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    STA COMUNISTA DE ANLISIS, DEBATES Y DOCUMENTOS

    ISSN 1853-368X

    Coyuntura electoral ycontraofensiva imperialistaPatricio Echegaray

    Amrica Latina y la poltica deEstados Unidos: Guerra preventivasin fronteras y Terrorismode estado mundial

    Stella Calloni

    Neoliberalismo-Postneoliberalismo: Ladisputa estratgica contempornea

    Emir Sader

    Ironas de la crisis: De Bengazi aFukushima. Despolarizacin, fin

    del crecimiento global, rebelionesperifricas, crisis ideolgicas

    Jorge Beinstein

    Las perdurables enseanzasde la Comuna de Pars

    Atilio A. Boron

    Centenario de Hctor P. AgostiEl nuevo despertar de los pueblos rabes, la agresin aibia y la tragedia japonesa a la luz de la crisis capitalistaorge Alberto KreynessEl necesario debate sobre el modelo productivoon inclusin social

    Marcelo F. RodrguezEl cuerpo es el lugar donde uno se siente existiendoolana LpezLas revueltas juveniles en frica del Norte y el finel encanto neoliberal en Amrica Latina

    lejandro ForniEl desarrollo capitalista agrario en la Argentina hoyos Luis LivoltiEcologa de los mrgenes y el arquitectoduardo Rosenzvaig

    Entrevista a Fanny Edelman ysu paso por la FDIM

    ABRIL DE 2011

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    REVISTA COMUNISTA DE ANLISIS,

    DEBATES Y DOCUMENTOS

    Director:

    Patricio Echegaray

    Colaboran

    en este nmero:

    Stella Calloni

    Emir Sader

    Jorge A. KreynessAlejandro Forni

    Jorge Beinstein

    Rafael Paz

    Alexia Massholder

    Atilio A. Boron

    Marcelo F. Rodrguez

    Solana Lpez

    Jos Luis Livolti

    Eduardo Rosenzvaig

    Diagramacin:

    Patricia Chapitel

    La revistaCuadernos Marxistases una publicacin trimestral

    de anlisis, debates ydocumentos de la editorial

    Cuadernos Marxistas,con domicilio en la

    Av. Entre Ros 1039de la Ciudad Autnoma

    de Buenos Aires,Repblica Argentina

    4304-0066/[email protected]

    Registro de la propiedad intelectual

    en trmite

    sumario

    ABRIL DE 2011

    ISSN 1853-368X

    -EDITORIAL--EDITORIAL--EDITORIAL--EDITORIAL--EDITORIAL-Coyuntura electoral y contraofensiva imperialistaporPatricio Echegaray.............................................................................................3

    -P-P-P-P-PANORAMA INTERNACIONAL-ANORAMA INTERNACIONAL-ANORAMA INTERNACIONAL-ANORAMA INTERNACIONAL-ANORAMA INTERNACIONAL-

    Amrica Latina y la poltica de Estados Unidos: Guerra preventivasin fronteras y Terrorismo de estado mundialporStella Calloni........................................................................................................11

    Neoliberalismo-Postneoliberalismo: La disputa estratgica contemporneaporEmir Sader..........................................................................................................18

    El nuevo despertar de los pueblos rabes, la agresin a Libia y la tragediajaponesa a la luz de la crisis capitalistaporJorge Alberto Kreyness....................................................................................21

    Un fenmeno recorre el mundo: Las revueltas juveniles en frica del Norte yel fin del encanto neoliberal en Amrica Latina

    porAlejandro Forni.................................................................................................24

    Ironas de la crisis: De Bengazi a Fukushima. Despolarizacin, fin delcrecimiento global, rebeliones perifricas, crisis ideolgicasporJorge Beinstein.................................................................................................26

    -ENTREVIST-ENTREVIST-ENTREVIST-ENTREVIST-ENTREVISTA-A-A-A-A-Fanny Edelman y su paso por la Federacin Democrtica Internacionalde MujeresporCuadernosMarxistas.......................................................................................33

    -QUE SE ABRAN CIEN FL-QUE SE ABRAN CIEN FL-QUE SE ABRAN CIEN FL-QUE SE ABRAN CIEN FL-QUE SE ABRAN CIEN FLORES-ORES-ORES-ORES-ORES-

    Evocacin de Hctor P. AgostiporRafael Paz..........................................................................................................41

    El rol de los intelectuales y la lucha cultural: La experienciade la revista ExpresinporAlexia Massholder...........................................................................................46

    Las perdurables enseanzas de la Comuna de ParsporAtilio A. Boron........................................................................................................51

    -ANUNCIOS-ANUNCIOS-ANUNCIOS-ANUNCIOS-ANUNCIOS y DOCUMENTOS-y DOCUMENTOS-y DOCUMENTOS-y DOCUMENTOS-y DOCUMENTOS-Discurso del presidente de Cuba, Raul Castro, en

    la Asamblea Nacional.................................................................................................57Conclusiones del encuentro Haciendo Paz en Colombia...............................67

    -DEBA-DEBA-DEBA-DEBA-DEBATES-TES-TES-TES-TES-A partir de las Propuestas Polticas del Partido Comunista: El necesariodebate sobre el modelo productivo con inclusin socialporMarcelo F. Rodrguez.............................................................................................69

    El cuerpo es el lugar donde uno se siente existiendoporSolana Lpez.....................................................................................................73

    El desarrollo capitalista agrario en la Argentina hoyporJos Luis Livolti...............................................................................................76

    Ecologa de los mrgenes y el arquitectoporEduardo Rosenzvaig........................................................................................84

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    por Patricio Echegaray*

    *Secretario General del PartidoComunista de la Argentina

    En el contexto de la crisis mundial que, lejos de morigerarse comoinsisten en anunciar algunos gures del capital, avanza indefecti-blemente haciendo sentir sus consecuencias mucho ms all delcampo estrictamente econmico, Argentina enfrenta un ao electoral cuyodesarrollo tie el conjunto de las acciones polticas.

    Los efectos de la crisis capitalista continan manifestndose cotidiana-mente. En los pases centrales del sistema no alcanzan los planes de salva-

    taje llevados adelante por los Estados para asistir al sistema financiero, losplanes de ajuste se multiplican, se extienden a la periferia y las protestas yrebeliones populares cada vez se hacen ms frecuentes.

    Frente a esto, los EEUU intentan suplir la merma de su hegemonaeconmica recurriendo a su podero militar como vemos actualmente conel ataque lanzado sobre Libia, accin que merece nuestra ms enrgicacondena.

    Queda claro que el aval otorgado por la ONU a estas acciones, demues-tra que dicha organizacin ha quedado reducida a la tarea de garante de losintereses de las grandes potencias occidentales, otorgndoles el marcolegal que justifique su injerencia sobre los asuntos internos de cualquier

    pas cuyo gobierno les resulte molesto, en este caso Libia, con el nicoobjetivo de controlar sus recursos naturales y restaurar su erosionadahegemona en esa regin.

    La lgica militarista contina siendo la hoja de ruta privilegiada a la queapela un imperio que no logra superar el empantanamiento en el que haquedado atrapado en Afganistn e Irak.

    Las rebeliones que estallaron en el norte de frica, deben ser analizadas,ms all de sus particularidades, dentro del contexto de la crisis mundial yconstituyen nuevos desafos para la mellada hegemona estadounidense ypara la estabilidad de un capitalismo depredador, que cada vez se enfrentacon mayor claridad a sus propios lmites.1

    En este contexto ser fundamental que logremos ampliar los horizontesen que generalmente se libran los debates electorales e intervenir en elmismo buscando debatir temas de fondo para el presente y el futuro, tantode nuestro pas como de la regin.

    Tomar debida nota de la importancia que ha tenido la gira realizada porObama por algunos pases de Amrica Latina y la estrategia que devela supropuesta de alianza igualitaria, profundizar los debates sobre qu pro-yecto de pas y de integracin regional deben impulsar los sectores popu-lares y una correcta caracterizacin de las fuerzas en pugna, que nos per-mita llevar adelante una poltica de alianzas basada en la amplitud y laautonoma, ser fundamental en esta etapa.

    Coyuntura electoral y contraofensiva imperialista

    1 Ver artculo de Jorge Beinstein.

    nota editorialnota editorialnota editorialnota editorialnota editorial

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    El peligro de la alianza igualitaria.

    Que el presidente de los EEUU, Barak Obama haya decidido seguiradelante con su gira latinoamericana, en momentos que se estaban ultiman-do los detalles del bombardeo sobre Libia, haca sospechar que los moti-

    vos del viaje guardaban una importancia significativa para el visitante.Estos motivos y el porqu del itinerario elegido quedaron develados conlas propuestas realizadas por Obama en Chile, ante la servil anuencia delpresidente Sebastin Piera.

    Haciendo gala de su memoria selectiva, el presidente de los EEUU, nosolo no hizo mencin a la responsabilidad de su pas en el derrocamientode Salvador Allende, sino que realiz una revalorizacin, a 50 aos de sucreacin, de la nefasta Alianza para el Progreso, iniciativa que tuvo, entresus principales objetivos, el de enfrentar al comunismo.

    As propuso llevar adelante una nueva Alianza igualitaria para las Am-ricas, que no busca otra cosa que reinstalar los objetivos de su predecesora

    y detener los procesos de creciente autonoma que se vienen dando enbuena parte de la regin.Obama dej en claro la importancia que Amrica Latina tiene para los

    Estados Unidos y contrapuso, a los procesos en marcha, su visin nove-dosa de la integracin para Amrica Latina, por supuesto, bajo su dominio.

    Con esta nueva alianza igualitaria Obama, pretende confrontar con elALBA y seducir a los pases an no incorporados a ese espacio comoArgentina, Uruguay, Paraguay y Brasil. Esto es parte de la contraofensivadiseada por EEUU para recuperar influencia sobre una regin que, en losltimos tiempos, ha dado claras muestras de estar trazando su propio camino.

    Es as que Amrica Latina ya no puede ser vista tan sencillamente por el

    imperio, en el marco de la crisis capitalista, como su patio trasero y debeser considerada como un territorio hostil y problemtico para el dominiode los EEUU, al cual debe prestarle una especial atencin. Se entiende asque a sus posiciones militares en la regin con la instalacin de bases y a lareactivacin de la IV Flota, busquen sumarle una accin poltica de inje-rencia en los procesos de integracin.2

    Frente a esta contraofensiva imperialista, cobra ms importancia la nece-sidad de profundizar los procesos de integracin en marcha como el ALBAy la UNASUR.

    Es fundamental volver sobre los discursos del Cheen la reunin delConsejo Interamericano Econmico y Social (CIES) de la OEA en 1961,

    en Uruguay, que siguen teniendo una vigencia determinante para quienes,a los largo de nuestra Amrica, impulsamos los procesos que nos lleven alograr una segunda y definitiva independencia.

    Sin dejar dudas sobre sus intenciones, Obama se esmer en promoverun ataque salvaje contra Cuba, respaldando a las Damas de blanco y lla-mando a la independencia de la isla, eufemismo que solo puede serentendido como un abierto llamado al derrocamiento de la revolucin.

