cada regindentro del pas, sin negar su unidad al proyecto ms global de lucha de losexplotados del continente latinoamericano y de los pobres del resto delmundo. Por ello, pretender volver su proyecto uno en mtodo y en disposi-tivos pedaggicos, no es ms que una nueva pretensin de discursos he-gemnicos al interior del campo popular ...

    Segn Torres Carrillo (1999):En primer lugar, la Educacin Popular no constituye una teora o cuerpodoctrinal homogneo. Es una corriente poltico pedaggica construida his-trica y contextualmente, en la que confluye una diversidad de prcticas ydiscursos diferentes entre s, tanto temporal como espacialmente ...

    Como ya se seal, no podemos hablar de un discurso homogneo de laEducacin Popular, sin embargo, s podemos reconocer un ncleo, un mnimo de

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    elementos comunes que atraviesan las diferentes prcticas educativas popula-res, as asuman connotaciones diferentes e incluso contrarias en diversos mo-mentos y contextos. A continuacin los vamos a sealar, pues ello nos permitiridentificar los desplazamientos recientes dentro de la Educacin Popular. Ade-ms, en este ncleo bsico, sealaremos qu cosas estn cambiando.

    Los rasgos definitorios de toda prctica social identificada como EducacinPopular son: Una lectura crtica al carcter injusto de la sociedad y del papel que juega la

    educacin en su reproduccin. Una intencionalidad poltica emancipadora. La consideracin de que son los sujetos populares los actores de su emancipacin. Un campo privilegiado de incidencia: la subjetividad de los sujetos educativos. Unas metodologas de trabajo apropiadas a los anteriores rasgos.

    Carlos Falaschi (2003), por su parte, seala como condiciones de la Educa-cin Popular, la intencionalidad poltica y la intencionalidad educativa. La educa-cin no tiene una dimensin poltica, sino que toda ella es poltica. Representauna lucha por el sentido, como una lucha por las relaciones de poder (Giroux). Laeducacin no tiene como objetivo modelar a los seres humanos al estilo de lasociedad, sino formarlos para modelar una sociedad mejor. Las culturas y sabe-res, a travs de milenios, son patrimonio universal de la humanidad; no son mer-cas apropiables y negociables por unos pocos. Con respecto a la intencionalidadeducativa, se pude decir que sin ella, no hay Educacin Popular. Falaschi sostie-ne la inversin de trminos en el proceso educativo: desde una transmisin ver-tical y unidireccional, neutra, bancaria, pasiva, elitista, individualista, competiti-va, diluida (infantilista, gibarizante o reductora de cabezas, segn A. Puiggrs),domesticadora de las mayoras; hasta una formacin de construccin colectiva,horizontal, dialgica, democrtica, activa, concientizadora y comprometida.

    Rescatamos en estas acepciones algunos rasgos en comn de la EducacinPopular: Se ubica dentro de un contexto histrico especifico. Busca la transformacin de la sociedad, a travs de una prctica poltica que

    permita la construccin de un mundo mejor; ste ltimo quizs no sea el trminoapropiado, pero su sentido implicara resignificar desde una nueva concepcinconceptos como igualdad, justicia, trabajo, dignidad, distribucin de riquezas.

    Implica un posicionamiento tico, social y poltico a favor los sectores ms

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    vulnerables de la sociedad. Existe una accin y una intencionalidad pedaggica clara. Persigue el protagonismo de los sujetos y grupos involucrados.

    De dichos rasgos consideramos como fundante la bsqueda de transforma-cin de la sociedad a travs de una prctica poltica, ya que su intencionalidad, almenos discursiva, apunta a la construccin de una nueva hegemona. Si bien sonmltiples los movimientos que se han generado, a pesar de su diversidad y con-texto particular, no han podido, o quizs no como se pretende, lograr la construc-cin de una nueva concepcin, siguiendo el gran pas, sometido, y cada vezmas, a la hegemona neoliberal.

