Comentario de La Fabula de Polifemo y Galatea

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    Comentario a la Fbula de Polifemo yGalatea, por Jos Mara Mic

    I.La Fbula, dedicada al Conde de Niebla, contiene en su inicio dos ingredientespropios de estos casos: un elogio (mucho menos explcito que el tributado al mismoprcer por Luis Carrillo en la Fbula de Acis y Galatea) y una solicitud de atencin.La frmula dectica Estas que..., aqu sin relacin con el tema del paso del tiempo(que es donde destacara su uso, como en la muy famosa Cancin a las ruinas de

    Itlicade Rodrigo Caro: Estos, Fabio, ay dolor!, que ves ahora...), tiene adems lamisin de hacer menos imperativa la expresin del deseo del poeta de ser escuchado(el verbo principal no comparece hasta el verso 6, escucha). El ambiente pastoril delpoema explica y justifica la combinacin de la concesiva s (nueva peroelegantemente usa don Luis desta partcula, dijo Andrs Cuesta) con la adversacindel verso 2, que recuerda la de Virgilio: Pollio amat nostram, quamuis est rustica,Musam (glogas, III, 84). Aunque cualquiera de las musas poda ser invocada enrepresentacin de las dems, la cmica Talatambin era reconocida, en parte por suvinculacin semntica con la vegetacin, como musa de la poesa rstica (segnSalcedo estaramos propiamente ante una gloga). Los comentaristas explican condetalle el concepto de inspiracin (trazando la ilustre historia del verbo dictar) y laconveniencia del momento en que llega al poeta, el amanecer, bellamente descritopor Gngora con perfrasis colorista (purpreas, rosas, rosicler). En un primer juegode palabras, aprovechado tambin por otros poetas en composiciones ulicas, el autorenlaza el cromatismo del amanecer con esa Niebla que el noble dora con supresencia, y remata la estrofa con la solicitud expresa de atencin, a no ser que el

    conde est ocupado en cualquiera de los dos tipos de caza, la de altanera y laterrestre (ya lo vio Alonso), a que se refieren las expresiones peinar el viento y

    fatigar la selva. Nada ms iniciarse el poema, destacan dos versos bimembres (el 4 yel 8) como primeras manifestaciones de una de las constantes estilsticas de laFbula.

    II.Esta octava pide silencio y quietud a los animales de la caza (Alonso). El primeranimal es el halcn, generoso por su ilustre linaje (comprese la silva Generosomancebo, OC, nm. 416) y por ser propio de nobles. Templadoes trmino propio de

    cetrera (como en Soledades, II, 853: un bahar templado). El poeta pide que seasee las plumas sobre el guante del cazador, o bien que est tan mudo en laalcndara(el varal en que descansan las aves de caza), que no parezca que lleva uncascabel. El principal problema de los versos 11-12 est en el sintagma envano: elesfuerzo del halcn por desmentir al cascabel con su silencio ser intil porquesonar de todos modos al ms leve movimiento (Daz de Rivas, Salcedo, Alonso) oporque, aunque no suene, no por eso dejar de llevarlo el ave (Pellicer, Cuesta:aunque el odo no lo sienta, la vista lo ve). Los caballos de los hroes homricos yamordan frenos de oro, pero en los versos 13-14 hay un recuerdo evidente de laEneida, IV, 135 (... ac frena ferox spumantia mandit) o VII, 279 (... sub dentibusaurum), enriquecido por don Luis con una efectiva hiplage: el fogoso caballo

    andaluz tascar el freno de oro y lo blanquear con su espuma, ociosa porque elanimal est atado. Tambin la impaciencia del can tiene varios antecedentes clsicos,italianos y espaoles, entre los cuales destacan Ovidio, Lucano, Sneca, Ariosto yGarcilaso (en algn caso con imitacin expresa, segn varios comentaristas; vale

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    la pena que el lector eche un vistazo aMetamorfosis, VII, 771-773; Farsalia, IV, 440-442; Fedra, 31-38; Orlando, XXXIX, 10, y gloga II, 1666-1670). Otro perro concordno vnculo desedapuede hallarse en las Soledades, II, 808. El cuernoy lactarasimbolizan, respectivamente, la caza y la poesa, y es lgico que Gngora hayaprocurado plasmar condignamente ambas actividades con varios recursos fnicos queir diseminando por toda la Fbula (y que fueron bien analizados por C. C. Smith)que resultan de gran expresividad, como las asonancias, fuera de la rima, detemplado,pjaro, tascandoy caballo, o las aliteraciones del pareado.

    III.La usual comparacin de la caza (el ejercicio... robusto) con la guerra justifica queel ocio y el silencio (aqu con trueque de atributos o contraposicin de eptetos,como explica Cuesta) puedan llamarse treguas. Parece claro el recuerdo de las

    Metamorfosis, IV, 307: et tua cum duris venatibus otia misce ('y alterna tu reposocon el duro ejercicio de la caza'). El poeta pide, por tanto, que haya un ambientepropicio para la poesa mientras (en cuanto) el conde escucha, debajo de un doseldigno de reverencia, el fiero canto del msico gigante (no en vano W. Pabst habl de

    la sinfona de adjetivos de estos cuatro primeros versos). Augustoera un cultismode uso casi exclusivamente potico (ejemplos en Vilanova) y jayn un galicismofrecuente en el siglo xvii. Destaca la simetra del verso 20, que no es solo sintctica,pues hay un nuevo trueque o quiasmo semntico: cada uno de los dos sustantivos(jayny canto) sintoniza con el epteto asignado al otro (jaynconfieroy cantoconmsico). El ofrecimiento con que se cierra la dedicatoria ('si mi Musa es capaz deofrecerte un clarn lo bastante digno, los confines del mundo oirn tu nombre') esusual en las praeparationes de la poesa antigua: comprese en especial Virgilio,

    Buclicas, VIII, 7-10; Estacio, Tebaida, I, 32-33, y Garcilaso, gloga I, 21-28; nohay aqu, pues, ninguna dependencia de la Fbula de Acis y Galateade Carrillo, porms que coincida con el Polifemoen la identidad del dedicatario. La unidad de estas

    tres primeras estrofas puede advertirse tambin en el hecho, destacado por E.Caldera, de que cada una de ellas se cierra con la mencin de un instrumentoemblemtico (zampoa, ctaray clarn).

    IV.Gngora sita la accin de la fbula en Sicilia, representada metonmicamente por el

    Lilibeo, uno de los tres promontorios que triangulan la isla (la Trinacria del verso65). Los comentaristas no dejaron de advertir que el cabo escogido por el poeta (elms occidental y el ms alejado del Etna) se acomodaba peor que los otros a lo querefera la Antigedad sobre los mitos de Polifemo, Tifeo o Vulcano; pero sin duda le

    interesaba menos la precisin geogrfica y mitolgica que las virtudes eufnicas deltopnimo o la posibilidad de aprovechar las localizaciones divergentes de la poesagrecolatina para construir una de sus tpicas diaporesis en un perfecto sistemacorrelativo dual (Alonso): bveda-fraguas- Vulcano- durooficio/ tumba- huesos- Tifeo - sacrlegodeseo. Segn Vilanova, Marino es el nico autor que mencionaexplcitamente el Lilibeo en relacin con las andanzas del cclope (en los sonetospolifmicos de sus Rime, Venecia, 1602), y ese hecho indica al menos igualfamiliaridad con los poetas italianos que con los latinos aducidos tradicionalmente aeste propsito (Eneida, III, 706, o Metamorfosis, XIII, 726). Otra muestra de esafamiliaridad es la construccin adverbial y la imagen de las aguas que baan o lavanel pie de un monte, detalles hermanados en el Orlando furiosode Ariosto (XLIV, 80:

    dove il fiume il pie gli lava), en los sonetos de Marino ya citados y en Il Polifemode Stigliani (Vilanova). La poesa del Siglo de Oro abunda en escenas acuticas y enellas son frecuentes el verbo argentar y el cultismo espumoso, si bien el problemalxico ms grave de esta octava est en el pleonasmo argentar deplata: aunque

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    Cuesta prefiri justificarlo como gala retrica, se trata de una voz provincial muyusada en Andaluca (Salcedo) y especialmente corriente en Crdoba, donde lasexpresiones argentardeoroy argentardeplata aludan a la costumbre de dorar oplatear el calzado de cuero (Pellicer), circunstancia que tambin justifica la mencindel pie. Gngora us la frase ya en 1584: me argent de plata / los zapatosnegros (OC, nm. 48). Virgilio situ la herrera de Vulcano en las islas Elicas,entre Lpari y Sicilia (Eneida, VIII, 416-425), pero la poesa vulgar casi siempreimagin aquella oficina en los alrededores o en el interior del Etna (comprese lacancin XIII de don Luis, verso 42: de las fraguas que ardiente el Etna esconde);prcticamente lo mismo sucedi con Tifeo, uno de los gigantes que se rebelaroncontra Jpiter y que en pago de su soberbia fue sepultado en Inarime (Eneida, IX,715-716) o en Sicilia (Metamorfosis, V, 346-353): sus pies descansabanprecisamente bajo el Lilibeo, y su boca escupa rocas y llamas por el crter delvolcn. As, las cenizas dispersas por el llano sonplidasseasque pueden atribuirseindistintamente a uno u otro origen. La roca que sirve de puerta a la cueva dePolifemo se menciona ya en la Odisea, IX, 240, pero quiz sea Carrillo (vv. 107-109:boca ... alta roca) el precedente ms inmediato de Gngora, quien en todo casoeludi la trivialidad de la metfora boca identificando la pea con una mordaza

    (imagen que a Cascales le pareci atrevida). Sobre el empleo de sercon el sentidode 'servir de' vase VI, 3-5 [43-45].

    V.Varios de los principales autores griegos y latinos describieron la cueva de Polifemoo aludieron explcitamente a su lobreguez: Homero, Odisea, IX, 182-186; Tecrito,

    Idilio XI, 45-46; Virgilio, Eneida, III, 616-619 (y comprese VIII, 190-197), yOvidio, Metamorfosis, XIII, 810-811. Sin embargo, ninguno es modelo directo ycompleto de Gngora (Alonso), por cuya mente rondara tambin el recuerdo de lapica italiana y espaola. Guarnicin vale tanto 'proteccin, defensa' como 'adorno,

    aderezo', aunque a esta segunda acepcin le conviene ms, por contraste, el adjetivotosca. La comparacin del follaje con una melena (coma) era frecuente en griego ylatn, pero lo peculiar del pasaje gongorino es la convivencia de un trmino vulgar(grea) con otros del lxico culto (caverna, caliginoso, infame). Las cuevas delOrlando furioso se hallan a menudo rodeadas de spessi rami o robustifaggi (XII, 89, y XIV, 92), y el ejemplo de Ariosto cundi en las epopeyas de Rufoy Virus, posibles modelos de Gngora. Aunque no aparece cueva alguna, elprecedente espaol ms ilustre de la original hiprbole gongorina es la gloga IIIdeGarcilaso, con una espesura tan tupida que el sol no halla paso a la verdura (v.62). Tambin puede deberse a la influencia de Ariosto el cultismo caliginoso('tenebroso'), usado por el italiano en descripciones de la noche (XVIII, 144, como

    Horacio en sus Odas, III, xxix, 30) o, con paralelo ms estrecho, de la caliginosabuca del infierno (XXXIII, 126). Salta a la vista la perfeccin del pareado final,magistralmente explicada por Dmaso Alonso: aparte la estructura bimembre deambos endecaslabos y la resonancia culta de los eptetos o del vuelo pesado (grave)de las aves (bastara citar a otros tres cordobeses: Sneca, Hercules furens, 687-690;Lucano, Farsalia, VI, 688-689, o Mena, Laberinto, 164h), el hallazgo potico msnotable es la acentuacin del verso 39, con los dos ictus sobre la misma slaba tur,destacando as el aire fnebre de la escena. Vilanova y C. C. Smith prefieren ver losmodelos del pareado en textos menos remotos, y particularmente enLa AraucanadeErcilla, VIII, 41: El aire de seales anda lleno / y las noturnas aves van turbando /con sordo vuelo el claro da sereno.