    A 50 aos de la Alianza para el Progreso, los objetivos de la mismabuscan ser reinstalados por el imperio, apenas disimulados bajo el maqui-llaje de la alianza igualitaria. Esto representa un peligro para los proce-sos latinoamericanos, pero no podemos perder de vista que esta estrategia

    se da en el marco de la crisis capitalista mundial, que afecta a los pasescentrales y particularmente a los EEUU.

    2 Ver artculo de Stella Calloni.

    Haciendo gala de sumemoria selectiva, el presidentede los EEUU, no solo nohizo mencin a laresponsabilidad de su pasen el derrocamiento de

    Salvador Allende, sino querealiz una revalorizacin, a50 aos de su creacin, de lanefasta Alianza para elProgreso, iniciativa que tuvo,entre sus principales objetivos,el de enfrentar al comunismo.

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    Esta crisis, lejos de los anlisis interesados que le auguraban una cortaduracin continua vigente y generando nuevos acontecimientos.

    Hemos visto en los ltimos meses la intensidad que alcanzaron las rebe-liones en el norte de frica3 las cuales pueden ser consideradas como unasegunda ola de las rebeliones antineoliberales iniciadas en Amrica Latina

    hacia fines de los 90.Tambin debemos considerar los vnculos que tiene la tragedia japonesacon la crisis, ya que deja de manifiesto uno de los mltiples factores de lamisma, el problema energtico.

    La profundidad de la crisis capitalista no debe ser subestimada. Se tratade una crisis que enfrenta a los pases centrales con un panorama deestancamiento y recesin, llegando a cuestionar su hegemona cultural y sulegitimidad como sistema social.

    Esta crisis mltiple del capitalismo comienza a manifestarse cada vezcon ms claridad en la periferia y debemos estar atentos a ello y prepara-dos para enfrentar sus consecuencias.

    Como bien resalt el presidente de Venezuela, Hugo Chvez, en sureciente visita a nuestro pas, en Amrica Latina se viven momentos quepueden calificarse de auspiciosos ya que una serie de pases de la regincontinan transitando el camino de la segunda independencia y esto noscoloca en mejor posicin para enfrentar las avanzadas del imperio.

    En este sentido se enmarcan, por ejemplo, el triunfo de Dilma Rousseffen Brasil4, el importantsimo debate que encara el pueblo cubano en el IVCongreso del Partido Comunista sobre los cambios necesarios a realizar enel modelo econmico para garantizar la continuidad y la vitalidad de larevolucin5 y las liberaciones unilaterales realizadas por las FARC en Co-lombia, con la destacada participacin de la Senadora Piedad Crdoba, con

    quien se realiz, en el mes de febrero una importante reunin del grupoColombianos y Colombianas por la Paz6 en Buenos Aires.Todos estos hechos auspiciosos, se dan en el marco de un importante

    debate sobre los modelos a seguir en los pases de la regin.En estos momentos vemos cristalizadas dos grandes tendencias. Por un

    lado, el cordn del pacifico gobernados por una derecha alineada con elimperio como Santos en Colombia, Alan Garca en Per y Piera en Chile,quien, como decamos, prest gustoso el escenario para que Obama lanza-ra la idea de conformar la Alianza igualitaria.

    Por otro lado, se encuentra el ncleo de pases progresistas cuyos ejem-plos ms avanzados son Venezuela, Bolivia y Ecuador.

    En buena parte de los pases del continente, se han aplicado medidasdestinadas fortalecer la presencia del Estado, a restaar las heridas provo-cadas por el neoliberalismo y se impulsaron medidas anticclicas para con-trarrestar la crisis global.

    Sean estas neokeynesianas, ms o menos progresistas segn los casos, vaquedando claro que las mismas tienen una vida restringida y ms tempranoque tarde demostrarn que resultan limitadas, insuficientes para enfrentarlos desafos de la etapa.

    Esto quiere decir que las polticas aplicadas, salvo en pocos casos, nohan superado los lmites de los sistemas heredados de la etapa de hegemo-na neoliberal.

    3 Ver artculo de Jorge Kreyness.4 Ver artculo de Emir Sader.5 Ver discurso de Ral Castro.6 Ver Documento de Colombianos y Colombianas por la Paz.

    Como bien resalt elpresidente de Venezuela,Hugo Chvez, en su recientevisita a nuestro pas, en

    Amrica Latina se vivenmomentos que pueden

    calificarse de auspiciososya que una serie de pasesde la regin continantransitando el camino de lasegunda independencia y estonos coloca en mejor posicin

    para enfrentar las avanzadasdel imperio.

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    En general, los procesos en marcha en Amrica Latina, y Argentina no esla excepcin, han encarnado un progresismo neokeynesiano que apareceinsuficiente en una etapa en que se agudiza la necesidad de radicalizarestos procesos.

    Los progresismos latinoamericanos tendrn que optar en poco tiempo

    entre el camino de las grandes reformas sociales, que ampliaran la posibi-lidad de enfrentar el debate entre capitalismo y poscapitalismo, o la va dela involucin elitista y reaccionaria empujados por las presiones de lasderechas, de los sectores centristas con discurso socialdemcrata, de laspotencias imperialistas y por sus propias limitaciones ideolgicas.

    Los trminos del debate.

    En este contexto convulsionado de crisis mundial capitalista y disputasen nuestro continente por los caminos a seguir, Argentina encara un aoelectoral donde se estarn en juego la defensa y profundizacin de lo

    avanzado y las verdaderas posibilidades de impulsar una radicalizacin delos cambios o la reinstauracin de visiones neoliberales que buscan hacer-nos retrotraer a lo vivido en los noventa.

    El debate sobre el modelo que debe ser impulsado en nuestro pascontinua determinado por la disyuntiva entre radicalizacin de los proce-sos de cambio o restauracin neoliberal.

    Si bien el modelo al que el gobierno hace referencia constante, no esdesarrollado en ningn documento especfico, existen un conjunto de defi-niciones explcitas desde el discurso de asuncin de Nstor Kirchner en 2003,para que lo definan como un modelo productivo con inclusin social.

    En virtud del mismo, se han tomado una serie de medidas como la Asig-

    nacin por Hijo, la reestatizacin del sistema previsional y una serie deaumentos salariales y de las jubilaciones que han logrado iniciar un caminode recuperacin en algunos ndices sociales como desocupacin y pobre-za, en relacin con los provocados por la crisis del 2001.

    Los efectos de estas medidas deben ser valorados sin perder de vista que,ante la an insuficiente redistribucin de la riqueza, amplios bolsones depobreza e indigencia subsisten en el pas, frente a las extraordinarias ganan-cias obtenidas por los grupos econmicos, como admite el mismo gobierno.

    Una significativa importancia tienen tambin las decisiones tomadas en elterreno de los Derechos Humanos como la caducidad de las leyes dePunto Final y Obediencia Debida y medidas antidiscriminatorias como la

    Ley de Matrimonio Igualitario y la Ley de Medios Audiovisuales. A partirde esto, el gobierno logr recuperar la iniciativa poltica lo que se mani-fiesta al ver, al inicio del ao electoral, como el debate oficialismo/oposi-cin entro en una nueva etapa y tiene nuevas exigencias.

    Sobre todo desde los festejos del Bicentenario, el gobierno lanz unafuerte ofensiva por comenzar a construir una hegemona cultural que desustento a su relato de ser la opcin nacional y popular llamada a coman-dar la etapa posneoliberal. Y esta batalla cultural el gobierno la libra, por lomenos, en dos frentes. Por un lado en el seno de la sociedad, que tienecomo mojones significativos las medidas redistributivas tomadas, la polti-ca de derechos humanos, los festejos del Bicentenario, la apuesta a la

    integracin regional, el cambio de humor social que significo la muerte deNstor Kirchner y no puede dejar de evaluarse la proverbial incapacidadde la oposicin para encarnar una alternativa al menos presentable.

    La situacin del disgregado espacio oposicin merece un prrafo aparte.

    Los progresismoslatinoamericanos tendrnque optar en poco tiempoentre el camino delas grandes reformas sociales,que ampliaran la posibilidad

    de enfrentar el debate entrecapitalismo y poscapitalismo,o la va de la involucin elitista

    y reaccionaria empujados porlas presiones de las derechas,de los sectores centristas condiscurso socialdemcrata, de las

    potencias imperialistasy por sus propias limitaciones

    ideolgicas.

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    Es evidente que los resultados de las elecciones en Catamarca, Chubut ySalta, ms las encuestas conocidas sobre la potencialidad del voto a Cristi-na Fernndez en la Ciudad de Buenos Aires, han profundizado la disper-sin y el caos reinante en la oposicin, evidenciado en el rigor y la agresi-

    vidad con que los comunicadores del establecimiento braman cotidiana-

    mente contra la ineptitud de sus polticos.Los contratiempos que enfrentan no son pequeos, la oposicin sufre elfracaso cultural e intelectual de la teora inspiradora de su tctica, es decir,el llamado fin de ciclo. No solo no hubo fin de ciclo, sino que el gobier-no pudo recuperarse de sus peores momentos, ganar impulso y hasta abrirun nuevo ciclo que obliga a la oposicin a revisar sus pasos.

    Hoy se encuentran obligados a revisar su consignismo simplificador ba-sado en los pilares de la inseguridad y la inflacin, ya que las nuevascondiciones del debate social, producto del fracaso rotundo del neolibera-lismo y la constatacin de sus terribles consecuencias sociales, han genera-do grandes resistencias a su programa de restauracin neoliberal.

    Sera un error, sin embargo, interpretar este panorama como tranquiliza-dor para el gobierno, ya que el articulador, en ltima instancia, de la dere-cha opositora es el imperio del norte y eso no da espacio para la comodi-dad y el descuido.

    El peronismo progresista.

    No menos importante en este panorama, es la lucha por la hegemona alinterior del PJ entre los sectores tradicionales y conservadores del mismoy el kirchnerismo, que busca encarnar lo que podemos denominar unasuerte de peronismo progresista .

    Es en ese contexto que debemos ubicar al kirchnerismo. Sus xitos in-ciales se debieron ms al fracaso de los otros (radicales, derecha pero-nista, conservadores en general) que a mritos propios. Tambin los favo-reci la impotencia de la izquierda en su conjunto para armar rpido alcalor de las turbulencias de 2001-2002 una estrategia de poder.

    En ese sentido el kirchnerismo tiene dos padres: el fracaso del neolibe-ralismo y la impotencia de la izquierda, el primero porque estaba agotado yel segundo porque no supo como acompaar el desborde social ofrecien-do una alternativa poltica.

    Lo cierto es que de las llamas del 2001-2002 no surgi ni una dictaduraneofascista (probablemente con rostro civil) ni una revolucin de iz-

    quierda sino algo inesperado, algo que no figuraba en ningn manual: elperonismo progresista.

    El carcter multifactico del peronismo, su increble capacidad de adap-tacin ha sido y es, objeto de diversos anlisis que atraviesan la vida polti-ca argentina. Resulta imposible concebir a uno u otro peronismo comoalgo absolutamente nuevo, sin lazos con el peronismo original y con losotros peronismos.