    En la bsqueda de explicaciones nos parece que se destaca lo siguiente.Desde mediados de la dcada del 90, una de las estrategias del neoliberalismoha sido precisamente cooptar a las organizaciones de campesinos, de Educa-cin popular, a los movimientos colectivos.

    El neoliberalismo alienta el crecimiento de las organizaciones no guberna-mentales, que buscan atraer a los campesinos y a los pobres urbanos almbito de influencia de donantes extranjeros, oficiales, gubernamentales,locales y profesionales contratados. Estas organizaciones sociales se pre-sentan como grupos progresistas que defienden el poder popular, el de-sarrollo sustentable y la democracia participativa. En la prctica, son co-rreas transmisoras para la poltica neoliberal ... (Petras, 1999)

    Numerosos grupos de Educacin Popular han ido acomodando sus prcti-cas y discursos a ciertas problemticas que en verdad, preocupan ms al neoli-beralismo y lo afectan menos polticamente. Tales proyectos abordan temticascomo la ecologa, la autoayuda, los micro emprendimientos productivos, que dehecho son temas importantes, siempre y cuando no se pierda de vista la luchapoltica que implica la construccin de una nueva hegemona.

    Ante este mecanismo, slo algunas organizaciones han sido capaces de reci-bir el dinero de esos proyectos financiados sin verse finalmente cooptados porquienes les aportan. Hablamos de casos como el E.Z.L.N. en Mxico y los SinTierra en Brasil. Se nos impone relacionar esto con el pensamiento de Gramsci:

    Por la propia concepcin del mundo se pertenece siempre a un determina-do agrupamiento, y precisamente al de todos los elementos sociales queparticipan de un mismo modo de pensar y de obrar. Se es conformista de

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    algn conformismo, se es siempre hombre masa u hombre colectivo ... Elcomienzo de la elaboracin crtica es la conciencia de lo que realmente sees, es decir, un concete a ti mismo como producto del proceso histricodesarrollado hasta ahora y que ha dejado en ti una infinidad de huellasrecibidas sin beneficio de inventario. Es preciso efectuar, inicialmente eseinventario. (Gramsci, 1986)

    Efectivamente existe en estos movimientos un posicionamiento claro respec-to a su clase, su etnia, su identidad. Tanto los zapatistas, como los Sin Tierra (apesar de sus diferencias y contradicciones) tienen conciencia de que son y tam-bin de lo que no son ni sern. Ser que sus integrantes pueden apelar al usodel ncleo del buen sentido, porque como clase subalterna lo poseen?

    Dice Gramsci (2001):Esta unidad de la espontaneidad y de la direccin consciente, o sea de ladisciplina, es precisamente la accin poltica real de las clases subalternas,en cuanto poltica de masa y no simple aventura de grupos que pretendenrepresentar a la masa ...,

    y es probable que aqu encontremos la respuesta a porqu algunos movi-mientos logran darle al obrar una direccin consciente, mientras que muchosotros grupos entre los que se encuentran los de Educacin Popular, no logranplasmar en la prctica concreta la intencionalidad discursiva.

    Al pensar sobre qu es lo que quizs hace que la educacin Popular no supe-re exitosamente ese paso de la teora a la prctica transformadora, aparece lasiguiente pregunta.

    Quines componen los grupos de educacin popular?

    Evidentemente, el sentimiento comn que moviliza para intentar lograr un cam-bio a travs de la educacin popular es el malestar por el modo en que vivimos ylas injusticias sociales.

    Pero adems de un sentimiento compartido, hay una serie de caractersticasgeneralizadas de los que integran grupos de Educacin Popular. A simple vista ypor experiencias propias, la mayora de los integrantes de dichos grupos sonjvenes idealistas, universitarios, intelectuales, ex militantes, gente que ha parti-cipado de grupos de la iglesia, as como tambin muchos que no se encuentran

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    cmodos en el resto de la sociedad, y se sienten a veces fuera de contexto por suforma de pensar. Muy pocas veces hallamos personas de clase media baja ybaja, que por iniciativa propia y sin haber tenido aproximacin previa a conceptoso a personas que les hayan acercado estas ideas, formen parte de estos grupos.