    VI.

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    El cultismoformidable, rarsimo antes de Gngora y censurado en elAntdoto, tieneaqu seguramente las dos acepciones posibles: 'temible, espantoso' y 'desmesurado,enorme' (comprese la dedicatoria de las Soledades, 19-20: las formidables seas /del oso). La metfora de la cueva como bostezodelatierrase encuentra con ciertafrecuencia en latn (hiatu) y se debe principalmente a un pasaje de la Eneidaen quese describe la entrada del infierno: spelunca alta fuit vastoque immanis hiatu /scrupea, tuta lacu nigro nemorumque tenebris (VI, 237-238). En el tercer verso,Pellicer y algunos mss. leen alcabreromayordeaquellasierra; la lectura usual tienela ventaja de nombrar al cclope y definirlo con una frase apositiva de procedenciailustre, pues traduce un paso de las Metamorfosis, XIII, 759-760: et ipsis /horrendus silvis. Los versos 43-45 presentan el ejemplo ms caracterstico del usodel verbo ser+ dativo con el sentido de 'servir de', cultismo sintctico muy frecuenteen Gngora. En lo antiguo poda decirse cabro, sin ms, para referirse al ganado deesa especie; por ejemplo, Unos contando el cabro / y otros contando lasvacas (versos del Romancero general citados por Alonso). El violento hiprbatondel verso 6 suscit la crtica mordaz de Manuel Fara y Sousa (en sus Lusadascomentadas, Madrid, 1639) y la defensa tarda y desmesurada de Juan de EspinosaMedrano (Apologtico en favor de don Luis de Gngora, Lima, 1662). El Lunarejo

    destac la funcin esttica del hiprbaton y la gran expresividad del adjetivo speras,con su acento dactlico y despeado [que] insinuaba el arrojo de las cabras. En ellibro IX de la Odisease pondera varias veces la riqueza de Polifemo y se mencionala pea que usaba para taponar su cueva (comprese tambin Eneida, VI, 641-642).La hiprbole gongorina de los montes cubiertos o escondidos por la abundancia(copia) del ganado, aunque se remonta a las Metamorfosis, XIII, 821-822, estdirectamente inspirada en la Fbulade Luis Carrillo (Vilanova): mis ganados / elcampo esconden (vv. 132-133). Ms adelante se pone en boca del mismo cclope(vv. 385-387 y 411-412).

    VII.La complicada sintaxis de esta octava fue aclarada por Dmaso Alonso: entre eldemostrativo este y el sustantivo cclope hay un largo inciso que contiene unaoracin de relativo (que ... ilustra) y, dentro de ella, una expresin apositiva (de

    Neptuno hijo fiero). Gngora llama a Polifemo monte eminente ('elevado,sobresaliente'); el smil, de raigambre homrica (Odisea, IX, 190-192), se aplic confrecuencia a los numerosos gigantes de la pica vulgar, con los que la Fbulade donLuis presenta algunas coincidencias verbales que no suponen una imitacin directa;comprese particularmente el retrato de Adamastor en Os Lusadas, V, xl: Tamgrande era de miembros.... Lo mismo sucede con la comparacin del ojo nico delcclope con el sol, propuesta por Virgilio (Eneida, III, 635-637) y apurada por Ovidio

    (Metamorfosis, XIII, 851-853): pas despus a muchos textos italianos que Gngoraconoca y que no por ello deben considerarse fuentes nicas del pasaje en cuestin.Don Luis us la metfora en contextos muy diferentes, pero lo peculiar aqu es que secorresponde perfectamente con la analoga frente = orbe, basada a su vez en lapolisemia del latn orbis (Salcedo, Cuesta, Vzquez Siruela): 'esfera de un astro' y'rbita del ojo' (vase soloMetamorfosis, XIV, 200, hablando tambin de Polifemo).Por otra parte, el cultismo mulo, raro en la poca, aparece en la obra de Gngoradesde 1590 (OC, nm. 78, v. 70: mula de provincias glorosa). El Polifemogongorino usa como bastn el pino ms grande y robusto (valiente) que encuentra,detalle mencionado en casi todos los poemas sobre el cclope (Odisea, IX, 316-320;Eneida, III, 659;Metamorfosis, XIII, 782, y despus en Stigliani o Carrillo) y que se

    atribuy tambin a varios personajes de la pica quinientista: en ella destacanOrlando, armado con un baston di legno ... grave (Furioso, XXXIX, 27), y elgigante Talcaguano, que tambin lleva un mstil grueso en la derecha mano / quecomo un tierno junco le blandea (La Araucana, XXI, 40). Este ltimo pasaje pudo

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    influir en la hiprbole gongorina: tal era el peso que soportaba el bastn cuando seapoyaba el cclope, que acababa doblegndose y sirvindole tan slo como cayadopara regir el rebao.

    VIII.La mencin delLeteo, el ro tartrico del olvido cuyas aguas pintan negras y oscuraslos poetas (Daz de Rivas), es uno ms de los elementos tenebrosos que rodean alcclope, y la insistencia del poeta en la idea de oscuridad contribuye a agudizar loscontrastes con la prxima descripcin de la ninfa Galatea. Entre los posibles modelosde esta octava figuran las dos clsicas descripciones de Atlas hechas por Virgilio(Eneida, IV, 246-251) y Ovidio (Metamorfosis, IV, 657-662). Mayor parecido con elpasaje gongorino presenta una octava de Francisco de Aldana en la que se mencionala espesa barba del alto y membrudo Hrcules: cuando en el mal peinado y largopelo / de la gran barba el fiero viento daba, / un estruendo haca cual selva espesa /que animoso Aquiln desgaja y mesa. Gngora pudo conocer los versos de Aldana(aparecidos en la Segunda parte de las obras, de 1591), pero estos, ms queconstituir un antecedente posible o una fuente segura del pasaje que tratamos

    (como pensaron, respectivamente, Cosso y Vilanova), recogan, de hecho, untpico representativo de gigante (Alonso, con buenos argumentos) en el que seadvierten otras similitudes con el Polifemo gongorino (con la estrofa lii, y compresede nuevo el Adamastor de Os Lusadas, V, 39). Todos los comentaristas antiguoselogiaron la propiedad de la identificacin de la barbade Polifemo con un torrenteque, en perfecta correspondencia con la anterior metfora del monte, bajaimpetuosamente por el pecho del cclope. La etimologa de Pirineo (del griegopyr,'fuego') pone de manifiesto la pertinencia del epteto adusto, cultismo de acepcinque Gngora aplic al propio Pirineo en una silva escrita, seguramente, por losmismos meses que el Polifemo (OC, nm. 256, v. 23). No es imposible que esaincreble agudeza etimolgica el obvio contraste entre el agua y el fuego que vertebra

    parte de la octava (undoso, aguas, inunday surcada frente a adusto, Pirineoy aunimpetuoso) esconde otra muestra de la increble agudeza lingstica de Gngora,quien, segn me parece a la vista del contexto, no pudo desconocer la paradjicaetimologa que vincula al sustantivo torrente con el verbo tostar, consecuencia delparentesco entre los latinos torrensy torreo. Para explicar el uso del verbo inunda,Daz de Rivas advirti el recuerdo de unos versos del Polifemode Stigliani (limitadosa una descripcin del llanto) y de un adagio latino recogido por Martn del Ro(Adagialia sacra, nm. 753: inundat sicut torrens). Donde s parece haber aires deproverbio es en las tres formas adverbiales enlazadas por la disyuncin, que quizrecuerden las tradicionales trespagas: tarde, mal y nunca (Correas). El Polifemoovidiano se peina con un rastrillo y se afeita con una hoz (Metamorfosis, XIII, 765-

    766); el de Gngora es menos cuidadoso de su imagen, pues el ltimo verso diceaun slo concediendo que lo hiciera alguna vez con la mano, nunca conpeine (Alonso).

    IX.Trinacria es un nombre griego de Sicilia bastante comn en la poesa latina (vasesolo Virgilio, Eneida, III, 440; Ovidio, Fastos, V, 420; Metamorfosis, V, 347, oClaudiano, De raptu, I, 142); la isla se llamaba as por sus tres promontorios,Peloro, Pachino e ms Lelibeo (Juan de Mena,Laberinto de Fortuna, 53f, aunqueotra versin rima precisamente elEtneo). Dice el poeta que en toda Sicilia no hay

    fiera, por rpida y feroz que sea-y ntese de paso la correlacin bimembre en dosdualidades de los vv. 66-67-, que consiga escapar de Polifemo, cuya velocidad nadatiene que ver con la de un argonauta homnimo aducido por Pellicer y Salcedo(Apolonio de Rodas, Argonuticas, I, 182-184). S es posible, en cambio, que las

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    habilidades venatorias del cclope se basen en las que Claudiano atribuye a la viragoNebrofone, que en Crcega y en Sicilia caza a cuantas fieras son decus ... timorque /silvarum (De consulatu Stilichonis, III, 319-320). Salcedo, Pellicer y Cuestaidentificaron sin ms a la fiera gongorina con un tigre, observando que no los habaen Sicilia y tejiendo eruditas exculpaciones. La piel de la fiera, pues, acaba comozamarra de Polifemo (as prefiri especificarlo una variante innecesaria recogida porPellicer: pellico es deljayn...), y tal conclusin se enuncia con dos perfrasis, unapara la fiera (laqueenlosbosquesera/ mortalhorror...) y, dentro de ella, otra parael labrador (elque, conpasolento, losbueyesasualberguereduca...). La escena dellabrador recogindose lentamente con sus bueyes es muy frecuente en la poesabuclica antigua y renacentista (los comentaristas destacan el Beatus ille... deHoracio, Epodos, II, 63-64, y la gloga II, 68, de Virgilio), pero el penltimo versode la octava gongorina es, como advirti Vilanova, una versin literal en su sentidoy estructura estilstica del vitulosadtextareducit de las Gergicas, IV, 434, cuyorecuerdo explica la acepcin latina puramente etimolgica de reducir: 'volver allevar, conducir de vuelta'. La dudosaluzdel crepsculo vespertino, definida con unadjetivo muy significativo y propio (Gracin, Agudeza, xlviii), se inspira en unsintagma frecuente de la poesa latina, la lux dubia mencionada, entre otros, por

    Ovidio (Metamorfosis, IV, 401, o XI, 596) y Sneca (Fedra, 41;Hercules furens, 669-670), y recreada por los principales poetas espaoles e italianos de los siglos xvi yxvii. Recurdese la ascensin del nufrago en las Soledades, I, 48: entre espinascrepsculos pisando. El bello endecaslabo que cierra la octava presenta una notoriadisposicin aliterativa y dio ttulo a un libro de poemas de Camilo Jos Cela (escritoen 1936 y publicado en 1945).