    El primer peronismo o peronismo original, era industrialista, nacio-nal ms que nacionalista, tena rasgos autoritarios y populistas, era pro-fundamente burgus pero abrumadoramente plebeyo, era estatista, antico-munista lo que no le impeda cobijar a marxistas como Cooke. El peronis-

    mo neoliberal de los aos 90 apareca como la anttesis de su antecesor, sinembargo, Menem era un viejo peronista, un peronista de toda la vida y elgrueso de la dirigencia y los cuadros medios peronistas (polticos y sindi-cales) lo acompa durante un buen trecho, sobre todo en pleno auge de

    El carcter multifacticodel peronismo, su increblecapacidad de adaptacinha sido y es, objeto de diversosanlisis que atraviesan la vida

    poltica argentina.Resulta

    imposible concebir a uno u otroperonismo como algoabsolutamente nuevo, sin lazoscon el peronismo original

    y con los otros peronismos.

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    las privatizaciones. La poca de oro de Menem, su primera presidencia, seinstal en medio de un clima de prosperidad evidentemente falso, confuerte apoyo meditico.

    Si el peronismo neoliberal aparece como la negacin del peronismo-de-Pernaunque tiene muchos vnculos con l, el peronismo progresista apa-

    rece como la negacin de su antecesor neoliberal, sin embargo, buenaparte de sus dirigentes ms importantes, pasaron por la escuela del mene-mismo o fueron su creacin como es el caso de Daniel Scioli. Cabe aclarar,que si bien este peronismo progresista aparece como la negacin del peronis-mo neoliberal, no es asimilable, ms all de los intentos realizados porpropios y extraos, con el peronismo revolucionario de los 70.

    Aquel peronismo reivindicaba la patria socialista y estaba fuertementeradicalizado, el peronismo progresista actual, se ubica claramente en elmarco del capitalismo y propone hacerlo ms distributivo, ms humano.

    En una aproximacin al tema, que deberemos seguir desarrollando, esnecesario tomar en consideracin entre otros asuntos:

    - El peronismo de Pern, el primer peronismo de la tercera posicin,puede ser entendido como una buena adaptacin-burguesa-perifrica almundo bipolar de la primera etapa de la Guerra Fra. Pern fue un moder-nizador de la Argentina: sindicalizacin masiva, amortiguada por el auge dela prosperidad capitalista local, voto femenino, industrialismo, etc.

    - El peronismo de Menem, peronismo neoliberal pro-norteamericanoaparece como una excelente adaptacin oportunista al mundo unipolar dela primera post-guerra-fra. En ese sentido Menem fue tambin un mo-dernizador, un comprador del ltimo grito de la moda global.

    - El peronismo progresista de los Kirchner aparece como una muy bue-na adaptacin al mundo de la segunda post-guerra-fra o de la post unipo-

    laridad, de la emergencia de los neokeynesianismos latinoamericanos que,como es lgico, termina por entrar en contradiccin cada vez ms agudacon los restos del neoliberalismo. Tambin constituye una adaptacin a loscambios culturales internos democratizantes que comenzaron a emergerdesde 2001-2002.

    Un sello distintivo de estos tres peronismos es la imagen de prosperidad,real en el primero, meditico-ilusoria en el segundo y relativamente real en eltercero cuando la comparamos con el pasado reciente, que lograron irradiar.

    En la batalla por la hegemona al interior del PJ que est librando elperonismo progresista, que se reflejo en los ltimos tiempos en el debatesobre las listas de apoyo a la candidatura de Cristina Fernndez como la de

    Nuevo Encuentro en la Provincia de Buenos Aires y en el acto organizadoen el estadio de Huracn por organizaciones sociales y juveniles, se ve quejuegan un importante papel estos sectores progresistas, que se mueven enlos mrgenes del aparato tradicional sin dejar de mantener importantes

    vasos comunicantes con el mismo.Dentro de estos sectores se pueden identificar dos tendencias, los que

    buscan el atajo institucional para ocupar lugares de poder en la estructuradel Estado y desde all hacer pesar su influencia y los sectores que apues-tan a una construccin con base territorial para constituir un espacio socialy poltico.

    La construccin de alternativa.

    Entendemos que resulta importante para quienes proponemos la cons-truccin de una alternativa poltica autnoma, establecer canales de dilo-

    En la batalla porla hegemona al interior del PJque est librando el peronismo

    progresista, que se reflej enlos ltimos tiempos en eldebate sobre las listas de apoyo

    a la candidatura de CristinaFernndez como la de Nuevo

    Encuentro en la Provincia deBuenos Aires y en el actoorganizado en el estadio deHuracn por organizacionessociales y juveniles, se ve que

    juegan un importante papelestos sectores progresistas, que

    se mueven en los mrgenes delaparato tradicional sin dejar demantener importantes vasoscomunicantes con el mismo.

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    go con estos sectores que apuestan a la construccin poltico-social.La confluencia con los mismos ser de vital importancia en este contexto

    de contraofensiva imperialista, ante estos intentos de recomponer por par-te de los EEUU y sus aliados su mellada hegemona.

    Desde la intervencin militar, hasta el intento de reconfigurar los proce-

    sos de integracin regional bajo su hegemona, el imperio no escatimararecursos para lograr sus objetivos.Es por esto que debemos intervenir con toda decisin y propuestas

    concretas en el debate sobre qu proyecto de pas, sobre qu modelo deintegracin regional debemos impulsar.

    La disyuntiva entre radicalizacin de los cambios o restauracin conser-vadora continua siendo el eje articulador de este debate sobre qu proyec-to de pas deben impulsar los sectores populares.

    Es sobre este punto de la necesaria radicalizacin como camino a seguiren el combate contra la restauracin neoliberal en donde acentuamos nues-tras crticas y marcamos las limitaciones del modelo.

    Existe un gran espacio para avanzar en el camino de las reformas keyne-sianas y redistributivas, muchas de las cuales ya fueron implementadas en laprimera poca del peronismo. Medidas tales como la implementacin de la

    Junta nacional de Granos y de Carnes7, polticas de nacionalizaciones que elgobierno apenas ha encarado, enrgicas medidas contra la depredacin y elsaqueo de nuestros recursos naturales y por la preservacin del medio am-biente profundamente afectado por explotaciones como las de la minera.

    Resulta necesario encarar un verdadero plan de reconstruccin ferrovia-ria en sentido integrador y social, lejos de las jugadas mediticas como fuela del proyecto del tren bala, concretar amplios planes de vivienda al al-cance de los sectores populares y sin lugar a dudas, una profunda reforma

    del injusto y regresivo sistema tributario vigente.Estas medidas y otras, que presentamos en 2010 en el Hotel Castelar 8,son reformas importantes que tendran el merito de evidenciar rpidamen-te los lmites del capitalismo, acentuados por su crisis actual, para impulsarmedidas reformistas profundas como pudo hacerlo en la posguerra mun-dial, resaltando la necesidad de emprender cambios estructurales de sistema.

    En la discusin sobre el proyecto nacional, el debate sobre reforma orevolucin debe ocupar un papel central.

    Desde el Partido Comunista nos proponemos intervenir con toda inten-sidad en este debate. Para esto, el fortalecimiento de nuestra organizacin yde la herramienta poltica que estamos construyendo en el Nuevo En-

    cuentro, resulta fundamental en la etapa que afrontamos.Los espacios para el debate ideolgico y programtico se ven revitaliza-

    dos en el marco de la crisis capitalista mundial y de los procesos de trans-formacin que se dan en nuestro continente.

    La discusin sobre la profundidad que deben tener las reformas encara-das, lleva implcita la necesidad de afrontar la concepcin de un mundoposcapitalista desde la perspectiva de una construccin socialista.

    La consolidacin de un poder popular capaz de sustentar, defender yradicalizar los procesos de emancipacin frente a los ataques de un impe-rialismo en crisis es la tarea que debemos afrontar.

    Solo as podremos avanzar decididamente en el camino de la segunda y

    definitiva independencia de nuestra Amrica. En la construccin del so-cialismo.

    7 Ver artculo de Jos Luis Livolti.8Ver artculo de Marcelo F. Rodrguez.

    La disyuntiva entreradicalizacin de los cambioso restauracin conservadoracontinua siendo el ejearticulador de este debatesobre qu proyecto de pas deben

    impulsar los sectores populares.

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    La dinmica de expansin delimperio ha sido tan brutal enlos ltimos aos, que ha per-mitido la dispersin de la informa-cin necesaria para que el mundopueda evaluar en su intensidad lossignificados, causas y consecuencias

    y trazar estrategias para adelantarsea los acontecimientos preanunciadoso para convertirse en una murallaactiva contra esto.

    El avance es total en los organis-

    mos internacionales como hemos vis-to con la Resolucin del Consejo deSeguridad de la ONU, que el 17 demarzo pasado -por mayora de votosde los grandes pases del mundo yColombia y la abstencin de cincoentre ellos China, Rusia y Brasil -

    autoriz una intervencin militar deEstados Unidos y sus aliados a Li-bia, bajo el pretexto de una supuestaexclusin de vuelos del gobierno li-bio, para supuestamente cuidar a losrebeldes que estaban en retiradaen Benghazi, situada nada menos queen la franja petrolera.

    Slo horas tardaron entre el anun-cio de la Resolucin y el brutal bom-bardeo que comenz Francia y si-

    gui Gran Bretaa, a cuyos gobier-nos Estados Unidos cedi el pri-mer ataque, para -como en la omertde las mafias- asegurar su participa-cin. Pero es en manos de Washing-ton que quedar el petrleo libio siinvaden ese pas, como sucede enIrak. Europa tendr que ir a pedir derodillas el petrleo que comprabadirectamente a los pases rabes. Perolos pueblos europeos nada saben de

    esto ni del futuro que les espera.Baste mencionar-aunque parezcan

    lejanos- los tiempos en que el quin-to presidente de Estados Unidos, Ja-mes Monroe, lanz en 1823 la lla-mada Doctrina Monroe que estable-ca que Amrica era para los Ameri-canos (entendindose para los Esta-dos Unidos), lo que dej bajo tutelaa los pases de Amrica Latina y elCaribe.

    El prrafo 48 de esa Doctrina de-ca que EE.UU. estaba obligado aconsiderar todo intento de una na-cin para extender su sistema polti-

    co a cualquier pas de este hemisfe-rio como peligroso para nuestra pazy seguridad.

    Un siglo despus, sera ratificadapor el presidente Theodore Roose-

    velt cuando la revitaliz en 1904 aa-diendo el Corolario que lleva su

    nombre de acuerdo al cul EE.UU.estaba facultado para intervenir en losasuntos internos de Amrica Latina.

    Desde entonces y hasta ahora,todos los presidentes estadouniden-ses han dado continuidad a esas doc-trinas fundacionales del imperio, in-sertadas en nuevas Doctrinas Hemis-fricas,

    De alguna manera, la declaracinde la Guerra preventiva, infinita y

    sin fronteras de George W. Bush, queprevalece hasta hoy desde septiem-bre del 2001, no es sino una Doctri-na Monroe, un destino Manifiesto,un Corolario Roosevelt, mantenidoscomo poltica de Estado a travs delos tiempos, pero cada vez ms abar-cadores y sin el equilibrio que signi-ficaba la existencia de la URSS, quese derrumb en los 90 no sin ayudaimperial,

    La experiencia adquirida por la CIAen la Guerra fra contra la URSS,los elementos de la contrainsurgen-cia manipuladora y desinformativa ysus diversos frentes encubiertos, sig-nificaron un temible aprendizaje, queenriquecido con los esquemas deGuerras de Baja, Mediana y Alta in-tensidad, se aplican en estos momen-tos en el mundo y especialmente ennuestra regin.