    Esbozando ideas, se nos ocurre dibujar en el aire algunas cuestiones.Gran parte de los movimientos de Educacin Popular tienen entre sus tropas, a

    personas en cuya formacin, se han ido desterrando cuestiones de saber cotidianopara reemplazarlas por ese conocimiento de teoras, que ayudan a entender y leer larealidad desde otro ngulo. Arrimndose a grupos de Educacin Popular, en varioscasos, se acercan a trabajos barriales, mayoritariamente en villas, o barrios perifri-cos, donde la vida transcurre de un modo muy distinto al acostumbrado en el centrode una ciudad y, mucho ms, del refugio en que se erigen las universidades.

    Muchos de ellos, provenientes de la clase media, se topan con un tipo demanifestacin que los toma por sorpresa, y que los lleva a diferentes reacciones,que van desde sentimientos de culpa, pasando por la solidaridad y a veces ca-yendo en asistencialismos, hasta el empezar a explicar los por qu de lo que lesacontece a los otros, travs de esas teoras aprendidas.

    Pero a la vez, y llegado este punto, se distancian de la gente por hablar endifcil o de cosas que para muchos de los oyentes, no son interesantes por tenerurgencias inmediatas que resolver. Eduardo Galeano, al respecto relata brillante-mente que frente a la propaganda religiosa leda por misioneros a un cacique delChaco paraguayo, el cacique se tom su tiempo y despus opin: -Eso rasca. Yrasca mucho y rasca muy bien. Y sentenci: Pero rasca donde no pica. Muchode esto ha existido en los grupos de Educacin Popular.

    En muchas oportunidades esa distancia tambin se origina por la fuerte con-cepcin instalada en la opinin de la sociedad, que por tener un estudio universi-tario, se tiene una especie de supremaca sobre los que no lo tienen, convirtin-dose sus portadores, aun sin quererlo, en una especie de iluminados dispuestosa alumbrar la mente del resto, cubierta por el velo hegemnico.

    Y a pesar de que se intenta a travs de talleres y encuentros y otras tcnicas,tratar de que todos hagan la lectura que ellos hacen, lo nico que se consigue engran parte de los oyentes, mas si son de clase baja, es lograr ese efecto distan-cia, que puede provocar la educacin (Tamarit, 2002), no sintindose a vecesprotagonistas ni aludidos por esas palabras que se les dirigen.

    Es cierto que al educarnos desde pequeos en la familia, la escuela, el clubdel barrio, vamos siendo impregnados del pensamiento hegemnico. Al tener laposibilidad de llegar a las universidades, algunos despiertan su sentido crtico, o

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    por lo menos, un sentido critico distinto del impuesto. Pero la formacin hegem-nica recibida sigue siendo fuerte, y si a esto le sumamos algunas cuestiones dehistoria personal, la cuestin crtica se torna dificultosa.

    Como bien se lee en Pueblo y Lenguaje Acadmico (Tamarit, 2002), existeuna dificultad

    ... en muchos intelectuales para comprender las pasiones del pueblo. Loque entonces nos estara diciendo Williams, es que el origen de dicha difi-cultad se encuentra en las distintas maneras de sentir y pensar de la vidade las costumbres y la vida instruida .

    La universidad es como que va enfriando algunas pasiones humanas, y rempla-zando otras. Poco a poco y a medida que se avanza en una carrera universitaria, dela que se trate, el mismo modelo va imponiendo un estilo de vida que va alejando alos estudiantes, no a todos pero si a una gran parte, de aquellas cosas que hacan asu esencia personal. Esencia en la que intervienen las pequeas cositas cotidianas.