    X.En esta octava se compara el zurrn de Polifemo con un cercadotanto ms lleno defruta cuanto ms capaz; el recuerdo de Garcilaso (gloga III, 306: ms que la fruta

    del cercado ajeno) parecera innecesario de no haber influido explcitamente en laposible redaccin primitiva del primer verso (Lanudo es propio, no cercado ajeno).Dice el poeta fruta... casiabortadapor tratarse de la seronda o inverniza, recogidaantes de tiempo y madurada entre la hierba, o porque rebosaba y estaba a pique decaerse del repletsimo zurrn. Vilanova ana las dos posibilidades y adems entiendeabortar en el sentido de 'producir, dar a luz', de manera que, segn l, ladesmesurada hiprbole de Gngora que convierte el zurrn de Polifemo en uncercado lleva implcita la idea de que es el mismo zurrn el que produce la frutacomo un cercado, fruta casi abortada porque la produce casi verde, y tambin porqueal derramarse el zurrn, colmado a rebosar, deja caer fruta verde y no madura. Laenumeracin frutal deriva, en esencia, de la que hace el propio Polifemo en las

    Metamorfosis, XIII, 812-820, punto de partida clsico de un motivo frecuente en lapoesa espaola del barroco. La versin primitiva de los vv. 77-80 (la delicadaserba, a quien el heno / rugas le da en la cuna, la opilada / camuesa, que el colorpierde amarillo, / en tomando el acero del cuchillo), modificada por Gngoradespus de las objeciones de Pedro de Valencia, dice que la camuesa, como si fueseuna de aquellas mujeres opiladas (es decir, con desarreglos menstruales) quetomaban barro o agua ferruginosa para disimular su palidez (esa costumbre sellamaba tomarelacero, base conceptual de la ocurrencia gongorina), pierde su coloramarillento cuando la monda el cuchillo. Pellicer no se atrevi a decidir si este pasajeera mejor o peor que el corregido, pero a Andrs Cuesta le pareca tan malo lo de lacamuesa, que pens equivocadamente que no son de don Luis estos versos,

    mientras que, ms recientemente, Alfonso Reyes lo consideraba un abominablejuego de palabras y, por tanto, una aberracin esttica. La versin definitiva, quemejora aspectos como el de la musicalidad de la octava, sustituye el chiste de lacamuesa por otro que en apariencia resulta menos extremado, pero que se basa

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    igualmente en la atribucin de rasgos humanos a los elementos naturales: la paja escomo una tutora(cultismo poco frecuente en la poca) que custodia y da sazn a lapera (la bergamota, segn Pellicer y Salcedo). Es un buen ejemplo de agudeza porcorrespondencia y proporcin (cosa que se entiende mejor a la vista de Gracin,

    Agudeza, iv).

    XI.Una cuestin previa, antes de entrar en los problemas semnticos, es definirsintcticamente esta octava, en la que el poeta sigue enumerando los frutos quecontiene el zurrn de Polifemo. Su dificultad ya era evidente para loscontemporneos de Gngora: Pellicer refiere que muchos doctos advirtieron a donLuis que enmendase el quinto verso; Andrs Cuesta vio una malsima colocacinen la gramtica y orden de nuestra lengua castellana; Angulo y Pulgar puso laoctava como ejemplo extremo de trasposicin sintctica y dijo conocer una clave queno desvel (en las Epstolas satisfactorias). El problema est en el hiprbaton de laencina ... el tributo, cuya preposicin puede entenderse equivocadamente como afn alas de los vv. 81 y 83). Modernamente han tratado este paso, entre otros, Alfonso

    Reyes, Zdislas Milner (en carta al escritor mexicano, a quien tambin se dirigieronRoberto Giusti y August Soendlin), Dmaso Alonso, Alfonso Mndez Plancarte,Emilio Carilla y Rubn Bonifaz Nuo. La mejor solucin es la del gongorista polacoZ. Milner (hiprbaton con elisin de una de las preposiciones), que puedesimplificarse como sigue: 'el zurrn es erizo de la castaa, de la manzana y [d]eltributo de la encina' (esto es, la bellota). Esta solucin, aceptada por Alonso, y que dehecho ya haba hallado Jorge Guilln con toda sencillez en sus Notas para uncomentario de la poesa de Gngora(de 1925, pero recin exhumadas), es preferiblea la de Reyes, segn la cual encina sera una sincdoque por 'bellota' y el pareadofinal formara un aserto sintcticamente independiente de lo anterior. Otros vieronformas conjugadas del verbo dar, ya fuese de imperativo en el v. 85 (Thomas), ya de

    subjuntivo ... en funcin exhortativa en los vv. 81 y 83 (Bonifaz Nuo); y aunotros propusieron corregir el texto leyendo da lamanzana (es una de las ideas deMndez Plancarte, pero ya la tuvo Andrs Cuesta hacia 1635). El otro gran problemade la octava est en los sentidos de erizoyzurrn, porque ambas voces comparten elde 'corteza o cscara de algunos frutos'. El morral de Polifemo es, pues, como unacorteza de la fruta que contiene: castaas, membrillos (ya verdes o ya maduros),manzanas y bellotas. La posibilidad de que el erizo sea tambin el animal encontraceptacin ms unnime entre los gongoristas antiguos que entre los modernos, perocreo que la hacen buena las razones de aqullos y los argumentos de E. Carilla yVilanova: la avalan las informaciones de Plinio (Historia natural, VIII, lvi; ytambin Claudio Eliano,Historia de los animales, III, x) tiene un posible antecedente

    en la Arcadia de Lope (donde el erizo en sus puntas / los ensarta como cuentas,con mencin inmediata de la castaa y los membrillos), y aun tolera lasemejanza con el velludo zurrn. El mismo poeta explica la elegantsimametfora (Cuesta) de la manzana hipcrita(arrebolada y podrida, la llama en unaletrilla de 1591): el arrebol de su piel es desmentido por su interior blanquecino, viejaidea que no parece estar en deuda con recnditos alardes de erudicin (segnSalcedo, Gngora quiz pensaba en las asfaltites, ciertas manzanas criadas en el MarMuerto, las cuales dicen que son hermossimas en la apariencia y, en partindolas,humo y ceniza), ni con fuentes clsicas como las que s nos ayudan a entender elcarcter simblico de la encina y de su fruto. Con un puo de bellotas en la manoinicia don Quijote su discurso sobre la Edad de Oro (I, xi), y tanto Cervantes como

    Gngora tenan en la ua los lugares clsicos de Virgilio u Ovidio, con susderivaciones renacentistas, que suelen aducirse a tal propsito (basta con verGergicas, I, 147-149, yMetamorfosis, I, en especial el mundi melioris origo de v.

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    79, la aurea prima ... aetas de v. 89 et, quae deciderant patula Iovis arbore,glandes de v. 106).

    XII.No es raro ver en los textos antiguos concordancias imperfectas como la del primerverso: cera y camoes el sujeto de uni, licencia repetida, con quiasmo, dos versosdespus. El modismo coloquial que no debierale pareci a Juregui el no va ms delos excesos estilsticos gongorinos (es todo lo que pudo decirse en octava rima), yel mismo Salcedo Coronel encuentra razones para desdearlo: No debiera don Luisponer este que no debiera, pues fuera de ser trmino humilde en nuestro idioma, nodice-a mi juicio a lo menos-cosa de importancia. El sintagma no es ocioso, pues elpoeta expresa enseguida los vitandos efectos del brbaro ruido. Por otra parte, eluso deliberado de expresiones coloquiales o proverbiales (sta, por cierto, la recogeCorreas en su Vocabulario) es rasgo muy caracterstico e importante de la creacingongorina. Pellicer equipara ese que no debieraal utinam non latino (adverbio deoptacin, lo llama), y Andrs Cuesta advierte en Horacio algn cambio de tonosimilar (el Iove non probante de Carmina, I, ii, 19). Polifemo fabrica y tae una

    flauta de Pan (Pan primum calamos cera coniungere pluris / instituit, dice elCoridn virgiliano: Buclicas, II, 32), tambin llamada zampoa o siringa, tpicoinstrumento pastoril compuesto de siete (Virg., ib., 36-37) o nueve (Tecrito, Idilios,VIII, 18-20) caas, aunque para las cien de Polifemo (que es como decir 'muchas')basta la fuente ovidiana (Metamorfosis, XIII, 784-786); de ella parte tambin lainmediata amplificatio sobre los efectos de la msica del cclope: sumptaqueharundinibus conpacta est fistula centum / senserunt toti pastoria sibila montes, /senserunt undae. Si muchas son las caas, nos dice el poeta, muchos ms son losecos de su inarmnico sonido, provocando tales transformaciones en la naturaleza,que despus podremos achacar al cclope (un anti-Orfeo, como lo llama M. Wilsonde Borland) el naufragio relatado en la octava lv. Es ms necesario destacar aqu la

    feliz hiprbole que glosar las informaciones de Salcedo o Pellicer sobre las causas,definicin y orgenes mitolgicos del eco. En la poesa latina (Eneida, X, 209-212;

    Metamorfosis, I, 335-336; Farsalia, IX, 348-350) y en sus numerosas derivacionesen lengua vulgar, el dios marino Tritn es prcticamente inseparable de su conchatortao caracol torcido, y en la Eneida, VI, 171-174, lo vemos encolerizado contraMiseno, que lo desafi haciendo sonar con fuerza una caua ... concha (VzquezSiruela advirti la similitud de la situacin, con otras informaciones de inters). En lafbula gongorina, Tritn, envidioso y airado, en intil competencia con la zampoadel cclope, sopla su caracol hasta romperlo (o, menos verosmilmente, lo destroza alsaberse vencido). La accin del trompeta de Neptuno tiene adecuado refrendo en laaliteracin del verso 94, que contrasta con la musicalidad voclica de los anteriores y

    con la sonoridad del siguiente, en el que sordo vale 'ensordecido',atronado (Cuesta), mejor-pienso-que sigiloso (Alonso, aunque apuntando quequiz coexistiesen ambos sentidos). De la frase a vela y remo, ya lexicalizada enlatn, pueden verse ejemplos italianos y espaoles en Vilanova. Al final de la octava,aparte detalles como la rima rica del pareado, destaca el epifonema del verso 96,efectivo y conveniente cierre de las estrofas dedicadas al cclope.