    Esto se produce ante la nueva rea-lidad que muestra una Amrica Lati-na donde la resistencia imper a lolargo de todo el siglo XX en un

    Amrica Latina y la poltica de Estados Unidos:Guerra preventiva sin fronteras

    y Terrorismo de estado mundialpor Stella Calloni*

    *Escritora, periodista

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    verdadero proceso descolonizador,logrando conformar una unidad re-gional para resistir los embates deun imperio en decadencia.

    Es ante esta situacin, que los ex-pertos de Washignton comenzaron apreveer en los aos 90 los conflic-tos que podran amenazar su se-guridad en la regin. Se tom en-tonces la decisin de reciclar el es-quema contrainsurgente de la Gue-rra de Baja Intensidad (GBI) de losaos 60 en una nueva contrainsur-gencia no slo aplicada a lo militarsino a lo poltico, econmico, cultu-

    ral, educacional y esencialmente in-formativo, para lo cul, en el procesoglobalizador de los aos 90, se apro-piaron de la mayora de los mediosmasivos de comunicacin en el mun-do, transformndolos en grupos me-diticos que les permiten aplicar in-formacin contrainsurgente y terro-rismo informativo a nivel mundial.

    De la doctrina Monroe

    en America Latinaa la rendicin europea.Para entender mejor los tiempos

    que vivimos es muy importante ana-lizar cmo esos mismos enunciadosde la Doctrina Monroe figuran en elencabezamiento de los Documentosde la poltica Exterior de EstadosUnidos redactados por el Grupo deSanta Fe, que une a la flor y nata del

    conservadurismo ms fundamenta-lista. Lo vemos en el 1, 2, 3 y espe-cialmente en el Cuatro, que plantealos proyectos hacia nuestro conti-nente para los aos dos mil, a lo quese agregan los nuevos trazados has-ta 2015 y ms.

    Pero tambin entender cmo estopudo ser aplicado a Europa en mo-mentos en que haban consolidadola Unidad Europea. Si miramos los

    acontecimientos que se suceden enlos pases europeos en los ltimostiempos, impensables hace menos deuna dcada, podemos entender las

    advertencias que en su momento hi-cieran algunos analistas.

    A principios de 2004 el analistaestadounidense Paul Harris (Sobera-

    na, Info. 2004) estableca: El ver-dadero objetivo de la guerra de Es-tados Unidos contra Irak es la com-petencia de ese pas contra el EURO,hay muchas razones para la obsesinde George Bush

    Harris ya haba mencionado quela accin contra Irak, era en realidadcontra Europa. Siempre que unanacin decide ir a la guerra se hacenplanes sobre quin ganar y quin

    perder; nadie va a la guerra espe-rando perder, pero no siempre elblanco obvio de la agresin es el

    verdadero motivo de la guerra. Aveces no se trata de lo que esperasganar de una guerra sino, ms bien,de lo que otro pierde; y no tiene porqu ser tu enemigo declarado quiencargar con las prdidas. En estecaso, la vctima esperada por Bushes la economa europea, la cual es

    robusta y probablemente se haga msfuerte en el futuro cercano. La en-trada de Gran Bretaa en la UninEuropea es inevitable; Escandinaviase unir ms temprano que tarde. Ya,incluso en esos pases, habr dieznuevas naciones miembros en Mayode 2004, lo cual inflar el PIB de laUnin Europea a cerca de $9.6 tri-llones, con 450 millones de perso-nas, en contraste con $10.5 trillones

    y 280 millones de personas en losEE.UU. Esto representa un bloqueformidable de competencia para losEE.UU., pero la situacin es muchoms compleja de lo que revelan es-tos nmeros y mucho de ello de-pende del futuro de Irak, sealabaHarris entonces.

    Recordaba que si bien el controldel petrleo estaba detrs de la gue-rra contra Irak, el impulso real no

    eran las enormes reservas sin explo-tar en ese pas, ni tanto el deseo deEE.UU. de poner sus sucias manossobre ese petrleo, sino ms bien por

    las sucias manos que los norteameri-canos quieren mantener alejadas de l.

    Tampoco haban precipitado es-tas acciones los sospechosos atenta-

    dos que derrumbaron o implosiona-ron a las Torres Gemelas el 11 deseptiembre de 2001, ni que Washing-ton considerara que Saddam Huss-heim era un monstruo, sino que loque precipit esto es que el 6 deNoviembre de 2000 Irak decidi cam-biar al euro la moneda con la cualhaca sus transacciones petroleras.Esta declaracin poltica se hizo, yla depreciacin constante del dlar

    contra el euro desde entonces, sig-nific que Irak obtuviera buenasganancias al cambiar sus reservas ysu divisa para hacer transacciones.

    En esos momentos el euro habaganado cerca del 17 por ciento so-bre el dlar, lo que tambin se debeaplicar a los diez billones que estnen el fondo de reserva de las Na-ciones Unidas petrleo por comi-da de Irak.

    La pregunta que surgi y que sehizo George Bush, es: Qu pasa-ra si la OPEP, de repente, se cam-bia al euro? Si la OPEP siguiera elejemplo de Irak y empezara a nego-ciar petrleo en euros sucedera unaexplosin econmica y las nacionesconsumidoras de petrleo tendranque hacer salir sus dlares de las re-servas de sus bancos centrales y re-emplazarlos por euros. El valor del

    dlar se vendra abajo y las conse-cuencias seran las que podran es-perarse de cualquier colapso de di-

    visa e inflacin masiva. Los fondosextranjeros podran salir atropellada-mente del mercado de valores nor-teamericano y habra una huida delos bancos de los activos en dlarescomo la de 1930; el dficit presu-puestario se incumplira y as suce-sivamente. En suma, la debacle

    afectara a Japn, lo que a su vezarrastrara ms duramente a EstadosUnidos.

    Tambin el objetivo de la guerra

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    de Bush fue amenazar con tomar ac-ciones significativas contra cualquierade los productores de petrleo quepudieran cambiarse al euro. Era el

    euro y por supuesto Europa el obje-tivo. USA no va a cruzarse de bra-zos tranquilamente y dejar a esosadvenedizos europeos tomar las rien-das de su destino y mucho menosde las finanzas del mundo concluaHarris, quien hizo un estudio deta-llado de cmo se haba impuesto eldlar desde el final de la SegundaGuerra Mundial y como la fuerzadel dlar desde 1945 residi en ser

    la divisa internacional para las tran-sacciones petroleras globales (es de-cir, petro- dlar).

    La invasin en Irak encerr detrseste otro golpe encubierto para im-pedir el rotundo fortalecimiento deEuropa y tambin la idea de debili-tar organismos desafiantes en manosnuevas, como sucede con la OPEPy los esfuerzos del presidente vene-zolano Hugo Chvez para indepen-

    dizar la poltica petrolera..Las amenazas deguerra nuclear.

    Estas perspectivas trazadas en sumomento eran parte de la serie deanlisis imprescindibles. Registremoslo que est sucediendo en estos tiem-pos, cuando el comandante FidelCastro Ruz en Cuba, mediante sus

    reflexiones que publican diversosmedios del mundo, se instala comoel analista acucioso que va advir-tiendo documentadamente los reaco-modamientos del imperio y los peli-gros que nos amenazan, incluyendola posibilidad de una guerra nuclear.

    Baste con estudiar el estratgicodespliegue militar de EE.UU. y susocio Israel rodeando a Irn, y lamilitarizacin que avanza a nivel

    mundial para entender el peligrosomomento que vive la humanidad.

    Israel es un aliado especial, cuyosintereses se han transformado en un

    motor del accionar estadounidense,hasta el punto de que viejos funcio-narios del establishment imperial sehan preocupado y advierten que cada

    vez ms Washington est quedandoen situacin de dependencia con res-pecto al enorme poder econmico is-rael, diversificado asombrosamente.

    El papel de su inteligencia, elMosad, es cada vez mayor en el mun-do y en Amrica Latina. A diferencia

    de la CIA que est colocada en lapicota por su sucesin de crmenesy golpes en todo el mundo, el Mo-sad acta en las sombras pero tieneojos y odos en todas partes, ya quecuentan con la fidelidad de vastos sec-tores de las comunidades judas, in-mersas en el conjunto de los pases.

    De la misma manera utilizando elholocausto judo durante el nazis-mo, la ultra derecha israel ha con-

    vertido en doctrina el chantaje in-ternacional, acusando de antisemi-tismo a todo aquel que critique suspolticas.

    Mucho se ha hablado desde 2001hasta ahora sobre el accionar de Es-tados Unidos en el mundo, pero locierto es que nada ha cambiado ensus decisiones de instalar un esque-ma de terrorismo de Estado a nivelmundial. La guerra preventiva, sin

    lmites de tiempo y sin fronteras vamucho ms all de lo militar y, comoseala Fidel Castro, se ha entrado enuna cuenta regresiva que plantea una

    agresin nuclear que es la mayor ame-naza terrorista contra la humanidad.

    Un estado terrorista mundial.Debiramos tomar conciencia de

    que gran parte del mundo consideraque Washington es un rgimen te-rrorista. En los ltimos aos Esta-dos Unidos ha emprendido o res-paldado acciones en Colombia, Ni-

    caragua, Panam, Sudn y Turqua,por slo nombrar unas pocas, quecaen bajo las definiciones oficialesde terrorismo de Estados Unidos,es decir, cuando los estadouniden-ses aplican ese trmino a sus enemi-gos, sealaba Noam Chomsky enun reportaje donde analizaba la con-tinuidad de la Guerra Fra.

    Tambin citaba que en 1999 SamuelHuntington escribi en Foreign

    Affairs: mientras Estados Unidosdenuncia regularmente a varios pa-ses como estados canallas, desde elpunto de vista de numerosos pasesse est convirtiendo en la superpo-tencia canalla (...) la mayor amenazaexterior a sus sociedades.

    Adverta Chomsky, que la recetapara una guerra sin fin presenta unpeligro mucho mayor para los esta-dounidenses que el que causan los

    que son considerados como enemi-gos. Si insistimos en crear ms pan-tanos habr ms mosquitos, con unahorrenda capacidad de destruccin.

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    Por estos tiempos, el tema de laprivatizacin de las guerra con laexistencia de ejrcitos de mercena-rios, bajo la direccin de empresas

    estadounidenses, israeles o de otrospases, actuando en las naciones in-vadidas como Afganistn e Irak, perotambin en Amrica Latina, como loscasos de Colombia o lo que se estdenunciando despus del golpe enHonduras, nos coloca ante otra nue-

    va realidad de ese conjunto pocasveces estudiado a fondo.