    Sin querer, se van buscando cosas fuera del medio en que se nace, con lacreencia de que sern mejores que las que tenemos a nuestro alcance, y que enocasiones, s es as. Pero la zanja que se va cavando es tan grande, que paracruzarla despus, y tratar de recomponer ese dilogo desde una conciencia criti-ca para reencontrarse con el pueblo, la tarea se vuelve atltica, y no todos goza-mos de un muy buen estado fsico (y mental) para saltar con esa nueva carga: Odejamos lo que conseguimos en el camino que puede servirnos a todos, o salta-mos con la mochila puesta, con el riesgo de que al alcanzar el otro lado, se noscaiga algo en el impacto, o se nos tuerza el conocimiento.

    Una vez del otro lado de la zanja, despus de tanto tiempo, hay ciertas cos-tumbres a las que cuesta volver, ciertas comodidades que cuestan abandonar, ylo ms difcil, cuestiones intelectuales y actitudinales que no se pueden erradicarde un da para otro, y que favorecen a mantener la distancia, aun estando al ladodel que ansiamos estar.

    Por ese conocimiento adquirido, en el que tambin juega un papel especial ellenguaje que utilizamos, ya no podemos sentir como antes, ni ver, las cosas queel pueblo ve y siente de otra manera.

    Pero, no se trata por cierto de un simple cambio de vocabulario, se trata, nims ni menos, de otra forma de ver las cosas; es otra la configuracinsimblica de lo real. Ello provoca un distanciamiento que obliga a un es-fuerzo mayor para comprender... (Gramsci, 2001)

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    Esfuerzo este, que no todos estn dispuestos a realizar, ya que exige unatarea interior y exterior muy grande.

    Se hace dificultoso a veces para quien tiene un estudio acadmico ponerseen el lugar del otro, y ms aun, tratar de ver las cosas desde el otro. Parecieraque la tentacin de aplicar si o si lo aprendido tal y como se asimil, fuera masfuerte que intentar comprender al otro desde el otro y no desde las teoras.

    Es como que ensayramos convertirnos en los intelectuales que el pueblo estanecesitando, pero no surgimos de ese pueblo al que nos dirigimos, sino que veni-mos (mas all de salir de ese lugar en algn momento) desde fuera con un bagajedistinto y que en la mayora de las veces, si bien le sirve, no le alcanza a la gente.

    En varias oportunidades, cuando se est frente a personas del pueblo quetienen esa comprensin que quizs nosotros pretendemos, por toda la estructurafuerte que llevamos, nos cuesta darnos cuenta que estamos frente a un intelec-tual orgnico, y adems, si nos damos cuenta, nos resistimos a reconocerlo yllamarlo intelectual, porque simplemente no encaja con la idea de tal que lleva-mos dentro.

    Hemos vivenciado en varias oportunidades, eso que Tamarit denomina uniluminismopaternalista democrtico (tambin el dedocrtico) que es progresis-ta, igualitarista. Y como bien dice nuestro autor, esto puede atenuar la distanciapero no eliminarla. Precisamente por todo esto que se lleva consigo, que est enel fondo y en la subjetividad de las personas. Da la sensacin, a veces, que comotenemos un conocimiento, no sabemos si mayor, pero si diferente, universitario,podemos guiar a los pequeitos para que no cometan errores... y es que olvida-mos quizs, que de los errores y la experiencia propia se aprende mas que de lamano de quien vivi o conoce la experiencia slo tericamente.