    XIII.La principal virtud del hiprbaton con que se abre esta octava es introducirnosbruscamente, por contraste con las estrofas anteriores, en el mbito de Galatea: Lo

    enorme frente a lo delicado: monstruosidad y belleza. He aqu el contrastefundamental de toda la obra (Alonso). El sujeto implcito de adoraes, obviamente,Polifemo, y el implemento ninfa, aunque el hiprbaton hace difcil decidirse entreentender 'adora a una ninfa, hija de Doris, la ms bella que vio el reino de la

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    espuma' (sin preposicin ni actualizador, omisiones caractersticas del estilo deGngora, como ya advirti para este caso Vzquez Siruela, fols. 139v-140r) y 'adoraa la ms bella ninfa, hija de Doris, que vio el reino de la espuma' (posibilidad msforzada que al cabo tiene el mismo sentido). El poeta dice adora-amaafectuosamente (Cuesta), con matiz religioso-porque uno de los efetos de amor eshacer diosa a la cosa amada (Pellicer; comprense los vv. 151-152). Las nereidas,ninfas del mar (del reino de la espuma, perfrasis similar a las de Virgilio, Gergicas,IV, 363, y Silio Itlico, Punica, I, 575) eran hijas de Nereo y Dride (nietas, portanto, de Ocano y Tetis); Galatea, que ya es 'la ilustre' en Homero (Ilada, XVIII,45) y 'la hermosa' en Hesodo (Teogona, 250), superaba en belleza a todas sushermanas, ya fuesen cincuenta o cien (Ovidio, Metamorfosis, XIII, 742-743, y

    Amores, II, xi, 34), y recibi ese nombre por su blancura (de gala 'leche'; compreseTecrito, XI, 19-20). Las Gracias-Eufrsine, Tala y glae, reunidas aqu con elmismo cultismo, terno, que en las Soledades, I, 888-solan aducirse para exaltar labelleza femenina; aunque don Luis debi conocer el Erotopaignion de GierolamoAngeriani, no es preciso decir, con Salcedo, que imit sin duda cierto epigramagalante del poeta neolatino (Tres Charites; tribus una Charis connecteris; illae / tresCharites teneant ut dea te Charitem): la idea de la suma o superacin de las tres

    Gracias (cuyo nmero no admita variaciones, como se comprende por Horacio,Odas, III, xix, 15-17) aparece en otros muchos textos, griegos, latinos o vulgares;entre las formulaciones menos alejadas de la del Polifemo, aparte la de Angeriani,estn la Antologa griega (V, 146, 148, 149), Museo (Hero y Leandro, 64-65) yClaudiano (Carmina minora, xxx [Laus Serenae], 88-89). En los versos siguientes, elpoeta prepara el perfecto trueque de atributos que cerrar la octava (una vez ms converso bimembre y rima rica en el pareado). La vieja identidad ojos = estrellas (vasesolo Ovidio, Metamorfosis, I, 498-499, o Heroidas, XX, 57-58) se enuncia primerocon una metfora pura que procede de Petrarca (Canzoniere, ccxcix, 3: l' una e l'altra stella) y despus se invierten los trminos habituales de la relacin: no se diceque los ojos de Galatea parecen estrellas, sino que 'sus estrellas son ojos engastados

    en el plumaje blanqusimo de su piel', de modo que, con increble agudeza, Galateapuede asimilarse al cisne por su blancura y a un pavo real por tener ojos en suplumaje (amn de la metfora aadida por el primer miembro de la frmula si no A,

    B: 'si no es un cristalino escollo del mar...', quiz dicho tambin por influenciapetrarquista). El modo ms efectivo de decir que Galatea rene los atributosexcelentes de ambas aves es llamarla pavn de Venus y cisne de Juno,intercambiando las diosas a que se asociaban.

    XIV.La musicalidad de los primeros versos se asienta en el vocalismo, las aliteraciones, la

    acentuacin (con el efectivo esdrjulo cndidos, por ejemplo) y las simetrassintcticas. La mezcla de rubor y candidez y, en concreto, de rosas y azucenas en elrostro femenino es un topos cuya manifestacin ms ilustre e influyente es ladescripcin de la belleza de Lavinia en la Eneida, XII, 67-69: Indum sanguineoveluti violaverit ostro / si quis ebur, aut mixta rubent ubi lilia multa / alba rosa, talisvirgo dabat ore colores (y comprese con Propercio, II, iii, 10-12; Tibulo, III, iv, 30-aunque dicho de Apolo-; Ovidio, Amores, II, v, 37; Sneca,Medea, 99-100; Museo,

    Hero y Leandro, 56-62, y un largo etctera); entre los muchos ejemplos espaoles,basta citar ahora los primeros versos del soneto XXIII de Garcilaso: En tanto que derosa y de azucena / se muestra la color en vuestro gesto. Esa mezcla es la baseconceptual de la octava, enriquecida de nuevo con un sistema correlativo en dos

    dualidades (Alonso), ms perfecto si se tiene en cuenta que las rosas eran las floresde Venus y que las azucenas o lilios cndidossolan acompaar a Juno, aparte-claro-la dubitatioasignada al Amor y el nuevo trueque de atributos del verso 108, con elque poco tiene que ver la cndida prpura del Laberinto de Mena, 72a, ni, en

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    consecuencia, las eruditas disquisiciones de Pellicer dentro y fuera de las Leccionessolemneso de Cascales en las Cartas filolgicas. Los adjetivospurpreoy cndido,ridiculizados en algunas censuras anticultistas, son frecuentes en la poesa de lossiglos xv y xvi. Las perlas del mar Rojo o Eritreo, as llamado por el color de susaguas, eran tenidas por las ms excelentes (Plinio, IX, xxxv), de modo que Propercio(I, xiv, 13), Marcial (V, xxxvii, 4; VIII, xxviii, 14), Claudiano (Panegyricus dequarto consulatu Honorii Augusti, 606) y, entre los modernos, Ariosto (Orlando

    furioso, XVII, 21, y XLIII, 35) tienen parejas posibilidades de haber acudido a lamemoria del poeta, quien nos dice que el dios del amor se enoja con la perla porhaber competido intilmente con la frente de Galatea y la obliga a conformarse conpender de la oreja nacarada de la ninfa. Pellicer opinaba que el enojo del ciegoCupido (vase la estrofa siguiente) era impropio de un dios, mas no vio que entrelos eptetos de Amor es 'enojado' (Cuesta). El pareado presenta otras pequeasdificultades. La construccin absoluta condenado su esplendor y el verbo penderfueron trivializadas en algunos testimonios (por condenando... y prender,respectivamente); el orodel ltimo verso es trmino real y no metafrico (no creo,pues, necesario entenderlo como imagen del 'cabello dorado' de la ninfa, sugerida enalguna ocasin); finalmente, Vzquez Siruela dijo en sus comentarios-

    escassimamente aprovechados por la crtica moderna-que la perla gongorina aludaen concreto a la muy famosa de Cleopatra que tanto celebr la Antigedad: poruna apuesta con Marco Antonio, la reina se bebi, disuelta en vinagre, una de lasvaliossimas perlas que luca en sus pendientes, mientras la otra acab adornando lasorejas de una estatua de Venus en Roma (el sucedido se hallaba bien a mano en el yacitado captulo de Plinio sobre las perlas, y a otro propsito lo explica M. Fara ySousa,Lusada comentada, IV, columnas 298-299).

    XV.El primer verso de esta octava procede de aquel de Herrera "invidia de las Naides y

    cuidado" [Versos, lib. I, elega VIII, 30] (Alonso), aunque en Gngora est msclaro el sentido propiamente amoroso del trmino cuidado('cuita, objeto del amor'),que como se sabe es palabra amatoria (Daz de Rivas) afn a la curade los latinos(Virgilio,Buclicas, X, 22, y Gergicas, IV, 354; Horacio,Arte potica, 85, y Odas,II, viii, 8; Propercio, I, xv, 31, y II, xxv, 1...). As, Galatea era envidiada por lasdems ninfas, provocaba el amor de las divinidades marinas-enseguida aparecerndos de sus pretendientes-y honraba soberbiamente con su belleza al dios Amor, dichoesto ltimo con un cultismo,pompa, que, a juzgar por el contexto, debe menos a loslugares clsicos de Ovidio (Amores, I, ii, 28) o Claudiano (De consulatu Stilichonis,III, 316-317) que a uno de los sonetos polifmicos de Marino (Rime, Venecia, 1603,p. 109), donde il bel viso de Galatea es d' amor pompa e tesoro (lo destacaron

    Daz de Rivas y Salcedo). A los rasgos tradicionales de Cupido (nio, alado y ciego),recreados por Gngora desde sus primeros poemas, se aade aqu el de marinero(comprese Soledades, II, 519-521: Dividiendo cristales, / en la mitad de un valode plata, / vena a tiempo el nieto de la espuma), que el mismo texto justifica aldecir que conduce o tripula-a ciegas: sin fanal-una concha o venera, obviamente lade su madre Venus, smbolo del amor, que tambin aparece en contextos nuticos enGarcilaso (Oda a la flor de Gnido, 34-35) y Marino (en un soneto titulado

    Navigatione d' Amore). La brevsima descripcin de Glauco (sea construccinabsoluta o de acusativo griego) coincide con la normal de las divinidades marinas(como en Claudiano, Epithalamium, 157-158), aunque parece atenerse a la queOvidio pone en boca del mismo pescador metamorfoseado, protagonista de la fbula

    que sigue a la de Acis y Galatea: hanc ego tum primum uiridem ferrugine barbam /caesariemque meam, quam longa per aequora uerro, / ingentesque umeros et caerulabracchia uidi / cruraque pinnigero curuata nouissima pisce (Metamorfosis, XIII, 960-963). De ah se deduce que Glauco conserva el pecho de apariencia humana (no

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    escamado: 'sin escamas'; no hay necesidad de coincidir con Cuesta en que quieredecir joven), y Gngora aade ingeniosamente que ya est roncode tanto requerir aGalatea. El cultismo induciraparece pocas veces en la poesa de la poca. Tanto elcarro de cristalde algunos seres mitolgicos marinos como la metfora campos de

    plata (por 'el mar') gozan del refrendo de la tradicin, si bien lo peculiar del cierregongorino vuelve a ser la construccin bimembre que los hermana.

    XVI.El amor de Glauco y Palemo por Galatea es una de las otras cosas [que] aadinuestro poeta para exornacin de la fbula (Daz de Rivas), auxiliado sin duda porlas Metamorfosis, XIII, 919, donde los dos pescadores son enamorados de la ninfaEscila (y vase Eneida, V, 822-823); solo o en otra compaa, pero en trminossimilares a los de Gngora, figura Palemo en Claudiano (Epithalamium, 156), enApuleyo (IV, xxxi) y en el mismo Ovidio (IV, 542, con explicacin de sumetamorfosis). Sea sustantivo o adjetivo, jovenera palabra muy poco frecuente quemereci las crticas de Quevedo en su Aguja de navegar cultos. El adjetivo cerleoaparece, casi siempre en contexto marino, en Fernando de Herrera (cerleo

    pilago, mar cerleo...) y otros poetas de su generacin, lo mismo que el coralque cie las sienes de ciertas divinidades, cuya blandura bajo el agua certificaban lainformacin de Plinio (XXXII, ii; tambin Dioscrides, V, xcvii) y las recreaciones,una vez ms, de Ovidio (Metamorfosis, IV, 750-752; XV, 416-417). A Palemo solaidentificrsele con Portuno, dios romano de los puertos; de ah las inmensas riquezasque le ofrecen las aguas sicilianas del mar Tirreno, desde el faro que alumbra elestrecho de Mesina (odioso por los peligros que reservaba a los navegantes, comocuentan la Odisea, XII, y Plinio, III, 87, o XXXVI, 13, sobre Escila y Caribdis) hastael monte Lilibeo, extremos oriental y occidental de la isla. A pesar de su riqueza,Palemo era tan poco favorecido [por Galatea] como Glauco (Cuesta), esto es,obtena la misma gracia ('merced, favor': Pellicer se equivoca al entenderlo

    irnicamente por 'fealdad') que el otro pretendiente, si bien la ninfa se mostrabacon l algo menos desdeosa que con el cclope. La perfrasis final nos dice queGalatea huye de Palemo en cuanto lo oye. La expresin calzar plumas, tancaracterstica de Gngora (tanto por el infinitivo como por la sincdoque delsustantivo), mejora los retratos clsicos de la velocidad, cuyos modelos msprximos y famosos son el Mercurio de la Eneida, IV, 239-241, y Perseo y otrosseres plumipedas volatilesque de Catulo, LV, 14-20 (o LVIIIb, 1-6); de la metfora

    pisar flores por 'correr', ms usual que la de pisar espumas por 'nadar', puedenhallarse antecedentes en las Rimas de Cames. A propsito de lo uno o de lo otro,comprese Polifemo, LX, 4 [476], y Soledades, I, 1031-1034: su vago pie depluma / surcar pudiera mieses, pisar ondas, / sin inclinar espiga, / sin volar espuma.