    La presencia de los grupos terro-ristas cubanos de Miami, reciclados

    para caminar nuevas rutas de terrorcomo lo denunci recientementeCuba, con testimonios y documen-tacin fundamental, nos muestracomo la CIA reactiv a estos men-sajeros del horror. Venezuela, Hon-duras, toda Centroamrica y la re-gin en su conjunto, estn en gravepeligro frente a esta movilizacin demercenarios que no vacilan ante nada,como lo han demostrado a lo largo

    del siglo XX.En el enfrentamiento de los Es-

    tados Iluminados, como se conside-ran Estados Unidos y sus asociados,contra los estados delincuentes oCanallas, como somos todos noso-tros, se advierte una renovada ver-sin de los ejes del mal de la amorali-dad fundamentalista norteamericana.

    Esto hace que los conceptos desoberana y de derecho internacio-

    nal se apliquen de acuerdo a las ne-cesidades y disposiciones de losEstados iluminados, por lo cul laactuacin de terroristas y mercena-rios juntos a los golpistas del 28 dejunio de 2009 en Honduras, puedeser considerado como un acto a fa-

    vor de la reconstitucin de la demo-cracia en ese pas y no la aplicacindel ms brutal terrorismo mundial.

    Nada cambi desde la Guerra Fra,

    porque los intereses siguen siendolos mismos.El Muro de Berln cayen noviembre de 1989. Qu pas?Un mes despus, Estados Unidos

    invadi Panam, secuestr alpresidente y coloc un gobierno t-tere. Muchos pensaron, que despusde la Guerra Fra Estados Unidos

    podra finalmente ocuparse de losderechos humanos y de la democra-cia, pero lo primero que hicimos fuedisminuir la ayuda que brindamos alos pases latinoamericanos. Enton-ces el mensaje fue que ahora el mun-do en desarrollo ya no importa. Bushpadre recurri en su momento a lasNaciones Unidas para que le dieranluz verde a la guerra del Golfo. Des-de que fueron creadas, despus de

    la Segunda Guerra Mundial, las Na-ciones Unidas fueron una agenciams de Estados Unidos. Cuando co-menz la descolonizacin, empeza-ron a ser ms representativas, y en-tonces Estados Unidos comenz aoponerse prcticamente a todo lo quese propona en su seno. EstadosUnidos tiene el rcord de vetos enel Consejo de Seguridad, y cuandola Unesco adopt posiciones dema-

    siado tercermundistas, se retir deesa organizacin. Estados Unidoshaba comenzado a destruir a laONU al oponerse a pagar lo quedebe. Lo que ocurre es que no quie-re ceder su soberana a una organi-zacin que no controla de modo ab-soluto ha sealado Chomsky en unaexcelente explicacin de los nuevostiempos.

    Tambin ha mencionado todo lo

    actuado contra organismos similares,cuando estos contravienen sus ne-cesidades, recordando que cuandola Unin Europea acus a EE.UU.de violar las reglas de la OMC conel embargo contra Cuba, la Casa Blan-ca dijo que esa era una excepcinpor razones de seguridad nacional,como si la sobrevivencia nacional deEE.UU. dependiera de que los ni-os cubanos se mueran de hambre o

    de que en los hospitales de La Ha-bana no haya medicinas para curar alos enfermos.

    Durante aos, los ataques contra

    Cuba fueron justificados con el pre-texto de la Guerra Fra. Cuba era eltentculo del imperio del mal, queamenazaba con estrangularnos-dice

    Chomsky- Eso fue siempre una es-tupidez. La decisin de derrocar algobierno cubano fue tomada secre-tamente en marzo de 1960, y enton-ces todava no se haba consolidadouna relacin muy significativa entreMosc y La Habana. Cuando la Gue-rra Fra termin, los ataques en con-tra de Cuba se endurecieron. Recien-temente desclasificaron papeles querevelan por qu el presidente John

    Kennedy quera derrocar a FidelCastro. Segn el historiador ArthurSchlesinger, exista el temor de quelas ideas de Castro se expandieranpor Amrica Latina, donde la rique-za estaba muy concentrada y los po-bres podran verse estimulados porel ejemplo de la revolucin cubana,teman que los pobres comenzasena pedir oportunidades para vivir de-centemente. Bueno, sa era la ame-

    naza concluye Chomsky.

    El avance imperial.

    Los cruentos y sospechados aten-tados contra las Torres Gemelas deNueva York y otros del 11 de sep-tiembre del 2001, sirvieron esencial-mente al gobierno de George

    W.Bush para avanzar en su proyectomundial de dominacin, y Amrica

    Latina -su patio trasero y reservaestratgica- result una de las mayo-res vctimas de esta situacin.

    La guerra infinita y permanentecontra el terrorismo, que impuso

    Washington al mundo, favoreci laindustria blica como desde hacetiempo no suceda, reinstal pbli-camente el esquema de la guerrafra, que en realidad siempre estu-

    vo en su agenda y alent el llamado

    mercado de la seguridad nacional.En otros aspectos arras con los

    derechos humanos de los pueblos,las leyes internacionales vigentes y

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    las soberanas en el marco real deuna dictadura mundial y globalizada.

    El periodista estadunidense AndyRobinson analiz en su momento que

    para algunas empresas, el nubarrnmortfero de acero, cristal, hormigny combustible que cay sobre Man-hattan Sur (el 11 de septiembre), ibacargado tambin de oro, y puso comoejemplo las ganancias de Raytheon,fabricante de tecnologa militar, entreotros, en cifras que abruman.

    Robinson record que mientrasel resto de la bolsa agonizaba, la ac-cin de Raytheon se dispar un 80%

    entre septiembre del 2001 y agostodel 2002, impulsada por el avancede la nueva legislacin de Home-land Security (seguridad nacional) porla Cmara de Representantes. Tam-

    bin fueron altamente beneficiadosla nueva economa de software y te-lecomunicaciones y otros vastossectores.

    Las ganancias de los amigos delpoder en EE.UU. resultaron las msgrandes de la historia. Pero la crisisque lleg a ese pas hizo tambalearal mundo y se qued. Quin ganacon las guerras? No los pueblos,obviamente, ni la libertad, ni la de-mocracia, ni los derechos esencia-les, ni los estados iluminados.

    Para los analistas era previsible queese enorme presupuesto como el

    que utiliza el nuevo Departamentode Seguridad Nacional iba a generarnegocios de dudosa legitimidad,sobre todo para empresas dispues-tas a canalizar dinero hacia los gran-des partidos polticos y sus repre-sentantes en el Congreso.

    Adems, no slo servira para ca-nalizar dineros hacia adentro sinopara enviarlas al exterior, donde me-diante sus Fundaciones como la Na-

    tional Endowment Foundation, msconocida en nuestra Amrica comola Fundacin para la democracia, ola vieja Agencia Internacional parael Desarrollo, ms conocida comoUSAID, ahora, o instituciones comoel Instituto Republicano (IRI) y otrossimilares, se utilizan para los planescontrainsurgentes, desestabilizacinde gobiernos, golpes suaves o du-ros. La red de Organizaciones No

    Gubernamentales (ONG) que inva-den Amrica Latina es la ms grandeen la historia del mundo.

    Los golpes contra el presidente deVenezuela Hugo Chvez en abril de2002 y de Evo Morales en Boliviaen septiembre de 2008, en amboscasos fracasados por distintas cir-cunstancias, el de Honduras el 28 dejunio de 2009, que instal su propiogobierno no reconocido por varios

    pases de Amrica Latina, y el golpecontra el presidente de Ecuador,Rafael Correa, en septiembre de 2010,que tambin naufrag, estn mostran-

    do de qu se trata la Guerra de BajaIntensidad del Imperio. Y el uso delnarcotrfico como argumentos deintervencionismo, cuyos fondos

    multimillonarios van a las arcas delpoder imperial, est dejando milesde muertos en el continente.

    Desde que Washington entr enMxico de la mano del presidenteFelipe Caldern e impuso el PlanMrida (2006), ahora convertido enuna iniciativa superadora, un calcodel Plan Colombia, casi 40 mil mexi-canos han sido asesinados, se milita-riz al pas, la deuda mexicana en la

    compra de armas a Washington haaumentado tan extraordinariamenteque terminar hundiendo la econo-ma de ese pas. Con las armas en-traron los asesores, La CIA y la DEAmanejan la supuesta guerra con elnarcotrfico, el que ellos controlanen todo el mundo. Las masacres es-tn destinadas a colombianizarMxico para ocupar ese pas comolo hacen con su aumentada presen-

    cia militar en Colombia.Qu pas como Colombia con sie-te bases y otras estructuras militaresde Estados Unidos en su territoriopuede considerarse independiente?.La tragedia del pueblo colombianoes un espejo donde el mundo debemirarse. La poltica de Estados Uni-dos en ese pas ha dejado la ciframs alta de vctimas en toda Amri-ca Latina durante el siglo XX. Los

    documentos entregados a organiza-ciones internacionales humanitariasdeterminan que existen 250 mil des-aparecidos bajo distintos gobiernos,que son una mscara democrticapara esconder el terrorismo de Es-tado vigente en la prctica desde losaos 1948, cuando la CIA asesin allder Jorge Elicer Gaitn.

    Los planes geoestratgicos de re-colonizacin regional como el Plan

    Colombia, el Plan Puebla Panam, oel Mesoamericano o el Plan Mrida,son instrumentos criminales de laapropiacin de pases.

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    Controlar Mxico era clave paraEstados Unidos en sus secuenciasde extenderse y expandir su controlen nuestro continente.

    Si algo demuestra que en Mxicose asesina para que Washington avan-ce en su presencia militar en esepas, es la cifra de miles de desapa-recidos que han comenzado a de-nunciar los organismos de derechoshumanos. Y algo ms Por qu y paraqu mataran los narcotraficantes enmasacres brutales a decenas de mi-grantes, que intentan llegar a Esta-dos Unidos? A quin le sirve el te-

    rror, sino a los ejrcitos que estnparados del otro lado de la fronteramexicana esperando que su vecinoles pida ayuda para instalar bases ytropas, en lo que sera el ms gran-des avance hacia su proyecto de con-trolar desde el Ro Bravo hasta Tie-rra del Fuego?

    El mayor laboratorio de drogas quese encontr en funciones en Amri-ca Latina fue el de Huanchaca, en

    Bolivia en 1986. Lo controlaba la CIAy la DEA estadounidense para en-viar drogas a Centroamrica y de alla Estados Unidos en el marco delIran-Contra, donde como todos sa-ben, Washington cambiaba drogas porarmas para la guerra ilegal contra Ni-caragua sandinista en los aos 80.

    Desde que la DEA fue expulsadade Bolivia por el presidente EvoMorales en 2009, la situacin mejo-

    r ostensiblemente en ese pas.Pero tambin este perodo da

    cuenta de que los pueblos de la re-gin, que instalaron presidentes de-safiantes del imperio de una u otraforma, han producido heroicas ac-ciones masivas que impidieron quese burlara su voluntad en las urnas.

    Esto hace posible que la invasinsilenciosa de esas agencias de la CIAen toda Amrica, los millones de

    dlares invertidos para derrocar go-biernos, se estrellan contra otrasmurallas.

    Tampoco han podido destruir la

    integracin regional, ni pudieron ins-talar para el rea el proyecto recolo-nizador ms acabado del Imperio, elLibre Comercio de las Amricas

    (ALCA), ante el no rotundo de lasnaciones del MERCOSUR; y que-dar para la historia el discurso delex presidente argentino Nstor Kir-chner en la Cumbre de las Amricasen Mar del Plata en noviembre de2005, cuando dijo NO ante el pro-pio ex presidente Bush.