    Suponemos que exige una bsqueda constante, no solo en causas socio-culturales externas, sino en las internas, que a veces son las ms difciles deexplorar, ya que eso trae aparejado una gran autocrtica que, por toda esa supe-rioridad que creemos nos da el saber, no siempre estamos dispuestos a hacer demodo conciente y serio, y es ms fcil seguir echando el fardo fuera, tratando deanular lo que nos viene dado por el sistema, que extirpar eso que de hegemnicollevamos dentro.Los referentes

    Por otra parte, hay entre quienes dirigen, por llamarlo de alguna forma, a losgrupos de Educacin Popular, viejos militantes e intelectuales universitarios. Aun-que el principio de inocencia prima en nuestra Constitucin, y siempre hay que

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    brindar el beneficio de la duda, no hay que descartar que, por la forma de pensa-miento impuesta a travs de tanto aparato ideolgico, as como por maas apren-didas en partidos polticos y en claustros universitarios, muchos parecieran tenerproblemas para desprenderse de todo ese andamiaje, aun teniendo una granlucidez intelectual y una muy buena lectura de la realidad. No pueden realizar laautocrtica necesaria, sin la cual, y sin la humildad suficiente, llevan adelante unahegemona dentro de los grupos con una lgica casi idntica a la del sistema.

    Aunque en el discurso usen y abusen de categoras de Educacin Popular,ms tarde en cuestiones de tipo poltico y metodolgicas, sin quererlo, terminansiendo ms de lo mismo. Y es aqu precisamente cuando pareciera que todo eltrabajo que se viene desarrollando, se trunca, ya que a los observadores y oyen-tes, se les hace imposible no identificar cuestiones que se dice querer cambiar yque, en los grupos o en el trato con la gente en general, se estn repitiendo demanera casi constante por los referentes, lo que en muchas ocasiones lleva tam-bin a que los discpulos repitan esas conductas. En esto no vemos prcticasde creacin y re-creacin de conocimientos en funcin de una accin transforma-dora de la sociedad, slo alcanzamos a ver una reproduccin de lgicas y prcti-cas que continan llevando al mismo destino que queremos modificar.

    Sean quizs estas algunas de las causas que, entre todas las que va suman-do a diario el modelo neoliberal, hacen que los grupos, y hasta a veces algunosmovimientos de Educacin Popular, fracasen, se disuelvan, o simplemente, ter-minen convirtindose en algo que se dice alternativo y que en realidad no es tal.

    Retomando la pregunta inicial

    Puede parecer que el panorama resulta bastante fatalista y con aires de fraca-so, pero an as, ms all de nuestra testarudez innata, creemos y pensamosque la Educacin Popular puede ser una herramienta til en la construccin deuna nueva hegemona.

    Aun a riesgo de que nuestras opiniones sobre Educacin Popular estn tei-das de subjetividades, creemos que lo vlido es arriesgarnos a cuestionar anlas cosas en las que creemos y sentimos.

    Gramsci pone el acento en la necesidad para la clase obrera de librar unabatalla poltica e ideolgica en el seno de la sociedad/ estado para lograr la supe-racin del sistema capitalista dominante (Thwaites Rey y otros, 1994), y paraello el planteamiento de una nueva hegemona debe mantener como horizonte la

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    idea de la transformacin de la sociedad, cuyo camino podra de una buena vez,la puesta en prctica las principales categoras de la Educacin Popular.

    Pero quizs, y previo a ello, esta tarea exigira una profunda reflexin de loshombres y mujeres de clase media que decidimos integrar estas experiencias.Resultan muy tiles las ideas expresadas por Tamarit (1997) en el texto Educa-cin, Conciencia Prctica y Ciudadana, cuando observa que

    ciertas ideologas (asumidas por grupos particulares como sectores diri-gentes, intelectuales, universitarios) s pueden intervenir en la constitucindel sentido comn de estos individuos, dando lugar en muchos casos averdaderos procesos de resocializacin1 . Claro que para que ello ocurra,es preciso que los sujetos en cuestin hayan hecho el inventario que re-clama Gramsci, en el comienzo de la elaboracin crtica. Esto significaque la concepcin del mundo recibida sin beneficio de inventario, es puestaa prueba de teora y en consecuencia revisada es decir, rechazada y re-emplazada- o confirmada.