    XVII.En su persecucin de Galatea, Palemo (cuya gran capacidad natatoria se pondera, porboca de Leandro, en lasHeroidasde Ovidio, XVIII, 159-160) deseara ser, ya que noun spid, una manzana de oro que detuviese la veloz carrera de la ninfa, enalusin a las fbulas de Eurdice y de Atalanta. La primera, amada de Orfeo, fuemordida por una serpiente que le caus la muerte (Gergicas, IV, 453-527, o

    Metamorfosis, X, 1-71); a juzgar por el contexto, don Luis pens menos en la versinovidiana del mito (Eurdice estaba paseando en compaa de las nyades) que en lavirgiliana (la hermosa drade hua de Aristeo). La desdeosa y veloz Atalanta, por su

    parte, asegur que slo se casara con quien la alcanzase en una carrera; el jovenHipmenes, provisto de tres manzanas de oro-aurea poma, dice Ovidio-que lehaba dado Venus, las fue dejando caer una a una y logr vencer a su perseguidora,que se detena a recogerlas (Metamorfosis, X, 560-680). El spid y el pomo (o,

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    mejor, los dos mitos que evocan) forman la dualidad bsica de una correlacin que secontina en la interrogacin retrica de los versos 133-135: diente mortal y metal

    fino. Aparte la disposicin correlativa, el erotema pondera los misterios o reveses delamor (en una tradicin que remonta a las glogas de Virgilio, II, 68, y VIII, 26) yprepara el inmediato pensamiento ab impossibile. Ntense, adems, los cultismossuspender 'detener' y solicita 'provoca', este ltimo muy frecuente, con variosmatices, en la obra de Gngora. El epifonema final cierra otro sistema de correlacininiciado en la octava precedente: (Galatea) flores - corza - en tierra / (Palemo)espumas - delfn - en agua, y enlaza retricamente con la interrogacin anterior alrecrear en forma nueva y bellsima la riqusima tradicin de "prodigios" e"imposibles" ya existente en la poesa grecolatina y renacentista, transfirindola alplano real (Vilanova, con rica informacin y muy buenos ejemplos).

    XVIII.Dejando los casos particulares de Glauco y Palemo, la atencin del poeta se centraahora en las completsimas riquezas de Sicilia (viedos, huertos, cereales y ganado),representadas metonmicamente por la divinidad que les corresponda entre los

    romanos: Baco, Pomona, Ceres y, ya en la estrofa siguiente, Pales (sobre ellos,Virgilio, Gergicas, II, 380-396; Ovidio, Metamorfosis, XIV, 623-697; V, 341-345;y Fastos, IV, 776). De las muchas descripciones antiguas de la isla (tan frtil, quesolo puede / ser su alabanza su nombre, dir Bocngel), la que presenta ms detallescomunes con la de don Luis es la de Silio Itlico, XIV, 11-78. La anttesis del primerverso (ofrecervale 'mostrar, presentar a la vista') es uno de los primores de la nuevacorrelacin que ocupa la primera semiestrofa, no exenta de dificultades semnticasen cuanto se refiere a Baco: lo que ste ocultadebe de ser el vino que se encierra enlas bodegas (Cuesta; Salcedo piensa, quiz con ms razn, en los racimos noexprimidos de las vides), y dice el poeta corona porque, como sentenci Virgilio(Gergicas, II, 113), Bacchus amat collis, pues las mejores vias, segn opinin

    de muchos, son las que se plantan en los collados (Salcedo, con otras citas). Se diraque el contexto topogrfico y la mencin explcita de los racimoshacen ms difcilentender coronar como llenar la copa hasta que se vierta (Pellicer, tambin concitas), pero parece claro que ambos sentidos coincidieron en la intencin de Gngoracuando llam a Sicilia copa de Baco (v. 138). Ceres, diosa de la agricultura, sueleaparecer entre los latinos conduciendo un carro rebosante de grano (los textos deVirgilio, Gergicas, I, 163-164; Ovidio,Metamorfosis, V, 642-647, y Claudiano, Deraptu, I, 187-190, son los ms pertinentes ahora); Gngora compara adecuadamenteese carro (ayudado quiz por Virgilio, quien menciona los tribulay otros tiles juntoa losplaustrade la diosa), con un trillo estival-cultismo elogiado por Daz de Rivas.Por lo dems, no perdonadebe entenderse como 'no deja descansar', 'no deja en paz':

    aquella frase de no perdonar Ceres a sus campaases galante, porque se entiendeque las cultiva, las fructifica y las obliga con las heridas del arado, los golpes delazadn... (Pellicer). El pareado constata la frase antigua de que Sicilia era horreus

    Imperii Romani, y Gngora compara todas las provincias de Europa (partes oregiones prolijamente enumeradas y descritas por Pellicer) con hormigas que seabastecen del grano siciliano. El mrito de la curiosa hiprbole est en la disparidad yefectiva desproporcin de los trminos relacionados (provinciasy hormigas), comoya not Gracin en suAgudeza, xix.

    XIX.

    Para que la simetra sea perfecta, en la primera semiestrofa de esta octava Cerescomparte con una nueva divinidad, Pales (vase Ovidio, Fastos, V, 776), otro sistemacorrelativo: viciosa cumbre- llueve- granos de oro / vega llana- nieva- copos delana. En contexto agrcola, el adjetivo viciosa, por 'frtil', era de uso bastante

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    frecuente y corra al menos desde el viioso ero del Libro de buen amor, 746b,aunque Gngora parece inspirarse en la cume que a verdura tem viosa de Os

    Lusadas, IX, 54, uno de los varios recuerdos de Cames presentes en este pasaje. Elpoeta expresa con galanas metforas (Daz de Rivas) las viejas asociaciones deltrigo con el oro y de la lana con la nieve; tan viejas eran, que los comentaristassealan los orgenes de la segunda en el Salmo 147, 5 (hebr. 147, 16): dat nivemsicut lanam. Obviamente, mil est por 'muchos, innumerables' (como en versosimilar de Virgilio, gloga II, 21: mille meae Siculis errant in montivus agnae).Y ntese cun ajustadamente reparti la lluvia a los campos en el trigo, a los montesla nieve en la lana, por llover en el llano siempre, y nevar siempre en losmontes (Pellicer). El verso 139 contina la correlacin (Ceres: siegan / Pales:esquilan) y el 140 le aade un nuevo elemento que enlaza con la estrofa anterior. Lossegadores, los pastores y los viadores son aludidos por sendas perfrasis, cada unade ellas con su metfora colorista: oro (trigo), nieve (lana), grana (vino, esta vezinspirado posiblemente en el purpureo ... musto de Propercio, III, xvii, 17). Endefinitiva, todos los habitantes de Sicilia tienen por diosa a Galatea, de quien, enefecto, no consta que tuviese templo alguno (deidad, aunque sin templo). Pellicerquiso aqu corregir a don Luis aduciendo el templo que menciona Luciano en una de

    las muchas inverosimilitudes de su divertida Historia verdadera, II, 3; pero ni lalicencia del samosatense ni el templo de las Metamorfosisconsagrado a Nereo y lasNereidas (XI, 359-362) bastan para desmentir a don Luis.

    XX.La playa donde Galatea detiene su pie sirve de ptimo lugar de ofrenda y veneracina sus adoradores (ntense en los versos 155-156 el nuevo paralelismo y el nuevo usodel verbo serms la preposicin a: cotjense los vv. 32 y 43-44); parece, por ello,que, aparte el sentido obvio de ara('altar'), Gngora tiene en cuenta el etimolgico yms recndito de 'orilla': los extremos de la tierra que baa el agua (es la

    explicacin que da Salcedo, tomndola del comentario de Escalgero a un verso deAusonio). De la costumbre de ofrecer los primeros frutos y provechos a los diosesdan cumplida cuenta los pasajes clsicos aducidos por los comentaristas: Virgilio,glogas, IV, 18, y-mejor-V, 79-80; Ovidio, Fastos, II, 519-520,Metamorfosis, VIII,273-275... El origen mitolgico de la Cornucopia est en la fbula de la cabra deAmaltea, una de cuyas astas se rompi y, por intercesin agradecida de Jpiter, aquien haba amamantado, fue colmada de frutos (lo refiere, entre otros, Ovidio en susFastos, V, 115-128; vase Soledades, I, 204); el cuerno de la abundancia se hizoexpresin corriente en la poesa (Metamorfosis, IX, 87-88, u Horacio, Odas, I, xvii,14-16, por no citar textos espaoles o italianos), y la copia gongorina fue muygenerosa (dicho con la ltotes poco avara) con Sicilia. Salta a la vista un caso

    modlico de la frmula A, si no B, usada por Gngora desde tiempo atrs (vanseotras construcciones similares en los versos 30-31, 117-118 y, sobre todo, 187-188).Contrariamente a lo que pensaron Andrs Cuesta y, tras l, Dmaso Alonso-si bien suparfrasis se contradice con las notas-, prolijano debe asignarse, con el significadode 'grande', a mimbre(que aun hoy se usa en algunas regiones como femenino), sinoa hija, y con el sentido de 'laboriosa, esmerada, minuciosa' (el mismo que tiene en v.458: obras ambas de artfice prolijo); prolija y artificiosa son, pues, adjetivosatributivo adverbiales (Nez Ramos). En otro orden de cosas, la adoracin aGalatea descrita en las octavas xx-xxii revelara (segn K. H. Dolan) la atmsferavenusina del poema.

    XXI.El verbo arderes el ms apto para significar un grande amor (Salcedo, basndoseabusivamente en la autoridad de Juan Luis de la Cerda y en la Fedrade Sneca, 309-

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    311), y hay de l dos famosos antecedentes en Virgilio: Formosum pastor Corydonardebat Alexin (glogas, II, 1, donde ardebat, segn Servio, vale 'impatienterdiligebat') y uritur infelix Dido totaque uagatur / urbe furens. [...] Ardet amans Didotraxitque per ossa furorem (Eneida, IV, 68-69 y 101); lase tambin Mosco, I, 22-23, y Horacio, Epodos, XIV, 9-10, con la probable, aunque no imprescindible,sugerencia (Vilanova) de Ariosto, Orlando, XVIII, 139. Comprese el romance de1607 Donde esclarecidamente, que contiene otros significativos anticipos de estepaso del Polifemo: Arde el monte, arde la playa / y en los rboles del monte / ardealgn silvestre dios / en algn antiguo robre (o el ardimiento en amar deltemprano soneto mitolgico Gallardas plantas, que con voz doliente). A la alturade 1612,juventudera un cultismo-ms usual, en cualquier caso, quejoven(v. 161)-yrequera explicacin: juventud se dice en latn, iuventus, a iuvando, porque estaedad es la ms apta para ayudar al trabajo (Salcedo). La consecuencia de eseardimiento general es el abandono de las obligaciones cotidianas. Los arados ya nosurcan, sino quepeinan las tierras, arrastrados extraviadamente y sin empeo por losbueyes; no s si es preciso remontarse a Ovidio, Remedia amoris, 191 (et tonsamraro pectine verrit humum), para autorizar y entender ese peinar, porque enGngora no se trata, como pensaba Pellicer, de describir una labor particular, sino de

    expresar el total descuido de las labores agrcolas, motivo frecuente de la poesaamorosa, particularmente la de ambiente buclico (comprese la vid semiputata deVirgilio, glogas, II, 70) o epitalmico (es ilustradora la lectura de Catulo, LXIV, 38-42, y Claudiano, Epithalamium, 5-7). El motivo del ganado errante (cultismocensurado en elAntdoto, aunque no era palabra tan nueva para nosotros como dijoJuregui) puede aparecer en contextos no amorosos (Virgilio, Eneida, III, 220-221, yOvidio, Fastos, I, 546), aunque la lnea temtica ms aproximada a este pasajegongorino es la que parte de las glogasde Virgilio (I, 9-10, y, sobre todo, V, 24-25), atraviesa laArcadiade Sannazaro (glogas I, 1-3, y V, 48-49) y llega a las yadesamparadas vacas de Garcilaso (gloga II, 506; recurdese tambin la confesindel alma en el Cntico espiritualde San Juan de la Cruz, v. 85: y el ganado perd

    que antes segua). El viento que silba en el Polifemo-otra idea de aroma virgiliano:glogas, V, 82-83-, es el cfiro (el favonio de los latinos, vase el v. 214), que yahaba motivado la disputa de los comentaristas de Garcilaso (a propsito de la gloga