    Prcticamente Amrica Latina, conla Unin de Naciones Suramerica-nas (UNASUR), se ha dinamizado

    y ha puesto en evidencia el tristepapel de la OEA, impotente frentea las nuevas situaciones regionales.

    Son pasos gigantes, aunque faltamucho en ese camino, pero esto au-menta la capacidad de resistencia ytambin los peligros del interven-cionismo a los que la nueva polticalatinoamericana obliga a desenmasca-rarse cada vez ms.

    Militarizacin.

    A su vez, la expansin de bases yestructuras militares y de inteligen-cia en todo el continente, dispersan-do el vetusto Comando Sur de la exZona del canal de Panam, con sedeahora en La Florida, significa el msacabado proyecto de expansin con-tinental despus de lo actuado porel imperio naciente a fines del Siglo

    XIX y principios del XX. Pero aho-ra no pueden actuar encubiertamen-te. Firman tratados y acuerdos parabases militares con gobiernos queterminan siendo despreciados por lospueblos.

    El siglo XXI encuentra a AmricaLatina en la disyuntiva de elegir en-tre aceptar un nuevo proyecto derecolonizacin o lograr su indepen-dencia definitiva. Ante los avances

    continentales con gobiernos que de-safan, en mayor o menor grado, losdesignios imperiales, la situacin noscoloca en un perodo similar al que

    sucedi al final de la guerra y la de-rrota de Estados Unidos en Vietnam.

    Lo sucedido en Afganistn e Irak,donde a pesar del genocidio cometi-

    do la resistencia no termina, da cuen-ta de que Washington volver sobrelo que considera su patio trasero,como est previsto en los diseosde sus documentos de SeguridadHemisfrica. Pero nada ser lo mis-mo. Su propia y monumental crisisse los est advirtiendo.

    Aunque consolida cada vez mssu presencia militar en el Caribe ase-gurando otra vez el Canal de Pana-

    m y el paso del Ocano Atlnticoal Pacfico, rodeando a Venezuelacon bases militares distribuidas endiferentes pases, reactivando la IVFlota, extendiendo los alcances y tra-bajos de la OTAN en el marco deuna de las mayores crisis que el sis-tema capitalista ha tenido, tambin seenfrenta a la consolidacin de go-biernos populares y democrticos enLatinoamrica.

    Sus advertencias son evidentes,como el golpe de estado en Hondu-ras en junio de 2009, el virtual apo-deramiento del territorio haitiano conel envo de barcos, tropas y equi-pos a Hait, despus del trgico te-rremoto que sacudi a ese pas de-jando 200 mil muertos. Esto demues-tra su ansiedad por reocupar lo queconsidera su patio trasero.

    La intervencin directa de tropas

    estadounidenses en Costa Rica parasupuestamente combatir el narcotrfi-co no puede disimular la realidad. Den-tro de sus propias fronteras, las autori-dades estadounidenses slo confiscanel uno por ciento de la droga que en-tra, y el resto pasa para alimentar lamayor demanda del mundo, ya queEstados Unidos es el mayor consu-midor como lo sealan diversos estu-dios, entre ellos los de la Organiza-

    cin Mundial de la Salud (OMS).Slo en cocana, los estadouniden-

    ses consumen ms de un tercio dela produccin mundial, y la comer-

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    cializacin de drogas beneficia a Es-tados Unidos en ms de cien mil mi-llones de dlares al ao, no importaque el costo de esta poltica derive

    en la muerte de ms de 25 mil per-sonas por ao por consumo de dro-gas en ese pas. Otros miles quedandiscapacitados.

    En realidad, su avance en CostaRica apunta a fortalecer su controlde una zona estratgica y ayuda adesestabilizar a Nicaragua, pas que

    desafa a Washington dentro de laAlianza Bolivariana de los Pueblos

    (ALBA), y tambin extiende el ani-

    llo de control que est establecien-do con sus bases en todas las costaspanameas.

    Las contradicciones delpoder imperial y la guerrasicolgica.

    El imperio estadouniden-se, en decadencia, avanza yconsolida su intervencin,

    pero en la realidad no pue-de ocupar militarmente todaAmrica Latina y el Cari-be con sus dos millo-nes de efectivos. La re-gin tiene milln y me-dio. Y para eso deberamovilizar un nmero equi-

    valente, descuidando teatrosde operaciones vitales o reclutn-dolos. Ambas operaciones son logs-

    tica y econmicamente inviables.Tambin plantearan inmanejablesproblemas de control social y con-trainsurgencia, como seala el es-critor venezolano Luis Britto Gar-ca.

    Y aade que el Imperio mantienesu hegemona mediante la presinsobre los gobiernos cmplices, lapenetracin cultural que la presentacomo deseable, y las bases que faci-

    litan la intervencin militar. Perotambin esto genera una contradic-cin tras otra. Mantener seis mil ba-ses en su territorio y 872 en el ex-

    tranjero, que alojan 253.288 solda-dos, un nmero equivalente de fa-miliares y personal de apoyo y 44.446extranjeros contratados, es un gasto

    casi imposible de sostener en estascircunstancias. Adems de 44.870cuarteles, hospitales, depsitos yotras estructuras de su propiedad, y4.844 en arrendamiento.

    Esta es una realidad que insumeun gasto que es inimaginable. No hanpodido avanzar en algunos casos, yel cierre de la Base de Manta en

    Ecuador los oblig a desenmasca-rar la importancia de su presenciacon siete bases ahora declaradas enColombia.

    El mayor logro es haber avanzadoen tropas y bases, instalando gobier-nos afines con sus metodologas,contrainsurgentes como en Panamy Costa Rica, mantener tropas es-peciales que vagan por Per, Para-guay y Centroamrica y redisean elresto de bases instaladas en la re-gin.

    En el esquema de guerra sicol-gica se ubica en las ltimas dca-

    das lo que fue el apoderamiento demedios masivos de comunicacin,de tal manera, que prcticamente aesta altura del siglo XXI les ha per-mitido el manejo universal de la in-formacin.

    Pero esto -como estamos viendoen Amrica latina- no les asegura elcontrol absoluto de los pueblos,

    mentes y corazones. Cuando pa-rece que han avanzado, se pro-

    ducen las sorpresas y las suce-sivas elecciones de Chvez enVenezuela o de Evo en Boli-via, que significan una derrota

    muy evidente del imperiomeditico. Y tambin en

    Brasil, Ecuador, Argetina y Uru-guay le est sucediendo lo mismo.En la historia de la humanidad nun-

    ca tuvo tan alto registro la desinfor-macin y la manipulacin, lo cual sig-

    nifica que por esa va llega el pri-mer golpe de efecto que traer de-trs tanques del pensamiento y tan-ques y misiles reales y los de pro-pulsin nuclear. Pero tampoco nun-ca hubo tan alto registro de resis-tencias populares en tantos y tandiversos pases. Ahora el Imperioest comindose sus propias entra-as. El espectculo europeo, con lasrebeliones mltiples que estamos

    viendo, auguran un futuro compli-cado, donde ni siquiera la sobreex-tensin militar les asegura un buenfinal de siglo. Todo lo contrario.

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    1. El fin del gobierno Lula desta-ca tambin el momento propicio parahacer un balance de lo importante ysignificativo del debate llevado acabo en la izquierda brasilera ante lafisonoma inicial que asuma el go-bierno y que llev a rupturas que

    pasaron a configurar el campo de laizquierda desde entonces.Siempre es saludable retornar a un

    debate en que tantos se empearontanto, en que el poder de las pala-bras pareca ser desorbitado y se de-claraban impunememnte cosas deenorme gravedad. La posibilidad de

    volver al debate a la luz de la reali-dad concreta introduce elementos de

    valoracin incuestionables, ms all

    de la reiteracin o no de lo que sedeca en el momento, tantas vecesdisputando con la realidad concreta.

    La sorprendente evolucin del go-bierno Lula, de alguna forma, des-minti a todos. La izquierda consi-deraba que sin ruptura clara con elmodelo neoliberal no se superara larecesin y no habra distribucin dela renta. Y que el gobierno Lula man-tena elementos esenciales de la po-

    ltica econmica de FHC, que la pre-sencia de Palocci y de Meirellesconstituan expresiones polticas enpuestos claves del gobierno.

    Los sectores ms radicalizados dela izquierda consideraban que eso,sumado a la reforma de la previsinsocial -como signos fundamentales,-hacan que el gobierno Lula fueraun gobierno perdido para la izquier-da, que haba traicionado a la iz-

    quierda, que haba capitulado ante la

    derecha, que haba que romper conel y combatirlo frontalmente, por-que se constituira en la mejor mo-dalidad de neoliberalismo, porquemantendra el modelo, con una se-duccin popular, que engaara a lasclases dominadas.

    Los sectores de izquierda que op-taron por quedarse en el PT incor-poraban algunas crticas, -especial-mente a la poltica econmica y a lareforma de la previsin social-, perotomaban en cuenta los avances -como en el caso de la poltica inter-nacional, que haba inviabilizado al

    Alca, y las polticas sociales, que pre-tendan terminar con el hambre-, paraconsiderar que esos aspectos con-

    tradictorios hacan como que fueraun gobierno en disputa -confor-me a la terminologa de aquel mo-mento. Tomaron al gobierno Lula consus contradicciones realmente exis-tentes y como campo de disputa he-gemnica y contribuyeron, as, al cam-bio de la fisonoma del gobierno.

    Las dos posiciones tenan sus l-gicas. La primera, ms radical, apos-taba a la traicin, que implicaba

    que el gobierno Lula sera cada vezpeor, cada vez ms asimilable al deFHC, visin apoyada en la trayec-toria de la social democracia en mu-chos pases. La ruptura permitiraconstruir una alternativa, que rei-

    vindicara las posiciones originalesdel PT contra aquellas asumidas porel gobierno Lula. Asumise inclusola formulacin de que solo se sal-dra del neoliberalismo con una rup-

    tura radical con el capitalismo y laconstruccin del socialismo, comosi las condiciones estuvieran dadaspara esa va.

    La posicin de los sectores quequedaron en el PT, se empe en lalucha poltica e ideolgica, que fa-

    vorecera que el gobierno alterara surumbo. Se trataba de ejercer presinen el marco de las contradiccionesreconocidas.

    La trayectoria del gobierno acabdando la razn a esta segunda posi-cin contra la ms radical. El gobier-no Lula mejor, consigui superarla recesin heredada, desarroll po-lticas de distribucin de la renta que,por primera vez, alteraron -y de for-ma significativa- la desigualdad so-cial en Brasil; se consolid y se ex-tendi una poltica externa soberanae independiente, que contribuy a

    un mundo multipolar; el Estado re-cuper su poder de promover el cre-cimiento de la economa y de garan-tizar los derechos de la masa de lapoblacin. Especialmente a partir de2005 -en el momento en que secto-res se salan del PT, considerndolotraidor- el gobierno Lula transithacia una nueva fase, que desembo-c 5 aos despues, en el apoyo del87% y el rechazo del 4%, inditos

    en la vida poltica brasilera, en me-dio de una brutal oposicin de laderecha. Se consolid la polarizacinen el campo poltico entre el gobier-no, en el polo de izquierda, y la de-recha, descolocando a las otras fuer-zas, inclusive las ms radicales.