    Deca una mujer en el barrio: una no elige donde nacer, eso nos toca. Nosparece un buen punto tener claro que no estamos invalidados, por haber nacidoen una clase media, para participar del proceso de construccin de una nuevahegemona, pero esto exige tener siempre presente que en aquellos grupos enlos que trabajamos

    .. jams (hay que) subestimar o negar los saberes de experiencia vivida ...No es posible la falta de respeto al sentido comn ... El respeto a esossaberes se inserta en el horizonte mayor en que se generan - el horizontedel contexto cultural-, que no se puede entender fuera de su corte de cla-se. (Freire, 1993)

    Pero a su vez tampoco sera lcito que anulramos eso que somos, esto queFreire sostuvo tan frreamente de aportar desde la diferencia, ni mejor, ni peor:diferente. Muchas veces nuestras prcticas se han visto teidas de zonceras,que al decir de Jauretche (2003) son principios introducidos en nuestra forma-cin intelectual ... con la apariencia de axiomas, para impedirnos pensar las co-sas del pas por la simple aplicacin del buen sentido, tales como creer que lagente de la villa siempre tiene razn por que es de la villa.

    1 El resaltado es nuestro.

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    Freire plantea respecto a esto, que es un deber de los educadores desafiar a loseducandos en lo que creen que es un acierto, pero esto es un punto de partidanunca de llegada. La desmitificacin de la experiencia vivida, entendemos, serabuscar adentro del sentido comn el ncleo del buen sentido. Sin que esto signifi-que pensar que tal o cual movimiento, es el nico que, por sus prcticas, metodo-logas, clase de integrantes, etc., puede y est capacitado para lograr un cambio,olvidando algo fundamental como es que todas y cada una de las prcticas, no sonni las primeras ni las nicas que operan sobre una misma realidad, y que un cam-bio en esta sociedad, tan competitiva, necesita primordialmente dejar de lado todotipo de apetencias personales de protagonismo y reconocimiento, e intentar, aun-que cueste un montn, cambiar, o atemperar al menos, toda esa carga aprendidaen los sitios donde nos hayamos ido formando y deformando tambin.

    Retomando otras categoras presentes en el discurso la Educacin Popular,las vemos reflejadas en algunos movimientos surgidos en nuestra Argentina enlos ltimos aos (piqueteros, asambleas barriales, fbricas tomadas, etc.) hechoque no nos sorprende. No porque la Educacin Popular haya obtenido raigambrepopular, instalndose en el hombre comn, o porque esos grupos se hayan apro-piado de ellas, sino porque muchas veces la construccin de algo nuevo implicaciertos antagonismos. En este sentido lo dicho por un chico preso en la crcel deSan Luis yo no s que quiero hacer para adelante, pero si se que no quierovolver a estar ac y esto defina su realidad. Entonces, si la actual hegemonaimpuesta es autoritaria, vertical, homogeneizante, injusta; lo nuevo debe necesa-riamente ser democrtico, participativo, horizontal, diverso, justo.

    En un nivel ms general hay indicadores en la sociedad, que nos llevan apensar que quienes estn arriba, la clase burguesa en trminos gramscianos,son dominantes, pero estn siendo fuertemente cuestionados en su capacidaddirigencial. Sin hablar de una crisis orgnica, vemos un despertar en la sociedadque nos permite arriesgarnos a pensar que el camino se est comenzando aandar. Si bien todas las acciones que observamos en la sociedad parecieran unasuerte de respuestas a las movidas de ellos, tal cual en una partida de ajedrez, esimportante intentar estar presentes ah, atentos (para no cometer los mismoserrores) y concientes de nuestras contradicciones.

    Finalmente, teniendo en cuenta que los tiempos histricos son ms extensosque nuestras vidas, puede que estemos vivenciando, sin tomar conciencia totalan, una muerte de lo viejo sin que lo nuevo pueda nacer todavat

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