    III, 323). Comprese Soledades, II, 311: redil las hondas y pastor el viento. Lasintaxis del pareado, con su frmula correctiva ('el ganado ignora el crujido de lashondas, si no es que, haciendo las veces de pastor, silba el cfiro o cruje el roble'),hace bastante verosmil el precedente de otra gloga de Barahona de Soto sealadopor Vilanova: Ya todo se ha perdido, / y mudo y seco el prado, / se olvida en unsilencio sosegado; / y con tristeza esquiva / que no parece que haya cosa viva, / si noes que aullando el viento / con silbos representa mi lamento.

    XXII.Sigue describiendo el descuido general por causa del amor a Galatea. Los perrospermanecen mudos por la noche (sin ladrar: sin vigilar) y vagan y duermen durante elda. El motivo del silencio del can, lejos de cualquier reminiscencia bblica (Isaas,56, 10), aparece en autores como Ovidio (Fastos, IV, 489-490 y V, 429-430) ySannazaro (Arcadia, gloga I, 10-12), y hay detalles semejantes en las escenasnocturnas de la Eneida, IV, 522-527, y VIII, 26-30. El contraste entre el da y lanoche y la estructura bimembre del segundo verso (de cerro en cerro y sombra ensombra yace) recrean una frmula estilstica de Petrarca (Vilanova):Consumando mi vo di piaggia in piaggia / el d, pensoso, poi piango la

    notte (Canzoniere, ccxxxvii, 19-20; hay muchos ejemplos en su obra einnumerables en la de sus seguidores, y uno de los textos espaoles ms interesanteahora es la Araucana, VII, xxv, 7). El motivo del lobo que acude al balido (msero:nuevo cultismo) del indefenso ganado aparece en un pasaje de la Eneida, IX, 59-65,

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    y en otro menos clebre de las Argonuticas, I, ca. 1245 (y no creo que aciertePellicer al decir que Gngora imit doctamente a Apolonio). El verso 172, conesplndida hiplage, llama nocturnoal lobo porque acostumbra salir con la noche, oporque vence con la vista sus tinieblas (Salcedo, con multitud de referenciaseruditas); as lo llamaron tambin Virgilio, Gergicas, III, 406-407, 537-538, yPropercio, IV, v, 14. El lobo, encarnizado, tie con la sangre de una oveja (sta debededucirse, lgicamente, de los anteriores ganadoy balido) lo que ha pacido otra. Msdificultades presenta la exhortacin final, con ese imperativo, revoca, que debeentenderse como 'devuelve, restituye, haz volver' o, mejor y ms simplemente-pienso-, como 'llamar, convocar de nuevo' (ntese el matiz fnico del verbo); Pellicer seequivoc al tomarlo como presente de indicativo y con el sentido de 'estorbar,impedir' (el amor estorbaba que silbasen los pastores), y ese error inicial, que noescap a sus detractores, sin duda contribuy a que el pasaje le pareciera la enigmade Esfinge. De todos modos, el verdadero problema est en interpretarcorrectamente el sentido de lo que resta de pareado, muy fcil de ordenarsintcticamente: o el silencio y el sueo del can sigan a su dueo (la lectura sigadePellicer podra aceptarse como concordancia ad sensum favorecida por elhiprbaton). Si examinamos el problema desde su raz y reducindolo a trminos

    lgicos, importa notar que toda la octava est dedicada a la negligencia del perro y asus consecuencias; que el cierre (silencio, sueo) presenta un claro paralelismo con elinicio (mudo, yace), y que la literalidad de la imprecacin slo tolera un sentido:'Amor, convoca de nuevo los silbos, o que el silencio y el sueo del perro sigan alpastor' (aunque quiz caben quiz dos alternativas en la frase disyuntiva ydesiderativa; dicho prosaicamente: que el perro est o no con el pastor). Loscomentaristas antiguos-salvo Pellicer-no vieron dificultad alguna y parafrasearon elpasaje lacnicamente: Amor, vuelve a traer el Pastor, que silbe los ganados, ovyanse tras l los perros negligentes que embarazan (Daz de Rivas); ... o si noquisieres siga al descuidado amante el perro, intil ya por el silencio y elsueo (Salcedo). Hace unos aos, A. Snchez Romeralo enumer todas las

    explicaciones, antiguas y modernas, y aadi la suya: que el perro siga, imite a sudueo (que, como buen enamorado, ni duerme ni calla) en sus quejas y soliloquios yen el siempre velar, [de modo] que los ganados estarn cuidados y seguros. Yocoincido, sin embargo, con la deduccin de Vilanova, que me parece la ms sensata yapegada a la letra del texto: que el pastor, al menos, pueda, como el perro, gozar delsilencio y del sueo, es decir, pueda tener algn descanso, y estar mudo por la nochey dormido durante el da.

    XXIII.La esquiva Galatea, desatenta a las cuitas de los moradores de la isla, halla

    esparcimiento a la sombra de un laurel que protege su tronco del sol del medioda(vv. 185-186); la sombra est bellamente evocada con la expresin hurta ... su troncoal Sol, que se entiende mejor a la vista de Lucano, Farsalia, IX, 528-530: Hicquoque nil obstat Phoebo, cum cardine summo / stat librata dies; truncum vixprotegit arbor: / tam brevis in medium radiis compellitur umbra. El hecho de que setrate un laurel nos sita en el mbito mitolgico, adecuadsimo a la fbula: en eserbol se convirti Dafne huyendo, precisamente, de Apolo. Los dos versos siguientesconstituyen otra de las ms clebres dificultades del Polifemo. Lo que est claro aques el alcance metafrico del sustantivo jazmines, pues no parece posible entenderloliteralmente ('la ninfa arroja a la fuente unos jazmines'): se trata de una metfora de lablancura corporal de Galatea (como enseguida la nieve de sus miembros, y tambin

    en el v. 220). Todos los gongoristas antiguos que comentaron este pasajecoincidieron al entender que Galatea se recost junto a una fuente (pues estesustantivo puede entenderse perfectamente como 'los alrededores de un manantial oarroyo'), llenando de jazmines el espacio de hierba que ocup su cuerpo blanqusimo

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    (tambin Dmaso Alonso lo entiende as, aadiendo buenos argumentos y bellasaclaraciones: Como si dijera: con la blancura nvea de sus miembros parece que lahierba se ha cuajado de jazmines). Otra de las posibles interpretaciones se remonta,segn el testimonio de Salcedo Coronel, a una sugerencia del poeta Gabriel delCorral, aceptada modernamente, con mnimos matices, por Vilanova y C. C. Smith, yentiende que Galatea se refleja en el agua: la ninfa, recostada en el margen de unafuente, refleja en sus aguas tantos jazmines de sus miembros blanqusimos comohierba esconde la nieve de su cuerpo recostado sobre el csped (Vilanova). Por suparte, F. Gonzlez Oll entiende que Galatea, abatida sobre la fuente, sumerge enella la cabeza para beber o (y) refrescarla; la ninfa, as, es una rama de jazmn queentrega sus flores al agua. Como se ve, el problema principal est en el sentido queasignemos al sintagma da a una fuente, porque el empleo del lenguaje figurado noimpide ninguna de las posibilidades propuestas ni nos permite optar sin titubeos poruna de ellas. De todas pueden hallarse argumentos favorables. A propsito de la deGonzlez Oll, cabe tener en cuenta, por ejemplo, las varias apariciones inmediatasdel verbo daren contexto muy semejante (e implicando contacto fsico con el agua):su boca dio ... al cristal mudo (v. 191), al arroyo da las manos (v. 209, y vasetambin el 183). Esta interpretacin coincide con la de G. del Corral en la ventaja de

    asignar una metfora al cuerpo de Galatea tendido sobre la hierba (y adems muypertinente, nieve) y otra para la parte reflejada o sumergida (jazmines). No parece quela idea del reflejo se vea necesariamente algo dificultada (A. Carreira), por losversos 219-220: si Galatea est recostada-y hay en esto consenso general-, allevantarse ser ingrata a los verdes mrgenes aunque se refleje en el agua; noobstante, esa prxima accin de la ninfa, la metfora azucenas y, sobre todo, lafrmula comparativa tantos... cuanta(que a mi entender supone una equivalencia decantidad entrejazminesy hierba) favorecen la explicacin ms antigua y sencilla: laninfa se recost junto a la fuente (Daz de Rivas). El canto alterno de los ruiseoresest convenientemente expresado con una anfora de origen petrarquesco (vaseCanzoniere, clix, 13-14, o ccv, 1-4, si bien esos esquemas repetitivos son frecuentes

    en la poesa latina: Horacio, Odas, I, xxii, 23-24); tambin se debe, sobre todo, alejemplo de Petrarca el gusto de la poesa buclica espaola por los arrullos yquerellas de los ruiseores y otras aves (vase slo Garcilaso, gloga I, 52-54, 231-234, 325-325). La armona-que es casi el tema de toda la estrofa, como dijo W.Pabst-no puede ser otra que la del canto de las aves, provocadora del sueo deGalatea (la armona da sus ojos al sueo), con invitacin similar a la del primer

    Beatus ille (Horacio, Epodos, II, 23-28). Aparte la variante defendida errneamentepor Pellicer (el da, y como sujeto y no implemento de abrasar), el concepto final sebasa en la vieja metfora ojos = sol; entre sus posibles precedentes destacan unosversos de Marino (sorgendo il mio bel Sol del suo oriente, / por doppiar forse luce als nascente; en el inicio del soneto se ha referido a los ojos) y, sobre todo, un pasaje

    de la Arcadia de Lope: rindise al sueo, quedando el da, que hasta entoncesvanaglorioso de tres soles resplandeca, oscuro como la noche.