    El vaciamiento de la votacin delos partidos y del apoyo social delos que asumieran la posicin deruptura, en contraposicin y equi-

    distancia entre el gobierno Lula y laoposicin de derecha que asumie-ron, confirman el distanciamiento deesas posiciones en relacin a todos

    Neoliberalismo-Postneoliberalismo:La disputa estratgica contempornea

    por Emir Sader*

    *Socilogo

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    los sectores del movimiento popu-lar brasilero. No consiguieron acu-mular fuerzas y quedaron reducidosa no ms que un micro agrupamien-

    to ideolgico en el campo de la iz-quierda. Perdieron el debate no soloa nivel ideolgico y poltico, sinotambien de masas.

    2. Sin reconstruir el marco gene-ral en que finalmente se dio la vic-toria de Lula, apelo a la significativa

    frase de Perry Anderson, vlida parael periodo en general, pero se apli-ca, de modo especfico, tambien aBrasil: Y cuando la izquierda final-mente lleg al gobierno, haba per-dido la batalla de las ideas. Lo que

    significa, en nuestro caso, que cuan-do Lula finalmente triunf, ya se ha-ba impuesto la hegemona neolibe-ral -a lo largo de toda la dcada del

    90, tanto en Brasil, como en Amri-ca latina y a nivel global-, con todassus implicancias.

    La victoria de Lula en 2002 se da

    en ese marco. No en 1989 o en 1994,sino despues de la dcada neolibe-ral en Brasil y de la generalizacinde la hegemona neoliberal en elmundo y, de forma concentrada, en

    Amrica Latina. Lula gana con unacorrelacin de fuerzas internacional

    e interna diferente de aquella de1989: el consenso neoliberal se ha-ba impuesto en Brasil, con la incor-poracin del tema de la estabilidadmonetaria.

    Lula triunf porque sum, a su

    caudal histrico de votos -poco msdel 30%- aquellos votos conquista-dos con la Carta a los brasileros ycon el Lulinha, paz y amor, que

    permitieron conquistar la hegemo-na -incorporando especialmente asectores de clase media- que, consu programa histrico, el PT y la

    izquierda no disponan. Haba unacrisis fiscal del estado, real, que elbloque de derecha busc resolvercon los ajustes fiscales tradiciona-les, que permitiran el control de lainflacin, pero hundieron a la eco-noma en una recesin profunda y

    prolongada -parte de la herenciamaldita que Lula recibi. Crisis fis-cal que la izquierda no consegua re-conocer y, por lo tanto, no lograbadar respuestas.

    El gobierno Lula intensific aun

    ms el ajuste -al que Lula atribuy,al final de su mandato, las condicio-nes para ejecutar las polticas socia-les de sus antecesores durante su

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    gobierno- y gener, as, una crisisen la izquierda, que se haba opues-to, a lo largo de la dcada anteriorcompleta, a esos mtodos para en-

    frentar la crisis. Ponase entonces encuestin la naturaleza del gobiernoLula. Continuismo del gobierno deFHC- y, como corolario, capitula-cin, traicin - o gobierno en dis-puta, contradictorio.

    Sin una estrategia predeterminada,Lula busc avanzar por las lneas demenor resistencia. Centr su gobier-no en dos ejes fundamentales, quelo diferenciaran de los gobiernos

    neoliberales y, al mismo tiempo, loaproximaran a los nuevos gobiernoslatinoamericanos. Son dos ejes querepresentan los eslabones ms frgi-les del neoliberalismo: la prioridadde las polticas sociales en lugar dela del ajuste fiscal, y la prioridad delos procesos de integracin regionaly no de los Tratados de Libre Co-mercio con los EE.UU.

    sas son las dos peculiaridades

    comunes a los gobiernos latinoame-ricanos que podemos caracterizarcomo posneoliberales: los de Vene-zuela, de Brasil, de Argentina, deUruguay, de Bolivia, de Ecuador, queen su conjunto cambiaron la fisono-ma del continente y se constituyenen el nico ncleo regional de resis-tencia al neoliberalismo en el mun-do. No por casualidad son gobier-nos que tienen gran apoyo popular

    interno, que consiguieron reelegirsey/o elegir a sus sucesores y se apo-yan mutuamente, con la concienciade ser parte del mismo movimientohistrico y poltico. Y que son losobjetivos fundamentales de los ata-ques de la derecha, con quien pola-rizan el campo poltico en todos lospases mencionados.

    El escenario brasileo y latinoame-ricano al final de la dcada y del go-

    bierno de Lula es otro y es a partirde l que la izquierda tiene que pro-mover un intenso y amplio debatesobre las perspectivas futuras y los

    obstculos en el camino de la supe-racin del neoliberalismo.

    3. El marco de apreciacin de aqueldebate, sobre la naturaleza de los

    nuevos gobiernos latinoamericanos yde las condiciones de lucha contem-porneas tiene que estar inserto enla totalidad del periodo histrico ac-tual, que proporciona el marco ge-neral de la lucha y el sentido de cadauno de sus participantes.

    Cualquier juicio aislado -de algu-no o algunos de los aspectos de ungobierno, sin articularlo con la tota-lidad de su poltica y su insercin en

    el marco de las luchas fundamenta-les del periodo- corre el grave ries-go de absolutizar algun elemento detotalidad, asumiendo posiciones ul-tra izquierdistas y aislndose de larealidad concreta.

    Sin entrar en el anlisis general delperiodo en este texto -me remito aquel hecho en el libro El nuevotopo -Los caminos de la izquierdalatinoamericana (Boitempo, 2009)-, es

    necesario por lo menos consignarque el periodo histrico actual estamarcado por la hegemona neolibe-ral -la forma que asume el capitalis-mo contemporneo- poniendo comoeje del campo poltico el enfrenta-miento entre neoliberalismo y postneoliberalismo. En Amrica latinaese enfrentamiento asume la formacentral de oposicin entre la priori-dad de los Tratados de Libre Co-

    mercio con los Estados Unidos y laprioridad de los procesos de integra-cin regional y de las alianzas conel Sur del mundo; el modelo queprioriza el ajuste fiscal o las polti-cas sociales.

    El gobierno Lula pertenece a unade las vertientes que componen elcampo post neoliberal en Amricalatina, junto con los gobiernos argen-tino y uruguayo. La otra vertiente esta

    compuesta por los gobiernos de Ve-nezuela, de Bolivia y de Ecuador. Laprimera se compone de gobiernosantineoliberales, cuyas polticas bus-

    can la superacin de ese modelo. Laotra, adems de esa relacin preten-de tambin ser anticapitalista.

    Sin esa comprensin -aun afirman-

    do que solo sera posible pasar delneoliberalismo al socialismo- la co-rriente ms radicalizada de la izquier-da brasilea -fenmeno que se repi-te en todos los pases mencionadosms arriba, con los mismos errores yel mismo aislamiento popular- nofue capaz de captar el movimientopoltico concreto que articula el pe-riodo histrico actual en Amrica la-tina y en Brasil, se aisl y fue derro-

    tada polticamente.La vertiente victoriosa tampocodeja de cargar problemas pendientesy complejos para resolver. Antes quenada, el hecho de que el gobiernoLula no removi factores estructu-rales para la superacin del neoli-beralismo -entre ellos el monopo-lio del dinero, a traves de la hege-mona del capital financiero, movi-do por la tasa de intereses ms alta

    del mundo; el monopolio de la tie-rra, a traves del peso determinantede los agronegocios en el campo bra-silero; y el monopolio de la palabray de la imagen, a traves del peso delos medios privados.

    El triunfo poltico del gobiernoLula reubica esos obstculos a en-frentar en una nueva escala, con elgobierno de Dilma. Un gobierno quecontinua estando en disputa -con in-

    tereses internos diversificados- encondiciones ms favorables que hace8 aos. La izquierda dispone de laexperiencia acumulada en Brasil y enlos otros pases de la regin, as comode la derrota de la derecha, para norepetir errores y colocar su creativi-dad al servicio de la superacin de-finitiva del neoliberalismo. Pero lalectura correcta de los debates a lolargo del primer gobierno Lula es la

    condicin indispensable para la com-prensin de la situacin de la izquier-da brasilera hoy y de los desafosque tiene por delante.

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    La crisis mundial del capitalis-

    mo, rasgo determinante de laactual situacin internacional,se vio agravada desde los comien-zos del 2011 por los acontecimien-tos de Medio Oriente y frica delNorte que cuestionaron fuertemen-te las bases polticas de los regme-nes que en esa regin son aliados delas principales potencias europeas, delos EEUU y del Estado de Israel.En Libia se produce la respuesta del

    imperialismo a esas luchas en unacombinacin de golpe de estado yagresin exterior. La tragedia de Ja-pn suma elementos a ese agrava-miento, por el modo como afecta eldesenvolvimiento de ese pas que, apesar del debilitamiento relativo desu peso internacional, sigue siendouno de los motores centrales deldesarrollo capitalista como una delas principales potencias de mundo.

    El nuevo despertar de los pueblosrabes reactiva la presencia de la lu-cha de clases en su dialctica conlos conflictos nacionales y religio-sos que haban dibujado hasta ahoralos contornos de esa parte del mun-do. Las grandes movilizaciones queterminaron derrocando a Mubarak yBen Al se continan ahora en Egip-to y Tnez en cientos de accionespor salarios, condiciones laborales y

    otras demandas, que incluyen refor-mas polticas democratizadoras. Ade-

    ms, las banderas de soberana na-

    cional y la defensa de los recursosnaturales, especialmente el petrleo,se ven fortalecidas con la nuevairrupcin popular.

    Tras la derrota del Imperio Oto-mano, el mundo rabe sufri el co-lonialismo impuesto por Gran Bre-taa, Francia y otras potencias euro-peas que se apropiaron del petrleo,de los puertos y vas navegables yde cuanta riqueza podan expoliar,

    instalando por supuesto a esos efec-tos su poder militar.Terminada la segunda guerra mun-

    dial y creada una correlacin de fuer-zas mundial favorable en el marcode la bipolaridad EEUU-URSS, ad-quiri peso un movimiento de libera-cin nacional que alcanz un poten-cial diverso en cada uno de los terri-torios. Los colonialistas, al no podercontener las embestidas independen-

    tistas generaron, siempre en la diver-sidad de cada pas, formas de apun-talar a sectores nativos de las monar-quas, emiratos, jequiatos, y burgue-sas dependientes segn los casos, conlos que pactaron una independenciaformal que asegurara a las compaasseguir gozando de sus beneficios.

    As como ayer intentaron, y engran medida lograron, construir in-dependencias formales pero no sus-

    tanciales, hoy desarrollan una partede sus estrategias para desviar el ac-

    tual proceso de luchas democrticas,civilizatorias y por demandas socia-les, hacia mecanismos instituciona-les que terminen en aperturas de-mocrticas de fachada, de modo depreservar el statu quo.