    XXIV.Como en el inicio de las Soledades, la cronographiade esta octava, que nos sita enlo ms ardiente del esto (la cancula), contiene una compleja sucesin de imgenesde base astronmica: el can del cielo (comp. Ovidio, Fastos, IV, 941: pro canesidereo) es una constelacin que consta de dieciocho estrellas, y tiene en la bocauna clarsima llamada por los latinos Cancula [o Sirio] y por los rabes Alhabor, enla cual, entrando el Sol, se aumenta el calor (Salcedo). En esa imagen astronmica

    se apoyan con enorme pertinencia las dems. Sin salir del mundo animal, el poetapuede llamar al Can salamandria(forma que alternaba en la poca con salamandra),atenindose a las propiedades legendarias de este anfibio resistente al fuego (segnrefieren Aristteles, Claudio Eliano, Plinio y otros muchos naturalistas antiguos). Por

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    otra parte, Gngora conoca sin duda el inicio de la cancin de Petrarca Verginebella, che di sol vestita, / coronata di stelle... (Canzoniere, ccclxvi), pero no espreciso que estuviese recordando esos motivos sacros al concebir la frase vestidoestrellas, muy adecuada a una constelacin (y ms fcilmente sugerida, pienso, porciertas palabras de Plinio: salamandra animal stellatum). Finalmente, nada mspropio de un perro que ladrar (latir; vase OC, nm. 100, v. 4), como en un romancede fecha incierta atribuido a don Luis: Brama el celeste len / y la canculalate (Mill, xviii, vv. 21-22; y lase tambin el soneto de Quevedo que comienza,inspirndose en Persio, Ya la insana Cancula, ladrando / llamas). Acis llegasudoroso y con el cabello polvoriento, como algunos hroes de la Ilada, la Eneidaola Tebaidaque no precisan ser citados, pues lo peculiar de Gngora vuelve a ser eluso de originales frmulas expresivas, que lo distancian de su modelo ms probable(T. Tasso, Gerusalemme liberata, IX, 81: Paion perle e rugidade insu la bella /guancia, irrigando i tepidi sudori; / giunge gratia la polve al crin incolto): aquaparecen un caso algo particular de clusula absoluta, polvo el cabello, y un hbiltrueque de atributos (vase el v. 104) entre dos metforas de las gotas de sudor,centellasy aljfares(esta ltima bastante corriente en la poesa de la poca); ambasmetforas, equiparadas retricamente por la construccinA, si no B, intercambian sus

    eptetos para compartir dos rasgos esenciales-y dispares-del sudor, el ardor y lahumedad. Tras la metfora petrarquista luces bellas(los ojos de Galatea, a los que hallamado soles cinco versos atrs), prosigue la alusin y les da por occidente alsueo (Pellicer). Al ver a la ninfa entregada al sueo, Acis bebe en el arroyomientras la mira (y en ningn caso la besa, como entendi Salcedo); Gngora lo dicecon esplndido broche: un pareado con quiasmo y una nueva correlacin en dosdualidades que tienen en comn la forma verbal dioy el sustantivo cristal, apto pararepresentar el agua del arroyo (cristal sonoro) y el cuerpo dormido de Galatea(cristal mudo); este ltimo recurso aparece ya en unas dcimas con estribillo de 1603(no sobre el cristal corriente, / sobre el dormido cristal: OC, nm. 118), y vuelveen las Soledades, I, 244: juntaba el cristal lquido al humano.

    XXV.La descripcin de Acis, que destaca por su brevedad-aunque en otros lugares de laFbula hay ms detalles sobre su aspecto-, se inicia con una metfora, venablo deCupido, que adquiere todo su valor si advertimos el sentido del griego aks('flecha' yafines) y la potencia del venablo, que hiere ms violentamente que la flechaordinaria (lo ponder Pellicer, y Cancelliere apura las posibilidades etimolgicas).Es ilustradora la comparacin con otros dos pasajes gongorinos: Era, pues, elmancebito / un Narciso iluminado, / virote de Amor... (del romance de Hero yLeandro de 1610, OC, nm. 48, vv. 33-35); Al fin en Pramo quiso / encarnar

    Cupido un chuzo, / el mejor de su armera (de La Tisbe, OC, nm. 317, vv. 121-123). El poeta es consecuente con los consejos de los retricos, estableciendo ellinaje del hroe al principio de las alabanzas (lo advierte admirativamente Daz deRivas), igual que hizo con Polifemo (vii) y con Galatea (xiii); ahora sigue de cerca aOvidio, Metamorfosis, XIII, 750-751: Acis erat Fauno nymphaque Symaethidecretus, / magna quidem patrisque sui matrisque voluptas. Salcedo reproch aGngora ese habido('engendrado', que a su modo traduce el cretusovidiano), por serdiccin tosca y brbara. A propsito del verso gloria del mar, honor de su ribera,ya observ Pellicer que dudoso queda sobre si estos eptetos pertenecen a Acis o asu madre; en opinin de Vilanova se refieren, sin lugar a dudas, a la ninfaSimetis (tambin lo cree as A. Carreira, sin ver anfibologa), pero bien pudieran

    asignarse al protagonista de la octava: el hiprbaton de los dos versos precedentesparece dejar cerrado el asunto de los progenitores de Acis (cada uno de ellos con unabreve explicacin) y de ninguna manera nos obliga a suponer que lo que sigue es unaaposicin de Simetis; en definitiva, puede entenderse que Acis es gloria del marpor

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    parte de la madre (una divinidad fluvial, hija del ro Simetho) y honor de su riberapor la del padre (que quiz no fuese un semicapro cualquiera, sino el dios Fauno).Esta interpretacin tiene la ventaja de cerrar la semiestrofa con un quiasmo ymantenerse en sintona con Ovidio, quien, tras la escueta genealoga del hroe, nosinforma de que era gozo inmenso de su padre y de su madre (v. 751). Los versos197-198 contienen una nueva correlacin: imn - acero - sigue / dolo - idlatra -venera. La imagen de la primera serie (Acis es un acero-ntese la semejanza fonticay vase el v. 193-atrado por el imn de Galatea) procede de Claudiano, Carminaminora, xxix (Magnes), 25-26: sed ferrea Martis / forma nitet, Venerem magneticagemma figurat. La idea de la idolatra amorosa es muy corriente en la poesapetrarquista. El penltimo verso, aunque de construccin afn a la del v. 123, destacapor la anttesis que lo limita (rico ... pobre); el pareado, con la misma rima de laestrofa xxi, tiene una nica y pequea dificultad en la ltima perfrasis: lo que elroblefomenta('favorece, abriga') es la miel que las abejas labran en las oquedades dealgunos rboles. Gngora y sus comentaristas lo explican con ms detalle en laestrofa siguiente, donde se completa, como advierte Alonso, el nico sistema decorrelacin trimembre que hay en el Polifemo; aqu aparece la primera pluralidad:huerto, vacas, robre.

    XXVI.La primera de las ofrendas de Acis a Galatea es un cesto de mimbre (blanca: vase v.159) con almendras sacadas de su corteza antes que lleguen del todo a endurecerse,de modo que sern almendras frescas mondadas (Cuesta); otros comentaristaspensaron que se refera en concreto a los almendrucos o allozas, fruta muy estimadade las damas (Salcedo), que es la almendra, ni verde, ni seca, sinomedia (Pellicer). La mencin de ese humor sola resolverse acudiendo a la lecheque tienen todas las frutas de corteza dura antes que se cuaje (Cuesta); en realidad,Gngora lo llama celestial porque est aludiendo adems al esperma de Zeus, en

    perfecta correspondencia, como propuso C. Sabor de Cortazar, con el mito frigio delorigen del almendro: durante un sueo, Zeus dej caer su semen, fecundando la tierray engendrando al hermafrodita Agdistis; este fue castrado por los dems dioses, y desu miembro naci un almendro con los frutos ya en sazn (lo cuenta Pausanias, VII,xvii, 10-11). Cada una de las ofrendas es depositada en un recipiente distinto, y tantopor la poesa latina (Tibulo, II, iii, 14b-16) como por los hbitos rurales del tiempo deGngora sabemos que la manteca sola conservarse y presentarse en juncos o enhojas de palma. Sobre un pequeo trozo de corteza de alcornoque (breve corcho)deposita Acis, finalmente, un panal; la metfora que se dedica a este ltimo, en unverso bimembre con quiasmo (un rubio hijo de una encina hueca), tiene en cuenta el

    flavus latino (por ejemplo en Ovidio, Fastos, III, 746: quarebant flavos per nemus

    omne favos, aunque en castellano se pierde el juego de palabras) y la evidencia,tambin autorizada por los clsicos, de que las abejas labraban sus panales en lasoquedades de algunos rboles, particularmente de la encina (Claudiano, In Rufinum,I, 383, yDe raptu, II, 125-127; in exesa ... ulmo, dice Ovidio en el pasaje citado).La miel se llama nctardesde las Gergicas, IV, 163-164. El verbo vincular, con susderivados, es uno de los cultismos ms raros del Polifemo; Gngora lo us porprimera vez slo dos aos antes, en el romance de Hero y Leandro (OC, nm. 230, v.130). El poeta recapitula la correlacin de esta octava en el inicio de la xxix.

    XXVII.

    La accin del acalorado Acis no requiere ninguna de las fuentes clsicas propuestaspor los comentaristas (Virgilio, Gergicas, IV, 376-377; Horacio, Stiras, I, v, 24), sibien el uso del verbo dar, frecuentsimo en Gngora, guarda en este contexto ciertaafinidad con Virgilio (manibus liquidos dant ordine fontis / germanae), modelo

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    importante de las octavas contiguas. La escena, muy frecuente tambin en la poesavulgar (Vilanova), incluye uno de los elementos esenciales del paisaje ribereo(como en las Gergicas, IV, 124: ... amantis litora mirtos, y en Marcial, IV, xiii, 8;y comprese tambin Ovidio, Fastos, IV, 139-144): dos mirtosque aqu, baados porla blanca espuma del arroyuelo, son dos verdes garzas de la corriente. La relacinmetafrica entre el arbusto y el ave, expuesta con el caracterstico trueque deatributos, se basa-aparte, claro, su semejante esbeltez-en que los dos abundan junto alas aguas y estaban consagrados a Venus (vanse los vv. 239-240); as, los mirtossonverdes por su natural, pero se parecen a las garzas en la blancura que les da laespuma del arroyo (comprese Soledades, II, 749: tras la garza, argentada el pie deespuma). Completa la escena la brisa suave del viento Favonio (el cfiro de losgriegos, en el v. 168) que, al levantarse, parece que corra unas cortinas de vagosvolantes (Alonso, que nota la esplndida aliteracin del v. 213) sobre aquel lecho desombras y hierbas. La principal dificultad del pareado, con una construccin similar ala de los vv. 30-31 (cuando no..., pero aqu con fuerte hiprbaton), y aparte posiblesmodificaciones textuales totalmente descarriadas (ala de viento...), es esa cama deviento (que no del viento, como entendieron errneamente Cuesta y Reyes): setrata de una especie de 'catre de lienzo' corriente en la vida y la lengua de entonces

    (Pellicer y Alonso); pero ese sentido no excluye el juego de palabras, cuyaefectividad se basa en la mencin anterior de Favonio. En todo caso, creo que elairecillo, la sombra y el colchn de grama (comprese, por ejemplo, Ovidio,

    Metamorfosis, X, 555-557), ms que definir en concreto el lugar en el que descansanGalatea (vv. 177-180) o Acis (vv. 254-256), configuran y anticipan el entorno mspropicio para el encuentro amoroso que vendr (xxxix-xl), y ello con los recursospoticos ms adecuados para plasmar la musicalidad y la armona propias de laocasin. Las sombrasson aqu las ramas que cubran los colchones de la hierba yeran como el cielo de la cama (Vzquez Siruela, que recuerda las Soledades, I, 612,y remite a Horacio, Odas, II, iii, 6-10: in remoto gramine ... reclinatum).

    XXVIII.Al sentir el rumor del agua (es propio de los arroyos el bullir, aclara Pellicer), laninfa se levanta sbitamente y desea huir, pero el temor se lo impide. La metfora

    plata 'agua' (comprese el v. 501) es trivial en la poca, aunque Vilanova destacacomo verdadero antecedente de este pasaje un soneto de Bernardo Tasso (con sufiumicel d'argento) imitado por Gngora ya en un soneto de 1582 (OC, nm. 16).El verso 220 encierra dos problemas (que nos han hecho olvidar, por cierto, laaliteracin, especialmente notoria para un cordobs de la poca). La variante segur,recogida sin comentarios por Pellicer, parece lo que suele llamarse una lectiodifficilior, y es por eso la escogida por la mayor parte de los editores del siglo xx,

    pero tiene tachas de todo tipo, como explico detenidamente en otro lugar; en cambio,la lectura seguir, que es la de Chacn y la de inmensa mayora de los testimoniosantiguos (sean de la versin primitiva o de la definitiva), tiene, entre otras virtudesque tampoco voy a enumerar ahora, la de ofrecer un sentido muy claro ymetafricamente irreprochable: al levantarse, Galatea se hizo seguir de ('por') susazucenas (y as lo entendieron y explicaron Salcedo y Cuesta). El otro problemaest en el sentido, literal o metafrico, de azucenas; Salcedo y Pellicer, con matices,vieron ah una simple mencin de las flores de la ribera, pero parece seguro que donLuis quiso aludir a la extremada blancura de Galatea, igual que en los jazminesdel v.179; de modo similar retrat a una bella cazadora en las ya citadas dcimas de 1603,que blancos lilios fue un hora / a las orlas de la fuente (OC, nm. 147, vv. 9-10).

    Todos los comentaristas aducen ilustres precedentes de la estupefaccin de Galatea(vv. 221-222: comprese slo Virgilio, Eneida, II, 120-121; Claudiano,De raptu, III,151-153, o Garcilaso, Elega II, 43-44), pero lo que importa es destacar el esplndidobroche de la octava (correlacin y dos versos bimembres): un temor fro y perezoso

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    fluy (se desata) por las venas de la ninfa, paralizndola de tal modo, que se dira lehubiese puesto grillos de nievedificultando su fuga yplumas de hieloimpidiendo suvuelo. El sentido exacto de precisa, an no aclarado, depende de una acepcinmarginal del latinismopraecisusy puede entenderse como 'brusca, sbita'. Gngorahaba usado dos aos antes la expresin grillos de hieloen un contexto similar (OC,nm. 229, 45-47: Saludla el caballero, / cuyo sobresalto al pie / grillos le puso dehielo, Romances, p. 333), y quiz haya, como explica Vilanova, una inversinaudaz de los atributos, pues segn el sentido lgico, parece que Gngora habraexpresado su idea con mayor justeza diciendo que el temor haba impedido congrillos de hielo la fuga de Galatea y con plumas de nieve su presto vuelo, ya que losgrillos de hielo trabando sus pies tenan que impedir su carrera, mientras que lasplumas de nieve, derretidas como la cera con el calor del sol, haban de impedirlevolar (y aun pudiera haber una suerte de calambur in absentiam: hielo/hierro). Loque sin duda aparece es un nuevo caso de la construccn ser+ a(vanse los vv. 43-45).

    XXIX.

    Es una de las estrofas menos problemticas del Polifemo, en parte porque se abre conuna recapitulacin (esta figura se llama resumptioo eptome, precisa Salcedo) delas ofrendas descritas antes con pormenor (xxvi):fruta (almendras), leche exprimida(manteca) y miel; comprese la enumeracin similar de Ovidio, Fastos, IV, 545-546,posiblemente recordada por Gngora. Los ablativos absolutos del cuarto versohacen algo obscuro este pasaje (Daz de Rivas); culta ('adorada', con el valoretimolgico) y veneradoson participios que, unidos, adems, por el quiasmo, indicanel afecto de Acis, que ha venerado a Galatea como a una diosa y ha respetado susueo, todo ello en la mejor tradicin de la religio amoris. Otra construccin absolutaabre la segunda semiestrofa: a la ausencia mil veces ofrecida es estrao modo dedecir (vuelve a opinar Daz de Rivas) que quiere significar que la ninfa est muchas

    veces a punto de irse (as lo entienden los comentaristas) y que puede relacionarse,como F. Lzaro Carreter sugiri a Alonso, con la frase darse a la fuga; creo menosadecuada la interpretacin alternativa y algo confusa de Pellicer: o puede entenderseque la dej la ofrenda ofrecida, votada al ausente que la puso (es decir, algo ascomo que Galatea qued dispuesta a ofrecerse al ausente y desconocido Acis). Encualquier caso, la muestra de cortesa (indicio no pequeo: ntense el cultismo y laltotes) mengu la alteracin y aument las cavilaciones de la ninfa.

    XXX.Galatea se pregunta a quin puede deberse la ofrenda, y cree que no cabe atribuirla al

    cclope ni a ninguno de los seres lascivos que pueblan la isla: stiros, silvanos (asllamados por ser, precisamente, moradores de las selvas, que era perfrasisfrecuente) u otros seres dados a la lujuria; Plinio da abundante informacin sobretodos ellos, y suelen mencionarse juntos en la poesa latina y vulgar: comprese sloGarcilaso, gloga II, 1156-1157 (verdes faunos, / stiros y silvanos; y la elega I,169-171, hablando de Sicilia: moradores / de la parte repuesta y escondida). Laepmone de la negacin da al pensamiento de la ninfa un admirablenfasis (Cuesta). Viene ahora una de las ms graves dificultades del Polifemo: cuyarienda/ el sueo aflija que afloj el deseo. Pellicer rechaz la lectura aflijaporqueno hace sentido alguno y, coincidiendo con un pequeo grupo de manuscritos, leyafloja, pero conviene precisar que esta ltima variante no es, como suele decirse,

    propia de la versin primitiva: en unos cuantos manuscritos de la primera redaccinaparece la lectio difficilior aflija, que al menos tiene la ventaja de aadir un juego depalabras, idneo para un verso bimembre con quiasmo. Aparte las razones textuales oestilsticas, creo que hay otra de tipo gramatical: en la reflexin de Galatea-o, por

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    qu no?, del narrador-es preferible el subjuntivo. Sin embargo, aunquemultipliquemos los argumentos para defender la lectura de Chacn, el problema esten averiguar qu sentido tiene aqu el cultismo afligir, pues no hay una sola de lasacepciones del affligerelatino que satisfaga plenamente (Alonso). No hay duda deque la rienda, implemento de las dos frases que siguen, es la de los instintos de esehipottico stiro y de ese otro feo morador de las selvas, y tambin parece bastanteprobable que el sueoque ha podido afligiresa rienda, ya aflojada por el deseo, seael de la propia ninfa (vanse las octavas xxiii y xxviii), y no, como crey Salcedo, elde las criaturas lascivas. En cuanto a lo dems, suele interpretarse que aflijatiene unvalor intensificativo con respecto a afloj y que, por tanto, podra valer 'destruya,rompa', forzando un poco los sentidos ms aptos del latn ('derribar, abatir, daar'); loexplica muy bien Alonso: El deseo, en los seres lascivos, hace que estn flojas lasriendas de la concupiscencia; pero, adems, el sueo de la mujer, el estar la mujerdormida, indefensa, puede hacer caer del todo las riendas, puede eliminar o destruirtoda rienda o contencin de los malos apetitos. No obstante, tambin es posiblepensar, sin desatender la gramtica, que los dos verbos tienen sentidos contrarios yque Galatea, en la bsqueda de una explicacin para el indicio de cortesa, creeimposible atribuir la ofrenda a un stiro a quien su sueo haya afligido ('apretado,

    tensado, atirantado...': sujetado, entiende Salcedo) la rienda de los instintos,aflojada previamente por el deseo; es decir, ... ni a otro feo morador de las selvas, aquien el sueo de Galatea, esto es, el respeto que se deba a una mujer dormida,enfrenase el apetito que incit el amor (Salcedo, como lectura alternativa). Tngaseen cuenta que Gngora ya usa el verbo afligir en uno de sus primeros romances, ycon sentido muy similar: Descanse entre tanto el arco / de la cuerda que loaflige (OC, nm. 47, 9-10). La segunda semiestrofa narra la decisin de Cupido (elnio dios ... de la venda) de dar por terminado el desdn de Galatea. Vilanova sealaacertadamente que Gngora se inspir en la escena del Orlando furioso en que laarrogante Anglica se enamora de Medoro (XIX, 19). Siguiendo la costumbre oceremonia antigua de colgar en los rboles, como trofeo y ostentacin (cultismo

    frecuente: lo usa Juregui en el Antdoto), los despojos de los vencidos (vase sloVirgilio, Eneida, XI, 5-8), Cupido quiere que el desdn de Galatea cuelgue del rbolconsagrado a su madre Venus, el mirto (vase los vv. 211 y 242). Advirtase quevuelven a aparecer dos tpicos recursos gongorinos: un verso bimembre con quiasmo(v. 238) y otra construccin ser + a ('... que el desdn sea [sirva de] trofeo alrbol ...'), usada tambin en el pareado que cierra la octava siguiente.

    XXXI.El mirtotena, como propio de Venus, la virtud de conciliar amor (Pellicer; vanselos vv. 211 y 239). El sujeto de la primera oracin es el nio dios de la octava

    precedente: Cupido deposit en el pecho de Galatea, como si ste fuese un carcajouna aljaba(pero de cristal: v. 192), una de sus flechas de oro, que heran de amor (adiferencia de las de plomo, que provocaban el odio o el desdn de quien las reciba:lo explica Ovidio en las Metamorfosis, I, 461-471, y hay menciones infinitas en lapoesa posterior). La frmulaA, si no Bdel v. 243 no esconde un pleonasmo, comocrey Salcedo (esta figura es viciosa), sino que supone una diferencia entre carcajy aljaba: el primero es una caja no de flechas, sino de virotes, y su forma es amanera de una caja de cuchillos y culgase pendiente al hombro; pero la aljabaescaja de flechas y su forma es como vaina de cuchillos de monte y culgase atravesadapor las espaldas (Daz de Rivas; segn Pellicer, el carcaj era ms propio de lasninfas y la aljaba, por ser mayor, de los cazadores). Por otra parte, contina el

    parecido con el Orlando de Ariosto (XIX, 19 y 28). Despus del flechazo, Galateamira los regalos con ms atencin (ntese el matiz afectivo de cuidado, como en v.113). Tambin el endecaslabo bimembre que abre la segunda semiestrofa (v. 245)contiene una ponderacin no meramente formal, pues es sabido que las fieras se

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    forman por gusto de naturaleza, y los monstruos por error suyo (Pellicer, queenristra veinte columnas de erudicin a propsito del cultismo monstro); entre losprotagonistas de la poesa buclica era bastante frecuente llamar fieras a susdesdeosas amadas, como en el caso del Albanio garcilasiano (gloga II, 563), cuyaqueja hizo fortuna en la lrica espaola: Oh fiera, dije, ms que tigre hircana!. Esoriginal hallazgo llamar alcaide ('guardin', confuso por la vegetacin) al soto queesconde a Acis de la vista de Galatea. Comprese Soledades, II, 450-451: el cabelloen estambre azul cogido, / celoso alcaide de sus trenzas de oro. No creo que hayaaqu ninguna reminiscencia, propuesta por Vilanova, de unos versos de El pastor deFlidade Glvez de Montalvo: de mis entraas quiero trasladaros, / donde os pintel Amor, con tanta gana, / que, por no ser a su primor ingrato, / se qued p