    Mientras los cables de los mono-polios comunicacionales informaban

    a mediados de marzo que la UninEuropea estaba debatiendo un pro-yecto de financiamiento de proce-sos de transicin democrtica quereforzaran el parlamentarismo yHillary Clinton emprenda con losmismos objetivos una gira por Egip-to y Tnez - con paso previo porPars para una reunin del G8 -, lasnaves de la OTAN se instalaban enposicin amenazante sobre las cos-

    tas libias.La vocinglera de las potencias ca-

    pitalistas sobre cmo debe ser lainstitucionalidad de Tnez y Egipto,

    El nuevo despertar de lospueblos rabes, la agresin

    a Libia y la tragedia japonesaa la luz de la crisis capitalista

    porJorge Alberto Kreyness*

    *Secretario de Relaciones Internacionales del PCA

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    algo que de inicio slo correspondea sus pueblos, y la supuesta defensahumanitaria de la poblacin libia,esconde en verdad el despliegue de

    una impresionante operacin militarsobre Libia en apoyo de la fraccindisidente de un gobierno como elde Gadafi, del cual las corporacio-nes transnacionales han logrado tan-tas concesiones que ahora se ven enla posibilidad de quitarlo de escenaen un movimiento que pretende asi-milarse mediticamente al de las ma-sas de Egipto y Tnez, pero que enrealidad se parece ms a un golpe de

    estado surgido de una divisin delmovimiento oficial.Es que en Libia, como es sabido,

    el petrleo es mucho, demasiado paraun recurso que est deviniendo es-caso1, pero tambin son muchas lasreservas monetarias que Trpoli man-tiene en sus arcas sin depositarlasaun en los bancos controlados porel gran capital financiero ni colocar-las en bonos del tesoro norteameri-

    cano. Esos capitales son apetecidospara paliar la difcil situacin de ili-quidez por la que esos bancos, y losgobiernos que ellos dominan, estnatravesando. Por otra parte, las difi-cultades que presenta un ataque aIrn, oportunamente denunciado porFidel Castro, hacen de Libia, que tie-ne fronteras con Egipto, Tnez y

    Argelia, un blanco de recambio til,adems, para presionar en una regin

    que vir a transformarse en hostil oal menos inestable.

    El modelo yugoeslavo de exacer-bacin de divisiones tnicas y polti-cas se aplica ahora en la parte orien-tal de Libia (Cirenaica), persiguiendola instalacin all de un gobierno pro-

    visional que comience a ser recono-cido internacionalmente, pero las di-ficultades para efectivizar esos pla-nes hacen pensar cada vez ms a los

    generales de la alianza atlntica enuna invasin lisa y llana, que ya esten marcha. Agentes de la inteligen-cia britnica fueron detenidos en esa

    zona. Como ellos, ya estn en el tea-tro de operaciones comandos espe-ciales de varios pases de la OTAN.

    La intervencin humanitaria se

    basa en la apertura del camino deBengazi a Trpoli para los rebeldes,utilizando ojivas con uranio empo-brecido, un arma sucia que est des-truyendo toda clase de instalacionesy masacrando a poblaciones enteras2.

    La insurgencia armada de Bengazilevanta la tricolor bandera monrqui-ca del rey Idris I, un cmplice de laantigua colonizacin britnica y dela entrega del pas.

    Los observadores profundos deestos sucesos notarn un especial es-fuerzo europeo e incluso un intentode vanguardizacin de las operacio-nes ms agresivas por parte de laFrancia de Sarkozy. Es que hasta hoylas petroleras europeas prevalecan enlas concesiones libias, y ahora pre-tenden entrar con fuerza los EEUU,por lo que el tema incluye un gradode contradiccin interimperialista, a

    pesar de que los aviones de EEUUsalen de las bases yanquis de GranBretaa, Italia, Grecia y Espaa. Chi-na incluso tiene inversiones en Libiaen acuerdo con la British Petroleum,que por supuesto ahora peligran. Hayque hacer notar que Argelia neg eluso de su espacio areo para los ata-ques a su vecina Libia.

    Entre los tanques de pensar delos EEUU circula la idea de termi-

    nar con las demarcaciones fronteri-zas que surgen de la Conferencia deBerln de 1884 e imponer un nuevodiseo de frica de acuerdo a susintereses estratgicos.

    Esta nueva realidad en los pasesrabes muestra la dialctica de cri-sis y agresividad del imperialismo dehoy, tal como sealramos en nues-tro artculo del mismo nombre pu-blicado en noviembre en la web

    www.questiondigital.com . Se produ-ce despus de los severos desbalan-ces del sistema inmobiliario y finan-ciero en los EEUU que ha derivado

    en cientos de mega quiebras y de ungigantesco rescate del estado a losbancos a costa de un mayor desem-pleo, del crecimiento de la pobreza y

    de la negativa a hacer de la salud underecho humano, mientras se sostie-nen las guerras de Irak y Afganistny se impulsan nuevas amenazas enel Extremo Oriente (Corea), en elMediterrneo y en Amrica Latina.

    Y esto en el momento en que enla vieja Europa la palabra de ordenes el ajuste neoliberal que pagan lostrabajadores y los pueblos, con qui-tas salariales y de beneficios socia-

    les, aumento de la edad jubilatoria yotras lacras del monetarismo parasostener la tasa de ganancia de losmonopolios, al tiempo que se res-tringen las libertades y se reprimenlas manifestaciones de protesta.

    Hay que decir que en medio deesa crisis, cada misil que lanzan so-bre Libia cuesta un milln de dla-res, lo cual arruinar aun ms las des-infladas arcas estatales para benefi-

    cio de las poderosas corporacionespetroleras que pretenden hacerse deloro negro libio.

    Qu respuesta pueden ofrecerentonces los dirigentes del capitalis-mo central a las masas rabes en re-belin, si son ellos mismos quienescondenan a sus propios pueblos a laprdida de conquistas histricas yhacen cada vez ms estrecho el te-rreno de las libertades pblicas en

    las democracias ejemplares deOccidente?

    La respuesta est a la vista y la tie-nen los trabajadores griegos, espa-oles, franceses, ingleses, alemanes,irlandeses, que ven recortadas susantiguas conquistas y asisten al findel llamado estado de bienestar.

    En este marco se produce el cata-clismo en Japn que ha destruidomucho de lo acumulado por la gran

    burguesa nipona afectando el pre-supuesto estatal, infligiendo durosgolpes al sector industrial y tecno-lgico, agravando la crisis bancaria y

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    1 La National Oil Corporation NOC ocupa el puesto 25 entre las cien principales petroleras del mundo y cuenta con el 3,5% de las reservasglobales de ese recurso.2Los misiles que llevan puntas dotadas de uranio empobrecido se ajustan a la perfeccin a la descripcin de bomba sucia Yo dira que esel arma perfecta para asesinar a montones de gente. Marion Falk, experta en fsica qumica (jubilada), Laboratorio Lawrence Livermore,California, EEUU. En las primeras veinticuatro horas del ataque contra Libia, los B-2 de EEUU arrojaron 45 bombas de 2.000 libras de pesocada una [algo menos de 1.000 kilos]. Estas enormes bombas, junto con los misiles Cruise lanzados desde aviones y barcos britnicos yfranceses, contenan ojivas de uranio empobrecido. El UE es el producto de desecho del proceso de enriquecimiento de uranio. Se utiliza en lasarmas y reactores nucleares. Debido a que es una sustancia muy pesada, 1,7 veces ms densa que el plomo, es muy valorada en el ejrcito porsu capacidad para atravesar vehculos blindados y edificios. Cuando un arma que lleva una punta de uranio empobrecido golpea un objetoslido, como una parte de un tanque, penetra a travs de l y despus explota formando una nube candente de vapor. El vapor se asienta comopolvo, un polvo que no slo es venenoso, sino que tambin es radioactivo. Un misil con uranio empobrecido cuando impacta se quema a10.000C. Cuando alcanza un objetivo, el 30% se fragmenta en metralla. El 70% restante se evapora en tres xidos altamente txicos, incluidoel xido de uranio. Este polvo negro permanece suspendido en el aire, y dependiendo del viento y de la climatologa, puede viajar sobregrandes distancias. Si Vds. piensan que Iraq y Libia estn muy lejos, recuerden que la radiacin de Chernobyl lleg hasta Gales. Resulta muy fcilinhalar partculas de menos de 5 micras de dimetro, que pueden permanecer en los pulmones o en otros rganos durante aos. Ese uranioempobrecido inhalado puede causar daos renales, cnceres de pulmn y huesos, trastornos en la piel, trastornos neurocognitivos, daoscromosmicos, sndromes de inmunodeficiencia y extraas enfermedades renales e intestinales. Las mujeres embarazadas que se ven expuestasal uranio empobrecido pueden dar a luz a bebs con defectos genticos. Una vez que el polvo se vaporiza, no cabe esperar que el problemapueda desaparecer pronto. Como emisor de partculas alfa, el UE tiene una vida media de 4.500 millones de aos. En el ataque de la operacinconmocin y pavor contra Iraq, se arrojaron, slo sobre Bagdad, 1.500 bombas y misiles. Seymour Hersh ha afirmado que slo la TerceraInsignia de Aviacin de los Marines de EEUU arroj ms de quinientas mil toneladas de municin. Y todo eso llevaba puntas de uranioempobrecido. Al Jacira inform que las fuerzas invasoras estadounidenses dispararon 200 toneladas de material radioactivo contra edificios,hogares, calles y jardines de Bagdad. Un periodista del Christian Science Monitor llev un contador Geiger hasta zonas de la ciudad que habansufrido una dura lluvia de artillera de las tropas estadounidenses. Encontr niveles de radiacin de entre 1.000 a 1.900 veces por encima de lonormal en zonas residenciales. Con una poblacin de 26 millones de habitantes, eso significa que EEUU arroj una bomba de una toneladapor cada 52 ciudadanos iraques, es decir, unos 20 kilos de explosivo por persona. William Hague [Secretario de Estado de Asuntos Exterioresbritnico] dijo que bamos a Libia a proteger a los civiles y a las zonas habitadas por civiles. Vds. no tienen que mirar muy lejos para ver a quiny qu se est protegiendo. En las primeras 24 horas, los Aliados gastaron 100 millones de libras esterlinas en municin dotada de punta de

    uranio empobrecido. Un informe sobre control de armamento realizado en la Unin Europea afirmaba que sus estados miembros concedie-ron en 2009 licencias para la venta de armas y sistemas de armamento a Libia por valor de 333.657 millones de euros. Gran Bretaa concedilicencias a las firmas de armamento para la venta de armas a Libia por valor de 24.700 millones de euros y el Coronel Gadafi pag tambinpara que se enviara a las SAS [siglas en ingls de Servicio Especial Areo] a entrenar su 32 Brigada. Me apuesto a que en los prximos 4.500millones de aos, William Hague no va a ir de vacaciones al Norte de frica. Fuente:http://stopwar.org.uk/content/view/2321/27/

    generando prdidas perfectamentecomparables a las de una guerra.

    Esta catstrofe en una de las eco-nomas ms importantes del mundo

    agudiza los problemas de la fase re-cesiva de la economa global y loselementos de inestabilidad del siste-ma, con alzas y bajas de las divisas,del precio del petrleo, de los ali-mentos y otros tems. Incrementa laspolticas especulativas que juegancon una cada de la produccin ja-ponesa y con una baja de la deman-da energtica y alimentaria por partede ese pas, al que ya se le estn